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“Análisis de la conferencia de París de 2015 sobre el cambio climático desde la visión constructivista” PRAXIS CAPITAL
Introducción Uno de los debates relevantes de inicios del siglo XXI, ha sido el fenómeno global del cambio climático. Para ello, actores estatales y no estatales se han congregado en la Conferencia de París de 2015, para evidenciar la reestructuración de lo previamente acordado en cumbres climáticas. La gran dificultad estructural se concentró en la replantación de políticas medioambientales producto de la preocupación de naciones desarrolladas y subdesarrolladas, bajo la premisa de asumir el interés estatal y la adaptación de un conjunto de valores, ideas compartidas o una dificultad cultural inminente que no vinculaba jurídicamente a la responsabilidad internacional del Estado. El cambio climático, que ha sido principalmente ocasionado por el ser humano, hoy en día es uno de los mayores desafíos para la comunidad internacional. Dado esto, resulta necesario partir del entendimiento de la percepción social de este fenómeno, cuáles son sus agentes, así como también sus causas y consecuencias, como un medio o herramienta que pueden ser útiles para la resolución del problema o a la implementación de políticas para preservar el medio ambiente. (Bueno, El cambio climático y el advenimiento de una cultura kantiana: estructura y dinámica del Sistema Internacional., 2013). Desde el enfoque teórico constructivista de las Relaciones Internacionales y en comparación con lo propuesto por los académicos Alexander Wendt y Richard Price, el presente ensayo abordará el estudio y análisis de los valores colectivos, creencias o percepciones conseguidos por la Comunidad Internacional durante la Conferencia de París de 2015 sobre el cambio climático.
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Análisis teórico-conceptual En primer lugar, se debe comprender el contexto en el que surgió el constructivismo y su concepto. En el ámbito de las Relaciones Internacionales, el constructivismo se desarrolló en medio de una tensión en la rama de las ciencias sociales, en torno a la importancia de las ideas y los valores como causa de importantes acontecimientos sociales, hacia finales de los 80’s y cobró importancia durante la década de los años 90’s. Según Richard Price y Christian Reus-Smit (1998) : El mundo es socialmente construido, y a diferencia de otras teorías que se centran en el Estado, ésta enfoca a sus principales actores en los seres humanos. Llamándolos agentes, que, mediante sus propias decisiones basadas en aspectos intersubjetivos, constituyen su entorno. Por lo tanto, el constructivismo postula que las relaciones humanas en su aspecto micro, y las relaciones internacionales en su aspecto macro, consisten en pensamientos e ideas y no en fuerzas o condiciones materiales de creencias, ideas, conceptos, suposiciones, etc., que expresan los intereses y las identidades de las personas, y el modo en que conciben sus relaciones. Lo cual constituye el elemento ideológico central para los constructivistas. A partir de lo antes dicho, se pueden delimitar las posiciones desde las que se analizan los aspectos socio-ambientales, ya que mientras el realismo postula que hay una independencia de lo natural frente a lo social, el constructivismo señala la preponderancia de lo social, y la naturaleza como un producto humano, o construcción social. Para los constructivistas, la naturaleza es una construcción social por varios motivos. En primer lugar, se sostiene que actualmente ya no existen entornos naturales o territorios ¨vírgenes¨, esto debido a que no se puede hablar de ecosistemas que no hayan sido alterados o modificados por la acción o presencia humana. Como segundo punto, está el factor del reconocimiento social, que sostiene que el cambio climático se entiende como un problema solo en cuanto es aceptado socialmente por la comunidad científica, por los medios de comunicación y finalmente por los individuos y la población en general. En tercer lugar, se habla de un filtro cultural que humaniza todo lo natural, por lo tanto, el conocimiento de la naturaleza es producto de las interpretaciones y significados sociales con los que la dotamos. 3
Por ejemplo, en algunas culturas la lluvia es un fenómeno meteorológico, mientras que, por el contrario, para otras, ésta tiene un significado religioso o divino. (Rodríguez & Aledo, 2001). Para Beck, uno de los teóricos del constructivismo, la sociedad moderna se ha construido desde sus inicios, sobre la destrucción de la naturaleza que resulta ser provisional, debido a que sus recursos son limitados y escasos, produciendo un aumento de la “individualización” de la seguridad (Rodríguez & Aledo, 2001), ya que la sociedad moderna se ha convertido en una sociedad del riesgo en la que el problema político central ha dejado de ser la distribución de la riqueza para pasar a ser la distribución de los riesgos ambientales y tecnológicos. Dentro de este contexto, en que las relaciones establecidas entre la comunidad humana y su entorno, basadas en la dominación y explotación ilimitada e insostenible, han desembocado en una crisis que amenaza la sobrevivencia humana, incitando a la necesidad de promover nuevas medidas como las conferencias y convenios sobre el medio ambiente, que apelan a nuevos valores ecológicos, o responden a nuevas circunstancias medioambientales. (Wendt, 1992). Se puede decir, que la arquitectura climática internacional que comenzó con Río de Janeiro y fue profundizada en Kioto, se caracterizó por el Estado-centrismo. Una brecha climática Norte-Sur y no vinculante con ausencia de algunos actores como Estados Unidos. Luego del fracaso de la Conferencia de Copenhague, el Acuerdo de París evidenciaría una nueva idea de la arquitectura climática internacional, como un paso a una cultura climática en la que participe todo el conjunto de la sociedad, con el respaldo de la comunidad científica, en legitimación de instituciones que promuevan la ejecución de políticas o la financiación de programas y proyectos supranacionales. (Lampis, 2013). En ese sentido, el objetivo del Acuerdo de París es fortalecer la implementación de la Convención, reflejando la equidad y las responsabilidades comunes pero diferenciadas según la realidad de cada Estado con sus estructuras sociales y culturales, a la luz de sus circunstancias nacionales. 4
De tal forma, que se forme un andamiaje climático multilateral que mediante órganos subsidiarios y arreglos institucionales busquen la mitigación, adaptación, financiamiento, desarrollo y transferencia de tecnología, y construcción de capacidades, que den fin a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que eviten que se produzcan cambios peligrosos en el sistema climático y que permitan que los ecosistemas se adapten naturalmente sin que la producción de alimentos se vea amenazada. (Bueno, 2016). Por ende, esto conlleva a un cambio social que incluye modificaciones en los hábitos de consumo y producción, así como en los modos de vida desde una mirada de supervivencia, que se fortalecen mediante instituciones nuevas y normas ambientales que se internalicen como intereses e ideas de la Sociedad Internacional. (Wendt, 1992). El enfoque constructivista ha facilitado a dinamizar la efectividad en la arquitectura climática global bajo el efecto de una estructura “socialmente construida”, como califica Wendt a la Sociedad Internacional, en la que actores de múltiples identidades, comparten un único interés, que, a su vez, sirve como mecanismo para la reconstrucción de la comunidad internacional. Dicha reconstrucción parte de ideas de los actores intervinientes en el proceso, tanto naciones desarrolladas como subdesarrolladas, que a partir de la Conferencia se atrevieron al compromiso manifiesto de aunar “todos los esfuerzos necesarios para reducir las emisiones”. (Wendt, 1999). Las responsabilidades gubernamentales en la reducción de emisiones alcanzan una gran brecha hemisferio Norte-Sur que ha sido invisibilizada debido al gran potencial en términos de desarrollo que poseen las grandes naciones. Así, las grandes potencias industriales del norte, generalmente son las que más favorecen a la emisión de gas de efecto invernadero debido a los altos índices de energía industrial empleada, y a su vez, la producción de la misma; mientras que, aunque las naciones en subdesarrollo, a diferencia de las anteriores, éstas no están provistas de mecanismos necesarios para incentivar el contrarrestar sus propias acciones climáticas. Equilibrar la acción climática en la estructura del Sistema Internacional dependerá de la trasformación y el compromiso de las políticas medioambientales emprendidas por los
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gobiernos desarrollados que son los que en mayor grado contribuyen a la repercusión del cambio climático y los que posiblemente colaborarán con los subdesarrollados con el mismo fin. A esta transformación se adiciona otro aspecto que pone en jaque la efectividad del régimen climático, es decir, a la necesidad de reconocer la emergencia de los actores subnacionales y no estatales, denominados actores no tradicionales, cuestionando la lógica Estado-céntrica de las instituciones internacionales. (Bueno, 2016).
La ejecución de las normas ambientales se cataloga como de interés y repercusión para la Sociedad Internacional, su incumplimiento es un paradigma que da una vez más legitimidad al sistema anárquico internacional, lo que es producto de la vida internacional preexistente. Conclusiones Como una doctrina apropiada para describir y analizar acontecimientos sociales, el constructivismo, repercute en la Sociedad Internacional desde diversos paradigmas como lo es el cambio climático, en donde Conferencias, como la de París de 2015, sirven como una herramienta para la institucionalización de normas y valores sociales en beneficio de generar políticas medioambientales. Desde una perspectiva constructivista, el estudio de los factores climáticos como repercusión de procesos de contaminación, en este siglo, han sido producto de la irresponsabilidad humana y gubernamental, frente al manejo indebido de emisiones de gas en efecto invernadero, lo que ha venido evidenciando los perniciosos efectos del cambio climático global como los muy variados desequilibrios meteorológicos. Por ahora, el Acuerdo de París, no parece ser tan ambicioso, sino que da cuenta de los cambios en la estructura de poder del Sistema Internacional, buscando fragmentar los compromisos, especialmente en el sentido de la mitigación, y en menor medida, respecto al financiamiento por parte de las naciones desarrolladas a las subdesarrolladas. Sin embargo, esto trasciende como primer escalón hacia una cultura climática kantiana, la que sostiene Alexander Wendt. (Bueno, 2016) 6
La cumbre climática conseguirá mediante negociaciones diplomáticas entender y asumir el interés en común de los Estados, que es la adaptación y reconstrucción ambiental de ideas compartidas a la vida internacional, las mismas que servirán como mecanismo transparente de seguimiento y cumplimiento de lo pactado una vez puesto en vigencia.
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BIBLIOGRAFÍA
Bueno, M. d. (2013). El cambio climático y el advenimiento de una cultura kantiana: estructura y dinámica del Sistema Internacional. Madrid: Estudios Internacionales de la Complutense. Bueno, M. d. (2016). El Acuerdo de París: ¿Una nueva idea sobre la arquitectura climática internacional? En: Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid. Lampis, A. (2013). Vulnerabilidad y adaptación al cambio climático: debates acerca del concepto de vulnerabilidad y su medición. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Price, R., & Reus-Smit, C. (1998). Dangerous Liaisons? Critical International Theory and Constructivism. Londres: European Journal of International Relations. Rodríguez, A., & Aledo, A. (2001). Teoría para una sociología ambiental. Alicante: Universidad de Alicante. Wendt, A. (1992). Anarchy Is What States Make of It: The Social Construction of Power Politics. International Organization . New York: Cambridge University Press. Wendt, A. (1999). Social Theory of International Politics. New York: Cambridge University Press.
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