El Portarró 29 (en castellano)

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boletín del parc nacional d’aigüestortes i estany de sant maurici

23 la esencia de las palabras

en el nombre de los estanys Preludio Desde hace mil décadas, mucho antes del famoso Diluvio Universal y de la supuesta construcción del Arca de Noé, en los Pirineos, había dos tribus que discutían continuamente sobre cómo se debían bautizar estas magníficas piscinas naturales de agua que se habían originado durante la última glaciación. Una era la tribu de los estanys; la otra, la de los lagos. Ambas tribus defendían, de hecho, lo mismo pero con palabras diferentes. El agua era su elemento vertebrador pero a la vez esa misma agua les generaba, cuando se encontraban en la reunión tribal que se celebraba cada año en las montañas encantadas, grandes discusiones sobre si se debía decir así o asá, o sea, lago o estany. Las reuniones acababan frecuentemente sin solucionar nada. Cada año, cada fiesta, cada reunión, nuestras queridas tribus luchaban por lo mismo. ¿Somos lagos o estanys? ¿Hay que llamarlos estanys o lagos? Incluso había aparecido en la escena pirenaica una tercera tribu, originaria de la tierra de las nieves perpetuas, que quizás para calentar más el tema o no, los llamaba de forma similar: ¡lacs o estanhs! La disputa lingüística ha continuado viajando por los agujeros negros del tiempo hasta nuestros días. Hoy, para algunos, estas discusiones no tienen más importancia pero para otros ¡sí! Los que utilizan lagos o lacs son muchos, los que pronuncian estanys o estanhs pocos. Uno diría que los lagos se resuenan más de lo que les tocaría pero los estanys no quieren quedarse atrás. Unos estanys, por cierto, profundamente tozudos, rellenos de sedimentos y aigüestortes por llamarse así. Hijos de una lengua pretéri-

ta que hablaban los pastores, los cazadores, los recolectores y algunos pescadores de las tierras de Pirene. Nudo lingüístico Como decíamos, desde hace más de diez mil años, los estanys actualmente son estanys por los caprichos erosivos del último avance glaciar que esculpió las montañas más modernas del mundo y de los Pirineos. ¿Pero dónde están sus orígenes lingüísticos? Probablemente en una lengua de la cual derivan todas las otras que hoy hablamos en el ámbito pirenaico, conocida como vascona y vasco-aquitánica, que después se mezcló con el latín vulgar de los veinte siglos posteriores y que generó la palabra estany (de stagnum), nombre catalán y pirenaico de estos cuerpos de agua tan especiales. Otras formas serían estanh, étang, boum, ibón (este último deriva de iba, agua en francés medieval) y también estanyola-estanhòla, o estanyol-estanhòt, éste último más pequeño que el anterior, según recogen unas notas inéditas de principios del siglo pasado, de Mosén Josèp Condó, el Verdaguer aranés. En territorio aranés, el poeta da otra acepción posible para estanh: “tramo ensanchado del río”, en este caso, como topónimo de una orilla del río Garona a su paso por el bajo Aran. El occitano, el catalán, el ribagorzano, el pallarés, el benasqués (también llamado patués)… Nos atrevimos a decir que todas estas lenguas y dialectos tuvieron esa misma lengua madre y aquí está el verdadero nudo de la cuestión. Algunas palabras de las lenguas que se hablaban y se ha-

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