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La esencia de las palabras: En el nombre de los estanys
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Preludio
Desde hace mil décadas, mucho antes del famoso Diluvio Universal y de la supuesta construcción del Arca de Noé, en los Pirineos, había dos tribus que discutían continuamente sobre cómo se debían bautizar estas magníficas piscinas naturales de agua que se habían originado durante la última glaciación. Una era la tribu de los estanys; la otra, la de los lagos. Ambas tribus defendían, de hecho, lo mismo pero con palabras diferentes. El agua era su elemento vertebrador pero a la vez esa misma agua les generaba, cuando se encontraban en la reunión tribal que se celebraba cada año en las montañas encantadas, grandes discusiones sobre si se debía decir así o asá, o sea, lago o estany. Las reuniones acababan frecuentemente sin solucionar nada. Cada año, cada fiesta, cada reunión, nuestras queridas tribus luchaban por lo mismo. ¿Somos lagos o estanys? ¿Hay que llamarlos estanys o lagos? Incluso había aparecido en la escena pirenaica una tercera tribu, originaria de la tierra de las nieves perpetuas, que quizás para calentar más el tema o no, los llamaba de forma similar: ¡lacs o estanhs! La disputa lingüística ha continuado viajando por los agujeros negros del tiempo hasta nuestros días. Hoy, para algunos, estas discusiones no tienen más importancia pero para otros ¡sí! Los que utilizan lagos o lacs son muchos, los que pronuncian estanys o estanhs pocos. Uno diría que los lagos se resuenan más de lo que les tocaría pero los estanys no quieren quedarse atrás. Unos estanys, por cierto, profundamente tozudos, rellenos de sedimentos y aigüestortes por llamarse así. Hijos de una lengua pretérita que hablaban los pastores, los cazadores, los recolectores y algunos pescadores de las tierras de Pirene.
Nudo lingüístico
Como decíamos, desde hace más de diez mil años, los estanys actualmente son estanys por los caprichos erosivos del último avance glaciar que esculpió las montañas más modernas del mundo y de los Pirineos. ¿Pero dónde están sus orígenes lingüísticos? Probablemente en una lengua de la cual derivan todas las otras que hoy hablamos en el ámbito pirenaico, conocida como vascona y vasco-aquitánica, que después se mezcló con el latín vulgar de los veinte siglos posteriores y que generó la palabra estany (de stagnum), nombre catalán y pirenaico de estos cuerpos de agua tan especiales. Otras formas serían estanh, étang, boum, ibón (este último deriva de iba, agua en francés medieval) y también estanyola-estanhòla, o estanyol-estanhòt, éste último más pequeño que el anterior, según recogen unas notas inéditas de principios del siglo pasado, de Mosén Josèp Condó, el Verdaguer aranés. En territorio aranés, el poeta da otra acepción posible para estanh: “tramo ensanchado del río”, en este caso, como topónimo de una orilla del río Garona a su paso por el bajo Aran. El occitano, el catalán, el ribagorzano, el pallarés, el benasqués (también llamado patués)… Nos atrevimos a decir que todas estas lenguas y dialectos tuvieron esa misma lengua madre y aquí está el verdadero nudo de la cuestión. Algunas palabras de las lenguas que se hablaban y se ha
blan han evolucionado pero no de la misma forma que las que se hablaban o se hablan en los territorios que rodean los Pirineos. Mientras unos transmitían, generación a generación, los nombres de las formas del relieve y las palabras más auténticas del habla cotidiana, escuchando a los abuelos y los pastores explicar sus historias a los más jóvenes al lado del fuego, como muestra de la identidad de un país y del orgullo de una cultura ancestral, otros, eso sí, sin mala intención, se dejaban arrastrar por las estandarizaciones que, en algunos casos, han hecho avanzar en el conocimiento y la difusión de una lengua y, en otros, la han empobrecido por el hecho de simplificar en exceso el vocabulario y hacerla así más próxima a todos. ¡Que contradicción verdad! ¡Es la historia de siempre! ¡Indios y pistoleros! ¡Colonizados y colonizadores! ¡Nombres autóctonos y nombres alóctonos! Palabras populares frente a otras más cultas. ¡Estanys y lagos! ¡Hablemos de los estanys!
Nudo geográfico y geomorfológico
El agua ha sido y es el elemento clave en el desarrollo de la vida. Un agua que en los Pirineos ha originado ríos, barrancos, cascadas, humedales y sobre todo estanys. ¡Mil, más de mil estanys, de los cuales unos 200 se encuentran en la Ribagorza, el Valle de Aran o los Pallars, son los auténticos espejos donde se refleja la naturaleza granítica y otras de los Pirineos. Desde el siglo XIX hemos tenido la suerte de encontrar estudios, principalmente publicados en Francia, de los primeros censos lacustres de la cordillera pirenaica. Ernest Jeanbernat (1874), Andre Delebecque (1898) i Ludovic Gaurier (1926) aportaron una primera cifra aproximada de unos ¡500 estanys! Otros pirineistas, a caballo de los dos siglos, recogieron los primeros topónimos como Emili Belloc (1894). Las primeras fotografías fueron obra de Maurice Gourdon y Eugène Trutat en Saboredo y Colomès (1876-1899) mientras los primeros mapas dibujados por Frank Schrader en el Aran (1883) o los primeros croquis de un circo lacustre, obra de Juli Solé Santaló en Colomès (1906) son hoy joyas del pirineísmo hasta hace muy poco desconocidas. 24
b o l e t í n d e l p a r c n a c i o n a l d ’ a i g ü e s t o r t e s i e s t a n y d e s a n t m a u r i c i
El Parque, como decíamos, cuenta con 200 de los casi 1.035 estanys censados en la tesis doctoral de Del Castillo (1992) con un mínimo de 0,5ha. y más de 4.000 con tan solo 0,05ha. Otros autores hablaban de 1.500 contando a partir de 50m de diámetro (0,25ha. dice Bourneton) o 1.070 según Nussbaum. En 1934 éste último publicó un primer estudio en alemán, editado en Berna y comentado en catalán dos años después por uno de sus contemporáneos, el geógrafo Lluís Solé Sabarís. ¿Cuáles son los orígenes? Desde el punto de vista de un geomorfólogo, los estanys se forman a partir de la sobreexcavación glaciar, o sea, de la erosión que los glaciares provocan en los lugares donde el sustrato rocoso es más blando. También donde convergen varios de estos glaciares y donde los materiales geológicos existentes se van desgastando hasta formar una cubeta o artesa que una vez llena de agua dará nacimiento a estos rosarios de superficies líquidas. ¿Qué historias se explican? Las aguas lacustres siempre han escondido historias, leyendas y mitos fantásticos como, por ejemplo, las truchas gigantes de los estanys Roi de Llubriqueto. Serpientes de agua como las de Estany Gento en la Vall Fosca, que al explotar dieron colores a las rocas del entorno. Pueblos enteros sumergidos y ahogados por la avaricia de los mortales como Montcortés en el Pallars Sobirá o monstruos como el del lago Ness, en tierras escocesas, como si de antiguos dinosaurios marinos se tratara. Más reales y trágicos son los restos del avión que se estrelló contra las crestas de la región de Peguera hacia 1943, cerca del Negre, un estany que supera los 100m de profundidad. ¿De quién son? Algunos, a pesar de que nos pueda parecer extraño, están bautizados con los nombres de casas de los pueblos de los alrededores del Parque, como pasa en la Vall Fosca. Morera y Francí son casas de Capdella. Otros provocan duras disputas entre pueblos. Recordemos una de las últimas disputas territoriales pirenaicas, en la cual estaban en juego los estanys más conocidos del circo de Saboredo, entre dos municipios: el Àlt Àneu y el Naut Aran, uno en la comarca del Pallars Sobirá y el otro, en el Valle de Aran. El conflicto se solucionó, con el arbitraje del gobierno catalán,
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en favor de los araneses. Por último, otros más desafortunados tienen que convivir con concesiones centenarias que regulan su aprovechamiento hidroeléctrico, muchas veces demasiado intensivo. ¿Qué formas y colores tienen? Los estanys son esclavos de sus formas y de sus colores. Si se llama Redó (redondo) o Llong (alargado) será por algo. Si se llama Clot, Clót o Cloto será similar a Cubieso, es decir, “hundido en el terreno.” Trescuro y Trullo son parecidos, de tullo obscuro, “de aguas oscuras.” Si son Mangades y Gémena sugieren, el primero, “de orillas tortuosas” y, el segundo, “aguas gemelas”, del latín stagna gemina. Si es un Negre (negro), un Blau (azul) o un Roi (rojo), la clave está en el color de sus aguas y la luz que penetra en ellas; Serull, derivado de un hipotético stagnum caeruleum, sería “el estany azul celeste.” No hay que sufrir por Travessani que seguro debe estar atravesado al valle principal mientras que el de Contraix se debe ubicar de forma contraria al valle. Mariolo procede de Meridiola, diminutivo latín de mediodía. El Morto, variante de Portu, nos remite ¡al puerto… de montaña y no a la muerte! Los de Amitges deben aprovecharse a medias entre más de un pueblo, desde un punto de vista ganadero; el de la Colomina puede significar lo mismo que el anterior si deriva, como parece, de Condominio (plural de Condominium); o los de la Mainera i Menhèra derivarían de Medius o Medianus, de “paraje intermedio”, mientras que los Escondits ¡vete a saber donde se esconden! A otros les gusta provocar porque sí. Llebreta no tiene nada que ver con las liebres, sean grandes o pequeñas, sino con una flor: el azafrán de montaña. Dellui se vincula al vasco ote-ili-oi del cual deriva la aliaga, un arbustillo pinchoso. O el de la Cogomella derivado de una clase de seta. Los de Tumeneia harían alusión a las orillas escarpadas que tienen aunque el nombre popular que reciben en el Valle de Boí es
Txelats (helados). El estany de Ratera no hace referencia a ninguna rata así como el de Monestero no pertenece a ningún monasterio; en cambio, los de Monges y Cavallers quizás formaron parte de los dominios, el primero, de los monjes del monasterio de Lavaix y, el segundo, de los señores de Erill. Frescau podría derivar del latín Fiscales y significar “del soberano o del Estado” mientras que en el de la Coveta, evidentemente, hay un abrigo natural que fue ocupado por primera vez ¡hace 9.000 años! Estany Gento, del occitano y catalán antiguo gent, equivale a gentil, bonito. Otro hidrónimo occitano es Restanca, que viene de las pequeñas presas naturales que se construían para hacer bajar con fuerza los troncos por los ríos. Al de la Roca, la roca está presente como si asomara entre las aguas el lomo de una ballena a pesar de que los más viejos de Boí lo llaman el estany del Mamut. Otros son más evidentes como Rius, “lugar de origen o de nacimiento” aunque Franz Schrader (inventor del orógrafo en 1882) propuso llamarlo Lac Jeanbernat, en homenaje a su supuesto descubridor, a pesar de que el inglés Charles Packe y los famosos Henri Rusell y Maurice Gourdon también estuvieron allí. ¿Cuáles han desaparecido y cuáles desaparecerán? Un estany es un estany porque la madre Gaia, este motor orgánico de la Tierra, se manifiesta en forma de glaciación cada 100.00 años aproximadamente. Los estanys, por tanto, van y vienen. Como superficies de agua generalmente de origen glaciar, aparecen y desaparecen. Se forman y se sedimentan fruto del trabajo incesante de las fuerzas de la Naturaleza. Fueron estanys, entre otras, los fondos de valle donde hoy se asientan pueblos como Vielha, Esterri d’Àneu, Barruera, Bono, Son o Estaís. En la cordillera pirenaica se calcula que se llegaron a formar ¡más de 92.000 estanys! ¿Cuál es su importancia en los Pirineos? ¡Son la esencia del paisaje! Reservas naturales de agua abrazadas por las
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rocas circundantes pero con un espíritu contradictorio por ser, por un lado, el ecosistema preferido de muchos organismos desconocidos, bioindicadores de calidad ambiental y, por el otro, reservas sorprendentes de contaminantes tanto del presente como del pasado, de metales pesados como el plomo, el cobre o el zinc que, vía atmosférica, pueden llegar del norte o del sur del Planeta, o incluso movilizarse desde el mismo suelo donde se ha ido acumulando durante milenios. ¿No os impresiona la escala continental, hemisférica e histórica de las precipitaciones? ¿Por qué precisamente la contaminación llega con más facilidad a los sistemas montañosos como los Pirineos o los Alpes? ¡Más frío, más precipitaciones! ¡Más precipitación, más contaminación! ¡Dichosos estanys! El gran ecólogo catalán Ramon Margalef –pionero y fundador del primer centro de investigación lacustre pirenaicoy los discípulos que ha formado han dedicado los últimos treinta años al estudio de estos maravillosos reactores biogeoquímicos que son los estanys, capaces de lanzar emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera a la vez que depuran el nitrógeno presente en los ciclos naturales. Un trabajo, por tanto, constante e inmenso de estudio científico y de investigación aplicada que podemos seguir y conocer a través de los congresos, jornadas y charlas que se organizan periódicamente en el propio territorio así como en centenares de artículos y publicaciones que han visto la luz los últimos años. Un equipo humano y multidisciplinar que está revelando la otra cara de las aguas que circulan desde los circos glaciares hasta los fondos de valle de las montañas pirenaicas. Aguas que, como la sangre de los humanos, lleva impreso el estado de nuestra salud ecológica y del cambio global. El gran Margalef… que aportó, entre otras, una última caracterización de los estanys: “el fondo de un auténtico estany no recibe la luz suficiente para estar todo él cubierto de vegetación”. de nuestras lenguas y sobre todo de nuestros paisajes, desde Rodinia hasta más allá de Pangea, entonces, solamente entonces, ¡los echaremos de menos! Camot de Perot, uno de los personajes singulares más conocidos del Valle de Boí se enfadaría con razón, desde la cueva donde se escondía cerca del río Noguera de Tor, si escuchara que a los estanys les llamamos lagos o estanques. Y con más razón que nunca, continuaría asustando a los niños y niñas de los pueblos de los alrededores de Boí. Mientras tanto las fallas de Sant Joan, en el solsticio de verano, continuaran ardiendo por casi todos los pueblos, de junio a julio, a la vez que algunos habitantes del Valle empezaran a olvidar algunos de los nombres de su geografía y de sus costumbres más ancestrales. En el nombre de los estanys, llamémosles así, es decir, estanys o estanhs, antes o después de la próxima glaciación. La tribu de la tierra de las nieves perpetuas lo empezará a hacer pronto. Dejemos los lagos para los valles más amplios de los Alpes, los grandes llanos o para los de tamaño muy grande. En el nombre de los estanys, llamémosles como lo hacían aquellos primeros cazadores y pescadores. Tengamos una mayor sensibilidad toponímica por la geografía que nos envuelve. En el nombre de los estanys de nuestros queridos Pirineos, llamémosles así, estanys. ¡Por favor, estanys! ¡Estanys, estanhs, estanys! ¡Este es su nombre! ¡Descansen en paz los lagos y los estanques!
Josepmaria Rispa y Claudi Aventín-Boya
Nota de los autores: La traducción al castellano de este artículo, originariamente escrito en catalán, recoge la polémica en el uso de las palabras catalanas estany y llac. En castellano este hecho no se produce aunque creemos que la denominación “estany” no necesariamente debe ser traducida como “lago”, más apropiada para grandes masas de agua. Abogamos pues por el uso de “estany” por ser la denominación específica y concreta en gran parte de los Pirineos centrales. Por cierto, estany debe pronunciarse como “estañ”. En todo caso nunca debe traducirse como “estanque” (depósito de agua construido artificialmente).