Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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Brechas de gĂŠnero en el mercado de trabajo de Pasto

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Brechas de gĂŠnero en el mercado de trabajo de Pasto Brechas de gĂŠnero en el mercado de trabajo de Pasto

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Brechas de gĂŠnero en el mercado de trabajo de Pasto

Red de observatorios regionales del mercado de trabajo Red ORMET 2013

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Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Primera edición ISBN: 978-958-8609-60-7

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Fabrizio Hochschild Coordinador residente y humanitario del sistema Silvia Rucks Directora de país Fernando Herrera Araújo Coordinador área de pobreza y desarrollo sostenible Oliverio Huertas Rodríguez Coordinador nacional proyecto Red ORMET César Mauricio López Alfonso Asesor senior en sistemas de información Álvaro Darío Pabón Rojas Coordinador territorial Nariño, Cauca y Valle del Cauca proyecto Red ORMET

Departamento para la Prosperidad Social. Bruce Mac Master Director Pablo Ariel Gómez Director de inclusión, producción y sostenimiento Ana Milena Negrette Contreras Coodinadora nacional grupo de trabajo de generación de ingresos y empleabilidad Alejandra María Moncada Sánchez Supervisora Nacional Capitalización microempresarial y ruta de ingresos y empresarismo RIE Pedro Luis Zambrano Gómez Sánchez Supervisor componente Red ORMET

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Equipo Universidad de Nariño José Edmundo Calvache López Rector Luz Stella Lagos Mora Vicerrectora académica Fredy Hernán Villalobos Galvis Vicerrector de investigaciones, postgrados y relaciones internacionales Jesús Martínez Betancourt Decano facultad de ciencias económicas y administrativas

Equipo de investigación Fernando Panesso Director general del estudio. Director del centro de estudios de desarrollo regional y empresarial Alejandra Santacruz Fernando Panesso Víctor David Jaramillo Eduardo Vicente Ruano Rosero Álvaro Germán Salazar Investigadores Johana Chamorro Asistente de investigación Héctor Andrés Mora Asesor estadístico Paola Andrea Bravo Guerrero Asistente administrativa

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Agradecimientos, entidades aliadas Ministerio del Trabajo Oficina de género de la alcaldía de Pasto Concejo ciudadano de mujeres de Pasto Mesa departamental de mujeres de Nariño Agencia regional para el desarrollo y la equidad entre géneros y las diversidades - ARDEGED DANE, dirección territorial suroccidente, subsede Pasto(Nariño) SENA, regional Nariño ICBF, regional Nariño Asociación de mujeres campesinas de Nariño Gonzalo Jiménez M. Revisión de textos Carlos Eduardo Benavides Díaz Fotografías Fabio Morales Diseño Jhonny Ascuntar T. Impresores Angel S.A.S Diagramación e impresión El presente documento es el resultado de un esfuerzo colaborativo entre las entidades aliadas y cooperantes: Universidad de Nariño, PNUD, Dirección de inclusión, producción y sostenimiento del Departamento para la Prosperidad Social, Dirección de generación de ingresos y protección del empleo y subsidio de familia del Ministerio para el Trabajo. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Oficina Colombia Dirección: Avenida 82 No. 10-62, piso 3 Bogotá D.C. Colombia Página web: www.pnud.org.co “Las opiniones expresadas en este documento, que no han sido sometidas a revisión editorial, son de exclusiva responsabilidad de los autores y no comprometen el pensamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Departamento para la Prosperidad Social o el Ministerio de Trabajo, como tampoco a las demás entidades que apoyaron su elaboración”.

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Contenido Introducción

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1. 1.1. 1.2. 1.3. 1.3.1. 1.3.2. 1.4. 1.5. 1.5.1. 1.5.2.

CAPÍTULO UNO. REVISIÓN TEÓRICA SOBRE GÉNERO 9 Género......................................................................................9 Enfoques de género.............................................................................. 12 Igualdad de oportunidades.................................................................... 14 La política pública de género en Colombia............................................. 14 Política pública para la mujer y la equidad de género del municipio de Pasto........................................................................... 16 Brechas de género................................................................................ 17 Marco normativo................................................................................... 23 Marco internacional ............................................................................. 23 Marco nacional .................................................................................... 24

2 2.1. 2.2. 2.3.

CAPÍTULO DOS. ANÁLISIS DE LAS BRECHAS DE GÉNERO EN EL MERCADO DE TRABAJO DEL MUNICIPIO DE PASTO 26 Metodología......................................................................................... 26 Contextualización del municipio de Pasto............................................... 26 Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto............................ 27

3 3.1. 3.2.

CAPÍTULO TRES. DISCRIMINACIÓN SALARIAL 46 Metodología......................................................................................... 48 Resultados de las estimaciones y descomposición de Oaxaca.................. 50

4.

CONCLUSIONES

5. 5.1. 5.2.

ESTRATEGIAS PARA LA DISMINUCIÓN DE LAS BRECHAS DE GÉNERO EN EL MERCADO DE TRABAJO DE PASTO 57 Metodología ........................................................................................ 57 Estrategias resultantes .......................................................................... 63

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Anexos ................................................................................................ 71 Bibliografía .......................................................................................... 74

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Introducción El Centro de Estudios de Desarrollo Regional y Empresarial (CEDRE) de la Universidad de Nariño y en su interés por analizar la problemática socioeconómica del municipio crea, con apoyo del Ministerio del Trabajo en el año de 2008, el Observatorio del Mercado de Trabajo de Pasto. Actualmente, y en el marco del plan de fortalecimiento de los Observatorios, liderado por el nodo central de la Red ORMET, conformado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Ministerio del trabajo y Departamento para la Prosperidad Social (DPS), desarrolla este estudio con el fin de formular estrategias tendientes a una mayor equidad de género en el mercado de trabajo. Las brechas de género que se presentan en el mercado laboral en Colombia y en particular en la ciudad de Pasto, están marcadas aún por la escasa participación de la mujer en el ámbito de lo público, por los diferenciales de salarios en los mismos oficios, por la discriminación en algunas actividades económicas, que sólo se reservan para que las desempeñen hombres; por el peso de la economía doméstica que todavía recae en su mayor parte sobre las mujeres; por el tipo de educación que reciben, tanto en la familia como en la escuela en general, y por el papel que juegan en la sociedad. Las problemáticas que anidan en la ciudad de Pasto en relación con la temática de género plantean una serie de tareas en el campo laboral, educacional, sexual, de familia y desentrañar y poner en evidencia el imaginario que se ha construido en torno a lo que es ser mujer. En este sentido, el propósito final de este estudio consiste en identificar programas y estrategias de política pública que permitan atacar estas problemáticas e incidir en aquellos factores que están afectando a las mujeres y hombres en el acceso, ascenso y permanencia en el mercado laboral, en condiciones de equidad. Este documento parte de una exploración teórica sobre el tema de género, hace una revisión de las principales políticas a nivel internacional, nacional y regional que propenden por una mayor equidad, para luego entrar a analizar los principales datos de empleo, que se procesaron a partir de la base de datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares del Departamento Nacional de Estadística – DANE, para los años 2005 – 2012. Esta información estadística del DANE se utilizó también para la aplicación del modelo de Blinder - Oaxaca y determinar si existe discriminación salarial entre hombres y mujeres en el municipio, utilizando las herramientas y asesorías estadísticas facilitadas por la Red de observatorios del mercado de trabajo (ORMET) a nivel nacional. Si bien el análisis de género no se limita a la comparación de cifras desagregadas por sexo, es necesario tener una visión de dichas estadísticas para conocer y poder visualizar las diferencias existentes. En este sentido, el documento presenta un capítulo sobre el análisis de los principales indicadores de mercado de trabajo por sexo y muestra que en todos ellos, tasa global de participación, el desempleo, la ocupación, los ingresos, existen situaciones de desventaja o brechas desfavorables para las mujeres, sobre las cuales plantea al final algunas estrategias o rutas de trabajo formuladas partici pativamente con entidades y personas comprometidas con el tema, tendientes a una mayor equidad de género en la generación de empleo e ingresos de la población más vulnerable del municipio.

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A lo largo de su desarrollo, también señala que hay discriminación salarial hacia la mujer y que esta situación puede ser evitada o aminorada a través de políticas que tengan un enfoque diferencial de género y de estrategias que permitan avanzar hacia un cambio cultural en la sociedad pastusa. Se espera, entonces, que este documento se acoja por parte de las diferentes entidades como un insumo para el análisis de la situación de género en el mercado de trabajo y como punto de partida para el desarrollo de estrategias que conlleven una mayor equidad para la mujer en el municipio.

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CAPÍTULO UNO. REVISIÓN TEÓRICA SOBRE GÉNERO 1.1. Género Para empezar a tratar el tema de género es importante hablar de las diferencias entre los conceptos sexo/género. El sexo se refiere a las características biológicas (naturales) que diferencian a los hombres de las mujeres; el género, como lo menciona el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2012), hace referencia a los atributos, expectativas y normas sociales, de conducta y culturales asociados al hecho de ser mujer u hombre (p. 4). En la sociedad en que vivimos se ha instituido un imaginario en torno a la mujer, donde se significa qué es ser mujer: categorías, valores, símbolos, estereotipos, y que las mujeres asumen en sus conductas cotidianas, como también los hombres. Es decir, los hombres tampoco escapan al imaginario instituido que domina y somete a las mujeres, si ellos fueran conscientes de ese papel al que han sido sometidas las mujeres, quizá, su opresión y sujeción ya hubieran desaparecido en las sociedades patriarcales. El sistema de valores que rodea la sociedad y la familia nuclear es reproducido a través de las instituciones de educación, la familia y los medios de comunicación, reproducción que se extiende y se introduce por todos los intersticios sociales, y que finalmente aparece en su accionar como “natural”. Lo que se llama comúnmente tradiciones es la preservación del sistema de valores que se han mantenido a lo largo de las sociedades y de la historia, que, de vez en cuando, sufren cambios sustanciales, ya sean introducidos por las propias mujeres, ya por los hombres. Estos constructos sociales impuestos a la mujer y al hombre han generado desigualdades en diversos campos (social, cultural, laboral, económico), casi siempre desfavorables hacia la mujer. Esta situación ha llevado a asemejar el término género con mujer, desconociendo su carácter relacional. A principios de la década de los 60´s, el concepto de género fue primeramente acuñado y profundizado por el sicólogo Jhon Money, en 1951, y posteriormente por Robert Stoller (1968), que se refiere al componente cultural y educativo como referente a la identidad sexual. Ambos sostienen que el sexo es algo natural, pero el género se adquiere a través del aprendizaje cultural, lo que los lleva realizar una distinción conceptual de lo que es sexo y género: el primero se relaciona con rasgos biológicos y fisiológicos, referentes a ser macho o hembra, mientras el segundo con la construcción social de las diferencias sexuales relacionadas con lo “femenino” y “masculino” En la década de los 70´s, los antropólogos empezaron a incursionar en lo que se conoce como la antropología de la mujer (Reiter, 1975; Martin y Voorhies, 1978, citado en González, 1993). El objetivo de este enfoque consistía en determinar las causas culturales y sociales que originaban la desigualdad entre sexos (Quinn, 1977). Entre las primeras dificultades encontradas resulta hablar en términos de “mujeres” y condición “femenina” ya que los estudios han comprobado que hay una gran diversidad de situaciones femeninas (Sacks, 1989, Moore, 1991, citado en González, 1993). Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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Según Lamas (2000), el nuevo concepto de género se relaciona con el conjunto de prácticas, creencias, representación y prescripciones sociales que surgen entre los que integran un grupo humano en función de una simbolización de la diferencia anatómica entre hombres y mujeres. Este concepto se crea alrededor de simbolismos propios de cada cultura y no con base en el concepto de la identidad sexual. Esas creencias, representaciones y prescripciones sociales generan problemas de desigualdad ya que históricamente se han desarrollado valores muy marcados en sistemas patriarcales como el latinoamericano. A pesar de que existan las condiciones jurídicas que promulgan la igualdad entre hombres y mujeres, el sistema patriarcal impone los valores y las normas de conducta que trascienden a la economía, la política y la cultura. El sistema patriarcal, heredado del proceso histórico cultural, ha impuesto ciertos estereotipos de género que inciden en formas discriminatorias relacionadas con el sexo o lo biológico y que generalmente afectan a las mujeres. Rauber (2003) se refiere a los estereotipos basados en la mujer y género de la siguiente forma: Ser mujer se confunde con tener sensibilidad y ternura, con la emoción, la pasividad, la sumisión, la intuición, y con lo irracional subjetivo y misterioso (no explicable racionalmente). Correlativamente, ser hombre se identifica con tener valor, fuerza y poder, y esto con lo racional, con la capacidad para actuar fría y decididamente, etc... Estos adjetivos que definen identidades y capacidades de cada sexo, resumen y expresan la base socio-cultural de las asimetrías en las relaciones entre los sexos sobre las que se asienta la subordinación jerárquica de la mujer al hombre. Aura López, en su artículo “La mujer del pecado al marketing”, hace un recuento histórico, sobre la estigmatización que se ha hecho a lo largo de la historia por parte de diversos grupos sociales hacia las mujeres, incluso la autora expone que escritores ilustres se preguntaban si ¿hay que escribir una historia de las mujeres? Durante mucho tiempo la pregunta careció de sentido o ni siquiera se planteó, porque ellas estaban destinadas al silencio de la reproducción material y casera, en la sombra de lo doméstico, para lo cual la sociedad había considerado no tenerse en cuenta ni contratarse. Así: Es denigrante y equivocada la idea percibida de las mujeres, por los filósofos, los escritores, los científicos y los predicadores. Platón, el gran filósofo de la antigüedad, daba gracias a los dioses por haber nacido libre y no esclavo, hombre y no mujer. Una antigua oración de los judíos dice: “Bendito sea Dios por no haberme hecho mujer”. Y a las mujeres judías les enseñaron a rezar “bendito sea Dios por haberme creado según su voluntad”. Balzac, el gran novelista francés, decía: la mujer es una esclava a quien es preciso saber entronizar, alimentándola con flores y perfumes”. Y Rousseau, famoso escritor y filósofo, en su obra “Emilio”, dice: “Dar placer a los hombres, serles útiles, hacerse honrar y amar por ellos, criar los niños, cuidar de los mayores, acogerlos, consolarlos, hacerles agradable y dulce la vida; he ahí los deberes de las mujeres en todos los tiempos y lo que se les ha de enseñar desde la infancia”. Mucho más atrás en el tiempo, uno de los más grandes sabios de la humanidad, Pitágoras, proclamaba: “Hay un principio benéfico del cual han surgido la luz y el hombre; y un principio maligno del cual habían surgido el caos, la tiniebla y la mujer”. Y agreguemos la voz de los predicadores religiosos que han llamado a la mujer, entre otras muchas denominaciones “puerta del infierno”, “larva del demonio”, “serpiente del mal”. (López, p. 5)

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Desde siempre las mujeres han estado atadas a los roles de la religión y la cultura impuesta por un sistema patriarcal, que ha utilizado herramientas como la estigmatización social, el miedo a ser cuestionada y la represión social para atrapar a la mujer en una red sutil de sus propios temores, que confirman su fragilidad, desarrollada desde la familia y expresada en la sociedad; de ahí que sea la mujer, y no el hombre, quien debe persistir en cumplir con ciertas actitudes aceptables dentro de la sociedad. pese a vulnerar su propia autonomía y derechos. Sumado a esto, es de considerar la lucha de la mujer para que le reconozca la sociedad los derechos a la educación, la salud, al voto y a llamarse ciudadanas. En el municipio de Pasto, según la historiadora Gabriela Hernández1, las mujeres, desde años atrás, han impulsado movimientos sociales importantes, todos con el ánimo de lograr un mejor posicionamiento de la mujer en la sociedad. Así:

A mediados del siglo XIX hay una serie de movimientos de las señoras de la elite en Pasto, en alianza con la Iglesia, para generar escuelas para las niñas pobres de la ciudad… A finales del siglo XIX, varias mujeres lucharon por generar instituciones educativas para que se puedan educar las niñas del departamento de Nariño; eso es parte del pensamiento de las mujeres por avanzar, por estar igual… A nivel nacional, el feminismo se empieza a expresar con fuerza en 1920, por la igualdad civil de la mujer casada y el derecho a la educación superior… En 1930 se logra el decreto de igualdad civil, y luego en 1933 se firma el decreto por el cual las mujeres pueden acceder al bachillerato académico, lo que significa el ingreso a la universidad. En el segundo semestre de este año se organiza el primer colegio con bachillerato académico, “Liceo Santa Teresita”; en 1935 hay un programa, que era muy importante por el comercio y las relaciones internacionales, que fue el Comercio, en el cual ingresan 32 mujeres…, Luego, donde se crean fábricas de jabones, de fósforos, donde llegan las ideas de defensa de derechos de los trabajadores, se forman sindicatos, y uno de los más fuertes en el municipio de Pasto era el sindicato de las lavanderas. Ahora, las organizaciones internacionales han impulsado la formación de grupos de mujeres como La mesa departamental de mujeres, el consejo ciudadano de mujeres, fundaciones, trabajando por los derechos de las mujeres… (G. Hernández, comunicación personal, 5 de marzo de 2013).

La conceptualización hombre/mujer como diferencia sexual es la forma básica como se organiza la sociedad. La sociedad se encarga de fabricar, según las diferencias anatómicas, una serie de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales, que dan atribuciones a la conducta objetiva y subjetiva de las personas, todo en función de su sexo. De esta forma la sociedad se encarga de fabricar las ideas respecto de lo que “deben” ser los hombres y las mujeres, teniendo en cuenta lo “propio” de cada sexo (Lamas, 1995). El género produce un imaginario colectivo y social que da concepciones basadas en simbolismos sobre la masculinidad y la feminidad. De acuerdo con el sociólogo Francés Pierre Bourdieu:

1 Docente de la Universidad de Nariño. Doctora en investigaciones feministas y estrategias del poder político: género, raza y violencia.

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El orden social funciona como una inmensa máquina simbólica que tiende a ratificar la dominación masculina en la que se apoya: es la división sexual del trabajo, distribución muy estricta de las actividades asignadas a cada uno de los dos sexos, de su espacio, su momento, sus instrumentos. (Bourdieu, 1998, p. 11.). La división sexual del trabajo no necesariamente implica que existan desigualdades entre hombres y mujeres. Sin embargo, durante milenios la situación social de las mujeres se ha caracterizado por relaciones desiguales con los hombres; de igual forma, con otras formas de expresión de identidad de género. Esta desigualdad se ha expresado en múltiples formas, como opresión política, social, cultural y personal. Astelarra (2004) define el sistema de género como: Los procesos y mecanismos que regulan y organizan la sociedad de modo que mujeres y hombres sean, actúen y se consideren diferentes, al mismo tiempo que determina cuáles áreas sociales son de competencia de un sexo y cuáles del otro. Esta organización es independiente del sexo biológico, aunque en muchos casos ha sido la biología el elemento utilizado como legitimador de su existencia, convirtiéndose, entonces, no sólo en un hecho material, sino en una ideología. Las diferencias biológicas pasan a ser la base que justifica la división sexual del trabajo y el sistema de género (p. 6). En la economía se generan tratos diferenciales hacia las profesiones y oficios, con estereotipos basados en un conjunto de ideas que se aceptan entre sí. Estos estereotipos reproducen las jerarquías entre hombres y mujeres, las cuales limitan las posibilidades de cambio y quién las desafía puede verse fácilmente discriminado. En el caso de las mujeres en trabajos de poco esfuerzo físico, empleos que luego se masculinizaron (Brizuela, 2010).

1.2 Enfoques de género El cambio de las relaciones internacionales de las décadas de los 60´s y principios de los 70´s, debido a la situación de emergencia de los países del tercer mundo y los avances en cuanto a derechos sociales y económicos producto de las presiones de los movimientos sociales que se generaron en los 60´s, hicieron posible poner en el debate internacional la situación de desigualdad entre hombres y mujeres. La escritora estadounidense Betty Friedan es considerada una de las primeras fundadoras de la segunda ola del feminismo, con el libro “Mística de la feminidad”, publicado en 1963, que tuvo una amplia acogida en aquellos tiempos. Posteriormente, siguió una estrategia de masas en Estados Unidos, y haciendo uso de la sicología popular atrajo la atención de millones de mujeres de clase media en temas relacionados con la universalidad de la opresión de las mujeres y el papel de la familia como su causa (Bloch, 2006). A partir de los movimientos feministas en la década de los 70´s, se empezó a visualizar la posición de la mujer en el desarrollo, así como su marginación en él. Basada en los planteamientos de la Economista Ester Boserup en la década de los 70´s, surge la respuesta del enfoque, Mujeres en el desarrollo, sobre el trabajo femenino en

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América Latina. Argumenta que el principal problema de las mujeres estaba relacionado con la exclusión del proceso de desarrollo. Se reconoce el papel de la mujer en el ámbito productivo y se crean estrategias para insertar a la mujer en el mercado de trabajo; sin embargo, la mujer no se inserta de forma dinámica en los proceso del desarrollo. Las estrategias incluían proyectos que apuntaban a aumentar el ingreso y la productividad de las mujeres y el mejoramiento de sus habilidades para el cuidado familiar. Sin embargo, su falencia consistió en dar poca relevancia a los aspectos culturales, históricos y sicológicos y a la transformación de las relaciones de poder con el hombre. Así lo manifiestan las autoras Aguinaga, Lang, Mokrani y Santillana (2011), en el libro “Más allá del desarrollo”, cuando afirman que: Aún hasta los años 1980, aquellas mujeres de los países latinoamericanos que accedían a los beneficios sociales consolidados por la industrialización parcial del continente, lo hacían a través de subsidios que se entregaban al hombre “proveedor”. Las mujeres no eran consideradas como sujetos de seguridad social directa, ni como sujetos económicos, ni como ciudadanas plenas. Las formas familia y pareja adquirían visibilidad únicamente a través de la figura del hombre/esposo proveedor, mientras que las mujeres estaban encargadas mayoritariamente de la reproducción de la vida de la familia. (p. 60) En los 80´s aparece el enfoque “Género y desarrollo” como una crítica sobre las acciones que se habían implementado hasta entonces para la inserción de la mujer en el ámbito económico. Este enfoque plantea que no basta con permitir un mayor acceso de la mujer al sector productivo, se necesita empoderar a la mujer sobre sus derechos e investigar las relaciones de poder en todos los ámbitos (cultura, político, social, económico); aboga por los cambios de tipo estructural en el sistema de género e insiste en que para reducir la pobreza se necesitan estrategias con enfoque diferencial y la visibilización del trabajo doméstico en los hogares. El Surgimiento GED revolucionó el pensamiento del desarrollo sostenible y equitativo en la década de los 80’s del siglo XX. GED se enfoca en las relaciones de poder, en las relaciones sociales entre mujeres y hombres y se ocupa no sólo de la transformación de la calidad de vida de las mujeres, sino también en la posición que ejercen en la sociedad. Este enfoque mostró que las mujeres han sido subordinadas y relegadas a papeles pasivos en la sociedad, consideradas de manera aislada de un contexto más amplio. GED fue desarrollado pensando en los problemas de las mujeres; no sólo deben ser abordados teniendo en cuenta las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, sino teniendo en cuenta las relaciones sociales de poder en todos los ámbitos. En este contexto, el debate sobre género se enriquece con aportes desde diversas tendencias, que influirán en los enfoques de las políticas públicas (Oakley 1972 y Rubin 1975 citado en Pelaez, 2001). En julio de 1997, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) definió el concepto de transversalización de la perspectiva de género como nuevo modelo de desarrollo basado en enfoque de género. La Transversalización de Género consiste en transformar las estructuras sociales e institucionales desiguales en estructuras iguales y justas para los hombres y las mujeres.

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En la conferencia mundial de las Naciones Unidas celebrada en Pekin, en 1995, se consideró la necesidad de integrar el tema de género en la totalidad de los programas sociales, como estrategia global para promover la igualdad entre sexos. Actualmente, “un enfoque de género” implica un análisis transversal en todos los niveles (cultural, sicológico, económico, social, político). Por tanto, es necesario comprender cómo se construyen estas dimensiones, cómo operan teniendo en cuenta que muchas sociedades tienden a colocar a las mujeres en posiciones de desventaja y subordinación (Lamas, 1986; Sanday y Goodenough, 1990, citado por González, 1993).

1.3 Igualdad de oportunidades Astelarra (2004) sugiere que la provisión de igualdad de oportunidades no es suficiente para eliminar las desigualdades entre hombres y mujeres, tal como lo sugieren los modelos liberales. No es suficiente con la libertad de acceso para obtener igualdad de oportunidades. Para Astelarra, las estrategias que se deben seguir en Latinoamérica para lograr la igualdad de oportunidades son: primero, revisar el marco legal y toda la legislación existente, porque pueden existir desigualdades en la propia ley; segundo, se trata de brindar a través de la educación y el conocimiento a las mujeres, para que puedan desempeñar las actividades públicas en el mercado de trabajo, la política y la cultura; y, tercero, promover medidas para que las mujeres tengan plena conciencia de sus derechos. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas (PNUD), la igualdad de género hace referencia a la manera como se valoran de igual forma los comportamientos, aspiraciones y necesidades de las mujeres y los hombres. Si bien, no se trata de que hombres y mujeres sean iguales, se considera que los derechos, responsabilidades y oportunidades no dependan de si han nacido hombres o mujeres. Por otro lado, la equidad de género implica la posibilidad de tratamientos diferenciales para corregir desigualdades; no necesariamente deben ser iguales, pero deben llevar a la igualdad en términos de derechos, beneficios, obligaciones y oportunidades.

1.3.1 La Política pública de género en Colombia Con el ánimo de dar cumplimiento a la obligación contraída con la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, se crea en Colombia, en el año 1990, la Consejería Presidencial para la Juventud, la Mujer y la Familia, que en septiembre de 2010 se reafirma como Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer (ACPEM). Esta entidad, mediante una metodología de tipo participativo, formula, en el 2012, los lineamientos de la política pública nacional de equidad de gzénero para las mujeres. Este documento presenta un horizonte de largo plazo y brinda un marco de referencia sólido de hacia dónde se deben encaminar las políticas públicas de género a nivel regional y local. Algunos de los lineamientos que se plantean en este documento, en materia de mercado laboral, se presentan en el siguiente cuadro:

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Cuadro 1. Estrategias y lineamientos en cuanto a mercado laboral por parte de la política pública nacional de equidad de género para las mujeres

Fuente: Este estudio, con base en el documento “Lineamientos de la política pública nacional de equidad de género para las mujeres”

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1.3.2 Política pública para las mujeres y la equidad de género en Pasto. A nivel local se cuenta con la oficina de género del municipio de Pasto, que actualmente funciona como una dependencia de la alcaldía, y cuyo objetivo principal es defender los derechos de los sectores de poblaciones que sufren sesgos de género en la localidad. Desde esta instancia municipal se gestó, en el año 2009, la creación del Consejo Ciudadano de Mujeres, mediante el decreto 067 de febrero 9 del mismo año, que está conformado por 22 mujeres representantes de los diferentes sectores; su principal función es velar por el desarrollo de la política pública de equidad de género y ser el puente entre la comunidad que representa y la administración. La “Política pública para las mujeres y la equidad de género en el municipio de Pasto” se crea en el año de 2007 y actualmente se viene ejecutando en el municipio por medio de la oficina de género. Se desarrolla para un horizonte de aplicación a 10 años y fue una construcción social donde se contó con la participación de cerca de 1078 personas (hombres y mujeres del área urbana/rural), tanto líderes, representantes de grupos sociales, estudiantes, profesionales, comunidad LGBT, mujeres organizadas, entre otros. En el documento se plasma a grandes rasgos la problemática para cada línea de trabajo identificada y posteriormente se plantean unas acciones a corto, mediano y largo plazo. En esta política se plantea una línea de trabajo específica para el tema de empoderamiento económico de las mujeres a través del mejoramiento y ampliación de los espacios de productividad y empleo, para lo que se propone en el plazo inmediato: Contribuir a mejorar los ingresos económicos de las mujeres en la ciudad. Mejorar las condiciones de vida de las mujeres de Pasto, a través de la generación efectiva de ingresos económicos. Generar estrategias para la independencia económica de las mujeres, con miras a alcanzar el empoderamiento y la conciencia de género. Sensibilizar a las instituciones públicas y a la empresa privada, sobre las condiciones de equidad laboral para mujeres y hombres, así como de la necesidad de armonizar la vida familiar con la vida laboral, a través de políticas institucionales sensibles al género. Y a mediano plazo: Contribuir a la generación y fortalecimiento de los espacios de trabajo formal e informal para las mujeres, desde sus características diversas, en condiciones dignas y de igualdad con los varones. Contribuir al equilibrio de la vida cotidiana de las mujeres, dada su co- responsabilidad con los hombres en la conservación de la vida y la familia, el accionar comunitario y político, y el desempeño laboral. Contribuir a generar condiciones laborales de mayor estabilidad para las mujeres. Contribuir a la disminución del fenómeno de la feminización de la pobreza. Lograr el reconocimiento de la economía del cuidado (labores domésticas) como trascendental en la vida productiva de la sociedad. Promover condiciones de equidad en el trabajo entre las mujeres y los hombres, en cuanto a salario y promociones. Generar conocimiento aplicado, estudios e investigaciones, que identifiquen nuevas posibilidades de trabajo e ingresos para las mujeres del municipio.(Alcaldía de Pasto, 2007, p. 26)

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1.4 Brechas de género Las brechas laborales registran una tendencia internacional desfavorable para las mujeres en casi la totalidad de países en el mundo, y de forma más acentuada en los países emergentes. Por ejemplo, para 18 países de bajos ingresos en el África, la participación laboral del género masculino (70%) es superior al femenino (53%), (Arbache, 2010). En el continente asiático, la tasa de participación laboral femenina es del 53%, mientras que la masculina es del 77%, con una diferencia porcentual de 24 puntos (International Labour Organization and Asian Development Bank, 2011). Para los países de mayores ingresos, como los de la Unión Europea, la tasa de participación laboral femenina se ubica en promedio en un 62%, comparado con la masculina que es de un 75%, con una diferencia de 13 puntos porcentuales (European comisión report, 2011). Los estudios de caso en América del Sur indican que la brecha de género laboral es inferior a la media del continente africano, pero superior a la media de los países del continente asiático y los países de la Unión Europea. En Costa Rica se encontró que la tasa de desempleo femenina fue mayor a la masculina en 1,7% en 1990, y para el 2009 esta misma diferencia fue de 3.3%. En Chile, la tasa de ocupación femenina fue de 24% en 1986 y se ubicó en 37,9% en el año 2010, con aumentos periódicos constantes, mientras la tasa de ocupación masculina se ubicó alrededor del 65% entre los años 1986 y 2010 (Aranguiz, García, Huaracan, Larenas, Nicular, Orellana. 2011). En Colombia, de forma similar a otros países de la región, la población ocupada femenina ha sido inferior a la masculina, pero viene incrementándose paulatinamente su participación. Por ejemplo, en los datos para el año 1982, fue de 36%, en 1992 el 41%, en 2002 el 45% y en el 2011 el 48%. No obstante, la tasa de ocupación de los hombres ha gravitado alrededor del 69% y 65% entre 1990 y 2009 respectivamente (Pineda y Acosta, 2009). Entre los años 2007 y 2011, la brecha en relación con la tasa de ocupación osciló entre el 23,8% y 25,8%, que supone que en Colombia se generó lo que se conoce como techo de género con respecto a la participación en la tasa de ocupación. Desde un punto de vista histórico se puede inferir que el mejoramiento de la situación de las mujeres, en el sentido de disminución de las brechas de participación en el mercado laboral se relaciona con un proceso de reivindicación de la mujer en el espacio público. No se identifica un suceso exclusivo que explique la disminución en las brechas de género en el mercado laboral; más bien se ha desarrollado una serie de procesos históricos, culturales, legales, económicos, políticos y de movimientos civiles que han incidido paulatinamente en la estructura actual de la fuerza laboral. Remontándonos a la época de la colonia, los trabajos de la mujer se subordinaban en mayor medida a labores domésticas; en ocasiones, realizaban trabajos remunerados sin abandonar las labores del hogar debido al sistema patriarcal. Si bien las mujeres eran relegadas a trabajos no remunerados, como el doméstico, esto no significaba que no aportasen al desarrollo económico y al incremento del patrimonio familiar. Además de estas labores, algunas se aventuraban a salir de lo que estaba establecido para su rol de género a algunas actividades remuneradas (Segura, 1995).

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El trabajo doméstico también era diferencial, de acuerdo a la clase social. Por ejemplo, las damas de clase alta se limitaban a dar órdenes a las criadas y a bordar; por el contrario, las mujeres de clases bajas realizaban oficios duros, como abastecimiento de agua en el hogar, prender el fuego, buscar la leña, iluminación, abastecimiento de alimentos, cuidado de los huertos y suministro de vegetales, ocupaciones necesarias para el funcionamiento de la familia. Las mujeres, a pesar de estar subordinadas y relegadas por la institución social colonial, jugaron un papel protagónico en la lucha independentista. Y la independencia tampoco las liberó de la opresión y sometimiento por parte de la sociedad patriarcal heredada del régimen colonial. No fueron reconocidos sus luchas, aportes y dedicación al proceso de la independencia por los nuevos “libertadores”. Las mujeres siguieron siendo subordinadas y marginadas de los procesos sociales, políticos, económicos y de representación pública. Fue ya a mediados del siglo XX cuando las mujeres obtuvieron por primera vez en Colombia el derecho a la ciudadanía y a tener una presencia cada vez más destacada en las diferentes actividades en la vida nacional. La participación de la mujer en los escenarios públicos despertó enconadas polémicas entre los partidos tradicionales, pero a la postre se les reconocieron algunos derechos, como el sufragio universal (Velásquez, 1995). Los avances de la mujer en el escenario público en el municipio de Pasto a principios del siglo XX, desembocaron en acciones desde las autoridades departamentales y municipales. Ejemplo de ello es la declaración oficial en 1912 y 1920, donde se prohibía la contratación de maestras casadas; ellas tenían que ser solteras. Como consecuencia de ello, de ahí en adelante, se presentaron muchos casos de maestras madres solteras y eso, originó que se genere hacia las maestras un mal ambiente, tachándolas de libertinas (G. Hernández, comunicación personal, 5 de marzo de 2013). En educación, las mujeres han ganado espacios importantes. A principios del siglo XX, la mujer logró su ingreso a las Normales de la ciudad, donde se impartía para ellas educación normalista (educación para ser maestras); en 1935 acceden a los estudios superiores (programas académicos, como comercio). De ahí en adelante su ingreso a los programas de la universidad se ha ido incrementando, llegando a ser, hoy en día, de acuerdo a cifras del Ministerio de Educación el 49% (Sistema Nacional de Información de la educación superior, 2012) del total de alumnos matriculados en el municipio. Sin embargo, las mujeres siguen prefiriendo programas académicos relacionados con las Ciencias humanas, presentándose una brecha importante con los hombres, que escogen carreras técnicas como las Ingenierías, Agronomía y Arquitectura. Esta situación puede ser un tema importante de análisis cuando se hable de las brechas salariales ya que, de acuerdo con el Observatorio laboral del Ministerio de Educación, según estudio realizado en el año 2009, en Colombia las carreras mejor pagadas son las ingenierías (minas, eléctrica, industrial, electrónica, mecánica) y entre las menos pagadas se encuentran las licenciaturas. En cuanto a la participación política, la Asamblea Nacional Constituyente, mediante acto legislativo N° 3 de agosto 27 de 1954, reconoció a la mujer el derecho a elegir y ser elegida, y en 1958, por primera vez, las mujeres pudieron ejercer el derecho del sufragio universal, con una participación del 40%. Esto significó un avance importante, pero todavía limitado, ya que frente al ejercicio de la función pública y, en especial en los órganos de decisión política, su participación es muy baja. El ejercicio del poder y de la función pública

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sigue siendo limitado todavía para las mujeres. En su defecto, las mujeres siguen ocupando oficios intermedios. En el año 2000 fue aprobada la Ley de cuotas, o Ley 581, por medio de la cual se garantiza la participación de las mujeres en niveles decisorios de la administración pública, con un mínimo del 30 por ciento. De acuerdo al Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género, para el 2008, pese a ser obligatoria dicha Ley, no se hace efectiva. Solo 137 entidades del Estado, de un total de 1174 instituciones, la aplican. En la rama judicial, la norma no ha sido efectiva, pero sí ha ayudado a que más mujeres lleguen a cargos importantes en la rama ejecutiva. En la cartilla sobre el ranking de igualdad de mujeres y hombres en los partidos y movimientos políticos de Colombia, publicada por PNUD en el 2013, las mujeres participan en tan solo el 18% en el máximo órgano del gobierno, encargado de tomar las decisiones, como el Comité ejecutivo o directivo nacional, y con el 38% en el máximo órgano administrativo, responsable del patrimonio y recursos financieros. En cuanto a la participación de las mujeres en cargos políticos importantes, sólo un 19,7% del total de integrantes de la Cámara de representantes son mujeres, y apenas en 13,7% del Senado de la República. Del total de gobernadores, el 6% son mujeres y el 9% del total de las alcaldías del país están a cargo de una mujer. La participación de las mujeres en la Asamblea es del 20%, en los Concejos municipales del 18% y en las Juntas de acción comunal del 38%. En el ámbito económico, las reformas estructurales promovidas por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional en la década de los 80´s y 90´s, incidieron de varias maneras en la dinámica laboral y el género. Millan y Renza (2011) realizan exhaustiva revisión literaria sobre el efecto de las reformas estructurales sobre la economía colombiana. El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), durante la década de los ochenta, impulsaron un proceso de reestructuración económica para los países de América Latina y el Caribe que estaban agobiados por la crisis de la deuda externa. Para ello, las instituciones financieras internacionales promovieron programas de ajuste estructural. Esta nueva lógica de desarrollo impulsó la necesidad de adelantar programas de estabilización económica y ajustes que garantizaran la reducción del déficit en la balanza de pagos y la inflación, mediante la reorientación del gasto gubernamental y los salarios de los trabajadores. De igual manera, se promovió la disminución del tamaño del Estado, la apertura comercial y la privatización de las empresas estatales, como instrumento para mejorar el desempeño económico. Frente a este proceso, Colombia, al igual que los demás países, obtuvo como resultado una disminución de la intervención del Estado y estimulación de la inversión extranjera directa, así como entrada masiva de las empresas transnacionales, lo cual generó en cierta medida una estabilización de algunos indicadores macroeconómicos como la inflación, pero, a la vez, deterioró las condiciones de vida de la gran mayoría de la población.

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En este marco, uno de los rasgos centrales de la reestructuración fue la búsqueda de mano de obra barata y flexible, como la femenina, que permitiera lograr en el menor tiempo posible la anhelada competitividad internacional. A partir de entonces, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo colombiano comienza a impactar en la dinámica de las relaciones de género. Inicialmente, esta participación es una estrategia para complementar los ingresos familiares, que se vieron disminuidos como resultado de los procesos de reestructuración empresarial, pues las transnacionales que habían ingresado al país habían desplazado gran cantidad de mano de obra nacional, por extranjera o por tecnología que mejoraba la competitividad de las diversas producciones. Muchos hombres, en su mayoría esposos proveedores de ingresos para sus familias, se quedaron sin trabajo, trabajaban por contratos a términos fijo o, los que conservaron sus lugares de trabajo, lo hicieron por un menor salario. Por su parte, las empresas nacionales y extranjeras ofertaron puestos de trabajo que no exigían experiencia o estudio alguno; como era de esperarse, los salarios no eran buenos tampoco; frente a la situación familiar en la que los ingresos habían disminuido y el hombre esposo proveedor no garantizaba la manutención del hogar, gran cantidad de las mujeres colombianas asumen este tipo de trabajos. Posteriormente, las transformaciones ocurridas en la producción y el intercambio generaron cambios radicales en la composición del capital y el trabajo; la convergencia de una serie de factores sociales y demográficos contribuyó a alterar la división sexual del trabajo, las relaciones entre hombres y mujeres y los roles de cada uno en los papeles de producción y reproducción dentro del núcleo familiar. En este sentido, factores tales como el aumento de la educación formal, la reducción en el número de hijos, el establecimiento de diversos tipos de relaciones conyugales incidió e incidirán sobre las mentalidades de hombres y mujeres y sobre los espacios ocupados por unos y otras. Frente a esto, Millan y Renza (2008); establecen que las reformas estructurales implementadas han tenido un impacto sobre el mercado laboral, que pueden resumirse de la siguiente forma: Aumento de la participación laboral, y en especial una mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral a lo largo del periodo. Marcada tendencia a la caída en la tasa de ocupación, producto en buena medida de la aplicación de dichas reformas. Deterioro en las condiciones laborales de los empleados, expresada en el aumento de los contratos a términos fijo, el incremento de la temporalidad y la vinculación a destajo, aspectos que aparecen claramente formulados en la Ley 50 de 1990 y en la Ley 789 de 2002. Según los mismos autores, en la pasada década, la economía colombiana mostró un comportamiento inestable y con gran vulnerabilidad a los choques internos y externos. Después de la crisis de 1999, al caer considerablemente la producción inició una fase de recuperación en la que se destacó que los años 2005, 2006 y 2007 fueron considerados como periodo de expansión, pues el crecimiento promedio fue del 6.7%. Sin embargo, para el 2008 y 2009, el ciclo económico cambió de rumbo, presentándose desaceleración al cerrar el último periodo con un crecimiento del 0.4%; producto de esto, algunos de los

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hechos más visibles fueron: la caída de los principales sectores productivos, el deterioro del mercado laboral, el complejo panorama internacional, el impacto a nivel mundial de la crisis financiera de Estados Unidos desde 2007 y las restricciones comerciales impuestas por el gobierno venezolano. Con esto, las cifras muestran que, en general, la fuerza de trabajo ocupada, femenina y masculina, se concentró, inicialmente en las ramas de actividad del sector terciario, y en menor medida en las ramas del sector secundario y primario. Por ejemplo, durante el 2008, según el Departamento Nacional de Estadística (DANE), la tasa de ocupación del sector terciario fue para hombres del 81.8%, mientras para mujeres se ubicó en el 77.5%; en el secundario fue de 35.4% para hombres y 17.9 para mujeres; y en el sector primario el total de hombres ocupados fue de 2.0%, mientras las mujeres ocupadas solo alcanzan el 0.7%. La disminución de la participación de la fuerza de trabajo en las ramas de producción secundaria y terciaria se explica por el impacto de las reformas estructurales, así como el deterioro de la agricultura. Por su parte, el incremento en la fuerza de trabajo del sector terciario se explica porque las actividades propias del sector admiten pocas exigencias para la ocupación de mano de obra y menores inversiones en capital (Millan y Ahumada, 2005). En términos más concretos, las ramas de este sector no exigen mayores niveles de cualificación y las actividades desarrolladas implican menores niveles de inversión y tecnología, como lo son: el comercio, restaurantes y hoteles, transporte y comunicaciones, establecimientos y servicios comunales y sociales. Por otra parte, de acuerdo con Correa et al. (2010), es posible apreciar que en los últimos años el rebusque se ha convertido en una forma de vida, apoyado en gran parte por los subsidios de salud y programas como Familias en Acción, que en cierta medida disminuyen los incentivos para la formalización laboral. Aunado a esto, las exenciones tributarias a la inversión incentivaron a las empresas a sustituir trabajo por capital: las nuevas empresas que entraron al país, como consecuencia de las exenciones a la inversión, fueron empresas intensivas en capital, pero no generaron empleos suficientes. Pese a ello, para explicar la poca demanda de fuerza de trabajo por parte de las empresas, algunos recurren al argumento de los costos laborales, como: las contribuciones a la seguridad social y los impuestos a la nómina, que en Colombia aún son altos. “En consecuencia, parece existir consenso en que un factor esencial para lograr mayores niveles de desarrollo socioeconómico es lograr mayor equidad social, expresada en la satisfacción de las condiciones básicas para preservar la existencia. Dentro de este objetivo, la equidad de género adquiere una gran relevancia y es precisamente uno de los temas que han estado en el centro del debate durante los últimos años; de esta manera, estudiar con atención la inserción de hombres y mujeres en el mercado laboral, considerando no solo las condiciones de trabajo, competitividad, productividad sino las condiciones sociales, es fundamental en los diversos estudios.”(Millán y Renza, 2011. p. 71) Con respecto a la cultura, se puede decir que como, producto de la sociedad patriarcal en Latinoamérica, es uno de los factores más importantes que inciden en la división sexual Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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del trabajo. Hoy en día no es muy común encontrar mujeres realizando labores como la construcción, u hombres ejerciendo labores como servicio doméstico; así, de acuerdo a la GEIH, para el tercer trimestre de 2012, en Pasto únicamente un 0,17% de los hombres ocupados ejerce su actividad en el servicio doméstico, y solamente el 0,5% de las mujeres trabaja en la construcción. La cultura incide en las condiciones, desiguales de acceso al mercado laboral de las mujeres y los hombres. Es propio de la cultura en Colombia que las mujeres asuman el papel de cuidadoras en el hogar, aun cuando ellas salen al mercado laboral, lo cual implica una doble carga laboral para ellas, a diferencia de los hombres que comúnmente son exentos de estos trabajos. Rauber (2003) hace referencia al papel que juegan hombres y mujeres en la sociedad de la siguiente forma: El mundo o esfera pública quedó cada vez más separado de la esfera privada y con ello también el carácter sexual de las actividades. Los hombres resultaron los únicos aptos para la vida social y pública, la política y las guerras, la economía y el poder (del Estado, de las empresas, de la esposa, de la familia y de los hijos [¿patria potestad?]). Las mujeres resultaron ser las únicas capaces de entenderse con la casa, la crianza de los hijos, el dar placer a los maridos o amantes, el cultivar las artes y las letras, es decir, de hacer todo aquello que necesitaban los hombres para sentirse cómodos, compensados y complacidos para poder dedicarse de lleno a su vida pública y privada (incluso atender a sus amantes, cosa que debía ser aceptada también como natural por sus esposas) (citado en Rodríguez, 2009). Las características estereotipadas de las mujeres en el mercado laboral suelen estar relacionadas con el desempeño profesional, o la sumisión en el desempeño del cargo. En relación con el primer aspecto, se destaca la facilidad para tratar con la gente; por ejemplo, el inspirar más confianza que los hombres, saber manejar mejor el tiempo que los hombres, más dedicadas a su trabajo, más serias en el cumplimiento de compromisos, más rígidas para cumplir normas por lo que son menos vulnerables al soborno y más astutas al manejar los negocios. En cuanto al segundo aspecto, se considera que las mujeres no ponen en tela de juicio las líneas de autoridad y gestión. Por ejemplo, son más colaboradoras que competitivas, procurar que la gente se sienta bien, menos ambiciosas, por tanto menos conflictos por dinero, se adaptan mejor a trabajos de rutina y logran un mayor sentido de pertenencia (Bonilla, 1993). El avance de los medios de comunicación y los avances tecnológicos de este siglo han contribuido a visibilizar el papel de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, es muy preocupante y lamentable que en todos los medios de comunicación desfiguren la imagen de las mujeres y refuercen los roles tradicionalmente delegados a ella. En este sentido, dentro de los escenarios de acción aprobados por la cuarta conferencia mundial sobre las mujeres, en Beijín, en el año de 1995, se considera un tema fundamental la desigualdad en el acceso a la tecnología e información por parte de las mujeres y la lucha por un mejor uso de los medios de comunicación con respecto a la imagen que se presenta de ella.

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Con respecto a este tema, Rodríguez (2009) afirma: Una cultura que invisibiliza a las mujeres -o las ridiculiza o trivializa sus preocupacionesno perjudica sólo a las literatas, poetas o a las compositoras, sino a todas. Cuando los políticos se preguntan desesperados qué se puede hacer para frenar la violencia de género, habría que sugerirles que no vayan sólo a los juzgados sino al cine. Allí verán cómo en las películas dirigidas por hombres -no así, nunca en las dirigidas por mujeres- la violación, los malos tratos se presentan con frecuencia en clave de humor (Pilar Aguilar: mujer, amor y sexo en el cine español de los 90) ¿Imaginan que se hiciera algo similar con el terrorismo? Este ejemplo debería ser suficiente para empezar, por fin, a darnos cuenta de que todo el esfuerzo que se está realizando en cuanto a malos tratos o violencia de género, igualdad salarial o paridad política, se arriesga a ser insuficiente -por no decir saboteado- si no nos tomamos en serio la igualdad en la cultura (p. 7). En el municipio de Pasto, se están llevando a cabo ejercicios interesantes en cuanto a movimientos culturales se refiere, como por ejemplo el “Movimiento teatral Aguaguarte”, escuela que, desde la primera infancia, pretende transformar la colectividad hacia una sociedad más equitativa e inclusiva. Su director Julio Erazo manifiesta: “el teatro contribuye a formar humanamente; desde lo sensible, debemos partir de la transformación, partiendo de sí mismo y siendo honestos con nosotros mismos”. (J. Erazo2, comunicación personal, 12 de abril de 2013).

1.5 Marco normativo 1.5.1 Marco internacional La Ley 83 de 1931 reconoce por primera vez en Colombia el derecho de sindicalización de las mujeres. Durante esos años, Colombia suscribe distintos convenios internacionales y asiste a conferencias internacionales del trabajo, que le permiten dimensionar los derechos que les asisten a las mujeres: igualdad de derechos y oportunidades. Entre los varios convenios y compromisos que suscribe el país se destacan los siguientes: convenio relativo a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y femenina por trabajo de igual valor (1951), convenio relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación (1958), convenio relativo a la readaptación profesional y el empleo de personas inválidas (1983). La cuarta conferencia mundial sobre las mujeres en Beijing, en 1995, es relevante en la lucha por la igualdad de los derechos de las mujeres, porque su principal logro fue lograr el compromiso de los gobiernos de incluir efectivamente una dimensión de género en todas sus políticas, procesos de planificación y toma de decisiones. En los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000), cuyo objetivo 3 es promover la autonomía de las mujeres y la equidad de género, entre otros, la meta nacional es lograr la igualdad de género y la autonomía de la mujer. Para ello se han determinado algunos indicadores y metas: 2 Director del Grupo de teatro “Aguaguarte”, Universidad de Nariño.

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Acciones afirmativas para aumentar la proporción de mujeres candidatas sobre el total de personas candidatizadas. Mantener por encima del 30% la proporción de mujeres en los niveles 1 y 2 de las ramas ejecutiva, judicial, a nivel nacional y territorial. Reducir a 20 p.p. (puntos porcentuales), la brecha de la tasa de participación femenina. Reducir a 3 p.p. la brecha en la tasa de desempleo. Reducir al 18% la brecha de ingresos laborales mensuales promedio. Diseñar, desarrollar e implementar el Observatorio nacional de violencias y contar con una línea de base definida que dé cuenta de la información para seguimiento y monitoreo de las violencias de género intrafamiliar y sexual. A nivel departamental, de acuerdo con el documento de avance de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para Nariño, el mejoramiento de la información sigue siendo un reto para el seguimiento de los avances de los ODM en el sentido de la equidad de género. La implementación en todas sus dimensiones de la política pública para la equidad de las mujeres nariñenses desde su diversidad étnica y cultural es un reto de política al interior de los municipios del Departamento. El esfuerzo fiscal que se requiere es solo una inversión para que los nariñenses avancen firmemente en el propósito de alcanzar mayores niveles de desarrollo. Ampliar las oportunidades de las mujeres nariñenses en participación política y económica, pero al tiempo mejorar sus capacidades para que puedan acceder a ellas, debe ser la orientación de las políticas públicas que tratan de lograr que las mujeres avancen en el camino del desarrollo humano. (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2012, p. 85)

1.5.2 Marco nacional Durante el siglo XX se dieron las condiciones para la reivindicación de las mujeres en la esfera social; a continuación algunos de los principales logros: - 1922. Reconocimiento a las mujeres casadas del derecho a la administración de sus bienes de uso personal. - 1933. Acceso a la educación superior. - 1936. Derecho a ejercer cargos públicos. - 1945. Otorgamiento de la ciudadanía. - 1957. Derecho a elegir y ser elegidas. - Década del 60: Control de la natalidad e ingreso masivo de las mujeres a la universidad. - 1962. Reconocimiento de la igualdad de remuneración por trabajo igual. - 1968. Creación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. - 1981. Se institucionaliza la convención de Naciones Unidas sobre la “Eliminación de todas las formas de discriminación contra las Mujeres”, a través de la Ley 051. - 1988. Ley 30 de reforma agraria, reconoce el derecho de las mujeres campesinas a la titularidad de tierras. Antes de la Constitución de 1991, las leyes amparaban las desigualdades de género; la legislación colombiana ha avanzado vertiginosamente en la aplicación del marco internacional. Actualmente se viene trabajando por parte de movimientos llamados LGBT esfuerzos para incluir a estos grupos sociales en el marco legal colombiano. A continuación se presentan algunos de los desarrollos legales más importantes:

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- Ley 82 de 1993, para beneficio de las mujeres cabeza de familia. - Ley 731 de 2002, que tiene por objeto mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales, priorizando las de bajos recursos y consagrar medidas específicas encaminadas a acelerar la equidad entre los hombres y las mujeres rural. - La Ley 823 del 2003, que garantiza la equidad y la igualdad de las mujeres, en los ámbitos público y privado. - La Ley 1257 de 2008, que garantiza por parte de las autoridades competentes que las mujeres serán protegidas de todo tipo de violencia para el disfrute de una vida libre, tanto en el ámbito público como privado. - La Ley 1010 del 2006, por medio de la cual se adoptan medidas para prevenir, corregir y sancionar el acoso laboral y otros hostigamientos en el marco de las relaciones de trabajo - Ley 1257 de 2008, que en su artículo 12 promueve medidas en el ámbito laboral, como: 1) promover el reconocimiento social y económico del trabajo de las mujeres e implementar mecanismos para hacer efectivo el derecho a la igualdad salarial, 2) desarrollar campañas para erradicar todo acto de discriminación y violencia contra las mujeres en el ámbito laboral, 3) promover el ingreso de las mujeres a espacios productivos no tradicionales para las mujeres. - La Ley 1413 de 2010, que tiene por objeto incluir la economía del cuidado conformada por el trabajo de hogar no remunerado en el sistema de cuentas nacionales - La Ley 1496 del 2011, que garantiza la igualdad salarial entre mujeres y hombres en labores y funciones similares. De igual manera, hay una legislación que abarca el acceso a guarderías y cuidado familiar, trabajo doméstico, acoso sexual, participación y representación femenina, protección ante el desempleo e inspección de las condiciones de trabajo. - Decreto 4463 de 2011 que reglamenta parcialmente la ley 1257 en todo lo referente al ámbito laboral. Este decreto es el que crea el programa de equidad laboral con enfoque diferencial de género del Ministerio del trabajo y tiene por objeto definir las acciones necesarias para promover el reconocimiento social y económico del trabajo de las mujeres, implementar mecanismos para hacer efectivo el derecho a la igualdad salarial y desarrollar campañas de erradicación de todo acto de discriminación y violencia contra las mujeres en el ámbito laboral. Colombia ha avanzado sustancialmente en la formulación de leyes y decretos a partir de la firma de la Constitución de 1991; de esta forma, se han ratificado numerosos convenios internacionales que reconocen el papel de las mujeres en la sociedad y que han contribuido a disminuir las inequidades de género hacia las mujeres. De acuerdo a Mayorbe (2009), el resultado de ello es que: “sólo se produce un cambio superficial, el sistema patriarcal edulcora sus manifestaciones más discriminatorias, se tornan más sutiles los procedimientos discriminatorios, pero no se produce una transformación de su urdimbre más profunda, no se modifica su lógica excluyente, manifestándose la discriminación con un rostro más benevolente, aunque en el fondo los procedimientos de subordinación sigan siendo esencialmente los mismos” (p. 2). En este sentido, se hace necesario una nueva forma de pensar el mundo, no únicamente desde la visión patriarcal generalizada que permita valorar aspectos que hasta ahora han sido invisibilizados e infravalorados: el trabajo doméstico, los sentimientos, los afectos, las emociones, la escucha, la diversidad cultural, las diferencias de género, etnia, tendencia sexual, etc., que promueva una sociedad más inclusiva, más democrática y más humana (Mayorbe, 2009). Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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2 CAPÍTULO DOS. ANÁLISIS DE LAS PRINCIPALES BRECHAS EN EL MERCADO DE TRABAJO DE PASTO. 2.1. Metodología Para el análisis de las principales brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto, se tuvo en cuenta el análisis de la estadística descriptiva y la información que ofrece la GEIH del DANE, tercer trimestre de 2001 a 2012. Esta información se procesó con el programa de estadística Stata y se generaron los cuadros de salida y gráficos en formato de Excel; se realizó primeramente una descripción de las principales brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto y se compararon con las 13 principales ciudades del país; para complementar el análisis, se realizaron diversas entrevistas a expertos locales en el tema de género y se aplicaron dos talleres: uno de socialización y otro de construcción participativa de estrategias, con actores como el Consejo ciudadano de mujeres del municipio de Pasto, SENA, el Departamento para la Prosperidad Social, Ministerio del trabajo, ICBF, Asociaciones campesinas, entre otros.

2.2. Contextualización del municipio de Pasto El municipio de Pasto está ubicado al suroccidente de Colombia y cuenta con una extensión territorial de 1128.4 km², de los cuales el 2,33% corresponde al área urbana y el 97.6% restante es rural. Su zona urbana se subdivide en 12 comunas y la zona rural en 17 corregimientos: Catambuco, Obonuco, Genoy, Buesaquillo, Jongovito, Mocondino, Santa Bárbara, La Laguna, El Encano, Morasurco, Cabrera, San Fernando, El Socorro, Jamondino, Mapachico y Gualmatán. El municipio de Pasto limita al norte con La Florida, Chachagüí y Buesaco, por el sur con el Departamento de Putumayo y el municipio de Funes, por el oriente con el municipio de Buesaco y el Departamento de Putumayo y por el occidente con los municipios de Tangua, Consacá y La Florida (Gráfica 1). Figura 1. Ubicación geográfica del municipio de Pasto.

Fuente: Alcaldía de Pasto.

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Para el año 2012, el municipio tiene una población proyectada de 423.217 personas. En el municipio predomina una economía terciarizada (Gráfica 1), donde sus principales actividades son el comercio y servicios, que representan para el año 2010 el 69,76 % del total del PIB municipal3. En el municipio, la mayoría de las empresas registradas en Cámara de comercio son micro y pequeñas (98%)4. Gráfica 1. Municipio de Pasto. Producto interno bruto (PIB) por grandes sectores económicos. Participación porcentual. 2005 - 2010 preliminar

Fuente: Universidad de Nariño. CEDRE. Cuentas económicas del municipio de Pasto. 2005 – 2010 preliminar

2.3. Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto “Una brecha de género es la distancia existente entre mujeres y hombres debido a su posición social de género en el acceso, el disfrute, la participación y el control de los recursos, servicios, oportunidades o beneficios sociales”.(Unión Europea, 2013, p. 2) Algunos indicadores que se utilizan para medir las desigualdades entre hombres y mujeres son: El índice de distribución que señala la participación de un sexo con respecto al otro; el índice de concentración, que indica el porcentaje en relación con un determinado grupo sexual, tomando como referencia cada sexo por separado y las brechas de género entendidas como la diferencia entre el porcentaje o tasa femenina y masculina en relación con una variable, y, por último, el índice de feminización, que hace referencia a la representación de las mujeres en relación con los hombres para cualquier variable de análisis (Unión Europea, 2013, p. 4 y 5). En este análisis se utilizarán algunos de ellos, tomando como base los datos de las GEIH. A lo largo del periodo 2001 – 2012, la brecha laboral entre hombres y mujeres ha disminuido levemente, al pasar de 13,32 puntos en el 2001 a 12,17 en el 2012. La TGP femenina, a partir del año 2009, crece y alcanza en el 2010 un valor de 62,13%, la segunda más alta del periodo de estudio.

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Universidad de Nariño. CEDRE. Cuentas económicas del municipio de Pasto. 2008 – 2010 preliminar. 2011. Universidad de Nariño. CEDRE - PNUD. Diagnóstico del mercado de trabajo de Pasto. 2011.

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En los años 2007 y 2008, para Pasto, se observan las tasas de participación, tanto para hombres como para mujeres, más bajas del periodo de estudio. Este fenómeno es generalizado para la mayoría de las trece ciudades metropolitanas en el país. Así, se ve en el siguiente cuadro:

Cuadro 2. Tasa global de participación (TGP). 2005 – 2012. Tercer trimestre móvil. Trece áreas metropolitanas.

Fuente: Cálculos OMTP, con base en la GEIH del DANE. Tercer trimestre móvil 2005 – 2012

No obstante, la TGP de las mujeres en el municipio de Pasto no ha presentado un crecimiento sostenido, como sí lo ha hecho la de los hombres, lo que conlleva que la brecha de género se mantenga casi constante. Así, la brecha durante el periodo 2005 – 2011 se ha mantenido entre el 10,55% y el 14,2% (Gráfica 2). El año cuando se presenta una menor brecha es el 2009, con 10,55%, debido principalmente al aumento de la TGP femenina de casi 4 puntos por encima de la TGP de los hombres. Gráfica 2. Municipio de Pasto. Brecha de género en la TGP. 2005-2012. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP, con base en la GEIH del DANE. Tercer trimestre móvil 2005 – 2012.

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A nivel de las 13 áreas metropolitanas, se observa que Bogotá, Bucaramanga, Ibagué y Pasto presentan las TGP, tanto para hombres como para mujeres, más altas. Varios estudios del mercado de trabajo en Bucaramanga y Tolima5 coinciden en que la principal razón por la cual se presenta una tasa de participación tan alta es la situación de pobreza y falta de ingresos en los hogares, que ha obligado a varios miembros del hogar a salir al mercado de trabajo. Pasto es la ciudad que presenta la menor brecha de género (12,1) (Gráfica 3). Gráfica 3. Trece áreas. Brecha de género en la TGP. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP, con base en la GEIH del DANE. Tercer trimestre móvil 2012.

Cuando se analiza la TGP por rangos de edad, se observa que a mayor rango de edad la brecha de género se amplía; así, para los rangos de 18 a 24 años la brecha es de apenas 2 puntos, y a medida que aumenta la edad, la brecha crece, llegando a ser de 18 puntos para el rango de 46 a 55 años y de 24 puntos para 56 y más años (Gráfica 4). Ocurre, entonces, que el ciclo productivo de las mujeres es menor que el de los hombres conforme avanzan en edad; las razones pueden ser diversas, entre las que se encuentran: las mujeres se jubilan a una edad menor que el hombre; para las mujeres es más difícil encontrar trabajo a medida que aumenta su edad; por su rol establecido en la sociedad (reproducción), las mujeres se dedican principalmente a las labores del hogar, atendiendo el cuidado de los hijos, el aseo de la casa, la preparación de alimentos, cuidado de personas enfermas, entre otras. Además, en las actividades donde se ocupan en mayor medida las mujeres (comercio, restaurantes, servicios domésticos), que generalmente no requieren de experiencia para su desempeño, se prefiere a personas jóvenes.6 3 6

ORMET BUCARAMANGA. Diagnóstico socioeconómico y del mercado de trabajo área metropolitana de Bucaramanga (2007-2010). ORMET TOLIMA. Análisis de la estructura económica del Tolima y del mercado laboral en Ibagué (2005-2011). ORMET PASTO. Diagnóstico del mercado de trabajo de Pasto. 2005 – 2010. Ejemplo de ello son los requerimientos de personas para ventas de mostrador y atención en restaurantes; según datos de las principales agencias de empleo en Pasto, los requerimientos para estas actividades se realizan para personas no mayores de 30 años.

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Gráfica 4. Municipio de Pasto. Brecha de género en la TGP por rangos de edad. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP, con base en la GEIH del DANE. Tercer trimestre móvil 2012.

Como se observa en la siguiente gráfica, los hombres presentan un nivel de ocupación mayor que el de las mujeres, una tasa de ocupación del 66,3%, 13 puntos por encima de la Tasa de ocupación (TO) femenina (53,1%). (Ver Gráfica 5). El desempleo masculino representa 3,7 puntos menos que el de las mujeres (10,4% versus 14,1% de las mujeres). Lo mismo ocurre con la inactividad, que es menor en los hombres que en las mujeres (26,1% del total de la Población en Edad de Trabajar (PET) versus 38,2% de las mujeres). (Ver Gráfica 5). Gráfica 5. Tasas de ocupación, desempleo, inactividad y su brecha. municipio de Pasto. Tercer trimestre 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH. Tercer trimestre 2012.

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En comparación con las trece áreas, Pasto es la segunda ciudad con la brecha de género más baja en la tasa de ocupación (13,1), precedida por Ibagué (12,7) (gráfica 6). Sin embargo, para la tasa de desocupación, Pasto tiene una brecha de género mayor al promedio de las trece áreas, lo que significa que en el municipio el desempleo golpea con mayor fuerza a las mujeres que a los hombres. (Gráfica 7) Gráfica 6. Brechas de género en la tasa de ocupación (TO). Trece áreas. Tercer trimestre 2012.

Fuente: Cálculos OMTP, con base en la GEIH del DANE. Tercer trimestre 2012.

Gráfica 7. Brechas de género en la tasa de desempleo (TD). Trece áreas. Tercer trimestre 2012

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH. Tercer trimestre 2012.

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En cuanto a las razones por las cuales las personas optan por la inactividad, se presenta gran diferencia entre hombres y mujeres (gráfica 8). Para las mujeres, la principal razón es la dedicación a labores domésticas (mientras el 54% de las mujeres inactivas se dedica a los oficios del hogar, sólo el 14% de los hombres inactivos lo hace). Para los hombres, la principal razón para estar inactivos es la dedicación al estudio (un 63,8% estudia), mientras que sólo un 35,3% de las mujeres tiene como principal razón de inactividad el estudio. Lo anterior muestra que en esta ciudad se imponen los estereotipos de género tradicionales que asignan a las mujeres los roles de madre, cuidadora, protectora del hogar y se la sitúa dentro de la esfera privada (doméstica), mientras que el hombre sigue siendo considerado el proveedor, el abastecedor y su esfera de acción es principalmente la pública: “el estereotipo común de la cultura patriarcal es mujer en casa, mujer procreadora e hijos, al cuidado de ellos, en lo privado; hombre en lo público, hombre fuerte abastecedor, y eso es lo que hay que cambiar” (A. Calvache, comunicación personal, 5 de abril de 2013). Esta situación genera que muchas mujeres sean más vulnerables cuando deciden entrar al campo laboral, debido a su falta de experiencia y bajos niveles educativos, como consecuencia de la dedicación a sus labores en el hogar, además de perpetuar los roles establecidos: trabajo productivo (el asignado al hombre) y el reproductivo (a las mujeres). Gráfica 8. Población inactiva por actividad realizada la semana anterior, según sexo. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH. Tercer trimestre 2012.

En la siguiente gráfica se observa que el desempleo afecta a las personas de todos los niveles educativos, principalmente a los universitarios sin título. La baja participación de sectores productivos, como la industria y la construcción, la inestabilidad económica y la preponderancia de sectores poco productivos como el comercio y los servicios, está generando una ineficiente respuesta de la demanda de trabajo hacia la oferta de mano de obra disponible en la ciudad.

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Gráfica 9. TD por nivel de escolaridad. Municipio de Pasto. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH. Tercer trimestre de 2012.

Sin embargo, para las personas que no poseen un nivel de escolaridad o que tienen únicamente estudios primarios, la brecha de género prácticamente no existe; es decir, la tasa de desempleo, tanto para hombres como para mujeres, es igual (10%). Adicional a ello, esta población presenta la tasa de desempleo más baja, muy seguramente asociada al hecho de que su condición de pobreza las obliga a ocuparse para generar ingresos. No existe una demanda formal de empleo dirigida a este segmento; la mayoría de empresas requiere para su personal mínimo un nivel de bachiller, lo que se evidencia en los datos consignados sobre la demanda de mano de obra en el Servicio Público de Empleo del SENA (Ver anexo 1), donde, para el periodo 2008 – 2010, apenas un 2 ó 3% de los requerimientos se hace para personas con nivel de primaria, por lo que estas personas se ven casi forzadas a ocuparse en el sector de la informalidad y por cuenta propia . Las personas, tanto hombres como mujeres, que tienen el nivel de estudiante universitario sin título, son las que experimentan una tasa de desempleo más alta y es el nivel donde la brecha de género se hace más amplia. Muy probablemente, el perfil de la carrera que las mujeres eligen, generalmente Ciencias humanas, les exige para su desempeño haber conseguido su título profesional; en cambio, los perfiles de carrera elegidos por los hombres les permiten desempeñarse en trabajos que demanden cierta preparación técnica sin necesidad de contar con el título profesional (ingenierías, electrónica, agronomía). Además, una buena parte de universitarios sin título está estudiando y, a la vez, busca empleo que le permita continuar con su carrera, limitando así las opciones para el enganche laboral. Sin embargo, a partir de este nivel, la tasa de desempleo, tanto para hombres como para mujeres, disminuye considerablemente; así, para las mujeres con nivel técnico y tecnológico, la Tasa de desempleo (TD) es de 15% y para los hombres del 13,8%, una brecha de tan solo 1,2 puntos (Gráfica 9). Para el nivel de título universitario, la brecha de género en la desocupación es de 3,9%, desfavorable hacia las mujeres; es decir, es más complicado para la mujer profesional conseguir empleo que para el hombre profesional, o existen menos oportunidades de trabajo para estas mujeres. Según el mapa ocupacional (ver Anexo 2) del SENA, las

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ocupaciones que exigen un nivel profesional para su desempeño suelen ser muy variadas y complejas, su desempeño exige un alto grado de autonomía, responsabilidad por el trabajo de otros y ocasionalmente por la asignación de recursos. Generalmente los profesionales son requeridos por empresas que tienen un importante grado de formalidad, lo cual hace que tengan horarios establecidos de trabajo y tengan que cumplir con los costos laborales exigidos por la ley. En este sentido, para las empresas es preferible contratar mano de obra masculina, porque existe la percepción de que las mujeres son mucho más costosas que el hombre, en lo referente a costos laborales, y también porque se piensa que el hombre puede ser más productivo que las mujeres porque no posee la doble carga (del trabajo y del hogar) que le permite extenderse en el horario y realizar desplazamientos a otros lugares, que no serían actividades fáciles de realizar por una mujer. Respecto a esto, la representante del Servicio Público de Empleo del SENA manifiesta: “Para la mujer es más difícil continuar con los procesos educativos y de trabajo que para el hombre, es más cuando tienen hijos, es más difícil por la situación económica, es más difícil por los desplazamientos, por el tiempo que te exige el hacer un postgrado; por ejemplo, si tienes que trabajar y aparte de eso ocuparte de la casa y aparte de eso estudiar los fines de semana; es más fácil para el esposo si tiene que viajar a hacer una especialización a otra ciudad porque no tiene esa otra responsabilidad de la que hablamos, que es la casa; eso hace que los hombres tengan mejores accesos a la educación y que por ello lleguen a cargos directivos, a los cargos importantes” (J. Riascos, comunicación personal, 5 de abril de 2013). Además, de acuerdo con las asistentes al Taller de construcción participativa, existe todavía la creencia acentuada de que las mujeres no poseen la capacidad de mando igual que el hombre y que son todavía incapaces de dirigir y manejar personal a su cargo, y consideraron que una de las principales variables que tienen que ver con la desfavorable situación que experimentan las mujeres en el mercado de trabajo es la estigmatización física, intelectual y emocional que se le hace. Gráfica 10. TD por rangos de edad y sexo. Municipio de Pasto. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH. Tercer trimestre 2012.

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La OIT, en su informe sobre las tendencias mundiales del empleo juvenil 2012, destaca las preocupantes cifras de jóvenes que se encuentran desempleados en todo el mundo, con tasas mundiales para el 2012 del 12,7% y que se prevé se mantendrán a este nivel para el 2016. Para el municipio de Pasto, la situación es mucho más preocupante; se identifica una situación muy desfavorable para los jóvenes (entre 17 y 24 años), principalmente para las mujeres (Gráfica 10). Se observa que este grupo etario es el que registra las mayores tasas de desempleo en el tercer trimestre de 2012, duplicando la TD de los adultos. Estos grupos de jóvenes son, de acuerdo con los resultados de este estudio, los que requieren, por su situación laboral, atención prioritaria en materia de política de empleo; esta afirmación se refiere a los adolescentes desempleados que no estudian y buscan empleo y a los jóvenes desempleados que tienen responsabilidades familiares que atender. Y un grupo que por su alto nivel de vulnerabilidad requiere la urgente atención de la política social, es los adolescentes que no estudian, ni trabajan, ni encuentran trabajo, muy propensos a caer en la droga y la delincuencia. Con respecto al desempleo juvenil, existen diferentes estudios, como, por ejemplo, el realizado por el Ministerio de trabajo de la Argentina (2004), donde se plantean diferentes teorías o hipótesis, algunas de las cuales afirman que: -La preparación inadecuada de los jóvenes para el mercado de trabajo y la incorrecta orientación sobre los requerimientos del mercado de trabajo restringen la entrada al empleo y acentúan el desempleo juvenil. -La falta de antecedentes laborales, la inadecuada información sobre el mercado de trabajo y sobre las empresas, ocasiona que la duración de su primer empleo sea muy corta y que queden cesantes muy rápido. -La incongruencia entre las aspiraciones de los jóvenes y el mercado laboral, hace que se demoren en encontrar el empleo que consideran adecuado, lo que prolonga el tiempo de búsqueda de empleo y ocasiona que las tasas de desempleo juvenil sean tan altas. -El ciclo económico afecta en mayor medida a los jóvenes que a los adultos, por varias razones: En contextos de alto y creciente desempleo, es muy probable que se presente el fenómeno del trabajador adicional, muchos de ellos miembros jóvenes de los hogares que se ven obligados a participar en el mercado laboral. Las empresas prefieren despedir al personal con menor experiencia y tiempo en el empleo, debido también a los costos que les implica el despido de los trabajadores de mayor antigüedad. En tiempo de recuperación, las empresas prefieren emplear a personas adultas, con mayor experiencia.

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Además, se debe considerar que la mayoría de adolescentes que participan en el mercado laboral pertenece a poblaciones vulnerables, hogares que se ven obligados a mandar a sus hijos a buscar empleo, madres adolescentes, jóvenes que por diversas razones no han podido seguir sus estudios universitarios, y que estas y otras diversas circunstancias están alimentando el círculo vicioso de transmisión de la pobreza y la exclusión social. Las mayores brechas de género en la TD, de acuerdo con la gráfica No.11, se presentan para los jóvenes de 14 a 24 años. Esta situación se agrava cuando en el municipio de Pasto se viene presentado gran cantidad de embarazos de adolescentes y jóvenes. Para el año 2012, el Instituto Departamental de Salud reporta en sus estadísticas del Boletín Epidemiológico una gran cantidad de hijos nacidos vivos de madres pertenecientes a los rangos de 14 a 19 años, y que para los últimos años corresponden al 23% del total de nacidos vivos (gráfica 11), madres que, seguramente, se marginarán del sistema educativo para dedicarse al cuidado de su hijo o insertarse en el mercado de trabajo sin experiencia ni educación suficiente para acceder a un empleo, por estas circunstancias con alto riesgo de caer en el desempleo. Gráfica 11. Nacimientos por grupos de edad de la madre. Municipio de Pasto. Año 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en el Boletín epidemiológico del Instituto Departamental de Salud de Nariño. Noviembre 2012.

Sobre los embarazos de adolescentes, en entrevista realizada, a la doctora en investigaciones feministas, Gabriela Hernández, afirma que en los últimos años se ha presentado un incremento del madresolterismo de adolescentes en el municipio, “situación que no se comprende si existe gran cantidad de publicidad y control natal”. El problema, según esta experta, es que existe un discurso no muy claro sobre la sexualidad y un bombardeo de todos los medios de comunicación hacia los jóvenes que les crean imaginarios erróneos. Además, los embarazos en adolescentes han conllevado un aumento de enfermedades y muertes por partos prematuros.

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Ocupados según posición ocupacional En la siguiente gráfica se observa que la distribución de las mujeres ocupadas, según posición ocupacional, se concentra en la categoría de Cuenta Propia (41,8%), seguida de Empleadas particulares (32,5%) y trabajadoras domésticas (9,8%). Gráfica 12. Ocupados por posición ocupacional y sexo. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH. Tercer trimestre 2012.

Al comparar esta estructura con la de los hombres, se observa un mayor predominio de ellos como Empleados particulares (42,3%) y una baja participación en la categoría de Servicio doméstico (0,1%), donde las mujeres tienen una alta participación laboral (del total de ocupados que se desempeñan en el Servicio doméstico, el 98,1% son mujeres) (gráfica 12). Cabe anotar que las labores en el servicio doméstico se centran en actividades como la preparación de alimentos, aseo del hogar, lavado de ropa, cuidado de niños. Las mayores brechas en las diferentes posiciones ocupacionales se presentan para las modalidades de obrero o empleado de empresa particular y empleado doméstico, una diferencia de 9,8 y 9,7 puntos respectivamente. Sin embargo, el hecho de que esta última ocupación esté feminizada implica una situación desfavorable hacia las mujeres, debido a que este tipo de labores se caracteriza por ser mal pagado (un ingreso laboral promedio mensual de $288.118), con horarios extensivos (el 50,2% de las ocupadas como empleadas domésticas trabajan más de 8 horas diarias) y no se reconocen las prestaciones de ley ni seguridad social (solamente un 13,5% recibe prima de navidad, 9,7% recibe cesantías, un 10,5% vacaciones, un 7,8% está afiliado a seguridad social, solo el 11,26% del total de ocupadas como empleadas domésticas está afiliada a salud pagada por el empleador), la mayoría de estas mujeres son personas sin educación (el 6% de las ocupadas en servicios domésticos no tiene nivel de escolaridad, el 46% solo tiene primaria, un 19% solo básica secundaria, un 25% media y únicamente un 5% Educación Superior), que no encuentran otra alternativa que servir en otros hogares. Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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Por lo demás, esta situación es una evidencia de la perpetuación de los roles establecidos para las mujeres históricamente, roles impuestos antiguamente desde el sistema patriarcal burgués del siglo XVIII en Europa, cuando se le impuso a la mujer el papel de madre, ama de casa, reproductora, femenina, frágil, ingenua y sensible, roles, a la vez, contradictorios, que obligaron a las mujeres a buscar el apoyo de otra mujer para poder cumplirlos, esta última, perteneciente a la clase obrera mal pagada y explotada, que por necesidad se obligó a generar ingresos para el hogar ocupándose en los espacios privados de familias muy adineradas. Su calificativo fue de sirvienta, criada, doncella e institutriz, en los rangos más altos. Desde aquella época hasta el día de hoy, las características de este tipo de trabajadora han permanecido: “una persona -casi siempre mujer- perteneciente a los sectores pobres, que realiza en el espacio de lo privado y a cambio de una remuneración económica menor, muchas de las labores domésticas y cotidianas para mantenimiento y reproducción de la familia”. (Bedregal, 2003) En nuestro país, la crisis del sector rural ha ocasionado una importante migración del campo a la ciudad; la mayor participación de las mujeres en el ámbito educativo y laboral, con jornadas de estudio y de trabajo extensivas han permitido mantener la oferta y demanda de empleadas del servicio doméstico. Además, la existencia de escasas oportunidades de empleo en nuestra ciudad ocasiona que mujeres de estas características no tengan otra opción que insertarse en el mercado de trabajo en labores como la del servicio doméstico. En el análisis de los asuntos de género, este tema es muy controversial, la idea de que una mujer acepte a otra mujer como empleada del servicio, así se le remunere de forma justa y se respeten sus derechos laborales, presenta contradicciones. Es para muchas estudiosas de estos asuntos, la aceptación de los roles históricos que se le han asignado a las mujeres. Este es un conflicto que, según la autora Ximena Bedregal: …difícilmente se resolverá si no se retoman los cuestionamientos a la gratuidad del trabajo doméstico para todas las mujeres y se desarrolla una cultura del valor que representan y generan estas actividades y tareas y que tanto la familia como la sociedad se corresponsabilicen de su cumplimiento. Mientras tanto, hasta la más radical feminista seguirá diciendo: ¿qué haría yo si no tengo una trabajadora doméstica que me ayude? (Bedregal, 2003) Otra brecha importante es la de patrón o empleador: hay menos mujeres que hombres empresarios. De acuerdo con la información obtenida en varias entrevistas que se realizaron a mujeres líderes del municipio, las mujeres son iguales o más emprendedoras que los hombres; sin embargo, existen varios limitantes que le impiden formar empresa, sobre todo medianos o grandes negocios, que les permitan acceder a mercados nacionales o internacionales. Uno de los factores que puede incidir en su incursión como empresarias es el acceso a la financiación. En el municipio, el fomento del microcrédito para las mujeres, de entidades como la Fundación de la mujer, Departamento para la Prosperidad Social con su programa mujeres ahorradoras, Contactar, Se emprende, Finamérica, Mundo mujer, entre otras, ha sido importante, ya que les ha permitido empezar un negocio, mejorar sus relaciones en el

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hogar y lograr una participación más activa en sus comunidades y, a su vez, ayudar a otras mujeres a acceder al empleo. Igualmente, ha fortalecido su rol económico, hacer respetar su poder de decisión, mayor autonomía e independencia, mejoramiento de la autoestima, asuntos que fueron priorizados en el Taller en el momento de formular las estrategias de acción. El problema de acceso a los activos por parte de las mujeres es un tema de debate en la problemática de género en muchos países, incluyendo a Colombia. El que muchas de ellas no cuenten con títulos de propiedad de bienes raíces y otros activos, les impide acceder a créditos de importante cuantía para poder ampliar sus pequeñas empresas o hacer realidad sus ideas de negocios. Es necesario, entonces, insistir en el análisis y estudio de este tema ya que es un requisito fundamental para lograr la autonomía económica de la mujer. Además, para ciertos grupos vulnerables, como, por ejemplo, las trabajadoras sexuales, el acceso a financiamiento es mucho más complicado y algunas veces imposible; las entidades financieras formales no les permiten acceder al crédito por el riesgo que representa el trabajo que ellas realizan y por la estigmatización social que existe. Igualmente, en el sector del microcrédito no existe un programa especial para este grupo de población, que les permita acceder a recursos para empezar una nueva forma de subsistencia o emprender una nueva alternativa productiva, que aporte al mejoramiento de sus condiciones de vida y las de sus familias. Así lo manifiesta la representante de las trabajadoras sexuales ante el Consejo Ciudadano de Mujeres: “yo voy a un banco y digo, soy trabajadora sexual, inmediatamente me dicen no“. Entonces, se hace necesaria, la incorporación de una perspectiva de género en el sector financiero. Se requieren políticas crediticias con enfoque diferencial a través de todos los niveles de servicios del sector, incluidos los de leasing y préstamos mucho más grandes para la inversión productiva, así como su participación en convocatorias y en iniciativas de desarrollo de las cadenas de valor. La formulación de los programas de financiamiento debe tener en cuenta los principios de equidad e inclusión, que permitan a mujeres y hombres tener las mismas oportunidades de acceso a estos servicios y permitan la inclusión de grupos vulnerables. Esta tarea no requiere sólo de una mayor atención en el diseño de portafolio de servicios dirigidos a las mujeres, sino también de la búsqueda de los elementos organizacionales adecuados para prestar los servicios, integrar los servicios financieros o complementarlos con el apoyo de las instituciones públicas locales y regionales. A pesar de que el sector financiero es uno de los que tiene mayor presencia de mujeres dentro de sus ocupados (según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), tercer trimestre de 2012, el 52% del total de ocupados en el sector financiero en Pasto es mujeres), su representación en la escala de poder es muy baja, la capacidad de decisión de ellas en el ámbito regional o local es limitada; los gerentes de las oficinas principales de estas entidades en el ámbito nacional, donde se toman las decisiones, siguen siendo en su mayoría hombres. Se debe promover, entonces, el acceso de mujeres a puestos de poder en este sector, que permita liderar desde arriba la inclusión del enfoque de género en este tipo de organizaciones.

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Otra limitante para generar empresa, según las mujeres consultadas para el estudio, es la responsabilidad de las labores del hogar, la crianza de los hijos que exige mucha dedicación y tiempo. La creación y manejo de un negocio requiere gran cantidad de tiempo, lo que entra en conflicto con las obligaciones familiares. Por último, según la opinión de las representantes de las mujeres en el Consejo ciudadano de mujeres del municipio, existe un prejuicio hacia las mujeres empresarias. Es más difícil para una mujer lograr la credibilidad por parte de clientes y proveedores que para un hombre, debido a los mismos estereotipos y roles que les han impuesto a las mujeres, fruto del sistema patriarcal que prevalece aún en nuestra sociedad pastusa.

Ocupados según rama de actividad económica El predominio del sector terciario en la economía municipal tiene mucho que ver con los tipos de empleo que se generan en las actividades, como el comercio y los servicios (Gráfica 13). No obstante, hay una mayor participación de las mujeres en ambos sectores; para este análisis se ha construido la tasa de feminización7 de las actividades económicas: si este indicador es mayor que 1 significa que las mujeres están sobrerrepresentadas en dicha actividad. Gráfica 13. Municipio de Pasto. Porcentaje de ocupados por rama de actividad. Tercer Trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH del DANE. Tercer trimestre de 2012.

A lo largo del periodo de estudio, se observa que las actividades de servicios comunales, sociales y personales; servicios financieros y comercio tienen los índices más altos de feminización, principalmente en servicios. (Cuadro 3)

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Es una proporción que se calcula como el porcentaje de mujeres en cada rama de actividad en relación con el total de hombres que trabajan en esa rama.

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Otra limitante para generar empresa, según las mujeres consultadas para el estudio, es la responsabilidad de las labores del hogar, la crianza de los hijos que exige mucha dedicación y tiempo. La creación y manejo de un negocio requiere gran cantidad de tiempo, lo que entra en conflicto con las obligaciones familiares. Por último, según la opinión de las representantes de las mujeres en el Consejo ciudadano de mujeres del municipio, existe un prejuicio hacia las mujeres empresarias. Es más difícil para una mujer lograr la credibilidad por parte de clientes y proveedores que para un hombre, debido a los mismos estereotipos y roles que les han impuesto a las mujeres, fruto del sistema patriarcal que prevalece aún en nuestra sociedad pastusa. Cuadro 3. Índice de feminización por rama de actividad. Años 2001 y 2012. Municipio de Pasto. Tercer trimestre.

Fuente. OMTP con base en datos de la ECH y GEIH.

Ahora, la participación de las mujeres en los sectores como la Agricultura, Construcción, Transporte y Electricidad, es muy baja. Por otra parte, en el sector de Transporte y comunicaciones observamos que en el 2012, con respecto al 2001, hay un aumento del índice, lo que significa que la inserción de mujeres en este sector se ha incrementado, con respecto al inicio del periodo, más a las comunicaciones que al transporte, debido al auge de la telefonía celular y la internet. Por el contrario, electricidad, industria manufacturera y agricultura se han reducido, lo que significa que en estas actividades predomina cada vez más la presencia de los hombres. Así que la Alcaldía de Pasto, a través de su Oficina de género, se encuentra capacitando a mujeres en labores de la construcción, con el ánimo de que empiecen a incursionar en ramas de actividades que hasta ahora han sido ocupadas por hombres. Sin embargo, según Janeth Luna, secretaria del Consejo Ciudadano de Mujeres, se ha encontrado la resistencia por parte de los hombres que trabajan en este sector; esto se debe principalmente a la idea de que las mujeres son frágiles y delicadas y que no pueden realizar tareas que requieren de mayor esfuerzo físico. Las entidades que trabajan en estos sectores, como el Consejo Ciudadano de Mujeres, Agencias como la Agencia regional para el desarrollo y la equidad de genero y diversidades (ARDEGED), el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entre otras, alegan la menor productividad que las mujeres pueden desplegar en estos oficios, la falta de habilidades y destrezas que se requieren como las justificaciones que se esgrimen para mantenerlas separadas de estos empleos. Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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Por otro lado, existe temor por parte de las mujeres de incursionar en actividades hasta ahora casi exclusivas de los hombres. Por ejemplo, es el caso presentado en el municipio de Pasto, con el grupo de mujeres que se capacitó en el SENA en el manejo de maquinaria y transporte pesado; ellas, a pesar de haber aprobado el curso y obtenido la licencia para el ejercicio de esta labor, se abstuvieron de postularse a las vacantes, debido a las dudas que surgieron fruto de su baja autoestima y el miedo a ser discriminadas. Así lo expuso Sandra Rocío Betancourt Realpe, directora del Observatorio de Género de la Alcaldía: Nosotras ya tuvimos una experiencia cuando se capacitaron mujeres en conducción, se capacitaron cerca de 60 mujeres, ellas recibieron su tarjetica de conducción, hubo la oportunidad laboral, para la distribución de gas y en el momento se les llamó, se les informó que había la oportunidad y el temor no las dejó. (S. Betancourt. Comunicación personal, 5 de abril de 2013) En cuanto al sector servicios, las mujeres se ocupan principalmente en los servicios domésticos, servicios de enseñanza y servicios de salud. Ya que estas dos últimas actividades requieren de un nivel educativo más avanzado, como mínimo un título técnico o profesional, la alta representatividad por parte de las mujeres es congruente con los programas académicos que están escogiendo ellas en la Educación Superior. Así, el registro de matriculados por programa académico en el Sistema de información nacional de educación superior – SNIES, del Ministerio de Educación, muestra que los programas más demandados por las mujeres en la Educación Superior siguen siendo las Ciencias Humanas (Licenciatura en educación básica, en Filosofía y letras, en Inglés y Francés, Psicología y sociología). (Gráfica 14) Gráfica 14. Municipio de Pasto. Mujeres matriculadas por programa académico, SNIES. Segundo semestre de 2012.

Fuente. Cálculos OMTP con base en datos de matriculados por programa académico del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior- SNIES del Ministerio de Educación. 2011.

La feminización de sectores como el comercio y servicios domésticos lleva implícita la precarización de la situación laboral de las mujeres, debido a que las principales características de este tipo de actividades son: el alto grado de informalidad, la baja remuneración salarial, un alto nivel de inestabilidad, baja productividad, entre otros.

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Tasa de subempleo Según la Organización Internacional del Trabajo – OIT, el subempleo existe cuando las personas ocupadas no han alcanzado su nivel de pleno empleo y revela la subutilización productiva de la capacidad para el trabajo. En el municipio de Pasto se observa una alta tasa de subempleo, 42% para el tercer trimestre de 2012. Cuando se analiza por sexo, se observa que, prácticamente, no existe una brecha de género en este indicador; mujeres y hombres tienen la misma tasa de subempleo 42% (Gráfica 15). Los altos niveles de pobreza y desempleo del municipio han obligado a muchas personas a aceptar trabajos mal pagados o a buscar alternativas de autoempleo, especialmente las mujeres, muchas de las cuales, por su condición de madres cabeza de familia, se han ocupado en actividades de carácter informal y por cuenta propia. Cuando se analiza este indicador por condición de subempleo, se encuentra que el subempleo por horas presenta brecha de género, lo que puede significar que hay una mayor tendencia de las mujeres a ocuparse en actividades con horarios más flexibles y de medio tiempo o en actividades del sector informal, muy seguramente por la necesidad de armonizar su actividad laboral con el cuidado de sus hijos y la realización de actividades domésticas en su hogar. Por otra parte, el subempleo por competencias no presenta brecha de género; o sea que, en igual porcentaje, tanto mujeres como hombres ocupados manifiestan estar subutilizando sus capacidades para el trabajo, es que probablemente se asocia a la obligación de aceptar el empleo como alternativa de ingreso para sus familias, sin tener en cuenta que no se adecúa a sus estudios y experiencia. Gráfica 15. Municipio de Pasto. Tasa de subempleo por tipo y sexo. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH, tercer trimestre 2012.

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El subempleo subjetivo8 es mucho mayor que el objetivo9, tanto para hombres como para mujeres (Gráfica 16). La escasez de oportunidades de empleo ha conducido a una gran cantidad de personas a decidir conservar su empleo aunque no estén satisfechos y que, a pesar de sentir que su trabajo no les ofrece unas condiciones justas y favorables, no realicen ningún esfuerzo para cambiar de ocupación. Por lo tanto, los trabajadores le están asignando mayor importancia a su ingreso, que a las condiciones en que se desarrolla su actividad laboral. Además, como fruto de las políticas de flexibilización laboral por parte del Estado y con el fin de mejorar la competitividad de las empresas, se ha incrementado el número de contratos de tiempo parcial; se ha hecho más fácil para los empresarios y menos costoso despedir trabajadores, lo que ha deteriorado las condiciones laborales y la estabilidad en el trabajo. Gráfica 16. Municipio de Pasto. Tasa de subempleo por tipo y sexo. Tercer trimestre de 2012.

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH.

El empleo informal en el municipio de Pasto es muy alto; la tasa de informalidad10 es del 63% para el tercer trimestre de 2012 (Gráfica 17). En cuanto a las mujeres, presentan una tasa de informalidad mayor que los hombres a lo largo de todo el periodo de estudio (aproximadamente 10 puntos por encima); esta situación, tal vez, se debe al hecho de que un gran número de mujeres ocupadas se desempeñan en actividades como el comercio y servicios domésticos. 8 El subempleo subjetivo se refiere al simple deseo manifestado por el trabajador de mejorar sus ingresos, el número de horas trabajadas o tener una labor más propia de sus personales competencias. 9 El subempleo objetivo comprende a quienes tienen el deseo, pero además han hecho una gestión para materializar su aspiración y estar en disposición de efectuar el cambio. 10

Según el DANE, se incluyen como ocupados informales: 1) Los empleados particulares y los obreros que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas en todas sus agencias y sucursales, incluyendo al patrono y/o socio; 2) Los trabajadores familiares sin remuneración o trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas; 3) Los empleados domésticos que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas; 4) Los jornaleros o peones que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas; 5) Los trabajadores por cuenta propia que laboran en establecimientos hasta cinco personas, excepto los independientes profesionales; 6) Los patrones o empleadores en empresas de cinco trabajadores o menos; 7) Se excluyen los obreros o empleados del gobierno.

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Debido a que estos servicios poseen unas barreras de entrada más bajas que otras ramas de actividad, por sus bajos o nulos requisitos de capital, tecnología y educación, sirven de refugio a una fuerza laboral que no encuentra empleo en actividades más productivas y mejor remuneradas (Weller: 2004, p.162). Las limitadas oportunidades de trabajo, los bajos niveles de formación y, en otros casos, la escasez de recursos para montar un negocio formal han conducido a muchas mujeres a dedicarse a ventas ambulantes o ventas por catálogo, pequeñas tiendas, salones de belleza, pequeños establecimientos de comidas rápidas, entre otros, actividades que no les permiten obtener un nivel de ingresos suficiente para cubrir sus necesidades y mucho menos acceder a los beneficios de la seguridad social en salud y al sistema de pensiones. En cuanto a los vendedores ambulantes y las plazas de mercado, la administración municipal ha realizado varios esfuerzos, ha construido y adecuado espacios para que estas personas desempeñen su actividad, mejorando y descongestionando con ello el espacio público de la ciudad y en alguna medida la situación de estos trabajadores. No obstante, estos son escenarios donde se puede observar la gran representatividad de las mujeres en el empleo informal; la mayoría de los comerciantes en estos puestos de ventas es mujeres, muchas de ellas desarrollando su actividad en compañía de sus hijos menores y con jornadas continuas de trabajo. Gráfica 17. Brechas de género en el empleo informal. Municipio de Pasto. 2007 – 2012. Tercer trimestre 2013

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH.

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CAPÍTULO TRES. DISCRIMINACIÓN SALARIAL La brecha salarial la define la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como la diferencia existente entre los salarios de los hombres y los de las mujeres, expresada como un porcentaje del salario masculino11. Diversos estudios han analizado las brechas salarias existentes entre hombres y mujeres; varias metodologías se han aplicado con el fin de determinar las causas de estas diferencias. Uno de los principales enfoques en el cual se han enmarcado estos estudios es la teoría de capital humano. Este concepto surge a finales del siglo pasado, como fruto de un estudio sociológico de Teodore Shultz y Gary Becker (1964), para quienes el crecimiento de las sociedades occidentales podía explicarse por el mejoramiento de las variables de capital humano (nivel de formación especializada). Según Becker, invertir en capital humano, entonces, tiene repercusiones en la renta monetaria y síquica futura; se trata de características adquiridas por los trabajadores que les permiten incrementar su productividad. Estas características no sólo se limitan a la educación formal; también se refieren a inversiones domésticas, como el cuidado en los primeros años de vida; también la salud síquica y física es considerada como capital humano, en el sentido en que contribuye a que el individuo logre mayores remuneraciones (Albano y Salas, 2007). De acuerdo con Becker (1985), las diferencias en las remuneraciones por tipo de sexo se explican por un factor de discriminación en el salario entre hombres y mujeres, que puede darse incluso cuando la participación en el mercado laboral sea la misma; es decir, a igual inversión en capital humano, el retorno de las mujeres será menor que el de los hombres. Una explicación derivada de este diferencial se debe a que las mujeres deben hacerse cargo del cuidado del hogar, lo cual la limita para cargos con una alta carga horaria y disponibilidad para viajar. De esto sugiere que las diferencias en productividad determinan la división sexual del trabajo, argumentando ventajas comparativas entre familias y mercados de actividad. Así, para Latinoamérica, el Banco Interamericano de Desarrollo, en su estudio “Nuevos siglos, viejas disparidades”, presentado en el 2012, compara Encuestas de Hogares representativas en 18 países de América Latina y el Caribe, y concluye que, pese a tener más años de educación que los hombres, las mujeres aún se concentran en ocupaciones peor remuneradas, como la enseñanza, la salud y el sector servicios; los hombres ganan un 17% más que las mujeres que tienen el mismo nivel educativo y afirma que en las profesiones mejor remuneradas, como la arquitectura, la ingeniería y el derecho, donde las mujeres tienen una baja representatividad, las brechas salariales son mucho más pronunciadas, alcanzando el 58% con respecto al hombre. Es necesario, entonces, un cambio cultural para acabar con estas diferencias.

11 SENADO DE MÉXICO. “Brecha Salarial de Género”. 2013.

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Casos particulares para algunos países muestran también que existen diferencias representativas; para el caso de México, García (2008) presenta evidencia de discriminación salarial hacia las mujeres; de acuerdo con este autor, ellas perciben 12.4 por ciento menos de salario que los hombres, teniendo iguales características en términos de capital humano. Para Chile, Perticará y Bueno (2009) afirman que la brecha salarial entre hombres y mujeres, sin embargo, ha tendido a acentuarse; en general, se encuentra que esta brecha es mayor en los años 2005 y 2006, pasando de un 12% a un 16%, lo que evidencia que el crecimiento del salario real no fue parejo para hombres y mujeres. La literatura sobre brechas salariales en Colombia en amplio número de casos trabaja la misma metodología, consistente en estimar la ecuación de ingresos para hombres y mujeres y posteriormente la descomposición, basada en la metodología de Oaxaca (1973). Tenjo (2009) analizó el diferencial de ingreso mensual entre hombres y mujeres: encontró que más de la mitad de las diferencias salariales por medio entre mujeres y hombres se explican por el hecho de que dentro de la misma ocupación y nivel de calificación las mujeres ganan menos que los hombres. También concluye que una parte importante de la explicación de las diferencias salariales no surge por dotaciones de capital humano; por tanto, se deduce un posible efecto discriminatorio. Galvis (2010), en su artículo “Diferencias salariales por género y región en Colombia, una aproximación con regresión por cuantiles”, muestra que existen diferenciales de salarios positivos a favor de los hombres en la mayoría de las ciudades principales y las brechas salariales parecen tener mayor importancia en el grupo de ingresos bajos, especialmente en las ciudades pequeñas o apartadas del centro del país; utilizando la descomposición de Blinder-Oaxaca en el contexto de regresión por cuantiles, concluye que dichas brechas, en su mayoría, se explican por el efecto de las diferencias en la remuneración a los atributos tales como la educación, y a elementos no observados. Barraza (2010), en un estudio realizado para Montería, Barranquilla y Cartagena, estimó la ecuación de ingresos para hombres y mujeres, y posteriormente descompuso la brecha salarial aplicando la metodología de Oaxaca. Se encontró evidencia de brechas salariales que favorecían a los hombres; además una parte importante de este diferencial se debía a los efectos de la discriminación. Si la remuneración dependiera únicamente del capital humano de los individuos, el diferencial salarial favorecería a las mujeres. Concluye que una estrategia relevante para evitar la posible discriminación de las mujeres consiste en eliminar las exigencias de las empresas de solicitar el estado civil del individuo, ya que esto no se relaciona con las capacidades laborales de los trabajadores. Bernat (2005), aplicando una descomposición de Oaxaca, en un estudio realizado para las siete principales ciudades en Colombia, encontró que, para el caso de los asalariados durante el periodo 2000-2004, los retornos en educación fueron 2% superiores para las mujeres asalariadas que para los hombres. También se determinó que un año adicional de una mujer incrementa su salario por hora en cerca del 15%, en tanto para el hombre el incremento fue del 13%.

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3.1. Metodología La metodología más empleada en estudios de brechas salariales es descomposición de Blinder-Oaxaca (BO). La metodología consiste en analizar la diferencia salarial en un determinado período de tiempo y descomponerla en una parte, que se atribuye a las diferencias en la productividad de los atributos observables del individuo, y otra porción que usualmente se atribuye a características no observables, dentro de los cuales se incluye la discriminación. Debido a que la metodología de Blinder Oaxaca es ampliamente utilizada en estudios de brechas salariales, el desarrollo metodológico del procedimiento de la descomposición de los ingresos salariales se toma del estudio desarrollado por Galvis (2010). El primer paso consiste en formular una ecuación tipo Mincer para el logaritmo natural de los salarios de los hombres y las mujeres:

La matriz X contiene las variables que afectan la productividad de los trabajadores y sus salarios. El diferencial salarial se obtiene descomponiendo el logaritmo natural de los salarios por hora (w) para los hombres (i=m) y las mujeres (i=f), estimando una ecuación tipo Mincer para cada grupo y restando uno del otro: Si se construye un término contrafactual que indique cuál es el salario que obtendrían las mujeres si tuvieran las remuneraciones de los hombres, y se suma y resta al lado derecho de la ecuación 2, se obtendría el diferencial de salarios atribuido a los diferenciales de características, , y el diferencial de salarios atribuido a las diferentes remuneraciones para cada género, En la ecuación 3, el primer término se denomina “efecto dotación”, y el segundo es el “efecto remuneración”. Es importante recalcar que los resultados de este tipo de regresión se sesgan debido a que no incluyen el ajuste por sesgo de selección, pues no todos los individuos que participan en el mercado laboral observan salarios positivos (Heckman, 1979). Por esa razón se incluye la probabilidad de emplearse en un sistema de ecuaciones donde: Este sistema de ecuaciones puede ser reformulado de tal forma que se incluya el término de corrección por sesgo de selección, , que se obtiene como , siendo el numerador y el denominador la normal estándar y la normal acumulada, respectivamente (Heckman, 1979). El término se conoce como el inverso de Mills.

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La ecuación 4 se reformula para incluir el inverso de Mills como sigue:

La descomposición de BO tendría dos nuevos elementos (6)

Neuman y Oaxaca (2004) se formulan el interrogante sobre e distribuir estos componentes, si en el efecto dotación o el de remuneración. Para este interrogante no existe un consenso o un marco teórico que sugiera si la selectividad afecta a uno o a todos los componentes. De hecho, los autores discuten cómo los nuevos términos en la ecuación (6) pueden, a su vez, ser distribuidos simultáneamente entre los dos efectos. Sin embargo, la nueva descomposición a partir de esta última propuesta tiene implícitos juicios de valor en relación con lo que constituyen las inequidades de género: si están manifiestas en la participación, en las diferentes remuneraciones o si hay inequidades en la dotación de atributos que afectan la productividad (Neuman & Oaxaca, 2004). Una alternativa que se ha empleado previamente es la de Duncan y Leigh (1980) y Reimers (1983). En sus aproximaciones al problema, estos autores proponen que la descomposición de BO tendría en cuenta este elemento y, de esta manera, la ecuación 3 tendría un componente de selectividad, de tal forma que el diferencial de salarios se corrige por ese componente calculando: (7) Neuman y Oaxaca (2004) explican que este tipo de descomposición no constituye una estimación del diferencial observado de salarios, sino el diferencial después de corregir por selectividad, que no es comparable con el diferencial obtenido por las estimaciones tipo Mincer simples. En estas últimas, los diferenciales evaluados en el promedio de las variables independientes son iguales al diferencial del promedio de la variable dependiente. Esta condición no se cumple en la ecuación 7. Teniendo en cuenta la descripción de las variables, se presentan las ecuaciones de participación e ingresos como insumo para la descomposición de Oaxaca.

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3.2. Resultados de las estimaciones y descomposición de Oaxaca En el siguiente cuadro se observa que los diferenciales salariales a favor de los hombres en todos los años son muy altos; es decir, que Pasto manifiesta amplias brechas salariales para el periodo de estudio. Respecto a la dotación en capital humano, los resultados refieren que las mujeres están menos dotadas que los hombres (educación, formación en el trabajo, experiencia y habilidades) y eso hace que reciban un menor salario que los varones. Cuadro 4. Municipio de Pasto. Resultados descomposición Oaxaca Blinder (OB).

Fuente: Cálculos OMTP con base en la GEIH.

Las siguientes gráficas muestran que el ingreso a partir del año 2007, tanto para hombres como para mujeres, se ha incrementado; sin embargo, la función de los ingresos de las mujeres es menor que la de los hombres, lo que explica una brecha entre el salario de los hombres y las mujeres, que se amplía a partir del 2008, excepto en el 2010, cuando la función de ingresos de los hombres disminuye.

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Gráfica 18. Kernel de ingresos para la ciudad de Pasto. Periodo 2007 – 2012. .

Fuente: Cálculos OMTP con base en datos de la GEIH del DANE, 2007 – 2012.

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Modelo de Participación El modelo estimado para realizar los cálculos de participación laboral incluye una lista de características econométricas deseables en todo modelo microeconómico: es un modelo parsimonioso, robusto y estable, caracterizado por la alta heterogeneidad de la muestra y cuyas variables explicativas son relevantes estadística y económicamente. Así, se puede observar que la bondad de ajuste permite establecer que los resultados del modelo calculado para los años 2007 – 2012 son significativos y corroboran la referencia teórica. Para las mujeres, los años de estudio tienen un efecto positivo en la probabilidad de entrar en el mercado de trabajo, pero es superior al de los hombres, excepto en algunos años (2007 y 2011). Por su parte, la probabilidad de entrar al mercado de trabajo para hombres y mujeres es positiva y se incrementa a medida que avanza la edad; sin embargo, cuando las personas llegan a una edad de 50 o más años, esta probabilidad disminuye (Cuadro 5). El ser jefe de hogar aumenta las probabilidades de entrar al mercado de trabajo tanto para hombres como para mujeres; sin embargo, para estas últimas existe una mayor probabilidad de participar en el mercado de trabajo, muy seguramente asociada al hecho de que pueden ser madres solteras, que se ven obligadas a buscar un empleo y generar ingresos para el mantenimiento de su familia. Para las mujeres que tienen hijos menores de 6 años, la probabilidad de salir al mercado de trabajo es menor que la de los hombres en igual situación. Sin embargo, estas circunstancias no le restringen su participación. Las mujeres hoy en día tienen la posibilidad de dejar sus hijos al cuidado de una guardería o sus ingresos les permiten pagar un jardín infantil donde dejar a sus hijos mientras trabajan.

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Cuadro 5. Resultados del modelo de participación.

Fuente: Cálculos OMTP con base en información de la GEIH, 2007 – 2012.

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Continuación Cuadro 5. Resultados del modelo de participación

Fuente: Cálculos OMTP con base en información de la GEIH, 2007 – 2012.

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4. CONCLUSIONES • La participación de las mujeres en el mercado de trabajo en el municipio de Pasto no ha presentado cambios importantes a lo largo del periodo de estudio; existe una amplia brecha en relación con la participación del hombre. Asimismo, las cifras muestran que persisten las diferencias en los principales indicadores de mercado de trabajo, tasa de ocupación, tasa de desempleo e inactividad, desfavorables todas hacia las mujeres. • Las personas en el rango entre 14 y 24 años son más vulnerables al desempleo, debido principalmente a su corta experiencia y su bajo nivel de escolaridad, principalmente las mujeres jóvenes que ya son madres. Esta población es uno de los puntos focales a los cuales deben ir dirigidas las políticas de empleo y la social, además porque su condición socioeconómica las hace propensas a la exclusión social. • Existen mujeres pertenecientes a grupos vulnerables, como, por ejemplo, las trabajadoras sexuales y empleadas domésticas, que no encuentran programas crediticios y de capacitación que se adecúen a sus características, lo que les impide incursionar en otras alternativas productivas para el mejoramiento de sus ingresos y calidad de vida. • Hay una mayor proporción de mujeres que de hombres trabajando en el sector informal, en especial en las actividades de comercio y servicios, debido, principalmente, a la incapacidad de armonizar el trabajo productivo con el reproductivo, por los horarios, la carga del cuidado de sus hijos y la responsabilidad de las labores domésticas en su hogar. • De acuerdo con la opinión de varios profesionales y comunidad relacionada con el tema de género en el municipio, la dependencia económica de las mujeres es uno de los factores que estimula la violencia intrafamiliar y la discriminación que existe hacia ellas, por lo tanto, uno de los programas más importantes en cuanto a equidad de género, y que no se puede descuidar, es el relacionado con la generación de ingresos y empleo para las mujeres. Esto se ha demostrado, porque algunas mujeres que han iniciado un negocio o empresa, así sea a muy pequeña escala, han visto aumentada su autoestima, han generado ingresos para sus familias, mejorando el ambiente familiar en sus hogares. • No obstante lo anterior, la independencia económica de las mujeres no genera automáticamente autonomía; ésta debe ir de la mano de programas de empoderamiento de las mujeres sobre sus derechos; programas para fomentar, dentro de los hogares, una relación de parejas afectiva y armoniosa; programas educativos como: talleres, seminarios, diplomados, cátedra de género en colegios y universidades, etc. • Es necesario que las mujeres incursionen en nuevos campos productivos en los que hasta ahora su presencia ha sido muy limitada, lo que permitiría abrir espacios y facilitar su movilidad productiva, que en el momento es muy difícil debido a que existe un alto nivel de segregación laboral que las ha llevado a ocuparse en actividades mal remuneradas y poco productivas.

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• En este sentido, un factor muy importante que le permitiría ampliar el campo laboral a las mujeres, es el aprovechamiento de las capacitaciones técnicas que se brindan en instituciones como el SENA y proyectarse hacia otras carreras profesionales hasta ahora casi exclusivas de los hombres (ingenierías, ciencias agrícolas y agroindustriales, entre otras), conjuntamente con la asesoría profesional para reducir el temor a incursionar en este tipo de actividades. • La falta de corresponsabilidad de todos los miembros del hogar respecto a las labores domésticas y el cuidado de menores, así como del hogar en general, ha ocasionado que se le deleguen a las mujeres, de forma casi exclusiva, estas tareas, generando una incompatibilidad entre las condiciones y actividades que exigen la educación y el empleo (horarios, desplazamientos, tiempo para la realización de deberes académicos, reuniones de trabajo) y las responsabilidades a ella atribuidas. • La mirada de las mujeres desde la planificación del municipio es muy importante; se debe, entonces, propender porque las mujeres lleguen a puestos de decisión en la administración pública municipal y procurar los espacios para que las diversas organizaciones y personas especialistas en el tema de género participen en el diseño de políticas, programas y proyectos que no las excluyan. • De acuerdo con los participantes en el Taller de construcción de estrategias, los programas de emprendimiento desarrollados por mujeres en la localidad han repercutido favorablemente en la creación de otros puestos de trabajo para mujeres.

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5. ESTRATEGIAS PARA LA DISMINUCIÓN DE LAS BRECHAS DE GÉNERO EN EL MERCADO DE TRABAJO DE PASTO 5.1. Metodología De acuerdo con el diagnóstico realizado anteriormente, y las conclusiones del documento, se formuló un Taller participativo de construcción de estrategias. En este taller participaron diversas entidades, entre las cuales se encuentran: el Departamento de la Prosperidad Social – DPS, el Ministerio del trabajo, el Observatorio de género de la alcaldía de Pasto, ICBF, Oficina de asuntos internacionales de la Alcaldía de Pasto, SENA, Consejo ciudadano de mujeres, Líderes campesinas, entre otros. A continuación se plantea la metodología desarrollada en el Taller participativo en género en el municipio de Pasto.

Metodología del taller participativo de discusión de programas y estrategias de género La metodología del taller participativo para el diseño de estrategias para reducir brechas de género en el mercado laboral contó con la participación de cerca de 28 líderes, que representan diversos sectores a favor de la equidad de género en el municipio de Pasto. Antes de aplicar la presente metodología, se desarrolló una prueba piloto con 15 estudiantes de la Universidad de Nariño, en la que se identificaron las debilidades de la metodología y se aplicaron las debidas correcciones para el taller final con entidades. La metodología que se implementó fue el análisis estratégico, utilizando la herramienta informática Mic Mac.

Categorización de las variables Con base en el Taller participativo sobre género realizado, se establecieron 17 variables de peso que causan o inciden en la problemática laboral de género en el municipio. A continuación se presentan las variables y argumentos más importantes de la discusión del taller:

Estigmatización histórica de las capacidades de las mujeres (estig)12 Se argumenta la existencia de un lenguaje sexista en la cultura colombiana, al igual que en el municipio de Pasto, que ratifica la sumisión de las mujeres como consecuencia histórica. Se encuentra que existen representaciones y simbolismos acerca de la relación de las mujeres como madres reproductoras encargadas del hogar relacionadas con lo sensible, lo materno, la crianza, lo delicado, mientras al hombre se lo relaciona con la fuerza, el poder, la dirección. Estos simbolismos afectan de una forma casi inconsciente la conducta de la sociedad en todas las esferas, incluida lo laboral, que impide el ascenso de las mujeres en lo público. 12 Abreviatura de las variables.

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Se da también el fenómeno de que cuando las mujeres salen a lo público, ejemplo de ello aquellas que asumen cargos de poder, continúan replicando el sistema de género dominado por la cultura patriarcal. Esto se debe, según los participantes en el Taller, a que entre las mismas mujeres existe envidia y a que los hombres, una vez llegan al poder, rechazan los intentos por romper los esquemas. La estigmatización no solo se da en el campo intelectual sino en términos de fuerza. Por ejemplo, los hombres están relacionados con la fuerza, por tanto son más demandados a nivel laboral que las mujeres en trabajos catalogados de trabajo intenso relacionado con la fuerza. Sin embargo, las mujeres consideran que este estereotipo es infundado, porque hombres y mujeres tienen las mismas capacidades. Existe, por tanto, una estigmatización desde la esfera del empleador, como de la misma mujer, por su formación y creencias desde la niñez. Una participante comentó al respecto: “es claro que cuando se trata de cargar un bulto, uno escoge un hombre porque generalmente tienen más fuerza, pero las mujeres poseemos otro tipo de fuerza, por ejemplo la capacidad de resistencia; es decir, las mujeres soportamos más el dolor y nuestra resistencia es superior que la de los hombres”.

Doble carga laboral de las mujeres (docarg) Este es uno de los factores que más preocupa a las mujeres y es considerado un problema central en la dinámica laboral. Se explica desde la idea generalizada, en primer orden, de que las mujeres están relacionadas y prácticamente obligadas al cuidado del hogar, lo que les dificulta en términos laborales en cuanto a: Bajo rendimiento o productividad desde la perspectiva del empleador, por ende menos posibilidades de ascenso laboral debido a la falta de disponibilidad en cuanto a horas extras, en comparación con el hombre. Problemas de estrés emocional, al asumir la doble carga laboral debido a una preocupación constante de tiempos, compromisos y, en ocasiones, descuido de las funciones asumidas en el hogar. Problemas de acceso a la educación, ya que el tiempo que deberían utilizar en su formación, deben ocuparlo en sus responsabilidades en el hogar; muchas mujeres aceptan este hecho resignadamente y dentro del hogar permiten que el cónyuge sea el que ascienda o estudie como una forma de repartir roles en la dinámica del hogar; existe también la dificultad en cuanto a disponibilidad de desplazamiento para el caso de trabajos, talleres de formación, o actividades relacionadas con el objetivo laboral. Problemas conyugales, al mostrar su inconformismo y exigir equidad en las actividades del hogar. Obligación a aceptar menos ingresos salariales, especialmente para el caso de mujeres jefes de hogar, por la urgencia de llevar ingresos aunque se puede dar en otras circunstancias.

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La Doble carga laboral influye para ganar menos y no es reconocida ni económica ni laboralmente en la sociedad. Actualmente, el gobierno nacional viene trabajando la Ley 1413 de 2010 que tiene por objeto incluir la economía del cuidado, conformada por el trabajo de hogar no remunerado, en el Sistema de Cuentas Nacionales. Sin embargo, aún no se cuenta con una metodología clara para reconocer el trabajo de las mujeres en el hogar.

Cultura patriarcal (cpatr) Se mostró un consenso entre las líderes; ellas dicen que esta es una variable transversal en toda la problemática de género en el mercado laboral. En la diagramación en el plano cartesiano, se encuentra también que esta variable ejerce una gran influencia y dependencia en las demás variables y es, por tanto, uno de los problemas centrales que se debe tener en cuenta en el desarrollo de programas de género.

Discriminación económica y laboral (discr) La discriminación económica y laboral es uno de los grupos de temas más trabajados a nivel de políticas públicas a nivel internacional. Es también un problema central para los y las líderes en Pasto. La problemática consiste en que los hombres perciben más ingresos que las mujeres por la misma labor y tiempo destinado. Entre los argumentos que respaldan esta variable están: Discriminación por preferencias del empleador, que se da cuando, así mujeres y hombres estén igualmente capacitados, tienen igual experiencia y el empleador, en ciertas actividades consideradas masculinas, como la construcción, la arquitectura, mecánica, entre otras, que generalmente son de hombres, no se escoge a las mujeres. Si bien existe la conciencia de que las mujeres son más ordenadas y hacen un trabajo más pulido que el de los hombres, existe la idea, desde la perspectiva del empleador, que una mujer produce alrededor de la mitad de lo que lo hace un hombre. Por tanto, así las mujeres estén capacitadas encontrarán una barrera cultural que las limita a acceder a ciertos cargos. La discriminación también se da en el ámbito de ascensos laborales; si bien las mujeres tienen las mismas oportunidades de ascenso que el hombre, el empleador preferirá al hombre por diversas razones; por ejemplo, el sistema cultural afianza en el hombre la conciencia de que las mujeres son débiles para exigir responsabilidades, por estar catalogadas dentro del “sexo débil”; el problema se agrava si tiene hijos o personas de cuidado.

Invisibilización del poder de decisión de las mujeres (inpod) Hay un dicho popular en nuestra ciudad: “La mujer es la que manda en la casa”; sin embargo, de acuerdo a las participantes en el Taller, quien finalmente toma las decisiones es el hombre. Incluso la imagen de las mujeres en el hogar, desde la perspectiva de los hijos, es que el hombre asume el límite e impone las reglas. Por tanto, existe una invisibilización Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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del papel y la toma de decisiones de las mujeres en el ámbito del hogar. Este mismo esquema cultural se repite en la sociedad.

Acoso laboral y sexual contra las mujeres (acoso) Se argumentó la existencia de violencia contra las mujeres en cuanto a acoso laboral y sexual. La explicación dada se ajusta a lo que se manifiesta en la literatura sobre los dos tipos de acoso laboral más común. A continuación, se dará una explicación de dos tipos de acoso muy comunes, presentes en la sociedad pastusa de acuerdo a las informantes: Chantaje sexual: tipo de trabajo en términos, de jerga popular, en que “si me das eso, yo te doy esto”; este tipo de acoso consiste en la forma de favor sexual exigido directa o indirectamente, por la persona que tiene posibilidades de ofrecer beneficios, a un empleado o empleada a cambio de beneficios laborales de acceso, permanencia, beneficios salariales, ascenso laboral. Acoso en el ambiente laboral: se trata del acoso que se da en el día a día laboral y que se perpetúa, por ejemplo: conductas de acoso o insinuaciones de tipo sexual, verbal, o físicas que interfieren en las labores normales dentro del ámbito laboral.

Falta de oportunidades laborales (faltop) Esta variable es considerada tanto para hombres como para mujeres. En nuestra ciudad, la economía, basada principalmente en el sector terciario, no ha sido capaz de absorber la mano de obra disponible en el mercado de trabajo. Además, de acuerdo con la Cámara de Comercio, la mayoría de las empresas existentes en el municipio es microempresas, cuya capacidad productiva no permite emplear la fuerza de trabajo disponible.

Dependencia económica de las mujeres (depem) El problema consiste en la alta dependencia económica de las mujeres respecto al hombre. Muchas mujeres dependen en tal medida que están supeditadas a las decisiones de los hombres para poder ejercer trabajos, acceder a la educación o emprender labores que representen ingresos.

Presión social hacia las mujeres (presoc) Los medios de comunicación ejercen una presión social que ocasiona una alienación de las mujeres del sistema de conducta cultural impuesto. Desde este enfoque, las mujeres son exitosas en la medida en que reúnan ciertos roles y estereotipos culturales, como belleza física, valores relacionados con lo femenino, cuidado del hogar, y trabajadora responsable. De no cumplir con este estereotipo, puede desencadenar su consecuente subestima personal, lo que le impide desarrollar su fortaleza interior y sus deseos de superación. Argumentan la posibilidad de que estos estereotipos estén causando problemas, como mala alimentación, estrés social al buscar constantemente dosis de aprobación por el sistema impuesto.

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Educación y crianza no sexista (edsex) Existe una problemática que surge desde la educación en el hogar, en la escuela y en todos los ámbitos del aprendizaje. En la escuela, los estereotipos están implantados desde el material pedagógico que se utiliza para enseñar; por ejemplo, en la escuela, donde a los niños se les enseña “yo amo a mi mama”, “mi papa trabaja en el campo”, “mi mamá prepara la sopa”, para aprender lectoescritura.

Falta de solidaridad entre las mismas mujeres (falsol) Es un problema generalizado en la sociedad y que consiste básicamente en que existe rivalidad entre las mismas mujeres y desde ellas se plantea oposición a los procesos que se organizan para la equidad de género.

Baja autoestima de las mujeres (bajaut) Es un problema relacionado con la baja estima de las mujeres. De acuerdo con los asistentes al Taller, este problema se ve en distintas facetas: 1) el bajo auto concepto de sí mismas impide que ellas acepten o se resignen a labores mal remuneradas, incluso cuando deberían ser mejor pagadas; 2) al acceder a la formación, consideran de antemano que no van a poder aprender o que si lo aprenden no lo van a poder poner en práctica; 3) sumisión de las mujeres ante la problemática de violencia intrafamiliar por parte del hombre y el alcoholismo muy común en zonas rurales; 4) problemas que dificultan las relaciones sociales en el ámbito público. También se presenta en el municipio que las mismas mujeres no reconocen el valor de las labores que realizan en el hogar; las mujeres amas de casa afirman: “yo sólo lavo la ropa”, “yo sólo me encargo de la casa”, “yo sólo me encargo de los niños”.

Dificultades para acceder a la educación (difed) Este es un problema que afecta en mayor medida a mujeres con responsabilidades relacionadas con el cuidado de personas y se refiere a la imposibilidad de acceder a la educación, debido a la incompatibilidad de armonizar labores del hogar con actividades propias del estudio y horarios establecidos.

Temor a incursionar en actividades hasta ahora desempeñada por hombres (temor) La misma alienación cultural de las mujeres impide que se inserten en labores que hasta ahora desarrollaban los hombres, existe temor a sentir la discriminación, a sentirse rechazadas, a realizar mal su labor y por ello sentirse cuestionadas.

Desconocimiento de los derechos (desder) Existe un desconocimiento de los derechos por parte de las mujeres; así, entonces, ante alguna discriminación o injusticia hacia ellas, no se presentan las correspondientes denuncias de su parte y no acceden a las herramientas jurídicas disponibles. Brechas de género en el mercado de trabajo de Pasto

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Falta de sensibilización sobre el asunto de género (falsen) Se considera la comunidad no es consciente de la importancia de los asuntos de género; se presenta el caso de que los mismos funcionarios encargados de la planificación y formulación de políticas públicas, no tienen el conocimiento necesario sobre el tema ni están sensibilizados sobre su importancia.

Violencia simbólica (Viosim) Desde niñas, a las mujeres se las forma con estereotipos patriarcales, se les enseña que deben ser delicadas; desde que nacen se determina un color para cada sexo; a las mujeres se les asigna las labores del hogar y del cuidado de los hijos, mientras que a los hombres no; los juguetes que se regalan a las mujeres tienen que ver con esas labores, generalmente. A las niñas se les empieza a inculcar el sueño de ser princesas, lo que implica ser casada, vivir en su castillo y a la sombra de su esposo, el rey. Desde la infancia, entonces, esta violencia se reproduce y se transmite de generación en generación. Gráfica 19. Mapa de influencia/dependencia de las variables estandarizadas.

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5.2. Estrategias resultantes Estrategia 1. Sensibilización sobre asuntos de género Problema básico En el municipio se han realizado varios intentos por incorporar la perspectiva de género en los planes y programas de desarrollo. No obstante, ya en la práctica, este proceso no se ha materializado; muchos de los esfuerzos por incorporar en proyectos a las mujeres han fracasado, debido principalmente a que el personal y los actores incluidos en la formulación de políticas, programas y proyectos no cuentan con un verdadero empoderamiento y conocimiento sobre estos asuntos y su importancia. Además, la misma comunidad se resiste por los estereotipos culturales que han prevalecido en nuestro municipio, lo cual obstaculiza el proceso.

Objetivo Por esta razón, es fundamental emprender un programa para incrementar la sensibilización en los asuntos de género, que permita avanzar hacia la materialización de las políticas y programas impulsados por las diferentes instituciones, tanto públicas como privadas.

Programa Programa de Formación en equidad de género en las instituciones públicas, principalmente en las oficinas encargadas de la planificación, formulación de programas y proyectos.

Acciones Evaluar y mejorar la incorporación del enfoque de género en los programas de capacitación para el personal que trabaja en las diferentes instituciones públicas que tengan que ver con la planificación económica y social. Elaboración de material pedagógico sobre equidad de género y la importancia para lograr una sociedad más igualitaria e inclusiva.

Actores Programa de Formación en equidad de género en las instituciones públicas, principalmente en las oficinas encargadas de la planificación, formulación de programas y proyectos.

Articulación de las instituciones públicas con entidades expertas en el tema de género, para la realización de Talleres y Capacitaciones dirigidos a directivos y funcionarios. Programa de Formación en derechos y Equidad de género en Instituciones de Educación Básica primaria y secundaria, públicas y privadas

Diseño y elaboración de una cartilla para la formación no sexista en derechos y equidad de género, para utilizarla en la enseñanza de los colegios. Elaboración de un manual y multiplicadores para la formación en derechos y equidad de género.

Programa de Formación en equidad de género en las instituciones públicas, principalmente en las oficinas encargadas de la planificación, formulación de programas y proyectos.

Realización de seminarios y foros sobre equidad de género dirigido a los directivos y docentes de los colegios de la localidad. Ver continuación pagina siguiente

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Programa

Acciones

Actores

Continuación de pagina anterior

Articulación de las instituciones educativas con entidades expertas en el tema de género para la realización de Talleres y Capacitaciones dirigidos a directivos y personal docente de las instituciones educativas en el municipio. Implementación de una cátedra de género en colegios. Implementación del tema de género en las escuelas de padres de familia. Evaluar si los manuales de convivencia de los colegios cumplen con la inclusión del tema de género y, si no lo tienen, implementarlo.

Programa de educación en género para otros sectores de la comunidad

Realización de taller y capacitaciones sobre equidad de género y derechos dirigido a Juntas de Acción Comunal, usuarios y usuarias del Se-emprende y DPS, partidos políticos, Policía Nacional, Sector financiero, Asociaciones de productores, Cámara de Comercio, Gremios, Comunidad en general, liderados por organizaciones internacionales que trabajan en el tema.

Alcaldía de Pasto, Oficina de Género, Secretaría de Desarrollo Económico, Cámara de Comercio de Pasto, Ministerio del Interior, Sistema Nacional de Derechos Humanos, Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, ONG.

Programa comunicacional

Diseño de una campaña publicitaria sobre equidad de género, que se puede difundir en varios escenarios del municipio, como, por ejemplo:

Programa de Formación en equidad de género en las instituciones públicas, principalmente en las oficinas encargadas de la planificación, formulación de programas y proyectos.

Radio: a través de minifranjas radiales o spot radiales dirigidos a diferentes sectores de la sociedad en diversos horarios. Implementación de una emisora comunitaria que coadyuve a la sensibilización de los asuntos de género. Televisión: microprogramas en canales locales. Escrita: diseño e implementación del Boletín municipal de género, impulsado por la administración municipal. A través de él, se darán a conocer a la comunidad los diversos esfuerzos y experiencias de las personas e instituciones que trabajan por la equidad de género. Construcción de la imagen institucional de la Oficina de género de la alcaldía y el Consejo Ciudadano de Mujeres, que aporte a su reconocimiento y visibilización.

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Estrategia 2. Empoderamiento económico de las mujeres Problema básico La alta tasa de desempleo que afecta a las mujeres, debido a las escasas oportunidades de empleo y fomento al emprendimiento, las ha dirigido hacia actividades de trabajo precarias, con bajas remuneraciones e inestables. La incompatibilidad de las labores domésticas y el trabajo no les ha permitido acceder equitativamente a puestos de trabajo con mejores condiciones laborales y con oportunidades de ascenso y mejoramiento de ingresos. Además, la dependencia económica contribuye a que las mujeres toleren la violencia intrafamiliar hacia ella y genere su baja autoestima.

Objetivo Avanzar hacia el empoderamiento económico de las mujeres, que contribuya a su autonomía económica y la defensa de sus derechos.

Programa Fortalecimiento de los procesos de emprendimiento y empresarismo que sean liderados o en los cuales participen las mujeres

Acciones

Actores

Capacitación y formación a las mujeres en las líneas de: Cultura de emprendimiento empresarismo.

y

Liderazgo Cooperativismo y Asociatividad

Fortalecimiento de programas, como mujeres ahorradoras del DPS. Generación de espacios para emprendimiento y empresarismo:

Alcaldía de Pasto, Oficina de Género, Secretaría de Desarrollo Económico, Cámara de Comercio de Pasto, Ministerio del Interior, Sistema Nacional de Derechos Humanos, Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, ONG.

el

Realización de Ferias de emprendimiento dirigidas a empresarias mujeres. Realización de Ruedas de negocios para empresas de mujeres. Encuentros empresariales femeninos, donde se compartan experiencias exitosas y permitan la formación de redes empresariales. Talleres y seminarios sobre emprendimiento y empresarismo dirigidos a mujeres empresarias o emprendedoras.

Formulación e implementación de convocatorias especiales para el financiamiento de proyectos o ideas de negocios liderados por mujeres. Formulación e implementación de programas crediticios y de fomento productivo con enfoque diferencial: estos programas deberán contemplar las limitaciones de género del contexto y formular portafolios alternativos e innovadores que se adapten a las particularidades de la localidad; para ello, deberán contemplar la articulación entre diversas organizaciones del orden municipal, nacional e internacional

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Estrategia 3. Información para la equidad de género. Problema básico Por la insuficiencia de indicadores de género que sirvan como base estadística para evaluar los impactos de los programas y proyectos que se han desarrollado en los diferentes ámbitos (económico, social, político, etc.) para favorecer la equidad de género en el municipio, es necesario contar con disponibilidad de información oportuna y de calidad, a fin de garantizar una toma de decisiones más adecuada y que pueda generar mayores beneficios a la población. En este sentido, los indicadores de género se constituyen en una herramienta que permite visualizar e identificar las principales problemáticas de género en el municipio, así como también tener una visión de los impactos de políticas y programas de género, inclusive identificar cualquier error y tomar las medidas correctivas a tiempo.

Objetivo Construir indicadores de género que permitan una mejor planificación y formulación de políticas, programas y proyectos para la equidad de género en el municipio.

Programa Diseño e implementación de un sistema de información de género para el municipio

Acciones

Actores

Identificación de variables y requerimientos para construcción del indicador.

Alcaldía de Pasto, Oficina de género, Observatorio de género, DANE, Alta Consejería para la Presidencia, Universidad de Nariño, PNUD, Observatorio del Mercado de Trabajo de Pasto.

Identificación de fuentes de información y procedimientos para recolectar información. Definición de procesos para interpretación de los indicadores.

la

Diseño y elaboración de una guía metodológica para la construcción e interpretación de indicadores de género. Diseño e implementación de un sistema de información de género. Articulación de los Observatorio del Mercado de Trabajo de Pasto y Observatorio de Género para la construcción del sistema de información.

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Estrategia 4. Fortalecimiento de la investigación en asuntos de género. Problema básico La carencia de investigaciones pertinentes sobre los asuntos de género hace más complicada la tarea de identificación y formulación de políticas y medidas tendientes a mejorar la equidad de género en el municipio. Además, no permite la visibilización de las inequidades que existen en contra de las mujeres y contribuye al desconocimiento de la importancia de este tema en los temas del desarrollo regional.

Objetivo Fortalecer la investigación en asuntos de género en el municipio, que den cuenta de las principales problemáticas y profundicen en el diagnóstico de temas específicos y prioritarios de estos asuntos.

Programa Fortalecimiento de la investigación sobre asuntos de género

Acciones

Actores

Desarrollar investigación multidisciplinaria y articulada con las diversas instituciones, que contribuya a vislumbrar las causas y posibles soluciones a las principales diferencias de género identificadas.

Alcaldía de Pasto, Oficina de género, Observatorio de Género Pasto, Alta Consejería para la Presidencia, Universidad de Nariño, Organizaciones no gubernamentales, Colciencias

Creación de una línea de investigación de género en la Universidad de Nariño, que permita explorar diversas fuentes de recursos para investigación y formar redes de investigadores para el intercambio de tecnologías y conocimientos para un mejor estudio de esta temática. Propiciar el debate sobre los asuntos de género en los diferentes ámbitos académicos, mediante foros de discusión.

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Estrategia 5. Construyendo un tejido social para la equidad de género Problema básico La desarticulación de los diferentes actores (entidades públicas, academia y empresa) que tienen que ver con los asuntos de género, no permite aunar esfuerzos para establecer políticas más adecuadas que contribuyan hacia una verdadera equidad e igualdad.

Objetivo Fortalecimiento de un tejido social interesado en el tema de género (investigadores, profesionales, comunidad, empresas), para trabajar de manera conjunta en la identificación, desarrollo, intercambio y seguimiento de buenas prácticas y de experiencias innovadoras que permitan aumentar el acceso igualitario de las mujeres en todos los ámbitos (productivo, político, educativo, etc.), principalmente para población vulnerable.

Programa Fortalecimiento del observatorio de género de la alcaldía y su articulación con la red ORMET Pasto.

Acciones

Actores

Formar relaciones en las redes sociales, teniendo como principal punto de encuentro la equidad de género.

Alcaldía de Pasto, Oficina de género, Alta Consejería para la Presidencia, SENA.

Firma de un acuerdo de voluntades entre el ORMET Pasto y el Observatorio de Género de la Alcaldía Encuentros anuales con diferentes actores sociales para intercambiar experiencias y procesos innovadores que contribuyan a la inclusión de las mujeres en los ámbitos productivo, político, educativo.

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Estrategia 6. Armonización del trabajo con el hogar Problema básico La entrega, casi en su totalidad, de la responsabilidad para el cuidado de sus hijos, le impide a las mujeres el mejoramiento de su capital humano y la consecución de un trabajo de mejor calidad por la incompatibilidad con las actividades y condiciones que exigen (horarios, desplazamientos, ingresos).

Objetivo Procurar a las mujeres una mejor compatibilidad entre el trabajo y el hogar.

Programa Formulación de política pública cuidado para Pasto

una del

Acciones

Actores

Inventario de programas o acciones existentes en el municipio para el cuidado de niños, ancianos y enfermos.

Alcaldía de Pasto, Oficina de Género, ICBF, SENA, DPS, Alta Consejería Presidencial para la equidad de género. Ministerio de trabajo.

Evaluación de la pertinencia de los programas identificados. Restructuración y fortalecimiento de los programas existentes, o formulación de otros programas y proyectos para el cuidado. Articulación de instituciones para una mayor eficiencia de los programas identificados para el cuidado. Promover la inclusión dentro de la legislación laboral respecto a que los costos por maternidad sean asumidos equitativamente tanto por el empleador del padre como el de la madre.

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Estrategia 7. Gestión de recursos para la equidad de género Problema básico La escasez de recursos económicos para la implementación de programas y proyectos que permitan la materialización de la política de equidad de género del municipio de Pasto por parte de la Oficina de Equidad de Género.

Objetivo Gestionar recursos para la materialización de la política de género del municipio de Pasto.

Programa Creación de una estampilla pro equidad de género para el municipio

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Acciones Formulación de la propuesta. Presentación y sustentación de la propuesta ante el Concejo Municipal de Pasto.

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Actores Alcaldía de Pasto, Oficina de género, Concejo Municipal


Anexos Anexo 1. Servicio público de empleo – SENA. Demandas por nivel educativo. 2008 – 2010

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Anexo 2. SENA. Mapa de las ocupaciones en Colombia

Competencias de formación para el trabajo

Contenido de la competencia

Finanzas y administración

Ciencias naturales, aplicadas y relacionadas

Salud

Ciencias sociales, educación, servicios gubernamentales y religión

Ventas y servicios

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Nivel cualificado


Competencias de formaci贸n para el trabajo

Contenido de la competencia

Nivel cualificado

Operaci贸n de equipos, del transporte y oficios

Procesamiento, fabricaci贸n y ensamble

Fuente: OMTP con base en el mapa ocupacional del SENA.

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