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1. Presentación institucional
Presentación institucional
Antón Leis García
Director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo
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La Agenda 2030 aúna las aspiraciones globales del desarrollo sostenible en tres pilares: económico, ambiental y social. En un mundo globalizado, marcado por fenómenos a gran escala como el cambio climático, las pandemias, las migraciones, el crecimiento de las ciudades o los nuevos escenarios planteados por el desarrollo tecnológico, se hace necesario abordar la dimensión social del desarrollo desde una concepción amplia de la cultura, entendida como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y emocionales, que caracterizan un grupo social.
Desde esta mirada, la Cooperación Española, como actor destacado en este ámbito, tiene presente los modos de vida, los sistemas de valores, las tradiciones o las creencias individuales y colectivas siempre desde el respeto a los derechos humanos. Trabajar cuidando las identidades y la diversidad cultural, situando a las personas en el centro de las estrategias de desarrollo, apoyando el diseño de políticas públicas inclusivas es la mejor manera de alcanzar los resultados perseguidos.
Dado este papel determinante en el desarrollo de los pueblos y las sociedades, es clave, tal y como recoge la Agenda 2030, utilizar modelos participativos para lograr una planificación y gestión integradora. En este sentido la cultura se presenta como un vehículo clave para la construcción de ciudadanía a través de nuevas formas de gobernanza y de gestión social colectiva. Es desde este prisma desde el que ha trabajado la AECID desde hace 30 años.
Aunque la definición de cultura es compleja, sí podemos partir de dos supuestos: el mencionado más arriba, es decir, la cultura como forma esencial de las sociedades, o bien la cultura entendida como un sector en el que la producción intelectual, creativa, artística es un generador de oportunidades, identidad y cohesión social.
En este sentido, los emprendimientos creativos y culturales han logrado progresivamente situarse como un elemento dinamizador dentro de las políticas de desarrollo. Su potencial va más allá de la creación de un sistema laboral alternativo al tradicional a través de la diversificación de la producción, creación y comercialización, constituyendo además un ámbito de expresión creativa y social. Por ello, la Cooperación Española concentra una de sus líneas en el campo de los emprendimientos creativos: el impulso de la capacitación, el apoyo a artistas y creadores y el fomento del empleo en colectivos en situación de fragilidad social, sin olvidar el papel que la dimensión intangible de la creatividad puede jugar en la consecución de los derechos culturales, el fomento y protección del multilingüismo y la inclusión de colectivos excluidos y vulnerables.
En paralelo y ante el creciente desarrollo digital, surge un nuevo reto en el ámbito de la cultura que no se puede olvidar al planificar la política pública: el cómo orientar las manifestaciones creativas digitales sin que estas dañen la identidad y la diversidad cultural dentro de los procesos de globalización.
Este desafío pone de relieve nuevas desigualdades, las brechas digitales geográficas pero también entre sexos o grupos de edad, lo que suscita cuestiones complejas relacionadas con el nuevo contexto suprageográfico que se establece en relación con el mercado, las alianzas público-privadas, los derechos de propiedad intelectual, etc.
Siguiendo con estas reflexiones, la Agenda 2030 señala la diversidad cultural como uno de los activos que no se pueden obviar a la hora de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Para ello, transversaliza la cultura y sitúa en las ciudades y comunidades el ODS 11 con el fin de “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”; y continúa reforzando en la meta 11.4 la invitación a “redoblar esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural”, siendo consciente de la importancia de este binomio para alcanzar sociedades cohesionadas, preservando la identidad y la memoria colectiva. La Cooperación Española, desde el Programa de Patrimonio, ha trabajado desde su comienzo en esta línea, por lo que el alineamiento con el ODS 11 y cinco de sus metas es absoluto. A esto se suman acciones que enlazan estas intervenciones con otros ODS, especialmente con el ODS 4 (educación de calidad), ODS 5 (igualdad de género), ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico) y ODS 16 (paz, justicia e instituciones sólidas).
Trabajar en cultura y desarrollo requiere por tanto de una mirada diversa y prismática, contemplando la heterodoxia y la diferencia con el fin de llegar a un mayor número de personas. Para ello, la AECID cuenta con dos herramientas metodológicas fundamentales:
En primer lugar, la Estrategia de Cultura y Desarrollo de la Cooperación Española (2007) permitió dotar de una aproximación estratégica a la trayectoria de la Cooperación Española en este ámbito en la que fue pionera. Además, supuso incorporar la dimensión cultural a la Ayuda Oficial al Desarrollo desde el enfoque de derechos humanos. Asimismo, dos de sus siete líneas estratégicas se vinculan con programas específicos de la Cooperación Española: la línea 1, “Formación de capital humano en el ámbito de la cultura”, se implementa a través del Programa
ACERCA, mientras que la línea 5, “Gestión sostenible del patrimonio cultural para el desarrollo” se enlaza con el Programa de Patrimonio para el Desarrollo, cuyos inicios se remontan a los años 80 del siglo XX.
En segundo lugar, la Guía de la AECID para la transversalización de la diversidad cultural (2020) se ofrece como una valiosa herramienta para tratar de incorporar el enfoque de la diversidad cultural en todos los ámbitos de actuación de la AECID. El respeto hacia las formas culturales propias de los países socios tiene una incidencia determinante en la apropiación y eficacia de las acciones de la Cooperación Española.
Esta metodología encuentra su aplicación en las acciones e intervenciones propuestas por la AECID en el ámbito de la cultura y el desarrollo, que son realizadas en los países socios a través de las Unidades de Cooperación en el Exterior: Oficinas Técnicas de Cooperación, Red de Centros Culturales de España y Centros de Formación.
Con presencia en treinta y un países, las Oficinas Técnicas de Cooperación se constituyen como instrumentos clave en la materialización del contacto directo con los beneficiarios y contrapartes en terreno, permitiendo la identificación y seguimiento de los proyectos y programas de cooperación para el desarrollo financiados por la AECID, así como aquellas tareas de apoyo y coordinación de todos los actores de la Cooperación Española presentes en cada uno los países socios.
Por su parte, la Red de Centros Culturales de España, cuenta con dieciocho centros especializados en la ejecución de políticas públicas de este sector —dieciséis en América Latina y dos en África—, que surgen como plataformas de cooperación abiertas a la participación en la vida cultural y de ejercicio de la ciudadanía. Complementan políticas culturales a nivel local y proporcionan herramientas de capacitación para agentes culturales locales; actúan como facilitadores de medios y recursos para fortalecer la creación y las iniciativas de creadores y emprendedores culturales locales a la vez que fomentan el intercambio y circulación de actores culturales. Asimismo, dinamizan proyectos sobre la diversidad y la pluralidad cultural española.
La presente publicación presenta y ordena algunas de las acciones más relevantes que la AECID ha llevado a cabo en el ámbito de la cultura y el desarrollo, como forma de reflexión para seguir avanzando en la incorporación de la dimensión cultural en la cooperación internacional al desarrollo, ámbito que continúa siendo una de las señas de identidad de la propia Agencia y de la Cooperación Española en su conjunto.