Yanapay (junio 2020) Ed. Bilbao

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sembrando solidaridad

yanapay laguntza zabaltzen

Boletín de Animación Misionera y Sensibilización - Junio 2020 Misiolari Sustapen eta Sentsibilizazio Aldizkaria - Ekaina 2020

Proclade Yanapay // San Francisco, 12A - 48003 Bilbao // Teléfono: 944 16 59 50 // bizkaia@procladeyanapay.org Puedes colaborar haciendo tus donativos en Fiare: ES80 1550 0001 2300 0070 2621

Propuesta del Mes Nuestro Txaski se va de vacaciones Txaski, PROCLADE YANAPAYren ikurra, andeetako irudi mitologikoa dugu. Gorputza gizaki batena da eta burua kondor batena. Zer irudikatzen du irudi honek? Berriak eramaten duen mezularia dugu Txaski. Txaski korrikalari bat zen, Inka enperadorearen mezularia. 18-20 tarteko gazteak ziren, bide luzeetan zehar ibiltzeko prestakuntza berezia zutelarik. Txaski bakoitzak PUTUTUa (andeetako haize instrumentua, jatorriz itsas kurkuiluz egina) heldu zela adierazteko, KIPUa (berriak eramateko sokaz eta korapiloz osatutako sistema) eta Q’EPia (sorbaldan motxila gisa gauzak eramateko zuten oihala zeramatzan).

Hoy, queremos proponerte que, así como el Txaski en tiempos incas era el encargado de llevar buenas noticias, ¡seas TÚ la persona encargada de que no nos olvidemos de Proclade Yanapay durante estas vacaciones! Para ello, hazte una foto con el Txaski en 3D de la página interior o con tu Chapa del Txaski allí donde estés, y mándanosla a: • Cualquier red social (Facebook, Twitter, Instagram) con el hashtag: #TxaskiOporrak • Al email: txaski@procladeyanapay.org • A través de WhatsApp a este teléfono: 943 29 80 55

El rincón de Francisco


2 - YANAPAY

Las sandalias del Chasqui Los mitos morales explican la existencia del bien y del mal. Este cuento es un mito moral que nos habla de hacer el bien ayudando al prójimo.) la leyenda que en los tiempos del Imperio Inca existió un emperador llamado Huiracocha, el cual tenía muchos Chasquis a su servicio.

Cuenta

Anímate Hualachi y seca tus lágrimas, que yo deseo premiar tu buen corazón. Ahí tienes un par de sandalias para marchar con la velocidad del rayo. Cuando las calces no tienes más que desearlo y te trasladarán a donde quieras en un abrir y cerrar de ojos. Póntelas y ve a presentarte ante Huiracocha, y ofrécele nuevamente tus servicios.

Uno de ellos, Hualachi le había salvado una vez la vida y por eso el emperador lo apreciaba mucho. Hualachi era un joven muy inteligente y de buen corazón, pero tenía un defecto: sentía una gran necesidad de ayudar a las personas necesitadas olvidándose de su trabajo.

De inmediato fue al emperador inca a preguntarle si podía volver a trabajar nuevamente como chasqui y le pidió que le pusiera una prueba para convencerle de que nunca más le iba a fallar.

En una ocasión, el emperador inca lo mando a llevar un quipu (un mensaje) muy importante. Hualachi prometió al emperador llevarlo sin ninguna demora y sin distraerse. Cuando iba de camino se encontró con una anciana tendida en el suelo herida y quejándose dolorosamente. Hualachi paró a ayudarla, la cogió en brazos, la traslado a su vivienda y allí la cuidó hasta que se curó completamente de su grave herida, olvidándose de la promesa que había hecho al emperador. Cuando Hualachi recordó su encargo, corrió para recuperar el tiempo perdido. Pero otro chasqui le paró en el camino y le explicó que era muy tarde, que otro chasqui llevó a tiempo el mensaje, y que el emperador estaba muy enfadado, por lo que expulsó a Hualachi de sus servidores. Lleno de tristeza el chasqui se marchó, y anduvo días y días errante sin saber adónde dirigirse, ni que hacer. De repente escuchó una voz le decía:

Huiracocha aceptó y eligió a seis de los más veloces chasquis para que Hualachi compitiera con ellos. Les puso por meta un lugar muy lejano en cuyo camino se encontraban los parajes más poblados, de modo que, si Hualachi persistía en sus deseos de auxiliar a cualquiera, tendría mil oportunidades de hacerlo. El tiempo que Hualachi ganaba con las sandalias mágicas lo aprovechaba recorriendo las sendas en busca de personas necesitadas, a quienes el dios Pachacamac ponía en su camino para que su corazón rebosara de alegría al tener la suerte de poder ayudarles y prestarles socorro.... ¡y así fue como Hualachi encontró la felicidad!


YANAPAY - 3

Pinta y construye tu propio Chasqui en 3D


4 - YANAPAY

agenda

LECTURAS PARA REFLEXIONAR Te adjuntamos con nuestro boletín un material elaborado a partir de la meditación del Papa Francisco: “Un plan para resucitar” (Vida Nueva). El material está elaborado por el Área de Animación Pastoral de la Provincia de Santiago de los Misioneros Claretianos. También, puedes descargarlos desde este enlace: https://bit.ly/36UxnMX MISAS DOMINCALES Desde Claret Askartza Ikastetxea puedes seguir las misas dominicales online a través de su canal de Youtube o a través de este enlace: https://bit.ly/3cgRjvh ¿CÓMO VIVIR EL AISLAMIENTO EN CLAVE MISIONERA? Recursos para niños: • Descarga la revista gesto • Los misionerísimos • Diviértete con nuestros juegos • Gesto en youtube • Recursos para clase Entretenimiento y formación: • Misioneros por el mundo • Podcast iglesia en misión • Tú eres misión entrevistas • Podcast iglesia viva • Tú eres misión proyectos • Formación misionera Oración: • Via crucis misionero. • Oración del papa francisco. • Enfermos misioneros. Web: https://bit.ly/3bq2alJ Organiza: OMP

Re flex ión ¿final de ciclo?

Este es el último número del Boletín “Yanapay” de este curso, como todos los años julio y agosto vacacional y, en septiembre, con el nuevo curso volveremos, pero… Este año estamos viviendo múltiples cambios; por una parte: la pandemia del coronavirus y, por otro, el cierre de la Ikastola-ParroquiaIglesia del Corazón de María - Mariaren Bihotza. Al parecer la Comunidad Claretiana ya tiene destino para el curso que viene (Rentería). Para algunas personas será cambio de ciclos y de parroquia (San Ignacio), para otras será intentar acompañarles en su aterrizaje en su nuevo destino. Sea lo que sea, Jesús nos acompañará y nos guiará en nuestra toma de decisiones. Solo hace falta parar de pedirle cosas durante un momento, hacer silencio y escucharle. Porque como dice: “no te preocupes por lo que vas a hacer o decir, yo estaré contigo.”

Oración

Pon Señor en mis ojos miradas serenas que infundan confianza y serenidad. Pon en mi boca las palabras adecuadas para orientar las acciones correctas, hablar de amor y difundir tu mensaje, proclamar tu reino. Pon en mi mente pensamientos rectos, limpios, justos, firmes, renovadores. Pon en mis oídos la capacidad de escucha y la actitud idónea para escuchar a cuantos me necesiten. Pon en mis labios sonrisas auténticas y palabras prudentes que infundan paz, acogida, alegría y optimismo. Pon en mis manos las caricias más tiernas y el soporte más firme para quienes las demanden.

¿Quieres recibir el Boletín “Yanapay” en tu email? Escanea el siguiente código QR o sigue esta dirección: http://bit.ly/2poB4oe y completa tu subscripción. Eskerrik asko

Pon en mi corazón los sentimientos más nobles y la capacidad de amar sin límites. Pon en mis pies la fuerza de caminar sin desfallecer, hasta hacer realidad las utopías que nos ayuden a implantar tu reino en la tierra.


ILUSTRACIÓN PEPE MONTALVÁ

El Papa escribe en ‘Vida Nueva’ una reflexión inédita para una Pascua marcada por el coronavirus. A partir del “alégrense” de Jesús a las mujeres, reivindica la civilización del amor. Francisco llama a contagiarse con “los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad” para la reconstrucción en el día después de la pandemia. “Es el Resucitado que quiere resucitar a la humanidad entera”, asevera en esta hoja de ruta que el Obispo de Roma regala a los lectores de la revista, a la Iglesia y a la sociedad.


una meditación

D

e pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: ‘Alégrense’” (Mt 28, 9). Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel. El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31, 10). Es el Resucitado que quiere resucitar a una vida nueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera. Quiere hacernos empezar ya a participar de la condición de resucitados que nos espera. Invitar a la alegría pudiera parecer una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por el COVID-19. No son pocos los que podrían pensarlo, al igual que los discípulos de Emaús, como un gesto de ignorancia o de irresponsabilidad (cfr. Lc 24, 17-19). Como las primeras discípulas que iban al sepulcro, vivimos rodeados por una atmósfera de dolor e incertidumbre que nos hace preguntarnos: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3). ¿Cómo haremos para llevar adelante esta situación que nos sobrepasó completamente? El impacto de todo lo que sucede, las graves consecuencias que ya se reportan y vislumbran, el dolor y el luto por nuestros seres queridos nos desorientan, acongojan y paralizan. Es la pesantez de la piedra del sepulcro que se impone ante el futuro y que amenaza, con su realismo, sepultar toda esperanza. Es la pesantez de la angustia de personas vulnerables y ancianas que atraviesan la cuarentena en la más absoluta soledad, es la pesantez de las familias que no saben ya como arrimar un plato de comida a sus mesas, es la pesantez del personal sa8 VIDA NUEVA

nitario y servidores públicos al que esta situación sea (o bien, fuese) menos dolorosa. Vimos sentirse exhaustos y desbordados… esa pesantez que parece la unción derramada por métener la última palabra. dicos, enfermeros y enfermeSin embargo, resulta conmoras, reponedores de góndolas, vedor destacar la actitud de las limpiadores, cuidadores, transmujeres del Evangelio. Frente portistas, fuerzas de seguridad, a las dudas, el sufrimiento, la voluntarios, sacerdotes, reliperplejidad ante la situación giosas, abuelos y educadores y e incluso el miedo a la persetantos otros que se animaron cución y a todo lo que les poa entregar todo lo que poseían para aportar un poco de cura, dría pasar, fueron capaces de ponerse en movimiento y no de calma y alma a la situación. dejarse paralizar por lo que esY aunque la pregunta seguía taba aconteciendo. Por amor al siendo la misma: “¿Quién nos Maestro, y con ese típico, insuscorrerá la piedra del sepulcro?” tituible y bendito genio femeni(Mc 16, 3), todos ellos no dejano, fueron capaces de asumir ron de hacer lo que sentían que la vida como venía, sortear podían y tenían que dar. astutamente los obstáculos Y fue precisamente ahí, en para estar cerca de su Señor. medio de sus ocupaciones y preocupaciones, donde las A diferencia de muchos de los Apóstoles que huyeron presos discípulas fueron sorprendidas del miedo y la inseguridad, que negaron al Señor y escaparon (cfr. Jn 18, 25-27), ellas, sin Dios jamás abandona a su evadirse ni ignorar lo que sucedía, sin huir pueblo, especialmente cuando ni escapar…, supieron el dolor se hace más presente simplemente estar y acompañar. Como las primeras discípulas, que, en medio de la oscuridad y el desconsuelo, carpor un anuncio desbordante: garon sus bolsas con perfumes “No está aquí, ha resucitado”. y se pusieron en camino para Su unción no era una unción ungir al Maestro sepultado (cfr. para la muerte, sino para la Mc 16, 1), nosotros pudimos, en vida. Su velar y acompañar al este tiempo, ver a muchos que Señor, incluso en la muerte y buscaron aportar la unción de en la mayor desesperanza, no la corresponsabilidad para cuiera vana, sino que les permitió dar y no poner en riesgo la vida ser ungidas por la Resurrección: de los demás. A diferencia de no estaban solas, Él estaba vivo los que huyeron con la ilusión y las precedía en su caminar. de salvarse a sí mismos, fuimos Solo una noticia desbordante testigos de cómo vecinos y faera capaz de romper el círcumiliares se pusieron en marcha lo que les impedía ver que la con esfuerzo y sacrificio para piedra ya había sido corrida, permanecer en sus casas y así y el perfume derramado tenía frenar la difusión. Pudimos mayor capacidad de expansión descubrir cómo muchas perque aquello que las amenazasonas que ya vivían y tenían ba. Esta es la fuente de nuesque sufrir la pandemia de la tra alegría y esperanza, que exclusión y la indiferencia sitransforma nuestro accionar: guieron esforzándose, acompanuestras unciones, entregas… nuestro velar y acompañar en ñándose y sosteniéndose para VIDA NUEVA 9


una meditación

D

e pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: ‘Alégrense’” (Mt 28, 9). Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel. El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31, 10). Es el Resucitado que quiere resucitar a una vida nueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera. Quiere hacernos empezar ya a participar de la condición de resucitados que nos espera. Invitar a la alegría pudiera parecer una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por el COVID-19. No son pocos los que podrían pensarlo, al igual que los discípulos de Emaús, como un gesto de ignorancia o de irresponsabilidad (cfr. Lc 24, 17-19). Como las primeras discípulas que iban al sepulcro, vivimos rodeados por una atmósfera de dolor e incertidumbre que nos hace preguntarnos: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3). ¿Cómo haremos para llevar adelante esta situación que nos sobrepasó completamente? El impacto de todo lo que sucede, las graves consecuencias que ya se reportan y vislumbran, el dolor y el luto por nuestros seres queridos nos desorientan, acongojan y paralizan. Es la pesantez de la piedra del sepulcro que se impone ante el futuro y que amenaza, con su realismo, sepultar toda esperanza. Es la pesantez de la angustia de personas vulnerables y ancianas que atraviesan la cuarentena en la más absoluta soledad, es la pesantez de las familias que no saben ya como arrimar un plato de comida a sus mesas, es la pesantez del personal sa8 VIDA NUEVA

nitario y servidores públicos al que esta situación sea (o bien, fuese) menos dolorosa. Vimos sentirse exhaustos y desbordados… esa pesantez que parece la unción derramada por métener la última palabra. dicos, enfermeros y enfermeSin embargo, resulta conmoras, reponedores de góndolas, vedor destacar la actitud de las limpiadores, cuidadores, transmujeres del Evangelio. Frente portistas, fuerzas de seguridad, a las dudas, el sufrimiento, la voluntarios, sacerdotes, reliperplejidad ante la situación giosas, abuelos y educadores y e incluso el miedo a la persetantos otros que se animaron cución y a todo lo que les poa entregar todo lo que poseían para aportar un poco de cura, dría pasar, fueron capaces de ponerse en movimiento y no de calma y alma a la situación. dejarse paralizar por lo que esY aunque la pregunta seguía taba aconteciendo. Por amor al siendo la misma: “¿Quién nos Maestro, y con ese típico, insuscorrerá la piedra del sepulcro?” tituible y bendito genio femeni(Mc 16, 3), todos ellos no dejano, fueron capaces de asumir ron de hacer lo que sentían que la vida como venía, sortear podían y tenían que dar. astutamente los obstáculos Y fue precisamente ahí, en para estar cerca de su Señor. medio de sus ocupaciones y preocupaciones, donde las A diferencia de muchos de los Apóstoles que huyeron presos discípulas fueron sorprendidas del miedo y la inseguridad, que negaron al Señor y escaparon (cfr. Jn 18, 25-27), ellas, sin Dios jamás abandona a su evadirse ni ignorar lo que sucedía, sin huir pueblo, especialmente cuando ni escapar…, supieron el dolor se hace más presente simplemente estar y acompañar. Como las primeras discípulas, que, en medio de la oscuridad y el desconsuelo, carpor un anuncio desbordante: garon sus bolsas con perfumes “No está aquí, ha resucitado”. y se pusieron en camino para Su unción no era una unción ungir al Maestro sepultado (cfr. para la muerte, sino para la Mc 16, 1), nosotros pudimos, en vida. Su velar y acompañar al este tiempo, ver a muchos que Señor, incluso en la muerte y buscaron aportar la unción de en la mayor desesperanza, no la corresponsabilidad para cuiera vana, sino que les permitió dar y no poner en riesgo la vida ser ungidas por la Resurrección: de los demás. A diferencia de no estaban solas, Él estaba vivo los que huyeron con la ilusión y las precedía en su caminar. de salvarse a sí mismos, fuimos Solo una noticia desbordante testigos de cómo vecinos y faera capaz de romper el círcumiliares se pusieron en marcha lo que les impedía ver que la con esfuerzo y sacrificio para piedra ya había sido corrida, permanecer en sus casas y así y el perfume derramado tenía frenar la difusión. Pudimos mayor capacidad de expansión descubrir cómo muchas perque aquello que las amenazasonas que ya vivían y tenían ba. Esta es la fuente de nuesque sufrir la pandemia de la tra alegría y esperanza, que exclusión y la indiferencia sitransforma nuestro accionar: guieron esforzándose, acompanuestras unciones, entregas… nuestro velar y acompañar en ñándose y sosteniéndose para VIDA NUEVA 9


una meditación

todas las formas posibles en este tiempo, no son ni serán en vano; no son entregas para la muerte. Cada vez que tomamos parte de la Pasión del Señor, que acompañamos la pasión de nuestros hermanos, viviendo inclusive la propia pasión, nuestros oídos escucharán la novedad de la Resurrección: no estamos solos, el Señor nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras que nos 10 VIDA NUEVA

paralizan. Esta buena noticia hizo que esas mujeres volvieran sobre sus pasos a buscar a los Apóstoles y a los discípulos que permanecían escondidos para contarles: “La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo”1. Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada. Toda la vida de servicio y amor que ustedes

han entregado en este tiempo volverá a latir de nuevo. Basta con abrir una rendija para que la Unción que el Señor nos quiere regalar se expanda con una fuerza imparable y nos permita contemplar la realidad doliente con una mirada renovadora. Y, como a las mujeres del Evangelio, también a nosotros se nos invita una y otra vez a volver sobre nuestros pasos y dejarnos transformar por este

Notas 1. R. Guardini, El Señor, 504. 2. Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 13. 3. Pontificia Academia para la Vida. Pandemia y fraternidad universal. Nota sobre la emergencia COVID-19 (30 marzo 2020), p. 4. 4. Eduardo Pironio, Diálogo con laicos, Buenos Aires, 1986.

anuncio: el Señor, con su novedad, puede siempre renovar nuestra vida y la de nuestra comunidad (cfr. Evangelii gaudium, 11). En esta tierra desolada, el Señor se empeña en regenerar la belleza y hacer renacer la esperanza: “Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” (Is 43, 18b). Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente. Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo. Las fronteras caen, los muros se derrumban y todo los discursos integristas se disuelven ante una presencia casi imperceptible que manifiesta la fragilidad de la que estamos hechos. La Pascua nos convoca e invita a hacer memoria de esa otra presencia discreta y respetuosa, generosa y reconciliadora capaz de no romper la caña quebrada ni apagar la mecha que arde débilmente (cfr. Is 42, 2-3) para hacer latir la vida nueva que nos quiere regalar a todos. Es el soplo del Espíritu que abre horizontes, despierta la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir presente (o bien, aquí estoy) ante la enorme e impostergable tarea que nos espera. Urge discernir y encontrar el pulso del Espíritu para impulsar junto a otros las dinámicas que puedan testimoniar y canalizar la vida nueva que el Señor quiere generar en este momento concreto de la historia. Este es el tiempo favorable del Señor, que nos pide no conformarnos ni contentarnos y menos justificarnos con lógicas sustitutivas o paliativas que impiden asumir el impacto y las graves consecuencias de lo que estamos viviendo. Este es el tiempo propicio de animarnos a una nueva imaginación de lo posible con el realismo que solo el Evangelio nos pue-

de proporcionar. El Espíritu, que no se deja encerrar ni instrumentalizar con esquemas, modalidades o estructuras fijas o caducas, nos propone sumarnos a su movimiento capaz de “hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5). En este tiempo nos hemos dado cuenta de la importancia de “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”2. Cada acción individual no es una acción aislada, para bien o para mal, tiene consecuencias para los demás, porque todo está conectado en nuestra Casa común; y si las autoridades sanitarias ordenan el confinamiento en los hogares, es el pueblo quien lo hace posible, consciente de su corresponsabilidad para frenar la pandemia. “Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad”3. Lección que romperá todo el fatalismo en el que nos habíamos inmerso y permitirá volver a sentirnos artífices y protagonistas de una historia común

No podemos escibir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos

y, así, responder mancomunadamente a tantos males que aquejan a millones de hermanos alrededor del mundo. No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar “¿dónde está tu hermano?” (Gn, 4, 9) y, en nuestra capacidad de respuesta, ojalá se revele el alma de nuestros pueblos, ese reser-

vorio de esperanza, fe y caridad en la que fuimos engendrados y que, por tanto tiempo, hemos anestesiado o silenciado. Si actuamos como un solo pueblo, incluso ante las otras epidemias que nos acechan, podemos lograr un impacto real. ¿Seremos capaces de actuar responsablemente frente al hambre que padecen tantos, sabiendo que hay alimentos para todos? ¿Seguiremos mirando para otro lado con un silencio cómplice ante esas guerras alimentadas por deseos de dominio y de poder? ¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos? ¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia? La globalización de la indiferencia seguirá amenazando y tentando nuestro caminar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es “una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio. La civilización del amor se construye cotidianamente, ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo comprometido de todos. Supone, por eso, una comprometida comunidad de hermanos”4. En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que, allí donde estés, puedas hacer la experiencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te saluda y te dice: “Alégrate” (Mt 28, 9). Y que sea ese saludo el que nos movilice a convocar y amplificar la buena nueva del Reino de Dios. VIDA NUEVA 11


una meditación

todas las formas posibles en este tiempo, no son ni serán en vano; no son entregas para la muerte. Cada vez que tomamos parte de la Pasión del Señor, que acompañamos la pasión de nuestros hermanos, viviendo inclusive la propia pasión, nuestros oídos escucharán la novedad de la Resurrección: no estamos solos, el Señor nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras que nos 10 VIDA NUEVA

paralizan. Esta buena noticia hizo que esas mujeres volvieran sobre sus pasos a buscar a los Apóstoles y a los discípulos que permanecían escondidos para contarles: “La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo”1. Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada. Toda la vida de servicio y amor que ustedes

han entregado en este tiempo volverá a latir de nuevo. Basta con abrir una rendija para que la Unción que el Señor nos quiere regalar se expanda con una fuerza imparable y nos permita contemplar la realidad doliente con una mirada renovadora. Y, como a las mujeres del Evangelio, también a nosotros se nos invita una y otra vez a volver sobre nuestros pasos y dejarnos transformar por este

Notas 1. R. Guardini, El Señor, 504. 2. Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 13. 3. Pontificia Academia para la Vida. Pandemia y fraternidad universal. Nota sobre la emergencia COVID-19 (30 marzo 2020), p. 4. 4. Eduardo Pironio, Diálogo con laicos, Buenos Aires, 1986.

anuncio: el Señor, con su novedad, puede siempre renovar nuestra vida y la de nuestra comunidad (cfr. Evangelii gaudium, 11). En esta tierra desolada, el Señor se empeña en regenerar la belleza y hacer renacer la esperanza: “Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” (Is 43, 18b). Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente. Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo. Las fronteras caen, los muros se derrumban y todo los discursos integristas se disuelven ante una presencia casi imperceptible que manifiesta la fragilidad de la que estamos hechos. La Pascua nos convoca e invita a hacer memoria de esa otra presencia discreta y respetuosa, generosa y reconciliadora capaz de no romper la caña quebrada ni apagar la mecha que arde débilmente (cfr. Is 42, 2-3) para hacer latir la vida nueva que nos quiere regalar a todos. Es el soplo del Espíritu que abre horizontes, despierta la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir presente (o bien, aquí estoy) ante la enorme e impostergable tarea que nos espera. Urge discernir y encontrar el pulso del Espíritu para impulsar junto a otros las dinámicas que puedan testimoniar y canalizar la vida nueva que el Señor quiere generar en este momento concreto de la historia. Este es el tiempo favorable del Señor, que nos pide no conformarnos ni contentarnos y menos justificarnos con lógicas sustitutivas o paliativas que impiden asumir el impacto y las graves consecuencias de lo que estamos viviendo. Este es el tiempo propicio de animarnos a una nueva imaginación de lo posible con el realismo que solo el Evangelio nos pue-

de proporcionar. El Espíritu, que no se deja encerrar ni instrumentalizar con esquemas, modalidades o estructuras fijas o caducas, nos propone sumarnos a su movimiento capaz de “hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5). En este tiempo nos hemos dado cuenta de la importancia de “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”2. Cada acción individual no es una acción aislada, para bien o para mal, tiene consecuencias para los demás, porque todo está conectado en nuestra Casa común; y si las autoridades sanitarias ordenan el confinamiento en los hogares, es el pueblo quien lo hace posible, consciente de su corresponsabilidad para frenar la pandemia. “Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad”3. Lección que romperá todo el fatalismo en el que nos habíamos inmerso y permitirá volver a sentirnos artífices y protagonistas de una historia común

No podemos escibir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos

y, así, responder mancomunadamente a tantos males que aquejan a millones de hermanos alrededor del mundo. No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar “¿dónde está tu hermano?” (Gn, 4, 9) y, en nuestra capacidad de respuesta, ojalá se revele el alma de nuestros pueblos, ese reser-

vorio de esperanza, fe y caridad en la que fuimos engendrados y que, por tanto tiempo, hemos anestesiado o silenciado. Si actuamos como un solo pueblo, incluso ante las otras epidemias que nos acechan, podemos lograr un impacto real. ¿Seremos capaces de actuar responsablemente frente al hambre que padecen tantos, sabiendo que hay alimentos para todos? ¿Seguiremos mirando para otro lado con un silencio cómplice ante esas guerras alimentadas por deseos de dominio y de poder? ¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos? ¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia? La globalización de la indiferencia seguirá amenazando y tentando nuestro caminar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es “una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio. La civilización del amor se construye cotidianamente, ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo comprometido de todos. Supone, por eso, una comprometida comunidad de hermanos”4. En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que, allí donde estés, puedas hacer la experiencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te saluda y te dice: “Alégrate” (Mt 28, 9). Y que sea ese saludo el que nos movilice a convocar y amplificar la buena nueva del Reino de Dios. VIDA NUEVA 11


ILUSTRACIÓN PEPE MONTALVÁ

El Papa escribe en ‘Vida Nueva’ una reflexión inédita para una Pascua marcada por el coronavirus. A partir del “alégrense” de Jesús a las mujeres, reivindica la civilización del amor. Francisco llama a contagiarse con “los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad” para la reconstrucción en el día después de la pandemia. “Es el Resucitado que quiere resucitar a la humanidad entera”, asevera en esta hoja de ruta que el Obispo de Roma regala a los lectores de la revista, a la Iglesia y a la sociedad.


FICHA 0

PLAN PA RA RESUCITAR DESDE LOS ESCRITOS DEL PAPA FRANCISCO TE PROPONEMOS ALGO NUEVO... Una nueva llamada, una nueva invitación, para seguir encarnando en nuestras vidas a Jesús de Nazaret, el Cristo que quiere concedernos la gracia de su Espíritu. Recordemos sus palabras: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: «¿Adónde vas?» Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor (mi Espíritu). En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí (quiebra de confianza); de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis (la respuesta de Dios a la entrega de Jesús); de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado (el poder del pecado ha sido vencido por la Misericordia de Dios). Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir. El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que Él toma de lo mío y os lo hará saber. Un poco más, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis.» (Jn 16, 5-15)

Una nueva llamada, una nueva invitación, que siguiendo su decir sobre sí mismo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6) nos convoca a caminar, a hacer camino, para redescubrir su verdad, dejarnos sorprender por ella, y engendrar vida, vida verdadera, buena y bella. Esta es la acción de su Espíritu en nuestras vidas. Una nueva llamada, una nueva invitación, y, por eso, una nueva tarea: se trata de preparar nuestros corazones para recibir preparados,

vigilantes, en la Gran Vigilia de Pentecostés el Espíritu de la Verdad, que nos guiará a toda la Verdad para que engendremos la Vida que Dios quiere para toda la humanidad. Una nueva tarea, iluminada por las bellas palabras del mensaje del Papa Francisco: “Un plan para resucitar”, que exige nuestra humilde fidelidad: oración, el decir que sólo Dios puede decir; reflexión afectiva, pensar con el corazón; discernimiento, acompañamiento y compromiso, conversión, no para ser perfectos, sino para amar más y mejor. Y este material: las fichas de trabajo, cuatro con cuatro palabras: alegría, fidelidad, sorpresa y fraternidad, que quieren acompañar vuestra vigilia, vuestros deseos de más fidelidad, vuestros anhelos de renovada fidelidad. Cuatro fichas que recibiréis cada domingo para trabajar durante la semana. Se trata, como siempre, de abrir en vuestras día a día un espacio para que Dios pronuncie su Palabra con libertad. Y después… Ya conocéis la frase que acompaña siempre a los amigos de Dios: «Aquí estoy para hacer tu voluntad, mándame…» o, en boca de María: «Hágase en mí según tu Palabra».

EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL | TEXTOS: P. ANTONIO SÁNCHEZ ORANTOS, CMF MAYO DE 2020


Alegría

PLANPARARESUCITAR

FICHA 1

Objetivo: pedir con humildad sentir en nuestras vidas la alegría que Dios quiere conceder a nuestro corazón. Tradúcelo con tus palabras: Padre bueno, que sienta la alegría de tu verdad.

1

Para meditar con Francisco

«De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: ‘Alégrense’” (Mt 28, 9). Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel. El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31, 13). Es el Resucitado que quiere resucitar a una vida nueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera. Quiere hacernos empezar ya a participar de la condición de resucitados que nos espera.» «En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que, allí donde estés, puedas hacer la experiencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te saluda y te dice: “Alégrate” (Mt 28, 9). Y que sea ese saludo el que nos movilice a convocar y amplificar la buena nueva del Reino de Dios.»

2

Papa Francisco, “Un plan para resucitar”

Para orar con la Palabra Pero, siempre, la misma condición: salir del propio querer e interés para que Dios pueda pronunciarse con libertad en tu vida. Recuerda los pasos:

Supone asumir la terca confianza de Jesús en la Palabra: el poder de lo pequeño frente a lo grandioso, de lo callado frente al griterío, de la mansedumbre frente a la dominación. Y ya tenemos melodía para irla silbando mientras caminamos hacia la Vigilia de Pentecostés iluminados por el Plan para Resucitar de Francisco. Y, en esta ficha de trabajo, enfrentemos el problema de Nicodemo que escondía bajo fuerte blindaje su suficiencia erudita y Jesús le pregunta, para abrir fisura en su fuerte protección: Nicodemo, ¿te imaginas naciendo de nuevo sin recordar tus grandes y profundos saberes? Toma tu Biblia, busca Juan 3, 1-17 y ora: “Tenéis que nacer de lo alto”.

EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL


“Optar por un nueva vida que abre la puerta a la esperanza, que no sabe de dónde viene y a dónde va, pero que camina con radical confianza...” ...para ser alegría

3

Para discernir y comprometerse

Las crisis forman parten de nuestra vida. Se pueden dar con mayor o menor frecuencia, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor duración, pero, antes o después, aparecen. Y, entonces, como siempre, la encrucijada: o nacer de nuevo o encerrarnos en lo sabido escondiendo nuestras impotencias para matar la posibilidad de una vida nueva. Ciertamente, algunas de las crisis que se presentan en la vida son previsibles y, no sin sufrimiento, nuestros saberes alcanzan a responderlas. Tal es el caso de esos cambios que todos hemos tenido que enfrentar: terminar una carrera, el primer trabajo, un cambio de vida afectiva, un cambio en la vida social… Pero otras crisis, otros acontecimientos, aparecen súbitamente, imprevisibles, y quiebran nuestras seguridades, desnudan nuestra vida, aniquilan nuestros saberes, nos llevan a santa pobreza. Y, entonces, la alternativa: la violencia contra uno mismo, contra los demás o contra Dios, que mata la vida; o la posibilidad de experimentar una llamada, la del Señor de la Historia, a nacer de nuevo, a vivir una nueva vida. Nueva vida que nace con los signos del Reino de Dios: en santa pobreza, en vulnerabilidad radical, necesitada de ser cuidada por otros, necesitada de vida de comunidad. Nueva vida que abre la puerta a la esperanza, que no sabe de dónde viene y a dónde va, pero que camina con radical confianza: si mantiene la fidelidad a la llamada, la alegría de la nueva vida vencerá. La situación de crisis personal y social inesperada ya tiene nombre: Covid-19 (que no nos engañen nuestros saberes). Pregúntate si será para ti motivo de violencia o motivo para engendrar vida verdadera, buena y bella: Vida Resucitada. Este es nuestro reto. Este es el reto del camino que iniciamos. ¿Qué compromisos tendrías que asumir para que esta crisis inesperada sea llamada que te convierta en testigo de la resurrección, en testigo de la Vida de Dios? No olvides: paso corto y vida cotidiana… Y gracias por estar ahí luchando con humildad, entregando tu tiempo, tu vida, para que otros tengan vida.

EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL TEXTOS: P. ANTONIO SÁNCHEZ ORANTOS, CMF MISIONEROS CLARETIANOS DE SANTIAGO MAYO DE 2020


Fidelidad

FICHA 2 PLANPARARESUCITAR

1

Para meditar con Francisco

«Invitar a la alegría (ficha de trabajo anterior) pudiera parecer una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por el COVID-19… Como las primeras discípulas que iban al sepulcro, vivimos rodeados por una atmósfera de dolor e incertidumbre que nos hace preguntarnos: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3)… El impacto de todo lo que sucede, las graves consecuencias que ya se reportan y vislumbran, el dolor y el luto por nuestros seres queridos nos desorientan, acongojan y paralizan. Es la pesantez de la piedra del sepulcro que se impone ante el futuro y que amenaza, con su realismo, sepultar toda esperanza. Es la pesantez de la angustia de personas vulnerables y ancianas que atraviesan la cuarentena en la más absoluta soledad, es la pesantez de las familias que no saben ya como arrimar un plato de comida a sus mesas, es la pesantez del personal sanitario y servidores públicos al sentirse exhaustos y desbordados… esa pesantez que parece tener la última palabra. Sin embargo, resulta conmovedor destacar la actitud de las mujeres del Evangelio. Frente a las dudas, el sufrimiento, la perplejidad… fueron capaces de ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por lo que estaba aconteciendo. Por amor al Maestro… fueron capaces de asumir la vida como venía, sortear astutamente los obstáculos para estar cerca de su Señor. A diferencia de muchos de los Apóstoles que huyeron presos del miedo y la inseguridad, que negaron al Señor y escaparon (cfr. Jn 18, 25-27), ellas, sin evadirse ni ignorar lo que sucedía, sin huir ni escapar… supieron simplemente estar y acompañar. Como las primeras discípulas, que, en medio de la oscuridad y el desconsuelo, cargaron sus bolsas con perfumes y se pusieron en camino para ungir al Maestro sepultado (cfr. Mc 16, 1), nosotros pudimos, en este tiempo, ver a muchos que buscaron aportar la unción de la corresponsabilidad para cuidar y no poner en riesgo la vida de los demás… Pudimos descubrir cómo muchas personas que ya vivían y tenían que sufrir la pandemia de la exclusión y la indiferencia siguieron esforzándose, acompañándose y sosteniéndose para que esta situación sea (o bien, fuese) menos dolorosa. Vimos la unción derramada por médicos, enfermeros y enfermeras, reponedores de góndolas, limpiadores, cuidadores, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas, abuelos y educadores y tantos otros que se animaron a entregar todo lo que poseían para aportar un poco de cura, de calma y alma a la situación. Y aunque la pregunta seguía siendo la misma: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3), todos ellos no dejaron de hacer lo que sentían que podían y tenían que dar.» Papa Francisco, “Un plan para resucitar”

EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL


2

Para orar con la Palabra Pero, siempre, la misma condición: salir del propio querer e interés para que Dios pueda pronunciarse con libertad en tu vida. Recuerda los pasos:

Y hoy volvemos a enfrentarnos con las fanfarronadas de Pedro, con su querer ser el primero, ser el reconocido como superior entre todos, ser el más importante… y, con Pedro, enfrentamos, también, nuestras fanfarronadas: deseos de perfección, de ser reconocidos, de ser… Dejémonos tocar por el gesto de Jesús (toalla y palancana) y por su mandato: “cuida de tus hermanos”. Siempre llamándonos con misericordia en el centro de nuestras infidelidades: para levantarnos y para continuar nuestro camino (tres veces negó, tres veces es preguntado). Y recuerda: el pecado vence no cuando caemos, sino cuando nos convence de que no podemos levantarnos. Toma tu Biblia, busca Juan 21, 15-19 y ora: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.

“la fidelidad en el seguimiento se traduce en el envío del cuidado”

3

Para discernir y comprometerse

Hacer lo que hay que hacer, aun en medio de las circunstancias más adversas, como en las que estamos… como las Mujeres del Evangelio. Esas mujeres que acuden al Sepulcro la Mañana de Pascua venciendo incertidumbres, angustias, dolores, miedos… desde el profundo amor a su Maestro. Porque la razón de la alegría cristiana no es otra que la que proviene de las acciones del mismo Dios: es Él quien descorre las piedras de nuestros sepulcros; es Él, siempre generoso con nosotros, quien restaura nuestros deseos de caminar. Esta es siempre la causa de nuestra alegría aun en las más fuertes adversidades: la entrañable misericordia del Buen Padre/Madre Dios que cuida de nosotros, que vela por sus hijos. Así es el anuncio de Jesús, el Cristo Resucitado: “paz y serenidad”. Ese es el mensaje que Dios nos anuncia con su vida, después de su muerte y ya vivo para siempre. Y, por eso, el gozo va mucho más allá de la superación de nuestras angustias. Es vivir fielmente en la seguridad de sentirse querido, reconciliado por Dios y saberse redimido por la entrega de su Hijo. A veces pesará la cruz (“otro te llevará donde no quieras”), pero el yugo es llevadero y la carga ligera, pues el Espíritu del Señor resucitado siempre acompaña nuestro caminar. Y, por eso, “sígueme”… Y, por eso, la fidelidad en el seguimiento se traduce en el envío del cuidado: “cuida de tus hermanos”. EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL TEXTOS: P. ANTONIO SÁNCHEZ ORANTOS, CMF MISIONEROS CLARETIANOS DE SANTIAGO MAYO DE 2020


Sorpresa

LA

D E D I OS

FICHA 3 PLANPARARESUCITAR

1

Para meditar con Francisco

«Y fue precisamente ahí, en medio de sus ocupaciones y preocupaciones, donde las discípulas fueron sorprendidas por un anuncio desbordante: “No está aquí, ha resucitado”. Su unción no era una unción para la muerte, sino para la vida. Su velar y acompañar al Señor, incluso en la muerte y en la mayor desesperanza, no era vana, sino que les permitió ser ungidas por la Resurrección: no estaban solas, Él estaba vivo y las precedía en su caminar. Solo una noticia desbordante era capaz de romper el círculo que les impedía ver que la piedra ya había sido corrida, y el perfume derramado tenía mayor capacidad de expansión que aquello que las amenazaba. Esta es la fuente de nuestra alegría y esperanza, que transforma nuestro accionar: nuestras unciones, entregas… nuestro velar y acompañar en todas las formas posibles en este tiempo, no son ni serán en vano; no son entregas para la muerte. Cada vez que tomamos parte de la Pasión del Señor, que acompañamos la pasión de nuestros hermanos, viviendo inclusive la propia pasión, nuestros oídos escucharán la novedad de la Resurrección: no estamos solos, el Señor nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras que nos paralizan. Esta buena noticia hizo que esas mujeres volvieran sobre sus pasos a buscar a los Apóstoles y a los discípulos que permanecían escondidos para contarles: “La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo”. Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada. Toda la vida de servicio y amor que ustedes han entregado en este tiempo volverá a latir de nuevo. Basta con abrir una rendija para que la Unción que el Señor nos quiere regalar se expanda con una fuerza imparable y nos permita contemplar la realidad doliente con una mirada renovadora. Y, como a las mujeres del Evangelio, también a nosotros se nos invita una y otra vez a volver sobre nuestros pasos y dejarnos transformar por este anuncio: el Señor, con su novedad, puede siempre renovar nuestra vida y la de nuestra comunidad (cfr. Evangelii gaudium, 11). En esta tierra desolada, el Señor se empeña en regenerar la belleza y hacer renacer la esperanza: “Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” (Is 43, 18b). Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente.» Papa Francisco, “Un plan para resucitar” EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL


2

Para orar con la Palabra Pero, siempre, la misma condición: salir del propio querer e interés para que Dios pueda pronunciarse con libertad en tu vida. Recuerda los pasos:

Jesús, a la Samaritana, le descubrió las grietas de su Vida, las grietas de su aparente camino de amor. Y cuando supo escuchar la verdad de su corazón, es el mismo Jesús quien la impulsa a caminar con libertad, más allá de templos y santuarios: a orar en Espíritu y en verdad. Toma tu Biblia, busca Juan 4, 5-25 y ora: «Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad».

“para que acojamos la Nueva Vida que su Hijo nos ofrece”

3

Para discernir y comprometerse

El ser humano, hombre y mujer, debe estar siempre dispuesto a dejarse sorprender por la novedad de un Dios capaz de hacer nuevas todas las cosas. Así dice el profeta: «No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad» (Is 43, 18-19). Y así también el libro que cierra nuestro gran Libro: «Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo» (Ap 2, 5-8). Nuestro Dios no quiebra la caña cascada ni apaga la vela que arde débilmente. A todos acompaña e incita, invoca y provoca incansablemente para que acojamos la Nueva Vida que su Hijo nos ofrece. Sin miedo, quebrando todo aquello que nos quita vida y esperanza. Mantengámonos abiertos a la presencia activa y siempre renovadora del Espíritu del Resucitado. Porque este es, muchas veces, el problema de nuestra fe: invocamos al Espíritu pero no lo escuchamos porque nuestra rutina (Nicodemo), soberbia (Pedro) o superficialidad que esconde nuestro pecado (Samaritana) nos paralizan, nos impiden caminar. Abramos nuestro corazón aquel que nos dice, a cada uno: «Yo soy, el que habla contigo». Y, después, ya sabemos, la frase de los amigos de Dios: «Aquí estoy para hacer tu voluntad»; o con las palabras de María: «Hágase en mí según tu Palabra». Prepara tu corazón, tu vida para el compromiso, para discernir lo que Dios te pueda pedir… Pero esta será la tarea de la siguiente ficha de trabajo. EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL TEXTOS: P. ANTONIO SÁNCHEZ ORANTOS, CMF MISIONEROS CLARETIANOS DE SANTIAGO MAYO DE 2020


Fraternidad

FICHA 4 PLANPARARESUCITAR

1

Para meditar con Francisco

«Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo. Las fronteras caen, los muros se derrumban y todos los discursos integristas se disuelven ante una presencia casi imperceptible que manifiesta la fragilidad de la que estamos hechos. La Pascua nos convoca e invita a hacer memoria de esa otra presencia discreta y respetuosa, generosa y reconciliadora capaz de no romper la caña quebrada ni apagar la mecha que arde débilmente (cfr. Is 42, 2-3) para hacer latir la vida nueva que nos quiere regalar a todos. […] Urge discernir y encontrar el pulso del Espíritu para impulsar junto a otros las dinámicas que puedan testimoniar y canalizar la vida nueva que el Señor quiere generar en este momento concreto de la historia. Este es el tiempo favorable del Señor, que nos pide no conformarnos ni contentarnos y menos justificarnos con lógicas sustitutivas o paliativas que impiden asumir el impacto y las graves consecuencias de lo que estamos viviendo. En este tiempo nos hemos dado cuenta de la importancia de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integra. […] Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad. […] No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar “¿dónde está tu hermano?” (Gn, 4, 9) y, en nuestra capacidad de respuesta, ojalá se revele el alma de nuestros pueblos, ese reservorio de esperanza, fe y caridad en la que fuimos engendrados y que, por tanto tiempo, hemos anestesiado o silenciado. […] La globalización de la indiferencia seguirá amenazando y tentando nuestro caminar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio. La civilización del amor se construye cotidianamente, ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo comprometido de todos. Supone, por eso, una comprometida comunidad de hermanos.» Papa Francisco, “Un plan para resucitar” EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL


2

Para orar con la Palabra Pero, siempre, la misma condición: salir del propio querer e interés para que Dios pueda pronunciarse con libertad en tu vida. Recuerda los pasos:

Toma tu Biblia, busca Carta a los Romanos 12, 1-21 y ora: «Así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros....».

“Él y nuestro mundo están esperando nuestra fidelidad.”

3

Para discernir y comprometerse

Estaba anunciado. Tenemos preparado nuestro corazón para expresar la gracia de Dios derramada en nuestros corazones con nuestro compromiso en la vida diaria. Que resuene con fuerza en nuestro corazón la pregunta que Dios, el buen Padre/Madre Dios, dirige a Caín: «¿dónde está tu hermano?» Y el sueño que resume las palabras y signos de Jesús, «el hombre que pasó haciendo el bien»: Todos hijos de un mismo Padre (filiación) y, por eso, es el Padre Nuestro, miembros de la misma familia (fraternidad). E imaginemos lo que nos diría Jesús: ¿Funciona bien una familia si el hermano mayor puede hasta tirar la comida y el hermano pequeño muere de hambre? ¿Funciona bien una familia si el hermano mayor tiene el armario lleno de vestidos y el hermano pequeño camina desnudo? ¿No se cuida en la familia que funciona bien al hermano débil que suspende y anda despistado, al abuelo o a la abuela que ya no pueden valerse por sí mismos, al enfermo, al que sufre…? Seguro que algo de esto vives. Pues miremos el mundo: ¿funciona como una buena familia? Y decidamos sin miedo porque Él acompañará siempre nuestro camino. Es la invitación a la civilización del amor. Una radical transformación, que siguiendo el modo de actuar de nuestro Dios en la historia, no se manifiesta ni en el brillo, ni en las voces, ni en las alharacas… sino de una manera callada y paciente, siguiendo el camino del Siervo de Yahveh: «Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones. No clamará, ni gritará, ni alzará su voz por las calles. No acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde. Con fidelidad hará justicia; no vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. Las costas lejanas esperan su ley» (Is. 42, 1-3). Y no lo olvidemos: propio de Dios es alegrar, así empezaba nuestro Papa y así terminaba. Por eso, con mucha alegría, sabiendo que Jesús, el Resucitado, acompaña vuestro caminar, escuchad en vuestro corazón su llamada: «Tú, sígueme». Y caminad, caminad sin medio: Él y nuestro mundo están esperando nuestra fidelidad. EQUIPO PROVINCIAL DE ANIMACIÓN PASTORAL TEXTOS: P. ANTONIO SÁNCHEZ ORANTOS, CMF MISIONEROS CLARETIANOS DE SANTIAGO MAYO DE 2020


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