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LOS CACIQUES DE PACHACAMAC Y SUS DESCENDIENTES LIMEÑOS
Ravines interviene tres importantes sectores: una sección del atrio de la pirámide central, la cima del brazo derecho y una plaza circular cerca al brazo derecho. En sucesivas publicaciones especializadas y de difusión expone sus hallazgos y posiciona a Garagay como un claro ejemplo de arquitectura ceremonial del período Formativo. Ravines extiende su actividad a la preservación del monumento al proponer el área intangible, logrando construir un cerco de protección en gran parte de sus linderos. Garagay parecía así convertirse en poco tiempo en un monumento de primer orden y representativo de Lima. Lamentablemente, todos esos nobles esfuerzos no se continuaron y el sitio cayó gradualmente en el abandono.
Después de más de 40 años, la Municipalidad de Lima se ha propuesto retomar la recuperación de Garagay como parte de una actividad sostenida de excavaciones arqueológicas y labores de conservación, a la que se irán sumando gradualmente inversiones en infraestructura de servicios culturales, educativos, turísticos y recreativos con el fin de poner en valor Garagay e incorporarlo a la ciudad de Lima como un espacio público de primer orden. Si pudiéramos hacer una lista de los valores relevantes de un monumento de la antigüedad, este complejo arqueológico reuniría todas las variables conocidas que lo convierten como un sitio de valor universal excepcional.
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En el 2017 se empiezan las excavaciones en la pirámide central de Garagay siguiendo el eje ascendente, desde el espacio abierto de la plaza central y el vestíbulo, pasando por la gran escalinata central de la pirámide hasta llegar al atrio y luego a la plataforma superior, los cuales fueron los espacios restringidos y limitados a las actividades ceremoniales más sacras cuando funcionaba el templo en tiempos prehispánicos.
De todas estas recientes intervenciones, la excavación de una sección del atrio o patio ceremonial nos ha mostrado un espacio con alto contenido simbólico que no se ha visto en otros edificios prehispánicos del valle de Lima. El atrio es una edificación de planta cuadrangular de 25 por 25 metros lineales delimitado por dos terrazas decoradas de tres metros de altura. El acceso a este atrio o patio ceremonial se daba por una gran escalara central de 12 metros de ancho y unos 20 metros de altura. De las secciones norte, oeste y sur del atrio surgen escalinatas centrales de sólo dos metros de ancho que se comunican con las plataformas superiores. Es importante acotar que el eje ascendente este-oeste muestra la mayor cantidad de renovaciones en los elementos arquitectónicos más visibles como los enlucidos. Pese a tener un casi nulo desgaste son los de mayor mantenimiento, reforzando la importancia de este eje ceremonial.
Por otro lado, la decoración que presentan ambas terrazas es diferente. La terraza superior es más simple y está pintada de amarillo, donde se ha identificado, hasta la fecha, el arranque de un relieve policromo hoy parcialmente destruido y una banda blanca en relieve a manera de serpiente dentada, la cual corre como una cenefa al pie del muro. En cambio, la primera terraza sobre el piso del atrio, está decorada de manera más compleja, pues el muro está dividido en campos de dos metros de largo por un metro y medio de alto conteniendo al interior relieves independientes claramente delimitados. Cada campo esta alternado por una figura geométrica. En una sección del muro, desde la esquina hasta la escalera central, se podrían ver tres campos decorados alternados por dos figuras geométricas. Lo cual sumaría un total de seis campos decorados por cada muro y cuatro figuras geométricas haciendo un aproximado de veinticuatro relieves independientes en todo el atrio. A ello se suma, las pilastras decoradas a ambos lados de cada escalera lateral y probablemente en la escalera central. Es evidente que el amarillo de la terraza superior como el rojo del fondo de los paneles de la terraza inferior eran los colores más sobresalientes en esta composición decorativa.
Una de las explicaciones más probables para entender el significado de cada figura surge de imaginar a cada relieve como parte integrante de un panteón de deidades del periodo Formativo con atributos claramente diferenciados o en su defecto imágenes concatenadas entre ellas que quizás nos narran un mito fundacional. En todo caso, mientras vamos develando los relieves del atrio y de otros espacios arquitectónicos estamos descubriendo un imaginario sacro muy complejo y variado del cual sólo conocíamos expresiones para períodos posteriores.
Mención aparte es la tecnología usada para cada figura y la destreza, así como experticia, para representar y decorar cada imagen. La plasticidad en el manejo del barro, las técnicas aplicadas para representar profundidad y volumen, así como el uso combinado del color son producto de un largo ejercicio del arte mural.
El felino y los atributos felínicos están muy presentes en los relieves de Garagay, al igual que ocurre en otros sitios arqueológicos del mismo período en donde se presentan igualmente relieves en barro, pero en Garagay están representados de manera particular y con una cromática única muy exuberante en colores diversos. Estos rasgos hacen que los frisos de Garagay sean estilísticamente relacionables con las sociedad Cupisnique y Chávin; en especial, por su similitud con las decoraciones plasmadas en cerámica, orfebrería o en decoración arquitectónica.
Ronald Elward Haagsma A pesar que en 1535 Lima se convirtió en la Ciudad de los Reyes, y poco después en importante capital de un Virreinato que le permitía controlar territorios desde Panamá hasta Patagonia, lo cierto es que los antiguos linajes prehispánicos no desaparecieron. Mantuvieron una poco conocida vitalidad y presencia durante el periodo colonial, que continuó durante el siglo XIX.
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Iglesia de Pachacamac. (Ronald E. Haagsma, 2017). Un ejemplo son los caciques de Pachacamac, de la familia Saba Taulichumbi, el antiguo oráculo Inca y centro de peregrinación de la costa pacífica sudamericana. Sus descendientes continuaron en posiciones de liderazgo sobre la población ancestral, y además se cuentan entre los que protegieron Lima contra los piratas, y años después defendieron la Patria durante la Guerra del Pacífico. Todavía hoy viven en Lima descendientes de estos caciques, por línea materna. Es una historia de limeños, desde otra perspectiva.
Pachacamac era uno de los tres curacazgos Ychsma del valle del río Lurín, junto con Caringa y Machay. Los Ychsma tenían más curacazgos en el valle del Rímac como Armatambo, Late, Guadca, Lima y Maranga, basados en una amplia red de canales de irrigación, que había convertido esta zona árida de la costa en una muy fértil (Espinoza, 2014: 129-146). Se estima que por eso la población al momento de la llegada de los españoles alcanzaba las 200,000 personas (Gunther, 2013: 28).
El centro religioso de la población Ychsma era Pachacamac. Con la incorporación pacifica de los Ychsma en el imperio Inca alrededor 1460 AD (Gunther, 2013:28), este centro se convirtió en el más importante fuera del Cusco. Razón que los Incas construyeron un templo del sol y un acllahuasi. Posiblemente todos los curacazgos Ychsma tenían su propio adoratorio dentro el complejo. También y el palacio de los curacas de Pachacamac se encontraba ubicado aquí también, tal como lo describe. El cronista Miguel de Estete en 1533:
Este pueblo de Xachacama es gran cosa, tiene junto á esta mezquita una casa del sol, puesta en un cerro, bien labrada, con cinco cercas; hay casas con terrados, como en España. ... El principal señor dél se llama Taurichumbi. A este pueblo vinieron los señores comarcanos á ver al capitán con presentes de lo que había en su tierra y con oro y plata.
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