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Agricultura de conservación

una alternativa para la producción sustentable

TEXTO: Rodolfo Tzacún, María Andrade FOTOS: Daniel Noh y Rodolfo Tzacún

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una alternativa para la producción sustentable

Rodolfo Tzacún, María Andrade Daniel Noh y Rodolfo Tzacún

La producción alimentaria y agrícola de todo el mundo, incluyendo México, se enfrentan a los grandes desafíos que genera el incremento en la población y la subsecuente demanda de alimentos, los efectos adversos del cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales y la disminución de la biodiversidad, entre otros. En este sentido, la Agricultura de Conservación (en adelante AC) se ha propuesto como como un conjunto de principios de manejo para una producción agrícola más sustentable. Esta práctica está basada en tres principios: perturbación mínima del suelo, cultivos de cobertura y rotación de cultivos.

Pronatura Península de Yucatán A. C. (PPY) cuenta con un programa denominado Desarrollo Rural Sustentable, que tiene por objetivo recuperar áreas degradadas por actividades antropogénicas y/o perturbaciones naturales a través de prácticas de manejo y técnicas productivas, como lo es la agricultura de conservación, que permitan restablecer funciones del ecosistema al mismo tiempo que sea económicamente rentable y socialmente adaptable a los modos de vida de los productores locales.

Es en este contexto que se ha trabajado en una primera fase de 3 años en las comunidades de Cancabchén y Francisco J. Mújica en el municipio Hopelchén y en La Mancolona municipio de Calakmul. El objetivo es incrementar la producción, diversificación del cultivo y fomentar el rescate de especies nativas como el maíz criollo en beneficios de pequeños productores y sus familias. Primeramente, para identificar a productores interesados en adoptar este tipo de agricultura, se definieron algunos criterios como su interés en innovar y desarrollar otras formar de cultivar, su disposición para compartir los conocimientos adquiridos y su disponibilidad de tiempo para destinar a la capacitación.

Una vez que los productores fueron seleccionados, se realizó un diagnóstico del estado actual de cada parcela para tener un perfil o línea de diferentes variables (uso de fuego, cantidad de rastrojo, valoración del suelo y accesibilidad, entre otros). Posteriormente se estableció un esquema de “módulos demostrativos” (6 en total) en donde se realizó un análisis de la efectividad entre AC y el método convencional. A partir de estos módulos se desarrolló

un proceso de extensión con productores de zonas aledañas al módulo.

También el perfil de cada parcela sirvió de base para diseñar y priorizar diferentes cursos de capacitación y acompañamiento técnico para implementar buenas práctica, que incluyeron temas sobre el uso de semillas criollas, tratamiento de las semillas, preparación y uso de biofertilizantes, trampas de feromonas, entre otras. En esta primera fase de tres años, se ha logrado la participación de 67 productores y el uso de AC en una superficie de 130 hectáreas. Se han adoptado al menos 3 de las 6 innovaciones agrícolas que se han promovido en los cultivos de maíz criollo intercalados con leguminosas. Asimismo, se realizó un análisis de los costos de producción en el ciclo 2020 usando 14 variables, y de manera preliminar se ha estimado que los costos se redujeron en un 64.3% en comparación al sistema tradicional.

Desde el punto vista de rentabilidad, la AC representa una ganancia y beneficios para los productores, además de que se ha dejado de usar fuego y agroquímicos, contribuyendo así a mitigar y evitar la contaminación al suelo y agua. La producción es principalmente para autoconsumo y en algunos casos los excedentes de comercializan de manera local. El reto ahora es poder replicar y escalar el esquema con otros productores y otras comunidades.

PPY agradece la confianza y valioso apoyo de la Fundación Kellogg para el desarrollo de estas actividades.

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