“La ascética confucianista y el desarrollo del capitalismo en China” PRAXIS, Consulting Introducción La actividad comercial o empresarial de alta dinámica globalizadora, de forma actual, ha sido una de las principales características del desarrollo capitalista de China, lo que representa unos 35.000 millones de dólares anuales movidos por este esta nación. A 1o largo de los siglos, ha habido varias olas de emigración motivada por diferentes razones y dirigidas a los cinco continentes. En este proceso, los lazos con China iban de menos a más estrechando los diferentes vínculos comerciales. Actualmente, debido a la evidencia de auge económico, que puso a China como una pieza valiosa en la escena mundial, así como al papel central del Estado en generar políticas dinamizados del capitalismo, se puede decir que hay una tendencia a la intensificación de la relación económica y cultural. Autores como Karl Marx y Max Weber indistintos en los periodos históricos en los que desarrollaron sus aportes y conocimientos tienden a manejar aspectos “futuristas” sobre las perspectivas del capitalismo, al punto que varios autores referencian que Weber escribió entorno a Marx o en respuesta a Marx y otros que piensan que Weber lleno el vacío que no pudo terminar Marx sobre ideas de las clases sociales, burocracia, religión, capitalismo, entre otras. Así se define que Marx logró un trabajo grandioso sobre el ámbito económico, pero debido a su fragmentada obra, no se logró articular otros aspectos sociales y si bien se puede decir que Weber partió del trabajo de Marx (algunos piensan que para refutarlo, otros que para complementarlo) éste consiguió enfocar de manera brillante, una teoría que permitía observar de qué manera aspectos como la política o la religión, podían influir en las condiciones
económicas existentes y generar una alternativa a la teoría marxista determinista de su época, la cual explicaba todos los desarrollos históricos a partir de sus fundamentos económicos y que lo llevaron a encontrar un camino hacia su teoría tipológica del capitalismo. Con base a lo anteriormente expuesto, este ensayo tiene como objetivo teórico analizar una de las últimas manifestaciones de la diáspora China, la ascética confusionista y la incidencia en el desarrollo capitalista de esta nación con base de las perspectivas usadas por Karl Marx y Max Weber en sus obras. Desarrollo La doctrina partidista consumista La expresión del capitalismo en las principales ciudades chinas revela una estética llamativa impregnada de símbolos del capitalismo mundial, así como las prácticas de consumo intensivas entre las generaciones más jóvenes. Por otro lado, muchas personas, mientras que mantiene muchos vínculos con la China tradicional, no experimentaron el mismo grado de los cambios sociales que están alterando la vida cotidiana, hábitos y representaciones en ese país. Después de todo, tal mutación se produjo principalmente en los últimos 15 años, durante los cuales la inversión extranjera no solo representó millones de dólares, sino que también fue acompañada de costumbres y tendencias del mercado globalizado. Actualmente, la dirección de estos cambios comenzó a ser cuestionados por el Partido Comunista de China, quienes son temerosos de las consecuencias catastróficas que podrían proporcionar en términos de “la moral de la nación”, dichas influencias extranjeras; lanzado como una prioridad el proyecto titulado “La construcción de una sociedad armoniosa socialista”, que busca la conexión entre la China moderna y desarrollada con los aspectos más tradicionales de su herencia cultural.
El auge experimentado por la economía China en los últimos años, la misma que se ha expresado en el aumento abrumador en la economía de mercado y el propio consumo de la población, obligó a las autoridades chinas, a recurrir a la vieja herencia cultural confuciana y taoísta que trata de la moral, el equilibrio y la armonía. Si bien, dicha política cuenta con un discurso bastante fuerte y de base confuciana, el alcance de las políticas públicas por reanudar los valores orientales son limitados, dado que la realidad del país también muestra una sociedad que cambia cada vez más en otra dirección la "occidentalización”, esta perspectiva busca reconstruir una China más tradicional posible y eliminar o por lo menos reducir la influencia occidental. Las transformaciones radicales que China tiene en los últimos años (la industrialización acelerada, la apertura del mercado, la migración rural, el consumismo, entre los principales factores.) son evidentemente diferentes entre los chinos que viven en la áreas costeras y las zonas centrales del país. Desde el punto de vista del consumo chino, estos cambios son muy voluminosos, si se piensa que hace unos años la actitud sobria, revolucionaria y maoísta eran mentalidades imperantes de todos sus ciudadanos. Aunque en un principio el Partido Comunista bajo el pensamiento de Mao Tse-tung, ha negado al confucianismo y el taoísmo, es justo referenciar que dicho gobierno se benefició de este ethos, porque iba a cumplir el ideal de desapego del mundo material. Actualmente se cuenta con un marco en China completamente adverso a la ética y la estética maoístas. Las nuevas generaciones de las grandes ciudades no sólo consumen productos sin la necesidad de las mismas, sino por el simple hecho de la moda y tendencia social. Además, las mujeres ya no usan el pelo corto o gorra de Mao, sino que encrespan el cabello, se realizan cirugías para abrir los ojos dentro de un estereotipo occidental de belleza, usan cosméticos más
sofisticados y de las principales marcas de lujo. Lo cual refleja que China si bien es una sociedad que produce abrumadoramente, poco a poco, y día a día consume lo mismo que produce. Así Karl Marx (1862) en su obra “Discurso sobre el libre cambio”, refiere: “El sistema capitalista no precisa de individuos cultivados, sólo de hombres formados en un terreno ultraespecífico que se ciñan al esquema productivo sin cuestionarlo y por lo tanto consumirlo”1 Sin embargo, es importante prestar atención a la función del Estado en el aumento del consumo de la población. Si ayer algo era prohibido o limitado, hoy es público y en exceso. La producción en abundancia, pero sin la existencia de un mercado interior, comenzó a generar problemas relativos a la naturaleza del propio excedente en la economía nacional. Fue necesario cultivar el placer del consumo individual a través de la idea de “consumidores modernos y sofisticados”, y esto se hizo a través de numerosas campañas gubernamentales generadas a partir de 1990. La revolución de los consumidores en China o "movimiento visible", en palabras del autor Paon (2011)2, comenzó como una estrategia de estado político de la conexión de la nacional a la economía global. En pocos años, China se convirtió en uno de los mayores mercados de consumo en el mundo de los teléfonos móviles, computadores, marcas de cosméticos, etc. Todos estos aspectos se reflejan en la estética hipermodernista de las grandes ciudades y de la gente en la época contemporánea - occidental. Por otra parte, las desigualdades sociales entre las zonas rurales y urbanas, entre ricos y pobres también se hicieron evidentes. En ciudades como Hong Kong, Shenzhen y Guangzhou, no se
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Karl Marx (1862), “Discurso sobre el libre cambio”, segunda edición, Magenta grupo editorial, pág. 105
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Paon Tse Ho (2011), “La revolución de los mercados asiáticos”, segunda edición, editorial H&U, pág. 178.
pude ocultar el distanciamiento de la “modernidad”, sobre todo cuando se trata de moda en los hombres y mujeres jóvenes, donde marcas como: Cartier, Rolex, Dolce & Gabbana, Calvin Klein, Chanel, Dior, Tiffany. Además de los Gucci y Louis Vuitton, son consumidos ampliamente entre los chinos, que comparado con la Ciudad del Este por ejemplo, es todo lo contrario, lugar donde al parecer la renovación social y consumista se perdió en las pequeñas aldeas. Entender el papel del gobierno nacional en todo este proceso es tan fundamental como un reto, dado que no se puede determinar cuándo al gobierno y su política de dinamización de mercado se transformó en una patología de consumismo3. En apoyo a lo anterior Karl Marx (1865) en su obra “Salario, precio y ganancia”, menciona: “(…) igual que en la religión el hombre es dominado por el producto de su propia cabeza, en la producción capitalista lo es por el producto de su propia mano”4 El Maoísmo condena enérgicamente el consumo conspicuo que actualmente tienen los ciudadanos, pero que el único culpable fue el propio Partido Comunista que alentó las compras de alta devoción y abrió su economía al mercado internacional. Cómo una primera fase para remediar los cambios sociales y culturales provocados por la revolución económica, el gobierno retoma el legado confuciano, refiriéndose a las viejas nociones de armonía de equilibrio y uniéndolos al socialismo, que busca entender y enseñar que los problemas actuales son el resultado de una pérdida o desprendimiento de lo moral sobre lo material.
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Defínase a la patología del consumismo (Albert Simmons, 2012), como un elemento que paso de lo social a lo
cultural, cuando el consumismo de ser una necesidad de acumulación generada en la sociedad se convierte en un elemento propio de las personas, donde ya no se distingue entre sus individuos la existencia del problema, y más bien pasa a ser un elemento normal en la sociedad. 4
Karl Marx (1865), “Salario, precio y ganancia”, cuarta edición, Magenta grupo editorial, pág. 183
La base de esta filosofía se sustenta en la doctrina “No hay armonía sin equilibrio”. Que significa reducir las desigualdades, la pobreza rural, la corrupción, el daño ambiental y el consumo conspicuo. Artistas, organizaciones no gubernamentales, medios educativos y los sectores de medios de comunicación fueron convocados para encabezar este macroproyecto, que ofrece una serie de acciones para el año 2020, donde el objetivo es resolver los problemas que pesan sobre China en función del consumismo. Rejuvenecer la cultura y la sociedad es una idea clave para construir una sociedad armoniosa. Pero rejuvenece, paradójicamente, significa recurrir a la herencia filosófica de la edad, y es aquí desde donde nace el principal problema consumista en China vinculado al desarrollo capitalista interno y su desenfrenado consumismo por parte de los jóvenes. Jürgen Habermas (1972) en su obra “El discurso filosófico de la modernidad” cita:“(…) el capitalismo ofrece una legitimación del poder, que ya no baja del cielo de las tradiciones culturales, sino que puede obtenerse desde la misma base del trabajo social”5. La retórica oficial de Partido Comunista, perciben una sensación de “pérdida de rumbo”, que implica una “pérdida de la moral” y, desde este punto de vista, tiene sentido pensar en la justicia social mediante la herencia filosófica confuciana. Esto no sólo para resolver los problemas sociales de la desigualdad, sino también para reflexionar sobre el curso de estos cambios recientes y lo que dio lugar a cambios en el comportamiento de la población consumista. La armonía y el equilibrio de las nociones sociales, a pesar de que son tratados por las autoridades chinas como parte del ser moral busca extenderse a la esfera política y social, dado que son bases del arraigamiento cultural chino. Desde la antigüedad como base cultural, los chinos valoran el mundo a través de estos dos elementos (armonía y equilibrio). Armonía 5
Jürgen Habermas (1972), “El discurso filosófico de la modernidad”, tercera edición, Aberfit ediciones, pág. 60
significa evitar el conflicto, si las religiones occidentales piensan el mundo en la disyunción en la que Dios (el bien) y el diablo (el mal), en la filosofía oriental estas fuerzas no están en conflicto o se solapan entre sí: son equilibradas. El equilibrio y la moderación van de la mano, donde y en función de esta filosofía al poco tiempo, el exceso es perjudicial. Vivir equilibrado, significa que el tiempo futuro no puede ser un misterio: debe ser un lugar seguro, en esta lógica, es pertinente ahorrar y no realizar acciones que no sean necesarias. El consumismo es lo contrario de este ideal, debido a que el núcleo alcanza su temporalidad cuando la vida útil de los objetos es cada vez más corto en el nombre de las nuevas necesidades y deseos, no sirve gastar brevemente por la satisfacción inmediata. Dentro de este contexto Jürgen Habermas (1978) en su obra “Entre naturalismo y religión” cita: “La superación de una autocomprensión fundamentalista significa (…), no sólo la refracción reflexiva de las pretensiones dogmáticas de verdad, y por tanto una autolimitación cognitiva, sino el paso a otro nivel de la conciencia moral y cultural”6.
Aunque no se sabe exactamente la profundidad de los cambios culturales provocados por la liberalización del consumo en China, es innegable el hecho de que el consumo de ciertas tecnologías u otros símbolos globales trae nuevas percepciones del mundo y comportamientos. La lógica de la disposición intrínseca al consumismo, fuertemente vislumbró a las clases medias urbanas en China, además que tiene la inmediatez de generar cambios socio-culturales profundos y arraigarse en las mentalidades jóvenes.
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Jürgen Habermas (1978), “Entre naturalismo y religión”, primera edición, Aberfit ediciones, pág. 112.
La privación y prosperidad Desde la perspectiva de Max Weber7 (1968), a pesar de la alta racionalidad y autocontrol de China, el surgimiento de la ética capitalista se veía comprometida en China y en las empresas chinas debido a algunos aspectos culturales y religiosos profundamente arraigados en la sociedad. El legado confuciano valora la jerarquía, que forman el mundo tal como es, la aceptación del orden, la cortesía, y sobre todo la importancia de los lazos familiares y antepasados. Hay un alto nivel de reciprocidad dentro de las familias y la asistencia en caso de dificultades. Todos estos factores constituyen impedimentos para el pleno desarrollo del capitalismo, según la interpretación de Max Weber. Además de las consideraciones anteriores, Shang Zhiyng8 (1997) añade que el confucianismo tolera la idea de la magia, los valores de la suerte y no tiene noción de misión o vocación divina. También con respecto a los impedimentos para el desarrollo del capitalismo en China señala Weber, el papel de las redes familiares y de las relaciones, para lo cual señala lo siguiente: (…) Jen es el principio moral que prevalece en la ética confuciana. Su valor de orientación de la relación personal se ocupa de la armonía central. Jen tiene dos significados: (a) Los miembros de la familia cariñosa y (b) amar a todos. La forma de cultivar Jen es la conciencia y el altruismo. El Confucio contiene las reglas de comportamiento y reglas de etiqueta social bajo la dirección de Jen, la unidad que hace que la relación personal es el orden social armonioso y estable.
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Max Weber (1968), “Las religiones de China”, segunda edición, Collier – Macmillan, Canada – Toronto, pág.
144. 8
Shang Zhiyung (2010), “Las familias y las relaciones reciprocas de comercio en China”, quinta edición, Astro
ediciones, pág. 209.
Para el confucianismo, y en general, la sociedad china, la armonía en la familia es uno de los valores máximos que deben alcanzarse en el curso de la vida. Sin embargo, sin duda, para Weber, el negocio familiar desalentaría una serie de factores intrínsecos al ethos capitalista. Características como el paternalismo, la personalidad, el oportunismo, la flexibilidad no se sigue el patrón occidental de profesionalización y burocratización. Desde hace mucho tiempo, varios autores han llamado la atención sobre algunas características específicas de los sectores productivos chinos, que fluyen a través de las redes familiares y de parentesco. Actualmente, en contra de la idea de Weber presente en “Las religiones de China”, es ampliamente reconocida como la empresa familiar no sólo puede ser propicia para el desarrollo del capitalismo, ya que constituye un locus el privilegio de hacerlo. Además, a partir de la obra clásica de Maurice Freedman9 (1967), se sabe que la competencia y el conflicto son características intrínsecas del sistema familiar chino. Según Delaune10 (2013), el éxito en el comercio de China se debe a las redes de favores entre iguales y la habilidad estratégica de negociar. En los casos de las comunidades en el extranjero, el egocentrismo, sobresale en evitar el conflicto, lo que genera un mayor grado de confianza. El espíritu conciliador busca especialmente el mantenimiento de la paz de la familia, que nunca debe ser roto. Trabajar en la familia hace que la información circule más rápidamente y la lealtad, los desacuerdos son más fácilmente eludidos y el beneficio se convierte en la concentración de la misma unidad, la base de las empresas familiares chinas es la prevalencia de los valores confucianos que destacan por su lealtad y compromiso. La personalización de las
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Maurice Freedman (1967). “Immigrants and associations: Chinese in Nineteenthcentury Singapore”. In:
FALLERS, L. Immigrants and associations. Paris: Mouton, p. 38 10
Florence Delaune (2013). “Entreprises familiales chinoises en Malaisie”. Villeneuve D’ascq: Presse
Univertitaire du Septentrion, pág. 174
redes y la reciprocidad conducen los proyectos, la creación de un entorno de inversión de capital que trasciende las fronteras nacionales. La familia y todos los códigos que giran a su alrededor son fundamentales para entender el éxito del capitalismo contemporáneo chino o, de forma más específica, de ciertos sectores productivos o comerciales. Sin embargo, debido a muchas revoluciones culturales y sociales que China tiene en el siglo pasado desde la publicación de las religiones de China, los aportes por parte de Karl Marx y Max Weber, ya no aplican en su totalidad, dado que si bien manejaban una perspectiva a futuro del impacto a desencadenarse por el capitalismo, no se previó el nivel y desencadenamiento geométrico del consumismo, pues sin duda se trata de dos países completamente diferentes al momento de analizar (entiéndase la China de ayer y hoy). Lo interesante de esta pregunta es que, aunque Weber ha declarado que el confucianismo constituiría el principal obstáculo que detenga el espíritu capitalista, la gran mayoría de los autores contemporáneos mencionados que estudian día a día el capitalismo o la empresa china y la familia utilizan la teoría weberiana (en la racionalidad y la religión) para explicar la especificidad de China, en el supuesto de que la afirmación de "fracaso" no sirve como un modelo explicativo, ya que está muy anticuado en el tiempo, y China ha cambiado. Por otra parte, ni siquiera hoy se puede decir que hay un confucianismo puro en las redes comerciantes, sino más bien una aplicación y direccionamiento del ethos hacia el consumismo. El permiso del éxito Cualquier conducta de la vida que se caracteriza por el rigor y hasta por una radicalización de subterfugios de sus normas, no es una conducta de vida. La retórica confuciana opera a través de un estricto sentido de la privación y la condena de ciertos placeres mundanos. Como se ha argumentado, el confucianismo se debe entender como un código flexible. Comprender las contradicciones, excepciones, negociaciones, etc. Es decir, que debe existir un escape de la
regla pero esto no significa que los individuos se desarrollen en concepciones mal infundadas o simplemente falsedades. Si bien Confucio, demoniza el consumo conspicuo y destaca la importancia de pensar en el futuro, siempre invita al desarrollo y al proceder de conseguir más por parte de los individuos, por medio de conocer a otros individuos y otras culturas. En este caso se puede ver que incluso el código estricto de conducta moral tiene la flexibilidad en un entorno de contacto intercultural. Para muchos chinos, el mercado es fuente de tentación del gasto conspicuo, que puede caracterizarse como una desviación o excepción. Muchos autores se han preguntado por qué se dio tanto en ellos. Curiosamente, toda la represión que los chinos imponen a sí mismos hacia el consumo termina por generar, en determinadas situaciones, una liberalización extrema, que es el resultado de un no consuntivo desconocimientos de los limites consumistas, lo cual ha llevado a patologías propias del capitalismo como son la especulación, la acumulación de la riqueza y la avaricia mayormente determinadas como las irracionalidades del mercado. Como señala Weber, el capitalismo se identifica con la restricción y el control de las unidades de “irracionales”. Por lo tanto, la acumulación del capital en el nombre de una generación futura se lleva a cabo a través de la abdicación de todo o casi todo, por medio del gasto conspicuo, es decir tener permiso para consumir, o en otras palabras tener permiso para llegar al éxito comercial de China. Conclusiones Si bien gran parte de la población de China mantienen numerosos vínculos comerciales y afectivos con otros países, los cambios recientes y radicales en el país determinan que ser chino fuera del territorio comercial no es lo mismo que ser chino en las zonas internas del país,
dedicadas a la agricultura, donde parece que hasta el consumismo puede ser un medio discriminatorio. Actualmente se puede ver el florecimiento del consumo como “el hedonismo contemporáneo”11 en varias partes de China, donde a muchos de los jóvenes chinos no les interesa ninguna estructura de seguridad, equilibrio y la vida armoniosa, determinado con una reducción del 68% en prácticas vinculadas al budismo, confucianismo y el taoísmo. Ahorro y privaciones caracterizan una conducción de alta racionalidad y autocontrol de los individuos, pero el hombre de negocios, presente en el universo empírico utiliza al confucianismo como una base moral para justificar, la escasez de productos de primera necesidad en zonas del interior de China. Entre los límites y posibilidades, resalta la diferencia entre los significados atribuidos a la acumulación de capital, que para los chinos es un fin en sí mismos y como trabajar con los medios para hacerlo. Simplemente hacer dinero, se ha convertido en una ética mundanas para los chinos. Max Weber ha deducido que el confucianismo y el capitalismo eran mutuamente excluyentes, pero que actualmente se han relacionado solo como medios de justificación para el consumismo y la escasez del mercado. Por último, los códigos culturales dan los lineamientos para la renuncia y condena de consumo conspicuo (consumismo), destacando así la frente tensión resultante de un mercado chino en expansión. Donde la conducta moral próximamente estará en un anaquel lista para la venta del mejor consumidor.
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Alfredo Sáenz (2012), “El hombre moderno”, segunda edición, editorial Black Suede, pág. 102
Bibliografía Alfredo Sáenz (2012), "El hombre moderno", segunda edición, editorial Black Suede, pág. 102
Florence Delaune (2013). Entreprises familiales chinoises en Malaisie. Villeneuve D’ascq: Presse Univertitaire du Septentrion, pág. 174 Jürgen Habermas (1972), “El discurso filosófico de la modernidad”, tercera edición, Aberfit ediciones, pág. 60 Jürgen Habermas (1978), “Entre naturalismo y religión”, primera edición, Aberfit ediciones, pág. 112. Karl Marx (1862), “Discurso sobre el libre cambio”, segunda edición, Magenta grupo editorial, pág. 105 Karl Marx (1865), “Salario, precio y ganancia”, cuarta edición, Magenta grupo editorial, pág. 183 Maurice Freedman (1967). Immigrants and associations: Chinese in Nineteenthcentury Singapore. In: FALLERS, L. Immigrants and associations. Paris: Mouton, p. 38 Max Weber (1968), “Las religiones de China”, segunda edición, Collier – Macmillan, Canada – Toronto, pág. 144. Paon Tse Ho (2011), “La revolución de los mercados asiáticos”, segunda edición, editorial H&U, pág. 178. Shang Zhiyung (2010), “Las familias y las relaciones reciprocas de comercio en China”, quinta edición, Astro ediciones, pág. 209.