Sesión 6. Números: El Fiel Regalo de Dios Bosquejo
El Propósito del Libro de Números La Historia Particular en el Libro de Números: La Infidelidad e Incredulidad de Israel Israel en el Sinaí: Alistándose para partir a la Tierra Prometida (Núm. 1‐9) Israel Rumbo a Cades: En Camino a la Tierra Prometida (Núm. 10‐12) Israel en Cades: Israel se Niega a Entrar en la Tierra Prometida (Núm. 13‐14) Israel en el Desierto: Dios entre su pueblo, pero como “enemigo” (Núm. 15‐19) Israel Regresa a Cades. La Nueva Generación se alista para entrar en la Tierra (Núm. 20‐21) Israel en Moab. Dios bendice a Israel por medio de Balán (Núm. 22‐24) Israel en Moab. Dios confirma su fidelidad y su pacto (Núm. 25‐36) La Historia Teológica de Números: El Fiel Regalo de Dios Dios otorga fielmente Su presencia a su pueblo La Fidelidad de Dios merece y demanda obediencia precisa La Fidelidad de Dios garantiza perdón y disciplina a su pueblo La Fidelidad de Dios garantiza sus promesas La Fidelidad de Dios es la fuente de su gracia y su misericordia La Historia Cristiana en Números Cristo es nuestro sustento en tiempos de prueba Cristo es nuestro sustento en tiempos de desierto Cristo es nuestra única garantía de perdón y comunión con Dios Cristo es nuestra herencia eterna
El Propósito del Libro de Números El libro de Números recibe su nombre debido a la inclusión de los dos censos realizados sobre el pueblo de Israel al comienzo y culminación de la peregrinación en el desierto (1445‐ 1406 a.C.). A veces se describe a este libro como la historia de Israel durante sus años de peregrinación, pero en realidad, el libro de Números es estratégicamente selectivo en cuanto a los eventos que incluye en relación a los cuarenta años de historia que la narración abarca. Esta selectividad hace muy claro el propósito del libro: El libro de Números fue escrito por Moisés para enseñar al pueblo de Dios a través de las edades acerca de la fidelidad de Dios a su pacto con su pueblo a pesar de la infidelidad, rebelión e incredulidad de su pueblo.
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La Historia Particular en el Libro de Números: La Infidelidad e Incredulidad de Israel (Números 119) La historia del pueblo de Israel en el libro de Números muestra cuán dolorosamente pecadores e imperfectos son los seres humanos. Números hace evidente que el regalo de la presencia de Dios es un don el cual Él preserva fielmente en medio de su pueblo únicamente en base a su misericordia y su gracia. Es posible afirmar que el libro de Números es una exposición histórica de Éxodo 34:6‐7: 6 . . . El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, 7 que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación. El pueblo de Israel se convierte en un modelo que ilustra elocuentemente al creyente de todos los tiempos las terribles consecuencias de la incredulidad, y la desobediencia que ésta acarrea, en la vida de los hijos de Dios. A pesar de la constante incredulidad del pueblo, Dios no retira su presencia de en medio del campamento. Sin embargo por causa de la desobediencia la presencia de Dios se hace indeseable pues se experimenta únicamente en el desierto y no en la tierra que fluye leche y miel. Se hace manifiesta en juicio y disciplina Figura 1. Fuente: http://www.teamven.org/DCB/MAPAS/El_%C3%A9xodo.htm más que en gozo y bendición. El pasaje que mejor nos ilustra esta conexión con Éxodo 34 y al mismo tiempo nos presenta una síntesis de la relación que existe entre la historia teológica y la historia particular del libro de Números se encuentra en los capítulos 13 y 14. Tomemos un tiempo para analizar este evento histórico.
La Historia de Israel desde el Sinaí hasta Cades Podemos resumir el contenido de los primeros 12 capítulos de Números utilizando el siguiente bosquejo: Israel en el Sinaí: Alistándose para partir a la Tierra Prometida (Números 1‐9) • El Censo de la Primera Generación (Números 1) • La Distribución de las Tribus en el Campamento (Números 2) El Regalo de Dios
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El Orden de Marcha (Números 2) El Orden del Sacerdocio (Números 3‐4) La Pureza y Consagración en el Campamento (Números 5‐6) La Consagración del Tabernáculo (Números 7) La Consagración de los Levitas (Números 8) La Celebración de la Pascua (Números 9) La Certeza de la Presencia de Dios en el Tabernáculo y el Campamento (Números 9)
Esta sección presenta al lector un doble énfasis. En primer lugar, establece nuevamente la fidelidad de Dios al cumplir su promesa de habitar en medio de Su pueblo para bendecirlo con Su presencia y guiarlo en todos sentidos para llenarlo de bendiciones. El pasaje que resume esta realidad se encuentra en Números 6:22‐27: 22 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo: 23 Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: “Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis: 24
‘El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz.’ ” 27 Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré. (LBLA) 25
En segundo lugar, establece la obediencia precisa del pueblo de Israel y de sus líderes a cada uno de los mandamientos del Señor. Vez tras vez encontramos esta afirmación: 54
Los israelitas hicieron todo conforme a lo que el Señor le había mandado a Moisés. Números 1:54 (c.f. 2:34; 8:3‐4, 20, 9:23)
Israel Rumbo a Cades: En Camino a la Tierra Prometida (Números 10‐12) • El Inicio de la Marcha (Números 10) • La Rebelión e Incredulidad del Pueblo (Números 11‐12) • El Juicio de Dios Sobre la Incredulidad del Pueblo (Números 11‐12)
Esta sección establece nuevamente la fidelidad de Dios al dar a su pueblo el regalo prometido de Su presencia:
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Los israelitas partieron de la montaña del Señor y anduvieron por espacio de tres días, durante los cuales el arca del pacto del Señor marchaba al frente de ellos para buscarles un lugar donde acampar. 34 Cuando partían, la nube del Señor permanecía sobre ellos todo el día. 35 Cada vez que el arca se ponía en marcha, Moisés decía:
«¡Levántate, Señor! Sean dispersados tus enemigos; huyan de tu presencia los que te odian.»
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Pero cada vez que el arca se detenía, Moisés decía:
«¡Regresa, Señor, a la incontable muchedumbre de Israel!» Números 10:33‐36
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La historia de Israel sin embargo, no es ya más una historia de obediencia, sino una historia constante de queja, ingratitud y falta de respeto a Dios: Un día, el pueblo se quejó de sus penalidades que estaba sufriendo. Números 11:1 4
Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne! 5 ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! 6 Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!» Números 11:4‐6 Entonces, muy disgustado, 11 Moisés oró al Señor: —Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo? 12
¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados? 13 Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne. ¿De dónde voy a sacarla? 14 Yo solo no puedo con todo este pueblo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí! 15 Si éste es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia! Números 11:10‐15 2 Moisés había tomado por esposa a una egipcia, así que Miriam y Aarón empezaron a murmurar contra él por causa de ella. 2 Decían: «¿Acaso no ha hablado el Señor con otro que no sea Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?» Y el Señor oyó sus murmuraciones. Números 12:1‐2
La Historia de Israel en Cades y en el Desierto
Israel en Cades: Israel se Niega a Entrar en la Tierra Prometida (Números 13‐19) • Los Espías Exploran la Tierra (Números 13) • El Pueblo se Niega a Entrar en la Tierra Prometida (Números 14) • El Perdón y Castigo de Israel por su Menosprecio de Dios (Números 14) • La Peregrinación en el Desierto (Números 15‐19) La historia de los primeros 12 capítulos de Números llega a su primer clímax en los capítulo 13 y 14 donde las lecciones históricas y teológicas del libro concurren. A causa del temor, el pueblo se niega a tomar la tierra que Dios les ha entregado en posesión. Las circunstancias y las noticias respecto a los habitantes de Canaán les llevan a la incredulidad y a lo que la incredulidad refleja: Menosprecio de Dios y del don de su presencia para en medio de Su pueblo: 11 Entonces el Señor le dijo a Moisés: —¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos? 12 Voy a enviarles una plaga que los destruya, pero de ti haré un pueblo más grande y fuerte que ellos. Números 14:11‐12
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La rebelión del pueblo en Cades llevó al pueblo finalmente a la peregrinación en el desierto por cuarenta años. La disciplina de Dios sobre su pueblo se hizo evidente y la nación tuvo que esperar a una nueva generación antes de entrar a la tierra prometida. Es en Cades donde podemos realizar la transición a la importancia teológica del libro de Números.
La Historia Teológica del Libro de Números: El Fiel Regalo de Dios Dios otorga fielmente Su presencia a su pueblo La teología del libro de Números es muy sencilla. Dios es fiel a pesar de la infidelidad de su pueblo. Vez tras vez Israel demostró ser indigno de la presencia de Dios y la inmensurable bendición que esta provee. Pero Dios, Haciendo honor a su glorioso Nombre, aún en medio de la infidelidad e incredulidad de Israel, permaneciendo fiel a su pacto, no remueve su presencia de en medio de Su pueblo. Observe la manera en la que Números 14 manifiesta el carácter de Dios expresado previamente en Éxodo 34:6‐7: 13 Moisés le argumentó al Señor: —¡Recuerda que fuiste tú quien con tu poder sacaste de Egipto a este pueblo! Cuando los egipcios se enteren de lo ocurrido, 14 se lo contarán a los habitantes de este país, quienes ya saben que tú, Señor, estás en medio de este pueblo. También saben que a ti, Señor, se te ha visto cara a cara; que tu nube reposa sobre tu pueblo, y que eres tú quien los guía, de día con la columna de nube y de noche con la columna de fuego. 15 De manera que, si matas a todo este pueblo, las naciones que han oído hablar de tu fama dirán: 16 “El Señor no fue capaz de llevar a este pueblo a la tierra que juró darles, ¡y acabó matándolos en el desierto!” 17 »Ahora, Señor, ¡deja sentir tu poder! Tú mismo has dicho 18 que eres lento para la ira y grande en amor, y que aunque perdonas la maldad y la rebeldía, jamás dejas impune al culpable, sino que castigas la maldad de los padres en sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. 19 Por tu gran amor, te suplico que perdones la maldad de este pueblo, tal como lo has venido perdonando desde que salió de Egipto. 20 El Señor le respondió: —Me pides que los perdone, y los perdono. 21 Pero juro por mí mismo, y por mi gloria que llena toda la tierra, 22 que aunque vieron mi gloria y las maravillas que hice en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me desobedecieron y me pusieron a prueba repetidas veces 23 verá jamás la tierra que, bajo juramento, prometí dar a sus padres. ¡Ninguno de los que me despreciaron la verá jamás! Números 14:13‐23 Dios es un Dios Fiel. El libro de Números manifiesta una y otra vez que Dios prefiere eliminar de entre su pueblo a aquellos que con impiedad desvían al resto antes que quitar su presencia de en medio de ellos. No obstante, la fidelidad de Dios incluye un elemento disciplinario.
La Fidelidad de Dios merece y demanda obediencia precisa El aspecto más doloroso de la actitud de Israel es que manifestaba el menosprecio del pueblo hacia Dios (14:11, 23). La fidelidad de Dios merece y demanda la obediencia de su pueblo. Una y otra vez en el libro de Números observamos la importancia de la obediencia precisa a las instrucciones de Dios. Moisés y Aarón experimentaron esto de manera irremediable (Números 20). El Regalo de Dios
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La Fidelidad de Dios garantiza perdón y disciplina a su pueblo En su gracia, Dios otorgó el perdón a su pueblo durante múltiples ocasiones (vea Números 10‐ 20, 25), pero en cada una de ellas también lo juzgó y disciplinó para enseñarle a generaciones futuras la importancia de la obediencia de la fe y la honra que esta trae al nombre de Dios. La fe en Dios produce obediencia a sus mandamientos sin importar las circunstancias. La fe que no obra es una fe falsa.
La Fidelidad de Dios garantiza sus promesas y es la fuente de su gracia y su misericordia Un último aspecto importantísimo al mensaje teológico de Números es la forma en la que el carácter perfecto y fiel de Dios garantiza el cumplimiento de sus promesas para con su pueblo. Dios siempre cumple su palabra. El es poderoso y fiel. Números proclama esta verdad consistentemente (vea por ejemplo Números 11:21‐23) pero en ningún lugar se hace esto más evidente que en la historia de Balac y Balán. Hasta este punto en la historia, Números ha hecho más que evidente la infidelidad de Israel. Ciertamente es digno de maldición. No obstante, cuando Balac ofrece ricos dones a Balán para maldecir al pueblo, Balán proclama la fidelidad de Dios. Observe, admire y regocíjese en la forma en la que Dios describe la actitud hacia su pueblo: 18 Entonces Balán pronunció su oráculo: «Levántate, Balac, y escucha; óyeme, hijo de Zipor. 19 Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? 20 Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. 21 »Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El Señor su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como rey. 22 Dios los sacó de Egipto con la fuerza de un toro salvaje. 23 Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: “¡Miren lo que Dios ha hecho!” Números 23:18‐23 No cabe duda que la gracia y la misericordia de Dios son evidentes y admirables. A pesar de todo lo transcurrido desde el comienzo del éxodo hasta este punto, Dios todavía permanece fiel a su pacto de permanecer en medio de su pueblo y bendecirlo con el regalo de su presencia: “Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El Señor su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como rey.” El Regalo de Dios
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La Historia Cristiana en el Libro de Números ¿En qué forma nos enseña el libro de Números el valor de nuestro Salvador Jesucristo? No debemos leer este libro sin consideración a su conexión con el Nuevo Testamento y la persona de Cristo. Hacer esto dejaría la historia incompleta. Mencionemos brevemente algunas formas en las que Cristo es presentado para nosotros en el mensaje de Números.
Cristo es nuestro sustento en tiempos de prueba En primer lugar, Números nos recuerda que aun cuando la vida cristiana está llena de pruebas, dificultades y circunstancias no muy agradables, en todas nuestras jornadas Cristo es nuestro sustento. Durante los años de preparación al reposo que traería la tierra prometida el pueblo de Israel sufrió penalidades y un estilo de vida de gran austeridad y arduo trabajo. Pero durante este tiempo Dios les sustentó con maná, proveyéndoles de agua, sombra y calor. Todo esto, de acuerdo al apóstol Pablo por medio de Jesucristo: 10 No quiero que desconozcan, hermanos, que nuestros antepasados estuvieron todos bajo la nube y que todos atravesaron el mar. 2 Todos ellos fueron bautizados en la nube y en el mar para unirse a Moisés. 3 Todos también comieron el mismo alimento espiritual 4 y tomaron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10:1‐4
Sin importar las circunstancias y lo que el mundo piense de ellas, el camino a la bendición de Dios, aunque lleno de pruebas, tiene garantizada la bendición de la presencia de Dios en la persona de nuestro Salvador por medio de su Espíritu.
Cristo es nuestro sustento en tiempos de desierto Una segunda lección de Números es que aun en tiempo de castigo y disciplina. La presencia de Dios y la gracia de Jesucristo jamás nos abandonan. Ciertamente el pueblo de Dios sufrió por cuarenta años las consecuencias de su desobediencia. Pero jamás perdió el regalo de la presencia de Dios en medio de ellos. El maná no dejó de descender, ni se agotó el agua. Jesús fue su sustento en tiempos de disciplina y lo es también para nosotros. El Salmo 89 nos recuerda esto: 30
»Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos, 31 si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos, 32 con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad. 33 Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará. 34 No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras. 35 Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David: 36 Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia. 37 Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.» Salmo 89:30‐37 El Regalo de Dios
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Cristo es nuestra única garantía de perdón y comunión con Dios La historia de la rebelión de la nueva generación aún después de que Dios les había dado la victoria en Arad (Números 21) demuestra que aún en medio de la disciplina Jesucristo es para nosotros la provisión que Dios hace para otorgarnos perdón. Fuera de Cristo no hay perdón ni salvación: 14 »Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna. 16 »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:14‐16 8 Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. 9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros. 2 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 2 Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. 1 Juan 1:9 – 2:2
Cristo es nuestra herencia eterna Un último aspecto que el libro de Números nos enseña en relación a la persona de nuestro Salvador lo aprendemos de la herencia de la tribu de Leví. En Números 18 se nos detallan los múltiples privilegios y responsabilidades y la bendición especial que Dios les otorgó al estar delante de Él, en la Tienda de Reunión continuamente. Pero la más grande bendición era la esta: 20 El Señor le dijo a Aarón: «Tú no tendrás herencia en el país, ni recibirás ninguna porción de tierra, porque yo soy tu porción; yo soy tu herencia entre los israelitas. Números 18:20 Al igual que los levítas, los creyentes en Cristo somos “real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.” Y de la misma manera que ellos, nuestra esperanza no consiste heredar una tierra especial sino un don especial: El don de morar por la eternidad en la presencia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él es nuestra herencia. El es nuestro regalo: 14 »No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 3 Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Juan 14:1‐4 16 El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras. 1 Tesalonicenses 4:16‐18
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