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DE VIAJES, ARMARIOS Y MALETAS borrosa

Doce variaciones sobre una realidad

4ยบ ESO

CEO MIGUEL DELIBES DE MACOTERA

CURSO 2014-2015

DE VIAJES, ARMARIOS Y MALETAS Crรณnicas ficticias para una realidad borrosa Alumnos de 4ยบ ESO Coordinadores: Javier Alonso Prieto Miguel ร ngel Prieto Herrera

MACOTERA, 2015

DE VIAJES, ARMARIOS Y MALETAS borrosa

Doce variaciones sobre una realidad

C.E.O. MIGUEL DELIBES DE MACOTERA Esta obra ha sido publicada con la colaboraciรณn financiera del Ayuntamiento de Macotera.

4ยบ ESO CEO MIGUEL DELIBES DE MACOTERA CURSO 2014-2015 Esta obra estรก licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribuciรณn-NoComercialCompartirIgual 4.0 Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/.

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Doce variaciones sobre una realidad

ÍNDICE

Prólogo: De viaje todas las calles son barcos Miguel Ángel Prieto Herrera

Rally en María Luisa Ismael Bautista Delgado

Durmiendo con mi enemigo Manuel Blázquez Munuera

Una noche como otra cualquiera

Isabel Calvo Maestre -

Alfonsino de mi vida María Crespo Blázquez

Asunto: selfie attraction Clara Gómez Bautista

Viaje por mis sueños Pilar Gutiérrez Brozas

Maldito diario / A trescientas millas de Sevilla

Aarón Jiménez Pérez -

¿Sueño…? ¿Realidad…? No lo sé… Voces en la niebla

Nerea Madrid Yagüe -

Carrera de obstáculos a media noche 6

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Cristian Sánchez Nieto -

5 minutos más Estela Sánchez Nieto

La piscina David Vicente Blázquez

Inquilino en el armario Lucía Vicente Bueno

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Epílogo: El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero Javier Alonso Prieto

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PRÓLOGO DE VIAJE TODAS LAS CALLES SON BARCOS Miguel Ángel Prieto Herrera Dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre. Mark Twain Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: 'No vayas a lastimarte', y también: 'Cuidado con los escalones'. Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas

Viajar no es ir de un lado a otro, recorrer una larga distancia simplemente. Viaja el que mira a los ojos, bebe para tener más sed, observa sin telarañas y aguarda encuentros pese a que no lleguen. Viaja el que se adueña de pensamientos intrépidos. Al regreso de un verdadero viaje seguimos en ruta por la memoria de lo que fuimos e hicimos entonces, empeñados en moldear los recuerdos y componer con ellos escenas vivas que crecen y se alteran al correr de los días. Pues ya nosotros hemos cambiado. Viajo el día después del regreso cuando abro la escotilla de un recuerdo y el viento le impregna de nuevos aromas. Y cada vez que vuelvo a él, lo revisto del color de cada jornada sin que deje de ser el mismo. ¿O ya no? Perfumes, metáfora de los viajes: fragancias efímeras y duraderas, flor del azahar, hoja de arrayán, pellizco de la cúrcuma, caricia del jazmín, pero también tufillo encerrado en las habitaciones de a cuatro. Viaje-expedición: Sacromonte del quejío en cuevas paganas, cada mañana sales con los sentidos afilados, a la caza de ese instante capaz de convencerte de que el mundo 8

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acaba de empezar. Cada noche, rompiendo el silencio de los pasillos, salteadores de sueño irrumpen en las alcobas y garrapatean extraños mensajes dentífricos sobre mejillas y orejas indefensas. Viaje-catapulta: carribicis por el parque María Luisa en Sevilla en pos del vértigo de la libertad insinuada, diez ardillas que salen de su jaula al bosque incomprensible y cargado de revelaciones. Evas y Adanes ensayando la salida del paraíso. Platón y su caverna. Viaje-celebración de los amigos: baile de las eternas rondas nocturnas, romería de la 104 a la 102 (¿o era la 103?), banquetes de risas con patatas, trianero desfile nazareno a golpe de paloselfie, sobremesa moruna en torno a la serpiente de humo. Viaje-zambullida: chapuzón piscinero en sillas submarinas, inmersión en las temidas aguas del bonjourmesié del aljibe de María de Padilla, del anniong coreano de Plaza España y del hallo alemán de Santa Cruz. Viaje-conjetura: de qué todos los coches abollados en Sevilla, serán patatas o maíz esos campos camino de Antequera, dime si es Antonio o José el más andaluz de los nombres, dónde has visto tú un bosque de naranjos. Viaje-espejo, el agua fresca y nómada del Darro, recogida en la Acequia Real, llega hasta un patio nazarí de La Alhambra y se detiene un momento, se dilata hasta hacerse geometría y se adormece acunada por el borboteo de una fuente. Alguien se asoma al estanque y su sombra despierta al espíritu de Chorrojumo, que ante los turistas del siglo XIX se autoproclamaba rey de los gitanos y lucía sus mejores galas en las fotos. El espíritu reavivado bracea entre las carpas para alcanzar el islote de un nenúfar, se retrepa por el cuenco de su flor hasta un estambre, donde la pata de un insecto lo envuelve dentro de un grano de polen. El bicho levanta el vuelo a duras penas, pero agobiado por el peso sacude sus patitas para librarse del grano, que al caer se enreda en la cabellera de una estudiante en viaje de fin de curso. Allí instalado, pasa la tarde

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escuchando pláticas y confidencias de la joven y sus amigos. De regreso al hotel, ella remueve sus cabellos frente al espejo del

baño y el grano de polen se precipita al fondo del neceser, entre la crema solar y el lápiz de ojos. Vuelve el espíritu a dormirse y no despierta hasta muchas horas más tarde, muy lejos de su ciudad y sus aromas, en un hogar ajeno. Por la ventana abierta llega, sin embargo, el infalible gorjeo de los gorriones. La muchacha ha vaciado su estuche sobre la mesa de estudio y ahora lo sacude asomada a la ventana, para quitarle las briznas del viaje. Cae el henchido grano al patio de tierra, junto a las macetas de hortensias y de dalias. Se hunde bajo la tierra mullida. Por la noche, el grano de polen se abre y el espíritu de Chorrojumo echa raíces y empieza a ascender como columna de palmera hasta alcanzar la ventana abierta tras la que duerme la chica. Se inclina la corona de hojas y entra en la habitación, formando una bóveda de arcos vegetales sobre la cama. Cada cual cuenta una historia, llena de certezas y de olvidos, que la joven va recogiendo en sus redes.

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EL parque de María-Luisa y los carritos (o Qué fue verdad y qué fue mentira) RALLY EN MARIA LUISA Ismael Bautista Delgado Soy un viajero, un vagabundo y pago mi hospedaje con una balada; soy un huésped sin malicia, f ácil de contentar: a veces, me colocan en la mejor habitación de la casa, con un lecho con pilares; otras veces duermo en el granero, sobre la paja. No me preocupan las pulgas y no hago caso de las sedas. Soy muy tolerante. No soy un moralista. Poseo un sentido demasiado agudo de la brevedad de la vida y de sus tentaciones para trazar líneas de demarcación con tinta roja. Virginia Wolf, Las olas

Nos costó mucho convencer a los profesores, pero al final nos dieron permiso para montar en uno de estos carritos a pedales –para dos, cuatro o seis personas- que usa la gente para ver más rápido el parque de María Luisa, grande y repleto de glorietas, plazuelas, estanques, árboles y flores. Pero nosotros le dimos otros usos. Subimos en uno de cuatro plazas Manuel, Cristian, David y yo. Nos fuimos turnando para manejar el volante que había en uno de los dos asientos delanteros. En las calles más anchas Cristian intentaba hacer trompos pero el carrito no estaba fabricado para eso y en un movimiento brusco casi chocamos con una calesa tirada por un caballo. El animal se asustó, pegó un fuerte tirón hacia delante y a punto estuvo de tirar a la pareja que montaba en el carruaje. Nos echamos a reír y salimos de allí escopetados por miedo a la bronca del dueño de la calesa. Manu, la verdad, no era muy bueno conduciendo y me cedió el turno porque se sentía poco seguro. Igual que Cristian tenía miedo conmigo al volante, a ver, llevábamos demasiada velocidad y me salía del asfalto para meterme por los caminos de tierra, cosa que nos habían prohibido pero, sin los profesores a la vista, lo hicimos. Los senderos no estaban preparados para pasar con el carrito: sobresalían muchas raíces de higueras y magnolios de considerable tamaño y el carrito pegaba demasiados botes, parecía que se iba

desmontar

cualquier

momento. Así 11

que

decidimos

abandonar los

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caminos, pero para regresar al asfalto debíamos salvar un escalón, y con mucha carrerilla lo subimos al fin. Con David al volante echamos unas carreras por el parque. Como dije antes, las pistas de asfalto y los caminos de tierra avanzaban paralelos y separados entre sí por un escalón y a David se le ocurrió poner dos ruedas dentro y las otras dos fuera. Demasiado desnivel. Si Manu no le agarra, Cristian se cae del carrito y aterriza en unos arbustos. Luego David sacó el carrito del desnivel y nos adentramos en una calle más estrecha limitada por más arbustos. De repente, empieza a sonar el móvil de David y nos asustamos porque creíamos que los profesores nos habían pillado; pero era su madre, que siempre le llamaba a esas horas de la tarde para preguntarle por el viaje. Como estaba demasiado pendiente del móvil en una pronunciada curva chocamos con los arbustos, los atravesamos y fuimos a chocar de frente contra un magnolio. Cuando comprobamos que no había heridos, bajamos para ver el destrozo: un arbusto atravesado, el árbol marcado con un desgarrón y el techo del carrito doblado. Volcamos el carrito de un lado y entre los cuatro logramos enderezarlo un poco, así como las ramas del arbusto. Salimos rápidamente del lugar del accidente y al coger de nuevo velocidad nos dimos cuenta de que habíamos estropeado los rodamientos de las ruedas delanteras, sonaban demasiado; intentamos disminuir la velocidad pero el freno también estaba roto y frenamos con los pies. Se puso Cristian al volante, decía que no quería más accidentes. Pero en el primer giro a la derecha nos encontramos con el dueño de la calesa, que echó a correr detrás de nosotros. Entre lo mucho que corría y que el carrito no estaba para muchas, por más empeño que poníamos en pedalear no éramos capaces de perderle de vista. Cristian quería despistarlo por las calles pero él se las conocía mejor que nosotros y acabamos saliendo fuera del parque hasta la plaza de España, que estaba al lado. Como nuestro conductor es un poco bruto, en la última curva forzó demasiado y algo chascó; ya no podíamos ni girar ni frenar, estábamos frente al canal salpicado de 12

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barquitas; echamos pie a tierra y como pudimos acabamos frenando completamente el carro a menos de dos metros del agua. No sé qué hubiera pasado de aterrizar en el fondo

del canal con los peces, menuda bronca. El hombre de la calesa debió de cansarse al fin y no le volvimos a ver. Era hora de devolver el carrito y los cuatro nos echamos las manos a la cabeza solo

pensar el broncazo que

nos

caería al

entregar el

trasto. David propuso esconderlo entre los arbustos del parque y sin que se enterara el dueño coger otro parecido y entregar este nuevo. Pero era un plan complicado. Como el encargado de los carritos estaba entretenido con más clientes, lo aparcamos sin llamar la atención y salimos echando chispas con los profesores y las chicas, temiendo que llamara a la policía local.

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UNA NOCHE MOVIDITA/ DURMIENDO CON MI ENEMIGO Manuel Blázquez Munuera Cuéntame un cuento y verás qué contento, me voy a la cama y tengo dulce sueños. Cuéntame un cuento, que ya creo que estoy soñando, cuéntame un cuento, con música voy viajando. Cuéntame un cuento, que todavía no es tarde, cuéntame un cuento, que la noche está que arde. Celtas cortos, Cuéntame un cuento

La historia que voy a contaros, comienza el primer día del viaje cuando, pasada la medianoche, llegamos al hotel. Una vez en la habitación con mis compañeros, el abrumador calor, el cansancio y el hastío llenaron mi mente y caí en un profundo sueño. Allí me preguntaba si mis compañeros me dejarían dormir: los gritos tapaban mis oídos al igual que el calor cerraba nuestra estancia. Mientras dormía, mis sentidos percibieron unas luces incandescentes seguidas de unas risas ahogadas. Mi sueño iba y venía al ritmo de sus gritos y sus silencios. La Giralda se me aparecía como una guía para salir del tormento del calor y los incordios de mis compañeros, y luego se desvanecía al compás de los ruidos ajenos. Hacia las dos de la madrugada desperté sobresaltado, sin motivo aparente, pensé. Para mi sorpresa, a mi lado se encontraba David, que como estaba desvelado puso la radio en la frecuencia de Radio María. A tales horas la emisora rezaba su rosario, y yo, con la mandíbula desencajada, veía a David rezar con la radio. Sonreí con sorna y al rato el sueño se apoderó de mí y me desplomé en los brazos de Morfeo por segunda vez. Me seguía preguntando por qué esa aparición de la Giralda se repetía y por qué mis compañeros no se callaban de una maldita vez. Pude escuchar cómo Cristian repetía varias veces mi nombre mientras añadía: “Quita ese p… brazo” o “Que te despiertes, capullito”. Más tarde, unas risas seguidas de gritos de Cristian clamando mi nombre, me despertaron. Al parecer, tal era su tedio y sus ganas de incordiar que me pusieron 15

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dentífrico en la oreja y el pelo. Cristian me ayudó a llegar hasta el baño donde me aseé. Ahora lo siento por ellos, pero entonces la ira me cegó y los golpeé repetidas veces. Luego desperté de mi sueño, de lo que creía había sido un sueño. Pero todo lo sucedido había sido tan cierto como que estaba en Sevilla y era casi la hora de levantarnos. Mal rayo los parta.

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UNA NOCHE COMO CUALQUIER OTRA Isabel Calvo Maestre Un viaje es como el matrimonio. Uno se equivoca si piensa que tiene todo controlado. John Steinbeck

23.28h- No llegamos. Está claro que no llegamos. Caminamos lo más deprisa que podemos cruzando medio Sevilla. No sé cuánto tiempo hace que dejamos el bar donde hemos cenado y empezamos a ir hacia nuestro destino, pero estoy segura de que mucho. Miro el reloj. Sólo han pasado cinco minutos. Parece mucho más por lo que nos duelen las piernas. Nos quejamos. Algunos se quedan atrás y nos meten más prisa. Tan solo esperamos llegar a tiempo de coger el autobús a La Algaba. Ya la vemos, pero la calle respira demasiado tranquila para estar frente a la Macarena. Es porque está cortada por la policía. ¿Qué andará haciendo allí? 23.29h- Llegamos a la parada justo a tiempo y Javier va a hablar con los policías mientras nosotros esperamos en la parada en la que hay otros dos chicos. Uno llega poco después que nosotros, y el otro ya estaba en la marquesina cuando llegamos. Me dan mala espina. En realidad no sé por qué, quizá porque en cuanto llegamos a la parada se levanta y sale de la marquesina que ocupamos ahora nosotras. Vuelve Javier. Malas noticias. Nos dice que el próximo autobús no sale hasta las 24.00h. 23.30h- Aún peores noticias. La policía ha cortado la calle porque en un bar ha habido una pelea. Un muerto y tres heridos. Estamos en shock. Javier nos explica detalladamente cómo dos hombres borrachos se han peleado, y al intentar parar la pelea, dos personas han resultado heridas y uno de los borrachos ha apuñalado al otro dejándolo sin vida. Miguel Ángel no da crédito, al igual que todos nosotros. Pero entonces a Javier se le escapa la risa. Es mentira. Cómo no. En realidad, lo único grave es que un ladronzuelo ha robado un bolso y estaba escondido en el bar. 17

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24.00h- Llega el autobús y nos montamos al fondo. Hay poca gente, pero damos el espectáculo. Los otros viajeros se han ido al otro extremo y se les ve deseosos de que llegue su parada. Entre ellos están los dos chicos de la parada. Ahora no parecen tan siniestros. Puede que simplemente los asustáramos con nuestros gritos. 24.21h- ¿Ya hemos llegado? Eso parece, porque es la última parada. Sólo hay un pequeño problema. ¿A cuánta distancia estaremos del hotel? No estoy segura, pero primero cruzamos un barrio desierto y mal iluminado. Después recorremos un camino de arena, rodeado de un profundo bosque. Se me ponen los pelos de punta. Esto ya no me parece muy normal. ¿Hemos venido de viaje hasta Sevilla para “dar un paseo” por este camino, a estas horas? ¿En serio? No me lo puedo creer. Al final no es más que un frondoso campo de naranjos del que salen sonidos extraños. Y vamos a dar a la carretera. Todos en fila india; caminamos por la calzada, siendo iluminados, tan sólo, por la luz de la luna. Y por fin lo vemos. En medio de la carretera tenebrosa y solitaria, está nuestro hotel. 24.35h- En la fachada leemos “Hotel Torre de los Guzmanes” escrito con lucecitas de Navidad, aunque solo brillan algunas. Sigo sin poder creérmelo. La entrada al hotel es un camino de arena que empieza en la cuneta. Es un poco siniestro. Justo enfrente del hotel hay una gasolinera. Está completamente vacía. Por la carretera no pasa nadie. Esto cada vez parece más solitario. Tengo un escalofrío. Llegamos hasta la puerta y nos abren. Cogemos las llaves en la recepción y caminamos agotadas. 24.37h- Clara, Nerea y yo entramos en la habitación. Menudo primer día más agotador. Sin pensarlo, nos vamos a dormir. 24.38h¬03.16h- No será tan fácil como parece.

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ALFONSINO DE MI VIDA María Crespo Blázquez Como loco yo tiraba Piedrecitas por las calles Sin mirar dónde caían Ni tampoco a quién le daba. Camarón de la Isla

Esta es la segunda noche que cenamos en la bonita ciudad de Granada, hoy en un lujoso kebab. Es un decir lo de lujoso: en el techo, encima de la barra, había copas de cristal colgadas bocabajo, luces de colores, rosas, verdes; por la zona del comedor había una decoración de tipo medieval, con escudos y espadas colgados de las paredes. Lo mejor del kebab fue cuando entramos unas amigas y yo al baño y allí nos encontramos escaleras, tablas, bayetas, cubos de agua y un gran agujero en el techo, pensamos que sería para que hubiera mayor ventilación... Al salir de allí nos dirigimos hacia el centro dando un paseo. Cuando recorríamos la gran avenida de la Constitución, a mi querida compañera Clara le dio la risa, una risa muy, pero que muy contagiosa que a todos se nos pegó, sin que fuéramos capaces de parar. Al rato, algunos decidieron que ya era hora de dejar de hacer el tonto de esta manera mientras otros como yo seguimos el cachondeo. Cada vez que pasaba alguna persona enfrente de nosotros, sin ningún motivo ni explicación, nos empezábamos a reír exageradamente. Claro, la gente se nos quedaba mirando pensando qué tipo de sustancia nos habían echado en la cena (nosotros también sospechábamos que algo raro nos habían echado en las bebidas).

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Sus caras eran inexplicables, sus rostros alucinados nos hacían incluso más gracia que nuestro propio espectáculo, por lo que nos empezábamos a reír con más fuerza, lo que provocaba que otras gentes que pasaban nos mirasen con peores caras. Y así sucesivamente. Como remate a tanto cachondeo nos encontramos con un par de despedidas de soltero. En una de ellas el novio iba disfrazado de Mario Bross, creo que ese grupo de chicos era incluso más llamativo que el nuestro. Más tarde Javier, nuestro profesor de Francés, nos contó que allí en el sur casi todos los hombres se llaman 'Antonio', y para comprobar esta teoría, mi amiga Nerea y yo decidimos ir gritando nombres muy españoles por la calle. Queríamos encontrar a Antonio, a Fermín, a Trujillo (nuestro querido actor de 'La que se avecina'), a Marce y, sobretodo, íbamos en busca de Alfonsino, pero nada, no hubo suerte, nadie se llamaba Alfonsino con lo bonito que es el nombre... Cuando pasaban chicos les mirábamos seria y fijamente y les decíamos “¿Alfonsino?”; algunos se reían y nos seguían el juego pero otros nos miraban con cara extraña y de no entender nada. No hubo suerte, de todos los nombres que grité sólo encontré a mi amigo Antonio. Para la siguiente vez que vaya al sur, sin duda quiero encontrar a algún Alfonsino.

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ASUNTO: SELFIE ATTRACTION Clara Gómez Bautista Tengo novio, dearest Betsy (…) Es que necesito un auxiliar genuino y nativo para mi tesis. Por otra parte, yo creo de veras que a nosotras las americanas nos convendría por algún tiempo un novio gitano, aunque sólo fuera para aprender a caminar. El me está enseñando a mí. ¿Crees tú que sabía? Pues no. Tú tampoco sabes. Dice que las mocitas deben caminar con música. Mucho tendría que decirte de esto, pero una de las maneras de explicarlo es «caminar mucho y avanzar poco». Caminar por caminar o, como dice mi novio: el arte por el arte. Nosotros lo hacemos eso en Pensilvania, sólo que en automóvil . Ramón J. Sender, La tesis de Nancy

Hola, Cho-Hee, ¿Qué tal en tus vacaciones? Está bien que en el trabajo nos den días de descanso. Yo he estado en España con Chinhwa, visitando Madrid, Sevilla y Granada. Ha sido un viaje cansado, pero lo hemos pasado muy bien. El primer día llegamos a Sevilla alrededor de las ocho de la tarde, súper cansadas, pero bueno, nos dijeron que Sevilla era muy bonita de noche así que cenamos y nos fuimos a dar una vuelta por la plaza de España, el parque Maria Luisa, la Macarena... ¡Ay! ¡Qué bueno lo que nos pasó en la plaza de España! Chin-hwa y yo nos estábamos haciendo selfies cuando de repente vienen tres chicas españolas hablándonos inglés y, claro, yo que apenas sé inglés no entendía casi nada y Jeong menos aún. Pero al final un poco de español e inglés nos sirvieron para entendernos, ¡nos estaban pidiendo un selfie! Como si fuéramos famosas o cualquier cosa; pero no estaban solo ellas, también estaban sus compañeros y sus profesores. ¡Mucho barullo! Llegaron todos y se pusieron también en la foto, que quedó muy bonita con la plaza de España de fondo. Por cierto una chica me dio su correo para mandarle la foto pero no soy capaz de hacerlo porque traduje mal su nombre. Cuando empezaron a hablar con nosotras, casi no nos 22

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entendíamos pero me preguntaron un montón de cosas, entre ellas cómo se decían algunas cosas en coreano; pero me sentí un poco ofendida porque una chica me dijo "arigato", ¡se piensan que todos somos iguales! Chinos, coreanos, japoneses... y no es así, eso es lo que menos me ha gustado de España. Todo el mundo se pensaba que éramos chinos, "porque todos somos iguales". Algunos de esos chicos eran muy simpáticos y mostraron mucho interés al hablar conmigo, se quedaron con todas las palabras que les dije y las repetían una y otra vez jajaja, qué simpáticos eran. Bueno, al final me he alargado un poco con esta historia, así que ya te escribiré otra vez para contarte más, que pensarás que soy un poco pesada. Muchos besos y como se dice allí “quién se fue a Sevilla perdió su silla”. Hasta la próxima, Jo Kyung Ran

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VIAJO POR MIS SUEÑOS Pilar Gutiérrez Brozas Por si el tiempo me arrastra a playas desiertas, hoy cierro yo el libro de las horas muertas, Hago pájaros de barro, hago pájaros de barro y los echo a volar. Manolo García, Pájaros de barro

El primer día sin clase sentí alivio por no madrugar tanto, aunque me levantaba temprano para ver la televisión, sin importarme demasiado lo que daban en cada canal. Los días fueron pasando tranquilos hasta el último, entonces me agobié un poco porque tocaba volver a estudiar. Me hubiera gustado que me mandaran un whatsapp para ver cómo mis compañeros se lo estaban pasando por el sur, pero como soy tan vergonzosa no di mi número de teléfono a nadie. Aproveché para ir a Mancera de Arriba a saludar a unos familiares y ver cómo estaban, y acudí al cementerio a visitar las tumbas de mis abuelos, mi tío materno y demás familia. También empecé a leer un nuevo libro. He tenido tiempo de pensar o de preguntarme qué haré el año que viene cuando termine esta etapa. Creo que ya lo tengo claro, pero prefiero no decirlo, no vaya a ser que no se cumpla. Estamos a punto de estrenar la obra de teatro y trato de imaginarme y convencerme de que podré con la vergüenza de estar arriba en el escenario delante de todos.

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Soñé muchas cosas del viaje que no hice. Soñé que estábamos haciendo cola para subir a la Giralda y llegaban dos chicas con burka; a mí se me ocurrió pensar que no las dejarían entrar pero, claro, ¡qué tonta!, mostraron su DNI y arreglado. Soñé que los chicos iban a ver un monumento y se encontraron a unos franceses, y aunque no los entendían bien porque no van a clase de francés con Javier, intentaron contestarles en su lengua. Soñé que, de noche, pasaban de un cuarto a otro por las ventanas sin caerse. Uno de ellos consiguió meterse en el armario para espiar lo que las chicas hablaban. También soñé que planeaban hacerles una broma a los profesores mientras dormían: pintarles un bigote y unas gafas cuadradas y echarles nata por la almohada; averiguar la combinación de la maleta y poner otra distinta para que no pudieran abrirla; quitarles el despertador y ponerles una bocina para que, cuando fueran a apagar el despertador, sonara la bocina fuerte. No puedo evitar reírme al recordarlo. A veces soñaba dormida, pero otras lo hacía despierta. No sé si alguno de estos sueños llegó a ocurrir de verdad. Me da igual, la gracia de soñar es salirse de la realidad.

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MALDITO DIARIO/ A TRESCIENTAS MILLAS DE SEVILLA Aarón Jiménez Pérez 11 de enero de 1797, todo el día en casa ocupado con diversos asuntos. Goethe, Diarios

Bueno, diario, otro día de trabajo en el bar mientras mis compañeros están en Andalucía tomando el sol y armándola. Esta mañana pensaba tirarme durmiendo hasta las once como un campeón, pero mis intenciones desaparecieron cuando la puerta del cuarto se abre a las 8:43 y asoma mi padre con un “levántate que nos vamos”. ¿A dónde voy, y por qué? ¿No puedo seguir durmiendo? Salgo de la cama en off, llego a duras penas a la cocina y mientras me caliento la leche le ruego a mi padre que me deje dormir. “Tú te vienes, que tengo que ir al CASH1 y me tienes que ayudar”, me responde. Por su parte, mis compañeros no paraban durante el viaje de mandarme

whatsapps por el grupo de clase, fotos y más fotos, ¡qué envidia!, empezábamos bien el día… Creí que al regresar del Cash por fin me subiría a casa pero qué ingenuo, mi padre estaba ahí para chafarme y empecé a preparar cámaras y a hacer pinchos mientras mis compañeros no paraban de mandar fotos. ¡Esto no pude ser, yo currando y ellos de fiesta! De repente me meto en Instagram y veo una foto de mis compañeros en la piscina,

1 Para quien no lo sepa, el Cash son unos grandes almacenes para la hostelería, donde puedes encontrar cualquier cosa que busques (botellas, comida, utensilios, ropa de camarero…); la verdad es que mola, pero si vas a las doce, no a las nueve de la mañana.

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tan fresquitos y yo asado como un pollo. Me los imagino tumbados tomando el sol con un refresco poniéndose morenitos. ¡Esto no puede ser! ¡Qué envidia me están dando. Miro el reloj, son las 11:32, faltan tres minutos para que venga Felipe, como cada mañana, a tomarse su copa de vino y su pincho de callos recién salidos. A las 11:37 llega Paco, siempre igual de voceras, “¡niño, una copa de vino y un pincho!”, tanto da el pincho que le pongas, el caso es llevarse algo a la boca. Mi madre aparece, al fin, a las 13:45 para decirme que se va a trabajar, vamos, a hacer la ruta escolar. Así que ya podía irme a casa. Lo peor estaba por llegar: en casa tocaba fregar, hacer la comida y poner la mesa. Qué vida, mientras yo llevo dos días esclavizado por las tareas, mis compañeros sin dar un palo al agua. Luego por la tarde al fin pude salir un rato, pero muy poco porque mi padre me llama para ir a trabajar otra vez, que se le había presentado una excursión, y vuelta a currar otras dos horas, mientras el pesado de Manu no paraba de mandarme fotos de Sevilla… ¿por qué me quiere torturar? Solo espero que mañana no sea como hoy, debería de haberme portado bien para irme de viaje a Andalucía con ellos. Mañana volveré a escribir cómo ha sido mi día, diario.

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VOCES EN LA NIEBLA Nerea Madrid Yagüe

Nada es verdad, todo está permitido. Hassan i Sabbah Hablé en sueños con la nacida en Chipre Safo

1 Me despierto confusa, pero no abro los ojos. No sé qué hora es, pero no me apetece abrirlos y salir de este cómodo calor que me envuelve. Las sábanas raspan un poco. Cansancio. No sé cuántas horas he dormido. La última vez eran las 2:30, ¿o no lo eran? Sigo con los ojos cerrados, no me quiero levantar. Sueño. Creo que ya no me podré dormir, hay algo más en mi cabeza. Rotulador. Todo esto es muy raro, no sé distinguir si fue verdad, o solo un sueño. Chicos. Creo recordar algo de un coche, pero sospecho que mi mente lo ha imaginado. Luz. Las cosas me llegan solas a la cabeza, pero no estoy muy segura de todo. Puerta. Algo se me viene, algo estoy recordando. Cerca, demasiado cerca… Creo que me acuerdo de lo que pasó. Pasta de dientes. Intentaré rescatarlo antes de que se me olvide todo…

2 Duermo, duermo plácidamente, pasa media hora desde la última vez. O no, no me acuerdo bien del tiempo. 28

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Giralda. El caso es que algo me despierta, una luz, sí eso es, una luz en el pasillo, además de los chirridos de la puerta, debe de ser Clara, cada vez me acuerdo más, es todo tan real… Me doy la vuelta, solo quiero dormir, ya que ha sido el primer día de nuestro viaje y estábamos agotados, bueno yo no tanto pero… De repente, como si algo dentro de mí se moviera, abro los ojos y me encuentro a los chicos, ahora que me doy cuenta falta uno, solo veo tres sombras, ¿Y el cuarto? ¡Qué bonito, barrio de Triana! Ismael está cerca, demasiado cerca para mi gusto, Cristian pintando a Isabel en la cara y… Real, ficción, ya no sé, solo quiero… David, de pie al lado de la puerta, supongo que será por si nos despertamos, partiéndose de la risa. Me levanto, voy decidida. En realidad me hace gracia. Los intento echar, pero no se van, parezco enfadada, pero no lo estoy. Al final lo consigo, o eso es lo que me creo. Risas. 3 Me desvelo, no me puedo dormir, doy vueltas, y más vueltas, yo siempre doy vueltas… Hasta que una luz me asusta, pienso que puede ser un fantasma, un hombre que ha entrado a robarnos, o un hombre que ha entrado a… Tonta, más que tonta, qué pensamientos más… Me levanto y veo que alguien sale del baño. Torre del Oro. Grito, aunque yo siempre grito, pero de pronto me doy cuenta de que “mi fantasma” solo es Cristian con el móvil debajo de la cara. Maestranza. Miedo, risas… Entro en el baño, hay luz, o solo es la del móvil, no lo sé. Parque de María Luisa.

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¿Será verdad? Me he rayado la cabeza, como diría Clara, pero no puedo evitarlo… Llaman a la puerta, abro, es Ismael, que quiere terminar de echar pasta de dientes a Isabel, les echo, no se van, pierdo la noción del tiempo, estoy cansada, solo quiero dormir… Isabel grita que se vayan mientras la echan pasta en la mano, me asusto de Isabel… 4 No sé cuánto tiempo ha pasado, me he entretenido recordando mi sueño, o lo que anoche pasó, quién sabe… Ahora sí abro los ojos. Hora. Busco mi móvil en la oscuridad, miro, las 8:08 de la mañana, bonita hora, me gusta… Subo un poco la persiana, ya que necesito ir al baño, y no se ve nada. Sueño. Pero ahora ya me despierto de verdad. Susto, sorpresa. Sábanas por el suelo, pasta de dientes y rotulador por la cara y las manos de mis amigas, me río. Un mensaje en la puerta del armario, escrito con yo que sé qué, ya no me río. Me tocará limpiar eso. Papel higiénico por la habitación… Ahora sé que fue verdad, un día gracioso de enfado y también cansancio, voy a limpiar todo antes de que se levanten mis compañeras. Agobio, risas, más recuerdos.

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CARRERA DE OBSTÁCULOS A MEDIA NOCHE Cristian Sánchez ¿He perdido la razón? Lo que pasó, lo que vi anoche, ¡es tan extraño que cuando pienso en ello pierdo la cabeza! Guy de Maupassant, El horla Peor para el sol, que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar, mientras un servidor, le levanta la falda a la luna. Joaquín Sabina, Peor para el sol

PISTOLETAZO DE SALIDA Llegó la hora de cenar, Ismael y yo planeamos un asalto nocturno a las chicas. Consistiría

en entrar en la habitación cuando

ellas estuviesen dormidas,

aprovecharíamos para pintarlas las caras. Pero había un problema: no teníamos las llaves de su habitación ni manera de robarlas. PRIMERA VALLA Decidí bloquear el cierre de la puerta utilizando el cartelito de No molesten. No sabíamos si funcionaría, pero lo probamos con éxito en nuestra propia puerta. Con el cartel encima me dirigí a su habitación, toqué la puerta y me abrió Isabel. Como excusa di las buenas noches, y al despedirme y cerrar la puerta metí el cartón en la cerradura de tal manera que el pistón no entrase en la ranura. Volví a nuestra habitación y programé el despertador para las 02:30. SEGUNDA VALLA Sonó la alarma y nos despertamos. Ismael cogió unos rotuladores y nos dirigimos a la puerta, sólo tuvimos que empujarla para que se abriera. Pero la fortuna no nos sonreía. Los goznes estaban desgastados por el uso y chirriaban. La apertura de la puerta provocó un ruido tal que desveló a Nerea, aunque sin llegar a darse cuenta de lo que 33

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pasaba. Una vez dentro, nos dedicamos a dibujar como teníamos previsto, pero Nerea nos oyó y se levantó. TERCERA VALLA No pudimos convencerla para que fuese nuestra cómplice, así que nos dirigimos a la puerta y simulamos nuestra partida. Rápidamente me escondí en el baño, Ismael se camufló en las sombras. Nerea se levantó y descubrió a Ismael. Lo echó sin miramientos. CUARTA VALLA Tras diez minutos de pie, sin moverme y controlando la respiración, me decidí y salí. Abusé de la luz de mi móvil y eso hizo que Nerea, que aún seguía en duermevela, se diese cuenta de que aún merodeaba en su dormitorio. Me resistí a la expulsión y conseguí pintar a Clara antes de que me echara. FOSO Una vez en la cama, tuve un sueño en el que las chicas se querían vengar y entraban en nuestra habitación. Nos echaban pasta de dientes en el pelo y en la almohada y nos pintaban la nariz. Dentro de la pesadilla me despertaba sobresaltado con miedo y las echaba. Por la mañana al desesperezarme, rememorando todo lo acontecido reí por mi logro al pintar a Clara y me di cuenta de que el resto solo había sido un mal sueño. Al entrar en el baño, el espejo me sonrió maliciosamente y me devolvió una imagen que me provocó un escalofrío que me dejó blanco y sin aliento. En el desayuno nadie habló de lo sucedido y esta es la primera vez que me atrevo a narrar exactamente lo que me pasó.

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5 MINUTOS MÁS Estela Sánchez Nieto Toda la felicidad de los hombres está en la imaginación. Marqués de Sade

Maldito despertador, ya son las cuatro! Un plan de asalto nocturno a los chicos de la 103, sí, eso es lo que planeamos las chicas de las 102 y 104. Todo ha empezado como una venganza por las trastadas de estas noches. Mientras cenábamos planeamos en secreto minuto a minuto lo que haríamos esta misma noche. El camarero sospechaba algo porque la verdad es que somos demasiado cantosas. Nuestro plan es entrar en su habitación a las 4:00, bueno ya será a las 4:05, y mancharles la cara de algo, pero ¿de qué? ¿Habrían cerrado su ventana? ¿Cómo podríamos entrar en su habitación si la llave de la puerta servía para tener luz? Todas estas preguntas fueron respondidas en poco más de 15 minutos. Al terminar de cenar, Nerea, con el sigilo que la caracteriza, se acercó al carrito del camarero, robó un trozo de pan y lo envolvió en una servilleta. Cuando se dirigía hacia la salida, el camarero entró y ella se dio la vuelta inmediatamente y volvió hacia nuestra mesa. “ ¡Illa, que no comooo!” le dijo el camarero mientras nosotras nos reíamos a más no poder. Al final salimos todas juntas para disimular. Nuestro plan avanzaba à la

perfection. 36

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Más tarde, estuvimos dando una vuelta por Granada. Estábamos todas cansadísimas y maldecíamos cada una de las cuestas granadinas: la del Chapín, la calle Elvira... Eran las 12:30, cuando por fin llegamos al hotel y decidimos juntarnos en la habitación de los chicos para fumar nuestra cachimba. Proseguíamos nuestro plan. Era mi turno. Les di el cambiazo de llaves. ¿Cómo? Fue una tarea difícil ya que sin tarjetas no había luz pero teníamos una estrategia inteligente:

UN! Isabel se encargó de cerrar la puerta de nuestra habitación, dejando un papel dentro para poder abrir sin necesidad de llaves ya que estarían en la 103.

DEUX! Isabel y yo entramos en la habitación de los chicos para fumar la cachimba. Todo esto planeado anteriormente por nosotras, para poder seguir con nuestra estrategia.

TROIS:! Quité las llaves de la 103 del interruptor, se fue la luz pero lo arreglé con un simple “Upss, perdón” y metí nuestras llaves. ¡Qué jefaza! Ni se percataron. Todo iba sobre ruedas. Nos quedamos hablando hasta las 2:15. No se habían dado cuenta de nada. Nos marchamos cada uno a nuestra habitación. Allí, las chicas y yo dejamos preparado los últimos detalles del plan. Mezclaríamos el pan y el agua para hacer una pasta con la que embadurnar los rostros de nuestros elegidos. Oh, le bonheur dans le crime!

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Por último puse la alarma a las 4:00. Y aquí estoy, sonó...lo apagué y llamé a María. Estamos tan cansadas que decidimos quedarnos cinco minutos más…en cinco horas nos ponemos en camino hacia Córdoba y su mezquita. Cinco minutos solamente. “Buenos días”, ¡maldición! Nos acaba de despertar el recepcionista por teléfono, imagino que a petición de Javier y Miguel Ángel. La prórroga se nos fue un poquito de las manos… Nos pudo la pereza ¿Qué se le va a hacer? En clase esos cinco minutos no se pasan tan rápido.

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LA PISCINA David Vicente Blázquez Tengo más recuerdos que si tuviera mil años. Baudelaire

Vaya día llevo, illo, estoy hasta el moño del caló de Sevilla y del hotel este que solo da problemas, voy a sentarme un rato a ver si me enfrío. ¡Ojú¡ Ya están de vuelta los shavales estos dando voces, no son pesaos ni ná, llegarán hartitos del calor. Voy a llamar al Antoñico para que les dé las llaves que yo no tengo ganas de moverme de aquí. Rica, rica cervecita me acabo de tomar, a ver si me jubilo de una vez y me tiro

tol día sentado bebiendo y tocándome las narices que ya he aguantao musho y ya va siendo hora de hacer lo que yo quiera. Lo que llevo trabajao, illo, y lo que me queda, ya te digo, si es que yo sirvo pa tó, lo mismo de conserje o de botones que de jardinero. Hablando de eso, habrá que ir a regar y a poner bonito el hotel para que venga gente de más categoría, en vez de estas excursiones de shavales que vienen de sus casas como salvajes, qué hordas, illo. “¡Porque tú te ves bonita, tú te pones orgullosa, ni más ni menos!” Estos árboles ya están regados, “ni más ni menos”, un poquitico de agua a la jardinera, ya está, “ni más ni menos” . El verde de la piscina y se acabó. “Más bonitas son las rosas, viene el tiempo y las marchita”. Musho gritan los shavales de Salamanca, a ver qué andan haciendo que ayer el Antoñico les tuvo que llamar la atención. 39

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¡Pero qué es esto, shavales, vosotros sois tontos o payasos!, ¿no os dijeron ayer que nada de tirar sillas? Venga, saliendo de ahí, ahora no se baña nadie. Fuera. ¿Cómo? Me da igual. Lo que hace uno lo pagan todos. ¡Para hacer eso os quedáis en vuestra casa! Ya me habéis oído. Pero dónde habéis dejao la educación. A los hoteles se viene a disfrutar de las cosas. Que da pena lo bonito que está todo y que vengan shavales como vosotros a destrozarlo. Y ustedes, ¿son los responsables de los shicos? ya les podían decir algo, digo yo. Me disculpan los gritos, pero por hoy ya no se vuelve a entrar en la piscina. Ale. A gusto me quedao, ojú, y hasta me he pasao pero quiá, llevo dos semanas de

shavales que me salen por ahí atrás, la otra semana unos de Asturias me rompieron la farola; y los de Madrid, qué jodíos, saltando de balcón a balcón. Es que no falla, siempre tiene que haber un grupito igual, rompiendo cosas y gritando por las noches, yo no sé, siempre me toca a mí “la mala follá”, qué habré hecho yo para merecerme esto, ojú. Pues ahora que se aguanten. Que ya, que son cosas de la edad, las bobás esas de críos, pero que uno ya se cansa, a ver, que yo no tenía que estar aquí. Esto está acabao, recogiendo la manguera y a por la cervecita fresca, ni más ni menos. ¡Ele!

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POLIZÓN Lucía Vicente Bueno Dormida sobre el pecho de una tierna amiga… Safo Y para nosotros que tenemos que describir lo que imaginamos antes de lo que conocemos, lo que soñamos antes que lo que verificamos, todos los armarios están llenos. Gaston Bachelard, La poética del espacio

¡Menuda habitación! ¡Qué cama más cómoda! ¡Por fin hemos llegado! ¡Qué cansancio! “Dime si es verdad….” María no deja de poner música, “Te estaba buscando, por las calles gritando…” Nos vamos a caer de la cama, es muy pequeña para dos personas. ¿Quién está llamando a la puerta? -¡Clara! Deja de gritar y reírte. ¡Qué caras más raras está poniendo Nerea! ¡Está loca! Isa es más divertida de lo que pensaba, ¡qué chica más maja! ¡Cómo será ir de fiesta con ella! “Esto me está matando…” ¿Qué hace Clara mirando y hablando con el móvil? - ¿Personaje máximo, vale? ¿Qué dices, Clara? ¡Está como una cabra! -¡Me voy a descargar esta aplicación, está genial! Clara imitando voces es la mejor. ¿Quién me estará mandando un WhatsApp? Buff, del grupo de clase, ¡qué pesados son estos! ¡Que nos dejen en paz! “Te estaba buscando…” 41

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¿Que abramos el armario? ¿Para qué? Clara a lo suyo. ¡Me ignoran! Qué miedo, yo no abro la puerta. “Por las calles gritando…” Jolín María, ¡qué canción más pegadiza! Estela y María, ¿qué hacéis abriendo el armario? No lo abráis… ¡¡Ah!! ¡Qué susto! ¡Lo mato! ¿A quién se le ocurre esconderse en el armario? ¿Habrá escuchado lo que estábamos hablando? “Oye, óyelo, óyelo...”

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EPÍLOGO EL SUEÑO VA SOBRE EL TIEMPO FLOTANDO COMO UN VELERO Javier Alonso Prieto No encontrarás los límites del alma, aunque viajaras por todos los senderos: tan profunda medida tiene. Heráclito Yo soy un viajero y un escalador de montañas, decía a su corazón, no me gustan las llanuras, y parece que no puedo estarme sentado tranquilo largo tiempo. Y sea cual sea el destino, sean cuales sean las vivencias que aún haya yo de experimentar, - siempre habrá en ello un viajar y un escalar montañas: en última instancia no se tienen vivencias más que de sí mismo. Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra

Desde Ulises, lo importante del viaje no está en el destino sino en el viaje en sí y en poder regresar. La condición de viajero va a tener una doble consideración: allí donde llegas como forastero y en tu pueblo cuando regresas. Pero en ambos lugares brillarás por el viaje que has hecho, por la ida y por la vuelta. Estas te pertenecen sólo a ti, son una experiencia íntima que te transforman, aislándote del transcurrir temporal que afecta a los que permanecen quietos. Sin embargo, tú tienes el poder de compartirlas, conseguir que estas pierdan las ambigüedades propias de los sueños y de las experiencias vividas a trompicones. La palabra se vuelve entonces necesaria e imprescindible para el viajero. Con ella se presentará allí donde llegue, mostrando su relato de vida, valiéndose en muchas ocasiones de las lenguas francas que ha ido aprendiendo por el camino. Con ella compondrá la realidad que relatará a sus amigos y familiares cuando, una vez regresado, anclado en el espacio y tiempo de sus paisanos, consiga que su imaginación vuele para que ellos conozcan lo que él ha vivido. El lenguaje es nuestra herramienta para comunicarnos con nuestros compañeros de vida, gracias al lenguaje creamos zonas comunes de entendimiento donde asentamos la realidad entre todos. El estilo será indispensable, pero no lo entenderemos como meros

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adornos o gimnasia verbal. El estilo, como sugirió Michel Foucault, es el modo constante de uso del lenguaje, con él representamos el mundo y lo dotamos de significado. El viajero siempre está solo, atrás quedan los que lo conocen, atrás quedan los parientes que le podrán dar cobertura, nadie conoce su nombre, ni el de sus padres o abuelos. Esta desnudez identitaria le servirá al viajero para construirse una máscara con la que presentarse al mundo. Su nombre pueden ser todos y ninguno; Ulises eligió “Nadie” para confundir a Polifemo. En ese proceso de crecimiento personal y de autoconfiguración de nuestra identidad, todo aparece como un sueño. El viaje nos descoloca, el viaje trastoca nuestros principios más firmes. El viaje es el contacto con el otro, con lo desconocido. Al trasladarnos en el espacio, el tiempo se expande y se contrae sin seguir las manecillas del reloj. Nuestra cabeza bulle cuando nuestro cuerpo se fatiga. Robamos horas al sueño y transformamos nuestra vida en una ensoñación sin pausa. No es extraño pues que a muchas experimentaciones con alucinógenos se les llame viajes o que la meditación trascendental tenga como propósito un viaje astral. En el viaje conocemos otros territorios y otras gentes, pero sobre todo nos conocemos a nosotros mismos. Tras el viaje volvemos a la rutina, a la cotidianeidad, nosotros hemos vivido mucho en apenas cinco días y cuatro noches, pero los que nos esperan han seguido como siempre. En el proceso de adaptación, hemos encontrado una manera de lograr que nuestro viaje no haya sido un espejismo, la palabra escrita nos aproxima a los antiguos geógrafos, cronistas y antropólogos. Pero nosotros no pretendemos trasladar lo que allí vivimos, sino que sabemos que seguimos viviéndolo cuando nosotros lo escribimos y vosotros lo leéis.

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