“La democracia en Latinoamérica” PRAXIS CAPITAL
Introducción Dentro de los últimos diez años, América Latina ha tenido una transición y consolidación democrática por parte de los gobiernos de turno muy importante. Donde se han producido múltiples avances para garantizar el derecho al voto, elecciones transparentes y permanencia en el poder de los mandatarios; sin embargo, estos elementos hoy en día, no son garantía suficiente para mantener los regímenes democráticos. Donde, en el último año la presencia de casos recientes de corrupción, limitación de los medios de comunicación, y castigo a la libre expresión han puesto en riesgo la democracia, orientándola hacia un sistema de retroceso autoritario y despolitización de los grupos sociales. La democracia en América Latina muestra elementos de debilidad vinculados con la incapacidad del Estado de extender los derechos humanos fundamentales a toda la población, requisito fundamental para convertir a los ciudadanos de un Estado en parte de la cohesión social, la participación, el sentido de pertenencia y el apoyo estable a esa democracia, es decir, legitimar dicha democracia en base del elemento social. Aunque existen múltiples diferencias en América Latina entre sus países integrantes, características comunes explican la debilidad democrática, de los cuales; la desigualdad social es uno de los factores más gravitantes en la actualidad, dado que persiste la pobreza y existencia de grupos vulnerables. Así, la pobreza y desigualdad son elementos multidimensionales, donde la escasez económica incrementa las necesidades y limita el acceso a los servicios básicos, además que genera conflictos como: la falta de oportunidad, la exclusión social y la discriminación. Donde, la discriminación social afecta a una pluralidad de grupos sociales (pobres, indígenas, campesinos, mujeres), creando así una masa enorme de excluidos y ratificando que el desarrollo democrático puede ser considerado como un espejismo. La desigualdad no solo tiene un efecto social, sino que también afecta a las dinámicas políticas y la posibilidad de acceso al poder por la población. Así, y dentro de esta idea (Vela, 2014, pág. 78), refiere lo siguiente:
“(…) la concentración de la riqueza y del poder implica el uso de instrumentos que permiten a los grupos privilegiados reproducir el statu quo. Esos instrumentos están representados principalmente por la violencia y la corrupción, fenómenos que alcanzan niveles elevadísimos en la región”.
Por otro lado y como tema de actualidad en América Latina la corrupción ha debilitado la cohesión social y reduce la posibilidad de construir un pacto social sólido entre la población y los aspectos democráticos. Lo cual impide la creación y consolidación de una base social que sustente el desarrollo de democracias sólidas y efectivas. Generando para el caso ecuatoriano, una menor vinculación y quemiportismo político. Desarrollo La democracia basa su sustento en la extensión de la igualdad jurídica en los ciudadanos por parte del Estado; en contraste con el régimen autocrático, un régimen democrático convierte a los seguidores en ciudadanos si sus derechos fundamentales son reconocidos. Sin embargo, la verdadera democracia no sólo reconoce los derechos fundamentales, sino que además garantiza, extiende y protege los mismos. En los países latinoamericanos, la agregación de los principios universales de derechos humanos ha sido satisfactoria. Sin embargo, su práctica ha encontrado múltiples dificultades desde las dictaduras militares de los 70´s a la crisis económica iniciada en los 80´s. Razón por la cual se ha creado un panorama de grandes distancias entre los derechos políticos, sociales y civiles. Donde, en la actualidad los derechos humanos siguen siendo para varios sectores simples menciones que no se traducen en un mejor bienestar de vida. Así hoy en día, no existen cambios relevantes en los derechos sociales, económicos y civiles, impidiendo hablar de verdadera democracia y de desarrollo humano en los países de América Latina. Sin embargo, los triunfos con respecto a la democracia electoral, la ciudadanía política sufre conflictos relacionados con la participación y la representación. La participación es anómala y existen barreras para el ingreso de nuevos actores a la competencia electoral. Hay grupos sociales (en particular indígenas, afro–descendientes y mujeres) que tienen poca representación en la Asamblea. Mayormente limitado por los grupos tradicionales de la política o los cuadros carentes que se acoplen a una política marcada por los grupos políticos.
También es pertinente destacar, la persistencia de la interferencia del poder ejecutivo en el poder judicial, con todo y los logros en las reformas constitucionales para aumentar su independencia, lo cual demuestra un sesgo democrático para simples fines políticos, referido al caso ecuatoriano a modo de ejemplo el grupo “Rafael contigo siempre”. Dentro de lo cual (Azdrubal, 2013, pág. 78), menciona: “En efecto, hay una concentración considerable de poder en el ejecutivo que pone en peligro la división de los diferentes poderes (legislativo, ejecutivo, judicial). Al mismo tiempo se produce una cierta interferencia de los poderes fácticos sobre los institucionales, lo que condiciona la capacidad de los gobiernos para dar respuesta a la ciudadanía”.
Por otra parte, los grandes avances dados en materia legislativa para la tutela de los derechos civiles, no se igualan con la capacidad de los Estados para garantizarlos en la práctica. Así, (Martínez, 2015, pág. 74), refiere lo siguiente: “En América Latina, a pesar de la firma de los tratados internacionales y el reconocimiento de los derechos fundamentales en la legislación nacional, la aplicación efectiva aún se enfrenta con las actuaciones de grupos armados ilegales, y los organismos oficiales de seguridad a veces quedan fuera del control de los gobernantes electos”.
Como se refirió en anteriores párrafos de este ensayo, los mayores inconvenientes de las democracias en América Latina se vinculan con la carencia de derechos sociales y, en particular, con los elevados niveles de desigualdad. Dentro, y con base a los niveles de desigualdad (Castro, 2014, pág. 99), dicta: “Los altos niveles de desigualdad agravan la pobreza y reducen el bienestar de vida de la población. Además, afectan la cohesión social, porque en unión con la corrupción y la violencia reducen la calidad institucional y aumentan la conflictividad social”.
Y dentro de esta desigualdad, uno de los problemas más grandes que se presenta es la pobreza. Lo cual, en conjunto configuran una situación muy compleja que pone en serio peligro la estabilidad de la democracia en la región, ya que los derechos políticos no se acompañan de la efectiva extensión de los derechos civiles y sociales.
Por tanto el autor, (Villa, 2014, pág. 60), expresa: “No es posible construir una democracia sólida sin asegurar bases económicas con niveles reducidos de pobreza y desigualdad. Los altos niveles de pobreza y desigualdad impiden la cohesión social y reducen el apoyo a la democracia por la población, que no percibe en absoluto la capacidad del gobierno de responder a sus demandas sociales. En esta situación no se puede excluir que, a largo plazo, la población apoye un régimen autoritario si éste pudiera dar respuesta a sus demandas de bienestar”.
De hecho, las transformaciones políticas y económicas generaron una situación paradójica en las sociedades de América Latina. Estas sociedades en vías de desarrollo en que las demandas sociales se expresan en un contexto de libertad política (democracia) y libertad económica (mercado) deberían llevar a mecanismos de crecimiento económico y fortalecimiento democrático. Sin embargo, en contextos de pobreza y desigualdad, las libertades políticas y económicas no recogen demandas sociales efectivas, en el sentido de que no hay un grupo social extendido y representativo que exprese sus necesidades. El resultado es que las reformas políticas y económicas no generan ni desarrollo económico ni desarrollo democrático. Para mejorar la situación actual de las democracias en América Latina se tiene que considerar al sistema político de cada país junto a lo económico. Por eso, la búsqueda de estabilidad democrática debe priorizar los problemas de la pobreza y de la desigualdad, ya que niveles aceptables de bienestar e igualdad son condiciones imprescindibles para que la democracia se instale sólidamente en la región. La pobreza y la desigualdad deben combatirse a través de los instrumentos de la democracia. La difusión de la ciudadanía integral a la mayoría de la población puede alcanzar una mayor cohesión y estabilidad social, que son los requisitos del crecimiento económico, creando de esta manera un círculo virtuoso de consolidación democrática y aumento del bienestar económico y social.
Conclusiones En los últimos diez años, América Latina ha experimentado la transición y la consolidación democrática. Donde, la democracia se ha solidificado como la forma más idónea para asegurar el desarrollo humano, el aumento de oportunidad de elección de las personas, así como el respeto y la inclusión de las diversidades que cada sociedad presenta. Sin embargo, las democracias de América Latina no satisfacen los requisitos fundamentales para que sean democracias integrales, es decir capaces de garantizar realmente los derechos políticos, civiles y sociales de la ciudadanía. La desigualdad es el ente generador de la debilidad institucional y democrática de los estados en América Latina. La falta de equidad económica y social se vincula con fenómenos, como corrupción y violencia, que contribuyen a la perpetuación del poder por los poderes fácticos y por las élites privilegiadas y a la exclusión de los demás ciudadanos del bienestar económico y de la toma de decisiones. En América Latina hacen falta generar regímenes democráticos que garanticen y fomenten la participación ciudadana y un Estado eficaz en el diseño y la ejecución de políticas adecuadas, para reducir la brecha entre pobres y ricos, y aumentar la cohesión social y la participación ciudadana. Hace falta un Estado activo en términos de acciones redistributivas, de fomento del tejido económico y del desarrollo rural, factores clave para fortalecer e independizar la economía nacional.
BIBLIOGRAFÍA Azdrubal, V. (2013). La pantomima de la democracia. Quito - Ecuador: Atlas ediciones. Castro, F. (2014). La desigualdad, factor de riesgo gubernamental. Argentina: Flacso Argentina. Martínez, N. (2015). La democracia aplicada. Lima - Perú: Metro ediciones. Vela, C. (2014). La democratización latinoamericana. Quito - Ecuador: Flacso. Villa, P. (2014). La pobreza de los gobiernos. México D.F.: Quetzalt ediciones.