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La Entrevista: Manel Monge, historia de una ilusión

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manel monge, historia de una ilusión entrevista Plantación de Es Cantilhs (Aubèrt)

¡Estamos en el Valle de Aran! Es primavera y todo parece despertar, como cada año, del letargo invernal. La nieve se mantiene en las cumbres pero el verde intenso va ganando terreno. La Garona empieza a ir muy cargado de agua y desde la población de Aubèrt, al sur de Vielha, contemplamos con entusiasmo los manzanos de Manel. Una variedad de manzana aranesa que dará un fruto diferente…

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¡Buenos días Manel! Vienes de una familia que se ha dedicado al campo y, en concreto, a la ganadería desde hace muchas generaciones…

Desde muy pequeño, bueno, ¡toda la vida! He vivido siempre en el campo, con las tareas del campo, con mis padres y mis tíos, que vivían con nosotros, y claro, mi vida ha estado siempre marcada por los ciclos de la agricultura: en primavera haciendo pacer las vacas, en verano realizando las labores de la tierra, recogiendo la cosecha. Siempre me ha gustado mucho.

¿Cuál es el nombre de vuestra casa?

La de Aubèrt es Casa Quica, que es la de mis padres, y la otra casa con la que se une es la de mi abuela, Casa Ché, que es donde estamos en estos momentos… A medida que iba creciendo iba viendo como todo aquello que de niño ves con tanta ilusión, de mayor vas viendo que conlleva mucho trabajo y que ‘los números’ no salen. En aquella época, trabajaban juntos mi padre y mi tío, me refiero al hermano de mi madre, y recuerdo que cuando yo hacía un dibujo en la escuela, mientras que el resto de niños dibujaba a los padres y a los niños, yo dibujaba a mis padres, mis hermanos y a mis tíos, todos juntos…

Y te vas a estudiar a Lleida...

Yo soy de los que se fueron muy temprano, porque fui ya a estudiar el BUP (el bachillerato) a la Seu d’Urgell, y después me fui a cursar la carrera a la Universitat de Lleida. Estudié Geografía, siempre rehuía de lo que había visto hacer a mis padres. Nunca se me ocurrió estudiar Agrónomos, por ejemplo, porque era algo que veía que no había funcionado. Mi padre tuvo que marchar a trabajar a la obra, y mi tío a duras penas podía con el trajín de las vacas, siempre con la ayuda del resto de la familia en las tareas, incluido mi padre, que en las horas libres después de la jornada de peón también trabajaba en el campo. Y allí estábamos también mis hermanos y yo, de esta forma se aguantaba la actividad ganadera, contando con toda la estructura familiar, sino no tenía base económica alguna. Y a mí me parecía que en la montaña la agricultura y la ganadería no podían funcionar de aquella manera, con aquel formato.

¿Qué descubres haciendo la carrera universitaria?

Hice la carrera y me gustaba la Geografía, la ordenación y estudio del territorio, los porqués del funcionamiento y del desarrollo rural. Una de las ramas que más me interesaba era precisamente la del desarrollo, y es por ello por lo que me he orientado finalmente a la investigación de ayudas o de proyectos para poner en marcha y dinamizar el territorio rural. En ningún momento pensé en emprender un proyecto en el territorio sino que mi afición por la sidra y el encuentro con dos compañeros –amantes de las manzanas– nos llevó a probar de fabricarla.

¿Dónde empieza todo?

En 2008 nos encontramos en un bar, Era Canaula, y lo hablamos con Henning y Carlos, y durante el verano empezamos a localizar los primeros manzanos y a ver qué variedades podíamos recoger. Íbamos hablando con propietarios, y durante el otoño empezamos a recoger las primeras man

zanas. Hablábamos con ellos y les explicábamos que queríamos realizar esta prueba, y algunos nos dieron manzanas pero otros fueron más reticentes. Cuando ya tuvimos acabada la recogida, a finales de noviembre, ya teníamos prácticamente una tonelada de manzanas! Y nos dimos cuenta de que había producción y también variedad. Variedades de manzana que descubro en ese momento: manzanas para comer, de muy buena calidad, la mayoría procedentes del Baish Aran. Así las cosas, decidimos hacer el prensado en diciembre, para esperar a que hiciese un poco más de frío y que la fermentación de la sidra hiciese su proceso de forma más natural, y para el Puente de la Purísima llevamos todas las manzanas al granero que teníamos en Aubert, donde apartamos toda la maquinaria del campo, los bolos de paja, e improvisamos un espacio para poner una prensa improvisada, una prensa mecánica: ¡y aquí empieza todo!

Un momento mágico…

¡Sí! Una mezcla de diferentes variedades de manzanas: probar algunas y, ¡ostras! encontrar algunas de muy buenas! Además logramos pasar por el importante proceso de dejarlas madurar tranquilamente hasta el mes de diciembre, lo cual las había mejorado todavía más; luego la mezcla, el prensado…En el momento de poner en marcha la prensa, poco a poco fue exprimiendo las manzanas, fue prensando… hasta que empezaron a caer las primeras gotas de aquel zumo…Recuerdo el momento de poner el vaso y probarlo. El sabor me dejó muy sorprendido, a fruta, aquel sabor a fruta: ¡Lo encontré buenísimo! Yo pensaba que saldría una cosa más normalita y me sorprendió aquel sabor dulzón pero con un punto ácido muy bueno. Pensé que aquello se podía vender, que podía tener una salida al mercado, que podía llegar a gustar al público...

¿En qué productos pensasteis?

Aquel año hicimos algunas pruebas de sabor, producimos unas cuantas botellas de zumo que, claro, tuvimos que pasteurizar con un sistema un poco tradicional, el mismo que se utiliza para las mermeladas caseras, y después elaboramos la sidra. La sidra la hicimos con barricas de 150 litros, ¡salieron unos 300 litros y pico!

¿Qué es la sidra?

La sidra es la fermentación del zumo de la manzana, sin ningún añadido. Se puede realizar con añadidos, pero nosotros la queremos hacer de forma natural. Es importante que cuando se lleva a cabo el prensado de la manzana se añada la piel, no solamente la vulva, y también los pedúnculos. La piel de la manzana es lo que hará que arranque la fermentación, y tiene dos fases: una fuerte, inicial; y una segunda fase más lenta. Se puede dejar todo en una barrica, sin mover ni mezclar, o se puede trasvasar para que la fermentación sea más tranquila y se sumen todos los sabores y todas las características de la manzana. Si se deja fermentar muy rápidamente se quema también muy rápidamente, y se convierte en una sidra que no tiene las mismas connotaciones. Con el trasvase se va filtrando y saca un poco más las levaduras, que a su tiempo hacen que la fermentación sea más lenta.

Aquella mezcla que citabas antes de manzanas ácidas, dulces, amargas…

Para elaborar una sidra siempre hay que buscar un equilibrio o una mezcla acertada. En el mercado, cada sidra tiene su sabor y su marca, y todas ellas responden a una combinación. La combinación depende de la mezcla de manzanas dulces, ácidas o amargas. En función de la proporción que pongas te saldrán unas características u otras. Al principio, pues, son zumos o mostos de manzana. Los probarías y, más o menos, todos te parecerían muy similares, pero después, con la fermentación, al final de ella, sobresaldrá el sabor de manzana que hayas hecho predominar, o de la combinación que hayas escogido. Hace algunos años, el Conselh Generau de Aran realizó un inventario de árboles frutales, y en concreto de manzanos, con predominio de las manzanas de tipo amargo. No sé por qué predominaba esta variedad, pero sí sé que será, sin duda, una de las características que marcará la Val d’Aran: ¡un puntito amargo!

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boletín del parque nacional de aigüestortes i estany de sant maurici

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¿Qué precedentes hay en la Val d’Aran?

Sabíamos que habían elaborado sidra en la zona de Begós, y también en Cassenhau, por encima de Canejan. Había habido una prensa de gran tamaño, para prensar manzana, en Bossòst y en Les. También encontramos plantaciones bastante grandes en Bausen y en Canejan: ¡prados dedicados exclusivamente a la manzana!

Así pues, ¿la manzana ha tenido un papel histórico en la Val de Aran más importante de lo que nos pensábamos?

¡Sí! Había una buena producción, y era un producto más o menos fresco, que creo se hacía bien, manzanas de buena calidad, porque se habla de que vecinos del Baish Aran hacían la recogida y luego las llevaban a otros pueblos de mayor altitud de la Val, como Bagergue, para intercambiarlas por patatas. La patata de altura era de más calidad, salía más buena y por tanto se cambiaba un producto por el otro.

¿De dónde crees que son originarias estas variedades de manzana?

Creemos que muchas de estas variedades provienen de Francia, donde hay asociaciones muy reconocidas, como Renova o Bergerestuves, que se dedican a la recuperación de variedades locales. Los visitamos a menudo, de tanto en tanto asistimos a jornadas de poda para la recuperación de árboles viejos, y también a cursillos de injertos y de esquejes para producir las distintas variedades.

¿Cómo se llama el bancal donde tienes tu producción?

Es Cantilhs. Cuando hemos subido antes de la entrevista, habrás visto que por encima de la carretera general había como una malla… De aquí viene el nombre de la finca: mi padre, Antonio, y mi tío Josep Maria habían pasado muchas horas de su vida trabajando las tierras de casa, y yo sentía la necesidad de hacer lo mismo, pero de otra manera: aquí veo mi oportunidad de trabajar la tierra recuperando al mismo tiempo un frutal local, el manzano. Y no deja de ser una actividad económica que además genera un rendimiento de forma sostenible.

¿Por qué la manzana y no otra fruta?

Por un lado, la manzana, la sidra, y la idea en sí siempre me había gustado, ya se me había pasado vagamente por la cabeza alguna vez, comprando manzanas en Sent Gaudenç (Francia). Los cursos de elaboración de sidra que se realizaban en Asturias también me habían motivado. Por último, sin la complicidad de los otros dos compañeros habría sido difícil tirar adelante el proyecto.

¿Has viajado mucho para conocer otras experiencias?

Mi esposa está un poco cansada de tanto viaje, pero los viajes son necesarios para aprender. Hemos ido a la Bretaña francesa y a Asturias, donde visitamos varias plantaciones y sidrerías de pequeño volumen, observando de cerca la elaboración del producto. En la Bretaña conocimos a un señor que estaba elaborando sidra de forma artesana, y pasamos dos días por allí arriba, elaborando con él. Pero también visitamos industrias de marcas reconocidas, como el Gaitero, ¡y es otra dimensión! En el País Vasco también visitamos la comarca de Astigarraga. Teníamos un amigo allí y con él vivimos muchas experiencias, como la visita del Museo de la Sidra Vasca. Por otro lado, visitamos también el Museo de la Sidra de Asturias, en Nava, que también es muy interesante. Inicialmente nos gustó la idea de elaborar una sidra dulce, la veíamos con muchas oportunidades por la cercanía de Francia, pero, al final, con los compañeros del proyecto escogimos la sidra más seca. ¡La más ácida y mejor, creemos nosotros, para beber comiendo!

Para beber comiendo...

Si, del tipo de la asturiana o la vasca, pues la francesa, como decía, es más dulzona (es mtodo champenoise), ¡y no combina tanto! Esta francesa es más para unos postres, como por ejemplo los creps, pero no maridaría tanto con la comida. ¡A mí me gusta más la nuestra!

¿Qué clientes potenciales ves en la promoción y venta de vuestro producto?

Yo veo a los restaurantes, los bares y otros establecimientos turísticos del Valle; la gente que frecuenta nuestros pueblos. Más que una venta directa lo vemos a través de estos establecimientos. Por otro lado, no sé de qué forma, pero también hemos hablado de montar una sidrería, con un tercero, o directamente nosotros.

manel monge, historia de una ilusión

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¿Entiendo, pues, que queréis competir con los vinos de mesa?

¡Sí! ¡Aquí en la montaña, sí! O, sencillamente ofreciendo otro producto local que pueda luchar con el monopolio de que solamente se pueda beber vino o agua durante las comidas. ¡La sidra también! Un tipo de sidra que se pueda consumir comiendo, beber en la mesa, y que se pueda combinar bien con carnes y pastas, por ejemplo.

¿Sabéis si esto sucede ya en otras zonas del territorio ibérico o europeo?

¡En Asturias sí! La presencia de la sidra es como la del vino: ¡es brutal! El Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA) es un organismo de la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos del gobierno asturiano que se está dedicando exclusivamente a la investigación, por ejemplo, de la caracterización de manzanas o de plagas existentes. Han elaborado un catálogo fantástico. Han relacionado una veintena de variedades de manzana y están trabajando mucho y están mucho sobre el tema. Además, las plantaciones están subvencionadas para que plante manzana autóctona de allí, porque el problema que tenían últimamente es que compraban las manzanas en Rumanía o en Francia, a carretadas: ahora todo esto ha cambiado y se potencian las variedades asturianas. 11

Estoy subscrito a una revista especializada donde se explica todo esto, y se va viendo un poco hacia donde van. Una de las cosas que han hecho en Asturias es dar caña al propio gobierno asturiano para que en los actos públicos que se realicen en el territorio se ponga sidra en vez de vino. Además se están abriendo hacia otras tipologías: antes solamente elaboraban sidra seca, la tradicional escanciada, y ahora están empezando a elaborar las sidras que ellos denominan ‘champenoise’, un poco dulce, que está haciendo mucha sombra al cava. Una sidra muy parecida a lo que sería el cava de sidra.

Aparte de tu familia y tus amigos, ¿quién más te ha apoyado?

Principalmente me ha animado mi mujer. Lo que es el proyecto en sí, lo hemos trabajado con los amigos; pero con la familia hemos dado el paso y la apuesta más fuerte. No ha sido fácil salir a buscar a los propietarios de plantaciones y preguntarles: ¿tienes esta variedad de manzana?, me interesarían tus manzanas, si quieres te las podemos cuidar, las podaremos, sacaremos el zumo, elaboraremos la sidra, y en función de lo que saquemos por ella te daremos una parte, te pagaremos con lo que tu quieras de la producción, con zumo o con sidra. Más o menos así ha sido como ha funcionado, pero no se podrá aguantar esta fórmula mucho

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tiempo, porque si al final quieres hacer una buena producción, te quedas con una parte muy limitada. Si quieres hacer un poco más y asegurarte una producción rentable, has de trabajar una plantación más grande. Desde el principio, pues, hemos ido haciendo pruebas, reajustando y pautando algunas variedades. Y siempre, lo que me pasaba por la cabeza era llegar a tener un lugar donde poder tirar hacia adelante una plantación propia. Tener una plantación donde yo mismo pudiera reproducir las variedades que me interesaran, tener mis propios manzanos, con variedades autóctonas. Tener manzanas de la Val d’Aran y movernos siempre en este sentido, ¡y siempre ecológicas!

¿Qué quieres decir con “siempre ecológicas”?

Pues hacerlo de forma natural, ¡sin químicos! La sidra se puede elaborar de forma industrial, añadiendo elementos químicos permitidos durante la sulfatación previa, durante la fermentación, y durante el clarificado. Pero la idea de trabajar ecológicamente persigue otros aliados más naturales, como por ejemplo, un buen control de la temperatura para evitar oscilaciones típicas de la meteorología pirenaica. A más temperatura, la fermentación es más rápida…

¿Qué es la fermentación?

La fermentación es la transformación de los azúcares del zumo que se extrae de la manzana en alcohol. Se queman todos aquellos azúcares y se transforman en alcohol.

¿Cuánto dura este proceso?

Esta fermentación no tiene un tiempo de duración exacta, a no ser que se tenga controlado el proceso de forma artificial, es decir, con calentadores y refrigeradores. Cuando se realiza de forma natural, esto dependerá de la temperatura ambiente, y por ello nosotros lo solemos hacer durante el mes de diciembre, para coger los días más fríos. Y cuando se produce el salto al año siguiente, entre diciembre y enero, es cuando se produce esa espuma tan espectacular, que tras la primera fase de fermentación fuerte ya da lugar a otra segunda fermentación más tranquila. Una es alcohólica y la otra es lo que se llama maloláctica: una quema unas cosas y la otra quema otras distintas.

Volvamos a la plantación...

Desde el primer momento, mi mente estuvo cavilando dónde ubicar esa plantación. Como ya he dicho antes, en mi casa somos payeses y tenemos fincas, pero ya tienen un uso, y se hacía otro tipo de cosecha. En cambio, en la Val d’Aran ya veía y sigo viendo cómo se están abandonando muchas tierras de cultivo, y mi mente se puso a pensar no en reutilizar una finca que ya fuera productiva sino en labrar tierras que estuviesen en desuso y recuperarlas. Por lo tanto, tenía que ir buscando y asegurarme de que tuvieran unas características mínimas que permitieran plantar manzanos.Y así es como llegué hasta la explotación de los Cantilhs, donde algunas de las tierras eran de mi propiedad y otras las conseguí a través de permutas… Para hacer una plantación hace falta una inversión muy fuerte, y más a largo plazo. ¡No es como plantar tomates! Y la gente te dice: ¿ya tienes manzanas? ¡Pues, no!, les contesto yo, con los manzanos hacen falta como mínimo tres o cuatro años para ver los primeros resultados, las primeras manzanas!

¿La financiación es una de las claves del proyecto?

Tengo los recursos financieros limitados y la mente me hervía de arriba abajo. Cuando me enteré de la línea de ayudas del Parque Nacional recordé un viaje a Torino hace años, donde visitamos un parque nacional en el que, además de conservar las montañas y sus paisajes, también protegía a la gente que vivía allí, y las actividades tradicionales locales que allí se desarrollaban.

Un gran objetivo: ¡proteger a la población local!

¡Sí! Por ello pensé que sería una buena idea presentar un proyecto como el mío al Parque Nacional; que podría gustar un proyecto económico de una actividad que ayudaría a fijar población local. Y empecé a moverme para encontrar las tierras ideales, adquirir los conocimientos sobre las variedades autóctonas, visitar propiedades de los alrededores del Parque, como la plantación de Farré de Llesp, o las que había visto en otros viajes. Pero mi idea seguía siendo la de una explotación de manzanas en extensivo para elaborar sidra, siguiendo los parámetros que había

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aprendido y visto en Asturias. Hablé bastante con Enrique Dapena, que es un ingeniero que me ha ayudado mucho, y con Ignasi Iglesias, el que montó la finca experimental de Farré de Llesp. Sus orientaciones fueron muy importantes para definir mi proyecto.

¿Cómo lo vivía todo esto tu familia?

Todo este proceso ha sido muy intenso desde el punto de vista familiar. Mi tío Josep Maria ya no lo pudo vivir, porque murió en 2005, pero mi padre ¡sí! Sin embargo, sin la citada ayuda del Parque Nacional no existiría, no hubiera podido tirar adelante esta plantación propia. Tenia cuatro árboles plantados en un terreno de fuerte pendiente, un prado que estaba lleno de zarzas y malas hierbas. Me sorprendió mucho cuando vi que me concedían el 100% de la ayuda solicitada, ¡estaba súper sorprendido y súper contento! Es cierto que esta plantación arranca gracias a unas tierras y propiedades familiares ya existentes, pero sin la ayuda económica del Parque Nacional no hubiera podido comprar los pies de manzanos, los palos, la infraestructura para el riego, el vallado de dos metros de altura para evitar la entrada de ciervos… Empezó en ese momento otras de las tareas que ya solía hacer con mi padre en las tierras familiares: cosechar, despejar y limpiar las fincas. Son tareas que realizamos nosotros mismos, pero después tiene que venir una máquina especializada para acabar de triturarlo todo. A mi padre le gusta mucho porque se trabaja la tierra igual pero con matices y parámetros distintos a lo que teníamos acostumbrados en casa toda la vida, y se ha implicado desde el principio, se ha motivado mucho! Y el resto de la familia también, se han ido implicando en las distintas tareas en las que pueden ayudar, como perforar, en lo que mi hermano Josep Maria bajó al principio para ayudar con la broca, porque no es un trabajo sencillo, o mis hermanos Anna y Fermín, que con sus respectivas parejas también vienen muchas veces a ayudar en lo que pueden, sobre todo después de las inundaciones del año pasado, en que me ayudaron a sacar plásticos, barro, y a arreglar la cerca y muchas porquerías que arrastró la ríada hasta mis tierras.

¿Qué abonos naturales utilizáis?

Utilizamos los de vaca, ¿por qué? Pues porque siempre había escuchado que en el huerto de casa utilizaban el 13

estiércol de vaca porque el sistema digestivo de la vaca es mejor que el de otros animales. Así es que lo pedimos a una granja de Les y nos lo traen en camiones.

¿Utilizas algún otro tipo de complemento?

Hay algunos árboles a los que les ha costado un poco más o que van más retrasados. Al ser diferentes variedades locales, no todos siguen una misma regularidad. Espero que en mi madurez tenga una plantación más o menos uniforme. De entrada ya veo que hay algunos árboles que han crecido muy bien y otros que no tanto. A todos estos, les he añadido un refuerzo: un poco de gallinaza complementaria.

Volviendo a la familia, ¿recuerdas la respuesta de tu padre cuando le planteas hacer sidra?

Hay dos muy claras: una, ¡bien adelante!; y la otra, ¿por qué has pensado en estas fincas? Durante estos primeros años, mi padre ha visto lo que hemos conseguido, el producto que ha salido, ¡ha saboreado el zumo y la sidra! Un producto de calidad que puede gustar a la gente. Respecto a las fincas, preferí recuperar aquellas más abandonadas y difíciles. Es la filosofía del proyecto: recuperar un producto local y recuperar el paisaje. Para mí, es un proyecto de desarrollo local. Es una plantación de las únicas de concepción moderna del Valle de Aran. Habrá cosas que me fallarán pero las cosas están funcionando ¡con mucho esfuerzo!

Te quieres diferenciar, de hecho, de esta proliferación de explotaciones intensivas de manzanas que empiezan a aparecer por la montaña….

Mi modelo es semi-extensivo, no llega a los 500 y pico manzanos por hectárea mientras que en un modelo intensivo, podemos encontrar 5.000 pies de manzanos por hectárea. Es totalmente diferente. Tampoco soy contrario a ello, porque entiendo que si quisiera hacer manzana de mesa tendría que orientarme hacia modelos menos extensivos, eso sí, gestionado ecológicamente.

¿Cómo lo encajas todo en el marco geográfico del Valle de Aran?

Estamos en un valle turístico. La actividad principal es el turismo y, sobretodo, las pistas de esquí. Podemos encontrar otros elementos de calidad que, económicamente, pueden funcionar. No digo que el Aran pueda llegar a ser

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Calle Cuèrt (Vielha)

como el Tirol del Sur, una zona de gran producción de manzana, pero es un paso más para diversificar y enriquecer el monocultivo turístico de la nieve. De hecho, en mi empleo habitual trabajo con proyectos de desarrollo del territorio.

¿Qué papel tiene que jugar el Parque Nacional en esta nueva manera de vivir la naturaleza?

Más allá de la protección y conservación de la naturaleza, se tiene que trabajar para fijar la población, no solamente con aquello que ya funciona sino en otras actividades. El productor de quesos, de yogurts, de patés, de butifarras, el que hace mermeladas, los que trabajan la lana… Hay que dinamizar a los productores locales para complementar los objetivos más conservacionistas y dar un sentido más integrador a lo que se esconde detrás de la declaración de un Parque. Hay que proteger la montaña pero también a los que viven en ella porque si no hay actividad, nuestros valles se convertirán en ¡un desierto de montañas!

¿Qué visión se tiene del Parque desde el Valle?

Como todas las figuras de protección, la visión que algún sector puede tener es que el Parque ahoga, limita… Creo, sin embargo, que todas aquellas fórmulas, regulaciones o normativas existentes deben ser aprovechadas como oportunidades. Creo en estas oportunidades y en las herramientas de dinamización territorial que el Parque pone en nuestras manos. ¡Conservación pero también desarrollo económico!

Todos debemos hacer más pedagogía y estar más presentes en el territorio…

¡Sí! ¡Cuando vas a Boí o a Espot sabes que estás en el Parque! ¡En el Valle esta presencia quizás no sea tan viva! He oído que se quiere construir un centro de visitantes en Arties, como punto de acogida y de entrada al Parque. Me gustó mucho la idea pero después he oído que se había parado porque las inversiones necesarias estaban en stand-by.

¿Cómo viviste las inundaciones del pasado junio?

Fue realmente muy duro: ¡no te lo esperas! Nosotros habíamos vuelto de vacaciones la noche anterior. Recuerdo que llovía y llovía… Me desperté y oía el río Nere rugir. Pero más que el agua del río oía las piedras, ¡el cloc, cloc, cloc! Eché un vistazo por el vélux y ¡ostras, qué fuerte!, eran las 4 o las 5 de la madrugada y empecé a recordar las riadas del 82, que fueron muy duras e hicieron bastante daño al casco antiguo de Vielha, donde vivo. Cojo la cámara, bajo hacia el puente y cuando lo paso veo el río ocupando todo el ancho de pared a pared de contención, lleno de agua marronosa y un ruido… ¡ostras! Parecía controlado pero quité el coche, que tenía aparcado al lado. Al día siguiente cuando llegué al trabajo, la mitad de los compañeros no estaban. Se hablaba de carreteras cortadas, de fallos en la telefonía, de problemas con la corriente eléctrica y lo que es peor, ¡el agua continuaba in crescendo! De golpe aparecieron unas máquinas para proteger la parte alta del pueblo, unos camiones con “bolos”… Con mis padres ya no pude hablar; mi mujer estaba en casa, embarazada… Era una angustia constante, ver qué pasaba, si para de llover, sí para… pero cada vez el agua va creciendo más y más…

Los medios de comunicación hablaban de la Garona pero si el Nere, que atraviesa Vielha, se llega a desbordar…

Las tormentas en la ribera del Nere son muy rápidas ya que enseguida recoge mucha agua y la escupe hacia abajo. ¡Es un valle pequeño! Si el Nere hubiese continuado creciendo habría hecho mucho daño porque todo el casco antiguo está a su lado. Justo donde empiezan las casas, la base del lecho del río se había hundido y había descalzado los dos muros de contención de las bandas. Más abajo, al otro lado de la Garona, lo que conocemos como La Solana, se inundó. Por suerte el canal más o menos asimiló la crecida, y solo llegó un poco a la carretera.

¿Estamos hablando del Palai de Gèu hacia abajo?

¡Sí, toda la zona nueva! Por suerte unos cuantos chopos que había con buenas raíces aguantaron, fijaron la tierra y la fuerza del agua no la descalzó. En cambio, la parte trasera del hospital se iba descalzando poco a poco; un trozo de tierra por aquí, un trozo de césped por allá. ¡Poco a poco se lo iba llevando todo!

¿Qué reflexiones sacas de este episodio?

Como ciudadano con chip de geógrafo piensas en ordenar el paisaje, ordenar el territorio, ¡verle un sentido! Determinados fenómenos naturales, como las crecidas de

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los ríos o las caídas de aludes, cuando afectan a viviendas u otras edificaciones, se pueden convertir en situaciones catastróficas pero no tenemos que olvidar que no se tiene que jugar con ellos y que la ordenación del territorio es capital en zonas de montaña. Desde las inundaciones de 1982 hasta el presente, el cauce del río se ha ido ordenando, modificando poco a poco, y durante las lluvias intensas se desboca y fluye por donde quiere. En la carrera, estudiamos hidrología y conocimos algunos aspectos del comportamiento de los ríos, algunos de los que vimos durante las riadas. Los árboles fijan los taludes, y de hecho, es lo que intento cuidar en mi finca, sobre todo los de la base de taludes, copiando los modelos antiguos que se usaban hasta hace pocas décadas, en los que plantaban hileras de fresnos en los límites de las paredes del río para proteger los campos. La forma de proteger una zona es dejando el lecho limpio, dejándole su espacio y que los árboles hagan también su función.

La charla es apasionante pero el tiempo se acaba. Una última confidencia: ¿cuál es tu rincón preferido?

Mi rincón preferido es el Pòrt de Vielha. Tiene un recuerdo sentimental. Cuando éramos pequeños hacíamos la campaña de la hierba en Aubèrt pero también en Vielha. Teníamos una pequeña cabaña, más arriba de los prados de la Capèla, junto al camino del Pòrt, y dos bordas con pajar donde guardábamos la hierba para el invierno. ¡Eran las vacaciones!

Además, el bisabuelo había sido arriero del Pòrt y siempre me gustó la idea del puerto de montaña como nexo de comunicación histórico, tanto a pie como de transporte e intercambio de mercancías. Un puerto permite la comunicación entre diferentes pueblos: en la Val d’Aran ves unas formas y, al otro lado, otras… Cuando nos casamos ¡pusimos la foto del Pòrt en la invitación y en los recordatorios!

¿El futuro?

La intención es transformar el producto y volver a la filosofía inicial del proyecto: trasformar una antigua borda que tiene la familia, en el casco antiguo de Vielha y hacer ahí la bodega. Es un proyecto a largo plazo. Las normativas son un poco exigentes y complejas, y hace falta una fuerte inversión económica, pero esta es la idea, poder llegar a trasformar, en esta borda, la manzana para hacer sidra. De momento, mi casa está al lado. ¡Es donde vivo!

La manzana. Un fruto de la tierra. La sidra. Una bebida de la tierra. Un largo y laborioso proyecto de crecimiento. Una actividad económica que al mismo tiempo puede permitir recuperar y ordenar el territorio. Estamos entre Aubèrt y Vielha, en el Valle de Aran, en los Pirineos, donde todo es posible. Es la historia de una realidad ilusionante.

Josepmaria Rispa Traducció: M. Centeno, R. Subirà y S. García

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