El Regalo de Dios: Notas Génesis - 2 Crónicas

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El Regalo de Dios Un Panorama General Libro por Libro del Cumplimiento de las Promesas de Dios en la Biblia



Sesión 1. Introducción El Regalo de Dios El Regalo de Dios es Dios mismo. La Biblia es el testimonio divino de este regalo glorioso. No existe mayor bien, ni posesión más preciada que Dios. Él es santo, Él es justo, Él es misericordioso, Él es bueno. Él es perfecto. Él es glorioso. No existe nada ni nadie que remotamente se acerque al valor que Dios posee. En la esencia de su perfección se encuentra su amor. Dios es amor. La Biblia nos presenta a un Dios que ama no por coerción u obligación sino como una expresión de la esencia de su ser. Es Él quien nos da a todos vida y aliento y todas las cosas. Pero por encima de todos sus dones, el amor de Dios se hace evidente en el amoroso don de sí mismo por medio de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad: 16

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16 3

Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado. Juan 17:3 1

No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 3 Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. 4 Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy… 6 —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Juan 14:1-4, 6 Este es pues el mensaje de la Biblia: El regalo de Dios es Dios mismo. Todo lo que posteriormente mencionemos durante todo el transcurso de este estudio no es más que un comentario a esta verdad Bíblica. Es mi oración al Padre que la gloria del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios sea de tal manera sellada en nuestro corazón por su Espíritu Santo que podamos con abúndate gozo, libre y voluntariamente recibirle y reconocerle a Él, nuestro Rey y Señor, como nuestra posesión más preciada, como la gracia y regalo más glorioso que de Dios mismo hemos recibido.

El Regalo de Dios en la Historia Bíblica En esta sesión consideraremos brevemente la forma en que la Biblia de manera constante y unánime nos da testimonio de la forma en la que Dios se da a sí mismo para la gloria de su Nombre y el gozo de toda la tierra. Si ponemos atención, la historia Bíblica comenzando en la creación del universo, claramente se nos presenta como la historia de Dios dando de sí mismo para atraer a las personas a la comunión con Él. Consideremos ahora algunos de los puntos sobresalientes de esta historia. El Regalo de Dios en la Creación Dios en el principio, creó los cielos y la tierra. La corona de su creación fue el ser humano. El don de la creación es un don divino por medio del cual se establece un contexto en el cual Dios pueda darse a sí mismo al hombre con quien él anhela tener comunión. De hecho, en el don de la creación vemos

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por primera vez la forma en la cual Dios se da a sí mismo, no solo interactuando íntimamente con su creación (Gén. 1:2; 3:8) sino otorgando su imagen y semejanza al hombre: Y Dios consideró que esto era bueno, 26 y dijo: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» 27 Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. Génesis 1:25b-27 Desde su misma creación, el hombre ha sido creado y diseñado por Dios a su imagen y semejanza para que el ser humano pueda entrar en comunión con Él y cumplir así el propósito de su misma existencia. Dios se da a sí mismo en la creación. En las palabras de San Agustín: Señor, tu nos creaste para ti, y nuestro corazón no halla descanso hasta que lo encuentra en ti. Confesiones 1.1.1 El Regalo de Dios en la Caída y la Redención Alguien ha dicho que Génesis 3 es posiblemente el capítulo más importante de la Biblia ya que aparte del evento histórico que en él se narra es imposible comprender el mensaje de la Biblia y el glorioso carácter del evangelio. Génesis 3 describe la desobediencia del hombre, la corrupción de la imagen de Dios en la humanidad y la consecuente pérdida de la comunión con Dios. La caída de Adán en Génesis 3 nos permite entonces introducir la condición sobre la cual el Regalo de Dios descansa. Todo ser humano que desea entrar en comunión con Dios y gozar del don de su presencia amorosa (Dios es el regalo) ha de recibirle y relacionarse con Él como Rey Soberano y Señor de su vida. 9

Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? 10 El hombre contestó: — Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. 11 —¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? 12 Él respondió: —La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. 13 Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me engañó, y comí —contestó ella… 23 Entonces Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho. 24 Luego de expulsarlo, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines, y una espada ardiente que se movía por todos lados, para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida. Génesis 3:9-13, 23.

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Después de la caída de Adán y consecuentemente de toda su descendencia (Rom. 5:12), el regalo de Dios solo se otorga a aquellos que se acercan a él reconociendo su soberanía y su santidad. No obstante, aún en el mismo evento de la caída del hombre y sus consecuencias vemos claramente expresado el amor de Dios al proveer los medios necesarios para restaurar la comunión entre Dios y el hombre (Gén. 3:15, 21). A partir de este momento, la historia bíblica se ocupa de presentar la obra soberana de Dios para escoger para sí un pueblo de entre las naciones y bendecirlo con el regalo de su presencia.

El Pueblo de la Presencia Posterior a la caída, la Biblia nos describe la condición del hombre como lleno de maldad en obra y pensamiento (Génesis 6). No obstante, Dios nuevamente actúa amorosamente buscando atraer a sí mismo a un hombre, Abraham, por medio del cual establecería su reino y su presencia en la tierra para bendición de todas las familias de la tierra (Génesis 12). La Presencia de Dios en el Pueblo de Israel A través del Antiguo Testamento descubrimos una y otra vez el anhelo de Dios de bendecir a su pueblo escogido. En cada ocasión, la bendición del pueblo consistía en el don de la presencia misma de Dios en medio de su pueblo para llenarlo de gozo. Este regalo demandaba la sumisión y obediencia del pueblo ante su Dios Soberano. Consideremos los siguientes pasajes: Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable. 2 Así confirmaré mi pacto contigo, y multiplicaré tu descendencia en gran manera. 3 Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra, y Dios continuó: 4 —Éste es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones. 5 Ya no te llamarás Abram, sino que de ahora en adelante tu nombre será Abraham, porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones. 6 Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones. 7 Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes. 8 A ti y a tu descendencia les daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora andan peregrinando. Y yo seré su Dios. Génesis 17:1-8 6

Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; 7y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios. Éxodo 6:6-7 45

Habitaré entre los israelitas, y seré su Dios. 46 Así sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios, que los sacó de Egipto para habitar entre ellos. Yo soy el SEÑOR su Dios. Éxodo 29:45-46 La presencia de Dios en medio de Israel sería la señal de su favor y bendición para con su pueblo. No obstante Dios necesitaba proveer medios de acceso a Su presencia que cumplieran con las demandas de su santidad perfecta. Era por tanto indispensable proveer al pueblo una forma de expiar sus pecados para que éste pudiera acercarse a Dios con pureza y así gozar de la bendición de su presencia. Para este propósito Dios establece el tabernáculo (Éxodo 25:8; 40:34-36) y posteriormente el templo (2 Crónicas 5:7,14) como el lugar de su presencia en medio de su pueblo. Con ellos, estableció además el sacerdocio levítico y el sistema sacrificial como una manifestación de su gracia concediendo a su pueblo pecador la posibilidad de acercarse a la presencia de Dios y gozar de su comunión. El Regalo de Dios

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La Rebelión de Israel, y la Pérdida de la Presencia y la Comunión con Dios La historia de Israel tristemente es en gran medida la historia del rechazo de Dios de parte de su pueblo. Una y otra vez, el pueblo menospreció la bendición del regalo de la presencia de Dios en medio de ellos y buscó alejarse de Dios y desentenderse de él. Finalmente, el profeta Jeremías viene a ser el heraldo divino que con grande dolor y angustia anuncia al pueblo el cumplimiento de su deseo pecaminoso y soberbio de alejarse de su Dios, su don y posesión más preciada: 12

» ”Vayan ahora a mi santuario en Siló, donde al principio hice habitar mi nombre, y vean lo que hice con él por culpa de la maldad de mi pueblo Israel. 13 Y ahora, puesto que ustedes han hecho todas estas cosas —afirma el SEÑOR—, y puesto que una y otra vez les he hablado y no me han querido escuchar, y puesto que los he llamado y no me han respondido, 14 lo mismo que hice con Siló haré con esta casa, que lleva mi nombre y en la que ustedes confían, y con el lugar que les di a ustedes y a sus antepasados. 15 Los echaré de mi presencia, así como eché a todos sus hermanos, a toda la descendencia de Efraín.” Jeremías 7:12-15 15

¡Escúchenme, préstenme atención! ¡No sean soberbios, que el Señor mismo lo ha dicho! Glorifiquen al Señor su Dios, antes de que haga venir la oscuridad y ustedes tropiecen contra los montes sombríos. Ustedes esperan la luz, pero Él la cambiará en densas tinieblas; ¡la convertirá en profunda oscuridad! 17 Pero si ustedes no obedecen, lloraré en secreto por causa de su orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se desharán en lágrimas, porque el rebaño del Señor será llevado al cautiverio. Jeremías 13:15-17 16

La Presencia de Dios y la Promesa del Nuevo Pacto Aún en medio de la rebelión de su pueblo, Dios manifiesta el glorioso amor que define la esencia de su Ser y de su perfección. El pecado y la rebelión no son obstáculos infranqueables para un Dios amoroso: 1

Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios. ¡Tu perversidad te ha hecho caer! 2 Piensa bien lo que le dirás, y vuélvete al Señor con este ruego: «Perdónanos nuestra perversidad, y recíbenos con benevolencia, pues queremos ofrecerte el fruto de nuestros labios… 4 «Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia, porque mi ira contra ellos se ha calmado. 5 Yo seré para Israel como el rocío, y lo haré florecer como lirio. ¡Hundirá sus raíces como cedro del Líbano! Oseas 14:1-3, 5 A estas alturas no ha de sorprendernos que la solución para el pecado del hombre y para todas las angustias y sufrimientos que éste ocasiona, sea Dios mismo. Dios mismo regalando a su pueblo el don de su presencia, no solo en medio de ellos, sino, en el nuevo pacto, en ellos, sellando su corazón con su presencia por medio de su Espíritu: 36

»Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de esta ciudad que, según ustedes, caerá en manos del rey de Babilonia por la espada, el hambre y la pestilencia: 37 Voy a reunirlos de todos los países adonde en mi ira, furor y terrible enojo los dispersé, y los haré volver a este lugar para que vivan seguros. 38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39 Haré El Regalo de Dios

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que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. 40 Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, y así no se apartarán de mí. 41 Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremías 32:36-41 23

Daré a conocer la grandeza de mi santo nombre, el cual ha sido profanado entre las naciones, el mismo que ustedes han profanado entre ellas. Cuando dé a conocer mi santidad entre ustedes, las naciones sabrán que yo soy el Señor. Lo afirma el Señor omnipotente. 24 Los sacaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los pueblos, y los haré regresar a su propia tierra. 25 Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. 26 Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. 27 Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes. 28 Vivirán en la tierra que les di a sus antepasados, y ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Ezequiel 36:23-28

El Regalo de Dios en la Persona de Jesucristo El Regalo de Dios y la Promesa del Mesías A lo largo del Antiguo Testamento, descubrimos con frecuencia que la provisión de la presencia de Dios en el tabernáculo y el templo, mediada a través de los sacerdotes y de los sacrificios levíticos constituía únicamente una sombra temporal limitada de su gloriosa presencia. Un día vendría uno que daría acceso inmediato a la gloria y el gozo de la presencia de Dios. Un guiador, un consolador, un libertador, un pastor (Ezequiel 34:11-31; Miqueas 5:2). Él finalmente lograría poner fin a la transgresión, terminar con el pecado, expiar la iniquidad, y traer justicia eterna (Daniel 9:24). Este varón sería llamado Emmanuel (Isaías 7:14), Dios con nosotros. Jesús, El Regalo de Dios En la persona de nuestro Salvador Jesucristo, se cumple la promesa de Emmanuel. Aquél que estaba con Dios y era Dios (Juan 1:1) se hizo carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14). La venida de Jesucristo constituye la consumación de todas las promesas de Dios en el Antiguo Testamento. Es en Jesús en quien tenemos redención, perdón de pecados y acceso con confianza al Padre celestial (Efesios 1:7; 3:12). Él es la imagen del Dios invisible, el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de su sustancia (Hebreos 1:3). En Jesús, Dios Padre envía a su Hijo unigénito con un solo propósito: atraernos a Él: 6

—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Juan 14:6 18

Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. 1 Pedro 3:18 8

Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones El Regalo de Dios

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del pueblo de Dios. 9 Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. 10 De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.» Apocalipsis 5:8-10 En Cristo, el reino de Dios se ha acercado, y ha sido inaugurado en el corazón de los creyentes (Efesios 3:17; 1 Pedro 3:15) hasta el tiempo de la consumación de todas las cosas (1 Corintios 15:24). El Consolador, El Regalo del Espíritu Santo Una vez que nuestro Salvador consumó nuestra redención por medio de su muerte y su resurrección ascendió, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, partió a la presencia del Padre (Hebreos 1:3-4). Pero no nos dejó huérfanos. En su partida y en espera de su venida nos otorgo otro don inigualable. El don de su presencia en la persona del Espíritu Santo: 16

Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: 17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. 18 No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes. Juan 14:16-18 5

…porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. 6 A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. 7 Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. 8 Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:5-8

El Regalo de Dios es Dios Mismo El regalo de Dios es Dios mismo de principio a fin. Vez tras vez podemos admirar en las Escrituras la forma en que Dios se expresa a sí mismo en su amor por nosotros dándonos la bendición de su presencia y su comunión. No tenemos de Dios otro regalo mayor. Él es nuestro bien. Él es nuestro gozo. El es nuestra esperanza. Él es nuestra salvación. En Cristo, el Padre nos ha dado la oportunidad de acercarnos a Él y gozar de su presencia eternamente. Al igual que en la creación, poniendo su imagen en nosotros y buscando la comunión con nosotros, hacia el final de la historia la meta será la misma, pero en esta ocasión ya nada impedirá nuestra comunión con Él y la bendición de contar con su presencia. ¡Que la gloria sea solo para él por medio de nuestro Salvador! 3

Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. 4 Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.» 5 El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.» 6 También me dijo: «Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7 El que salga vencedor heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Apocalipsis 21:2-7 El Regalo de Dios

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Sesión 2. El Mensaje del Antiguo Testamento La Importancia del Antiguo Testamento En esta sesión buscaremos comprender mejor la importancia del Antiguo Testamento y de su mensaje para la vida cristiana tanto individual como corporativamente. En su libro, An Old Testament Theology, Bruce Waltke hace la siguiente afirmación: Sospecho que muchos cristianos se sienten espiritualmente desnutridos debido a que viven su vida sobre la base de alrededor de diez textos bíblicos. La vida espiritual de la iglesia se vería grandemente enriquecida si se buscara reavivar el amor por el Antiguo Testamento… An Old Testament Theology, p. 16. El Antiguo Testamento no solo constituye la mayor parte de la revelación que Dios nos ha dado sino también la primera parte. Es en el Antiguo Testamento en donde encontramos por primera vez la voz de Dios registrada por escrito para hacer manifiesto su propósito y su voluntad para su pueblo a través de todas las generaciones. Leer la Biblia sin leer el Antiguo Testamento es como comenzar a ver una película cuando ya han transcurrido tres cuartas partes de la historia. Sin él, el mensaje divino contenido en la Biblia y especialmente en el Nuevo Testamento está irremediablemente incompleto y es altamente incomprensible. El Antiguo Testamento no es meramente un libro de “citas citables” al estilo de las contenidas en cada número de la revista Selecciones del Reader’s Digest. Tampoco es una simple colección de libros hebreos, ni un conjunto de historias de las cuales podemos obtener moralejas útiles para instruir a los niños durante la escuela bíblica de vacaciones. No. El Antiguo Testamento constituye la primera parte del mensaje de Dios y su misión para y en el mundo. En Él descubrimos el anhelo y la promesa de Dios de establecer su reino amoroso y perfecto en la tierra para bendecir a su pueblo con el regalo de su presencia por toda la eternidad. Consideremos brevemente algunos aspectos relevantes a la estructura y mensaje del Antiguo Testamento.

La Estructura del Antiguo Testamento El Antiguo Testamento en el canon cristiano está formado por treinta y nueve libros organizados de la siguiente manera: La Ley (5)

Libros Históricos (12)

Libros Poéticos (5)

Profetas Mayores (5)

Profetas Menores (12)

Génesis – Deuteronomio

Josué – Ester

Job – Cantar de los Cantares

Isaías – Ezequiel

Oseas - Malaquías

Esta organización es la más sencilla y la más familiar para los cristianos ya que presenta de manera organizada la cronología, la poesía y la profecía del pueblo de Israel. Sin embargo, la organización

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del canon hebreo es en realidad más útil para poder entender el contenido y mensaje del Antiguo Testamento y su relación al mensaje global de la Biblia. El canon hebreo está organizado de la siguiente manera: La Ley Génesis – Deuteronomio

Los Profetas Profetas Anteriores Josué – 2 Reyes Profetas Posteriores Isaías, Jeremías, Ezequiel, Libro de los doce profetas (Oseas-Malaquías)

Los Escritos (Los Salmos) Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas

Un poco más adelante utilizaremos este orden para mostrar algunas de las razones de la importancia del Antiguo Testamento.

El Antiguo Testamento Contiene una Historia Teológica Hemos ya brevemente mencionado que el Antiguo Testamento constituye la primera y más extensa parte de la revelación de Dios. Dicha revelación presenta consistentemente un mensaje esencial: el mensaje de la redención del pueblo de Dios por medio de Jesucristo. La Historia del Antiguo Testamento nos muestra el propósito de Dios de establecer su reino perfecto sobre su pueblo. No busca narrar eventos históricos aislados a partir de los cuales podemos obtener lecciones morales. Busca interpretar eventos históricos particulares en relación a un pueblo en particular a la luz de su significado en el plan de redención de Dios. La clave de la interpretación del Antiguo Testamento no es el papel de Israel en la historia, sino el papel de Dios en redimir a un pueblo de la esclavitud para convertirlo en su pueblo y bendecirlo con su presencia.1 En este sentido es una historia teológica. Vez tras vez es posible reconocer esta interpretación divina de los eventos históricos contenidos en el Antiguo Testamento. Un ejemplo se encuentra en 2 Crónicas 12:1-8: Después de que Roboán consolidó su reino y se afirmó en el trono, él y todo Israel abandonaron la ley del Señor 2 y le fueron infieles. Por eso en el quinto año del reinado de Roboán, Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén. 3 Con mil doscientos carros de combate, sesenta mil jinetes y una innumerable multitud de libios, suquíes y cusitas procedentes de Egipto, 4 Sisac conquistó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén. 5

Entonces el profeta Semaías se presentó ante Roboán y los jefes de Judá que por miedo a Sisac se habían reunido en Jerusalén, y les dijo: —Así dice el Señor: “Como ustedes me abandonaron, ahora yo también los abandono, para que caigan en manos de Sisac.” 6

Los jefes israelitas y el rey confesaron con humildad: —¡El Señor es justo! 7 Cuando el Señor vio que se habían humillado, le habló nuevamente a Semaías y le dijo: «Puesto que han mostrado humildad, ya no voy a destruirlos; dentro de poco tiempo los libraré. No voy a permitir que Sisac ejecute mi castigo sobre Jerusalén, 8 aunque sí dejaré que los someta a su dominio, para que aprendan la diferencia que hay entre servirme a mí y servir a los reyes de otros países.» 1

Ver Gospel and Kingdom por Graeme Goldsworthy.

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El Antiguo Testamento Proclama y Promete El Reino de Dios El propósito de Dios al ofrecer el regalo de su comunión y su presencia es establecer su reino sobre su pueblo y sobre todo el mundo. En Génesis podemos observar el fracaso del hombre y su rechazo de Dios al decidir no someterse a su voluntad. El hombre perdió la oportunidad de gozar del don de la presencia de Dios al rechazar la autoridad soberana de su Rey y Creador. Dios ama de tal manera al mundo y en particular a su pueblo escogido que busca por tanto redimirlo y concederle nuevamente la bendición de su presencia, pero el fin último de la redención no es la redención del hombre sino el establecimiento del reino de Dios y la bendición gloriosa que de él se deriva. El reino de Dios es aún más esencial al mensaje del Antiguo Testamento que el proceso de redención que lleva a la gente a ese reino. No es posible gozar de la presencia de Dios sin aceptar su gobierno soberano sobre nuestras vidas. Un evento que claramente se interpreta de esta forma es el cruce del Mar Rojo. Observemos el énfasis teológico del cántico de Moisés: 1

Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. 2 Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. 3 Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. 4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo. 5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra. 6 Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder; Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo. 11

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¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? Extendiste tu diestra; La tierra los tragó. Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada. Lo oirán los pueblos, y temblarán; Se apoderará dolor de la tierra de los filisteos. Entonces los caudillos de Edom se turbarán; A los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; Se acobardarán todos los moradores de Canaán. Caiga sobre ellos temblor y espanto; A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, Hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, En el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado. Jehová reinará eternamente y para siempre. Éxodo 15:1-18

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El Antiguo Testamento Expresa la Necesidad de la Santidad En el pasaje anterior observamos que el Antiguo Testamento nos muestra además la necesidad de la santidad para poder gozar de la presencia de Dios. El problema esencial que impide el establecimiento del reino perfecto de Dios en el mundo es el pecado. La presencia de Dios no puede habitar en comunión con el pecado. Aún más, el pecado no es cosa pequeña. Es un problema serio con consecuencias trágicas y potencialmente eternas: Todo el que peque, merece la muerte. Ezequiel 18:20 2

y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetuas. Daniel 12:2 (ver también Daniel 12:10) Por esta razón, el Antiguo Testamento establece claramente la necesidad de la expiación por sangre provista temporalmente por medio del sistema sacrificial: 10

»Cuando algún israelita o extranjero que viva entre ustedes coma cualquier clase de sangre, yo me pondré en su contra y lo eliminaré de su pueblo. 11 Porque la vida de toda criatura está en la sangre. Yo mismo se la he dado a ustedes sobre el altar, para que hagan propiciación por ustedes mismos, ya que la propiciación se hace por medio de la sangre. 12 Por eso les digo: Ninguno de ustedes deberá comer sangre, ni tampoco deberá comerla el extranjero que viva entre ustedes. 13 »Cuando un israelita o algún extranjero que viva entre ustedes cace algún animal o ave que sea lícito comer, le extraerá la sangre y la cubrirá con tierra, 14 pues la vida de toda criatura está en su sangre. Por eso les he dicho: No coman la sangre de ninguna criatura, porque la vida de toda criatura está en la sangre; cualquiera que la coma será eliminado. Levítico 17:10-14

El Antiguo Testamento es un Texto Cristiano Todo lo anterior nos lleva al aspecto más importante en relación a nuestro estudio del Antiguo Testamento: El Antiguo Testamento es un texto Cristiano. Es un libro de promesas cuyo cumplimiento se encuentra en la persona y obra de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. El orden hebreo del canon del Antiguo Testamento nos permite comprender de una mejor manera el propósito de cada libro del Antiguo Testamento y su relación con su mensaje esencial respecto al Mesías. Varios textos del Nuevo Testamento nos ilustran esta relación. Por ejemplo, en Lucas 24 el Señor Jesús utiliza la triple división del canon hebreo para expresar el propósito de su mensaje: 24

Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron. 25 —¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! 26 ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? 27 Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras… 44 —Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Lucas 24:24-27, 44 El Regalo de Dios

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El Antiguo Testamento testifica de Cristo. Cristo es su cumplimiento: 37

Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Ustedes nunca han oído su voz, ni visto su figura, 38 ni vive su palabra en ustedes, porque no creen en aquel a quien él envió. 39 Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! 40 Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida. Juan 5:37-40 La posibilidad de la santidad, el perdón completo de nuestros pecados y el establecimiento del reino de Dios son todos presentados en el Antiguo Testamento en promesa y en esperanza y Cristo es el cumplimiento de dichas promesas y esperanza: 20

Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios. 2 Corintios 1:20 En Jesucristo, el reino de Dios se ha acercado a nosotros: 14

Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. 15 «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!» Marcos 1:14-15 Cristo nos provee de la redención y de la santidad que necesitamos para poder gozar de la presencia de Dios: Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención— 1 Corintios 1:30

Este es pues el mensaje del Antiguo Testamento. No es posible comprender lo que el Nuevo Testamento quiere decir al referirse a Cristo como el hijo de David, la vid verdadera, el cordero de Dios, el león de la tribu de Judá, la estrella de Jacob o el Mesías sin leer el Antiguo Testamento: 10

El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos. Génesis 49:10 17

»Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca. Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel. Aplastará las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set. 18 Edom será conquistado; Seír, su enemigo, será dominado, mientras que Israel hará proezas. 19 De Jacob saldrá un soberano, y destruirá a los sobrevivientes de Ar.» Números 24:17-19

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La Lectura e Interpretación del Antiguo Testamento En conclusión mencionemos algunos principios fundamentales que estaremos considerando en relación a nuestra lectura e interpretación del Antiguo Testamento: 1. La historia del Antiguo Testamento es una historia progresiva. Es necesario entender esta progresión en su mensaje y teología para poder comprender su valor para la iglesia y la vida cristiana. 2. La historia del Antiguo Testamento es una historia incompleta. No es posible comprender el verdadero mensaje y propósito de Dios en el Antiguo Testamento sin terminar de leer la historia que contiene el Nuevo Testamento. 3. La historia del Antiguo Testamento debe ser interpretada a la luz del Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento nos anuncia la promesa de la redención y la venida del reino de Dios. El Nuevo Testamento nos anuncia el cumplimiento de dichas promesas. Por tanto será necesario recurrir constantemente al Nuevo Testamento para poder comprender el valor de la revelación de Dios en el Antiguo Testamento.

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Sesión 3. Génesis: El Principio del Regalo de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Génesis Génesis: El Libro de los Principios Génesis: El Principio Histórico-Literal de la Redención Génesis: El Principio Teológico de la Redención Dios crea Dios habla Dios ve, juzga y sufre Dios, Dios, Dios: Él es el Rey Génesis: El Principio de la Historia Particular de la Simiente de Abraham Elementos Fundamentales de la Historia Particular en Génesis El Pacto con Abraham, Isaac y Jacob ¿En Qué Pensaría Usted Caminando por El Desierto? Génesis: El Principio de la Historia Cristiana Génesis: Es Solo el Principio

El Propósito del Libro de Génesis Nuestra introducción al libro de Génesis comienza con la lectura de un pasaje en el libro de Éxodo. El momento histórico se localiza en la tierra de Egipto, a la orilla del Mar Rojo. Piense por un momento que usted es uno de los israelitas que se encuentra a la orilla del mar, junto con su familia, todavía pensando en todo lo que ha sucedido en los últimos días: La contienda con faraón, la opresión de los egipcios, las plagas, la muerte de los primogénitos, la celebración de la pascua. Su cabeza todavía le da vueltas pensando en todo esto y trata de asegurarse de que no está soñando. De pronto, alguien viene corriendo al campamento para dar la noticia: el faraón cambió de parecer y ha salido con todo su ejército para perseguir a Israel. En este momento, su voz se une a la de muchos otros hebreos, reclamando a Moisés: —¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? 12 Ya en Egipto te decíamos: “¡Déjanos en paz! ¡Preferimos servir a los egipcios!” ¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto! 13 —No tengan miedo —responde Moisés—. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes. A esos egipcios que hoy ven, ¡jamás volverán a verlos! 14 Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes. Éxodo 14:11-14 De pronto viene a su cabeza ese pensamiento que visita en muchas ocasiones a los hombres y mujeres, sean jóvenes o viejos: ¿cómo me metí en esto? ¿Cómo es posible que me encuentre en este callejón sin salida?

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Probablemente no necesita transportarse a la orilla del Mar Rojo para poder hacerse esa pregunta. Sus circunstancias actuales ya le traen esa inquietud a la cabeza. Le tengo buenas noticias, el libro de Génesis fue escrito para contestar de principio esa pregunta. Podemos resumir el mensaje del libro de Génesis de esta manera: El libro de Génesis fue escrito por Moisés para instruir al pueblo escogido de Dios respecto al principio del mundo y la humanidad, su corrupción por causa del pecado, y la provisión soberana y misericordiosa de Dios para redimir a su creación y a su pueblo por medio de la simiente de Abraham: Jesucristo.

Génesis: El Libro de los Principios Las preguntas sobre los orígenes (o principios) de las cosas son siempre de vital importancia, especialmente cuando tienen que ver con algo que nos afecta personalmente. El libro de Génesis es un libro de principios. Fue dado al pueblo de Israel en el éxodo, y nos ha sido dado también a nosotros por Dios para dar respuesta a muchas de tales preguntas: ¿Por qué estos sufrimientos? ¿Por qué estos problemas? ¿Por qué tanta injusticia? ¿Por qué es mi corazón tan perverso? ¿Por qué esta la vida llena de sorpresas desagradables y dolorosas? ¿Por qué Dios? ¿Por qué el mundo? ¿Para qué nací? ¿Por qué los genocidios? ¿Por qué los gobernantes perversos y prepotentes? A veces las respuestas serán muy claras, pero en muchas otras ocasiones han de leerse en la trama histórica y teológica del libro. Observemos la forma en la que el Génesis nos ayuda a entender, en la medida que Dios lo ha revelado, el origen y principio de todas estas cosas.

Génesis: El Principio Histórico-Literal de la Redención En su nivel más básico, el Génesis nos provee la información necesaria acerca de los lugares y personajes que serán cruciales a la historia del regalo de Dios en la redención. En él encontramos a Adán, Eva, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, Esaú, Judá, Tamar, Leví, y José. Todos ellos participan en eventos que suceden en Babilonia, Egipto, Canaán, Betel, Salem, etc. En este sentido, el Génesis constituye el principio histórico-literal del mensaje de la Biblia. Nos ayuda a entender el contexto histórico, en el tiempo y el espacio, de los eventos que nos ayudan a entender el origen de todas las cosas que vivimos.

Génesis: El Principio Teológico de la Redención La semana pasada observamos que al estudiar el Antiguo Testamento debemos constantemente recordar algunos lineamientos importantes en relación a su historia. Específicamente afirmamos que su historia es una historia teológica, particular e incompleta que solo puede leerse, estudiarse y comprenderse correctamente en conexión con el mensaje cristocéntrico del Nuevo Testamento. En las siguientes secciones, examinaremos la forma en que Génesis nos narra esta historia teológica particular a la luz del Evangelio. Existen muchos temas a considerar de los cuales presentamos aquí una lista de la que solo enfatizaremos algunos dejando los demás para un estudio personal más detallado. ¿Cuál es la historia teológica del Génesis? Muy probablemente usted ya está familiarizado con las historias del libro. Le invito ahora a que considere tales narrativas a la luz de las siguientes declaraciones en relación a la persona y la actividad de Dios en este libro:

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Dios crea En primer lugar, el Génesis nos presenta en Génesis 1-2 la historia de la creación. En ella encontramos lo que Bruce Waltke describe como un monoteísmo ético. Dios es el Creador de todas las cosas y Él es un Creador moral que busca lo bueno y juzga con justicia. Esta idea de un único Dios Creador es la idea más fundamental del cristianismo. En la época del éxodo buscaba re-educar al pueblo hebreo respecto a la incorrecta cosmovisión del origen del mundo que habían aprendido de la cultura egipcia. Aún hoy en día, el concepto de Dios como Creador Moral es la idea más atacada del cristianismo ya que si esta sola doctrina se recibe como verdadera, nos libra prácticamente de muchas de las creencias seculares que eran nocivas al pueblo de Israel en el desierto y que lo son igualmente para nosotros en el siglo XXI. Entre ellas Waltke menciona seis muy importantes: 1. Materialismo: La teoría filosófica que considera la materia y sus operaciones como la totalidad del universo. Todo lo que existe. 2. Empiricismo: Ya que todo lo que existe es material, todo conocimiento debe estar sujeto a observación, experimentación y verificación. 3. Determinismo: El materialismo y empiricismo al determinismo, la comprensión de la realidad como algo mecánico y sin valor o significado. 4. Secularismo: El secularismo constituye el sistema social y/o político que como resultado del materialismo, empiricismo y determinismo, rechaza todas las formas de fe y adoración religiosa en el contexto público. 5. Humanismo: Todo lo anterior lleva a una filosofía de vida en la que predomina el interés, el valor y la dignidad humanos. Esto resulta en un pragmatismo en el cual todo se calcula en términos de su beneficio para la humanidad. 6. Postmodernismo (antiguo paganismo): Todo lo anterior lleva al postmodernismo actual que remplaza al Dios objetivo de la Biblia por una especie individual de espiritualidad deificada que rechaza la verdad moral absoluta y mide toda afirmación en base a su valor terapéutico individual. El Dios de Génesis 1 y 2, que se presenta como el único Creador que gobierna con justicia a su creación contradice todas estas nociones. Dios habla La historia de la creación nos explica además el origen de todas las cosas en términos de la operación soberana de Dios expresada en el comando de su voz. Dios habla y de la nada (ex nihilo) crea. El Salmo 33 resume elocuentemente el énfasis constante de los primeros capítulos de Génesis en la operación de la voz de Dios (Génesis 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24; 2:18; 3:14). 8

Tema toda la tierra al Señor; hónrenlo todos los pueblos del mundo; 9 porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme. Salmo 33:8-9 Dios ve, juzga y sufre Génesis nos enseña además que Dios está íntimamente involucrado en la supervisión y evaluación de la creación a la que dio existencia por el mandato de su voz:

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Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, 6 se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón. Génesis 6:5-6 5

Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, 6 y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr. 7 Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos.» 8 De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra, y por lo tanto dejaron de construir la ciudad. 9 Por eso a la ciudad se le llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió el idioma de toda la gente de la tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo. Génesis 11:5-9 Dios, Dios, Dios: Él es el Rey Pudiéramos dedicar un año entero a continuar en esta multitud de conceptos sobre la persona y la obra de Dios que el Génesis nos presenta por primera vez. Dios no solo crea, habla, ve, juzga y sufre. Las historias de Noé, Abraham, Lot, Isaac, Jacob y José que ocupan la mayor parte del libro nos proclaman que Él es un Dios que manifiesta su gracia, que salva, que ama, que recuerda, que bendice, que pacta, que sella sus promesas, que se revela a sí mismo, que conquista el pecado y usa el pecado para promover su plan. Un Dios que fácilmente se sobrepone a los obstáculos e “imposibilidades”. Un Dios que responde, un Dios que justifica por la fe. Todo esto para proclamar desde el principio lo que será nuestro cántico aún al final de la historia: 11

Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. Apocalipsis 4:11 Dios gobierna. Él es soberano y por eso actúa, crea, habla, ve, juzga, recuerda, salva, pacta, conquista, justifica por fe, responde, etc. Esta es la historia teológica de Génesis.

Génesis: El Principio de la Historia Particular de la Simiente de Abraham La historia del Génesis es además una historia particular. Su historia teológica se expresa en términos de la historia primeva (original o primitiva) de la humanidad (Génesis 1-11) pero particularmente en la historia de los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob (Génesis 12-50), quienes fueron escogidos por Dios en su gracia soberana para convertirse en el canal de bendición y redención que daría al mundo la posibilidad de gozar del regalo de Dios, de la presencia de Dios, y de la bendición de su reino. Elementos Fundamentales de la Historia Particular en Génesis En esta historia podemos encontrar los siguientes elementos fundamentales: 1. La Historia Primeva (Génesis 1-11) a. La Creación (Génesis 1:1-2:4) b. La Creación del Hombre y la Mujer a la Imagen de Dios (Génesis 1:26-2:25) c. La Caída del Hombre en Pecado y la Pérdida de la Presencia de Dios (Génesis 3-5) d. La Corrupción del Hombre y la Gracia de Dios (Génesis 6-11) 2. La Historia de Abraham y de su Simiente (Génesis 12-50) a. El Pacto con Abraham (Génesis 12-22)

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b. El Pacto con Isaac (Génesis 26) c. El Pacto con Jacob (Génesis 28) d. El Viaje de Jacob a Egipto (la historia de José) (Génesis 37-50) El Pacto con Abraham, Isaac y Jacob En el libro de Génesis, ningún aspecto es más importante a la historia particular de Abraham y su descendencia que el Pacto Abrahámico. Es en el Pacto Abrahámico en donde el mensaje de Génesis 1-11 y el mensaje 12-50 convergen. El hombre está separado de Dios y de la bendición de su presencia por haber rechazado su gobierno amoroso y soberano. En su gracia, Dios pone en marcha su plan de redención (consumado desde antes de la creación del mundo de acuerdo a Apocalipsis 13:8) al escoger revelarse a un hombre: Abraham. Estas son las condiciones del pacto: 1

Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: «No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa.»… 5 Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: —Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! 6 Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo. Génesis 15:1-6 1

Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable. 2 Así confirmaré mi pacto contigo, y multiplicaré tu descendencia en gran manera. 3 Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra, y Dios continuó: 4 —Éste es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones. 5 Ya no te llamarás Abram, sino que de ahora en adelante tu nombre será Abraham, porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones. 6 Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones. 7 Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes. 8 A ti y a tu descendencia les daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora andan peregrinando. Y yo seré su Dios. Génesis 17:1-8 23

De allí Isaac se dirigió a Berseba. 24 Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia.» Génesis 26:23-24 10

Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán. 11 Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12 Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13 En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14 Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. 15 Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.» Génesis 28:10-15

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¿En Qué Pensaría Usted Caminando por El Desierto? El israelita, mientras caminaba y caminaba por el desierto aquellos cuarenta años tenía material más que suficiente en este primer libro de Moisés para ser instruido en cuanto al por qué de las cosas. ¿En qué pensaría usted al caminar por allí? Pudiera meramente quedarse pasmado al ver sus sandalias y admirarse de cómo le habían durado por tantos años sin malgastarse. También podría levantar sus ojos al cielo y pensar, “El Dios que me sacó de Egipto es el Dios de Abraham, Isaac, y Jacob” Wow!

Génesis: El Principio de la Historia Cristiana El cristiano no obstante, no debe y no puede quedarse en el desierto del Sinaí pensando en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob sin elevar su mirada al mensaje del Nuevo Testamento que interpreta la historia incompleta del Génesis y del Antiguo Testamento. El Génesis da testimonio de Jesús. Jesús mismo lo afirmó así (Juan 5:46; Lucas 24:27). Génesis está lleno de referencias a la obra de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Es en Jesucristo en quien la historia teológica y la historia particular de Israel convergen. Como ya lo hemos dicho antes en diferentes maneras: A través de Cristo, Dios en su gracia soberana está edificando un reino de personas redimidas, para gozo de ellas y para gloria de Él. Considere las siguientes afirmaciones del Nuevo Testamento en relación a Jesucristo. Moisés verdaderamente habló de Él: Jesús es el Señor y Creador de Todo, El Principio de Todo lo que existe Jesús es el Señor Soberano de Toda la Creación Jesús es la Simiente de la Mujer Jesús es el Arca de Salvación Jesús es la Simiente de Abraham Jesús es el Perfecto Sacerdote Según el Orden de Melquisedec Jesús es el Cordero Sustituto Jesús es la Escalera de Jacob Jesús es el Verdadero Rey de Judá

Génesis 1-2; Juan 1:1-2; Colosenses 1:15-20; Hebreos 1:1-3, 10 Hechos 4:24 Génesis 3:15; Romanos 16:20; Apocalipsis 20 Génesis 6; 1 Pedro 3:20-21 Génesis 12:1-3; 15; 17; 26, 28; Hechos 3:26; Gálatas 3:16 Génesis 14:18-20; Hebreos 5:5, 10; 6:20; 7:1-21 Génesis 22:8; Juan 1:29 Génesis 28:12; Juan 1:51; Génesis 49:10; Apocalipsis 5:5

Frente a nuestro pecado y nuestra rebelión. Frente a nuestra justa condenación y la tragedia de nuestra separación de Dios tenemos esperanza. En Jesucristo Dios nos ha manifestado su amor, su gracia y su misericordia. Él es nuestro Dios, nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro Rey, nuestro Sacerdote perfecto. Él es nuestro acceso a la presencia de Dios. En Cristo Dios nos habla, nos ve, nos juzga, nos salva, se duele con nosotros, nos bendice, nos hace vencer al pecado y lograr lo imposible. Él es nuestra justicia por la fe. Él es nuestro Rey soberano. Él es nuestro acceso al Padre. El regalo más grande que Él desea otorgarnos. Este es el mensaje de Génesis.

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Génesis: Es Solo el Principio Con toda su majestuosidad y excelencia, Génesis es solo el principio de la historia de la redención. Aún y cuando comienza con la gloriosa narración de la creación, termina con una nota sombría: 26

José murió en Egipto a los ciento diez años de edad. Una vez que lo embalsamaron, lo pusieron en un ataúd. Génesis 50:26 Claramente este no es el fin. El Génesis nos provee con suficiente información para una vida de fe y de obediencia a Dios aún en medio de las circunstancias más difíciles y dolorosas. Dios aún no ha terminado. Pero conocemos de Él lo suficiente para confiar y descansar el Él. Mientras camina por la vida con incertidumbre y preguntas, vuelva una y otra vez a meditar en el mensaje de Génesis. En él encontrará esperanza. En él encontrará a Cristo.

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Sesión 4. Éxodo: El Regalo Soberano de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Éxodo La Historia Particular en el Libro de Éxodo: El Nacimiento de la Nación La Historia Teológica del Éxodo: El Regalo de Dios es un Regalo Soberano Dios elige y adopta Dios se revela a sí mismo Dios juzga y rescata El mensaje de las plagas El mensaje de la Pascua Dios rescata para bendecir con su presencia a su pueblo La mediación de la presencia El Becerro de Oro y la Presencia de Dios La Historia Cristiana en Éxodo: Cristo, el Cordero de Dios

El Propósito del Libro de Éxodo El libro de Génesis, el cual estudiamos en la sesión anterior, es en realidad una introducción y justificación para la historia contenida en el libro de Éxodo. Es en Éxodo donde en realidad da comienzo la historia del pueblo de Israel como nación. El éxodo mismo, la salida del pueblo de Israel de Egipto, es de tal importancia que el erudito Eugene Merrill lo ha descrito como el evento histórico y teológico más importante del Antiguo Testamento; el evento que marca el acto más portentoso de Dios a favor de su pueblo.2 Su historia comienza a partir del año 1446 a.C. y queda registrada por escrito casi inmediatamente (vea Éxodo 17:14; 34:27). Podemos describir el propósito del libro de la siguiente manera: El libro de Éxodo fue escrito con el propósito de enseñar al pueblo de Dios el carácter soberano de su creador. Dios es soberano absoluto sobre el mundo y sus imperios y en su soberanía manifiesta su amor y su gracia al adoptar, elegir y rescatar a su pueblo Israel de la esclavitud en Egipto para darle a conocer su nombre y bendecirlo y llenarlo de gozo con el regalo de su presencia. Tal y como ya lo hemos mencionado, el Antiguo Testamento constituye una historia teológica, particular, y cristiana. A continuación volveremos a considerar cada una de estas tres características de la historia bíblica para describir el mensaje de este libro y su relevancia para el cristiano del siglo XXI.

2

Eugene H. Merrill, Kingdom of Priests: A History of Old Testament Israel, p. 57.

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La Historia Particular el Libro de Éxodo: El Nacimiento de la Nación El Éxodo narra los eventos históricos relacionados al nacimiento de la nación de Israel. Brevemente describimos aquí un bosquejo general para proceder a analizar su significado teológico. Históricamente los eventos del Éxodo son los siguientes: I.

La Esclavitud en Egipto y el Clamor de Israel (Éxodo 1-2)

II.

La Elección y Comisión de Moisés (Éxodo 3-4)

III.

La Contienda con Faraón (Éxodo 5-12) a. Las 9 primeras plagas b. La Pascua

IV.

El Éxodo (Éxodo 12-18) a. El Éxodo b. El Cruce del Mar Rojo c. Agua y Pan en el Desierto

V.

La Promulgación de la Ley (Éxodo 19-24)

VI.

La Construcción del Tabernáculo (Éxodo 25-40) a. El Diseño para el Tabernáculo b. El Sacerdocio c. El Becerro de Oro d. La Construcción del Tabernáculo e. La Habitación del Tabernáculo

Cada uno de estos acontecimientos históricos está lleno de significado teológico. Consideremos brevemente esta historia desde la perspectiva divina.

La Historia Teológica del Éxodo: El Regalo de Dios es un Regalo Soberano El Regalo de Dios es Dios mismo. Dios es la promesa de la Biblia. Jesucristo murió y resucitó para llevarnos a Dios. En Éxodo aprendemos que este regalo de la presencia de Dios es un regalo soberano. Dios se da a sí mismo de manera absolutamente libre. No existe ninguna coerción externa que obligue a Dios a darse a sí mismo a creaturas pecadoras. El libro de Éxodo nos presenta esta enseñanza de la siguiente manera:

Dios elige y adopta En primer lugar, la soberanía de Dios se hace manifiesta en la elección de Israel como pueblo de Dios. La elección y el llamado de Moisés constituyen un cumplimiento de las promesas de Dios hechas incondicionalmente a Abraham, Isaac y Jacob. En el mismo comienzo de la misión de Moisés encontramos estas palabras: 23

Mucho tiempo después murió el rey de Egipto. Los israelitas, sin embargo, seguían lamentando su condición de esclavos y clamaban pidiendo ayuda. Sus gritos desesperados El Regalo de Dios

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llegaron a oídos de Dios, 24 quien al oír sus quejas se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Fue así como Dios se fijó en los israelitas y los tomó en cuenta. Éxodo 2:23-25 7

—Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias. 8 Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel… 9 Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. 10 Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo. Éxodo 3:7-10 21

El Señor le había advertido a Moisés: «Cuando vuelvas a Egipto, no dejes de hacer ante el faraón todos los prodigios que te he dado el poder de realizar. Yo, por mi parte, endureceré su corazón para que no deje ir al pueblo. 22 Entonces tú le dirás de mi parte al faraón: “Israel es mi primogénito. 23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me rinda culto, pero tú no has querido dejarlo ir. Por lo tanto, voy a quitarle la vida a tu primogénito.” » Éxodo 4: 21-23

Dios Se Revela a Si Mismo Como podemos observar, la elección de Dios hace manifiesta su fidelidad al recordar su pacto con los patriarcas. En Éxodo, entendemos que la razón de esta fidelidad yace en el mismo carácter de Dios tal y como su nombre lo describe. Éxodo 6 nos presenta esta conexión entre el nombre de Dios, el pacto con Abraham y la historia del éxodo: 2

En otra ocasión, Dios habló con Moisés y le dijo: «Yo soy el Señor. 3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el Señor (Yahweh). 4 También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros. 5 He oído además el gemir de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto. 6 Así que ve y diles a los israelitas: “Yo soy el Señor (Yahweh), y voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud; voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia. 7 Haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios. 8 Y los llevaré a la tierra que bajo juramento prometí darles a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el Señor, les daré a ustedes posesión de ella.” » Éxodo 6:2-8. El nombre de Dios nos hace recordar su fidelidad y su consistencia para con aquellos que son parte de su pueblo escogido.

Dios juzga y rescata Posiblemente la forma más clara y sublime en que Dios revela su soberanía en el libro de Éxodo es por medio del juicio de Egipto y la redención de Israel. La historia de la liberación del pueblo de Israel en los capítulos 7-10 constituye una polémica en contra del concepto egipcio politeísta en el cual la nación egipcia y el faraón se consideraban como gobernantes absolutos sobre el mundo. El éxodo deja claramente establecido que únicamente Dios reina sobre el mundo y en su soberanía él El Regalo de Dios

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escogió a Israel para convertirlo en su pueblo. Egipto y el faraón no tienen ningún derecho ni poder en contra de esta decisión divina. Solo Dios gobierna sobre el mundo. El Mensaje de las Plagas En el contexto del juicio de Egipto y la redención de Israel, la historia de las diez plagas que azotaron el imperio manifiesta la absoluta supremacía de Dios ante cada uno de los dioses falsos reverenciados en Egipto. En Éxodo 9, se realizan tres afirmaciones que nos ayudan a entender su significado: para que sepas que no hay en toda la tierra nadie como yo…. Para mostrarte mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra… Así sabrás que la tierra es del SEÑOR. Éxodo 9:14, 16, 29. El Mensaje de la Pascua La Pascua es sin lugar a dudas el evento central del libro de Éxodo. En la Pascua encontramos el punto de conexión entre las narraciones de la esclavitud y opresión en Egipto y las narraciones en el desierto que inauguran la vida de la nación de Israel como el pueblo de la Presencia. La Pascua da inicio al éxodo de Israel. Se convierte en la celebración de independencia de Israel. Le da inicio al año judío y a las fiestas solemnes nacionales. ¿Por qué? El Éxodo nos da la respuesta: 25

Cuando entren en la tierra que el Señor ha prometido darles, ustedes seguirán celebrando esta ceremonia. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa para ustedes esta ceremonia?”, 27 les responderán: “Este sacrificio es la Pascua del Señor, que en Egipto pasó de largo por las casas israelitas. Hirió de muerte a los egipcios, pero a nuestras familias les salvó la vida.” » Éxodo 12:25-27 La Pascua es el acto de salvación por medio del cual Dios rescató a su pueblo de la esclavitud. En ella el cordero sin defecto se constituye en un sacrificio sustituto que da al pueblo pecador la oportunidad de entrar en relación con Dios.

Dios rescata para bendecir con su presencia a su pueblo Hasta este punto ha quedado claro que el regalo de Dios es un regalo soberano. Dios actúa con plena libertad cuando busca otorgar el don de su presencia. A partir de Éxodo 12 viene a ser claramente evidente que el propósito de la elección, la adopción y la redención soberanas no es simplemente introducirlo a la tierra que fluye leche y miel. El propósito es que el pueblo escogido y redimido por Dios pueda gozar de su presencia y de su reino. A partir de este momento el enfoque del Éxodo se centra en el anhelo de Dios de otorgar a su pueblo los medios de acceso a su presencia. El primer texto que describe esto de manera muy elocuente es el cántico de Moisés en Génesis 15: 15 Entonces Moisés y los israelitas entonaron un cántico en honor del Señor, que a la letra decía: Cantaré al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos y jinetes. 2 El Señor es mi fuerza y mi cántico; él es mi salvación. Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré. 3 El Señor es un guerrero; su nombre es el Señor.

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Por tu gran amor guías al pueblo que has rescatado; por tu fuerza los llevas a tu santa morada. 16

…Por tu gran poder, Señor, quedarán mudos como piedras hasta que haya pasado tu pueblo, el pueblo que adquiriste para ti. 17 Tú los harás entrar, y los plantarás, en el monte que te pertenece; en el lugar donde tú, Señor, habitas; en el santuario que tú, Señor, te hiciste. 18 ¡El Señor reina por siempre y para siempre! Éxodo 15:1-2, 13, 16-18 El propósito del la Pascua y del cruce del Mar Rojo queda entonces claramente explicado: Dios es el Rey de Israel. El ha rescatado a su pueblo por amor para llevarlo al lugar de su presencia y hacerlo habitar bajo su protección.

La Mediación de la Presencia El resto del libro de Éxodo nos presenta la forma en la que Dios provee para su pueblo pecador de los medios adecuados para relacionarse con él. El libro establece dos medios esenciales: La Ley (Éxodo 19-24), y el Tabernáculo (Éxodo 25-40). En la Ley se contenían las palabras del Pacto que sentaba las bases de la relación entre Dios y su pueblo. En el Tabernáculo se hacía provisión para la purificación del pueblo de forma que pudiera morar en la presencia de su Dios Santo. El Becerro de Oro y la Presencia de Dios En Éxodo 32-34 la narración respecto al diseño y la construcción del Tabernáculo se ve interrumpida por la rebelión del pueblo. La razón de esta narración nuevamente se enfoca en la realidad de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Esto ya había sucedido previamente cuando Israel, escaso de agua había provocado al Señor en Meribá: …porque los israelitas habían altercado con él y provocado al Señor al decir: «¿Está o no está el Señor entre nosotros?» Éxodo 17:7 Nuevamente en Éxodo 32, se percibe la ausencia de la presencia de Dios en medio del pueblo: Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: —Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado! Éxodo 32:1-2 Como resultado, Dios ejecuta juicio sobre su pueblo y amenaza con abandonar a su pueblo: 3

Ve a la tierra donde abundan la leche y la miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría yo destruirlos en el camino.» Éxodo 32:2-3 La respuesta de Moisés nuevamente nos proclama el mensaje esencial de toda la Escritura: 12

Moisés le dijo al Señor:

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—Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. 13 Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo. 14 —Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el Señor. 15 —O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. 16 Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra? 17 —Está bien, haré lo que me pides —le dijo el Señor a Moisés—, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo. Éxodo 33:12-17 8

En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor 9 de la siguiente manera: —Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que éste es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia. Éxodo 34:8-9 En su gracia y misericordia, Dios concede la petición de Moisés y posterior a la construcción del Tabernáculo, el libro de Éxodo concluye de la siguiente manera: 33

Después levantó Moisés el atrio en torno al santuario y al altar, y colgó la cortina a la entrada del atrio. Así terminó Moisés la obra. 34 En ese instante la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. 35 Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario. 36

Siempre que la nube se levantaba y se apartaba del santuario, los israelitas levantaban campamento y se ponían en marcha. 37 Si la nube no se levantaba, ellos no se ponían en marcha. 38 Durante todas las marchas de los israelitas, la nube del Señor reposaba sobre el santuario durante el día, pero durante la noche había fuego en la nube, a la vista de todo el pueblo de Israel. Éxodo 40:33-38

La Historia Cristiana en Éxodo: Cristo, El Cordero de Dios Hasta este punto hemos únicamente considerado la teología de Éxodo desde la perspectiva del Antiguo Testamento. Sin embargo ya hemos dicho que esta es una historia incompleta. Necesita del Nuevo Testamento para comunicar de manera completa su valioso mensaje. El libro de Éxodo es un libro Cristiano por excelencia. Nuestro Salvador Jesucristo aparece constantemente en cada evento de su historia. Observemos algunas formas en las que esto ocurre: Jesús es nuestra Pascua: El Cordero de Dios

Éxodo 12-13; Juan 1:29, 36; Hechos 8:32; 1 Corintios 5:7; Hebreos 9-10; 1 Pedro 1:19; Apocalipsis 5, 6, 7, 12:11 Éxodo 16; Juan 6 Éxodo 17; 1 Corintios 10:4; Éxodo 17; Juan 4:14; 7:37-38 Éxodo 25-40; Juan 1:14; Apocalipsis 21:3 Éxodo 29-30; Hebreos

Jesús es el pan de vida Jesús es la roca espiritual Jesús es la fuente de agua viva Jesús es el tabernáculo de Dios con los hombres Jesús es el perfecto sumo sacerdote

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Jesús es la propiciación por nuestros pecados: El arca y el lugar santísimo ya no son necesarios. Jesús es el Acceso al Padre

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Romanos 3:25; 1 Juan 2:2; 4:10; Hebreos 9-10.

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Sesión 5. Levítico: El Santo Regalo de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Levítico La Historia Particular en el Libro de Levítico: Israel Junto al Monte Sinaí La inauguración de la Tienda de Reunión (Tabernáculo) La liturgia de la Tienda de Reunión La institución del sacerdocio levítico Las leyes de la purificación La práctica de la santidad cotidiana La Historia Teológica del Levítico: El Regalo de Dios es Santo Dios invita a su Presencia Los Requisitos Voluntariamente Sinceramente Humildemente Obedientemente Los Propósitos Para rendir adoración Para recibir perdón Para entregarse a Él en consagración Para tener comunión Para adquirir santidad Para obtener dirección para la vida Para experimentar gozo Para comprender el amor de Dios Para experimentar la bendición de Dios Dios invita a participar de Su santidad En todo tiempo En todo lugar En todo aspecto de la vida La Historia Cristiana en Levítico Cristo es el fin de la ley Cristo es nuestra santificación

El Propósito del Libro de Levítico El libro de Levítico, recibió este nombre en el siglo II a.C. Este nombre significa “relativo a los levitas” y describe el énfasis del libro en relación a la institución y función del sacerdocio levítico posterior a la salida de Egipto. No obstante, el propósito del libro no es ultimadamente explicar el sacerdocio levítico sino entender la forma en la que la Tienda de Reunión (o Tabernáculo) proveía al pueblo de

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Dios la oportunidad de recibir y preservar el regalo de la presencia de Dios en medio de ellos. Podemos por tanto resumir el propósito del libro de esta manera: El propósito de Levítico es enseñar al pueblo cómo preservar la presencia de Dios en medio de ellos. Provee las instrucciones para la pureza y la santidad que permitan al pueblo continuar disfrutando de la bendición que la presencia de Dios otorga.3

La Historia Particular en el libro de Levítico: Israel Junto al Monte Sinaí Desde el punto de vista histórico el contexto de Levítico es muy sencillo. El libro de Éxodo concluye su historia con la consagración inicial de la Tienda de Reunión. En Éxodo 40 la historia concluye al Dios llenar el tabernáculo con la gloria de su presencia. Levítico continúa la narración a partir de este punto describiendo en amplio detalle el funcionamiento de la Tienda de Reunión y del sacerdocio. Cronológicamente esto sucede alrededor del año 1445 a.C. al pie del monte Sinaí donde los judíos acamparon durante el segundo año del éxodo (Éxodo 40:16). Durante este año, Moisés, quien había subido al monte para recibir los mandamientos del Señor, instruyó al pueblo respecto a la importancia de la Tienda de Reunión para preservar el regalo de la presencia de Dios en medio del pueblo. Podemos bosquejar brevemente el contenido de esta enseñanza de la siguiente manera: La inauguración de la Tienda de Reunión (Tabernáculo) La liturgia de la Tienda de Reunión La institución del sacerdocio levítico Las leyes de la purificación La práctica de la santidad cotidiana

Éxodo 40 Levítico 1-17 Levítico 8-10 Levítico 11-17 Levítico 18-27

La Historia Teológica del Levítico: El Regalo de Dios es Santo Como hemos ya previamente enfatizado, el regalo de Dios para su pueblo escogido es Dios mismo. No existe don divino más valioso e indispensable que la presencia misma de Dios. Levítico es un libro en el cual la presencia de Dios permea toda la narración. Vez tras vez se nos anuncia que Dios habló con Moisés (Levítico 1:1; 4:1; 5:14; 6:1, 8, 19, etc.). Todos los sacrificios se “llevaban al Señor”, se “presentaban al Señor” y se realizaban “ante el Señor” (Levítico 1:9, 17, 2:7, 8, 11, 3:7, 4:3, etc.). La presencia de Dios es esencial al mensaje del libro. El Regalo de Dios es Dios mismo. En Éxodo aprendimos que el Regalo de Dios es un regalo soberano. Dios se da a sí mismo a su pueblo en sus términos y para su gloria. El libro de Levítico nos presenta otro aspecto fundamental del don que Dios hace de sí mismo: El Regalo de Dios es Santo. Dios no puede relacionarse con el pecado a menos que exista un medio que permita a su pueblo acercarse a Dios en santidad. Esta verdad queda claramente establecida en algunos pasajes importantes: 23

Moisés y Aarón entraron en la Tienda de reunión. Al salir, bendijeron al pueblo, y la gloria del Señor se manifestó a todo el pueblo. 24 De la presencia del Señor salió un fuego, que 3

Adaptado de A Survey of the Old Testament por John H. Walton. Serie “Get an A! Study Guides” de Zondervan. El Regalo de Dios

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consumió el holocausto y la grasa que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra. 10 Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y, poniendo en ellos fuego e incienso, ofrecieron ante el Señor un fuego que no tenían por qué ofrecer, pues él no se lo había mandado. 2 Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante él. 3 Moisés le dijo a Aarón: «De esto hablaba el Señor cuando dijo: »“Entre los que se acercan a mí manifestaré mi santidad, y ante todo el pueblo manifestaré mi gloria.” » Y Aarón guardó silencio. Levítico 9:23 – 10:4 16 El Señor le habló a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, quienes murieron al acercarse imprudentemente al Señor. 2 Le dijo el Señor a Moisés: «Dile a tu hermano Aarón que no entre a cualquier hora en la parte del santuario que está detrás de la cortina, es decir, delante del propiciatorio que está sobre el arca, no sea que muera cuando yo aparezca en la nube por encima del propiciatorio. Levítico 16:1-2 La invitación que Dios hace a su pueblo en el libro de Levítico es por lo tanto muy clara: 44

Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos, porque yo soy santo. No se hagan impuros por causa de los animales que se arrastran. 45 Yo soy el Señor, que los sacó de la tierra de Egipto, para ser su Dios. Sean, pues, santos, porque yo soy santo. Levítico 11:44-45 Las faltas y fracasos morales del pueblo les hacían impuros e incapaces de acercarse a Dios. De acuerdo a un comentarista, “estas faltas y fracasos no solo afectaban al individuo, sino al mismo tabernáculo, el asiento de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Si el tabernáculo se contaminaba, el Santo Redentor de Israel no podía continuar morando en medio de su pueblo y su raison d’être quedaba destruida.” El sistema sacrificial y el sacerdocio levítico proveían al pueblo del camino temporal necesario para preservar la presencia de Dios en medio de su pueblo.

Dios invita a Su presencia Todo lo que hemos dicho hasta ahora pudiera en primera instancia dar la impresión de que Dios desea alejarnos de su presencia. Esto es completamente falso. La teología de Levítico establece concluyentemente que el Dios Santo y Verdadero anhela la comunión con nosotros. Anhela darlos el regalo de su presencia y nos invita a su presencia. El sistema sacrificial es una proclamación pública y enfática de que Dios vez tras vez busca atraer a su pueblo a sí mismo. Mientras estuvieron al pie del monte, los israelitas aprendieron que Dios estaba interesado en más que simplemente rescatar a su pueblo. Comprendieron que el Dios Santo quiere tener una relación con su pueblo pecador; que Dios está dispuesto a descender de la montaña para morar entre ellos. El libro de Levítico nos enseña tanto los requisitos para entrar en la presencia de Dios como también los propósitos y beneficios de estar ante su Santa presencia. Consideremos brevemente estos dos aspectos. El Regalo de Dios

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Los requisitos para entrar en la presencia de Dios El libro establece al menos cuatro requisitos para poder disfrutar de la presencia de Dios. Cada uno de ellos se hace evidente en las descripciones del libro en relación a los sacrificios. En primer lugar, Dios invita a su pueblo a acercarse voluntariamente. Aquellos que pecaban debían venir al presentar su sacrificio por voluntad propia y no por coerción. Además debían presentarse sinceramente. La participación en el sacrificio requería la honestidad de reconocer el pecado personal y confesarlo para recibir perdón. Esto es imposible si uno no se acerca humildemente. Finalmente, la gente del pueblo debía acercarse obedientemente. Debía seguir al pie de la letra las instrucciones de Dios si deseaba obtener perdón. Los propósitos de entrar en la presencia de Dios La teología de Levítico es muy abundante en cuanto a los propósitos de Dios para su pueblo al concederle el regalo de su presencia. Es imposible considerar con detenimiento cada uno de ellos pero podemos al menos mencionar brevemente los más importantes. En primer lugar, Dios desea que su pueblo entre en su presencia para rendir adoración. Aunque la palabra adorar o adoración no aparece en Levítico, los requisitos previamente mencionados para presentarse ante Dios y el énfasis del libro en cuanto a Su carácter Santo dejan bien claro que el pueblo de Dios ha de acercarse a Él en una actitud de adoración que reconoce su gobierno y santidad sobre cada aspecto de la vida. Otro propósito de acercarse a la presencia de Dios es para recibir perdón. Vez tras vez el libro de Levítico hace la invitación al pueblo a acercarse y participar de los sacrificios para obtener perdón: Así el sacerdote hará expiación por ellos, y serán perdonados. Levítico 4:20 (ver también 4:26, 31, 35, 5:10, 18, 6:7) El sacrificio de holocausto (Levítico 1) y las ofrendas de paz (Levítico 3) nos muestran además que Dios anhela que entremos en su presencia para entregarnos a Él en consagración y para tener comunión con Él. Él desea también santificarnos (Levítico 21:8). Desea además que experimentemos gozo (Levítico 23:40), y que comprendamos su amor (Levítico 18:24; 20:23). En términos generales podemos decir que la presencia de Dios en medio de su pueblo le permite a este experimentar la bendición de Dios. Levítico 26 proclama elocuentemente la grandeza de este anhelo de Dios de bendecir a su pueblo y paciente y constantemente restaurarlo a la comunión con Él: 9

»Yo les mostraré mi favor. Yo los haré fecundos. Los multiplicaré, y mantendré mi pacto con ustedes… 11 Estableceré mi morada en medio de ustedes, y no los aborreceré. 12 Caminaré entre ustedes. Yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. 13 Yo soy el Señor su Dios, que los saqué de Egipto para que dejaran de ser esclavos. Yo rompí las coyundas de su yugo y los hice caminar con la cabeza erguida. Levítico 26:9

Dios invita a participar de Su santidad Un último aspecto esencial de la historia teológica de Levítico es que Dios nos invita a participar de su Santidad. La santidad en Levítico no es algo reservado para únicamente para Dios. El pueblo de Dios ha de ser santo porque su Dios es santo (Levítico 11:44, 45; 19:2; 20:26).

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La santidad tampoco es un aspecto aislado de la vida. En Levítico entendemos que la santidad aplica en todo tiempo, todo lugar y todo aspecto de la vida. Levítico no concibe una vida compartamentalizada. Promueve una vida integral. Cada experiencia de la vida ha de ser una experiencia santa. En Levítico Dios santifica el trabajo, el descanso, la relaciones interpersonales, las relaciones familiares, las relaciones sexuales, las fiestas, las finanzas, los bienes raíces, los negocios, el servicio social, etc. El mensaje de levítico es claro: la persona que desea gozar de la bendición plena del regalo de la presencia de Dios ha de buscar una vida completamente santa. Levítico no conoce nada que sea tan mundano que quede fuera del interés y el control de Dios. Ningún aspecto de la vida ha de considerarse profano. Todos han de vivirse con plena consciencia de la santidad de Dios y sus implicaciones para cada uno de nuestros actos.

La Historia Cristiana en Levítico Nuevamente enfatizamos que el Antiguo Testamento es una historia incompleta que no puede comprenderse cabalmente aparte de la revelación del Nuevo Testamento. El libro de Levítico es importantísimo porque establece principios fundamentales que son repetidos en el Nuevo Testamento. La suma de la ley, “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas… Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (Marcos 12:31) es una cita compuesta de Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18. El Señor Jesús nos insta a “ser perfectos como nuestro Padre es perfecto” (Mateo 4:48), esta es la misma idea que permea todo el argumento de Levítico. Finalmente el aspecto más importante de Levítico tiene que ver con la persona de nuestro Salvador Jesucristo. En el Nuevo Testamento, el libro de Hebreos nos provee la correcta lectura cristiana de Levítico. G. Campbell Morgan afirma incluso que siempre se han de mantener juntos Levítico y Hebreos en el estudio bíblico ya que aquél que estudia Hebreos, si no estudia también Levítico, no puede conocer Hebreos. Esto es debido a que Hebreos muestra el cumplimento de todo lo que Levítico sugiere. El gran argumento del libro de Hebreos es que Cristo es el cumplimiento de todos los ideales expresados en la ley del Antiguo Testamento. Su sacerdocio es superior al de Aarón. Su sacrificio es más efectivo en limpiar el pecado que no pueden quitar los toros y los machos cabríos. Lo que los ritos del Antiguo Testamento pintaban en tipo y sombra, Cristo lo ha consumado.

Cristo es el fin de la Ley Podemos brevemente afirmar dos cosas. Cristo es el fin de la ley. Por causa de su perfecto sacrificio (simbolizado en Levítico 16), el nos ha librado de las exigencias de la ley al llegar a ser nuestra justicia: 1

Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. 2Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. 3Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 4porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Romanos 10:1-4

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Cristo es nuestra santificación Por último, debemos decir que la obra de nuestro Salvador en nuestro favor al morir en la cruz y resucitar al tercer día ha satisfecho perfectamente las demandas de nuestro Padre celestial y por lo tanto no tenemos más necesidad de realizar sacrificios. Solamente nos es necesario comprender el propósito de los mismos de manera que podamos apreciar más claramente la gloria de la misericordia de Dios y de su gracia al proveer para nosotros un cordero sin mancha, un cordero divino que quite nuestros pecados y nos santifique una vez para siempre: 11

Cristo, por el contrario, al presentarse como sumo sacerdote de los bienes definitivos en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir, que no es de esta creación), 12 entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno. 13 La sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas impuras, las santifican de modo que quedan limpias por fuera. 14 Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente! 15 Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto. 23

Así que era necesario que las copias de las realidades celestiales fueran purificadas con esos sacrificios, pero que las realidades mismas lo fueran con sacrificios superiores a aquéllos. 24 En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro. 25 Ni entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 Si así fuera, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario, ahora, al final de los tiempos, se ha presentado una sola vez y para siempre a fin de acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo. 27 Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio, 28 también Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan. 10 La ley es sólo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran. 2 De otra manera, ¿no habrían dejado ya de hacerse sacrificios? Pues los que rinden culto, purificados de una vez por todas, ya no se habrían sentido culpables de pecado. 3 Pero esos sacrificios son un recordatorio anual de los pecados, 4 ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. 10

Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre. 11 Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. 12 Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios, 13 en espera de que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. 14 Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados. Hebreos 9 - 10 El Regalo de Dios

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Sesión 6. Números: El Fiel Regalo de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Números La Historia Particular en el Libro de Números: La Infidelidad e Incredulidad de Israel Israel en el Sinaí: Alistándose para partir a la Tierra Prometida (Núm. 1-9) Israel Rumbo a Cades: En Camino a la Tierra Prometida (Núm. 10-12) Israel en Cades: Israel se Niega a Entrar en la Tierra Prometida (Núm. 13-14) Israel en el Desierto: Dios entre su pueblo, pero como “enemigo” (Núm. 15-19) Israel Regresa a Cades. La Nueva Generación se alista para entrar en la Tierra (Núm. 20-21) Israel en Moab. Dios bendice a Israel por medio de Balán (Núm. 22-24) Israel en Moab. Dios confirma su fidelidad y su pacto (Núm. 25-36) La Historia Teológica de Números: El Fiel Regalo de Dios Dios otorga fielmente Su presencia a su pueblo La Fidelidad de Dios merece y demanda obediencia precisa La Fidelidad de Dios garantiza perdón y disciplina a su pueblo La Fidelidad de Dios garantiza sus promesas La Fidelidad de Dios es la fuente de su gracia y su misericordia La Historia Cristiana en Números Cristo es nuestro sustento en tiempos de prueba Cristo es nuestro sustento en tiempos de desierto Cristo es nuestra única garantía de perdón y comunión con Dios Cristo es nuestra herencia eterna

El Propósito del Libro de Números El libro de Números recibe su nombre debido a la inclusión de los dos censos realizados sobre el pueblo de Israel al comienzo y culminación de la peregrinación en el desierto (1445- 1406 a.C.). A veces se describe a este libro como la historia de Israel durante sus años de peregrinación, pero en realidad, el libro de Números es estratégicamente selectivo en cuanto a los eventos que incluye en relación a los cuarenta años de historia que la narración abarca. Esta selectividad hace muy claro el propósito del libro: El libro de Números fue escrito por Moisés para enseñar al pueblo de Dios a través de las edades acerca de la fidelidad de Dios a su pacto con su pueblo a pesar de la infidelidad, rebelión e incredulidad de su pueblo.

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La Historia Particular en el Libro de Números: La Infidelidad e Incredulidad de Israel (Números 1-19) La historia del pueblo de Israel en el libro de Números muestra cuán dolorosamente pecadores e imperfectos son los seres humanos. Números hace evidente que el regalo de la presencia de Dios es un don el cual Él preserva fielmente en medio de su pueblo únicamente en base a su misericordia y su gracia. Es posible afirmar que el libro de Números es una exposición histórica de Éxodo 34:6-7: 6

. . . El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, 7 que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación. El pueblo de Israel se convierte en un modelo que ilustra elocuentemente al creyente de todos los tiempos las terribles consecuencias de la incredulidad, y la desobediencia que ésta acarrea, en la vida de los hijos de Dios. A pesar de la constante incredulidad del pueblo, Dios no retira su presencia de en medio del campamento. Sin embargo por causa de la desobediencia la presencia de Dios se hace indeseable pues se experimenta únicamente en el desierto y no en la tierra que fluye leche y miel. Se hace manifiesta en juicio y disciplina más que en gozo y bendición.

Figura 1. Fuente: http://www.teamven.org/DCB/MAPAS/El_%C3%A9xodo.htm

El pasaje que mejor nos ilustra esta conexión con Éxodo 34 y al mismo tiempo nos presenta una síntesis de la relación que existe entre la historia teológica y la historia particular del libro de Números se encuentra en los capítulos 13 y 14. Tomemos un tiempo para analizar este evento histórico.

La Historia de Israel desde el Sinaí hasta Cades Podemos resumir el contenido de los primeros 12 capítulos de Números utilizando el siguiente bosquejo: Israel en el Sinaí: Alistándose para partir a la Tierra Prometida (Números 1-9)  El Censo de la Primera Generación (Números 1)  La Distribución de las Tribus en el Campamento (Números 2) El Regalo de Dios

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El Orden de Marcha (Números 2) El Orden del Sacerdocio (Números 3-4) La Pureza y Consagración en el Campamento (Números 5-6) La Consagración del Tabernáculo (Números 7) La Consagración de los Levitas (Números 8) La Celebración de la Pascua (Números 9) La Certeza de la Presencia de Dios en el Tabernáculo y el Campamento (Números 9)

Esta sección presenta al lector un doble énfasis. En primer lugar, establece nuevamente la fidelidad de Dios al cumplir su promesa de habitar en medio de Su pueblo para bendecirlo con Su presencia y guiarlo en todos sentidos para llenarlo de bendiciones. El pasaje que resume esta realidad se encuentra en Números 6:22-27: 22 23

Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: “Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis:

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‘El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz.’ ” 27 Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré. (LBLA) 25

En segundo lugar, establece la obediencia precisa del pueblo de Israel y de sus líderes a cada uno de los mandamientos del Señor. Vez tras vez encontramos esta afirmación: 54

Los israelitas hicieron todo conforme a lo que el Señor le había mandado a Moisés. Números 1:54 (c.f. 2:34; 8:3-4, 20, 9:23)

Israel Rumbo a Cades: En Camino a la Tierra Prometida (Números 10-12)  El Inicio de la Marcha (Números 10)  La Rebelión e Incredulidad del Pueblo (Números 11-12)  El Juicio de Dios Sobre la Incredulidad del Pueblo (Números 11-12) Esta sección establece nuevamente la fidelidad de Dios al dar a su pueblo el regalo prometido de Su presencia: 33

Los israelitas partieron de la montaña del Señor y anduvieron por espacio de tres días, durante los cuales el arca del pacto del Señor marchaba al frente de ellos para buscarles un lugar donde acampar. 34 Cuando partían, la nube del Señor permanecía sobre ellos todo el día. 35 Cada vez que el arca se ponía en marcha, Moisés decía: «¡Levántate, Señor! Sean dispersados tus enemigos; huyan de tu presencia los que te odian.» 36

Pero cada vez que el arca se detenía, Moisés decía: «¡Regresa, Señor, a la incontable muchedumbre de Israel!» Números 10:33-36

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La historia de Israel sin embargo, no es ya más una historia de obediencia, sino una historia constante de queja, ingratitud y falta de respeto a Dios: Un día, el pueblo se quejó de sus penalidades que estaba sufriendo. Números 11:1 4

Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne! 5 ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! 6 Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!» Números 11:4-6 Entonces, muy disgustado, 11 Moisés oró al Señor: —Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo? 12

¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados? 13 Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne. ¿De dónde voy a sacarla? 14 Yo solo no puedo con todo este pueblo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí! 15 Si éste es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia! Números 11:10-15 2 Moisés había tomado por esposa a una egipcia, así que Miriam y Aarón empezaron a murmurar contra él por causa de ella. 2 Decían: «¿Acaso no ha hablado el Señor con otro que no sea Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?» Y el Señor oyó sus murmuraciones. Números 12:1-2

La Historia de Israel en Cades y en el Desierto Israel en Cades: Israel se Niega a Entrar en la Tierra Prometida (Números 13-19)    

Los Espías Exploran la Tierra (Números 13) El Pueblo se Niega a Entrar en la Tierra Prometida (Números 14) El Perdón y Castigo de Israel por su Menosprecio de Dios (Números 14) La Peregrinación en el Desierto (Números 15-19)

La historia de los primeros 12 capítulos de Números llega a su primer clímax en los capítulo 13 y 14 donde las lecciones históricas y teológicas del libro concurren. A causa del temor, el pueblo se niega a tomar la tierra que Dios les ha entregado en posesión. Las circunstancias y las noticias respecto a los habitantes de Canaán les llevan a la incredulidad y a lo que la incredulidad refleja: Menosprecio de Dios y del don de su presencia para en medio de Su pueblo: 11

Entonces el Señor le dijo a Moisés: —¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos? 12 Voy a enviarles una plaga que los destruya, pero de ti haré un pueblo más grande y fuerte que ellos. Números 14:11-12 El Regalo de Dios

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La rebelión del pueblo en Cades llevó al pueblo finalmente a la peregrinación en el desierto por cuarenta años. La disciplina de Dios sobre su pueblo se hizo evidente y la nación tuvo que esperar a una nueva generación antes de entrar a la tierra prometida. Es en Cades donde podemos realizar la transición a la importancia teológica del libro de Números.

La Historia Teológica del Libro de Números: El Fiel Regalo de Dios Dios otorga fielmente Su presencia a su pueblo La teología del libro de Números es muy sencilla. Dios es fiel a pesar de la infidelidad de su pueblo. Vez tras vez Israel demostró ser indigno de la presencia de Dios y la inmensurable bendición que esta provee. Pero Dios, Haciendo honor a su glorioso Nombre, aún en medio de la infidelidad e incredulidad de Israel, permaneciendo fiel a su pacto, no remueve su presencia de en medio de Su pueblo. Observe la manera en la que Números 14 manifiesta el carácter de Dios expresado previamente en Éxodo 34:6-7: 13

Moisés le argumentó al Señor: —¡Recuerda que fuiste tú quien con tu poder sacaste de Egipto a este pueblo! Cuando los egipcios se enteren de lo ocurrido, 14 se lo contarán a los habitantes de este país, quienes ya saben que tú, Señor, estás en medio de este pueblo. También saben que a ti, Señor, se te ha visto cara a cara; que tu nube reposa sobre tu pueblo, y que eres tú quien los guía, de día con la columna de nube y de noche con la columna de fuego. 15 De manera que, si matas a todo este pueblo, las naciones que han oído hablar de tu fama dirán: 16 “El Señor no fue capaz de llevar a este pueblo a la tierra que juró darles, ¡y acabó matándolos en el desierto!” 17 »Ahora, Señor, ¡deja sentir tu poder! Tú mismo has dicho 18 que eres lento para la ira y grande en amor, y que aunque perdonas la maldad y la rebeldía, jamás dejas impune al culpable, sino que castigas la maldad de los padres en sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. 19 Por tu gran amor, te suplico que perdones la maldad de este pueblo, tal como lo has venido perdonando desde que salió de Egipto. 20 El Señor le respondió: —Me pides que los perdone, y los perdono. 21 Pero juro por mí mismo, y por mi gloria que llena toda la tierra, 22 que aunque vieron mi gloria y las maravillas que hice en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me desobedecieron y me pusieron a prueba repetidas veces 23 verá jamás la tierra que, bajo juramento, prometí dar a sus padres. ¡Ninguno de los que me despreciaron la verá jamás! Números 14:13-23 Dios es un Dios Fiel. El libro de Números manifiesta una y otra vez que Dios prefiere eliminar de entre su pueblo a aquellos que con impiedad desvían al resto antes que quitar su presencia de en medio de ellos. No obstante, la fidelidad de Dios incluye un elemento disciplinario.

La Fidelidad de Dios merece y demanda obediencia precisa El aspecto más doloroso de la actitud de Israel es que manifestaba el menosprecio del pueblo hacia Dios (14:11, 23). La fidelidad de Dios merece y demanda la obediencia de su pueblo. Una y otra vez en el libro de Números observamos la importancia de la obediencia precisa a las instrucciones de Dios. Moisés y Aarón experimentaron esto de manera irremediable (Números 20).

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La Fidelidad de Dios garantiza perdón y disciplina a su pueblo En su gracia, Dios otorgó el perdón a su pueblo durante múltiples ocasiones (vea Números 1020, 25), pero en cada una de ellas también lo juzgó y disciplinó para enseñarle a generaciones futuras la importancia de la obediencia de la fe y la honra que esta trae al nombre de Dios. La fe en Dios produce obediencia a sus mandamientos sin importar las circunstancias. La fe que no obra es una fe falsa.

La Fidelidad de Dios garantiza sus promesas y es la fuente de su gracia y su misericordia Un último aspecto importantísimo al mensaje teológico de Números es la forma en la que el carácter perfecto y fiel de Dios garantiza el cumplimiento de sus promesas para con su pueblo. Dios siempre cumple su palabra. El es poderoso y fiel. Números proclama esta verdad consistentemente (vea por ejemplo Números 11:21-23) pero en ningún lugar se hace esto más evidente que en la historia de Balac y Balán. Hasta este punto en la historia, Números ha hecho más que evidente la infidelidad de Israel. Ciertamente es digno de maldición. No obstante, cuando Balac ofrece ricos dones a Balán para maldecir al pueblo, Balán proclama la fidelidad de Dios. Observe, admire y regocíjese en la forma en la que Dios describe la actitud hacia su pueblo: 18

Entonces Balán pronunció su oráculo: «Levántate, Balac, y escucha; óyeme, hijo de Zipor. 19 Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? 20 Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. 21 »Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El Señor su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como rey. 22 Dios los sacó de Egipto con la fuerza de un toro salvaje. 23 Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: “¡Miren lo que Dios ha hecho!” Números 23:18-23 No cabe duda que la gracia y la misericordia de Dios son evidentes y admirables. A pesar de todo lo transcurrido desde el comienzo del éxodo hasta este punto, Dios todavía permanece fiel a su pacto de permanecer en medio de su pueblo y bendecirlo con el regalo de su presencia: “Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El Señor su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como rey.”

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La Historia Cristiana en el Libro de Números ¿En qué forma nos enseña el libro de Números el valor de nuestro Salvador Jesucristo? No debemos leer este libro sin consideración a su conexión con el Nuevo Testamento y la persona de Cristo. Hacer esto dejaría la historia incompleta. Mencionemos brevemente algunas formas en las que Cristo es presentado para nosotros en el mensaje de Números.

Cristo es nuestro sustento en tiempos de prueba En primer lugar, Números nos recuerda que aun cuando la vida cristiana está llena de pruebas, dificultades y circunstancias no muy agradables, en todas nuestras jornadas Cristo es nuestro sustento. Durante los años de preparación al reposo que traería la tierra prometida el pueblo de Israel sufrió penalidades y un estilo de vida de gran austeridad y arduo trabajo. Pero durante este tiempo Dios les sustentó con maná, proveyéndoles de agua, sombra y calor. Todo esto, de acuerdo al apóstol Pablo por medio de Jesucristo: 10 No quiero que desconozcan, hermanos, que nuestros antepasados estuvieron todos bajo la nube y que todos atravesaron el mar. 2 Todos ellos fueron bautizados en la nube y en el mar para unirse a Moisés. 3 Todos también comieron el mismo alimento espiritual 4 y tomaron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10:1-4 Sin importar las circunstancias y lo que el mundo piense de ellas, el camino a la bendición de Dios, aunque lleno de pruebas, tiene garantizada la bendición de la presencia de Dios en la persona de nuestro Salvador por medio de su Espíritu.

Cristo es nuestro sustento en tiempos de desierto Una segunda lección de Números es que aun en tiempo de castigo y disciplina. La presencia de Dios y la gracia de Jesucristo jamás nos abandonan. Ciertamente el pueblo de Dios sufrió por cuarenta años las consecuencias de su desobediencia. Pero jamás perdió el regalo de la presencia de Dios en medio de ellos. El maná no dejó de descender, ni se agotó el agua. Jesús fue su sustento en tiempos de disciplina y lo es también para nosotros. El Salmo 89 nos recuerda esto: 30

»Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos, 31 si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos, 32 con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad. 33 Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará. 34 No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras. 35 Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David: 36 Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia. 37 Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.» Salmo 89:30-37 El Regalo de Dios

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Cristo es nuestra única garantía de perdón y comunión con Dios La historia de la rebelión de la nueva generación aún después de que Dios les había dado la victoria en Arad (Números 21) demuestra que aún en medio de la disciplina Jesucristo es para nosotros la provisión que Dios hace para otorgarnos perdón. Fuera de Cristo no hay perdón ni salvación: 14

»Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna. 16 »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:14-16 8

Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. 9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros. 2 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 2 Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. 1 Juan 1:9 – 2:2

Cristo es nuestra herencia eterna Un último aspecto que el libro de Números nos enseña en relación a la persona de nuestro Salvador lo aprendemos de la herencia de la tribu de Leví. En Números 18 se nos detallan los múltiples privilegios y responsabilidades y la bendición especial que Dios les otorgó al estar delante de Él, en la Tienda de Reunión continuamente. Pero la más grande bendición era la esta: 20

El Señor le dijo a Aarón: «Tú no tendrás herencia en el país, ni recibirás ninguna porción de tierra, porque yo soy tu porción; yo soy tu herencia entre los israelitas. Números 18:20 Al igual que los levítas, los creyentes en Cristo somos “real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.” Y de la misma manera que ellos, nuestra esperanza no consiste heredar una tierra especial sino un don especial: El don de morar por la eternidad en la presencia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él es nuestra herencia. El es nuestro regalo: 14 »No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 3 Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Juan 14:1-4 16

El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras. 1 Tesalonicenses 4:16-18

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Sesión 7. Deuteronomio: El Amoroso Regalo de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Deuteronomio La Historia Particular en el Libro de Deuteronomio: La Despedida de Moisés. Primer Discurso: La Obra de Dios por su Pueblo en el Pasado (1:1 – 4:43) Segundo Discurso: El Amoroso Regalo de Dios Su Presencia y Gobierno (4:44-28:68) Tercer Discurso: La Renovación del Pacto (29 – 30) La Transferencia del Liderazgo a Josué (31 – 34) La Historia Teológica de Deuteronomio: El Amoroso Regalo de Dios La Relación de Dios con Su Pueblo es una Relación de Amor Leal El Amor de Dios por Su Pueblo es Soberano y Fiel Dios Anhela y Espera la Obediencia Amorosa de Su Pueblo La Relación de Dios con su Pueblo es una Relación del Corazón La Historia Cristiana en Deuteronomio Cristo es nuestra redención Cristo es nuestra vida Cristo es nuestra fuente de bendición Cristo es el gran profeta enviado por Dios

El Propósito del Libro de Deuteronomio El libro de Deuteronomio, cuyo nombre significa literalmente “segunda ley” debido a la repetición que se hace de la ley a la segunda generación, es el último libro del Pentateuco. Un libro importantísimo para comprender el mensaje de todo el Antiguo Testamento. En su libro A Theology of the Old Testament (Una Teología del Antiguo Testamento) el erudito en hebreo y Antiguo Testamento Bruce Waltke describe brevemente algunos aspectos importantes en relación a este libro:  Deuteronomio es considerado por muchos eruditos como el libro más importante para comprender la teología de todo el Antiguo Testamento.  Es el libro que ha tenido mayores consecuencias que ningún otro en la historia de la humanidad particularmente en relación a la justicia y la paz social.  Deuteronomio menciona por primera vez el mandamiento más importante de la ley (Deuteronomio 6:4; Mateo 22:34-40)  Fue el libro más citado por el Señor Jesucristo y es el tercer libro más citado en el Nuevo Testamento después de los Salmos e Isaías.  Es el libro que de acuerdo a Waltke puede resumirse como “El don de YO SOY”  Es el libro cuyo comentario por un erudito fue titulado “El Evangelio de Amor”. El título fue alterado por el editor sin previo aviso a “El Evangelio de Ley”.

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No cabe duda que estamos por explorar un libro de inestimable valor para la fe y práctica de nuestro cristianismo. Podemos resumir el propósito del libro de la siguiente manera: El libro de Deuteronomio fue dado por Dios a su pueblo para darle a conocer la esencia de la relación entre Dios y su pueblo: el amor. El amor de Dios por su pueblo se hace manifiesto en el don de su presencia y su gobierno y Él espera y anhela el amor de su pueblo, la entrega total a Él de todo corazón.

La Historia Particular de Deuteronomio: La Despedida de Moisés El libro de Deuteronomio (al menos en su forma original) fue escrito por Moisés en los campos de Moab al este del Jordán alrededor del año 1406 a.C. Contiene los mensajes de despedida de Moisés en los días previos a su muerte (1:3; 34:1-12). Los tres mensajes que incluye buscan presentar a la nueva generación el fundamento sobre el cual se establece su relación con Dios y la entrada a la Tierra Prometida. El contexto histórico particular de Deuteronomio es por lo tanto muy sencillo. El libro incluye cuatro secciones de introducción histórica que permiten identificar el inicio de los diferentes discursos (1:15; 4:41-49; 29:1-2; 31:1). A partir de estos textos podemos bosquejar el contenido histórico del libro de la siguiente manera: I. II. III. IV.

Primer Discurso: La Obra de Dios por su Pueblo en el Pasado (1:1 – 4:43) Segundo Discurso: El Amoroso Regalo de Dios Su Presencia y Gobierno (4:44-28:68) Tercer Discurso: La Renovación del Pacto (29 – 30) La Transferencia del Liderazgo a Josué (31 – 34)

Los aspectos principales de cada uno de estos discursos serán mencionados en la siguiente sección en relación a su importancia teológica.

La Histórica Teológica de Deuteronomio Ya hemos mencionado brevemente la importancia de la historia teológica de Deuteronomio para el mensaje global del Antiguo Testamento y por lo tanto de la Biblia en su totalidad. Para decirlo de manera sencilla pero completa y relevante a cada aspecto de la vida, el libro de Deuteronomio nos enseña que nuestra relación con Dios se establece sobre la base del amor. La opinión popular comúnmente percibe a Dios como un legislador frío, distante y calculador. Un aguafiestas al que solo le interesa la obediencia ciega de sus súbditos sin ninguna consideración de los anhelos de sus corazones. Contrario a esta perspectiva, el libro de Deuteronomio presenta incuestionablemente el amor soberano y fiel de Dios por su pueblo y el anhelo de Dios de que su pueblo le ame con corazón sincero y devoción profunda y genuina. Dios no desea la obediencia de su pueblo por coerción u obligación pues en ella el carácter perfecto, glorioso y amoroso de Dios no puede percibirse. Dios desea la obediencia de su pueblo por amor. Es el amor de su pueblo el que hace evidente al mundo el inigualable valor de conocer a Dios y de experimentar su amor, su protección y su gracia en el don de su presencia y su gobierno soberano sobre su pueblo escogido. Observemos brevemente los aspectos más importantes de la relación de amor entre Dios y su pueblo. El Regalo de Dios

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La Relación de Dios con Su Pueblo es una Relación de Amor Leal La historia teológica del libro de Números dejo ya claramente establecido que el regalo de la presencia de Dios en medio de su pueblo no era resultado de la fidelidad de Israel sino de la fidelidad de Dios a pesar de la rebeldía constante de Israel. El libro de Deuteronomio explora en mayor profundidad el fundamento sobre el cual se establece la fidelidad de Dios por su pueblo. Observemos algunos textos que juntos descubren elocuentemente la base del fiel amor del Señor ante la infidelidad y rebelión de su pueblo: 24

Los doce salieron en dirección a la región montañosa, y llegaron al valle de Escol y lo exploraron. 25 Tomaron consigo algunos de los frutos de la tierra, nos los trajeron y nos informaron lo buena que es la tierra que nos da el Señor nuestro Dios. 26 »Sin embargo, ustedes se negaron a subir y se rebelaron contra la orden del Señor su Dios. 27 Se pusieron a murmurar en sus carpas y dijeron: “El Señor nos aborrece; nos hizo salir de Egipto para entregarnos a los amorreos y destruirnos. Deuteronomio 1:24-27 Esta horrible declaración del pueblo de Israel, aunque tristemente común a la percepción del pueblo de Dios a través de las edades, es refutada por completo en Deuteronomio. Contrario a la idea del pueblo, la motivación de Dios sobre la que se establece el trato con su pueblo es el amor: 32

»Pregúntales ahora a los tiempos pasados que te precedieron, desde el día que Dios creó al ser humano en la tierra, e investiga de un extremo a otro del cielo. ¿Ha sucedido algo así de grandioso, o se ha sabido alguna vez de algo semejante? 33 ¿Qué pueblo ha oído a Dios hablarle en medio del fuego, como lo has oído tú, y ha vivido para contarlo? 34 ¿Qué dios ha intentado entrar en una nación y tomarla para sí mediante pruebas, señales, milagros, guerras, actos portentosos y gran despliegue de fuerza y de poder, como lo hizo por ti el Señor tu Dios en Egipto, ante tus propios ojos? 35

»A ti se te ha mostrado todo esto para que sepas que el Señor es Dios, y que no hay otro fuera de él. 36 Desde el cielo te permitió escuchar su voz, para instruirte. Y en la tierra te permitió ver su gran fuego, desde el cual te habló. 37 El Señor amó a tus antepasados y escogió a la descendencia de ellos; por eso te sacó de Egipto con su presencia y gran poder, 38 y ante tus propios ojos desalojó a naciones más grandes y más fuertes que tú, para hacerte entrar en su tierra y dártela en posesión, como sucede hoy. 39

»Reconoce y considera seriamente hoy que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro. 40 Obedece sus preceptos y normas que hoy te mando cumplir. De este modo a ti y a tus descendientes les irá bien, y permanecerán mucho tiempo en la tierra que el Señor su Dios les da para siempre.» Deuteronomio 4:32-40 Al final del primer discurso de Moisés, el libro declara que a pesar de la rebelión del pueblo, Dios en su bondad soberana, amó al pueblo de Israel y lo sacó de Egipto amándolos y dándoles el don de su presencia (4:37). A través de este discurso se ha enfatizado una y otra vez la evidencia práctica de este amor. El marchaba ante ellos y peleaba por ellos (1:29), los guiaba como a hijos (1:31), les cuidaba y acompañaba (2:7). El pueblo debía siempre recordar todo esto y descubrir en ello el amor de Dios: ¿Qué otra nación hay tan grande como la nuestra? ¿Qué nación tiene dioses tan cerca de ella como lo está de nosotros el Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? Deuteronomio 4:7 El Regalo de Dios

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El Amor de Dios por Su Pueblo es Soberano y Fiel Un segundo aspecto del amor de Dios por su pueblo es su carácter. Deuteronomio, al igual que el Nuevo Testamento y el resto de la Escritura establece el amor de Dios sobre la base de su propia soberanía y fidelidad. La causa del amor de Dios radica en la esencia de su ser y no en el carácter de su pueblo. No existe motivación externa al amor especial de Dios por sus escogidos (ver también Efesios 1). El pueblo de Israel debía recordar constantemente esta realidad para poder apreciar correctamente los dones de Dios. Los capítulos 7 y 9 de Deuteronomio establecen esto con toda claridad: 7 »El Señor tu Dios te hará entrar en la tierra que vas a poseer, y expulsará de tu presencia a siete naciones más grandes y fuertes que tú. . . 2 Cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. . . 5 »Esto es lo que harás con esas naciones: Destruirás sus altares, romperás sus piedras sagradas, derribarás sus imágenes de la diosa Aserá y les prenderás fuego a sus ídolos. 6 Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. 7 »El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante de todos. 8 Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza. 9 »Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos, 10 pero que destruye a quienes lo odian y no se tarda en darles su merecido. 11 Por eso debes obedecer los mandamientos, los preceptos y las normas que hoy te mando que cumplas. 12 »Si prestas atención a estas normas, y las cumples y las obedeces, entonces el Señor tu Dios cumplirá el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados, y te mostrará su amor fiel. 13 Te amará, te multiplicará y bendecirá el fruto de tu vientre, y también el fruto de la tierra que juró a tus antepasados que les daría. Deuteronomio 7:1-12 4

»Cuando el Señor tu Dios los haya arrojado lejos de ti, no vayas a pensar: “El Señor me ha traído hasta aquí, por mi propia justicia, para tomar posesión de esta tierra.” ¡No! El Señor expulsará a esas naciones por la maldad que las caracteriza. 5 De modo que no es por tu justicia ni por tu rectitud por lo que vas a tomar posesión de su tierra. ¡No! La propia maldad de esas naciones hará que el Señor tu Dios las arroje lejos de ti. Así cumplirá lo que juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. 6 Entiende bien que eres un pueblo terco, y que tu justicia y tu rectitud no tienen nada que ver con que el Señor tu Dios te dé en posesión esta buena tierra. 7 »Recuerda esto, y nunca olvides cómo provocaste la ira del Señor tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste de Egipto hasta tu llegada aquí, has sido rebelde contra el Señor. Deuteronomio 9:4-7 El amor de Dios es un amor fiel y soberano que descansa en sus promesas (tanto las condicionales como las incondicionales) y no en el carácter de su pueblo. Dios es un Dios fiel.

Dios Anhela y Espera la Obediencia Amorosa de Su Pueblo En consideración al amor fiel y soberano de Dios, ¿cuál ha de ser la respuesta esperada de su pueblo? Podemos decir que el Deuteronomio responde largamente a esta pregunta explicando de manera comprensiva las palabras del apóstol Juan:

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Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. 8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 1 Juan 4:7-8 Si el primer discurso de Moisés en Deuteronomio 1-4 enfatiza las obras de Dios por su pueblo en el pasado y la forma en que estas expresan su fiel amor por Israel, el segundo discurso hace evidente que Dios anhela que su pueblo recuerde sus obras de creación y redención y como resultado le ame de corazón. Este es el propósito de shema, en Deuteronomio 6: 4

»Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. 5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Deuteronomio 6:4-6 Nuestro Señor Jesucristo definió este como el más grande mandamiento (Mateo 22:34-40). De él dependen toda la ley y los profetas. Este mandamiento provee en fundamento para una comprensión correcta de las estipulaciones de los capítulos 5 al 29 de Deuteronomio. La ley de Dios es una legislación que establece el carácter amoroso del gobierno de Dios sobre su pueblo. Si el pueblo de Dios podía por la gracia de Dios comprender esto, estaría capacitado para amar a su Señor y Salvador de todo corazón, alma y fuerzas. Este triple énfasis de acuerdo a Waltke describe las tres características esenciales del amor que Dios anhela: 1. El amor a Dios ha de ser de todo corazón, es decir, ha de ser intencional. 2. El amor a Dios ha de ser con toda el alma, es decir, ha de ser apasionado. 3. El amor a Dios ha de ser con todas las fuerzas, es decir, ha de ser literalmente mucho. Esta cualidad del amor que Dios espera de su pueblo se encuentra descrita en mayor detalle en el capítulo 10: 12

»Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos, que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, 13 y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien. 14 »Al Señor tu Dios le pertenecen los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella. 15 Sin embargo, él se encariñó con tus antepasados y los amó; y a ti, que eres su descendencia, te eligió de entre todos los pueblos, como lo vemos hoy. 16 Por eso, despójate de lo pagano que hay en tu corazón,y ya no seas terco. 17 Porque el Señor tu Dios es Dios de dioses y Señor de señores; él es el gran Dios, poderoso y terrible, que no actúa con parcialidad ni acepta sobornos. 18 Él defiende la causa del huérfano y de la viuda, y muestra su amor por el extranjero, proveyéndole ropa y alimentos. 19 Así mismo debes tú mostrar amor por los extranjeros, porque también tú fuiste extranjero en Egipto. 20 Teme al Señor tu Dios y sírvele. Aférrate a él y jura sólo por su nombre. 21 Él es el motivo de tu alabanza; él es tu Dios, el que hizo en tu favor las grandes y maravillosas hazañas que tú mismo presenciaste. Deuteronomio 10:12-21 Actuar de manera distinta a la descrita en estos textos constituye una idolatría que es de completo desagrado ante los ojos de Dios, “cosa semejante” no ha de suceder en el pueblo de Dios (ver Deuteronomio 13).

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La Relación de Dios con su Pueblo es una Relación del Corazón Todo lo anterior deja bien claro que la relación entre Dios y su pueblo lo es una relación puramente ética, moral e intelectual. Es una relación que establece en base a los afectos del corazón. El libro de Deuteronomio menciona esto cuando menos veinticinco veces. El anhela nuestro afecto. Observemos la forma en la que Moisés establece esto en su últimas palabras al pueblo de Israel: 26

»No hay nadie como el Dios de Jesurún [Israel], que para ayudarte cabalga en los cielos, entre las nubes, con toda su majestad. 27 El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos. Expulsará de tu presencia al enemigo y te ordenará que lo destruyas. 28 ¡Vive seguro, Israel! ¡Habita sin enemigos, fuente de Jacob! Tu tierra está llena de trigo y de mosto; tus cielos destilan rocío. 29 ¡Sonríele a la vida, Israel! ¿Quién como tú, pueblo rescatado por el Señor? Él es tu escudo y tu ayuda; él es tu espada victoriosa. Tus enemigos se doblegarán ante ti; sus espaldas te servirán de tapete.» Deuteronomio 33:26-29

La Historia Cristiana en Deuteronomio Nuevamente debemos enfatizar que una lectura cristiana del Antiguo Testamento demanda que descubramos el cumplimiento y consumación de esta historia en la revelación del Nuevo Testamento. En este respecto debemos afirmar cuando menos cuatro cosas.

Cristo es Nuestra Redención El primer discurso de Moisés en Deuteronomio con su énfasis en la obra pasada de Dios por su pueblo al redimirlo de la esclavitud nos recuerda en primera instancia la redención perfecta y completa que nuestro Salvador obtuvo por nosotros en la cruz (Efesios 1:7; Colosenses 1:14). Jesucristo es la manifestación perfecta y final del profundo amor de Dios por su pueblo (Juan 3:16; 1 Juan; Efesios 2). En Jesucristo el amor de Dios se hace visible de manera gloriosa.

Cristo es Nuestra Vida En segundo lugar, el libro de Deuteronomio con su énfasis en el amor de Dios manifestado en su ley debe orientarnos a Jesucristo quien es el fin de la ley. Es en él en quien encontramos nuestra vida. El es nuestra ley y nuestra justicia (Juan 15, 1 Corintios 1; 1 Corintios 9, Colosenses 3).

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Cristo es Nuestra Fuente de Bendición Si Cristo es nuestra ley y nuestra justicia, el es también nuestra fuente de bendición. Como creyentes ya no dependemos de nuestra obediencia personal a la ley mosaica para permanecer en la presencia de Dios. Cristo al ser crucificado fue hecho por nosotros maldición para que la justicia de la ley fuese hecha nuestra y con ello la promesa de la herencia eterna hecha a Abraham venga a ser nuestra promesa (Gálatas 3:10-15).

Cristo es el Gran Profeta Enviado por Dios Finalmente, Cristo es el profeta del cual habló Moisés en Deuteronomio 18:14-21. En Cristo, el pueblo de Dios tiene la posibilidad de acercarse directamente a Dios, pero ahora sin temor. Cristo es el mediador de un mejor pacto. Aquél que nos da acceso a la gracia y la verdad (Juan 1:17). Él es el mediador del mejor y nuevo pacto: 18

Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; ni a oscuridad, tinieblas y tormenta; 19 ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más, 20 porque no podían soportar esta orden: «¡Será apedreado todo el que toque la montaña, aunque sea un animal!» 21 Tan terrible era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo.» 22 Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, 23 a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; 24 a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel. Hebreos 12:18-24

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Sesión 8. Josué: El Regalo Salvífico de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Josué La Historia Particular en el Libro de Josué: La Conquista de la Tierra Prometida. Dios Introduce a su Pueblo en la Tierra (1 – 5) Dios Otorga la Victoria a su Pueblo (6 - 12) Dios Distribuye la Tierra (13 – 22) Dios Renueva el Pacto con su Pueblo (23 - 24) La Historia Teológica de Josué: El Regalo Salvífico de Dios Dios Desea que su Pueblo Recuerde Su Obra de Salvación La Tierra Prometida es el Lugar de la Presencia, la Provisión y la Redención de Dios Dios es Quien Otorga la Victoria a su Pueblo Dios es Quien Otorga la Paz a su Pueblo Dios es Quien Otorga el Descanso a su Pueblo Dios Demanda la Santidad de Su Pueblo La Historia Cristiana en Josué Cristo es Nuestro Salvador Cristo es el Capitán del Ejército del Señor Cristo es Nuestra Tierra Prometida Él es el Lugar de la Presencia Misma de Dios Él es Nuestra Paz Él es Nuestra Victoria Él es Nuestra Herencia Él es Nuestra Seguridad de Salvación En Él Debemos Habitar, Permanecer, y Andar

El Propósito del Libro de Josué El libro de Josué toma su nombre del personaje principal (humanamente hablando) del libro. Los eventos que en él se narran tuvieron lugar alrededor de 1406 – 1380 a.C. La fecha de composición y el autor del libro son inciertos pero podemos decir que el libro fue escrito posiblemente por Josué o Samuel en el período anterior a la monarquía de Israel. En el Antiguo Testamento, el libro de Josué es el primero de los libros históricos en el canon protestante. En el canon judío es el primero de los profetas anteriores. Este grupo de libros describe la historia de Israel desde la muerte de Moisés hasta el cautiverio babilónico. Aunque el libro no declara explícitamente la ocasión o el propósito de su composición, el motivo de su escritura puede descubrirse a partir de Josué 21:43-45:

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Así fue como el Señor les entregó a los israelitas todo el territorio que había prometido darles a sus antepasados; y el pueblo de Israel se estableció allí. 44 El Señor les dio descanso en todo el territorio, cumpliendo así la promesa hecha años atrás a sus antepasados. Ninguno de sus enemigos pudo hacer frente a los israelitas, pues el Señor entregó en sus manos a cada uno de los que se les oponían. 45 Y ni una sola de las buenas promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse, sino que cada una se cumplió al pie de la letra. Josué 21:43-45 (ver también 23: 14) Podemos por lo tanto describir el propósito del libro de la siguiente manera: El libro de Josué fue escrito para recordar al pueblo de Dios la maravillosa salvación que Dios le ha otorgado al introducirlo al lugar de su Presencia y motivarlo a vivir en santidad, amor, fe y obediencia para gozar continuamente de la provisión y paz de Dios.

La Historia Particular en el libro de Josué: La Conquista de la Tierra Prometida El libro de Josué describe la forma en la que Dios finalmente introduce al pueblo de Israel en la tierra de Canaán. Podemos bosquejar la historia particular de Josué de la siguiente manera:

Dios Introduce a su Pueblo en la Tierra (1 – 5) Los primeros cinco capítulos de Josué describen la forma en la que Dios introduce a su pueblo en la tierra de Canaán. El texto hace evidente que aun cuando Moisés ha muerto, Dios ha permanecido con su pueblo y ha designado a Josué como el nuevo líder sobre Su pueblo. Las congregaciones del pueblo de Dios tienden a pensar que cuando su líder muere o parte a otro lugar el poder de Dios para guiar y bendecir a su pueblo se ve menguado. Sin embargo, el libro de Josué sirve como testimonio contrario a esta idea popular. Dios promete estar con Josué tal y como estuvo con Moisés (1:1-9); Josué guía al pueblo a cruzar en seco el río Jordán tal y como Moisés guió a la primera generación a través del Mar Rojo (3:1-17; Éxodo 14); Josué tiene un encuentro personal con el Señor que evoca al primer encuentro de Moisés con Dios ante la zarza ardiente (5:13-15; Éxodo 3) e incluso le otorga un instrumento de salvación, una lanza, que trae a la memoria la “vara divina” de Moisés (8:18, 26; Éxodo 7:6-13). Esta sección establece por tanto desde le comienzo el carácter divino de la conquista. La toma de la tierra no es una empresa humana. Dios conduce a su pueblo, lo hace cruzar el Jordán y lo prepara para tomar una tierra cuyos moradores están ya aterrorizados a causa de la fama del poder de Dios (Josué 2:9). La victoria es segura porque es Dios quien comanda a su ejército (Josué 5:13-15).

Dios Otorga la Victoria a su Pueblo (6 - 12) La segunda sección del libro presenta el proceso de conquista de la Tierra. Nuevamente, es evidente la obra soberana de Dios al otorgar a su pueblo la victoria sobre cada uno de los pueblos cananeos. El texto manifiesta además la importancia de la fe y la sumisión a la voluntad de Dios (Josué 2-6) y la necesidad de la obediencia absoluta y precisa de su pueblo en el proceso de conquista (Josué 7). La fe (Rajab) o incredulidad (Acán) de los protagonistas se hace visible en relación a su sumisión al propósito de Dios.

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Dios Distribuye la Tierra (13 – 22) Los capítulos 13 al 22 de Josué contienen una descripción detallada del proceso de división y distribución de la tierra de Canaán entre las tribus de Israel. Aunque esta sección pudiera inicialmente parecer tediosa e innecesaria en el registro permanente de la Escritura es en realidad importantísima debido a que describe detalladamente la evidencia que permite la afirmación de Josué 21:45, “Y ni una sola de las buenas promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse, sino que cada una se cumplió al pie de la letra.” La narración es instructiva también al presentar la relación que existe entre la fe en la victoria que Dios ha garantizado y la disposición para salir en batalla a tomar posesión de la tierra. El capítulo 17 de Josué demuestra que la conquista no sucede “mágicamente” aparte de la disposición del pueblo para pelear aún a pesar de la evidente inferioridad militar de Israel. Carros y caballos no representan un obstáculo para Dios (Josué 11:6-9; 17:16-18; 24:6-8). El puede hacer uso de un animal mucho más pequeño, la avispa (tábano), para conceder a su pueblo la victoria (24:12).

Dios Renueva el Pacto con su Pueblo (23 - 24) Finalmente, la narración de Josué concluye con un resumen de la obra de salvación de Dios, fiel y completa, a favor de su pueblo. Dios espera por tanto el amor, la fidelidad y la santidad de su pueblo en cumplimiento del pacto que Dios estableció con ellos. Josué 24 presenta enfáticamente la aparente disposición del pueblo a servir y amar de todo corazón al Señor. Josué expresa su escepticismo. El libro concluye con una sensación de intriga. Todos los líderes religiosos y civiles que guiaron al pueblo durante la conquista han muerto. La pregunta que surge es, ¿permanecerá el pueblo fiel a su Señor y Dios?

La Historia Teológica de Josué: El Regalo Salvífico de Dios La historia particular de Israel en el libro de Josué es muy abundante en su teología. La esencia de la teología de Josué se encuentra en la consumación de la obra de redención de Dios a favor de su pueblo en cumplimiento de la promesa hecha por primera vez a Abraham cerca de 500 años antes (Génesis 15:12-16). La teología de Josué encuentra su énfasis en el título del libro. No por causa de su referencia al líder humano Josué sino debido a la importancia teológica del Significado de su nombre. Josué, que en otras formas se encuentra como Oseas, Yeshua o Iesous en griego significa, “DIOS ES SALVACIÓN”. En Josué aprendemos por lo tanto, que el Regalo de Dios es un regalo Salvífico. Dios otorga a su pueblo el don de su Presencia y con ello le concede salvación. Salvación de sus enemigos y con ella reposo, paz, seguridad y sustento durante toda la vida. Algunos de los aspectos particulares de la importancia teológica de esta obra salvífica de Dios a favor de su pueblo se describen brevemente a continuación.

Dios Desea que su Pueblo Recuerde Su Obra de Salvación En primer lugar, el libro de Josué en su totalidad buscar promover en el pueblo de Dios una remembranza continua de la obra de Dios a su favor. En el Antiguo Testamento el olvido es constantemente asociado a la apostasía, mientras que el recuerdo es asociado a la obediencia y la fidelidad. Los capítulos 23 y 24 de Josué son muy enfáticos en este sentido. Además de esto el libro hace mención constante de “piedras de testimonio” que debían ser un recordatorio visible de la obra de salvación de Dios. El Regalo de Dios

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Cuando todo el pueblo terminó de cruzar el río Jordán, el Señor le dijo a Josué: 2 «Elijan a un hombre de cada una de las doce tribus de Israel, 3 y ordénenles que tomen doce piedras del cauce, exactamente del lugar donde los sacerdotes permanecieron de pie. Díganles que las coloquen en el lugar donde hoy pasarán la noche.» 4 Entonces Josué reunió a los doce hombres que había escogido de las doce tribus, 5 y les dijo: «Vayan al centro del cauce del río, hasta donde está el arca del Señor su Dios, y cada uno cargue al hombro una piedra. Serán doce piedras, una por cada tribu de Israel, 6 y servirán como señal entre ustedes. En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: “¿Por qué están estas piedras aquí?”, 7 ustedes les responderán: “El día en que el arca del pacto del Señor cruzó el Jordán, las aguas del río se dividieron frente a ella. Para nosotros los israelitas, estas piedras que están aquí son un recuerdo permanente de aquella gran hazaña.” » 8 Los israelitas hicieron lo que Josué les ordenó, según las instrucciones del Señor. Tomaron las piedras del cauce del Jordán, conforme al número de las tribus, las llevaron hasta el campamento y las colocaron allí. 9 Además, Josué colocó doce piedras en el cauce del río donde se detuvieron los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Esas piedras siguen allí hasta el día de hoy. Josué 4:1-9 25

Aquel mismo día Josué renovó el pacto con el pueblo de Israel. Allí mismo, en Siquén, les dio preceptos y normas, 26 y los registró en el libro de la ley de Dios. Luego tomó una enorme piedra y la colocó bajo la encina que está cerca del santuario del Señor. 27 Entonces le dijo a todo el pueblo: —Esta piedra servirá de testigo contra ustedes. Ella ha escuchado todas las palabras que el Señor nos ha dicho hoy. Testificará contra ustedes en caso de que ustedes digan falsedades contra su Dios. Josué 24:25-27 Es interesante considerar la relación entre el uso de piedras o rocas a la luz de la descripción que Moisés hace de Dios en Deuteronomio 32: Proclamaré el nombre del Señor. ¡Alaben la grandeza de nuestro Dios! Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo. »Jesurún engordó y pateó; se hartó de comida, y se puso corpulento y rollizo. Abandonó al Dios que le dio vida y rechazó a la Roca, su Salvador. ¡Desertaste de la Roca que te engendró! ¡Olvidaste al Dios que te dio vida! ¿Cómo podría un hombre perseguir a mil si su Roca no los hubiera vendido? ¿Cómo podrían dos hacer huir a diez mil si el Señor no los hubiera entregado? Su roca no es como la nuestra. ¡Aun nuestros enemigos lo reconocen! Y les dirá: “¿Dónde están ahora sus dioses, la roca en la cual se refugiaron? Deuteronomio 32:4, 15, 18, 30, 31 y 37

La Tierra Prometida es el Lugar de la Presencia, la Provisión y la Redención de Dios Un segundo aspecto del regalo salvífico de Dios es que dicho regalo no tiene que ver meramente con la tierra prometida aparte de la presencia de Dios en ella. De acuerdo a Waltke, en la teología El Regalo de Dios

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bíblica la “tierra” ideal es “aquel lugar en el cual YO SOY escoge habitar de manera especial en medio de su pueblo para proveer para sus necesidades y protegerlo.” Waltke afirma además que “la palabra ‘tierra’ tiene la connotación de aquello que es benevolente y soberanamente ordenado por Dios buscando el bienestar y la seguridad de la vida humana.”4

Dios es Quien Otorga la Victoria a su Pueblo Un tercer aspecto de la teología salvífica de Josué tiene que ver con la obtención de la victoria en batalla. El libro deja claro que la conquista de la tierra es posible solo bajo la bendición y protección de Dios. La historia de Acán (Josué 7) nos enseña que cuando esta bendición se pierde el puedo sale derrotado: 10

Y el Señor le contestó: —¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? 11 Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. 12 Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción. Y si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado. 13 ¡Levántate! ¡Purifica al pueblo! Diles que se consagren para presentarse ante mí mañana, y que yo, el Señor, Dios de Israel, declaro: “¡La destrucción está en medio de ti, Israel! No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el pueblo.” Josué 7:10-13

Dios es Quien Otorga la Paz y el Descanso a su Pueblo Si la victoria sobre los enemigos del pueblo de Dios es obra de Dios, esto indica además que la paz y el descanso del pueblo son también provisión divina: Mucho tiempo después de que el Señor le diera a Israel paz con sus enemigos cananeos, Josué, anciano y cansado, 2 convocó a toda la nación, incluyendo a sus líderes, jefes, jueces y oficiales, y les dijo: «Yo ya estoy muy viejo, y los años me pesan. 3 Ustedes han visto todo lo que el Señor su Dios ha hecho con todas aquellas naciones a favor de ustedes, pues él peleó las batallas por ustedes. Josué 23:1-3

Dios Demanda la Santidad de Su Pueblo Finalmente es de suma importancia entender que la teología de Josué respecto al regalo de la presencia salvadora de Dios en medio de su pueblo demanda la santidad del mismo. Dios no puede habitar permanentemente en medio de un pueblo rebelde. Después de realizar una brevísima reseña de la obra de Dios a favor de Israel, Josué exhorta al pueblo de esta manera: 14

»Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al Señor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al Señor. 15 Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor. 16 El pueblo respondió: —¡Eso no pasará jamás! ¡Nosotros no abandonaremos al Señor por servir a otros dioses! 17 El Señor nuestro Dios es quien nos sacó a nosotros y a nuestros 4

Waltke, Bruce. A Theology of the Old Testament, p. 535.

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antepasados del país de Egipto, aquella tierra de servidumbre. Él fue quien hizo aquellas grandes señales ante nuestros ojos. Nos protegió durante todo nuestro peregrinaje por el desierto y cuando pasamos entre tantas naciones. 18 El Señor expulsó a todas las que vivían en este país, incluso a los amorreos. Por esa razón, nosotros también serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios. 19 Entonces Josué les dijo: —Ustedes son incapaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y Dios celoso. No les tolerará sus rebeliones y pecados. 20 Si ustedes lo abandonan y sirven a dioses ajenos, él se les echará encima y les traerá desastre; los destruirá completamente, a pesar de haber sido bueno con ustedes. Josué 24:14-20

La Historia Cristiana en Josué Nuevamente concluimos afirmando que la historia particular y teológica de Josué no puede ser comprendida de manera cristiana aparte de su relación con la obra de nuestro Salvador Jesucristo. En este respecto podemos afirmar que la persona y la obra de Jesucristo se hacen evidentes en este libro en al menos tres aspectos principales.

Cristo es Nuestro Salvador En primer lugar, como el nombre de Josué lo indica DIOS ES SALVACIÓN. La asociación de Jesús nuestro Salvador no debe observarse primero en el personaje humano de Josué, sino como ya mencionamos, en lo que su nombre significa. Jesucristo es nuestro Salvador porque él es el Hijo de Dios. El Evangelio de Lucas enfatiza esta relación entre el nombre de Jesús y el poder salvador que posee como Hijo de Dios: 26

A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, 27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo: —¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo. 29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo. 30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. Lucas 1:26-33 68

«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. Nos envió un poderoso salvador en la casa de David su siervo 70 (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas), 71 para librarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen;72 para mostrar misericordia a nuestros padres al acordarse de su santo pacto. Lucas 1:68-72 69

Cristo es el Capitán del Ejército del Señor Un segundo aspecto de la obra de Cristo a favor nuestro se encuentra descrito en Josué 5:13-15: 13

Cierto día Josué, que acampaba cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie frente a él, espada en mano. Josué se le acercó y le preguntó: —¿Es usted de los nuestros, o del enemigo? El Regalo de Dios

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—¡De ninguno! —respondió—. Me presento ante ti como comandante del ejército del Señor. Entonces Josué se postró rostro en tierra y le preguntó: —¿Qué órdenes trae usted, mi Señor, para este siervo suyo? 15 El comandante del ejército del Señor le contestó: —Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es sagrado. Y Josué le obedeció. En este texto vemos nuevamente la suficiencia absoluta de Dios en la salvación de su pueblo por medio de Jesucristo. Lo único que Josué necesitaba hacer ante la presencia del comandante del ejército del Señor era quitarse las sandalias en reconocimiento de la santidad de Dios. Este texto nos recuerda la afirmación de Hechos 4:12: 12

De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. Hechos 4:12

Cristo es Nuestra Tierra Prometida Finalmente, es muy importante reconocer que para el cristiano el lugar de la bendición de Dios no se encuentra en una tierra en particular en la cual Dios habite en medio de su pueblo en un templo hecho por manos humanas. La “tierra prometida” del cristiano es su Señor y Salvador Jesucristo. Esto lo vemos en los siguientes aspectos: Cristo es el Lugar de la Presencia Misma de Dios 15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación Colosenses 1:15 9

Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo. Colosenses 2:9

Cristo es Nuestra Paz En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1 14

Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba… Efesios 2:14 Cristo es Nuestra Victoria 37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 8:37-39 57

¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! 1 Corintios 15:57

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En Él Debemos Habitar, Permanecer, y Andar 4

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. 5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. 6 El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. 7 Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Juan 15:4-7 14

Por esta razón me arrodillo delante del Padre, 15 de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. 16 Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, 17 para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor. Efesios 3:14-17 6

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; 7arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Colosenses 2:6-7

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Sesión 9. Jueces: El Rechazo del Regalo Perseverante de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Jueces La Historia Particular en el Libro de Josué: La Recurrente Rebelión de Israel Prólogo: La Conquista Incompleta y su Causa (1:1 – 3:6) Contenido: Ciclos de Opresión y Liberación (3:7 – 16:1) Epílogo: El Caos Moral y Religioso (17:1 – 21:25) La Historia Teológica del Libro de Jueces: El Rechazo del Regalo Perseverante de Dios Dios Desea que Su Pueblo le Reconozca Como Su Rey Dios Es el Verdadero Juez Sobre Su Pueblo Dios Anhela la Reconciliación con Su Pueblo La Historia Cristiana en Jueces Cristo es Nuestro Rey Amoroso y Soberano Cristo es Siempre Nuestra Reconciliación

El Propósito del Libro de Jueces El libro de Jueces narra la historia de Israel en los años 1380 – 1060 a.C. aproximadamente. Tradicionalmente se afirma que el libro fue escrito por el profeta Samuel alrededor del año 1051, en los días posteriores a la coronación del rey Saúl. Podemos describir el propósito del libro de la siguiente forma: El libro de Jueces fue dado por Dios a su pueblo para enseñarle las trágicas consecuencias de rechazar el regalo de Su presencia y Su reino. También le invita a reconocer el amor, la paciencia y la fidelidad de Dios que siempre conceden al pueblo la oportunidad de obtener perdón y reconciliación con Dios.

La Historia Particular en el Libro de Jueces: La Recurrente Rebelión de Israel La Historia Particular de Israel en el libro de Jueces es muy extensa y compleja. Contiene la historia de los jueces o caudillos de Israel en la época posterior a la muerte de Josué. Durante esta época, Israel cayó recurrentemente en rebelión, desobediencia e idolatría. Esto traía como resultado el juicio divino quien entregaba a Israel a la opresión en manos de las naciones extranjeras a quienes negligentemente no habían expulsado de la tierra de Canaán. Durante estos tiempos de opresión, Israel se acordaba del Señor y clamaba a Él y como resultado, Dios se compadecía de su pueblo y le enviaba un libertador.

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El libro no sigue una cronología estricta sino que más bien busca narrar la historia de los jueces de forma que la necesidad de un rey que gobierne sobre Israel se haga evidente y urgente. Es posible dividir el libro en tres secciones las cuales estudiaremos brevemente a continuación.

Prólogo: La Conquista Incompleta y su Causa (1:1 – 3:6) La primera sección del libro es de mucha importancia para comprender el contenido histórico y teológico del mismo. De acuerdo al profesor Philips Longs5, esta sección explica las causas de la decadencia de Israel desde dos puntos de vista: el político y el religioso. La Causa Política de la Decadencia (1:19 – 2:5) En esta sección del libro, es posible percibir el creciente fracaso del pueblo en apoderarse de la tierra prometida debido al temor y la falta de fe. El pueblo comienza conquistando exitosa y completamente (1:17), pero pronto se ve intimidado por el poder militar de los cananeos y comienza a dejar a medias el proceso de conquista. Primero el pueblo otorga perdón a algunos y les permite vivir en tierras lejanas (1:22-26). Después permite a los cananeos vivir “entre ellos” (1:30). Finalmente, los Israelitas tienen tan poco éxito que ellos son quienes “viven entre los cananeos” (1:33). Aun y cuando Dios había ya otorgado a Israel la victoria sobre sus enemigos, el pueblo fue infiel e incrédulo y como resultado vino el castigo y la decadencia espiritual (2:1-5). La Causa Religiosa de la Decadencia (2:6 – 3:6) La segunda sección del prologo vuelve a repetir el fracaso del pueblo de Israel. La repetición se hace evidente en la mención por segunda ocasión de la muerte de Josué (1:1; 2:8). Sin embargo el énfasis recae ahora en la razón espiritual de la decadencia: El pueblo de Israel quebrantó el pacto (2:20), siendo desobediente a Dios (2:1-2, 11-13; 3:6), olvidándose de él y sirviendo a los dioses falsos de las naciones de Canaán (2:11-13,19) . Esta sección explica además el ciclo de opresión y liberación que da forma a las historias de los jueces de Israel contenidas en la sección principal del libro. El ciclo se encuentra descrito en Jueces 2:11-19: 11

Esos israelitas hicieron lo que ofende al Señor y adoraron a los ídolos de Baal. Abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses —dioses de los pueblos que los rodeaban—, y los adoraron, provocando así la ira del Señor. 13 Abandonaron al Señor, y adoraron a Baal y a las imágenes de Astarté. 14 Entonces el Señor se enfureció contra los israelitas y los entregó en manos de invasores que los saquearon. Los vendió a sus enemigos que tenían a su alrededor, a los que ya no pudieron hacerles frente. 15 Cada vez que los israelitas salían a combatir, la mano del Señor estaba en contra de ellos para su mal, tal como el Señor se lo había dicho y jurado. Así llegaron a verse muy angustiados. 16 Entonces el Señor hizo surgir caudillos que los libraron del poder de esos invasores. 17 Pero tampoco escucharon a esos caudillos, sino que se prostituyeron al entregarse a otros dioses y adorarlos. Muy pronto se apartaron del camino que habían seguido sus antepasados, el camino de la obediencia a los mandamientos del Señor. 18 Cada vez que el Señor levantaba entre ellos un caudillo, estaba con él. Mientras ese caudillo vivía, los libraba del poder de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de 12

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Esta sección de las notas ha sido adaptada de las notas de la clase de Historia del Antiguo Testamento del profesor Long (Covenant Theological Seminary) contenidas en: http://worldwidefreeresources.com/upload/OT230_SG_13.pdf. El Regalo de Dios

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ellos al oírlos gemir por causa de quienes los oprimían y afligían. 19 Pero cuando el caudillo moría, ellos volvían a corromperse aún más que sus antepasados, pues se iban tras otros dioses, a los que servían y adoraban. De este modo se negaban a abandonar sus malvadas costumbres y su obstinada conducta. Podemos entonces describir el ciclo de la siguiente manera: Pecado  Opresión  Súplica  Salvación

Contenido: Ciclos de Opresión y Liberación (3:7 – 16:1) La sección principal del libro contiene en detalle los ciclos de opresión y liberación de Israel. El texto menciona a doce jueces distintos, haciendo énfasis en seis de ellos. Esta sección ha sido bosquejada de diferentes maneras pero en general los comentaristas están de acuerdo en señalar a la historia de Gedeón como el elemento central del libro. El siguiente bosquejo permite observar esto: A. Un Juez Solitario: Aod B. Un Juez Inusual: Débora (con Barac) C. El Juez Principal: Gedeón (y Abimélec) B’. Un Juez Inusual: Jefté A. Un Juez Solitario: Sansón En este esquema Otoniel, el primer juez se considera parte de la introducción, proveyendo el primer ejemplo del ciclo de opresión-liberación de manera concisa. El arreglo arriba mencionado localiza la historia de Gedeón y Abimélec en el corazón del mensaje del libro. Observemos la forma en que la historia de Gedeón nos describe de manera elocuente y profunda el trágico estado espiritual de Israel en esta época de su historia. Gedeón Realiza una Buena Profesión de Fe: Solo Dios es Rey Sobre Israel Muchos han considerado a Gedeón como el “juez modelo” debido a su afirmación en Jueces 8:2223: 22 Entonces los israelitas le dijeron a Gedeón: —Gobierna sobre nosotros, y después de ti, tu hijo y tu nieto; porque nos has librado del poder de los madianitas. 23 Pero Gedeón les dijo: —Yo no los gobernaré, ni tampoco mi hijo. Sólo el Señor los gobernará. Jueces 8:22-23 Evidentemente, Gedeón sabía quién era el único Rey legítimo sobre Israel. Los jueces no tenían la facultad de gobernar de forma soberana sobre el pueblo de Dios. Únicamente Dios tiene ese derecho tal y como Gedeón reconoce en 8:23. Gedeón Se Establece Extraoficialmente como Rey de Israel No obstante su afirmación en 8:22-23, la subsiguiente narración establece claramente que Gedeón comenzó a actuar como si fuera rey. En primer lugar, el texto nos dice que Gedeón pidió del botín de la guerra anillos de oro y con el oro “hizo un efod” el cual todo Israel adoró (8:24-27). Es decir, Gedeón estableció un gobierno centrado no en el pacto establecido con Dios sino en los deseos de Gedeón. El texto nos dice además que Gedeón “tuvo setenta hijos, pues eran muchas sus esposas” (8:30). Esta era una práctica común de los reyes de la época. Finalmente, Gedeón tuvo un hijo con su concubina en Siquén. El texto nos dice que “Gedeón llamó al niño Abimélec” (8:31). Abimélec significa en hebreo “mi padre es rey”. El Regalo de Dios

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Como podemos ver, la historia de Gedeón nos habla de alguien quien sabía y hablaba lo correcto pero actuaba de manera diametralmente opuesta a su enseñanza. El texto lo presenta como falto de fe (6:33-7:18), precisamente el problema principal a lo largo de todo el libro. A partir de este momento, las historias de los jueces claramente continúan en decadencia. Las historias de Jefté y Sansón no dejan lugar a duda del mensaje: el pueblo de Dios no necesita de libertadores carismáticos faltos de fe y carácter. El pueblo de Dios necesita un rey: El Rey de reyes y Señor de señores.

Epílogo: El Caos Moral y Religioso (17:1 – 21:25) El libro de Josué termina con la narración de la muerte de Josué, Eleazar y todos los líderes civiles del pueblo de Israel: 29

Tiempo después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años... Durante toda la vida de Josué, el pueblo de Israel había servido al Señor. Así sucedió también durante el tiempo en que estuvieron al frente de Israel los jefes que habían compartido el liderazgo con Josué y que sabían todo lo que el Señor había hecho a favor de su pueblo… 33 Finalmente, Eleazar hijo de Aarón murió y fue sepultado en Guibeá, propiedad de su hijo Finés, en la región montañosa de Efraín. Josué 24:29-33 31

La pregunta parece surgir, ¿seguirá el pueblo firme ahora que todos sus líderes han muerto? Hasta el capítulo 16, el libro de los Jueces ha dejado claramente establecido el fracaso de los líderes civiles y su incapacidad de guiar al pueblo a la fidelidad al Señor. La última sección del libro, el doble epílogo de los capítulos 17 al 21 nos responde la pregunta en relación al liderazgo espiritual del pueblo. ¿Cuál es el efecto de los levitas, la tribu separada por Dios para servir en Su presencia continuamente y guiar a l pueblo en la adoración, en la vida espiritual de la nación? La respuesta que encontramos en los capítulos finales de Jueces es alarmante. La decadencia es tal entre los sacerdotes que sus acciones llevan a la nación a la anarquía (17-18), la inmoralidad descarada (19) y la guerra civil (20-21). Por este motivo, el libro concluye con una afirmación constante: En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor. Jueces 17:6; 18:1; 19:1; 21:25

La Historia Teológica del Libro de Jueces: El Rechazo del Regalo Perseverante de Dios Al igual que con los libros que hemos previamente estudiado, deseamos ahora descubrir el mensaje teológico del libro de los Jueces. El regalo de Dios es Dios mismo. Dios se dio a sí mismo a su pueblo Israel y se constituyó en su Libertador y Salvador (Éxodo – Josué). En el libro de Jueces, descubrimos que la respuesta del pueblo de Dios a todas las bondades que Él les ha otorgado es la incredulidad. El pueblo rechaza virtualmente el don de la presencia de Dios, la cual, aunque en medio de ellos hasta el final del libro (20:26; 21:2), era casi absolutamente ignorada excepto por breves episodios como resultado de la aflicción causada por su desobediencia. Observemos algunos principios que podemos aprender de este libro.

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Dios Desea que Su Pueblo le Reconozca Como Su Rey En estudios previos hemos mencionado que el don de la presencia de Dios en medio de su pueblo está sujeto a los términos que Dios mismo ha establecido en su soberanía. El más esencial de estos es que Dios desea habitar en medio de su pueblo como Rey y Soberano. El libro de Jueces describe los horrores de la anarquía y afirma que las expresiones grotescas, violentas e inmorales del pueblo y de sus líderes eran el resultado de la falta de un rey. No obstante, esto no quiere decir que lo que el pueblo necesitara fuera un rey humano similar al de las demás naciones. El libro de Jueces nos proclama solemnemente que es posible habitar en cercanía a la presencia de Dios e ignorar por completo su presencia y su gobierno en nuestra vida. Israel tenía Rey, pero no lo reconocía. Dios anhela habitar en nosotros como nuestro Rey. La historia de Sansón nos ilustra esto. Sansón fue un hombre que aunque separado para Dios aun antes de su nacimiento, se dedicó toda su vida a satisfacer sus propios deseos (Jueces 14:3).

Dios Es el Verdadero Juez Sobre Su Pueblo El libro de los Jueces nos demuestra además que Dios es juez sobre su pueblo. El considera las acciones de sus hijos y las juzga en conformidad a su voluntad soberana. Cuando el pueblo de Dios ignora el gobierno de Dios sobre su vida, Dios puede ejecutar su juicio disciplinario por amor a sus hijos (Hebreos 12:1-11). El pueblo de Israel en la época de los jueces no es distinto en su potencial pecaminoso al pueblo de Dios a través de las edades. La única garantía que el pueblo de Dios tiene para escapar de su depravación natural se encuentra en la sumisión al gobierno de Dios, la obediencia de la fe, y la dependencia en el poder de su Espíritu. El alejarse de Dios corrompe, el acercarse a Él es el bien: 27

Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. 28 Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras. Salmo 73:27-28

Dios Anhela la Reconciliación con Su Pueblo El regalo de Dios es un regalo persistente. El amor de Dios por su pueblo se expresa de manera formidable a través del Pentateuco, Josué y ahora en el libro de Jueces. En medio de todo el dolor, el pecado, el fracaso, y el sufrimiento del pueblo por causa de su desobediencia, el aspecto positivo del libro de los Jueces se observa en la disposición constante de Dios de mostrar su gracia, su misericordia y su amor a su pueblo. En medio de los fracasos más perversos, el pueblo de Dios puede encontrar esperanza en el amor soberano y fiel de su Padre celestial. Dios anhela la comunión con su pueblo. El libro deja esto bien claro (Jueces 10:6-17). El doctor John Hannah afirmó en una ocasión: “Cuando llegue al cielo, hay tres cosas que estoy seguro me van a sorprender: La gente que estará allí, la gente que no está allí, y que yo estaré allí.” No cabe duda que aparte de la sublime gracia de Dios no tenemos esperanza.

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La Historia Cristiana en Jueces Concluimos una vez más descubriendo el valor de libro de los Jueces a la luz de la revelación de nuestro Salvador Jesucristo. Comúnmente se busca identificar tipológicamente a nuestro Salvador en la persona de cada uno de los jueces. Cada juez se convierte en el canal divino por medio del cual Dios trae liberación a su pueblo. No obstante, en el libro de los Jueces, los personajes humanos se presentan más como parte del problema que de la solución. Aunque existen ciertas características positivas estas no son el énfasis principal del texto. Podemos identificar dos formas principales en las que el libro de los Jueces nos señala a la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Cristo es Nuestro Rey Amoroso y Soberano La primera forma en la que Jueces nos señala a la persona de Jesucristo es por ausencia. Él es el Rey sobre el pueblo de Dios al cual el pueblo considera ausente. El libro de los jueces expresa la actitud constante de anarquía en medio de Israel. En aquel tiempo “no había rey en Israel.” No obstante como ya afirmamos, Dios era Rey sobre Israel. Israel se olvidaba de Él y lo rechazaba pero Dios permanecía presente en medio de su pueblo. Jesucristo es el Rey de reyes y el Señor de Señores. El es el Rey-Sacerdote según el orden de Melquisedec. Solo Él puede traer a su pueblo dirección divina; paz, gozo, y seguridad. A través de la historia de la iglesia es siempre posible reconocer cuando Cristo ha sido reconocido como Rey sobre su pueblo y cuando los líderes eclesiásticos han actuado conforme a sus propios deseos. A nivel personal, los creyentes pueden encontrarse frecuentemente en una situación similar a la de los jueces. Los creyentes tienen la promesa y la realidad de la presencia de Dios en sus vidas pero esta presencia es en períodos completamente ignorada e incluso rechazada en las experiencias de la vida cotidiana. Cuando este es el caso, los resultados esperados son los mismos que en la triste historia de Israel en el tiempo de los jueves: derrota, inmoralidad, anarquía, pecado y rebelión. La exhortación de Dios a la iglesia de Laodicea, cuya situación es similar a la de los Jueces en que Dios esta presente pero ignorado, sigue siendo la exhortación a cada uno de nosotros: 14

»Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano de la creación de Dios: 15 Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! 16 Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. 17 Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista. 19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete. 20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.» Apocalipsis 3:16-22

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Cristo Es Siempre Nuestra Reconciliación Debemos también mencionar que el libro de los Jueces nos apunta también hacia el amor fiel y soberano de Dios por nosotros en Cristo. Tal como en el tiempo de los jueces Dios manifestaba su fidelidad hacia su pueblo al extenderle perdón y misericordia por gracia. En el Nuevo Testamento aprendemos que este amor fiel y soberano de Dios por su pueblo ha sido hecho posible por medio de la persona y la obra de nuestro Salvador Jesucristo. La Primera Carta de Juan constantemente nos recuerda esto: 8

Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. 9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros. 2 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 2 Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. 1 Juan 1:8 – 2:2 Uno de los engaños más comunes de Satanás es hacer pensar al creyente que una vez que ha pecado, Dios no desea ya más la comunión con él. La Biblia nos enseña algo completamente distinto. Por causa de Jesucristo el Justo, Dios nos ofrece perdón y restauración. El anhela que lleguemos a comprender plenamente su amor para que por amor podamos vivir en obediencia y santidad gozando de la comunión con Él.

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Sesión 10. Rut: El Compasivo y Fiel Regalo de Dios Bosquejo El Propósito del Libro de Rut La Historia Particular en el Libro de Rut: Esperanza en el Tiempo de los Jueces Rut Emigra de Moab a Belén (1:1-22) Rut Espigando en el Campo de Booz (2:1-23) Rut Propone Matrimonio a Booz (3:1-18) Booz Redime a Rut (4:1-12) Rut Da a Luz a Obed padre de David (4:13-17) Epílogo (4:18-22) La Historia Teológica del Libro de Rut: El Compasivo y Fiel Regalo de Dios Dios Actúa con Providencia Soberana Sobre su Pueblo Dios Tiene Control Absoluto Sobre el Sufrimiento Temporal de sus Hijos Dios Es el Dador y Sustentador de la Vida Dios Es el Redentor de Su Pueblo Dios Se Da A Sí Mismo a Su Pueblo con Compasión Fiel, Amorosa y Constante (Hesed) La Historia Cristiana en Rut Cristo es Nuestro Pariente Redentor Cristo es la Base de Nuestra Fe en la Providencia Divina

El Propósito del Libro de Rut El libro de Rut nos presenta la historia de una familia que providencialmente se convierte en un rayo de esperanza en medio de la vergonzosa corrupción de la época de los Jueces de Israel (Rut 1:1; c.f. Jueces 17-21). El libro es anónimo. No se conoce con precisión el tiempo de su composición, la cual sucedió en algún momento entre 1000 a.C. y 600 a.C., más probablemente en el siglo séptimo, como recordatorio poético del origen divino, providencial y soberano del rey David y de su linaje. El nombre Rut probablemente significa “refrigerio” y este libro sin duda representa un “refrigerio” en relación a toda la historia de los jueces e incluso de los reyes de Israel. Podemos describir el propósito del libro de la siguiente forma: El libro de Rut fue dado por Dios a su pueblo para manifestar la fidelidad de Dios hacia sus siervos al manifestarles su hesed, su compasión fiel, amorosa y constante por su pueblo, al orquestar el nacimiento de su más grande líder, David, y de su más grande Hijo y Redentor, el Señor Jesucristo en los momentos de mayor sequía y esterilidad física y espiritual.

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La Historia Particular de Israel en el Libro de Rut El libro de Rut es un excelente ejemplo de la forma en la que las Escrituras utilizan los estilos literarios para comunicar su mensaje histórico y teológico. En el caso de Rut, el libro es de carácter evidentemente histórico (Rut 1:1-2), pero escrito en un estilo de “cuento” que hace uso de un lenguaje hebreo tan pulido y elegante que ha sido comparado con una “joya preciosa.” El autor del libro comunica todo su mensaje casi por completo haciendo uso de la trama y la caracterización. Tras cada escena, lugar y personaje de pueden descubrir distintos aspectos del hesed de Dios, su disposición a “ayudar al necesitado” con compasión fiel, amorosa y constante. Observemos brevemente las escenas principales de la historia.6

Rut Emigra de Moab a Belén (1:1-22) El “primer acto” del libro tiene dos escenas. En la primera escena (1:1-5) Elimélec emigra a los campos de Moab donde sus hijos Majlón y Quilión se casan con mujeres Moabitas, Ofra y Rut. Esta primera escena busca establecer en contexto histórico que llevó a Rut, una mujer extranjera Moabita, a ser parte del pueblo de Israel. En la providencia de Dios cada aspecto de la historia está lleno de significado. La historia comienza en Belén (“casa de pan”). Un lugar que en el libro de los jueces había adquirido una reputación muy desagradable. En esta “casa de pan” llega una época de gran hambre. No hay pan en la casa de pan. En medio de toda la impiedad generalizada de la época de los jueces vive en Belén un hombre llamado Elimélec (“Dios es mi rey”) junto con su esposa Nohemí (“Placentera”). Juntos nos describen a una pareja fiel al pacto pero que en medio de la prueba parten de Belen a Moab (“desperdicio, vaciedad”). Los nombres de sus hijos Majlón (“estéril”) y Quilión (“gastado”). El padre y ambos hijos mueren en la tierra de “desperdicio y vaciedad” sin haber dejado descendencia. En la segunda escena (1:6-22). Rut regresa a Belén con Noemí pues se ha escuchado en Moab que el Señor ha dado pan a su pueblo. En esta escena, el autor buscar describir la condición de Elizabeth como una situación completamente desesperanzada. Alguien a quien el Señor ha afligido y que no pareciera tener esperanza de jugar ningún rol significativo en el plan de redención de Dios. Sin embargo en esta situación, su nuera Rut, comienza a convertirse en un “refrigerio” para ella, y no solo para ella, sino para todo el pueblo de Israel a través de los siglos. Las descripciones de la fidelidad y compasión de Rut (su hesed) son tales que se han convertido en expresiones de pacto matrimonial a través de las edades (Rut 1:16-17). Su carácter es tan refrescante que en muchos manuscritos hebreos este libro se colocaba justo después de Proverbios como ilustración de la mujer virtuosa con la que el libro termina. En otros casos, como en nuestras Biblias, se incluye justo después del libro de Jueces por la misma razón. Su vida y ejemplo compasivo se convierten en un modelo del carácter de Dios en medio de una terrible condición histórica y espiritual.

Rut Espigando en el Campo de Booz (2:1-23) El segundo acto del libro nos presenta a Rut la moabita extendiendo aún más su compasión hacia su suegra al buscar trabajar para obtener el sustento físico de ambas. El propósito de este segundo acto es describir la manera providencial en la que Rut y Booz llegaron a conocerse, descubriendo por 6

Esta sección sigue de manera muy cercana la estructura y descripción del trama de la historia descritos por Walke en su libro A Theology of the Old Testament. El Regalo de Dios

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primera vez un rayo de emoción y esperanza en los escuchas (o lectores) al descubrir que Booz es un goel, un pariente cercano capaz de redimir a Nohemí y continuar su descendencia. La primera escena (2:1-17) nos presenta a Rut trabajando diligente e incansable. El campo en el cual trabaja “dio la casualidad” (2:3) que pertenecía a Booz, cuyo nombre significa “En Él [Dios] hay Fortaleza”. Un hombre respetado y rico, y un pariente de Nohemí y por lo tanto de Rut. El carácter de Booz al igual que el de Rut es un ejemplo humano limitado del hesed divino, lleno de compasión y disposición hacia el necesitado. No en muchos lugares de aquél entonces (u hoy en día) se observaría una relación como la de Booz con sus siervos (2:3-4). En la segunda escena (2:18-23) Rut regresa a casa, llena de bendición y buenas noticias. La mujer que regresó vacía ahora recibe refrigerio a manos llenas por medio de su nuera y un pariente cercano y la amargura queda atrás. Observemos la nueva respuesta de Nohemí ante las noticas de Rut: 19

Su suegra le preguntó: —¿Dónde recogiste espigas hoy? ¿Dónde trabajaste? ¡Bendito sea el hombre que se fijó en ti! Entonces Rut le contó a su suegra acerca del hombre con quién había estado trabajando. Le dijo: —El hombre con quien hoy trabajé se llama Booz. 20

—¡Que el Señor lo bendiga! —exclamó Noemí delante de su nuera—. El Señor no ha dejado de mostrar su fiel amor hacia los vivos y los muertos. Ese hombre es nuestro pariente cercano; es uno de los parientes que nos pueden redimir. Rut 2:19-20

Rut Propone Matrimonio a Booz (3:1-18) En el tercer acto la misericordia, la fidelidad y el amor de Rut por su nuera llegan a su expresión más sublime y sacrificial. Este tercer acto busca demostrar la manera en la que Rut y Booz, abuelos de David buscaron casarse para bendición de Nohemí. En el capítulo tres, Rut arriesga su reputación y sacrifica sus propios deseos por amor a su suegra y a su difunto esposo. La primera escena (3:1-5) presenta a Rut preparándose para el matrimonio. En obediencia a Nohemí, Rut sigue fielmente sus instrucciones en una serie de acciones que la preparan para proponer (y consumar) su matrimonio con Booz. Esta sección parece describir la astucia de Nohemí al buscar de manera muy arriesgada solucionar su situación instruyendo a su nuera a hacer cosas completamente opuestas a lo tradicional. En la segunda escena (3:6-18) vemos de nuevo la compasión y la fidelidad de Booz quien al verse sorprendido por la propuesta matrimonial de Rut (3:9) no actúa intempestivamente. Por el contrario, aun cuando tiene toda disposición de servir a Nohemí y a Rut como pariente redentor, su carácter fiel se hace evidente en que no está dispuesto a servir a costa de violar la ley y la tradición. Nuevamente podemos aquí observar el carácter misericordioso y fiel de Dios al abrir las puertas para el matrimonio de Rut.

Booz Redime a Rut (4:1-12) El cuarto acto busca describir, nuevamente de forma providencial, la forma en la que Rut y Booz llegaron a casarse consumando así su fidelidad y amor hacia su pariente Nohemí.

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En la primera escena (4:1-2) vemos a Booz en asamblea pública buscando seguir fielmente el proceso legal de redención pero dando a un “fulano” o “tal por cual” quien era pariente más cercano a Nohemí la posibilidad de cumplir su privilegio de redentor. En la segunda escena (4:3-6), el diálogo entre Booz y este hombre demuestra por qué este no es digno de ser conocido. Es un hombre egoísta que “no desea perjudicar su herencia” (4:6). Como en muchos otros lugares de las Escrituras, Dios es capaz de usar no solo la bondad y obediencia de los hombres y mujeres como Booz y Rut, sino también el pecado y el egoísmo de los seres humanos para promover su plan de redención. La tercera escena (4:13-17) consuma la redención de Nohemí y Rut. Booz adquiere los campos que pertenecían a Elimélec y con ello el derecho y privilegio de tomar a Rut por esposa. Con ello se garantiza el cetro a la tribu de Judá (Génesis 49:10). Un cetro que había sido preservado anteriormente por medio de las muchas acciones pecaminosas de los hermanos de José y de los líderes egipcios. La providencia de Dios no está limitada por la maldad de los hombres. El es capaz de traer bendiciones tan increíbles como esta: »¡Que el Señor haga que la mujer que va a formar parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, quienes juntas edificaron el pueblo de Israel! »¡Que seas un hombre ilustre en Efrata, y que adquieras renombre en Belén! 12 »¡Que por medio de esta joven el Señor te conceda una descendencia tal que tu familia sea como la de Fares, el hijo que Tamar le dio a Judá! Rut 4:11-12

Rut Da a Luz a Obed padre de David (4:13-17) En el último acto de esta historia, Rut la moabita, da a luz un hijo y con ello, Nohemí, aquella que había regresado vacía de la tierra de “desperdicio” era ahora fructífera por la misericordia de Dios. Mucho más, ahora por la gracia y la redención divina, tiene un hijo, Obed (“adorador”) quien posteriormente dio a luz a David (“amado”), el dulce cantor de Israel, el rey con quién Dios establecería su pacto eterno por medio de su descendencia (2 Samuel 7).

Epílogo (4:18-22) El libro concluye con el linaje de Fares, hijo de Tamar con Judá. El linaje de Israel que, aunque lleno de historias de pecado y desobediencia proclama elocuentemente el amor, la compasión, la fidelidad y la constancia del regalo de Dios por su pueblo.

La Historia Teológica del Libro de Rut: El Compasivo y Fiel Regalo de Dios Hemos ya mencionado la forma en que el autor del libro de Rut utiliza la trama y los personajes para presentar su mensaje teológico. Mencionaremos aquí en forma de resume los temas teológicos que hemos ya mencionado: 1. 2. 3. 4. 5.

Dios Actúa con Providencia Soberana Sobre su Pueblo Dios Tiene Control Absoluto Sobre el Sufrimiento Temporal de sus Hijos Dios Es el Dador y Sustentador de la Vida Dios Es el Redentor de Su Pueblo Dios Se Da A Sí Mismo a Su Pueblo con Compasión Fiel, Amorosa y Constante (Hesed)

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La Historia Cristiana en Rut Concluimos nuestro estudio como siempre mirando hacia adelante a la revelación del Nuevo Testamento. El libro de Rut tiene muchas lecciones secundarias en relación al carácter de la Iglesia y la vida cristiana. Esta mañana quisiéramos enfatizar únicamente dos aspectos asociados a la persona de nuestro Salvador.

Cristo es Nuestro Pariente Redentor En primer lugar como nuestro sublime Pariente Redentor. Es en Jesucristo en donde observamos la misericordia, el amor, la fidelidad y la constancia de la gracia de Dios por sus escogidos. Es en Cristo en quien vemos el amor sacrificial de Dios que busca constantemente bendecirnos con el regalo de su presencia. 3

Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, 4 pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. 5 Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:3-5 «Aquí me tienen, con los hijos que Dios me ha dado.» 14 Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—, 15 y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida. 16 Pues, ciertamente, no vino en auxilio de los ángeles sino de los descendientes de Abraham. 17 Por eso era preciso que en todo se asemejara a sus hermanos, para ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso al servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. 18 Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:13-18 4

Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. 5 La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, 6 quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. 7 Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. 8 Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! 9 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:4-11

Cristo es la Base de Nuestra Fe en la Providencia Divina Por último, debemos afirmar que la persona y la obra de Cristo deber otorgarnos, al meditar en ellas, una certeza firme en el poder de la providencia y la soberanía divina para transformar la peor de las circunstancias, injustas y pecaminosas, en las más grandes experiencias de gracia y salvación. En la cruz observamos el pecado más espectacular jamás cometido, pero vemos también la conquista final sobre el mismo mal que trajo esa muerte. La historia de Rut es un recordatorio de este mismo poder de Dios para saciar la vida de sus hijos y darles refrigerio y redención.

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Sesión 11. 1 y 2 Samuel: El Regalo Real y Mesiánico de Dios – Parte 1 Bosquejo El Propósito de los Libros de 1 y 2 Samuel La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Samuel: El Establecimiento del Reino Eterno de Dios por medio de David La Historia de Samuel (1 Samuel 1 - 7) La Transición Hacia la Monarquía (1 Samuel 8) La Historia de Saúl (1 Samuel 9 - 15) La Historia de Saúl y David (1 Samuel 16 - 31) La Historia de David (2 Samuel 1 - 20) Epílogo (2 Samuel 21 - 24) La Historia Teológica de los Libros de 1 y 2 Samuel: El Regalo Real y Mesiánico de Dios Dios es el Rey Legítimo, Absoluto y Soberano Sobre su Pueblo Su Pueblo Debe Escuchar Su Voz: La Historia de Samuel Su Pueblo Debe Hacer Su Voluntad: La Historia de Saúl Su Pueblo Debe Confiar en Él: La Historia de David Es Dios Quien Capacita a su Pueblo Con Su Presencia por Su Espíritu La Providencia de Dios logra cosas extraordinarias por medio de eventos ordinarios La Historia Cristiana en 1 y 2 Samuel Cristo es el Hijo de David en Quien el Pacto de Redención Eterna Encuentra Inauguración y Consumación Cristo es Nuestro Rey Cristo es Nuestro Mesías

El Propósito de los Libros de 1 y 2 Samuel Los libros de 1 y 2 Samuel constituían originalmente un solo volumen y fueron divididos meramente por razones prácticas. La historia que en ellos se narra describe los eventos entre los años 1105 a.C. y 970 a.C. Los libros de Samuel están escritos en la forma literaria conocida como historia heroica. Esto significa que su historia se narra a partir de las vidas de tres “héroes” o personajes principales: Samuel, Saúl y David. Se desconoce el autor y la fecha exacta de la composición del libro, aunque es posible inferir a partir de 1 Crónicas 29:29 tanto su autor como su propósito: “todos los hechos de David… están escritos en las crónicas del vidente Samuel, del profeta Natán y del vidente Gad.” En cualquier caso, la composición del libro puede fecharse alrededor del año 950 a.C. como una defensa del derecho monárquico de la familia de David sobre el pueblo de Israel. Podemos resumir el propósito de estos dos libros de la siguiente manera: Los libros de 1 y 2 Samuel presentan a Dios como el legítimo Rey y Soberano sobre su pueblo escogido. En Samuel, Dios establece su reino eterno por medio de la unción Divina de David y su linaje quien ha de guiar al pueblo a escuchar y obedecer la voz de Dios por fe.

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La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Samuel: El Establecimiento del Reino Eterno de Dios por medio de David En esta primera parte analizaremos únicamente la historia particular de Israel en 1 Samuel. El libro de 1 Samuel contiene algunas de las historias más conocidas, emocionantes y conmovedoras en la historia de Israel y cada una merece un estudio detallado. No obstante, en este breve estudio buscamos describir la manera en que tales eventos históricos proclaman un mensaje unificado: el reinado eterno y soberano de Dios sobre su pueblo y el medio por el cual dicho reinado se establece.

Dios es el Rey Eterno de su Pueblo Antes de analizar brevemente cada una de las secciones principales del libro debemos apreciar la forma en la que todas apuntan a la misma realidad, la cual se vislumbra por primera vez en la oración de Ana, la madre de Samuel: 2 Ana elevó esta oración: «Mi corazón se alegra en el Señor; en él radica mi poder. Puedo celebrar su salvación y burlarme de mis enemigos. 2 »Nadie es santo como el Señor; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él! 3 … El Señor es un Dios que todo lo sabe, y él es quien juzga las acciones. 6

»Del Señor vienen la muerte y la vida; él nos hace bajar al sepulcro, pero también nos levanta. 7 El Señor da la riqueza y la pobreza; humilla, pero también enaltece. 8 …»Del Señor son los fundamentos de la tierra; ¡sobre ellos afianzó el mundo! 10

»El Señor destrozará a sus enemigos; desde el cielo lanzará truenos contra ellos. El Señor juzgará los confines de la tierra, fortalecerá a su rey y enaltecerá el poder de su ungido.» 1 Samuel 2:1-2, 3b, 6-7, 8b, 10. En esta hermosa oración, Ana no solo atribuye al SEÑOR el poder absoluto sobre todo lo creado; también anuncia por primera ocasión la mediación del gobierno divino por medio de un rey humano cuyo poder reside en la unción capacitadora del Espíritu Santo. Hasta este momento, la forma de gobierno había sido teocrática y aun en medio de la rebelión constante de Israel, tal modelo había sido eficiente. Observemos 1 Samuel 7:2-6, 10-13: 2

El arca permaneció en Quiriat Yearín durante mucho tiempo. Pasaron veinte años, y todo el pueblo de Israel buscaba con ansiedad al SEÑOR. 3 Por eso Samuel le dijo al pueblo: «Si ustedes desean volverse al SEÑOR de todo corazón, desháganse de los dioses extranjeros y de las El Regalo de Dios

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imágenes de Astarté. Dedíquense totalmente a servir sólo al SEÑOR, y él los librará del poder de los filisteos.» 4 Así que los israelitas echaron fuera a los ídolos de Baal y a las imágenes de Astarté, y sirvieron sólo al SEÑOR. 5 Luego Samuel ordenó: «Reúnan a todo Israel en Mizpa para que yo ruegue al SEÑOR por ustedes.» 6 Cuando los israelitas se reunieron en Mizpa, sacaron agua y la derramaron ante el SEÑOR. También ayunaron durante el día, y públicamente confesaron: «Hemos pecado contra el SEÑOR.» Fue en Mizpa donde Samuel comenzó a gobernar a los israelitas… 10 Mientras Samuel ofrecía el sacrificio, los filisteos avanzaron para atacar a Israel. Pero aquel día el SEÑOR lanzó grandes truenos contra los filisteos. Esto creó confusión entre ellos, y cayeron derrotados ante los israelitas. 11 Entonces los israelitas persiguieron a los filisteos desde Mizpa hasta más allá de Bet Car, matándolos por el camino. 12 Después Samuel tomó una piedra, la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Ebenezer, «El Señor no ha dejado de ayudarnos.» 13 Durante toda la vida de Samuel, el SEÑOR manifestó su poder sobre los filisteos. Éstos fueron subyugados por los israelitas y no volvieron a invadir su territorio. 14 Fue así como los israelitas recuperaron las ciudades que los filisteos habían capturado anteriormente, desde Ecrón hasta Gat, y libraron todo ese territorio del dominio de los filisteos. También hubo paz entre Israel y los amorreos. Evidentemente, el gobierno de Dios sobre su pueblo no había constituido en ningún sentido una desventaja para Israel. La presencia de Dios en medio de su pueblo era lo que le hacía un pueblo santo y especial. La oración de Ana describía fielmente el poder de Dios para guiar y proteger a su pueblo. No obstante, en el capítulo 8 se nos presenta el menosprecio de esta posición de privilegio de parte del pueblo: 8 Cuando Samuel entró en años, puso a sus hijos como gobernadores de Israel, 2 con sede en Berseba. El hijo mayor se llamaba Joel, y el segundo, Abías. 3 Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia. 4 Por eso se reunieron los ancianos de Israel y fueron a Ramá para hablar con Samuel. 5 Le dijeron: «Tú has envejecido ya, y tus hijos no siguen tu ejemplo. Mejor danos un rey que nos gobierne, como lo tienen todas las naciones.» 6 Cuando le dijeron que querían tener un rey, Samuel se disgustó. Entonces se puso a orar al Señor, 7 pero el Señor le dijo: «Considera seriamente todo lo que el pueblo te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos. 8 Te están tratando del mismo modo que me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Me han abandonado para servir a otros dioses. 9 Así que hazles caso, pero adviérteles claramente del poder que el rey va a ejercer sobre ellos.» 1 Samuel 8:1-9 Esta petición, aparentemente inocente de parte del pueblo en el contexto de la falta de líderes piadosos (1 Samuel 8:1-3), constituía a los ojos de Dios un pecado espectacular del calibre del pecado original de Lucifer quien rechazó la autoridad soberana de Dios. La nación de Israel prefería ser igual a “todas las naciones” rechazando así la bendición asociada a la presencia protectora y amorosa de Dios y su gobierno soberano. El veredicto de Dios ante tal actitud demuestra al mismo tiempo su ira justa y su gracia amorosa: 7

Y ahora, préstenme atención. El Señor los ha colmado de beneficios a ustedes y a sus antepasados, pero yo tengo una querella contra ustedes. 8 »Después de que Jacob entró en Egipto, sus descendientes clamaron al Señor. Entonces el Señor envió a Moisés y a Aarón para sacarlos de Egipto y establecerlos en este lugar. 9 Pero como se olvidaron de su Señor y El Regalo de Dios

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Dios, él los entregó al poder de Sísara, comandante del ejército de Jazor, y al poder de los filisteos y del rey de Moab, y ellos les hicieron la guerra. 10 Por eso ustedes clamaron al Señor: “Hemos pecado al abandonar al Señor y adorar a los ídolos de Baal y a las imágenes de Astarté. Pero ahora, si nos libras del poder de nuestros enemigos, sólo a ti te serviremos.” 11 Entonces el Señor envió a Yerubaal, Barac, Jefté y Samuel, y los libró a ustedes del poder de los enemigos que los rodeaban, para que vivieran seguros. 12 »No obstante, cuando ustedes vieron que Najás, rey de los amonitas, los amenazaba, me dijeron: “¡No! ¡Queremos que nos gobierne un rey!” Y esto, a pesar de que el Señor su Dios es el rey de ustedes. 13 Pues bien, aquí tienen al rey que pidieron y que han escogido. Pero tengan en cuenta que es el Señor quien les ha dado ese rey. 14 Si ustedes y el rey que los gobierne temen al Señor su Dios, y le sirven y le obedecen, acatando sus mandatos y manteniéndose fieles a él, ¡magnífico! 15 En cambio, si lo desobedecen y no acatan sus mandatos, él descargará su mano sobre ustedes como la descargó contra sus antepasados. 16 »Y ahora, préstenme atención y observen con sus propios ojos algo grandioso que el Señor va a hacer. 17 Ahora no es tiempo de lluvias sino de cosecha. Sin embargo, voy a invocar al Señor, y él enviará truenos y lluvia; así se darán cuenta de la gran maldad que han cometido ante el Señor al pedir un rey. 18 Samuel invocó al Señor, y ese mismo día el Señor mandó truenos y lluvia. Todo el pueblo sintió un gran temor ante el Señor y ante Samuel, 19 y le dijeron a Samuel: —Ora al Señor tu Dios por nosotros, tus siervos, para que no nos quite la vida. A todos nuestros pecados hemos añadido la maldad de pedirle un rey. 20 —No teman —replicó Samuel—. Aunque ustedes han cometido una gran maldad, no se aparten del Señor; más bien, sírvanle de todo corazón. 21 No se alejen de él por seguir a ídolos inútiles, que no los pueden ayudar ni rescatar, pues no sirven para nada. 22 Por amor a su gran nombre, el Señor no rechazará a su pueblo; de hecho él se ha dignado hacerlos a ustedes su propio pueblo. 23 En cuanto a mí, que el Señor me libre de pecar contra él dejando de orar por ustedes. Yo seguiré enseñándoles el camino bueno y recto. 24 Pero los exhorto a temer al Señor y a servirle fielmente y de todo corazón, recordando los grandes beneficios que él ha hecho en favor de ustedes. 25 Si persisten en la maldad, tanto ustedes como su rey serán destruidos. 1 Samuel 12:7-24 Este es pues el primer aspecto esencial al mensaje de los libros de Samuel, Dios es el eterno y soberano Rey sobre su pueblo. El establecimiento de la monarquía en Israel no cancela esta realidad sino por el contrario la corrobora. Todas las historias individuales y los hechos heroicos de los personajes han de observarse e interpretarse a la luz de esta verdad.

Las Vidas de Samuel, Saúl y David a la Luz del Reinado Soberano de Dios Sobre Su Pueblo Al inicio de esta sesión mencionamos que los libros de Samuel presentan la historia particular de Israel desde la perspectiva de las vidas de Samuel, Saúl y David. 1 Samuel puede por tanto bosquejarse en sus secciones principales a partir de las vidas de estos tres hombres de la siguiente manera: I. La Historia de Samuel (1 Samuel 1 - 7) II. La Transición Hacia la Monarquía (1 Samuel 8) III. La Historia de Saúl (1 Samuel 9 - 15) IV. La Historia de Saúl y David (1 Samuel 16 - 31)

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De manera general podemos afirmar que las vidas de cada uno de estos personajes, tal y como se presenta en las narraciones de este libro, resalta un principio teológico esencial derivado del reinado soberano de Dios sobre su pueblo. Por este motivo, analizaremos brevemente tres de sus historias desde su perspectiva teológica: La consagración de Samuel (1 Samuel 2:27-3:21), la rebelión de Saúl (1 Samuel 13 y 15), y la fe de David (1 Samuel 17).

La Historia Teológica de los Libros de 1 y 2 Samuel: El Regalo Real y Mesiánico de Dios Dios es el Rey Legítimo, Absoluto y Soberano Sobre su Pueblo Hemos ya mencionado que 1 Samuel establece claramente el derecho de Dios como Rey legítimo, absoluto y soberano sobre su pueblo escogido. Esta verdad histórica y teológica se expresa de manera práctica en tres principios derivados de las vidas de Samuel, Saúl y David los cuales consideraremos a continuación.

El Pueblo Debe Escuchar la Voz de Dios: La Historia de Samuel Si Dios es el Rey legítimo sobre su pueblo, un primer resultado práctico de esta realidad es que el pueblo de Dios ha de disponer su corazón para escuchar la voz de su Rey soberano. La vida de Samuel nos hace evidente esta verdad, particularmente a la luz de la actitud de Elí y de sus hijos. Elí había menospreciado la palabra de Dios (1 Samuel 2:27-34) al no detener la impiedad de sus hijos, quienes “eran unos perversos que no tomaban en cuenta al Señor” (1 Samuel 2:12). La historia de Samuel en 1 Samuel 2:35 – 3:21 nos describe a Samuel como un hombre escogido y dispuesto a atender la voz de Dios y proclamarla con fidelidad: 35 »Pero yo levantaré a un sacerdote fiel, que hará mi voluntad y cumplirá mis deseos. Jamás le faltará descendencia, y vivirá una larga vida en presencia de mi ungido. 1 Samuel 2:35 3 Samuel, que todavía era joven, servía al Señor bajo el cuidado de Elí. En esos tiempos no era común oír palabra del Señor, ni eran frecuentes las visiones… 7 Samuel todavía no conocía al Señor, ni su palabra se le había revelado. 8 Por tercera vez llamó el Señor a Samuel. Él se levantó y fue adonde estaba Elí. —Aquí estoy —le dijo—; ¿para qué me llamó usted? Entonces Elí se dio cuenta de que el Señor estaba llamando al muchacho. 9 —Ve y acuéstate —le dijo Elí—. Si alguien vuelve a llamarte, dile: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.” Así que Samuel se fue y se acostó en su cama. 10 Entonces el Señor se le acercó y lo llamó de nuevo: —¡Samuel! ¡Samuel! —Habla, que tu siervo escucha —respondió Samuel… 1 Samuel 3:1, 7-10 17

—¿Qué fue lo que te dijo el Señor? —le preguntó Elí—. Te pido que no me lo ocultes. ¡Que Dios te castigue sin piedad, si me ocultas una sola palabra de todo lo que te ha dicho! 18 Samuel se lo refirió todo, sin ocultarle nada, y Elí dijo: —Él es el Señor; que haga lo que mejor le parezca. 19 Mientras Samuel crecía, el Señor estuvo con él y confirmó todo lo que le había dicho. 20 Y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se dio cuenta de que el Señor había confirmado a Samuel como su profeta. 21 Además, el Señor siguió manifestándose en Siló; allí se revelaba a Samuel y le comunicaba su palabra. 1 Samuel 3:1, 17-21

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El Pueblo Debe Hacer la Voluntad de Dios: La Historia de Saúl El segundo resultado práctico del reinado soberano de Dios sobre su pueblo es que este debe obedecer de manera completa y precisa las instrucciones de su Rey. La vida de Saúl ilustra esta realidad de manera negativa. Saúl es presentado esencialmente como un hombre desobediente, cobarde, orgulloso, independiente, irresponsable e hipócrita; un líder sediento de aprobación humana en desobediencia a las instrucciones divinas. Su comportamiento en los capítulos 13 y 15 dejan esto bien claro, especialmente 1 Samuel 15:17-23, donde como resultado de su desobediencia en relación a la destrucción de los amalecitas, Dios le anuncia: 17

Entonces Samuel le dijo: —¿No es cierto que, aunque te creías poca cosa, has llegado a ser jefe de las tribus de Israel? ¿No fue el Señor quien te ungió como rey de Israel, 18 y te envió a cumplir una misión? Él te dijo: “Ve y destruye a esos pecadores, los amalecitas. Atácalos hasta acabar con ellos.” 19 ¿Por qué, entonces, no obedeciste al Señor? ¿Por qué echaste mano del botín e hiciste lo que ofende al Señor? 20 —¡Yo sí he obedecido al Señor! —insistió Saúl—. He cumplido la misión que él me encomendó. Traje prisionero a Agag, rey de Amalec, pero destruí a los amalecitas. 21 Y del botín, los soldados tomaron ovejas y vacas con el propósito de ofrecerlas en Guilgal al Señor tu Dios. 22

Samuel respondió: «¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. 23 La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey.» El pueblo de Dios obedece la voz de su Rey. Si no lo hace, esta rechazando a su Rey.

El Pueblo Debe Confiar en Dios: La Historia de David El tercer resultado práctico del reinado eterno y soberano de Dios sobre su pueblo es que el pueblo de Dios ha de confiar en su Rey, el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de los Ejércitos en todas y cada una de las circunstancias e independientemente de las condiciones personales, culturales, sociales y tecnológicas. La muy conocida historia de David y Goliat nos ilustra esto de manera elocuente e irónica. En 1 Samuel 16 se describe la elección y unción de David como rey sobre Israel. En contraste a Saúl, David es presentado como un muchacho joven pero “valiente, hábil guerrero, que sabe expresarse y es de buena presencia.” (1 Samuel 16:18). Inmediatamente después de esto, el autor narra la historia de David y Goliat y con ello presenta a David como un joven lleno de fe en medio de las circunstancias más adversas: 26

David preguntó a los que estaban con él: —¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?... 36 Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo. —Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe… 42 [Goliat] El Regalo de Dios

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le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño y buen mozo, con desprecio 43 le dijo: —¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos? Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió: —¡Ven acá, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo! 45 David le contestó: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos. 1 Samuel 17:26-47 Esta historia nos demuestra que el reinado soberano de Dios sobre el mundo y sobre su pueblo demanda la fe de su pueblo y nos enseña además que si Dios reina:  La edad no importa  La experiencia no importa  La fortaleza física no importa  La apariencia no importa  El género no importa  La tecnología no importa  La clase social no importa  El lugar en la familia no importa    

La humildad es indispensable La obediencia es indispensable La fe es indispensable El arrepentimiento es indispensable

Hasta este punto hemos enfatizado únicamente un aspecto del Regalo de Dios tal y como se nos presenta en el libro de 1 Samuel, es decir, que el regalo de la presencia de Dios en medio de su pueblo es un regalo Real. Dios habita en medio de su pueblo como Rey legítimo, eterno y soberano. Ahora consideraremos un segundo aspecto de este regalo Divino.

Es Dios Quien Capacita a su Pueblo Con Su Presencia por Su Espíritu Como parte del propósito de los libros de Samuel afirmamos que Dios establece su reino eterno por medio de la unción Divina de David y su linaje quien ha de guiar al pueblo a escuchar y obedecer la voz de Dios por fe. Aún y cuando la inauguración de la monarquía en Israel fue humanamente un acto de rebelión grave; por medio de este pecado Dios obró soberana y providencialmente para promover su plan eterno y dar inicio a la dinastía humana que llevará a consumación el gobierno de Dios sobre la tierra que había sido previamente encomendada sin éxito a Adán. Dios escoge a David, un joven pastor para este propósito. En contraste con Saúl, cuyo nombre significa “el solicitado [por el pueblo]”, Samuél, el “pedido a Dios” es enviado ahora a señalar como rey a David. La señal de su reinado es la unción del Espíritu (1 Samuel 16:13). Esta sería una característica permanente de David: “El SEÑOR estaba con él”. En contraste con Saúl de quien “el Espíritu del SEÑOR se apartó”, tanto en Samuel como en David, la vida de constante comunión en la presencia de Dios es la realidad capacitadora para llevar a cabo la voluntad divina (1 Samuel 2:18, 21; 3:3, 19; 16:13, 18; 17:37; 18:12; 20:13; 2 Samuel 5:10; 7:3, 9). El Regalo de Dios

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En esto encontramos otro principio teológico que debemos enfatizar en relación al mensaje de Samuel: Dios es quien reina eternalmente sobre su pueblo y dicho reino se establece en la tierra por medio de personas habitadas, controladas y capacitadas por el poder mismo de Dios por medio de su Espíritu Santo. En este libro se describe por primera ocasión a alguien como Mesías, que en hebreo significa “Ungido.” Como aprenderemos más adelante en 2 Samuel, el regalo Mesiánico de Dios se consumaría en la descendencia de David de quien Jesús, el Cristo (griego para Mesías) es el cumplimiento final.

La Providencia de Dios logra cosas extraordinarias por medio de eventos ordinarios Por último debemos afirmar que la teología de Samuel establece claramente la obra providencial de Dios para lograr la consumación de su plan eterno por medio de los eventos más ordinarios. Los celos y problemas familiares de la familia de Elcaná mueven a la súplica por Samuel quien sería el último juez de Israel; la pérdida de las burras del padre de Saúl ocasiona el encuentro de este con Samuel y su unción como rey. En uso de David como mensajero de su padre Isaí para llevar pan a sus hermanos ocasiona la derrota de Goliat, la victoria sobre los filisteos y la exaltación de David. Cada una de estas cosas establece la obra providencial y soberana de Dios en medio de los problemas, sufrimientos, pérdidas y tareas cotidianas de los seres humanos.

La Historia Cristiana en 1 y 2 Samuel Concluimos una vez más considerando el texto del Antiguo Testamento en relación a la consumación de su revelación en el Nuevo Pacto establecido en la persona de Jesucristo. 1 Samuel nos apunta a Jesucristo quien es el eterno Rey y Mesías sobre el pueblo de Dios. La inauguración de la dinastía davídica nos apunta a su consumación en la persona de Cristo. Podemos decir que hay al menos tres aspectos importantes asociados a la historia cristiana de este libro.

Cristo es el Hijo de David en Quien el Pacto de Redención Eterna Encuentra Inauguración y Consumación El primer versículo del Nuevo Testamento comienza de esta manera: “Tabla genealógica de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” (Mateo 1:1). 1 Samuel es el comienzo de la historia de David, el padre de Jesús. Jesús es el Mesías, el ungido con el Espíritu de Dios que inaugura el Nuevo Pacto de Redención que consumará finalmente el gobierno eterno de Dios sobre su pueblo. En Jesús encuentran cumplimiento todas las promesas hechas a David las cuales estudiaremos en 2 Samuel.

Cristo es Nuestro Rey En segundo lugar, el Regalo Real de Dios tal y como lo observamos en 1 Samuel particularmente en la persona de David, el ungido del Señor, apunta al Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo quien en las palabras de Natanael es descrito así: “Rabí ¡tú eres el Hijo de Dios!, ¡tú eres el Rey de Israel!” (Juan 1:46). Aún más, en la anunciación encontramos las palabras del ángel: 30

—No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. Lucas 1:30-33

Cristo es Nuestro Mesías La unción de Cristo como nuestro Divino Mesías será explorada en mayor detalle en 2 Samuel. El Regalo de Dios

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Sesión 12. 1 y 2 Samuel: El Regalo Real y Mesiánico de Dios – Parte 2 Bosquejo El Propósito de los Libros de 1 y 2 Samuel La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Samuel: El Establecimiento del Reino Eterno de Dios por medio de David La Historia de Samuel (1 Samuel 1 - 7) La Transición Hacia la Monarquía (1 Samuel 8) La Historia de Saúl (1 Samuel 9 - 15) La Historia de Saúl y David (1 Samuel 16 - 31) La Historia de David (2 Samuel 1 - 20) La Exaltación de David (2 Samuel 1 - 10) La Decadencia de David (2 Samuel 11 - 20) Epílogo (2 Samuel 21 - 24) La Historia Teológica de los Libros de 1 y 2 Samuel: El Regalo Real y Mesiánico de Dios Dios es el Rey Legítimo, Absoluto y Soberano Sobre su Pueblo Su Pueblo Debe Confiar en Él Su Pueblo Debe Adorarlo a Él Su Pueblo Debe Servirlo a Él Dios es la Fortaleza de Su Pueblo y Su Garantía de Victoria La Historia Cristiana en 1 y 2 Samuel Cristo es el Hijo de David en Quien el Pacto de Redención Eterna Encuentra Inauguración y Consumación Cristo es Nuestro Rey Cristo es Nuestro Mesías

El Propósito de los Libros de 1 y 2 Samuel Como ya mencionamos en la primera parte de este estudio en los libros de Samuel, 1 y 2 Samuel constituían originalmente un solo volumen. La historia de 2 Samuel describe los eventos entre los años 1010 a.C. y 970 a.C., es decir, todo el período del reinado de David sobre Judá e Israel. Los libros de Samuel están escritos en la forma literaria conocida como historia heroica. Esto significa que su historia se narra a partir de las vidas de tres “héroes” o personajes principales: Samuel, Saúl y David. Se desconoce el autor y la fecha exacta de la composición del libro, pero la composición del libro puede fecharse alrededor del año 950 a.C., durante el reinado de Salomón, como una defensa del derecho monárquico de la familia de David sobre el pueblo de Israel. Resumimos el propósito de estos dos libros de la siguiente manera: Los libros de 1 y 2 Samuel presentan a Dios como el legítimo Rey y Soberano sobre su pueblo escogido. En Samuel, Dios establece su reino eterno por medio de la unción Divina de David y su linaje quien ha de guiar al pueblo a escuchar y obedecer la voz de Dios por fe.

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La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Samuel: El Establecimiento del Reino Eterno de Dios por medio de David En esta segunda parte analizaremos la historia particular de Israel en 2 Samuel. Al igual que en 1 Samuel, buscamos describir la manera en que los eventos históricos en la vida de David proclaman un mensaje unificado: el reinado eterno y soberano de Dios sobre su pueblo y el medio por el cual dicho reinado se establece. 2 Samuel narra la historia de Israel desde la perspectiva de la vida David. Esta historia heroica puede bosquejarse en tres secciones principales: I. La Exaltación de David (2 Samuel 1 - 9) II. La Decadencia de David (2 Samuel 10 - 20) III. Epílogo (2 Samuel 21 - 24) Analizaremos brevemente cada una de estas secciones para después estudiar en mayor detalle su valor teológico para el pueblo de Dios.

La Exaltación de David (2 Samuel 1 – 9) Los primeros nueve capítulos enfocan su atención en el ascenso de David al trono de Israel y el establecimiento de su reino y su dinastía por parte de Dios. La historia de la exaltación de David contiene cuatro temas principales: (1) el ascenso de David al trono de Israel (2 Samuel 1 – 5); (2) El establecimiento del Reino en Jerusalén (2 Samuel 5); (3) el traslado del Arca del Pacto a Jerusalén (2 Samuel 6); y (4) la proclamación del Pacto Davídico (2 Samuel 7 - 8). Hemos ya mencionado que todos los eventos de 1 y 2 Samuel proclaman a Dios como el legítimo rey, eterno y soberano sobre su pueblo. Es el regalo de Dios, de Su presencia gobernando sobre Su pueblo, la que hace de su pueblo un pueblo especial, escogido y privilegiado. La historia de la exaltación de David es por lo tanto esencialmente la historia de la exaltación de Dios y de su glorioso poder y su magnífica gracia. Esto se hace evidente en 2 Samuel 5: 5 Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón para hablar con David. Le dijeron: «Su Majestad y nosotros somos de la misma sangre. 2 Ya desde antes, cuando Saúl era nuestro rey, usted dirigía a Israel en sus campañas. El Señor le dijo a Su Majestad: “Tú guiarás a mi pueblo Israel y lo gobernarás.” » 3 Así pues, todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón para hablar con el rey David, y allí el rey hizo un pacto con ellos en presencia del Señor. Después de eso, ungieron a David para que fuera rey sobre Israel. 4 David tenía treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. 5 Durante siete años y seis meses fue rey de Judá en Hebrón; luego reinó en Jerusalén sobre todo Israel y Judá durante treinta y tres años. 7

Pero David logró capturar la fortaleza de Sión, que ahora se llama la Ciudad de David… David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David. También construyó una muralla alrededor, desde el terraplén hasta el palacio, 10 y se fortaleció más y más, porque el Señor Dios Todopoderoso estaba con él. 11 Hiram, rey de Tiro, envió una embajada a David, y también le envió madera de cedro, carpinteros y canteros, para construirle un palacio. 12 Con esto David se dio cuenta de que el Señor, por amor a su pueblo, lo había establecido a él como rey sobre Israel y había engrandecido su reino. 2 Samuel 5:1-5, 7, 9-12 9

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Jerusalén en los Tiempos de David

En esta sección encontramos además el clímax de toda la historia de 1 y 2 Samuel: El Pacto Davídico. Las historias de Samuel, Saúl y David contenidas en 1 Samuel, y toda la historia del ascenso de David al trono de Israel y su establecimiento en Jerusalén en 2 Samuel 1 – 6 llegan a su más alta cúspide en el pacto incondicional que Dios establece con David y su descendencia en 2 Samuel 7. Ante el deseo de David de establecer una “casa” como habitación de la presencia de Dios en medio de Su pueblo, Dios realiza una de las proclamaciones más sublimes de su gracia a favor de David y de su pueblo: 4

Pero aquella misma noche la palabra del Señor vino a Natán y le dijo:

5

«Ve y dile a mi siervo David que así dice el Señor: “¿Serás tú acaso quien me construya una casa para que yo la habite? 6 Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto, y hasta el día de hoy, no he habitado en casa alguna, sino que he andado de acá para allá, en una tienda de campaña a manera de santuario. 7 Todo el tiempo que anduve con los israelitas, cuando mandé a sus gobernantes que pastorearan a mi pueblo Israel, ¿acaso le reclamé a alguno de ellos el no haberme construido una casa de cedro?” 8 »Pues bien, dile a mi siervo David que así dice el Señor Todopoderoso: “Yo te saqué del redil para que, en vez de cuidar ovejas, gobernaras a mi pueblo Israel. 9 Yo he estado contigo por dondequiera que has ido, y por ti he aniquilado a todos tus enemigos. Y ahora voy a hacerte tan famoso como los más grandes de la tierra. 10 También voy a designar un lugar para mi pueblo Israel, y allí los plantaré para que puedan vivir sin sobresaltos. Sus malvados enemigos no volverán a humillarlos como lo han hecho desde el principio, 11 desde el día en que nombré gobernantes sobre mi pueblo Israel. Y a ti te daré descanso de todos tus enemigos.” »Pero ahora el Señor te hace saber que será él quien te construya una casa. 12 “Cuando tu vida llegue a su fin y vayas a descansar entre tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus propios descendientes, y afirmaré su reino. 13 Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono real para siempre. 14 Yo seré su padre, y él será mi hijo. Así que, cuando haga lo malo, lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre. 15 Sin El Regalo de Dios

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embargo, no le negaré mi amor, como se lo negué a Saúl, a quien abandoné para abrirte paso. 16 Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre.” » 17

Natán le comunicó todo esto a David, tal como lo había recibido por revelación. Samuel 7:4-17

En su Teología del Antiguo Testamento, Bruce Waltke resume el contenido del Pacto Davídico afirmando que consta de diez promesas o bendiciones. Tres promesas se cumplirían durante su vida: Dios (1) le daría un grande nombre (v. 9b); (2) Israel viviría seguro (v. 10); (3) y le daría descanso de todos sus enemigos (v. 11). Todo esto se cumple en 2 Samuel 8. Cuatro promesas más se cumplirían inicialmente en un futuro inmediato en la persona de Salomón: (1) Dios levantaría a uno de sus hijos (v. 12a); (2) afirmaría su reino (v. 12b); (3) y su trono (v. 13); (4) y no apartaría de él su fiel amor, su hesed (v. 15). Finalmente, el v. 16 añade tres promesas más que se cumplirían en un futuro lejano: (1) La dinastía de David permanecería; (2) su reino sería perpetuo; (3) y también su trono. Como observaremos más adelante, todas las promesas futuras encuentran su cumplimiento final en la persona de Jesucristo, el Hijo de David. Las implicaciones del Pacto Davídico contenidas en la oración de David en 2 Samuel 7: 18-29, tanto a nivel personal como universal, serán analizadas en la sección correspondiente a la teología de 2 Samuel.

La Decadencia de David (2 Samuel 10 – 20) La segunda sección de 2 Samuel7 sirve como una elocuente demostración del poder de la gracia de Dios para hacer de un hombre pecador y ordinario un “hombre conforme al corazón de Dios.” Esta sección hace evidente la incondicionalidad del Pacto Davídico a la luz de la decadencia espiritual de David y sus consecuencias. Se pueden identificar dos temas principales en esta sección: (1) El Gran Pecado de David con Betsabé (2 Samuel 11 - 12); y (2) Las Consecuencias del Pecado de David en Su Reino y Su Familia (2 Samuel 13 - 20). En 2 Samuel 11-12, la historia del pecado de David hace evidente que aun y cuando las promesas del Pacto Davídico eran establecidas incondicionalmente en base a la gracia y el fiel amor de Dios, estas no constituían una licencia para pecar. La experiencia cotidiana de las bendiciones del pacto estaba sujeta a la obediencia del rey y de su descendencia (2 Samuel 7:14-15). Aunque no consideraremos a profundidad el pecado de David en este contexto, si debemos citar la perspectiva bíblica en relación a su gravedad: 7

Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. 8 Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. 9 ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! 10 Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer.” 2 Samuel 12:7-10 7

Muchos comentaristas inician la segunda sección a partir del capítulo 11 con la narración de David y Betsabé. En este estudio hacemos la separación en el capítulo 10 debido a que este representa una introducción histórica que da contexto a la historia del pecado de David en el capítulo 11. El Regalo de Dios

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La gravedad de este pecado no residía esencialmente en los actos de adulterio y asesinato sino en la actitud soberbia y prepotente de menosprecio a Dios y Su Palabra. Esto es lo que hace del pecado de David una ilustración pertinente y universal para cada pecador. El pecado es una expresión de menosprecio de Dios. Los capítulos 13 al 20 de 2 Samuel nos presentan las consecuencias del pecado de David. Estos capítulos representan una exposición preliminar del juicio de Dios (¡y del mismo David!) sobre la familia de David y las consecuencias que este tuvo sobre su reino tal y como se declaran en 2 Samuel 12:5-6, 10-12: 5

Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán: —¡Tan cierto como que el Señor vive, que quien hizo esto merece la muerte! 6 ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja! 10

Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer.” 11 »Pues bien, así dice el Señor: “Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. 12 Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel.” 2 Samuel 12:5-6, 10-12 Aún y cuando Dios en su gracia no ejecutó su juicio sobre David (2 Samuel 12:13), las consecuencias sobre su familia fueron devastadoras. Tal y como David lo había expresado en su juicio (v. 6), cuatro de sus hijos, incluyendo el bebé de Betsabé (2 Samuel 12:14) y los tres hijos mayores de David: Amnón (2 Samuel 13), Absalón (2 Samuel 14-19) y Adonías (1 Reyes 1-2) causarían gran dolor a David, pondrían en riesgo a la nación, y finalmente morirían como resultado del pecado de David.

Epílogo (2 Samuel 21 – 24) El epílogo contiene una serie de narraciones y cantos que buscan recordar al pueblo la grandeza de David y la esperanza de Israel en la descendencia del “dulce cantor de Israel” aún a pesar de sus fracasos hacia el final de su reinado.

La Historia Teológica de los Libros de 1 y 2 Samuel: El Regalo Real y Mesiánico de Dios Dios es el Rey Legítimo, Absoluto y Soberano Sobre su Pueblo Como hemos dicho anteriormente, los libros de Samuel establecen claramente el derecho de Dios como Rey legítimo, absoluto y soberano sobre su pueblo escogido. 2 Samuel nos presenta algunas lecciones teológicas que se deducen de esta verdad, las cuales deben añadirse a las previamente estudiadas en 1 Samuel. El Pueblo Debe Confiar en Dios: La Historia de David en su Ascenso al Trono de Israel Previamente mencionamos que la vida de David y en particular la historia de la derrota de Goliat (1 Samuel 17) nos ilustran la necesidad de que el pueblo de Dios descanse en el poder de Dios y su fortaleza en medio de las luchas de la vida. Dios es la fuente de la verdadera fortaleza. La historia de David en los primeros capítulos de 2 Samuel recalca nuevamente esta realidad. David no tenía que usurpar el trono de Israel y arrebatárselo a Saúl (2 Samuel 1). Su responsabilidad era confiar en Dios y someterse a su voluntad (2 Samuel 2-5). El Regalo de Dios

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El Pueblo Debe Adorar a Dios: La Historia del Traslado del Arca a Jerusalén La historia del traslado del arca a Jerusalén en 2 Samuel 6 nos describe la importancia de adorar a Dios con espontaneidad y entusiasmo. El anhelo de David de habitar en la presencia de Dios y regocijarse en él, aun a costa de su dignidad real y personal (2 Samuel 6:14, 20-22) ilustran esta lección. Los dos personajes secundarios, Uza y Mical sirven como contraste a la actitud genuina, entusiasta y humilde de David al adorar a Dios y anhelar su comunión y su presencia. Tal y como sucedió en el caso de David y Mical, este tipo de adoración puede llegar a costar la pérdida de la comunión y la unidad familiar. El Pueblo Debe Servir a Dios: Las Narraciones del Pacto Davídico y el Pecado de David Una tercera lección importante implícita en el reinado soberano de Dios sobre su pueblo es que el pueblo de Dios es siervo de Dios. Dios habita en medio de su pueblo como Rey y su pueblo ha de servirle incondicionalmente. Esta lección se encuentra positivamente en la oración de David como respuesta al Pacto Davídico y negativamente en el pecado de David y sus consecuencias. En primer lugar, el servicio a Dios es una consecuencia lógica de reconocer su gobierno amoroso y soberano sobre las vidas de sus hijos: 18

Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo: «Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos? 19 Como si esto fuera poco, Señor y Dios, también has hecho promesas a este siervo tuyo en cuanto al futuro de su dinastía. ¡Tal es tu plan para con los hombres, Señor y Dios! 20 »¿Qué más te puede decir tu siervo David que tú no sepas, Señor mi Dios? 21 Has hecho estas maravillas en cumplimiento de tu palabra, según tu voluntad, y las has revelado a tu siervo. 22 »¡Qué grande eres, Señor omnipotente! Nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios. 23 ¿Y qué nación se puede comparar con tu pueblo Israel? Es la única nación en la tierra que tú has redimido, para hacerla tu propio pueblo y para dar a conocer tu nombre. Hiciste prodigios y maravillas cuando al paso de tu pueblo, al cual redimiste de Egipto, expulsaste a las naciones y a sus dioses. 24 Estableciste a Israel para que fuera tu pueblo para siempre, y para que tú, Señor, fueras su Dios. 25 »Y ahora, Señor y Dios, reafirma para siempre la promesa que les has hecho a tu siervo y a su dinastía. Cumple tu palabra 26 para que tu nombre sea siempre exaltado, y para que todos digan: “¡El Señor Todopoderoso es Dios de Israel!” Entonces la dinastía de tu siervo David quedará establecida en tu presencia. 27 »Señor Todopoderoso, Dios de Israel, tú le has revelado a tu siervo el propósito de establecerle una dinastía, y por eso tu siervo se ha atrevido a hacerte esta súplica. 28 Señor mi Dios, tú que le has prometido tanta bondad a tu siervo, ¡tú eres Dios, y tus promesas son fieles! 29 Dígnate entonces bendecir a la familia de tu siervo, de modo que bajo tu protección exista para siempre, pues tú mismo, Señor omnipotente, lo has prometido. Si tú bendices a la dinastía de tu siervo, quedará bendita para siempre.» 2 Samuel 7:18-29 La gracia de Dios manifestada en su amor, su fidelidad, su misericordia y su presencia misma, ha de constituir un llamado irresistible al servicio y a la adoración. Si Dios es Rey, cada integrante de su pueblo es siervo. Negativamente, la historia de David y Betsabé y las consecuencias de su pecado nos enseñan que Dios ha de ser servido aún cuando (y especialmente cuando) esto implique sacrificar nuestros propios deseos y los intereses de nuestra propia familia. Al cometer adulterio con Betsabé y asesinar

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a Urías, David se estaba sirviendo a sí mismo, buscando satisfacer sus deseos sensuales en menosprecio de Dios. No debemos amar al mundo y sus deseos (1 Juan 2:15-17). Las narraciones de la decadencia de David nos ilustran además la importancia de servir a Dios y honrarlo antes que a nuestra propia familia. Al igual que Elí, David tampoco tuvo éxito en colocar los intereses de Dios por encima de sus afectos familiares. A pesar de la gravedad de los pecados de Amnón (violación), Absalón (asesinato, traición, revolución) y Adonías (usurpación del trono), David no ejecutó juicio contra ellos y prefirió tolerar su pecados a costa de poner en riesgo la unidad y la seguridad del Reino de Dios que le había sido conferido. ¡Cuán difícil es amar a Dios por encima de nuestra propia familia! (Mateo 10:37).

Dios es la Fortaleza de Su Pueblo y Su Garantía de Victoria Otra lección teológica la encontramos en 2 Samuel 24. Bajo la dirección providencial de Dios que buscaba ejecutar juicio sobre su pueblo, David decide realizar un censo militar. Desde la perspectiva humana, este censo manifestaba una actitud de dependencia en la débil, falsa e inútil fortaleza militar humana que David había anteriormente rechazado (1 Samuel 17). La confianza de David (y la nuestra) no debía residir en la capacidad humana de su ejército sino en la presencia poderosa de Dios que le protegía. Dios es la fortaleza de su pueblo. En las palabras de Jonatán, “para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:6).

Las Victorias Más Grandes Son Victorias de Gracia Una última lección teológica en 2 Samuel se encuentra en la historia de David y Betsabé y su relación con el Salmo 51. En su libro Whiter Than Snow (Mas Blanco que la Nieve), Paul David Tripp nos describe esta lección: Es tentador pensar que la más grande victoria en la vida de David fue la victoria sobre los Filisteos y su poderoso Goliat. Sin embargo, esta historia [de David y Bestabé] y el salmo que la acompaña, apuntan al hecho de que la más grande victoria en la vida de David no fue una victoria militar sino una victoria de gracia. Es sorprendente observar a este endurecido adúltero y asesino ser llevado a la confesión y el arrepentimiento por el poder de la gracia de Dios… La más grande victoria en la vida de David no fue realmente una victoria de David, sino más bien una victoria de Dios y de su gracia sobre el pecado que había cautivado el corazón de Dios. Nunca podrá comprender la historia de David ni la grandiosa utilidad del Salmo 51 si se detiene a observar de lejos la historia y se dice a sí mismo, “¡Qué bueno que no soy como David!” Decir esto es no entender la historia. Esta historia está en la Biblia precisamente porque la historia de David es su historia… Hay momentos en los cuales usted se permite a si mismo ser dominado por sus deseos egoístas y no por los claros mandamientos de Dios. Hay ocasiones en las que usted ama algo en la creación más que lo que ama al Creador. Hay ocasiones en las que voluntariamente rebasa los límites divinos deseando obtener lo que usted quiere… Hay ocasiones en las que usted trabaja duro en negar lo que ha hecho o encubrir sus faltas por temor a ser descubierto. La historia de David es nuestra historia, y el Salmo 51 es también nuestro salmo. Este salmo de fracaso moral, conciencia personal, tristeza, confesión, arrepentimiento, compromiso y esperanza coloca sus brazos alrededor de la experiencia de cada uno de nosotros… El Salmo

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51 describe como Dios viene a encontrarse con nosotros en nuestros más profundos momentos de fracaso y nos transforma por su gracia.8

La Historia Cristiana en 1 y 2 Samuel Concluimos una vez más considerando el texto del Antiguo Testamento en relación a la consumación de su revelación en el Nuevo Pacto establecido en la persona de Jesucristo. 2 Samuel nos apunta a Jesucristo quien es el eterno Rey y Mesías sobre el pueblo de Dios. La inauguración de la dinastía davídica nos apunta a su consumación en la persona de Cristo. Esto es particularmente evidente en el Pacto Davídico y las promesas futuras que contiene. De hecho podemos interpretar al libro de Apocalipsis en su totalidad como un extenso comentario a la verdad de 2 Samuel 7:16: “Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí. Tu trono quedará establecido para siempre.” Mencionamos ya previamente que hay al menos tres aspectos importantes asociados a la historia cristiana de este libro: I.

Cristo es el Hijo de David en Quien el Pacto de Redención Eterna Encuentra Inauguración y Consumación Cristo es Nuestro Rey Cristo es Nuestro Mesías

II. III.

Cristo es Nuestro Rey y Mesías En la primera parte de este estudio consideramos brevemente la forma en que los libros de Samuel con su énfasis en el reinado eterno y soberano de Dios sobre su pueblo deben dirigir nuestra atención a la persona de Jesucristo. Es en Jesucristo en quien se cumplen de manera total las promesas del pacto Davídico. A través del Nuevo Testamento, El libro de los Hechos lo describe de esta manera: 29

Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 36Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Jesucristo es por tanto el Hijo de David, el Ungido, el Rey Eterno de Israel en quien tenemos redención. Es en su persona y su obra en quien las promesas hechas a Abraham y a David encuentran su consumación y nos conceden a nosotros el privilegio de una casa, un reino y un trono eternos (Juan 14:1-3; 2 Corintios 5:1; Apocalipsis 3::21; 5:8-10). A causa de su amor por nosotros podemos gozar de su presencia y su reino soberano por la eternidad. La gloria le pertenece solo a Él.

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Paul David Tripp, Whiter Than Snow: Meditations on Sin and Mercy, Crossway, 2008.

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Sesión 13. 1 y 2 Reyes: El Regalo Único de Dios – Parte 1 Bosquejo El Propósito de los Libros de 1 y 2 Reyes La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Reyes: El SEÑOR es el Único Dios Verdadero La Gloria del Reino Unido Bajo Salomón (1 Reyes 1 - 11) El Comienzo del Reino Dividido (1 Reyes 12 - 16) El Ministerio de Elías (1 Reyes 17 - 22) El Ministerio de Eliseo (2 Reyes 1 - 8) El Reino Dividido Hasta la Conquista de Israel [10 Tribus del Norte] (2 Reyes 9 - 17) El Reino de Judá Hasta la Deportación a Babilonia (2 Reyes 18 – 25) La Historia Teológica en 1 Reyes: El Regalo Único de Dios – Parte 1 El SEÑOR es el Único Dios Verdadero El SEÑOR Controla la Historia El SEÑOR Demanda Adoración Exclusiva El SEÑOR Aborrece el Sincretismo Religioso La Historia Cristiana en 1 Reyes Cristo es más Glorioso que Salomón Cristo es la gloriosa presencia de Dios en medio de su pueblo Cristo es Superior a Elías Cristo es Nuestro Máximo Ejemplo de Obediencia, Alabanza y Sumisión al Padre

El Propósito de los Libros de 1 y 2 Reyes9 Al igual que los libros de Samuel y de Crónicas, los libros de Reyes constituían originalmente un solo volumen y por lo tanto juntos persiguen un mismo propósito. La historia que contienen se lleva a cabo a partir de la muerte de David (970 a.C.) y hasta la deportación a Babilonia (586 a.C.). La tradición atribuye el libro al profeta Jeremías, y, aunque en su versión inicial este pudiera ser el caso, el libro contiene evidencias que sugieren diversas ediciones al texto desde el año 561 a.C. y hasta alrededor del año 330 a.C. El libro de los Reyes constituye una historia teológica que describe el destino de la nación de Israel durante la monarquía desde la perspectiva del libro de Deuteronomio y sus bendiciones y maldiciones. La situación de Israel posterior al cautiverio babilónico demandaba una explicación en cuanto al motivo por el cual las promesas hechas a David en 2 Samuel 7:10-11 parecían haberse violado. Si el Dios de Moisés y de David en verdad existía y controlaba la historia, ¿cómo era posible que la ciudad santa, y el templo hubieran sido destruidos? ¿Cómo era posible que el linaje real de David pareciera haber llegado a su fin? Los libros de Reyes buscan responder a estas inquietudes. Podemos por tanto resumir el propósito de estos dos libros de la siguiente manera:

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Esta sección describe de manera abreviada la excelente introducción del Dr. Iain W. Provan a los libros de 1 y 2 Reyes en la ESV Study Bible recientemente publicada por Crossway.

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Los libros de 1 y 2 Reyes fueron dados por Dios a su pueblo para demostrar que existe un solo Dios verdadero, quien controla la historia, y exige y merece la adoración y obediencia exclusiva de su pueblo y expone las consecuencias del sincretismo y la desobediencia.

La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Reyes: El SEÑOR es el Único Dios Verdadero A través de esta serie hemos enfatizado que el regalo de Dios es Dios mismo. En 1 y 2 Samuel demostramos que este regalo de Dios es un regalo Real y Mesiánico y establecimos que solo Dios el SEÑOR es el Rey legítimo sobre su pueblo. Los libros de los Reyes complementan esta enseñanza dejando claro que El SEÑOR no es solo el Rey legítimo de Israel. El es Dios sobre Israel; el Único Dios verdadero. Solo él controla la historia y gobierna de manera soberana sobre toda la creación. Cada sección de 1 Reyes hace esto evidente. Observemos cómo esta verdad se enfatiza a través de la historia particular de Israel.

La Gloria del Reino Unido Bajo Salomón (1 Reyes 1 - 11) Los primeros once capítulos de 1 Reyes enfocan su atención el reinado de Salomón. Estos capítulos describen: (1) Su ascenso al trono de Israel (caps. 1 – 2); (2) la consolidación de su reino (caps. 3 – 4); (3) la construcción y dedicación del templo y el palacio (caps. 5 – 8); (4) el esplendor de su reino (caps. 9 – 10); y finalmente, (5) la decadencia de su reino (caps. 11). Desde el comienzo, el reinado de Salomón ilustra la preeminencia que Dios tiene y debe tener en la vida de su pueblo. La narración del ascenso de Salomón al trono y su consolidación en el reino hacen esto evidente (1 Reyes 1: 32-36, 46-48; 2:1-4; 3:3-14; 4:29). En estas secciones se puede observar claramente que es Dios, quien en su gracia, amor y misericordia cumplía las promesas hechas a David y consolidaba el reino de Salomón. Al llegar a las narraciones de la dedicación del templo ese énfasis llega a su clímax en la oración de Salomón (1 Reyes 8:22-61). En esta sección, Salomón bendice al SEÑOR por su fidelidad a sus promesas hechas a David (1 Reyes 8:14, 23, 25-26) y finalmente bendice al pueblo de esta manera: 54

Salomón había estado ante el altar del SEÑOR, de rodillas y con las manos extendidas hacia el cielo. Cuando terminó de orar y de hacer esta súplica al SEÑOR, se levantó 55 y, puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel, diciendo: 56

«¡Bendito sea el SEÑOR, que conforme a sus promesas ha dado descanso a su pueblo Israel! No ha dejado de cumplir ni una sola de las gratas promesas que hizo por medio de su siervo Moisés. 57 Que el SEÑOR nuestro Dios esté con nosotros, como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje ni nos abandone. 58 Que incline nuestro corazón hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos los mandamientos, decretos y leyes que les dio a nuestros antepasados. 59 Y que día y noche el SEÑOR tenga presente todo lo que le he suplicado, para que defienda la causa de este siervo suyo y la de su pueblo Israel, según la necesidad de cada día. 60 Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el SEÑOR es Dios, y que no hay otro. 61 Y ahora, dedíquense por completo al SEÑOR nuestro Dios; vivan según sus decretos y cumplan sus mandamientos, como ya lo hacen.» 1 Reyes 8:54-61 Dios había manifestado su fidelidad al pacto Mosáico y Davídico y en ello se demostraba que “el SEÑOR es Dios, y que no hay otro.” La prosperidad de Israel descansaba en esa realidad. De la misma manera, negar la singularidad del regalo de Dios como el único Dios verdadero, digno de adoración El Regalo de Dios

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causaría la decadencia y deportación de Israel. Esa es la historia de los reyes. En el capítulo 9 se expresa esta advertencia: 9 Cuando Salomón terminó de construir el templo del Señor y el palacio real, cumpliendo así todos sus propósitos y deseos, 2 el Señor se le apareció por segunda vez, como lo había hecho en Gabaón, 3 y le dijo: «He oído la oración y la súplica que me has hecho. Consagro este templo que tú has construido para que yo habite en él por siempre. Mis ojos y mi corazón siempre estarán allí. 4 »En cuanto a ti, si me sigues con integridad y rectitud de corazón, como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene y cumples mis decretos y leyes, 5 yo afirmaré para siempre tu trono en el reino de Israel, como le prometí a tu padre David cuando le dije: “Nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel.” 6 »Pero si ustedes o sus hijos dejan de cumplir los mandamientos y decretos que les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses, 7 yo arrancaré a Israel de la tierra que le he dado y repudiaré el templo que he consagrado en mi honor. Entonces Israel será el hazmerreír de todos los pueblos. 8 Y aunque ahora este templo es imponente, llegará el día en que todo el que pase frente a él quedará asombrado y, en son de burla, preguntará: “¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a este templo?” 9 Y le responderán: “Porque abandonaron al Señor su Dios, que sacó de Egipto a sus antepasados, los israelitas, y se echaron en los brazos de otros dioses, a los cuales adoraron y sirvieron. Por eso el Señor ha dejado que les sobrevenga tanto desastre.” » 1 Reyes 9:1-9 Podemos afirmar por tanto que estos dos textos (1 Reyes 8:56-61; 9:1-9) expresan en forma resumida la historia y el mensaje teológico del libro de los Reyes. Cuando el pueblo de Dios le reconoce y honra como el único Dios verdadero, digno de nuestra obediencia y adoración exclusiva, es posible experimentar la bendición de Dios. Por el contrario, cuando el pueblo de Dios se corrompe y adopta una religión sincretista que considera a Dios como uno entre muchos dioses disponibles, la disciplina y el juicio sobre su pueblo son inminentes. La historia postrera de Salomón (1 Reyes 10:14 – 11:43) es un testimonio trágico de un corazón dividido que finalmente cedió a los deseos de sus ojos y la vanagloria de la vida. El autor del libro de Reyes, hace muy evidente este hecho, describiendo la manera en la que Salomón violó todos y cada uno de los preceptos establecidos por Dios respecto a la monarquía en Deuteronomio 17:14-20. La desobediencia de Salomón trajo como resultado la división del reino que se narra en la siguiente sección del libro.

El Comienzo del Reino Dividido (1 Reyes 12 - 16) La segunda sección de 1 Reyes narra los comienzos del reino dividido. Por causa de los pecados de Salomón, Dios ejecutó su juicio sobre Israel y dividió a la nación otorgando las diez tribus del norte (Israel) a Jeroboán siervo de Salomón y concediendo el reino del sur (Judá) a la descendencia de David en fidelidad al pacto Davídico (2 Samuel 7:12-15). Esta sección incluye las historias de Jeroboán, Nadab, Basá, Elá, Zimri, Omri y Acab reyes de Israel. Del reino de Judá, incluye las historias de Roboán, Abías y Asá. La historia que da pie a toda esta sección tiene que ver con el ascenso de Jeroboán al trono de Israel como resultado del juicio de Dios sobre Salomón. La historia de Jeroboán hace nuevamente evidente la importancia de reconocer al Señor como el único Dios y Rey verdadero sobre Israel y las consecuencias trágicas de ignorar su deidad y su autoridad soberana sobre su pueblo y el mundo. El Regalo de Dios

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Contrastemos rápidamente las conversaciones de Dios con Jeroboán al inicio y al final de su reinado: 37

[Dios hablando a Jeroboán] En lo que a ti atañe, yo te haré rey de Israel, y extenderás tu reino a tu gusto. 38 Si haces todo lo que te ordeno, y sigues mis caminos, haciendo lo que me agrada y cumpliendo mis decretos y mandamientos, como lo hizo David mi siervo, estaré contigo. Estableceré para ti una dinastía tan firme como la que establecí para David; y te daré Israel. 39 Así que haré sufrir a la descendencia de David, aunque no para siempre.” » 1 Reyes 11:37-39 7

Regresa a donde está Jeroboán y adviértele que así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te levanté de entre mi pueblo Israel y te hice su gobernante. 8 Le quité el reino a la familia de David para dártelo a ti. Tú, sin embargo, no has sido como mi siervo David, que cumplió mis mandamientos y me siguió con todo el corazón, haciendo solamente lo que me agrada. 9 Por el contrario, te has portado peor que todos los que vivieron antes de ti, al extremo de hacerte otros dioses, ídolos de metal; esto me enfurece, pues me has dado la espalda. 10 » ”Por eso voy a enviarle una desgracia a la familia de Jeroboán. De sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. Barreré la descendencia de Jeroboán como se barre el estiércol, hasta no dejar rastro. 11 A los que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo. ¡El Señor lo ha dicho!” 1 Reyes 14:7-10 El libro de los Reyes no deja lugar a dudas. Incluir al SEÑOR como un dios más en un conjunto de deidades es abominación. Otras implicaciones teológicas de esta sección se tratarán más adelante.

El Ministerio de Elías (1 Reyes 17 - 22) La última sección de 1 Reyes contiene las narraciones del ministerio de Elías. Nuevamente, el énfasis histórico de esta sección descansa la singularidad de Dios como Dios de Israel y único Dios verdadero. La trama llega a su clímax en la historia de la contienda de Elías con los profetas de Baal y Aserá. Después de tres años de sequía, Elías regresa del exilio por mandato divino para confrontar al rey Acab y a todo el pueblo de Israel y exponer su pecado. La narración lo describe de la siguiente manera: 16 Abdías fue a buscar a Acab y le informó de lo sucedido, así que éste fue al encuentro de Elías 17 y, cuando lo vio, le preguntó: —¿Eres tú el que le está causando problemas a Israel? 18 —No soy yo quien le está causando problemas a Israel —respondió Elías—. Quienes se los causan son tú y tu familia, porque han abandonado los mandamientos del Señor y se han ido tras los baales. 19 Ahora convoca de todas partes al pueblo de Israel, para que se reúna conmigo en el monte Carmelo con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa Aserá que se sientan a la mesa de Jezabel. 20 Acab convocó en el monte Carmelo a todos los israelitas y a los profetas. 21 Elías se presentó ante el pueblo y dijo: —¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él. 1 Reyes 18:16-21 El argumento de Elías no permite el politeísmo. Existe únicamente un Dios verdadero y solo a él debe honrarse. La contienda con los profetas de Baal hace evidente que los ídolos de las naciones, los baales no son verdaderos dios. Tras horas de esfuerzos inútiles de obtener respuesta de un dios falso, el poder, la soberanía y la deidad del SEÑOR se hace evidente:

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Entonces Elías le dijo a todo el pueblo: —¡Acérquense! Así lo hicieron. Como el altar del Señor estaba en ruinas, Elías lo reparó. 31 Luego recogió doce piedras, una por cada tribu descendiente de Jacob, a quien el Señor le había puesto por nombre Israel. 32 Con las piedras construyó un altar en honor del Señor, y alrededor cavó una zanja en que cabían quince litros de cereal. 33 Colocó la leña, descuartizó el buey, puso los pedazos sobre la leña 34 y dijo: — Llenen de agua cuatro cántaros, y vacíenlos sobre el holocausto y la leña. Luego dijo: — Vuelvan a hacerlo. Y así lo hicieron. —¡Háganlo una vez más! —les ordenó. Y por tercera vez vaciaron los cántaros. 35 El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja. 36 A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. 37 ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que estás convirtiendo a ti su corazón!» 38 En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. 39 Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: «¡El Señor es Dios, el Dios verdadero!» 1 Reyes 18:30-39.

La Historia Teológica en 1 Reyes: El Regalo Único de Dios – Parte 1 La historia teológica de 1 Reyes hace evidente una serie lecciones fundamentales en relación a Dios. Cada una de ellas demanda un innumerable conjunto de aplicaciones prácticas para la vida diaria del pueblo de Dios a través de las edades. El propósito del libro, tal y como lo definimos inicialmente describe de manera resumida las lecciones teológicas del libro: Los libros de 1 y 2 Reyes fueron dados por Dios a su pueblo para demostrar que existe un solo Dios verdadero, quien controla la historia, y exige y merece la adoración y obediencia exclusiva de su pueblo y expone las consecuencias del sincretismo y la desobediencia. Consideremos brevemente algunas de estas lecciones.

El SEÑOR es el Único Dios Verdadero Hemos ya considerado en cierto detalle esta verdad como la enseñanza primordial del libro de Reyes. Cabe añadir únicamente que esta afirmación fundamental de la singularidad de Dios es la base de toda la historia de las bendiciones y juicios de Dios sobre su pueblo a través de la época de los reyes y hasta el momento del exilio. El exilio sucedió debido a que existe un solo Dios verdadero y el pueblo de Dios lo abandonó para seguir a dioses falsos. Aunque esto pudiera parecer inicialmente una locura en realidad no lo es cuando el corazón está lleno de incredulidad y los dioses falsos autorizan toda clase de placeres y comportamientos sensuales ilícitos. Únicamente cuando la fe en el Dios verdadero existe en el corazón humano la idolatría se hace irracional y absurda.

El SEÑOR Controla la Historia Una segunda lección teológica del libro de los Reyes, la cual se deriva de la divinidad del SEÑOR es su control absoluto y soberano sobre los asuntos de la historia. Grandes y pequeños. Naturales y sobrenaturales. Humanos y animales. Cada evento del mundo existe históricamente bajo el control soberano de Dios quien no obra nunca sin despropósito. Por mencionar solo algunos ejemplos, el libro de Reyes incluye las siguientes afirmaciones:

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De modo que el rey [Roboán ] no le hizo caso al pueblo. Las cosas tomaron este rumbo [la división del reino] por voluntad del Señor, para que se cumpliera lo que ya él le había dicho a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita. 1 Reyes 12:15 23

Cuando el hombre de Dios terminó de comer y beber, el profeta que lo había hecho volver le aparejó un asno, 24 y el hombre de Dios se puso en camino. Pero un león le salió al paso y lo mató, dejándolo tendido en el camino. Sin embargo, el león y el asno se quedaron junto al cuerpo. … 26 Cuando el profeta que lo había hecho volver de su viaje se enteró de eso, dijo: «Ahí tienen al hombre de Dios que desafió la palabra del Señor. Por eso el Señor lo entregó al león, que lo ha matado y despedazado, como la palabra del Señor se lo había advertido.» 1 Reyes 13:23-26. 2

Entonces la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: 3 «Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, al este del Jordán. 4 Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los cuervos que te den de comer allí.» 5 Así que Elías se fue al arroyo de Querit, al este del Jordán, y allí permaneció, conforme a la palabra del Señor. 6 Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo. 1 Reyes 17:2-6 7

Algún tiempo después, se secó el arroyo porque no había llovido en el país. 8 Entonces la palabra del Señor vino a él y le dio este mensaje: 9 «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer.» 1 Reyes 17:7-10 No existe aspecto alguno de la historia que quede fuera del control soberano de Dios.

El SEÑOR Demanda Adoración Exclusiva Una tercera lección de 1 Reyes es que Dios, siendo el único Dios verdadero, ha de ser adorado por todos los pueblos del mundo de manera exclusiva. Esto es evidente en la oración de Salomón: 41

»Trata de igual manera al extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, pero que atraído por tu fama ha venido de lejanas tierras. 42 (En efecto, los pueblos oirán hablar de tu gran nombre y de tus despliegues de fuerza y poder.) Cuando ese extranjero venga y ore en este templo, 43 óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y concédele cualquier petición que te haga. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu nombre y, al igual que tu pueblo Israel, tendrán temor de ti y comprenderán que en este templo que he construido se invoca tu nombre. 60

Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el SEÑOR es Dios, y que no hay otro. 1 Reyes 8:41-43, 60

El SEÑOR Aborrece el Sincretismo Religioso En conexión con el punto anterior, debemos afirmar que cuando el pueblo de Dios cede al sincretismo religioso, abandonando la adoración exclusiva del SEÑOR las consecuencias son devastadoras. Dios aborrece la idolatría y juzga con severidad la desobediencia y la idolatría de su pueblo sin importar si la persona es rey, profeta y esclavo. La historia de Reyes y el exilio de Israel y Judá hacen evidente esta realidad.

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Dios merece nuestra obediencia precisa, sin importar cuán insignificantes pudieran parecer las indicaciones o las consecuencias de nuestras acciones. Las historias de los profetas en 1 Reyes 13 y 1 Reyes 20:35-36 dejan esto bien claro.

La Historia Cristiana en 1 Reyes Nuevamente terminamos considerando brevemente las implicaciones cristianas de 1 Reyes. Hemos afirmado anteriormente que la historia del Antiguo Testamento es una historia incompleta que no se puede apreciar correctamente aparte de su valor cristiano. Nuestro objetivo no es fijar nuestra mirada en última instancia en los reyes, sacerdotes o profetas del Antiguo Testamento sino en la persona de Jesucristo como nuestro Sumo Sacerdote, Profeta y Rey. Observemos la forma en que 1 Reyes contribuye a nuestra apreciación de nuestro Salvador Jesucristo.

Cristo es más Glorioso que Salomón En primer lugar, el esplendor, la sabiduría y la gloria del reino de Salomón deben guiar nuestra mirada a la mayor gloria y excelencia de Jesucristo: 42

La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Salomón. Mateo 12:42 El Reino de Jesucristo es superior en dominio, gloria y excelencia. La obediencia de Jesús como el hijo de David y el hijo de Dios lo hacen el receptor del reino eterno prometido a su padre David.

Cristo es la gloriosa presencia de Dios en medio de su pueblo Tal y como el glorioso templo de Salomón indicaba la realidad de la presencia de Dios en medio de su pueblo como su regalo y posesión más preciada. La iglesia posee ahora la bendición y el regalo de la presencia de Cristo morando y reinando en sus corazones. Y El es mucho más glorioso que el templo de Salomón. El Templo de Salomón

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Cristo es Superior a Elías El personaje más prominente en 1 Reyes es sin lugar a dudas el profeta Elías. Aún y cuando Salomón “amaba al SEÑOR” (1 Reyes 3:3), no se pude decir de él lo que se afirma de Elías: 10

—Me consume mi amor por ti, Señor Dios Todopoderoso —respondió él—. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. 1 Reyes 19:10 Con todo, la grandeza de Elías no puede ser comparada con la de nuestro Salvador cuyo celo por la casa de Dios le consumía (Juan 2:17). Él es el Hijo de Dios. A él debemos escuchar: 28

Unos ocho días después de decir esto, Jesús, acompañado de Pedro, Juan y Jacobo, subió a una montaña a orar. 29 Mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se tornó blanca y radiante. 30 Y aparecieron dos personajes —Moisés y Elías— que conversaban con Jesús. 31 Tenían un aspecto glorioso, y hablaban de la partida de Jesús, que él estaba por llevar a cabo en Jerusalén. 32 Pedro… 34 Estaba hablando todavía cuando apareció una nube que los envolvió, de modo que se asustaron. 35 Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo.» 36 Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Lucas 9:28-36 Tal como Elías representaba la voz y la autoridad de Dios en medio de un reino idólatra y rebelde, nuestro Salvador es ahora la voz y la autoridad de Dios sobre nuestras vidas.

Cristo es Nuestro Máximo Ejemplo de Obediencia, Alabanza y Sumisión al Padre Finalmente, debemos observar la historia del fracaso de Israel, quien debía ser el siervo de Dios para luz a las naciones como una exhortación urgente a quitar nuestra mirada de nosotros mismos, despojándonos de toda justicia personal y buscando encontrar en él nuestra justicia y nuestro máximo ejemplo de obediencia, alabanza y sumisión al Padre.

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Sesión 14. 1 y 2 Reyes: El Regalo Único de Dios – Parte 2 Bosquejo El Propósito de los Libros de 1 y 2 Reyes La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Reyes: El SEÑOR es el Único Dios Verdadero La Gloria del Reino Unido Bajo Salomón (1 Reyes 1 - 11) El Comienzo del Reino Dividido (1 Reyes 12 - 16) El Ministerio de Elías (1 Reyes 17 - 22) El Ministerio de Eliseo (2 Reyes 1 - 8) El Reino Dividido Hasta la Conquista de Israel [10 Tribus del Norte] (2 Reyes 9 - 17) El Reino de Judá Hasta la Deportación a Babilonia (2 Reyes 18 – 25) La Historia Teológica en 2 Reyes: El Regalo Único de Dios – Parte 2 El SEÑOR es el Único Dios Verdadero El SEÑOR Controla la Historia La Misericordia del SEÑOR Debe Recordarnos Su Ira y Su Justicia El SEÑOR Disciplina a Su Pueblo para Restauración La Historia Cristiana en 2 Reyes Cristo es Nuestra Garantía de Restauración

El Propósito de los Libros de 1 y 2 Reyes Como ya mencionamos en la primera parte de este estudio, la historia del libro de los libros de 1 y 2 Reyes se lleva a cabo a partir de la muerte de David (970 a.C.) y hasta la deportación a Babilonia (586 a.C.). 2 Reyes comienza la historia en 853 a.C. con el reinado de Ocozías, rey de Israel. El libro constituye una historia teológica que describe el destino de la nación de Israel durante la monarquía desde la perspectiva de las bendiciones y maldiciones del libro de Deuteronomio. La situación de Israel posterior al cautiverio babilónico demandaba una explicación en cuanto al motivo por el cual las promesas hechas a David en 2 Samuel 7:10-11 parecían haberse violado. Si el Dios de Moisés y de David en verdad existía y controlaba la historia, ¿cómo era posible que la ciudad santa, y el templo hubieran sido destruidos? ¿Cómo era posible que el linaje real de David pareciera haber llegado a su fin? Los libros de Reyes buscan responder a estas inquietudes. Podemos por tanto resumir el propósito de estos dos libros de la siguiente manera: Los libros de 1 y 2 Reyes fueron dados por Dios a su pueblo para demostrar que existe un solo Dios verdadero, quien controla la historia, y exige y merece la adoración y obediencia exclusiva de su pueblo y expone las consecuencias del sincretismo y la desobediencia.

La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Reyes: El SEÑOR es el Único Dios Verdadero La historia particular de Israel en 2 Reyes continúa el mismo énfasis de la primera parte. Esto es, que el SEÑOR no es solo el Rey legítimo de Israel, el es Dios sobre Israel y sobre el mundo. De hecho, el

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Único Dios verdadero. Solo él controla la historia y gobierna de manera soberana sobre toda la creación. Los primeros capítulos de 2 Reyes están dedicados a la historia del reino del norte y su relación al ministerio de Eliseo. Posteriormente se evalúan las vidas de los reyes de Israel y Judá dando énfasis especial a Jehú, Joás, Ezequías y Josías. En este estudio enfocaremos nuestra atención mayormente en los capítulos 17 al 25 donde el mensaje histórico y teológico del libro convergen clara y enfáticamente. La historia de 2 Reyes contiene tres secciones principales. Analizaremos brevemente la primera para posteriormente enfocarnos en las últimas dos. Evaluando a los Reyes de Israel y Judá en 1–2 Reyes Reyes de Israel - Jeroboán (1 Reyes 12:25–33) - Nadab (1 Reyes 15:25–31) - Basá (1 Reyes 15:33–16:7) - Elá (1 Reyes 16:8–14) - Zimri (1 Reyes 16:15–20) - Omrí (1 Reyes 16:21–27) - Acab (1 Reyes 16:29–33) - Ocozías (1 Reyes 22:51–53; 2 Reyes 1) - Jorán (Jorán) (2 Reyes 1:17; 3:1–3) + - Jehú (2 Reyes 9:30–10:36) - Joacaz (2 Reyes 13:1–9) - Joás (2 Reyes 13:10–25) - Jeroboán II (2 Reyes 14:23–29) - Zacarías (2 Reyes 15:8–12) - Salún (2 Reyes 15:13–16) - Menajem (2 Reyes 15:17–22) - Pecajías (2 Reyes 15:23–26) - Pecaj (2 Reyes 15:27–31) - Oseas (2 Reyes 17) + Bueno

- Malo

Reyes de Judá Roboán (1 Reyes 14:21–31) Abías (1 Reyes 15:1–8) Asá (1 Reyes 15:9–24) Josafat (1 Reyes 22:41–50) Jorán (2 Reyes 8:16–23) Ocozías (2 Reyes 8:25–29; 9:29) Atalía (2 Reyes 11) reina Joás (2 Reyes 12) Amasías (2 Reyes 14:1–22) Azarías (Uzías) (2 Reyes 15:1–7) Jotán (2 Reyes 15:32–38) Acaz (2 Reyes 16) Ezequías (2 Reyes 18–20) Manasés (2 Reyes 21:1–18) Amón (2 Reyes 21:19–26) Josías (2 Reyes 22:1–23:30) Joacaz (Salún) (2 Reyes 23:31–35) Joacim (2 Reyes 23:36–24:7) Joaquín (2 Reyes 24:8–17; 25:27–30) Sedequías (2 Reyes 24:18–25:26)

+ + +++++ + -

+- Bueno y Malo

El Ministerio de Eliseo (2 Reyes 1 - 8) La historia de Eliseo comienza con la transferencia de la función profética en el reino del norte de Elías a Eliseo (2 Reyes 1) en el contexto de la enfermedad de Ocozías, rey de Israel. Desde este comienzo y a lo largo de toda esta sección el énfasis es el mismo: El Dios de Israel es el único Dios verdadero. Cuando Ocozías envía a consultar a Baal Zebub, dios de los Moabitas, Elías le hace llegar este mensaje: 2

Ocozías, que se había herido al caerse por la ventana del piso superior de su palacio en Samaria, despachó a unos mensajeros con este encargo: «Vayan y consulten a Baal Zebub, dios de Ecrón, para saber si voy a recuperarme de estas heridas.» 13 Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando éste llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró:

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—Hombre de Dios, le ruego que respete mi vida y la de estos cincuenta servidores suyos. 14 Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso le pido ahora que respete mi vida. 15 El ángel del Señor le ordenó a Elías: «Baja con él; no le tengas miedo.» Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey, 16 a quien le dijo: —Así dice el Señor: “Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás.” 2 Reyes 1:2, 13-16 El mismo énfasis lo encontramos por ejemplo en la historia de Naamán el Sirio. Después de ser sanado de su lepra Naamán proclamó: 14

Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! 15 Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo: — Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino sólo en Israel. 2 Reyes 5:14-15 Las implicaciones prácticas en la vida cotidiana y los eventos particulares del mundo se hacen evidentes en cada una de las historias de esta sección las cuales en otro momento merecen ser estudiadas con detenimiento. Aquí podemos decir únicamente que si la vida se vive con plena consciencia de la divinidad de nuestro Salvador y de su control soberano sobre el mundo, las circunstancias de la vida tales como la escases de comida, la pérdida de objetos prestados, la enfermedad e incluso la muerte, pueden vivirse no con una actitud de desilusión constante sino de constante expectación ante lo que el poder de Dios realizará en medio de cada una de ellas.

El Reino Dividido Hasta la Conquista de Israel [10 Tribus del Norte] (2 Reyes 9 - 17) Aunque la muerte de Eliseo no se narra hasta el capítulo 13, a partir del capítulo 9 la narración del libro se enfoca en la historia de Jehú, quien llegaría a ser el único rey en Israel que buscaría en cierta medida honrar al SEÑOR y eliminar la adoración idólatra de Baal (2 Reyes 10:18-34). Aparte de él, todos y cada uno de los reyes de Israel fueron infieles al SEÑOR. En Judá la situación no era muy diferente. La idolatría y la apostasía habían llevado a la nación a tal degradación, que en la época de Joás el sacerdote Joyadá, después de derrocar el gobierno ilegítimo de Atalía, renueva el pacto “para que fueran el pueblo del Señor” (2 Reyes 11:17). Toda esta sección hace resaltar el amor sublime y leal de Dios hacia su pueblo a pesar de su constante rebelión tanto en Israel como en Judá. Observemos por ejemplo 2 Reyes 13:22-23: 22

Durante el reinado de Joacaz, Jazael, rey de Siria, oprimió a los israelitas. 23 Sin embargo, el Señor tuvo misericordia de ellos. Por causa del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, se compadeció de los israelitas y los preservó, y hasta el día de hoy no ha querido destruirlos ni arrojarlos de su presencia. 2 Reyes 13:22-23 El mismo énfasis se observa en 2 Reyes 14:23-27: 23

En el año quince del reinado de Amasías hijo de Joás, rey de Judá, Jeroboán hijo de Joás, rey de Israel, ascendió al trono, y reinó en Samaria cuarenta y un años. 24 Jeroboán hizo lo que ofende al El Regalo de Dios

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Señor, pues no se apartó de ninguno de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel… 25 Él fue quien restableció las fronteras de Israel desde Lebó Jamat hasta el mar del Arabá, según la palabra que el Señor, Dios de Israel, había dado a conocer por medio de su siervo Jonás hijo de Amitay, el profeta de Gat Jefer. 26 Porque el Señor había visto que todos los habitantes de Israel, esclavos o libres, sufrían amargamente, y que no había nadie que los ayudara. 27 Pero el Señor los salvó por medio de Jeroboán hijo de Joás, pues había dicho que no borraría de la tierra el nombre de Israel. 2 Reyes 14:23-27 A pesar de tal fidelidad, gracia y misericordia de Dios, el reino del norte nunca se arrepintió de su idolatría ni se volvió al Señor. Por lo tanto, en el año 722 a.C. el reino del norte fue finalmente llevado cautivo a Asiria de donde se dispersó y quedó desintegrado hasta el presente. El capítulo 17 representa por tanto un capítulo crucial en la historia de Israel. En él se describe la explicación que todo exiliado deseaba escuchar en relación a la causa de su cautiverio. Claramente, la Escritura no deja duda que las causas del fracaso nacional y la deportación no eran políticas, militares, o económicas. Eran teológicas. Así las describe la Escritura: 6

En el año noveno del reinado de Oseas, el rey de Asiria, después de conquistar Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en Gozán (que está junto al río Jabor) y en las ciudades de los medos. 7

Todo esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de Egipto, librándolos del poder del faraón, rey de Egipto. Adoraron a otros dioses 8 y siguieron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado delante de ellos, como también las prácticas que introdujeron los reyes de Israel. 9 Además blasfemaron contra el Señor su Dios, y dondequiera que habitaban se construían altares paganos. Desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas, 10 y en cada colina y bajo todo árbol frondoso, erigieron piedras sagradas e imágenes de la diosa Aserá; 11 y en todos los altares paganos quemaron incienso, siguiendo el ejemplo de las naciones que el Señor había desterrado delante de ellos. Fueron tantas las maldades que cometieron, que provocaron la ira del Señor. 12 Rindieron culto a los ídolos, aunque el Señor se lo había prohibido categóricamente. 13 Por eso el Señor les dio esta advertencia a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes: «¡Vuélvanse de sus malos caminos! Cumplan mis mandamientos y decretos, y obedezcan todas las leyes que ordené a sus antepasados, y que les di a conocer a ustedes por medio de mis siervos los profetas.» 14

Con todo, no hicieron caso, sino que fueron tan tercos como lo habían sido sus antepasados, que no confiaron en el Señor su Dios. 15 Rechazaron los decretos y las advertencias del Señor, y el pacto que él había hecho con sus antepasados. Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos; y aunque el Señor lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas. 16 Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo, y adoraron a Baal; 17 sacrificaron en el fuego a sus hijos e hijas; practicaron la adivinación y la hechicería; en fin, se entregaron a hacer lo que ofende al Señor, provocando así su ira. 18

Por lo tanto, el Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. 19 Pero aun Judá dejó de cumplir los mandatos del Señor su Dios, y

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siguió las costumbres que introdujo Israel. 20 Por eso el Señor rechazó a todos los israelitas: los afligió y los entregó en manos de invasores, y acabó por arrojarlos de su presencia. 2 Reyes 17:6-20

El Reino de Judá Hasta la Deportación a Babilonia (2 Reyes 18 – 25) La sección anterior no solo describe el final de Israel, el reino del norte, sino además introduce la última sección del libro al anunciar que, deseando imitar a Israel, “aun Judá dejó de cumplir los mandatos del Señor su Dios” (2 Reyes 17:19-20) A pesar de las reformas espirituales bajo Ezequías (2 Reyes 18-20) y Josías (22-23), por causa de los múltiples pecados arraigados en el pueblo por sus reyes, particularmente Manasés, el juicio de Dios se hizo inminente también sobre el reino del sur: 10

Por lo tanto, el Señor dijo por medio de sus siervos los profetas: 11 «Como Manasés, rey de Judá, ha practicado estas repugnantes ceremonias y se ha conducido peor que los amorreos que lo precedieron, haciendo que los israelitas pequen con los ídolos que él hizo, 12 así dice el Señor, Dios de Israel: “Voy a enviar tal desgracia sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que lo oiga le quedará retumbando en los oídos. 13 Extenderé sobre Jerusalén el mismo cordel con que medí a Samaria, y la misma plomada con que señalé a la familia de Acab. Voy a tratar a Jerusalén como se hace con un plato que se restriega y se pone boca abajo. 14 Abandonaré al resto de mi heredad, entregando a mi pueblo en manos de sus enemigos, que lo saquearán y lo despojarán. 15 Porque los israelitas han hecho lo que me ofende, y desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta hoy me han provocado.” » 2 Reyes 21:10-15 En el año 586 a.C. el rey Nabucodonosor concluyó el sitio de Jerusalén y finalmente capturó a Jerusalén y la llevó cautiva, trasladándola a Babilonia. No obstante, en medio de la aparente desesperanza, 2 Reyes nos provee un último indicio de la gracia y misericordia divinas al preservar, aún en el exilio, el linaje real de David: 27

En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel. 28 Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. 30 Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia. 2 Reyes 25:27-30

La Historia Teológica en 2 Reyes: El Regalo Único de Dios – Parte 2 La segunda parte del libro de los Reyes continúa los mismos énfasis de 1 Reyes. Nuevamente debemos enfatizar que el regalo de Dios es Dios mismo. Esta verdad es expresada de manera elocuente en el Salmo 16:2-5: 2

Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3 Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores. 4 Pero aumentarán los dolores El Regalo de Dios

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de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones, ni con mis labios pronunciaré sus nombres! 5 Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Salmo 16:2-5 La historia de los Reyes de Israel y Judá nos enseña las consecuencias de rechazar este regalo sublime. El propósito del libro de los Reyes es anunciar a Dios como el único Dios verdadero. El único don sobrenatural que su pueblo posee. Ningún ídolo tiene ningún poder en lo absoluto y mucho menos poder divino. Confiar en ellos es una inútil locura: “Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos” 2 Reyes 17:15. El libro de 2 Reyes nos recuerda una vez más el control soberano de Dios sobre la historia. El gobierna no solo en Israel sino en todo el mundo. El control absoluto de Dios sobre los eventos en el tiempo y el espacio debe ser un fundamento firme sobre el cual su pueblo puede descansar aún en medio de las circunstancias más adversas. La historia de Ezequías en 2 Reyes 19 nos recuerda esto vívidamente.

La Misericordia del SEÑOR Debe Recordarnos Su Ira y Su Justicia Una lección adicional a las ya mencionadas es que el pueblo de Dios y el mundo en general deben recordar que la misericordia de Dios no solo nos revela su amor sino que también nos apunta hacia su justicia. Tal justicia por una parte nos apunta hacia el juicio venidero de los incrédulos. Por otra parte, esa misma justicia nos recuerda además la disposición de Dios de azotar a sus hijos y disciplinarlos para atraerlos nuevamente a la comunión con él. La historia de los Reyes no es el fin de la historia del pueblo de Dios. Es un paso en el proceso divino que busca transformar el corazón de su pueblo y atraerlo a sí mismo. Esto es lo que nos expresa Romanos 2: 2

Ahora bien, sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas se basa en la verdad. 3 ¿Piensas entonces que vas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargo haces lo mismo que ellos? 4 ¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento? 5 Pero por tu obstinación y por tu corazón empedernido sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio. Romanos 2:2-5

El SEÑOR Disciplina a Su Pueblo para Restauración Debemos enfatizar una cosa más. La disciplina de Dios sobre su pueblo nunca busca su destrucción. Siempre busca su arrepentimiento y restauración. Esta realidad está presente en el mismo pacto davídico: 13

Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono real para siempre. Yo seré su padre, y él será mi hijo. Así que, cuando haga lo malo, lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre. 15 Sin embargo, no le negaré mi amor, como se lo negué a Saúl, a quien abandoné para abrirte paso. 16 Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre.” 2 Samuel 7:13-15 14

La misma verdad se enfatiza en Romanos 11:

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11 Por lo tanto, pregunto: ¿Acaso rechazó Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 Dios no rechazó a su pueblo, al que de antemano conoció. 11

Ahora pregunto: ¿Acaso tropezaron para no volver a levantarse? ¡De ninguna manera! Más bien, gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para que Israel sienta celos. 12 Pero si su transgresión ha enriquecido al mundo, es decir, si su fracaso ha enriquecido a los gentiles, ¡cuánto mayor será la riqueza que su plena restauración producirá! 25

Hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se vuelvan presuntuosos. Parte de Israel se ha endurecido, y así permanecerá hasta que haya entrado la totalidad de los gentiles. 26 De esta manera todo Israel será salvo, como está escrito: «El redentor vendrá de Sión y apartará de Jacob la impiedad. 27 Y éste será mi pacto con ellos cuando perdone sus pecados.» 28

Con respecto al evangelio, los israelitas son enemigos de Dios para bien de ustedes; pero si tomamos en cuenta la elección, son amados de Dios por causa de los patriarcas, 29 porque las dádivas de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento.

La Historia Cristiana en 2 Reyes Cristo es nuestra garantía de Restauración El libro de los Reyes nuevamente nos urge a enfocar nuestra mirada en el evangelio de la gracia de Dios en la persona de Jesucristo. Aparte del evangelio el mensaje del libro de Reyes es un mensaje de juicio y destrucción irremediable. Pero por causa del evangelio de Jesús, el cual nos asegura que “el castigo de nuestra paz” recayó sobre el Hijo de Dios, es importantísimo observar la historia de los Reyes de Israel como una historia de disciplina divina la cual nunca busca destruir sino siempre restaurar a su pueblo a la comunión con él. Tal restauración nunca sería posible si nuestro Salvador no hubiera entregado su cuerpo como propiciación por nuestros pecados. El es nuestra garantía de perdón y restauración: 2 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 2 Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. 1 Juan 2:1-2; (ver también Romanos 11:26-27 y Hebreos 12:1-8) Solo Jesucristo es la lumbrera eterna de David que traerá cumplimiento final al pacto de Dios, preservando su reino y su presencia en medio de su pueblo por la eternidad 22

No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. 23 La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas. Apocalipsis 21:23

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Sesión 15. 1 y 2 Crónicas: El Providencial Regalo de Dios – Parte 1 Bosquejo El Propósito de los Libros de 1 y 2 Crónicas La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Crónicas: Dios Reina y Habita en Medio de Su Pueblo Las Genealogías de Israel desde Adán Hasta el Regreso del Exilio (1 Crónicas 1 - 9) Los Fundamentos de la Dinastía Davídica (1 Crónicas 10 – 2 Crónicas 9) La Historia de Judá Desde la División del Reino Hasta el Exilio (2 Crónicas 10 – 36:21) El Cautiverio Babilónico (2 Crónicas 36:17-21) La Reunificación del Reino (2 Crónicas 36:22-23) La Historia Teológica de 1 y 2 Crónicas: El Providencial Regalo de Dios – Parte 1 El Plan Eterno de Dios Incluye a Individuos Comunes y Corrientes pero Escogidos y Redimidos La Presencia de Dios es la Fuente de Bendición para Su Pueblo El SEÑOR es un Dios que Anhela la Comunión con Su Pueblo El SEÑOR es un Dios que Anhela la Adoración de Su Pueblo El SEÑOR Escucha y Perdona a Su Pueblo La Historia Cristiana en 1 Crónicas Cristo es la Casa de Dios y la Casa de David

El Propósito de los Libros de 1 y 2 Crónicas El autor de estos libros, los cuales forman juntos un solo volumen, se desconoce. Fue compuesto en algún momento entre los siglos VI y V a.C. en la época posterior al regreso de los exiliados de Judá a Jerusalén como resultado del decreto de Ciro, rey de Persia. Aunque los libros de 1 y 2 Crónicas describen muchas de las historias previamente narradas en los libros de Samuel y Reyes, su mensaje es de vital importancia para el pueblo de Dios a través de los siglos. Como hemos visto, el libro de Reyes, fue escrito para responder a la pregunta, “¿Por qué nos ha sucedido todo esto?” y por tanto demuestra las razones del exilio como juicio de Dios sobre su pueblo idólatra. En contraste, el libro de Crónicas busca responder preguntas tales como, ¿Quiénes somos?, ¿somos todavía el pueblo de Dios?, ¿cómo se aplican las promesas de Dios a David y Salomón en nuestros días? El libro describe una historia selecta y positiva de Judá, enfatizando el papel primordial de la dinastía de David en el establecimiento de dos instituciones fundamentales en el plan de Dios para su pueblo: La monarquía y el templo. Los libros de Crónicas buscan motivar al pueblo en la época posterior al exilio asegurándole la realidad del control providencial de Dios sobre Su pueblo y su constante disposición a perdonar al pecador arrepentido y restaurarlo a la comunión y bendición de su Presencia. Podemos describir el propósito de estos libros de la siguiente manera:

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Los libros de 1 y 2 Crónicas fueron dados por Dios a su pueblo para motivarle en tiempos de incertidumbre manifestando su providencia amorosa y compasiva, y asegurándole su disposición a escuchar sus oraciones, perdonar sus pecados y restaurarle a la comunión de su presencia.

La Historia Particular en 1 Crónicas: Dios Reina y Habita en Medio de Su Pueblo La historia particular de Israel en los libros de 1 y 2 Crónicas ha sido en ocasiones ignorada debido a la extensa lista de genealogías, la repetición de las historias de los Reyes y las largas descripciones de las funciones y responsabilidades del pueblo en relación a la edificación y operación del Templo. Sin embargo, son precisamente estas características las que hacen del libro de Crónicas un libro importantísimo teológicamente. El libro cita extensamente de otras fuentes. Su historia se basa en las narraciones de Samuel y Reyes pero incluye además citas y alusiones al Pentateuco, Josué, Jueces, Rut, Salmos, Isaías, Jeremías, Lamentaciones y Zacarías. Es un compendio histórico que deja bien claro que Israel es un pueblo escogido y que es la presencia de Dios, el don que Dios hace de sí mismo a su pueblo, la que hace de Israel un pueblo especial en la historia. 1 Crónicas contiene únicamente dos secciones principales, la segunda de ellas incompleta. A continuación analizaremos brevemente su contenido histórico.

Las Genealogías de Israel desde Adán Hasta el Regreso del Exilio En 1 Crónicas 1 – 9 encontramos una larga lista de genealogías que comúnmente son ignoradas. No obstante, para un judío en la época del regreso a Jerusalén, posterior al exilio, representa una nota importantísima en relación al carácter especial de Israel como pueblo escogido por Dios no solo a un nivel nacional sino individual. Es importante entender dos características importantes de estas genealogías para comprender mejor su propósito. En primer lugar, las genealogías comienzan con Adán (1 Crónicas 1:1) y terminan con Saúl (1 Crónicas 9:35-44). En segundo lugar, las genealogías de Judá, David y Leví son especialmente prominentes y se describen en gran detalle. Estas dos observaciones nos permiten entender que el cronista busca establecer histórica y teológicamente la importancia de la Dinastía Davídica y del Sacerdocio Levítico y su Función en el Servicio del Templo en el contexto de la historia universal desde Adán. En otras palabras, la historia universal del mundo encuentra un clímax histórico en el asenso del David al trono de Israel y en la edificación del Templo. Dios está obrando en el mundo por medio de individuos para llevar a cabo su perfecto plan eterno.

Los Fundamentos de la Dinastía Davídica A partir de 1 Crónicas 10 y hasta 2 Crónicas 9, la historia particular de Crónicas se enfoca en los reinos de David y Salomón y su relación con la edificación del Templo. Evidentemente, el cronista no busca presentar una historia biográfica extensa y detallada de las vidas de David y Salomón pues el libro de los Reyes se ha encargado previamente de eso. El propósito del cronista es presentar la las vidas de David y Salomón y la forma en que Dios los usó para establecer su morada en el Templo y guiar al pueblo en la correcta adoración a Dios. Después de narrar el asenso de David al trono de Israel y su establecimiento en Jerusalén (1 Crónicas 10 – 12), el cronista se enfoca claramente en la forma en que David es usado por Dios para establecer Su presencia en medio de Su pueblo. Esto incluye el traslado del Arca a Jerusalén (1 Crónicas 13 – 16); los conflictos militares que consolidan el imperio y amasan la fortuna necesaria para la edificación del templo (1 Crónicas 18 – 20); la compra de la parcela de Ornán para futuro lugar del Templo (1 Crónicas 21:18 – 22:1); y las preparaciones necesarias para la edificación (1 Crónicas 22 – 29). El Regalo de Dios

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En medio de toda esta sección encontramos nuevamente la narración del pacto Davídico, en 1 Crónicas 17. La forma de la descripción deja bien claro el mensaje del libro: el control providencial de Dios sobre su pueblo para bendición eterna de aquellos que confían en el Hijo de David, el Rey de Reyes: 7

»Pues bien, dile a mi siervo David que así dice el Señor Todopoderoso: “Yo te saqué del redil para que, en vez de cuidar ovejas, gobernaras a mi pueblo Israel. 8 Yo he estado contigo por dondequiera que has ido, y he aniquilado a todos tus enemigos. Y ahora voy a hacerte tan famoso como los más grandes de la tierra. 9 También voy a designar un lugar para mi pueblo Israel, y allí los plantaré para que puedan vivir sin sobresaltos. Sus malvados enemigos no volverán a oprimirlos como lo han hecho desde el principio, 10 desde los días en que nombré jueces sobre mi pueblo Israel. Yo derrotaré a todos tus enemigos. Te anuncio, además, que yo, el Señor, te edificaré una casa. 11 Cuando tu vida llegue a su fin y vayas a reunirte con tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos, y afirmaré su reino. 12 Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono para siempre. 13 Yo seré su padre, y él será mi hijo. Jamás le negaré mi amor, como se lo negué a quien reinó antes que tú. 14 Al contrario, para siempre lo estableceré en mi casa y en mi reino, y su trono será firme para siempre.” » 16

Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo: «Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos? 17 Como si esto fuera poco, Señor y Dios, has hecho promesas a este siervo tuyo en cuanto al futuro de su dinastía. ¡Me has tratado como si fuera yo un hombre muy importante, Señor y Dios! 18 ¿Qué más podría yo decir del honor que me has dado, si tú conoces a tu siervo? 19 Señor, tú has hecho todas estas grandes maravillas, por amor a tu siervo y según tu voluntad, y las has dado a conocer. 20 Señor, nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios. 21 ¿Y qué nación se puede comparar con tu pueblo Israel? Es la única nación en la tierra que tú has redimido, para hacerla tu propio pueblo y para dar a conocer tu nombre. bprodigios y maravillas cuando al paso de tu pueblo, al cual redimiste de Egipto, expulsaste a las naciones y a sus dioses. 22 Adoptaste a Israel para que fuera tu pueblo para siempre, y para que tú, Señor, fueras su Dios. 23 »Y ahora, Señor, mantén para siempre la promesa que le has hecho a tu siervo y a su dinastía. Cumple tu palabra 24 para que tu nombre permanezca y sea exaltado por siempre, y para que todos digan: “¡El Señor Todopoderoso es el Dios de Israel!” Entonces la dinastía de tu siervo David quedará establecida en tu presencia. 25 »Tú, Dios mío, le has revelado a tu siervo el propósito de establecerle una dinastía, y por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta súplica. 26 Oh Señor, ¡tú eres Dios y has prometido este favor a tu siervo! 27 Te has dignado bendecir a la familia de tu siervo, de modo que bajo tu protección exista para siempre. Tú, Señor, la has bendecido, y por eso quedará bendita para siempre.» 1 Crónicas 17:7-14, 16-27.

La Historia Teológica en 1 Crónicas: El Providencial Regalo de Dios Algunos eruditos han identificado hasta cuarenta y siete diferentes temas teológicos en el libro de Crónicas. Nuestro estudio enfocará solo algunos de los más importantes en el contexto del mensaje general de las Escrituras y de su énfasis en el regalo de Dios en el don de su Presencia. Consideremos brevemente algunos de ellos.

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El Plan Eterno de Dios Incluye a Individuos Comunes y Corrientes pero Escogidos y Redimidos Una primera lección teológica del libro de Crónicas se descubre en las genealogías. Las genealogías demuestran que Dios se interesa en las personas de manera individual. Cada persona en el mundo es conocida por Dios y ha sido creada para cumplir Su propósito eterno. Aunque toda persona pudiera considerarse común y corriente, cada individuo que ha existido, sin importar su nacionalidad, estado civil, edad, sexo, o trasfondo personal y familiar, tiene valor trascendente en el plan eterno de Dios. Este mismo énfasis se hace evidente en Mateo 1. Dios usa a personas comunes y corrientes pero escogidas y redimidas para llevar a cabo el propósito de Dios.

La Presencia de Dios es la Fuente de Bendición para Su Pueblo El regalo de Dios es Dios mismo. Debemos nuevamente insistir en este hecho porque la Biblia insiste en ello. Los seres humanos tendemos a olvidar rápidamente muchas de las verdades más importantes de la Escritura. 1 Crónicas enfatiza nuevamente esta realidad fundamental y su relación con toda la historia de Israel antes y después del exilio. La presencia de Dios es la bendición más grande que Dios otorga a Su pueblo. Su pueblo ha de buscar y anhelar la comunión con Dios. 1 Crónicas hace evidente esta realidad en muchos pasajes: David 2 dijo a toda la asamblea de Israel: «Si les parece bien, y si es lo que el Señor nuestro Dios desea, invitemos a nuestros hermanos que se han quedado por todo el territorio de Israel, y también a los sacerdotes y levitas que están en los pueblos y aldeas, a que se unan a nosotros 3 para traer de regreso el arca de nuestro Dios. La verdad es que desde el tiempo de Saúl no la hemos consultado.» … 14 Fue así como el arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obed Edom, y el Señor bendijo a la familia de Obed Edom y todo lo que tenía. 1 Crónicas 13:1-3, 14 15 David construyó para sí casas en la Ciudad de David, dispuso un lugar para el arca de Dios y le levantó una tienda de campaña… 11 Luego David llamó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, 12 y les dijo: «Como ustedes son los jefes de las familias patriarcales de los levitas, purifíquense y purifiquen a sus parientes para que puedan traer el arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que he dispuesto para ella. 13 La primera vez ustedes no la transportaron, ni nosotros consultamos al Señor nuestro Dios, como está establecido; por eso él se enfureció contra nosotros.» 14 Entonces los sacerdotes y los levitas se purificaron para transportar el arca del Señor, Dios de Israel. 1 Crónicas 15:1, 11-14.

El SEÑOR es un Dios que Anhela la Comunión con Su Pueblo Para un judío que regresaba del exilio y vivía en la incertidumbre de la carencia de un rey y la ausencia de un templo, el mensaje de Crónicas le recordaba, al igual que a nosotros, que aún en condiciones no ideales, Dios siempre anhela la comunión con su pueblo. Esta se logra por medio de la obediencia y la sumisión a su voluntad. Las palabras de David a Salomón y al pueblo en 1 Crónicas 28 nos ilustran esto: 8

»En presencia de Dios que nos escucha, y de todo Israel, que es la congregación del Señor, hoy les encarezco que obedezcan cumplidamente todos los mandamientos del Señor su Dios. Así poseerán esta hermosa tierra y se la dejarán en herencia perpetua a sus hijos. 9 »Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo El Regalo de Dios

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buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre. 10 Ten presente que el Señor te ha escogido para que le edifiques un templo como santuario suyo. Así que ¡anímate y pon manos a la obra!»… 20 Además, David le dijo a su hijo Salomón: «¡Sé fuerte y valiente, y pon manos a la obra! No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios el Señor, mi Dios, estará contigo. No te dejará ni te abandonará hasta que hayas terminado toda la obra del templo. 1 Crónicas 28:8-10, 20

El SEÑOR es un Dios que Anhela la Adoración de Su Pueblo Aunque 2 Crónicas hará, históricamente hablando, más evidente esta realidad, desde 1 Crónicas podemos entender que Dios anhela la adoración de su Pueblo. Aquellos que regresaron del exilio regresaron después de 70 años de disciplina y juicio por causa de sus pecados. Para ellos, 1 Crónicas ilustra la constante necesidad de alabar a Dios por su bondad y amor. Aunque no incluiremos el texto completo en las notas, debemos observar, meditar y apreciar esta realidad en pasajes tales como 1 Crónicas 16 y 1 Crónicas 29.

La Historia Cristiana en 1 Crónicas La historia incompleta de 1 Crónicas nos apunta a la consumación de sus enseñanzas en la persona de Jesucristo. Podemos afirmar que en el contexto del Pacto Davídico en el cual David deseaba edificar una casa al Señor y el Señor le promete edificarle una casa o dinastía, Jesucristo es el cumplimiento. El es la Casa de Dios y la Casa de David.

Cristo es la Casa de Dios y la Casa de David El énfasis de Crónicas en la presencia de Dios en el templo nos apunta a la persona de nuestro Salvador, quien es la plenitud de Dios y el lugar de la morada eterna de la deidad entre los hombres. Jesucristo es también nuestro Rey perfecto y justo quien gobernará eternalmente sobre su pueblo con amor y justicia.

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Sesión 16. 1 y 2 Crónicas: El Providencial Regalo de Dios – Parte 2 Bosquejo El Propósito de los Libros de 1 y 2 Crónicas La Historia Particular en los Libros de 1 y 2 Crónicas: Dios Reina y Habita en Medio de Su Pueblo Las Genealogías de Israel desde Adán Hasta el Regreso del Exilio (1 Crónicas 1 - 9) Los Fundamentos de la Dinastía Davídica (1 Crónicas 10 – 2 Crónicas 9) La Historia de Judá Desde la División del Reino Hasta el Exilio (2 Crónicas 10 – 36:21) El Cautiverio Babilónico (2 Crónicas 36:17-21) La Reunificación del Reino (2 Crónicas 36:22-23) La Historia Teológica de 1 y 2 Crónicas: El Providencial Regalo de Dios – Parte 2 Dios Ejerce Control Providencial del Mundo para Bendición, Instrucción, Exhortación y Reprensión de Su Pueblo Dios es la Primera Fuente de Consejo para Su Pueblo Dios es Bueno, Su Fiel Amor Perdura para Siempre El SEÑOR Es Compasivo, Él Escucha y Perdona a Su Pueblo El SEÑOR Es Una Fuente de Esperanza La Historia Cristiana en 1 Crónicas Cristo es la Casa de Dios y la Casa de David Cristo es el Fundamento de la Paciencia, Gracia, Misericordia y Perdón de Dios para Su Pueblo

El Propósito de los Libros de 1 y 2 Crónicas Durante la primera parte de este estudio en el libro de Crónicas afirmamos que aunque 1 y 2 Crónicas describen muchas de las historias previamente narradas en los libros de Samuel y Reyes, su mensaje es de vital importancia para el pueblo de Dios a través de los siglos. El libro de Reyes fue escrito a los exiliados en Babilonia para responder a la pregunta, “¿Por qué nos ha sucedido todo esto?” y demuestra las razones del exilio como juicio de Dios sobre su pueblo idólatra. En contraste, el libro de Crónicas se dirige al remanente que ha llegado a Jerusalén habiendo regresado de la deportación y el exilio babilónico. En tal contexto busca responder preguntas tales como, ¿Quiénes somos?, ¿somos todavía el pueblo de Dios?, ¿cómo se aplican las promesas de Dios a David y Salomón en nuestros días? El libro describe una historia selecta y positiva de Judá, enfatizando el papel primordial de la dinastía de David en el establecimiento de dos instituciones fundamentales en el plan de Dios para su pueblo: La monarquía y el templo. Los libros de Crónicas buscan motivar al pueblo en la época posterior al exilio asegurándole la realidad del control providencial de Dios sobre Su pueblo y su constante disposición a perdonar al pecador arrepentido y restaurarlo a la comunión y bendición de su Presencia. Podemos describir el propósito de estos libros de la siguiente manera:

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Los libros de 1 y 2 Crónicas fueron dados por Dios a su pueblo para motivarle en tiempos de incertidumbre manifestando su providencia amorosa y compasiva, y asegurándole su disposición a escuchar sus oraciones, perdonar sus pecados y restaurarle a la comunión de su presencia.

La Historia Particular en 2 Crónicas: Dios Reina y Habita en Medio de Su Pueblo La historia particular de Israel 1 Crónicas se ocupó de describir el surgimiento de la dinastía davídica (1 Crónicas 10 – 29) en el contexto de la historia general de Israel y del mundo, descrita en las genealogías de los primeros capítulos (1 Crónicas 1 – 9). 2 Crónicas continúa con la historia del surgimiento y Consolidación de la dinastía Davídica durante el reinado de Salomón (2 Crónicas 1 – 9) y termina la historia con el decreto de Ciro, rey de Persia, que causaría el regreso del remanente de Israel a la tierra prometida (2 Crónicas 36). A continuación analizaremos brevemente cada una de estas secciones enfatizando nuevamente el propósito del cronista de demostrar el papel de la dinastía davídica en el establecimiento de la monarquía y el templo, dirigiendo así la mirada del lector a la realidad de la presencia de Dios en medio de su pueblo (templo) y a su gobierno providencial y soberano sobre él (monarquía).

Los Fundamentos de la Dinastía Davídica (Continuación) La primera sección de 2 Crónicas se ocupa de la historia de Salomón y su papel divino en la construcción y consagración del templo. Ya mencionamos anteriormente que el cronista presenta una historia selectiva de David y Salomón que busca motivar al remanente de Israel, el cual se encuentra en Jerusalén sin rey y sin templo, haciendo evidente el control providencial de Dios sobre su pueblo y su fidelidad a las promesas del pacto davídico. En 2 Crónicas, la historia de Salomón incluye su asenso y consolidación en el trono de Israel (2 Crónicas 1), la construcción del templo (2 Crónicas 2 – 5), la dedicación del templo (2 Crónicas 5 – 7) y el esplendor de su reino (2 Crónicas 8 – 9). A través de toda esta sección, el control providencial de Dios sobre los eventos del mundo y especialmente de su pueblo se hace explícitamente evidente. Es importantísimo entender este énfasis histórico y teológico para poder entender correctamente la historia del pueblo de Dios. La historia se describe en estos términos: Salomón hijo de David consolidó su reino, pues el Señor su Dios estaba con él y lo hizo muy poderoso. 2 Crónicas 1:1 11

El Señor te ha hecho rey de su pueblo, porque te ama. 12 ¡Alabado sea el Señor, Dios de Israel, que hizo el cielo y la tierra, porque le ha dado al rey David un hijo sabio, dotado de sabiduría e inteligencia, el cual construirá un palacio real y un templo para el Señor! 2 Crónicas 2:11-12. 7

»Pues bien, mi padre David tuvo mucho interés en construir un templo en honor del Señor, Dios de Israel, 8 pero el Señor le dijo: “Me agrada que te hayas interesado en construir un templo en mi honor. 9 Sin embargo, no serás tú quien me lo construya, sino un hijo de tus entrañas; él será quien construya el templo en mi honor.” 10 »Ahora el Señor ha cumplido su promesa: Tal como lo prometió, he sucedido a mi padre David en el trono de Israel, y he construido el templo en honor del Señor, Dios de Israel. 2 Crónicas 6:7-10 El Regalo de Dios

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Cada aspecto de la vida de Salomón, tal y como se describe en el libro de Crónicas, desde su sabiduría hasta sus riquezas y gloria son el resultado del don providencial de Dios sobre su vida, para bendición de su pueblo: 11

Entonces Dios le dijo a Salomón: —Ya que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he hecho rey, y no has pedido riquezas ni bienes ni esplendor, y ni siquiera la muerte de tus enemigos o una vida muy larga, 12 te los otorgo. Pero además voy a darte riquezas, bienes y esplendor, como nunca los tuvieron los reyes que te precedieron ni los tendrán los que habrán de sucederte. 2 Crónicas 1:11-12 Como observaremos más adelante, este mismo énfasis se puede observar a través de todo el libro.

La Historia de Judá Desde la División del Reino Hasta el Exilio La siguiente sección mayor de 2 Crónicas abarca casi todo el resto del libro (2 Crónicas 10 – 36:21). En esta sección encontramos las crónicas de los reyes de Judá durante la época del reino dividido. El énfasis de esta sección se centra en el desempeño de los reyes de Judá desde una perspectiva divina. En la sección pertinente a la historia teología del libro analizaremos en mayor detalle ciertos principios divinos ilustrados en las vidas de los reyes. En este momento, podemos resumir la historia usando la excelente y breve descripción de este período en la Introducción a Crónicas de la Biblia de Estudio RVR: En el relato del cronista, una característica primordial del reinado de cada rey davídico fiel es su deseo de cumplir la ley: David (1 Crónicas 6:49; 15:13,15; 16:40; 22:12-13; 29:19), Asá (2 Crónicas 14:4; 15:12-14), Josafat (2 Crónicas 17:3-9; 19:8-10), Joás (2 Crónicas 24:6,9), Ezequías (2 Crónicas 29:10, 31; 30:15-16; 31:3-4,21), Josías (2 Crónicas 34:19-21,29-33; 35:6,12,26). Y no era menos importante el que se atendiera a la palabra profética de Dios. Los reyes fieles como David, Asá, Josafat, Ezequías y Josías, e incluso Roboam (2 Crónicas 11:4; 12:6) y Amasías (2 Crónicas 25:7-10), la honraron; los reyes infieles no le hicieron caso, para su propia destrucción (Joran, 2 Crónicas 21:12-19; Joás, 2 Crónicas 24:19-25; Amasías, 2 Crónicas 25:15-16,20; Manasés, 2 Crónicas 33:10-11; véase 36:15-16). De hecho, Crónicas menciona los ministerios de más profetas que Samuel y Reyes. El mensaje de Josafát a Israel expresa de manera sucinta el punto de vista del cronista. “¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!” (2 Crónicas 20:20). En el relato del cronista sobre los años del Israel bajo los reyes, la reacción del pueblo en cuanto a la ley y los profetas es más decisiva para su destino que los gobiernos de sus reyes.

El Cautiverio Babilónico (2 Crónicas 36:17-21) El cronista procede después a narrar de forma brevísima la caída de Jerusalén y el cautiverio Babilónico. Nuevamente, el énfasis en el control providencial y soberano de Dios sobre cada aspecto de estos eventos es evidente: 17

Entonces el SEÑOR envió contra ellos al rey de los babilonios, quien dentro del mismo templo mató a espada a los jóvenes, y no tuvo compasión de jóvenes ni de doncellas, ni de adultos ni de ancianos. A todos se los entregó Dios en sus manos. 18 Todos los utensilios del templo de Dios, grandes y pequeños, más los tesoros del templo y los del rey y de sus oficiales, fueron llevados a Babilonia… 21 De este modo se cumplió la palabra que el SEÑOR había pronunciado por medio de Jeremías. La tierra disfrutó de su descanso sabático todo el tiempo que estuvo desolada, hasta que se cumplieron setenta años. 2 Crónicas 36:17-18, 21 El Regalo de Dios

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La Reunificación del Reino La historia particular del libro concluye con el Decreto de Ciro, rey de Persia. Nuevamente, el gobierno providencial de Dios se hace evidente nuevamente a un nivel mundial: »El SEÑOR, Dios del cielo, que me ha dado todos los reinos de la tierra, me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Judá. Por tanto, cualquiera que pertenezca a Judá, que se vaya, y que el SEÑOR su Dios lo acompañe.» 2 Crónicas 36:23 En este tono de esperanza concluye la historia del Antiguo Testamento. Dios no ha abandonado a su pueblo y el linaje de David y de Judá no ha desaparecido. De hecho, el remanente, era una comunidad restaurada que constituía un remanente de “todo Israel”, tanto en norte como el sur (1 Crónicas 9:2-3).

La Historia Teológica de 1 y 2 Crónicas: El Providencial Regalo de Dios En esta segunda parte del libro de Crónicas observaremos brevemente cinco aspectos esenciales a la historia teológica del libro.

Dios Ejerce Control Providencial del Mundo para Bendición, Instrucción, Exhortación y Reprensión de Su Pueblo Hemos titulado este estudio, El Providencial Regalo de Dios, debido al énfasis del cronista en la supervisión soberana de Dios sobre los eventos del mundo. De acuerdo al cronista, tal control de Dios sirve diversas funciones. Podemos aquí mencionar que Dios obra en el mundo (1) para bendecir a su pueblo (2 Crónicas 9:8), (2) para exhortarlo (2 Crónicas 12:1-5), (3) para instruirlo (2 Crónicas 12:7-8), y para reprenderlo o castigarlo (2 Crónicas 36:15-16).

Dios es la Primera Fuente de Consejo para Su Pueblo Un segundo énfasis teológico muy importante para el cronista es el carácter de Dios como la fuente primaria de consejo para su pueblo. Esta era una lección muy importante para el remanente y lo es para el pueblo de Dios a través de las edades. Cuando los reyes y el pueblo consultaban al Señor, el resultado era buen consejo y bendición (2 Crónicas 1:5; 2 Crónicas 20). Cuando no se buscaba el consejo de Dios o era ignorado, el resultado era apostasía y sufrimiento. Un ejemplo claro se encuentra en el reinado de Joás: 1

Joás tenía siete años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre era Sibia, oriunda de Berseba. 2 Mientras el sacerdote Joyadá vivió, Joás hizo lo que agradaba al Señor. 2 Crónicas 24:1-2 17

Después de que Joyadá murió, los jefes de Judá se presentaron ante el rey para rendirle homenaje, y él escuchó sus consejos. 18 Abandonaron el templo del Señor, Dios de sus antepasados, y adoraron las imágenes de Aserá y de los ídolos. Debido a este pecado, la ira de Dios cayó sobre Judá y Jerusalén. 19 El Señor les envió profetas para que los exhortaran a volver a él, pero no les hicieron caso. 20 El Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, y éste, presentándose ante el pueblo, declaró: «Así dice Dios el Señor: ¿Por qué desobedecen mis mandamientos? De ese modo no prosperarán. Como me han abandonado, yo también los abandonaré.» 2 Crónicas 24:17-20.

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El SEÑOR es Bueno, Su Fiel Amor Perdura para Siempre El libro de Crónicas es un libro de aliento y esperanza. Y ese mensaje debía ser siempre el mensaje de alabanza del pueblo de Dios: 12

Todos los levitas cantores —es decir, Asaf, Hemán, Jedutún, sus hijos y sus parientes— estaban de pie en el lado este del altar, vestidos de lino fino y con címbalos, arpas y liras. Junto a ellos estaban ciento veinte sacerdotes que tocaban la trompeta. 13 Los trompetistas y los cantores alababan y daban gracias al Señor al son de trompetas, címbalos y otros instrumentos musicales. Y cuando tocaron y cantaron al unísono: «El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre», una nube cubrió el templo del Señor. 2 Crónicas 5:12-13 (Ver también 1 Crónicas 16:34, 41, 2 Crónicas 7:3, 6; 20:21). En medio de las circunstancias más adversas, el pueblo de Dios puede estar seguro que la bondad de Dios no se ha apartado de ellos.

El SEÑOR Es Compasivo, Él Escucha y Perdona a Su Pueblo El cronista desea también establecer firmemente el propósito de Dios al disciplinar a su pueblo y ejecutar juicio sobre él. Su propósito no es nunca destruir a su pueblo o abandonarlo. Por el contrario, siempre es el propósito de Dios atraer a su pueblo nuevamente a la comunión con él. Esto se proclamó elocuentemente durante la reforma del rey Ezequías: 9

Si se vuelven al Señor, sus hermanos y sus hijos serán tratados con benevolencia por aquellos que los tienen cautivos, y podrán regresar a esta tierra. El Señor su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará. 2 Crónicas 30:9 De hecho, uno de los testimonios más grandiosos del poder y anhelo de Dios para restaurar a sus hijos pecadores se encuentra en la vida de Manasés: 1

Manasés tenía doce años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. 2 Pero hizo lo que ofende al Señor, pues practicó las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado al paso de los israelitas. 3 Reconstruyó los santuarios paganos que su padre Ezequías había derribado; además, erigió altares en honor de los baales e hizo imágenes de la diosa Aserá. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. 4 Construyó altares en el templo del Señor, lugar del cual el Señor había dicho: «En Jerusalén habitaré para siempre.» 5 En ambos atrios del templo del Señor construyó altares en honor de los astros del cielo. 6 Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la magia, la hechicería y la adivinación, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira. 7 Tomó la imagen del ídolo que había hecho y lo puso en el templo de Dios, lugar del cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, habitaré para siempre. 8 Nunca más arrojaré a los israelitas de la tierra en que establecí a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que les he ordenado, es decir, toda la ley, los estatutos y los mandamientos que les di por medio de Moisés.» 9 Manasés descarrió a los habitantes de Judá y de Jerusalén, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó al paso de los israelitas.

El Regalo de Dios

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El Señor les habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. 11 Por eso el Señor envió contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce. 12 Estando en tal aflicción, imploró al Señor, Dios de sus antepasados, y se humilló profundamente ante él. 13 Oró al Señor, y él escuchó sus súplicas y le permitió regresar a Jerusalén y volver a reinar. Así Manasés reconoció que sólo el Señor es Dios. 2 Crónicas 33:1-13

El SEÑOR Es Una Fuente de Esperanza Podemos concluir esta sección reafirmando el mensaje central del libro: Los libros de 1 y 2 Crónicas fueron dados por Dios a su pueblo para motivarle en tiempos de incertidumbre manifestando su providencia amorosa y compasiva, y asegurándole su disposición a escuchar sus oraciones, perdonar sus pecados y restaurarle a la comunión de su presencia. Este es un mensaje de gran esperanza. Dios no desecha a su pueblo para siempre. El Salmo 89 lo describe de esta forma: 28

Mi amor por él [David] será siempre constante, y mi pacto con él se mantendrá fiel. 29 Afirmaré su dinastía y su trono para siempre, mientras el cielo exista. 30 »Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos, 31 si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos, 32 con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad. 33 Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará. 34 No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras. 35 Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David: 36 Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia. 37 Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.» Salmo 89:28-37

La Historia Cristiana en 1 Crónicas La historia de 1 y 2 Crónicas es imposible de comprender aparte de la persona de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El regalo providencial de Dios, amoroso y compasivo carecería de justicia si no incluye el mensaje del evangelio.

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Cristo es la Casa de Dios y la Casa de David Es en la persona y la obra de Jesucristo donde descubrimos la realidad celestial más gloriosa a la que apuntan la monarquía y el templo. La dinastía davídica que trajo el establecimiento de la monarquía y el templo, fue de hecho el canal humano a través del cual Jesús el Hijo de Dios vendría a establecer el Reino y la Presencia de inmediata de Dios en medio de su pueblo. Jesucristo es la verdadera Casa de Dios a la que el templo hace referencia: 19

Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud. Colosenses 1:19

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Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; 10 y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. Colosenses 2:9-10 Pero, a diferencia del templo cuya destrucción ha sucedido repetidamente, Jesucristo permanece para siempre: 19

—Destruyan este templo —respondió Jesús—, y lo levantaré de nuevo en tres días. 20 — Tardaron cuarenta y seis años en construir este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días? 21 Pero el templo al que se refería era su propio cuerpo. 22 Así, pues, cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús. Juan 2:19-22 Jesucristo es además, la Casa de David prometida en el Pacto Davídico: 4

Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: 5 «Digan a la hija de Sión: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga.” » 6 Los discípulos fueron e hicieron como les había mandado Jesús. 7 Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús. 8 Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. 9 Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!— ¡Hosanna en las alturas! Mateo 21:4-9

Cristo es el Fundamento de la Paciencia, Gracia, Misericordia y Perdón de Dios para Su Pueblo El mensaje de gracias, paciencia, misericordia y perdón de Dios hacia su pueblo rebelde es injusto e incomprensible aparte de la obra de Cristo. Entre los mucho textos que proclaman esta verdad, Romanos 3 es importantísimo. En Jesucristo, la mano previamente invisible de la providencia de Dios se hace manifiesta a plenitud: 9

¿A qué conclusión llegamos? ¿Acaso los judíos somos mejores? ¡De ninguna manera! Ya hemos demostrado que tanto los judíos como los gentiles están bajo el pecado. 10 Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno; 11 no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. 12 Todos se han descarriado, a una se han corrompido. El Regalo de Dios

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No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!» 13 «Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.» «¡Veneno de víbora hay en sus labios!» 14 «Llena está su boca de maldiciones y de amargura.» 15 «Veloces son sus pies para ir a derramar sangre; 16 dejan ruina y miseria en sus caminos, 17 y no conocen la senda de la paz.» 18 «No hay temor de Dios delante de sus ojos.» 19

Ahora bien, sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a quienes están sujetos a ella, para que todo el mundo se calle la boca y quede convicto delante de Dios. 20 Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado. 21

Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas. 22 Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, 23 pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, 24 pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. 25 Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; 26 pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús. Romanos 3:9-26 ¡El Providencial Regalo de Dios en Jesucristo es verdaderamente admirable!

El Regalo de Dios

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