“PERSPECTIVA COMPARATIVA, EPISTEMOLÓGICA Y METODOLÓGICA DE ÉMILE DURKHEIM Y MAX WEBER” PRAXIS, Consulting Al hablar de Émile Durkheim y Max Weber en función de sus logros en la sociología y específicamente en la sociología clásica, nos referimos a dos líneas muy separadas dentro de su estructura investigativa, quienes y acorde a dos diferentes perspectivas y en base de sus contribuciones, aportes intelectuales y enfoques teóricos dieron las estructuras solidas a esta ciencia. Ambos autores manejan una discrepancia epistemológica y metodológica única en sus aportes, pero a la vez dejan varios puntos conceptuales comunes que son relevantes analizarlos en este ensayo, con la finalidad de encontrar aquellas estructuras donde, indirectamente el conocimiento se agrupo en ideas no iguales pero similares y comparables. Coyunturas iguales, ideas distintas La coyuntura histórica del siglo XIX en la que se desarrollaron Émile Durkheim y Max Weber es idéntica aunque con diferencias sociales de desenvolvimiento, en las cuales se comenzaron a presentar las primeras ideas sobre los diferentes fenómenos sociales presentes para la época, como eran los conflictos bélicos. Para el autor Marcus Doller en su obra “Bases históricas de la sociología”1, Émile Durkheim, fue marcada por el laicismo y el cientificismo en protesta de la inestabilidad política, económica y social en Francia, además de una firme tendencia monárquica que hacía peligrar las ideologías renovadoras en más de una persona, quienes veían en Francia como un país aleado a la burguesía más extremista. 1
Marcus Doller (2014), “Bases históricas de la sociología”, segunda edición corregida, Athos grupo editorial,
pág. 92.
Por otro lado, Max Weber como se referencia en la obra “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”2, vivió estructuras nacionalistas poco democráticas en post de la defensa progresista – racional con críticas propia hacia al capitalismo, donde aparece las primeras discrepancias con Émile Durkheim, quien veía un mayor interés en el socialismo. Dicha identidad en Weber se debía mayormente a que toda su familia veía en estos ideales la razón renovadora del Estado alemán. Ese socialismo con el cual y muy frecuentemente se veía identificada Émile Durkheim la llevo a proponer conceptos sobre política, economía y relaciones internacionales, además mantuvo ideas reformistas e integradoras hacia las agrupaciones de trabajadores en post de mejorar los tratos industriales hacia ellos. Manteniendo la misma corriente, Max Weber creía en el cambio social, pero éste, no generado por los diversos actores sociales, sino por el accionar de los políticos elitistas y profesores universitarios que direccionen al Estado en una labor intelectual, pero que debido mayormente al choque de fuerzas políticas termino cediendo este espacio de cambio. No es lo mismo camino que ruta Las perspectivas epistemológicas y metodológicas adoptadas por Émile Durkheim y Max Weber se manejan con una atribución hacia la coyuntura social en la que se desenvolvieron, es así que las concepciones sociológicas se fundamentan de un hecho cultural. Y dentro de este hecho cultural la sociología basa sus pilares en la Ilustración francesa manteniendo un énfasis en el individuo pero, una contraparte católica direccionada por Bonald y Maistre enfocó el nivel de análisis ya no desde una perspectiva individual, sino 2
Max Weber (1903), “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, primera edición, editorial Tairys, pág.
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desde un desarrollo del grupo social y los roles de actividad como son: familia, jerarquía, relaciones, entre los principales. De estas bases culturales la sociología y específicamente la sociología clásica integra ambas concepciones al referirse que el individuo es parte del grupo social, donde mutuamente influyen e interactúan. Y a partir de estas interacciones se busca estudiar los roles integradores y como estos afectan la relación individuo y sociedad generando la concepción de la “Física social” la misma que Émile Durkheim perfeccionó y redireccionó para legitimar y perpetuar el orden social burgués. Un punto conceptual en común entre Émile Durkheim y Max Weber se lo maneja dentro de la ciencia política donde, Durkheim plantea la construcción de una tipología de sociedades respaldándose en las bases previas de Montesquieu, a partir de este estudio del francés, Weber definiría su metodología tipos – ideales que le permitieron definir de mejor forma los rasgos repetitivos en los fenómenos sociales por medio de la generación de las “leyes a lo social” y su vinculación al desarrollo político – social, que previamente Durkheim había relacionado a la Ilustración francesa, donde para varios autores se arma la ruta hacia la sociología como disciplina. A partir de su identidad como disciplina, Durkheim y Weber buscan la conformación autonómica de la sociología como ciencia, donde en sus correspondientes periodos sus detractores refirieron a la sociología como parte de la filosofía e historia y más no como una ciencia objetiva, específica y metódica. Otro punto en común entre Émile Durkheim y Max Weber se vincula a Ferdinand Tönnies quien público el primer libro de sociología en Alemania, “Comunidad y sociedad”3 (1887),
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Ferdinand Tönnies (1887), “Comunidad y sociedad”, primera edición, editorial Höus Del Well, pág. 118.
cuyo autor dentro de su obra referencio bases de los estudios emitidos de Arthur Schopenhauer4 y Friedrich Nietzsche5 sobre “ciencias de la naturaleza” y “ciencias del espíritu”. Así Ferdinand Tönnies generó el debate de lo inmaterial y como esto podía definirse y conocerse en los hombres, dando el carácter de “ciencia en firme” a la sociología. De acuerdo a lo anteriormente expuesto, Tönnies dejo las bases de ciencia a Max Weber quien desde este punto constituiría la fantástica contribución a la sociología desde una perspectiva comunitaria y societaria, al vincularla con otras ciencias como son la historia y economía. También, trascendería dentro de esta rama al denotar las diferencias entre la acción racional e irracional. Ingreso a la mentalidad social de lo irracional convertido en racional Ferdinand Tönnies mantiene su influencia en Émile Durkheim, quien instituyó una tipología de comunidades de acuerdo a la naturaleza del lazo social, en esta concepción determinó que la comunidad primitiva está por encima de la solidaridad mecánica; además que la solidaridad orgánica dependen del trabajo de terceros para sobrevivir. Combinado la solidaridad mecánica con el derecho represivo, enfocada en la venganza de las masas por factores morales y sociales; mientras que la solidaridad orgánica de las sociedades busca el orden en base de los cuerpos normados como son las leyes, determinando la realidad objetiva y el predominio de
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Arthur Schopenhauer (1865), “El mundo como voluntad y representación”, primera edición. El Fondo de
cultura económica. ISBN 84-375-0591-7, p. 69. 5
Friedrich Nietzsche, (1888). “El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo”. Madrid: Alianza Editorial,
ISBN 84-206-1507-2, p. 109.
los integrantes en la sociedad, dando apertura al estudio sociológico de la coerción social y que la misma maneja una existencia propia6. Así, Émile Durkheim confiere a la sociedad de conciencias individuales que dan forma al colectivo, pero el gobierno es el llamado a conjugar el orden de la sociedad por medio de la normativa de acción social, llegando a considerar que sin el accionar coherente del gobierno el factor moral de la sociedad pasa a convertirse en una patología carente de disciplina, respeto y dedicación, lo que se puede enfocar como la verdadera realidad social. El estudio de esta realidad social da el comienzo al desarrollo de la sociología jurídica, la misma que debe observarse por fuera del accionar de los individuos y mantener su orden regulador por medio del legislador. Con base en esta exposición, Émile Durkheim establece el fundamento para deslindar la Sociología jurídica de la dogmática jurídica, la misma que será posteriormente desarrollada por Max Weber cuyo aporte sociológico fue la distinción entre la regla jurídica y el análisis empírico causal del orden jurídico legítimo en la sociedad. De esta forma Weber posteriormente desliga a la disciplina jurídica de la sociología jurídica. Así Weber mencionó en su obra “Historia económica general”7, lo siguiente: “(…) se ha querido reconocer en la recepción del derecho romano, la decadencia de la nación, cuando la decadencia depende de la sociedad. (…) el Derecho no posee título ni representación, por lo tanto no es social, sino que guía al sujeto” No obstante, Max Weber no tiene la misma perspectiva de Émile Durkheim sobre el “autoritarismo normativo”, pero concuerda en reconocer la importancia de las creencias 6
Ferdinand Tönnies (1906), “Philosophische Terminologie in psychologisch-soziologischer Ansicht”, ed.
Cornelius Bickel/Rolf Fechner, Duncker & Humblot, Berlin, pág. 73 7
Max Weber (1920), “Historia económica general”, quinta edición, Fondo Cultura Económica, pág. 282
compartidas para el actuar de los individuos. Esta relación conceptual en el interés por los procesos de socialización queda también explícita en la referencia de la ética social, cuando se vincula el espíritu del ascetismo cristiano y la idea de profesión y vida racional, dando aparición al espíritu capitalista por parte de Weber. Pero así mismo el autor alemán rechaza fuertemente la posibilidad de que el espíritu del capitalismo fuera un resultado del desarrollo económico, sino de la imposición ideológica del capitalismo en la personalidad de los individuos, al convertir el elemento irracional de la entrega incondicional al trabajo como un estilo racional de vida. Aspectos como lo anteriormente referenciado diferencian a Weber de Durkheim, quien concedió a la sociología el estatus de ciencia empírica, enfocada como el nuevo orden social relegando el proceder que tenía la fe religiosa en función del comportamiento de los individuos. Pero un pilar donde coincide Durkheim con Weber, se enfoca en la aseveración que en la sociedad moderna Dios ha quedado extirpado al mismo tiempo que eterniza su presencia. Donde Durkheim no se refiere al aspecto espiritual sino a la liberación por parte de la sociedad de la herencia religiosa. El accionar social del sujeto, generado o provocado Émile Durkheim, dentro del método sociológico dejó algunos puntos fuera de la ciencia, como son los hechos sociales inmateriales (normas, valores, moralidad, conciencia colectiva, corrientes sociales), los cuales para el autor eran repercusiones propias del estudio filosófico y no de la sociología, donde para que dichos hechos sean parte de la sociología solo podía darse cuando los mismos se reflejaban en la naturaleza de sus alteraciones sociales. Max Weber coincidía con Émile Durkheim en la defensa total de la “neutralidad valorativa” en la investigación sociológica objetiva. Pero, al contrario de Durkheim, Weber preservó la validez del estudio sobre los elementos prácticos, y beneficios científicos.
Otro punto donde los autores no coincidían era porque Durkheim mantenía la visión preeminente de la sociología como la fuerza científica que se trasformó en el motor del mundo, mientras que de forma más serena Weber refería a la sociología como una ciencia auxiliar en el estudio social - humanístico, dado que desde su perspectiva esta ciencia carecía del poder para arrojar soluciones mágicas a los conflictos entre fines y medios: (…) no hay procedimiento científico (racional o empírico) de ninguna clase que pueda brindarnos aquí una decisión. Menos todavía puede nuestra ciencia, que es estrictamente empírica, pretender ahorrar al individuo semejante elección”8 Además, Weber refirió un amplio interés por el mundo subjetivo del sujeto desde una perspectiva científica, determinándolo como motor esencial de la acción social. Si bien admitía la relevancia de las estructuras colectivas, solía reducirlas a patrones y regularidades de la acción individual: (…) en función de fines académicos y prácticos puede ser conveniente e inevitable tratar a determinadas formas sociales (estado, cooperativas, compañía anónima, fundación) como si fueran individuos (como sujetos de deberes y derechos, o de determinadas acciones de alcance jurídico). Para la concepción de la sociología, por el contrario, esas formaciones no son otra cosa que desarrollos de acciones específicas de personas individuales, ya que tan solo estas pueden ser sujetos de una acción orientada por su sentido. (…) No existe para ella una personalidad colectiva en acción. Cuando habla del “estado”, de la “nación”, de la “sociedad anónima”, de la “familia”, de un “cuerpo militar” o de cualquier otra formación semejante, se
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López Zamora, Paula, (2010), “Aproximación a la figura y obra de Max Weber”, Compañía Española de
Reprografía, ISBN 978-84-85592-58-6, pág. 163.
refiere únicamente al desarrollo, en una forma determinada, de la acción social de unos cuantos individuos, bien sea real o construida como posible9. Pero este enfoque de Weber ha hecho que varios autores refieran varias inconsistencias en la visión weberiana al vincular la sociología con ciertas estructuras sociales como son: religión, estado, capitalismo, entre los principales. En mi opinión, al contraponer el individualismo metodológico con los intereses macrosociales, Weber comete un error epistemológico gigante: confundir los medios con los fines. Dentro de esta concepción Émile Durkheim, cita lo siguiente: El individuo constituye, para ese modo de consideración, el límite y el único portador del comportamiento provisto de sentido (…) no solo le pertenece el lenguaje, sino también el pensamiento con que es aprehendido el actuar, lo mismo sucede, y hasta particularmente, en la sociología. Conceptos como “Estado”, “feudalismo”, “corporación” y otros similares designan, para la sociología, en general, categorías que se refieren a modos determinados del actuar en sociedad, y por lo tanto su tarea consiste en reducirlos a un actuar “comprensible”, lo cual significa el actuar de los hombres participantes en sociedad. Así, Weber propone eliminar el tratamiento positivista de los órdenes sociales, reivindicando el rol activo de las personas en sus modos de organización. La estructura sociológica subraya la perspectiva del actor socializado, es decir: 1) la comprensión que los propios sujetos tienen de su función dentro de la sociedad, 2) los efectos que dicha comprensión tiene en su interacción con otros sujetos y 3) El efecto de los sujetos con las instituciones de la sociedad.
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Sancho, Isabel, (2010) “Émile Durkheim y Max Weber: voluntad y destino de la sociología”, Universitat
Politècnica de València ISBN 978-84-9705-736-3, pág. 62.
Lo anteriormente expuesto no subordina las estructuras sociales a la voluntad del hombre, tan solo les resta omnipotencia a aquellas y las ubica al alcance de la intencionalidad de este y de la sociedad en conjunto. En base de esta perspectiva sobre el individuo, Weber no niega las ideas de Durkheim; más bien las matiza a partir de un pensamiento dialéctico. Mientras Weber enfocó su trabajo científico sobre el concepto de hechos sociales (dados y coercitivos), Durkheim centralizó su labor en torno a la acción social (en constante tensión y construcción). Cualquiera que sea el contenido del tipo ideal racional del sujeto, su construcción tiene siempre la de establecer su contraste o su divergencia respecto a la de él, o su aproximación más relativa con la sociedad. Conclusiones Émile Durkheim y Max Weber fueron autores en extremo prolíficos; la amplitud de sus obras no puede resumirse a solo este ensayo. Sus nombres encabezan las dos grandes escuelas de la sociología clásica, enfocadas en varios aspectos teóricos, epistemológicos y metodológicos., Durkheim con un desarrollo teórico coherente y unitario; Weber, dueño de una erudición asombrosa, maestro en muchos frentes de conocimiento y recriminado por las múltiples ambigüedades de su aporte científico. El pensamiento de Durkheim peregrinó por la revolución sociológica de su contexto, y ascendió casi en línea recta hasta desembocar como cuasi ciencia. En contraposición, Weber, generó concepciones inversas como en el propio positivismo; donde varios campos cognitivos lo llevaron en aspectos ambiguos y contrarios durante sus definiciones. A pesar de los claros desacuerdos entre Émile Durkheim y Max Weber, se puede identificar interesantes confluencias en algunas de sus conclusiones; como son, la gran importancia que ambos autores les otorgaron a los sistemas de valores y de normas, respecto al
comportamiento humano en sociedad. Así como a los procesos de socialización; obviamente, diferenciados con sus matices: Durkheim, iniciador de una concepción simplista de la conducta reactiva y supeditada a los hechos sociales; Weber, con la noción de la acción social, el orden normativo y la tensión entre racionalidad e irracionalidad. Además de una gran coincidencia en sus aportes a la sociología jurídica y a la sociología en general, tras argumentar uno y otro la enorme significación de la objetividad o neutralidad valorativa para la joven ciencia. Otra similitud encontrada está dada por Weber en la acción social y la de Durkheim por el conocimiento de la realidad social, donde sí se podría conjugar sus ideas en una síntesis ambos autores determinan que la identidad se aplica a, cuando menos, dos puntos estratégicos: la distinción entre los motivos morales y no morales de la acción en relación con las normas y la distinción entre la calidad de las normas como tales (Weber, legitimidad y carisma; Durkheim, autoridad moral y orden institucional). Pero, donde se logra la mayor unión de sus concepciones, fue en la ambición común de fundar una sociología sólida, autónoma y empírica, la misma que lograron, por medio de una sabiduría de “enemigos”, pero de similar percepción en busca del autoconocimiento de la humanidad.
BIBLIOGRAFÍA Arthur Schopenhauer (1865), “El mundo como voluntad y representación”, primera edición. El Fondo de cultura económica. ISBN 84-375-0591-7, p. 69. Ferdinand Tönnies (1887), “Comunidad y sociedad”, primera edición, editorial Höus Del Well, pág. 118. Ferdinand Tönnies (1906), “Philosophische Terminologie in psychologisch-soziologischer Ansicht”, ed. Cornelius Bickel/Rolf Fechner, Duncker & Humblot, Berlin, pág. 73 Friedrich Nietzsche, (1888). “El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo”. Madrid: Alianza Editorial, ISBN 84-206-1507-2, p. 109. López Zamora, Paula, (2010), “Aproximación a la figura y obra de Max Weber”, Compañía Española de Reprografía, ISBN 978-84-85592-58-6, pág. 163. Marcus Doller (2014), “Bases históricas de la sociología”, segunda edición corregida, Athos grupo editorial, pág. 92. Max Weber (1903), “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, primera edición, editorial Tairys, pág. 49. Max Weber (1920), “Historia económica general”, quinta edición, Fondo Cultura Económica, pág. 282. Sancho, Isabel, (2010) “Émile Durkheim y Max Weber: voluntad y destino de la sociología”, Universitat Politècnica de València ISBN 978-84-9705-736-3, pág. 62.