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LA FACHADA DEL TEMPLO DE SAN AGUSTÍN (1890 Y 2018
quitectónico franciscano. Es en este contexto, donde va a desarrollarse la gestión del padre Luis de Cervela, el cual en su cargo de Comisario General entre los años de 16691673, va desplegar el proyecto constructivo más ambicioso e importante que se dio en el convento. Este período constructivo se desarrolla entre los años de 1657-1674, y estuvo a cargo del arquitecto Constantino de Vasconcellos y Manuel de Escobar. Se realizan ahora las dos portadas de la iglesia, y también a esta misma época le corresponde la construcción de la iglesia de La Soledad, que permitió la remodelación de la portería conventual y la delimitación del cementerio con las 27 cruces de alabastro. De este período son los importantes grabados de Pedro Nolasco y Juan de Benavides, que nos permiten tener una idea clara del proyecto de remodelación que sufrió el convento de San Francisco para esos años, y el gran esplendor que significó para la colectividad de entonces, el observar la maravilla del convento franciscano; esto repercutió en la moral de algunos hermanos que decidieron pedir al papa Clemente X, permiso para otorgar a la iglesia de San Francisco los mismos honores y prerrogativas que la Iglesia San Juan de Letrán de Roma7 . Finalmente se tiene un cuarto período, el cual se ve cimentado por las transformaciones técnicas y movimientos telúricos que azotaron a Lima a finales del siglo XVII. Claro está que posterior a este período el complejo ha sufrido en el siglo XIX y XX diferentes modificaciones, como el lamentable ensanche de la avenida Abancay, el cual trajo consigo la mutilación del convento franciscano, y la pérdida de los claustros de San Buenaventura y la huerta. De este período son la gran Sacristía y del claustro llamado de San Francisco Solano, que se realizaron en honor a la canonización del santo. Además se modificaron ciertos componentes arquitectónicos fabricados anteriormente, se cambiaron las bóvedas iniciales de cal y ladrillo que fabricó Manuel de Escobar en la iglesia de 1657-1674, por otras bóvedas de medio cañón labradas con cerchas de madera, cañas y yeso. También se dio la reconstrucción total del segundo cuerpo en el Claustro Principal, sustituyendo los pilares de piedra de la primera mitad del siglo XVII por una construcción de madera, cañas y yeso; y la construcción de la segunda bóveda de madera de estilo mudéjar sobre la gran escalera principal, que reemplazaba a la bóveda mudéjar destruida por el terremoto de 1687. Toda esta evolución del complejo arquitectónico franciscano, permitió que este monumento sea uno de los ejemplares más importantes del Centro Histórico de Lima. San Francisco fue declarado como patrimonio de la nación hasta en tres oportunidades: en primera instancia el 17 de septiembre de 1941 con RS N°1576, años más tarde el 9 de mayo de 1970 con Resolución Suprema N°193, y también el 28 de diciembre de 1972 con Resolución Suprema N°2900. Para entonces, y debido al terremoto de 1974, San Francisco despierta el interés de la Unesco y otras instituciones culturales juntos al Instituto Nacional de Cultura, para buscar salvaguardar su rico patrimonio, recibiendo apoyo de programas de restauración y capacitación de personal. A finales del año 1987, y luego de todo un estudio histórico y técnico que se le realizó al convento, se prepara el expediente técnico que elaboró el INC y presentó a la Unesco8 por el cual “El Comité de Patrimonio Mundial ha inscrito al Conjunto Monumental de San Francisco de Lima en la lista de patrimonio mundial. La inscripción en esta lista confirma el valor excepcional y universal de un sitio cultural o natural que debe ser protegido para el beneficio de la humanidad…”9 .
6. Vásquez de Espinosa (1948[1630]): 405. El libro de Vázquez de Espinosa se escribió el año de 1628 y fue corregido por el autor en 1629. La licencia para imprimirla se obtuvo en ese mismo año 1629. Seguramente se nubló tan noble propósito por la enfermedad del autor, que murió en Sevilla en 1630. Necesario fue que pasaran tres siglos para que pudiéramos tener en nuestras manos un libro que interesa por igual a los historiadores y a los geógrafos; a los naturalistas, en especial a los botánicos; a los geólogos, a los antropólogos y a los especialistas en asuntos indígenas de América. / 7. Los grabados aparecen como parte de la ilustración de las crónicas que se escriben tras la remodelación del complejo franciscanos limeños. Suárez de Figueroa, M., & De Benavides, J. (1675). Templo de N. grande patriarca San Francisco de la Provincia de los Doze Apostoles de el Peru en la Ciudad de los Reyes: arruinado, restaurado, y engrandecido de la providencia divina. Lima. / 8. Archivo del Convento de San Francisco, Sección XI, File N°09: INFORME N°068-87-DRI/JLP, Ficha de Inscripción /LISTA DEL PATRIMONIO MUNDIAL – UNESCO, EXPEDIENTE N°11123 en Lima, 4 de diciembre de 1987. / 9. Leyenda del diploma que se le entrego al Convento de San Francisco, tras su declaración de por parte de la UNESCO, el 9 de diciembre de 1988.
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María Alejandra Espinoza Somocurcio
Se encuentra ubicado en la segunda cuadra del jirón Ica frente a la plazuela San Agustín; el diseño original del templo cuenta con dos accesos, sin embargo la portada lateral se encuentra clausurada, quedando así la portada principal como el único acceso para la feligresía y los visitantes.
En 1571, el agustino fray Juan de Yllescas cedió al convento de San Agustín unos solares cercanos a la Plaza de Armas para que en ellos se construyese un templo y convento nuevos, debido a que el primer convento de los agustinos estuvo localizado donde hoy se encuentra el templo de San Marcelo. La construcción del templo de San Agustín se dio por mandato del Provincial fray Luis López de Solís en el año 1574. El 19 de julio del mismo año la primera piedra fue colocada por el Arzobispo de Lima fray Jerónimo de Loayza. El historiador Juan Luis Orrego1 relata que el templo de San Agustín, en sus inicios, era pequeño y presentaba un aspecto rústico, también indica que en 1596 el alarife Francisco de Morales trazó y labró la portada lateral que hoy se encuentra clausurada y da a la cuarta cuadra del jirón Camaná. Esta portada de estilo renacentista tiene dos cuerpos desiguales en anchura y altitud y dos columnas jónicas que se encuentran en el arco de entrada. A pesar de ser renacentista carece de un frontón triangular abierto sobre la cornisa y sobre el nicho también destaca la falta de un frontón triangular completo. Los colores que actualmente luce son el reflejo de la policromía que la adornó en su época de construcción. Los terremotos de 1609, 1678, 1687 y 1746, más la guerra civil entre caceristas y pierolistas (1894-1895) ocasionaron hasta cinco reconstrucciones del templo de San Agustín. La primera se dio a raíz del terremoto del 19 de octubre de 1609, suceso que dañó considerablemente su infraestructura, por lo que el prior y arquitecto fray Gerónimo de Villegas fue el encargado de su recuperación.
El 9 de septiembre de 1636 fue firmado el acuerdo de la construcción de la torre entre Joseph de La Sida y el prior fray Gonzalo Díaz; acordando como fecha de conclusión a fines de junio de 1637. De acuerdo a la investigación de Antonio San Cristóbal “Se derribó el antiguo campanario de espadaña y se abrieron cimientos para anteponer los muros y las pilastras en el lado de la calle de la Amargura (…) En el cuerpo bajo de la torre formaron cuatro arcos ciegos, bajo los cuales quedaba incorporada la capilla de San Miguel: su antigua bóveda dorada ha sido suplida, en la nueva reconstrucción, por un lamentable techo plano de cemento (…) en el segundo cuerpo primitivo formaron un vano de campanas”2 .
La torre no fue concluida en la fecha pactada (fines de junio) y Joseph De La Sida falleció a principios de octubre de 1637. Aquello provocó una disputa entre el tenedor de bienes del fallecido alarife y los agustinos. Sin embargo la torre estuvo terminada el primer semestre de 1638 por el escultor y alarife Pedro de Noguera, quien recibió mil pesos por su obra el 17 de junio de 1638 y el 24 de noviembre del mismo año. En la placa conmemorativa de la torre destacó la injusta falta de referencia al prior Días Piñero, debido a que solamente se hizo alusión al padre Juan de Ribera, quien fue Provincial de San Agustín en aquella época, habiendo sido su única intervención la autorización de los contratos de los alarifes y sus pagos respectivos.
Todo lo antes mencionado volvió a cambiar como resultado del terremoto de 1678, ya que este dio inicio a la segunda modificación. El alarife Manuel de Escobar se encargó de remodelar la planta del templo y con el fin de construir un crucero amplio con cuatro pilares para los arcos torales de la media naranja y el presbiterio sobre una cripta, se mandó a demoler la cabecera del templo junto con su estrecho presbiterio. Cabe mencionar que como indica el historiador Antonio San Cristóbal3 en Arquitectura virreinal religiosa de Lima, hasta el día de hoy perduran los muros y los pilares del cuerpo del templo, anteriores a 1678.
1. Orrego 2011. / 2. San Cristóbal 2011: 383-384. / 3. San Cristóbal 2011 Lamentablemente no pasaron muchos años para que el templo se viera nuevamente afectado por un desastre natural y recibiese una tercera modificación. El terremoto del 20 de octubre de 1687 (ocasión en la que se sacó por primera vez en procesión al Señor de los Milagros) dañó seriamente el templo de San Agustín, por lo que los frailes se vieron obligados a reconstruirlo totalmente, mas dicha obra se mantuvo paralizada hasta el 3 de abril de 1693, fecha en la que Fernando Ortiz de Sotomayor donó 2047 pesos para este fin. Iniciada su recuperación y transforma-
Fachada de la Iglesia de San Agustín. (Courret, 1868). Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. ción en 1701 se partió por la construcción de una planta renacentista de tres naves comunicadas entre sí y con un amplio crucero, las cubiertas se cambiaron para así poder introducir las bóvedas de medio cañón y las medias naranjas. En 1710 se edificó la famosa portada de estilo churrigueresco que permanece hasta el día de hoy. La noche del viernes 28 de octubre de 1746 Lima y el Callao sufrieron el mayor terremoto de su historia, quedando totalmente destrozados. Esta desgracia provocó el colapso de templos, casonas y torres, el templo de San Agustín no fue la excepción y perdió su torre izquierda, la cual nunca fue reconstruida. Su cuarta reconstrucción trajo consigo una torre híbrida con el cuerpo de campanas perteneciente al siglo XVII y un cuerpecillo intermedio del siglo XVIII.
Los años pasaron y San Agustín resistió los sismos de 1777, 1806 y 1828; aunque se debe indicar que el templo se encontraba en un estado deteriorado y no fue hasta 1903 que se realizó una reconstrucción, ya que en 1895 sufrió daños colaterales de la guerra civil entre caceristas y pierolistas. Como resultado del ataque, el templo quedó en un estado ruinoso y la torre que le quedaba yacía bombardeada, fue clausurado el 12 de octubre de 1902.
En 1903 el templo sufrió su quinta reconstrucción y la más polémica en la época de la República. Se aprobó el presupuesto para derribar todo el techo del templo, picar el revoque para analizar su estado de conservación y también la extracción de los azulejos del zócalo. Al notarse que el templo estaba sobre cimientos falsos se decidió demoler todo y darle paso a una desastrosa reforma, donde se alteró el interior y exterior del templo, afectando la portada de ingreso al convento y demoliendo la torre ubicada en la esquina del jirón Camaná con la plazuela de San Agustín, también se remplazó la ventana ovalada de la portada por un gran vitral circular (que fue retirado a inicios de los años 80 y se reconstruyó el antiguo vitral ovalado) en vez de, como dijo José De La Riva Agüero “con buena voluntad y destreza consolidarlo y reconstruirlo parcialmente reproduciendo el mismo estilo”.
Historia del retablo de la portada del templo de San Agustín.
La construcción de la portada fue financiada por un patronato presidido por Bartolomé Noriega. De acuerdo a las investigaciones de Antonio San Cristóbal, Bartolomé Noriega junto al padre fray Félix de Aranguren, obrero mayor de San Agustín, y al maestro cantero Ignacio de Amorín, concertaron un contrato notarial el 17 de agosto de 1709, donde se acordó el corte y transporte de las piedras necesarias para la portada desde Quilmaná (Cañete) hasta el templo de San Agustín. El precio señalado fue de 4422 pesos y 4 reales.
Se desconoce al alarife que diseñó la portada/retablo, sin embargo la teoría de que la portada fue obra del ensamblador Diego de Aguirre y de que probablemente su construcción duró 40 años fue sostenida por el padre Domingo Angulo. De acuerdo a Harth-Terré se podría vincular a Eugenio Fernández de Atienza, Lucas Meléndez o Santiago Rosales con esta obra debido a que fueron maestros de obra vinculados a la orden de San Agustín.
Como se mencionó antes, la portada presenta un estilo barroco churrigueresco, reconocible por su sobrecargada decoración. Tiene tres calles y tres cuerpos, la entrada principal se encuentra en la calle central del primer cuerpo y encima de ella se puede apreciar el escudo de la orden agustina, representando un corazón en llamas atravesado por una flecha que simboliza la frase de San Agustín: “Fecisti nos, Domine, ad Te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in Te”: “Nos creaste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti”. Cabe mencionar que es un escudo singular debido a que no presenta el símbolo del libro, pues la iconografía vinculada a la orden contiene al corazón en llamas, la flecha que lo atraviesa y al libro abierto en señal de la búsqueda por la verdad y el conocimiento.
Los Santos ubicados en el Retablo de la Portada (1890)
Esta portada de estilo churrigueresco llama la atención por lo sobrecargada que se encuentra y por los santos que expone en sus nueve hornacinas, a continuación se hablará de la posible identidad de las imágenes agustinas colocadas en este retablo. Antiguamente en el siguiente retablo se encontraban dos imágenes femeninas y siete imágenes masculinas:
En la parte central del retablo de la portada (encima del escudo) se encontraba a San Agustín de Hipona sosteniendo con la mano derecha lo que podría ser una pluma o quizás una flecha (elemento que es parte de su iconografía) y en su mano izquierda llevaba un templo sobre un libro, a sus pies se encontraban los 4 heresiarcas: Donato, Pelagio, Manes y Fausto (3 de ellos sostenían libros y uno reposaba su cabeza sobre un libro), simbolizando con ello el triunfo de la unidad, la fe y la sabiduría; frente a cualquier posición dualista, separatista u obstruccionista del ser y su devenir.
Las imágenes aledañas a San Agustín, tanto a su izquierda como a su derecha, representaban a santas de la Orden; es probable que a la derecha de San Agustín se encontró Santa Mónica, su madre, su imagen correspondiente sostenía un libro con la mano derecha y a la izquierda del santo pudo estar representada Santa Clara de Montefalco o quizá Santa Rita de Casia, su identificación es complicada debido a que carece de elementos que la distingan dentro de su iconografía, sin embargo se advierte que sostenía un libro con la mano izquierda. En la primera calle ubicada a la derecha de San Agustín se encontraban tres imágenes masculinas, en el primer cuerpo (empezando desde la parte superior del retablo) es posible que aquella imagen haya representado a San Posidio, debido a que encima de él se puede observar la torre de un templo y su relación con San Agustín data de los tiempos de la fundación del primer monasterio de Hipona en el huerto que le entregó el Obispo Valerio a San Agustín. Debajo de él, en el segundo cuerpo, se ve claramente a San Nicolás de Tolentino e inclusive se nota una estrella tallada encima de la escultura y en el pecho de esta ya que según una creencia, una estrella lo guiaba de noche cuando él se dirigía a un templo. En el tercer cuerpo y acompañando la puerta principal del templo se divisa a un santo que si nos guiamos por la presencia de barba en la imagen, fácilmente pudo haber sido San Fulgencio de Ruspe.
Continuando con la tercera calle (ubicada a la izquierda de San Agustín) también nos encontrábamos con tres imágenes masculinas. En el primer cuerpo, al extremo izquierdo de la imagen de San Posidio pudo estar la imagen de San Alipio, amigo fiel de San Agustín y obispo de Tagaste (ciudad natal de ambos santos), debajo de él y en el segundo cuerpo se encontraba la representación de San Juan de Sahagún, santo que halló su fuerza y valor en la eucaristía, encima de la hornacina de esta imagen se puede ver esculpida la forma de una hostia. En el tercer cuerpo, al lado de la puerta principal y al extremo izquierdo de donde se estaba la imagen a la cual atribuimos la identidad de San Fulgencio de Ruspe, probablemente estaba Santo Tomás de Villanueva, el arzobispo de los pobres. La identificación de este último santo se basa en que la iconografía y esculpido coinciden con otras imágenes que también lo representan a lo largo y ancho del mundo.
Portada del año 2018
En la actualidad el cambio que se aprecia en las imágenes colocadas en la portada/retablo es notorio debido a que si bien antiguamente se encontraban dos imágenes femeninas y siete masculinas, ahora destacan cuatro imágenes femeninas y cinco masculinas, asimismo la imagen de San Agustín también presenta cambios en su iconografía:
El primer cambio que se visualiza está en la escultura de San Agustín. Al observar sus manos se aprecia que sujeta con la mano derecha un corazón en llamas, símbolo del amor que inspira Dios, y no la pluma o flecha que se presentaba en la foto tomada a la fachada en 1890. También podemos encontrar otro cambio si observamos su mano izquierda, debido a que esta ya no sostiene al templo sino a un libro abierto que simboliza la sabiduría y la búsqueda de la verdad y el conocimiento. Al parecer las imágenes femeninas aledañas a la estatua central permanecieron en su lugar, una probable imagen de Santa Mónica a su derecha y a Santa Rita de Casia o Santa Clara de Montefalco a su derecha. Sin embargo al observar la primera calle (a la derecha de San Agustín) vemos que la imagen de la primera calle (ubicándonos desde la parte superior) corresponde a una mujer y sustituye a la posible imagen de San Posidio, esta imagen sostiene con la mano izquierda un elemento que parece una lanza, también podría tratarse de una palma y de ser así, la identidad de esta imagen sería la de Santa Clara de Montefalco. Debajo de esta imagen, en la segunda calle, permanece la estatua de San Nicolás de Tolentino y en la primera calle permanece la estatua de San Fulgencio de Ruspe pero sin portar la mitra que tenía originalmente.
Ubicándonos en el primer cuerpo de la tercera calle visualizamos que el cambio que se realizó con la imagen de San Posidio en la hornacina del extremo izquierdo también se ha realizado con la imagen de San Alipio y nuevamente destaca una nueva imagen femenina en el retablo, la cual resulta difícil de identificar debido a la falta de elementos iconográficos que la distingan entre las esculturas. Debajo