Revista de Estudios Sociales No. 57

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Revista de Estudios Sociales No. 57


Revista de Estudios Sociales Dirección: Cra 1a No 18A-12, Ed. Franco, Of. GB-417 Teléfono: (571) 339 49 49 ext. 4819 Correo electrónico: res@uniandes.edu.co Periodicidad: trimestral Páginas del número: 144 Formato: 21,5 x 28 cm Tiraje: 300 ejemplares

El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para su uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se cite la fuente. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero autorización al Equipo Editorial de la Revista. Las opiniones e ideas aquí consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes. Corrección de Estilo y Traducción Español: Guillermo Díez Inglés: Carol O’Flynn Portugués: Roanita Dalpiaz Equipo Informático | Claudia Vega Diseño Editorial y Diagramación | Víctor Gómez Imágenes de portada y portadillas Proyecciones, 2016. Daniel González Benítez Portafolio: www.behance.net/danigob · d.gonzalez22@uniandes.edu.co Impresión | Panamericana formas e impresos S.A. La Revista tiene todos sus contenidos en acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo de $20.000 (Colombia) y puede adquirirse en: Distribución | Siglo del Hombre Editores Cra 32 No 25-46 · Bogotá, Colombia · PBX (571) 337 77 00 www.siglodelhombre.com Suscripciones | Librería Universidad de los Andes Cra 1a No 19-27 Ed. AU 106 · Bogotá, Colombia · Tels. (571) 339 49 49 ext. 2071 – 2099 http://libreria.uniandes.edu.co Canjes | Facultad de Ciencias Sociales Universidad de los Andes · Cra. 1a Este No. 18A – 12 Ed. Franco, piso 6, oficina 617 · Bogotá – Colombia. Tel [571] 3394949 Ext.: 3585 · publicacionesfaciso@uniandes.edu.co http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co


Revista de Estudios Sociales

La Revista de Estudios Sociales (RES) es una publicación trimestral, (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que se publica al inicio de cada periodo señalado, creada en 1998 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Su objetivo es contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabora la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. Por lo anterior la Revista recibe y publica contenidos inéditos en español, inglés, y portugués. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyan a entender mejor la realidad más inmediata y las condiciones de vida de la población. La estructura de la Revista contiene seis secciones: La Presentación contextualiza e introduce el número, además de destacar aspectos particulares que merecen la atención de los lectores. El Dossier integra un conjunto de contenidos sobre un problema o tema específico, que desde una perspectiva crítica y analítica ofrecen avances o resultados de investigación, reflexión o revisión temática, dando cuenta de las nuevas tendencias en un área específica del conocimiento. Otras Voces se diferencia del Dossier en que incluye textos que presentan investigaciones, reflexiones o revisiones, que tratan problemas o temáticas diversas. Documentos difunde uno o más textos sobre temáticas de interés social que son abordadas de manera reflexiva, por lo general de autoridades en la materia. También se publican traducciones y transcripciones de contenidos relevantes de las diferentes áreas de las Ciencias Sociales. Debate es una sección donde se incluyen contenidos sobre temáticas específicas, orientadas a generar discusiones académicas desde diferentes perspectivas, bien sea mediante entrevistas o escritos analíticos. Lecturas incluye reseñas bibliográficas en el campo de las Ciencias Sociales. La Revista cambia la estructura de presentación de sus secciones en los números que son de tema libre. En esas ediciones no aparecen las secciones de Dossier ni Otras Voces y se incluye la sección Temas Varios. La estructura de la Revista responde a una política editorial que busca: proporcionar un espacio para diferentes discursos sobre teoría, investigación, coyuntura e información bibliográfica; facilitar el intercambio de información sobre las Ciencias Sociales en los países latinoamericanos y el mundo; difundir la Revista entre diversos públicos y no sólo entre los académicos; incorporar diversos lenguajes, como el ensayo, el relato, el informe y el debate, para que el conocimiento sea de utilidad social; finalmente, mostrar una noción flexible del concepto de investigación social, con el fin de dar cabida a expresiones ajenas al campo específico de las Ciencias Sociales. Palabras clave: ciencias sociales, investigación, reflexión, revisión. La Revista declara que, todos los artículos que se reciben son sometidos a la herramienta de detección de plagio; los contenidos que se publican en la versión digital son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF, HTML y en versión e-book; los autores deben manifestar que el texto es de su autoría, inédito, y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros; en cuanto a los evaluadores, deben señalar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y temas sobre los que van a conceptuar.


Indexación

La Revista de Estudios Sociales está incluida actualmente en los siguientes directorios y servicios de indexación y resumen: • CIBERA - Biblioteca Virtual Iberoamericana/España/Portugal (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007. • CLASE - Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México), desde 2007. • CREDI - Centro de Recursos Documentales e Informáticos (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI), desde 2008. • DIALNET - Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2006. • DOAJ - Directory of Open Access Journal (Lund University Libraries, Suecia), desde 2007. • EP Smartlink fulltext, fuente académica, Current Abstrac, TOC Premier, SocINDEX with full text (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005. • European Science Foundation - ERIH PLUS (Noruega), desde 2015. • HAPI - Hispanic American Periodical Index (UCLA, Estados Unidos), desde 2008. • Historical Abstracts y America: History & Life (EBSCO Information Services, antes ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. • HLAS - Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2008. • Informe académico y Académica onefile (Gale Cengage Learning, Estados Unidos), desde 2007. • LatAm - Estudios Latinamericanos (International Information Services, Estados Unidos), desde el 2009. • LATINDEX - Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (México), desde 2004. • Linguistics & Language Behavior Abstracts, Sociological Abstracts, Social Services Abstracts, World Wide Political Science Abstracs (SCA- Cambridge Scientific Abstracts, Proquest, Estados Unidos), desde 2000. • Ocenet (Editorial Oceano, España), desde 2003. • PRISMA - Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (CSA-ProQuest, Gran Bretaña). • PUBLINDEX - Índice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, (Colciencias, Colombia), desde 2004. Actualmente en categoría A1. • RedALyC - Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (UAEM, México), desde 2007. • SciELO - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2007. • SciELO Citation Index (Thomson Reuters – SciELO), desde 2013. • SCOPUS - Database of abstracts and citations for scholarly journal articles (Elsevier, Países Bajos), desde 2009. • Social Sciences Citation Index (Thomson Reuters, Estados Unidos), desde 2009. • Ulrich’s Periodicals Directory (CSA- Cambridge Scientific Abstracs ProQuest, Estados Unidos), desde 2001. Portales Web a través de los cuales se puede acceder a la Revista de Estudios Sociales: • http://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia) • http://www.portalquorum.org (Quórum Portal de Revistas, Universidad de Alcalá, España) • http://sala.clacso.org.ar/biblioteca/Members/lenlaces (Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina)


Temas Varios

EDITORIAL

DOCUMENTOS

8-10 Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Ana Pérez – Universidad de los Andes, Colombia

Tres personajes femeninos en El Quijote • 111-116 Hugo Hernán Ramírez – Universidad de los Andes, Colombia

TEMAS VARIOS

DEBATE

La internacionalización del multiculturalismo liberal como estructura de posibilidad para su circulación en América Latina • 12-24

An Interview with Göran Therborn • 118-121 María José Álvarez – Universidad de los Andes, Colombia

Sabina García Peter – Freie Universität Berlin, Alemania

Tipos de identificación partidaria. América Latina en perspectiva comparada, 2004-2012 • 25-42 Mauricio Morales Quiroga – Universidad Diego Portales, Chile

El agravio moral como resorte de la acción colectiva • 43-51 Marcela Meneses Reyes – Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable. El caso del mercado de Terán, Aguascalientes (México) • 52-67 Diego Sánchez-González – Universidad Autónoma de Nuevo León, México Martha Beatriz Cortés Topete – Universidad Autónoma de Nuevo León, México

Occupational Therapy: Autonomy, Governmentality and Subjectification • 68-77 Pamela Gutiérrez Monclus – Universidad de Chile Joan Pujol Tarrès – Universitat Autònoma de Barcelona, España

Exclusão de adolescentes grávidas em escolas do sul do Brasil: uma análise sobre a educação sexual e suas implicações • 78-88 Denise Regina Quaresma da Silva – Universidade Feevale, Brasil

Espectadores del dolor ajeno: una imagen no vale más que mil palabras • 89-99 Imanol Zubero Beascoechea – Universidad del País Vasco (UPV/ EHU), España

El tiempo de las mujeres en Chile: repensar la agencia • 100-109 Martina Yopo Díaz – University of Cambridge, Reino Unido

LECTURAS Protección social y lucha contra la pobreza en América Latina. Reseña del libro Protección social y lucha contra la pobreza en Brasil, Colombia y Chile. ¿Graduarse de los PTC o salir de la pobreza?, de Carlo Tassara, Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas Faulbaum • 123-125 Jairo Agudelo Taborda – Universidad del Norte, Colombia


Varied Topics

EDITORIAL

DOCUMENTS

8-10 Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Ana Pérez – Universidad de los Andes, Colombia

Three Female Characters in El Quijote • 111-116 Hugo Hernán Ramírez – Universidad de los Andes, Colombia

VARIED TOPICS

DEBATE

The Internationalization of Liberal Multiculturalism as the Structure of Possibility for Its Circulation in Latin America • 12-24

An Interview with Göran Therborn • 118-121 María José Álvarez – Universidad de los Andes, Colombia

Sabina García Peter – Freie Universität Berlin, Germany

Types of Political Party Identification: Latin America in Comparative Perspective, 2004-2012 • 25-42 Mauricio Morales Quiroga – Universidad Diego Portales, Chile

Moral Grievance as a Catalyst for Collective Action • 43-51 Marcela Meneses Reyes – Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Attractive Public Spaces in Active and Healthy Aging. The Case of the Terán Market in Aguascalientes (Mexico) • 52-67 Diego Sánchez-González – Universidad Autónoma de Nuevo León, Mexico Martha Beatriz Cortés Topete – Universidad Autónoma de Nuevo León, Mexico

Occupational Therapy: Autonomy, Governmentality and Subjectification • 68-77 Pamela Gutiérrez Monclus – Universidad de Chile Joan Pujol Tarrès – Universitat Autònoma de Barcelona, Spain

Exclusion of Pregnant Adolescents in Schools in Southern Brazil: An Analysis of Sex Education and Its Consequences • 78-88 Denise Regina Quaresma da Silva – Universidade Feevale, Brazil

Spectators of the Pain of Others: An Image Is Not Worth More Than a Thousand Words • 89-99 Imanol Zubero Beascoechea – Universidad del País Vasco (UPV/ EHU), Spain

Women’s Time in Chile: Rethinking Agency • 100-109 Martina Yopo Díaz – University of Cambridge, United Kingdom

READINGS Social Protection and Struggle against Poverty in Latin America. Book Review Protección social y lucha contra la pobreza en Brasil, Colombia y Chile. ¿Graduarse de los PTC o salir de la pobreza?, by Carlo Tassara, Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas Faulbaum • 123-125 Jairo Agudelo Taborda – Universidad del Norte, Colombia


Temas Vários

EDITORIAL

DOCUMENTOS

8-10 Martha Lux – Universidad de los Andes, Colômbia Ana Pérez – Universidad de los Andes, Colômbia

Três personagens femininos em El Quijote • 111-116 Hugo Hernán Ramírez – Universidad de los Andes, Colômbia

TEMAS VÁRIOS

DEBATE

A internacionalização do multiculturalismo liberal como estrutura de possibilidade para sua circulação na América Latina • 12-24

Uma entrevista com Göran Therborn • 118-121 María José Álvarez – Universidad de los Andes, Colômbia

Sabina García Peter – Freie Universität Berlin, Alemanha

Tipos de identificação partidária. A América Latina em perspectiva comparada, 2004-2012 • 25-42 Mauricio Morales Quiroga – Universidad Diego Portales, Chile

O agravo moral como impulsor da ação coletiva • 43-51 Marcela Meneses Reyes – Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Espaços públicos atrativos no envelhecimento ativo e saudável. O caso do mercado de Terán, Aguascalientes (México) • 52-67 Diego Sánchez-González – Universidad Autónoma de Nuevo León, México Martha Beatriz Cortés Topete – Universidad Autónoma de Nuevo León, México

Terapia ocupacional: autonomia, governamentalidade e subjetivação • 68-77 Pamela Gutiérrez Monclus – Universidad de Chile Joan Pujol Tarrès – Universitat Autònoma de Barcelona, Espanha

Exclusão de adolescentes grávidas em escolas do sul do Brasil: uma análise sobre a educação sexual e suas implicações • 78-88 Denise Regina Quaresma da Silva – Universidade Feevale, Brasil

Espectadores da dor alheia: uma imagem não vale mais do que mil palavras • 89-99 Imanol Zubero Beascoechea – Universidad del País Vasco (UPV/ EHU), Espanha

O tempo das mulheres no Chile: repensar a agência • 100-109 Martina Yopo Díaz – University of Cambridge, Reino Unido

LEITURAS Proteção social e luta contra a pobreza na América Latina. Resenha do livro Protección social y lucha contra la pobreza en Brasil, Colombia y Chile. ¿Graduarse de los PTC o salir de la pobreza?, de Carlo Tassara, Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas Faulbaum • 123-125 Jairo Agudelo Taborda – Universidad del Norte, Colômbia


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Editorial

El número que presentamos a nuestros lectores está compuesto por un variado contenido sobre temáticas que abordan problemáticas sociales desde perspectivas de análisis de la sociología, la ciencia política, la psicología social, los estudios de género y la geografía. En esta ocasión la presentación de los artículos se hace por secciones, como es costumbre, pero no seguimos el orden en que aparecen los contenidos publicados en la sección Temas Varios, debido a que decidimos agrupar los contenidos que tienen un mismo enfoque disciplinar, conceptual y metodológico, y reflexionar sobre ellos. Los artículos del primer grupo se relacionan por su enfoque sociológico. El primero, que a su vez abre la sección de Temas Varios, titulado “La internacionalización del multiculturalismo liberal como estructura de posibilidad para su circulación en América Latina”, de Sabina García, analiza la circulación del debate liberal sobre el multiculturalismo en América Latina, pero desde una perspectiva global; a partir de su estudio, la autora señala que identificó tres dimensiones en su análisis: la valoración y el reconocimiento que se le han dado a la diversidad cultural en el marco de las democracias liberales y las economías neoliberales; la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, y, por último, los nuevos regímenes de derecho internacional de las minorías. Y concluye que estos procesos generan nuevos espacios de acción local y global en los que también se vincula la academia. El siguiente artículo, de Martina Yopo, “El tiempo de las mujeres en Chile: repensar la agencia”, también es un estudio sociológico, con una metodología diferente al primero y con un objeto de estudio más específico. En el artículo la autora introduce el concepto trabajo temporal para analizar el uso y distribución del tiempo en la vida cotidiana de las mujeres en Chile, y su incidencia en la agenda para la experiencia temporal. Sustenta sus argumentos mediante la revisión de literatura sobre el tema y trabajo de campo con mujeres chilenas. Finaliza argumentando que la experiencia temporal de las mujeres seguirá determinada por las desigualdades de la organización social del tiempo y sus contradicciones, relacionadas con la institucionalidad. El último contenido de este grupo de textos es el de Imanol Zubero, “Espectadores del dolor ajeno: una imagen no vale más que mil palabras”; en él hace una revisión acerca de la relación que hay entre conocimiento mediado y acción social desde la perspectiva de la sociología de la comunicación; el análisis también lo articula a través de una aproximación transdisciplinar partiendo de la sociología, las ciencias de la comunicación y la creación artística. El autor reflexiona sobre los límites y las potencialidades de las imágenes transmitidas en los medios de comunicación que llevan a ponerse en el lugar del otro, y sustenta el valor de la imagen como ruptura de la normalidad y como movilizadora del sentimiento ético.

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 8-10 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180


EDITORIAL

Mauricio Morales y Marcela Meneses son los autores de los contenidos del segundo grupo de artículos, que se inscriben en la aproximación conceptual a la ciencia política. Morales, en su texto “Tipos de identificación partidaria. América Latina en perspectiva comparada, 2004-2012”, analiza la identificación con partidos políticos en Latinoamérica a partir de dos dimensiones: el volumen, porcentaje de ciudadanos suscritos con algún partido político, y la composición de los sistemas de partido. El autor propone estudiar el predominio de una de las dos identificaciones, por convicción y por transacción, mediante un modelo logístico multinomial por país. Una de las conclusiones a las que llega el autor es que la alta identificación contribuye a institucionalizar partidos, y que la alta institucionalización favorece la calidad de la democracia. Por otro lado, Marcela Meneses, en su texto “El agravio moral como resorte de la acción colectiva”, expone cómo el sentimiento de agravio moral, si bien no explica la acción colectiva, se convierte en uno de los argumentos utilizados por los actores movilizados en defensa de sus derechos, de lo que consideran justo o injusto. Este estudio lo realizó a partir del caso del movimiento social en Oaxaca (México) que ocurrió en 2006. La autora muestra cómo la moral y la experiencia humana son elementos significativos para la comprensión de la acción colectiva y de los movimientos sociales. El tercer conjunto de artículos está relacionado con la psicología social y los estudios de género, uno escrito en inglés y el otro en portugués. Pamela Gutiérrez y Joan Pujol, en su artículo “Occupational Therapy: Autonomy, Governmentality and Subjectification”, estudian las intervenciones de Terapia Ocupacional vinculando los terapeutas y las personas con diversidad funcional, y utilizan material etnográfico y narrativo. En el trabajo reflexionan sobre la reconstrucción de la noción de paciente. Los autores señalan que las intervenciones de Terapia Ocupacional hacen que sea posible localizar la relación terapéutica dentro de las circunstancias específicas de la persona, en vez de apuntar a un modelo normalizado. El otro artículo se titula “Exclusão de adolescentes grávidas em escolas do sul do Brasil: uma análise sobre a educação sexual e suas implicações”, de Denise Quaresma; en el texto ella estudia las prácticas en instituciones educativas en Brasil sobre la educación sexual en adolecentes embarazadas; asimismo, analiza la exclusión escolar y social de estas adolecentes. La autora concluye que el señalamiento que acarrea un embarazo precoz margina la adolescente y limita la disposición de las instituciones y de los gobiernos para diseñar políticas que faciliten la continuidad de la educación durante la gestación y después del parto. El último texto es un artículo de geografía, desde la perspectiva de la gerontología ambiental, escrito por

Diego Sánchez y Martha Cortés, titulado “Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable. El caso del mercado de Terán, Aguascalientes (México)”. El artículo es resultado de una investigación que analiza los beneficios del entorno construido y las funciones sociales que establecen la atractividad del ambiente urbano, con relación a la estimulación del envejecimiento activo y la calidad de vida durante la vejez, en la ciudad de Aguascalientes (México). Los autores señalan que en América Latina no se ha dado importancia a las implicaciones socioespaciales para el envejecimiento activo en un lugar acorde a las necesidades del adulto mayor. Las siguientes secciones a las que nos referiremos son las de Documentos, Debate y Lecturas. En esta edición, el Equipo de la Revista invitó a Hugo Ramírez a escribir para la sección Documentos; su contribución se titula “Tres personajes femeninos en El Quijote”, a propósito de la conmemoración de los cuatrocientos años de la muerte de los escritores William Shakespeare y Miguel de Cervantes Saavedra. En el texto el autor realiza un estudio literario sobre los personajes femeninos de la obra de Cervantes El Quijote, donde analiza la autodeterminación de los personajes femeninos, entendida como la determinación personal derivada de la necesidad típicamente humana de alcanzar las aspiraciones propias. El autor enuncia el problema en el nivel textual de la prosa ficcional del Quijote y aclara que deja por fuera cualquier explicación sobre el problema filosófico de la autodeterminación. Tampoco contiene un análisis histórico de las prácticas sociales de las mujeres en el siglo XVII. En la sección Debate, María José Álvarez realiza una entrevista a Göran Therborn, con preguntas acerca de la desigualdad como una construcción social histórica en América Latina y Colombia, en particular. La entrevista se produjo en el marco del Lanzamiento de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de 2015. Para cerrar el número incluimos la reseña de Jairo Agudelo del libro Protección social y lucha contra la pobreza en Brasil, Colombia y Chile. ¿Graduarse de los PTC o salir de la pobreza?. Este libro se inscribe en la investigación acerca del “Estudio regional sobre reglas de graduación y estrategias de egreso de los beneficiarios de los Programas de Transferencias Condicionadas (PTC)”, realizada por el Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli (CISP), y hace parte de la colección de Estudios del Área de Protección social de EUROsociAL. Queremos comentarle a nuestro público lector que nos encontramos trabajando para mejorar la página de la Revista en un formato más amigable, que se puede

Martha Lux · Ana Pérez

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EDITORIAL

consultar tanto en español como en inglés. A su vez, contamos con un nuevo portal que aloja las revistas académicas desde la Vicerrectoría de Investigaciones y Doctorados de la Universidad, y puede ser consultado en el sitio web http://revistas.uniandes.edu.co Es tambien un buen momento para compartirles que la Revista fue reclasificada recientemente en el sistema de indexación de Scopus en Q3. Más allá de las calificaciones, y de los criterios de calidad editorial de los que nos ocupamos constantemente, revisamos que se atiendan las necesidades de conocimiento de la Academia. Entendemos

que al adoptar criterios de calidad de nivel internacional estamos contribuyendo al intercambio de conocimiento y al posicionamiento de nuestras publicaciones más allá de nuestras fronteras nacionales. Martha Lux Editora Ana Pérez Coordinadora editorial

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 8-10 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180


Temas Varios

La internacionalización del multiculturalismo liberal como estructura de posibilidad para su circulación en América Latina • 12-24 Sabina García Peter – Freie Universität Berlin, Alemania

Tipos de identificación partidaria. América Latina en perspectiva comparada, 2004-2012 • 25-42 Mauricio Morales Quiroga – Universidad Diego Portales, Chile

El agravio moral como resorte de la acción colectiva • 43-51 Marcela Meneses Reyes – Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable. El caso del mercado de Terán, Aguascalientes (México) • 52-67 Diego Sánchez-González – Universidad Autónoma de Nuevo León, México Martha Beatriz Cortés Topete – Universidad Autónoma de Nuevo León, México

Occupational Therapy: Autonomy, Governmentality and Subjectification • 68-77 Pamela Gutiérrez Monclus – Universidad de Chile Joan Pujol Tarrès – Universitat Autònoma de Barcelona, España

Exclusão de adolescentes grávidas em escolas do sul do Brasil: uma análise sobre a educação sexual e suas implicações • 78-88 Denise Regina Quaresma da Silva – Universidade Feevale, Brasil

Espectadores del dolor ajeno: una imagen no vale más que mil palabras • 89-99 Imanol Zubero Beascoechea – Universidad del País Vasco (UPV/ EHU), España

El tiempo de las mujeres en Chile: repensar la agencia • 100-109 Martina Yopo Díaz – University of Cambridge, Reino Unido


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La internacionalización del multiculturalismo liberal como estructura de posibilidad para su circulación en América Latina* Sabina García Peter** Fecha de recepción: 07 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 24 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.01

R E S U M E N | El artículo tiene por objetivo analizar aquellos procesos que a nivel global funcionan como estructura de posibilidad para la circulación del debate liberal sobre multiculturalismo en América Latina. Se parte de plantear un marco teórico-conceptual para el estudio de la circulación de conocimientos que considera tanto las estructuras objetivas como las estrategias subjetivas que dan forma a ésta. Segundo, se presentan tres dimensiones del proceso de internacionalización del multiculturalismo liberal, identificadas a través del análisis de la literatura existente sobre el tema. Tercero, se concluye sobre la importancia de estudiar las especificidades de este proceso en distintos países de América Latina tomando como base la interacción entre estructuras de posibilidad y estrategias individuales, grupales y/o institucionales a nivel local e internacional. De esta forma se plantea que es posible explicar las diferencias que hay en las apropiaciones locales del debate. PA L A B R A S C L AV E | Circulación de conocimientos, multiculturalismo liberal, estructuras de posibilidad, estrategias de posicionamiento, actores académicos (palabras clave de autor).

The Internationalization of Liberal Multiculturalism as the Structure of Possibility for Its Circulation in Latin America A B S T R AC T | The objective of the article is to analyze the processes that operate at a global level as the structure of possibility for the circulation of the liberal debate on multiculturalism in Latin America. It is based on the proposition of a theoretical-conceptual framework for the study of the circulation of knowledge that considers both the objective structures and the subjective strategies that give rise to it. Secondly, it presents three dimensions of the process of internationalization of liberal multiculturalism, identified through an analysis of the existing literature on the subject. Thirdly, the article concludes by pointing out the importance of studying the specifics of this process in different countries in Latin America based on the interaction between structures of possibility and individual, group and/or institutional strategies on the local and international level, proposing that it is thus possible to explain the differences encountered in local appropriations of the debate. K E Y W O R D S | Circulation of knowledge, liberal multiculturalism, structures of possibility, positioning strategies, academic actors (Author’s Keywords).

A internacionalização do multiculturalismo liberal como estrutura de possibilidade para sua circulação na América Latina R E S U M O | Este artigo tem como objetivo analisar os processos que, no âmbito global, funcionam como estrutura de possibilidade para a circulação do debate liberal sobre multiculturalismo na América Latina. Parte-se de propor um referencial teórico-conceitual para o estudo da circulação de conhecimentos que considera tanto as estruturas objetivas quanto as estratégias subjetivas que dão forma a esta. Em seguida, apresentam-se

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El presente artículo de reflexión tiene como base la investigación de doctorado, titulada “Circulando Conocimientos desde las Asimetrías. El papel de los actores académicos en la producción y circulación del debate sobre multiculturalismo en Chile”. El trabajo fue desarrollado dentro del programa de Doctorado de Sociología del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität Berlin y fue financiado por Becas Chile.

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Doctora en Sociología por Freie Universität Berlin (Alemania). Actualmente es investigadora postdoctoral y docente en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de Freie Universität Berlin. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “El multiculturalismo como modelo de gobernanza en Chile: Estado, Academia y Brokers”. Universitas Humanística 82, 2016 (en prensa), e Incluyendo sin excluir. Género y movilidad en la educación superior (en coautoría). Berlín: Tranvía, 2013. * sabinag@zedat.fu-berlin.de


TEMAS VARIOS

três dimensões do processo de internacionalização do multiculturalismo liberal, identificadas pela análise da literatura existente sobre o tema. Por último, conclui-se sobre a importância de estudar as especificidades desse processo em diferentes países da América Latina tomando como base a interação entre estruturas de possibilidade e estratégias individuais, grupais e/ou institucionais no âmbito local e internacional. Dessa forma, propõe-se que é possível explicar as diferenças que há nas apropriações locais do debate. PA L AV R A S - C H AV E | Circulação de conhecimento, multiculturalismo liberal, estruturas de possibilidade, estratégias de posicionamento, atores acadêmicos (palavras do autor).

Introducción La discusión en torno a la circulación internacional de conocimientos en el contexto de la globalización ha ocupado intensivamente a las ciencias sociales y humanas, siendo diversos los aportes teóricos que se han realizado en este campo de estudio. En América Latina, este tipo de investigación se ha centrado, sobre todo, en el análisis de los desplazamientos de personas y la formación de élites intelectuales, así como en el papel de éstos en un movimiento de ideas que se objetiva a través de la circulación de textos escritos importados y traducidos que, muchas veces, impactan el desarrollo del pensamiento de comunidades intelectuales en distintos espacios (Bittencourt 2011, 13). En este contexto se ha destacado la importancia de los procesos de circulación internacional de ideas y teorías hacia América Latina desde una perspectiva geopolítica del conocimiento que pone en el centro las asimetrías en los flujos Norte-Sur, y las relaciones de subordinación internacional (Castro-Gómez y Grosfoguel 2007; Mignolo 2014; Slater 2008). Otros se han centrado en el vínculo entre la producción y circulación de conocimientos y su uso por parte de distintos sectores de la sociedad (Ariztía 2012). Menor relevancia ha cobrado, sin embargo, la identificación de otras asimetrías que se van desplegando en estos procesos a nivel local, tales como las asimetrías entre campos sociales y aquellas que permiten jerarquizar entre conocimientos dependiendo de quién los produce (García y Suárez 2014). Mientras que han sido casi nulos los esfuerzos realizados para determinar cómo es que circula el conocimiento en su total complejidad, es decir, no sólo entre Norte y Sur, sino también entre distintos campos sociales, entre disciplinas, entre campos científico-académicos regionales, entre otros. Es respecto a estos vacíos que surge el interés por ofrecer un enfoque que permita estudiar en profundidad los procesos de circulación de conocimientos en América Latina. El artículo que aquí presento forma parte de un trabajo más amplio cuyo objetivo es estudiar los procesos de circulación de conocimientos, destacando el papel activo de los actores académicos, es decir, de la diversidad de sujetos e instituciones posicionados desigual-

mente dentro del campo académico-científico.1 El argumento teórico que propongo es que los procesos de circulación de conocimientos deben ser analizados a partir de la interrelación entre dimensiones y niveles de análisis distintos, que responden a la interacción entre estructuras objetivas y estrategias subjetivas. De esta forma busco aportar a la pregunta por los motivos que hacen que ciertos debates se vuelvan imperantes en distintos campos sociales y contextos. Como una forma de profundizar en este enfoque, en el artículo me centro en la identificación y el análisis de aquellos procesos globales que funcionan como estructura de posibilidad para la circulación del debate liberal sobre multiculturalismo en América Latina. Sin embargo, cabe señalar que soy consciente de que éstos sólo constituyen una dimensión de análisis y que una mirada crítica del tema requiere analizar paralelamente tanto las estructuras de posibilidad locales como la importancia de las estrategias de distintos actores sociales, entre ellos, académicos, movimientos sociales, políticos, ONG, entre otros. A finales de la década de los ochenta y principios de la década de los noventa se comienzan a producir distintos aportes dentro de las ciencias sociales y humanas que discutían la centralidad de la temática de la diversidad cultural, sobre todo en relación con el estudio de sus consecuencias para las teorías y los modelos de integración y convivencia social (Albite 2005).2 Pese a ser múltiples las propuestas teóricas que pueden ser identificadas, es el multiculturalismo liberal (Kymlicka

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Aunque el foco está puesto en aquellos actores posicionados en el campo académico-científico, es necesario plantear que en los procesos de circulación de conocimientos pueden estar involucrados actores pertenecientes a distintos campos sociales. Así, por ejemplo, en el caso del debate sobre multiculturalismo —en el centro de este artículo—, son importantes actores pertenecientes a los movimientos indígenas, del campo político, think tanks, entre otros.

2 Cabe destacar que a partir de la década de los noventa la antropología social y cultural se ve inmersa en un intenso debate en torno al concepto cultura (Geertz 1992), centrándose en la crítica a su significado homogéneo. Esto coincide con la reivindicación que hay de este concepto desde otras disciplinas como la filosofía política y el derecho.

La internacionalización del multiculturalismo liberal como estructura de posibilidad para su circulación en América Latina | Sabina García Peter

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1989 y 1995; Raz 1994; Taylor 1992 y 1994) la perspectiva que se convirtió en el gran referente global.3 […] El multiculturalismo que se mercadea con singular ímpetu, en los últimos años, es un producto netamente liberal, originalmente elaborado y empaquetado en los centros de pensamiento anglosajones, y cuyas fábricas conceptuales se ubican en algunos medios académicos de países como Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Posteriormente, desde luego encontró sus ideólogos vicariales, epígonos y divulgadores en otras regiones, muchos de ellos ubicados en las maquiladoras intelectuales de la periferia. (Díaz-Polanco 2006, 173)

Este debate teórico tiene su contraparte política, que toma forma en aquellas legislaciones y políticas encaminadas a dar reconocimiento a los distintos individuos y grupos dentro de la esfera pública en términos de una ciudadanía compartida y una identidad nacional. En este sentido, la mayoría de los Estados latinoamericanos neoliberales desarrollaron un modelo multicultural de reconocimiento de la diversidad cultural que se institucionalizó bajo la forma de reformas constitucionales y la implementación de políticas públicas multiculturales (Assies 2006; Richards 2013; Sieder 2000; Van Cott 2000). Este desarrollo responde a un proceso global caracterizado por la interacción de actores políticos, sociales y académicos, así como de organizaciones e instituciones de carácter nacional e internacional (Kymlicka 2007 y 2013). En el artículo argumento que para explicar la importancia de este debate sobre multiculturalismo en su versión teórica y política en América Latina es necesario considerar, entre otros, el desarrollo de un proceso de internacionalización del multiculturalismo liberal a nivel global. Éste puede ser explicado por la capacidad que han tenido, por un lado, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de establecer un marco legal, basado en el multiculturalismo4 (Kymlicka 2007); y, por otro

3 Para un análisis de las tres grandes respuestas teóricas que surgen frente al desafío multicultural —liberalismo igualitario, multiculturalismo liberal y multiculturalismo a secas—, ver Villavicencio (2010). En este trabajo me centraré en el multiculturalismo liberal, para el cual las diferencias culturales sólo tienen sentido en la medida en que los individuos, basados en sus propios juicios, procesos de reflexión y formación de preferencias, se reconocen a sí mismos en el repertorio cultural y hacen uso de él como una parte constitutiva del ejercicio de su autonomía individual (Raz 1994; Kymlicka 1989 y 1995). 4 Cabe señalar que, si bien las herramientas que las organizaciones internacionales crean para promover el multiculturalismo no hacen referencia explícita al concepto como tal, éste sirve como un término paraguas donde es posible encontrar distintas conceptualizaciones y prácticas (Kymlicka 2007), que cobijan ideas, políticas y prácticas de carácter liberal reflejadas en la “primera ola de multicul-

lado, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de integrar a los pueblos indígenas y las minorías etnoculturales a los mercados globales y la competitividad económica (Kymlicka 2013) a través del financiamiento de programas de etnodesarrollo. El artículo se divide en tres partes: la primera parte funciona como un resumen de los antecedentes teórico-conceptuales que permiten justificar la importancia de estudiar los procesos de circulación de conocimientos desde una perspectiva multidimensional y relacional; la segunda parte ahonda en aquellos procesos globales que funcionan como estructura de posibilidad para la circulación del debate sobre multiculturalismo de carácter liberal en América Latina; por último, y a modo de conclusión, se discute la importancia de analizar la interacción entre las estructuras de posibilidad con las estrategias de diversos actores académicos posicionados desigualmente dentro del campo académico. Cabe señalar que aunque el presente artículo se basa en una investigación empírica, éste no tiene por objetivo presentar “nuevos datos” sino ofrecer un enfoque para entender los procesos de circulación del debate sobre multiculturalismo a partir de la interacción entre estructuras de posibilidad y estrategias individuales, grupales y/o institucionales en distintos niveles espaciales.

Marco teórico-conceptual: circulación de conocimientos, estructuras de posibilidad y estrategias de los agentes El artículo toma como base el trabajo de Dezalay y Garth (2002), que desde una tradición sociológica —pero centrada en los procesos internacionales de la democracia, la emancipación y los derechos humanos— tiene como foco el estudio del ascenso de la Rule of Law en América Latina. En este marco, los autores analizan la circulación internacional de modelos teóricos, políticos y económicos a partir de las estrategias5 internacionales que distintos actores locales llevan a cabo para asegurar su triunfo en las luchas locales por el poder. Dicho trabajo entrega un marco, basado en la teoría de los campos de Bourdieu, que permite desarrollar una propuesta de análisis para la circulación de conocimientos como resultado

turalismo liberal”, donde destacan autores como Kymlicka (1989; 1995; 2007, 7), Taylor (1992) y Raz (1994). Kymlicka incluye teorías acerca del “multiculturalismo”, “ciudadanía diferenciada”, “políticas de reconocimiento”, “derechos de los grupos”, “culturalismo liberal” e “integración pluralista”. 5 Se entiende la idea de estrategia desde un sentido bourdieuano, es decir, como “el despliegue activo de ‘líneas de acción’ objetivamente orientadas que obedecen a regularidades y conforman patrones coherentes y socialmente inteligibles, aun cuando no siguen reglas conscientes o apuntan a las metas premeditadas determinadas por un estratega” (Bourdieu y Wacquant 2005, 52).

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de la interacción entre procesos estructurales y las estrategias de aquellos individuos, grupos y/o instituciones que, en el marco de las luchas que caracterizan el funcionamiento de los campos sociales, tienen un papel en la circulación de conocimientos (Santamaría y Vecchioli 2008). Esto implica, a nivel más amplio, poner en relación aquellos procesos estructurales relevantes que se presentan como condiciones de posibilidad para la circulación, junto con la posición de los actores estudiados, sus trayectorias personales y profesionales, así como las estrategias que éstos despliegan en los niveles local y global. Esto requiere que no sólo se “examine la combinación de fuerzas internas y externas”, “sino también aquellas impulsadas nacional e internacionalmente” (Dezalay y Garth 2002, 29). En términos metodológicos esto implica centrar el análisis en los actores sociales y sus interacciones, dando cuenta de la simultaneidad de niveles y campos en los que éstos intervienen (Santamaría y Vecchioli 2008, 14). La combinación de niveles micro y macro permite poner de manifiesto la relación entre los espacios local, regional y global, de tal forma que el análisis de las estrategias debe tener en cuenta no solamente los juegos de poder dentro de los espacios nacionales —de los cuales son eco—, sino también las estrategias internacionales (Dezalay y Garth 2002, 30), a partir de las cuales es posible estudiar las relaciones entre las corrientes globales y las transformaciones locales. En este escenario, los conceptos campo y capital (Bourdieu 2000) adquieren relevancia central para estudiar los procesos de circulación. Éstos permiten, por un lado, analizar las luchas simbólicas que ocurren dentro del campo científico-académico —tomando en cuenta su carácter socialmente estructurado y los intereses de los sujetos que lo componen— y, por otro lado, entender la circulación como un producto de las estrategias que los agentes libran en el marco de estas luchas, con el objetivo de mejorar su posicionamiento dentro del campo. De esta forma, la circulación es entendida como un proceso multidimensional, complejo y relacional (Keim 2014). En términos analíticos, el modelo propuesto implica identificar aquellos procesos estructurales relevantes que se presentan como estructuras de posibilidad, para ponerlos en relación con las estrategias desplegadas en los niveles local y global por distintos actores académicos posicionados asimétricamente.

La internacionalización del multiculturalismo liberal En lo que refiere a la circulación del debate liberal sobre multiculturalismo en América Latina, un proceso que funciona como estructura de posibilidad corresponde a la internacionalización de este debate. Éste se carac-

teriza por la interacción de diversos actores, entre ellos organismos internacionales, agencias multilaterales, movimientos indígenas, académicos y académicas, actores políticos, entre otros. La importancia de conocer las dimensiones de este proceso radica en que, al constituirse como estructura de posibilidad, éstas se entrecruzan con las estrategias locales e internacionales de distintos actores locales, dando forma a procesos diferenciados de la circulación de este debate en diversos contextos locales. De esta forma, al identificar el proceso de internacionalización del multiculturalismo liberal a nivel global es posible sentar una base sobre la cual estudiar los procesos de circulación de este debate en diferentes contextos en América Latina.

Organismos internacionales y derechos de las minorías Desde finales de la década de los ochenta y comienzos de los noventa, la preocupación por la diversidad cultural permeó las instituciones centrales que a nivel internacional se inquietaban por la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos, como una “extensión moral progresiva” de las normas existentes en esta materia (Kymlicka 2007). Estas instituciones empezaron a promover, a escala global, la cultura y la diferencia como valores en sí mismos y, por ende, como un recurso para el desarrollo, a la vez que un derecho inalienable (Briones 2007, 41). Los nuevos discursos y normas relacionados con los derechos de las minorías y los pueblos indígenas se caracterizaron cada vez más, al menos a un nivel retórico, por el uso de los conceptos e ideas propios del multiculturalismo liberal. Inspirados en los principios de la libertad, la equidad y la democracia, así como en las estrategias que las democracias occidentales europeas ya habían implementado en términos de derechos de las minorías (Kymlicka 2008), organismos internacionales como la ONU y la OIT elaboraron declaraciones y convenios —como el Convenio 169 de la OIT (1989)6 o la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007)7— que permitieron a

6 Instrumento jurídico internacional que define los derechos de los pueblos indígenas y los principios a los que deberían atenerse los Estados, organizaciones multilaterales y otros agentes políticos. Constituye el primer ejemplo de una normativa multicultural internacional que acepta, sin ambigüedades, los principios positivos de los derechos de grupos específicos (Rodríguez 2007). 7

En 1994, la Sub Comisión de Prevención de la Discriminación y Protección de las Minorías de la ONU adoptó el Proyecto de Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Poblaciones Indígenas, el cual finalmente fue ratificado en septiembre de 2007 por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, constituyéndose como la norma

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ciertos grupos subordinados mantener, y expresar, sus identidades y prácticas distintivas (Kymlicka 2007, 16-18). En este sentido, […] aun cuando existen diferencias importantes entre los programas adoptados por distintos organismos internacionales, todos ellos adhieren, en general, a los conceptos teóricos y políticos defendidos por una perspectiva específica dentro de la amplia discusión sobre cultura y políticas, esto es, el multiculturalismo liberal. (Costa 2012, 139; traducción del autor)8

Este proceso tomó fuerza en la medida que su mirada se dirigía hacia los derechos de las minorías étnicas como una forma de proteger la dignidad del ser humano (Van Cott 2005), promover la justicia y profundizar la ciudadanía democrática (Kymlicka 2008). El modelo adoptado alentaba, e incluso presionaba, a los Estados a dar un vuelco a su relación con los pueblos indígenas y las minorías etnoculturales (Kymlicka 2007, 3), a cambio de reconocimiento, acceso al comercio y ayuda financiera (Van Cott 2005). A esto se asocia la necesidad de reformar los modelos de desarrollo de los Estados, poniendo en el centro la compatibilidad entre neoliberalismo y democracia, a la vez que resaltando la importancia de los derechos humanos. El creciente interés por parte de la ONU por adoptar una visión favorable a los derechos políticos, sociales y económicos de los pueblos indígenas y las minorías etnoculturales responde a “una preocupación creciente por la ‘diversidad cultural’ en un mundo marcado por la presencia masiva de un complejo cultural e industrial cuyos efectos homogeneizantes afectan la particularidad de las culturas nacionales y locales” (Gros 2000, 177). La motivación principal radicaba en “[…] un deseo humanitario de proteger un tipo de grupo que era visto como claramente vulnerable” (Kymlicka 2008, 63), y, como tal, la tarea se centró en desarrollar normas destinadas a superar dicha vulnerabilidad. En este sentido, la preocupación por la diversidad cultural se plantea como una precondición para mantener un orden internacional legítimo sustentado en los derechos humanos, la paz, la seguridad, la democracia y el desarrollo económico (Kymlicka 2007). Estos reacomodos globales redibujan “el espacio económico, político e ideológico para que

mínima de reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas. Esta declaración reafirma y fortalece la defensa que hace el Convenio 169 de los derechos indígenas en relación con la tierra, la lengua y el derecho consuetudinario, así como también establece que los pueblos indígenas tienen derecho a la autodeterminación. 8 “[…] Even if there are important differences among the programs adopted by different international organizations, all of them adhere, in general, to the theoretical and political concepts defended by specific approach in the broad discussion about culture and politics, that is, liberal multiculturalism”.

se manifieste un nuevo ‘interés’ internacional por la problemática” (Briones 2002, 385).9 En este sentido, la discusión sobre los derechos de los pueblos indígenas se vio atravesada por una lógica jurídica que puso en el centro los debates propios del campo del derecho internacional y los derechos humanos aplicados a una “población objetivo”, a saber, los pueblos indígenas (Santamaría 2008, 109). En ese marco, “nuevas ‘generaciones’ de derechos han surgido en los últimos años, y órdenes nuevos están apenas en proceso de consolidación, como es el caso de los llamados ‘derechos colectivos’” (Díaz-Polanco 2006, 125). La introducción de los derechos de los pueblos indígenas en el discurso sobre los derechos humanos transformó a los pueblos indígenas en nuevos sujetos de derecho internacional y, como tal, convirtió al derecho indígena en materia y disciplina de algunas de las facultades de Derecho más importantes (Stavenhagen 2011). De igual forma, la hegemonía del discurso jurídico normativo se impuso en el desarrollo de distintas disciplinas.10 Y la temática indígena, que parecía reservada a la antropología, comienza a ser foco de interés de otras disciplinas como las ciencias políticas y jurídicas, desde donde empieza a producirse una mayor cantidad de investigación y programas de estudio con el fin de enfrentar esta nueva etapa.11 El apogeo alcanzado por el multiculturalismo liberal durante la era del neoliberalismo12 se debe asimismo a

9 Cabe señalar que las recientes normas internacionales de derechos de las minorías que surgieron junto a las teorías normativas del multiculturalismo liberal, y fueron influenciadas por ellas, no son idénticas. El derecho internacional y las teorías multiculturalistas han aceptado la necesidad de plantearse diferenciadamente en función del grupo. En este sentido, los regímenes internacionales de derecho se han caracterizado por distinguir entre derechos destinados a las minorías nacionales y derechos para los pueblos indígenas. Para una discusión detallada sobre las implicancias de esta distinción y las asimetrías entre las normas destinadas a los pueblos indígenas en comparación con las minorías nacionales, y sus consecuencias, ver: Kymlicka (2008) y Garzón (2012). 10 En el caso de la antropología puede mencionarse el desarrollo de la antropología jurídica como subdisciplina, cuyo foco es el tratamiento jurídico de los pueblos indígenas desde una perspectiva que está estrechamente vinculada con los fundamentos y los límites del multiculturalismo (Castillo 2009). 11 Este proceso está inmerso en una compleja red de relaciones de poder que deriva de la interacción entre actores en posiciones asimétricas. 12 La tendencia por parte de las democracias industrializadas avanzadas hacia el multiculturalismo fue anterior a la emergencia del neoliberalismo. Es por esto que la creciente fuerza neoliberal se oponía en un principio a la naturaleza socioliberal del multiculturalismo impulsado desde la década de los sesenta, en la medida que el multiculturalismo encarnaba una especie de Estado de Bienestar liberal al que dicha fuerza se oponía.

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la posibilidad ofrecida por este debate de “reconstruir relaciones entre el Estado y la sociedad, por medio de una inclusión que permite reducir conflictos étnicos e incrementar la eficiencia económica de la acción estatal” (Walsh 2009, 7). En este sentido, el sistema neoliberal ha promovido “la ‘valorización’ de la diversidad según la lógica de promover cierta ‘politización’ de la cultura que provoca la despolitización de la economía y la política misma” (Díaz-Polanco 2006, 2). De ahí se desprende la relación existente entre el capitalismo en su versión neoliberal y la cuestión de la identidad, que hace que los programas, mecanismos y herramientas que promueven el multiculturalismo vayan a la par del proceso de acumulación neoliberal. Los esfuerzos realizados a favor del reconocimiento y respeto de la diversidad etnocultural ayudan a reducir el horizonte de las políticas públicas que pueden ser asumidas por parte del Estado hacia los pueblos indígenas al conceder en forma restringida algunos derechos de difícil aplicación y programas de desarrollo con un corte asistencialista destinados a paliar los efectos del modelo económico sobre las comunidades indígenas. De esta forma se dejan fuera políticas que puedan poner en riesgo el modelo de acumulación o que incidan en factores estructurales que condicionan la desigualdad económica y la dominación de los pueblos indígenas (Larrea 2010, 35). Respecto a esto último resulta clave entender el papel del BM y el BID en la promoción, el financiamiento e implementación de reformas institucionales que han transformado los modelos de desarrollo de los Estados en el marco del neoliberalismo en América Latina. Ambas instituciones centraron su acción a favor de la hegemonía cultural del neoliberalismo, buscando incidir en un cambio en la relación del Estado con los pueblos indígenas y los afrodescendientes. De esta manera, los procesos de democratización y participación de estas poblaciones en la región se han vuelto compatibles con los esfuerzos de profundización y consolidación del modelo neoliberal por parte de estas agencias. A través de estrategias de subsidio y focalización, el BM y el BID han promovido la inclusión de poblaciones potencialmente conflictivas, “sin alterar los mecanismos del orden socioeconómico existente, ni los intereses de los sectores sociales dominantes […]” (Domenech 2007, 74). Es decir, expandiendo y profundizando el modelo neoliberal. En este sentido, su relación con las comunidades indígenas y afrodescendientes “se enmarca en la relación cultura-pobreza-desarrollo” (Domenech 2007, 73) y cobra interés en la medida que éstas pueden transformarse, ya sea en un “obstáculo para el desarrollo económico y la reducción de la pobreza” (Psacharopoulos 1992; Psacharopoulos y Patrinos 1994; Partridge y Uquillas 1996, en Domenech 2007, 73), o en una amenaza a la paz dentro de la región producto de conflictos culturales y étnicos (Bates 1999;

Collier 2000, en Domenech 2007, 73). En este escenario se utilizan los términos inter- o multiculturalismo13 estratégicamente, con el objetivo de “introducir el discurso del neoliberalismo democrático que tiende a profundizar mecanismos de privatización y tercerización en las relaciones sociales” (Bolados 2012, 136) desde una perspectiva que afirma la diversidad cultural. El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y las minorías etnoculturales a través del desarrollo de convenios, declaraciones y mecanismos ha contribuido a la normalización de la idea contemporánea del Estado moderno en términos multiculturales o multinacionales (Kymlicka 2007, en Garzón 2012, 268). La “justicia indígena” hace parte de la agenda de derechos humanos y desarrollo que da lugar a la circulación internacional de conocimiento experto en el que participan no sólo múltiples actores económicos y políticos internacionales (Santamaría 2008, 94), sino también académicos. Dado que, para la mayoría de los países latinoamericanos, la década de los noventa comenzó marcada por el surgimiento de una serie de procesos sociopolíticos vinculados a nuevos conflictos y tensiones entre actores sociales, estatales y transnacionales, los esfuerzos internacionales y locales se canalizaron en garantizar la sostenibilidad de las economías de mercado y el logro del “desarrollo” mediante la promoción de una gobernabilidad democrática que contrarrestara los problemas derivados de estos procesos que estaban afectando, en muchos casos de forma directa, a las poblaciones indígenas y afrodescendientes. De ahí que se pueda explicar en parte por qué en la región ha tenido tanta resonancia la difusión del multiculturalismo liberal (Rodríguez 2007, 3).

La cuestión indígena en América Latina y la internacionalización de sus demandas En lo que refiere a América Latina, el centro de la reivindicación de la diversidad etnocultural encontró lugar en las demandas de organizaciones y movimientos indígenas, y afrodescendientes, por el reconocimiento de sus derechos culturales, sociales, políticos y económicos. Ya desde finales de la década de los 13 Se entiende el interculturalismo como interculturalismo funcional, es decir, como un dispositivo de poder dentro del multiculturalismo que “apunta al control del conflicto étnico y la conservación de la estabilidad social con el fin de impulsar los imperativos económicos del modelo de acumulación capitalista, ahora haciendo ‘incluir’ los grupos históricamente excluidos a su interior” (Walsh 2009, 4) La interculturalidad es, desde esta perspectiva, un término para referir a “discursos, políticas y estrategias de corte multicultural-neoliberal” (Walsh 2009, 8), y se diferencia de la interculturalidad crítica como proyecto político, social y epistémico y ético que parte del movimiento indígena (Tubino 2005).

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ochenta se venía dando un cambio en lo referido a las cuestiones indígenas, en donde, “ligado muchas veces a la ‘educación popular’, las organizaciones indígenas fueron adquiriendo crecientemente una ‘conciencia étnica’” (Bengoa 2000, 23). Este proceso, que pese a las características locales hizo presencia en casi todos los países de América Latina, tuvo su punto cúlmine cuando en 1992 —al conmemorarse los quinientos años del “descubrimiento” de América—, los indígenas de todo el continente comenzaron a unir fuerzas para exigir el reconocimiento de sus derechos. Desde ese momento se empieza a hablar de una “emergencia de la cuestión indígena” (Bengoa 2000): luego de años de silencio y olvido, los indígenas se organizaban y exigían el reconocimiento de sus identidades y derechos más allá de los problemas económicos, sociales y políticos que los aquejaban, transformándose en importantes actores sociales y políticos capaces de influir en las “agendas políticas” de todos los programas de gobierno latinoamericanos, y convirtiéndose en objeto de preocupación de diversos sectores empresariales (Bengoa 2000, 24-25), así como también de los organismos internacionales y las agencias multilaterales. Esta “emergencia de la cuestión indígena” es fruto de la conjunción de múltiples factores (Bengoa 2000; Martí i Puig 2010; Sieder 2000; Trejo 2000) y se da en forma paralela al proceso de configuración de diversos regímenes internacionales de defensa de los derechos de los indígenas y minorías etnoculturales, que se explorarán con mayor detalle en el siguiente apartado. La intersección entre ambos procesos es un factor clave en la consolidación de estos movimientos (Martí i Puig 2007; Stavenhagen 1999; Van Cott 2005). A finales de los años setenta ya se había iniciado un proceso de consolidación de una masa crítica de organizaciones que introduce en la agenda internacional el tema de los derechos de los pueblos indígenas y las minorías etnoculturales (Brysk 2000). Sin embargo, es desde finales de los años ochenta, y durante todos los años noventa, que este proceso se ve fortalecido por la configuración de una Transnational Advocay Network14 (Keck y Sikkink 1999), con capacidad de generar legislación internacional, a través de la articulación de actividades de lobby en los organismos internacionales. Esta red está compuesta por actores de distinta naturaleza, entre ellos integrantes de los movimientos indígenas y actores académicos. Estos últimos se integran a través de su participación directa como consultores o a través de su participación en ONG.

14 Las Transnational Advocacy Networks refieren a espacios políticos donde diferentes actores situados negocian — formal e informalmente— los significados sociales, culturales y políticos de su empresa conjunta (Keck y Sikkink 1999, 90).

La inserción de un sector de los movimientos indígenas en el sistema internacional es un hito clave en la consolidación de sus demandas. Una vez representados en éste y apoyados por la labor de presión, y difusión, de esta red se generó una percepción compartida de que era necesario y urgente crear instrumentos internacionales para hacer efectiva la protección de los derechos de los pueblos indígenas (Martí i Puig 2004, 27). Junto con esto, otros dos factores son de relevancia para explicar este resurgimiento político de lo étnico: el compromiso de algunos académicos, principalmente de un sector dentro de la antropología, preocupados por la situación de los pueblos indígenas y el acceso a recursos puestos a disposición por ONG y agencias para el desarrollo (Martí i Puig 2010, 72). Éstos funcionaron como activadores o dinamizadores de los movimientos indígenas, en la medida que transfirieron recursos materiales, simbólicos e institucionales (Martí i Puig 2004). En este sentido, si bien la cuestión étnica como temática no había estado ausente antes, lo que hay es un cambio en cuanto a cómo se posiciona ésta: “nuevos actores y organizaciones étnicas unidas a reuniones y declaraciones de carácter etnicista, así como acciones y demandas de reivindicación” (Bengoa 2001, 90). Las demandas económicas y materiales se combinan con una demanda por el respeto de la diversidad cultural y la especificidad étnica. En este sentido, la cuestión indígena no puede ser vista separada de una demanda indígena, que cuestiona no sólo la desigualdad, sino también las relaciones de dominación cultural. En la medida que los pueblos indígenas no sólo han sabido apropiarse del discurso y las instituciones globales de derechos humanos, sino que también han contribuido con sus propias perspectivas a la conformación del sistema jurídico e institucional internacional, una serie de normas derivadas de los principios generales de derechos humanos se han dirigido directamente a los pueblos indígenas (Anaya 2006). Esto permite identificar una indigenización del sistema de derecho internacional, en la que se va a seguir profundizando a continuación.

Protección y promoción de los derechos de los pueblos indígenas El tema de los derechos indígenas desde la perspectiva del multiculturalismo liberal es relativamente reciente en el campo de los derechos humanos; sin embargo, el tratamiento de las cuestiones vinculadas a los pueblos indígenas no es nuevo dentro del sistema internacional de las Naciones Unidas. Su historia se remonta a la Conferencia de Versalles, en 1919, que puso fin a la Primera Guerra Mundial, donde por primera vez una delegación de indígenas se presentó pidiendo que fueran escuchadas sus demandas por el reconocimiento

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y la libre determinación. En esa ocasión era poco o nada lo que el sistema internacional podía ofrecerles, en cuanto al reconocimiento de sus derechos humanos, pero poco a poco fue tomando más relevancia. En 1953, la OIT había publicado un libro sobre la situación de los pueblos indígenas en el mundo que trajo consigo el lanzamiento de un proyecto piloto orientado a la promoción del desarrollo de las comunidades indígenas desde un ángulo multidisciplinario (Proyecto Andino). Cuatro años más tarde, en 1957, la conferencia general de la OIT aprobó el Convenio 107, siendo éste el primer intento por reglamentar las obligaciones internacionales de los Estados en relación con los pueblos indígenas y tribales, aunque caracterizado por su enfoque integracionista. Años más tarde, alrededor de la década de los setenta, las Naciones Unidas publican un informe sobe discriminación racial. Este informe se enfocaba principalmente en la situación del apartheid en Sudáfrica, pero en sus conclusiones destacaba la necesidad de considerar la discriminación en contra de las poblaciones indígenas de América y el resto del mundo. Algunos años después, esta propuesta fue encargada a José Martínez Cobo, miembro de la Subcomisión de Protección de Minorías y Prevención de Discriminación, al mismo tiempo que la Comisión de Derechos Humanos decidía aprobar la creación, en el seno de la Subcomisión, de un Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas. Su objetivo era estudiar la situación de los pueblos indígenas en el mundo, así como evaluar la normatividad y proponer posibles normas, tanto a nivel nacional como internacional, para la protección de los derechos de los pueblos indígenas y la lucha contra su discriminación (Stavenhagen 2002). El Grupo, iniciado finalmente en 1982, consideraba por primera vez escuchar la voz de los pueblos indígenas para discutir, estudiar y conocer su situación respecto a los derechos humanos, a través de un foro, y esto se reconocía cada vez más dentro del sistema de las Naciones Unidas. Junto con este foro, el Grupo de Trabajo estuvo a cargo de la elaboración del proyecto de Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Paralelamente a este proyecto, los indígenas, a través del Grupo de Trabajo, tuvieron la oportunidad de presionar durante años para que se creara un Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas y una Relatoría Especial sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas, en el marco de la Comisión de Derechos Humanos. Durante la década de los ochenta comienza a darse una expansión global de distintas herramientas legales y políticas de protección de los derechos culturales de los pueblos indígenas que apuntan a un giro en la relación entre los Estados, las minorías culturales y los pueblos indígenas, contribuyendo en forma creciente al proceso

de desarrollo normativo e institucional, e impulsando criterios e interpretaciones innovadores con el fin de llevar a la práctica estos derechos específicos. Por lo tanto, se advierte que hay un proceso de desarrollo aplicativo de los derechos de los pueblos indígenas y minorías nacionales mediante una evolución interpretativa, y que, junto con el paradigma de los derechos humanos, han generado importantes sinergias para ir consolidando lo que algunos autores denominan un derecho internacional consuetudinario de los pueblos indígenas. (Garzón 2012, 263)

Pese a que los convenios y declaraciones internacionales no involucran compromisos legales vinculantes por parte de los países que los suscriben, éstos, al igual que los mecanismos, cambiaron las expectativas y el sentido del derecho, difundiendo conocimiento, mejorando las herramientas y construyendo coaliciones que legitiman los esfuerzos por la autoorganización y movilizan a los grupos étnicos nacional e internacionalmente (Kymlicka, 2007, 44). En el contexto latinoamericano hay dos instrumentos que han tenido un papel específico en relación con la situación y defensa de los derechos de los pueblos indígenas, y que como tales aparecen como relevantes dentro del proceso de internacionalización del multiculturalismo en la región: el Convenio 169 de la OIT, al cual se ha hecho ya referencia en el primer apartado de esta sección, y la figura del Relator Especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas15 (Rodríguez 2007). El Convenio 169 se transformó rápidamente en uno de los instrumentos de mayor alcance en lo que refiere a la regulación de los derechos de los pueblos indígenas a nivel internacional (Martí i Puig 2004). En el contexto latinoamericano cobra especial importancia al ser uno de los principales medios que permitió la internacionalización de las demandas indígenas de la región. Así, “el alto número de ratificaciones por parte de países latinoamericanos lo convierten, en cierta medida, en un tratado de vocación internacional transformado en un mecanismo regional” (Rodríguez 2007, 6). El Convenio 169 tuvo una notable influencia en las reformas constitucionales y en la legislación neoindigenista en América Latina durante la década de los noventa (Aparicio 2001; Assies, Van der Haar y Hoekema 1999; Clavero 2000), debido a que uno de sus aspectos centrales es que al ser aprobado y adoptado,

15 Rodríguez (2007) menciona también el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que se ha constituido en el locus de la defensa internacional de los derechos indígenas en América Latina a través de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, en el contexto de este artículo no se profundizará en su importancia en el contexto latinoamericano, ya que éste no ha sido particularmente relevante en la circulación del debate sobre multiculturalismo hacia distintos contextos locales, sobre todo porque ha estado más desvinculado del campo académico.

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los países deben introducir profundas reformas constitucionales y legales con el fin de dar cumplimiento a sus obligaciones (Bello y Rangel 2000). El contexto de producción de este primer instrumento jurídico internacional sobre los derechos de los pueblos indígenas permite que no sólo las organizaciones indígenas sino también los expertos en pueblos indígenas comiencen a insertarse en distintas redes de conocimiento experto en derechos humanos y participen activamente en discusiones de derechos internacional tanto en la OIT como en la ONU (Santamaría 2008, 85). A nivel local, los cambios legislativos que trae consigo el Convenio 169 para adecuarse a los estándares del mismo representan una oportunidad para un grupo de actores dentro del campo académico. Su carácter jurídico no sólo lo convierte en objeto de estudio y discusión académica, especialmente para quienes se vinculan a la temática de los derechos humanos, sino que a la vez prolifera una serie de diplomados, cursos y capacitaciones centrados en las implicancias locales de la ratificación del Convenio 169, que se transforman en instancias claves para la circulación del debate sobre multiculturalismo. De esta manera, la ratificación del Convenio 169 en distintos países en América Latina forma parte de la estructura de posibilidad que conlleva que una serie de actores pertenecientes al campo académico desarrollen estrategias a nivel local que reestructuran sus posiciones en el campo académico, así como en relación con otros campos, y que tienen como consecuencia una circulación del debate sobre multiculturalismo. Así, por ejemplo, algunos de los Centros de Derechos Humanos dentro de instituciones universitarias empiezan a ofrecer diplomados, cursos y capacitaciones que se centran en difundir las implicancias teórico-conceptuales y prácticas de la ratificación del Convenio 169. La figura del Relator Especial sobre los derechos humanos de los indígenas, por otro lado, también adquirió especial relevancia en el contexto latinoamericano. El mandato del Relator Especial fue establecido por una resolución de la Comisión de Derechos Humanos en 2001, patrocinada por México y Guatemala, en un momento álgido en lo referido al debate en torno a la cuestión de los derechos indígenas en el contexto de las Naciones Unidas, en el marco del primer decenio internacional, caracterizado por la ausencia de mecanismos específicos para la protección de los derechos indígenas en el contexto internacional. Su mandato tiene por objetivo hacer visible la situación de los pueblos indígenas en las agencias internacionales y los organismos de derechos humanos, a través de la apertura de espacios entre los pueblos indígenas, los gobiernos y las organizaciones internacionales. De especial interés ha resultado la figura del académico Rodolfo Stavenhagen16 —primer Relator Especial 16 Stavenhagen es un académico de origen alemán, pero que desarrolla gran parte de su carrera académica en México. Su trabajo puede ser calificado como el de un “intelectual

durante un primer período, entre 2004 y 2007, y un segundo período por tres años más— como promotor del debate multiculturalista hacia América Latina. Las actividades llevadas a cabo por Stavenhagen significaron un aporte para la protección de los derechos indígenas y contribuyeron a situar la cuestión indígena en la agenda general de los derechos humanos de las Naciones Unidas. A su alrededor se dio forma a una red de actores promotores del multiculturalismo especialmente importante en el campo académico de las ciencias sociales y humanas que apoyó y difundió su trabajo dentro del campo académico y político. Por ejemplo, es posible mencionar al antropólogo chileno Álvaro Bello, quien fue colaborador de Stavenhagen y lo acompañó durante su visita oficial a Chile como Relator Especial, en 2003; o al académico, jurista y activista José Aylwin, quien fue el encargado de organizar la visita de Stavenhagen a Chile. Ambos académicos han sido claves en difundir y promocionar tanto la labor del Relator Especial como el constructo teórico-conceptual que sostiene su labor dentro de Chile, pero también en el contexto latinoamericano, a través de publicaciones y eventos académicos. En el caso de Bello, algunas de sus publicaciones más importantes están estrechamente vinculadas al pensamiento desarrollado por Stavenhagen, de manera específica el debate en torno al concepto ciudadanía multicultural (Bello 2004; Bello y Rangel 2000), influencia que también es posible encontrar en el trabajo de Aylwin (Aylwin y Marimán 2008). Así, en torno a la proliferación de instrumentos y mecanismos de defensa y promoción de derechos, como los anteriormente mencionados, se formó una industria de actividades promocionales, así como redes internacionales de académicos, intelectuales y policy makers familiarizados con los discursos y prácticas del multiculturalismo liberal, que han ayudado a difundir y promocionar no sólo estas normas, sino también su sustrato teórico-conceptual. Esto se logra a través de publicaciones académicas, reportes públicos, workshops y sesiones de entrenamiento, que sirven para dar cuenta del catálogo de buenas prácticas, así como para difundir un discurso político sobre cómo

académico” que logra presencia pública desde su actividad investigativa. A principios de los años ochenta se acercó a las Naciones Unidas cuando se abría en el área de Derechos Humanos un Centro con interés por los derechos de los pueblos indígenas. Estuvo cerca de las personas que trabajaban en esa oficina, participó en sesiones de un grupo de trabajo sobre pueblos indígenas que se organizó en las Naciones Unidas y donde se comenzó a discutir un proyecto de Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Al mismo tiempo que se abría un debate en la OIT, donde formó también parte de un grupo de expertos que estaba discutiendo la revisión del Convenio 107. En paralelo se desarrollaba la discusión en las Naciones Unidas sobre los derechos indígenas, y durante varios años asistió a esas reuniones hasta que finalmente, en 2001, fue nombrado Relator Especial (Lima y Cabral 2010).

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administrar o gobernar la diversidad etnocultural (Kymlicka 2007). De forma paralela, las agencias multilaterales focalizan parte de sus recursos para el desarrollo indígena y llevan a cabo procesos de diseño y gestión participativos. En América Latina esto ha traído consigo el desarrollo de iniciativas de estudios de situación, actividades de capacitación y proyectos de inversión orientados a las poblaciones indígenas, donde sectores dentro del campo académico han encontrado cabida. Al respecto cabe mencionar la labor del BM y el BID. Ambas instituciones muestran una afinidad respecto a la situación de los pueblos indígenas y elaboran políticas y guías específicas para éstos. Cabe mencionar la relevancia que han tenido en América Latina los programas de etnodesarrollo17 o desarrollo con identidad, impulsados y financiados por instituciones como el BM y el BID.18 En el caso de Chile, por ejemplo, el BID financió la implementación de un innovador y millonario programa de etnodesarrollo neoindigenista —Programa Orígenes— que tenía como objetivo contribuir al desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos aimara, atacameño y mapuche del sector rural, desde los lineamientos del desarrollo con identidad fomentado por este organismo en varios países “indígenas” de América Latina para promover nuevos modelos de gobernabilidad (Santamaría 2008). Parte importante de este tipo de programas incluyó como componente central de su funcionamiento el desarrollo de capacitaciones y de una producción científica que estuvo en gran parte a cargo de profesionales de las ciencias sociales posicionados en el campo académico (Bolados 2012).

17 El primero en hablar de etnodesarrollo fue Bonfil Batalla (1995), para luego ser acuñado por agencias multilaterales. 18 En 1991, el BM elaboró una Directriz Operativa sobre Pueblos Indígenas (DO 4.20) que establece la política que debe regir en el marco de proyectos financiados por esta institución. En ella se establecen cláusulas de salvaguardia y de promoción del desarrollo indígena en aquellos casos en que un proyecto de inversión financiado por la institución tenga un impacto sobre los pueblos indígenas, y se busca asegurar que los pueblos indígenas reciban beneficios sociales y económicos que sean culturalmente compatibles (Uquillas 2003). El BID, por su parte, adopta una estrategia dirigida de manera específica al desarrollo de los pueblos indígenas como parte del mandato de la Octava Reposición de Recursos del BID (1994). Ésta incita al BID a asumir un papel más proactivo en temas indígenas y se refiere concretamente a los desafíos y oportunidades para lograr un proceso de desarrollo indígena participativo procurando su inclusión sistemática y pertinente en las operaciones regulares del BID, mediante componentes y enfoques específicos socioculturalmente apropiados. Bajo la coordinación de una Unidad de Pueblos Indígenas y Desarrollo de Comunidades, ésta se inspiró, entre otros, en el Convenio 169 de la OIT (Bello y Rangel 2000). El propósito de esto es “potenciar la contribución del BID en el desarrollo con identidad de los pueblos indígenas” (BID 2006).

Conclusiones En este artículo he planteado la necesidad de estudiar los procesos de circulación de conocimientos como el resultado del entrecruzamiento de variables de carácter procesual-estructural y de las estrategias de una variedad de actores posicionados desigualmente en distintos campos sociales y que se mueven motivados por la acumulación de capitales. Desde esta perspectiva, la circulación de conocimientos se distingue por su carácter complejo, multidimensional y relacional, dado que involucra no sólo distintos campos sociales, sino también distintos niveles espaciales. Partiendo de esto, me he centrado en la circulación del debate sobre multiculturalismo tomando como referencia su versión liberal, la cual se ha posicionado en América Latina como la más relevante tanto en el campo académico como en el político. En este artículo me propuse reconstruir el proceso de internacionalización del multiculturalismo liberal, ya que ésta ha funcionado como estructura de posibilidad para la circulación de este debate en América Latina. Al respecto he identificado tres dimensiones de este proceso. La primera refiere a la valoración y el reconocimiento que se ha dado a la diversidad cultural en el marco de las democracias liberales y las economías neoliberales, en el contexto de afirmación de los derechos humanos. Esto ha traído consigo, por parte de los organismos internacionales y agencias multilaterales, un proceso de traducción del multiculturalismo liberal en un discurso centrado, principalmente, en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. Una segunda dimensión relevante por considerar guarda relación con la importancia alcanzada por las demandas indígenas en América Latina y el carácter internacional que éstas adquieren (Rodríguez 2007). De esta forma, la lucha indígena, representada por diversos movimientos sociales y políticos, permite reformular las reivindicaciones estructurales relacionadas con la justicia social y el reconocimiento a la identidad colectiva (Garzón 2012, 247). Por último, una tercera dimensión refiere a la consolidación de una serie de programas, mecanismos y herramientas internacionales que, como reflejo de las teorías multiculturales de carácter liberal, se constituyen como parte integral de los nuevos regímenes de derecho internacional de las minorías. Estos procesos traen consigo nuevos espacios de acción local y global a los que se vinculan actores académicos, habiéndose mencionado algunos ejemplos a lo largo del artículo. En la medida que los organismos y redes internacionales ofrecen la posibilidad de acumular capital extranjero —en forma de recursos, grados académicos, contactos y/o conocimientos—, que permite a los actores sociales —académicos, en este caso— mejorar su propia posición en los campos en que se desenvuelven, éstos se vuelven centrales a la hora de dar forma a algunas de sus estrategias. Este proceso puede tener como consecuencia

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la circulación de conocimientos, lo que se intensifica gracias al esfuerzo por parte de estos organismos por difundir el multiculturalismo como modelo de administración de la diversidad cultural. Con todo, es necesario señalar que el estudio de la circulación de conocimientos no está completo si no se toman en consideración aquellos procesos que funcionan como estructuras de posibilidad a nivel local, así como el papel de distintos actores académicos posicionados en diversos campos locales e internacionales. Es, precisamente, en el análisis conjunto de las estructuras de oportunidad, locales y globales, en relación con las estrategias locales e internacionales de los actores académicos, que es posible entender los procesos de circulación en su total complejidad y dar cuenta de las diferencias locales que caracterizan a estos procesos.

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De acuerdo con lo señalado, el proceso de internacionalización del multiculturalismo, donde se ven involucrados actores de distintos campos, se transforma en una estructura de posibilidad importante para entender las estrategias locales e internacionales de diferentes actores localizados desigualmente, entre ellos también distintos actores académicos. Sin embargo, su identificación y análisis sólo constituyen una dimensión en el estudio de la circulación del debate sobre multiculturalismo en América Latina, por lo cual queda pendiente seguir avanzando en esta tarea.

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Tipos de identificación partidaria. América Latina en perspectiva comparada, 2004-2012* Mauricio Morales Quiroga** Fecha de recepción: 07 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 02 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.02

R E S U M E N | Se analiza la identificación con partidos en América Latina en dos dimensiones: volumen y composición. En general, la literatura se concentra en el análisis del volumen, medido como el porcentaje de ciudadanos identificados con algún partido. Sin embargo, dos países con idéntico volumen de identificación no necesariamente comparten idénticos contextos institucionales o sistemas de partidos. La identificación puede reproducirse en distintos ambientes. Incluso, puede cultivarse en sistemas de partidos inestables y escasamente programáticos, lo que lleva a pensar en la existencia de distintos tipos de identificación. Acá se proponen dos: la identificación por convicción y la identificación por transacción. Para mostrar el predominio de cada tipo de identificación utilizo la serie de resultados de Latinobarómetro (1995-2003) y LAPOP (2006-2012), diseñando modelos logísticos multinomiales por país. PALA BRAS CLAV E | América Latina, partidos políticos (Thesaurus); identificación partidaria (palabra clave de autor).

Types of Political Party Identification: Latin America in Comparative Perspective, 2004-2012 A B S T R AC T | Identification with political parties in Latin America is analyzed in two dimensions: volume and composition. In general, the literature focuses on the analysis of volume, as measured by the percentage of citizens identified with parties. However, two countries with identical volume of party identification do not necessarily share identical institutional contexts or party systems. Identification can be reproduced in different environments. It can even be cultivated in systems of unstable and only barely programmatic parties, which leads one to think of the existence of different types of identification. Two of them are proposed here: i.e., identification through conviction and identification through transaction. To show the predominance of each type of identification, the series of results of Latinobarómetro (1995-2003) and LAPOP (2006-2012) were used in designing multi-nominal logistic models for each country. K E Y W O R D S | Latin America, political parties (Thesaurus); party identification (Author’s Keywords).

Tipos de identificação partidária. A América Latina em perspectiva comparada, 2004-2012 R E S U M O | Analisa-se a identificação com partidos na América Latina em duas dimensões: volume e composição. Em geral, a literatura se concentra na análise do volume, medido como a porcentagem de cidadãos identificados com algum partido. Contudo, dois países com idêntico volume de identificação não necessariamente compartilham idênticos contextos institucionais ou sistemas de partidos. A identificação pode ser reproduzida em diferentes ambientes. Inclusive, pode ser cultivada em sistemas de partidos instáveis e escassamente programáticos, o que leva a pensar na existência de diferentes tipos de identificação. Aqui, propõem-se duas: a identificação por convicção e a identificação por transição. Para mostrar o predomínio de cada tipo de identificação, utilizou-se a série de resultados de Latinobarómetro (1995-2003) e LAPOP (2006-2012), desenhando modelos logísticos multinomiais por país. PA L AV R A S - C H AV E | América Latina, partidos políticos (Thesaurus), identificação partidária (palavras do autor).

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El artículo es producto del proyecto FONDECYT N° 1150059 “La identificación partidaria como motor de la estabilidad. Chile en perspectiva comparada”, financiado por CONICYT-Chile. Agradezco al proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP) y a sus principales donantes (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y Vanderbilt University) por poner a disposición los datos. También agradezco los comentarios de los árbitros anónimos de RES. Por cierto, cualquier error u omisión es de exclusiva responsabilidad del autor.

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Doctor en Ciencia Política por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor de la Universidad Diego Portales (Chile) e investigador asociado del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “The Return of Censitary Suffrage? The Effects of Automatic Voter Registration and Voluntary Voting in Chile” (en coautoría). Democratization 23 (3): 520-544, 2015, y “Deciding on the Electoral System: Adoption of the Proportional System in Chile in 1925” (en coautoría). Latin American Politics & Society 57 (2): 41-66, 2014. * mauricio.moralesq@mail.udp.cl


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TEMAS VARIOS

Introducción ¿Qué indica una alta identificación partidaria?, ¿qué tipos de identificación existen?, ¿dónde se reproduce la identificación? Sugiero que para responder estas preguntas no basta con observar la magnitud o el volumen de la identificación partidaria. Dos países pueden presentar similares porcentajes de identificación, pero no necesariamente el mismo tipo de identificación. Un buen ejemplo lo constituyen Honduras y Uruguay. Ambos países están dentro de los sistemas de partidos más institucionalizados de la región (Mainwaring y Scully 1995; Payne et al. 2003). En ambos, la identificación se reproduce a un ritmo muy superior al promedio latinoamericano (ver la tabla 1). No obstante, mientras que el sistema de partidos hondureño se desarrolla en un contexto de baja calidad de la democracia, el uruguayo lo hace en el ambiente opuesto. Además, mientras que los partidos hondureños son casi indistinguibles en el eje izquierda-derecha, los partidos uruguayos son mucho más programáticos, ordenándose muy claramente en este eje. Lo anterior no hace más que retratar los distintos contextos en que se puede reproducir la identificación con partidos. No siempre la identificación se cultiva en sistemas “ideales” caracterizados por baja volatilidad, alta legitimidad de la democracia, estructuración programática de las preferencias y rule of law. La identificación puede reproducirse en otros ambientes. Por tanto, y en vista de ello, suena sugerente avanzar en una tipología de identificación que capte la particularidad de los sistemas de partidos latinoamericanos. Para eso propongo dos tipos ideales de identificación: la identificación por transacción y la identificación por convicción. En ambos escenarios se puede lograr la estabilidad política de las preferencias, pero las rutas y los mecanismos para cumplirlas son radicalmente distintos. Mientras que la identificación por transacción se reproduce principalmente en sistemas de partidos de alta vejez y, en algunos casos, con fuerte vinculación clientelar y en contextos de alta pobreza y ruralidad, la identificación por convicción lo hace en sistemas de partidos con mayor fuerza programática. Esta distinción contribuye a entender de mejor manera el tipo de identificación que predomina en cada país. Si observamos sólo el volumen de identificación, podremos medir la fuerza de los partidos para fidelizar electores, pero no sus características puntuales. En este artículo se examinan el volumen y la composición de la identificación con partidos en América Latina de acuerdo con la tipología sugerida. La primera parte del texto aborda la teoría general sobre la identificación con partidos. La segunda define la metodología por utilizar y, en especial, las formas en que se medirá la identificación. La tercera sección detalla la propuesta

conceptual del artículo. La cuarta parte propone un mecanismo alternativo para medir la identificación con partidos con datos electorales. La quinta corresponde al análisis inferencial con datos de la encuesta del Latin American Public Opinion Project (LAPOP) para 2008. En esta sección se caracteriza el contexto en que emergen la identificación por convicción y la identificación por transacción en América Latina.

Teoría Existe una amplia literatura sobre la identificación partidaria en Estados Unidos y Europa (Holmberg 2007). Desde los años cuarenta, la bibliografía estadounidense ha intentado definir los factores que explican la identificación. Para algunos, la identificación con partidos obedece a las condiciones sociales y los grupos de pertenencia de los individuos, al igual que a la sobrevivencia de clivajes societales que definen la competencia entre partidos (Abramowitz y Saunders 1998; Crewe 1995; Green, Palmquist y Schickler 2002; Lazarsfeld, Berelson y Gaudet 1944). Este enfoque sociológico del voto subraya el efecto de variables de largo plazo, destacando la clase social, religión y zona de residencia, lo que empalma directamente con la teoría de clivajes (Lipset y Rokkan 1967). Dado que los partidos reproducen las fisuras societales, entonces los votantes —al detectar esas plataformas programáticas— generan lazos de identificación con esos partidos. Cuando esas fisuras generativas se deterioran, entonces resulta esperable que la identificación partidaria descienda. Para otros, la identificación con partidos es producto de los procesos de socialización familiar, entendiéndola como un acto psicológico-efectivo, y no como un acto evaluativo sobre el desempeño de partidos y gobiernos (Abramson 1983; Campbell et al. 1960; Converse 1969; Jennings y Niemi 1968; Harrop y Miller 1987; López 2004; Miller y Shanks 1996; Richardson 1991; Ventura 1991). Acá destaca el trabajo de Converse y Pierce (1985), para quienes la identificación con partidos es una actitud política duradera. Aunque este enfoque no desconoce el impacto de variables de corto plazo asociadas a percepciones sobre el rumbo económico del país y el desempeño de las autoridades (Miller y Shanks 1996), su acento está puesto en los determinantes de más largo plazo. Casi al finalizar la década de los ochenta, en tanto, la literatura estadounidense estudió los factores que explicaban los cambios en la identificación partidaria, destacando las variaciones de los indicadores macroeconómicos y su incidencia sobre las percepciones nacionales e individuales de la economía (Grofman 1995; Mackuen, Erikson y Stimson 1989 y 1992; Nannestad y Paldman 1994). Uno de los enfoques dominantes fue el del Macropolitics. Según este enfoque, los ciudadanos emiten su voto considerando el desempeño del partido

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 25-42 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.02


TEMAS VARIOS Tabla 1. Porcentajes de identificación partidaria en América Latina, 1995-2008* Latinobarómetro

LAPOP

2003

Promedio Latinobarómetro

66,1

63,3

65,9

s. d.

58,7

39,2

45,7

47,9

67,5

50,5

63,2

52,8

49,6

66,2

53,4

55,5

77,7

48,2

59,1

43,6

46,8

43,7

39,2

43,3

69,8

64,4

41,4

58,5

49,2

39,8

43

54,8

46,7

47,9

61,9

42,3

50,6

48,5

31,6

28,5

36,1

36,2

s. d.

43,1

58,8

42,3

48,1

31,2

40,6

34,4

30,9

34,3

s. d.

52,8

46,1

44,4

47,8

s. d.

26,9

31,1

15,9

24,6

s. d.

58,4

42,3

39,9

46,9

s. d.

18,7

16,1

22,5

19,1

1995

1996

Paraguay

57,4

76,9

Uruguay

67,1

67,7

Honduras

s. d.

51,5

Nicaragua

s. d.

México

50,2

El Salvador Bolivia Ecuador

1997

2006

2008

2010

2012

Promedio LAPOP

Promedio

44,6

48

49,1

39,2

45,2

34,4

32,3

32,8

30,8

32,6

Costa Rica

s. d.

46,7

50,6

38,1

45,1

36,1

29,6

52,3

26,2

36,1

Panamá

s. d.

31,3

44,6

44,3

40,1

20,4

31,5

30,3

26

27,1

Perú

45,1

34

35

43,6

39,4

29,7

19

21,2

16,4

21,6

34

34,3

43,9

29

35,3

25,3

20,5

11,6

14,1

17,9

Colombia

Chile

s. d.

37,3

37,5

28,4

34,4

28,3

28,7

37,2

25,5

29,9

Venezuela

33,3

32,3

40,3

26,3

33,1

31,7

31,5

34,3

46,9

36,1

Guatemala

s. d.

30,8

37,3

28,2

32,1

14,2

15,4

18,3

12,1

15,0

Argentina

37,5

34,2

33

23,3

32,0

s. d.

23,4

19,5

26,8

23,2

Brasil

32,4

35,2

27,5

32,5

31,9

32,7

24,7

30,2

30,4

29,5

Fuente: elaboración propia con datos del Latinobarómetro y LAPOP. *

El cálculo se hace incluyendo a los que no saben o no responden la pregunta. Éstos se contabilizan como encuestados sin identificación.

gobernante, la evaluación presidencial y el estado de la economía. De esta forma, más que variables de largo plazo, lo que influiría en las preferencias electorales de los individuos son las coyunturas económicas. Estos factores se hacen más determinantes en la medida en que se debilitan los clivajes que definieron un sistema de partidos. En este enfoque surge el voto económico como una de las grandes respuestas al estudio de la conducta electoral. Así, las preferencias se emitirían de acuerdo con la situación económica personal o del país (Grofman 1995; Popkin 1995). Estas evaluaciones de la economía pueden ser retrospectivas o prospectivas (Benton 2005; Fiorina 1981 y 1992). De acuerdo con ellas, los votantes deciden apoyar o rechazar al partido o coalición gobernante dependiendo de su desempeño (Kramer 1971; Kiewiet 1981; Kiewiet y Rivers 1984; Kinder y Kiewiet 1981; Lewis-Beck 1988; Lewis-Beck y Stegmaier 2000). El caso de estudio para estos enfoques es generalmente Estados Unidos, donde prevalece más la continuidad que el cambio en las preferencias políticas. La respuesta europea, en tanto, enfatiza en las variaciones de la identificación con partidos en democracias industriali-

zadas avanzadas. Acá sobresalen los trabajos de Dalton (1999 y 2000) y de Dalton y Weldon (2007). Según Dalton, la caída de la identificación se explica por los procesos de modernización económica. Como los ciudadanos mejoran sus condiciones de vida, entonces ya no ven los partidos como las exclusivas agencias de representación. En su lugar, prefieren los medios de comunicación. Por ende, los partidos pierden centralidad, lo que explica la caída en los niveles de identificación. Desde América Latina, en tanto, la caracterización de los sistemas de partidos se ha hecho preferentemente con datos de volatilidad electoral, que es el principal proxy de estabilidad de la competencia (Mainwaring y Zoco 2007; Roberts y Wibbels 1999). Esto, sin perjuicio de que Mainwaring y Scully (1995), en su clásico trabajo sobre la institucionalización de los sistemas de partidos, colocaran a la raigambre social de los partidos (identificación) como una dimensión central. Según los autores, cuando los partidos generan esa raigambre están contribuyendo a una mayor estabilidad. Es decir, si los ciudadanos se identifican con los partidos y los votan sistemáticamente, esos partidos sobrevivirán, dejando poco espacio para caudillos o liderazgos populistas Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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TEMAS VARIOS

que intenten sobrepasar las barreras de los partidos tradicionales. Algo similar argumentan Mainwaring y Torcal (2005) en su estudio sobre la institucionalización de los sistemas de partidos en el mundo, enfatizando en el efecto del anclaje ideológico sobre las preferencias partidarias. Visto así, no quedan dudas de que una alta identificación con partidos es deseable para la democracia. Esto se desprende de algunos estudios de caso para Uruguay (Selios 2006), Chile (Luna y Altman 2011), Argentina (Lupu y Stokes 2010), Venezuela (Morgan 2007), México (Moreno y Méndez 2006). Una caída de la identificación es una señal de debilitamiento de los sistemas de partidos, que facilita la aparición de caudillos o de candidatos outsiders. En una perspectiva más general de la identificación con partidos en América Latina, destacan los trabajos de Mercado (1997) y Morales (2011 y 2014). En ambos se estudian los factores que explican la identificación con partidos y sus efectos sobre la conducta electoral de los votantes. Una literatura crítica sobre el positivo efecto de la identificación partidaria en la democracia corresponde al enfoque del Responsible Party Government (Adams 2001). Acá la identificación partidaria no es necesariamente “buena”. Incluso, podría tener un efecto negativo. Esto, porque los identificados, siguiendo este enfoque, no hacen rendir cuentas (accountability) a su partido cuando éste gobierna. Suele primar la idea en algunos votantes de que “no importa cómo lo haga, pues sigue y seguirá siendo mi partido”. Esta afección casi irracional al partido hace pensar en que habrá electores poco dispuestos a criticar o a desbancar al gobierno de turno, incluso si éste no tiene una buena gestión. De acuerdo con este debate se detectan dos tensiones: la primera, si en efecto una caída en la identificación indica una crisis de representación. Los trabajos de Dalton avanzan en esta línea tomando como casos de estudio las democracias industrializadas europeas. Una caída en la identificación bien puede ser un indicador de solidez de régimen, y no necesariamente de una crisis de representación. En América Latina, en tanto, las caídas de la identificación partidaria son interpretadas con frecuencia como signos de una crisis de representación. De acuerdo con el enfoque de la institucionalización partidaria (Mainwaring 1999), bajos niveles de identificación indican una baja raigambre societal de los partidos. Cuando esto ocurre es muy probable que ese sistema de partidos presente, de manera paulatina, mayores niveles de volatilidad. La segunda tensión se asocia a las causas de la caída en la identificación. La literatura ha avanzado en el estudio de los factores que explican la sobrevivencia de algunos partidos en el contexto de fuertes crisis económicas. Esto sirve para entender cómo la identificación puede sostenerse en diferentes contextos. Repetidamente se

señala que son las crisis económicas las responsables de la caída en la identificación, al considerar los colapsos de los sistemas de partidos en Venezuela y Argentina. Lupu (2010) muestra que esto no ocurre siempre. Si las crisis económicas fuesen condición suficiente para explicar el colapso, también deberíamos encontrar una caída o un colapso de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en Perú bajo el gobierno de Alan García (1985-1990), donde se generó un brusco proceso hiperinflacionario. A pesar de esto, el APRA obtuvo el 22,5% en 1990. Lo que sucede, según el autor, es que estos quiebres partidarios obedecen a la disolución de las etiquetas o identidades de los partidos producto de su errático accionar ante la crisis de la deuda en los ochenta. Probablemente asociado al argumento de Stokes (2001) respecto a los policy switch, los partidos generaron confusión en sus bases electorales erosionando sus propios apoyos. Partidos que no tenían la reforma neoliberal ni en sus programas ni en sus promesas de campaña terminaron aplicándola, asumiendo así los costos de reputación. En las democracias andinas, y de acuerdo con el estudio de Mainwaring, Bejarano y Pizarro (2006), las crisis de representación se explican por los problemas de estatalidad. Como algunos Estados no son capaces de proveer de bienes y servicios básicos a la ciudadanía, entonces se produce un distanciamiento entre partidos y electores. Sin embargo, hay países que también presentan problemas de estatalidad y déficit democrático, y que de todas formas han sido capaces de reproducir la identificación. Estos antecedentes animan a repensar la identificación partidaria en función no sólo del volumen, sino también de su composición. Una alta identificación partidaria puede cultivarse en contextos estables y con partidos programáticos, pero también en contextos institucionales inestables y más proclives a la relaciones clientelares entre partidos y electores.

Metodología La variable dependiente de este trabajo es la identificación con partidos, medida de dos formas: la primera, con datos electorales. Construyo un indicador que he denominado “edad ponderada de los sistemas de partidos” y que puede ser útil para medir la identificación ante la ausencia de datos de encuestas. Es un indicador que combina la vejez de los partidos con su desempeño electoral. La segunda mide la identificación con encuestas de opinión, calculando el porcentaje de identificados totales por país, y el porcentaje de identificados con partidos específicos. A fin de calcular el predominio de la identificación por convicción o de la identificación por transacción, incluyo como variables independientes un conjunto de fisuras sociopolíticas como los ejes izquierda-derecha, liberal-conservador,

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TEMAS VARIOS

Estado-mercado, urbano-rural. El objetivo es evaluar cuán determinantes son estas fisuras para explicar la identificación con determinados partidos en los países de la región. Si estas fisuras discriminan entre un partido y otro, entonces habrá predominio de la identificación por convicción. Los votantes de estos partidos serán distinguibles en alguno de estos ejes de competencia, lo que hace pensar en que sus inclinaciones políticas responden a una propuesta programática de los partidos, más que a un vínculo de otra naturaleza. En cambio, si las fisuras no cumplen esa función estará predominando la identificación por transacción. Si, por ejemplo, en un sistema bipartidista ninguno de estos ejes ayuda a discriminar entre los adherentes a los dos partidos más relevantes, entonces hay buenas razones para pensar que el vínculo entre partido y elector será escasamente programático y, presumiblemente, de carácter clientelar o transaccional. Para medir ambos tipos de identificación se recurre a los datos de LAPOP 2008 y se utilizan modelos de regresión logística multinomial. La tabla 2 sintetiza el diseño metodológico.

en este tipo de estudios era la variación en el fraseo de las preguntas y, en algunos casos, su ausencia en los cuestionarios (Abramson y Ostrom 1994; Johnston 2006, 340-341), lo cual dificulta un análisis comparativo (Para América Latina, ver Aguilar 2008).

A nivel de encuestas existen al menos dos formas de medir identificación: a) como adhesión a algún partido; b) como intensidad de esa adhesión. Desde 1952, en Estados Unidos —según el National Election Studies (NES)— la pregunta para medir adhesión era la siguiente: “Generally speaking, do you usually think of yourself as a Republican, a Democrat, an Independent, or what?”. Luego de medir la adhesión o dirección de esa identificación se procedía a medir su intensidad (party closeness, ver Barnes et al. 1988). Uno de los problemas frecuentes

Propuesta conceptual

De hecho, Latinobarómetro y LAPOP han utilizado distintas preguntas. LAPOP lo hace así: “En este momento, ¿simpatiza con algún partido político? Sí/ No”, para luego preguntar: “¿Con cuál partido político simpatiza usted?”. Latinobarómetro, en tanto, formula una pregunta de proximidad a partidos al menos hasta 2003: “Respecto a los partidos, ¿cómo se siente usted? Muy próximo, bastante próximo, simplemente simpatizante, no está próximo a ningún partido político”. Luego consulta sobre la intención de voto de las personas, en caso de que las elecciones legislativas fuesen el próximo domingo. Dado que LAPOP formula sistemáticamente una pregunta idéntica para medir identificación con partidos, utilizaré esos datos para el análisis inferencial.

Según Latinobarómetro y LAPOP, los países que sistemáticamente encabezan el ranking de identificación con partidos son Uruguay, Honduras y Paraguay. Sin embargo, son sistemas de partidos con tradiciones diferentes y con democracias de disímil calidad (Levine y Molina 2007). Lo que los hace comunes, entonces, es el volumen de personas identificadas con partidos. Pero, ¿estamos hablando del mismo tipo de identificación?

Tabla 2. Diseño metodológico Medición de identificación partidaria

Indicador

Fuente

Medición objetiva

Edad ponderada de los sistema de partidos

Resultados electorales

Medición subjetiva

Adhesión a partidos

Encuestas de opinión

Fracturas sociopolíticas Izquierda-derecha

Liberal-conservador

Estado-mercado

Urbano-rural

Modelos logísticos multinomiales

Identificación por convicción

Identificación por transacción

Fuente: elaboración propia. Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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TEMAS VARIOS

Ciertamente, no. Los ambientes políticos en que se desenvuelve la identificación son diametralmente opuestos. Si bien estos tres sistemas están dentro de los más antiguos de la región, eso no significa que reproduzcan idénticos patrones de identificación. La diferencia central está en que mientras que el sistema de partidos uruguayo es distinguible en el eje izquierda-derecha, liberal-conservador y Estado-mercado, no sucede lo mismo con el sistema de partidos de Honduras y Paraguay. Así, estamos retratando países de similares niveles de identificación, pero con tipos de identificación opuestos por completo. Por tanto, una propuesta que intente avanzar en el estudio de la identificación partidaria debería, razonablemente, reconocer y abordar estas diferencias. Mi tipología de identificación está compuesta por dos tipos ideales: la identificación por convicción y la identificación por transacción. Naturalmente, estos tipos de identificación no se dan en estado puro. Difícilmente encontraremos democracias donde prime de manera absoluta alguno de estos tipos de identificación. De ahí que prefiera hablar de “predominio” de algún tipo de identificación por sobre otro. Defino la identificación por convicción como aquella identificación que se forja o se reproduce en ambientes fuertemente programáticos, y donde subsisten clivajes societales que definen la competencia entre partidos. Esta identificación, siguiendo a Kitschelt et al. (2010), y basándose en Lipset y Rokkan (1967), surgiría en sistemas de partidos tensionados en el eje izquierda-derecha o en otra fisura societal, ya sea Estado-mercado o liberal-conservador. La identificación por transacción, en tanto, se reproduce en el ambiente opuesto. Es decir, en sistemas de partidos débilmente programáticos y con ausencia de clivajes societales que orienten las preferencias electorales de los ciudadanos. Es muy común que este tipo de identificación florezca en sistemas bipartidistas antiguos (incluso decimonónicos) que han sido capaces de reproducir prácticas clientelares por períodos extensos. El gran problema de este tipo de identificación es que puede obstruir el accountability (rendición de cuentas) de los gobernantes. Los ciudadanos votan al partido por su capacidad para sostener el intercambio clientelar, y no tanto por su desempeño en el gobierno. En lo que sigue, mi objetivo es mostrar el panorama regional de la identificación por convicción y de la identificación por transacción. No pretendo definir los factores que explican la reproducción de cada tipo de identificación sin antes conocer la forma en que se distribuyen en América Latina. Es evidente que hay países con estructuración programática de las preferencias que han sido capaces de reproducir la identificación por convicción (Uruguay), y otros que a pesar de mostrar una alta estructuración programática de las preferencias presentan bajas tasas de identificación

(Chile). No hay una relación lineal entre el índice de estructuración programática y la magnitud de la identificación partidaria.

Propuesta de medición con datos electorales Hasta ahora, la identificación partidaria se mide sólo a partir de encuestas de opinión. Para avanzar en un indicador que mida la identificación previa a este período, propongo una “medición objetiva” de identificación, que se complementa con la “medición subjetiva” que se hace con encuestas de opinión. Construí un indicador de identificación que he denominado “edad ponderada de los sistemas de partidos”. Mainwaring y Scully (1995) sólo observaron la edad de los partidos considerando el número de años desde su fecha de nacimiento. Ese dato por sí solo no mide necesariamente identificación. Puede que existan partidos viejos, pero con baja porción de votos. Los autores simplemente promedian las edades de los partidos sin poner atención a su peso relativo dentro del sistema en términos de votación. Por ejemplo, puede que existan dos grandes partidos de cien años cada uno y dos partidos de dos años. Si calculamos un promedio general, el resultado será 51. Sin embargo, imaginemos que los dos partidos de cien años concentran el 90% de los votos (45% cada uno), mientras que los más pequeños concentran el 10% (5% cada uno). Claramente, hay un predominio de los partidos más grandes. Si ejercitamos la ponderación, el resultado de ese sistema de partidos será de 90,2 años. Este resultado se aproxima de manera más exacta a la realidad de ese sistema de partidos. Es una especie de “número efectivo de partidos” pero con referencia a la edad. La tabla 3 muestra el cálculo con datos del ejemplo. Tabla 3. Cálculo de la vejez de los sistemas de partidos Partido

Edad de los Proporción partidos de votos

A

100

0,45

Ponderación 45

B

100

0,45

45

C

2

0,05

0,1

D

2

0,05

0,1

Edad del sistema de partidos

51

90,2

Fuente: elaboración propia.

Cuando el indicador de vejez aumenta de modo sistemático con el paso del tiempo, implica que el sistema de partidos comienza a consolidarse. Naturalmente, puede darse un estancamiento en la edad del sistema de partidos si emergen partidos nuevos pero pequeños, o si el partido

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TEMAS VARIOS

“menos viejo” cosecha una mayor cantidad de votos. Pensemos en el caso de Honduras. Su sistema de partidos ha bordeado los noventa años desde las elecciones de 1993, y ese promedio ha variado muy poco. Esto se explica porque en algunas elecciones el Partido Nacional, fundado en 1916, obtuvo más votos que el Partido Liberal, fundado en 1891 (por ejemplo, en 1989 y 2001). La diferencia entre ambos partidos en cuanto a edad es de 25 años, lo que en el momento de ponderarla por su porcentaje de votos hace que el promedio final se modifique. Según este indicador, Uruguay, Honduras y Paraguay son los sistemas de partidos más viejos de la región (ver el gráfico 1). En estos países sobreviven partidos creados a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y que hasta hoy cuentan con un amplio respaldo ciudadano. Esto hace que tanto los partidos como el sistema de partidos sean considerablemente añosos. Colombia no entra en esta categoría. En este país los partidos tradicionales (Conservador y Liberal) fueron fundados a mediados del siglo XIX. Sin embargo, sus apoyos electorales se han visto disminuidos de modo sistemático. Así, aunque estos partidos continúan vigentes, el sistema de partidos rejuveneció desde fines de los noventa, dada la emergencia de nuevas colectividades. En general, entonces, en los países con alta identificación partidaria, los partidos tradicionales se las han arreglado para sobrevivir con razonables apoyos ciudadanos expresados en cada contienda electoral. Esto también sucede con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano. En Centroamérica la situación es distinta. Los partidos que generan identificación fueron creados en medio de las guerras civiles en los ochenta del siglo XX. Visto así, y exceptuando Centroamérica, dado que es una realidad distinta, el grado de vejez de los sistemas

de partidos puede ser un buen proxy de identificación. Este indicador permite analizar los casos en una serie de tiempo mucho más extensa que la disponible en Latinobarómetro, cuyos estudios comienzan en 1995, y sin el total de países latinoamericanos. Si bien es muy común analizar la identificación partidaria a través de las encuestas, las limitaciones de su uso son evidentes. Ambas mediciones de la identificación partidaria (en encuestas y con la edad ponderada del sistema de partidos) tienen fuentes y mecanismos de cálculo distintos. No obstante, van en la misma dirección. Si tomamos el indicador de vejez de los sistemas de partidos con los datos de la última elección parlamentaria de cada país considerando como límite el año 2008, y lo correlacionamos con el porcentaje de identificados por país, de acuerdo con la encuesta LAPOP del mismo año, el coeficiente es de 0,74 (ver el gráfico 2 para 1995 y 2006, y el gráfico 3 para 2008). Esto indica que la vejez del sistema de partidos y la identificación con partidos con datos de encuestas de opinión se mueven de manera similar, lo que queda en evidencia al considerar datos del Latinobarómetro en períodos previos. Claro, la correlación no es más alta por la presencia de los países centroamericanos. El Salvador y Nicaragua tienen altos niveles de identificación con partidos, pero sus sistemas de partidos son relativamente jóvenes. Como se estructuraron tarde en comparación con el resto de la región, entonces su edad es sustantivamente menor. Estos sistemas de partidos recién emergieron luego de las guerras civiles en la década de los ochenta. Paraguay, Uruguay y Honduras, en tanto, están en la zona superior derecha del diagrama. Son sistemas de partidos antiguos que también muestran altos niveles de identificación en las encuestas de opinión.

Gráfico 1. Edad ponderada de los sistemas de partidos latinoamericanos Uruguay Honduras Paraguay Colombia México Argentina Nicaragua Chile Costa Rica El Salvador

91,6 88,7 76,7 55,6 42,6

49,0

28,4 27,4 24,6 23,7

Ecuador Perú Panamá Brasil Bolivia Venezuela Guatemala

23,2 21,4 18,0 14,8 9,5 7,5 5,9 0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Fuente: elaboración propia con datos de http://pdba.georgetown.edu/elecdata/elecdata.html y http://americo.usal.es/oir/opal/ Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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TEMAS VARIOS Gráfico 2. Identificación partidaria y edad promedio de los partidos en América Latina, 1995 y 2006 1995

2006

70

70

Uruguay 60 Identificación partidaria

60

Paraguay México

50

Paraguay Uruguay Honduras

50

Perú 40

30

El Salvador Nicaragua

40

Argentina Chile Brasil Venezuela

Venezuela México Panamá 30 Costa Rica Colombia Bolivia Brasil Argentina Chile 20 Perú Ecuador

20

Guatemala 0

20

40

60

80

100

0

Edad ponderada de los partidos

20

40

60

80

100

Edad ponderada de los partidos

Fuente: elaboración propia con datos de Latinobarómetro 1995, LAPOP 2006 y del Observatorio de Partidos Políticos de América Latina http://americo.usal.es/oir/Opal

Gráfico 3. Identificación partidaria y edad promedio de los partidos en América Latina, 2008 60

Identificación partidaria LAPOP 2008

32

Paraguay

Uruguay Honduras

50

El Salvador Nicaragua

40

Venezuela Panamá Costa Rica Bolivia Brasil

30

México Colombia Argentina

Chile Perú Ecuador

20 Guatemala 0

20

40

60

80

100

Edad promedio de los partidos Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP 2008 y del Observatorio de Partidos Políticos de América Latina http:// americo.usal.es/oir/Opal rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 25-42 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.02


TEMAS VARIOS

En consecuencia, las dos formas de medir identificación partidaria son útiles. Ciertamente, la vejez de los sistemas de partidos resulta comparable de modo más sistemático entre y dentro de los casos. Por ejemplo, el sistema de partidos de Uruguay fue más joven en los noventa que en los sesenta, debido a la paulatina consolidación de un nuevo partido surgido en 1971, el Frente Amplio. En el caso de Paraguay, en tanto, la edad del sistema de partidos es más estable, pero también se observan algunas discontinuidades, por ejemplo, a partir del surgimiento de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace), en 1996 —partido fundado por Lino Oviedo—, y que obtuvo el 18,7% en las elecciones parlamentarias de 2008. Lo claro, eso sí, es que a pesar de tales variaciones, estos sistemas de partidos han logrado reproducir la identificación.

Análisis inferencial con datos de encuestas En esta sección mis objetivos son: a) Mostrar los distintos contextos en que se reproduce la identificación partidaria; b) Medir el efecto de los clivajes societales sobre la identificación con partidos. Esto, a fin de determinar el predominio de la identificación por convicción o de la identificación por transacción. Para desarrollar el primer objetivo, correlacioné la magnitud de la identificación partidaria (volumen) y la magnitud del vínculo entre partido y elector por país, de acuerdo con los datos del estudio LAPOP 2008 (ver el gráfico 4). Esto permitirá saber si altos niveles de identificación se dan en ambientes fuertemente programáticos o en ambientes de relaciones más clientelares. En el eje vertical del gráfico está el porcentaje de identificados por país. En el eje horizontal está el puntaje de estructuración programática de las preferencias electorales. Para calcular la estructuración programática de partidos sigo a Mainwaring y Torcal (2005). El valor corresponde el pseudo R cuadrado de un modelo de regresión logística multinomial, donde la variable dependiente es la identificación con los diferentes partidos, dejando fuera a aquellos que tienen menos del 10% de las menciones, y considerando al total de encuestados que expresó alguna preferencia. La variable independiente es la escala política (izquierda-derecha). Se supone que la escala política debería discriminar entre los partidos si ese sistema de partidos tiene una razonable estructuración programática de las preferencias. Si la escala política discrimina entre las preferencias partidarias, entonces ese pseudo R cuadrado debería ser más alto. Es decir, a mayor pseudo R cuadrado, mayor es la estructuración programática de las preferencias. Como se advierte en el gráfico 4, la relación entre ambas variables está lejos de ser lineal. En la zona superior derecha aparecen Uruguay y El Salvador, con alta identificación partidaria y alto puntaje en la

estructuración programática de las preferencias. En la zona superior izquierda, en tanto, están Honduras y Paraguay. Ambos con alta identificación partidaria, pero con bajísimos niveles de estructuración programática. En otras palabras, y como he dicho, la alta identificación no va asociada a cuán programático o no programático es el sistema de partidos. Más bien, la identificación va asociada a la fuerza de ese vínculo, independiente de cuál sea. Naturalmente, la identificación por convicción está alojada en los sistemas de partidos programáticos, mientras que la identificación por transacción lo está en los sistemas de partidos no programáticos. Acá sí hay una relación más o menos clara, pero esto se logra por la bifurcación conceptual que acabo de sugerir. De acuerdo con esta evidencia, entonces, podemos encontrar alta identificación partidaria en países con alta y baja estructuración programática de las preferencias. Cuando la alta identificación coincide con alta estructuración programática de las preferencias, hablaré de un predominio de la identificación por convicción. En cambio, cuando la identificación partidaria es alta y la estructuración programática de las preferencias es baja predominará una identificación por transacción. El segundo objetivo de la sección es analizar más a fondo ambos tipos de identificación —por convicción y por transacción—, midiendo el impacto que tienen algunos clivajes sobre la adhesión a partidos. Para ello seleccioné una serie de preguntas que figuran en el estudio LAPOP 2008 y que intentan medir cada una de estas fisuras generativas de los sistemas de partidos. En primer lugar incluyo el autoposicionamiento en el eje izquierda-derecha. Particularmente en los países latinoamericanos, este eje permite clasificar y reconocer partidos y votantes, en una especie de medida resumen que, además, es muy útil para comparar de modo sistemático los sistemas de partidos. El eje izquierda-derecha ayuda a mapear los sistemas de partidos de la región, siendo uno de los principales predictores de la intención de voto. Incluso, en algunos países va asociado a las tendencias democráticas o autoritarias de los votantes (Zechmeister 2010). En segundo lugar, seleccioné una pregunta que se aproxima a la medición del eje Estado-mercado y que tiene el siguiente fraseo: “Ahora, vamos a usar una tarjeta similar, pero el punto 1 representa ‘muy en desacuerdo’ y el punto 7 representa ‘muy de acuerdo’. Un número entre el 1 y el 7 representa un puntaje intermedio. Yo le voy a leer varias afirmaciones y quisiera que me diga hasta qué punto está de acuerdo o en desacuerdo con esas afirmaciones. El Estado (se nombra país), en lugar del sector privado, debería ser el dueño de las empresas e industrias más importantes del país. ¿Hasta qué punto está de acuerdo o en desacuerdo con esta frase?” (LAPOP 2008). Si bien puede ser discutible que esta pregunta por sí misma capte la tensión Estadomercado, al utilizar otra pregunta de la misma batería Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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TEMAS VARIOS Gráfico 4. Identificación partidaria y vinculación programática partido/electores 60

Identificación partidaria LAPOP 2008

34

Paraguay

50

Uruguay

Honduras

El Salvador

Nicaragua

40 México Panamá Costa Rica

30

Venezuela Colombia Bolivia

Argentina Brasil 20

Chile Ecuador

Perú Guatemala 0

2

4

6

Vínculo programático partido-elector Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP 2008.

de LAPOP, los resultados son más o menos similares. La pregunta coloca a los encuestados en un dilema respecto a que el Estado o los privados se hagan cargo de las empresas más importantes del país, lo que permite distinguir encuestados estatistas y libremercadistas. En tercer lugar, seleccioné la pregunta sobre asistencia a oficios religiosos como una aproximación al eje liberal-conservador en términos valóricos. Estoy consciente de que no es la mejor medición, pero asumo que los ciudadanos que en mayor medida asisten a sus respectivas iglesias están más comprometidos con sus valores y principios, pudiendo ser más conservadores que aquellos que no asisten recurrentemente a esos oficios. Por último, incluí la división urbano-rural. Puede ser que en los países con mayores niveles de urbanización esta variable no tenga un efecto significativo, pero sí para países centroamericanos como El Salvador, Honduras y Guatemala, o también para Paraguay en Sudamérica, que presentan altos porcentajes de población rural, en comparación con el resto del continente. Estas cuatro variables pretenden medir distintas divisiones de los sistemas de partidos. No están estrechamente correlacionadas entre sí, aunque los coeficientes varían de un país a otro. Las fisuras económica, religiosa y de zona geográfica (urbano-rural) reproducen, en cierta medida, los clivajes detectados por Lipset y Rokkan (1967) para los países europeos.

Esta combinación de variables puede aproximarse de manera más exacta para dar cuenta de la identificación tanto por convicción como por transacción. El hecho de contar con preguntas que se aproximan a la medición de cada clivaje cubre el arco de posibilidades que estructuran los sistemas de partidos. Mainwaring y Torcal (2005) sólo ocupan la identificación ideológica, suponiendo que es el principal predictor, y seguramente esa identificación capta en cierta medida las otras dimensiones de estructuración programática. Esto puede ser cierto para algunos casos donde el eje izquierda-derecha tiene un peso incontrarrestable en la definición de la intención de voto, en comparación con las otras variables. Sin embargo, en Bolivia, por ejemplo, donde la estructuración programática es alta en el contexto regional, la escala ideológica tiene un peso que, en algunos casos, casi se equipara con la tensión Estado-mercado. Mainwaring y Torcal (2005) están en lo correcto al pensar que el eje ideológico es el principal predictor de la intención de voto por determinados partidos, dando noticias más o menos contundentes respecto a la estructuración programática de cada país. No obstante, es razonable incluir las otras variables que intentan aproximarse a los clivajes o las fisuras generativas clásicos pues también aportan a la explicación de la identificación partidaria. Puede que el ranking de los países no varíe sustantivamente al incluir estas variables, pero desde un punto de vista teórico es una especificación más completa.

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Para medir identificación, LAPOP realiza dos preguntas. La primera corresponde a si la persona está identificada con algún partido, y la segunda especifica el partido con el que esa persona se identifica (ver el anexo de siglas de cada partido). En este análisis utilicé la segunda pregunta, excluyendo a los que no manifestaron preferencia partidaria. El procedimiento de cálculo es el siguiente. Se especifica un modelo de regresión logística multinomial. La variable dependiente es la identificación con los tres partidos más grandes que, al menos, obtengan un 5% de apoyo. En la mayoría de los casos se seleccionaron los tres partidos más grandes. Las excepciones son Chile (con seis partidos que rebasan el 5%), Colombia y Perú (con cinco partidos), Paraguay y Venezuela (con cuatro partidos). Se hizo una excepción para El Salvador y Honduras. Como son dos sistemas bipartidistas, no existía un tercer partido con al menos el 5%, por lo que se incluyó al Partido de Conciliación Nacional (PCN) en El Salvador y al Partido de Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU) en Honduras. Las variables independientes corresponden a cuatro ejes señalados: izquierda-derecha, Estado-mercado, liberal-conservador, urbano rural. Estas variables independientes no presentan problemas de multicolinealidad en ninguno de los casos y, por tanto, pueden ser incluidas dentro de la misma modelación. Una vez especificado el modelo, se observa el pseudo R cuadrado para medir la capacidad explicativa de las variables independientes sobre la identificación con partidos. Mientras más alto sea el pseudo R cuadrado, mayor será la vinculación programática entre partidos y electores. El ranking de países según este criterio aparece en el gráfico 5, mientras que la tabla 4 muestra los resultados para cada país. El primer lugar lo ocupa El Salvador. Es un sistema de partidos fuertemente polarizado, con dos partidos claramente distinguibles. Dicha estructuración programática se deriva de la guerra civil y de los acuerdos de paz que se saldaron a inicios de los noventa. En segundo lugar está Uruguay. Su estructuración programática se deriva, en parte, del proceso de modernización, junto con la aplicación del modelo sustitutivo de importaciones. A inicio de los setenta surgió el Frente Amplio, una colectividad de centro-izquierda que rompió el bipartidismo decimonónico del país. Esto generó una mayor diferenciación programática entre los partidos. Existen fuertes diferencias entre el Frente Amplio y los partidos Blanco y Colorado. Dichas diferencias radican no sólo en la esfera político-ideológica, sino también en la división Estado-mercado. Claramente, los votantes del Frente Amplio tienen una inclinación hacia medidas o políticas más estatistas que los electores de los otros partidos. De igual forma, hay diferencias religiosas entre estos dos bloques parti-

darios. Los resultados indican que los votantes blancos y colorados tiene un nivel de religiosidad sustantivamente mayor, en comparación con los del Frente Amplio. Por tanto, en Uruguay las diferencias programáticas están manifiestamente definidas. Luego aparecen Bolivia y Chile. En el caso de Chile, si bien se advierte una caída sistemática de la identificación con partidos desde fines de los noventa, la estructuración programática de las preferencias aún sobresale en el contexto latinoamericano. Es fácil distinguir a los partidos de centro-izquierda y centro-derecha, que, además, están agrupados en dos grandes coaliciones constituidas desde los años de oposición a la dictadura del general Pinochet (1973-1990). Por último, la tabla 4 muestra los modelos en los diecisiete países considerados por LAPOP. Cada modelo reporta el efecto de los clivajes seleccionados sobre las preferencias partidarias. Como señalé, en cada modelo existe una categoría de referencia que corresponde a un partido específico. Por ejemplo, y siguiendo con el caso de Chile, la categoría de referencia es el Partido Socialista (PS). El modelo muestra que sus adherentes se distinguen de modo significativo en el eje ideológico izquierda-derecha de todos los partidos, excepto del Partido Comunista (PC). Naturalmente, los coeficientes son más grandes al compararlos con los adherentes de los partidos de derecha. En los otros ejes, el modelo para Chile casi no discrimina entre partidos. En el caso de Honduras, el modelo no arroja diferencias estadísticamente significativas entre los adherentes al Partido Nacional y al Partido Liberal, los dos partidos más antiguos y con mayor porcentaje de votos y escaños. Como se mostró más arriba, Honduras es uno de los países con mayor porcentaje de identificados, pero —claramente— con una identificación de distinto tipo respecto a la de Uruguay o, incluso, o a la de Chile. Este mapa de la identificación con partidos en América Latina ayuda a entender la idea original de este trabajo, que corresponde a caracterizar los distintos ambientes donde se reproduce la identificación por convicción y por transacción. Además, permite avanzar de manera más específica en las fisuras que determinan las preferencias partidarias de los votantes, mostrando aquellos sistemas de partidos donde dichas preferencias responden a criterios programáticos o no programáticos.

Conclusiones e implicancias para nuevas agendas de investigación De acuerdo con estos datos, la raigambre social de los partidos no siempre se funda sobre sus propuestas o programas de gobierno. Hay otras formas de generar raigambre o de cosechar identificación. Es perfectamente plausible combinar alta identificación partidaria Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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TEMAS VARIOS Gráfico 5. Identificación programática en América Latina, LAPOP 2008 El Salvador Uruguay Bolivia Chile Venezuela Ecuador Nicaragua Colombia Guatemala Brasil Perú México Argentina Paraguay Costa Rica Honduras Panamá

0,583 0,39 0,235 0,21 0,184 0,17 0,167 0,11 0,087 0,063 0,063 0,049 0,047 0,04 0,027 0,01 0,008

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2008).

sin la necesidad de recrear vínculos programáticos con los electores. Esto no desconoce la existencia de casos que van en la línea teórica esperada. Es decir, que la alta identificación se funde en las bases programáticas de los partidos, cumpliendo así uno de los preceptos que parece ser elemental en los enfoques de la institucionalización, pero que no se hace explícito. En general se cree que la alta identificación contribuye a institucionalizar partidos, y que la alta institucionalización favorece la calidad de la democracia. Los casos de Honduras y Paraguay discuten esta idea. Hay un número importante de países con identificación partidaria alrededor del promedio y con vínculos programáticos que parecen razonables o pueden llegar a serlo. Son los casos de Nicaragua y Bolivia. En el caso de Bolivia hay un factor que bien pudiera empujar el índice de estructuración programática y que no está incluido en el modelo. Me refiero a la fuerte división étnica. Su índice de fraccionamiento étnico es el más alto de América Latina y, al menos, parece estructurar las preferencias en torno al Movimiento al Socialismo (MAS) satelizado por la figura de Evo Morales. A diferencia de Ecuador o Guatemala, que también presentan altos índices de fraccionamiento étnico, en Bolivia se ha logrado establecer un movimiento más institucionalizado para defender los intereses del pueblo indígena (Van Cott 2005). A partir de estos datos, entonces, es posible suponer que Mainwaring y Scully (1995) pensaron la identificación partidaria básicamente en términos programáticos (identificación por convicción). Es decir, que si los votantes apoyaban de modo sistemático a los mismos partidos, lo hacían por sus propuestas y programas

de gobierno. Eso era lo que, en apariencia, generaba mayores niveles de raigambre social de esos partidos. Entonces, si los partidos generaban identificación, y esa identificación se expresaba en el voto, el resultado más esperable eran estabilidad y, por tanto, bajos niveles de volatilidad. El problema en este punto es que hay casos que complican o conducen a pensar en otras formas de estabilidad. Paraguay, por ejemplo, aparece como el país con mayores niveles de identificación partidaria promedio, pero también con índices de volatilidad que están sobre la media regional. Honduras, por otra parte, es vista como un sistema institucionalizado y estable, pero el camino hacia la institucionalización está dado por un anclaje clientelar, y no por un anclaje programático, como sucede en Uruguay o en El Salvador. En otras palabras, se confirma la idea de que es posible arribar a la institucionalización o a sistemas de partidos estables (de baja volatilidad) sin la necesidad de construir lazos programáticos con los electores. Eso es, al menos, lo que sucede en América Latina (Kitschelt et al. 2010). Este argumento retrotrae a las tipologías de la identificación partidaria. La explicación respecto a por qué la identificación no va linealmente asociada a volatilidad pasa porque la teoría no ha hecho un esfuerzo por distinguir entre mecanismos y tipos de identificación. Uruguay y El Salvador generaron vínculos programáticos por razones radicalmente distintas, pero llegan a un resultado más o menos similar en la línea de la identificación. El hecho de estructurar preferencias programáticas con partidos distinguibles no sólo en el eje izquierda-derecha, sino también en los otros clivajes socioeconómicos y religiosos, va de la mano con los sistemas que pensaron Mainwaring y Scully (1995) como modelos de institucionalización.

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PLC 0,372*** (0,0449) 0,372*** -0,118** (0,0449) (0,0546) -0,118** -0,303*** (0,0546) (0,0987) -0,303*** 0,406 (0,0987) (0,275) 0,406 -2,490*** (0,275) (0,600) -2,490***422 (0,600) -347,1 422 0,167 -347,1 139,5 0,167 0 139,5 0

PN PC 0,769*** 0,876*** (0,0611) (0,0878) 0,769*** 0,876*** -0,146*** -0,268*** (0,0611) (0,0878) (0,0542) (0,0762) -0,146*** -0,268*** -0,277*** -0,282** (0,0542) (0,0762) (0,0984) (0,137) -0,277*** -0,282** 1,146*** 0,186 (0,0984) (0,137) (0,415) (0,713) 1,146*** 0,186 -4,415*** -4,975*** (0,415) (0,713) (0,719) (1,150) -4,415*** 665 -4,975*** (0,719) -335,2 (1,150) 665 0,391 -335,2 429,6 0,391 0 429,6 0 Nicaragua FSLN Nicaragua PLC FSLN

Uruguay FA Uruguay PN PC FA

Errores estándar entre paréntesis *** p<0,01, ** p<0.05, * p<0,1

Constante N Log-Likelihood N R2 Pseudo Log-Likelihood χ2 2 Pseudo p >2χ2 R χ p > χ2

Urbano-rural Constante

Conservador-liberal Urbano-rural

Estado-mercado Conservador-liberal

Izquierda-derecha Estado-mercado

Ejes Izquierda-derecha

Ejes Categoría de referencia:

Categoría de referencia:

Constante N Log-Likelihood N R2 Pseudo Log-Likelihood χ2 2 Pseudo p >2χ2 R χ p > χ2

Urbano-rural Constante

Conservador-liberal Urbano-rural

Estado-mercado Conservador-liberal

Izquierda-derecha Estado-mercado

Ejes Izquierda-derecha

Ejes Categoría de referencia:

Categoría de referencia:

ALN 0,271*** (0,0423) 0,271*** -0,0446 (0,0423) (0,0561) -0,0446 -0,224** (0,0561) (0,0977) -0,224** -0,390 (0,0977) (0,287) -0,390 -1,283** (0,287) (0,573) -1,283** (0,573)

ALN

PPD 0,327*** (0,117) 0,327*** 0,136 (0,117) (0,122) 0,136 0,352* (0,122) (0,188) 0,352* -0,106 (0,188) (0,914) -0,106 -4,082*** (0,914) (1,491) -4,082*** (1,491)

PPD RN 1,110*** (0,143) 1,110*** -0,131 (0,143) (0,114) -0,131 -0,0303 (0,114) (0,179) -0,0303 0,748 (0,179) (0,797) 0,748 -6,572*** (0,797) (1,387) -6,572*** 250 (1,387) -333,9 250 0,215 -333,9 182,5 0,215 0 182,5 0

PUSC PAC -0,0731 -0,181*** (0,0574) (0,0603) -0,0731 -0,181*** -0,0297 -0,0495 (0,0574) (0,0603) (0,0627) (0,0693) -0,0297 -0,0495 -0,105 -0,107 (0,0627) (0,0693) (0,111) (0,120) -0,105 -0,107 0,438 -0,344 (0,111) (0,120) (0,310) (0,370) 0,438 -0,344 -1,260* 0,390 (0,310) (0,370) (0,745) (0,775) -1,260* 344 0,390 (0,745) -264,1(0,775) 344 0,0270 -264,1 14,67 0,0270 0,0659 14,67 0,0659

Costa Rica PLN Costa Rica PUSC PLN PAC

PDC 0,365*** (0,114) 0,365*** 0,0893 (0,114) (0,113) 0,0893 -0,208 (0,113) (0,158) -0,208 1,705*** (0,158) (0,655) 1,705*** -3,792*** (0,655) (1,201) -3,792*** (1,201)

PDC

Chile PS Chile RN PS

Tabla 4. Modelos de regresión logística multinomial con datos de LAPOP 2008

PC PC -0,0672 (0,155) -0,0672 -0,0222 (0,155) (0,141) -0,0222 0,0766 (0,141) (0,216) 0,0766 0,113 (0,216) (1,161) 0,113 -1,525 (1,161) (1,739) -1,525 (1,739)

PP CD -0,0918 -0,0425 (0,0793) (0,0727) -0,0918 -0,0425 0,0441 0,00308 (0,0793) (0,0727) (0,0805) (0,0716) 0,0441 0,00308 -0,0165 0,114 (0,0805) (0,0716) (0,111) (0,0984) -0,0165 0,114 0,171 -0,397 (0,111) (0,0984) (0,319) (0,318) 0,171 -0,397 -1,463* -0,939 (0,319) (0,318) (0,798) (0,736) -1,463* 387 -0,939 (0,798)-320,6 (0,736) 387 0,00851 -320,6 5,502 0,00851 0,703 5,502 0,703

Panamá PRD Panamá PP PRD CD

UDI 1,053*** (0,149) 1,053*** -0,0768 (0,149) (0,122) -0,0768 -0,00115 (0,122) (0,190) -0,00115 -0,303 (0,190) (1,001) -0,303 -5,783*** (1,001) (1,563) -5,783*** (1,563)

UDI

El Salvador FMLN El Salvador ARENAFMLN PCN

Honduras PN Honduras PL PN PINU

PC -0,0581 (0,0662) -0,0581 0,0145 (0,0662) (0,0888) 0,0145 0,0644 (0,0888) (0,139) 0,0644 -0,288 (0,139) (0,387) -0,288 -0,549 (0,387) (0,853) -0,549 (0,853)

PD PU -0,557*** 0,0404 (0,0849) (0,0606) -0,557*** 0,0404 0,0350 0,0147 (0,0849) (0,0606) (0,0985) (0,0780) 0,0350 0,0147 0,422*** 0,177 (0,0985) (0,0780) (0,147) (0,122) 0,422*** 0,177 -1,509*** -0,505 (0,147) (0,122) (0,567) (0,348) -1,509*** -0,505 2,370** -0,900 (0,567) (0,348) (1,039) (0,762) 2,370** 339 -0,900 (1,039)-428,3 (0,762) 339 0,114 -428,3 109,8 0,114 0 109,8 0

CR 0,173 (0,121) 0,173 -0,0936 (0,121) (0,131) -0,0936 0,464** (0,131) (0,214) 0,464** -1,049 (0,214) (0,691) -1,049 -2,975** (0,691) (1,431) -2,975** (1,431)

1

1

PSC PRIAN 0,436*** 0,251** (0,0969) (0,104) 0,436*** 0,251** -0,120 -0,121 (0,0969) (0,104) (0,110) (0,133) -0,120 -0,121 0,607*** -0,377 (0,110) (0,133) (0,219) (0,275) 0,607*** -0,377 -1,409** -0,720 (0,219) (0,275) (0,593) (0,607) -1,409** -0,720 -4,368*** -1,839 (0,593) (0,607) (1,254) (1,314) -4,368*** 331 -1,839 (1,254) -124,5 (1,314) 331 0,175 -124,5 52,81 0,175 1,17e-08 52,81 1,17e-08

PP GANA ARENA PCN PL PINU 0,0164 0,357** 0,996*** 0,670*** 0,0506 -0,0540 (0,0892) (0,152) (0,0834) (0,123) (0,0368) (0,139) 0,0164 0,357** 0,996*** 0,670*** 0,0506 -0,0540 -0,0597 -0,00108 0,00964 -0,0556 0,0682 0,108 (0,0892) (0,152) (0,0834) (0,123) (0,0368) (0,139) (0,0995) (0,158) (0,0728) (0,131) (0,0506) (0,194) -0,0597 -0,00108 0,00964 -0,0556 0,0682 0,108 0,296* 0,180 -0,151 -0,185 0,0565 0,339 (0,0995) (0,158) (0,0728) (0,131) (0,0506) (0,194) (0,168) (0,290) (0,120) (0,227) (0,0680) (0,241) 0,296* 0,180 -0,151 -0,185 0,0565 0,339 -1,188*** -0,546 0,983*** 1,657*** -0,231 -1,169* (0,168) (0,290) (0,120) (0,227) (0,0680) (0,241) (0,436) (0,681) (0,372) (0,618) (0,173) (0,695) -1,188*** -0,546 0,983*** 1,657*** -0,231 -1,169* 0,186 -4,218** -7,016*** -7,872*** -0,432 -2,771* (0,436) (0,681) (0,372) (0,618) (0,173) (0,695) (1,035) (1,738) (0,835) (1,442) (0,444) (1,635) 0,186 150 -4,218** -7,016*** 560 -7,872*** -0,432 562 -2,771* (1,035)-114,8 (1,738) (0,835) -172,5 (1,442) (0,444) -430,6(1,635) 150 560 562 0,0876 0,584 0,0124 -114,8 -172,5 -430,6 22,03 483,8 10,79 0,0876 0,584 0,0124 0,00486 0 0,214 22,03 483,8 10,79 0,00486 0 0,214 Colombia Ecuador PL AP Colombia Ecuador PC PD PU CR PSC PRIAN PL AP

Guatemala UNE Guatemala PP UNE GANA

TEMAS VARIOS

Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 25-42 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.02

0,378*** 0,378*** (0,0635) (0,0635) -0,0792 -0,0792 (0,0756) (0,0756) -0,0177 -0,0177 (0,128) (0,128) -0,466 -0,466 (0,901) (0,901) -1,581 -1,581 (1,184) (1,184)

MVR MVR 0,613*** 0,613*** (0,0871) (0,0871) -0,406*** -0,406*** (0,100) (0,100) 0,0650 0,0650 (0,163) (0,163) -0,971 -0,971 (1,272) (1,272) -2,150 -2,150 (1,619) (1,619) 303 303 -303,7 -303,7 0,184 0,184 137,4 137,4 0 0

Venezuela Venezuela PSUV PSUV UNT UNT

0,432*** 0,432*** (0,0548) (0,0548) -0,377*** -0,377*** (0,0678) (0,0678) -0,233** -0,233** (0,106) (0,106) -0,364 -0,364 (0,255) (0,255) -0,370 -0,370 (0,611) (0,611) 549 549 -332,1 -332,1 0,235 0,235 204,6 204,6 0 0

0,658*** 0,658*** (0,0872) (0,0872) -0,380*** -0,380*** (0,0999) (0,0999) -0,510*** -0,510*** (0,177) (0,177) -0,916** -0,916** (0,428) (0,428) -1,528* -1,528* (0,916) (0,916)

PJ PJ

-0,162* -0,162* (0,0976) (0,0976) 0,236* 0,236* (0,128) (0,128) 0,238 0,238 (0,190) (0,190) 0,525 0,525 (0,474) (0,474) -3,197*** -3,197*** (1,223) (1,223)

UPP UPP

0,496*** 0,496*** (0,0829) (0,0829) -0,270*** -0,270*** (0,0962) (0,0962) -0,136 -0,136 (0,164) (0,164) -12,55 -12,55 (359,0) (359,0) 10,30 10,30 (359,0) (359,0)

Bolivia Bolivia MAS MAS MNR PODEMOS MNR PODEMOS PNP PNP

157 157 -148,3 -148,3 0,0477 0,0477 14,85 14,85 0,0621 0,0621

-0,127 -0,127 (0,0969) (0,0969) 0,0845 0,0845 (0,1000) (0,1000) -0,0821 -0,0821 (0,146) (0,146) -0,245 -0,245 (0,550) (0,550) 0,365 0,365 (1,130) (1,130)

0,182 0,182 (0,132) (0,132) -0,296** -0,296** (0,122) (0,122) -0,338* -0,338* (0,192) (0,192) 0,0819 0,0819 (0,671) (0,671) 0,164 0,164 (1,417) (1,417)

Argentina Argentina PJ PJ FV UCR FV UCR PRI PRI

PRD PRD

-0,245*** -0,245*** (0,0570) (0,0570) 0,0633 0,0633 (0,0583) (0,0583) -0,127 -0,127 (0,138) (0,138) 0,311 0,311 (0,251) (0,251) -0,00802 -0,00802 (0,687) (0,687)

PLRA PLRA

-0,356*** -0,356*** (0,0623) (0,0623) 0,0365 0,0365 (0,0682) (0,0682) -0,149 -0,149 (0,127) (0,127) 0,0176 0,0176 (0,310) (0,310) 1,560** 1,560** (0,719) (0,719) 379 379 -378,7 -378,7 0,0496 0,0496 39,54 39,54 3,90e-06 3,90e-06

México México PAN PAN

0,173 0,173 (0,134) (0,134) 0,105 0,105 (0,149) (0,149) -0,0703 -0,0703 (0,257) (0,257) 0,650 0,650 (0,590) (0,590) -4,407*** -4,407*** (1,607) (1,607)

AP AP

-0,0861* -0,0861* (0,0513) (0,0513) 0,0353 0,0353 (0,0549) (0,0549) 0,00329 0,00329 (0,101) (0,101) 0,0867 0,0867 (0,247) (0,247) 0,0175 0,0175 (0,617) (0,617)

-0,288*** -0,288*** (0,0903) (0,0903) 0,0842 0,0842 (0,106) (0,106) 0,0735 0,0735 (0,173) (0,173) 0,783* 0,783* (0,425) (0,425) -1,336 -1,336 (1,008) (1,008)

201 201 -237,6 -237,6 0,0638 0,0638 32,38 32,38 0,00891 0,00891

-0,183 -0,183 (0,122) (0,122) 0,101 0,101 (0,142) (0,142) 0,170 0,170 (0,232) (0,232) -0,882 -0,882 (0,796) (0,796) -0,924 -0,924 (1,483) (1,483)

AF AF

Perú Perú APRA APRA

-0,0999* -0,0999* (0,0602) (0,0602) -0,00304 -0,00304 (0,0621) (0,0621) 0,219 0,219 (0,148) (0,148) 0,151 0,151 (0,282) (0,282) -1,492* -1,492* (0,783) (0,783) 450 450 -491,0 -491,0 0,0401 0,0401 41,00 41,00 4,90e-05 4,90e-05

Paraguay Paraguay ANR ANR UNACE UNACE -0,147* -0,147* (0,0846) (0,0846) -0,167** -0,167** (0,0821) (0,0821) 0,463** 0,463** (0,203) (0,203) -0,217 -0,217 (0,427) (0,427) -1,543 -1,543 (1,089) (1,089)

APC APC

PSDB PSDB

2 2

0,127 0,248** 0,127 0,248** (0,0900) (0,103) (0,0900) (0,103) -0,0398 -0,302*** -0,0398 -0,302*** (0,100) (0,109) (0,100) (0,109) 0,115 -0,0451 0,115 -0,0451 (0,164) (0,168) (0,164) (0,168) 0,268 -0,760 0,268 -0,760 (0,522) (0,675) (0,522) (0,675) -3,207*** -1,415 -3,207*** -1,415 (1,066) (1,181) (1,066) (1,181) 225 225 -144,0 -144,0 0,0637 0,0637 19,59 19,59 0,0120 0,0120

Brasil Brasil PT PT

PMDB PMDB

Errores estándar entre paréntesis *** p<0,01, ** p<0.05, * p<0,1 Fuente: elaboración propia con datos del Barómetro de las Américas por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP) www.LapopSurveys.org

N N Log-Likelihood Log-Likelihood Pseudo R22 Pseudo R χ22 χ 2 p>χ2 p>χ

Constante Constante

Urbano-rural Urbano-rural

Conservador-liberal Conservador-liberal

Estado-mercado Estado-mercado

Izquierda-derecha Izquierda-derecha

Categoría de referencia: Categoría de referencia: Ejes Ejes

N N Log-Likelihood Log-Likelihood Pseudo R22 Pseudo R χ22 χ 2 p>χ2 p>χ

Constante Constante

Urbano-rural Urbano-rural

Conservador-liberal Conservador-liberal

Estado-mercado Estado-mercado

Izquierda-derecha Izquierda-derecha

Categoría de referencia: Categoría de referencia: Ejes Ejes

Tabla 4. Modelos de regresión logística multinomial con datos de LAPOP 2008 (continuación)

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TEMAS VARIOS

Por otra parte, esa institucionalización también es posible de lograr mediante otro tipo de identificación: la identificación por transacción. El caso de Honduras es prototípico al respecto. El país no tuvo la oportunidad de generar identificación o vínculos programáticos entre partido y elector pues no experimentó un proceso agresivo de modernización y tampoco —a diferencia de El Salvador y Nicaragua— una guerra civil cuyos resultaron dieran origen a partidos con diferenciación de programas. Acá el sistema es decimonónico, los partidos son principalmente clientelares, pero el punto está en que Honduras fue capaz de generar estabilidad, si por estabilidad nos referimos a mantener bajo control los niveles de volatilidad electoral. Paraguay ha seguido un camino similar, pero sus porcentajes de volatilidad son ostensiblemente mayores que los de Honduras. Esto ha sucedido porque, a diferencia de Honduras, el sistema de partidos en Paraguay ha sido básicamente de carácter hegemónico, con claro predominio del Partido Colorado (Abente 2009). Cuando el Partido Colorado comenzó a perder poder local a manos de los liberales, entonces se generaron las fracturas internas y proliferaron nuevos partidos, donde se destaca Unace. De esto se desprende que la identificación por convicción es un seguro contra la inestabilidad, a diferencia de lo que sucede con la identificación por transacción, que es más susceptible a cambios en el corto plazo. Como los electores no tienen barreras ideológicas como mecanismos de freno al cambio de preferencias, entonces se hace mucho más viable que voten por distintos partidos y que incluso lleguen a identificarse con otra colectividad de una elección a otra. La identificación por convicción, en cambio, asegura la estabilidad, incluso cuando dicha identificación va a la baja. El caso de Chile es muy claro al respecto. A pesar de que la identificación ha caído sostenidamente, el sistema de todos modos se mantiene estable y con niveles de volatilidad bajos respecto al promedio latinoamericano. En definitiva, el análisis concluye lo siguiente: primero, resultan distinguibles la identificación por convicción y la identificación por transacción atendiendo al efecto de los clivajes o fisuras sobre las preferencias de los electores. Hay países donde es más evidente el predominio de cierto tipo de identificación. Segundo, que la relación entre identificación —tomada como un todo— y el índice de estructuración programática de las preferencias está lejos de ser lineal. Es decir, pueden existir países con alta identificación y bajísimos niveles de estructuración programática de sus partidos. Tercero, que las rutas hacia la identificación están claramente definidas, al menos en los cuatro casos mencionados. Uruguay y El Salvador llegan a la identificación por caminos diferentes. Uno, por la modernización económica y la emergencia de un partido programático producto de la crisis del modelo sustitutivo, y dos, como consecuencia del conflicto (clivaje) generado por la

guerra civil. Cuarto, que la ruta transaccional de la identificación se sustenta en un partido dominante (Paraguay) o en la vigencia de un bipartidismo histórico (Honduras). Ninguno de estos países tuvo oportunidades de generar identificación por convicción, debido a la ausencia de un amplio proceso de modernización o de una guerra civil lo suficientemente extendida como para producir un clivaje sociopolítico. Además, tanto Paraguay como Honduras presentan un alto porcentaje de pobreza, ruralidad, y un sistema de exportación basado en unos cuantos productos. Por tanto, la emergencia de nuevas clases sociales ha sido más lenta y dificultosa, produciéndose un predominio de relaciones tradicionales.

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rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 25-42 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.02


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Tipos de identificación partidaria | Mauricio Morales Quiroga

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Anexo

Abreviaturas de partidos, por país Argentina: PJ (Partido Justicialista), FV (Frente para la Victoria), UCR (Unión Cívica Radical). Bolivia: MAS (Movimiento al Socialismo), MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), PODEMOS (Poder Democrático Social). Brasil: PT (Partido de los Trabajadores), PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña). Chile: PS (Partido Socialista), PPD (Partido Por la Democracia), PDC (Partido Demócrata Cristiano), RN (Renovación Nacional), UDI (Unión Demócrata Independiente). Colombia: PL (Partido Liberal), PC (Partido Conservador), PD (Polo Democrático), PU (Partido de la U), CR (Cambio Radical). Costa Rica: PLN (Partido Liberación Nacional), PUSC (Partido Unidad Social Cristiana), PAC (Partido Acción Ciudadana). Ecuador: AP (Alianza PAIS), PSC (Partido Socialcristiano), PRIAN (Partido Revolucionario Institucional Acción Nacional). El Salvador: FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), PCN (Partido de Conciliación Nacional).

Guatemala: UNE (Unión Nacional de la Esperanza), PP (Partido Patriota), GANA (Gran Alianza Nacional). Honduras: PN (Partido Nacional), PL (Partido Liberal), PINU (Partido Innovación y Unidad). México: PAN (Partido Acción Nacional), PRI (Partido Revolucionario Institucional), PRD (Partido de la Revolución Democrática). Nicaragua: FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), PLC (Partido Liberal Constitucionalista), ALN (Alianza Liberal Nicaragüense). Panamá: PRD (Partido Revolucionario Democrático), PP (Partido Panameñista/Arnulfista), CD (Cambio Democrático). Paraguay: ANR (Alianza Nacional Republicana), PLRA (Partido Liberal Radical Auténtico), UNACE (Unión Nacional de Ciudadanos Éticos), APC (Alianza Patriótica para el Cambio). Perú: APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), UPP (Unión por el Perú), AF (Alianza por el Futuro), PNP (Partido Nacionalista Peruano), AP (Acción Popular). Uruguay: FA (Frente Amplio), PC (Partido Colorado), PN (Partido Nacional). Venezuela: PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), MVR (Movimiento V República), UNT (Un Nuevo Tiempo), PJ (Primero Justicia).

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 25-42 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.02


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El agravio moral como resorte de la acción colectiva* Marcela Meneses Reyes** Fecha de recepción: 11 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 12 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.03

R E S U M E N | El objetivo del presente artículo consiste en mostrar que el sentimiento de agravio moral, si bien no determina ni explica cabalmente la acción colectiva, sí aparece recurrentemente como uno de los argumentos esgrimidos por los actores movilizados en defensa de sus propias valoraciones sobre lo que consideran justo o injusto, en oposición a aquellos actos o actores por los que se consideran agraviados, ante quienes exigen la restitución del daño infligido. Tal fue el caso del movimiento social que tuvo lugar en Oaxaca (México) en 2006: un conflicto en principio magisterial que derivó en uno de los más importantes frentes populares organizativos del nuevo siglo mexicano. En términos generales, se propone considerar la moral y los valores que de ella emanan, así como la experiencia humana, como elementos significativos para la comprensión de la acción colectiva y de los movimientos sociales. PA L A B R A S C L AV E | Movimientos sociales (Thesaurus); agravio moral, acción colectiva, Oaxaca, 2006 (palabras

clave de autor).

Moral Grievance as a Catalyst for Collective Action A B S T R AC T | The objective of this article consists of showing that the sentiment of moral grievance, while it does not determine or completely explain collective action, does appear repeatedly as one of the arguments put forward by actors mobilized in the defense of their own judgments of what they consider to be just or unjust, in opposition to those acts or actors by whom they consider themselves to have been aggrieved, and from whom they demand restitution for the damage inflicted. Such was the case of the social movement that took place in Oaxaca (Mexico) in 2006: a conflict which began as a teachers’ protest and then turned into one of the most important organizational popular fronts of the new century in Mexico. In general terms, it proposes considering morality and the values that emanate therefrom, as well as human experience, to be significant elements for the understanding of collective action and of social movements. K E Y W O R D S | Social movements (Thesaurus); moral grievance, collective action, Oaxaca, 2006 (Author’s

Keywords).

O agravo moral como impulsor da ação coletiva R E S U M O | O objetivo deste artigo consiste em mostrar que o sentimento de agravo moral, embora não determine nem explique categoricamente a ação coletiva, aparece com frequência como um dos argumentos defendidos pelos atores mobilizados em defesa de suas próprias valorações sobre o que consideram justo ou injusto, em oposição àqueles atos ou atores pelos quais se consideram agravados, ante os quais exigem a restituição do dano infringido. Tal foi o caso do movimento social que aconteceu em Oaxaca (México)

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Este artículo formó parte del proyecto de estancia posdoctoral “Ciudad Rebelde. Apropiación y resignificación juvenil del espacio público en Oaxaca, 2006”, desarrollado entre agosto de 2014 y octubre de 2015 bajo el financiamiento de la UNAM, Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Becaria del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.

**

Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Académica de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “‘Ni derecho al centro tenemos’. Jóvenes artistas gráficos en el espacio público de Oaxaca, 2006”. Espacialidades 06: 142-166, 2016, y “Juventud, espacio urbano y exclusión social”. En Pobreza, desigualdad y exclusión social en la ciudad del siglo XX, coordinado por Rolando Cordera, Patricia Ramírez Kuri y Alicia Ziccardi. México: Instituto de Investigaciones Sociales/Universidad Nacional Autónoma de México – Siglo XXI Editores, 2008. * marcela.meneses@ ibero.mx; marcemenesesr@gmail.com


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em 2006: um conflito em princípio magisterial que derivou numa das mais importantes frentes populares organizativas do novo século mexicano. Em termos gerais, propõe-se considerar a moral e os valores que dela emanam, bem como a experiência humana, como elementos significativos para a compreensão da ação coletiva e dos movimentos sociais. PA L AV R A S - C H AV E | Movimentos sociais (Thesaurus), agravo moral, ação coletiva, Oaxaca, 2006 (palavras do

autor).

Introducción ¿Qué lleva a los sujetos a protestar?, ¿cuál es el momento y bajo qué circunstancias dejan de callar para levantar la voz en contra de la opresión?, ¿cómo se gesta, y sobre todo, cómo se sostiene la organización del descontento?, han sido las preguntas recurrentes en la teoría social para el análisis y comprensión de los movimientos sociales. De dichos cuestionamientos se han desprendido respuestas variadas y parciales en su intento por explicar la complejidad del fenómeno, de acuerdo con las aristas que se deseen analizar como parte del entramado de la acción colectiva. Entre las principales corrientes de investigación en torno a la acción colectiva y a los movimientos sociales resalta, por un lado, la perspectiva de la negociación política entre actores antagónicos que desean participar en las decisiones y los recursos que dispone y distribuye el Estado. Por otro lado, destaca el esfuerzo teórico por humanizar a esos actores que contienden políticamente, con el fin de desentrañar el tipo de cultura, de identidad y de significados que les permiten reconocerse y actuar juntos y de manera sostenida por la consecución de sus objetivos. En este sentido, en el presente documento pretendo avanzar sobre un elemento poco atendido por la teoría de los movimientos sociales, no así por un grupo de pensadores de cuna marxista que han profundizado en una especie de sentimiento recurrentemente expresado por los actores movilizados en contra de la opresión a la cual se encuentran sometidos. Situación que les resulta soportable la mayor parte del tiempo, pero que de forma atípica y fulgurante, aunque no inesperada, puede ser cuestionada y subvertida por quienes sufren el sentimiento de agravio moral: dimensión inmaterial y humana que funge como argumento de los actores movilizados para dar explicación y coherencia a su protesta. Así, en la primera parte de este artículo hago un breve recorrido por las principales corrientes de análisis de los movimientos sociales, para resaltar la ausencia de la dimensión moral. Arista que ha sido retomada por Edward Palmer Thompson, Barrington Moore, Ranajit Guha y Adolfo Gilly con el objetivo de mostrar la centralidad del sentimiento de agravio en todo acto de protesta, el cual es desarrollado en la segunda parte de este documento. En la tercera sección reviso

de qué manera el agravio moral fungió como sustento para el movimiento social oaxaqueño que tuvo lugar en 2006, uno de los más trascendentales del nuevo siglo mexicano.

La moral: un terreno fértil para la comprensión de la acción colectiva La primera corriente de investigaciones en torno al análisis de los movimientos sociales, conocida como la perspectiva irracional, se enfrentó con el enorme reto de comprender y explicar la larga serie de sublevaciones surgidas en tiempos y espacios diversos, muchas de las cuales abonaron a las dos guerras mundiales del siglo pasado, que reestructuraron la vida material e inmaterial de la humanidad. Desde esta perspectiva, la acción colectiva no era más que el encuentro y la expresión de las masas hambrientas e iracundas que actuaban por imitación de un líder, con el fin de satisfacer sus necesidades más básicas, irracionales e inconscientes, entre las que se encuentra el ejercicio de la violencia (Freud 1989; Le Bon 1972; Ortega y Gasset 1986). Posteriormente, a contrapelo de sus antecesores, se gestó una nueva corriente teórica norteamericana, que apuntó a la racionalidad instrumental que los actores movilizados apuestan frente al Estado en la arena contenciosa de la confrontación política para conseguir sus objetivos. Esto es, que los actores se organizan y actúan colectivamente de acuerdo con las oportunidades políticas del momento, puesto que saben perfectamente cuáles son sus demandas, a quién presentarlas, con qué recursos cuentan y cuáles son sus posibilidades de triunfo o derrota en los momentos de sublevación, negociación y resistencia al orden imperante (Tilly 1978; Tilly y Tarrow 2007; Tarrow 2012; Olson 1992; Mc Adam, Tarrow y Tilly 2001; Mc Adam, McCarthy y Zald 1999). De forma paralela se conformó una escuela europea de pensamiento que dio cuenta de que ni la perspectiva irracional ni la perspectiva de la elección racional alcanzaban a explicar por qué los actores sociales seguían involucrándose en la acción colectiva, pues si bien saben contra qué se oponen y contra quiénes protestan, también es cierto que difícilmente cuentan con un plan o programa plenamente elaborado que indique paso a paso el camino a seguir para la consecución de sus metas. Con los argumentos analíticos hasta entonces

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 43-51 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.03


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esgrimidos, los estudiosos de los movimientos sociales seguían preguntándose por qué, a pesar de los riesgos y posibles pérdidas políticas y/o humanas, los actores continuaban apostando a la acción colectiva como un método eficaz de confrontación política y, sobre todo, de defensa de lo que consideraban propio, justo y legítimo. Fue entonces en un contexto de profundas transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales —que llevaron a la constitución de nuevos actores políticos, entre los que figuraban los jóvenes y las mujeres— que los estudiosos europeos construyeron el paradigma de los “nuevos movimientos sociales”, con el cual apuntaron que, más allá del plano instrumental, político y meramente racional, existe una dimensión subjetiva y afectiva anclada en la cultura, la identidad y la vida cotidiana que permite a los sujetos identificarse entre sí y movilizarse juntos, organizados y de manera sostenida, por la defensa de su derecho a ser y existir (Alberoni 1984; Melucci 1999; Touraine 1995).1 Es en los terrenos de la cultura y de la moral imperante en una sociedad que permean la vida cotidiana de los sujetos que se involucran en la acción colectiva —y nótese que de actores pasamos a la noción de sujetos, con la cual nos acercamos a la dimensión de la subjetividad humana— donde radica el conjunto de valores y valoraciones que se despliegan, se enfrentan y se hacen valer en toda arena de confrontación política. De tal suerte que esta dimensión nos coloca en un plano inmaterial y humano que refiere a las valoraciones, muchas veces antagónicas, sobre lo que una parte de cierta comunidad considera justo, legítimo, posible o deseable, frente a otra parte de la comunidad que enarbola otros valores. Pero esta diferencia no radica en una simple cuestión de matices, diversidad de opiniones o de percepción subjetiva de la realidad, sino que, en el fondo, el enfrentamiento en los ámbitos de la cultura, la moral y los valores que de ahí se desprenden se encuentra anclado en y constituido por la posición relacional que ocupan los sujetos en el plano de las estructuras materiales, de las relaciones de producción, de los espacios de toma de decisiones y de la palestra de negociación política de su sociedad de pertenencia. En estas valoraciones sobre lo justo y lo injusto radica el sentimiento de agravio moral. Dimensión humana que, si bien no determina el paso inmediato a la acción colectiva ni su sostenimiento, y menos aún su derivación en movimiento social —pues recordemos que lo que impera es cierto orden hegemónico, que

1 En respuesta, Charles Tilly, criticó el aparentemente innovador enfoque de los “nuevos movimientos sociales”, pues considera que las reivindicaciones identitarias han estado presentes en todos los movimientos desde sus orígenes, y no como un elemento apenas visible a partir de la década de los sesenta, ni mucho menos como un hallazgo de esta corriente europea de pensamiento.

para ser tal y ejercerse a cabalidad debe ser legitimado por los propios subalternos que aceptan y asumen su posición como parte de “la naturaleza de las cosas”, lo cual les permite soportarlo la mayor parte del tiempo sin oposición aparente—, sí aparece inevitablemente como argumento de los sujetos movilizados para explicar los motivos y las razones de su protesta, con los cuales pretenden cuestionar el orden imperante, defender sus valoraciones sobre lo que consideran justo, legítimo y posible, y exigir la restitución del daño al que sienten que fueron sometidos, pues como sostienen Tilly y Wood, “los movimientos sociales no fomentan ni defienden necesariamente la democracia. Es mucho más habitual que los movimientos nazcan alrededor de un interés o de un agravio concreto que de las reivindicaciones democráticas como tales” (2010, 245).

El agravio moral como resorte para la protesta Adolfo Gilly (1999) ha señalado que el agravio moral “resulta cuando alguien rompe, en perjuicio de otro, las reglas establecidas de relación, negociación y solución de diferendos dentro de una comunidad para imponer de hecho el propio parecer”. A lo que yo agregaría que además se basa en el atropello de las reglas sociales y de las valoraciones que una parte de la comunidad realiza en contra de otra acerca de lo que considera justo o injusto, legítimo o ilegítimo, posible o imposible, partiendo de reglas y principios morales, no solamente económicos o políticos, aunque éstos se encuentren íntimamente relacionados. “Es evidente que las reglas sociales y su violación son componentes fundamentales del agravio moral y del sentimiento de injusticia. En su sentido más esencial, es coraje hacia la injusticia lo que uno siente cuando otra persona viola una regla social”, argumenta Barrington Moore al respecto (2007, 18). Coraje, rabia e indignación son los sentimientos que resultan del agravio y que nos pueden ayudar a comprender uno de los varios elementos que confluyen en la acción colectiva, en la revuelta popular, en la protesta. “En muchos movimientos sociales, los actos de coraje desmesurado, aunque parezcan ridículos, son esenciales. Esto es cierto especialmente en el caso de los movimientos sociales más radicales, y no puede ser explicado simplemente en términos de los resultados que los actores esperan obtener”, expresa en el mismo tono Craig Calhoun (1999, 77). De tal suerte que el sentimiento de agravio moral se encuentra íntimamente relacionado con los valores y las valoraciones que se aprenden, se incorporan, pero sobre todo, se sienten y se viven única y profundamente en la experiencia humana, ámbito de la vida retomado por el historiador Edward Palmer Thompson con el fin de comprender lo que la teoría marxista no había contemplado hasta entonces: la conciencia afectiva y moral de El agravio moral como resorte de la acción colectiva | Marcela Meneses Reyes

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los sujetos, esto es, la manera en que los hombres y las mujeres experimentan en su vida cotidiana la posición que ocupan en las relaciones de producción, con base en las coordenadas de su conciencia, de su cultura, de su moral y de sus sentimientos, para posteriormente actuar sobre su propia situación, la mayor parte del tiempo dando continuidad a sus circunstancias materiales y significativas, pero algunas otras veces, de forma atípica, mas no inesperada, cuestionando y subvirtiendo el orden de la dominación y el lugar que ocupan en dicha relación. […] las personas no sólo viven su propia experiencia bajo forma de ideas, en el marco del pensamiento y de sus procedimientos, o —según suponen algunos prácticos teóricos— como instinto proletario, etc. También viven su propia experiencia como sentimiento, y elaboran sus sentimientos en las coordenadas de su cultura, en tanto que normas, obligaciones y reciprocidades familiares y de parentesco, valores o —mediante formas más elaboradas— como experiencias artísticas o creencias religiosas. Esta mitad de la cultura (que constituye una buena mitad del conjunto de lo cultural) puede denominarse conciencia afectiva y moral. (Thompson 1981, 263)

Siguiendo a E. P. Thompson, esto significa que los valores vividos y sentidos son igualmente necesarios para la vida en sociedad que las ideas, los proyectos y las necesidades, ya que son aprendidos en el seno de la familia, el trabajo y la comunidad de pertenencia y, por lo mismo, son también ámbito de contradicciones, elecciones y disputas para los sujetos que los experimentan. En consecuencia, si los valores vividos y sentidos en la experiencia humana son tan importantes como las ideas, los proyectos y las necesidades, es posible comprender por qué los actores movilizados apelan a su propia moralidad con el fin de darles sentido y explicar(se) de manera consciente, consistente, racional y coherente sus actos de protesta frente a lo que consideran ilegítimo, injusto o imposible, siempre dentro de los límites porosos, endebles e imprevistos de lo que puede resultar soportable o no para dar paso a la acción colectiva. En pocas palabras, una forma de dar sentido a la acción colectiva como método eficaz de confrontación y resistencia a la dominación consiste en apelar al sentimiento de agravio moral que resulta de la ruptura de las reglas sociales que mantienen a una comunidad cohesionada y más o menos integrada, y que es producto del atropello que una parte de la comunidad realiza en detrimento de otra con fines de beneficio personal, pero sobre todo, con un dejo de desprecio de parte de quienes dominan hacia los que ocupan la posición subalterna en dicha situación. De esta forma, los que protestan apelan a sus valores y valoraciones con el fin de darle sentido, coherencia, razón y racionalidad a la acción en la cual participan.

Tal fue el caso del movimiento social que tuvo lugar hace ya una década en el estado de Oaxaca (México): un conflicto en principio magisterial que derivó en una inmensa protesta popular en contra del gobierno del estado como consecuencia de un cúmulo de agravios históricos; todo esto enmarcado en un contexto de elecciones presidenciales, un posible fraude electoral,2 y dos movimientos sociales fuertemente reprimidos por el Estado mexicano: el de San Salvador Atenco, donde los campesinos se sublevaron en contra del despojo de sus tierras comunales para la construcción de un aeropuerto (Kuri 2010; Zamora 2010); y el de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que analizaré a continuación.

Oaxaca, 2006. Los motivos, las razones, los agravios Isidoro Yescas, experto en el estudio del magisterio oaxaqueño, ha señalado que el movimiento social encabezado por la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha atravesado distintas etapas desde 1980: la primera, cuando desafió al Comité Ejecutivo Nacional y su grupo hegemónico, Vanguardia Revolucionaria, con el fin de democratizar su sección sindical y obtener un aumento salarial; la segunda, en 1986, en contra de los mismos adversarios, para exigir un Congreso seccional; la tercera, en 1992, con la descentralización de los servicios educativos y la incorporación de los maestros al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo); la cuarta, en 2005, con la separación de la sección 22 de un sector de maestros; y la quinta —hasta entonces—, en 2006, cuando la rutinaria movilización magisterial derivó en una amplia movilización popular que llevó a la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca con una sola demanda compartida: la renuncia del gobernador Ulises Ruiz Ortiz (Uro)3 (Yescas 2008). El 1° de mayo de 2006, como ya era costumbre desde hacía veintiséis años, los maestros de la sección 22 del SNTE presentaron al gobierno del estado de Oaxaca su pliego petitorio con dos demandas principales: rezonifi2 Las pruebas vertidas entonces sembraron la duda sobre la limpieza de las elecciones presidenciales de 2006. El candidato de la izquierda partidista, Andrés Manuel López Obrador, acusó de fraude electoral en su contra, a favor de la derecha partidista, al Partido Acción Nacional (PAN), con Felipe Calderón Hinojosa a la cabeza, presidente de México de 2006 a 2012. 3 En la actualidad podríamos identificar dos etapas más: la sexta, en 2012, con la reforma educativa impuesta por el Gobierno federal con el fin de evaluar o, más bien, sancionar a los maestros a quienes se les ha construido política, social y mediáticamente como los culpables del rezago educativo que impera en el país; y la séptima, en 2015, con la creación de un nuevo Ieepo como estrategia del Gobierno federal para debilitar al magisterio oaxaqueño, dado que representa al principal opositor a la reforma educativa.

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 43-51 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.03


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cación económica y mejoramiento de la infraestructura educativa. Sin embargo, contrario a sus antecesores, el gobernador Ulises Ruiz mostró desde el principio de su gestión muy poca disposición para el reconocimiento de otros actores políticos como interlocutores válidos para el diálogo y la negociación, de tal suerte que, desde su campaña por la gubernatura, advirtió que él no aceptaría marchas ni plantones, que en el caso oaxaqueño forman parte primordial del repertorio de protesta aprendido, transmitido de generación en generación y previsible de la acción colectiva. Es más, los plantones en Oaxaca son cosa de todos los días, forman parte del caos citadino y han demostrado que, en la mayoría de los casos, funcionan como un método útil para la consecución de los objetivos planteados por los actores políticos que se ubican en los márgenes de los marcos institucionales.

golpes de tolete, gases lacrimógenos lanzados desde aire y tierra, y disparos a los maestros que, ubicados el zócalo, se encontraban en plantón. En respuesta, la población oaxaqueña —compuesta por trabajadores, padres de familia, mujeres, niños, jóvenes, ancianos, académicos, comerciantes, artistas, intelectuales, miembros de organizaciones civiles y organizaciones indígenas, entre otros— se solidarizó con el magisterio, y, tras una imponente revuelta popular, el pueblo4 recuperó la posesión del centro histórico y se montó en plantón, lo que desembocó en la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) como un espacio de organización y confluencia permanente entre el magisterio, más de 350 organizaciones sociales y políticas diversas entre sí y el resto del pueblo movilizado con una sola demanda compartida: la renuncia del gobernador Ulises Ruiz.

En Oaxaca plantarse es una tradición antes que una manifestación. Mientras los políticos y dirigentes sindicales se reúnen en hoteles y oficinas, el plantón se convierte en escenario de una animada vida social. Los plantones son centros de protesta además de espacios de reencuentro y tertulia, el plantón es el lugar en que se relacionan los habitantes temporales y los visitantes. En la calle se suceden discusiones sobre temas baladíes o trascendentes, mientras el entorno se transforma en centro de negocios y trueque, como llaman los indígenas a las operaciones mercantiles que realizan entre ellos. Aquí la cultura del plantón está tan firmemente arraigada que los “plantonistas” tienen su propia emisora de frecuencia modulada (FM); la estación ilegal no podía llamarse de otra forma que “Radio Plantón”. (Osorno 2007, 18)

Desde el inicio del gobierno ulisista, el pueblo oaxaqueño fue acumulando una serie de agravios que detonaron ese 14 de junio tras la brutal represión en contra del magisterio. Entre lo que los propios activistas enunciaron como los principales agravios previos a la represión se encuentran:5 1. El arribo de Ulises Ruiz al poder mediante un fraude electoral en contra del candidato de la izquierda partidista, Gabino Cué. 2. Su tinte autoritario y su capacidad de represión a toda oposición. 3. El encarcelamiento, persecución y asesinato de los principales líderes de diversas organizaciones sociales.

A partir de entonces, dada la poca disposición para la negociación y la solución de las demandas magisteriales por parte del Gobierno estatal y también del federal, encabezado por Vicente Fox, las protestas de los maestros fueron subiendo de tono entre marchas multitudinarias, bloqueos carreteros y aeroportuarios, liberación de casetas de peaje, cierre de oficinas y dependencias públicas, al tiempo que la campaña mediática en su contra iba también en aumento. De tal suerte que el 7 de junio, con la participación de ocho secciones sindicales y centenas de organizaciones políticas y sociales y población en general, se realizó una marcha multitudinaria que concluyó con un juicio político popular contra el gobernador. Al día siguiente, una comisión de maestros viajó a Ciudad de México para pedir al entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal, su mediación; sin embargo, el Secretario se negó a recibirlos cerrando con ello las vías para una posible solución pacífica al conflicto.

4. El allanamiento a las oficinas del diario de circulación local Noticias, crítico de Uro, desde su campaña por la gubernatura.

Una semana después, durante la madrugada del 14 de junio, el Gobierno estatal montó un operativo con tres mil policías para desalojar violentamente con

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5. El despilfarro económico mediante una serie de obras de remodelación de la ciudad sin consulta previa a la población y, sobre todo, atentando contra el patrimonio cultural y contra la relación significativa que los oaxaqueños han entablado con sus espacios y sus lugares. 6. La construcción de nuevas oficinas de gobierno fuera de la ciudad con el fin de evadir los mítines, plantones, marchas y bloqueos, cuyo destino ha sido siempre el zócalo de la ciudad como acto simbólico de interpelación al poder. 4 Como se autodenominó la población oaxaqueña que se sumó a la protesta. Para conocer buena cantidad de testimonios de los activistas, consúltese: Esteva, Valencia y Venegas (2008), Beas (2007), Osorno (2007), Bolos y Estrada (2013), Davis (2007), Denham y C.A.S.A. (2011), Méndez (2009), Leyva (2008).

El agravio moral como resorte de la acción colectiva | Marcela Meneses Reyes

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7. El desvío de recursos públicos destinados a la elección presidencial a favor del candidato del Partido Revolucionario Institucional, Roberto Madrazo, del cual Uro forma parte. 8. Todo lo anterior enmarcado en un contexto de pobreza, marginación, racismo y exclusión social, sobre todo contra la población indígena, pues Oaxaca es el estado que más población originaria concentra a nivel nacional. Además, ese 14 de junio de 2006 se conjuntaron otros tipos de agravios históricos en contra de poblaciones específicas que confluyeron en la revuelta. Por ejemplo, los jóvenes oaxaqueños —que se sumaron a la protesta popular por medio de sus propias herramientas, entre las que destaca la elaboración de una gráfica política de alto contenido ideológico a favor de la APPO y de enorme impacto visual y artístico, plasmada en grafitis, esténciles y carteles por los muros de toda la ciudad de Oaxaca a lo largo del conflicto— compartieron este tipo de testimonios:6 “Yo estaba ya hasta la madre. Ser pobre no es un delito pero desgraciadamente sí es [considerado así]. No es cómodo tampoco, no es fácil, es como si ser pobre fuera un delito y te maltratan, te discriminan, no hay manera de salir del hoyo”.7 De igual forma, la población indígena que participó en la protesta expresaba otro tipo de agravios: “Recuerdo de la hartez que la gente peleaba, era precisamente que se les respetara la forma de dirigirse. La presencia partidista en los municipios y la división social que han causado, más allá de la pobreza, que es algo evidente en el estado de Oaxaca, la carencia educativa, es esta capacidad de hacerlos como que…, menospreciarles esta capacidad de poder organizarse en sus propias comunidades. Era algo que la gente como de la Sierra Juárez, la misma Costa en algunos aspectos, la Mixteca, la Mazateca veían eso. Yo vi mucho eso, platiqué con muchos compañeros en esos momentos que decían: ‘Es que ellos [los partidos políticos] piensan que nosotros no tenemos la capacidad para poder organizarnos’. Siempre llegan a los municipios, prometen cosas y nos organizan bajo lo que ellos quieren y nos ponen como en tela de juicio, en el sentido de poder organizarnos, de tener esa capacidad organizativa y autogestiva. Eso es lo que buscaban muchos en ese momento, era precisamente ese respeto de capacidad organizativa y autogestiva. Hay un abandono constante del campo, ya no hay posibilidades más. No tienes posibilidades más en el campo, no tienes

6 El tema de la participación juvenil en la protesta oaxaqueña por medio de los colectivos de gráfica política lo desarrollo con mayor profundidad en Meneses (2016). 7 Entrevista a Yeskca (2014), miembro fundador del colectivo de artistas gráficos Asamblea de Artistas Revolucionarios de Oaxaca (Asaro) y dueño del Taller Siqueiros.

posibilidades educativas. Entonces eso empieza a generar un hartez social. La gente busca de alguna u otra manera a quién reclamarle esto, a quién decirle, porque se le ha creado una esperanza muy fuerte todo el tiempo. Entonces hubo un momento en que la gente dejó de creer, para mí fue lo que detonó en ese momento, que la gente dejó de creer en esta institucionalidad”.8

Desde el inicio de su gestión, Ruiz fue abonando al descontento de buena parte de la población, que, al presenciar aquella madrugada su capacidad de represión contra los maestros, se volcó en una revuelta popular con el fin de oponerse definitivamente a lo que consideraba por completo injusto. A partir de entonces se fue sucediendo un cúmulo de hechos que permitieron la organización sostenida de la acción colectiva, que se radicalizaba día con día frente a la indiferencia y la violencia de Estado. El primero y más importante fue la conformación de la APPO como el principal frente organizativo, del cual formaron parte la sección 22 del magisterio, centenas de organizaciones sociales y políticas diversas y la población general que se reconocía e identificaba en una demanda común. La “Declaración del Pueblo de Oaxaca” —dada a conocer el 16 de agosto de 2006 durante el Foro Nacional “Construyendo la Democracia y la Gobernabilidad en Oaxaca”, Agenda para la Transformación del Estado, un acto de mayor nivel organizativo encabezado por un conjunto de organizaciones de la sociedad civil integrantes de la APPO— asienta claramente el sentimiento de agravio moral que el pueblo movilizado usó como argumento para dar razón y explicación a su protesta, y como una realidad cotidiana que ya no estaba más dispuesto a resistir. A continuación un extracto:

Declaración del pueblo de Oaxaca (2006) El pueblo de Oaxaca vive tiempos difíciles. Sin embargo, estos tiempos no son nuevos, desde hace varios años hemos observado con preocupación y tristeza la agudización de la violencia política, la permanente violación a los derechos humanos y la ola feminicida en nuestro estado. Ante los innumerables problemas y demandas de justicia del pueblo, la situación se agrava con el silencio, la indiferencia y la acción impune del gobierno, responsable directo de la ingobernabilidad en el estado. El pueblo oaxaqueño cobra conciencia, no podemos dejar de escuchar el clamor de su indignación en miles de voces que se volcaron en marchas multitudinarias. El detonador que puso al descubierto el régimen autoritario y la crisis de ingobernabilidad 8 Entrevista a José Alberto Rosete Carranzo (2014), joven indígena mazateco originario de Eloxochitlán de Flores Magón (Oaxaca).

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TEMAS VARIOS en el estado fueron los hechos recientes del 14 de junio, sucesos en los que se hizo un uso irracional de la fuerza pública. No queremos seguir guardando silencio, queremos soluciones para los problemas de Oaxaca. Nos rebelamos en contra del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, porque ya no queremos un gobierno que maneje los recursos del pueblo en beneficio de un sector privilegiado de la sociedad. Ya no queremos instituciones que no cumplan con su cometido y que son empleadas para callar la voz del pueblo, en beneficio de partidos políticos. No queremos más discursos con palabras vacías, respaldados en el cinismo y la mentira. Nuestras palabras se apoyan en la memoria histórica de hechos y agravios que se han cometido al amparo del poder y que permanecen impunes.

De este acto y documento aglutinador de los agravios a los que parte del pueblo oaxaqueño se sentía sometido sobrevino un sinfín de agravios más a lo largo de los seis meses de duración del movimiento social, con sus respectivas respuestas defensivas por parte de los activistas, entre las que destacan: el boicot de la APPO a la Guelaguetza oficial, principal fiesta oaxaqueña de raíz indígena que actualmente es monopolio del Gobierno y los empresarios; la “marcha de las cacerolas” del 1 de agosto, fecha en que las mujeres9 de la APPO tomaron las instalaciones de la radio y la televisión estatal para ponerlas al servicio de la causa popular;10 el aumento de la violencia de Estado, que dejó como consecuencia veintiséis asesinatos de activistas en manos de las “caravanas de la muerte”, como se llamaba a los grupos de choque creados por el Gobierno; represión selectiva, que provocó un mayor nivel organizativo entre la población movilizada, a partir de la instalación de un incierto número de barricadas que iban de las 500 a 1.500, montadas por todas las calles de la ciudad de Oaxaca. En este punto es necesario enfatizar que la actuación de las “caravanas de la muerte”, cuya labor era sembrar pánico para frenar la movilización y dar muerte a los activistas, generó como respuesta la organización de 9 Cabe agregar que a partir de esa fecha, la participación femenina en la APPO adquirió enorme visibilidad, de donde se desprendió la creación de la Coordinadora de Mujeres Oaxaqueñas (COMO). Para conocer algunos testimonios de sus integrantes, véase Dalton y Romero (2011). 10 La radio cumplió un papel protagónico para la protesta oaxaqueña, pues fungió como el principal medio de comunicación entre el pueblo movilizado. Primero a través de Radio Plantón, destruido el 14 de junio. Después por Radio Universidad, desde las instalaciones de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Posteriormente, a partir de la toma de los medios, Radio La Ley y Radio Oro serían utilizadas como el principal canal de comunicación, que adquirió mayor trascendencia a partir del mes de agosto, con el incremento de la represión y la instalación de barricadas por toda la ciudad (Estrada 2010, 2012; Zires 2009).

barricadas que fungieron como mecanismo de autoprotección del pueblo movilizado y como espacio para el ejercicio práctico y cotidiano de la deliberación política popular que se ejercía en los barrios, las calles y las banquetas (Estrada 2010). Esto se tradujo en un desplazamiento del núcleo de toma de decisiones, pues de estar concentradas en la sección 22 y las organizaciones civiles y políticas que conformaban la APPO —actores que despliegan formas de negociación política más bien institucionales—, pasaron a manos del pueblo montado en barricadas —esto es, de sujetos que se colocaron fuera de los márgenes institucionales—. Desplazamiento que acarreó como consecuencia el debilitamiento de la APPO como frente organizativo, con el magisterio a la cabeza, lo cual dio paso al reino de la política del pueblo, es decir, a esa esfera autónoma de negociación que se configura en la relación entre dominación y resistencia, como la nombró Ranajit Guha. La política del pueblo indica que ni la acción colectiva ni las rebeliones pueden ser espontáneas, inesperadas, inconscientes o apolíticas como generalmente se les (des)califica desde una visión elitista o de política oficial. Cuando Guha investigó la insurgencia campesina en la India colonial, nos mostró que no había nada de espontáneo en las rebeliones, en el sentido de irreflexivo o no deliberado. El campesino sabía lo que hacía cuando se sublevaba. El hecho de que su acción se dirigiese sobre todo a destruir la autoridad de la élite que estaba por encima de él y no implicase un plan detallado para reemplazarla no lo pone fuera del reino de la política. Por el contrario, la insurgencia afirmaba su carácter político precisamente por este procedimiento negativo que trataba de invertir la situación. (Guha 2002, 104-105)

De tal suerte que aun cuando la política del pueblo se va condensando en los resquicios más profundos, imperceptibles y aparentemente insignificantes de la arena contenciosa, su existencia emerge y cobra relevancia aun al margen de las instituciones, de la política oficial y de los espacios de negociación formales, cuando la protesta y la acción colectiva toman voz, cuerpo y sentimiento. En consecuencia, es posible observar que a partir de agosto de 2006, en Oaxaca la política del pueblo desbordó los canales institucionales, pero sobre todo los métodos de negociación política del magisterio como actor inicial de la protesta, y a la APPO y a las organizaciones civiles y políticas formales que la componían, pues el pueblo impidió el ejercicio de una dirección política hegemónica. La política del pueblo que se ejercía en las barricadas se convirtió en la principal arena deliberativa, y poco a poco llevó a la radicalización de un movimiento que no recibió jamás solución pacífica por parte de los gobiernos estatal y federal, lo cual sirvió de pretexto El agravio moral como resorte de la acción colectiva | Marcela Meneses Reyes

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perfecto para la represión de Estado, que culminó el 25 de noviembre, tras una marcha de miles de personas con la misma exigencia de renuncia de Ulises Ruiz más nuevas demandas, entre las que se encontraba la salida de la Policía Federal Preventiva de Oaxaca, la presentación con vida de los desaparecidos y la liberación de los presos políticos, fecha en la cual el Gobierno asestó el último golpe represivo, con el resultado de 140 heridos, 150 detenidos y tres muertos más. Como se puede observar en este recorrido, el agravio moral fue una constante en el conflicto oaxaqueño, que fungió como argumento de la población movilizada para la acción colectiva en contra de una serie de eventos de larga data que en ese momento adquirieron voz y rostro en la figura de un gobernador incapaz de negociar el mando con sus subalternos, desde un ejercicio del poder que resultaba ilegítimo para la población a la que debía gobernar. A ese cúmulo de agravios históricos que detonaron el 14 de junio de 2006 se suman los cometidos en contra del pueblo oaxaqueño a lo largo del conflicto que perduró de forma visible de junio a noviembre, pero que al ser acallado y violentamente reprimido se ha ido condensando en la experiencia de los oaxaqueños y en su conciencia moral y afectiva, que servirá de sustento, inevitablemente, a otras formas de protesta, resistencia y subversión en contra de la opresión y el agravio.

Conclusiones Como pudimos observar a lo largo de esta reflexión, el cúmulo de agravios que una población puede soportar no determina su capacidad de respuesta, ni su voluntad de actuar en contra de quien la ha ofendido, violentado o atropellado en sus propias valoraciones sobre lo que considera propio, justo, legítimo y posible. Como señaló Lorenzo Meyer en su prólogo a la crónica de Diego Enrique Osorno sobre el movimiento oaxaqueño de 2006: “la pobreza por sí misma, o el agravio por sí mismo, no llevan automáticamente a la insurrección. Se necesitan, además, incidentes específicos, liderazgo alternativo y, sobre todo, la idea de que la transformación de la sociedad es viable” (2007, 15). En efecto, para que el agravio moral devenga en acción colectiva sostenida para convertirse en movimiento social es preciso contar además con otras condiciones de posibilidad, entre las que se encuentran las oportunidades políticas para la acción, un repertorio de protesta propio, un conjunto de adversarios que se reconozcan como tales, el compromiso de los involucrados, solidaridad y simpatía externa, entre otros elementos. No obstante, los sujetos movilizados, al no soportar más la injusticia y la opresión, apelan una y otra vez a ese sentimiento de agravio como la morada significativa, valorativa, sensible, inmaterial y humana que les permite explicar(se), interpretar, comprender y argumentar su acción en contra del orden imperante.

En principio como argumento para sí mismos, así como para los suyos, con quienes comparten el mismo sentimiento de ofensa, lo que les posibilita reconocerse y conformar una identidad colectiva. Y sobre todo, como un motivo válido y legítimo para oponerse a la opresión y a quienes la ejercen, frente a quienes demandan el respeto a su derecho a ser y existir, así como la reparación del daño infligido y la exigencia de justicia. Tal como ocurrió en Oaxaca hace diez años, la protesta popular apeló a un sentimiento de agravio antiguo y generalizado que desbordó sus propios límites aquella madrugada del 14 de junio frente a la represión en contra del magisterio. Sentimiento que se materializó en la ruptura de las reglas sociales que fungen en dicha comunidad para persistir, pues Uro rompió las reglas del mando y la negociación al imponer violentamente una serie de decisiones de manera vertical y unilateral, en las que excluyó a la población que pretendía gobernar, con lo cual vulneró la confianza y legitimidad de los oaxaqueños hacia sus gobernantes. En suma, si bien el sentimiento de agravio moral no determina el paso a la acción colectiva, sí es un elemento persistentemente esgrimido por los sujetos movilizados, cuyo sustento radica en su conciencia moral y afectiva, que depende a su vez de la posición que ocupen en la estructura material de su sociedad de pertenencia. No obstante, este terreno de la experiencia humana ha sido poco analizado por los estudiosos, que se han concentrado principalmente en las dimensiones política, accionalista, racional y visible de los movimientos sociales. Sirva este documento, pues, como una invitación a considerar la cultura, la moral, y los valores que de ella resultan, como elementos significativos para la comprensión de la acción colectiva.

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Entrevistas 36. José Alberto Rosete Carranzo. Archivo personal.

Diciembre de 2014. 37. Yeskca. Archivo personal. Octubre de 2014.

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Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable. El caso del mercado de Terán, Aguascalientes (México)* Diego Sánchez-González** – Martha Beatriz Cortés Topete*** Fecha de recepción: 15 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 29 de enero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.04

R E S U M E N | La investigación analiza los atributos del entorno construido y las funciones del entorno social que determinan la atractividad del mercado público tradicional y favorecen el envejecimiento activo en la ciudad de Aguascalientes (México). La metodología ha consistido en una encuesta a personas mayores, y también datos recabados de sensores ambientales en el mercado de Terán. Los resultados mostraron que la atractividad del mercado tradicional en relación con la óptima interacción con las necesidades del adulto mayor está determinada por la funcionalidad de los atributos del ambiente físico-construido y la usabilidad de las funciones del entorno social. Se discuten los posibles beneficios que tiene el mercado público atractivo en la estimulación del envejecimiento activo y saludable y, en general, en la calidad de vida en la vejez. PA L A B R A S C L AV E | Atractividad, espacio público, envejecimiento activo, mercado tradicional, gerontología ambiental (palabras clave de autor).

Attractive Public Spaces in Active and Healthy Aging. The Case of the Terán Market in Aguascalientes (Mexico) A B S T R AC T | The research analyzes the attributes of the constructed surroundings and the functions of the social environment that determine the attractiveness of the traditional public marketplace and foster active aging in Aguascalientes, Mexico. The methodology consisted of conducting a survey of elderly people and collecting data from environmental sensors at the public marketplace of Terán. The results showed that the attractiveness of the traditional marketplace in relation to optimal interaction with the needs of the elderly is determined by the functionality of the attributes of the constructed material surroundings and the usability of the functions of the social environment. It discusses the possible benefits of the attractive public marketplace in stimulating active and healthy aging, as well as the general quality of life in old age. K E Y W O R D S | Attractiveness, public space, active aging, traditional marketplace, environmental gerontology (Author’s Keywords).

Espaços públicos atrativos no envelhecimento ativo e saudável. O caso do mercado de Terán, Aguascalientes (México) R E S U M O | Esta pesquisa analisa os atributos do ambiente construído e as funções do contexto social que determinam a atratividade do mercado público tradicional e favorecem o envelhecimento ativo na cidade de Aguascalientes (México). A metodologia consistiu na aplicação de um questionário a pessoas idosas e também em dados coletados de sensores ambientais no mercado de Terán. Os resultados mostraram que a atratividade

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Este artículo es producto de la investigación de los autores. No contó con financiación.

Doctor en Geografía por la Universidad de Granada (España). Profesor-investigador titular de la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: Environmental Gerontology in Europe and Latin America. Policies and Perspectives on Environment and Aging. Nueva York: Springer, 2016, y Ciudades amigables. Perspectivas, políticas y prácticas. Granada: Comares, 2016. * diego.sanchezgn@uanl.edu.mx *** Maestría en Ciencias con orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos por la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). * arq.maby@gmail.com


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do mercado tradicional com relação à interação adequada com as necessidades do idoso está determinada pela funcionalidade dos atributos do ambiente físico construído e da usabilidade das funções do contexto social. Discutem-se os possíveis benefícios que o mercado público atrativo tem na estimulação do envelhecimento ativo e saudável e, em geral, na qualidade de vida na velhice. PA L AV R A S - C H AV E | Atratividade, espaço público, envelhecimento ativo, mercado tradicional, gerontologia ambiental (palavras do autor).

Introducción En América Latina el envejecimiento demográfico urbano plantea serios retos en materia de planificación gerontológica a los gobiernos de las ciudades (Sánchez-González 2007). Así, se estima que en 2050 la región concentrará a una de cada cuatro personas de 60 o más años del planeta, y la mayoría de ellas vivirá en las ciudades, lo cual representa una cuarta parte de la población urbana (Beard et al. 2012; Plouffe y Kalache 2010). Al respecto, los estudios indican la necesidad de generar ciudades amigables para las personas mayores, donde se subraya la importancia de los espacios públicos en el fomento del envejecimiento activo y saludable en el lugar (Buffel et al. 2013; WHO 2007). La literatura indica que al envejecer se produce una disminución progresiva de la movilidad y un aumento del tiempo de estancia en la vivienda y el barrio, por lo que es necesario conocer los desafíos en la vida diaria del adulto mayor, con el fin de contrarrestar las presiones ambientales (Wahl y Lang 2004; Krause 2004). Si bien las ciudades presentan ventajas evidentes para el adulto mayor en materia de acceso potencial a servicios sociales y equipamientos, éstas plantean, a su vez, enormes retos en materia de movilidad (Föbker y Grotz 2006), proximidad, confort, accesibilidad, legibilidad y seguridad, así como bienestar, interacción social, familiaridad, identidad y apego a los lugares (Falk 2010; Iwarsson, Stähl y Löfqvist 2013; Sugiyama y Thompson 2008). Al respecto, algunos investigadores mencionan que la importancia de comprender la experiencia de vida en comunidad radica en las actividades colectivas, ya que muy pocas personas viven en completo aislamiento (Bernard y Rowles 2013; Thang y Kaplan 2013). En este sentido, los espacios públicos adquieren un enorme protagonismo, debido a su capacidad de fomentar las actividades de la vida cotidiana y la recreación para las personas mayores (Peace, Holland y Kellaher 2005; Svedström y Holm 2005). Además, el espacio público cumple una función democratizadora y cohesionadora a nivel social, al posibilitar lugares de encuentro para diferentes personas de distintas edades y culturas, haciendo posible el intercambio de experiencias y la integración social y la solidaridad intergeneracional (CABE 2008; Giles-Corti et al. 2005). En los últimos años la literatura ha reflejado el interés por comprender el potencial de los espacios públicos

como lugares atractivos para las personas mayores, propiciando su atención y promoviendo las actividades cotidianas que favorecen el envejecimiento activo y saludable en el lugar (Sánchez-González y Rodríguez 2016). Al respecto, el concepto atractividad es definido como el deseo consciente por cualquier cosa o experiencia (Jeong 1994). Asimismo, la atractividad es entendida como el poder del espacio público de atraer a la gente (MacCannell 1999). También se argumenta que los paisajes urbanos atractivos tienen importantes influencias psicológicas y sociológicas positivas en las personas (Lynch 1960), y, por tanto, en cierta medida, la atractividad de los espacios públicos para los usuarios depende de la experimentación y evaluación de sus lugares, así como de los significados que tienen de ellos. En la misma línea, Lekwa, Rice y Hibbing (2007) enfatizan la necesidad de hablar con los ciudadanos para comprender cómo evalúan sus comunidades, con el objeto de atender sus necesidades específicas y gustos. A la fecha, en la literatura existe un limitado conocimiento de las dimensiones presentes en el entorno físico y social que explican la atractividad del espacio público para las personas mayores. En este sentido, la investigación se realiza desde el enfoque de la gerontología ambiental, a fin de determinar las características que condicionan la atractividad, de acuerdo con las capacidades de afrontamiento de las personas mayores en relación con el entorno físico-social (Lawrence 1996; Phillipson, Buffel y Scharf 2005; Sánchez-González 2015). Además, el estudio considera los trabajos de Carp y Carp (1984), Lawton (1999) e Iwarsson y Stähl (2003) para reconocer las dimensiones que se encuentran presentes en el entorno físico-construido y en el entorno social, así como sus implicaciones en el envejecimiento activo en el lugar. El objeto de la investigación es analizar las dimensiones que condicionan la atractividad del mercado público para el adulto mayor, debido a su capacidad de integrar dinámicas ambientales, sociales y simbólicas. Así, tomando como caso de estudio el mercado público tradicional de Terán en la ciudad de Aguascalientes (México), se posibilitó el acercamiento a un mercado público de una ciudad media en un país en desarrollo de América Latina, que suele ser caracterizada por la insuficiente infraestructura de recreación y ocio para las personas mayores. También se busca comprobar los beneficios anunciados en otras investigaciones (Iwarsson y

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Stähl 2003; PPS 2003; Spitzer y Baum 1995) y aportar conocimiento para valorizar los atributos y funciones generadores de autonomía, independencia, bienestar psicológico y calidad de vida. Entre los objetivos específicos se analizan las preferencias de los adultos mayores en relación con las actividades y los usos de los espacios del mercado, y se examinan las dimensiones del entorno físico-social, con el objeto de conocer los factores que facilitan o impiden la atractividad del ambiente en el mercado de Terán. Para abordar el objetivo del estudio se desarrollaron las siguientes dos preguntas de investigación: 1) ¿Cuáles son las características sociodemográficas de los adultos mayores usuarios del mercado público tradicional de Terán?; 2) ¿Cuáles son las dimensiones del entorno físico-construido y del entorno social que determinan la atractividad del mercado público para las personas mayores? Al respecto, una hipótesis de partida fue desarrollada para responder a la segunda pregunta de investigación. H1: La atractividad del mercado público está determinada por la funcionalidad de atributos del ambiente físico construido y la usabilidad de las funciones del entorno social. Así, se considera que la atractividad del mercado público para las personas mayores está determinada por su diseño y su capacidad de fomentar las actividades de recreación, compras, reunión y trabajo, favoreciendo el envejecimiento activo y saludable en el lugar.

Metodología Métodos. Mediciones e instrumentos En el análisis integral de las dimensiones físico-sociales del entorno público se propone el empleo de la clasificación de atributos y funciones (Lawton 1999). Al respecto, se entiende el atributo como todo lo que se encuentra fuera de la piel, que es inanimado y mensurable en centímetros, gramos o segundos, lo que caracteriza al medioambiente; y la función se refiere a lo subjetivo, a la gama de lazos afectivos y cognitivos que experimenta el adulto mayor con su entorno, es decir, las diferentes funciones del ambiente que pueden ser de utilidad para una persona que envejece (Wahl y Lang 2004; Wahl y Gitlin 2007). Así, distintos estudios (Servillo, Atkinson y Russo 2011; Kim y Lee 2013) coinciden en la existencia de atributos o factores físicos del ambiente y funciones o factores sociales del ambiente que condicionan la percepción de la atractividad de esos lugares para las personas mayores (ver la tabla 1). Como resultado de la revisión de la literatura, y a partir de un primer agrupamiento de dimensiones que condicionan la atractividad del espacio público, se procedió a realizar una propuesta conceptual de análisis de los

atributos y funciones presentes en la escala del mercado público tradicional para el adulto mayor en el contexto latinoamericano (ver la imagen 1). Imagen 1. Dimensiones que condicionan la atractividad del mercado público para el adulto mayor. Propuesta de estudio

Fuente: elaborada por los autores.

La elección del caso de estudio, el mercado público de Terán en Aguascalientes, obedeció a su interés, por ser una ciudad media mexicana que se caracteriza por concentrar el 63% de adultos mayores del estado de Aguascalientes y por un acusado envejecimiento demográfico en su centro histórico (Narváez 2011), así como una infraestructura de ocho mercados públicos, entre los cuales el mercado de Terán es el más representativo por sus dimensiones y antigüedad, lo que posibilitó el estudio de la atractividad del mercado público para los adultos mayores que lo frecuentan como parte de sus geografías cotidianas. La metodología consistió en el análisis de datos de una encuesta a personas mayores, así como de datos recabados a través de sensores ambientales (iluminación, temperatura, humedad relativa, ruido, dióxido de carbono y monóxido de carbono) localizados en el mercado tradicional de Terán de la ciudad de Aguascalientes. Como primera estrategia, se analizan los datos procedentes de una encuesta propia encaminada a determinar las características sociodemográficas de los usuarios adultos mayores del mercado, así como a conocer la percepción de los atributos y funciones del entorno físico-social. En este sentido, inicialmente se realizó un pretest a diez usuarios de 60 o más años del mercado público de Terán, con el objeto de validar las preguntas y los ítems del cuestionario. Como resultado, se obtuvo un cuestionario definitivo compuesto de 34 preguntas y 180 ítems. En la encuesta se evaluaron tanto las funciones del ambiente —seguridad, bienestar, apego al lugar, interacción social, autonomía, familiaridad, agradabilidad, versatilidad e identidad— como los

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TEMAS VARIOS Tabla 1. Atributos y funciones que determinan la atractividad del espacio público para el adulto mayor. Propuesta para la medición de variables y dimensiones

Atractividad

ATRIBUTOS (Objetivo) MEDIBLES POR SU FUNCIONALIDAD (Medición) Dimensión Variable

Confort

Temperatura Viento Humedad Iluminación Espacios sombreados Contaminantes aire, agua, suelo

Ambiente exterior saludable

Arborización y áreas verdes

Diseño universal

Legibilidad Fácil aprendizaje (Memorable) Seguridad

Funciones (Subjetivo) MEDIBLES POR SU USABILIDAD (Percepción) Dimensión Variable

Seguridad

Propia Identidad

Apego al lugar

Movilidad

Distinción

Accesibilidad

Baños públicos Mobiliario (Asientos adecuados) Densidad

Caminabilidad Transporte privado Transporte público Conectividad Tráfico Aglomeración de gente Imagen visual apropiada Estética (Diseño) Seguridad (Libre de obstáculos) Proximidad (Servicios)

Autorealización

Interacción social

Físico Social Histórico

Dignidad Motivación Autoestima Expectativas Cohesión social Integración Intergeneracional Participación social Presión social

Bienestar

Psicológico Económico Espiritual-Religioso Resiliencia

Autonomía

Apoyo familiar Apoyo vecinal

Agradabilidad

Experiencias favorables Experiencias desfavorables

Versatilidad

Entretenimiento (Tiempo de ocio)

Familiaridad

Espacios o lugares memorables Años de antigüedad con las amistades

Información Actividades sociales

Colectiva Social Histórica

Satisfacción

Banquetas y calles Equipamiento del lugar

Miedo al delito Del tráfico Miedo a perderse Seguridad para caminar

Fuente: elaborada por los autores a partir de Lynch (1960), Bentley et al. (1985), Madge (1997), Teo (1997), Takano, Nakamura y Watanabe (2002), Krause (2004), Sánchez-González (2009), Blackman, Van Schaik y Martyr (2007), WHO (2007), CABE (2008), Kwok y Ng (2008), Sugiyama y Thompson (2008), Borst et al. (2009), Wennberg, Stähl y Hydén (2009), I’DGO (2010), Burton, Lynne y Stride (2011), Bjornsdottir, Arnadottir y Halldorsdottir (2012), Francis et al. (2012), Iwarsson, Stähl y Löfqvist (2013), Peace (2013), Phillips (2013), Rowles y Bernard (2013), Thang y Kaplan (2013). Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable | Diego Sánchez-González · Martha Beatriz Cortés Topete

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TEMAS VARIOS

atributos del ambiente —movilidad, áreas verdes, proximidad, equipamiento, calidad ambiental y legibilidad— (ver la imagen 1), a través de preguntas de percepción, y apoyadas en la escala de Likert de 5 puntos. Asimismo, la aplicación del cuestionario definitivo se realizó dentro del mercado de Terán y en su perímetro exterior, en junio de 2013 al mediodía. Al respecto, se consideró junio como el más adecuado por sus características climáticas, y el horario de mayor concurrencia de usuarios. Así, la muestra resultante es no probabilística y estuvo compuesta por sesenta personas de 60 o más años usuarias del mercado, distribuidas según género y grupo de edad: 60-74 años —adultos mayores activos e independientes— y 75 o más años —adultos mayores pasivos y frágiles—. Precisamente, el problema de la inseguridad ciudadana y la desconfianza de los adultos mayores condicionaron su participación y la limitada muestra definitiva. En la segunda estrategia se analizaron los datos ambientales procedentes de sensores a través de mediciones de campo en el mercado público de Terán en junio de 2013. Al respecto, este mes coincide con la estación de verano, cuando las temperaturas son más elevadas. Aquí se recabaron datos relativos a las dimensiones ambientales, como temperatura, humedad relativa, iluminación, ruido, monóxido de carbono y dióxido de carbono (ver la imagen 1), con el objeto de determinar la calidad ambiental del mercado a partir del grado de confort ambiental —térmico, lumínico— y el grado de exposición a la contaminación ambiental —acústica, atmosférica— para las personas mayores usuarias. Para la cual se emplearon instrumentos especializados a fin de operar las condiciones ambientales, como HOBOware System, instrumento que mide la temperatura, humedad relativa e iluminación del ambiente; el sonómetro, para medir los decibelios del ambiente; medidor de dióxido de carbono 0 ~ 6,000 ppm; y medidor de monóxido de carbono 1 ~ 1000 partes por millón.

Variables La matriz de datos estuvo compuesta por un total de 39 variables: 34 variables procedentes de la encuesta, de las cuales 7 son variables relativas a las características sociodemográficas de las personas mayores usuarias del mercado (ver la tabla 2), y 27 variables relativas a la percepción de la atractividad del mercado público de Terán para las personas mayores; así como 5 variables ambientales —temperatura, humedad relativa, iluminación, ruido, monóxido de carbono y dióxido de carbono— recabadas en campo a través de sensores en el mercado.

Método de análisis El análisis de los datos procedentes de la encuesta y de los datos obtenidos de los sensores ambientales se

realizó mediante el software SPSS y Microsoft Excel. Así, uno de los principales limitantes del análisis de datos fue la escasa presencia de variables escalares, lo que obligó a realizar pruebas estadísticas no paramétricas para las variables ordinales y nominales, como la correlación de Spearman, Tau-b de Kendall, y el Chi-cuadrado, con el objeto de favorecer asociaciones. También se analizaron los datos ambientales recabados a través de sensores a partir de las recomendaciones de la World Health Organization (1985, 1997 y 2009). Asimismo, para la demostración de la hipótesis de partida (H1) y poder determinar las dimensiones del entorno físico y social que explican la atractividad del mercado para las personas mayores se seleccionaron diez variables independientes con base en el grado de asociación en la presente investigación y otros estudios empíricos (Krause 2004; Stähl et al. 2008; Thang y Kaplan 2013). Así, dichas variables independientes fueron agrupadas en atributos del entorno físico-construido —legibilidad, mobiliario, áreas verdes y proximidad— y funciones del entorno social —versatilidad, familiaridad, agradabilidad, apego al lugar, autonomía y bienestar económico—; las cuales fueron objeto de diversos análisis multivariados, como la regresión logística binaria y el análisis de correspondencia múltiple, que permitieron la obtención de factores explicativos de la atractividad del mercado para las personas mayores.

Resultados Perfil sociodemográfico de las personas mayores usuarias del mercado público tradicional de Terán Entre los resultados más reseñables del análisis de las características sociodemográficas de la población de 60 o más años usuaria del mercado público tradicional, se revela el predominio de las mujeres (56,7%) sobre varones (43,3%), así como de menores de 75 años (85%) frente a las personas de 75 o más años (15%). También, en la muestra prevalecen las personas con estudios de primaria incompleta (43,3%) frente a los que cuentan con estudios de preparatoria y universidad (8,4%). En relación con la ocupación, el 36,7% son empleados y el 26,7% amas de casa, así como el 1,7% son trabajadores eventuales sin pago. Asimismo, el 45% percibe su salud como razonable y el 28,3% como buena, frente al 10% que la percibe como mala (ver la tabla 2). Al respecto, la tipología del usuario adulto mayor del mercado es una mujer menor de 75 años, sin estudios, empleada y ama de casa, y que presenta menos problemas de salud y mayor autonomía para sus desplazamientos fuera del hogar —realizar compras, utilizar transportes públicos—. En la misma línea, en México las marcadas diferencias entre géneros en el acceso a la educación explican el bajo nivel educativo y el predominio de las

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TEMAS VARIOS

amas de casa entre las mujeres, lo que condicionó su limitado acceso al mercado de trabajo formal y a las pensiones. De hecho, el 61% de los adultos mayores no tenía acceso a una pensión, lo que explica la necesidad de seguir trabajando, incluso, después de los 75 años, lo que agravaría sus problemas de salud y los sentimientos de abandono (Sánchez-González y Egea 2011). En la vejez, la salud percibida es una dimensión importante, debido a las capacidades con las que el adulto mayor se enfrenta a las presiones ambientales y se adapta al entorno, ya sea transformándolo o defendiéndose del mismo (Lawton 1999). En cuanto al género, se indica que la mayor longevidad del sexo femenino lleva implícito, con la edad, mayor prevalencia de enfermedades y una percepción de la salud más negativa. De ahí, que el 17,6% de las mujeres percibe su salud como mala, y, a la inversa, no se registraron varones con salud percibida como mala. Asimismo, las mujeres manifestaron tener mayores problemas de motricidad (29,4%), visión (11,8%) y memoria (11,8%), en tanto que los varones revelaron tener problemas de visión, audición y memoria para realizar sus actividades (15,4%). En la misma línea, se observa una correlación significativa entre las variables movilidad y percepción de salud (0,286). También, a través de la regresión logística binaria (ver la tabla 3) se indica que la variable percepción de la salud está asociada significativamente con las variables edad y nivel de estudios. De lo cual se deduce que la percepción positiva de la salud está asociada con los menores de 75 años y con alto nivel de estudios, que posibilitaron el acceso a mejores trabajos, pensiones y cobertura médica; a la inversa, la percepción negativa de la salud está asociada con la edad avanzada —75 años o más— y el bajo nivel de estudios —analfabetos—. Al respecto, Rodríguez-Ajenjo (1999) defiende que las personas de 65 a 74 años forman parte de la denominada “tercera edad funcional”, caracterizada por ser una población económicamente activa; mientras que entre las personas de 75 o más años se produce un decrecimiento de las funciones, lo que conlleva bajas apreciaciones de las capacidades físicas.

Tabla 2. Características sociodemográficas de adultos mayores encuestados en el mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013

Variable

N

(%)

Género Masculino

26

43,3

Femenino

34

56,7

51

85,0

9

15,0

8

13,3

Primaria incompleta

26

43,3

Primaria completa

12

20,0

Secundaria

9

15,0

Preparatoria

4

6,7

Universidad

1

1,7

8

13,3

Empleado

22

36,7

Empleador (Jefe)

13

21,7

1

1,7

16

26,7

Edad 60-74 años 75 años o más Educación Analfabeta (no sabe leer/escribir)

Ocupación Jubilado

Trabajador sin paga Ama de casa Estado de salud percibida Mala

6

10,0

Regular

27

45,0

Buena

17

28,3

Muy buena

10

16,7

Descripción de la muestra (n=60). Fuente: elaborada por los autores.

Tabla 3. Regresión logística binaria de la variable percepción de la salud y las variables género, edad, nivel de estudios y discapacidad (movilidad) Variables

B

E.T.

Género

19,714

Edad

3,709

Nivel de estudios Discapacidad Constante

Wald

Gl

Sig.

Exp(B)

6703,288

,000

1

,998

3,644E8

1,539

5,807

1

,016

40,803

3,016

1,385

4,745

1

,029

20,416

2,749

1,910

2,072

1

,150

15,626

-25,306

6703,288

,000

1

,997

,000

“B”=Parámetro estimado; “E.T.”=Error estándar; “Wald”=Evalúa la hipótesis nula (βi=0); “Gl”=Grados de libertad o número de variables que se incluyen en el modelo en cada paso; “Sig.”=Nivel de significancia (p-valor); “Exp(B)”=Probabilidad. Nota: mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013. Fuente: elaborada por los autores. Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable | Diego Sánchez-González · Martha Beatriz Cortés Topete

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TEMAS VARIOS

En el conocimiento del usuario del mercado público se constató que el medio más frecuente para llegar al mercado es el transporte público, seguido del caminar, cuestión que es congruente con investigaciones actuales (Stähl et al. 2008; Yen et al. 2014). También, el 85% de los usuarios tarda menos de 30 minutos en recorrer la distancia entre el domicilio y el mercado, lo que favorece su frecuencia de visitas. Así, se observa una alta frecuencia de visitas al mercado, sobre todo entre varones y menores de 75 años, y en menor medida, las mujeres de 75 o más años, principalmente amas de casa que presentan mayores problemas de movilidad, asociados al declive de las capacidades físicas —discapacidades motrices—, lo cual limita su capacidad para disfrutar de actividades del espacio público. Igualmente, se refleja que a medida que se envejece disminuyen las capacidades de movilidad, y la distancia se convierte en un factor que condiciona la frecuencia de visitas.

Dimensiones físico-sociales de la atractividad del mercado para las personas mayores El estudio de los atributos ambientales del mercado público es relevante en la formulación de las interacciones físicas y sociales suscritas en todo el ambiente del mercado, ya que éstos son percibidos por el adulto mayor y están basados en sus características personales, como edad, educación, acceso a vivienda y otras actitudes personales (Föbker y Grotz 2006). Por lo tanto, las percepciones sobre las condiciones del ambiente físico ayudan a determinar la calidad del espacio, es decir, el grado en que el lugar puede proveer oportunidades para la realización de sus actividades diarias dentro del mercado público (Servillo, Atkinson y Russo 2011; Bittencourt, Pereira y Pacheco 2012). Entre los factores que condicionan la actividad de caminar en el exterior del mercado público destacan los peligros al llegar al mercado, como miedo a caerse (45%), inseguridad ciudadana (38,3%), ser atrope-

llado (10%) y desorientarse (5%). Al respecto, entre las personas que perciben miedo a caerse predominan las mujeres (61,8%), los menores de 75 años (52,5%), que tienen primaria incompleta (53,8%), que son amas de casa (75%), que perciben su salud como mala (66,7%), que presentan problemas de movilidad (69,2%), visión y memoria (50%), que residen en casa de algún familiar (52,9%), que viven a una distancia de entre 5-10 minutos (63,6%), que se desplazan en vehículo propio (50%), y con una frecuencia de visitas al mercado de una vez por semana (63,6%). Asimismo, otros factores ambientales que condicionan la actividad de caminar y la accesibilidad en el exterior e interior del mercado público son los obstáculos que impiden visitar el mercado, donde sobresalen el piso interior resbaladizo (38,3%), los pasillos estrechos (33,3%), las banquetas en mal estado (21,7%) y la falta de rampas (6,7%). Del mismo modo, se observó una correlación significativa entre las variables obstáculos que impiden visitar el mercado y frecuencia de visitas al mercado (0,399), lo que podría indicar que la periodicidad de visitas estaría condicionada por la accesibilidad al mercado, determinada por la calidad de pisos y pavimentos exteriores e interiores, que limita la movilidad del adulto mayor. En relación con la percepción de la cantidad de áreas verdes cercanas al mercado, el 43,3% de los usuarios se siente muy insatisfecho, y los bancos y asientos dentro del mercado son percibidos como inadecuados (45%). En cambio, la legibilidad es considerada como adecuada para uno de cada dos encuestados, frente al 28,3% que la consideran muy adecuada, sobre todo entre las personas de 75 o más años, que presentan mayores problemas de audición (50%), movilidad (46,2%) y visión (25%) (ver la tabla 4). Aquí se detectó que las personas mayores con problemas de memoria afirmaban no encontrar problemas de legibilidad en la señalización del mercado, indicando que la existente es fácil de entender y recordar, lo cual debería ser corroborado en futuros estudios.

Tabla 4. Distribución relativa de la población de 60 o más años, según Discapacidad y Legibilidad (calidad de las señalizaciones) Legibilidad (señalización)

Discapacidad (dificultades diarias) Visión

Audición

Muy adecuadas

Memoria

Movilidad

37,5%

Ninguna

Total

28,0%

16,7%

Adecuadas

62,5%

33,3%

50,0%

7,7%

32,0%

33,3%

Indeciso

12,5%

16,7%

12,5%

46,2%

16,0%

21,7%

Inadecuadas

12,5%

16,7%

38,5%

12,0%

16,7%

Muy inadecuadas

12,5%

33,3%

7,7%

12,0%

11,7%

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

Total

100,0%

Nota: mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013. Datos en porcentajes. Fuente: elaborada por los autores. rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 52-67 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.04


TEMAS VARIOS

Con respecto a las funciones más importantes del mercado público, el medio de análisis fue la usabilidad, debido a su carácter subjetivo, que busca comprender qué dimensiones apoyan o restringen el cumplimiento de gustos, deseos o metas del adulto mayor, a través de la satisfacción con la que perciben las dimensiones seguridad, versatilidad, identidad, autonomía, interacción social, apego al lugar, familiaridad, agradabilidad y bienestar dentro del mercado público. Así, los resultados destacan los fuertes vínculos afectivos y de identidad que esta población tiene con el mercado público como un lugar cotidiano. Igualmente, dos de cada tres usuarios conocen el mercado desde hace más de quince años, incluso un 10% desde hace más de medio siglo, frente al 13,3% que lo conoce hace menos de cinco años. Entre las personas que manifiestan conocer el mercado desde hace más de treinta años destacan los varones (42,3%), personas de 75 o más años (35%), con estudios de preparatoria (75%), empleados (45,5%), que perciben su salud como buena y muy buena (81,2%), que presentan problemas de movilidad (53,8%), que viven a una distancia menor de cinco minutos (60%), que se desplazan al mercado en autobús urbano (42,9%) y que visitan a diario el mercado (31,6%). A la inversa, entre las personas que admiten conocer durante menos tiempo el mercado (menos de cinco años) predominan las mujeres (20,6%), personas menores de 75 o más años (20%), que son analfabetas (25%), que son amas de casa (25,1%), que perciben su salud como mala (16,7%), que presentan problemas de visión y memoria, que viven a una distancia de una hora o más (22,2%), que se desplazan al mercado en autobús urbano (19,1%) y que visitan el mercado uno o dos días al mes (30,8%). Entre los resultados de las funciones del entorno social destacan la versatilidad, asociada a la cualidad de lugar

de entretenimiento; la distracción de rutina diaria, y como espacio de socialización. Asimismo, se observaron correlaciones significativas entre la variable versatilidad y las variables relativas a funciones, como apego al lugar (0,508) y familiaridad (0,243); y entre la variable versatilidad y las variables relativas a atributos, como legibilidad (0,433), satisfacción con las áreas verdes (0,296) y percepción del mobiliario del mercado (0,269). Al respecto, el mercado público se convierte en un lugar cotidiano de entretenimiento que forma parte de sus historias de vida —lo visitan con frecuencia desde hace más de treinta años— y que fomenta las actividades de la vida diaria, como las relaciones sociales, el ocio y compras. Igualmente, la familiaridad asociada al tiempo es crucial en el desarrollo del sentido de lugar, es decir, un sentimiento de identidad con el lugar y apego a éste. De igual forma, se registran experiencias positivas de la vida diaria del mercado, donde destacan compartir charlas y encontrar gente que no veía desde hace tiempo. Además, la variable versatilidad presenta una correlación significativa con la percepción de autonomía (0,367), es decir, el apoyo por parte de la comunidad del mercado ante alguna emergencia. También se comprobó, a través de la regresión logística binaria, que la variable versatilidad del ambiente está influenciada por las variables confianza de disponibilidad de ayuda en caso de emergencia en el mercado y percepción de una adecuada señalización en el mercado, lo que refuerza la sensación de seguridad y control del adulto mayor (ver la tabla 5). La técnica predictiva de la regresión logística binaria se empleó para determinar la probabilidad de percibir versatilidad en el mercado público; comprobándose que existe una alta probabilidad del 97% entre las personas que perciben una alta versatilidad del

Tabla 5. Regresión logística binaria de la variable versatilidad (entretenimiento) del ambiente y las variables apoyo de la comunidad, legibilidad de la señalización, bienestar psicológico, desplazamiento a pie y experiencias agradables en el mercado Variables

B

E.T.

Wald

Gl

Sig.

Exp(B)

Legibilidad (señalización en el mercado)

2,262

1,146

3,897

1

,048

9,600

Autonomía (disponibilidad de ayuda ante alguna emergencia)

1,879

,896

4,393

1

,036

6,547

Bienestar psicológico en el mercado

1,828

1,064

2,948

1

,086

6,219

Desplazamiento a pie al mercado

2,355

1,374

2,937

1

,087

10,539

Agradabilidad (experiencias agradables en el mercado)

1,611

1,255

1,648

1

,199

5,009

-4,035

1,830

4,862

1

,027

,018

Constante

Nota: a. Variable(s) introducida(s) en el paso 1: Apoyo de la comunidad, Legibilidad de la señalización, Bienestar psicológico, Desplazamiento a pie y Experiencias agradables en el mercado. Mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013. Fuente: elaborada por los autores. Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable | Diego Sánchez-González · Martha Beatriz Cortés Topete

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TEMAS VARIOS Tabla 6. Dimensiones asociadas con la calidad ambiental. Valores obtenidos en el campo y valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Mercado de Terán (Aguascalientes, México)

Dimensión

Calidad ambiental (OMS 1985, 1997, 2010) Rango recomendado

Mediciones

(mín.-máx.)

(mín.-máx.)

Temperatura

21,00 °C

29,00 °C

29,14 °C

29,94 °C

Humedad relativa

40,00%

60,00%

39,08%

42,56%

Iluminación

250 lx

500 lx

59,1 lx

98,5 lx

Ruido

75 dB

90 dB

58 dB

66 dB

300 ppm

550 ppm

430 ppm

509 ppm

5 ppm

30 ppm

2 ppm

4 ppm

Dióxido de carbono Monóxido de carbono

Nota: medición de la temperatura en grados Celsius, la iluminación en luxes, medición de la humedad relativa en porcentaje, dióxido de carbono y monóxido de partículas por millón, y el ruido, en decibelios. Fuente: elaborada por los autores.

ambiente y presentan la siguiente tipología: varón, menor de 70 años, con primaria completa, empleado, con buena salud, que acude con frecuencia al mercado, que vive cerca del mercado —menos de 30 minutos a pie—, que tiene miedo a caerse, que detecta problemas de accesibilidad —piso interior resbaladizo—, insatisfecho con las áreas verdes, con identidad respecto al lugar —gente, historia—, con adecuada señalización, que recibe apoyo de la comunidad y que siente bienestar en todo el mercado. Asimismo, se observó una correlación significativa entre la versatilidad y la proximidad al mercado (0,259). En el análisis de datos de calidad ambiental obtenidos a través de sensores en el mercado de Terán, y con base en los rangos permisibles internacionales (WHO 1985, 1997, 2009) —ver la tabla 6—, se observó la ausencia de confort térmico, ya que la temperatura ambiente osciló entre 29,14 y 29,94 °C, frente a los 21 °C recomendados para que una persona mayor se sienta confortable (WHO 1985). De la misma forma, se registra la falta de confort lumínico, ya que se presentaron valores inadecuados que oscilaron entre 59,1 y 98,5 lx, muy inferiores a los 250 lx recomendados, aunque otros estudios recomiendan 500 lx para espacios comerciales (IESNA 2007). Por su parte, entre los valores ambientales adecuados destaca la humedad relativa, que se situó dentro de los rangos recomendados, ya que sus valores oscilaron entre 39,08 y 42,56%. Tampoco se registraron problemas de contaminación acústica asociada a la presencia de valores entre 58 y 66 dB, así como al corto período de exposición de los usuarios (WHO 1997). Asimismo, los valores ambientales relativos a monóxido de carbono (2-4 ppm) y dióxido de carbono (430-509 ppm) se mantuvieron en rangos permisibles. De los datos se desprende la existencia de problemas vinculados a la falta de confort térmico y lumínico, que condicionan la atractividad del mercado para los adultos mayores. Al respecto, se observó una correlación significativa entre la variable

iluminación y la variable legibilidad —señalización en el mercado— (0,315), lo que explicaría la importancia de la iluminación en la visualización de la señalética para las personas mayores usuarias del mercado.

Resultados de la prueba de hipótesis Entre las técnicas multivariantes interdependientes para variables cualitativas se optó por el análisis de correspondencias múltiple para la demostración de la hipótesis de partida (H1), que posibilita la obtención de factores explicativos de la atractividad del entorno, a partir de la agrupación de las variables por asociación. En un primer momento del análisis de correspondencias múltiple se seleccionaron diez variables atendiendo tanto al grado de asociación del presente estudio — versatilidad, apego al lugar, autonomía, mobiliario, legibilidad, áreas verdes, proximidad y familiaridad— como a aquellas basadas en anteriores investigaciones —bienestar económico y agradabilidad— (Krause 2004; Stähl et al. 2008; Thang y Kaplan 2013) (ver la tabla 6). En un segundo momento se aplicó el análisis de correspondencias múltiple a las diez variables propuestas, de las cuales, el modelo estadístico excluyó cinco variables y seleccionó las otras cinco, distribuidas en dos factores explicativos o dimensiones de la varianza total (ver las tablas 7, 8 y 9):1 el primer factor, “Familiaridad del entorno”, que explica el 64,18% de la varianza y cuenta con un valor aceptable de confiabilidad, está determinado, principalmente, por la variable Familiaridad

1

Al realizar una prueba de fiabilidad de los factores obtenidos a través del coeficiente Alfa de Cronbach, basado en el promedio de las correlaciones entre los elementos, se encontró que el factor 1, “ambiente de familiaridad”, presentó una teoría aceptable de fiabilidad de 0,860; y el factor 2, “entorno Agradabilidad”, presenta un valor teórico de 0,730, lo que se considera aceptable, ya que está cerca de 0,8.

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TEMAS VARIOS

—años de antigüedad de las amistades en el mercado—, seguido en importancia explicativa por las variables Apego al lugar por redes sociales —amistades en el mercado—, Legibilidad —señalización en el mercado—, y Versatilidad —entretenimiento del ambiente—. Por su parte, el segundo factor, “Agradabilidad del entorno”, que explica el 48,1% de la varianza y presenta un valor de confiabilidad aceptable, está compuesto por la variable Agradabilidad —experiencias agradables en el mercado—. Además, el análisis de correspondencias múltiple permitió concluir que la atractividad del mercado público está determinada por dos factores: el factor familiaridad del entorno —explicado por las funciones familiaridad, apego al lugar por redes sociales y versatilidad— y el atributo legibilidad; y el segundo factor, agradabilidad del entorno, expresado por la función agradabilidad. Por tanto, se demuestra la hipótesis que plantea que la atractividad del mercado público para las personas mayores está determinada por la existencia de atributos del entorno físico-cons-

truido y funciones del entorno social, que favorecen el envejecimiento activo. Del mismo modo, entre las variables más importantes para explicar la atractividad del mercado destacan, sobre todo, las funciones del entorno social (familiaridad, apego al lugar, agradabilidad y versatilidad) y el atributo del entorno físico-construido (legibilidad).

Discusión En el estudio se plantea que la atractividad del mercado puede ser un posible indicador del envejecimiento activo en el lugar, con base en estudios anteriores (Föbker y Grotz 2006; Wahl y Lang 2004; Peace, Holland y Kellaher 2005; Rodwin y Gusmano 2006). Desde el enfoque de la gerontología ambiental, los hallazgos sobre la atractividad del mercado para las personas mayores pueden ayudar a entender el envejecimiento activo y saludable en el lugar, y, en general, la calidad de vida en la vejez.

Tabla 7. Variables propuestas para el análisis de correspondencias. Mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013 Variables

Descripción

F

A

1. Versatilidad

Mercado como un espacio de entretenimiento

X

2. Agradabilidad

Experiencias agradables en el mercado

X

3. Apego al lugar por redes sociales

Amistades en el mercado

X

4. Autonomía

Disponibilidad de ayuda en el mercado

X

5. Bienestar económico

Precios accesibles para su economía en el mercado

X

6. Mobiliario

Asientos en el mercado

X

7. Legibilidad

Señalización en el mercado

X

8. Áreas verdes

Áreas verdes en el interior y exterior del mercado

X

9. Proximidad

Tiempo recorrido de la casa al mercado

X

10. Familiaridad

Años de antigüedad de las amistades en el mercado

X

F=Funciones. A=Atributos. Fuente: elaborada por los autores.

Tabla 8. Análisis de correspondencias múltiple de variables cualitativas. Porcentaje de la varianza explicada y coeficiente Alfa de Cronbach. Mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013 Alfa de Cronbach

Varianza explicada Total (autovalores) Inercia % de la varianza

1. Familiaridad del entorno

,860

3,209

,642

64,180

2. Agradabilidad del entorno

,730

2,403

,481

48,068

5,612

1,122

,805a

2,806

,561

Total Media

56,124

Nota: resumen del modelo. a. El Alfa de Cronbach promedio está basado en los autovalores promedio. Fuente: elaborada por los autores.

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TEMAS VARIOS Tabla 9. Análisis de correspondencias múltiple de variables cualitativas. Factores explicativos de la atractividad del entorno. Mercado de Terán (Aguascalientes, México), 2013 Dimensión (factor) 1. Familiaridad 2. Agradabilidad del entorno del entorno

Variables

Media

Versatilidad (entretenimiento del ambiente)

,581

,354

,467

Agradabilidad (experiencias agradables en el mercado)

,488

,699

,594

Apego al lugar por redes sociales (amistades en el mercado)

,715

,531

,623

Legibilidad (señalización en el mercado)

,645

,282

,463

Familiaridad (años de antigüedad de las amistades en el mercado)

,780

,538

,659

Total activo

3,209

2,403

2,806

% de la varianza

64,180

48,068

56,124

Nota: medidas de discriminación. Fuente: elaborada por los autores.

En relación con el perfil sociodemográfico de las personas mayores usuarias del mercado público, los resultados de la regresión logística binaria indican que tanto la percepción de la salud como la edad y el nivel de estudios determinan la tipología de usuario, condicionando la atractividad del mercado para las personas mayores. Al respecto, uno de los hallazgos más significativos es la percepción de la salud en relación con el uso del mercado público, ya que se encontró asociación significativa con algunas variables, tales como problemas de movilidad, nivel de estudios, satisfacción con las áreas verdes y percepción de obstáculos que impiden visitar el mercado. Así, se indica que la percepción de la salud es un buen predictor de la atractividad del mercado para las personas mayores (Lawton 1999), lo que tendría implicaciones en el envejecimiento activo y saludable en el lugar, debido a que mientras envejecemos, los espacios para realizar actividades se reducen (Golant 1984), ya sea por la pérdida de capacidades funcionales para enfrentar los desafíos del entorno urbano o por su inadecuada inclusividad (Izal y Fernández-Ballesteros 1990; Thang y Kaplan 2013; Wahl y Gitlin 2007). Asimismo, el modelo de efectos ambientales directos e indirectos de Carp y Carp (1984) explica que la relación entre el adulto mayor y el entorno físico puede ser afectada por las características personales, como la actitud hacia la propia salud, y a través de las percepciones del entorno y del grado de satisfacción con él. Otro hallazgo relevante indicó que el nivel de estudios se relacionó de forma significativa con la percepción de la salud, edad, ocupación, frecuencia de visitas al mercado, distancia al mercado y seguridad al llegar al mercado. Este resultado se explica si se comprende que en México y, en general, en América Latina, la escasa cobertura de servicios sociales y de salud para las personas mayores convierte el nivel de estudios en un buen predictor de la vida laboral, el nivel socioeconómico —acceso a pensiones y cobertura de salud— y el estado de salud en

la vejez, lo que tiene importantes implicaciones tanto en la vulnerabilidad y fragilidad de las personas mayores como en el uso de los espacios públicos —frecuencia de visitas, percepción de seguridad— (Risser, Haindl y Stähl 2010; Sánchez-González y Egea 2011). Con respecto a las dimensiones físico-sociales de la atractividad del mercado para las personas mayores, los resultados de la regresión logística binaria comprobaron que la función del entorno social versatilidad del ambiente —espacio cotidiano de encuentro y entretenimiento— está determinada por la legibilidad y la disponibilidad de ayuda en caso de emergencia. En este sentido, algunas investigaciones (Burton y Lynne 2006; Holland et al. 2007) coinciden en la importancia de las características del entorno en las interacciones sociales beneficiosas para los adultos mayores en espacios públicos. Así, los beneficios que ofrece el mercado de Terán respecto a la percepción de ayuda ante una emergencia se asocian a mejores estados de ánimo entre los encuestados, lo que condiciona el mantenimiento del bienestar en la vejez y potencia el optimismo en su vida cotidiana (Rubinstein y Medeiros 2005). Asimismo, los beneficios que tiene el mercado público en materia de legibilidad permean el apoyo de una familiaridad con el entorno ante alguna pérdida de memoria o dificultades para orientarse. Otro de los hallazgos más significativos es la versatilidad del ambiente en relación con el uso del espacio público, ya que se encontró asociación significativa con algunas variables relativas a funciones del entorno social, como apego al lugar y familiaridad, y con algunas variables relativas a atributos del entorno, como proximidad, legibilidad, mobiliario urbano y satisfacción de las áreas verdes. Este hecho coincide con otros estudios (Bjornsdottir, Arnadottir y Halldorsdottir 2012) sobre el papel de la familiaridad como un facilitador de la vida en el barrio, donde se considera que vivir en un entorno conocido y con amistades promueve la

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concepción positiva de autoeficacia y autoestima. De ello se deduce que la versatilidad del mercado público, como lugar cotidiano de encuentro y entretenimiento para las personas mayores, está determinada por los lazos afectivos de apego y familiaridad, así como por los atributos del entorno construido, como proximidad, legibilidad, mobiliario urbano y áreas verdes, que refuerzan la sensación de control y seguridad del adulto mayor. A partir de los resultados se plantea que las características del entorno físico-construido —proximidad, accesibilidad, legibilidad, seguridad y presencia de áreas verdes— están relacionadas con la versatilidad del ambiente, es decir, los mercados públicos próximos, agradables y seguros propician la recreación y las relaciones sociales, y con ello, favorecen el envejecimiento activo y saludable en el lugar. Así, algunos trabajos indican que las características del entorno construido próximo ayudan a reforzar y mantener las relaciones sociales, ya que las interacciones sociales de las personas mayores se encuentran confinadas en el barrio, y no en la propia vivienda (Li et al. 2005). Asimismo, otro resultado relevante indicó que la frecuencia de visitas se relacionó de forma significativa con la percepción de obstáculos que impiden visitar el mercado, de lo cual se deduce la importancia de la accesibilidad y la seguridad en el diseño de espacios públicos, por el miedo a sufrir caídas y limitar su uso. En este sentido, distintas investigaciones (Iwarsson, Stähl y Löfqvist 2013; Takano, Nakamura y Watanabe 2002) demuestran el valor que tienen las influencias ambientales sobre la actividad de caminar —ocio, ejercicio, transporte— en espacios públicos, sobre todo al aire libre, ya que proporcionan un ambiente de vida confortable, agradable y saludable para los adultos mayores. Así, la comprensión de los factores que condicionan esta actividad física tiene gran relevancia desde una perspectiva de salud pública. Los resultados del análisis de los datos de calidad ambiental, obtenidos a través de sensores, indicaron su importancia en la atractividad del mercado público de Terán para las personas mayores. Así, se evidenciaron problemas de confort térmico por la presencia de temperaturas elevadas, y problemas de confort lumínico por la existencia de un déficit de iluminación ambiental (Klinenberg 2003). En este sentido, la presencia de estrés ambiental asociado a problemas del confort térmico y lumínico puede incidir de manera negativa sobre la salud de las personas mayores (WHO 1985 y 2009), así como en la atractividad del mercado. Precisamente, se observó una asociación entre la iluminación ambiental y la legibilidad, lo que implicaría que la mala iluminación repercute negativamente en la visualización de la señalética y, en general, en la accesibilidad y seguridad para las personas mayores usuarias del mercado. También, Burton y Lynne (2006) explican la importancia de la legibilidad para los adultos mayores, debido a que valores inadecuados de iluminación pueden

ser contraproducentes para aquellos con problemas de visión, y por ello proponen considerar la agnosia para que la legibilidad sea amigable con los adultos mayores. Con la prueba de hipótesis se investigó el papel de las variables relativas a los atributos del entorno físico-construido y las funciones del entorno social en la comprensión de la atractividad del mercado de Terán para las personas mayores. En este sentido, los resultados del análisis de correspondencias múltiple mostraron que la atractividad del mercado tradicional para las personas mayores está determinada por la funcionalidad de los atributos del ambiente físico-construido, como la legibilidad, y la usabilidad de las funciones del entorno social, como familiaridad, versatilidad, agradabilidad y apego al lugar. Asimismo, se constató que la atractividad del mercado público se encuentra vinculada con un diseño legible y amigable del lugar, que favorece las actividades cotidianas y propicia el encuentro, facilitando el ocio y las relaciones sociales, y detonando la integración social y pudiendo favorecer el envejecimiento activo y saludable en el lugar. Al respecto, Thang y Kaplan (2013) defienden que los entornos públicos brindan circunstancias altamente favorables para el mantenimiento de la vida activa y saludable en la vejez, y hacen hincapié en el mantenimiento del yo en el presente. Por ejemplo, se sabe que nadie quiere dejar de realizar las actividades que más le agradan cuando llega a la vida tardía, por lo que la subsistencia del yo en comunidad fomenta mejores sentidos de pertenencia al lugar. Uno de los hallazgos más interesantes de la prueba de hipótesis es que la atractividad del espacio público no tuvo una asociación significativa con los atributos Mobiliario, Áreas verdes y Proximidad, así como con la función del entorno social Bienestar económico. Si bien en otros estudios prevalecen estas asociaciones (Sugiyama y Thompson 2008; Borst et al. 2009; Bittencourt, Pereira y Pacheco 2012), los resultados obtenidos se explicarían por la alta vulnerabilidad del adulto mayor y las particularidades del mercado público latinoamericano, caracterizado por la precariedad de las condiciones y los equipamientos para los usuarios (Makowski 2007); asimismo, el apego a este lugar simbólico compensaría los problemas percibidos por las personas mayores del entorno físico construido, incluso en situación de exclusión social (Sánchez-González 2009). La investigación proporciona valiosas conclusiones sobre la importancia de la atractividad del mercado público en la estimulación del envejecimiento activo y saludable en el lugar y, en general, para la calidad de vida de las personas mayores. Asimismo, la idea de envejecer activamente —mantenimiento de la actividad física y las funciones mentales, ejercicio, alimentación adecuada, trabajos productivos, vida activa con interacciones y apoyos sociales— es un proceso que dura toda la vida,

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por lo que para desarrollarla, la ciudad debe cooperar y brindar espacios públicos amigables con la edad, lo que contribuiría en gran medida al bienestar y calidad de vida (Bartlett y Peel 2005; Sugiyama y Thompson 2008). Al respecto, los hallazgos de la investigación sobre las dimensiones físico-sociales de la atractividad del mercado para las personas mayores aportan conocimiento a los profesionales de la gerontología, salud pública y planificación urbana, en particular en barrios históricos de México y América Latina. Precisamente, los responsables políticos deberían desarrollar programas encaminados a impulsar el uso de los espacios públicos, como los mercados tradicionales, a través del incremento de la atractividad de estos espacios singulares para las personas mayores.

Conclusión El estudio trató de comprender la atractividad del mercado público para las personas mayores desde la perspectiva de la gerontología ambiental y enfocada a los beneficios para el envejecimiento activo, el cual no se mide directamente en este estudio; sin embargo, éste fue tomado como punto de partida para la aproximación a la atractividad del mercado para las personas mayores. Así, se considera que las variables asociadas con la atractividad del mercado, tales como familiaridad, apego al lugar, agradabilidad, versatilidad y legibilidad, podrían contribuir a explicar de forma significativa el envejecimiento activo y saludable en el lugar. Además, los resultados de la investigación pueden ayudar a la construcción de un marco teórico y metodológico para entender la asociación entre la atractividad del espacio público y el envejecimiento activo y saludable en el lugar. En América Latina se sigue obviando la importancia de las implicaciones socioespaciales para el envejecimiento activo en el lugar. En este sentido, es necesario seguir investigando los efectos que tiene el entorno físico-social en el adulto mayor, a través del análisis de cada una de las dimensiones asociadas con la atractividad del ambiente urbano. Al respecto, la comprensión de entornos atractivos para los adultos mayores debe implicar un análisis integral de las necesidades y condiciones que envuelven los escenarios de la vida cotidiana del adulto mayor. También, a medida que se favorezca el conocimiento de los entornos próximos del adulto mayor, como los espacios públicos, se podrán propiciar lugares de apoyo para maximizar su relación y posibilitar el envejecimiento activo y saludable en el lugar. Se recomienda que en los futuros estudios se incluyan nuevas variables de salud, actividad física y social, relaciones sociales y bienestar, con el fin de profundizar en las asociaciones entre la atractividad del mercado para personas mayores y el envejecimiento activo y saludable en el lugar. Este enfoque puede contribuir a demostrar que la atractividad del espacio va más

allá de la apreciación estética o primera impresión. Además, la exploración de las diferencias tipológicas de usuarios adultos mayores —con cónyuge, que vivan solos—, en relación con las actividades informales sociales, sería beneficiosa para desarrollar programas gerontológicos y sus implicaciones en salud pública, diseño y planificación urbana, basados en el mantenimiento de estos lugares con alto valor simbólico, que propician estilos de vida saludables, así como integración social y solidaridad intergeneracional, tan necesarios para las personas mayores, así como para el conjunto de la sociedad.

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rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 52-67 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.04


TEMAS VARIOS 62. Thang, Leng Leng y Matthew S. Kaplan. 2013. “Inter-

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Espacios públicos atractivos en el envejecimiento activo y saludable | Diego Sánchez-González · Martha Beatriz Cortés Topete

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Occupational Therapy: Autonomy, Governmentality and Subjectification* Pamela Gutiérrez Monclus** – Joan Pujol Tarrès*** Received date: September 29, 2015 • Acceptance date: January 26, 2016 • Modification date: February 12, 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.05

A B S T R AC T | This paper explores Occupational Therapy (OT) interventions using a dialogical perspective with therapists and people with functional diversity.1 Framing the dialogue between the discourses that participate in the therapeutic process, the paper reflexively explores the interferences in the forms of subjectivity that the discipline promotes under the governmental umbrella. The research uses ethnographic and narrative material as the basis of its methodology. The material suggests that OT, like other health disciplines, constitutes a governmental mechanism of bodily regulation that produces subjectification through certain procedures: distributing persons in space, regulating their use of time, and perfecting their performance of activities. The reflection allows us to reconsider the construction of the “patient” in OT interventions considering the rights of persons with functional diversity. K E Y W O R D S | Occupational therapy (Thesaurus); subjectification, governmentality (Author´s Keywords).

Terapia ocupacional: autonomía, gubernamentalidad y subjetivación R E S U M E N | Este trabajo explora las intervenciones de Terapia Ocupacional (TO) utilizando una perspectiva dialógica con los terapeutas y con las personas con diversidad funcional.2 Enmarcando el diálogo entre quienes participan en el proceso terapéutico el texto explora reflexivamente las interferencias de este diálogo sobre las formas de subjetividad que la disciplina promueve bajo una perspectiva gubernamental. La investigación

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The publication presented forms part of the doctoral research project, “Terapia Ocupacional: una disciplina para la autonomía. Prácticas y discursos de subjetividad y gubernamentalidad en torno a una ciencia emergente,” financed by the Beca Presidente de la República, of the Government of Chile. The material in this document includes results of the research conducted as part of the author’s doctoral thesis. We would like to thank the doctoral thesis committee of the School of Social Psychology of the Universitat Autònoma de Barcelona for their helpful commentary. The findings were also presented at the Second Qualitative Research Encounter in Bío-Bío (2012), Chile. We would like to thank Profs. Soledad Martínez and Bruno Bivort, who organized the Encounter, for inviting us to present these findings.

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PhD in Social Psychology from the Universitat Autònoma de Barcelona (Spain). Professor at the Universidad de Chile, she belongs to the disability research line of the Department of Occupational Therapy and Occupation Science of the University of Chile and is a member of the Fractals in Critical Research group of the Universitat Autònoma de Barcelona. Her most recent publications include: Configuración de subjetividad en mujeres en situación de discapacidad: un abordaje desde discapacidad, cuerpo y género” (co-author). Revista Chilena de Terapia Ocupacional 15 (1): 33-44, 2015 and “Cuerpo, discapacidad y prácticas institucionales: Una visión crítica de su evolución histórica en Chile” (co-author). Revista Chilena de Terapia Ocupacional 14 (2): 107-117, 2014. * pamelagutierrezm@gmail.com

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PhD in Social Psychology from the Universitat Autònoma de Barcelona (Spain). Professor at the Universitat Autònoma de Barcelona (Spain) and member of the Fractals in Critical Research group of the same university. His most rcent publications include: “Relatos metodológicos: difractando experiencias narrativas de investigación [45 pararaphs]” (coauthor). Forum Qualitative Sozialforschung/ Forum: Qualitative Social Research 16 (2), 2015 and “La Psicología Social Comunitaria ante los cambios en la sociedad contemporánea: de la reificación de lo común a la articulación de las diferencias” (co-author). Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad 13 (2): 32-43, 2014. * joan.pujol@uab.cat

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“The term that we, as members of the Independent Life Forum, propose for referring to this group is women and men with functional diversity, which we believe is the first term used to denominate them that does not assign any negative or medical character to the vision of human reality and places emphasis on their difference and diversity as values ​​that enrich the world in which we live” (Romanach and Lobato 2015. My own translation.)

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“La manera en la que desde el Foro de Vida Independiente proponemos denominar a ese colectivo, al que pertenecemos, es mujeres y hombres con diversidad funcional , ya que entendemos que es la primera denominación de la historia en la que no se da un carácter negativo ni médico a la visión de una realidad humana, y se pone énfasis en su diferencia o diversidad, valores que enriquecen al mundo en que vivimos” (Romanach and Lobato 2015).


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utiliza como metodología material etnográfico y narrativo. El material sugiere que la TO, como otras disciplinas de la salud, constituyen un mecanismo gubernamental de la regulación corporal que genera la producción de subjetivación través de ciertos procedimientos como la distribución de las personas en el espacio, la regulación del uso del tiempo y el perfeccionamiento de su desempeño de las actividades. La reflexión permite reconstruir la construcción del “paciente” en las intervenciones de TO, considerando los derechos de las personas con diversidad funcional. PA L A B R A S C L AV E | Terapia ocupacional (Thesaurus); subjetivación, gubernamentalidad (palabras clave de autor).

Terapia ocupacional: autonomia, governamentalidade e subjetivação R E S U M O | Este trabalho explora as intervenções de Terapia Ocupacional (TO) utilizando uma perspectiva dialógica com os terapeutas e com as pessoas com diversidade funcional.3 Delimitando o diálogo entre os que participam do processo terapêutico, o texto explora de forma reflexiva as interferências desse diálogo sobre as formas de subjetividade que a disciplina promove sob um ponto de vista governamental. A pesquisa utiliza como metodologia material etnográfico e narrativo. O material sugere que TO, como outras disciplinas da saúde, constituem um mecanismo governamental da regulação corporal que a produção de subjetivação gera por meio de certos procedimentos como: a distribuição das pessoas no espaço, a regulação do uso do tempo e o aperfeiçoamento de seu desempenho das atividades. A reflexão permite reconstruir a construção do “paciente” nas intervenções de TO, considerando os direitos das pessoas com diversidade funcional. PA L AV R A S - C H AV E | Terapia ocupacional (Thesaurus), subjetivação, governamentalidade (palavras do autor).

The Occupational Complex It could be argued that the development of the social sciences goes along with governmental transformation in the adjustment of individual life to societal productive needs. Present forms of production demand the constitution of free and responsible citizens, capable of managing and governing themselves (Bustos 2012; Castro-Gómez 2000). Under present cognitive capitalism (McQuade 2015) and neuroliberalism 4 (Biagini and Fernández 2014), the social sciences must manage populations by identifying those individuals who are able to behave as responsible self-regulated citizens and promote and implement interventions directed to those unable to behave according to current societal demands. Professionals become agents in the reconstruction of active citizenship, and health disciplines exercise power over the body by regulating time, space, and activity (Tirado and Domènech 2001). These forms of regulation are framed within a context of open control

3 “A maneira na qual, desde o Fórum de Vida Independente, propomos denominar a esse coletivo, ao qual pertencemos, é mulheres e homens com diversidade funcional, já que entendemos que é a primeira denominação da história em que não se dá um caráter negativo nem médico à visão de uma realidade humana, e se enfatiza em sua diferença ou diversidade, valores que enriquecem o mundo no qual vivemos” (Romanach e Lobato 2015, tradução livre). 4 “Alternative nomenclature ‘neuroliberalism’ to explain how hegemonic market discourse created ​​an ‘ideological fantasy’ which, based on what we call gladiatorial ethics, redefines the classic concepts of liberalism” (Biagini and Fernández 2014, 1, my own translation).

where governmental rationalities incorporate a set of practices that constitute, define, and instrumentalize relational strategies (Medrado-Dantas 2002). In her article, “‘Do not ask me to remain the same’: Foucault and the professional identities of occupational therapists,” Hazel Mackey (2007) examines how contemporary reorganization of the workforce impacts OT practice and the identity of Occupational Therapists (OTs) in relation to the persons with whom they work (Mackey 2007). OT is part of a governmental mechanism5 that assembles different semiotic-material practices in order to regulate the population’s dispositions and behaviors (Gutiérrez 2011) inside and outside the institutional regulatory device that contributes to the formation of subjects and subjectivities (Barry, Osborne and Rose 1996). The process of becoming a subject is socially and historically located within power-knowledge relationships that are in accordance with the prevailing governmental rationality. These modes of subjectification (Deleuze 1987, 125-128; Strozier 2002) provide a visible representation of power both along the dimension of control and the dimension of productivity, guiding the ways that “we think and feel about ourselves” (Gil 2004, 17). Within current forms of governmentality, Ingleby (1985) identifies the “psy-complex” as a governmental technology that contributes to the subjectification process (Ingleby 1985). This is a technology that 5 The term governmentality is used to describe the governmental rationalities that mold the intentions and decisions of the population and define the ways in which the population exercises its freedoms (Foucault 1991).

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interconnects networks of theories and applied institutional practices that involve professionals in regulating the subjectivities of OTs and patients (Parker 1996 y 2008). Within this network, occupational science considers OT to be a healthcare profession focused on the user that deals with the promotion of health and wellbeing through occupation. The main objective is to allow people to participate in activities of daily life (WFOT 2012). Furthermore, occupational science focuses on the study of activities that people do in their daily lives and how these activities influence and are influenced by their occupation (WFOT 2012). These constitute knowledge and practices that contribute to the regulation of people from their occupational dimension. OT and occupational science thus maintain a symbiotic relationship (Clark and Lawlor 2009), constructing and regulating the “occupational” dimension of bio-psychosocial understandings of the human condition and broadening the range of theory and practices governing behavior (Da Silva et al. 2011). This constitutes a particular device (Beckett and Campbell 2015) that can be understood as an “occupational complex” (Gutiérrez 2011), a specific aspect of the psy-complex that operates along two streams of rationality: care provision and scientific interventions (Rivero 2005). Care provision connects with the logic of charity and common good that inspires religious Christian society of our time, portraying professional care as “helping others” and these practices become legitimated by scientific knowledge.

Responsibly Approaching Occupational Therapy Interventions The governmental character of the social sciences goes along with the development of methodologies that translate the knowledge and agency of participants into a set of procedures to produce “wellbeing.” Critical perspectives need to develop methodologies that can transform the predominating character of social research and contribute to the construction of a collective ethical and political knowledge that can transform present society into a better place in which to live. At the same time, any research has to consider that, although we cannot “escape from the exercise of power, we should at least strive to avoid forms of domination”6 (León 2006, 53). Although some authors have considered social research a form of domination (McDowell 1992), it is clear that social research reproduces power relations (Gitlin 1994; Oliver 2007), and these power relations have to be counter-balanced by considering dialogical and reflexive perspectives in the development of critical methodologies, among other things (Harding and Norberg 2005). Dialogical

6 My own translation.

perspectives localize the research position socially and indicate the political character of social research by considering the multivocality and heteroglossia within social phenomena (Hynes, Coghlan and McCarron 2012) and emphasizing the political character of the signifier (Danow 1991). This research has complemented dialogicality (Marková 2003) with the notion of “field” (Spink 2004) by integrating the different connections, interrelations, and experiences of the researcher. Reflexivity, on the other hand, monitors the position of the researcher and its effects on the production of knowledge (Berger 2015). Instead of an individualistic reflexivity, where the researcher unfolds his/herself to the reader, this research endorses a perspective where the reflection is acted upon by both the researcher and the subject, taking into consideration the community in which they are involved (Adkins 2002). The perspective of the researcher and the knowledge produced by the research is cross-examined by the participants and other researchers while the research is being carried on (Cohn and Lyons 2003), a process that has been implemented using ethnographic and narrative material. Along with the dialogical and reflexive process, the political implications of the research practice and the knowledge it produces have been considered and reflected upon. The work of Donna Haraway has been influential here in her insistence that research should strive for habitable worlds and connect different positions of knowledge (Haraway 1997), while carefully considering the ethical and political implications of representing other people’s experiences and considering our responsibility with respect to the knowledge produced and the implications of such knowledge. This consideration, of great importance when developing a relationship between researcher and subject, is now part of mainstream qualitative research (Cohn and Lyons 2003). Furthermore, the ethical dimension, as noted by Lincoln (2000), must be intrinsic to the relationship between the position of the one who has the knowledge and the position of the one who reconstructs said knowledge, as both participate in its construction. In this sense, instead of blindly applying institutionalized ethical canons, we need to ethically localize the research within the specific relationships between participants and researchers in terms of personal agreement and negotiation within an institutional context. Ethical absolutes and minimums are insufficient, as ethical relationships are predicated on each new encounter (Lincoln 2000). In this particular study, participants were aware that the ethnographic research was being carried out within the different contexts —therapy, teaching and social movement—, and participants were able to review the research notes. The development of the research, both in terms of the definition of the topic and the different positions taken during the research — lecturer, therapist, activist—, positions the researcher in different ethical and political positions, positions

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with different responsibilities. The development of the research has taken into consideration that: We must be prepared to accept our moral and political responsibilities. This means that as feminist researchers, we cannot indulge in the illusion that our position is less influenced by history than that of others, and we must develop methods to evaluate the work carried out thanks to the use of feminist methodologies.7 (Biglia and Bonet 2009, 3)

Political involvement with the functional diversity movement has had an important impact in redefining my role as researcher, therapist and lecturer, and developed my sense of responsibility regarding the conditions of people with functional diversity. As noted by Townsend, an ethical perspective involves producing knowledge that is useful not only for the researchers, but also for the community of persons whose experiences have been recorded (Townsend et al. 2003), in order to improve their living conditions. The ethnographic material was recorded in a field diary (FD) —February 2006 to August 2007— based on my experience as an Occupational Therapist both in academic teaching and therapeutic practice in Catalonia, Spain. While doing the research, I was also involved in a social movement relating to functional diversity, and ethnographic data was also collected on these activities. These research decisions were inspired by this remark by Schneider: Autobiography constitutes “a space of risk” (Schneider 2002, 471) — moral, political, technical, and epistemological—, and the fieldwork has been understood as the development of “modest interventions” (Haraway 1997) and critical reflections on my professional role and the implications of our interventions. These decisions opened up a space of incertitude as the development of the research led me to question my role as lecturer and professional while diffracting (Van der Tuin 2014) the concepts and practices that ground OT. The uncertainty was also present when having a twofold role —therapist/ activist— when working in the activist association on functional diversity, since the association considered that the medical-rehabilitation perspective was perpetuating the oppression of people with functional diversity. These uncomfortable positions were quite productive in bringing about a reflexive and critical understanding of my role as a member of the discipline. Narratives with participants identified by key informants from the ethnographic study were also carried out. After sending out twelve letters asking for participation, seven narratives were carried out. The letters outlined the research, its ethical assurances —

7

My own translation.

confidentiality, constant access to the data produced and psychological wellbeing— and the themes of the narratives. Four narratives were undertaken with experienced Occupational Therapists and three with people who had received Occupational Therapy in relation to physical and mental issues. The following is a list of the participants and the initials that will be used to identify them throughout the remainder of the article: (Méndez, B.) Professor of O.T. with experience in physical rehabilitation; (Moratinos, C.) Professor of O.T. with experience in mental health; (Guzmán, S.) Occupational Therapist with experience in geriatrics and mental health; (Vidaña, L.) Occupational Therapist with experience in physical rehabilitation; (Centeno, A.) Activist in the “Movement for Independent Living” with experience in OT; (Poca, A.) Writer with experience in OT; (Esther) Bank executive with experience in OT. Different steps were followed in order to construct the narratives (Schöngut and Pujol 2015). There was an initial interview with the participants that has been transcribed and textualized in order to produce a first-person, coherent narrative. Subsequent meetings worked on the improvement of the textualized interview following the directions of the participants and discussing the issues arising from the subsequent versions. This process terminated when the participant approved the text as a final version. This is a methodological practice that deepens participants’ understandings in comparison with conventional interviews (Balasch and Montenegro 2003). The revision of the material identified three distinct themes following a thematic analysis (Braun and Clarke 2006) complemented with an interpretative phenomenological analysis (Smith 2011; Smith, Flowers and Larkin 2009): (a) occupational therapy as a normalizing discipline, (b) the performative dimension of occupation; and (c) tensions within Occupational Therapy interventions.

Occupational Therapy as a Normalizing Discipline The regulatory constraints of occupational therapy is a theme that stands out in the material. Routines contribute as a disciplinary element for social adjustment and adaptability: “We would arrive at 10 o’clock in the morning; we would meet for an hour and a quarter to talk and say ‘good mornings,’ and this was very therapeutic” (Gutiérrez 2011, 186). These disciplinary procedures define a clear and linear timeline in order to guide therapeutic subjects towards specific goals that define a desired future that shapes present subjectivity (Tirado and Domènech 2001). This infliction of an idealized future can lead to deception once the disciplinary procedure is no longer needed or has proven unsuccessful: “Fifteen years after my accident, I realized that in all of that time in Occupational Therapy, nothing was true; it was all a continuum of fiction-truth,

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and the fiction could become reality when you made it so” (Gutiérrez 2011, 158). Disciplinary procedures define an occupational fiction projecting possible scenarios which the patient has to accommodate in terms of occupational performance: “Only in therapy was there a plan to carry out, a construction... my situation was very particular, and there was a future in which to realize ‘that’ that had been...” (Gutiérrez 2011, 155). The institutionalization of OT creates a normalized language leading towards the establishment of a standardized understanding of the “patient,” and the routines are applied differently depending on the taxonomical ascription of the subject. The understanding of the therapeutic subject diminishes agency as it highlights the acceptance of the present living and therapeutic situation if he/she wants to have the possibility of an improved future: “It seemed natural to me how I had changed, that I was a ‘bag of problems’ and I had to strive to improve” (Gutiérrez 2011,122). This is an individualized understanding of the problem requiring important physical and psychological effort that the participant has to accept passively. This understanding on the part of the therapeutic subject has a direct implication in the process of subjectification. For example, using an electric wheel chair constitutes a failure in the rehabilitation process: “having totally internalized this discourse that blamed me, it all added up to it being my fault that I couldn’t move the chair, because in theory if I had done more hours of therapy or if I were ‘less disabled’ I could have managed to get out and about” (Gutiérrez 2011, 126), These classificatory practices contribute in the differentiation of the ‘normal’ from the ‘deviant’ (Foucault 1975). Occupational therapy is heavily influenced by the medical model that individualizes disability as the result of a negative event —illness or trauma— that reinforces the limitations of “disabled” people in comparison to “normal” people. It has to be noted, for example, that orthopedic interventions are usually accepted in order to resemble the “normal body” but not to improve the potentialities of the “disabled body.” Therefore, intervention focuses on decreasing the “negative” consequences of “disability” as compared to the “normal situation,” thus leading towards a conceptualization of the “disabled” as a permanently maladjusted and sick body (Ferreira 2010). This is an aspect that has important effects in the subjectification of the “disabled body” in terms of uneasiness and discontent. The occupational therapist (Gúzman 2008) states in his narrative that “It is important to analyze the society that pushes us to develop certain standards, which, in my view, are sometimes selected by the person, but at other times are very much influenced by the context. This effect can provoke dissatisfaction with one’s lifestyle, perhaps not immediately, but in the long term” (Gúzman 2008, 209). Disability studies, in contrast, locate disability in the social and

environmental context, questioning the pathologizing and individualist constructs of the medical model and endorsing the view that disability is defined by the context in which it is occurring (Torres 2002).

The Performative Dimension of Occupation Far from occupying a fixed position in the social structure, the subject is constituted from his or her acts: “to do, to dramatize, to reproduce, these seem to be some of the elementary structures of embodiment” (Butler 1990, 300). The iteration of power-charged practices generates performative effects that penetrate the processes of subjectification from which the subject is configured. Therefore, “performativity covers the footprints of repetitive constructions, and therefore brings with it regulation and constriction” (Vidiella 2014), as opposed to a concept of performance that might serve to subvert the norms imposed by performativity. As OT defines certain repetitive practices, those practices have performative effects that impact subjectivity: “People in Occupational Therapy are confronted with their limitations when they are unable to do what they did before. Intervention challenged them, encouraged them, and there were those who did not want to see their limitation or could not meet expectations and they had much distress.” (Gutiérrez 2011, 210). Performing previous activities [in OT] exposes the difference between present and past performances. The performance is different, slower, broken, painful, in a body that has changed (Field Diary, 521). This experience, when in dialogue with “available” discourses, diminishes personal valuation by adopting common negative concepts suggesting loss or lack of value such as handicap, disability or deficit. There are few options that provide a positive assessment of the difference that provides human dignity and gives value at performing activities differently. “In the hospital system you began to steer towards a new role, that of being a burden to family and society; you need to be cherished” (Gutiérrez 2011, 118). And about his role in rehabilitation, he states that “he was an object in the development of the activities: I was washed, dressed up, put to sleep, fed,… without being able to decide when, how or with whom. Even worse, there was no need for me to learn to teach and advise people on how the assistance should be given to me” (Gutiérrez 2011, 256). Understanding the subjectification of disability from the performative perspective allows us to situate the process of becoming subordinated or disabled as a form of subjection. As noted by the A. C. narrative “it is very difficult to change this way of thinking, because it is very easy to internalize. And you don’t ask yourself whether getting up at five in the morning to catch two or three buses, having to wait for an hour for each one, because some don’t have ramps, and then getting home late in the evening for the same reason, is a reasonable price to pay to be able to go to school” (Gutiérrez 2011,

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 68-77 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.05


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130), considering that the living conditions of exclusion were “normal” as they were the result of an individual situation. However, while Butler noted that this is a power exercised over the subject, submission is also a power assumed by the subject, and this assumption constitutes the instrument of becoming (Butler 1990, 22). In this sense, collective actions such as activism within the Spanish Independent Life Movement possibilitate new roles that transform the traditional role of the “patient” or the “disabled” (Gutiérrez 2011). Therefore, OT must be aware that the processes of subjectification present within the occupational intervention, as well as the normative occupational fiction (Gutiérrez 2011, 249) projected towards “perfect/normal” bodies and actions, may limit the possibility of understanding the situation from a perspective of rights and dignity. In this regard, Ferreira considers that the offer of recovery with the medical model is based on a “medical model” that will never be “legitimized” (Ferreira 2010).

Tensions within Occupational Therapy Intervention Autonomy and Independence

The notions of “autonomy” and “independence” have specific meanings and dramatic implications for people with disabilities (Reindal 1999). While independence is the ability to do things for yourself without external support, autonomy is the ability to decide for yourself regardless of the level of assistance needed to accomplish such decisions (Querejeta 2004). However, professional practice focuses primarily on independence: “when we began as a profession, we were focused on working with people with disabilities, and we focused on independence. Many therapists and other professionals today confuse autonomy with independence, and focus only on independence” (Gutiérrez 2011, 172). Even if these concepts are not explicitly acknowledged, they are implicitly used by focussing on “functionality,” “at work there was no distinction between the concepts of independence and autonomy, and emphasis was on functionality or being equipped” (Gutiérrez 2011, 200). Everyday practices signal the importance given to “independence” as compared to “autonomy.” For example, the widespread use of scales that rate independence based on the level of assistance required for self-care activities defines independence and infers autonomy as a result. By focusing on independence, the individual is forced to approximate to the ideal normal body regardless of his/her personal aspirations and projects. It should be noted that high levels of autonomy can be achieved regardless of the levels of independence, and focusing on independence can, in some situations, undermine the levels of autonomy:

The effort to rehabilitate this lack of independence results in a surrender of individual will to the decisions of others regarding what to do. This concession has the consequence of institutionalizing women and men with full autonomy, because of their lack of independence.8 (Palacios and Romañach 2008, 126-127)

Low levels of independence can diminish autonomy in such a way that agency can be negated in terms of inability to do things for oneself: “I was simply a ‘high-level tetraplegic’ and ‘high-level tetraplegics’ could not do anything for ourselves; therefore, it was automatically inferred that we couldn’t decide for ourselves either” (Gutiérrez 2011, 119). This should be read within the background of the autonomous ideal of the “able body” prevalent in post-Fordist societies. Present forms of subjectification assign a lower value to persons with disability, as they are dependent on others, and associate disability with the inability to self-govern. “Having a disability” makes you a “second-class citizen” (Oliver 1998). It could be argued, therefore, that professional practice that prioritizes independence over autonomy has disabling performative effects. This is particularly relevant in some forms of OT where the occupational perspective is reduced to training the subject for self-care of everyday activities under a biomedical life-contextualized-predesigned rationale (Mocellin 1995). This tension comes into play in the management of personal assistance, a service that supports independent living and allows persons of any functional ability to assume responsibility for and control over the support required for independent living and full social participation (Blanco et al. 2009, 3). “In my personal experience working as an Occupational Therapist and personal assistant to Naya, I often found myself thinking that we were co-authors, that is, a collaborative team, but I also felt a pull to return the authorship to her, as the decisions were hers, and I was only the assistant in realizing these decisions” (Field Diary, 73-74). The personal assistant helps to carry out the occupations that are selected by another person, challenging the notion of doing for oneself, without help —here understood as independence—, and replacing it with the notion of deciding for oneself —understood here as autonomy—. The figure of the personal assistant is very useful when imagining possibilities that shift the focus away from doing for oneself, allowing for a projection of the professional practice centered on interdependence.

Sickness versus Occupation

The clinical-hospital setting favors a practice centered on illness, which standardizes and homogenizes interventions. “Homogenization of interventions

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promotes the pursuit of a ‘purity’ of diagnosis required to define the intervention” (Field Diary, 76), for example, in regards to the inclusion/exclusion criteria for care programs. “This is especially complicated when […] they are translated (these criteria) to community psychosocial interventions, generating ‘fictitious classifications’ that are unsustainable within settings in which what unites people are their ties and social relationships” (Field Diary, 75-76) and not their diagnoses. Regarding this point, during my fieldwork, in a technical meeting to evaluate a support group for persons with epilepsy, there was a debate regarding the inclusion criteria, since there are people who have diagnoses other in addition to epilepsy —epilepsy and Down’s syndrome, for example—. Opinions in favor of a “diagnostic purity” necessary for the intervention and for inclusion in the group were difficult to support in the context of an organization focused on supporting the social integration of the persons involved. Working within a framework of illness thus leads to the risk that these professionals will require an ideal subject for intervention to meet their expectations and fit the diagnostic criteria. When the professional bases the intervention on the illness rather than on the person, the diagnosis takes precedence over other intervention criteria such as age, life project, and/or education. Intervention based on illness articulates the perspective of a fragmented occupational subject (Gutiérrez 2011, 57) that bases recovery on a body part, thus resulting in a passive subject, the recipient of assistance, moralizing a sense of “for one’s own good” that leads to certain practices that go beyond the medical sphere and enter the territory of lifestyle prescriptions that necessarily impact the person’s occupational dimension and compel him or her to become an amoral occupational subject (Gutiérrez 2011, 55). In this way, expectations are adjusted, wishes are accommodated, the body becomes docile, and the intervention space is governmentalized and subjectified: “supposing that each of us there had a job to do, many of us had to swallow the bitter, broken memory of our past and learn to be only a patient” (Gutiérrez 2011,161). Basing intervention on the illness allows for a level of medical intervention in which severity and age can shape an intervention. However, each person performs occupations until the last day of his or her life and, therefore, criteria based on illness alone cannot be adequate to guide professional practice. Protocolization and simplification of treatments (Field Diary, 42) work against OT, by limiting the possibility of an active role and an occupational and community perspective in the intervention. However, strategic use of institutional quality assurance policies to optimize the services for users can validate the role of the Occupational Therapist in favor of the interests of the person: “because it is the process that justifies the intervention in response to a given need” (Gúzman 2008, 222).

Passive versus Active

The patient’s perspective (passive) is related to the degree of participation in decision-making: “prioritization of treatment was done at two levels. At the first level, the definition of the treatment objectives based on the diagnosis, the person’s history, his or her needs, were pre-defined by the team and focused strongly on the development of abilities. The second level, the selection of activities, included the person’s participation” (Gutiérrez 2011, 138-139). This practice, common among health care teams, leads to a subject-object configuration, as the person is excluded from decision-making, while the professional performs actions framed by the political rationalities of the occupational complex, from the scientific perspective -in which “expert knowledge” is established to provide help and care-, to the desire to support the “wellbeing of the other.” Undoubtedly, the care setting also places tension on the participation of the person: “They gave me what I needed, they were master builders and if there had been more time, they would have done it in a more collaborative manner. And much more efficiently” (Gutiérrez 2011, 159). Because “when you do everything so quickly... in the end it doesn’t get done, you get all worked up and then nothing. Everything ends up being a waste of time, of energy, of money, of emotion... the patients feel offended and mistreated. Each person has a different illness and the therapists have to take the time to really get to know each person or ‘whatever’ to explore with them the possibilities and support them in forgetting the sadness of their lost body...” (Gutiérrez 2011, 159). However, it is possible for the person to have greater influence on the treatment, due to his or her level of education, motivation, abilities, context, and/or the relationship between the therapist and the person with functional diversity, which makes the intervention gratifying both for the person and for the Occupational Therapist (Gutiérrez 2008). “We didn’t know the objectives of the activities. This is a grave error, because the person gets bored, feels sick and condemned... They don’t understand what they are doing it for... They see it as nonsense... I guess that all the therapists used the activities for specific reasons... even if the patient didn’t know what they were... I admit that I grasped the meaning behind what I was doing only when the Occupational Therapist gave it to me... These were the rare moments of harmony in a department where disorder reigned, as it did throughout the hospital” (Guitiérrez 2011, 157). In Poca’s experience, the possibility of reaching the first level of participation and decision-making reconfigures the experience of OT and gives it meaning.

Intervention and Socioeconomic Variables

The practice of intervention is influenced by many categories: “The treatment that the patients received varied widely... due to economic reasons and privileged

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social functions. For example, if a woman was a mother, it didn’t matter if she stayed slow and could hardly talk; the question was whether she was able to recognize her children and to salvage her role as mother... The rest of the person didn’t matter. The people were —and of course in the public hospital the classism was even more obvious ... —institutionally conditioned to fulfill a social function in life, and not, obviously, for diversity... —[It was] emotional, functional, economic determinants, etc. that prioritized salvaging a function for each person, usually their job, if they were lucky enough to have one... and goodbye to all of the other possibilities... In my case, I was lucky because my social role was... better emphasized... because I was a writer and a university professor... This made my projection easier... my social function was noble and created expectations about what I might still achieve” (Gutiérrez 2011, 160). In her experience, being a university professor was “an island of good luck amid the general misfortune (since) they had to do something with me” (Gutiérrez 2011, 161). It is vital to examine the production and representation of socioeconomic categories in the occupational intervention critically. Axes such as “poverty, race, sex, and age are factors that intervene in the production of disability, but the fundamental character of these themes is never recognized in the theoretical or experiential understanding of disability” (Oliver 1998, 40). For reflection on this, it is useful to apply the notion of intersectionality (Esguerra and Bello 2014) in considering the social determinants not as isolated factors (Cairney et al. 2014) but rather as the interaction of various social categories that result in a given social position (Davis 2008). This consideration has both theoretical and methodological relevance for OT intervention, since it reveals the dimension of power articulated in the reproduction of these categories as forms of governmentality and subjectification present in the intervention practice. Reflection on these themes makes it possible to develop other ways of acting, opening up space for the everyday political dimensions of our practice. As noted by Martínez, “questioning the concept of femininity is not sufficient; we must also question the concept of masculinity, of heterosexuality, and also categories such as race, class, identities associated with consumption and work, the so-called stages of development, etc.” (Martínez 2006, 62).

Conclusions: Localization of Occupational Therapy The exploration of governmental practices in the position of “therapists” points to subjectivation processes derived from some forms of OT. Uncovering the disciplinary and performative processes involved in the professional intervention makes it possible to rethink the relationship between the provider and the subject of the intervention and the processes by which knowledge

is produced. In particular, clarifying the tension within the practice regarding independence and/or autonomy shows the limitations of intervention practices that focus on independence and the need to explore the issue of Occupational Therapy intervention from the perspective of both autonomy and interdependence (Reindal 1999). Rethinking the intervention situation as the interconnection between different positions and acknowledging the knowledge of both the provider and the receiver of therapy makes it possible to localize the therapeutic relationship within the specific circumstances of the person instead of aiming for a normalized pattern. This is relevant, for example, when evaluating the importance of the independence or autonomy of the receiver of therapy. Recognizing the knowledge of the person receiving therapy opens up different axes of understanding that locate intervention within a complex and manifold perspective. Uncertainty and complexity are both characteristic of our societies, and OT should address these facts instead of hiding them. OT takes place in a concrete local situation and therapeutic practice should consider the local knowledge that shapes these practices. Theory and practice constitute a dialectical relationship of constant reflection. Understanding OT and the science of occupation as an occupational complex allows us to problematize the imposition of the liberal subject on therapeutic contexts, recognize the context of vulnerability and social discrimination, localize the therapeutic relationship and acknowledge people with functional diversity as active and autonomous citizens in their own way. Moreover, considering the performative dimension of occupations helps us to keep in mind the processes of subjectification and governmentality in which we participate. This point of view, which makes visible the political dimension of the occupational complex, allows us to undertake everyday actions in pursuit of the challenge of achieving dignity, rather than capacity, questioning our professional role, challenging and problematizing the neutrality and depoliticization of the professional practice. Practitioners are accountable for their practice: they have a responsibility to review their professional knowledge critically and to make it available to the pulic (Higgs and Titchen 2001, 528).

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Exclusão de adolescentes grávidas em escolas do sul do Brasil: uma análise sobre a educação sexual e suas implicações* Denise Regina Quaresma da Silva** Data de recepção: 30 de setembro de 2015 • Data de aceitação: 26 de janeiro de 2016 • Data de modificação: 15 de abril de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.06

R E S U M O | Este artigo integra os resultados de um estudo que teve como objetivo caracterizar as práticas relativas à educação sexual e descrever o tratamento que recebem as adolescentes grávidas nas instituições educativas, bem como analisar a evasão dessas alunas, com a intenção de examinar os processos de educação sexual nas escolas e a exclusão escolar e social. Teoricamente, resgatamos alguns aportes para a compreensão da educação sexual, especificamente a partir dos estudos de gênero, assim como de estudos atuais que abordam o tema. Também são apresentados resultados qualitativos obtidos por meio de entrevistas realizadas com diretores, coordenadores pedagógicos e orientadores educativos em 30 escolas estaduais de ensino fundamental da cidade de Novo Hamburgo, Rio Grande do Sul (Brasil). Concluímos que os estigmas que rodeiam a gravidez na adolescência marginam a adolescente e limitam a disposição de funcionários das instituições educativas e dos governos para projetar políticas diferenciadas que facilitem a continuidade dos estudos durante a gravidez e depois do parto. O descaso ante essa problemática social é um dos facilitadores para o abandono escolar da grande maioria de adolescentes grávidas. No estudo realizado, confirmamos a exclusão escolar e social dessas adolescentes. PA L AV R A S - C H AV E | Adolescentes grávidas, educação sexual, exclusão social (palavras do autor).

Exclusión de adolescentes embarazadas en las escuelas en el sur de Brasil: un análisis de la educación sexual y sus consecuencias R E S U M E N | Este artículo integra los resultados de un estudio que tuvo como objetivo caracterizar las prácticas relativas a la educación sexual y describir el tratamiento que reciben las adolescentes embarazadas en estas instituciones educativas, así como analizar la deserción de estas estudiantes, con la intención de examinar los procesos de educación sexual en las escuelas y la exclusión escolar y social. Teóricamente, rescatamos algunas aportaciones para la comprensión de la educación sexual, específicamente a partir de los estudios de género, así como de estudios actuales que abordan el tema. También se presentan resultados cualitativos obtenidos a través de entrevistas realizadas a directoras/es, coordinadoras/es pedagogas/os y orientadoras/es educativas/ os en las treinta escuelas primarias estatales de la ciudad de Novo Hamburgo/RS, Brasil. Concluímos que los estigmas que rodean la gestación precoz marginan a la adolescente y limitan la disposición de funcionarias/ os de las instituciones educativas y de los gobiernos para diseñar políticas diferenciadas que faciliten la continuidad de los estudios durante la gestación y después del parto. La indiferencia frente a este problema social es uno de los facilitadores del abandono de la escuela de la gran mayoría de adolescentes embarazadas. En el estudio realizado, confirmamos la exclusión social y escolar de estas adolescentes. PA L A B R A S C L AV E | Exclusión social (Thesaurus); adolescentes embarazadas, educación sexual (palabras clave

de autor).

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Este artigo apresenta parte dos resultados da pesquisa “Geografias da exclusão das adolescentes grávidas em escolas do sul do Brasil: corpos abjetos?”. Este estudo recebeu apoio de financiamento da Universidade Feevale e do Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq), chamada pública MCTI/CNPq 14/2013.

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Pós-doutora em estudos de Gênero pela Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES, Argentina). Doutora em Educação pela Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Brasil). Docente da Universidade Feevale (Brasil) do Programa de Pós-graduação (PPG) em Diversidade Cultural e Inclusão Social, e do PPG em Educação do Centro Universitário Unilasalle (Brasil). Publicações recentes: “Novos olhares para as pegagogias de gênero na educação infantil” (em coautoria). Revista Contrapontos 14:448-463 (2016), e “Estás sempre chorando, tu é de açúcar? Pedagogias de gênero na educação infantil” (em coautoria). Revista Iberoamericana de Educación 68:137-150 (2015). * denisequaresmadasilva@gmail.com


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Exclusion of Pregnant Adolescents in Schools in Southern Brazil: An Analysis of Sex Education and Its Consequences A B S T R AC T | This article integrates the results of a study intended to characterize the practices relating to sex education and to describe the treatment that pregnant adolescents receive at these educational institutions, as well as to analyze the evasion of these students, in order to examine the processes of sex education in the schools and academic and social exclusion. Theoretically, we have retrieved some previous contributions to understanding sex education specifically based on gender studies, as well as current studies dealing with the topic. It also presents qualitative results obtained through interviews with directors, pedagogical coordinators and educational guidance counselors in the 30 public elementary schools of the city of Novo Hamburgo/RS, Brazil. The conclusion is that the stigmas surrounding teenage pregnancy marginalize the affected adolescents and limit the willingness officials of educational institutions and of governments to design differentiated policies to facilitate the continuance of their studies during pregnancy and after giving birth. The indifference towards this social problem is one of the main reasons why the vast majority of pregnant teens drop out of school. The study conducted confirmed the social and academic exclusion of these teenage girls. K E Y W O R D S | Social exclusion (Thesaurus); teenage pregnancy, sex education (Author’s Keywords).

Introdução No estado do Rio Grande do Sul, as gestações precoces têm abrangência relevante, mesmo que se faça alusão a uma possível diminuição do número de casos de gravidez na adolescência. As adolescentes grávidas representam 17,4% do total, segundo balanços de 2008, inclusive podemos supor cifras ainda maiores uma vez que o aborto é proibido no Brasil. Por essa razão, as adolescentes que buscam clínicas clandestinas particulares ao decidirem interromper a gravidez poderão ter complicações de saúde provenientes dos abortos na maioria das vezes malfeitos. Essas adolescentes poderão ir ao óbito, sobre o qual, na maioria dos casos, constará a declaração de outra causa de morte devido à clandestinidade do aborto. Uma pesquisa nacional de 2013 aponta que o Brasil teria 5,2 milhões de adolescentes mulheres de 15 a 17 anos. Destas, 414.105 teriam pelo menos um filho e, deste número, somente 104.731 delas estudavam; as outras 309.374 estariam fora da escola. Também aponta que a maioria das jovens não trabalha e/ou estuda e somente uma minoria de 52.062 trabalharia (Moreno e Gonçalves 2015). A gravidez precoce, sem dúvida, é uma problemática de preocupação mundial e ocupa um espaço dentro dos Objetivos de Desenvolvimento do Milênio (ODM), aprovados pela Organização das Nações Unidas (ONU). O quinto objetivo, referente à melhora da saúde materna, possui um indicador sobre a fecundidade adolescente e destaca a sua necessária redução pela transcendência desse objetivo e por sua incidência no cumprimento dos outros: Los embarazos adolescentes contribuyen al ciclo de muertes maternas y mortalidad infantil. La fecundidad muy temprana no sólo aumenta el riesgo

de muerte en el parto, sino que pone en peligro el bienestar de las madres y niños que sobreviven. Las madres jóvenes con frecuencia pierden oportunidades educativas y socioeconómicas. Los hijos de madres adolescentes tienen mayor riesgo de morir durante la lactancia e infancia, y poseen mayor probabilidad de carecer de los beneficios conocidos que se transmiten de las madres educadas a sus hijos. Reducir la fecundidad adolescente contribuye directa e indirectamente a lograr la salud materna y otros objetivos. (ONU 2008, 27)

A preocupação com a maternidade das mulheres e das adolescentes, tema do quinto ODM, estabelece como meta para a verificação de seu cumprimento, no Brasil, a redução da razão de mortalidade materna para 35 óbitos por 100.000 nascidos vivos até 2015. Para se ter uma ideia do panorama sobre os partos no Brasil, o parto cesário representou, em 2012, quase 56% dos partos realizados no país. Os partos em menores de 15 anos apresentam 39,8% de partos cesários, sendo uma intervenção bastante intrusiva que apresenta sérios riscos às mulheres e a seus filhos. A Organização Mundial da Saúde (OMS) preconiza que essa prática não ultrapasse os 15% dos partos realizados (Presidência da República — Secretaria de Políticas para as Mulheres 2015). O informe de 2010 sobre a marcha dos ODM comenta que se conseguiu reduzir a gravidez adolescente em algumas regiões e países. No entanto, isso se mantém como uma problemática e, na América Latina, segue com mais de 70 nascimentos por cada 1.000 mulheres (ODM 2010). No Brasil, o Ministério da Saúde considera a gravidez na adolescência como um problema de saúde pública. Desde 2005, suas investigações sobre a maternidade começaram a ser consideradas como um grupo significativo das adolescentes entre 10 e 14 anos (IBGE 2009).

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Na pesquisa intitulada “Juventudes e Sexualidade” (García, Abramovay e Da Silva 2004), impulsionada pela Organização das Nações Unidas para a Educação, a Ciência e a Cultura (Unesco) no Brasil, levantou-se um dado muito importante: uma de cada dez estudantes engravida antes dos 15 anos e uma incidência de 10% apresentam probabilidades de ficar grávida, porém somente 7% chegam a se graduar em nível superior.

Falar de sexo não é falar de sexualidade

O Ministério da Saúde reconhece, também, que por muitos anos essa foi considerada uma problemática de pessoas muito pobres. Entretanto, as cifras apontam que, nos últimos anos, chegou a 34% a proporção de adolescentes grávidas de classe média, o que confirma que não se trata de um problema associado diretamente à pobreza ou ao grau de escolaridade (IBGE 2009).

As escolas se apresentam como um microespaço de poder que controla os corpos e o sexo de forma pensada e articulada. Por exemplo, as separações por sexo, por idades —prevenindo que os mais novos não sejam “infectados” pelos pensamentos e condutas sexuadas dos adolescentes—. Essas são proibições que existem em torno do corpo, e se é certo que a escola reflete o culturalmente construído, também é inegável que em muitas ocasiões reforça, consolida, legitima e reafirma. As proibições se evidenciam ao reproduzir modos de ser e estar, tais como: não se masturbar; usar roupas adequadas —em medidas e tamanhos que ocultem o desenvolvimento corporal—; cuidar com o que podem falar; ocupar constantemente os pensamentos com conteúdos escolares para não dar brecha aos “maus pensamentos”; conduzir a eleição de leituras “adequadas” para cada idade; não oferecer literatura “obscena” e evitar que essas literaturas apareçam na mão de algum menino ou menina; dentre tantas outras práticas disciplinares e corretivas que cotidianamente podem ser observadas. Exemplificamos: em uma das escolas pesquisadas, meninos e meninas da quarta série do ensino fundamental passaram a frequentar a biblioteca da escola de forma intensa, o que chamou a atenção dos docentes. Logo estes descobriram que todos queriam retirar um livro intitulado Armando a Barraca: coisas que todo garoto quer saber sobre o piu-piu, o pênis, o pinto..., de autoria de Nick Fischer. Esse livro aborda as transformações físicas e emocionais da adolescência e, no momento em que demonstraram interesse na sua leitura, a equipe diretiva o retirou do acervo da biblioteca. Essa leitura deveria ser permitida somente aos maiores, sendo considerada imprópria para meninas e meninos da quarta série.

As dimensões dessa problemática, claramente comprováveis em nosso cotidiano, nos apresentam a gravidez na adolescência como uma preocupação que nos cerca e se entrelaça com nossas preocupações e motivações investigativas. Em nossas primeiras análises, centramos a atenção nas vivências sobre a gestação, a relação mãe-filha, como transcorreram os processos de identificação sexual perante o outro significativo e quais nexos puderam se interligar com a gravidez (Quaresma da Silva 2007). Em continuidade, enfocamos as escolas, que por sua função, conteúdo e compromisso social, apresentam-se para as adolescentes como um templo de saberes —e de pessoas sábias— que acolherão suas interrogações. A escola é atravessada por marcadores e atribuições de gênero e é impossível pensar em uma instituição sem considerar as construções sociais e culturais de masculinidade e feminilidade (Louro 1997). A complexidade do tema e suas múltiplas mediações assinalam algumas interrogações que orientam os nossos estudos: o que está acontecendo nas escolas quanto à educação sexual? Existem ações direcionadas —curriculares e extracurriculares— para a prevenção da gravidez na adolescência? O que é educação sexual para adolescentes? Como realizam a educação sexual nas escolas? O que acontece com as adolescentes grávidas? Que tipo de tratamento recebem na escola? Quais significados compartilham na escola acerca da gravidez na adolescência? Como é abordado o tema? As escolas estão preparados para fazê-lo? Como se insere a educação sexual na formação pedagógica? (Quaresma da Silva 2012). Entendemos que as escolas oferecem um contexto inquestionável por sua significação de prevenção da fecundidade adolescente, sem esquecer a coparticipação necessária de outras instituições/grupos em se empenhar na questão. Por outro lado, reconhecemos a importância de algumas instituições e grupos no tratamento do referido tema para superar discursos que prejudicam pelo caráter punitivo, excludente e contraditório sobre a sexualidade.

A escola vem falando de sexo durante séculos, porém não fala de sexualidade; vejamos como historicamente isso foi feito. Foucault (1985) aponta que a maior parte do discurso das escolas, tanto o explícito como o não dito, elabora-se em torno do sexo para elevar a eficácia das instituições na disciplina dos corpos e dos pensamentos.

Sobre essas funções e práticas no interior de determinadas instituições, Foucault (1998, 120) aponta que, a partir do século XVIII, surgiram técnicas cada vez mais minuciosas do controle do corpo. Especialmente nos anos posteriores ao século XVIII, no interior dos hospitais, escolas, fábricas e exército, passam a funcionar articuladamente um conjunto de estratégias com a intenção de produzir corpos dóceis e úteis para o sistema vigente, configurando-se no que ele denomina uma “anatomia política do detalhe”. Em sua obra, ele discute as relações de poder disciplinares no universo escolar enquanto espaço institucional, bem como as pequenas atitudes que são representações e dão forma e materialidade a essas relações de poder. É o caso do exemplo acima citado, que acaba regulando os corpos e os pensamentos das crianças a respeito da sexualidade.

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Para Foucault (1998), o poder em todas as sociedades está ligado ao corpo e é sobre ele que são impostas as obrigações, as limitações e as proibições, produzindo a docilidade. O corpo dócil pode ser submetido, utilizado, transformado e aperfeiçoado em função do poder. Tal processo regularizador não acontece somente por meio do dito, do verbalizado, dos regulamentos e dos documentos escritos, mas também se consolida por meio das mensagens menos evidentes. Como exemplo, é possível mencionar a “natural” separação de banheiros para meninos e meninas —a arquitetura espacial produz subjetividades, conduzindo os corpos a espaços considerados adequados, excludentes e produtivos—. Os professores, por sua vez, também são regulados e não podem fazer uma série de coisas, por exemplo, usar roupas curtas ou “inapropriadas”, pois a escola é um ambiente favorável às práticas de vigilância, o panoptismo. Essas práticas evidenciam complexas relações de poder que têm lugar nas instituições disciplinares. Desse modo, por meio dessas ações práticas, impõe-se um dispositivo nas sociedades “normalizando” a vida das pessoas e, consequentemente, de todo o corpo social, construindo o cidadão ideal para perpetuar-se um determinado sistema. Bonato (1996), ao problematizar o velado e o aparente na educação da sexualidade, toma como base para suas análises as reflexões de Foucault. Para a autora, nos três últimos séculos, houve uma explosão discursiva em torno do sexo. Criou-se uma variedade de dispositivos para se falar de sexo, porém, cada vez que se fala sobre isso, se valoriza o tema como um segredo. Os dispositivos utilizados para falar de sexo apresentam também um refinamento do vocabulário. As palavras utilizadas nesse contexto são controladas e é definido quando e onde se pode falar, em quais situações; verifica-se quem pode falar e com quem poderá fazer interlocuções. Entre esses dispositivos criados, aparece a escola, na qual foram se estabelecendo “temas aprovados” e “temas vetados” sobre sexo, respostas “adequadas” para cada pergunta, estratégias para afastar o tema dos pensamentos e prever os comportamentos “desajustados”. De maneira geral, a sexualidade não encontra um espaço na escola para ser discutida e problematizada. Os corpos dos alunos “falam” sua sexualidade, porém a escola se torna surda e muda (Quaresma da Silva 2007, 114). Podemos notar a diferença entre falar de sexo —o que ocorre todo o tempo nas escolas— e propiciar uma discussão aberta sobre a sexualidade. A educação sexual é o único método válido conhecido para preparar os adolescentes para as diversas situações que podem aparecer em suas vidas. O sexo entre eles, ou entre adolescentes e adultos, começa a qualquer momento, e não podemos ingenuamente acreditar que, por não falar sobre isso, eles não possam ter essas relações.

Nesse sentido, acreditamos que as educações sexuais nas instituições de ensino devem ser organizadas, intencionalmente, em um processo que incorpore o conhecimento biomédico, psicológico, jurídico e sociológico. Estarão entrelaçadas, assim, ao pleno exercício da sexualidade, igualdade de gênero, com o respeito pela diversidade, buscando evitar situações de discriminação, abuso, assédio, bem como o início da gravidez ou doença sexualmente transmissível, envolvendo ativamente para essa finalidade professores, estudantes, famílias e instituições. Com essa projeção, também está se direcionando a necessidade de superar atitudes que negam ou sancionam o prazer e a sexualidade na adolescência. Se não incluirmos esses temas, criamos uma barreira de obstrução para falar abertamente sobre sexualidade, o que dificulta o acesso à informação e limita a educação e a preparação dos adolescentes para viver a sua sexualidade de uma maneira prazerosa e responsável. Também devemos parar e pensar o quanto podem ser prejudiciais para os adolescentes as dificuldades que os adultos têm para falar sobre sexualidade. Essas dificuldades normalmente se tornam evidentes nos discursos moralistas, estigmatizados e ambíguos presentes no imaginário social e que refletem no conteúdo imaginário sobre sexualidade que circula nas instituições de ensino, fundamentando as contradições que surgem na prática da educação sexual.

O que acontece no Brasil com a educação sexual nas escolas? Ao falar sobre educação sexual e sua introdução nas escolas brasileiras, vale ressaltar que esse processo tem sido marcado por altos e baixos contínuos, a partir das primeiras experiências do início do século passado. A demanda por essas ações iniciais foram influenciadas pelas ideias médico-higienistas europeias, centradas na necessidade de combater as práticas masturbatórias e doenças venéreas (Sayão 1997, 108). Em 1928, segundo registros da época, o Congresso Nacional aprovou a proposta de instrumentar a educação sexual nas escolas, mas tais esforços foram bastante criticados e dificultados pela igreja. Nos anos 1960 e 70, as escolas no Brasil continuaram como um “território sagrado”, um lugar para aprender sobre tudo, menos a sexualidade (Ribeiro 2004, 15). Eram muito poucas as escolas com uma situação diferente, e nesse grupo estavam as renovadoras, com iniciativas importantes e revolucionárias permeadas por ideias de movimentos sociais de muito impacto no momento. No entanto, as poucas iniciativas que surgiram foram reprimidas pelo Regime Militar, após o Golpe de 1964, uma vez que foram suprimidas todas as manifestações políticas. Em 1968, houve uma estagnação e/ou

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declínio da educação sexual em correspondência com a onda de puritanismo que governou o país e que trouxe o rigor da censura (Barroso e Bruschini 1982, 22-23). Somente a partir de 1978 foram retomados os projetos de implementação da educação sexual nos currículos escolares, apoiados por órgãos públicos municipais e estaduais. Ao mesmo tempo, organizaram-se fóruns de discussão em âmbito nacional para trocar experiências e fortalecer o trabalho de educação sexual, com o aumento da gravidez na adolescência e a propagação do Vírus da Imunodeficiência Humana (HIV) entre os jovens (Ribeiro 2004, 21). Finalmente, em dezembro de 1996, como resultado do nível e da extensão das discussões, foi aprovada a Lei de Diretrizes e Bases “Darcy Ribeiro”, que estabelece os Parâmetros Curriculares Nacionais (PCNs) para a realização da educação como garantia do exercício da cidadania, responsabilidade, dignidade humana, incidindo sobre a necessidade de o jovem experimentar plenamente a sexualidade. Nesses parâmetros, aparece a educação sexual como um tema transversal do currículo escolar a ser interligado com o conteúdo das diferentes matérias. Próximos a esse tema, também aparecem outros temas que o país considera importantes na construção de uma nação inclusiva e sustentável, como: ética, meio ambiente, gênero, saúde e diversidade cultural. Portanto, a educação sexual não aparece como um tema específico e obrigatório nos currículos escolares, mas como uma questão que os professores são desafiados a entrelaçar harmoniosamente com o currículo e as atividades extracurriculares (Ribeiro 2004, 24). A partir do que norteiam esses PCNs, as escolas não só têm o compromisso social para implementar ações de educação sexual para a prevenção da gravidez, a saúde sexual e reprodutiva e o desenvolvimento biopsicossocial em geral de adolescentes, mas também o dever de cumprir legalmente os PCNs.

Metodologia Este estudo, de forma geral, utilizou uma metodologia quanti-qualitativa, mas especificamente, neste texto, destacaremos os resultados que emergiram da análise qualitativa da pesquisa intitulada “Geografias de exclusão adolescentes grávidas nas escolas do sul do Brasil: corpos abjetos”. Essa pesquisa teve por objetivo caracterizar práticas relativas à educação sexual e descrever o tratamento dado às adolescentes grávidas nas instituições de ensino, bem como analisar a evasão dessas alunas, com a intenção de examinar os processos de educação sexual nas escolas. Para atingir tais objetivos, foram aplicadas entrevistas semiestruturadas com diretores, coordenadores pedagógicos e orientadores educacionais em 30

escolas estaduais de ensino fundamental1 da cidade de Novo Hamburgo, Rio Grande do Sul (Brasil), durante a segunda metade do ano de 2014 e ao longo de 2015. Para o processo de análise dos dados, consideraram-se as contribuições do método de análise de conteúdo (Bardin 2002).

Análise das categorias emergentes: resultados e discussão As análises de conteúdo das entrevistas revelaram categorias que merecem ser comentadas e exploradas a partir de suas implicações políticas e para o desenvolvimento biopsicossocial dos adolescentes.

Inexistência de um projeto institucional particular para a transversalização da educação sexual Mesmo que os profissionais que compõem a equipe diretiva das escolas conheçam o que está estabelecido nos PCNs, no que se refere à proposta de transversalização da educação sexual, existe uma interpretação equivocada que cria obstáculos à existência de um projeto institucional que estabeleça e defina os procedimentos particulares que serão assumidos em cada escola. A situação é recorrente na maioria das escolas pesquisadas e é evidente a tendência a confundir “tema transversal” com algo não institucionalizado, organizado ou planejado. Sabemos que as ações educativas podem ser uma demanda em qualquer circunstância, porém não podemos, por isso, negar o necessário planejamento e organização do trabalho educativo. Percebemos que as escolas supõem que somente devam falar de educação sexual quando as inquietudes invadam aos alunos ou se explicite uma demanda que sinalize que chegou a hora de falar sobre relações sexuais ou dos contraceptivos e da gravidez, como o anúncio de uma aluna grávida na escola. Dessa forma, parece-nos que a educação sexual funciona como um “extintor de incêndios” em uma situação emergente e que, na escola, se espera chegar a um momento crítico para conversar sobre sexualidade. Isso retira o essencial caráter preventivo da educação sexual e acentua uma perspectiva circunstancial e interventiva ante situações de “perigo” ou diante da demanda explícita dos adolescentes. Sem dúvida, é muito difícil poder prever o momento em que os adolescentes precisarão das informações sobre educação sexual que lhes devem ser dadas para tomarem decisões nas circunstâncias das novas etapas de suas vidas. Essa postergação os coloca em 1

O ensino fundamental no Brasil vai desde a primeira até a nona série. Um estudante que não repete nenhuma série conclui o fundamental entre os 14 e os 15 anos.

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maior vulnerabilidade ante uma gravidez, contágio de Doenças de Transmissão Sexual (DSTs) ou situações de abuso. Nas entrevistas, reiteradamente os dirigentes escolares citam a falta de informações como um dos facilitadores da gravidez precoce das alunas. Exemplificamos com a informação de uma das entrevistadas: “Na minha opinião, ainda acho que é descuido pela falta de informação, falta de conhecimento, de achar que não vai acontecer com a pessoa. Por descuido mesmo e pela falta de informação, mais pela falta de informação” (Orientadora educacional 2014). Esse entendimento nos possibilita compreender a inadequada interpretação que existe entre os docentes sobre o início da educação sexual para os discentes na escola. Tal interpretação é, muitas vezes, fundamentada no medo de incentivar ou promover um interesse precoce para as relações sexuais ao falar sobre o tema para as crianças. O deslocamento da educação sexual para a etapa adolescente adquire maior evidência nas escolas que formaram parte do estudo e que têm somente até a 5a série —ensino fundamental 1— e, portanto, têm poucas probabilidades de contar com adolescentes grávidas entre seus estudantes. A exceção pode ocorrer com as meninas que repetem o ano por problemas de aprendizagem ou de outro tipo, que acabam correndo os mesmos riscos da gravidez na adolescência que as alunas das demais séries do ensino fundamental. A quase totalidade das escolas pesquisadas considera um tanto desnecessário trabalhar a educação sexual entre as prioridades educativas. Uma das entrevistadas revela que “nunca havia pensado na importância da educação sexual” (Coordenadora pedagógica 2015) e que somente ao ser entrevistada para a pesquisa percebeu a lacuna que existe na escola sobre esses temas. Nesse sentido, percebemos que as escolas não assumem a gravidez na adolescência como uma temática a ser trabalhada com os estudantes. O assunto é apenas abordado como uma consequência quando ocorre uma gravidez entre seus estudantes, como se a prevenção devesse ocorrer somente nas escolas que já têm esse “problema”. Sobre as atividades realizadas, aparecem com frequência nas entrevistas exemplos de palestras que são planejadas e realizadas durante o ano letivo, porém a pouca articulação com outros processos da escola —docência, preparação pedagógica, pesquisa— reduz em grande medida sua transcendência, sistematização e sustentação. É importante também apontar que não existe uma lógica sobre quais temas serão trabalhados em cada palestra, pois não são identificadas as prioridades. Da mesma forma, não parece haver uma preocupação em consonância com os princípios normativos instituídos que devem sustentar a educação sexual, tais como a promoção da plena sexualidade, a igualdade de gênero e o respeito à diversidade.

Ausência de metodologias participativas no planejamento e elaboração das atividades de educação sexual As atividades que são realizadas durante o ano nas escolas de ensino fundamental frequentemente emergem do critério pessoal dos responsáveis pela tarefa, que definem os temas considerados prioritários e organizam as palestras ou oficinas que serão realizadas. Cabe ressaltar que raramente foi citada a realização de oficinas. De maneira geral, para falar sobre sexualidade chamam um palestrante de fora da escola, de preferência alguém da área da saúde. Falam sobre prevenção, uso de preservativos e das DSTs, o que também é importante, porém não podemos reduzir a educação sexual no seu amplo sentido a essas palestras. Em nossa opinião, essa prática pode ser também uma explicação razoável para compreendermos o distanciamento e a falta de implicação de alguns docentes com a necessidade de transformar a educação sexual em um trabalho sério, organizado, criativo e constante. Quando os docentes não participam do diálogo sobre o projeto e a instrumentalização da educação sexual, estão sendo pouco ativos. Assim, está sendo descartada a potencialidade dos docentes para o questionamento e a análise de suas práticas e a construção de alternativas de superação das lacunas existentes. Quando empregamos metodologias participativas, que privilegiam a crítica por meio de processos reais de participação e envolvimento, estamos acentuando o compromisso político a partir de uma posição crítica e emancipadora. Isso permitirá a professores empoderarem-se e transformarem suas práticas. Pensar, projetar, instrumentalizar e avaliar a educação sexual deve implicar ativamente todos que compõem o grupo diretivo e docente da escola e também os estudantes.

Práticas permeadas de estereótipos de gênero e exclusão das adolescentes grávidas A maioria dos professores entrevistados especifica que a educação sexual deve ser e é mais dirigida às alunas que aos alunos. Entre as justificativas apresentadas, está o fato de considerarem que as alunas amadurecem mais cedo e que devem saber mais sobre sexualidade pois são elas que engravidam. Além disso, são elas que acabam arcando com as consequências da gravidez, como se pode observar em um relato da pesquisa: “é muito complicado para as alunas, porque praticamente interrompe todo um processo natural das coisas, daí com criança vai ter que cuidar, vai ter que trabalhar muitas vezes para poder alimentar, porque muitas vezes só Deus nem sabe quem é o pai, ou o pai só faz o filho e depois desaparece e quem assume na verdade é a mulher e isso modifica totalmente a vida da adolescente”

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(Diretora 2015). Por esse motivo, os docentes entendem que as alunas precisam ter mais conhecimento sobre a prevenção da gravidez, reforçando e perpetuando a suposição de que os cuidados acerca desta e dos filhos são responsabilidades do sexo feminino. Isso aponta para a problemática da gravidez na adolescência: uma importante questão de gênero. Evidentemente, não podemos negar que a forma como os adolescentes estabelecem os vínculos ainda está impregnada de estereótipos e mitos que colocam as fêmeas em uma situação de desvantagem e de maior vulnerabilidade. Isso se dá pois estão imersos em uma cultura hegemonicamente machista, como é a cultura do estado do Rio Grande do Sul, no Brasil, onde prepondera a figura do gaúcho, que subjetiva as masculinidades no estado. Tradicionalmente, para a mulher, tem-se reservado o espaço privado e as qualidades competentes para essa posição como serem meigas, delicadas, dependentes, carinhosas e cuidadoras, deixando em um plano secundário suas potencialidades e possibilidades reais intelectuais e psicológicas. O núcleo essencial de suas vidas vai se constituindo em função dos outros, derivando dessa posição sua “especialização” em ser dona de casa, mãe, esposa e cuidadora de enfermos ou idosos, o que origina e determina a necessidade e a forma de agir inconscientemente com os outros. O sentido da vida, o que fazer na vida, acaba sendo orientado pelos outros de tal forma que o “eu” só existe na medida do que faz pelos outros. Isso constitui o núcleo do “cativeiro” ou a ausência de liberdade das mulheres (Fernández 2003, 60). As mulheres não nascem sendo “mulheres marionetes”; são necessárias muitas intervenções pedagógicas eficientes, uma esmerada educação, imitações das figuras femininas com comportamentos dóceis acompanhadas de elogios. Tudo isso produz uma mulher com uma autonomia restrita, que limita sua emancipação e libertação do papel estabelecido. Quando uma menina nasce, seu “treinamento” para a dependência provavelmente começa no hospital, quando é colocada nela uma roupa de cor rosa, carregada de simbolismos. As expectativas da mãe e do pai são bem definidas: será sempre boa, obediente, dócil e meiga. Essa aprendizagem acaba alienando-a de si mesma para corresponder às exigências dos adultos, porém isso se dá de forma inconsciente e dificilmente será percebido por ela (Quaresma da Silva 2008, 4). A partir dessas questões, podemos assinalar alguns pontos-chave para pensar se a gravidez na adolescência é sempre uma gravidez não desejada e questionarmos quais exigências e expectativas podem estar ocultas atrás de uma relação sexual desprotegida e com os riscos de uma gravidez. A maternidade constitui uma dimensão importante na constituição da subjetividade feminina. Desde que

nasce, uma menina escuta que a maior aspiração da vida de uma mulher é ser mãe. Talvez esse desejo inconsciente de ser mãe possa influenciá-la ao ponto de não cuidar da prevenção adequadamente na relação sexual. Levantamos a hipótese de que as adolescentes possam estar expressando uma necessidade de serem reconhecidas como “mulheres”, que estejam no mesmo status social das outras que são mães e que as rodeiam, com todas as liberdades que implica transcender de adolescente a mulher. No complexo processo de aceitação/subjetivação/ objetivação do que foi construído sócio-historicamente em torno de ser mulher e de ser homem nas sociedades herdeiras de uma cultura patriarcal, também adquire relevância indiscutível o mito do amor romântico. Esse mito perpetua o vínculo funcional dependente nos relacionamentos entre um casal. Junto aos sentimentos amorosos vão instituindo-se posições de poder que não favorecem as mulheres, fazendo com que sejam dependentes do amor de um homem. Exige-se fidelidade dessa mulher com seu companheiro —e não de ambos— e parte-se da idealização de um outro que as representará, as protegerá e as valorizará. Ao contrário do que transmite a mitologia popular, o amor romântico não é fonte de transcendência, felicidade nem autorrealização. Constitui uma das principais causas da brecha existente entre homens e mulheres, sendo uma das práticas culturais que obrigam a mulher a aceitar e amar sua própria submissão (Illuz 2014). Para uma adolescente que se apropriou desse pensamento de amor idealizado, é difícil relacionar amor e relacionamento de casal com problema, sofrimento ou enfermidade. Essa pode ser também uma perspectiva relevante para compreender por que muitas adolescentes não reconhecem ou desconsideram o risco de uma gravidez ou de uma enfermidade sempre que têm uma relação sexual. O que se reprime e sanciona nas mulheres, nos homens se estimula. As mensagens transmitidas aos adolescentes, segundo seu gênero, são bem distintas. Enquanto, em relação a elas, são reprimidas as vivências prazerosas da sexualidade, para eles, tais vivências constituem uma fonte importante de expressão e reafirmação de sua virilidade. Nos homens, observamos um superdesenvolvimento do mundo exterior —fazer, ter, atuar— e uma repressão da esfera emocional (Montesinos 1999, 92). Estes podem ser os fundamentos para que os professores considerem que a educação sexual, no caso dos adolescentes do sexo masculino, deve ser encaminhada para ajudar na definição da sexualidade “normal”, porém não levam em conta a participação responsável deles na prevenção de uma gravidez precoce e em assumirem a paternidade nesses casos.

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 78-88 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.06


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Nossa experiência nesses temas nos permite afirmar que a colocação do adjetivo “normal” nas conversas sobre a sexualidade masculina está geralmente associada às tradicionais expectativas de ser homem —forte, conquistador, potente e assustador—, atributos que se convertem em fatores de risco para o surgimento da gravidez precoce e outras problemáticas sociais como a violência, o contágio com DSTs, a infidelidade e o abuso sexual e psicológico que assistimos nas relações de casais. Podemos afirmar que a educação sexual para os adolescentes do sexo masculino está muito limitada e encaminhada para a normatização da heterossexualidade. Não obstante, a ação política desses grupos e as construções teóricas contra-hegemônicas que estão sendo elaboradas vão descolocando o caráter “natural” que tradicionalmente foi atribuído ao sujeito feminino ou ao masculino, mostrando que existe um processo de construção de “sujeitos de gênero”, o qual nos possibilita falar de diversidades de gênero. Sabemos que, por meio do discurso, os jovens aprendem quais comportamentos devem valorizar, quais atitudes e gestos são adequados para cada um dos sexos e gêneros, ou seja, “ao representar determinadas identidades e excluir outras, o discurso busca, de maneira intencional, constituir e fixar os sujeitos sociais em identidades específicas de gênero e de sexualidade” (Louro 2002, 46). Assim, por meio das linguagens e dos silêncios, ensinam-se quais são as atitudes consideradas adequadas a um adolescente, bem como o que podem e devem fazer. As escolas foram se especializando em legitimar e perpetuar esses atributos que, tradicionalmente, têm sido designados para ser homem e ser mulher. Sobre eles, continuam sendo estabelecidas relações de exclusão, subordinação e opressão entre os gêneros, inclusive no interior de um mesmo gênero, tanto que o discurso de muitas professoras a respeito das adolescentes que engravidam é de julgamento moral e desprezo, pela impureza moral que o corpo grávido representa. Os rapazes, como não aparentam no corpo a marca da gravidez simbolizada pela barriga que cresce, não são estigmatizados e em alguma medida são inclusive aplaudidos, pois são dados como sendo machos ao fecundarem a adolescente. Realmente, ao menos no que tange à sexualidade, as escolas foram se distanciando abismalmente da missão libertadora que envolve a apropriação do conhecimento científico. Seria um bom ponto de análise entre os docentes o questionamento da função opressora que as instituições educativas ainda operam em nossos dias, em contraposição a uma educação emancipatória. Percebemos também uma certa banalização sobre o abandono escolar de uma aluna grávida. Já era esperado que o fato ocorresse, como afirma uma das entrevistadas quando diz que “no ano retrasado, nós tivemos

uma menina do sexto ano, recém tinha completado 13 anos, ela engravidou, teve o bebê, deixou de vir para a escola e agora a gente ficou sabendo que ela já está na segunda gravidez esse ano” (Coordenadora pedagógica 2015). Outra diz: “o que a gente vê aqui na escola é que as meninas abandonam tudo, abandonam estudo, elas têm que se dedicar à criança, inclusive a gente já recebeu alunos de meninas que foram gestantes na adolescência, e geralmente são alunos com muitos problemas a serem resolvidos, então eu vejo como algo que não é bom” (Diretora 2015). Ou seja, o estigma existente sobre a mãe adolescente como sendo alguém com problemas se estende sobre sua prole. Nossa investigação corrobora com os achados de Gaitán (2014) sobre formas de regulação dos corpos e sexualidades de mulheres jovens e as disputas de sentidos que, em torno da maternidade e do aborto, se produzem na implementação de uma política social na Região Metropolitana de Buenos Aires. Em tal implementação, determinados comportamentos são construídos como legítimos e ilegítimos para mães jovens e somente aparece um tipo de identidade sexual abordada: a heterossexualidade.

Pouco tratamento de temas como aborto, maternidade/paternidade e diversidade Em nossos diálogos, emergia com insistência certo mal-estar e angústia entre os docentes diante da tarefa de abordar temas de educação sexual. No entanto, falar sobre a biologia dos corpos, DSTs/HIV/Síndrome de Imunodeficiência Adquirida (Aids) e os métodos anticonceptivos não representa a mesma dificuldade para eles em comparação aos outros temas da sexualidade humana que são difíceis de serem compreendidos, aceitos e dialogados abertamente, como o tema da diversidade sexual. É habitual que, diante da indagação, questionamento ou curiosidade dos estudantes por um conjunto de temas sobre a sexualidade, aconteça a evasão dos docentes que se sentem desprovidos de conhecimentos e ferramentas para abordar esses temas. Assim, resta pouco espaço para que os adolescentes encontrem respostas para as suas dúvidas. O risco de dar início a um círculo vicioso no qual estudantes e docentes se frustrem é muito provável. Sem dúvidas, nesse vínculo, o docente tem a responsabilidade ética de procurar informações e de “armar-se” de conhecimentos e estratégias para chegar à aula com um discurso convincente, uma linguagem compreensível e uma postura inclusiva e emancipatória, tentando superar as resistências e as dificuldades pessoais que possa vivenciar. Portanto, um educador deve ter clareza do lugar que ocupa no processo de mudanças necessárias para que nossas sociedades sejam mais justas, ainda que considerem pequenas as mudanças que possam fazer.

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Nesse empreendimento, no qual o interesse e o compromisso dos docentes são fundamentais, também é exigida a participação da equipe diretiva das instituições educativas na criação de espaços que possibilitem a formação e a atualização sobre temas de educação sexual, a didática para serem abordados e o treinamento metodológico para sua instrumentalização, avaliação e aperfeiçoamento. Figueiró (2009, 142) destaca que o propósito de educar sexualmente engloba também a possibilidade de os docentes reeducarem-se para atuar como educadores sexuais em todos os tipos e níveis de ensino. Quanto à questão das diferenças dos conteúdos imaginários sobre a sexualidade que circulam entre uma geração e outra, deve-se ter em conta como um aspecto que constitui uma barreira para a educação sexual. Esse aspecto não deve ser desvalorizado; ao contrário, deve ser observado. Ao analisarmos os temas que são mais evitados pelos docentes ou aqueles que são considerados mais incômodos, apareceram como mais citados: homossexualidade, aborto, masturbação, sexualidade precoce, as mudanças ao que antes consideravam uma aparência feminina ou masculina, e outros que, inclusive ao nomeá-los, carregavam expressões pejorativas, como a transexualidade e o travestismo. Isso mostra como a escola continua sendo um território onde, a nosso ver, não se fala de “práticas proibidas”. Outros temas não foram mencionados e também estão quase ausentes nas práticas de educação sexual, como o prazer e os sentimentos nas relações sexuais, os direitos sexuais e reprodutivos, a responsabilidade paterna e os estereótipos de gênero, que deveriam ser mencionados por seus nexos com a reprodução de situações de discriminação, exclusão ou omissão, assim como por seus custos e limitações para a autonomia masculina e feminina. Com relação ao aborto, dialogar sobre o tema no Brasil é muito complicado pelo alcance e pela extensão de ideias religiosas que apresentam a interrupção de uma gestação como “homicídio”, impossibilitando a conquista de um aspecto importante nos direitos sexuais e reprodutivos. Essas ideias não persistem somente nas pessoas com mais idade. Um estudo realizado com adolescentes e jovens de ambos os sexos demonstrou que mais da metade da amostra se manifestou contra o aborto, mesmo nos casos de estupro ou ante uma situação de risco para a saúde materna, o que evidencia que esses critérios também estão presentes com muita força nas novas gerações (García, Abramovay e da Silva 2004, 226-228). Sabemos que o aborto é afinal buscado pelas mulheres ante uma gravidez não desejada. Pattis (2000), ao estudar aspectos simbólicos do aborto provocado e da maternidade, refere que existem filhos que nascem e são “abortados” simbolicamente de outras formas todos os dias, pois não basta parir uma criatura humana apenas

biologicamente, é necessário que os pais acolham psicologicamente os filhos quando nascem. Sobre essa situação, Dolto (2000, 28) expressa: […] si un cuerpo está marcado por el deseo de muerte o de no vida, de no amor, de no llamado a su existencia por sus padres, más vale que ese cuerpo no nazca. Más vale que ese embrión no llegue a la madurez a que lo haga sin esa acogida que lo integra de pleno derecho en la alegría, en el grupo en que va a nacer, pues ese niño está condenado al rechazo de los seres vivos que lo rodean, rechazo que él provocará inconscientemente por su actitud, dado que el rechazo lo ha acompañado en su encarnación. Su ética inconsciente está hecha de odio y de indiferencia.

O tema dos direitos sexuais e reprodutivos com relação à gravidez na adolescência traz junto consigo conotações que com frequência ocupam bastante tempo nos debates de muitos eventos científicos, com temas que certamente são relevantes, mas precisamos também problematizar o direito de a adolescente desejar, conceber, continuar ou interromper uma gestação. A contradição que se apresenta entre o discurso jurídico e o discurso psicológico/médico, que assinala a ausência de estrutura psíquica e maturidade anatômico-fisiológica na adolescência para acolher um bebê, necessita continuar sendo repensada, procurando um encontro entre essas perspectivas. Da mesma forma que valorizamos o aborto como um tema que urge a ser incluído na pauta da educação sexual das adolescentes, consideramos que a perspectiva da educação sexual masculina também deve ocupar um espaço no debate sobre as gestações precoces. Esse tema é dado como sendo prioridade para ser trabalhado com as adolescentes, pois como são elas que carregam no corpo a fecundação, a barriga que cresce promove nelas a marca do estigma do “pecado”. Conforme analisamos anteriormente, não vincular os adolescentes com essa problemática constitui um grande erro, que podemos evidenciar de imediato na desresponsabilização com a gravidez e, em longo prazo, com uma paternidade distanciada ou periférica durante a vida adulta. As designações de atributos de gênero, posicionamentos e espaços reservados de formas diferentes para os adolescentes condicionam uma percepção genérica diferenciada quanto à responsabilidade pelas relações sexuais e suas consequências. O respeito à diversidade, como um valor que deve regular nossos sistemas de relações, é, sem dúvidas, um recurso de significativa potencialidade pedagógica, educativa e emancipatória do instituído, que pelo cotidiano se naturaliza e se torna acrítico. Podemos incluir muitos temas no debate para que os adolescentes considerem que existem diferentes formas de

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expressar a sexualidade, de amar e de desejar; além de perceberem como a expressão de diferentes possibilidades da sexualidade nem sempre é respeitada, conduzindo alguns ao silêncio, à humilhação, à segregação e até a serem vítimas de violência.

do preenchimento e encaminhamento da Ficha de Comunicação de Aluno Infrequente (Ficai), as entrevistadas revelaram que não recebem retorno desse órgão. Em raras ocasiões, há uma visita de algum conselheiro tutelar na escola ou na casa da aluna que evadiu.

O bullying,2 que na atualidade está cada vez mais visibilizado nas escolas, na maioria das vezes está associado a discriminações que se constroem a partir de estereótipos de gênero que contradizem a ideia de pensar a sexualidade, os corpos e os desejos a partir de uma perspectiva diversa. O silêncio dos docentes ante os comportamentos desrespeitosos e intolerantes favorece a violência discriminatória diante daqueles que possuem uma aparência diferente ou que expressam sua sexualidade e seus desejos sem ajustar-se ao que determinados grupos consideram como aceitável ou normal.

Quando isso ocorre, a educação, seja a informal doméstica, seja a instrução escolar, se constitui em uma das bases da exclusão e da violência contra o feminino, muitas vezes a partir de detalhes sutis e quase imperceptíveis que até podem parecer benefícios. Os discursos, para Butler (2015), na verdade habitam corpos, acomodando-se neles. Estes, de fato, carregam discursos como parte de seu próprio sangue. E ninguém pode sobreviver sem, de alguma forma, ser cobrado pelo discurso (Butler 2015).

Conclusão: o que acontece nas escolas com adolescentes grávidas? Este estudo, realizado nas escolas estaduais de Novo Hamburgo, sul do Brasil, nos permitiu também identificar situações e práticas que têm uma implicação política significativa, não somente por acontecerem em espaços públicos como são as escolas estaduais, mas também por estarem opostos às aspirações e aos ideais de inclusão, igualdade e respeito à diversidade que defende a sociedade brasileira. A adolescente que, por diversas razões, continua com a gravidez não está precisamente o mais próximo do ideal de feminilidade que foi construído para essa etapa da vida, inclusive nem sequer nos casos de uma gravidez adolescente planejada e desejada. A adolescente grávida, de maneira geral, começa a confrontar as expectativas em torno do seu gênero para essa fase da vida e a vivenciar situações de evidente exclusão e afastamento da escola, sendo que são sutilmente “convidadas” a permanecerem em casa para ficarem mais “protegidas” ou simplesmente somem do espaço escolar. Constatamos que a maioria das adolescentes grávidas que evadem não são objeto de investimento por parte das escolas ou de cuidados por parte do Conselho Tutelar, na tentativa de que regressem ao convívio escolar. Ao contrário, o abandono é dado como normal e não existe uma preocupação com esse fato, tanto que na maioria das escolas pesquisadas não há sequer um controle dessas ocorrências, o que denota o descaso com esses corpos abjetos. Quando há um controle e é feito o encaminhamento do abandono escolar da adolescente grávida ao Conselho Tutelar, por meio 2 Termo inglês que designa a prática de atos agressivos, violentos ou intimidatórios entre estudantes. Quem é vítima de bullying é perseguido, humilhado, intimidado, excluído ou discriminado.

Os estigmas que rodeiam a gravidez na adolescência marginam a adolescente e limitam a disposição de funcionários das instituições educativas e dos governos para projetar políticas diferenciadas que facilitem a continuidade dos estudos durante a gravidez e depois do parto. Constatamos, portanto, que somente algumas escolas realizam o acompanhamento para a continuidade dos estudos da adolescente gestante em casa, de acordo com a disposição da equipe diretiva e/ou coordenação pedagógica. De acordo com Hall (1997), o termo estigma é de origem grega e se refere a sinais corporais, uma marca depreciativa atribuída a um determinado sujeito por não estar coerente com as normas e os padrões estabelecidos. Assim, buscava-se evidenciar seu desvio e atributos negativos com a implementação do estigma, servindo de aviso para os “normais” que deveriam manter-se longe da pessoa “estragada”, “impura”, “indigna” e “merecidamente” excluída da convivência com os “normais”. No caso das “mães menininhas”, como denominamos as adolescentes que tão precocemente vivem a experiência da gravidez, essa marca se impõe pela aparição da barriga que cresce. Ou seja, a impressão do estigma depende da visibilidade e do conhecimento do “defeito”. A partir dessa confirmação, o sujeito se torna desacreditado em suas potencialidades, passando a não ser mais identificado por seu caráter individual, mas de acordo com sua marca, destruindo-se a visibilidade das outras esferas de sua subjetividade. No estudo realizado, confirmamos que essas práticas reguladoras são recorrentes e produzem estigma sobre a sexualidade e a gravidez na adolescência. Além disso, reiteram a exclusão escolar/social das adolescentes que fogem à regra social imposta: somente as “bem-comportadas” permanecem na escola. As grávidas são corpos abjetos, na medida em que são corpos cujas vidas não são consideradas “vidas” e cuja materialidade é entendida como “não importante” (Butler 2015). Também podemos concluir que as escolas que formaram parte deste estudo vêm desempenhando um papel fracassado na educação sexual de meninos,

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meninas e adolescentes, e que a transversalização da perspectiva de gênero na educação sexual não existe nesses ambientes, onde prevalece uma educação sexista que continua reproduzindo modelos de relações hegemônicos e excludentes.

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Entrevistas 29. Orientadora educacional. Dezembro de 2014. 30. Coordenadora pedagógica. Agosto de 2015. 31. Diretora. Setembro de 2015.

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Espectadores del dolor ajeno: una imagen no vale más que mil palabras* Imanol Zubero Beascoechea** Fecha de recepción: 13 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 02 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.07

R E S U M E N | Este trabajo pretende ser una revisión actualizada de una de las cuestiones más debatidas en el ámbito de la sociología de la comunicación: la relación existente entre conocimiento mediado y acción social. Tomando como eje la aparente evolución del pensamiento de Susan Sontag al respecto, el artículo reflexiona sobre los límites y las potencialidades de las imágenes, en particular de aquellas transmitidas por los medios de comunicación, para ponernos en el lugar del otro. Se propone una aproximación transdisciplinar recurriendo a análisis y propuestas procedentes de la sociología, las ciencias de la comunicación, la creación artística, entre otras. El artículo finaliza reivindicando el valor de la imagen como ruptura de la normalidad y, por ello, como movilizadora del sentimiento ético. PA L A B R A S C L AV E | Ética, fotografía (Thesaurus); mirada crítica, realidad mediática (palabras clave de autor).

Spectators of the Pain of Others: An Image Is Not Worth More Than a Thousand Words A B S T R AC T | This work is intended to be an updated review of one of the most debated issues in the field of the sociology of communication: the relationship between mediated knowledge and social action. Taking the apparent evolution of the thought of Susan Sontag on this matter as its axis, the article reflects on the limits and the potentialities of images, particularly those transmitted by the mass media, to put us in the place of the other. It proposes a trans-disciplinary approach, turning to analyses and proposals drawn from sociology, communication sciences, artistic creation, etc. The article ends by vindicating the value of the image as a rupture of normality and, therefore, as a mobilizer of ethical sentiment. K E Y W O R D S | Ethics, photography (Thesaurus); critical eye, mediated reality (Author’s Keywords).

Espectadores da dor alheia: uma imagem não vale mais do que mil palavras R E S U M O | Este trabalho pretende ser uma revisão atualizada de uma das questões mais debatidas no âmbito da sociologia da comunicação: a relação existente entre conhecimento mediado e ação social. Tomando como eixo a aparente evolução do pensamento de Susan Sontag a respeito disso, este artigo reflete sobre os limites e as potencialidades das imagens, em particular daquelas transmitidas pelos meios de comunicação para nos colocar no lugar do outro. Propõe-se uma aproximação transdisciplinar, que recorre a análises e propostas procedentes da sociologia, das ciências da comunicação, da criação artística entre outras. O artigo finaliza reivindicando o valor da imagem como ruptura da normalidade e, por isso, como mobilizadora do sentimento ético. PA L AV R A S - C H AV E | Ética, fotografia (Thesaurus), olhar crítico, realidade midiática (palavras do autor).

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Este artículo es producto de los estudios que el autor viene desarrollando como docente en el Máster en Globalización y Desarrollo del Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional HEGOA. No contó con financiación.

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Doctor en Sociología por la Universidad de Deusto (España). Profesor titular de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), España. Coordinador del Grupo de investigación CIVERSITY – Ciudad y diversidad. http://civersity.net. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: “La cuestión del otro: forasteros, extranjeros, extraños y monstruos” (en coautoría). Papers. Revista de Sociología 100 (1): 105-129, 2015; y “¿Superpoblación o sobreconsumo? Malthusianismo práctico, exclusión global y población sobrante”. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales XIX (506): 1-37, 2015. * imanol.zubero@ehu.eus


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Conocimiento latente y verdad En las páginas finales de La tregua, segundo volumen de la trilogía con la que Primo Levi hace memoria de su paso por Auschwitz, podemos leer: Sentíamos la urgencia de echar cuentas, de exigir, de explicar y de comentar, como los jugadores de ajedrez al final de la partida. ¿Sabían ‘ellos’ lo que había ocurrido en Auschwitz, las matanzas silenciosas y cotidianas, a un paso de sus puertas? Si lo sabían, como podían ir por la calle, volver a sus casas y mirar a sus hijos, cruzar el umbral de una iglesia? Si no lo sabían, tenían que escucharnos religiosamente, enterarse por nosotros, por mí, de todo y rápidamente: sentía el número tatuado sobre mi brazo gritar como una herida. (Levi 2002, 341-342)

“¡Saber! ¡Hay que saber! —reclama por su parte Kapuściński (2003, 135)—. Es una obligación ética, un deber moral. Nadie se debe justificar diciendo que ‘no lo sabía’. ¿Y por qué no lo sabía? ¿Era imposible de verdad o, sencillamente, resultaba más cómodo no saber y más fácil la absolución?”. Sólo la ignorancia justifica la inacción. De ahí la preocupación de Levi por averiguar si la pasividad de quienes pudiendo socorrerle no lo hicieron fue debida al desconocimiento o a la perversión moral. Si hablamos de la necesidad de saber como primer paso para la acción, ¿puede alguien hoy sostener que ignora lo que ocurre en el mundo? “El mundo en que vivimos hoy nosotros, los occidentales, presenta muchos y muy graves defectos y peligros, pero con respecto al mundo de ayer goza de una enorme ventaja: todos pueden saber inmediatamente todo acerca de todo”, sostiene Levi (1998, 186). No hay día en que los medios de comunicación no muestren un rosario de tragedias, catástrofes y horrores, aunque hayan ocurrido en lugares remotos. Los medios configuran una aldea global que, cierto, no es plenamente transparente; por ello, no compartimos ese lema acuñado por CNN para publicitar sus informativos: “Está pasando, lo estás viendo”;1 o aquel otro con el que un conocido presentador cerraba un noticiario de referencia en la televisión española: “Así han sido las cosas y así se las hemos contado”.2 No caigamos, por interés o por ingenuidad, en la falacia de la plena transparencia: en nuestra aldea global hay amplias avenidas iluminadas junto a oscuros callejones (Moeller 2006; Rieff 2003, 50). Mientras redactamos estas líneas, la impactante imagen del niño Aylan Kurdi, ahogado en una playa turca mientras su familia intentaba escapar

1 Este lema comenzó a ser utilizado en España por CNN+ y Canal+ para publicitar sus informativos durante la última guerra de Irak. http://es.wikipedia.org/wiki/CNN%2B 2

Ver: http://www.youtube.com/watch?v=7PlXYMDOaG8

de la guerra en Siria,3 ha sacudido la conciencia de las sociedades europeas y, sin duda, ha sido fundamental para cambiar la política de la Unión Europea hacia los refugiados sirios. Pero esa imagen, ¿representa o encubre la realidad de ese “país de los invisibles” conformado por los 50 millones de personas que, según Oxfam,4 se encontraban a finales de 2013 desplazadas en el mundo como consecuencia de los conflictos, la persecución o la violación de los derechos humanos? En efecto, hay que tener mucho “ojo con los media” (Collon 1995); sabemos bien de los intereses, las lógicas y las contradicciones que estructuran el campo periodístico (Bourdieu 1997, 57-118; 2002, 61-100; 2004, 472-522). Así y todo, hoy el mundo tiene un techo de cristal que impide que los acontecimientos permanezcan ocultos. Pensemos en WikiLeaks (Hood 2011; Sifry 2011) o en las fotos de prisioneros torturados en la cárcel de Abu Ghraib, acaso el mejor ejemplo de este fin de la opacidad (Andén-Papadopoulos 2008; Eisenman 2014). Los hechos ocurrieron dentro de una prisión militar en zona de guerra en Irak; cada uno de estos parámetros de localización —prisión, militar, zona de guerra, Irak— define un escenario aparentemente impenetrable, una suerte de caja oscura dentro de otra caja oscura dentro de otra caja oscura… Pero las fotos salieron, se extendieron y llegaron hasta nosotros, que pudimos decidir qué hacer a partir de su conocimiento. Esta interacción tecnológicamente mediada que transforma profundamente la “geografía de los vínculos sociales” se acelera y densifica a medida que se desarrollan las redes sociales gracias a Internet (Amin 2013, 30-35). Así pues, sabemos lo que pasa; no lo sabemos todo acerca de todo, pero sabemos lo suficiente. Debemos aspirar a saber más, a saber mejor, para que nuestra intervención sobre la realidad gane en eficacia, pero no para empezar a actuar: para ello es suficiente con lo que sabemos. Y sin embargo existe un evidente desfase moral entre lo que sabemos y lo que hacemos (Held 2002). “Compadecerse, tal y como nos invitan a hacer las imágenes de televisión, no es difícil. Los problemas surgen cuando se trata de transformar ese sentimiento en acción” (Rieff 2003, 46). Son muchas las investigaciones que advierten de la compleja reacción del público ante las imágenes de sufrimiento transmitidas por los medios, reacción que no siempre desemboca en alguna forma de acción práctica (Höijer 2004; Kyriakidou 2008), al existir un amplio reportorio de argumentaciones que legitiman a los espectadores en su pasividad (Bolz 2006, 56; Seu 2010). Darnton y Kirk (2011) señalan que la relación de

3 Ver: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/ imagen-aylan-nino-sin-vida-una-playa-turca-vuelve-inmediato-simbolo-4476423 4 Ver: http://oxfamintermon.s3.amazonaws.com/sites/default/ files/documentos/files/EUsaveLIVESMediaBriefing.pdf

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 89-99 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.07


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la ciudadanía británica con la pobreza global apenas ha variado desde 1980, a pesar de la información recibida en todo este tiempo, de la aparición de nuevos canales de comunicación digitales o de multitudinarias campañas como Jubilee 2000 o Make Poverty History. Conclusiones parecidas encontramos para el caso español (Angulo 2007) o para el conjunto de la Unión Europea (European Commission 2009 y 2012). Recurriendo a la teoría situacional de los públicos, todo indica que nos encontramos ante un “no-público” o, en el mejor de los casos, ante un “público latente”, que no se siente afectado por los problemas de los que se informa (Míguez 2006, 134-135). En este sentido, resulta esclarecedora la manera en que Jon Sobrino daba comienzo al enésimo de sus artículos sobre las víctimas de la injusticia en los países del Sur: “Quisiera confesar la sensación de impotencia al intentar comunicar una vez más lo que en el mundo de las víctimas es evidente, pero que se hace todo menos evidente en un mundo de abundancia ajeno a ellas: lo que es pobreza, esperanza, vida, muerte, compromiso, martirio...” (Sobrino 1992, 24). Algo no funciona: sabemos mucho más, conocemos como nunca antes lo que ocurre en el mundo, pero no parece que este mayor conocimiento desemboque en acciones significativas: “Hoy en día todos vemos todo o casi todo, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que no comprendemos mejor lo que está pasando. La visibilidad del mundo no basta para volverlo más comprensible” (Wolton 2006, 18, énfasis en el original).

Conocimiento a distancia Si la presciencia es el conocimiento de las cosas futuras, la presencia lo es de las cosas actuales. Muchas cosas ocurren sin que lo sepamos; pero si vemos algo es porque está pasando. Nadie duda de que la mejor manera de confirmar un hecho es presenciarlo, experimentarlo por uno mismo. El contacto directo con la realidad es la vía más segura para su conocimiento, no sólo racional, también sensible: cuando nos sentimos afectados por algo, nos declaramos “tocados” (Josipovici 1998, 179). Pero, ¿cómo conocer aquello que no hemos presenciado? En estas circunstancias, la función del testigo es fundamental (Margalit 2002, 108). No hay, o así parece, sustituto mejor de la experiencia personal que la experiencia narrada por quien sí estuvo allí. Pero cuál es la verdad del testigo es una cuestión permanentemente debatida, ya sea en el caso de las víctimas del Holocausto nazi (Roseman 1998), de las dictaduras militares latinoamericanas (Amar 1991), del apartheid sudafricano (Andrews 2007) o del terrorismo de ETA (Etxebarria 2009). No es, ni tiene por qué serlo, una “verdad histórica”; el testigo presenta, en el mejor de los casos, un relato preciso de su propia experiencia: éste es el límite infranqueable de su testimonio (Agamben

2000; Calveiro 2006), éste es también su valor profundo (Todorov 2000, 35). Pero, si la verdad del testigo sólo puede ser su verdad, ¿qué garantiza su fiabilidad como transmisor, no de su experiencia, sino de la realidad más amplia en la que tal experiencia se inscribe? Al fin y al cabo, el mismo Levi escribe: “No somos nosotros, los supervivientes, los verdaderos testigos […]. Al cabo de los años se puede afirmar hoy que la historia de los Lager ha sido escrita casi exclusivamente por quienes, como yo, no han llegado hasta el fondo. Quien lo ha hecho no ha vuelto, o su capacidad de observación estuvo paralizada por el sufrimiento y la incomprensión” (Levi 1995, 95-96). Contamos, ciertamente, con la posibilidad de contrastar distintos relatos testimoniales, aunque es ésta una delicadísima tarea desde el momento en que hablamos de experiencias tan personales. Por fortuna, contamos también con el testimonio gráfico, supuestamente inocente o neutro desde una perspectiva moral. Como señala Rosset (2008, 11), en su nacimiento la fotografía fue considerada una reproducción fiel de la realidad que retrataba: “El objetivo fotográfico se reconoció inmediatamente como ‘objetivo’, en el sentido técnico y filosófico del término: lo que grababa era la verdad o la realidad misma, tomada independientemente de todo parasitismo subjetivo o artístico”. Era la máquina, aparentemente sin intervención humana, la que recogía y comunicaba la realidad. Modificando sólo el orden de la frase original, podríamos recordar la sentencia del fotógrafo y sociólogo Lewis Hine: “Aunque los mentirosos pueden hacer fotos, las fotos no mienten” (citado en Burke 2005, 25).5 Esta supuesta objetividad de la fotografía llevará a Barthes a proclamar que, si bien la fotografía puede intentar mentir sobre el sentido de la realidad retratada, jamás podrá mentir sobre la existencia de esa realidad, ya que toda fotografía es un certificado de presencia: “Esto ha sido”, concluye (Barthes 1990, 135 y 151). La imagen cuenta con una enorme ventaja sobre cualquier otra forma de comunicación: dado que “la vista [llega] antes que el habla, y que las palabras nunca cubren por completo la función de la vista” (Berger et al. 2000, 14), es muy grande la tentación de pensar que el acto de ver no es más que una reacción mecánica a ciertos estímulos presentes en la realidad. Una imagen vale más que mil palabras, solemos decir. Pero no es así. Como señala Burke (2005, 18), “las imágenes son testigos mudos y resulta difícil traducir a palabras el testimonio que nos ofrecen”. Muchas veces la fotografía, precisamente por su capacidad de hacer presentes los hechos, ha servido como desencadenante de la crítica y la movilización (Linfield 2010, 48-49 y 160). Pero la afonía de las imágenes es un obstáculo especialmente relevante cuando las mismas pretenden comunicar el dolor ajeno.

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La frase original es: “Aunque las fotos no mienten, los mentirosos pueden hacer fotos”. Espectadores del dolor ajeno | Imanol Zubero Beascoechea

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Conocimiento insensible En 1977 Susan Sontag publica su famoso ensayo Sobre la fotografía, en el que, tras destacar que la fotografía se ha transformado en uno de los medios principales para experimentar vicariamente la realidad del mundo, advierte de que “fotografiar es esencialmente un acto de no intervención”: en situaciones donde el fotógrafo debe optar entre una fotografía y una vida, el fotógrafo opta por la fotografía, alcanzando esta pasividad también a unos espectadores reducidos a voyeurs, a “vaciaderos de imágenes” (Sontag 1981, 20-22). Aunque pueden contribuir a su nacimiento, las imágenes, por sí solas, no pueden crear una posición moral: “Una fotografía que trae noticias de crueldades insospechadas no puede hacer mella en la opinión pública a menos que haya un contexto apropiado de predisposición y actitud” (Sontag 1981, 27). La posibilidad de sentirse afectado moralmente por fotografías depende de la existencia previa de una cierta conciencia política relevante: “Sin política, las fotografías del matadero de la historia simplemente se experimentarán, con toda probabilidad, como irreales o como golpes emocionales desmoralizadores” (Sontag 1981, 29). En ausencia de esta conciencia político-moral previa, las imágenes del sufrimiento pueden, como mucho, lograr una conmoción pasajera; en el peor de los casos, las imágenes repetidas del horror pueden acabar por trivializarlo, produciendo, como ya señaló Siegfried Kracauer en los años veinte (Gallo 2006, 138-139), un efecto anestesiante: El vasto catálogo fotográfico de la miseria y la injusticia en el mundo entero ha divulgado cierta familiaridad con lo atroz, volviendo más ordinario lo horrible, haciéndolo habitual, remoto (“es sólo una fotografía”), inevitable. En la época de las primeras fotografías de los campos de concentración nazis, esas imágenes no eran triviales en absoluto. Después de treinta años quizá se haya llegado a un punto de saturación. En estas últimas décadas, la fotografía “comprometida” ha contribuido a adormecer la conciencia tanto como a despertarla. (Sontag 1981, 30-31)

Todo parece dar la razón a Sontag. Es lo que trabajos más recientes vienen denominando fatiga de la compasión (Chouliaraki 2008b, 373; Kinnick, Krugman y Cameron 1996; Moeller 1999; Tester 2001, 17-22); o lo que Keenan (2002, 104) denomina la “lección de Bosnia”: en el corazón de Europa un país fue destruido y se perpetró un genocidio, todo ello televisado, y Occidente se limitó a mirar sin hacer nada. Michela Marzano (2010) ha recuperado esta idea de la función anestesiante de la contemplación de imágenes de violencia extrema, en relación con la circulación por Internet de videos de degollamientos de prisioneros en el contexto de las guerras de Irak y de Afganistán. Recordemos el caso del fotógrafo sudafricano Kevin Carter, ganador en 1994 del Pulitzer, por una fotografía obtenida un año antes en Sudán: una niña esquelética,

acuclillada en el suelo, mientras un buitre aguarda junto a ella como esperando su muerte por inanición. Pocas imágenes habrán generado más discusión sobre la compleja y contradictoria relación entre conocimiento y acción (Kleinman y Kleinman 1996). Para quienes no recuerden el caso, hay un documental y una película muy fiel a los hechos.6 Quienes lo recuerden también recordarán la pregunta que mucha gente se hizo tras ver la fotografía: “Además de sacar la foto, ¿hiciste algo por socorrer a la niña?” (Espada 2002, 252). El hecho es que no: Carter sólo sacó la foto, y su suicidio, pocos meses después de recibir el preciado galardón, fue interpretado como una expresión desesperada de su sentimiento de culpabilidad. Sin embargo, aunque no todos compartan la figura del periodista-objetivo mero registrador de imágenes de sufrimiento (Colombo 1997, 137), la mayoría de periodistas y fotógrafos que desarrollan su trabajo en zonas de conflicto consideran que Carter hizo no sólo lo que podía, sino lo que debía (Carlin 2007; Law-Viljoen 2010): “Get the picture!”, como titula su libro autobiográfico el fotógrafo John G. Morris (2002). Recordemos a este respecto lo que escribe Pérez-Reverte al recordar su época de corresponsal de guerra: Durante la época dura, en Sarajevo, a eso lo llamaban ir de shopping. Se ponían el casco y los chalecos y se pegaban a una pared en la ciudad vieja, a oírlas venir. Cuando alguna caía cerca, iban corriendo y grababan la humareda, las llamas, los escombros. Los voluntarios sacando a las víctimas. A Márquez no le gustaba que Barlés ayudase a los equipos de rescate porque se metía en cuadro y estropeaba el plano. “Hazte enfermera, cabrón”. A Márquez las lágrimas no le dejaban enfocar bien, por eso no lloraba nunca cuando sacaban de los escombros niños con la cabeza aplastada, aunque después pasaba horas sentado en un rincón, sin abrir la boca. (Pérez-Reverte 1994, 20-21)

La pregunta relevante no es si Carter debería haber hecho algo distinto a lo que hizo, sino otra: ¿qué hicimos aquellas y aquellos que vimos la foto en el periódico o en la televisión? (Espada 2002, 253-254). ¿De qué (nos) sirvió aquella foto? Lo expresa con claridad el fotógrafo Gervasio Sánchez: “Me deja indiferente que alguien quede conmocionado con mis imágenes cuando visita una exposición u hojea un libro. […] Lo que me interesa es qué hace esa persona cuando deja de ver esas imágenes” (Sánchez, citado en Monegal 2007, 160). Pero no caigamos en la fantasía de un conocimiento que despierte automáticamente la conciencia (Rieff 2003, 53). Aunque podemos estar informados, no estamos necesariamente concernidos por dicha información. Si “sentir significa estar implicado en algo” (Heller 1985,

6 El video puede verse en http://www.dailymotion.com/video/ xwqe8c_la-muerte-de-kevin-carter_people (Silver 2010).

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17), la mayoría de las veces el nuestro es un conocimiento insensible. Como señaló Arendt (1988, 71), “la historia nos enseña que no es en modo alguno natural que el espectáculo de la miseria mueva a los hombres a la piedad”.

Conocimiento y reconocimiento “No debería suponerse un ‘nosotros’ cuando el tema es la mirada del dolor de los demás”, advierte Sontag (2003, 15) en uno de sus últimos ensayos. La “reconocibilidad” no es una cualidad o un potencial del individuo humano, algo que se dé naturalmente (Butler 2010, 19-20). La preocupación ética, la preocupación por las consecuencias que nuestras acciones —y omisiones— tienen sobre otras personas, es un fenómeno que nace de su aceptación como legítimos otros para la convivencia. Como advierte Judith Butler, “una vida tiene que ser inteligible como vida, tiene que conformarse a ciertas concepciones de lo que es la vida, para poder resultar reconocible” (Butler 2010, 21). Sólo si aceptamos al otro, éste se torna visible y tiene presencia. La mirada ética no alcanza más allá del borde del mundo social, de la comunidad de aceptación mutua, en que surge (Maturana 1997, 112). El quicio crítico en toda reflexión sobre la solidaridad tiene que ver con el alcance de esa comunidad de aceptación mutua a partir de la cual cobran sentido los deberes y los derechos de solidaridad: “¿Soy responsable de todos los demás, o sólo de algunos, y sobre qué base trazaría yo esa línea?” (Butler 2010, 60). ¿Hasta dónde —hasta quiénes— se extiende mi responsabilidad? Es por ello que no todo conocimiento implica reconocimiento. Hay marcos interpretativos que operan para diferenciar entre aquellas vidas que podemos aprehender y aquellas que no; normas, explícitas o no, que dictaminan qué vidas humanas cuentan como humanas y cuáles no (Bauman 2005; Butler 2010, 109-110; Chouliaraki 2006a; 2011); marcos que estructuran nuestros afectos, de manera que “sentimos más horror y repulsa moral frente a unas vidas perdidas en unas determinadas condiciones que frente a otras vidas perdidas en otras condiciones distintas” (Butler 2010, 68). Por sí solas, las imágenes del sufrimiento no tienen significado propio y sólo actúan como reclamo moral si los espectadores se sienten implicados en ellas (Ignatieff 1999, 17), si sienten que aquello que está ocurriendo, sea donde sea, les está ocurriendo. Esto sólo es posible en la medida en que desarrollemos una perspectiva cosmopolita, asumiendo en la práctica que “sean cuales fueren nuestros vínculos y aspiraciones, deberíamos ser conscientes, independientemente del coste personal o social que ello implicase, de que todo ser humano es humano y que su valor moral es igual al de cualquier otro” (Nussbaum 1999, 161). Hoy vivimos en una aldea global no tanto porque estemos informados, casi en tiempo real, de lo que ocurre en cualquier parte del mundo, sino porque existe una comunicación material, objetiva, entre la práctica totalidad de los

habitantes del planeta (Capella 1993, 40-41). “Por primera vez en la historia —escribió Arendt en 1965— todos los pueblos del mundo tienen un presente común: ningún hecho de importancia en un país puede permanecer como un accidente marginal en la historia de cualquier otro. Cada país se ha convertido en el vecino casi inmediato de cualquier otro país, y cualquier persona siente el golpe de los hechos que suceden en el otro extremo del globo” (Arendt 2001, 91). ¿Qué razones hay para seguir restringiendo nuestra comunidad de solidaridad a los más cercanos, o a los incluidos por una determinada frontera nacional? No hay razones morales que puedan sostener esta discontinuidad, esta ruptura en el entramado de nuestras vinculaciones. Sin embargo, seguimos considerando que nuestras obligaciones de solidaridad llegan, tan sólo, hasta un determinado punto, hasta una frontera —casi siempre política, siempre ética—, pero ni un milímetro más allá (Pogge 2005, 155-188; Zubero 2005).

Conocimiento y narración Con el cambio de siglo, Sontag comienza a revisar explícitamente su posición sobre la fotografía. Su vivencia sobre el terreno del sitio de Sarajevo será fundamental para hacer esta revisión (Armada 1993 y 2015, 144-147; Rieff 2006). En 2002, tras reproducir el párrafo de Sobre la fotografía en el que formula la tesis del adormecimiento de la conciencia tras décadas de fotografía comprometida, escribe: “Well... No” (Sontag 2002, 263-264). No es cierto que nos hayamos vuelto más pasivos por el exceso de imágenes; al contrario, probablemente nos estemos volviendo más activos. Las imágenes del sufrimiento han movilizado y movilizan a los ciudadanos y a las organizaciones humanitarias, y en más de una ocasión han sido el detonante que ha obligado a los gobiernos a asumir responsabilidades. Esta revisión prosigue en su libro Ante el dolor de los demás (Sontag 2003), donde confiesa no sentirse tan segura de sus antiguas tesis y expresa una perspectiva más positiva de lo que las imágenes del sufrimiento pueden aportar como base para la acción. El caso de Abu Ghraib es, para Sontag, paradigmático (Sontag 2004). Sontag matiza su primer diagnóstico. Si en Sobre la fotografía advertía de los límites del conocimiento fotográfico del mundo —que aunque pueda acicatear la conciencia nunca podrá ser un conocimiento ético o político (Sontag 1981, 33-34)—, en Ante el dolor de los demás reflexiona sobre la necesidad de que la innegable capacidad de conmocionar de ciertas fotografías se acompañe de narraciones que eviten que la gente sólo recuerde las fotografías (Sontag 2003, 103-104). Esto es precisamente lo que quiere evitar el artista y arquitecto chileno Alfredo Jaar con su instalación sobre el genocidio de Ruanda titulada Real Pictures, en la que textos detallados describen fotografías guardadas en cajas negras que los espectadores nunca llegan a ver (Gallo 2006, 143-145). Espectadores del dolor ajeno | Imanol Zubero Beascoechea

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A la representación fotográfica de la realidad le ocurre lo que a la matemática según el teorema de la incompletitud de Gödel: que sólo se sostiene desde un exterior a sí misma. En palabras de Rosset (2008, 31), “ninguna verdad fotográfica puede autofundamentarse: le faltará siempre el apoyo de un elemento exterior que la valide”. Toda observación tiene un punto ciego, que no es otro que el esquema de distinción elegido por el observador y que constituye el a priori de cualquier observación (Bolz 2006, 19; Marzano 2010, 64; Maturana y Varela 1984). Los medios de comunicación, en general, y las imágenes que estos transmiten, en particular, no sólo enmarcan la realidad a la que podemos acceder: son marcos que a su vez están enmarcados, frames que han sido previamente sometidos a un proceso de framing, no siempre consciente. Desde esta perspectiva resulta esencial el concepto “regímenes de compasión” desarrollado por Chouliaraki (2006b), según el cual los sentimientos que experimentan los espectadores del dolor ajeno dependen de valores incrustados en las narrativas acerca de quiénes son los otros, y cómo deberíamos relacionamos con ellos, narrativas movilizadas por las propias noticias, que ofrecen al espectador una calidad diferente del compromiso emocional y práctico con la víctima distante. La compasión es una disposición construida socialmente (Breithaupt 2011; Chouliaraki 2006b, 11; Marzano 2010, 87). Por tanto, la simple compasión no sólo no garantiza la comprensión sino que puede distorsionarla: el horror sin contexto genera tanto información como confusión, ya que si bien las fotografías tienen un enorme potencial para exponer a un amplio público una situación de crisis, pueden hacer muy poco para explicarla (Linfield 2010, 50). Para ello es necesario construir un contexto que permita un “uso alternativo de la fotografía”, cuyo objetivo sería insertar las imágenes en un ejercicio de memoria social que no sólo recuerde lo que fue, sino que actualice el acontecimiento representado y lo convierta en demanda de acción (Berger 2001, 64-67). Jaar (2007) llega a proponer la necesidad de crear un contexto para el “rendimiento político” de las imágenes. Para convertir este conocimiento-información en conocimiento-acción necesitamos narraciones morales que fundamenten nuestro compromiso, dotando de significado la preocupación que sentimos por lo que ocurre en lugares distantes (Breithaupt 2011, 13-15; Ignatieff 1999, 95). En ausencia de estas narraciones, lo más probable es que al final lo que prevalezca sea, como en la novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas, un sentimiento de horror o de repugnancia: cosas como ésas sólo pueden ocurrir en aquellos lugares, pobres, ignorantes y atrasados (Muñoz-Molina 1996). Y con el horror viene el distanciamiento característico de ese “hombre humanitario” que ha dejado de darse razones y para el que todas las víctimas y todas las catástrofes acaban siendo indistinguibles e intercambiables (Finkielkraut 1998, 121-124).

De cualquier manera, no sería correcto despojar las imágenes televisivas y periodísticas de todo contenido analítico: probablemente sea así en el caso de los informativos diarios, pero no en el de los programas documentales y los reportajes periodísticos. Aunque la cultura de la imagen visual presenta el riesgo de una estetización icónica del sufrimiento en detrimento de una mirada analítica, no por ello ha suprimido el análisis y la comprensión de sus causas (Liepins, Porath y Puente 2010). Incluso la televisión, el “villano” de los medios, ha documentado en múltiples ocasiones los aspectos estructurales que subyacen, por ejemplo, a las hambrunas que asolan África o al actual éxodo masivo de los refugiados sirios. El problema esencial, entonces, no está en la imagen ni en los medios, sino en un público muy alejado del espectador emancipado de Rancière (2010a, 19-20), que “observa, selecciona, compara, interpreta [y] liga lo que ve con muchas otras cosas que ha visto en otros escenarios, en otros tipos de lugares”, hasta llegar a convertirse en agente de una práctica colectiva. Y aunque los medios no son los responsables de la desconexión entre conocimiento y acción, sí tienen una gran responsabilidad a la hora de buscar maneras de reducir esa desconexión. Como señala Rancière, las imágenes nunca van solas sino que forman parte de un dispositivo de visibilidad que define un determinado juego de relaciones entre lo visible, lo decible y lo pensable, de manera que “hacer una imagen es siempre al mismo tiempo decidir sobre la capacidad de los que la mirarán” (Rancière 2010b). Y en esta creación de capacidades y posibilidades, la perspectiva del creador de las imágenes resulta esencial: Hay quien se decide por la incapacidad del espectador, bien sea reproduciendo los estereotipos existentes, bien sea reproduciendo las formas estereotipadas de la crítica a los estereotipos. Y hay quien se decide por la capacidad, por suponer a los espectadores la capacidad de percibir la complejidad del dispositivo que proponen y dejarles libres para construir por sí mismos el modo de visión y de inteligibilidad que supone el mutismo de la imagen. La emancipación pasa por una mirada del espectador que no sea la programada. (Rancière 2010b)

Los medios de comunicación, con la televisión a la cabeza, se han convertido en los principales instrumentos para la conformación de una nueva forma de comunidad imaginada, de una incipiente comunidad desterritorializada, una arquitectura de mundos sociales radial, en la que millones de personas encuentran su identidad común en un nuevo y más amplio “nosotros”, que contribuye a derribar las barreras de la nacionalidad, la raza o la geografía que nos permitían dividir nuestro espacio moral entre aquellas personas por las cuales nos sentíamos responsables y aquellas otras

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por las que no (Amin 2013, 32; Chouliaraki 2008b). Al margen de las intenciones de empresarios y programadores, la televisión “se ha convertido en el principal mediador entre el sufrimiento de los desconocidos y la conciencia de los habitantes de las escasas zonas seguras del planeta” (Ignatieff 1999, 36); por eso, aunque afirmen que su función es meramente informativa, “no pueden evitar que las consecuencias de su poder sean morales, porque a través de la televisión no sólo vemos al prójimo, sino que cargamos con su destino” (Ignatieff 1999, 37). A tal fin, deberíamos recordar el segundo principio del Código Internacional de Ética Periodística promovido por la Unesco (1983): La tarea primordial del periodista es proporcionar una información verídica y auténtica con la adhesión honesta a la realidad objetiva, situando conscientemente los hechos en su contexto adecuado, manifestando sus relaciones esenciales —sin que ello entrañe distorsiones—, y empleando toda la capacidad creativa del profesional a fin de que el público reciba un material apropiado que le permita formarse una imagen precisa y coherente del mundo, donde el origen, naturaleza y esencia de los acontecimientos, procesos y situaciones sean comprendidos de la manera más objetiva posible.7

Situar los hechos en su contexto adecuado, poner de manifiesto sus relaciones con otros hechos, proporcionar una imagen coherente de los acontecimientos analizando los hechos como procesos… Todo esto resulta imposible si tenemos en cuenta la escasísima duración promedio de cada noticia internacional en la televisión. Para asumir la parte de responsabilidad que les toca como herramientas para la humanización del mundo, los medios deben rebelarse contra la cultura del “¡Y ahora… esto!” (Postman 2001, 103-117), que trivializa cualquier información, en especial en el caso de los noticiarios de televisión y radio. Es fundamental que los medios excluyan de su práctica profesional la información-acontecimiento, según la cual cada acontecimiento, por más dramático que sea, es inmediatamente reemplazado por otro, transmitiendo al espectador una visión carente de sentido histórico, atomizada, una sucesión de historias inconexas, todas con un cierto aire de familia —de pobreza, de desgracia, de imprevisión, de impericia—, de las que sabemos cómo empiezan pero no cómo acaban, si es que lo hacen (Bourdieu 1997, 134; Kapuściński 2003, 117; Wolton 1995, 196). El medio televisivo es muy capaz de solemnizar su tono y liberarse de la tiranía del “¡Y ahora… esto!”: lo

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No se trata de un código ético oficial, sino de una propuesta a partir de la cual los profesionales deciden, con base en el texto señalado, su aplicación concreta. Información amablemente facilitada por Tarja Turtia, especialista del Programa Sector de Comunicación e Información de Unesco.

hace con ocasión de tragedias o catástrofes nacionales, pero también con motivo de acontecimientos políticos, deportivos o populares. No es, por tanto, una imposibilidad propia del medio, sino una decisión de quienes lo dirigen: “Si la televisión es capaz de tratar el poder como un fenómeno sagrado —advierte Ignatieff—, podemos exigirle que demuestre el mismo respeto por el sufrimiento. Si puede cambiar su programación y cambiar su discurso por el éxito de una boda o de un entierro, podemos pedirle que haga lo mismo por el hambre o el genocidio” (1999, 35). Es posible liberarse del estrecho formato temporal del noticiario; cambiar el modelo de informativo por el del informe documental; poner al servicio de las víctimas la misma capacidad retórica y la misma imaginería ritual que ha servido para elevar a la categoría de tragedia mundial finales de fútbol o muertes de princesas. Como es posible evitar la emotivización (Sartori 1998, 115) que sólo sabe representar una y otra vez a víctimas “inocentes”, descontextualizadas, pasivas y sufrientes (Höijer 2004, 517; Igartua, Barrios y Ortega 2012; Rieff 2003, 65), mostrándolas también como sujetos que actúan para salir de esa situación (Boltanski 1999, 190; Millás 2002, 107-108).

Imágenes, pese a todo Kapuściński confiesa que en 1965, tras años de ejercer de reportero, se percató del error de creer que la búsqueda de fotografías espectaculares permitía profundizar en la comprensión de la realidad; las imágenes no conseguían responder a preguntas esenciales: “¿Cómo se ha producido tamaña tragedia? ¿Qué revelan esas escenas de aniquilación, llenas de gritos y de sangre? ¿Qué fuerzas subterráneas e invisibles al tiempo que poderosas e indómitas las han desencadenado? ¿Revelan el final de un proceso o, por el contrario, su inicio?” (Kapuściński 2006, 254-255). Ya hemos visto que este riesgo existe; pero pudiera ocurrir que, por exigir de la fotografía lo que no puede dar, perdamos de vista —nunca mejor dicho— aquello que sólo las imágenes pueden ofrecernos. “Estas fotos te miran”, escribe Eduardo Galeano (2008) a propósito de las fotografías de Sebastião Salgado. Hay imágenes que nos miran, literalmente, que nos tocan, nos golpean, nos afectan como ningún texto puede hacerlo; imágenes que tienen un poder escondido, que guardan una “señal secreta” que, en caso de ser percibida, nos permite “tocar lo real”, en un sentido muy profundo (Didi-Huberman 2013). Un ejemplo es la foto de Taslima Akhter de una pareja abrazada, víctimas del derrumbe en abril de 2013 de una fábrica textil en Bangladesh, donde murieron casi mil trabajadores. La foto es, ciertamente, conmovedora; su autora ha declarado que, al mirarla, siente que le dicen: “No somos un número, no sólo mano de obra barata y vidas baratas. Somos seres humanos como usted. Nuestra vida vale

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tanto como la suya, y nuestros sueños también”.8 Pero la foto no dice nada de eso: al mirarla no sabemos si es la escena de un terremoto, un bombardeo, un atentado terrorista, un accidente… Seguramente lo último que imaginaríamos al verla es lo que en realidad ocurrió. Como ya hemos dicho, en esta afonía de las imágenes radica su fragilidad. No es cierto lo que afirma Life: ninguna imagen, por sí sola, ha cambiado el mundo.9 De hecho, cabría establecer múltiples analogías entre una de esas fotos que, según Life, cambiaron el mundo, y la de Akhter: me refiero a la fotografía de 1911 titulada Triangle Shirtwaist Company Fire,10 sobre el incendio en Nueva York de un taller de la compañía textil Triangle Shirtwaist: 146 trabajadoras fallecieron al estar las puertas bloqueadas para evitar que se ausentaran del trabajo; poco ha cambiado desde entonces. Pero la imagen, muda y estática, puede ser el chispazo inesperado que ponga en marcha el proceso que va de la conmoción al conocimiento activo. Las imágenes tienen el potencial de decir algo que ni sus autores ni los espectadores “saben que saben” (Burke 2005, 39), de hacer que seamos “capaces de ver entre dos fotogramas [topándonos] con algo que no estaba destinado a nosotros” (Berger 2004, 11). Es el punctum de Barthes (1990, 65), el “inconsciente óptico” de Walter Benjamin (Gallo 2006, 138). Si, como señala Lootz (2007, 26), “mostrar significa abrir un tajo en el mundo”, podemos reivindicar el valor de la imagen como irrupción en/interrupción de la normalidad en un mundo, el del capitalismo global, organizado como una despiadada “maquinaria de desimaginación” (Didi-Huberman 2004, 38). Frente al capitalismo del shock (Klein 2007), que inocula consentimiento pasivo y debilita la resistencia ciudadana, el humanismo del flash que incomoda, concientiza y moviliza. David Rieff, hijo de Sontag, escribía tras la muerte de su madre que la aparente contradicción entre las dos miradas sobre la fotografía representadas por Sobre la fotografía y Ante el dolor de los demás no era tal: Como mi madre misma se esforzó en señalar, si en el primer libro había hecho énfasis en los límites de la indignación moral que podía generar el buen periodismo gráfico, en el último le pareció más relevante, en una era brutalizada, cuánta indignación moral podía inducir el periodismo gráfico. En otras palabras, lo que Sarajevo pareció haberle enseñado es que lo asombroso no son los límites del sentimiento ético, sino el hecho de que el sentimiento ético pueda siquiera ser movilizado. (Rieff 2006)

8 La foto y los comentarios de la autora pueden verse en: http://time.com/3387526/a-final-embrace-the-most-haunting-photograph-from-bangladesh/#3387526/a-final-embrace-the-most-haunting-photograph-from-bangladesh/ 9 Ver: http://digitaljournalist.org/issue0309/lm_index.html 10 Ver: http://digitaljournalist.org/issue0309/lm24.html

Movilizar el sentimiento ético, aunque sea de manera limitada, ocasional, contradictoria, ambigua. Sontag, ya lo hemos visto, modifica sus posiciones ante la fotografía, en buena medida, a partir de las fotos de Abu Ghraib. Sin embargo, con posterioridad otros analistas del “efecto Abu Ghraib” se han mostrado mucho más escépticos respecto de la capacidad de estas imágenes para generar cambios en nuestras prácticas sociales y políticas: Lo que las fotografías de Abu Ghraib revelan y lo que la mayoría de los comentaristas —afligidos por el choque de lo siniestro— olvidan (o desean negar), es ese carácter perfectamente corriente u ordinario de estas imágenes en la historia de la representación europea y estadounidense, así como los recurrentes episodios de torturas practicados por parte de los Estados Unidos a lo largo de su historia, desde los territorios nativos del oeste continental hasta Vietnam y desde las comisarías de Chicago hasta el campo de concentración de Guantánamo en Cuba. (Eisenman 2014, 31)

Pero el caso es que estas mismas imágenes “asaltaron” a Susan Sontag hasta llevarla a escribir: “Sí, al parecer, una imagen dice más que mil palabras”, reivindicando además su valor como movilizadoras de una atención —de una conciencia, de una vergüenza— que no dejó de tener consecuencias: Las imágenes no desaparecerán. Es la naturaleza del mundo digital en que vivimos. En efecto, parecen haber sido necesarias para que los dirigentes estadounidenses reconocieran que tenían un problema entre las manos. Con todo, el informe remitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja y otros informes periodísticos y protestas de organizaciones humanitarias sobre los castigos atroces infligidos a los “detenidos” y “sospechosos de terrorismo” en las prisiones gestionadas por soldados estadounidenses han estado circulando durante más de un año. Es improbable que el señor Bush o el señor Cheney, la señora Rice o el señor Rumsfeld hayan leído esos informes. Al parecer, las fotografías fueron lo que reclamó su atención, cuando resultaba ya patente que no podían suprimirse; las fotografías hicieron todo esto “realidad” para el presidente y sus cómplices. Hasta entonces sólo hubo palabras, que resulta más fácil encubrir, y más fácil olvidar, en la era de nuestra reproducción y diseminación digital infinitas. (Sontag 2004)

Reproduciendo la imagen del pequeño cuerpo del niño sirio Aylan Kurdi, el dibujante Andrés Rábago “El Roto” escribió en su viñeta del día 5 de septiembre de 2015 en el diario El País: “Una imagen vale más que mil ahogados”. El debate, nunca cerrado, ha vuelto a activarse (Renge 2015). Emotivismo espurio, hipocresía, conmoción para hoy y pasividad para mañana… ¿No estaremos esperando demasiado de lo que, al fin y al cabo, no es más que una imagen?

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 89-99 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.07


TEMAS VARIOS

Si la “imaginación narrativa”, la capacidad de ponernos en el lugar de otra persona, es, según Martha Nussbaum (2010, 131-132), una de las características más definitorias del ciudadano del mundo, debemos concluir esta reflexión reivindicando la imprescindible función de la fotografía como insustituible vía de acceso al dolor ajeno en nuestro mundo globalizado. Una imagen no vale más que mil palabras, pero sin determinadas imágenes —imágenes que nos tocan, nos persiguen, nos conmueven— hay palabras que jamás pronunciaríamos. La fotografía del dolor ajeno es insuficiente para producir prácticas sociales y políticas dirigidas a cambiar la realidad que tales imágenes retratan; como hecho comunicativo que son, dependen de que alguien, al otro lado, las reciba como mensaje.

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El problema, finalmente, no son las fotografías sino quienes las contemplamos, enfrentados al reto de dejar de ser meros consumidores de imágenes (Rico 1996), de aprender a mirar, de educar la mirada (Aranguren y Chacón 2008). Debemos, pues, “permitir que las imágenes atroces nos persigan” (Sontag 2003, 133). Y que nos toquen. Y que nos muevan.

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Espectadores del dolor ajeno | Imanol Zubero Beascoechea

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El tiempo de las mujeres en Chile: repensar la agencia* Martina Yopo Díaz** Fecha de recepción: 27 de septiembre de 2015 • Fecha de aceptación: 26 de enero de 2016 • Fecha de modificación: 10 de febrero de 2016 DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.08

R E S U M E N | En las sociedades contemporáneas, un conjunto de transformaciones sociales y culturales han vuelto problemáticos el uso y distribución del tiempo en la vida cotidiana de las mujeres. En Chile, los estudios sobre el tiempo han contribuido a visibilizar los problemas que las mujeres enfrentan en la gestión del tiempo en su vida cotidiana, pero han relegado a un segundo plano la relevancia de la agencia para la experiencia temporal. Este artículo introduce el concepto trabajo temporal para mostrar empíricamente las estrategias que las mujeres chilenas despliegan en la configuración de su experiencia del tiempo en la vida cotidiana. Se concluye que, a pesar de la relevancia de la agencia para la experiencia temporal de las mujeres en Chile, ésta continuaría siendo ampliamente determinada por las desigualdades y asimetrías de la organización social del tiempo y sus contradicciones relacionales, institucionales y estructurales. PA L A B R A S C L AV E | Agencia, tiempo, trabajo temporal, mujeres, Chile (Thesaurus).

Women’s Time in Chile: Rethinking Agency A B S T R AC T | In contemporary societies, a set of social and cultural transformations has made the use and distribution of time in the everyday life of women problematic. In Chile, studies of time have contributed to making visible the problems that women face in managing time in their daily lives, but have relegated the relevance of agency for temporal experience to a position of secondary importance. This article introduces the concept of temporal work to show empirically the strategies that Chilean women deploy in the configuration of their experience of time in everyday life. It concludes that, despite the relevance of agency for women’s experience of the temporal in Chile, it will continue to be widely determined by the inequalities and asymmetries of the social organization of time and its contradictions in terms of relationships, institutions and structures. K E Y W O R D S | Time, women, Chile (Thesaurus); agency, time work (Author’s Keywords).

O tempo das mulheres no Chile: repensar a agência R E S U M O | Nas sociedades contemporâneas, um conjunto de transformações sociais e culturais têm tornado problemáticos o uso e a distribuição do tempo na vida cotidiana das mulheres. No Chile, os estudos sobre o tempo vêm contribuindo para visualizar os problemas que as mulheres enfrentam na gestão do tempo na sua vida cotidiana, mas vêm relegando a um segundo plano a relevância da agência para a experiência temporal. Este artigo introduz o conceito trabalho temporal para mostrar empiricamente as estratégias que as mulheres chilenas realizam na configuração de sua experiência do tempo na vida cotidiana. Conclui-se que, apesar da relevância da agência para a experiência do temporal das mulheres no Chile, esta continuaria sendo amplamente determinada pelas desigualdades e assimetrias da organização social do tempo e por suas contradições relacionais, institucionais e estruturais. PA L AV R A S - C H AV E | Agência, tempo, trabalho temporal, mulheres, Chile (Thesaurus).

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Este artículo hace parte del Proyecto Fondecyt Regular N°1110402 “Los tiempos del individuo. Investigación sobre las estructuras temporales en que se apoyan las estrategias de individualización en Chile” del Dr. Pedro Güell. Este proyecto de investigación fue financiado por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), Chile. Una versión preliminar de este artículo fue presentada en el XXIX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), realizado en Santiago de Chile en octubre de 2013.

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MPhil en Sociología por University of Cambridge (Reino Unido). Estudiante de doctorado en el Departamento de Sociología de la University of Cambridge (Reino Unido). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “The Subjective Texture of Time. An Exploratory and Empirical Approach to Time Perspectives in Chile” (en coautoría). Time & Society, 2015, y “Time Perspectives and Subjective Wellbeing in Chile” (en coautoría). Social Indicators Research 123: 127-141, 2015. * martinayopo@gmail.com


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Introducción El tiempo de las mujeres ha experimentado significativas transformaciones en las últimas décadas. Las transformaciones de la estructura demográfica de la población, la familia, la estructura productiva y los roles, relaciones e identidades de género han reconfigurado la organización social del tiempo con base en profundas desigualdades y asimetrías de género en el uso de distribución del tiempo en la vida cotidiana. En este contexto, diversos estudios han demostrado cómo en las últimas décadas, la experiencia temporal de las mujeres se ha configurado a partir de la escasez, presión, fragmentación e intensificación del tiempo en la vida cotidiana. Este artículo busca avanzar el estudio del tiempo en Chile introduciendo el concepto trabajo temporal para dar cuenta de la relevancia de la agencia a fin de comprender cómo las mujeres configuran su experiencia temporal en la vida cotidiana en el contexto de la reconfiguración de las estructuras productivas y reproductivas de la sociedad. Para esto, en primer lugar se presentan antecedentes teóricos y empíricos para ilustrar las desigualdades de género en la organización social del tiempo y la particularidad del tiempo de las mujeres en América Latina y Chile. En segundo lugar, a partir de una revisión crítica de la noción de tiempo que subyace a los estudios sobre el tiempo de las mujeres en Chile se propone una comprensión del tiempo como construido, múltiple y relacional, y se introduce el concepto trabajo temporal como el despliegue de agencia en la configuración de la experiencia temporal. En tercer lugar se presenta un análisis empírico de tener, administrar y hacer el tiempo como las principales estrategias a partir de las cuales las mujeres en Chile configuran su experiencia del tiempo en la vida cotidiana. Para finalizar se concluye en torno a la relevancia de la agencia para dar cuenta del tiempo de las mujeres en Chile en el contexto de las desigualdades y asimetrías de la organización social del tiempo, y se esbozan algunos desafíos para estudios futuros sobre el tiempo de las mujeres.

Tiempo, género y desigualdad: el problema del tiempo de las mujeres En las últimas décadas, el tiempo ha adquirido una relevancia sin precedentes para comprender los desafíos de las mujeres en las sociedades contemporáneas (Chatzitheochari y Arber 2012, 452; Jurczyk 1998, 292). Una serie de transformaciones sociales y culturales vinculadas a cambios en la estructura demográfica, las formas familiares, los roles de género y la estructura productiva han vuelto problemáticos el uso y distribución del tiempo en la vida cotidiana de las mujeres. La emergencia de familias con doble ingreso, la masiva incorporación de las mujeres al mercado del trabajo, la persistencia de la responsabilización femenina del trabajo doméstico y el cuidado, y la flexi-

bilización del mercado laboral (Bittman y Wajcman 2000, 165; Carrasco-Màrius 2003, 130; García 2005, 38; Offer y Schneider 2011, 809-810), han configurado una organización social del tiempo en la que existen significativas desigualdades de género en el uso y distribución del tiempo en la vida cotidiana. Como han argumentado Bittman y Wajcman (2000, 165) y Callejo (2005, 196), la necesidad de combinar de forma simultánea las exigencias y demandas del mercado del empleo remunerado, el trabajo doméstico y la vida familiar confronta a las mujeres con un conjunto de contradicciones estructurales e institucionales de las que se derivan diversos problemas en el manejo y organización del tiempo en la vida cotidiana. Frente a esta situación, las mujeres asumirían una “doble jornada” (Bittman y Wajcman 2000, 165-166; Carrasco 2005, 53; Mattingly y Bianchi 2003, 999), en la que a las responsabilidades de cuidado del hogar y la familia adicionarían de forma simultánea la participación en turnos de empleo remunerado, solapando e intensificando sus tiempos de trabajo. Como consecuencia, las mujeres tendrían menos tiempo, que además se se caracterizaría por su intensidad, presión, aceleración, multiplicidad, simultaneidad y fragmentación (Bittman y Wajcman 2000, 165-166; Carrasco-Màrius 2003, 150; Drew y Paradice 1996, 563-564; Everingham 2002, 342; Jurczyk 1998, 293-294; Mattingly y Bianchi 2003, 1006). Esta forma de experiencia temporal tendría a su vez un impacto significativo sobre el tiempo libre de las mujeres. Las mujeres contarían no sólo con menos tiempo libre, sino con un tiempo libre de menor calidad pues sería más acelerado, así como fragmentado, interrumpido y combinado con otras actividades vinculadas al trabajo no remunerado y a las responsabilidades domésticas y familiares (Bittman y Wajcman 2000, 181; Chatzitheochari y Arber 2012, 468; Mattingly y Bianchi 2003, 1024). En América Latina el tiempo se ha vuelto una de las dimensiones más problemáticas de la vida cotidiana de las mujeres (Aspiazu y Seltzer 2011, 35). La incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral y el aumento sostenido de los hogares con jefatura femenina no sólo han constituido una de las transformaciones sociales más significativas de la región en el último tiempo (Araya 2003, 45; Arriagada 2005, 7; Aspiazu y Seltzer 2011, 35; Campaña, Giménez-Nadal y Molina 2015, 2; Montaño y Milosavljevic 2010, 22), sino que también han reconfigurado la división sexual del trabajo, volviendo problemáticas tanto la conciliación de los tiempos del trabajo y la familia como la invisibilización y subvaloración del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (Araya 2003, 45; Arriagada 2005, 13). Es por esto que desde mediados de la década de los ochenta, diversos gobiernos de países de la región como Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay han realizado estudios El tiempo de las mujeres en Chile | Martina Yopo Díaz

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para conocer el uso y distribución del tiempo en la vida cotidiana (Aguirre 2005, 16; Aguirre, García y Carrasco 2005, 7; Araya 2003, 19-25; Arriagada 2005, 4; Aspiazu y Seltzer 2011; Campaña, Giménez-Nadal y Molina 2015, 2; Cepal 2009; INE 2009; Montaño y Milosavljevic 2010, 19). Éstos y otros estudios muestran que en América Latina las mujeres tendrían una carga de trabajo mayor que la de los hombres (Aguirre 2005, 29; Humphreys 2014, 15-16) porque, a pesar de su creciente participación en el mercado laboral, continuarían siendo las principales responsables del cuidado del hogar y la familia, y dedicarían más horas al trabajo no remunerado (Aguirre 2005, 22; Arriagada 2005, 4; Campaña, Giménez-Nadal y Molina 2015, 2; Humphreys 2014, 15-16; Montaño y Milosavljevic 2010, 17). Esta experiencia del tiempo tendría importantes consecuencias para el bienestar y la feminización de la pobreza. Como argumentan Aguirre, García y Carrasco (2005, 11) y la Cepal (2009, 24), la pobreza de tiempo sería más común en mujeres porque estaría relacionada con la realización de actividades no remuneradas y la falta de tiempo en la vida cotidiana. En Chile, el tiempo de las mujeres se ha vuelto objeto de diversos estudios empíricos que buscan ilustrar y comprender las continuidades y los cambios de la división sexual del trabajo, y el uso y distribución de los tiempos productivos de empleo fuera del hogar, los tiempos reproductivos del trabajo doméstico vinculados al cuidado de personas y al hogar, y los tiempos libres (Arriagada 2005; INE 2009; Montaño y Milosavljevic 2010; PNUD 2009, 2010 y 2012). A pesar de que en los últimos años habrían ocurrido importantes transformaciones en la organización social del tiempo en los ámbitos laboral, doméstico, familiar, y personal (Arriagada 2005; PNUD 2009), todavía seguirían existiendo importantes diferencias en la disposición, la distribución y el uso del tiempo entre hombres y mujeres (Arriagada 2005; Dirección del Trabajo 2009; Humphreys 2014; INE 2009; Montaño y Milosavljevic 2010; PNUD 2009 y 2010; Sernam 2009; Todaro 2009). En términos generales, las mujeres tendrían menos tiempo que los hombres (Sernam 2009, 123). Como indica el PNUD (2009, 183), las mujeres participarían más e invertirían más tiempo en el trabajo no remunerado asociado con tareas domésticas y el cuidado de otros. Como muestran datos del Sernam (2009, 122-123), mientras que las mujeres destinan 6,3 horas en promedio al día y el 23,7% de su tiempo a actividades relacionadas con el cuidado del hogar y de otros, los hombres sólo destinan a dichas actividades 2,5 horas en promedio al día y el 18,5% de su tiempo. Aunque las mujeres dedican menos horas al trabajo remunerado que los hombres, se evidencia una fuerte tendencia de progresiva incorporación de las mujeres al mercado laboral. La Encuesta Exploratoria de Uso de Tiempo en el Gran Santiago, realizada por el INE entre fines de 2007 y principios de 2008, muestra que entre las personas mayores de 15 años, la participación en un

trabajo remunerado de lunes a viernes es de 64,6% para los hombres y 37,9% para las mujeres (INE 2009, 2-3). De modo similar, datos de una encuesta del Sernam (2009, 122) indican que mientras que los hombres dedican un 25,4% de su tiempo al trabajo remunerado, las mujeres ocupan sólo un 18,5% de su tiempo en este ámbito. La persistencia de la feminización del trabajo doméstico y de cuidado, junto con la creciente participación de las mujeres en el mercado laboral, darían origen al fenómeno de la “doble jornada”, en el que las mujeres se incorporarían activamente al mundo del trabajo remunerado sin dejar de lado las responsabilidades en los ámbitos doméstico, familiar y reproductivo, aumentando así su carga de trabajo en el día a día (Arriagada 2005; Humphreys 2014; INE 2009; Montaño y Milosavljevic 2010; PNUD 2009 y 2010; Sernam 2009). Frente a este escenario, las mujeres se verían confrontadas con la necesidad de combinar y coordinar diversas actividades de distintos ámbitos, lo que resultaría problemático pues muchas veces dichas actividades son institucional y estructuralmente incompatibles entre sí. En este sentido, el PNUD (2010, 80) y el Sernam (2009, 15) han demostrado cómo en Chile las mujeres que se desempeñan en roles no tradicionales lo hacen a costa de la intensificación y sobrecarga de su tiempo, y de un aumento de conflictos en la organización de sus tiempos. Esto tendría a su vez un significativo impacto sobre el tiempo libre de las mujeres en Chile. Las mujeres tendrían menos tiempo libre que los hombres, que adicionalmente sería de menor calidad y estaría asociado a un tiempo para los otros. Para el PNUD (2010, 79), el tiempo libre de las mujeres en Chile se experimentaría en simultaneidad con otros tiempos y no estaría claramente diferenciado del tiempo de trabajo doméstico destinado al hogar y al cuidado de otros. La experiencia temporal en la vida cotidiana de las mujeres en Chile estaría fuertemente influenciada por su posición en la estructura social y tendría importantes implicancias para su bienestar. Por un lado, como muestran Humphreys (2014, 27-32) y Sernam (2009, 145-167), mientras que las mujeres más pobres dedicarían más tiempo al trabajo no remunerado, las mujeres de niveles socioeconómicos más altos destinarían menos tiempo a los quehaceres domésticos y de cuidado, y gozarían de más tiempo libre. De forma similar, el PNUD (2010, 75) observa que en el uso y distribución del tiempo del trabajo doméstico inciden factores como el nivel socioeconómico y la edad, pero también la ocupación, el estado civil y la composición familiar, entre otros. Por otro lado, como señala el PNUD (2009, 192), las prácticas de gestión de tiempo de las mujeres se han transformado en un espacio de manejo de tensiones de discursos sociales contradictorios, con lo que su experiencia cotidiana se tornaría sumamente agobiante e insatisfactoria. Este fenómeno resultaría clave para ilustrar el aumento en Chile del agobio y estrés en las mujeres en los últimos años.

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Desafío de la hegemonía del tiempo: agencia y trabajo temporal Los estudios sobre uso y distribución del tiempo en Chile han realizado un gran aporte al proveer información detallada sobre el tiempo que las mujeres destinan a actividades vinculadas al empleo, el trabajo doméstico, el cuidado de otros y el tiempo libre. De este modo, han contribuido de forma significativa a visibilizar los problemas y tensiones que las mujeres enfrentan en la gestión del tiempo en su vida cotidiana, y las desigualdades relacionales e institucionales de la organización social del tiempo en Chile. Sin embargo, estos estudios han presentado una versión parcial y limitada de la experiencia temporal de las mujeres en Chile al conceptualizar el tiempo de manera exclusiva como un recurso natural escaso. Como han señalado Güell y Yopo (2015, 2), en los estudios empíricos sobre el tiempo en Chile ha predominado una concepción del tiempo como un fenómeno natural y objetivo cuya determinación antecede la experiencia individual y cuyo sentido se reduce a su cantidad. Las limitaciones de la comprensión del tiempo como un recurso objetivo, preexistente, externo, homogéneo, escaso y únicamente cuantitativo para dar cuenta de la experiencia del tiempo han sido ampliamente reconocidas en los estudios del tiempo (Arriagada 2002, 2; Carrasco-Màrius 2003, 131; Everingham 2002, 342; Southerton 2006, 435), y han sido señaladas con especial énfasis por aquellos que utilizan una perspectiva feminista y de género para ilustrar la particularidad del tiempo de las mujeres. Desde esta perspectiva, el tiempo es una construcción social estructurada con base en las desigualdades y asimetrías de poder de las relaciones de género (Bryson 2007 y 2008; Felski 2002; Hughes 2002; Leccardi 1996; Schües 2011; Sirianni y Negrey 2000). En este contexto, el tiempo natural, lineal y objetivo representado en la cronología del reloj emerge como una construcción social occidental basada en los tiempos productivos del mercado laboral que contribuye a profundizar la hegemonía masculina y la subordinación femenina, y a perpetuar las diferencias de género en torno al tiempo (Bryson 2008, 136; Hughes 2002, 135-136). Esta forma de comprender el tiempo invisibiliza la particularidad cualitativa del tiempo de las mujeres porque no permite dar cuenta de la dimensión múltiple, cíclica, relacional y fragmentada del tiempo del trabajo reproductivo, doméstico y el cuidado (Bryson 2007, 122 y 2008, 145-146; Felski 2002, 27; Hughes 2002, 136-37; Leccardi 1996, 175), y cómo éste se encuentra profundamente constreñido por las formas sociales de organización del tiempo y los tiempos de los otros (Bryson 2007, 134-135 y 2008, 148; Hughes 2002, 137).

Esta revisión crítica de la concepción predominante del tiempo desde una perspectiva feminista permite ilustrar que la forma en la que el tiempo es utilizado, comprendido y valorado es fundamental para la reproducción o transformación de las desigualdades de género en los ámbitos público y privado (Bryson 2007, 185). Basándose en una comprensión del tiempo como socialmente construido, múltiple y relacional, este artículo busca visibilizar la particularidad de la experiencia temporal de las mujeres en Chile. Para esto, se supera el estudio del tiempo como el uso y distribución de un recurso natural, externo, objetivo, homogéneo, estandarizado y cuantificable, y se pone énfasis en las distintas estrategias que las mujeres chilenas despliegan para configurar su experiencia temporal en el contexto de las desigualdades y asimetrías de la organización social del tiempo. Por medio del concepto trabajo temporal, este artículo busca mostrar en qué medida la experiencia temporal de las mujeres en la vida cotidiana trasciende la vivencia pasiva de la distribución desigual del tiempo en la sociedad y sus consecuencias subjetivas, y se constituye también a partir de cuotas variables de agencia que permiten subvertir las complejidades y limitaciones de su tiempo en la vida cotidiana. Para comprender el concepto trabajo temporal, y sus consecuencias para la configuración del tiempo en la vida cotidiana, es necesario discutir en primera instancia el concepto agencia. El debate entre estructura y agencia ha sido el eje central de la teoría social moderna (Archer 1996), y por eso el concepto agencia ha sido ampliamente discutido en las ciencias sociales (Emirbayer y Mische 1998). A pesar de múltiples diferencias y matices, por lo general, agencia refiere a la capacidad socialmente condicionada de los individuos para reproducir y subvertir estructuras e instituciones en el proceso de construcción de su identidad, experiencia y biografía en el contexto de condiciones históricas y sociales cambiantes (Elliott 2008, 5; Emirbayer y Mische 1998, 970). En este sentido, el concepto agencia involucra cuotas variables de autonomía, reflexividad y creatividad por medio de las cuales los individuos, como agentes activos, pueden ampliar sus posibilidades de acción más allá de la mera reproducción estructural y volver posible la emergencia de acciones contingentes, inesperadas e innovadoras (Giddens 1979; McNay 2000). Aunque la agencia alude a la capacidad de acción de los individuos, es en esencia social porque es a la vez posibilitada y limitada por las relaciones sociales, las instituciones y estructuras de la sociedad (Hays 1996, 62). En este sentido, la agencia, entendida como una capacidad relacional contextualmente situada, determina que ésta no es una cualidad ontológica universal de los individuos (Coole 2005; McNay 2000, 163), sino más bien una capacidad emergente históricamente variable, condicionada estructural, institucional e intersubjetivamente, y dependiente de la configuración asimétrica El tiempo de las mujeres en Chile | Martina Yopo Díaz

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de las relaciones de poder y las desigualdades estructurales (Emirbayer y Mische 1998, 973; McCarthy, Sullivan y Wright 2006; McNay 2000, 163; Sewell Jr. 1992). Quizás el aporte más significativo a la conceptualización y el análisis empírico de la relación entre tiempo y agencia en la configuración de la experiencia de la vida cotidiana ha sido el desarrollado por Flaherty a través del concepto trabajo temporal (Flaherty 1999, 2002, 2003, 2011 y 2013). Basado en el trabajo de Mead (1934) y Garfinkel (1967), el trabajo temporal corresponde al esfuerzo intencional de autodeterminación que despliegan los individuos, utilizando conocimiento y prácticas, para producir las condiciones que posibilitan la emergencia o resistencia de una experiencia temporal particular (Flaherty 1999, 153; 2002, 379-384; 2003, 19; 2011 y 2013, 240). A la noción trabajo temporal subyace una forma particular de comprender al individuo y al tiempo. Por un lado, la noción de trabajo temporal supone que el individuo es un agente activo que busca determinar de modo intencional la forma particular de su experiencia temporal (Flaherty 2003 y 2011). En este sentido, la concepción ontológica del individuo trasciende la de una entidad pasiva que experimenta el tiempo únicamente a partir de la reproducción de la organización social del tiempo, y vuelve posible dar cuenta de las estrategias que los individuos despliegan para subvertir las dificultades y complejidades que enfrentan en la construcción cotidiana del tiempo. Por otro lado, la noción trabajo temporal supone que el tiempo que los individuos experimentan en su vida cotidiana no es sólo una derivación lineal de la organización social tiempo, sino que también está determinado en parte por la acción de los individuos (Flaherty 2011). Esto no implica que el tiempo sea una construcción puramente subjetiva ni que el individuo constituya el fundamento ontológico del tiempo social, sino más bien que la experiencia temporal de los individuos trasciende la vivencia del tiempo como un recurso objetivo y externo determinado exclusivamente a partir de las estructuras e instituciones sociales. Del mismo modo que la agencia, el trabajo temporal también se encuentra condicionado por el contexto social y sus dimensiones culturales, organizacionales y relacionales (Flaherty 2003, 30 y 2013, 249). Por su amplia afinidad con una comprensión de la experiencia temporal como una construcción social configurada por los individuos en el contexto de las desigualdades y asimetrías de la organización social del tiempo, y su énfasis en los esfuerzos individuales orientados a dar forma al tiempo en la vida cotidiana, el concepto trabajo temporal constituye la herramienta analítica más adecuada para ilustrar las estrategias que las mujeres chilenas despliegan para configurar su experiencia del tiempo en la vida cotidiana.

Tener, administrar y hacer el tiempo: el trabajo temporal de las mujeres en Chile Como ha señalado Aguirre (2005, 31), para avanzar en el estudio del tiempo es necesario complementar los análisis cuantitativos derivados de la aplicación de las Encuestas de Uso de Tiempo con aproximaciones empíricas de carácter cualitativo. Es por esto que para dar cuenta del trabajo temporal que despliegan las mujeres en Chile para configurar su experiencia temporal en la vida cotidiana, este artículo analiza entrevistas realizadas en el marco de un estudio cualitativo sobre prácticas para el bienestar subjetivo del Informe de Desarrollo Humano 2012 del PNUD en Chile.1 La finalidad de estudio fue explorar, desde la perspectiva de los individuos, las prácticas y acciones desplegadas en la vida cotidiana para alcanzar el bienestar subjetivo. Las entrevistas semiestructuradas realizadas en el marco de este estudio tuvieron una duración promedio de una hora y nueve minutos, y se llevaron a cabo en lugares acordados con cada uno de los entrevistados. Se utilizó un muestro estructural en el que el nivel socioeconómico, el sexo, la edad y la situación laboral y familiar se consideraron como criterios relevantes en la selección de los participantes (PNUD 2012, 367). Este artículo analiza quince entrevistas realizadas con mujeres chilenas que residen en comunas de Santiago, pertenecen a los niveles socioeconómicos (NSE) bajo, medio y alto, tienen entre 19 y 63 años de edad, sus niveles de escolaridad comprenden desde la educación básica incompleta hasta la educación universitaria completa y tienen entre 0 y 5 hijos. El análisis de estas entrevistas por medio del concepto trabajo temporal permite ilustrar que la configuración de la experiencia temporal en la vida cotidiana de las mujeres en Chile es múltiple y heterogénea pues consiste en distintas estrategias que involucran niveles variables de agencia y reproducción de las desigualdades y asimetrías de la organización social del tiempo. En este contexto, tener, administrar y hacer el tiempo emergen como las principales estrategias a través de las cuales las mujeres chilenas configuran su experiencia del tiempo en la vida cotidiana. Como ha sido ampliamente documentado por los estudios de tiempo en Chile (PNUD 2010, 79-80; Sernam 2009, 15), la experiencia temporal más significativa en la vida cotidiana de las mujeres es el no tener tiempo. En las entrevistas analizadas, la escasez de tiempo y la falta de éste aparecen como una experiencia transversal a diversos ámbitos y actividades, pero que se encuentra con frecuencia vinculada a la multiplicidad y simultaneidad de los tiempos del trabajo productivo y reproductivo, y a las dificultades 1 Agradezco al Equipo de Desarrollo Humano del PNUD en Chile, por facilitarme las entrevistas realizadas en el marco del estudio sobre prácticas para el bienestar subjetivo del Informe de Desarrollo Humano 2012.

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institucionales y relacionales para poder dedicar tiempo a actividades recreativas vinculadas al tiempo libre. En todos los casos, el no tener tiempo se identifica como una dimensión no deseada de la experiencia que se contrapone al anhelo de contar con más tiempo en la vida cotidiana. Esto se evidencia con claridad en la falta de tiempo para la lectura de una de las entrevistadas:

“Entonces eso a mí y a mi marido nos limitaba por tener digamos otras actividades porque nosotros decidimos en este proyecto de matrimonio de que una vez que llegaran los niños, nosotros teníamos que abrir las puertas para ellos primero y después nosotros íbamos a tener más tiempo para nosotros”. (Esperanza 2011)

“Emmm… me encantaría tener más tiempo pa leer, tengo poco tiempo pa leer, muy poco, y en el metro no me funciona leer, en la mañana quizás sí, pero a la vuelta es imposible. Entonces no… ésas son como cosas que quizás me gustaría hacer más”.2 (Daniela 2011)

El análisis de las entrevistas devela cómo el no tener tiempo constituiría una fuente importante de malestar para las mujeres chilenas. Esto, porque la falta de tiempo representa una de las principales limitaciones que enfrentan para cumplir con sus exigencias y responsabilidades sociales, y desarrollar sus planes y proyectos de vida. En concordancia con lo anterior, para una de las entrevistadas, el no tener tiempo ha sido un factor decisivo en su posibilidad de establecer relaciones de pareja estables a lo largo del tiempo:

Por lo general, el no tener tiempo aparece como una consecuencia directa de las asimetrías de poder en las relaciones de género que estructuran la organización social del tiempo, que subordinan los tiempos de las mujeres a las dificultades de la coordinación de las incompatibilidades estructurales e institucionales de los tiempos de los ámbitos laboral, doméstico y familiar. En el ámbito laboral, el horario y el tipo de régimen de trabajo resultarían determinantes en la escasez de tiempo de las mujeres en la vida cotidiana. En el ámbito familiar, el cuidado de otros, en especial de los hijos, resultaría decisivo en la disponibilidad de tiempo en el día a día. Como muestra con claridad el relato de una de las entrevistadas, la falta de tiempo para realizar las tareas domésticas sería una consecuencia directa de la coordinación y realización simultáneas del trabajo remunerado y el cuidado de otros: “Para cocinar, no, eh, siempre me falta el tiempo para cocinar, siempre, para hacer el aseo, para cocinar, para hacer las cosas, por el mismo hecho de trabajar, de levantarme temprano pa mandar a los niños al colegio, que lavar; no plancho porque mi hermana me plancha, tengo que pagarle a una persona pa que me planche, pero no me da el tiempo para, siempre para cocinar”. (Bárbara 2011)

Al igual que el hecho de tener o no tener tiempo, las posibilidades de subversión de la escasez de tiempo como consecuencia estructural de las desigualdades de género en la organización social del tiempo estarían determinadas externamente y supeditadas a las condiciones relacionales, instucionales y estructurales en las que las mujeres chilenas se desenvuelven en la vida cotidiana. El relato de una de las entrevistadas muestra con claridad cómo para ella la posibilidad de superar la falta de tiempo como limitación para realizar actividades en el día a día depende del fin de un ciclo de cuidado de sus hijos:

2 Los fragmentos que se presentan corresponden a citas textuales de las entrevistas realizadas en el marco del estudio sobre prácticas para el bienestar subjetivo del Informe de Desarrollo Humano 2012 del PNUD en Chile. En ellos, las palabras destacadas con cursivas son énfasis propios.

“Ehh, si en la medida que me, me limita me ha limitado en el ámbito de… personal, de pareja, por el… por los tiempos, y claro, hasta el momento, no, no sé, no he tenido la suerte o no he elegido bien o no he tenido la posibilidad de conocer a la persona que pueda compatibilizar justamente con estos intereses […] Entonces me ha tocado estar con parejas que no, no comparten esa visión, como que, ahh, no, qué lata, claro, no tenís tiempo, entonces chocamos, y ahí me genera pena, justamente, no poder compatibilizar ése, ese tema”. (Jacinta 2011)

Aunque diversos estudios han mostrado cómo en Chile la falta de tiempo afecta de forma más intensa a mujeres pertenecientes a niveles socioeconómicos más bajos, con menor nivel de educación y mayor edad (Humphreys 2014, 27-32; PNUD 2010, 75; Sernam 2009, 163-167), el análisis de las entrevistas da cuenta de que, si bien la escasez de tiempo es más común en mujeres con esta caracterización sociodemográfica, es una experiencia temporal transversal al conjunto de las mujeres chilenas. Y aunque no tener tiempo constituya la experiencia temporal más significativa para las mujeres en Chile, no es la única. Junto con la falta de tiempo como una limitación estructural en la vida cotidiana, en las entrevistas emerge también la administración del tiempo como una estrategia a través de la cual las mujeres buscan configurar su experiencia temporal por medio de un mayor control sobre la distribución y organización del tiempo. En este sentido, la administración del tiempo constituye un reflejo de mayores niveles de autonomía y capacidad de determinación sobre la distribución del tiempo propio con base en las responsabilidades y demandas sociales, pero también los deseos y prioridades personales. Por un lado, este control e intencionalidad mayores sobre la distribución del tiempo se expresan en la jerarquización de los criterios y destinatarios de asignación del tiempo propio. Sin embargo, es El tiempo de las mujeres en Chile | Martina Yopo Díaz

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interesante cómo la definición del tiempo propio de las mujeres chilenas aparece altamente conflacionado con el tiempo de los otros, y en este sentido se mantiene ampliamente constreñido por los tiempos reproductivos y de cuidado. Esto se ve claramente reflejado en el relato de una de las entrevistadas sobre cómo destina tiempo para estar con sus hijos: “Emmm… Qué cosas me hacen sentir bien en relación a mi familia… Bueno, ver a mis niños felices, ¿no cierto? Eso es lo que más me gusta. Me gustaaa…verlos felices […] Me hace feliz regalonear con ellos, en la mañana, ¿cachay? Porque es súper rico darse ese tiempo, jugar en la tarde con ellos un rato…”. (Helen 2011)

Este mayor control sobre el tiempo en la vida cotidiana también se expresa en la capacidad de organizar y coordinar los tiempos productivos y reproductivos de forma tal que posibiliten una configuración de la experiencia temporal acorde con las necesidades y los deseos personales. Es el caso de una de las entrevistadas, para quien organizar el tiempo de forma adecuada le permite tomarse un día libre en su empleo: “Que lo hago organizándome bien en el trabajo, porque irme un viernes en la noche o en la tarde y volverme el domingo es una locura. O sea, ya lo hice una vez y no lo hago más. Entonces, me voy arreglando con los tiempos, ‘me gustaría este viernes tomármelo libre, porque usted me lo descuenta’, con todo lo que significa; como saben que yo dejo todo ordenadito, no hay ningún problema con faltar un día”. (Gabriela 2011)

Sin embargo, desde los relatos de las mujeres chilenas entrevistadas es posible observar que las posibilidades de distribución y organización del tiempo en la vida cotidiana se encontrarían ampliamente subordinadas a los roles que desempeñan y las actividades que realizan las mujeres en los ámbitos laboral, doméstico y familiar, y así, a las formas hegemónicas de organización social del tiempo en el Chile contemporáneo. Como muestra el relato de una de las entrevistadas, las posibilidades de mayor control sobre la determinación del tiempo en la vida cotidiana se encuentran determinadas por el hecho de no tener hijos: “¿Qué facilita?… No sé, por lo menos en mí, tener una buena cortina, como pa poder dormir… emmm por lo menos hoy día no tener niños, ehhh, que obvio que yo manejo mi tiempo, no tengo nadie que me despierte en la mañana…”. (Daniela 2011)

Aunque resulta menos común que la falta de tiempo, la administración del tiempo indica que la experiencia temporal de las mujeres en Chile es más compleja que la simple dicotomía de tener y no tener tiempo, y que a través de la distribución y organización del tiempo

las mujeres buscan intencionalmente configurar su experiencia temporal en la vida cotidiana. Sin embargo, la experiencia temporal de las mujeres chilenas trasciende el no tener tiempo como una limitación estructural para la acción, y la administración del tiempo, como una forma particular de distribución y organización del tiempo en la vida cotidiana. Aunque de forma mucho más escasa, el análisis de las entrevistas muestra también cómo las mujeres en Chile buscan configurar su experiencia temporal en la vida cotidiana por medio de la producción de tiempo. El hacer el tiempo como forma de trabajo temporal permite a las mujeres entrevistadas superar las limitaciones estructurales de la organización social del tiempo. Esto se ve reflejado en el relato de una de las entrevistadas, para quien hacer el tiempo es la forma de tener tiempo para sí en el día a día: “Yo, y sí, yo creo que preocuparse uno mismo, si uno haciéndose el tiempo y siendo bien organizado, yo creo que uno tiene tiempo para sí mismo […] En mi caso, por ejemplo, cuando estoy aquí en la pega3 trato de organizarme, si vengo mal, así, por ejemplo, pintarme una cosa, así [risas], cuando uno mira la cara de espanto que trae, si se puede hacerse un tiempo o arreglarse el pelo [risas], maquillarse”. (Francisca 2011)

Hacer el tiempo tiene que ver con desarrollar estrategias que permitan crear el tiempo necesario para aquellos ámbitos o actividades de la vida cotidiana que son relevantes para las mujeres, considerando tanto sus responsabilidades sociales como sus preferencias individuales. En particular, hacer el tiempo sería crucial para poder realizar actividades vinculadas al cuidado de sí y a la reproducción de las relaciones familiares. Es el caso de una de las entrevistadas, que, aun teniendo que compatibilizar ámbitos distintos, logra hacerse el tiempo para compartir con su familia: “Porque trato de mantener el equilibrio con todo eee… haciéndome el tiempo yo, así ya estu… yo estudio y toda la cuestión pero igual paso a verlos después del colegio a la familia, paso a ver a mi hermana, paso, y, o estamos en la casa y esperamos una once, así… y conversamos todos los temas, nos tomamos el tiempo de estar juntos un ratito, así, y eso igual ayuda, como pa’ porque tu estai’ con ellos”. (Natalia 2011)

Como argumenta Leccardi (1996, 180), la habilidad para hacer el tiempo manifiesta el carácter creativo de la experiencia temporal de las mujeres. Esto se refleja en la posibilidad de trascender las desigualdades y asimetrías de género en la organización social del tiempo, y configurar un tiempo propio autónomo que permite superar la identidad entre tiempo femenino y tiempos

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Expresión utilizada en Chile para referirse al trabajo.

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 100-109 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.08


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de reproducción y cuidado. Sin embargo, el potencial emancipador de la posibilidad de hacer el tiempo debe ser interpretado con cuidado. Pues aunque parezca ser configurado con niveles significativos de creatividad y autonomía, el tiempo propio que emerge de las estrategias de producción de tiempo también termina por orientarse muchas veces a aquellos otros espacios que definen la posición subordinada de las mujeres en la forma hegemónica de organización del tiempo en el Chile contemporáneo.

Conclusiones En Chile, un conjunto de transformaciones sociales y culturales vinculadas a cambios en la estructura productiva, la configuración familiar y los roles de género han vuelto problemáticos el uso y la distribución del tiempo de las mujeres en la vida cotidiana. En este contexto, la falta de tiempo se ha vuelto la experiencia temporal más significativa para las mujeres en Chile. Sin embargo, este artículo muestra que la experiencia temporal de las mujeres chilenas trasciende la escasez de tiempo porque, de forma variable y heterogénea, ésta se configura también a partir de las estrategias que despliegan para dar forma a su tiempo en la vida cotidiana. En otras palabras, la experiencia temporal de las mujeres en Chile es más compleja que el hecho de tener o no tener tiempo como consecuencia derivada de las desigualdades y asimetrías de poder en las relaciones de género que estructuran la organización social del tiempo.

continuaría estando ampliamente determinada por las desigualdades y asimetrías de la organización social del tiempo, frente a las cuales no pareciese existir más alternativa que la adaptación pasiva y la vivencia problemática de sus contradicciones relacionales, institucionales y estructurales. Este artículo ha buscado realizar un aporte al estudio del tiempo en Chile, ampliando y complejizando el espectro de experiencia temporal de las mujeres por medio de la introducción de la agencia como una dimensión relevante para comprender cómo las mujeres configuran su experiencia temporal en la vida cotidiana, en el contexto de la reconfiguración de las estructuras productivas y reproductivas de la sociedad. En este sentido, el trabajo temporal ha resultado ser una herramienta analítica productiva para dar cuenta de los matices y desafíos de la configuración del tiempo de las mujeres en la vida cotidiana, y debería ser tomado en consideración para futuros estudios sobre el tiempo de los individuos tanto en Chile como en América Latina. Estos estudios deberían intentar caracterizar empíricamente (y profundizar en) las variaciones en el trabajo temporal de los individuos a partir de su posición en la estructura sociodemográfica, y discutir de manera crítica el rendimiento conceptual, analítico y empírico de la noción trabajo temporal para ilustrar los modos en que los individuos buscan dar forma al tiempo en la vida cotidiana.

Referencias

La experiencia del tiempo en la vida cotidiana de las mujeres en Chile es heterogénea y emerge como producto del trabajo temporal, entendido como despliegue variable de agencia en la configuración del tiempo. Aunque en la mayoría de los casos el trabajo temporal se encuentra restringido a la vivencia pasiva de las consecuencias subjetivas de la hegemonía masculina en la organización social del tiempo, en algunos casos también involucra la administración y producción del tiempo como estrategias para realizar y coordinar distintas actividades relacionadas con el mercado laboral, el trabajo doméstico, la reproducción familiar, el tiempo libre y el cuidado de sí.

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En este sentido, el despliegue de agencia en la configuración del tiempo resultaría fundamental para que la experiencia temporal de las mujeres chilenas en la vida cotidiana resultase más satisfactoria según las responsabilidades de sus roles sociales y sus aspiraciones individuales. Sin embargo, pese a la relevancia de la agencia, las posibilidades de desplegar estrategias que posibiliten la configuración de una experiencia temporal creativa y autónoma, para así subvertir la posición de subordinación en la organización social del tiempo, parecieran ser escasas y excepcionales. En este sentido, la experiencia temporal de las mujeres chilenas

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Entrevistas 53. Angélica, 44 años, NSE bajo, educación media incom-

pleta. Abril de 2011. 54. Bárbara, 38 años, NSE medio, educación técnica

completa. Abril de 2011. 55. Constanza, 38 años, NSE bajo, educación básica incom-

pleta. Mayo de 2011. 56. Daniela, 23 años, NSE alto, educación universitaria

completa. Mayo de 2011. 57. Esperanza, 57 años, NSE medio, educación universi-

taria incompleta. Mayo de 2011. 58. Francisca, 21 años, NSE bajo, educación media

completa. Julio de 2011. 59. Gabriela, 52 años, NSE medio, educación media

completa. Julio de 2011. 60. Helen, 38 años, NSE alto, educación universitaria

completa. Julio de 2011. 61. Ignacia, 25 años, NSE medio, educación universitaria

en curso. Julio de 2011. 62. Jacinta, 35 años, NSE medio, educación universitaria

completa. Julio de 2011. 63. Loreto, 21 años, NSE alto, educación universitaria en

curso. Agosto de 2011. 64. María, 58 años, NSE alto, educación universitaria

completa. Agosto de 2011. 65. Natalia, 21 años, NSE bajo, educación media en curso.

Agosto de 2011. 66. Olivia, 19 años, NSE bajo, educación técnica en curso.

Agosto de 2011. 67. Patricia, 63 años, NSE bajo, educación básica incom-

pleta. Septiembre de 2011.

El tiempo de las mujeres en Chile | Martina Yopo Díaz

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Documentos

Tres personajes femeninos en El Quijote • 111-116

Hugo Hernán Ramírez – Universidad de los Andes, Colombia


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Tres personajes femeninos en El Quijote

Hugo Hernán Ramírez* DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.09

Cuando se habla del Quijote no se suele tener en cuenta que en realidad hablamos de dos libros distintos escritos por Miguel de Cervantes Saavedra.1 El primero se publicó en 1605 y fue dedicado al Duque de Béjar, y el otro en 1615 y fue dedicado al Conde de Lemos; los dos dicen haber sido impresos en el taller de Juan de la Cuesta, pero éste sólo regentó su taller hasta 1607, con lo cual no pudo participar de la edición del tomo de 1615.2 Si bien el tomo de 1615 es la continuación del tomo de 1605, entre los dos libros hay notables diferencias: el uno se llama “Ingenioso hidalgo”, y el otro, “Ingenioso caballero”; en el tomo de 1605 el personaje Alonso Quijano es lector de libros de caballería (Q, I, 1) en tanto que en el tomo de 1615 casi todos los personajes se declaran lectores fascinados por el libro del Quijote (Q, II, 30-57). También hay diferencias notables en la construcción narrativa: el tomo de 1605 está marcado por el espíritu de la aventura, que se ve, por ejemplo, en que Quijote confunde unos molinos de viento con unos gigantes (Q, I, 8) o cree que unos rebaños de ovejas y carneros son en realidad el ejército del moro Alifanfarón, que lucha contra el ejército del cristiano Pentapolín del Arremangado Brazo (Q, I, 18). En el tomo de 1615, por el contrario, se privilegia un sentimiento constante de decepción, de aventura frustrada enmarcada en la cadena de bromas urdidas en el palacio de los duques, que quieren, por ejemplo, hacer creer a don Quijote que puede cabalgar por el cielo en un caballo de palo llamado Clavileño (Q, II, 40-41) o que le entregan a Sancho Panza el gobierno ilusorio de la ínsula Barataria (Q, II, 45).

* Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Profesor asociado de la Universidad de los Andes (Colombia). * huramire@uniandes.edu.co 1 Las citas del Quijote aparecerán siempre en el cuerpo del texto designando el libro como Q, el tomo con números romanos y el capítulo referido con números arábigos. 2 Para detalles del proceso editorial de la primera edición del Quijote de 1605 y 1615 remito al estudio de Francisco Rico (2005).

Con todo y sus diferencias, hay constantes entre los dos volúmenes: Cide Hamete Benengeli es un narrador ficticio referido en los dos tomos; los personajes protagonistas son los mismos; personajes como el cura y el barbero aparecen asociados con la racionalidad, que confronta la supuesta locura del Quijote; la sobrina y el ama de Alonso Quijano aparecen referidas en los dos volúmenes, y también en los dos volúmenes es central la figura de una amada que será referida como Dulcinea del Toboso, Aldonza Lorenzo o la moza aldeana (Q, I, 2). Hay un tipo particular de personaje cuya configuración es constante, ya no sólo en el Quijote sino también en las Novelas ejemplares e incluso en el teatro; me refiero a los personajes femeninos. Es mi hipótesis que en el Quijote, o en general en la obra de Cervantes, la manera de caracterizar a los personajes femeninos tiene unas resonancias muy modernas asociadas, por ejemplo, con la autodeterminación. Lo primero que habría que señalar es que los personajes femeninos de Cervantes son muy complejos, y en general responden a una paleta variopinta, de manera que intentar meterlos a todos en una sola bolsa es imposible. Me interesan en particular aquellos personajes femeninos marcados por enunciados que podríamos llamar de “autodeterminación”, entendida como la determinación personal y libre derivada de la necesidad típicamente humana de realizar las propias aspiraciones, y que en términos del DRAE se plantea como la “capacidad de una persona para decidir por sí misma algo”. No pretendo hacer ninguna explicación amplia sobre el problema filosófico de la “autodeterminación” en el período áureo, también dejo de lado el problema de la autodeterminación como práctica social de las mujeres del siglo XVII e incluso dejo de lado el análisis de sesgo biográfico de Cervantes asociado con autodeterminación con el que se suele asociar a las mujeres de la propia familia de Cervantes. Pretendo únicamente enunciar el problema en el nivel textual de la prosa ficcional del Quijote.3 3 Como suele suceder con casi todos los temas cervantinos, este tema ha sido desarrollado ya por la crítica: cito como ejemplo los trabajos de Hans-Jörg Neuschäfer (1999 y 2005)


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Me parece que esos enunciados de “autodeterminación” en los personajes femeninos de Cervantes pueden asociarse por ejemplo: 1) con las palabras del propio personaje, como sería el caso de Marcela en la primera parte del Quijote; 2) con los comportamientos de los personajes femeninos, como sería el caso de Dorotea, Leandra o Altisidora en la segunda parte del Quijote; 3) con la imagen que ellas proyectan sobre su contexto ficcional, como sería el caso del personaje llamado Preciosa, en la novela La gitanilla; Constanza, en la novela La ilustre fregona, o incluso con las acciones casi cómicas, como el robo que Estefanía hace al alférez Campusano, en la novela El casamiento engañoso, novelitas estas tres últimas incluidas en el tomo titulado Novelas ejemplares, publicado por Miguel de Cervantes en 1613. Como el panorama es tan amplio me ocuparé específicamente del discurso de la pastora Marcela en el capítulo 14 de la primera parte, de la Dorotea presentada como lectora que se transforma en la princesa Micomicona en el capítulo 29 de la primera parte, y de la atrevida, graciosa y desenvuelta Altisidora que encontramos en el capítulo 57 de la segunda parte. La aparición de la pastora Marcela en la primera parte del Quijote ocurre durante el sepelio de un pastor llamado Grisóstomo, que, según se cuenta, murió de amor por ella. A lo largo del relato sabemos, por ejemplo, que Marcela es huérfana, que, si bien aparece vestida como pastora, en realidad es una rica joven de ciudad que se disfraza para vivir en el campo en condición de libertad y que ella misma se describe como “Fuego soy apartado y espada puesta lejos”. Presentar a la muchacha como huérfana, disfrazada o asociada con la imagen de un objeto que puede hacer daño en realidad son tópicos en la literatura medieval y áurea, tópicos que Cervantes usa con mucha frecuencia, al punto de que, por ejemplo, sólo en el tomo de 1605, además de Marcela aparecen como huérfanas la mora Zoraida (Q, I, 37), Doña Clara de Viedma (Q, I, 42) y la hermosa Leandra (Q, I, 51). La afirmación “Fuego soy apartado y espada puesta lejos” formulada por Marcela en el primer relato intercalado que aparece en el Quijote viene precedida por un largo alegato en donde ella pone en contexto aquello de que ella sea la culpable de que Grisóstomo haya muerto de amor. De hecho, ese enunciado aparece en un contexto más amplio, en donde el personaje de Cervantes señala, por ejemplo, que: “Así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, y Erich Köhler (1961), quienes se ocupan del asunto pero sólo lo desarrollan en función del personaje Marcela que aparece en la primera parte del Quijote. Podría también traer a cuento trabajos como la reciente compilación preparada por Fanny Rubio (2005) bajo el título El Quijote en clave de mujer/ es, en donde encontramos trabajos nuevos junto a otros ya clásicos, elaborados por Concha Espina, María Zambrano, Carmen Castro, Lidia Falcón e Iris M. Zavala.

tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa, que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca” (Q, I, 13). Lo primero que se destaca en el pasaje que nos sirve de contexto para entender el enunciado de Marcela es que la falsa pastora evoca el tópico de la condición maligna de la mujer que se había extendido en la Antigüedad y el período áureo, por ejemplo, a través de los sermonarios o de los libros de los moralistas. De hecho, la presentación de la mujer como una espada que debe ser alejada aparece, por ejemplo, en los Emblemas morales de Sebastián de Covarrubias (1610), en pasajes como el titulado “aparta de ti el cuchillo agudo”, en donde recomienda dejar a un lado toda amistad que pueda conducir a engaño o llevar a trato peligroso (Emblema 24). Más allá de la evocación de un tópico con resonancias clásicas, lo que me interesa subrayar es que toda la historia de Marcela se asocia con un necesario ejercicio de autodeterminación al que ella llega, desde el punto de vista de la ficción, como consecuencia de las condiciones vitales en las que se ha formado. Marcela es huérfana, criada por un tío sacerdote; la historia de su vida llega a la novela en el contexto del encuentro con cabreros reales; se cuenta la historia de dos pastores fingidos, Marcela y Grisóstomo, que abandonaron su vida en la ciudad para dedicarse a guardar el ganado: Pero hételo aquí, cuando no me cato, que remanece un día la melindrosa Marcela hecha pastora; y sin ser parte su tío ni todos los del pueblo, que se lo desaconsejaban, dio en irse al campo con las demás zagalas del lugar, y dio en guardar su mesmo ganado. Y así como ella salió en público y su hermosura se vio al descubierto, no os sabré buenamente decir cuántos ricos mancebos, hidalgos y labradores, han tomado el traje de Grisóstomo y la andan requebrando por esos campos; uno de los cuales, como ya está dicho, fue nuestro difunto, del cual decían que la dejaba de querer y la adoraba. (Q, I, 12)

Muerto Grisóstomo, será un amigo quien se dedique a señalar la supuesta crueldad de Marcela, razón por la cual ésta aparece en escena con el propósito de defender su buen nombre pero sobre todo de defender su derecho a estar sola: Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los árboles destas montañas son mi compañía; las claras aguas destos arroyos, mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras; y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo, ni a otro alguno el fin de

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 111-116 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.09


DOCUMENTOS ninguno dellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. (Q, I, 14)

Resonancias del pasaje se encuentran en el canto VI de La Galatea, en donde se afirma “Libre nascí y en libertad me fundo”; el ejercicio de la libertad se desarrolla en la vida del campo, en contacto con la naturaleza, y es quizá ese contacto el que la hace ser consciente de que tiene la capacidad de encender pasiones que podrían resultar peligrosas; también sabe que está en ella el apagar las esperanzas de los supuestos enamorados, y también está segura de que si un galán no logra desencantarse terminará muerto por su propia confianza, como sucedió con Grisóstomo, con lo cual no es ella la culpable de la suerte del pastor sino él mismo. Si alguien tenía dudas sobre la radicalidad de las palabras de Marcela sólo algunas líneas más abajo invoca incluso su condición social como otra de las bases de su liberad: “Yo, como sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este ni solicito aquel; ni burlo con uno ni me entretengo con el otro” (Q, I, 14). De nuevo aquí, como advierte Francisco Rico, Marcela, como Gelasia en La Galatea, se rebela contra la sujeción, que se creía ligada a la condición femenina. Así, Marcela no es interesante por ser pastora fingida o por desdeñar a un falso enamorado sino porque se rebela contra la sujeción, elabora un discurso sobre la libertad, e incluso, me parece, porque invoca su riqueza y su capacidad de distanciarse de las superficialidades del mundo como bases sobre las cuales se sustenta su posibilidad de ser libre. Nótese que presentar a Marcela sola, defendiendo su libertad, sin hijos, sin marido e incluso sin un Dios salvador, lo que hace es presentar un personaje que contradice el estereotipo. Cuando se examina el caso de Dorotea, que aparece en los capítulos 28, 29 y 30 de la primera parte del Quijote, me parece que el problema de la “autodeterminación” se desarrolla, ya no en el nivel del discurso y la elaboración casi filosófica como lo hace Marcela, sino más bien en el plano de la acción novelesca; no en vano, desde el comienzo del pasaje, al aparecer Dorotea vestida de hombre,4 la pone ya en un plano decididamente estético: El mozo se quitó la montera, y, sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos que pudieran los del sol tenerles envidia. Con esto conocieron que el que parecía labrador era mujer, y delicada, y aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto […] Los luengos y rubios cabellos no solo le cubrieron las espaldas, mas toda en torno la escondieron debajo de ellos, que si no eran los pies, ninguna otra cosa de su cuerpo se parecía: tales y 4

Sobre el motivo de la mujer vestida de hombre puede verse el trabajo de Bravo-Villasante (1988), y para el caso del motivo en Cervantes, remito a Inamoto (1992).

tantos eran. En esto les sirvió de peine unas manos, que si los pies en el agua habían parecido pedazos de cristal, las manos en los cabellos semejaban pedazos de apretada nieve; todo lo cual en más admiración y en más deseo de saber quién era ponía a los tres que la miraban. (Q, I, 28)

Como sabemos, el tópico de la mujer vestida de hombre es uno de los más socorridos por la literatura áurea, y en la cita podemos ver varios de sus rasgos: la manera en que se quita el sombrero (o la prenda que la cubre) y sacude la cabeza, la aparición del cabello rubio que será envidia del sol, la longitud del cabello que cubre el cuerpo, la posibilidad de sólo ver los pies, incluso la mano y el gesto de peinarse con los dedos terminan siendo casi una hostigadora presentación de tópicos petrarquistas. Enseguida, interpelada por el cura, la muchacha hace una relación de sus desdichas, no sin antes concebir una composición del lugar y las condiciones en donde será presentada la historia: los hombres rogándole a la muchacha que cuente su historia, ella sentada sobre una piedra calzándose —algo que el recato no permitía hacer en público—, Cardenio, el cura y el barbero sentados a su alrededor, ella “haciéndose fuerza por detener algunas lágrimas que a los ojos se le venían, con voz reposada y clara comenzó la historia de su vida desta manera…” (Q, I, 28), y comienza una narración en la que de nuevo aparece lo que considero una sucesión de tópicos áureos: un lugar de Andalucía, un señor rico, unos padres de condición humilde que son vasallos del señor rico, y la muchacha en medio de una vida sosegada: Los ratos que del día me quedaban después de haber dado lo que convenía a los mayorales, a capataces y a otros jornaleros, los entretenía en ejercicios que son a las doncellas tan lícitos como necesarios, como son los que ofrece la aguja y la almohadilla, y la rueca muchas veces; y si alguna, por recrear el ánimo, estos ejercicios dejaba, me acogía al entretenimiento de leer algún libro devoto, o a tocar una harpa, porque la experiencia me mostraba que la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu. (Q, I, 28)

Así como más arriba el narrador se solazó presentando tópicos petrarquistas, pareciera que esta nueva narradora se solaza presentando una vida sin gracia, una vida llena de lugares comunes que están descritos en los libros de los moralistas áureos, como la Vida política de todos los estados de mujeres, escrita por fray Juan de la Cerda (2010 [1599]). No obstante, varios de los lugares comunes, como veremos más abajo, resultan falsos pues esa vida rápidamente cambia de curso: “y yo tan cubierta y recatada, que apenas vían mis ojos más tierra de aquella donde ponía los pies, y, con todo esto, los del amor, o los de la ociosidad, por mejor decir, a quien los de lince no pueden igualarse, me vieron, puestos en la solicitud de don Fernando, que este es el Tres personajes femeninos en El Quijote | Hugo Hernán Ramírez

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nombre del hijo menor del duque que os he contado” (Q, I, 28). Tras la aparición de don Fernando vienen la burla y el abandono de la muchacha, la búsqueda del amado y la llegada a la escena que estamos leyendo, que pertenece al capítulo 29 de la primera parte, en donde El licenciado le respondió que no tuviese pena, que ellos le sacarían de allí, mal que le pesase. Contó luego a Cardenio y a Dorotea lo que tenían pensado para remedio de don Quijote, a lo menos para llevarle a su casa. A lo cual dijo Dorotea que ella haría la doncella menesterosa mejor que el barbero, y más, que tenía allí vestidos con que hacerlo al natural, y que la dejasen el cargo de saber representar todo aquello que fuese menester para llevar adelante su intento, porque ella había leído muchos libros de caballerías y sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuitadas cuando pedían sus dones a los andantes caballeros. (Q, I, 29)

Toda la escena está marcada por la teatralidad, por la organización de una representación dentro de una escena novelesca: quien más arriba era una muchacha sufrida —que buscaba al amado que la había traicionado— se ofrece ahora como actriz; quien había dicho que sólo leía libros devotos y vivía toda recatada, ahora resulta que no sólo conoce muchos libros de caballerías, sino que conoce bien el estilo de estas doncellas que buscan andantes caballeros. Y no sólo eso, sino que ahora se ofrece para disfrazarse, y serán Cardenio, el cura y el barbero quienes están pensando en Fernando: Sacó luego Dorotea de su almohada una saya entera de cierta telilla rica y una mantellina de otra vistosa tela verde, y de una cajita, un collar y otras joyas, con que en un instante se adornó de manera que una rica y gran señora parecía. Todo aquello, y más, dijo que había sacado de su casa para lo que se ofreciese, y que hasta entonces no se le había ofrecido ocasión de habello menester. A todos contentó en estremo su mucha gracia, donaire y hermosura, y confirmaron a don Fernando por de poco conocimiento, pues tanta belleza desechaba. (Q, I, 29)

La presentación de la mujer vestida de hombre, la manera en que ella revela su identidad femenina, el relato de amor traicionado, e incluso la búsqueda del traidor, hacen parte del tópico. Pero la novedad del Quijote no radica en repetir el tópico, sino en el manejo que Cervantes hace de esos tópicos, en este caso caballerescos, manejo que le permite construir un relato en el que la muchacha rápidamente se separa del lugar común que supondría, por ejemplo, el encuentro con el amado y la reconciliación. Así, Dorotea no es interesante porque repite un tópico sino porque ella determina participar en un embuste que, por una parte, nos saca del motivo de la mujer vestida de hombre, y, por otra parte, nos pone frente a la princesa Micomicona, que ahora tiene como propósito participar en la broma urdida por el cura y el barbero y devolver a don Quijote a su casa.

Pero el que más se admiró fue Sancho Panza, por parecerle, como era así verdad, que en todos los días de su vida había visto tan hermosa criatura; y, así, preguntó al cura con grande ahínco le dijese quién era aquella tan fermosa señora y qué era lo que buscaba por aquellos andurriales. —–Esta hermosa señora —respondió el cura—, Sancho hermano, es, como quien no dice nada, es la heredera por línea recta de varón del gran reino de Micomicón, la cual viene en busca de vuestro amo a pedirle un don, el cual es que le desfaga un tuerto o agravio que un mal gigante le tiene fecho; y a la fama que de buen caballero vuestro amo tiene por todo lo descubierto, de Guinea ha venido a buscarle esta princesa. (Q, I, 29)

El último caso que quiero comentar es el de Altisidora, que en el volumen de 1615 aparece en los capítulos 44, 46, 48 y 50, con una prolongación posterior en los capítulos 57, 69 y 70. Ubicados ya en el palacio de los duques, Altisidora de principio a fin participa en la serie de bromas que allí se organizan para burlarse de don Quijote. De nuevo, la participación de Altisidora se construye sobre la base de tópicos amorosos usados, esta vez, en tono claramente burlesco: ve a don Quijote y finge desmayarse, toma una afinada arpa y canta bajo la ventana del caballero, pareciera tener incluso una rival en otro gracioso personaje femenino llamado doña Rodríguez, quien, cizañera, le dice a don Quijote: “quiero que sepa vuesa merced, señor mío, que no es todo oro lo que reluce, porque esta Altisidorilla tiene más de presunción que de hermosura, y más de desenvuelta que de recogida, además que no está muy sana, que tiene un cierto aliento cansado, que no hay sufrir el estar junto a ella un momento” (Q, II, 48). Pero hay un punto en que Altisidora deja de participar en las bromas urdidas por los duques y sigue su propio libreto, de manera que Estando, como queda dicho, mirándole todos, a deshora entre las otras dueñas y doncellas de la duquesa que le miraban alzó la voz la desenvuelta y discreta Altisidora y en son lastimero dijo: —–Escucha, mal caballero, detén un poco las riendas, no fatigues las ijadas de tu mal regida bestia. Mira, falso, que no huyes de alguna serpiente fiera, sino de una corderilla que está muy lejos de oveja. Tú has burlado, monstruo horrendo, la más hermosa doncella que Dïana vio en sus montes, que Venus miró en sus selvas. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe, allá te avengas. (Q, II, 48)

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Sigue el poema que podríamos llamar del reclamo de los tocados y las ligas, y al final: Quedó la duquesa admirada de la desenvoltura de Altisidora, que aunque la tenía por atrevida, graciosa y desenvuelta, no en grado que se atreviera a semejantes desenvolturas; y como no estaba advertida desta burla, creció más su admiración. El duque quiso reforzar el donaire y dijo: —–No me parece bien, señor caballero, que habiendo recebido en este mi castillo el buen acogimiento que en él se os ha hecho, os hayáis atrevido a llevaros tres tocadores por lo menos, si por lo más las ligas de mi doncella: indicios son de mal pecho y muestras que no corresponden a vuestra fama. Volvedle las ligas; si no, yo os desafío a mortal batalla, sin tener temor que malandrines encantadores me vuelvan ni muden el rostro, como han hecho en el de Tosilos mi lacayo, el que entró con vos en batalla. (Q, II, 57)

Como vemos, aquí ya no son los duques quienes organizan la broma, sino que es Altisidora quien la origina y son ellos quienes se admiran y deciden seguirle la corriente a la muchacha. Ya estábamos en el ámbito cómico de la burla a don Quijote, y lo que hace Altisidora es llegar incluso a plantear esa burla como parte de un mundo al revés, un mundo carnavalizado en donde una dueña les indica a sus señores cómo deben proceder, y los señores no sólo la siguen sino que la felicitan. Marcela, Dorotea y Altisidora son personajes femeninos que contrarían tanto el proceder social de la época como la tradicional presentación que se hace de los modelos literarios. En la ficción pastoril, en la prosa caballeresca o en la ficción teatral en el palacio de los duques, el lector o el auditorio áureo podía esperar algunos comportamientos de los personajes femeninos que entraban en el orden de lo posible en el mundo de la ficción: muchachas ricas que fingen ser pastoras en las novelas pastoriles, muchachas aguerridas que vestidas como los hombres salían cabalgando en busca de aquel que las había abandonado, jóvenes dueñas que representaban frecuentemente el papel de la enajenada que se desmaya cada vez que sospecha la presencia de su amado. En El Quijote estos tres personajes femeninos no son interesantes únicamente porque reproducen el estereotipo, sino porque proponen al lector una nueva vuelta de tuerca que en mi opinión podríamos asociar con lo que más arriba he llamado “autodeterminación”. Marcela reúne los rasgos de la pastora, incluso de la pastora fingida (abandona la ciudad, se retira al campo, comparte con pastores, etcétera), pero me parece que la defensa que hace de su libertad o de su derecho a estar sola la saca del tópico de la pastora o de la pastora fingida y la pone en un terreno mucho más innovador, ya no

sólo desde el punto de vista de la ficción pastoril sino también en el terreno de las implicaciones ideológicas del discurso femenino poco estudiado pero existente durante el siglo XVII. Para el caso de Dorotea, que ella aparezca vestida de hombre o que busque a Fernando, quien la ha abandonado, no es lo novedoso, lo realmente novedoso es que se presente como una doncella que cambia el discurso típico de la abandonada, de la tranquila muchacha que había declarado sólo leer “algún libro devoto” y rápidamente se presenta, primero, como lectora de “muchos libros de caballerías”, y luego, como la más apta para representar el papel de princesa Micomicona, y así engañar a don Quijote. Para el caso de Altisidora, mientras ella participa en la fiesta cortesana organizada por los duques, su papel es el de una dueña obediente que interviene como actriz, que ha aprendido muy bien un papel que le exige desmayarse, cantar o mostrarse adolorida; pero cuando Altisidora se lanza, en el capítulo 57 de la segunda parte, a improvisar la canción de los tocados y las ligas —supuestamente robados por el falso enamorado don Quijote—, es tal su atrevimiento que incluso sorprende a los duques; ya Altisidora no está en el orden de la broma organizada por sus señores sino que ella organiza su propio entramado de bromas dentro de las bromas, juego que rápidamente descubre el duque, quien no tarda en retar a don Quijote por haberse atrevido a robar las ligas de sus doncellas. En fin, a Marcela, a Dorotea y a Altisidora lo que las hace diferentes es que han determinado por su propia cuenta hacer algo que rompe el orden propio de su lugar en el mundo de la ficción. Cervantes deja abierta las historias de estos tres personajes femeninos; en algunos casos sabemos de dónde vienen sus historias pero no sabemos en qué terminan. En todo caso, Cervantes parece compartir ideológicamente los postulados de estas mujeres libres; no en vano, cuando Marcela termina su discurso y los pastores están dispuestos a seguirla, don Quijote se interpone, la defiende y defiende su derecho a ser una mujer libre pues, asegura, “es justo que, en lugar de ser seguida y perseguida, sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola la que con tan honesta intención vive” (Q, I, 14).

Referencias 1. 2. 3.

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Bravo-Villasante, Carmen. 1988. La mujer vestida de hombre en el teatro español. Madrid: Mayo de Oro. Cerda, fray Juan de la. 2010 [1599]. “Vida política de todos los estados de mujeres”. Lemir 14: 1-628. Cervantes, Miguel de. 2012. Don Quijote de la Mancha. Barcelona: Galaxia Gutemberg – Círculo de Lectores – Centro para la Edición de los Clásicos Españoles. Covarrubias Orozco, Sebastián de. 1610. Emblemas morales. Madrid: por Luis Sanchez. Tres personajes femeninos en El Quijote | Hugo Hernán Ramírez

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DOCUMENTOS 5.

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Inamoto, Kenji. 1992. “La mujer vestida de hombre en el teatro de Cervantes”. Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America XII (2): 137-142. Kölher, Erich. 1961. “Wandlungen Arkadiens, die Marcela-Episode des DQ (I, 11-14)”. En Literaturgeschichte als geschichtlicher Auftrag, Werner Kraus zum 60 Geburtstag, 41-60, 245-249. Berlín: Rütten & Loening. Neuschäfer, Hans-Jörg. 2005. “Marcela y el principio de autodeterminación”. En El “Quijote” en clave de

mujer/es, coordinado por Fanny Rubio, 81-89. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. Neuschäfer, Hans-Jörg. 1999. La ética del Quijote: función de las novelas intercaladas. Madrid: Gredos. 9. Rico, Francisco. 2005. El texto del “Quijote”: preliminares a una ecdótica del Siglo de Oro. Valladolid: Centro para la Edición de los Clásicos Españoles – Universidad de Valladolid. 10. Rubio, Fanny, coord. 2005. El “Quijote” en clave de mujer/ es. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. 8.

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Debate

An Interview with Göran Therborn • 118-121

María José Álvarez – Universidad de los Andes, Colombia


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An Interview with Göran Therborn* By María José Álvarez** DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.10

María José Álvarez (MJA): What are we talking about when we talk about inequality? What is your definition of inequality? Göran Therborn (GT): Inequality is a historical social construction which allocates the possibilities of realizing human capacity unequally. It is a historical social construction; it is not something which is given by nature or by God. There are differences which are given, but the important thing about inequality is the unequal allocation of possibilities to realize your human capability. MJA: And which are the most unequal countries according to that definition and why are they so unequal? GT: Well, South Africa is the most unequal of all the countries in the world. Although we have to differentiate here: There are three basic kinds of inequality which interact; they are interdependent, but they don’t always go together. Vital inequality refers to inequality of life and death. It can be measured through infant mortality, or life expectancy, or health expectancy, the number of years you can expect to live without serious health problems. And there is existential inequality, which refers to issues of dignity, humiliation, recognition, respect or ignorance, and marginalization. Important manifestations of existential inequality are racism, sexism, patriarchy. And certainly there is inequality of the sources, income and wealth, of course the most important ones, but we also talk of inequalities of power, or social contacts. But on the whole, South Africa is probably after all the most unequal of all countries in the world. It is certainly the most unequal with respect to income distribution and wealth distribution. MJA: And racially as well.

* The transcription of the interview was done by Margarita Sierra, Editorial Manager of the journals published by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes. I would like to thank Felipe Pinilla and Margarita Sierra for the transcription and review of the manuscript.

** PhD in Sociology (University of Pittsburgh, USA). Associate Professor of Sociology (Universidad de los Andes, Colombia). * mj.alvarez@uniandes.edu.co

GT: That’s right. In many ways, of course, South Africa has dismantled apartheid, and whether it is the most racist country in the world, […] I’m cautious to say. There is lots of everyday racism, racism as an effect of apartheid, but it is primarily, I think, an effect of poverty. Poor people in South Africa are overwhelmingly black and they are very poor. And also in terms of other aspects of existential or of vital inequality, South Africa is not worse than other countries. But after South Africa, there comes Latin America, most of Latin America, including Colombia, and again, it is an enormous inequality of income and wealth. There is certainly more racism and sexism in Latin America, than there is in North America.


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So the most unequal country in the world is South Africa. Latin America is the most unequal continent in the world, despite the equalization in the first decade of 2000, from 2000 to 2012. And also the vital inequality here in Colombia, and in Brazil is enormous: the gap in life expectancy, or in child mortality. MJA: And what are the consequences of that inequality? You said that inequality kills. How does it kill and what are other consequences of inequality? GT: Well, inequality kills in many ways. It starts already in the uterus, before the baby is born —a baby [born] to a poor mother, or an undernourished mother. It is not only bad nutrition, because it is the same phenomenon, in a smaller proportion, in the rich countries, that babies of poorer class or lower class mothers tend to be underdeveloped as fetuses and they are born underweight, and in some countries like India, seriously underweight. And this has lifelong consequences, when we are talking about probability here. There are always individuals that can be lucky, but already, this difference in fetus development at birth slows and tends to truncate your development as a child, your motor development and cognitive development. And secondly it increases the risk of a certain type of diabetes and a certain type of heart disease at late middle age or early old age [that] predisposes you to an earlier death. So this is one way in which inequality kills; unequal uterine development. But there are also many other ways. We know, for instance —we have assembled a large number of studies in Europe and North America about this— that unemployment kills. It increases the risk of mortality and the link [to] social and economic stress which affects the hormones in your body, which in turn weakens your immune system and makes you more susceptible to all kinds of infections and diseases. Unemployment also has effects indirectly by producing stress-coping mechanisms that are unhealthy, like smoking or too much drinking. For instance, the restoration of capitalism in the Soviet Union, the former Soviet Union, caused four million extra deaths in the course of the 1990s, and that was an effect of unemployment, impoverishment, humiliations, loss of sense of life, and the collapse of the healthcare system. And that is a second way. We also have interesting and remarkable studies which show that hierarchical organizations have detrimental effects. There are now two famous studies of the central government bureaucracy in London. These people are all stably employed and they have been [in the past]. In the analysis, they have been controlled for smoking, for alcohol consumption, and for body mass, for healthy diets. Even after all of those controls, the people lowest on the hierarchical ladder die first, and the people at the top die last. And the mortality probability, or the mortality risk, follows quite exactly the bureaucratic

ladder. It is not just a difference between the top and the bottom, but there is quite a hierarchy. So we do know that low status and stressful work, particularly stressful work when you don’t control your work situation and you are also under external pressure, this has very detrimental effects on your health and increases your risk of a premature death. And these are just three examples of how inequality kills. MJA: Can we do something to reduce inequality or are there successful experiences of high reduction in inequality? What can Latin America do? And I’m thinking about Colombia in particular. GT: Well, when you go to income inequality, we have European experiences of reduction of inequality which are quite significant. On the whole, the distribution of market income, I mean, before taxes and before benefits, the distribution of market income in Latin America, North America and Europe is similar, strikingly similar, so the main difference is the governmental policies. In the United States a bit less than a fifth, say about a sixth of the total of inequality of the market income is taken out by taxes and various benefits. In Germany it is about a third and in Scandinavia it is about 40%. In Brazil it is now, after three periods of progressive presidencies, less than though close to ten, 10%. In Colombia I think it is almost 0 or 2%. So for once, if the rich in Latin America could be made to pay taxes, like they do in, I’m not talking about Sweden, [but] take, for example, Germany or France, or for that matter, even if they could be made to pay as much taxes as they do in the United States, that would reduce income inequality considerably. With respect to human development and human capacity, it is important to intervene in very early childhood, what is called in Spanish la primera infancia. And there are attempts [to do so]. Even here in Colombia I have seen there are jardines infantiles. I don’t know how far they go, but one very crucial thing you have to do in order to promote equal human capability is you have to intervene before school age, before the age of three, basically. You have to give kids of poor parents some extra support, some kind of tutoring, some kind of cognitive stimulus. There are some small experimental projects, the most well known are in Philadelphia in the United States, which have been quite successful. Anyway, I think this is something which is being done in part by progressive Latin American politicians and social administrators. The importance of early childhood interventions to stimulate under-stimulated children that is something. Other interventions are needed with respect to healthcare. There again there are positive tendencies going on in Latin America. I mean, we have seen life expectancy has increased considerably in Latin America in the last 10, 15 years or 20 years. So, for instance, the An Interview with Göran Therborn | María José Álvarez

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millennium goals of reducing infant mortality… The most progressive and the most positive one, was that infant [or] child mortality among the poorest fifth of the population was reduced the most, and that’s a general pattern. That’s a very positive thing. This is again being taken up in the new [goals of the 17th Session of the United Nations Commission on Sustainable Development]. Many things can be done, and of course [they] are also important, and what is just beginning to be implemented in Latin America is to approach the long term effect of racist discrimination, both with respect to indigenous peoples and to [those] you call afrodescendientes. And on that, I think, we have seen some quite noteworthy progress particularly in Bolivia, where indigenous peoples are actually the majority of the population, I mean, it’s time, in terms of the majority being recognized. You cannot call yourself democratic [otherwise]. And as you may know, Brazil has finally taken up the discrimination of afrodescendientes quite seriously. It has developed a quota system for access to higher education, because in Latin America it is a striking fact that the extreme poverty is extremely concentrated among either indigenous peoples or afrodescendientes. MJA: What do you think of Cuban and Venezuelan attempts to reduce inequality? Is there a route for Latin America? GT: Well, every country will have to find its own path, but the achievements of Cuba with respect to health and education are absolutely staggering. Cuba is a very poor country, but it still has longer life expectancy than the United States, and it has the best educational system, with the best educational results in Latin America, so in terms of healthcare and education, Cuba has really been very successful. Where they haven’t been as successful is on the economy. We even have the word of Fidel Castro saying that “our economic model doesn’t even work for us”. So it is not an economic model [to follow], but in terms of health and education it is worth looking at. I’m not saying it is something to be imitated but it is certainly worth looking at, and looking at with respect, because the results are all actually quite striking both in healthcare and in education. I think it was certainly overdue in Venezuela, to try to attack the enormous inequalities in [that] very rich country, but very rich when the oil price was high. There were very important improvements in health in the barrios of Venezuela —where the highly paid doctors never went— but in political and economic terms it is now extremely mismanaged. I mean, it is under heavy pressure because of the enormous dependence on the oil price and the oil price has gone down, but the crisis has suddenly been of mismanagement.

But Cuba and Venezuela and Bolivia are not something [to disregard]. We were used to [seeing] people [be scared] away from doing something about inequality. The achievements of Cuba in healthcare and education are absolutely staggering, the best ones in Latin America. And Bolivia, which has been an extremely unequal country, and actually run by a white or more or less white mestizo elite […] ever since independence, has really now started the process of equalization. Bolivia has actually had the largest reduction of economic inequality in Latin America in the last 15 years, comparable to the achievements of the Swedish Welfare State between late 1940s and 1970s, but it still is a very unequal country. Bolivia is not without its problems and social conflicts, but one of the things that the Bolivian government has stressed is that you have to combine egalitarian policies with sound economics, and they have done that, so far at least; so even though Bolivia is also hit by the fall of oil and gas prices, it is doing better than Brazil. MJA: You know, in recent years several agencies such as the World Bank and the Inter-American Development Bank have been claiming that Latin America is a middle income continent and that the middle classes are growing and that we have become a middle income region. What do you think about that discourse? GT: The middle class discourse is all over the world, it is everywhere. The middle class, is said to be the class of the new century. And the reason for that is because a segment of the population has now got income enough to buy consumer durables: cars, for instance, and gadgets, and shop fast food and processed food at supermarkets. And this is something which [matters] to business consultants, and the World Bank and the Inter-American Bank. Serious people analyzing this are already pointing to the fragility of this so-called new middle class in Latin America. In the Brazilian economy, serious Brazilian economists have stressed this for quite some time and it is now becoming clear with the beginning of an economic crisis in Latin America, even in Brazil. This so-called middle class is heavily in debt. And in Africa, it’s already being realized now. Just before coming here, I saw an analysis in a business paper, the Financial Times I think, that business enterprises and business consultancies have concluded that this middle class in Africa is largely a myth. I mean, it is a very tiny proportion of the population, so many of these corporations [that sell] consumer durables of various kinds are now pulling out of Africa, and the number of shopping malls or plans for shopping malls are being reduced.

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DEBATE

So this kind of middle class discourse is a global one. You find it in Asia, in Africa and in Latin America, and it’s basically given by business interests in order to boost consumption of fashion, processed food, and cars, and it’s a very distorted picture. It is true that in Latin America the consuming middle classes have grown in the last 15 years, grown considerably, but this is only a small part of the picture. Now there are also recent figures showing that the number of people in poverty and the number of people in extreme poverty in Latin America today is actually larger than it was in 1980. MJA: In absolute numbers. GT: In absolute numbers. As a proportion of the population it is lower, but in absolute numbers it is higher. And in itself it is quite interesting that the process of equalization in Latin America from 2000 to 2012 or -13, even in most of the best cases, the only thing achieved was bringing Latin America back to the amount of inequality that existed before the era of the military dictatorships. That was the case in Argentina, in Uruguay, in Chile, in Brazil. Bolivia is a bit different. MJA: Yes, we are returning to the levels of the 70s. And changing gears from your main topic to your

discipline, you know we will soon be starting a Master’s program in Sociology here at the Universidad de los Andes, and perhaps a Sociology Department in the future. How do you see Sociology as a discipline? Do we have something to say in this context? GT: I see Sociology primarily as a very fertile field of opportunity. I mean, Sociology is a very open discipline, very ecumenical. It is a territory which has an enormous number of borders with all kinds of disciplines: Medicine, Philosophy, History, Politics, Economics, and so on. This is a great strength and a great potential of Sociology, because whatever you are interested in the social world is something you can do in Sociology. This kind of openness, of hospitality, is also a risk for Sociology, and has to be used with responsibility because there are not really any shortcuts to knowledge. As a sociologist, you can study, if you get a formal sociological education, the basic tools to study almost anything in the social world, but you have to be aware of the specialized knowledge around you in the surrounding disciplines, and not think that as a sociologist you can float upon the most specialized disciplines. So I think this is a really great opportunity for Sociology as an area with open horizons, and hospitable to all kinds of ideas. This is a possibility that we have to treat with responsibility.

An Interview with Göran Therborn | María José Álvarez

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Lecturas

Protección social y lucha contra la pobreza en América Latina. Reseña del libro Protección social y lucha contra la pobreza en Brasil, Colombia y Chile. ¿Graduarse de los PTC o salir de la pobreza?, de Carlo Tassara, Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas Faulbaum • 123-125 Jairo Agudelo Taborda – Universidad del Norte, Colombia


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Protección social y lucha contra la pobreza en América Latina Tassara, Carlo, Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas Faulbaum, eds. 2015. Protección social y lucha contra la pobreza en Brasil, Colombia y Chile. ¿Graduarse de los PTC o salir de la pobreza? Madrid: Programa EUROsociAL [212 pp.]. Jairo Agudelo Taborda* DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.11

Este libro1 hace parte de la Colección Estudios del Área de Protección social de EUROsociAL, Programa de la Unión Europea para la cohesión social en América Latina, y presenta los resultados de la investigación “Estudio regional sobre reglas de graduación y estrategias de egreso de los beneficiarios de los Programas de Transferencias Condicionadas (PTC)”, que fue llevada a cabo por el Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli (CISP) [Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos], en el marco del Área de Políticas sociales del Programa y bajo la coordinación del Instituto Ítalo Latinoamericano (IILA). El estudio realizado aborda el análisis de los PTC, que desde hace unos veinte años se están implementando en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, con una cobertura de casi 130 millones de personas. Es, pues, una estrategia de lucha contra la pobreza y la exclusión en el continente más inequitativo del mundo, que transfiere recursos a familias muy pobres con hijos en edad escolar, a cambio del cumplimiento de algunas “corresponsabilidades”, que se sustancian en compromisos educativos, médicos y nutricionales por parte de los beneficiarios. Los PTC representan una innovación en el universo de las políticas sociales porque, por un lado, rompen el esquema basado en el modelo del seguro social, y por ende, en la seguridad contributiva, alentando el debate sobre la introducción de los derechos sociales univer-

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* Doctor en Ciencias Políticas por la Sapienza - Università di Roma (Italia). Profesor de la Universidad del Norte (Colombia). Correo electrónico: * tabordaj@uninorte.edu.co

El libro es una edición no venal, está libremente disponible para la consulta y se puede descargar en el siguiente enlace https://www.academia.edu/16840419/Protecci%C3%B3n_ social_y_lucha_contra_la_pobreza_en_Brasil_Colombia_y_ Chile._Graduarse_de_los_PTC_o_salir_de_la_pobreza


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LECTURAS

sales vinculados con la ciudadanía, y, por el otro, introducen la corresponsabilidad de los beneficiarios, con el propósito de aumentar el capital humano. Tratándose de una experiencia relativamente reciente, es comprensible que —a pesar de las múltiples evaluaciones realizadas sobre los PTC— sigan existiendo temas que son objeto de discusión entre los expertos y estudiosos de políticas públicas. Entre ellos se pueden mencionar: la configuración de las estrategias de egreso, para asegurar que los beneficiarios no vuelvan a caer en la pobreza después de salir de los programas; el diseño y el funcionamiento de la institucionalidad de soporte; las fuentes de financiación y su relación con la política fiscal; y la articulación diferenciada de los programas en los contextos rurales y urbanos. En particular, esta publicación aborda interrogantes que se encuentran también en la agenda de varios gobiernos latinoamericanos, y pueden sintetizarse da la siguiente manera: ¿Cómo lograr una articulación cada vez más sólida y efectiva entre los PTC y los sistemas de protección social? ¿Cómo garantizar que los PTC sean vinculados a políticas de Estado a largo plazo y no dependan del respaldo de una u otra mayoría partidista, según los vaivenes de las elecciones nacionales? ¿Cómo diseñar estrategias de egreso de los PTC que no estén basadas en el cumplimiento de requisitos formales y reglamentos internos y, por el contrario, aseguren a los beneficiarios las condiciones necesarias para salir de una vez por todas de la pobreza? Para ofrecer respuestas a estas preguntas, la obra se estructura en cinco capítulos. El primero, tercero y quinto fueron escritos por Carlo Tassara,2 que coordinó la investigación; el segundo, por Antonio Ibarra, y el cuarto, por Luis Vargas Faulbaum. En este contexto, el estudio focaliza tres casos con algunas afinidades, pero al mismo tiempo con grandes diferencias: Brasil, Colombia y Chile. Los dos primeros han estado tradicionalmente entre los países más desiguales y excluyentes de la región, que a su vez es la más desigual del mundo, mientras que Chile ha sido modelo de la aplicación de la ortodoxia neoliberal excluyente. Sin embargo, Brasil y Chile han avanzado, si bien con enfoques y prioridades distintas, hacia el fortalecimiento del Estado Social de Derecho, mientras que Colombia ha permanecido fiel a una filosofía neoliberal, introduciendo algunas reformas interesantes, pero sin cumplir de manera cabal el artículo 1 de la Constitución Política de 1991, que afirma solemnemente la propensión 2

Es profesor de la Sapienza - Università di Roma y dicta clases de posgrado en Ciencias Políticas, Relaciones Internacionales y Cooperación para el Desarrollo en la Universidad de los Andes y otros ateneos colombianos.

al Estado Social de Derecho.3 Esta heterogeneidad hace más interesante el estudio. El análisis de los tres países es preciso y riguroso y, más allá de algunas debilidades puntuales —que probablemente reflejan la dificultad de los autores para conformarse a unos criterios homogéneos en la realización del estudio de cada caso—, describe claramente las características de los sistemas de protección social y llena un vacío en la literatura sobre el diseño y la implementación de las estrategias de salida de los PTC en América Latina. Pero lo más interesante es el último capítulo, que plantea una revisión crítica de los sistemas de protección social a la luz de los crecientes niveles de vulnerabilidad de los tres países objeto de estudio; analiza las reglas de graduación de los principales PTC latinoamericanos; compara las estrategias de lucha contra la pobreza implementadas en América Latina y en Europa; y por último encara la interrogante contenida en el subtítulo del libro, evidenciando cómo la implementación de políticas exitosas para viabilizar la salida de la pobreza está fuertemente vinculada con cuatro factores: 1) apoyo al ingreso en el largo plazo; 2) erogación de servicios sociales, con énfasis en educación y salud, que sean de buena calidad y cubran las necesidades de la población más pobre y vulnerable; 3) ampliación y profundización de medidas específicas para la inclusión productiva; y 4) aumento del nivel de integración entre los PTC y los sistemas de protección social. Hay que destacar también la bibliografía, que es muy completa y actualizada. Otra clave de lectura del libro es el análisis institucional, organizacional y socioeconómico de las políticas de lucha contra la pobreza, y en especial de los PTC, que compara el enfoque de manejo social del riesgo, que a veces mantiene elementos de asistencialismo, con el enfoque de derechos, que apunta a las oportunidades de empoderamiento para graduar las familias en el marco de programas de salida sostenible de la pobreza. Egresar “de”, sin regresar “a”, la pobreza. No obstante, es necesario señalar algunos aspectos que no fueron abordados con la necesaria profundidad, como por ejemplo los elementos que permitirían diferenciar de manera eficaz la articulación de los PTC en los contextos rurales y urbanos, por un lado, y los enfoques y experiencias más exitosos en la creación de empleo y oportunidades de generación de ingreso para sus beneficiarios, por otro.

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Sin olvidar el artículo 13, según el cual “El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados”.

rev.estud.soc. No. 57 • julio-septiembre • Pp. 123-125 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res57.2016.11


LECTURAS

Sin embargo, las conclusiones de la obra constituyen un valioso insumo para los gobiernos, académicos y líderes de la sociedad civil y de las empresas privadas. La ampliación de la cohesión social y la lucha contra la pobreza es tarea de todos. Naturalmente, en los Estados recae la principal responsabilidad institucional y constitucional. Además, la inequidad elevada y la convivencia polarizada de enclaves de extrema pobreza y extrema riqueza generan múltiples formas de violencia. No es casual que el continente más inequitativo del mundo sea también el más violento del planeta. No es casual sino causal.

Finalmente, este libro ofrece un buen testimonio de la eficacia y la utilidad del Programa EUROsociAL, que procura apoyar políticas públicas de inclusión social y fortalecer las capacidades de las instituciones que las llevan a cabo en América Latina, con una metodología basada en la demanda, o sea en las solicitudes formuladas por los países de la región, y en el intercambio entre pares de buenas prácticas. Es un enfoque que rompe los estereotipos de la cooperación internacional Norte-Sur y propicia un diálogo horizontal, donde todos aprenden de todos.

Protección social y lucha contra la pobreza en América Latina | Jairo Agudelo Taborda

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126 La Revista de Estudios Sociales agradece a los siguientes académicos su colaboración especial como árbitros de este número: Diego Abente-Brun – Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP), Paraguay Miriam Abramovay – Flacso, Brasil Estefanía Acién González – Universidad de Almería, España Lorenzo Agar Corbinos – Universidad de Chile José Antonio Aguilar Rivera – Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), México María del Rosario Aguirre Cuns – Universidad de la República, Uruguay Manuel Amezcua – Universidad de Granada, España Lucivaldo da Silva Araújo – Universidade do Estado do Pará, Brasil Nekane Basabe – Universidad del País Vasco (UPV/EHU), España Isaline Bergamaschi – Université Libre de Bruxelles, Bélgica Silvia Bolos – Universidad Iberoamericana Ciudad de México Enrique Bordería – Universitat de Valencia, España Javier Callejo Gallego – Universidad Nacional de Educación a Distancia, España Francisco Checa y Olmos – Universidad de Almería, España Rosa Cobo Bedía – Universidad de La Coruña, España Silvana Darré Otero – Flacso, Uruguay Ana de Miguel Álvarez – Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España Madalena Duarte – Universidade de Coimbra, Portugal Mauricio I. Dussauge Laguna – Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), México Ricardo Gamboa Valenzuela – Universidad de Chile Carmen Egea Jiménez – Universidad de Granada, España Nathalie Koc-Menard – Pontificia Universidad Católica del Perú Magdalena López – Instituto de Investigaciones Gino Germani / Conicet, Argentina Isidro Marín Gutiérrez – Universidad de Huelva, España Álvaro Márquez-Fernández – Universidad de Zulia, Venezuela Rodolfo Masías Núñez – Universidad de los Andes, Colombia Silvia Montenegro – Universidad Nacional de Rosario / Conicet, Argentina Claudia Mora – Universidad Andrés Bello, Chile Óscar Luis Narváez Montoya – Universidad Autónoma de Aguascalientes, México Andrea Pérez Fonseca – Universidad de Antioquia, Colombia Adriana Ramírez Baracaldo – Universidad EAFIT, Colombia Julia Rodríguez Cela – Universidad Complutense de Madrid, España Sandra B. Sánchez López – Universidad de los Andes, Colombia Susana Sassone – Conicet, Argentina Jorge Sequera – Universidad Autónoma de Madrid, España José Ángel Sotillo Lorenzo – Universidad Complutense de Madrid, España Tomás Straka – Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela Ramón Tirado Morueta – Universidad de Huelva, España Esther Torrado Martín-Palomino – Universidad de la Laguna, España Marta W. Torres Falcón – Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, México Koldo Unceta Satrústegui – Universidad del País Vasco (UPV/EHU), España Virginia Vecchioli – Universidad Nacional de San Martín, Argentina Jorge Vergara Estévez – Universidad de Chile Claudia Villegas Delgado – Instituto Nacional de Antropología e Historia, México Sonia Yáñez – Flacso, Chile Carla Beatriz Zamora Lomelí – El Colegio de la Frontera Sur, México


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

P O L Í T I C A

E D I T O R I A L

Normas para Autores Tipo de artículos, fechas y modalidades de recepción

La Revista de Estudios Sociales (RES) tiene como objetivo contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabora la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyan a entender mejor la realidad más inmediata y las condiciones de vida de la población. La Revista es una publicación trimestral (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que se publica al inicio de cada período, creada en 1998 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). La Revista publica artículos inéditos en español, inglés y portugués, que presentan resultados de investigación en ciencias sociales, reflexiones y revisiones teóricas, reseñas y ensayos bibliográficos, que aportan a debates relevantes sobre temas propios de disciplinas como Antropología, Historia, Sociología, Ciencia Política, Filosofía, Psicología, Estudios Culturales. En casos excepcionales se incluyen artículos que ya han sido publicados, siempre y cuando se reconozca su pertinencia dentro de las discusiones y problemáticas abordadas en la Revista, y su contribución a la consolidación del diálogo y el intercambio de ideas en los debates vigentes de la Academia. Todos los artículos publicados cuentan con un número de identificación DOI, que de acuerdo con las políticas editoriales internacionales, debe ser citado por los autores que utilizan los contenidos, al igual que el título abreviado de la Revista: rev. estud. soc. Las fechas de recepción de artículos de tema abierto y para dossier se informan en las respectivas convocatorias, las cuales son publicadas en la página web de la Revista. Los artículos deben ser remitidos a través del formulario que se encuentra en la página web http://res.uniandes.edu. co o enviados al correo electrónico res@uniandes.edu.co. La Revista de Estudios Sociales no cobra a los autores los costos de los procesos editoriales. La Revista somete todos los artículos que recibe en sus convocatorias a la herramienta de detección de plagio. Cuando se detecta total o parcialmente plagio (sin la citación correspondiente), el texto no se envía a evaluación y se notifica a los autores el motivo del rechazo.

Teniendo en cuenta la cantidad de artículos que recibe la Revista de Estudios Sociales en cada convocatoria, no se publican artículos de un mismo autor en un período de dos años.

Evaluación de artículos y proceso editorial

Cuando llega un artículo a la Revista se acusa la recepción de inmediato y el Equipo Editorial procede a revisar si cumple con los requisitos básicos exigidos (normas de citación y presentación formal), así como su pertinencia para figurar en una publicación de Ciencias Sociales (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía). Posteriormente los artículos que pasan este primer filtro son sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de dos evaluadores, nacionales e internacionales (al menos el 50% con afiliación internacional), y al concepto del Equipo Editorial. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como los de los evaluadores se mantienen en el anonimato y los resultados de la evaluación se informan en un plazo máximo de seis meses, en caso de superar este tiempo la Revista se comunica con los autores. La decisión final de publicar o rechazar los artículos se notifica por medio de un concepto escrito emitido por uno de los miembros del Equipo Editorial. Los autores deben realizar los ajustes solicitados por los evaluadores y el Equipo Editorial en el plazo que se señale. La Revista se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se incluyen, lo que depende del cumplimiento en la entrega de la documentación solicitada. Durante el proceso de edición, los autores pueden ser consultados por el Equipo Editorial para resolver las inquietudes existentes. No obstante, la Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo. En el proceso de evaluación y de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores. Los autores y/o titulares de los artículos aceptados autorizan la utilización de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes/ Facultad de Ciencias Sociales, para incluir su escrito o artículo en la Revista de Estudios Sociales (versión electrónica y versión impresa).

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Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

En caso de que un artículo quiera incluirse posteriormente en otra publicación, deben señalarse claramente los datos de la publicación original en la Revista de Estudios sociales, previa autorización del Equipo Editorial de la Revista. Los autores reciben dos ejemplares del número en el que participan.

Parámetros para la presentación de artículos

Es requisito indispensable que en el momento de la remisión los artículos cumplan con los parámetros establecidos por la Revista de Estudios Sociales: •

• •

Estar escritos en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, con interlineado 1 ½ , paginado, en papel tamaño carta y con márgenes de 2,5 cm. Las notas a pie de página deben estar en Times New Roman 10 y a espacio sencillo. Tener una extensión entre 7.000 y 10.000 palabras en total, incluidos los resúmenes y las palabras clave, la bibliografía y las notas a píe de página, entre otros. Tener resumen del artículo en español, no superior a 120 palabras, y su respectiva traducción al español o al inglés. El título del texto debe ser presentado en ambos idiomas. Tener entre tres y seis palabras clave que identifiquen el artículo, tanto en inglés como en español. Las palabras clave deben reflejar el contenido del documento, y por ello es necesario que señalen las temáticas precisas del artículo, rescatando las áreas de conocimiento en las que se inscribe y los principales conceptos. Se recomienda revisar los términos y jerarquías establecidos en los listados bibliográficos (Thesaurus), y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y palabras clave. Cuando una palabra no se encuentre normalizada en Thesaurus, debe señalarse. Estar escritos en un lenguaje académico accesible a públicos de diferentes disciplinas. En un archivo aparte incluir los datos de los autores: títulos académicos, afiliación institucional, grupo o líneas de investigación (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo incluir la información de procedencia del artículo. En caso de que éste sea resultado de una investigación, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora, si aplica. Cuando los contenidos utilizados tengan un número de identificación DOI este debe incluirse en el listado de referencias.

Reglas de edición •

La primera vez que se use una sigla o abreviatura, debe ir entre paréntesis y en mayúscula después de la

fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la sigla o abreviatura. Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. La Revista de Estudios Sociales utiliza el formato Author-Date References de Chicago Manual of Style, en su última edición, para presentar las citas y referencias incluidas en el artículo. Deben tenerse en cuenta los detalles de puntuación exigidos (coma, punto, dos puntos, paréntesis, etcétera) y la información requerida. El listado bibliográfico debe incluir las referencias que han sido citadas dentro del texto (en una relación 1 a 1), enumeradas y en orden alfabético. Es indispensable incluir los nombres completos de los autores y/o editores en cada una de las referencias.

A continuación se presentan los ejemplos que muestran las diferencias entre la forma de citar dentro del texto (T) y la forma de citar en la lista bibliográfica (B).

Libro de un solo autor:

T: (Abello 2003, 56) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogotá: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana.

Libro de dos o tres autores:

T: (Drennan, Herrera y Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera y Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidad de los Andes.

Cuatro o más autores:

T: (Laumann et al. 1994, 30) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael y Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Capítulo de libro:

T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. En Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, editado por Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes.

Introducciones, prefacios o presentaciones:

T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introducción/prefacio/presentación a The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press. Artículo de revista (impresas o en línea):


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05.

completo del archivo con la abreviatura en mayúsculas entre paréntesis, y después, sólo la abreviatura. Al final del texto, deben recogerse todas las referencias primarias en un listado separado del bibliográfico. •

Presentar los cuadros, tablas, imágenes y gráficas numerados al final del documento, y para el caso de imágenes o gráficas, en archivo aparte (jpg o tiff 300 dpi y 240 pixeles) en alta resolución. Es responsabilidad de los autores gestionar y entregar a la Revista el permiso para la publicación de las imágenes, así como la entrega de las imágenes en la calidad requerida para la diagramación. En caso de no cumplir con la calidad solicitada la Revista no se compromete con su publicación.

Es necesario que dentro del texto se indique el lugar donde se ubica cada cuadro/tabla/imagen/gráfico. Esta instrucción se presenta entre paréntesis, de la siguiente manera:

En caso de que la revista tenga volumen y número, se citará de la siguiente manera: Apellido, Nombre. Año. Título. Nombre de la revista volumen, no. #: Páginas. Ejemplo: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375.

Artículo de prensa (con autor y sin él):

T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 de mayo, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf. T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 de enero, 12.

[Insertar Cuadro 1 aquí] •

Reseña de libro:

T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Reseña del libro Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, de Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178.

Tesis o disertación y otros documentos inéditos:

T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena”, disertación doctoral, Stockholm University.

Ponencias:

T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59”. Ponencia presentada en el Annual International Meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago.

Documentos recuperados de internet:

T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organización Panamericana de La Salud. www.bvs-psi.org.br. Nota: en ningún caso se utiliza op. cit., ibid. o ibidem. •

Los artículos que incluyan fuentes de archivo deben presentar las referencias en notas a pie de página, numeradas, de manera que faciliten al lector la identificación y el acceso a los documentos en el archivo correspondiente. Es necesario indicar: Siglas del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., f. o ff. (lugar, fecha, y otros datos pertinentes). La primera vez se cita el nombre

Estos recursos deben incluirse en número moderado y buscando siempre que sean claros, legibles y pertinentes para la argumentación del artículo.

Parámetros para la presentación de reseñas •

• • •

Estar escritas en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, con interlineado 1 ½ , paginado, en papel tamaño carta y con márgenes de 2,5 cm. Tener una extensión de entre 1.500 y 2.000 palabras en total. Incluir datos completos del texto reseñado (autor, título, fecha, ciudad, editorial y páginas totales). Incluir los datos del autor: títulos académicos, lugar de trabajo o estudio actual, grupo de investigación al que pertenece y correo electrónico. Se espera que las reseñas no solamente den cuenta del contenido del libro, sino que incorporen una perspectiva crítica y analítica.

Políticas éticas Publicación y autoría

La Revista de Estudios Sociales es creada en 1998 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). La oficina de la Revista está ubicada en el Edificio Franco, Of. GB-417; la página web es http:// res.uniandes.edu.co/; el correo electrónico res@uniandes. edu.co; y el teléfono de contacto 3394999, extensión 4819. La Revista tiene la siguiente estructura: Equipo Editorial —compuesto por el Director, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia), Editor, Coordinador Editorial y Gestor Editorial—, Consejo Editorial (Comité Editorial y Comité Científico), Comité

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Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

de Revistas de la Facultad y Equipo de Soporte Administrativo y Técnico. Los miembros del Consejo Editorial son evaluados bianualmente en función de su prestigio en la disciplina y producción académica. Los artículos presentados a la Revista de Estudios Sociales deben ser originales e inéditos y no deben estar simultáneamente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con otra publicación. Si los autores de un artículo publicado en la Revista quieren incluirlo posteriormente en otra publicación (revista, compilación o libro) debe contar con la autorización del Editor y señalar los datos de la publicación original. Asimismo, cuando la Revista tenga interés en reproducir un artículo previamente publicado, se compromete a pedir la autorización correspondiente a la editorial donde apareció por primera vez.

Responsabilidades de los autores

Los autores deben remitir los artículos en el enlace disponible en la página web de la Revista y/o enviarlo al correo electrónico: res@uniandes.edu.co en las fechas establecidas en cada convocatoria. La Revista tiene normas para los autores, de acceso público, con los requisitos para la presentación de artículos, así como las reglas de edición que pueden consultarse en: Política Editorial o al final de la versión impresa de la Revista. Aunque el Equipo Editorial es responsable de aprobar los artículos con base en criterios de calidad, rigurosidad investigativa y teniendo en cuenta las evaluaciones realizada por dos pares académicos, nacionales e internacionales, los autores son los responsables de las ideas allí expresadas, así como de la idoneidad ética del artículo. Los autores tienen que hacer explícito que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. También es responsabilidad de los autores asegurarse de tener las autorizaciones para usar, reproducir e imprimir el material que no sea de su propiedad/autoría (cuadros, gráficas, mapas, diagramas, fotografías, etcétera). Los autores aceptan someter los textos a la evaluación de pares externos y se comprometen a tener en cuenta sus observaciones, así como las del Equipo Editorial, al momento de revisar el documento. Estas modificaciones deben ser realizadas en el plazo que el Equipo Editorial indique. Luego que la Revista reciba el artículo modificado, se les informa a los autores acerca de su aprobación definitiva. Cuando los textos sometidos a la Revista de Estudios Sociales no son aceptados para publicación, el Equipo Editorial envía una notificación a los autores explicando los motivos de esta decisión. Durante el proceso de edición, el Equipo Editorial puede consultar a los autores para resolver inquietudes. En el proceso de evaluación y de edición, el correo electrónico es el medio de comunicación privilegiado entre la Revista y los autores.

El Equipo Editorial se reserva la última palabra sobre la publicación de un artículo y el número en el cual se publica. Esa fecha se cumple siempre y cuando los autores entreguen toda la documentación solicitada en el plazo indicado. La Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo al documento antes de la publicación. Los autores de los textos aceptados deben autorizar a la Universidad de los Andes a usar los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución), mediante la firma del “Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual”, para incluir el texto en la Revista de Estudios Sociales (versión electrónica e impresa). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros.

Revisión por pares/responsabilidades de los evaluadores Cuando se recibe un artículo, el Equipo Editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista, teniendo en cuenta formato, calidad (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía) y pertinencia del documento. Después de esta primera revisión, se seleccionan los artículos que inician el proceso de arbitraje. Los textos son, en esta instancia, sometidos a la evaluación de dos pares académicos, nacionales e internacionales (al menos el 50% con afiliación internacional) y al concepto del Equipo Editorial, quien se reserva la última palabra de los contenidos a publicar. El resultado se comunica a los autores en un período máximo de seis meses a partir de la recepción del artículo. Cuando el proceso de evaluación exceda este plazo, el Equipo Editorial debe informar a los autores. Los evaluadores deben declarar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y con los temas sobre los que van a conceptuar. Ante cualquier duda se reemplaza al evaluador. La Revista tiene un formato de evaluación que incluye preguntas con criterios cuidadosamente definidos. Los evaluadores tienen la responsabilidad de sugerir la aceptación, rechazo o aprobación con modificación del artículo arbitrado. Durante la evaluación, los nombres de los autores y de los evaluadores son mantenidos en anonimato.

Responsabilidades editoriales

El Equipo Editorial, junto con el Consejo Editorial, es responsable de definir las políticas editoriales para que la Revista cumpla con los estándares que permitan su posicionamiento como publicación académica de reconocida calidad internacional. La revisión continua de estos parámetros asegura que la Revista mejore y satisfaga las expectativas de la comunidad académica.


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Así como la Revista publica normas editoriales, que se espera sean cumplidas, también se compromete a publicar correcciones, aclaraciones, rectificaciones y a dar justificaciones cuando la situación lo amerite. El Equipo Editorial es responsable de seleccionar los mejores artículos para la publicación. Esta selección se hace con base en las recomendaciones derivadas del proceso de evaluación y revisión editorial del artículo, en el que se tienen en cuenta criterios de calidad, relevancia, originalidad y contribución a la disciplina. En este mismo sentido, cuando un artículo es rechazado, la justificación que se les da a los autores debe orientarse hacia estos aspectos. El Equipo Editorial es responsable de vigilar el proceso editorial de todos los artículos que se postulan a la Revista, y debe desarrollar mecanismos de confidencialidad durante el proceso de evaluación por pares hasta su publicación o rechazo.

Cuando la Revista recibe quejas de cualquier tipo, el Equipo Editorial debe responder prontamente, de acuerdo con las normas establecidas por la publicación; en caso de que el reclamo lo amerite, debe asegurarse de que se lleve a cabo la adecuada investigación tendiente a la rápida resolución del problema. Cuando se reconoce una falta de exactitud o un error en un contenido publicado se hacen las correcciones y/o aclaraciones en la página web de la Revista. Tan pronto un número de la Revista es publicado, el Equipo Editorial y el Equipo de Publicaciones son responsables de la difusión y distribución entre los colaboradores, evaluadores, y las entidades con las que se hayan establecido acuerdos de intercambio, así como entre los repositorios y sistemas de indexación nacionales e internacionales, y de hacer los envíos a los suscriptores activos.

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E D I T O R I A L

P O L I C Y

Norms for Authors Type of articles, dates and forms of reception

The objective of the Revista de Estudios Sociales (RES) is to contribute to the dissemination of the research, analyses and opinions that the national and international academic community elaborates on social problems, as well as those of other sectors of society that also deserve to be known by the public. In this way, the journal seeks to broaden the field of knowledge on subjects that will contribute to a better understanding of the most immediate reality and the living conditions of the population. RES is a quarterly publication (JanuaryMarch, April-June, July-September, October-December) that comes out at the beginning of each of these periods, created in1998 and funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). RES publishes previously unpublished articles in Spanish, English and Portuguese that present the results of research in the social sciences, theoretical reflections and revisions, reviews and bibliographical essays, that contribute to relevant debates on topics proper to disciplines like Anthropology, History, Sociology, Political Science, Philosophy, Psychology, Cultural Studies. In exceptional cases it includes articles that have already been published, as long as they are relevant to the discussions and issues dealt with in the journal, and their contribution to the consolidation of dialogue and the exchange of ideas in current academic debates is recognized. All the articles published have a DOI identification number that, in accordance with international editorial policies, must be cited by authors who use the contents, along with the abbreviated title of the journal: rev. estud. soc. The dates for reception of open theme articles and for dossier articles are announced in the respective calls for articles, which are published on the journal’s web page. Articles should be remitted through the form that appears on the web page http://res.uniandes.edu.co or sent to the journal’s email address res@uniandes.edu.co. The Revista de Estudios Sociales does not charge the authors for the costs of the editorial processes. RES subjects all the articles it receives in response to its calls for articles to a plagiarism detection test. When plagiarism is detected, either total or partial (i.e., lacking the corresponding citation), the text is not sent for evaluation and the authors are notified of the reason for its rejection.

Due to the number of articles that the Revista de Estudios Sociales receives in each call for articles, it does not publish more than one article by the same author within a two-year period.

Evaluation of articles and the editorial process

When an article arrives, the journal immediately acknowledges having received it and the Editorial Team proceeds to see whether it fulfills the basic established requirements (rules for citation and formal presentation), as well as its relevance for appearing in a journal on Social Sciences (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography). Articles that pass this first filter are then subjected to a process of arbitration by two evaluators, national and international (at least 50% with international affiliation), and reviewed by the Editorial Team. During the evaluation, the names of the authors and of the evaluators are kept anonymous and the results of the evaluation are reported within a maximum period of six months. In cases that exceed this time limit, RES communicates with the authors. Authors are informed of the final decision to publish or to reject an article by means of a written notification issued by a member of the Editorial Team. Authors must make the adjustments requested by the evaluators and the Editorial Team within the indicated deadline. RES reserves the last word on the publication of articles and the issue in which they are to be included, which depends on the author’s fulfillment of requirements regarding delivery of the documentation requested. During the editing process, the Editorial Team may consult the authors in order to resolve concerns regarding their articles. Nonetheless, the journal reserves the right to make minor corrections of style. In both the evaluation and the editing process, email is the preferred means of communication with the authors. The authors of and/or holders of rights to articles that are accepted must authorize the use of the author’s economic rights (reproduction, public communication, transformation and distribution) to the Universidad de los Andes/ School of Social Sciences in order to include their texts in the Revista de Estudios Sociales (electronic version and print version). When someone wishes to include an article in another publication at a later date, they must clearly indicate


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the data regarding its original publication in Revista de Estudios Sociales, and obtain previous authorization from the Editorial Team of RES. Authors receive two copies of the issue in which they participate.

Parameters for the presentation of articles

When articles are submitted for consideration, it is indispensable that they fulfill the following parameters established by the Revista de Estudios Sociales: •

• •

They should be written in Word format, Times New Roman size 12 font, 1½ spacing, paginated, on letter size pages with 2.5 cm margins. Footnotes should be in Times New Roman size 10 Font, single-spaced. They should be between 7,000 and 10,000 words long, including abstracts and keywords, bibliography and footnotes, etc. There should be a summary in Spanish, of no more than 120 words, and its respective translation into Spanish or English. The title of the text should be presented in both languages. There should be a list of three to six key words that identify the article, which should also be presented in English and in Spanish. The keywords should reflect the content of the document, and that is why it is necessary that they indicate the exact topics of the article, showing the areas of knowledge in which they arise and the main concepts involved. It is recommended that authors review the terms and hierarchies established in the bibliographical lists (Thesaurus), and that they make an effort achieve a correspondence between titles, abstracts, and keywords. When a word does not appear normalized in Thesaurus, the fact should be pointed out. They should be written in academic language accessible to reading publics from different disciplines. The author’s data should be included in a separate file: academic degrees, institutional affiliation, research group or lines of research (if applicable), two latest publications, and email address. The same file should include information regarding the origin of the article. If it is based on the results of research, indicate the project that it is part of and the name of the financing institution, if applicable. When the contents used have a DOI identification number, it should be included in the list of references.

Editing rules •

The first time an acronym or abbreviation is used, it should be written in capital letters and placed in parenthesis after the complete form; the acronym or abbreviation is used alone on subsequent occasions. Quotations that are more than four lines long should be placed in the format for long quotations, singlespaced, in type size 11, with reduced margins.

The Revista de Estudios Sociales uses the Author-Date References format, as outlined in the latest edition of the Chicago Manual of Style for presenting quotations and references included in the article. The necessary details of punctuation (comma, period, colon, parenthesis, etc.) and the required information should be taken into account. The bibliographical list should include the references that have been cited within the text (in a one-to-one relation), enumerated and in alphabetical order. It is indispensable to include the complete names of the authors and/or editors in each one of the references.

The following examples are presented to show the differences between the brief parenthetical form of citation to be used within the text (T), and the full form of citation to be used in the bibliography (B).

Book by a single author:

T: (Abello 2003) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogota: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana.

Book by two or three authors:

T: (Drennan, Herrera and Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera y Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidad de los Andes.

Book by four or more authors:

T: (Laumann et al. 1994) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael and Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Book chapter:

T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. In Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, edited by Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes.

Introduction, preface o presentation:

T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introduction / preface / presentation to The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press.

Magazine article (print or online):

T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista

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de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05 When the reference to an article in a journal includes a volume and issue number, it will be cited in the following way: Last name, First name. Title of article. Name of journal, volume, n°: page numbers. Example: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375.

alone on subsequent occasions. All primary references should be grouped together in a separate section of the bibliographical list at the end of the text. •

Charts, tables, images and graphs should be numbered and presented at the end of the document, and in the case of images or graphs, in a separate file (jpg or tiff 300 dpi and 240 pixels) with high resolution. The authors are responsible for obtaining permission to publish the images, delivering said permission to RES, and making sure that the images are delivered in the conditions of quality required for the layout of the magazine. The journal does not commit itself to publishing items that do not meet the conditions of quality requested.

It is necessary to indicate the exact place where each chart/table/image/graph is to be inserted into the text. This instruction should be presented in brackets, in the following way:

Press article (with author and without it):

T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 May, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 January, 12.

Book review:

[Insert Chart 1 here]

T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Review of Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, by Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178.

Thesis or dissertation:

Parameters for the presentation of reviews

T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena.” PhD diss., Stockholm University, Sweden.

Paper presented at a meeting or conference:

T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59.” Paper presented at the annual international meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago.

Online documents:

T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organización Panamericana de La Salud. www.bvs-psi.org.br Note: Ibid, ibidem or op. cit. should not be used in these cases. •

Articles that include archival sources should present the references in footnotes, numbered, so as to facilitate the reader’s identification of and access to the documents in the corresponding archive. It is necessary to indicate: Initials of the archive, Section, Fondo, vol./ leg./t., f. or ff. (place, date, and other relevant data). The complete name of the archive is cited the first time, followed by the abbreviation written in capital letters and placed in parenthesis. The abbreviation is used

• •

Only a moderate number of these resources should be included and they should always be clear, legible and relevant for the argumentation of the article.

They should be written in Word format, in Times New Roman font, type size 12, with 1½ spacing, paginated, on letter size paper with 2.5 cm margins. They should come to a total of between 1,500 and 2,000 words in length. They should include the complete data for the text reviewed (author, title, date, city, publisher and total number of pages). They should also include the author’s data: academic degrees, current place of work or study, research group and email address. Reviews are expected not only to give an account of the content of the book, but to incorporate a critical and analytical perspective as well.

Ethical policies Publication and authorship

The Revista de Estudios Sociales was created in 1998 and is funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). The office of the journal is located in the Franco Building, Off. GB-417; the web page is http://res.uniandes.edu.co/; the email address is res@uniandes.edu.co; and the telephone number is 339 4999, extension 4819. The journal has the following structure: Editorial Team —composed of the Director, the Dean of the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia),


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the Editor, the Editorial Coordinator and the Editorial Manager—, Editorial Council (Editorial Committee and Scientific Committee), Board of Journals of the School of Social Sciences and the Administrative and Technical Support Team. The members of the Editorial Council are evaluated biannually with respect to their prestige within the discipline and their academic production. Articles presented to the Revista de Estudios Sociales must be original and unpublished and must not be simultaneously undergoing a process of evaluation or have editorial commitments with any other publication. If the authors of an article published in the journal wish to include it in another publication at a later date (journal, compilation or book) they must obtain the authorization of the Editor and indicate the data of the original publication. In the same way, when the journal has an interest in reproducing a previously published article, it is committed to requesting the corresponding authorization from the original publisher.

Responsibilities of the authors

The authors should remit their articles through the link available on the journal’s web page and/or send it to the email address: res@uniandes.edu.co within the time limits established in each call for articles. The journal has publicly accessible norms for authors, with the requirements for the presentation of articles, as well as the editing rules that can be consulted through: Política Editorial on the web page or at the end of the printed version of the journal. Even though the Editorial Team is responsible for approving articles based on criteria of quality and investigative excellence and taking into account the evaluations done by two academic peers, national and international, the authors are responsible for the ideas expressed in them, as well as for its ethical standards. The authors must explicitly state that the text is of their own authorship and that the intellectual property rights of third parties are respected in it. It is also the responsibility of the authors to make sure to have the authorizations to use, reproduce and print the material that is not their property or of their own authorship (charts, graphs, maps, diagrams, photographs, etc.). The authors agree to submit their texts to evaluation by external peers and commit themselves to taking the evaluators’ observations into account, as well as those made by the Editorial Team in reviewing the document. These modifications must be made within the time period indicated by the Editorial Team. After the journal receives the modified article, the authors are informed of its final approval. When texts submitted to the Revista de Estudios Sociales are not accepted for publication, the Editorial Team notifies the authors and explains the reasons for the decision. During the editing process, the Editorial Team may consult the authors to resolve concerns regarding

the articles. In the process of evaluation and editing, email is the preferred means of communication between the journal and the authors. The Editorial Team reserves the last word regarding the publication of articles and the issues in which they are to be published. The publication date will be respected as long as the authors deliver all the requested documentation within the indicated time limit. The journal reserves the right to make minor corrections of style before the document is published. The authors of texts that are accepted must authorize the Universidad de los Andes to use the author’s economic rights (reproduction, public communication, transformation and distribution), by signing the “Document of Authorization of Use of Intellectual Property Rights,” to include the text in the Revista de Estudios Sociales (electronic and printed version). In the same document, the authors must confirm the fact that the text is of their own authorship and that the intellectual property rights of third parties are respected in it.

Peer review/responsibilities of the evaluators

When an article is received, the Editorial Team checks to see if it fulfills the basic requirements established by the journal, taking into account the format, quality (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography) and relevance of the document. After this first review, the articles that will begin the arbitration process are selected. In this stage the texts are subjected to evaluation by two academic peers, national and international (at least 50% with international affiliation) and to the opinion of the Editorial Team, which reserves the last word regarding which contents are to be published. The results are communicated to the authors within a maximum period of six months from the date of receipt of the article. When the process of evaluation exceeds this time limit, the Editorial Team must inform the authors. The evaluators must declare on the evaluation format that they have no conflict of interest with the authors or with the topics on which they are going to render judgment. When there is any doubt, the evaluator is replaced. The journal has an evaluation format that includes questions with carefully defined criteria. The evaluators have the responsibility of suggesting the acceptance, rejection, or approval with modification of the arbitrated article. During the evaluation, the names of the authors and of the evaluators are kept anonymous.

Editorial responsibilities

The Editorial Team, together with the Editorial Council, is responsible for defining the editorial policies so that the journal meets the standards that will make it possible to position it as an academic publication

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of internationally recognized quality. The continual revision of these parameters ensures that the journal will continue to improve and fulfill the expectations of the academic community. Just as the journal publishes the editorial norms that it expects the authors to comply with, it is also committed to publishing corrections, clarifications, rectifications and to justifying its decisions when the situation warrants it. The Editorial Team is responsible for selecting the best articles for publication. The selection is done on the basis of the recommendations derived from the process of evaluation and editorial review of the article, in which the criteria of quality, relevance, originality and contribution to the discipline are taken into account. In this same sense, when an article is rejected, the explanation given to the authors should be oriented towards these aspects. The Editorial Team is responsible for overseeing the editorial process of all the articles submitted to the journal,

and it must develop mechanisms for ensuring confidentiality during the process from the time of evaluation by peers until its approval for publication or rejection. When the journal receives complaints of any type, the Editorial Team must respond promptly, in accordance with the norms it has established and, when warranted, it must ensure that the case is investigated properly so as to bring about a rapid resolution of the problem. When a lack of precision or an error in a published content is recognized, the corrections and/or clarifications are made on the journal’s web page. As soon as an issue of the journal is published, the Editorial Team and the Publications Team take charge of its dissemination and distribution among collaborators, evaluators, and entities with which exchange agreements have been established, and national and international repositories and indexation systems, as well as the mailings to active subscribers.


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P O L Í T I C A

E D I T O R I A L

Instruções aos autores Tipo de artigos, datas e modalidades de recepção

A Revista de Estudios Sociales (RES) tem como objetivo contribuir para a difusão de pesquisas, análises e opiniões que a comunidade acadêmica nacional e internacional, além de outros setores da sociedade, elabora sobre os problemas sociais que merecem ser conhecidos pela opinião pública. Dessa maneira, a Revista busca ampliar o campo do conhecimento em matérias que contribuam para entender melhor a realidade mais imediata e as condições de vida da população. A Revista é uma publicação trimestral (janeiro-março, abril-junho, julho-setembro e outubrodezembro), que se publica no início de cada período. Ela foi criada em 1998 e é financiada pela Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Colômbia). A Revista publica artigos inéditos em espanhol, inglês e português, que apresentam resultados de pesquisa em Ciências Sociais, reflexões e revisões teóricas, resenhas e ensaios bibliográficos, que contribuem para os debates relevantes sobre temas próprios de disciplinas como antropologia, história, sociologia, ciência política, filosofia, psicologia, estudos culturais. Em casos excepcionais, incluem-se artigos que já tenham sido publicados, contanto que se reconheçam sua pertinência dentro das discussões e das problemáticas abordadas na Revista, e sua contribuição para a consolidação do diálogo e do intercâmbio de ideias nos debates vigentes da academia. Todos os artigos publicados contam com um número de identificação DOI, que, de acordo com as políticas editoriais internacionais, deve ser citado pelos autores que utilizam os conteúdos, assim como o título abreviado da Revista: rev. estud. soc. As datas de recepção de artigos de um tema aberto e para o dossiê são informadas nos respectivos editais, os quais são publicados na página web da Revista. Os artigos devem ser remetidos por meio do formulário que se encontra em http://res.uniandes.edu.co ou enviados ao e-mail res@ uniandes.edu.co. A Revista de Estudios Sociales não cobra dos autores pelos custos dos processos editoriais. A Revista submete todos os artigos que recebe em seus editais à ferramenta de detecção de plágio. Quando este é detectado total ou parcialmente (sem a citação correspondente, por exemplo), a Revista não envia o texto à avaliação e notifica os autores do motivo da recusa. Considerando a quantidade de artigos que a Revista recebe em cada edital, não se publicam artigos de um mesmo autor num período de dois anos.

Parecer de artigos e processo editorial Quando um artigo chega à Revista, acusa-se seu recebimento de imediato, e a Equipe Editorial procede a conferir se este cumpre com os requisitos básicos exigidos por ela (normas de citação e apresentação formal), bem como sua pertinência para estar numa publicação de Ciências Sociais (objetivo, referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia). Em seguida, os artigos que passam por esse primeiro filtro são submetidos a um processo de arbitragem sob a responsabilidade de dois pareceristas, nacionais e internacionais (com, pelo menos, 50% de afiliação internacional), e ao conceito da Equipe Editorial. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto os dos avaliadores são mantidos em anonimato, e a Revista informa o parecer num prazo máximo de seis meses; caso ultrapasse esse tempo, os autores serão informados. A decisão final de publicar ou recusar os artigos se notifica por meio de um conceito escrito emitido por um dos membros da Equipe Editorial. Os autores devem realizar os ajustes solicitados pelos pareceristas e pela Equipe Editorial no prazo indicado. A Revista tem a última palavra sobre a publicação dos artigos e o número no qual serão incluídos, o que depende da entrega da documentação solicitada aos autores. Durante o processo de edição, os autores podem ser consultados pela Equipe Editorial para resolver as dúvidas existentes. Contudo, a Revista se reserva o direito de fazer correções de forma e adequações ao seu perfil gráfico. No processo de avaliação e edição, a comunicação com os autores será feita por e-mail. Os autores e/ou titulares dos artigos aceitos autorizam a utilização dos direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) à Universidad de los Andes/Faculdade de Ciências Sociais, para incluir seu texto na Revista de Estudios Sociales (versão eletrônica e impressa). Caso se queira incluir um artigo em outro periódico, devem ser mencionados claramente os dados de publicação original na Revista de Estudios Sociales, com prévia autorização da Equipe Editorial da Revista. Os autores recebem dois exemplares do número do qual participam.

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Parâmetros para a apresentação de artigos

É indispensável que, no momento de enviar um artigo, este cumpra com os parâmetros estabelecidos pela Revista de Estudios Sociales. •

• •

Estar escrito em formato Word, em letra Times New Roman, corpo 12, com espaço entrelinhas de 1,5, paginado, em tamanho carta e com margens de 2,5 cm. As notas de rodapé devem estar em Times New Roman, corpo 10 e com espaço entrelinhas simples. Ter uma extensão entre 7.000 e 10.000 palavras em total, incluídos os resumos, as palavras-chave, a bibliografia e as notas de rodapé, entre outros. Ter o resumo do artigo em espanhol que não ultrapasse 120 palavras e sua respectiva tradução a espanhol e inglês. O título do texto deve ser apresentado em ambos os idiomas. Ter entre três e seis palavras-chave que identifiquem o artigo, tanto em inglês quanto em espanhol. As palavraschave devem refletir o conteúdo do documento e, por isso, é necessário que indiquem as temáticas precisas do artigo, resgatando as áreas de conhecimento nas quais se inscreve e os principais conceitos. Recomenda-se conferir os termos e as hierarquias estabelecidos nas listas bibliográficas (tesauros) e buscar correspondência entre títulos, resumos e palavras-chave. Quando uma palavra não estiver normalizada em tesauros, deve ser indicada. Estar escrito numa linguagem acadêmica acessível a públicos de diferentes disciplinas. Numa folha de rosto, incluir os dados dos autores: títulos acadêmicos, afiliação institucional, grupo ou linha de pesquisa (se aplicar), últimas duas publicações e e-mail. Nesse mesmo arquivo, incluir a informação de procedência do artigo (caso este seja resultado de uma pesquisa, a informação do projeto do qual faz parte e o nome da instituição financiadora, se aplicar). Quando os conteúdos utilizados tiverem um número de identificação DOI, este deve ser incluído na lista de referências.

Regras de edição •

Quando usar siglas, explicá-las na primeira vez que surgirem. Nas seguintes menções, usar somente a sigla ou a abreviatura. As citações textuais que ultrapassarem quatro linhas devem ser colocadas como citação longa, com espaço entrelinhas simples, corpo 11 e margens reduzidas. A Revista de Estudios Sociales utiliza o sistema autor-data do Chicago Manual of Style, última edição, para apresentar as citações e as referências incluídas no artigo. Os autores devem considerar os detalhes de pontuação exigidos (vírgula, ponto, dois-pontos, parênteses etc.) e a informação requerida. A lista bibliográfica deve incluir as referências que foram citadas no texto (numa relação 1 a 1), enumeradas e em ordem alfabética. É indispensável incluir os nomes completos

dos autores e dos editores, quando for o caso, em cada uma das referências. A seguir, apresentam-se alguns exemplos que mostram as diferenças entre a forma de citar no texto (T) e a forma de citar na lista bibliográfica (B).

Livro de só um autor:

T: (Abello 2003) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogotá: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana.

Livro de dois ou três autores:

T: (Drennan, Herrera e Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera e Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidade de Los Andes.

Quatro ou mais autores:

T: (Laumann et al. 1994) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael e Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Capítulo de livro:

T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. Em Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, editado por Enrique Chaux, Juanita Lleras e Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes.

Introdução, prefácio o apresentação:

T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introdução / prefácio / apresentação a The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press.

Artigo de revista (impresso ou on-line):

T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05 Caso a revista tenha volume e número, será citada da seguinte maneira: Sobrenome, Nome. Ano. Título. Nome da revista volume, n.: páginas. Exemplo: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375.


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Artigo de imprensa (com ou sem autor):

T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 de maio, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 de janeiro, 12.

onde se localiza cada quadro/tabela/imagem/gráfico. Essa instrução deve estar entre colchetes da seguinte maneira: [Inserir Quadro 1 aqui] •

Resenha de livro:

T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Resenha do livro Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, de Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178.

Dissertação ou Tese:

T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena”. Tese de Doutorado, Stockholm University.

Palestras:

T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59”. Palestra apresentada no Annual International Meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago.

Documentos recuperados da internet:

T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organização Pan-americana da Saúde. www.bvs-psi.org.br Nota: em nenhum caso, utilizam-se as expressões op. cit., ibid. ou ibidem. •

Os artigos que incluírem fontes de arquivo devem apresentar as referências em notas de rodapé, numeradas de maneira que facilitem ao leitor a identificação e o acesso aos documentos no arquivo correspondente. É necessário indicar: siglas de arquivo, seção, fundo, vol./leg./t., f. ou ff. (lugar, data e outros dados pertinentes). A primeira vez se cita o nome completo do arquivo com a abreviatura em maiúscula entre parênteses e, depois, só a abreviatura. Ao final do texto, devem relacionar todas as referências primárias numa lista separada da bibliográfica. Apresentar quadros, tabelas, imagens e gráficos numerados no final do documento, e para o caso de imagens ou gráficos em arquivo separado (jpg ou tiff 300 dpi e 240 pixels) e em alta resolução. É responsabilidade dos autores entregarem à Revista a autorização para a publicação das imagens, bem como a entrega das imagens na qualidade requerida para a diagramação. Caso não cumpra com a qualidade solicitada, a Revista não se compromete com sua publicação. É necessário que dentro do texto se indique o lugar

Esses recursos devem ser usados moderadamente, além de serem claros, legíveis e pertinentes para a argumentação do artigo.

Parâmetros para a apresentação de resenha •

• • •

Estar escrita em formato Word, em letra Times New Roman, corpo 12, com espaço entrelinhas de 1,5, paginado, em tamanho carta e com margens de 2,5 cm. Ter uma extensão de entre 1.500 e 2.000 palavras no total. Incluir dados completos do texto resenhado (autor, título, data, cidade, editora e páginas totais). Incluir os dados do autor: títulos acadêmicos, lugar de trabalho ou estudo atual, grupo de pesquisa ao qual pertence e e-mail. Espera-se que as resenhas não somente deem conta do conteúdo do livro, mas também que incorporem uma perspectiva crítica e analítica.

Políticas éticas Publicação e autoria

A Revista de Estudios Sociales foi criada em 1998 e é financiada pela Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Colômbia). O escritório da Revista está localizado no Edifício Franco, GB-417; a página web é http://res.uniandes.edu.co/; o e- mail, res@uniandes.edu. co; o telefone para contato é o (57 1) 339-4999, ramal 4819. A Revista tem a seguinte estrutura: Equipe Editorial — composta pelo Diretor, Decano da Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Colômbia), Editor, Coordenador Editorial e Gestor Editorial—, Conselho Editorial —Comissão Editorial e Comissão Científica—, Comissão de Revistas da Faculdade e Equipe de Suporte Administrativo e Técnico. Os membros do Conselho Editorial são avaliados bianualmente em função de seu prestígio na disciplina e produção acadêmica. Os artigos apresentados à Revista de Estudios Sociales devem ser originais e inéditos e não devem estar em processo simultâneo de avaliação nem ter compromissos editoriais com outro periódico. Se os autores de um artigo publicado na Revista querem incluí-lo depois em outra publicação (revista, compilação ou livro), devem contar com a autorização do Editor e indicar os dados da publicação original. Da mesma forma, quando a Revista tiver interesse em reproduzir um artigo já publicado, compromete-se em pedir a autorização correspondente à editora onde ele apareceu pela primeira vez.

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Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

Responsabilidades dos autores

Os autores devem enviar os artigos pela página web da Revista ou pelo e-mail res@uniandes.edu.co nas datas estabelecidas em cada edital. A Revista tem instruções aos autores, de acesso público, com os requisitos para a apresentação de artigos, bem como as regras de edição, que podem ser consultadas em Política Editorial ou no final da versão impressa da Revista. Embora a Equipe Editorial seja responsável pela aprovação dos artigos com base em critérios de qualidade, rigorosidade investigativa e considere a avaliação dos pareceristas, nacionais e internacionais, os autores são os responsáveis pelas ideias expressas no texto, bem como pela idoneidade ética do artigo. Os autores têm que deixar explícito que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros. Também é responsabilidade dos autores garantirem as autorizações para usar, reproduzir e imprimir o material que não for de sua propriedade ou autoria (quadros, gráficos, mapas, ilustrações, fotografias etc.). Os autores aceitam submeter os textos à avaliação de pareceristas externos e comprometem-se a considerar suas observações, bem como as da Equipe Editorial, no momento de revisar o documento. Essas modificações devem ser realizadas no prazo que a Equipe Editorial indicar. Assim que a Revista receber o artigo modificado e forem verificadas as modificações, ela informará os autores da aprovação definitiva. Quando os textos submetidos à Revista de Estudios Sociales não são aceitos para publicação, a Equipe Editorial envia uma notificação aos autores na qual explica os motivos dessa decisão. Durante o processo de edição, a Equipe Editorial pode consultar os autores para resolver dúvidas. No processo de avaliação e de edição, a comunicação com os autores será feita por e-mail. A Equipe Editorial tem a última palavra sobre a publicação de um artigo e o número em que será publicado. Isso acontece contanto que os autores entreguem toda a documentação solicitada no prazo indicado. A Revista se reserva o direito de fazer correções de forma e adequações ao perfil gráfico no documento antes de sua publicação. Os autores dos textos aceitos devem autorizar a Universidad de los Andes a usar os direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) mediante a assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual” para incluir o texto na Revista de Estudios Sociales (versão eletrônica e impressa). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros.

Avaliação por pares/responsabilidades dos pareceristas

Quando a Equipe Editorial recebe um artigo, avalia se este cumpre com os requisitos básicos exigidos pela

Revista, considerando o formato, a qualidade (objetivo, referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia) e a pertinência do trabalho. Depois dessa primeira conferência, selecionam-se os artigos que iniciam o processo de arbitragem. Os textos são, nesse momento, submetidos ao parecer de dois pares acadêmicos, nacionais e internacionais (com, pelo menos, 50% de afiliação internacional), e ao conceito da Equipe Editorial, que tem a última palavra dos conteúdos a publicar. O resultado é comunicado aos autores num período máximo de seis meses a partir da recepção do artigo. Quando o processo de avaliação ultrapassar esse prazo, a Equipe Editorial deve informar os autores. Os pareceristas devem declarar, no formulário de avaliação, que não têm conflito de interesse com os autores e com os temas sobre os quais emitirão o parecer. Diante de qualquer dúvida, a Revista substituirá o(s) parecerista(s). A Revista tem um formulário de avaliação que inclui perguntas com critérios cuidadosamente definidos. Os pareceristas têm a responsabilidade de sugerir a aceitação, a recusa ou a aceitação com modificações do artigo arbitrado. Durante a avaliação, os nomes dos autores e dos avaliadores são mantidos em anonimato.

Responsabilidades editoriais

A Equipe Editorial, junto com o Conselho Editorial, é responsável pela definição das políticas editoriais para que a Revista cumpra com os padrões que permitem seu posicionamento como publicação acadêmica de reconhecida qualidade internacional. A revisão contínua desses parâmetros garante que ela melhore e satisfaça as expectativas da comunidade acadêmica. Da mesma forma que a Revista publica regras de edição, que espera serem cumpridas, também se compromete a publicar correções, esclarecimentos, retificações e justificativas quando for necessário. A Equipe Editorial é responsável pela seleção dos melhores artigos para publicação. Essa seleção se faz com base nas recomendações derivadas do processo de avaliação e revisão editorial do artigo, em que se têm em conta critérios de qualidade, relevância, originalidade e contribuição para a disciplina. Nesse mesmo sentido, quando um artigo é recusado, a justificativa dada aos autores deve ser orientada a esses aspectos. A Equipe Editorial é responsável por zelar pelo processo editorial de todos os artigos que são submetidos à Revista e deve desenvolver mecanismos de confidencialidade durante o processo de avaliação por pares até sua publicação ou recusa. Quando a Revista receber reclamações de qualquer tipo, a Equipe Editorial deve responder com prontidão, de acordo com as normas estabelecidas por ela; caso a reclamação exigir, deve assegurar-se de realizar a adequada investigação com vistas à rápida resolução do problema. Quando se reconhece uma falta de exatidão ou um erro num


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conteúdo publicado, fazem-se as correções ou esclarecimentos na página web da Revista. Assim que um número da Revista for publicado, a Equipe Editorial e a Equipe de Publicações são as responsáveis

pela difusão e pela distribuição entre colaboradores, pareceristas e entidades com as quais têm convênios de intercâmbio, bem como entre os repositórios e os sistemas de indexação nacionais e internacionais; além disso, são responsáveis por fazer o envio aos seus assinantes ativos.

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