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BIBLIOTECAS LIMEÑAS
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SERIE DE SIETE ARCÀNGELES. Atribuidos a Zurbarán. (s. XVII). Monasterio de la Concepción, Lima. 1. Arcángel San Rafael. 2. Arcángel San Miguel. 3. Arcángel San Hadriel. 4. Arcángel San Ariel. PINTURAS DEL CONVENTO DE LA BUENA MUERTE. Atribuidas a Zurbarán. (s. XVIII). Convento de la Buena Muerte.
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5. San Bruno. 6. San Basilio. 7. San Antonio de Abad.
SERIE HIJOS DE JACOB. Seguidor de Francisco Zurbarán. Atribuído a Juana de Valera (s/f.). Convento de San Francisco. Lima.
8. Zabulón . 9. Naphtali.
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Pedro M. Guibovich Pérez
Recorrer las calles del Centro Histórico de Lima constituye muchas veces una suerte de ejercicio de lectura. A cada paso nos encontramos con edificios modernos y antiguos, placas conmemorativas, monumentos y esculturas exentas, que recuerdan eventos de trascendencia local o nacional, porque las calles y los edificios del centro histórico están cargados de historia. Calles y edificios han sido escenarios y testigos de los más importantes acontecimientos del devenir de nuestro país. Algunos de esos edificios conservan herramientas esenciales para leer correctamente la historia de Lima: las bibliotecas.
Albergadas en edificios monumentales, muchas veces, por no decir siempre, las bibliotecas pasan desapercibidas a los ojos del visitante. Pero en las páginas de sus libros se encierran muchas claves para entender el pasado, el presente y el futuro de la metrópolis que habitamos. Son los libros al mismo tiempo memorias y testigos del pasado. Su lectura nutre y hace más inteligible el patrimonio histórico y la historia de la ciudad capital; de allí su importancia por conservarlos. En las líneas que siguen haré un recuento de los repositorios bibliográficos que estimo más importantes de nuestro centro histórico. Con fines didácticos, los he agrupado en generales y especializados.
En Lima hubo libros desde su fundación. Los colonizadores europeos que empezaron a dar forma a nuestra ciudad en aquel lejano 18 de enero de 1535, estaban familiarizados con los textos impresos y en su equipaje trajeron consigo algunos de ellos, los cuales les proveyeron de entretenimiento pero también de consuelo espiritual. Con el paso del tiempo, cada vez más y más libros llegaron a Lima como consecuencia del arribo de nuevos vecinos, pero sobre todo por el desarrollo político, económico y cultural de nuestra ciudad. A lo largo de la historia, Lima ha sido centro de la vida política. Durante la colonia, fue llamada “corte”, porque en ella residía el virrey y su entorno institucional, que hacía posible el gobierno y la administración del extenso virreinato, y acceder a los cargos y prebendas. Luego, durante la etapa republicana, las instituciones del Estado radicaron en la capital, con lo cual contribuyeron a acentuar aún más su condición de epicentro del poder. Desde el punto de vista económico, Lima ha sido siempre núcleo de actividades financieras y comerciales, un espacio donde era posible acceder a productos y mercancías de muy diversa procedencia y naturaleza. Asimismo, la capital ha sido sede de instituciones educativas tales como colegios, institutos y universidades.
Para alojar las instituciones educativas se construyeron edificios, muchos de los cuales constituyen parte sustancial del patrimonio arquitectónico e histórico de Lima. Entre las edificaciones más imponentes y antiguas, destacan los conventos de las grandes órdenes religiosas masculinas. Fueron fundados en los tiempos coloniales para promover la cristianización, y servir de vivienda y centros de instrucción a quienes los habitaban. Para lograr esto último hubo necesidad de dotarlos de “librerías” o bibliotecas, que se fueron enriqueciendo progresivamente mediante la compra en los mercados europeo y local. Las bibliotecas de los conventos de Santo Domingo, San Francisco y Descalzos, que han llegado a nuestros días, son muestras excepcionales de la curiosidad intelectual de sus propietarios. En sus estanterías se alienan impresos procedentes de algunos de los más importantes centros editoriales de Europa, no pocos de ellos preservan auténticas joyas bibliográficas por su rareza o la calidad de su fabricación. Las bibliotecas conventuales son colecciones generales dada la diversidad de las temáticas de sus libros: Historia, Literatura, Arte, Religión, Filosofía, Geografía, entre otras. A pesar de su enorme valor cultural, las bibliotecas conventuales eran de acceso restringido, por lo que desde mediados del siglo XVIII algunos hombres de letras clamaron por el establecimiento de una colección bibliográfica pública en Lima. Este proyecto tan solo se materializó con la fundación en 1821 de la Biblioteca Nacional, por decisión del Libertador José de San Martín. Para su establecimiento se escogió el local donde había funcionado el Colegio del Príncipe, en uno de los extremos de la manzana ocupada por el colegio jesuita de San Pablo (hoy esquina de la avenida Abancay y el jirón Ucayali). El fondo bibliográfico inicial de la Biblioteca Nacional estuvo conformado por libros donados por el propio San Martín y los pertenecientes a la Universidad de San Marcos (que provenían de los colegios jesuitas suprimidos en 1767). Desafortunadamente, en nuestro país, el patrimonio cultural ha sido víctima de desastres. En 1943, un devastador incendio destruyó el local de la Biblioteca y, con ello, se perdieron innumerables impresos y manuscritos de gran valor. Casi de inmediato el gobierno de Manuel Prado, ordenó su reconstrucción. El nuevo edificio fue diseñado de acuerdo a las necesidades y gustos de la época, pero con el paso del tiempo quedó estrecho para los servicios y demandas de los usuarios. En el 2006 se inauguró el nuevo local de la Biblioteca Nacional en el distrito de San Borja, en tanto que el edificio del centro pasó a convertirse en la Gran Biblioteca Pública de Lima. Ambas instituciones son complementarias, ya que mientras el local del centro contiene una colección general dirigida a un público más amplio, el de San Borja aloja las colecciones de impresos y manuscritos de especial interés para los investigadores. Ambos, no está de más decirlo, son activos centros culturales.
Después de la Nacional, la colección bibliográfica general más importante en nuestro Centro Histórico es la del Instituto Riva-Agüero, de propiedad de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Forma parte del Instituto Riva-Agüero, que funciona en una antigua mansión del siglo