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Entrevista: Ton de Safalla, un superviviente de la quinta del Biberón

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entrevista ton de safalla, un superviviente de la quinta del Biberón!

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Hoy, 28 de septiembre, hemos quedado con Ton de Safalla, un anciano entrañable que, aparte de ser uno de los protagonistas del Ecomuseu dels Pastors de la Vall d’Àssua, es también uno de los supervivientes de la famosa quinta del Biberón que participaron en cruentas batallas durante la Guerra Civil. Hemos quedado con él en el banco que hay al lado de la capilla de Sant Julià, pues este lugar es un buen sitio para disfrutar del calor del sol hasta la hora de comer. Cuando llegamos, le encontramos acompañado de otros ancianos del pueblo interesados en escuchar y ver cómo le hacemos la entrevista. Una vez empezamos nos fijamos en sus manos, unas manos grandes y fuertes que ahora reposan sobre un cayado de fresno, unas manos marcadas sin duda por la dureza de la guerra, del frío de la alta montaña, de la dulzura de la esposa, de la lana de las ovejas y de tantas y tantas cosas...

Para comenzar como os llamáis y de qué casa sois

Yo me llamo Ton de Peiró Juanmora y soy de casa Safalla de Torre, pero soy hijo de Llessui, de casa Cardós y me casé en Torre.

¿Qué edad tenéis ahora?

¡No se si puedo cumplir más, ya!

¿Eso quiere decir que no nos quiere decir la edad?

Qué va ! Tengo cerca de 90, en el mes de marzo, si llego, haré 90. ¡Al final nos tendrán que matar! Somos igual que los gatos, que tienen siete u ocho vidas (haciendo referencia a todos los presentes en la plaza).

¿Qué nos puede explicar de su infancia en Llessui?

¡Ui! Ahora si que me pones en una situación bien seria; yo he nacido aquí en Llessui y me gustaría morir en Llessui. Yo he pasado más de malas que de buenas; cuando fui un niño que ya sabía atarme las alpargatas ya me hicieron cuidar las ovejas. Y después de las ovejas, hacia las vacas. Cuidaba las vacas de todo el pueblo. Las cuidé con otro chaval del pueblo. Y lo hice 8 o 9 años. Había más que ahora, en el pueblo había unas 500 vacas.

¿Cómo eran las vacas? ¿Ya había la vaca bruna?

Entonces no les llamábamos vacas brunas, sino “suizas”, las llamábamos así. Entonces de leche casi no tenía nadie, sólo criábamos terneros. Eran de carne.

¿Eran aquellas vacas de color blanco? ¿La raza pallaresa?

No eran blancas, bien, había alguna blanca pero la mayoría eran suizas de color marrón. Entonces eran vacas de ordeñar y vacas de criar terneros. Después ya metieron las manchadas, antes, de aquellas manchadas no había, eran las suizas las que ordeñábamos y también criábamos los terneros. La mayoría eran suizas y de terneros había alguno negro, pero la mayoría eran suizos también.

¿Así Usted fue el primer vaquero de Llessui?

¡Ui no! ¡El primero no! ¡Habían pasado muchos vaqueros antes que yo! Si alguno tenía que marchar era reemplazado por otro. Cuidaba las vacas en verano cuando estaban en la montaña, en invierno no. Las cuidaba desde primeros de junio hasta el 4 de octubre, como ahora.

¿Cómo era la vida de vaquero, comparada con la del vaquero actual?

¡Ui! La vida de vaquero no era muy agradable, no como el vaquero de ahora que no hace más que pasearse con el coche. Subíamos por la mañana y bajábamos por la noche y andando poco, llegábamos a caminar unos 30 o 40 kilómetros al día; todo el día teníamos que transitar por la montaña. A la hora de comer había días que no podíamos parar.

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Al principio, las vacas se encerraban por la noche, pero yo fui el primero en dejarlas sueltas.

¿Y cómo se le ocurrió la idea de no cerrarlas durante la noche?

¡Porque al que las guardaba antes que yo le dije que las quería dejar sueltas y él me dijo que si lo hacía, no quedaría ningún ternero, ni ninguna vaca joven, "todas se te morirán del mal de gas" . Y fue al contrario, aunque yo pensé que si se me morían, ¡ya podía escaparme! Pero no sangraron y fue mucho mejor que cerrarlas, y así siempre más, pero eso sí... teníamos que estar al alba con ellas. Y eso lo hice porque tuve esta manía, primero las solté de noche y las vacas volvían hacia el aprisco, pero al cabo de unas cuantas veces ya no volvieron y funcionó.

¿Y las ovejas?, ¿Cuándo las cuidaba salía por la mañana y volvía por la noche?

No, en primavera las encerrábamos en el aprisco y en invierno en el corral; las sacábamos, pero había mucho trabajo en cuidar a los corderos… uno que no quería, el otro que no andaba... ¡Había mucha faena con los corderos!

¿Y esquilarlas, las había esquilado alguna vez?

¡No, gracias, que esquilen los otros! Ventura era quien esquilaba, era un buen esquilador.

La semana que viene se separan las ovejas en el triador de Llessui, seguro que esta actividad debe haber cambiado mucho ¿Cómo era antes un día como éste?

!Ui! Separar las ovejas por San Miguel ¡Aquello si que era trabajar! Con los perros se agrupaban y se cogían de una en una por la pata. Y cuando habíamos acabado de separar la mitad del rebaño, teníamos que volver a empezar porque se escapaban, una aquí, una allí… Ahora hay apriscos, pero entonces nada, nada de nada… no había apriscos y se mantenían separadas con gente y perros. Dos, tres o cuatro personas para controlarlas y los otros las iban cogiendo por la pata. Primero se cogían las de una marca y todos iban a por aquella marca. Era una faena muy pesada. Sólo estábamos un día para hacerlo pero éramos muchos grupos, éramos unas setenta personas o más. Había mucha gente. Había ganaderos que traían a treinta y cinco o cuarenta personas.

Antes en el oficio de pastor existía una jerarquía, había el mayoral, el zagal... ¿se acuerda de todas estas categorías?

Bueno, también había un zagal, con los rebaños había un zagal, igual que los de las vacas. Hacía lo que le mandaba el mayoral y sino nada, no hacía gran cosa... ¡Ir a coger truenos por allá arriba!

¿Y siempre habéis ido con perro cuando ibais a guardar las ovejas?

Sí, siempre hemos ido con perro, antes dicen que no había perros e iban con hondas ¡Rompiendo las patas de las ovejas!

¿Y sus padres también habían ido con perro o ellos usaban la honda?

Mi padre no fue nunca a guardar ovejas. Él, pico y pala. Hizo la carretera de Llessui. Empezó en Sort y acabó aquí arriba. Eso era allá por los años 1930-1931. Picando, no ganaba nada, igual que yo con las vacas mira… !Ahora hay gente que no hace nada y gana un buen jornal, a ver quién puede entender eso! Ahora todo va al revés, antes íbamos un poco del derecho, pero ahora, nada. A uno le va muy bien y a otro no tanto.

¿Y de lobos, usted ha visto por esta zona?

No, no era zona de lobos, lo que habíamos oído es que había pasado algún oso, pero ya hace muchos años.

¿Y su rebaño tuvo algún problema con el oso?

Un año, nosotros no lo vimos, pero por la noche, sospechamos que había pasado un oso. Del corral donde estaban cerradas se llevó toda la pared y mira que era ancha. Sospechamos que había sido el oso, pero no lo vimos y de eso ya hace muchos años.

¿Y cuando era joven, cuánta gente vivía en Llessui?

En el pueblo había 120 casas, y en la montaña había 120 lugares, pero eso fue bajando y bajando. Ahora las casas aún existen pero la gente no. Una casa tenía 4 o 5 vacas, la otra dos, la otra diez... ¡Y la pobreza por encima de todo!

¿Y las casas fuertes cuáles eran?

Ésas eran las casas grandes como casa Campo, casa Vicenç, casa Trilla, casa Mora que juntaron dos casas... Supongo que de la guerra también queréis saber alguna cosa, ¿No? ¡Ahora si que me provocaréis un dolor de cabeza serio!

¿Cuando empezó la guerra, cuántos años tenía usted, 16, 17, 18?

¡No! Quince y me cogieron el año 1939, a los 18. Y la guerra duró unos 3 o 4 meses más, o cinco. Soy de la quinta del biberón que dicen.

¿Y a dónde lo destinaron?

Al peor lugar que pudo haber en España, al Ebro, a la batalla del Ebro. Nos pusieron allí en una sierra que le dicen la Sierra de Cavalls, no sé si habéis oído hablar... Y allí habíamos ido por mil caminos y no les podíamos alcanzar a los otros. Un día pensamos: o nos vamos o no pararemos en buen lugar; y al alba ya había 12 aviones que llevaban 50 bombas cada avión, de aquéllas de 50 kg. Llegaron de Zaragoza y el bombardeo duró hasta las 5 de la tarde. Costó mucho marcharse a pie, porque era todo bruma con el humo negro de las bombas. Ui! Allí mataron mucha gente, fue lo peor que hubo.

¿Y cuánto tiempo estuvo en el ejército?

Cuando acabó la guerra nos retuvieron todavía mucho tiempo. El periodo de la guerra duró 4 o 5 meses, o 6, pero nos tuvieron 7 años en la mili y recorrimos toda España. Cuando nos marchamos del Ebro, nos llevaron a Les Avellanes, cerca de Balaguer, y allí tuvimos un mes muy descansado. Pasado aquel mes nos cogió una nevada de dos palmos de nieve. Nos retuvieron todos estos años porque, pasada la guerra, tenían miedo que volvieran a atacar España y aunque no lo fuéramos, éramos "voluntarios". A los más viejos los iban licenciando y a los más jóvenes nos iban aguantando.

También estuvimos en Burgos, no estuve nunca de soldado 13

boletín del parc nacional d’ aigüestortes i estany de sant maurici

en el Pallars, sólo cuando rompimos el frente, el año 39. Empezamos la batalla en el Montsec y bajando a Cervera me hirieron. Nosotros éramos fuerzas de choque, voluntarios, y nunca estuvimos atrincherados. Íbamos rompiendo los frentes. Me atravesaron la pierna. Pero aquel día mataron a mucha gente. El capitán se lo miraba con unos prismáticos y fuimos al ataque, la primera escuadra, la primera línea, y sólo pudo pasar esta primera escuadra, suerte que había una caseta allí para refugiarnos... ¡yo gasté una cinta de ametralladora, fíjate tú! Entonces hicieron venir a nuestro capitán de lejos y éste tenía miedo de que nos cogieran allí ¿Y sabes qué hizo el sargento? Arrancó los galones y dijo - si salimos nos matarán- pues teníamos las ametralladoras a tocar, y el sitio era un lugar con trozos llanos. Decidimos que muertos por muertos mejor aguantar,. Además teníamos un herido, así que era mejor ir aguantado. Y suerte que había una viña y nos escapamos por ella, pero no habíamos hecho ni un pequeño trecho que nos lanzaron bombas de mano y nos escapamos por los pelos. ¡Si que lo pasamos muy mal! ¡La guerra fue muy dura! En Cervera me pusieron una inyección del tétanos y de allí me llevaron a Lleida; de allí a Zaragoza, después a Bilbao donde estuve en un barco; después a Gijón. ¡De una punta de España a otra! Una vez, después de romper el frente, nos hicieron levantar y estuvimos toda la noche dando vueltas dentro de la nieve,no se sabe a dónde querían llevarnos por la nieve… ¡En la guerra se hacen tantas tonterías como quieras! Y después no hubo ningún ataque ni nada, nos hicieron dar vueltas por la nieve y a tumbarse de cualquier manera…quien no lo ha pasado no sabe lo que es.

¿Y en una compañía cuántos soldados había?

Quizás éramos un centenar, exacto no lo sé, pero unos 90 o cien.

¿Cómo era una comida en el frente? ¿Qué les daban para comer?

Nada, un plato de lentejas y una cuchara, de aquellas lentejas de lata. Ni pan ni nada... comer, poco. Para desayunar sólo daban un poco de agua sucia más que café y un trozo de pan que no era mayor que el puño. Cuando íbamos al cuartel era mejor. Antes de irnos nos daban una lata de sar

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dinas para cada dos y nos tocaban dos o tres sardinas a cada uno. Nada… ¡Pasamos mucha hambre...!

¿En qué año volvió al Pallars?

Pues mira, me cogieron el 1939 y en siete años que estuve no volví al Pallars. Estuve en Zaragoza y en Burgos.

Por tanto, cuando volvió a casa debía tener unos 25 años. ¿Cómo encontró el pueblo y el valle?

Sí, sí, cuando volví tenía 25 años. Mira, durante el tiempo de la guerra la gente todavía aguantaba en el pueblo, la gente se marchó después de la guerra. Las casas ricas fueron las primeras en marcharse. Antes alquilaban a la gente y no pagaban gran cosa y cuando vieron que tenían que dar todo lo que recogían a la persona que alquilaban, abandonaron las casas y no sólo las de Llessui, sino las de otros pueblos. La mayoría se marchaban a Barcelona, como había bastante sitio, pues habían matado la mitad de la población, pues se cabía en Barcelona. Aquí, después de la guerra también mataron a gente. Que yo recuerde bien sucedió con el abuelo de casa Sebastià, conocéis casa Sebastià, ¿No? A éste lo mataron los nacionales. Lo que pasó es que mataron a una guardia de soldados nacionales allí abajo, en el puente de La Bastida, y suerte que muchos se marcharon a Aragón si no los hubieran matado a todos. Entonces decidieron matar a uno de cada pueblo y le tocó al pobre abuelo de casa Sebastià, le tocó. Se hicieron muchas tonterías. Y después de la guerra nos hicieron ir de aquí hacia allí. En San Sebastián, y después en un lugar donde se veía toda Francia, no me acuerdo del pueblo, cerca de Irún y estuvimos unos cuantos días... en Elizondo! De allí volvimos a Burgos y luego nos destinaron a lugares donde había polvorines, diez o doce en un sitio, diez o doce en otro. Después de darnos un permiso de 4 meses nos hicieron incorporar al cuartel de Sant Andreu en Barcelona y después me destinaron a Montcada, sabéis que hay dos Montcades, pero que están juntas, encima de aquella Montcada había un polvorín y a mí me destinaron una temporada y después me tocó otra vez Mataró donde estuve mucho tiempo.

Mirando el libro de Manel Gimeno, Revolución, Guerra y Represión en el Pallars (1936 - 1939) hemos encontrado una lista con la gente de Llessui que murió durante la guerra y la posguerra. ¿Os suena el nombre de Cinto Peiró de Casa Cardós?

Sí, éste era un hermano mío. Y no sabemos cómo murió, también estuvo en la guerra como yo y un día enviaron a un comunicante diciendo que lo habían matado.

Aparte de su hermano, la lista que hay es muy larga...

Pues si, porque fueron al Ebro y los mataron a todos allí. Cuando volví había muchas casas que habían perdido algún que otro familiar.

Entonces usted no se marchó solo a la guerra. ¿Cuánta gente se reclutó con usted?

Yo me marché con quien tocaba, aquélla quinta organizaron con cuatro reemplazos, primero, segundo, tercero y cuarto, hasta 1941 no la pidieron toda al mismo tiempo. El primero y el segundo fueron a la guerra, los otros dos no. Yo me marché con 4 personas más, tres de aquí del pueblo y otro de Seurí. Éramos uno que ya está muerto de casa Jaume, y después uno de Masover que no estaba demasiado bien y el médico dijo que éste no lo cogieran, pero al final dijeron "pongámoslo en marcha que si lo matan todavía le harán un favor". Pero no pudieron hacer nada. ¿Y sabe qué pasó? Un día haciendo la instrucción con toda la compañía el sargento dijo "¡Media vuelta!" Y todo el mundo dio media vuelta menos él y vino de frente y chocaron con él, como vino de

frente… ¡Era un poco tonto! (Safalla ríe recordando la anécdota)

¿Cómo era el ambiente en el pueblo después de la guerra?

Cuando acabó la guerra estaba por organizar todo en todas partes y entonces estaba todo muy racionado y pasábamos más hambre... pero en casa nunca pasamos. Yo, durante la guerra, si que pasé ¡Si todavía nos hubieran dado pan..! Mira, muchas veces sólo nos daban maíz. Durante la guerra pasamos mucha hambre, mucha, todo el mundo, toda España. Y el ambiente en el pueblo, como te lo explicaría, todos estábamos atemorizados. Antes de llamarnos al frente, la gente se escapaba hacia Aragón por la montaña. Una noche yo y otro del pueblo fuimos a una cabaña con una manta porque te cogían y se te llevaban, y se nos hubieran llevado los rojos.

¿Y de los maquis qué sabéis?

Nosostros no fuimos contra los maquis. Por aquí no pasó ningún maqui. Allá por Isil, cerca de Francia, si que tuvieron algún combate pero no muy importante. Fue poco, comparado con la guerra.

¿Ha dicho que en casa no pasaban hambre. Cómo se sobrevivía durante la guerra y la posguerra?

En los huertos se cogía patatas y se sembraba centeno. Había hornos y se podía hacer pan. Nosotros no teníamos horno, íbamos a los comunales; había uno aquí (en Torre) y dos en Llessui y cada final de mes hacíamos una hornada de pan. Cocíamos 25 o 30 panes de 3 Kg. cada uno. Y los guardábamos. Ahora los panes no se pueden guardar tanto.

¿Y cuando volvió de la guerra, a qué se dedicó usted?

Mira, volví a guardar vacas unos años y después todavía las habría guardado más tiempo pero empecé a arrendar campos, como se había marchado mucha gente, se podían arrendar los campos que quedaban. Empecé a tener vacas y ovejas y dejé de guardar las vacas porque no me daban gran cosa. Lo dejé, si no, ¡Dios mío!! Mientras hubieran podido, me las habrían hecho guardar! Fíjate que me hacían: me venían a sembrar y a labrar los campos para que les guardara las vacas! También me los guadañaban porque lo que yo había conseguido no lo había hecho ningún guardián. Les cuidaba las vacas, y al cabo de un año, ya reconocían a las vacas y terneros que recogían. Eran otra cosa y se criaban más terneros.

Ya que volvemos a hablar de ganado... ¿Cómo era la feria ganadera antiguamente?

La feria era también el 4 de octubre, como ahora. Pero era muy diferente, entonces llevaban vacas, ovejas, terneros,

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mulas y algunos cerdos, que también se criaban, y así hacíamos la feria. Venía mucha gente y cuando se acababa, el día 5 había feria en la Pobleta. Allí había más gente porque era más importante y llevaban mucho ganado, manadas enteras. A la Pobleta no iba ganado de Llessui, allí iba el ganado de su ribera. Alguna vez yo mismo había ido a la Pobleta, pero no era habitual. Iba a pie y subíamos por aquí, hacia el restaurante de las pistas de esquí y de allí pasábamos el collado enfrente de Seurí y hacia la Pobleta. Tardábamos 7 o 8 horas ¡Ya había una buena caminata! Un año fui y no volví más. La mayoría no iban mucho.

¿Y rebaños de fuera, subían muchos?

Sí, también venían. No sé de dónde venían, pero no debió ser de muy lejos porque venían a pie hacia aquí. Entonces, aquí en la montaña, había tres o cuatro rebaños, dos rebaños del pueblo y uno de fuera. Tres rebaños, y ahora sólo hay uno. Tres, y otro que había en la Mainera, cuatro, y otro en Sorre, cinco. Eran más pequeños que ahora. Ahora casi cada año hay unas 5.000 ovejas.

Por cierto, ¿cómo suben las ovejas a la montaña?

Muchas ovejas vienen de Estac, casi vienen más de allí que del pueblo. Se juntan por San Pedro y llegan ya mezcladas. Se intenta subir con todos los rebaños juntos.

¿Y de queso, hacíais?

¡Ui! ¡Lo que había ordeñado yo! Para cuajar la leche ponían herba-col (hierba de cuajo) que decían,y después a las queseras. Nosotros íbamos a otra casa y cada día ordeñábamos 50 litros de leche de oveja y otro bidón de 16 litros. Lo bajábamos con un fuste uno delante y el otro detrás. Cada día hacíamos 8 o 9 quesos de kilo, aquello sí que era queso bueno. Si se hinchaba alguno hacíamos entonces queso tupíque lo hacíamos con anís y quizás era mejor que el otro, pero era muy fuerte.

¿Y matanza?

La hacíamos antes de Navidad o por Navidad, antes no hacía tanto calor como ahora. En casa matábamos 2 cerdos cada año, pero había casas que mataban cuatro o cinco. Hacíamos confitado, xolís (embutido típico)...

¿Volviendo a los animales, después de hacer de vaquero a qué se dedicó?

Pues mira, me dediqué a comprar vacas y ovejas y me dediqué a criarlas. Y todavía llevaba más que antes cuando hacía de vaquero. Entonces gané más que no haciendo de vaquero donde me daban 15 pesetas pero tenía que hacer el gasto de la comida... aunque si ibas a guadañar sólo te daban 8 pesetas y uno acababa harto de guadañar todo el día... bueno, lo único que allí no se gastaba en comida.

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Con 90 años usted ha visto muchos cambios, la llegada del tractor, la emigración de los años 60... usted se quedó. ¿Cómo era aquella época en el pueblo?

¡Ui! ¡Si he visto cambios! Ahora que hablas de eso, cuando todavía no se hablaba de los tractores ni de nada en este terreno, había muchas yeguas. La casa que tenía 6 o 7 yeguas y que criaban cada año no les faltaba en absoluto dinero porque esos animales valían mucho. Un día, subiendo de permiso, había dos señores a mi lado comentando qué garrotazo que les tocaría vivir ahora; vendrían los tractores y las yeguas se acabarían, y pasaron dos años y llegó todo aquello, empezaron a llegar los tractores. Al llegar el tractor, todos aquellos animales de los que sacaban tanto dinero ya no valían nada.

¿Y usted, cuánto tiempo tardó en comprarse el tractor?

Yo más tarde, me costó mucho y me dejaron el dinero en el banco. Tuve que pedir un crédito. Antes los tractores no eran tan caros como ahora, antes con un millón de pelas eras rico y ahora medio millón de pelas qué son: ¡Nada! Compré la empacadora, la máquina de guadañar y después la máquina de girar la hierba y acordonarla. Todo aquello valía pelaspero si no lo comprabas no podías hacer nada. ¡Tú ya podías pedir dinero, que si no venía alguien que respondiera por ti, no te los dejaban en absoluto! Nosotros tuvimos suerte de Salvat, que él salió para responder por nosotros y puso el piso de garantía. Si no hubiéramos pagado, se lo habrían quitado. Pero nos salió bien y nos dejaron el dinero. Si no, no habríamos podido comprar. Compré toda la maquinaria y también compré una casa aquí. Hicimos obras cubrimos una era donde trillaban e hicimos una sobirada donde cabían setenta parejas de ovejas; y todo eso lo hicimos sin tener dinero.

¿Y cuándo se casó usted?

Me casé entre los 18 y los 30, exacto no lo sé... Fue después de volver de la guerra. Mi mujer era de aquí del pueblo, de Torre, pero ya hace muchos años. Se murió muy joven, ella, le cogió una embolia y sólo duró 24 horas. Entonces cuando empezábamos a levantar cabeza, va y se muere ella.

¿Cómo vivió la inauguración de las pistas de esquí?

Trabajé con mi hija. Ayudaba a la gente que subía. Estuve un año o dos trabajando. ¡Las pistas estaban bien, pero lo qué no hicieron bien fue eso de llevarlo, que lo dejaron todo patas arriba! La montaña se la dimos, pero cuando empezó a cambiar de dueños… ¡Mal! Y los que lo llevaban sólo pensaban en su bolsillo y nadie pensaba en la estación. ¡Aquello no podía funcionar!

¿Y los terrenos de la estación eran del pueblo?

Si, los terrenos eran del pueblo y el pueblo lo dio todo gratis cuando se hizo. Lo dio a Segalàs de Llavorsí y a los otros que hicieron eso del esquí. Mientras estuvo él todavía iba tirando, después ya empezaron a cambiar. Después se puso uno de Sort que se llamaba Juan Antoni y empezó a poner máquinas y no hacían nada, ir cobrando… ¡Y eso no puede ser!

¿Supongo que la construcción del edificio de la Barceloneta que une Torre con Llessui comportó un gran cambio para el pueblo, qué pensó de su edificación?

¡Oh! ¡Cuando hicieron eso, aún! Todavía iba bien, pero después se lo vendieron al ver que quedaron arruinados. Aquí subía mucha gente a esquiar. Había años que el viento se llevaba la nieve, pero quedaba bastante, sólo que la estación la ubicaron en mal sitio. ¡Si lo hubieran hecho a partir de aquella peña (señalando) y hacia allí, que no toca tanto el viento… Podrían haber cogido toda la montaña, es tierra buena ¡Cómo ésta no hay ninguna en España! Como la montaña de Llessui no hay ninguna tan buena para esquiar. ¡Esta estación la hicieron en mal lugar, podrían haber esquiado 3.000 personas! Hasta que la estropearon del todo y mira, sin sacar los trastos, todo se ha estropeado. ¡El hotel nunca más se ha abierto... todo perdido!

¿Cambiando de tema, del Parque Nacional, que lo tenéis aquí al lado, qué piensa?

¡Oh! Yo creo que va bien, que da algo en relación a las subvenciones y los pastores pueden ir igualmente a pacer.

Y el Ecomuseu dels Pastors... ¿Qué le parece?

¡Ui! ¡Debe ir bien porque la gente va! Bien, no sé de quién fue la idea, pero tuvieron una buena idea porque la gente viene. A la gente le debe gustar porque suben. Mira, sólo con que cobraran un euro por persona harían un montón de dinero.

Nos han comentado que vuestra explotación está dentro del proyecto Grípia 1 , ¿Sabe cómo ha ido la experiencia? ¿Ha ido bien con el mozo que habéis tenido durante el verano?

Vino uno en verano a la montaña, pero no valía nada, pues era un poco distraído. Para ser pastor uno se tiene que criar con la oveja, si lo tienen que aprender con los libros, mal. De la escuela no sacarán nada. De cada uno que será bueno habrá mil que no, se tiene que nacer con las ovejas para ser pastor. Y si lo tienen que hacer estudiando, mal. Tienen que conocer a los corderos, las madres... eso no se estudia en absoluto. ¿Bien, qué queréis saber más? ¡Si empiezo una historia no lo acabo! Cuando no sale una cosa sale otra, ahora la guerra, ahora el queso... Y es cierto, sus recuerdos de 90 años de vida no se pueden desperdiciar y su memoria prodigiosa hace que las historias no paren de brotar. Las campanas, marcando el paso del tiempo, tocan las dos. El banco de la plaza se va vaciando poco a poco. Safalla continúa hablando. El sol, sin embargo, empieza a escasear. Conscientes de las temperaturas de otoño, dejamos marchar a Safalla con todo un montón de experiencias preservadas en su cabeza e invitándonos a venir a la plaza otro día. Sin duda volveremos para hablar, pero sobre todo, para escuchar este libro vivo de la historia del valle. Maria Pou Palau Judith Comorera García

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