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1. Causas del fuerte impacto del COVID-19 en las cadenas globales de valor
De acuerdo con una encuesta realizada a comienzos de la pandemia, aproximadamente el 75% de las empresas —en su mayoría de los Estados Unidos— experimentó disrupciones en las cadenas de proveedores. El 57% registró atrasos en los plazos de entrega de componentes de sus proveedores de primer nivel procedentes de China, que en promedio resultaban más del doble que los del mismo período de 2019. Asimismo, más de la mitad de las empresas encuestadas tenía dificultades para recibir información de los eslabones de su cadena de suministro localizados en China (ISM, 2020a y 2020b). A finales de marzo, una nueva encuesta indicaba que el 95% de las empresas había sido o sería afectado por las disrupciones del coronavirus en la cadena de suministro (ISM, 2020c).
En las semanas y los meses siguientes, al primer episodio de presión desde la oferta debido a la restricción de movimiento de trabajadores e insumos se añadió la contracción de la demanda que golpeó de forma generalizada —si bien heterogénea—a la gran mayoría de los sectores productivos del mundo y que sucesivamente se extendió a las inversiones transfronterizas, que podrían registrar una reducción de entre el 30% y el 40% en 2020-2021 (UNCTAD, 2020b).
Aunque el COVID-19 no es el primer choque externo que ha sacudido a la producción internacional en las últimas décadas y fue anunciado con algunas semanas de anticipación, produjo un cataclismo inédito en las cadenas globales de valor11. De hecho, existe evidencia de que los cambios en el medio ambiente y en la economía mundial están aumentando la frecuencia y la magnitud de estos eventos disruptivos. Se estima que, en promedio, las interrupciones de la cadena de suministro de un mes o más de duración ocurrirían cada 3,7 años (McKinsey Global Institute, 2020). En la crisis sanitaria actual, las cadenas globales de valor y las empresas que las componen se han visto afectadas a través de cuatro canales principales: • Efecto directo en la oferta: la enfermedad y las medidas de distanciamiento físico adoptadas por los gobiernos para contener la pandemia afectaron el funcionamiento y la capacidad de producción de las empresas. A pesar de que el efecto directo no es específico de las cadenas globales de valor sino de los lugares donde se ha propagado el virus, la crisis actual ha afectado a la mayoría de los países y las empresas del mundo. • Efectos indirectos en la oferta: la capacidad productiva de las empresas también resultó afectada por las interferencias en la cadena de suministro, ya sea porque las materias primas o los insumos que necesitan se producen en localidades afectadas por la pandemia, o por la interrupción (o el incremento de costos) de las redes de transporte internacional encargadas del despacho de los suministros requeridos12 .
11 La epidemia de síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) en 2002-2003, la erupción volcánica que tuvo lugar en Islandia en marzo de 2010, el terremoto y el tsunami que afectaron al Japón en marzo de 2011 y la inundación registrada en Tailandia en agosto de 2011 (Haren y Simchi-Levi, 2020) constituyen algunos ejemplos. En 2017, el huracán Harvey, una tormenta de categoría 4, afectó a los estados de Texas y Luisiana, interrumpiendo la actividad de algunas de las refinerías de petróleo y plantas petroquímicas más grandes de los Estados Unidos, lo que generó escasez de plásticos y resinas clave para una amplia variedad de industrias (McKinsey Global Institute, 2020). Además de los desastres naturales, las cadenas globales de valor también fueron afectadas por choques económicos y financieros, como la crisis asiática de 1997, la crisis de las puntocoms de 2001 y la crisis financiera internacional de 2008-2009. 12 Las redes de transporte internacional también resultaron afectadas durante la crisis actual debido a las restricciones al movimiento de las personas y los requisitos adicionales en la frontera para el despacho de aduanas, además del impacto directo en los trabajadores de la industria del transporte y las aduanas nacionales. El traslado de mercancías involucra a muchas personas (tripulaciones, pilotos, trabajadores portuarios, entre otros) y en el caso del transporte aéreo, una parte importante de la carga aérea se enviaba mediante vuelos de pasajeros, muchos de los cuales fueron cancelados (OCDE, 2020b).
• Efecto de la demanda: la crisis económica, las medidas de confinamiento y los cambios en el comportamiento de los consumidores redujeron la demanda de muchos bienes y servicios. Mientras un pequeño número de sectores, como el de los insumos médicos, experimentó un incremento en la demanda de sus productos, otros tuvieron que modificar profundamente su modelo de negocios para responder a los cambios cualitativos de la demanda, en particular mediante la incorporación de tecnologías digitales para la comercialización de sus productos y servicios. Las cadenas globales de valor desempeñan un papel importante en la transmisión de los choques económicos a través de los canales de demanda. De hecho, la menor demanda de productos finales en un país determinado reduce la demanda de insumos producidos en otros países. Esto puede generar una reducción simultánea de la demanda en muchos países, como se observa con la pandemia de COVID-19. • Cambios en el clima de negocios y en la política comercial y de inversión: existe una preocupación generalizada por la rápida transmisión de los efectos económicos de la crisis. En este contexto, se observa un rebrote de posiciones proteccionistas y medidas restrictivas para la exportación de bienes esenciales (por ejemplo, insumos médicos), así como de políticas explícitas para el control de actividades que se consideran de valor estratégico. Asimismo, la gran incertidumbre sobre la trayectoria y la duración de la recuperación se difundió dramáticamente entre los agentes y los mercados y afectó las inversiones transfronterizas, que han sufrido una drástica reducción.
Por lo tanto, la transmisión y la profundidad de la crisis se explican por una combinación de factores, entre los que destacan la configuración del sistema económico internacional y, en particular, el papel que desempeñaba (y desempeña) China en el momento del choque provocado por la pandemia.
a) Las características idiosincrásicas de la crisis del COVID-19
Existen dos rasgos propios de la crisis sanitaria actual que explican el violento impacto que ha tenido en las cadenas globales de valor: la extensión de la pandemia y su incidencia en la salud y la movilidad de las personas. Para encontrar un evento de la misma magnitud —no una epidemia relativamente delimitada, sino una pandemia que haya afectado a una parte significativa del planeta— hay que retroceder unos 100 años cuando, después de la Primera Guerra Mundial, la llamada “gripe española” contagió a un tercio de la población mundial y causó aproximadamente 50 millones de víctimas (CDC, 2020). A diferencia de lo que ocurrió en la crisis financiera internacional de 2008-2009, cuando el impacto también fue global pero exclusivamente económico y financiero, en la coyuntura actual los principales afectados son los seres humanos y su salud. En este sentido, las medidas de contención adoptadas por los gobiernos para enfrentar la pandemia y proteger la vida de las personas —principalmente la restricción de la interacción social— afectaron profundamente el funcionamiento de la economía13. En la actualidad, al no existir aún tratamientos efectivos, no fue posible evitar la paralización de la actividad económica (sobre todo en los momentos más agudos de propagación del contagio), con los efectos mencionados anteriormente.
b) China y la organización de la economía mundial
El papel que China ha adquirido en los últimos 20 años en la economía mundial es un factor clave para explicar la intensidad del impacto de la crisis sanitaria en las cadenas globales de valor. Entre la epidemia del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS)