Análisis sobre la conceptualización de la integración regional

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“Análisis sobre la conceptualización de la integración regional” PRAXIS CAPITAL El Estado moderno se desenvuelve hoy en día desde la perspectiva de dos elementos: fragmentación e integración. La fragmentación generada mayormente por políticas ligadas a los nacionalismos como bases de desarrollo estatales; y la integración vinculada a los procesos de globalización. Dichos procesos como concepto político surge en Europa y posteriormente se traslada a otros países, donde los Estados en respuesta a los cambios pragmáticos generan un sistema integracionista a gran escala con la finalidad de incorporarse a los mercados internacionales y participar de relaciones multinacionales dentro de sus dimensionamientos políticos, económicos, sociales, tecnológicos, culturales, entre otros. (Nye, 2010, pág. 58) Todo este cambio global se puede entender como una intentona de reconstruir las ya falladas relaciones nacionales de algunos países y hasta bloques económicos con otros Estados o regiones. Consecuentemente, se puede desentrañar que dicho accionar es una maniobra política - económica de carácter proteccionista por parte de los países que no pueden “garantizar por sí mismos sus intereses y objetivos, e intentan hacerlo en conjunto con otros miembros”. (Grover, 2013, pág. 109) Así, la integración regional se conceptualiza como “(…) un proceso por medio del cual los Estados nacionales se combinan, involucran y agrupan voluntariamente con sus países vecinos, perdiendo varios atributos de la soberanía, pero en conjunto ganando varios elementos comerciales y diplomáticos”. (Haas, 2013, pág. 99) Esta integración permite un mayor crecimiento comercial, contacto con las potencias mundiales, facilitación de encuentros y reuniones mundiales, la generación de identidades en común y aceptación de necesidades en conjunto; todo esto dentro de un contexto formalizado y direccionado por los Estados. Todo este proceso permite promover la integración formal que, a su vez, puede retroalimentarlo, pero su motor principal no reside en el Estado, sino en el mercado y, secundariamente, en la sociedad civil.

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La

integración

económica

se

entiendo

por

cuatro

fases

mutuamente

complementarias como son: la generación de una zona de libre comercio para la interacción de transacciones de bienes y servicios, seguido por una vinculación aduanera sobre el pago de aranceles comunes y estandarizados; posteriormente se genera un mercado común, que se determina como una unión aduanera de libre movilidad de bienes y servicios; para que finalmente se genere una unión económica con una moneda única. Así, la incorporación de dichos lineamientos también tiene sus repercusiones en el aspecto social, donde la movilidad de personas en forma libre permite una migración interna legal, que permite una vinculación cultural entre países pero puede desencadenas mayores problemas como son el desempleo focalizado. (Nye, 2010, pág. 61) Pero no se debe dejar de lado que la integración en su afán de desarrollo emite efectos negativos y positivos. Dentro del aspecto negativo se eliminan las restricciones fronterizas ampliando los niveles de competencia, pero desde un perfil positivo se fabrican funciones

de

mercados

interactivos.

Para

lo

cual,

debe

existir

un

sistema

intergubernamentalista que sea flexible pero no muy permitista. Para mantener un sistema equilibrado (Haas, 2013, pág. 122) mantuvo la idea de un cambios tecnológico y científico para producir incentivos de innovación institucional internacional. Lo que permitiría un funcionalismo pluralista de una integración abierta. Si bien, la integración es un proceso complejo que necesita de un conocimiento consensual, el rol que los individuos juegan a nivel internacional, permite proveer de incentivos o restricciones para su reformulación y desarrollo educativo – científico. Es pertinente insistir que la cooperación integracionista necesita del cumplimiento por parte de los firmantes, de “(…) un alto grado de transferencia soberana, entrelazamiento de competencias y recursos estatales con una buena dosis de liderazgo”. (Hill, 2014, pág. 193) De este modo, se facilitan el cumplimento de los acuerdos y las circunstancias que llevaron a su establecimiento en primera instancia, para lo cual debe existir una continuidad histórica que proteja el proceso de integración en tiempos de condiciones desfavorables.

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A modo de ejemplo y como expone (Nye, 2010), la forma actual del gobierno de la Unión Europea, se basa en competencias de los gobiernos nacionales y las instituciones europeas quienes cumplen un rol clave ante la Comisión y el Parlamento Europeo, instituciones que se encargan de la presión a los gobiernos subnacionales y grupos sectoriales que buscan promover sus intereses pero que siempre deben respetar el ideal integracionista de la Unión Europea. A diferencia de la experiencia europea, América Latina mantiene procesos de integración emprendidos pero que los mismos hoy en día son ausentes y débiles dado que los intereses transnacionales no se conjeturan en una sola ideología y perspectiva mundial. Varios autores definen, que el proceso en América Latina no se consolida por varios aspectos como son: la escala del mercado, capacidad de defensa, el beneficio de una economía de escala latinoamericana en función de la capacidad de emitir productos con valor agregado y altos parámetros de tecnificación, además del costo de la heterogeneidad de preferencias, que se da cuando varios países no se encuentran en las condiciones de dar un valor agregado a la integración como son Venezuela y Bolivia. Además de cierta indiferencia por parte de Chile. El principal problema dentro de las teorías de la integración se deriva del caso europeo dado que sólo existe un único caso, donde las comparaciones son imposibles y la generalización se vuelve hasta un punto inútil. Por su parte, la mayor limitación del nuevo sistema integracionista es su estructura conceptual; dado que incluye como objetos equivalentes y comparables las acciones de la Unión Europea, cuya institucionalidad desde cualquier perfil es incomparable con la realidad Latinoamericana. Por tanto, la integración regional es una etapa de transición entre una situación conocida y otra en construcción, lo cual difiere del proceso de construcción estatal, no obstante, no se debe olvidar que la integración regional tiene origen voluntario y una finalización indeterminada. Hoy en día, dentro del aspecto práctico se pueden denotar varias formas de integración como son: SACU (en África Austral) definido como una unión aduanera y UEMOA (en África Occidental) entendida como una unión monetaria. Además, el TLCAN presenta características crecientes de regionalización y convergencias constantes 4


que no alcanzan por el momento el nivel de la Unión Europea. Mientras que en América Latina si bien predominan los intentos de integración el mismo no mantiene una consolidación que permita imaginarla como una futura Unión Latinoamericana al mediano plazo. Uno de los pocos aspectos de la Unión Europea que Latinoamérica podría utilizar dentro de la integración es la tendencia universalista que se mantiene en la región; como son la historia, lengua y tradiciones comunes que pueden efectivizar la integración. Pero al final, casos como Chile y Suiza muestran que no todos los países consideran conveniente la integración regional, haciendo que algunos países consideren que los costos de integrarse a una región superan los beneficios. No sólo el desarrollo institucional y el grado de interdependencia varían enormemente de una región a otra, sino también el nivel de participación de la sociedad civil. Donde, los movimientos sociales responden a las dimensiones de oportunidad política y la capacidad para generar e implementar decisiones. En este caso el Mercosur, más que generar una mayor apertura regional debe buscar una mayor participación de sus integrantes por medio de acciones colectivas y una participación activa y fértil de la sociedad civil.

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Bibliografía Grover, A. (2013). La integración mundial. México D.F. : Atlas ediciones educativas. Haas, D. (2013). La integración europe y sus repercusiones. Estados Unidos: Harmony ediciones. Hill, G. (2014). Sistemas de integración y tratados de libre comercio. Estados Unidos: Fenix publicaciones. Nye, J. (2010). Integración regional comparada: concepto y medición. Estados Unidos: Universidad de Harvard.

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