HILOS DE ESPERANZA
Edilda Muñoz Beleño, desplazada del sur de Bolívar, se trasladó con sus cinco hijos al barrio Rebolo, en Barranquilla, donde pasó de vender informalmente toallas y sábanas a confeccionar en su propia microempresa.
La mirada de Edilda Muñoz es alegre, al igual que su actitud para coger con calma el hilo y meterlo en la aguja de la maquina de coser. Debe confeccionar a diario 60 prendas de vestir para entregar a un proveedor que le encarga la producción de pantalonetas y otras prendas deportivas. La mujer, por primera vez en muchos años, siente tranquilidad de tener con qué alimentar a sus cinco hijos con un salario digno, puesto que después de salir desplazada del municipio de Pinillos, en el sur de Bolívar, el desplazamiento ha sido sinónimo de necesidad y en muchas ocasiones, hasta de hambre.
El Centro de Oportunidades de Barranquilla es el resultado de una alianza público privada entre la Alcaldía Distrital, Fenalco Atlántico y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.
“Todos los que iban en una lancha murieron. A unos que se lanzaron al río también les dispararon. El resto de la gente del pueblo, luego de ver esto y que a medida que avanzaban iban matando uno más, empezó a correr hacia atrás, hacia el monte a esconderse”.
Fotografías PNUD COLOMBIA/ ELIZABETH YARCE OSPINA
En 1998, las Autodefensas Unidas de Colombia incursionaron en varios pueblos del sur de Bolívar (entre ellos el corregimiento de Matequeira, en Pinillos). Llegaron por el río y empezaron a disparar. “Todos los que iban en una lancha murieron. A unos que se lanzaron al río también les dispararon –relata la mujer-. El resto de la gente del pueblo, luego de ver esto y que a medida que avanzaban iban matando uno más, empezó a correr hacia atrás, hacia el monte a esconderse”. Ella iba con sus hijos, dos hermanos (uno de ellos sordomudo), una sobrina y con suerte pudo escapar.
“Fui al Centro de Oportunidades y pude acceder a un préstamo por 3 millones de pesos. Compré mis dos máquinas y desde ahí eso ha sido una bendición”
Después de huir llegó a Barranquilla donde durante algunos años sobrevivió hasta con 2.000 pesos diarios. Otros en los que, gracias a su empuje como vendedora de sábanas y toallas, pudo aumentar sus ingresos y darle una vida un poco más digna a sus cinco hijos y pagar una casa de alquiler. “Llegó un momento en el que reaccioné y dije: ‘yo tengo que tener más oportunidades’. Entonces ahorré y conseguí una máquina de coser y empecé el rebusque. No era mucho lo que ganaba, pero ya era ganancia”.
Con su actitud optimista la madre siguió tocando puertas y el año pasado tuvo un giro en su vida: “Conocí el Centro de Oportunidades de Barranquilla y su Programa de Desarrollo de Proveedores. Luego de que vieron mi proyecto de confecciones pude acceder a un préstamo por 3 millones de pesos”. Compró dos máquinas industriales de coser adicionales y aprende en el Centro de Oportunidades cómo ser empresaria. “Vivo agradecida porque ahora tengo más máquinas, toda la familia está trabajando y ya hemos conseguido opciones”, Su hijo –quien se capacita en el Sena– y sus sobrinas trabajan con ella en una pequeña fábrica en sus vivienda. “Aumentaron las ventas. Hay una mejor producción por las máquinas, la ropa sale más pulida. He podido cumplir con los pedidos… Mi vida dio un giro y estoy aprovechando esta oportunidad”. Edilda Muñoz, como muchos usuarios, llegó al Centro de Oportunidades, donde fue atendida y recibió asesoría sobre un crédito a través del Fondo de Microfinanciamiento, que utilizó para la compra de dos máquinas: fletadora y recubridora industrial. En la actualidad, tiene el taller de confecciones en su casa propia en el barrio Rebolo y se dedica a la elaboración de prendas de vestir con la ayuda de 4 personas que se encargan de vender sus productos. Como ella, 1.000 pequeños empresarios que vivían en situación de extrema pobreza y vulnerabilidad, han visto fortalecidos sus negocios con el apoyo del Centro de Oportunidades que se creó mediante alianza público privada entre la Alcaldía de Barranquilla, Fenalco Atlántico y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.
EDILDA MARÍA MUÑOZ , madre de 5 hijos “Llegué a Barranquilla en 1998, desplazada, con mis cinco hijos. Nunca me di por vencida y en medio de muchas necesidades empecé a vender toallas, sabanas y otros enseres y luego me puse a coser. Compré una maquinita ... Nunca era suficiente para mantener a toda mi familia. Solo ahora tengo una oportunidad real de salir adelante, gracias al Centro de Oportunidades. Soy una mujer bendecida y mi familia también”.
“Uno no es desplazado porque sí. Cuando los que vivimos esa guerra no aguantamos más fue que corrimos. Yo aún recuerdo que antes de la masacre que relaté ellos (el grupo armado) hicieron explosiones junto al patio de la casa… Mi mamá casi se muere del susto y gritaba desesperada. Eso no es vida. Luego cuando empiezan a disparar, a amenazar, a desaparecer, a matar, luego de que uno ha aguantado mucho es que tira la toalla y se va, después de tenerlo todo, a pasar hambre”.