Comité Editorial Fundadores Francisco Leal Germán Rey Director Carl Langebaek Cecilia Balcázar Álvaro Camacho Felipe Castañeda Andrés Dávila María Cristina Villegas Fernando Viviescas Comité Internacional Richard Harvey Brown Jesús Martín Barbero Mabel Moraña Daniel Pecaut Marco Palacios Editoras Lina María Saldarriaga Carolina Isaza Asistente Editorial Sonia Díaz Edición, diagramación electrónica, Impresión y encuadernación CORCAS Tarifa postal reducida No.818 Vence Diciembre/03 ISSN 0123-885X
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Editorial Cecilia Balcázar de Bucher*
Esta edición especial de la Revista de Estudios Sociales compendia trabajos de distintos investigadores ligados en una u otra forma al Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de los Andes. Hay una línea interdisciplinaria que los une, a pesar de sus distintas trayectorias académicas y disciplinas de origen, que converge en la arena de los Estudios Socioculturales. Allí se da el encuentro de quienes transitan, a veces sin hacerlo explícito, por las mismas sendas perdidas ; marcados por la impronta de ese ser que Valéry llamó en sus Cuadernos Santo Lenguaje. La coherencia se da por la visión de fondo que subyace los diferentes análisis y que devela, desde las distintas disciplinas, el carácter contingente y transitorio de las construcciones sociales y culturales y los intereses que las sustentan y las naturalizan. Lenguaje, discurso, construcción retórica, análisis crítico del discurso, semiosis en el área visual-, términos que se sustituyen o se sobreponen en el espacio de la significación, tienen todos como base común la ruptura epistemológica que se da en el área del lenguaje. Sobre ese giro epistemológico radical, de consecuencias ilimitadas en todos los campos del saber, se articula también el currículo del Departamento, dándole posibilidad de desarrollo a nuevas nociones de lo cultural y de lo social, de lo político, de lo literario, de lo histórico, de las construcciones de género, de las perspectivas de las artes visuales. Se interroga la posibilidad misma de la traducción y se cuestionan las construcciones metafísicas de la lingüística tradicional. Porque aun las lenguas que se enseñan, en las distintas etapas de su aprendizaje y de su análisis, se examinan como construcciones contingentes del sentido; como categorizaciones autónomas de lo real. Sabemos que la verdad contingente de los mundos que creamos acaece como si fuera natural, como efecto del orden dispuesto por el omnipotente e invisible poder de la palabra que se solidifica y cosifica, que impide que veamos lo nuevo a cada paso y que encontremos alternativas y soluciones creativas para los conflictos que solo pueden resolverse en el orden de la palabra. En esa palabra vivimos, amamos y morimos, construidos como estamos, nosotros mismos, de palabras. Allí aparece nuestro yo social, nuestro yo de la personalidad, nuestro yo fragmentado y múltiple; nuestras instituciones y teorías; nuestras culturas; el espacio y la historia de la nación que hemos construido; los propios modelos científicos, paradigmas que se sustituyen en el tiempo con su legado de explicaciones transitorias, de dogmas perecederos, de ideologías cambiantes. Lo Sociocultural articula lo producido en el campo de los Estudios Culturales -y su conocida incidencia en el área de las Humanidades-, con el enfoque sociológico que enfatiza el papel del lenguaje en la construcción, transmisión y reproducción de la cultura y del orden social e institucional; en la persistencia de las relaciones de poder y subordinación y exclusión, -de clase, de raza, de género, de religión-; en la formación de la conciencia y de la subjetividad dentro de la familia, la escuela, la institución universitaria. El análisis se orienta, en parte, a encontrar en el discurso la correspondencia entre lo micro y lo macrosocial, tal como lo elaboran de distintas maneras Basil Bernstein, en su Editorial
* Ph.D., Georgetown University. Profesora titular, Directora Departamento de Lenguajes yEstudios Socioculturales, Universidad de los Andes. Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Miembro del Consejo mundial del PEN Internacional.
CECILIA BALCÁZAR DE BUCHER
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Editorial
modelo pedagógico, o su contemporáneo, Pierre Bourdieu. O,desde otro ángulo, Jacques Derrida. También como lo plantea Richard Harvey Brown, con su propuesta socio retórica, ligada a una acción política que se centra en la resemantización de los vocabularios. El corpus de conocimiento representado en este número de la Revista permite un desarrollo posterior de estudios de postgrado en un campo tan fructífero como es el de la identidad latinoamericana que, abordada desde la perspectiva sociocultural, abre nuevas vías de análisis y de solución de los conflictos en los que nos encontramos sumidos.
INTRODUCCIÓN Los textos que aquí aparecen están cosidos por un hilo común que, desde la centralidad del lenguaje, liga discursos que cada vez abarcan mayores y más disímiles campos del saber; empezando por la reflexión que deconstruye postulados de la Filosofía y de la Lingüística y reivindica el lenguaje como el sitio donde se significa, sin subordinación a la representación, a la expresión, a la comunicación, tal como aparece finamente tratado en el texto de nuestra profesora Alcira Saavedra. Richard Harvey Brown aborda en uno de sus artículos la especificación del campo de los estudios socioculturales; en el otro, la visión de la Sociología a partir de una argumentación fundamentada en la contingencia del lenguaje y de la cultura. Lo suyo es una crítica contra la visión positivista, contra la técnica como manera de concebir el mundo y de manejar al ciudadano mediante un discurso nimbado del prestigio de los modelos de las Ciencias puras, inaccesible para el público y que, según su razonamiento, se convierte en una amenaza para la democracia. Ese discurso hegemónico en Latinoamérica , se ha acogido de manera acrítica y su práctica se ejerce desde las posiciones de poder, sin distingo de ideología política. El artículo de Brown cuestiona el individualismo liberal y propone derroteros para ampliación de la democracia, para el establecimiento de nuevas fronteras y el desarrollo de un diálogo que permita promover cambios sustanciales en el proceso de reconstrucción del tejido social. Como en toda su obra, Brown se sitúa dentro de la visión del giro lingüístico y asume una posición política crítica que concibe la creación de nuevos órdenes sociales a partir del cuestionamiento del orden en que vivimos y que el lenguaje establece como natural. Este razonamiento empata con el del profesor Gregory Lobo, quien enfoca la cultura como política. Afina el análisis para deslindar, una vez más, los distintos significados de la palabra cultura para demostrar cómo la selección de las categorías que el lenguaje impone en el ámbito de la cultura , legitima y naturaliza un orden determinado que subyace y produce la estructura de clase de una sociedad dada, más allá y con más poder que las llamadas condiciones objetivas del análisis tradicional. Su trabajo retoma, desde el enfoque contemporáneo, una reflexión que se ha clausurado muchas veces por la reificación que se ha dado del concepto cultura y la esencialidad que se le ha atribuido. Pero, haciendo hincapié en la necesidad de cambiar categorías creadas por la lengua, implícitamente vuelve a darle valor a la afirmación de que la verdadera revolución debe realizarse en el lenguaje. No todo lo que es cultural es neutro y legítimo, amparado como está por la visión de la relatividad de las culturas, sino que, como lo afirma también Brown, esas culturas tienen una autoría inicial, y la autoridad que se les concede está basada en intereses y en consideraciones de poder, que legitiman el orden político y cultural existente. La reificación de la cultura, su concepción como un orden inamovible,
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impide el cambio y la resemantización de vocabularios que, no siendo neutros, marcan con su impronta la marginalización, la discriminación, la otrificación en el terreno de lo étnico, del género, de lo religioso, de lo político. El artículo de Liliana Ramírez se orienta también según los presupuestos que sobre el lenguaje y el texto plantea la postmodernidad, no sin hacer notar que hay una expresión precursora en la obra de Borges. El análisis toma como punto de referencia teórico a Foucault; sus planteamientos sobre el discurso le sirven para anudar una visión que interrelaciona la cultura con la política, con la historia como narración y de la misma manera con el discurso literario como constructor de identidades. Allí se articula la crítica feminista y la crítica postcolonial que Ramírez entrecruza, a partir de los conceptos de hibridez y mestizaje y de su expresión en textos literarios , con el interesante debate que se da en ese campo desde los Estudios culturales, especialmente los que tienen que ver con Latinoamérica. En el texto de Anna-Telse Jagdmann, La biografía visual de Colombia: El Atlas de 1889 leído como símbolo nacional , se develan los mecanismos que usa el lenguaje gráfico de la cartografía para construir la ilusión de realidad, el simulacro de realidad, el mito de la realidad. Sobre el espacio físico, objetivo y topográficamente mesurable, traza el lenguaje móvil del mapa las coordenadas que prescribe el poder, para construir el espacio de la nación. En un ejercicio revelador, podría sustituirse en distintos contextos la palabra mapa por el término lenguaje, para, de manera palmaria, entender su contingencia, a pesar de la materialidad del referente espacial que el mapa pretende representar. A través de una lectura del cuento de Cortázar, Lejana, diario de Alina Reyes , Alessandra Merlo nos introduce en otras lecturas: La que Cortázar hace del fenómeno del lenguaje como constructor y deconstructor de identidades personales, como creador del inconsciente. El Je est un autre se escribe y se rescribe, busca su sentido en la escritura e inventa su doble, su otro, su otra, que no se asomaría siquiera a la presencia, desde las antípodas de su ocultamiento, si no encontrara lugar en la palabra. El lenguaje y su poder se despliegan en el análisis del cuento y en el cuento mismo que delata los mecanismos de construcción de sentido y juega con los conceptos lingüísticos de oposición y diferencia, de presencia y ausencia, de complementariedad dentro de lo diverso. La visión del signo lingüístico se rompe en el relato y en el metarrelato, al entender y demostrar cómo los significantes crean sus referentes, cómo el juego retórico y las palabras, pretendidamente inocentes, dan lugar a la creación de lo que se produce y toma vida propia en el texto escrito y también en la escritura del texto de la propia vida. Chloe Rutter-Jensen aborda, desde una perspectiva de género, y basándose en los relatos de la guerra escritos por mujeres, específicamente el de La historia de una traición , o La historia de un entusiasmo, de Laura Restrepo, el tema de la contingencia de la historia, de su construcción de distintas narrativas posibles que, a la manera del lenguaje, establece y crea la verdad de unos hechos y construye sobre olvidos y exclusiones la historia oficial de una nación. Al mismo tiempo que el texto da cuenta de la deconstrucción de esa historia en la voz de la novelista, aborda también la manera cómo esa otra construcción del lenguaje, la que distingue y naturaliza arbitrariamente los dominios de lo público y lo privado, se quiebra en el texto histórico-literario, introduciendo en el relato las voces de la intimidad y la lengua de los excluidos de los estadios del poder. A partir del enfoque de un caso, Rutter-Jenssen introduce muchos de los temas que, en el ámbito de lo político, se ubican dentro de la concepción de una
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democracia radical de inclusión y de cuestionamiento de las categorizaciones que ha construido la lengua y que se legitiman después en el lenguaje de la ley. Barbara Dröshner muestra, en el ámbito de Centroamérica, cómo los mitos fundacionales de la Historia oficial se recrean en el lenguaje de la ficción literaria de tres escritores: Rosario Aguilar, Gloria Guardia y Sergio Ramírez. Este tratamiento de la creación de identidades nacionales se liga con el tratamiento que le da Nicholas Morgan al proceso de creación discursiva de la identidad latinoamericana, específicamente de la chilena, en la obra de José Donoso. El análisis rastrea, en su novela La desesperanza, las huellas que la lengua despliega como testimonio de una cerrada estratificación de clase, de origen étnico. Puntualiza también la desagregación que el autor hace de la supuesta homogeneidad, mostrando el fraccionamiento interno y las frustradas expectativas de avance social de los protagonistas. Luisa Ortiz, con su tratamiento de la acción revolucionaria del ejercito zapatista en México, añade otra dimensión de la acción del lenguaje en el terreno de lo político. Al denominar esta rebelión como posmoderna, hace alusión a las armas retóricas usadas por los zapatistas que, en su marcha incruenta, se proponen hacer oír su discurso tradicional, con sus metáforas y mitos ancestrales en el centro del poder el Zócalo , donde este lenguaje ha sido excluido, y con él la voz indígena de México. Su interpretación devela lo que representa traer al juego de la arena política lo que no ha sido nombrado, lo que ha sido silenciado por el poder retórico del lenguaje oficial. Se ubica así en la línea de los análisis de Mouffe y de Laclau, bajo cuya dirección ha trabajado en Essex, y ejemplifica también esa reflexión político-lingüística con la noción de cadenas de significado donde se articulan las luchas de distintos opositores que antagonizan las fuerzas del poder institucionalizado; no solo en lo político sino en lo cultural. En este caso específico, la lucha zapatista se muestra ligada e inmersa en una confrontación mayor, la económica, en oposición a los presupuestos de la globalización. Por último, la línea propiamente lingüística del Departamento, y específicamente la Lingüística sociológica o la Sociología de la lengua y la Lingüística siempre le ha dado datos fehacientes a las Ciencias Sociales , encuentra su expresión en el artículo de Carlos Patiño Rosselli quien retoma el caso de las Lenguas en Contacto desde una nueva perspectiva socio-histórica aplicada a las lenguas criollas de origen africano. Este enfoque aporta nuevas maneras de entender lo transcultural, y puntualiza, a su vez, un área de contacto con los Estudios Socioculturales en lo que toca con el origen y gestación de las identidades individuales y colectivas, en particular las que llevan la impronta de las lenguas africanas.
Dossier El sentido es el lenguaje que significa más allá ó más aca del orden logocentrico del saber / Alcira Saavedra La ciencia social y la búsqueda de una sociedad justa / Richard Harvey Brown Bases intelectuales de un programa en estudios socio-culturales / Richard Harvey Brown ¡Politicemos siempre! O, la cultura como la política-qua-cultura / Gregory J. Lobo Hibridez y discurso en los estudios literarios latinoamericanos contemporáneos /Liliana Ramírez La biografía visual de Colombia: El Atlas de 1889, leído como símbolo nacional / Anna-Telse Jagdmann Alina, es la reina y..., cinco palabras para inventar un mundo / Alessandra Merlo De la traición al entusiasmo, otras perspectivas de una historia / Chloe Rutter-Jensen
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EL SENTIDO ES EL LENGUAJE QUE SIGNIFICA. MÁS ALLÁ O MÁS ACÁ DEL ORDEN LOGOCÉNTRICO DEL SABER Alcira Saavedra*
Resumen El orden logocéntrico del saber occidental funda su naturalidad en el sentido como idea (contenido, significado, etc.), garantía de una relación pensamiento/realidad transparente y objetiva. Ese sentido idea solo es posible por la disimulación de la intervención operativa del lenguaje en la significación. A través de la estructura predicativa, el lenguaje ha sido forzado en el pensamiento occidental a una funcionalidad referencial que lo sitúa en una exterioridad insignificante con relación al pensamiento y a la realidad. El giro lingüístico iniciado en el Siglo XX, permite, en la corriente del pensamiento francés, interrogar la falacia logocéntrica y poner en evidencia que la estructura predicativa y el funcionamiento referencial del lenguaje representan, en realidad, una torsión epistemológica que no solo somete abusivamente el lenguaje a las exigencias operativas del logocentrismo, sino que oculta su verdadera naturaleza. El lenguaje es el sentido y en cuanto tal es una variable significativa. La estructura predicativa y el funcionamiento referencial constituyen una de sus modalidades significantes, no la única. El presente artículo, además de hacer un planteamiento general del problema, propone una nueva manera de abordar el lenguaje como principio operatorio de la significatividad.
Abstract
Dossier
The Western hierarchy of knowledge is predicated on the implicit acceptance of idea (meaning and content) as the essential component that defines reality and thought as transparent and objective. The idea as sense is only possible through the masking of the operational intervention of language in meaning. As a result of its predicative structure, language has been framed in Western thought towards a referential functionality which in turn produces a nonsignificant exteriority in relation to thought and reality. In mid-20th century, the Linguistic turn resulted in new ideas within French thought. This new currents made possible to question the logocentric hierarchy and to bring to the forefront the predicative structure and referential functioning of language as epistemological distorsions that forced language to serve the operational requirements of logocentrism in addition to hiding its true nature. Language as articulation of sense and meaning is a significant variable and its predicative structure and referential functionality is but one of its significant modes. This article proposes a new way of dealing with language as operational principle of meaning.
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Doctora, Universidad Complutense de Madrid. Profesora titular Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales - Universidad de los Andes.
EL SENTIDO ES EL LENGUAJE QUE SIGNIFICA. MÁS ALLÁ O MÁS ACÁ DEL ORDEN LOGOCÉNTRICO DEL SABER
La langue n a pas lieu, pas de lieu sûr (Jacques Derrida, Glas, Paris, Denoël/Gonthier, 1974, pág.14)
Penser la limite de la représentation c est penser l irreprésenté oul irreprésentable. (Jacques Derrida, Psyché, Paris, Galileé, 1987, pág. 139).
Cuando, en un giro muy reciente1 , el pensamiento occidental da prioridad a la pregunta por el lenguaje sobre la pregunta por el ser, advierte con asombro una fractura abismal en su saber: el orden logocéntrico que lo funda, no le es natural. Efecto de paralaje2 catastrófico catastrópico 3 , la fractura es la consecuencia inesperada inevitable también- del desplazamiento crítico que el pensamiento occidental hace hacia el lenguaje. Porque cuando el pensamiento se vuelve hacia el lenguaje para interrogarlo; cuando lo releva metodológicamente de su función de discurso de figura representativa de la conceptualidad4 para hacerlo objeto de saber logocéntrico; cuando lo somete a la abstracción objetival y lo pone en el afuera para convocarlo a la pregunta por su ser, se produce en el orden del saber y por obra del lenguaje un descentramiento que lo quiebra: en lugar de ratificar en su respuesta su ser -logocéntrico; su
desplazamiento crítico del saber hacia el lenguaje. No obstante, y sin desconocer todo lo que el campo de la llamada filosofía del lenguaje representa en la interrogación a los postulados del logocentrismo sobre la referencialidad, la representación, y sus límites proposicionales, precisamos desde ya que la problemática del lenguaje y el sentido en el presente artículo se inscribe en la línea epistemológica de los filósofos y semiólogos franceses: J. Derrida, M. Foucault, J. Kristeva, R. Barthes, J.L. Nancy, Lacou-Labarthe, etc. 2 El concepto es tomado de José Lorite Mena, El Animal Paradójico. Fundamentos de Antropología Filosófica, Madrid, Alianza Editorial, 1982, pág. 397, quien dice que: La aparición de la filosofía es un efecto de paralaje [ ]: un cambio del espectáculo al cambiar el ángulo del espectador. 3 Catastrópico , término prestado a Jacques Derrida, indica aquí la fractura abismal producida por un desplazamiento del lugar entendido como el lugar discursivo o metafórico desde el que se aborda la interrogación. Cf. Jacques Derrida, Le retrait de la métaphore , en Psyché, Paris, Galilée, 1987. La crise actuelle du langage inflation et dévaluation- montre qu une époque historico-métaphysique doit enfin déterminer comme langage la totalité de son horizon problematique. Jacques Derrida, De la grammatologie, Paris, Minuit, 1967, pág. 15. La catástrofe metafórica que anuncia Jacques Derrida corresponde a este momento de desplazamiento que pone en evidencia la condición lingüística, metafórica, ficcional, del saber y por lo tanto el fin de la diferencia sentido propio/sentido figurado y de todas las oposiciones que fundan el saber occidental: verdad/ficción, discurso/idea, etc: la philosophie comme théorie de la métaphore, aura d abord été une métaphore de la théorie , Jacques Derrida, Marges de la philosophie, Paris, Minuit, 1972b, pág. 303. 4 Cf. Michel Foucault, Les Mots et Les Choses. Une Archéologie des Sciences Humaines, Paris, Gallimard, 1966, para un análisis del lenguaje en la época clásica y su función de discurso como representación del pensamiento, así como para una reflexión sobre la retirada del lenguaje del espacio de la representación.
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5 La yuxtaposición y acumulación de conceptos que remiten aparentemente a niveles epistemológicos diferentes de la funcionalidad del lenguaje, marcan, como veremos, que se trata finalmente de lo mismo: cada uno de esos niveles se funda en última instancia en la transparencia y la no contaminación del sentido por el lenguaje.
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al presentarse al pensamiento, se le exponga como un objeto o como una cosa evidente e inteligible de inmediato al pensar; un sentido que llegue al pensamiento en la certeza total de su identidad y unidad significativas consigo mismo, en la transparencia perfecta de su objetividad.6 Ese sentido, lo sabemos, es la idea;7 única instancia significativa en pureza conceptual que llega al pensamiento en la evidencia de ser sentido en sí, contenido en sí mismo, en la certeza de su configuración eidética-ideal -objetiva; única que se expone al pensar en la coherencia total de su identidad ideo-lógica consigo misma, en la transparencia de su unidad de sentido objetivo; única en la que el pensamiento, cuando piensa, piensa en algo, y ese algo, es el sentido contenido en los límites exactos de una forma objetiva ideal, transparente en su inteligibilidad objetival al pensamiento y al saber; única, por esa razón, que se ajusta a los exigencias y condicionamientos del orden logocéntrico que, otorgándose el poder de administrar la forma en que se puede pensar para alcanzar el saber, funda en la objetividad su postulado de un principio de realidad: al definirse en la forma estricta de un sentido objeto en transparencia conceptual, la idea es, al decir del logocentrismo, el único orden de sentido que le permite al pensamiento adquirir el saber y llegar a la verdad, porque es el único que le permite acoger, adecuarse, representar/se o in-formar objetivamente el orden de realidad. Por eso declara la idea la única forma de inteligibilidad posible8 la sola instancia significativa válida para pensar y la sola natural para saber: puesto que la realidad es objetiva y puesto que la evidencia de esa objetividad para el pensar y para el saber solo puede ser garantizada por la evidencia igualmente objetiva del sentido idea, pensar y saber con ideas es, en los límites estrictos del orden logocéntrico, pensar y saber en realidad. Tal es el círculo teórico que fundamenta su natural: la centricidad
6 Esta condición unitaria y objetiva es solidaria de lo que Jacques Derrida, a partir de Heidegger, denomina la metafísica de la presencia : l[ ] aucun sens (en quelque sens qu on l entende, comme essence, comme signification du discours, comme orientation du mouvement entre une archie et un télos) n a jamais pu être pensé dans l histoire de la métaphysique autrement qu à partir de la présence et comme présence , Jacques Derrida, 1972b, op. cit., pág. 58. De la misma manera en Jacques Derrida, Positions, Paris, Editions de Minuit, 1972a, pág.13: [ ] valeur de la présence, présence de l objet, présence du sens á la conscience 7 La idea es aquí la instancia metafórico-metonímica de un sentido que se daría no contaminado de lenguaje. En esta perspectiva, juega metafórica-metonímicamente con el sentido entendido como concepto, contenido, significado. 8 Il s agit toujours d imiter ( exprimer, décrire, représenter, illustrer ) un eidos ou une idea, que celle-ci soit la figure de la chose même, comme chez Platon, la représentation subjective, comme chez Descartes, l une et l autre comme chez Hegel » Jacques Derrida, La Dissemination, Paris, Seuil, 1972c, pág. 221.
ALCIRA SAAVEDRA
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subordinación al pensamiento que lo obliga a una posición secundaria y provisional, transparente a la conceptualidad y al sentido-idea; su condición epistemológica de soporte referencial, expresivo-representativo, comunicativo del pensar,5 el lenguaje, desde su exterioridad, desde su postura en el afuera y en sí mismo, se libera de sus condicionamientos al sistema, se clausura en su hecho como tal y se anticipa al saber y al pensamiento en lugar de llegar después. Excentricidad lingüística, esa clausura y esa anticipación son el fin de la naturalidad del orden logocéntrico. Porque desde su posición anticipada y en su acontecimiento propiamente dicho, el lenguaje atraviesa el pensamiento y el saber, levanta la trama oculta de su sistema conceptual, desarticula el orden y declara la condición ficcional retórica, textual, discursiva, morfosintáctica de su centricidad lógica. La fractura es abismal: a partir de ese momento, el pensamiento se opaca y pierde la evidencia de sus ideas; el saber se esparce y se llena de lenguaje de tropos y figuras; de tramas y articulaciones; de configuraciones lingüísticas y sintaxis significativas y pierde su natural logocéntrico. Momento crítico para el pensamiento occidental que siempre creyó que su saber y su conceptualidad estaban más allá al abrigo de las intervenciones azarosas e imprevisibles del lenguaje; momento crítico para el saber que se llena de lengua y de ficción y pierde la consistencia de su trama y la certeza de sus lugares. El desconcierto también es total: la pregunta al lenguaje por su ser tendría que haber conducido el pensamiento occidental a la más perfecta y acabada demostración de evidencia natural de su orden logocéntrico; no obstante, se convierte en la más monumental desnaturalización del mismo por falacia epistemológica del logocentrismo y/o por incumplimiento epistémico del lenguaje . El orden logocéntrico del saber postula, como fundamento de una Verdad una y única -universal, un orden objetivo de realidad. Ahora bien, la evidencia de ese orden objetivo de realidad, entendido como orden natural de una realidad exterior o como orden de una instancia conceptual postulada como real , solo puede ser garantizada, para el saber, por la presencia inmediata al pensamiento de un sentido en la pureza conceptual de su evidencia objetiva; un sentido que,
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irrefutable de una lógica unívoca que encierra la realidad del pensamiento y el saber en los límites de la condición de evidencia de realidad que instaura: la idea es la condición de evidencia de la realidad, pensar con ideas es pensar en realidad.9 No hay en el logocentrismo, en la centricidad de su lógica que se naturaliza instituyendo ella misma las condiciones de lo natural, ninguna otra forma de pensar posible. Ahora bien, y éste es el origen de la falacia logocéntrica sobre el hecho lingüístico, el sentido, idea o no, ocurre en el lenguaje y el lenguaje es, por naturaleza, heterogéneo a la idealidad significativa y a la objetividad. Como principio articulatorio y configurativo del sentido,10 el lenguaje tiene, por definición, un poder circulatorio ilimitado y una lógica operativa arbitraria y libertina, de sentido imprevisible. Sin cálculos ni márgenes, puede articular de manera indefinida en un orden u otro del decir y configurar significativamente en todos los sentidos y al azar. En esta disposición heterogénea y aleatoria, puede funcionar con una estructura circulatoria a la medida exacta de la objetividad y dar lugar al sentido contenido en idea, o puede deambular articulativamente sin término y dar lugar a instancias significativas ajenas a la idealidad del sentido, a instancias significativas dispersas y diseminadas, de sentidos volubles o promiscuos indiferentes a la objetividad. Dicho de otra forma, no hay ninguna garantía de que la idea ocurra siempre en el lenguaje, porque no hay nada en el lenguaje, en su naturaleza, que garantice que la idea ocurra siempre en realidad. En su capacidad de producir contornos significativos arbitrarios y configuraciones de sentidos al azar, el lenguaje puede seguir trayectos inesperados y hacer derivas imprevisibles que opacan la transparencia conceptual del sentido y afectan su pretendida objetividad. Por eso el lenguaje representa un alto riesgo de perversión y de extravío. Para la idea que, en su transcurrir lingüístico, puede confundirse en los vericuetos aleatorios del lenguaje y perder su evidencia objetiva, y para el logocentrismo que, con la pérdida de la idea, pierde al mismo tiempo el sentido, la realidad y la verdad.
9 Para un estudio de los principios operativos de la centricidad de la lógica, ver José Lorite Mena, 1982, op. cit., págs. 383-509. 10 El postulado del lenguaje como principio articulatorio y configurativo del sentido se inscribe a su vez en el postulado derrideano de la différance , archi-écriture, trace, etc: el nuevo concepto de escritura remite tout procès de signification a un jeu formel de différences. C est-à-dire de traces , Jacques Derrida, 1972a, op. cit., pág. 37. En este sentido, el lenguaje es el espacio de la différance como constitución diferencial y articulatoria del sentido; Ver Jacques Derrida, 1972b, 1967a, 1967b, op. cit.
LA CIENCIA SOCIAL Y LA BÚSQUEDA DE UNA SOCIEDAD JUSTA
La aporía es grande, sin duda, para el orden logocéntrico: debe aceptar sin remedio la ocurrencia lingüística de la idea, pero para conservar su pretendida naturalidad, debe también preservarla de las derivas imprevisibles del lenguaje y asegurarse de que llegue, como sentido propio o propiamente dicho, en la absoluta transparencia de su identidad objetiva consigo misma. Por eso, y para garantizar su natural, el orden logocéntrico resolverá la aporía en detrimento del lenguaje. Y aquí comienza la falacia epistemológica del sistema. Porque, para proteger la idea del riesgo que supone la perversión lingüística, el orden logocéntrico intervendrá la disposición circulatoria y articulativa del lenguaje y lo someterá a una torsión epistemológica que no solo lo mantendrá operativamente sujeto a la idea, en una adecuación perfecta a su transparencia conceptual y a su configuración objetiva, sino que, por eso mismo, le negará su existencia como tal:11 con una maniobra teórica, cuya falacia se disimula en la eficacia operativa del orden como respuesta efectiva a la necesidad del pensamiento de detenerse siempre en algún lugar y en algún momento la disposición calculada del sentido en el orden exacto de la idea constituye, en efecto, la forma mas económica y acabada, en cuanto a la circulación y configuración del sentido se refiere, de llegar a un término significativo , el orden logocéntrico detendrá operativamente el lenguaje en los límites de una estructura binaria muy precisa que lo ordenará sin restos al querer decir exacto y transparente de las ideas y las cosas, con una proyección transitiva sin relevo y una funcionalidad referencial, expresivorepresentativa, comunicativa, sin opacidad. Tal estructura, la estructura predicativa,12 surgida de la regulación platónica del lenguaje que lo comprometió en una articulación operativa 11 La negación y disimulación de la existencia del lenguaje como tal correspondería a lo que J. Jacques Derrida denomina la borradura del rastro -de la huella : Le mode d inscription d une telle trace dans le texte de la métaphysique est si impensable qu il faut le décrire comme un effacement de la trace elle même. La trace s y produit comme son propre effacement . Jacques Derrida, 1972b, op. cit., pág. 76. 12 La crisis del lenguaje en la que interviene Platón para asegurar la verosimilitud entre lo que es y lo que se dice permitió al pensamiento occidental fijar, de una vez por todas, la naturaleza predicativa del lenguaje a partir de la evidencia filosófica de ese algo sin el cual el discurso arriesga perderse en sus posibilidades lingüísticas. Para una deconstrucción de la estructura predicativa, ver. D. Reggiori, A. Saavedra, Gramática Procesiva: la Revocación del Lenguaje Predicategorial en Cuadernos de Filosofía y Letras, Vol. 3, No. 1, Bogotá, Universidad de los Andes, 1980, págs. 27-49; de igual manera, D. Reggiori, A. Saavedra, Modéles Processifs du Langage en Semiotica, Vol. 61, ¾, Amsterdam, Mouton, 1986, págs. 259-284. 13 En buena lógica platónica- el decir no puede, no debe ocurrir en el vacío: el que no dice alguna cosa, inevitable y absolutamente, no dice nada. /Es necesario que así sea /¿Y no es incluso preciso retirar esta concesión de que sea decir, a saber no decir nada , Platón, Obras completas, Madrid, Editorial Aguilar, 1979.
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14 La phrase dans sa disposition prédicative se limite a n être que l armature distributive, le support de cohesion formelle qui permet l assemblage ordonné du sens des mots qui y sont exprimés , D. Reggiori, A. Saavedra, 1980, op. cit., pág. 261.
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participación en la formación objetiva del pensamiento, el lenguaje en el orden logocéntrico solo consiste en ocultarse y disimularse en realidad15 . En ese ocultamiento y esa disimulación, termina por no tener más que un espacio mínimo de existencia que se resuelve funcionalmente en transparencia propiamente dicha; en la negación de su poder articulador y configurativo del sentido, el lenguaje se convierte en una instancia insignificante de remisión, reflejo, representación, comunicación que lo reduce a la simple condición de instrumento referencial subordinado al pensamiento, con una posición secundaria y provisional en la que se escamotea su verdadera naturaleza. Sometido al circulo definitorio del logocentrismo el sentido-idea es posible en ciertos límites y en estos límites es la condición de posibilidad misma del sentido y de la inteligibilidad ; al orden jerárquico de sus oposiciones binarias lenguaje/pensamiento, discurso/idea, etc,- que define para el pensamiento una posición prioritaria;16 y a su estrategia disimuladora que instala el sentido totalmente del lado de la conceptualidad ideo-lógica, el lenguaje en el orden logocéntrico solo consiste en el afuera de una funcionalidad instrumental cuya operatividad se reduce a la referencia transitiva y transparente al pensamiento y a la realidad.17 Esta funcionalidad instrumental, que puede ser abordada desde diferentes ángulos epistemológicos referencia, expresiónrepresentación, comunicación , reinterpretables siempre en última instancia en términos de transparencia referencial, hace del lenguaje un simple dispositivo al servicio de la conceptualidad, sin ninguna incidencia en ella, puesto que lo limita a ser un medio de remisión o transmisión transparente de las ideas y las cosas. Ahora bien, esa disimulación del lenguaje y su funcionalidad referencial, como garantía de una conceptualidad y una realidad no contaminadas de lengua, permanecen incuestionadas por el pensamiento occidental a lo largo de la historia. Alternativamente y según las épocas del saber, el
15 Para un estudio de la instancia performativa de la lengua como acto declaratorio en realidad, como performación del sentido en realidad, es decir como performación de la ausencia de todo sentido, ver Íbid; D. Reggiori, A. Saavedra, Lorca/Derrida: Le pas de sens ou le dire en réalité en Languages and Style, New York, Queen s Collage University Press, 2001. 16 [ ] dans une opposition philosophique classique, nous n avons pas affaire à la coexistence pacifique d un vis-s-vis, mais à une hiérarchie violente. Un des termes commande l autre (axiologiquement, logiquement), occupe la hauteur , Jacques Derrida, 1972a, op. cit., pág. 56. 17 Cf. Jacques Derrida, La Dissemination, 1972c, op. cit., pág. 147, donde muestra la centricidad de la lógica : Tenir le dehors dehors. Ce qui est le geste inaugural de la logique elle-même, du bon sens .
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binaria, orientada a los propósitos predicativos de un querer decir que dice algo de lo contrario no se dice nada,13 constituye no sólo la reducción por un reflejo ya siempre maquinal de todos sus posibles articulativos retóricos, textuales, discursivos, morfosintácticos en el sentido uno y unívoco de la finalidad predicativa del querer decir, sino también, y por eso mismo, la disimulación de su propio poder articulador y configurativo del sentido: al reestructurar y reorientar siempre todas sus disposiciones articulativas, sus figuras significativas cualesquiera que ellas sean, bajo el supuesto, en caso contrario, de faltar a su verdadera naturaleza, en términos del solo y único esquema operativo binario del querer decir algo de algo -esquematismo predicativo14 que, en la detención y síntesis que realiza del movimiento circulatorio y articulativo del lenguaje en el orden definitorio de la idea como sentido contenido en la centricidad perfecta de su identidad conceptual, objetiva, permite interpretar la articulación lingüística del sentido en términos de una relación lógica transparente entre el algo idea, cosa o realidad, que se dice y el algo idea, cosa o realidad de lo que se dice, la estructura predicativa constituye el artificio de torsión más eficaz por la transparencia de su centricidad lógica para ocultar la intervención del lenguaje en el querer decir de la idea. Como relevo maquinal del decir en el querer; como mecanismo reflejo de rearticulación del sentido en el sentido propiamente dicho de una instancia lógica sin restos ni residuos lingüísticos, la predicación es la transmutación abusiva del orden del lenguaje en orden conceptual, al forzar su articulación a la proyección inmediata y terminante del algo que quiere decir, por su reordenamiento en una transitividad estructural que dispone el sentido objetivamente en el sentido de la idea propiamente dicha. En esta disposición forzada que lo somete al esquematismo articulativo, a la estrictez de una sintaxis objetiva, con la que configura el sentido en total propiedad significativa, el lenguaje funciona, sin mostrarse en realidad. De ahí nuestra afirmación de que en el orden logocéntrico del saber el lenguaje no existe como tal: abortado en su principio articulador y contenido en su disposición naturalmente circulatoria por el esquematismo de una estructura binaria que, al relevarlo en querer decir la idea propiamente dicha, lo camufla en una conceptualidad ideo-lógica que oculta su
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lenguaje se presenta como un instrumento de nominación una señal- que desaparece en el momento mismo de mostrar o de-signar; como una voz-sonido que remite al pensamiento, pero que, al tratarse de una sustancia aérea o de un ser-oído del sonido,18 no afecta la transparencia conceptual del sentido; como un habla que, en su supuesta presencia transparente y simultánea al pensamiento, le permite a este permanecer en la conciencia cierta e inmediata del sentido; como un discurso o hecho gramatical con una función expresivo-representativa, en cuyo caso tiene una existencia prestada al pensamiento que le otorga el papel de ser la representación formal propiamente dicha de la idea, su configuración esquemática, su armadura lógica; como un vehículo de comunicación transparente de la idea o, en una prolongación epistemológica más cercana, de un significado o un contenido que, en última instancia, resultan ser el mismo sentido definido y delimitado idealmente sin restos ni residuos lingüísticos. En cualquier caso y sea lo que sea, el lenguaje en el orden logocéntrico guarda siempre su condición instrumental y no llega nunca a mostrarse en realidad porque no tiene consistencia lingüística: forzado a disimular su verdadera dimensión de principio configurativo del sentido y a hacerse transparente e insignificante con relación al pensamiento y a la idea, el lenguaje solo consiste en ocultarse y funcionar referencialmente. De ahí, que este orden pueda llegar a declarar sin reservas que no hay nada del lenguaje en el sentido y que no hay sentido que no sea idea fuera del lenguaje. Declaración falaciosa que somete el hecho lingüístico a los requerimientos de un orden que, para ocurrir en realidad, naturalmente, lo oculta y le niega su existencia como tal. Lo hace durante siglos; ensimismado en la transparencia, abusivamente lograda, de su centricidad lógica y convencido de su supuesta naturalidad. La violencia del orden logocéntrico sobre el lenguaje es una violencia epistemológica. Al fundar y legitimar la relación lenguaje/pensamiento/realidad como principio de la verdad, el orden logocéntrico por definición y petición de principio instituye como condición primera y última de toda instancia epistemológica la prioridad de la relación pensamiento/ realidad sobre la relación lenguaje/pensamiento. Esa distribución jerárquica que define sin apelación el orden 18 Para una deconstrucción de la primacía de la voz sobre la escritura y postulación de la archi-escritura como principio diferencial, ver Jacques Derrida, 1967a, op. cit., págs. 11-95, donde explica la condición de la imagen acústica propuesta por Saussure: La imagen acústica es lo oído: no el sonido oído sino el ser-oído del sonido. El seroído es estructuralmente fenomenal y pertenece a un orden radicalmente heterogéneo al del sonido real en el mundo . Esta heterogeneidad sería lo que diferencia la definición del signo en Saussure con las definiciones anteriores a él.
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propio de las palabras, las ideas y las cosas a partir de la negación del hecho lingüístico como tal, no le deja espacio al lenguaje para ninguna otra forma de relación posible. En el orden lenguaje/pensamiento/realidad orden teóricamente incuestionable en el logocentrismo , el lenguaje se subordina al pensamiento y a la realidad y se hace transparente a ellos, o pierde su pertinencia epistémica y se le declara insensato. El lenguaje, en esa distribución de prioridades, no tiene opción. Eso explica por lo demás, y en buena lógica logocéntrica, que cuando el pensamiento occidental releva el lenguaje de su función de discurso, de su estatuto de figura representativa de la conceptualidad, y lo constituye en objeto de saber, lo haga, en un primer momento, solo metodológicamente; aunque la pregunta y la objetivación representen un quiebre teórico, filosófico, epistemológico, histórico en el orden de prioridades logocéntricas, y aunque provoque, en el espacio que nos interesa aquí, un descentramiento del sentido y un desplazamiento de la conceptualidad hacia el hecho lingüístico, el pensamiento occidental, sin interrogar ni las condiciones de posibilidad teóricas, filosóficas, históricas de la objetivación, ni las consecuencias epistemológicas del descentramiento del sentido que ella produce, mantiene el lenguaje epistemológicamente subordinado al pensamiento y lo interroga logocentrismo exige desde la posición secundaria y provisional que abusivamente le ha definido como su naturaleza misma: la constitución del lenguaje en objeto de saber implica no solo la posibilidad de una cierta retracción así sea metodológica del hecho lingüístico con relación al pensamiento y a la idea el lenguaje permite ser considerado en la autonomía de su forma propiamente dicha fuera del espacio de la representación , sino también, por consecuencia de principio en el gesto inaugural de la lingüística que lo objetiva en lengua como sistema de signos, el arrastre de la conceptualidad hacia el hecho lingüístico como tal y su clausura en él.19 Ahora bien, esa retracción del lenguaje y ese arrastre y clausura de la conceptualidad, inevitable en la constitución objetiva del hecho lingüístico como sistema de unidades semióticas que, por definición, suponen la asociación indisoluble de la instancia significante 19 Dejar clara la clausura de la conceptualidad en el interior de la lengua es la intención de Ferdinand de Saussure al afirmar: Para ciertas personas, la lengua, reducida a su principio esencial, es una nomenclatura, esto es, una lista de términos que corresponden a otras tantas cosas. Esta concepción es criticable por muchos conceptos. Supone ideas completamente hechas preexistentes a las palabras. [ ] Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre sino un concepto y una imagen acústica. [ ] Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente. Ferdinand de Saussure, Curso de Lingüística General, Buenos Aires, Losada, 1997, págs. 91-92.
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del signo, fundan sus análisis en las oposiciones se/so, forma/ contenido, discurso/idea, texto/sentido. En estos análisis el sentido permanece pensado más acá de su contraparte sin que llegue jamás a implicarse significativamente en un trabajo relacional con la dimensión significante, formal, discursiva, textual que lo acompaña.23 Sin duda, el afán platónico por asegurar un pensamiento y una conceptualidad libres de las manipulaciones azarosas del lenguaje, encuentra en estos estudios su más cumplida intención reguladora. Sin negar claro está, ni el alto grado de elaboración teórica, ni el gran rigor analítico, ni, desde luego, la apertura que significaron para un posterior planteamiento crítico sobre los posibles del lenguaje y el sentido, es inevitable tener que llamar la atención sobre la adhesión no interrogada de esos estudios a las oposiciones jerárquicas de una tradición filosófica que relegó el lenguaje a una posición secundaria y significativamente nula. Ceguera del pensamiento occidental que en los 25 siglos de insistente negación y ocultamiento del hecho lingüístico en su esencia y amplitud ,24 no advirtió que el funcionamiento referencial del lenguaje y la pretendida transparencia de la conceptualidad del sentidoidea era el efecto ilusorio de una adecuación forzada del hecho lingüístico a las condiciones operativas del logocentrismo. Una adecuación ciertamente eficaz que permitió erigir en paradigma natural del saber lo que en realidad era el residuo sedimentado de un largo y persistente proceso de domesticación lingüístico-lógica del pensamiento; un resto monumental de sistematización conceptual, producto de un trabajo cultural en filigrana del saber, que se dio en la impostura de una naturalidad cuya única razón de ser no habrá sido otra cosa que la torsión epistemológica que el pensamiento occidental ejerció sobre el lenguaje. Por eso cuando el pensamiento occidental convoca el lenguaje a la pregunta por su ser, lo que ocurre es la destorsión y el des-centramiento: interrogar el lenguaje sobre su ser, significa, se quiera o no logocentrismo exige , darle espacio para que tenga una existencia propia: aunque la pregunta se plantee, en un primer momento, en un nivel metodológico; aunque, en ese primer momento, el lenguaje siga epistemológicamente sujeto al pensamiento y a las tácticas y estrategias referenciales, representativas, por
20 La lingüística aquí funciona en la ignorancia del orden epistémico que la hace posible. Ver Michel Foucault, 1966, op. cit., pág. 256. 21 Ferdinand de Saussure, 1997,op. cit. págs. 91-104. 22 Íbid, pág. 93. Para una crítica de la tesis de la arbitrariedad del signo, ver Emile Benveniste, Problèmes de Lingüistique Générale II, Gallimard, Paris, 1974, pág. 51; ver también D. Reggiori, El poder del signo: un dibujo y un árbol , en Texto y Contexto, Bogotá, Universidad de los Andes, 1984, págs. 71-106.
23 La ciencia semiológica o, más limitadamente, lingüística, no puede mantener la diferencia entre significante y significado la idea misma de signo sin la diferencia entre lo sensible y lo inteligible, por cierto, pero tampoco sin conservar al mismo tiempo, más profunda e implícitamente, la referencia a un significado que pudo tener lugar en su inteligibilidad, antes de toda expulsión hacia la exterioridad del aquí abajo sensible, Jacques Derrida, 1967a, op. cit., pág. 20. 24 Ferdinand de Saussure, 1997, op. cit., pág. 141.
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con la instancia significativa lo que implica una cierta contaminación de la conceptualidad por el lenguaje, una cierta promiscuidad entre el significado y la operación significante , son, de alguna manera, negados por el pensamiento occidental en la lingüística misma 20 al arrastrar al mismo tiempo al interior de la clausura, para mantener la pureza de la conceptualidad y del sentido, el aparato jerárquico y el entramado categorial logocéntrico. Sin asumir epistemológicamente todas las consecuencias de la objetivación, la lingüística, en su momento constitutivo, reintroduce en la clausura el orden oposicional del sistema y la idealidad de la dimensión conceptual. Así lo manifiesta la definición saussureana del signo que lo instala en una estructura binaria imagen acústica/concepto, se/so que recupera al interior de la unidad semiótica el funcionamiento referencial que el logocentrismo ha impuesto al lenguaje. El signo en su delimitación teórica es una estructura dual en la que el significante remite al significado sin afectarlo y sin llegar a comprometer su evidencia objetiva. La constitución estructural binaria del signo guarda la separación entre las dos instancias y asegura que en todo momento el so/concepto como instancia ideal y objetiva- esté al abrigo de las alteraciones arbitrarias del se.21 Así, y aunque el signo constituya una unidad lingüística indisoluble, el sentido permanece en su pureza conceptual y el lenguaje sometido a la torsión. A la delimitación binaria de la unidad semiótica se agrega además, como garantía irrefutable de la objetividad e idealidad del sentido, la mal definida tesis saussureana de lo arbitrario del signo o del signifcante con relación al significado,22 y según la cual las variaciones diacrónicas del significante no modifican el concepto o significado que sigue siendo universal y objetivo. De esta manera, la lingüística, no obstante su pretensión de constituirse en la ciencia del lenguaje como tal, repite, en su momento inaugural, los postulados del logocentrismo. Esos mismos postulados constituyen, por lo demás, el punto de partida de los innumerables estudios fonéticos, fonológicos, morfosintácticos, semánticos posteriores a la apertura saussureana que, retomando la estructura binaria
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consecuencia de principio, la interrogación implica es inevitable un desplazamiento hacia a fuera del lenguaje; una exposición objetival que no sólo le da la distancia suficiente para llegar antes que el pensamiento y el saber, sino la consistencia y la autonomía operativa necesarias para clausurarse en sí mismo y mostrarse en realidad. En esta clausura reflexiva en la que se expone como tal, el lenguaje tiene tiempo y lugar para deshacer la trama que produce la torsión: la reflexión analítico-lingüística del estructuralismo que sigue a la delimitación saussureana de la lengua como forma, supone en teoría la subordinación del contenido al modelo formal, entendido como retícula relacional de elementos que encuentran sentido en su juego diferencial. Ahora bien, esta subordinación del contenido a la forma no produce ciertamente y de inmediato la revocación de los postulados logocéntricos de un sentido libre de complicaciones formales. Los análisis estructuralistas, realizados en y con un lenguaje obediente a la razón logocéntrica, terminan por revertir en sus modelos analíticos los principios operativos del logocentrismo. En lugar de asumir nocionalmente su juego relacional, el modelo formal es reducido a una estructura estática, operativizada en un orden de oposiciones binarias que detienen esquemáticamente el juego relacional propiamente dicho y someten el contenido a su desarticulación en un orden racional de series paradigmáticas, conceptualmente ideales, que redoblan y reafirman, sin cesar, la centricidad del sistema.25 La intervención formal no es más que la racionalización del contenido en el sentido de su discernimiento en unidades formales que se reorganizan a su vez lógicamente para llegar a comprenderlo en totalidad. Mayor adhesión a la centricidad del sistema no es posible. El estructuralismo como representación formal de la representación, constituye la reproducción perfecta del juego especular del sistema. Su re-producción a ultranza. No obstante, esa posibilidad de subordinación del contenido a la forma, que se da con el estructuralismo, da espacio a un sector de la reflexión filosófico-lingüística para empezar a interrogar la naturalidad del sentido en su idealidad significativa y del lenguaje en su funcionalidad referencial, expresivo representativa; más allá o más acá de los modelos estructurales objetivantes de una razón entrenada a la
25 Totalité desertée de ses forces, même si elle est totalité de la forme et du sens, car il s agit alors du sens repensé dans la forme, et la structure est l unité formelle de la forme et du sens . Jacques Derrida, L écriture et la différence, Paris, Seuil, 1967b, pág. 13.
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centricidad lógica, se empieza a entrever una instancia residual de lenguaje y de sentido que se resiste a la sistematización. Esa instancia residual se manifiesta sobretodo cuando la aplicación de los modelos analíticos de la lingüística al campo de la literatura, permite poner en evidencia la singularidad de unos textos que escapan a la racionalidad del sistema y practican el lenguaje y el sentido en contrabando del saber; textos que reniegan del lenguaje sometido a la idea y lo disponen para que haga llegar el sentido antes de las certezas racionales del querer decir; textos que entretienen el lenguaje en su articulación y someten el sentido a su entretenimiento; textos que practican la respuesta a la pregunta por su ser.26 La llegada de esos textos es un momento crítico para el orden logocéntrico; su propuesta textual subversiva, como revocación de la evidencia predicativa del sentido y de la certeza referencial, es la llegada del lenguaje en su propio acontecimiento. En esa nueva disposición textual que quiebra los límites logocéntricos de la idea y produce sentido al margen del orden objetivo del pensamiento, el lenguaje se libera, se muestra en realidad y deshace la torsión. Sin los límites del logocentrismo, se vuelve sobre la estructura binaria que lo mantiene sujeto al sistema, se apropia de la conceptualidad, interrumpe su mecanismo referencial, y empieza en el acto a significar en sí mismo, por fuera de los márgenes referenciales, expresivos-representativos, comunicativos que se le han impuesto. Sin contar con la idea ni con el contenido, el lenguaje se clausura en su propio hecho y revela su principio circulatorio y configurativo del sentido. En esa clausura autoreflexiva que encierra la significación en sus probabilidades articulatorias, el lenguaje significa en sí mismo y en el vacío, -en el acto, sin sustancia y sin objeto, sin más en la sola certeza de ser significante y en la sola evidencia de que eso es significativo. Y aquí comienza el derrumbe del sistema: el lenguaje hace su entrada en el saber y por los intersticios del entramado
26 Cf. Jacques Derrida, 1972a, op. cit., pág. 94, donde dice: Certains textes, donc, [ ] m ont paru marquer et organiser une structure de resistence à la conceptualité philosophique qui aurait prétendu les dominer, [ ] Par exemple les valeurs de sens ou de contenu, de forme ou de signifiant, de métaphore/métonymie, de vérité, de représentation, etc., du moins sous sa forme classique, ne peuvent plus y rendre compte de certains effets très déterminés. Ver también J. Kristeva, Séméiotiké. Recherches pour une semanalyse, Paris, Seuil, 1969, pág. 7, para una definición del estatuto del significado poético frente al sentido de la verdad : L ácte dit littéraire, à force de ne pas admettre de distance idéale par rapport à ce qui signifie, introduit l étrangeté radicale par rapport à ce que la langue est censée être : un porteur de sens. Algunos de estos textos pertenecen a Mallarmée, Joyce, Sollers, Ponge, Duras, etc.
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27 Esos restos son magistralmente trazados por Jacques Derrida en la double séance , 1972c, op. cit., págs, 199-318, donde recorre el texto Mimique de Mallarmée: ..c est [ ] une référence sans référant, sans unité première ou dernière, fantôme qui n est le fantôme d aucune chair, errant, sans passé, sans mort, sans naissance ni présence. (el subrayado es nuestro) [ ] Le référant étant levé, la référence demeurant, [ ]Restent seulement des traces, annonces et rappels.. Ver aquí toda la problemática del himen en Mallarmée. Le reste est indicible, ou presque : non par approximation empirique mais a la rigueur indécidable , Jacques Derrida, Glas, Paris, Denoël/Gonthier, 1974, pág. 3 28 D. Reggiori, A. Saavedra, 1980, op. cit.; D. Reggiori, A. Saavedra, 2001, op. cit., para una deconstrucción de los límites figurados del logocentrismo.
tiene lugar, porque el lenguaje, si hay que decirlo, en el sentido en que eso es la significación, es eso lo que significa, un hecho lingüístico en sí mismo y en el vacío, sin sustancia, sin objeto y sin más, en el orden de las configuraciones y articulaciones lingüísticas, un hecho el sentido y el lenguaje que se confunden, que llegan al mismo tiempo diferencialmente en el orden de las disposiciones morfosintácticas, discursivas, textuales, retóricas, un hecho significativo en el vacío, el sentido es el lenguaje que significa, sin más .29 Monumental descalabro del saber occidental que contaba con el ser insignificante e impropio del lenguaje para sostenerse en su verdad. Pero el lenguaje incumple: aunque en su exposición objetiva se somete aparentemente a los requerimientos de una pregunta que, por centricidad lógica, define de antemano los límites exactos de la respuesta, confirmación del funcionamiento logocéntrico en el sentido de la intencionalidad referencial y de la transparencia ideal de las cosas y las ideas , en el mismo movimiento logocéntrico que lo objetiva y en la lógica misma del sistema que lo quiere como un objeto o como una cosa, el lenguaje adquiere la densidad que necesita para consistir en sí mismo y existir como tal. En su existencia propiamente dicha, se reserva el poder de llegar en el acto y no ser sino sentido. Postura inaceptable para el logocentrismo que siempre quiso que el ser y el existir llegaran al margen del sentido y el lenguaje al margen de los dos. Pero el lenguaje incumple y juega doble: no sólo existe como tal; también significa, en sí mismo y en el vacío, sin sustancia y sin objeto; sin idea ni contenido. Es su modo de existencia -significar en el acto y no ser sino eso sentido.30 Y no uno, muchos. En toda la dimensión de su poder significante, puede ajustarse a la objetividad y a la idea si es el caso, pero no es su única modalidad o probabilidad operativa. Más allá o más acá de la idea, tiene el poder de articular y configurar el sentido y de hacerlo en todos los sentidos, el logocéntrico y el otro -todos los otros. 29 D. Reggiori, A. Saavedra, La lune: l improbable discours de Lorca , en Language and Style, New York, Queens College University Press, 1996, pág. 2. En este mismo artículo ver el análisis de las modalidades significantes del lenguaje. 30 Este encuentro entre el existir, el sentido y el lenguaje constituye la catástrofe metafórica postulada por Jacques Derrida: La métaphysique n aurait pas seulement construit et traité le concept de métaphore, par exemple, a partir d une détermination de l être comme eidos; elle serait elle mëme en situation tropique au regard de l être et de la pensée de l être : ne pouvant se révéler, se présenter qu en se dissimulant sous l espèce d une détermination époquale, sous l espèce d un comme qui oblitère son comme tel [ ] l être ne se laisserait nommer que dans un écart métaphorico-métonymique Jacques Derrida, 1987, op. cit., págs. 79-81. Si el sentido es el lenguaje que significa, la metáfora invade todo el campo y termina por llevar la diferencia sentido propio/sentido figurado a una metaforicidad indefinida.
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categorial logocéntrico que lo interroga y delimita sus lugares, de los límites operativos en que lo inscribe la lingüística y el estructuralismo, empieza a dejar residuos significativos impensables logocéntricamente;27 restos de lengua que insisten en significar más allá o más acá de los márgenes ideo-lógicos del sentido y de las configuraciones objetivas del sistema; restos y residuos que anuncian una disposición inédita del lenguaje en la que éste llega en lugar en el lugar del sentido; restos y residuos que producen un sentido nuevo que se hace en el interior de la clausura lingüística y que resulta absolutamente heterogéneo a la idea, al contenido, al tema o a la tesis; restos y residuos significativos que denuncian la impostura, que invaden y desbordan la trama del saber y la recorren en el sentido de sus tácticas de ocultamiento y sus estrategias de negación hasta revelar el principio ficcional de sus articulaciones logocéntricas y la constitución figurada de sus límites.28 Es el comienzo del orden del lenguaje y el fin del orden logocéntrico -la apropiación y retención del pensamiento y el saber en las disposiciones articulativas y los ritmos circulatorios del decir; es el lenguaje devuelto a su poder de articular y configurar el sentido -de ser significante y significativo en sí mismo; es la restitución del sentido a sus probabilidades lingüísticas -a sus posibles configurativos- y el fin de la torsión: en su nueva disposición en clausura reflexiva, el lenguaje acontece como tal y muestra su verdadera naturaleza: ni señal, ni sonido, ni figura, ni vehículo de la idea, sino el lugar mismo del sentido - aquí, donde tiene lugar. El descentramiento es total: el lenguaje se muestra en realidad y en ese despliegue desbordante que excede las fronteras del saber y del pensamiento y produce su retención en sus posibles articulativos, -morfosintácticos, discursivos, textuales, retóricos-, se evidencia lo impensable, logocéntricamente hablando: el sentido es el lenguaje que significa ni idea, ni contenido , un acto, un hecho lingüístico, el sentido es eso el lenguaje, ni expresión, ni representación, un hecho significativo en el sentido en que
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El incumplimiento epistémico del lenguaje inesperado pero inevitable es el fin de la falacia logocéntrica. El esfuerzo de la lingüística por mantenerlo en los límites de los postulados del logocentrismo -en una adhesión a ellos, por lo demás, nunca cuestionada- no es suficiente para evitar la ruina del sistema y la pérdida de su naturalidad. Más allá o más acá de ese esfuerzo, la retracción del lenguaje del espacio de la representación -retracción que hace posible la lingüística misma- constituye un desajuste del sistema que permite al lenguaje incumplir su adecuación supuestamente natural al orden objetivo del sentido y socavar sus fundamentos. En ese giro del saber que lo libera de su función de discurso como contraparte formal de la idea y lo interroga en el sentido de su forma propiamente dicha, el lenguaje se anticipa al querer decir, revela la naturaleza articulatoria del sentido y lo operativiza clausurado en su orden de articulación. En esa operativización autoreflexiva de la significación, el lenguaje se retracta de la idea, detiene el sentido en sus probabilidades figurativas y denuncia la impostura; el sentido no se expresa ni se representa, se hace.31 Es una operación de lenguaje, un hecho de lengua que llega diferencialmente en el orden de sus configuraciones articulativas y según las modalidades epistemológicas -semiótica, frástica, discursiva, textual, retórica- en las que tiene lugar. El sentido es el lenguaje que significa. Operación de significación en clausura lingüística y producción significativa por consistencia articulatoria en lengua. Magistral intuición de Saussure quien, en su decidido propósito de dar cuenta del hecho lingüístico en su esencia y amplitud y a pesar de contradecirse a sí mismo, postula para el signo una instancia significativa propiamente intralingüística que se contrapone a la instancia logocéntrica que él mismo le ha definido. Esta instancia significativa, inasimilable por definición a la instancia conceptual y delimitada como el valor del signo, inscribe la significación de la unidad semiótica en el interior del sistema lingüístico como producto del juego diferencial de los signos.32 En este juego diferencial, el signo adquiere un estatuto significativo 31 M. Riffaterre, L illusion référentielle , en Littérature et réalité, Paris, Seuil, 1982, págs. 93-94, para el postulado de la signifiance como práctica del sentido en tanto que producción y no en tanto que producto: Le lecteur qui essaie d interpréter la référentialité aboutit au non-sens; cela le force à chercher le sens à l intérieur du nouveau cadre de référence donné par le texte. C est ce nouveau sens que nous appelons la signifiance ; de igual manera a J. Kristeva, 1969, op. cit., págs. 184, 137,quien dice que se trata de pasar de un niveau discursif (informationnel, communicatif) à un niveau textuel de productivité [ ] ne plus consommer le langage en tant que produit fini [ ], mais y lire le processus de sa productivité . 32 Ferdinand de Saussure, 1997, op. cit., págs. 136-146.
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relacional, puramente lingüístico, que hace de su significación un efecto residual de la diferencial semiótica, sujeto siempre a reajustes según los desplazamientos y rearticulaciones estructurales del sistema. El signo, en esta nueva modalidad operativa en consistencia lingüística, posee una significación móvil y aleatoria que nada tiene que ver con la instancia ideal, universal y objetiva del orden logocéntrico puesto que, producida diferencialmente en la lengua y sometida a sus variaciones reticulares, es una significación azarosa imposible de reducir a los términos de un sentido conceptualmente ideal universal. Así, aunque Saussure, en su afán de mantener el funcionamiento referencial del lenguaje, garantía de una idea y una realidad no contaminadas lingüísticamente, nunca resuelve la ambigüedad y la duplicación significativa que genera su propuesta de una doble instancia de significación para el signo la significación como concepto y la significación como valor , y aunque la lingüística no asuma totalmente y de inmediato la teoría del valor en todas sus consecuencias epistemológicas con relación a la estructura binaria del signo y a la tesis de la arbitrariedad, la propuesta saussureana de una significación intralingüística, ajena al concepto objetivo y universal, constituye ya la apertura de un espacio epistemológico para pensar el sentido y la significación como un hecho de lenguaje.33 En este sentido, y aunque la lingüística permanezca atada al logocentrismo, es posible afirmar incluso que la intuición de Saussure la atraviesa permanentemente: si el temor de perder la realidad lleva a los lingüistas a mantener la instancia ideal del sentido, su exigencia de exactitud y rigor con relación al objeto de estudio, los lleva a tener que pactar muchas veces con un cierto grado de ambigüedad y contradicción en sus planteamientos sobre la significación y a producir excedentes teóricos que no son recuperables logocéntricamente. Tal es el caso de Benveniste34 quien en sus análisis sobre la significación y el sentido muestra cierta inconsistencia teórica. Consciente de la ambigüedad en la que Saussure ha dejado la significación del signo, y consciente también de la pertinencia epistemológica de la teoría del valor, Benveniste resuelve el problema de la ambigüedad, por una parte, eliminando
33 En este sentido el pensamiento de la différance de Jacques Derrida constituiría una prolongación de la teoría de Saussure. Ver Jacques Derrida, 1967a, 1967b, 1972b, op. cit. 34 Ilustrar la situación de la lingüística a partir de Benveniste se justifica por el hecho de que es precisamente este lingüista quien se ocupa del problema de la ambigüedad en Saussure.
35 Decisión radical de Benveniste: En semiologie ce que le signe signifie n a pas à être defini [ ] Il n est donc plus question de définir le sens, en tant que celui-ci relève de l ordre sémiotique. Au plan du signifié, le critère est : cela signifie t-il ou non ? Signifier c est avoir un sens sans plus . Emilie Benveniste, 1974, op. cit., pág. 222. La declaración de Benveniste, aunque sujeta aún al presupuesto de un sentido que se tiene , implica no solo la posibilidad de una significación otra que el concepto, sino la clausura de esa significación en la lengua. 36 Ferdinand de Saussure, 1997, op. cit. págs. 91-104.; Emile Benveniste, 1974, op. cit., pág. 51; D. Reggiori, 1984, op. cit., págs. 71-106. 37 Es en virtud de su coaptación que las palabras contraen valores que no poseían en sí mismas y que hasta contradicen los que poseen por otra parte. Se ven aliarse conceptos lógicamente opuestos y que aún se refuerzan juntándose. , Íbid, 1974, pág. 129. 38 Le sens de la phrase est en effet l idée qu elle exprime . Emile Benveniste, 1974, íbid, pág. 226.
cuales se aborda el hecho lingüístico dejan residuos que no sólo desbordan epistemológicamente ese orden y esa opción, sino que imponen su cuestionamiento radical. Interrogar la llamada ciencia del lenguaje en sus adhesiones logocéntricas y sus residuos teóricos es una tarea deconstructiva que esta aún por hacer. Se trata, sin duda, de una tarea monumental; también lo es su pertinencia epistémica. Porque en el margen de la lingüíitica -de sus trayectos sintácticos, semánticos, generativos, ilocucionarios, pragmáticos ,39 hay restos de lengua y de sentido que exceden sus paradigmas analíticos, se resisten a sus regulaciones operativas y dictan nuevas disposiciones para el decir y para el pensar. Restos irrepresentados e irrepresentables que no obedecen a las leyes logocéntricas, sino al orden estricto del lenguaje -a sus variaciones articulatorias, sus operaciones significantes y sus figuraciones significativas antes de que la idea tenga lugar; restos de lengua que significan en sí mismos, que se anticipan al saber de algo y vuelven a empezar la relación del pensamiento y el lenguaje. Más allá o más acá del orden logocéntrico, de su entramado categorial y sus disposiciones jerárquicas, hay una instancia significativa no pertinente hasta ahora para el saber, que precede todo saber posible, toda idea, todo contenido y todo significado; una instancia significativa indiferente a la racionalidad logocéntrica que llega antes del sentido comprendido como objeto y que tiene lugar en el interior de las operaciones lingüísticas; una instancia significativa heterogénea al querer decir que ocurre en el acto de un sentido que se hace en el orden de las disposiciones figurativas del lenguaje, en lugar de expresarse, y que no necesita de las certezas predicativas para ser sentido en realidad.40 Esa instancia, anterior a la idea a la cosificación del sentido y a la ontologización del pensamiento es todo el resto del lenguaje; todo lo que queda de él cuando la predicación no es ni su función ni su estructura; cuando se libera de su direccionalidad referencial y sus figuraciones 39 No obstante la gran importancia que revisten estas perspectivas teóricas en el estudio del lenguaje y en el descentramiento del sistema, es posible encontrar aún en ellas el presupuesto de una cierta pureza del sentido y de una direccionalidad que no tiene en cuenta los posibles diseminantes del lenguaje. Para una crítica de los postulados de Chomsky ver J. Kristeva, 1969, op. cit., pág. 228; Jacques Derrida, 1972b, op. cit., págs. 365-393, para una crítica de los postulados de J.L. Austin, así como J. R. Searle, Reiterating the differences en Glyph, Vol. 1, 1977, págs. 198-208, para una respuesta de Derrida a Searle, Jacques Derrida, Limited Inc, a,b,c, Paris, Galilée, 1990. 40 Es al envío pre-ontológico que remarca Jacques Derrida a partir de Heidegger al que remitimos aquí: una modalidad del sentido que n arrive qu à s effacer . Jacques Derrida, 1987, op. cit.
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metodológicamente del campo de estudio semiológico la instancia conceptual, lo que da lugar a una significación semiótica clausurada en sí misma35 y, por otra, revocando la tesis de la arbitrariedad de la relación entre el significante y el significado al demostrar una relación de necesidad entre los dos por identidad nocional.36 De esta manera, Benveniste no solo da prioridad a la dimensión lingüística de la significación en la instancia semiótica, sino que asegura la validez de la instancia del valor sobre la instancia conceptual que en Saussure permanece aún incierta. Benveniste responde así a la exigencia de asumir el hecho lingüístico en su especificidad operativa y de hacer del sentido una operación de lenguaje. Ahora bien, y aquí reside la inconsistencia de su postura, cuando Benveniste plantea un segundo nivel de significación para el hecho lingüístico el nivel semántico , en lugar de sacar todas las conclusiones que debería de la clausura lingüística de la significación en la instancia semiótica y prolongarla hasta ese nivel, reintroduce en él la instancia conceptual y la funcionalidad referencial del lenguaje: a pesar de postular la coaptación37 el juego sintáctico articulatorio diferencial de los elementos, como principio operativo de la frase -lo que supone asumir un cierto proceso relacional entre la articulación y el sentido y, por lo tanto, la imposibilidad de la condición ideal y objetiva de la significación, Benveniste conserva en última instancia la idea38 como sentido de la frase, sin llegar nunca a conciliar, ni la clausura semiótica en su autoconstitución por diferencial lingüístico, ni la clausura de la frase en su proceso coaptativo relacional, con el estatuto ideal del sentido que, por definición, exige el afuera del lenguaje y su operatividad referencial. Lo que cabe preguntarse, ante esta inconsistencia de Benveniste que reintroduce la ambigüedad de Saussure, es si es posible mantener el orden ideal del sentido y la opción direccional del lenguaje cuando los presupuestos teóricos desde los
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objetivas y se repliega en sí mismo, en su solo poder significante; esa instancia es el sentido en principio operatorio el lenguaje cuando significa y lo que significa es eso el hecho mismo de significar; cuando realiza su operación de significación y eso es el sentido que sabemos en el acto; en la certeza involuntaria y efímera de una inteligibilidad en el vacío sin fondo y sin objeto; esa instancia es el lenguaje que se adquiere y el sentido que se tiene sin pensar, porque no es sino que ocurre en el acto, sin decir nada, en la certeza intuitiva de que eso significa y en la evidencia inmediata de que eso se comprende sin saber lo que se ha comprendido; esa instancia es el lenguaje que significa en sí mismo y el sentido que llega en la clausura de un acto de inteligibilidad impensable e insensato porque no quiere decir nada -porque se sabe sin más.41 Esa instancia, resto inutilizable para el saber de lo que es; impraticable, por lo tanto, para un pensamiento acostumbrado al reflejo objetivo, pero que permanece e insiste en el origen del querer decir ,42 es un hecho de lengua; un hacer significativo del lenguaje abordado, ya no como instancia formal exterior a la idea, sino como principio operatorio de la significatividad como proceso y procesamiento de significación. Se trata aquí de una nueva teoría del sentido que escapa a la categorización lingüísticológica y en la que las relaciones lenguaje/pensamiento son trabajadas, fuera de la jerarquía logocéntrica, en un proceso relacional sentido/sintaxis que supone la intervención operatoria del lenguaje en la significación; una nueva teoría que postula el sentido como práctica nocional de la sola operación significante del lenguaje en el sentido de la estructura articulativa, de la figura lingüística en la que tiene lugar. Se trata, en definitiva, de pensar el acto mismo de significar, no en el sentido de lo que significa, sino en el sentido de la forma en que significa:43 detener el lenguaje antes de que diga algo para convocarlo a su poder significante y liberar el sentido de su relevo logocéntrico y sus pretextos ideo-lógicos para devolverlo a sus probabilidades lingüísticas, es abrir un nuevo espacio de significancia que tiene al lenguaje como principio operatorio y al sentido como operación lingüística; un nuevo espacio que postula el lenguaje como un hacer sentido y el sentido como una producción de lenguaje. Ahora bien, esa producción, ese
hacer, cuyo fundamento operacional es el solo acto significante del lenguaje como acto intransitivo, como operación de significación que no remite sino a sí misma en su propio proceso operativo, tiene lugar por la intervención de la forma de la estructura lingüística en la significación.44 Una intervención que, al clausurar la significación en la disposición articulativa de la lengua y procesarla diferencialmente en el sentido de esa disposición, de sus figuras y circunvoluciones, da lugar a un nuevo orden del sentido que consiste, ya no en la idea y sus compuestos, sino en la operativización significativa de la textura lingüística para hacer significar lo que se dice en la forma en que se dice; un nuevo orden en el que la significación no es un sentido que se tiene, sino un sentido que se produce diferencialmente en el sentido de su disposición estructural en lengua y que significa como proceso de formación configuración significativa; un sentido que se hace articulativamente y que se piensa y se practica en la forma la figura lingüística que le da sentido para significar. Una forma -una figura- que son varias -una variable operacional del lenguaje que significa diferencialmente en el sentido de sus disposiciones figurativas; un diferencial del sentido que se hace en las operaciones significantes del lenguaje y se practica en el orden de sus distintas configuraciones articulativas. Como principio operatorio de la significatividad por disposición estructural, el lenguaje es un diferencial significativo que operativiza el sentido en muchos sentidos. Cada uno de los distintos niveles epistemológicos en los que opera dispone de un orden articulativo propio que configura, a su vez, una modalidad significante diferente y específica que hace sentido en el sentido de esa disposición articulativa. Así, el signo como modalidad operatoria cuyo principio es el acto de significación autoreflexiva por clausura semiótica, no significa de la misma manera que la palabra, modalidad operatoria por condensación significativa morfosintáctica, como la palabra no significa de la misma manera que la frase, modalidad operatoria relacional por coaptación sintagmática de sus elementos, ni la frase significa de la misma manera que el discurso, modalidad que opera en el
41 Para una primera aproximación de esta modalidad inontológica , D. Reggiori, A. Saavedra, 1986, op. cit. 42 Íbid; D. Reggiori, A. Saavedra, 2001, op. cit. 43 Para una propuesta de la práctica del sentido en estructura lingüística, ver igualmente 1986, op. cit
44 Dans la mesure où ce qu on appellle le sens (à exprimer ) est déjà de part en part, constitué d un tissu de différences, dans la mesure où il y a déjà un texte [ ] une transformation textuelle dans laquelle chaque terme prétendûment simple est marqué par la trace d un autre, l intériorité présumée du sens est déjà travaillée par son propre dehors , Jacques Derrida, 1972a, op. cit., págs. 37, 45-46.
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45 Cf. D. Reggiori, A. Saavedra, 1986, 1996, op. cit., para un estudio de las prácticas diferenciales del sentido según la textura lingüística: la unidad semiótica, la frase y el discurso. De igual manera y para una práctica nocional del discurso con una disposición articulativa al margen del orden logocéntrico, remitimos a Gabriel García Márquez, El Otoño del Patriarca, Bogotá, Editorial Oveja Negra, 1982. En nuestra opinión este texto constituye el modelo por excelencia de la deconstrucción del discurso y el saber occidental a través una disposición discursiva que desdibuja en su trayecto desmesurado los límites objetivos del sentido. El Otoño del Patriarca constituye la práctica en realidad del fin del sentido ideo-lógico. 46 Para el estudio del nivel enunciativo de Foucault como otro de los niveles epistemológicos, ver D. Reggiori, Michel Foucault: las rupturas de sentido , en Texto y Contexto, No. 8, Bogotá, Universidad de los Andes, 1986, págs. 99-126.
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significación: a cada orden articulativo del lenguaje semiótico, morfológico, frástico, discursivo, etc corresponde una formación significativa específica y un comportamiento del sentido absolutamente propio. Ahora bien, ese sentido, sentido producido y construido por operación lingüística, sentido figurado en lengua, no es una sustancia ni un objeto -una cosa delimitada y definida en la que se piense de manera transparente. Ese sentido es la práctica nocional de las operaciones significantes del lenguaje en el sentido de sus modalidades articulatorias y sus formas de significar la práctica nocional de los procesos significativos que tienen lugar por la diferancia différance 47 de la articulación. Como práctica nocional no es entonces un objeto de pensamiento, es un acto de inteligibilidad el acto de saber que eso significa en la lengua que se piensa en sus operaciones y procesos diferenciales de sentido aquí, donde tiene lugar. El sentido es el lenguaje -operación de significación en estructura lingüística y práctica nocional de las figuraciones significativas. Por eso la idea no es un sentido que el lenguaje representaría o transportaría; es una forma, una figura significativa del decir la más perfecta, la más acabada su figura ideal: como modalidad significante del lenguaje, el discurso es la disposición articulatoria de un sentido que ocurre al mismo tiempo que transcurre. En este sentido, la significación es la práctica nocional, ya sea del recorrido articulatorio de la significatividad, ya sea del efecto significativo de ese recorrido -su resultado o residuo nocional como acto de inteligibilidad. En cualquier caso, no es una idea. La idea es la detención del recorrido articulatorio del sentido en el querer decir48 un discurso de relevo, otro discurso, que hace re-flexivamente el trayecto articulatorio para figurar su residuo nocional en una sintaxis objetiva que lo contiene y lo delimita en la forma acabada de un efecto objetival. Por eso la idea no es sentido, es su inmovilización discursiva el trayecto procesivo de la significatividad contenido y figurado objetivamente. De ahí su evidencia; de ahí también su supuesta autonomía y autosuficiencia significativas: en la medida en que es un discurso de relevo
47 La pratique de la langue ou du code supposant un jeu de formes, sans substance determinée et invariable, supposant aussi dans la pratique de ce jeu une rétention et une protention des différences, un espacement et une temporalisation, un jeu de traces, il faut bien que ce sois une sorte d écriture avant la lettre, une archi-écriture sans origine présente, sans archie. Jacques Derrida, 1972b, op. cit., pág. 16. 48 On sait que l acte du vouloir dire, celui qui donne la Bedeutung [ ] est toujours la visée d un rapport à l objet Jacques Derrida, La Voix et le Phénomène, Paris, P.U.F., 1967c, pág. 100.
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orden de la disposición articulativa y la medida circulatoria del decir y en la que el sentido ocurre al mismo tiempo que transcurre.45 De un nivel epistemológico al otro, el lenguaje dispone de modalidades significantes distintas que producen diferencialmente el sentido en el orden específico de su articulación.46 Por eso el sentido no es uno, son varios; es una variable significativa del lenguaje que se operativiza en un sentido u otro en función de la configuración epistemológica que le da lugar. Por eso tampoco es algo idea, objeto o cosa que el lenguaje representaría, expresaría o comunicaría-. Como operación lingüística, el sentido es el comportamiento significativo de las distintas modalidades significantes del lenguaje, operativizado diferencialmente en el sentido de la textura en lengua de cada modalidad significante, y comprendido en el nocionamiento de esa textura en su configuración articulativa específica. El sentido en esta nueva disposición en clausura lingüística es una operación de lenguaje y una práctica nocional, no algo objeto cosa o realidad en la que se pueda pensar. A partir del momento en que el lenguaje deja de ser la instancia referencial, expresivo-representativa del sentido para constituirse en su lugar mas probable; a partir del momento en que el sentido pierde su propiedad significativa, para sujetarse a las disposiciones lingüísticas, resulta imposible seguir manteniendo la significación en su autonomía y autosuficiencia significativas -en su objetividad ideal. La intervención operatoria del lenguaje en la significación supone no solo que el sentido no puede darse al margen de la disposición articulativa de la operación significante, sino que, en cuanto hecho de lengua, es en realidad la disposición articulativa misma; en cuanto producción significativa del lenguaje, el sentido es el trayecto articulatorio, la figura lingüística, como operación de significancia que hace sentido en el sentido de su orden de articulación. Un orden diferencial que da lugar a distintas configuraciones significativas del sentido y a distintos comportamientos de la
que, estructuralmente, figura en forma objetiva el contenido del recorrido articulatorio del sentido, la idea no sólo llega afuera al margen de ese recorrido que la precede y le da lugar-, sino en la certeza de ser la forma acabada del sentido, su configuración significativa concluida y consistente en sí misma. Por eso se erige en la modalidad significativa ideal logocéntricamente hablando: en cuanto que discurso de relevo que figura el sentido como estricta delimitación objetiva de su contenido, la idea no sólo representa una significación que puede ser pensada en la total autonomía y consistencia de su definición significativa, sino que, por eso mismo, puede ser hipostasiada, declarada lógicamente anterior al lenguaje, y disimulada en realidad: separada del recorrido articulatorio y comprendida como sentido articulativamente terminado y objetivamente contenido, la idea es una figura discursiva que llega en el efecto de estar fuera del lenguaje -como un objeto transparente en realidad. Por eso la idea habrá sido la performación más cumplida del lenguaje, su decir performado en el acto -el acto discursivo de configurar el sentido en realidad-objetivamente.49 Detener el sentido en sus disposiciones figurativas y practicar el lenguaje en sus operaciones significantes, es no solo poner en evidencia la falacia epistemológica del orden logocéntrico en su estrategia de ocultamiento y disimulación de la condición propiamente discursiva del sentido idea, de su condición de sentido figurado y producido en el decir, sino también, y sobre todo, abrir para el saber una nueva modalidad del pensar; un nuevo orden del pensamiento inducido por la lengua en el que pensar no es pensar en lo que se dice, sino en la forma en que se dice para saber lo que significa.50 Nueva lógica del sentido en textura lingüística que entrega el pensamiento a los posibles ficcionales del lenguaje
y vuelve a empezar su relación con la verdad, sus fábulas y sus pretextos.
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Platón, Obras completas, Madrid, Editorial Aguilar, 1979.
49 Lo que habría que preguntarse aquí es si la problemática lenguaje/realidad no está ya falseada a partir del momento en que se naturaliza el objeto epistemológico como objeto de la realidad. Para una deconstrucción de la cosificación del sentido y de los límites ontológicos del discurso, ver D. Reggiori, A. Saavedra, 1980, 1986, 1996, 2001, op.cit.; D. Reggiori, 1986, op. cit. 50 Para este postulado de una nueva modalidad del pensar, nos parece pertinente el planteamiento de Jacques Derrida, 1967a, op. cit., pág. 142: D une certaine manière la pensée ne veut rien dire ; La pensée (guillemets; les mots la pensée et ce qu on appelle la pensée ), cela ne veut rien dire : c est le vide substantifié d une idéalité fort derivée, l effet d une différance de forces, l autonomie illusoire d un discours ou d une conscience dont on doit déconstruire l hypostase. Jacques Derrida, 1972a, op. cit., págs. 66-67. Este planteamiento anuncia ya ese pensamiento relacional que se procesa en lengua y que supone una conceptualidad epistemologizada que sabe la forma en que sabe y se práctica como trayecto diferencial.
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Reggiori, D., Saavedra, A., Modèles Processifs du Langage , en Semiótica, Journal of the International Association for Semiotics Studies, Vol. 61, ¾, Ámsterdam,Mouton Publishers, 1986, págs. 259-284. Reggiori, D., Saavedra, A., La Lune : L improbable discours de Lorca en Language and Style, New York, University of New York, Queens College Press, 1996, págs. 1-16. Reggiori, D., Saavedra, A., Lorca/Derrida : Le pas de sens ou le dire en réalité en Languages and Style, New York, University of New York, Queens College Press, 2001. Reggiori, D., El poder del signo: un dibujo y un árbol en Texto y Contexto, Bogotá, Universidad de los Andes, 1984, págs. 71-106.
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Reggiori, D. Michel Foucualt: las rupturas de sentido , en Texto y Contexto, No. 8, Bogotá, Universidad de los Andes, 1986, págs. 99-126.
LA CIENCIA SOCIAL Y LA BÚSQUEDA DE UNA SOCIEDAD JUSTA Richard Harvey Brown
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Resumen Se arguye que la ciencia social debe ser vista como un discurso cívico orientado hacia el desarrollo de sociedades más humanas y democráticas. En contra de la tendencia a hacer más científicas las ciencias sociales, a la manera de la física o la ingeniería, el autor aboga por la elaboración de un discurso de las ciencias sociales que sea más abierto y plural en sus esfuerzos por comprender y explicar lo social. Esto requiere que la metáfora que se utiliza para acercarse a lo social sea la del texto, y que nuestra investigación se dedique a la elaboración de las maneras en que los grupos lo escriben y se inscriben en él.
Abstract It is argued here that social science should be seen as a civic discourse oriented towards the development of more humane and democratic societies. Against the overall tendency to make social science discourse more scientific, in the way physics or engineering is scientific, and thus less intelligible to citizens, the author argues for the elaboration of a social science discourse that is more open and plural in its attempts to understand and explain the social. This requires that the metaphor used to approach the social be that of the text, and that our investigation be devoted to the elaboration of the different ways groups write it and themselves in it.
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Son muchos los que desconfían de la ciencia social porque consideran que su lenguaje es esotérico, su contenido obsoleto y desconectado de su vida diaria. Creemos que esta percepción puede ser correcta, porque los estilos de ciencia social que predominan hasta ahora tienden a servir a los expertos, y a estar cada vez más lejos de los asuntos de los ciudadanos corrientes. Sin embargo, también creemos que esta situación puede ser modificada. La ciencia social es en la actualidad una forma de comunicación pública que no sólo cobra importancia dentro de las universidades, sino que también lo hace en las actividades cotidianas de todos los miembros de la sociedad. Al ser vista como un discurso cívico, es decir, un lenguaje compartido a través del cual los individuos logran conocerse a sí mismos y moldear su mundo, la ciencia puede ayudar a construir una sociedad más justa y democrática, una economía más sostenible, y una vida personal más provechosa. Hoy en día, la ciencia, * Ph.D. Universidad de California, San Diego. Profesor, Departamento de Sociología de la Universidad de Maryland. Evaluador internacional del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales.
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especialmente la ciencia social, es un modo de acción ética y política. Gran parte de las ciencias sociales trata de ser científica en la forma en que lo son la física y la ingeniería, con lo cual se trata de tomar una postura que pretende ser política y moralmente neutra. Es claro que la ciencia y la ética se diferencian en que sus razonamientos están basados en postulados diferentes, es decir, son juegos de lenguaje distintos. El problema surge cuando el discurso de la ciencia o de la ingeniería social aparece en lugar de la ética, y cuando se convierte en el principal lenguaje en la formulación de políticas públicas. En el momento en que esto sucede, la razón en la vida pública comienza a restringirse a una racionalidad científica limitada, y las discusiones éticas o políticas a basarse en emociones o intereses personales. Cuando esto ocurre, la supuesta neutralidad en cuanto al manejo de las cosas se convierte en una manipulación amoral de las personas. Las personas se convierten en simples objetos de ingeniería social o de control burocrático. Esta es la amenaza cultural y moral que el tecnicismo le plantea a la ciudadanía, a la democracia y a la dignidad humana. El discurso de la técnica debilita la capacidad del ciudadano común para moldear sus condiciones colectivas de vida, al considerar a los expertos superiores y más competentes que los ciudadanos. El hecho de preocuparse por el predominio de la ciencia positiva como la forma de entender el mundo, no significa que estemos en contra de la ciencia. Creemos que la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas son supremamente útiles. Es tal vez por esta utilidad que la ciencia y la manera técnica de pensar han predominado en las esferas de la ética y de la política, en donde suele no darse una guía apropiada para la práctica.1 No obstante, hay una alternativa para este tipo de ciencia social; una alternativa que puede conferirle poderes no sólo a los expertos, sino a los ciudadanos. Al reivindicar la ciencia social como un discurso cívico, nos estamos ubicando dentro de los trabajos y los ejemplos de la teoría sociológica clásica, la de Marx, Weber, y Mead, quienes buscaban crear formas de entendimiento de las sociedades que llevaran al mejoramiento humano a través de la participación democrática. Así mismo, reconocemos la influencia de aproximaciones contemporáneas tales como el neomarxismo, el feminismo, la fenomenología y el posestructuralismo. 1 Richard Harvey Brown, Science as Narration, New Heaven, Yale University Press, 1996; Richard Harvey Brown, Joan V. Vecchia y J. Daniel Schubert, The Ethics of Academic Practice in a Postmodern Era en American Behavioral Scientist, No. 38, Vol. 7, 1995, págs. 957-963.
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aquello que es creado por los individuos, como la cultura , se ve como algo que ha existido siempre, algo que existía antes de que apareciera alguien en el escenario de la naturaleza . Pero, contrariamente a esta visión, ninguna realidad social es la única posible. Es tan sólo una de las muchas formas en que se puede ordenar el mundo social. Este es una versión de la realidad con autoría y, por lo tanto, puede ser reescrito de una forma diferente. La forma en que se escribe la sociedad, y la forma en que se naturaliza , es la acción comunicativa o la discursiva; la ciencia social en sí misma es un tipo de acción comunicativa, y la acción comunicativa es una forma especialmente importante de construir realidades sociales. Muchas de las disputas contemporáneas en las ciencias sociales -entre la ciencia dura y la ciencia blanda ; entre lo macro y lo micro; o entre la estructura y la agencia; o en las relaciones entre la política, la ciencia y los valorespueden ser entendidas como parte de un conflicto más amplio y antiguo entre el positivismo y el romanticismo.3 El positivismo, ejemplificado en la Sociología, en el trabajo de Auguste Compte, creía que en el mundo existían ciertas leyes explicativas objetivas. Para los positivistas, el mundo funcionaba como una máquina, y el objeto de la ciencia debía ser entender las leyes absolutas mecánicas para que los expertos pudieran diseñar la sociedad. El sicólogo conductista B.F. Skinner también se encuentra dentro de esta tradición. Los positivistas creen que la lengua un concepto que es central para nuestros propósitos reproduce los hechos tal y como aparecen en el mundo, o simplemente expresa emociones o cosas sin sentido. Esto quiere decir que para los positivistas el mundo existe y los humanos desarrollan la lengua para nombrar y manipular las cosas que se encuentran en ese mundo. Por otra parte, los románticos critican el modelo mecánico de los positivistas. Para ellos la lengua es una expresión de los pensamientos y sentimientos del hablante. El lenguaje no copia el mundo externo, sino que, por el contrario, expresa interpretaciones y creencias. Para los románticos, la lengua es significativa subjetivamente, y tiene más valor la interpretación artística que la explicación mecánica, como modelo de verdad y realidad.4 2 Richard Harvey Brown, Society as Text: Essays on Rethoric, Reason, and Reality, Chicago, Chicago University Press, 1987; Pierre Bourdieu, Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste, Cambridge, Harvard University Press, 1984 / 1979. 3 Richard Harvey Brown, Symbolic Realism and Sociological Thought; Beyond the Positivist Romantic Debate en Brown, R. H., Stanford, M. L. (eds.), Structure, Consciosness, and History, Chicago, Chicago University Press, 1978. 4 Richard Harvey Brown, 1987, op. cit., pág. 30.
RICHARD HARVEY BROWN
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Ubicados dentro de estas tradiciones, proponemos entonces cuatro pasos que nos llevarán hacia una ciencia social entendida como un discurso democrático y cívico. Primero. Aunque la mayoría de las ciencias sociales tome la sociedad como una máquina, nosotros proponemos que la metáfora adecuada para el estudio de ésta sea la del texto. La sociedad puede ser entendida como un texto que es a la vez leído y reescrito por sus miembros. Como texto, la sociedad es más duradera que los actos de habla particulares, aunque estos actos de habla vayan a crear luego el texto social. Llamamos realismo simbólico a esta perspectiva textual o lingüística. Segundo. Así como sugerimos que la sociedad puede ser entendida como un texto, también se puede percibir a los individuos de la misma manera. Las personas, así como los grupos sociales y las sociedades en general, se basan en la existencia y permanencia de sus narrativas, es decir, se construyen por medio de narraciones. En este sentido, los individuos pueden ser entendidos, o leídos, como si fueran textos. Cada uno de nosotros es como un texto que puede ser leído, interpretado, y reescrito ya que representamos y reinventamos nuestros textos sociales. De esta forma, el yo es algo que surge de estas actividades. Tercero. Sostenemos, muy a pesar mutuo, que hoy en día tanto en las ciencias sociales como en la política social, el razonamiento discursivo está prácticamente muerto. En las comunicaciones oficiales o públicas, los relatos o discursos que son producto del discurrir han sido reemplazados por explicaciones estadísticas o mecanisistas de la realidad, o simplemente por narrativas irracionales. Por el contrario, y como último punto, sostenemos que los científicos sociales, como lectores autorizados del texto social, deben darle nueva vida al discurso aún preservando el poder analítico de la ciencia convencional. Obviamente, algunos relatos tradicionales han excluido del proceso de toma de decisiones públicas a quienes se consideran diferentes . Por esta razón, nos gustaría proponer nuevos tipos de discursos que sean más plurales y abiertos. Para llevar a cabo esta tarea, comenzamos por pedirle al lector que suspenda sus creencias sobre lo que es la realidad; que no piense que es algo que está allí afuera , y que comience a pensar que la realidad, específicamente la realidad social, por el contrario, es algo producido, o construido, dentro de nuestras prácticas diarias. Al hacer esto, esperamos convencerlo de que cualquier versión particular de la realidad, incluyendo aquellas que son ofrecidas por las mismas ciencias sociales, es una naturalización de un orden social específico.2 Por naturalización entendemos que
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En contra de estas dos interpretaciones del mundo, ofrecemos una tercera versión que tiene en cuenta las dos perspectivas descritas pero que no se limita a ninguna de ellas. Llamamos a esta perspectiva realismo simbólico.5 Teniendo en cuenta la metáfora de la sociedad como texto, el realismo lingüístico hace parte del giro lingüístico o retórico que surgió recientemente en las ciencias sociales y en las humanidades.6 La perspectiva retórica ve las teorías positivista y romántica como construidas a través del lenguaje. Así, el realismo simbólico, al igual que el positivismo, afirma la existencia de una realidad recalcitrante, pero del mismo modo que el romanticismo, también insiste en que estas realidades están construidas retórica o simbólicamente. De hecho, el realismo simbólico sostiene que estas realidades construidas son las únicas que nos son accesibles como conocimiento.7 Como realistas simbólicos sugerimos que tanto las perspectivas positivistas como las románticas mencionadas anteriormente son recursos formales para construir mundos por medio de símbolos. En efecto, dentro de esta perspectiva, la ciencia positiva en sí misma es una construcción simbólica o narrativa que enmarca o crea retóricamente sus propios campos de significación y uso.8 Es decir, la ciencia y el arte pueden ver sólo los mundos que ellos han creado, o que han hecho visibles, a través de la simbolización incluyendo los métodos de laboratorio y los instrumentos de representación-. No obstante, y debido a que desafortunadamente el discurso científico mismo está naturalizado, se ha debilitado la legitimidad de todas las otras formas de construir y conocer el mundo. En la perspectiva del realismo simbólico, la lengua no es un reflejo del mundo ni de la mente. Por el contrario, las mentes y los mundos humanos surgen de la práctica social histórica que es el lenguaje. Los símbolos derivan su significado no de las cosas o las intenciones, sino de las acciones socialmente 5 Ver Íbid; Richard Harvey Brown, 1978, op. cit; Richard Harvey Brown, Social Science as Civic Discourse: Essays on the Invention, Legitimation, and Uses of Social Theory, Chicago, University of Chicago Press, 1989; Richard Harvey Brown, A Poetic for Sociology: Toward a Logic of Discovery for the Human Sciences, Chicago, University of Chicago Press, 1987/1978. El realismo simbólico tiene mucho en común con lo que el crítico literario americano Kenneth Burke desarrolla como realismo lingüístico, y también lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu ha llamado estructuralismo constructivista. 6 Richard Harvey Brown, 1989, op. cit.; Walter R. Fisher, Human Comminication as Narration: Toward a Philosophy of Reason, Value, and Action, Columbia, University of South Carolina Press, 1987/1989; Richard J. Bernstein, The Restructuring of Social and Political Theory, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1978. 7 Richard Harvey Brown, 1978, op. cit., pág. 5. 8 Richard Harvey Brown, 1996, op. cit. Ibid, pág. 6.
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coordinadas.9 Desde el realismo simbólico se tiene en cuenta la existencia de múltiples realidades. Siguiendo a diversos pensadores como Giambattista Vico, Ludwig Wittgenstein, Edmund Husserl, y Kenneth Burke, los realistas simbólicos creemos que la comprensión compartida de la experiencia constituye el marco dentro del cual se inicia toda investigación, y que esa misma comprensión hace parte integral de comunidades históricas específicas. Mientras en nuestra vida diaria tendemos a pensar en las comunidades como grupos de personas que viven en áreas geográficas locales, los realistas simbólicos piensan en términos de comunidades de discurso, en juegos de lenguaje, o en un conjunto compartido de entendimientos o malentendidos.10 Adicionalmente, los participantes en estos juegos de lenguaje pueden estar separados en el tiempo y en el espacio. Desde esta perspectiva, las disciplinas científicas y artísticas son comunidades de discurso, así como lo son los grupos étnicos, las pandillas y las comunidades públicas o políticas. Cada uno contiene sus propios juegos de lenguaje y sus propias prácticas de comunicación, cuyo conocimiento y uso apropiado lo define a uno como miembro, o como el tipo de persona que puede entrar en asociación, por ser equiparable. Dentro de la ciencia, la sociología, por ejemplo, es una comunidad de discurso, tal y como lo son la física, la biología, la astronomía, la filosofía, y la ciencia política. Los juegos de lenguaje de las artes visuales incluyen movimientos tales como el expresionismo, el cubismo, y más recientemente el postmodernismo. Cada comunidad tiene sus propios usos del lenguaje y sus reglas de comunicación. Términos como estructura o alienación, que significan una cosa en un juego de lenguaje, en otro pueden ser ininteligibles o significar algo diferente. Aunque exista una tendencia a traslapar todas las disciplinas, cada una se define a sí misma como una disciplina diferente al construir su propia realidad a través de una terminología especial, de métodos específicos, de escritores ejemplares, y otras normas, reglas y prácticas de comunicación. La sociología le da forma y enfoca una realidad que es diferente de la de la biología, por ejemplo.
9 Richard Harvey Brown, 1989, op. cit., pág. 51. 10 Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, traducido por G.E.M. Anscombe, Oxford, Blackwell, 1953; Jean Fran François Lyotard, The Postmodern Condition: A Report on Knowledge, traducido por Geoff Bennington y Brian Massumi, Minneapolis, The University of Minnesota Press, 1984/1979; Pierre Bourdieu, 1979, op. cit.
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11 Karl Marx, y Frederick Engels, The German Ideology, New York, International Publishers, 1970. 12 Richard Harvey Brown, 1989, op. cit., pág. 48. 13 Richard Harvey Brown, 1987, op. cit.
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Lo que nos pueden decir las ciencias sociales acerca del mundo de las pandillas callejeras es que sus miembros han creado su mundo de la misma forma en que los sociólogos han creado su mundo sociológico. Los mundos son creados a través de la acción discursiva. Mientras que los sociólogos crean su mundo escribiendo artículos académicos para libros o revistas, criticándose mutuamente, o enseñando o tomando clases en las universidades, los miembros de las pandillas callejeras crean el suyo usando ropa de diferentes colores, dejando sus símbolos en las paredes de los edificios, nombrándose a sí mismos y a sus pandillas rivales.14 Inventar no requiere escribir pero sí requiere comunicar. Usar colores particulares o estilos de ropa comunica la inscripción dentro de determinado grupo. Esta es una forma de construir grupos de nosotros y los otros . Las dificultades que se presentan en la comunicación entre grupos, como la experimentada por los sociólogos que estudian las pandillas callejeras, es una inquietud seria que tienen quienes están interesados en hacer de la ciencia social un discurso cívico. La comunicación inteligible entre diferentes disciplinas, y entre diferentes grupos y clases, es una condición previa para la existencia de lo público, en el sentido clásico y político del término. Esto significa, en efecto, que el rico y el pobre, el blanco y el negro, los hombres y las mujeres tengan algún lenguaje compartido por medio del cual puedan entenderse mutuamente, debatir, estar en desacuerdo, y finalmente, en algunos casos, llegar a juicios o criterios racionales. Esta comunicación es central en la creación de una comunidad democrática.15 El sociólogo puede facilitar esa comunicación cívica dada su condición de analista, intérprete o traductor de los diferentes mundos sociales.16 Por ejemplo, el sociólogo que se centra en el discurso es consciente de que las diferencias entre rico y pobre no son el resultado de las deficiencias culturales o lingüísticas de las personas pobres. Por el contrario, es consciente de que esas diferencias son procesos de adaptación a diferentes mundos sociales o aseguran su reproducción. En este sentido, los vocabularios no son étnica o políticamente neutros.17 Ellos crean o alteran órdenes sociales.
14 Sanyika Shakur, Monster: The Autobiography of an L.A. Gang Member, New York, Penguin Books, 1993; Eviatar Zerubavel, The Fine Line: Making Distinctions in Everyday Life, Chicago, The University of Chicago Press, 1991. 15 Richard Harvey Brown, 1987, op. cit. 16 Zygmunt Bauman, Intimations of Postmodernity, London, Routledge, 1992. 17 Kenneth Burke, Permanence and Change: An Anatomy of Purpose, Berkeley, University of California Press, 1954.
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Para cualquier comunidad de discurso, la lengua es real, es conciencia práctica .11 Parte de su ser real y práctico está en el hecho de que la lengua oculta tanto como revela, suprime tanto como expresa, y toma como tácito más que lo que hace explícito. Las comunidades lingüísticas distinguen lo que puede afirmarse de lo que no se puede decir o lo que es inmencionable.12 De esta manera, los juegos de lenguaje son también sistemas de poder porque ellos definen quién puede decir qué, excluyen a algunas personas o temas de la comunicación, e incluso restringen lo que las personas pueden imaginar. Así, las categorías o prácticas de comunicación delimitan lo que puede realizarse en el discurso, es decir, lo que las personas pueden hacer real o imaginable, incluyendo las formas alternativas de ordenar la sociedad, de distribuir el poder, y de ser humanos. La noción de comunidades de discurso, o de juegos de lenguaje, puede aparecer como obvia dentro del mundo académico. Después de todo, muchos de los lectores de este texto son estudiosos de la sociología, y son conscientes de las diferencias que existen entre las disciplinas académicas. Sin embargo, puede ser menos obvio que la elección de la sociología como una especialidad pueda ser vista como una elección de la sociología como juego de lenguaje. Estas diferencias también existen fuera de la academia. Imaginemos, por ejemplo, que un estudiante de sociología decida hacer una investigación basada en observación participante para un trabajo de clase. Al abandonar el campus universitario para estudiar los miembros de una pandilla callejera, se da cuenta de que está entrando a un juego de lenguaje, o a una realidad simbólica, completamente diferente, y que violar sus reglas de discurso puede penalizarse con algo peor que una mala nota. El registro de lengua que se utiliza en el salón de clase para producir verdades sociológicas, puede ser rechazado en la calle y ser tachado de estupidez intelectual ,13 así como las verdades y las jergas de la calle son usualmente rechazados o inadmisibles en el salón de clase. Si intenta discutir algo, como la noción de alienación en Marx, se expone a que los miembros de la pandilla se burlen. Los miembros de la pandilla callejera viven en un mundo que está separado del mundo del campus universitario. Ellos han escrito, y han sido escritos, por una realidad diferente.
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Como sociólogos, no ordenamos las comunidades lingüísticas simplemente mediante la identificación de las diferencias que existen entre ellas y con lo nuestro. Hacer esto sería parecido a decir que el español es superior al portugués, o que el discurso de las mujeres es superior al de los hombres. Las afirmaciones etnocéntricas no tienen sentido sociológico. Por el contrario, reflejan usualmente los esfuerzos de un grupo dado para introducir su versión de la realidad dentro de la realidad que se supone que todo el mundo va a aceptar. Tomando un ejemplo relativamente trivial, ver el uso apropiado del tenedor en la mesa como el uso natural del tenedor, no sólo sirve como una marca que excluye a las personas que han sido educadas de una manera diferente, sino que también desconoce que algunas clases sociales tuvieron que establecer primero qué contaría como apropiado en el uso del tenedor, y cómo esto ayudaría a identificarlos como un grupo particular. Pierre Bourdieu18 llama a esta discriminación violencia simbólica . Aunque no se trate de la misma violencia física de la guerra, o incluso de la violencia de la que somos testigos diariamente en la televisión o el cine, la violencia simbólica puede ser muy nociva y afectar el sentido del valor de las personas. ¿Cuál es la relación entre los individuos y la sociedad? Este es un interrogante que ha despertado el interés de los sociólogos por mucho tiempo, pero creemos que es una pregunta engañosa, y lo es porque acepta una división entre individuo y sociedad como algo dado, sin tener en cuenta que estas categorías surgieron algunos siglos atrás en Occidente como parte de un discurso moderno y modernizante. En contraste, desde una perspectiva realista simbólica, preguntaríamos ¿cuáles son los discursos que han construido a los individuos y las sociedades ? ¿Si se entiende la sociedad como un texto, podemos también entender a los individuos como una especie de texto? ¿Es el individuo, así como la sociedad, el resultado de una autoría? ¿Al mismo tiempo que rehacemos el mundo, nos rehacemos a nosotros mismos? Si esto es así, entonces nuestra discusión va en contra del individualismo liberal que domina en las ciencias sociales contemporáneas y en el debate político actual. Nosotros pensamos que el liberalismo filosófico es una forma de lo que Marx denominó falsa consciencia, o sea una forma de pensamiento que niega la situación real de una persona y de sus intereses. El individualismo liberal trata a las personas de manera atomizada, es decir como si una persona fuera una 18 Pierre Bourdieu, 1979, op. cit., pág. 327.
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entidad separada de todas las demás, y como si fuera una entidad anterior a la formación de las sociedades. Creemos que esta es una ideología que legitima la privatización y la explotación, y que a su vez no fomenta el desarrollo de la comunidad ni de la solidaridad.19 Promueve el aislamiento de los individuos y niega la existencia y la importancia de los intereses comunes así como la de la vida común. Crea masas de individuos, más que públicos de ciudadanos. No obstante lo anterior, varios pensadores contemporáneos expresan en sus teorías esta separación radical entre individuo y sociedad , que más bien deberían tratar de describir y explicar. Desafortunadamente, las dicotomías y distorsiones en nuestra cultura general se ven constantemente reflejadas en la misma teoría social. Los debates teóricos como los existentes entre lo micro y lo macro, lo subjetivo y lo objetivo, y lo humanista y lo positivista, son tan sólo versiones de alto grado de la separación existente en el liberalismo individual entre individuo y sociedad. Sólo uniendo y trascendiendo estos aspectos dicotómicos de nuestra cultura, podremos alcanzar una comprensión total de nosotros mismos, y formar una sociedad en la cual sea fundamental la agencia moral de las personas integrales en la vida pública.20 En acuerdo con pensadores como George Herbert Mead y Erving Goffman, creemos que el individuo surge de la interacción simbólica. El individuo no precede la interacción simbólica y no existe fuera de ella. Las mentalidades y los individuos son esencialmente productos sociales... la comunicación es responsable, en este sentido, de la aparición de nuevos objetos en el campo de la experiencia de organismos individuales implicados en dicho proceso. 21 La noción de libertad asentada totalmente dentro del cogito subjetivo, y no como algo que surge de la práctica intersubjetiva y simbólica, implica una negación del mundo social y político. Al definir la libertad y la autenticidad en la forma en que lo hace el individualismo liberal, como asuntos puramente internos, no logramos hacer frente a la profunda dependencia que experimentan las personas en el mundo actual de las inmensas organizaciones industriales, estatales o de los medios de comunicación para su trabajo, su bienestar, o sus ideas.22
19 Richard Harvey Brown, 1987, op. cit., pág. 49. 20 Íbid, pág. 29. 21 George Herbert Mead, The Social Psychology of George Herbert Mead, editado por Anselm Strauss, Chicago, The University of Chicago Press, págs. 128, 179. 22 Richard Harvey Brown, 1987, op. cit., pág. 51.
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23 Íbid, pág. 143. 24 Íbid; Kenneth Burke, 1954, op. cit. 25 W.J. Rorabaugh, Alcohol in América en OAH Magazine of History, 1991, págs. 1719. 26 Peter Conrad, y Joseph W. Schneider, Deviance and Medicalization: From Badness to Sickness, Philadelphia, Temple University Press, 1994.
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la religión. Vemos con el anterior ejemplo que los individuos y sus identidades no son atomísticos. Surgen de juegos de lenguaje particulares y hacen parte de ellos. Vemos que el discurso es esencialmente político. El de la religión le confiere privilegio y poder a los sacerdotes; el de la medicina, exalta y le otorga poder a los científicos y a los médicos.
La ciencia tecnocrática: ¿el fin de la narrativa? Gran parte de la investigación científica está financiada por el Gobierno o la empresa privada. Esto hace que el proyecto de crear una ciencia social como un discurso cívico, independiente del Estado o del mercado, parezca utópico o incluso imposible. No obstante, es más desesperanzador abandonar dicho proyecto. En nuestro tiempo la discursividad ha perdido valor. Vivimos en un mundo que parece desinteresado de ella y sus sutilezas. Tenemos, por un lado, análisis técnicos y reportes científicos y, por otro, narrativas sensacionalistas o emotivas que parecen carecer de razón. De ahí que las argumentaciones con significado moral sean difíciles de encontrar, lo cual se constituye en una señal de la decadencia de la cultura cívica.27 La razón se identifica con hechos impersonales y objetivos, y las afirmaciones éticas se toman como una forma de ocultar los intereses personales, el deseo de poder o las emociones puramente subjetivas. En este contexto es muy difícil hablar racionalmente de la vida pública que es inherentemente un campo moral y político. La visión científica del mundo ha contribuido al declive de las narrativas razonadas a la manera nuestra y de nuestros proyectos, ya que la realidad de los hechos ha deslegitimado la coherencia argumentativa.28 De ahí que temamos el desarrollo del tecnicismo o de la cientificidad ya que va en contra de los ideales democráticos; crea un mundo en el que hay unos pocos expertos científicos o tecnócratas avalados por sus financiadores, pero muchos otros que son excluidos y que, por esa misma razón, se los convierte en ignorantes y cívicamente incompetentes. Los científicos y los expertos se consideran como los que han descubierto los hechos y las causas del mundo y se convierten en los únicos poseedores de la verdad legítima. Debido a que su investigación es costosa, las verdades que dicen son generalmente útiles para aquellos que financian su investigación. Acceder a los medios para realizar investigación científica, así como acceder
27 Richard Harvey Brown, 1987, op. cit., pág. 141. 28 Íbid, pág. 3.
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Aunque el realismo simbólico que se basa fuertemente en las explicaciones de los autores del interaccionismo simbólico, vaya más allá, al sostener que las interacciones en sí mismas hacen parte integral de las realidades sociales ya existentes. Tal y como lo señalaron Marx y Durkheim, nosotros nos creamos a nosotros mismos y a nuestros mundos, pero no lo hacemos desde posiciones que hayamos escogido. Nuestros yos están ubicados en circunstancias políticas e históricas particulares que incluyen factores sociológicos tales como la clase, la raza, el género y la nacionalidad. Dentro de la perspectiva del realismo simbólico, estas circunstancias sociales sólo pueden relacionarse con las identidades personales a través de los relatos de agentes sociales. El carácter y el propósito de esos discursos se manifiestan en el transcurso del tiempo.23 Las personas se articulan por medio de ciertos vocabularios y gramáticas históricas específicos que sirven de mediadores entre la economía política y la identidad personal.24 Por ejemplo, en el mundo actual una persona que beba alcohol en exceso se la cataloga de enfermo(a), y usualmente se la llama o se la identifica como alcohólica. Sin embargo, hasta hace muy poco tiempo en los Estados Unidos y Europa el hecho de beber excesivamente alcohol era visto como un fracaso moral o como un pecado, más que como una enfermedad.25 Notemos en este ejemplo que el comportamiento de tomar alcohol sigue siendo el mismo. No obstante, el significado, el comportamiento y la identidad de la persona que toma alcohol son diferentes. El bebedor de ayer era un pecador y, por lo tanto, representaba un objetivo habitual de salvación para la iglesia y los grupos religiosos. El bebedor de hoy es un enfermo que necesita ayuda médica. El o ella es un alcohólico que padece una enfermedad llamada alcoholismo . Nos movemos de la maldad a la enfermedad26 y del control social por parte de las instituciones religiosas al control legal o médico. Cada sector institucional o profesional es también una comunidad de discurso que impone un vocabulario con el cual la identidad individual es creada. El vocabulario dominante hoy en día es el de la ciencia, incluyendo el de la ciencia médica. El discurso dominante en el pasado era el de
a la caracola de El señor de las moscas, de William Golding, tiene un costo alto, especialmente en una era de ciencia simplista y costosa.29 Los ciudadanos corrientes tienden a ser excluidos o a desentonar dentro del debate público porque no son expertos en el discurso científico requerido. No obstante, la responsabilidad ética y la accountability de los científicos y sus financiadores es evaluada pocas veces porque los datos hablan por sí mismos . De esta manera, se presentan como neutros, ética y políticamente, auncuando hagan o camuflen recomendaciones sobre cómo deben gobernarse las personas y las sociedades. Al tiempo que los debates públicos tienden a ser cada vez menos racionales, se dice que la verdad debe residir en la fe personal y en la revelación. Entre estos extremos se deja por fuera a muchos ciudadanos, o se los excluye de la participación cívica. De esta manera, la decadencia del argumento razonado es también la decadencia del discurso democrático.
La ciencia social como discurso cívico: el ejemplo de la planeación social
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Se ha afirmado aquí que tanto el individuo como la sociedad son realidades simbólicas que emergen a través de la interacción comunicativa, y que la teoría social, y, en general, la ciencia social contribuye a la creación de estas realidades. No obstante, ¿Cómo sería una ciencia social que tomara la forma de un discurso cívico, y no fuera simplemente un discurso de expertos? Ofreceremos un ejemplo que se enfoca en la planeación social, un área usualmente controlada por expertos y elites políticas y económicas. Si la planeación social pudiera ser llevada a cabo por medio de un discurso más democrático, también lo podrían ser otras áreas de la vida social. La práctica discursiva que proponemos tiene siete características.30 La primera, es la comprensión de que la sociedad está socialmente construida. La planeación social tiene lugar en la construcción, destrucción y reconstrucción de las individualidades y de los órdenes sociales. Esto nos lleva al segundo aspecto de nuestro modelo. Un discurso cívico de la planeación debe estar centrado en el proceso más que en el producto, propiciando la participación, la autoayuda y el diseño de cooperación para fomentar el desarrollo de una 29 Stanley Aronowitz, Science as Power: Discourse and Ideology in Modern Society, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1988. 30 Richard Harvey Brown, 1989, op. cit.; Norman Denzin, Rethoric and Society Theory en The American Sociologist, No. 24, Vol. 3 y 4, 1993, págs. 135-146.
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sociedad incluyente, más que excluyente, y democrática, más que elitista. Los miembros de esta sociedad no serían excluidos de la participación en virtud de su falta de credenciales. Un énfasis en el proceso también requiere la revisión de la relación entre los fines deseados y los medios legítimos para alcanzarlos. Esto nos lleva al tercer componente de nuestro modelo. Debemos enfocarnos en la excelencia de nuestras prácticas diarias y no en un ideal lejano de perfección. Aunque la planeación social apunte a una buena sociedad o a una mejor comunidad , el planificador social no debe pretender ofrecer soluciones definitivas a los problemas sociales. La construcción social es un proceso que requiere crítica y una revisión constante. Sin duda, nuevas voces han de surgir y sus narrativas deben tener un espacio para ser contadas. Un cuarto componente es que la planeación social en ningún momento es apolítica. La política siempre está entrecruzada con la planeación. Tal y como se afirmó anteriormente, cualquier explicación de la sociedad es tan sólo una versión particular que sirve a ciertos grupos e intereses y margina a otros. Esto es un reconocimiento de que la sociedad en el estado actual de las cosas podría ser de otra manera. El quinto aspecto del modelo señala que debemos examinarnos a nosotros mismos y tratar de entender por qué deseamos las versiones de sociedad que estamos ofreciendo. Esta reflexión es importante porque nos ayuda a identificar los límites construidos social o retóricamente que delimitan nuestras propias versiones del mundo social, y nos ayuda a ver cómo las diferentes versiones le otorgan más poderes a unos grupos que a otros. Si somos incapaces de confrontar y transgredir los límites aparentemente naturales que nos confinan en nuestras prácticas diarias como sociólogos, planificadores sociales o activistas, ¿cómo podemos pedirle a otros que lo hagan en sus actividades como ciudadanos? Esta consciencia de nuestros propios límites nos lleva al sexto punto del modelo: la exploración de versiones alternativas del mundo social. Esto implica tomar distancia, lo que requiere salir temporalmente y explorar las estructuras de lo macro, así como los detalles diarios. En este sentido, la planeación nunca está completamente hecha ya que no debe pretender llevar a cabo el futuro. Finalmente, concebimos la sociología, la planeación social y la vida democrática como formas de mutuo aprendizaje. Contrariamente a la imagen de los expertos o de las élites que determinan la verdad o el método más eficiente, vemos la ciencia social, la planeación y la democracia como actividades de creación de las individualidades, de la sociedad y del conocimiento de quiénes somos y en qué podríamos
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Conclusión Hemos descrito una esfera pública que es incluyente y pluralista. La versión tecnicista de esta esfera ve algo muy diferente en lo público. Lo ve como un comportamiento de masas que puede ser agregado en datos estadísticos, como la opinión pública, que a su vez puede ser manipulada por técnicas eficientes de manejo de imagen y de control social. Sin embargo, la opinión pública entendida de esta forma, como algo generado por las encuestas de opinión, es una falsa denominación ya que no surge del conocimiento en el diálogo entre los miembros que pertenecen a un público31 . Este tipo de público difícilmente puede existir. Hoy en día, en las encuestas de opinión, los cientistas sociales dan por hecho la existencia de ciertas categorizaciones de las personas y de las relaciones de dominación, y luego se las imponen a los individuos que no tienen comunicación entre sí. Así, la conversación, el debate, el razonamiento colectivo, y la narración, que son indispensables para la formación del público son completamente suprimidos dentro de esta perspectiva. El público se forma juicios razonados al compartir y criticar las narraciones de cada uno. Por el contrario, la opinión pública es simplemente un agregado de respuestas que dan algunos ciudadanos a preguntas preestablecidas. Eso no puede ser considerado el juicio del público32 . Lo que buscamos es una alternativa en la cual la ciencia social contribuya al desarrollo de una esfera pública comprometida, informada e incluyente. En este texto hemos abogado por una ciencia social como una forma de discurso cívico orientado hacia el desarrollo de sociedades más humanas y democráticas. Comenzamos por sostener que las sociedades y los individuos son escritos como si fueran textos. La ciencia social es una forma de escribir el mundo que puede en gran medida contribuir al desarrollo de mundos mejores. No obstante, esta tarea no es fácil, si se tiene en cuenta la ascendencia que tiene la técnica que amenaza la existencia de la narración como una forma de contar verdades. Las narrativas científicas moralmente veraces requieren científicos sociales que tengan el proyecto de crear públicos democráticos. Pero más importante aún es que los estudiantes y los ciudadanos conjuguen razón, esperanza y acción con el objetivo de crear un mundo mejor.
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convertirnos. Desde esta perspectiva, más importante que la inteligencia de los expertos y de las élites, cobra importancia la inteligencia cívica: el entendimiento creciente de los ciudadanos comprometidos en crearse a sí mismos y a su sociedad a través de la acción democrática.
BIBLIOGRAFÍA Aronowitz, Stanley, Science as Power: Discourse and Ideology in Modern Society, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1988. Bauman, Zygmunt, Intimations of Postmodernity, London, Routledge, 1992. Bernstein, Richard J., The Restructuring of Social and Political Theory, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1978. Bourdieu, Pierre, Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste, Cambridge, Harvard University Press, 1984 / 1979. Bourdieu, Pierre, Public Opinión Does Not Exist en Sociology in Question, London, Sage Publications, 1993. Brown, Richard Harvey, Symbolic Realism and Sociological Thought; Beyond the Positivist Romantic Debate , en Brown, R. H., Stanford, M. L. (eds.), Structure, Consciosness, and History, Chicago, Chicago University Press, 1978. Brown, Richard Harvey, A Poetic for Sociology: Toward a Logic of Discovery for the Human Sciences, Chicago, University of Chicago Press, 1987/1978. Brown, Richard Harvey, Society as Text: Essays on Rethoric, Reason, and Reality, Chicago, Chicago University Press, 1987. Brown, Richard Harvey, Social Science as Civic Discourse: Essays on the Invention, Legitimation, and Uses of Social Theory, Chicago, University of Chicago Press, 1989. Brown, Richard Harvey, Cultural Representation and Ideological Domination en Social Forces, No. 71, Vol.3, 1993. Brown, Richard Harvey, Vecchia, Joan V. y Schubert, J. Daniel, The Ethics of Academic Practice in a Postmodern Era en American Behavioral Scientist, No. 38, Vol, 7, 1995. Brown, Richard Harvey, Science as Narration, New Heaven, Yale University Press, 1996. Burke, Kenneth, Permanence and Change: An Anatomy of Purpose, Berkeley, University of California Press, 1954. Conrad, Peter y Schneider, Joseph W., Deviance and Medicalization: From Badness to Sickness, Philadelphia, Temple University Press, 1994. Denzin, Norman, Rethoric and Society Theory en The American Sociologist, No. 24, Vol. 3 y 4, 1993. Fisher, Walter R., Human Comminication as Narration: Toward a Philosophy of Reason, Value, and Action, Columbia, University of South Carolina Press, 1989/1987.
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Richard Harvey Brown*
Resumen Este artículo esboza los antecedentes y el potencial del campo de los Estudios Socioculturales y su interrelación con el lenguaje. Su origen se da en la convergencia de diversas disciplinas que tienen como objeto de reflexión el mismo lenguaje y que ponen en tela de juicio los tratamientos tradicionales de la Lingüística y las Ciencias Sociales y Humanas en general. Las innovaciones que este enfoque representa permiten nuevas concepciones del sentido y de la experiencia, entendidos en su más amplio alcance como cultura.
Abstract This article outlines the background and the potential of the new field of language-oriented socio-cultural studies. The field develops out of convergent tendencies to focus on culture, linguistics, the humanities and the social sciences. It can bring useful innovation to the study of social meaning and experience, understood in the broadest sense as culture.
En la medida en que los estudios socioculturales orientados hacia el lenguaje son relativamente nuevos como disciplina o campo de investigación, resulta pertinente presentar algunos antecedentes de su formación intelectual y su justificación. Durante muchos años, las ciencias sociales y culturales se distinguieron por teorías unitarias y supuestos tradicionales. Sin embargo, en las últimas décadas se han convertido en un área caliente de enfoques diversos y conflictivos. Más aún, el rango de las ciencias socio-culturales se ha expandido hasta comprender nuevos campos o temas como el multiculturalismo, la diversidad étnica, los estudios relacionados con la mujer, los estudios de los medios de comunicación, la teoría de la comunicación, la cultura popular, entre otros. Por una parte, esta nueva diversidad ha surgido de un movimiento de las ciencias sociales, la economía, la ciencia política y la sociología, que se distingue por un giro que va de una postura científica a una más histórica y crítica del estudio de las sociedades y del cambio social; un movimiento que ha situado el estudio de la cultura a la vanguardia de
* Ph.D. Universidad de California, San Diego. Profesor, Departamento de Sociología de la Universidad de Maryland. Evaluador internacional del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales.
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estas disciplinas y a su vez ha promovido el avance del enfoque interpretativo o del método de investigación humanístico, y ha restado determinación al postulado de que las ciencias sociales revelan leyes sociales de relevancia y validez universal. Por otra parte, las disciplinas que están orientadas hacia el lenguaje o los textos la historia, la lingüística, la literatura, el análisis conversacional, la comunicación hablada y retórica han extendido su rango más allá de los textos culturales para abarcar e interpretar la sociedad, en general, como un texto o un discurso.1 El nuevo campo emergente que rodea estas tendencias, tanto en las ciencias sociales como en las humanidades, son los Estudios socio-culturales. Este espacio nuevo y vibrante se ha convertido en la base para elaborar la propuesta denominada construccionismo social o del lenguaje. Este término, junto con teoría cultural o estudios culturales designa el nuevo campo emergente que se está desarrollando fuera de la lingüística, las humanidades y las ciencias sociales, que han tenido como enfoque común la interpretación y las operaciones de la cultura.2 Este cambio puede ser comprendido en términos históricos amplios como un cambio radical en la raíz de la metáfora utilizada para comprender las sociedades humanas. En sociedades de horticultura, desde China hasta Grecia Antigua y la América precolombina, la metáfora fundadora utilizada para entender la cultura y la sociedad era el organismo. Esta propuesta de los sistemas como en Aristóteles, Confucio y el funcionalismo estructural de la antropología y la sociología tempranas resaltaba el orden, la armonía y una concepción evolutiva de un cambio lento como crecimiento o despliegue. Más tarde, especialmente con la Revolución Industrial, la metáfora de la sociedad como máquina se hizo dominante. Esto se expresa en la física Newtoniana, en la economía clásica y neo-clásica, en la mayor parte de la sociología y en las propuestas positivistas de la ingeniería social de planeación. Pero hoy en día, de manera creciente, vivimos en la era de la información. Cada vez más experimentamos y construimos nuestros mundos a través de las imágenes, de los medios masivos de comunicación, de los anuncios y de las pantallas del computador o televisuales. En consecuencia,
1 Richard Harvey Brown, Social Science as Civic Discourse: Essays on the Invention, Legitimation, and Uses of Social Theory, Chicago, University of Chicago Press, 1989. 2 Paul Rabinow y William Sullivan, Interpretative social sciences: a second look, Berkeley, University of California Press, 1987; J. Alexander, y S. Seidman, Culture an Society: Contemporary Debates, New York, Cambridge, 1990; Norman Denzin, Symbolic interaction and culture studies, Cambridge, Massachusetts, Blackwell, 1992.
RICHARD HARVEY BROWN
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actualmente las metáforas básicas de la cultura y la sociedad son la información, la comunicación, el lenguaje, la textualidad o el discurso. Este cambio ocurre aparentemente en muchos campos. Un ejemplo se encuentra en el concepto de cultura que fue marginal para la mayor parte de la sociología a lo largo de su desarrollo. Más precisamente, mientras la mayoría de los sociólogos afirmaban la importancia de la cultura como un concepto, orientaban su trabajo sin ninguna referencia a las operaciones reales. En palabras de Thomas Kuhn,3 la ciencia social normal operaba sin otorgarle importancia a la cultura; pero, hoy en día esta ha tomado un lugar central en la perspectiva oficial de las disciplinas. En la última década, por ejemplo, el campo de la sociología de la cultura se ha convertido en una de las principales secciones de la Asociación Sociológica Americana (American Sociological Association), hecho que muestra el crecimiento de las perspectivas orientadas hacia el lenguaje en un rango amplio de áreas temáticas. Algo similar ocurre en la lingüística. Durante muchos años se realizó el estudio de estructuras profundas, de la gramática y de la sintaxis; actualmente se hace más énfasis en la pragmática y la semántica; es decir, en los aspectos del uso de la lengua desarrollados más culturalmente. Así se expresa en los campos nuevos o revividos- de la sociolingüística, la etnolingüística, el análisis del discurso o la conversación, los estudios retóricos, entre otros. Desde los años 70, aproximadamente, hasta el presente, los estudios socioculturales emergieron para fusionar estas tendencias en las ciencias sociales y las humanidades, y convertirse en un campo de investigación nuevo y vibrante. Esto ha exigido repensar lo que significa cultura y reconceptualizar sus operaciones y características principales. También ha implicado reposicionar una serie de subcampos dirigidos hacia el estudio de la cultura, desde los márgenes hasta el centro de la investigación.4 Estos campos incluyen la sociología de la ciencia, la historia del arte, la antropología de la religión y otros. En el nivel epistemológico, este giro lingüístico o cultural también ha significado que los
fenómenos sociales no existen por derecho propio, sino que son producidos y conservados a través de la comunicación sus significados, y de hecho, nuestra experiencia de ellos, se producen a través de la acción comunicativa . Esta pretensión ha situado la exploración y el uso de la teoría del lenguaje, como por ejemplo la lingüística, la semiótica, la retórica, el análisis del texto, a la vanguardia de las investigaciones culturales y sociales. La propuesta de que la sociedad y la cultura son creadas a través de la comunicación se sintetiza en la premisa del construccionismo , en el que cada aspecto de una sociedad es algo comunicado y reproducido, incluso las nociones de personalidad en una sociedad dada y los discursos por medio de los cuales se articulan y se le da significado a los sentimientos y emociones. En estudios del yo social, para citar un ejemplo, el construccionismo del lenguaje está cambiando el enfoque y el idioma de la psicología social, del estudio estadístico de las instituciones sociales y las relaciones de grupo o sea la estructura social, por el estudio de los lenguajes del yo y los textos de identidad , lo que refleja las perspectivas relativamente nuevas ofrecidas por los campos de la lingüística, la antropología cultural y la semiótica.5 Un hecho central de esta orientación lingüística es la propuesta de que los objetos tradicionalmente construidos por las ciencias sociales no son ni neutros ni inmodificables. En cambio, son sistemas perceptivos 6 o realidades públicas simbólicas .7 Los hechos sociales pueden ser tratados como cosas, como Emile Durkheim arguía; pero también es cierto que todos los hechos pueden ser tratados como cosas sociales. Es decir, aun los hechos son construidos, negociados, debatidos o impuestos como realidades simbólicas sociales. Los objetos, las tecnologías y otros elementos sociales son hechos en el sentido de los facta latinos para hacer, como en fabricar, fábrica, manufactura o artefacto . Y este proceso de hacer es esencialmente una construcción social por medio de la interacción lingüística, en el espacio y el tiempo social. Esta cualidad de experiencia construida puede llegar a ser reificada, claro está. El estatus
3 Thomas Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, Second edition, Chicago, Illinois, University of Chicago Press, 1970. 4 Diana Crane, The Sociology of Culture: Emerging Theoretical Perspectives, London, Blackwell, 1994; Robert Wuthnow, Meaning and Order: Explorations in Cultural Analysis, Berkeley, University of California Press, 1987; Roland, Robertson, Globalization: Social Theory and Global Culture, Newbury Park, California, Sage Publications, 1992; E. Doyle McCarthy, Knowledge As Culture: The New Sociology of Knowledge, New York & London, Routledge, 1996; C. Mukerji, y M. Schudson, Rethinking Popular Culture, Berkeley, California, University of California Press, 1991.
5 R.S. Perinbanayagam, Discursive Acts, New York, Aldine de Gruyter, 1992; Kenneth Gergen, The saturated self, New York, Basic Books, 1991; J. Shotter, y K. J. Gergen, Texts of Identity, Newbury Park, Sage Publications, 1989; Richard Harvey Brown, Vecchia, Joan V. y Schubert, J. Daniel, The Ethics of Academic Practice in a Postmodern Era en American Behavioral Scientist, No. 38, Vol, 7, 1995. 6 C. H. Cooley, Social Organization: A Study of the Larger Mind, 1962. 7 Richard Harvey Brown, A Poetic for sociology: Toward a Logic of Discovery for the Human Sciences, 1977. Reprint Chicago, University of Chicago Press, 1979.
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Roland Barthes, Le degré zéro de l´écriture, Paris, Seuil, 1972, págs. 11-12. Pierre Bourdieu, Le sens pratique, Editions de Minuit, 1980. Michel Foucault, L´Ordre du Discsours, Gallimard, 1971. Diana Crane, 1994, op. cit., págs. 2-4. Richard Peterson A, The Production of Culture: A Prolegomenon , en Peterson, R. A (ed.), The Production of Culture, Beverly Hills, California, Sage Publications, 1976, págs. 7-22; Richard Peterson A, Cultural Studies through the Production Perspective: Progress and Prospects en Crane, D. (ed.), The Sociology of Culture, Cambridge, Massachusetts, Blackwell, 1994, págs. 191-220.
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estudiada en los muchos y diversos productos simbólicos de grupos e instituciones particulares, como los de periodistas, psicoanalistas, shamanes, trabajadores de fábricas, científicos, campesinos y abogados. Los Estudios socio-culturales examinan cómo lo que se produce por medio de estos conocimientos es cultura: cómo las practicas culturales, los artefactos y los textos se entrelazan, ya sea en cosmologías religiosas elaboradas, en formas de decoración corporal, o en deportes y juegos organizados; cómo todos estos fenómenos comunican mensajes y producen significados que construyen nuestra experiencia, la llenan de significación y le dan el sentido de ser real. De hecho, cada aspecto de la vida social es una forma cultural en la medida en que proporciona mensajes y significados o encarna y representa imágenes colectivas, prácticas o ideas.
BIBLIOGRAFIA Alexander, J. y Seidman, S., Culture an Society: Contemporary Debates, New York, Cambriedge, 1990. Barthes, Roland, Le degré zéro de l´écriture, Paris, Seuil, 1972. Bourdieu, Pierre, Le sens pratique, Editions de Minuit, 1980. Brown, Richard Harvey, Social Science as Civic Discourse: Essays on the Invention, Legitimation, and Uses of Social Theory, Chicago, University of Chicago Press, 1989. Brown, Richard Harvey, A Poetic for sociology: Toward a Logic of Discovery for the Human Sciences, 1977. Reprint, Chicago, University of Chicago Press, 1979. Brown, Richard Harvey, Vecchia, Joan V. y Schubert, J. Daniel, The Ethics of Academic Practice in a Postmodern Era en American Behavioral Scientist, No. 38, Vol. 7, 1995. Cooley, C. H., Social Organization: A Study of the Larger Mind, (1909) 1962. Crane, Diana, The Sociology of Culture: Emerging Theoretical Perspectives, London, Blackwell, 1994. Denzin, Norman, Symbolic interaction and culture studies, Cambridge, Massachusetts, Blackwell, 1992. Foucault, Michel, L´Ordre du Discsours, Gallimard, 1971. Gergen, Kenneth, The saturated self, New York, Basic Books, 1991. Kuhn, Thomas, The Structure of Scientific Revolutions, Second edition, Chicago, Illinois, University of Chicago Press, 1970.
RICHARD HARVEY BROWN
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de dado por hecho de muchas realidades públicas las hace falsamente obvias 8 o parte de un habitus 9 o discurso .10 Es aquí en donde los estudios socio-culturales tienen un papel fundamental en la critica de la ideología o en la deconstrucción de lo que es dado socialmente. A través de los procesos de sedimentación o reificación, la cultura se hace palpable, institucional y en general, más real.11 Así, la cultura recae en cosas y actividades que personifican acciones significativas como las novelas, el periodismo impreso, las negociaciones de paz, los medios electrónicos y un rango entero de artefactos, desde el arte de alimentar o el vestuario hasta los datos científicos o las emociones. Este ha sido uno de los clamores más consecuentes de los estudios socioculturales orientados hacia el lenguaje: que la cultura, en todas sus formas sus tendencias estéticas y sus artefactos materiales, sus disposiciones corporales, su iconografía sagrada y sus medios de comunicación profanos, sus leyes y sus ciencias- son elementos significativos producidos o construidos por medio de la comunicación humana. El interés en el problema del significado se enlaza con un marco metodológico que no es causal ni explicativo, sino semiótico y retórico. Una sociedad o un orden social, como de hecho un yo o una identidad, se ve como algo comunicado y reproducido a través de prácticas comunicativas colectivas de las personas, sus sistemas simbólicos y significantes. Estas prácticas y sistemas significantes son los que construyen una cultura y sus estructuras de significado. Cultura no es algo que se deriva de sociedad o estructura social como muchos teóricos sociales tempranos afirmaban. Por el contrario, cultura en la forma de los sistemas significantes de una sociedad es el proceso a través del cual un orden social es construido, experimentado, reproducido, explorado, es decir, efectuado o hecho real por sus miembros. Así, el campo de los estudios socio-culturales examina las propiedades observables de los conocimientos y los símbolos en los textos, los modos de comunicación y las formas de habla, en la medida en que están inscritos en marcos discursivos o institucionales específicos.12 La cultura es
McCarthy, E. Doyle, Knowledge As Culture: The New Sociology of Knowledge, New York & London, Routledge, 1996.
Rabinow, Paul y Sullivan, William, Interpretative social sciences: a second look, Berkeley, University of California Press, 1987.
Mukerji, C. y Schudson, M., Rethinking Popular Culture, Berkeley, California, University of California Press, 1991.
Robertson, Roland, Globalization: Social Theory and Global Culture, Newbury Park, California, Sage Publications, 1992.
Perinbanayagam, R.S., Discursive Acts, New York, Aldine de Gruyter, 1992.
Shotter, J., y Gergen, K. J., Texts of Identity, Newbury Park, Sage Publications, 1989.
Peterson, Richard A, The Production of Culture: A Prolegomenon en Peterson, R. A. (ed.), The Production of Culture, Beverly Hills, California, Sage Publications, 1976, págs. 7-22.
Wuthnow, Robert, Meaning and Order: Explorations in Cultural Analysis, Berkeley, University of California Press, 1987.
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Peterson, Richard. A, Cultural Studies through the Production Perspective: Progress and Prospects en Crane, D. (ed.), The Sociology of Culture, Cambridge, Massachusetts, Blackwell, 1994, págs. 191-220.
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Gregory J. Lobo**
Resumen La interpretación política de lo cultural sigue siendo una tarea problemática. El problema reside en las distintas y enfrentadas interpretaciones de lo cultural que maneja el discurso crítico. Este artículo explica los dos usos principales del término ya sea que se refiera a las artes y la vida intelectual, o a un estilo de vida específico, según Raymond Williams y demuestra cómo estas dos formas de cultura son, cada cual a su manera, políticas, es decir, constitutivas de la organización social jerárquica. El argumento, en consecuencia, no es que lo cultural pueda ser entendido políticamente, sino que tiene que ser entendido e interpretado como tal, que la cultura es, de hecho, la política-qua-la cultura.
Abstract The political interpretation of culture remains a problematic endeavor. The problem lies in the competing and differing understandings of culture that are current in critical discourse. This article examines the two major ways culture is used referring to either the arts and intellectual life, or a specific way of life, following Raymond Williams and shows how both cultures are, in their specific ways, political, that is, constitutive of hierarchical social organization. The argument then is not that culture can be understood politically, but that it has to be understood and interpreted politically, that culture is, in fact, politics-qua-culture.
Hace más de veinte años, Fredric Jameson inició lo que muchos consideran su obra defintiva, The Political Unconscious, con la afirmación de la prioridad de la interpretación política de los textos literarios. 1 Esta afirmación significa que Jameson concibe la perspectiva política no como un método suplementario, no como un auxiliar optativo de otros métodos interpretativos el psicoanalítico o el mítico-crítico, el estilístico, el ético, el
* Agradezco a la Profesora Alcira Saavedra por su ayuda con la traducción del artículo. ** Ph.D., Universidad de California, San Diego. Profesor Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes. 1 Fredric Jameson, The Political Unconscious, Ithaca, Cornell University Press, 1981, pág. 17. Aquí estoy utilizando la traducción, Documentos de cultura, documentos de barbarie: La narrativa como acto socialmente simbólico, traducido por Tomás Segovia, Madrid, Visor Distribuciones S. A., 1989, pág. 15. Claro que, tomando en cuenta el prefacio, las palabras de apertura del libro son ¡Historicemos siempre! , precepto que, mientras que lo re-escribo para servir a mis propios fines, el título de mi artículo obviamente reconoce.
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estructural , sino más bien como el horizonte absoluto de toda lectura y toda interpretación. 2 A pesar de las casi 300 páginas que componen el libro (en su versión original; casi 250 en la traducción), uno no puede, sin embargo, dejar de preguntarse sobre el significado de tan portentosa exigencia. ¿Qué es, en otras palabras, la interpretación política? Extendiendo el alcance del precepto de Jameson más allá de los textos literarios hasta la cultura en sí; es decir, insistiendo en la prioridad de la interpretación política de ese difícil concepto de cultura, me propongo exponer aquí lo que, en mi opinión, quiere decir la interpretación política. Si lo que es político en un momento dado, es decir, discutido abierta y públicamente, se vuelve, por consolidación hegemónica, cultural esencial y natural a una formación social, mi punto principal es que el análisis y la interpretación de lo que cae bajo la rúbrica de lo cultural debe traer a la superficie su arqueología política. La cultura, sabemos, es un concepto problemático; en el discurso crítico contemporáneo su uso y su significado se deslizan o se desajustan incluso en el transcurso limitado de una oración particular. En Marxism and Literature, Raymond Williams recorre la historia y el sentido cambiante del concepto y señala lo difícil que resulta teorizarlo. La dificultad, según Williams, reside en saber si el problema de entender la cultura consiste en construir una teoría de las artes y la vida intelectual en su relaciones con la sociedad , o una teoría del proceso social que produce estilos de vida específicos y diferentes. 3 Percibimos en estos planteamientos las dos maneras predominantes de entender la cultura, por lo menos en la tradición de los British cultural studies : por una parte, la cultura se refiere a las artes y a la vida intelectual lo que Mathew Arnold llamaba lo mejor de lo que se ha pensado y dicho ; por otra, se refiere a los estilos de vida específicos el estilo de vida británico, americano, colombiano, y, a otro nivel, el estilo de vida de la clase obrera, de los migrantes chinos, etc. El problema planteado por Williams parecería, sin embargo, contener su propia solución: una teoría de la cultura será una teoría de cómo la cultura se relaciona con . . . la cultura. No se trata en esta definición de una tautología insensata, aunque para darle sentido se requiere que tengamos en mente simultáneamente los dos significados del concepto de cultura que hemos examinado antes. Una teoría de la cultura 2 Íbid. 3 Raymond Williams, Marxism and Literature, Oxford, Oxford University Press, 1977, págs. 17-18. La cita arriba es tomada de la traducción de Pablo di Masso, Marxismo y literatura, Barcelona, Ediciones Península, 1997, pág. 29.
GREGORY J. LOBO
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¡POLITICEMOS SIEMPRE! O, LA CULTURA COMO LA POLÍTICAQUA-CULTURA*
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articularía cómo las artes y la vida intelectual (la cultura) se relacionan con una sociedad dada, un estilo de vida específico y distinto, o en otras palabras, con una cultura. Veremos que esta relación es política. Antes, sin embargo, examinaremos cómo cada concepto de cultura es, en su forma particular, igualmente político. Las artes y la vida intelectual no son dominios de la neutralidad, de la inteligencia etérea y la sublimidad objetiva. El estudio denso pero indiscutiblemente concienzudo de Terry Eagleton sobre la vida de la estética como una categoría ideológica, deja sin fundamento cualquier objeción en sentido contrario.4 Algo similar puede decirse de Pierre Bourdieu quien, en The Production of Belief, analiza la economía política de la producción, distribución y exhibición en el mundo artístico, sub dominio determinado de la cultura, concebida como el reino de las artes y la vida intelectual. Lo que es producido, distribuido, y exhibido no es el resultado de las calidades estéticas inherentes a la obra de arte ni tampoco de las habilidades del artista. Es, más bien, el resultado de una lucha política y mundana. Adam Smith sabía que los mercados se distorsionan a sí mismos; sin duda, las personas, actuando según sus propios intereses, contribuyen a ello. Así, es posible afirmar que los juicios sobre el valor de una obra de arte en venta no corresponden a algo intrínseco a la obra, sino que surgen de la contienda y discusión que, sobre ese mismo valor, se da entre las partes interesadas y comprometidas. Según Bourdieu: el valor de las obras de arte. . . y la creencia que subyace [a ese valor], se generan en las pugnas incontables e incesantes para establecer el valor de esta o aquella obra particular. 5 Crucial para esta negociación del valor, y para la integridad de la noción del mercado del arte como un campo donde el interés no tiene nada que ver donde el desinterés y la estética rigen, se supone es, según Bourdieu, que el repudio de lo económico [sea] colocado en el corazón mismo de estas pugnas. 6 Implícitamente podemos señalar otro repudio: la política. Las contiendas sobre el valor del arte son, sostiene Bourdieu, conflictos estéticos sobre la visión legítima del mundo , sobre lo que merece ser representado y la propia manera de representarlo. 7 En este 4 Terry Eagleton, The Ideology of the Aesthetic, Oxford, Basil Blackwell, 1990. 5 Pierre Bourdieu, The Production of Belief: Contribution to an Economy of Symbolic Goods, en The Field of Cultural Production: Essays on Art and Literature, Randal J. (ed.), New York, Columbia University Press, 1993, pág. 79. My translation of: value of works of art . . . the belief which underlies [that value], are generated in the incessant, innumerable struggles to establish the value of this or that particular work. 6 disavowal of the economy is placed at the very heart of these struggles. Íbid.
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sentido, esas pugnas son políticas porque, siguiendo el hilo de Bourdieu, los ganadores obtienen de ellas el poder de imponer las categorías legítimas de percepción y apreciación, 8 lo que se traduce a su vez en el poder de imponer la definición dominante de la realidad, y de la realidad social en particular. 9 Con el estudio de Serge Guilbaut de 1983, How New York Stole the Idea of Modern Art, el rechazo de las determinaciones políticas del valor en el mercado cultural se ha vuelto más difícil de mantener. La obra de Guilbaut revela el papel oculto de la práctica política y la ideología oficial en la constitución de la hegemonía del expresionismo abstracto en los Estados Unidos, durante la Guerra Fría. Según dice Neil Larsen, esta obra ha sido complementada por los estudios de la literatura estadounidense de Lawrence H. Schwartz, James Murphy and Barbara Foley, quienes vinculan el valor declinante de un realismo literario pre-Guerra Fría con su conciencia de clase evidente al valor creciente del modernismo literario en los EU, estimado por ser, precisamente, no político.10 Dichos estudios ponen de relieve las determinaciones políticas e ideológicas de la apreciación artística y literaria de la Guerra Fría que habían sido negadas hasta ese momento. Si, como advierte Larsen, los estudios de los autores ya mencionados no revelan nada sobre una posible teoría de conspiración que permitiera explicar la hegemonía del modernismo americano como un complot anticomunista , el trabajo de Christopher Lasch, de una parte, y de Frances Stonor Saunders, de otra, documentan sin embargo el papel perturbador del estamento oficial y especialmente de la CIA (con su inmensa cantidad de fondos que distorsionan el mercado) en el establecimiento del ambiente cultural e intelectual de la Guerra Fría.11 7 aesthetic conflicts about the legitimate vision of the world , about what deserves to be represented and the right way to represent it. Íbid, pág. 106. 8 power to impose the legitimate categories of perception and appreciation, Ibid. 9 power to impose the dominant definition of reality, and social reality in particular. Íbid, pág. 101-102. 10 Barbara Foley, Radical Representations: Politics and Form in U.S. Proletarian Fiction, Durham, Duke University Press, 1993; Serge Guilbaut, How New York Stole the Idea of Modern Art, Chicago, University of Chicago Press, 1983; James Murphy, The Proletarian Moment, Urbana, University of Illinois Press, 1991; Lawrence H. Schwartz, Creating Faulkner s Reputation: The Politics of Modern Literary Criticism, Knoxville, University of Tennessee Press, 1988. 11 Neil Larsen, The Boom Novel and the Cold War in Latin America en Reading North by South: On Latin American Literature, Culture, and Politics, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1995; Christopher Lasch, The Cultural Cold War: A Short History of the Congress for Cultural Freedom en Bernstein, B. J. (ed.), Towards a New Past: Dissenting Essays in American History, New York, Pantheon, 1968; Frances Stonor Saunders, The Cultural Cold War: The CIA and the World of Arts and Letters, New York, The New Press, 1999.
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12 Neil Larsen, 1995, op. cit., pág. 67. the global ideological demands of the Cold War, above all in the elevation of anticommunism into a virtual touchstone not only for political but for virtually all cultural practice as well, canonization of Latin American modernism, especially modernist narrative.
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sentido del concepto de cultura la cultura como estilo de vida específico y a su entendimiento político. La antropología puede servirnos aquí de perspectiva crítica para situarnos. En su Cultural Identity and Global Processes, Jonathan Friedman esboza cómo ha sido utilizado el concepto de cultura en esa disciplina. Por una parte, ha nombrado esa calidad del homo sapiens que es específica del comportamiento humano, o sea, su organización en . . . esquemas de significado que se atribuyen, opuestos a la simple reacción instintiva. 13 La cultura es, aquí, lo que nos aparta de los animales. Por otro lado, y es el sentido de cultura que nos interesa, está lo que Friedman designa como la cultura diferencial. La cultura aquí se refiere a un conjunto de propiedades de comportamiento social y representacionales [específicas de] una población dada. 14 El hecho de que cada población tenga su propia cultura, su propio conjunto de propiedades identificadoras, es lo que quiere sugerir la noción de la cultura diferencial. Friedman, sin embargo, pone en tela de juicio la viabilidad de este empleo por estar basado en la suposición . . . de que la cultura es de alguna manera una entidad real existente, un objeto, un sistema de relaciones, circunscrito de cierta forma . . ., de que hay un contenido semántico objetivo que corresponde a una población dada y delimitada, y a cada miembro de ésta.15 La idea de la cultura diferencial, de culturas distintas, arguye Friedman, no puede escapar al esencialismo que es su base. 16 Lo que la cultura quiere describir una formación social, circunscrita, cuyo conocimiento nos permite saber algo de cada uno de sus miembros no existe realmente.17 Tal noción de la cultura como un estilo de vida, señala Freidman, sirve para fines bastantes espurios, incluso para las necesidades de los 13 Jonathan Friedman, Cultural Identity and Global Processes, London, SAGE Publications, 1994, pág. 72. Ver capítulo 4, The Emergence of the Culture Concept in Anthropology. Mi traducción de, that quality of Homo sapiens that is specific to human behavior, that is, its organization into . . . schemes of attributed meaning as opposed to simple visceral reaction and instinct. 14 a set of social behavioral and representational properties [specific to] a given population. Íbid, pág. 72. 15 assumption . . . that culture is somehow a real existing entity, object, system of relations, bounded in some way . . ., that there is an objective semantic content corresponding to a given delineated population, Íbid, pág. 73. 16 cannot escape the essentialism which is its basis. Íbid. 17 De todas maneras, es esta noción de la cultura como la cultura diferencial la que ha sido central en los estudios culturales, por lo menos en la tradición británica, enunciada más notablemente por el mismo Raymond Williams, que, recurriendo a Vico y Herder, argumentaba que la idea de un proceso social fundamental que configure estilos de vida específicos y distintos constituye el origen efectivo del sentido social comparativo de la cultura y, actualmente, de sus necesarias culturas plurales. Ver Pablo di Masso, 1997, op. cit, pág. 28.
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Según Neil Larsen, tal politización del campo cultural afectó también a América Latina porque las demandas globales ideológicas de la Guerra Fría, sobre todo la elevación del anticomunismo a un criterio de prueba virtual no sólo para la práctica política, sino también para casi toda la práctica cultural , jugaron un papel integral en la canonización del modernismo latinoamericano, especialmente en la narrativa modernista. 12 Todo esto pone de relieve la determinación política del campo cultural en el sentido de las artes y la vida intelectual a lo largo y a través de las Américas. Menos representadas aquí se encuentran las visiones subalternas y proletarias del mundo, puesto que, se cree, semejantes visiones siguiendo a Bourdieu dependen de y promueven categorías de percepción y apreciación ilegítimas. Lo malo de las determinaciones políticas del campo cultural no es que lo que se pensaba como campo del desinterés sublime haya sido profanado por intereses mundanos. Lo malo es, más bien, que si la política tiene que ver con el arte de lo posible en cuanto a la organización de la formación social, la cultura, en el sentido de las artes y la vida intelectual, tiene que ver con el hecho mismo de imaginar lo que es posible. Y dado esto, si la determinación política de lo cultural bajo la Guerra Fría contribuyó a la hegemonía de contenidos y formas culturales que no imaginan ni proponen un futuro más ilustrado y que son antiprogresistas , escasamente podemos esperar que la política del porvenir después de la Guerra Fría ofrezca mucho fuera de las ortodoxias corrientes. Es este análisis de lo cultural (las artes y la vida intelectual) como política, lo que motiva parcialmente mi insistencia en la prioridad de la interpretación política de la cultura; lo que llega a leer los productos culturales como la política-qua-la cultura. Hasta aquí nos hemos referido fundamentalmente a la política de la cultura en el sentido de las artes y la vida intelectual. El análisis de Bourdieu sobre la forma en que funciona el mercado cultural, sobre cómo ciertos productos culturales son llamados a circular como bienes simbólicos, revela el carácter político de la cultura: los productos particulares circulan porque representan mejor los intereses de los intereses sean públicos o privados que dominan la economía cultural. Ahora bien, esto nos lleva al segundo
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antropólogos que buscan reforzar su autoridad etnográfica.18 Esta idea de la cultura como estilo de vida específico es utilizada también en situaciones nacionales por figuras, representantes o voceros de una u otra clase social, para dar a sus reivindicaciones autoridad social y política. Tales representantes y voceros se refieren a lo que es una formación social politizada un estilo de vida específico como nuestra cultura , sacralizando así con el aura de lo eterno, lo que en realidad debiera concebirse como mundano, histórico y contingente. La cultura, en cuanto estilo de vida específico, es política en la medida en que hace aparecer como primordiales, naturales, tradicionales o pre congnoscitivas, las relaciones sociales que no son iguales: la cultura naturaliza paradójicamente lo político, porque entenderla como un estilo de vida específico ya es entenderla políticamente: remitir a un estilo de vida específico es, precisamente, remitir a la manera en que la vida es ordenada jerárquicamente, a la manera en que las oportunidades y las responsabilidades son distribuidas según pautas sólo ideológicamente neutras. Es esto lo que E. San Juan, Jr. quiere decir cuando afirma que la cultura no es más que la red compleja de prácticas sociales que significan o determinan posiciones de dominación, igualdad, o subordinación. 19 Lo que describe la cultura es político, sólo que no lo sabe. Podemos ahora entender la relación entre la cultura y la cultura. Como sostiene Nancy Fraser, los ejemplos concretos de la jerarquía que no llegarían a ser considerados políticos en una formación social supuestamente igual en cuanto a la distribución de los derechos lo que ella llama injusticias de mal-reconocimiento 20 están arraigados en normas de interpretación, evaluación, y comunicación, o, si se quiere, en el orden simbólico 21 o lo que podemos llamar, por otra parte, el campo de la producción cultural. Fraser continúa diciendo: Pero esto no quiere decir que sean meramente simbólicos [o meramente culturales]. Al contrario, las normas, significaciones, y construcciones de la persona que
18 Jonathan Friedman, 1994, op. cit., pág. 73. 19 San Juan, Jr., E., Racial Formations, Critical Transformations: Articulations of Power in Ethnic and Racial Studies in the United States, Atlantic Highlands, NJ, Humanities Press, 1992, pág. 128. Originalmente: nothing but the complex network of social practices which signify or determine positions of domination, equality, or subordination . 20 Nancy Fraser, Heterosexism, Misrecognition and Capitalism: A Response to Judith Butler en New Left Review, No. 228, London, 1998, págs. 143-44. En inglés: injustices of misrecognition . 21 rooted in patterns of interpretation, evaluation, and communication, hence, if you like, in the symbolic order, Íbid.
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impiden que las mujeres, los grupos racializados, y/o los gays y las lesbianas gocen de una participación equitativa en la vida social, están concretamente ejemplificadas en instituciones y prácticas sociales, en la acción social y en los hábitos incorporados, y también en maquinarias ideológicas del Estado 22; en otras palabras, en el estilo de vida específico. Los dos empleos de la cultura se interrelacionan estrechamente y podemos ver, por ejemplo, cómo la cultura francesa o sea, la literatura francesa tiene algo que ver con la cultura francesa el estilo de vida francés, con todas sus distintas jerarquías. La relación entre la cultura y la cultura o el relevo entre las dos constituye una formación política huelga decir, una formación política atravesada por la desigualdad. Al intentar hacer significativa mi insistencia en la interpretación política de lo cultural, he pretendido ir más allá de la formulación estándar de la relación entre lo cultural y lo político que, cuando se afirma, se expresa en la noción de la política cultural (cultural politics). Tal afirmación es evidente en el título de una colección reciente de trabajos sobre Cultural Politics in Latin America. En su ensayo introductorio, Anny Brooksbank Jones observa la aceptación creciente de la noción.23 Pero el hecho de que Jones, con su coredactor Ronaldo Munck, puedan recopilar varios ensayos que validan la idea de una política cultural, no significa que la política de la cultura sea un terreno universalmente aceptado de la lucha política. Una de las razones para esto y que, a mi manera de ver, escapa a la atención de todos, es que la noción de una política cultural implica en la misma declaración que la política verdaderamente política sucede en otra parte. Esto, por supuesto, no es cierto. Una comprensión más amplia de lo político permite, a su vez, una apreciación más significativa en la concepción de lo cultural como político. Tal y como lo afirma Roland Barthes, en su Mythologies, tenemos que, naturalmente, entender lo político en su sentido más profundo, con el fin de describir el todo de la 22 But this does not mean that they are merely symbolic [or merely cultural]. On the contrary, the norms, significations, and constructions of personhood that impede women, racialized peoples, and/or gays and lesbians from parity of participation in social life are materially instantiated in institutions and social practices, in social action and embodied habitus, and yes, in ideological state apparatuses. Íbid. 23 Anny Brooksbank Jones, Cultural Politics in a Latin American Frame en Jones, A. B. y Munck, R. (eds.), Cultural Politics in Latin America, New York, St. Martin s Press, 2000.
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24 Roland Barthes, Myth Today en Evans, J. and Hall, S. (eds.), Visual Culture: The Reader, London, SAGE Publications, 1999, pág. 58. En inglés: must naturally understand political in its deeper meaning, as describing the whole of human relations in their real, social structure, in their power of making the world.
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la cultura política teniendo en cuenta eso sí que no se trata de que la cultura tenga su aspecto político ni menos aun que la política tenga su faz, como quien dice, cultural, sino que no hay nada que tenga que ver con la cultura que no sea político . Ignorar esto, es decir, que la cultura es la cultura política, conduce a críticas descaminadas de la noción de la revolución cultural. José María Arguedas que, en su trabajo, anheló para la cultura andina indígena una forma de escapar de las dinámicas terriblemente desfiguradoras del capitalismo periférico ha sido uno de los más notables objetos de tal crítica. Es posible que tanto Arguedas como sus críticos se hayan equivocado al ver en la cultura andina una mera cultura, en lugar de ver allí formas políticas andinas. Arguedas quizá romantizó la cultura andina indígena como el remedio indicado para los males de la deforme cultura capitalista periférica; si así es, debe ser corregido. Podemos imaginar que lo que lo llevó (al igual que a sus críticos) a equivocarse, fue un prejuicio antropológico clásico que no le permitió ver la esencia política de la cultura, un prejuicio antropológico que ignora que una cultura, un estilo de vida específico, no es otra cosa que una organización política. En otras palabras, no es que para Arguedas la cultura fuera la única esperanza, al haber fallado la política moderna y la revolución izquierdista ;25 más bien, su esperanza era una forma distinta de la política, pero sólo tenía un concepto limitativo de la cultura a partir del cual hablaba.26 Tal concepto pretende hacer referencia al estilo de vida único y específico de un grupo o una colectividad, mientras que desconoce el hecho de que tal estilo de vida es, por definición, jerárquico e inequitativo. Lo que tomamos como cultura en el sentido de un estilo de vida específico no es la esencia expresiva de un pueblo, sino nuestra observación de cierto tipo de consistencia entre algunos miembros de la formación social. Esta consistencia es realizada, según Friedman, por las tendencias [dentro de 25 George Yúdice, Postmodernity and Transnational Capitalism in Latin America en Yúdice, G., Flores, J., y Franco, J. (eds.), On Edge: The Crisis of Contemporary Latin American Culture, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1992, pág. 10. En inglés: [c]ulture seem[ed] to be the only hope, modern politics and leftist revolution having failed. 26 Claro está, el sistema político de los indígenas andinos tal vez no podía ofrecer una alternativa viable a lo que molesta a Perú o a cualquier otro país latinoamericano. Para una crítica de lo que se considera como la teoría de las salvaciones culturales de Arguedas, ver Silverio Muñoz, José María Arguedas y el mito de la salvación por la cultura, Minneapolis, Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1980. Ver, José María Arguedas ,El zorro de arriba y el zorro de abajo, Buenos Aires, Losada, 1971, su última obra, para la auto-crítica de Arguedas o, por lo menos, su propio testamento sobre lo que pareciera ser la futilidad de su propio proyecto.
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relaciones humanas en su estructura social real, en su poder de hacer mundo. 24 Esta concepción de lo político es la misma que permitió a las feministas de los años setenta promover el lema de que lo personal es político. Pero la comprensión de lo político en este sentido es apenas distinta del más amplio entendimiento de la cultura como lo que ha sido llamado un estilo de vida específico. Invocar lo político es invocar la real jerarquización de la vida en una formación social, la distribución desigual de estatus, recursos, premios y castigos, oportunidades, peligros, etc., todos los cuales llevan a la existencia de clases sociales desiguales. Esta jerarquización no tiene que ver con el orden natural de las cosas, pero tiende, la mayoría de las veces, a evadir el alcance del Gobierno, y a quedar fuera de toda consideración política, más allá de la politización consciente. Lo que se deja entrar a la arena del discurso y debate político, lo que se vuelve negociable por los representantes de los ciudadanos, se distingue claramente de lo que no es negociable. Esta división entre lo que puede ser discutido en el debate político (del Gobierno), por ejemplo, menos impuestos para los ricos, y lo que no puede ser discutido (y aquí invoco realidades sociales tales como el hecho de que los pobres siempre están y siempre estarán presentes sin ser tenidos en cuenta o a lo sumo incluidos dentro de los discursos de la tradición, naturaleza, estilo de vida), constituye un elemento esencial en nuestra auto-comprensión como pueblo, como cultura específica. La división política es cultural. Insistir en la interpretación política de la cultura es insistir en que lo cultural sea revelado en su dimensión política, como un espacio en el cual la desigualdad se naturaliza, se da como un hecho irrefutable, y se vuelve parte de nuestra identidad cultural. Hay que politizar la cultura: la cultura las artes, la vida intelectual; y la cultura nuestra identidad en sí, nuestro mismo conocimiento de quiénes somos. Tal vez nos sirva en este punto recordar que estudiar anteriormente la economía era estudiar la economía política. Cuando se dio la necesidad de ocultar el aspecto político de la economía y de hacerla ideológicamente una ciencia neutra y objetiva es decir, no política la palabra política se dejó caer. El esfuerzo de repolitizar la economía exige que la abordemos como economía política una vez más. Al intentar politizar la cultura debemos calificarla con la palabra política:
la formación social] a la producción de modelos similares de experiencia del mundo social 27 y cuyo resultado es la estabilidad o más críticamente, la hegemonía, en el sentido gramsciano de la estabilidad que favorece a una clase en particular. Sin embargo, el crítico entiende que tal estabilidad o hegemonía no resulta de una imposición, sino de un proceso por medio del cual los modelos culturales o definiciones de la realidad hacen eco a la experiencia subjetiva. 28 La autoridad y la continuidad de una formación social, en otras palabras, nunca se ganan sólo por medio de la violencia y la represión. Como dice Hannah Arendt, Nunca ha existido ningún gobierno basado exclusivamente en los medios de la violencia. Aun el mandatario totalitario, cuya herramienta principal de dominio es la tortura, necesita una base de poder la policía secreta y su red de informantes. 29 Debe haber, pues, como Gramsci explica con su uso del concepto de hegemonía y Foucault y Arendt con su empleo de la palabra poder, una relación de consentimiento no coercitivo en la que participe un número suficiente de personas para asegurar que la formación social en cuestión siga reproduciéndose. En un nivel dado, un número suficiente de personas tiene que decirse, al construir una imagen psíquica del todo del cual forma parte: Esto soy yo . . . Me identifico con esto. Se suele pensar que ésta es una identificación cultural, pero ya no podemos olvidar que es, a la vez, una identificación política. Así, cuando busquemos las razones que expliquen la estabilidad de formas políticas, debemos mirar hacia esa área de organización designada por el término, cultura. Es aquí donde la política encuentra su sostenimiento, o por el contrario, su fracaso. Concebir lo cultural como político quiere decir que aquellos que dirigen, aquellos a quienes se les permite conducir los distintos aparatos ideológicos o represivos del imperio político, deben proporcionarse algún grado de legitimación en el campo cultural (de las artes y la vida intelectual, donde la imaginación colectiva es articulada y rechazada), que se inscribe en la formación social (el estilo de vida específico de la cultura) en y sobre la cual ejercen su poder. La política, o el imperio político, se mantiene o cae a pedazos en la
medida en que sea o no aceptable para los gobernados, y esto es un asunto cultural. Para concluir, hacemos notar que la concepción gramsciana del Estado sugiere una comprensión similar de la relación entre la cultura y la política.30 Gramsci critica las teorías abstractas del Estado que lo tratan como aparato represivo. Aboga por un entendimiento del Estado como no sólo el aparato de gobierno, sino también el aparato privado de la hegemonía o la sociedad civil. Gramsci arguye que el Estado está presente más allá de la arena política en su sentido limitado, en una multitud de otras iniciativas llamadas privadas y actividades (que) tienden al mismo fin iniciativas y actividades que forman el aparato de la hegemonía política y cultural de las clases dominantes. El fin que aquí afirma es llevar la mayor masa de la población a un nivel cultural y moral particular, un nivel (o tipo) que corresponda a las necesidades de las fuerzas productivas de desarrollo, y así a los intereses de las clases dominantes. Aprecio el peso del argumento, pero, en mi opinión, ver el Estado por todas partes una visión compartida por Althusser en su ensayo sobre Ideology and Ideological State Apparatuses 31 disminuye la fuerza de los análisis que se enfocan en el comportamiento del Estado, concebido aquí como, más o menos, el Gobierno. Los planteamientos gramscianos y althusserianos parecen extender la efectividad del Estado al espacio cultural. Lo que yo quiero afirmar es que el Estado en cierto sentido se alimenta de las relaciones inscritas en lo que llamamos y despolitizamos al hacerlo la cultura. Tales relaciones sostienen las desigualdades sociales. Por eso entender la cultura como dominio reproductor y reforzador de la desigualdad es entender, tal vez, la necesidad de la revolución cultural, o la revolución política pero al nivel de la cultura.
BIBLIOGRAFÍA Althusser, Louis, Ideology and Ideological State Apparatuses (Notes towards an Investigation) en S. Zizek, (ed.), Mapping Ideology, London, Verso, 1994.
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Arendt, Hannah, On Violence, London, Harcourt Brace & Company, 1969. 27 tendencies [within the social formation] to the production of similar kinds of experience of the social world Jonathan Friedman, 1994, op. cit., pág. 75. 28 cultural models or definitions of reality . . . become resonant with subjective experience Íbid. 29 Hannah Arendt, On Violence, London, Harcourt Brace & Company, 1969, pág. 50. No government exclusively based on the means of violence has ever existed. Even the totalitarian ruler, whose chief instrument of rule is torture, needs a power base the secret police and its net of informers.
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30 Lo siguiente se basa en apuntes sobre el Estado, encontrados en David Forgacs (ed.), An Antonio Gramsci Reader, Selected Writings, 1916-1935, New York, Schocken Books, 1988. 31 Ver Louis Althusser, Ideology and Ideological State Apparatuses (Notes towards an Investigation) en Zizek, S. (ed.), Mapping Ideology, London, Verso, 1994.
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Zizek, S. (ed.), Mapping Ideology, London, Verso, 1994.
GREGORY J. LOBO
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Arguedas, José María, El zorro de arriba y el zorro de abajo, Buenos Aires, Losada, 1971.
HIBRIDEZ Y DISCURSO EN LOS ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS Liliana Ramírez*
Resumen La hibridez es una de las más importantes estructuras discursivas desde las que se ha construido y se construye hoy la identidad latinoamericana. A partir de la noción foucaultiana de discursos como prácticas que estructuran nuestro sentido de realidad al construir nociones, como las de identidad, nación e hibridez, desde las que nos pensamos y actuamos, se presenta aquí una síntesis del pensamiento de diferentes críticos contemporáneos sobre el concepto de hibridez. Esta síntesis muestra la heterogeneidad del debate y deja ver que la hibridez no es un concepto unitaro ni estable, sino que como estructura discursiva que es, está en negociación, viva; siendo repensada y redefinida y a la vez siendo usada para repensar y redefinir la llamada identidad latinoamericana.
Abstract Hibridity has been one of the most important discursive structures in the construction of latinoamerican identity. We use Foucault´s concept of discourse in order to think hibridity because for him, discourses are practices that structure our sense of reality, that form the concepts that we use to think about ourselves and determine our behavior. We present here a synthesis of the ideas of some contemporary thinkers who work with the notion of hibridity. This synthesis shows the heterogeneity of the debate and presents hibridity not as an unitarian and stable concept, but as a concept in constant negotiation, alive, being re-defined and used to think and redefine the so called latinoamerican identity.
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La noción de discurso usada por los postestructuralistas puso en evidencia una ruptura con visiones anteriores del lenguaje y la representación. Atrás quedaron los John Wilkins y sus pretensiones de crear un idioma en el que cada palabra se definiera a sí misma y no fuera un torpe símbolo arbitrario . Como lo muestra Borges en su ensayo sobre el idioma analítico de John Wilkins, no hay un orden intrínseco al mundo. Se lo imponemos a través de categorías que no son naturales sino culturales: He registrado las arbitrariedades de Wilkins, del desconocido (o apócrifo) enciclopedista chino y del Instituto Bibliográfico de Bruselas; notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos * M.A., Universidad de Massachussets. Candidata a doctorado de la misma Universidad. Profesora de cátedra del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de Los Andes.
HIBRIDEZ Y DISCURSO EN LOS ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS
qué cosa es el universo... Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias del secreto diccionario de Dios./ La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que estos son provisorios.1 Como Borges, los pensadores postmodernos ya no asumen el lenguaje como expresivo, como vehículo de comunicación, como forma de representación; sino como un sistema que tiene reglas y límites, que está determinado por factores externos a él y que a la vez tiene un efecto determinante en la forma como los individuos se piensan y expresan a sí mismos. Esta concepción del lenguaje como no neutro, se extiende a la literatura misma que no es ya concebida como mímesis de la realidad, sino como constituida desde y constituyente de la llamada realidad. Los Nuevos Historicistas señalaron el proceso de doble vía por el cual los textos no sólo representan formas de conocimiento y autoridad culturalmente construidas sino que también instalan o reproducen las prácticas que los constituyen. Para ellos no sólo la realidad determina el arte; sino el arte, la realidad. Pero como lo señala Hayden White en New Historicism: A Comment este proceso de doble vía no es exclusivo del New Historicism , sino común a toda la crítica literaria contemporánea como el feminismo y el postcolonialismo, para la que luego de Foucault y Derrida es imposible concebir los discursos estéticos y los sociales como excluyentes. Esa esquizofrenia ya se ha superado y precisamente eso, hace pensar hoy en día la literatura tanto la escritura como la lectura , como praxis. De ahí el trabajo de la crítica feminista al revisar las lecturas y las imágenes que de las mujeres han hecho los hombres para denunciar que esas lecturas no son neutras ni naturales. De ahí, el esfuerzo general del feminismo por cuestionar el canon e incorporar a él mujeres escritoras que presenten otras imágenes de las mujeres y sus roles. De ahí también las críticas de las feministas postcoloniales al feminismo tradicional, por crear discursos que homogenizan a las mujeres e ignoran las diferencias entre ellas, como lo anota Judith Butler en Subject of Sex/ Gender/ Desire quien dice que es necesaria una genealogía que revise el lenguaje y las
1 Jorge Luis Borges, El idioma analítico de John Wilkins en Otras Inquisiciones, Obras Completas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1974, pág. 708.
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2 Edward Said, Orientalism, New York, Vintage Books, 1979, pág. 12.
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Michel Foucault con su análisis del discurso. En su libro Discourse, Sara Mills recoge las siguientes definiciones que Foucault hace del término: 1. Discurso como todo pronunciamiento o texto que tiene significado y efectos en el mundo real. 2. Discurso como grupo de pronunciamientos o textos que parecen estar organizados de una forma y tener en común una coherencia y una fuerza. 3. Discurso como práctica regulada que da cuenta de un número de pronunciamientos o textos, es decir, discurso como reglas y prácticas que producen textos y que a la vez son reproducidas por ellos.3 En la tercera definición, Foucault está más interesado ya en la noción de discursos como prácticas que forman, construyen, constituyen el objeto del que hablan, que en la noción de discurso como grupo de textos. De ahí que para él, el discurso no exista ni pueda ser analizado aisladamente. Una estructura discursiva puede ser detectada por la sistematicidad de las ideas, opiniones, conceptos, formas de pensar y comportarse que se forman dentro de contextos particulares y por el efecto de esas formas de pensamiento y comportamiento, como lo ejemplifica el trabajo sobre el Orientalismo hecho por Said y ya citado antes. Como Bakhtin y Althusser, Foucault reconoce la naturaleza institucional del discurso y su ubicación en lo social. Para todos ellos (en alguna etapa de su pensamiento) el discurso es un grupo de pronunciamientos que actúan dentro de un contexto social que los determina y a la vez determinan porque contribuyen a la forma como dicho contexto social existe.4 Estos discursos tienen entonces significado, fuerza y efecto dentro del contexto social, como se ve también en la noción de discurso propuesta por Laclau y Mouffe, discurso como prácticas lingüísticas y no lingüísticas que acarrean y confieren sentido en un campo de fuerzas caracterizado por el juego de relaciones de poder .5 Para Foucault y siguiéndolo a él, para todos estos pensadores, los discursos no existen en el vacío, sino que están en conflicto con otros discursos y prácticas sociales, siempre en relaciones de poder. Los discursos no son fijos, no ocurren aisladamente, sino en relación con, en contraste y oposición. En sus trabajos como lingüista, Pecheux analiza el significado de las palabras en relación con estructuras mayores, sin 3 Sara Mills, Discourse, London, Routledge, 1997, pág. 7. 4 Diane Mcdonnell, Theories of Discourse, Oxford, Blackwell, 1986, pág. 3. 5 Ernesto Laclau, y Mouffe Chantal, Hegemony and Socialist Strategy: Toward a Radical Democratic Politics, London, Verso, 1985.
LILIANA RAMÍREZ
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instituciones políticas que constituyeron a la mujer como sujeto estable, porque son formaciones discursivas y efectos de otras políticas representacionales que hicieron que la categoría de mujer denote una identidad común, olvidando que el género intersecta clase, etnia, sexo. Como el feminismo, la crítica postcolonial, en general, parte de la dimensión política de la estética y de la estética de la política. Esto se ve, por ejemplo, en el artículo Cultural Identity and Diaspora de Stuart Hall donde se dice que la identidad cultural no es un ser sino un hacerse. No es esencia sino construcción y tiene historia. La identidad cultural no está entonces en el pasado, sino que se va haciendo a través de la literatura, el cine, etc. Podríamos también hablar aquí de Fanon y Said para quienes la relación entre política y cultura es fundamental. En On national culture , Fanon hace un llamado para que los intelectuales ayuden en la recuperación de la cultura nacional porque esto es fundamental para hacer frente al imperialismo colonizador. Precisamente una de las estrategias del colonizador es destruir y devaluar la historia y la cultura precolonial. Hay que anotar que cuando Fanon llama a la recuperación de la cultura, no pide que se aferren al pasado porque más importante que las tradiciones son las significaciones que de ellas se hacen, significaciones que cambian durante la lucha política. Para Fanon es imposible separar política y estética y por esto, para él, si el intelectual quiere ser parte de la lucha anticolonialista tiene que ser parte de la cultura porque la cultura está inmersa en la lucha. Para Said, la relación entre el mundo y el objeto estético es compleja. Como lo dice en The world, the text and the critic , tanto el sujeto como el texto están inmersos en circunstancias, tiempos, lugares y sociedades. Tanto los unos como los otros son sujetos y a la vez, por estar en el mundo, son productores de circunstancias (se ve aquí el proceso de doble vía de nuevo). Además del autor y del texto, incorpora a la crítica literaria como acto político y señala que el crítico debe evidenciar cómo es formado el discurso, como lo hace él en Orientalism donde muestra que el Orientalismo es una construcción de Occidente en la que está ausente el Oriente. Para él los textos orientalistas crean y también perpetúan, no sólo expresan sino que también constituyen una cierta voluntad o intención de entender, en algunos casos de controlar, manipular e incorporar lo que es un mundo diferente, en este caso el Oriente.2 El autor que está detrás de este paradigma de pensamiento es
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asumir que tienen significado en sí mismas y muestra cómo los discursos, desde los que leemos, determinan nuestra interpretación de los textos. Señala, como también lo hace Fish al hablar de comunidades interpretativas , que leemos desde contextos discursivos, contextos que circulan y a los que no todos tenemos el mismo acceso. Está relacionado esto con la noción de discurso de Bakhtin para quien el hablante hace parte siempre de una cadena semántica ya preconstituida, y al hacerlo entra en diálogo con otros textos abierta o implícitamente. Así que siempre hablamos desde alguna parte, desde discursos o intertextos. Y también escuchamos o leemos desde contextos, desde comunidades interpretativas. Tenemos acceso a la realidad sólo a través de estructuras discursivas. Por esto, como lo dice Mills, los discursos estructuran nuestro sentido de realidad, al estructurar nociones como las de identidad, nación o hibridez, que examinaremos más adelante. Ella destaca la importancia y utilidad del análisis del discurso no sólo porque permite analizar las formas en que los sujetos han sido construidos, sino porque también permite trazar nuevos terrenos en los que sea posible una construcción del sujeto más liberadora, como la que reconoce han hecho las feministas.6 Pero la cosa es más compleja porque como lo dice Pablo Vila, si el lenguaje más que reflejar la experiencia, la constituye, si la experiencia es creada discursivamente, de esto se desprende que necesariamente existe una lucha entre diversos discursos por la conformación de tal experiencia .7 Así hay una continua lucha acerca del sentido, una lucha alrededor de las formas en las que el sentido queda fijado, queda posicionado como verdad. Por esto es indispensable considerar las nociones de verdad, poder y conocimiento foucaultiano que son indisociables del discurso. Para Foucault la verdad no es algo intrínseco, ni es algo abstracto: Truth is of the world; it is produced there by virtue of multiple constraints... each society has its regime of truth, its general politics of truth: that is the type of discourse it harbours and causes to function as true: the mechanisms and instances which enable one to distinguish true from false statements, the way in which each is sanctioned; the techniques and procedures which are valorised for obtaining truth: the status of those who are
charged with saying what counts as true. 8 El poder es otro elemento fundamental en la discusión sobre los discursos porque como dijimos están en conflicto constante con otros discursos y prácticas sociales que los informan sobre preguntas sobre la verdad y la autoridad. Sara Mills trae a colación el ejemplo de la relación entre la ciencia médica convencional y el conocimiento alternativo sobre la salud, que no tiene el mismo status. Lo que a Foucault le interesa no es cuál es el discurso dominante y cuál el alternativo, sino examinar los mecanismos que producen un discurso como dominante, el cual está respaldado por lo institucional, por el respeto de la población, mientras el otro discurso es mirado como sospechoso. Hay que señalar, sin embargo que el poder para Foucault es la condición de producción de los discursos. No es negativo, ni represivo, ni monolítico. Está disperso a través de las relaciones sociales, restringe pero también produce formas de comportamiento y subjetividad, como lo analiza Foucault en el Volumen I de la Historia de la Sexualidad cuando habla de la sexualidad de los niños en el período victoriano y muestra como el discurso de la masturbación crea la forma como la sexualidad se da: Educators and doctos combatted children´s onanism (male masturbation) like an epidemic that needed to be eradicated. What this actually entailed, throughout this whole secular campaign that mobilized the adult world around the sex of children, was using these tenuous pleasures as a prop, constituting them as secrets (that is, forcing them into hiding so as to make possible their discovery).9 Así, Foucault afirma que el discurso sobre la masturbación lo que hace es incrementar la sexualización del niño. Según Foucault, el conocimiento que se maneja en un momento y un lugar es el efecto de luchas de poder, es el proceso a través del cual los sujetos se constituyen. Para él los individuos no son oprimidos por las relaciones de poder como si fueran anteriores a ellas , sino precisamente son constituidos, construidos, son los efectos de las relaciones de poder: the individual is not conceived as a sort of elementary nucleus... on which power comes to fasten... In fact, it is already one of the prime effects of power that certain bodies, certain gestures, certain discourses, certain
6 Sara Mills, 1997, op.cit., pág. 17. 7 Pablo Vila, Construcción de Identidades Sociales en Contextos Transnacionales: el Caso de la Frontera entre México y los Estados Unidos en Revista Internacional de Ciencias Sociales, UNESCO, No. 159, Marzo 1999. http://www.unesco.org/issj/rics159/ vilaspa.html.
8 Michael Foucault, Truth and Power and Interview with Alessandro Fontano and Pasquale Pasquino en Morris, M., y Patton, P. (eds.), Michael Foucault: Power/ Truth/Strategy, Sidney, Feral Publications, 1979, pág. 46. 9 Michael Foucault, The History of Sexuality, Vol 1, Harmondsworth, Penguin, 1978, pág. 42.
HIBRIDEZ Y DISCURSO EN LOS ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS
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El tema de la hibridez es central en los debates teóricos contemporáneos no sólo por el auge del postcolonialismo, sino desde el auge de la postmodernidad misma que cuestionó las esencias, los centros, la unidad, la pureza. Un ejemplo maravilloso es Reivindicación del Conde don Julián, la novela de Juan Goytisolo que socava la idea de la esencia
española como pura y eterna, al hacer evidente que uno de los elementos constitutivos de esa cultura es lo árabe, marginado, siempre en España. En uno de sus apartes Goytisolo se sirve del diálogo que aparece en Don Quijote, entre Sancho y el médico, y lo parodia. Crea una escena en la que remplaza al médico por el gramático y en la que las comidas prohibidas no son ya las nocivas para el estómago como en el texto de Cervantes, sino las que son etimológicamente extranjeras. Yo señor soy gramático, y miro por la pureza del idioma mucho más que por mi vida, estudiando de noche y de día y tanteando la complexión del carpeto para acertar a curarle cuando cayere enfermo: y lo principal que hago es asistir a sus comidas y cenas, y dejarle comer de lo que me parece castizo y quitarle cuanto etimológicamente es extraño .12 Prohibe entonces, de la mesa española, el adobo, el azafrán, las berenjenas, las zanahorias, las espinacas, las albondigas, las alcachofas que acompañan (contaminan) el arroz, las aceitunas, las perdices y conejos. Al retirar todas las palabras de derivación árabe de la lengua castellana, Goytisolo muestra irónicamente la importancia y abundancia de la terminología árabe en el español y la impureza, la hibridez, no sólo de la lengua española, sino de la comida española misma. Muestra como, tanto en el lenguaje como en la comida, lo árabe está presente. Lo llamado español contiene en esencia elementos árabes. Lo español no es el uno originario; es más bien un tercero, resultado de la mezcla. Esto está relacionado con las propuestas de James Clifford y Homi Bhabha de repensar las culturas como abiertas, en proceso, siempre en contacto, que hacen pensar a los llamados nativos no como locales no contaminados, puros, sino precisamente como híbridos. Clifford en su libro Routes ve lo híbrido como el punto de partida y no la consecuencia. Para él, precisamente lo que hace que algo sea centro cultural son los contactos, por eso hay que verlos como constitutivos y no como suplementarios. De ahí que cuestione el que las raíces precedan a las rutas en nuestra forma de pensar la cultura. Propone ver la cultura as much a site of travel encounter as of residence; it is less like a tent in a village or a control laboratory or a site of initiation and inhabitation, and more like a hotel lobby, urban cafe, ship or bus .13 En la misma línea está Homi Bhabha quien en su análisis sobre la
10 Íbid, pág. 98. 11 Doris Sommer, Foundational Fictions, Los Angeles, University of California Press, 1991.
12 Juan Goytisolo, Reivindicación del Conde Don Julián, Barcelona, Seix-Barral, 1976, pág. 197. 13 James Clifford, Routes, Travel and Traslation in the Late Twentieth Century, Cambridge, Harvard University Press, 1997, pág. 25.
HIBRIDEZ
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LILIANA RAMÍREZ
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desires, come to be identified and constituted as individuals .10 El concepto de discurso foucaultiano, basado en la concepción postmoderna de lenguaje como no neutro, hace posible entonces analizar la literatura no sólo como producida desde discursos sino como generadora de ellos, ya sea para perpetuarlos o para resistirse. Desde esta perspectiva, críticos literarios contemporáneos han analizado por ejemplo, las novelas realistas del siglo XIX y comienzos del XX en América Latina. Doris Sommer, en su libro Foundational Fictions estudia el papel de dichas novelas en la fundación de las naciones y la determinación del rol social de la mujer y la familia en dicho proyecto.11 Esta perspectiva está siendo usada también para examinar temas como el de la construcción de identidades en textos literarios; identidades constituidas desde discursos como el de la nación, la raza, la clase social, el género, la preferencia sexual, entre otros. La crítica literaria contemporánea trabaja estos temas, especialmente en literaturas llamadas de minorías, del tercer mundo o del colonizado, en las que el que siempre había sido representado como Otro es ahora el Yo. La pregunta no es ya cómo son representados esos Otros, sino cómo se construyen ellos mismos como Sujetos. ¿Desde qué discursos y qué categorías? Una de las categorías y discursos importantes en este contexto ha sido el de la hibridez, particularmente para los estudios literarios latinoamericanos. El tema no solamente es fundamental al hablar de la identidad latinoamericana, sino que la hibridez como discurso puede ser estudiada a la manera foucaultiana expuesta antes, para hacer evidente que este concepto que fundamenta la identidad latinoamericana no es unitario ni estático. Está inscrito e inscribe otros discursos que constituyen sujetos e identidades como el de la raza, la preferencia sexual, la lengua.
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nación dice: cultures are not unique but always mixed with other cultures because culture always overflows the artificial borders that nation set up to contain it .14 De esto se deriva, entonces, un cuestionamiento del centro como puro, anterior, unitario y se postula en su lugar lo híbrido. La pregunta que sigue, sin embargo, es si ¿no está acaso la hibridez siendo presentada ahora como esencia universal y eterna? Esto abre cuestionamientos como. ¿Quién entonces no es híbrido? ¿De qué tipo de hibrideces es posible hablar? ¿Racial, cultural, lingüística? ¿Y qué pasa con los otros horizontes que constituyen al sujeto que reclama Gloria Anzaldúa (clase, preferencia sexual, religión)? Relacionado también con esta problemática está el cuestionamiento de la categoría de mestizo como término homogenizador. Stuart Hall en su artículo New ethnicities 15 da luces sobre polémicas como ésta, cuando se refiere al problema de la categoría negro como término también homogenizador. Hall dice que hay que reconocer la diversidad de horizontes del sujeto, experiencias sociales e identidades culturales que componen una categoría como lo es negro y como nosotros podemos pensar lo es mestizo . Esto evidencia que estas categorías son construidas cultural y políticamente y hacen posible establecer una diferencia entre los conceptos de raza (más biológico) y etnicidad.16 Esto va de la mano del pensamiento de Fanon quien se opone a la homogenización de los negros como si fueran una sola cultura y propone que cada cultura sea primero y sobre todo nacional y no racial.17 Pero viene entonces aquí la pregunta sobre qué es la nación y cómo establecer límites y qué clase de límites es posible pensar en eso que Anderson llama comunidades imaginadas .18 De la misma manera como Hall reclama la necesidad de oponerse a la homogenización producida por términos como negro , blanco y mestizo , Gloria Anzaldúa reclama la necesidad de reconocer la diversidad que hay en cada uno de los grupos por ellos señalados, al tener en cuenta los
14 Homi Bhabha, Dissemination: Time, Narrative and the Margins of the Modern Nation en Babha, H. (ed.), Nation and Narration, New York, Routledge, 1990. 15 Stuart Hall, New Ethnicities en Ashcroft, B., Griffiths G., Tiffin, H. (ed.), The Post-Colonial Studies Reader, London, Routledge, 1995, págs. 223-227. 16 Stuart Hall, Cultural Identity and Dispora en Williams, P., y Chrisman, L. (eds.), Colonial Discourse and Postcolonial Theory: A reader, New York, Columbia University Press, 1994. 17 Frantz Fanon, On National Culture en Williams, P, y Chrisman, L. (eds.), Colonial Discourse and Postcolonial Theory: A reader, New York, Columbia University Press, 1994. 18 Benedetic Anderson, Imagined Communities. Reflections on the Origins and Spread of Nationalism, New York, Verso, 1991.
HIBRIDEZ Y DISCURSO EN LOS ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS
múltiples horizontes que nos constituyen como sujetos y sobre los que ella llama la atención al hablar de fronteras. En el primer párrafo del Prefacio a Borderlands/ La Frontera, postula la pluralidad de fronteras que la constituyen como sujeto The actual physical borderland that I m dealing with in this book is the Texas-U.S. Southwest/ Mexican border. The psychological borderlands, the sexual borderlands and the spiritual borderlands are not particular to the Southwest .19 A partir de esto va a ser posible hablar de mestizaje en un sentido más amplio que el tradicional que se refiere específicamente a la raza. En su texto habla de mestizaje a nivel de lenguaje, cultura e inclusive preferencia sexual. Precisamente la nueva mestiza por ella propuesta es mestiza racial, ideológica, cultural y biológicamente. As a mestiza I have no country, my homeland cast me out; yet all countries are mine because I am every woman´s sister or potential lover. (As a lesbian I have no race, my own people disclaim me; but I am all races because there is the queer of me in all races.) I am cultureless because, as a feminist, I challenge the collective cultural/religious male-derived beliefs of IndoHispanic and Anglos; yet I am cultured because I am participating in the creation of yet another culture, a new story to explain the world and our participation in it, a new value system with images and symbols that connect us to each other and to the planet .20 Anzaldúa hace tal énfasis en la diversidad de los sujetos mestizos que llega hasta el punto de decir no sólo que no hay una misma experiencia US Latina, sino que no es posible siquiera hablar de una sola experiencia chicana, como lo muestra la pluralidad de lenguajes usados por los mismos chicanos en diferentes circunstancias que tienen en cuenta el género, la clase social, la preferencia sexual. Otro punto interesante del debate contemporáneo sobre la hibridez es el replanteamiento de ésta como proceso activo y contradictorio, inestable, diverso, como se deduce del pensamiento de la misma Anzaldúa y de críticos latinoamericanos como Rama, Cornejo Polar y Benítez Rojo. En el primer capítulo de su libro Borderlands/ La Frontera, la crítica chicana dice: The U.S.- Mexican border es una herida abierta where the Third World grates against the first and bleeds. And before a scab forms it hemorrhages against, the lifeblood of two worlds merging to form a third country -a border culture .21 Ya aquí reclama el reconocimiento de la 19 Gloria Anzaldúa, Borderlands/La Frontera. The New Mestiza, San Francisco, Aunt Lute Books, 1999, pág. 19. 20 Íbid, págs. 102-103. 21 Íbid, pág. 25.
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22 Íbid, pág. 73 23 Antonio Cornejo Polar, Ensayo sobre el sujeto y la representación en la literatura latinoamericana: algunas hipótesis en Hispamerica: Revista de Literatura Hispanoamericana, Gaithersburg, MD, Vol. 22, No. 66, 1993, págs. 3-15.
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Cornejo Polar relaciona el problema del mestizaje al del sujeto colonizado, y afirma que en América Latina el debate acerca del sujeto y su identidad híbrida tiene su origen en la condición colonial del sujeto que consiste precisamente en negarle al colonizado su identidad como sujeto, en trozar todos los vínculos que le conferían esa identidad y en imponerle otros que lo disturban y desarticulan ,24 que lo producen como disperso y descentrado en los precarios bordes de lo uno y lo otro, lo propio y lo ajeno, la identidad y la alteridad. Esto hace que el sujeto colonizado, el latinoamericano uno de ellos, sea cambiante y fluido, híbrido. Esta condición es entonces el resultado de un violento proceso histórico y no de la Postmodernidad y sus categorías, a la cual, según Cornejo Polar, la élite intelectual latinoamericana pretende incorporar la región. A partir de ahí, aboga por un replanteamiento del mestizaje como proceso, como construcción inestable, como se manifiesta en lo que Cornejo Polar define como literaturas heterogéneas, Literaturas en las que se cruzan dos o más universos socioculturales, desde las crónicas hasta el testimonio, pasando por la gauchesca, el indigenismo, el negrismo, la novela del nordeste brasileño, la narrativa del realismo mágico, la poesía conversacional ;25 en lo que Lienhard define las literaturas alternativas como en las que por debajo de su textura occidental , subyacen formas de conciencia y voces nativas (citado por Cornejo) o en lo que Rama llama literaturas transculturadas, literaturas constituidas por rupturas, situadas en el conflictivo cruce de sociedades y culturas. El proceso de transculturación sobre el que el pensamiento de Rama llama la atención es también un replanteamiento de la noción de mestizaje. En su libro Transculturación narrativa en América Latina, de 1982, analiza varias novelas latinoamericanas a partir del concepto de transculturación del cubano Fernando Ortiz, para examinar y revalorar el mestizaje como concepto y el papel de la cultura mestiza en la identidad latinoamericana. Rama, en su análisis de las diferentes etapas del indigenismo latinoamericano, resalta la importancia de la tercera generación indigenista de los años sesenta porque en ella se reconocen el mestizo y su cultura, una cultura propia en la que se preservaron los valores claves de la cultura indígena, pero también se absorbieron contribuciones españolas, re-elaborándolas en el cauce propio tradicional como lo ejemplifica el idioma quechua usado en
24 Íbid, pág. 9. 25 Íbid, pág. 7.
LILIANA RAMÍREZ
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cultura de frontera como una tercera cultura, que no es la suma de las partes. Para ella el mestizaje supera las bipolaridades. Coatlicue, la diosa azteca, es el símbolo que fusiona los opuestos: el águila y la serpiente, el cielo y el submundo, la vida y la muerte, la movilidad y la inmovilidad, la belleza y el horror. Ella es la síntesis de la dualidad, una tercera perspectiva. Por eso, Anzaldúa dice que es necesario pasar por el estado Coatlicue para llegar a la conciencia de la nueva mestiza. Es necesario superar las bipolaridades y llegar a ese tercero para sentirse completa . And suddenly I feel everything rushing to a center, a nucleus. All the lost pieces of myself come flying from the deserts and the mountains and the valleys, magnetized toward that center. Completa .22 Esto es así porque para Anzaldúa A+B es C, no AB. Eso lo muestra también a nivel de lenguaje cuando afirma que la lengua chicana no es la suma del español y el inglés, sino una lengua diferente que puede ser sistematizada como lo comienza a hacer ella en How to tame a wild tongue , el capítulo 5 de su libro. Esto lo muestra ella durante el texto entero en el que trata de mostrar que la cultura chicana no es la suma de la cultura anglo y la mexicana, sino algo diferente, con su propia historia (como ella la narra), su propia lengua, su propia literatura. Así pues Anzaldúa reclama para el mestizo un espacio propio, una nación, una literatura, una lengua propia. Reclama que el mestizo se nombre a sí mismo; no sea ya el objeto nombrado desde lo blanco o lo indio que lo constituyen, sino él mismo un sujeto, un sujeto no terminado, sino en proceso, como cualquier otro. Reclama el espacio del mestizo que en América Latina comenzó acaso a abrir Arguedas con Los Ríos Profundos. A aproximaciones similares habían llegado ya Angel Rama y Antonio Cornejo Polar. Este último en su artículo Apuntes sobre mestizaje e hibridez: los riesgos de la metáfora dice que el concepto de mestizaje lo que hace es ofrecer imágenes armónicas de lo que obviamente es desgajado y beligerante haciendo parecer lo mestizo como no conflictivo, como simple y reducido. En otro de sus artículos, Ensayo sobre el sujeto y la representación en la literatura latinoamericana: algunas hipótesis critica la ideología del mestizaje que según él, habla de una identidad coherente y uniforme, complaciente y desproblematizada .23
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el Perú, empedrado de hispanismos, que se oponen de ese modo, al purismo lingüístico.26 El aporte de Rama en cuanto a la transculturación se refiere, es el destacar el papel activo del dominado en el proceso de transculturación. En su análisis de la obra de Arguedas, Rama señala cómo precisamente la transculturación no es un proceso de aculturación, sino que aunque el dominado reciba influencias y elementos del dominado, los transforma. Se reconoce así el papel activo del mestizo en la absorción de las contribuciones de la cultura dominante. Al mestizo se le presenta como el único capaz de salvar algo de la herencia india en los difíciles trances de la aculturación .27 Precisamente por ese papel activo es por el que los pensadores izquierdistas latinoamericanos le otorgan al mestizo el rol de redentor que antes habían dado al indígena como extrapolación a lo que el marxismo había hecho con el proletariado. Esto evidencia que aunque en ese momento se pretenda rescatar la noción de mestizo y su cultura misma, esto se hace en función de una causa que no es la mestiza, es la indigenista. En realidad, la visión de mestizo que predomina en esta época es precisamente la visión del mestizo que Anzaldúa condena. Rama dice que Arguedas mismo, refiriéndose al mestizo, se sintió rechazado por su desconcertante ambigüedad y su aparente antiherocididad. Lo vio en dependencia estrecha de los señores, cumpliendo las faenas más indignas, vio también la velocidad con que podía trasladarse de uno a otro bando sin comprometerse con ninguno, pero sobre todo resintió en él su falta de moral .28 Está aquí presente la discriminación hacia un mestizo estereotipado y valorado en tanto que necesario para la causa indigenista. Es decir, el mestizo estudiado por Rama en los textos que él llama transculturados no es todavía el mestizo sujeto, el mestizo centro que vimos va a volverse luego teóricamente dominante. Pero este momento de Arguedas (años 50) es clave en el pensamiento latinoamericano sobre el mestizaje porque es el comienzo del replanteamiento que estará ya consolidado en el pensamiento de Rama y Cornejo Polar, en los años 80. Rama estudia novelas como Los Río Profundos, Cien años de Soledad, Gran Sertón: Veredas, y ve la literatura transculturada como modelo reducido del resto de la cultura.
26 Angel Rama, Trasculturación narrativa en América Latina, México, Siglo XXI, 1992, págs. 185-186. 27 Íbid, pág. 185. 28 Íbid, pág. 184.
HIBRIDEZ Y DISCURSO EN LOS ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS
Lo transculturado lo examina no sólo a nivel de temas, sino también a nivel de lenguaje, de renovación de géneros literarios, de formas de pensamiento. Al hablar de transculturación va mucho más allá del mestizaje racial, aborda otras fronteras, como Anzaldúa. Además reconoce el poder de resistencia del mestizo en ese proceso transculturador como bien lo muestra al analizar la transformación de la novela regionalista utilizada por Arguedas. Rama señala que el escritor peruano asume la novela, un género occidental, para narrar lo indígena. Pero esta escogencia no muestra que la batalla haya sido ganada realmente, por Occidente, porque la estrategia de Arguedas es incorporar a la novela como género, la canción popular (huaynos). El efecto de esto no es sólo que la canción aparece como un elemento de tipificación, como lo usaban los regionalistas, sino que a través de estas canciones hay una reinterpretación lírica del texto, a la vez que lo traslada a un plano simbólico, autorizando la comunicación con un universo de diferentes valores .29 Rama señala que lo mismo pasa con el español en Los Ríos Profundos, que aunque es adoptado para narrar lo indígena, es forzado a expresar otra sintaxis , la quechua.30 Así pues, en la transculturación están presentes tanto los elementos impuestos por las culturas dominantes (en este caso la novela como género), como el papel activo del llamado colonizado, no sólo al permear y así permitir que sobrevivan elementos de la cultura dominada (en este caso la indígena), sino también al transformar la novela como género es renovada . Esto hace pensar en la noción de poder del subordinado postulada por Foucault y retomada por la escuela de pensadores brasileños, encabezada por Haroldo de Campos en los años sesenta, quien propone el canibalismo como una forma de resistencia contra los poderes hegemónicos. Según de Campos, quien habla específicamente sobre traducción pero bien es de utilidad acá, la cultura que recibe, penetra y transforma lo recibido. El proceso transcultural es de doble vía. Se lee, se traduce y se rescribe desde la tradición que recibe la influencia. Somos caníbales porque nos devoramos al Otro que pretende devorarnos. Nos comemos lo que se nos ofrece o se nos impone, y lo digerimos desde nuestras propias categorías. Cuando sale de nuevo, no es lo mismo; como lo muestra Rama en el análisis de sus textos transculturados.
29 Íbid, pág. 215. 30 Íbid, pág. 207.
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31 Antonio Benítez Rojo, Three words toward creolization . Manuscrito no publicado 32 Íbid, pág. 55. 33 Antonio Benítez Rojo, La Isla Que se Repite, Barcelona, Editorial Casiopea, 1998.
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vimos repiensan Cornejo Polar y Benítez Rojo; nociones que van de la mano de los postulados de Clifford y Bhabha sobre culturas abiertas y nativos híbridos. En segundo lugar, ampliando el concepto de hibridez más allá de la raza, a todos los espectros del horizonte como lo reclama Anzaldúa, espectros que hoy se reconocen como constituyentes del yo. Estos son: raza, clase, género, preferencia sexual, nacionalidad, entre otros. La hibridez es, entonces, una de las más importantes estructuras discursivas desde las que se ha construido y se construye hoy la identidad latinoamericana. La anterior síntesis del pensamiento de diferentes críticos pretendió mostrar la heterogeneidad del debate. Un debate que deja ver que la hibridez no es un concepto unitaro ni estable, sino que como estructura discursiva que es, está en negociación, viva; siendo repensada y redefinida y a la vez siendo usada para repensar y redefinir la identidad latinoamericana.
BIBLIOGRAFÍA Anderson, Benedict, Imagined Communities. Reflections on the Origins and Spread of Nationalism, New York, Verso, 1991. Anzaldúa, Gloria, Borderlands/La Frontera. The New Mestiza, San Francisco, Aunt Lute Books, 1999. Benítez Rojo, Antonio, Three words toward creolization . Manuscrito no publicado. Benítez Rojo, Antonio, La Isla Que se Repite, Barcelona, Editorial Casiopea, 1998. Bhabha, Homi, Dissemination: Time, Narrative and the Margins of the Modern Nation en Babha, H. (ed.), Nation and Narration, New York, Routledge, 1990. Borges, Jorge Luis, El idioma analítico de John Wilkins en Otras Inquisiciones, Obras Completas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1974. Clifford, James, Routes, Travel and Traslation in the Late Twentieth Century, Cambridge, Harvard University Press, 1997. Cornejo Polar, Antonio, Ensayo sobre el sujeto y la representación en la literatura latinoamericana: algunas hipótesis en Hispamerica: Revista de Literatura Hispanoamericana, Gaithersburg, MD, Vol. 22, No. 66, 1993, págs. 3-15. Fanon, Frantz, On National Culture en Williams, P, y Chrisman, L. (eds.), Colonial Discourse and Postcolonial Theory: A reader, New York, Columbia University Press, 1994.
LILIANA RAMÍREZ
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Sin embargo, Rama parece seguir siendo indigenista. Enfatiza lo que pervive de lo indígena en los textos transculturados. Pero hay que dar un paso más y enfatizar lo mestizo mismo, como lo reclama Anzaldúa, y valorarlo no sólo por lo que en él pervive de lo indígena, sino sobre todo por lo que es capaz de crear a partir de eso. La visión de Benítez Rojo sobre mestizaje no enfatiza lo indígena, pero sí se inscribe en la línea que crítica el pensar el mestizaje como resultado, estable y definitivo, en la que hemos visto están Cornejo Polar, Rama y la misma Anzaldúa. En su artículo Three words toward creolization , analiza el concepto de criollización y lo postula como una especie de big bang que hace que se piensen las manifestaciones culturales no como mestizas, sino como en proceso de criollización. Creolization does not transform literature or music or language into a synthesis or anything that could be taken in essentialist terms, nor does it lead this expression into a predictable state of creolization. Rather, creolization is a term with which we attempt to explain the unstable states that a Caribbean cultural subject presents over time .31 Para él, la criollización no es entonces meramente un proceso, palabra que implica movimiento progresivo, sino una serie discontinua de recurrencias, de aconteceres, cuya única ley es el cambio.32 Para él, el big bang de la criollización caribeña fue la plantación que arrojó fragmentos culturales en todas direcciones, fragmentos que a veces se atraen y otras se repelen, en un paso de baile, una línea de un poema, etc. Fuerzas como la técnica (radio, televisión, internet), la política, los acontecimientos históricos o naturales, intervienen en esta atracción y rechazo de los fragmentos. Benítez Rojo insiste, entonces, en la noción de mestizaje como siendo, pero se aparta de la noción de proceso usado por Cornejo porque ésta implica una linealidad en progreso. Lo plantea más bien como ese continuo atraerse y repelerse de fragmentos en el cosmos. Destaca la importancia de las fuerzas histórico, naturales, políticas que determinan ese devenir, pero no ya como el determinismo de causa y efecto. Hay que pensarlo de otra forma.33 Estos postulados teóricos revisan, entonces, el concepto de hibridez haciendo necesario, en primer lugar, que la hibridez sea pensada no como identidad alcanzada, no como síntesis, no como coherente y uniforme, terminada y estable como
Foucault, Michael, The History of Sexuality, Vol 1, Harmondsworth, Penguin, 1978. Foucault, Michael, Truth and Power and Interview with Alessandro Fontano and Pasquale Pasquino en Morris, M., y Patton, P. (eds.), Michael Foucault: Power/Truth/Strategy, Sidney, Feral Publications, 1979. Goytisolo, Juan, Reivindicación del Conde Don Julián, Barcelona, Seix-Barral, 1976. Hall, Stuart, New Ethnicities en Ashcroft, B., Griffiths G., Tiffin, H. (ed.), The Post-Colonial Studies Reader, London, Routledge, 1995. Hall, Stuart, Cultural Identity and Dispora en Williams, P, y Chrisman, L. (eds.), Colonial Discourse and Postcolonial Theory: A reader, New York, Columbia University Press, 1994.
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Laclau, Ernesto, y Chantal, Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy: Toward a Radical Democratic Politics, London, Verso, 1985.
HIBRIDEZ Y DISCURSO EN LOS ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS
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Anna-Telse
Jagdmann *
Resumen Los mapas pueden entenderse como textos que podemos leer y analizar de la misma manera como leemos y analizamos, por ejemplo, los textos de ficción. Ambas formas de representación consisten en una estructura semántica, ya que sus significados se construyen intencionalmente. Sin embargo, los mapas no son inocentes. Igual que el mito descrito por Roland Barthes, los mapas pretenden ser objetivos y reclaman ser copia fiel de la realidad, y su sustituto. Pero los mapas no solamente son el inventario de la realidad, sino también su invención. En esta función, los mapas pueden convertirse en símbolos y en instrumentos de poder, que representan ideas concretas dentro de un sistema conceptual. Los mapas pueden utilizarse en múltiples contextos. Un ejemplo claro es el mapa como símbolo nacional. El Atlas de la Comisión Corográfica construye una visión de Colombia temporal y espacialmente coherente. Pone en orden una serie de mapas, y así constituye una especie de biografía visual del país. Establece la narración fundacional de Colombia, su continuidad territorial, y los contenidos y valores eternos de la nación occidental: Colombia es representada como país dividido en dos partes, la parte montañosa que es el centro del poder y la parte oriental, la promesa de un futuro glorioso.
Abstract Maps can be considered texts which we can read and analyse in the same manner we read and analyse, for example, fictional texts. Both representations share a semantic structure, since their meanings are intentionally constructed. But maps are not innocent. Like the myth described by Roland Barthes, maps pretend objectivity and claim to be reality s true copy and its substitute. Nevertheless, maps are not only reality s inventory, but also its invention. As such, maps can become symbols, and instruments of power, representing a specific idea within a system of thought. Maps can be used in many different contexts. One clear example is the map symbolizing the modern nation. The Atlas of the Comisión Corográfica constructs a coherent spatial and temporal vision of Colombia. Putting into order a set of maps, it constitutes a kind of visual biography. It establishes Colombia s foundational narration, its territorial continuity, and the nation s eternal contents and values: Colombia is shown as a country consisting of two complementary halves, the mountainous part being the centre of power, and the oriental part the promise of a glorious future.
* M.A., Freie Universität Berlín. Candidata a doctorado de la misma Universidad. Profesora de cátedra del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes.
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I. TESIS SOBRE MAPAS Y CARTOGRAFÍA
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LA BIOGRAFÍA VISUAL DE COLOMBIA: EL ATLAS DE 1889, LEÍDO COMO SÍMBOLO NACIONAL
Los mapas sustituyen cada vez más a la realidad. Los navegantes aprovechaban y aprovechan aún esta característica de los mapas; para llegar a su destino, pueden predecir, con su ayuda, la realidad más allá del horizonte que divisan. Si anteriormente los mapas eran imprecisos y el viaje se dificultaba, se trataba entonces de un efecto circunstancial. En principio, es posible que el mapa sea perfecto, y el objetivo de la ciencia cartográfica ha sido el de perfeccionarlos hasta convertirlos en sustituto verídico de la realidad. Lo que en la ficción lograran los cartógrafos borgianos, parece hoy en día un logro efectivo: el sustituto, o por lo menos la intercambiabilidad del mapa por la realidad. Del estado federal alemán de Baviera existe ya un mapa digital, que permite esquiar por sus montañas sin necesidad de salir de casa o poseer esquís. Desde luego, se introduce la duda sobre el referente del pronombre sus : No se puede tratar de las montañas del mapa, porque el mapa no contiene montañas, sino únicamente representaciones de montañas. Es obvio que tampoco se trata de Baviera, ya que nos encontramos frente a un computador y no en medio de un terreno. Entonces, ¿tenemos que decir que esquiamos por las representaciones de una montaña? Realmente no hay ni montaña, ni esquís, y sin embargo, no nos parece extraño decir que esquiamos por las montañas de un mapa. Parece que el mapa es un medio de información tan poderoso sobre el mundo físico, que, llegado al estado de perfección absoluta, se confunde con la realidad y se hace imposible discernir entre uno y otra; decir cuándo nos referimos al mapa y cuándo a la realidad. Sin embargo, ¿de qué realidad nos habla el mapa?, ¿y de qué realidad hablamos nosotros? Parece claro que el mapa se diseña a partir del mundo físico, que en sí carece de sentido. Sin embargo, el mapa parece ser a la vez la copia del mundo físico y más que él. No estamos tentados de confundir el mapa electrónico de Baviera con el mundo físico. Sabemos que, de hecho, no aguantamos frío cuando esquiamos por el mapa, tal vez lo hagamos precisamente para poder quedarnos en un lugar con temperaturas agradables. Pero sí decimos que esquiamos. De alguna manera, el mapa convierte en realidad la parte del mundo físico representado por él. Según el mapa, es la única realidad posible por ser idéntica al mundo físico, ya que el mundo físico es algo de que, por lo general, no dudamos, y que es el mismo para todos. A partir de aquí, se nos abren varias preguntas: ¿Es la realidad del mapa la única realidad posible? ¿Cómo es construido un mapa para que pueda lograr tal efecto? ¿Se trata tan sólo de un nuevo rasgo del ANNA -TELSE JAGDMANN
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mapa, de algo circunstancial y que depende de la perfección científica, o de una característica intrínseca al mapa? Propongo lo segundo y me baso para ello en un hecho generalmente olvidado: todo mapa, del mismo modo que todo texto, consiste en una estructura semántica, y por ende, los mapas pueden ser leídos como textos y pueden ser interpretados. Como ejemplo, miremos de cerca dos mapas del atlas de Encarta. Estos mapas, uno geomorfológico y otro político, según la clasificación del atlas, representan el mismo espacio, y por consiguiente, si seguimos la lógica cartográfica, la misma realidad. Pero tenemos dos representaciones visuales totalmente distintas. Muy pocos elementos, como la proyección, los contornos de la tierra firme, el sistema fluvial y algunos nombres topográficos, se muestran idénticos. Incluso estos elementos idénticos adquieren sentidos diferentes según la representación. Por ejemplo, en ambos mapas aparece el nombre Selvas . En el mapa geomorfológico aparecen cerca de él dos nombres más: Cuenca del Amazonas y Amazonas . Su referencia espacial, sin más conocimientos, no es clara. La conexión más obvia sería asociar el color verde con los tres nombres en conjunto, y de este modo equiparar los tres nombres entre sí y con el color verde. Esta lectura no corresponde en nada al mundo físico: la cuenca del Amazonas no corresponde completamente a la región de las selvas. Este tipo de vegetación también se encuentra en la cuenca del Orinoco. Por otro lado, no todo lo verde es selva en el espacio físico. Además, el mapa calla sobre el impacto por parte del hombre. La geomorfología no se refiere solamente al espacio natural virgen, sino a cualquier espacio natural, sea o no transformado por el hombre. En realidad, lo que muestra el mapa es un tiempo ya sea anterior a la realidad, previo a la destrucción de las selvas, o posterior a ella, lo cual expresa el deseo de una retransformación al estado natural si es que esto puede ser un concepto claro. Además, el color verde representa las alturas bajas y no la vegetación, pero es casi imposible evitar la asociación del color verde con una vegetación abundante, pues el color se deriva precisamente de ésta. La correspondencia entre el color verde y las bajas alturas no implica de ninguna manera una necesidad: en la Guajira, lo que efectivamente es verde se halla en las elevaciones y lo amarillo o blanco en los terrenos bajos. Esto quiere decir que el mundo físico se ofrece de modo contrario al mapa geomorfológico. En cuanto al mapa político, las letras en las palabras Amazonas y Selvas se desvanecen casi bajo el color rojo fuerte que marca los nombres de las unidades políticas. Las dos palabras parecieran ser LA BIOGRAFÍA VISUAL DE COLOMBIA: EL ATLAS DE 1889, LEÍDO COMO SÍMBOLO NACIONAL
reminiscencias del mapa geomorfológico, no borradas por un acto de olvido o de descuido, como sí ocurrió con la designación Cuenca del Amazonas . Ambos significantes se asocian más bien con una unidad política: el Brasil, representados sus estados con diferentes tonos de verde. El estado del Amazonas y la región Amazonas llevan el mismo nombre, pero el nombre del estado tiene una referencia espacial clara; el territorio político. Las Selvas , en cambio, carecen de ella. El color verde del mapa geomorfológico ha desaparecido, y no es lógico asumir que el nombre Selvas se refiera únicamente al terreno correspondiente a la posición de las letras. De esta manera, las Selvas , a falta de una referencia espacial clara, se asocian con la unidad política representada en verde, color que en este caso insinúa la equiparación de la región selvática y de los estados federales brasileños. Este ejemplo muestra que el contenido de un mapa puede ser muy selectivo, y que proyecta una imagen ideal, a veces mucho más ideal entre más natural , esto es, entre más real parezca el mapa. El mapa geomorfológico nos dice muy poco sobre el mundo físico tal y como este es, pero el manejo de colores basta con mirar el color del mar sugiere que se trata de una representación natural , casi se puede decir que paradisíaca. El mapa político confina en cambio la selva a un recinto político. Cuando, al mirar un mapa, decimos: Esta es la selva , deberíamos ser conscientes de que la referencia nunca es clara es tan poco clara como la referencia a las montañas bávaras , y de que se trata, además, de una representación de contenido selectivo. La representación del mundo físico es deficiente. No obstante, la cartografía es una ciencia y ha de saber qué está haciendo. El diseño de mapas serios, como los recién tratados, sigue con seguridad reglas rigurosamente establecidas, y si detectamos deficiencias en el mapa, ¿no se deberá más bien a nuestra incapacidad de leerlos como es debido? ¿Por qué entonces parece que el mapa es neutro cuando realmente significa algo? ¿Por qué, por lo general, no nos preocupamos por analizar el contenido semántico de los mapas, salvo quizá en casos muy obvios? La clave, como destaca Harley, reside en que los mapas se producen según reglas técnicas como las de la proyección, las convenciones, el color, el tipo y tamaño de fuente, etc., y estas reglas técnicas tienen un trasfondo cultural.1 Sin embargo, cuando miramos un mapa, generalmente asumimos que estamos viendo una imagen fiel de la realidad. Parte de la confusión 1 J. B. Harley, Maps, Knowledge, and Power en Cosgrove, D. Y Stephen, D. (eds.), The iconography of Landscape. Essays on the Symbolic Representation, Design and Use of PasEnvioronments, Cambridge, Cambridge UP, 1988, págs. 277-312.
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significado arbitrario, inventado por el hombre para expresar una idea, y un signo en el sentido del mito, aparentemente no arbitrario, que consiste de un significante (el mapa en sí como producto técnico) y un significado que no es arbitrario, ya que el significante es presentado como copia del mundo físico. Se trata, en consecuencia, de un significado que no puede someterse a examen, dudarse de él ni interpretarse como verdad objetiva. El signo arbitrario se esconde detrás del signo mítico y rara vez se reconoce como tal. La similitud entre el mapa y el mito cobija también las estrategias de representación. En primer lugar, ambos se dan como perspectivas impersonales que no dejan lugar a la duda. La impersonalidad del mapa es consecuencia de la perspectiva desde arriba, a vuelo de pájaro, y esta perspectiva, como lo demuestra Hillis, es una perspectiva total.4 Mientras que algunos planos renacentistas eran todavía diseñados a partir de una perspectiva horizontal y desde un punto de vista en el sentido literal de la expresión particular, que en sí contenía la afirmación de su parcialidad, el mapa a vuelo de pájaro no surge de la perspectiva de alguien o de alguna parte en particular. Surge de una perspectiva que a la vez incluye todos los posibles puntos de vista. Así, se convierte en la perspectiva de nadie y de ninguna parte. Como tal, esta perspectiva impersonal parece absoluta, indudable e imparcial. No obstante, también constituye la realización de una sola posibilidad entre otras: precisamente excluye lo que, por ejemplo, puede verse desde una perspectiva horizontal, y, más obvio aún, se trata de una perspectiva que no corresponde para nada a nuestra perspectiva cotidiana del mundo físico, la cual, salvo casos excepcionales, nunca se da a vuelo de pájaro. Sobra decir que la misma perspectiva a vuelo de pájaro constituye una ilusión, aun si pudiera contener la totalidad de los puntos de vista. Dado que todo mapa es la proyección del globo terrestre él mismo imperfecto a causa de la rotación de la tierra a una superficie plana, todo mapa contiene por necesidad la primera imperfección a raíz de este hecho. Técnicamente no es posible representar un globo en una superficie, ni siquiera uno que fuese perfecto. Existen diferentes métodos de proyección aproximativos, pero ninguno es exacto. Una proyección que no distorsione las distancias, distorsiona en gran medida los ángulos; una que no distorsione los ángulos, distorsiona notoriamente las superficies; otras proyecciones distorsionan un poco los ángulos y las distancias, mas no las superficies, etc. Esta imperfección es intrínseca al mapa, no
2 J.B. Harley, Deconstructing the Map en Cartographica, No. 26/2, 1989, págs. 1-20. 3 Roland Barthes, Mythologies, Paris, Editions du Seuil, 1970.
4 Ken Hillis, The Power of Disembodied Imagination: Perspective s Role in Cartography en Cartographica, No. 31/3, 1994, págs. 1-17.
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surge de una peculiaridad del mapa mismo: elementos abstraídos del mundo físico se ponen en un mismo plano con elementos puramente abstractos. Por ejemplo, la representación del agua con el color azul es, en la mayoría de los casos, muy lejana al mundo físico, pero por lo menos en ocasiones el agua se ve de hecho azul. En el mapa, este elemento abstraído de la realidad es puesto en el mismo plano con elementos netamente abstractos, como lo son, por ejemplo, las fronteras. Éstas constituyen una invención que solamente puede existir en el mapa. Bien pueden existir en el mundo físico puestos de control, alambres eléctricos, ríos, divisorias hidrográficas, etc., pero no la frontera como tal, compuesta de todos estos elementos, pero que en sí constituye una idea que exclusivamente puede ser representada en el mapa. La frontera se traza en el mapa y es después impuesta al mundo físico. No obstante, el mapa propone ser una representación del mundo físico, y se asume de este modo que también la frontera existe en el mundo físico. En suma, el mapa no solamente pretende representar el mundo físico, sino que también lo constituye, y así se convierte en realidad. Como dice Harley, la interpretación de los mapas se limita por lo general a los elementos geográficos, sin considerar de qué modo los mapas contribuyeron en su configuración. En sí, afirma Harley, los mapas no son ni acertados ni falsos, sino simplemente una posible perspectiva hacia el mundo.2 El error consiste en no declarar cómo se construye esta perspectiva. Por todo esto, el mapa comparte la misma estructura semántica del mito, tal y como lo describe Roland Barthes, y la aparente objetividad del mapa es producto de esta estructura. Según Barthes, encontramos el significado del mito detrás de un significante aparentemente neutro, objetivo y científico, que se confunde con su referente. Ni el significante ni el significado se declaran como arbitrarios, sino que se revisten como verdad científica indudable.3 De esta manera, el mapa es a la vez un signo arbitrario, cuyo significado es producido según reglas culturales, y un signo mítico . Como significante al nivel del mito, esconde su arbitrariedad detrás de las reglas técnicas de producción de los mapas, que aparentan objetividad y estricta reproducción del mundo físico, y constituye así el significado mítico . Se trata por lo general de un mensaje político con diversos referentes, entre los cuales figura la nación. Para expresarlo de otra manera, el mapa es dos signos a la vez: un signo en el sentido convencional, que consiste de un significante (el mapa en sí como producto cultural) y un
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hay remedio contra ella. Como dice Baudrillard, el mundo mirado desde el studiolo es probablemente tan sólo un efecto de perspectiva, en breve, un simulacro.5 La perspectiva cartográfica es una especie de studiolo, y del mismo modo que la televisión contiene al televidente, el mapa contiene a su lector: no se trata de perspectivas que se le imponen, sino de que el mismo lector construye esta perspectiva sin referente, la cual se descompone a la vez en todas las perspectivas y en ninguna perspectiva. Es el punto de vista de todos y de nadie. La consecuencia es que el mapa carece de punto focal, y por esto resulta tan difícil encontrarle la trampa. En segundo lugar, el mapa convierte las cualidades en cantidades, como indican sus escalas y convenciones. En formato de cantidad, las diferencias dejan de ser sustanciales para hacerse graduales, lo cual permite la integración de todos los lectores en el mapa: entre éstos desaparecen las diferencias esenciales por ejemplo, dos lectores de culturas diferentes pueden concebir su semejanza de origen al ver que sus ciudades son representadas con el mismo símbolo o con símbolos de la misma escala . Si la diferencia es sólo gradual, no existe entonces ninguna diferencia cualitativa, y si no existen diferencias cualitativas, en el fondo no hay diferencias, o por lo menos éstas no son insuperables. El lector, por su parte, simplemente tiene que regirse por la escala. El mapa es un catálogo, un inventario del mundo físico que esconde el hecho de su trasfondo arbitrario y heteróclito. Organiza en categorías el material heterogéneo y sin sentido del mundo físico, y, en el interior de tales categorías, los elementos son relacionados a través de grados. El mapa surge como conformación de un plano organizado a partir de un material desorganizado, como conformación de un plano matemático a partir de hechos. Los hechos y su sentido pueden ser puestos en duda, los números no; la matemática es una ciencia exacta que no sabe mentir. Pero el mapa no es el mero inventario del mundo físico, sino también la invención de una realidad: ordenándolo, el mapa le otorga una estructura, que, una vez diseñada en el tablero de dibujo, hay que imponer consecuentemente sobre el mundo físico. Las categorías empiezan a dominarlo: hay que satisfacerlas, existan en el mundo físico previamente o no. En tercer lugar, al igual que el mito y el simulacro, el mapa es tautológico. La tautología define lo mismo a través de lo mismo, por ende, no dice nada nuevo. Ya que el mapa es, según él mismo, una copia objetiva de la realidad y que
5 Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro, Barcelona, Kairós, 1978.
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puede sustituirla, no requiere interpretación. De hecho, ni siquiera podría pretenderlo como opción. Como el simulacro, el mapa quiere ser tan real, que la diferencia entre realidad y mapa desaparezca para ponerse a sí mismo en el lugar de ésta. La función de la tautología es aparentar que el simulacro es la realidad y disimular que no lo es. El ideal del mapa es convertirse a sí mismo en realidad y sustituirla con su propio sentido, el cual, para no poner en peligro este fin, no ha de distinguirse ya del sentido de la realidad ni ser desenmascarado como sustituto de su sentido. El mapa es la interpretación tautológica de la realidad. En cuarto lugar, el mapa es atemporal. Como dice el geógrafo en el Principito, lo que el geógrafo escribe es eterno. Pero el mapa no es simplemente eterno, sino que mantiene múltiples y complejas relaciones temporales con la realidad. Por un lado, el mapa es posterior a un momento de la realidad, ya que es producido después del momento retratado y de esta manera siempre está atrasado con respecto a la realidad. Cuando los cartógrafos por fin concluyen el mapa, el mundo físico ya se ha transformado. La razón de este destiempo se encuentra en el nacimiento del mapa, el cual surge del itinerario y es, por ende, producto secundario de la narración. En otras palabras, el mapa es un producto posterior al viaje. La narración del viaje cuenta la sucesión de lo que aconteció al viajero, pero cuando es proyectada al mapa, el relato pierde tanto su temporalidad como su precisión y se convierte en una anticipación. Pues el mapa no solamente indica lo que pasó, sino también lo que puede volver a pasar y lo que pasará. No está en la naturaleza del mapa la capacidad de representar el transcurrir del tiempo como puede hacerlo una narración. Puesto que el mapa carece del tiempo de la narración, el pasado del viaje, su futuro y su nueva posibilidad se ubican en el mismo plano horizontal del mapa y, en él, el viaje se puede repetir en cualquier momento, desde cualquier perspectiva y en cualquier tiempo gramatical. De esta manera, el mapa anula el tiempo, y el viaje y su duración desaparecen. Si todos los tiempos, todos los sucesos y todos los viajes se hallan contenidos en el mapa, desaparece la necesidad de realizar el viaje, puesto que éste, con base en el mapa, puede ser narrado en cualquier momento. El viaje renace al ser contado, pero el mapa contiene en sí el viaje fuera del transcurrir del tiempo, y contiene además la totalidad de los viajes. A raíz de esto, aunque el mapa tenga o contenga fechas, las pone todas en un solo nivel, el de la superficie terrestre que en el mapa no cambia. En suma, el mito y el mapa son códigos, afirmaciones subjetivas sobre la realidad revestidas como realidad misma,
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6 Angel Rama, La Ciudad Letrada, Hanover/New Hampshire, Ediciones del Norte, 1994.
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acerca de las circunstancias de este saber. Se lee, en el primer caso, a nivel literal; en el segundo, a nivel metafórico. Cataloga y refleja el mundo físico por un lado; evalúa y constituye una realidad por el otro. Como medio de información es de carácter descriptivo, en su calidad de signo es normativo. Los significados representados con la ayuda del mapa pueden ser múltiples, pero suelen reducirse a discursos de poder. Uno de ellos es el ya mencionado discurso de la nación. Para simbolizarla, ¿qué podría prestarse de mejor manera que el mapa, el cual puede representar el concepto de la nación como verdad del presente, válida para todos, más allá de las opiniones políticas y desigualdades sociales? ¿Qué podría ofrecer un mejor simulacro de la nación?
II. LA BIOGRAFÍA VISUAL DE COLOMBIA: EL ATLAS DE 1889 COMO SÍMBOLO NACIONAL El Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia (Antigua Nueva Granada), producto de los levantamientos de la Comisión Corográfica, es una narración simbólica de la nación colombiana. Se compone de dos partes: la parte histórica, subdividida en una sección sobre la Colonia y una sobre la guerra de Independencia, que simbolizan la legitimidad del territorio colombiano, y la parte temática, que simboliza los diversos atributos de la nación y sus espacios. El orden de los mapas es cronológico y establece la segunda parte como culminación de la primera. La prefiguración de la nación en los mapas históricos se expresa mediante diversas estrategias. En primer lugar, los mapas establecen una continuidad del nombre Colombia y de sus ciudades y fronteras aun donde, para el momento representado, no se puede hablar propiamente de Colombia. El primer mapa del atlas, la Carta de Colombia que representa la ruta de los conquistadores y exploradores en el territorio que forma la República, la posición de las tribus y las primeras fundaciones y divisiones políticas, podría llamarse más bien Carta del Espacio que conformará posteriormente la República de Colombia . Ya en este mapa se introducen las convenciones de capital de la República y capital del Departamento , y aparece Medellín. Todos estos conceptos son tomados del momento de la producción del atlas y no del tiempo representado, y mediante ellos se establece la continuidad del espacio colombiano y sus elementos. En segundo lugar, la forma y la extensión del territorio colombiano corresponden, en los mapas restantes del atlas, a la parte de la superficie poblada por tribus indígenas. De esta manera se anticipan las fronteras del espacio colombiano. ANNA -TELSE JAGDMANN
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normas que quieren imponerse a toda costa y que, como tales, no pueden ser la representación de los hechos de la realidad, sino solamente el deseo de la realización de determinada realidad. El mito y el mapa son imperativos que revisten como presente lo que no es o todavía no es. El mapa constituye, incluso, un reconocido instrumento de planeación, esto quiere decir, del diseño futuro del territorio, y no solamente de representación del mundo físico. Pero es imposible desenredar estas dos dimensiones temporales. El gusto que encontramos en observar mapas no en interpretarlos se debe en parte a su carácter de visión y ensueño. Pero el mapa no deja espacio para pensar que los hechos también podrían ser otros. Dado que el mapa pretende enunciar verdades absolutas, no permite la opción al no y a opiniones alternativas. El saber incompleto aparece como saber completo, como verdad y realidad, suprimiendo así otros saberes. El mapa y el mito desean un orden ideal de la cosas, por lo cual no importa que lo representado en ellos sea realmente una anticipación; si en algún momento esto se diera con toda seguridad, sería equivalente a presentarlo como algo ya dado, ya presente; el mapa y el mito no tienen tiempo, sus verdades son indudables y eternas. Como representación ideada e ideal de la realidad, el mapa la antecede y transforma en realidad presente la realidad deseada. En este sentido, el mapa es la futuridad 6 de la realidad, como señala Rama, o un simulacro en el sentido de Baudrillard. El mapa es a la vez más antiguo y más joven que la realidad, lo que conlleva a su independencia de ella y al hecho de que no sea una simple y fiel copia suya. Por esto, el mapa es un signo utilizado, por lo general, para representar metadiscursos de poder que presentan conceptos semánticos como verdades. En otras palabras, es un símbolo, un ícono. Se asemeja a lo que representa y da una interpretación a su referente, en la que pretende decir la única verdad posible sobre él, esto es, no decir nada más allá de la verdad del referente. Al expresar una idea mediante la copia del referente, sugiere la intercambiabilidad e identidad de ser entre idea y referente, a pesar de que se trata de dos entidades radicalmente distintas. Debe distinguirse claramente entre las dos capas significativas del mapa: el mapa como medio de información, como mito, como símbolo, y el mapa como producto cultural. Como medio de información, tiene un contenido unívoco; como producto cultural, su contenido se ubica en un contexto. Como medio de información, nos dice qué se sabe; como producto cultural, nos indica algo
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Este signo cumple además otras funciones. Legitima el territorio como territorio independiente de la conquista española y anticipa así la posterior igualación entre indígenas y americanos frente a los españoles. Otorga también a la nación colombiana una dimensión histórica, y esto de un modo tan excesivo, que precisamente la historia se hace obsoleta. El espacio colombiano ha sido poblado desde siempre; por ende Colombia cuenta con una historia nacional desde todos los tiempos, vale decir, eternamente. Sobra añadir que se trata de un espacio desconocido en parte todavía, y que hasta ahora no ha sido integrado a la nación. Incluso hoy en día sería difícil elaborar un mapa de todas las tribus indígenas con su ubicación exacta. En tercer lugar, el primer mapa contiene, además de la posición de las tribus indígenas, las rutas de los conquistadores, e introduce así un doble movimiento de fundación. Las tribus indígenas desaparecen en los mapas siguientes, pues ya no serán necesarias. Los conquistadores vuelven con otros nombres, Humboldt y Bonpland, Bolívar y Sucre. Aunque los indígenas sean necesarios para los fines de la representación, los conquistadores, naturalistas y generales les son superiores en este sentido. Mientras los indígenas hacen más bien parte estática del inventario casi se puede decir que constituyen elementos topográficos , aquellos se movilizan por el espacio. Las rutas de los conquistadores conforman además la estructura básica del espacio colombiano. Éstos se mueven esencialmente en dirección norte-sur, y casi exclusivamente por la montaña. De esta manera, anticipan la posterior división del espacio nacional en dos: la parte vertical, que afirma a Colombia como país andino, y la parte horizontal, que la afirma como país de inmensos recursos y que corresponde en su mayoría al espacio poblado por indígenas. De esta manera, la fundación de la nación colombiana es doble y ambigua. Los mismos españoles, contra los cuales los indígenas sirven como legitimación y afirmación de la nación, funcionan también como fundadores. En cuarto lugar, el mapa afirma las regiones fundadoras de Colombia, representadas en los colores de la bandera. Se trata de las regiones atlántica, dominada por Cartagena como antiguo centro económico; de Bogotá, como centro de encuentro para las rutas de los conquistadores, y de la llamada república indígena de Barbacoas, como anticipación de la constitución política de la República de Colombia. Los colores usados en el mapa son el verde, el azul, el amarillo, el rosado y el naranja cinco colores que siempre volverán a aparecer y que en determinado momento estructurarán el espacio nacional de manera simbólica, como veremos luego. LA BIOGRAFÍA VISUAL DE COLOMBIA: EL ATLAS DE 1889, LEÍDO COMO SÍMBOLO NACIONAL
En suma, el primer mapa del atlas establece ya todos los mitos de la nación que se desarrollarán en los demás mapas. La nación colombiana cuenta desde siempre con un espacio delimitado por las mismas fronteras y lleno con los mismos elementos, tiene una historia eterna y su espacio se compone de dos zonas complementarias: una vertical, la del poder, y otra horizontal, la de los recursos. Finalmente, la perspectiva a vuelo de pájaro tanto de este primer mapa como de los siguientes acarrea consecuencias para el discurso de la nación. El mapa no impone nada al ciudadano, pero sí invita a todos sus lectores a ubicarse en el interior de su propio espacio. A los lectores no les es dado sustraérsele, pues son ellos mismos quienes se ubican dentro de él. El mapa es la nación: a través de la perspectiva del mapa, el lector puede imaginarse a todos los otros lectores, quienes lo observan de la misma manera que él, y al mismo tiempo puede imaginárselos como elementos del mapa, por ser él mismo uno de ellos. En un movimiento doble, el mapa ubica a todos sus lectores en un mismo plano horizontal y fuera de él, pues permite a cada uno de los ciudadanos situarse imaginariamente en cualquiera de sus puntos y a la vez suponer a sus conciudadanos en este mismo plano, sin conocerlos jamás. El lector está dentro y fuera del mapa al mismo tiempo, observa la realidad desde la realidad misma. Así, todos los lectores se encuentran en el mismo espacio homogéneo de la nación y son convertidos por el mapa en conciudadanos. Ya que la perspectiva a vuelo de pájaro no constituye ningún punto de vista parcial, todos miran el mapa desde la misma perspectiva incorpórea y pueden concebirse de esta manera como miembros simultáneos de la misma comunidad. Desde el mapa, copia de la realidad, todos son pares e iguales en ella. El mapa trueca así en realidad lo imposible y se convierte en la anticipación del orden deseado de la nación. Pone en comunicación a los conciudadanos, quienes, en la realidad, nunca se conocerán todos entre sí ni serán pariguales. No obstante, ya que el lector del mapa es todos los lectores, también los conciudadanos se hacen intercambiables, tal y como lo son los lugares de la nación, todos igualmente representativos de ésta. El mapa nivela tanto las diferencias de sus sujetos como las de su espacio. A través de él, la nación es como debe ser, homogénea. Así, un bogotano puede relacionarse imaginariamente con un llanero, el llanero puede concebir a los indígenas precolombinos como sus hermanos, los cuales, a su vez, pueden concebirlos como hermanos del bogotano. La misma perspectiva ayuda a anular el transcurrir del tiempo histórico. Los cuatro mapas que siguen al primero son representaciones
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7 Benedict Anderson, Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, London/New York, Verso, 1983/1991.
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representa la división política del Virreinato de Santafé en 1810. Por la delineación de los contornos, nos remite tanto al primer mapa como a dos mapas posteriores, uno de la Nueva Granada y uno de Colombia. De esta manera, la Carta anticipa la independencia del espacio colombiano y lo legitima como ya conformado. Reduce por consiguiente las guerras de la independencia a un teatro , como anuncia el atlas. Es el primer mapa del atlas que establece la superficie de la futura República de Colombia sin referencia a los espacios que posteriormente se convertirán en Ecuador y Venezuela. Sin embargo, anuncia ya que se trata de espacios distintos y que no tendrán cabida dentro de Colombia. El mapa introduce la distinción entre Andes colombianos y Andes ecuatorianos y afirma así la identidad entre territorio y nación. La segunda parte de la sección histórica del atlas se compone de los cinco mapas del Teatro de la guerra de independencia . Hasta este punto los mapas cuentan la conformación del territorio colombiano, y mientras ésta se da como identidad entre todos los territorios históricos y el colombiano, los mapas del Teatro cuentan la historia del poder sobre este espacio, pero omite que también la Colonia conoce las disputas en torno a él. Durante la guerra, dicen los mapas, el territorio colombiano se halla dominado por dos naciones enemigas, los americanos y los españoles, y el fin es obtener los territorios ocupados por los últimos. El uso de colores de superficies borra el hecho de que la guerra de independencia se da en una serie de acontecimientos puntuales y desplazamientos lineares, y que los límites de los territorios en cuestión no son conocidos de ningún modo. Sin embargo, los líderes de los bandos enemigos se desplazan sobre estos territorios, y el centro de encuentro lo ofrece Bogotá. Los mapas reproducen el sentido de la acción de los conquistadores en todos sus componentes, y al igual que los mapas anteriores, reducen la temporalidad histórica a eventos que se desarrollan en un territorio que nunca puede cambiar, según la lógica del Atlas, y que en el mapa efectivamente no cambia. Los cinco mapas contienen solamente tres colores: amarillo para los españoles, rosado para los patriotas y azul para el mar: los colores de la bandera con su respectivo significado. El color rosado (en sustitución del rojo) se asocia con la sangre de los patriotas, y su empleo establece una continuidad con los mapas de las divisiones coloniales, donde el territorio correspondiente a Colombia también aparece en este color. El amarillo de la bandera representa el oro, y, como color de los españoles, puede ser una alusión a la anticuada economía colonial, basada en la minería y la explotación de las tierras americanas por los españoles. En el ANNA -TELSE JAGDMANN
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de la administración territorial colonial, que confirma la prefiguración del espacio colombiano y su significado. A pesar de las cambiantes divisiones administrativas de la Colonia, los contornos exteriores de Colombia son los mismos del año 1889, resaltados incluso por medio del símbolo del atlas para fronteras internacionales. Sobra decir que este concepto no es aplicable al momento histórico representado. La Carta de Colombia que representa las primeras divisiones coloniales incluye a los vecinos Venezuela y Ecuador como espacios distinguibles, pero no al Brasil ni al Perú. Desde la perspectiva colombiana, estos últimos se convierten en espacios periféricos, y el mapa, al igual que todos los otros, sugiere la posibilidad de una expansión hacia tal periferia. Pero también los dos vecinos reconocidos valen menos que Colombia. Al representarse las subdivisiones de la futura Colombia, Venezuela y Ecuador parecen ser dos subdivisiones más. El mapa omite que la superficie coloreada corresponde solamente al momento de la mayor extensión del Virreinato de Santafé, superficie dominada por muy breve tiempo, y reduce los complicados estratos temporales de la administración colonial a cuatro mapas que dicen lo mismo. La Nueva Granada es el centro de poder, y el espacio de la Nueva Granada es idéntico al espacio de la República de Colombia. De tal modo, el mapa borra la historia, a pesar de relacionarse abiertamente con ella. El Atlas está acompañado de un relato histórico y geográfico que lo dota de sentido concreto, y sus mapas ofrecen, incluso, una imagen específica de la historia colombiana. Pero la tarea de la historia no aparece como la de dotar a los mapas de temporalidad, sino como la de especificar sus contenidos sin quitarles su carácter de eternidad. Espacio y tiempo se confunden en el mapa, la historia misma pierde su temporalidad cuando es representada en el mapa y proyectada a la eternidad de la superficie terrestre. El mapa transforma el tiempo histórico en tiempo sin significado, en el tiempo homogéneo de la nación descrito por Anderson.7 Se trata de un tiempo eterno, en el cual los eventos significativos de la historia nacional se convierten en entidades ontológicas del territorio nacional. El pretendido territorio del presente es a la vez su propio territorio futuro y el territorio futuro de su propio pasado. De este modo pretende legitimarse desde su pasado, el cual, en realidad, es ese mismo presente, que a su vez corresponde a su futuro. Como nexo entre los mapas de la administración colonial y el Teatro de la guerra de independencia figura la Carta que
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último mapa del Teatro , la Carta de la antigua Colombia dividida en los Departamentos de Cundinamarca, Venezuela y Quito. En las Campañas de la Guerra de Independencia de 1821 a 1823, los territorios controvertidos se confunden con las divisiones políticas a causa del uso de los colores. Los colores de los dos grupos enemigos son transferidos a las divisiones políticas de la Gran Colombia, pero el mapa también es parte del teatro de la guerra . Sobra en él la introducción de las divisiones políticas, ya que el siguiente mapa cumple con esta función, y de una manera mucho más clara, enseña las subdivisiones políticas y emplea una mayor cantidad de colores. Entre ambos hay una sola coincidencia notoria: Colombia es representada en rojo. Y una asociación clara, Colombia es la única patria verdadera. A partir de este mapa, Colombia deja de tener historia, y cesa prácticamente toda relación con las naciones al margen de ella. Los siguientes ocho mapas, correspondientes a la parte temática del Atlas, no contienen ni vecinos, ni movimiento, ni dimensiones temporales. Son la auto-contemplación de la nación en el espejo del mapa. Se constituyen en torno a tres temas básicos: la política, el espacio físico y el espacio civilizado. El mapa que inicia la serie, la Carta de la Nueva Granada divida en provincias 1832 a 1856 Uti-possidetis de 1810, retoma la ya mencionada representación del Virreinato antes de la guerra, legitimando de nuevo las fronteras, esta vez mediante la referencia al uti possidetis, que fue establecido como principio para la determinación de los límites entre las nuevas repúblicas americanas. La referencia está de más; el mapa convierte el uti possidetis en una nueva afirmación de lo mismo. Fácilmente se confunde este mapa con el siguiente, la Carta de la República de Colombia (antigua Nueva Granada) dividida en departamentos, 1886. La diferencia esencial consiste en los dos tipos de subdivisiones políticas, las del mapa de la Nueva Granada se pueden considerar regiones naturales , las de Colombia, como indica el título, divisiones políticas . Sin embargo, se afirma que se trata de dos aspectos de una misma cosa, Colombia, dividida en departamentos , puede también dividirse en provincias sin que por ello cambie su esencia. Se trata de dos caras complementarias del mismo espacio. La Nueva Granada es un aspecto de Colombia, no una entidad distinta de ella, es la misma nación. Por otro lado, Colombia necesita de la referencia a la Nueva Granada para ser reconocida, tanto el mapa más importante del atlas como el título del atlas mismo señalan que Colombia es la antigua Nueva Granada y no la Gran Colombia u otra cosa. La Carta de la República de Colombia acude a tres estrategias representativas claves para simbolizar la nación, aplicadas LA BIOGRAFÍA VISUAL DE COLOMBIA: EL ATLAS DE 1889, LEÍDO COMO SÍMBOLO NACIONAL
también en los demás mapas. En primer lugar está el manejo del color, que retoma el hilo del primer mapa del atlas. Los colores establecen un equilibrio entre las superficies que representan los departamentos colombianos y las integran a dos niveles, el de los ejes y el de los colores de la bandera. Los ejes se establecen mediante la distribución de los colores naranja, verde, amarillo y rosado. El eje este oeste entre Panamá y Santander integra visualmente el apartado departamento de Panamá al territorio nacional. Hay un eje norte sur entre Tolima y Bolívar, y uno noroeste sureste entre Antioquia y Cundinamarca. El color rosado funciona como un gancho que conecta las tres puntas de un triángulo: la Guajira, la Costa Pacífica y el Amazonas, estableciendo un doble eje norte occidente y norte oriente. Los cinco colores utilizados permiten múltiples asociaciones. El verde se relaciona con la vegetación abundante, la selva, y también con los cultivos; el color naranja, por ejemplo, con la salida o puesta del sol. El azul, el rojo y el amarillo se asocian con su significado en la bandera: el azul con el mar, el rojo con la sangre derramada por los patriotas, y el amarillo con el oro utilizado para Antioquia, tradicional región minera, y para Cundinamarca, la tierra de El Dorado . En segundo lugar, el conjunto de colores en sí se reviste también de sentido. Visualmente, el territorio nacional es dividido en dos partes: una, de orientación vertical, constituida por la región montañosa con los colores amarillo, verde y naranja, y otra de orientación horizontal, integrada por la región oriental con los colores de la bandera. La parte vertical consiste en unidades relativamente pequeñas, representadas en colores que, de alguna manera, se derivan de fenómenos geográficos. Contiene muchos elementos de este tipo, especialmente poblaciones, y es accidentada. El mapa insinúa incluso el aspecto del paisaje mediante la mezcla de perspectivas: La montaña aparece de una manera plástica, ya que el sombreado logra la ilusión de tridimensionalidad. Todo esto es símbolo del centro de poder del país, el cual corresponde a la región ya conocida de Colombia. En cambio, la parte horizontal consiste de unidades mucho más grandes. Los colores utilizados para los tres departamentos orientales se asemejan a la bandera colombiana que flota al viento, es plana y fijada a un asta simbólica; la montaña, la parte vertical. A diferencia de esta última, esta parte contiene pocos elementos geográficos, reducidos principalmente a ríos, y es plana. De ninguna manera deja ver el aspecto del paisaje, que es considerado como secundario, en los textos de la época. Lo que cuenta es la dominación de este espacio, no su imagen. Todo esto es símbolo del hinterland reclamado por la nación. Se trata de
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superficie del territorio incluida, los recursos anhelados, la megalomanía del Gobierno, el acceso a ríos mitológicos, y también la forma, en este caso la forma llena de una bandera flotando en el viento. De modo que el límite natural deja atrás toda su naturalidad y se convierte en símbolo, tal vez mucho más que una frontera política conformada por acontecimientos históricos. Los tres mapas que siguen a la Carta de la República de Colombia constituyen el espacio físico de la nación. La Carta que representa el sistema orográfico y las vertientes y hoyas hidrográficas de Colombia inscribe este espacio natural dentro de un marco político. Los sistemas orográfico e hidrográfico no se relacionan con el espacio natural de la región, sino que se limitan al territorio reclamado por Colombia. De igual modo que la denominación Andes colombianos , declara la identidad entre espacio físico y nación. Además, mirado superficialmente, resulta fácil confundir el mapa con alguno de las subdivisiones políticas. En el mapa todo es convertido en política, ya que ésta es la expresión básica de la nación. La Carta de Colombia que representa los territorios que han existido desde 1843 hasta 1886 hoy extinguidos es muy semejante. Aunque se trate de unidades políticas ya inexistentes, resalta las zonas de recursos naturales de Colombia. Paradójicamente, el mapa logra integrarlas de mejor manera al espacio nacional mediante su representación aislada. Por estar apartados entre sí, estos espacios se vuelven centro de atención del lector durante el tiempo que tarde en voltear la página. La Carta geológica de Colombia, Venezuela y Ecuador retorna a los tres colores de la bandera y relaciona la formación geológica con la historia y la economía. El mapa declara tres épocas geológicas. El color amarillo representa rocas plutónicas y fósiles; el azul, las épocas terciaria y cuaternaria, y el rojo, la época cretácea. Solamente los Andes de Colombia, que atraviesan la región como una columna vertebral, contienen todas las formaciones geológicas, y ofrecen una imagen de la diversidad del espacio colombiano. Sin embargo, domina el color azul. El texto que acompaña al mapa explica que las formaciones terciarias son ricas en minerales y que las cuaternarias dan buenos suelos. Colombia dispone, entonces, de terrenos aptos tanto para la minería como para la agricultura, sobre todo en los espacios correspondientes a los territorios nacionales. El texto explica, además, que las formaciones terciaria y cuaternaria se delimitan entre sí por el diluvio universal . Con la formación cuaternaria, la geología, y por consiguiente el espacio colombiano, ingresan a la historia de la humanidad. Al mismo tiempo, se trata de la historia de la vida sedentaria del agricultor, considerada como ANNA -TELSE JAGDMANN
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un territorio aún desconocido, sobre el cual el poder del centro se afirma de modo anticipado. Pero las dos partes no deben ser separadas estrictamente. Aunque sean distintas, se unen mediante una zona de transición, la Cordillera Oriental. Las sombras largas de la vertiente oriental de la cordillera se extienden a una parte de la planicie, y los departamentos orientales son realmente extensiones de los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Cauca, que hacen parte de la zona vertical. El mapa logra distinguir e integrar simultáneamente los dos espacios de la nación que muestra. A partir de los textos geográficos de la época, se asocia además a estos dos espacios integrantes de la nación colombiana una serie de atributos opuestos: montaña ríos, cultivos tierras baldías, terrenos privados terrenos sin dueño, salud enfermedad, compañía soledad, integración aislamiento, cercanía lejanía, centro periferia, pasado y presente futuro, viejo nuevo, humano inhumano, cotidiano enigmático, descriptible indescriptible, reglamentado carente de reglas, seguro inseguro, control descuido, disciplina exuberancia, alegría melancolía, civilización salvajismo, variedad monotonía, movimento inmovilidad. Convertir el espacio horizontal en nación es el último fin de ésta, de modo que ya no sea necesario representar el oriente como bandera colombiana. Entre tanto, conviene representarlo de esta manera para integrar al imaginario nacional este espacio concurrido por las repúblicas vecinas. El mapa representa el derecho de la nación sobre sus dos espacios. El poder sobre el centro se muestra, el del hinterland se afirma. En tercer lugar, si se trata de un espacio disputado, hay que legitimar entonces su extensión, y la manera menos impugnable de hacerlo reside en convertir los contornos del espacio nacional en algo natural, ya que la naturaleza ha estado allí desde siempre. Esto nos lleva al concepto de los límites naturales, que se basan en elementos topográficos y se distinguen por ello de las fronteras, de origen político y, por ende, cuestionables. El ideal es la coincidencia de las fronteras con los límites; en el caso del mapa de 1890, la coincidencia entre ríos y fronteras. Pero hay una debilidad en la raíz de este concepto, ¿cómo debería determinarse el elemento topográfico que funcione como límite natural, y especialmente dentro de un territorio desconocido, como lo es el oriente colombiano en 1889? La única solución reside en determinarlo a partir del mapa. Como dice un texto de Codazzi, el territorio del oriente es monótono, y determinar límites en esta monotonía exige mirarla desde arriba, para poder decidir sobre la mejor opción. La decisión se toma con base en consideraciones de otro orden, no correspondiente a la naturaleza, como la competencia con los vecinos, la
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el futuro de Colombia, a diferencia de la atrasada economía minera de la época colonial. Como contraste, en el espacio venezolano domina el color amarillo, rico en fósiles pero inútil para la economía, y anterior a la historia humana. El último tema, el estado de civilización, consta de una Carta postal y telegráfica de la República de Colombia (antigua Nueva Granada) y una Carta de Colombia que representa la división eclesiástica. La primera que sigue los mismos principios del primer mapa de atlas, muestra un país poblado y rico en comunicaciones. Es el mapa con mayor número de nombres geográficos y líneas. La segunda representa la religión en atavío político, y le asigna de esta manera los mismos derechos. El mapa sigue los mismos patrones de representación que los de la Nueva Granada y de los sistemas hidro y orográfico, establece la identidad de la nación y del espacio político con las entidades territoriales eclesiásticas, y superpone así política y religión. Todos los mapas de la nación declaran que se trata de diferentes aspectos de la misma esencia y callan sobre las contradicciones contenidas en esta supuesta identidad. El atlas culmina con una macro y una microperspectiva. El Planisferio integra a Colombia en el mundo europeo. Colombia es representada con el color rosado, del mismo modo que el continente europeo, y no con el verde, color del continente americano. Las líneas de los barcos europeos los únicos del mapa no parecen llegar sino a tres puntos del mundo Estados Unidos, Brasil y el Caribe y ligan de este modo a Colombia con Europa. Colombia parece transferida del viejo al nuevo continente, como un exclave europeo que promete el futuro a Europa sin que ésta tenga que prescindir de su antigüedad. El Plano de Bogotá es un zoom al centro de la nación, del cual emana el poder y la esencia de la nación colombiana, como declaran los geógrafos colombianos del siglo XIX. El plano se halla enmarcado por ilustraciones de las calles de la capital y de los símbolos del poder más importantes: imágenes de las estatuas de los próceres, del capitolio y de la catedral. El plano muestra una ciudad diseñada según el modelo clásico, la tabla de ajedrez romana, con una equilibrada distribución interna de los elementos. El plano afirma que se trata de una capital como debe ser , construida según los patrones europeos y digna de ser vista. Con este último mapa del atlas, la nación se ensimisma en su centro de poder y se reduce al punto central de su territorio. El bogotano que hojea el atlas siente que ha vuelto a casa, mientras el llanero se siente gratamente obligado a reconocer que ha llegado a una casa ajena, a la cual, no obstante, es invitado con insistencia, toda vez que la respete. Aunque ignoramos si realmente el Atlas pudo haber LA BIOGRAFÍA VISUAL DE COLOMBIA: EL ATLAS DE 1889, LEÍDO COMO SÍMBOLO NACIONAL
funcionado de esta manera pues se trataba de un proyecto elitista, realizado bajo muchas dificultades y de alcance limitado , lo decisivo es su intento de construir el mapa como símbolo nacional, proyecto que se nos muestra revelador en cuanto a las intenciones políticas de la época.
BIBLIOGRAFÍA Anderson, Benedict, Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, London/New York, Verso, 1983/1991. Barthes, Roland, Mythologies, Paris, Editions du Seuil, 1970. Baudrillard, Jean, Cultura y Simulacro, Barcelona, Kairós, 1978. Codazzi, Agustín, Paz, Manuel María y Pérez, Felipe, Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia (Antigua Nueva Granada), el cual comprende las Repúblicas de Venezuela y Ecuador, con arreglo a los trabajos geográficos del general de ingenieros Agustín Codazzi ejecutados en Venezuela y Nueva Granada. Construida la parte cartográfica por Manuel M. Paz, Miembro de la Sociedad de Geografía de París y redactado el texto explicativo por el doctor Felipe Pérez, todo de orden del Gobierno Nacional de Colombia, París, Imprenta A. Lahure, 1889. Gellner, Ernest, Nations and Nationalism, Ithaca, New York, Cornell UP, 1983. Harley, J. B. Maps, Knowledge, and Power en Cosgrove, D. Y Stephen, D. (eds.), The iconography of Landscape. Essays on the Symbolic Representation, Design and Use of PasEnvioronments, Cambridge, Cambridge UP, 1988, págs. 277-312. Harley, J.B. Deconstructing the Map en Cartographica, No. 26/2, 1989, págs. 1-20. Hillis, Ken, The Power of Disembodied Imagination: Perspective s Role in Cartography en Cartographica, No. 31/3, 1994, págs. 1-17. Rama, Angel, La Ciudad Letrada, Hanover/New Hampshire, Ediciones del Norte, 1994.
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Alessandra Merlo*
Resumen A través del análisis del cuento Lejana, diario de Alina Reyes, publicado en 1951 por Julio Cortázar y escrito en primera persona femenina, se puede averiguar hasta qué punto la palabra, la palabra literaria, tiene el poder de construir mundos. Éstos no constituyen, sin embargo, una serie infinita y paralela de mundos posibles, al dejar que lo fantástico viaje al lado de lo real, sino que entre este mundo y aquel, entre lo real y lo escrito, el acá y el allá, se crea una constante y continua comunicación recíproca. Las palabras, con sus múltiples aspectos (sus sonidos, sus grafías, sus significados literales, asociativos y simbólicos), entran a hacer parte de los objetos del mundo que llamamos real, así como las ciudades, los ríos que atraviesan esas ciudades, las personas y los seres queridos que viven allí, modificando nuestras vidas y a nosotros mismos. Esto por lo menos es lo que cuentos como Lejana nos enseñan a reconocer en la literatura.
Abstract Throughout an analysis of the short story Lejana, diario de Alina Reyes , published en 1951 by Julio Cortazar and written in first person femenine, it can be appreciated up to what stage the word, the literary word, has the power to construct diverse realities. Even though, these realities do not constitute an infinite and parallel series of possible worlds, letting fantasy flow side by side with reality, it demostrates that between this world and that one, between what is real and what is written, between here and there, a constant, continuous and reciprocal communication is established. Words, with their multiple characteristics (their sounds, their graphs, their literal, associative and symbolic meanings), start beloging to those objects of the world which we call real, just like the cities, the rivers that flow through those cities, the people and friends who live there, modifyng our own selves and aur lives. At least this is what short stories as Lejana are teaching us to recognize in literature.
* Magíster, Universidad Javeriana. Coordinadora del área de Italiano - Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de Los Andes. Editora de la revista Arquitecturas.
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ALINA, ES LA REINA Y..., CINCO PALABRAS PARA INVENTAR UN MUNDO
LOS ANTÍPODAS ...en algunos casos felices, la literatura ha tenido suerte con los nombres, al consagrarlos con un bautizo; el problema, la cuestión del nombre, es para los escritores algo emocionante; y eso no sólo vale en cuanto a los personajes, sino también a los lugares y a las calles que se van dibujando sobre un extraordinario mapa geográfico, un atlas que sólo en la literatura adquiere legibilidad. Ingeborg Bachmann, Frankfurter Vorlesungen.
Fascinado por el mundo, diríamos casi por su propia forma esférica, por su redondez, por la posibilidad de darle vuelta,1 Julio Cortázar inventa su primer antípoda en Lejana, publicado en Bestiario, texto de 1951.2 El cuento es el diario extremamente fragmentario de Alina Reyes, escrito entre el 12 de enero y el 7 de febrero de un año nunca nombrado y que casi podrían ser años, puesto que el tiempo es acá una dimensión completamente interior, relacionada con el mundo de los hechos solamente por su carácter de sucesión. En estas pocas páginas, desde Argentina, Alina relata sus obsesiones por una mujer y un lugar desconocidos pero cada vez más existentes en su imaginación, situados en la otra parte del mundo, en la vieja Europa, en Budapest. La atracción se vuelve tan fuerte que esta bella y rica joven mujer de Buenos Aires termina casándose para hacerse llevar a Hungría en luna de miel. La narración de Alina termina acá, en la vigilia de su viaje; el cuento, sin embargo, sigue dos páginas más y nos dice, bajo la voz de un narrador anónimo, las últimas cosas de Alina, algo que se desarrolla durante su estadía en Budapest, alrededor del 6 de abril, dos meses antes de su divorcio .3 El evento , el epílogo , la epifanía , externos a la narración de su protagonista y solamente anunciados por ella, son dichos por otro, narrador sin nombre y sin identidad, que nos informa que Alina, sobre un puente de la ciudad miteleuropea, ha encontrado a una mujer (la otra), la ha abrazado y se ha vuelto ella. De alguna forma, incomprensible pero cierta, la atracción la ha devorado. Será antípodas la palabra-clave de esta lectura de Lejana, el término con el cual trataremos de acercarnos a la lejanía, al 1 Ver, por ejemplo, los textos de los dos tomos de Julio Cortázar, La vuelta al día en ochenta mundos, Siglo XXI, Madrid, 1984. 2 Julio Cortázar, Lejana, Diario de Alina Reyes en Bestiario, Alfaguara, Madrid, 1991. 3 Íbid, pág. 47.
ALESSANDRA MERLO
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cuento de Cortázar y a su personaje doble. Antípodas viene del griego anti, contra, y pous, podos, pie: al opuesto del pie , lo que está al otro lado , pero, si aceptamos modificar el significado etimológico para subrayar la otredad, será también el pie opuesto, el pie contrario o, proponemos, el otro pie. En la lógica de los opuestos y de los contrarios, el otro lado fascina y atrae, no como otro lugar cualquiera, sino como el lugar distinto. Sin embargo, originalmente, antípodas sólo indica los opuestos geográficos, el opuesto al pie , la línea que nos une, pasando por el centro de la tierra, con la gente que está cabeza abajo.4 Sin saber nada de estas leyes silenciosas, la dulce Alina percibe la existencia de lo opuesto hasta proponerlo en sus evidencias más claras: si ella es joven, bella y rica, si ella vive en una interminable primavera rioplatense, la otra tiene que ser pobre, más vieja y más sola en el invierno de Budapest. Hablamos de opuestos pero también de atracciones, porque si las que acabamos de nombrar son las características contrarias, la femineidad de las dos mujeres es el primer rasgo de similitud entre ellas. El segundo rasgo en común parece ser aún más importante: si la otra es evidentemente infeliz, materialmente infeliz, su infelicidad es la insatisfacción de Alina frente a su propia vida. A partir de este estado abierto de no-satisfacción, la protagonista y escritora de nuestro cuento va a buscar el límite de la felicidad y el sitio que le explique el por qué de la gratuidad de su vida aburrida y burguesa. En el cuento, ese límite se sitúa en la interrupción misma del diario, su abandono, su final, el más allá, lo que en la escritura ella no quiere escribir, será la verdad, o sea la felicidad del encuentro y la infelicidad de su significado. ¿Por qué Budapest como antípoda de Buenos Aires? Entre diferentes respuestas, encontramos una que nos parece más interesante y útil, respuesta que no tiene la pretensión de volver a la verdad que el destino de Alina ha abierto, sino respuesta proyectiva , propositiva y propiciatoria en nuestro caso, con que queremos encontrar algo más que el drama personal de una niña mimada. El viaje de Alina, en un primer momento solamente mental y después también físico, es un viaje hacia atrás en el tiempo, hacia un origen desconocido. Aunque la familia de Alina venga probablemente de España (lo deducimos del hecho de que su apellido nos hace imaginar una genealogía impecable), el sentido del regreso
dibuja un área genérica, afectivamente más importante, un área por extensión europea. La preferencia por Hungría podría tener varias lecturas, pero será suficiente pensar en los músicos de ese país para justificar el amor de la joven pianista Alina.5 El vínculo entre Buenos Aires y Budapest, vínculo opositivo, nos hace entonces pensar en un regreso, no en una huida. Su viaje hacia lo desconocido (el viejo mundo, una ciudad sobre el Danubio, la vida conyugal misma) no tiene el carácter feliz del descubrimiento; para Alina, desde las primeras páginas, ir hacia Budapest, hacia una mujer imaginada, es ir a comprobar lo que cierta intuición ya le ha mostrado. Es claro que Alina quiere abandonar su mundo, pero esto hace parte de la perversidad del sentimiento que ella siente hacia la otra, no de su confianza hacia el futuro. Ella sabe muy bien que allá, en Budapest, se sentirá inconmensurablemente peor e infeliz, pero es por esa misma razón que ella escoge el movimiento y el viaje, por la necesidad de ir al fondo, volver al lugar de origen de las cosas, de las palabras y de sus significados, ir al sitio en donde ese dolor es el dolor, no su copia imperfecta e insignificante. Este lugar tiene en el cuento de Cortázar un nombre reconocible en los mapas de Europa, algo que para ella es sobre todo una ciudad, una mujer y un puente. Estas son las características que Alina reconoce como realmente importantes en los antípodas, la superficie puede cambiar, puede hacerlo la piel, pero no cambiarán estos símbolos, estos iconos. Estos finalmente pertenecen al escritor Cortázar, ya no a la joven Alina que solamente es un medio, una estrategia, para reconocerlos en el presente de este relato, como París, la Maga y el Pont des Arts pertenecen a la estrategia de Rayuela.6 Alina y la otra, Buenos Aires y Budapest (Buda Pest), son elementos de una construcción de dobles, opuestos y hermanos al mismo tiempo, un acá y un allá. El mismo esquema que encontramos en Rayuela, ya sumamente complicado, elevado a la enésima potencia (hasta el cielo), en Lejana es un juego de oposiciones, juego formal, retórico, en el mejor sentido del término, casi geométrico, como tiene que ser un buen cuento. Lejana, entonces, como cuento retórico: juego, no moralización de los opuestos: la otra mujer es el dolor, pero no es más que el dolor de Alina, porque el dolor oculto (de
4 ¡A lo mejor caigo a través de toda la tierra! ¡Qué divertido será surgir de golpe por donde vive toda esa gente que anda sobre la cabeza! , Lewis Carroll , Alicia en el país de las maravillas, Alianza Editorial, Madrid, 1970.
5 Los antípodas literarios o, mejor, el valor literario de los antípodas, no se inscriben obviamente en una simple cartografía matemática, sino en una serie de atracciones sentimentales. 6 Julio Cortázar, Rayuela, Sudamericana, Buenos Aires, 1963.
ALINA, ES LA REINA Y..., CINCO PALABRAS PARA INVENTAR UN MUNDO
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Alina Reyes es joven, bella, elegante y sólo vagamente consciente de las cosas que pasan alrededor suyo. Alina Reyes es la superficie, el significante, la apariencia: Me acosté con gusto de bombón de menta, al Boogie del Banco Rojo, a mamá bostezada y cenicienta.. .7 Sin embargo, seguimos conociendo muy poco de ella, o casi nada, porque lo que podemos leer es aquello que ella misma escribe en su diario íntimo fragmentario e inconstante, forma, la del diario, sentimental y femenino como ella, o sea muchas veces falsamente sentimental y ocultamente tramposo. Sabemos también que Alina tiene pensamientos nocturnos que a veces se parecen a pesadillas y que marcan el claro límite entre el día y la noche, entre la vigilia y el sueño, entre ella y la otra. Sería muy fácil considerarlos como las perturbaciones de una adolescente (Alina es adolescente en su actitud, aunque ya no
lo sea por su edad, en la perspectiva de tener veintisiete años y sin novio ),8 se podría inclusive pensarlos como insatisfacción o deseo sexual, impreciso fastidio por su protectora familia y por su bello novio. Hay que subrayar, de todas maneras, que en el caso de Alina no se trata de sueños propiamente dichos, es decir, de una elaboración inconsciente, sino de pensamientos nocturnos relatados en un diario, esto es, de actos casi voluntarios. Sería también fácil pensar estos pensamientos nocturnos como una forma de expresión personal, una actitud creativa pero otra vez muy femenina, al lado de la escritura y de la música, puesto que Alina también toca el piano o, mejor, acompaña el piano durante las tardes y las noches de fiesta en la casa. En este caso sería nada más que la creatividad femenina de una joven inteligente que espera naturalmente ejercer esa misma creatividad en aquel papel de esposa y madre que tendrá que desarrollar y demostrar en los años por venir. Todo entonces, los pensamientos y el diario, antes o después tendría que acabarse, puesto que una o se casa o escribe un diario, las dos cosas no marchan juntas .9 Sin embargo, a pesar de que las elucubraciones de Alina nos parezcan como algo típico de una mujer cansada, pero vivaz y activa, no creemos suficiente encerrar su problema en una dimensión casi patológica, sintomática de un estado social y de una condición de género. Además, como lectores, sabemos una cosa más, y más precisamente dos cosas: la primera es que quien escribe no es Alina Reyes, sino Julio Cortázar, hecho que nos pone en la necesidad de crear una lectura de la lectura (para nosotros) y una escritura de la escritura (para él y para Alina). Esperamos entonces, desde el cuento, un signo claro y definitivo que nos saque de la ficción de la lectura diarística para ponernos en la de la lectura literaria. Esperamos algo y lo esperamos de Cortázar, no de Alina. Este es el segundo punto: esperamos. Esta respuesta nos llega de las palabras, esas formas que tampoco Alina reconoce como suyas, sino como parte fragmentaria del universo de las palabras, autónomo y poderoso para crear una nueva realidad a partir de la combinación de letras y sonidos. El contenido de los pensamientos nocturnos de Alina es la percepción de la existencia de otro ser, femenino, que ella siente cada vez más como su doble y su opuesto, una mujer pobre de Budapest, un ser totalmente infeliz. La forma de estos pensamientos es la búsqueda de un nombre, el cuento retórico se construye a través de la importancia tan especial
7 Julio Cortázar, 1991, op. cit., pág. 37.
8 Íbid, pág. 47. 9 Íbid, pág. 47.
ALINA, LA MUJER Y LAS PALABRAS
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ALESSANDRA MERLO
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Alina) no es mejor que el dolor explícito (de la otra), ni más positivo, ni puede prometer una mejor salida, ni una salvación. Lo mismo puede decirse de los lugares: entre Buenos Aires y Budapest no existe una tierra prometida, utópica y feliz. En la relación entre estos dos antípodas, personal el primero, geográfico el segundo, tampoco existe una totalidad o un significado claro, una coincidencia completa y satisfactoria entre el acá y el allá. Inclusive el encuentro entre las dos mujeres es un encuentro dudoso porque se da en ausencia , en ausencia por lo menos del lector: nunca sabremos lo que pasó en el Puente de los Mercados, solamente escuchamos una voz que nos narra lo que se dio, y que aparentemente fue un acercamiento, el abrazarse y el alejarse de dos mujeres. Antes, existe el ir y venir del diario, después existe lo que relata el narrador que escribe el epílogo, pero nunca presenciamos la coincidencia, en la retórica del cuento, entre los dos lados del mundo, entre los antípodas, el encuentro y el abrazo y el intercambio entre Alina y la otra. Por supuesto a lo largo del texto el lector espera esa coincidencia, pero, cada vez más lo único que puede constatar es una lejanía insuperable entre palabra y acción: Alina se vuelve la otra, pero afuera, lejos de la escritura. Todo esto nos muestra la importancia de la dimensión retórica , no como negación de una dimensión humana , sino como paso hacia ésta: Lejana entonces como retórica de lo doble, pura forma, pura palabra, puro juego de palabra.
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que asumen las palabras. La otra mujer y el lugar en donde ella va apareciendo durante el diario de la protagonista son antes que todo elementos lingüísticos. Alina juega con las palabras y es solamente a partir de este juego que pueden nacer, primero, unos nombres sin referentes puros significantes y solamente después las palabras formadas también por significados . La percepción de un vacío, un vacío de significado en su vida y un vacío de significado en las palabras, esta enfermedad que llega del ennui y del spleen, produce una creatividad inútil , un divertissement, un pasatiempo, un juego de palabras que van sin rumbo, en búsqueda de un lugar en donde apoyarse, donde encontrar otra vez la coincidencia perfecta entre forma y sentido. Pensamos en el divertissement, en su significado casi etimológico de ir hacia otro lado , de divergir , de distracción .10 Nos gusta naturalmente la etimología viajera del término, puesto que el divertimento literario es realmente un viaje de escritura. El divertissement nos habla también del errar de Alina, de su locura lingüística, literaria e intelectual. Existe una larguísima tradición de desconfianza respecto al trabajo intelectual femenino, visto como errante y erróneo, sin embargo, logra demostrar que ese errar llega a un lugar. Este otro lugar es el lugar mágico de la palabra en cuanto formación de palabras, de otras correspondencias, de otras posibilidades, de otros mundos. Alina todavía no sabe esto, ni el precio que la invención de mundos conlleva; hasta ese momento, el suyo es el juego o, mejor, son sus juegos preferidos: el diario y el anagrama. Del primero ya hablamos, es de alguna manera el soporte necesario al cuento, es el texto que nosotros leemos, es la posibilidad de entrar dentro de lo consciente e inconsciente de Alina. Lo que nos interesa ahora es el segundo juego, desde la primera página de Lejana, empezamos a ver como sus noches insomnes están llenas de pequeños inventos, divertimentos para pasar el tiempo del insomnio: repetir versos , buscar palabras , palíndromas , hasta los preciosos anagramas: Salvador Dalí, Avida Dollars; Alina Reyes, es la reina y... .11 El anagrama, movimiento desde un significante hacia otro significante, juego de intercambio a partir de un mismo conjunto de letras. Esta es la definición inocente. Dos versiones de una misma materia, dos gemelos; esta es la
versión culpable, porque es capaz de crear monstruos, porque llega a tocar la identidad de las cosas, su ser únicas e irrepetibles. Sin saberlo, Alina llega a esta segunda acepción, a una variante conocida del anagrama; si éste, como dice Bice Mortara Garavelli, en su Manuale di retorica, es la permutación total de sonidos (y de las letras que los transcriben) ,12 es decir una de las figuras retóricas más simples, existen anagramas que son llamados onomancias , término con que se indica un presagio derivado de los nombres . Así Mortara Garavelli lo define El anagrama como onomancia nació en el siglo III a.c., cuando el poeta Licofrone anagramó el nombre griego de su rey, Ptolemaios, en apó mélitos, de miel . Este ejercicio, que saca de un nombre la enunciación de una calidad de su posesor, una definición del mismo, un elogio o una injuria, tuvo vida religiosa como broma, pasatiempo, componente satírico, etc. .13 Existen anagramas que son juegos simples, y esto es lo que Alina necesita para terminar la vigilia y empezar a dormir, pero existen también, en los engaños del idioma, anagramas que crean otras palabras, palabras pesadas porque contienen sentido y significado, y esto es lo que Alina descubre, lo que ya no la dejará dormir. El anagrama peligroso de su nombre es una frase ( es la reina y.. ), aún más terrible por no ser concluida, por ser abierta, por dejar el espacio del cuento, del destino personal. Alina Reyes es ésta, pero en su nombre se esconde la otra, la que está allá, la silenciosa presencia, esa adherencia maligna, esa usurpación indebida y sorda .14 Si la pregunta, cualquier pregunta, es como una puerta que gire sobre su eje silencioso ,15 los puntos suspensivos son el comienzo de un camino, de un viaje abierto, que tiene un inicio, pero nunca un final. Para Alina, descubrir este anagrama abierto es comenzar un viaje ( tan hermoso, éste, porque abre un camino, porque no concluye. Porque la reina y... ,16 poblado de seres fantasmales, pero finalmente horrible porque será el cuento de ella misma, horrible porque no tendrá nunca conclusión: Este pensar de noche, tan de noche... Quién sabe si no me perdería. Uno inventa nombres al viajar pensando.. .17 Los nombres y los anagramas, los cuentos y los viajes: si el divertissement es un ir hacia otro
10 El verbo «divertir» viene del latino divertere, «llevar por varios lados», de donde deriva también divergere, diverso, etc. En cambio, el término latino para «divertimento» era otium, palabra que no contiene ninguna referencia u acepción negativa, al contrario, era el término positivo de negotium (el tiempo no dedicado al otium). 11 Los puntos suspensivos terminales son del texto, no míos. Julio Cortázar, 1991, op. cit., págs. 47-48.
12 Bice Mortara Garavelli, Manuale di retorica, Bompiani, Milán, 1988, pág.130. 13 Íbid. (La traducción es mía). La onomancia tiene mucho que ver con el importante uso que tuvo el anagrama en lo esotérico y en el ámbito de las ciencias ocultas. 14 Julio Cortázar, 1991, op. cit., pág. 47. 15 Maurice Blanchot, L Entretien infini, Gallimard, París, 1969. 16 Julio Cortázar, 1991, op. cit., pág. 38. 17 Íbid, pág. 43.
ALINA, ES LA REINA Y..., CINCO PALABRAS PARA INVENTAR UN MUNDO
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18 Dante Alighieri, Divina Comedia, Hoepli, Milán, 1954. Inf. XXVI: el Infierno y el Purgatorio de Dante son opuestos geográficos, y antípodas, por ser el uno la vorágine bajo Jerusalén, el otro una isla en el mar «del mondo sanza gente», del mundo sin gente, del retro al sol , detrás del sol.
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encuentro, ha sido la ocasión de un cambio total, especular, entre las dos: Al abrir los ojos (tal vez gritaba ya) vio que se habían separado. Ahora sí gritó. De frío, porque la nieve le entraba en los zapatos rotos, porque yéndose camino de la plaza iba Alina Reyes lindísima en su sastre gris, el pelo un poco suelto contra el viento, sin dar vuelta la cara yéndose.19 El sujeto de este fragmento es ella , no yo . Alina Reyes ya es otra y la otra. La otra ha conquistado la aparente felicidad de Alina, sus vestidos, su belleza, casi pensamos que el acercamiento progresivo se ha dado por una férrea voluntad de la otra por salir de su condición, creando trampas a distancia, comunicaciones telepáticas y nocturnas. Alina, al contrario, siendo más culta, es ingenua y menos intuitiva en las cosas prácticas, inocentemente piensa en mandarle un telegrama, unas medias.. ,20 pero piensa, ella también, en una fuga, en una salida del destino. Doble personal: así como una transfusión de sangre o un trasplante de órganos no funciona si no hay compatibilidad entre el donador y el receptor, así Alina y la otra, ella y la reina de su noche, pueden comunicar la una con la otra solamente porque existe una familiaridad. De parte de Alina es, sin duda, la atracción por la pobreza, la miseria y el frío, por el sufrimiento, por el amor (porque Alina está segura de que la otra, aunque maltratada, tiene a otro que la ama, alguien que se llama Rod - o Erod, o Rodo - y él me pega y yo lo amo.. ,21 mientras que, de parte de la otra, se da casi un proyecto de rescate, una venganza lejana del pobre frente al rico. El movimiento de las dos mujeres es doble, aunque Cortázar solamente nos muestra el lado de Alina, su testimonio escrito. Por lo que nos parece, es ella la que se desplaza, la que va hacia la otra, sin embargo tenemos la sospecha de que también la otra se mueva hacia Alina: en los sueños, de pronto, le ha enviado un mensaje, yo estoy aquí y te espero, quiero cambiar mi cuerpo por el tuyo, mi decadencia por tu juventud.
INVENTAR EL LUGAR Se vio como Alina empieza a reconocer a la otra durante sus pensamientos nocturnos; sin embargo, si este es el comienzo, el enganche que hace empezar una historia de locura y de transfiguración, no todo el mensaje oculto que pone en contacto a las dos mujeres se da en esta situación. 19 Julio Cortázar, 1991, op. cit., pág. 49. 20 Íbid, pág. 42. 21 Íbid, pág. 41.
ALESSANDRA MERLO
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lugar , el juego de los anagramas de Alina lo es completamente, porque su viaje va a lo largo de una línea de palabra, a lo largo de un juego todavía no inventado. Sería natural, sin dolor ni consecuencia, el invento nocturno de Alina Reyes, si solamente el cuento fuera puro cuento, si no hubiese encontrado su significado de espejo, de reflejo perturbador, de lo que su vida algodonada le ha ocultado. En cambio, a través de las palabras, a través de una retórica inicialmente lúdica, esta mujer descubre todo el otro mundo y, antes, todo su otro ser, descubre la predicción, la onomancia, la apertura hacia el futuro. La reina es ella, pero existen puntos suspensivos que pueden ocultar el esplendor de la reina, y... El significado, entonces, no es el punto de partida, la necesidad de demostrar que la otra existe, que la otra es, sino el punto casi casual de llegada de un proceso que solamente ponía en evidencia el aparecer de un significante, del lado externo, aparente, sonoro (como un piano que acompaña una voz, como un diario que transcribe una vida) de la huella, del signo; el significado aparece en el trayecto que va del significante al significante, del nombre a su anagrama. En esa simple operación de retórica que es el cambio en el orden de las letras, lo que se descubre es todo lo que Alina no es, ella, la reina de las luces, que no conoce ni el reino de la noche ni a la otra, la lejana. La otra es lejana, y también esta palabra, casualmente, es un anagrama muy imperfecto de Alina Reyes. Imperfección necesaria porque ese término, siendo adjetivo, se refiere inevitablemente a la otra. Si Alina se vuelve la otra, ella realmente será la lejana, lejana de sí misma, de su cuerpo, de sus afectos, mientras que, desde el comienzo, lo único admitido y evidente era la lejanía en relación con la otra, con los antípodas, con el retro al sol ,18 con la otra parte, con el opuesto. Si lejana es casi un anagrama de Alina, es porque la otra es, también, casi ella. No es ella, porque ella es cercana a sí misma. En su relación, las dos mujeres del cuento de Cortázar nunca se volverán una, porque su existencia nace de la distancia, de la atracción entre dos destinos opuestos. Sin embargo, de alguna manera, Alina se vuelve la otra, aunque nosotros no podemos darnos cuenta, el abrazo sobre el puente de Budapest, más allá de ser la posibilidad de un
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Existe una fase sucesiva, en la que Alina va construyendo el entorno de esa figura femenina, un entorno que es geográfico y urbano, que son nombres de sitios y que ella aprende, esta vez sí, a través de un estado de ensueño. Podríamos casi oponer las dos experiencias y los dos estados que permiten conjugar los nombres a la realidad o constituirla : por un lado están los pensamientos nocturnos que por medio del anagrama y de la onomancia, pero siempre por medio de un juego voluntario, llegan a la denominación de otra mujer, a nombrarla y a crearla; por otro lado, existen los sueños y los ensueños que permiten construir la geografía del otro lugar, por medio de un proceso que podríamos casi llamar geomancia, algo como adivinar a través de una geografía. Se trata de otra coincidencia entre nombrar y crear: ahí donde un nombre es una plaza .22 Tratemos de definir mejor esta segunda situación, ya no voluntaria, puesto que Alina asume el pensamiento como una pura pasividad. Ella no piensa, sino que algo se hace pensar por ella, a partir de un pequeño acto de controlado abandono. El área semántica que describe este estado no es muy amplia, y, sin embargo, es significativa, un área que va del más usado pensar ( Pensé una cosa curiosa.. 23), al soñar ( Soñé a Rod o lo hice con una imagen cualquiera de sueño, ya usada y a tiro.. 24), al suponer ( Después de la plaza supuse que venía el puente... 25), al hallar ( Entre el final del concierto y el primer bis hallé su nombre y el camino... 26), al venir ( Hace tres días no me viene nada de la lejana.. 27), al confabular ( Anoche me dormí confabulando mensajes, puntos de reunión... 28), hasta llegar al sentir ( sentir que me pegan... 29) y al saber ( Sé que allá me están pegando de nuevo. No puedo evitar saberlo... 30) . Se trata de un trance, un viaje desde lo desconocido, pero intuible, hasta lo sabido. Se trata de un sueño, pero no en el sentido analítico, o no completamente en este sentido. La otra no simboliza a nadie, es otra y es Alina; bajo el nombre de Budapest no se esconde ningún lugar significativo para Alina, ningún lugar que ahora pueda aparecer bajo otro nombre cualquiera; al contrario, su insignificancia va llenándose de 22 23 24 25 26 27 28 29 30
Íbid, pág. 43. Íbid, pág. 42. Íbid, pág. 42. Íbid, pág. 43. Íbid, pág. 43. Íbid, pág. 42. Íbid, pág. 41. Íbid, pág. 40. Íbid, pág. 46.
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sentido a medida que Alina se lo otorga. Igualmente, nunca podríamos considerar la duplicidad (la doble cara humana de las dos mujeres, y la doble cara geográfica de los antípodas) como dos significantes condensados o condensables en un único significado: el interés y lo misterioso del cuento está en la duplicidad, en la ubicuidad, y no en la perspectiva de re-unificar los opuestos. El sueño tiene más bien los caracteres que se le daban en la antigüedad, en cuanto forma de adivinación de cosas y de lugares, adivinación. Sin embargo, podemos tratar de juntar los dos sentidos interpretativos de los sueños: el psicoanalítico (lo que ya se sabía toma otra forma, otros nombres) y el antiguo (preanuncio de algo que todavía tiene que pasar y que no se sabía, aunque si lo sabían los dioses). Si juntamos las dos interpretaciones en el caso del cuento de Cortázar, es porque nos interesa el hecho de que el saber en el primer caso se refiere al pasado, mientras que en el segundo, se refiere al futuro. Alina sabe las cosas, pero no sus nombres (su localización); los sabe a partir de algo que va más allá de su psique, de su inconsciente, pero que tiene su lugar allí, en su pensamiento. Además, ella los recuerda, o mejor, va recordándolos, por medio de un proceso de semiadivinación, de semi-conciencia, de pensamiento pasivo: el saber consciente es solamente final, y ya hace que sea inútil la escritura del diario y la continuación del juego onomástico. La geografía nos da la dimensión extra-personal de este problema, que a nivel individual se resumía diciendo que yo era otra, o soy otra, en otra vida, y se vuelve en la afirmación extrema de que mi mundo es la copia de otro mundo, puesto que mi pensamiento puede pensar en la posibilidad de otro pensamiento. A estas conclusiones podríamos llegar a partir de otra perspectiva. La otra es el doble de Alina, pero algo, en esta duplicidad, inclusive para nosotros que estamos acostumbrados a leer literatura, y literatura fantástica, nos desorienta. Este algo es la contemporaneidad entre las dos mujeres, el hecho de que vivan conjuntamente, en el mismo tiempo. El sueño, o la preparación al sueño por parte de Alina, no es sueño de una vida anterior, ni es la proyección de algo futuro, sino que es una compresencia, un cortocircuito fugaz, es la ubicuidad del ser, la misteriosa coincidencia entre pasado y futuro. Lo que separa a las dos mujeres, que las distingue, es el día y la noche, algo como el día y la noche (el blanco y el negro, la luz y la sombra). En otras palabras, lo que distingue a las dos mujeres es que viven en dos sitios, en dos lugares opuestos, en los antípodas, término que referido a personas, como dice algún diccionario, significa también trasnochados y
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BIBLIOGRAFÍA Alighieri, Dante, Divina Comedia, Hoepli, Milán, 1954. Blanchot, Maurice, L Entretien infini, Gallimard, París, 1969.
Cortázar, Julio, Rayuela, Sudamericana, Buenos Aires, 1963.
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trasnochadores , puesto que para los que están cabeza abajo nuestro día es su noche y su noche, nuestro día.
Cortázar, Julio, La vuelta al día en ochenta mundos, Siglo XXI, Madrid, 1984. Cortazár, Julio, Lejana, Diario de Alina Reyes en Bestiario, Alfaguara, Madrid, 1991. Mortara Garavelli, Bice, Manuale di retorica, Bompiani, Milán, 1988, pág.130.
Carroll, Lewis, Alicia en el país de las maravillas, Alianza Editorial, Madrid, 1970.
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ALESSANDRA MERLO
La intervención de una narrativa femenina en un campo de dominio tradicionalmente masculino, la Historia (con mayúscula), ofrece una ocasión propicia para redefinir el conflicto colombiano, no en términos de la guerra tradicional, que yo llamaría masculina, con perdedores y ganadores específicos y conceptos de traición, sino en términos de procesos opuestos a la guerra, no violentos, como el diálogo. Las nuevas crónicas deliberadamente subjetivas no plantean lo femenino y lo masculino como inconmensurables, sino que intentan incluir varios recursos y voces para relatar la historia. Ofrecen el diálogo en forma de voces polifónicas, equiparables tal vez al chisme y a la conversación, como una opción para considerar el conflicto armado desde otras perspectivas.
En las últimas décadas, distintas voces de la Historia el relato de la nación que se basa en voces patriarcales, autoritarias, tradicionales, oficiales y cerradas han transformado el concepto mismo de narrar los eventos histórico-políticos de una comunidad nacional. Las nuevas perspectivas participan en una re-escritura de la historia nacional y toman forma en voces diferentes tanto como en técnicas alternativas a las de la narración tradicional. En otras palabras y es el enfoque de este artículo la voz femenina, en este caso emitida por la mujer, empieza a exigir un espacio en la producción cultural del país. El auge de la escritura de las mujeres sobre la historia, en las décadas de los 80 y 90 en Colombia, representa una intervención en la escritura nacional tradicional, puesto que, por el solo hecho de ser mujeres, su tratamiento de los temas históricos es diferente. La voz femenina introduce en la narración la esfera privada con técnicas narrativas distintas de las tradicionales de la esfera pública, tales como la anécdota, el chisme, el uso de voces subjetivas y múltiples. En el área novelística nos encontramos con una voz femenina que se concentra en el lado privado de un evento público. Por ejemplo, Las horas secretas de Ana María Jaramillo es un monólogo de una protagonista femenina que narra la invasión del Palacio de Justicia de 1985, desde una perspectiva erótica.1 Otra novela que explora lo erótico de la política es La toma de Inés Palomeque que retrata la lucha política del secuestro de los diplomáticos en la Embajada de La República Dominicana. Palomeque simboliza la lucha entre la izquierda y la derecha sobre y, a través del cuerpo de una mujer afro-colombiana.2 Ambas novelas contribuyen a una visión de la Historia colombiana; pero en vez de basarse en una narrativa supuestamente neutra, trazan una historia que enfatiza las relaciones afectivas y sus influencias en el devenir de los acontecimientos de la nación. En este caso las novelas gozan de una libertad para relatar ciertos eventos de la historia de la que no disponen otros géneros de escritura. Supuestamente la novela, a diferencia de la historia, no debe atenerse al relato de hechos llamados verídicos. Además, puede recurrir a voces subjetivas y anecdóticas que la Historia excluye, al considerar lo erótico, lo emocional, lo anecdótico no solo como inadecuado, sino como un riesgo para la historia oficial a la que terminan por deconstruir.
* Ph.D., Universidad de California, San Diego. Profesora de cátedra - Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes.
1 Ana María Jaramillo, Las Horas Secretas, Bogotá, Planeta Colombiana Editorial S.A., 1990. 2 Inés Palomeque Moreno, La Toma, Bogotá, 1996.
DE LA TRAICIÓN AL ENTUSIASMO, OTRAS PERSPECTIVAS DE UNA HISTORIA Chloe Rutter-Jensen*
Resumen Cada vez más las mujeres utilizan producciones culturales, como la novela y las memorias, para expresar sus relatos de los hechos históricos. Este artículo examina un texto escrito por Laura Restrepo, como ejemplo del papel de la mujer en la creación de una narrativa de los procesos de paz en Colombia. Una voz femenina, a través de una perspectiva distinta de los hechos históricos en Colombia, interrumpe el relato oficial y supuestamente objetivo de la Historia.
Abstract Women are increasingly expressing their account of historical events in cultural productions such as novels and memoirs. This article examines a text by Laura Restrepo as an example of women shaping the narrative of the peace process in Colombia. Through the use of a feminine voice a distinct perspective of historical events in Colombia disrupts in the official and supposedly objective account of History.
Narrative becomes a problem only when we wish to give to real events the form of a story. It is becaue real events do not offer themselves as stories that their narrativization is so difficult.
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Hayden White
DE LA TRAICIÓN AL ENTUSIASMO, OTRAS PERSPECTIVAS DE UNA HISTORIA
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3 Jaime Serrano Rueda, y Carlos Upegui Zapata, Informe sobre el holocausto del Palacio de Justicia, Bogotá, Derecho Colombiana Ltda., 1986.
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Narrativity, certainly in factual storytelling and probably in fictional storytelling as well, is intimately related to, if not a function of, the impulse to moralize reality, that is, to identify it with the social system that is the source of any morality that we can imagine .4 Por lo tanto, si la sociedad es patriarcal y las leyes represivas, la narrativa histórica manifestará los deseos de los agentes que están en el poder. En el contexto colombiano, Lucía Ortiz demuestra que algunas escritoras colombianas se aprovechan de esta voz femenina, una voz que proyecta una deliberada subjetividad de la versión de lo ocurrido ,5 para desafiar desde ellas las historias oficiales de Colombia. Ortiz propone que esta deliberada subjetividad contrasta directamente con una voz masculina denominada objetiva y neutral. Teniendo en consideración las afirmaciones de White y Ortiz, se puede leer la voz femenina en el texto de Restrepo una amalgama de formas narrativas pertenecientes a la esfera de lo privado, lo subjetivo, lo chismoso, lo anecdótico, lo popular, lo afectivo y los hechos posibles sin pruebas estadísticas como una confrontación a la historia masculina. A pesar de que la crónica de Restrepo se narra en primera persona subjetiva denominada aquí femenina, el texto experimentó lo opuesto a la desaparición que le ocurre a muchos textos que han rechazado la voz masculina y descontextualizada. De hecho, a Historia de un entusiasmo le pasó un algo inédito para las obras escritas por mujeres; fue re-editada, además bajo un título nuevo, más de diez años después de la fecha original. En 1986 el libro se editó como Historia de una traición y la edición de 2000 se llama Historia de un entusiasmo. El cambio de título es una primera instancia de re-escritura de la historia, pero lo importante de su texto es que ayuda a resaltar perspectivas no oficiales, pero igualmente válidas. La inclusión de la anécdota testimonial, tanto como la de los hechos concretos en obras como Historia de una traición (entusiasmo) de Restrepo, demuestra que la oposición de una historia oficial a la no oficial representa una innecesaria confrontación de lo femenino con lo masculino, de lo público con lo privado. En vez de divisiones binarias, Restrepo intercala lo oficial, lo público, lo masculino, lo anecdótico, lo privado y lo femenino. Estos elementos convergen para apropiarse de una voz histórica, que
4 Hayden White, The Content of the Form, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1987, pág. 14. 5 Lucia Ortíz, La Novela Colombiana hacia Finales del Siglo Veinte: Una Nueva Aproximación a la Historia, New York, Peter Lang, 1997, pág. 145.
CHLOE RUTTER-JENSEN
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En el campo del periodismo de las décadas de los 80 y 90, por otra parte, las mujeres producen una literatura íntima de los hechos históricos que acude igualmente a voces y perspectivas no usuales en la Historia colombiana. Varios textos de periodistas mujeres han llegado a ser fundamentales para estudiar la lucha política entre la izquierda y la derecha; entre estos se encuentra Penumbra en el Capitolio y Noches de humo, de Olga Behar, y Palace of Justice de Ana Carrigan (colombo-irlandesa). Behar y Carrigan manejan un discurso de testimonio personal en donde la anécdota funciona como una forma de narrativa oral que desafía los relatos oficiales publicados por el Gobierno, tales como el estudio de Serrano y Upegui, Informe sobre el holocausto del Palacio de Justicia, el cual ignora estos elementos de la historia como insignificantes con respecto al análisis del evento.3 El presente ensayo se enfoca en un texto que ha llegado a tener la importancia de las historias oficiales. A pesar de usar una voz femenina, el texto Historia de un entusiasmo, de Laura Restrepo, logra venderse comercialmente y aparecer en las listas de lecturas académicas. En su crónica o memoria de los hechos y deshechos de la tregua de paz de 1984, entre el M-19 y el Gobierno, como autora y participante en las negociaciones, Restrepo desarrolla una estrategia narrativa que rechaza las técnicas de una historia oficial. A través del relato con voz femenina, Restrepo provoca una ruptura en la hegemonía de la masculinidad en el campo histórico y, por ende, en la historia hermética y exclusiva. Tradicionalmente la historia oficial ha sido cerrada a las voces que están por fuera de las jerarquías patriarcales. Esta historia oficial se ha registrado a través de la voz masculina, considerada objetiva, que cuenta su historia como si no tuviera un contexto político ni económico y mucho menos íntimo y, por lo tanto, como si fuera capaz de relatar la verdad de los hechos. La exclusión del discurso privado y contextualizado de estas mismas verdades constituye una historia oficial autoritaria, impuesta sobre los individuos de una comunidad nacional que ignora las historias minoritarias y marginalizadas. Dentro de este ámbito se considera que la voz femenina no interpreta los hechos independientamente de su contexto y que, por lo tanto, carece de autoridad. Pero como señala Hayden White, los eventos en una comunidad no se ofrecen como historias hechas y sin contexto, sino que los testigos inventan o construyen la historia a través de una narrativa que exige un tipo de resolución moral que refleja los sistemas actuales:
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representa una realidad; Restrepo desafía así el dominio de la masculinidad en la historia oficial. La escritura femenina ha podido luchar contra ese dominio y abrirse un espacio vital en la esfera pública en la cual establece otras posibilidades. Este espacio reformula una historia supuestamente objetiva, utilizando el testimonio, donde la autora y/o narradora actúa, como explica Jean Franco, as witness to and participant in public events .6 En otras palabras, intercalar a los no expertos dentro de una esfera pública, en el género testimonial, establece una subjetividad deliberada por parte de los nuevos historiadores; sin embargo, esta doble posición de actor e historiador en el mismo evento, requiere un equilibrio delicado entre el privilegio y la marginalidad, entre constituirse en una historia oficial, y efectuar la inclusión de voces subalternas.7 La misma Restrepo prescinde como periodista de una voz del mundo privado para asegurar que la lectora no la posicione en él. La autora no se apropia de una voz subalterna para narrar la historia, sino que escribe un testimonio, representando su propia voz. Sin embargo, incluye otras voces además de la suya y plasma varias experiencias del mismo evento en su crónica, ofreciendo así una versión polisémica de la historia. Restrepo cuenta de manera subjetiva los pormenores de las negociaciones y el contexto político que da trasfondo a los diálogos de paz; recoge la marginalidad con toda la idiosincrasia y la cotidianidad del habla, y convierte estas características en una de las más interesantes posibilidades del texto. Se destaca lo cotidiano, incluyendo por medio de la precisión de detalles como el calor que hacía, los zancudos que picaban y las dificultades para dormir en los campamentos, además de las charlas secretas con cordiales de whisky y los temas intelectuales tratados entre los interlocutores de ambos lados. Estos detalles añaden una visión cotidiana de la voz popular, en contraposición a los macro eventos reportados en la prensa, que tradicionalmente enfocan unidades militares y recuento de balas, armas, tanques, tropas, y muertes. No sólo incluye sus experiencias personales cotidianas, sino que también cita las de sus compañeros y adversarios. El introducir las opiniones de otros convierte el yo, en una colectividad de nosotros. Esta colectividad ofrece siempre
diferentes versiones, las de los oficiales del Gobierno, las de los guerrilleros o las de la prensa internacional, que ponen de relieve lo relativo de la historia. En el caso de sus entrevistas con los actores principales del Gobierno, Restrepo transcribe cuidadosamente las preguntas; por no editarlas de manera omnisciente, consigue el efecto de una subjetividad deliberada que ofrece un contexto específico a las respuestas. Muchas veces incluye una advertencia, que aunque desvaloriza el punto de vista del interlocutor, no sugiere una verdad alternativa. Así por ejemplo, contextualizando su entrevista con el General Díaz Sanmiguel dice: Esta es, pues, la verdad del General .8 Así ella socava la versión del general mediante la introducción de una lengua vernácula en la forma del pues tanto como la verdad del general y no la Verdad con mayúscula. Tampoco garantiza ella la verdad guerrillera, al resaltar la falta de verificación, al subrayar que las preguntas [de Pizarro] que aquí aparecen, fueron hechas a través de terceros, con mil inconvenientes .9 A pesar de que Wolfgang Heinz califica como falla del texto de Restrepo, la aparente aceptación , sin un análisis crítico de las explicaciones del M-19 ,10 en cuanto a la verdad de las entrevistas, ella trata textualmente igual a los comandantes de las diferentes entidades. El desdén por la verdad absoluta, que Restrepo da a entender a través del énfasis en perspectivas distintas, ilustra que la historia que pretende ser unívoca es incompleta. Al mismo tiempo que cita a generales, comandantes y presidentes, no excluye descripciones más mundanas de los actores, en frases como la muy hermosa Gloria Zea , hasta el muy feo Antonio Navarro Wolff . De esta manera, el libro no pretende ofrecer una versión objetiva y seca de los hechos y, considera los detalles de sabor de chisme de manera tan autorizada como las declaraciones de la prensa oficial. La yuxtaposición de las descripciones físicas y los detalles acerca del calor, los insectos y la comida, con los hechos tradicionalmente autorizados como fechas, horas, y número de personas, subvierte los métodos de la narrativa histórica oficial. Así ella no se estanca en una versión masculina de objetivismo falso, ni en un mundo privado de las anécdotas femeninas, y entrelaza las versiones oficiales con la voz popular.
6 Jean Franco, Critical Passions en Pratt, L.M., y Newman, K. (eds.), Selected Essays, London, Duke UP, 1999. 7 Íbid, pág. 52. The class privilege of the intelligentsia has always posed a problem for Latin Americans, but in women s writing it becomes particularly acute since women writers are privileged and marginalized at one and the same time .
8 Laura Restrepo, Historia de un Entusiasmo, Bogotá, Editorial Norma, 1986, pág. 277. 9 Íbid. 10 Wolfang Heinz, Guerrillas, political violence, and the peace process in Colombia en Latin American Research Review, Vol. 24, No. 3, Albuquerque, 1989, pág. 249.
DE LA TRAICIÓN AL ENTUSIASMO, OTRAS PERSPECTIVAS DE UNA HISTORIA
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11 Íbid, pág. 71. 12 Íbid, pág. 313.
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dos discursos; uno, oficial masculino y otro, privado femenino, intentando crear una consonancia equitativa entre los dos. En algunos momentos acude a técnicas más apropiadas a una historia oficial: por ejemplo, aunque haga mención, no profundiza sobre el trabajo de las mujeres que hacen parte del movimiento político, como suele suceder, ni tampoco sobre el trabajo de los campesinos, ni el de los indígenas. En cambio, como en la Historia oficial, se concentra detalladamente en una serie de hombres líderes, todos con algún tipo de educación formal. La voz de la misma narradora desaparece en estos momentos dedicados a una pequeña élite. De hecho, a pesar de utilizar una voz testimonial protagonizada por ella misma (la autora) nunca queda claro cuál fue la labor de ella en las negociaciones de paz, lo que constituye el argumento de su libro. Su voz queda subsumida en el relato de los hombres líderes de Colombia. Aunque la narradora esté presente, sus intervenciones activas se limitan a unas entrevistas con un ministro, un general y un comandante. Disminuir la fuerza de la voz testimonial, anecdótica y popular inhibe la potencia de su intervención como historiadora. De esta manera su testimonio queda dentro de esquemas patriarcales y jerarquizados, sin explotar hasta sus últimas consecuencias las posibilidades que ofrece la inclusión del mundo privado y femenino, en el público y masculino. Aunque la voz femenina no desaparezca por completo, la autora no aprovecha plenamente sus posibilidades. Finalmente, regresamos al cambio del título que refleja el lado de la oralidad y lo anecdótico de la historia. El cambio de título, al re editar el libro diez años después, de historia de una traición a historia de un entusiasmo, específicamente el reemplazo de traición , palabra relacionada con la guerra, una actividad masculina, por entusiasmo , palabra que elude su existencia e implica una subjetividad, resulta de una sensibilidad hacia la historia no vista en versiones impuestas por el Estado. Como pasa en las versiones orales, el lenguaje cambia con facilidad. Reemplazar unas palabras por otras sugiere la coloquialidad de la esfera privada. De esta manera la flexibilidad del título es una semblanza de la flexibilidad que demuestra la historia femenina ausente en las historias oficiales. Además, el cambio del título representa la perspicacia de saber que las historias, aunque impresas, todavía pueden cambiar a medida que se recogen más testimonios, documentos y entrevistas, al igual que el transcurso del tiempo obliga a re-intepretar los hechos. Vale decir que en un entorno estereotípico masculino, rara vez se admite que se haya errado, ni equivocado, como se ve en las CHLOE RUTTER-JENSEN
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Una de las maneras más éxitosas que Restrepo utiliza para salirse de una fórmula de historia oficial, es la transparencia con la que transmite sus propios prejuicios. Expone sus tendencias políticas, tanto como sus tendencias elitistas, a través de su acceso a comodidades cotidianas (por ejemplo la estancia en el Hotel Aristi de Cali, después de estar en el monte) o su pensamiento estrechamente urbano, que presume que los que viven en el campo deben estar muertos de aburrimiento.11 En cuanto a la política, a pesar de incluir testimonios de actores gubernamentales en el libro, y de pintar, de manera favorable, a varios políticos como Betancur, el libro tiende a dar un apoyo firme a la guerrilla. Por ejemplo, describe su encuentro con el taxista que iba a transportarla al Congreso de los Robles: Uno de los taxistas que elegimos al azar se mostró decidido a hacernos llegar por el atajo que fuera, y hablaba con tanto entusiasmo y conocimiento de causa del M-19 que despertó nuestras sospechas: Este, o es tira o es comandante guerrillero. (Debía ser comandante porque al despedirse me regaló una cachucha sin estrenar que llevaba en la guantera, diciéndome que me haria falta para el sol) .12 Obviamente, ella no confía en el posible bienpensar de un tira, y está muy dispuesta a creer que algún desconocido que le tiene consideración, debe ser guerrillero, muestra así abiertamente así su creencia en la guerrilla. Las huellas personales que Restrepo deja en el texto engendran la noción de que este es UN relato entre muchos, contado desde una perspectiva particular, sin intentar ser ni final, ni autoritario. De esta manera, no insiste en que es la Historia , con mayúscula. Sin embargo, vale enfatizar que la posición de la autora/ narradora como testigo y participante en los eventos manifiesta un poder inusitado y no accequible para quienes no tengan las oportunidades que brinda la clase social de la autora. Restrepo, de clase alta y con las facilidades de acceso a presidentes, políticos, generales, etc. tiene un privilegio poco usual para escribir y tener acceso a los medios de comunicación masiva. Podemos conjeturar que en el caso de Restrepo, a pesar de ser una voz femenina, la clase social pesa más que su marginalización como mujer. Ella goza de un privilegio según el cual, como autora puede ser testigo, pero donde los testigos no pueden ser necesariamente autores. En esta línea delgada de privilegio y marginalidad, testigo y participante, la autora se enfrenta al problema de manipular
guerras sucias de Argentina y Chile, donde muchos de los culpables de las torturas y desapariciones lo niegan, incluso a los mismos líderes internacionales como Kissinger que son incapaces de re-evaluar sus acciones a pesar de que haya evidencia en contra de ellos. La transparencia de la narrativa, más los años transcurridos, le dan a Restrepo la oportunidad de reconocer su subjetividad y, en un acto humilde ella declara en el prólogo: que el libro no está escrito con la neutralidad periodística que tanto se alaba. Pero sí con honestidad, con documentación estricta, testimonios auténticos, vivencia directa de los hechos y profundo respeto por estos. Estas dos frases abren la puerta a nuevas formas de contar la historia, que no se disfrazan de historia oficial.
Palomeque Moreno, Inés, La Toma, Bogotá, n.p., 1996. Restrepo, Laura, Historia de un Entusiasmo, Bogotá, Editorial Norma, 1986. Serrano Rueda, Jaime y Upegui Zapata, Carlos, Informe sobre el holocausto del Palacio de Justicia, Bogotá, Derecho Colombiana Ltda., 1986. White, Hayden, The Content of the Form, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1987.
BIBLIOGRAFÍA Franco, Jean, Critical Passions en Pratt, L.M., y Newman, K. (eds.), Selected Essays, London, Duke UP, 1999. Heinz, Wolfang, Guerrillas, political violence, and the peace process in Colombia en Latin American Research Review, Vol. 24, No. 3, Albuquerque, 1989. Jaramillo, Ana María, Las Horas Secretas, Bogotá, Planeta Colombiana Editorial S.A., 1990.
Dossier
Ortíz, Lucia, La Novela Colombiana hacia Finales del Siglo Veinte: Una Nueva Aproximación a la Historia, New York, Peter Lang, 1997.
DE LA TRAICIÓN AL ENTUSIASMO, OTRAS PERSPECTIVAS DE UNA HISTORIA
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Otras Voces Travesía, travestí y traducción. Posiciones in-between en la nueva novela historiográfica de América Central / Barbara Dröscher Política e identidad cultural en La desesperanza de José Donoso / Nick Morgan Revolución y rebeldía. La marcha del ejército zapatista de liberación nacional, hacia la Ciudad de México / Luisa Ortiz Pérez Historia y sociedad en la génesis de las lenguas criollas / Carlos Patiño Rosselli
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TRAVESÍA, TRAVESTÍ Y TRADUCCIÓN. POSICIONES IN-BETWEEN EN LA NUEVA NOVELA HISTORIOGRÁFICA DE AMÉRICA CENTRAL Barbara
Dröscher *
Resumen Dröscher, a través del análisis de tres novelas historigráficas centroamericanas recientemente publicadas, demuestra cómo estas obras cuestionan la visión de las grandes narraciones históricas y de los llamados mitos fundacionales y conciben la historiografía como un género literario una tradición oral, donde toda interpretación ostenta pareja validez. Para corroborar su tesis, Dröscher señala la utilización innovadora que estos autores llevan a cabo de reconocidos recursos literarios como la ironía, el empleo de varios tipos de ambigüedad y el cuestionamiento preciso de roles asumidos como definitorios de identidad durante la Modernidad. Asimismo al crear espacios intermedios (in-between), estos escritores Aguilar, Guardia y Ramírez , coinciden con Homi Baba en cuanto a que crean un terreno para elaborar estrategias de individualidad particular o comunitaria que dan pie a nuevas marcas de identidad, así como crean sitios innovadores de encuentro y desafío.
Abstract Dröscher through a detailed analysis of three recently published Central American Historiographical Novels demonstrates how these fictions deconstruct previous historical narratives and so called foundational myths and views History primarily as a literary and oral account where all so-called universal truths are questioned and all possible interpretations are valid. To confirm her thesis, Dröscher points out the authors innovative use of well known literary resources such as irony, several types of ambiguity and very precise questioning of roles that inhabit any claim to identity in the modern world. Also, by creating in between spaces, these writers Aguilar, Guardia and Ramírez coincide with Homi Bhabha in establishing a terrain for elaborating strategies of selfhood singular or communal -, that initiate new signs of identity and create innovative sites of collaboration and contestation.
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En los años noventa, la literatura centroamericana manifiesta, con la publicación de una serie de las así llamadas nuevas novelas históricas, un creciente interés por la Historia y la historiografía.1 Ya sea la conquista, la época colonial, el * Asistente científica en el Zentralinstitut Lateinamerika, Freie Universität de Berlín. Una versión de este texto fue presentada en el X Congreso de Literatura Centroamericana en Berlín, en marzo de 2002. 1 Werner Mackenbach revela un panorama actual de las nuevas novelas históricas centroamericanas en su estudio La nueva novela histórica en Nicaragua y Centroamérica . Ver Werner Mackenbach, La Nueva Novela Histórica en Nicaragua y Centroamérica en Ponencia en el VII Congreso Internacional de Literatura Centroamericana Antigua, Guatemala, (Marzo), 2000.
modernismo, Sandino o la resistencia contra el dictador Somoza, se trata de una deconstrucción de las grandes narraciones y mitos de la historia nacional. El juego intertextual con la historiografía, con el estilo literario de la época en cuestión y con las leyendas de la tradición oral, alumbra la relación con los contextos culturales de las verdades históricas. A la vez, se revela el carácter discursivo de la historiografía. Lo que afirma, en general, María Cristina Pons respecto a la nueva novela histórica latinoamericana, se aplica también a las novelas centroamericanas: la novela histórica contemporánea cuestiona la verdad, los héroes y los valores abanderados por la Historia oficial, al mismo tiempo que presenta una visión degradada e irreverente de la Historia. Cuestiona, además, la capacidad del discurso de aprehender una realidad histórica y plasmarla fielmente en el texto, y problematiza no sólo el papel que desempeña el documento en la novela histórica sino también entre la ficción y la Historia .2 Como en la mayoría de las nuevas novelas históricas de América Latina, tampoco en estas novelas centroamericanas se niega el papel de la historiografía,3 sino que más bien los textos historiográficos son contextualizados. Curiosamente, el interés por la historia y por los mitos sobre los orígenes de Nicaragua en algunas novelas está vinculado a la aparición de un personaje cuya posición se constituye, de acuerdo con Homi Bhabha, como un espacio in-between .4 Estos personajes no quieren responder a los patrones tradicionales de pertenencia, y las señales más importantes de identificación, como etnicidad o género, han perdido su carácter unívoco. Puesto que la identificación étnica y genérica son dos de los fundamentos del orden social de la 2 María Cristina Pons, Memorias del Olvido. Del Paso, García Márquez, Saer y la Novela Histórica de Fines del Siglo XX, México, Siglo XXI, 1996. 3 Si bien estas novelas históricas manifiestan una explícita desconfianza hacia el discurso historiográfico, no se trata de un mero cuestionamiento indiscriminado a la práctica historiográfica per se. Íbid, pág. 258. 4 Homi Bhabha le otorga gran importancia estratégica a la dedicación literaria y teórica de esta posición: The move away from singularities of class or gender as primary conceptual and organizational categories, has resulted in an awareness of the subject positions of race, gender, generation, institutional location, geopolitical locale, sexual orientation that inhabit any claim to identity in the modern world. What is theoretically innovative, and politically crucial, is the need to think beyond narratives of originary and initial subjectivities and to focus on those moments or processes that are produced in the articulation of cultural differences. These inbetween spaces provide the terrain for elaborating strategies of selfhood singular or communal that initiate new signs of identity, and innovative sites of collaboration, and contestation, in act of defining the idea of society itself. Homi Bhabha, The Location of Culture, London and New York, Routledge, 1994. En México se puede observar un proceso cultural similar, especialmente en la obra de Carmen Boullosa. La escritora mexicana ofrece dos ejemplos particularmente interesantes: Duerme y Son Vacas, Somos Puercos.
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5 Thomas Wägenbaur, Postmoderne und Multikulturalität. Der Feine Unterschield en Kessler, M., y Wertheimer, J. (eds.), Multikulturalität, Tübingen, Stauffenberg, 1995. 6 Un ejemplo de la creación de una figura de la experiencia de desgarro lo da el autor guatemalteco: Luis Alfredo Arango, Después del tango vienen los moros, Guatemala, Grupo Literario Editorial RIN - 78 , 1988. 7 Rosario Aguilar, La niña Blanca y los Pájaros sin Pies, Managua, Nueva Nicaragua, 1992. 8 Gloria Guardia, Libertad en Llamas, México y Barcelona, Plaza y Janés, 1999.
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Sergio Ramírez.9 Esta novela trata sobre el poeta Rubén Darío y el atentado a Somoza en 1956. Este personaje tampoco puede sostener su posición intermedia en aquel mundo extremamente polarizado en cuanto a política y sexo.
EL INTENTO DE REDEFINIR LA NACIÓN MESTIZA A TRAVÉS DEL ASPECTO DE LAS MUJERES En La niña blanca y los pájaros sin pies, Rosario Aguilar retrata seis personajes femeninos, involucrados de distinta manera en la historia de la Conquista: doña Isabel, la esposa de Pedrarias Dávila, conquistador sin escrúpulos; doña Luisa, la hija del cacique tlaxcalteco Xicontenga, privada de su nombre indígena y entregada al monstruoso Pedro de Alvarado como obsequio; la mestiza doña Leonor, fruto de esta unión; doña Beatriz, la esposa española y segunda esposa legal de Pedro de Alvarado; doña Ana, la hija del cacique, educada en la corte de Castilla y, finalmente, doña María, la hija de Isabel y de Pedrarias, rica y consciente de su poder. Todas estas figuras femeninas tienen un referente en crónicas e historias de la conquista, a pesar de que los datos respecto a las actoras sean mucho más escasos que respecto a los actores en la Conquista.10 Por la escasez de los materiales, las referencias y las menciones de pasada funcionan como intertexto dentro de la novela de una manera especial. La autora tiene que crear historias personales, limitándose a los pocos datos existentes sobre estas mujeres y partiendo del material dado a través de las conocidas historias de los esposos. No es de sorprender que aquí haya también una referencia a la imagen y al mito de una actora en la
9 Sergio Ramírez, Margarita, está Linda la Mar, Madrid, Alfaguara, 1998. 10 Doña Beatríz es la única de estas mujeres que llega a ser mencionada como Beatríz de la Cueva, ello hasta en la historiografía más actual. Edelberto Ver Torres-Rivas, Historia General de Centroamérica, Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario/ FLACSO, 1993, pág. 153. Pero el mismo libro sólo menciona como yerno de Pedrarias a Rodrigo de Contreras (pág. 152) y no así el nombre de la hija (María) misma. Doña Luisa y Doña Leonor al menos parecen valer una nota a pie de página (págs. 93 y 251) y unas palabras en la biografía de Pedro de Alvarado (pág. 246); José Milla, Historia de América Central, Guatemala, Editorial Piedra Santa, Biblioteca Centroamericana de Ciencias Sociales, 1879/1882. quien menciona con más respeto también a Doña Beatríz (págs. 251 a 253). Doña Isabel aparece en este obra histórica sin nombre, sólo como esposa de Pedrarias (pág. 64) e hija de la condesa de Moya, una amiga de la reina Isabel. En Tomas Ayon, La Historia de Nicaragua: desde los Tiempos más Remotos hasta el Año de 1852, Managua, Fondo de Promoción Cultural, BANIC, 1993, está mencionada Doña Isabel de Bobadilla sólo una vez como mujer de Pedrarias (pág. 108); su hija María Peñalosa encuentra un poco más de atención en esta obra por las peleas que hubo por la herencia de su esposo Rodrigo de Contreras (pág. 203).
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comunidad imaginaria, la aparición de tales personajes ilumina sobre las rupturas inherentes al concepto de nación. Se trata de Grenzgänger [pasafronteras] entre culturas de identidad transnacional y transitoria.5 Por supuesto, la interculturalidad no es un tema nuevo en un mundo en el que los escritores se mueven desde siempre entre una formación cultural europea y una centroamericana. Tampoco es así en los países con una gran heterogeneidad cultural, como Guatemala, donde los escritores se convierten en pasafronteras dentro de las diferentes culturas en su propio país; no en última instancia, a raíz de su relación estrecha en parte biográfica con la cultura indígena. Pero si en tiempos pasados esta situación se manifestaba en la literatura como un desgarre interno,6 en los años noventa la literatura tematiza menos una realidad interna como relaciones de poder y los efectos causados por las fuerzas bipolares, entre las cuales los personajes deben posicionarse. La traducción y género, como temas de los que se hablará más abajo, se encuentran en el campo de tensión entre traición y el empowerment. Dos de los personajes analizados en este estudio asumen el papel de mediadores entre Nicaragua y el Norte; el tercero tiene una posición transgenérica entre los sexos. El primer ejemplo lo tomo de la novela La niña blanca y los pájaros sin pies,7 de la escritora nicaragüense Rosario Aguilar. En esta novela la autora intenta redefinir el concepto de nación mestiza y enriquece las raíces históricas con el aporte de las mujeres en la historia de la Conquista y también con el esbozo de la identidad de una mestiza nicaragüense. En el segundo ejemplo, Libertad en llamas, de Gloria Guardia,8 la actividad de la protagonista, a pesar de toda parcialidad a favor de la liberación nacional, contribuye a la deconstrucción del mito de Sandino. Sin embargo, su misión mediadora resulta al final impotente ante la superioridad imperialista. El tercer ejemplo trata de un personaje que se podría definir como queer. Desempeña un rol considerable pero ambiguo en la novela Margarita está linda la mar, de
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Conquista más conocida, pero a la vez, historiográficamente inconcebible: la Malinche.11 A pesar de las posiciones y orígenes tan diferentes de estas mujeres, la situación de cada una guarda correspondencia, de una u otra manera, con la Malinche.12 Doña Luisa es la que más responde al paradigma de la Malinche, acuñado por Octavio Paz, en el que el deseo sexual está vinculado con la traición. Por medio de un monólogo interno, nos confronta esta figura con las esperanzas e ilusiones de su amor por Pedro Alvarado y su dolor por la erradicación de su cultura original. El deseo sexual, fomentado por su propia familia indígena para fines de espionaje, la convierte en víctima. Ni sus palabras ni sus servicios amorosos constituyen un puente entre los españoles y su propia gente. Finalmente, pierde no sólo el amor de Alvarado, sino que también, a sus hijos. En su historia no cabe una tercera posición entre ambos partidos, el español y el de su cultura original. Al contrario de lo que opina Greenblatt acerca de la representación de la Malinche en Bernal Díaz,13 Rosario Aguilar no ofrece una figura femenina mediadora en cuyo cuerpo oscilan las dos culturas. Sin embargo, la autora no se limita a reconstruir la situación del primer encuentro entre las culturas indígenas y la española. Puede verse también en la trama que sirve de marco a los retratos de las protagonistas, cómo se produce un encuentro intercultural en la Nicaragua contemporánea. El yo narrador, una joven escritora nicaragüense, se ha enamorado de un periodista español que vino para cubrir las elecciones del 1990 en una Nicaragua todavía sandinista. Los dos viajan por todo el país. Durante una visita a las ruinas de León Viejo, él la anima a escribir lo que habían sentido... cuando se dio la colisión entre dos mundos ajenos, distantes, totalmente extraños . Rosario Aguilar inventa el encuentro de un español con una nicaragüense en el año de 1990 y crea así una situación análoga al encontronazo de dos mundos, sin tocar en ello el conflicto Norte-Sur que se 11 Hay que tener en cuenta que, en el contexto del debate sobre el quinto centenario al principio de los noventa, surgió un interés especial por la figura de la Malinche. También en Nicaragua hubo publicaciones respecto a esta figura (cf., Agenda, Gente). En el Coloquio internacional que tuvo lugar en México (1993), se consolidó una nueva perspectiva interpretativa en el trato de esta figura tan difícil de determinar históricamente, Ver Margo Glantz, La Malinche, sus Padres e Hijos. México, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994. 12 Ver Bárbara Dröscher, La Melinche Zur Aktualität der Historischen Gestalt in der Lateinamerikaforschung , en Dröscher, B.Rincón, C. (eds.), La Malinche Übersetzung, Interkulturalität und Geschlecht, Berlín, Editorial Tranvía, 2001. Este artículo da una introducción al tema de la trayectoria de la figura y del mito desde la representación de la conquista en las crónicas y códices hasta el debate actual. 13 Stephen Greenblatt, Marvelous Possessions, Chicago, The University of Chicago Press, 1992, pág. 143.
vivía, de hecho, entre Nicaragua y Estados Unidos durante el proceso electoral. De esta manera, se produce una constelación asimétrica pero carente de la relación de poder determinante en estos tiempos. La joven nicaragüense funge como guía de turistas y ve su propio papel como el de una mediadora entre el mundo nicaragüense y las expectativas europeas. Hay que destacar, sin embargo, que el deseo en este caso no está vinculado con la traición, sino que armoniza con los intereses del país y su propia agenda. Mediante la construcción de un clímax dramático, la búsqueda de identidad vinculada al proyecto literario termina exitosamente con una catarsis: en un choque automovilístico, la protagonista pierde temporalmente la vista. En el consiguiente viaje a España no sólo se recupera del accidente, sino que cree haber encontrado su propia identidad: Con el viaje me había encontrado a mí misma de manera afirmativa, positiva. Sabía quien era... Ya nunca nadie me hará perder la identidad.... Aspiré el aire de mi nuevo mundo, mío, y de cada una de mis células brotó la esencia de mi ser americano. Intrínseco, inamovible, para siempre. 14 En esta figura de una joven mestiza nicaragüense, el paradigma de la Malinche creado por Paz, parece finalmente superado. Por otra parte, durante la lectura, se muestran claras diferencias en la calidad literaria entre la narrativa que sirve de marco y los retratos de las seis mujeres de la época de la Conquista. El argumento que sirve de marco resulta demasiado rebuscado, sobre todo, en lo que se refiere al accidente. Esa debilidad literaria de la autora, conocida generalmente a través de la fuerza poética de sus textos, muestra que la solución del conflicto principal es cuestionable, por lo que despierta dudas (aunque fuera sin querer) respecto al real descubrimiento de la identidad. La posición de la mediadora se consolida en un mestizaje en el cual las relaciones de poder parecen borradas y las tensiones disueltas. Rosario Aguilar trata de conservar el concepto del mestizaje como fundamento de la nación nicaragüense; esto lo hace al otorgarle nuevo vigor integrando, un factor femenino y suponiendo un cambio en las relaciones del poder. Pero el mestizaje, como concepto de identidad basado en la unión sexual de indígenas (generalmente mujeres) con españoles (generalmente hombres), no toma en cuenta los diferentes grupos étnicos que existen en Nicaragua, especialmente en la Costa Atlántica.
14 Rosario Aguilar, 1992, op. cit., pág. 142.
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DECONSTRUCCIÓN Y TRADUCCIÓN, TRAICIÓN Y TRAGEDIA NACIONAL En la novela historiográfica Libertad en llamas, de Gloria Guardia, el puesto de las mujeres es reclamado en el campo de la política, en especial en la lucha por la liberación nacional. Gloria Guardia, respaldada por la fuerte influencia feminista que se hace sentir desde los años 80 en el discurso cultural, crea una constelación históricamente improbable: su protagonista Esmeralda asume una función política de gran responsabilidad. Esta constelación llama la atención, sobre todo porque en otros aspectos se apega mucho más a la historiografía moderna,16 especialmente en lo que se refiere a Sandino y al conflicto social.17 Además, la novela misma hace referencia a los reportajes del periodista estadounidense Carlton Beals, donde se destaca que ninguna de las mujeres cercanas a Sandino ha asumido una posición política digna de mencionar, ni ha tenido algún logro intelectual o función importante en el contexto de la guerra de guerrillas. Así, consciente de la situación, Gloria Guardia lleva a cabo un experimento: introduce un personaje femenino entre Sandino y el intelectual hondureño aliado, Froylán Turcios; introduce así una agente de relaciones públicas, que es a la vez mediadora y espía de Sandino. Ella es, de esta suerte, agente en el sentido doble de la palabra. De esta manera, Gloria Guardia crea una constelación triangular en la que la protagonista funge como mediadora entre el pensamiento liberal burgués y el movimiento guerrillero.
15 Desde ahí se da una correspondencia con los discursos más actuales, especialmente de feministas y chicanas respecto a la Malinche. Estos textos la representan de nuevo como referencia dentro de la concepción de empowerment . 16 Más allá de trazar un cuadro histórico, la autora hace una prolepsis hacia el año 1967. Para relacionar la narración con la historiografía más reciente, menciona la autora un estudio de Neill Macaulays, The Sandino Affair, Chicago, Quadrangle Books, 1967. 17 La revelación de los hechos y la crítica desmitificadora de Sandino corresponde en gran parte con el estudio de Volker Wünderich, Sandino, una Biografía Política, Managua, Nueva Nicaragua, 1995.
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El personaje parece apropiado: a sus 13 años, la joven y emancipada Esmeralda perdió a su madre, oriunda de una familia de abolengo nicaragüense, y ha gozado de una educación liberal de su padre español. Educada en Madrid, donde fue discípula de Ortega y Gasset, ella dispone de la necesaria independencia como mujer y de la experiencia multicultural que le otorgan la competencia necesaria para asumir el papel de mediadora. Hallamos otra vez una huérfana, figura literaria frecuente de un aparente fuerte significado simbólico, en la novela escrita por mujeres.18 Por voluntad propia, Esmeralda asume la función de traductora y mediadora entre Sandino y el mundo. Ella redacta las cartas de Sandino al exterior y ausculta, además, para él la opinión en el país y el pensamiento de la oligarquía nicaragüense. El rol de mediadora es discursivo, ya que la novela no gira alrededor de la lucha armada, sino de la lucha por la opinión internacional. Por medio de la lectura y redacción de Esmeralda, la autora introduce varios documentos (auténticos y falsificados) y material propagandista. La técnica literaria de citación de discursos del espectro liberal y antiimperialista por medio de diálogos puestos en escena, da un aspecto auténtico a la representación del debate histórico. De esta manera, se discute la diferencia estratégica entre la posición democrática liberal y los momentos social-revolucionarios en la guerrilla de Sandino, sobre todo, en cuanto a su impacto sobre la opinión nacional e internacional. El marco histórico de la novela está claramente determinado: se trata de la fase entre agosto de 1927 y noviembre de 1928, en la cual, como afirma también el historiador Volker Wünderich, Sandino experimenta un gran apoyo y atención internacional.19 Sin embargo, a finales de noviembre pierde a su importante aliado Turcios y se aísla gravemente. En correspondencia a los hechos acaecidos, cambia también la situación descrita en la novela. En la medida en que la reacción internacional se hace cada vez más crítica, queda manifiesto que la mediación entre la opinión internacional y Sandino sólo funciona hacia una dirección. Sandino se muestra inaccesible a los argumentos críticos de sus aliados, y manifiesta más bien, una posición hostil en contra de ellos. 18 Ver Bárbara Dröscher, Huérfanas y otras sin madre, en publicación, 2002. 19 Pero a los pocos meses de ocurrido el combate de Ocotal, sucedió algo asombroso: las proclamas patrióticas de Sandino llamaron la atención en el extranjero y se difundieron con suma facilidad. Pronto sus acciones se comenzaron a celebrar en muchos países de América Latina como ejemplos morales y políticos, y hasta la opinión pública de Estados Unidos y Europa se interesó por esta figura asombrosa, que desafiaba a la potencia mundial y traía de las propias narices a sus tropas de ocupación. Volker Wünderich, 1996, op. cit., pág. 120.
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Por otro lado, la novela de Rosario Aguilar muestra una marcada diferencia con el discurso tradicional de la nación, ya sea liberal o sandinista. Ya no son únicamente las madres, ayudantes y víctimas femeninas, sobre cuyos cuerpos se escribe la conquista del territorio y se erige el poder. Los retratos literarios también muestran un ansia por la autorealización (en el deseo o en la profesión);15 así, mujeres con poder encuentran cabida en la narración sobre el origen de la nación.
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Así, Esmeralda termina entre dos frentes. Por un lado, la policía secreta que colabora con las tropas estadounidenses está a punto de descubrir sus vínculos con Sandino. Pero más grave parece el otro frente: en la medida en que ella asume una posición propia que revela diferencias políticas, cae bajo sospecha de traición por parte de Sandino. Finalmente, ella busca el enfrentamiento personal con Sandino, le quita su apoyo y decide regresar a Europa. Este hilo dramático se desarrolla paralelamente a una historia de amor, en la cual la autora juega con todos los clichés de las películas de aventuras de nobles bandidos y valientes amantes . Esmeralda se enamora de Ferrara, atractivo oficial de Sandino, que desempeña el papel de ser su hombre de contacto. Este hilo narrativo le asigna una posición femenina romántica que parece entrar en contradicción con su conciencia de sí como mujer moderna e independiente. Así, la posición asumida por Esmeralda en las relaciones de género es ambivalente. Pero no es esta ambigüedad personal el tema del drama. Más bien lo dramático se desarrolla en el campo político; es aquí donde resulta extremamente problemático el vínculo entre la guerrilla, por un lado, y filosofía y arte, por el otro. Esto es así porque la historia política de Esmeralda se complementa con la narración sobre la amistad entre ella y el segundo personaje central de la novela, el artista Frutos, de edad avanzada y de formas amaneradas. Esmeralda participa en el proyecto de Frutos de crear artísticamente una alegoría que exprese el deseo de libertad del pueblo nicaragüense. En la comunidad entre Esmeralda y Frutos se une el discurso político con el discurso estético, cuyo tema, de ambos, es la libertad de Nicaragua. Mientras que Esmeralda colabora con Sandino, Frutos también deja ver unas simpatías por el general del pequeño ejercicio loco , pero su pensamiento está altamente marcado por la tradición del modernismo, mediado por una posición que se puede caracterizar más bien como surrealista. En este sentido, Frutos personifica la herencia del modernismo de Rubén Darío. Es primero en el ámbito discursivo donde los dos grandes ídolos de la nación nicaragüense Sandino y Rubén Darío son deconstruidos. En la deconstrucción, el cambio del punto de vista desempeña un papel importante; la novela esta dividida en cuatro partes, de las cuales, las dos primeras son relatos de un narrador omnisciente. Este presenta el pensamiento de las dos protagonistas en un estilo exaltado; parece fascinado por las aventuras románticas y políticas de Esmeralda y por la imagen y la lengua poética del modernismo por parte de Frutos. Pero en la tercera parte, este enfoque es puesto irónicamente en tela de juicio por medio de los diarios de
Esmeralda y Frutos. La voz personal de ambos parece mucho menos apasionada y aquello que escriben en sus diarios deja ver posiciones diferentes y en contraste a lo que el narrador omnisciente ha contado. Mientras que el diario de Frutos revela la inconsistencia de la veneración por el modernismo y por el arte en Nicaragua, en el diario de Esmeralda se articulan pensamientos críticos respecto a la política de Sandino. Sin embargo, la novela no termina en la deconstrucción de los ídolos nacionales nicaragüenses en el ámbito discursivo. Esta deconstrucción adquiere una profundidad trágica mediante otro hilo narrativo, el cual parte de un argumento basado en la anécdota de un hecho que ocurrió durante un viaje a América Latina, de Herbert Hoover, más adelante, elegido presidente de Estados Unidos. Para realizar una obra alegórica, Frutos se sirve de una mujer de carne y hueso; Clara, la blanca y rubia hija de un bruto alemán y de una decente modista de Esmeralda, hermana ingenua de un joven guerrillero y crecida en un humilde y aislado ambiente social. Esta joven mujer apenas ha tenido educación básica; su afán se limita a los deberes domésticos. Profundamente ingenua, Clara se muestra en primer lugar incapaz de asimilar el pensamiento y patrimonio cultural que Frutos le quiere imponer para dotarla con la expresión de la estatua de la libertad. Mediante la música, los olores y sabores ha de absorber, según Frutos, la esencia de la libertad. Esmeralda, también en este caso mediadora, traduce los intentos de Frutos que practica una pedagogía más bién ilustrada. Con impaciencia, ataca la sencillez ingenua y la obediencia de Clara y trata de obligarla a que asuma una posición propia. Frutos viste a Clara con túnica y antorcha, la adorna con una corona de elotes y la carga con el libro de la Ley. Con estas insignias alegóricas pretende él encontrar un símbolo del entorno nicaragüense. Finalmente, le cuelga a Clara cadenas para colocarla como estatua viviente sobre una base flotante en el mar. Esmeralda, quien primeramente se había indignado al enterase de la idea de Frutos de usar a Clara como alegoría en carne viva, termina aceptándola una vez que Clara misma, con su deseo de personificar como estatua la libertad nicaragüense, muestra autonomía sobre su propia vida. Pocas horas antes del trágico final del que Clara será la protagonista, Esmeralda logra sustraerse a las acusaciones de traición, y resuelve el conflicto con Sandino al tomar la decisión de regresar a Europa, es decir, retirarse del campo político. Mientras tanto, Clara se convierte en víctima de los acontecimientos. Agotada por el sol ardiente en alta mar, cae en un estado delirante en el que recuerda el abuso sexual
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Esmeralda y Frutos, consternados ante las llamas que han visto surgir allá, en el océano, buscan en vano tu lejana figura, y, en el Maryland, Hoover, Díaz y Moncada, los tres presidentes, posan ante la prensa, alzan la copa y brindan, una y otra vez, por la Amistad, por la Paz, por la Libertad y por la exterminación de Sandino.20
Bajo condiciones ajenas a su voluntad, a causa sobre todo de las relaciones de la política exterior, la funcionalización que hace Frutos de Clara, la mediación de Esmeralda y el intento de Clara de representar la libertad, todo ello desemboca en una tragedia. Con este terrible fin de la narración, la esperanza de conseguir la emancipación y autodeterminación parece del todo socavada. Al regresar a las últimas frases de la novela, la autora ofrece una lectura alegórica en el sentido de foundational fictions (ficciones fundacionales) de Doris Sommer, ya que los diferentes niveles de la narración pueden leerse como comentarios que hace una historia a la otra. Clara, la figura alegórica de la libertad del pueblo nicaragüense, conjurada por Frutos, se convierte en alegoría del pueblo que lucha por su libertad. La intentona liberadora mediante una alianza entre el pueblo ingenuo y la intelectualidad de proveniencia europea fracasa. El arte y la mediación se muestran impotentes ante las relaciones de poder reales entre Estados Unidos y América Central. Por supuesto, una mediación entre los invasores imperialistas y el ejército de liberación nicaragüense no es pensable. Como quiera que se vea, no cabe una posición mediadora en este conflicto. Pero la novela muestra que tampoco queda espacio para una mediación entre la opinión pública mundial y Sandino. De la misma suerte, el romance entre la mujer de clase alta y educación europea y el revolucionario nicaragüense fracasa ante el carácter vertical del movimiento guerrillero. Esmeralda tiene que desaparecer del campo político nicaragüense de esta época y separarse de su amante. El experimento literario de introducir una mujer en el campo
20 Gloria Guardia, 1999, op. cit.
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de la historia no llega a un happy end . Libertad en Llamas , igual que la novel anterior de Gloria Guardia, El último juego , es una ficción anti-foundational. Los esfuerzos por lograr una alianza integradora para una nación independiente fracasan a pesar de que las mujeres se integran. La anécdota se convierte en una tragedia moderna; una tragedia que puede ser leída a través de los diferentes hilos de la narración, como una alegoría de la lucha de liberación del pueblo nicaragüense, de la problemática de una intentona libertadora y educativa de carácter revolucionario y emancipador, de las cadenas de dependencia y, finalmente, de la influencia todopoderosa de Estados Unidos.
TRAVESTÍ, DECONSTRUCCIÓN DE UN MITO NACIONAL Y RECONSTRUCCIÓN DE UNA TRADICIÓN INTELECTUAL LIBERAL Como en la novela de Gloria Guardia, también el tercer ejemplo que he elegido para este trabajo es la novela Margarita, está linda la mar , de Sergio Ramírez. Ésta trata de la deconstrucción de uno de los mitos centrales de la nación nicaragüense, a saber, la idealización del poetapríncipe Rubén Darío. Esta deconstrucción se vincula a la reconstrucción de una tradición intelectual liberal de la lucha para la liberación nacional al referirse al atentado contra Anastasio Somoza García, en 1956.21 Dos personajes en esta novela resultan de especial interés en cuanto a la temática de los pasafronteras . El primer personaje es la lesbiana travestí Filomena Aguirre, llamada la Caimana, frustrada en su deseo de ser transexual; el otro es el homosexual plumas salidas Rafa Parrales. En la novela, ambos caracteres desempeñan un papel especial en el atentado 21 El 21 de septiembre de 1956, el joven periodista y escritor Rigoberto López Pérez realizó un atentado contra Anastasio Somoza García. Gravemente herido por los balazos, murió Somoza pocos días después. El hecho de que Sergio Rámirez tome los acontecimientos de 1956 como tema de su novela muestra un cambio respecto a la (re)construcción de la tradición de la lucha para la liberación nacional. En la historiografía sandinista este atentado no había encontrado mucha atención. En un texto didáctico sobre la historia nicaragüense de 1989 por ejemplo el atentado está mencionado desde una sóla perspectiva: Anastasio Somoza García fue muerto a balazos en 1956 por un joven poeta, Rigoberto López Pérez, acto que no impidió que sus hijos, Luis y Anastasio Somoza Debayle, heredaran el control del poder político . Amaru Barahona, Estudio sobre la Historia de Nicaragua. Del Auge Cafetalero al Triunfo de la Revolución, Managua, Inies, 1989, pág. 66. Una fuente más abundante es el libro de Eduardo Crawley, Dictators never die. A Portrait of Nicaragua and the Somoza Dynasty, London, C. Hurst & Company, 1979. Ahí se encuentra no solo la carta de despedida de Rigoberto a su madre, sino que también un relato con informaciones detalladas sobre el atentado de 1956. La versión de Crawley se diferencia de la de la novela en el hecho de que Crawley insiste en lo singular y aislado del acto de Rigoberto López Pérez; ya que sus amigos no aceptaron el plan. Eduardo Crawley, 1979, op. cit., págs. 115-116.
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llevado a cabo por su propio padre. Frutos y Esmeralda no la pueden salvar porque Hoover ha cambiado su plan y, en vez de tocar tierra, permanece en el barco Maryland; el lugar en el que recibe al actual Presidente conservador y al futuro Presidente liberal. Como precaución para garantizar la seguridad de Hoover, se prohibe que lanchas nicaragüenses salgan del puerto. Clara muere en las llamas de la antorcha que no puede sostener más.
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contra el dictador Somoza, preparado y llevado a cabo en León por el joven periodista y escritor Rigoberto López Pérez y un reducido grupo de conspiradores. Por otra parte, la historia de la Caimana constituye un eslabón importante que une el relato sobre Rubén Darío, su legendaria recepción en 1907 y su curioso funeral, con la historia de la dictadura dinástica de los Somoza. En la novela el punto de vista, logrado mediante mascaradas y travesías, escapa a una definición fija, no obstante, su centro discursivo está formado por un círculo de demócratas y liberales que se reúnen en un café. Allí es donde Rigoberto López presenta sus apuntes sobre la historia y las anécdotas de la ciudad de León, y donde la leyenda del poeta-príncipe es una y otra vez reconstruida y desconstruida. El tema de la sexualidad interviene en esta deconstrucción, en la medida en que es cuestionado un aspecto central de lo que forma la masculinidad del gran hombre, es decir, la potencia sexual de Rubén Darío. Esta tertulia se dedica también a debatir a lo largo y a lo ancho la historia de la Caimana. Ella (el) con sus dientes afilados , en atuendo masculino, lentes de sol y con su bigote ralo provoca la imaginación y burla del círculo de amigos. La Caimana, a la hora del atentado, se encuentra personalmente involucrada en dos aspectos. Como dirigente populista de los secuaces de Somoza y madrastra del monstruoso cuadro somocista Caradepiedra, participa activamente en la campaña electoral. En el segundo aspecto, como proxeneta del burdel, se encarga de guardar el revólver de Rigoberto, el arma con la cual el dictador será asesinado. Aunque sospecha algo, no traiciona a Rigoberto (a pesar de las acusaciones de Caradepiedra).22 De esta manera, claramente vinculada a la dictadura y por su relación respetuosa con Rigoberto, la travestí Caimana mantiene contactos con ambos bandos. Lo notable es que esa posición ambigua no se articula como dilema político, sino que se manifiesta como un asunto basado en lealtades personales incondicionales. El relato de su vida, por un lado, sobre su profunda solidaridad y su amistad con la figura fantasmagórica de Quirón interlocutor de Rigoberto y por el otro lado, sobre el fraude cometido junto con Somoza en los años veinte y los negocios que de allí nacieron, hace que la lealtad personal de la Caimana, tanto hacia Somoza como hacia Rigoberto, tenga un motivo plausible. Junto con la genealogía de la doble relación de lealtad de la Caimana, se nos proporciona, a la vez, un relato sobre la
22 Gloria Guardia, 1999,op.cit.
génesis de una posición sexual intermedia. En los datos de su vida, que se presentan para explicar la posición sexual transgrender, se reproducen patrones convencionales y relatos psicológicos tradicionales, de manera que parece ser una desviación de la norma heterosexual.23 Partiendo de la ausencia de la madre y dando como resultado un vínculo especial con la figura paterna, pasando por el abuso sexual durante la infancia y el vestirse de chico y desarrollar rasgos masculinos, hasta el contacto con lesbianas; este contacto que, por lo demás, se convierte en solución ante las condiciones de discriminación y violación, termina en el prostíbulo. En la novela ninguna otra historia respecto a la vida de un personaje se reconstruye tan exhaustivamente como la de la Caimana. Ni Rigoberto López Pérez y sus amigos ni tampoco Somoza y su esposa parecen necesitar motivos biográficamente fundados para sus posiciones políticas y sexuales; tampoco se ofrece en estos marcos una reconstrucción de la motivación para el coraje civil o para el asesinato, mucho menos para las crueldades del dictator o de sus hijos. De acuerdo con el discurso psicológico imperante, parece ser que solo la desviación de la norma sexual requiere una explicación biográfica. A la vez, las diferencias entre las posiciones sexuales marginales como homosexual y travestí se desdibujan. La travestí se pinta como naturalmente lesbiana y su deseo más fervoroso es el de una transformación sexual; es así que se nos presenta como transexual. Pero fracasa la cirugía, arreglada por mediación de Somoza, que así le pensaba pagar deuda que tiene con ella después del fraude cometido mancomunadamente. La Caimana permanece con una identidad sexual indefinida que irrita. El círculo de amigos sigue tratando de definirla de una u otra manera. - Me falta todavía averiguar cuál fue el éxito de esa operación dijo Roberto- Tengo que hablar con Ouirón. - Pregúntale a ella misma- le dijo Norberto- ¿no te has vuelto su íntimo? - El íntimo es el orfebre dijo Rigoberto, bajando la voz Se presenta al burdel temprano, para que nadie lo vea.
23 En el debate sobre posiciones transgender, se reconoce hoy en día que hay más de dos sexos. Además, se cuestiona la escencialidad de la diferencia bipolar sexual entre mujer y hombre como fundamento de la distribución de los géneros. Se toman en cuenta las diferencias, la pluralidad de posiciones sexuales emergentes en movimientos e, incluso, en una misma persona. De la misma manera, la posición transexual no se ve como desviación, sino como una posición dada entre otras. Lamentablemente la estrategia de la narración de Sergio Ramírez respecto a esta posición es mucho menos polifónica que respecto a otras.
TRAVESÍA, TRAVESTÍ Y TRADUCCIÓN. POSICIONES IN-BETWEEN EN LA NUEVA NOVELA HISTORIOGRÁFICA DE AMÉRICA CENTRAL
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Los opositores de Somoza aceptan a la agente con una mezcla de curiosidad y tolerancia represiva, por un lado; confianza y desconfianza política, por el otro. Por otra parte, la Caimana se encuentra marginada por los somocistas, en especial por Salvadorita Debayle Somoza, a pesar de ser activista y espía.25 También el homosexual Rafa Parrales está vinculado a ambos campos. Rigoberto escribe para su periódico y lo mismo Rafa, el favorito de Salvadorita. En el momento del atentado, él distrae, sin querer, la atención de Somoza. Parece ser de importancia simbólica que la narración termina uniendo a la Caimana y a Rafa Parrales, sin que ello lo exija la lógica del argumento; consumado el atentado, ambos se ocupan del cuerpo de Rigoberto triturado por las ráfagas de la ametralladora; ambos al atraer la suspicacia del asesor de seguridad estadounidense de Somoza, Van Wynckle, resultan detenidos. Van Wynckle se vuelve y observa a esos dos que a pasos silenciosos han venido acercándose al cadáver de Rigoberto. El hombre ésa, maquillado, aún en su mano el periódico que mostraba al Presidente. Y la mujer ése, de saco y corbata estrafalarios, anteojos oscuros y sombrero de fieltro... capture a esos dos.26
Rafa Parrales, según nos cuenta el epílogo, muere en la cárcel como consecuencia de las torturas. La Caimana no es encarcelada gracias a su trayectoria de soplón, sin embargo es despojada de su propia identidad sexual y catalogada como mujer: 24 25 26 27
Sergio Ramírez, 1998, op. cit., págs, 235-236. Íbid, pág. 344. Íbid, pág. 343. Íbid, pág. 365.
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Es hombre, ¿o es mujer? pregunta todavía la Primera Dama volviéndose a Van Wynckle, que tomado de sorpresa, se encoge de hombros. ... Ya en Managua, mecanografiará un informe con los resultados de la investigación. Y ahora que tantos años después el Capitán Prío puede leer ese informe, que no llegó a figurar en las actas del Consejo de Guerra, se sonríe. Tras muchas vueltas, Van Wynckle terminó declarándola mujer.27
En comparación con la Esmeralda de la novela de Gloria Guardia, estos dos personajes que se encuentran en la novela de Sergio Ramírez en un espacio intermedio, un in-between, ocupan una posición controvertida desde el principio. La inestabilidad de las posiciones de la travestí y del homosexual se vincula con el rasgo de inconfiabilidad política debido a la ambigüedad de las lealtades personales. Los personajes de identidad sexual diferente de la norma son presentados como no confiables e incapaces de tener posiciones políticas propias. Tomando en cuenta que el relato del atentado reivindica la autenticidad histórica y la resistencia contra Somoza, parece estar aquí la única posición legítima, la situación política semeja sólo admitir posiciones claras, también en cuanto al sexo. En el conflicto entre un dictador y los libertadores, como está representado por Sergio Ramírez, no puede haber lugares intermedios. Los mediadores no tienen cabida y las posiciones ambiguas son derrotadas. El mito nacional del poeta- príncipe Rubén Darío que ha sido deconstruido, es a la vez sustituido por la construcción de una tradición de los intelectuales masculinos liberales, honestos sí, pero indefensos. Sin embargo, esta transformación no crea espacios para la heterogeneidad sexual o cultural, de tal forma que la posición in-between, en la versión de Sergio Ramírez, debe desaparecer también de la historia de la dictadura y liberación nacional.
ESTAR IN-BETWEEN Y EL CONTEXTO DE LA LUCHA PARA LA LIBERACIÓN NACIONAL El fracaso que une a los personajes de las dos últimas novelas aunque a niveles diferentes y la desaparición de la posición mediadora en sus metaficciones históricas sobre Nicaragua puede compararse con otra novela nicaragüense de los años noventa, en la cual se trata del encuentro entre el poder imperialista del norte con la maltratada y periférica Nicaragua. Se trata de la novela Waslala, de Gioconda Belli,28 en la cual se puede observar una notable modificación, que
28 Gioconda Belli, Waslala Memorial del Futuro, Managua, Anamá Ediciones, 1996.
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-¿Qué está diciendo de mí, jovencito? le dijo el orfebre Segismundo, que entraba en ese momento. ... - Es clave conocer si la operación la dejó satisfecha, o no insistió Rigoberto, muy pensativo. -¿Clave para qué? dijo Erwin. -¿Para saber si le guarda rencor a Somoza- dijo Rigoberto. -¿Rencor?- dijo el orfebre Segismundo, sentándose - ¡Es capaz de dar la vida por el gángster! - ¿Ella misma se lo ha confesado cuando visita usted el Baby Dolls? le dijo Norberto. - No tengo intimidades con marimachas, como usted con pederastas le dijo el orfebre Segismundo, bravo de verdad. ... - Esa mujer, o lo que sea, es una espía peligrosa dijo Erwin.24
se hace posible mediante la ficción de una situación postsandinista. La historia de Melisandra, en Waslala, no es una nueva novela histórica, sino más bien una metaficción, donde no se deconstruye la historia, sino la utopía de liberación nacional. Esta liberación forma el fundamento de la imaginación sandinista sobre la nación nicaragüense y, mediante su deconstrucción, en la novela el proyecto de liberación nacional resulta anacrónico. Allí tiene lugar tanto una integración de figuras querer como una mediación y traducción exitosa. Es como si el discurso de la liberación nacional tuviera que ser sustituido por el discurso crítico respecto a la globalización actual, como condición para que pueda lograrse una narrativa sobre posiciones más estables de mediación y un real empowerment (empoderamiento) de acuerdo con el discurso postcolonial. Sin embargo, las narraciones históricas nicaragüenses de los años noventa se refieren a relaciones de poder, sobre todo las que se dan entre Nicaragua y Estados Unidos; éstas no parecen ser superadas ni siquiera bajo las nuevas condiciones de la globalización. Con la imagen enfática de la mediación y los intentos esperanzadores hacia la interculturalidad en la teoría postcolonial, las revisiones de la historia, al menos las tres analizadas en este trabajo, no ofrecen las respuestas deseadas. Jean Franco29 advirtió que no se deben olvidar las relaciones reales de poder asimétricas ante las imágenes de identidades transculturales o transitorias en el encuentro entre el poder imperial y América Latina. En este sentido, deberíamos ser críticos ante la fascinación de acuerdo con Greenblatt - por la oscilación de las diferentes culturas sobre el cuerpo de la mujer y, finalmente, estar atentos ante las diferencias y las relaciones entre sexualidad y poder.
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29 Jean Franco, La Malinche: de Don a Contrato Sexual en Franco, J. (ed.), Marcar Diferencias, Cruzar Fronteras, Santiago de Chile, Editorial Cuarto Propio, 1996.
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Nick Morgan *
Resumen Este trabajo analiza la importancia política de la construcción de la identidad nacional en la novela La desesperanza, del escritor chileno José Donoso. Aunque gran parte de la crítica actual subraya el aparente realismo de esta novela, el presente estudio se enfoca en la manera como la novela construye un conflicto discursivo entre varias concepciones de lo chileno. La tesis central del artículo es que la fuerza crítica de La desesperanza reside en su exposición irónica de los valores imperantes de la clase media chilena, los cuales tienen su origen en un racismo íntimamente relacionado con los prejuicios clasistas que han estructurado la sociedad chilena desde la época de la Colonia.
Abstract This article considers the political significance of the construction of national identity in José Donoso s La desesperanza. Although much contemporary criticism has regarded this work as a realist novel, this analysis examines its staging of the discursive conflict between competing ideas of what it means to be Chilean. The central argument is that the novel s critical force derives from its ironic exploration of the values of the Chilean middle classes which are unconsciously based on a racism that is closely linked to the class prejudices that have structured Chilean society since colonial times.
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, José Donoso fue siempre un escéptico político. Alguna vez describió la política como una forma institucionalizada de la inmoralidad y sus declaraciones públicas revelan una apreciación irónica de la política y de todos sus oficiantes, sin importar su orientación ideológica.1 Sin embargo, sería erróneo asumir que su obra carece de visión política. Por el contrario, gran parte de su obra temprana se puede leer como una crítica a la rigidez de la estructura social chilena de las décadas de los cincuenta y los sesenta. No es de extrañar, entonces, que esta tendencia se acentúe después de 1973, debido a su sentimiento de rechazo total del régimen militar. En efecto, con la sola excepción de La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria, todo lo que escribió entre 1975 y 1986 está relacionado, de alguna forma, con el derrocamiento del gobierno marxista de Salvador Allende, por * Ph.D. Universidad de Manchester. Profesor del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales - Universidad de los Andes. 1 Entrevista con José Donoso , Tuscón, J. y Valentín, C. (eds.), Literatura y sociedad en América Latina, Salamanca, San Esteban, 1981, pág. 106.
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parte de las Fuerzas Armadas. Un cierto sentimiento de culpa por haber estado en un exilio voluntario en España cuando se dio el pronunciamiento de Pinochet impulsó a Donoso a modo de reivindicación a confrontar la historia reciente de su país, e incluso pudo haber sido determinante en su decisión de volver a Santiago, a comienzos de la década de los ochenta. Además, aunque se suele creer que Casa de campo (1978), una novela escrita en España, es la obra política más importante de Donoso, lo cierto es que la ficción que produjo luego de su regreso a Chile es la que más abiertamente analiza la experiencia de la dictadura. La desesperanza (1986) es el ejemplo más claro. El eje de la novela es la llegada a Santiago de Mañungo Vera, un cantante de protesta que el público chileno relaciona con el gobierno marxista derrocado por el golpe. La vida de Mañungo, tanto profesional como personal, se encuentra en un estado caótico y su regreso a Chile con su hijo de siete años se debe, por lo menos en parte, a un deseo desesperado de reinventarse. Durante las primeras veinticuatro horas que pasa en el país, Mañungo tiene una serie de experiencias, a veces extrañas y perturbadoras, a veces conmovedoras, pero todas con un poderoso impacto en él. La primera tarde, por ejemplo, asiste al velorio de Matilde Urrutia, la viuda de Pablo Neruda, donde, en medio de la nostalgia general, renueva su relación con viejas amistades. Más tarde, después de una larga caminata sin rumbo por las calles de Santiago, en compañía de su ex-amante, la aristocrática Judit Torres Fox, Mañungo se escapa casi de milagro de la casa del hombre que ella cree identificar como aquel que la torturó después del golpe de estado. Poco después, Judit los vuelve a poner en peligro cuando mata a balazos una perrita blanca para salvarla del incesante hostigamiento de una manada de perros callejeros. Agotados después de esta extraña secuencia de acontecimientos, y sorprendidos por el toque de queda, pasan la noche en la calle. Al día siguiente Mañungo es testigo de la explosión del fervor popular en el funeral de Matilde y, abrumado por la naturaleza insoluble de los problemas que enfrentan los chilenos bajo la dictadura, decide irse del país. Sin embargo, la muerte, bajo custodia policial, de su viejo amigo Lopito le hace cambiar de idea y resuelve quedarse para luchar contra el régimen. El regreso de un artista, luego de un exilio de más de diez años, a un país que sigue sufriendo bajo un régimen militar, necesariamente subraya la interrelación entre política, identidad nacional y arte. En efecto, el hecho de que lo que primero que hace Mañungo sea ir al velorio de Matilde sirve para enfocar la atención del lector en este aspecto de la novela. La muerte de la viuda de Neruda representa el final de NICK MORGAN
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POLÍTICA E IDENTIDAD CULTURAL EN LA DESESPERANZA DE JOSÉ DONOSO
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una etapa asociada no sólo con las aspiraciones revolucionarias de los pobres, sino también con un sentido de identidad chileno y latinoamericano que el poeta se esforzó por crear. Se trata de un reconocimiento nostálgico de que bajo la dictadura, el panorama político, económico y cultural de la nación ha sufrido una transformación repentina y brutal. En el nuevo Chile de Pinochet, Donoso examina los factores que definen el sentido de identidad de sus personajes. La política, por supuesto, desempeña un papel clave en este proceso y es evidente que de alguna manera la novela fue concebida como una contribución al debate político contemporáneo, un planteamiento bastante audaz por parte de un autor que anteriormente se había caracterizado como esencialmente apolítico. Aún así, algunos lectores se han mostrado insatisfechos por lo que consideran una visión poco realista de la situación chilena a mediados de los ochenta. Critican la novela sobre todo por lo que creen que es una perspectiva burguesa que se limita a atacar de forma predecible las posiciones radicales de una derecha triunfante, de evidente corte fascista, y de una izquierda que no logra renovar su viejo discurso marxista.2 El énfasis narrativo en las necesidades, aspiraciones y temores de los protagonistas de clase privilegiada, a veces deja al lector con la impresión de que la mayor motivación de estos personajes al querer que se termine la dictadura es volver a escuchar a Schumann con la conciencia tranquila. Aunque esta reacción burlona no toma en cuenta la diferencia entre los personajes, no es del todo descabellada. Mientras que la focalización fluctuante de la narración en tercera persona crea la ilusión de que se nos está presentando una visión panorámica del escenario político chileno, pronto llega a ser evidente que los personajes de clase obrera realmente no tienen voz. Efectivamente, la novela se concentra en los intelectuales burgueses, relegando a las víctimas más significativas de la dictadura, los rotos chilenos, al papel de meros extras cuyo sufrimiento sirve de esperpéntico trasfondo al examen de conciencia de los protagonistas privilegiados. Por lo tanto, a primera vista parece que el argumento de Federico Schopf tiene méritos cuando critica a Donoso por no haber presentado a las clases populares como actores autónomos en la crisis contemporánea.3 De la misma manera, la afirmación de 2 Ver Federico Schopf, El lugar de la desesperanza en Cuadernos hispanoamericanos, 1989, págs. 153-156. 3 Federico Schopf, op. cit., págs. 153-156; Carlos Cerda, José Donoso: originales y metáforas, Santiago, Planeta, 1988, pág. 113, sugiere lo mismo en cuanto a Casa de campo.
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Jacobo Timerman de que Donoso había creado en Mañungo un personaje con el cual todos los chilenos podían identificarse es muy discutible, precisamente porque los conflictos internos de una figura tan privilegiada habrían parecido lujos absurdos a cualquiera que estuviera luchando por sobrevivir en una de las callampas que rodeaban la ciudad.4 Dicho esto, hay que reconocer que, incluso a nivel superficial, el tratamiento de la política en la novela ofrece más de lo que se acaba de esbozar. El centro político también recibe sus críticas, sobre todo por su incapacidad de formar una oposición coherente al Gobierno militar en un momento de crisis. Así, aunque Mañungo finalmente opta por quedarse en Chile para luchar contra el régimen, en vez de buscar algún tipo de salvación personal en el extranjero, nunca se define la forma en que ejercerá su supuesto activismo. Es decir que aunque la muerte de Lopito subraya la necesidad de la resistencia contra la tiranía, la lectura donosiana del escenario contemporáneo parece sugerir que no existe un marco político dentro del cual su protagonista pueda contribuir a la lucha. Esto resulta irónico a la luz del éxito de la coalición que promovió el No en el plebiscito de 1988, movimiento en el cual Donoso desempeñó un papel menor, pero hay que reconocer que sólo tres años antes muchos chilenos se sentían pesimistas en cuanto a las posibilidades de una pronta democratización del país. Además, no hay que perder de vista el hecho de que la novela representa una apropiación estética de la realidad nacional y no un mero reflejo de la situación actual. Como veremos a continuación, los motivos de desesperanza que tanto caracterizan esta novela van mucho más allá de los problemas inmediatos impuestos por la dictadura militar e involucran todo el discurso de las clases acomodadas chilenas hacia los menos afortunados. En todo caso, sería absurdo sugerir que Donoso merezca ser criticado sencillamente por el hecho de no haber escrito un libro detallando la resistencia heroica de las clases populares contra la dictadura. No sólo eso, sino que la crítica de Schopf pasa por alto el hecho de que a lo largo de su obra, Donoso ataca de forma incesante los prejuicios de la burguesía a la cual pertenecía. Cualquier lector familiarizado con las ironías que caracterizan el resto de su ficción se cuidaría de leer La desesperanza como una legitimación total de los valores de sus protagonistas. El mismo hecho de que a veces parezcan elitistas es precisamente lo que nos estimula a prestar más 4 Jacobo Timerman, Chile, Death in the South, New York, Vintage Books, 1988, pág. 68.
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5 José Donoso, La desesperanza, Barcelona, Seix Barral, 1986, pág. 325.
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así? .6 En su elisión de toda forma de identidad que no sea la nacionalidad compartida, esta imagen seductora recuerda el notorio comentario de Pinochet de que todos somos chilenos ahora . Aunque este llamado al público chileno promueve una forma particular de modernización económica, mediante los avisos para compañías exitosas que rodean la exhibición central, su rechazo de la naturaleza plural de la identidad demuestra una marcada intolerancia cultural que en términos políticos se adecua perfectamente al discurso fascista de la Junta Militar.7 En cierta forma, entonces, lo que está en juego en la novela es si los ideólogos del régimen son capaces de imponer esta visión exclusiva de patria. Por lo tanto, Donoso contrasta la visión normativa de chilenidad promovida por el régimen con la naturaleza fragmentada y múltiple del sentido de identidad de sus protagonistas, el cual, desde luego, se define en parte según sean de izquierdas o de derechas, pero que también es determinado por diversos factores como clase, género, educación y raza. No es sorprendente que una investigación de su identidad desde cualquiera de estas perspectivas, revele que no todos son ciudadanos iguales de una sociedad progresista, justa y homogénea. Tomemos, por ejemplo, el machismo tradicional de la sociedad chilena, entendido como un conjunto de actitudes culturales que entrecruza las líneas de la convicción política. El sadismo de los torturadores que utilizan perros entrenados para violar y deshumanizar a Judit y a las otras encarceladas se puede interpretar como la expresión exacerbada y pervertida de un sistema de valores que subordina a todas las mujeres. Pero, como señala Donoso, la izquierda también es culpable de sexismo, aunque se exprese de forma menos extrema. Así el fracasado poeta Lopito, antiguo militante de izquierda, padece arranques de violencia misógina, cuyas víctimas son su esposa y su hija,8 mientras que Lisboa, el líder de las juventudes comunistas, resulta ser un mujeriego 6 Íbid, pág. 325. 7 LAN Chile es la aerolínea nacional de Chile mientras que Ambrosoli es una empresa grande de confitería que floreció en las nuevas circunstancias económicas impuestas por la dictadura y los primeros gobiernos de la transición. Provida era un proveedor importante de pensiones privadas, ahora parte del polémico grupo financiero BBVA. Representa el tipo de empresa que creció cuando los tecnócratas de la dictadura promovieron la privatización de los servicios de salud y de pensiones según la ortodoxia neoliberal. Copec era la compañía chilena de petróleo que también experimentó un crecimiento rápido en el período del Gobierno militar, al entrar en la industria maderera y adquiriendo importantes intereses en el mercado de la celulosa. A su manera, cada una de estas empresas representa el tipo de interés que mejor supo aprovechar los años de la dictadura, un período que compaginó, sin esfuerzo aparente, la modernización económica con unnotable conservatismo político y cultural. 8 José Donoso, 1986, op. cit., pág. 41.
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atención a la manera en que se construye su identidad cultural. Incluso un análisis somero de la presentación narrativa de algunos de los valores que guían a la clase media chilena revelaría una visión de la política cultural nacional que transciende el período inmediato de la dictadura y sitúa la crisis contemporánea en un contexto histórico mucho más amplio. Así que, aparte de ser una novela acerca de la reacción de los personajes ante una coyuntura específica en la historia nacional, La desesperanza es también una novela sobre la genealogía y las implicaciones políticas de su sentido de identidad cultural. De hecho, a finales de la década de los ochenta, Donoso sentía que el tema de la búsqueda de la identidad en las novelas de la época del boom había llegado a ser un cliché que ya no le interesaba a nadie. No obstante, la exploración continuó en las obras tardías de la mayoría de estos autores, motivada en el caso de Donoso por la crisis política de su país. Sin embargo, en vez de buscar una identidad única, esencial y, en última instancia, quimérica, La desesperanza explora la complejidad de las múltiples identidades que sus personajes chilenos intentan construir. En contraste con esta visión de la identidad personal como proyecto y no como estado, el concepto de una identidad nacional monolítica aparece como un concepto siniestro al servicio del régimen. El ejemplo más claro de este reduccionismo propagandístico es Chile en miniatura, un mapa en relieve en el parque O Higgins de Santiago, que proyecta una visión de una nación pacífica y próspera. Esta viñeta de lo perfecto, un ingenuo - o no tan ingenuo, más bien intencionado - canto a un supuesto aunque a todas luces endeble progreso de la nación. LAN CHILE, PROVIDA, COPEC, AMBROSOLI, firmas distinguidas que en sus pancartas junto a los caminos de juguete atestiguaban su pujanza, su orden y su limpieza, y la incansable industria de sus ciudadanos libres viviendo en paz junto a volcanes nevados, bosques siempre verdes y lagos eternamente azules.5 Éste es precisamente el tipo de idealización promovido por el régimen para negar o incluso justificar la violencia del golpe. La eficacia de su atracción sobre los visitantes del parque depende de si se reconocen en la imagen distorsionada y lisonjera que proyecta: Esta visión paradisíaca estaba recorrida por caminos transitados por un público maravillado de reconocer su retrato en este pequeño espejo mágico que les permitía preguntarse con emoción: ¿somos realmente
compulsivo que utiliza el chantaje sexual para manipular a Ada Luz, la ayudante de Matilde. Y aunque el hecho de que Mañungo esté dispuesto a lavar los platos demuestra la influencia en él de actitudes europeas liberales,9 aún es capaz de intercambiar comentarios despectivos con Lopito acerca de la tendencia de las mujeres a quedar embarazadas cuando les conviene .10 Más importante incluso, llegamos a saber que se siente sexualmente excitado por la idea de que Judit sea violada,11 detalle perturbador que nos recuerda que en una sociedad todavía dominada por un fuerte código machista, ella también es una figura subalterna, a pesar de sus privilegios sociales. Dicho esto, el Chile de Donoso es una sociedad que, a pesar del conservadurismo de la dictadura, se está transformando. Judit y su grupo feminista representan un rechazo a aceptar el rol de víctimas pasivas, y por ello tratan de hacer justicia por su propia mano, buscando al hombre que las torturó después del golpe. Así, mientras que el uso frecuente, por parte de Lisboa, del pronombre nosotros revela una visión del Partido Comunista como una institución monolítica e inclusiva, capaz de expresar las aspiraciones de todos aquellos que se oponen a la dictadura, su presunción es desafiada por la perspectiva de género de Ada Luz:
expresaba una actitud violenta y dominante frente a las otras mujeres del grupo indefensas y con los ojos vendados , con Judit adquiría un tono sutilmente diferente, a pesar de su papel como militante de izquierda: Esa voz no se atrevió a acercarse a mí. Con los demás y las demás era autoritaria, soez, empelótala, sácale la mordaza para que grite y suéltala al Zar [...] Pero al dirigirse a mí, sin que los demás lo notaran pero yo sí [...] esa voz inconfundiblemente perdía sus aristas y se le desprendía algo como una corteza... 13
De hecho, el torturador Ricardo Farías comparte algunas de las características de Humberto Peñaloza, una de las encarnaciones de la torturada voz narrativa de El obsceno pájaro de la noche. Humberto fantasea de manera continua con tener sexo con la aristocrática Inés de Azcoitía, no porque la desee sexualmente, sino porque ve tal unión como la validación última de su fantasía de éxito social. No obstante, cada vez que parece estar a punto de alcanzar su objetivo, su imaginación se niega y queda frustrado e impotente. En La desesperanza hay una sugerencia de que Farías sufre de una disfunción similar: ¿Impotente siempre? ¿O porque ves algo en mí que te hiela y temes? [...] en el momento en que pusiste tu mano sobre mi rodilla algo me debe haber definido repentinamente como símbolo de un mundo reverenciado por tus caricias vergonzantes, produciéndote un vértigo de inseguridad.14
- Es que la gente podría usar lo que dijo la señora Matilde para cualquier cosa, y resultar negativo para nosotros. - A mí no me meta con su nosotros , Lisboa. Nosotras no tenemos nada que ver con nadie.12
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Aunque en últimas, Ada Luz resulta ser demasiado frágil para resistirse a las exigencias de Lisboa, el hecho de que al principio se sienta en posición de desafiarlo indica la negación de la mujer chilena a aceptar su papel tradicional. Uno de los aspectos más interesantes de la novela es la relación entre tales conflictos de género y la clase social de los personajes. Aunque los valores machistas imponen un estatus subalterno sobre todas las mujeres, su efecto sobre los personajes femeninos de Donoso es variable y se ve en gran medida determinado por cuestiones de clase social. De hecho, los prejuicios de tipo clasista se muestran tan poderosos que hasta resultan determinantes en las celdas donde los torturadores gozan de un poder total sobre sus víctimas aisladas. Así que mientras la voz del torturador 9 10 11 12
Íbid, pág. 208. Íbid, pág. 97. Íbid, pág. 140. Íbid, pág. 36.
POLÍTICA E IDENTIDAD CULTURAL EN LA DESESPERANZA DE JOSÉ DONOSO
Judit sospecha que Farías es incapaz de violarla porque los valores que ha interiorizado no le permiten ultrajar a una mujer que lleva las huellas de la élite aristocrática.15 Así que además de reconocer que, en palabras de Ariel Dorfman, those who carry out such dirty work are also victims of degradation , hay también una fuerte sugerencia de que la imagen de sí mismo que tiene este hombre ya había sido deformada por su aceptación de definiciones hegemónicas de raza y de clase.16 Sin embargo, el hecho de que esta explicación de los actos de Farías provenga de Judit revela que por lo menos en algún nivel de su conciencia ella
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Íbid, pág. 124. Íbid, págs. 129-130. Íbid, págs. 176-177. [L]os que llevan a cabo semejante trabajo sucio también son víctimas de degradación , Ariel Dorfman, Some Write to the Future, Durham, Duke University Press, 1991, pág. 149.
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17 Sharon Magnarelli afirma que el acto de Judit es an inverted revenge (perhaps all too human) taken not on those who deserved to die, undifferentiated males sticking to her [the white bitch] and sullying her (193) but on those with whom she identifies the white bitch, symbolically herself . ( una venganza invertida (tal vez demasiada humana), tomada no sobre los que merecieron morir, los machos indiferenciados pegados a ella [la perrita blanca] y que la ensuciaban (193) sino sobre con quienes se identifica la perrita blanca, simbólicamente ella misma ). Sharon Magnarelli, Understanding Donoso, Columbia, SC, University of South Carolina Press, 1993, pág. 170. Pedro Meléndez Paéz sugiere que [a]l optar matar a la perra, elimina, de una vez por todas, la parte pasiva y meramente receptiva asociada, por convención, con el sexo femenino. Pedro Meléndez Paéz, El desgaste del exilio en La desesperanza de José Donoso , en Chasqui, Vol. 23, parte 2, 1994, pág. 70. 18 Judit tiene una idea difusa de lo que está haciendo pero aún así no puede resistirse a la tentación de ver los animales en términos humanos, contradicción resumida perfectamente en la frase: [n]ada de amor: cumplían las misteriosas órdenes de la naturaleza porque era de sexo femenino . José Donoso, 1986, op. cit., pág. 191. 19 Flora González Mandri, Political and personal transformations in José Donoso s La desesperanza , en Revista hispánica moderna, No. 45, 1992, pág. 216.
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a ella. Desde su perspectiva, la escena representa el lazo entre el sexo y la trasgresión de las barreras sociales y raciales. Los perros parecen estar a punto de romper con el tabú que prohíbe la unión de una aristócrata con un inferior social, la misma regla que el torturador Farías aparentemente había interiorizado, y que la salvó de ese modo de la violación física, si bien no de la violación psicológica que toma su lugar. Así, la perrita blanca se identifica claramente con el refinamiento de la clase dominante de la que proviene Judit. Se la describe en términos humanos como la frágil perra blanca de pelaje liso y fina cara empolvada . Se sienta delicadamente, orina con remilgada expresión 20 y observa la escena irónicamente como si todo esto ocurriera en un salón digno de su alcurnia .21 En contraste, los perros que la persiguen aparecen descritos en términos que enfatizan su origen plebeyo y mestizo: quince, veinte perros levantiscos de variadas razas entremezcladas y genealogía confusas y pelajes diversos, predatorios, gruñendo .22 Cuando un perro grande, un dogo overo intenta montarla, el hecho también es presentado en términos de clase, en cuanto que Judit teme que su alter ego se impregne de sus groseros espermatozoides .23 Esta escena, entonces, es un ejemplo más de la duradera influencia sobre ella de la visión ideológica de su clase de las divisiones raciales y sociales en Chile, en este caso entremezcladas con los oscuros detalles del trauma que sufrió durante su reclusión. Lo cual no resta coherencia psicológica a su acto, pero sí resalta un aspecto importante de la novela que es necesario tener en cuenta. Coexiste con su deseo de vengarse de sus atormentadores machos un sentimiento que previamente la condujo al deseo momentáneo de matar no sólo a Farías, sino también a Mañungo ( ¡Morir! Eso quiso para ellos en ese momento, la consumación de la que jamás había sido capaz 24 ), que encuentra un paralelo en el caso de los perros en la cita señalada por Magnarelli: [t]odos deben morir, machos indiferenciados que adheridos a ella la ensuciaban .25 En la segunda instancia, sin embargo, la idea de que los perros
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José Donoso, 1986, op. cit., pág. 191. Íbid, pág. 193. Íbid, pág. 191. Íbid, pág. 191. Íbid, pág. 179. Íbid, pág. 193
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también entiende la brecha que los separa precisamente en estos términos. Estas tensiones cobran vida en la importante escena en la que Judit y Mañungo, justo después de escapar de las garras de Farías y de su compañera, tropiezan con una manada de perros que persiguen a una perrita blanca. En este momento la narración asume el punto de vista de Judit, y deja entrever cuán identificada se siente con la hembra a la cual intenta proteger de los machos. Antes que dejar que los otros perros apareen con la perra, Judit acaba matándola a balazos, sin pensar en las consecuencias. Por fortuna, ambos evitan ser descubiertos, y Judit pasa la noche sosteniendo entre sus brazos al animal muerto. Este pasaje altamente sugerente ha dado lugar a una variedad de interpretaciones, muchas de las cuales ven la escena como un evento catártico en el que Judit se identifica con la perra blanca y, al matarla, o bien niega su presa a los torturadores, o bien destruye esa parte de sí misma que fue cómplice en su tortura.17 Un rasgo interesante que comparte la mayoría de estas interpretaciones es que los críticos sienten la misma emoción hacia el animal que Judit. Como ella, antropomorfizan una escena en la que los perros se comportan de manera natural.18 La afirmación de Flora González Mandri de que ella [Judit] pone en peligro su vida para proteger a una perrita en celo del ataque de una manada de perros es representativa de tales interpretaciones.19 Si bien estas palabras emotivas captan correctamente algo del traumatizado estado mental de Judit, no analizan a fondo las implicaciones de su interpretación de la escena. En efecto, un aspecto sobresaliente de estos pasajes, narrados desde el punto de vista de Judit, es su proyección de los prejuicios de raza y clase sobre los eventos que ocurren frente
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están ensuciando a la perra reintroduce la importancia de la clase y la raza. En efecto, esto tal vez sugiere otra explicación para sus acciones, en la medida en que la igualitaria Judit finalmente destruye a la criatura que encarna su sentimiento de culpa frente a la naturaleza clasista de sus propios prejuicios.26 La fascinación con el potencial transgresivo de la unión sexual es recurrente en la novelística de Donoso. Su tratamiento del tema recuerda un artículo de Rolf Foerster que analiza las raíces históricas de estas imágenes de la trasgresión sexual de las barreras sociales, así como su relación con la idea de monstrificación.27 Foerster rastrea la genealogía de estas obsesiones hasta el tiempo de la guerra española contra los mapuches, haciendo énfasis en la importancia dada por las dos partes a la dominación sexual del enemigo. Mientras los españoles humillaban a las nativas que tomaban como concubinas, los mapuches integraban a la tribu como iguales a las españolas que caían en sus manos, un hecho que implicó una amenaza de asimilación invertida para los supuestos conquistadores. Foerster ve una conexión lógica entre este conflicto histórico y los tabúes modernos contra la trasgresión sexual de la diferencia racial y, por extensión, social. Si bien me parece equivocada la visión de un inconsciente colectivo chileno, o incluso latinoamericano, que tiende a encontrarse en la Revista de crítica cultural, en tanto que sugiere la existencia de una psiquis nacional estructurada, compartida por todos, es claramente pertinente para la novelística de Donoso la importancia simbólica del sexo como un medio históricamente significativo de lograr el avance social o de humillar al inferior social. En efecto, cuando esta visión culturalmente construida se une al intento por presentar al otro como un monstruo, también recordamos los comentarios de William Rowe sobre la ideología de la belleza en El obsceno pájaro de la noche.
26 Jean Gilkinson sugiere que la escena representa a metaphorical portrait of a brutal and savage regime (the band of male dogs) which mindlessly oppresses the weak (the white bitch) [ un retrato metafórico de un régimen brutal y salvaje (la manada de perros machos) que sin razonar oprime a los débiles (la perrita blanca) ]. Mientras de paso nota las connotaciones sociales de la descripción de los perros prefiere no proseguir con esta investigación y se enfoca en el problema de género. Privilegiar la dimensión social de la descripción de Judit, sin embargo, es contextualizar la escena de forma diferente, para desembocar en una lectura que subraya las barreras de clase, interpretación que confirma la tesis central de Gilkinson de que el problema de la contextualización es clave en esta novela. Ver Jean Gilkinson, Literal and metaphorical truth in José Donoso s La desesperanza en Bulletin of Hispanic Studies,No.75, 1998, pág. 533. 27 Rolf Foerster, Terror y temblor frente al Indio-Roto en Revista de crítica cultural, Santiago, No.3, año 2, 1991, págs. 39-44.
POLÍTICA E IDENTIDAD CULTURAL EN LA DESESPERANZA DE JOSÉ DONOSO
En el caso de La desesperanza, sin embargo, el énfasis es abiertamente racial. De hecho, la combinación de clase y raza es aquí un rasgo típicamente latinoamericano. La idea de que la piel oscura y/o los rasgos indígenas son señales de un estatus social bajo es común. Una característica notable de La desesperanza, sin embargo, es la serie de descripciones físicas que continuamente asocia rasgos indígenas o mestizos con fealdad. Estas alusiones, combinadas con el reconocimiento explícito de la novela a la naturaleza ideológica de las imágenes físicas de identidad, son un motivo que constituye una división básica en la visión donosiana del Chile post-golpista. En su análisis de la novela, Flora González Mandri menciona brevemente los problemas que implican tales descripciones, cuando se refiere a la hija de Lopito, la Lopita: Mañungo and his son, unable to identify with any but the highly fortunate such as themselves, see her misfortune in aesthetic terms: she is ugly. The girl is representative of the oppressed working class mestizo .28 Hay, sin embargo, mucho más que decir, pues un examen minucioso del tratamiento de la raza en La desesperanza revela que la novela establece una división sistemática entre la belleza europea y la fealdad indígena. Esto es particularmente llamativo, ya que no viene sólo del punto de vista de uno o dos personajes, sino de la mayoría, e incluso abarca pasajes narrados desde la perspectiva del narrador omnisciente. La primera alusión a este prejuicio estructural viene del punto de vista de don Celedonio cuando parece quedarse dormido durante el velorio de Matilde. Mirando el ataúd observa que: [h]abían sustituido a la bella Virginia Wolf, esta tarde más Virginia Wolf que la más familiar Judit, por un muchacho aindiado, sin otra expresión que la voluntad cuadrada de su mandíbula adornada con una pelusilla oscura (30). En este pasaje, una mujer de aspecto europeo atractiva (si se puede considerar a Virginia Wolf atractiva) es contrastada con un mestizo descrito en términos estereotípicos y deshumanizantes. La naturaleza específica de la descripción de lo europeo es contrastada con una representación genérica de la impasibilidad indígena que parece borrar cualquier rasgo individual. Incluso la referencia a la barba escasa del joven 28 Mañungo y su hijo, incapaces de identificarse con nadie más que con los muy afortunados como ellos, ven la desdicha de ella en términos estéticos: es fea. La chica representa al mestizo oprimido de clase obrera . Flora González Mandri, 1992, op. cit., pág. 219. 29 Un ejemplo sería el comentario absurdo del científico natural Buffon que no tienen pelo en el cuerpo ni en la barba, ni se sienten atraídos por las hembras , o la referencia de Voltaire a una nueva especie de hombre sin barba . Citados por Jorge Larrain en Identity and Modernity in Latin America, Cambridge, Polity, 2000, págs. 54-55.
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José Donoso, 1986, op. cit., pág. 184. Íbid, pág. 184. Íbid, pág. 184. Íbid, pág. 186. Íbid, pág. 256. Íbid, pág. 256. Íbid, pág. 122.
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incluso para una pesadilla, sobre todo cuando en el resto la narrativa se esfuerza por poner énfasis en los rasgos asiáticos de la población indígena de Chile. ¿Por qué son forasteros, si sus ojos están asociados con los primeros habitantes de Chile? ¿Y por qué Mañungo, quien, a pesar de sus rasgos atípicos es un chilote nativo, habría de verlos de este modo? Esta aparente anomalía se puede interpretar de muchas formas. Parte de la dificultad radica en la utilización de la narración en tercera persona, que por momentos se acerca a la ilusión de inmediatez que da el style indirect libre, pero en otros parece estar mediada por una voz narrativa organizadora. Por ejemplo, las preguntas retóricas que preceden esta descripción representan la visión confusa de Mañungo sobre el Caleuche, y una posible interpretación de este pasaje podría ser que Donoso está sugiriendo que los años de exilio cultural, que comenzaron primero cuando se fue de Chiloé a Concepción y luego a Santiago, lo han separado de sus raíces, haciéndolo ver lo que alguna vez hubiera sido normal desde una perspectiva europea o al menos eurocéntrica. Otra manera de interpretar esto, sin embargo, es suponer que Donoso está utilizando la voz narrativa para parodiar los prejuicios de su propia clase, sugerencia plausible, dado el uso en la novela de toda una serie de estereotipos racistas. Otro ejemplo de este racismo abierto es la representación del policía en el funeral de Matilde: El uniformado era muy moreno, de mejillas ásperas por las cicatrices de un acné adolescente no muy lejano. La golondrina negra de su ceño unido ocultaba sus ojos, delegando toda la vida a la jeta africana, blanda y naranja como un molusco bivalvo, y a su gentil sonrisa.37
En este pasaje, el narrador bien puede referirse a rasgos indígenas más que africanos, pues los Mapuches tienden a tener labios más gruesos que los europeos. Si es éste el caso, entonces una vez más está adoptando una perspectiva europea al evocar a la gente nativa de Chile mediante visiones más familiares de otredad. Aunque es intrigante que las cejas del oficial sean descritas exactamente en los mismos términos que las de Mauricio en Gaspard de la nuit , un personaje en general positivo, esta impresión favorable sólo está al alcance de los que estén familiarizados con dicho texto. Aquí, sin embargo, la gentil sonrisa del policía es inmediatamente subvertida por la referencia a su jeta , un término deshumanizante cuyo impacto negativo se amplifica por la
37 Íbid, pág. 262. 38 Íbid, pág. 290. La cursiva es mía.
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trae una reminiscencia del prejuicio de siglos que veía a los pueblos nativos de América como inferiores, tomando a veces sus caras sin pelos como un ejemplo de su falta de vitalidad histórica .29 Aunque, tomada de manera aislada, esta descripción puede no ser más que un comentario sobre el rechazo racista de Celedonio a ver lo indígena como algo que no sea un estereotipo, hay otro número significativo de instancias que delatan la presencia de una jerarquía de la belleza ideológicamente medida. En este sentido, las descripciones del capítulo 23 sobre los habitantes de Chiloé son reveladoras. La descripción, en tercera persona, del narrador de los pasajeros de la lancha que atraviesa el lago Huillinco menciona a las mujeres de achatadas facciones polinésicas 30 antes de pasar a la emblemática figura de Petronila Quenchi, la bruja local. Es [u]na señora gorda y corta, de tetas apretadas por refajos, de tez amarilla [...] 31 cuyos rasgos indígenas se definen además por sus ojos chinos 32 y su abultado rostro asiático .33 Aunque estas descripciones no son necesariamente negativas, con certeza tienen connotaciones negativas en este contexto. El uso de la palabra tetas , por ejemplo, difícilmente sugiere refinamiento. Incluso, ésta es una perspectiva eurocéntrica, sobre una raza y cultura radicalmente diferentes, que ve a la gente local no como los habitantes originales de Chile, con sus propias características raciales particulares, sino como colonizadores asiáticos o incluso polinesios. En otras palabras, hay que explicar su apariencia física por medio de una comparación con otras razas, suficientemente exóticas. Las descripciones de la hija de Lopito, Moira, también conocida como la Lopita, utilizan un marco de referencia similar para subrayar rasgos tales como [l]a antigüedad asiática de su cara larga y oscura como la de su padre 34 y las ranuras achinadas de sus ojos [...] tan estrechas que Mañungo no alcanzó a divisar su alma en ellas .35 Esta última descripción es con seguridad una referencia a Las Casas y a la discusión sobre si la población indígena tenía alma, un problema de diferencia que cuestiona la humanidad del amerindio. La visión infernal de Mañungo del Caleuche, la nave mágica del folklore chilote, despliega un vocabulario similar en su referencia al grupo como forasteros de ojos mongólicos .36 El uso de estos términos resulta extraño,
descripción grotesca de los labios gruesos, que revela un desagrado casi visceral de parte del narrador. Esta imagen se repite con una pequeña, pero diciente, modificación en el pasaje que describe la ira de Lopito cuando un policía se ríe de la Lopita. En este caso se refiere a la boca del policía como el molusco de su innoble boca de bivalvo .38 Estas descripciones son bastante impactantes en sí mismas, pero se hacen doblemente significativas cuando se las compara con la valoración positiva de los rasgos europeos que hay en la novela. Las referencias a la apariencia de Judit son tal vez el caso más evidente. Críticos como González Mandri han mencionado las comparaciones gastadas y chauvinistas de ella con animales de buena casta una muchacha rubia de deslumbrante belleza equina 39 sobre las que, en un momento de discernimiento, habla directamente.40 Pero la raza, tanto como el machismo, está en la base de estas descripciones. Ella es rubia y de tez blanca, tan rubia, tan delgada, tan inteligente ,41 características igualadas con su estatus social como el espécimen perfecto de la mujer de clase privilegiada latinoamericana .42 La descripción de su hija Luz, que prefiere lucir el nombre más moderno de Marilú, con sus facciones de buen cuño que eran el aporte genético de su madre ,43 revela la conexión ideológica entre belleza y casta que, en el contexto chileno, es un asunto tanto de clase como de raza. La implicación no es sólo que podemos conocer la clase de la gente por sus características faciales, lo que en Chile tiene un elemento de verdad, sino también que las familias de los ricos están predispuestas, por sus genes a ser atractivas. El primo de Judit, Freddy Fox, es el monstruo que, como el grotesco niño retoño de don Jerónimo en El obsceno pájaro de la noche, desmiente esta fantasía auto-halagadora, al sugerir que la excesiva endogamia de la élite puede en realidad producir sus propios monstruos.44 La admiración por los rasgos europeos resurge en el caso de Jean-Paul, el hijo de Mañungo. El pelo rubio del muchacho,
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Íbid, pág. 28. Íbid, pág. 131. Íbid, pág. 39. Íbid, pág. 82. Íbid, pág. 267. En este respecto recordamos los comentarios de William Rowe sobre la ideología de la belleza en El obsceno pájaro de la noche. Ver William Rowe, El obsceno pájaro de la noche: A test case for psychoanalytical interpretation en Modern Languages Review, No. 78, 1983, págs. 588-596. 45 José Donoso, 1986, op. cit., pág. 214. 46 Íbid, pág. 276. 47 Íbid, pág. 46.
POLÍTICA E IDENTIDAD CULTURAL EN LA DESESPERANZA DE JOSÉ DONOSO
su cabeza de oro húmedo ,45 es objeto de gran admiración para Luz/Marilú: jugueteaba admirativamente con el pelo rubio de Juan Pablo .46 Sin embargo, tanto Nadja como Mañungo tienen pelo negro. Por supuesto, el hecho de que sean de pelo negro no imposibilita que sus hijos sean rubios, pero esta deliberada representación de Jean-Paul como un angelote rubio 47 es de todos modos significativa en la medida en que vuelve a enfatizar el carácter deseable de los rasgos europeos en el imaginario chileno. Esta jerarquía de valores está presente hasta en detalles tan triviales como el que Ada Luz se sienta atraída por los ojos azules de Lisboa, sus ojos azules porque era hijo de españoles ,48 mientras que los personajes positivos que están asociados con los indígenas son de alguna manera híbridos que comparten ciertos rasgos europeos. Así, Ulda, la maestra, amante y musa de Mañungo en Chiloé, tiene maduros ojos negros , pero una cara blanca y fresca ,49 al tiempo que el propio Mañungo no se ve como sus compañeros chilotes, sino que sobresale por su palidez .50 En efecto, aunque Mañungo es descrito como si tuviera un toque exótico, esto es sólo, en la opinión de Fausta, cierto ingrediente indio o exótico que no alcanzó a transformarlo en pieza de interés etnológico ,51 porque sus rasgos, en general, no son indígenas. Hasta cierto punto, su porte señero está relacionado con su pertenencia a la diminuta raza chilota ,52 pero él mismo es alto - [e]ra alto Mañungo, rara estampa para un chilote - y aparece como una silueta señera en medio de la multitud achaparrada .53 De nuevo, el uso de un término negativo como achaparrada para describir a la multitud del funeral implica una perspectiva que valora características europeas como la estatura alta, mientras que denigra lo indígena. Las descripciones de Lopito subrayan la jerarquía de la belleza descrita arriba en la medida en que hacen énfasis tanto en sus rasgos mestizos como en su fealdad. Sin embargo, la larga descripción que Judit hace de su amigo introduce la posibilidad de un mestizaje que haría explotar tales polaridades gastadas: se pasó la mano por su frente calzada hasta su mentón prognático y fue como si ese gesto bajara una cortina que transformó su mueca sonriente
48 Íbid, pág. 59. 49 Íbid, pág. 186. 50 Aunque algunas descripciones de los indígenas Chonos los pintan como de piel clara , es obvio que Donoso distingue entre Ulda y doña Petronila with her tez amarilla . Íbid, págs. 62,184. 51 Íbid, pág. 85. 52 Íbid, pág. 234. 53 Íbid, pág. 262.
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Sin embargo, aun cuando intenta romper barreras sociales acostándose con su amigo, su deseo depende de la asociación íntima que ella construye entre la fealdad personal de Lopito y la supuesta fealdad de sus inferiores sociales. Sus sentimientos también nos dan una primera luz sobre la importancia, para su motivación política, de una culpa por haber nacido como privilegiada. No obstante, esta culpa sigue manifestándose en términos de raza, porque Judit continúa viendo a Lopito desde la perspectiva de la élite criolla, para la que clase y raza están íntimamente entrelazadas. Aunque de manera consciente busca superar los prejuicios sociales y raciales que están destinados a mantener a cada grupo en su lugar, Judit sigue viendo las características indígenas como tan radicalmente diferentes que no se pueden entender. Su referencia a la sonrisa [...] fija y arcaica como la de un huaco 55 de Lopito, vuelve a relacionar a su amigo con la subclase indígena y su enigmática historia. El hecho de que tales pensamientos se le ocurran mientras observa a un amigo cercano muestra cuán arraigadas son tales representaciones del otro indígena en la forma en que percibe sus relaciones sociales. La tendencia racista a reducirlo a un tipo, en vez de aceptarlo como un individuo, aparece ejemplificada por la apreciación que de él hace Freddy Fox, como el monstruo .56 Al mismo tiempo, sin embargo, no parece ser una coincidencia que después de una visita al mausoleo familiar de los Torres, Judit se vea al espejo y diga [e]stoy hecha un monstruo ,57 lo que es una descripción física, en efecto, pero también un indicio de la forma en que ha sido transformada por los prejuicios de su casta, una inversión de su forma de ver la raza y la clase. Somos testigos de un rechazo al mestizaje, un deseo de preservar las barreras sociales bajo un pretexto de inferioridad racial que es utilizado para justificar una historia de explotación y represión. El buen funcionamiento de esta ideología se ve en sus efectos sobre los mismos subalternos, lo cual se hace evidente cuando Lopito, intentando 54 55 56 57 58
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Íbid, pág. 38. Íbid, pág. 38. Íbid, págs. 56-57. Íbid, pág. 288. Íbid, pág. 286.
impresionar a Freddy sólo con imaginar que podría tener hijos con Judit, describe a los retoños como overos , no café con leche .58 Esto puede interpretarse como un rechazo a ignorar las diferencias de clase expresadas mediante el modelo racial dominante, pero, al mismo tiempo, parece corresponder a una incapacidad para imaginar la coexistencia armoniosa de los diferentes filamentos culturales de la nación. El reconocimiento que hace La desesperanza del peso histórico de este apartheid social y racial y del rol que juega aún en Chile, es una de sus características más pesimistas y políticamente significativas. Nos recuerda que la identidad del estado chileno republicano fue construida sobre una represión mucho más fuerte a la gente Mapuche que la experimentada durante el período de la Colonia. Después de la Independencia, el grueso de la población indígena se encontraba en peores condiciones, pues la mayoría de sus tierras habían sido robadas (La desesperanza nos recuerda los orígenes de las tierras pertenecientes al padre de Fausta) y ellos fueron confinados en resguardos de tipo norteamericano. Por la misma razón, no es un accidente que el intolerante patriotismo derechista del régimen de Pinochet condujera a intentos por apropiarse de las pocas tierras indígenas restantes, mientras el desarrollo propuesto para estas regiones por parte de los últimos gobiernos civiles ha sido polémico. Aunque la novela no hace ninguna referencia directa a estos eventos, la extensión del viejo prejuicio racial hasta la división de clase nos impide idealizar el período anterior a 1970 como uno de estabilidad democrática sólo perturbada por la aberración de los excesos del período de Allende y luego por el régimen militar. Por el contrario, la novela nos devuelve en la dirección de la obra temprana de Donoso, que enfatizaba las verdaderas desigualdades que existían bajo la imagen gastada e ideológicamente cargada de Chile, como la Gran Bretaña de Sudamérica . El aspecto positivo de La desesperanza es que, en medio de este despliegue de estereotipos, sus personajes no son meramente emblemáticos. Al contrario, son figuras cuya complejidad enfatiza lo absurdo de cualquier concepto esencialista de la identidad. En términos físicos, Lopito puede representar a los marginados, pero también es un admirador de Duchamp y Schumann, como señala Fausta.59 Cuando ella exige que se defina , de una vez está pidiendo lo imposible. De forma semejante, Mañungo ha surgido de la pobreza a una vida como estrella internacional en París, mientras que
59 Íbid, pág. 269.
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en una máscara de tortura. ¿Fueron - se preguntó Judit al ver una vez más el cambio que conocía desde hacía tanto tiempo - estas señales de un dolor ancestral, residuo de experiencias brutales acumuladas por civilizaciones primitivas clausuradas para ella, lo que la impulsó, pese a la fealdad y mugre de Lopito, a acostarse con él al entrar en la universidad, cuando ambos militaban en el MIR?54
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Judit, a pesar del elitismo de su crianza, escogió una vida de activismo político y solidaridad con los pobres. En cada uno de estos casos lo que cuenta es la idea de la identidad como proyecto personal, como identificación, y no como estado esencial. De allí la importancia de los paralelos entre el artista y el brujo. Tanto el arte como el Caleuche, la nave mítica del folclor chileno, representan la creatividad individual y colectiva, y la inevitable mutabilidad de la identidad. En este sentido, tanto ellos como la novela encarnan cierto optimismo. Al mismo tiempo, sin embargo, los prejuicios burgueses contra las capas inferiores de la sociedad, con su marcado carácter racial, son en sí mismos motivo de desesperanza. No propongo reducir esta novela compleja a una oposición banal entre la belleza europea y la fealdad indígena pero sí resaltar que esta polaridad constituye una parte importante de su estructura, sobre todo si se extiende el análisis para abarcar las descripciones de la diferencia, demasiado numerosas para detallar aquí, que caracterizan la representación de la relación entre Chile y Europa, o entre Santiago y Chiloé, o incluso cuando se considera el efecto de estos prejuicios sobre las reformas neoliberales de Pinochet.60 La desesperanza, como tantas de las novelas de Donoso, nos recuerda lo que la mayoría de sus protagonistas burgueses prefieren callar, es decir, la secreta historia de la injusticia que se esconde detrás de estos estereotipos y clichés racistas. En últimas, el silencio de los desposeídos es aun más elocuente porque se yuxtapone con las deliberaciones neuróticas de unos protagonistas que en su mayoría son incapaces de enfrentarse con sus propios prejuicios. Como los letrados de Ángel Rama, viven aislados de sus compatriotas por barreras infranqueables a las cuales se refieren de forma irónica, pero cuya historia nunca intentan entender. Y el hecho de que algunas de estas actitudes hacia el género, la clase y la raza sigan determinando de tal manera su imaginación colectiva revela sus límites. Así, aunque algunos críticos han caracterizado La desesperanza como una novela atípica, sintoniza perfectamente con el resto de la obra donosiana en su ironización del punto de vista de sus protagonistas, la revelación de sus debilidades, además de sus fortalezas. En efecto, lo que hace de La desesperanza un trabajo interesante no es su perfección formal, la autenticidad de sus personajes,
ni sus propuestas abiertamente políticas, sino la forma en que un autor perspicaz escenifica las inseguridades nacionales en una coyuntura particularmente difícil de la historia reciente de su país.
BIBLIOGRAFIA Cerda, Carlos, José Donoso: originales y metáforas, Santiago, Planeta, 1988. Donoso, José, La desesperanza, Barcelona, Seix Barral, 1986. Dorfman, Ariel, Some Write to the Future, Durham, Duke University Press, 1991. Entrevista con José Donoso , Tuscón, J. y Valentín C. (eds.), Literatura y sociedad en América Latina, Salamanca, San Esteban, 1981, pág. 106. Foerster, Rolf, Terror y temblor frente al Indio-Roto en Revista de crítica cultural, Santiago, No.3, año 2, 1991, págs. 39-44. González Mandri, Flora, Political and personal transformations in José Donoso s La desesperanza en Revista hispánica moderna, No. 45, 1992, pág. 216. Gilkinson, Jean, Literal and metaphorical truth in José Donoso s La desesperanza en Bulletin of Hispanic Studies,No.75, 1998, pág. 533. Larrain Jorge, Identity and Modernity in Latin America, Cambridge, Polity, 2000. Magnarelli, Sharon, Understanding Donoso, Columbia, SC, University of South Carolina Press, 1993. Meléndez Paéz, Pedro, El desgaste del exilio en La desesperanza de José Donoso en Chasqui, Vol.23, parte 2, 1994. Morgan, Nick, Narrative, politics and identity in the work of José Donoso, Universidad de Manchester, 2000. Rowe, William, El obsceno pájaro de la noche: A test case for psychoanalytical interpretation en Modern Languages Review, No. 78, 1983, págs. 588596. Schopf, Federico, El lugar de la desesperanza en Cuadernos hispanoamericanos, 1989. Timerman, Jacobo, Chile, Death in the South, New York, Vintage Books, 1988. pág. 533
60 Para un análisis de estos asuntos véase mi tesis doctoral, Nick Morgan, Narrative, politics and identity in the work of José Donoso, Universidad de Manchester, 2000.
POLÍTICA E IDENTIDAD CULTURAL EN LA DESESPERANZA DE JOSÉ DONOSO
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Luisa Ortiz Pérez **
Resumen En este artículo se expone la pertinencia tanto política como estratégica del EZLN al optar por trascender su espacio de confinamiento territorial y discursivo en Chiapas, fuera de los parámetros institucionales de la arena política, al organizar una movilización masiva de personas y líderes Zapatistas, de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a la Ciudad de México, en marzo del 2001. Las lecciones generadas por la marcha Zapatista en el 2001 pusieron en tela de juicio el nivel de institucionalidad, de apertura y de voluntad de negociación de las administraciones presidenciales de Zedillo (1994-2000) y de Fox (2000-2006). Dichas lecciones son exploradas utilizando metodologías analíticas discursivas t leyendo momentos de la literatura política zapatista en los que se formulan significados y conceptos que defienden la visión popular, rebelde e indígena del EZLN. Las ideas producidas en este artículo proporcionan una lectura renovada del conflicto étnico y político mexicano contemporáneo, la cual podría ser extrapolada para leer conflictos de la misma índole en la región.
Abstract In this article, the political and strategic pertinence of the EZLN to transcend its territorial confinement in Chiapas and its discursive confinement out of the institutional parameters of the political arena is discussed. The mass mobilisation of supporters and indigenous leaders of the EZLN from San Cristóbal de las Casas towards Mexico City is the means used by the Zapatistas to undergo such phenomenal task. From there lessons can be drawn regarding the way in which it exposed the institutional coherence, the openness and will to negotiate of Zedillo (1994-2000) and Fox (2000-2006) administrations. Such lessons are explored using discourse analytical methodologies that read moments of Zapatista political literature. In these moments one can perceive the signifiers and concepts of the Zapatista popular, rebel and indigenous vision. The ideas provided by this article offer a renewed reading of the contemporary Mexican ethnic and political conflict. The latter can also be extrapolated to look at other conflicts of a similar nature in the region.
* Dedicado a una Colombia que estrena Presidente. ** M.A., Universidad de Essex. Candidata a doctorado de la misma Universidad. Coordinadora del Programa de Ciencia Política y Gobierno, Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad del Rosario.
En marzo del 2001, México atrajo la atención del mundo hacia la forma como sus contrastes socio económicos confrontan, en la base y desde la base, los supuestos que conforman las vías políticas de su consolidación democrática. Si a inicios del siglo veinte, campesinos y obreros mexicanos cuestionaron el ejercicio hegemónico del poder político y la toma de decisiones según criterios, respondiendo a las necesidades de la clase media; en el nuevo siglo, la voz del México profundo,1 denuncia una vez más, la forma autoritaria y excluyente con la que su autonomía y libre determinación es puesta en entredicho. Esta voz, aunada a la lucha por revertir los designios de marginación de los campesinos depauperizados, de los individuos al margen del ejercicio político y económico de un país en profunda transformación, pertenece a miembros de las comunidades indígenas del sureño estado de Chiapas, en la República mexicana. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), agrupación armada que salió del anonimato y la protección de las montañas de la Selva Lacandona Chiapaneca, en enero de 1994, articula, simbólica e históricamente, muchas de las estrategias, tácticas y modelos de los grandes movimientos populares de América Latina y los presenta al mundo como productos globales novedosos de una disidencia radical contemporánea que logra trascender viejas luchas, pero no viejos temas de denuncia y carencia social. A diferencia de otros fenómenos de manifestación política de masas descontentas, de levantamientos, de violencia armada, en las que los inconformes son vistos como parias, por el sistema político que los rechaza y se niega a entender su lenguaje y por la opinión pública que cierra filas para proteger el Estado de Derecho, la nueva versión del Zapatismo mexicano2 no es vista desde las fronteras de la exclusión y del rechazo. El EZLN recibe la atención de los medios de comunicación y la aprobación explícita de amplios sectores de la sociedad civil de México y del mundo. Con esto no quiero sugerir que no haya reacciones en contra de los encapuchados .3 Estas son abundantes y cruentas, especialmente las que vienen de los sectores más 1 Ricardo Bonfil Batalla, México Profundo. En busca de una civilización, Austin, University of Texas at Austin, 1987. 2 Zapatismo nuevo se contrapone al viejo Zapatismo, movimiento indígena campesino en 1910, encabezado por Emiliano Zapata y su hermano, en el Estado de Morelos, México. El Ejército del Sur, logró entre otras cosas la firma del Plan de Ayala, en 1911, en el que se perfilaba ya la forma del ejido como unidad de reparto agrario comunitario, plasmada posteriormente en el artículo constitucional 27, en 1917. 3 Alias de los Zapatistas que hace referencia a la capucha negra que los distingue de otros grupos armados en el país.
LUISA ORTIZ PÉREZ
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conservadores del sistema político mexicano.4 Sin embargo, dichas reacciones pierden legitimidad progresivamente. Su postura tradicional y autoritaria, se contrapone con las imágenes de la fiesta democrática inaugurada por Vicente Fox, en julio del 2000, fiesta en la que hay lugar para todos , según el propio presidente, inclusive para los Zapatistas. Las reacciones de apoyo al EZLN, en cambio, desde el día de su levantamiento hasta hoy, son de lo más diversas y sorprendentes. Sectores populares, rurales y urbanos, movimientos sociales organizados, estudiantes y maestros, reconocen la validez de sus demandas y la legitimidad de su lucha que aumentó desde más de 8000 asistentes, en la Convención Nacional Democrática en agosto de 1994, en el Aguascalientes de Oventic, hasta 200 mil personas, aproximadamente, en el Zócalo de la Ciudad de México,5 en marzo del 2001. Es más, cadenas de solidaridad con la lucha, vinculan al EZLN con los ya célebres movimientos contemporáneos contra la globalización. No es más que acceder a su portal electrónico, http://www.ezln.org Pero, ¿cómo se llega a construir un estado de cosas, en el que un grupo armado obtiene el derecho de ser escuchado por la sociedad civil? ¿Un estado de cosas en el que el discurso de un ejército de liberación nacional logra desplazar la legitima identificación de lo que es justo, lo que es digno, lo que es igualitario, lejos de la esfera de influencia estatal y de la política institucional, y cerca de la esfera de la denuncia y la protesta? Un argumento posible sostiene que los Zapatistas construyen un edificio conceptual y de apoyos políticos que logra invertir la relación guerra/rebeldes y paz/Gobierno, situándose como amigos de la democracia, la paz y la no-violencia a los ojos de grupos pro-democráticos y de la opinión pública, y situando al Gobierno mexicano como el enemigo de la causa indígena y popular. Este edificio conceptual tiene sus cimientos en el discurso que, generado desde las ya míticas montañas del sureste mexicano , mezcla significados tradicionales de la revolución mexicana de 1910 con ideas de anti-globalización, anti-neoliberalismo, y social-democracia. 4 El ala conservadora del sistema político mexicano, hoy por hoy, está integrada por los sectores más tradicionales del Partido Revolucionario Institucional, el cual tras perder las elecciones presidenciales recientemente, reflejan la resaca de grupos políticos que no digieren bien el concepto de cambio democrático: el Partido Acción Nacional partido que postuló a Vicente Fox, para armar una campaña exitosa por la presidencia en el 2000, y que no apoyan las negociaciones entre terroristas y guerrilleros y el Gobierno . 5 El Zócalo es la plaza principal de la Ciudad de México, administrativamente denominada Distrito Federal, por su naturaleza, legal y política por ser la ciudad capital, sede de los poderes de la Nación.
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La enunciación de este discurso es crucial para entender la efectividad de la formación ideológica del Zapatismo, la cual es hecha por el Subcomandante Marcos, figura establecida del marketing político revolucionario contemporáneo, que logra articular las demandas Zapatistas, vincularlas con un imaginario místico, como es el indígena, y plantearlas en forma de palabras, acciones y realizaciones del movimiento armado menos violento de la región.6 A casi seis años de la firma de los Acuerdos de la primera mesa de negociaciones, sobre Derecho y Cultura Indígenas, entre el Gobierno mexicano y el EZLN en San Andrés Larrainzar, y de un incidente en las negociaciones entre ambas partes; después de casi seis años de ejercicio indiscriminado de la violencia paramilitar e intra comunitaria en la región, de la que la matanza de Acteal en 1997 es sólo un ejemplo;7 tras esperar el momento indicado para atestar un golpe fuerte a la nueva administración en el Gobierno si bien proclive a la negociación , el EZLN decidió actuar nuevamente para promover de una vez por todas el cumplimiento de las condiciones que el Estado mexicano debe asegurar para todos y cada uno de los indígenas chiapanecos y del país: una vida digna y pacífica con justicia y democracia. La marcha de los 24 oficiales de alto rango del Ejército Zapatista de Liberación Nacional entre ellos, el Subcomandante Marcos- iniciada en marzo del 2001, desde su refugio en la selva chiapaneca, hacia la ciudad capital de la República mexicana, pasando por 20 puntos singificativos de la República mexicana, tuvo el doble propósito de golpear fuertemente al nuevo Gobierno en el poder, al tratar de probar su resistencia a la presión Zapatista y su real voluntad de cambio, y llevar, de una vez por todas, a la nueva administración foxista a honrar los acuerdos firmados con el EZLN cinco años antes. De esta forma, la máquina de imagen Zapatista fue pasando por numerosas ciudades medias en el trayecto hacia el D.F. (Distrito Federal),8 sorprendiendo a todo espectador del Zapatismo nuevo, por razones que NO son evidentes a simple vista y sobre las cuales quiero detenerme un momento.
6 El EZLN tuvo 12 días de conflicto armado abierto con el Ejército mexicano, del 1 al 12 de enero de 1994. El saldo de tales confrontaciones fueron 56 personas del lado Zapatista. El Ejército mexicano no hizo públicas sus bajas. 7 Acteal fue el pueblo en los Altos de Chiapas, donde el grupo paramilitar Paz y Justicia asesinó a quemarropa a más de 40 campesinos indígenas, en su mayoría mujeres y niños, el 28 de diciembre de 1997. 8 El Distrito Federal es el apelativo administrativo que recibe la Ciudad de México, y es la forma como los capitalinos lo llamamos, el de-efe .
9 Comandante Ramona, 13 de Octubre 1996, Zócalo, Ciudad de México, en EZLN, Documentos y comunicados, Vol 3, Editorial Era, México, 1997, pág. 396.
del olvido crónico de políticas públicas destinadas a resolver problemas de pobreza, marginación, de modelos de desarrollo que no incluyen a los menos aptos , y de recomendaciones emitidas por organismos financieros internacionales que dictan quien está in y quien está out ? La manifestación política de los marginados y excluidos refleja indiscutiblemente la estructura social y económica de América Latina, donde las divisiones entre diferentes clases y grupos culturales son irreconciliables si no se re-evalúan nociones tales como las de ciudadanía, derechos individuales, derechos comunitarios, de grupo, el derecho a la diferencia y a la libre determinación etc. El EZLN es, entonces, un espejo donde se refleja la conjunción, a mi parecer exitosa, entre demandas de tipo cultural y étnico de los indígenas- con reclamos por mayor equidad y justicia en lo económico y lo político propios del pobre, el marginado, el excluido del sistema. La marcha y la visita de EZLN a la Ciudad de México tuvieron entonces la finalidad de reiterar que los de afuera , quieren estar adentro , que tienen suficiente apoyo popular para lograrlo -como prueban los más de 20 mítines sostenidos durante la Marcha por la Dignidad , y que los acuerdos firmados entre la administración Zedillo y el EZLN tienen que ser honrados.10 En este artículo tomaré en consideración los tres argumentos siguientes para discutir que la marcha Zapatista del 2001 debe ser vista como un prólogo de lo que apenas va a comenzar , parafraseando al premio Nóbel José Saramago.11 Primero, el retorno a la movilidad de grupos políticos en disenso es un hecho novedoso en el marco de la política social mexicana; segundo, lo efímero del equilibrio político de naciones como México, logra ser antagonizado12 por un movimiento indígena que demanda el reconocimiento de sus 10 Acá me refiero a los tan sonados Acuerdos de San Andrés, cuya Primera Mesa de Negociación generó acuerdos sobre derechos y cultura indígena firmados por la administración Zedillo en 1995. Estos produjeron el texto básico que fue transformado por la administración Fox, en una Ley Indígena, en el 2000. El texto de la ley y su contenido no fueron aprobados por las bases Zapatistas, ni por el Consejo Nacional Indígena, Ambas organizaciones rechazan la Ley y el proceder de los Gobiernos de Zedillo (1994-2000) y Fox (2000-2006). 11 Jaime Avilés, La lucha del EZLN, solo un prólogo, José Saramago en Diario La Jornada, 12 de marzo, 2001. 12 En el contexto teórico, la noción de antagonismo es utilizada por Ernesto Laclau para ilustrar aquellos procesos mediante los cuales formaciones discursivas entran en conflicto, alrededor de la definición tanto de las fronteras, entre ellas, como de las cadenas de significado que operan en el interior de dichas fronteras. En otras palabras, una operación antagónica, describe el proceso por medio del cual el Zapatismo como discurso político cuestiona e interpela el discurso del Gobierno mexicano, las mismas unidades de significado para reforzar su posición de legitimidad. Ver Ernesto Laclau, y Mouffe Chantal, Hegemony and Socialist Strategy, London, Verso, 1985.
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No era la primera vez que comandantes del EZLN iban a la ciudad de México e interactuaban con los medios, el poder y la sociedad civil. La comandante Ramona (qepd) ya había colonizado el Zócalo en 1997, y enunciando que su visita era el primero de muchos pasos de los Zapatistas al Distrito Federal, y a todos los lugares de México .9 No era la primera vez que el Zócalo era la sede de encuentros entre caudillos, grupos armados, guerrillas y/o movimientos sociales. Ya en diciembre de 1914, los Generales Zapata y Villa conducían sus ejércitos hacia la ciudad capital para confrontar el poder con la imagen indiscutible de su dignidad, su honor y la integridad de su lucha. No era la primera vez que el Zócalo presenciaba mítines en los que los actores políticos más alejados de las prácticas institucionales del sistema político mexicano, convocaban y movilizaban a sus seguidores para interpelar a las élites en el poder. Cuahtémoc Cárdenas, candidato del Partido de la Revolución Democrática a la presidencia, en agosto de 1988, había reunido a más de 200,000 personas en el Zócalo durante su cierre de campaña. Tampoco era la primera vez que los indígenas de México y de Chiapas iban a la Ciudad de México a pedir que sus derechos se reconocieran, y que se les respetara como seres humanos individuales y colectivos, en pleno ejercicio de sus derechos humanos, políticos, sociales, económicos. Un sin número de manifestaciones, plantones , mítines y muestras del descontento de los pueblos indígenas y de muchos depauperizados más, se suman a las decenas de manifestaciones populares en contra del estatus quo, en la Ciudad de México y en el resto del territorio nacional. En conclusión, no era ni será la última vez que decenas de miles de personas caminen hacia la ciudad, desde el campo, para hacer que sus demandas sean escuchadas, y que las acciones y decisiones de poderosos y gobernantes sean respetuosas de las diferencias étnicas y de clase que conforman dichas naciones. ¿Entonces, qué argumentos podemos invocar para que la marcha del EZLN haya tenido un sentido nuevo y moderno para México y para el mundo contemporáneo? ¿Será que la demostración contemporánea de viejas políticas de masas, nos recuerda aquellos tiempos de movilizaciones sindicales, estudiantiles y gremiales en los que el número lograba presionar a los sectores gubernamentales o grupos en el poder? ¿O será que habíamos olvidado que fuera de las metrópolis donde vivimos, existen grupos sociales que sufren
derechos civiles y políticos. Y tercero, que pueden rescatarse las lecciones de la odisea Zapatista, por el contenido de sus demandas; primordialmente, y por la forma como dichas demandas fueron transmitidas a la nación mexicana y al mundo.
EL RETORNO DE LO POLÍTICO
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El EZLN invoca el retorno de lo político , a los espacios públicos de discusión y deliberación en México, en el siglo veintiuno. A diferencia de partidos políticos y otros grupos que forman parte de la arena política institucional del sistema político mexicano, los cuales, tras el triunfo de Vicente Fox en julio del 2000, continúan evaluando el impacto de dichos sucesos políticos, a la luz de su propia derrota; el EZLN logra articular un discurso y una serie de propuestas políticas que son vistas como novedosas por ser planteadas desde fuera de dicha arena institucional. La distinción que propongo entre el adentro y el afuera del sistema político mexicano hace referencia en primer lugar a las fronteras que dividen el ejercicio legítimo de derechos de asociación, expresión y pensamiento. Estos derechos garantizados por la constitución, leyes y códigos protegen distintos ámbitos de la vida individual y social, como por ejemplo, el derecho a la libre expresión. Dicho derecho asegura que la expresión individual y de grupo no sea limitada por el Estado ni por ningún otro organismo público o privado. Sin embargo, pareciera ser que dicho derecho no aplica a agentes que ejercen su libre derecho desde posiciones extra-institucionales, es decir, aquellos que están fuera del espacio de discurso en el que la problemática es generada; el EZLN, por ejemplo. La Primera Declaración de la Selva Lacandona, que data de enero de 1994, enuncia las demandas de los Zapatistas: Hombres pobres [como nosotros] a los que se nos ha negado la preparación más elemental para así poder utilizarnos como carne de cañón y saquear las riquezas de nuestra patria sin importarles que estemos muriendo de hambre y enfermedades curables, sin importarles que no tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación; sin tener derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros y nuestros hijos .13 El contenido de las demandas enunciadas por el EZLN goza 13 EZLN, Documentos y Comunicados, Vol. 1, México, editorial Era, págs. 33-35.
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de legitimidad dada la palpable y visible falta de recursos, de atención y servicios, en Chiapas. Dichas demandas son reconocidas por el Gobierno mexicano y la sociedad civil en el ámbito nacional e internacional. Los que no gozan de dicho reconocimiento son los Zapatistas, en cuanto han escogido el camino de la violencia para denunciar sus carencias al Estado mexicano. Por tal razón, la percepción de las demandas cambia. Estas demandas no son vistas más como demandas populares, sino como exigencias de un grupo armado ilegal, y se sitúan entonces en el centro del conflicto, la oposición natural entre Zapatistas y ejército mexicano. En suma, el problema de marginación y pobreza es reemplazado por un problema militar de guerra y paz. Reflejo de lo anterior es la falta de respeto otorgada a las negociaciones y diálogos entre las partes, a las demandas de pobres, indígenas y campesinos de la zona. La solución de sus controversias sobre la tenencia de la tierra y sobre las condiciones de depauperización en las que viven pasa a segundo plano, siendo que el problema de la guerra y de la violencia en Chiapas requiere atención prioritaria de acuerdo con el estado mexicano.14 Sin embargo, eso no hace que las condiciones que motivaron, en parte, a los Zapatistas a organizarse como un grupo armado, desaparezcan, o encuentren soluciones automáticas al firmarse acuerdos de paz. Ni siquiera considerando que hasta finales de los años 80, la disidencia que confrontaba al Estado era de una forma o de otra, una disidencia institucionalizada, absorbida por el sistema de partido-Gobierno15 de control caciquil, corporativo y clientelista, o reprimida en el caso de que no pudieran cooptarse sus líderes, causas y banderas políticas.16 El México que confronta en la actualidad la problemática Zapatista está transitando lenta pero consistentemente hacia el ejercicio de la democracia liberal, por primera vez en su historia contemporánea. Así que, hoy estas demandas de cambio que son expresadas por sectores no-institucionales de la política y la sociedad, esperan y requieren respuestas distintas. De ahí viene una de las motivaciones más fuertes 14 Basta con revisar las memorias de los diálogos de San Andrés, entre febrero de 1995 y septiembre de 1996, en las que gran parte de las discusiones permanecieron en el ámbito abstracto intentando generar puntos de acuerdo entre las partes para dejar el estado de guerra en la región y establecer pactos sociales entre pobladores de Chiapas y Zapatistas. Mientras tanto, la inversión federal y estatal a los pueblos Zapatistas por ejemplo, es frenada y estos solo reciben apoyos de organismos internacionales u ONG s con intereses particulares en la zona. 15 Partido único en el poder. 16 Ver Lorenzo Meyer, La Segunda Muerte de la Revolución Mexicana, México, Cal y Arena, 1993.
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EL EFÍMERO EQUILIBRIO POLÍTICO DE MÉXICO En esta sección, nos enfocaremos a revisar la otra cara de la marcha Zapatista hacia la ciudad de México. Esta cara no es la que exige la solución de las demandas de la población indígena, campesina, depauperizada de Chiapas, ni la que pide la ratificación de los Acuerdos de San Andrés en el Congreso Mexicano. Esta cara es la que vende el producto Zapatista, la que articula su discurso y que difunde la ideología del movimiento exitosamente. Es importante distinguir la forma como los problemas sociales y políticos de Chiapas y el Zapatismo como movimiento político armado que canaliza las demandas de la población chiapaneca funcionan discursivamente en forma paralela. El Subcomandante Marcos como vocero del Zapatismo es indiscutiblemente exitoso en hacer llegar el mensaje de los indígenas alzados en armas, con los colores del EZLN; ahora, analíticamente, las estrategias a las que recurre Marcos y los juegos publicitarios a los que se presta, con los medios de comunicación nacionales e internacionales, enfatizan la
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atención sobre las necesidades y sufrimientos de los pueblos representados por el Zapatismo. Aunque no pudiera existir otra alternativa posible de acción para Marcos y los integrantes de la Comandancia General del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, al decidir marchar juntos hacia la Ciudad de México, en realidad, lo que el EZLN estaba buscando era que a largo plazo sus propuestas y su discurso político alternativo fueran escuchados en vivo y en directo por toda la República mexicana. Además de que era la mejor estrategia de acción posible cuando, al articular sólidamente símbolos y mitos, imágenes y palabras, en un discurso, el Zapatismo interpelaba a los interlocutores potenciales y actuales del movimiento. Y esto es lo que Marcos y sus superiores hicieron durante los mítines y reuniones que tuvieron lugar durante la marcha hacia la Ciudad de México y durante su llegada a la ciudad misma. Sin embargo, es importante no perder de vista que, adicionalmente, estas eran estrategias de difusión informativa y de generación de simpatía entre la sociedad civil nacional e internacional. Me permito, entonces, comentar el mensaje Zapatista enunciado durante los mítines de apertura y cierre de la marcha a la Ciudad de México, con el fin de ilustrar aquello que denomino la articulación sólida de símbolos y mitos, de imágenes y palabras que conforman el discurso, la ideología, y porque no la identidad Zapatista. Ambos mensajes hacen referencia a dos conceptos que recurrentemente han aparecido como pilares de las formaciones discursivas del Zapatismo, la noción de la dignidad expresa con la que el EZLN se describe a sí mismo, una dignidad originada en su base popular indígena, y que describe una de las metas centrales del Zapatismo: el denunciar la situación de explotación, miseria y marginación en las que viven los indígenas mexicanos, y en particular los indígenas en Chiapas. La otra noción es la del espejo del presente que refleja la historia viva de México . El Zapatismo funciona como una superficie sobre la cual se reflejan, por un lado, lo indígena, místico, tradicional y por otro lo colonial, que cambia, violenta y explota el estado de cosas original. El espejo del pasado de 500 años de explotación sobre el cual se refleja el presente de México.17 Dignidad, es el nombre de esa flor primera que mucho debe caminar para que la semilla encuentre el corazón de todos y,
17 La elección de ambos textos corresponde principalmente a razones analíticas. Los conceptos a los que hago referencia pueden ser encontrados en cualquiera de los discursos Zapatistas desde 1994 hasta la fecha.
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del EZLN para realizar la marcha hacia la ciudad de México a principios del 2001: la ruptura del incidente, en el que las negociaciones y los diálogos por la paz permanecieron frenados, por la estrategia del Gobierno de no atender las demandas y concentrarse en solucionar, en primera instancia, el estado de guerra y la necesidad de paz. Ahora, lo ya dicho nos sugiere que existe continuidad entre la forma de enfrentar el Zapatismo antes del cambio democrático y después de él, por lo menos en la forma como las demandas legítimas articuladas por este grupo pasan a segundo plano. La atención del presidente Fox, de su Gobierno, de las instituciones y los medios de comunicación giran alrededor de una solución de fachada al conflicto entre el ejército mexicano y el EZLN, la solución de un conflicto armado perpetuado por la institucionalidad. Un ejemplo de lo anterior puede encontrarse en las circunstancias en las que los tan sonados Acuerdos de San Andrés, cuya Primera Mesa de Negociación generó acuerdos sobre derechos y cultura indígena firmados por la administración Zedillo en 1995, produjeron el texto básico que fue transformado por la administración Fox, en una Ley Indígena, en el 2000. Es importante mencionar que ni el texto de la Ley ni su contenido, ya que no fueron aprobados por las bases Zapatistas, o por el Consejo Nacional Indígena, por lo que ambas organizaciones rechazan la ley y el proceder de los Gobiernos de Zedillo (1994-2000) y Fox (2000-2006).
en la gran tierra de todos los colores se nazca por fin ese mundo que todos llaman mañana .18 La esencia del concepto de dignidad está expresada en este enunciado. Por un lado, la dignidad es un recordatorio del pasado, de los pueblos originarios de la identidad mexicana; por el otro, la dignidad es un símbolo que justifica la lucha Zapatista y las acciones presentes del EZLN. Esta noción de dignidad es, además, politizada por el discurso Zapatista y se convierte en la motivación que articula lo indígena con lo mexicano: Los indígenas mexicanos somos indígenas y somos mexicanos. Queremos ser indígenas y ser mexicanos la nuestra es la marcha de la dignidad indígena la marcha del color de la tierra.19
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Es claro que el recurrir a metáforas añade impacto al mensaje difundido por los Zapatistas para justificar por qué consideran necesario salir de Chiapas y marchar hacia la Ciudad de México. Son razones que tienen que ver con la falta de espacios de expresión de su identidad indígena, de su razón política y cívica y de respeto por su relación cósmica con la tierra en la que viven y trabajan. Es importante resaltar que en ningún momento, el discurso de los Zapatistas hace referencia a nociones de secesión o de una toma del poder federal. Las demandas son formuladas desde un escenario en el que los principios jurídicos y los símbolos del Estado mexicano son respetados. Con lo que están en desacuerdo los Zapatistas es con la forma como los recursos materiales y humanos de la nación están siendo administrados y asignados. A este argumento se suma, además, la denuncia de amenazas y violencia que han sufrido las comunidades de base Zapatista, los no combatientes, sus simpatizantes, violencia llevada a cabo por grupos paramilitares financiados por intereses de poder públicos y privados, locales y estatales. No están solos en la mentira quienes gobiernan. [Con ellos van los pasos de quienes muertos quieren nuestro paso y muerto por siempre el color de la tierra] Con ellos van quienes no admiten en el mundo otro color que no sea el del color del dinero y su miseria . 20 Del concepto de dignidad deriva el espejo histórico, que refleja hacia el presente el pasado y que permite al EZLN erigirse como garante de los símbolos patrios mexicanos. Este argumento ya había sido propuesto en la Tercera Declaración de la Selva Lacandona, en enero de 1995, en la cual, al 18 Palabras del EZLN, el 24 de febrero del 2001, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 19 Íbid. 20 Íbid.
REVOLUCIÓN Y REBELDÍA. LA MARCHA DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, HACIA LA CIUDAD DE MÉXICO
denunciar la falta de palabra del Gobierno y su falta de respeto por la constitución y los símbolos que integran la identidad política de los mexicanos, el EZLN se hacía custodio de tales, hasta que un Gobierno legítimo -de transición como ellos lo llamaron- ocupara el poder.21 Pareciera que tras la elección de Vicente Fox como presidente de México, habiendo ganado elecciones transparentes y legítimas, y habiendo derrotado al candidato del partido antes oficial el PRI- este reclamo Zapatista encontraría descanso. Pero no es así. La articulación de los conceptos de dignidad y de espejo reproducen un argumento que es aún más complejo. Y es que si bien, la demanda de democracia de los Zapatistas, en algún momento de su lucha fue una demanda electoral, esta nunca dejó de tomar en consideración que las expresiones reales de la democracia implican igualdad en la participación de todo ciudadano y la equidad en el acceso a espacios, tribunas y asientos para todo grupo político en el país. Democracia popular e inclusión es lo que demandan los Zapatistas: ¡Ya basta! Dice y repite la voz más primera, los indígenas que somos del color de la tierra. Un lugar queremos. Un lugar necesitamos. Un lugar merecemos nosotros que somos del color de la tierra. Un lugar digno para ser lo que nosotros somos, el color de la tierra .22 Hermano, hermana indígena. Hermano, hermana no indígena. Aquí estamos para decir que estamos. Y cuando decimos aquí estamos , también al otro nombramos. Hermano, hermana que eres mexicano y que no lo eres. Contigo decimos aquí estamos . Hermano, hermana indígena, y no indígena: un espejo somos. 23
Las contradicciones a la identidad indígena y no indígena de México son expresadas claramente, en este enunciado. Resaltan el valor que tiene el traer el pasado de una nación pos-colonial y colocarlo en el centro del escenario político, y en medio de las agendas políticas de quienes toman las decisiones. Hace 90 años, los poderosos preguntaban al de abajo que Zapata se llamaba: ¿Con qué permiso, señores? . Y los de abajo respondimos y respondemos: Con el nuestro . Y con el permiso nuestro, desde hace exactamente 90 años nos hicimos grito y rebeldes nos llamamos .24 El establecimiento de lazos entre el pasado de lucha y de rebeldía hace las veces del espejo en el que los miembros del
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EZLN, Documentos y Comunicados, Vol. 1, México, editorial Era, págs. 269-278. Palabras del EZLN, el 24 de febrero del 2001, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Palabras del EZLN, el 11 de marzo del 2001, en el Zócalo de la Ciudad de México. Íbid.
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El camino transcurrido por el EZLN de Chiapas a la Ciudad de México fue una excelente metáfora del tránsito evolución discursiva del movimiento desde su levantamiento en enero de 1994, hasta nuestros días. La voluntad del liderazgo zapatista, la labor mediática y retórica del Subcomandante Marcos, las confrontaciones armadas y verbales con diferentes agencias, instituciones y organismos que representan al Estado mexicano, reflejan el desempeño del zapatismo como una fuerza política autónoma e independiente, la cual confronta desde fuera la arena política institucional. Y es que, el lograr en forma momentánea y efímera, pero efectiva, cautivar la opinión pública nacional e internacional; sostener la legítima enunciación de significados políticos tales como son los de la Revolución Mexicana, la democracia, la libertad y la justicia; antagonizar y perturbar al Gobierno mexicano en sus tareas, es una labor que muchos
otros grupos políticos no han conseguido en años, y en especial hago referencia aquí a los partidos políticos y grupos de izquierda. Lección primera: Aunado a los logros que el Zapatismo ha acumulado a través de sus siete años de presencia como fuerza armada y actor político fuera de la arena de lo público en México, este periodo ha transcurrido sin acciones de violencia ofensiva por parte del EZLN. El ejercicio no violento de actividades de guerra de guerrillas es un concepto propio del conflicto chiapaneco y del Zapatismo. No existe evidencia alguna de que el EZLN haya recurrido a actividades terroristas para imponer su voluntad en la zona, ni mucho menos para amedrentar a la población civil que comparte territorios de interés común. Es claro que, en el contexto del Zapatismo contemporáneo, no existe una voluntad de diálogo por parte del Gobierno del presidente Fox y hay una actitud de reticencia a aceptar los términos de diálogo propuestos al EZLN. Este tipo de reacciones, tal vez innecesarias, tienen como origen la falta de respeto por acuerdos y arreglos convenidos entre el EZLN y el Gobierno mexicano. En el subconsciente colectivo, los Zapatistas al trasladarse a la Ciudad de México, desafiaron al Gobierno mexicano, al transitar por todo el territorio nacional escoltados por miembros de la sociedad civil y de la Policía Federal de Caminos, hasta llegar a la capital de la República. Y es que no hay que olvidar que el enemigo de los Zapatistas, el Gobierno mexicano, es quien se ha negado sistemáticamente a reconocer que las demandas Zapatistas son pertinentes y requieren atención necesaria. Adicionalmente, es el Gobierno de la República quien no decreta el retiro de la mayoría de los efectivos militares de las áreas de distensión marcadas dentro del territorio chiapaneco y el que permite que sigan actuando indiscriminadamente grupos paramilitares que tratan de recuperar el control de la región por la vía de las armas, para los caciques locales. Para que existiera congenialidad entre el amigo y el enemigo, se requeriría la voluntad de llegar a un acuerdo, con el que las dos partes estuvieran satisfechas; que existiera entendimiento común sobre la centralidad de los temas que se incluirían en la agenda política regional y nacional; y que hubiera voluntad de las partes para trabajar con vistas a obtener el bienestar general. Los trece puntos forma en la que EZLN se refiere a sus demandas desde la Primera Declaración de la Selva Lacandona27 reflejan la visión
25 Íbid. 26 Íbid.
27 EZLN, Documentos y Comunicados, Vol. 1, México, editorial Era, págs. 33-35.
Cuando decimos que somos, también decimos que no somos y no seremos No somos quienes aspiran a hacerse del poder, y desde él imponer el paso y la palabra .No somos el arrepentido mañana, el que se convierte en imagen aún más grotesca del poder, el que simula sensatez y prudencia donde no hubo sino compra-venta. No seremos.26
LECCIONES DE LA ODISEA ZAPATISTA
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LUISA ORTIZ PÉREZ
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EZLN se reflejan sin miedo. Las demandas del Ejercito Libertador del Sur a principios del siglo veinte siguen siendo las mismas que las neo-Zapatistas: tierra y libertad. ¿Que otra justificación se necesita para explicar que la reacción del EZLN es una reacción legítima? Es hora de que el Fox y a quien sirve escuche y nos escuche. Es la hora de que el Fox y quien lo manda nos vea. Una sola cosa habla nuestra palabra. Una sola cosa mira nuestra mirada. El reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas. Un lugar digno para el color de la tierra .25 El Zapatismo se sitúa por medio de esta función de espejo, como punto de referencia histórica del régimen político en turno. La legitimidad que su herencia histórica les otorga, explica las razones por las cuales, el Zapatismo exige que se incluya dentro del México presente a su pasado rebelde, y a los hombres que lucharon por forjar el México actual. Es interesante resaltar, la forma como dentro de la dialéctica Zapatista, el transcurso del tiempo en forma de espiral conecta el pasado con el presente, y por qué no, con el futuro:
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práctica del Zapatismo, y la voluntad de reconstruir el equilibrio de fuerzas que contraponen la guerra a la paz. Estas demandas incluyen techo digno, tierra, trabajo, salud, alimentación, educación, derechos para elegir autoridades libre y democráticamente, independencia de los extranjeros, y paz y justicia para los pueblos indígenas de Chiapas y los grupos marginados y excluidos. Lección segunda: Al evaluar los motivos por los cuales el EZLN sale de Chiapas y se dirige hacia la Ciudad de México, el argumento más atinado y más acorde con los principios Zapatistas es el que sugiere que el EZLN fue al Distrito Federal para hacer que sus demandas se escucharan en el ámbito nacional y desde adentro de los órganos de toma de decisiones. De esta forma, la naturaleza de las demandas, además, habla claramente del camino que falta por recorrer en México y en general en Latinoamérica, en la prestación de servicios y el ejercicio de justicia social para las clases menos favorecidas. Paralelamente, no podemos dejar de notar que el EZLN marchó hacia México para situarse al alcance de los reflectores de los medios de comunicación globales para garantizar capital político de presión sobre el Gobierno mexicano, el cual teme, como todo régimen político con poca credibilidad, el escándalo y la deshonra pública. Así es como el Zapatismo logra evidenciar que no importando si el Gobierno mexicano no cumple su palabra, el EZLN permanecerá en su posición de amigo de la paz y de las formas de diálogo político. En este sentido, el Gobierno se encuentra en una posición poco halagüeña. De la misma forma, si analizamos el formato en el cual las demandas y discurso del EZLN fueron difundidas a la opinión pública, tanto nacional como internacional, es importante recalcar que la forma y la materia integran ambos un mismo concepto. Es decir, que la articulación del discurso Zapatista y su enunciación por el mítico Subcomandante Marcos el icono desconocido, como lo llamó recientemente la periodista Naomi Klein , son dos componentes del mismo elemento. El énfasis de mi análisis radica en la toma de conciencia que el discurso Zapatista intenta transmitir con mucho éxito, la noción de que por la voz de sus emisores, en su caso Marcos, Tacho, Moisés, Esther o quien esté hablando, habla el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Que el empaque que rodea el mensaje de los Zapatistas es importante, y esencial, más no está hueco como quieren sugerir biógrafos y analistas que han querido probar la veracidad y autenticidad de la figura de Marcos. Lección tercera: La figura política de Marcos y el juego mediático que se ha REVOLUCIÓN Y REBELDÍA. LA MARCHA DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, HACIA LA CIUDAD DE MÉXICO
desarrollado alrededor de su imagen también habla de un fuerte proceso de identificación con la ideología, las demandas y la lucha del Zapatismo de opinión pública nacional e internacional. De esta forma, es admirable la manera en que el EZLN ha decidido estratégicamente vincular su destino político con el de grupos sociales y organizaciones no gubernamentales con puntos de vista y aspiraciones similares. Desde muy temprano en el desarrollo de la ideología Zapatista, en agosto de 1994, tuvo lugar el Encuentro Intergaláctico por la Humanidad y en contra del Neoliberalismo, el cual se ha convertido, junto con las reuniones de Seattle o Washington en contra de los las políticas económicas de la OMC en el Tercer Mundo, en uno de los hitos de luchas contemporáneas globales. Y es que desde el inicio, el Zapatismo siempre ha procurado expandir sus bases de apoyo y extender su base de lucha fuera de la Selva Lacandona y de México. De esta forma, la tercera lección se refiere a la creación de cadenas de significado a través de las cuales los problemas y demandas de los indígenas, pobres y campesinos mexicanos son equivalentes a los de un granjero inglés, un activista homosexual en Estados Unidos, un obrero explotado en Singapur, un miembro del Movimiento de los Sem Terra Brasileños, un desplazado kosovar, una mujer ejecutiva. Este movimiento, el del color de la tierra, es tuyo y porque es tuyo es nuestro Ahora, y es que lo que ellos temen, no hay ya el ustedes y el nosotros, porque todos somos ya el color de lo que somos, de la tierra .28
CONCLUSIONES Quiero concluir este artículo con la revisión de mis propios argumentos, sobre las razones por las cuales la marcha Zapatista debe sorprendernos en gran medida, y mucho más ahora cuando la Marcha por la dignidad que regresó triunfalmente a Chiapas, y logró que los dirigentes indígenas del EZLN transmitieran su mensaje a los miembros del Congreso de la Unión, no pudo llevar su mensaje y sus acciones políticas más allá de la Marcha. No era la primera vez que comandantes del EZLN iban a la ciudad de México e interactuaban con los medios, el poder y la sociedad civil. Pero sí fue la primera vez, que la Ciudad de México y el mundo tuviero la posibilidad de enfrentarse con vientos de un pasado remoto, que se aferra para permanecer vigente, en pie, en el presente. Fue, tal vez, la primera vez 28 Palabras del EZLN, el 11 de Marzo del 2001, en el Zócalo de la Ciudad de México.
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POST-SCRIPTUM
personas, a manos de comuneros enmascarados, en la comunidad de las Antenas, Municipio de Venustiano Carranza, en los Altos de Chiapas. Además, los Acuerdos de San Andrés fueron transformados en una Ley Indígena de consenso institucional, pero sin apoyo del EZLN, ni del Consejo Nacional Indígena. Queda claro que el mensaje de la Marcha por la Dignidad hacia la Ciudad de México, interpeló sobre una parte de los problemas y de los apoyos que enfrentan los indígenas de Chiapas. Problemas y demandas que en el ámbito local siguen estando sumidos en antiguas cadenas de significado, propias de tiempos de explotación, autoritarismo y violencia. Si bien el reto y la lección que el EZLN tomó de su propia experiencia, que la extrapolación del Zapatismo a lo nacional tiene que pasar por la lucha local, es una estrategia acertada, así mismo subestimó el poder cruento, real, y menos romántico del estado mexicano, el cual no reconoce el valor de la lucha retórica, democrática, pacífica y respetuosa del Estado de Derecho.
BIBLIOGRAFIA Avilés, Jaime, La lucha del EZLN, solo un prólogo, José Saramago en Diario La Jornada, 12 de Marzo, 2001. Bonfil Batalla, Ricardo, México Profundo. En busca de una civilización, Austin, University of Texas at Austin, 1987. Comandante Ramona 13 de Octubre 1996, Zócalo, Ciudad de México en EZLN, Documentos y comunicados, Vol 3, Editorial Era, México, 1997, pág. 396. EZLN, Documentos y Comunicados, Vol. 1, México, Editorial Era. Laclau, Ernesto, y Chantal, Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy, London, Verso, 1985.
El 21 abril del 2001, se hizo público el retiro del ejército mexicano de los cuarteles de Río Euseba, la Garucha y Guadalupe Tepeyac,30 y se esperaba que se sometieran a aprobación los acuerdos de San Andrés, antes de finalizar el mes que es cuando termina el periodo de sesiones del Congreso de la Unión. El mismo día, murieron ocho
Meyer, Lorenzo, La Segunda Muerte de la Revolución Mexicana, México, Cal y Arena, 1993.
29 Al afirmar lo anterior, tomo distancia prudente de los dimes y diretes entre el presidente Fox y el PAN, y el Zapatismo, puesto que fueron, más estrategia mediática para mantener la atención en la Marcha, que otra cosa. 30 Que se suman ya a los campamentos de Amador Hernández, Roberto Barrios, Cuxutla y Jolnachoj, de los que se retiró el ejército mexicano durante el transcurso de los últimos dos meses.
Palabras del EZLN, el 24 de Febrero del 2001, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en http://www.ezln.org.
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Ortiz Pérez, Luisa, Challenging Discursive Hegemony in Mexican Contemporary Politics. The Ejercito Zapatista de Liberación Nacional 1994-1996,Colchester, University of Essex, 2001. Palabras del EZLN, el 11 de Marzo del 2001, en el Zócalo de la Ciudad de México, en http://www.ezln.org.
LUISA ORTIZ PÉREZ
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que un grupo político extra-institucional fue escuchado por el Congreso de la República Mexicana29 , pero no será la última, que un grupo de tales características sea manipulado por los intereses políticos en el interior del poder legislativo mexicano. No era la primera vez que el Zócalo fungía como cede de encuentros entre caudillos, grupos armados, guerrillas y/o movimientos sociales. Sí fue la primera vez, que un grupo armado, se presentaba sin armas y divulgaba un mensaje de paz y de búsqueda de una integración cultural, social y política de los pueblos indígenas de México, en su conjunto y también la primera vez que la ausencia de armas no fue importante. No era la primera vez que el Zócalo presenciaba mítines de los actores políticos más alejados de las prácticas institucionales, dentro del sistema político mexicano. Si fue la primera vez, que una guerrilla pos-moderna tuvo la capacidad de convocatoria que tienen los Zapatistas en el ámbito nacional e internacional. Tampoco fue la primera vez que los indígenas de México y de Chiapas iban a la Ciudad de México a pedir que sus derechos se reconocieran, y que se les respetara como seres humanos individuales y colectivos, en pleno ejercicio de sus derechos humanos, políticos, sociales, económicos. Tampoco será la primera vez que regresen a casa con el corazón y la mente llenos de imágenes y de esperanza y con las manos vacías. En conclusión, no es ni será la última vez que decenas de miles de personas caminen desde el campo hacia la ciudad, para hacer que sus demandas sean escuchadas, y que las acciones y decisiones de poderosos y gobernantes sean respetuosas de las diferencias étnicas y de clase que conforman dichas naciones.
HISTORIA Y SOCIEDAD EN LA GENESIS DE LAS LENGUAS CRIOLLAS Carlos Patiño Rosselli*
Resumen Este artículo se propone destacar el proceso histórico y las condiciones sociales dentro de los cuales surgieron los idiomas que en la ciencia lingüística se denominan criollos . La primera parte del trabajo sitúa el esdudio de estos códigos en el marco de la nueva subdisciplina conocida como Lenguas en Contacto , en razón del origen pluriétnico de los mismos. La segunda parte trata de las lenguas africanas que llegaron al Nuevo Mundo, de los códigos de contacto euro-africanos de los siglos del comercio esclavista y de la red de comunicación que se dio en la Cartagena colonial. La parte final se refiere al ciclo de vida de los idiomas criollos y al enfoque sociohistórico de R. Chaudenson.
Abstract This article delineates the historical process and the social conditions which gave birth to the variety of languages known as Creoles in Linguistics. The first part of the study places Creoles in the new domain called Language Contact , due to the multiethnic origin of these dialects. The second part deals with the African languages which came to the New World, the EuroAfrican contact vernaculars which emerged during the centuries of the slave trade, and the communications network which obtained in colonial Cartagena. The final part sketches the life cycle of Creoles and refers to R. Chaudenson s sociohistorical approach.
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1. A partir de la publicación en 1953 de la obra Languages in contact, cuyo autor era el lingüista estadounidense Uriel Weinreich, apareció un campo nuevo en el vasto ámbito de la Ciencia del Lenguaje: los estudios sobre contacto de lenguas. Se trata de identificar y explorar las diversas situaciones en que dos o más idiomas entran en relación y de analizar las variadas implicaciones y consecuencias, psicológicas, políticas, sociológicas, lingüísticas..., de tales encuentros interculturales. Es evidente que estos estudios están a tono con características definitorias de nuestra época como son, por ejemplo, el auge de la comunicación, la facilidad de desplazamiento y el derecho a la propia cultura. También es claro que es esta un área eminentemente interdisciplinaria
* Ph.D. - Universidad de Michigan. Profesor emérito - Universidad Nacional de Colombia. Miembro de Número de la Academia Colombiana de la Lengua. Profesor de cátedra - Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes.
HISTORIA Y SOCIEDAD EN LA GENESIS DE LAS LENGUAS CRIOLLAS
que no puede limitarse a los aspectos puramente lingüísticos sino que tiene que nutrirse abundantemente de las ciencias sociales. El campo de estos estudios es necesariamente heterogéneo ya que son muy variados los fenómenos de contacto de lenguas. Aquí entran las cuestiones atinentes al bilingüismo y plurilingüismo tanto individuales como sociales; los flujos de préstamos léxicos masivos de una lengua a otra y las interferencias gramaticales concomitantes; los conflictos sociopolíticos dentro de un Estado que provienen de rivalidades lingüísticas -casos de Bélgica o Canadá-; los problemas de las lenguas de minorías étnicas; las modalidades lingüísticas que resultan del esfuerzo de los inmigrantes del Tercer Mundo por aprender los idiomas europeos; y lo que constituye la consecuencia extrema del contacto de lenguas como es el surgimiento de los idiomas llamados criollos , que son el tema del presente artículo.1 Para una caracterización de estas hablas criollas deben señalarse prioritariamente las circunstancias sociohistóricas de su génesis, que son las que justifican que se considere a tales códigos como una clase especial dentro del conjunto mundial de idiomas. En primer lugar, estas lenguas se diferencias de las no criollas en que no forman parte de una trayectoria continua de evolución lingüística sino que surgen, como idiomas nuevos, en determinados momentos históricos y en determinados lugares. El español, por ejemplo, es un segmento de una continuidad lingüística que tiene como etapas previas al latín, la rama itálica, el proto-indoeuropeo y de ahí para atrás nos perdemos en las nieblas de la prehistoria. Por otra parte, este surgimiento de los vernáculos criollos se produce siempre en el marco sociohistórico de un encuentro de grupos humanos de cultura y lengua diferentes. El gran motor que produjo estos encuentros fue la expansión colonialista que iniciaron los principales países europeos desde la segunda mitad del siglo XV. En las empresas que el capitalismo europeo estableció en Africa, Asia, Oceanía y América se produjo el contacto entre los amos blancos y la mano de obra esclava o contratada, que podía ser local o llevada desde otros lugares. Estos encuentros interculturales en los escenarios coloniales conllevaban, naturalmente, problemas de comunicación. Los patrones europeos no hablaban el idioma o los idiomas de sus subordinados y viceversa; y por lo general los esclavos o
1 René Appel, y Pieter Muysken, Bilingüismo y contacto de las lenguas, Editorial Ariel S.A., 1996.
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2 John H. McWhorter, Identifying the creole prototype: vindicating a typological class en Language, No. 74, 1998.
lengua de superestrato o sea superior desde el punto de vista sociopolítico. En San Basilio de Palenque el habla criolla convive con el español, cuyo contacto es doblemente peligroso por ser al mismo tiempo idioma lexificador y de superestrato respecto del vernáculo. Como resultado de estos y otros factores la existencia del criollo inglés no está por lo pronto amenazada, como sí lo está la del criollo hispánico.3 Hasta hace relativamente poco tiempo los dialectos criollos de las distintas partes del mundo eran objeto de valoraciones negativas. Se los consideraba deformaciones incultas de las lenguas europeas que no valía la pena estudiar en forma científica. Consecuentemente, los propios criollohablantes tenían ideas confusas y sentimientos vergonzantes respecto de sus vernáculos. Este estado de cosas ha venido cambiando tanto en el plano científico como en el de las sociedades de habla criolla. A partir de los años setenta, más o menos, del siglo pasado, se ha constituido la criollística como subdisciplina de la lingüística y se ha tomado conciencia del inmenso interés tanto lingüístico como sociohistórico que albergan los dialectos criollos.4 Por parte de los hablantes de estas modalidades es notorio el progresivo reconocimiento de lo que estas significan para la justa apreciación de sus raíces históricas y culturales. Inclusive en algunos países como Haití, Surinam y las Antillas Holandesas los respectivos vernáculos criollos prácticamente han alcanzado el estatus de idiomas oficiales. 2. El conjunto mundial de los idiomas criollos se suele repartir en las dos categorías geográficas del Atlántico -Africa Occidental, América- y del Pacífico-Océano Índico, Asia, Oceanía-. En los criollos atlánticos el contacto que les dio origen tuvo lugar entre la lengua europea metropolitana portugués, español, inglés, francés y holandés- y los idiomas africanos, ya sea de los esclavos traídos al Nuevo Mundo o de la población negra que permaneció en su continente. No sobra recordar aquí algunas características lingüísticas del Africa. En primer lugar, la inmensa importancia sociocultural del lenguaje. Como escribió el poeta Senghor, la palabra es poderosa en el Africa negra . En la cultura bantú la palabra o nommo es una fuerza primordial en el universo y la jerarquía de los seres se establece según la fuerza de la palabra.5 Entre los dogón de Mali, la etnóloga G. Calame-Griaule6 mostró en
3 Carlos Patiño Rosselli, La criollística y las lenguas criollas de Colombia , Thesaurus XLVII, No. 2, 1992a. 4 John Holm, Pidgins and creoles, Cambridge University Press, Vol. 2, 1988-1989. 5 J. Jahn, Muntu: las culturas de la negritud, Ediciones Guadarrama, 1970. 6 Genevièva Calame-Griaule, Ethnologie et langage. La parole chez les Dogon, Editions Gallimard, 1965.
CARLOS PATIÑO ROSSELLI
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trabajadores eran culturalmente heterogéneos de manera que tampoco podían comunicarse fácilmente entre sí. Los idiomas criollos son, pues, el resultado de estos contactos de lenguas en situaciones de graves dificultades comunicativas y de aguda desigualdad social. Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, se debate hoy día si los vernáculos criollos constituyen o no una clase especial de lenguas. Quienes niegan la especificidad lingüística de estas variedades se apoyan en el hecho de que no existen rasgos que sean exclusivos de ellas, ya que la simplicidad, economía, mezcla de elementos, etc., que se han considerado como típicos de los criollos también se registran en idiomas no criollos. Otros piensan que sí hay fundamento para establecer tal especificidad. En este bando está el planteamiento del criollista J.H. McWhorter2 para quien los códigos criollos sí conforman una categoría tipológica especial por cuanto son los únicos idiomas que reúnen conjuntamente tres rasgos: en la gramática, ausencia o escasez de terminaciones derivativas; y en la fonología, ausencia de empleo del tono para distinciones léxicas o gramaticales. En el caso de Colombia, nuestro patrimonio lingüístico incluye, además del español y las numerosas lenguas indígenas, dos idiomas criollos que son consecuencia de la llegada de la población africana esclava. El criollo del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es producto de la colonización inglesa iniciada allí en 1631 y por lo tanto se deriva léxicamente del idioma inglés. La expansión británica dejó numerosos vernáculos criollos en Africa, Asia y América. En el Caribe el criollo isleño colombiano es hermano de las hablas similares de Jamaica, la costa centroamericana de Misquitos, Belize, Bocas del Toro y Colón en Panamá, la provincia de Limón en Costa Rica, Barbados, Trinidad y Tobago, Domínica, Grenada, etc. En cambio la lengua criolla de San Basilio de Palenque, Departamento de Bolívar, por ser de base léxica española, es parte de una reducida familia cuyos otros miembros son el papiamento de las Antillas Holandesas, de Curaçao, Aruba, Bonaire y el dialecto criollo de las Filipinas. Además de tener distinta filiación léxica, los dos criollos colombianos también se diferencian por su respectiva situación sociolingüística. En el archipiélago el habla criolla convive con su antiguo idioma lexificador, el inglés (de presencia muy débil en la actualidad), y con el español, con el cual no tiene relación lingüística pero que es hoy día su
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una obra famosa cómo toda la cultura está permeada por un simbolismo lingüístico. Desde el punto de vista cuantitativo, el continente africano alberga más de 1000 idiomas. De acuerdo con esta enorme diversidad lingüística, en todo país subsahárico se hablan entre 10 y 100 lenguas.7 Según la clasificación genealógica de J. Greenberg,8 este acervo se reparte en 4 grandes phyla (macrofamilias), a saber: el Congo-Kordofanio, el NiloSahárico, el Afroasiático y el Khoisense. Aquí nos interesa la primera de estas agrupaciones, ya que las lenguas africanas que llegaron al Nuevo Mundo pertenecían a la familia Níger-Congo, que es una de las dos ramas en que se subdivide el phylum Congo-Kordofanio. Los hablantes de esas lenguas procedían, como es bien sabido, de Africa Occidental y en particular de la franja que va de Senegal y Gambia, al norte, hasta Angola, al sur. Rasgos de esos idiomas (en fonología, gramática y léxico) fueron incorporados a los vernáculos criollos, constituyendo lo que en la criollística se denomina el substrato africano de estos. Los historiadores del comercio esclavista han mostrado cómo en los diferentes períodos de este predominaban determinados grupos étnicos africanos.9 Así, de 1533 a 1580 los embarques traían sobre todo gentes procedentes del norte de la franja mencionada (de Senegal o Sierra Leona) como eran los yolofos, los fulos, los branes, los mandingas, los zapes, etc. Estos grupos eran llamados guineos por el padre Alonso de Sandoval, quien en su Tratado sobre la esclavitud10 hace un alto elogio de sus cualidades. En el período de 1580 a 1640 hubo predominio de gentes de Angola o sea toda la región al sur del Ecuador, de manera que llegaron entonces hablantes de idiomas del grupo lingüístico bantú como los bacongos, malembas, umbundos, etc.-, que dejaron abundante huella en los criollos americanos. Sin embargo, el mencionado padre Alonso de Sandoval escribió sobre ellos:11 Son los negros destas castas los de menor valor y menor suerte, los mas innutiles y para poco de todas estas naciones: los mas expuestos a enfermedades, que menos las resisten, pusilanimes de corazon y que mas facilmente mueren. 7 Edgar A Gregersen, Language in Africa. An introductory survey, Gordon and Breach, 1977. 8 Joseph Greenberg, The languages of Africa, Indiana University Press, 1966. 9 Nicolás del Castillo Mathieu, Esclavos negros en Cartagena y sus aportes léxicos, Instituto Caro y Cuervo, 1982. 10 Sandoval, Alonso de, Un tratado sobre la esclavitud, Alianza Editorial, (publicado en 1627, 1647) 1987. 11 Íbid, pág. 141.
HISTORIA Y SOCIEDAD EN LA GENESIS DE LAS LENGUAS CRIOLLAS
En el tercero y último período, de 1640 a 1810, las armazones de esclavos negros (contados por piezas) traían etnias de Africa Centro-Occidental. Llegaron así minas o coromantis, ararás, popós, carabalíes, fones, yorubas o lucumíes, etc. Muchos de los idiomas de estos grupos pertenecían a la familia kwa, que también jugó un papel importante en la conformación de las hablas criollas americanas. Cabe señalar aquí que una investigación del criollista español Germán de Granda,12 consistente en analizar los gentilicios africanos contenidos en matrículas de esclavos al sur de la gobernación de Popayán, del siglo XVIII, también encontró mayoría de etnias de Africa Centro-Occidental. ¿Qué suerte corrió todo ese caudal lingüístico negroafricano que trajeron al Nuevo Mundo los navíos de la trata? Casi todos esos idiomas se extinguieron en suelo americano, siendo abandonados a favor de las nuevas lenguas criollas unas veces (casos del archipiélago y de San Basilio de Palenque en Colombia), y otras veces para adoptar el idioma metropolitano (casos de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Costa Pacífica colombiana, etc.). Sin embargo, hay diversos hechos de conservación de vernáculos africanos hasta la época actual, especialmente en el marco de las religiones afroamericanas. En Brasil, los cantos de los orishas del candomblé de la región de Bahía emplean el nagó o yoruba, y en el mismo contexto también se utilizan el bantú y el ewe. En Cuba - país que recibió esclavos africanos todavía en la segunda mitad del siglo XIX - diversas hablas de ese origen se han mantenido en las Reglas de los cultos afrocubanos (el yoruba, el ewe, el efik, el congo) e inclusive en el uso diario. En una de sus obras,13 Lydia Cabrera nos habla de un joven estibador, hijo de una respetada sacerdotisa de Cárdenas, que recibe a marineros yorubas en su casa del puerto y se entiende perfectamente con ellos en su lucumí de Cuba . Pero, además de las lenguas ancestrales de los esclavos, hay otro factor de importancia para la génesis de los vernáculos criollos. Se trata de las variedades de contacto que surgieron en Africa Occidental como resultado de las relaciones entre europeos y africanos, de manera que los esclavos que llegaron al Nuevo Mundo no sólo hablaban sus idiomas ancestrales sino que algunos o muchos de ellos también manejaban uno de esos códigos, que habían aprendido en los centros y factorías de la trata en suelo africano. 12 Germán de Granda, Onomástica y procedencia africana de esclavos negros en las minas del sur de la gobernación de Popayán (siglo XVIII) en Revista Española de Antropología Americana, 1971. 13 Lydia Cabrera, Anagó, Vocabulario lucumí (el yoruba que se habla en Cuba), Miami, Cabrera y Rojas, 1970.
comunicación a que ya nos hemos referido. Esta segunda posición no implica, naturalmente, desconocer la influencia que en los criollos del Nuevo Mundo tuvieron tanto el substrato lingüístico africano como los códigos de contacto de Africa Occidental. Por nuestra parte nos situamos en este punto de vista. En la Cartagena de Indias de la primera mitad del siglo XVII se hablaban más de setenta idiomas africanos, según el testimonio del mencionado religioso Alonso de Sandoval, quien fue el maestro de San Pedro Claver y escribió allí, por esa época, su Tratado sobre la esclavitud. Sabido es que durante casi toda esa centuria Cartagena fue el principal puerto de llegada de esclavos en las posesiones españolas. El padre Alonso nos habla en su obra acerca de las serias dificultades que se le presentaban para instruir en la doctrina cristiana a los esclavos bozales por medio de esclavos ladinos que servían de intérpretes, debido tanto al elevado multilingüismo a que tenía que enfrentarse como a la rareza de los intérpretes idóneos. Además del numeroso conjunto de hablas africanas, la red de comunicación de esa Cartagena colonial incluía, naturalmente, otros componentes. Los blancos se comunicaban por medio del español normal que correspondía a la época, que ya era moderno pero que estaba salpicado de arcaísmos (por ejemplo, desto y del por de esto y de él , sabíades por sabíais , mesmo por mismo , gomitar por vomitar , ducientos por doscientos , etc.), como vemos por el lenguaje del padre Sandoval. Para comunicarse con los negros, los blancos se servían de un español simplificado que el padre Alonso llama nuestra lengua Española corrupta . Este procedimiento de emplear un cuasi-español para la comunicación con los esclavos se registra también en otros sitios del imperio español. A fines del siglo XVIII, en Cuba, un clérigo aconsejaba a los doctrineros que no utilizasen ni tiempos ni concordancia para facilitar a los esclavos la comprensión de la doctrina .16 En la dirección contraria, de negros a blancos, la interrelación se establecía también por medio de un cuasi-español del cual tenemos una muestra preciosa en un documento de 1693.17 Allí se transcriben frases dichas por un africano como, por ejemplo, Señó tené razón decí vien o sea El señor tiene razón, dice bien , las cuales acusan diversos rasgos propios de los vernáculos criollos.
14 Germán de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Editorial Gredos, 1978. 15 John Holm, Pidgins and creoles, Cambridge University Press, Vol. 2, 1988-1989.
16 J. Laviña, Iglesia y esclavitud en Cuba en América Negra, No. 1, 1991. 17 Roberto Arrázola, Palenque, primer pueblo libre de América, Cartagena, Ediciones Hernández, 1970.
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Estos instrumentos de contacto en algunos casos tenían solamente el carácter de un pidgin o sea una jerga muy rudimentaria pero en otros eran vernáculos criollos o sea lenguas completas y nativas para sus hablantes. Según algunas opiniones esas variedades afroeuropeas habrían sido la fuente u origen de los dialectos criollos del Nuevo Mundo. El más antiguo de esos códigos de contacto fue un pidgin afroportugués que se empleó desde la segunda mitad del siglo XV en Africa Occidental, en donde había importantes centros del comercio portugués como Cacheu, actualmente en Guinea-Bissau, Mina, en Ghana y San Tomé. En las primeras décadas de la criollística hizo mucho ruido la teoría monogenética , según la cual dicha jerga habría sido el punto de partida de todos los criollos de base léxica europea (inclusive en Pacífico), mediante procesos de relexificación que adaptaron el vocabulario a los diferentes idiomas europeos coloniales. En el marco de dicha teoría, G. de Granda14 expuso la tesis de que la lengua criolla afroportuguesa que se había constituido en la isla de San Tomé (Golfo de Guinea) había sido el modelo estructural de palenquero colombiano. El lingüista español sustentó su planteamiento tanto con una serie de coincidencias lingüísticas entre los dos criollos de ambos lados del Atlántico como con las estrechas relaciones que, en el comercio esclavista, existieron entre San Tomé, puerto de embarque, y Cartagena de Indias, puerto de recibo. Además, por la mencionada obra del padre Sandoval sabemos que el dialecto criollo de San Tomé se hablaba en la Cartagena del siglo XVII. A partir del siglo XVII se constituyeron en Africa Occidental las lenguas de contacto derivadas del inglés y el francés en las zonas de influencia de sus respectivas naciones. También para estos casos algunos estudiosos han lanzado la tesis de que los criollos caribeños de ambas bases léxicas tuvieron su origen en esos códigos.15 En Sierra Leona y Liberia se formaron posteriormente criollos ingleses que fueron llevados allí por afroamericanos liberados que retornaron al Africa. En relación, pues, con las hablas criollas americanas - que están concentradas en la región del Mar Caribe - las opiniones de los especialistas discrepan en cuanto al lugar en el cual se formaron. Para unos estos vernáculos tienen un origen africano ya que según ellos son una continuación de los diversos códigos de contacto afro-europeos, como acabamos de ver. Otros sitúan la formación en el propio suelo americano como resultado de las dificultades de
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Entre la población de origen africano se empleaba, además de los numerosos idiomas ancestrales, la lengua criolla de San Tomé, que era habla materna para los esclavos provenientes de esa isla y funcionaba también como lengua franca entre negros de diferentes etnias. A unos 70 kilómetros de Cartagena de Indias fue fundado por esclavos escapados (cimarrones) , probablemente a finales del siglo XVII,18 un palenque llamado San Basilio. Como se sabe, estos refugios comenzaron a formarse en la Costa Atlántica en el siglo XVI y desde ellos se hostigaba permanentemente a las autoridades españolas y a la gente blanca. Su población se componía de negros tanto bozales como criollos provenientes de diversas etnias africanas, aunque podía haber predominio de alguna de estas. A juzgar por los fósiles africanos que perduran en el dialecto de San Basilio allí hubo predominio de etnias de habla bantú.19 Para el historiador cartagenero Roberto Arrázola la lucha de los cimarrones palenqueros contra el poder español constituyó el primer movimiento libertario de América . Podemos suponer que en estos palenques se mantuvieron por un tiempo los idiomas africanos ancestrales hasta que estos fueron sustituidos por la nueva lengua criolla, conformada por elementos tanto de origen africano como hispánico.20 Presumiblemente al vernáculo criollo se refiere un documento de 1772 que dice, hablando de los palenqueros:21 Mantiénense sin mixto de otras gentes, hablan entre sí un particular idioma en que a sus solas instruyen a los muchachos . 3. En la criollística se suele hablar del ciclo de vida de los códigos surgidos en situaciones de contacto intercultural. El proceso se inicia con la formación de un primer puente de comunicación que es el pidgin o sabir, nombre de una jerga de contacto que se empleó en la Edad Media en el Mediterráneo. La segunda etapa la constituye la lengua criolla, que ya es idioma materno de una de las partes involucradas en el contacto. Y finalmente suele presentarse un fenómeno de descriollización o sea de pérdida creciente de los rasgos propiamente criollos del vernáculo, el cual se 18 Íbid. 19 Armin, Schwegler, Chi ma nkongo: Lengua y rito ancestrales en El Palenque de San Basilio, Colombia, Verwuert, Vol. 2, 1996. 20 Nina S. de Friedemann, y Carlos Patiño Rosselli, Lengua y sociedad en el Palenquede San Basilio, Instituto Caro y Cuervo, 1983; Carlos Patiño Rosselli, Sobre origen y composición del criollo palenquero de Colombia en Homenaje al Dr. Germán de Granda. Anuario de Lingüística Hispánica, Valladolid, 1992b; Carlos Patiño Rosselli, Relaciones de contacto del criollo palenquero de Colombia , en Signo y seña -Revista del Instituto de Lingüística, No. 6, Universidad de Buenos Aires, 1996. 21 Aquiles Escalante, El palenque de San Basilio. Una comunidad de descendientes de negros cimarrones, Barranquilla, Editorial Mejoras, (1954) 1979.
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aproxima así a su lengua lexificadora y de superestrato -en el caso en que estos dos atributos coincidan, que es lo más frecuente-. Son factores sociales los que determinan que un pidgin o sabir se convierta en idioma criollo o que siga otro de los caminos posibles -que continúe siendo una simple jerga de contacto o que se extinga-. Según el esquema usual en la criollística, las diferencias básicas entre los pidgin y los criollos se sitúan en tres planos. En primer lugar, las jergas son instrumentos auxiliares pero no idiomas maternos. Segundo, y como corolario de lo anterior, el campo de comunicación de esos códigos auxiliares es reducido ya que sólo se los emplea para determinados tipos de interacciones por ejemplo, comercio-. En cambio los vernáculos criollos, siendo lenguas maternas, tienen un dominio de empleo mucho más amplio. En tercer lugar, desde el punto de vista puramente lingüístico las hablas criollas no son jergas rudimentarias sino que tienen los recursos de un idioma normal. Sin embargo, el anterior esquema no puede tomarse en forma completamente exacta ya que existen variedades intermedias entre los tipos del pidgin y el criollo.22 Es el caso, por ejemplo, del pidgin inglés de la Melanesia -llamado Tok Pisin- que es una lengua plena con estatus semi-oficial pero para la inmensa mayoría de sus hablantes no es idioma materno. Si las condiciones sociales imperantes en el escenario de contacto conducen a que el pidgin - y no otro de los códigos presentes - vaya ampliando su radio de acción y se convierta en el instrumento de comunicación primario -es decir, de máximo empleo- de una comunidad estable, entonces ese pidgin necesariamente amplía sus recursos expresivos, pasa gradualmente a ser lengua materna y hace así el tránsito a lengua criolla. Dentro de esta visión general del ciclo de la vida de los códigos de contacto, voces como la del criollista francés Robert Chaudenson23 han subrayado la importancia de investigar la matriz social de los diferentes vernáculos criollos para entender tanto las condiciones de su génesis como sus características lingüísticas. De no adoptarse este enfoque sociohistórico que les da una base firme a estos estudios se
22 Ellen Woolford, y William Washabaugh, The social context of creolization en Woolford, E. y Washabaugh, W. (eds.), The social context of creolization, Karoma Publishers, Ann Arbor, 1983. 23 Robert Chaudenson, Toward the reconstruction of the social matrix of Creole languages en Valdman, A. (ed.), Pidgin and Creole linguistics, Indiana University Press, 1977.
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despojamiento de sus valores. Ambas agresiones se facilitaban por el carácter cerrado, jerárquico y autoritario de las sociedades plantocráticas.
BIBLIOGRAFIA Appel, René y Pieter Muysken, Bilingüismo y contacto de las lenguas, Editorial Ariel S.A., 1996. Arrázola, Roberto, Palenque, primer pueblo libre de América, Cartagena, Ediciones Hernández, 1970. Cabrera, Lydia, Anagó, Vocabulario lucumí (el yoruba que se habla en Cuba), Miami, Cabrera y Rojas, 1970. Calame-Griaule, Genevièva, Ethnologie et langage. La parole chez les Dogon, Editions Gallimard (hay versión española), 1965. Castillo Mathieu, Nicolás del, Esclavos negros en Cartagena y sus aportes léxicos, Instituto Caro y Cuervo, 1982. Chaudenson, Robert, Toward the reconstruction of the social matrix of Creole languages en Valdman, A. (ed.), Pidgin and Creole linguistics, Indiana University Press, 1977. Escalante, Aquiles, El palenque de San Basilio. Una comunidad de descendientes de negros cimarrones, Barranquilla, Editorial Mejoras, (1954) 1979. Friedemann, Nina S. de y Patiño Rosselli, Carlos, Lengua y sociedad en el Palenque de San Basilio, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983. Granda, Germán de, Onomástica y procedencia africana de esclavos negros en las minas del sur de la gobernación de Popayán (siglo XVIII) en Revista Española de Antropología Americana, 1971. Granda, Germán de, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Editorial Gredos, 1978. Greenberg, Joseph, The languages of Africa, Indiana University Press, 1966. Gregersen, Edgar A, Language in Africa. An introductory survey, Gordon and Breach, 1977. Holm, John, Pidgins and creoles, Cambridge University Press, Vol. 2, 19881989. Jahn, J., Muntu: las culturas de la negritud, Ediciones Guadarrama, 1970. Laviña, J., Iglesia y esclavitud en Cuba en América Negra, No. 1, 1991. McWhorter, John H, Identifying the creole prototype: vindicating a typological class en Language No. 74, 1998, pág. 4.
24 Íbid, pág. 265.
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puede caer fácilmente en la simple especulación, como ocurre, por ejemplo, cuando se postula una conexión entre el criollo haitiano y el idioma africano ewe sin haber antes comprobado que este se habló en la isla caribeña. Por otra parte existe una gran abundancia y variedad de fuentes históricas para reconstruir los escenarios sociales en que surgieron los idiomas criollos como son las obras sobre historia de la esclavitud, la literatura de viajes, los documentos navieros, las estadísticas de inmigración, los documentos judiciales y administrativos, las memorias y diarios, etc. Para la aplicación del enfoque sociohistórico son importantes, según Chaudenson, dos puntos: los datos demográficos que nos indican, por ejemplo, la proporción entre europeos y afrodescendientes en un determinado lugar; y la estructura socioeconómica en los diversos escenarios. De este segundo criterio se deriva una distinción fundamental entre las hablas criollas. El mencionado autor llama criollos endógenos a aquellos cuya población de hablantes no sufrió desplazamiento sino que permaneció en su hábitat original, como fue el caso de los vernáculos de base portuguesa e inglesa que se formaron en las costas de Africa Occidental. El eje socioeconómico de esas sociedades era el comercio; su composición étnica era relativamente homogénea y, en términos generales, pudieron conservar su cultura y sus lenguas ancestrales. En cambio son criollos exógenos los que se originaron por desplazamientos masivos de gentes que tuvieron que abandonar sus terruños como es el caso de los dialectos afroamericanos del Caribe. Aquí se trata de sociedades cuyo interés económico era la agricultura y cuyo escenario típico era la plantación de caña de azúcar, café, especias, etc. Al respecto escribe Chaudenson:24 Un rasgo esencial de los criollos exógenos es la diversidad étnica de los grupos subordinados, que hablaban diferentes idiomas y que con frecuencia eran separados sistemáticamente de otros miembros de su etnia africana e integrados en una estructura socioeconómica nueva que se proponía desculturizarlos (traducción nuestra). El sistema de las plantaciones fue, pues, el marco socioeconómico en el que los primeros criollohablantes - en el Caribe pero también en otras latitudes - sufrieron tanto la violencia física de la esclavitud como la violencia cultural del
Patiño Rosselli, Carlos, La criollística y las lenguas criollas de Colombia en Thesaurus XLVII, No. 2, 1992a. Patiño Rosselli, Carlos, Sobre origen y composición del criollo palenquero de Colombia en Homenaje al Dr. Germán de Granda. Anuario de Lingüística Hispánica, Valladolid, 1992b.
Woolford, Ellen y Washabaugh, William, The social context of creolization en Woolford, E. y Washabaugh, W. (eds.), The social context of creolization, Karoma Publishers, Ann Arbor, 1983.
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Patiño Rosselli, Carlos, Relaciones de contacto del criollo palenquero de Colombia en Signo y Seña, Revista del Instituto de Lingüística, No. 6, Universidad de Buenos Aires, 1996.
Sandoval, Alonso de, Un tratado sobre la esclavitud, Alianza Editorial, (1627, 1647) 1987. Schwegler, Armin, Chi ma nkongo : Lengua y rito ancestrales en El Palenque de San Basilio, Colombia, Verwuert, Vol. 2, 1996.
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Documentos Representar La Globalización : Apuntes sobre la discursividad de la vida económica / Paul Du Gay
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REPRESENTAR LA GLOBALIZACIÓN : APUNTES SOBRE LA DISCURSIVIDAD DE LA VIDA ECONÓMICA* Paul Du Gay
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A principios de su primer gobierno Margaret Thatcher explicó la ambición evangélica de su programa político. La economía es el método , dijo. La meta es cambiar el alma. En The Hard Road to Renewal, Stuart Hall trazó la urdimbre de estas hebras económicas y morales que produjeron la cultura empresarial como símbolo y meta del Thatcherismo1 . Al hacerlo, indicó cómo la dimensión discursiva, o significativa, es una de las condiciones constitutivas de la operación de las estrategias económicas. Mostró que lo económico , para decirlo así, no podía operar o tener efectos reales sin la cultura o fuera del proceso significativo o discursivo. A pesar de la insistencia de Stuart2 -y el ejemplo ofrecido por su propio trabajo- en que el rechazo (positivo) del economicismo inherente a la aceptación del giro cultural o discursivo no necesita ni debe resultar en una huída de lo económico (o, mutatis mutandis, anunciar un retorno a una economía política plenamente acultural), algo parecido a esta huida sí parece haber ocurrido en estos últimos años. Desde cierta perspectiva, que esto haya pasado no es de extrañar. El interés cada vez mayor en el giro cultural dentro de las ciencias sociales estaba destinado a desarrollar su propia lógica de inclusión y exclusión, así como lo había hecho el economicismo. Sin embargo, en una época en la que se ha presentado la economía como un método capaz, en principio, de abarcar la totalidad del comportamiento humano y durante la cual cada vez más aspectos de la existencia han sido reimaginados como expresiones de lo económico, los costos de tal marginalización parecen cada vez más difíciles de soportar. Además, tampoco hay razones válidas para soportarlos. Como Stuart3 ha argumentado de forma consistente, si el giro cultural nos enseña algo es que la cultura se involucra
* Tomado de: Du Gay, Paul, Representing Globalization: Notes on the discursive orderings of economic life en S.Hall, P. Gilroy, L. Grossberg, y A. McRobbie. (eds.), Without Guarantees: In Honour of Stuart Hall, Londres, Verso, 2000. (Traducido por Nick Morgan). 1 Stuart Hall, The Hard Road to Renewal, Londres, Verso, 1988. 2 Stuart Hall, When was the Post Colonial Thinking at the Limit, en Chambers, I., y Curti, L. (eds.), The Post Colonial Question, Londres, Routledge, 1996, págs. 242260. 3 Stuart Hall, Les enfants de Marx et Coca-Cola , en New Statesman and Society, 5 de diciembre 1997, págs.34-36.
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en todos aquellos procesos y prácticas que significan algo para nosotros, que necesitan ser interpretados por otros, o que dependen del sentido para su operación eficaz. Excluye, entonces, esto lo económico ? Claro que no. Porque los procesos y prácticas económicas, en su pluralidad, -si nos referimos a las técnicas gerenciales para la reestructuración de la conducta de los negocios, a las estrategias contemporáneas publicitarias que promocionan los bienes o servicios, o a las interacciones cotidianas entre los empleados en las industrias de servicio y sus clientes-, dependen del sentido para sus efectos, y tienen condiciones culturales de existencia específicas.4 El sentido se produce en espacios económicos , en el trabajo, en las tiendas, y circula mediante los procesos y prácticas económicos, mediante, por ejemplo, los modelos que explican el funcionamiento de las economías o de las organizaciones, o las propagandas publicitarias, los materiales de mercadeo y el mismo diseño de los productos, no menos que en otros campos de la vida en las sociedades contemporáneas. Pensemos un poco en aquel objeto que denominamos la Economía . ¿Cómo manipulamos esa entidad? Obviamente, una de las primeras cosas que necesitamos hacer es formarnos una imagen más o menos clara de cómo es. Tenemos que preguntarnos cuáles son sus componentes mayores y cómo funcionan. En otras palabras, antes de poder intentar manipular algo que se llama la Economía , primero tenemos que conceptualizar o representar como Economía una serie de procesos que se presten a la manipulación. Necesitamos, por lo tanto, un discurso de la economía y este discurso, como cualquier otro, dependerá de un sistema representativo particular: la elaboración de un lenguaje para concebir y por lo tanto construir un objeto de manera que se pueda meditar y actuar sobre él. Los discursos económicos, como todos los demás discursos, son portadores de sentido. En este artículo, quiero intentar de forma breve hacer el tipo de economía cultural que Stuart Hall ha llevado a cabo de forma tan eficaz. Tomo como mi objeto un discurso particular, el de la globalización económica y busco explorar, de forma adecuadamente matizada, cómo este discurso hace problemáticas las maneras en que la seguridad económica se pueda lograr bajo condiciones de extrema incertidumbre. En particular, enfocaré la manera como el discurso de la globalización no solo define las circunstancias en las que se 4 Íbid; Paul du Gay, Consumption and Identity at Work, Londres, Sage, 1996; Paul du Gay, (ed.), Production of Culture/ Cultures of Production, London, Sage, 1997; Paul du Gay, Hall, S., et al., Doing Cultural Studies: The Story of the Sony Walkman, Londres, Sage, 1996.
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IMAGINAR LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA La globalización ha llegado a ser el concepto más de moda en las ciencias sociales, un axioma central en las prescripciones de los asesores gerenciales, y un elemento central en el debate político contemporáneo. Como han señalado Paul Hirst y Grahame Thompson,5 se suele decir que vivimos en una época en que la mayor parte de la vida se ve determinada por procesos globales que han empezado a disolver las culturas, las economías y las fronteras nacionales. Una parte central de esta afirmación es la noción de una economía verdaderamente globalizada. Se pretende que la emergencia de tal entidad hace irrelevantes las distintas economías nacionales y, por lo tanto, las estrategias nacionales de gestión económica. La dinámica básica de la economía mundial se globaliza cada vez más, es dominada por incontrolables fuerzas de mercado, y el cambio tiene como sus principales actores y agentes estratégicos corporaciones verdaderamente transnacionales, que no son leales a ningún estado nación sino que se ubican dondequiera lo prescriban las necesidades del mercado.6 Esta representación de la globalización se conecta con los puntos de vista e intereses sociales más diversos. Abarca un amplio espectro político desde la izquierda hasta la derecha, y su validez se reconoce en varias disciplinas académicas- desde las relaciones internacionales hasta la ciencia de la gerencia, y desde la sociología hasta los estudios culturales.[1] En efecto, el concepto de la globalización ha logrado propagarse tanto y ha llegado a ser una herramienta explicativa tan poderosa a la hora de tomar las decisiones que a veces parece incuestionable. Ciertamente sus efectos no se han hecho esperar. Como también han sugerido Hirst y Thompson7 , un efecto del dominio de esta representación de
5 Paul Hirst, y Grahame Thompson, Globalization in Question, Cambridge, Polity Press, 1996, pág. 1. 6 I. Angell, Winners and Losers in the Informational Age en LSE Magazine, No. 7, 1995; K. Ohmae, The Borderless World, Londres, Collins, 1990; K. Ohmae, The Rise of the Region State en Foreign Affairs, No. 72 (2), 1993, págs.78-87; D. Osborne, y T. Gaebler, Re-inventing Government Reading, MA: Addison-Wesley, 1992; R. Reich, Who is us en Harvard Business Review, (enero-febrero) 1990, págs. 53-64; R. Reich, The Work of Nations, Nueva York, Vintage, 1992. 7 Íbid.
la vida económica actual ha sido la parálisis de las estrategias nacionales de reforma racial, que ya no parecen viables ante el juicio y sanción de los mercados globales. Aunque sigue habiendo un debate académico considerable sobre hasta qué punto y en qué sentido las actividades económicas y otras son en realidad globalizadoras , y no internacionalizadoras , por ejemplo8 , no cabe duda de que esta concepción dominante del problema de la globalización ha desempeñado un papel clave en la transformación de las percepciones de los gobiernos occidentales sobre cómo sus propias economías nacionales deberían manejarse, con cambios consecuentes en su comprensión de las relaciones entre la actividad económica y los otros aspectos constitutivos de la vida de una comunidad nacional. En otras palabras, al margen de lo que uno piense de la globalización , se están haciendo muchísimas cosas en su nombre. En el resto de este capítulo quiero trazar en forma breve algunas de las maneras como este discurso particular de la globalización hace problemática la conducta en una variedad de sitios, e indicar algunos de los mecanismos mediante los cuales varios tipos de autoridad intentan formar, normalizar e instrumentalizar la conducta de las instituciones y las personas con miras a hacer manejable la globalización .[2]
LA GLOBALIZACIÓN Y LA SEGURIDAD ECONÓMICA NACIONAL Si el consenso general en los años 50 y 60 era que el futuro pertenecía a un capitalismo sin perdedores, manejado de forma segura por gobiernos nacionales que actuarían de manera conjunta, las décadas de los 80 y los 90 fueron dominadas por un consenso que tiene su base en una serie de presunciones opuestas: a saber, que los mercados globales son básicamente incontrolables y que la única forma de no ser un perdedor - sea como nación, como organización, o como individuo - es ser lo más competitivo posible .9 Esta concepción de juego de suma cero tiene serias implicaciones para las maneras como se insta a los Estados a ver su propia seguridad. Desde luego, la seguridad, y la seguridad de la actividad económica en particular, es una preocupación primordial para cualquier Estado. Lo que hace 8 R. Boyer, State and Market: A New Engagement for the Twenty-first Century? en Boyer, R., y Drache, D., (eds.), State against Markets, Londres, Routledge, 1996; Paul Hirst y Grahame Thompson, 1996, op. cit.; C. Lane, Industry and Society in Europe, Aldershot, Edward Elgar, 1995. 9 Paul Hirst y Grahame Thompson, 1996, op. cit.; P. Krugman, Pop Internationalism, Cambrdige, MA, MIT Press, 1996.
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encuentran los Estados, las organizaciones y las personas, sino que simultáneamente aboga por mecanismos para encontrar su seguridad económica bajo estas mismas circunstancias.
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problemático el discurso de la globalización es la manera como la seguridad se pueda garantizar bajo condiciones de extrema incertidumbre. En efecto, el discurso de la globalización no sólo define las circunstancias bajo las cuales se encuentran los Estados sino que sugiere los mecanismos particulares mediante los cuales la seguridad podría lograrse bajo esas mismas circunstancias. Para decirlo de forma sencilla, a los Estados nacionales arraigados en lo que se representa como un mercado global cada vez más competitivo y por lo tanto expuestos a lo que se representa como fuerzas ingobernables supranacionales, se los anima a garantizar la superviviencia devolviendo la responsabilidad de la economía al mercado mediante la utilización de lo que les queda de sus poderes de intervención en la esfera pública para limitar, de forma cuasi constitucional, los reclamos que la política le puede hacer a la economía y los ciudadanos a la polis. Wolfgang Streeck,10 por ejemplo, da testimonio del poder del discurso globalizador al escribir que en muchos países hoy, el divorcio de la política y la economía se defiende en razón de las limitaciones, causadas por la internacionalización, que frustrarían cualquier otra estrategia económica . En lugar de representar la economía nacional como un recurso que como tal contribuye en otros respectos al bienestar de la comunidad nacional y, desde luego, en vez de los mecanismos especiales diseñados para hacer que esto sea posible encontramos ahora la inversión de esa percepción, ya que los otros aspectos de la vida de la comunidad nacional se perciben en función de su contribución a la eficiencia económica. Bajo esta nueva luz, parece que la seguridad solo puede lograrse permitiendo que los problemas económicos reboten contra la sociedad, de modo que la sociedad se vea implicada en su resolución, en tanto que anteriormente se esperaba que la economía respondiera a las necesidades sociales. ¿Cuáles son entonces las implicaciones de esta nueva imagen de la economía nacional para las percepciones gubernamentales de las relaciones entre la actividad económica nacional y los otros aspectos de la vida de la comunidad nacional? Bajo el viejo régimen, la economía nacional se veía no solo como un sistema autoregulador sino como un recurso para los otros componentes o áreas de una unidad nacional más amplia. Ya que un manejo prudente aseguraba las condiciones necesarias para el crecimiento
económico, su producción, red de devaluación y costos de reemplazo, podían utilizarse, por una parte, para la inversión y, por otra, para otros fines nacionales de importancia primordial, tales como la defensa y el bienestar social. Estos últimos gastos podían o no verse como costos económicos pero su efecto neto sólo consistía en reducir un poco la tasa del crecimiento con respecto a lo que habría sido si no se hubieran tomado en cuenta.11 Dentro del discurso de la globalización la búsqueda de la eficiencia económica nacional es el sine qua non de la seguridad y el bienestar nacional. Esta búsqueda incesante de la eficiencia económica parece ser el fundamento no sólo del crecimiento económico, sino también de todas las otras actividades que tienen que financiarse con el crecimiento. Como señalé arriba, esta estrategia económica socava las divisiones ya existentes entre la economía y las otras esferas de la vida dentro del estado-nación. La imagen de la economía nacional bien ordenada que provee recursos para el estado y la sociedad nacionales ha sido reemplazada ahora por la imagen de un estado y sociedad extravagantes y intervencionistas que minan el rendimiento económico nacional. Este cambio ayuda a explicar la situación aparentemente paradójica en la que el discurso de los gobiernos de los países más ricos de la tierra contiene la suposición de que los regímenes de bienestar, tal como los hemos conocido hasta ahora, son insostenibles por lo caros. Todo lo que podría tener algún efecto sobre la vida económica, y esto incluye la educación, la defensa y la salud además del bienestar social, se gestiona no sólo en función de la disponibilidad de recursos y los posibles usos alternativos para tales recursos, sino sobre todo en función de sus consecuencias para la búsqueda de la eficiencia económica nacional. La meta aquí no es sencillamente ahorrar dinero a corto plazo sino inducir un cambio cultural que promueva la eficiencia en la conducta personal y organizacional mediante la introducción de relaciones de mercado en esferas cada vez más amplias de la vida. La noción del espíritu empresarial ocupa una posición central en este proceso. A la vez provee una crítica del gobierno intervencionista y ofrece una solución a los problemas planteados por la globalización , delineando una nueva serie de metas y principios para actuar sobre el comportamiento tanto de los individuos como de las empresas.
10 Wolfgang Streeck, Public Power beyond the Nation State: The Case of the European Community en Boyer, R., y Drache, D., (eds.), States against Markets, Londres, Routledge, 1996ª, págs. 307.
11 B. Hindness, Neo-liberalism and the National Economy en Hindness, B., y Dean, M., (eds.), Governing Australia, Sydney, Cambridge University Press, 1997.
REPRESENTAR LA GLOBALIZACIÓN : APUNTES SOBRE LA DISCURSIVIDAD DE LA VIDA ECONÓMICA
Este énfasis en lo empresarial no debería sorprendernos, dado el lugar fundacional que se les otorga a las fuerzas del mercado en el discurso de la globalización económica.12 Si los ganadores y los perdedores en la economía global se determinan sobre todo, si no totalmente, por su competividad, entonces es obvio que el espíritu empresarial es una calidad de la cual ningún participante en el juego de mercado global puede prescindir, ya sea nación, empresa, o individuo. Por lo tanto, la consideración mayor para los gobiernos nacionales participantes es la necesidad de construir las condiciones legales, institucionales y culturales que permitan maximizar la eficacia de su participación en el juego del comportamiento empresarial competitivo. Para estos liberales antipolíticos o neoliberales, se trata de extender un modelo de conducta económica racional más allá de la economía misma, de generalizarlo como un principio que limita y racionaliza las acciones del gobierno. El gobierno nacional tiene que funcionar como un tipo de empresa en el juego de la competitividad mercantil, y hay que inventar nuevos modelos de acción de mercado cuasiempresariales o sistemas prácticos para guiar el comportamiento de los individuos, grupos e instituciones dentro de aquellas áreas de la vida que anteriormente se consideraban externas o hasta antagónicas a lo económico. Considerando brevemente el desarrollo del Reino Unido, por ejemplo, podemos ver que, mientras varían mucho las maneras concretas mediante las cuales este modelo de conducta económica racional se ha puesto en práctica en el sector público, las formas de acción que han sido aceptadas como posibles para las diferentes instituciones e individuos colegios, l médicos, urbanizaciones estatales, cárceles, etcétera-, efectivamente parecen compartir un estilo y una consistencia general. Una característica típica ha sido el papel clave otorgado al contrato al redefinir las relaciones interorganizacionales. Muy a menudo los cambios que afectan colegios, hospitales, departamentos del gobierno, etcétera, en el Reino Unido, han involucrado la reelaboración de los papeles institucionales en términos de contratos estrictamente definidos, y, más frecuentemente aún, han incluído una manera contractual de representar las relaciones entre las instituciones, y entre los individuos y las instituciones. 12 K. Ohmae, 1990, op. cit.
Un ejemplo del primer proceso ocurrió cuando las clínicas dotadas de fondos estatales empezaron a hacer contratos con los comités administrativos de los hospitales para la provisión de cuidados médicos a pacientes específicos, mientras que en el pasado la provisión venía directamente del Servicio Nacional de Salud. Entre los ejemplos del segundo proceso se encuentran las relaciones establecidas entre los departamentos del gobierno central y las nuevas agencias ejecutivas donde no existe un contrato técnico como tal pero donde la relación entre las dos entidades se regula mediante un documento referencial de tipo contractual que define las funciones y metas de la agencia, y los procedimientos mediante los cuales el departamento fija y asesora los objetivos de rendimiento para la agencia. Este proceso, que Jacques Donzelot13 ha llamado un proceso de implicación contractual , normalmente consiste en asignar una función o una actividad a una unidad de gerencia definida -sea individual o colectiva- que se considera responsable del rendimiento eficaz es decir, económico de dicha función, o de la conducta de dicha actividad. Asumiendo la responsabilidad activa de tales actividades y funciones -tanto de llevarlas a cabo como de sus resultadosestas unidades de gerencia afirman cierto tipo de identidad. Esta identidad es básicamente de naturaleza empresarial porque la contratación requiere que estas unidades de gerencia reconozcan como suya cierta forma de relación empresarial cómo condición de su eficacia y de la eficacia de este tipo de gobierno .14 Para decirlo de otro modo, la contratación hace que estas unidades de gerencia funcionen como pequeñas empresas o formas empresariales . Según Colin Gordon,15 las formas empresariales de gobierno tales como la contratación implican reimaginar lo social como una función de lo económico. Esta operación funciona , argumenta, mediante el aumento progresivo del alcance de la teoría económica por una serie de redefiniciones de su objeto. Señala, además, que la economía por lo tanto llega a ser un tipo de acercamiento capaz, en principio, de abarcar la totalidad del comportamiento humano y, como consecuencia, de imaginar un modo coherente, puramente económico, de programar la totalidad de la acción gubernamental .16 13 Jacques Donzelot, The Mobilization of Society en Burchell, G. et al. (eds.), The Foucault Effect, Brighton, Harvester Wheatsheaf, 1991, págs. 169-179. 14 G. Burchell, Liberal Government and Techniques of the Self en Economy and Society, No. 22(3), 1993, pág. 276. 15 Colin Gordon, C., Governmental Rationality: An Introduction en Burchell, G. et al. (eds.), The Foucault Effect, Brighton, Harvester Wheatsheaf, 1991, págs. 1-51. 16 Íbid, 43.
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CONVERTIR A LAS ORGANIZACIONES Y A LOS INDIVIDUOS EN EMPRESAS
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Sin embargo, sería equivocado ver estos cambios como una simple expresión de la última y más pura manifestación del auge del homo economicus. Porque el sujeto de la racionalidad empresarial es tanto una reactivación y una inversión radical de las representaciones tradicionales del hombre económico . La reactivación consiste en plantear que el ser humano tiene una facultad electiva fundamental, un principio que da al cálculo económico la capacidad de borrar todas las otras categorías y marcos de las ciencias sociales y humanas . La gran innovación ocurre al imaginar el agente económico como una creación inherentemente manipulable o flexible .17 Gordon arguye que mientras que al principio el homo económicus se concebía como un sujeto cuya motivación básica era en últimas intocable por el gobierno , el sujeto empresarial se imagina como un agente que responde siempre a las modificaciones de su entorno . Como lo sugiere, el gobierno económico aquí se junta con el conductivismo .18 El sujeto resultante es, en un sentido novedoso, no sólo una empresa sino más bien el empresario de sí mismo . En otras palabras, la racionalidad empresarial constituye al individuo como un tipo de persona particular - como un empresario de sí mismo .19 Entonces, ¿qué significa conceptualizar un ser humano como un empresario de sí mismo ? Pensar en la vida humana individual como una empresa sugiere que, al margen de las circunstancias en las que se encuentre una persona, él o ella siempre se encuentra, aunque esté cesante, en esa única empresa, y que es parte del proceso vital hacer provisión adecuada para la preservación, reproducción y reconstrucción de su capital humano .20 Una vez que una vida humana se concibe en términos empresariales, el dueño de esa vida llega a ser personalmente responsable de su propio desarrollo y cuidado; desde la perspectiva empresarial, los individuos tienen el deber de manejar la conducta de la empresa de sus vidas. El vocabulario empresarial reconceptualiza las actividades, los agentes y la relación entre ellos de acuerdo a sus propios ideales. Por lo tanto, el lenguaje empresarial de la autogestión responsable, por ejemplo, se relaciona con una nueva percepción de los que están fuera de la sociedad los que
17 Íbid, 43; Paul du Gay, 1996, op. cit. 18 Íbid, 42. 19 Colin Gordon, The Soul of the Citizen: Max Weber and Michel Foucault on Rationality and Government en Whimster, S., y Lash, S. (eds.), Max Weber: Rationality and Modernity, Londres, Allen and Unwin, 1987, págs. 300. 20 Colin Gordon, 1991, op. cit., pág.44.
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se excluyen o se marginan porque no pueden o no quieren comportarse de forma adecuadamente empresarial y por lo tanto responsable . En el Reino Unido, por ejemplo, las patologías que hasta hace poco se trataron de forma social -la falta de vivienda, el desempleo, etcétera- han sido reindividualizadas al ser comprendidas en el discurso empresarial y por ende se ven sujetas a formas nuevas y a menudo más intensas de vigilancia y control. Dado que ahora se representan como individuos responsables con el deber moral de cuidarse, los sujetos patológicos sólo pueden culparse a sí mismos de los problemas que afrontan. Esta individualización de los problemas sociales se hace evidente en el Reino Unido y en otros lugares mediante la introducción de una nueva terminología para describir a los desempleados - buscador de trabajo - a los sin techo - rough sleepers .21 Ya que un ser humano se considera como un individuo autónomo continuamente involucrado en un proyecto de formación vital, como un ser cuyas elecciones son motivadas por el deseo de optimizar el valor de su existencia, la vida para aquella persona se representa como una arena unificada, básicamente no diferenciada, donde esa empresa se lleva a cabo. Dado que las formas de vida anteriormente diferenciadas se clasifican ahora como formas de empresa , las nociones y prácticas asociadas con la construcción de la personalidad - o formas de identidad - que surgen de ellas tienen una consistencia notable. Así, mientras que en el Reino Unido, por ejemplo, los colegios, las cárceles, las organizaciones caritativas, y los departamentos del gobierno se re-presentan como empresas todos otorgan una mayor importancia, en cuanto a la medición de su propio éxito, al desarrollo del sujeto empresarial .
COMENTARIOS FINALES El credo básico de la hipótesis globalizadora ha sido sujeto a una crítica extensa, y generalmente convincente. Como Hirst y Thompson,22 por ejemplo, han sugerido, aunque se resalte hoy día las limitaciones de la clásica gerencia económica nacional, esto no significa que las relaciones económicas a nivel internacional y nacional estén más allá de toda posibilidad de regulación y control. Mucho depende de la voluntad política y de la cooperación entre las grandes potencias económicas.
21 Nota del traductor: El término rough sleeper significa alguien que duerme en la calle, pero implica que hacer esto es una elección . 22 Paul Hirst y Grahame Thompson, 1996, op. cit., pág. 199.
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esperanza de incrementar su apoyo tanto entre los empresarios como entre los movimientos laborales al defender los intereses nacionales compartidos en el campo internacional, protegiendo en el proceso su propia legitimidad además de reforzar la organización nacional de la política y el carácter intergubernamental del manejo económico internacional.26 A pesar de sus obvias diferencias, estas dos respuestas gubernamentales no son de ninguna manera mutuamente excluyentes. Entre otras cosas, todavía es cierto que la hipótesis globalizadora provee un marco discursivo en relación al cual se intenta implementar las dos clases de política. Como ha sugerido Streeck en otro contexto, la hipótesis globalizadora discrimina en contra de los modos de manejo económico que requieren de la intervención favorece los sistemas nacionales como los de Estados Unidos y del Reino Unido que históricamente dependían menos del manejo económico público-político y más del manejo privado-contractual .27 Hasta aquí, no es sorprendente saber que el modelo de construcción de coaliciones competitivas depende del voluntarismo del mercado de igual manera que el modelo neoliberal desregulador. Bajo los dos modelos, los gobiernos nacionales se cuidan al máximo de imponer obligaciones sobre los participantes en el mercado, especialmente sobre el comercio, ya sea porque creen que la intervención en el mercado es en sí disfuncional, o porque se ven obligados por tratados internacionales a limitar tal intervención pública a la creación de incentivos y al desmantelamiento de cualquier desestímulo para los inversionistas móviles. Al mismo tiempo, en los dos modelos las posibilidades de la democracia nacional se ven limitadas por una supuesta necesidad no sólo de responder a las presiones competitivas antes de responder a las exigencias democráticas del ciudadano - o de interpretar éstas en términos de una respuesta técnicamente correcta - sino también de cerciorarse de que se quede dentro del marco de reglamentos impuestos sobre el proceso nacional de planeación económica por los acuerdos intergubernamentales. Al volverse más severas las restricciones sobre la intervención económica nacional, los gobiernos nacionales se vuelven dependientes del voluntarismo del mercado, al haber perdido su recurso a la legislación dura que anteriormente solía ser la herramienta básica del intervencionismo estatal .28
23 R. Boyer, 1996, op. cit., pág.108. 24 Wofgang Streeck, 1996a, op. cit. 25 Íbid, pág. 311.
26 Íbid, pág. 311. 27 Citado en M. Milner, A Timely Global Warning en Guardian, 7 de septiembre de 1996, pág. 23.
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En ausencia de tal voluntad y tal cooperación, el análisis socioeconómico indica que el desempleo persistente, las recurrentes crisis financieras, el incremento de la desigualdad, la falta de inversión en actividades productivas tales como la educación y la investigación, y las asimetrías cumulativas de la información y del poder son resultados cada vez más predecibles de este énfasis en el funcionamiento puro del mercado.23 Entonces, ¿qué indicios existen para mostrar la emergencia de tal cooperación y tal voluntad? Muy pocos, según Wofgang Streeck,24 que señala dos respuestas políticas divergentes a nivel nacional. Por una parte, identifica aquellos Estados nacionales, tales como el Reino Unido y los Estados Unidos, que ven su contribución principal a la competitividad como la entrega de la responsibilidad por la misma a las fuerzas del mercado . Esta actitud ha incidido en la privatización a gran escala, la disminución de la protección social, la reestructuración industrial según las necesidades del mercado, la restauración de la autoridad patronal, con salarios flexibles más bajos y peores condiciones de trabajo, la desarticulación de los intereses organizados, especialmente de los sindicatos, y la promoción de un sector mal preparado y mal pagado para absorber a algunos de los desempleados. La respuesta alternativa, lo que podría quedar en una época de expectativas muy bajas en cuanto a la democracia social, el neocorporatismo y el contrato social, es la construcción en el ámbito nacional de lo que Streeck25 denomina las coaliciones para la modernización de la economía nacional, que subordinan todos los otros objetivos políticos al aumento de la competitividad nacional. La construcción de coaliciones en la época postsocialdemocrática puede nutrirse del institucionalismo y nacionalismo económico de los movimientos laborales cuya actuación en el espacio supranacional se ha frenado por la falta de capacidad estatal y de interlocutores patronales. También puede contar con el patronato, cuyo interés principal es prevenir la formación estatal a nivel supranacional y la intervención económica; que por lo tanto beneficia del hecho de que los movimientos obreros sean contenidos en circuitos políticos nacionales; y que puede estar seguro de que, ante las presiones competitivas externas y su capacidad de salirse del circuito, será el socio más importante en esta alianza. Finalmente, los gobiernos nacionales pueden tener la
Mientras que se han criticado de forma extensa y generalmente convincente los elementos principales de este discurso económico globalizador, se siguen tomando importantes decisiones políticas y económicas en nombre de ellos. El efecto de este proceso es que cada vez se haga más difícil luchar en contra del sistema de controles internacionales que se está desarrollando, sistema dominado, en términos de Streeck, por el voluntarismo del mercado . Lejos de incrementar la posibilidad de que emerja un sistema de gobierno alternativo capaz de civilizar y domesticar las fuerzas desbocadas del mercado, los cambios actuales parecen negar esta posibilidad. El gran peligro, como en repetidas ocasiones ha advertido Stuart Hall,29 es que lo que tenemos ahora sea lo que vamos a tener que soportar en el futuro previsible, y que esto sea mucho menos de lo necesario para asegurar que las economías contemporáneas sean entidades viables en términos sociales, además de económicos.
por omisión, de un tipo de economicismo, sino porque la aceptación por omisión de una versión particular de la globalización económica conlleva otros efectos. Más notablemente, otorga autoridad y validez a una visión de la globalización que no es tanto una descripción de cómo son las cosas sino un concepto en cuya imagen se está rehaciendo el mundo. 2. Los textos que cito aquí son en general de origen angloamericano. Sin embargo, se puede observar que los discursos que articulan han estructurado iniciativas políticas en contextos nacionales desde el Canadá hasta Australia, y que han sido promovidos por regímenes políticos tanto de izquierda como de derecha. Dicho eso, no quiero exagerar la convergencia en las formas de comportamiento organizacional y personal que han engendrado en diversos contextos sociales.
NOTAS
Angell, I., Winners and Losers in the Informational Age en LSE Magazine, No. 7, 1995.
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1. En la sociología y en los estudios culturales, como ha sugerido Doreen Massey,30 este discurso se manifiesta generalmente como un resumen icónico de la globalización económica en los primeros párrafos de un tratado sobre algo más social o cultural . En su peor forma llega a ser algo así como una mantra: CNN, McDonald s, Sony, la compresión temporal y espacial, local?global, flujos de información, el internet, todas estas frases y palabras aparecen de forma casi obligatoria. Lo que resulta preocupante y difícil de entender es la facilidad con la que los estudiosos comprometidos con alguna forma de análisis contraccionista conceden el rango de hecho a una visión particular de la globalización. Como señala Massey,31 es casi como si lo económico hubiera vuelto a ser el trasfondo esencial, si bien ahora apenas reconocido, de las otras historias. Se supone, antes de seguir con el resumen detallado de los resultados complejos de nuestra propia investigación, que existe este tipo de globalización. Este es un paso en falso. No sólo porque involucra la reintroducción, 28 Wolfgang Streeck, German Capitalism: Does it Exist? Can it Survive?, Colonia, Instituto Max Planck,1996b, pág. 311. 29 Stuart Hall, Les enfants de Marx et Coca-Cola en New Statesman and Society, 5 de diciembre 1997, págs.34-36. 30 Doreen Massey, Imagining Globalization: Power Geometries of Time-Space , Ponencia central presentada a la conferencia annual de la Asociación Británica de Sociología, Universidad de Reading, 1996, pág. 8. 31 Íbid, pág. 9.
REPRESENTAR LA GLOBALIZACIÓN : APUNTES SOBRE LA DISCURSIVIDAD DE LA VIDA ECONÓMICA
BIBLIOGRAFIA
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PAUL DU GAY
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Hall, Stuart, When was the Post Colonial Thinking at the Limit en Chambers, I., y Curti, L., (eds.), The Post Colonial Question, Londres, Routledge, 1996, págs. 242-260.
Lecturas La imagen de la ciudad en las artes y en los medios / Fernando Viviéscas Selección y traducciones de Robert Frost, poeta de la tierra - Efraim Otero Ruiz / Cecilia Balcázar de Bucher
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LA IMAGEN DE LA CIUDAD EN LAS ARTES Y EN LOS MEDIOS Beatriz García Moreno (Comp.) Bogotá, Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional de Colombia, 2000. 573 p. Fernando
Viviescas*
Lecturas
La instantaneidad del mundo, que se alcanza por el cubrimiento global que logra la telecomunicación vigente en este fin de milenio, tiende a borrar cualquier sentido de la territorialidad en sus acepciones tradicionales; el aquí y el allá parecen perder su significado porque están (es posible ubicarlos) en cualquier sitio, pueden incluso intercambiarse, es decir, se diluyen como referentes: ...aquí ya no es más: todo es ahora... El hipercentro del tiempo intensivo de la transmisión mediante ondas de lo real prevalece de una vez por todas sobre la antigua centralidad del espacio extensivo de los territorios. (Virilio) Pero, para evitar la prevalencia de la mirada inmediatista sobre este hecho trascendental, es preciso poner de presente desde el principio que ese desaparecimiento de lo territorial puede ocurrir porque, al mismo tiempo que la potenciación del esparcimiento inmediato de la información y de la imagen sobre el globo, se presenta un hecho demográfico y social inédito hasta ahora en la historia de la especie humana en esencia, paradójicamente, espacial : la dinamización definitiva de la tendencia de la población mundial a
* Arquitecto-Urbanista. Profesor Asociado - Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
LA IMAGEN DE LA CIUDAD EN LAS ARTES Y EN LOS MEDIOS
su concentración en puntos específicos de la tierra, esto es, la presencia ya definitiva del mundo en urbanización . Más allá de la novedad de la extensión a todos los continentes de esta forma de asentamiento humano que, por lo demás, se ha venido consolidando de manera diferenciada pero persistente desde el siglo pasado en Europa y América y de la escala que va alcanzando esa concentración de personas, procesos y cosas estamos hablando de alrededor de 3000 millones de seres humanos como base para la evolución urbanizadora posterior lo significativo de esta revolución, lo que permite calificarla de trascendente, estriba en la dimensión ontológica que va alcanzando la pregunta por el sentido que tiene y por las consecuencias que genera tal aglomeración a medida que crece la conciencia sobre su ocurrencia. Se está hablando de la Ciudad, y de la compleja eventualidad del ser de la Humanidad (se entiende: en sus dimensiones individual y colectiva) producida a sí misma en la configuración las innumerables construcciones de esa socioespacialidad. La Ciudad como forma de existencia ya ineludible, como determinante de la vida y de sus calidades en las décadas venideras, como condicionante de la posibilidad del crear, del imaginar, del pensar, del actuar, y como albergue definitorio de la dignidad o de su negación de la historia y del proceder de los hombres y mujeres, actuales y futuros. La conciencia sobre la situación anterior, bien podría ser el contexto en el cual se generó el Curso de Actualización: LA IMAGEN DE LA CIUDAD EN LAS ARTES Y EN LOS MEDIOS que realizó el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Facultad
de Artes de la Universidad Nacional de Colombia, en colaboración con la Dirección de la Unidad de Atención al Distrito Capital de la ESAP, durante los meses de septiembre y octubre de 1997, y que constituyó el escenario en el cual se presentaron los discursos que componen esta extensa publicación. Compilados como libro se constituyen en una novedad en el país, por cuanto con el mismo se pretende contribuir a la comprensión de la ciudad a partir de la mirada que ofrecen diferentes disciplinas artísticas como son: la arquitectura, las artes plásticas, la música, la literatura, la fotografía, el cine, la televisión y los medios, con el fin de abrir caminos diferentes a los ya ofrecidos por las ciencias humanas y la economía. En el evento se trató de recomponer la morfología de la CIUDAD con base en imágenes que dejaron sensibilizar a los espectadores con respecto a sus composiciones, materiales y, sonidos. En el texto, desde luego se pierden las vistas instantáneas, las imágenes en movimiento, los ritmos de los signos y los símbolos de la urbe con los cuales, fue posible recomponer profusamente las imágenes de ciudad en el evento; pero, aún así, el volumen presenta sugestivos caminos para abordar la complejidad creativa que se desata en esta forma de existencia que identifica el actual desarrollo de la humanidad. Así da cuenta de la intención de quienes se empeñaron en la realización de aquel curso.
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Manuscrito no publicado Efraim Otero Ruiz.
CECILIA BALCÁZAR DE BUCHER*
Quiero señalar que este corto comentario se ubica dentro de una visión diferente al análisis tradicional de la traducción. En cuanto al poeta americano Robert Frost, me limito a mencionar, que siendo un poeta de la tierra, como titula Efraim su ensayo, su lazo con ella le permite hacer el salto metafórico hacia otras realidades, hacia la esfera de lo espiritual y de lo místico y de la indagación poética del misterio. También quisiera resaltar, en homenaje a su memoria, su figura ejemplar, paradigma de autenticidad, de austeridad, de compromiso indeclinable con su vocación poética, sin que lo motivara en su empeño el éxito fácil o la alabanza de sus contemporáneos. El ejercicio tradicional de la crítica de la traducción se propuso como una de sus metas desentrañar las equivalencias de los textos. Este procedimiento se originaba en la visión de la lengua como instrumento transparente de la comunicación y como espacio de representación de una realidad supuestamente externa a ella misma. Pero lo que se ha conocido como el giro lingüístico, que transformó la * Ph.D., Georgetown University. Profesora titular, Directora Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales, Universidad de los Andes. Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Miembro del Consejo mundial del PEN Internacional
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visión del conocimiento y de la verdad adecuación , en todas las Ciencias Sociales y Humanas, aun en las Ciencias Puras, también le dio un vuelco a la teoría de la traducción. Antes de ese cambio se le negaba al traductor todo reconocimiento verdadero y toda presencia personal. Se lo consideraba como el transmisor neutro de un sentido no fraccionado, no situado cultural, ideológica o políticamente; obligándolo a guardar una imposible posición objetiva e impasible. Solo en el terreno de la traducción de la poesía se expresaban consideraciones precursoras de los postulados contemporáneos, sobre todo por el reconocimiento de su intraducibilidad. En ese terreno son muy conocidas las reflexiones de Rilke y de Valéry a comienzos del siglo XX.1 Siguiendo la línea del giro lingüístico aludido quisiera ubicar estos cortos comentarios en la figura del traductor Efraim Otero a quien he leído como poeta, antes que todo; desde la sensibilidad. He tratado de percibir lo que hay detrás de su selección y también de rememorar y revivir ese proceso que se da en el escritor, en la escritora, cuando encuentra una voz afín que lo interpela y lo incita a apropiársela, memorizándola; releyéndola; rescribiéndola; traduciéndola. O -como diría uno de los teóricos de la traducción y de la hibridación de las culturas-, canibalizando el texto, para nutrirse de él y crear una nueva obra.2 Le lion est fait de mouton assimilé , decía Valéry. Porque no de otra manera puede 1 Jean Bucher, El encuentro Rilke Valéry, Cali, Universidad del Valle, 1978. 2 Pires Vieira, y Else Ribeiro, Liberating calibans: reading of antropofagia in Haroldo de Campos poetics of transcreation en Bassnett, S., y Harris, T. (eds.), Postcolonial translation: theory and practice, New York, Rutledge, 1999.
concebirse la traducción, sino como una nueva creación. Los textos de Frost, los textos de Efraim, que elaboran la forma, a la vez que se liberan de sus prescripciones tradicionales, presentan una poesía pura, decantada, sin adornos. Una poesía que se desplaza en la tensión y en el juego de claroscuros entre la vida y la muerte, en ciclo interminable, como el de la semilla que, escondida en la oscuridad y la proximidad del misterio, se desintegra para liberarse y alcanzar la iluminación del día. La fuerza y la emoción de la poesía están presentes en las hojas de la traducción, a donde han llegado para reubicarse, por traslación, las reliquias o los remanentes de otro texto. Y está también allí, discretamente, un ser humano sensible, que por razón de su profesión de médico es testigo diario del ciclo vital; del milagro permanente de la sanación y del misterio de la enfermedad; del tránsito, del pasaje que, como en la naturaleza evocada por Frost, busca la expresión literaria para dar cuenta del drama cuotidiano del dolor y también del gozo de la resurrección. La propia vivencia de Efraim se siente interpretada por la voz de un poeta extranjero que fue, en alguna ocasión privilegiada, su maestro de poesía, cuya cultura le es tan familiar, que puede entrar en la intimidad de los textos para profundizar en el sistema de significados que la constituyen. No solo estamos ante la probada capacidad y el virtuosismo del traductor, sino que la selección de los textos a los que él confiere nueva vida en la traducción, teje el texto de lo que es él, para que nosotros hagamos una lectura múltiple: la del texto mismo de Frost, la de la traducción, y la lectura del propio Efraim que aparece y
CECILIA BALCÁZAR DE BUCHER
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SELECCIÓN Y TRADUCCIONES DE ROBERT FROST, POETA DE LA TIERRA
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desaparece discretamente, dejando entrever su silueta íntima que se expresa par le truchement de , por la intermediación del poema. El texto ajeno le entrega su sentido dentro de un ritmo, una rima, una sintaxis. Y a la manera de un significante vacío, se llena con el propio sentido de Efraim y Efraim lo convierte en otro texto, en otro ritmo, en otra sintaxis, con un metro que pertenece ya no al inglés sino que está inscrito dentro de la tradición de la versificación española que el traductor maneja con soltura. Que está inscrito dentro del sistema de significaciones de otra lengua y por lo tanto adquiere valores y sentidos diferentes porque se sitúa en otro contexto cultural. Es ese el salto significativo, el vacío que no podrían llenar, como se acostumbraba tradicionalmente, las notas de pie de página, las introducciones y los epílogos añadidos a las traducciones. Como lectores de su traducción leemos entre líneas, o entre lenguas. Hacemos la lectura del lector Otero, científico de profesión y poeta de corazón en quien, como lo afirmara Heidegger, se da la cercanía del pensamiento y de la poesía. Conocedor de la visión sistémica de la medicina nuclear que ha sido su especialización y cuya historia en Colombia traza en un texto reciente , practica la visión sistémica del lenguaje y se mueve de lengua a lengua, de sistema a sistema, para construir nuevas relaciones, nuevas articulaciones, nuevas interdependencias formales y semánticas. Aunque tal vez profese la visión tradicional, según la cual en la traducción no debiera estar ostensiblemente la huella del traductor, despliega en su reescritura, sin proponérselo, la textura de su sensibilidad, en impecable español; articulando otro lenguaje, tácito, que SELECCIÓN Y TRADUCCIONES DE ROBERT FROST, POETA DE LA TIERRA
une en un todo significativo, además, la traducción de estos poemas con la que le conocemos de los poemas de Elliot y de Poe. ¿Podría uno, irrumpiendo en la intimidad de estos textos de Frost y de Otero, abiertos a todas las interpretaciones, adentrándose en el espacio intersticial que los separa, a la vez que los une, leer una pasión por la tierra; una misma perplejidad ante la muerte; una angustia expectante ante la oscuridad del espíritu en el filo de la noche y el alba; la búsqueda de la liberación del miedo al abandono final; el asombro ante el designio abismal ; la observación de la inconsciencia de los otros ante el misterio; la renuencia a aceptar el dolor de la travesía y de la pérdida; la incesante obsesión del tiempo y el trasegar de un camino hacia el yo íntimo que escoge el sendero arduo, en vez de lo que habría podido ser ameno y fácil; la expresión circunspecta de la experiencia dolorosa de la frialdad y del odio y también la vivificante del fuego y del deseo? ¿Estará en este nivel de significación ese lenguaje puro, del que hablara Walter Benjamin, a propósito de la traducción, en la línea de la concepción de Mallarmé, otorgándole al traductor la posibilidad de liberarlo de las determinaciones de una sola lengua para construir una especie de expresión humana universal que, a pesar del orden contingente de las diversas lenguas y culturas a todos nos llega y a todos nos conmueve? Dejo estos interrogantes abiertos y también mi hipótesis y mi lectura, para que sean ellos confirmados, negados, o considerados en su posibilidad, en la lectura que otros hagan de ellos.
Bibliografía Bucher Jean , El encuentro Rilke Valéry, Cali, Universidad del Valle,1978. Vieira Pires , y Ribeiro Else , Liberating calibans: reading of antropofagia and Haroldo de Campos poetics of transcreation en Bassnett, S., y Harris, T. (eds.), Postcolonial translation: theory and practice, New York, Rutledge, 1999.
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