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Sesión 8. Josué: El Regalo Salvífico de Dios Bosquejo

El Propósito del Libro de Josué La Historia Particular en el Libro de Josué: La Conquista de la Tierra Prometida. Dios Introduce a su Pueblo en la Tierra (1 – 5) Dios Otorga la Victoria a su Pueblo (6 ‐ 12) Dios Distribuye la Tierra (13 – 22) Dios Renueva el Pacto con su Pueblo (23 ‐ 24) La Historia Teológica de Josué: El Regalo Salvífico de Dios Dios Desea que su Pueblo Recuerde Su Obra de Salvación La Tierra Prometida es el Lugar de la Presencia, la Provisión y la Redención de Dios Dios es Quien Otorga la Victoria a su Pueblo Dios es Quien Otorga la Paz a su Pueblo Dios es Quien Otorga el Descanso a su Pueblo Dios Demanda la Santidad de Su Pueblo La Historia Cristiana en Josué Cristo es Nuestro Salvador Cristo es el Capitán del Ejército del Señor Cristo es Nuestra Tierra Prometida Él es el Lugar de la Presencia Misma de Dios Él es Nuestra Paz Él es Nuestra Victoria Él es Nuestra Herencia Él es Nuestra Seguridad de Salvación En Él Debemos Habitar, Permanecer, y Andar

El Propósito del Libro de Josué El libro de Josué toma su nombre del personaje principal (humanamente hablando) del libro. Los eventos que en él se narran tuvieron lugar alrededor de 1406 – 1380 a.C. La fecha de composición y el autor del libro son inciertos pero podemos decir que el libro fue escrito posiblemente por Josué o Samuel en el período anterior a la monarquía de Israel. En el Antiguo Testamento, el libro de Josué es el primero de los libros históricos en el canon protestante. En el canon judío es el primero de los profetas anteriores. Este grupo de libros describe la historia de Israel desde la muerte de Moisés hasta el cautiverio babilónico. Aunque el libro no declara explícitamente la ocasión o el propósito de su composición, el motivo de su escritura puede descubrirse a partir de Josué 21:43‐45:

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Así fue como el Señor les entregó a los israelitas todo el territorio que había prometido darles a sus antepasados; y el pueblo de Israel se estableció allí. 44 El Señor les dio descanso en todo el territorio, cumpliendo así la promesa hecha años atrás a sus antepasados. Ninguno de sus enemigos pudo hacer frente a los israelitas, pues el Señor entregó en sus manos a cada uno de los que se les oponían. 45 Y ni una sola de las buenas promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse, sino que cada una se cumplió al pie de la letra. Josué 21:43‐45 (ver también 23: 14) Podemos por lo tanto describir el propósito del libro de la siguiente manera: El libro de Josué fue escrito para recordar al pueblo de Dios la maravillosa salvación que Dios le ha otorgado al introducirlo al lugar de su Presencia y motivarlo a vivir en santidad, amor, fe y obediencia para gozar continuamente de la provisión y paz de Dios.

La Historia Particular en el libro de Josué: La Conquista de la Tierra Prometida El libro de Josué describe la forma en la que Dios finalmente introduce al pueblo de Israel en la tierra de Canaán. Podemos bosquejar la historia particular de Josué de la siguiente manera:

Dios Introduce a su Pueblo en la Tierra (1 – 5) Los primeros cinco capítulos de Josué describen la forma en la que Dios introduce a su pueblo en la tierra de Canaán. El texto hace evidente que aun cuando Moisés ha muerto, Dios ha permanecido con su pueblo y ha designado a Josué como el nuevo líder sobre Su pueblo. Las congregaciones del pueblo de Dios tienden a pensar que cuando su líder muere o parte a otro lugar el poder de Dios para guiar y bendecir a su pueblo se ve menguado. Sin embargo, el libro de Josué sirve como testimonio contrario a esta idea popular. Dios promete estar con Josué tal y como estuvo con Moisés (1:1‐9); Josué guía al pueblo a cruzar en seco el río Jordán tal y como Moisés guió a la primera generación a través del Mar Rojo (3:1‐17; Éxodo 14); Josué tiene un encuentro personal con el Señor que evoca al primer encuentro de Moisés con Dios ante la zarza ardiente (5:13‐15; Éxodo 3) e incluso le otorga un instrumento de salvación, una lanza, que trae a la memoria la “vara divina” de Moisés (8:18, 26; Éxodo 7:6‐13). Esta sección establece por tanto desde le comienzo el carácter divino de la conquista. La toma de la tierra no es una empresa humana. Dios conduce a su pueblo, lo hace cruzar el Jordán y lo prepara para tomar una tierra cuyos moradores están ya aterrorizados a causa de la fama del poder de Dios (Josué 2:9). La victoria es segura porque es Dios quien comanda a su ejército (Josué 5:13‐15).

Dios Otorga la Victoria a su Pueblo (6 ­ 12) La segunda sección del libro presenta el proceso de conquista de la Tierra. Nuevamente, es evidente la obra soberana de Dios al otorgar a su pueblo la victoria sobre cada uno de los pueblos cananeos. El texto manifiesta además la importancia de la fe y la sumisión a la voluntad de Dios (Josué 2‐6) y la necesidad de la obediencia absoluta y precisa de su pueblo en el proceso de conquista (Josué 7). La fe (Rajab) o incredulidad (Acán) de los protagonistas se hace visible en relación a su sumisión al propósito de Dios.

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Dios Distribuye la Tierra (13 – 22) Los capítulos 13 al 22 de Josué contienen una descripción detallada del proceso de división y distribución de la tierra de Canaán entre las tribus de Israel. Aunque esta sección pudiera inicialmente parecer tediosa e innecesaria en el registro permanente de la Escritura es en realidad importantísima debido a que describe detalladamente la evidencia que permite la afirmación de Josué 21:45, “Y ni una sola de las buenas promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse, sino que cada una se cumplió al pie de la letra.” La narración es instructiva también al presentar la relación que existe entre la fe en la victoria que Dios ha garantizado y la disposición para salir en batalla a tomar posesión de la tierra. El capítulo 17 de Josué demuestra que la conquista no sucede “mágicamente” aparte de la disposición del pueblo para pelear aún a pesar de la evidente inferioridad militar de Israel. Carros y caballos no representan un obstáculo para Dios (Josué 11:6‐9; 17:16‐18; 24:6‐8). El puede hacer uso de un animal mucho más pequeño, la avispa (tábano), para conceder a su pueblo la victoria (24:12).

Dios Renueva el Pacto con su Pueblo (23 ­ 24) Finalmente, la narración de Josué concluye con un resumen de la obra de salvación de Dios, fiel y completa, a favor de su pueblo. Dios espera por tanto el amor, la fidelidad y la santidad de su pueblo en cumplimiento del pacto que Dios estableció con ellos. Josué 24 presenta enfáticamente la aparente disposición del pueblo a servir y amar de todo corazón al Señor. Josué expresa su escepticismo. El libro concluye con una sensación de intriga. Todos los líderes religiosos y civiles que guiaron al pueblo durante la conquista han muerto. La pregunta que surge es, ¿permanecerá el pueblo fiel a su Señor y Dios?

La Historia Teológica de Josué: El Regalo Salvífico de Dios La historia particular de Israel en el libro de Josué es muy abundante en su teología. La esencia de la teología de Josué se encuentra en la consumación de la obra de redención de Dios a favor de su pueblo en cumplimiento de la promesa hecha por primera vez a Abraham cerca de 500 años antes (Génesis 15:12‐16). La teología de Josué encuentra su énfasis en el título del libro. No por causa de su referencia al líder humano Josué sino debido a la importancia teológica del Significado de su nombre. Josué, que en otras formas se encuentra como Oseas, Yeshua o Iesous en griego significa, “DIOS ES SALVACIÓN”. En Josué aprendemos por lo tanto, que el Regalo de Dios es un regalo Salvífico. Dios otorga a su pueblo el don de su Presencia y con ello le concede salvación. Salvación de sus enemigos y con ella reposo, paz, seguridad y sustento durante toda la vida. Algunos de los aspectos particulares de la importancia teológica de esta obra salvífica de Dios a favor de su pueblo se describen brevemente a continuación.

Dios Desea que su Pueblo Recuerde Su Obra de Salvación En primer lugar, el libro de Josué en su totalidad buscar promover en el pueblo de Dios una remembranza continua de la obra de Dios a su favor. En el Antiguo Testamento el olvido es constantemente asociado a la apostasía, mientras que el recuerdo es asociado a la obediencia y la fidelidad. Los capítulos 23 y 24 de Josué son muy enfáticos en este sentido. Además de esto el libro hace mención constante de “piedras de testimonio” que debían ser un recordatorio visible de la obra de salvación de Dios. El Regalo de Dios

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Cuando todo el pueblo terminó de cruzar el río Jordán, el Señor le dijo a Josué: 2 «Elijan a un hombre de cada una de las doce tribus de Israel, 3 y ordénenles que tomen doce piedras del cauce, exactamente del lugar donde los sacerdotes permanecieron de pie. Díganles que las coloquen en el lugar donde hoy pasarán la noche.» 4 Entonces Josué reunió a los doce hombres que había escogido de las doce tribus, 5 y les dijo: «Vayan al centro del cauce del río, hasta donde está el arca del Señor su Dios, y cada uno cargue al hombro una piedra. Serán doce piedras, una por cada tribu de Israel, 6 y servirán como señal entre ustedes. En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: “¿Por qué están estas piedras aquí?”, 7 ustedes les responderán: “El día en que el arca del pacto del Señor cruzó el Jordán, las aguas del río se dividieron frente a ella. Para nosotros los israelitas, estas piedras que están aquí son un recuerdo permanente de aquella gran hazaña.” » 8 Los israelitas hicieron lo que Josué les ordenó, según las instrucciones del Señor. Tomaron las piedras del cauce del Jordán, conforme al número de las tribus, las llevaron hasta el campamento y las colocaron allí. 9 Además, Josué colocó doce piedras en el cauce del río donde se detuvieron los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Esas piedras siguen allí hasta el día de hoy. Josué 4:1‐9 25

Aquel mismo día Josué renovó el pacto con el pueblo de Israel. Allí mismo, en Siquén, les dio preceptos y normas, 26 y los registró en el libro de la ley de Dios. Luego tomó una enorme piedra y la colocó bajo la encina que está cerca del santuario del Señor. 27 Entonces le dijo a todo el pueblo: —Esta piedra servirá de testigo contra ustedes. Ella ha escuchado todas las palabras que el Señor nos ha dicho hoy. Testificará contra ustedes en caso de que ustedes digan falsedades contra su Dios. Josué 24:25‐27 Es interesante considerar la relación entre el uso de piedras o rocas a la luz de la descripción que Moisés hace de Dios en Deuteronomio 32: Proclamaré el nombre del Señor. ¡Alaben la grandeza de nuestro Dios! Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo. »Jesurún engordó y pateó; se hartó de comida, y se puso corpulento y rollizo. Abandonó al Dios que le dio vida y rechazó a la Roca, su Salvador. ¡Desertaste de la Roca que te engendró! ¡Olvidaste al Dios que te dio vida! ¿Cómo podría un hombre perseguir a mil si su Roca no los hubiera vendido? ¿Cómo podrían dos hacer huir a diez mil si el Señor no los hubiera entregado? Su roca no es como la nuestra. ¡Aun nuestros enemigos lo reconocen! Y les dirá: “¿Dónde están ahora sus dioses, la roca en la cual se refugiaron? Deuteronomio 32:4, 15, 18, 30, 31 y 37

La Tierra Prometida es el Lugar de la Presencia, la Provisión y la Redención de Dios Un segundo aspecto del regalo salvífico de Dios es que dicho regalo no tiene que ver meramente con la tierra prometida aparte de la presencia de Dios en ella. De acuerdo a Waltke, en la teología El Regalo de Dios

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bíblica la “tierra” ideal es “aquel lugar en el cual YO SOY escoge habitar de manera especial en medio de su pueblo para proveer para sus necesidades y protegerlo.” Waltke afirma además que “la palabra ‘tierra’ tiene la connotación de aquello que es benevolente y soberanamente ordenado por Dios buscando el bienestar y la seguridad de la vida humana.”4

Dios es Quien Otorga la Victoria a su Pueblo Un tercer aspecto de la teología salvífica de Josué tiene que ver con la obtención de la victoria en batalla. El libro deja claro que la conquista de la tierra es posible solo bajo la bendición y protección de Dios. La historia de Acán (Josué 7) nos enseña que cuando esta bendición se pierde el puedo sale derrotado: 10 Y el Señor le contestó: —¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? 11 Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. 12 Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción. Y si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado. 13 ¡Levántate! ¡Purifica al pueblo! Diles que se consagren para presentarse ante mí mañana, y que yo, el Señor, Dios de Israel, declaro: “¡La destrucción está en medio de ti, Israel! No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el pueblo.” Josué 7:10‐13

Dios es Quien Otorga la Paz y el Descanso a su Pueblo Si la victoria sobre los enemigos del pueblo de Dios es obra de Dios, esto indica además que la paz y el descanso del pueblo son también provisión divina: Mucho tiempo después de que el Señor le diera a Israel paz con sus enemigos cananeos, Josué, anciano y cansado, 2 convocó a toda la nación, incluyendo a sus líderes, jefes, jueces y oficiales, y les dijo: «Yo ya estoy muy viejo, y los años me pesan. 3 Ustedes han visto todo lo que el Señor su Dios ha hecho con todas aquellas naciones a favor de ustedes, pues él peleó las batallas por ustedes. Josué 23:1‐3

Dios Demanda la Santidad de Su Pueblo Finalmente es de suma importancia entender que la teología de Josué respecto al regalo de la presencia salvadora de Dios en medio de su pueblo demanda la santidad del mismo. Dios no puede habitar permanentemente en medio de un pueblo rebelde. Después de realizar una brevísima reseña de la obra de Dios a favor de Israel, Josué exhorta al pueblo de esta manera: 14 »Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al Señor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al Señor. 15 Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor. 16 El pueblo respondió: —¡Eso no pasará jamás! ¡Nosotros no abandonaremos al Señor por servir a otros dioses! 17 El Señor nuestro Dios es quien nos sacó a nosotros y a nuestros 4

Waltke, Bruce. A Theology of the Old Testament, p. 535.

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antepasados del país de Egipto, aquella tierra de servidumbre. Él fue quien hizo aquellas grandes señales ante nuestros ojos. Nos protegió durante todo nuestro peregrinaje por el desierto y cuando pasamos entre tantas naciones. 18 El Señor expulsó a todas las que vivían en este país, incluso a los amorreos. Por esa razón, nosotros también serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios. 19 Entonces Josué les dijo: —Ustedes son incapaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y Dios celoso. No les tolerará sus rebeliones y pecados. 20 Si ustedes lo abandonan y sirven a dioses ajenos, él se les echará encima y les traerá desastre; los destruirá completamente, a pesar de haber sido bueno con ustedes. Josué 24:14‐20

La Historia Cristiana en Josué Nuevamente concluimos afirmando que la historia particular y teológica de Josué no puede ser comprendida de manera cristiana aparte de su relación con la obra de nuestro Salvador Jesucristo. En este respecto podemos afirmar que la persona y la obra de Jesucristo se hacen evidentes en este libro en al menos tres aspectos principales.

Cristo es Nuestro Salvador En primer lugar, como el nombre de Josué lo indica DIOS ES SALVACIÓN. La asociación de Jesús nuestro Salvador no debe observarse primero en el personaje humano de Josué, sino como ya mencionamos, en lo que su nombre significa. Jesucristo es nuestro Salvador porque él es el Hijo de Dios. El Evangelio de Lucas enfatiza esta relación entre el nombre de Jesús y el poder salvador que posee como Hijo de Dios: 26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, 27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo: —¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo. 29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo. 30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. Lucas 1:26‐33 68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. 69 Nos envió un poderoso salvador en la casa de David su siervo 70 (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas), 71 para librarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen;72 para mostrar misericordia a nuestros padres al acordarse de su santo pacto. Lucas 1:68‐72

Cristo es el Capitán del Ejército del Señor Un segundo aspecto de la obra de Cristo a favor nuestro se encuentra descrito en Josué 5:13‐15: 13 Cierto día Josué, que acampaba cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie frente a él, espada en mano. Josué se le acercó y le preguntó: —¿Es usted de los nuestros, o del enemigo? El Regalo de Dios

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—¡De ninguno! —respondió—. Me presento ante ti como comandante del ejército del Señor. Entonces Josué se postró rostro en tierra y le preguntó: —¿Qué órdenes trae usted, mi Señor, para este siervo suyo? 15 El comandante del ejército del Señor le contestó: —Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es sagrado. Y Josué le obedeció. En este texto vemos nuevamente la suficiencia absoluta de Dios en la salvación de su pueblo por medio de Jesucristo. Lo único que Josué necesitaba hacer ante la presencia del comandante del ejército del Señor era quitarse las sandalias en reconocimiento de la santidad de Dios. Este texto nos recuerda la afirmación de Hechos 4:12: 12 De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. Hechos 4:12

Cristo es Nuestra Tierra Prometida Finalmente, es muy importante reconocer que para el cristiano el lugar de la bendición de Dios no se encuentra en una tierra en particular en la cual Dios habite en medio de su pueblo en un templo hecho por manos humanas. La “tierra prometida” del cristiano es su Señor y Salvador Jesucristo. Esto lo vemos en los siguientes aspectos: Cristo es el Lugar de la Presencia Misma de Dios 15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación Colosenses 1:15 9 Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo. Colosenses 2:9 Cristo es Nuestra Paz En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1 14

Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba… Efesios 2:14 Cristo es Nuestra Victoria 37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 8:37‐39 57 ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! 1 Corintios 15:57

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En Él Debemos Habitar, Permanecer, y Andar 4 Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. 5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. 6 El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. 7 Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Juan 15:4‐7 14 Por esta razón me arrodillo delante del Padre, 15 de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. 16 Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, 17 para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor. Efesios 3:14‐17 6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; 7arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Colosenses 2:6‐7

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