Presentación Vanessa Gómez – Universidad de los Andes, Colombia. Natalia Rubio – Universidad de los Andes, Colombia.
39
39
8-9
Dossier La conformación paulatina de clases medias negras en Cali y Bogotá a lo largo del siglo XX y la primera década del XXI • Fernando Urrea – Universidad del Valle, Colombia.
24-41
Culturas juveniles en tono de mujer. Hip hop en Medellín (Colombia) • Ángela Garcés – Universidad de Medellín, Colombia.
42-54
“El olor nos lleva”: identidades ecológicas como un proceso de reconocimiento social y cultural de los “recuperadores” en el Relleno Sanitario Regional de Presidente, municipio de San Pedro, departamento del Valle • Walter Julián Quinchoa – Universidad del Cauca, Colombia.
55-69
La violencia intrafamiliar como representación en la prensa gráfica en el diario de mayor distribución en el interior de Argentina • Laura Valdemarca – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. • Paola Bonavitta – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
70-79
Las representaciones de la religión en el espacio público entre los líderes religiosos minoritarios en México. Entre deseo de reconocimiento y exigencia de participación • Alma Mancilla – Université Laval, Canadá.
80-94
Participación ciudadana institucionalizada y organizaciones civiles en Brasil: articulaciones horizontales y verticales en la política de asistencia social • Felipe J. Hevia – Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México.
95-108
Elementos de reflexión para el propósito de convertir a la ciencia en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social • Mariluz Nova – Universidad de la Salle, Colombia.
109-118
La vía hermenéutica de la política. Reflexiones a partir del Cratilo de Platón • Alfonso Flórez – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
119-134
Performative and Multimedia Aspects of Late-Renaissance Meditative Alchemy: The Case of Michael Maier’s Atalanta Fugiens (1617) • Johann F. W. Hasler – Universidad de Antioquia, Colombia.
135-144
Bogotá - Colombia
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes / Fundación Social
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ISSN 0123-885X
Vanessa Gómez Natalia Rubio
Dossier
Juan David Piñeres Fernando Urrea Ángela Garcés Walter Julián Quinchoa Laura Valdemarca Paola Bonavitta Alma Mancilla Felipe J. Hevia Mariluz Nova Alfonso Flórez Johann F. W. Hasler
ref lexión
Documentos
público
Juanita Solano
Lecturas Culturas
Documentos El grabado en el Papel Periódico Ilustrado. Su función como ilustración y la relación con la fotografía • Juanita Solano – Investigadora independiente, Colombia.
s o ci al
146-156
Lecturas 158-163
El liberalismo como onto-tecnología de la autorregulación. Una lectura de la analítica foucaultiana de la gubernamentalidad Reseña del libro de Santiago Castro-Gómez Historia de la gubernamentalidad • Gustavo Chirolla – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
164-167
Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin (Coords). 2009. Diccionario de estudios culturales latinoamericanos • Gregory Lobo – Universidad de los Andes, Colombia.
168-170
Jessica E. Blanco. 2008. Modernidad conservadora y cultura política. La Acción Católica Argentina (1931-1941) • Mariana E. Funkner – Universidad Nacional de la Pampa, Argentina.
171-173
Bogotá - Colombia
Iván Orozco. 2009. Justicia transicional en tiempos del deber de memoria • Jefferson Jaramillo – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
abril 2011
Presentación
ISSN 0123-885X
11-23
abril 2011
Aproximaciones al primer debate sobre Bentham en Colombia: concepciones antropológicas, disputas educativas, aspiraciones nacionales • Juan David Piñeres – Universidad de Antioquia, Colombia.
Jefferson Jaramillo Gustavo Chirolla Gregory Lobo Mariana E. Funkner
representación
Pp.1-192 $20.000 pesos (Colombia) ISSN 0123-885X
Temas Varios 9 770123 885006
Revista39 de Estudios Sociales Bogotá - Colombia
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ISSN0123-885X Periodicidad: Cuatrimestral (abril, agosto y diciembre) Pp: 1 - 192 Formato: 21.5 X 28 cm Tiraje: 500 ejemplares Precio: $ 20.000 (Colombia) US $ 12.00 (Exterior) No incluye gastos de envío
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Revista39 de Estudios Sociales Bogotá - Colombia
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes / Fundación Social
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abril 2011
ISSN 0123-885X
La Revista de Estudios Sociales (RES) es una publicación cuatrimestral creada en 1998 por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes y la Fundación Social. Su objetivo es contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabore la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyen a entender mejor nuestra realidad más inmediata y a mejorar las condiciones de vida de la población. La estructura de la Revista contempla seis secciones, a saber: La Presentación contextualiza y da forma al respectivo número, además de destacar aspectos particulares que merecen la atención de los lectores. El Dossier integra un conjunto de versiones sobre un problema o tema específico en un contexto general, al presentar avances o resultados de investigaciones científicas sobre la base de una perspectiva crítica y analítica. También incluye textos que incorporan investigaciones en las que se muestran el desarrollo y las nuevas tendencias en un área específica del conocimiento. Otras Voces se diferencia del Dossier en que incluye textos que presentan investigaciones o reflexiones que tratan problemas o temas distintos. El Debate responde a escritos de las secciones anteriores mediante entrevistas de conocedores de un tema particular o documentos representativos del tema en discusión. Documentos difunde una o más reflexiones, por lo general de autoridades en la materia, sobre temas de interés social. Lecturas muestra adelantos y reseñas bibliográficas en el campo de las Ciencias Sociales. La estructura de la Revista responde a una política editorial que busca hacer énfasis en ciertos aspectos, entre los cuales cabe destacar los siguientes: proporcionar un espacio disponible para diferentes discursos sobre teoría, investigación, coyuntura e información bibliográfica; facilitar el intercambio de información sobre las Ciencias Sociales con buena parte de los países de la región latinoamericana; difundir la Revista entre diversos públicos y no sólo entre los académicos; incorporar diversos lenguajes, como el ensayo, el relato, el informe y el debate, para que el conocimiento sea de utilidad social; finalmente, mostrar una noción flexible del concepto de investigación social, con el fin de dar cabida a expresiones ajenas al campo específico de las Ciencias Sociales.
Revista de Estudios Sociales No. 39 rev.estud.soc. abril de 2011: Pp. 192. ISSN 0123-885X Bogotá, Pp. 8-9.
Presentación Vanessa Gómez Pereira
D
peculativa y la alquimia en la obra Atalanta Fugiens de Michael Maiers (Johann Hasler). Esta vez, el Dossier presenta aportes desde la antropología, la sociología, la filosofía y la historia. La sección de Documentos incluye un trabajo sobre la función e importancia del grabado en el Papel Periódico Ilustrado, publicación del siglo XIX dirigida por Alberto Urdaneta. Aunque ha sido reconocida su labor como medio de difusión de la poesía, el arte, la ciencia y la literatura durante casi una década, el Papel Periódico Ilustrado ha sido poco estudiado y, hasta el momento, no se ha tenido como archivo relevante de un período determinado en Colombia. El texto escrito por Juanita Solano contribuye precisamente a la tarea de enfocar esta especial fuente histórica y de abrir el camino a futuras exploraciones. Finalmente, la sección de Lecturas concluye el número con las reseñas de cuatro obras publicadas en los últimos dos años, empezando con la del libro del profesor Iván Orozco, Justicia transicional en tiempos del deber de memoria, realizada por Jefferson Jaramillo, y con la síntesis crítica del último libro del profesor Santiago Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault, escrita por Gustavo Chirolla. En seguida, se encuentran el recuento de Gregory Lobo sobre el Diccionario de estudios culturales latinoamericanos y el de Mariana Funkner sobre Modernidad conservadora y cultura política. La Acción Católica Argentina (1931-1941).
espués de dar la bienvenida al año 2011 con una sugestiva invitación a reflexionar sobre las posibilidades del Bicentenario, la Revista de Estudios Sociales entrega de nuevo a sus lectores la oportunidad de contemplar una muestra de las múltiples expresiones disciplinarias de las ciencias sociales. El contenido de la edición No. 39 refleja no sólo la diversidad de objetos y miradas interpretativas, sino también de contextos históricos y sociales. Los primeros cuatro artículos del Dossier exponen trabajos de investigación y de análisis en diferentes escenarios locales como el primer debate nacional sobre la importancia e implicaciones del pensamiento de Jeremy Bentham, a comienzos del siglo XIX (Juan David Piñeres); la paulatina conformación de clases medias negras en Cali y en Bogotá en el transcurso del siglo XX y en los primeros años del XXI (Fernando Urrea); la situación y posicionamiento de las mujeres en la cultura juvenil de hip hop en Medellín (Ángela Garcés); y la constitución de identidades ecológicas como un proceso de afirmación y autodeterminación social entre un grupo de “recuperados” del departamento del Valle (Walter J. Quinchoa). A continuación, se encuentran tres trabajos que se ocupan de problemas específicos de otros países latinoamericanos y que muestran la complejidad de universos de sentido como el de las representaciones mediáticas de la violencia intrafamiliar en uno de los diarios más populares de Argentina (Paola Bonavitta y Laura Valdemarca); la presencia y representación de minorías religiosas en el espacio público y la regulación e intervención del Estado mexicano (Alma Mancilla); y la dinámica reciente de las organizaciones civiles y de la participación ciudadana en Brasil (Felipe Hevia). Los últimos artículos iluminan algunas discusiones relevantes sobre facetas particulares del conocimiento, la filosofía antigua y el arte, planteados, respectivamente, en la discusión sobre las posibilidades de convertir la ciencia en una herramienta de apoyo a los procesos de equidad y justicia social (Mariluz Nova); en el ejercicio hermenéutico de la política en el Cratilo de Platón (Alfonso Flórez); y en los aspectos performativos y de multimedia de la relación entre la música es-
Las páginas de esta edición no solamente sirven para dar cabida a esta variedad de miradas y temas, sino también, y sobre todo, para despedir y rendir un sencillo homenaje a la labor de quienes han dado forma a la Revista de Estudios Sociales en los últimos años: Carl H. Langebaek como director y Natalia Rubio Parra como editora. Gracias a su trabajo riguroso y diligente, la RES ha logrado posicionarse en el país como una de las revistas más destacadas en el área de ciencias sociales y ha alcanzado mayor visibilidad e impacto en el contexto nacional e internacional. En especial, la excelente labor de su editora ha sido crucial en este proceso de proyección y crecimiento académico. Con seguridad, seguirán aportando valiosos insumos a esta revista en particular, y a la academia colombiana en general. 8
Vanessa Gómez Pereira, Natalia Rubio Parra
Presentación
Natalia Rubio Parra
E
ste será el último número de la Revista de Estudios Sociales en el que participo como editora. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer por su dirección y liderazgo a Carl Langebaek, quien a partir de febrero de este año dejó la Decanatura de Ciencias Sociales para asumir la Vicerrectoría de Investigaciones y Doctorados de la Universidad. En segundo lugar, agradezco a todos y cada uno de los miembros de los comités científico y editorial por sus aportes y compromiso. También agradezco al equipo informático y al equipo de la Decanatura (Juan Carlos Vásquez, Ruth Martínez, Edith Flechas y Alexander Torres) por su colaboración y apoyo en los diferentes procesos y tareas detrás de la edición de la RES. Asimismo, agradezco a Guillermo Díez por su corrección de estilo; a Víctor Gómez por su diseño y diagramación; a Yolanda Téllez de Panamericana Formas e Impresos S. A. por su excelente gestión; a Vanessa Gómez por su colaboración, juicioso trabajo y dedicación. Le doy la bienvenida a Hugo Fazio no sólo como decano de la Facultad de Ciencias Sociales sino también como director de la RES; a él y a Vanessa Gómez, editora, les deseo muchos éxitos en esta nueva etapa.
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Aproximaciones al primer debate sobre Bentham en Colombia:
concepciones antropológicas, disputas educativas, aspiraciones nacionales* por Juan David Piñeres** Fecha de recepción: 3 de noviembre de 2009 Fecha de aceptación: 28 de junio de 2010 Fecha de modificación: 8 de noviembre de 2010
Resumen El artículo pretende mostrar, a partir del lente de una antropología histórico-pedagógica, un acercamiento al primer debate sobre Bentham en Colombia en el siglo XIX. En principio, aclara qué se entiende por antropología histórica y pedagógica; así mismo, precisa que este campo es, básicamente, una antropocrítica; no es un campo deudor ni de la historia disciplinar ni, a su vez, de la antropología disciplinar. En segundo lugar, realiza una breve contextualización del debate en los comienzos del siglo XIX, contextualización que permite, además, una aproximación a un tema de investigación. Por último, propone, a partir de algunos documentos primarios que hicieron parte del debate, un trayecto que va de la moral –esto es, del individuo– a la sociedad. En este sentido, el artículo defiende la tesis de que los desacuerdos morales entre quienes participaron en la contienda son, a un mismo tiempo, desencuentros nacionales, divergencias en la forma de concebir al Estado-nación. Los análisis del nacionalismo, vistos de este modo, necesitan pasar por las concepciones antropológicas implícitas en los movimientos nacionalistas, y que los llevan a formular, tal vez sin saberlo, aquello que el hombre, en cuanto ciudadano, habrá de ser.
Palabras clave Antropología histórico-pedagógica, querella benthamista, nacionalismo, concepciones antropológicas, educación.
Approaches to the First Debate on Bentham in Colombia: Anthropological Conceptions, Educational Disputes, National Aspirations Abstract Through the lens of historical-pedagogical anthropology, this article offers an approach to the first debate on Bentham in nineteenth-century Colombia. It first defines historical-pedagogical anthropology, showing that the field is an antropocritique rather than simply an appendage of either History or Anthropology. Second, it briefly contextualizes the early nineteenth-century debate and outlines an approach to study the topic. Finally, based on primary documents that were part of the debate, the article suggests a framework stretching from morality, that is to say the individual, to the society. In this sense, it argues that moral disagreements between debate participants should also be understood as national disagreements, or different ways of conceiving the nation-state. From this perspective, the analysis of nationalism needs to consider the anthropological conceptions implicit in nationalist movements and which lead them to formulate, perhaps unwittingly, what man, as a citizen, will be.
Key words Historical-pedagogical Anthropology, Bentham Debate, Nationalism, Anthropological Conceptions, Education.
* Este artículo hace parte de la investigación doctoral que lleva por nombre “Consecuencias antropológico-pedagógicas y civilizatorias de la querella benthamista en Colombia: razón y educación en la constitución del sujeto moderno”. ** Becario de Colciencias. Estudiante del Doctorado en Educación, Línea de Pedagogía Histórica, Universidad de Antioquia. Miembro del grupo de investigación sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica (FORMAPH) de la Universidad de Antioquia. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: De la antropología a la política en el Leviatán de Hobbes. Boletín de Antropología 24, No. 41: 338-352, 2010; y Subjetivaciones, lenguaje y parodia: reflexiones en torno a los discursos expertos sobre la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA) (con Alexander Hincapié y Andrés Runge). Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud 8, No. 1: 269-291, 2010. Correo electrónico: juandps@gmail.com
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Revista de Estudios Sociales No. 39 rev.estud.soc. abril de 2011: Pp. 192. ISSN 0123-885X Bogotá, Pp. 11-23.
Aproximações ao primeiro debate sobre Bentham na Colômbia: concepções antropológicas, disputas educativas, aspirações nacionais Resumo O artigo pretende mostrar, a partir da lente de uma antropologia histórico-pedagógica, uma aproximação ao primeiro debate sobre Bentham na Colômbia no século XIX. Em princípio, esclarece-se que se entende por antropologia histórica e pedagógica; da mesma forma, determina-se que este campo é, basicamente, uma antropocrítica; não é um campo devedor nem da história disciplinar nem, por sua vez, da antropologia disciplinar. Em segundo lugar, realiza uma breve contextualização do debate nos começos do século XIX, contextualização que permite, ainda, uma aproximação a um tema de investigação. Por último, propõe, a partir de alguns documentos primários que fizeram parte do debate, um trajeto que vai da moral – isto é, do indivíduo – à sociedade. Nesse sentido, o artigo defende a tese de que os desacordos morais entre os que participaram na contenda são, ao mesmo tempo, desencontros nacionais, divergências na forma de conceber o Estado-nação. A análise do nacionalismo, vistos desse modo, precisam passar por concepções antropológicas implícitas nos movimentos nacionalistas, e que nos levam a formular, talvez sem saber, aquilo que o homem, como cidadão, haverá de ser.
Palabras chave Antropologia histórico-pedagógica, querela benthamista, nacionalismo, concepções antropológicas, educação.
A manera de incursión: una lente
dad: no se trata de unas imágenes estáticas y estancadas sobre lo que el hombre es o habrá de ser –en ese tipo de formulaciones hay implícita una mirada inocente, aunque no por ello menos peligrosa, puesto que su inquietud no es más que el hombre, menudo estandarte–, sino que se trata ahora de revisar y desconfiar de la inquietud misma por el hombre, para mostrar, de ese modo, que tales imágenes son fabricaciones históricas. Y esta antropología histórica es, a un mismo tiempo, pedagógica, no porque tenga que ver con la enseñanza, ni necesariamente con la escuela, ni, en general, con esos ámbitos de la educación formal o institucionalizada, sino porque, entre otras cosas, sus análisis históricos sobre las concepciones de hombre tienen relación estrecha con el concepto de formación (Bildung) o, si se prefiere, con
antropocrítica
L
a mirada que nos asiste no es, valga aclararlo, para nada historiográfica. Se trata, antes bien, de un campo poco frecuentado, tal vez por desconocimiento, en nuestro medio intelectual colombiano, y que lleva por nombre antropología histórica o antropología histórico-pedagógica. Aclaremos, de manera sucinta, este campo: la antropología histórico-pedagógica, tal como es desarrollada en Alemania, por ejemplo, por Wulf (1996 y 2006) y Wulf y Zirfas (2001) no es la antropología en sentido disciplinar –de corte anglosajón o francés–, sino que indica un marco interpretativo entendido como antropocrítica. Esta antropocrítica no es tampoco una extensión de la disciplina histórica; más bien, se acerca a la historia como campo de acontecimientos, discontinuos en su mayoría, y la usa como el taller en el cual fabricar sus interpretaciones. Este campo, a diferencia de una antropología pedagógica de corte normativo,1 asume el problema de las imágenes de hombre (Menschensbilder)2 y lo lee a partir de su historici-
mo de lo “humano”; pero, también, “el hombre”, en este caso específico del primer debate sobre Bentham, puede ser pensado como la imagen ideal por la cual lo humano se hace humano, deviene humano. No necesitamos perdernos en enunciados repetitivos sobre la escuela. Ya la idea de que lo humano está en debate, como lo vemos en este “caso Bentham”, es un problema antropológico, por un lado, y pedagógico, por el otro. El lado antropológico no parece necesitar demasiadas aclaraciones; estamos dispuestos, en el medio académico local, a darlo por sentado. No obstante, el lado pedagógico, lamentablemente, lo vemos casi siempre encarcelado, encerrado, aprisionado por la necesidad de la escuela o de la enseñanza. En este lugar se sostiene que “pedagógico” no es ni “escuela” ni “enseñanza. Mejor, su preocupación es la formación, la crítica de esto que se llama formación. Por esto, el hecho de que lo humano esté en debate connota un problema también pedagógico, de crítica y análisis pedagógico, pues esto indica que lo “humano” es visto como algo que se encuentra en proyecto de formación. Toda preocupación por la formación, como preocupación antropológica y pedagógica, cree que lo humano tiene que devenir algo. No ve que lo humano, en sí mismo, no es nada constituyente, sino algo que funciona como un ideal regulador del cual no escapamos con facilidad.
1 Remítase, por ejemplo, al trabajo de Sheuerl (1995). 2 Hablamos de imágenes de hombre. Ahora bien, acá “hombre” se puede ver de dos formas: por un lado, “hombre”, en sentido amplio, es sinóni-
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Aproximaciones al primer debate sobre Bentham en Colombia: concepciones antropológicas, disputas educativas, aspiraciones nacionales
Juan David Piñeres
Dossier
rece casi de manera automática como un proceso que restringe la expresión emocional y que, por esto mismo, se toma al cuerpo, y al individuo, como el objeto de coacciones sociales y autocoacciones. Lo interesante de este eje de análisis es que el proceso civilizatorio tiene su génesis tanto en la sociedad como en el individuo.
el de subjetivación: todo esfuerzo de formación se desprende de una concepción antropológica que, a su vez, implícitamente supone la condición formable, dúctil, o perfectible del hombre (Bildsamkeit). Por si quedan dudas, este ámbito es bastante similar, sino igual, a la antropología general de Todorov (1995), puesto que designa las concepciones que sobre el hombre, o sobre lo humano, subyacen a las distintas exploraciones de las ciencias sociales y humanas, así como a los discursos de la política, la ética y, en general, la filosofía. La antropología histórico-pedagógica, vista de este modo, hace explícitas las concepciones de hombre, en sentido amplio, implícitas en diversos acontecimientos históricos y en enunciados políticos, morales, educativos, etcétera.
Así, pues, cuando el país se independizó política y económicamente, la generación de los próceres se encontró con el problema de cómo construir un Estado-nación y qué hacer con la tradición heredada de la conquista española. El asunto radicaba, justamente, en la necesidad de construir una nación a partir de la unidad administrativa, pues se trataba de un territorio dividido en dinámicas regionales y sociales de diversa índole. De acuerdo con González (2006), el estilo conflictivo de la articulación y la relación entre las élites, las clases subalternas y las distintas facciones políticas llevó a que, a lo largo del siglo XIX, existieran múltiples conflictos (guerras) de carácter nacional. Sin lugar a dudas, el siglo XIX soportó la incertidumbre de un país, y de una región latinoamericana en general, que buscaba reinventarse después de más de 300 años de dominación de la corona española.
Sobre la base de lo anterior, estamos interesados en las concepciones antropológicas de la querella benthamista y, de acuerdo con esto, vamos a arriesgar una tesis que se encuentra, permítase la expresión, en gestación: los análisis del nacionalismo deben hacer mayores énfasis en las concepciones antropológicas que acompañan el movimiento de construcción y de consolidación de un Estado nacional. La nación es imaginada como una comunidad, pero esta comunidad, aunque suene redundante, es una comunidad de humanos. La nación se imagina al lado de su propia matriz antropológica. Dicha matriz, como espacio de tensiones normativas y de conflictos entre ideales de lo humano, se desplaza, imperceptiblemente, entre asuntos políticos, morales y educativos, entre otros. Y aunque en este espacio no puede hablarse muy extensamente de dicha matriz, el caso que la ilustra es el primer debate sobre Bentham en la Nueva Granada; un acontecimiento intelectual que puede someterse a la crítica histórico-antropológica y pedagógica.
La pregunta por la educación, a través de sus diferentes planes y reformas instruccionistas3 durante el siglo XIX, va a hacer que la escuela se constituya en un espacio para el afianzamiento del nuevo modelo de individuo y sociedad, enraizado en el proyecto ilustrado. De este modo, Echeverry (1989, 35) va a señalar que la función asignada a la instrucción pública fue la de unificar y no la de dividir: “unificar a la diversidad de individuos y clases sociales en la figura única del ciudadano”.4 Construir una nación, cambiar los modelos de sujeción, formar, en fin, individuos, bajo los nuevos aires del hombre económico moderno, necesitó de la educación y, específicamente, de la escuela, que, en el caso de la disputa benthamista, estuvo representada por la universidad.
Breve contexto del debate: aproximaciones a un tema de investigación
Es en este contexto histórico-intelectual donde aparece la famosa querella. Recuérdese que el principio fundamental del benthamismo es el mayor bienestar para el mayor número de personas. A partir de este principio utilitario, simple en apariencia, la generación de los próceres vio la oportunidad de incorporar en la Nueva Gra-
Nuestro interés, en este trabajo, es señalar, en el contexto de la famosa querella, las relaciones entre el individuo, la sociedad, y lo que Elias (1997) ha denominado el proceso de la civilización. Así mismo, se pretende exponer las relaciones de estos elementos con los esfuerzos de algunos intelectuales neogranadinos por pensar la autonomía nacional de una República recién constituida. En este sentido, Elias nos ha servido, en gran medida, de marco interpretativo; no nos interesa su descripción del proceso civilizatorio europeo, sino la tesis misma de un proceso civilizatorio que no es conducido, necesariamente, por la fuerza de la razón, sino que apa-
3 Sobre lo relacionado con las reformas educativas durante el siglo XIX, véanse los trabajos de Ahern (1991), Jaramillo (1980), Meyer (1979), Zapata y Ossa (2007), Zuluaga (1979). Una investigación de particular importancia es la de Echeverry (1989), por cuanto muestra las relaciones entre Santander y la instrucción pública. 4 El énfasis es del original.
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Revista de Estudios Sociales No. 39 rev.estud.soc. abril de 2011: Pp. 192. ISSN 0123-885X Bogotá, Pp. 11-23.
posturas políticas, morales y, en sentido amplio, intelectuales, que hicieron parte de la formación de las élites neogranadinas y, nos atrevemos a decir, de las élites latinoamericanas en general.
nada la naciente doctrina del Estado liberal promovida en Europa. La adopción del utilitarismo inglés supuso un divorcio del espíritu español en los siguientes elementos, a saber: implicaba un nuevo patrón en las ideas éticas y en la concepción metafísica; en cuanto teoría del derecho, del Estado y de la administración, aparecía como antítesis de la tradición hispánica, y, según Jaramillo:
Desencuentros morales, desarreglos nacionales Queremos mostrar en este apartado, de manera parcial, como ya se ha dicho, parte de la tesis que hemos venido extrayendo del análisis de algunos de los documentos que hicieron parte del primer debate sobre Bentham en Colombia, ocurrido, ateniéndonos a Gómez-Müller (2002), entre 1835 y 18365 pero que, tal como se ha venido trabajando en la investigación doctoral de la cual este artículo es un parcial resultado, puede ser alojado en un contexto histórico-interpretativo más amplio. Así mismo, si bien el apartado permite ver la tensión sobre asuntos morales entre católicos6 –antibenthamistas–
No solamente por elevar el placer o la felicidad al rango de principios éticos fundamentales, sino por representar los ideales de una clase media comerciante e industrial, pragmática y racionalista, la moral utilitaria chocaba con los sentimientos nobiliarios de honor e hidalguía, en lo profano, y con los religiosos de caridad y salvación ultraterrena que constituían el núcleo de la concepción española del mundo, en la cual se había modelado también el espíritu del criollo americano (Jaramillo 1997, 51-52).
La cita de Jaramillo es bastante ilustrativa de lo que ocurrió en la querella benthamista, pues, aunque se trató de un acontecimiento intelectual, vio producirse en su interior todo tipo de angustias por la clase de nación que los neogranadinos, recién independientes, habrían de requerir, y, todavía más, dicho acontecimiento expresó muy bien las disputas entre distintos ideales de lo humano; el ideal nacional era también un ideal antropológico. La querella se inscribió en las actividades de unas élites criollas que albergaban la esperanza de construir la mejor de las naciones, y esto implicó, necesariamente, pensar problemas económicos, políticos y, de mayor interés en este trabajo, morales y educativos. Para esto, los intelectuales, tal vez sin saberlo, establecieron vínculos estrechos entre la moral –el individuo– y la política –la sociedad–. Pero para tejer este vínculo tuvieron que debatirse, como ya se afirmó, por la formación del nuevo ciudadano y su educación, sustentada en imágenes de lo humano implícitas en su afán republicano.
5 Como ha mostrado Gómez-Müller (2002), en su ya clásico artículo en donde analiza el primer debate sobre Bentham en la Nueva Granada, en el siglo XIX se dieron dos debates importantes en torno al pensamiento utilitario del jurisconsulto inglés. El primero de ellos ocurrió entre 1835 y 1836, y el segundo tuvo su comienzo casi medio siglo después, con la publicación de la Filosofía Moral de Ezequiel Rojas, en 1868. Vale la pena indicar que desde nuestro punto de vista, y basándonos en algunas fuentes del siglo XIX revisadas, si bien existieron estos dos momentos en la querella benthamista, y si bien en estos debates participaron importantes intelectuales de la élite colombiana, realmente el malestar introducido tanto por el utilitarismo como por el sensualismo y el positivismo jurídico acompañó, de manera continua, las discusiones entre liberales y conservadores a lo largo del siglo XIX. Nuestro interés, no obstante, es el primer debate sobre Bentham, y, teniendo en cuenta lo ya dicho, consideramos que el primer debate no se restringe a lo ocurrido entre 1835 y 1836, sino que puede extenderse, extendiendo así mismo su análisis, a un período más largo y con la presencia de otros documentos que, aunque tal vez menores –eso todavía no lo sabemos– no son únicamente los compilados por López (1993) en la antología que tiene por nombre Obra educativa: la querella benthamista 1748-1832. No obstante, el trabajo de compilación realizado por López, a pesar de las críticas poco justas y evidentemente celosas de algún historiador, es un muy buen trabajo. Quienes no somos historiadores y no queremos copiar su modo de trabajo tenemos que estar agradecidos con un historiador que nos ha dejado unos muy buenos documentos para la investigación. En el trabajo de archivo que se ha llevado a cabo para la tesis doctoral de la que este artículo es apenas una incipiente muestra, no se ha podido avanzar en la recolección de fuentes distintas sobre la querella que sean realmente importantes. El trabajo de López, y esto hay que reconocerlo sin dificultad, es un gran avance. Con él, con sus fuentes, es posible llevar a cabo una tesis que, basándose en un modo de trabajo teórico-sistemático y no historiográfico, pueda decir algo más a partir del debate y que no se restrinja a “lo que pasó”. Esto último se lo dejamos a la especialidad historiográfica. López, si somos justos, nos permite con estas fuentes avanzar en nuestras investigaciones de un modo más rápido. No importa si lo que se quiere hacer es o no es historiográfico. 6 Estos católicos, antibenthamistas, en su mayoría hacen parte de lo que podríamos llamar un conservatismo político, gracias a su visión del Estado y a la importancia asignada a la Iglesia en asuntos que tienen que ver con el gobierno y la sociedad civil, y un conservatismo moral, empeñado, justamente, en conservar los soportes de la tradición hispánica heredada del mundo colonial. Estos soportes, por supuesto, tendrán
Nuestra tesis, entonces, es que si se quiere analizar el proceso de construcción del Estado-nación, proceso que, por lo demás, no creemos que haya concluido todavía, es indispensable ver los tránsitos que, de acuerdo con los debates educativos como la querella benthamista, van de la moral a la sociedad. En últimas, la presencia del proceso civilizatorio –proceso que acompaña los nuevos movimientos republicanos y su deseo, propio del ámbito de la imaginación, al decir de Anderson (2007), de una comunidad política– estará inoculada de concepciones antropológicas en disputa. Concepciones estrechamente vinculadas con la diversidad de lecturas, 14
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y liberales7 –benthamistas–, también muestra que en algunos casos puede haber, por ejemplo, liberales antibenthamistas, o antiutilitaristas, en cuestiones de orden moral. Esto nos permite plantear lo siguiente: la moralidad, las divisiones en la ética y en los modos de conducción, también componen el cuadro y la imagen por formar de un Estado-nación. Mostremos los ejes que, a partir del debate como caso, soportan la tesis que queremos plantear.
de 1828, emitida después de la conspiración septembrina en contra del propio libertador presidente. De acuerdo con Herrera (2007, 145): “[…] como las actuaciones despóticas del libertador desembocaron en la Conspiración septembrina, acusó a Francisco de Paula Santander como su principal responsable dado el envenenamiento ideológico que las obras de Bentham habían producido en él, y en la juventud que lo estudiaba”. Esta autora sugiere que el consejo de Bentham fue descuidado tanto en la Nueva Granada –aunque en general en la Gran Colombia– como en España, gracias a que sus postulados, que para ese momento ya se habían radicalizado en la democracia participativa, no iban de la mano con acciones de talante despótico, dictatorial.9 Bolívar, entonces, después de la conspiración del 25 de septiembre, prohibió la enseñanza de las doctrinas de Bentham, pues todos los conspiradores, entre quienes se encontraban Florentino González, Mariano Ospina, Ezequiel Rojas y su hermano Eleuterio, Pedro Celestino Azuero, entre otros, resultaron benthamistas; de igual modo, estableció en el Colegio del Rosario una clase de principios de religión católica, regentada por el canónigo Sotomayor, y para la cual se utilizaron los textos de Jazmín.
La querella, que desde un comienzo fue pública,8 pues apareció en diferentes periódicos y documentos que circularon en la Nueva Granada, fue también de corte moral: se enfrentó la moral católica a la moral utilitarista y, como lo iremos mostrando, se pusieron en juego, además de problemas ético-morales, distintas concepciones antropológicas; ambas categorías de moral y antropología irán, no hay duda, de la mano. Es sabido que la enseñanza por Bentham, de la cátedra de legislación universal, fue introducida por Santander desde 1825, en un decreto del 8 de noviembre. Para este momento Bolívar no tenía objeciones a la obra de Bentham; sin embargo, mientras se encontraba luchando por la emancipación de otros territorios latinoamericanos, las élites criollas neogranadinas habían empezado a enfrentarse, en un acalorado debate que duraría hasta finales del siglo XIX, por las consecuencias de las enseñanzas tanto de Bentham como de otros pensadores ilustrados. A su regreso, el Presidente, al encontrarse con las desavenencias entre los defensores del jurisconsulto inglés, incluido el vicepresidente Santander, y sus detractores, ordenó, en un decreto del 12 de marzo de 1826, suprimir dichas enseñanzas. Este decreto, tal como informa Gómez-Müller (2002), fue reforzado en una circular del 29 de octubre
Miremos pues a qué nos referimos cuando mostramos esa relación entre moral y nación. Los desencuentros morales son, como lo indica el título de este acápite, desarreglos nacionales. La querella, en estos términos, es entre aquellos denunciados como materialistas –pero no a partir de fundamentos filosóficos claros, sino por puro señalamiento moral– y otros todavía del lado de un idealismo, no tanto moderno como escolástico.10 9 Para comprender los dos momentos más reconocidos en el pensamiento de Bentham, véanse los trabajos de Herrera (2007), Oakeshott (2001), Schofield (2002). Al primer Bentham (1823), al de los Tratados de legislación civil y penal, no le interesaron los tipos de gobierno ni las leyes constitucionales. Su teoría, pensaba, mientras más alejada de las revoluciones se mantuviera, más eficacia tendría para las leyes secundarías de un Estado y, por esto mismo, para su ordenamiento social. Así, pues, el principio de la mayor felicidad para el mayor número sería eficiente si no hubiese dificultades de orden social, como las revoluciones, que impidieran el establecimiento, si se nos permite la expresión, de su sistema. Sin embargo, el segundo Bentham, al darse cuenta de que sus principios podían verse afectados por un gobierno de corte monárquico, pues el gobernante podía fácilmente perseguir su propia felicidad a costa de la de los súbditos, radicalizó los medios para hacerlos efectivos: pasó de ser un reformador, en términos políticos, a un demócrata radical. 10 Se trata de la tensión entre los que Saldarriaga (2004) ha llamado “materialistas” y “espiritualistas”, que a la postre pueden entenderse como benthamistas y antibenthamistas, tensión que duró hasta los años setenta del siglo XIX. Precisamente, sensualismo e idealismo produjeron uno de sus grandes debates, tal vez el más importante, sobre la “cuestión de textos” de 1870. Discusiones animadas por la reforma instruccionista promovida por los liberales radicales, que se centraron en la conveniencia o no de imponer por decreto, para la enseñanza de la filosofía en la universidad y en los colegios oficiales, los textos de Ben-
que ver con concepciones de la Ilustración no seculares, es decir, con la defensa de un tipo de racionalidad afirmada en los valores religiosos y en su ideal divino, extramundano. Así, pues, este tipo de visión conservadora del mundo, y de la experiencia, va a ser la antecesora de lo que más adelante será conocido como el Partido Conservador. 7 Es importante aclarar que cuando hablamos de liberales no nos referimos a la denominación partidista que, como se sabe, sólo apareció con el primer programa político del Partido Liberal, en 1849, de la mano de Ezequiel Rojas. No obstante, la amplia tradición liberal ilustrada, venida del pensamiento francés de la Revolución y de la tradición política inglesa, sobre todo de la que se inicia con los trabajos de Hobbes, hizo que los próceres de la patria, cercanos a una idea liberal de Estado e influenciados por los aires del patriotismo y del republicanismo que se opusieron al Antiguo Régimen (Ancien Régime), persiguieran también un modelo liberal de sociedad. No olvidemos que, desde 1793, Nariño había traducido e impreso la Declaración de los Derechos del Hombre. 8 Aunque es necesario plantear algunas restricciones sobre esta afirmación, toda vez que al debate, por su carácter intelectual, sólo tuvieron acceso quienes sabían leer y, por este motivo, podían hacer uso del material impreso.
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Unos defendieron un tipo de Ilustración anclada en los presupuestos de la modernidad, incluidas sus concepciones antropológicas; los otros fueron a la defensa, sin cuartel, de la tradición heredada y de los ideales de la hispanidad, incluidos sus supuestos antropológicos. Pugna, decimos, de enardecidos defensores de formas de humanidad que ni siquiera para ellos fueron del todo conscientes y explícitas.
no existe el mundo en su ordenamiento social. Es decir, vieron en el utilitarismo no un “hedonismo universalista” desde donde la felicidad, esa regla directriz de la conducta humana, como la llamara Mill en 1863 (2007), no es la mayor felicidad del propio agente; esto sería el puro egoísmo, sino la mayor cantidad total de felicidad.13 La ciencia de la legislación, en cuanto materialista, fue vista por los seguidores del catolicismo conservador como una búsqueda individualista de la propia felicidad. Gerónimo Torres no fue ajeno a este modo de funcionamiento; se encargó de criticar vehementemente, digamos así, la ausencia de toda moralidad en el sistema benthamista insistiendo en que la única regla de conducta con la que, según los pensamientos del filósofo inglés, quedaba el hombre, era la búsqueda de la felicidad. Búsqueda restringida a procurarse el placer y evitar el dolor, en todo lo que las leyes humanas determinen o prohíban. En sus palabras:
Así, pues, para el antibenthamista, el cálculo moral de Bentham es engañoso. Tomemos un documento del 10 noviembre de 1835 escrito por Gerónimo Torres, quien, aunque reconocido por su evidente postura liberal en cuanto al progreso del país, contradictoriamente fungió como un enardecido antibenthamista. El escrito llevó por nombre: “Observaciones sobre el decreto del gobierno publicado en la gaceta nº 212 acerca de la enseñanza de los principios de lejislacion por Jeremias Bentham”.11 Con él, Torres (1835, 6) buscó convencer al Congreso y al Gobierno sobre la impertinencia de la enseñanza de los textos de Bentham. Partió de preguntarse algo: si eraconocida la repugnancia experimentada por los padres de familia en relación con el hecho de que se instruyera (educara) a sus hijos en las teorías y máximas de Bentham (empeoradas, según este apologista de la moral católica, con el comentario de Salas, su traductor al español): “¿Puede dudar el Gobierno que sea este mismo el sentimiento de cuasi la totalidad de la Nacion, si se la instruye de las doctrinas de dichos autores, contrarias á la moral y á la relijion que profesa?”.12 Vemos pues que la moral católica también fue defendida por los liberales, quienes se iban en contra, incluso, del poder ejecutivo. Precisamente, el autor, en un tono irónico hacia el Gobierno,comentó que la obra de Bentham era “[…] admirable por su espíritu de análisis, luminosa y profunda en sus doctrinas, que ilustran el entendimiento; nada perjudicial ni alarmante, sino muy lejos de eso, provechosa y consoladora para la humanidad” (Torres 1835, 7).
Para prevenir reconvenciones, él mismo se pregunta; y en el silencio de las leyes, ¿no quedará el hombre juez de su propia utilidad? Conviene en ello, y continua interrogandose; y en tal caso ¿no podrá violar sus promesas, asesinar el amigo, robar, forzar doncellas y casadas, &c.? Responde con firmeza, arrojando por último la máscara–todo, todo lo puede, siempre que no se encuentre prohibido por leyes. ¡Horrible doctrina! dice él mismo, que exclamarán algunos. Séalo en horabuena, contesta él con descaro; pues cuando se está seguro del principio, no se puede decir de convenir en las consecuencias necesarias, siempre que se proceda de buena fé (Torres 1835, 22-23).
Formar individuos bajo estos principios, susurraba el argumento usado por Torres, era llevar a los jóvenes, y con ellos a la nación, a la peor de sus ruinas. Sería un retroceso en la carrera que la nación tenía que asumir hacia lo mejor. La nación estaba en peligro de muerte por tales ideas morales, que no buscaban formar estrictamente “hombres”, como imágenes ideales de lo humano, sino que lo humano mismo, con tal sistema, quedaba retraído a la pura precariedad de la máquina o del animal; su forma, pues, si se seguía a Bentham, ya no iba a ser la de un “hombre” en toda la extensión de la palabra, pues tal cosa sólo sería posible bajo la figura de un católico confeso.
Uno de los grandes problemas que los detractores granadinos veían en Bentham tuvo que ver con una interpretación, bastante popular en la época, del principio de felicidad. Los antibenthamistas interpretaron dicho principio como un puro hedonismo individualista para el cual
Es cierto que para Bentham la felicidad es un bien absoluto y supremo (primum bonum), tal como dejó consignado su traductor en el primer tomo de los tratados de
tham sobre legislación y los ya clásicos, para ese momento, Elementos de ideología de De Tracy. 11 Torres (1835). Observaciones sobre el decreto del gobierno publicado en la gaceta nº 212 acerca de la enseñanza de los principios de lejislacion por Jeremias Bentham. Archivo Pedagógico de la Universidad de Antioquia, C200F9993. 12 Para las citas directas tomadas de fuentes del siglo XIX mantenemos su ortografía original.
13 Para un análisis filosófico de la expresión: “La mayor felicidad para el mayor número” (The greatest hapiness of the greatest number), véase el excelente trabajo de Burns (2005).
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un reconocido conservador; pese a esto, podría tratarse, como en el caso ya mencionado de Gerónimo Torres, de un defensor de la moral católica. En esta misma línea, tomemos un documento de 1836 que llevó por nombre: “El benthamismo descubierto a la luz de la razón”14 (en adelante, BLR), publicado por J. Ayarza.15 En este documento, no matizado por una postura moral muy explícita sino, tal como reza su título, interesado en esclarecer los asuntos a partir de la anhelada razón ilustrada, el autor pretendió refutar al benthamismo a partir del uso de algunas ideas del filósofo Benjamin Constant,16 ideas que consideró sólidas razones en contra de Bentham. Lo interesante de esto es que Constant era, incluso, más liberal que el Bentham leído en ese momento en la Nueva Granada. El uso de este autor y de sus críticas certeras, y bien fundadas, en contra de Bentham no obedeció tanto a un interés ilustrado por aclarar “racionalmente” un sistema filosófico, sino a una postura moral defensora de la religión católica y de sus principios divinos sobre los cuales se posaba la idea, no secular, de derecho y ley natural (ius naturale y lex naturalis).
legislación civil y penal (Bentham 1823), y para conseguir este bien es necesario asegurar la libertad política. De aquí se sigue que la libertad sea un medio para un fin, pero no por esto es menos importante. Dicho de otro modo, la persecución de los medios es tan importante como la consecución de los fines, pues sin los primeros no se podrá llegar a obtener los últimos. Tenemos, lógicamente, que sin la libertad política es imposible la libertad individual, lo cual equivaldría a decir que sin la libertad política el ciudadano correría el riesgo de estar en una situación precaria: por un lado, dependería de caprichos y no de leyes; por el otro, se encontraría en una circunstancia similar a la del esclavo, circunstancia incompatible con el fin perseguido: la felicidad. Si seguimos este orden argumentativo, nos damos cuenta de que el concepto de felicidad no es, estrictamente, individualista. Cuando Bentham habla de felicidad está pensando en aquello útil no sólo para el individuo, sino también para la sociedad. Si bien no es un contractualista, esto es, no piensa, como lo hacía Hobbes (2000 y 2007) en el siglo XVII, en el paso de un estado caótico de guerra de todos contra todos –estado de naturaleza– a un Estado civil constituido por la renuncia de todos los súbditos al derecho natural y la consecuente transferencia, por el pacto, de ese derecho al soberano; no podemos decir, como quisieron asegurar sus acusadores granadinos del siglo XIX, que abandone la idea del bien común. Sin embargo, como lo veremos más adelante, su renuncia al derecho natural y su aritmética de la moral, en cuanto cálculo de las penas y los placeres, le sirvieron a Bentham para ser señalado como materialista en un sentido bastante peyorativo. Bajo estas intenciones, Torres, esforzándose por lograr la supresión de Bentham en los planteles educativos del país, llevó sus argumentos en contra del Congreso. Esto le sirvió, en general, para formular una crítica del sistema educativo; empero, no se trató, como creeríamos a simple vista, de una exposición totalmente conservadora; más bien, como ya quedó sugerido, este autor estuvo bastante preocupado por el progreso ilustrado de la nación, y esto tiene relación también con un buen sistema educativo. Educar ayudaría a crear los itinerarios para la construcción del hombre nacional y, por supuesto, de la nación como idea, como imagen. No perder de vista la moral mantendría el horizonte para la producción tanto del individuo como de la sociedad nacional.
En este lugar no nos proponemos realizar un análisis de los trayectos problemáticos que el debate tejió entre el derecho natural y el derecho positivo o, mejor incluso, entre la conciencia como principio anterior a toda experiencia y la utilidad como negación de la conciencia. Sin embargo, nos gustaría mostrar una cita de Constant, utilizada por el autor de BLR, para hacer visibles las fallas morales del sistema benthamista, fallas que, como nos hemos atrevido a decir, constituyeron también desarreglos sociales. Así, pues, Constant (1829, citado en Ayarza 1836, 9) indica que las acciones, para el utilitarismo de Bentham, no pueden entenderse como más o menos justas, aunque sí pueden ser más o menos útiles; bajo este punto de vista, “Dañando á mis semejantes yo violo sus derechos; esta es una verdad incontestable: pero si yo no juzgo de esta violacion sinó por su utilidad, yo puedo engañarme en mi cálculo
14 1836. El benthamismo descubierto a la luz de la razón ó documentos importantes para los padres de familia, estractados del constitucional de Popayan. Archivo Pedagógico de la Universidad de Antioquia, C200F9994. 15 El autor de este escrito no se conoce con claridad. López (1993), en su compilación sobre la querella benthamista, le atribuye la autoría de este texto a Joaquín Mosquera; no obstante, para un análisis pormenorizado de este asunto remitimos al lector al trabajo de Gómez-Müller (2002). Para las citas de los documentos que no cuentan con un autor utilizaremos el apellido de quien imprime. En este caso sería así: Ayarza (1836). En los casos en los que quien firma utiliza un seudónimo, la cita mostrará el seudónimo y el año de publicación; si el seudónimo es muy largo, se abreviará. 16 El texto de Constant citado es Melanges de litterature et de politique, de 1829.
Vemos pues que, desde la crítica católico-ilustrada, el “cálculo” moral de Bentham fue considerado como engañoso. Cuando hablamos de católico-ilustrado nos referimos a lo siguiente: puede que quien escribiera en contra del jurisconsulto, como se ha expresado, no fuese 17
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y encontrar ganancia en esta violacion. Por consiguiente el principio de la utilidad es mucho mas vago que el del derecho natural”. Vemos claramente que la crítica se dirigió al cálculo moral de Bentham, que, negando el derecho, se concentraba exclusivamente en las acciones, no en cuanto a su justicia sino a su utilidad. Se encuentra presente nuevamente, y de manera repetida en este debate, la negación de los intereses sociales que pudiese tener la ética utilitarista; se halla sin duda un ataque sin tregua en contra de un tipo de concepción “materialista”, casi denigrada como superficial, de lo humano. Aseguraba nuestro autor (Ayarza 1836, 12), haciendo uso del pensador suizo, que el mundo moral “[…] tiene otras reglas á que no pueden alcanzar los materialistas, y estas reglas son el derecho que defiende Constant y que han reconocido todos los filosofos moralistas hasta el estrabagante Bentham”. Esta crítica católico-conservadora de la antropología materialista introducida tanto por el utilitarismo como por otras doctrinas filosóficas, entre ellas la moral sensualista de Destutt de Tracy, no se centró en los puros preceptos de la moral, sino que, además, estableció una relación entre el desastre moral de la nación, lo cual deja claro el vínculo entre moralidad y nacionalismo, y los retrocesos económicos a los que podría verse empujado el país gracias a la moral utilitarista y a su defensa, según este grupo de tradicionalistas, de la usura. Este tipo de postura crítica del utilitarismo no se restringió, como ya se ha insinuado, a los dos períodos de la querella más aceptados tanto por los trabajos historiográficos como por los histórico-filosóficos; por el contrario, las preocupaciones animadas por las relaciones entre moral y economía se pueden encontrar de manera continua a lo largo del siglo XIX.17-18
El debate benthamista, visto en estos términos, es paradigmático de las continuas luchas libradas por las élites criollas, luchas que tuvieron un objetivo bastante claro y evidente: el control del Estado y la consolidación de la nación imaginada por ellas. Ahora bien, dicho objetivo, aunque aparentemente simple, escondió una intención no solamente política: se trató del control de lo humano y, con él, del establecimiento de formas de humanización o antropologización. Así, pues, el control nacional es control de la humanidad, ser ciudadano de un Estado es devenir humano en un sentido específico: los proyectos nacionales que arrastran concepciones antropológico-pedagógicas dibujan los contornos de un tipo de hombre con una marca particular, con una “nacionalidad” más imaginada que real.
Del cuerpo a la sociedad: un liberalismo corruptor del orden social
Como ha anotado Rojas (2000), en un sentido similar a lo expuesto en el apartado anterior, los letrados del siglo XIX en Colombia fueron los arquitectos del deseo civilizador; bajo su tutela estaban los secretos de la civilización, razón por la cual sus vidas personales se encontraban intersecadas con los destinos de la nación. Ahora bien, esta autora ha estado bastante interesada en dar la palabra a las voces subalternas, y, gracias a esta empresa, sus análisis se dirigen a ver la oposición civilizaciónbarbarie en términos de las tensiones entre los criollos (civilizados) y los otros grupos étnicos (bárbaros), grupos que no podían aspirar a la condición de ciudadanos (es el caso de indios, negros y mulatos). No obstante, el primer debate sobre Bentham, querella entre grupos de criollos letrados, no hizo tan evidente esta oposición, tal vez porque, como lo ha mostrado Lasso (2007), estos intelectuales habían asumido el mito de la armonía racial propio de los movimientos independentistas. La oposición bárbaro-civilizado, que funcionó en la querella, no opuso tanto los problemas raciales, o mejor étnicos,19 como los antropológico-morales. Es decir, ser bárbaro supuso, por un lado, defender una imago homini liberal, ilustrada, y también un tipo de moralidad secular;
17 Por ejemplo, en 1842, un artículo aparecido en el periódico El Constitucional de Cundinamarca No. 43, llamado “Nueva Granada y Venezuela”, produjo diversas reacciones. Entre ellas, una respuesta aparecida el 13 de junio en El Día, Trimestre 10, No. 122, que lleva por nombre: “Al caballero de la triste figura” (en adelante, CTF) –revisado en el Archivo Pedagógico de la Universidad de Antioquia, C55F4653–. El autor de CTF, quien se firma como “un escritor del pueblo” (en adelante, EP), está en completo desacuerdo con el tipo de Ilustración propuesta por su contraparte, una Ilustración que, en cuanto secular y antirreligiosa, va en detrimento de la estabilidad de la Nueva Granada. No está de acuerdo con que se compare el estado de desarrollo económico e intelectual de la Nueva Granada con el de Venezuela, pues para este autor, en el país vecino no existen tales grandezas. Interpela a su interlocutor de la siguiente manera (EP 1842, 531): “[…] ¿Como es posible que sepa como anda Venezuela quien no sabe como anda el país en que escribe? Porque ya se ha visto que ignora quienes fueron los jefes de la revolucion, pues que le atribuye á los subalternos. El que no vé inmoralidad entre nosotros, cuando se encuentra, no sólo Bogotá, sino casi toda la República y hasta los estranjeros envueltos en una quiebra desastrosa orijnada precisamente por la mala fe y las usuras, frutos amargos de los principios que defiende”. 18 Estas relaciones hacen parte de lo que nos gustaría llamar una “matriz antropológica moderna y nacional”. Sobre esto no se puede ahondar en este lugar. Se trata, todavía, de una tesis en construcción.
19 Cuando se habla de lo racial a comienzos del siglo XIX, no se está indicando el funcionamiento de una categoría que, venida de la biología, arribe en lo social; todavía no encontramos, históricamente, los efectos del darwinismo social ni de la biología. Acá, por raza, o racial, tenemos que entender, más bien, la cultura propia de un grupo de personas que comparte el mismo origen, más que unos genes o rasgos biológicos hereditarios. La “raza”, en el contexto temprano del siglo XIX, y esto tal vez les sirva a aquellos trabajos interesados en una genealogía de lo racial, es más parecida a lo que hoy se nombra con la acepción “etnicidad” (Smith 2004).
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por el otro, ser bárbaro indicaba la continua defensa de la moral católica y de los ideales hispánicos de civilización. Ser liberal, y benthamista, era ser bárbaro desde el punto de vista católico-conservador, mientras que ser católico, y antibenthamista, era devenir bárbaro desde el punto de vista contrario. Esto nos permite pensar que la nación es una comunidad política imaginada por la que se entra en contienda en términos de exclusiones e inclusiones. En este caso, se trató no sólo de excluir unas concepciones o ideas sino que, radicalizando la posición, se hizo al otro, oponente, presa de la propia imaginación antropológica, pues sólo podía excluirse aquello que no pudiera ser imaginado completamente como humano.
para escribirle a un público, según él, poco inteligente. Su interés se dirigió en contra de los daños que Bentham podía producir a la religión, a la educación y, en general, a la sociedad. Este letrado quiso mostrarles a los “incultos” (semi-formados: aquellos que no han devenido completamente humanos), con sus líneas, el lugar ocupado por las obras del inglés en los anaqueles de la religión católica. Cedámosle la palabra: “[…] los libros del delirante Jeremías Bentham son absolutamente prohibidos in totum, bajo la mayor de las penas, qual es la excomunion, no solo para los que los lean ó defiendan; sino aun para los que solo los tengan en sus estantes por adorno” (Espinosa 1827, 2).
Así, pues, el utilitarismo20 fue considerado como un corruptor del cuerpo “social”. Desde comienzos de la era republicana, los ilustrados vieron la necesidad de escribir en contra del jurisconsulto inglés para que las personas consideradas como “poco inteligentes” conocieran los riesgos de esta doctrina; había que educarlas, en ese sentido, para que se alejaran del peligro inmanente no sólo al benthamismo sino a cualquier sistema filosófico que fuera interpretado como opuesto al canon moral católico. Es el caso del autor de un artículo, con características de panfleto, que en 1827 apareció bajo el título de El cuchillo de San Bartolomé.21 El autor de este corto impreso se propuso tomar nuevamente la pluma
Vemos pues que Bentham y los pensadores ilustrados fueron considerados como peligrosos para el bienestar público, pues sus doctrinas, se pensaba, conducían a la licencia religiosa y política. Era un liberalismo que no sólo dañaba al individuo, al cuerpo individual, sino que producía los peores males en el cuerpo social, en el funcionamiento de la sociedad. Esta posición la vemos también en un breve intercambio epistolar, en 1828, entre el coronel José María Obando y el obispo de Popayán. Obando, quien había organizado una fuerte red de seguidores en el suroeste del país y se encontraba firmemente comprometido con la causa de Santander (Bushnell 2007), le escribió al religioso católico, en una carta fechada el 6 de noviembre,22 para denunciar a Bolívar como dictador. En la epístola, el militar dejó consignado: “El amor que profesábamos al que creíamos de buena fe nuestro libertador: el respeto que teníamos al temor de los tiranos, i la gratitud que exitaba al padre de la patria, había acallado nuestros sentimientos, mas un tirano desmascarado, no merece ya nuestra consecuencia” (Obando 1828, 3). El religioso escribió su respuesta el 9 de noviembre. Como era de esperarse, su carta fue una defensa del libertador presidente, a quien, a diferencia de lo expresado por su interlocutor, consideraba legítimo. Nos interesa sobre todo uno de los anexos suscritos en la carta, y que lleva por nombre: “Antídoto contra los males de Colombia” (en adelante, AMN);23 en este lugar, como en muchas de las intervenciones católico-conservadoras de la época, se partía de una relativa tranquilidad, pues se consideraba que el “genio del mal” no había cubierto, completamente, la República.
20 Es importante insistir en que “utilitarismo” es una expresión heurística. Acá debemos asumir también lo relacionado con el materialismo, el sensualismo y toda filosofía que parta de supuestos antropológicos distintos a los del catolicismo. Y que niegue, en ese sentido, el dualismo cuerpo-alma. 21 1827. El cuchillo de San Bartolomé. Bogotá: Impr. de Espinosa. Archivo Pedagógico de la Universidad de Antioquia, C01F2460.
22 Obando, José María. 1828. Del Señor Coronel José María Obando al Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán. Bogotá: Imprenta de los cuatro amigos del país. Archivo Pedagógico de la Universidad de Antioquia, C05F1560. Véanse también C05F1561, C05F1562 y C05F1563. 23 La ubicación de esta fuente en el Archivo Pedagógico de la Universidad de Antioquia es: C05F1563.
Hemos querido mostrar que nuestro análisis de las concepciones antropológicas, y del proceso civilizador, presentes en la querella benthamista, al estar interesado en el problema del nacionalismo, vincula el plano de la moral individual con el de la experiencia en el mundo social. En ese sentido, los desacuerdos en materia de moral estuvieron asociados con profundos desencuentros sobre las concepciones de nación defendidas por los distintos grupos, en pugna, de la élite neogranadina. Ahora, avanzando con nuestra tesis, y con el uso específico que hacemos del proceso civilizatorio, queremos desarrollar un eje teórico que, si bien está asociado al anterior, focaliza su análisis en el trayecto que vincula cuerpo y sociedad. Para esto nos serviremos, como ya lo hemos hecho, de algunos elementos utilizados por la crítica católico-conservadora en contra de los paladines de Bentham.
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Aunque, a pesar de su aparente tranquilidad, el autor de AMN dejó planteado un minucioso diagnóstico del estado en el cual, según su punto de vista conservador, se encontraba la República:
más como un dictado de la razón, no divina sino humana, y no tanto como un teorema formulado por la palabra de Dios. En el mismo sentido, la asimilación entre ley natural y derecho natural, de cuño escolástico, está muy lejos de la filosofía secular hobbesiana, pues en este sistema la ley y el derecho son incompatibles, del mismo modo en que son incompatibles la obligación y la libertad: la ley obliga, el derecho otorga libertad. Para decirlo con otras palabras, este derecho –propio del estado de naturaleza, de guerra de todos contra todos– no garantiza al hombre la consecución de la vida como bien supremo (primum bonum), y, como es expresado por Bobbio (1995), esta situación hace que la recta razón le sugiera al hombre una serie de reglas cuyo objetivo es la existencia pacífica.25 En sentido similar, Zarka (1997) indica que no puede haber una ley de naturaleza distinta a la razón, ni otros preceptos distintos a aquellos que nos dictan las vías de la paz. Podemos ver cómo entre el derecho sobre todas las cosas, entendido como derecho natural, y la ley de naturaleza existe, si se nos permite la expresión, una tensión, identificada por Zarka como una alternativa racional que se le presenta a cada hombre: se trata de la alternativa entre la perspectiva unilateral del yo individual, articulada, por supuesto, al estado natural de guerra, y la reciprocidad requerida como condición necesaria de la paz. Miremos la forma en que Hobbes trata este tópico de las relaciones entre el derecho natural y la ley natural: “[…] mientras persiste ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie (por fuerte o sabio que sea) de existir durante todo el tiempo que ordinariamente la Naturaleza permite vivir a los hombres” (Hobbes 2007, 107). Es justamente a partir de este enunciado sobre la imposibilidad de una vida segura, imposibilidad asociada a la persistencia del derecho natural, que el autor del Leviatán va a formular la ley primera y fundamental de naturaleza: buscar la paz y seguirla.
Una libertad sin limites sus males que tocaba en desenfreno: una libertad de imprenta que no se empleaba en otro objeto que en encender la discordia entre los ciudadanos, en publicar sus mas débiles faltas, en calumniar a los buenos, predicando siempre el desenfreno, la licencia, la inmoralidad de costumbres i sarcasmos irrelijiosos… Una juventud entregada á preceptores y maestros infatuados en las erróneas máximas de una falsa filosofía i enseñados por los mas detestables autores, el Bentham, las quimeras de Roseau i los sarcasmos de Volter, andaban de mano en mano acalorando la imajinacion juvenil i haciendo producir i multiplicar en aquellas tiernas plantas, ideas i proyectos de febricitantes que causaban en ellos un profundo desvario: libros obcenos, caricaturas impúdicas, láminas lacivas, i mil i mil libros introducidos por nuestras aduanas con descaro é incontencion, solo con el objeto de hacernos prevaricar i de ponernos en el estado en que nos hallamos. Una tolerancia relijiosa, la burla de nuestra mas sagrada doctrina, pronunciándose por todas partes del pirramismo i epicureísmo, ¿á que otro termino nos deberían conducir, sino al ultimo estremo de una licencia política i relijiosa? (AMN 1828, 13).
Las máximas de Bentham eran vistas como terribles, pues, al extinguir la moral cristiana, terminaban afectando el buen orden de la sociedad. Más aún, muchos de los argumentos aseguraron que la recta razón detestaba la moral depravada de la teoría benthamista. Pero ¿a cuál recta razón se referían? Se trataba de una razón divina anterior a todo razonamiento humano, una razón que funcionaba como el fundamento de la moral, de la ley, y de los modos de conducirse en el mundo. Esta razón, que es ley natural, no tiene nada que ver con el concepto hobbesiano de ley (lex) natural, toda vez que para el filósofo de Malmesbury, excepto por algunos pasajes ambiguos en su tratado sobre el Estado (Hobbes 2007), escrito en el siglo XVII,24 la ley natural aparece
una definición de ley en general, entendida como “la palabra de quien manda por derecho sobre los demás”. La diferencia entre la ley natural y la ley civil vendría dada con la precisión del nombre del legislador: la palabra de Dios es la ley natural y la palabra del Estado es la ley civil. El segundo es que, considerada como precepto de razón, esta ley se vive como el modo de una obligación de conciencia y no como una ley propiamente dicha. El tercero y último es que, al ser considerado como mandato de Dios, a través de su palabra como acabamos de decir, este precepto toma la forma específica de una ley. Queda expresado, bajo estos presupuestos, el doble carácter, divino y secular, de la ley natural. 25 Bobbio (1995) plantea que cuando Hobbes habla de la recta razón, quiere decir que el hombre es capaz de seguir reglas que le indican los medios más idóneos para conseguir el fin deseado. Se trata, sin lugar a dudas, de una definición instrumental de la razón, un tipo de racionalidad con arreglo a fines.
24 Al final del capítulo XV del Leviatán encontramos una suerte de paradoja con la cual Hobbes (2007) deja expresado el doble carácter de las leyes naturales. Así, Hobbes nos advierte que estos teoremas de la razón son llamados impropiamente leyes, pues su objeto es la conservación y la defensa de los seres humanos, mientras que una ley es propiamente la palabra de quien manda, por derecho, sobre los demás. Lo curioso es que, inmediatamente después de formular esta afirmación, dice que si estos teoremas son dichos por la palabra de Dios, entonces, pueden ser entendidos propiamente como leyes. En este párrafo podemos aislar, con la ayuda de Zarka (1997), tres asuntos: el primero es
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En el caso de los antibenthamistas neogranadinos, el principio de utilidad era visto como carente de universalidad moral, motivo por el cual fue considerado como falso. Para ellos existían relaciones entre moral universal, moral cristiana y ley natural. La ley natural, como ya se dijo, no tenía un carácter secular y humano sino que estaba atada a la palabra de Dios. Así mismo, el derecho natural era derecho divino, esto es, su origen era espiritual y sobrehumano. De acuerdo con Gómez-Müller (2002), esta concepción fue desarrollada y sistematizada por Tomás de Aquino, y en esta tradición teológico-filosófica, la ley natural era entendida como la forma en la que la ley eterna participaba en el hombre, o, dicho de otro modo, se trataba de la participación de la razón divina en la razón humana. En palabras de este filósofo: “La ley natural, que define los primeros principios de lo bueno y lo malo en el orden de la Creación, puede ser conocida universalmente por medio de la razón, ya que tales primeros principios se hallan indeleblemente grabados en el corazón del hombre […]”(Gómez-Müller 2002, 67).
1835, 28-29). La moral benthamista, tal como fue vista por esta interpretación católico-conservadora, se basaba en el temor al castigo pero, más allá de esto, lo que estaba en juego era la crítica, con carácter de repudio, de una antropología de lapropensión a los deleites carnales. Antropología que, antes que ser propia del sistema benthamista, se encontraba incluida en el repudio generado por este pensador inglés. El gran problema de Bentham, si nos atenemos a la afrenta emprendida por sus detractores, era la subversión de las creencias católicas, y, más precisamente, dicha subversión iba en contra tanto de los ideales de humanidad heredados de la Colonia como de las fantasías nacionalistas de los criollos conservadores. Por esta razón, era necesario disputarse el lugar en el cual dichos enunciados habrían de ser transmitidos, a saber: los espacios educativos, espacios no sólo formales, como colegios y universidades, sino también aquellos espacios que, como los periódicos y los distintos documentos de divulgación, se ofrecían como las vías para la transmisión de estas antropologías en pugna.26
Torres, aunque liberal, fue uno de los mayores defensores de esta recta razón, entendida como razón divina. Estaba convencido de que, como ya ha sido mencionado, las máximas de Bentham degradaban el funcionamiento del cuerpo social y, “[…] si por desgracia llegaran á difundirse en la masa de la nacion, agotando las fuentes de la virtud y la justicia, extinguirán la moral cristiana en ella, y el buen órden de la sociedad” (Torres 1835, 23). El sistema de Bentham, comparado con el de Epicuro, ubicaba al hombre, se creía, como un vasallo del placer y del dolor, despótico imperio de la carne y las pasiones. El publicista insistió en que la tiranía de este sistema consiste en que los actos no son evaluados por su torpeza sino por temor al castigo y a las funestas consecuencias del abuso. Desde este punto de vista, el utilitarismo, defensor de los excesos sensoriales, interpretados como excedentes de corporalidad, no podía albergar la posibilidad de la justicia; más aún, sus supuestos no incluían la idea, necesaria por lo demás, de un hombre justo: las acciones no son guiadas por la conciencia sino por el terror al castigo, única estrategia, a todas luces simple e insuficiente, para apartar a los hombres de una vida “depravada”. Este criollo letrado lanzó una serie de preguntas contra el ilustrado londinense: “¿De qué sirve la prohibicion de las leyes con que intentas alucinarnos? A pesar de ella el malvado Epicureo ó Benthamista no queda en aptitud de ejecutarlos? ¿No brinda mil ocasiones el seno de las tinieblas del interior del domicilio, á donde el cetro del poder no alcanza siempre si mientras que las leyes duermen, no vela Dios ni la conciencia?” (Torres
Un epílogo en construcción La investigación histórico-antropológica y pedagógica, como se dijo desde un inicio, es un campo relativamente nuevo en el país. Consideramos que ofrece unos ejes analíticos importantes no sólo para la investigación histórica sobre asuntos educativos, sino para el análisis de diferentes prácticas y discursos que, como la educación, son fundamentales en el devenir de los movimientos nacionalistas, entre ellos: la política, la ética, la estética, etc. Es un campo abierto que no está interesado en los problemas inherentes a las disciplinas; antes bien, sus análisis están dirigidos a la construcción de problemas que pueden ser de interés para las ciencias sociales en general. La investigación sobre las consecuencias civilizatorias de la querella benthamista, tal como venimos enfocándola, hace énfasis en los supuestos antropológicos que hicieron parte de este debate. Así mismo, como se 26 De manera un tanto arriesgada, pues se trata de algo en construcción, puede decirse que estas tensiones antropológicas, como ya se ha insinuado, configuraron una matriz moderna y nacional. Ahora bien, el modo en que esta matriz se quiso transmitir fue siempre educativo, en sentido amplio. La educación fungió como la estrategia de dicha matriz, hizo uso de ciertas materialidades, como los impresos, para intentar hacer efectiva dicha matriz; para transmitir, más que contenidos específicos, formas viables de lo humano, contornos definidos sobre lo que el hombre granadino habría de ser. La educación, y sus tecnologías, por supuesto fallan. Sería necesario decir que estas normas antropológicas de inteligibilidad fallaron, y siguen fallando, porque lo que para unos es lo humano, este ideal regulador, para otros no. Por esto, aseguramos, hubo debate y, evidentemente, lo sigue habiendo.
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ha mostrado sucintamente en este lugar, el estudio en curso pretende ampliar las exploraciones de corte nacionalista, mostrando que la formación (Bildung) y, por tanto, la educación, y las concepciones sobre lo humano (incluidas las formas de humanización o antropologización), son categorías que deben tenerse en cuenta en sus resultados. Según esto, los proyectos nacionales son, paralelamente, proyectos antropológicos. Sus esfuerzos, además de políticos, educativos, éticos, etc., y acaso por esto mismo, siguen una ruta humanizante; están ávidos de definiciones de lo humano y de las consecuentes estrategias de orden práctico que les sirvan para producirlo. Podemos decir, aún más, que el fracaso de los Estados nacionales es el fracaso de las distintas formas en que los miembros de la especie en general, y los habitantes de una nación en particular, habrían de devenir humanos; y es un fracaso porque, más allá de cualquier consideración negativa, se trata de la inclusión de unos y de la exclusión de otros que vienen a ocupar el lado no visible, pero no por ello menos problemático, del gran proyecto nacional. El debate benthamista, como caso concreto y contextualizado, permite, sin duda, hacerle frente a esta tesis, de características generales, que venimos manteniendo: se trata, pues, de conservar las relaciones, al igual que las diferencias, entre lo general, por un lado, y lo particular, por el otro.
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La conformación paulatina de clases medias negras en Cali y Bogotá a lo largo del siglo XX y la primera década del XXI* por Fernando Urrea Giraldo** Fecha de recepción: 13 de febrero de 2010 Fecha de aceptación: 29 de septiembre de 2010 Fecha de modificación: 21 de noviembre de 2010
Resumen Después de una breve revisión conceptual sobre la categoría de clases medias en la literatura sociológica, anglosajona y francesa, el artículo introduce el problema de la inserción de sectores de población afrocolombiana en este grupo social bastante heterogéneo, proponiendo un análisis generacional a lo largo de casi 100 años, con una concisa exploración en el caso de Cartagena desde la segunda mitad del siglo XIX. La literatura muestra que una de las principales características de este grupo social es la adquisición de credenciales universitarias de pregrado y postgrado, primero como profesiones liberales, luego como profesionales asalariados con alta formación. Para tal efecto, se centra en las regiones de mayor concentración histórica de gente negra en el país –en particular, la ciudad de Cartagena, el departamento del Chocó y la región del norte del Cauca– y las migraciones selectivas hacia las principales ciudades, para realizar estudios de bachillerato y, sobre todo, universitarios. El artículo expone la evolución por tipo de estudios universitarios, participación de las mujeres y dinámicas regionales diferenciales entre Cali y Bogotá, y cómo aparecen sectores de clases medias negras que cada vez más conforman un grupo urbano en ambas ciudades. El artículo, posteriormente, señala las particularidades de Cali y el Valle del Cauca respecto al tipo de empresas localizadas en el período de sustitución de importaciones. Finalmente, se abordan las implicaciones de los resultados con el tipo de relaciones raza/clase social en lo que respecta a las clases medias negras colombianas, con una mirada comparativa con la sociedad estadounidense.
Palabras clave Clases medias, población negra, generaciones, tipo de estudios universitarios.
The Gradual Formation of a Black Middle Class in Cali and Bogotá During the Twentieth Century and the First Decade of the Twenty-First Century Abstract After a brief review of the concept of the middle class in the English and French sociological literature, the article analyzes the integration of the Afro-Colombian population within this heterogeneous social group over a 100-year period (and, briefly, since the mid-nineteenth century with regard to the case of Cartagena). The literature shows that one of the main characteristics of this social group is the acquisition of undergraduate and graduate university degrees, first in the liberal professions and then as highly-educated professional employees. The article focuses on regions in the country with historically high concentrations of Black people – the city of Cartagena, the Department of Chocó, and the region of northern Cauca – and on selective migration to major cities for secondary and university education. It shows how these patterns evolved with regard to the kinds of university degrees studied, the participation of women, different regional dynamics between Cali and Bogota, and how an increasingly important Black middle class emerged in both cities. The article then highlights the particularities of Cali and the Cauca Valley with respect to the type of firms that located there during the period dominated by import substitution policies. Finally, through a comparison to the United States, the results are analyzed with respect to the relationship between race and social class among the Black Colombian middle class.
Key words Middle Class, Black Population, Generations, University Degrees. * En el procesamiento de los datos y elaboración del texto contribuyeron los estudiantes de Sociología Waldor Arias Botero y Marcelo Castro Alarcón, de la Universidad del Valle. Este artículo ha sido uno de los resultados del proyecto de investigación “Raza, género y ascenso social: la experiencia de las clases medias negras en Colombia. (Un estudio de caso en Bogotá y Cali)”, bajo la dirección de la antropóloga Mara Viveros Vigoya, de la Escuela de Estudios de Género y del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Este proyecto se ha realizado con recursos de Colciencias (convocatoria 405/7) y de las Universidades Nacional de Colombia (Bogotá) y del Valle (Cali). ** Sociólogo de la Universidad Nacional y Magíster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Profesor Titular del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Valle. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Raza, etnicidad y sexualidades. Ciudadanía y multiculturalismo en América Latina (editado con Peter Wade y Mara Viveros). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia Universidad del Valle – Universidad del Estado de Río de Janeiro, 2008; y Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado de trabajo y discriminación étnico-racial en Colombia: análisis estadístico como sustento de Acciones Afirmativas a favor de la población afrocolombiana (con Carlos Viáfara y Juan Byron Correa). En Acciones Afirmativas y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombiana, palenquera y raizal, eds. Claudia Mosquera RoseroLabbé y Ruby Esther León Díaz, 153-345. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: furreagiraldo@yahoo.com
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La conformación paulatina de clases medias negras en Cali y Bogotá a lo largo del siglo XX y la primera década del XXI Fernando Urrea Giraldo
Dossier
A conformação paulatina de classes médias negras em Cali e Bogotá ao longo do século XX e a primeira década do XXI Resumo Depois de uma breve revisão conceptual sobre a categoria de classes médias na literatura sociológica, anglo-saxônica e francesa, o artigo introduz o problema da inserção de setores de população afro-colombianas nesse grupo social bastante heterogêneo, propondo uma análise geracional ao longo de quase 100 anos, com uma concisa exploração no caso de Cartagena desde a segunda metade do século XIX. A literatura mostra que uma das principais características desse grupo social é a aquisição de credenciais universitárias de graduação e pós-graduação, primeiro como profissões liberais, logo como profissionais assalariados com alta formação. Para tal efeito, centra-se nas regiões de maior concentração histórica de pessoas negras no país – em particular, a cidade Cartagena, no departamento do Chocó e na região do norte do Cauca – e as migrações seletivas em direção às principais cidades, para realizar estudos referentes ao ensino fundamental, médio e, principalmente, universitário. O artigo expõe a evolução por tipo de estudos universitários, participação das mulheres e dinâmicas regionais diferenciais entre Cali e Bogotá, e como aparecem setores de classes médias negras que cada vez mais conformam um grupo urbano em ambas as cidades. O artigo, posteriormente, sinaliza as particularidades de Cali e do Valle do Cauca a respeito do tipo de empresas localizas no período de substituição de importações. Finalmente, abordam-se as implicações dos resultados com o tipo de relações raça–classe social no que diz respeito às classes médias negras colombianas, com um olhar comparativo à sociedade estado-unidense.
Palavras Chave Classes médias, população negra, gerações, tipo de estudos universitários.
Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad. Diego Luis Córdoba
banas de predominio de clases medias y clases altas en Cali y Bogotá. ¿Cómo se han conformado a lo largo de un proceso histórico de casi 100 años, paulatinamente, lo que podríamos llamar clases medias negras en estas dos ciudades? En realidad, esta pregunta tiene que ver con las formas particulares de inclusión restringida o “gota a gota” que han tenido algunos grupos de población negra, según los procesos desiguales y diferenciados de migración y urbanización de la sociedad colombiana, en particular las migraciones selectivas que se han dado desde las regiones históricas de mayor concentración de población afrocolombiana hacia urbes como Bogotá y Cali, las cuales han desempeñado papeles distintos como polos de atracción para diferentes sectores de poblaciones negras.2
E
ste artículo aborda la entrada de sectores específicos de población negra1 en Colombia a través del sistema educativo en el espectro social muy heterogéneo de grupos de clases medias urbanas, así sea de modo minoritario, si se compara con el conjunto de la población mestiza-blanca, mayoritaria en las áreas residenciales ur-
Desde la perspectiva de la sociología contemporánea, a partir del estudio clásico de Mills (1961), autores como Ehrenreich (1989), Gilbert (2002), Beeghley (2004) y Hickey y Thompson (2005) han señalado la presencia en la sociedad americana de un grupo social urbano bastante heterogéneo, constituido por individuos (hombres y mujeres) con niveles educativos universitarios, en profesiones liberales (abogados, médicos, ingenieros), profesores universitarios, políticos y altos funcionarios públicos (jueces, magistrados, oficiales del nivel alto
1 En este artículo se emplean los términos población negra y mulata, afrocolombiana, gente negra, afrodescendiente, como equivalentes, en la dirección ya utilizada por Barbary y Urrea (2004), en la medida en que todos ellos hacen alusión a los descendientes de las poblaciones esclavizadas traídas del continente africano entre los siglos XVI y bien a comienzos del XIX. Es necesario afirmar que esto se asume, independiente de los mestizajes interraciales regionales y las formas históricas de denominación de lo racial en cada período y de sus representaciones regionales, según el sistema de dominación sociopolítico imperante (por ejemplo, la idea de nación). En tal sentido, hace referencia a todas-os las mujeres y los hombres que históricamente así se han construido en resistencia o han sido construidos por un orden social-racial. En algún momento del texto se alude a grupos negros y mulatos para indicar matices de variaciones de poder y estatus en la estructura social entre afrodescendientes (o gente negra).
2 Para el caso de Cali, ver Barbary y Urrea 2004.
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de las Fuerzas Armadas), y también en otras áreas disciplinares del conocimiento básico y aplicado, en el dominio artístico y en el campo técnico y tecnológico. Por lo demás, éste es un fenómeno extensivo a otras sociedades capitalistas. Cuando se trata de posiciones asalariadas,ellas son de prestigio y dirección o de nivel intermedio en los sectores privado y público, con cargos que tienen alguna función de mando al nivel de asesoría y asistencia al personal directivo de una empresa o institución. Sin embargo, además de esta capa social, que correspondería a lo que los sociólogos americanos denominan un sector de clase media alta, también se encuentra otro amplio sector de trabajadores asalariados urbanos de ambos sexos con niveles educativos universitarios, técnicos y tecnológicos, que se desempeñan en oficios intermedios y subordinados de escritorio y de relación con la población, pero que deben llevar a cabo unas tareas calificadas a las que se les asigna un nivel educativo alto. Este segundo grupo corresponde a una clase media-media y media-baja, generalmente asalariada. El primer grupo y una parte del segundo, sobre todo el que realiza funciones de mando con algún nivel de especialización, constituyen lo que se denomina en el argot francés cadres (trabajadores asalariados de alto estatus al nivel de dirección y control de procesos; Boltanski 1982). En la literatura sociológica se hace alusión a estos grupos como las clases medias, producto biográfico de individuos de formación profesional liberal, a la manera de “clases medias independientes” 3 o con formación como asalariados modernos tecnócratas o ilustrados. En ambas situaciones, se caracterizan por tener el mayor nivel educativo entre la población y, por lo mismo, el poder acumular un importante capital escolar y cultural, y, al lado de ello, un capital patrimonial, que puede ser modesto (no necesariamente), pero que les permite llevar un estilo de vida determinado, a partir de una dinámica de movilidad social ascendente vía capitales escolar y cultural, sin que pertenezcan a las clases dominantes. Algunas veces se han dado en familias de clases subalternas con trayectorias individuales exitosas, que proceden de áreas geográficas periféricas y marginadas en la sociedad nacional, como es el caso de las regiones de origen de los primeros hombres y mujeres que llegaron a las ciudades de Bogotá, Cali, y otras en el país, a seguir sus estudios universitarios.
puede tener o no un nivel educativo bajo, mediano o alto. Por ello, en este artículo la categoría “clases medias”, en un sentido más bien amplio, hace referencia a un sector social heterogéneo de la población que reúne características de trayectorias de vida relacionadas con niveles educativos medios-altos y altos, por medio de estudios universitarios profesionales completos y de postgrado con distintos tipos de credenciales, pero en algunos casos pueden ser pequeños propietarios de medios de producción con escaso capital escolar o, por el contrario, asalariados o trabajadores independientes (las clásicas profesiones liberales) pero con altos capitales escolar y cultural. El componente del capital patrimonial no puede descartarse, pero juegan más los capitales escolar y cultural, y los pequeños propietarios con bajos capitales escolar y cultural procurarán para la generación de sus hijos e hijas, nietos y nietas, un mejor nivel educativo que los acerque a los grupos más ilustrados o con un mayor perfil tecnocrático cercano a los centros de poder. Según Ehrenreich (1989), los individuos de “clases profesionales” –los que logran las credenciales más altas del mercado de títulos universitarios– son parte de las clases medias superiores; por esta razón, se convierten a veces en el espejo de referencia de la movilidad social para las siguientes generaciones.
Antecedentes de sectores de clases medias negras en el siglo XIX y comienzos del XX Previo al análisis de conformación de clases medias negras en Bogotá y Cali en el siglo XX, es importante advertir que en Cartagena en el siglo XIX ya se registraba un proceso de ascenso social de algunas figuras negras con estudios universitarios, aunque también autodidactas, en ambos casos con una acumulación de importante capital cultural para su época, en su mayor parte hombres mulatos. En este centro urbano, hacia 1869 estaban presentes en la Universidad de Cartagena varios hijos de artesanos mulatos en los campos del derecho y la medicina.5 Las relaciones cercanas de los grupos mulatos acomodados, casi todos hijos de artesanos, con las élites blancas locales se manifiestan muy bien en la figura de Juan José Nieto, mulato de formación autodidacta, nacido en 1805 en Cibarco (hoy ubicado en el departamento del Atlántico). Nieto muere en 1866 en Cartagena. Esta importante figura se casó con
Por otro lado, una segunda capa que la compone es la de propietarios de pequeños y medianos negocios,4 que
5 “Los de Julián Moré, Joaquín Martínez, Diego Lafont, Antonio Prestán, Joaquín Manjarrez y Federico Núñez, entre otros” (Burgos et al. 2010, 62). Más adelante se indicará la importante presencia en Cartagena de profesionales mulatos y negros durante las primeras décadas del siglo XX, y de algunos de ellos que se trasladan a Bogotá.
3 Para el caso francés, es ilustrativo el análisis de Gresle 1993. 4 En la tradición marxista, la llamada “pequeña burguesía” propietaria; Gresle 1993.
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una mujer de la élite blanca, y desarrolló una trayectoria como escritor, político y militar; obtuvo en 1861 la Presidencia de los Estados Unidos de Colombia durante seis meses (Molano 2004).6 Otra figura cartagenera destacada fue Juan Coronel (1868-1904), intelectual mulato de oficio tipógrafo y periodista, liberal de ideas radicales. Según Burgos et al. (2010), Coronel describe a través de sus escritos autobiográficos la existencia para el período de la hegemonía liberal, entre 1870 y 1885, a “un grupo numeroso de negros y mulatos de origen humilde [que] lograron estudiar y convertirse en médicos y abogados exitosos […] Coronel fue miembro distinguido por su esmerada educación de esa clase media de mulatos que procedía de orígenes más humildes” (Burgos et al. 2010, 63).
Este fenómeno de ascenso social de una intelectualidad negra (más mulata que negra) en Cartagena y otras áreas del Caribe colombiano, en la segunda mitad del siglo XIX –al punto que algunos miembros de ella se trasladaron a Bogotá, en donde lograron destacarse, a diferencia de lo que sucede en otras regiones del país–, refleja unas dinámicas sociohistóricas de raza y clase en Cartagena y el Caribe particulares, que trascienden el objetivo de este artículo, pero que de cualquier forma era necesario señalar. Como bien lo han afirmado Rhenals y Flórez (2008) para el caso de Cartagena: […] la articulación de los sectores negros y mulatos a la sociedad cartagenera […] supuso el uso por parte de estos sectores de la serie de derechos que ayudaron a construir en defensa de los principios republicanos, siendo el acceso a la educación, la posibilidad de ocupar cargos de representación política y la igualdad ante la ley, amparados en el discurso de la ciudadanía, uno de los elementos centrales en todo este proceso (Rhenals y Flórez 2008, 134)..
Entre los intelectuales negros costeños que hacen presencia en Bogotá hacia la segunda mitad del siglo XIX se destacan el importante escritor negro Candelario Obeso, originario de Mompós (1849), quien hizo estudios de Derecho, y murió en Bogotá en 1884 (Ortega 2002); y Luis A. Robles, hombre mulato nacido en La Guajira, abogado y político representante del radicalismo de la época. Residió en Bogotá desde 1876, donde murió en 1899 (Ortega 2002).
Se trató de un proceso político de negociación entre los grupos mulatos y negros en ascenso a comienzos del siglo XIX y las élites blancas, que se plasma alrededor de la independencia de Cartagena, en 1811, de acuerdo con la hipótesis de Múnera (1998 y 2005) y Flórez (2006 y 2007). Esto explica que a lo largo del siglo XIX, y durante el siglo XX, “se hizo evidente la consolidación no ya de unos sectores intermedios sino de una elite negra y mulata con un importante grado de representación en los espacios de poder de la ciudad, siendo la política, la educación y la ciudadanía los factores decisivos que intervinieron en ese proceso” (Rhenals y Flórez 2008, 133). Sin embargo, este fenómeno de movilidad social de un sector mulato-negro articulado a las élites blancas, y luego a las de origen sirio-libanés, no ha impedido para nada que el orden jerárquico sociorracial de discriminación para la gente negra haya siempre constituido el telón de fondo de las relaciones sociales en la sociedad cartagenera, hasta el presente, afectando también a los sectores de clases medias negras en esta ciudad (Rhenals y Flórez 2008).
En contraste con Cartagena y otras regiones del Caribe colombiano, durante el siglo XIX en el Chocó la intelectualidad que sobresale pertenecía exclusivamente a las élites blancas-mestizas quibdoseñas. Con formación de abogados (en Bogotá y Popayán), esta intelectualidad tendrá figuración destacada en el siglo XIX en Bogotá y Cali, como escritora, con una participación política importante. Las figuras representativas son Ricardo Carrasquilla, César Conto Ferrer y Jorge Isaacs Ferrer (Mosquera 2004).7 Mosquera (2004, 75) advierte que después de este grupo de la élite blanca, “la próxima generación ‘ilustrada’ sólo descuella en la primera mitad del siglo XX en una sociedad ‘pigmentocrática’ en la cual se convirtió Quibdó. En dicho proceso es importante la presencia de sirios y libaneses”. Éste es el último sector de una élite no negra chocoana que entre los años treinta y cuarenta dejará el paso a la nueva élite negra y mulata, como se comentará más adelante.
Un primer esbozo sobre la conformación de clases medias urbanas negras en Bogotá y Cali a partir de ciclos generacionales a lo
6 Para un análisis más complejo de la figura de Nieto a través de su novela Yngermina, ver Solano (2008). 7 Según Mosquera (2004, 66), la reducida élite blanca mestiza, muy articulada con el Valle del Cauca y el Cauca desde el período colonial, domina la sociedad chocoana entre el siglo XVIII y el XIX, estando asentada en la ciudad de Quibdó, que era un centro urbano importante en ese período.
largo de un siglo
En el acercamiento al fenómeno del surgimiento de clases medias negras en las dos ciudades, es preciso tener en cuenta la acumulación agregada a lo largo de un pe27
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ríodo histórico que arranca en las primeras décadas del siglo XX, de individuos y redes familiares, procedentes de determinadas regiones del país, históricamente de alta concentración de gente negra durante la Colonia y la República, sobre la base del orden social esclavista hasta 1851, y luego la etapa postabolicionista, que se prolonga hasta comienzos del siglo XX.8 En esta fase se van a constituir las primeras generaciones de hombres negros con estudios universitarios en las dos urbes.
descendientes de estos migrantes, desde los años cincuenta, ya nativos y socializados en estas dos ciudades, y por supuesto en otras (por ejemplo, Medellín, Barranquilla, Pereira, etc.), irán a conformar paulatinamente las nuevas generaciones de clases medias negras urbanas. En el caso de Cartagena, como vimos antes, ya existía una capa social de clases medias negras acomodadas con visibilidad política en la ciudad, y algunos individuos de ellas, los más jóvenes, migran para estudiar en Bogotá y luego instalarse en ella; otros, en cambio, los de mayor prestigio social y político, viajarán para ocupar cargos importantes en el campo judicial o como miembros del cuerpo legislativo.
Las principales regiones de concentración de gente negra en Colombia han sido, por una parte, la Pacífica y el valle interandino del río Cauca, destacándose el departamento del Chocó, los municipios del norte del Cauca y sur del Valle, Buenaventura y los municipios de la costa pacífica nariñense y caucana; por otra parte, la región Caribe, en particular la ciudad de Cartagena y, en menor medida, otros centros urbanos (Barranquilla, Santa Marta, Riohacha, Ciénaga, Montería, Lorica), pero también un conjunto de municipios de franco predominio negro, en los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, La Guajira y Cesar, y en general, los del Urabá y el Bajo Cauca antioqueños. Hay otras regiones de presencia histórica negra en el país, pero la mayor participación en cuanto a concentración y, sobre todo, visibilidad ha sido en las dos anteriores.9
Este fenómeno migratorio hacia Bogotá y Cali, y de crecimiento de la población negra nativa de clase media en estas ciudades y en otras, se ha hecho más visible en el país en los últimos veinte años. En los casos de las ciudades de Cartagena y Cali, la población negra nativa siempre ha sido importante, sobre todo en la primera durante el período Colonial y Republicano, por ser un centro urbano de importancia, además de ser el principal puerto de desembarque de las poblaciones africanas esclavizadas durante la etapa Colonial (Colmenares 1990 y 1997; Maya 2004; Palacios 1973). Hasta la segunda mitad del siglo XIX Cali fue un pequeño centro urbano de menor importancia demográfica frente a ciudades como Popayán. Sin embargo, ya a comienzos del siglo XX su población superaba a esta última.10 También contaba con una población negra mayoritaria libre, incluso antes de la abolición de la esclavitud en 1851, a diferencia de Popayán, del Cauca y de las provincias del Pacífico (por ejemplo, Buenaventura y Chocó). No obstante, la preponderancia demográfica negra en Cali es clara hasta la segunda década del siglo XX (Urrea 1995). En el caso de Cali, a partir de los años veinte del siglo XX la dinámica de la migración antioqueña, caldense, nariñense y caucana andinas, y de otras regiones del país –en su gran mayoría mestiza-blanca y, en menor medida, mestiza-indígena–, redujo el peso porcentual de la gente negra sobre el total de la población urbana, en rápido proceso de crecimiento (Urrea 1995). No obstante, los flujos migratorios rural-urbanos y urbanos-urbanos hacia Cali desde las regiones cercanas, de mayoría demográfica
A partir de los años veinte y treinta del siglo XX llegan a Bogotá y Cali pequeños grupos de migrantes masculinos provenientes de algunas de las regiones de mayor poblamiento afrocolombiano, descritas con anterioridad. Los
8 Entre la bibliografía representativa de carácter historiográfico sobre los asentamientos de poblaciones negras en el período colonial se tuvieron en cuenta, para el suroccidente y el conjunto de la región Pacífica, los siguientes autores: Almario (2003, capítulo IV: 63-86); Colmenares (1983 y 1997); Escorcia (1983); Leal (2003); Romero (1995 y 2003); Zuluaga y Romero (2007). Para Cartagena, Meisel (1988); Meisel y Aguilera (2003); Múnera (1998). Para Bogotá, Díaz (2001) y Morales (2003). Durante la República, hasta 1860, Almario (2003, capítulo IV: 87-127); Tovar Mora y Tovar Pinzón (2009). Durante el siglo XIX, después de la abolición, y el siglo XX, en el Pacífico y norte del Cauca, Aprile-Gniset (1993, 1994 y 2002). 9 En Bogotá, Popayán, Tunja y otros centros urbanos durante la Colonia, diferentes a los antes mencionados, hubo significativa presencia de población negra esclava y liberta, sobre todo en actividades de servidumbre y artesanales. Al respecto, véase Tovar Mora y Tovar Pinzón (2009). Esto es igualmente válido para regiones de aparente mayoría mestiza o blanca, como la zona cafetera antioqueña y del Viejo Caldas, pero en este caso la explotación minera cumplió un papel determinante, ya que incorporaba mano de obra esclava negra, luego liberta o “libre”. El proceso de la colonización antioqueña durante el siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX reconfiguró el imaginario racial de regiones enteras del país donde siempre ha existido población negra, pasando ella a ser invisibilizada, acentuándose así los efectos culturales y fenotípicos “blancos” o supuestamente españoles (Appelbaum 2007, 20-29, 41, 42,45, 63-74, 86-87, 296-300).
10 Para el censo de 1835 la población de Cali era de 13.727 habitantes versus 25.975 habitantes la de Popayán. Pero en el censo de 1905 Cali contaba ya con 30.740 habitantes, mientras que Popayán tenía 28.448 habitantes. Es decir, en setenta años, Cali más que duplica su población, mientras que Popayán apenas tuvo un incremento menor al 10% del total de su población de 1835. Tomado de Censos de Población de la República de la Nueva Granada, 1835, y de la República de Colombia (1905).
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negra, como son todos los municipios de la zona plana del norte del Cauca y sur del Valle, permitieron que entre 1930 y 1950 Cali renovara y consolidara una población negra nativa y migrante (Barbary y Urrea 2004). Este proceso va a ampliarse con las migraciones procedentes de diferentes áreas del Pacífico sur (Nariño11 y Cauca12) y norte (Chocó), y del municipio de Buenaventura, a partir de la década de 1950, destacándose los migrantes chocoanos.
como resultado de los primeros hombres negros con estudios universitarios en profesiones liberales, migrantes nortecaucanos que se asientan en la ciudad entre los años cuarenta y cincuenta, y que llegan a constituir familias, casándose algunos con mujeres mestizas-blancas educadas. Era una minoría que descollaba entre el conjunto de la población negra caleña nativa, más vinculada a actividades artesanales, el servicio doméstico, y como obreros no calificados, semicalificados y calificados, mediante la experiencia en la industria manufacturera en expansión, en el trabajo de la construcción y en actividades de servicios y pequeño comercio, pero que como máximo habían llegado al quinto de primaria y, algunos pocos, a segundo o tercero de bachillerato. Estos migrantes tenían la educación no sólo como vehículo de ascenso social, sino también como manera de ganar un espacio de reconocimiento ciudadano que neutralizara los efectos de la discriminación racial, de forma similar a lo encontrado por los historiadores en los hijos de los artesanos negros y mulatos cartageneros a lo largo del siglo XIX. El ideario del chocoano Diego Luis Córdoba expresa muy bien este proyecto: “Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad”. Esta fuerte relación entre capital escolar y movilidad social constreñida por el racismo está presente en la inversión en educación que hacen los hogares afrodescendientes migrantes procedentes de áreas de asentamientos históricos de gente negra en ciudades como Cali o Bogotá, como lo señalan Barbary y Urrea (2004) para la década de los años noventa en Cali. Los individuos hombres procedentes del norte del Cauca son migrantes cuyos hogares poseen tierras en esta región, en cuanto campesinos acomodados, o sus padres podían desempeñar oficios urbanos artesanales calificados en los pueblos de la región nortecaucana. Hay que tener en cuenta además que esta región, de economía campesina negra, vivió un período de prosperidad económica, con algunos altibajos entre finales del siglo XIX y los años cuarenta del siglo XX (Aprile-Gniset 1994).
Una de las primeras figuras intelectuales negras de origen chocoano que se destacó en Cali fue Gregorio Sánchez Gómez, abogado de la Universidad Nacional, en Bogotá, periodista y prolífico escritor nacido en 1895, en Istmina, quien tuvo una interesante relación con sectores de las élites blancas vallecaucanas, por ser un intelectual destacado en su época. Sánchez, quien era mulato, residió la mayor parte de su vida en Cali, donde murió en 1942 (Sánchez Gómez 2010, 9-28).13 Sin embargo, la primera clase media caleña con varias personalidades apareció después de Sánchez Gómez, 11 En la década de 1950 familias negras de Barbacoas que habían acumulado pequeños capitales en la minería de oro se vinieron a vivir a Cali y sus hijos entraron a estudiar el bachillerato en la ciudad; luego, varios de ellos siguieron sus estudios en universidades caleñas. En otros casos, las familias negras acomodadas en este municipio enviaron asus hijos hombres y algunas mujeres jóvenes a realizar o terminar sus estudios de bachillerato, alojándolos donde familiares que ya habían previamente inmigrado a Cali. 12 Desde finales de los años cincuenta existen redes de familias del municipio de Guapi en Cali, que ya para esa época constituían una élite local con nexos políticos en Popayán y Bogotá. De acuerdo con el testimonio del escritor Alfredo Vanín (entrevista concedida al autor en abril de 1998, sobre la historia de la familia del escritor), se trató de una élite mulata que hizo sus estudios universitarios en estos dos centros urbanos, especialmente en los campos del derecho, la ingeniería y la medicina, en las universidades del Cauca y Nacional de Colombia. Según Vanín, una parte de esta élite, en cierta medida, tiene como origen los matrimonios interraciales entre el personal masculino técnico francés que participaba en las minas de aluvión, de capital francés, desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, y mujeres negras acomodadas –propietarias o herederas de tierras– de la localidad. Los hijos e hijas de estas uniones salieron a estudiar a Popayán y Bogotá. La alusión de Vanín a los técnicos franceses se relaciona con el personal técnico que trajo la compañía francesa-británica The New Timbiqui Gold Mines Ltda., que ingresa a la región de Timbiquí en 1907 y permanece allí hasta 1937, cuando se retira (Friedemann 1989). De acuerdo conVanín, su apellido es de origen francés, y señala que sus abuelos por la línea paterna (el abuelo es francés y la abuela una mujer negra de Guapi) son un ejemplo de las uniones interraciales que se dieron en Guapi durante los años veinte y treinta del siglo XX. Más adelante, también tuvo gran influencia el Vicariato Apostólico con sede en Guapi, bajo el mando de la orden franciscana, fundado en 1954, ya que incidió en la educación de una capa de hombres negros y mulatos de la élite local que hicieron sus estudios de bachillerato bajo la influencia de la Iglesia católica. En 1980 se creó el seminario afrocolombiano de Guapi, que en 1982 se denominó Seminario de la Prefectura Apostólica de Guapi (sobre la Iglesia católica en Guapi, ver Agudelo 2004, 292-299). 13 Prólogo de Jairo Henry Arroyo Reina.
La educación de sucesivas generaciones de migrantes y sus descendientes en el siglo XX El factor generacional con la clase de edad,14 el tipo de formación universitaria y, más específicamente, el nivel profesional obtenido, la procedencia regional familiar, la presencia de la mujer en el ámbito educativo
14 Por generación se entiende, demográfica y sociológicamente, una cohorte de población que comparte una contemporaneidad cronológica, la cual puede producir experiencias diferentes que la separen de un grupo social anterior o posterior en el tiempo. Sin embargo, “la
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universitario y profesional, las actividades laborales que realiza la persona, y los capitales económico, cultural y social que hayan acumulado el individuo y la familia, serán determinantes en la producción de un tipo social de clase media urbana, lo cual se puede observar entre las cohortes generacionales de gente negra en las dos ciudades. De acuerdo con lo anterior, se proponen las siguientes siete cohortes generacionales, según el período de nacimiento de sus integrantes: generación nacida durante el primer decenio del siglo XX, hoy ya fallecida; la nacida entre los años veinte y treinta del siglo XX (gente octogenaria o nonagenaria, en su gran mayoría muerta), la de la segunda postguerra (alrededor de 60 y más años en la actualidad), la de los años sesenta (entre 40 y 50 años de edad hoy en día), la nacida entre los años setenta y ochenta (entre 30 y 39 años), la de los años ochenta (menores de 30 años), y la más reciente, nacida en los años noventa (menores de 20 años).
Quilichao, Caloto, Padilla, Miranda), y sur del Valle (Jamundí, Candelaria, Palmira), Pacífico sur, guapireños, bonaerenses. Pero además están los nuevos grupos generacionales nacidos y socializados en centros urbanos como Cali, Bogotá, Medellín, Pereira, para citar los más sobresalientes. Cartagena ya era a comienzos del siglo XX un centro urbano que no sólo tenía una élite mulata y negra educada sino que fue, en las primeras décadas del siglo XX, un espacio social importante de individuos negros de diferentes partes del Caribe colombiano, para realizar sus estudios secundarios o universitarios en medicina o abogacía; así, por ejemplo, la familia de Manuel Zapata Olivella se trasladó de Lorica a Cartagena en los años veinte del siglo XX. Allí hicieron sus estudios de secundaria Manuel Zapata Olivella y su hermana Delia,15 antes de viajar a Bogotá, primero él para realizar sus estudios de medicina en la Universidad Nacional, y posteriormente ella, de escultura, en la Escuela de Bellas Artes de la misma universidad, en 1947 (Ortega 2002, 244).
Con respecto al tipo de formación profesional, habría que tener en cuenta cuatro direcciones: a) profesiones liberales clásicas (medicina, derecho, ingeniería); b) profesiones más disciplinares, ya sean científico-técnicas, sociales, humanidades, que se mueven entre ocupaciones asalariadas calificadas o independientes; c) profesiones en las diferentes facetas del campo artístico; d) profesiones más relacionadas con el mundo empresarial y de los negocios. Al lado del tipo de formación, también cobra importancia el centro de estudios donde fue recibida (universidad pública o privada, y la ciudad donde está ubicado el centro de estudios).
La presencia de la mujer negra en el grupo generacional tiene que ver con su prominencia como figura profesional, intelectual, artística o empresarial. No es lo mismo una generación con predominio de figuras masculinas, que otra en la que tanto hombres como mujeres negros tienen una visibilidad compartida. La figura de Delia Zapata Olivella parece ser una importante excepción en los años cuarenta, por ser la primera mujer negra que ingresa a una universidad en Cartagena, y luego en Bogotá (Massa 2008; Ortega 2002); de resto, la información disponible para los años veinte, treinta y cuarenta sólo indica hombres.
Ahora bien, históricamente las principales procedencias regionales de grupos familiares de gente negra, que van a dar origen a una clase media negra urbana en el siglo XX, son: chocoanos (Quibdó, Istmina, Condoto, Cértegui, Andagoya, Lloró, Tadó, Nóvita, y otros municipios), costeños caribeños (Cartagena, Barranquilla, Lorica, Montería, y otros municipios caribeños), nortecaucanos (Puerto Tejada, Santander de
El tipo de actividades predominantes en el ejercicio profesional marca variaciones importantes, ya sean empresariales, artísticas, académicas-científicas, políticas, o en la esfera de los medios de comunicación. Finalmente, interesa observar cuáles han sido los bienes económicos de origen o en construcción (capital patrimonial): tierras, cultivos, casas, minas, etc., al lado de otros capitales como el cultural y el social, que facilitaron el envío de los hijos para que realizaran estudios fuera de las áreas de origen. Pero también habrá que tener en cuenta otra dinámica generacional, en particular la que está más asociada a los procesos de industrialización regionales, como sucede en el caso de Cali y el Valle del Cauca.
contemporaneidad del nacimiento, de hacerse joven, adulto, viejo, no es constitutiva de la situación común en el espacio social; es, por el contrario, en primer lugar la posibilidad que se sigue de participar en los mismos acontecimientos, en la misma vida, etc., y, más aún, de hacerlo a partir de una misma forma de estratificación de la consciencia. Es fácil demostrar que la contemporaneidad cronológica no basta para constituir situaciones de generación análogas” (Mannheim 1990, 5253). El concepto de “clase de edad” nos remite a la categorización que se establece, en el seno de cada grupo, en función de la edad. Trazado de fronteras entre distintas condiciones asociadas a la edad: “joven”, “adulto”, “viejo” (Reyes 2009).
15 Delia fue la primera mujer que hizo estudios en la Universidad de Cartagena, en los años cuarenta (Massa 2008).
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Un primer acercamiento generacional, que combina los diferentes componentes; los casos de Bogotá y Cali
A pesar de la importante figuración intelectual en Cali del mulato chocoano Gregorio Sánchez Gómez, cuyas novelas por vez primera tienen un carácter urbano, con fondo la misma ciudad, como lo señala el historiador Arrollo (2010), no se registra una migración chocoana con altos capitales escolar y cultural antes de los años cincuenta en esta ciudad, como la que se dio en Bogotá. Sin embargo, se pueden citar dos intelectuales y políticos de Guapi. Uno de ellos es Sofonías Yacup Carabalí (1894-1947), contemporáneo de Sánchez Gómez, guapireño mulato, abogado de la Universidad Libre de Bogotá, quien tuvo un período de su vida de mayor residencia en Bogotá durante sus estudios, y luego en su trabajo como representante a la Cámara por el Partido Liberal, durante la República Liberal. Fue un hombre de izquierda e importante escritor muy representativo de su época,18 con un papel destacado en el plano político en todo el Pacífico: fue el primer intendente del Chocó, concejal de Buenaventura, juez en Guapi y profesor en Tumaco, pero siempre mantuvo una permanencia periódica en la ciudad de Cali, donde falleció.19 Junto a Yacup, se destacó en Cali otro migrante de Guapi, abogado mulato graduado de la Universidad Externado de Colombia: el prolífico escritor Helcías Martán Góngora (1920-1984).20 Su biografía indica que circuló entre Cali, Bogotá, Popayán, Buenaventura. También fue representante a la Cámara por el departamento del Cauca.
En el siglo XX, históricamente habría una pequeña clase media conformada por la primera generación de migrantes chocoanos, nortecaucanos y caribeños, especialmente desde Cartagena, llegada a Bogotá en los años treinta y cuarenta, que vienen a estudiar a la capital, pero también algunos vienen a ocupar cargos públicos de prestigio.16 Se trataba de hombres jóvenes, hijos de familias negras, algunas acomodadas, que habían acumulado pequeños capitales en las últimas décadas del siglo XIX y en las primeras del XX en actividades relacionadas con la agricultura, la ganadería y la minería, dueñas de tierras en regiones de predominio de población afrocolombiana, donde se había consolidado una economía campesina próspera –agropecuaria y minera– después de la abolición de la esclavitud, en 1851; pero en otros casos, más bien se trataba de familias negras cuyas mujeres habían trabajado en labores de servicio doméstico para familias de la élite blanca, las cuales, por un proceso de cercanía que conlleva este tipo de trabajo, establecieron lazos de afecto con los hijos varones negros de sus empleadas negras, invirtiendo recursos para su escolaridad hasta llegar a los estudios secundarios, y apoyándolos luego para que realizaran estudios universitarios fuera de la región. En el norte del Cauca, en el sur del Valle, y en municipios como Guapi, quizás predominó el primer modelo, mientras que en el caso del Chocó hay testimonios de la importancia que llegó a tener el apoyo de las familias de la élite blanca durante las primeras décadas del siglo XX en la educación de algunos hombres negros, aunque a lo largo de los primeros cincuenta años del siglo pasado se sucedieron familias chocoanas con pequeños y medianos capitales patrimoniales forjados en el comercio y la minería, no solamente en Quibdó sino en otros municipios del Chocó.17
Ya se señaló antes que la región del norte del Cauca va a contribuir en la conformación de una clase media urbana negra en Cali desde los años cincuenta por medio de la participación cada vez más creciente en la ciudad de personalidades políticas de esta región del Cauca entre 1930 y 1950. La mayor parte de ellas son de la izquierda del Partido Liberal, a la vez que algunas también habían sido gaitanistas, mientras que otras estuvieron con el Partido Conservador.Figuras como Jorge Fidel Fory, Alejandro Peña, Natanael Díaz, Gonzalo
jos a estudiar a Cartagena y Medellín. Los Valencia, los Londoño, los Mayo, etc., eran legítimos chocoanos negros, de ascendencia africana, y lograron su posición por la educación y porque amasaron pequeñas fortunas con trabajo, con minería, con agricultura y con comercio también” (Félix Arenas, citado en Wade 1993, 439). Félix Arenas Conto, entrevistado por Wade en febrero de 1987, era ingeniero de minas chocoano y ex alcalde de Quibdó (Wade 1997, 150). 18 Entrevista con Alfredo Vanín, septiembre de 1998, realizada por el autor. 19 González (2008). http://historiapersonajesafro.blogspot.com/ search?q=SOFONIAS, Cifuentes Ramírez (2002). 20 Helcías Martán, al igual que el escritor Alfredo Vanín, tiene en su línea paterna un apellido de origen francés. Sobre la importancia de su obra en el contexto del Pacífico, véase Almario (2009).
16 Los trabajos historiográficos registran una presencia muy temprana en Bogotá de figuras masculinas mulatas-negras con estudios de abogacía procedentes del Caribe, sobre todo de Cartagena, que llegan a ocupar altos cargos. Por ejemplo, el abogado mulato cartagenero Manuel Ezequiel Corrales fue nombrado rector del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en 1881, y el médico mulato Manuel Francisco Obregón fue nombrado en calidad de representante a la Cámara por el departamento de Bolívar en 1912. Francisco de Paula Vargas Vélez, en 1929, fue representante a la Cámara también por Bolívar, y en 1947, magistrado de la Corte Suprema de Justicia ypresidente de la Convención Nacional Gaitanista (Rhenals y Flórez 2008, 129 y 133). 17 De acuerdo con Wade (1993), “La población negra tenía su propia ‘élite’, la cual con base en la minería, la agricultura y el pequeño comercio había adquirido cierta posición social que le permitió mandar sus hi-
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Lerma, Rafael Cortez Vargas, Miguel Gómez, Marino Viveros y Arquímedes Viveros, “quienes representaron los intereses políticos y económicos de los pobladores negros nortecaucanos frente a la lejana Popayán, y quienes igualmente se proyectaron en el ámbito nacional como congresistas, ante la Cámara y el Senado de la República”,21 como lo señala Hurtado (2004, 82). El abogado Natanael Díaz, de Puerto Tejada (1919-1964), formado en la Universidad Externado de Colombia, representante a la Cámara, tuvo un papel sobresaliente, al igual que Alejandro Peña, quien lo antecedió como representante en 1943, también por el Partido Liberal. Un hijo de Natanael Díaz, el filósofo Augusto Díaz Saldaña, con doctorado en la Universidad de Leipzig, fue profesor titular de la Universidad del Valle.22
quibdoseñas hacia Cartagena y Bogotá desde el siglo pasado, y más tarde las últimas de ellas de origen siriolibanés (Mosquera (2004, 75)–, produjo cambios regionales importantes, porque dichas familias controlaban un sector de la minería al lado de empresas norteamericanas y manejaban el comercio con Europa, Estados Unidos, y diferentes regiones del país, y también tenían el liderazgo político local. Este vacío significó la posibilidad de conformarse una primera élite intelectual negra regional hegemónica de perfil nacional,24 que se expresó en la figura de Diego Luis Córdoba (1907-1964) durante la década del cuarenta, el cual va a tener una participación política destacada en Bogotá hasta su muerte. Diego Luis Córdoba fue el parlamentario que impulsó la creación del departamento del Chocó, en 1947. Sin embargo, para este período se da un proceso de presencia de intelectuales negros en la vida parlamentaria y política, especialmente dentro del Partido Liberal y la República Liberal, pero que trasciende a través de otras personalidades negras en los gobiernos conservadores de Ospina Pérez, Laureano Gómez y Roberto Urdaneta Arbeláez, y el gobierno militar de Rojas Pinilla, dentro del Partido Conservador y la misma Anapo.25
La generación de chocoanos y nortecaucanos llegados a Bogotá y Cali, que hoy en día es octogenaria o ya está fallecida, entró a estudiar profesiones liberales (medicina, abogacía, ingeniería, etc.). Fue sobre todo una generación masculina, hasta aparecer las primeras mujeres en los años setenta. Sin embargo, como veremos un poco más adelante, Cali ha tenido un proceso más diversificado de constitución de clases medias urbanas desde la misma industria manufacturera y las empresas públicas municipales y de puertos, por la influencia de Buenaventura.
Este fenómeno de parlamentarios negros viene desde los años veinte. Dos generaciones de chocoanos nacidas entre comienzos del siglo XX e inicios de la segunda década del mismo se trasladaron a Bogotá con sus familias, por sus responsabilidades parlamentarias y en cargos públicos. Se destaca, así, la figura del abogado chocoano Adán Arriaga Andrade (1907-1994), ministro de Trabajo en el primer gobierno de López Pumarejo (1934-1938), representante de la izquierda en el Partido Liberal, quien fue uno de los autores de la primera legislación laboral progresista aprobada durante la República Liberal, en el gobierno de López Pumarejo, como fue el reconocimiento del Contrato de Trabajo y el régimen de Convención Colectiva. Más adelante, en 1944,
Esta primera generación inmigrante entre los años veinte, treinta y cuarenta del siglo XX se desempeñó en profesiones liberales.23 Además, varios de ellos fueron miembros de los partidos Liberal y Conservador, con una activa participación parlamentaria. Se destacaron también porque entraron al medio universitario como profesores en las facultades de Derecho y Medicina en Bogotá, Cali, y otras ciudades del país. Como vimos antes, Cartagena muestra un posicionamiento mucho más temprano desde la segunda mitad del siglo XIX, con personalidades mulatas y negras como profesores en la Universidad de Cartagena. El ascenso de una capa social negra en la dirección de lo que más adelante será el departamento del Chocó, entre los años treinta y cuarenta, bajo el paraguas del Partido Liberal –luego del éxodo de las familias blancas
24 A diferencia de la élite mulata-negra cartagenera, la cual nunca fue hegemónica, porque precisamente para acceder a sus posiciones tuvo que negociar con las élites blancas de Cartagena, las que siempre han mantenido el control del orden social. Es claro que se trata de dos situaciones regionales bien distintas, en términos socioeconómicos y de integración a la sociedad mayor, y, por lo mismo, en la articulación entre clase social y raza, pero vale la pena señalarlo. 25 Se destaca la figura del abogado chocoano Manuel Mosquera Garcés (1901-1972), ministro de Educación de Ospina Pérez, formado en la Universidad Externado de Colombia, y la del abogado chocoano Daniel Valois Arce (1910-1989), quien estudió en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, perteneciente al Partido Conservador; más tarde, hacia fines de los años cincuenta, estuvo cercano a los círculos de la Alianza Nacional Popular (Anapo), movimiento político de Gustavo Rojas Pinilla; fue representante a la Cámara y senador (Ayala 1996; Salazar 2008).
21 Este proceso político ha sido muy bien analizado por Ayala (1997). Lo interesante del mismo fue la entrada a la escena política de figuras negras muy educadas nacidas en Puerto Tejada. 22 Entrevista dada al autor por Jorge Vallejo, profesor jubilado del Departamento de Economía, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Valle, abril de 2000. 23 Figuras como Diego Luis Córdoba, Adán Arriaga Andrade, Ramón Mosquera Rivas.
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fundó las bases del derecho laboral colombiano con el Decreto 2350 de 1944 y la Ley 6 de 1945, y en 1946 fue el autor de la Ley 90, la cual creó el Instituto de Seguros Sociales, a comienzos de la administración conservadora de Mariano Ospina Pérez. Otro parlamentario liberal chocoano, abogado de la Universidad de Antioquia, fue Ramón Lozano Garcés (1912-1983).
Sin embargo, también han sido importantes otras personalidades negras y mulatas que se han trasladado a vivir en Bogotá, en actividades diferentes a la política, antes de los años cincuenta, y que contribuyeron a la formación de una intelectualidad negra universitaria en esta ciudad, como los hermanos Manuel y Delia Zapata Olivella, con un aporte en los campos literario y de las artes escénicas, lo cual es más notorio después de los años sesenta. En su caso, son dos figuras de origen costeño, aunque con una visión amplia de la sociedad colombiana, y en ella caben las diferentes regiones con poblaciones negras. Ambos desarrollaron trayectorias cosmopolitas impresionantes, dejando, sobre todo Delia, con el apoyo de su hermano, una escuela escénica que ha formado a varias generaciones de mujeres y hombres negros que ya tienen una socialización urbana a partir de estéticas universales (Massa 2008).27
Migrantes del Caribe colombiano que residen ya hace varias décadas en Bogotá, también han sobresalido como figuras en el campo del derecho y en cargos públicos, pero se trata de una generación posterior a los chocoanos. Un ejemplo interesante es Jacobo Pérez Escobar, nacido en Aracataca en 1925. Se formó como abogado de la Universidad Nacional; llegó a desempeñarse como secretario jurídico de la Presidencia de la República entre 1973 y 1974, y fue el secretario de la Asamblea Nacional Constituyente, en 1991. Pérez Escobar, quien es uno de los expertos más reconocidos en derecho constitucional, ha estado en los últimos años en el proceso de conformación de la Fundación Color, compuesta por profesionales afrocolombianos en campos muy distintos a las profesiones liberales, de la que aparece como presidente fundador. Por las características de las ocupaciones, ingresos y estilos de vida de los miembros de esta fundación, se trata de una generación joven de clase media negra, con un proyecto claro de movilidad social que busca valorizar las actividades de la gente negra y sus figuras que se destaquen en la vida social.26
Las dos primeras generaciones de inmigrantes chocoanos y nortecaucanos y de algunas otras regiones de la costa pacífica (Guapi) se insertaron en profesiones liberales, y si bien el predominio era masculino, en la siguiente generación se destacaron algunas mujeres mulatas en el campo del derecho y en la carrera de la magistratura. Ya hacia los años ochenta ingresaron mujeres chocoanas y de otras regiones de predominio negro a cargos de ministerios y de dirección en otras entidades públicas, en general dentro de la misma lógica anterior. Un caso interesante ha sido el de Nazly Lozano Eljure, abogada chocoana, mujer mulata de rama materna sirio-libanesa, vinculada al Partido Conservador, con una trayectoria jurídica destacada en Cali y en el ejercicio de la política en los departamentos del Valle y Chocó, nombrada por Belisario Betancur, primero como viceministra de Justicia y, después del asesinato de Rodrigo Lara, ministra en propiedad. Luego de salir del Ministerio, se desempeñó en varios cargos diplomáticos.28
La inclusión de figuras masculinas negras, en su gran mayoría chocoanos, formadas en el campo del derecho laboral, administrativo y penal –algunas de ellas con una amplia trayectoria parlamentaria en los dos partidos políticos tradicionales, durante la República Liberal, los gobiernos conservadores posteriores y el de Rojas Pinilla, y posteriormente en varios gobiernos del Frente Nacional, ya fuese como ministros de Estado o en algunas entidades públicas del orden nacional–, posiblemente ha tenido que ver con una política de inclusión restringida que favorece el sentido de pertenencia a la nación en aquellas regiones con alta concentración de población negra como el Chocó, las cuales han soportado históricamente situaciones de colonialismo interno respecto a las regiones más prósperas, fenómeno que ha jugado a favor de las élites blancas-mestizas de estas últimas (Wade 1997).
Una tercera generación de intelectuales negros está más asociada a los estudios normalistas para la carrera del magisterio,29 pero con estudios universitarios en 27 Sobre la presencia de Delia Zapata en Bogotá, véase Ortega (2002, 243-247). 28 Entrevista biográfica realizada en septiembre de 2009 por el autor. 29 De acuerdo con Agudelo, la vinculación de la población negra al Partido Liberal y al Magisterio estaría fuertemente asociada al impulso durante la República Liberal de la escolarización primaria en todas las regiones del país, en particular la costa pacífica, y la fuerte valoración de los estudios normalistas desde el sistema educativo público durante los gobiernos liberales, abiertos para todo tipo de población. Igualmente, la ampliación del voto para la población analfabeta, en 1932: “Viejos habitantes de algunos pueblos del Pacífico recuerdan el aumento significativo de maestros enviados por el Estado, la instalación de diversas obras de infraestructura, y la visita a la región de dirigentes nacionales
26 Ver el blog http://afrocolombianosvisibles.blogspot.com/2010/09/jacobo-perez-escobar.html. Sobre el perfil de los integrantes de la Fundación Color, consúltese la página Color de Colombia en Facebook, en particular, los firmantes de la “Carta afro a los candidatos presidenciales”.
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el campo de la licenciatura en ciencias sociales, físiconaturales, biología, etc. Aquí, de nuevo, sobresalen los chocoanos. Este grupo llega a estudiar a Bogotá hacia los años sesenta. Los egresados en los años setenta, en su gran mayoría, llegaron a ocupar cargos en el Magisterio de Bogotá, y otros migraron hacia otras regiones del país, como el Valle del Cauca, el Viejo Caldas, etc. También llegaron normalistas graduados en el Chocó al Valle del Cauca, entre los años setenta y ochenta, incorporándose al Magisterio.30
sindical también fue la puerta de ingreso a los movimientos de izquierda de migrantes negros en las principales ciudades del país.32 Las personas de esta generación de docentes –jóvenes de 20 años en las décadas del sesenta y setenta– estaban más relacionadas políticamente con movimientos asociados al sindicalismo; en ese sentido, construyeron identidades políticas más como obreros, que desde el punto de vista racial. Mara Viveros refiere el caso de un entrevistado (perteneciente a la familia Flórez) que cuenta su experiencia, a propósito de esa identificación política y la militancia en grupos de izquierda.
Paralelamente, desde otras regiones afrocolombianas del país, la opción del magisterio, con la expansión de las licenciaturas en distintas disciplinas, pero con fines pedagógicos en las universidades públicas y privadas durante los años setenta y ochenta, abre más espacios para mujeres y hombres negros. Es el caso de las regiones del norte del Cauca, Guapi, Buenaventura, municipios del sur del Valle, Cartagena, y diferentes municipios caribeños, etcétera. Una segunda característica de esta generación de mujeres y hombres negros, la gran mayoría chocoanos, es su activa participación en el movimiento sindical del Magisterio, a través de la organización nacional, Fecode (Federación Colombiana de Educadores), y las organizaciones regionales como la ADE (Asociación Distrital de Educadores), en Bogotá.31 Este tipo de participación
Las dos generaciones anteriores se mueven en edades entre los 50 y 60 años de edad en la actualidad. En este caso, ya se hace presente una fuerte participación femenina negra, a diferencia de las primeras dos generaciones, facilitada por la inserción masiva de la mujer en el Magisterio.33 Algunas universidades van a cumplir un papel interesante en la formación de la gente negra en estas primeras generaciones de docentes ya con nivel de estudios universitarios, con el título de licenciatura: en Bogotá, la Universidad Libre. En Cali, la Universidad Santiago de Cali y la regional de la Universidad Libre. Por supuesto, las universidades públicas de Bogotá, como la Universidad Distrital; la Universidad del Valle, en Cali; la del Cauca, en Popayán, pero especialmente la Universidad Tecnológica del Chocó (UTCH), en los últimos 30 años.34 En el Caribe se destacan las universidades de Cartagena, la del Atlántico, y las sedes de la Universidad Libre.35
del Partido Liberal. Además, el levantamiento de las restricciones para el ejercicio del voto en 1932 fue sentido como una medida dirigida a la mayoría de las poblaciones negras, que por su analfabetismo y pobreza, estaban marginadas hasta ese momento de su derecho al voto”. Ver Agudelo (2005, 76). 30 Entrevista a Lillyan Rosero García, agosto de 2009, jubilada del Magisterio, directora de la Fundación Raíces Negras, Cali. Entrevista a Laureano Alexi García Perea, mayo de 2007, concejal de Bogotá, directivo de la Asociación Distrital de Educadores (ADE) y de la Unión de Supervisores de Distrito (USDE). Laureano García hace parte del Consejo de Administración de la Cooperativa de Maestros (Codema) y es fundador de la Organización de Comunidades Negras (Orcone). Es miembro fundador del Polo Democrático Alternativo, organización que respaldó su candidatura al Concejo de Bogotá 2008-2011; actualmente hace parte de Comité Ejecutivo Nacional. Como dirigente distrital del Magisterio de Bogotá, ha participado en Fecode (Federación Colombiana de Educadores), con una amplia información sobre la composición del Magisterio según regiones de origen y grupo étnico-racial. 31 La presencia de maestros chocoanos en el sistema público educativo de primaria y secundaria en Bogotá y en todo el país se hizo visible a partir de los años sesenta y setenta. Podría decirse que fue la principal ola migratoria chocoana y desde otras regiones de predominio afrocolombiano, después de los primeros inmigrantes llegados a las ciudades de Bogotá, Cali y Medellín, a realizar estudios universitarios en profesiones liberales, antes de 1960. Su impacto es considerable, en el caso de Bogotá y otras ciudades. Por lo menos el 15% de la nómina de maestros del Distrito Capital durante los años ochenta, si no más, eran chocoanos. Hoy en día el concejal afrodescendiente por Bogotá, Laureano Alexi García Perea, de origen chocoano, con una larga carrera en el Magisterio distrital y una votación apoyada en la red de educadores de la capital, revela la visibilidad de estos migrantes y sus descendientes en Bogotá. En la información de la página web del Polo Democrático se
menciona a Laureano García Perea como “educador, directivo docente y sindicalista al servicio de la educación pública, y actualmente como Concejal de Bogotá”. 32 En Bogotá, como se advierte en la nota de pie de página anterior, en el caso del concejal García, la vinculación al Polo Democrático Alternativo. En otras ciudades como Pereira –uno de los espacios urbanos de surgimiento del movimiento afrocolombiano Cimarrón, en la década del setenta, el cual cobra más importancia a lo largo de la década del ochenta en diferentes centros urbanos del país, particularmente en Bogotá–, el magisterio chocoano desempeñó un papel determinante. La trayectoria del fundador y principal dirigente de Cimarrón, el educador Juan de Dios Mosquera, es un caso interesante de una primera militancia en organizaciones de izquierda (Agudelo 2005). 33 Entrevista del autor a Lillyan Rosero, antes referida. 34 Inicialmente, la UTCH surge como Instituto Politécnico del Chocó, en marzo de 1972, cuyo inicio arrancó con 203 alumnos, que se matricularon en seis programas, así: Licenciatura en Idiomas, Matemáticas, Física, Ciencias Sociales y Economía, Química y Biología, Psicopedagogía, Administración Educativa y Tecnología en Administración de Empresas. Desde 1975 pasa a tener el carácter de institución universitaria. Entrevista a Lillyan Rosero, antes referida. 35 Entrevista a Laureano García, antes referida.
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Una cuarta generación de intelectuales negros de clases medias estará más asociada a otras carreras y disciplinas más profesionales pero diferentes a las liberales. La mayor parte de ellos son hijos e hijas de las dos generaciones precedentes y, por lo mismo, algunos nacidos en Cali, Bogotá, Medellín, Cartagena, Barranquilla, con procesos de socialización urbana en ciudades de porte grande o medio, en donde hicieron sus estudios de bachillerato. Esta gente tiene entre 40 y 50 años de edad. Aquí ya se encuentran personas negras que han realizado sus estudios universitarios de postgrado en el exterior.36
bre las nuevas identidades negras que se desprenden de la Constitución de 1991. Pero este fenómeno ha sido igualmente importante para la generación precedente. Se presentan, finalmente, dos últimas generaciones de gente negra más joven de clases medias en las dos ciudades; un primer grupo entre 20 y 30 años, y uno segundo menor de 20 años. En su mayor parte son nacidos en centros urbanos de gran tamaño, y socializados en espacios mestizos interraciales, nacionales y de otros países. Esta generación de mujeres y hombres jóvenes está constituida por hijos, nietos y bisnietos de las generaciones precedentes de clases medias negras. El primer grupo está realizando estudios universitarios en Bogotá y Cali o ya los concluyeron (los mayores de 20 años). Pero hay que señalar que una parte ha realizado o lleva a cabo estudios de postgrado en el exterior. Sus proyectos de estudio y, eventualmente, laborales son más diversos, acentuándose quizás incursiones en los campos artísticos y empresariales. El grupo más joven, en etapa adolescente, entre los hogares de clases medias negras más acomodadas, vive procesos de socialización menos acentuados en el discurso étnico-racial y más alrededor de estilos de consumo globales en los que la diversidad y mezcla de colores de piel es más importante. No debe olvidarse que muchos de estos adolescentes, mujeres y hombres, son mulatos, resultado de relaciones interraciales entre mujeres u hombres negros con hombres o mujeres blancos/mestizos, con altos capitales cultural y escolar.38
No obstante, se presenta un sector importante de gente negra que continúa sus estudios universitarios a través de la carrera docente en el Magisterio, ya sea desde sus regiones de origen o a través de los hijos e hijas de los que llegaron a las diferentes ciudades en los años sesenta y setenta. Una quinta generación de gente negra, hija o nieta de las anteriores, que continúa abriéndose paso en carreras disciplinarias no liberales, ha hecho incursión en el campo artístico y en los medios de comunicación, e igualmente en actividades empresariales diversas. Esta es una población de mujeres y hombres que rondan entre los 30 y 40 años. El origen geográfico de este grupo es más heterogéneo, ya que procede de muchas regiones del país. Aunque los chocoanos ya no son la mayoría, conservan el mayor prestigio en los medios negros.37 La quinta generación es más cosmopolita, en el sentido de recibir la influencia de los cambios de la sociedad colombiana durante la década del noventa. También ha sido la que ha participado más en las discusiones so-
La particularidad caleña y del Valle del Cauca En el caso de Cali hay que advertir una diferencia importante con Bogotá. Por una parte, fue un centro urbano que durante las primeras décadas del siglo XX tuvo de algún modo una presencia continua y visible de gente negra, relacionada con figuras profesionales liberales cuyos orígenes sociales proceden de la economía campesina negra próspera del norte del Cauca y sur del Valle. En segundo lugar, en Cali, a partir de la segunda postguerra, el desarrollo industrial en varios sectores, como la industria azucarera, la del sector papelero y de otros de bienes intermedios, al igual que la expansión de las empresas municipales de Cali, permitieron la aparición de un mercado de trabajo para profesionales negros en las áreas de ingeniería, estadística y salud, pero sobre todo favorecieron la conformación de una
36 Una excelente fuente la constituye la “Carta afro a los candidatos presidenciales” (28 de mayo de 2010), con la consigna “Afro, vote bien”, que coordinó la Fundación Color, La carta tiene como título, “Por una nueva relación entre el Estado, la sociedad colombiana y la población negra o afro”. De las 41 personas que aparecen firmando este manifiesto, 16 son mujeres mulatas-negras profesionales o estudiantes en programas de postgrado, 10 personas están vinculadas profesionalmente a firmas extranjeras muy reconocidas en el país (tipo Hewlett-Packard Colombia, Colgate Palmolive, Ernst&Young Ltda, Johnson&Johnson región Andina, KPMG, Winthrop University, Pricewaterhouse Coopers); 25 personas están en el sector privado, casi todas ocupando altos cargos de responsabilidad en empresas diversas; 14 son investigadores y docentes de reconocido prestigio en universidades públicas y privadas de alta calidad, pero también hay algunos estudiantes con becas de postgrado y doctorado; hay 2 personas músicas en piano y flauta traversa, 3 son profesionales de la salud en áreas muy especializadas, una presentadora estrella de la televisión (Caracol), 4 periodistas en medios especializados (Revista Semana, Chocó 7 Días, etc.), y sólo 6 personas en el área del derecho, pero de ellas 4 en campos muy especializados. También se destacan consultores de organismos públicos e internacionales. Por lo menos el 60% de las 41 personas firmantes tiene menos de 40 años, y muy pocas superan los 60 años. 37 Resultado del análisis de 10 entrevistas.
38 Ha sido el resultado de 10 a 15 entrevistas llevadas a cabo en Bogotá y Cali.
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clase obrera de operarios calificados negros. Este fenómeno se hace visible desde las décadas del sesenta y setenta, prolongándose hasta comienzos de la década del ochenta. Una parte de estos grupos asalariados calificados negros masculinos se benefició de la existencia de organizaciones sindicales en el área metropolitana Cali-Yumbo, que tuvieron por lo demás significativas movilizaciones obreras en los años setenta y ochenta. Los hijos e hijas de estos operarios calificados, en gran medida también sindicalizados, en su gran mayoría llegaron a la universidad, donde realizaron carreras profesionales, y, en buena medida, un grupo de ellos alcanzó estudios de postgrado.39
laboral caleño, la situación se empeora considerablemente respecto a la gente blanca-mestiza e, incluso, respecto a la mulata, pero este segundo grupo también sufre un empeoramiento de su situación respecto a la gente blanca-mestiza: se reducen drásticamente las probabilidades en ocupaciones manuales calificadas y no manuales, sobre todo para la gente negra, pero también para el grupo mulato. Es decir, la dinámica industrial y de producción de servicios del período de sustitución de importaciones fue relativamente incluyente para la gente mulata, y en menor grado para la gente negra, pero de todas maneras un importante sector de este segundo grupo alcanzó a ser beneficiado en ocupaciones manuales calificadas y no manuales. Por el contrario, en el período de apertura de la economía –a partir de mediados de la década del ochenta y sobre todo durante los años noventa– salen fuertemente perjudicadas tanto la gente negra como la mulata.
Es decir, el proceso de industrialización y urbanización en Cali y el Valle del Cauca entre 1950 y 1980 fue favorable a una integración de obreros negros y los primeros profesionales negros ingenieros, y en otras carreras como la estadística. Esto se observa en las empresas papeleras y los ingenios azucareros, pero sin llegar al nivel de dirección de las empresas, restringiéndose a cargos intermedios, aunque con autoridad y mando sobre otros trabajadores. Viáfara (2006, 15), apoyado en la base de datos longitudinal de trayectorias biográficas de la Encuesta CIDSE-IRD-Colciencias, llevada a cabo en 1998 para la ciudad de Cali sobre población afrocolombiana y no afrocolombiana, con base en una muestra probabilística que tuvo como marco muestral el censo de 1993, hace una comprobación indirecta de este fenómeno al demostrar cómo la cohorte generacional de personas negras que ingresa al mercado laboral caleño, hasta el año 1972, presenta resultados econométricos que las ubican por debajo de las probabilidades en ocupaciones manuales de alta calificación, y considerablemente más bajas sus probabilidades en ocupaciones no manuales, en términos comparativos con las personas mulatas y blancas-mestizas. En segundo lugar, los resultados apuntan al efecto precisamente contrario: las personas negras tienen mayores probabilidades de ingresar a ocupaciones manuales no calificadas, a diferencia de las personas blancas y mulatas. Sin embargo, para la generación de personas negras de una cohorte generacional posterior, que ingresan entre 1973 y 1998 al mercado
“Dios y Puertos de Colombia”40 Otra empresa que cumplió un papel fundamental en el desarrollo de una clase media negra entre los años setenta y ochenta fue Puertos de Colombia (Colpuertos), en la ciudad de Buenaventura (Palomeque 1998 y 2003). Los hijos e hijas de los trabajadores de Puertos de Colombia, sindicalizados con un régimen convencional avanzado en el contexto de una empresa providencia del sector público, fueron financiados por la empresa a lo largo de sus estudios secundarios y luego universitarios (Palomeque 1998). Esto favoreció la aparición de profesionales en varias disciplinas que fueron a hacer sus estudios a universidades de Cali y Bogotá y otras ciudades del país; incluso, algunos llegan a realizar estudios de postgrado en el exterior. Una parte de estos profesionales migran hacia Cali y Bogotá, y otros se establecen en Buenaventura, con una alta incidencia en el ingreso a cargos públicos por elección popular, y, más tarde, otros ingresarán a cargos de dirección e intermedios en la empresa que sustituirá a Puertos de Colombia en la década del noventa: la Sociedad Portuaria de Buenaventura (Palomeque 2003). En el caso de Buenaventura, Colpuertos marca una diferencia fundamental en oportunidades de movilidad social para la gente negra, ya que permitió a trabajadores
39 Entrevistas llevadas a cabo por el autor a antiguos dirigentes sindicales de varias empresas de Cali y el Valle del Cauca entre 1991 y 1995, en torno a las conquistas laborales y la educación de sus hijos: Emcali, Cementos del Valle, Propal, Cartón Colombia, Ingenio Manuelita, Ingenio Mayagüez, Goodyear. En algunas empresas los sindicatos ya han desaparecido. En el momento que se realizaron las entrevistas, los hijos e hijas de los sindicalistas estaban ingresando a la universidad. Aunque la dimensión racial no era el objetivo para ese entonces, se controló en la información el “color de piel” del entrevistado, con base en clasificación arbitraria del entrevistador.
40 Leyenda en mármol a manera de placa, ubicada en el frontis de la casa de un trabajador de Puertos de Colombia (Colpuertos) en los años ochenta. Información de campo levantada por Fernando Urrea en 1988; archivo personal.
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manuales de origen rural con estudios básicos incompletos tener un trabajo con buenos salarios. Palomeque (1998) estima que el salario pagado a través de las nuevas formas de contratación, mediante las cooperativas de trabajo asociado (CTA), representa una quinta parte de lo que se ganaba a finales de los ochenta a través de Colpuertos (Palomeque 1998; Aricapa 2007). Las grandes garantías laborales y una posibilidad de dar educación a sus hijos conllevaron un proceso de ascenso social para un segmento de los hogares de trabajadores de Puertos de Colombia, vía sus descendientes. Además, la estabilidad laboral permitió no sólo destacarse del resto de la población, sino una distinta relación con el tiempo, representado en una posibilidad de futuro para el grupo familiar y de proyectos a mediano plazo. Hay que señalar también que la frecuencia de la poliginia en Buenaventura hizo que más personas y unidades familiares se beneficiaran de las convenciones colectivas de Colpuertos, ya que de un trabajador portuario sindicalizado podían depender dos o más hogares. Esto explica que el grueso del valor agregado de esta empresa se invirtiera en masa salarial, cumpliendo un papel interesante de redistribución del ingreso hacia amplios sectores negros de la región (Palomeque 1998). Como señala este autor (1998 y 2003), ha sido tan importante la historia de Colpuertos en la biografía familiar, que difícilmente alguien de sectores medios en Buenaventura o en Cali, con familia originaria de Buenaventura, puede contar su historia de vida sin relacionarla con esa empresa. La movilidad social se reflejó incluso en la calidad de la vivienda, sea por irse a vivir al barrio de Puertos de Colombia, o incluso por tener casas ‘muy bien dotadas’ en barrios populares (Palomeque 1998). También habría que anotar que esa capacidad de ingresos, en combinación con el hecho de ser un puerto, permitió también acceso al consumo de bienes importados, tales como caviar, whisky, etc., lo que seguramente representaba una diferencia significativa en relación con la población en general.41
educación que hacen los trabajadores negros y mulatos en oficios manuales calificados con sus hijos e hijas. La mayor parte de estas capas sociales negras son caleñas e inmigrantes de regiones cercanas (norte del Cauca y sur del Valle, incluida la ciudad de Buenaventura), aunque un grupo importante de los nativos eran en realidad hijos e hijas de migrantes procedentes de diferentes regiones rurales de los ríos del Pacífico (municipios del Chocó, Cauca y Nariño, que constituyen la región del Pacífico), llegados a Cali desde los años cincuenta, y por supuesto, casi en su totalidad en el caso de los trabajadores portuarios. La población negra y mulata que se incorporó como obrera calificada y no calificada en grandes empresas industriales y de servicios, tanto del sector público como del privado, va a participar hasta mediados de los años ochenta, al igual que la población mestiza-blanca operaria, en las diferentes organizaciones sindicales existentes. El sindicalismo y la gran empresa industrial del sector privado –en el área de Yumbo– y del Estado (por ejemplo, las empresas municipales de servicios públicos como Emcali, y Puertos de Colombia, en Buenaventura) generaron condiciones favorables para una relativa inclusión de la gente negra y mulata. Durante los años setenta y ochenta varios líderes sindicales eran personas negras y mulatas, en el área metropolitana Cali-Yumbo.42 Para el caso de Buenaventura, aunque el período de bonanza para la clase trabajadora terminó con la llegada de la Sociedad Portuaria, que conllevó la privatización total de la actividad portuaria, es interesante advertir que se pueden identificar personas negras, no sólo como empleados manuales, como en aquella época, sino también mandos medios y altos en la Sociedad Portuaria, casi todos hijos de esos trabajadores no calificados sindicalizados de la antigua empresa. En segundo lugar, algunas entidades internacionales con programas de asistencia social como Plan Padrinos tuvieron especial incidencia en ciudades como Buenaventura, Tumaco, Guapi, y otras áreas del Pacífico, pero también en Cali, entre las décadas del setenta y ochenta, al favorecer la educación básica, y luego universitaria, de niñas y niños de hogares afrocolombianos.43
De cierta manera, la existencia de empresas modernas con mercados de trabajo internos del período de sustitución de importaciones, que fueron dominantes en la región del Valle del Cauca (1950-1980), en particular en el cinturón Cali-Yumbo, y de empresas industriales del sector público, como Emcali y Puertos de Colombia, fue favorable a la incorporación de trabajadores negros y mulatos. Hay así un doble proceso de constitución de clases medias negras urbanas: una capa de ingenieros y en otras áreas técnicas, y la inversión en
42 Un precedente interesante es la figura de Petronio Álvarez, el famoso compositor negro de Buenaventura, autor de “Mi Buenaventura”; fue obrero del Ferrocarril del Pacífico, donde alcanzó a ser operario calificado (maquinista), con una participación en la organización sindical. 43 De acuerdo con información suministrada a la investigadora Mara Viveros por Alexander Cifuentes y Ana de Estacio.
41 Referencia hecha por un informante a Mara Viveros.
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objetivo del análisis. Lo importante es que hay algunas continuidades y profundos cambios durante 100 años.
Varios segmentos de profesionales negros en los años noventa, y la primera década del siglo XXI, en Bogotá, Cali y otras ciudades, son descendientes de las redes familiares con hogares que habían alcanzado una movilidad social ascendente entre 1960 y 1980, vía el Magisterio, las nuevas profesiones asalariadas modernas, el surgimiento de actividades empresariales en pequeña y mediana escala, y también los beneficios alcanzados por el movimiento sindical, en el caso de obreros negros sindicalizados de empresas del sector público y privado, al conseguir financiamiento para el estudio de sus hijos e hijas. Habría que incluir los beneficios que alcanzaron los hijos e hijas de hogares afrocolombianos en el Pacífico y Cali respecto a programas como Plan Padrinos, y también los que la Iglesia católica llevó a cabo a través de la Pastoral negra en el departamento del Chocó, Guapi y Buenaventura (Agudelo 2005).
En segundo lugar, las transformaciones observadas entre las diferentes generaciones de individualidades negras educadas, con estudios universitarios durante el siglo XX hasta comienzos del siglo XXI, no pueden dejar de operar en la matriz histórica de larga duración que también se observa en el caso de Cartagena para el siglo XIX de los colores de piel de las clases sociales, según el espacio social de dominación, a pesar de las porosidades que podría aportar el llamado “blanqueamiento”. Detrás del manifiesto de la Fundación Color (2010) a los candidatos presidenciales, se encuentra esta marca histórica. La compleja dinámica raza/clase social en la sociedad colombiana se hace más visible en las capas más educadas, con mayores capitales escolar y cultural, cuyos colores de piel requieren ser negociados a pesar de sus avances individuales y familiares en cuanto a bienestar y estilos de vida. La inclusión social en las esferas altas sigue el patrón “gota a gota”, de suerte que ha sido posible integrar figuras simbólicas negras en altas esferas de la conducción del Estado en algunos períodos de la historia nacional, por parte de los dos partidos tradicionales –entre los años treinta y sesenta–, como se observa en el artículo, sin que se haya alterado el orden sociorracial, aunque es cierto que dentro del Partido Liberal se ha dado una mayor participación para el ascenso restringido de capas medias negras.
Consideraciones finales El surgimiento de clases medias negras en el país no puede verse como un fenómeno exclusivo del siglo XX, lo cual sería más claro en los casos detallados que se presentan aquí para Bogotá y Cali. No obstante, la ciudad de Cartagena y otras regiones del Caribe colombiano muestran procesos complejos de surgimiento de élites mulatas-negras que lograron negociar un puesto social en la segunda mitad del siglo XIX. Algunas individualidades migraron a Bogotá y alcanzaron a tener un papel destacado. Por supuesto que eran una franca minoría. La mayor parte de la gente negra en la sociedad colombiana de esa época estaba excluida del sistema escolar, aunque esta situación la compartía también el grueso de la población blanca-mestiza pobre del país, ni qué decir de los pueblos indígenas. Lo que interesa resaltar aquí, más bien, es el papel de las diferencias regionales en la sociedad colombiana durante el siglo XIX en la articulación raza-clase social, lo que sobrepasa los objetivos de este artículo, pero era necesario señalarlo. La gente negra como grupo subalterno, incluso los más educados, enfrentó condiciones de negociación distintas, lo cual tiene como factor explicativo los procesos regionales de producción racializada de las clases sociales.
La tensión raza/clase se expresa por excelencia, en el caso de las capas medias, entre negros y mulatos. No es casual que la mayor parte de las figuras con posibilidades de ascenso social restringido presentadas en el artículo sean personas mulatas. Por supuesto, estos resultados deben ser evaluados con los encontrados en otras sociedades como la americana. Al respecto, son útiles dos estudios sociológicos sobre la heterogeneidad socioeconómica de la población afroamericana y el color de piel de la misma en Estados Unidos; uno clásico, el de Keith y Herring (1991, 760-778), y otro más reciente, de Goldsmith, Hamilton y Darity Jr. (2007, 701-738). Estos dos trabajos, de corte cuantitativo, apuntan en una dirección similar. Por lo demás, los resultados del trabajo de Viáfara, aquí presentado para Cali en un estudio longitudinal, lo confirman. Pero volviendo al asunto de la inclusión restringida, “gota a gota”, para los mulatos, este fenómeno no permite sacar conclusiones esquemáticas sobre la relación de que a colores de piel “más claros” de la gente negra igual una posición social más alta. A la vez, existen mecanismos más sutiles que pueden complicar el análisis,
A lo largo de 11 cohortes generacionales se han podido observar cambios en las profesiones de prestigio de la gente negra y en la visibilidad de las mujeres negras como figuras intelectuales. Se pasa de un modelo de profesiones liberales a uno especializado, ya sea asalariado o en forma de trabajo aparentemente autónomo (quizás flexible y precario), aunque esto último no era el 38
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Culturas juveniles en tono de mujer. Hip hop en Medellín (Colombia)* por Ángela Garcés Montoya** Fecha de recepción: 22 de septiembre de 2009 Fecha de aceptación: 27 de abril de 2010 Fecha de modificación: 15 de julio de 2010
Resumen El artículo hace parte de la investigación “Mediaciones musicales juveniles”, donde se indaga por la apropiación de medios de comunicación alternativos que les permite a los y las jóvenes configurar identidades fuertemente diferenciadas del mundo adulto. Se realiza una mirada específica al mundo del hip hop en Medellín y se revisan las formas de participación y adscripción de los y las jóvenes. Para poder reconocer los trayectos vitales de las mujeres en el hip hop, es necesario rescatar sus voces, sensaciones y recuerdos, que nos permitan ver cómo ingresan, transitan y permanecen las pocas mujeres que ahora hacen parte del hip hop en Medellín y Colombia. La primera evidencia es que se trata de un porcentaje muy bajo frente a la gran población de jóvenes que viven y renuevan el hip hop en Medellín. Por ello, es necesario ver cómo pueden las mujeres vivir en un mundo con matices masculinos. Pues si el hip hop es fuerza, denuncia, confrontación y resistencia, pareciera que se trata de dimensiones más apropiadas para el hombre que para la mujer.
Palabras clave Identidad juvenil, culturas juveniles, mujer en el hip hop.
Youth Culture Has a Woman’s Tone: Hip Hop in Medellín (Colombia) Abstract This article is part of the research project, “Youth musical mediations,” that explores the appropriation of alternative means of communication which allow the young to develop identities sharply differentiated from those the adult world. In particular, the article examines the world of hip hop in Medellín and the ways that youth participate in it. To follow key trajectories of women in hip hop, their voices, feelings, and memories must be uncovered. This will allow us to see how the few women who are currently part of hip hop scene in Medellín and Colombia enter, move through, and persevere in it. Since women constitute only a small percentage of the youth who live and remake hip hop in Medellín, it is important to understand how they manage to live in a male-colored world. If hip hop is about strength, denunciation, confrontation, and resistance, it seems that these qualities are more appropriate for men than for women.
Key words Youth Identity, Youth Cultures, Women in Hip Hop.
Culturas juvenis em tom de mulher. Hip hop em Medellín (Colômbia) Resumo O artigo faz parte da pesquisa “Mediações musicais juvenis”, onde se indaga pela apropriação de meios de comunicação alternativos que permitam aos e às jovens configurar identidades fortemente diferenciadas do mundo adulto. Realiza-se uma olhar específico ao mundo do hip hop em Medellín e se averiguam as formas de participação e adstrição dos e das jovens. Para poder reconhecer os trajetos vitais das mulheres no hip hop, é necessário resgatar suas vozes, sensações e lembranças que nos permitam ver como ingressam, transitam e permanecem as poucas mulheres que agora fazem parte do hip hop em Medellín e Colômbia. A primeira evidência é que se trata de uma porcentagem muito baixa diante da grande população de jovens que vivem e renovam o hip hop em Medellín. Por isso, é necessário ver como as mulheres podem viver em um mundo de matizes masculinos. Se o hip hop é força, denúncia confrontação e resistência, poderia parecer que se trata de dimensões mais apropriadas para o homem que para a mulher.
Palavras chave Identidade juvenil, culturas juvenis, mulher no hip hop. * Este artículo hace parte de la investigación Mediaciones musicales juveniles, finanaciada por la Vicerrectoria de investigaciones de Universidad de Medellín; proyecto adscrito a la línea de investigación Comunicación y Culturas juveniles. Nota: Las fotografías incluidas en este trabajo son de Daniel Gómez Gómez, estudiante de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales, Universidad de Medellín. Colaborador en el componente de comunicaciones en la Corporación Afro-colombiana Son Batá, fotógrafo aficionado. Correo electrónico: minidanielito@hotmail.com ** Historiadora y Magíster en Estética: culturas urbanas latinoamericanas de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente se desempeña como profesora asociada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín, líder de la línea de investigación Comunicación y Culturas juveniles, adscripta al grupo de investigación Comunicación, Organización y Política (Clasificado en A1 en Colciencias). Entre sus últimas publicaciones se resaltan: Vigencia y prospectiva de la comunicación-Jóvenes, identidad y cultura. Medellín: Universidad de Medellín, 2009; y Pensar la comunicación (Editora). Medellín: Universidad de Medellín, 2006. Correo electrónico: agarces@udem.edu.co o culturasjuveniles@gmail.com
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Culturas juveniles en tono de mujer. Hip hop en Medellín (Colombia)
Ángela Garcés Montoya
Dossier
Eso de que en nuestros cuerpos quieran mandar ya sea la iglesia o su papá y que su novio se lo quiera administrar día a día hay que ir acabando ya hasta exterminar1
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Foto 1. Encuentro Mujeres en el Hip Hop. Semana del Hip Hop en Medellín. 2 de junio de 2010.
l interés académico por las juventudes en Colombia tiene fecha reciente (1980) y sus búsquedas mantienen un sesgo en poblaciones y problemáticas marcadas por jóvenes vulnerables y jóvenes en medio del conflicto; así, en el acumulado de investigaciones prevalecen los estudios de jóvenes relacionados con pandillas (Perea 2008; Riaño 2006; Salazar 1990; Ortiz 1991) y agrupaciones comunitarias (Escobar y Mendoza 2003). Estas orientaciones temáticas tienen como contexto las distintas manifestaciones del conflicto armado en Colombia, que vinculan a los jóvenes con narcotráfico, guerrilla y violencia armada (urbana y rural).
como una opción de vida no violenta. Con ellos aparece en la década del 2000 otro nodo importante de las representaciones del joven. Así, tienen lugar renovadas investigaciones asociadas al reconocimiento de las juventudes en su capacidad de producir cultura, donde se resalta la noción de un sujeto portador de una cultura específica (subcultura, microculturas, culturas juveniles…) y se valora al sujeto joven como creador de sentidos y prácticas culturales locales y globales (Castiblanco 2005; Garcés 2005, 2009a y 2009b; Muñoz y Marín 2002; Serrano 1998).
Como lo expresa la investigadora Pilar Riaño: Para los jóvenes marginados, las bandas y las actividades criminales se convirtieron en una opción atractiva que prometía dinero y prestigio. En Medellín, en el transcurso de cinco años (1985-1990), se reportó la existencia de 150 bandas barriales las cuales tenían vínculos directos con el cartel. La imagen de joven violento se instala a partir de dos tipos de organizaciones. El primero fue la guerrilla que usó la violencia con propósitos políticos o “revolucionarios”. El segundo tipo fueron las organizaciones del narcotráfico, Ambas organizaciones resultaban atractivas a los jóvenes, o a su vez, eran forzados a engrosar sus filas (Riaño 2006, 58).
Si revisamos, a su vez, la relevancia de estudiar los procesos identitarios femeninos y masculinos presentes en las culturas juveniles urbanas, se evidencia que éstos han estado orientados principalmente por hombres, y ellos entienden la noción de joven relacionada con el mundo masculino (Garcés 2002, y 2003). Se olvida que los procesos de identidad y socialización para hombres y mujeres se viven en la diferencia. Se hace necesario, en la investigación sobre culturas juveniles urbanas,2 incorporar nuevas variables que consideren el sentido de la diferencia, marcado por el género, la ubicación geográfica y la orientación sexual, variables que establecen nuevas características del sujeto juvenil urbano, distinto de las adscripciones juveniles marcadas por los gustos musicales y los consumos de moda (vestuarios, objetos, ritmo de vida…) (Reguillo 1998 y 2001; Garcés 2005, 45).
En este contexto de violencia surgen otras formas de agrupación juvenil vinculadas por elecciones musicales (rock, punk, reggae, hip hop), configurando espacios-tiempos juveniles que renuevan las imágenes de “jóvenes violentos”; estos jóvenes se consideran al margen del conflicto armado al declararse actores políticos activos desde el arte, la música y la estética
2 El Grupo Comunicación, Organización y Política de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín desarrolla la línea de investigación Comunicación y Culturas Juveniles, donde indaga por las formas de adscripción y configuración de las identidades juveniles, en sus tránsitos entre culturas juveniles o estilos de consumo. Sus investigaciones han abordado las temáticas de Culturas juveniles urbanas contemporáneas (2004-2005), Mediaciones musicales juveniles (2005), Sujeto joven en contexto rural (2006), Ciudadanías juveniles (2008-2009).
1 “Resisto”. Canción inédita de Darily Chaverra (Medellín, 2006). Darily es autora y cantante de rap; se declara migrante urbana oriunda de Riosucio (Chocó).
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estética; con ello se inicia la construcción de su identidad colectiva. Este acercamiento por la vía del lenguaje permite un intercambio dialógico entre la investigadora y las jóvenes hoppers.3 En ese proceso de extrañamiento y reconocimiento se busca conocer y expresar la cultura hopper desde ellas mismas; por eso aparecen sus testimonios como enunciados subjetivos que nos permiten descubrir ese mundo que confronta nuestra identidad, para no olvidar la condición relacional y diferencial de nuestra identidad urbana.
Esta precisión en los estudios culturales sobre juventud marca una renovada orientación y se sustenta en el llamado de la antropología cultural a estudiar la identidad y la diferenciación como un proceso donde todos los grupos sociales tienden a instaurar su propia alteridad. Se trata de una construcción simbólica creada por un nosotros (joven y mujer) que posiciona alteridades con respecto a la autoridad: familia, gobierno, escuela, religión, adulto, moral, entre otras (Dauphin 1990). Y esa diferencia en tono de mujer debe considerar “la reconstrucción de la mujer como sujeto que lleva implícita la igualdad de derechos y ésta a su vez implica el esclarecimiento del principio de igualdad y el derecho a la diferencia. Sin embargo, el derecho no logra resolver el significado de la igualdad para aquellos a quienes la sociedad define como diferentes” (Vélez 2008, 102-103).
Identidad en perspectiva de género
En un marco más amplio, la revisión de las culturas juveniles en tono de mujer trata de cuestionar “el proyecto de signo eurocéntrico, masculino, adulto y blanco, que invisibiliza en Latinoamérica a indígenas, negros, mujeres y jóvenes. Después de 70 años de modernidad (1930-2000), los excluidos han vuelto al centro del debate y hacen visible la incapacidad de ese modelo modernizador para incorporar la diferencia sin convertirla en desigualdad” (Reguillo 2000, 146). Y, lamentablemente, en Colombia las investigaciones dirigidas a la mujer joven mantienen un sesgo epidemiológico y criminológico, al dirigir sus estudios a las “jóvenes en riesgo”, donde se hacen visibles problemas sociales como si fueran inherentes a las mujeres jóvenes (Salazar 1994). Por ello, en complejas dimensiones como la sexualidad se estudia sólo el embarazo adolescente; en salud, se concentran en drogadicción, anorexia y bulimia. Así, la mujer joven parece más una víctima de su cuerpo y su sexualidad, sin reconocer estas dimensiones en su capacidad de goce y creación.
Foto 2. Colectivo de Mujeres Jóvenes. Jornada 8 de marzo. Medellín, 2009. Mujer callejera con el alma de guerrera mujer del barrio rebelde como quiera (coro) aprendiendo en la TV cómo ser una mujer andar siempre maquillada, ser bonita y delicada mujer preparada para cocina y cama atendiendo los caprichos del relleno del machismo recibiendo de tu padre la orden de no llegues tarde pensando en la virginidad sin educarte Nada de fiesta señorita. Natriz4
Nos interesa en este artículo presentar los trayectos vitales de mujeres jóvenes que incursionan en el hip hop, y mirar cómo logran mantener su feminidad, confrontando toda la carga tradicional y misógina existente en la sociedad y en los colectivos evidentemente masculinos. Se resalta que la presencia de la mujer en el hip hop es limitada y se evidencian dificultades personales, familiares, educativas y barriales para su fortalecimiento. A su vez, nos interesa resaltar las actitudes de nuevas mujeres jóvenes que se atreven a transgredir el rol de género, para ampliar sus perspectivas de vida desde el arte y la resistencia cultural, logrando, a su vez, un lugar para su autorrealización. El acercamiento a la cultura hip hop se logra a través de las narraciones de las jóvenes que cuentan su proceso de vinculación a la música y a la
3 Hopper: hombre o mujer artista de alto desempeño en uno de los cuatro elementos del hip hop (MC, break, dj, grafiti). Participa desde los actos creativos, organizativos y de gestión de la cultura hip hop; se diferencia del consumo de música, que no puede reconocerse como productor y creador de la cultura hip hop, al sólo asumir la imagen sin importar el acto reflexivo, propositivo y contextualizado de crear. Los hoppers se diferencian, y nombran como farandulero al que no es hopper. 4 Canción “Mujer callejera” de Natriz: MC Alianza Galáctica, 2004.
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y lo masculino. La pareja se disuelve para dar lugar al Uno es el Otro: Esta relación no implica que el Uno sea igual al Otro, sino que el Uno participa del Otro y ambos son a la vez semejantes y distintos” (Badinter 1987, 118).
Los estudios antropológicos nos ayudan a reconocer que en todas las culturas hombres y mujeres se hallan separados por dos dimensiones existenciales: hombres y mujeres; ellos y ellas llevan las marcas diferenciales de vidas separadas; así, se reconocen y validan comportamientos, pensamientos, gestualidades de hombres y de mujeres; esas dimensiones dialógicas generan vidas separadas y redundan en las diferentes formas de percibir la vida femenina y masculina. No es posible comenzar a configurar los espacios y momentos femeninos sin hacer aparecer los masculinos; cada uno tiene criterio de existencia a partir del otro. Ellos y ellas no pueden existir por fuera de la relación dicotómica femenino/masculino, y sobre todo, porque es precisamente la forma de relacionarse la que determina la regulación de sus conductas.
Son varias las condiciones sociales y culturales que permiten contar con la existencia de relaciones entre géneros fundadas en la diferencia femenina/masculina, donde no existe la exclusión cultural ni el dominio o el sometimiento del otro. Hay que reconocer en la antropología cultural su gran labor en el posicionamiento de la noción de diferencia, que confirma y reafirma la existencia de pluralidades culturales. Entender, además, que la diferencia tiene como correspondiente la alteridad; así, el otro tiene una presencia importante en el momento de constitución de la identidad. La nueva condición existencial de la diferencia no lleva sobre sí el peso de una valoración negativa sobre la mujer. Al pensar estas relaciones de alteridad propuestas por Badinter en función de los estudios de juventud y, particularmente, en los mundos musicales alternativos (rock, electrónica, hip hop, reggae), resultan evidentes las “relaciones de oposición”, pues en esos mundos musicales prevalecen expresiones masculinas que se oponen directamente a las femeninas, sustentadas en seudovalores que separan la pareja en oposición binaria hombres/mujeres: ellos son artistas, creativos, productores; ellas son pasivas, acompañantes, consumidoras (Burch 2007).
La historiadora Elisabeth Badinter, en su libro El uno es el otro (1987), presenta de forma estructural las diferentes formas de relación de pareja hombre/mujer, de manera cronológica, entre sociedades propias de la Antigüedad hasta nuestra modernidad; en particular, confirma cómo “el principio de regulación de las conductas existe en la propia relación”, afirmación que se sustenta en distintos momentos históricos que determinan “tipos de relación” entre el hombre y la mujer. Se trata de épocas históricas con múltiples expresiones femeninas y masculinas determinadas por su recíproca relación, y se presentan bajo diversas relaciones, tales como complementariedad, oposición, exclusión y diferencia radical. Veamos la lógica de cada una:
Nos interesa mirar si las mujeres en el hip hop se pliegan a las expresiones estéticas de jóvenes guerreros, justicieros, no violentos, menguando su potencia femenina. O, acaso, es en el hip hop donde las mujeres encuentran el espacio más adecuado para confrontar el estereotipo de mujer promovido por la publicidad y la sociedad de consumo, que privilegia imágenes sexistas y denigrantes de la mujer.
• Relación de complementariedad: “El hombre y la mujer no son sólo diferentes, sino que se complementan de tal forma que juntos son casi todopoderosos: dueños de la vida, artesanos de su supervivencia, de su placer, […], conjugan la pareja el Uno y el Otro” (Badinter 1987, 17). • Relación de oposición: “Todas las características positivas se hallan del lado de los hombres: estabilidad emocional, autonomía, valentía, actividad, creatividad e inteligencia. Por el contrario, la mujer contiene todos los atributos negativos: histérica, frívola, charlatana, engañosa, coqueta, pasiva, intuitiva […]. La relación tiene un sentido de exclusión, se trata de la pareja El Uno sin El Otro” (Badinter 1987, 116-117). • Relación de diferencia: “Cada uno contiene la totalidad de las dos dimensiones femenino/masculino. Es la afirmación del andrógino, en un mismo ser encontramos las posibilidades de lo femenino
Cuando sales a la calle sientes el agite abusos e insultos que no tienen límite señalan la mujer como objeto de placer En la calle debes aprender: respeto por respeto debes ofrecer algunas confundidas con su identidad mujer del barrio belleza artificial en la calle una mujer como fiera debe ser Codo a codo con el hombre por su parte responder. Natriz 45
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el principio de identidad femenino y masculino cifrado sólo en el sexo biológico; fue necesario hacer una separación entre las determinaciones sexuales y las determinaciones culturales sobre la identidad del hombre y la mujer, para confirmar la primacía del factor psicológico y cultural en la orientación sexual.
La mujer en el hip hop Ya es demasiado cursi una mujer tierna ahora un montón se cansaron de buscar la magia eterna y se conformaron con la famosa terna eterna: Noventa, sesenta, noventa, de chicas lindas que dan su imagen a venta y acuden a los medios que las desnuden Entonces pasan a segundo plano las que no se hagan la cirugía estética porque importan menos las que tienen una amplia ética. Me quieren meter en la cabeza que son mejores las que tienen una bonita anotomía. Mujer afínate, retócate, confía en tu vanidad. Somos más que seres destinados a conservar una considerable alza necesitamos un género más lleno de amor y menos egoísmo. Shhorai5
Foto 3. Anijana & Mc Queena. Colectivo Epidemia Femenina. Itagüí, junio de 2010.
Siguiendo la reflexión de Badinter, es adecuado valorar una relación fundada en el Uno es el Otro, pues lo femenino no puede ser pensado como la negación de lo masculino; por tanto, la relación contiene las posibilidades donde las mujeres puedan ser “sujetos” que construyen su propia realidad; ellas son alteridades que confrontan y confirman cada una de las formas de existencia (de hombre, de mujer, de niño...), y cada existencia es válida en su diferencia, pues “de pronto resulta posible que haya otros, que nosotras mismas seamos un otro entre otros” (Craig 1985, 95).
Para poder reconocer los trayectos vitales de las mujeres en el hip hop, es necesario rescatar sus voces, sensaciones y biografías, que nos permitan ver cómo ingresan, transitan y permanecen las pocas mujeres que ahora hacen parte del hip hop en Medellín y Colombia. Las palabras, denuncias y sensaciones expresadas por las mujeres hoppers de Medellín se recogen gracias a la disposición de diversas mujeres que representan la escena hip hop urbana y se mantienen firmes en sus propuestas artísticas, a pesar de la marginación e invisibilidad del mundo masculino. Se resalta la acción artística de Mery Hellen, Nana Morales, Verónica Doxa, La Fie-
La permanente negociación cultural entre lo femenino y lo masculino se confirma en la diferencia irresoluble de sus existencias, sólo que la diferencia ya no es una negación ni un determinismo biológico. Fue necesario que las investigaciones más recientes en psiquiatría y sexología disociaran la influencia del sexo en la identidad. Como lo señala Michel Foucault: A partir del siglo XVIII, las teorías biológicas de la sexualidad, las condiciones jurídicas del individuo, las formas de control administrativo estatal moderno, condujeron poco a poco a rechazar la idea de la mezcla de los dos sexos en un solo cuerpo y restringir por consecuencia la libre elección por aquellos individuos inciertos. En adelante, a cada quien un sexo y sólo uno. A cada uno su identidad sexual primero, profunda, determinada y determinante (Foucault 1987, 45-46).
5 Canción “Más que una imagen” de Shhorai, MC solista, 2009. Itagüí-Colombia. “El hip hop, especialmente en rap, es, después de mi familia, una de las mejores cosas que Dios me ha dado en mi vida, pues por medio de éste es como manifiesto mi inconformidad hacia el materialismo, las falsas imágenes que nos quiere vender el comercio, mi inconformidad frente a las injusticias que se cometen con los niños, entre otras mil cosas que no deben callar y que por medio de arte pretendo manifestar siempre. Como mujer, gracias al rap me he vuelto una persona más íntegra y consciente del mundo que me rodea, y por medio de este bello arte pretendo buscar sobresaltar antes que nada el importante papel que las mujeres tenemos no solo en la cultura hip hop sino en la vida cotidiana”. www.myspace. com/shhoraihiphop.
La historiadora Elisabeth Badinter (1987) confirma que sólo desde hace unos 50 años se cuestiona radicalmente 46
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determina la regulación de sus conductas. La historia de las mentalidades en Medellín devela claramente la organización y disposición de los cuerpos femeninos y masculinos en relación con los espacios: mujeres en la casa/hombres en la calle (Garcés 2004). No en vano, el hip hop lleva la marca que separa a los géneros, pues el hombre encuentra allí un lugar propicio, mientras que la mujer debe luchar con los estigmas, miedos y paradigmas de una sociedad patriarcal; ellos y ellas heredan un mundo separado por dimensiones masculinas y femeninas, puestas siempre en confrontación. Separación que reitera los atributos asignados al hombre y la mujer; así, le atribuye al hombre la fuerza, el pensamiento, y a la mujer, la ternura, la delicadeza, el sentimiento. Entonces, ¿cómo puede una mujer bajo esas representaciones sociales habitar el hip hop? ¿Cuál es la primera imagen del hip hop que cautiva a la mujer?… Parece que son varias las circunstancias, entre ellas, soledad, edad en transición, búsqueda de una fuerza vital que las vincule con la realidad, encontrar un medio de expresión para su abandono social… Si bien parece que todo llega por el break dance6 como primera imagen incomprensible de movimientos que retan la cotidianidad, en esa primera impresión comienza un camino inesperado, que confronta un cuerpo educado en la delicadeza, suavidad, ternura. Miremos el testimonio de Gheena:
Foto 4. Grabación “Mujeres en el hip hop”. Shhorai y La Nana. Octubre de 2008.
ra, Evony, Shhorai, Jennifer, Isabel, Diana Avella, Ely, Oasis, Gheena, Natriz…mujeres vigentes en la escena hip hop de Medellín y Colombia. Para recoger las voces e historias de las mujeres en el hip hop acudimos a la técnica de investigación de grupo focal, donde conversamos alrededor de tres preguntas: ¿Cómo ingresa la mujer en el hip hop? ¿Cuáles aportes personales realiza cada una a la cultura hip hop? ¿Qué le aporta el hip hop en su condición de mujer? También se realizaron entrevistas a profundidad para poder rescatar las historias personales con sus múltiples derivas femeninas.
La primera imagen que captura a la mujer para ingresar en el hip hop es el break dance: esos movimientos extraños se convierten en un reto, para un cuerpo educado en movimientos sutiles… muy femeninos, pues se consideraba que las mujeres servían más para cantar y bailar baladas románticas, reflejo del mundo separado entre lo femenino-pasivo y lo masculino-activo. Aun así, en Medellín en la época de los ochenta surgieron agrupaciones como las Biger Bass, grupo femenino de baile, y también, estaban Blancas y Negras, grupo femenino de rap, entre otras.
Al indagar por la mujer en el hip hop se reconoce cómo la cultura hace su trabajo, y en la sociedad colombiana están bien delimitados los espacios femeninos y masculinos. La evidencia de la separación simbólica espacial asignada a hombres y mujeres se encuentra en la naturalización de lugares propios a cada género: “el hombre es de la calle… la mujer es de la casa”, duro adagio popular que le asigna a cada género su lugar y reorganiza todas las relaciones de familia, de producción, de poder, y sus reglas de sociabilidad.
6 Break dance: se trata de las primeras expresiones de la cultura hip hop; fue el primer elemento que se universalizó. Es danza con movimientos acrobáticos, algunos retomados de las danzas ancestrales africanas, la gimnasia olímpica, las artes marciales, incluso de la capoeira. El break dance se constituye a partir de varios estilos o ramas que dotan esta danza de una diversidad y un mundo de posibilidades para la invención de movimientos y pasos. Algunos de los estilos son el Old Style Breaking, consistente en juegos rítmicos y enredados de los pies, en las figuras congeladas del cuerpo, donde juegan la fuerza y el equilibrio. El New Style Breaking, el estilo que encierra los giros o movimientos fuertes, rítmicos, también conocidos como power moves; los más conocidos son los giros en la cabeza, en la espalda y los hombros, los airflare, los tomas o caballetes. También incluye los estilos Brooklin rock, uprocking, locking, popping, Electric boogie y top rocking.
Se entiende que en todas las culturas hombres y mujeres se hallan separados por dos dimensiones existenciales, cifradas por comportamientos, pensamientos, gesticulación, que, a su vez, redundan en las diferentes formas de percibir la vida. No es posible comenzar a configurar los espacios y momentos femeninos sin hacer aparecer los masculinos; cada uno tiene criterio de existencia a partir del otro. Ellos y ellas no pueden existir por fuera de la relación dicotómica femenino/masculino, sobre todo, porque es precisamente la forma de relacionarse la que 47
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a exponer a eso; aun así, empecé a jugar con el break, más como eso, como un juego, como jugar golosa, o montar cicla o montar patines; era otro juego nuevo, como saltar lazo, y empezó por ahí, más o menos…
Es claro que el break dance se compone de movimientos inesperados y retadores que obligan ante todo a lanzarse al piso, llamado “salto bajo”; ahí en el suelo está la base del movimiento del break, y una niña encuentra ese lugar bien distante, ante una educación que regula y modula un cuerpo frágil, delicado, con movimientos sutiles y tiernos; entonces esa niña se pregunta: ¿cómo lanzarme al suelo?, ¿cómo lograr la fuerza corporal y mental para moverme en el piso? Afloran entonces los valores de la educación familiar, y ellas se preguntan: ¿Cómo permanecer limpia rodando por el piso?
Foto 5. Diana Avella. Concierto Revolución sin Muertos. Comuna 13. Medellín, 14 de noviembre de 2009.
El break dance se convierte en un reto social, que confronta los bailes aprendidos en el hogar y en el barrio; pero, a su vez, confronta los valores femeninos de delicadeza, pudor, suavidad; por ello se reconoce una doble confrontación, una dirigida al cuerpo y su kinesis; otra, a la moral religiosa, donde se prohíbe que las niñas estén en el piso, con expresiones y movimientos violentos, fuertes y compulsivos. Veamos cómo lo vive la b.girl Jennifer:
Además recordamos las agrupaciones mixtas como Boys Crew y muchos otros grupos donde las mujeres tenían una participación importante. Recuerdo varias solistas importantes es esa época como La Duba, Tahiatira, Slap, Vieneth; su canto y su rima se consideraban más fuertes que el de muchos intérpretes masculinos; ellas ganaron respeto y reconocimiento en el medio no precisamente porque fueran físicamente atractivas, sino por su tremendo talento, tenacidad, y sus apuestas políticas.
Cuando llegué a la Escuela de hip hop de Crew Peligrosos8 me sentía muy rara, pues era la única mujer enfrentada a un movimiento fuerte y agresivo; entonces me preguntaba: ¿cómo ser b.girl sin perder la feminidad? Me inundaba un gran miedo infundido por la familia, y principalmente por la madre, que reitera: “No dejes de ser niña, cuida tu feminidad”. Sí… la voz de mi madre me decía una y otra vez: “No pierdas la inocencia, la delicadeza…”. Necesité de bastante tiempo para entender que en el break dance la mujer también tiene un lugar y no deja de ser mujer. Ahora en la Escuela hay alrededor de 10 mujeres frente a 100 hombres, pero ya sabemos incursionar en esa atmosfera masculina donde nosotras también tenemos un lugar y reconocemos el hip hop como proyecto de vida.
También el hip hop para la mujer es potencia de vida, en barrios marginales donde son bien limitados las oportunidades de educación, el bienestar, el uso del tiempo libre. Parece que entre los 11 y 12 años se suceden en ellas momentos cruciales, pues salen de la protección familiar y descubren la dureza de la calle y buscan un medio para expresarlo. Así lo enuncia Diana Avella,7 quien creció en los “barrios subnormales de Bogotá”: Descubrí el poder del hip hop como potencia de vida, pues cuando él llegó a mí me captura frente a los momentos difíciles de mi vida… Yo iba a cumplir 11 años, cuando mi familia cambia de barrio, y en ese barrio periférico de Bogotá veía en las esquinas grupos de hombres que bailaban break dance; ese movimiento me llama mucho la atención y yo quería aprender a bailar break dance, y ellos me contaban cómo era el asunto, pero obviamente yo de mujer era una gallina que no era capaz de botarme al piso a revolcarme… pensaba en mis rodillas y yo no las iba
Todas las narraciones de las mujeres en el hip hop coinciden en esa primera imagen: un break dance que las reta 8 Este grupo fue creado en 1999, en el barrio Aranjuez, de la Comuna 4 de Medellín, con la intención de buscar una alternativa de vida diferente a la violencia que se vivía en la ciudad. Hoy es un grupo base de proyección nacional e internacional, constituido por 14 jóvenes entre los 14 y 28 años de edad, con una propuesta de carácter sociocultural, fundamentada en la formación artística para niños y jóvenes, enfocada en el rap, el grafiti, y especializada en el break dance.
7 Diana Avella. MC solista. Canción: “El pánico en la esquina”. MC de Bogotá. www. hiphop.es/ maquetas/diana-avella.
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Pero ¿a qué le canta el rap? ¿Cómo sus letras pueden cautivar a una “niña inocente” de 12 años? Bien, el rap canta la vida de barrio, esa cotidianidad dura rodeada de conflicto armado, necesidades básicas insatisfechas y vida dura… Entonces, cómo dejar de ser esa niña inocente, que cree que todo es un juego, justo cuando ve a su alrededor la vida de abandono de los barrios periféricos, de barrios violentos, de barrios en rebusque de vida… En el rap ellas encuentran su medio de expresión; así lo expresa La Fiera:9 Yo comencé escuchando música con los parceros del barrio; mi primer grupo fue Lírica Social, que me obliga a leer poesía urbana… Entonces comencé a escribir mis primeras canciones y doy comienzo a mi vida de solista, pues una mujer underground debe transitar sola y hacerse más fuerte; descubrí que la soledad te acompaña sobre todo.Siempre he sido solista; si bien transito por grupos, no dejo se escribir y cantar mi propia lírica…
Ahora el hip hop es mi forma de vivir, lo necesito para respirar, pues después que mi papá y mi hermanito murieron en un mismo año, necesito resistir en el vacío con hip hop. Diana Avella nos recuerda cómo niñas y adolescentes también crecen en el “Pánico en la esquina”, propio de los barrios populares de las grandes ciudades de Colombia; su rima dice: “pánico en la esquina, barrios subnormales, mosca que aquí muere cualquier personaje, de su vida barrio caliente en las calles… el error fue estar en el lugar equivocado…”. La realidad urbana es ineludible para chicos y chicas, la calle se convierte en el escenario de confrontación para ambos, lugar donde habitan en las calles el pánico, el caos y la violencia urbana. Y para ser rapera en un entorno violento y masculino se necesita redoblar las energías y ser más fuertes que los mismos hombres… pues ellas difícilmente tienen la palabra, y de ellas se espera que sean acompañantes, amigas, novias, esposas… pero raperas, parece una afrenta directa. Esa historia la cuenta Diana Avella:
Foto 6. Jennifer-B.girl. Integrante de Crew Peligrosos. Parque Explora. Encuentro internacional de Hip Hop en la Comuna 4 de Medellín, 2009.
y supera sus posibilidades de movimiento corporal femenino; pero, gracias a la compañía cómplice de amigos y hermanos, se van adentrando en el hip hop lentamente, y reconocen que el hip hop no es sólo break dance; así, y poco a poco, van avizorando su expresión propia, que privilegia el pensamiento, la rima y la composición entre música y realidad urbana; así lo enuncia Shhorai: Yo comencé a ver al hip hop a través de mi hermano; con él escuchaba y veía el hip hop del barrio. A mis 12 años le dije a mi hermano que me grabara un casetcito con música variada de rap… ese casetcito fue mi lugar de iniciación, lo llevaba a todos lados y gracias a sus letras me enamoré del rap, pues me identifiqué con lo que otros escribían y cantaban… Yo nunca me había identificado tanto con un género musical. Me pareció impresionante reconocer que otros estaban contando mi vida en rap, de sentir que otros contaban lo que a mí me pasaba y lo que yo sentía…
A los 12 años yo ya friestaliaba en la esquina del barrio, y sabía que para lograr retar en la calle tenía que escribir mucho, entonces siempre seguí escribiendo y me gustaba mucho recoger memorias, recoger historias, escribirlas, leerlas a otra gente, entonces en el
9 Catalina Gutiérrez A.K.A. La Fiera, incursiona en el hip hop desde 1995; su primer trabajo musical fue Sin miedo a nada, en compañía de músicos de la Orquesta Filarmónica de Medellín. Actualmente elabora su segundo trabajo artístico. www.myspace.com/lafieraund
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Foto 7. La Fiera, MC. Octubre de 2008. rap encontré mi mejor medio de expresión; eso fue el encuentro mágico y romántico de mi vida, porque fue decir, quiero escribir y quiero decirle al mundo lo que pienso y lo que siento y con el rap lo voy a lograr y lo puedo hacer, y encontré el rap, pero ahí fue muy difícil porque en ese entonces aunque había mujeres haciendo rap, no eran visibles en la escena artística, entonces una mujer cantando freestyle no le creían nada, me tachaban de payasada vestida con ropa de hombre… Aun así, yo seguí escribiendo y cantando, yo nunca he parado de escribir desde los nueve años. Cuando me inicié en el rap fue mi novio uno de los que se burló en mi cara de que quisiera ser rapera… en ese momento yo decidí, esto es lo mío, y a pesar de que adoraba a mi amor, me abrí del man.
Foto 8. Mary Hellen. MC de Medellín. Octubre de 2008.
para lograr “el vínculo con la realidad”, donde están “las rimas adecuadas del hip hop”. Así lo expresa el testimonio de Mary Hellen10 Desde muy pequeña la escritura y la formación de versos me inquietaron. A comienzos de los noventa las letras de rap llegan por primera vez a mis oídos y un nuevo pensamiento comienza a gestarse en quien más tarde dedicaría sus días a la interpretación de estrofas de hip hop. Mi primer acercamiento al trabajo musical en grupo fue en 1997, con la propuesta sonora La Nada. Más adelante hago parte de AM Girls, proyecto con el cual desarrollé varias presentaciones en el ámbito local. La partida de mi compañera de grupo tras cuatro años de trabajo tuvo como consecuencia la desintegración del colectivo. Pero el 2000 traería para ella un nuevo sueño: Las Hermanas Calle sería ahora su equipo de trabajo, el cual finalmente también sucumbiría ante las dificultades propias de crear un concepto musical.
Además del conflicto de pareja, la mujer encuentra otros obstáculos para vincularse al hip hop; se trata de un espacio más cercano: su propia familia; el hogar le reitera que debe permanecer en casa, no debe andar sola en la noche por la calle, y sobre todo evitar acompañarse siempre de hombres. La visión familiar afirma que calle y noche son espacios apropiados para los hombres, y a su vez, son dimensiones del peligro para la mujer. Pero en el mundo del hip hop se trata de dos elementos inherentes a ese mundo, indispensables
10 www.myspace.com/myspacecommaryhellen
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Entonces, cómo hacer entender a madres, padres, hermanos, novios, que cuando van a entrenar break dance “no van a revolcarse en el piso para que las vean los hombres”, o a su vez, cuando van a recorrer el barrio para encontrar motivos para sus rimas no están “saliendo a la calle para buscar hombres”, y, por ende, cuando se demoran en el entrenamiento no están “sólo buscando el peligro de la noche”. Son varios los estigmas que la familia y el patriarcado reiteran en las mujeres que quieren abrazar el hip hop como estilo de vida, y a veces deben abandonar la familia y la pareja si quieren hacer del hip hop su vida, pues el peso de la cultura patriarcal nos reitera una y otra vez que hombres y mujeres viven su cuerpo y su vida afectiva escindida por la dualidad de lo santificado/lo prohibido. Pero cada uno lo vive desde dimensiones muy distintas, si se considera la insistencia de los discursos religiosos, que hacen un llamado a la vida casta y pura como dimensión exclusivamente femenina.
y cumplan su única función social: ser madres, hijas, esposas fieles al hogar y a su hombre. En el siglo XXI, parece que el patriarcado se reproduce de una forma muy potente en los medios masivos de comunicación, y todo sucede como si no pasara nada. Si revisamos en general las imágenes femeninas que difunde la publicidad, nos encontramos con una serie de imágenes sexistas y denigrantes de la mujer, sustentadas en la sociedad de consumo, donde su fin es vender, sin importar a qué costo (Mattelart 1982). Allí la mujer puede ser sometida, manipulada, esclavizada, flagelada, al reproducir las imágenes de madre eterna, muñeca siempre dispuesta, animal sin límites, esclava silenciosa. A su vez, el principal público de consumo parecer ser la mujer, según lo enuncian los investigadores Alejandra Walzer y Carlos Lomas (2008): La mujer es un objetivo de impacto prioritario para la publicidad. Los especialistas saben que ellas constituyen el grupo consumidor más importante, numeroso, polimorfo y activo desde el punto de vista de los intereses del mercado: alrededor del 80% del total de las compras son realizadas por mujeres. La mujer se convierte en un `bello personaje’ para el mundo del consumo y esa posición se consolida progresivamente, afirmada en su carácter pluri-consumidor: las mujeres son compradoras de objetos para el consumo personal, para el hogar, para los niños y, en ocasiones, para el hombre. La mujer es destinataria de los desvelos publicitarios y es también personaje de la publicidad. Hay publicidades para mujeres y hay publicidades con mujeres, en las que la mujer cede su cuerpo para la connotación de los productos, tanto si ella es o no es la destinataria directa. La mujer es el gran personaje de y para la publicidad, pero: ¿cuál es la imagen de la mujer que tiende a movilizar, de forma dominante, la publicidad? (Walzer y Lomas 2008, 3).
Creación estética: MC, rapera, b.girl El negocio11 Éste es el negocio que te va a transformar. No tienes necesidad de firmar. Joyas, carros, lujos te puedes dar. Y en medio de la elite vas a brillar. Hablemos de lo que nos vas a entregar. Tu cuerpo abriremos silicona le pondremos. Vomitarás sí, ¡tú! hasta que figura tú consigas, tú... Coro Te mueven. Te venden los demás. Te usan y otras cosas más. Y tú eres el negocio.
El hip hop contiene diversas posibilidades que no pueden ser etiquetables; es necesario cuidar las denominaciones genéricas y tratar de evidenciar el lugar de la diferencia que proponen las mujeres jóvenes. No dejan de ser peligrosas las significaciones simplistas que muestra el mundo del hip hop como un todo coherente y uniforme, borrando las variaciones y sentidos de cada propuesta; variaciones sujetas a las condiciones sociales, económicas, urbanas, generacionales, estéticas, en especial de género. Las expresiones y denuncias de las mujeres en el hip hop no se limitan a enfrentar la dualidad masculino/femenino que las margina, esperando que permanezcan en casa
Si retomamos las representaciones sociales de la mujer en Medellín a través del hip hop, se reconoce también una orientación sexista y denigrante sobre la mujer; así lo menciona Gheena: Pero la imagen de las mujeres en el hip hop comienza a degradarse cuando los medios de comunicación posicionan la televisión por cable; comenzamos entonces a ver algunos canales como MTV, donde pasaban videos de cantantes como Sir Mix-a-Lot y muchos otros; las imágenes que se repetían una y otra vez, eran mujeres negras voluminosas en bikini, meneando las caderas y sumisas al deseo masculino. Así, se difundían sin ningún problemas canciones
11 “El negocio” (fragmento). Canción de rap. Autoras: Gheena y Ana Milena Restrepo, 2009.
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como “Mamá la pinga”… los medios masivos nos llevaron a una degradación de la mujer, ella era sólo un objeto sexual y dispuesta al deseo de los hombres, y por tanto la participación de la mujer en la escena hip hop fue perdiendo valor. Esto se reforzó luego con la influencia de raperos como Snoop Doggy Dogg y Dr. Dre, al promulgar en sus videos el sueño de todo rapero: dinero, fama, muchas mujeres hermosas semidesnudas a su disposición; ese sueño que muchos quisieron hacer realidad, y en cierto modo las mujeres jóvenes tuvieron su participación, pues fácilmente sucumbieron ante las demandas sociales y consumistas de la época, siguiendo a ciegas referentes impuestos desde afuera y reforzados por los medios de comunicación. Entonces, para la mujer hopper se hizo más difícil permanecer en esa escena, pues de un momento a otro era más importante ser bella que talentosa.
Foto 9. La Nana. MC de Medellín, Concierto Semana del Hip Hop. Junio de 2010.
Los procesos rituales de transformación y cambio de rol involucran varios momentos. Un momento de confrontación generacional: la joven comienza una serie de conflictos que la conducen a distanciarse del mundo institucionalizado (escuela, familia, trabajo), para encontrar su propio mundo, el mundo del hip hop. En ellas persiste el contraste entre la vida tradicional y la vida alternativa:
Las hoppers nos recuerdan que la identidad no es algo dado, inherente, inamovible, al ser humano: la identidad es relacional y, por tanto, es algo que se construye en la interacción cotidiana. Una hopper construye su identidad en el encuentro con los otros pares y con la vinculación al mundo hip hop. La hopper inicia un proceso de legitimación de sí misma y de los otros a través de la incorporación, la aceptación y el reconocimiento de los elementos culturales que le ofrece el hip hop. Los elementos culturales del hip hop invitan a la joven a iniciar una relación simbólica consigo misma y con su entorno. Así, a través del break dance, el grafiti, el rap y el dj,12 la joven realiza un entrenamiento constante, una depuración corporal e ideológica que la conduce a la construcción del sentido vital.
Cultura hip hop es una forma de vida distinta a la tradicional, y una mujer hip hop no responde a la estructura tradicional, entonces tiene que enfrentarse a sus propios límites y superarlos, debe desarrollar habilidades desconocidas, se convierte en una mujer combativa que no se conforma. Una mujer hopper también llega a ser muy fuerte, por todos los procesos que tiene que vivir para poder lograr ingresar a la comunidad hip hop y alcanzar el respeto; debe ser un ser humano resistente y fuerte. Una mujer hopper debe ser creativa, porque la sociedad nos mengua la creatividad, y uno con el hip hop la recupera, o con cualquier otra expresión artística que decida, debe ser rebelde porque la rebeldía lo ayuda a uno a sobrevivir.13
La joven comienza a sentir que puede transformar su identidad, descubre que la identidad es algo cambiante y dinámico, y en esa tarea de reconstruirse es guiada por la creación estética. Esa elección enfrenta a la joven a una revisión permanente de sí misma; por eso, en la construcción de su identidad realiza un “trabajo sobre lo ya existente y lo que podría ser [...], es un foco de resistencia frente a la homogénesis (universos de referencia unidimensionales) ya favor de la creación de lo único e irrepetible (procesos de singularización)” (Guattari 1995, 35).
La confrontación generacional, a su vez, involucra varias rupturas: con la institución escolar, con el espacio familiar, con los amigos del barrio. Esas rupturas van haciendo evidente la situación de la hopper no incorporada a los espacios de socialización tradicionales. Natrix expresa las múltiples rupturas que vivió cuando decidió hacerse bailarina de break dance:
12 Se entiende por rap la música que se desprende de la cultura hip hop; comprende el estilo de canto y la base rítmica a cuatro tiempos o pista musical acompañada con sampleos o armonías, que le permiten al cantante o MC (maestro de ceremonia, controlador del micrófono), reconocido popularmente como “rapero o rapera”, expresar sus sentimientos y visiones del mundo a través de líricas de su propia autoría.
13 Natrix, MC solista. Entrevista realizada por Ángela Garcés, diciembre de 2005.
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Culturas juveniles en tono de mujer. Hip hop en Medellín (Colombia)
Ángela Garcés Montoya
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Cuando yo salí del colegio empecé a enterarme realmente de otras cosas que se movían en las amistades, otros intereses, y para mí eso fue una ruptura, una desilusión total frente a ese valor, porque yo pensaba que la amistad de mis amigas era honesta y después me enteré que no; ahí me enteré que había una doble moral en la amistad y una sed de hipocresía. Esa situación se acompaña de un conflicto emocional, porque yo había perdido el año, y cuando ya no hay una identidad fija se ve cómo se comportan con uno en el colegio, entonces cuando ya estoy afuera empiezo a ver rechazo hacia mí. [...] El otro elemento fue más familiar, porque hubo una separación de los vínculos con mi papá: al ya estar grande me decían que ya no podía jugar así con mi papá, que porque estaba muy crecida, entonces yo empecé a alejarme, y cuando lo pensé, lo que hicieron fue alejarme de mi papá, porque ya tenía senos y me estaban creciendo las caderas, ya no podía tener confianza con él.
Foto 10. Dj Boo. Concierto Revolución sin Muertos. Comuna 13. Medellín, 14 de noviembre de 2009.
En ese orden de ideas, es pertinente identificar y reconocer la cultura hip hop como espacio simbólico de pertenencia y adscripción identitaria juvenil, vigente en los sectores populares de la ciudad de Medellín y Bogotá. También puede denominarse una cultura alternativa, en cuanto las hoppers se encuentran al margen de los mecanismos de integración tradicional (escuela, familia, trabajo, religión) y de las formas de consumo masivo (moda, rumba, medios masivos de comunicación).
La creación de sí misma tiene relación con un momento crucial de la vida: enfrentarse a la incertidumbre del ser. De pronto, la joven debe asumir un nuevo rol, y en el barrio sólo encuentra dos caminos divergentes: las armas o la formalidad. La joven se reconoce en la fuerza del contexto que tiene como referente el conflicto armado urbano, y allí encuentra un rol protagónico. Ese llamado provoca una tensión identitaria que confronta el proyecto vital juvenil con el proyecto de vida preestablecido por el mundo adulto, cifrado en estudio, familia, trabajo, guerra.
En el encuentro de mujeres en el hip hop, realizado en la Universidad de Medellín en octubre de 2008, fue posible que las mujeres vinculadas al hip hop confirmaran que sus circunstancias de vida y experiencia en el hip hop eran comunes; logran ver que todas luchan por ser visibles como artistas en un medio masculino; aun así, insisten en recobrar y divulgar su propia voz, y superar el estigma de no ser sólo “damas de compañía en la escena hip hop”. También descubrieron que lamentablemente se encuentran aisladas, pues cada una está en su barrio y parece que las distancias territoriales no les permiten puntos claros de encuentro. Al menos surgieron reconocimientos y propuestas; así lo plantea Gheena:
Conclusiones La emergencia y la visibilización de culturas juveniles en los espacios urbanos de Medellín se relacionan con la aparición de formas de encuentro entre jóvenes que quieren actuar sobre su realidad; para ello, crean ritualidades que marcan el espacio y el tiempo de su cotidianidad y, por tanto, producen una resignificación de la vida individual y colectiva que incide en los diversos procesos de identificación juvenil, marcados por relaciones de diferenciación grupal entre los pares y los otros. En este contexto adquieren relevancia los estudios culturales urbanos, donde las jóvenes adscritas a las culturas juveniles se constituyen en actores y grupos productores de cultura, por sus maneras de entender y asumir el mundo de forma diferencial, por construir redes de sentido propias que se resisten a la homogeneización. Se trata de culturas juveniles vigentes actualmente, que han permanecido en el tiempo y logrado una proyección cultural dinámica y propositiva.
Es cierto que la participación de las mujeres en el hip hop no ha sido fácil; además, es poco reconocida; pero es importante, primero, reconocernos a nosotras mismas y valorar a las pocas que aún permanecen y aquellas que se han ido incorporando con su capacidad de resistir, de perseverar, de trabajar, de ganarse un espacio con sus ideas, pensamientos, potencialidades. Esas mujeres le dejan muy claro a nuestra sociedad que las mujeres podemos tener mucho más cerebro que buenas caderas. 53
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En ese proceso de incorporación y depuración de los estilos artísticos, la joven que se inicia en el hip hop evidencia cómo la identidad necesita exteriorizarse y objetivarse a través de “la compleja relación entre identidad social, prácticas musicales, interpelaciones musicales, narrativas acerca de sí mismo y de los otros, elementos relacionales que permiten avanzar en la comprensión del complejo proceso de construcción identitaria” (Vila 2002, 42).
13. Garcés Ángela. 2002. Ser hombre/ser mujer: vidas separadas en Medellín, 1900-1940. Revista Universidad de Medellín 74: 142-166.
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“El olor nos lleva”:
identidades ecológicas como un proceso de reconocimiento social y cultural de los “recuperadores” en el Relleno Sanitario Regional de Presidente, municipio de San Pedro, departamento del Valle* por Walter Julián Quinchoa** Fecha de recepción: 9 de junio de 2009 Fecha de aceptación: 11 de enero de 2010 Fecha de modificación: 12 de julio de 2010
Resumen El presente artículo describe desde la antropología ambiental y la etnografía el proceso de formación de la identidad ecológica institucionalizada de los “recuperadores” del Relleno Sanitario Regional de Presidente, municipio de San Pedro, departamento del Valle. Se intenta demostrar que los discursos ambientales, al conferir identidades a las personas que trabajan en el relleno sanitario, opacan sus roles, y, en contraposición, el “recuperador” se presenta como aquel actor de la sociedad que discute y reflexiona sobre la pertinencia de su oficio. Estas personas han venido generando procesos identitarios de resistencia o “identidad política” a través de la memoria social frente a políticas regresivas, plasmadas en decretos y leyes como la 1259 de 2008 que se encuentran dentro del marco legal de la Constitución Política de Colombia (1991). En efecto, se plantean alternativas como su organización social para “luchar” por su derecho al reciclaje frente a compañías y empresas multinacionales interesadas en hacer de la “basura” un negocio.
Palabras clave Antropología ambiental, identidad ecológica, política del oficio, reconocimiento social y “recuperadores”.
“El olor nos lleva”:1 Ecological Identities as a Process of Socio-Cultural Recognition of the “Recuperadores” of Presidente Regional Landfill (San Pedro, Valle Department) Abstract By means of environmental anthropology and ethnography, this article describes the formation of the institutionalized ecological identity of the “recuperaters” in Presidente Regional Landfill in San Pedro, Valle Department. It shows how environmental discourses, by ascribing identities to people who work in the landfill, obscure their roles. “Recuperators,” by contrast, openly discuss and think about the importance of their job. They have been forging an identity of resistance, or a political identity, through the social memory of enduring regressive policies, such as law 1259 of 2008, legally permitted by Colombia’s 1991 constitution. In this way, they propose alternatives, such as their social organization, to “struggle” for their right to recycle in the face of a growing interest by domestic and multinational companies in turning “garbage” into a business.
Key words Environmental Anthropology, Ecological Identity, job Policy, Social Recognition and “Recuperators”.
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El presente artículo hace parte de los resultados de la investigación titulada “Identidades ecológicas entre los actores sociales del Relleno Sanitario Regional de Presidente, municipio de San Pedro, departamento del Valle”. El autor agradece la colaboración de los grupos de recuperadores y a los evaluadores anónimos por enriquecer la perspectiva crítica y analítica referente al tema del artículo. ** Antropólogo e integrante del Grupo de Estudios Sociales Comparativos (GESC) de la Universidad del Cauca. Correo electrónico: julianq21@gmail.com 1 This expression is used by the recuperators to show that they have been persecuting the garbage in different landfill.
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“O cheiro nos leva”: identidades ecológicas como um processo de reconhecimento social e cultural dos “recuperadores” no Aterro Sanitário de Presidente, município de San Pedro, departamento do Valle Resumo O presente artigo descreve, desde a antropologia ambiental e a etnografia, o processo de formação da identidade ecológica institucionalizada dos “recuperadores” do Aterro Sanitário Regional de Presidente, município de San Pedro, departamento do Valle. Tenta-se demonstrar que os discursos ambientais, ao conferir identidades às pessoas que trabalham no aterro sanitário, ofuscam seus papéis, e, em contraposição, o “recuperador” se apresenta como aquele ator da sociedade que discute e reflete sobre a pertinência de seu ofício. Essas pessoas vêm gerando processos identitários de resistência ou “identidade política” através da memória social diante de políticas regressivas, estampadas em decretos e leis como a 1.259 de 2008 que se encontram dentro do marco legal da Constituição Política da Colômbia (1991). Em efeito, concebem-se alternativas como sua organização social para “lutar” por seu direito a reciclar diante de companhias e empresas multinacionais interessadas em fazer do “lixo” um negócio.
Palabras chave Antropologia ambiental, identidade ecológica, política do ofício, reconhecimento social e “recuperadores”.
R
grupos humanos,2 en algunas ocasiones descuidando el análisis sobre los procesos de reelaboración y transformación que aquellos grupos humanos realizan de tales discursos y prácticas institucionales.
Un reciclador, un “recuperador” es un maestro en el arte que ejerce. (Hernández 2006)
En Colombia, encontramos el caso local del Relleno Sanitario Regional de Presidente,3 perteneciente a la multinacional Proactiva Medio Ambiente,4 y es particular en el sentido de que los “recuperadores” y/o recicladores5 continúan buscando un proceso de “reconocimiento de distinción” (Todorov 1995), entendido como la diferenciación que se busca en comparación con otros grupos “vulnerados” de la sociedad, lo cual se pudo analizar en cada historia de vida de los “recuperadores”6 y al percibir el olor a perfume que estos actores exhalaban en diferentes espacios sociales. Sin embargo, la empresa administradora del relleno sanitario los expulsó de
ecientemente, la basura y los rellenos sanitarios han cobrado una renovada importancia, no tanto en el ámbito discursivo del ambientalismo sino como una estrategia práctica y real que involucra a los gobiernos y empresarios que se interesan por un problema cada vez más creciente que afecta a ciudades tanto intermedias como grandes. Muchas disciplinas sociales se han ocupado de esta problemática, a tal punto que algunos académicos le conceden ya un estatus de ciencia especializada, calificada como “garbeology” o el estudio de las “basuras” (Rathje y Murphy, citado en Pessel 2006). La basura entra así a constituirse en una fuente de información y, más aún, de conocimiento en muchas sociedades, y en particular, en relación con la gente que vive de este recurso (Gutberlet 2008; Pessel 2006; Scott 2005). En este sentido, el surgimiento de los discursos ambientalistas y la importancia de “reciclar la basura” han generado dinámicas sociales no previstas y que se inscriben en el dominio de las representaciones, las identidades y la importancia económica del oficio. Muchos de los discursos académicos cuestionan a las instituciones en su papel hegemónico y dominante sobre los
2 E.g., Ulloa 2004. 3 El estudio de caso reseñado aquí es el Relleno Sanitario Regional de Presidente del departamento del Valle (situado al suroccidente de Colombia, entre la región Andina y la región del Pacífico). Localizado en la vereda de Arenales, corregimiento de Presidente, municipio de San Pedro, el cual está ubicado al noroccidente del departamento del Valle (ver el Mapa 1). 4 Se trata de una firma latinoamericana que llegó aproximadamente en los años ochenta a territorio colombiano, y en 1997, al corregimiento de Presidente, en el departamento del Valle. 5 A lo largo del artículo se empleará el concepto “recuperador(es)” y/o reciclador(es) aludiendo a los géneros masculino y femenino. 6 Este artículo se basará en los testimonios de Ricaurte Loaiza, Libia Bautista, y Edilma Betancourt, Enrique Olaya, Nelly Cuero, Yesenia Gutiérrez y Aldemar Hernández, fundadores de las cooperativas Pioneros y Nuevo Milenio, respectivamente.
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“El olor nos lleva”: identidades ecológicas como un proceso de reconocimiento social y cultural de los “recuperadores” en el Relleno Sanitario Regional de Presidente, municipio de San Pedro, departamento del Valle Walter Julián Quinchoa
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este lugar en diciembre de 2008, dando cumplimiento al artículo 86 del Decreto 1713 de 2002 (Ministerio de Desarrollo Económico), el cual prohíbe su trabajo en los rellenos. Hay que recordar que en 1991, debido al desempleo, un grupo de veintitrés personas empezó a trabajar con residuos sólidos7 de modo independiente. Después de establecer el relleno de Presidente en 1997, los “recuperadores”, que proceden de diferentes partes del departamento del Valle, e.g., Buga, Buenaventura, Cali, Candelaria, Cerrito, Palmira y Pradera, decidieron integrarse en tres cooperativas: Pioneros, Nuevo Milenio y El Progreso, como una estrategia para enfrentar colectivamente la visión peyorativa que algunas entidades, funcionarios y personas de la sociedad en general han tenido sobre ellos.8 Además del decreto anterior, se encuentra la Ley 1259 de 2008, que prohíbe la recuperación de residuos sólidos en las calles (Congreso de la República 2008). Este marco reglamentario ha fomentado la “privatización” del oficio del reciclaje e incentivado el cierre de los “botaderos”9 de los municipios del Valle, como El Carmelo, Palmira, Pradera, y el de Navarro, en Cali. Esta situación vislumbra el desconocimiento de todo un proceso de organización social que familias enteras de “recuperadores” han llevado a cabo en las últimas décadas, y que, como dirían ellos, les “niega el medio ambiente y vulnera el derecho al trabajo” (Cooperativa Pioneros 2010). En este orden de ideas, este artículo pretende demostrar que muchas de estas medidas legales, así como los análisis discursivos pretendidamente críticos sobre la institucionalidad, en algunas ocasiones oscurecen la dinámica de sinergia que los grupos humanos establecen a partir de los discursos institucionales sobre el ambientalismo. Se trata de validar un proceso re-creativo mediante el cual un grupo de personas, al retomar un discurso institucionalizado, logra establecer su propio proceso de “identidad de trabajo” (Snow y Anderson 1987; Snow y McAdam 2000), debido a que los “recu-
Mapa 1. Localización del Relleno Regional de Presidente en el municipio de San Pedro, departamento del Valle. Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi 2004. Modificado por Marcela Paredes y Jorge Pinzón (2009).
peradores” son congruentes entre lo que dicen y hacen con respecto al reciclaje; al tiempo que se constituye dialécticamente en una estrategia de defensa contra cierta forma de institucionalidad que facilitó dicho resurgimiento. En este sentido, el objetivo del presente artículo, asumiendo una perspectiva histórica, es analizar los aspectos sociales-culturales que intervienen en el proceso de reconocimiento de la labor de los “recuperadores” desde los testimonios y la “memoria social” (Watchel 1999) de los actores sociales en el escenario de un relleno regional en particular. Así mismo, se trata de reconocer al “recuperador” como aquel sujeto acti-
7 Refiere a “cualquier objeto, material, sustancia o elemento sólido resultante del consumo o uso de un bien en actividades domésticas, industriales, comerciales, institucionales, de servicios, que el generador abandona, rechaza o entrega y que es susceptible de aprovechamiento o transformación en un nuevo bien, con valor económico o de disposición final” (Ministerio de Desarrollo Económico 2002). 8 El artículo se centrará en los dos primeros grupos que actualmente existen, y en representación de Proactiva se basará en los testimonios de las trabajadoras sociales y el jefe de grandes generadores. 9 La noción de “botadero” ha sido reseñada como el “[…] lugar donde el municipio o, en general la comunidad, deposita sin ninguna restricción ni cuidado sus residuos sólidos domésticos, comerciales, institucionales, hospitalarios e industriales, peligrosos y no peligrosos” (Collazos 2000-2001, 3).
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vo de la sociedad que subsiste de lo que denominamos “basura” y que se adapta a este trabajo por ser su oficio, y se pretende demostrar cómo estas cooperativas de “recuperadores” expresan un reconocimiento de su trabajo, que históricamente se ha venido reconfigurando a través de distintas generaciones, permitiendo apreciar su posición, valoración y condición como “sujetos ambientales”, pues son “personas quienes han venido a actuar y pensar nuevas formas en relación con el medio ambiente” (Agrawal 2005a, xiv; 2005b). Derivado de lo anterior, se propone responder los siguientes interrogantes: ¿Cómo se ha originado históricamente el reconocimiento social de los recicladores en el caso del Relleno de Presidente? Y, siguiendo este razonamiento, ¿Qué tipo de reconocimiento mutuo se ha configurado a partir de la labor cotidiana por parte de estos actores sociales frente a otros oficios? En correspondencia con este fundamento sobre el reconocimiento, ¿Cuál es la perspectiva social de la empresa que administra el relleno sanitario sobre los “recuperadores” y cómo coincide o diverge de la perspectiva social de los miembros de las cooperativas? Estos interrogantes se abordarán desde una perspectiva sociohistórica y cultural valorando diversos enfoques teóricos, especialmente aquellos que resultan de la discusión sobre la construcción de identidades ambientales o ecológicas (Agrawal 2005a y 2005b; Ulloa 2004 y 2005), donde los sujetos forman parte de un entorno social que, como individuos, los va reestructurando a través de procesos de identidad colectiva y de socialización (Berger y Luckmann 1966; Byron 1998; Gecas 2001; Snow y Anderson 1987; Snow y McAdam 2000; Snow, Oselin y Corrigall-Brown 2005; Strykes 2001). Se trata, en últimas, de tomar la categoría del “recuperador” y su oficio (reciclaje) como eje central, tratando de desbordar la importancia y perspectiva histórica del servicio de aseo en Colombia, que ha sido asumido exclusivamente en función de los aspectos higiénicos y sanitarios (Collazos 2000-2001; Lizarazo 1997), desconociendo los factores sociales-culturales de los “recuperadores”.
constitución del reconocimiento como “recuperadores” y/o recicladores, y el valor de las metáforas relacionadas con los sentidos (e.g., “el olor nos lleva”), y sus experiencias en el desempeño de la consolidación de dicho reconocimiento, aspecto poco estudiado en las disciplinas sociales en Colombia. En segundo lugar, presentamos una aproximación a los antecedentes de las investigaciones sobre el tema ambiental que aluden a los “recuperadores”, los alcances y limitaciones de estos análisis, y cómo nuestro caso hace un aporte significativo en las discusiones sobre la cuestión del reciclaje y los sistemas de representación que se adscriben al mismo. En tercer lugar, se describe y analiza el caso del Relleno Sanitario Regional de Presidente y su singularidad en la revisión del problema conceptual, y las implicaciones que este caso tendría en los estudios sobre el reciclaje. Finalmente, concluimos con algunas consideraciones sobre las representaciones, el reconocimiento sobre el trabajo, la necesidad de defender el oficio como arte y su lugar en la sociedad y las tendencias de análisis para futuras investigaciones en las cuales diferentes disciplinas podrían hacer aportes relevantes en esta dirección.
Antropología ambiental: ecogubernamentalidad y en Presidente
“recuperadores”
En las últimas décadas, la importancia de los estudios ambientales en la antropología se ha intensificado, en la medida que han sido acentuadas las problemáticas de esta naturaleza. En esta relación entorno-género humano, la cultura (y en ella los antropólogos como intérpretes de este concepto) empezó a cumplir un papel fundamental, que de manera integrada se articulaba con los procesos adaptativos en diversas sociedades (Harris 1993; Sahlins 1993; Steward 1993; White 1993). Más recientemente, Milton (1997) plantea que la importancia de la antropología ambiental radica en estudiar el rol de la cultura en los ecosistemas teniendo en cuenta el discurso ambiental contemporáneo, y que existe la necesidad de que las políticas públicas sean direccionadas de forma distinta para los diferentes grupos sociales. Ulloa (2005, 90) señala que “la tendencia de los discursos ambientales [es] clasificar al otro como una entidad total, borrando las diferencias internas, hecho que lo singulariza, pero a la vez lo universaliza como una verdad evidente”. Un ejemplo de esta singularidad se dio a finales de los años ochenta y noventa, cuando los discursos ambientales empezaron a referirse a los “recuperadores del medio ambiente” como fuente de investigación, desconociendo la importancia y
Por consiguiente, el artículo se divide en cuatro secciones. En la primera parte analizamos las tensiones y el problema conceptual de identidades ambientales o ecológicas y la “ecogubernamentalidad” (Ulloa 2004). Aquí discutimos la pertinencia del manejo conceptual desde el punto de vista de los actores sociales.10 Desde una perspectiva de la “antropología de los sentidos” (Classen 1993) y la etnografía, describimos aspectos de la 10 Es preciso señalar que las nociones de la gente se encuentran entre comillas para diferenciarlas dentro del texto.
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je; que el PGIRS aboga por los “recuperadores” organizados en cooperativas, y la Ley 454 de 1998 promueve la cultura ecológica y la definición institucional de lo que “es” un “recuperador”, a saber: “persona natural o jurídica que con fines económicos o ambientales realiza labores correspondientes a la actividad de recuperación de los materiales y residuos sólidos depositados en las basuras” (Orozco 1997, s. p.). Estos antecedentes y la anterior definición, al ser incorporados dentro de la legislación ambiental, están reconociendo una “identidad de trabajo” (Snow y Anderson 1987; Snow y McAdam 2000) como “sujetos ambientales” (Agrawal 2005a; 2005b), y se suma que hoy en día la categoría reciclador, desde una perspectiva institucional, ya no tiene el sentido peyorativo que se le dio en otros tiempos. Actualmente, esta categoría abarca lo industrial, los investigadores sobre el tema de reciclaje, las organizaciones de recicladores y los prestadores del servicio público de aseo (Ministerio del Medio Ambiente 2000). Por lo tanto, la discusión desde lo local radica en que los hoy llamados “recuperadores del medio ambiente” reclaman ser “recicladores” porque existe un legado histórico: desde los años sesenta vienen recuperando materiales en diferentes “basuros”, botaderos, “muelles” y rellenos sanitarios,11 tarea que se resume en metáforas como “el olor nos lleva”, la cual explicaremos más adelante. Por ejemplo, Ricaurte Loaiza y Libia Bautista se reconocen como recicladores de las primeras generaciones en Buga y han sido líderes de la organización social Pioneros, y respecto al nombre nos contaron que la denominaron así porque en Inglaterra existieron los Pioneros de Rochadle, la primera cooperativa en conformarse en el mundo, y como ellos iniciaron su proceso en Buga, decidieron adoptar este nombre. Relatan que de inicio a fin cumplen un rol relevante en la recuperación y transformación de los materiales, y de ahí su reconocimiento como recicladores. Aspecto que hace parte de su “identidad política”, debido a que es una “reivindicación política, más que una petición personal” (Ryan 2005, 393), y desde su memoria tanto individual como social, se contrapone a la intencionalidad de ser reconocidos frente a otros grupos o a decretos como el 1713 de 2002 (Ministerio de Desarrollo Económico) y, recientemente, a la Ley 1259 de 2008 o Comparendo Ambiental.12
complejidad que para estos actores sociales tiene reconocerse como recicladores en un sistema excluyente en muchos aspectos. Para entender y comprender el reconocimiento como “recuperador” y/o reciclador debemos analizar algunos conceptos y antecedentes de los rellenos regionales en Colombia. Iniciemos por Foucault, que define la “gubernamentalidad” como “el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esta forma tan específica, tan compleja, de poder, que tiene como meta principal la población, como forma primordial de saber, la economía política, como instrumento técnico esencial, los dispositivos de seguridad” (Foucault 1994, 195). Para Ulloa (2004), esto ha generado una forma específica de gubernamentalidad, planteada por ella como la “ecogubernamentalidad”, entendida como “todos los proyectos o prácticas que intentan dirigir a los actores sociales a comportarse de una manera particular y hacia fines específicos, en los que la política gubernamental es sólo uno de los medios de regular o dirigir dichas acciones” (Watts, citado en Ulloa 2004, xlii). A partir de la Constitución de 1991 “se dio inicio al proceso de construcción de una suerte de identidad ecológica nacional basada en [la] riqueza biológica” (Ulloa 2007, 301). Y sobre los recicladores tuvo sus efectos, pues quedaban atrás los nombres despectivos con los cuales se conocía a los recicladores, para denominarlos “recuperadores del medio ambiente”. Ulloa señala que “el símbolo de ‘reciclaje’ se ha convertido en una imagen universal de la consolidación de la ecogubernamentalidad” (Ulloa 2004, xli). Así, Colombia “ha sido incorporada a los procesos internacionales gubernamentales que envuelven una determinada ecogubernamentalidad y siguen una verdad específica de lo que se tiene que hacer en relación con el medio ambiente” (Ulloa 2007, 301). Esto ha ido en contra del reconocimiento de los “recuperadores” como “sujetos ambientales” (Agrawal 2005a; 2005b), pues se les desconocen sus conocimientos locales, su legado histórico, se les vulnera su derecho al trabajo y no se les cumple lo acordado en la normatividad ambiental colombiana. Lo que muchos actores institucionales han olvidado es que los rellenos regionales se crearon en la década del noventa con la idea del reciclaje, fomentados a partir del Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos (PGIRS) (Ministerio del Medio Ambiente 1997), con el fin de manejarlos en conjunto entre las empresas de aseo y los “recuperadores” organizados en cooperativas; que la Ley 511 promulga el día nacional del reciclador y el recicla-
11 “Basuro” o “muelle” son expresiones usadas por los recicladores, y refieren a los lugares en los que se depositan las basuras, mucho antes que se comenzara a hablar técnicamente de botadero o relleno sanitario. 12 Hipotéticamente, se puede señalar que este Comparendo tiene algunos antecedentes, pues, según Murillo, “[…] esta labor [recuperación de materiales] está por fuera de la ley, prohibida por disposiciones del Ministerio de Salud, como por la Policía” (Ministerio del Medio Ambiente 1997, 22); aspecto que aún está por profundizar.
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A pesar de este reconocimiento social, en el caso local de Presidente se presentan tensiones entre ellos y la multinacional Proactiva. Por lo cual fue necesario tener en cuenta las perspectivas de las trabajadoras sociales del relleno sanitario como intermediarias entre estos actores sociales, y, a partir de ahí, conocer cómo influye su discurso ambiental en el reconocimiento de los “recuperadores”. Lo anterior permite entrever que “las instituciones son vistas como gobiernos o reglas de sistemas creadas por individuos en busca de promover o proteger sus propios intereses. Aunque las instituciones regulan y constriñen a los individuos sobre algunas condiciones, por tanto, reconocen que sus metas pueden ser más efectivas a través de la acción institucional”13 (Scott 2005, 410).14 Este aspecto fue tenido en cuenta, en cuanto los “recuperadores” que lograron trabajar dentro de este relleno sanitario consolidaron tres cooperativas en un acuerdo negociado con Proactiva. Sin embargo, este proceso de organización social-cultural permite observar los cambios ocurridos, particularmente, en las definiciones que los actores sociales del relleno han venido experimentando sobre su oficio y, por consiguiente, sobre ellos mismos: “no somos recicladores, desechables, indigentes ni locos. Somos recuperadores” (Aguirre 2005, s. p.).15 Esta afirmación podría suscitar interrogantes acerca del reconocimiento de estos actores. No obstante, el uso del concepto “recuperador” y/o reciclador tiene una historia, y como tal nos sitúa en una perspectiva dinámica en la forma como diferentes generaciones la han entendido y se la han apropiado. Por ejemplo, conocer la historia del grupo Nuevo Milenio tiene un antecedente relevante, y es que no es la primera vez que sus integrantes han pertenecido a una cooperativa, debido a que algunos “recuperadores” vienen del famoso “basuro” de Navarro, en Cali. Generalmente, para este caso específico, los recicladores de Nuevo Milenio son los que desde las décadas de los setenta y ochenta han recuperado materiales. Es por esto que la dinámica de la gente de Nuevo Milenio coincide con la experiencia de los “botaderos” del departamento del Valle, como Navarro, El Tiple, Gorgona, La Virgen y Presidente.
1995), que cada actor social establece frente a otros; entendiendo como otros actores sociales a instituciones como Proactiva Medio Ambiente, alcaldías municipales de San Pedro y Buga, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) o el Estado. En otros casos, y más referido a generaciones precedentes, el reconocimiento en su momento histórico no fue ineludiblemente una necesidad tan acuciosa como en el presente, cuando la “basura” recientemente ha adquirido un valor económico. En otras palabras, nuestro argumento es que los cambios en el valor semántico asignado a la “basura” han redimensionado el valor del oficio de reciclador. Si se quiere, y resignificando el sentido atribuido por Marx, se ha pasado de un valor de desuso dado a la basura a un valor de cambio ecológico. Por estas razones, y dadas las características del caso local en Presidente, es que el “proceso de identidad” (Snow, Oselin y Corrigall-Brown 2005) o como lo llamaría Ulloa (2004, 169), de construcción de identidades ecológicas, requiere que “no sea vista como una categoría fija, sino como un proceso relacional y en negociación con identidades que han sido históricamente conferidas por otros”. En este sentido, el reconocimiento de los “recuperadores” debe ser analizado junto con los encuentros entre ellos, las instituciones antes mencionadas y empresas del servicio de aseo, ya que repercuten en el proceso de reconocimiento del oficio, y sobre su identificación como “recuperadores”. Estos aspectos son los que han contribuido al reconocimiento como “recuperador” y/o reciclador dependiendo del lugar en que se encuentren. Así, la identidad ecológica y/o política es empleada en ciertos espacios institucionales y frente al Estado para denominarse “recuperadores”. Sin embargo, al entablar conversaciones con ellos, algunos se autorreconocen como recicladores porque desde los inicios en este oficio fueron conocidos como tales. El concepto “recuperador”, entonces, es asimilado por algunos como una representación válida para ellos porque el de reciclador podría estar estigmatizado. Este proceso de identidad ecológica y/o política es un aspecto complejo que amerita más investigaciones. Agrawal afirma lo siguiente: “mucho del debate filosófico-político sobre la formación de sujetos procede como si ellos emergieran y existieran independiente de una historia, política, y el campo social” (2005b, 180), y así se vuelve irrelevante este tema a la hora de estudiar la formación de los “sujetos ambientales”. Aún más crítico, se puede deducir que con la denominación “recuperador”, impuesta desde los discursos ambientales, se tiende a negar un legado histórico de memoria social y de los diferentes roles que los recicladores han venido cumpliendo desde
Así, puede ser que generaciones recientes asuman una forma de “reconocimiento de distinción” (Todorov 13 Esta tendencia es parecida a la aplicada a los análisis sobre el Estado, donde se llama la atención de superar la estructura para dar lugar a una mejor atención sobre las prácticas, procesos y realizaciones de los actores involucrados en esas estructuras, notándolos más como parte de ‘constructos culturales’, como diría Geertz (Delaney 2005; Hansen y Stepputat 2006; Kurtz 2001; Trouillot 2001). 14 La traducción es del autor. 15 El énfasis es del autor.
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ciudad” (Jaramillo 2003, 225). Particularmente, los olores a perfume permitieron identificar que se trataba de unos actores diferentes, o ¿acaso alguna vez habíamos imaginado este olor en un “recuperador”? No. Cabría preguntarse si las prácticas culturales y sociales, aquellas del baño después de trabajar, y en otros espacios sociales que analicé (encuentros deportivos, entrevistas, reuniones, etc.), son factores que implican aceptación de parte de las personas que interactúan y el “reconocimiento” en sus lugares donde residen. Para aproximarnos a una interpretación de este aspecto, fue necesario tener en cuenta los roles culturales que cumplen los sentidos en la recuperación de materiales y en las relaciones sociales del “recuperador”.16 Para finalizar estos dos apartados, se debe destacar la importancia, para los análisis de los grupos sociales, del problema conceptual del reconocimiento del “recuperador” y/o reciclador en su más amplio sentido, su estructuración en la interacción espacio-tiempo y su relación con las instituciones que desde otros ámbitos generan discursos que son resemantizados por los “recuperadores” en un contexto local. Así, demos paso a un estado de la cuestión sobre el tema “recuperadores” desde una perspectiva socioambiental, y que reivindica los anteriores argumentos e ilustra la metáfora anteriormente señalada.
décadas atrás, mucho antes que “la política de las empresas colocara a la basura de moda” (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca 2005). Veamos en el siguiente apartado otros aspectos del reconocimiento de estos actores sociales que deben considerarse a la luz de diversos trabajos de campo desde la antropología u otras disciplinas sociales.
El reconocimiento del recuperador desde la antropología de los sentidos
Hasta ahora no se ha abordado el tema de los olores y su relación con el autorreconocimiento de los “recuperadores”; por el contrario, el reconocimiento sobre estos actores sociales proviene de perspectivas ambientales, ingenieriles, institucionales, jurídicas, literarias, sociológicas (Álvarez y Torres 2003; Caicedo 1997; Corte Constitucional 1993; González et al. 1996; González 1997; Hernández 1997; Ministerio del Medio Ambiente 1997; Murillo 1997; Osborn 1993). Este aspecto llamó la atención en el trabajo de campo (2006-2007) desde la “antropología de los sentidos” (Classen 1993) porque estos actores sociales en sus respectivas casas “olían” y se sentían diferentes, utilizaban perfume como parte de la cotidianidad que existe en otros espacios sociales para también sentirse “otros” que, en términos teóricos y conceptuales, diríamos, ejemplifican su “reconocimiento de distinción” (Todorov 1995). Éste fue el caso cuando visité a Miguel Bautista (q.e.p.d.), quien, luego de haberme concedido una conversación en la plataforma del relleno sanitario, me invitó a su casa. Cuando llegué al barrio Alto Bonito, donde residen estas personas en Buga, su olor me impresionó, pues un aroma muy particular se antepuso al sentido de la vista. Esta percepción sensorial de inmediato hizo pensar que a lo largo del trabajo de campo la observación no iba a primar sino que estaría balanceada con el sentido del olfato. Así, había trascendido aquello que estaba escrito sobre el reconocimiento de los “recuperadores”, pues su olor fue percibido, y, además, algunas afirmaciones en torno a su oficio fueron analizadas y reflexionadas porque tienen relación con este sentido. Al respecto, Edilma Betancourt y Nelly Cuero, recuperadoras de Nuevo Milenio, contaron que se establecieron en el relleno de Presidente porque “las basuras de Palmira vinieron, y como el olor nos lleva”, entonces decidieron trabajar en este lugar. Esta metáfora se relaciona con la descrita por Jaramillo en su texto, pues habla de “perseguir la basura”, la cual define como “continuar como reciclador en los diferentes sitios donde históricamente se efectuó la disposición final de la basura en la
Hacia una revisión crítica sobre los estudios de los “recuperadores” en Colombia En la mayoría de trabajos sobre recicladores en Colombia se encuentran dos líneas de investigación: por un lado, unos son enfáticos en describir la creación, logros y alcances de las cooperativas desde el trabajo social, la administración de empresas, la jurisprudencia (Álvarez y Torres 2003; Ariza 2000; Cooperativas Recuperadores Verdes 1996; Guio y Ochoa 2004; Meza 1998; Troncoso 1980; Vargas 1990); y de otro lado están las investigaciones antropológicas sobre los recicladores y los “trabajadores de la basura”, las cuales son escasas, y las pocas que existen se reducen a trabajos de pregrado, y poco valor le conceden a la literatura especializada, especialmente en el campo subdisciplinar de la antropología ambiental. Más aún, no se ha realizado una genealogía del concepto “recuperador” y reciclador, por lo cual no son estudiados desde las voces locales. Este artículo no pretende establecer su genealogía pero sí realiza una aproximación teniendo en cuenta lo señalado por Gómez y Zárate (1997) sobre estos conceptos. Ellas perciben estratégico el uso del 16 Ver Classen 1993.
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además, los proyectos que se plantean por parte de las instituciones enfatizan más en lo técnico (rellenos sanitarios) que en lo social (recicladores). Por esta razón, afirma que se han organizado en cooperativas para cambiar su imagen y luchar contra la ley de la violencia y la ley del más fuerte. Hernández (1997) habla en todo su artículo coherentemente de “recuperadores” pero no tiene en cuenta las voces locales de estos actores y su posicionamiento como tales. González (2002) conjuga en su investigación las visiones de los mismos actores sociales acerca del reciclaje, y desde la teoría antropológica aborda la adaptación cultural. Esta autora afirma que el reciclaje es fuente de movilidad a partir de los inicios del setenta, y que empieza con las familias.
concepto cadena de reciclaje, “la cual implica mantener la diferencia conceptual entre recuperadores y recicladores, para evidenciar el papel de cada cual en la cadena” (Gómez y Zárate 1997, 138). Esto suscita algunas dudas, pues esta afirmación conduciría a la negación como “sujetos ambientales” (Agrawal 2005a y 2005b) y de su “identidad de trabajo” (Snow y Anderson 1987; Snow y McAdam 2000), basados en su legado histórico, que familias enteras dedicadas al reciclaje han llevado a cabo en los rellenos sanitarios en Colombia. Es decir, si no se les reconoce que son recicladores, en cierta medida estos actores sociales perderían importancia en el reciclaje, pues se les opacan sus roles en todo este proceso y se tendría en cuenta solamente el aspecto técnico de la recuperación de materiales. Es por estas razones que resulta importante tener en cuenta la construcción de la identidad ecológica y/o política de los “recuperadores” y/o recicladores para no retroceder en su reconocimiento social, sino, por el contrario, avanzar paulatinamente hacia su consolidación.
Analizados estos trabajos e investigaciones, se puede afirmar que es necesario dar paso a estudios donde el “recuperador” no sea un actor externo, sino que se indague su interacción con los discursos ambientales e instituciones bajo el concepto “ecogubernamentalidad” propuesto por Ulloa (2004). En este sentido, debemos apostarle a abordar los aspectos técnicos y/o tecnológicos de los proyectos regionales sobre la construcción de los rellenos sanitarios conjugando las voces locales de los “recuperadores” como actores fundamentales en los ámbitos socioambientales de la sociedad colombiana (Gutberlet 2008; Viana 2003). Pasemos entonces a analizar las tensiones que se generan en torno al reconocimiento social, tomando como referencia el proceso histórico de los “recuperadores” y del Relleno Sanitario Regional de Presidente.
En efecto, a los “recuperadores” les es difícil escapar de la ecogubernamentalidad, la institucionalidad y la reglamentación que intentan regular su oficio y la actividad del reciclaje; sin embargo, para este propósito estos aspectos manifiestan un modo particular de percibir y controlar los grupos sociales. Esta premisa nos conduce al documento expedido por el Ministerio del Medio Ambiente (1997), el cual postuló una Política para la Gestión Integral de Residuos, en la que se encuentra el concepto “recuperadores” definido desde una perspectiva legal, jurídica y técnica. Cabe aclarar que no es el primer estudio en el que se habla en estos términos, ya que González et al. (1996), Caicedo (1997), Gómez y Zárate (1997), Hernández (1997), Murillo (1997), Ministerio del Medio Ambiente (1997), realizan una aproximación sobre los conceptos de “recuperadores” y recicladores, sin diferenciarlos. Salcedo (1994 y 2000) analiza un antecedente relevante como la migración campo-ciudad, en tanto los trabajos sobre “recuperadores” en Colombia parten de la misma hipótesis. Esta antropóloga inicia su trabajo de campo en los años ochenta, en Bogotá, específicamente en la calle conocida como “El Cartucho”, con los denominados recolectores nómadas. La unidad de análisis en todo su proyecto es el cuerpo, debido a que las prácticas móviles hacen énfasis en ir más allá de un trabajo social o un estado sociológico; y va en contra de argumentos simplistas o estereotipos que se encuentran sobre los cartoneros. Por su parte, Mejía (1996), presidente de la Asociación de Recicladores de Bucaramanga, en su artículo señala que la “cultura del trabajo” ha sido desconocida por parte de la sociedad que los rodea, y,
La organización de los “recuperadores” frente a la multinacional Proactiva Para abordar un tema como la organización social fue necesario acudir a la memoria colectiva (Watchel 1999), basada en los relatos de los “recuperadores”, haciendo énfasis sobre sus visiones derivadas de permanecer largas horas dentro del Relleno Regional de Presidente. Desde lo metodológico, se estableció a través de los relatos un antes y un después de la llegada de la multinacional Proactiva y el establecimiento de este relleno regional. En este sentido, Wright (1997, 21) afirma que los “grupos sociales desarrollan su propia visión del mundo, un estilo de pensamiento distinto, el cual sostiene sus patrones de interacción”. Aplicado en este caso, los funcionarios de la empresa de aseo tienen que cumplir como miembros de Proactiva con el trabajo social que media entre ellos y los “recuperadores”. No obstante, estos actores tienen otra forma de reflexionar 62
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sobre lo coyuntural que sucede en el relleno, su oficio y su organización social. El trabajo social de la empresa surgió a principios del año 2000 como requisito por parte de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) y como intermediario de los problemas sociales y ambientales que en principio generó el establecimiento del relleno sanitario. En conversación sostenida con Amparo Quintero,17 señalaba que: “nuestro decir es toda la basura es nuestra porque es [dinero] para nosotros”. En este sentido, este valor compartido alrededor de un referente como la basura articula diferencias cognitivas y axiológicas. Resulta de interés que los “recuperadores” hayan aportado al conocimiento de la clase de materiales a recuperar, para que Proactiva los dé a conocer a las demás empresas recicladoras. De esta manera, los “recuperadores” contribuyen con los “puntos ecológicos”, que no son más que la recuperación en la fuente, es decir, una de las aplicaciones del PGIRS. El relleno de Presidente, a lo largo de sus diez años de historia, ha contado con cuatro trabajadoras sociales que han contribuido a la formación de una conciencia ecológica que, si bien puede estar relacionada con la manifestada por los recicladores, aparece de manera distinta y más articulada con una estructura de poder. Ulloa señala que el surgimiento de esta conciencia puede considerarse como “una nueva formación discursiva”, de acuerdo con el concepto foucaultiano de discurso, “que produce un grupo de oraciones que proveen un lenguaje para hablar acerca de –una manera de representar el conocimiento acerca de– los actores ‘ecológicos` y el ambiente” (2004, xl).
dores. La segunda razón es que los rellenos sanitarios, por lo general, han contado con trabajadores sociales, y no, como sugeriría Collazos (2001), con sociólogos y antropólogos, cuyo rol podría ser la investigación de los aspectos sociales y culturales en torno al oficio del reciclaje. Por otro lado, los testimonios y la práctica de las trabajadoras sociales tienen la característica de relacionarse con la convivencia, la solidaridad, el respeto y la autoestima, aspectos que hacen parte de la estructura de la pertenencia social (Snow, Oselin y CorrigallBrown 2005); características que son prioritarias para el trabajo social. Éste ha llevado a que los “recuperadores” participen en las Juntas de Acción Comunal y a que por fuera del relleno exista un reconocimiento sobre estos actores sociales. Lo paradójico del caso frente al reconocimiento del proceso de organización por parte de la multinacional Proactiva es que los recicladores no sienten la misma complacencia que ella, pues esta multinacional está desconociendo su proceso de organización social que han tenido que vivir ambos grupos de recicladores, los cuales serán descritos a continuación a través de la metáfora implícita “el olor nos lleva”.
Pioneros y Nuevo Milenio: un proceso de organización social en
Presidente
No se puede describir la historia local de cada organización tomándola como una sola porque, si bien ambos grupos se reconocen como recicladores, tienen una trayectoria diferente en cuanto espacio-tiempo. Collazos (2001) plantea que no es humano que los “recuperadores” deban trabajar dentro de los rellenos sanitarios, y agregaría que tampoco lo es el hecho de que “ello(a)s tengan que perseguirla [la basura]”, o ¿acaso no es sugestiva la afirmación “el olor nos lleva”? Conozcamos las historias locales de los “recuperadores” antes y después del establecimiento del relleno de Presidente, que ilustran mejor esta aseveración.
Cuando se realizó trabajo de campo, una de las primeras impresiones que la trabajadora social relató fue la dificultad de enfrentarse con la basura a poca distancia y lo complejo de trabajar con los “recuperadores”, pues, en términos generales, se resisten a las actividades que programan en el relleno. En efecto, se propuso la pregunta: ¿Cuál era la visión de los “recuperadores” frente a ellos mismos? Sobre lo cual aseveró: “la visión frente a ellos mismos era causar terror a la otra gente, de pronto como mecanismo de defensa para sentirse bien o al menos no tan rechazados; era causar miedo”.18 Sin embargo, desde la perspectiva de los “recuperadores”, el trabajo social debe cumplir el rol para la empresa y no para ellos; de aquí se deduce la catalogación como intermediaria. Esto resulta significativo, por dos razones: la primera es que el rol que cumplen ellas ha sido justamente el de intermediación entre actores institucionales y recicla-
El caso de la cooperativa Pioneros nos remonta a finales de 1992, cuando se promulgó el Programa de Reciclaje de la Fundación Social,19 el cual extendió a todo el país el sacerdote jesuita Hernán Umaña, quien auspició este programa, que consistía en organizar los “recuperadores” en la forma “primaria” de cooperativismo en el ámbito nacional. Este proceso era promovido por el Departamento 19 La Fundación Social, “desde el punto de vista jurídico [es] una entidad civil, sin ánimo de lucro, de utilidad común, de carácter fundacional”. Su principal objetivo pretende cambiar las causas que generan pobreza en Colombia (Fundación Social 2010). En 1986 decidió trabajar en la organización de los recicladores en casi todo el territorio nacional (Asociación Nacional de Recicladores 2010).
17 Jefe de grandes generadores. Palmira, 25 de mayo de 2006. 18 Yudy Alvarado, trabajadora social. Presidente, 11 de mayo de 2006.
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Administrativo Nacional de Cooperativas (Dancoop). La Fundación Social requería de la colaboración de las alcaldías de los municipios, en tanto el proceso de organización social y cultural de los “recuperadores” hasta ese momento era incipiente. Entonces, gracias al conocimiento previo de la Ley 142 de 1994,20 y debido a que se creía que con su aplicación quedarían por fuera los “recuperadores” de los rellenos sanitarios, fue importante acudir a la Fundación Social, pues su objetivo era organizarlos en cooperativas para lograr que los aceptaran dentro del relleno sanitario de Presidente. En consecuencia, empezaron a organizar el grupo de diecisiete recicladores de Buga. Luego cambiaron el sitio donde botaban las basuras (Picapiedra; ver el mapa 2) y encontraron aspectos favorables para realizar su oficio. Posteriormente, las basuras fueron arrojadas al Porvenir, lugar situado en la carretera hacia Buenaventura. Allá los recicladores no eran reconocidos por trabajar de forma independiente. Por consiguiente, la Alcaldía municipal de Buga los citó al Instituto Mayor Campesino (IMCA) y les ofreció un curso de cooperativismo, que los benefició porque acabaron con los intermediarios del reciclaje. Años más tarde, el municipio de Buga compró un terreno localizado a tres kilómetros de Pueblo Nuevo, lugar donde, esta vez, se les reconoció a los recicladores su labor. Entretanto, la Fundación Social hizo un seguimiento, con un sociólogo y economista, al proceso de organización social de los recicladores de Buga. En 1992 llegó el director regional de la Fundación Social y envió los papeles de la precooperativa al Dancoop-Cali. De esta forma, a finales de 1993 habitantes de Pueblo Nuevo ganaron la tutela contra el “botadero” y clausuraron este sitio para no permitir la entrada de “recuperadores”. Así, las basuras fueron llevadas al municipio de Guacarí (Valle) y se les prohibió el acceso, por la desconfianza que se empezaba a transmitir de un municipio a otro. Debido a esta situación, los “recuperadores” acordaron con el alcalde del municipio de Buga la recolección del reciclaje en vehículos. La recuperación de materiales se llevó a cabo en una bodega, y esta situación no fue aceptada por los vecinos del sector. De esta forma, algunos no regresaron debido a los problemas que percibían, y se dedicaron a otros oficios. Entonces, los socios que continuaron alquilaron un salón y algunas herramientas, tales como báscula, carreta manual y de tracción animal. La Fundación Social se enteró de estas gestiones y aportó $1.000.000, “que sirvió de capital
semilla y asesorías”. En 1994 se aprobó la constitución de la precooperativa pero las secretarías de Gobierno y Obras Públicas enviaron un comunicado que prohibía seguir transportando a los “recuperadores” en los techos de los vehículos de recolección, por lo cual debían implementar un nuevo sistema de transporte. Los “recuperadores” optaron como alternativa comprar cinco carretas de tracción animal. Posteriormente, las basuras fueron arrojadas a otro sitio, conocido como Canagua, a orillas del río Cauca, en Guacarí, donde se “abrió” el sitio de disposición final, y allí nuevamente se integró el grupo de veinticuatro “recuperadores”. En este contexto, empezó a gestarse la Ley 142 de 1994, y por esta razón le propusieron a la Alcaldía de Buga conformar una empresa de aseo. Conocieron la adenda No. 1, donde estaban los términos de referencia para participar en la licitación. Aunque para ellos no era fácil conseguir los “recuperadores” y la Fundación Social, los revisaron y encontraron una parte que les favorecía dentro de la Constitución Política. El líder, Ricaurte, solicitó asesoría de la Fundación Social y viajó a Bogotá, donde contó con tres asesores para visitar a Ciudad Limpia, Aseo Capital, Empresa de Servicios Públicos de Servicio Urbano (Urbaseo) y Aseo Total. Urbaseo organizó las rutas de aseo en la noche, debido a que se encontraban molestos porque Pioneros –como ahora se llama– realizaba el aseo de la ciudad; por consiguiente, establecieron un acuerdo verbal, el cual consistía en acabar con la precooperativa. Como en Buga no existía una política para el reciclaje, se comprometieron a recuperar en las calles. En diciembre de 1996 Buga, San Pedro y Tuluá botaban a cielo abierto las basuras en el municipio de Buga. Los “recuperadores” de Pioneros narraron que fue compleja esa situación porque llegaron los recicladores de Candelaria, Palmira, Pradera y Navarro, refiriéndose al arribo del grupo Nuevo Milenio al relleno de Presidente, y a esto se le sumó la llegada de la multinacional Proactiva. En vista de estos problemas sociales que se empezaron a generar hubo una reunión con los socios de la empresa en Cali para realizar acuerdos entre Proactiva y las cooperativas Pioneros y Nuevo Milenio. Sin embargo, desaparecieron los administradores de la bodega con el dinero que les pertenecía a los “recuperadores”. Entonces decidieron “recoger los escombros” de la precooperativa, para conformarla como cooperativa. A comienzos del año 2000 realizaron el trámite legal. Urbaseo ha querido que los “recuperadores” de Pioneros vendan sus acciones; sin embargo, ellos se han negado, por lo negligente que habían sido con su incipiente organización. De todas formas, la empresa Urbaseo no cumplía con los acuerdos firmados con ellos.
20 Esta Ley se aplica a “los servicios públicos domiciliarios de acueducto, alcantarillado, aseo, energía eléctrica, distribución de gas combustible, telefonía pública básica conmutada y la telefonía local móvil en el sector rural” (Juriscol s. f.).
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Mapa 2. Localización de los antiguos botaderos de Buga Fuente: Bejarano (1998).
De la misma manera, los “recuperadores” de Nuevo Milenio han experimentado una trayectoria similar. Ellos contaron la historia vivida en el distrito de Navarro, sin pasar desapercibida la violencia que afrontaron. Al respecto, Enrique Olaya relató que el nombre de la cooperativa Nuevo Milenio nació en una reunión realizada en la cancha de fútbol de Pueblo Nuevo, porque el grupo se legalizó en el “nuevo milenio” (año 2000). Los fundadores de esta cooperativa fueron las familias Betancourt, Burgos, España, Hernández, Lucumí, Navas, Olaya, Rengifo, Riascos, Serna y Vargas. El grupo inició con treinta y una personas; luego, en el año 2000 alcanzaron noventa y seis socios, y luego sesenta y uno. Aquí debemos realizar una observación, y es que los grupos de “recuperadores” y/o recicladores generalmente se encuentran agrupados por familias que tienen relaciones de parentesco. En el caso de Pioneros, las
familias de Buga con mayor presencia en el grupo son los Loaiza y Bautista, y en Nuevo Milenio, familias de Cali como Burgos, España, Hernández. Antes de entrar los “recuperadores” al relleno de Presidente, la gran mayoría de Nuevo Milenio perteneció a la Cooperativa de Reciclaje y Compost (Recicompost), y otros, al Comité de Vivienda y Apoyo al Reciclador (Coviapore), la cual fue una de las cooperativas que Olaya ayudó a fundar en Navarro para la gente que vivía allá, encima de la basura. Luego de pertenecer a esta cooperativa, y en vista de la Ley 142 de 1994, las instituciones y “recuperadores” buscaban alternativas al problema social que se generó. Quienes intervinieron para poder ingresar al relleno de Presidente fueron políticos y ex funcionarios de la empresa de aseo. Este segundo grupo relató que el problema radicaba en que se pensaba que este relleno traería 65
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de esto, adquiere un proceso colectivo de identidad política y/o ecológica, más institucionalizado, que reconoce los roles ambientales, sociales y económicos dentro de un relleno sanitario como aporte considerable a la sociedad. La antropología y la etnografía pueden contribuir a la solución de estos problemas locales, pues han sufrido marginación en este debate público (Milton 1997; Foladori y Taks 2002), y es justamente a través de este medio escrito que se pueden dar a conocer los aspectos sociales y culturales que terminan siendo subsumidos en el criterio “ambientalista”. Por ende, es importante y urgente aportar en el proceso de reconocimiento como “sujetos ambientales” e “identidad de trabajo”, teniendo en cuenta las condiciones sociales de este sector de la población colombiana, porque son actores que por más de cincuenta años han estado vinculados con el reciclaje. Es importante señalar que la visión de Proactiva es paradójica frente al proceso organizativo de estos actores sociales. Por un lado, quieren organizarlos para controlarlos, pero al mismo tiempo, la organización de los “recuperadores” se convierte en un proceso de resistencia frente a políticas ambientales que de alguna manera los desconocen. Ésta es la dialéctica de este encuentro de actores alrededor de la basura. En efecto, las empresas y otras entidades buscarían expulsarlos a través de diferentes oficios, mientras que los “recuperadores” se reafirman en el reciclaje y su “identidad ecológica y/o política”. Por último, aún los recuperadores están reclamando su derecho al trabajo, pues aunque Proactiva intentó establecer acuerdos antes de expulsarlos del relleno sanitario, son cientos de familias que todavía esperan ser incluidas en los PGIRS del municipio de Buga como alternativa de trabajo.
la misma dinámica de Navarro: peleas, violencia y robos. Sin embargo, Nelly Cuero insistió en que la empresa también ha ido cediendo, ya que han reconocido que el trabajo que realizan es complejo, en las condiciones que lo llevan a cabo. Según ella, el grupo llegó a tener ochenta recicladores, y luego terminó con cuarenta porque poco a poco algunos compañeros han viajado a diferentes lugares buscando mejores condiciones. Nelly hizo una observación: “la basura agota, por eso muchos se han ido” (Nelly Cuero, recicladora. Pueblo Nuevo, 22 de junio de 2006). Finalmente, es indispensable enfatizar que a través de la “memoria social”, conseguida realizando trabajo de campo en el relleno sanitario y sus lugares donde residen, se ha descrito de manera breve, y como reconocimiento a la historia de cada cooperativa, un contexto que permite apreciar sus percepciones, las variaciones organizativas que estos logros han conseguido, debido a la identidad política y/o ecológica que han hecho valer como “sujetos ambientales” (Agrawal 2005a y 2005b), porque han apropiado su práctica y su discurso en torno al reciclaje; en este sentido, es una “identidad de trabajo” (Snow y Anderson 1987; Snow y McAdam 2000), pues son consecuentes con estos aspectos. No obstante, en diciembre de 2008 fueron expulsados del relleno sanitario dando cumplimiento a la legislación ambiental; por lo tanto, los “recuperadores” siguen buscando colaboradores y contribuyentes para enfrentar esta falta de compromiso no sólo de parte de Proactiva sino de las alcaldías municipales y del Gobierno colombiano.
Hacia la contribución del reconocimiento de los “recuperadores” en Colombia
Referencias
En este artículo hemos propuesto analizar el caso de Presidente articulándolo con la antropología ambiental y de los sentidos, los conceptos ecogubernamentalidad, reconocimiento, sujeto ambiental e identidad de trabajo, como posibles aportes para la investigación social actual y posterior. Se ha destacado que las “identidades ecológicas y/o políticas” cobran interés como fuente de investigación para el caso “recuperadores”, y que los estudios sobre instituciones en relación con los “recuperadores” adquieren una mayor importancia. Así, el reconocimiento como reciclador se empieza a consolidar en dos direcciones. Una por parte de los actores mismos, y otra derivada de las instituciones que auspician la actividad del reciclaje desde un punto de vista comercialinstitucional y que fomentan un tipo de representación. En el primer caso, las basuras hacen parte del modo de vida de un grupo social, mientras que en el otro, además
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La violencia intrafamiliar como representación en la prensa gráfica en el diario de mayor distribución en el interior de Argentina* por Laura Valdemarca** Paola Bonavitta*** Fecha de recepción: 19 de octubre de 2009 Fecha de aceptación: 27 de abril de 2010 Fecha de modificación: 17 de junio de 2010
Resumen Este trabajo es un estudio de caso sobre el tratamiento que realiza el periódico más importante del interior argentino en torno a la violencia intrafamiliar. En él se exponen los resultados de una investigación desarrollada a partir de fuentes primarias, y apoyada metodológicamente en el análisis del discurso. Entendemos que los medios construyen representaciones sociales desde un criterio de noticiabilidad; por eso analizamos el discurso gráfico alrededor de la violencia familiar. Destacamos que la construcción apoya varias de las creencias instaladas y legitimadas dificultando en los lectores la generación de una representación que supere la mirada dicotómica de víctima-victimario y se comprometa en la reversión de esta problemática social.
Palabras clave Medios de comunicación, discurso, violencia intrafamiliar.
Representations of Domestic Violence in the Largest Circulating Newspaper from the Interior of Argentina Abstract This article is a case study of how the most important newspaper from the interior of Argentina treats the issue of domestic violence. It is based on a study of primary sources and supported, methodologically, by discourse analysis. The discursive analysis of images related to domestic violence rests on the understanding that the media constructs social representations from a news-worthy criteria. We emphasize the ways in which such a construction supports various widely-entrenched beliefs, making it difficult for readers to go beyond the victim-perpetrator dichotomy and become committed to resolving this social problem.
Key words Mass Media, Discourse, Domestic Violence.
A violência intrafamiliar como representação na imprensa gráfica no diário de maior distribuição no interior da Argentina Resumo Este trabalho é um estudo de caso sobre o tratamento que realiza o jornal mais importante do interior argentino com relação à violência intrafamiliar. Nele, expõem-se os resultados de uma pesquisa desenvolvida a partir de fontes primárias e apoiada metodologicamente na análise do discurso. Entendemos que os meios constroem representações sociais desde um critério de noticiabilidade; por isso analisamos o discurso gráfico ao redor da violência familiar. Destacamos que a construção apoia várias das crenças instaladas e legitimadas dificultando nos leitores a geração de uma representação que supere a visão dicotômica de vítima–vitimário e se comprometa na reversão desta problemática social.
Palavras chave Meios de comunicação, discurso, violência intrafamiliar. * Esta investigación pertenece al trabajo realizado en el equipo de investigación dirigido por la Dra. Nora Lloveras, bajo el tema Análisis multicultural de la violencia intrafamiliar e intervenciones estatales: un estudio comparativo e interdisciplinar México – Argentina. Asentado en el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales (CIJS), con aval institucional de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. En convenio con la Universidad Autónoma de Yucatán (México). ** Licenciada y Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Se desempeña como profesora adjunta ordinaria en la cátedra de Historia Argentina en la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba y en la Cátedra de Historia Argentina en la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente hace parte del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Historias en la historia. Nuevas tecnologías y escuela. Revista de Educación (en prensa) y Grandes comerciantes y política en la Córdoba moderna 1880-1920. Revista Procesos Históricos 18 (en prensa), 2011. Correo electrónico: lauvaldemarca@arnet.com.ar *** Actualmente cursa el doctorado en Estudios Sociales en América Latina en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Licenciada en Comunicación Social y Magíster en Sociología por la Universidad Nacional de Córdoba. Es becaria de CONICET y adscrita en la Cátedra de Sociología I de la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba. Sus últimas publicaciones han sido La espectacularización del sujeto: niños, niñas y adolescentes tejiendo redes virtuales. En Niñas, niños y adolescentes: problemáticas actuales. Guadalajara: Universidad de Guadalajara (en prensa); y Golpe de Estado en Honduras: el discurso de Cristina Fernández. Revista Razón y Palabra 74, 2010. Correo electrónico: paola.bonavitta@gmail.com
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La violencia intrafamiliar como representación en la prensa gráfica en el diario de mayor distribución en el interior de Argentina
Laura Valdemarca, Paola Bonavitta
Dossier
La violencia intrafamiliar en La Voz del Interior (LVI)1
interpretar la realidad y presentar esa idea que gestaron en sus mentes de la forma más apropiada para su medio y sus lectores; por tanto, resulta muy interesante conocer la visión de los periodistas, el tipo de representación que un medio requiere y el ethos discursivo generado.
Los medios masivos de comunicación son reconocidos por la influencia que ejercen sobre la sociedad. Toman hechos con los que construyen realidades para ser consumidas, debatidas y procesadas por el gran público, y que en muchos casos incidirán en la resolución de agendas políticas. En sus páginas circula aquello que los dueños de los medios consideran que un ciudadano bien informado debe conocer.
Como hemos dicho, las representaciones corresponden al orden de lo imaginario, son imágenes, no especulares, que condensan significados y se constituyen en sistemas referenciales que nos permiten interpretar y clasificar una realidad compleja. La construcción de representaciones es una actividad cognitiva, en cuanto imagen perceptual de un fenómeno en la que se fusionan percepto y concepto. Las estrategias cognitivas producen el sentido de los objetos del mundo social más allá de los atributos visibles. Cuando se habla de “representación” se está aludiendo a “interpretación”, pues se está apelando a un marco conceptual, como decíamos antes: se une un percepto a un concepto; entonces, ambos términos constituyen un proceso que es más adecuado definirlo como de representación/interpretación; se trata de una construcción personal que se desprende del flujo concreto de los acontecimientos (González 2007, 11). No obstante, una idea muy difundida en la prensa es su pretensión de objetividad, lo cual limita la consecuencia que puede tener la brecha entre realidad, interpretación y representación.
Entre esos hechos, la violencia intrafamiliar (en adelante, VIF) es uno de los temas que circula en el discurso de los medios. Vamos a definir la VIF como aquella forma de violencia que tiene lugar dentro de la familia, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el domicilio con la víctima, y que comprende actos asociados o individuales de violencia física, psicológica, sexual, emocional y económica (Lagarde 2006, 30). La VIF es un modelo de conductas coercitivas producidas en una relación desigual que busca someter, controlar, reducir la autonomía de las personas, ejercer sus derechos y hasta aspirar a sociedades más igualitarias (Carrillo 1992), ya sean mujeres, menores, ancianos o discapacitados. En muchos casos, se trata de pautas culturales aprendidas y justificadas socialmente, y suelen ser el mecanismo utilizado por los hombres para asegurar el mantenimiento del poder, el disfrute de privilegios y/o el patriarcado (Vega Montiel 2010, 4).
En este trabajo analizaremos las representaciones sobre VIF y las posibles repercusiones para los lectores del principal diario de la ciudad de Córdoba y de mayor comercialización en el interior del país.2
Hay un universo importante en relación con la representación de la VIF. Las representaciones sociales son constructos cuyas fuentes son diversas, y los medios de comunicación constituyen una muy importante, que, además, contribuyen a la formación, sostenimiento o cambio de cualquier representación social. Las representaciones logran que el mundo sea inteligible para las personas y que, además, se puedan comunicar y entender entre ellas. Hemos de advertir que una representación es una forma de presentar la realidad una vez interpretada por quienes la describen bajo la forma de noticias, en nuestro caso, los periodistas. Las representaciones son subjetivas y se realizan a partir de conocimientos, mapas cognitivos, etcétera, que pueden hacerse explícitos o no. Los periodistas utilizan diferentes recursos lingüísticos, gráficos, semánticos, etc., para
No podemos obviar la mención del contrato de lectura existente entre un medio de comunicación y sus lectores. El contrato explica cómo una empresa periodística, cuya mayor necesidad es sostenerse en un mercado competitivo, se vincula con sus lectores. Implica que hay acuerdos casi implícitos por los cuales los lectores encuentran positivo informarse a través de determinado medio. Éste, a su vez, sostiene su contrato porque constituye su estilo, reconocido por sus lectores y su salvaguarda, frente a la competencia. Basado en este contrato, el medio enuncia y construye representaciones aceptables para los lectores; aun acerca de los temas más complejos, trata siempre de mantener informado a su lector, según lo esperado por éste. Con 2 La ciudad de Córdoba (1.309.536 habitantes en 2008) está ubicada en el centro de Argentina. Es la capital del segundo estado por su población (3.221.001 en 2008) y economía. Es también un importante centro cultural, financiero y de entretenimiento; es conocida como la Docta, por su universidad cuatricentenaria, y la Ciudad de las Campanas, por la importancia del catolicismo, plasmada en sus numerosas iglesias coloniales.
1 La Voz del Interior es el principal diario de la provincia de Córdoba, Argentina. Llega a todo el territorio de Córdoba y a las provincias de Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja, San Luis, Santa Fe y Buenos Aires. Es el diario más vendido del interior del país, que alcanza ventas netas diarias promedio de lunes a domingo de 64.567 ejemplares.
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VIF y prensa escrita:
base en la idea del contrato de lectura, se establece que existen diversos tipos de prensa: amarilla y blanca. La primera es vulgar, sensacionalista, parcial y espectacular y la segunda es objetiva, culta y actualizada. El periódico que analizamos se autorreferencia en esta segunda categoría.
cuando el daño es noticia
Desde el retorno a la democracia en 1983, Argentina realizó esfuerzos por igualar los derechos de la mujer con respecto al hombre y ha profundizado su compromiso por la defensa de los derechos humanos a través de numerosas acciones legales.4 En 1994 el Congreso de la Nación aprobó la legislación contra la VIF, promulgada como ley en 1996. Dadas las características de nuestro sistema, esa ley no tenía potestad en las provincias, aunque imponía en éstas la premura por legislar sobre la cuestión. En Córdoba hubo varias presentaciones legislativas, pero todas quedaron postergadas frente a otras cuestiones. El propio aparato estatal (policial y judicial) no se había modernizado para tratar la problemática, aun cuando las informaciones estadísticas indicaban un registro importante sobre los hechos de VIF.5
Noticias, contratos y conflictos Todo medio de comunicación social convierte en noticia aquello que cree conveniente, según su orientación política-ideológica y su contrato de lectura. En general, hay estrategias mediáticas por las cuales se otorga mayor nivel de visibilidad a unos hechos que a otros. Algunos criterios de noticiabilidad son la novedad, originalidad, evolución de los acontecimientos, importancia y gravedad de los mismos, proximidad geográfica, jerarquía de los protagonistas, etcétera (Martini 2000, 85). Para un medio que se precie de objetivo es imprescindible mantener informados a los lectores, aun cuando esto suponga incluir fenómenos sociales perturbadores por la complejidad de los hechos, por su carácter estructural, de difícil resolución, o porque provocan zozobra en la sociedad. Entre éstos se encuentran las diversas clases de violencias: discriminación, racismo, exclusión, marginalidad, injusticia. ¿Cómo hace un medio para que la representación de esta realidad no impida a sus lectores seguir consumiendo noticias? y ¿qué recursos buscará para representar los fenómenos más disruptivos sin romper su contrato de lectura?
Diez años después, la provincia de Córdoba dictó una ley específica (Ley Provincial de Violencia Familiar 9.283/2006) bastante novedosa en la materia, puesto que incluía el tratamiento de la víctima; paralelamente, se creó una estructura judicial y de contención.6 El rol de la prensa fue indiscutible para que la legislatura provincial se abocara a aprobar la legislación sobre el tema. Los medios encontraron la manera legítima de instalar en la opinión pública el tema de la VIF al convertir un hecho noticiable en el detonante de un
Hemos rastreado los recursos discursivos que utiliza un medio para presentar la VIF sin alterar la representación socialmente construida entre sus lectores. El resultado es que el lector interpretará la VIF a partir de hechos micro, aislables, cuyas causas inmediatas serán fácilmente encontradas en el sentido común. El medio usará la narración y la descripción sin buscar argumentos discursivos que involucren al lector, que quedará envuelto en un escenario de trivialización que evade el hecho de que la VIF es una problemática social, y la ubica lo suficientemente alejada de su vida cotidiana, como para no causar una angustia irreparable. El lector, informado e indignado, podrá pasar a otra noticia cuando la VIF ya no sea un hecho noticiable para el medio. Probablemente este lector no llegue a asumir responsabilidades ciudadanas en la vigencia y cumplimiento de las leyes, el respeto por los derechos humanos y la transformación de su sociedad.3
dispuesta a hacer cumplir esas leyes, como expresa E. Jelin (1996, 12); la ciudadanía es un acto de solidaridad y responsabilidad. 4 En 1985 se modificó el Código Civil para declarar la custodia o patria potestad compartida por ambos padres (antes correspondía sólo al varón); en 1994 se incorporó al texto constitucional la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en noviembre de 2006 se aprobó el Protocolo CEDAW. 5 Según datos del año 2001, en Argentina hay violencia en una de cinco parejas; el 42% de los asesinatos de mujeres es en manos de sus parejas; la violencia es algo común dentro del matrimonio, ya que el 54% de mujeres golpeadas eran casadas, y un tercio de ellas con más de veinte años de convivencia. La probabilidad de que haya también niños menores de edad golpeados o víctimas de alguna clase de violencia en este tipo de hogares es muy alta, y lo es también la posibilidad de que esos niños reproduzcan las conductas aprendidas en sus hogares durante su infancia. Los avances estadísticos han discriminado especialmente la violencia de género pero se sabe que hay una proporción importante de menores, ancianos e incluso varones que son víctimas de VIF. 6 El 1 de marzo de 2006, casi seis meses después de la muerte de Ludmila Bachetti, la legislatura unicameral aprobó por unanimidad la Ley Provincial de VIF No. 9.283. Resume varios aspectos que fallaron para prevenir aquel caso y tantos otros: ordena medidas autosatisfactorias urgentes y sumarísimas que son del fuero de familia, por ejemplo, la exclusión, pero para proteger a la(s) víctima(s), habilita a la justicia a actuar con premura, aun violando el principio de inocencia reconocido por el Artículo 18 de la Constitución Nacional, y que es aplicable al orden penal.
3 Que los derechos ciudadanos se cumplan no depende sólo del hecho de que sean escritos y aprobados como leyes, sino que haya una sociedad
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La violencia intrafamiliar como representación en la prensa gráfica en el diario de mayor distribución en el interior de Argentina
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Dossier
Secciones/
Sucesos
Sociedad
Opinión
Titular
Otros
Totales
6
6
23
7
5
2
37
Octubre
3
3
Noviembre
8
1
1
10
Diciembre
6
1
7
Enero
2
1
3
Febrero
13
4
1
18
Marzo
14
27
8
1
50
4
4
1
9
79
40
14
8
2
143
Meses Agosto Septiembre
Abril
TABLA 1. Notas sobre VIF, La Voz del Interior (septiembre de 2005 a abril de 2006) Fuente: elaborada por Pablo Castro, con base en datos de La Voz del Interior (ediciones impresas).
clima social y de demanda de acción gubernamental, abriendo la oportunidad política para quienes venían reclamando con anterioridad una política pública en relación con la VIF.
El caso de la bebé-víctima fue expuesto por el diario en su tirada impresa a partir del 16 de setiembre; desde esa fecha y hasta el 30 de septiembre aparecieron treinta y siete notas sobre VIF, la mayor parte vinculadas al caso de la beba golpeada y algunas en relación con otros casos de VIF ocurridos en fechas lejanas (tres años atrás). Se ocuparon del tema casi todas las secciones del diario: Sucesos, Opinión, Sociedad, y además en los Titulares de la tapa. Esa cantidad, que supera las dos notas por jornada, sorprende con relación a la tirada del mes de agosto, cuando hubo seis notas referidas a VIF, como se puede apreciar en la tabla 1, y en los meses posteriores a septiembre, en los que el diario cambió su agenda, hasta febrero/marzo, cuando se produjo el tratamiento legislativo del proyecto de ley.
Paradójicamente, la VIF se convirtió en noticia para La Voz del Interior a partir de la muerte de una beba de cinco meses, resultado de maltratos paternos.7 Entendemos que ésa fue considerada una vía legítima para tomar el tema en su agenda mediática y establecer una comunicación con sus lectores que permitiera sostener el hecho como noticia. Decimos paradójicamente porque los casos de violencia sobre niños son menos frecuentes que sobre mujeres adultas; sin embargo, el medio no produjo hechos noticiables a partir de la violencia de género, ni la había tomado en su agenda previamente, como se puede observar en la tabla 1.
El análisis de las 143 notas referidas a VIF nos permite decir que el medio convirtió en hecho noticiable la violencia sobre un bebé, por considerarla un acontecimiento inobjetable para instalar el tema de la VIF, que garantizaba su contrato con los lectores. El “Caso Ludmila” reunió varias de las condiciones resaltadas por Martini (2000, 85) para adquirir noticiabilidad: proximidad geográfica (el caso ocurrió en Córdoba capital,
7 La bebé se llamaba Ludmila Bachetti. Fue internada por su estado de salud; su padre era un desempleado de 22 años y su madre una estudiante universitaria de 21. Los médicos determinaron traumatismos, incluso previos a los que desencadenaron la gravedad de la niña y luego la muerte cerebral. Ellos fueron los que denunciaron los hechos ante la Policía; la abuela había intentado meses antes que la justicia le tomara una denuncia pero no había sido escuchada.
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indica otra lectura sobre la forma de tratar la violencia doméstica desde LVI: al ubicarla en la sección más leída por mujeres, se ata este problema al género: la violencia intrafamiliar es algo que compete a las mujeres y no a toda la sociedad. La sección condiciona la noticia porque la violencia aparece como un fenómeno aislado, resultado de causas individuales (pasión, despecho, maltrato en la niñez), y no como un problema social, resultado del patriarcado y/o del autoritarismo, de la discriminación o de la marginalidad. No se invita al lector a realizar una lectura de la violencia familiar como fenómeno social que, si bien en cada caso puede ser el resultado de causas individualizables, es un problema social, en cuanto afecta el desempeño de la comunidad.
donde el diario vende la mayor cantidad de ejemplares), jerarquía del personaje (un bebé), evolución de los acontecimientos (hasta la declaración de muerte cerebral, se mantuvo la esperanza de la supervivencia de la beba), importancia y gravedad (padres que maltratan a su hija –además, universitarios, es decir que cuentan con un nivel educativo alto, por lo cual no se esperaría, según el imaginario colectivo, este tipo de hechos violentos– y abuela denunciante no atendida por la Justicia). Como señalamos, el caso no era novedoso ni inédito, ni tampoco el más frecuente ejemplo de VIF, pero sí era capaz de provocar la indignación social de manera unívoca. Luego de este episodio, el medio retornó a su agenda habitual, en la que la VIF no logró imponerse por sobre otros temas, hasta los meses de febrero y marzo, cuando se produjo el tratamiento legislativo de la Ley sobre VIF. La excepción fue el mes de noviembre, cuando el medio presentó diez notas sobre VIF y se vinculó al asesinato de otro niño.
Sólo el 27% de la información pertenece a la sección Sociedad. Lo mismo ocurre con la sección Opinión, donde sólo se habló de la violencia doméstica en un 9% de las oportunidades. Es por ello que se presume que el medio no le otorga al tema la importancia que merece, puesto que no se debate necesariamente sobre él, sino que se expone como hecho noticioso dejando la reflexión en manos del lector, y no así del equipo periodístico. La intención no es opinar desde el medio, sino otorgar las herramientas al lector para que éste pueda debatir, discutir y formarse un punto de vista con su círculo de pares. El periódico prefiere no explicitar en un editorial su opinión acerca de la violencia doméstica.
Entonces, para analizar el contexto de producción y la producción misma de las noticias en torno a la Ley cordobesa de VIF, partimos de un hecho tomado por el medio: la muerte de una beba por maltrato paterno y materno. El caso comenzó a ser noticia desde el momento de la agonía de la beba hasta su muerte, incluido el desenlace, con la prisión de los padres. Un niño de tres años murió, en circunstancias similares, dos meses después. A partir de este hecho, todos los medios locales (gráficos, televisivos, radiales) convirtieron en noticia otros hechos violentos que ocuparon primeras planas, y especialistas en el tema dieron su opinión desde distintas perspectivas (psicológica, judicial, asistencial, etcétera), con el objetivo de informar, racionalizar y encontrar respuestas a esta clase de hechos que por unos meses conmovieron a la opinión pública. Como se puede observar en la tabla 1, el medio dio un tratamiento predominante en la sección Sucesos (ex Policiales) –prácticamente el 50% del total en el período bajo análisis–, seguido de las notas aparecidas en la sección Sociedad, que constituyen el 27%, y las de Opinión, que son el 10%. Por la ubicación de la noticia en el periódico podemos presumir que el medio elige ubicar a la VIF como una cuestión próxima a lo delictivo y, de modo bastante secundario, como un problema social: el delito se castiga, el problema se resuelve.
LVI sólo publicó artículos de opinión en septiembre de 2005 (cinco, tras el caso Ludmila), en marzo de 2006 (ocho, en el momento del debate parlamentario) y en abril de 2006 (uno, luego de haber sido sancionada la Ley). Por otra parte, en el mes de agosto de 2005 sólo se publicaron seis noticias sobre violencia doméstica, todas en la sección Sucesos. En septiembre de 2005, luego de la internación y posterior muerte de Ludmila Bachetti, fueron publicadas treinta y siete noticias sobre VIF. De ellas, el 62% se divulgó en la sección Sucesos, el 18% en Sociedad, el 13% en Opinión y el 5% en Tapa. Por una sola vez, en el período analizado, los casos de violencia fueron publicados en todas las secciones consideradas como plausibles de publicación por el medio. Además, fue el segundo mes con mayor cantidad de notas publicadas (el mes que ocupa el primer lugar es marzo de 2006, luego de sancionada la Ley de Violencia Doméstica).
Por otra parte, los medios de comunicación consideran que la sección Sucesos está destinada a la población femenina. Es por ello que se ubica en las páginas posteriores del diario, ya que, además, se ha estudiado que las mujeres leen los diarios de atrás hacia adelante. Esto
Los medios gráficos, televisivos y radiales convirtieron en un acontecimiento espectacular la muerte de Ludmila Bachetti. El diario relató con pormenores los padecimientos 74
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En general, los medios masivos reflejan en sus noticias el hecho violento, ignorando el tratamiento de las causas que llevan a la violencia; sintetizan mostrando solamente los datos indispensables y simplificando las situaciones para que tengan una resolución informativa inmediata. Cada hecho noticiable que genera una representación social a través de un medio tiene un origen, responde a ciertos intereses y tiene límites de tratamiento, o límites hasta donde los cuales puede representar. Esto debe resolverse así porque, como ya expresamos, hay un contrato de lectura entre el lector, el medio y las empresas que publicitan en éste.
previos de la niña, los pasos de los médicos y de la abuela. La “verdad” fue develada por el medio; el episodio dio la oportunidad a LVI para ocupar el lugar que los actores responsables habían eludido reforzando en la opinión pública la idea muy difundida sobre la ineficacia del sistema judicial. El medio aseguraba el contrato de lectura, el ethos discursivo, puesto que asumía el rol de informante responsable ante una sociedad indignada.
Medios y discursos Los planteamientos teórico-metodológicos en que se sustenta este trabajo se circunscriben al ámbito del análisis del discurso, entendido globalmente como “el estudio de la relación entre el lenguaje y los contextos en que se usa” (McCarthy 1991, 30). El discurso representa la principal materialización de la ideología en sentido amplio; supone una manera de actuar sobre un auditorio con fines prácticos, que funciona como creador y sostén de representaciones dirigidas a los ciudadanos para compartir ciertas visiones del mundo e, incluso, maneras de pensar, hablar y actuar, como hemos detallado anteriormente. Estas representaciones son capaces de activar tanto prejuicios como producir manifestaciones sociales masivas. Lo que se denomina “acontecimiento” es la movilización, espontánea o provocada, de los medios alrededor de algo que, durante un cierto tiempo, conviene considerar como tal (Champagne 2000). Los “malestares” que surgen en la prensa son, en realidad, “malestares para periodistas”, es decir, aquellos cuya representación pública se fabricó para interesar a los periodistas o que sólo atraen porque son fuera de lo común, dramáticos, conmovedores o comercialmente rentables y, por lo tanto, dignos de una primera plana (Champagne 2000). En particular, las desdichas y reivindicaciones deben expresarse mediáticamente si quieren tener una existencia públicamente reconocida y que el poder político los tenga en cuenta (Champagne 2000). Parte de esas desdichas son las violencias espectaculares que constituyen la “primera plana” de los medios.
Los discursos de los medios construyen, constituyen, cambian, definen y contribuyen al sostenimiento de las estructuras sociales (Van Dijk 1995), de modo tal que la “interfaz” entre discurso y sociedad puede denominarse “representativa” o “indexical”, en el sentido de que las estructuras del discurso hablan sobre –denotan o representan– partes de la sociedad, según quieran los dueños de esos medios. Se trata de periodistas reales escribiendo para lectores reales; esta relación supone dos seres virtuales: el enunciador o la imagen que el escritor construye de sí mismo en el texto y el destinatario o la imagen que el escritor compone de su supuesto lector; ambos transcurren en el ethos discursivo (Verón 1997). La estrategia enunciativa es la manera en que enunciador, destinatario, y la relación entre ellos, se construyen dentro del texto. Cada diario tiene la suya propia, la cual es más o menos exitosamente adaptada a las expectativas de sus lectores. LVI tiene un estilo propio en la construcción del enunciador al que quiere familiarizar con el universo de la VIF. Elabora su propia definición sobre ésta, y es repetida en varios artículos dedicados al análisis o a la información. Es un enunciador capacitado para dar juicios, es omnipresente y tiene información que lo acerca a la verdad; el medio sólo usa pronombres neutrales para asegurar su mirada equidistante. El enunciador no se suma al reclamo por la ley sobre VIF sino que adopta un tono impersonal, no especifica quién la reclama ni adhiere al pedido. No individualiza a los actores sociales como políticos, políticas, militantes feministas, víctimas involucradas en los reclamos, etcétera. De esta manera, el proceso aparece alejado de centros de decisión y de los actores. No hay protagonistas colectivos visibles de los hechos de violencia, pero tampoco hay responsables de la no violencia, sólo hay víctimas y victimarios individualizados cuya edad, nombres, sexo, ocupación y características socioculturales los alejan del lector de LVI.
Las representaciones sociales de género, mediante la socialización de los discursos circulantes en la prensa, cumplen una función fundamental: la de la reproducción del sistema patriarcal. Los medios de comunicación construyen creencias y opiniones que se estructuran como reglas sociales (Vega Montiel 2010), y transmiten en su discurso la mirada patriarcal y opresora de género de manera naturalizada, al no criticar decididamente la violencia de género. 75
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defensores de mujeres, abogados, psicólogos y trabajadores sociales. Los elegidos contribuyen a afianzar la posición tomada por el enunciador y a reforzar sus enunciados. De esta manera, si bien mantiene un tono impersonal en su discurso, en éste también afloran ciertos calificativos (horrorosos, terribles) que buscan incitar al enunciatario a tomar una posición ante el suceso. Como dijimos antes, no compromete a su lector en la transformación de los derechos ciudadanos ni de la sociedad, pero lo incita a sentir repulsión frente a la VIF a partir de informaciones mínimas pero que el contrato de lectura presenta como indispensables.
“Reclaman ley contra el maltrato de la mujer” (septiembre de 2005). En este tema particular, su discurso prioriza el contexto espacial de la provincia de Córdoba y analiza en segundo plano y de manera superflua los casos regionales, limitándose a los títulos, excluyendo bajadas, cintillos, volantas e incluso fotografías. Esta construcción del enunciador –si bien ayuda a resaltar el localismo y la diferencia, un elemento importante en este contrato de lectura–, genera un destinatario abstraído de contextos más amplios. El lenguaje utilizado por el enunciador es coloquial, capaz de ser entendido por diferentes lectores; el enunciatario construido por este medio es un sujeto amplio, que posee competencias básicas, frente al cual el medio prefiere un lenguaje carente de formalismos y cientificismos. Como se puede observar en el ejemplo anterior, LVI no construye su destinatario explícitamente, es decir que no recurre a un “ustedes”, no invoca al lector ni lo involucra usando la misma estrategia que utiliza cuando el enunciatario estructura los acontecimientos. Como el enunciador, el enunciatario es borrado del discurso pronominalmente; sólo existe en el imaginario del periódico como un ser capaz de comprender el lenguaje puesto en juego desde la redacción. Al insistir en la búsqueda de la objetividad mediante la tercera persona, el enunciador elimina las huellas del destinatario.
Definiciones de VIF utilizadas por LVI LVI separa el maltrato infantil de la violencia contra la mujer. No es casual que haya tomado la muerte de una beba para introducir el tema en su agenda. No los trata como a un todo, tal como lo es la violencia originada en el seno de la vida doméstica. Así, LVI utiliza la siguiente definición de maltrato infantil: El maltrato infantil en los niños implica diversas circunstancias, modos de crueldad e instrumentos, representa claramente la patología mental del autor o autores, la insensibilidad, perturbación y disfunción familiar, las agresiones provocan lesiones graves, gravísimas y muerte del niño. Si es sobreviviente, las consecuencias físicas y emocionales son, en numerosos casos, irreversibles. El niño nunca comprenderá por qué sus propios padres le ocasionaron intencionalmente el daño (LVI septiembre 2005, 15).
LVI toma la palabra valiéndose de diferentes valores que legitiman su postura. Más allá de su intención de perseguir la “neutralidad periodística”, el enunciador se muestra tomando partido ante la definición del sujeto que ejerce la violencia y aquel sobre el cual se ejerce la misma. Por ejemplo: “Mujeres: Víctima del 90% del maltrato” (febrero de 2006).
En esta conceptualización del enunciador, la violencia se limita a la violencia física como producto exclusivo de una patología mental. El agresor es, para el medio, una persona insensible, perturbada y con disfuncionalidad familiar, alejando lo más posible cualquier característica de sus lectores de estos sujetos agresivos y pasionales. El medio, además, detalla los comportamientos de maltrato:
Este titular deja en evidencia la posición que toma el medio frente a la situación de la mujer. Ella es la víctima, el golpeador, el victimario. Se presenta a la mujer agredida como ubicada en una situación de pasividad y debilidad pero también como objeto de las pasiones. En este aspecto, la mirada del diario es muy clara: cuando hay menores, se trata de maltratos; cuando hay adultos, se trata de pasiones. La mirada hacia la violencia es prácticamente la mirada policial: la violencia que deja marcas físicas: “Los innumerables episodios de violencia familiar que se vienen registrando en Córdoba desde el año pasado, ya sea por niños maltratados o por dramas pasionales que derivaron en horrorosos crímenes…” (marzo de 2006).
Los comportamientos de maltrato comprenden golpes, mordeduras, heridas provocadas con diversos objetos, quemaduras, ataduras y castigos diversos. También por una conducta de omisión: privarlos de alimentos, de asistencia médica, de ropas y cuidados que lesionan al niño; por ejemplo, intencionalmente no cambiarles los pañales (LVI octubre de 2005, 12).
LVI utiliza diferentes voces para legitimar su enunciación. Recurre a periodistas especializados, jueces,
Nuevamente, en el detalle se evaden otros tipos de violencias más sutiles y se orienta la imagen al niño más 76
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culpable de la muerte de niños que han sufrido maltrato. Así, se hace hincapié en “los chicos muertos” y no en la “sociedad violenta”, en adultos violentos o en familias violentas.
indefenso, el bebé, corriendo el riesgo de excluir a otros niños-víctimas y provocar empatía hacia las víctimas más pequeñas. La violencia se limita a la ejercida físicamente o por medio de prohibiciones u omisiones en el cuidado, pero el enunciador no evidencia referencias a la violencia ejercida directamente a la personalidad de un individuo. Tampoco abre un abanico de causas de la conducta violenta; enfatiza las descripciones donde se reproducen las marcas del discurso policial y deja de lado las razones que llevan a la conducta violenta generando una representación en la que esta clase de violencia sobre niños parece ser la forma más legítima de violencia y la que le permite al diario optimizar su contrato de lectura; no ocurrirá lo mismo con otras víctimas y victimarios, donde requerirá de otras voces para armar la representación sobre la VIF. Es en el caso de la violencia hacia las mujeres cuando el medio recurre a la voz erudita: “Una mujer golpeada es la que ha recibido por parte de su compañero, con quien mantiene relaciones íntimas estando o no legalmente casada, abuso físico, psíquico y/o sexual, o se le ha impedido realizar acciones que deseaba, o se le han impuesto otras que no deseaba, todo ello en una sociedad que lo avala” (definición de Cristina Vila –precursora en asistencia a las mujeres golpeadas en Argentina–, tomada en diversos artículos de La Voz. Febrero de 2006).
Cuando el enunciador construye la representación de la violencia, repite otra característica: el agresor permanece invisibilizado, al tiempo que puede ocupar el lugar de víctima de una patología o el de un ser irracional, escasamente responsable de sus actos: “Lo dejó su mujer e incendió su casa” (septiembre de 2005); “Estremecedor: Tambero enfurecido masacró a su familia” (febrero de 2006). Título: “Condenaron a siete años de prisión a novio celoso y violento”. Bajada: “El irascible joven había baleado a su novia que lo había dejado y a un amigo que la acompañaba” (marzo de 2006). Se remarca la lógica causa-consecuencia, tras la idea de que la ira es provocada por otros: la mujer que abandona a su esposo y algo que sucede a un trabajador del campo; en otros casos importa más caracterizar al agresor como celoso, violento e irascible, que remarcar el hecho de violencia hacia otra persona, al tiempo que se invisibiliza la decisión del castigo impuesta por la justicia, despersonalizándola. Título: “La violencia familiar estalla el fin de semana”. Bajada: “Creen que es porque los miembros del hogar pasan más tiempo juntos y porque se consume más alcohol, entre otras cosas” (marzo de 2006). Varios elementos requieren de atención. Se usa el verbo estallar, que indica un acto de violencia, para caracterizar a la VIF; se responsabiliza de la violencia a la convivencia desacostumbrada y al alcohol, lo cual, en nuestra sociedad, está plagado de connotaciones peyorativas, ya que desde el sentido común se atribuye la ingesta de alcohol a la marginalidad y a la pobreza; si a esto se le suma el escaso espacio que tienen las viviendas de las personas en situación de pobreza en relación con la cantidad de habitantes, entonces, podrá tenerse la representación final de quiénes son los violentos en esta sociedad.
En este caso, el enunciador reconoce la violencia psíquica, a diferencia de la violencia sobre los menores. Al tomar a una profesional para definir violencia hacia las mujeres, el enunciador construye su legitimación. Es decir, apela a una voz autorizada para tomar la palabra y darla a conocer ante el destinatario, probablemente porque el tema de violencia entre adultos sea más comprometedor que la violencia sobre bebés o niños que nada pueden hacer frente a la situación. La representación determinista del diario se repite en varios de sus títulos: “La violencia, el signo de nuestros tiempos” (septiembre de 2005). Este titular asume la violencia, en cualquiera de sus formas, como propia de la actualidad. Pero en vez de verla como una problemática a la cual hay que enfrentar y buscarle una solución, la presenta como algo cotidiano, que no puede evitarse, casi podría decirse como una moda. Es un punto determinista de tratar a la violencia; se enfatiza una construcción unívoca: de nuestro tiempo no podemos evadirnos; por lo tanto, tenemos que asumir la violencia, lo cual se repite en otro título de tapa: “La violencia no para: otro chico muerto por maltrato” (marzo de 2006). Los chicos mueren a causa de “la violencia” y no de “personas violentas”. Se desdibuja el verdadero
Otras veces, los calificativos utilizados inducen a formarse una idea de la noticia que se aproxima: “Aberrante: Violadas por el padre tuvieron 4 hijos” (noviembre de 2005). La utilización del adjetivo aberrante implica una visión moralizadora sobre el hecho, y es utilizado en todos los casos donde hay relaciones sexuales incestuosas, algo contrario a nuestras normas sociales. Esto permite, de nuevo, identificar fácilmente a las víctimas, y se vuelve complejo justificar al victimario, ya que está transgrediendo uno de los máximos tabúes sociales: el del incesto. En este caso señalado, la agresión tiene 77
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Del corpus seleccionado se pudo establecer que el diario se refiere a las situaciones de violencia doméstica noticiables, cuyo desenlace es, en general, la tragedia. Sin embargo, hay cierta discriminación entre violencias: hay una violencia cuya víctima es el menor de edad, y hay otra violencia entre adultos que puede ser de género o no. La primera es más legítima para el diario, para convertirla en hecho noticiable siguiendo las reglas de su contrato de lectura. En cambio, la segunda, la más frecuente en la realidad social, resulta una verdad más incómoda para el periódico; necesita utilizar recursos discursivos especiales para este caso: la voz del especialista convertido en enunciatario es uno de los más importantes. La representación que contribuye a generar sobre este tipo de violencia tiene una marca especial de género y de situación social. Las marcas de género se pueden ver desde la ubicación que se otorga a estas noticias en el diario hasta la visibilidad que se da a las agresiones sobre mujeres. Sin embargo, hay algo más grave que es necesario destacar: la violencia sobre la mujer, en general, es provocada por la ira incontenible del agresor, cuyo origen es alguna conducta femenina, que, cuando se hace explícita, es el desamor. La VIF también logra que los pobres, desempleados y marginados de la sociedad, que viven apretados y se entretienen bebiendo alcohol, ocupen un lugar en el medio, con lo cual la representación generada tiene un componente social importante: la cultura violenta corresponde a los marginales de la sociedad. LVI no reflexiona sobre los antecedentes del agresor, sobre las situaciones de violencia a las que se ha visto expuesto a lo largo de su vida. Justifica un hecho violento que tiene carácter noticioso a partir de estados emocionales contextuales, y los expone para que el lector saque sus propias conclusiones. El medio tampoco plantea periodísticamente el problema de la detección de la violencia y el abuso, la burocracia, la ineficiencia de los informantes profesionales, la insuficiencia del aparato estatal para detectar y actuar ante la denuncia de agresión, previa a ella y posterior a la misma.
consecuencias en cuatro embarazos, prueba tangible y detestable de la transgresión. En otros, la prueba material es la transmisión de una enfermedad venérea; la visión sanitarista supera incluso a la del incesto, ya que en una el hecho es aberrante, y en la otra lo es la conducta (que mediatiza al hecho). Volanta: “Aberrante” (marzo de 2006). Título: “Abusó de sus hijastras y las contagió de sífilis”. Volanta: “Conducta aberrante” (noviembre de 2005). Título: “Condenaron a un hombre que abusó de su hijo de sólo 5 años”. Bajada: “El acusado confesó, pidió perdón y dijo que su padre le hizo lo mismo a él”. Otras veces, la posición del victimario es ponderada en un marco que permitiría justificarlo y lo pone casi al nivel de la víctima, es decir, sin autonomía: “Natalia declaró que su bebé se le escapó de los brazos” (agosto de 2005). El diario reproduce la declaración de una madre que no pudo retener a un bebé en sus brazos; la madre parece ocupar el lugar de otra víctima, ya que resulta complejo comprender la violencia proveniente de una madre. Título: “Menor asesinó a cuchillazos a su padrastro” (septiembre de 2005). Bajada: “El crimen fue el desenlace de una discusión por un grabador”. Se plantea que el crimen fue provocado por un grabador; no se menciona el uso de armas entre menores; la relación aparece enturbiada porque se trata de un padrastro, y puede contribuir a identificar violencia con pobreza.
A modo de conclusión Las mujeres, las niñas y los niños corren a menudo grandes peligros precisamente allí donde deberían estar más seguros: con sus familias, en su hogar. Para muchos de ellos y ellas, el “hogar” es un sitio donde impera un régimen de miedo y violencia, instaurado por alguien con quien tienen relaciones estrechas, por alguien de quien deberían poder fiarse (UNICEF 2007). Estas víctimas de malos tratos sufren física y psicológicamente. Se ven en la incapacidad de tomar decisiones personales, de expresar sus opiniones o de brindarse protección a sí mismas. Sus derechos son pisoteados y la amenaza constante de la violencia les impide vivir con tranquilidad; no obstante, hay numerosas prácticas sociales que aceptan y justifican las conductas violentas.
El diario construye el acontecimiento y se queda en el acontecimiento mismo, deja que su lector rehaga la representación basándose en sus propias convicciones y percepciones, sintiéndose un lector capacitado para ello, ya que ha leído con detalle todas las descripciones que LVI hace de aquellos hechos violentos. No importa analizar el antes y menos aún el después; en algunos casos, hasta se presenta como algo inherente a las sociedades actuales. Cuando el medio decidió agendar el tema VIF, lo hizo a través de un caso inobjetable, en el que ningún medio deseaba quedarse afuera: la muerte de
Las verdades sociales se construyen, quizá, en las tensiones entre lo visible y lo enunciable, entre lo concluido y lo manifiesto, o entre lo bueno/normal y aquello que no lo es. Aquí se analizaron “las cosas que se dicen” sobre la VIF y “cómo se dicen” en LVI. 78
La violencia intrafamiliar como representación en la prensa gráfica en el diario de mayor distribución en el interior de Argentina
Laura Valdemarca, Paola Bonavitta
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3. González Rey, Fernando. 2007. Investigación cualitativa y subjetividad. Los procesos de construcción de la información. México: McGraw-Hill.
una beba. Esto le permite acordar con sus lectores sin trastocar los modelos culturales que éstos puedan tener, ni cuestionar sus conceptos de violencia sobre las mujeres, sobre los niños y/o en el núcleo familiar.
4. Jelin, Elizabeth. 1996. La construcción de la ciudadanía: entre la solidaridad y la responsabilidad. En Construir la democracia: derechos humanos, ciudadanía y sociedad en América Latina, coords. Elizabeth Jelin y Eric Hershberg, 12. Caracas: Nueva Sociedad.
De esta manera, puede concluirse que el hecho que fue tomado en el presente trabajo como punto de partida fue lo que aceleró el tratamiento por LVI de un tema crucial como es el de la violencia doméstica en Córdoba. Los sentimientos que despertó el conocimiento de este hecho en la opinión pública ejercieron una fuerte presión social en la sociedad cordobesa, lo cual apresuró, finalmente, la sanción de la Ley 9.283.
5. Martini, Stella. 2000. Periodismo, noticia y noticiabilidad. Buenos Aires: Editorial Norma. 6. McCarthy, Michael. 1991. Discourse Analysis for Language Teachers. Cambridge: Cambridge University Press.
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Las representaciones de la religión en el espacio público entre los líderes religiosos minoritarios en México. Entre deseo de reconocimiento y exigencia de participación* por Alma Mancilla** Fecha de recepción: 24 de octubre de 2009 Fecha de aceptación: 27 de abril de 2010 Fecha de modificación: 17 de julio de 2010
Resumen El presente texto aborda la problemática de la presencia de la religión en el espacio público en México y de su regulación por parte del Estado, desde la perspectiva de las representaciones de algunos líderes religiosos minoritarios. Se trata de un artículo de corte fundamentalmente empírico, aunque la primera sección ofrece algunas pistas teóricas respecto al análisis de la religión en el espacio público, enfatizando en el papel del Estado tanto en la privatización como en la apertura de espacios para la religión. La segunda parte del artículo presenta el caso mexicano, y en particular los resultados de una serie de entrevistas con líderes religiosos minoritarios en México, con el objetivo de acercarnos a las percepciones que prevalecen en el medio religioso minoritario respecto a la religión en el espacio público en México. El artículo pretende dar espacio a las opiniones de los líderes religiosos en un contexto en el que la pluralización religiosa va en aumento, y en el que la preocupación por su gestión parece entrar de lleno en la agenda gubernamental de los Estados contemporáneos.
Palabras clave Religión, México, regulación de la diversidad religiosa, representaciones sociales.
The Perceptions of Religion in Mexican Public Space by the Leaders of Minority Religions: Caught Between the Desire for Recognition and the Demands of Participation Abstract This article examines the issue of religion in public space in Mexico and its regulation by the state. In particular, it focuses on the views of minority-religion leaders. Empirically driven, though with some theoretical reflections regarding the analysis of religion in public space, the article emphasizes the role of the state in both privatizing and opening up public space for religion. The subsequent section presents the Mexican case. In particular, it presents the results of a series of interviews with minority religious leaders in Mexico in order to understand how minority religious communities view the issue of religion in public space in Mexico. In the context of growing religious pluralism, and what seems to be a mounting interest by contemporary states to include religion in their public agenda, this article strives to include the voices of religious leaders themselves.
Key Words Religion, Mexico, Regulating Religious Diversity, Social Representations.
As representações da religião no espaço público entre os líderes religiosos minoritários no México. Entre desejo de reconhecimento e exigência de participação Resumo O presente texto aborda a problemática da presença da religião no espaço público no México e de sua regulação por parte do Estado, desde a perspectiva das representações de alguns líderes religiosos minoritários. Trata-se de um artigo de corte fundamentalmente empírico, ainda que a primeira seção ofereça algumas pistas teóricas a respeito da análise da religião no espaço público, enfatizando o papel do Estado tanto na privatização como na abertura de espaços para a religião. A segunda parte do artigo apresenta o caso mexicano, e em particular os resultados de uma série de entrevistas com líderes religiosos minoritários no México, com o objetivo de aproximar-nos às percepções que prevalecem no meio religioso minoritário com relação à religião no espaço público no México. O artigo pretende dar espaço às opiniões dos líderes religiosos em um contexto no qual a pluralização religiosa vem crescendo, e na qual a preocupação por sua gestão parece entrar definitivamente na agenda governamental dos Estados contemporâneos.
Palavras chave Religião, México, regulação da diversidade religiosa, representações sociais. * Este artículo es resultado de la investigación doctoral, financiada en diferentes momentos por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México, por el Conseil de la Recherche en Sciences Humaines (CRSH) de Canadá, y el Fond Québécois de la Recherche sur la Société et la Culture (FQRSC) de la provincia de Quebec. ** Estudiante del Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Laval, Quebec, Canadá. Maestra en Sociología, Universidad Laval, y Licenciada en Antropología Social, Universidad Autónoma del Estado de México. Líneas de investigación: Gestión pública de la religión, diversidad religiosa, religión e identidad, catolicismo popular en México. Últimas publicaciones: La religion dans l’espace public: une enquête préliminaire sur les perceptions de quelques leaders juifs et musulmans en milieu montréalais. Diversité Urbaine (en prensa); Las políticas públicas en torno a la diversidad religiosa. Laicidad y signos religiosos en la escuela pública en Quebec. Revista Mexicana de Estudios Canadienses 12: 29-49, 2006. Correo electrónico: alma.mancilla.1@ulaval.ca
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ciología en particular. Es preciso tener en cuenta que, durante mucho tiempo, estudiar el fenómeno religioso implicaba interesarse en su declive o en su negación (Beckford 2003, 31), cosa que se ha llevado a cabo de manera privilegiada a través de la teoría –o mejor dicho, de las teorías— de la secularización y, a menudo, del supuesto de la necesaria privatización de lo religioso. Por medio de una mirada a nociones como la de “privatización” de lo religioso, o de su corolario, la de “publicización”, es posible discernir que el hecho de situar a lo religioso, ya sea en la esfera pública o en la esfera privada, es una elección que depende ciertamente de circunstancias históricas, pero también de la intervención de los poderes públicos (Furseth y Repstad 2006).
lguna vez relegada a objeto de estudio periférico, la religión en el espacio público ha cobrado gran importancia en años recientes, particularmente en el contexto del discurso de los derechos humanos, de las reivindicaciones identitarias y de la inclusión de la diversidad. Al mismo tiempo, las autoridades públicas han comenzado a interesarse en la cuestión, sobre todo a raíz de ciertos acontecimientos altamente mediatizados en los cuales el elemento religioso parece ser central. En algunos casos, se han incluso adoptado medidas de intervención tendientes a controlar las actividades de algunas colectividades religiosas (como en el caso de las leyes contra las llamadas “sectas”), o bien a limitar la presencia de ciertas manifestaciones de la religión (particularmente de los signos vestimentarios) en los espacios considerados como públicos.
El paradigma clásico de la secularización, en particular, había tradicionalmente asignado a lo religioso el espacio de lo “privado”, entendiendo por privado tanto la esfera no política, como la esfera del hogar, o incluso la de la sola conciencia personal. Empero, las reconfiguraciones del paisaje religioso a partir de la década de 1960 han mostrado que la religión está muy lejos de haber desaparecido de la escena social, política o cultural, y que, por el contrario, continúa siendo pertinente lo mismo para individuos que para colectividades (Beckford 2003; Casanova 1994, Williams 2003),1 lo que nos hace también pensar que hay, ciertamente, quienes aún hoy perciben lo religioso como un fenómeno que toca, en grados diversos, todos los ámbitos de sus vidas, o que, por lo menos, establecen conexiones entre el ámbito privado y algunas cuestiones sociales o políticas (Beckford 2003, 86; Bastian 2004). Ello resulta particularmente cierto en el caso latinoamericano, en donde el elemento religioso reaparece en forma de reivindicaciones provenientes, en particular, de la Iglesia católica (Blancarte 2009; Cruz 2009).
El presente texto aborda la problemática de la presencia de la religión en el espacio público en México, en particular de las representaciones de algunos líderes religiosos minoritarios respecto a la religión en un contexto de regulación por parte del Estado. Se trata de un artículo de corte fundamentalmente empírico, aunque la primera sección aborda algunas pistas teóricas respecto al análisis de la religión en el espacio público, poniendo énfasis en el papel del Estado, así como en la privatización y en la apertura de espacios para la religión. Enseguida, presentamos el caso mexicano, y en particular los resultados de una serie de entrevistas con líderes religiosos minoritarios en México, cuyo objetivo es acercarnos a las percepciones que prevalecen en el medio religioso minoritario respecto a la religión en el espacio público en México. El artículo pretende explícitamente hacer un espacio a las voces de dichos líderes religiosos en un contexto en el que la pluralización religiosa va en aumento, y en el que la preocupación por su gestión parece entrar de lleno en la agenda gubernamental de los Estados contemporáneos.
Así, pues, una de las implicaciones de la pluralidad de fronteras entre lo público y lo privado es que las fronteras impuestas por el Estado entre lo público y lo privado podrían ser contrarias a aquéllas establecidas por las propias colectividades religiosas y por sus miembros. En particular, dadas ciertas condiciones (en la transformación de las creencias, en la diferenciación de esferas o en las categorías liberales aplicadas a la configuración de la esfera pública, por ejemplo), un Estado podría optar lo mismo por privatizar la religión, que por crear espacios de apertura para ésta. Al mismo tiempo, algunos grupos religiosos podrían verse obligados ya sea a “privatizarse”, o bien a insertarse en la esfera pública,
La religión en el espacio público y su regulación por parte del Estado Abordar la problemática de la religión en el espacio público implica reflexionar acerca de las transformaciones en los paradigmas de análisis del fenómeno religioso dentro de las ciencias sociales en general, y de la so-
1 Para el caso mexicano, véase Gutiérrez (2004).
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dependiendo de las políticas adoptadas por los poderes públicos.2 Así, lejos de ser el resultado de un proceso “natural”, la asignación de la religión a un ámbito determinado, así como el espacio ocupado por los grupos religiosos en dicho ámbito, son el resultado de un juego de fuerzas en las que el Estado a menudo se adjudica el rol de administrador privilegiado (Côté 2003). Al mismo tiempo, lo anterior va en contra de lo afirmado por algunas teorías que, aunque opuestas al paradigma de la secularización, postulan la existencia de un “mercado religioso” libre.3
De los trabajos en torno a la cuestión religiosa se desprende la imagen de un Estado que con frecuencia se atribuye el rol de definir lo que es auténtico o no, aceptable o no, en términos de opciones religiosas. Es en ese sentido que las voces que buscan definir lo religioso pueden concebirse como “discursos de autoridad” (authorising discourses) (Beckford 2003). Ahora bien, cuando decimos que el Estado busca definir la religión, ello no significa que éste intente explícitamente enunciar sus características, sino más bien que existe un intento de definirla implícitamente, en las disposiciones jurídicas, en la constitución o en las políticas públicas en torno a lo religioso. El rol del Estado como gestor de la actividad religiosa se complica, por lo demás, cuando alguna sociedad se ve confrontada con expresiones de lo religioso que se alejan de su paisaje religioso “tradicional”. Los trabajos que abordan el rol del Estado como regulador de lo religioso indican así que, pese a la impronta ejercida por el proceso de secularización, las definiciones de lo religioso y el patrón de relaciones entre el Estado y las colectividades religiosas tienden a favorecer a las religiones tradicionalmente “establecidas” (mainstream) (Beckford 1999, 38). Es en ese sentido que resulta posible hablar de “preferencias institucionales” (Côté 2003). Si pensamos, pues, que el Estado delimita el espacio legítimo que deben ocupar las colectividades religiosas, aunado al hecho de que éstas tienen sin duda sus propias percepciones de lo que es aceptable en términos de práctica religiosa, resulta interesante interrogarse acerca de la forma en que el actuar del Estado con respecto a la religión incide en la percepción de los actores religiosos. Algunos trabajos acerca de las políticas religiosas nos incitan, justamente, a pensar en la necesidad de tener en cuenta a esos otros actores, sobre todo ante la perspectiva de que la religión pudiera eventualmente constituir un sector de gestión pública similar a otros (Côté 2003; Côté y Gunn 2006; Gurau 2006), en donde al liderazgo del Estado tendrían que sumarse –si bien no en igualdad de condiciones ni de oportunidades– otros liderazgos, aquí de carácter
Ahora bien; la cuestión de la religión en el espacio público, más que referirse a la dinámica interna de movimientos y grupos religiosos, nos remite a la forma en que lo religioso se inserta dentro de las instituciones existentes. Más que pretender imponer un proyecto totalizador, quienes reivindican la presencia de lo religioso buscan a menudo espacios de expresión dentro de los límites de esas mismas instituciones: la escuela, los espacios laborales, las instituciones de salud y, en ocasiones, las instituciones jurídicas ya establecidas (Lefevbre 2005). Empero, hasta ahora una gran parte de la atención que los Estados contemporáneos han otorgado a lo religioso ha sido más bien consecuencia de incidentes controversiales (Côté 2006),4 por lo cual, lo que podemos caracterizar como las “políticas públicas” tendientes a regular lo religioso ha sido con frecuencia la expresión de un esfuerzo por controlar un fenómeno percibido como “peligroso” para la sociedad en su conjunto.5 2 En el primer caso, podemos pensar en las políticas que limitan, por ejemplo, el uso de signos y símbolos religiosos en las escuelas, mientras que en el segundo caso podemos mencionar algunos Nuevos Movimientos Religiosos que, sin desearlo, se ven obligados a obtener un registro público para poder llevar a cabo sus actividades, o que deben incluso justificar públicamente el carácter de éstas. 3 Inspirados en la situación prevaleciente en Estados Unidos y en la teoría económica, los defensores de lo que se conoce como “teoría del mercado religioso” se oponen a la intervención pública, considerándola como perniciosa para la acción de las colectividades o “firmas” religiosas (Stark e Iannaccone 1994; Iannaccone 1995). Así, en dicho paradigma de análisis, la voluntad reguladora del Estado lo convierte en una fuente de “costos adicionales” para las firmas religiosas. 4 Entre dichos incidentes podemos mencionar el de Waco, en Texas, en 1993; el atentado con gas sarín a manos de Aum Shinrikyō en el metro de Tokio, en marzo de 1995; el suicidio de los miembros del grupo californiano Heavens Gate, en 1997; o los asesinatos y suicidios de los miembros de la Orden del Templo Solar, en 1994, por mencionar los más conocidos. 5 Entre algunos de los documentos públicos importantes podemos mencionar, entre otros: Sir Richard Cottrell, Rapport sur l’activité de certains «nouveaux mouvements religieux» à l’intérieur de la Communauté européenne, Parlement européen, Doc. I-47/1984; Sir John Hunt, Rapport sur les sectes et les mouvements religieux, Parlement européen, Doc. No. 6535. au Canada, SCRS, 1995; Service Canadien du Ren-
seignement de sécurité, Mouvements religieux eschatologiques, 1999, disponible en: http://www.csis-scrs.gc.ca/fr/publications/perspectives/200003.asp, consultado el 4 de diciembre de 2007). En Estados Unidos, Projet Meggido (1999, FBI); en Francia: Rapport 1687, Commission d’enquête sur la situation financière, patrimoniale et fiscale des sectes, ainsi que sur leurs activités économiques et leurs relations avec les milieux économiques et financiers, Président M. Jacques Guyard, Rapporteur M. Juan-Pierrre Brard. Enregistré à la Présidence de l’Assemblée nationale le 10 juin 1999; Rapport de la Commission Gest-Guyard d’enquête sur les sectes, Assemblée nationale, 22 décembre 1995. Disponible enhttp://www.assemblee-nationale.fr/11/rap-enq/r2468.asp (consultado el 4 de diciembre de 2007).
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religioso.6 Pensamos, pues, que el análisis de las representaciones diversas de lo religioso, del actuar del Estado y de la interacción entre éste y las colectividades religiosas puede sin duda contribuir a una mejor comprensión de la dinámica de la presencia de la religión en el espacio público en las sociedades contemporáneas.
a voces más marginales, dichas opiniones nos parecen en ese sentido representativas de un sector muy “visible” de los liderazgos minoritarios en México. Ahora bien, en términos de pertenencia religiosa, los líderes entrevistados corresponden a dos grupos cuya influencia y presencia no son empero equivalentes: Por un lado, el protestantismo, que cuenta con una presencia importante, particularmente en sus corrientes evangélicas y pentecostales (Garma 2007), aunque también existe presencia de protestantes históricos (Gutiérrez 2007). Por otro lado, el judaísmo, que constituye, en México, una de las comunidades religiosas y culturales de mejor posición económica del país, pese a ser relativamente minoritaria (Hamui 2007). Ahora bien; ambas colectividades religiosas comparten un escenario reconocido como favorable aún a la Iglesia católica (Garma 2004), si bien se acepta que las reformas de 1992 han abierto para éstas espacios que anteriormente les estaban negados.
En las secciones que siguen presentamos los resultados de una serie de entrevistas realizadas a algunos líderes religiosos minoritarios respecto a la religión en el espacio público, teniendo como punto de partida el contexto de regulación de la religión en México. Las entrevistas realizadas forman parte de un proyecto más amplio acerca de la transformación del modelo de laicidad en México, y fueron realizadas en mayo y junio de 2008 en Ciudad de México, teniendo como interlocutores a líderes religiosos de confesiones pentecostal, metodista, presbiteriana y judía.7 Los líderes escogidos corresponden al perfil del “informante clave”, en el sentido de tratarse de personas con un amplio conocimiento de sus propios grupos religiosos, pero también de la dinámica de las relaciones entre éstos y el Estado mexicano. En ese orden, si bien no se trata de resultados estadísticamente significativos, sí nos parecen representativos de la opinión prevaleciente dentro de un segmento importante del liderazgo religioso en México. Se trata, esencialmente, de líderes religiosos minoritarios que tienen una particularidad: la de ejercer, en mayor o menor medida, el rol de interlocutores del Estado mexicano. Evidentemente, en todo paisaje religioso diversificado los liderazgos pueden ser numerosos, y obedecen asimismo a la conformación organizacional de cada religión. Así, pues, los líderes entrevistados se caracterizan no sólo por desempeñar un papel importante dentro de sus respectivos grupos religiosos, sino por participar regularmente en eventos públicos como representantes religiosos reconocidos por el Estado mexicano. La legitimidad de la que gozan es, pues, doble. Si bien dicha selección tiene como desventaja el dejar por fuera
La igualdad en el tratamiento real otorgado a las diversas colectividades religiosas es, empero, un horizonte al que muchos grupos aspiran aún, particularmente los de presencia más reciente, o sujetos a controversias (pensemos, por ejemplo, en el Islam mexicano, o en aquellos grupos como el de la Santa Muerte). Ahora bien, aunque es cierto que a algunas colectividades religiosas se les ha negado el registro (Garma 2004), no es éste el caso de ninguno de los grupos a los que pertenecen nuestros entrevistados, que se sitúan más bien en un sector del medio religioso minoritario que goza hoy en día lo mismo de reconocimiento legal que de cierto arraigo cultural e histórico. Con ese breve contexto en mente presentaremos a continuación el marco de regulación de la religión en México, antes de abordar las representaciones de los líderes religiosos minoritarios.
Breve contexto histórico del caso mexicano Dos elementos son centrales al pensar en el desarrollo histórico del modelo de regulación de lo religioso en México: la incontestable preponderancia de la Iglesia católica mexicana y la tradición de control por parte del Estado en materia religiosa, esta última heredada en gran medida del período colonial. La institución más importante en ese sentido es la del llamado Patronato.8
6 Para las perspectivas que ofrece el análisis de políticas públicas aplicado al caso de la religión, véanse Côté (2003 y 2006) e, igualmente, Gurau (2006). Resulta en particular interesante la idea de la sectorización. Ello haría referencia, típicamente, a la presencia de organismos de gestión especializados en la religión, a un control acrecentado por parte del Estado y a la imbricación entre liderazgos administrativos y liderazgos religiosos (véase Côté 2003). 7 Se trata de una decena de entrevistas semidirigidas, de aproximadamente una hora de duración, que abordan por igual los temas de la laicidad y de la imbricación entre presencia de lo religioso e intervención pública. Si bien consideramos que esos tres temas se superponen, en el caso mexicano, de manera indisociable, el espacio de que disponemos nos impide abordarlos todos de manera sistemática. Nos concentraremos, así, solamente en la cuestión de la religión en el espacio público y, en menor medida, en la representación de la intervención pública.
8 El Patronato es la institución por la cual los papas Alejandro VI y Julio II cedieron a la Corona de España el fruto de los diezmos eclesiásticos a cambio del apoyo y de la difusión del catolicismo en los reinos de América. En la práctica, ello representaba la cesión a la Corona del poder de control y de decisión en todos los asuntos eclesiásticos (el establecimiento de diócesis, la designación de obispos, la decisión en los casos de controversias,
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En el momento del nacimiento del México independiente en el siglo XIX, casi la totalidad de la población es católica, al menos nominalmente. Además, la religión católica, o al menos un sector de su clerecía, había sin duda desempeñado un papel importante durante el movimiento de independencia. Así, pues, el Acta de Independencia de Chilpancingo, los Sentimientos de la Nación y el Decreto Constitucional de Apatzingán de 1814, así como el Acta Constitucional de 1823, afirmaban la protección oficial de la religión católica, con la exclusión de todas las demás (Blancarte 2009). La Constitución de 1824 –la primera del México independiente– reconocía la libertad de religión, pero mantenía la religión católica como religión oficial del pueblo mexicano.9 Diversos motivos, empero, alejarían a México de la opción concordataria que prevalecería en el resto de América Latina. En principio, la Santa Sede retardaría el reconocimiento de la nueva nación independiente, lo que influiría negativamente en las relaciones ulteriores entre las dos instituciones. Aquélla deseaba, asimismo, el control del Patronato y de los asuntos eclesiásticos mexicanos. Al mismo tiempo, durante el siglo XIX triunfa en México una corriente liberal que, en lo referente a la regulación de la religión, se orientaba a la disminución de la intervención de la Iglesia católica en los asuntos públicos (Blancarte 2000).
Esas medidas no lograron ser puestas en práctica, debido a la llegada al poder de las fuerzas conservadoras (Blancarte 2009). Sería necesario esperar la llegada al poder del presidente Benito Juárez para que cobrara forma el modelo de laicización mexicana. La formulación de las llamadas Leyes de Reforma constituye el momento fundador del modelo mexicano de laicización. Dichas leyes fueron promulgadas entre 1859 y 1863, e incluidas en la Constitución de 1873.10 A través de estas leyes, cuyo carácter anticlerical era claro, el Estado mexicano buscará imponer su autoridad sobre el poder religioso, instaurando por primera vez un espacio político cuya legitimidad no dependerá ya de dichos poderes (Blancarte 2009). El período de la dictadura de Porfirio Díaz se caracterizará por un relativo relajamiento en la aplicación de las leyes anticlericales, sin por ello abrogarlas (Carbajal 2008). Empero, la Revolución Mexicana de 1910 consolidará un modelo de laicización hegemónica sumamente desfavorable a la Iglesia católica. La Constitución de 1917 limitaría así muchas de las actividades religiosas del culto católico.11 Ese modelo prevalecerá durante prácticamente todo el siglo XX, a lo largo del cual surgirán numerosos conflictos entre la Iglesia católica y el Estado mexicano.
Durante el agitado período posterior a la Independencia, la Iglesia católica cometería el error político de apoyar a los conservadores favorables a la monarquía española, y sería desde entonces asociada a los poderes que se oponían a la soberanía de la nueva nación. Las tentativas por construir una sociedad secular pasarían en aquella época por la edificación de una sociedad de individuos y, por ende, por la eliminación de las corporaciones y de las lealtades colectivistas, de las cuales la Iglesia católica constituía un caso paradigmático (Staples 2006). Así, ya en la primera mitad del siglo XIX, el liberalismo mexicano conocería algunas tentativas de laicización (Ceballos 2000). Durante la presidencia de Antonio López de Santa Anna, el entonces vicepresidente Valentín Gómez Farías pretendió instaurar un programa liberal que pondría fin a algunos de los privilegios de la Iglesia (con la prohibición de adquirir bienes inmuebles, por ejemplo), y romper con el monopolio de ésta en el ámbito educativo.
10 Dichas leyes se inscribían en la continuidad de aquellas formuladas desde 1855, las mismas que se orientaban a la disminución del poder de la Iglesia católica en los asuntos públicos. La Ley Lerdo (Ley de desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones civiles y religiosas de México, 1856) expropiaba las propiedades del clero regular y secular, decretando al mismo tiempo la supresión de las órdenes monásticas y la prohibición de portar hábitos religiosos. La Ley Juárez (Ley de administración de justicia, 1855) decretaba la abolición de los fueros eclesiásticos, mientras que la Ley Iglesias (1857) eliminaba la obligación civil de pagar el diezmo. A dichas leyes, decretadas durante la presidencia de Ignacio Comonfort, Juárez agregaría la Ley de nacionalización de los bienes del clero regular y secular (1859), la Ley sobre el matrimonio civil (1859), la Ley sobre el registro civil (1859), el Decreto del gobierno por el que cesa toda intervención del clero en los cementerios y camposantos (1859), el Decreto del gobierno por el que se señala qué días deben tenerse como festivos y prohibiendo la asistencia oficial a los actos de la Iglesia (1859), la Ley sobre la libertad de culto (1860), el Decreto del gobierno por el que quedan secularizados los hospitales y establecimientos de beneficencia (1861), y el Decreto del gobierno por el que se extinguen en toda la República las comunidades religiosas (1863). 11 Es posible mencionar, por ejemplo, la prohibición para los ministros de culto de participar en la educación primaria (art. 3); la prohibición de las órdenes monásticas (art. 5); la restricción de la celebración de actos de culto dentro de los templos y su vigilancia por parte de las autoridades públicas (art. 24); la prohibición para los grupos religiosos de adquirir bienes inmuebles y la administración de todos los templos por el Estado (art. 27); el no reconocimiento jurídico de las colectividades religiosas, la posibilidad para el Estado de decidir el número máximo de ministros de culto en los estados, y la prohibición de voto para todos los ministros de culto (art.130). Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, versión original (en línea en http://constitucion. rediris.es, visitada el 23 de marzo de 2009).
la celebración de sínodos). En ese sentido, no era la Iglesia católica quien controlaba al Estado, sino más bien éste el que ejercía su poder sobre la institución eclesiástica (Blancarte 2001; Cruz 2009). 9 El artículo 4º de dicha Constitución afirmaba que “La religión de la nación mexicana es y será perpetuamente la Católica Apostólica Romana. La nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra” (Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 1824).
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Ahora bien, es preciso recordar que durante casi todo el período cubierto por estos cambios, la presencia de religiones diferentes de la católica fue mínima. No será sino hasta la década de 1970 que la diversidad religiosa comenzará a ser evidente (Casillas 1996). Al mismo tiempo, la posición anticlerical del Estado mexicano se transformará poco a poco a partir de fines de los años treinta, en un acuerdo oficioso con la Iglesia católica conocido como el modus vivendi (Blancarte 1992; Gill 1995). El modelo no será empero reformado hasta la década de 1990, período en que se transformará verdaderamente el marco de regulación de lo religioso en México.
laicización debe entenderse, por lo demás, en el contexto del nuevo espacio de oportunidades creado por la reforma de 1992, lo mismo que en el de la continuidad del referente laico en la historia mexicana. Más allá de la reciente afirmación constitucional de la laicización del Estado mexicano, el otro evento significativo en términos de la gestión de la religión en México lo constituyen las reformas constitucionales de 1992, así como la consecuente formulación de una ley –la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público (LARCP)– en donde se inscriben los principios rectores de dichas relaciones. Entre los puntos que vale la pena destacar respecto a dichos cambios, mencionemos dos: que a través de ellos el Estado mexicano otorga al fin personalidad jurídica a las colectividades religiosas; y que reconoce por primera vez la pluralidad de su paisaje religioso (González Fernández 1994; González Schmal 1994). La LARCP sería complementada en 2003 con un Reglamento, todo ello en el contexto de la llegada al poder del Partido Acción Nacional, tradicionalmente asociado al pensamiento católico conservador.
El marco actual de regulación de la religión en México El espacio que se asigna a lo religioso en el México actual está circunscrito por el modelo prevaleciente de relaciones entre el Estado mexicano y las colectividades religiosas, así como por el lugar ocupado por la Iglesia católica, histórica y culturalmente dominante. Caracterizado como un modelo de Estado laico, éste constituye, junto con el caso francés, uno de los pocos en donde la laicización está inscrita en la Constitución, si bien ello no significa ni que la noción de laicización esté claramente definida, ni que el Estado como tal haya sido siempre reconocido constitucionalmente como laico.12 De hecho, la Constitución mexicana reconoció durante mucho tiempo únicamente la laicización de la educación, aunque supeditaba el actuar del Estado al “principio histórico de separación”.13 No ha sido sino en fechas muy recientes que han surgido en el terreno legislativo diversas iniciativas orientadas a afirmar constitucionalmente la laicización del Estado mexicano. El 11 de febrero de 2010, una de esas iniciativas fue aprobada por el H. Congreso de la Unión.14 Dicha afirmación de la
A la fecha, son esos tres documentos (la Constitución, la LARCP y el Reglamento) los que rigen la gestión gubernamental de la religión en México. No nos extrañe, pues, que las representaciones de ésta se encuentren moldeadas por el marco jurídico-legal prevaleciente. La LARCP, en particular, establece la normatividad en cuanto al culto público, la conformación de asociaciones religiosas, la entrada y permanencia de ministros de culto en el país, así como las sanciones previstas respecto a toda violación a la ley por parte de los grupos religiosos. La aplicación de la LARCP y de su Reglamento está a cargo de la Dirección de Asociaciones Religiosas, que mantiene un registro de las colectividades religiosas presentes en el país. Cabe mencionar que dicho registro es obligatorio para poderse ostentar con fines legales como asociación religiosa, lo que, además, conlleva ciertos privilegios, en particular la exención del pago de impuestos.15 Pese a que dentro de la ley todas las organizaciones religiosas adolecen de los mismos privilegios y limitaciones, algunos especialistas de lo religioso han señalado las problemáticas de dicha ley en el plano de su aplicación concreta (Garma 2004). Una vez más, esas problemáticas encontrarán eco en las representaciones prevalecientes en el medio religioso, particularmente en el minoritario aquí abordado.
12 Sobre la dificultad de definir la noción de laicización, véanse Baubérot (1990) y Milot (2002). Para el caso particular de la laicización mexicana, Blancarte (2000). 13 Dicho principio está contenido en el artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 14 Proyecto de decreto que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, presentado por el diputado Víctor Hugo Círigo Vásquez. Dicho proyecto de decreto pretende: “Establecer que la República Mexicana y los estados serán laicos. Establecer que la educación será libre de dogmas religiosos o científicos. Modificar la expresión de varón por la de hombre. Explicitar que toda persona tiene derechos y libertades sexuales y reproductivas. Establecer que nadie podrá ser obligado a trabajos personales que impliquen sometimiento a creencias religiosas. Precisar que toda persona es libre para profesar entre otros, la convicción filosófica que más le agrade y para practicarla o no. Establecer que los ministros no podrán oponerse al laicismo establecido en la Constitución”. Véase http://sitl.diputados.gob.mx/LXI_leg/iniciativas_por_pernplxi. php?iddipt=441&pert=1 (consultado el 25 de junio de 2010).
15 Para un análisis detallado de la aplicación de la LARCP desde un punto de vista jurídico, véanse González Schmal (1994) y González Fernández (1994). Gill (1999) ofrece una lectura de corte más sociológico.
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pacto jurídico de las mismas) y la manera en que dichas reformas se aplican en la situación real y concreta de los grupos religiosos en México.
La representación de lo religioso y de su gestión que emerge de nuestras entrevistas nos permite vislumbrar algunas de las problemáticas principales que atraviesan la cuestión de las relaciones Estado-religiones en México actualmente, que traducen lo mismo la percepción del trasfondo histórico, que de las transformaciones de dichas relaciones. Por representación entendemos aquí la percepción de la realidad, socialmente construida y compartida, en cierta medida, por un grupo social determinado.16 En lo que respecta a la religión en el espacio público, resultan recurrentes dos temáticas: la primera es la de las reformas de 1992, topos central alrededor del cual se estructura la narrativa que describe la situación actual de los grupos religiosos en México; la segunda se refiere al elemento político, omnipresente en la percepción de lo religioso, pese a las transformaciones del modelo de gestión.
Así, por un lado, la LARCP es percibida como “formalmente abierta a todos”, como un “avance”, como un instrumento que “abre posibilidades para las minorías” y como “prueba de apertura a la pluralidad”. Situamos en este eje las opiniones que ponen el acento en el reconocimiento de la personalidad jurídica de los grupos religiosos, y en el inicio de un diálogo entre las minorías religiosas y el Estado a través de la Dirección de Asociaciones Religiosas: Ha habido, y hay que reconocerlo, a partir de las reformas, apertura por parte de la autoridad y del encargado de asuntos religiosos en Gobernación ha habido ciertamente apertura hacia […] el reconocimiento de la pluralidad religiosa de México (PH5).18
Por otro lado, si el aspecto formal de la gestión de lo religioso goza de una aceptación amplia, la aplicación concreta de la LARCP es objeto de diversas críticas. En particular, la aplicación de la ley es percibida como “discrecional”, “inequitativa”, cuando no “desfasada” con respecto a la situación actual. En suma, la percepción predominante es que el reconocimiento jurídico de igualdad formal de las agrupaciones religiosas no se traduce necesariamente, en la realidad, en una mayor apertura en condiciones de igualdad para todas ellas. ¿A qué obedece dicha desigualdad? Es interesante mencionar que nuestros entrevistados perciben dos tipos de desigualdad. La primera es una desigualdad más bien estructural, que no depende necesariamente del Estado ni de sus políticas, sino que se origina en las claras diferencias financieras y organizativas entre los diversos grupos religiosos. Dicho de manera muy sencilla, la percepción es que hay algunos grupos religiosos que cuentan con muchos más recursos que otros. Cabe mencionar que esta percepción está particularmente presente en el caso de los líderes evangélicos, y lo está mucho menos en el caso de los judíos, lo cual no es sorprendente si se piensa en la situación financiera más bien precaria de los primeros, y muy buena en el caso de los segundos.19
Las reformas de 1992: una transformación mayor orientada hacia la apertura
Es innegable que, en lo que se refiere a la religión en el espacio público mexicano, el motivo central en el discurso de los líderes entrevistados es el de las reformas de 1992. En torno a este leitmotiv giran, así, otros elementos que conforman una visión ambigua de la gestión de lo religioso en México. El elemento de transformación ligado a dichas reformas es recurrente: en particular, las reformas aparecen a ojos de nuestros informantes como el fin de una simulación.17 De manera general, los entrevistados perciben esa transformación como sinónimo de mayor apertura por parte del Estado hacia lo religioso. Empero, dicha apertura tendría lugar a velocidades diferentes para, por un lado, la Iglesia católica y para, por otro lado, las religiones minoritarias, en particular los grupos evangélicos. Esta distinción se traduce en la percepción de una Iglesia mayoritaria que en cierta forma acapara los espacios disponibles, y traduce, igualmente, la idea de la existencia de una brecha entre el aspecto formal de las reformas (incluido el im16 La noción de representación social emerge en el ámbito de la psicología social, pero es de amplia aplicación en antropología, sociología, administración y ciencias políticas. Los valores, las expectativas y los conocimientos en torno a un concepto particular –la familia, el género, la democracia– forman parte de las representaciones sociales (Abric 2003; Mannoni 2001). 17 La idea de las reformas como fin de un período de simulación está presente igualmente en textos de orden jurídico que tratan de la LARCP. Por ejemplo, Palacios Alcocer (1994, 36) afirma que antes de las reformas prevalecía en el país una situación de “simulación”.
18 La nomenclatura utilizada indica la pertenencia religiosa (P para protestantes, sin distinción de denominación, y J para judíos. La H indica que se trata de un informante del sexo masculino; la F, que se trata de un informante del sexo femenino). 19 Cf. Hamui 2007.
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Independientemente de esa brecha entre el aspecto formal y real de la gestión de la religión, nuestros informantes están de acuerdo en que las reformas de 1992 constituyen un parteaguas en el que se oponen el “antes” y el “después”. Así, por ejemplo, antes, la religión no desempeñaba ningún rol en el espacio público, y solamente la religión católica podía contar con espacios de diálogo con el Estado; antes, los protestantes eran muy mal vistos, es decir, prevalecía, justamente, esa “cultura de la simulación” dentro de la cual “existíamos pero no existíamos” (PH6). Antes, pues, las religiones en plural sencillamente no tenían cabida en el espacio público. ¿En dónde se sitúan, concretamente, las aperturas de dicho espacio público hacia lo religioso? De las respuestas de nuestros informantes se desprenden dos niveles en los cuales el espacio público se percibe como más abierto hacia lo religioso: un primer nivel incluye la percepción de la opinión pública con respecto a la religión; el segundo toca el acceso de los grupos religiosos a espacios precisos, en particular al espacio televisivo.
Por otro lado, hay quienes piensan que las desigualdades son consecuencia de la marcada preferencia del Estado por la Iglesia católica. Sea o no exacta, esta idea afecta profundamente la imagen que se tiene del vínculo entre espacio público y religión, y ello en más de un aspecto: el acceso a los medios de comunicación, la participación política o la presencia de la religión en la escuela son algunos ejemplos de las situaciones percibidas como fuertemente influidas por la afinidad supuesta entre el poder político y la Iglesia católica. Algunos de los entrevistados mencionaron, por ejemplo, que el hecho de tener una ley que fue creada pensando en la Iglesia católica no podía sino dar como resultado una situación desfavorable para las religiones minoritarias, y que en ese sentido las reformas: Ayudaron en cuanto a que permitieron la personalidad jurídica de las iglesias, pero la realidad original es que fue un proyecto diseñado para establecer relaciones con el Vaticano y en aras de la pluralidad querían reconocer sólo a tres grupos históricos de las Iglesias evangélicas […] no hay que olvidar que fue una ley para privilegiar la relación con la Iglesia Católica (PH7).
En el primer nivel, la religión –sobre todo las religiones minoritarias– y el hecho mismo de ser creyente gozarían hoy de mayor aceptación pública. Lo anterior implica una representación positiva respecto a la forma en que las reformas han sensibilizado al público en general acerca de la presencia del factor religioso: de acuerdo con nuestros entrevistados, éstas han permitido el reconocimiento de lo religioso como elemento que forma parte del tejido social, presente de manera legítima, como cualquier otro. Esta mayor presencia de lo religioso se expresaría, por ejemplo, en la celebración de eventos de carácter religioso. En el transcurso de los últimos años, en particular, se han llevado a cabo algunas reuniones masivas que, por lo menos en el medio evangélico, son a menudo mencionadas con orgullo y percibidas como verdaderos triunfos. Además de esos eventos específicos y muy bien organizados, la mayor presencia de lo religioso tendría también lugar en espacios cotidianos. Algunos líderes mencionaron, por ejemplo, que el simple hecho de mostrar en público la pertenencia religiosa –por ejemplo, reuniéndose en algún lugar público a leer la Biblia– ya no es mal visto, como solía ser el caso hace algunos años. De nuevo encontramos aquí la idea del “antes” y del “después” de las reformas. Así, el “antes de las reformas” constituye un momento teñido, a ojos de nuestros entrevistados, no sólo de las características de la simulación, sino igualmente de prejuicios en torno a la religión. El “después de las reformas”, por el contrario, implica que la religión es tenida en cuenta, valorada por la población
Dicha percepción en cuanto a la existencia de una desigualdad de facto –claramente presente entre los evangélicos– es matizada por otros informantes –no evangélicos– que opinan que, en general, la apertura hacia lo religioso ha beneficiado a todos los grupos: Yo creo que simplemente los grupos religiosos todavía sienten que no tienen la suficiente participación y presencia pública, pero hoy todos, yo creo que todos están aprovechando esto, por supuesto depende de la fuerza, depende de la cantidad, pero yo creo que todos los grupos están aprovechando esto (JH1).
Esta percepción en torno a las desigualdades podría, por lo demás, estar asociada al hecho de que las diversas minorías religiosas valoran de manera diferente el acceso al espacio público. Así, por ejemplo, los evangélicos en general parecen muy interesados en ocupar mayores espacios, en obtener mayor visibilidad, mientras que para los judíos esto parece ser secundario, e incluso poco importante. Nuestros informantes de confesión judía nos explicaban, en ese sentido, que durante el proceso de reformas a la Constitución la comunidad judía siempre consideró que la situación de sus miembros se modificaría poco en la práctica, dado el carácter privado de la práctica del judaísmo en México. 87
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Religión y política: un tema aún vigente El segundo topos recurrente en nuestras entrevistas es el que toca al vínculo entre religión y política. De hecho, la cuestión del vínculo entre religión y política se imbrica aquí estrechamente con el tema de la laicización, al poner en escena las diversas opiniones respecto a los límites del modelo laico, particularmente de la noción de separación. Se trata, pues, de un tema ineludible en el caso mexicano. Las opiniones de nuestros informantes a ese respecto giran en torno a dos temas principales (sin por ello limitarse a éstos): por un lado, el tema de los personajes políticos que hacen alarde de sus pertenencias religiosas y, por otro, el de la participación pública de los ministros de culto. Se trata, a nuestro parecer, de las dos caras de la moneda en lo que se refiere al principio de separación, lo que podría quizá indicarnos la búsqueda implícita o explícita de compromisos y de ajustes alrededor de la existencia de un espacio político separado de lo religioso, y viceversa.
y, lo más importante, respetada por las autoridades públicas. Ello se expresaría también en el reconocimiento no sólo de la personalidad jurídica de las agrupaciones religiosas, sino en el reconocimiento del rol de los propios líderes religiosos: Ya ahora la sociedad sabe qué es una iglesia, o sabe, cuándo una persona dice “soy ministro de culto”, ya se le respeta como una persona con un oficio o profesión o como le quiera usted llamar (PH3).
Al mismo tiempo, la percepción de las reformas como un elemento que ha contribuido a dar a conocer la existencia de las diversas manifestaciones de lo religioso está igualmente presente:“El hecho de la personalidad jurídica hace que la sociedad misma se esté enterando de que existen diferentes asociaciones, que hay necesidad de respetar su manera de ser” (PH3). En ese sentido, se asocia a las reformas con la instauración de un contexto más favorable a la presencia y aceptación de la diversidad religiosa. Ambas ideas –la de la aceptación de lo religioso en general y la de la aceptación de su diversidad– son comprensibles, dada la presencia de una fase de anticlericalismo en el país, por un lado, y de hegemonía del catolicismo, por el otro.
La primera cuestión, la de los personajes políticos que hacen alarde de sus pertenencias religiosas, suscitó numerosos comentarios, poco favorables la mayor parte del tiempo. El evento clave de este tema es la llegada al poder del Partido Acción Nacional en el año 2000. Los líderes religiosos minoritarios sitúan el mandato del presidente Fox como particularmente agitado en lo que se refiere a la presencia de la religión en el espacio público. Fueron mencionados el comportamiento del presidente Fox durante la visita del papa Juan Pablo II en 2002 (recordaremos que durante su primer encuentro el presidente Fox saludó al papa de rodillas y besando el anillo papal, lo que fue considerado como una prueba de sumisión de un jefe de Estado ante la autoridad del Vaticano), así como la utilización, en varias ocasiones, de símbolos religiosos durante la campaña electoral presidencial: la cruz, el estandarte de la Virgen de Guadalupe, etc.20 Nuestros informantes opinan que con dichos acontecimientos se cruzó una línea cuyas fronteras habían sido hasta entonces en gran medida respetadas por la clase política en el poder. La percepción es que, por ejemplo, los políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de tradición liberal, habían siempre mantenido formalmente sus distancias con los símbolos y las
El segundo nivel en el cual se manifiesta la apertura de espacios para lo religioso –el que toca a la presencia de la religión en espacios concretos y, en particular, en el espacio televisivo– reviste una gran importancia entre los líderes religiosos, quienes consideran la visibilidad mediática como un indicador de la aceptación pública de sus creencias. Existe la percepción de que la nueva ley debería, precisamente, traducirse en la apertura de dicho espacio, sobre todo cuando se contrasta la situación de las minorías con la de la Iglesia católica. Este aspecto hace surgir así, en mucha mayor medida que el anterior, una crítica velada a las reformas y, por ende, al Estado, que no estaría apoyando lo suficiente el acceso a los espacios existentes, sobre todo en lo que se refiere al carácter equitativo de dicho acceso. Ahora bien, cabe mencionar que muchos de nuestros informantes piensan que ya es tiempo de repensar la legislación y de adaptarla a la situación actual, puesto que algunas de las limitaciones impuestas en su momento por el legislador deben ser revisadas hoy en día. Hay quien piensa que el espíritu original de la ley en el momento de su formulación se ha perdido, y que ésta no está ya a la altura de la situación actual, dado el carácter evolutivo y cambiante del paisaje religioso en México.
20 Dichos acontecimientos fueron en su momento objeto de una atención mediática enorme. Es posible referirse, entre otros, a los siguientes artículos de prensa: “El vínculo de Fox con la Iglesia católica, similar al vivido en la España de Franco”, La Jornada, 11 de noviembre de 2002; “Visita papal”, La Jornada, 2 de agosto de 2002. Fregoso y Gaytán (2002) presentan un análisis de la visita del papa a México durante el mandato presidencial de Vicente Fox enfatizando en el aspecto de manipulación mediática del evento.
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instituciones de la Iglesia católica, incluso una vez que el conflicto abierto entre ésta y el Estado era ya cosa del pasado. Pese al tiempo transcurrido desde la llegada al poder del presidente Fox, esos acontecimientos han quedado grabados en la memoria de algunos líderes religiosos, aunque acontecimientos más recientes han venido a reforzar esa idea.21 Todo ello parece haber contribuido a instalar un clima de desconfianza hacia el poder ejecutivo, en particular, y hacia el Gobierno, en general.
en el medio religioso de voces que se levanten contra la injusticia. Al mismo tiempo, quizá sea posible ver en ello una herencia que, en México, pasa por la presencia de corrientes como la Teología de la Liberación, y que, en última instancia, parece percibir idealmente a la religión como un elemento de crítica social. Es interesante hacer notar así que, de manera global, las opiniones recabadas se orientan hacia la delimitación de un espacio para lo religioso situado fuera del espectro político. En ese sentido, la aproximación con los argumentos de ciertos trabajos que abordan la cuestión de la religión en el espacio público es digna de mención: el lugar idóneo para hablar de religión pública en el mundo moderno, lejos de favorecer la proximidad entre religión y política, por un lado, o el confinamiento de lo religioso a lo privado, por el otro, tendería a favorecer formas públicas de religión situadas en la esfera de la sociedad civil (Casanova 1994; Herbert 2003).
El segundo tema de importancia respecto al vínculo entre religión y política es el de la participación de los ministros de culto en cuestiones públicas. Es preciso recordar que la LARCP establece criterios más o menos precisos respecto a dicha participación, lo que no impide que algunos líderes consideren la ley como un documento “demasiado restrictivo”, en el que los ministros de culto son considerados como “ciudadanos de segunda clase” (PH6): “La participación política de los ministros de culto que, bueno, obviamente sigue siendo limitada por la misma ley, y bueno, ésa es una gran laguna y un tema pendiente” (PH5).
La intervención del Estado: necesaria, pero aún insuficiente El último punto que presentaremos aquí se refiere a las representaciones de la acción pública. Nos aproximamos a la cuestión teniendo como contrapunto la imagen proyectada por la tesis favorable a la presencia de un mercado religioso libre de la intervención del Estado. Los resultados de nuestras entrevistas se orientan en el sentido opuesto: la mayoría de los líderes religiosos es favorable a dicha intervención, siempre y cuando ésta se oriente no hacia el control restrictivo, sino hacia la apertura de espacios de inclusión para las minorías religiosas. Así, la mayoría de los líderes entrevistados considera que, de manera general, el Estado tiene una responsabilidad en lo que toca a la gestión de la religión en el espacio público. En ese sentido, su intervención, pese a sus debilidades, se sitúa dentro de lo aceptable, en particular en lo que concierne al inicio y mantenimiento del diálogo con las minorías religiosas.
Pese a lo que parece ser el descontento de algunos líderes religiosos frente a estas limitaciones, la realidad es que la mayoría de los líderes entrevistados no desea, empero, que dicha participación tenga lugar en el plano de lo político. Así, la paradoja radica en que se desea mayor participación, pero fuera de ese ámbito. Más bien, dicha participación debería orientarse, a decir de algunos, hacia preocupaciones en torno a la justicia social, de manera que la religión pudiera asumir un rol público en la vida cotidiana. Algunos lamentan, así, la ausencia 21 Fue mencionado, en particular, el incidente de la donación hecha por el gobernador de Jalisco a la Iglesia católica, incidente fuertemente criticado por todos los entrevistados. Recordemos que el gobernador del estado de Jalisco, Emilio González Márquez, realizó a principios de 2008 un “donativo” de 90 millones de pesos a la Arquidiócesis de Guadalajara para la construcción de un santuario católico, en conmemoración de los mártires de la Guerra Cristera. Ante el escándalo y la cobertura mediática del evento, las autoridades federales decidieron iniciar una investigación para establecer el origen de dichos fondos financieros. El Auditor Superior de la Federación determinaría finalmente que los fondos tenían un origen federal, y que, por lo tanto, se había violado la ley. El argumento del gobernador, por su parte, era que esos fondos formaban parte del presupuesto federal destinado a “fomentar el turismo”, lo que no correspondía en realidad a los objetivos de dicho proyecto, cuya naturaleza era evidentemente religiosa. Después de varios meses de escándalo y de numerosas quejas ante la Comisión de Derechos Humanos, así como de reuniones privadas entre la Iglesia católica y las autoridades políticas, en junio del mismo año el comité encargado de la construcción del templo decidió regresar el dinero al gobierno del estado. Empero, el asunto estaba aún fresco en la memoria de muchos líderes en el momento de llevarse a cabo las entrevistas, lo que nos hace pensar en la fuerte carga simbólica que rodea a la conjugación de lo religioso y lo político.
Cuando la percepción es desfavorable, empero, es porque dicha intervención se traduce en la pretendida cercanía entre el partido en el poder y la Iglesia católica, o entre el primero y los grupos católicos conservadores, lo que ciertamente contribuye a la idea de que las minorías religiosas tienen poco acceso a los espacios públicos. Los resultados de nuestras entrevistas arrojan, asimismo, una distinción interesante entre dos niveles de establecimiento de relaciones entre el Estado y los grupos religiosos: el formal o jurídico, por un lado, y el informal, por otro. En lo que respecta al nivel formal, 89
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la satisfacción de los líderes religiosos es prácticamente unánime. En particular, la LARCP cuenta con toda la legitimidad necesaria como marco de gestión de la actividad pública de las colectividades religiosas. Empero, las críticas emergen en cuanto se aborda el nivel de aplicación de la ley en la realidad. Así, prevalece la percepción de un tratamiento preferencial hacia la Iglesia católica. El vínculo con los grupos religiosos minoritarios sería así exclusivamente de orden administrativo y, las más de las veces, restringido al aspecto formal del contenido de la LARCP, cuya aplicación quedaría a menudo a discreción de las autoridades de turno. El tratamiento reservado a las minorías religiosas se asocia así a lo administrativo, a la burocracia.22 La percepción de que las relaciones entre los grupos minoritarios y el Estado deben pasar siempre por los canales formales –es decir, por la Dirección de Asociaciones Religiosas– es uno de los elementos a favor del argumento según el cual el tratamiento difiere según se trate de las minorías religiosas o de la Iglesia católica. La mayoría piensa, en efecto, que la Iglesia católica no se ve obligada a recurrir a esas instancias, puesto que mucho de lo que le concierne se arreglaría en las altas esferas del poder, en reuniones informales con la clase política y por medio de la intervención de la jerarquía eclesiástica:
la llegada al poder del PAN, y casi todos ellos continúan desconfiando del régimen panista, aunque algunos admiten que hasta ahora sus temores han sido infundados: Particularmente en lo que se refiere a la intolerancia religiosa ahora que tenemos una administración panista, las últimas dos administraciones panistas teníamos preocupación porque se tiene la idea de que el Partido Acción Nacional es católico, procatólico […] teníamos la preocupación de que no se nos fuera a atender en esta administración. Cuando ganaba el PRI pues ellos generalmente son liberales y teníamos nosotros toda la atención por parte del ejecutivo federal, y ahora que ganó Acción Nacional, el presidente Fox en su momento y ahora Felipe Calderón, pues hemos seguido teniendo la misma atención. En cuanto al trato, no ha habido modificación (PH2).
Al menos dos de los líderes entrevistados opinaron, por otro lado, que durante la administración del presidente Calderón las relaciones con los grupos minoritarios han sido descuidadas, comparadas con el ritmo y la naturaleza de los vínculos que se habían mantenido durante los dos mandatos presidenciales previos: Pues digamos que empezó muy bien, continuó mejor pero en este sexenio declinó totalmente, en este sexenio no hay relaciones de ningún tipo del Gobierno con las iglesias, con excepción de la Iglesia católica, verdad, que el Secretario de Gobernación recibió a los obispos, pero a las demás iglesias, nada (PH7).
[…] la relación con la autoridad son relaciones meramente formales, para estos asuntos, alta y baja de ministros, templos, avisos de apertura de culto público, etc., pero en realidad, como algunos han planteado, tomar a las iglesias como parte de un proyecto de reforma del Estado, pues no, simplemente no existe, por lo menos no desde el Gobierno actual (PH6).
En suma, si la opinión respecto a la intervención del Estado es generalmente positiva, lo cierto es que podría aún mejorar. Así, prevalece la idea de que los espacios permanentes con que efectivamente cuentan las minorías religiosas son “insuficientes”, cuando no “inexistentes”. Se habla, ciertamente, de algunos eventos específicos que sirven de tribuna a los grupos religiosos (por ejemplo, en ocasión del Día Mundial de la Tolerancia), sin que exista, por otro lado, un esfuerzo sistemático por parte del Estado orientado a construir relaciones constantes y cotidianas entre Estado y líderes religiosos. Al menos tres de los líderes perciben cierta reticencia de parte del Gobierno, quien, según ellos, preferiría no ocuparse demasiado de lo religioso, porque “sabe que es un asunto espinoso” (PH5). En todo caso, la carencia de espacios es patente. Según nuestros informantes, los espacios existen en la medida en que el Estado los abre, pero ante la ausencia de organización, las minorías carecerían de tribunas para expresarse: “esos foros existen mientras haya quien los organice, es decir, el tema
Así, pues, la percepción de la persistencia de una preferencia marcada por la Iglesia católica dentro de la clase política permea el discurso de nuestros informantes, que no dudan en externar sus temores respecto al peligro de que dicha preferencia se vea reflejada en las políticas del Estado, y que pueda, en última instancia, tener efectos perniciosos en la sociedad. Varios de los líderes entrevistados, por ejemplo, afirmaron haber temido el incremento de dichas tendencias, particularmente en el momento de
22 La Dirección de Asociaciones Religiosas cuenta con algunas publicaciones. La mayor parte de ellas son, efectivamente, guías destinadas a las asociaciones religiosas para ayudarlas a orientarse en los laberintos de la administración pública. Por ejemplo, el sitio de la Dirección incluye en el vínculo la sección “Preguntas frecuentas de las asociaciones religiosas”, un documento de alrededor de cien páginas http://www.asociacionesreligiosas.gob.mx/SDGAR05-Docs/Preguntas_Asociaciones_Religiosas_2.pdf (visitado el 14 de agosto de 2008).
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temas jurídicos o de orden teórico que se asocian a la interacción con las instancias gubernamentales, lo que incide negativamente en la naturaleza de su relación con éstas:
es muy atractivo, ahí está en la mesa, pero poca gente tiene la capacidad de crear algo, y el Estado como tal no los organiza muy seguido” (PH3). La intervención del Estado en la materia se reduciría así a la organización de reuniones “esporádicas”, que constituyen más bien una reacción al descontento de las minorías frente a la actitud preferencial mostrada hacia la Iglesia católica:
Muchas de las veces en el tema hay ignorancia o falta de capacidad, por llamársele así. Entonces, hay temas que ni siquiera son dominados por estos grupos minoritarios. Me gustaría saber quién opina de lo que platicábamos hace rato, de lo del notorio arraigo, que hubiera un forito más elevado, pero es muy difícil (PH3).
Siempre surgen, hablando de los evangélicos, surgen en reclamo que por qué la Iglesia católica ya se ha reunido siete veces con el presidente y nosotros ninguna. ¡Por eso surgen! Pero realmente […] yo no he sabido que haya reuniones o foros en donde iglesias minoritarias tengan una posibilidad de diálogo (PH3).
Finalmente, cabe preguntarse en qué medida se tiene la percepción de que el Estado consigue “cooptar”, por así decirlo, una parte del liderazgo religioso. La existencia del registro de asociaciones religiosas no es en realidad un medio de control eficaz, sobre todo si pensamos que con el paso de los años los datos han perdido actualidad.23 La existencia, por otro lado, de organismos como el Consejo Interreligioso de México no goza del favor de la mayoría de nuestros entrevistados, dado el carácter un tanto “cerrado” del ingreso para algunas minorías religiosas, y la colaboración en ocasiones muy clara entre el Consejo y la Dirección de Asociaciones Religiosas.24 Lo más probable, en todo caso, es que, como lo menciona uno de nuestros informantes, lo mismo los datos del registro que la existencia de algunos organismos religiosos cupulares sean útiles al Gobierno, en la medida en que éste busca establecer alianzas con algunos grupos religiosos y apoyos para sus políticas:
Una vez más, pues, está presente la distinción entre la interacción entre Estado e Iglesia católica, por un lado, y las relaciones que el primero establece con el resto de los grupos religiosos: Evidentemente, la relación con la Iglesia católica es una relación que es más frecuente que con los otros grupos, es muy claro, cuando el Gobierno quiere transmitir algo el primer grupo al que se dirige es la Iglesia católica, que lo tenemos que entender, es la iglesia mayoritaria de este país, pero creo que ha habido el suficiente equilibrio para reunirse inmediatamente con los demás grupos (JH1).
Respecto a la participación de los líderes religiosos como interlocutores del Estado, existen dos opiniones divergentes. Por un lado, algunos de los líderes entrevistados piensan que el establecimiento de un diálogo más constante y constructivo con el Estado requiere de una participación más informada, lo cual es difícil, dada la falta de preparación de una gran parte de los líderes religiosos. Por el contrario, al menos dos de nuestros informantes opinan que sería necesario más bien “abrir” la participación para incluir a más líderes “de la base”. El objetivo sería, aquí, que los debates y los contactos con las autoridades públicas impliquen a otros líderes, además de aquellos que son el contacto habitual. Pero, una vez más, ello resulta difícil, puesto que la interlocución con el Estado requiere de algo más que el mero conocimiento de la propia religión. La falta de preparación de algunos de los líderes religiosos es percibida así como uno de los grandes problemas presentes en el medio religioso en México.
Se da un principio de oportunidad. Si el Gobierno o los sectores gubernamentales necesitan legitimar, o el apoyo para alguna política pública, recurrirán a los sectores evangélicos, a nivel municipal, a nivel estatal o a nivel federal; en ese sentido, la herencia priísta está viva, no ha habido cambios en ese sentido, pero es un acercamiento meramente utilitarista (PH6).
23 Entrevista personal con una antigua funcionaria de la Dirección de Asociaciones Religiosas, junio de 2007. 24 El Consejo Interreligioso de México fue fundado en febrero de 1992 –el mismo año de las reformas constitucionales en materia religiosa– por iniciativa de algunos líderes religiosos deseosos de crear un espacio para promover la tolerancia y el conocimiento mutuo entre las diversas religiones presentes en el país. En 1995 el Consejo obtuvo su registro como asociación civil. El Consejo es presidido de manera vitalicia por el Arzobispo Primado de México, y agrupa a once denominaciones: la Iglesia católica, la Iglesia anglicana, la Iglesia luterana, la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, la Iglesia ortodoxa griega de México, la Orden sufí, la Comunidad budista de México, la Comunidad Hindú, Sikh-darma de México, la Comunidad judía de México y la Iglesia nacional presbiteriana.
Efectivamente, la percepción es que si muchos de los líderes minoritarios –los evangélicos, en particular– tienen mucha experiencia, pocos son quienes dominan los 91
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Nuestros informantes lamentan, pues, que ciertos líderes de grupos minoritarios parezcan más interesados en la obtención de prebendas personales, que en abrir espacios para sus iglesias, lo que sin duda es aprovechado por las autoridades públicas de turno. Así, pues, crear espacios genuinos de diálogo no parece ser una tarea sencilla. El temor de la alianza entre el Estado y la Iglesia católica está, por lo demás, omnipresente. Sin embargo, parece innegable que ciertos mecanismos de diálogo y de participación limitada han ido instaurándose poco a poco, y la intervención pública en la materia goza de la legitimidad que le otorga la existencia de la LARCP. Es, así, probablemente, más en el sentido de su carácter poco sistemático, en ocasiones mal informado y quizá aún demasiado orientado por el vínculo entre religión y política, que radicarían las principales limitaciones de la intervención pública en dicho ámbito.
realidad indique lo contrario), lo que explica al mismo tiempo que los incidentes en donde la religión está presente en la esfera política sean tan mal vistos, y sin duda la tradición del modelo de laicización y los períodos de anticlericalismo han ejercido aquí su impronta.
Conclusiones
Las representaciones de lo religioso que prevalecen entre los líderes de algunas colectividades minoritarias en México no reflejan, en este caso, la percepción de la disminución de la importancia de la institución religiosa dominante, sino que, por el contrario, ponen en evidencia la preponderancia de la percepción de que las relaciones entre ésta y el Estado mexicano continúan gozando de un estatus privilegiado, pese a la impronta histórica del modelo de laicización. Al mismo tiempo, la opinión preponderante entre dichos líderes se inclina a favor de la aceptación de lo religioso en la esfera pública, aceptación que, paradójicamente, va de la mano con la idea de que las colectividades religiosas no deben verse involucradas de ninguna manera en los asuntos políticos. Ello nos lleva a concluir que el carácter público de lo religioso que favorecen las minorías religiosas se circunscribe aquí al rol de la religión como factor de participación social y como dimensión de la vida humana, pero que de ninguna manera ello implica su aceptación como elemento legítimo dentro de la esfera política.
La distinción entre los dos niveles de relación con el Estado –formal e informal– resulta de interés en cuanto nos permite constatar la brecha percibida entre la norma de igualdad jurídica y una realidad en la que ciertos círculos políticos resultan inaccesibles a los líderes de las religiones minoritarias. Si muchos de entre ellos no tienen ni el deseo ni los medios de insertarse en esos círculos, la LARCP les permitía anticipar que habría otros espacios de participación que harían posible la contribución de los grupos religiosos a la resolución de problemas sociales. Es, justamente, la ausencia de dichos espacios lo que nuestros entrevistados critican.
Si pensamos en la secularización y en las afirmaciones un tanto contradictorias que la rodean –por un lado, respecto al declive de lo religioso, y por el otro, respecto al retorno de las instituciones religiosas tradicionales, en este caso de la Iglesia católica–, lo cierto aquí es que el escenario es más bien el de líderes de religiones minoritarias que perciben esa secularización y su corolario político –la laicización– como incompletos, en el sentido de la persistencia de la relación privilegiada de la Iglesia católica con el Estado mexicano, en particular a raíz de la presencia del Partido Acción Nacional en el poder. En ese sentido, la reciente afirmación de la laicización del Estado en la Constitución parece responder a una preocupación ampliamente presente entre dichos actores, y al mismo tiempo confirma la preeminencia de la noción de laicización en el marco de regulación de lo religioso en el país. Las minorías religiosas desean ser reconocidas por el Estado, y en ese sentido, más que desear un escenario de completa indiferencia por parte de aquél hacia lo religioso, podemos inferir que se espera de éste una cierta intervención para asegurar el acceso equitativo de todos al espacio público, sobre todo dadas las condiciones de desigualdad estructural percibidas entre los diferentes grupos religiosos. Dicha reforma debe leerse también en ese contexto. Los líderes religiosos desean así, en su mayoría, mayores espacios de participación, pero éstos no se situarían, como quizá podría pensarse, en la esfera política. La participación de los grupos religiosos y, en general, la presencia del elemento religioso en dicha esfera no se perciben como compatibles con la cultura política mexicana (pese a que la
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Las representaciones de la religión en el espacio público entre los líderes religiosos minoritarios en México. Entre deseo de reconocimiento y exigencia de participación Alma Mancilla
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Participación ciudadana institucionalizada y organizaciones civiles en Brasil: articulaciones horizontales y verticales en la política de asistencia social* por Felipe J. Hevia** Fecha de recepción: 7 de octubre de 2009 Fecha de aceptación: 17 de septiembre de 2010 Fecha de modificación: 22 de noviembre de 2010
Resumen Este artículo se concentra en el impacto de los dispositivos institucionales de participación en las articulaciones entre diversas organizaciones sociales y civiles en Brasil. Tomando el caso de la asistencia social, se argumenta que diversos mecanismos de participación ciudadana institucionalizada, tales como las conferencias y los consejos gestores, impactan positivamente en la generación de una red sectorial “vertical”, donde puede controlarse la política pública desde la federación hasta las localidades, pasando por estados y municipios, y de una red territorial “horizontal”, donde se activan diversas temáticas sectoriales en un mismo territorio. Esta doble articulación permite mayor densidad asociativa, que las redes territoriales tengan mejor conocimiento sobre las políticas sectoriales implementadas en sus ciudades y que las redes sectoriales puedan, además de participar en todos los eslabones de la cadena de la ejecución de la política, conocer sus impactos nacionales y locales.
Palabras clave Participación social, sociedad civil, organización no gubernamental, democracia deliberativa, bienestar social.
Institutionalized Citizen Participation and Civic Organizations in Brazil: Horizontal and Vertical Relationships in Social Assistance Policy Abstract This article examines the impact of participatory institutional arrangements between different social and civil organizations in Brazil. Taking the field of social assistance as a case study, the article argues that various institutionalized mechanisms for citizen participation, such as conferences and management councils, promote the development of a “vertical” sectoral network, through which public policies can be controlled from the federal to the local level, and a “horizontal” territorial network, in which various sectoral issues are activated within the same territory. This dual articulation promotes greater associative density: the territorial networks have better knowledge of the specific policies implemented in their cities; and the sectoral networks, besides participating in all stages of policy implementation, can understand their impact at the national and local level.
Key Words Social Participation, Civil Society, Nongovernmental Organizations, Deliberative Democracy, Social Welfare.
Participação cidadã institucionalizada e organizações civis no Brasil: articulações horizontais e verticais na política da assistência social Resumo Este artigo se concentra no impacto dos dispositivos institucionais de participação nas articulações entre diversas organizações sociais e civis no Brasil. Tomando o caso da assistência social, argumenta-se que diversos mecanismos de participação cidadã institucionalizada, tais como as conferências e os conselhos gestores, impactam positivamente na geração de uma rede setorial “vertical”, onde pode se controlar a política pública desde a federação até as localidades, passando por estados e municípios, e de uma rede territorial “horizontal”, onde se ativam diversas temáticas setoriais em um mesmo território. Esta dupla articulação permite maior densidade associativa, que as redes territoriais tenham melhor conhecimento sobre as políticas setoriais implementadas em suas cidades e que as redes setoriais possam, além de participar em todos os elos da cadeia da execução da política, conhecer seus impactos nacionais e locais.
Palavras chave Participação social, sociedade civil, organização não governamental, democracia deliberativa, bem-estar social. * Una versión anterior de este artículo fue presentada en el XXI Congreso Mundial de Ciencia Política, en Santiago de Chile, en julio de 2009. Se agradecen los comentarios de Maria do Carmo Albuquerque y Ernesto Isunza. El trabajo de campo se realizó para la investigación “Programas de transferencia condicionada y construcción de ciudadanía: comparando los programas Bolsa Familia (Brasil) y Progresa/Oportunidades (México)”, financiada por la FAPESP y ejecutada como parte del proyecto posdoctoral del autor en el Centro de Estudos da Metrópole del Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (CEM/ CEBRAP). Expreso mi agradecimiento a ambas instituciones. ** Doctor en Antropología. Profesor-investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Poder y ciudadanía en el combate a la pobreza: el caso del Programa Progresa/Oportunidades de México. Bruselas: PIE Peter Lang Publications (en prensa); y La iniciativa legislativa popular en América Latina. Revista Convergencia 52: 155-186, 2010. Correo electrónico: fhevia@ciesas.edu.mx
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Institucionalización de la participación en América Latina
mente la soberanía, derecho consagrado en el Art. 1 de la denominada Constitución ciudadana de 1988.
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Dentro de los factores que han contribuido a ese proceso podemos encontrar, en primer lugar, profundas reformas descentralizadoras y municipales, que contribuyen a que el municipio se transforme en un auténtico órgano de gobierno con capacidad ejecutiva y reguladora, y con órganos legislativos propios (Arretche, 2000 y 2007), y en segundo lugar, configuraciones históricas singulares de la sociedad civil brasileña y su impulso prodemocrático, que se expresó en las luchas contra la dictadura, en la creación de un partido político con nuevas dinámicas de relación con los movimientos sociales, en reformas para la incorporación de la participación en los capítulos de protección social de la Constitución de 1988, y en los procesos de impeachment del presidente Collor a principios de la década de 1990 (Avritzer y Anastasia 2007; Dagnino 2002).
na de las características distintivas de la nuevas democracias en América Latina ha sido la institucionalización de una serie de instancias de participación ciudadana, incluidos mecanismos de “democracia directa” (plebiscitos, referéndums, iniciativa legislativa popular y revocación del mandato) e instancias públicas de consulta y deliberación, como consejos consultivos y diversos comités con presencia ciudadana (Hevia 2006; Lissidini, Welp y Zovatto 2009). En toda la región, en los ámbitos nacional y local se han multiplicado los consejos consultivos, comités, asambleas, audiencias públicas, y una diversidad de espacios de consulta, deliberación, concertación local y participación, que han sido bautizados con múltiples nombres, como “espacios de concertación local”; “instancias de participación ciudadana” o “interfaces socioestatales” (Avritzer 2002; Bebbington, Delamaza y Villar 2005; Isunza, 2006; PNUD 2004; Ziccardi 2004). El incremento de estos espacios institucionales de participación ciudadana –definida en términos generales como el derecho de grupos y personas a incidir en la esfera pública estatal–1 ha dado un sello particular a los procesos de democratización en la región, a pesar de la diversidad de significados que le asignan a este concepto proyectos políticos neoliberales, autoritarios y democráticos (Dagnino, Olvera y Panfichi 2006), y agencias internacionales (Rabotnikof 1999; Rivera 1998).
Pero también se puede sumar un tercer factor que contribuye al fortalecimiento de las experiencias de participación en Brasil, y que este documento analiza: los diseños específicos con que se implementan los dispositivos participativos (Avritzer y Navarro 2003; Coelho y Nobre 2004; Lubambo, Coelho y Melo 2006). El argumento que se defiende es que los diseños específicos de los mecanismos de participación de las políticas de protección social y reforma urbana en Brasil –que nosotros denominamos “interfaces socioestatales”, en el sentido de Isunza Vera (2006) y Hevia (2009)– logran dos tipos de articulación, que promueven la integración de diversas organizaciones civiles y de base, tanto vertical como horizontalmente. Impacta en la generación de una red sectorial “vertical”, donde puede controlarse la política pública desde la federación hasta las localidades, pasando por estados y municipios; y una red territorial “horizontal”, donde se activan diversas temáticas sectoriales en un mismo territorio. Esta doble articulación permite, en comparación con experiencias nacionales que no cuentan con estos diseños participativos –como México–, una mayor densidad asociativa tanto temática como territorial, logrando así que las redes territoriales tengan conocimiento sobre las políticas sectoriales implementadas en sus ciudades y que las redes sectoriales puedan, además de participar en los eslabones de la cadena de la ejecución de la política, conocer los impactos nacionales y locales de éstas. Además, este diseño genera algunas ventajas adicionales: amplía la capacidad de comunicación entre las organizaciones y los territorios específicos, permite coordinar las temáticas
Dentro de estas nuevas institucionalidades sobresale, sin lugar a dudas, la experiencia de Brasil, donde se ha podido construir una verdadera reforma política, que incluye la participación de los ciudadanos en diversos campos de política pública, por medio del ejercicio directo de la soberanía, tanto en mecanismos de democracia directa como en la incorporación de la participación de los ciudadanos en los campos de protección social y reforma urbana (Avritzer 2007b; Dagnino 2002). Así, por medio de diversos dispositivos, donde se incluyen plebiscitos, referéndums, presupuestos participativos, consejos gestores de políticas públicas y conferencias sectoriales, los ciudadanos brasileños ejercen directa1 Cf. Cunill 1997; Ziccardi 2004.
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Participación ciudadana institucionalizada y organizaciones civiles en Brasil: articulaciones horizontales y verticales en la política de asistencia social Felipe J. Hevia
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sectoriales en un espacio determinado y mejora la calidad de la discusión sobre los campos de política pública.
de la racionalidad e imparcialidad: ésta es la parte deliberativa (Elster 1999, 8).2
Para ilustrar este argumento, se utilizará el campo de la asistencia social, con información recopilada en trabajo de campo en las ciudades de São Paulo y Brasilia, en los años 2007 y 2008. El documento se divide en cuatro partes: el primer apartado expone de manera somera una discusión analítica sobre democracia deliberativa y participación ciudadana, rescatando la importancia del caso analizado. En el segundo se describen las interfaces o dispositivos institucionales de la participación en el campo de la asistencia social (consejos, conferencias, foros, audiencias públicas, etc.). El tercero ilustra cómo el uso de estos dispositivos genera articulaciones “verticales” y “horizontales”; y el cuarto presenta algunas conclusiones y desafíos sobre los impactos de estos diseños en el fomento asociativo.
Siguiendo esta definición mínima, la democracia deliberativa pretende articular los ideales de participación, razonamiento y legitimidad política (Monsiváis 2006). Por medio de la argumentación y el razonamiento público, y de la participación de los diversos intereses en juego, es que las normas adquieren su legitimidad, donde los actores involucrados se encuentran en igualdad de condiciones. De manera complementaria a esta discusión, tanto en los países desarrollados del norte como en los subdesarrollados del sur comenzaron a generarse (y a analizarse) múltiples formas de inclusión de los ciudadanos en procesos de consulta y decisión más allá de las elecciones (Elster 1999; Dagnino 2002; Font 2007; Fung 2004; Santos 2004; Wainwright 2003). Estas innovaciones coincidían con la discusión normativa en relación con las limitaciones de la democracia representativa, centrándose en la distancia creciente entre representantes y representados, así como en las pocas capacidades redistributivas de las democracias liberales, en contraposición a los experimentos participativos (Santos 2004). Varios de estos análisis concluían que los dispositivos participativos donde se incorporaran de manera legítima los intereses de personas y grupos tendían a mejorar la sustentabilidad de las políticas en el tiempo (Kliksberg 2000) y a fortalecer los criterios de legitimidad en la toma de decisiones (Font y Blanco 2007).
Democracia deliberativa y fortalecimiento democrático: el caso de Brasil La institucionalización y los efectos de la participación han alimentado el debate sobre los procesos de profundización democrática, tanto normativa como empírica. Los últimos años del siglo XX estuvieron marcados por la necesidad de trascender las limitaciones conceptuales y fácticas implícitas en la visión hegemónica de democracia representativa-liberal, caracterizadas por su visión elitista y procedimental (Santos y Avrtizer 2004). En esos años se desarrollaron con fuerza discusiones sobre la democracia deliberativa, presentándola como una visión explícitamente normativa de la democracia, cuyo núcleo central era la legitimidad de los procesos democráticos (Nobre 2004). Autores como Jurgen Habermas, Joshua Cohen, James Bohman y Jon Elster, entre otros, discutieron la necesidad de complementar la democracia representativa con procesos colectivos de toma de decisiones que se basaran en la argumentación y discusión pública de diversas propuestas.
En el desarrollo de ambas discusiones sobresalió el caso de Brasil, y en particular, el tema de los presupuestos participativos, como ejemplos de espacios deliberativos locales y de mecanismos innovadores de participación (Avritzer y Navarro 2003; Lubambo, Coelho y Melo 2006). El caso de los presupuestos participativos abonó a la idea, también desarrollada en la discusión normativa, de que los espacios deliberativos serían más fáciles de desarrollar en el nivel local que en el nivel nacional (Santos y Avritzer 2004). El análisis de las interfaces que se describen a continuación, en este sentido, retoma la importancia que tiene el caso de Brasil en las discusiones sobre democracia deliberativa y sobre participación, pero la amplía hacia la esfera nacional: consejos y conferencias son procesos de participación que incorporan todos los niveles de la administración pública (federación,
Una definición mínima de democracia deliberativa la presenta Elster, quien afirma que este concepto: […] incluye la toma colectiva de decisiones con la participación de todos los que se verán afectados por la decisión o la de sus representantes: ésta es la parte democrática. Además […] incluye la toma de decisiones por medio de argumentos ofrecidos por un participante a los demás, comprometido con los valores
2 Traducción libre del autor.
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los proyectos políticos que impulsan esta visión universal y ciudadana se enfrenten a fuertes resistencias, tanto de los actores políticos, que veían en la asistencia la “caja chica” del clientelismo político, como de los sectores más ligados a la filantropía, quienes ven la asistencia como un tema privado, no público (Draibe 2003; Sposati 2004; Yazbek 2004). Lo anterior implica que la política de asistencia social y sus mecanismos de participación están en un proceso de construcción, donde una consolidación aún se ve lejana.
estados y municipios), pero también cumplen con las partes “democrática” y “deliberativa”, descritas por Elster, puesto que permiten la participación de todos los ciudadanos y del público interesado, y se basan en la argumentación pública para llegar a las orientaciones de política pública.
Diseño de las interfaces de participación ciudadana: el caso de la asistencia social. El campo de la asistencia social
Esto se refleja en los tiempos que ha tomado desarrollar esta política. Más de diez años después de la promulgación de la Ley Orgánica de Asistencia Social, recién en 2004, en el contexto de la IV Conferencia de Asistencia Social, se aprobó la creación de la Política Nacional de Asistencia Social y de la Norma Operacional Básica para implementar este sistema. Son objetivos de esta política garantizar los mínimos sociales por medio de la provisión de servicios, programas, proyectos y beneficios de protección social básica y/o especial para familias, personas y grupos que los necesiten; contribuir a la inclusión y equidad social de usuarios y grupos específicos, ampliando los accesos a los bienes y servicios socioasistenciales básicos y especiales, en las áreas urbanas y rurales; asegurar que las acciones de asistencia social tengan centralidad en la familia y garantizar la convivencia familiar y comunitaria (MDS 2004, 31).
Uno de los principios rectores de la política de asistencia social en Brasil, plasmado en la Constitución y en las leyes que rigen este campo, es la participación deliberativa de la población. Para ello, dentro del Sistema Único de Asistencia Social (SUAS) que rige la asistencia en todo el país, se desarrollan dos grandes mecanismos de participación análogos a los implementados en el sector de la salud pública: las conferencias y los consejos gestores. La asistencia social no contributiva se reconoce como un derecho del ciudadano y un deber del Estado brasileño (Art. 206 de la Constitución) y se regula por la Ley Orgánica de Asistencia Social (LOAS) (Brasil 1993). Según esta ley, la asistencia social en Brasil debe promover “los mínimos sociales, realizada a través de un conjunto integrado de acciones de la iniciativa pública y de la sociedad, para garantizar la atención a necesidades básicas” (Brasil 1993, Art. 1).
En términos operativos, el Sistema Único de Asistencia Social (SUAS) se caracteriza por la diferenciación de niveles de atención (protección social básica y especial), la atención territorial y la clasificación de los municipios según su capacidad de gestión, complejidad y tamaño. El primer nivel de atención –protección social básica– pretende disminuir la vulnerabilidad por medio del desarrollo de potencialidades y activos, así como del fortalecimiento de vínculos familiares y comunitarios. Quien desarrolla las acciones de protección básica es el Centro de Referencia de Asistencia Social (CRAS),3 que se define como una “unidad pública estatal de base territorial, localizado en áreas de vulnerabilidad social, que atiende un total de hasta 1000 familias por año y sus funciones son ejecutar los servicios de protección social básica, organizar y coordinar la red de servicios socioasistenciales locales” (MDS 2004, 32). Los principales programas que integran esta dimensión son el Beneficio de Prestación Continuada, que entrega un sueldo mínimo a
Sus principios incluyen la supremacía de la atención de las necesidades sobre las exigencias de rentabilidad económica, la universalización de los derechos sociales y el respeto a la dignidad del ciudadano, mientras que sus directrices son la descentralización político-administrativa, la participación de la población por medio de organizaciones representativas en la formulación y control social de las políticas en las acciones de todos los niveles, y la primacía y responsabilidad del Estado en la conducción de la política de asistencia social en cada esfera de gobierno (Brasil 1993, Arts. 4-5). Es importante anotar que el desarrollo de la política de asistencia social en Brasil ha sido un proceso largo e inédito. Su concepción teórica, que expresa una política universal de asistencia no contributiva, y su diseño en la gestión, que incorpora la participación ciudadana, se alejan de las concepciones tradicionales, filantrópicas y clientelares que caracterizan la historia de la asistencia social en Brasil y en la región en general. Esto hace que
3 Una de las características del campo de la asistencia social en Brasil es el uso excesivo de siglas, que muchas veces confunde, en vez de clarificar.
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discapacitados y adultos mayores que no tengan medios de subsistencia autónomos; el Programa de Atención Integral a la Familia, además de los proyectos federales Agente joven, y servicios continuados para la atención a niños, familias y adultos mayores (MDS 2009).
(como Roraima o Amazonas), y su número respeta la paridad estado/sociedad civil, es decir, el 50% de los delegados estatales son funcionarios gubernamentales –tanto municipales como estatales– y el otro 50% son delegados no gubernamentales –usuarios de los servicios socioasistenciales, representantes sindicales de profesionales que trabajan en el sector y representantes de entidades no gubernamentales que ejecutan las políticas de protección social básica y especial–. En la última conferencia, realizada en diciembre de 2007 en Brasilia, participaron alrededor de 1.600 delegados de todo el país, y el Ministerio de Desarrollo Social fue el encargado de pagar el traslado y los viáticos correspondientes.
La protección social especial, en cambio, trabaja sobre el concepto de exclusión y se concentra en la atención de personas y grupos que, por diversos factores, no tienen protección ni cuidado de sus familias, dentro de los que se incluyen grupos o individuos en situación de riesgo personal y social por abandono, maltratos físicos, abuso sexual, uso de sustancias psicoactivas, situación de trabajo infantil, etc., buscando trascender la caridad, para alcanzar un sistema universal de protección de derechos socioasistenciales (MDS 2004, 35).4 Algunos programas de esta dimensión son el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil, y la creación de Centros de Referencia Especializados en Asistencia Social, diferentes de los centros de atención a protección básica, y que sólo se establecen en municipios grandes y metrópolis (MDS 2009).
Las principales funciones de los delegados estatales son representar las conclusiones de las conferencias estatales que se llevaron a cabo antes de la conferencia nacional y votar en el proceso deliberativo según estos lineamientos. Cada conferencia termina con una serie de lineamientos que tienen que ser aprobados o rechazados por mayoría simple de los asistentes con derecho a voto, a quienes se les entrega una identificación (un crachá) que los autoriza para emitir su voto. El último día de las conferencias, luego de dos días de presentaciones, discusión en comisiones y deliberaciones, se realiza este proceso de votación de cada uno de los puntos que serán los lineamientos generales de la política aplicable en todo el territorio nacional. Ser delegado nacional, con derecho de voz y voto en la máxima instancia de decisión de la política, es una distinción importante para cualquier actor involucrado en la asistencia social.
Conferencias de asistencia social Las conferencias son los principales órganos deliberativos existentes en la Asistencia Social y sus decisiones son las que guían las políticas sectoriales. La Política Nacional, el SUAS y las principales decisiones en este campo han sido aprobadas y deliberadas en conferencias nacionales que se llevan a cabo cada dos o cuatro años.5 Estas conferencias nacionales son convocadas por el Consejo Nacional de Asistencia Social (que se revisa adelante) y participan en ellas delegados de las 27 unidades federativas, que se reúnen en Brasilia a deliberar durante tres días seguidos. El número de delegados por entidad se realiza con base en su peso demográfico: los estados con más población (como São Paulo o Minas Gerais) tienen más delegados que los estados con menos población
Los delegados estatales son electos en votación abierta por la asamblea, con derecho a voto en cada una de las conferencias regionales, es decir, en cada una de las entidades federativas. En ella se desarrollan las deliberaciones sobre la base de las conclusiones y discusiones que se llevaron a cabo en cada uno de los municipios del estado, y se discuten y elaboran una vez más los puntos centrales que serán tratados en la conferencia nacional, y se aprueban los lineamientos específicos para cada estado. En esta asamblea, que funciona de manera análoga a la nacional, los delegados presentes representan a los municipios que integran al estado, y el número depende de su peso demográfico. Así, en la conferencia estatal del estado de São Paulo, la delegación más numerosa correspondía a la del municipio de São Paulo. Aquí la dinámica es similar, pero la duración es un poco más corta: en un día se presentan los temas que se van a discutir, y se aprueban las decisiones por mayoría, se elige a los delegados que serán comisionados para la conferencia nacional, y se manifiestan
4 La protección social especial cuenta a su vez con dos modalidades de atención: de mediana y alta complejidad. La primera incluye acciones a familias y personas cuyos derechos fueron violados, pero que aún poseen vínculos familiares y comunitarios funcionales, por ejemplo, servicio de apoyo sociofamiliar, cuidado domiciliar, atención en la calle, habilitación y rehabilitación de personas con discapacidades, etc. La atención de alta complejidad garantiza protección integral –vivienda, alimentación, higiene, trabajo protegido– a familias y personas que se encuentren “sin referencia y/o en situación de amenaza, que necesitan ser retiradas de su núcleo familiar y/o comunitario”, con acciones como casas-hogares, albergues, familia sustituta, etcétera (MDS 2004, 35). 5 Así, hasta 2007 se habían dado seis conferencias nacionales de asistencia social.
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2004), las conferencias nacionales resultan ser procesos intensivos de participación. No sólo para los delegados mismos, que pasan una considerable cantidad de tiempo en estas conferencias, sino también para el tratamiento y calidad del debate de los temas específicos que se tratan en las mismas. Como se puede advertir, cualquier ciudadano que tenga el tiempo suficiente puede llegar a ser delegado del estado y participar con voz y voto en estos espacios. Este proceso también asegura que se den discusiones en todos los municipios sobre temas pocos comunes y que en ellas participen no sólo los expertos técnicos o los políticos profesionales, sino todos los interesados en el tema. Estas conferencias, con formatos similares, se han multiplicado en la administración del presidente Lula, existiendo conferencias nacionales no sólo de salud y asistencia social –las más tradicionales– sino también de población negra, de ciudades, de la industria aeronáutica, y de un sinfín de políticas sectoriales.
puntos específicos de acuerdo si reúnen un número determinado de firmas. Así, las conclusiones de la conferencia estatal recogen las inquietudes de los municipios y los delegados las llevan a la conferencia nacional. Esta misma estructura se reproduce en los municipios. Cada municipio tiene su propia conferencia municipal, donde se discuten las propuestas que se deliberarán más tarde en las conferencias estatales y en la conferencia nacional. Y aquí cada municipio también establece directrices que deberán ser de observancia obligatoria para la administración, con independencia de su color político. Y, como las otras reuniones, funciona también con una representación paritaria, con delegados con derecho a voz y a voto, con aprobación, adición o reprobación de las propuestas, con elección de los delegados que participarán en la conferencia estatal y con manifestación de puntos de acuerdo. Por último, en municipios grandes como São Paulo, con 11 millones de habitantes, se llevan a cabo conferencias regionales donde en cada sector –en la ciudad fueron nueve– se reúnen los funcionarios locales con las organizaciones sociales, entidades, profesionales y usuarios que quieran participar para discutir sobre los problemas y la convocatoria que fueron presentados en la conferencia nacional, y para solucionar problemas y asuntos locales. En estas asambleas regionales, la dinámica es también similar (aprobación o rechazo de propuestas, elección de delegados para la conferencia municipal), pero además se integran grupos o comisiones de trabajo temáticos. En las conferencias regionales de 2007 algunos grupos de trabajo eran control social, operación del SUAS y financiamiento. Y aquí los participantes son todos los interesados que quieran asistir a las conferencias, y todos tienen derecho a voz y a voto, y asisten funcionarios de los CRAS, estudiantes de trabajo social, trabajadores de organizaciones sociales y civiles que prestan servicios –cuidado de niños, ancianos, o personas que habitan en la calle–, miembros de los sectores de cuidado de la niñez y adolescencia, salud y educación, y usuarios de las casas de acogida y de programas sociales.
En términos más interpretativos, puede afirmarse que el éxito de estas experiencias responde tanto a capacidades estructurales como a incentivos culturales. Dentro de las primeras, es indudable que estas conferencias implican considerables costos en tiempo y dinero para el Gobierno, para las organizaciones civiles y para los usuarios de los servicios socioasistenciales. Por esto, la decisión de los gobiernos federal, estatal y municipal es clave para apoyar estos esfuerzos política y económicamente. Así, es el Ministerio federal (el MDS) quien, por ejemplo, paga los boletos de avión y los viáticos de miles de delegados para estas conferencias –que suelen inaugurarse o clausurarse con la presencia del Presidente o del Vicepresidente y de varios ministros y gobernadores–.6 Esta decisión también se traduce en liberar a trabajadores de sus cargas laborales diarias para poder detenerse y pensar uno o dos días cada dos años sobre cómo está evolucionando la política en la que participa con su trabajo día tras día. Además de la decisión política que permita invertir en estas conferencias en términos financieros, se necesita de capacidades técnicas para implementar estas directrices: en este sentido, los profesionales que participan en el sector, en particular los asistentes sociales, son actores clave para elevar la discusión y para poder traducir los lineamientos de política general en disposiciones específicas que permitan hablar de un Sistema Único con normas similares y con
Este largo proceso que va desde las conferencias regionales hasta la conferencia nacional sucede a lo largo de un año, y, como se puede ver, aquellos delegados que llegan a la conferencia nacional pasaron antes por dos conferencias: estatal y municipal, y en algunos casos, por una local.
6 En el caso del municipio de São Paulo, por ejemplo, gran parte del dinero de la conferencia municipal provino de proyectos de desarrollo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y tanto su inauguración como su cierre contaron con la presencia del prefecto Gilberto Kassab, y de buena parte de su gabinete.
Con independencia de los elevados costos de tiempo, dinero y esfuerzo que este proceso involucra (Font 100
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políticas integradas en el vasto territorio de Brasil. La academia también desempeña un papel importante, difundiendo estudios y materiales para profundizar las discusiones de los interesados.
Consejos de Asistencia Social. Estos consejos gestores existen en todos los municipios, en las unidades federativas, y hay un consejo nacional de asistencia social. Sus principales particularidades son su carácter paritario entre sociedad civil y poder público, y su poder vinculante en relación con la gestión de la asistencia social (Albuquerque y Texeira 2000; Avritzer 2007a y 2007b; Coelho y Nobre 2004; Fucks, Perissinoto y Ribeiro 2004; Tatagiba 2002; Texeira 2000; Vitale, Albuquerque y Nebó 2004; Yazbek 2004).
En cuanto a los incentivos culturales, es evidente la influencia que tiene el trabajo formal en el éxito de este proceso como forma de integración social y la tradición sindical en Brasil, que denominamos de manera tentativa como una “cultura trabajista”. A diferencia de varios países de la región donde los nuevos movimientos sociales ligados a demandas de género, generación, étnicas y culturales desplazaron a los movimientos sindicales y relacionados con el mundo del trabajo, acorde con la nueva forma de capitalismo mundial (Castells 1998), en Brasil el acceso al mercado de trabajo formal como mecanismo central de integración social sigue siendo primordial, y con él, la importancia de prácticas sindicales. La cartera assinada (la credencial que acredita el trabajo formal y que le da acceso al trabajador a la seguridad social) sigue siendo el pasaporte a la ciudadanía, y el horizonte de industrialización –conseguir empleo formal en una fábrica o industria– no es un recuerdo del pasado (como lo es en el México maquilador o en la Argentina poscrisis), sino una posibilidad más o menos real. Este horizonte “trabajista” tiene además un correlato en el desarrollo de sindicatos fuertes y democráticos que han sido claves para el desarrollo político de Brasil. Desde el mismo presidente Lula hasta los avances exponenciales de la gigantesca Petrobras, el aporte de los sindicatos al desarrollo nacional, y la valoración de sus prácticas, son elementos diferenciadores en el caso brasileño. Así, las conferencias siguen una dinámica muy parecida a la de los sindicatos, que no es ajena a los trabajadores ni a quienes participan en las conferencias; en este sentido, la presencia de delegados, credenciales o crachás en las votaciones de las asambleas puede comprenderse como dinámicas “importadas” desde el mundo sindical, que permiten una deliberación en el espacio público intensiva y no excluyente.7
Sobre el primer punto, cada consejo gestor de asistencia social se compone de un 50% de funcionarios gubernamentales (municipales, estatales o federales, dependiendo del consejo) y el otro 50% proviene de tres sectores: entidades socioasistenciales, profesionales del sector y usuarios. Cada dos años, en cada municipio se establecen convocatorias públicas, donde los sectores eligen sus representantes ante el consejo municipal. En ciudades como São Paulo, muchas de las organizaciones se encuentran a su vez agrupadas en fórums o redes propias, sin participación de funcionarios del Gobierno, donde son electos los consejeros. En asistencia social es importante el peso relativo de las diversas iglesias y sus organizaciones filantrópicas, que por lo general tienen interés en mantener asientos en estos consejos. Y, como es obvio, los usuarios son los que tienen más problemas de representación dentro de este consejo. En el de São Paulo, uno de los consejeros más reconocidos –que tuvo un papel importante en la conferencia nacional– era un líder del fórum de los habitantes de la calle, que también tenía organizaciones locales, estatales y nacionales. Sobre el segundo punto, la capacidad vinculante (y no sólo consultiva) de estos consejos se considera una victoria por parte de los movimientos sociales (Albuquerque y Texeira 2000). Así, estos consejos se conciben dentro de los movimientos y organizaciones –y también dentro del poder gubernamental– como espacios políticos marcados por la negociación y el conflicto, en el caso de los consejos mejor capacitados, y también vulnerables de cooptación por las dinámicas partidistas. Según Avritzer (2007b), en los municipios de Brasil ya existían más consejeros de los múltiples espacios que legisladores locales (vereadores).
Consejos gestores de asistencia social Pero no sólo existen conferencias. La asistencia social, desde la promulgación de la LOAS, posee además, en cada uno de los cerca de 5.500 municipios en Brasil,
Es importante hacer notar que, a diferencia de las conferencias, los consejos son permanentes, y sesionan durante el año de manera regular. Y son tres sus funciones principales. En primer lugar, tienen que hacer el seguimiento y aprobar la política desarrollada por el municipio, estado y Unión. Para ello, poseen como recurso de
7 Las dinámicas de participación, como apunta Isunza (2009), también responden a experiencias que vienen de las comunidades eclesiales de base, de muy amplio desarrollo en Brasil, así como del movimiento urbano popular, que se organizan muchas veces en asambleas y articulaciones democráticas, y que a su vez se exportan a los sistemas sociales de los años 1990 y posteriores.
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poder directo (Cunill 2000) el veto que pueden generar en contra del municipio, y que puede representar una merma al acceso de recursos federales.8 Asimismo, el Consejo Nacional cuenta con voz dentro del Ministerio de Desarrollo Social. También pueden llamar a funcionarios específicos del municipio a dar cuentas sobre el estado de algunos programas, reunirse con el secretario municipal de asistencia social, etcétera.
las organizaciones territoriales en la distribución de los presupuestos participativos, puesto que mucho de lo que se intenta es redistribuir geográficamente parte del presupuesto municipal, que además tiene que ver con el acceso a servicios públicos ligados al espacio local, como transporte, luz, agua, pavimentación, etcétera. La importancia de las redes asociativas locales y territoriales fue un aspecto clave para el surgimiento de los presupuestos participativos en Porto Alegre (Avritzer 2003, 14).
La segunda función tiene que ver con la regulación del propio campo de la política social, por medio de la aprobación o refrendo de las entidades socioasistenciales. Para permanecer en el sector socioasistencial, y poder así competir en las licitaciones públicas para ejecutar políticas como la creación de una casa de cuidados a adultos mayores, apoyos para adolescentes después de clases o cuidado de niños que viven en la calle, es necesario que la organización haya sido aceptada en el consejo de asistencia social. Según las actas públicas de las sesiones, una parte importante de las actividades cotidianas del consejo de asistencia social es analizar las solicitudes de organizaciones, actualizando cada año el padrón de entidades socioasistenciales en el municipio. La tercera gran función del consejo es organizar las conferencias municipales de asistencia social descritas arriba.
En el caso de las conferencias y consejos, se privilegia el componente sectorial dentro de una delimitación territorial. Y su institucionalización nacional permitió su creación y funcionamiento en regiones con muy variadas densidades asociativas, tal y como lo muestra Avritzer cuando analiza el caso del nordeste brasileño, considerado como una región con menor densidad de asociaciones que el sur y el sureste (Avritzer 2007a). Como se plantea en el siguiente apartado, esto tiene que ver con las articulaciones horizontales y verticales que estas instancias poseen y que potencian a las organizaciones sociales sectoriales y territoriales.
Articulaciones verticales y horizontales Hasta el momento hemos visto cómo se articula de manera vertical una política sectorial amplia como la asistencia social. Por medio de la participación de múltiples organizaciones y entidades de asistencia en los niveles local, municipal, estatal y nacional en las conferencias nacionales temáticas, focalizadas, las organizaciones en un determinado territorio (como un municipio) pueden conocerse e interactuar. No siempre esta interacción será en términos de cooperación; las actas analizadas del Concejo municipal de asistencia social en São Paulo muestran posturas antagónicas sobre temas como el financiamiento público a las políticas sociales, el rol del Estado en la provisión de servicios socioasistenciales o la deducibilidad de impuestos. Pero lo interesante es ver cómo en instancias permanentes se va creando y regulando un campo de políticas públicas de manera colectiva, cómo los diversos actores de la asistencia pueden interactuar entre sí y cómo se puede discutir a gran escala sobre la evolución de la política pública.
Estas estructuras nacionales y normadas de manera similar en todo el país constituyen parte importante de la “arquitectura de la participación” (Isunza 2009), a la que se suman importantes espacios democratizadores como los famosos presupuestos participativos (Avrizter y Navarro 2003; Wampler 2006). La diferencia central con estos últimos son, en primer lugar, su grado de institucionalización: mientras que los presupuestos participativos son experiencias municipales –con la excepción del presupuesto participativo de Rio Grande do Sul (Schneider y Goldfrank 2006)– que dependen de la voluntad política de los alcaldes, los consejos y las conferencias están normadas por leyes y reglamentos nacionales, con independencia de la administración de turno. Y en segundo lugar, que el presupuesto participativo privilegia lo territorial sobre lo sectorial. En efecto, este ejercicio “en los casos más exitosos, tiene el poder para transformar las relaciones básicas estado-sociedad, redistribuir recursos a barrios desatendidos, y crear transparencia en el proceso presupuestario” (Wampler 2006, 41).9 De ahí que sea clave la importancia de los territorios y
Las ventajas de la articulación vertical son evidentes: permite alinear las discusiones en un territorio enorme y diferente como Brasil, consensuar políticas nacionales y tener en cuenta los niveles diferentes de complejidad de los municipios; mejora la calidad de la discusión sectorial al incorporar el punto de vista de todos los
8 Por ejemplo, esto pasó en la ciudad de São Paulo en el campo de la salud, durante la década de 1990, en el gobierno de Maluff. 9 Énfasis añadidos.
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Cada vez que hay una conferencia temática –salud, educación, asistencia social, jóvenes, manejo de las ciudades, etcétera–, muchas organizaciones locales (tanto las territoriales como las sectoriales) participan en estas conferencias, también con el objeto de opinar sobre el funcionamiento de estas instancias en sus barrios, de conocer los beneficios a los que pueden acceder y de contribuir, con su presencia, al éxito del proceso democrático.
actores involucrados y de las personas que están “en el terreno”, y, por último, permite ejercer un control social mucho más efectivo al conocer y participar en toda la cadena de decisiones verticales que implica la política pública (Fox 2005). A diferencia de políticas sectoriales de otros países, donde se toman las decisiones de manera centralizada, esta institucionalización de la participación permite que la discusión se nutra de miles de actores que colaboran para lograr hacer efectivos los derechos socioasistenciales protegidos por ley, cumpliendo con los requisitos de la democracia deliberativa (Elster 1999). Incluso en países que tienen espacios de participación o consulta, las organizaciones o “representantes de la sociedad civil” invitadas, por lo general, no mantienen relaciones con organizaciones de base en los estados o los municipios, y por esto no pueden controlar toda la cadena de decisiones. Por otro lado, las organizaciones locales, en el mejor de los casos, se concentran sólo en lo que ocurre en el ámbito local. En este sentido, la articulación vertical permite a las organizaciones comunicarse y vigilar toda la cadena de decisiones.
De este modo, las organizaciones pueden potenciarse tanto vertical como horizontalmente. De manera vertical, porque están en contacto con sus pares en otras instancias de gobierno –estatal, municipal, federal–; así, las redes sectoriales pueden participar en todos los eslabones de la cadena de la ejecución de la política y conocer los impactos nacionales y locales de ésta. Y de forma horizontal, porque comparten con otras organizaciones del mismo territorio. Esto permite una mayor densidad asociativa tanto temática como territorial, logrando que las redes territoriales tengan mayor conocimiento sobre las políticas sectoriales implementadas en sus ciudades.10 Los líderes territoriales pueden así articular sus demandas por mejores servicios con organizaciones sectoriales que les permiten alcanzar estos objetivos. Por ejemplo, en el barrio de Cidade Tiradentes, en la zona este de São Paulo, las organizaciones territoriales del barrio, las organizaciones de salud de la ciudad y las diversas organizaciones sectoriales del barrio –como las entidades de cuidado a ancianos o niños– pujaron para construir un hospital en la zona, promesa de campaña de los candidatos que ansiaban encabezar los últimos gobiernos locales. Cuando se inauguró ese hospital, en 2007, la conquista fue adjudicada tanto a la presidenta de la asociación del barrio Cidade Tiradentes como a las organizaciones de salud de la zona, el consejo tutelar y, en general, todas las organizaciones existentes –que veían como un triunfo del barrio haber obtenido un hospital–, al igual que a las organizaciones pertenecientes al sector salud de la ciudad, representadas en el consejo municipal de salud, que participaron en esta decisión.
Es posible que con esta forma de hacer política las decisiones no se tomen rápido; en el caso del municipio de São Paulo, tuvieron que pasar casi 10 años para implementar el Consejo Municipal de Asistencia Social, normado en la Ley Orgánica de 1993. Pero las decisiones son más legítimas, por el amplio carácter participativo en las que fueron realizadas, lo que asegura mayor sustentabilidad en el tiempo y avances sostenidos. De igual manera, los instrumentos participativos generan relaciones horizontales dentro de un mismo ámbito. El caso paradigmático son los presupuestos participativos, que tienen la ventaja comparativa de compartir una visión general del municipio y de sus espacios locales. Pero también los consejos y conferencias permiten esta articulación de diversos sectores dentro de un espacio determinado. No sólo por su función reguladora del campo, que les permite a los miembros del consejo conocer las organizaciones y entidades asistenciales que existen en el territorio, sino porque las conferencias y consejos locales permiten y promueven la participación no sólo de organizaciones ligadas a la asistencia en forma directa, sino también de asociaciones territoriales y vecinales que se interesen por estos temas, y de otras organizaciones sectoriales afines, como las relacionadas con las políticas de niñez y adolescencia, que también comparten la estructura de fórums, consejos y conferencias.
Es importante subrayar que estas descripciones corresponden a procesos recién iniciados y que están en proceso de consolidación, con los riesgos implícitos de retrocesos, contrarreformas y limitaciones que 10 Este conocimiento territorial de las organizaciones también se articula gracias a otro mecanismo participativo utilizado en la asistencia social: las audiencias públicas. Cuando el sector tiene que licitar un servicio –como una casa de cuidados de adolescentes para después de la escuela–, el CRAS debe organizar una audiencia pública con las organizaciones sociales interesadas en adjudicarse la prestación del servicio.
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En este sentido, para el caso brasileño es central analizar tanto la configuración e historicidad de los actores sociales involucrados como las dinámicas históricas y culturales de la relación entre sociedad y gobiernos. Es evidente que el desarrollo histórico de la sociedad civil en Brasil (Dagnino 2002; Gurza Houtzager y Castello 2006), y la transición política a la que se enfrentó ese país, explican en buena parte la disposición de la clase política para abrir espacios de participación que quedaron protegidos en la Constitución de 1988. Pero también se explica por la dinámica histórica de la política social en Brasil. De manera esquemática, en Brasil es notoria la ausencia histórica de políticas sociales inclusivas hasta bien entrado el siglo XX, con la creación del Nuevo Estado y la época de Getúlio Vargas, donde comienzan a verse procesos acelerados de implementación de políticas públicas. Estas políticas inclusivas se fortalecieron por medio de la ciudadanía restringida a los trabajadores formales, y no se detienen ni siquiera en la etapa dictatorial. Con los procesos de democratización de los años 1980, estas políticas se fortalecieron hasta el punto de quedar plasmadas en la Constitución de 1988, donde existe un claro mandato hacia la creación de políticas sociales universales, que se van ejecutando por medio de la construcción de sistemas únicos y participativos análogos al sistema único de salud (Albuquerque 2006; Carvalho 2001; Dagnino 2002; Draibe 2003). En este proceso –que puede ser medido a través de los indicadores sociales que van mejorando década tras década desde 1940 hasta el presente (Albuquerque 2008)–, las dinámicas de relación sociedad-Estado pasaron de una ausencia total del Estado de Bienestar a una presencia cada vez más marcada de las agencias estatales de bienestar. Esto, además, en un contexto de federalismo y municipalización que provocó innovaciones dentro del desarrollo de las políticas específicas y que impactó el desarrollo de las organizaciones sociales y civiles.
implica un cambio de paradigma al pasar de una política asistencial, filantrópica y clientelista a una política universal, participativa, y con el Estado como responsable principal. En efecto, tal como señala Albuquerque (2009), la concepción de la asistencia social no contributiva como derecho social y como política universal es muy reciente en Brasil, y en la mayoría de los países de la región esta discusión aún no comienza y se enfrenta a una serie de intereses políticos y resistencias administrativas, tanto de parte de la clase política (que pierde con esta visión la posibilidad de crear o mantener clientelas políticas por medio de acciones de asistencia social) como de grupos empresariales y filantrópicos (que usan la asistencia social para desarrollar acciones de responsabilidad empresarial y deducir impuestos). En este sentido, consejos y conferencias no escapan de estos intereses. Grandes organizaciones filantrópicas ligadas a la Iglesia católica y a grupos empresariales usan los espacios de participación. Y al poseer mayores recursos económicos y de tiempo que compensan los costos de la participación (Font 2004), logran muchas veces una sobrerrepresentación en estas interfaces, en especial en los consejos gestores locales.
Conclusiones y discusión: importancia de los diseños participativos para el fomento asociativo
De lo visto en la experiencia brasileña de asistencia social, queremos concentrar el análisis en dos puntos que desarrollamos a continuación: el diseño institucional es necesario, pero no suficiente para explicar el desarrollo de estas instancias; y la participación ciudadana es una estrategia efectiva para fomentar el asociativismo en nuestros países.
Un punto central, que merece mayor estudio y forma parte de la agenda de investigación sobre participación y democracia deliberativa, es la “economía política” que sostiene estos procesos de participación. Tal como vimos en las interfaces analizadas, la voluntad política y la existencia real de presupuestos que sostengan este voluminoso aparato de participación, para pagar hoteles, aviones, almuerzos y pasajes, representan sólo una parte de los costos. La enorme cantidad de “horas-hombre” que son destinadas a las reuniones de las conferencias, tanto de los funcionarios públicos como de los actores sociales (que se añaden a las horas que estos últimos invierten en fórums locales, reuniones de sus propias asociaciones, etc.), representa costos la mayoría de las veces
Sobre el primer punto, es una falacia afirmar que el éxito o fracaso de las articulaciones horizontales y verticales dependen sólo del diseño institucional. Desde una perspectiva centrada en el actor (Long 2001), resulta claro que el factor clave es la capacidad de agencia de los actores sociales, las posibilidades que tienen diversos actores y sujetos para organizarse, movilizar recursos y defender posiciones e intereses. Son diversos actores y colectivos sociales, gubernamentales, políticos y sociales, los que construyen las reglas del juego –por medio de procesos políticos descritos muy bien por Skocpol (1992) para el caso norteamericano–, y actúan bajo esas reglas. 104
Participación ciudadana institucionalizada y organizaciones civiles en Brasil: articulaciones horizontales y verticales en la política de asistencia social Felipe J. Hevia
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mediación, proponen y derogan leyes o políticas específicas a través de mecanismos de democracia directa o de consulta/deliberación en interfaces socioestatales). Junto a la idea de legitimidad, también se añade, a la hora de aplicar estos principios a políticas específicas, la idea de eficiencia: la participación puede colaborar en el mejoramiento de la eficiencia y eficacia de las políticas, optimizando los recursos públicos escasos, entregando información y valoración a los que toman las decisiones y fortaleciendo el control de las mismas (Hevia 2006).
desconocidos y que permitirían explicar buena parte del éxito o el fracaso de las experiencias descritas. A grandes rasgos, si comparamos estos procesos con otros países de la región, como México o Chile, vemos que la naturaleza de los actores sociales y estatales, así como las dinámicas de relación, son muy diferentes a las brasileñas. En el primer caso (México), existe la dificultad de trascender dinámicas corporativas autoritarias propias del régimen posrevolucionario, y una búsqueda constante de autonomía por parte de las organizaciones (Canto 2000; Isunza 2001; Olvera 2003). En el caso chileno, a pesar de contar con una sociedad civil con fuertes ligas con la sociedad política, es evidente la debilidad de las organizaciones en el espacio público, puesto que terminó desarticulándose y perdiendo protagonismo en el proceso de transición a la democracia (Delamaza 2005). Estas diferencias históricas y culturales de los actores, junto con los diseños institucionales, explican las dificultades para exportar los diseños de participación ciudadana de Brasil hacia otros países, donde los presupuestos participativos son los que han tenido más éxito en este punto, pero donde procesos deliberativos como los consejos o conferencias no han logrado desarrollarse. En síntesis: el diseño no es suficiente. Pero sí es necesario.
La relación entre la participación y la innovación democrática es compleja, puesto que se corre el riesgo, si éstas no se articulan en un equilibrio dinámico, de despolitizar la participación. Con esto nos referimos a limitar el espacio del conflicto y la pugna legítima de proyectos alternativos a la esfera de los partidos políticos, y acotar la participación a la mera cooperación entre actores sociales y gubernamentales (donde la participación se torna de baja intensidad), o a un simulacro de legitimidad de decisiones tomadas en otros espacios. Cuando la participación no posee estas dos dimensiones al mismo tiempo pierde su efectividad como acción política, como innovación. En cambio, cuando van unidas, como se muestra en los casos descritos, ambas potencian la innovación y capacidad democratizadora de los mecanismos concretos que existen. También se concluye que instancias de participación ciudadana que mantengan un equilibrio entre legitimidad y eficiencia, esto es, que estén politizadas, pueden ser un efectivo mecanismo de fomento a la asociatividad en nuestros países. Tal y como argumenta Tapia (en prensa), las organizaciones de la sociedad civil fomentan la transparencia y la rendición de cuentas del gobierno; garantizan los derechos humanos y el Estado de Derecho; contribuyen a la formulación, el financiamiento y la prestación de servicios públicos; promueven la participación de los más pobres en las políticas públicas y en la toma de decisiones, e incorporan más actores privados a la esfera pública. En este sentido, parte de los compromisos de los gobiernos ha sido el fomento a las propias organizaciones y a sus actividades.11 Además de seguir una estrategia de fondos concursables o de alianzas con las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), el diseño de instancias de participación ciudadana, como se muestra en este artículo para el caso de
En efecto, como se discutió aquí, la existencia de una densidad asociativa no basta para potenciar la participación ni el trabajo de las asociaciones; es central un diseño que incorpore a la población a la toma de decisiones más allá de las elecciones. En este sentido, el diseño de conferencias y consejos gestores logra mantener politizados estos espacios; esto es, lejos de ser instancias accesorias, separadas o consultivas del poder, se incorporan con voz y voto a las decisiones de política pública. Detrás del sentido de la participación existen dos ideasfuerza que se encuentran en una relación compleja: legitimidad y eficiencia. Por un lado, la participación se comprende dentro de la arena política, es decir, en el espacio del conflicto, de la pugna por proyectos diversos que se resuelven por medio de reglas que todos los actores acatan y comparten. Según la teoría constitucional, todo el poder reside en los ciudadanos, que lo ejercen de manera directa o por medio de la representación. Aquí la idea de participación se asocia con la de legitimidad, tanto del sistema representativo (los gobernantes son legítimos porque representan al pueblo, quien los elige por medio de la participación en elecciones) como del sistema participativo (cuando los ciudadanos, sin inter-
11 Como ejemplo está el caso de México, con la Ley Federal de Fomento a las Actividades Realizadas por las Organizaciones de la Sociedad Civil; el caso de Brasil, con la Ley del Tercer Sector (9790/99); o el caso de Chile, con las acciones de la División de Organizaciones Sociales, dependiente del Ministerio “Secretaría General de Gobierno” (Gobierno de Chile 2009).
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Brasil, puede contribuir a fomentar las acciones de las organizaciones, articular su trabajo en redes horizontales y verticales, y fomentar así la apertura del espacio público más allá de lo estatal (Cunill 1997).
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Y no sólo como una fórmula de legitimidad y sustentabilidad de las políticas en el tiempo (Kliksberg 2000) sino también como un ejercicio más eficiente de la política pública. En este sentido, la contribución de la asistencia social, con todo este proceso participativo, ha influido en la disminución significativa de la pobreza y la desigualdad en Brasil (IPEA 2007). Es decir, cuando la participación ciudadana institucionalizada está bien diseñada, equilibrando eficiencia y legitimidad, y responde a las demandas de la ciudadanía, genera efectos positivos en la articulación horizontal/vertical de organizaciones, en la densidad asociativa y en la mejora de las políticas públicas. El reto, así, es buscar en cada ciudad y país instancias adecuadas para profundizar una democracia con resultados en nuestra región.
10. Avritzer, Leonardo y Fátima Anastasia. 2007. Introdução. En Reforma política no Brasil, coords. Leonardo Avritzer y Fátima Anastasia, 11-13. Belo Horizonte: UFMG – PNUD. 11. Avritzer, Leonardo y Zander Navarro. 2003. A inovação democrática no Brasil. O orçamento participativo. São Paulo: Cortez Ed. 12. Bebbington, Anthony, Gonzalo Delamaza, Rodrigo Villar. 2005. El desarrollo de base y los espacios públicos de concertación local en América Latina. Santiago: Corporación Innovación y ciudadanía.
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Elementos de reflexión para el propósito de convertir a la ciencia en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social* por Mariluz Nova Laverde** Fecha de recepción: 6 de noviembre de 2009 Fecha de aceptación: 10 de junio de 2010 Fecha de modificación: 11 de agosto de 2010
Resumen En este artículo presentamos algunos elementos de reflexión para el diseño de mecanismos que propicien el que los productos de la ciencia y la tecnología tengan un efecto positivo en términos de equidad, esto es, pretendemos ofrecer pistas para responder a la pregunta acerca de ¿Cómo podemos convertir a la ciencia y la tecnología en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social? En este sentido, bosquejamos criterios de justicia a través de los cuales, primero, analizamos la relación ciencia-sociedad y, posteriormente, precisamos una noción de política pública asociada a la idea de gobernanza. Reconociendo que los productos de la ciencia y la tecnología pueden tanto profundizar como menguar las condiciones de inequidad social, abordamos sus posibles efectos negativos, a través de tres tipologías de la desigualdad: desigualdad estructural, desigualdad distributiva y desigualdad representacional. Este esquema de análisis finalmente nos permite presentar nueve lineamientos de política pública para procurar que los productos de la ciencia y la tecnología favorezcan los objetivos de equidad, lo cual se corresponde con un auténtico ejercicio de democratización del conocimiento.
Palabras clave Política pública, equidad, ciencia, tecnología, gobernanza, democratización.
Reflections on Making Science a More Dependable Ally in the Struggle for Social Justice Abstract In this article we offer some reflections on how to design mechanisms so that the products of science and technology can better promote social equity. In other words, we offer clues to answer the question, How can we turn science and technology into a more dependable ally in the struggle for social justice? To do this, we outline criteria of justice that we use to analyze the relationship between science and society. We then specify a notion of public policy related to the idea of governance. Recognizing that the products of science and technology can exacerbate as well as diminish social inequity, we examine the possible negative effects through three types of inequality: structural, distributional, and representational inequality. This framework allows us to offer nine public-policy guidelines to encourage the products of science and technology to promote equity-related goals, which also represents a genuine effort to democratize knowledge.
Key words Public policy, Equity, Science, Technology, Governance, Democratization.
* Este artículo hace parte de los resultados de la investigación “Política científica y equidad: una aproximación a un indicador de impacto social de la ciencia”, financiada por la Universidad de la Salle, desarrollada con Alexander Cotte Poveda, bajo la dirección de Manuel Cancelado Jiménez. A ellos manifiesto mi agradecimiento por tan gratificante experiencia y reconozco sus importantes contribuciones a este documento. ** Economista y Magíster en Filosofía, Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de doctorado en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia. Docente de la Universidad de la Salle, Facultad de Ciencias Administrativas y Contables, Bogotá, Colombia. Sus publicaciones más recientes son: Hacia una utopía realista: reconocimiento, distribución y des-mercantilización del trabajo. Una concepción política de justicia y aproximación a un índice de justicia social. En ENID 2010, 1- 6. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2010; Caridad en la verdad: un desafío político para un desarrollo humano integral (coautora). Gestión & Sociedad 2, No. 2: 191-198, 2010. Correos electrónicos: mnova@unisalle.edu.co, mnoval@unal.edu.co
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Elementos de reflexão para o propósito de converter a ciência em um aliado mais confiável na luta pela justiça social Resumo Neste artigo, apresentamos alguns elementos de reflexão para o desenho de mecanismos que proporcionem que os produtos da ciência e da tecnologia tenham um efeito positivo em termos de equidade, isto é, pretendemos oferecer pistas para responder à pergunta sobre “Como podemos converter a ciência e a tecnologia em um aliado mais confiável na luta pela justiça social?” Nesse sentido, esboçamos critérios de justiça através dos quais, primeiro, analisamos a relação ciência–sociedade e, posteriormente, tentamos definir uma noção de política pública associada à ideia de governança. Reconhecendo que os produtos da ciência e da tecnologia podem tanto aprofundar como minguar as condições de inequidade social, abordamos seus possíveis efeitos negativos, por meio de três tipologias da desigualdade: desigualdade estrutural, desigualdade distributiva e desigualdade representacional. Esse esquema de análise finalmente nos permite apresentar nove lineamentos de política pública para tentar fazer com que os produtos da ciência e da tecnologia favoreçam os objetivos de equidade, o que corresponde a um autêntico exercício de democratização do conhecimento.
Palavras chave Política pública, equidade, ciência, tecnologia, governança, democratização.
A través de indicadores (Essential Science Indicators, ESI) asociados a publicaciones (artículos y periódicos), citaciones y autores (científicos individuales, proyectos, departamentos, institutos, países), establecían relaciones por escuelas de pensamiento, grupos teóricos, especialidades, redes, etc., con la finalidad de representar estructural y gráficamente los terrenos y niveles de la actividad de investigación en la ciencia. Aunque los ESI son la aplicación de mayor aceptación dentro de las técnicas bibliométricas, uno de sus mayores problemas es la falta de consenso entre la comunidad y la política de gobierno sobre cuáles indicadores son los más relevantes y cómo los diferentes indicadores podrían usarse en combinación para medir la bondad de la empresa científica (Office of Technology Assessment 1986).
Espero a que hayamos llegado a un momento en el que por fin podamos deshacernos de la convicción común a Platón y a Marx, a saber: la convicción de que deben existir fórmulas teóricas amplias que nos permitan averiguar cómo terminar con la injusticia, y que estas son opuestas a las fórmulas modestas y experimentales (Rorty 1998, 53).
L
a frase de Rorty del epígrafe quiere destacar el hecho de que no pretendemos presentar la fórmula para alcanzar la justicia social, sino que el valor de nuestro trabajo radica en abrir un debate y ofrecer elementos de reflexión sobre una cuestión que aún no se ha abordado con suficiencia en la academia: la evaluación del impacto social de la ciencia y la tecnología en términos de equidad.
La metodología de los modelos económicos, por su parte, consiste en medir el crecimiento del ingreso (Y) y determinar con cuánto contribuyeron el crecimiento del capital invertido (K), la mayor cantidad de empleo (L) y la inversión en investigación y desarrollo (I&D) o cambio técnico. El aporte de la tecnología al crecimiento se calcula como un residuo: el incremento anual en la producción menos los incrementos en capital y trabajo. Bajo este enfoque existen numerosos estudios que reportan evidencias empíricas de la relación positiva entre esfuerzo en investigación y desarrollo tecnológico y el crecimiento económico: diferentes informes de la organización de naciones unidas (ONU 2006) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE 2000) coinciden en señalar que los países que
Tradicionalmente, el impacto de la investigación en la sociedad se ha evaluado mediante análisis bibliométricos o modelos económicos. Desde la primera aproximación se aborda la literatura científica a través de métodos cuantitativos de recuento y análisis. Representantes de esta corriente como Garfield (1983) se referían a los “Colegios invisibles” y hacían seguimiento de las “influencias intelectuales”. 110
Elementos de reflexión para el propósito de convertir a la ciencia en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social Mariluz Nova Laverde
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Campbell valora de este tipo de trabajos los aportes epistemológicos, en cuanto al reconocimiento de que la ciencia está inmersa en prácticas de poder, concluyendo que la posibilidad de una ciencia justa depende de la aceptación de que este tipo de asimetrías estructuran culturas locales de prácticas científicas que informan mal y distorsionan el diseño de la investigación, la producción de conocimiento y los resultados mismos. Así, pues, la ambiciosa pregunta de Campbell (2006) termina reducida a una tímida recomendación: la ciencia sería un aliado en el propósito de la justicia social, en la medida en que se propicien procesos participativos de formulación de políticas.
tienen bajo crecimiento no tienen progreso técnico, y viceversa, los que no tienen progreso técnico no tienen crecimiento. De lo anterior se derivan varios de los argumentos del determinismo tecnológico, según los cuales la inversión en ciencia y tecnología (C&T) per se representa prosperidad. Esta perspectiva se alimenta además de investigaciones como la dirigida por Singh y Dhumale (2000), adelantada a través del Instituto Mundial para la Investigación del Desarrollo Económico (WIDER, por su sigla en inglés), que pertenece a la Universidad de las Naciones Unidas, estudio que concluyó que en los países desarrollados la tecnología ligada a la globalización no ha producido mayor desigualdad en el ingreso, y que, para el caso de los países en desarrollo, no existe evidencia empírica suficiente para llegar a conclusiones robustas. Por supuesto, la motivación de nuestro trabajo tiene su origen en la resistencia a aceptar este determinismo tecnológico.
De este primer acercamiento a los estudios de valoración del impacto social de la ciencia y tecnología advertimos que la equidad es una noción raramente referenciada, y que cuando eventualmente se toma como criterio de evaluación, o bien se asocia con problemáticas de género o etnia, que en nuestra opinión es una aproximación importante pero reduccionista, o bien no alcanza un desarrollo convincente, como en el caso de Campbell.
Continuando con el recorrido por los distintos ejercicios de evaluación del impacto de la C&T, de manera más reciente encontramos estudios como los de Bozeman y Rogers (2002), quienes introducen el concepto de Valor Colectivo del Conocimiento (KVC, por su sigla en inglés) asociado a un grupo de individuos que como usuarios y productores de conocimiento están conectados por el uso de un cuerpo de información para una aplicación científica particular. Este modelo de evaluación parte del loable presupuesto de que si nadie hace uso de la nueva información científica que es producida, ésta no genera valor, esto es, no se convierte en conocimiento.
Los trabajos recientes más afines con nuestra pretensión son las investigaciones de los profesores Sarewitz, Bozeman y Feeney (2006) (Universidad de Arizona), patrocinadas por la Fundación Kellogg, y la liderada por el profesor Peter Healey (2006) (Universidad de Oxford, en el Reino Unido), que hace parte del Sexto Programa Marco Europeo: “Researching Inequality Through Science and Technology” (ResIST1), sobre las que volveremos luego.2
Trabajos posteriores como el de Corley (2006) sostienen que este concepto de Valor Colectivo del Conocimiento ofrece una mejor aproximación que los enfoques bibliométricos anteriores e, incluso, que las aproximaciones económicas, toda vez que éstos últimos, por un lado, al intentar medir la productividad intelectual se limitan a la cuantificación de la información ignorando que ésta puede o no generar valor y, por otro, subvaloran los aspectos que tienen remota o ninguna conexión con el mercado y sus mecanismos de precios.
En este punto consideramos entonces fundamental precisar el concepto de equidad, para el emprendimiento de la tarea de responder a la pregunta ¿Cómo podemos convertir a la ciencia y la tecnología en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social?
La reflexión sobre la equidad La filosofía política contemporánea renació con Teoría de la justicia de Rawls (1971), que en sus posteriores desarrollos denomina “justicia como equidad”.
Paralelamente, Campbell (2006) se pregunta qué hay que hacer para convertir a la ciencia en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social (Can science serve social justice?). Campbell rescata el trabajo de Harding (2006), en el cual, desde una perspectiva de género, analiza la tendencia de que los beneficios de la ciencia y la tecnología son acumulados por los ricos y los costos son asumidos por la población vulnerable.
1 http://www.resist-research.net 2 No podemos dejar de mencionar otros esfuerzos intelectuales actuales por medir el impacto de la ciencia en la sociedad y de las políticas de ciencia y tecnología, a pesar de que no sea bajo la perspectiva específica de la equidad: la Red Iberoamericana de Ciencia y Tecnología (Ricyt) adelanta estudios para normalizar los indicadores de impacto social de C&T, y en Colombia es de destacar el trabajo de José Luis Villaveces y sus colaboradores (2005).
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Amartya Sen, premio Nobel de Economía, profundamente influenciado por el trabajo de Rawls, propone un modelo donde el ser humano es el centro y la equidad está determinada por el desarrollo de sus capacidades y no concentrada en la igualitaria distribución de bienes; entendida la capacidad de una persona como la libertad sustantiva de lograr un determinado estilo de vida.
cosas; y la atributiva, asociada a las relaciones de convivencia, que se enfrenta a la equiparación de personas.4 La situación en la que se enmarca la justicia atributiva, señala Bobbio, es aquella en la que uno se confronta con la responsabilidad de asignar ventajas o desventajas, beneficios o gravámenes, en términos jurídicos, derechos o deberes, a una pluralidad de individuos pertenecientes a una determinada categoría. En estos términos, es a tal situación a la que corresponde la idea de equidad. En otras palabras, se entiende que la equidad hace referencia a la justicia atributiva, que a su vez lleva implícita una acepción de igualdad a la que le debemos adjudicar contenido normativo. Precisamente, Sen se pregunta sobre el contenido normativo de la noción de igualdad, esto es, la equidad: ¿Igualdad de qué? ¿Qué es eso que es moralmente relevante que todos poseamos (universalidad) de la misma manera?
Sen identifica como debilidad de la propuesta rawlsiana el que se asuman los bienes primarios como la materialización de la justicia de una situación, en vez de considerarse la relación entre personas y bienes como aquella de la que se derivan beneficios (Sen 1998, 150). En otras palabras, lo que Sen sostiene es que la igualdad de bienes no implica igualdad en capacidades, precisamente porque la relación entre personas (diversas) y bienes implica diferentes realizaciones de capacidades.3 Las ideas de Sen (1988) nos inducen a tomar posición respecto a cuál es la igualdad relevante en nuestro campo de estudio. Y es que precisamente en este punto resulta pertinente mostrar que igualdad y equidad, aunque están asociadas, son conceptos distintos.
Para resolver esta cuestión él comienza analizando las posturas utilitarista, bienestarista y rawlsiana. A través de dos mecanismos argumentativos que denomina crítica por principios previos y crítica por las implicaciones, sostiene que ninguna de las anteriores corrientes proporciona un fundamento suficiente a la cuestión moral de la igualdad, como tampoco una combinación de las mismas (Sen 1988, 154). En este sentido, Sen presenta su propuesta de la igualdad de capacidades básicas como una guía parcial al fragmento del bien moral que se ocupa de la igualdad (Sen 1988, 154).
Igualdad y equidad Igualdad y equidad son principios relacionados pero distintos y frecuentemente usados como sinónimos, tal y como lo afirma Cozzens (2006). Para distinguirlos plenamente resulta útil retomar la exposición de Bobbio (1993) sobre la igualdad. Precisamente, él afirma que “el concepto e incluso el valor de la igualdad no se distinguen del concepto y del valor de la justicia en la mayor parte de sus acepciones” (Bobbio 1993, 56). Al respecto, de entrada se debe precisar que la igualdad consiste en una relación entre cosas o personas, pero no ostenta en sí misma ninguna noción de justicia.
Resumiendo, Sen (1988) se pregunta, en términos de justicia social, cuál es la igualdad que debe preocuparnos, señalando que desde la filosofía moral se han dado diferentes respuestas, destacando de entre las mismas las posiciones utilitarista, de la utilidad total y la rawlsiana, las cuales, finalmente, rechaza. Él propone entonces como alternativa la idea de la igualdad de las capacidades básicas, y en este sentido, el uso de la capacidad básica como dimensión moralmente relevante.
Retomando la distinción entre justicia conmutativa y justicia distributiva que nos remite a Aristóteles, Bobbio presenta la igualdad relacionada con dos formas de la justicia: la retributiva, que tiene que ver con las relaciones de intercambio, donde el problema es de equivalencia de
Las implicaciones de adoptar esta visión Si con Sen (2000) decimos que “en lugar de centrar la atención sólo en la pobreza de renta la centramos en la idea más global de la carencia de capacidades, pode-
3 Rawls responde a estas críticas de Sen sosteniendo que los bienes sociales primarios sí tienen en cuenta las capacidades de los ciudadanos como personas libres e iguales, en virtud de sus dos facultades morales, y que es precisamente a través de la relación entre los bienes primarios y los ciudadanos como se ejercen esas facultades, lo que les permite ser miembros normales y plenamente cooperativos (Rawls 2000, 225). En este sentido, se confirma lo que Sen (1988) mismo reconoce: que su propuesta puede verse en esencia como una extensión de los planteamientos rawlsianos.
4 “Todo el mundo aprecia la diferencia entre la igualdad que se invoca cuando se requiere que haya correspondencia entre la mercancía y el precio, y la igualdad que se invoca cuando se pide que los derechos (y los deberes) de la mujer se correspondan con los del marido…” (Bobbio 1993, 60).
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1. Contexto: sociedades del conocimiento-críticos índices de pobreza y desigualdad en Colombia.
mos comprender mejor la pobreza de las vidas humanas y las libertades a partir de una base de información diferente. El papel de la renta y de la riqueza tiene que integrarse en un análisis más amplio y completo del éxito y de las privaciones. […] Existen buenas razones para concebir la pobreza como la privación de capacidades” (Sen 2000, 37), entonces estamos suponiendo que una evaluación del impacto de la ciencia y la tecnología debe considerar tanto el acceso equitativo a los productos de la ciencia y la tecnología como la posibilidad de su uso relevante, en el sentido de que su uso promueva logros de agencia. En estos términos, una política pública de ciencia y tecnología no se entiende desligada de una educativa, por ejemplo.
2. Concepción general del orden: crecimiento económico y desarrollo humano sostenibles, apoyados en el uso intensivo del conocimiento. 3. Lo que es moralmente relevante en términos de igualdad: capacidades básicas. 4. Criterios de atribución: según necesidades como capacidades básicas. 5. Mecanismos de intervención: políticas públicas integrales, una orientación política programática.
Esto implica igualmente que el ejercicio complementario de nuestra investigación (que no se desarrolla en el presente documento), a saber, el de aproximarse al diseño de un índice de impacto social de la ciencia, diste de un “Gini” de los productos de la ciencia y la tecnología, porque en realidad no son los productos de la investigación y el desarrollo científico el fin último sobre el que hemos de hacer consideraciones distributivas; el punto es reconocer en aquéllos, los medios para el desarrollo de la capacidad de agencia de los individuos.
Gobernanza y política pública La capacidad de agencia es también, y ante todo, una capacidad de aspirar, de disentir, debatir, desafiar, proponer y participar críticamente en lo referente a la política pública. La investigación científica es un bien cuasi público que los actores privados (empresas) por sí mismos no producen en un nivel suficiente, y que, sin embargo es imprescindible para la innovación tecnológica y el desarrollo social.
Las preguntas relevantes a la hora de evaluar o medir la capacidad de agencia serían: ¿Hasta qué punto los individuos son capaces de gerenciar su propio desarrollo? ¿Hasta dónde tienen libertad para realizar los emprendimientos que se proponen? El concepto de “agencia” en Sen se refiere a la combinación de las capacidades de las personas con las oportunidades que les brinda el medio, lo que permite a los individuos realizar las acciones propias de un determinado proyecto de vida.
Estos elementos nos inducen a precisar una visión sobre la relación Estado, mercado y democracia, en el marco de la cual estaríamos evaluando los beneficios de la ciencia y la tecnología. Siguiendo nuevamente a Sen, aun cuando se reconoce en el mercado un excelente mecanismo de coordinación, también se admite, como ya lo hacía Adam Smith en el siglo XVIII, que son muchas las áreas de la actividad humana donde hay interacción que no es y no puede mediatizarse por el mercado. Esto justifica la acción pública, entendida desde una perspectiva no Estado centrista. La relación principal-agente, como lo plantea Sen, implica una relación dialéctica entre el Estado y la sociedad civil. Esta noción está relacionada con la de gobernanza, entendida como ejercicio no vertical (gobernabilidad) sino horizontal de dirigir la sociedad, el cual trasciende lo administrativo e implica la participación incluso del público no experto.5
Recapitulando, evaluar entonces en términos de equidad el impacto de los productos de la ciencia y tecnología exige dar contenido a varios aspectos relacionados con lo equitativo que identifica Bobbio: 1. Contexto, los criterios mismos de justicia no tienen valor absoluto ni son perfectamente objetivos, sino que dependen de la concepción general de orden social, la cual corresponde a su vez a unas condiciones históricas, económicas y sociales particulares. 2. La concepción general del orden, que se refiere al fin que habrá de perseguir la equidad. 3. Lo que es moralmente relevante en términos de igualdad, es decir, aquellos medios legítimos para alcanzar el fin. 4. Criterios de atribución o criterios de justicia. 5. Mecanismos de intervención, el cómo legítimamente se promueve la igualdad:
5 Una brillante exposición sobre las tensiones en la relación cienciasociedad y la consecuente presentación de referentes normativos de gobernanza y democratización del conocimiento se encuentra en Cancelado (2008).
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La noción de agente es el ciudadano para la gobernanza de la sociedad en general y de la ciencia en particular. Sus demandas han de tener relevancia a la hora de establecer prioridades de política pública, tras el propósito de extensión de las libertades fundamentales que le propicien el llevar la vida que le gustaría vivir, libertades que a su vez le permiten sentirse actor de su propio desarrollo.
1. Que tales condiciones no se dan en la práctica. Hechos como la sequía de las sabanas africanas, derrames de residuos contaminantes, accidentes nucleares, envenenamientos farmacéuticos, han desencadenado lo que algunos filósofos de la ciencia han denominado el “Síndrome de Frankenstein”, en el sentido de que el creador se siente amenazado por su creatura. Este fenómeno ha respaldado el surgimiento de una política intervencionista para encauzar el desarrollo de la ciencia y la tecnología y supervisar sus efectos sobre la naturaleza y la sociedad.
Así, pues, retomando la reflexión concreta sobre nuestro objeto de estudio, el papel de la política pública en el propósito de que la ciencia y la tecnología favorezcan la justicia social está signado por la necesidad de que en este ámbito no se reproduzcan fenómenos análogos a las hambrunas que analiza Sen, en las que trágicamente la gente ha muerto de hambre en medio de una relativa abundancia de alimentos. Pero, ¿cuáles son los criterios sobre los que podemos juzgar el papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad?
2. Que, como lo advierte Healey, los bienes y servicios que resultan de la ciencia y la tecnología pueden tanto favorecer como exacerbar las desigualdades (2006, 8). Analicemos esta segunda proposición mediante las tres tipologías de la desigualdad que median la ciencia y la tecnología desarrolladas originalmente por Susan Cozzens, quien se vincula en 2003 a ResIST, favoreciendo la adopción de estas estructuras analíticas interdependientes, a saber: desigualdad estructural, desigualdad distributiva y desigualdad representacional.
La especificidad de la relación C&T-sociedad En este punto nos remitimos a la Declaración de Budapest6 (DB), pues en cada uno de sus enunciados encontramos el papel potencial de C&T para crear oportunidades y favorecer el desarrollo de las capacidades, esto es, la calidad de agencia.
Las desigualdades distributiva, estructural y representacional hacen referencia a tres tipos de impacto de los productos de la ciencia y la tecnología en la sociedad, sobre los que debe haber un papel activo de la política pública. Casos como el desarrollo de productos y servicios de acceso exclusivo para personas de altos recursos económicos y el uso de nuevas tecnologías para reducir costos laborales ilustran un impacto negativo sobre la desigualdad distributiva.
Según la DB, la ciencia debe contribuir a dotar a la humanidad de: A. Una comprensión más profunda de la naturaleza y la sociedad. B. Una mejor calidad de vida.
Por otro lado, la desigualdad estructural puede acentuarse, por ejemplo, en la medida en que las capacidades, el denominado analfabetismo tecnológico y desempeños asociados con la ciencia y la tecnología, se presentan de manera profundamente distinta entre países y regiones del mundo, así como cuando dentro de los sistemas mismos de innovación nacional o regional se propician desigualdades de género y raza.
C. Un entorno sano y sostenible para las generaciones presentes y futuras (DB, Preámbulo, numeral 1). En 2005 la Comisión Europea instauró la noción de ciencia en sociedad, como una expresión que busca apartarse de la visión dicotómica de ciencia y sociedad. Se reconoce entonces como un imperativo de la ciencia recomponer el tejido social.
La desigualdad representativa hace referencia al impacto de una insuficiente representación de distintos grupos de interés en los espacios de toma de decisiones en los sistemas nacionales de innovación.
Esta convocatoria en Budapest implica dos premisas íntimamente relacionadas:
6 Nos referimos a los documentos fruto de las conferencias que se llevaron a cabo en Hungría, a saber: “Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico”. Budapest, 26 de junio-1 de julio de 1999. UNESCO (1999b).
Así, pues, se evidencia la necesidad de una política científica a favor de la equidad. En este sentido, la ResIST 114
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Métodos
Capas del sistema socio-técnico / Niveles de desigualdad
Política
Mapeo de conocimiento
Participación de I&D (Desigualdad estructural)
• Mano de obra de I&D demográfica • Capacidad institucional • Producción de conocimiento
Operación de la política
Estudios de caso
Toma de decisiones sobre I&D (Desigualdad representacional)
• Definición de agenda y priorización • Asignación de recursos • Reconocimiento y recompensa • Representación de I&D
Formulación de política
Consecuencias socioeconómicas (Desigualdad distributiva)
• Efectos diferenciales • Necesidades diferenciales • Efectos inmediatos vs. sostenidos
Insumos de política
Análisis de discurso
Estudios de monitoreo y evaluación
Figura 1. Tipologías de desigualdad y diseño de políticas públicas. Fuente: ResIST (2006) [Traducción propia].
Ahora bien, consideramos que tal propósito no es alcanzable únicamente con estos lineamientos de política de ciencia y tecnología. En este punto destacamos que resulta pertinente retomar una discusión vigente: la democratización de la ciencia. Es bien sabido que hay distintas formas de interpretar este imperativo comúnmente aceptado, que por supuesto está relacionado con los objetivos precisados por DB.
propone un ejercicio integral de acción pública considerando los tres tipos de desigualdades, como lo ilustra la figura 1. Desde la identificación de la forma como está distribuido el conocimiento (desigualdad estructural), el examen de su correlato en los mecanismos de toma de decisiones (desigualdad representacional) y los posibles efectos socioeconómicos de las mismas (desigualdad distributiva), el diseñador de políticas científicas habrá de formular e implementar programas integrales que favorezcan la equidad.
La “Declaración de Santo Domingo” (UNESCO 1999a)7 presenta tres formas de entender esta democratización del conocimiento:
En este marco, si laxamente podemos asegurar que el papel de la comunidad científica es generar a través de su actividad y con responsabilidad social diversos bienes y servicios, también hemos de reconocer con contundencia que se requiere una acción política (que, recordemos, en términos de la relación principal-agente no se restringe al funcionario del gobierno sino que comprende una relación dialéctica entre el Estado y la sociedad civil) para establecer las condiciones que contribuyan a la realización de los objetivos mencionados por la DB de que la ciencia se convierta en un bien compartido solidariamente en beneficio de todos los pueblos (DB, numeral 8) y que sus productos favorezcan los ideales del progreso, la paz y el desarrollo.
1. Llevar la ciencia a los ciudadanos. 2. Reorientar las políticas públicas en ciencia y tecnología hacia la demanda social. 3. Abrir las políticas en materia de ciencia y tecnología a las opiniones y participación de los ciudadanos.
7 Nos referimos a los documentos fruto de las conferencias que se llevaron a cabo en República Dominicana, a saber: “La Ciencia para el siglo X XI: una nueva visión y un marco de acción”. Reunión regional de consulta de América Latina y el Caribe de la Conferencia Mundial sobre la Ciencia. Santo Domingo, 10-12 de marzo de 1999. UNESCO (1999a).
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Democratizar involucra en sus tres acepciones combatir los potenciales efectos perversos de la ciencia y la tecnología: llevar la ciencia a los ciudadanos está asociado con atacar la desigualdad estructural; reorientar las políticas públicas en ciencia y tecnología hacia la demanda social implicaría atender las problemáticas de la desigualdad distributiva; y abrir las políticas en materia de ciencia y tecnología a las opiniones y participación de los ciudadanos respondería a los asuntos de la desigualdad representacional.
4. Investigación que reduce el precio de bienes y servicios. 5. Mayor honestidad acerca de las implicaciones de la equidad. 6. Cambio tecnológico a paso lento. 7. Gasto público y privado en R&D. 8. Políticas que mejoren las condiciones de vida de la población y el crecimiento económico.
Igualmente, democratizar exige inclusión y calidad de agencia, y en estos términos implica una modificación de las condiciones estructurales que las impiden. Por este motivo es que nuestra propuesta invoca una noción de política integral (que se ve reflejada en la estructura del indicador desarrollado con Cotte y Cancelado).8 No es únicamente la política de ciencia y tecnología convocando ciudadanos a foros sobre la materia, es también la demanda, por ejemplo, de políticas educativas que promuevan el desarrollo de ciudadanos activos y bien informados, políticas sociales de formación para el trabajo, políticas económicas que estimulen el uso de tecnologías limpias y agricultura orgánica.
9. Políticas activas de formación cívica y alfabetismo tecnológico.
Conclusiones Desde una aproximación a los enfoques de valoración del desempeño de la comunidad científica y el impacto social de la ciencia y tecnología advertimos que la equidad es una noción excepcionalmente referenciada, y que, cuando se toma como criterio de evaluación, o bien se reduce a problemáticas de género o etnia, o bien su desarrollo es insuficiente, como en el caso de Campbell.
En este contexto es que vemos como limitada la propuesta de Campbell, cuando su importante pregunta la reduce a proponer espacios deliberativos incluyentes sobre temas de ciencia y tecnología. Estas medidas, evidentemente, no son suficientes para pensar la “democratización de la ciencia”, y mucho menos para convertir a la ciencia en un aliado de la justicia social.
De alguna forma paradójica, encontramos también que los recientes pactos sociales sobre ciencia y tecnología reivindican un compromiso de éstas en la reconstrucción del tejido social, de manera que en las llamadas sociedades del conocimiento resulta de la mayor relevancia y pertinencia hoy la pregunta ¿Cómo podemos convertir a la ciencia y la tecnología en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social?
Entonces, ¿qué criterios de política pública deben atravesar esos esfuerzos? ¿Qué tipo de lineamientos estarían favoreciendo el que los productos de la ciencia y la tecnología se conviertan en medios y oportunidad para desarrollar la capacidad de agencia de los individuos? Sarewitz y Woodhouse (2007) dan algunas pistas. Nosotros reformulamos la propuesta en las nueve siguientes categorías de política que pueden reducir la inequidad:
En este orden de ideas, siguiendo a Sen, precisamos una noción de equidad como igualdad de capacidades, la cual nos conduce a reflexionar sobre el impacto de los productos de la ciencia y la tecnología sobre la libertad sustantiva de los ciudadanos de lograr un determinado estilo de vida; esto es, sostenemos que una evaluación del impacto de la ciencia y la tecnología debe considerar tanto el acceso equitativo a los productos de la ciencia y la tecnología como la posibilidad de su uso relevante, en el sentido de que su uso promueva logros de agencia.
1. R&D focalizados en los problemas de la población pobre. 2. Participación en la toma de decisiones. 3. R&D focalizados en la creación de bienes públicos.
Para dar respuesta a la pregunta que nos ocupa, encontramos entonces la necesidad de la acción política más allá del mercado, en la medida en que, por una parte, la investigación científica es un bien cuasi público que los actores privados (empresas) por sí mismos no
8 Véase el informe final del trabajo de investigación financiado por la Universidad de la Salle (Cancelado, Cotte y Nova 2009).
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sociedad como una esfera de legítima intervención pública tras el objetivo de que los beneficios de aquéllas redunden en justicia social, y presentamos nueve categorías de política pública que estarían atendiendo el imperativo de la democratización de la ciencia en un ambiente de gobernanza.
producen en un nivel suficiente, y que, sin embargo, es imprescindible para la innovación tecnológica y el desarrollo social, y por otra, los productos de la ciencia y la tecnología pueden tanto favorecer como exacerbar las desigualdades estructural, representacional y distributiva. En consecuencia, pensamos la relación C&TDemocratización de la ciencia
Focos de acción pública
Categorías de política Investigación y desarrollo focalizado en los problemas de la población pobre Investigación que reduce el precio de los bienes y servicios Políticas activas de formación cívica y alfabetismo tecnológico Paso lento del cambio tecnológico
Llevar la ciencia a los ciudadanos
Desigualdad distributiva
Investigación y desarrollo focalizados en la creación de bienes públicos Gasto público en investigación y desarrollo Gasto de las empresas en investigación y desarrollo Políticas activas de formación cívica y alfabetismo tecnológico Políticas que mejoren el bienestar y la equidad social Políticas activas de formación cívica y alfabetismo tecnológico
Participación de los ciudadanos
Desigualdad representativa
Amplia participación en la toma de decisiones Mayor honestidad acerca de las implicaciones de la equidad
Cuadro 1. Esquema conceptual del que se deriva macroestructura del índice de impacto social de la ciencia.
Referencias 3. Campbell, Nancy. 2006. Can Science Serve Social Justice? En Center for Science and Policy Outcomes (CSPO), http:// www.cspo.org/outreach/events/inequityworkshoppapers. htm (Recuperado el 5 de octubre de 2009).
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La vía hermenéutica de la política. Reflexiones a partir del Cratilo de Platón* por Alfonso Flórez** Fecha de recepción: 7 de octubre de 2009 Fecha de aceptación: 26 de abril de 2010 Fecha de modificación: 7 de febrero de 2011
Resumen El examen del diálogo Cratilo desde una instancia dramática permite acceder a una nueva comprensión del mismo. Según ésta, la pretensión fundamental de la tarea de intermediación que Sócrates establece entre Hermógenes y Cratilo reside en superar una situación de injusticia que se ha creado entre los dos interlocutores de Sócrates, en razón del abuso del lenguaje. Para ello, Sócrates deberá propiciar que las relaciones de poder entre sus dos interlocutores logren un cierto equilibrio en el medio del lenguaje. Esta tarea pedirá del filósofo una fortaleza y una perseverancia propiamente heroicas, que sólo podrán alcanzarse en un estado de inspiración divina. El recorrido por la llamada “sección etimológica” se entiende así como el despliegue de la acción hermenéutica, sólo mediante la cual puede accederse a la reconstitución de las relaciones de justicia tal como se reconocen en el lenguaje.
Palabras clave Platón, Cratilo, hermenéutica, filosofía política en la Antigüedad, filosofía del lenguaje en la Antigüedad.
Hermeneutic Politics: Some Reflections on Plato’s Cratylus Abstract Examining the dialogue in Cratylus from a dramatic perspective allows a new understanding of the work. Accordingly, in intermediating between Hermogenes and Cratylus, Socrates’ main task is to overcome the injustice created by his interlocutors’ improper use of language. To do so, Socrates must foment a degree of balance in the power relations between the two interlocutors in terms of language. This task will require, from the philosopher, heroic levels of fortitude and perseverance, which can only be reached in a state of divine inspiration. The journey through the so-called “etymological section” can then be understood as the deployment of the hermeneutic action, which is the only way that the relations of justice, as they appear in language, can be reconstituted.
Key words Plato, Cratylus, Hermeneutics, Political Philosophy in Classical Antiquity, Philosophy of Language in Classical Antiquity.
* Este artículo es resultado de una investigación particular como parte de mi vinculación académica ordinaria a la Pontificia Universidad Javeriana. Una primera versión de este trabajo se presentó en el Primer Encuentro Hispano-Colombiano de Filosofía Antigua, que tuvo lugar en el mes de septiembre de 2009 en la Universidad de los Andes. Agradezco a sus organizadores, profesores Catalina González y Sergio Ariza, su gentil invitación para participar en el mismo. En dicho evento el texto recibió los acertados comentarios del profesor Carlos Andrés Manrique. Posteriormente, una versión ampliada del texto fue leída en el Coloquio de Profesores del Departamento de Filosofía de la Universidad Javeriana en octubre de 2009, donde recibió comentarios de los profesores P. Fabio Ramírez, S.J., Juan Fernando Mejía y Gustavo Chirolla. En particular, las observaciones y sugerencias de los evaluadores anónimos de la editorial me hicieron posible mejorar mucho el texto. El concienzudo trabajo de revisión de las editoras de la revista, Natalia Rubio y Vanessa Gómez, me permitieron subsanar unas últimas incorrecciones. Les agradezco a todos ellos. ** Licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Tras una estancia en la Hochschule für Philosophie, Múnich (1993-1995), obtuvo el título de Doctor en Filosofía (1999) en la Pontificia Universidad Javeriana. En la actualidad es profesor titular de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana, donde se desempeña como Decano Académico desde 2005. Después de haber trabajado en bioética y en Wittgenstein, ha centrado sus indagaciones en el pensamiento de Platón, san Agustín y Heidegger, en una perspectiva fenomenológica, hermenéutica y dialógica. Entre sus publicaciones más recientes se destacan: Mihi quaestio factus sum. La pregunta del hombre por el hombre en Agustín. En ¿Quiénes somos? Hacia una comprensión de lo humano, ed. Inés Calderón, 81-102. Chía: Universidad de la Sabana, 2008; y El pozo y la Luna. Las dos observaciones de Heidegger acerca de Wittgenstein. En Heidegger. El testimonio del pensar, ed. Fernando Cardona, 305-324. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2007. Correo electrónico: alflorez@javeriana.edu.co
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A via hermenêutica da política. Reflexões a partir do Cratilo de Platão Resumo O exame do diálogo Cratilo desde uma instância dramática permite aceder a uma nova compreensão do mesmo. Segundo esta, a pretensão fundamental da tarefa de intermediação que Sócrates estabelece entre Hermógenes e Cratilo reside em superar uma situação de injustiça que se criou entre os dois interlocutores de Sócrates, em razão do abuso da linguagem. Para isso, Sócrates deverá propiciar que as relações de poder entre seus interlocutores atinjam certo equilíbrio no meio da linguagem. Essa tarefa pedirá do filósofo uma tarefa e uma perseverança propriamente heroicas, que somente poderão se alcançar em um estado de inspiração divina. O recorrido pela chamada “seção etimológica” se entende assim como o desdobramento da ação hermenêutica, somente mediante a qual pode se aceder à reconstituição das relações de justiça tal como se reconhece na linguagem.
Palabras chave Platão, Cratilo, hermenêutica, filosofia política na Antiguidade, filosofia da linguagem na Antiguidade.
E
constituye la ocasión inmediata de la disputa.5 Ésta se configura cuando Hermógenes le pregunta a Cratilo si su nombre, Cratilo, y el de Sócrates son exactos, a lo cual aquél asiente, y queriendo pasar a una afirmación general, pregunta si entonces son exactos los nombres de todos los seres humanos, a lo que Cratilo responde con sequedad, negando que tal sea el caso: “En tu caso no, aunque todos te llamen con el nombre de Hermógenes” (383b). Deseoso de saber por qué ello es así, Hermógenes le pregunta a Cratilo la razón de su afirmación, pero no recibe de éste más que réplicas irónicas, que no le aclaran nada, aunque da a entender que para sí el asunto lo tiene claro. Si se tiene presente que Hermógenes pertenece a la que fue una de las familias más ricas del Ática, venida a menos por los malos manejos de su hermano Calias, que, entre otras cosas, ha gastado ingentes sumas de dinero con los sofistas, en particular con Protágoras,6 y que él mismo por cierta condición
l Cratilo,1 como su nombre lo indica, es un diálogo sobre el poder. En efecto, tanto el nombre de Cratilo como el de Sócrates contienen en sí mismos una alusión a krátos,2 poder, dominio, autoridad.3 Hay que tener presente, sin embargo, que el nombre del tercer interlocutor, Hermógenes, también determinará la construcción y el decurso del diálogo. De hecho, y como corresponde, será Hermógenes quien primero tome la palabra. La situación parece clara. Cratilo y Hermógenes se dirigen al campo, hablando entre sí. En medio de la conversación, Cratilo le manifiesta a Hermógenes que “la rectitud de un nombre (onómatos orthóteta)4 está fijada por naturaleza a cada uno de los seres (ónton)” (383a), afirmación que, en realidad, no
5 Si se pasan por alto los detalles iniciales de la construcción del diálogo, puede muy bien pensarse que el debate entre Hermógenes y Cratilo se refiere a sus diferentes concepciones sobre la relación de los nombres con las cosas. Un intérprete tan autorizado como Sedley presenta en estos términos la situación: “Cratylus and Hermogenes have already been engaged in heated debate, and as the dialogue begins, without any of the usual prefatory material, we find them approaching Socrates and inviting him to act as umpire. Their dispute is about the ‘correctness of names’ – what makes a name a correct name? The two positions that quickly emerge are ones which commentators on the dialogue label linguistic ‘naturalism’ and ‘conventionalism’” (Sedley 2003, 3). No deja de llamar la atención que un lector tan atento a los giros dramáticos de los diálogos platónicos como Gonzalez adopte un enfoque similar: “The discussion gets under way when Socrates is asked to participate in a debate between Hermogenes and Cratylus about whether names are conventional or natural” (Gonzalez 1998, 63), posición que reitera treinta páginas más adelante: “At the end of the dialogue, we are not given an answer to the question that began the whole discussion: are names conventional or natural?” (Gonzalez 1998, 92). 6 Cf. la entrada ‘Callias III’ (Nails 2002, 68-74).
1 Cito según la traducción de Atilano Domínguez (Platón 2002), aunque he mantenido a la vista las otras ediciones citadas. 2 La transcripción de las palabras griegas se rige por las siguientes convenciones: α=a; β=b; γ=g; δ=d; ε=e; ζ=z; η=e; θ=th; ι=i; κ=k; λ=l; μ=m; ν=n; ξ=x; ο=o; π=p; ρ=r; σ, ς=s; τ=t; υ=u; φ=ph; χ=kh; ψ=ps; ω=o; todos los acentos se marcan; el espíritu áspero se marca con h; el espíritu suave no se marca; la ι suscrita se marca como adscrita. Las expresiones en griego se toman de la edición de Oxford (Platón 1995). 3 “Both names derive from ‘kratos’, which means ‘might’, ‘power’, ‘rule’, ‘sway’, ‘dominion’, especially the kind of power that enables its possessor to triumph or gain victory” (Reeve 1998, xiv, n. 2). Uno de los objetivos del diálogo es mostrar cómo este poder político (krátos) se enraíza en el poder de la palabra (dúnamis lógou), por lo que el justo ejercicio del poder político depende del conjuro del poder de la palabra. 4 El término griego orthótes puede traducirse también como exactitud (Platón 1987).
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legal no tiene derecho al patrimonio familiar, puede comprenderse que el verse privado ahora hasta de su nombre constituya para Hermógenes una situación penosa en extremo. El motivo inmediato de la discusión sobre los nombres no es, pues, teórico, sino que se inscribe en una historia familiar de malos negocios y de expoliaciones a manos de sofistas y filósofos, la última de las cuales amenaza la propia identidad de uno de los participantes en la conversación. Por eso, cuando encuentran a Sócrates, el más débil de los interlocutores le pregunta con cierta timidez al otro si quiere que Sócrates participe también en su plática, a lo cual el aludido responde con cierto desdén: “¡Si a ti te parece!” (383a).
esclarecimiento del lógos es posible sólo por medio del lógos, dià lógon.10 El diálogo se presenta, entonces, no sólo como el espacio para la dilucidación del lógos, sino como el medio, el instrumento, por el cual se accede a la comprensión del lógos. Así, en este diálogo en particular, el diálogo debe entenderse como el esclarecimiento del lógos por el lógos, sin que dicha acción venga suscitada por sí misma, sino por el deseo de sobreponerse a un abuso del poder. Al aceptar la invitación para participar en la conversación –ahora devenida diálogo–, la heroica tarea de Sócrates consistirá entonces en recuperar cierto equilibrio en el ejercicio del poder –lo que se llama justicia–, mediante estas indagaciones del lógos por el lógos. Por eso el recorrido del diálogo puede caracterizarse como la vía hermenéutica de la política.11
En este punto, vale la pena detenerse un momento en la primera oración del diálogo: “¿Aceptas, pues, que comentemos el tema también con Sócrates, ahora que está aquí?” (383a). Se trata, en un primer momento, de que los dos interlocutores lleguen a un acuerdo acerca de la participación de Sócrates en su conversación. Hermógenes lo desea así, mientras que Cratilo apenas si lo acepta. Estas primeras dos intervenciones abren la posibilidad de que Sócrates participe en esta conversación, que no es suya. El diálogo se inscribe, pues, en una dinámica más amplia, que ya viene ocurriendo antes de la entrada de Sócrates, y que continuará después de su salida. La participación de Sócrates se marca con el verbo anakoinóo, comunicar, hacer común, como si se dijera: “hagamos común nuestro lógos con Sócrates”,7 pues lógos es lo que suele verterse como conversación. Es importante tener presente que este primer lógos en el cual los interlocutores quieren que Sócrates tome parte no es un lógos cualquiera, pues versa, así mismo, sobre el lógos.8 La apertura del lógos, que va desde el nombre hasta el diálogo en su conjunto,9 muestra que el
and logos often indicates critical rational discourse as the expression of the faculty of ‘reason.’ Plato’s Socratic Problem certainly addresses problems of ordinary discourse but also goes beyond them, to address more substantive ethical, philosophical, and political issues of ‘reason’” (Wallach 2001, 7, n. 10). 10 “Indeed, the theme of teaching and learning is visible from the very beginning of the Cratylus, which consists in a reflexive attempt to learn through dialogue about how we learn dia logôn–‘through speeches’” (Howland 1998, 131). “One can inquire into the nature of language only by means of language” (Gonzalez 1998, 93) [en cursiva en el original]. 11 Me aparto así de las lecturas cerradas que han querido ver en el Cratilo un mero examen de teorías sobre el lenguaje, con la consecuencia de que no pueden encontrarle al diálogo un lugar apropiado en el conjunto del corpus platónico. Una intérprete reciente presenta así la situación: “There is still no real opinio communis on the principal philosophical purpose of the dialogue or its positive results, if any” (Barney 2001, 1). Sorprende, en particular, la escasa sensibilidad de Gadamer frente al rendimiento hermenéutico del diálogo, que él caracteriza como el primer paso en la dirección de una teoría instrumental del lenguaje y del ideal de un sistema de signos de la razón. (Cf. Gadamer 1984, 502). Uno de los expositores del pensamiento de Gadamer presenta su posición frente al Cratilo en los siguientes términos: “In WM [Wahrheit und Methode] wird der Dialog Kratylos als Grundlage der neuzeitlichen Ideals der mathematischen Sprache angesehen und als der Anfang der Instrumentalisierung der Sprache scharf kritisiert” (“En Verdad y método el diálogo Cratilo es visto como el fundamento del ideal moderno del lenguaje matemático, y como el comienzo de la instrumentalización del lenguaje, es objeto de una aguda crítica”) (Renaud 1999, 49). Dada esta situación, no sorprende constatar la ausencia de referencias al diálogo en los textos ordinarios de historia de la hermenéutica. Un intérprete de la órbita gadameriana (Barbarić 2002) ha buscado llenar este vacío con una lectura del Cratilo donde se subraya la cercanía del diálogo a temas de la más honda impronta gadameriana, como son la inherente unidad entre palabra y cosa, la idea del nacimiento de la palabra y la construcción del concepto, la vecindad de la comprensión del lenguaje a la interpretación musical y la función capital que el juego tiene para la tarea hermenéutica. Así presenta Barbarić su propósito: “Es ist aber eine der Hauptabsichten unserer Untersuchung, zu zeigen, daß gerade bei Platon, und zwar vor allem in seinem Kratylos, alle diese von Gadamer mühsam gesuchten und mit Recht stark hervorgehobenen Grundmomente eines lebendigen Sprachverständnisses zu finden sind” (“Uno de los principales propósitos de nuestra investigación consiste en mostrar que precisamente en Platón, y, ante todo, en su Cratilo, pueden hallarse todos estos momentos fundamentales de una comprensión viva del lenguaje, que Gadamer busca con tanto esfuerzo y que resalta con razón”) (49). Este loable propósito hermenéutico se ve entorpecido, sin embargo,
7 “The dialogue opens as Hermogenes asks Cratylus if he would like to have Socrates ‘discuss the logos in common,’ anakoinosómetha tòn lógon, with them” (Riley 2005, 27). 8 “The opening sentence of the Cratylus alludes to the issue of the dialogue as a whole: Hermogenes asks whether Socrates ought not be made a partner in the logos. We are told immediately that the logos in which Hermogenes and Cratylus have been engaged concerns logos; specifically, it concerns the nature of name, of a part of logos” (Sallis 1996, 188). 9 En vista de la ausencia en la lengua griega de una expresión que recoja la idea contemporánea de la crítica, Wallach ha podido identificar en el lógos incluso esta significación: “The Greek word logos, of course, can mean many things other than ‘critical discourse’ or ‘initial reason,’ including the simpler ideas of ‘words,’ ‘speech,’ or ‘rational discourse,’ as opposed to, say, mythical discourse. However, Socratic discourse was distinctive insofar as it criticized conventional understandings, and it is Plato’s uptake of the conflict of Socratic discourse with those understandings that concerns me. The fact that logos is not sufficiently defined by ‘critical discourse,’ even though the best Greek equivalent of ‘critical discourse’ is logos, should not be forgotten. There is no Greek equivalent to ‘critique’ or being ‘critical’ in a purely discursive sense,
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Tras exponer la situación ya descrita, motivo del abordaje de Sócrates, Hermógenes le formula su petición: “Así, pues, si eres capaz de dar con el sentido (sumbaleîn) del oráculo de Cratilo, te escucharía con gusto. Aún más, si te parece que tú mismo sabes algo acerca de la rectitud de los nombres, lo escucharía de mejor grado todavía, si quisieras decirlo” (384a). Que el término usado en este pasaje para la acción de hallarle sentido o interpretar un oráculo sea sumbaleîn –paralelo a nuestro conjeturar–,12 y no hermeneúein, indica ya que el campo semántico de nuestro interpretar se presenta bajo diversas figuras a las cuales hay que estar atento, sobre todo una vez que se constata que la forma hermeneúein no se halla en el Cratilo,13 aunque sí uno de sus cognados, como se verá más adelante. El carácter de oráculo, manteía, de la posición de Cratilo ofrece, sin embargo, apoyo adicional para asumir la condición hermenéutica de la tarea a la que se abocará Sócrates, dados los vínculos que siempre se han reconocido entre las artes hermenéutica y mántica.14 Baste para el propósito actual con señalar que la tarea de la filosofía por la cual vincula el todo con el todo15 requiere de la presencia de figuras intermediarias de naturaleza demónica, entre las cuales se hallan Eros, el demon socrático y el dios Hermes, así como de actividades mediadoras de adivinación y de interpretación.16 El punto es que la solicitud que Hermógenes le dirige a Sócrates sitúa la próxima intervención del filósofo en el ámbito que se despliega entre una hermenéutica
del oráculo de Cratilo y la propia posición del filósofo respecto del asunto de la rectitud de los nombres. El desarrollo del diálogo mostrará que las dos tareas son correlativas, es decir, que la indagación hermenéutica no puede adelantarse sino por medio del procedimiento dialéctico de pregunta y respuesta, pero también que la dialéctica se despliega bajo una figura hermenéutica. A la invitación de Hermógenes, Sócrates responde con palabras muy medidas: “¡Hermógenes, hijo de Hipónico, dice un antiguo proverbio que ‘todo lo hermoso es difícil’, cuando hay que aprenderlo. Y ciertamente que el aprendizaje relativo a los nombres no es un asunto baladí” (384a-b). Con esta intervención, en tono exaltado, Sócrates muestra que el tema de los nombres y, en general, el tema del lógos constituyen un asunto tanto más difícil de aprender, cuanto que es muy bello.17 Al corresponder el ímpetu de su expresión a la sublimidad del objeto de investigación, Sócrates está aceptando la invitación de Hermógenes, lo que también se pone de presente con las primeras palabras con las cuales se dirige a su discípulo por nombre propio, y que, en cierto sentido, pueden considerarse como las primeras palabras del diálogo. Dado que no ha tomado curso alguno con un sofista famoso, y menciona a Pródico, no tiene una respuesta inmediata para su compañero de diálogo, por lo que no puede más que reconocer su ignorancia al respecto: “¿Cómo estaré, pues, seguro de conocer la verdad acerca de cosas tan importantes?” (384c). Con esto, Sócrates renuncia a la posibilidad de un acceso instantáneo a estas cuestiones bellas e importantes, lo que marca la necesidad de una larga indagación que parte, como es usual, del reconocimiento de su propia ignorancia. La investigación, sin embargo, habrá de adelantarse en común, con aquellos involucrados en el tema: “Estoy, sin embargo, dispuesto a investigarlo junto contigo y con Cratilo” (384c). Esto quiere decir, por lo tanto, que la larga indagación se llevará a cabo en el espacio común creado por el diálogo. Sólo entonces, una vez determinados el carácter del tema, el tipo de investigación que exige, el punto de partida de dicha investigación y el modo como se va a realizar, procede Sócrates a abordar la cuestión que viene atormentando a Hermógenes. Sospecha –le dice– que Cratilo se burla de él, pues no ha logrado conseguir riquezas. En efecto, si, como lo dice su nombre, Hermógenes fuera en ver-
por la declarada intención del autor de minimizar los motivos iniciales del diálogo, donde se plantea el tema de la rectitud de las palabras: “Vielleicht ist es an der Zeit, die Eingangsbestimmungen des Dialogs methodisch in den Hintergrund zu schieben, und sein Wesentliches erst in dem weiteren Gedankengang zu erkennen” (“Quizás ya es hora de dejar a un lado metódicamente las determinaciones introductorias del diálogo y reconocer que lo esencial de él se da en el desarrollo de sus ideas”) (49). A partir de este compromiso interpretativo el autor procede a recoger de forma selectiva los elementos que respaldan su lectura. Con ello logra llamar la atención a temas de talante hermenéutico presentes en el diálogo, sin llegar a articular una lectura unificada del mismo bajo tal clave interpretativa. 12 “Hermogenes, for example, employs the word sumbalein, which literally means ‘to throw together,’ for ‘to interpret’ (384a5). (The extension is exactly parallel to ‘conjecture.’)” (Benardete 2000, 148). 13 De allí la limitación que un texto de historia de la hermenéutica se impone a sí mismo cuando, para rastrear los orígenes del arte hermenéutico, se limita a considerar las apariciones del término hermeneúein, frecuentes, por ejemplo, en el Ion. La consecuencia de esta limitación es juzgar que la actitud de Platón hacia la hermenéutica es de “menosprecio” y de sospecha, y que él la desestima junto con el arte de los sofistas (cf. Ferraris 2000, 12s). 14 (Cf. Grondin 1999, 46s). Grondin, sin embargo, yerra al separar las artes mántica y profética de la actividad filosófica. 15 La expresión se halla en El Banquete: “Al estar en medio de unos y otros [los dioses y los hombres] [Eros, como un gran demon] llena el espacio entre ambos, de suerte que el todo queda unido consigo mismo como un continuo” (202e). 16 Este punto lo pone de presente Howland (cf. Howland 1998, 149-153).
17 En la sección etimológica, Sócrates vinculará los significados de los dos nombres: “Entonces ¿también lo hermoso (tò kaloûn) produce las cosas hermosas (kalá)?” (416d4). Domínguez señala la oscilación de la expresión tò kaloûn entre aquello que llama o da el nombre y lo hermoso. Calvo traduce así: “Entonces ¿también ‘lo nominativo’ (tò kaloûn) [produce] cosas bellas (kalá)?” (Platón 1987, 422).
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dad de la familia, geneá, de Hermes, se esperaría que recibiera la protección del dios de los comerciantes, cosa que el pobre Hermógenes no ha logrado. Pero el asunto es difícil y hay que examinarlo con franqueza, para ver si es como lo dice Hermógenes o como lo dice Cratilo.
a la naturaleza de las cosas. En la segunda, y a petición de Hermógenes, se explorará con ejemplos en qué consiste esa “cierta rectitud” de los nombres. Esta parte, a su vez, comprende dos secciones, una larga, que es la famosa sección etimológica, y otra, más corta, que puede llamarse sección mimética. En la tercera y última parte se mostrará, contra Cratilo, que el arte de nombrar no se adecúa por completo a la naturaleza de las cosas sino que también depende de la convención. Valga hacer notar que esta disposición del texto permite también entender su composición en pedimento, según la cual los extremos –que aquí serían la introducción y la conclusión– son las partes más pequeñas, siguiéndoles correspondientemente las partes primera y tercera, siendo la parte central la mayor de todas (ver las figuras 1 y 2).19 Este enfoque anticipa la importancia de la segunda parte para la comprensión global del diálogo, que desplaza a los extremos la discusión sobre el carácter natural o convencional de la imposición de los nombres.
Sólo en este momento, y ante la invitación de Sócrates, pasa Hermógenes a exponer su propia posición respecto de la exactitud de los nombres, que él entiende como pacto y consenso. Conviene subrayar que la posición convencionalista de Hermógenes respecto de la rectitud de los nombres no se presenta como el motivo de la consulta a Sócrates, pues el propio Hermógenes manifiesta haber tratado este punto muchas veces tanto con Cratilo como con otros, sin que su parecer haya cambiado. La situación, más bien, parece ser la de un largo desacuerdo que se ha deteriorado hasta comprometer la dignidad individual de uno de los interlocutores. Si en este momento Hermógenes presenta su posición respecto de la rectitud de los nombres, no es tanto para confrontarla con la de Cratilo sino para ofrecer un punto de partida a la investigación común que ahora emprende con Sócrates. Así, esta indagación sobre la rectitud de los nombres no se adelanta por sí misma sino con miras a subsanar un desacuerdo y recuperar una relación, por lo que es de esperar que se lleve hasta el punto en que pueda logarse este objetivo particular, sin tener la pretensión de agotar un tema arduo y difícil de suyo.
Así, en la primera parte, Sócrates se propone examinar, con ayuda de Hermógenes, la cuestión de si los nombres se adecúan a la naturaleza de los seres o si, por el contrario, su imposición obedece a mera convención. Como ya se indicó, el punto de partida de esta indagación lo constituye la posición de Hermógenes, para quien el nombre no se ofrece por ninguna relación con la naturaleza del ser que lo recibe, sino “por ley y por costumbre de los que adquieren el hábito de hablar” (384d). A partir de aquí, Hermógenes será llevado por Sócrates al reconocimiento de que los hombres, las cosas (prágmata)20 y las acciones (práxeis) tienen su propia naturaleza y consistencia, con el fin de identificar el hablar (légein) y el nombrar (onomázein) como acciones que de suyo, como cualquier otro arte, deben realizarse según la finalidad que les es propia. En este proceso Sócrates recurre a casos de artes que pueden entenderse en sentido terapéutico o en sentido bélico, como el cortar y el quemar,21 así como al arte de tejer, con sus
Con estas observaciones, puede presentarse un esquema de la construcción del diálogo que permita situar en cada caso los elementos señalados y ofrezca un sentido de su totalidad. Desde el punto de vista de los interlocutores, el diálogo se distribuye en dos partes desiguales, la primera de las cuales comprende el intercambio de Sócrates con Hermógenes, y que abarca tres cuartas partes del total, mientras que en el último cuarto se ofrece la conversación de Sócrates con Cratilo.18 Aunque correcta en sentido dramático, esta distribución por compañeros de diálogo tiene el inconveniente de no hacer transparente la composición argumental del diálogo, cuestión tanto más grave cuanto que la posición de cada interlocutor, así se mantenga en silencio, se halla presente en la del otro que tiene la palabra. Por eso, y por mor de claridad, el diálogo, descontados los pasajes introductorio y conclusivo, puede presentarse como dividido en tres partes. En la primera se mostrará, contra Hermógenes, que el arte de nombrar se adecúa
19 “Plato seems to have given most of his dialogues what has been called a ‘pedimental’ structure; that is, like the triangular architectural structure of the upper part of Greek temples that rise to their high point in the middle” (Press 2007, 62). 20 “Pragmata are the beings with which we deal and are of interest and concern to us; they are not the beings as they are in themselves” (Benardete 2000, 150). Esto quiere decir que en la dilucidación de la rectitud de los nombres, el interés de Sócrates no es predominantemente teórico. 21 “Socrates follows up the example of cutting with that of burning; as a pair they can mean either surgery and cautery or the ravaging of a countryside by fire and sword. The two verbs of action are neutral to kill or cure; but once we choose either end, and thus transform the beings into pragmata, the ways and means are no longer arbitrary” (Benardete 2000, 151).
18 “El resto del diálogo consta de dos partes, mantenidas, respectivamente, con Hermógenes y con Cratilo” (Guthrie 1992, 16).
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II
introd. I
III concl.
Figura 1. Estructura en pedimento del Cratilo. La idea de esta forma de composición es situar en el centro el elemento principal (II), flanqueado por elementos complementarios a cada lado (I y III), y en los extremos los menos importantes (introducción y conclusión).
Introducción
I parte
Cratilo no reco- Los nombres noce el nombre tienen cierta de Hermógenes rectitud respecto de los seres (contra Hermógenes)
383a-384c
384c-390e
II parte
III parte
Conclusión
Estudio de aquella “cierta rectitud” en nombres particulares
Los nombres son por convención (contra Cratilo)
Cratilo acepta reconocer el nombre de Hermógenes
427d-440b
440c-e
Secc. etimológica nombres de virtudes 397a-410e
nombres de virtudes 411a-421c
391a-421c
Secc. mimética
421c-427d
Figura 2. Descripción de los elementos estructurales del Cratilo. Nótese que la línea que separa el elemento “nombres de dioses” de “nombres de virtudes” corresponde al centro exacto del diálogo, donde se halla formulado el principio central del mismo.
resonancias dialécticas.22 Ahora bien, quien sea que haya impuesto los nombres de las cosas (nomothétes), procederá con corrección, siempre y cuando su actuar se ajuste al uso de las palabras,23 en particular a quien
mejor sabe usarlas, que no es otro que quien sabe preguntar y responder, es decir, el dialéctico. En definitiva, y contra lo que pensaba Hermógenes, ese legislador no puede ser cualquiera, sino sólo quien, bajo la guía del dialéctico, aplica el nombre según la naturaleza de las cosas. Se justifica así por qué la investigación que se adelanta, que versa sobre el nombre, debe estar bajo la dirección de la dialéctica, pues el dialéctico es quien
22 “Socrates uses the example of weaving to illustrate the repeated acts of separation and combination which will then stand as an analogy for building up not only of language, but of the real, knowable world […] These arts of weaving and grammar are two of the pervasive models to which Plato turns to illustrate those ‘great and universal arts of combination and separation’ (Stat. 282b6-7) which turn out to underlie, not only the art of weaving, but the work of reason in all its manifestations–the ‘interweaving of forms’ that constitutes the basis of rational discourse (Soph. 259c4-6), the task of the Statesman which is described as a ‘royal weaving process’ (Stat. 306a1; 309a8-d4; e8), and ultimately dialectic itself (Soph. 253b8-e6)” (Desjardins 2004, 41, n. 41). 23 La ambigüedad que en este punto (388d12) se presenta entre entender nómos como uso y nómos como ley se pone de presente en la diversidad de traducciones. Domínguez: “¿No te parece acaso que es la ley la que nos los da?”. Calvo: “¿No crees tú que quien nos los proporciona es el uso?”. El erudito lituano Juozas Zaranka sale al paso de esta ambigüedad con una oportuna anotación: “El nómos griego significa tanto el uso o la costumbre como la ley. Puesto que más adelante Platón
introduce al nomothétes legislador, W. K. Guthrie observa que Sócrates entiende aquí nómos como ley, mientras que Hermógenes obviamente lo usa en el sentido de costumbre; y rechazando la tesis de V. Goldschmidt, según la cual [los] dos conceptos formaban para los griegos [una] unidad indisoluble, el docto británico concluye: ‘Nómos como costumbre no es la obra de un nomothétes’. Esta última declaración de Guthrie puede parecer indiscutible para la mentalidad británica, mas no para los griegos de la Antigüedad que afanosamente buscaban al ‘primer inventor’ de cualquier cosa, de tal modo que las costumbres para ellos tenían también sus autores: por ejemplo en el Palamedes de Esquilo (fragmento 304) el héroe, que se atribuye el establecimiento de tres comidas diarias: desayuno, almuerzo y cena, es un nomothétes por haber introducido tal costumbre” (Zaranka 1983, 138, n. 11).
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mejor sabe utilizar los nombres. Sócrates reivindica así su autoridad para intervenir en la discusión entre Hermógenes y Cratilo, a pesar de lo casual de su encuentro; con ello justifica por qué la investigación sobre la rectitud de los nombres debe tener un carácter dialéctico.
la cual no va a oponer resistencia sino que va a servirse de ella, así al día siguiente deba conjurarla y purificarse (396e). Ocurre, entonces, que mientras más avanza Sócrates en el examen que se ha propuesto, más va creciendo en sabiduría,27 y el decurso de la indagación se convierte en un ascenso28 y en una carrera.29 En diversas ocasiones asocia este estado de exaltación a la reunión que tuvo esa mañana con el adivino Eutifrón,30 por cuyo intermedio pudo muy bien recibir así mismo la inspiración de que aquél que estaba poseído (396d). La sección etimológica se desarrolla, pues, de la mano de un Sócrates inspirado y profético, que recuerda, por supuesto, al Sócrates poseído de la locura divina relacionada con eros y la filosofía en el Fedro (242b-c), así como al Sócrates iniciado por la profetisa Diotima en los misterios del eros en El Banquete (201dss), todo lo cual lleva a suponer que la llamada sección etimológica del Cratilo es análoga a los relatos del mito de la mayoría de los demás diálogos. Un examen atento de la estructura y los contenidos de dicha sección hará plausible esta anticipación.
Aunque el camino y el logro de lo que va de la investigación son claros, Hermógenes manifiesta su inquietud: “No encuentro, Sócrates, qué se pueda objetar a lo que dices. Sin embargo, quizá no resulte fácil convencerse tan de repente” (390e-391a). Hermógenes, advertido por Sócrates de la dificultad de la indagación y de la imposibilidad de obtener respuestas inmediatas (384b), se encuentra desconcertado ante lo expedito que ha sido este primer momento de la búsqueda. Sobre todo, no se siente identificado en el resultado, que aunque puede ser convincente en lo teórico, no es satisfactorio en lo personal, pues sobre la cuestión de su querella con Cratilo aún no se ha dicho nada. En este momento, mucho más que al principio, Hermógenes siente un vínculo cercano a Sócrates que lo impele a proseguir la investigación sobre la rectitud de los nombres: “Sin duda que yo quiero (epithumô) saberlo” (391b), y le solicita a Sócrates que le muestre en qué consiste dicha exactitud (391a).
Tras un examen esquemático (túpon, 397a) de algunos nombres de la Ilíada, comienza el análisis de nombres que confirmen “que cada uno de ellos no está constituido por un puro azar, sino que posee cierta rectitud” (397a). Este estudio comprende tres partes, que corresponden, primero, a los nombres genéricos de los pobladores de las diferentes regiones del mundo (397b-400c); luego, a los nombres de dioses individuales (400d-410e); y, por último, a los nombres de virtudes, emociones y sentimientos propios del ser humano (411a-420e). Un corto pasaje final sirve como conclusión y clave de toda la sección (421a-c).
Con este acuerdo de voluntades se abre la segunda parte del diálogo, en la que Sócrates buscará responder a la solicitud de Hermógenes de interpretar el oráculo de Cratilo mediante el recurso de mostrar casos donde se manifieste la rectitud del nombre. En este punto hay que hacer notar que en lo sucesivo Sócrates no hablará a secas de la rectitud del nombre sino de cierta rectitud (tinà orthóteta) del nombre, con lo que desde el comienzo se matizan los eventuales resultados que aquí puedan obtenerse.24 Como se trata de indagar un oráculo, el tono de la reflexión cambia, bajo la presunción de que el estado adecuado para comprender una expresión profética debe darse en ese mismo tono de inspiración.25 Encontramos ahora a un Sócrates que reconoce estar poseído por una sabiduría demónica,26 a
27 “Me da la impresión de que ya voy muy lejos en sabiduría” (410e). 28 “Porque, tan pronto hayamos examinado el arte mecánica, llegaré al punto culminante (koruphén) de cuanto he dicho” (415a); “mas, tal como acabo de decir, hay que llegar al punto culminante (koruphén) de lo dicho” (415a). 29 “Pero ¿no caes tú en la cuenta de que me salgo, por así decirlo, del camino (drómou) tan pronto llego a un terreno llano?” (414b); “es que tengo prisa de terminar” (420d). 30 La referencia a Eutifrón ha dado pie para que algunos intérpretes de la obra platónica vinculen la fecha dramática del Cratilo con la del Eutifrón. Un caso paradigmático en este sentido lo constituye el admirable estudio de Catherine Zuckert, de cuya línea interpretativa, sin embargo, debo apartarme, pues ella juzga el vínculo entre los dos diálogos en términos peyorativos: “Many commentators not merely refuse to credit the dramatic connection between the Cratylus and the Euthyphro. They also fail to notice that Socrates disowns the fanciful etymologies he gives in the Cratylus by describing them as an inspiration from Euthyphro” (Zuckert 2009, 651). Mi propia posición reconoce el vínculo dramático entre las dos obras, sin reducir por ello la sección etimológica, inspirada por Eutifrón, a un humoroso recuento crítico de Sócrates sobre los límites del nombrar.
24 De hecho, con un toque de ironía, Sócrates determina que “la rectitud de la investigación” (orthotáte mèn tês sképseos) (391b) en este asunto consiste en seguir a los expertos, a los que saben (epistaménon), esto es, a los sofistas. Por contraste, él, que no sabe, no podrá adelantar una indagación con un grado semejante de exactitud. 25 “Aquel, pues, que sin la locura de las Musas acude a las puertas de la poesía, persuadido de que, como por arte, va a hacerse un verdadero poeta, lo será imperfecto, y la obra que sea capaz de crear, estando en su sano juicio, quedará eclipsada por la de los inspirados y posesos” (Fedro, 245a). 26 “Esta sabiduría […] que acaba de caerme ahora mismo tan de repente, sin saber de dónde” (396c-d).
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En la primera parte se recorre el género de los habitantes de las diferentes regiones del mundo, constituidos por dioses, démones, héroes y hombres.31 El análisis se orienta a relacionar el nombre mismo de ‘dioses’ con el movimiento; el de ‘démones’, con la sabiduría; el de ‘héroes’, con la habilidad para hablar (eírein); y el de ‘hombres’ –y aquí el estado de inspiración es muy fuerte–,32 con la capacidad de examinar todo lo que se ha visto y razonar sobre ello.33 En el caso del hombre se llega hasta sus partes constitutivas, alma y cuerpo.34 Importa destacar el enfoque genealógico del estudio, que prepara así el examen que sigue.
nas natural que la primera divinidad cuyo nombre va a elucidarse sea Hestia, pues todos los sacrificios comenzaban dirigiéndose a ella,36 la diosa del hogar. De este examen es decisivo mantener presente que el nombre de Hestia se asocia con el ser o esencia, ousía,37 lo que constituye el verdadero punto de partida de esta investigación filosófica con impulso profético. Tal como se había anunciado, el examen de los nombres de los dioses sigue ahora una vía genealógica, más afín a la Teogonía de Hesíodo que a la épica homérica. Este procedimiento se coordina, por supuesto, con el motivo inicial del diálogo de averiguar la verdad de la palabra que Cratilo ha pronunciado sobre Hermógenes, en el sentido de que tal nombre no le corresponde por no pertenecer a la genealogía de Hermes. Se estudian así los nombres de Rea y Cronos –ya antes se había analizado el de Urano (396c)–, y luego los de sus hijos Zeus, Poseidón y Plutón/Hades.38 En este momento la exposición toma un giro homérico, y en rápida sucesión se presentan otros nueve dioses olímpicos,39 a saber, Deméter, Hera, Apolo, Artemisa, Dioniso, Afrodita, Atenea, Hefesto y Ares. En todos los casos las explicaciones son respetuosas y adecuadas a la naturaleza divina.
Después de varias vacilaciones frente a la empresa de dilucidar los nombres de los dioses –pues “no sabemos nada acerca de los dioses, ni sobre ellos ni sobre los nombres que ellos puedan darse a sí mismos” (400d)–, Sócrates y Hermógenes concuerdan en adelantar este estudio según “un segundo método de analizar la rectitud”, a saber, “como en las plegarias” (eukhaîs), pues en éstas “han sido correctamente denominados” (400e401a). Con esta determinación queda planteado el carácter de la indagación subsiguiente, que, en conformidad con el tono profético de Sócrates, no debe entenderse, en primer lugar, como una mera investigación, entre irónica y seria, de la adecuación de los nombres de los dioses, sino ante todo como una invocación a ellos para que, a propósito de sus nombres, accedan a comunicar su sabiduría a los mortales.35 En este contexto es ape-
Sócrates quiere dejar la indagación sobre los dioses, pues teme seguir conversando sobre ellos (407d), pero para entender el Cratilo en el conjunto de los ocho diálogos del juicio político y filosófico que se le adelanta a Sócrates. En este respecto, Howland señala lo siguiente: “The dialogues Theaetetus, Euthyphro, Cratylus, Sophist, Statesman, Apology, Crito, and Phaedo stand together in dramatic time, in the order in which they have been named, as memorials of Socrates’ last days. These eight dialogues–hereafter, the ‘octology’–constitute the largest single dramatic sequence of writings in the Platonic corpus. In eight out of the thirty-five dialogues listed in the traditional canon of Thrasyllus, Plato concentrates upon the end of Socrates’ life. This remarkable fact invites us to ask whether the dialogues of the octology are also linked internally by common philosophical themes and issues. I believe that they are, and that the temporal contiguity of these dialogues is merely the surface of a deeper dramatic and thematic integrity” (Howland 1998, 2). 36 “Hestia […] y así ganaste un hermoso premio y honor: que no hay sin ti fiestas entre los mortales, si no es que, al principio y al final, quien abre el banquete en honor a Hestia liba vino dulce cual la miel” (Himno XXIX: A Hestia; en Himnos homéricos 2005, 411). 37 Sin que la etimología del nombre de Hestia sea clara por completo, parece relacionarse con el nombre de su contraparte romana, Vesta, diosa del hogar. El nombre de Vesta, por su parte, se deriva de la raíz indoeuropea *wes-, con significado de permanecer, estar, que, a su vez, se halla en el origen del gótico wesan, con significado de ser, fuente del alemán Wesen, esencia (cf. Watkins 2000, 101). 38 El estudio de Hades reviste un interés particular, pues, a propósito de él, Sócrates rechaza como absurdo el temor a la muerte. Hades se relaciona, más bien, con la vida filosófica y el mayor conocimiento (404a). Esta interpretación se corresponde con el rechazo en el Fedón de la muerte como un mal, y permite identificar un vínculo adicional del Cratilo con el juicio de Sócrates. 39 Siendo los dos primeros Zeus y Poseidón, pues Hades no suele contarse entre los doce olímpicos.
31 Mattéi señala que, de ordinario, la enumeración de las clases de pobladores del mundo se distribuye en cinco categorías: “Luc Brisson fair justement remarquer, en faisant fond sur le seul texte où Platon s’interroge sur la nature du mythe, que ce dernier ne concerne que cinq classes d’êtres, dans l’ordre hiérarchique des meilleurs aux moins bons: les dieux, les héros, les habitants de l’Hadès, et les hommes du passé (République, III, 392a4-8)” (Mattéi 2002, 17s). Esto no riñe necesariamente con la presentación del Cratilo, puesto que el género de los hombres puede abarcar tanto a los del pasado como a los que se hallan en el Hades. Reviste mayor interés constatar que aquí se sigue el mismo orden de la enumeración. 32 “¿Confías, según parece, en la inspiración de Eutifrón?” (399a). 33 “Este nombre, ánthropos (hombre), significa que los otros animales no supervisan nada de cuanto ven ni lo razonan ni lo reexaminan (anathreî), mientras que el hombre, tan pronto ha visto algo (y esto es ópope), reexamina y razona lo que ha visto. De ahí que con razón el hombre ha sido el único de los animales que recibió el nombre de ánthropos, es decir, que ‘reexamina lo que ha visto’ (an-athrôn hà ópope)” (399c). Si se compara esta determinación del hombre con lo que se dice en la Apología sobre la vida humana: “La vida sin examen no la puede vivir el hombre” (38a), podrá concluirse que el ser hombre califica justamente a aquel ser que puede hacer examen de su propia vida; más aún, que tiene que hacerlo para que pueda ser quien es. 34 Continúa el juego de alusiones a temas de los últimos días de Sócrates, en este caso al Fedón, con su tesis central de la inmortalidad del alma y su superioridad frente al cuerpo. 35 Por supuesto que esta actitud contribuirá también a hacer a Sócrates sospechoso de impiedad, asébeia, lo que ofrece elementos adicionales
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Hermógenes todavía no lo deja pasar a otro tema: “Lo haré. Pero después de que te haya preguntado una cosa sobre Hermes,40 ya que Cratilo afirma que yo no soy Hermógenes. Intentemos, pues, investigar Hermes y qué significa el nombre para que veamos si aquél dice algo correcto” (407e). Sócrates, por supuesto, no puede haber olvidado mencionar al duodécimo dios olímpico, pero su actitud sugiere, más bien, que quien más atento debe estar a ello es quien así mismo tiene mayor interés en que se revele el nombre del dios. Con su apremio a Sócrates, Hermógenes no sólo muestra que se encuentra a la altura de las circunstancias, sino que reitera en este momento decisivo del diálogo que el motivo que lo suscitó no puede considerarse como circunstancial para la investigación emprendida o como irrelevante para la construcción del diálogo. Sócrates revela que Hermes, como inventor del hablar (eírein emésato, 408b), es también inventor del decir (légein) y de la palabra o discurso (lógos), toda vez que légein, decir, es sinónimo de eírein, hablar. Por ello, las actividades que caen bajo la protección de este dios dependen de la fuerza del discurso (lógou dúnamin),41 como son el ser intérprete (hermeneús), mensajero, ladrón, engañoso en palabras y comerciante (407e-408a). Ante este esclarecimiento, Hermógenes no puede sino exclamar: “Sí, ¡por Zeus!; por eso me parece que Cratilo dice con razón que mi nombre no es Hermógenes, puesto que no soy hábil en el hablar” (408b). La primera interpretación del oráculo de Cratilo, que tenía que ver con la incapacidad de Hermógenes como comerciante –actividad que también se retrotrae al dios Hermes–, ha cambiado así a una interpretación que tiene que ver con su incapacidad con la palabra.42 Lo admirable de este cambio es que como él mismo se da en el seno de la palabra, establece con ello las condiciones para su propia superación. En efecto, una vez se reconoce en el medio de la palabra y por una fuerza
oracular la verdad de la palabra oracular, ésta pierde su fuerza, pues Hermógenes se ha mostrado como un hábil interlocutor que, gracias a la dialéctica, ha logrado conjurar la verdad de la palabra oracular de Cratilo.43 Como el reconocimiento que acaba de hacer Hermógenes tiene que ver con la filiación de Hermes, Sócrates pasa de inmediato a examinar dicha filiación: “–Y, en cuanto a que Pan es hijo de Hermes, de doble naturaleza, tiene, amigo mío, visos de verdad. –¿Y cómo? –Tú sabes que el lenguaje (lógos) lo significa todo, lo hace girar y lo remueve, y es ambiguo, tanto verdadero como falso” (408b-c). Así, pues, que Hermes sea padre de Pan quiere decir que el lógos lo muestra todo y lo mueve siempre en círculo (kukleî kaì poleî aeí), como si ninguna cosa pudiera escapar de la palabra y ésta retornase aquello que significa al punto de partida una y otra vez. Con este difícil pasaje, del que aquí sólo se ha señalado su impronta hermenéutica, Sócrates y Hermógenes abandonan la indagación de los nombres de aquellos dioses y emprenden, para concluir su examen, el estudio de esos otros dioses que son los seres de la Naturaleza, como son el sol, la luna, el mes, las estaciones, el año, el éter, el fuego, el agua, el aire, la tierra. Al final de este recorrido los dos interlocutores reconocen cuánto ha avanzado Sócrates en sabiduría (410e). Para Sócrates es determinante haber recuperado a Hermógenes y su nombre en esta primera parte de la sección etimológica. En efecto, sólo un Hermógenes dueño de sí mismo está en capacidad dialéctica de dar el siguiente paso implicado en el conjuro del oráculo de Cratilo. Si bien Hermógenes ha vuelto a ganar su nombre y con ello se ha ganado a sí mismo, todavía deberá esclarecerse el origen de aquella situación penosa y de penuria en 43 Al final del pasaje sobre Hermes, se encuentra una misteriosa alusión a Iris, que muchos editores consideran espuria –en particular, la edición de Oxford–: “En cuanto a Iris, parece que se la ha llamado así de eírein (hablar), dado que era una mensajera” (408b). En el Teeteto Sócrates menciona que “el que dijo que Iris era hija de Taumante (Thaúmantos) parece que no trazó erróneamente su genealogía” (155d), en un pasaje donde se define la admiración, thaumázein, como principio de la filosofía. Según esto, el hablar, eírein, y el decir, légein, caracterizan la actividad filosófica cuando derivan del asombro. Ambas notas quedan recogidas en la figura de Iris. Este resultado, ya de suyo asombroso, debe todavía completarse con la constatación de que Iris, al igual que Hermes, es una figura mediadora que adelanta su actividad en el arco trazado entre el cielo y la tierra, entre los dioses y los mortales. En un texto fundamental, Sócrates ha reprochado a Calicles que no reconozca la palabra de los sabios, según la cual “al cielo, a la tierra, a los dioses y a los hombres los gobiernan la convivencia (koinonían), la amistad, el buen orden, la moderación y la justicia, y por esta razón, amigo, llaman a este conjunto ‘cosmos’ (orden) y no desorden y desenfreno” (Gorgias, 507e-508a). Según esto, la intermediación filosófica –dialéctica y admirada– de Iris en el centro del mundo abre la puerta a la consideración de las virtudes.
40 Con esta solicitud de Hermógenes se cierra el estudio de los nombres de los dioses, que principió con Hestia y que finaliza con Hermes. El emparejamiento de estas dos figuras, que no tiene nada de casual, ha sido estudiado por Vernant en su ensayo clásico “Hestia-Hermes: sobre la expresión religiosa del espacio y del movimiento en los griegos” (cf. Vernant 1983, 135-183). 41 Como corresponde, Sócrates identifica en un dios el poder de la palabra. Sólo en esta identificación puede conjurarse su poder y librar a Hermógenes de su dominio (cf. nota 3). 42 En esta transformación de la riqueza –simbolizada en el dinero– al hablar –simbolizado en la palabra–, se mantiene, en todo caso, un vínculo interno, esencial, como lo señala Benardete: “Money is altogether by convention, as the name nomisma (currency) indicates; and the service it performs is not unlike names: both make it possible to avoid handling things directly. Money is to barter as names are to things; and just as money allows for perfect exchange independent of immediate needs, so names allow for perfect exchange independent of present perceptions” (Benardete 2000, 149).
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la que se encontraba. Para ello no hay vía más apropiada que examinar los nombres de las virtudes y de otras disposiciones humanas, pues en su conjunto esta elucidación permitirá subsanar la raíz de aquel oráculo y abrir el ámbito inmenso donde puede desplegarse una vida humana. Ésa es la verdadera riqueza que Hermógenes podrá ganar ahora que se ha recobrado a sí mismo.44
que pusieron los nombres, les ha sucedido exactamente igual que a la mayoría de los sabios actuales: a fuerza de dar vueltas indagando cómo son realmente los seres (tà ónta), sufren vértigo, y después les parece que las cosas (tà prágmata) giran y son arrastradas sin excepción. Y no piensan que la causa de tal opinión es la pasión (páthos), que en ellos reside, sino que las cosas son así por naturaleza, que nada hay en ellas permanente y firme, sino que fluyen y son arrastradas, y que están siempre mezcladas con toda clase de movimiento y generación. Digo esto pensando en todos los nombres que ahora nos ocupan” (411b-c). Sócrates juzga que los antiguos confundieron su propia perplejidad en la búsqueda de la naturaleza de los seres con aquello que estaban buscando, y les adscribieron entonces a las cosas esa condición volátil que era la suya propia. Se denuncia con ello la perversión de la acción hermenéutica que, rompiendo el círculo virtuoso que discurre en el ámbito de la palabra, traslada sin mesura el condicionamiento particular del investigador al espacio general de lo investigado. Basado en este principio, Sócrates pronuncia, abriendo la segunda mitad del diálogo, la que será su intervención de mayor extensión. Allí, y como corresponde, identifica los nombres de virtudes, como reflexión (phrónesis), juicio (gnóme), prudencia (sophrosúne), ciencia (epistéme), comprensión (súnesis), sabiduría (sophía), lo bueno (agathón) y justicia (dikaiosúne), con formas de movimiento. En particular, “respecto de la justicia, es fácil de conjeturar (sumbaleîn)48 que este nombre le viene de la comprensión de lo justo (dikaíou sunései)” (412c). Lo justo (díkaion), por su parte, atraviesa todo el universo, y pone en relación, gobernándolos, a todos los seres entre sí (412d-e). Sócrates, sin embargo, da a entender que toda su actividad se ha orientado a investigar qué es lo justo, sin que haya podido encontrar todavía una respuesta satisfactoria (413a-d). Lo más cerca que llega a comprometerse es a reconocer que “en diálogos secretos” se le ha dicho que “es lo mismo lo justo y lo causante (aitíon), puesto que lo causante es aquello por lo que (di’ hó)49 una cosa es” (413a). En suma, si bien el nombre de la justicia recibe una explicación satisfactoria, el nombre de lo justo y lo justo mismo permanecen en la oscuridad, lo que no implica sino un aliciente
Para emprender esta tarea, Sócrates se presenta como el héroe paradigmático que es Heracles,45 puesto que se trata de un trabajo de dimensiones heroicas: “Sugieres, compañero, un género de nombres nada vulgar. Mas, una vez que me he cubierto con la piel de león, no he de asustarme” (411a). Sólo entonces tiene Sócrates el poder y la clarividencia suficientes para proclamar, en el centro del diálogo, el principio central que guía toda su interpretación:46 “Pues bien, ¡por el perro!,47 tengo la impresión de que no he adivinado mal al imaginarme, hace un momento, que a los hombres más antiguos, los 44 No otra cosa dice Sócrates en el célebre pasaje de la Apología: “Y os digo que la excelencia (areté) no procede del dinero, sino que es por la excelencia como la riqueza y todo lo demás llega a ser bueno para el hombre, tanto en lo que hace a lo privado como en lo público” (Platón 2005, 30b). 45 En el Fedón Sócrates también asume la figura de Heracles, y precisamente en el centro del diálogo, para así poder tener la fuerza suficiente para matar al mayor monstruo de todos: el odio a la palabra, la misología. Le dice Fedón: “Te llamo desde luego, pero no como Heracles, sino como Yolao a Heracles” (89c). Anota una intérprete: “[Odysseus], Theseus, and also Heracles form a sort of heroic triumvirate in the dialogue. They provide a paradigm for Socrates’ and his friends’ efforts to slay the monstrous enemies of discourse” (Brann 2004, 16). 46 “The single most important statement of the Cratylus” (Benardete 2000, 161). 47 Con este juramento, propio de Sócrates, el filósofo muestra que la investigación que está a punto de comenzar –que se adelantará según el principio que está siendo formulado– mantiene un vínculo estricto con la indagación de los nombres de los dioses, que acaba de terminar. Sobre el uso de este juramento y su relación con las figuras de Hermes y de Heracles, señala Brann: “On certain occasions Socrates uses an oath that was evidently considered in antiquity to be his very own: ‘By the dog!’ –and in the Gorgias (482b5) more explicitly: ‘By the dog, the Egyptian god!’ Socrates utters the oath twice in the Republic and, as elsewhere, in passages concerned with the philosopher’s part both in true speech and in politics (399e5, 592a7; cf. Cratylus 411b3). Who is the Egyptian dog-god on whom Socrates calls? Plutarch (On Isis and Osiris 368e-f) describes him in this way: He is born of an underworld mother but nursed by a heavenly goddess and thus belongs to both these realms; he can see his way both by light and by dark and therefore has the office of mediating between the upper and the lower worlds. His Egyptian name is Anubis, but to the Greeks he is Hermes, the Interpreter, the ‘psychagogue’ (cf. Phaedrus 271c10), who conducts the souls of the dead and guides those who must descend into Hades while yet alive (cf. Diogenes Laertius, VIII 31). He is also the bringer of political wisdom to men (Protagoras, 322c2). In particular, Hermes is known as the guide of the hero Heracles in his famous descent into Hades (Odyssey XI 626), and he is often represented on vases” (Brann 2004, 118s). Es, entonces, apenas apropiado que, bajo la guisa de Heracles que ha asumido, el filósofo dé a entender que sigue moviéndose bajo la guía de Hermes.
48 Es importante hacer notar que esta segunda aparición del término sumbaleîn, interpretar (cf. nota 12) –que ya se había encontrado en 384a, cuando Hermógenes le pidió a Sócrates que interpretara el oráculo de Cratilo–, ocurre a propósito de la elucidación del nombre de la justicia, como si el texto mismo trazara una línea entre el esclarecimiento del oráculo de Cratilo y el esclarecimiento del nombre de la justicia. 49 Para entender esta observación hay que tener presente que en este pasaje se asume la presencia de la k sólo por eufonía (413e), por lo que en la explicación se ha suprimido.
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adicional para la tarea con la que Sócrates se ha comprometido, pues en el asunto de buscar qué es lo justo, él es infatigable (413a).50 Se trazan con esto los límites entre la pregunta por la exactitud de los nombres y la pregunta por las cosas mismas. Es claro que Sócrates no sucumbe al influjo del principio que ha expuesto y que critica. En conjunto, en el estudio de los nombres de virtudes, de emociones y de sentimientos del hombre, Sócrates formula un cuestionamiento implícito a la comprensión que de estas virtudes y, en general, del ser humano manifiestan filósofos heracliteanos, como Cratilo, y que los conduce a adoptar posiciones erróneas en la práctica de las virtudes. Teniendo presente el caso de Hermógenes, resulta claro que el ejercicio de la justicia, en particular, puede fallar no sólo por una expoliación de los bienes materiales, sino también por el despojamiento de la palabra, cuya consecuencia inevitable es el hurto de la identidad propia. Sócrates, que es pobre, no puede remediar la injusta pauperización de Hermógenes, pero sí puede ayudarlo a que recobre el uso de la palabra y su misma identidad,51 pues sólo así podrá accederse a una comprensión adecuada de la justicia y de las demás virtudes.
Mientras que los nombres tanto de la verdad como del ser se remiten a formas de movimiento, del nombre mismo se dice que “se parece a un nombre formado por una frase que afirma que ónoma es el ser (ón) sobre el que versa la investigación (zétema). Aunque lo reconocerías mejor en lo que llamamos ‘nombrable’ (onomastón), ya que en este caso afirma que el nombre es el ser que se investiga (òn hoû másma estín )” (421a-b). Con esta extraordinaria declaración se cierra el círculo de la investigación de la exactitud de los nombres, que había comenzado por el nombre de Hestia y su remisión al ser o esencia, ousía, y que termina en el nombre mismo, como el ser sobre el que versa la investigación.53 Se reconocerá en esta última expresión el lema propio de la hermenéutica, tal como lo ha formulado Gadamer: “Sein, das verstanden werden kann, ist Sprache” (Gadamer 1990, 478)54 “el ser que puede ser comprendido es lenguaje” (Gadamer 1984, 567). Quizás sea conveniente recitar juntas las dos fórmulas para que en su mutua consonancia se manifieste el sentido que albergan: “el ser que puede ser comprendido es lenguaje”; “el nombre es el ser sobre el que versa la investigación”. Más allá está el silencio.
Antes de pasar al cierre de esta sección, se examina un último nombre, el de lo necesario (anankaîon), que Sócrates describe en estos términos: “Por el contrario, lo necesario y lo que resiste, como es contrario a la voluntad, quizá sea lo relativo al error y a la ignorancia; pero se lo asimiló al caminar por senderos angostos, ya que, al ser difíciles de transitar, escabrosos (trakhéa) y tupidos, dificultan la marcha. Por eso, quizá, se lo llamó anagkaîon: por haberlo asimilado al tránsito por el sendero (ágkous)” (420d-e). Sólo por esta vía difícil y estrecha52 puede llegarse, entonces, al final de esta sección, que responde a la solicitud de Hermógenes de indagar por “las cosas más grandes y más hermosas, a saber, por la verdad (alétheia), el error (pseûdos) y el ser (ón), y por esto mismo sobre lo que está versando nuestro discurso, el nombre (ónoma): ¿por qué tiene este nombre?” (421a).
Si hasta ahora la sección etimológica ha reconducido aquella cierta rectitud de los nombres al ámbito del movimiento, ¿cómo pueden entenderse, a su vez, las palabras mismas que significan movimiento? Esta cuestión, apenas sugerida por un desconcertado Hermógenes (421c), dista de ser absurda,55 y para su resolución Sócrates recurrirá a la mímesis, dado que no puede responderse mediante el mismo mecanismo explicativo que la suscitó. Entonces, así como la interpretación constituyó el procedimiento adecuado para investigar la rectitud de los nombres que se remitían a otros –que resultaron ser de movimiento–, la mímesis constituirá el procedimiento correcto para investigar la rectitud de aquellos nombres que ya no se remiten a otros –los nombres de 53 Así, el conjunto de la sección etimológica puede interpretarse como un arco que parte de la esencia, ousía, se afirma en la palabra, lógos, y retorna al ser, tò ón. El círculo es completo, pero no idéntico, como lo indica Mattéi en su explicación correlativa del Sofista: “C’est le même terme de koinônia qui accompagne la transposition du muthos au logos, d’Hestia-Ousia à Ousia-On pour aboutir enfin à la constitution de l’on, cet quintessence ontologique de l’ousia” (Mattéi 2002, 186). 54 . En cursiva en el original. 55 “Porque, en la medida en que alguien ignore la rectitud de los nombres primitivos (próton onomáton), le será imposible conocer la de los derivados (hustéron), ya que necesariamente se explican por aquellos de los que ese tal no sabe nada. Es evidente, por el contrario, que quien proclama que es experto en los nombres derivados, debe ser capaz de explicarse amplia y nítidamente sobre los primitivos o ser muy consciente de que también divaga acerca de los derivados. ¿O eres tú de otro parecer?” (426a-b).
50 Velada alusión a la magna investigación sobre lo justo que es la República. 51 De hecho, Hermógenes llegó a ser uno de los discípulos más fieles a Sócrates. El Fedón (59b) nos lo presenta en el grupo de los catorce compañeros de los últimos días de Sócrates. Puede fantasearse con que si el diálogo Cratilo nos hubiese sido transmitido como Hermógenes, la relación de esta obra con el juicio filosófico y político de Sócrates resultaría casi que evidente. Hay una tendencia, sin embargo, a nombrar los diálogos según el personaje antagonista de Sócrates, toda vez que éste no pretendía enseñar nada sino aprender en conjunto con el otro. 52 Se reconocerá en esta vía la marcha obligada, no voluntaria, del prisionero liberado de la caverna, en su camino hacia la luz del sol y hacia la verdad: “Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada (trakheías) y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol” (República, 515e).
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movimiento–. Ahora bien, la explicación mimética no se aplicará a estos nombres primitivos (próton onomáton) en su aparición compuesta, es decir, como nombres enteros, sino que es inherente al procedimiento mimético el aplicarse sólo a los elementos de estos nombres. Así, señala Sócrates: “Puesto que la imitación de la esencia se realiza mediante sílabas y letras, ¿no será lo más correcto distinguir primero los elementos?” (424b). En otras palabras, la mímesis puede operar sólo sobre los elementos, por lo que el primer paso para poder aplicar este procedimiento es el análisis de los nombres primitivos en sus elementos. Los seres de la realidad, por su parte, han debido ser objeto de un procedimiento similar: Dice Sócrates: “Una vez que hayamos distinguido estas clases de letras, hay que distinguir también los seres, todos en absoluto, a los que hay que imponer nombres, a fin de saber si existen algunos a los que referirlos todos, como a los elementos a partir de los cuales se los puede ver; y si también en ellos existen clases, exactamente igual que en los elementos” (424d).56 Entonces sí podrá efectuarse el trazado de correspondencias entre los elementos de los nombres y los elementos de la realidad, que es lo que quiere decir la apretada oración siguiente: “Una vez que hayamos examinado todo esto en detalle, hay que poner toda atención en atribuir cada uno según la semejanza, ya haya que atribuir uno a uno, ya haya que mezclar varios para uno solo” (424d). La generación de estas correspondencias es la tarea propia de la mímesis. Por último, hay que recuperar aquellos nombres que habían sido analizados: “De la misma manera, también nosotros atribuiremos los elementos a las cosas: uno a cada una, cuando parezca necesario; y muchos juntos, formando lo que llaman sílabas; y también reunimos sílabas para formar los nombres y los verbos; y después, de nuevo, con nombres y verbos construiremos ya un todo grande y hermoso” (424e-425a). Lo que aquí se ha llamado procedimiento mimético comprende, entonces, tres fases, a saber, de análisis, de mímesis en sentido propio, y de síntesis. En la parte final de su interlocución con Hermógenes (426b-427c), Sócrates alude a posibles concatenaciones miméticas entre letras de palabras de movimiento y el movimiento mismo.57
Estima que con ello ha mostrado qué tipo de rectitud tienen los nombres (427d). Antes de pasar a la tercera parte del diálogo, conviene hacer una breve anotación sobre la interrelación de los dos momentos que comprende el estudio de aquella cierta rectitud de los nombres. Como se ha visto, el estudio del lógos por el lógos determina que la investigación sea por necesidad de carácter hermenéutico. Empero, dado que la interpretación se refiere en últimas a la realidad misma, es necesario que el procedimiento interpretativo venga complementado por un procedimiento analítico-sintético,58 que en el Cratilo es analítico-mimético-sintético. Gracias a este procedimiento se garantiza que la investigación no se quede en el mero nivel del discurso sino que halle arraigo en la propia realidad. Es opinión de Sócrates que esta complementariedad es esencial, si el intérprete quiere tener alguna pretensión a la verdad, pero el discurrir entero del diálogo marca así mismo tanto el orden que debe darse entre esos momentos como la importancia relativa de cada uno de ellos. Aunque al interpelar a Cratilo para que exprese su opinión sobre lo que se ha expuesto, éste rehúsa con cortesía, manifestando que lo dicho por Sócrates está en conformidad con su pensamiento, Sócrates replica con firmeza, negando confiar en su propia sabiduría inspirada: “Por eso me parece que es necesario que someta a un nuevo examen lo que vengo diciendo, ya que nada es más terrible que engañarse a sí mismo” (428d). La estrategia que ha usado con Hermógenes, de refugiarse en evasivas y silencios engañosos, a Cratilo no le va a funcionar con Sócrates. Éste, por su parte, tras haber cuidado de Hermógenes, siente la urgencia de ocuparse de Cratilo, que parece no entender que lo que va del diálogo también tiene que ver con él. En concreto, la recuperación de la identidad de Hermógenes debe ir acompañada de un momento equivalente en que su expoliador acepte las condiciones mínimas para que Hermógenes recobre su nombre. De no darse este paso, todo lo ganado en la segunda parte corre peligro de perderse. Desde el punto de vista de la estructura general del diálogo, esta tercera parte de la obra se mueve en dirección contraria a la primera, de la que puede considerarse su contraparte dialéctica, entre otras cosas, porque
56 Nótese que aquí la noción de elemento (stoikheîon) se aplica a los primeros constitutivos de las palabras; todavía no ha ocurrido la extrapolación de este término a los constitutivos primarios de la realidad física. 57 Esta parte con frecuencia ha sido denostada por los comentaristas. La idea de fondo, sin embargo, no sólo no parece absurda, sino que incluso es plausible (véase la nota siguiente). Para las palabras, en particular, no deja de ser sugerente el llamado efecto kiki-buba, donde, puestas a escoger, un porcentaje superior al 90% de las personas atribuye el nombre de kiki a una figura en forma de estrella, con puntas agudas, y el nombre de buba, a una figura en forma de ameba, con contornos
redondeados. Observaciones similares se han hecho para la asociación de colores y sonidos. 58 En realidad, los procedimientos analítico-sintéticos contemporáneos son miméticos en gran parte, como lo muestran los modelos matemáticos, sin los cuales no puede haber investigación analítico-sintética alguna.
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ocurrir en el caso de los números, cuyos nombres –en este caso su representación gráfica– tienen una identificación inmediata con el ser que imitan –el número en cuestión–. En todos los demás casos, hay por necesidad una diferencia entre la imitación y la cosa imitada. Así, señala Sócrates: “Pero la rectitud de una cualidad o de una imagen completa quizá no sea del mismo tipo, sino que, por el contrario, no deba en absoluto ofrecer todos los detalles del objeto que ella imita, si ha de ser propiamente una imagen” (432b). Puede pensarse que con esta observación Sócrates justifica su proceder en la segunda parte, donde indagó por “cierta rectitud de los nombres”, pero ello sólo sería aplicable a los nombres primitivos de la sección mimética, pues para los nombres que se investigaron en la sección etimológica aquella “cierta rectitud” no se evaluó por criterios miméticos sino interpretativos.59 Así, pues, si el nombre es imagen, dado que a la imagen le es esencial una diferencia respecto de su modelo, entre el nombre y la cosa se abrirá una distancia que permitirá la aplicación de criterios de corrección. Como Sócrates se percata de las vacilaciones de Cratilo en este punto, lo pone a él mismo en el centro del argumento: “En efecto, fíjate si digo algo. ¿Acaso estas cosas, Cratilo y la imagen de Cratilo, serían realmente dos, si alguno de los dioses no sólo reprodujera tu color y tu figura, como los pintores, sino que hiciera todas las cosas del interior tal como son las tuyas, y les diera el mismo grado de blandura y de temperatura, y les imprimiera el movimiento, el alma y la reflexión, exactamente iguales a como en ti existen; y, en una palabra, pusiera a tu lado una réplica exacta de todas cuantas cosas tú tienes? ¿Sería esto, pregunto, Cratilo y la imagen de Cratilo, o serían más bien dos Cratilos?” (432b-c). Ahora, de repente, Cratilo no puede continuar con su estrategia de negaciones y evasivas, pues ya no es un mero sujeto de la indagación sino que ha devenido también objeto de la misma. “Esta investigación tiene que ver contigo mismo”, parece endilgarle Sócrates. ¿Qué puede responder Cratilo? ¿Acaso que hay un solo Cratilo, dado que no hay diferencia entre la imagen y el modelo? Y el otro, ¿qué sería? ¿Quizás un Cratilo como él mismo, pero despojado de su nombre, como el Hermógenes a quien él despojó del suyo? ¿Y si éste resultase ser él mismo? No hay duda de que sería él mismo, pues no hay diferencia entre la imagen y el
se abandona el tono oracular de la segunda parte y se recobra el estado sobrio en que se dio el discurso de aquella primera parte. Sin embargo, y como se verá, el desarrollo de esta tercera parte acusa una estrecha dependencia del trasunto de la segunda parte, tanto de su sección etimológica como de su sección mimética. En efecto, desde el punto de vista formal, en esta parte prosigue la búsqueda de la verdad del ser del nombre, lo que a su vez presupone el carácter interpretativo de la palabra, del decir y del hablar, así como su universalidad, todo lo cual se esclareció en la sección etimológica. Desde el punto de vista del contenido, la parte técnica del examen que aquí se adelantará depende de los resultados de la sección mimética. Estas observaciones preliminares permiten anticipar la mayor complejidad de esta parte frente a la primera, pues aquí los momentos técnico, hermenéutico y político no sólo se hallan interrelacionados, sino que con frecuencia se dan en uno y el mismo movimiento. El examen comienza con una rápida referencia al modelo argumentativo de la primera parte, en el sentido de que, como todo arte, el arte de nombrar puede ejecutarse de modos mejores y peores, lo que es desestimado por Cratilo con el argumento de que un nombre mal puesto ni siquiera es un nombre, que es lo que ocurre con Hermógenes (428d-429c). Esta remisión que en la tercera parte se da al modelo discursivo de la primera parte muestra que, aunque Sócrates no se refiere todavía a la sección etimológica, sí procede según el resultado de ciclo y de totalidad expuesto a propósito del dios Pan (408c). A partir de esto puede adelantarse que aunque desde una perspectiva sincrónica el proceso hermenéutico es guiado por la dialéctica, desde una perspectiva diacrónica la hermenéutica configura la dialéctica. En otras palabras, si bien cada momento interpretativo procede por intermedio de la dialéctica, la composición total del diálogo obedece a las exigencias de la interpretación. Nótese, así mismo, que al inicio de esta tercera parte vuelve a aparecer la cuestión de la negación que Cratilo hace del nombre de Hermógenes, mostrando, por si hiciera falta, que más que un motivo accidental de la composición, esa denegación es constitutiva de la estructura y del discurrir del diálogo. La negativa de Cratilo le da pie a Sócrates para moverse al terreno de la mímesis, toda vez que Cratilo pareció aceptar gustoso los resultados allí obtenidos, tan afines a su propia postura. La cuestión es si una imitación puede ser mejor o peor, asunto que Cratilo se niega siquiera a tratar, pues un nombre incorrecto es otro nombre (432a). Sócrates le hace caer en la cuenta de que eso sólo puede
59 Recuérdese que al comienzo de la sección etimológica, Sócrates planteó la necesidad de recurrir a “un segundo método de analizar la rectitud” (deúteros d’ aû trópos orthótetos) (400e), quizás con mayor fidelidad, a “una segunda forma de exactitud” (Calvo), que opera ya dentro del ámbito de aquella “cierta rectitud”, y no por referencia a la rectitud simpliciter, descartada desde el comienzo de la investigación. Se sigue que a la interpretación le corresponde esa segunda forma de rectitud.
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modelo. Ante la perspectiva de perder su identidad, a Cratilo no le queda otra salida que aceptar que si no hay diferencia alguna entre la imagen y el modelo, no puede seguir hablándose de imagen. Luego, si se habla de imagen, será porque dicha diferencia existe. En el texto transmitido podemos escuchar la trémula voz del interlocutor de Sócrates: “Me parece, Sócrates, que serían dos Cratilos” (432c).60 Para todos los efectos, la partida ha concluido. El impecable proceder de Sócrates hará el finiquito de los últimos detalles técnicos. De éstos hay que subrayar que la diferencia entre la imagen y el modelo no tiene que limitarse a aspectos accidentales o accesorios. Puede ocurrir, incluso, que ciertos elementos que parecen esenciales no aparezcan en un nombre, y con todo aún nos podamos seguir entendiendo, sea por costumbre (éthos), sea por convención (sunthéke) (434e-435d).
la verdad. “¿Y de qué otro modo esperas –pregunta Sócrates– todavía aprenderlos? ¿Acaso por un medio distinto del que es obvio y más justo, es decir, aprendiendo unos seres por otros, si son de la misma naturaleza, y a cada uno por sí mismo?”61 (438e). Con esta declaración Sócrates descubre su última carta. En efecto, el procedimiento expuesto es análogo al que se proponía en la sección mimética para analizar y componer los nombres y los seres (424c-425a), lo cual no significa sino que aquella complementariedad que se pedía entre el procedimiento interpretativo, centrado en las palabras, y el procedimiento analítico-sintético, centrado en las cosas, se aplica ahora al diálogo como un todo. Es decir, partiendo del diálogo como ese “todo grande y hermoso” (425a), conformado de palabras, el indagador debe ahora esforzarse por ir más allá del discurso y aprender la verdad de los seres mismos.
Esta posición, que recuerda la de Hermógenes, no será, sin embargo, la última palabra de Sócrates en lo que tiene que ver con la exactitud de los nombres. Retomando ahora un motivo de la sección etimológica, Sócrates estudia algunos nombres de cualidades cognoscitivas y éticas con el fin de mostrar que éstos se retrotraen no al movimiento sino al reposo. Aunque Cratilo ha tenido que ceder al haber admitido que la convención cumple un cierto papel respecto de la rectitud de los nombres, parece menos dispuesto a renunciar a sus posiciones heracliteanas. Aduce de forma ingenua que, a pesar de la última demostración de Sócrates, los nombres que se refieren al movimiento son más numerosos (437d), lo que le ofrece a Sócrates un blanco fácil, sobre todo contra un aristocrático filósofo heracliteano: “¿Y qué supone eso, Cratilo? ¿Vamos a contar los nombres como los votos, y residirá en eso su rectitud? ¿Acaso van a ser los verdaderos los de aquel de los dos grupos, cuyos nombres significativos son más numerosos?” (437d). En este punto parece quebrarse la motivación hermenéutica en que se originó el diálogo, pues por medio de las solas palabras no se ven perspectivas de resolver esta contradicción que ha surgido acerca de las palabras: “Es evidente que hay que buscar cualquier cosa distinta de los nombres, para que nos manifieste, sin nombres, cuáles de éstos son verdaderos, desvelándonos la verdad de los seres” (438d). Ante esta encrucijada suscitada por las palabras, ya no cabe seguir indagando por la verdad del ser del nombre, como se había declarado al final de la sección etimológica (421a-c), sino que hay que buscar la verdad del ser, pues, debatiéndose en medio de la contradicción, el nombre se ha alejado de
Las reflexiones conclusivas del diálogo se inscriben, pues, en este contexto de la investigación de los seres en sí mismos. Para ello es decisivo mantener a la vista el principio fundamental del diálogo (411b-c), no sea que los investigadores tomen como las cosas mismas lo que no son más que sus propias disposiciones. Por eso, se requiere examinar “si quienes pusieron los nombres a cada ser los hubieran puesto en la convicción de que todos ellos se movían y corrían –pues a mí me parece que también ellos los concebían así–, cuando, sin embargo, pudiera suceder que no sea así en realidad, sino que sean ellos mismos los que, como si se hubieran precipitado en una especie de remolino, se perturban y, arrastrándonos también a nosotros, nos lanzan a él tras ellos. Porque atiende, admirable Cratilo, lo que yo sueño muchas veces. ¿Afirmaremos o no que existe un ser 61 Sócrates resume su posición así: “Debemos, sin embargo, felicitarnos de haber convenido en que no hay que partir de los nombres, sino que hay que aprender los seres e indagarlos por ellos mismos (autà ex autôn), mucho mejor que a partir de los nombres (ek tôn onomáton)” (Cratilo, 439b). Ahora bien, recuérdese que en el Fedón Sócrates presenta el movimiento de apartarse de las cosas mismas para volverse hacia las palabras –lo que allí denomina “una segunda navegación” (deúteros ploûs, 99d)– como el motivo fundamental de su actitud filosófica: “Me pareció entonces –dijo él–, después de eso, una vez que hube dejado de examinar las cosas (tà ónta), que debía precaverme para no sufrir lo que los que observan el sol durante un eclipse sufren en su observación. Pues algunos se echan a perder los ojos, a no ser que en el agua o en algún otro medio semejante contemplen la imagen del sol. Yo reflexioné entonces algo así y sentí temor de quedarme completamente ciego de alma al mirar directamente a las cosas (tà prágmata) con los ojos e intentar captarlas con todos mis sentidos. Opiné, pues, que era preciso refugiarme en los conceptos (lógous) para examinar en ellos la verdad real (tôn ónton tèn alétheian)” (Fedón, 99d-e). Aquí sólo puede dejarse consignada esta aparente contradicción entre dos textos de la octología, con la observación de que diversos intérpretes han propuesto diferentes vías de solución del problema (cf. Howland 1998, 148s; Zuckert 2009, 676).
60 Añado el nombre de ‘Sócrates’, presente en el texto griego.
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hermoso y bueno en sí mismo, y que cada uno de los seres es también así?” (439b-d). Entonces Sócrates ofrece el bosquejo de diferentes argumentos para mostrarle a Cratilo la incongruencia de sostener que puede darse conocimiento y discurso sin la existencia de un ser en sí mismo. Este examen, por supuesto, no va a ser objeto de este diálogo, pues, como se mencionó al comienzo, en este punto ya se ha logrado el propósito central de la conversación, a saber, que Hermógenes pueda reconocerse a sí mismo en la palabra y que Cratilo acceda al reconocimiento de su compañero, al reconocer la rectitud de su nombre. Cratilo no está dispuesto a conceder más que esto y Sócrates lo sabe, pues no le insiste, así el heracliteísmo de Cratilo siga constituyendo una eventual fuente de falsas pretensiones y engañosos silencios de tono oracular (440c-d). Por lo pronto, los dos compañeros pueden proseguir su viaje en un estado de ánimo muy diferente del que traían cuando se encontraron con Sócrates (440e): Hermógenes, habiendo recuperado su identidad; Cratilo, en capacidad de reconocer el nombre de su compañero, así el camino por el que ahora marcha sea un signo ominoso de su irrefragable adhesión al filósofo de Éfeso.62
2. Platón. 1987. Diálogos. Tomo II [Traducción de José Luis Calvo]. Madrid: Gredos. 3. Platón. 1995. Platonis Opera. Tomo I [editado por Elizabeth A. Duke, Winifred F. Hicken, William S. M. Nicoll, David B. Robinson y Christopher G. Strachan]. Oxford: Oxford University Press. 4. Platón. 2002. Cratilo o Del lenguaje [Traducción de Atilano Domínguez]. Madrid: Trotta. 5. Platón. 2008. Œuvres completes [Edición de Luc Brisson y traducción de Catherine Dalimier]. París: Flammarion.
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62 Aristóteles nos transmite que Platón, “habiéndose familiarizado desde joven con Cratilo y con las opiniones de Heráclito, según las cuales todas las cosas sensibles fluyen siempre y no hay ciencia acerca de ellas, sostuvo esta doctrina también más tarde” (Metafísica, Α, 987a32987b1, en Aristóteles 1982, 44s). El Estagirita también recoge cuál fue el destino de Cratilo en medio de su heracliteísmo: “De esta concepción surgió, en efecto, la opinión más extremosa entre las mencionadas, la de los que afirman que heraclitizan, y tal como la tenía Cratilo, el cual, finalmente, creía que no se debía decir nada, limitándose a mover el dedo, y censuraba a Heráclito por haber dicho que no es posible entrar dos veces en el mismo río, pues él creía que ni una” (Metafísica, Γ, 1010a10-15, en Aristóteles 1982, 195s). Según la misma fuente aristotélica, haber entrado en contacto con Sócrates liberó a Platón del heracliteísmo extremo de Cratilo. Por eso, este diálogo –en el que Cratilo interactúa con Sócrates de forma respetuosa y parca, manteniendo su posición metafísica básica– puede entenderse también como una especie de homenaje en negativo y en positivo de Platón a su antiguo maestro, desde la perspectiva del nuevo y decisivo. En negativo, por su inextirpable y extremo heracliteísmo; en positivo, por su entereza moral, a pesar de los excesos a los que lo hacía tender su metafísica. Esta elucubración haría también plausible la presencia de este diálogo dentro de la octología de los últimos días de Sócrates, como si Platón hubiera querido crear un vínculo al final, correspondiente al que hubo al comienzo, aunque de signo inverso a éste.
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Performative and Multimedia Aspects of Late-Renaissance Meditative Alchemy: The Case of Michael Maier’s Atalanta Fugiens (1617)* por Johann F. W. Hasler** Fecha de recepción: 13 de junio de 2009 Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2009 Fecha de modificación: 19 de julio de 2010
Abstract In 1617 the alchemist, counselor and court physician to the then recently deceased Holy Roman Emperor Rudolf II (1552-1612) published his Atalanta Fugiens (Atalanta fleeing). The book fits into the general category of an ‘alchemical emblem book’, very popular in the day: it contains 50 beautiful engravings to which are assigned poetic sextets in both Latin and German. The main difference with all known similar works is that it includes a three-part canon with each engraving. According to the author, the purpose is for all of this input “to be looked at, read, meditated, understood, weighed, sung and listened to, not without a certain pleasure” (Maier 1990, 91). In this sense, this book might be interpreted as a very early example of multimedia, and as a work which requires a performative attitude and activity (in the form of singing) and not merely to be read, for its original purpose to be fully accomplished. In this brief article I will describe the work, and present arguments to support my belief that it would be reasonable to conclude that it is an early form of multimedia.
Key Words Atalanta Fugiens; Michael Maier; Historical Instances of Performance; Alchemical Meditation; Emblem Books, Early Multimedia.
Aspectos performativos y multimediáticos de un libro de emblemas alquímicos del siglo xvii: el caso de Atalanta Fugiens de Michael Maier y sus simultáneos niveles poético, visual y musical Resumen En 1617 el médico, alquimista y consejero del Emperador Romano-Germánico Rodolfo II publicó en Praga su “Atalanta Fugiens” (Atalanta huyendo). El libro contiene 50 meditaciones alquímicas, cada una de las cuales consta de un breve epigrama en latín, un grabado simbólico relacionado con la alquimia espiritual, sextetos poéticos en latín y alemán, y una partitura de un canon a tres voces. Si bien se han publicado numerosos estudios centrados en ciertos de estos componentes por separado (especialmente en los espectaculares grabados provenientes del taller de Johann Theodor de Bry), pocos estudios han seguido la clave dada por el mismo Maier en su prefacio: se trata de un libro de ejercicios espirituales cuya intención es combinar los estímulos visual, auditivo y poético para así brindar al alquimista una experiencia holística, multimediática y preformativa durante las meditaciones rituales que constituían una de las principales operaciones de la alquimia espiritual o simbólica. Este artículo se centrará precisamente el aspecto preformativo de esta obra.
Palabras clave Atalanta Fugiens; Michael Maier; antecedentes históricos del Performance; meditación alquímica; emblemática barroca; multimedia primitiva.
* El presente artículo se desprende del estudio de la historia de la música especulativa y las relaciones entre la teoría musical y las doctrinas y movimientos esotéricos, tales como la alquimia. Este análisis corresponde a una parte de la investigación doctoral, titulada “Towards Hermeticist Grammars of Music: A Proposal for Systems of Composition Based on the Principles of the Hermetic Tradition, with Musical Demonstrations”, financiada por el Centro Internacional de Estudios Musicales (ICMus) de Newcastle University (Inglaterra). ** Ph.D. de Newcastle University (Inglaterra). Integrante del Grupo de Investigación “Artes y Modelos de Pensamiento”, adscrito a la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, donde enseña materias técnicas, teóricas y estéticas en el Departamento de Música. Se desempeña además como coordinador del Grupo de Investigación “Religión, Cultura y Sociedad” de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la misma universidad. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: El retorno a la tonalidad en la música de la postmodernidad. En ¿Quién le teme a la belleza? eds. Javier Domínguez, Carlos Arturo Fernández, Efrén Giraldo y Daniel Tobón, 301-08. Medellín: La Carreta Editores, 2010; y. Three Levels of Representation of the Occult in Music. Porte Academik. Journal of the Technical University of Istanbul 1, No. 1: 140-51, 2010. Correo electrónico: johann_hasler@hotmail.com
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Aspectos performativos e multimidiáticos de um livro de emblemas alquímicos do século XVII: O caso de Atalanta Fugiens de Michael Maier e seus simultâneos níveis poético, visual e musical Resumo Em 1617, o médico, alquimista e conselheiro do Imperador Romano-germânico Rodolfo II publicou em Praga seu “Atalanta Fugiens” (Atalanta fugindo). O livro contém 50 meditações alquímicas, cada uma delas consta de um breve epigrama em latim, um gravado simbólico relacionado com a alquimia espiritual e uma partitura de um cânone a três vozes. Embora tenha publicado numerosos estudos centrados em alguns desses componentes separadamente (especialmente nos espetaculares gravados provenientes da oficina de Johann Theodor de Bry), poucos estudos seguiram a chave dada pelo mesmo Maier em seu prefácio: trata-se de um livro de exercícios espirituais cuja intenção é combinar os estímulos visual, auditivo e poético para assim proporcionar ao alquimista uma experiência holística, multimidiática e preformativa durante as meditações rituais que constituíam uma das principais operações da alquimia espiritual ou simbólica. Este artigo se centrará precisamente no aspecto preformativo desta obra.
Palabras chave Atalanta Fugiens; Michael Maier; antecedentes históricos da Performance; meditação alquímica; emblemática barroca; multimídia primitiva.
I
first came across Michael Maier’s Atalanta Fugiens while reviewing the literature on the subject of my doctoral thesis in late 2004. I had bravely (or foolishly) embarked on the review and proposed update and practical application of an obscure musicological specialty known (or rather unknown, judging from the bemused expression of most colleagues at conferences and other academic gatherings!) as speculative music, which “is the esoteric part of music theory, and as such readily absorbs ideas from theosophy, Hermeticism, and the occult sciences” (Godwin 1995, 4).
to something dead, something which is not pertinent to modern thought,2 for example, ways of organizing musical material in the post-tonal soundscape.3 This stress on the historical focus at the expense of a concentration on their current relevance could be an advantage in the long term, because it will provide a necessary historical foundation for the contemporary application of such theories that is likely to emerge in the future. It is certainly an advantage for research on the historical aspect of speculative music, the subject of this article. I must confess that I was not originally interested in Atalanta Fugiens itself but the work of Joscelyn Godwin, without any doubt the leading authority on the historical study of speculative music.4 While reviewing his work for my doctoral thesis, I came across his annotated edition of Maier (Maier 1990 [1617]), the first to thoroughly explore the musical aspects of Maier´s book. Within Godwin’s preface there is a scholarly 66 page-
Given that in our modern positivistic, materialistic times the esoteric and occult is regarded at best as a curiosity which is seldom taken seriously and generally ignored by academics –in contrast with what happened in the past–1 it is not surprising that the study of speculative music has focused on the historical uses of these esoteric theories rather than their current relevance. The general attitude in this respect is that which is granted
2 There are very few exceptions to this, namely, Marius Schneider, Rudolf Haase and Hans Erhard Lauer, whose work is discussed by Godwin (1989), with some translations into English. 3 As a composer, my approach is one of the few that is not focused on the historical aspect of speculative music per se, but rather the application of its theories to the composition of contemporary music (Hasler 2007). This, however, is not the intention of this paper. 4 For a list of his contributions in the study of historical speculative music see his webpage, http://people.colgate.edu/jgodwin/
1 Granted, there is currently an upsurge of academic interest in esotericism, whose approach is mainly historical, anthropological or methodological, but I refer here to serious efforts to advance our knowledge of the occult, which were very common before the 18th century. See for example (Dobbs 1988: 182-191), (Field 2003: 2944) and (Linden 2003). For the role of important scientific and philosophical figures in the tradition of speculative music, see the compilations by Joscelyn Godwin (Godwin 1986; 1989; 1993).
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long introduction by Hildemarie Streich which delves into the alchemical and psychological implications of the musical theories in that remarkable emblem book, while Godwin’s contribution focuses more on the purely musical (rather than psychological and alchemical) aspects.
represents alchemy in a way that is consistent with the historical record, and all severely distort the content and context of this discipline” (Principe & Newman 2001, 385). Principe and Newman have questioned such an “adoption, frequently unwitting, of principles derived from nineteenth-century occultism, which have become widespread tenets in the historiography of alchemy”, though they do acknowledge that there were indeed “mystical brands of alchemical thought propounded by Heinrich Khunrath and the Rosicrucian enthusiast Robert Fludd” in the 16th and 17th centuries (Principe & Newman 2001, 385-386). It is precisely this alchemical interpretation of Maier´s work, which has been advanced by several modern scholars, that I will draw on in this article. As Principe and Newman state themselves, “the esoteric school [of interpretation] remains strong to this day and continues to have an extensive impact on both the general and the learned perceptions of historical alchemy” (Principe & Newman 2001, 396).
Several previous editions of Maier had focused on other aspects of his book, mainly the magnificently detailed engravings made at the de Bry family´s workshop in Frankfurt,5 and the book´s place in the grand tradition of alchemical emblems (De Jong 2002). What did strike me as remarkable is that Godwin and Streich seem to have been the first to clearly understand the multi-mediatic nature of Maier´s theories, a subject ignored by previous studies. It must be noted, though, that Streich and, to a lesser degree Godwin, employ a modern Jungian interpretation of alchemy as a form of inner work, a sort of precursor to self-analysis of the psychoanalytical type, and thus have a post-Enlightenment view of alchemy, the one discussed by Principe and Newman:
The legend of Atalanta
The well-recognized complexity and opacity of alchemical literature has long constituted a barrier to its proper understanding. Indeed, since the eighteenth-century disappearance of its last serious practitioners within the community of chemists, alchemy has been the subject of several radically distinct schools of historical interpretation. The current understanding of alchemy among historians of science, not to mention the general public, remains strongly colored by one or more of these divergent schools of interpretation, which stem, respectively, from the Enlightenment rejection of obscurity and the later Romantic disenchantment with Newtonian science that led to a new embrace of the occult (Principe & Newman 2001, 385).
The title of Maier´s book refers to the mythological figure, Atalanta, who was reputed to be skilled in all types of bush-craft and outdoor pursuits, since she had been raised by a hunter after her father, Iausus, king of Arcadia, abandoned her as a baby in the forest –female infanticide being a common practice in ancient Greece–. When she grew up, however, Atalanta sought out her father and both were reconciled, but Iasus wanted to marry her off and since that was against her wishes, they agreed to a compromise. Knowing that, because of her upbringing, she was the fastest runner known, she and Iasus agreed that if a suitor could beat her in a foot race, she would marry him. If he lost the race, on the other hand, he was to be executed.
The Jungian or ‘inner development’ model of interpretation clearly belongs to the latter school (Jung 1987), and is passionately defended by its supporters, but it has also been challenged by another sector of academics, for example Principe and Newman, who argue that “none of these established interpretative schools is satisfactory, for none
Unbelievably given the conditions, many suitors accepted the challenge, and all lost both the race and their lives. But Hippomenes (also known as Melanion) prayed to Aphrodite for help. Aphrodite wanted to punish Atalanta for rejecting love in such an arrogant manner, and so she gave Hippomenes three golden apples, instructing him to toss them on the ground during the race, knowing that the curious Atalanta would stop and pick them up, and thus lose the lead and eventually the race.
5 Since the engravings are unsigned, it is not entirely clear whether they are by Johann Theodor de Bry (1560-1623), son of the equally famous engraver Theodor de Bry (1528-1598), or by his brother-in-law Matthaeus Merian ‘the elder’ (1593-1650), who also worked at the de Bry workshop from 1616 to 1620. Despite this debate among art historians, the current consensus is that Merian was the author of these 50 remarkable plates, though Godwin suggests that de Bry created the human and animal figures while Merian was responsible for the landscapes in the background (Godwin 2007: 34).
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It was a close call for Hippomenes: twice he threw the apples to the ground, and twice Atalanta stopped to pick them up, but she was so fast she caught up with him and recovered the lead. It was after he threw down the last apple that he managed to win the race, thus saving his life and marrying Atalanta.
ing from the Rosicrucian craze of the early 1600s (Yates 1986), a closer inspection reveals its uniqueness: as has already been mentioned, the 50 engravings are much more detailed and their artistic quality is considerably higher than those in the average emblem book of the time, including some distant view of cities and landscapes in the background (Godwin 2007, 34, Streich 1990). In addition, it is the only emblem book of its kind that includes musical scores along with the emblems, thus adding another component to a genre whose aim was to improve character. According to some modern scholars, such an inner, psychological transformation (a so-called ‘spiritual alchemy’) was a more important purpose of these books than the transmission of chemical or metallurgical recipes. (Streich 1990, 78-85).
So why this theme for a book of alchemical emblems? Godwin suggests that it is a perfect metaphor for the work of the alchemist, or the philosopher (at that time a generic term for what we would now call a scientist, an intellectual, an academic or indeed a philosopher, a seeker of truth and a lover of wisdom): Hippomanes represents the philosopher, who knows from the start that it is impossible to outrun Atalanta, who in this case represents Nature and her mysteries. So instead of physical prowess, Hippomanes employs cunning to make Atalanta lag behind and thus catch up with her. The apples are the tools of his cunning, and by using them wisely (as for example a philosopher would use Maier’s book), the seeker of truth can catch up with Nature, who otherwise eludes men, since, lacking cunning or a strategy, they merely engage in a mad pursuit of Her. Once the Philosopher catches up with Nature and beats her in the race, he is entitled to ‘marry her’, in the symbolic sense of the ‘chemical wedding’, the unio mysitca. (Godwin 1990).
On opening the book –and this can be appreciated in several of the modern editions (Maier 1990; 2006; 2007), especially the facsimile one edited by Lucas Heinrich Wüthrich (Wüthrich 1964) – the reader finds three things on the right-hand pages: first, the heading “Emblema [number of the emblem in the book] de secretis naturae; below it a phrase in Latin gives a short explanation of the general meaning of the engraving (for example, Hic est Draco caudam suam devorans, the phrase for emblem 14, literally means “this is the Dragon devouring its tail”).7 Below this motto one sees the engraving, and under it the ‘epigram’ or poetic sextet, also in Latin, which expands on the symbolism of the engraving.
In his preface Maier gives a more technical explanation, based on the alchemical codes of the three Philosophical Principles of Mercury, Sulphur and Salt, which, for the spiritual alchemist, represent far more than what we now regard as mere physical substances:6
On the left-hand pages the reader will see the same number applied to the emblem, but with the heading fuga and a technical explanation on how it has been composed, which specifically mentions the interval employed (for example reciproca, which means in unison, or in 4 supra contrapunctum, or in 8 duplici supra, etc.). Below this ‘technical heading’ appears a German translation (in the Gothic type of the era) of the Latin phrase on the opposite page, above the engraving. Below this translation one sees the ‘fugue’, or rather a canon,8
This same virgin [Atalanta] is purely chemical, namely the Philosophic Mercury who is fixed and retained in flight by the golden sulphur; which if one knows how to arrest it, will be the wife whom he seeks, but without that knowledge he will lose his goods and perish. (Maier 1990, 103-104).
Description of Atalanta Fugiens 7 This is not to say that the explanations are short and straightforward: the engravings are highly symbolic, as is quite typical of emblem books, and even more so if they are devoted to spiritual alchemy. Sometimes the images are quite bizarre, and so are the explanations: e.g. emblem 12, which says ‘The Stone that Saturn vomited up, after having devoured it in place of his son, Jupiter, has been placed on Helicon as a monument for mortals.’ The emblem shows Saturn, (complete with scythe and white long beard) flying over the rocky outcrop of a mountain and vomiting a veritable boulder on its top (Maier 1990:129). 8 Even though Maier calls them ‘fugues’, modern musical theory would call them imitative canons, though not all of them imitate at unison or the octave, and several imitate at different intervals, as fugues do.
Atalanta Fugiens, which can be translated as “Atalanta fleeing”, was published in 1617 by the printer Hieronimus Galler of Oppenheim, in the upper Rhineland (Rheinhessen). While, at first sight, it appears to be one of a myriad of alchemical emblem books result6 For further details on the three alchemical or philosophical principles and their symbolic meaning, see (Junius 1993).
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A multimedia experience from the 17th century?
written out in three separate parts (not as a score) with the headings Atalanta seu vox fugiens (Atalanta, or the fleeing voice) for the first part, Hippomenes seu vox sequens (Hippomenes or the voice which follows) for the second part, and Pomum objectum seu vox morans (the apple which is tossed, or the voice which lags behind) in the third part. As can be easily deduced, all of these refer to the myth of Atalanta and how her suitor Hippomenes was able to beat her in the race told by the story. In these three-part canons, the parts of Atalanta and Hippomanes imitate each other in close succession,while the part of the apples is a slow descending cantus firmus9 which recurs over and over again as a basso ostinato in the 50 canons. Thus the design and format of the music reinforce the legend on which the book is based, and the text which is sung is a verbatim version of the Latin epigram below the engraving on the right-hand page of the book. In the words of Maier himself,
The key to the role of music in the inner alchemy that was supposed to transform the Self –the “allegorical mode ”, as Linden calls it (2003, 22), which some modern authors regard as the focal point of the symbolic alchemy of the Renaissance– is provided by the author himself in the typically long ‘abstract’ or ‘second sub-title’, found below the sub-title itself, in the frontispiece, where Maier tells us that his ‘New chemical emblems on the secrets of Nature’ are Adapted partly for the eyes and intellect in figures engraved on copper, with legends, Epigrams and notes attached, partly for the ears and the soul’s recreation with about 50 musical fugues in three voices […] to be looked at, read, meditated, understood, weighed, sung and listened to, not without a certain pleasure (Maier 1990, 91).
Just as this Atalanta flees, so one musical voice always flees from the other, and the other follows like Hippomenes, while they are stabilized and grounded by a third voice, which is simple and of constant rhythm, like the golden apple (Maier 1990, 103).
It is therefore evident that the intention of the author was to provide the reader with what we would now call a ‘multimediatic’ experience: the work is ‘to be looked at, read, meditated, understood, weighed, sung and listened to’, all at the same time, in order to get a deep and true understanding of the cryptic meditative messages found in the apparently bizarre engravings, with their textual descriptions and accompanying music, the latter in a style that is sometimes unusual for the period.
Below the music one finds the versio Germanica or German translation of the epigram on the right-hand page, below the emblem. The reader therefore receives three types of input: first, the visual one of the emblem, which is quite striking due to the big size, technical perfection and detail of the engraving.10 Second, the linguistic one of the motto or short explanatory phrase above the engraving and then below in the form of the poetic sextet in both Latin and German. And third –though, as I will explain below, this might be more of an aspiration or principle of design than an actual result– the auditory one of the three-part canon.
I would like to elaborate a bit more on the peculiarities of the music, considering that the format of this article does not allow me to include the score or a recorded version. The music is indeed sometimes as strange, unpredictable and unusual as the other features of this peculiar book. Godwin has pointed out that “[…] one finds oneself in a musical world almost entirely devoid of the reference points that one expects in music of this period, as close to timelessness as any style could be” (Godwin 1990, 14). This, Godwin continues, is undoubtedly due to the fact that Maier, as the composer of the canons, decided to “[…] set aside the rules (of which he must have been perfectly well aware) such as the prohibitions of consecutive fifths and octave, or of unprepared and unresolved dissonances” (Godwin 1990, 14).
After providing the reader with these images, texts and musical parts (again, not written as a score showing simultaneous voices, but rather the single parts for each singer), Maier devotes the following pages to a lengthy analysis of their symbolism, especially of the cryptic images and their mottos.
I would argue that this timelessness can even be interpreted as an outrageous form of proto-postmodernity – in the sense of the ‘end of history’11 where all styles are
9 Helen Joy Sleeper has identified this cantus firmus as the Chryste Eleison of Gregorian Mass IV, Missa Cunctipotens genitor (Godwin 1990,11). 10 This is reason why this work has recently caught the attention of so many art historians.
11 In this respect see Fukuyama (1992).
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This characterization of the fugues as ‘eye music’ is made even more evident in all of the modern reprints of the work –except for Godwin’s, intended for musicians, which presents the canons in choral notation– and certainly in the facsimile edition of 1964, in which one sees the music annotated in its original form: each line printed separately, as modern orchestral parts are, rather than presented simultaneously, as in choral scores. This might have been intended to make the imititative nature of the canons clearer to the reader (since one sees the same melodic and rhythmic design in two voices, albeit with some rests at the beginning, for the benefit of the singer who follows the lead voice).
seen as current and therefore usable in a precocious form of pan-historic multi-stylism à la Schnittke–. Godwin hears echoes of all sorts of music in Maier’s canons: […] readers familiar with music history will hear the most unexpected resonances here: passages that seem to come from an Ars Antiqua motet, from Machaut, from fifteenth century Burgundian music. [...] At other times one seems to be hearing a later style altogether, perhaps a passage from Stravinsky or Hindemith, so unpredictable are the discords and even some of the melodies. (Godwin 1990, 14)
As Godwin has pointed out, “since the educated person of Maier’s time could be counted upon to sing a line of music, the inclusion of these fugues was not so arcane a gesture as it might seem today, with the additional barrier of an unfamiliar notation system” (Godwin 1990, 12). One might therefore assume that a solitary reader could also sing each voice consecutively and mentally join them ‘in his head’, thus strengthening the intellectual exercise Maier seems so keen to promote.
The question this begs is simply why? Why would a man raised in the 16th century forego the strict rules of composition of his day, and instead indulge, as he himself admits, in “musical rarities” (Maier 1990, 103) so timeless that, for a savvy listener of the 21st century, they evoke certain 20th century composers, as if that listener were applying his or her post-modern sensibility to a 17th century composition (Passler 1993)? Again, we can find answers to these questions in Maier’s own preface to Atalanta Fugiens:
But it is clear that the way in which the music is set down in all the modern facsimiles and modern reprints (Godwin’s again being a notable exception) basically makes it incomprehensible to the modern reader, since it is presented in three separate staves, with square note heads, no bar lines and with clefs that look unfamiliar, although on closer inspection they are roughly equivalent, in their placement if not graphic appearance, to treble, alto and bass. In addition, the order of the staffs on the page always puts Atalanta first, then Hipomenes and finally the apples, but the clefs often change. This indicates, in turn, that the parts should be swapped between the voices, so that it is not the bass who is singing the apple part throughout the canons, but rather, that the different vocal ranges interchange the parts of Atalanta, Hippomenes, thus altering the timbre, resonance and general sonority of the music.
If this usage should be more intellectual than sensual, the more useful and agreeable it will eventually be: for if indeed it is first entrusted to the sense, there is no doubt that it should be transferred from the sense to the intellect, as through a portal. [...] because it is necessary for everything knowable to be brought and made known to the intellect, as to a magistrate or arbitrator, first by the senses as investigators and messengers, like the guardians who watch at the gates (their organs) of some city (Maier 1990, 103).
This ‘intellectualization’ of the various forms of input, admitted by the author himself, has led Godwin to comment that “When one comes to sing the fugues in their entirety one discovers that some of them are only just practicable, and one has to admit that there is a large element of eye-music and even of conceptual art that does not necessarily require enactment” (Godwin 1990, 13).
This can be clearly heard in the recent recordings of the work (Ensemble Plus Ultra 2007; Vagantes A.V. Consort 2006). But again, the modern reader who simply looks at the score will miss all of this, since it is not written in a ‘global’ manner (for a conductor or analyst), but in a manner more suited to individual performers. Besides, there is no explanation of any of these musical subtleties in Maier’s preface or notes: one simply has to figure it out on one´s own by examining the score, as any good musicologist must do.
But conceptual art? In the 17th century? Again, one is amazed at the numerous innovative proposals in this peculiar emblem book-cum-poems-cum-polyphonic miniatures, which tempts us, its later commentators, to try to anachronistically use our modern categories to catalogue a work that, in the canons of its day, is basically unique and therefore in a category of its own. 140
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But can we really consider this proposal as a multimediatic one, intentionally designed to make the reader combine all of these inputs into a complex sensory, intellectual and even meditative or spiritual experience? In his Preface to the reader Maier gives us a glimpse on his intentions:
Godwin himself speculates that Perhaps one should imagine Atalanta being used in a similar way, in the Hermetic academy of Rudolf II’s court: an emblem is shown, its descriptive epigram is sung as a three-part fugue, and the participants make their own discourse on its meaning. Just as the book itself spreads over the boundaries that the modern mind sets up between a musical score, a picture book, and a textbook in chemistry, so the occasion of its use is only imaginable if one can somehow fuse the categories of parlor-game, amateur chamber-music, and esoteric discussiongroup (Godwin 1990, 13).
Four things, I say, are contained once and for all in a single book, destined and dedicated to your usage: poetic and allegorical; fictive, pictorial and emblematic, engraved on ‘Venus’ or copper, not without ‘venery’ or grace […]; and lastly musical rarities. […] Therefore, in order to have as it were in a single view and embrace these three objects of the more spiritual senses, namely of sight, hearing and the intellect itself, and so as to introduce to the soul that which is to be understood at one and the same time, we have joined Optics to Music and the sense to the intellect, that is, rarities for the sight and hearing with the chemical emblems that are proper to this science (Maier 1990, 102-103).
If so, these practices might have resembled the mysterious and largely incomprehensible glass bead game found in Herman Hesse´s novel of the same name, played at big annual events, with much pageantry, by the enlightened and utterly neo-Renaissance ‘Castalians’ (‘the chaste ones’) of a future ‘post-postmodern era’ –one which the speculative musicologist Siglind Bruhn has so masterfully traced back to the mystical-mathematical concerns of another protégé of Rudolf who likewise lived in Prague at that time: Johannes Kepler (Bruhn 2005)–, and a further indication of the interaction between science and occultism characteristic of the city´s intellectual atmosphere then.
But can we be really sure that this proposal was ever realized, that is, as a literally performative enactment of Maier’s original plan? We do not have historical documents that unequivocally refer to this particular work, but we do have indications that such an enactment might have been possible: in his study on the esoteric schools of Rudolfine Prague (at precisely the time when Maier lived in the imperial capital), Peter Marshall tells us that one of Maier’s colleagues, the physician to Emperor Rudolf Dr. Tadeáš Hájek of Hájek (also known by the Latin version of his name, Taddaeus Hagecius) “conducted alchemical experiments in his house on the corner of Bethlehem Square in the Old Town and it became the meeting place for many alchemists, physicians, scientists and scholars”. (Marshall 2006, 104). Due to his interests and profession, Maier naturally would have been the kind of person to be invited to these meetings.
Atalanta Fugiens as a pictorial representation set to music: an example for contemporary composers
That an amateur composer of a set of three-part canons published in 1617 would refuse to respect the rules of musical composition of his time –which, given the authoritarian world-view of that age, had a stronger legitimacy than nowadays, and would therefore have been more difficult to relinquish than in our modern times– in order to strictly purse a graphic representation of an extra-musical theme in the dimension of time (in this case the three characters of the legend: Hippomenes, Atalanta and the golden apples) for which music would have been the most appropriate art in an age when motion pictures and their derivatives, like video- and performance-art, did not exist, was, I believe, an astonishing example of intellectual integrity and artistic courage: Maier was clear that he wanted music to be a part of a mutlimediatic experience which also employed engraving and music, and in line with this holistic experience, zleading or imitative counterpoint would not
And what did these ‘alchemists, physicians, scientists and scholars’ do at such meetings? Godwin provides us with a deliciously provocative clue: the Gesprächspiele or conversation games “such as were played in the Renaissance academies” (Godwin 1990, 13). He then quotes James Haar: “The technique is simple: an emblem is shown, a tale or poem told, or the rules of the game explained; then the six speakers in turn discuss, or moralize on, the topic at hand” (Haar 1965, 15, cited in Godwin 1990, 13). 141
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have been consistent with a descriptive, almost pictorial representation of the myth of Atalanta. If the norms of musical composition then in use required him to alter his material in order for it to be ‘correct’ in the eyes of the experts, he had to defy them: his goal was clear, his method even more so: it was not a piece of music he had in mind but a pan-artistic creation, (a multimediatic one, in current parlance) and as such it required the invention of new rules, or at least a refusal to slavishly bow down to the traditional ones, when inappropriate for the artistic and structural coherence of the work. The lesson here may be that one should consider multimedia as an art form of its own, with an autonomous discourse, syntax and rules, rather than as a combination of other traditional art forms, which for the most part follow their own rules and do not bend or subordinate them to others, except perhaps in the case of opera or film.
flugel horn, trumpets), woodwind (oboe, clarinet, bassoon, flute), harp, harpsichord, and some strings, organs and orchestral sounds. I have avoided any modern entirely synthetic sounds as well as the piano. The general sound can be likened to an early music group, but of course with no pretentions to authenticity. (Mc Lean, 2008.)
Ingeniously, he has also strictly stuck to the symbolism of the characters of the myth as expressed in their corresponding voices, using stereo technology to underline them: […] The first voice, which always appears on the right stereo channel, is the fleeing Atalanta. She is pursued by the second voice, Hippomenes, following a short interval later, which I have mapped to the left channel. The three golden apples, the base, is in the centre of the stereo space (Mc Lean 2008).
Postscript: current attempts to employ Atalanta Fugiens for its original purpose.
Of the three executable files in the CD-ROM, one shows the emblems on their own as a slide show, but the other two play both the emblems and their associated canons in sequence.12
Whereas at least three recent editions of Atalanta Fugiens are accompanied by a complete recording of the canons (Maier 1990; 2006; 2007), it does not necessarily follow that the latter are intended to enrich the study of the emblems, epigrams and commentaries and, in accordance with what seems to have been Maier´s intention, induce a state of meditation.
Even though the ‘voices’ are not sung by actual voices and thus cannot convey the words of the epigrams – the timbre of the parts being assigned, instead, to modern instruments rendered by a synthesizer – McLean’s CDROM nevertheless comes closer to Maier’s original intention than any other printed or audio edition, since it allows the reader-listener-onlooker to see the images, listen to the music and read the descriptive mottos all at the same time (via modern multimedia technology).
A notable exception is Adam McLean’s extraordinary, literally multimedia CD-ROM, which […] provides a modern multimedia approach to the Atalanta fugiens. To make the emblematic images more accessible to the modern eye. Adam McLean has hand-coloured the images, and has also re-created the music and made it more approachable to contemporary ears by programming it for a modern synthesizer [sic] (McLean 2008).
Thus, Atlanta Fugiens, a proposal dating back to 1617, has nearly come full circle in the early 21st century, insofar as what could only be envisioned or dreamt of in the medium of the printed page has, thanks to the invention of electronic technology, become an actual multimedia work which better lives up to its original intentions than any previous version.
As McLean acknowledges himself, whereas other audio editions have been strictly faithful to the vocal timbre of the music and the capacity of the voice to convey the text, he has provided a purely instrumental accompaniment for the colored emblems:
To definitively close the circle, a further step needs to be taken, one which is simple enough given the reach of contemporary technology: to include the performance of the original Latin text by a vocal ensemble in
For this CD-Rom I have orchestrated the music and played it through a multi-timbral synthesiser (Yamaha SY77) which incorporates sampled instruments. I have used a wide palette of instruments to provide variety, a number of horns (french horn,
12 The difference between these latter two files with music is that one shows the mottos with the emblems, while the other one does not, but both show the emblems while playing the music.
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the multimedia presentation, with the addition, perhaps simultaneously with the music, of a reading of Maier’s interpretations of the emblems. Once this is done, a user could very well sit in front of his screen, and with the click of a button or mouse, experience what Maier described as looking, reading, meditating, understanding, weighing, singing and listening to his work, “not without a certain pleasure” (Maier 1990, 91).
11. Godwin, Joscelyn. 1995. Music and the Occult: French Musical Philosophies 1750-1950. Nueva York: University of Rochester Press. 12. Godwin, Joscelyn. 2007. Introducción. En La fuga de Atalanta, 11-62. Girona: Atalanta. 13. Haar, James. 1965. The Tugendsterne of Harsdörffer and Staden. N.p: American Institute of Musicology.
Then, Atalanta would indeed have come full circle.
14. Hasler, Johann F. W. 2007. Generating Pitch Material from the Magical Squares of the Western Esoteric Tradition. Perspectives of New Music 45, No. 2: 203-243.
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Audio recordings
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El grabado en el Papel Periódico Ilustrado. Su función como ilustración y la relación con la fotografía
Juanita Solano*
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Estudió Arte con énfasis en Historia y Teoría del Arte en la Universidad de los Andes, Colombia. Actualmente se desempeña como investigadora independiente y trabaja en el área de curaduría de la Galería El Museo en Bogotá. Correo electrónico: juanitasolano@gmail.com
El grabado en el Papel Periódico Ilustrado. Su función como ilustración y la relación con la fotografía Juanita Solano
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A
pesar de ser una de las publicaciones más importantes en cuanto a la recopilación de grandes documentos de poesía, literatura, ciencia y arte en el siglo XIX, el Papel Periódico Ilustrado ha sido poco estudiado y no se le ha dado la importancia que debería tener como archivo de una época en Colombia. Desde el punto de vista literario se han realizado algunos estudios, pero en cuanto a su trabajo gráfico la investigación ha sido pobre y hasta cierto punto olvidada, lo cual es lastimoso, ya que la publicación se plantea a sí misma como un proyecto que busca unir y difundir tanto el trabajo escrito como visual de los más grandes productores de las artes en Colombia. En su totalidad, puede considerarse como una recopilación de grabados y textos que ponen en cuestión temas como las formas de reproducción técnica y la consolidación de un medio poco explorado como la xilografía en Colombia. De hecho, desde la primera página del primer número se hace evidente este interés, no sólo por la composición gráfica, sino también porque aparece Alberto Urdaneta como director, y Antonio Rodríguez como grabador. De esto se deduce que el interés por las imágenes es igual de importante al interés por las palabras. Podría pensarse que dentro del Papel Periódico Ilustrado aparecen por primera vez en Colombia reproducciones de obras de arte, lo cual es un índice de la mentalidad progresista que tenía Alberto Urdaneta. La publicación se convirtió claramente en una forma de difundir especialmente su trabajo, pero también en una herramienta didáctica para difundir la cultura. Es decir, Urdaneta entendía el poder de la reproducción técnica. Es importante hacer énfasis en la diferencia entre reproducción y reproducción técnica, puesto que en la historia del arte siempre ha existido la reproducción. El cambio radical que vivió la humanidad durante el siglo XIX fue justamente el poder volver mecánica dicha reproducción, convirtiéndose así en un fenómeno cultural. Otro punto sumamente interesante del periódico es la relación que se empieza a establecer directamente entre todos los medios que se ven implicados en la realización de la publicación. La pintura, el dibujo, la fotografía y el grabado se entrecruzan para consolidar en un solo espacio imágenes que responden a una nueva forma de entender el entorno y el contexto. De esta manera, se crea una lectura interdisciplinaria, puesto que, más allá de las imágenes, también hay un interés histórico, científico y humanista.
Imagen 1. 1881. Papel Periódico Ilustrado 1 No. 1, 6 de agosto (página 1).
De los grabados del Papel Periódico Ilustrado se pueden empezar a plantear preguntas sobre las características de las reproducciones y, ante todo, sobre su condición de reproducción. ¿Cómo entender si se trata de simples copias o si, por el contrario, el artista cumple un rol importante? ¿Dónde trazar la línea para darles a estos grabados el estatus de originales? De estas preguntas nace mi interés por profundizar en el análisis sobre las obras que hacen parte del gran proyecto de Alberto Urdaneta.
El Papel Periódico Ilustrado y el uso de la xilografía
El Papel Periódico Ilustrado fue la culminación de una serie de proyectos editoriales que inició el artista y escritor Alberto Urdaneta durante el siglo XIX en Colombia. Su 147
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Aunque normalmente tiende a pensarse que el Papel Periódico Ilustrado fue la primera publicación en Colombia que hizo uso de imágenes, en especial de xilografías, este proyecto tuvo algunos antecedentes, en cabeza del mismo Alberto Urdaneta, y otros en diferentes escenarios. En 1877 Urdaneta funda El Mochuelo, publicación de carácter político en el que aparecían caricaturas realizadas por Urdaneta, quien era un fuerte militante del Partido Conservador. En él también se hace uso de la fotografía, aunque de manera precaria: aparecen dos ferrotipos. Posteriormente, el 23 de junio de 1878, estando en Europa, Urdaneta crea Los Andes, periódico semanal ilustrado, que se caracterizaba por ser “la única publicación en español de carácter y tendencias esencialmente americanas que hay en Europa” (Moreno de Ángel 1973, 62). Aunque este periódico buscaba ser americano en esencia, tenía un carácter universal, en el que se presentaban los trabajos de personajes tanto americanos como europeos. A mediados del siglo XIX los hermanos Martínez, provenientes de Venezuela, reintroducen en Colombia la litografía, medio que había sido olvidado desde la desaparición de la primera escuela de grabado. A la cabeza del general Mosquera y del diplomático venezolano Manuel Ancízar, los Martínez y otros colaboradores crean El Neogranadino, periódico que incluía algunas láminas litográficas como ilustración. El Iris fue otro de estos primeros intentos por llevar a cabo una revista ilustrada en el país; sin embargo, el trabajo en estos medios era de cualquier forma escaso. Imagen 2. 1791. Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá. No. 1, 9 de febrero.
A partir de estos antecedentes, mientras se encontraba en Europa, Urdaneta decide iniciarse en el proyecto del Papel Periódico Ilustrado, publicación que buscaba superar las mejores ediciones existentes en Europa. Desde un principio el periódico se plantea bajo un ideal apolítico y netamente colombiano que tenía “por mira capital el adelanto del país y que lleve hasta donde posible sea, tanto al Nuevo como al Viejo Mundo, por medio de los escritos y el sistema objetivo de ilustraciones, el conocimiento de las bellezas del suelo de Colombia, de su historia, de su naturaleza, de su progreso, de sus aspiraciones, de su movimiento intelectual, de sus glorias”. Como innovación, en el periódico se introducirá el grabado en madera como fuente principal de reproducción de imágenes, con la única intención de poder reproducirlas en grandes cantidades. Esto constituirá uno de los puntos centrales y neurálgicos del periódico: un medio para la difusión de material intelectual y científico, así como de obras concebidas no sólo como objetos estéticos e ilustrativos, sino también como imágenes producidas por un medio que permite su reproducción y difusión. Para llevar a cabo el proyecto, Urdaneta
periódico sigue siendo uno de los trabajos periodísticos más admirados y de relevancia con los que cuenta el país. El Papel Periódico Ilustrado lanza al público su primer volumen el 6 de agosto de de 1881 y seguirá funcionando hasta la muerte de Urdaneta, lo que determinará la culminación del proyecto en 1888, con un total de 116 números publicados. El proyecto contó con la ayuda de los más grandes artistas, escritores y científicos de la época, lo que lo hizo posicionarse como la mejor publicación de Colombia en cuanto a poesía, literatura, ciencia y arte. El Papel Periódico Ilustrado hacía parte de la inmensa minoría de publicaciones periódicas dedicadas a la divulgación de la cultura en Colombia durante el siglo XIX, ya que el 90% de la producción estaba dirigida al combate político y a la divulgación ideológica. Su nombre surge como una referencia al primer periódico que se publicó en la historia de Colombia, llamado Papel Periódico de la Ciudad de Santa Fé de Bogotá, dirigido por don Manuel del Socorro Rodríguez y lanzado al público en 1791. 148
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imprimía en una imprenta privada llamada Silvestre y Cia., a la cual le preocupaba que el resultado final fuera de la mejor calidad posible. Supervisaban la tinta, el secado, la capacidad de cubrimiento y el efecto visual sobre la textura y la fibra de los papeles. De hecho, la imprenta importaba desde Londres el papel y las tintas utilizadas en The English Illustrated Magazin, considerada la mejor revista inglesa del siglo XIX. Al revisar los ejemplares originales del Papel Periódico ilustrado se reconoce de inmediato la calidad de la publicación tanto en los materiales como en la habilidad artística y técnica. El arte del grabado en madera era uno de los puntos de mayor importancia para el periódico, lo que, desde una perspectiva temporal, resulta intrigante. ¿Por qué era ideal el uso de la xilografía en la publicación cuando a Colombia había llegado la fotografía 50 años antes y ya existían las maneras de reproducirla en grandes cantidades? Existen varias respuestas para esta pregunta. La primera consiste en la aproximación que hace Urdaneta con respecto a este tema: “El grabado en madera, cuyas planchas se obtienen levantando con el buril los blancos del dibujo, es decir, las partes que no deben aparecer coloreadas en el papel, marcando los tonos por medio de tallas más o menos estrechas y consiguiendo con esto un resultado semejante al del tipo de la imprenta, es más adaptable a la práctica de la edición” (Urdaneta 1882, 243). Con esta afirmación Urdaneta deja claro que, desde el punto de vista práctico, a finales del siglo XIX, seguía siendo más sencilla la reproducción masiva de imágenes mediante el uso de la xilografía que con cualquier otra técnica que se tuviese a la mano.
necesitaba de la colaboración de un excelente grabador. Durante su segundo viaje a París, le propone al artista Antonio Rodríguez ir a Colombia para convertirse en el artista grabador a cargo del Papel Periódico Ilustrado y profesor de xilografía de la Escuela de Bellas Artes. Rodríguez, que era en ese entonces colaborador de la publicación Le Monde Illustré, iba a firmar un contrato con el Gil Blas, pero finalmente se vio tentado por el viaje y decidió emprender la tarea propuesta por Urdaneta. De esta forma, Rodríguez ejerció dos tareas fundamentales para la consolidación del grabado en madera en Colombia: la primera consistía en ilustrar las páginas del Papel Periódico Ilustrado, y la segunda, en la formación de un grupo de jóvenes en las artes del grabado. El grupo estaba integrado por Miguel Álvarez, Eustasio Barreto, Ricardo P. Cortés, Francisco Camacho, Pedro E. Contreras, Leopoldo Corredor, Rufino Cortés, Rafael Díaz, Jenaro Díaz, Julio Flórez, Alfredo Greñas, Edmundo Ibánez, Daniel Laverde, Abelardo López, Pedro Márquez, Ángel María Niño, Rubén Mosquera, Norberto Paniagua, Rómulo Ramos Ruiz, Cenón Solano, Manuel A. Soto, Jesús Torres, Aurelio Vargas, Eleázar Vanegas, Rafael Villaveces y Eduardo Zerda. Más tarde se unieron al grupo Jorge Crane, Joaquín Franco, Antonio González, Benjamín Heredia, Pedro Carlos Manrique, Ricardo Moros Urbina, Luiz Nariño, Pedro Rodríguez y Juan de Dios Suescún. El uso del grabado en madera no era una innovación en el país. Se cree que la xilografía había existido en Colombia desde hace muchos años y era utilizada primordialmente para la producción de naipes y estampas. La innovación del Papel Periódico Ilustrado tuvo que ver con la reintroducción de una técnica que había sido abandonada. Además, no se trabajaba con el método xilográfico tradicional; la técnica usada para la realización de estos grabados es llamada xilografía de pie o a fibra, “según la cual se corta en sentido horizontal, respecto al tronco, las planchas de madera de árbol Boj. Este tiene unas características especiales pues por una parte ofrece dureza suficiente para resistir la presión de la prensa de imprimir y por otra posee una cierta blandura que facilita los trazos del buril” (Ortega Ricaurte 1973, 67). De ahí que la calidad y el nivel de detalle a los que se llegaba en los grabados fueran sorprendentes. Gracias a la dureza de la madera, esta técnica permitía el trabajo minucioso de pequeños fragmentos de la imagen, que eran muy difíciles de lograr mediante la xilografía tradicional.
La xilografía fue, de hecho, la primera técnica de grabado que se inventó, y, aunque durante el paso del tiempo su uso fue dejado de lado por un período considerable, a finales del siglo XIX y principios del XX el medio tuvo un nuevo apogeo, especialmente en Europa, en donde Urdaneta se vio claramente influenciado. Además de ser usada para ilustrar algunos periódicos importantes, se utilizó de manera frecuente como ilustración de obras literarias. Una de las características de la xilografía es que la producción de copias puede llegar a volúmenes bastante altos sin perder la calidad del dibujo, lo que la convierte en una de las técnicas de grabado más atractivas para la reproducción masiva de imágenes. Esto, sin duda alguna, tuvo repercusiones sobre la decisión de Urdaneta. Desde el punto de vista artístico y técnico, la xilografía es un medio bastante exigente que no había sido explorado a cabalidad en el país. Aunque cincuenta años antes ya se había consolidado una escuela de grabado,
La publicación se destacó por la impecable ejecución de una tarea muy grande para la época. El periódico se 149
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el intelecto del artista grabador a partir de composiciones que citaban otros trabajos.
ésta no dio mayores resultados. Bajo la cabeza de Urdaneta y Rodríguez se reúne una serie de artistas que por primera vez tenían la posibilidad de explorar el medio a cabalidad. Ésta es quizá la razón por la que el grabado tiene la oportunidad de surgir de manera tardía –en comparación con Europa– y paralela respecto a la fotografía en Colombia. Mientras que en el viejo continente el mercado del grabado llevaba varios siglos en auge, en Colombia el medio no había sido indagado de manera profunda. Puede pensarse que ésta es la razón por la cual los dos medios de reproducción masiva de imágenes fijas, el grabado y la fotografía, no entraron en conflicto con la aparición del segundo, como sucedió en los países europeos.
Inicialmente se tiende a pensar que los grabados del Papel Periódico Ilustrado no buscaban reinterpretar imágenes previas ni citar a otros autores; sin embargo, esta afirmación se pone en duda a través del análisis de los grabados directamente. Aunque su función principal era reproducir las imágenes lo más fielmente posible al original –ya que intentaban difundir de manera masiva tanto el trabajo de los grabadores que laboraban para el periódico como la obra de otros artistas–, la visión, idea, mano e invención del artista grabador eran imprescindibles. Urdaneta era consciente de la importancia que ejercería Antonio Rodríguez a la hora de la reproducción de las imágenes, ya que, por más que se buscara ser fiel al original, las obras pasarían por un proceso de interpretación. Dice Urdaneta: “La misión del artista grabador, al interpretar la obra del artista dibujante, es de tan grande importancia, que sólo pudiéramos compararla a la del músico ejecutante, que al ejecutar la obra del músico compositor puede interpretar con más o menos acierto la idea y el sentimiento que éste se propuso al concebir su obra, y muchas veces hasta realizar su espíritu por modo de ejecución” (Urdaneta 1881, 3).
Otra de las causas, y quizá una de las más importantes a la hora de escoger la xilografía como medio esencial para la reproducción de imágenes del Papel Periódico Ilustrado, tiene que ver más con “razones artísticas y de factibilidad en Colombia, que por causas de empresa” (Canal Ramírez y Chalarca 1973, 43). Puede pensarse que Alberto Urdaneta, como artista, veía la posibilidad de mostrar y difundir la producción artística del país, en especial la suya, a través de una publicación hecha con gran maestría y dedicación. En ese momento la fotografía no había entrado al ámbito de las artes como tal y todavía era considerada como una herramienta puramente técnica en la que la mano del artista no se hacía evidente; por el contrario, se trataba del trabajo de una máquina, más que de un ser humano realizando una labor de creación. Los primeros verdaderos ejemplares de fotograbados que se conocen en Colombia aparecen en 1898, lo que indica que aún faltaba por lo menos una década para desarrollar eficientemente la técnica en el país.
Es pertinente hacer énfasis en las diferencias que se presentan entre las fuentes de las cuales provienen los grabados. Evidentemente, no era lo mismo realizar un grabado a partir de un dibujo que a partir de una fotografía. Mientras que en el proceso de copia de un dibujo la idea de invención desempeñaba un papel sumamente importante, en el caso fotográfico no. El dibujo era una creación innovadora y original que el artista había hecho con sus propias manos e inventado con su mente. La fotografía era un proceso mecánico en el que el artista poco tenía que ver porque el proceso era realizado por una máquina, y no por un ser humano. Existen, sin embargo, algunos grabados dentro del Papel Periódico Ilustrado en los que la intervención del artista grabador es evidente, sobre todo con la introducción de marcos o con la diagramación de las imágenes. Causa curiosidad, por ejemplo, el grabado realizado por Barreto a partir de unas fotos de Julio Racines de la Quinta de Nariño. En este grabado Barreto recompone en una sola imagen varias fotos, agregándoles marcos, a una de flores, y a otra una imitación de madera. La imagen final parece un collage con un aire ciertamente romántico, que le imprimen las flores agregadas por el artista grabador, convirtiendo la imagen final en algo diferente a las fotografías de las cuales se partió.
Existe un conflicto a la hora de clasificar los grabados que aparecen en el Papel Periódico Ilustrado. Prácticamente todas las imágenes que aparecen en la publicación provienen ya sea de dibujos o de fotografías previamente realizados. Esto haría pensar que los grabados que componen las ilustraciones del periódico responderían a los incorrectamente llamados grabados de reproducción. Sin embargo, es difícil encajonarlos dentro de esta práctica, ya que los grabados de reproducción suponían, más que una copia de una imagen previa, una reelaboración de la invención del artista. En ellos entraba en juego no sólo la invención del autor inicial, sino también la invención del grabador, quien finalmente realizaba una nueva imagen a partir de otra. Los grabados de reproducción eran entonces una manera de poner a prueba, y demostrar, 150
El grabado en el Papel Periódico Ilustrado. Su función como ilustración y la relación con la fotografía Juanita Solano
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Imagen 3. 1886. Quinta de Nariño [Fotografía de Racines y Grabado de Barreto]. Papel Periódico Ilustrado 5 No. 97.
Imagen 4. 1885. Ricardo Moros [Xilografía]. Papel Periódico Ilustrado 4 No. 86.
Pero si se mira, por ejemplo, el grabado de un indio jaulero que aparece en el número 84, del 5 de febrero de 1885, y se compara con la fotografía original, se percibe claramente que la intención del grabador era copiar lo más fielmente posible la imagen original. Las diferencias entre el grabado y la foto son de carácter puramente formal, en donde la invención del grabador se ve prácticamente negada. Se diferencian básicamente porque la imagen del grabado aparece como un reflejo en espejo de su referente, y por los rasgos de la cara del indio, que en el grabado son mucho más bruscos que en la fotografía. En el grabado, el gesto de la cara sugiere cierta agresividad, mientras que en la foto no es tan evidente. Es de suponer que la sutil diferencia no fue realizada con esa intención, sino que las dificultades en la translación de un medio a otro lograron dicho efecto en el rostro del indio. El pensamiento de Urdaneta era, sin duda alguna, bastante progresista. El uso de la xilografía de pie y de la fotografía en el Papel Periódico Ilustrado no era en defini-
tiva algo casual. En Estados Unidos existía por la misma época una tendencia bastante generalizada a pensar que el grabado en madera era, dentro de las diferentes técnicas de grabado, el medio menos artístico, y la fotografía, por supuesto, ocupaba el último nivel. Urdaneta se da cuenta de forma bastante temprana de que “lo que hace a un medio artísticamente importante no es la calidad del medio como tal sino las calidades de la mente y la mano que los usuarios le den” (Ivins 1969, 114).
Estructura del Papel Periódico Ilustrado El Papel Periódico Ilustrado está dividido en secciones, cada una de ellas dedicada a una temática específica. No todas las secciones aparecen en todos los ejemplares, pero sí existe una constante en ellos. La primera fue titulada Historia. Dice Urdaneta: “En esta sección publicaremos los estudios relacionados con la historia patria. 151
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un círculo perfectamente centrado; en la parte superior de éste aparece un moño rodeado de algunas hojas, mientras que en la parte inferior hay un pequeño marco que asemeja un escudo con la imagen de un gorro frigio sobre un arco con flechas en el centro. Con esta simbología se busca hacer referencia a la libertad. De hecho, el gorro frigio se convirtió durante el siglo XIX en el símbolo de libertad por excelencia. Éste aparece en el escudo de muchas naciones, incluido el de Colombia. El escudo que se encuentra en el marco es además atravesado por dos espadas de forma diagonal, que a su vez están rodeadas de flores. En las esquinas superiores del gran marco aparecen los nombres de varios países americanos: Venezuela, Paraguay, México y Chile en la esquina derecha, y América Central, Ecuador, Bolivia y Perú en la esquina izquierda. En la parte inferior del grabado aparece siempre la firma del retratado. Es de suponer que el marco buscaba señalar la procedencia de la imagen original, es decir, señalar que los retratos venían de pinturas. Esto se deduce en cuanto aquellas imágenes que no aparecen dentro de ese marco de manera específica remiten ya sea a dibujos, esculturas o fotografías, por ejemplo, el busto de Andrés Bello o el retrato de Restrepo, que a simple vista se intuye que proviene de una foto, justamente por el marco. El hecho de que el marco de los retratos provenientes de pinturas no cambie nunca puede adjudicarse a un problema de practicidad. Haciendo uso de una plancha única, no debían realizar un marco para cada nueva imagen y, de esta manera, se ahorraban tanto material como tiempo.
Imagen 5. 1884. Julio Racines [Copia en albúmina]. Papel Periódico Ilustrado 4.
Otro punto interesante para tener en cuenta en el análisis de esta sección es la intención anunciada por Urdaneta desde el principio: hacer “un álbum nacional”. Mediante la difusión de estos grabados, era la primera vez que muchas personas tenían acceso a imágenes que antes sólo podían ver en los museos. Cada individuo tenía la posibilidad de construir un imaginario personal sobre lo que eran sus próceres y sus héroes, dentro de su casa, en la intimidad. Es de suponer que la idea de formar un álbum viene de la tradición que Urdaneta había iniciado hacía varios años, que consistía en hacer un diario de dibujos de los personajes que admiraba. Cuenta Abelardo Forero Benavides que “este álbum es su cuaderno de apuntes. En lugar de escribir impresiones, pintar paisajes y escribir el manido relato de sus viajes, se interesa en los rostros humanos, a través de los cuales el alma ha ido puliendo la fisionomía” (Forero Benavides 1968, 16). Urdaneta completó varios de estos álbumes, en los que incluía, además del retrato del poeta, músico o científico, el autógrafo de éste. De ahí que en el Papel Periódico Ilustrado se siga con esta tradición.
Cada número llevará en la primera página el retrato de uno de nuestros hombres notables, y preferiremos por ahora á los héroes de la Independencia. Cada retrato irá acompañado de un bosquejo biográfico, en el cual se condensarán los hechos más notables del personaje y los más importantes servicios prestados al país, á fin de que nuestro periódico sirva con el tiempo a manera de álbum nacional” (Urdaneta 1881, 4). Esta parte del periódico nunca falta y la ilustración es imprescindible. Como lo anuncia Urdaneta en la presentación, se trata siempre de retratos, la mayoría de ellos de perfil, de hombres cuya labor dentro de la historia era de resaltar. Aparecen retratos de hombres del pasado español de la nación, de algunos visitantes extranjeros, del primer periodista, de héroes militares, y hasta de los hombres letrados más ilustres de la época. La imagen de muchos de los personajes aparece en medio de un marco, que será utilizado en muchas de ellas sin variación alguna. El marco encierra la imagen principal en 152
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Imagen 6. 1881. Andrés Bello. Papel Periódico Ilustrado 1 No. 6 (página 85).
Imagen 7. 1882. José Manuel Restrepo. Papel Periódico Ilustrado 1 No. 7 (página 101).
Es sin embargo un poco extraño pensar en la noción de álbum dentro del Papel Periódico Ilustrado, puesto que los grabados no eran estampas individuales que podían ser reorganizadas y puestas en un espacio independiente. Por el contrario, estos grabados hacían ya parte de un espacio específico del que no podían ser extraídos, a no ser, por supuesto, que se recortase la imagen y se insertara en otro lugar. De cualquier forma, la recepción de estas imágenes sí era completamente diferente a la que tendrían, por ejemplo, las pinturas que estaban copiando. Lo interesante del álbum tiene que ver con la idea de construcción de una memoria, que en este caso se convierte en un imaginario colectivo que estaba siendo difundido a través del periódico. La segunda sección se titulaba Ciencias, y fue poco ilustrada, mientras que la que le seguía, Tipos, Vistas, y Otros fue quizá la parte que más grabados albergó en todo el periódico porque se partía de ellos para realizar el texto. Dice Alberto Ur-
daneta: “En esta sección estudiaremos los tipos, vistas ú otros asuntos científicos ó literarios, que sean materia de nuestros grabados, procurando que éstos se ocupen en cosas nacionales, de preferencia á cualesquiera otras” (Urdaneta 1881, 9). Aparecen normalmente grabados de paisajes, vistas de alguna parte de la ciudad, estudios arquitectónicos o retratos de cuerpo entero de los diferentes tipos de personas que habitan el país. Es precisamente en esta sección en donde el uso de la fotografía se hace más evidente. Muchos de los grabados de vistas parten de un referente fotográfico. Esto se vuelve relevante en el campo de la fotografía, ya que es de las primeras veces que se toman fotos fuera del estudio, dando paso a un nuevo género fotográfico. Al respecto, dice Pilar Moreno de Ángel: “Es necesario tener en cuenta que la fotografía en Colombia se había desarrollado básicamente alrededor de retratos de personajes notables. Pero en el Papel Periódico Ilustrado comenza153
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lectores del Papel Periódico Ilustrado sí tuvieron acceso a una cierta cantidad de obras a las que su aproximación era limitada.
ron a utilizarse fotografías de exteriores como base de muchos de los grabados” (Moreno de Ángel 1996). Esta sección se encargó también de difundir imágenes del país que pocos habían tenido la posibilidad de poseer. Viajar durante el siglo XIX era todavía toda una empresa, y pocos se podían dar el lujo de hacerlo. Por esto, se puede pensar que el Papel Periódico Ilustrado fue una de las primeras publicaciones encargadas de difundir masivamente lo que era Colombia en esa época haciendo uso de imágenes que se aproximaban de manera muy cercana a la realidad.
Otro punto interesante de esta sección tiene que ver justamente con la idea de copiar las obras originales para insertarlas en el Papel Periódico Ilustrado y, de esta forma, darles una mayor difusión. Sin embargo, muchas de las obras reproducidas no fueron observadas en directo ni siquiera por el mismo grabador. Si se trataba, por ejemplo, de obras que estaban en Europa, las reproducciones tenían que ser hechas a partir de otras reproducciones. Es de suponer que muchas de ellas provenían de la colección de dibujos, fotografías y grabados que Urdaneta tenía. Las reproducciones de esculturas incluían normalmente el contexto en el que se encontraban, es decir que en la imagen no aparece sólo la obra que está siendo copiada, sino también el espacio en el que ella se encuentra originalmente. Las siguientes dos secciones, tituladas Agricultura y Literatura, estaban dedicadas a la especialización que su título indica. En ellas se hacen evidentes los intereses de Urdaneta; él se destacó por ser periodista y escritor, así como le interesó la agricultura, al principio de su vida. Alberto Urdaneta venía de una familia que se había dedicado profundamente al trabajo en el campo. De hecho, el primer periódico que realizó Urdaneta es llamado El Agricultor.
Es inevitable pensar en el profundo uso que se hizo de la fotografía como elemento documental fundamental para los estudios antropológicos. Los grabados que se realizaban de los tipos de personas que habitan el país parecen tener la intención de crear un archivo de las diferentes razas, etnias, colonias, trabajos, etc., que existían en Colombia. La cuarta sección se llamaba Crónicas de Santa Fe y estaba “destinada a recoger todo lo que diga relación con nuestra querida ciudad. Viejas crónicas, anécdotas olvidadas, tipos ya en la penumbra, gracejos siempre nuevos, etc.” (Urdaneta 1881, 13). Esta parte, dedicada exclusivamente a la ciudad de Bogotá, fue frecuentemente ilustrada, por lo que es fácil hacerse una idea de cómo lucía la ciudad a finales del siglo XIX. El principio de estos grabados era prácticamente el mismo utilizado en la sección anterior, con la diferencia de estar especializados en representar a la capital del país.
Finalmente, la publicación se cierra con la sección Contemporáneos, en la que se dan “a conocer, en ligeros bocetos, nuestros hombres notables en literatura. Cada número contendrá un retrato y una composición en prosa o verso” (Urdaneta 1881, 19). El periódico cerraba normalmente cada número con un grabado y el texto de un escritor, que tenía un fin puramente literario. Podía ser un texto en prosa o un poema. El grabado no tenía nada que ver con el texto escrito; siempre se trataba de un retrato de su autor, que, como en los grabados que abrían la edición, iba acompañado de la firma del escritor retratado.
El Papel Periódico Ilustrado contaba con una sección encargada exclusivamente de reproducir obras de arte: “Dedicaremos esta sección al estudio de las obras de arte, y por demás creemos advertir que en materia de pinturas y esculturas nacionales, llamarán nuestra atención hasta los trabajos de corto mérito, vista la incipiencia de estos ramos en Colombia. Reproduciremos cuadros de artistas europeos, ya para hacerlos conocer de nuestros abonados, ya para contribuir en la medida de nuestras fuerzas á que se forme el gusto” (Urdaneta 1881, 13). Este aparte del periódico es sumamente interesante, ya que desde su introducción plantea los problemas sobre los que Benjamin ahondará posteriormente y que son claves para entender lo que empezaba a suceder con publicaciones como ésta. Es curioso ver que muchas de las obras acá reproducidas pertenecen a Alberto Urdaneta, lo que en cierta medida contradice lo que se planteaba hacer con esta sección. La reproducción técnica de las obras de arte cambiaría no sólo la forma de verlas, sino su manera de producción. De cualquier forma, los
Cuestiones gráficas Como en cualquier revista o publicación reconocida, la parte gráfica tiene una importancia relevante en el Papel Periódico Ilustrado. La revista/periódico responde a un formato de 22 x 31,5 cm. En ella, la diagramación y la calidad de la impresión son prácticamente impecables. Se escribía en columnas, respondiendo al formato periodístico que aún hoy se utiliza. Normalmente la página estaba dividida en dos mediante una línea vertical que diferenciaba entre columna y columna. Si se empezaba 154
El grabado en el Papel Periódico Ilustrado. Su función como ilustración y la relación con la fotografía Juanita Solano
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Demetrio Paredes fue un amigo cercano de Urdaneta, a pesar de ser opositores políticos. Urdaneta era conservador y Paredes liberal. La relación entre los dos se dio fundamentalmente por los vínculos que se establecieron gracias a sus intereses artísticos. Demetrio Paredes, además de fotógrafo, cumplió un papel fundamental en la difusión de la litografía en Colombia. A su cargo estuvo el periódico liberal El Alcanfor, en donde aparecían continuamente estampas de litografías, y que a su vez se presentaba como claro opositor de El Mochuelo. Urdaneta, durante uno de sus viajes a Francia, ayudó a Paredes enviándole algunas máquinas y materiales que le hacían falta para la construcción de su laboratorio fotográfico.
un artículo nuevo, el título de éste aparecía en la parte superior en mayúsculas, con un tipo de letra más grande. La fuente utilizada era un tipo romano, en que se podía distinguir entre normales e itálicas y minúsculas y mayúsculas. Normalmente, la primera letra de cada artículo era un grabado que respondía a un tipo de letra más grande y ornamentado. Los grabados eran de tamaños considerablemente grandes. Habitualmente respondían al tamaño de una página completa, es decir que tenían un lugar primordial dentro del espacio del periódico. El tamaño de éstos era de más o menos 16,5 x 24,5 cm. Otras veces aparecían insertados en medio del texto rompiendo con el formato estándar de las dos columnas, ya que éstas se veían interrumpidas en la mitad por la imagen. De cualquier forma, cada xilografía tenía el margen marcado con un recuadro muy sencillo. Cada uno de los grabados aparecía con su título, autor, y si era necesario, se especificaba de dónde venía la imagen. Es decir, se contaba si el grabado había sido realizado a partir de un dibujo, una pintura, una escultura o una fotografía.
Cuenta Liborio Zerda que “la aplicación de la fotografía al grabado sobre madera, exige conocimientos especiales, grande delicadeza y precisión en la ejecución de la obra y gusto artístico en la elección de la faz y posición del objeto, y en este punto de vista era Urdaneta hábil fotógrafo-artista, y sus insinuaciones y opiniones las ponía en práctica el señor Racines con inteligencia y cariño. Del laboratorio fotográfico pasaba la obra al taller del grabador y allí se repetía la misma o semejante escena” (Moreno de Ángel 1973, 72).
Cada página del periódico venía numerada en la esquina superior derecha o izquierda, dependiendo del lado que ocupara la página correspondiente. Venía además fechada y numerada según el número y el volumen. En la parte inferior de la hoja aparecía siempre el título de la publicación.
Dentro de los fundadores del periódico se encuentran seis fotógrafos, lo que indica la importancia que tenía la fotografía. Para la realización del periódico se volvió prácticamente imprescindible, puesto que casi todo lo que debía ser grabado era fotografiado primero, para después ser ampliado sobre los bloques de madera. De esta forma el tiempo de trabajo se disminuía considerablemente. Ésta es la razón por la cual la fotografía alcanzó un nivel sumamente importante en la elaboración del periódico.
Cómo procedían La manera en que los grabados eran realizados buscaba ser lo más práctica y eficiente posible, así como de un nivel artístico superior a lo que hasta el momento se había visto en Colombia. Con el fin de auxiliar a la oficina de grabado, Alberto Urdaneta invitó a dos de los más grandes fotógrafos de Bogotá durante el siglo XIX a participar en el Papel Periódico ilustrado. Ellos eran Julio Racines y Demetrio Paredes.
De cualquier forma, la fotografía y el grabado siempre estuvieron ligados, desde su característica de medio de reproducción masiva de imágenes hasta el vocabulario utilizado en los dos medios. La fotografía se apropió de ciertas formas del grabado de llamar a ciertos procesos, hoy reconocidamente fotográficos, como el hecho de “sacar pruebas”.
Julio Racines formó con Alberto Urdaneta la empresa Racines y Compañía, en la que se buscaba “ejercer la industria y explotar el arte de fotografía en todos sus ramos en el Estado de Cundinamarca y comerciar en objetos y artículos principales o accesorios de fotografía” (Moreno de Ángel 1996). Durante su vida, Racines realizó dos viajes a Europa: el primero para estudiar fotografía y el segundo para aprender grabado sobre madera, lo que se convertiría posteriormente en un aporte al Papel Periódico Ilustrado.
Conclusión El Papel Periódico Ilustrado fue una empresa que logró sostenerse durante seis años aproximadamente, con publicaciones periódicas cada 15 días, un logro que aún hoy en día es muy difícil de alcanzar. En sus páginas se reúne una serie de imágenes y textos que ponen en evidencia los intereses de una época, así como las res155
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puestas de un contexto industrial en que se llevó a cabo el periódico. Este momento histórico constituyó un punto de quiebre en la historia de la humanidad. El Papel Periódico Ilustrado es una muestra del debate al que se enfrentaba la sociedad colombiana del momento. Por un lado, se acercaba el cambio de siglo, que prometía grandes avances en cuestiones tecnológicas, científicas y artísticas, y por el otro, se empezaba a sentir y a hacer evidente una nostalgia por el pasado. Esto se ejemplifica con el interés de Urdaneta por usar la xilografía, primera técnica de reproducción masiva de imágenes, al mismo tiempo que hacía uso de la fotografía, medio que revolucionaría la forma de entender y afrontar el mundo.
3. Canal Ramírez, Gonzalo y José Chalarca. 1973. Artes gráficas. Bogotá: Canal Ramírez – Antares. 4. Forero, Abelardo. 1968. Papel Periódico Ilustrado: grabados. Bogotá: Banco de la República. 5. Giraldo Jaramillo, Gabriel. 1959. El grabado en Colombia. Bogotá: Editorial ABC. 6. Ivins, William M. 1969. Prints and Visual Communication. Cambridge: MIT Press. 7. Moreno de Ángel, Pilar. 1973. Alberto Urdaneta. Bogotá: Colcultura.
Las temáticas de las imágenes que se reúnen en la publicación son una muestra de los intereses de la época. Mientras se buscaba reconstruir la historia con la recopilación de retratos de personajes ilustres, al mismo tiempo se realizaban estudios de carácter antropológico de los tipos de personas que habitan en el país, creando así un archivo visual de lo que fue Colombia en alguna época. El Papel Periódico Ilustrado fue gestor de una memoria colectiva que hoy se tiene sobre el ideal de nuestro país como una nación.
8. Moreno de Ángel, Pilar. 1996. Urdaneta, Paredes, Racines y la fotografía: El Papel Periódico Ilustrado y sus creadores. Revista Credencial http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/marzo1996/marzo2.htm (Recuperado el 13 de abril de 2009). 9. Ortega Ricaurte, Carmen. 1973. Dibujantes y grabadores del Papel Periódico Ilustrado y la Colombia ilustrada. Bogotá: Colcultura. 10. Pon, Lisa. 2004. Raphael Dürer and Marcantonio Raimondi. Copying and the Italian Renaissance Print. Nuevo Haven: Yale University Press.
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Justicia transicional en tiempos del deber de memoria Orozco, Iván. 2009. Justicia transicional en tiempos del deber de memoria. Bogotá: Temis – Universidad de los Andes [219 pp.]
Jefferson Jaramillo Marín*
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Sociólogo y Magíster en Filosofía Política de la Universidad del Valle (Colombia). Profesor del Departamento de Sociología de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Finaliza el doctorado en Ciencias Sociales (FLACSO-México) en julio de 2011. Becario del CONACYT (México). En la actualidad adelanta su tesis de doctorado alrededor del análisis comparativo de comisiones de estudios sobre la violencia en Colombia. Recientemente publicó una reseña del libro Tramitando el pasado. Violaciones de los derechos humanos y agendas gubernamentales en casos latinoamericanos de Silvia Dutrénit Bielous y Gonzalo Varela Petito. Perfiles Latinoamericanos 36: 187-192, 2010; y Tres procesos emblemáticos de recuperación de pasados violentos: Argentina, Guatemala y Colombia. Virajes 11: 29-59, 2009. Correos electrónicos: jefferson.jaramillo@javeriana.edu.co; jefferson.jaramillo@flacso.edu.mx
Iván Orozco. 2009. Justicia transicional en tiempos del deber de memoria Jefferson Jaramillo Marín
Lecturas
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humanitarias” y a la configuración de lo que podríamos denominar mercados de memoria en medio de la guerra sin precedentes en la historia nacional. En un contexto mundial de “ascenso del idealismo político” y de repliegue del “realismo político”, la apuesta del autor es por comprender “las grandes diferencias modales de la aplicación de justicia transicional en contextos de tránsito de la guerra a la paz” (Orozco 2009, 156). El libro además tiene una intención pedagógica de recordarnos especialmente a “aquellos que no somos víctimas sino terceros concernidos [en esta guerra], que tenemos la obligación de explorar y reflexionar acerca del impacto sobre la moral, la política y el derecho [de este tipo de justicia]” (Orozco 2009, 100). Compartamos o no las tesis sugestivas y problemáticas del autor, es un libro que genera preguntas necesarias y desafíos conceptuales urgentes, que puede resultar útil tener en cuenta, especialmente cuando necesitamos insumos y argumentos sólidos para entender mejor las actuales circunstancias de la aplicación de este tipo de justicia en el país.
a justicia transicional es invocada y cuestionada por diversos sectores sociales, institucionales y académicos en el país. Algunos la consideran una política adecuada e integral para recuperar la dignidad de las víctimas, posicionar mecanismos de búsqueda de verdad judicial y verdad histórica, liderar iniciativas de reconstrucción de las memorias colectivas e históricas de los conflictos y aplicar políticas de reparación integrales con las víctimas.1 Otros ven con preocupación la posible instrumentación que pueden llegar a hacer de ella los gobiernos de turno bajo visiones en exceso pragmáticas, en función de privilegiar la reconciliación sobre la justicia, el perdón sobre la verdad o el olvido funcional sobre la memoria ejemplar (Cortés 2009). Algunos también son escépticos frente a la aplicación de este tipo de justicia en contextos donde se conjugan demasiados “factores estructurales” como el conflicto armado insurgente y contrainsurgente, la pobreza estructural y la desigualdad social, todos ellos de difícil tramitación bajo la actual coyuntura política (Arango 2007). Los hay quienes, aun reconociendo los alcances y virtudes de este tipo de justicia, consideran que mientras no exista una transición estándar de una situación de guerra a una situación estable de paz, o de una condición de democracia formal a una de profundización democrática, seguiremos subordinados a una “justicia transicional sin transición” (Uprimny y Saffon 2006) o a “transiciones fallidas” (Gamboa 2007). Algunos incluso han invitado recientemente a pensar el asunto desde visiones menos verticales y abstractas, ponderando mejor el valor y alcance de las “prácticas de justicia transicional desde abajo” realizadas por las comunidades que están en la base de la pirámide social en el país (Uprimny y Sánchez 2009; entrevista con el profesor Harry Mika).
De entrada, el libro tiene un prólogo igual de llamativo que el contenido de las afirmaciones del profesor Orozco, escrito por el abogado Rodrigo Uprimny, reconocido por su trabajo en el Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (DeJusticia). Este prólogo evidencia que la convergencia profesional y laboral entre estos autores (los dos participan como miembros del Área de Memoria Histórica [MH]2 de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación [CNRR]) no es óbice para que Uprimny discuta ciertas tesis “polémicas” de Orozco, algunas de las cuales ya han sido también punta de lanza de otros críticos.3 Sin desconocer los méritos de un texto que, al decir de Uprimny, otorga al lector “una visión lo suficientemente global de la justicia transicional […] tan escasa en lengua española y en 2 Esta área desarrolla sus actividades desde 2006 y la conforma
un grupo de diecisiete investigadores nacionales y un comité consultivo de ocho académicos extranjeros. Su principal objetivo es “elaborar y divulgar una narrativa global sobre el conflicto armado en Colombia”. La metodología utilizada son los “casos emblemáticos”, que permiten ilustrar, a partir de la reconstrucción de eventos y situaciones concretas de violencia vividas por determinadas comunidades, la magnitud de los conflictos, las disputas entre actores, las lógicas y mecanismos de terror, los impactos sobre la población y las iniciativas de resistencia. Su período de reconstrucción inicia en 1964 con el surgimiento de las guerrillas contemporáneas y se extiende hasta el día de hoy, en el marco del proceso de justicia y paz. Desde 2008 hasta ahora, han producido cinco grandes informes sobre masacres (Trujillo, El Salado, Bojayá, La Rochela y Bahía Portete); varios informes temáticos y unas herramientas metodológicas para reconstruir memoria histórica. Para ampliar, se sugiere visitar http://www.memoriahistorica-cnrr.org.co.
Conscientes del “campo de batalla” discursivo y práctico que representa este tema para el país, la Universidad de los Andes y la editorial Temis publicaron en 2009 el libro titulado Justicia transicional en tiempos del deber de memoria, cuyo autor es Iván Orozco Abad, profesor del Departamento de Ciencia Política de esta Universidad. Con el texto, el profesor Orozco pretende describir y explicar algunos de los alcances de este tipo de justicia en el contexto colombiano, donde se asiste, de un tiempo para acá, a la emergencia de “narrativas 1 Cfr. Pizarro 2007a; 2007b; 2010.
3 Cfr. Cortés 2009.
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nuestro país”, en el prólogo se enumeran varias de estas posiciones “cuestionables” de Orozco. Por ejemplo, se observan con preocupación las reservas pragmáticas y los escepticismos extremos del autor, frente a los abusos inmovilizadores de la memoria en marcos transicionales como el nuestro. Se considera que también hay dudas excesivas frente a las funciones preventivas del castigo a los victimarios. También se cuestiona su visión de la justicia transicional como un “sustituto idealista” de la justicia de excepción, en cuanto la primera es más “justicia legal”, y la segunda, más “justicia política” (cfr. Orozco 2009, 5859). Además, se reiteran las críticas a la tesis más polémica del autor, la que sostiene la existencia de unos “vasos comunicantes entre víctimas y victimarios”, que lo ha llevado a defender, tanto en éste como en otro escritos (cfr. Orozco 2005 y 2007), la imagen de las “zonas grises”,4 a partir de una relectura de Primo Levi; a esto se suma la construcción de la tipología de victimizaciones verticales y horizontales, y, por ende, la necesidad pragmática de ajustar también las reconciliaciones a estos modelos.
nal, tienen sus diferencias conceptuales, quiebres analíticos y posturas de país, a pesar de participar de una misma experiencia como la de MH. No debería pasarse por alto este pequeño indicador de “heterogeneidad en las lecturas” frente a un contexto nacional en el que, a veces, el desgaste emocional de la guerra, los costos reales del mismo para miles de víctimas y los discursos y acciones polarizadoras del gobierno de Álvaro Uribe (pero también de muchos sectores de derecha e izquierda en el país) hacen que pongamos las cosas en términos de amigo-enemigo o de blanco-negro. Quizá también la confrontación de ambos académicos permita sopesar mejor, y con más autocrítica, la tesis de que estamos frente a un grupo compacto de intelectuales funcionales al establecimiento o cooptados por el sistema, o frente a un grupo de expertos que al unísono se encuentran subordinados en sus razones académicas y políticas a los designios estatales. La autocrítica también la realizo en el marco de mi tesis doctoral, dado que he percibido, a través de entrevistas en profundidad, que procesos institucionales como las comisiones de investigación o de estudio de la violencia (pensemos en el Área de Memoria Histórica o en la II Comisión de estudios sobre la violencia del año 87 durante el gobierno de Virgilio Barco) ameritan ser analizados no sólo desde los informes que producen o desde la demanda o uso que en ciertos escenarios sociales y políticos se pueda hacer de éstos, sino también desde la diversidad y pluralidad de las trayectorias académicas, profesionales o políticas de los que participan o participaron en dichas experiencias. En esas trayectorias emergen estrategias y posiciones discursivas no necesariamente convergentes, que revelan el clima interno de las comisiones, es decir, las lógicas de acción, los elementos comunes de sus posiciones, pero también las tensiones y las rupturas que rodean a estos procesos, a sus actores y a sus visiones de país y del conflicto. Ese clima y las experiencias de las comisiones están a su vez cruzados por unas coyunturas críticas de guerra y por unos discursos institucionales sobre el presente y el futuro nacionales, agenciados por gobiernos y grupos de presión. Conocer esos climas, esas coyunturas y esos discursos puede decirnos mucho sobre las lecturas particulares que del pasado, el presente y el futuro del país tienen estos actores académicos, además de las racionalidades y posicionamientos políticos diferenciados que alimentan las reconstrucciones que ellos hacen de las violencias y la guerra en Colombia.
Para Uprimny, el texto de su colega Orozco se aparta en estos temas de los “enfoques dominantes de justicia transicional” que son más afines a la literatura convencional y al trabajo que el primero ha venido desarrollando alrededor del tema de forma rigurosa y que, en el fondo, tiende a poner énfasis en el derecho a la verdad judicial tanto como en el deber social de la memoria, además de presuponer una distinción menos “difusa” entre víctimas y victimarios, o en diferenciar radicalmente justicias encaminadas a preservar el statu quo (justicia de excepción) y justicias facilitadoras de procesos de “profundización democrática” (justicia transicional) (cfr. Uprimny y Saffon 2006). A mi juicio, Uprimny tiene mucho de razón y peso en sus críticas, y en ese sentido le genera al profesor Orozco el desafío de tener que seguir respondiendo y perfilando sus argumentos, en un futuro mediato. Lo que además sería un muy buen ejercicio de réplica y contrarréplica, necesario en nuestro medio académico. Sin embargo, hay algo más de fondo con el tema, y es que en este proceso de Justicia y Paz, cuestionado y exaltado por muchos, Uprimny y Orozco, que participan en la difícil artesanía de reconstrucción de las memorias del conflicto nacio-
4 Para una discusión amplia sobre el tema se recomienda revisar la
noción de “victimización múltiple” que sugieren Uprimny y Saffon (2005); también, a Brunkhorst (2007a y 2007b), especialmente su idea de que los procesos de victimización siempre son verticales, y la necesidad del “uso público de la historia” para desenmascarar los contenidos ideológicos de posturas que hacen que los victimarios aparezcan como víctimas. La respuesta de Orozco a algunas de estas posturas se puede rastrear en Orozco (2007).
Por otra parte, más allá del sugestivo prólogo, el contenido mismo del libro ofrece temas ambiciosos para la 160
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afectados por una guerra de décadas en el país y con serias desconfianzas frente a los aparatos de justicia, ha tenido que transformar el derecho como institución y, en ese sentido, reeducar a fiscales y jueces para que se apropien de estrategias investigativas y de imputación adecuadas. De todas formas, ésta es una labor inconclusa aún en el país y que sigue pasando la cuenta de cobro a este proceso de Justicia y Paz. También sigue siendo sumamente trágica, porque parecen no existir “óptimos para la fijación de las penas”, es decir, “entre lo que las víctimas están dispuestas a bajar y lo que los victimarios están dispuestos a subir” (Orozco 2009, 74); tensión que se hace aún más aguda al tratar de cruzar y entrelazar razones de Estado y razones jurídicas y políticas. Además, esta justicia es altamente emocional, en cuanto despliega fuertes sentimientos morales de culpa y vergüenza, disposiciones racionales al perdón responsabilizante pero también al castigo ejemplar, aperturas y cierres emocionales para la reconciliación o para la justicia. Esto conlleva que las rutas transicionales sean distintas para los contextos en los cuales la transición se ha hecho desde la guerra, donde víctimas y victimarios comparten algunos vasos comunicantes, que para aquellos donde la transición ha operado desde la dictadura y la victimización ha sido plenamente vertical (Orozco 2009, 78). A esto se añade que la justicia transicional está limitada en su accionar por el hecho de experimentar restricciones de tiempo, dinero y personal, además de estar en juego siempre un elemento selectivo, para garantizar el juicio a los “peces gordos” y no simplemente a los cuadros menos representativos.
discusión. Por ejemplo, el autor trata de conceptualizar la justicia transicional en el marco de lo que aquí podríamos denominar una serie de “equilibrios tensionantes” entre visiones contextualistas-realistas y visiones universalistas-idealistas. Precisamente, destaca por este camino que la justicia transicional parece situarse históricamente en unos “delgados hilos” entre el deber de memoria con las víctimas y el derecho a ciertos olvidos a favor de los intereses nacionales. Creo no entender mal que el argumento del autor es que cuotas altas de memoria pueden contribuir a la lucha contra la impunidad, pero en ocasiones devienen en obstáculos para la transición. Pero, también, dosis elevadas de olvido frenan o hacen imposible la justicia y la verdad para una nación, aunque, en coyunturas críticas, algunos actores institucionales y sociales demanden la necesidad de cierres a algunos pasados violentos, especialmente cuando lo que está en juego es un tipo de reconciliación nacional. Frente a esos dos escenarios, su principal tesis es que, vistos por separado, ambos generan tensión y disputa, además de enormes costos emocionales y sociales para una nación, sobre todo para las víctimas; pero examinados de forma imbricada, con sus alcances y limitaciones, podrían garantizar un equilibrio necesario en la aplicación de la justicia transicional. En esta perspectiva, la justicia transicional sería entonces, sintetizando los argumentos del autor desplegados a lo largo de su libro: […] un campo de batalla y negociación entre razones memoriosas y razones olvidadizas […] de hibridaciones y mezclas entre razones que miran hacia atrás (las de víctimas, jueces y litigantes) y razones que miran hacia adelante (ejecutivo y políticos) […] el lugar donde se despliegan las más fuertes tensiones entre lógicas de justicia y lógicas de reconciliación […] el lugar donde se confrontan el universalismo de los derechos y el relativismo de las éticas contextuales, las normas abstractas y las medidas concretas de políticas […] la paz y la justicia, la justicia legal y la justicia política […], las lógicas de justicia y las lógicas de reconciliación […] las pasiones retribucionistas y las exigencias del garantismo liberal (Orozco 2009, 19; 37; 60-61; 75).
Sin embargo, desde la argumentación del profesor Orozco, este tipo de justicia cuenta a su favor con varios elementos. Por una parte, se despliega en la escena pública con un amplio repertorio de instrumentos y mecanismos, combinando procesos penales, comisiones de verdad, estrategias de reconstrucción de memoria histórica y opciones de reparación integral, lo que permite ganar en integralidad, especialmente cuando los cuestionamientos de legitimidad no son pocos para ella. Además, las penas y las reparaciones que con ella se imponen, pese a que pueden resultar bajas y discutibles desde distintos sectores y posiciones filosóficas y políticas, pueden tener un alto contenido simbólico y gran impacto social con el tiempo. Esta justicia también exige aproximaciones holísticas al accionar y a los contextos donde tiene lugar, además de énfasis fuertes en las dimensiones organizacionales de las sociedades. En ese sentido, ella se despliega entre compromisos y complementariedades que resultan de distintos factores y frentes que son más amplios que cualquier otro tipo
Pero el libro también nos proporciona un ejercicio tipológico bastante pedagógico sobre la justicia transicional a partir de la enumeración de sus rasgos dominantes, es decir, aquellos que la pueden limitar pero también potenciar. Dentro de los rasgos que la limitan, el profesor Orozco resalta que no ha sido fácil para ella ganar en legitimidad, pues además de tener que ganarse a “pulso” su reconocimiento en los sectores y comunidades más 161
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duales” (Orozco 2009, 141). Aun aceptando que para el autor la primera afirmación puede ser más una hipótesis sobre cómo opera empíricamente el problema de la justicia transicional en ciertos contextos y no un deseo de que las cosas sean así, y que, posiblemente, en algunas situaciones muy específicas (no siendo tampoco la generalidad) existen ciertas manifestaciones de horizontalidad en el conflicto colombiano, encuentro problemático de esta aseveración que pueda conllevar la legitimación y naturalización, no sólo en el discurso sino también en la práctica transicional, de la diseminación y disolución de responsabilidades jurídicas, morales y políticas específicas y diferenciadas de los bandos en conflicto. Desde mi punto de vista, y quiero creer, repito, que no es una posición normativa sino más bien descriptiva del autor, esto acarrearía el riesgo de aceptar, sin mayor beneficio de inventario, un equilibrio en las cargas de responsabilidades para los actores, en una guerra en la que, como sabemos, no son iguales las intencionalidades, los recursos, las lógicas de terror y las estrategias de victimización.
de justicia. Una de esas dimensiones, es la búsqueda constante de un equilibro entre una antropología moral que visibilice las famosas “zonas grises” pero que no margine los blancos y los negros de las relaciones entre víctimas y victimarios, y una antropología que asuma la separación entre los dos campos (víctimas y victimarios) pero que no ignore la existencia de los grises. Además de este equilibrio, habría otro más complicado, aunque urgente en nuestro medio, y que consistiría, en no “endilgarle todas las responsabilidades absolutas al Estado por la barbarie, pero tampoco eximirlo de ninguna” (Orozco 2009, 138). Su argumento aquí es que en contextos fragmentados y parciales de monopolio de violencia, o de “territorialidades bélicas” y “soberanías en vilo”, si seguimos el clásico argumento de María Teresa Uribe (2001), la responsabilidad de “garante absoluto” o la “negación de total responsabilidad” pueden acarrear dificultades para los procesos transicionales. Lo que se necesitaría aquí, según Orozco, sería más una posición que logre el óptimo entre un maximalismo y un minimalismo de culpas, es decir, una posición de “responsabilidad parcial histórica del Estado colombiano”. Una alternativa transicional como ésta, alejada de polarizaciones desgastantes, podría despertar “mayor simpatía y espíritu de colaboración en la comunidad internacional y favorecer una solución negociada a la guerra degradada que vive el país” (Orozco 2009, 140).
Frente a la segunda afirmación habría que preguntar: ¿cómo garantizar política y jurídicamente el “equilibrio debido”, en la sociedad en su conjunto, entre verdad y justicia, entre perdones responsabilizantes y reparaciones integrales, entre normas abstractas y medidas concretas, cuando en la cadena de los procesos transicionales locales y regionales siguen existiendo eslabones muy débiles, que aún no han sido lo suficientemente atendidos por el proceso de Justicia y Paz; por ejemplo, las víctimas a las que trágicamente hoy les toca fungir como de “segunda” y “tercera” categoría en el país? Si bien el profesor Orozco reconoce que nuestras víctimas “tienen un enorme diferencial de poder, dado que no son los mismos poderes con los que cuentan las víctimas de la guerrilla que aquellos con los que cuentan las víctimas de los paramilitares” (Orozco 2009, 193), la verdad es que estamos frente a un proceso transicional complejísimo para nuestras víctimas. No sólo hay diferenciales de poder entre víctimas de un lado y otro, sino también un porcentaje elevado de unas “muy débiles”, independiente del bando en conflicto. No porque ésa sea su condición natural, sino porque aún no tienen acceso fácil a los procedimientos de justicia, por los lugares tan lejanos donde viven o porque no cuentan con representantes legales oficiosos. Esa debilidad se refuerza, porque no pueden acceder a las versiones libres por falta de recursos o por temor a ser revictimizadas, o porque no aceptan que en estas versiones algunos temas sigan siendo vedados, por ejemplo, la cuestión de la “tierra”. A ellas se suman aquellas
Reconociendo que el libro del profesor Orozco ofrece no sólo una lectura interna bastante útil, especialmente porque proviene de un actor académico que es parte de este proceso de Justicia y Paz, sino que además permite identificar de forma rigurosa y en clave histórica y teórica las múltiples transacciones pero también las diversas tensiones entre memoria y olvido, justicia y reconciliación, verdad y perdón en el país, encuentro igualmente en esa “radiografía” al menos dos afirmaciones que ameritan una reflexión detenida, sobre todo por los alcances reales que pueden llegar a tener en nuestro país. Sea éste el espacio para cerrar la reseña pero a la vez abrir el debate posterior frente a ellas. La primera expresa que en nuestro contexto “las responsabilidades por los crímenes están muy repartidas entre las partes en conflicto, lo que acarrea chantajes recíprocos, compensaciones de culpas y finalmente consensos en pro del otorgamiento de amnistías” (Orozco 2009, 79). La segunda argumenta que es “más fácil fundamentar la reparación como una obligación del Estado, o de la sociedad en su conjunto, si se entiende que una concepción balanceada de la justicia transicional implica llegar a un cierto equilibrio entre responsabilidades colectivas, políticas y legales, sincrónicas y diacrónicas, e indivi162
Iván Orozco. 2009. Justicia transicional en tiempos del deber de memoria Jefferson Jaramillo Marín
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que desconocen en su “integralidad” los procesos jurídicos o las instancias directas a las que acudir para denunciar o solicitar reparación, o que incluso son instrumentalizadas por líderes inescrupulosos, funcionarios públicos o mercaderes del activismo.
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14. Uribe, María Teresa. 2001. Nación, ciudadano y soberano. Medellín: Corporación Región.
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El liberalismo como onto-tecnología de la autorregulación. Una lectura de la analítica foucaultiana de la gubernamentalidad
Castro-Gómez, Santiago. 2010. Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana – Siglo del Hombre – Universidad Santo Tomás [276 pp.]
Gustavo Chirolla*
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Filósofo de la Pontificia Universidad Javeriana. Doctorando en Filosofía de la Universidad Javeriana. Actualmente es profesor de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Entre sus publicaciones más recientes se encuentra: The Politics of the Scream in a Threnody. En Deleuze And Contemporary Art, eds. Stephen Zepke y Simon O’Sullivan, 15-33. Edimburgo: Edinburgh University Press, 2010. Coeditor de El cuerpo, fábrica del yo. Producción de subjetividad en el arte de Luis Caballero y Lorenzo Jaramillo (con Rubén Sánchez, Ana María Brigante y Gabriela Häbich). Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2005. Correo electrónico: chirolla@javeriana.edu.co
El liberalismo como onto-tecnología de la autorregulación. Una lectura de la analítica foucaultiana de la gubernamentalidad Reseña del libro de Santiago Castro-Gómez Historia de la gubernamentalidad
Gustavo Chirolla
Lecturas
laciones de poder. Las confrontaciones agonísticas, por mucho que permitieran un juego múltiple de estrategias y tácticas entre las formas de dominación y de resistencias, resultaban ya insuficientes para comprender las relaciones de poder. Castro-Gómez rastrea este malestar experimentado por el propio Foucault hasta la lección del 7 de enero de 1976 del curso “Defender la sociedad”. El profesor del Collège de France manifiesta públicamente que se encuentra atrapado en ciertas nociones, que su investigación se atasca, no avanza, y que se repite constantemente.
El control se realiza a través de la libertad […] Foucault muestra que el objetivo de las tecnologías neoliberales de gobierno es la autorregulación de los sujetos. (Castro-Gómez 2010, 216 y 224)
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s notable la influencia de Michel Foucault en algunos libros de Santiago Castro-Gómez, especialmente en La hybris del punto cero (2005) y en Tejidos oníricos (2009). Se ha tratado en estos trabajos de “usar” las herramientas conceptuales creadas por el filósofo francés, en provecho de una investigación centrada en el análisis de ciertas prácticas localizadas geográfica e históricamente. Por supuesto, servirse de las herramientas aportadas por Foucault implica, dado el carácter peculiar de la investigación que ha de realizarse, que éstas tengan que modificarse o transformarse en relación con nuevos contextos que exigen un ejercicio atento de problematización tanto conceptual como metodológico. No sorprende, entonces, la reciente aparición del libro de Castro-Gómez: Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault (2010). El autor le ha apostado a una lectura e interpretación de un momento crucial en el pensamiento de Foucault, momento en que éste vive una crisis teórica y práctica que lo llevará a replantear el curso de sus investigaciones en el Collège de France. En este sentido, Historia de la gubernamentalidad está dedicado especialmente a los cursos de 1978 y 1979, “Seguridad, territorio, población” y “Nacimiento de la biopolítica”, respectivamente, y muestra cómo la cuestión de la gubernamentalidad, que allí aparece y es fundamental para una genealogía del liberalismo, conlleva un cambio, un movimiento sísmico, que tendrá consecuencias en la obra del filósofo francés. El interés por este asunto, en particular el tránsito de la biopolítica a la gubernamentalidad liberal, ofrecerá, así mismo, indicios para la comprensión de los libros de Castro-Gómez a los que nos hemos referido.
Existen repeticiones que conducen al pensamiento hacia nuevas dimensiones; sin embargo, el leitmotiv sobre el que no cesa de volver Foucault, y que representa más bien el mayor obstáculo, sería éste: “donde hay poder hay resistencias”. Se encuentra atrapado en él, precisamente, porque las resistencias son concebidas siempre a partir de las relaciones de poder, se hallan implicadas en las formas de dominación a las que eventualmente se enfrentan; confrontación, entonces, que tiene a la guerra como parámetro. Para Castro-Gómez la aparición del concepto de gubernamentalidad será la clave que le permitirá a Foucault salir del “impasse teórico” en el que se encontraba. La gubernamentalidad como tecnología del poder aporta una diferencia significativa respecto del modelo bélico, no se busca “simplemente determinar la conducta de los otros, sino dirigirla de un modo eficaz, ya que presupone la capacidad de acción (libertad) de aquellas personas que deben ser gobernadas […] Es, entonces, a estas relaciones de poder, donde siempre hay campo para el ejercicio de la libertad de los sujetos, que Foucault denomina ‘prácticas de gobierno’” (2010, 39 y 43). Al leer los cursos de Foucault asistimos a su laboratorio filosófico, a una investigación en proceso que se tropieza con obstáculos, que se ve obligada a revisar ciertos conceptos, a abandonar unos y a proponer otros, que va afinando sus métodos a medida que surgen y se plantean nuevos problemas. Diríamos que, respecto de sus propias investigaciones, estos cursos han significado para Castro-Gómez todo un aprendizaje filosófico; de ahí la insistencia en su lectura de dar cuenta de las cuestiones de método, en no avanzar en un qué si no se ha mostrado un cómo. Lejos estamos, entonces, de un libro que sólo pretenda exponer y a lo sumo discutir un conjunto de tesis sostenidas por Foucault acerca del tema del liberalismo y su historia.
La primera apuesta interpretativa, la más significativa según nuestro criterio, que aparece en Historia de la gubernamentalidad, reside en mostrar en qué consiste el “impasse teórico” en que se encuentra Foucault alrededor de los años 1976 y 1978, e indicar dónde y cómo va a encontrar una salida, una solución al obstáculo que venía agobiándolo. Se trata, pues, del desplazamiento del modelo bélico al modelo gubernamental de las re-
Cuando se busca explicitar las herramientas con las que Foucault trabaja, se requiere mostrar la especificidad de los campos de intervención que ha elegido y cómo 165
Revista de Estudios Sociales No. 39 rev.estud.soc. abril de 2011: Pp. 192. ISSN 0123-885X Bogotá, Pp. 164-167.
no posee una esencia, no hay que preguntar qué es el poder sino cómo se ejerce. De modo que podemos hablar de “mecanismos”, de “dispositivos”, de “técnicas” o de “tecnologías” de poder; tales términos son usados por Foucault como sinónimos o correlativos. Pese a esta ambigüedad, Castro-Gómez, basándose en la conferencia que Foucault dictó en otoño de 1982 en la Universidad de Stanford, bajo el título “Tecnologías del Yo”, intenta retrospectivamente una sistematización de esta pragmática. En primer lugar, define tecnología como “la aplicación de unos medios orientados de forma consciente por la reflexión y la experiencia para alcanzar ciertos fines” (2010, 34). Luego prosigue comentando la taxonomía presentada por Foucault en “Tecnologías del Yo”; allí se establecen cuatro tipos de tecnologías: tecnologías de producción, tecnologías de significación, tecnologías de poder y tecnologías del yo. Dejando de lado las tecnologías de producción, que no hacen parte de los intereses de Foucault, resulta, entonces, que la noción de tecnología se extiende más allá de los mecanismos de poder: hacia atrás, hasta las tecnologías de significación, desarrolladas en Las palabras y las cosas; hacia adelante, hasta las tecnologías del yo, desarrolladas en la última etapa de la vida del filósofo. El comentario de Castro-Gómez va dirigido a complementar esta taxonomía con otros textos de Foucault; se trata, dice, de “una quinta familia tecnológica”: las tecnologías de gobierno. Éstas aparecen como una especie de bisagra entre las tecnologías del poder y las tecnologías del yo. Las tecnologías gubernamentales se pueden referir tanto a aquellos ejercicios del poder dirigidos, desde el exterior, a gestionar la conducta de seres que se presuponen libres, como a ciertas operaciones efectuadas por los propios individuos o con ayuda de otros que tienen por objeto el gobierno de sí mismos.
opera sobre ellos; los conceptos, los métodos y los campos problemáticos constituyen una unidad. En Historia de la gubernamentalidad no se ahorran esfuerzos en este sentido; en un apartado ejemplar titulado “Prácticas, racionalidades, tecnologías”, el autor nos pone de presente este objetivo, con el que será consecuente a través de todo el libro. La perspectiva filosófica de Foucault siempre será diferenciada y en ocasiones confrontada con la de otros pensadores. Si Foucault realiza una historia de las prácticas, entendiendo por práctica lo que los hombres “realmente hacen cuando hablan o actúan” (2010, 28), ésta tendrá que distinguirse de una historia de las ideas; cuando se refiere a los “regímenes de prácticas” afirmando que a cada uno le corresponde una racionalidad, esto es, que cada uno funciona conforme a ciertas reglas, el concepto de racionalidad tendrá que distinguirse y confrontarse con el concepto de Max Weber: “la racionalidad no es vista como anclada en una filosofía del sujeto, ni como derivada de una invariante antropológica (la ‘Razón’)” (2010, 31); así, cuando habla de gubernamentalidad habrá que aclarar que no se trata de una teoría del Estado, de la legitimidad o ilegitimidad de ciertas formas de gobierno, sino de una tecnología de poder; que esta tecnología de gobierno de las conductas no es exclusiva de los aparatos de Estado, que en determinadas circunstancias históricas al acoger e institucionalizar tales prácticas, es el Estado quien se gubernamentaliza. Una vez explicitado el estatuto de las prácticas y de la “racionalidad política” que a cada régimen le compete, Castro-Gómez no dejará pasar ocasión en la que pueda realizar una crítica nominalista de los “universales” políticos, tales como “Estado”, “sociedad civil” e, incluso, “capitalismo”. Las prácticas, pues, no se derivan de estos universales como si hubiesen existido desde siempre. Siguiendo la perspectiva de Foucault, estas nociones y entidades aparecen más bien como correlatos de las prácticas mismas. Por ejemplo: “en lugar, por tanto, de estudiar las prácticas políticas a partir del Estado, se propone estudiar el Estado a partir de las prácticas políticas” (2010, 177). Otro tanto podemos decir del “capitalismo”: “El capitalismo, no es otra cosa que el correlato de una serie de prácticas históricas que deben ser estudiadas en su singularidad” (2010, 222).
Debemos subrayar, como lo hace Castro-Gómez en este punto, que la noción de tecnología no implica la intencionalidad de un sujeto sino el modo en que las prácticas, discursivas y no discursivas, se articulan entre sí. Una tecnología expresa la racionalidad de las prácticas, pues a partir de ella se entiende que a través de ciertos medios calculados, una acción pueda orientarse conforme a tal o cual fin. Una tecnología se define por “un conjunto múltiple de estrategias a través de las cuales los animales humanos devienen sujetos. Las tecnologías son, propiamente hablando, onto-tecnologías” (2010, 36).
Otro importante aspecto metodológico analizado por Castro-Gómez, concerniente a la obra de Foucault en general, es aquel que gira alrededor de la noción de tecnología. En principio, este término aparece a propósito de las relaciones de poder, para enfatizar su carácter funcional: el poder, recordémoslo, no es una sustancia,
Después de señalar a grandes rasgos en qué consistirían las apuestas interpretativas de Castro-Gómez sobre aquellos conceptos que asisten al lector de Foucault en 166
El liberalismo como onto-tecnología de la autorregulación. Una lectura de la analítica foucaultiana de la gubernamentalidad Reseña del libro de Santiago Castro-Gómez Historia de la gubernamentalidad
Gustavo Chirolla
Lecturas
del sujeto como administrador de su propio capital humano hacen que la analítica de la gubernamentalidad neoliberal desarrollada por Foucault coincida con las características atribuidas por Deleuze a las sociedades de control.
la comprensión de sus preocupaciones y métodos, podemos presentar de modo sumario algunas de las tesis más relevantes que presenta Historia de la gubernamentalidad: 1. El liberalismo ha de entenderse no como una doctrina económica o como una ideología, sino como “una tecnología de gobierno sobre la conducta económica y moral de los hombres” (2010, 152). Esta tecnología busca gestionar la conducta de los individuos presuponiendo la capacidad que tienen éstos de autogobernarse. La tecnología liberal de gobierno sigue siendo una tecnología de poder, sólo que, en este caso, no se actúa directamente sobre los cuerpos individuales como en las disciplinas, sino indirectamente a través de la creación y regulación de un “medio” a partir del cual se generan las condiciones de libertad. “El liberalismo entiende que la libertad conlleva necesariamente su autoproducción como sujeto moral” (2010, 153).
3. Castro-Gómez necesitará redefinir la biopolítica de nuestros días, cosa que Foucault dejó por hacer, ya que la vida misma, más allá de sus variables enteramente biológicas, se ha convertido en objeto de gestión por parte de las tecnologías de gobierno neoliberal. A través de la molecularización y modulación de la subjetividad, haciendo de cada decisión una estrategia económica, se busca la “optimización de sí mismo como máquina productora de capital. Hablamos, pues, de una biopolítica que, mediante la multiplicación de la forma-empresa hacia ámbitos no económicos, tiene como objetivo el gobierno de la intimidad” (2010, 208). Foucault es consciente al final de su curso “Nacimiento de la biopolítica” que una genealogía de la gubernamentalidad liberal quedó sin terminar. Castro-Gómez se encarga, en el anexo titulado “Historia de la gubernamentalidad después de Foucault”, de hacer un mapa de cómo algunos discípulos de Foucault, que asistieron a sus cursos en el Collège de France, y recientemente teóricos del ámbito angloamericano, bajo la égida de los Governmentality Studies, asumen esa tarea y prolongan sus análisis.
2. La historia de las prácticas neoliberales, desde su vertiente alemana (Ordoliberalismo) hasta la estadounidense (Escuela de Chicago), muestra cómo una determinada tecnología de poder gobierna la conducta de los individuos, desde la comprensión que éstos han de asumir de sí mismos como seres libres, esto es, como sujetos de autorregulación: “el control se realiza a través de la libertad” (2010, 216). Los ordoliberales alemanes “buscan crear una sociedad sometida enteramente a la dinámica competitiva […] Para ello es preciso construir una trama social en la que todas sus unidades básicas (la familia, las instituciones de la sociedad civil, el Estado, los individuos) adquieran ‘la forma-empresa’” (2010, 193194). Por su parte, el neoliberalismo norteamericano moleculariza hasta tal punto la forma-empresa que promueve una comprensión del individuo como empresario de sí mismo; en este sentido, se acuña el término “Capital humano”, transformándose así plenamente la noción tradicional de “capital”. La multiplicación de la forma-empresa y la modulación
Referencias 1. Castro-Gómez, Santiago. 2005. La Hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (17501816). Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. 2. Castro-Gómez, Santiago. 2009. Tejidos oníricos: movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930). Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.
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Diccionario de estudios culturales latinoamericanos Szurmuk, Mónica y Robert Mckee Irwin (Coords.). 2009. Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. México: Siglo XXI Editores [332 pp.]
Gregory Lobo*
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Ph.D. de la Universidad de California. Profesor asociado del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de los Andes. Áreas de trabajo: estudios culturales, ideología, discurso, hegemonía, nación, raza. Autor de Colombia: algo diferente a una nación. Bogotá: Universidad de los Andes, 2009; coeditor invitado del número especial de la revista académica Politics and Culture <politicsandculture.org> 3 y 4 sobre The Left at War with Itself: A Special Double-Issue Devoted to Discussing Michael Bérubé’s The Left At War & the Questions it Raises, que incluye el artículo de su autoría “For Liberalism & Thinking Politically Again: Reflections Inspired by Michael Bérubé’s The Left at War”, 2010; editor principal invitado del número especial de la revista académica Cultural Studies (en prensa) sobre la institucionalización de los estudios culturales en América Latina, que incluye el artículo de su autoría “Institutionalizing Cultural Studies in Colombia; or, an Argument about Marx and Foucault”. Correo electrónico: globo@uniandes.edu.co
Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin (Coords.). 2009. Diccionario de estudios culturales latinoamericanos Gregory Lobo
Lecturas
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tudios culturales no contemplan, generalmente, la gestión cultural, aunque no son pocos los que llegan a los programas esperando precisamente ésta. Para subrayar la distinción, Szurmuk e Irwin proveen una buena definición de los estudios culturales, que resalta su vertiente política: los estudios culturales denominan una forma de “la crítica cultural [...] en la que se aplican metodologías y teorías multidisciplinarias a la crítica y consumo de la cultura, como parte de un proyecto político de interrogar jerarquías culturales y sociales, y mecanismos de comunicación y manipulación ideológica” (25). De esta manera, queda claro que el enfoque está en el poder, lo cual es, o debería ser, la característica definitiva del proyecto de los estudios culturales.
odavía no han transcurrido diez años desde que cerraron el Center for Contemporary Cultural Studies de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. Fue este Centro el que le prestó su nombre al proyecto político-académico internacional –Cultural Studies/Estudios Culturales– en todo el mundo, aunque son varios los eruditos latinoamericanos que han insistido en que, en América Latina, los intelectuales y académicos han venido haciendo estudios culturales sin saber nada del supuesto proyecto, y menos del Centro en Birmingham.
Por lo demás, esta reseña no va a convertirse, obviamente, en 48 “mini-reseñas”, pero no puedo pasar por alto la obligación de comentar por lo menos algunas de las definiciones. Son extensas todas, incluso algunas son muy extensas. Proveen una genealogía del término y luego relatan, cuando esta genealogía no es estrictamente latinoamericana, su desarrollo en el campo de los estudios culturales latinoamericanos. Una manera de medir, por así decirlo, la calidad de las definiciones es preguntar si podrían servir como esquema para cursos sobre los temas. En este aspecto, la de performance de Antonio Prieto Stambaugh es ejemplar, como lo son la de poder de María Inés García Canal, la de género de Maricruz Castro Ricalde, y la de Núria Vilanova sobre desterritorialización.
En los últimos años, sin embargo, el continente –desde el Cono Sur hasta la frontera mexicana con Estados Unidos– ha testimoniado el auge de posgrados centrados en el campo y hasta un pregrado en la Universidad de los Andes en Bogotá: parece que los estudios culturales, en y sobre América Latina, ya son un hecho. Es grato, entonces, y probablemente necesario, que se haya publicado el Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. Es hora, según los coordinadores Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin, de “codificar, unificar y ordenar” (9) el campo, a través de esta colección de “48 términos provenientes de paradigmas diversos que consideramos fundamentales para quien se acerque al campo” (9). La idea general es evitar la repetición de los empeños de otros diccionarios enfocados en la teoría sociocultural, como Términos críticos de la sociología de la cultura de Carlos Altamirano (2002) o el Diccionario de teoría crítica y estudios culturales de Michael Payne (2002), por supuesto, y, más bien, complementarlos y llenar un hueco al “hacer un retrato de un momento en los estudios culturales [específicamente] latinoamericanos” (9).
Como es de esperar, algunas definiciones son, al contrario, bastante insatisfactorias. Por ejemplo, la entrada sobre alteridad no ofrece mucho que ayude a entender esta idea. Al contrario, se explaya sobre la historia del otro, y al leerla, uno piensa que habría sido más apta para entradas sobre el otro, otredad, o diferencia, pero estas entradas ni siquiera salen en el diccionario. La entrada sobre deconstruccionismo, si bien reconoce la notoria dificultad de definir este término, no relata mucho más que una historia geopolítica de las Américas en el siglo XX. La entrada sobre producción cultural trata más bien la teoría cultural, sin decirnos en qué consiste la producción como tal. Uno queda descontento; aunque la información puede ser útil en general, no constituye una definición específica correspondiente.
Además de las 48 definiciones que constituyen la gran parte del grosor del diccionario, los coordinadores han escrito una presentación muy útil para el lector, que incluye una genealogía de los estudios culturales latinoamericanos, una discusión de los “espacios” de los estudios culturales latinoamericanos y unas páginas dedicadas a los debates alrededor de los cuales el campo toma forma, y al final han incluido una bibliografía general que servirá mucho a los interesados. La presentación tiene entre sus méritos particulares el de distinguir entre la gestión cultural y los estudios culturales. Los estudiantes que se matriculan en estos programas no siempre saben en qué se están metiendo. Los coordinadores aclaran que los es-
Las susodichas definiciones me parecen particularmente inadecuadas, pero sólo son cuatro. Por otra parte, aunque la mayoría de las definiciones tienden a ser una buena guía para los practicantes en el campo, es igualmente verdad que a veces se encuentra repro169
Revista de Estudios Sociales No. 39 rev.estud.soc. abril de 2011: Pp. 192. ISSN 0123-885X Bogotá, Pp. 168-170.
En otros aspectos –no necesariamente menores–, lastimosamente, el libro adolece de los errores tipográficos y de edición de los que suele padecer la industria editorial latinoamericana: “ppo” (15), “de Certau” (16), el uso de la palabra “vertical” (16), cuando se quería repetir la palabra “horizontal” (12), el título del libro de Beverley: “Against Literatura” (55). Igualmente, la impresión no es de primera calidad, con varias páginas mal impresas, como si escaseara la tinta, por lo menos en el ejemplar que usé para esta reseña.
ducido el tipo de pensamiento descuidado que aflige a este mismo campo, y a las ciencias sociales y humanidades en general. En su aporte sobre identidad Nohemy Solórzano-Thompson y Cristina Rivera-Garza invocan la “heterogeneidad de la población latinoamericana [...] que hizo esta labor [la de crear una nación] difícil en comparación con las del ‘viejo mundo’, cuyas poblaciones se entendían como uniformes” (142). Este increíble ahistoricismo, que no entiende que en el Viejo Mundo la supuesta uniformidad fue el resultado de conquistas internas, de guerras y violentos procesos industriales, en contra de poblaciones asentadas y ya desaparecidas, recapitula el pensamiento idealista que entiende –equivocadamente– las naciones como comunidades casi espirituales, en vez de productos de historias brutales. Así mismo, es problemática la repetida invocación del mercado, por ejemplo, en el caso de la definición de industria cultural de Victoría Ruétalo (154), como si el mercado fuera una fuerza siniestra, un hecho cumplido, y no, más bien, una retórica, un discurso, a través del cual se forjan relaciones sociales que privilegian a pocos a expensas de muchos. El mercado, como tal, tanto para los liberales como para los radicales, es un ideal. Ambos quieren un mercado de verdad: verdaderamente libre, tanto en el nivel de las ideas como en el del proceso político, y de la producción de bienes. El problema es que lo que pasa por mercado no lo es; es, más bien, un sistema sesgado que produce resultados parciales, en vez de imparciales. Si las ciencias sociales, en general, y los estudios culturales, en particular, van a avanzar, tiene que superarse este débil pero característico pensamiento politizado.
El diccionario, en fin, no es perfecto pero, en resumen, sí es un recurso que no puede faltar en las bibliotecas de quienes trabajan en este campo, tanto los intelectuales establecidos como los estudiantes que inician sus carreras. Es un buen aporte que va a ayudar a asentar los estudios culturales latinoamericanos sobre unas bases bien definidas, sólidas e, importantemente, políticas. Sin duda, este diccionario debería ser obligatorio para los estudiantes en los programas de Estudios Culturales; es más, quienes organizan y administran estos programas podrían recurrir al libro cuando reflexionen sobre el contenido de los pensum, que deberían preparar a los inscritos para “revisar archivos, entrevistar a informantes, interpretar textos escritos y visuales, seguir los procesos de comunicación cultural, interpretar datos demográficos”, y además, para poder entender la economía política (25); igualmente, nos ayuda a cavilar sobre nuestro propósito político-académico, trátese de nosotros mismos o de nuestros estudiantes: el de “formar investigadores, profesores y lectores no especializados que buscan una perspectiva crítica que fomente el cambio social” (25), como bien lo dicen Szurmuk e Irwin.
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Modernidad conservadora y cultura política. La Acción Católica Argentina (1931-1941)
Blanco, Jessica E. 2008. Modernidad conservadora y cultura política. La Acción Católica Argentina (1931-1941). Córdoba: Editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Córdoba [322 pp.]
Mariana Elisabet Funkner*
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Estudiante del Profesorado y la Licenciatura en Historia, Instituto de Estudios Socio-Históricos de la Universidad Nacional de La Pampa, Argentina. Entre sus últimas publicaciones están: Las relaciones institucionales entre la Iglesia católica y las autoridades gubernativas en La Pampa (1934-1955) (en prensa); y La fotografía: una herramienta central en la producción historiográfica católica pampeana (coautora). Anuario 9, Nº 8: 91-110, 2009. Correo electrónico: marianafunkner@yahoo.com.ar
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La historiadora parte de considerar a la Acción Católica como una de las primeras asociaciones conformada por hombres y mujeres de todas las edades y categorías sociales que institucionalizó el rol de mujeres, jóvenes y niños dentro de la estructura eclesial. Plantea a la institución como pionera en iniciativas para alcanzar la mejor adaptación de la Iglesia y el catolicismo a cambios que denotaron una complejización social. Muestra cómo la institución eclesiástica planteó y llevó a cabo una estrategia asociativa antiliberal, que aceptó los cambios modernos y los adecuó a sus propios intereses.
ste libro se inscribe en las corrientes renovadoras historiográficas que surgen con el retorno a la democracia en Argentina. Hasta ese momento, la historia de la Iglesia había permanecido casi completamente limitada al ámbito confesional, en particular, a la actividad de los miembros de la Junta de Historia Eclesiástica. En el marco del advenimiento de la democracia, se planteó la necesidad y la pertinencia de superar el estudio del catolicismo concebido principalmente como una historia referida a la institución o la historia del clero y su relación con la sociedad y la política. Se comenzaron a pensar la Iglesia y el catolicismo a partir de un encuadre más amplio y atravesado por múltiples escisiones. En primer lugar, analizándolos como un actor y un universo cultural complejo y heterogéneo en el que interactúan organizaciones, figuras individuales y ámbitos de sociabilidad donde circulan ideas y se generan y entrecruzan redes. En segundo lugar, focalizando la mirada entre los desarrollos de estas ideas y su incidencia en la conformación de una cultura política que, como la argentina, estuvo penetrada por influjos autoritarios alimentados en ámbitos católicos. Fue precisamente en este momento cuando arribó a la historiografía sobre la religión una nueva camada de investigadores, pertenecientes algunos a universidades nacionales, y otros, a instituciones de ámbito académico no universitario. En todos los casos, intelectuales que, más allá de su fe religiosa, se hallaban dedicados al desarrollo de una actividad estrictamente académica.
La autora utiliza la categoría habermasiana de esfera pública para interpretar a la Acción Católica y la correlación entre su constitución y la conformación de la modernidad. Así, plantea que la Acción Católica fue una asociación libre de individuos, de acuerdo con reglas que los miembros aceptaban e incluso estipulaban. Sin embargo, muchas ideas y decisiones ya venían “dadas” desde la Iglesia (por las encíclicas, los boletines y los asesores), y las iniciativas de los socios estaban contempladas dentro de los parámetros transmitidos y de acuerdo con estos últimos. Al mismo tiempo, toma conceptos utilizados por Marshall Berman, como el de nueva derecha o modernidad conservadora. Y, por último, utiliza la teoría de Antonio Gramsci. En cuanto a la metodología y al uso de fuentes, se vale para su investigación de testimonios orales, tanto para acercarse a las vivencias de los miembros de la Acción Católica como para examinar el accionar cotidiano en el nivel parroquial. Asimismo, se remite a fuentes publicadas e inéditas de la Asociación cordobesa, publicaciones oficiales de las jerarquías eclesiásticas y periódicos. Destaca la relevancia de la integración de los testimonios orales con los escritos, para conocer los hechos sociales desde la perspectiva de los protagonistas, rescatar subjetividades y ampliar las fuentes históricas. Precisamente, uno de los aportes más interesantes del trabajo es el relevamiento y la relación establecida entre esta profusa gama de fuentes de variada procedencia y diverso tenor ideológico.
En relación con estos estudios, el libro Modernidad conservadora y cultura política se encuadra en la historia social y política que, en su afán de articular el terreno de los discursos y el de las prácticas, permite avanzar en el conocimiento de las formas que asumió la participación de las distintas agrupaciones católicas. De manera concreta, aborda la historia de la Acción Católica Argentina (1931-1941) en dos dimensiones: la nacional y la provincial (Córdoba).
A lo largo de cinco capítulos, la autora analiza los contextos en los que nació la Acción Católica. Para ello divide el capítulo I en dos secciones: la primera corresponde al estudio de la Arquidiócesis de Buenos Aires y de otras partes del país; la segunda se refiere específicamente a la cuestión provincial cordobesa. También examina la consolidación de las variantes integristas del catolicismo, que surgieron luego de 1930. Este catolicismo integral conformó la matriz ideológica de una Iglesia que, con el
En términos de la autora, su propuesta consiste en “contribuir al estudio del papel del laicado militante en la historia de la Iglesia argentina, al esclarecimiento del panorama católico después del golpe de Estado de 1930 y a la discusión de la construcción de la modernidad y la conformación de la esfera pública en Córdoba, provincia donde la Iglesia se constituyó como actor político y social protagónico” (16). 172
Jessica E. Blanco. 2008. Modernidad conservadora y cultura política. La Acción Católica Argentina (1931-1941) Mariana Elisabet Funkner
Lecturas
Finalmente, en el capítulo V, analiza la aplicación de la especialización por “ambientes” que promovía el SES como respuesta adaptativa de la Iglesia a una sociedad en creciente grado de diversificación. Es por ello que, a través de constituciones de asociaciones de profesionales, de trabajadores y de secciones de estudiantes, procuró influir en organizaciones profesionales y de clase. Fue a partir de la década del cuarenta que cobra fuerza el catolicismo populista, corriente ideológica de la Iglesia que posibilitó la emergencia de la Juventud Obrera Católica (JOC).
fin de recristianizar la sociedad, apeló simultáneamente a la penetración de todos los sectores sociales. Analiza la articulación del cristianismo integral en el ámbito nacional y su aplicación concreta en el caso cordobés. Posteriormente, en el capítulo II contextualiza la significación de la Acción Católica en el mundo católico y las transformaciones que sufre esta asociación hasta conformarse como un espacio público que, por un lado, se presentó como socialmente inclusivo pero, por el otro, se rigió por distinciones sexuales que obstaculizaron la igualdad en el trato y la participación. En este sentido, indaga en la concepción social y de género que poseía la Iglesia, reflejada en la asociación tanto en su estructura organizativa como en sus mecanismos de funcionamiento. De esta manera, examina los rasgos fundamentales de su organización vertical y horizontal (que involucran la relación entre clérigos y laicos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos) y la relación que mantenía la Acción Católica con las organizaciones vinculadas a ella.
De acuerdo con la reflexión de la historiadora, se puede argumentar que la Iglesia y la Acción Católica aceptaban la modernidad y adherían a ella promoviendo el cambio para intentar preservar el orden mediante la armonía de clases; de ahí la tensión que se establecía entre tradición/modernidad. Aprobaban la modernización económica y su corolario inmediato, la diversificación social, pero no avalaban la modernidad cultural, la libertad de pensamiento y expresión. Como proyecto político, proponían un Estado cristiano en el que el pueblo estuviera representado por corporaciones. Es decir que tenían un concepto de participación social ampliada, pero rechazaban la acepción política liberal del individuo como ciudadano. El proyecto de recristianización no significaba necesariamente la exclusión de la modernidad, aunque sí limitaciones muy fuertes a su desarrollo cultural y político, no así a sus aspectos económicos o sociales.
En el siguiente capítulo expone las diferentes etapas de captación y formación del laico como un “soldado de Dios”. Considera el despliegue de estrategias de legitimación de prácticas, penetración y consolidación de la Acción Católica en la sociedad; pone especial atención en las actividades y eventos que crearon y fomentaron en el socio de la Acción Católica un sentido de pertenencia que fue consolidándose. A continuación, en el capítulo IV, plantea la creciente orientación político-social de la Acción Católica, que se manifiesta con la creación del Secretariado Económico Social (SES); considera la concepción social de la Iglesia (contenida en las encíclicas sociales fundantes) y la respectiva actividad del catolicismo argentino. Destaca continuidades y rupturas de las acciones sociales dentro del ámbito católico, vías de conexión entre ellas y diversas concepciones que las sustentaban. Específicamente, se refiere a la cuestión social, que fue tratada por la institución eclesiástica a través de múltiples asociaciones de laicos, que servían de nexo entre la sociedad y la Iglesia. La autora remarca que el cambio de concepción sobre esta temática se dio a partir de la crisis de 1929, y la vincula a la creciente representación parlamentaria socialista en el nivel nacional y el mayor poder de convocatoria del Partido Comunista, que preocuparon a las jerarquías eclesiásticas, debido a una presencia que, para ellas, se extendía por todo el país. La Iglesia percibió como un peligro la expansión de ideas rotuladas como “comunistas”. En este contexto, surgieron dos tipos de acciones sociales: las que se dedicaban a la orientación y aquellas comprometidas con la acción.
Aquí podemos hacer alusión a los conceptos del título del libro: Modernidad conservadora, ya que los aspectos de modernidad que incorpora la Acción Católica se mezclan con ciertos aspectos tradicionales, como es el caso de la imposición de una única mirada del mundo basada en verdades reveladas que no permitían disidencias ideológicas, con una educación para el mantenimiento del orden y el respeto a relaciones jerárquicas consideradas naturales (clérigo-laico). Modernidad conservadora y cultura política permite una mirada reflexiva de la Acción Católica desde otros ámbitos, como es el caso de Córdoba, ya que la mayoría de los estudios se centran en el análisis nacional. Este libro constituye así un gran aporte a la comprensión de la naturaleza y vicisitudes de la Acción Católica en Córdoba y el país. El trabajo invita a pensar a la Acción Católica y a otras asociaciones y ámbitos de sociabilidad como importantes espacios cívicos de participación. 173
Presentación Vanessa Gómez – Universidad de los Andes, Colombia. Natalia Rubio – Universidad de los Andes, Colombia.
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8-9
Dossier La conformación paulatina de clases medias negras en Cali y Bogotá a lo largo del siglo XX y la primera década del XXI • Fernando Urrea – Universidad del Valle, Colombia.
24-41
Culturas juveniles en tono de mujer. Hip hop en Medellín (Colombia) • Ángela Garcés – Universidad de Medellín, Colombia.
42-54
“El olor nos lleva”: identidades ecológicas como un proceso de reconocimiento social y cultural de los “recuperadores” en el Relleno Sanitario Regional de Presidente, municipio de San Pedro, departamento del Valle • Walter Julián Quinchoa – Universidad del Cauca, Colombia.
55-69
La violencia intrafamiliar como representación en la prensa gráfica en el diario de mayor distribución en el interior de Argentina • Laura Valdemarca – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. • Paola Bonavitta – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
70-79
Las representaciones de la religión en el espacio público entre los líderes religiosos minoritarios en México. Entre deseo de reconocimiento y exigencia de participación • Alma Mancilla – Université Laval, Canadá.
80-94
Participación ciudadana institucionalizada y organizaciones civiles en Brasil: articulaciones horizontales y verticales en la política de asistencia social • Felipe J. Hevia – Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México.
95-108
Elementos de reflexión para el propósito de convertir a la ciencia en un aliado más confiable en la lucha por la justicia social • Mariluz Nova – Universidad de la Salle, Colombia.
109-118
La vía hermenéutica de la política. Reflexiones a partir del Cratilo de Platón • Alfonso Flórez – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
119-134
Performative and Multimedia Aspects of Late-Renaissance Meditative Alchemy: The Case of Michael Maier’s Atalanta Fugiens (1617) • Johann F. W. Hasler – Universidad de Antioquia, Colombia.
135-144
Bogotá - Colombia
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes / Fundación Social
http://res.uniandes.edu.co
ISSN 0123-885X
Vanessa Gómez Natalia Rubio
Dossier
Juan David Piñeres Fernando Urrea Ángela Garcés Walter Julián Quinchoa Laura Valdemarca Paola Bonavitta Alma Mancilla Felipe J. Hevia Mariluz Nova Alfonso Flórez Johann F. W. Hasler
ref lexión
Documentos
público
Juanita Solano
Lecturas Culturas
Documentos El grabado en el Papel Periódico Ilustrado. Su función como ilustración y la relación con la fotografía • Juanita Solano – Investigadora independiente, Colombia.
s o ci al
146-156
Lecturas 158-163
El liberalismo como onto-tecnología de la autorregulación. Una lectura de la analítica foucaultiana de la gubernamentalidad Reseña del libro de Santiago Castro-Gómez Historia de la gubernamentalidad • Gustavo Chirolla – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
164-167
Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin (Coords). 2009. Diccionario de estudios culturales latinoamericanos • Gregory Lobo – Universidad de los Andes, Colombia.
168-170
Jessica E. Blanco. 2008. Modernidad conservadora y cultura política. La Acción Católica Argentina (1931-1941) • Mariana E. Funkner – Universidad Nacional de la Pampa, Argentina.
171-173
Bogotá - Colombia
Iván Orozco. 2009. Justicia transicional en tiempos del deber de memoria • Jefferson Jaramillo – Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
abril 2011
Presentación
ISSN 0123-885X
11-23
abril 2011
Aproximaciones al primer debate sobre Bentham en Colombia: concepciones antropológicas, disputas educativas, aspiraciones nacionales • Juan David Piñeres – Universidad de Antioquia, Colombia.
Jefferson Jaramillo Gustavo Chirolla Gregory Lobo Mariana E. Funkner
representación
Pp.1-192 $20.000 pesos (Colombia) ISSN 0123-885X
Temas Varios 9 770123 885006