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5. La dimensión cultural para el desarrollo en la Agenda 2030

La dimensión cultural para el desarrollo en la Agenda 2030

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Nos comprometemos a fomentar el entendimiento entre distintas culturas, la tolerancia, el respeto mutuo y los valores éticos de la ciudadanía mundial y la responsabilidad compartida. Reconocemos la diversidad natural y cultural del mundo, y también que todas las culturas y civilizaciones puedan contribuir al desarrollo sostenible y desempeñan un papel crucial en su facilitación.

Punto 36 de la Declaración Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Asamblea General de las Naciones Unidas, 2015.

A pesar de los antecedentes de las últimas décadas y del pasado siglo, que se iniciaron con los esfuerzos internacionales en el Decenio Mundial del Desarrollo Cultural (1988-1997) fomentado por UNESCO y las posteriores declaraciones, convenciones y conferencias mundiales, la Agenda 2030 no incorporó un Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) dedicado a la cultura, perpetuando así la tendencia a ignorar, o no saber situar, a la cultura en estos acuerdos multilaterales, como ya ocurrió en la Declaración del Milenio (2000) y sus Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Esta ausencia evidencia la dificultad de la comunidad internacional de llegar a acuerdos para situar la cultura en el desarrollo sostenible, por considerar, algunos Estados, que es un ámbito de carácter nacional. O en las mismas estructuras de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que, desde una visión muy utilitarista, no valoran los aportes reales (tangibles e intangibles) de la cultura al desarrollo sostenible y a la lucha contra la pobreza. En la cumbre de 2015 “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, la ausencia de forma más clara y explícita de la cultura no tiene muchas explicaciones, debido a las contribuciones conceptuales y empíricas de la dimensión cultural al desarrollo que durante los primeros años de este siglo se aportaron.

A los trabajos desde instancias multilaterales (UNESCO, CGLU, OEI, etc.), se le unieron la elaboración de políticas culturales para el desarrollo a nivel nacional en diferentes países, o las iniciativas de los poderes locales y las ciudades, así como un conjunto de intervenciones desde las estructuras de la sociedad civil y el sector privado. Destaca en estos avances la campaña “El futuro que queremos incluye a la cultura”, con el apoyo de organizaciones civiles y culturales, y el respaldo de miles de personas y expertos de más de 120 países. Por primera vez una sociedad civil global se posiciona sobre la cultura y traslada a la comunidad internacional su posición sobre la Cumbre de 2015. Por otra parte, están los aportes de la Declaración de Hangzhou (2013), que proclama “situar la cultura en el centro de las políticas de desarrollo sostenible” o la propuesta de un “ODS 18” para la cultura.

Este dinamismo, más allá de la decepción, se ha canalizado a aceptar la Agenda 2030 como una gran oportunidad para la sociedad global y en la búsqueda de diferentes formas para situar la cultura en esta carta de navegación.

Desde diferentes instancias y perspectivas de la cultura se han configurado diversas formas de trabajo para la inclusión de la dimensión cultural en la Agenda 2030 y sus ODS:

1. Identificar las metas donde la cultura puede incorporar aportes y perspectivas, analizando cada una de las metas desde la perspectiva cultural y proponiendo los aportes de la cultura a su consecución,

se seleccionan las metas más cercanas a los contenidos de la cultura para avanzar hacia otras más indirectas. En este sentido, se pretende evidenciar los insumos de la cultura a estas metas y la posibilidad de incorporar indicadores culturales para la evaluación de sus resultados. De la misma forma, se pueden impulsar las interpretaciones culturales a las diferentes metas más allá de la formalidad del texto.

2. La Agenda 2030 exhorta al propio sector a una revisión interna de su funcionamiento por la vía de reforzar las prácticas sostenibles en la gestión de la cultura, a partir de un examen o exploración de la contribución del sistema cultural a cada uno de los ODS y sus metas para un cambio de mentalidad de la gestión cultural. Desde los diferentes equipamientos e instituciones culturales a los formatos habituales en la difusión cultural, hasta la forma de producción en la industria y la economía creativa, tienen el reto de adaptación a los nuevos contextos de la sostenibilidad.

3. Una oportunidad para un análisis crítico de la institucionalidad cultural de acuerdo con estos nuevos principios que puede provocar procesos de refundación para una mejor adecuación a los escenarios de futuro. La solidaridad intergeneracional debe considerar la satisfacción de nuestras necesidades culturales actuales sin perjuicio de las próximas generaciones y las infraestructuras sostenibles de acuerdo con la Agenda 2030. 4. La sostenibilidad nos aporta una visión planetaria desde los referentes medioambientales, por lo cual solicita una profunda reflexión sobre los aportes de las disciplinas culturales a la sostenibilidad, con esfuerzos para una conceptualización sobre qué entendemos por sostenibilidad cultural y su contribución al debate global y a la emergencia climática.

5. Fomentar un cambio de mentalidad en las justificaciones de las políticas y las acciones culturales con más énfasis en la presentación de resultados culturales en clave de desarrollo sostenible. Incidir en expresar los aportes de la cultura a los diferentes ODS y en los informes de rendición de cuentas de cada país.

6. Profundizar en la inclusión de los derechos culturales y el respeto a la diversidad cultural como valores fundamentales en el desarrollo humano sostenible.

La Agenda 2030 se argumenta en la aceptación de unos derechos humanos consolidados y su extensión a diferentes ámbitos especializados, donde los trabajos de la Relatora Especial sobre Derechos

Culturales de Naciones Unidas sobre la indivisibilidad y la interdependencia de todos los derechos humanos obliga a situar con más resolución los culturales.

7. Avanzar en lo que denominamos cultura en nuestras sociedades hacia una consideración de sistema cultural que supere viejas comprensiones. La cultura va

más allá de las estructuras departamentales o de las definiciones disciplinares, avanzando hacia una concepción de sistema cultural como el conjunto de circunstancias que inciden directa o indirectamente en la vida cultural de la ciudadanía, o el conjunto de elementos y componentes de una sociedad para satisfacer sus necesidades culturales. La perspectiva sistémica de la cultura nos permite aceptar la interdependencia con otros sistemas de la sociedad actual.

8. Ante los retos y crisis actuales que emergen en el escenario de la pandemia que estamos viviendo, se unen otras preocupaciones por la emergencia climática, la lucha contra inequidades, la erradicación de la pobreza o la igualdad entre géneros. La Agenda 2030 estimula la contribución de la dimensión cultural al desarrollo sostenible en todas sus dimensiones.

La Cooperación Española, en este largo proceso, ha mantenido posturas muy claras en la defensa de la dimensión cultural en el desarrollo sostenible, situándose en una posición proactiva en la Agenda 2030.

La Nueva Agenda Urbana pone de relieve la forma en que la cultura, la creatividad y la innovación constituyen elementos centrales de la conversación global sobre la habitabilidad, la vitalidad y la sostenibilidad de las ciudades. La creatividad y la diversidad cultural siempre se han contado entre los principales factores impulsores del éxito urbano, y por primera vez ocuparon un lugar preferente en un Foro Urbano Mundial, y contribuyeron así a la década de acción y resultados en favor del desarrollo sostenible (la declaración política de la Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible) con vistas a cumplir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Organización de las Naciones Unidas (2020). Ciudades de oportunidades: conexión entre cultura e innovación. Declaración Final del Foro Urbano Mundial (WUF10), Abu Dhabi, 8 al 13 de febrero de 2020.

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