SEMPEGUA: LA ESCUELA QUE FLOTA

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UNA ESCUELA FLOTARÁ EN LA CIÉNAGA ZAPATOSA Ø Ø Ø

Gracias al proyecto Aulas Flotantes en el corregimiento Sempegua del municipio de Chimichagua (Cesar), los niños de primaria ya no tendrán que desplazarse de su escuela en época de invierno. La estructura es única en América Latina y podría replicarse en otros territorios de Colombia y del continente PNUD, UNGRD, Unión Europea y Universidad EAFIT al frente de este proyecto.

VER GALERÍA FOTOGRÁFICA. Fotos: Elizabeth Yarce/PNUD Colombia VER VIDEO (Chimichagua, 26 de mayo) Cuando Sempegua se inunde, el cemento que aferra la escuela Nuestra Señora del Carmen al piso firme se desprenderá, comenzará a subir y flotará. Cuando se vaya el agua, quedará en el mismo sitio. De esta forma funcionará el primer centro educativo flotante en Colombia, con una capacidad para 60 niños, distribuidos en tres aulas. Sempegua, con una temperatura que oscila entre los 30 y 40ªC, está ubicado a una hora por carretera destapada del municipio de Chimichagua, y a cuatro de Valledupar (Cesar). Los habitantes viven en su mayoría de la pesca, la agricultura y la ganadería. Ofrece uno de los


mejores paisajes de esta zona del país, al poder contemplar en su esplendor la ciénaga de Zapatosa donde llegan aguas de los ríos Cesar y Magdalena.

Paradójicamente, cuando esta laguna crece (abril, mayo, septiembre y octubre), Sempegua se convierte en una isla a la que, en muchos de los casos, solo se puede acceder por medio del transporte fluvial. Es entonces cuando el agua entra con fuerza por un caño, logra tapar el centro educativo, deja a los niños sin clases y trae escasez y enfermedades. Ahora la historia cambiará luego de que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, la Unión Europea y la Universidad EAFIT unieron esfuerzos para hacer posible esta iniciativa de adaptación frente al cambio climático. Y lo que en un principio era la tesis de grado de dos estudiantes de la Eafit, es hoy el sueño de todo un pueblo. Apoyamos este proyecto por su naturaleza innovadora. Fenómenos como el cambio climático requieren buscar medidas de adaptación a fenómenos que no podemos prevenir totalmente; pero podemos aprender a vivir con ellos. Esta iniciativa es un ejemplo de reunir a varios actores con un propósito común en beneficio de las comunidades más vulnerables”, sostiene Inka Mattila, directora de país adjunta del PNUD en Colombia, luego de inaugurar las aulas flotantes. “Esto es una innovación para nuestro municipio que servirá para garantizar la educación. En invierno este corregimiento queda aislado de los demás municipios aledaños, los profesores dejan sus labores antes de que acabe el año, los niños sufren”, añade el alcalde de Chimichagua, Javier Martínez. La escuela flotante hace parte del proyecto “Fortalecimiento de las Capacidades Institucionales para la Implementación de Prácticas Locales de Gestión Integral del Riesgo como Medida de Adaptación al Cambio Climático en la Zona Insular y Costera del Caribe Colombiano”, puesto en marcha por el PNUD en asocio con la Unión Europea y con el apoyo de la UNGRD, INVEMAR, ASOCARS, IDEAM, MADS Y MVCT, instituciones que pretenden entregar soluciones de adaptación a comunidades vulnerables que sufren por los efectos de la variabilidad climática en el país. El proyecto es uno de los cinco pilotos de adaptación contemplados en el proyecto de Gestión Integral del Riesgo Caribe, iniciativa de gran importancia para el país debido a su impacto social como medida de adaptación al cambio climático pues, además de mitigar el riesgo asociado a las inundaciones, ofrece a las comunidades afectadas soluciones permanentes que les posibilitan hacerle frente a los efectos del clima sin desplazarse de sus territorios.

¿Cómo flota? Su funcionamiento se basa en el Principio de Arquímedes por el cual los cuerpos flotan o se hunden, dependiendo de la densidad de los materiales. “Lo que hicimos fue un sistema principal con una plataforma flotante que está construida en concreto aligerado. Cuando la inundación entra,


la plataforma por algo que se llama el principio de Arquímedes empieza a flotar. Luego, el agua ejerce una presión de empuje hacia arriba que hace que el cuerpo se desplace flotando. Cuando la inundación vuelve a descender la plataforma vuelve a bajar y se asienta nuevamente sobre el sistema de sustentación”, explica la ingeniera de Eafit Lina Cataño quien junto a Andrés Walker, diseñó la escuela. “¿Si los barcos son de acero cómo logramos que floten? La cuestión es que el acero que es siete veces más denso que el concreto logra flotar. Por ende, el cemento que es de una densidad menor, también va a lograr flotar”, dice la ingeniera, mientras la miran incrédula varios habitantes de Sempegua.

Hasta no ver… “Yo hasta que no vea que ese cemento se levanta de ahí del piso y que cuando baje el agua va a quedar como está… Ver para creer. Yo lo he revisado y no le encuentro lógica”, cuestiona Otilia Otálora, habitante del pueblo. Con paciencia, Lina Cataño le explica: “Desde el nivel de piso el agua llega a 60 centímetros y la escuela empieza a flotar. Es como si tuviéramos un inflador de plástico que está sentado en tierra. En vez de estar apoyada directamente en el piso está apoyada en un sistema de flotación, un sistema de sustentación (cuando se asienta en tierra) y uno de anclaje”. La escuela flotante cuenta además con sistemas autosostenibles para recolección de agua lluvia y pozos sépticos integrados a la misma plataforma flotante. “Toda la parte de las acometidas eléctricas se hizo por medio de red eléctrica de aire y tiene la versatilidad de ir soltándose a medida que va subiendo la inundación para adaptar el largo de las conexiones a la altura que va tomando el aula flotando”, añade Juan Carlos Álvarez, del proyecto Gestión Integral del Riesgo del PNUD. Estas plataformas, precisan sus diseñadores, no están hechas para zonas de inundación torrencial, si no para aquellas de inundación aluvial que son consideradas como zonas de riesgo mitigable. La escuela de Sempegua tiene además un puente de acceso con una altura determinada para que la cuota de inundación no lo rebose. Esto hace que el acceso de los niños sea seguro. Lo curioso es que fue construido en madera plástica, a partir del reciclaje de vasos y palitos para el café.

Ahora, a esperar la lluvia Según los habitantes de Sempegua, “este de 2014 es el mayo más seco en muchos años. La laguna ha estado tranquila y nosotros aquí esperando a que llueva. Sabemos lo malo que es la inundación pero ¿quién no quiere ver una escuela que flota?. Estamos felices porque esto es una bendición”, dice el director del centro educativo, Jesús Aldo Nobles. “No todos los días un niño estrena una escuela que no se hunde en el agua y no se imaginan para uno como docente la situación diaria –explica la profesora Nereida Palomino-. ¿Profe sí va a


llover? ¿Cuánta agua se necesita? ¿Seguro que esto no se hunde? ¿Se va a mover mucho? ¿Nos podemos turnar todos para ver que se siente? ¿Profe, ya? Son las preguntas que me hacen”. Debido a la euforia de los 155 niños de primaria que quieren a toda costa estar en la escuela cuando flote, y teniendo en cuenta que solo hay cupo para 60 distribuidos en las tres aulas, el director tuvo que hacer un sorteo y los ganadores se pasean orgullosos por el pueblo. “Queremos subir por las escaleras y ver cómo es que flota. En mi casa no creen y dicen que eso nunca se va a mover de ahí. Yo sí me levanto todos los días y miro cómo está la ciénaga. Me da mucho desespero porque nos dijeron que cuando el agua llegue hasta aquí (un indicador metálico de 60 centímetros ubicado en uno de los costados) esto flota. Y se necesita mucha, pero mucha agua y nada”, se lamenta Paula Andrea Serpa, de nueve años. Ella, en cuarto grado, tiene temor de que se demore la inundación. “El otro año estoy en quinto y si no se inunda no me va a tocar y yo quiero estar allí cuando eso pase”. El día que vuelva a inundarse Sempegua, dicen los ingenieros, es posible que muy próximo a las aulas haya pescadores y los niños los miren por las ventanas. Afuera, el resto del pueblo estará tranquilo porque sabe que por fin sus niños están a salvo. Realización: Elizabeth Yarce elizabeth.yarce@pnud.org.co / PNUD / 3006540690 / Comunicaciones PNUD




ACTUALIDAD 29 MAYO 2014 - 6:30 AM

Primera escuela de este tipo en Colombia y América Latina

A estudiar y a flotar Sesenta niños de primaria de la escuela Nuestra Señora del Carmen de Chimichagua ya no tendrán que cancelar clases en época de invierno, gracias al proyecto Aulas Flotantes. Por: María Paulina Baena Jaramillo

El colegio flotante tiene una capacidad para 60 alumnos distribuidos en tres aulas. / Cortesía PNUD “Hasta no ver, no creer”, dicen los niños del corregimiento de Sempegua. Según la teoría el cemento de la escuela se desprenderá, comenzará a subir y flotará. Cuando se retire el agua, quedará en el mismo sitio. Así funcionará el primer centro educativo flotante en Colombia y América Latina, con una capacidad para 60 alumnos distribuidos en tres aulas. El proyecto, ubicado en el municipio de Chimichagua, Cesar, comenzó como una tesis de grado de dos estudiantes de Eafit y hoy es una realidad apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Unión Europea, la Gestión Integral del Riesgo Caribe e instituciones locales que buscan hacer posible su iniciativa de adaptación al cambio climático.


El funcionamiento está basado en el principio de Arquímedes, según el cual los cuerpos flotan o se hunden, dependiendo de la densidad de los materiales. Así lo explicaron Lina Cataño y Andrés Walker, diseñadores de la escuela. “Desde el nivel de piso el agua llega a 60 centímetros y la escuela empieza a flotar. Es como si tuviéramos un inflador de plástico que está sentado en tierra”, explicó la ingeniera Cataño. La estructura está apoyada en un sistema de sustentación (cuando se asienta en tierra) y uno de anclaje (cuando flota). Sempegua está ubicado en plena ciénaga de Zapatosa, donde confluyen las aguas de los ríos Cesar y Magdalena. El trayecto para llegar allí dura una hora por carretera destapada desde el municipio de Chimichagua y cuatro desde Valledupar. Los habitantes viven en su mayoría de la pesca, la agricultura y la ganadería. La laguna crece en los meses de abril, mayo, septiembre y octubre. El pueblo se convierte en una isla a la que, en muchos de los casos, sólo se puede acceder por medio de transporte fluvial. Es entonces cuando el agua entra con fuerza por un caño, logra tapar el centro de formación y deja a los niños sin clases, con escasez y enfermedades. La escuela de Sempegua tiene un puente de 70 metros de largo que la conecta con el terreno seco y que cuenta con una altura determinada para que la cuota de inundación no lo rebose. Lo curioso es que fue construido en madera plástica, a partir del reciclaje de vasos y palitos para el café. En los últimos 100 años se ha estudiado que el agua puede alcanzar un metro y medio de altura y las aulas tienen capacidad para estar a dos metros de altura. “Apoyamos este proyecto por su naturaleza innovadora. Fenómenos como el cambio climático requieren buscar medidas de adaptación a lo que no podemos prevenir totalmente, pero podemos aprender a vivir con ellos”, sostiene Inka Mattila, directora adjunta del PNUD en Colombia. El alcalde de Chimichagua, Javier Martínez, aseguró que la iniciativa es una innovación para el municipio que servirá para garantizar educación. “En invierno, este corregimiento queda aislado de los demás municipios aledaños, los profesores dejan sus labores antes de que acabe el año, y los niños sufren”. Por eso, si antes la lluvia era motivo de tristeza hoy es de expectativa. Muchos habitantes y estudiantes aún son escépticos. “Yo hasta que no vea que ese cemento se levanta de ahí del piso y que cuando baje el agua va a quedar como está, no creo. Yo lo he revisado y no le encuentro lógica”, dijo Otilia Otálora, habitante del pueblo. Otros estudiantes cuestionan a sus profesores: ¿Profe, será que sí va a llover? ¿Cuánta agua se necesita? ¿Seguro que esto no se hunde? ¿Se va a mover mucho? El rector de la institución, Jesús Aldo Nobles, manifestó que este mayo ha sido el más seco en los últimos años. Están esperando, paradójicamente, a que caiga suficiente agua y la laguna se inunde para ver la escuela flotar. Por ahora, los alumnos estudiarán en tierra hasta que el agua suba. Después aprenderán flotando. mbaena@elespectador.com @mapatilla



CESAR

Domingo 18 de Mayo de 2014 ­ 12:04am

Sempegua tiene la primera escuela flotante de Latinoamérica

Por: Néstor de Ávila

Estas son las nuevas instalaciones de Nuestra Señora del Carmen, al pie de la ciénaga de Zapatosa, en el Cesar.

Este corregimiento en el municipio de Chimichagua, Cesar, rodeado por la ciénaga de Zapatosa, se convierte en población piloto de una estrategia de adaptación al cambio climático de las Naciones Unidas. En Sempegua, corregimiento en el municipio de Chimichagua (Cesar), los niños de primaria ya no tendrán que desplazarse de su escuela en época de invierno, cuando por el desbordamiento de la ciénaga de Zapatosa que bordea el pueblo, debían buscar refugio en la parte alta para continuar las clases o perderlas durante meses, tras la inundación de las aulas.


El centro educativo de esa localidad Nuestra Señora del Carmen, gracias a un convenio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD; con la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo, la Unión Europea y la Universidad Eafit de Medellín, es el primero en Latinoamérica en contar con tres salones flotantes, con capacidad para 60 niños, como estrategia de adaptación al cambio climático. La estructura fue inaugurada el pasado jueves, en un ambiente de fiesta, en la población ubicada a más de 200 kilómetros de Valledupar, con una inversión que alcanza los 556 millones de pesos. La escuela cuenta con un puente de acceso en madera plástica que se desarrolló a partir de un modelo de sistemas flotantes, construido por la universidad Eafit, el cual se conecta a las aulas que están soportadas en una plataforma en concreto ligero. Lina Marcela Cataño, coordinadora de diseños de productos e ingeniera de la Universidad Eafit de Medellín, sostuvo que la idea de construir plataformas flotantes nace de una intención profesional de responder a problemas sociales desde la ingeniería, donde fue clave el apoyo del grupo de investigación en Mecánica Aplicada de la institución para los desarrollos tecnológicos. “Las aulas flotantes están conformadas por varios sistemas que incluyen: sistema de flotación, sistema constructivo y un sistema de anclaje que mantiene la plataforma fija en un solo lugar, lo que permite que las aulas pasen de terrenos secos a condiciones de inundación de forma bastante estable”, dijo. FUNCIONAN DE MANERA VERTICAL. Cuando la ciénaga de Zapatosa, que en época de invierno recibe grandes cantidades de agua de los ríos Magdalena y Cesar, se desborda, la corriente ingresa al pueblo, superando la cota de inundación que es de 60 centímetros, a partir de esa medida, las aulas empiezan a flotar. Las plataformas se impulsan con la propia fuerza de la corriente, sujetadas a un sistema de anclaje en postes de dos metros de altura, de tal manera que las aulas empiezan a elevarse, las torres que sirven de anclas impiden que estas naveguen de manera horizontal. “De esta forma se garantiza el derecho fundamental de los niños a la educación y en época de lluvia se van a poder concentrar la mayor parte de ellos en su escuela”, indicó Xavier Hernández, especialista del programa Área de Pobreza y Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Sostuvo que “cuando sube la ciénaga, se mete en el pueblo y los niños pierden hasta cuatro meses de clases, nosotros planteamos cómo podíamos construir una medida de adaptación para enfrentar ese fenómeno, y lo quisimos hacer a través de estas plataformas”. A diferencia de otras estructuras de mitigación que se han hecho en el país como los palafitos en Chocó, cuando pasa la inundación, las aulas vuelven a asentarse en el mismo sitio sobre las plataformas, en cambio en el otro sistemas las casas quedan elevadas. UN AVANCE IMPORTANTE. Hasta que llegó este proyecto, Sempegua parecía un pueblo en el olvido. Ahora la comunidad agradece a la cooperación internacional y al gobierno haberse acordado de ella y adelantar esta obra para reducir el impacto de las inundaciones.


Marcial Barros López, docente de la escuela Nuestra Señora del Carmen, manifestó que “padecíamos mucho con las inundaciones, este proyecto piloto es una solución y damos las gracias a las instituciones que participaron en esta obra. Elizabeth Nobles Toloza, estudiante, calificó como un avance importante esta estructura. “Antes teníamos que trasladarnos para los patios, pedir permisos en las casas de las partes más altas, dábamos clases en la iglesia y hasta en el parque cuando se desbordaba la ciénaga, hoy con las aulas flotantes podemos continuar en el colegio”. El alcalde de Chimichagua, Javier Martínez, indicó que “esto es una innovación por ser la primera vez en Latinoamérica. En invierno este corregimiento queda aislado de los demás municipios aledaños, los profesores dejan sus labores antes de que acabe el año, en octubre por las lluvias, porque las aulas se inundan, con esta tecnología, el calendario educativo se va a desarrollar normalmente”, puntualizó. POR: MIGUEL BARRIOS



DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014

Sempegua tiene la primera escuela flotante de Latinoamérica

Estas son las nuevas instalaciones de Nuestra Señora del Carmen, al pie de la ciénaga de Zapatosa, en el Cesar. Este corregimiento en el municipio de Chimichagua, Cesar, rodeado por la ciénaga de Zapatosa, se convierte en población piloto de una estrategia de adaptación al cambio climático de las Naciones Unidas. En Sempegua, corregimiento en el municipio de Chimichagua (Cesar), los niños de primaria ya no tendrán que desplazarse de su escuela en época de invierno, cuando por el desbordamiento de la ciénaga de Zapatosa que bordea el pueblo, debían buscar refugio en la parte alta para continuar las clases o perderlas durante meses, tras la inundación de las aulas. El centro educativo de esa localidad Nuestra Señora del Carmen, gracias a un convenio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD; con la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo, la Unión Europea y la Universidad Eafit de Medellín, es el primero en Latinoamérica en contar con tres salones flotantes, con capacidad para 60 niños, como estrategia de adaptación al cambio climático. La estructura fue inaugurada el pasado jueves, en un ambiente de fiesta, en la población ubicada a más de 200 kilómetros de Valledupar, con una inversión que alcanza los 556 millones de pesos.


La escuela cuenta con un puente de acceso en madera plástica que se desarrolló a partir de un modelo de sistemas flotantes, construido por la universidad Eafit, el cual se conecta a las aulas que están soportadas en una plataforma en concreto ligero. Lina Marcela Cataño, coordinadora de diseños de productos e ingeniera de la Universidad Eafit de Medellín, sostuvo que la idea de construir plataformas flotantes nace de una intención profesional de responder a problemas sociales desde la ingeniería, donde fue clave el apoyo del grupo de investigación en Mecánica Aplicada de la institución para los desarrollos tecnológicos. “Las aulas flotantes están conformadas por varios sistemas que incluyen: sistema de flotación, sistema constructivo y un sistema de anclaje que mantiene la plataforma fija en un solo lugar, lo que permite que las aulas pasen de terrenos secos a condiciones de inundación de forma bastante estable”, dijo. FUNCIONAN DE MANERA VERTICAL. Cuando la ciénaga de Zapatosa, que en época de invierno recibe grandes cantidades de agua de los ríos Magdalena y Cesar, se desborda, la corriente ingresa al pueblo, superando la cota de inundación que es de 60 centímetros, a partir de esa medida, las aulas empiezan a flotar. Las plataformas se impulsan con la propia fuerza de la corriente, sujetadas a un sistema de anclaje en postes de dos metros de altura, de tal manera que las aulas empiezan a elevarse, las torres que sirven de anclas impiden que estas naveguen de manera horizontal. “De esta forma se garantiza el derecho fundamental de los niños a la educación y en época de lluvia se van a poder concentrar la mayor parte de ellos en su escuela”, indicó Xavier Hernández, especialista del programa Área de Pobreza y Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Sostuvo que “cuando sube la ciénaga, se mete en el pueblo y los niños pierden hasta cuatro meses de clases, nosotros planteamos cómo podíamos construir una medida de adaptación para enfrentar ese fenómeno, y lo quisimos hacer a través de estas plataformas”. A diferencia de otras estructuras de mitigación que se han hecho en el país como los palafitos en Chocó, cuando pasa la inundación, las aulas vuelven a asentarse en el mismo sitio sobre las plataformas, en cambio en el otro sistemas las casas quedan elevadas. UN AVANCE IMPORTANTE. Hasta que llegó este proyecto, Sempegua parecía un pueblo en el olvido. Ahora la comunidad agradece a la cooperación internacional y al gobierno haberse acordado de ella y adelantar esta obra para reducir el impacto de las inundaciones. Marcial Barros López, docente de la escuela Nuestra Señora del Carmen, manifestó que “padecíamos mucho con las inundaciones, este proyecto piloto es una solución y damos


las gracias a las instituciones que participaron en esta obra. Elizabeth Nobles Toloza, estudiante, calificó como un avance importante esta estructura. “Antes teníamos que trasladarnos para los patios, pedir permisos en las casas de las partes más altas, dábamos clases en la iglesia y hasta en el parque cuando se desbordaba la ciénaga, hoy con las aulas flotantes podemos continuar en el colegio”. El alcalde de Chimichagua, Javier Martínez, indicó que “esto es una innovación por ser la primera vez en Latinoamérica. En invierno este corregimiento queda aislado de los demás municipios aledaños, los profesores dejan sus labores antes de que acabe el año, en octubre por las lluvias, porque las aulas se inundan, con esta tecnología, el calendario educativo se va a desarrollar normalmente”, puntualizó. POR: MIGUEL BARRIOS




CHILE

La innovadora escuela flotante de Colombia

Foto: CORTESÍA PNUD COLOMBIA

Se espera que la novedosa estructura se convierta en un modelo para la región MÓNICA VARGAS LEÓN Publimetro Colombia Abril, mayo, septiembre y octubre son tiempos difíciles para los habitantes de Sempegua, una localidad ubicado a cuatro horas de la capital del departamento colombiano de Cesar, en Valledupar. Pese a que en esas tierras, colindantes con la Ciénaga de Zapatosa –donde se unen las aguas de los ríos Cesar y Magdalena–, las temperaturas oscilan entre los 30 y 40 grados, esos meses la laguna se crece.
 Sempegua se convierte entonces en una isla en la que la escasez y las enfermedades se suman a la inasistencia de los niños a clases porque la escuela se inunda con el agua que entra con fuerza.


Sin embargo, los habitantes de esta zona, que en su mayoría viven de la pesca, la agricultura y la ganadería, serán también los beneficiados de una novedosa estructura que les garantizará la educación a los más pequeños. A la llegada del agua se desprenderá del piso y flotará, y cuando pase la inundación volverá a su lugar.
Así funcionará el primer centro educativo flotante en Colombia, con una capacidad para 60 niños.
 Se trata de una iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) junto a la Universidad EAFIT, en el marco del proyecto de las ‘Aulas flotantes’. “Apoyamos este proyecto por su naturaleza innovadora. Fenómenos como el cambio climático requieren buscar medidas de adaptación a fenómenos que no podemos prevenir totalmente, pero podemos aprender a vivir con ellos. Esta iniciativa es un ejemplo de reunir a varios actores con un propósito común en beneficio de las comunidades más vulnerables”, aseguró Inka Mattila, directora adjunta del PNUD en Colombia. Jesús Aldo Nobles, director del centro educativo de Sempegua, afirmó: “Este de 2014 es el mayo más seco en muchos años. La laguna ha estado tranquila y nosotros aquí esperando a que llueva. Sabemos lo malo que es la inundación, pero ¿quién no quiere ver una escuela que flota? Estamos felices porque esto es una bendición”.


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