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LA PLAZA MAYOR DE LIMA: CAMBIOS Y TRANSFORMACIONES

neral brigadier don Pedro de Rivera y Villalón con la misión de inspeccionar los presidios fundados en la frontera norte, labor que le llevó cuatro años (1724-1728) y en la cual verificó su absoluto abandono. Recomendó, una vez redactado su informe, que algunos de ellos –especialmente los de Texas– debían ser reubicados y formar realmente una línea presidial que fuera de la Bahía del Espíritu Santo con dirección al Nuevo México, además de que sugería la separación de Sonora y Sinaloa del Reino de la Nueva Vizcaya (concretado en 1733) y la implementación de caravanas periódicas escoltadas por militares.

Mientras se desarrollaban estas labores de reconocimiento territorial, el periodo del Marqués de Casa Fuerte al frente del gobierno de Nueva España, estaba por llegar a su fin. El rey Felipe V conocía bien las buenas noticias de su gobierno y a pesar de su largo gobierno decidió confirmarlo en su cargo. Cuando sus ministros le recordaron que Casa Fuerte, además de concluir su tiempo ya era de avanzada edad para la época (en 1727 tenía 69 años), el Rey no se dejó influenciar tan fácilmente y le prorrogó por tres años más el mando. El Marqués siguió haciendo sus reformas: puso un alto a la Inquisición que tomó como deporte incurrir en procedimientos irregulares relacionados con la usurpación de jurisdicción real, promulgación de censuras contra ministros y en general todo tipo de procesos no siempre fundados. También consiguió que la Casa de Moneda acuñara con verdadera calidad los dineros que circulaban por todo el mundo, haciendo de sus diseños regulares los mejores que hasta el momento había producido la Nueva España. Cabe destacar que al final de su mandato, hacia 1733 designó al ingeniero militar Luis Díez Navarro para que concluyera las obras en el inmueble cuyos decorados aún se pueden apreciar como, por ejemplo, el medallón gigantesco con la efigie de Felipe V que recibe al visitante en la entrada. Lo mismo con la Nueva Aduana, construido entre 1729 y 1735 con diseño del arquitecto Pedro de Arrieta, el mismo que construyó la antigua Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, y el Palacio de la Inquisición que se encuentra a un costado del templo de Santo Domingo, en el actual Centro Histórico.

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Don Juan Vázquez de Acuña también fue promotor y protector del comercio con las lejanas Filipinas. 1731 se recuerda como uno de los mejores años ya que llegó una nave con dos mil setecientos sesenta y siete bultos, cuarenta y siete mil cajones, quinientas cincuenta y cuatro “churlas” de canela, ciento cuarenta y siete marquetas de cera, cincuenta y un balas de porcelana de China, ingente cantidad de pimienta. Esta es sólo una muestra de la abundancia de bienes que llegaron del Oriente, por el Mar Pacífico, al puerto de Acapulco, con dirección a Europa. Sin embargo muchos de los cuales se quedaban en Nueva España para dinamizar la economía que el Marqués tanto procuró sanear. Manuel Rivera Cambas hizo un estimado interesante de ello: durante su gobierno (1722-1734) los reales producidos por la Real Hacienda de Nueva España se calculan en ocho millones, ochocientos veintitrés mil ciento ochenta y nueve pesos, en tanto el gobierno del virrey anterior apenas si llegaban a los ochocientos mil.

En marzo de 1734, el Marqués enfermó. Se comentaba en aquellos años que la gota (elevación del ácido úrico) le había provocado muchos dolores hasta hacerlos insoportables. El día 16 comenzó a agravarse. Guardó cama rigurosamente en tanto las iglesias echaban campanadas con rogativas por la pronta salud del virrey. Era apreciado. Muy querido entre los novohispanos. Sus amigos los frailes franciscanos le acercaron sus oraciones y se confesó piadosamente con el arzobispo electo de Durango Martín de Elizacoechea quien le administró el viático de la extremaunción. Falleció en la madrugada del 17 a la una y cincuenta, en medio de feliz memoria. Sus restos, luego de ser velados en Palacio, fueron depositados el día 21 en la iglesia de San Cosme y San Damián a tres leguas de su residencia oficial donde aún se encuentran.

A don Juan Vázquez de Acuña y Bejarano, Marqués de Casa Fuerte, le sucedió en el gobierno el arzobispo don Antonio de Vizarrón y Eguiarreta. Aquél fue elogiado por su presente y la posteridad. Reformador enérgico, caritativo, sutil. Quizá haya sido el virrey criollo más querido de los pocos que hubo en América y entre los muchos que contó el imperio español. El curioso lector que se asome a las obras completas de Benito Jerónimo Feijóo, volumen cuarenta y cuatro, página ciento doce, encontrará la afirmación de que en Nueva España no hubo jamás un gobierno como el de Casa Fuerte. Y puede que tenga razón, pues ni el pasado ni el presente han desmentido lo dicho por el religioso benedictino.

Se afirma generalmente que sólo hubo virreyes españoles tanto en el reinado de los Austrias como de los Borbones. La excepción confirma la regla. Valdrá la pena revisar el concepto de criollo que se define como los hijos nacidos de españoles en América. Pero criollo también se define como aquel individuo que tiene conciencia de su nacimiento en tierras propias. Son aquellos identificados con el lugar en que nacieron y cuya ascendencia no únicamente es de peninsulares. Podrían ser mestizos, pero con la educación e identidad de españoles nacidos en los virreinatos americanos. El caso del Marqués de Casa Fuerte es un ejemplo claro a su origen. Cierto que a temprana edad emigró a España con su madre. Pero su origen se conocía y se respetaba. Es posiblemente su condición de criollo quien lo preparó para un cargo tan importante en Nueva España, donde realizó un gobierno ejemplar. ¿Sería por eso que se entregó a un trabajo arduo al que le dio su vida misma?

2. Plazuela de San Francisco: Capilla del Milagro y Casa de Pilatos

LA PLAZA MAYOR DE LIMA: CAMBIOS Y TRANSFORMACIONES

Juan José Pacheco Ibarra

La Plaza Mayor es en la actualidad el espacio público más importante de Lima. Sin embargo, en sus inicios fue un lugar regido por la corona española, luego de la fundación de la ciudad de los Reyes, el 18 de enero de 1535.

En las últimas décadas ha sido difundida la imagen de una reconstrucción de la plaza antes de la llegada de los españoles. Gabriel Ramón Joffre1 sostiene que esta supuesta plaza prehispánica es apócrifa y fue ideada por el arquitecto Emilio Harth-Terré en 1960 y difundida por el arquitecto Juan Gunther.

Si bien no se han realizado investigaciones arqueológicas intensivas, hasta el momento no ha sido posible encontrar presencia de restos prehispánicos en el lugar. Lo que es una realidad histórica es que la plaza fue construida lejos de su verdadero centro ceremonial y administrativo que estuvo ubicado alrededor de la actual plaza Italia.

El término plaza es occidental, proviene del vocablo latín Platea, que significa foro, como lo define el Diccionario de Autoridades: “Lugar ancho y espacioso dentro del poblado, donde se venden los mantenimientos, y se tiene el trato común de los vecinos y comarcanos, y donde se celebran ferias, mercados y fiestas públicas”2 .

En el siglo XVII el cronista Felipe Guamán Poma de Ayala, realizó un dibujo idealizado de la Plaza Mayor de Lima, donde se puede apreciar la primera fuente de agua, obra atribuida al cantero Martín de Axubita y el orfebre Miguel de Morcillo3, inaugurada en el gobierno del virrey Francisco de Toledo en 15784 . A un lado de la fuente se instaló el rollo o picota, columna de piedra donde eran ejecutados los criminales y “adonde ponen las cabezas de los ajustic[i]ados, a los reos a la vergüenza”5. Esta picota fue trasladada a la plazuela de Desamparados, en un acto considerado como el inicio de una ciudad civil propiamente dicha6 .

El lugar del antiguo rollo fue ocupado por una nueva fuente hecha de cobre campanil diseñada por Pedro de Noguera y fundida por el maestro Antonio Rivas, que fue inaugurada el 8 de setiembre de 16517. La fuente es un monumento barroco que se mantiene en el centro de la plaza desde hace más de 300 años.

El cronista religioso Bernabé Cobo escribió acerca de la plaza en 1639: “En grandeza y lustre se aventajan los edificios públicos á los particulares; la mayor parte de ellos cae en la plaza principal, la cual es la más capaz y bien formada que yo he visto, ni en España”8 .

La Plaza Mayor era el principal mercado de la ciudad o Tianguez (palabra de origen mesoamericano), Cobo la describió como lugar “donde se vende todo género de frutas y viandas; todo lo cual venden negras o indias, en tanto número, que parece un hormiguero; y porque los días de fiesta no se quede sin misa esta multitud de vulgo, desde un balcón ó corredor de la iglesia mayor, que señorea toda la plaza, se le dice una misa rezada”9 .

Era un lugar donde se podía adquirir una gran variedad de alimentos y productos, que eran transportados en canastas de caña y exhibidos en mesas o en el suelo sobre hojas de plátano o alfombrillas. Para cubrirse del sol, los vendedores se sentaban bajo bastidores de caña, con esterillas de junco trenzado, de paja de maíz o telas de colores10. A lo largo de las horas del día, iban desfilando por aquí los famosos pregoneros o vendedores ambulantes, inmortalizados en las tradiciones de Ricardo Palma.

Frente a la plaza se construyeron los primeros portales hechos de madera en 1570, “...para que los mercaderes y negociantes andubiessen por ellos libres del sol el qual hera causa de muchas enfermedades”11. Los portales fueron destruidos por el sismo de 168712. En tiempos del virrey Conde de la Monclova los portales fueron reconstruidos usando piedras traídas de Cañete, siendo terminados en 1693.

El portal de botoneros debía su nombre al privilegio que tuvieron los talleres de pasamanería y botoneros para asentarse allí. Frente al portal, los pregoneros del Rey leían sus proclamas y decretos para informar a la población de los asuntos públicos y comerciales de la autoridad civil o judicial”13 .

El portal de Escribanos, estuvo ubicado delante de los edificios de las casas de Cabildo, actual Palacio Municipal y la antigua cárcel de corte; el portal debe su nombre a la presencia de escribanos que tenían sus despachos en ese lugar y ofrecían sus servicios legales a los transeúntes.

Los portales eran lugares de intensa vida social en la época virreinal y republicana. En sus arcos se asentaban vendedores de alimentos, ropa y mistureras. Era refugio preferido de la gente desocupada, militares retirados y tapadas, donde pasaban las horas en conversaciones e intrigas.

Las actividades comerciales no solo se realizaban dentro del perímetro de la plaza, sino fuera de ella. En las gradas de la catedral se construyeron covachuelas desde 168414 ,

1. Ramón Joffré 2014 / 2. Real Academia de la Lengua, 1737 / 3. Harth-Terré 1950 / 4. Bromley 2005: 26. / 5. Diccionario de Autoridades, Tomo V (1737) / 6. Ramón Joffre 1999: 57. / 7. Bromley 2005: 26. / 8. Cobo 1882: 55. / 9. Cobo 1882: 57. / 10. Radiguet 1971: 39. / 11. Libro de cabildos, sesión del 4 de enero de 1577. / 12. Rivasplata 2017 / 13. Eguiguren 1945: 63. / 14. García Irigoyen 1898: 68.

que eran alquiladas por la Catedral para obtener rentas. Estas 30 covachuelas o pequeños puestos de venta, estuvieron ubicadas dentro del área del cementerio de la Catedral y apenas estaban separadas por muros de madera cubiertos con ladrillos y puertas de madera. Las covachuelas fueron suprimidas en 1870.

En la fachada y alrededores del palacio del virrey se instalaron los cajones de Rivera, que recibían ese nombre “porque estaban pegados en la delantera del palacio”15. El virrey Francisco de Toledo concedió los primeros cajones en el suelo de los portales de la Plaza Mayor, posteriormente, en 1590 se ubicaron cajones hacia la espalda del palacio. Según Bromley, en 1617 llegaron a existir hasta 42 puestos, donde funcionaban ferreterías, tiendas de enseres, heladerías y mazamorrerías. Un incendio ocurrido en 1884 destruyó uno de estos cajones y afectó un sector del palacio de gobierno, por esta razón se dispuso la clausura definitiva de todos los puestos16 .

La Plaza Mayor también fue utilizada como plaza de toros. La primera corrida se realizó el 29 de marzo de 1540 con la participación del gobernador Francisco Pizarro. En 1555 el cabildo había dispuesto la celebración de corridas de toros en la fiesta de los reyes magos, la fiesta de San Juan, la de Santiago y la Asunción17 .

Desde entonces se realizaron corridas de toros para celebrar acontecimientos como: el nacimiento de un soberano, la llegada de un nuevo virrey, arzobispo y otras ocasiones importantes. La plaza era convertida en arena taurina, luego de cerrar los accesos de las esquinas con talanqueras de madera. Estas corridas de toros, también sirvieron para recaudar fondos para obras de beneficencia y arreglo de templos y conventos. Las corridas de toros se celebraron en la Plaza Mayor hasta que fue construida la Plaza firme de Acho en 177618 .

En la Plaza Mayor se realizaron las principales ceremonias vinculadas al poder real. El 6 de enero, día de la epifanía, se realizaba el paseo del Estandarte Real, donde el alférez real desfilaba llevando el estandarte del rey en compañía de 25 jinetes. Esta ceremonia se realizó desde la fundación de Lima hasta el año 1812 en que fue abolida por decreto de las Cortes de Cádiz, al considerarlo un “monumento del antiguo sistema de conquista y de colonias…”19 Restablecido, en 1815, fue suprimido definitivamente en 1821. Muchas procesiones y festividades religiosas pasaron por la Plaza Mayor, especialmente durante la Semana Santa. En la catedral se celebraron las principales liturgias religiosas.

Sin embargo, no todo fue celebración, la Plaza Mayor también fue escenario de los autos de fe, donde el tribunal del Santo Oficio o Inquisición castigaba y en casos extremos, ejecutaba a los acusados de herejía y delitos contra la fe católica. El primer auto de fe fue realizado el 15 de noviembre de 1573, ese día fue condenado a la hoguera el francés Mateo Salado, acusado de herejía y luteranismo. Según Palma, treinta personas fueron quemadas en la hoguera por la Inquisición virreinal.

Además de los herejes, en la plaza se ajusticiaron a los criminales, según su condición, en el caso de los esclavos estos eran amarrados con una soga y arrastrados por los caballos antes de ser ahorcados. En la Plaza Mayor alguna vez fueron exhibidas las cabezas de Gonzalo Pizarro, Francisco de Carbajal y Francisco Hernández Girón como vejamen por haberse rebelado contra el rey, de allí fueron robadas para darles sepultura en la iglesia de San Francisco20 .

Quizá la ejecución más recordada ocurrió el 5 de julio de 1731, cuando José Antequera fue condenado a la horca. Varios frailes franciscanos y gente del pueblo formaron un tumulto para rescatar a Antequera; en medio de la confusión el fraile, considerado precursor del Paraguay, fue asesinado por los guardias del virrey21 .

Ricardo Palma señala que el 28 de enero de 1815 se realizó la última ejecución en el garrote22. Siendo Pancho Sales, el último verdugo de Lima, quien ejerció su oficio hasta 1824. Si bien, no se realizaron más ejecuciones en la época republicana, no podemos dejar de mencionar los sucesos ocurridos en julio de 1872, cuando los cuerpos sin vida de los hermanos Tomás y Silvestre Gutiérrez fueron desnudados y colgados de las torres de la catedral. Esta reacción de la población se produjo frente al golpe de Estado y el asesinato del presidente José Balta promovido por ellos.

La Plaza de Armas

La Plaza Mayor fue conocida como Plaza de Armas en los años finales del siglo XVIII, ¿Qué significado tuvo este cambio de denominación? Según el diccionario de 1737 se define así: PLAZA DE ARMAS. El sitio o lugar en que se acampa y forma el exército quando está en campaña: o el en que las tropas, que están de guarnición en las plazas, se forman y hacen el exercicio23 .

15. Bromley 1965: 205. / 16. Bromley 2005: 286. / 17. López Martínez 2005: 25. / 18. Palma, Tomo I: 358. / 19. Palma, Tomo II: 276. / 20. Palma , Tomo III: 339 / 21. Lavalle, 1935: 142-143. / 22. Palma. Tomo I: 81 / 23. Diccionario de Autoridades, Tomo V, 1737

1. Procesión de la Cofradía de la Soledad en la Plaza Mayor de Lima (Anónimo, c. 1670). Iglesia de N. S. de la Soledad.

2. Portal de Escríbanos y Casa del Cabildo de Lima. (Pancho Fierro c. 1830). Universidad de Yale.

3. Anitguo Portal de Botoneros. (Pancho Fierro c. 1850). Universidad de Yale.

4. Antigua Calle Palacio. (Pancho Fierro, c. 1830). Universidad de Yale. 2

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1. Plaza Mayor de Lima en el s. XIX (fotografía de D. Giannoni). Imp. Ch. Chardon / 2. Plaza Mayor de Lima (Anónimo, 1918). Biblioteca del Congreso de Estados Unidos / 3. Plaza Mayor de Lima (E. Courret, 1868). Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. / 4. Plaza Mayor de Lima (J.P. El Sous, 2015).

El cambio de nombre tuvo relación con la militarización y control de la ciudad de Lima ocurrida luego de las reformas borbónicas, promovidas por la corona española para recuperar el poder perdido en sus colonias americanas. En esos años, los últimos virreyes del Perú ejecutaron medidas para proteger la ciudad como fue: el mantenimiento de las murallas, construcción de nuevos cuarteles militares y la realización de simulacros de batallas.

De esta forma la antigua Plaza Mayor se convirtió en la Plaza de Armas. En 1773 durante un homenaje al virrey Amat, la plaza fue ocupada por 95 días por las tropas causando perjuicios a la actividad comercial24, durante aquellos años se dio preferencia al uso militar del espacio25, en especial para los simulacros y escenificaciones de batallas, como la ocurrida en el año 1800 cuando se construyó un castillo efímero en medio de la plaza.

En los portales de la Plaza Mayor se colocó una barrera que representaba un bosque o arboleda. El combate duró varias horas, con avances y retrocesos, finalmente, los sitiadores logran dominar la plaza de armas y el Gobernador coloca la bandera blanca en señal de rendición.

El simulacro de combate terminaba con la capitulación, luego las tropas participantes formaban en el campo de batalla al frente del virrey y se daban tres descargas acompañadas de Viva el Rey Carlos III. Luego hacía su ingreso la tropa del ejército sitiador acompañado de repique y marcha de tambores y se lanzaba otras tres descargas con el Viva el Rey en cada una. Se acercaba a los baluartes donde se enarbolaba la bandera de España, luego se retiraban desfilando a sus cuarteles26 . Estos simulacros de batallas ya se habían realizado antes, pero desde el año 1800 serían más frecuentes ante el avance de las rebeliones separatistas en los virreinatos vecinos al Perú.

La historia de la Plaza Mayor o de Armas comenzaría a cambiar en 1821, fecha donde el general Don José de San Martín proclamó la independencia desde un tablado ubicado frente al actual palacio de gobierno.

En algún momento se propuso llamarla Plaza de la Independencia27, idea que no prosperó, siendo los primeros años de la república de gran crisis y estancamiento económico, razón por la cual la plaza continuaba luciendo como en la época colonial.

La Plaza Republicana

Con el descubrimiento y comercialización de los yacimientos de guano de las islas de la costa peruana, la ciudad de Lima vivirá un periodo de bonanza económica, que servirá para financiar las obras civiles emprendidas desde el gobierno de Ramón Castilla.

El gran mercado de la Plaza Mayor llegó a su fin cuando se construyó el mercado de la Concepción en 1852, con su apertura los vendedores fueron desalojados para iniciar las obras de remodelación de la plaza.

El sábado 7 de mayo de 1855 la plaza fue iluminada por los primeros faroles de gas28. En 1863 se convocó a un concurso de proyectos para remodelar la plaza. Francisco Pietrosanti fue el ganador con su diseño que utilizaba empedrados de mármol y lozas, colocándose una verja de fierro con jardín alrededor de la pila, pilones de agua en las esquinas de la plaza y estatuas representando las cuatro estaciones. La obra fue terminada en 1865. Como ha señalado Natalia Majluf: “Este ordenamiento del espacio es, en gran medida, una representación del nuevo orden republicano, puesto en oposición consciente a una idea recibida del orden colonial”29 .

Así, la plaza se convirtió en un espacio público moderno que buscaba modernizar las costumbres del ciudadano republicano. Es importante indicar que en la época colonial el cuidado de este espacio estuvo a cargo del verdugo y su mantenimiento y apisonamiento fue encargado a los aguateros, quienes debían regar la plaza cada semana y matar a los perros vagabundos que proliferaban allí. Una vez conformado el Estado republicano, será la Municipalidad la encargada de su cuidado. La colocación de un jardín alrededor de la fuente de la plaza la convirtió en un elemento decorativo más, junto a los arboles de ficus que fueron plantados en la plaza y que permanecieron allí hasta 1898.

Si bien, la plaza había dejado de ser mercado, en fechas especiales como la Navidad y Fiestas Patrias era tomado por vendedores ambulantes y vivanderas. Estas celebraciones conocidas como “nochebuenas” se realizaron hasta la remodelación de la plaza.

En 1901, el alcalde Federico Elguera transformó la Plaza Mayor en un parque de estilo inglés con jardines y palmeras, siendo cambiadas las bancas de mármol por otras de madera y fierro. También fueron removidas las esculturas, siendo enviadas a otros lugares de la ciudad. La nueva remodelación reflejaba la influencia de la cultura europea en el nuevo urbanismo de la ciudad.

Con el inicio del segundo gobierno de Augusto B. Leguía, conocido como el Oncenio (1919-1930), se había pensado

24. Ramón Joffre 2012: 299. / 25. Ramón Joffre 2012: 305. / 26. “Puntual relación de las operaciones executadas en la Plaza Mayor de la Ciudad de los Reyes, Capital de América Meridional en el Sitio, Ataque y Rendición de una fortaleza, construida en su centro; con arreglo y proporciones a la Architectura Militar. Actuaronse el día por las Tropas Milicianas, en celebridad y aplauso del Excmo. Señor Don Manuel de Amat y Junient… Virrey Gobernador y Capitán General de los Reynos del Perú. 1800” / 27. Según el plano de Mariano Bolognesi se le propuso llamar Plaza de la Independencia (1862) / 28. Fuentes 1866: 506. / 29. Majluf 1994: 24.

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