entrevista manel monge, historia de una ilusión Plantación de Es Cantilhs (Aubèrt)
boletín del parque nacional de aigüestortes i estany de sant maurici
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¡Estamos en el Valle de Aran! Es primavera y todo parece despertar, como cada año, del letargo invernal. La nieve se mantiene en las cumbres pero el verde intenso va ganando terreno. La Garona empieza a ir muy cargado de agua y desde la población de Aubèrt, al sur de Vielha, contemplamos con entusiasmo los manzanos de Manel. Una variedad de manzana aranesa que dará un fruto diferente… ¡Buenos días Manel! Vienes de una familia que se ha dedicado al campo y, en concreto, a la ganadería desde hace muchas generaciones… Desde muy pequeño, bueno, ¡toda la vida! He vivido siempre en el campo, con las tareas del campo, con mis padres y mis tíos, que vivían con nosotros, y claro, mi vida ha estado siempre marcada por los ciclos de la agricultura: en primavera haciendo pacer las vacas, en verano realizando las labores de la tierra, recogiendo la cosecha. Siempre me ha gustado mucho. ¿Cuál es el nombre de vuestra casa? La de Aubèrt es Casa Quica, que es la de mis padres, y la otra casa con la que se une es la de mi abuela, Casa Ché, que es donde estamos en estos momentos… A medida que iba creciendo iba viendo como todo aquello que de niño ves con tanta ilusión, de mayor vas viendo que conlleva mucho trabajo y que ‘los números’ no salen. En aquella época, trabajaban juntos mi padre y mi tío, me refiero al hermano de mi madre, y recuerdo que cuando yo hacía un dibujo en la escuela, mientras que el resto de niños dibujaba a los padres y a los niños, yo dibujaba a mis padres, mis hermanos y a mis tíos, todos juntos… Y te vas a estudiar a Lleida... Yo soy de los que se fueron muy temprano, porque fui ya a
estudiar el BUP (el bachillerato) a la Seu d’Urgell, y después me fui a cursar la carrera a la Universitat de Lleida. Estudié Geografía, siempre rehuía de lo que había visto hacer a mis padres. Nunca se me ocurrió estudiar Agrónomos, por ejemplo, porque era algo que veía que no había funcionado. Mi padre tuvo que marchar a trabajar a la obra, y mi tío a duras penas podía con el trajín de las vacas, siempre con la ayuda del resto de la familia en las tareas, incluido mi padre, que en las horas libres después de la jornada de peón también trabajaba en el campo. Y allí estábamos también mis hermanos y yo, de esta forma se aguantaba la actividad ganadera, contando con toda la estructura familiar, sino no tenía base económica alguna. Y a mí me parecía que en la montaña la agricultura y la ganadería no podían funcionar de aquella manera, con aquel formato. ¿Qué descubres haciendo la carrera universitaria? Hice la carrera y me gustaba la Geografía, la ordenación y estudio del territorio, los porqués del funcionamiento y del desarrollo rural. Una de las ramas que más me interesaba era precisamente la del desarrollo, y es por ello por lo que me he orientado finalmente a la investigación de ayudas o de proyectos para poner en marcha y dinamizar el territorio rural. En ningún momento pensé en emprender un proyecto en el territorio sino que mi afición por la sidra y el encuentro con dos compañeros –amantes de las manzanas– nos llevó a probar de fabricarla. ¿Dónde empieza todo? En 2008 nos encontramos en un bar, Era Canaula, y lo hablamos con Henning y Carlos, y durante el verano empezamos a localizar los primeros manzanos y a ver qué variedades podíamos recoger. Íbamos hablando con propietarios, y durante el otoño empezamos a recoger las primeras man-