Revista de Estudios Sociales No. 60

Page 1

60 Bogotá - Colombia

http://res.uniandes.edu.co

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes

abril-junio 2017 ISSN 0123-885X e-ISSN 1900-5180

Editorial Martha Lux Mateo Morales

Temas Varios Manuel Garza Zepeda Ever Sánchez Osorio Sébastien Dubé Consuelo Thiers Carlos Andrés Charry Joya Ignacio Ramos-Vidal Juan Pablo Aranguren Romero Juan Cruz Esquivel Fortunato Mallimaci Elke Schlack Rocío Hidalgo María Jesús Arce Carolina Fariña Karin Villarroel

Documentos Renán Silva Carlo Ginzburg

Debate Fernando González Rey José Fernando Patiño Torres

Lecturas Renán Silva

Temas Varios


Revista de Estudios Sociales No. 60


Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.

Revista de Estudios Sociales Dirección: Cra 1a No 18A-12, Ed. Franco, Of. GB-417 Teléfono: (571) 339 49 49 ext. 4819 Correo electrónico: res@uniandes.edu.co Periodicidad: trimestral Páginas del número: 152 Formato: 21,5 x 28 cm Tiraje: 200 ejemplares

El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para su uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se cite la fuente. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero autorización al Equipo Editorial de la Revista. Las opiniones e ideas aquí consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes. Corrección de Estilo y Traducción Español: Guillermo Díez Inglés: Carol O’Flynn Portugués: Roanita Dalpiaz Equipo Informático | Claudia Vega Diseño y diagramación | Lorena Morales Imagen de portada Ensambles 2017. Lorena Morales Impresión | Digiprint Editores S.A.S. La Revista tiene todos sus contenidos en acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo de $20.000 (Colombia) y puede adquirirse en: Suscripciones | Librería Universidad de los Andes Cra 1a No 19-27 Ed. AU 106 · Bogotá, Colombia · Tels. (571) 339 49 49 ext. 2071 – 2099 http://libreria.uniandes.edu.co Canjes | Facultad de Ciencias Sociales Universidad de los Andes · Cra. 1a Este No. 18A – 12 Ed. Franco, piso 6, oficina 617 · Bogotá – Colombia. Tel [571] 3394949 Ext.: 3318 · publicacionesfaciso@uniandes.edu.co http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co


Revista de Estudios Sociales

La Revista de Estudios Sociales (RES) es una publicación trimestral, (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que se publica al inicio de cada periodo señalado, creada en 1998 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Su objetivo es contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabora la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. Por lo anterior la Revista recibe y publica contenidos inéditos en español, inglés, y portugués. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyan a entender mejor la realidad más inmediata y las condiciones de vida de la población. La estructura de la Revista contiene seis secciones: La Presentación contextualiza e introduce el número, además de destacar aspectos particulares que merecen la atención de los lectores. El Dossier integra un conjunto de contenidos sobre un problema o tema específico, que desde una perspectiva crítica y analítica ofrecen avances o resultados de investigación, reflexión o revisión temática, dando cuenta de las nuevas tendencias en un área específica del conocimiento. Otras Voces se diferencia del Dossier en que incluye textos que presentan investigaciones, reflexiones o revisiones, que tratan problemas o temáticas diversas. Documentos difunde uno o más textos sobre temáticas de interés social que son abordadas de manera reflexiva, por lo general de autoridades en la materia. También se publican traducciones y transcripciones de contenidos relevantes de las diferentes áreas de las Ciencias Sociales. Debate es una sección donde se incluyen contenidos sobre temáticas específicas, orientadas a generar discusiones académicas desde diferentes perspectivas, bien sea mediante entrevistas o escritos analíticos. Lecturas incluye reseñas bibliográficas en el campo de las Ciencias Sociales. La Revista cambia la estructura de presentación de sus secciones en los números que son de tema libre. En esas ediciones no aparecen las secciones de Dossier ni Otras Voces y se incluye la sección Temas Varios. La Revista de Estudios Sociales es un publicación de acceso abierto. La estructura de la Revista responde a una política editorial que busca: proporcionar un espacio para diferentes discursos sobre teoría, investigación, coyuntura e información bibliográfica; facilitar el intercambio de información sobre las Ciencias Sociales en los países latinoamericanos y el mundo; difundir la Revista entre diversos públicos y no sólo entre los académicos; incorporar diversos lenguajes, como el ensayo, el relato, el informe y el debate, para que el conocimiento sea de utilidad social; finalmente, mostrar una noción flexible del concepto de investigación social, con el fin de dar cabida a expresiones ajenas al campo específico de las Ciencias Sociales. Palabras clave: ciencias sociales, investigación, reflexión, revisión. La Revista declara que, todos los artículos que se reciben son sometidos a la herramienta de detección de plagio; los contenidos que se publican en la versión digital son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF, HTML y en versión e-book; los autores deben manifestar que el texto es de su autoría, inédito, y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros; en cuanto a los evaluadores, deben señalar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y temas sobre los que van a conceptuar.


Indexación

La Revista de Estudios Sociales está incluida actualmente en los siguientes directorios y servicios de indexación y resumen: • CIBERA - Biblioteca Virtual Iberoamericana/España/Portugal (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007. • CLASE - Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México), desde 2007. • CREDI - Centro de Recursos Documentales e Informáticos (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI), desde 2008. • DIALNET - Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2006. • DOAJ - Directory of Open Access Journal (Lund University Libraries, Suecia), desde 2007. • EP Smartlink fulltext, fuente académica, Current Abstrac, TOC Premier, SocINDEX with full text (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005. • European Science Foundation - ERIH PLUS (Noruega), desde 2015. • HAPI - Hispanic American Periodical Index (UCLA, Estados Unidos), desde 2008. • Historical Abstracts y America: History & Life (EBSCO Information Services, antes ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. • HLAS - Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2008. • Informe académico y Académica onefile (Gale Cengage Learning, Estados Unidos), desde 2007. • LatAm - Estudios Latinamericanos (International Information Services, Estados Unidos), desde el 2009. • LATINDEX - Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (México), desde 2004. • Linguistics & Language Behavior Abstracts, Sociological Abstracts, Social Services Abstracts, World Wide Political Science Abstracs (SCA- Cambridge Scientific Abstracts, Proquest, Estados Unidos), desde 2000. • Ocenet (Editorial Oceano, España), desde 2003. • PRISMA - Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (CSA-ProQuest, Gran Bretaña). • PUBLINDEX - Índice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, (Colciencias, Colombia), desde 2004. Actualmente en categoría A1. • RedALyC - Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (UAEM, México), desde 2007. • SciELO - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2007. • SciELO Citation Index (Thomson Reuters – SciELO), desde 2013. • SCOPUS - Database of abstracts and citations for scholarly journal articles (Elsevier, Países Bajos), desde 2009. • Social Sciences Citation Index (Thomson Reuters, Estados Unidos), desde 2009. • Ulrich’s Periodicals Directory (CSA- Cambridge Scientific Abstracs ProQuest, Estados Unidos), desde 2001. Portales Web a través de los cuales se puede acceder a la Revista de Estudios Sociales: • http://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia) • http://www.portalquorum.org (Quórum Portal de Revistas, Universidad de Alcalá, España) • http://sala.clacso.org.ar/biblioteca/Members/lenlaces (Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina) • https://uniandes.academia.edu/res (Academia.edu.co)


Temas Varios

EDITORIAL

DOCUMENTOS

8-9 Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Mateo Morales – Universidad de los Andes, Colombia

TEMAS VARIOS Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales: negación y construcción cotidiana de un mundo otro • 12-24 Manuel Garza Zepeda – Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, México Ever Sánchez Osorio – Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología– CIATEJ Guadalajara, México

Dinámicas de grupos sociales y procesos de integración en América Latina • 25-35 Sébastien Dubé – Universidad de Santiago de Chile Consuelo Thiers – University of Edinburgh, Reino Unido

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia y la práctica de una nueva sociología histórica • 36-48 Carlos Andrés Charry Joya – Universidad del Rosario, Colombia

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) • 49-61 Ignacio Ramos-Vidal – Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia y Universidad de Sevilla, España

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto: aproximaciones a las narrativas sobre el sufrimiento en el conflicto armado colombiano • 62-71 Juan Pablo Aranguren Romero – Universidad de los Andes, Colombia

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica • 72-86 Juan Cruz Esquivel – Universidad de Buenos Aires, Argentina Fortunato Mallimaci – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile: tres maneras de aportar a la esfera pública de áreas urbanas • 87-105 Elke Schlack – Universidad Andrés Bello, Chile Rocío Hidalgo – Pontificia Universidad Católica de Chile María Jesús Arce – Pontificia Universidad Católica de Chile Carolina Fariña – Pontificia Universidad Católica de Chile Karin Villarroel – Pontificia Universidad Católica de Chile

Una conversación con Carlo Ginzburg • 107-109 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia Carlo Ginzburg - University of California, Los Ángeles, Estados Unidos y Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia

Anomalías conjuntivas: una reflexión sobre los hombres lobo • 110-118 Carlo Ginzburg – University of California, Los Ángeles, Estados Unidos y Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia

DEBATE La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica. Conversación con Fernando González Rey • 120-127 Fernando González Rey – Centro Universitário do Brasília, Brasil José Fernando Patiño Torres – Universidade Federal do Tocantins, Brasil

LECTURAS Neil Safier. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur • 129-134 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia


Varied Topics

EDITORIAL

DOCUMENTS

8-9 Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Mateo Morales – Universidad de los Andes, Colombia

VARIED TOPICS Epistemological Reflections on the Concept of Social Movements: Negation and the Everyday Construction of an Other World • 12-24 Manuel Garza Zepeda – Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Mexico Ever Sánchez Osorio – Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología– CIATEJ Guadalajara, Mexico

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes • 25-35 Sébastien Dubé – Universidad de Santiago de Chile Consuelo Thiers – University of Edinburgh, United Kingdom

So Close and Yet So Distant: Dividing Lines between the Fields of Sociology and History and the Practice of a New Historical Sociology • 36-48 Carlos Andrés Charry Joya – Universidad del Rosario, Colombia

Community Dynamics among Displaced and Non-Displaced Residents in Socially Excluded Areas of Barranquilla (Colombia) • 49-61 Ignacio Ramos-Vidal – Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia and Universidad de Sevilla, Spain

Effectiveness of Harm and Blurring of the Subject: Approaches to Narratives of Suffering in the Colombian Armed Conflict • 62-71 Juan Pablo Aranguren Romero – Universidad de los Andes, Colombia

Religion, the Environment, and Sustainable Development: Comprehensiveness in Catholic Cosmology • 72-86 Juan Cruz Esquivel – Universidad de Buenos Aires, Argentina Fortunato Mallimaci – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Retail Business Spaces in Santiago de Chile: Three Ways of Contributing to the Public Sphere in Urban Areas • 87-105 Elke Schlack – Universidad Andrés Bello, Chile Rocío Hidalgo – Pontificia Universidad Católica de Chile María Jesús Arce – Pontificia Universidad Católica de Chile Carolina Fariña – Pontificia Universidad Católica de Chile Karin Villarroel – Pontificia Universidad Católica de Chile

A Conversation with Carlo Ginzburg • 107-109 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia Carlo Ginzburg - University of California, Los Angeles, United States and Scuola Normale Superiore di Pisa, Italy

Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves • 110-118 Carlo Ginzburg – University of California, Los Angeles, United States and Scuola Normale Superiore di Pisa, Italy

DEBATE Qualitative Epistemology and the Study of Subjectivity from a Cultural-Historical Perspective: A Conversation with Fernando González Rey • 120-127 Fernando González Rey – Centro Universitário do Brasília, Brazil José Fernando Patiño Torres – Universidade Federal do Tocantins, Brazil

READINGS Neil Safier. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur • 129-134 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia


Temas Vários

EDITORIAL

DOCUMENTOS

8-9 Martha Lux – Universidad de los Andes, Colômbia Mateo Morales – Universidad de los Andes, Colômbia

TEMAS VÁRIOS Reflexões epistemológicas sobre o conceito movimentos sociais: negação e construção cotidiana de um mundo outro • 12-24 Manuel Garza Zepeda – Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, México Ever Sánchez Osorio – Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología – CIATEJ Guadalajara, México

Dinâmicas de grupos sociais e processos de integração na América Latina • 25-35 Sébastien Dubé – Universidad de Santiago de Chile Consuelo Thiers – University of Edinburgh, Reino Unido

Tão perto e tão longe. Os problemas disciplinares entre sociologia e história, e a prática de uma nova sociologia histórica • 36-48 Carlos Andrés Charry Joya – Universidad del Rosario, Colômbia

Dinâmicas comunitárias em deslocados e não deslocados residentes em áreas de exclusão social em Barranquilla (Colômbia) • 49-61 Ignacio Ramos-Vidal – Universidad Pontificia Bolivariana, Colômbia e Universidad de Sevilla, Espanha

Efetividade do dano e desvanecimento do sujeito: aproximações às narrativas sobre o sofrimento no conflito armado colombiano • 62-71 Juan Pablo Aranguren Romero – Universidad de los Andes, Colômbia

Religião, meio ambiente e desenvolvimento sustentável: a integralidade na cosmologia católica • 72-86 Juan Cruz Esquivel – Universidad de Buenos Aires, Argentina Fortunato Mallimaci – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Espaços de intercâmbio comercial em Santiago do Chile: três maneiras de contribuir para a esfera pública de áreas urbanas • 87-105 Elke Schlack – Universidad Andrés Bello, Chile Rocío Hidalgo – Pontificia Universidad Católica de Chile María Jesús Arce – Pontificia Universidad Católica de Chile Carolina Fariña – Pontificia Universidad Católica de Chile Karin Villarroel – Pontificia Universidad Católica de Chile

Uma palestra com Carlo Ginzburg • 107-109 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colômbia Carlo Ginzburg - University of California, Los Angeles, Estados Unidos e Scuola Normale Superiore di Pisa, Itália

Anomalias conjuntivas: uma reflexão sobre os homens lobo • 110-118 Carlo Ginzburg – University of California, Los Angeles, Estados Unidos e Scuola Normale Superiore di Pisa, Itália

DEBATE A Epistemologia Qualitativa e o estudo da subjetividade numa perspectiva cultural-histórica. Palestra com Fernando González Rey • 120-127 Fernando González Rey – Centro Universitário do Brasília, Brasil José Fernando Patiño Torres – Universidade Federal do Tocantins, Brasil

LEITURAS Neil Safier. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur • 129-134 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colômbia


8

EDITORIAL

Editorial

Una vez más, el Equipo Editorial de la Revista se complace en presentar un nuevo número, que en este caso corresponde a la edición 60. Esperamos que nuestro público de lectores halle en estos contenidos una sugerente variedad temática de artículos que nos han llegado desde diversas geografías. Encontramos que todos ellos, desde diferentes aproximaciones y enfoques, discuten problemáticas, dinámicas y procesos relevantes para las ciencias sociales. El número abre con el artículo conjunto de Manuel Garza Zepeda y Ever Sánchez Osorio, quienes reflexionan en torno al concepto movimiento social. A partir de la sólida crítica planteada por los autores, reivindican otras formas de experiencia que niegan las relaciones capitalistas y permiten la construcción de otras distintas, tomando un par de casos en Oaxaca y Guerrero (México). En este sentido, Garza y Sánchez, al centrar su atención en la vida diaria de hombres y mujeres —y en las contradicciones que se generan dentro de esta—, apuntan a mirar más allá de los movimientos sociales. A continuación, el lector encontrará un estudio que combina los aportes de la psicología social con las Relaciones Internacionales y los procesos de integración regional, a cargo de Sébastien Dubé y Consuelo Thiers. La propuesta de los autores es una invitación para repensar América Latina —y los proyectos de integración regional que allí se han gestado— como si se tratase de grupos sociales, que se ven sometidos a dinámicas tales como el valor del grupo y el vínculo emocional, el pensamiento grupal y la disonancia cognitiva. Esta mirada alternativa arroja luces sobre la capacidad que ha tenido la región para sobreponerse al escaso éxito de los proyectos integracionistas. El siguiente texto, de Carlos Andrés Charry, reflexiona en torno a las relaciones e interdependencias entre la sociología y la historia. A partir de un cuidadoso análisis de literatura, el autor plantea la necesidad de superar la histórica separación entre ambas disciplinas con relación al papel que cumple la teoría. La teorización, sugiere Charry, no sólo es fundamental para lo que denomina una nueva práctica de sociología histórica, sino que se vuelve determinante para la comprensión y explicación de los muy variados fenómenos sociohistóricos. Inmediatamente encontramos dos artículos que reflexionan en torno a fenómenos que han impactado la vida nacional colombiana de manera devastadora: el desplazamiento y la violencia estatal. El primero de ellos, de Ignacio Ramos-Vidal, es un análisis exploratorio de los procesos de empoderamiento, participación y sentido de comunidad por parte de la población desplazada, con el propósito de identificar aquellas herramientas que mejor sirvan para facilitar el acceso de dicha población a los recursos sociocomunitarios. El segundo, de Juan Pablo Aranguren, reflexiona críti-

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 8-9 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180


EDITORIAL

camente en torno a las narrativas que se han generado en Colombia con relación al sufrimiento humano. El autor argumenta que dichas prácticas, si bien visibilizan en cierta medida a la víctima, ponen su foco en lo que denomina efectividad del daño, lo que contribuye —negativamente— a desdibujar a los sufrientes y a los que trabajan con ellos. El número también cuenta con un estudio que relaciona la religión, el medioambiente y el desarrollo sustentable. Juan Cruz Esquivel y Fortunato Mallimaci nos invitan a pensar en el rol que tiene la religión dentro de los sistemas sociales, y, de manera más específica, cómo el catolicismo ha reflexionado en torno a temas como la globalización, el medioambiente y la ecología. Los autores argumentan, a partir de un estudio de caso en Argentina, que las éticas religiosas (y en este caso la cristiana) contribuyen a pensar en “otros” modelos de desarrollo sustentable que vayan en contra de la visión depredadora capitalista. La sección Temas Varios cierra con un artículo proveniente de los estudios urbanos. Elke Schlack, Rocío Hidalgo, María Jesús Arce, Carolina Fariña y Karin Villarroel desarrollan un análisis de tres espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile, mostrando sus particularidades, sus formas de contribuir a lo público, y las implicaciones espaciales, sociales y funcionales de estos espacios en la ciudad. La sección Documentos se compone de dos contenidos del historiador italiano Carlo Ginzburg, quien en el 2016 fue nuestro invitado especial durante el evento que la Facultad de Ciencias Sociales realiza en noviembre de cada año, para presentar a la comunidad académica la más reciente producción de libros y de los números de las revistas de la Facultad —Antípoda, Historia Crítica, Colombia Internacional y la Revista de Estudios Sociales—. El primero de ellos es el conversatorio con el profesor Renán Silva en torno a los más recientes trabajos de Ginzburg y sus aportes al campo

de la historia, la antropología, la teoría política, lo político y las ciencias sociales en general. El segundo, titulado “Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves”, es producto de la ponencia que realizó durante el evento y que constituye una provocadora reflexión en torno al método de la microhistoria, al conocimiento histórico, a la posibilidad de la verdad, de la prueba, y al hacer del historiador. En la sección Debate, Fernando González Rey y José Fernando Patiño Torres discuten acerca de la así llamada Epistemología Cualitativa, y su aporte a la construcción de conocimiento en las ciencias sociales. En Lecturas contamos con la reseña crítica elaborada por Renán Silva del texto La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur (2016) del profesor Neil Safier, de la Universidad de Brown, especialista en colonialismo europeo del siglo XVIII. Al igual que con los textos anteriores, los invitamos a leer estos propositivos contenidos y sus sugerentes análisis. Antes de cerrar la presentación del número, quiero comentarles que Ana Pérez, quien durante cuatro años nos acompañó como Coordinadora editorial de la Revista, se retiró en el mes de enero de este año para continuar con otros proyectos de vida, y en su reemplazo contaremos con Mateo Morales, quien trabajó con la revista Colombia Internacional hasta el 2016 y asumió como Coordinador de la RES. Sea este el momento para expresarle a Ana nuestros agradecimientos por su dedicado trabajo durante todos estos años, y a Mateo, darle la bienvenida, con la expectativa de que nos acompañe a desarrollar los múltiples proyectos que tiene la Revista a futuro. Martha Lux Editora Mateo Morales Coordinador editorial

Martha Lux · Mateo Morales

9



Temas Varios

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales: negación y construcción cotidiana de un mundo otro • 12-24 Manuel Garza Zepeda – Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, México Ever Sánchez Osorio – Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología– CIATEJ Guadalajara, México

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes • 25-35 Sébastien Dubé – Universidad de Santiago de Chile Consuelo Thiers – University of Edinburgh, Reino Unido

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia y la práctica de una nueva sociología histórica • 36-48 Carlos Andrés Charry Joya – Universidad del Rosario, Colombia

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) • 49-61 Ignacio Ramos-Vidal – Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia y Universidad de Sevilla, España

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto: aproximaciones a las narrativas sobre el sufrimiento en el conflicto armado colombiano • 62-71 Juan Pablo Aranguren Romero – Universidad de los Andes, Colombia

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica • 72-86 Juan Cruz Esquivel – Universidad de Buenos Aires, Argentina Fortunato Mallimaci – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile: tres maneras de aportar a la esfera pública de áreas urbanas • 87-105 Elke Schlack – Universidad Andrés Bello, Chile Rocío Hidalgo – Pontificia Universidad Católica de Chile María Jesús Arce – Pontificia Universidad Católica de Chile Carolina Fariña – Pontificia Universidad Católica de Chile Karin Villarroel – Pontificia Universidad Católica de Chile


12

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales: negación y construcción cotidiana de un mundo otro* Manuel Garza Zepeda** – Ever Sánchez Osorio*** Fecha de recepción: 31 de mayo de 2016 · Fecha de aceptación: 11 de noviembre de 2016 ·Fecha de modificación: 30 de noviembre de 2016 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01

R E S U M E N | Los enfoques de movimientos sociales parten de supuestos que invisibilizan otras formas de lucha que realizan sujetos individuales en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Desde una noción de lucha proveniente de la obra de John Holloway, formulamos una crítica a dos de estos supuestos: la asociación de los movimientos con el cambio social, y el carácter colectivo de las luchas que hacen posible tal cambio. Con un par de casos tomados de Oaxaca y Guerrero (México) se ilustra el contenido de la propuesta de análisis planteada. Mostramos la manera en que, en lo cotidiano, los sujetos despliegan concretamente otras formas de hacer, modos de vivir que niegan las relaciones capitalistas y apuntan a la construcción de otras distintas. PA L A B R A S C L AV E | Lucha, vida cotidiana, movimientos sociales, México (Thesaurus); anticapitalismo, negación

(Autor)

Epistemological Reflections on the Concept of Social Movements: Negation and the Everyday Construction of an Other World A B S T R AC T | Social movement approaches start with assumptions that negate other forms of struggle undertaken by individual subjects in different areas of everyday life. Based on a notion of struggle taken from the work of John Holloway, we formulate a critique of two of these assumptions: the association of movements with social change, and the collective nature of the struggles that make such change possible. Two cases, one in Oaxaca and the other in Guerrero (Mexico), are used to illustrate the content of the analysis presented. We show how, in their concrete everyday lives, subjects deploy other forms of doing, ways of living that negate capitalist relations and aim to construct of other relations of a different type. K E Y W O R D S | Mexico, everyday life, social movements (Thesaurus); struggle, anti-capitalism, negation (Author)

*

El artículo es resultado de las reflexiones teóricas en el marco del proyecto de investigación titulado “Resistencia y lucha en la vida cotidiana como formas de expresión de lo político en Oaxaca”, financiado por el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP), de la Secretaría de Educación Pública de México. El proyecto se desarrolló entre julio de 2015 y diciembre de 2016, bajo la responsabilidad de Manuel Garza Zepeda, con la colaboración de Ever Sánchez Osorio.

** Doctor en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México). Profesor investigador del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (México). Miembro del grupo de investigación “Estudios Políticos” de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Últimas publicaciones: Insurrección, fiesta y construcción de otro mundo en las luchas de la APPO. Oaxaca 2006-2010. México: Juan Pablos Editor – IISUABJO, 2016, y “La insurrección oaxaqueña de 2006: luchas por la recuperación de la subjetividad política”. En Participación y rupturas de la política en México. Subjetividad, luchas y horizontes de esperanza, coordinado por Eduardo Bautista Martínez, Manuel Garza Zepeda y Fernando Matamoros Ponce, 63-90. México: Miguel Ángel Porrúa – UABJO – BUAP, 2015. * magazey@yahoo.com.mx *** Doctor en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México). Profesor de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) – CIATEJ Guadalajara (México). Miembro del grupo de investigación “Estudios Políticos” de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (México). Últimas publicaciones: “Historia de lucha por el municipio en México: La cristalización del ayuntamiento por los chontales en Vicente Guerrero en Centla, Tabasco”. En Sociedades rurales: debates contemporáneos y nuevos retos, coordinado por Virginia Reyes y Silvia Jurado, 37-58. México: IISUABJO, 2016, y “Disputas por el municipio en México: autonomía, descentralización y formación de Estado en Tabasco y Tlaxcala”. En Participación y rupturas de la política en México. Subjetividad, luchas y horizontes de esperanza, coordinado por Eduardo Bautista Martínez, Manuel Garza Zepeda y Fernando Matamoros Ponce, 141-169. México: Miguel Ángel Porrúa – UABJO – BUAP, 2015. * eso316@gmail.com


TEMAS VARIOS

Reflexões epistemológicas sobre o conceito movimentos sociais: negação e construção cotidiana de um mundo outro R E S U M O | As abordagens de movimentos sociais partem de pressupostos que tornam invisíveis outras formas de luta que realizam sujeitos individuais em diferentes âmbitos da vida cotidiana. A partir de uma noção de luta proveniente da obra de John Holloway, formulamos uma crítica a dois desses pressupostos: a associação dos movimentos com a mudança social e o caráter coletivo das lutas que tornam possível essa mudança. Com um par de casos tomados de Oaxaca e Guerrero (México), ilustra-se o conteúdo da proposta de análise apresentada. Mostramos a maneira na qual, no cotidiano, os sujeitos realizam concretamente outras formas de fazer, modos de viver que negam as relações capitalistas e apontam para a construção de outras distintas. PA L AV R A S - C H AV E | Luta, México, movimentos sociais, negação (Thesaurus); anticapitalismo (Autor)

La dialéctica constituye, entonces, el plan de escape, el pensar-en-contra-de-la-prisión, el pensar -en-contra-del-mundo-equivocado, un pensar que ya no tendría sentido si estuviéramos fuera de la prisión del mundo equivocado, pero no lo estamos. (Holloway, Matamoros y Tischler 2007, 4)

Introducción: ruptura metodológica y perspectiva La presencia de los movimientos sociales en las sociedades contemporáneas, su involucramiento en la discusión de los más candentes tópicos de la vida social, en las más diversas latitudes, ha llevado a que algunos analistas consideren que vivimos no sólo en una sociedad de movimientos sino muy probablemente en un mundo de movimientos (Snow, Soule y Kriesi 2007). Esta omnipresencia de los movimientos se ha traducido en un crecimiento sostenido de todo un campo de análisis caracterizado por múltiples enfoques, debates permanentes, publicaciones y reuniones nacionales e internacionales que continuamente generan nuevas subespecialidades. Pese a sus diferentes énfasis, su atención centrada en distintas facetas de las luchas sociales, propuestas metodológicas y conclusiones diversas, puede decirse que los estudios basados en la categoría movimientos sociales comparten una serie de supuestos fundamentales. Quizá el más notable sea la asociación que se establece entre movimientos sociales y cambio social (McAdam y Snow 2010; McCammon 2010). La definición misma del concepto movimiento social incluye como un rasgo fundamental la búsqueda de alguna forma de cambio (Meyer 2003; Schussman 2002), independientemente de que se conciba a los movimientos como grupos de personas, como secuencias de desafíos o como redes de interacción. La forma y magnitud del cambio deseado pueden variar notablemente, y sin duda, una definición mínima como la que plantea que los movimientos tienen el propósito de desafiar o defender alguna autoridad existente (Snow, Soule y Kriesi 2007)

refiere en cierto modo al cambio. La especificación del cambio anhelado por los movimientos ha estado sujeta a múltiples debates, y no es nuestra intención discutirlos aquí, dado que el propósito del trabajo no es contribuir a una definición de los movimientos sociales. Por otra parte, el carácter colectivo de la acción mediante la cual los movimientos sociales persiguen sus objetivos, cualesquiera que ellos sean, constituye otro de los rasgos compartidos por los más diversos enfoques. Ello a pesar de algunos desarrollos relativos a los denominados movimientos de estilo de vida (Lifestyle movements), que se caracterizan precisamente, en contraste con los movimientos sociales, por su búsqueda del cambio social a través de la acción individual (Haenfler, Johnson y Jones 2012). Nos referiremos a este tipo particular de movimientos más adelante. El carácter colectivo de las formas de acción a las que recurren los movimientos sociales, y la consideración del cambio social como un rasgo inherente, son dos elementos de enorme relevancia en la definición de aquellos, aunque hay que precisar que no constituyen ni los únicos ni necesariamente los más importantes. Nos proponemos criticar esos supuestos, con miras a la afirmación de que dicha categoría oscurece la naturaleza determinante de las relaciones sociales capitalistas, negando su antagonismo constitutivo y, por consiguiente, ocultando el sentido de las luchas como negación de dichas relaciones y construcción práctica cotidiana de nuevas formas de organizar la vida. Permítasenos insistir en el hecho de que, al centrarnos en estos dos aspectos, no estamos considerando que agoten la caracterización de los movimientos sociales en la literatura relativa. En cambio, consideramos que a partir de ellos es posible fundamentar una crítica particular. Para hacerlo, utilizamos la noción de lucha que se halla en la obra de John Holloway (2009; 2010; 2011), proveniente del denominado marxismo abierto. En la última parte del trabajo, a manera de ilustración, presentamos un par de casos, geográficamente situados en dos

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales | Manuel Garza Zepeda · Ever Sánchez Osorio

13


14

TEMAS VARIOS

estados de la República mexicana, en los que desplegamos la reflexión sobre el modo de mirar más allá de los movimientos sociales, sin que pretenda ser una caracterización de las luchas en esas entidades federativas.

La materialización del concepto: los movimientos sociales como instrumentos La afirmación de que los movimientos sociales buscan alguna forma de cambio ha desembocado en su reducción a mero instrumento. Esto implica que la acción de los movimientos y sus objetivos se hallan en una relación de mutua exterioridad y, por tanto, de indiferencia relativa. Tal exterioridad significa que las formas de acción no están determinadas por sus objetivos sino que, por el contrario, pueden ser libremente elegidas, en atención a las más diversas consideraciones, que en la mayoría de los casos puede suponerse que responden a valoraciones tácticas. Pero en estas consideraciones, el objetivo en sí es indiferente, en la medida en que, por una parte, propósitos muy diferentes pueden ser logrados mediante las mismas formas de acción, y, a la inversa, muy diferentes formas de acción pueden contribuir al logro del mismo objetivo. Uno de los más reconocidos estudiosos de los movimientos sociales, que contribuyó a configurar el paradigma hegemónico de la Política Contenciosa (Contentious Politics), Charles Tilly (2008), acuñó el concepto repertorio de confrontación como propuesta para analizar y comprender las distintas formas de acción a las cuales recurren los movimientos sociales en busca de sus objetivos. Al caracterizar el repertorio de acción que llamó “del siglo XIX”, considerándolo propio del moderno movimiento social, señaló dos de sus rasgos sobresalientes: el carácter autónomo y el carácter modular de las formas de acción (Tilly 2008). La autonomía significa que se trata de actuaciones colectivas que rara vez habrían sido utilizadas por las autoridades. Por su parte, el carácter modular de las formas de acción enfatiza su instrumentalización, dado que refiere a la posibilidad de utilizarlas con independencia de los objetivos, los actores o los escenarios políticos. La noción de repertorio remite a un conjunto de formas de acción disponibles para una población o grupo, al cual acuden normalmente y cuyo despliegue les resulta conocido. Ello no significa, sin embargo, que las poblaciones recurran mecánicamente a una u otra forma de acción en relación con algún tipo de eficacia específica. Para nuestros propósitos, la caracterización del repertorio de confrontación del moderno movimiento social es relevante, dado que la propuesta de Tilly ha sido sumamente influyente en el estudio de los movimientos sociales, llegando a configurar un importante subcampo de análisis. Esa influencia ha contribuido a acentuar la consideración de los movimientos, y en particular, de sus formas de acción, como meros instrumentos, como

herramientas separadas de sus objetivos. El mismo Tilly se refirió a los repertorios de acción como conjuntos de herramientas que pueden servir a más de un fin. Su eficacia relativa dependería, no de las herramientas mismas, sino de la interacción entre ellas, las tareas y los usuarios (Tilly 2008). Deseamos enfatizar el significado de estas afirmaciones. La relación entre la herramienta y la finalidad que se persigue con su uso es puramente externa. No hay una determinación en ninguno de los dos sentidos. Se relacionan, pues, como cosas absolutamente independientes, indiferentes entre sí. La definición de un objetivo no determina en modo alguno la elección de una forma particular de acción, ni viceversa: una forma de acción no determina la posibilidad de lograr algún objetivo concreto. La lucha, en consecuencia, se desarrolla como el despliegue de formas de acción orientadas a la consecución de ciertos objetivos. La relación entre formas de acción y objetivos no puede verse tampoco como una relación típica de medios y fines, puramente racional, en virtud de que el propio Tilly (2008) señala los diversos factores que intervienen en la configuración del repertorio de confrontación, tales como la organización del poder y, de manera general, las características del escenario político en el que se desenvuelven los actores. Además, la propia interacción contenciosa cumple un papel que no puede soslayarse para entender las actuaciones colectivas. El otro rasgo de los movimientos sociales que hemos destacado aquí es el carácter colectivo de sus acciones. Es evidente que la categoría movimiento social hace referencia a colectividades y a formas de acción colectivas. Aun cuando autores como el mismo Tilly (1995) rechazan la identificación del movimiento social con grupos, señalando más bien la agrupación de actuaciones políticas, es indudable que siempre se encuentra la alusión a grupos en cuyo nombre se formulan demandas o se definen objetivos; cuando se refiere a las formas de acción, se observa siempre la actuación de colectivos. En la literatura proveniente de los enfoques hegemónicos sobre movimientos sociales está ausente la consideración de las actuaciones individuales. Por definición, la acción individual es distinta de la que es propia de los movimientos, y sólo importa en momentos particulares: por ejemplo, cuando se plantea el problema relativo a las formas de atraer a los individuos a la participación en la acción colectiva, o bien cuando se interroga respecto de las consecuencias de dicha participación sobre las biografías individuales (Bosi, Giugni y Uba 2016; Giugni 2007; Giugni y Grasso 2016; Hofstedt 2008; Meyer 2003). Debemos considerar aquí el caso de los denominados movimientos de estilo de vida —Lifestyle movements— (Haenfler, Johnson y Jones 2012), que aparentemente

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 12-24 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01


TEMAS VARIOS

cuestionan nuestras afirmaciones. Hacemos aquí referencia a aquellas prácticas que buscan lograr algún tipo de transformación social, pero que no privilegian la acción colectiva pública sino que más bien recurren a comportamientos individuales en la vida cotidiana. Se trata de acciones que modifican prácticas incluidas en estilos de vida particulares. Ejemplos de ellos son los movimientos que buscan vivir la vida cotidiana reduciendo las posesiones y el consumo material, por razones sociales, psicológicas y ambientales; también, los movimientos que promueven un consumo ético basado en el respeto al ambiente natural; movimientos de abstinencia sexual; movimientos que promueven el consumo exclusivo de alimentos producidos localmente; los movimientos que impulsan el reciclaje y la conservación del agua y la energía, e incluso el veganismo y el vegetarianismo (Haenfler, Johnson y Jones 2012). En todos los casos, se trata de movimientos que intentan lograr transformaciones mediante el desarrollo de estilos particulares de vida, recurriendo a prácticas privadas de manera cotidiana. Los sujetos están convencidos de que mediante tales prácticas lograrán modificar la vida social. En este aspecto hay una diferencia con otro tipo de acciones individuales que se orientan exclusivamente a la satisfacción personal pero que no buscan transformaciones fuera de sus propias vidas. La acción de los movimientos de estilo de vida es, por tanto, de carácter permanente: refiere a las prácticas de todos los días, a diferencia de una participación más episódica propia de los movimientos sociales (Haenfler, Johnson y Jones 2012). Sin embargo, aun cuando prefieren la acción privada individual, pueden recurrir ocasionalmente a campañas basadas en la acción colectiva de carácter público. En general, tampoco recurren a organizaciones centralizadas, aunque en algunos momentos pueden relacionarse con organizaciones de movimientos sociales o incluso con partidos políticos u otras formas organizativas institucionalizadas (Haenfler, Johnson y Jones 2012). La caracterización anterior de los movimientos de estilo de vida puede generar de manera inmediata la duda respecto a si acaso pueden ser denominados, efectivamente, movimientos. Pues, si son tan diferentes a estos, ¿por qué sería aún posible considerarlos de tal manera? La respuesta de los analistas es que poseen rasgos como su orientación hacia el cambio social, el recurso preponderante a formas de acción extrainstitucionales, y su persistencia en el tiempo (Haenfler, Johnson y Jones 2012), mucho más allá de una simple acción espontánea y de corta duración. En la literatura cercana al análisis de los movimientos sociales, los enfoques de la política prefigurativa y el consumo político son los que más se acercan a los rasgos propios de los movimientos de estilo de vida, al describir

y analizar distintos intentos por construir en una escala reducida el tipo de relaciones sociales al que aspiran los activistas. En el caso de la política prefigurativa, las diferentes experiencias intentan separarse de prácticas y estructuras a las que se considera injustas (Haenfler, Johnson y Jones 2012). Se trata de crear, mediante el propio esfuerzo, cambios en formas de relacionarse, que de alguna manera prefigurarían un mundo distinto. Ellas contribuirían, por lo demás, a preparar el camino para movimientos más orientados hacia fuera, que incluyen la formulación de demandas a instancias como el Estado u otras instituciones (Haenfler, Johnson y Jones 2012). Sin embargo, como estos autores señalan, la política prefigurativa no abarca necesariamente los movimientos de estilo de vida, pues aquella recurre en algún momento a formas de acción que implican la formulación de demandas a instancias ajenas al propio movimiento. Es decir, que la política prefigurativa no considera esos ejemplos en pequeña escala de lo que sería un mundo distinto, como el cambio mismo, sino apenas como un medio para lograrlo. Por otra parte, la literatura del consumo político da cuenta de las muy diversas formas en que se politiza el consumo, con miras a convertirlo en alguna forma de poder político (Haenfler, Johnson y Jones 2012). Por ejemplo, los boicots de consumidores intentan influir en decisiones de mercado. Promueven hábitos de consumo para obligar a las empresas a ciertas conductas, como pueden ser el reconocimiento de derechos laborales a sus trabajadores, o bien exigirles utilizar procesos productivos menos agresivos con el medioambiente. Evidentemente, su alcance es limitado, y en realidad no se orienta a producir cambio social, aunque se afirma que ha empezado a crecer una variante denominada consumo político de estilo de vida —Lifestyle political consumerism— (Haenfler, Johnson y Jones 2012), que sí buscaría ir en ese sentido. Es evidente que estas formas —movimientos de estilo de vida, consumo político, política prefigurativa—, respecto de las cuales se discute si pueden válidamente ser consideradas como movimientos sociales, no recurren, en efecto, a la acción colectiva, que debe ser entendida como algo distinto a la mera repetición de acciones individuales. En estas formas observamos más bien la repetición, dado que el recurso a prácticas privadas, individuales, permite hacer a un lado el problema de la acción colectiva: el problema de la acción conjunta, articulada y organizada. Sin embargo, esta peculiaridad deja en pie el otro aspecto que hemos señalado inicialmente: el carácter instrumental de la acción, es decir, la separación entre esta y sus objetivos. Aun en el caso de la política prefigurativa, lo que se pretende es mostrar, en escala reducida, la posibilidad de organizar y vivir la vida de un modo diferente. Se trata, pues, de experimentos localizados que claramente tienen el propósito de ilustrar, prefigurar, un mundo distinto de relaciones, pero que no constituyen en sí mismos el

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales | Manuel Garza Zepeda · Ever Sánchez Osorio

15


16

TEMAS VARIOS

proceso de construcción de ese otro mundo. Algo que Geoffrey Pleyers (2013; 2015) ha denominado espacios de experiencia, para referirse a espacios separados de las relaciones capitalistas, en los que los activistas experimentan con prácticas alternativas que buscan encarnar los valores de democracia, justicia social y dignidad. Es claro, sin embargo, que esos experimentos tienen la función de prefigurar, de mostrar la posibilidad de vivir de otro modo distinto a las relaciones organizadas por la dominación del capital, pero que no se constituyen en la negación misma de esas relaciones, justo al aislarse espacialmente de ellas. Ahondaremos en esta cuestión en lo que sigue, al plantear nuestra concepción.

Las luchas en la vida cotidiana como negación práctica de la dominación capitalista Como hemos mostrado, el carácter instrumental que se atribuye a los movimientos sociales, y el carácter colectivo de su acción, constituyen rasgos eminentes que, de una u otra manera, se encuentran en las más diversas conceptualizaciones. Sostendremos ahora que estos rasgos oscurecen otras luchas que se despliegan en escenarios diversos y que constituyen una negación práctica de una forma de relaciones: aquellas que son organizadas por la dominación capitalista. Nuestro punto de partida no son las consideraciones sobre el sistema político, las organizaciones, los actores o las demandas. Nuestro punto de partida es la lucha misma (Holloway 2010). Pero no la lucha que se despliega en el escenario político, construido y reconocido mediáticamente, sino en los espacios aparentemente más triviales de la vida cotidiana. La lucha que representa el malestar con un mundo que nos niega la posibilidad de una vida digna. Nos sentimos incómodos, algo no está bien y trastoca de un modo directo nuestra subjetividad y su relación con lo externo. No se trata tan sólo de que seamos cada vez más incapaces de satisfacer nuestras necesidades materiales. Aun en condiciones de satisfacerlas, sentimos que algo no anda bien. “Nuestro movimiento volcánico, nuestro sentimiento de estar reprimidos pero rebeldes, surge de nuestra experiencia directa: la experiencia de la represión en el trabajo y en la vida, la experiencia de presenciar los horrores y la violencia en un mundo grotescamente injusto, la participación en una humanidad que se está extinguiendo” (Holloway 2009, 16). Pero el mundo en que nos encontramos no es un mundo cualquiera. Es un mundo organizado por la reproducción del valor de cambio, en el que estamos sujetos a una dominación impersonal, basada en la abstracción del trabajo. Las relaciones capitalistas no son sólo una forma de producir, una forma de actividad económica, sino que constituyen una sociedad, es decir, organizan cada uno de los ámbitos de nuestra vida en torno a

la forma valor. La forma de nuestra socialidad está mediada por el dinero. Nos relacionamos, no a través de la riqueza de nuestra individualidad personal, sino mediante el dinero como forma de la riqueza. El mundo, su representación y la relación de unos con otros es una abstracción, “es un desplazamiento, una extracción, un despojo” (Holloway 2011, 173). Reaccionamos contra ese despojo. Protestamos, gritamos ¡No! (Holloway 2010), pero al mismo tiempo nos negamos a detenernos en el simple grito. Buscamos hacer algo diferente. En formas diversas, individuales o colectivas, preguntamos, exploramos, experimentamos maneras de relacionarnos que ponen en el centro la solidaridad, la comunidad, la vida, y no el dinero, la soledad o el aislamiento. “Queremos más: no sólo condiciones materiales para sobrevivir, también queremos decidir sobre la forma y el modo de dicha reproducción, no sólo queremos ser consultados, queremos hacerlo nosotros mismos: no sólo queremos una vida mejor, queremos decidir sobre nuestras vidas” (Holloway 2011, 13). Y si queremos decidir, empezamos a hacerlo; si queremos una vida mejor, empezamos a construirla. No esperamos a que alguien o algo más realice los cambios que nos lleven a una vida distinta. Empezamos a construirla desde nuestro propio espacio, con nuestra propia fuerza, a nuestro propio ritmo. Nos enfrentamos, es cierto, con limitaciones. La fuerza de la dominación capitalista parece convencernos de que nos enfrentamos a una potencia irresistible. La dominación impersonal, propia de las relaciones capitalistas, aparenta constituir un sistema movido por una lógica férrea, objetiva. Sin embargo, la dominación no se reproduce de manera automática sino en función de nuestras propias prácticas. Precisamente en este hecho se encuentra la fortaleza pero al mismo tiempo la fragilidad del capitalismo (Holloway 2011). Somos nosotros, nuestras prácticas, los que constituimos y recreamos la dominación y la explotación. No se trata de una maquinaria exterior que se nos impone como estructura, sino de relaciones que han de ser reproducidas. Somos parte de esas relaciones y, por tanto, de su reproducción. El malestar que experimentamos con ellas nos impulsa al rechazo, a la insubordinación, pero al mismo tiempo nosotros mismos las reproducimos. Estas afirmaciones no implican que seamos partícipes de esa reproducción por error, por ignorancia o por engaño. Lo hacemos porque esas relaciones son lucha, no se han impuesto de una vez y para siempre, sino que han de ser, precisamente, reproducidas en virtud del impulso constante hacia su rechazo. Con este reconocimiento de nuestro papel activo en la reproducción de las relaciones sociales se abre la posibilidad de pensar la emancipación. Son nuestras propias prácticas las que crean la realidad de la sociedad capitalista y, por tanto, las que pueden trascenderla.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 12-24 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01


TEMAS VARIOS

Nuestras vidas ordinarias no son un espacio al margen de la dominación capitalista, no hay un mundo cotidiano que lucha por mantenerse en su pureza. En cambio, esos escenarios de la vida ordinaria son el espacio de la reproducción de la sociedad capitalista. Pero son, al mismo tiempo, los espacios en que se manifiesta nuestro rechazo, en que se despliegan los haceres (Holloway 2010) que constituyen de manera práctica modos de vivir y organizar nuestras relaciones de forma diferente. La percepción de la dominación capitalista sugiere que cualquier tentativa individual es absolutamente impotente. Su magnitud aparenta ser tan grande que sólo la acción colectiva tendría alguna posibilidad de enfrentarla. De ningún modo cabe la posibilidad de construir otro mundo desde las puras fuerzas individuales, sin coordinación alguna. El concepto movimientos sociales fortalece estas percepciones. En este sentido, la historia de las luchas desde el siglo XIX en Europa ha configurado un sentido común en torno a la idea de que sólo la acción colectiva organizada es capaz de dirigir y lograr la transformación radical (Wallerstein 2008). Únicamente las tradiciones anarquistas condenaron este saber, que aún hoy tiene un fuerte sostén en las más diversas tradiciones de lucha. Sin embargo, en una variedad de formas, desarticuladas entre sí, individuales, pero también colectivas, articuladas, rechazamos un mundo y creamos otro. Marx lo afirmó así cuando definió el comunismo como “el movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual” (Marx 1987, 37). Consideramos que ese movimiento real no puede ser reducido a la acción colectiva pública. En cambio, está constituido por todas las formas concretas de construcción de otro tipo de relaciones, formas que pueden ser individuales o colectivas, que pueden desplegarse públicamente o en la vida privada cotidiana. La ausencia de cambios directamente observables que pudieran ser atribuidos a los esfuerzos prácticos individuales por construir otras formas de relacionarse parece justificar el cuestionamiento de la capacidad de emancipación de estos modos de hacer. Y sostiene la percepción de que sólo la lucha colectiva pública es capaz de producir cambios. Aparece aquí una noción de cambio concebido como el registro de modificaciones en las estructuras institucionales; modificaciones no sólo verificables sino además permanentes. Es también aquí donde se hace evidente la afirmación de una esencial impotencia de las acciones individuales: no son capaces de producir esos cambios visibles y permanentes. En otro sentido, estas luchas, cotidianas, individuales, niegan también la instrumentalización que es propia de la categoría movimientos sociales. Porque esas luchas no son medios o instrumentos para el logro de un propósito

distinto, colocado fuera de ellas. Ellas mismas son el propósito. Lo son porque constituyen la construcción en marcha de un mundo distinto de relaciones. Contradictorias, experimentales, defectuosas, insólitas, son luchas precisamente porque constituyen el despliegue de una negación concreta del mundo de la dominación. Este mundo es la negación de nuestra humanidad, de nuestra capacidad de tomar decisiones por nosotros mismos, de nuestra creatividad. Pero esa humanidad y esas capacidades no son destruidas ni sometidas de una vez para siempre. Aunque negadas, no desaparecen del todo. Subsisten en la forma de su negación (Gunn 2005). Ese modo de existencia, sin embargo, las conduce hacia la rebelión: “Lo que existe en la forma de ser negado existe, por lo tanto e inevitablemente, en la rebelión contra su negación” (Holloway 2010, 60). Concebimos todas las relaciones sociales capitalistas como expresión de una lucha permanente: lucha por la negación y lucha en contra de ella. Las formas en que se nos aparecen las relaciones capitalistas (García Vela 2015) son entonces la exteriorización de una realidad que no constituye un dato, un hecho dado, sino una lucha permanente. A diferencia de las conceptualizaciones de los movimientos de estilo de vida, nuestra perspectiva rechaza la concepción de las luchas individuales como instrumentos del cambio. Como hemos enfatizado, esas luchas constituyen en sí mismas la construcción de un mundo distinto. Por otra parte, la noción de una lucha constitutiva de la realidad capitalista, del antagonismo que se exterioriza en formas particulares, está ausente en aquella otra conceptualización. De la misma manera, la literatura sobre la política prefigurativa sigue considerándola como una herramienta más, que muestra lo que podría ser un mundo distinto, pero la niega como construcción en marcha de ese otro mundo. Lo que estamos planteando, en consecuencia, es la necesidad de mirar aquello que es negado por la categoría movimientos sociales. De reivindicar la construcción de un mundo que constituye la negación del actual a partir del despliegue práctico de formas de relación distintas, experimentadas por los sujetos en el desenvolvimiento contradictorio de sus vidas cotidianas. En prácticas que, al tiempo que reproducen la dominación y la explotación, constituyen intentos por superar esas formas de organización. En lo que sigue presentaremos, a modo de ilustración, ejemplos de esos modos concretos de construcción de un mundo distinto, mediante la negación práctica de la dominación. Hurgaremos en esas experiencias que, muy probablemente, ni siquiera serían asumidas por los propios sujetos como esfuerzos de construcción de un mundo distinto. Otro aspecto en el que estas luchas rechazan la conceptualización de movimientos sociales, por cuanto estos constituyen siempre tentativas conscientes de cambio social.

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales | Manuel Garza Zepeda · Ever Sánchez Osorio

17


18

TEMAS VARIOS

El espacio-tiempo como expresión antagónica de la vida común: sublevaciones, rasguños, rupturas, grietas… Actualizar la historia y el concepto de lucha de clase en ese sentido, se puede pensar en términos de que somos parte de una crisis y esa crisis implica múltiples posibilidades de futuro, entre los cuales está el cambio revolucionario. Lo cual quiere decir, que la crisis es la emergencia de una nueva constelación: unidades de tiempo definidas por luchas que se actualizan como resultado del golpe que produce el sujeto en el continuum de la historia. (Tischler 2005, 9)

Nosotros lo llamamos inadecuación del mundo, del orden y de las cosas. Aquella posibilidad que nos hace soñar en un mundo mejor, más humano, adecuado a nuestros sueños, más cercano a nosotros mismos, a nuestra humanidad. Hombres y mujeres pensando y actuando de modo diferente a lo establecido, luchando; seres no estatalizados, inadaptados, revoltosos, rebeldes, revolucionarios, que están aquí y allá, y que constituyen materialmente el mundo ordinario en la vida cotidiana. Seres que crean grietas, fisuras, que rompen lo socialmente establecido: “estas fisuras constituyen lugares que abren un espacio donde las clases subordinadas pueden respirar; quizá dentro del cual es posible vislumbrar la naturaleza de las relaciones de explotación y dominación-subordinación que enmarcan lo cotidiano, y de allí dar pie a la organización colectiva” (Churchill y Binford 2012, 8). Aunque no necesariamente en ese orden. Lo cotidiano abre una mirada distinta, un nuevo enfoque que sitúa geografías e historias específicas-localizadas en el espacio-tiempo. Allí es posible analizar, en historias particulares e individuales, cómo determinados seres viven y luchan en el día a día; cómo se organizan, hacen frente a la dominación, formulan alianzas y estrategias rompiendo lo socialmente dado. Nuestro punto central es la producción de vida; pensamos que ella es constitutiva de lucha sin puntos intermedios. Las historias y los seres que registramos están en todas partes, no buscamos privilegiar un sitio específico. A diferencia de los enfoques predominantes, que definen un espacio de los movimientos, consideramos que las luchas son omnipresentes; aquí nos referimos a casos observados en Oaxaca y Guerrero, dos entidades políticas que son observadas en el mundo entero por la prominencia de sus expresiones de conflicto. Pero lo hacemos precisamente para enfocarnos en otra parte, y no donde se han centrado las miradas de los estudiosos. La referencia geográfica, por tanto, es circunstancial. Porque podemos referirnos a cualquier individuo, espacio, comunidad, estado, país o nación. También se pueden localizar ejemplos distintos que refieren a la cultura, el género, la política, la violencia, lo rural-urbano, el trabajo, la migración, etcétera. Los espacios pueden ser múltiples: el hogar, la empresa, la

iglesia, el gobierno, la calle, el taxi, la fila de las tortillas o los bancos, el hospital, el mercado, el barrio, etcétera. Entonces se pueden configurar subjetividades distintas, posiciones heterogéneas, edades, géneros, cultura, política, el arte, la música, la poesía, etcétera. Todos ellos buscando dar un sentido distinto a la vida, al modo de vivir y al mundo en que viven, haciendo y actuando de modo diferente en contextos contradictorios, cruzados por la lucha. Queremos señalar que estos hombres y mujeres comunes constituyen en la vida ordinaria un mundo concretamente real, que en ellos hay un eje central que los atraviesa. Además de la condición social, cultura-política, género, trabajo, etcétera, determinados por el sistema capitalista —global— en el marco del Estado moderno, en ellos existe rabia, enojo, indignación, impotencia, que se traducen en lucha en el diario vivir y formas alternas de socavar los mandos que los gobiernan (y constriñen). Como señalan algunos autores, “en cualquier momento particular el mundo se debe entender en términos del paradigma de dominación [capitalista]” (Holloway, Matamoros y Tischler 2007, 3). Dominación que niega, oculta, subsume, encubre y aliena la realidad en la que vivimos, pero que contradictoriamente provee un campo de luchas y un horizonte de esperanzas. “Esa negación es el sistema mismo. Como tal, también señala a contrapelo la potencia emancipadora. La comunidad humana negada en la comunidad abstracta es una relación de resistencia que tiene un plus frente a lo dado, es decir, un horizonte de futuro que se construye en negación de la forma de comunidad abstracta del capital” (Tischler 2015, 20). La resistencia contra la dominación es más común de lo que puede parecer, está en nosotros mismos, en los actos e historias de amigos, vecinos, conocidos, etcétera. Es el rechazo a una imposición que encierra la vida y la asfixia, por lo que la lucha del día a día es el respiro para sobrevivir. Sin embargo, también planteamos que la lucha no es constitutiva de grupos o movimientos sociales por todos reconocidos: es de los trabajadores de la educación, del sector salud, de los electricistas, de los estudiantes, de las mujeres, de los niños, de los productores, de los campesinos, hasta de políticos, etcétera. Pero más allá de ellos, también es de Roberto, Pedro, María, Sofía, Carlos, Héctor, Miguel, Julia, Esther… que también pueden ser maestras, guardias de seguridad, médicos, campesinas, indígenas, transgénero, etcétera, todos dando significado distinto a la lucha a través de su vida, y viceversa, dando sentido a la vida luchando, afirmando pero al mismo tiempo intentando salir de esas clasificaciones impuestas por la dominación. Heller (1994 [1970]) y Lefebvre (1984 [1968]) reconocen también la posibilidad de emancipación del ser en el marco de la vida cotidiana. Heller, basándose en los escritos de Marx, afirma que las personas pueden superar su condición cotidiana a través de la educación;

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 12-24 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01


TEMAS VARIOS

accediendo al mundo del arte, la política, la ciencia, las leyes, etcétera. Un mundo distinto que reconoce la capacidad de creación autónoma del ser aplicada en la vida, posibilidad de cambios con miradas que rasgan lo aparentemente común de lo ordinario. El acceso a estos conocimientos y prácticas genera una catarsis, la apropiación de un mundo para sí mismo, un mundo para nosotros, donde lo imposible es posible. En este umbral se gesta el lugar de la esperanza. También, por su parte, “en todos estos espacios-en-tiempo, Lefebvre encuentra la posibilidad de la idea, la chispa, ‘el momento de presencia’ cuando cada quien se da cuenta de que puede ‘convertirse en algo’, no sólo ‘existir’. La esperanza es que cada persona hace de su vida una ‘obra’” (Churchill y Binford 2012, 11). Entonces, debemos tomar el control inmediato de ella. En ese mismo sentido se encuentra la tesis de Holloway (2011), Romper, queremos romper. Queremos crear un mundo diferente: “Romper significa que hacemos algo más que eso, que tomamos la iniciativa, que imponemos el orden del día. Negamos, pero a partir de nuestra negación crece una creación, otro hacer, una actividad que no está determinada por el dinero, una actividad que no está configurada por las reglas del poder” (2011, 21-22). La metáfora de las grietas en el hielo abre posibilidades de un mundo aparentemente cerrado, oscuro, sin luz, sin oportunidades. Las grietas son continuidades latentes en el pasado, presente y futuro, aquí y ahora. Los casos empíricos que ilustran nuestra argumentación se desbordan como experiencias y luchas contradictorias anticapitalistas, se encuentran en el escenario de la vida cotidiana, y constituyen otros haceres en un México desbocado y heterogéneo.

La otra Oaxaca: experiencias contradictorias en el interior de la dominación capitalista Oaxaca es un foco de tensión de México en el mundo. Es uno de los lugares observado por analistas nacionales e internacionales. Los temas analizados en esta entidad son múltiples: violaciones a los derechos humanos, desaparición forzada, abusos de autoridad, ingobernabilidad, ejercicio autoritario del poder. Todos ellos tratados desde el análisis del género, la cultura, la migración, la política local, la etnicidad, las protestas. Muchas de estas variables tienen un único escenario: el movimiento magisterial oaxaqueño, debido a su notoria presencia en el escenario sociopolítico de los últimos años. El movimiento magisterial tiene una trayectoria de lucha muy amplia, con origen en los años ochenta del siglo XX, cuando maestros comenzaron a marchar por las calles en busca de una mejor condición de vida, bajo la consigna de que la Oaxaca mercantil —turística— es muy cara para vivir con salarios bajos. Desde entonces, las expresiones de luchas más trascendentes en lo mediático han estado asociadas a la movilización de los maestros oaxaqueños. “En estas condiciones el sector

magisterial constituye uno de los grupos de intermediación más importantes. En los lugares más aislados y marginados los maestros han llegado a jugar un papel preponderante no sólo en las aulas escolares sino como líderes comunitarios y de organizaciones locales […]” (Bautista 2008, 116). Una de sus expresiones de lucha más conocida ocurrió en 2006, cuando, con motivo de su movilización anual en busca de mejores prestaciones laborales, los maestros fueron reprimidos violentamente por el gobierno local. El plantón1 magisterial no fue visto inicialmente con total agrado por la población; sin embargo, la acción represiva de policías locales ordenada por los poderes al mando llevó a la población capitalina a solidarizarse con las demandas magisteriales y a trascenderlas en una lucha popular, a través de la constitución de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que expresaba la aspiración por mundos mejores. La lucha magisterial provocó un sinfín de caracterizaciones y discursos detractores. En el ámbito nacional surgieron “las emisiones de discursos que describieron de manera similar a los integrantes de esas protestas como ‘renegados’, ‘turbas’, ‘nacos’, cuyos actos habían degenerado en actos de barbarie, que lo mismo pintarrajeaban fachadas de comercios, que apresaban y enjuiciaban sumariamente a sus enemigos en las plazas públicas del centro de la ciudad de Oaxaca” (Gómez 2007, 61-62). Más aún, a partir del 2006 se ha construido un discurso sobre los maestros, que son vistos como criminales, que atentan contra el orden del buen gobierno, desadaptados, etcétera. En contraparte se describe a un gobierno —estatal y federal— justo, equitativo, sensible a las necesidades educativas, etcétera. Tales expresiones son precisamente parte de la lucha, de los intentos de negar la racionalidad del rechazo. No nos detendremos a discutir su validez. En cambio, desplazamos el enfoque a una mirada desde abajo, en el marco de la vida cotidiana, y observamos a seres ordinarios. Entonces encontramos a hombres y mujeres, maestros y maestras comunes organizando, viviendo, luchando en el día a día. La experiencia que documentamos en este trabajo no remite a las jornadas de lucha del 2006. Se refiere a procesos de lucha que tienen lugar en la cotidianidad laboral de los maestros. Procesos originados en el marco de una serie de programas del gobierno federal para combatir la pobreza, el rezago educativo, y mejorar las oportunidades de equidad de género en Oaxaca, en el 2015. Ese fue el paraguas bajo el cual se implementó el proyecto oficial denominado En un Mundo de Números y Letras Juego y Aprendo (MNyL). Este fue diseñado para trabajar con alumnos de primer y segundo grados de educación primaria —nivel básico—,

1

Plantón es la ocupación permanente de calles del Centro Histórico de Oaxaca por parte del magisterio, que impide la circulación de vehículos.

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales | Manuel Garza Zepeda · Ever Sánchez Osorio

19


20

TEMAS VARIOS

atendiendo las tareas de lectura, escritura y matemáticas. Pero también puede leerse como una estrategia del gobierno federal —y estatal— para evaluar a los docentes, implementar los programas del currículo tradicional, así como entrar y observar dinámicas, políticas, de los maestros oaxaqueños. Para la realización de las actividades del MNyL hubo negociaciones entre las supervisiones escolares, directores, asesores técnicos pedagógicos, etcétera, quienes desde un principio tenían claro el imperativo de cuidar las tareas internas de organización de los colectivos escolares, dando vuelta, si las tenía, a las intenciones reales del MNyL. Entonces, a partir de las necesidades reales de cada entorno escolar y región geográfica, adaptaron el programa a las actividades de las supervisiones de zonas, direcciones regionales y locales. En su implementación se originaron experiencias retrospectivas relativas a sus actividades como educadores. Involuntariamente, la aplicación del programa abrió a los docentes la posibilidad de implementarlo buscando cambios en su práctica cotidiana dentro del aula, apuntando a transformaciones significativas en la vida de las comunidades. A través de diplomados, seminarios y talleres, los maestros conocieron más sobre historias de las comunidades, sus lenguas, sus leyendas, tradiciones, cómo se habían constituido en la colectividad que son en la actualidad, de dónde provienen, cuáles son sus riquezas, cómo conservarlas, cómo respetarlas y cómo transmitirlas a generaciones futuras. También reflexionaron sobre cómo mejorar sus relaciones como personas en la práctica diaria, trabajar en-con-y-para-la comunidad, no necesariamente en la política, pero sí de forma política. Los docentes retomaron el proyecto MNyL, analizaron su pertinencia, concentraron en él los problemas colectivos, le dieron un giro y lo adaptaron en función de las necesidades comunitarias. Ellas y ellos vieron una oportunidad en el despliegue del MNyL y la aprovecharon de modo diferente: contaban cuentos sobre enseñanzas de vida —invitaban a un adulto mayor para que narrara sus historias de vida; a veces, leyendas, mitos, fábulas, conocimiento tradicional de la comunidad, aventuras de héroes locales extraordinarios—; después, los niños tenían que dramatizar o redactar lo que hubieran comprendido de la actividad. Los docentes vieron a los alumnos como hijos propios, saben que en el tiempo compartido de sus vidas tienen historias comunes: la falta de alimento, padres migrantes, viven con algún familiar que los sostiene económicamente, padecen el desempleo de sus padres o familiares, sufren violencia familiar o de género. En ese sentido, advierten que la vida es difícil, que constituye una lucha diaria, que la escuela no está preparada para hacer frente a estas problemáticas. Esta constatación los impulsa a modificar sus prácticas, a procurar que el espacio escolar de alguna manera contribuya a cambiar

estas condiciones de los niños. La realidad escolar, que proviene de planes y programas disciplinarios rígidos del Estado, no corresponde al mundo de números y letras donde los niños juegan y aprenden. En el espacio abierto por el proyecto, los maestros reflexionaron —y continúan haciéndolo— sobre el modo en que ellos y ellas aprendieron a leer, a escribir, y algunas operaciones matemáticas, sumas, restas y divisiones. La educación ha sido rígida, rodeada de pobreza e ignorante de la diversidad étnica; muchos de ellos accedieron a la educación básica en edad avanzada. Algunos no entendían al profesor porque no conocían el idioma castellano, trabajaban en el campo —varones— o atendían a la familia en sus casas —niñas—. Recordaban los castigos que tanto los maestros como sus padres les propinaban por no avanzar en sus estudios, en ejercicio de aquella vieja consigna que reza: la letra con sangre entra. Entre lágrimas, y con el recuerdo del dolor, se abrazan, algunos se dan cuenta de que siguen reproduciendo el mismo sistema educativo. Deciden romper ese modelo cultural, esa estructura de dominación que en este momento se encuentra en sus manos y de la cual son responsables. Se rebelan frente a la imposición educativa y empiezan a configurarla según sus necesidades, la realidad en la que viven y las prioridades comunitarias. Los niños tienen que estar en un ambiente adecuado, la educación debe crear un entorno diferente donde puedan jugar, cantar, bailar, reír; esto traerá consigo una comunidad armoniosa, menos violenta. Una profesora nos narra un problema que se presentó en su aula, en una comunidad normada por los usos y costumbres. El padre de familia no estaba de acuerdo con que una mujer le enseñara a su hija Laura; tampoco estaba muy de acuerdo con los estudios de su hija. Ambas cosas llevaron a que Laura no cumpliera con las tareas que indicaba la maestra. Esto era un problema, ya que Laura no avanzaba en sus estudios. En cierta ocasión, la maestra recibió una invitación por parte de las autoridades locales, la cual generó su entusiasmo, ya que estimaba que la tomarían en cuenta para las actividades de la comunidad. Por el contrario, el padre de Laura la había demandado y buscaba revocar su licencia de maestra, ya que no concebía que una mujer pudiera enseñar a los niños. El resultado fue favorable para la maestra, ya que contó con el apoyo de algunos padres de familia y de la dirección escolar, quienes reconocieron el buen trabajo de la profesora. Sin embargo, ella manifestó que lo sentía mucho por Laura, ya que las condiciones socioculturales en las que vivía la determinaban: era muy callada, poco sociable, retraída, y recibía burlas por parte de sus compañeros, quienes la llamaban “la Mocha”, debido a que Laura había perdido uno de sus dedos en el molino. Laura no terminó el sexto grado de primaria, y, en busca de un escape a la realidad en que vivía, contrajo matrimonio a la primera oportunidad.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 12-24 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01


TEMAS VARIOS

En el marco cotidiano, lejos de la explosión de las movilizaciones sociales y de los reflectores, los maestros se constituyen como seres comunes que participan de la vida en la comunidad. Como tales, comparten las problemáticas de sus alumnos, determinadas por condiciones de pobreza, exclusión social, cultural, de género, etcétera. Organizan su mundo como cualquier persona, preocupados por la lucha del diario vivir. En este sentido, reconstruyen su cotidianidad para dar mayor significado a sus vidas, característica no sólo de las personas que se dedican al trabajo docente sino de hombres y mujeres comunes que añoran la concreción de un mundo diferente. La experiencia del proyecto gubernamental les permite reflexionar y poner en marcha procesos educativos, centrados en el conocimiento de los niños y sus entornos comunitarios. Más allá de los planes oficiales, analizan los principios que rigen la educación oficial y los rechazan, poniendo en práctica formas alternativas de educar, orientadas en un sentido distinto. En este caso, un proyecto gubernamental abrió las posibilidades para que los docentes dieran un sentido distinto a sus prácticas dentro del aula: en busca de transformar la realidad de la educación, con miras a generar modos de aprendizaje distintos. Los propósitos oficiales fueron trascendidos al negar su implementación en los términos definidos. Pero esa negación fue práctica, en el ámbito del aula, en los modos de relacionarse cada día con los niños. No acaparó los reflectores mediáticos ni generó multitudinarias expresiones de protesta o rechazo a un modelo educativo dominante y a un proyecto gubernamental específico. Las acciones de los maestros en el marco de la implementación de este programa pudieron aparecer simplemente como modificaciones idiosincráticas de lo planeado; desde nuestra perspectiva, constituyen una ilustración del modo en que, en las prácticas cotidianas, se despliega el proceso de construcción de otras relaciones, otras formas de vivir y aprender.

Guerrero: el escape de la rutina es aquí y ahora El estado de Guerrero, localizado en la región del Pacífico sur de la República mexicana, es objeto de una gran atención, específicamente el municipio de Acapulco. A través de la radio, la prensa y la televisión se advierte que el lugar constituye un mundo de violencia, de caos cotidiano, donde, pese al esfuerzo de los gobiernos (estatal y federal), es imposible hacer frente al exceso de barbarie y miedo con el que la gente vive. Esa es la imagen que la entidad tiene en los medios de comunicación nacional e internacional. A pesar de ello, la vida turística, principal fuente de ingresos económicos a nivel nacional, no se interrumpe, quizá debido al despliegue policiaco local y federal con el que cuenta el municipio, para asegurar el bien “común”. Aunque esa

seguridad no se observa en las comunidades pobres, en los barrios, comercios pequeños, etcétera; pero sí se encuentra en los bancos, en los grandes hoteles, restaurantes importantes, plazas comerciales, sitios estratégicos productivos donde el dinero puede encontrar fluidez. Es claro que los conceptos, y las ideas que derivan de ellos, están envenenados, presentan una realidad construida, ajena, imposible de acceder con miradas simples. Vemos, escuchamos y ponemos atención en lo que se nos presenta cotidianamente; esa realidad representa, sin embargo, una abstracción que simplifica la forma de vida individual y común de todos. Una mirada así está limitada, ya que toda su reflexión es determinada y construida desde el poder. Pero: Si vemos más de cerca, sin embargo, si miramos más allá de los noticieros en la televisión, más allá de los periódicos, más allá de los partidos políticos y las instituciones, podemos ver un mundo de lucha […] Hay todo un mundo de lucha extrainstitucional, un mundo de luchas no por el poder sino contra el poder. Hay un mundo de luchas que a veces no dicen más que “No”, pero que muchas veces en el proceso de decir ese “No”, desarrollan formas de autodeterminación o articulan conceptos alternativos sobre cómo debería ser el mundo. Estas luchas, si aparecen en los medios, están filtradas a través de los lentes del poder, son visibles sólo en cuanto tienen un impacto en la política del poder. (Holloway 2009, 7)

Estas “otras” acciones, desplegadas en la cotidianidad, no necesariamente tienden a expresiones públicas visibles contra la dominación social en la que se circunscriben. Sus movimientos habituales no se encuentran en las manifestaciones masivas en plazas públicas, bloqueos a calles, luchas colectivas, etcétera. Observamos que en la vida individual, en colectividad, existe también una abierta posibilidad de generar cambios, enmarcada en la esperanza de otro mundo. Anhelo que ha llevado a que seres comunes, hombres y mujeres, tomen el control de sus vidas, a pesar de un poder que los constriñe, que les dice que no se puede, que no hay alternativa. Pese a ello, deciden actuar, intentan escapar de una realidad construida y dada para proyectar experimentalmente algo distinto. Nosotros creemos que, más allá de lo que se nos presenta como ineludible en las propagandas sobre Acapulco —aunque puede ser Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Jalisco u otra entidad en México o el mundo—, hay otras esferas de violencia y barbarie generadas desde el poder y el sistema capitalista actual. Estas tienden a la denigración de la vida por las prácticas corporativas desmedidas del turismo y actividades varias que de ahí se desprenden. Aunque nuestra observación en este municipio es relativamente reciente, vemos una realidad distinta que

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales | Manuel Garza Zepeda · Ever Sánchez Osorio

21


22

TEMAS VARIOS

parte del análisis individual y cotidiano de gente común y ordinaria que vive en este contexto. Nuestra premisa principal sostiene que, más allá de las relaciones sociales de dominación capitalista, que se organizan principalmente en torno a las actividades derivadas del turismo, a las que se incorpora la mayor parte de la población trabajadora, como empleados en diversas tareas —comercio informal, guardias de seguridad, personal de limpieza, meseros, etcétera—, frente a esa dinámica, las personas despliegan acciones que rompen el orden común de las cosas. A pesar del trabajo que los subsume, hombres y mujeres generan relaciones de solidaridad, comprensión y ayuda hacia otros, a pesar de no poder satisfacer, en ocasiones, sus propias necesidades. Más allá de estas experiencias hay sujetos —hombres y mujeres— que tratan de hacer de su vida algo mejor, sin importar el ámbito que los constriñe y, quizá, sin advertir que sus actividades rompen las dinámicas de acumulación del dinero y la toma del poder. Se dirigen, más bien, al espacio de la realización personal y la participación social comunitaria. Este es el caso que representa Alfonso, un empleado que trabaja para una empresa de seguridad privada, aunque, como hemos venido sosteniendo, también puede ser la situación de Lucía, trabajadora de limpieza en una institución, pero que también trabaja en casas particulares para que le alcance el dinero, ya que es madre soltera; o pueden ser otras experiencias: la de Rosa, Sara, María, Juan, Pedro, etcétera. Alfonso tiene un trabajo precario, como la mayoría de las actividades laborales en Acapulco. Como guardia de seguridad, labora turnos de 24 horas por un día de descanso, no tiene prestaciones laborales, y con frecuencia no recibe su salario en las fechas establecidas. Lo cual no obsta para que cumpla diligentemente con su labor en la plaza comercial que tiene a su cargo. Sin embargo, más allá de su labor, en sus momentos de descanso Alfonso se dedica a una actividad sin sentido desde el punto de vista de la racionalidad capitalista. Se dedica a transcribir textos del periódico para aprender sobre la historia en marcha, pero además para resguardar la información y compartirla con sus amigos, compañeros, o con quien lo requiera. Es una práctica que se ha convertido en una costumbre; tiene una libreta casi llena con la transcripción de notas periodísticas que refieren sucesos y relatos del pasado y de la época actual. Acompaña la información con algunas imágenes que realiza para ilustrar las notas que recaba. Experiencias como estas dan cuenta de cómo personas comunes escapan a una racionalidad administrativa económica, por instantes, generando una satisfacción para sí mismas; pero más allá de ella, tiene la finalidad de compartirla con otros, rompiendo el ciclo del individualismo y la maximización de las ganancias, propio de una sociedad organizada por la dominación del capital.

En este caso, Alfonso realiza las actividades características de su responsabilidad laboral: mantiene el control de los vehículos que ingresan a la plaza comercial, registra las visitas, recorre los pasillos de las instalaciones, atiende el teléfono, se mantiene en vigilia durante la madrugada. Las realiza de manera rutinaria, viendo transcurrir sus jornadas en medio de la monotonía. Su creatividad es aplastada, el trabajo no tiene sentido para él, no le permite desplegar su creatividad. El registro de notas periodísticas y los dibujos que realiza le abren las posibilidades que el trabajo le niega: su imaginación recrea sucesos que después plasma en imágenes. Relee una y otra vez sus registros y los muestra a otros, en un intento por aumentar su disfrute al compartir con otros. Alfonso podría dedicar sus días de descanso totalmente para sí, como dormir después de una noche de guardia o dedicar su tiempo libre específicamente a su familia. Sin embargo, parte de ese tiempo lo destina también a realizar actividades para y con su comunidad. Entre otras cosas, habían decidido limpiar un terreno pensando en dedicarlo en el futuro a la edificación de áreas deportivas y un cementerio. Alfonso había llegado recientemente a vivir a la comunidad, de manera que podría haber ignorado las necesidades colectivas. Pero él se integra al trabajo, siendo esta una de sus actividades prioritarias. Pese a la forma en que la vida y su producción son desplegadas en Acapulco, podemos observar en los más diversos contextos, en el trabajo, el hogar, la escuela, etcétera, a seres que organizan sus vidas de modo diferente a lo habitual. Hombres y mujeres que rechazan prácticamente reducir sus vidas al trabajo, al dinero, al consumo. Hombres y mujeres que buscan el sentido de sus vidas en el disfrute, en la autorrealización, en la relación con otros, no mediadas por el dinero. Hombres y mujeres que se dedican a actividades libremente decididas, que carecen de toda racionalidad basada en la búsqueda de dinero o en el consumo. Que despliegan su creatividad e imaginación para realizar actividades que disfrutan o que pueden ser útiles para alguien más, sin esperar a cambio nada. Hombres y mujeres que, aun sin ser conscientes de ello, rechazan un mundo que niega su humanidad y emprenden, con pequeños esfuerzos, la construcción de algo distinto.

A modo de conclusión Hemos argumentado que nuestras vidas se despliegan de maneras contradictorias, inadecuadas; están rompiendo consciente e inconscientemente relaciones de dominación y explotación en sus variadas manifestaciones. Estas experiencias no se agotan en sí mismas, pues son parte de los cambios sociales que se originan en el seno de lo cotidianidad. Pues, como sugiere Adorno (2008, 281), “la historia no tiene ningún sujeto global, se

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 12-24 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01


TEMAS VARIOS

construya como se construya. Su sustrato es el complejo funcional de sujetos individuales reales: ‘¡la historia no hace nada, no posee ninguna riqueza, no libra ninguna clase de lucha! Es más bien el hombre, el hombre real, vivo, el que hace todo eso, el que posee y lucha […]’”. Nuestro punto es mirar la lucha, no como algo que se encuentra fuera de los sujetos, sino que es constitutivo de ellos, genera una inadecuación con el orden del mundo y de las cosas que nos lleva a la reflexión de que algo está mal, y por ello habría que cambiarlo. La lucha en sí misma es el umbral de la esperanza que se despliega de diversas formas en la vida ordinaria de seres comunes. Estas experiencias, por lo habitual y su marginalidad, escapan a los grandes reflectores y son distintas a las expresiones que se observan en los escenarios públicos, como los bloqueos a calles, manifestaciones en plazas importantes, megamarchas, etcétera. En cambio, nuestra mirada se centra en la vida cotidiana, donde hombres y mujeres comunes, contradictoriamente y más allá de una racionalidad capitalista, se resisten a la dominación creando alternativas diferentes, soñando un mundo más adecuado, justo, democrático y mejor. La contradicción en la cotidianidad no es fácil de superar; como personas comunes nos adherimos a normas, reglas y leyes que dictan nuestra existencia y relación en colectividad. Generalmente las recreamos sin tantas atenciones, pero a veces de forma común decimos ¡no! y decidimos actuar de manera diferente. Tomamos el control de nuestras vidas y creamos otra cosa: un momento de reflexión, una forma distinta de realizar nuestro trabajo, bailamos, jugamos, reímos, vivimos nuestras vidas…

7.

8.

9.

10.

11. 12.

13.

Referencias 1. 2.

3.

4.

5.

6.

Adorno, Theodor. 2008. Dialéctica negativa. La jerga de la autenticidad. Madrid: Akal. Bautista, Eduardo. 2008. “La Asamblea Popular de la Pueblos de Oaxaca. Crisis de dominación y resistencia”. Bajo el Volcán, Revista del Posgrado de Sociología 7 (12): 115-134. Bosi, Lorenzo, Marco Giugni y Katrin Uba, eds. 2016. Introducción a The Consequences of Social Movements. Nueva York: Cambridge University Press. Churchill, Nancy y Leigh Binford. 2012. “Introducción: la vida cotidiana en el México moderno”. En La conciencia contradictoria de la vida cotidiana, editado por Nancy Churchill, María L. Flores y Macarena Flores, 5-13. México: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (ICSyH-BUAP). García Vela, Alfonso. 2015. “Forma y sustancia: Una aproximación desde El Capital y los Grundrisse”. Bajo el Volcán, Revista del Posgrado de Sociología 15 (22): 15-40. Giugni, Marco G. 2007. “Personal and Biographical Consequences”. En The Blackwell Companion to

14.

15.

16.

17. 18. 19.

20.

Social Movements, editado por David Snow, Sarah A. Soule y Hanspeter Kriesi, 489-507. Malden – Oxford – Carlton: Blackwell Publishing. http://dx.doi. org/10.1002/9780470999103 Giugni, Marco y María T. Grasso. 2016. “The Biographical Impact of Participation in Social Movement Activities: beyond highly committed New Left activism”. En The Consequences of Social Movements, editado por Lorenzo Bosi, Marco Giugni y Katrin Uba, 85-105. Nueva York: Cambridge University Press. Gómez, Francisco. 2007. “La prosa de los ‘fufurufos’: renegados y Oaxaqueños en el México poselectoral”. Bajo el Volcán, Revista del Posgrado de Sociología 7 (11): 61-82. Gunn, Richard. 2005. “En contra del materialismo histórico: el marxismo como un discurso de primer orden”. En Marxismo abierto. Una visión europea y latinoamericana, volumen I, editado por Alberto Bonnet, John Holloway y Sergio Tischler, 99-145. Buenos Aires: Herramienta – Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades – Universidad Autónoma de Puebla. Haenfler, Ross, Brett Johnson y Ellis Jones. 2012. “Lifestyle Movements: Exploring the Intersection of Lifestyle and Social Movements”. Social Movement Studies: Journal of Social, Cultural and Political Protest 11 (1): 1-20. http:// dx.doi.org/10.1080/14742837.2012.640535 Heller, Agnes. 1994 [1970]. Sociología de la vida cotidiana. Barcelona: Ediciones Península. Hofstedt, Brandon C. 2008. “Arenas of Social Movement Outcomes: Accounting for Political, Cultural, and Social Outcomes of Three Land-Use Social Movements”, disertación doctoral, Iowa State University. http://lib.dr.iastate.edu/cgi/viewcontent. cgi?article=1889&context=etd Holloway, John. 2009. “Teoría volcánica”. En Pensar a contrapelo: movimientos sociales y reflexión crítica, editado por John Holloway, Fernando Matamoros y Sergio Tischler, 15-29. México: Bajo Tierra Ediciones – Sísifo Ediciones – ICSyH/BUAP. Holloway, John. 2010. Cambiar el mundo sin tomar el poder. México: ICSyH-BUAP – Bajo Tierra Ediciones – Sísifo Ediciones. Holloway, John. 2011. Agrietar el capitalismo, el hacer contra el trabajo. México: Bajo Tierra Ediciones – Herramienta Ediciones – Sísifo Ediciones - BUAP. Holloway, John, Fernando Matamoros y Sergio Tischler. 2007. Introducción a Negatividad y revolución: Theodor W. Adorno y la Política. México: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (ICSyH-BUAP) – Herramienta Ediciones. Lefebvre, Henri. 1984 [1968]. La vida cotidiana en el mundo moderno. Madrid: Alianza Editorial. Marx, Karl. 1987. La ideología alemana. México: Editorial Grijalbo. McAdam, Doug y David Snow. 2010. Readings on Social Movements. Origins, Dynamics, and Outcomes. Nueva York: Oxford University Press. McCammon, Holly J. 2010. “Movement Framing and Discursive Opportunity Structures: The Political Successes of the U.S. Women’s Jury Movements”. En

Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales | Manuel Garza Zepeda · Ever Sánchez Osorio

23


24

TEMAS VARIOS

21.

22.

23.

24. 25.

Readings on Social Movements. Origins, Dynamics, and Outcomes, editado por Doug McAdam y David Snow, 676-698. Nueva York: Oxford University Press. Meyer, David S. 2003. “How Social Movements Matter?”. Contexts 2 (4): 30-35. http://ctx.sagepub. com/content/2/4/30 Pleyers, Geoffrey. 2013. “The Global Moment of 2011: Democracy, Social Justice and Dignity”. Development and Change 44 (3): 547-567. http://dx.doi.org/10.1111/ dech.12034 Pleyers, Geoffrey. 2015. “Volverse actor: dos vías para los movimientos sociales en el siglo XXI”. Revista de Estudios Sociales 54: 179-183. http://dx.doi. org/10.7440/res54.2015.13 Schussman, Alan. 2002. “Movement Outcomes: A Review and Agenda”. CBSM Prelim, question 4. Snow, David A., Sarah A. Soule y Hanspeter Kriesi, eds. 2007. The Blackwell Companion to Social Movements. Malden – Oxford – Carlton: Blackwell Publishing.

26. Tilly, Charles. 1995. “Los movimientos sociales como

27. 28.

29.

30.

agrupaciones históricamente específicas de actuaciones políticas”. Sociológica 10 (28): 13-36. Tilly, Charles. 2008. Contentious Performances. Nueva York: Cambridge University Press. Tischler, Sergio. 2005. Memoria, tiempo y sujeto. México: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla – FyG Editores. Tischler, Sergio. 2015. “Totalización, comunidad y capital. Nota teórica sobre las luchas actuales”. En Participación y rupturas de la política en México. Subjetividad, luchas y horizontes de esperanza, coordinado por Eduardo Bautista, Manuel Garza Zepeda y Fernando Matamoros, 19-31. México: Instituto de Investigaciones Sociológicas – Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca – Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla – MAPorrúa. Wallerstein, Immanuel. 2008. Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos. México: Ed. Contrahistorias.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 12-24 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.01


25

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes* Sébastien Dubé** – Consuelo Thiers*** Reception date: May 31, 2016 · Acceptance date: November 11, 2016 · Modification date: November 30, 2016 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.02

A B S T R AC T | This article proposes to incorporate social psychology elements with mainstream political science and international relations theories to help understand the contradictions related to the integration processes in Latin America. Through a theoretical analysis, it contributes to the challenge proposed by Dabène (2009) to explain the “resilience” of the Latin American regional integration process in spite of its “instability and crises.” Our main proposition calls for considering Latin America as a community and its regional organizations as “social groups.” In conclusion, three phenomena from the field of social psychology and particularly social group dynamics shed light on these contradictory patterns: the value of the group and the emotional bond, groupthink, and cognitive dissonance. K E Y W O R D S | Regionalism, social psychology, international relations, Latin America (Thesaurus); Latin American Community, integration, social group dynamics (Author)

Dinámicas de grupos sociales y procesos de integración en América Latina R E S U M E N | Este artículo propone incorporar elementos de la psicología social a las perspectivas tradicionales de la ciencia política y de las relaciones internacionales para explicar las dinámicas contradictorias de los procesos de la integración latinoamericana. Mediante un análisis teórico, responde al desafío planteado por Dabène (2009) para explicar la “resiliencia” de la agenda integracionista en la región a pesar de su “inestabilidad y crisis”. El principal argumento consiste en considerar a Latinoamérica como una comunidad, y sus organizaciones regionales, como “grupos sociales”. Como conclusión, se plantea que tres fenómenos definidos por la psicología social, específicamente por la psicología social de grupos, permiten esclarecer estos patrones contradictorios: el valor del grupo y el vínculo emocional; el pensamiento grupal; y la disonancia cognitiva. PA L A B R A S C L AV E | Regionalismo, integración, psicología social, relaciones internacionales, América Latina (Thesaurus); comunidad latinoamericana, dinámicas de grupos sociales (Autor).

* This article was written with the financial support of the Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile (FONDECYT), Project No.111-300-93. The authors wish to thank Olivier Dabène, the participants in the Milenio Workshop on “Regional Processes and the Changing State in Latin America” (Pontificia Universidad Católica de Chile, April 18-19, 2016), the participants in the panel “Latin American Regionalism: Historical Processes and New Theoretical Developments” at the 2016 LASA Conference, and the two anonymous reviewers for their comments and suggestions on previous versions. ** PhD in Political Science from the Université de Montréal, Canada. Assistant Professor of International Relations at the Universidad de Santiago de Chile. His last publications include: “Opinión pública y voto en tiempos de inestabilidad macroeconómica: Argentina, 1983-2001.” In El votante latinoamericano, edited by Helcimara de Souza Telles and Alejandro Moreno, 53-72. México – Belo Horizonte: Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública – Universidade Federal de Minas Gerais, 2015, and “Las tareas contemporáneas de las fuerzas armadas latinoamericanas y la necesaria revisión de la teoría de la consolidación democrática” (in coautorship). Estudios Ibero-Americanos 38 (1): 119-143, 2012. * sebastien.dube@usach.cl ***PhD researcher in Politics and International Relations at the University of Edinburgh (United Kingdom). * Consuelo.Thiers@ed.ac.uk


26

TEMAS VARIOS

Dinâmicas de grupos sociais e processos de integração na América Latina R E S U M O | Este artigo propõe incorporar elementos da psicologia social às perspectivas tradicionais da ciência política e das relações internacionais para explicar as dinâmicas contraditórias dos processos de integração latino-americana. Mediante uma análise teórica, responde ao desafio proposto por Dabène (2009) para explicar a “resiliência” da agenda integracionista na região apesar da sua “instabilidade e crise”. O principal argumento consiste em considerar a América Latina como uma comunidade e suas organizações regionais como “grupos sociais”. Como conclusão, propõem-se que três fenômenos definidos pela psicologia social, particularmente pela psicologia social de grupos, permitem esclarecer essas contradições: o valor do grupo e a vinculação emocional; o pensamento grupal e a dissonância cognitiva. PA L AV R A S - C H AV E | América Latina, psicologia social, integração, relações internacionais (Thesaurus); regionalismo, comunidade latino-americana, dinâmicas de grupos sociais (Autor)

Introduction Latin American international relations are characterized by an active diplomatic agenda involving leaders frequently meeting —very frequently— at summits to stimulate the political and economic integration of the region or to create new organizations. Nevertheless, the balance of the integration process in Latin America has been considered at best limited and at worst a failure. In this context, this intense diplomatic activity, the multiplication of organizations with no real power and independence, and the participation in multilateral organizations that do not fulfill their goals are hard to understand from traditional political or economic perspectives. That is, these interrelated dynamics challenge institutional, structural and rational choice explanations, to mention some leading analytical approaches used in the study of Latin American integration (Oyarzún 2008). This article offers a complementary explanation of these dynamics of contradictions from a social psychology perspective. Concretely, it suggests a set of arguments explaining the contradictory aspect of Latin American integration processes, relating it to the existence of a “community” of Latin American countries in which regional organizations are treated as “social groups.” Our main argument is that the existence of this community, easily observable in the discourse of authorities and the principles of various regional organizations and treaties, affects the decision-making processes regarding regional integration. In this sense, the proposed theoretical contribution applies the logic that Kaarbo (2008, 58) develops when she suggests that we “bring together research from social psychology on group processes and from political science on political institutions and foreign policy decision making.” Therefore, our claim is twofold. We suggest that Kaarbo’s theoretical proposition to understand coalition government dynamics applies to the Latin

American integration processes and we believe that this theoretical perspective allows highlighting the social component of integration in the region. The first section of the article presents and illustrates in broader details the contradictions in the behaviors and the discourses mentioned above. The second section analyzes them from a social psychology perspective, describing and applying key dynamics of social groups. Since this article seeks to contribute to the discussion launched by Dabène on the resilience of Latin American integration processes —explained in the next section— we use that author’s definition of regional integration. According to Dabène (2009, 10-11), regional integration is a “historical process of increased levels of interaction between political units (subnational, national, or transnational), provided by actors sharing common ideas, setting objectives, and defining methods to achieve them, and by so doing contributing to building a region.” This definition allows us to consider not only the largest regional organizations such as the Celac (Community of Latin American and Caribbean Countries) and the Unasur (Union of South American Nations), but the five major sub-regional organizations such as the Mercosur (Common Market of South America) and the CAN (Andean Community of Nations) as well. It also allows us to consider the existing and increasing “myriad of bilateral and multilateral agreements” (Dabène 2009, 4).

A Region of Constant Contradictions For decades, the Latin American integration processes have been characterized by a set of contradictory tendencies and inconsistencies among behaviors, foreign policy decisions, discourses and empirical results of the numerous organizations and treaties created. A few years ago, Dabène resumed the general

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 25-35 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.02


TEMAS VARIOS

historical dynamics of the process since the 1960s in this double contradiction: “consistency despite instability” and “resilience despite crises” (2009, 5). Concretely, among the particularities that best describe the broad dynamics of the agenda of regional integration since the creation of the ALADI (Latin American Association of Integration) in 1960, it is easy to observe: 1) the numerous individual critiques regarding the achievements of existing treaties and organizations; 2) the constant tendencies to create new organizations rather than to consolidate the existing ones; 3) the intense diplomatic agenda of the region’s heads of state meeting in integration organizations and using a collective public discourse of constant progress at each summit; 4) the frequent reference to common identity, history and culture in both discourses and treaties; and 5) the constant attraction to regional organizations and the fact that countries basically never leave them, in spite of their frustrations.

Frustrations and Critiques From a political point of view, one of the most illustrative descriptions of the reality of regional integration processes in Latin America is arguably a critique made by Uruguayan president Tabaré Vázquez after his first term (2005-2010). After a first mandate that was marked by a long conflict with Argentina over a papermill on the banks of the Uruguay River that brought both countries to the International Court of Justice in The Hague, Vázquez (2013) made the following remarks: More vocation than the Latin American to integrate, there is none in the whole world. But more inefficiency for integration either since for that reason, there are so many regional integration processes. Because until now, none of them has offered solutions to the real problems of our people.1

In the South American context, recent years have also been characterized by critiques from Mercosur members against what is arguably the most successful integration agreement of the region (Cason 2011, 2). Just to cite a few examples, it is possible to recall Brazilian President Dilma Rousseff’s calls to “make flexible” the internal norms of the Mercosur (“Rousseff defiende ‘flexibilidad’” 2015); Uruguay’s accusations against Argentina’s measures blocking integration (“Argentina considera ‘injustas’ críticas de Mujica por Mercosur” 2015); or Paraguayan authorities’ criticisms of the instability in applying the organization’s rules (“Paraguay critica el permanente ‘cambio de criterio’ de sus socios del Mercosur” 2013).

Multiplication of Organizations rather than Consolidation of Existing Ones It is interesting to observe a particular phenomenon involving Latin America when it comes to the “vocation for integration” described by Tabaré Vázquez. Usually, dissatisfaction with the rhythm or the results of the integration process has not led to a deepening or consolidation of the existing treaties and organizations, but rather to the constant creation of new initiatives. An interesting example illustrating this fact is the opinion and behavior of former Chilean President Sebastián Piñera (2010-2014). On the one hand, Piñera criticized the large number of meetings and organizations promoting integration, claiming “[w]e have the Mercosur, the Unasur, the ALBA,2 the MCCA,3 the Andean Community, the Mercosur Parliament, the Andean Parliament […][and] our problems remain and we lack further integration” (“Presidente Piñera pide acelerar integración” 2011). On the other hand, Piñera maintained the Chilean policy of limited involvement in the Mercosur and in 2011, he enthusiastically participated in the foundation of the Pacific Alliance (PA), an organization created after the stalling Pacific Arch, launched only four years before (Briceño 2010). The rapid transformation of the Pacific Arch into the PA is, nevertheless, an anomaly in the region in the sense that organizations are not often replaced or transformed. When Latin American countries lose interest in an organization, their leaders usually alienate themselves from it but not to the point of abandoning the organization or eliminating it. The example given by Parthenay regarding the Central American Integration System (SICA) is illustrative of that dynamics. In SICA, the author argues, “some presidents have pragmatically distanced themselves from presidential summits, thus creating a vicious circle detrimental to regional integration” (Parthenay 2016, 3129). One of the most important consequences of the abovementioned dynamic is a complex logic of leaders multiplying organizations and refusing to consolidate and institutionalize the existing ones. This tendency leads to “overlapping,” or a situation in which a large number of organizations share the same interests and objectives. Even though there is no consensus on the nature and level of the impact of overlapping on the general dynamics of Latin American integration (see Nolte and Comini 2016, 547-549), authors such as Malamud and Gardini (2012) and Portales (2016) claim that it causes divisions and serious problems of coordination. In the same vein, Altmann argues that “Latin America is not only fragmented, but also fractured and weakened

2 “ALBA” stands for Bolivarian Alliance for the Peoples of our America. 1

Free translation by the authors of the article.

3

“MCCA” stands for “Central American Common Market.”

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes | Sébastien Dubé · Consuelo Thiers

27


28

TEMAS VARIOS

by an oversupply of integration processes […][causing] pressures on the leaders’ agenda, a lack of coordination, convergence problems and weak institutionalization explained by the leaders’ refusal to transfer powers to supranational entities” (Altmann 2011, 213).4 Nevertheless, where some see institutional weakness, others see flexibility. For example, rather than focus on these supposed consequences of overlapping, Nolte and Comini propose the argument according to which an organization such as the Unasur was created because its member countries “wanted it to happen.” The organization also has “institutional flexibility” because it is what South American governments “wanted it to be” (2016, 546). In this sense, the institutional dynamics of Latin American integration is a product of the decisions and preferences of leaders. And the absence of strong, consolidated, autonomous or rigid regional institutions is a deliberate choice of decision-makers. This idea of deliberate choice is also observable in Cason’s analysis of the Mercosur. According to said author, the reluctance of leaders to strengthen the regional institutions is a “self-conscious” strategy designed “to increase the flexibility in the process by not5 tying the hands of the integration partners, since they know unexpected shocks present themselves” (Cason 2011, 13). Along the same lines, for the Chilean diplomat Carlos Portales, the combination of the three different dynamics —the multiplication of organizations, the overlapping on issues, and the problems of coordination— explains the “erosion of [member states’] commitment to realize the goals they have agreed on.” Portales also suggests that this organizational context contributes to cynicism when he relates it to the example of former Uruguayan President José Mujica’s answer to a journalist asking him about the decisions taken at a Mercosur summit. “I do not know… We agree on a statement,” said the Uruguayan leader (Portales 2016, 5023).

Intense Diplomatic Activity and the Impossibility of Being Against Integration This last quote from Portales is directly related to a striking fact also revealed by the diplomat: “[t]he total number of summits among countries in the region increased from 31 between 1947 and 1989 to 303 from 1990 to 2012” (Portales 2016, 4944). That is, during the Cold War era, Latin American leaders met in different kinds of summits on an average of once every twenty months, but since the end of the Cold War, they have attended summits approximately thirteen times a year,

mostly in regular meetings of organizations intended to promote cooperation and regional integration. Even though Latin American leaders frequently criticize the organizations, they constantly meet and the summits “typically end with a communiqué, a group photo, and the assurance that the meeting has been quite useful and extremely productive” (Mace et al. 2016a, 5031). That is, the official discourse of the leaders is highly optimistic when they are together and in public. Nevertheless, Mace et al. add that behind these official discourses, there usually is “a wide gap between the objectives laid out in summit communiqués and concrete results.” The inconsistencies between empirical results and official discourses, and the heavy diplomatic activity resulting from the multiplication of organizations have two consequences in the regional diplomatic practices. To relate them to social psychology, both of these consequences highlight the existence of a Latin American community, an idea that will be developed in the second section of this article. The first consequence is illustrated by Jenne and Schenoni (2015) in a recent investigation in which the authors analyze Latin American leaders’ speeches before the United Nations General Assembly between 1994 and 2014. The authors make this significant assertion: “it is remarkable that governments have thought it necessary to make an average of more than four allusions to the region in each of the[ir] speeches” (Jenne and Schenoni 2015, 2). For these authors, the combination of the discourses laying out the importance of regional cooperation with the setbacks of the integration processes makes them conclude with the existence of a “declaratory regionalism in Latin America.” By declaratory regionalism, they mean an “act of discursively referring to regional organizations, regional identities and/or the macro- and micro-regions the Latin American countries see themselves as being part of” (Jenne and Schenoni 2015, 1). The second consequence of the gap between the speeches and the results of integration processes follows the same perspective, but this time from a more qualitative focus. According to Rivera (2014, 13-14), the logic of the existence of repeated discourses referring to regional cooperation makes it highly difficult for Latin American leaders to oppose regional integration publicly. In the end, in spite of their dissatisfaction and their frustrations with regional cooperation, Latin American leaders meet often, constantly refer to their unity, and tend to adopt a collective discourse highlighting the progress of the political and economic integration processes.

4 Free translation by the authors of this article. 5 Emphasis in the original text. rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 25-35 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.02


TEMAS VARIOS

Frequent References to Common Identity in both Speeches and Treaties

Countries Fundamentally Never Leave Underachieving Regional Organizations

The generalized pro-integration tone of the public speeches is also observable in the declaration of principles of various multilateral regional organizations, explicitly illustrating the idea of an existing community of Latin American countries, as will be further described in the second part of this article. References to a common history, common culture and the brotherhood of Latin American countries are frequent and also motivated the creation of the Celac, a regional organization whose principal characteristic is arguably that of including all the countries of the hemisphere, except for Canada and the United States. What is theoretically fundamental for the argument about the complementary contribution of social psychology to the study of Latin American integration processes is the fact that the community existed prior to the foundation of regional organizations in this region (Rivarola and Briceño 2013; Rivera 2014). Therefore, leaders’ speeches tend to present regional integration as a natural outcome. This is a paramount difference with respect to an organization or treaty generated precisely to create a new community with common identities and values —a logic observable in the transformation of the European Economic Community into the European Union, for example.

Latin American countries have initiated a great number of treaties and organizations, which explains the intense diplomatic agenda they maintain. An interesting fact about these organizations is that even in the case of the most criticized ones; exiting from them never seems to be an option. From a general point of view, it can be said that the organizations are never institutionalized, they are constantly criticized, they arguably do not fulfill their goals completely, they may be weakened by leaders, but they are basically never abandoned nor formally broken down. Chile’s exit from the Andean Pact in 1978 and Venezuela’s exit from the Andean Community of Nations in 2006 to join the Mercosur are the only examples of abandonment of a multilateral organization by a full-member country in half a century of regional integration processes in Latin America. Even though they have expressed concerns, dissatisfaction, and threats of abandoning the Mercosur for years, Paraguay and Uruguay have never come anywhere close to actually leaving the organization to gain more independence for their commercial policies.

The existence of a Latin American community can also explain another fundamental fact about the history of international relations in the region. Even though the region has historically experienced a large number of boundary disputes and high levels of social and political violence, interstate relations have traditionally been very peaceful, especially when compared to other regions of the world (Domínguez and Covarrubias 2015, 1). According to Domínguez et al. (2004), a major factor explaining the capacity to avoid the militarization of disputes has been, precisely, the sense of belonging to a social group of Latin American countries. As the authors claim: An important ideological innovation in Latin America at the beginning of the 19th century contributed to interstate peace. The majority of the HispanoAmerican elites accepted the idea that they were all part of a broader cultural and potentially political entity. Thus, their nations should not fight one another. As was correctly observed by Miguel Ángel Centeno, there was no “complex discourse on international hatred,” but the basic idea that the neighbor country was not my enemy. (2004, 370)6

6 Free translation by the authors of the article.

Nevertheless, it is worth mentioning that countries have abandoned political, judicial or diplomatic treaties and organizations such as the Inter-American Human Rights Court (IHRC) or the Bogota Pact on certain occasions. However, these decisions always bring them heavy criticism, as was the case when the late Venezuelan President Hugo Chávez announced his country was leaving the IHRC in 2012 (“Críticas a Venezuela por salida de la Corte IDH” 2012).

Contradictions and Theoretical Difficulties in Explaining Them The differences between the leaders’ behaviors, the collective official discourses, the personal criticisms, on the one hand, and the concrete results of Latin American integration processes on the other, pose a serious challenge to traditional theoretical perspectives on cooperation and integration. For that reason, we agree with Dabène when the author claims “[a]ll these ups and downs [in the Latin American integration processes] make the exercise of theorization and prediction very risky and are an invitation to modesty” (2009, 5). According to that same author, they also show the limitations of traditional and mainstream European theoretical frameworks when applied to the Latin American reality. Among the limitations of traditional theories of integration when it comes to explaining the contradictions of Latin American processes, four examples are illustrative. We agree with Dabène (2009) and Rivarola and Briceño (2013) that institutions matter and that the

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes | Sébastien Dubé · Consuelo Thiers

29


30

TEMAS VARIOS

accumulated experience from history and contexts of decision-making processes are essential. But we believe that this perspective hardly helps to understand the multiplication of organizations and the survival of underachieving ones. From the constructivist position, we agree with Duina that an integration project, such as a free trade agreement, “is a social endeavor” (2006, 3). Nevertheless, this perspective can hardly offer explanations regarding the underachievement of the organizations created, the leaders’ reluctance to create real supranational regional organizations with effective powers, as well as their frequent lack of compliance. The same logic can also be applied to the limitations of traditional game theory models in the sense that repetition through time should facilitate cooperation, trust, and compliance (Axelrod 1986, 31). Latin American integration processes have a long history and leaders meet many times each year, but the results are weak and compliance is limited at best. Other traditional perspectives such as transnationalism or intergovernmentalism also have their limitations when observers of Latin American integration dynamics wish to explain the existence of weak institutions or the signing of agreements that are not applied and end in a state of inertia. Our theoretical claim regarding the contribution of social psychology and social group dynamics to explain the contradictions in Latin American integration processes can be resumed in two main assertions. First, Latin American countries share enough cultural assets through many regional multilateral organizations to refer to the region as a community. Second, in this context, socialization takes on special importance and organizations promoting integration can be analyzed, in their broad dynamics, on the basis of the fact that they are “social groups.”

Social Group Dynamics and the Resilience of the Latin American Integration Processes How does this idea of Latin America as a community help to understand the decision-making processes and the contradictions regarding countries’ behavior in regional organizations? To answer this question, it is necessary to start considering step-by-step some central concepts from the subfield of the social psychology of groups in order to guide the analysis of the dynamics of formation and continuity of regional organizations and the decision-making processes of the region’s political leaders.

The Definition of a Social Group Is and the Purpose of Group Formation The first element to start with, although it might seem trivial, is the definition of the concept of “group” and whether or not it fits with the regional dynamics of

international organizations in Latin America. That is, from a social psychology perspective, are regional organizations social groups? Is it therefore possible to speak of group behavior? Following the ideas of social psychologist Henri Tajfel (1982, 2), a group can be defined on the basis of external and/or internal criteria. On the one hand, external criteria are designations from the outside, i.e., from individuals who do not belong to the “group,” like “college students” for professors and “college professors” for students. Internal criteria, on the other hand, relate to “group identification.” In order to achieve the level of identification, Tajfel claims that three kinds of elements are necessary: 1) a cognitive one in the sense of membership awareness; 2) an evaluative one in the sense that this awareness is related to value connotations; and 3) an emotional investment in the awareness and evaluation. These three elements can be found in the discourse of Latin American leaders and in various constitutive treaties of regional organizations. For example, the preamble of the foundational treaty of the Unasur mentions the existence of a “shared history and solidarity of our nations […] that fought for emancipation and the South American unity,” and also a “determination to the construction of a South American identity and citizenship” (Unasur 2008). The combination of cognitive, evaluative and commitment elements is also observable in declarations made at meetings of the Celac. During its 2016 annual meeting in Ecuador, the 33 heads of state attending adopted a declaration with a clear affirmation of a sense of belonging to a particular group. The official declaration of the organization’s summit starts by saying: “We, the heads of state and government of the Celac […]; We reaffirm our decision to consolidate our unity and advance towards Latin American and Caribbean integration, based on profound historical roots, in the heritage of the Community […], sharing values and related interests, and propose to achieve the well-being of our peoples” (Celac 2016). In the same line of analysis, Tajfel and Turner (1986) point out that the essential criteria to belong to a group are that individuals define themselves and are defined by others as members of the group. In this sense, a group is defined as “a collection of individuals who perceive themselves to be members of the same social category, share some emotional involvement in this common definition of themselves, and achieve some degree of social consensus about the evaluation of their group and of their membership in it” (Tajfel and Turner 1986, 15). Here again, the origin and goals of the Celac, the first organization of countries including all, and only, Latin American and Caribbean countries, follow this logic. According to these authors, categorization is a cognitive tool to sort and classify the environment and generate identification, which results in social

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 25-35 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.02


TEMAS VARIOS

identity. To claim that Latin American countries form a unique and distinct community echoes this categorization issue. After labeling regional organizations as groups, the next question relates to the general purpose of group formation. Why do Latin American countries form groups? Following Bandura’s logic (2000), we consider that countries, just like individuals, do not live their “lives” independently. For that matter, there are many results that can only be obtained through interdependent efforts. In the same vein, Lawler, Thye and Yoon (2000, 616) refer to the idea of social ​​ exchange as a joint activity, in which two or more players attempt to produce benefits that they would not receive if they were alone. In this regard, the commitment of people to a group has two important elements: the reduction of uncertainty and the production of positive emotions related to individual-group exchange. In the historical context of Latin American integration processes, one clear example that serves to illustrate the need to form a group to obtain benefits that are unattainable individually is the process leading to the formation of the Mercosur between 1985 and 1994. The founding treaty served three major goals related to security and development that each of the member states felt unsure of attaining individually: the consolidation of democracy (Fournier 1999), the need to cooperate in a period of formation of regional blocks (Tulchin and Espach 2001) after the failure of World Trade Organization (WTO) negotiations, and the need to stabilize the economy after the decade of debt crisis (Edwards 1995). Since economic crises and threats to democratic stability are elements that produce great uncertainty for states, the Mercosur clearly illustrates the two benefits that group formation brings to partners: positive emotions and reduction of uncertainty (Lawler, Thye and Yoon 2000). Furthermore, according to Lawler, Thye and Yoon (2000, 642), constant exchange reduces uncertainty; actors learn more about others, become more predictable, and may infer and confirm their orientations. These elements are considered to be benefits of commitment, as individuals tend to avoid uncontrollable and unpredictable contexts. From a political and diplomatic point of view, this constant exchange can be observed in the socialization function of the summits and numerous meetings involving Latin American leaders (Mace et al. 2016b). The more leaders meet, the more they start forming a group in which others’ behavior becomes predictable and uncertainty is reduced. In that sense, not being part of the group, or leaving it, opens the door for unpredictable behavior and for greater uncertainty among the countries of the region.

Group Dynamics and Decision-Making Processes After describing some general characteristics and benefits of group formation, the next step is to contribute to the explanation of the resilience of the regional organizations. Two questions guide our analysis in this next section. First, why are Latin American organizations and treaties maintained over time if they apparently do not achieve the objectives for which they were created? Second, why do members accept decisions with which they may not feel comfortable? The argument here is that three group dynamics affect the decision-making processes regarding permanence in regional organizations. They are: 1) the value of the group itself, 2) groupthink, and 3) cognitive dissonance.

The Value of the Group Itself and the Emotional Bond

Lawler, Thye and Yoon (2000, 623) argue that through a repetitive exchange, groups become social objects that have a cognitive and subjective reality for their members, and groups thus begin to have value of their own. This fact goes beyond the instrumental explanation; groups become objects of intrinsic value given the positive emotions that the exchange generates. Lawler and Yoon (1996, 105) also suggest that, unlike what rational choice theory may claim, the analysis of the group dynamics should focus on endogenous processes. That is, the decision to stay in a group is produced endogenously through relational cohesion, which reflects the fact that exchange has become an object of value in itself. In concrete political and diplomatic terms, this logic can explain why dissatisfied countries may threaten to leave an organization but rarely end up doing so. Here, the examples of Uruguay remaining in the Mercosur despite repeated conflicts with its neighbors, or Costa Rica remaining in the SICA in spite of major difficulties with Nicaragua, are illustrations of this phenomenon. In this regard, Hudson (2007, 77) suggests that when a group is formed, two forces come into play: 1) a decisionmaking process aimed at solving the problem that motivated the group’s formation; and 2) the motivation to continue functioning as a group. This is fundamental when the different waves of integration are directly related to crises or critical junctures (Dabène 2009, 27-28). In addition to this, group cohesion is a source of emotional support for the group since it decreases stress. However, when small groups are maintained over time, stress can be generated by fear of ostracism (Hudson 2007, 77). In this sense, Hudson’s argument is that the fear originally generated by failure to meet the group’s goals is compensated by the emotional support the group provides.

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes | Sébastien Dubé · Consuelo Thiers

31


32

TEMAS VARIOS

The emotional bond the group generates increases the costs of leaving it or of adopting a deviant behavior in the context of the “Latin American community” because of the negative reactions this behavior may provoke. The consequent fear of ostracism, the possibility of being held responsible for failure, and the distress that loss of emotional support generates seem to explain foreign policy decision-making dynamics when it comes to Latin American integration processes. One illustrative example of how emotional elements can influence foreign policy is the decision of Chilean authorities to remain in the Pact of Bogota —until now—, fearing to be seen as a bad neighbor in a context of tense relations with Peru and Bolivia over border issues that have been brought to the International Court of Justice (Álvarez 2016).

Groupthink

What is groupthink and how can it be linked to Latin American international relations and foreign policy decision-making regarding integration processes? The groupthink phenomenon in foreign policy decisionmaking has been analyzed by Janis (1982), who tries to explain some critical US foreign policy decisions. According to said author, groupthink is related to the deterioration of mental efficiency, reality testing, and moral judgment that results from peer pressure. This occurs in highly cohesive groups where the need for unanimity exceeds the motivation to analyze new courses of action realistically. For Janis (1982, 7), policy-making groups are exposed to different types of pressures; members tend to develop informal norms to maintain friendly intragroup relations, and these become part of the hidden agenda at their meetings. In the case of regional organizations, the efforts and resources invested in integration processes over the years, plus the numerous speeches that different leaders have given extolling their importance, are elements that can generate the pressure needed to cause the emergence of groupthink in deciding whether or not to continue as members of a regional organization. That is, if the decision to be made relates to remaining or leaving the organization, the pressure experienced by group members can generate any of the flaws indicated by Janis.7 The same logic of peer pressure and the adoption of suboptimal group decisions is even more likely to happen when decisions are taken on the basis of unanimity, as is the case with most of the Latin American organizations.

7 Janis (1982) identifies seven flaws in decision-making that affect problem-solving: 1) the group decision is limited to few alternatives; 2) the group does not discuss the goals and values ​​involved in their decision; 3) the group fails to reexamine the initially chosen course of action; 4) members do not review courses of action initially assessed as negative; 5) they do not try to obtain information from experts; 6) there is a selective bias in terms of how the group reacts to specific information; 7) they do not have contingency plans to address any problems that arise.

Another concept that can be linked to the groupthink phenomenon regarding both the need for unanimity and the existence of peer pressure is the “black sheep effect.” Once a group is formed, a process of intergroup differentiation takes place. In addition to this separation, it is possible to distinguish in-group disparities as well. In this case each Latin American country has a specific role and a particular way of operating. According to Hogg (2001, 66), there are differences within the group in terms of how much members do or do not subscribe to the group prototype. The author brings up the concept of prototypical gradient; some people within the group are closer to the group’s prototype than others, and this can provide an understanding of group deviation phenomena. Hogg (2001, 68) also suggests that group members who do not seem to match the prototype attract negative reactions and are considered pathological and threatening. This is known as the “black sheep” phenomenon, in which reactions towards group members who deviate from the group prototype are even more negative than those towards people from other groups. Deviant behavior is thus seriously punished by group members. In this regard, Marques et al. (2001, 408) indicate that when group members perceive that deviation affects the validity of the norm, it becomes a critical issue due to possible damages to group distinctiveness. The authors also note that this phenomenon may affect decisionmaking processes since it generates intolerance to different opinions, censorship, self-censorship and rejection of deviant members. Therefore, the black sheep effect may generate the flaws described by Janis (1982) and affect the decision-making process in terms of limiting the decision to a just few alternatives and biasing the reaction to information. Here again, Chile may represent an illustrative case of the black sheep effect as it tries to maintain its autonomy from regional organizations but cannot leave them, especially when it receives constant criticism from its neighbors (“Morales rechaza ‘chantajes’” 2015).

Cognitive Dissonance

Furthermore, the groupthink phenomenon can also be linked to the concept of cognitive dissonance, which was originally proposed by Festinger (1957). According to that author, cognitive dissonance refers to the existence of inconsistent cognitions, i.e., two cognitive elements that do not fit together. Applied to the Latin American case, dissonance can be observed in the inconsistency between the motivations to create and stay in an organization aimed at generating integration and the fact that regional projects have not achieved the goals that catalyzed their formation. Regarding cognitive dissonance, Festinger (1957) highlights two additional elements: 1) it generates a feeling of discomfort that motivates people to try to

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 25-35 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.02


TEMAS VARIOS

reduce it and achieve consistency; 2) and when a dissonance occurs, people will actively try to avoid situations and information that tend to increase it. According to Festinger (1957), dissonance can be eliminated through different strategies. The first strategy would be to change a behavioral cognitive element: when dissonance between an environmental element —knowledge of a certain situation— and a behavioral element occurs, it can be eliminated by changing the behavioral element to make it consistent with the environment. In the Latin American case, countries can change their behavior and withdraw from the organizations. However, as we have seen, this has consequences in terms of rejection by the group, in addition to the loss of the emotional bond. It is therefore easier and less costly for states to keep on participating in meetings and signing the final declarations, which typically emphasize that “the meeting has been quite useful and extremely productive” (Mace et al. 2016a, 5044). The second available strategy is to change an environmental cognitive element, “by changing the situation to which the element corresponds” (Festinger 1957, 19). However, the possibilities of manipulating the environment are highly limited. Environments can be modified by changing social reality with the means of gaining the agreement and support of other people. In the Latin American case, and at the risk of extending this definition, one could hypothesize that new groups are generated as a way of changing environmental circumstances —rather than modifying countries’ behavior and withdrawing from the organization. This would help explain the historical tendency to create new organizations rather than to reform existing ones. The abovementioned example of the creation of the Pacific Alliance and its plan to avoid creating political institutions at some point illustrates this strategy. The third strategy that can be adopted to reduce cognitive dissonance is to add new cognitive elements. In this situation, different cognitive elements may be added to achieve consistency; a person may actively seek information to reduce dissonance and decide to avoid new information that increases it (Festinger 1957, 21). In the Latin American case, there are a variety of possibilities for adding new cognitive elements. For example, countries can insist that everything is working well, that integration projects are moving forward, and simply publicly ignore information that does not fit with that impression. According to Festinger (1957, 24), cognitive dissonance is linked to resistance to change; otherwise, it would not last. In this vein, Jervis (1976, 387) points out that to reduce dissonance, people alter their beliefs and evaluations, a strategy that affects future decisions, actions, and perceptions. One of the most important implica-

tions of this conduct is linked to the force that dissonance adds to the power of inertia. Based on cognitive dissonance theory, Jervis (1976, 387) indicates two possible explanations as to why policies are maintained. The first suggests that after taking a decision, a person will not only minimize or misinterpret discrepant information, but will also seek information that is consistent with her ideas —selective exposure. The second hypothesis is linked to the purpose and effect of reducing dissonance, namely to produce a separation of the post-decision alternatives. After taking a decision, individuals feel they have chosen correctly, even when prior to that decision the policy obviously did not seem to be the best. In this regard, Tindale et al. (2001, 10) indicate that after a discussion, the shared preference tends to increase, regardless of whether all members agree or not with the choice. In this sense, shared preferences in a group both influence and are influenced by group decision-making. Finally, Jervis (1976, 387) adds that separation of alternatives generates inertia because decision-makers increase the amount of discrepant information necessary to reverse the policy. Moreover, dissonance reduction indirectly alters the decision-making process since it increases the tendency to employ principles or values used in previous behaviors, which are thus reinforced. Another important issue for Jervis is that expenditure of resources increases the pressure of dissonance and reinforces the belief that a policy is being successful; when a policy has high costs, decision-makers are more likely to believe that they have achieved something that was worth the sacrifice. Two manifestations of this effect are the tendency to overestimate what has been achieved and to perceive failures as successes. Here again, these two manifestations can help to explain the intense diplomatic agenda regarding Latin American integration processes, the multiplication of organizations and meetings that come with them and, finally, the constant discourses of progress and success of each organization.

Conclusions This paper has looked at social psychology and theories of social group formation to complement traditional theories of cooperation and integration developed mostly in political science and international relations literature. We believe that these theories have important limitations when it comes to explaining contradictory behaviors, discourses, and decisions related to Latin American integration. Why do leaders spend so much time and resources participating in organizations and treaties? Especially when history teaches them that they will not agree on institutionalizing these organizations and that the latter will hardly meet their goals? And also, why do leaders keep creating new organizations, attending their frequent meetings and signing

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes | Sébastien Dubé · Consuelo Thiers

33


34

TEMAS VARIOS

declarations proclaiming a success in which they do not always believe? A few possible explanations for these contradictions and the phenomenon of persistence of regional grouping over time have been presented from a social psychology perspective. In Latin America, organizations are social groups that tend to become an end in themselves, groupthink affects behavior, and states try to avoid cognitive dissonance when it comes to integration processes. We believe that these different dynamics generate inertia and finally contribute to the resilience and understanding of regional integration in Latin America.

12. Domínguez, Jorge I., David Mares, Manuel Orozco,

13.

14.

15. 16.

References Altmann Borbón, Josette. 2011. “Multilateralismo en América Latina: el papel del ALBA.” In América Latina y el Caribe: ¿Integrados o Marginados?, edited by Josette Altmann Borbón, Tatiana Beirute Brealey and Francisco Rojas Aravena, 207-224. Buenos Aires: Teseo – CAF – Flacso. 2. Álvarez, Rosario. 2016. “Ex cancilleres consideran ‘inconveniente’ que Chile se retire del Pacto de Bogotá y respaldan contrademanda.” La Tercera. March 28. http://www.latercera.com/noticia/ politica/2016/03/674-674160-9-ex-cancilleres-consideran-inconveniente-que-chile-se-retire-del-pacto-de-bogota.shtml 3. “Argentina considera ‘injustas’ críticas de Mujica por Mercosur.” 2015. El Comercio, February 23. http://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/argentina-considera-injustas-criticas-mujica-mercosur-noticia-1793363 4. Axelrod, Robert. 1986. La evolución de la cooperación. Madrid: Alianza Editorial. 5. Bandura, Albert. 2000. “Exercise of human agency through collective efficacy.” Current directions in psychological science 9 (3): 75-78. 6. Briceño Ruiz, José. 2010. “La Iniciativa del Arco del Pacífico Latinoamericano: Un nuevo actor en el escenario de la integración regional.” Nueva Sociedad 228: 44-59. 7. Cason, Jeffrey W. 2011. The Political Economy of Integration: The Experience of Mercosur. New York: Routledge. 8. Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). 2016. Declaración política de Quito - mitad del mundo. Quito. http://www.sela.org/media/2088261/ iv-cumbre-celac-declaracion-politica.pdf 9. “Críticas a Venezuela por salida de la Corte IDH.” 2012. Infobae, September 12. http://www.infobae. com/2012/09/12/1057920-criticas-venezuela-la-salida-la-corte-idh 10. Dabène, Olivier. 2009. The Politics of Regional Integration in Latin America: Theoretical and Comparative Explanations. New York: Palgrave Macmillan. 11. Domínguez, Jorge I., and Ana Covarrubias, eds. 2015. Routledge Handbook of Latin America in the World. New York – London: Routledge. 1.

17.

18.

19.

20.

21.

22.

23.

24.

25.

26.

27.

David Scott Palmer, Francisco Rojas Aravena, and Lorena Murillo S. 2004. “Disputas fronterizas en América Latina.” Foro Internacional 44 (3): 357-391. Duina, Francesco. 2006. The Social Construction of Free Trade: the European Union, NAFTA, and Mercosur. Princeton – Oxford: Princeton University Press. Edwards, Sebastián. 1995. Crisis and Reform in Latin America: From Despair to Hope. Oxford: Oxford University Press. Festinger, Leon. 1957. A Theory of Cognitive Dissonance. California: Stanford University Press. Fournier, Dominique. 1999. “The Alfonsín Administration and the Promotion of Democratic Values in the Southern Cone and the Andes.” Journal of Latin American Studies 31: 39-74. Hogg, Michael. 2001. “Social Categorization, depersonalization and group behavior.” In Blackwell Handbook of Social Psychology: Group Processes, edited by Hogg Michael and Scott Tindale, 56-85. Malden: Blackwell Publishers Inc. Hudson, Valerie. 2007. Foreign Policy Analysis: Classic and Contemporary Theory. Lanham: Rowman & Littlefield publishers – Kindle Edition. Janis, Irving. 1982. Groupthink: Psychological Studies of Policy Decisions and Fiascoes. Boston: Houghton-Mifflin – Kindle Edition. Jenne, Nicole, and Luis Schenoni. 2015. Latin American Declaratory Regionalism: An Analysis of Presidential Discourse (1994-2014). Robert Schuman Centre for Advances Studies, Global Governance Programme. https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_ id=2631071 Jervis, Robert. 1976. Perception and Misperception in International Politics. New Jersey: Princeton University Press. Kaarbo, Juliet. 2008. “Coalition Cabinet Decision Making: Institutional and Psychological Factors.” International Studies Review (10): 57-86. http://dx.doi. org/10.1111/j.1468-2486.2008.00747.x Lawler, Edward, Shane Thye, and Jeongkoo Yoon. 2000. “Emotion and Group Cohesion in Productive Exchange.” American Journal of Sociology 106 (3): 616-657. Lawler, Edward, and Jeongkoo Yoon. 1996. “Commitment in exchange relations: test of a theory of relational cohesion.” American Sociological Review 61 (1): 89-108. Mace, Gordon, Jean-Philippe Thérien, Diana Tussie, and Olivier Dabène. 2016a. “Conclusion: Summitry and governance – an assessment”. In Summits and Regional Governance: The Americas in Comparative Perspective, edited by Gordon Mace, Jean-Philippe Thérien, Diana Tussie and Olivier Dabène, 5031-5191. New York: Routledge – Kindle Edition. Mace, Gordon, Jean-Philippe Thérien, Diana Tussie, and Olivier Dabène, eds. 2016b. Summits and Regional Governance: The Americas in Comparative Perspective, Global Institutions. New York: Routledge – Kindle Edition. Malamud, Andrés, and Gian Luca Gardini. 2012. “Has Regionalism Peaked: The Latin American Quagmire

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 25-35 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.02


TEMAS VARIOS

28.

29.

30.

31.

32.

33.

34.

and its Lessons.” The International Spectator: Italian Journal of International Affairs 47 (1): 116-133. http:// dx.doi.org/10.1080/03932729.2012.655013 Marques, José, Dominic Abrams, Dario Paéz and Michael Hoggs. 2001. “Social Categorization, Social Identification and Rejection of Deviant Group Members.” In Blackwell Handbook of Social Psychology: Group Processes, edited by Hogg Michael and Scott Tindale, 400-424. Malden: Blackwell Publishers Inc. “Morales rechaza ‘chantajes’ de Chile hacia Cuba, Ecuador y Venezuela sobre demanda marítima.” 2015. Correo del Orinoco, October 14. http://www.correodelorinoco.gob. ve/nacionales/morales-rechaza-%E2%80%9Cchantajes%E2%80%9D-chile-hacia-cuba-ecuador-y-venezuela-sobre-demanda-maritima/ Nolte, Detlef, and Nicolás Matías Comini. 2016. “Unasur: Regional Pluralism as a Strategic Outcome.” Contexto Internacional 38 (2): 545-565. http://dx.doi. org/10.1590/S0102-8529.2016380200002 Oyarzún, Lorena. 2008. “Sobre la naturaleza de la integración regional: teorías y debates.” Revista de Ciencia Política 28 (3): 95-113. http://dx.doi. org/10.4067/S0718-090X2008000200004 “Paraguay critica el permanente ‘cambio de criterio’ de sus socios del Mercosur.” 2013. El Mercurio, June 14. http://www.emol.com/noticias/ i nt e r n a c i o n a l / 2 0 1 3 / 0 6 / 1 4 / 6 0 3 8 2 3 / p a r a g u ay critica-el-permanente-cambio-de-criterio-de-sussocios-del-mercosur.html Parthenay, Kevin. 2016. Presidential Summitry in Central America, A Predictable Failure? In Summits and Regional Governance: The Americas in Comparative Perspective, edited by Gordon Mace, Jean-Philippe Thérien, Diana Tussie and Olivier Dabène, 2938-3278. New York: Routledge – Kindle Edition. Portales, Carlos. 2016. “Some Thoughts on Summit Proliferation and Regional Governance”. In Summits and Regional Governance: The Americas in Comparative Perspective, edited by Gordon Mace, Jean-Philippe Thérien, Diana Tussie and Olivier Dabène, 4934-4998. New York: Routledge – Kindle Edition.

35. “Presidente Piñera pide acelerar integración latino-

36.

37.

38.

39. 40.

41.

42.

43.

44.

americana en medio de visita a Uruguay.” 2011. La Tercera, October 28. http://www.latercera.com/ noticia/politica/2011/10/674-401815-9-presidente-pinera-pide-acelerar-integracion-latinoamericana-en-medio-de-visita-a.shtml Rivarola Puntigliano, Andrés, and José Briceño Ruiz, eds. 2013. Resilience of Regionalism in Latin American and the Caribbean: Development and Autonomy. New York: Palgrave Macmillan. Rivera, Salvador. 2014. Latin American Unification: A History of Political and Economic Integration Efforts. Jefferson: McFarland and Company. “Rousseff defiende ‘flexibilidad’ en las normas internas del Mercosur.” 2015. El Espectador, July 17. http://www. elespectador.com/noticias/elmundo/rousseff-defiende-flexibilidad-normas-internas-del-merc-articulo-573340 Tajfel, Henri. 1982. “Social psychology of intergroup relations”. Annual Review of Psychology 33: 1-39. Tajfel, Henri, and John Turner. 1986. “The Social Identity Theory of Inter-Group Behavior.” In Psychology of intergroup relations, edited by Stephen Worshel and Austin William, 7-24. Chicago: Nelson-Hall. Tindale, Scott, Helen Meisenhelder, Amanda Dykema-Engblade, and Michael Hogg. 2001. “Shared cognition in small groups.” In Blackwell Handbook of Social Psychology: Group Processess, edited by Hogg Michael and Scott Tindale, 1-30. Malden: Blackwell Publishers Inc. Tulchin, Joseph S., and Ralph H. Espach, eds. 2001. Latin America in the New International System. Boulder: Lynne Rienner Publishers. La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). 2008. Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericanas. http://www.comunidadandina.org/ unasur/tratado_constitutivo.htm Vázquez, Tabaré. 2013. “Brasil e América Latina: que liderança é possível?” Fundaçao Fernando Henrique Cardoso (audiovisual). https://www.youtube.com/ watch?v=UrdOn-lG3pM

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes | Sébastien Dubé · Consuelo Thiers

35


36

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia y la práctica de una nueva sociología histórica* Carlos Andrés Charry Joya** Fecha de recepción: 11 de mayo de 2016 · Fecha de aceptación: 11 de noviembre de 2016 · Fecha de modificación: 07 de diciembre de 2016 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03

RESUMEN | El objetivo central de este artículo es reflexionar sobre las relaciones e interdependencias configuradas entre sociología e historia, y la consolidación del campo de estudios de la sociología histórica. Partiendo del argumento según el cual cada disciplina se ha erigido en relación y oposición con la otra, se plantea que la conformación de una nueva práctica de la sociología histórica no sólo requiere superar la idea convencional según la cual esta es una combinación entre sociología e historia, sino que se refiere a un ejercicio que implica la evolución de los marcos disciplinares, en el que la teorización tiene un papel determinante en la construcción de conocimiento. PA L A B R A S C L AV E | Sociología, sociología histórica, historia (Thesaurus); teoría sociológica (Autor)

So Close and Yet So Distant: Dividing Lines between the Fields of Sociology and History and the Practice of a New Historical Sociology A B S T R AC T | The main propose of this article is to reflect on the relations and interdependencies between sociology and history, and the consolidation of the field of historical sociology. Arguing that each discipline has been erected in relation and in opposition to the other, it holds that the development of a new practice of Historical Sociology not only requires overcoming the conventional idea that it is a combination of Sociology and History, but that it also refers to an exercise that involves the evolution of the frameworks of these disciplines, in which theorization plays a crucial role in the construction of knowledge. K E Y W O R D S | Sociology, Historical Sociology, History (Thesaurus); sociological theory (Author)

Tão perto e tão longe. Os problemas disciplinares entre sociologia e história, e a prática de uma nova sociologia histórica R E S U M O | O objetivo central deste artigo é refletir sobre as relações e interdependências configuradas entre sociologia e história, e a consolidação do campo de estudos da sociologia histórica. Partindo do argumento segundo o qual cada disciplina foi criada em relação e oposição com a outra, propõe-se que a formação de uma nova prática da sociologia histórica não somente requer superar a ideia convencional pela qual esta é uma combinação entre sociologia e história, mas também que se refere a um exercício que implica a evolução dos referenciais disciplinares, no qual a teorização tem um papel determinante na construção de conhecimento. PA L AV R A S - C H AV E | História, sociologia (Thesaurus); sociologia histórica, teoria sociológica (Autor)

* El artículo es resultado de las actividades desarrolladas por el autor en el marco del seminario interno del grupo de investigación en “Ética aplicada, trabajo y responsabilidad social” de la Universidad del Rosario (Colombia). ** Doctor en Sociología por la Universidad de Barcelona (España). Profesor asociado de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario (Colombia). Miembro del grupo de investigación en “Ética aplicada, trabajo y responsabilidad social”. Sus más recientes publicaciones son: “Una paz esquiva. Aproximación al proceso de paz en Colombia desde los medios de comunicación”. En Anuario del conflicto social 2015, editado por María Trinidad Bretones, Jaime Pastor, Carlos A. Charry Joya y Joan Quesada, 105-131. Barcelona: Observatorio del Conflicto Social – Universidad de Barcelona, 2016; y “Jornada. El periódico gaitanista de gran formato. Una aproximación a los cambios en los repertorios de acción de un movimiento social”. En Miradas impresas. La sociedad colombiana vista desde la prensa, compilado por José Fernando Sánchez, 61-106, Cali: Universidad del Valle, 2014. * carlosa.charry@urosario.edu.co


TEMAS VARIOS Es, de hecho, el razonamiento sociológico el que, más allá del nombre que le damos aquí y que parece erróneamente acordarle una nacionalidad disciplinar estricta, convendría igualmente para definir la ambición de las dos disciplinas como productoras de conocimiento sobre el curso del mundo histórico. El razonamiento sociológico previene a la historia contra el olvido historiográfico de los conceptos que le permiten narrar inteligiblemente. La sociología se erige así en recordatorio contra el olvido formalista del mundo histórico del que describe singularidades. (Passeron 2011, 180)

Introducción Después de más de dos décadas del llamado a “abrir las ciencias sociales” del discurso de la interdisciplinariedad (Wallerstein 2001; 2003; 2006), y de la emergencia y consolidación de los Estudios Culturales y de los Estudios Poscoloniales, así como de una nutrida bibliografía local que, desde una lógica totalmente distinta, ha venido señalando desde tiempo atrás las estrechas relaciones entre sociología e historia (Colmenares 1997; Jaramillo 2003; Silva 2003, 2007, 2009, 2013), lo cierto es que la situación actual entre estas dos disciplinas presenta un panorama sinuoso y tensionante, en el que se esgrimen acusaciones de todo orden. Del lado de los sociólogos suele acusarse a los historiadores de narrativos y ateóricos, cuyo trabajo sólo es útil como una recolección primaria de datos o acontecimientos, que deben ser explotados e interpretados por la riqueza de la teórica sociológica, para encontrar un verdadero sentido en las formas de organización y cambio de las sociedades (Goldthorpe 2000). Por su parte, los historiadores suelen criticar a los sociólogos aduciendo su excesivo teoricismo, así como su anacronismo, o bien, la atemporalidad con la que abordan los fenómenos que estudian, guiada por un lenguaje y unas formas de escritura abstractos y borrosos, que hacen poco inteligible al público en general la comprensión de sus postulados y hallazgos (Burke 2007). Esta situación ha venido en contravía de la comentada y deseada —pero en muchos casos poco practicada— confluencia entre estas dos disciplinas. Concurrencia disciplinaria que por lo demás se fundamenta en experiencias académicas notables y bien conocidas en nuestro medio, tales como la tradición de la primera Escuela de los Annales o la experiencia de la sociología histórica de Pitirim Sorokin (1962), Moore (2002), Tilly (1978; 1992; 1995) y Skocpol (1984). Estos últimos debían muchos de sus planteamientos a los desarrollos teórico-metodológicos expuestos por Max Weber, mientras que los primeros eran grandes deudores de las nociones de memoria colectiva, puesta en circulación a principios del siglo XX por el sociólogo francés Maurice Halbwachs (2004), así como de la de mentalidad primitiva propuesta

por el antropólogo Lévy-Bruhl (2003), las cuales fueron determinantes en la configuración de esa “época dorada” de los Annales; aquella que se decía ser seguidora del legado tanto de Marx como de Durkheim, cuyo principal interés era explicar cómo se configuran y transforman las “estructuras sociales” (Aguirre 1999). Por su parte, en la tradición marxista, la confluencia entre sociología e historia había quedado subsumida, siendo naturalizada a partir de la concepción dialéctica y a la vez materialista de la historia, cuyas raíces tenían un origen común en la teoría del capital (Giddens 1997; 1998). Empero, al decir de Burke (2007), la dirección tomada por los núcleos centrales de cada disciplina fue la de un distanciamiento y una especialización mayores. Por una parte, el núcleo central de la sociología centró su interés en el tiempo presente, a raíz del giro que vivió hacia una tendencia más funcionalista y cuantitativista. Entre tanto, la tendencia mayoritaria de la historia se inclinó a un pronunciado recelo hacia la elaboración y el uso de modelos teóricos, así como al uso de métodos de investigación alternativos, recayendo en un particularismo que se veía reforzado por una propensión al análisis documental, el cual pasó a ser considerado como el método historiográfico por excelencia. Reculando, según Burke, en un “provincialismo profesional”, que sigue estando presente, y que se incrementa mientras más alejado esté el objeto de estudio del presente, con lo cual esta disciplina no sólo pretendió adueñarse de toda interpretación del pasado, sino que ha terminado por excluir de su núcleo apuestas de indiscutible pertinencia, tales como la de la Historia oral o la denominada Historia del tiempo presente (Iggers 2012). Tales movimientos ejercidos por los núcleos centrales de cada disciplina se tradujeron en un mayor distanciamiento, que con el tiempo redundaría en una especie de antagonismo, evidenciado en maneras diferentes de escritura y de producción de conocimiento, develando importantes fracturas, especialmente cuando se trata de la evaluación, por miembros de una u otra de las disciplinas, de las obras o los planteamientos presentados por los colegas de la disciplina contraria. De este modo, el recorrido analítico que propone este artículo se compone de cuatro secciones y unas consideraciones finales. En el primer apartado se hace un diagnóstico general de las trayectorias disciplinares de la sociología y de la historia, con lo cual se busca, en un segundo momento, identificar el papel diferenciador que cumple la teoría, para luego introducir una reflexión acerca de cómo la teorización y el razonamiento abductivo pueden transformar la manera como se entiende y usa la teoría. Posteriormente, en una cuarta sección, a manera de propuesta, se explora la idea de considerar a la sociología relacional y la teoría de los campos sociales como una forma alternativa y renovadora de sociología histórica. Por último, el texto cierra con unas consideraciones generales, en las que se reúnen los elementos

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia | Carlos Andrés Charry Joya

37


38

TEMAS VARIOS

que, a nuestro juicio, deben ser tenidos en cuenta para la práctica de una nueva sociología histórica.

Tan cerca y tan lejos La idea de que la sociología y la historia deben trabajar no sólo de manera mancomunada sino que deben hacerlo como si fueran una sola disciplina no es nueva (Abrams 1983). De hecho, tal pretensión quedó plasmada en la constitución misma de cada disciplina, cuyos orígenes pueden ser rastreados hacia la segunda mitad del siglo XIX, y de manera concreta, entre las últimas décadas de ese siglo y las primeras del XX. Hacia mediados del siglo XIX, en las etapas embrionarias de la sociología, Herbert Spencer concibió esta disciplina como un ejercicio académico que se erguía sobre los pivotes del pasado recabado por los historiadores. Sugiriendo con ello que la sociología debería ser un continuo del trabajo emprendido por estos, pero que superaba sus intereses y alcances, trascendiendo la descripción focalizada de una nación o de un pueblo dentro de un área geográfica específica, pasando a convertirse en una disciplina que, de la mano del método comparado, lograría una precisión y comprensión mayores de cómo se configuraron tales estructuras sociales, llegando incluso a la confección de generalizaciones o teorías lo suficientemente abarcadoras para dar cuenta del desarrollo humano (Gurvitch 2000). Idea que por lo demás fue rápidamente abandonada, debido a la inconformidad expresada por los historiadores del momento, así como por la necesidad misma de los sociólogos de no depender de la historia para crear sus propios métodos y elaborar sus propias teorías, por lo cual, al decir de Goldthorpe (2000, 37), la iniciativa de Spencer se convirtió en un olvidado vestigio en las prácticas disciplinarias antes de terminar el siglo XIX. No obstante, la pretensión de lograr una mayor integración en el trabajo de sociólogos e historiadores no fue abandonada y continuó estando presente en los albores del siglo XX. De hecho, el proyecto institucionalizador de la sociología, emprendido por Émile Durkheim y sus discípulos, pretendía hacer de esta el lugar de confluencia de aquellos que analizaban cualquier tipo de organización social, fuese esta tradicional o moderna, orgánica o mecánica, occidental o no occidental, integrando elementos de la estadística, la etnología y la historia misma, inclinándose a una concepción omnicomprensiva del devenir humano. Sin embargo, esta aspiración terminó haciendo de tal proyecto una práctica disciplinar “imperialista”, imposible de ser alcanzada (Giddens 1997). Aun así, a partir de este esfuerzo, la idea de la confluencia e integración entre sociología e historia adquirió cierto grado de legitimidad, más como un proyecto institucional de cada una de las disciplinas, que como una

práctica científica conjunta, que por lo demás nunca lograba materializarse, al punto de plantearse como una necesidad que debía irse subsanando progresivamente en el futuro (Abrams 1980). No por casualidad, varias décadas después, una figura tan importe como Fernand Braudel —uno de los bastiones sobre los que se han erigido las versiones más disciplinares de la historiografía en nuestro medio— consideraría que “En realidad, existe siempre una historia susceptible de concordar con una sociología; o, evidentemente, a la inversa, de devorarse mutuamente entre sí” (Braudel 1968, 109). Sin embargo, para el historiador francés, tal simbiosis provenía de una concepción bastante genérica del quehacer científico de ambas disciplinas, al afirmar que “[…] entiendo muy a menudo —casi siempre— por sociología esa ciencia global que aspiraban a hacer, a principios de siglo, Émile Durkheim y François Simiand; ciencia que todavía no es, pero a la que no se dejará de tender, incluso en el caso de que nunca logre alcanzarse” (Braudel 1968, 107); mientras que la historia era entendida como “[…] una investigación científicamente dirigida: digamos, en último extremo, una ciencia, pero compleja. No existe una historia, un oficio de historiador, sino oficios, historias, una suma de curiosidades, de puntos de vista” (Braudel 1968, 107). Razón por la cual, para este, “[…] el diálogo del sociólogo y del historiador constituye casi siempre un falso diálogo” (Braudel 1968, 108), no sólo por lo difusas que resultaban las definiciones disciplinares, sino por la diversidad contenida dentro de cada una de ellas.1 Por lo anterior, es sano reconocer que las diferencias entre sociología e historia —que, entre otras, para Braudel emanaban de una concepción y un uso del tiempo muy distintos2— son producto de los procesos sociales que marcaron la constitución de cada disciplina, así como de la constitución misma de las ciencias sociales como campo de conocimiento, que dan cuenta de un proceso que ha estado marcado por la ambivalencia y la indeterminación. De allí que resulte útil admitir que las deficiencias constitutivas de las ciencias sociales en general, y de la historia y de la sociología

1

En todos los casos son énfasis hechos por el autor.

2

“El tiempo de la historia se prestaría menos, insisto, al doble y ágil juego de la sincronía y de la diacronía: impide totalmente imaginar la vida como un mecanismo cuyo movimiento puede ser detenido a fin de presentar, cuando se desee, una imagen inmóvil. Este desacuerdo es más profundo de lo que parece: el tiempo de los sociólogos no puede ser el nuestro; la estructura profunda de nuestro oficio lo rechaza. Nuestro tiempo, como el de los economistas, es medida. Cuando un sociólogo nos dice que una estructura no cesa de destruirse más que para reconstruirse, aceptamos de buena gana la explicación, confirmada por lo demás por la observación histórica” (Braudel 1974, 100). Para una versión sociológica y procesual del uso del tiempo, en muchos casos opuesta a lo señalado por Braudel, consúltese el ensayo Sobre el tiempo de Norbert Elias (1989).

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 36-48 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03


TEMAS VARIOS

en particular, tienen mucho que ver con las formas de apreciación y percepción del tiempo y del espacio. En tal sentido, retomando ideas previas de historiadores de la filosofía como Wilhelm Windelband, Immanuel Wallerstein señaló cómo las ciencias sociales son herederas de las dos tradiciones de pensamiento clásicas, la proveniente de las ciencias naturales, por un lado, y la de la filosofía, por el otro. Cada una de tales “culturas” o tradiciones de conocimiento daba cuenta de una manera particular de considerar tanto al tiempo como al espacio, en lo que llegó a denominarse el tiempo-espacio “episódico”, o “geopolítico”, y el tiempo-espacio “eterno”, o infinito, siendo claro que, para ambas tradiciones, tanto el tiempo como el espacio eran realidades “naturalizadas”, haciendo que tales categorías de análisis fueran percibidas como realidades externas o ajenas al campo de lo social y de lo humano (Wallerstein 1997, 4). Según Wallerstein, en el caso de la tradición nomotética, asociada a las ciencias naturales, imperó el tiempo-espacio eterno, en donde lo invariable, o lo que es repetitivo, lo que es continuo o constante, tenía la capacidad de constituirse en juicio de verdad, llegando incluso a la formulación de “leyes generales” que podrían ser observables y medibles a través de la aplicación de unos métodos. Mientras tanto, la tradición idiográfica, asociada a la filosofía y las humanidades, en oposición a la tradición nomotética, centró sus formas de entendimiento y validación de la verdad a partir de lo que es particular y único, en donde el conocimiento es entendido como un proceso hermenéutico, regido por la intuición empática, más que por la observación empírica. De esta manera, a través de la interpretación no sólo se lograría llegar a la verdad del mundo que nos rodea, sino a un mejor conocimiento de nosotros mismos (Wallerstein 1997, 6-7). En medio del divorcio de las dos tradiciones, como producto de las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII y principios del XIX, nacieron las ciencias sociales, que heredaron y tomaron prestadas epistemologías que no habían sido diseñadas para la peculiaridad de sus objetos de estudio. Por consiguiente, el surgimiento de este nuevo conjunto de saberes, necesariamente tuvo que estar dividido y circunscrito a las tradiciones preexistentes. Por una parte, el surgimiento de la economía, la sociología, el derecho y la ciencia política se asoció con el paradigma nomotético, mientras que la antropología, la historia, la geografía y los denominados estudios orientales se alinderaron en el paradigma idiográfico. División que, como lo había señalado Goldthorpe (2000), es una de las principales razones por las cuales se explican el mutuo distanciamiento y la consecuente disociación entre la sociología y la historia, dado que tal división —nomotética/idiográfica— sugiere maneras profundamente distintas de plantearse y resolver los problemas de investigación; diferenciación

que, a grandes rasgos, se identifica en el “deductivismo” de la sociología y el “particularismo” de la historia, por lo cual, en cada una, el papel y uso de la teoría tienen un rol trascendentalmente distinto. Por otra parte, además de las evidentes diferencias entre las ciencias sociales nomotéticas y las ciencias sociales idiográficas, Wallerstein (1997, 8) señala que, al no poseer una epistemología propia sobre el tiempo y el espacio, este conjunto de ciencias compartía la tendencia a usar el tiempo-espacio eterno para explicar fenómenos extremadamente particulares, o, por el contrario, partir de casos únicos e irrepetibles para llegar a la formulación de tendencias generales sobre la configuración de las sociedades y del comportamiento humano. Por esto, a diferencia de la temporalidad braudeliana de corta, mediana y larga duración (siendo esta última la temporalidad no sólo predilecta sino la que definía el oficio del historiador [Braudel 1974, 102]), acogemos la propuesta de Wallerstein de considerar tres maneras distintas y diferenciadas de comprender el tiempo-espacio, como un primer elemento que contribuya a la configuración de aquello que denominamos una nueva práctica de sociología histórica. Por un lado se encuentra el tiempo-espacio cíclico-ideológico, el cual es entendido por este autor como realidades sociohistóricas regidas por modos de organización cuya orientación es ideológica, “[…] reflejando divisiones definidas entre las normas geoculturales del sistema histórico en cuestión” (Wallerstein 1997, 9-10). Por lo anterior, tienden a configurar procesos cíclicos o repetitivos, pues a pesar de que cambien algunos parámetros de su funcionamiento superficial, en su estructura interna mantienen su originalidad, en algo similar a lo que el historiador británico Eric Hobsbawm llegó a denominar, en su momento, “era” (por ejemplo, la “era” del capital) (Hobsbawm 1997, 1998 y 1999). En palabras de Wallerstein, la función del tiempo-espacio cíclico-ideológico “es percibir los patrones repetitivos de un sistema, pero esto es útil sólo si recordamos que tales patrones repetitivos ocurren en el marco de un sistema histórico limitado en el tiempo y en el espacio, si bien, en un tiempo de larga duración y gran espacio” (Wallerstein 1997, 10). Por otra parte, se encuentra el tiempo-espacio estructural, el cual, desde el punto de vista de Wallerstein, se constituye en la unidad de análisis central de las ciencias sociales, pues a diferencia de esa larga duración braudeliana, en la que casi nada cambia, el tiempo-espacio estructural, más que una medida de tiempo, es “[…] la unidad significativa de análisis de la continuidad social y del cambio social” (Wallerstein 1997, 10). Por último, se encuentra el tiempo-espacio transformativo, el cual es interpretado por Wallerstein como aquellas realidades sociohistóricas en las cuales se puede identificar que un sistema o forma de organi-

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia | Carlos Andrés Charry Joya

39


40

TEMAS VARIOS

zación social agotó sus mecanismos de funcionamiento tradicionales, dando paso a una forma de configuración diferente (Wallerstein 1997, 11). Es así como, al destacar que son el tiempo-espacio estructural y el transformativo las modalidades que deben caracterizar el quehacer de las ciencias sociales —pues son estas modalidades las que son capaces de explicar cómo de una realidad y unas formas de organización social específica se fue transitando progresivamente a otra, y de esta a su vez surgió otra forma de configuración sociocultural—, Wallerstein no sólo asume una concepción innovadora de este conjunto de saberes, sino que adopta una evidente concepción procesual, haciendo alusión a que incluso las ciencias sociales deberían apoderarse de la noción de la “flecha del tiempo”.3

La teoría como diferenciador disciplinar Hacia el final de la década de 1980, en un ensayo titulado “El atrincheramiento de los sociólogos en el presente”, Norbert Elias afirmaba que, gracias a la hegemonía impuesta desde los años cincuenta y sesenta por los difusores de la Teoría del sistema social, la sociología se había convertido en un tipo de conocimiento que eludía de forma sistemática la reflexión e indagación empírica del pasado, y cómo este podría configurar distintas formas de comprensión del presente, así como la creación de futuros posibles (Elias 1998, 251). A tal punto llegó a concebirse la sociología como una ciencia centrada en el presente, que olvidó que los más influyentes precursores de lo que llegaría a ser considerado como la sociología moderna (Marx, Spencer, Tönnies, Weber, Durkheim) fueron fuertes competidores y críticos frente al conocimiento que producían los historiadores del momento —representados por Ranke y la denominada historia positiva—, para quienes el desarrollo de las sociedades era el producto de las decisiones tomadas por los “grandes hombres”, razón por la cual los pioneros de lo que llegaría a ser la sociología tuvieron que desarrollar metodologías inéditas para el análisis sociohistórico. Pero sería el propio Elias quien en La sociedad cortesana (1996) criticaría al régimen disciplinar historiográfico del

3 “El fondo del reto a la mecánica clásica recae en la idea de ‘la flecha del tiempo’. Lo que se afirma es que el tiempo no es y nunca será irreversible, que todo aquello que fue, afecta a todo lo que es y será, que el pasado restringe el futuro más no lo determina. En esta concepción del mundo físico, el equilibrio es temporal, y todos los sistemas tienden a través del tiempo a alejarse del equilibrio” (Wallerstein 1997, 12). Y más adelante agregaría que “La construcción social de la realidad es un proceso social, no un proceso individual, construido sobre el Tiempo-Espacio estructural y variado sobre el Tiempo-Espacio cíclico-ideológico. Esto nos lleva a una premisa central de la ciencia social. El único resultado permanente de los estudios culturales depende así de la ‘cientifización social’ de las humanidades […]” (Wallerstein 1997, 13)

momento. En concreto, la crítica del sociólogo alemán tenía que ver con dos aspectos o temas de discusión que siguen siendo útiles hoy para pensar los problemas disciplinares entre estos dos campos del saber. Por una parte, señalaba el problema o dependencia que la historiografía tiene en relación con las fuentes; por otra parte, pero de manera interdependiente con el anterior, cuestionó el rol marginal que tiene la teoría en la construcción de conocimiento histórico, el cual, en su concepto, distaba mucho de la apuesta intelectual que perseguía la sociología. En sus palabras: La exactitud en la documentación, la fiabilidad de las referencias a las fuentes históricas y el saber global sobre las mismas han crecido considerablemente. Esto constituye una cierta (por no decir la única) justificación del carácter histórico de la historiografía. Indudablemente, las fuentes son fragmentos. La historiografía intenta, a partir de estos fragmentos, reconstruir la relación de los acontecimientos. Pero, en tanto que las referencias a las fuentes son verificables, la combinación e interpretación de los fragmentos queda en gran medida al arbitrio del investigador individual. A este le falta el firme apoyo que, en ciencias más maduras, dan al estudioso individual los modelos de relación —llamados hipótesis y teorías— cuyo desarrollo está vinculado a ellas con el conocimiento de datos concretos, mediante un constante reacoplamiento […]. (Elias 1996, 15-16)

Un asunto que no es de menor valía, pues plantea maneras diferentes de operar y procesar la información —lo que comúnmente se llama metodologías—, tal y como el propio Elias lo hacía notar en la introducción de su obra prima, sobre lo cual agregaba: Se expondría uno a un malentendido si no se añadiera que a este respecto hay, en el mejor de los casos, un grado de diferencia entre la investigación histórica y la sociología. […] Pero la investigación sociológica se diferencia de la histórica, entre otras cosas, por el conocimiento de que incluso la posición y selección de los problemas concretos quedan al arbitrio heterónomo del investigador individual o de los convencionalismos religiosos heterónomos de ciertos grupos de investigadores si, en constante reacoplamiento con el progreso del saber particular, uno no se esfuerza en desarrollar, libre de la influencia de partidismos, oscilantes y transitorios, de la propia época, modelos de relaciones que sean más objetivos y autónomos que los anteriores. En el trabajo histórico falta aún, hasta donde puede verse, el esfuerzo en esta dirección; falta la consciencia de que, sin el desarrollo de teorías y modelos de relación relativamente más autónomos, hasta la misma selección de datos concretos de entre la plétora de documentos queda en poder de pasajeros convencionalismos de investigación inverificables. La importancia de los modelos de relación como

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 36-48 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03


TEMAS VARIOS determinantes del planteamiento y elección de los problemas se ve ya claramente en la disposición misma de este libro […]. (Elias 1996, 17)

A este respecto, no sobra decir que la teoría y la teorización son elementos centrales de la sociología, y que buena parte de sus aportes a las ciencias sociales modernas, como a la comprensión de las sociedades modernas mismas, han sido los hallazgos que esta disciplina —con su amplio poder de abstracción— ha desarrollado sobre el devenir de las formas de estructuración y los conflictos derivados de ellas (Collins 1996; Martuccelli 2014). No obstante, visto desde la historiografía, el uso de la teoría, así como la aspiración sociológica de la teorización, podrían ser vistos como una forma de anacronismo o, incluso, de etnocentrismo, dado que en la práctica son una manera de imposición de patrones o lógicas de entendimiento del investigador sobre los hechos y las personas que vivieron en el pasado.4 Y como el propio Elias (1990) lo señaló, el teoricismo sociológico —representado para él en la teoría del sistema social de Talcott Parsons (1999), pero en el que también ahondaron con habitual predilección las versiones más estructuralistas del marxismo (Althusser 1967)— llevó a la “cosificación” de los conceptos, a pretender hacer de estos una “fiel” representación de la realidad, haciendo que la teoría o los modelos teóricos perdieran su carácter de herramienta de investigación, pasando a ser un tipo más de doxa infértil e improductiva para la investigación empírica. Por ello, tal y como lo advertía el benemérito sociólogo alemán, la teoría, antes que nada, es una herramienta de control de la experiencia del investigador, que le permite abstraerse de los marcos de referencia del objeto de estudio, y a la vez propicia la objetivación de determinados problemas no vistos o pasados por alto, tanto por los que vivieron los hechos como por los investigadores mismos. Abre así el camino no sólo para analizar los hechos desde una perspectiva distinta, sino a la vez para hacer un tratamiento, una selección y una interpretación de las fuentes (sean o no documentales) distintos. Es por esto que coincidimos con Bourdieu, quien en diferentes lugares de su obra (1995, 2002a, 2007, pero en especial en Bourdieu et al. 2005) indicó que la teoría era una herramienta indispensable del quehacer sociológico, dado que, en muchos casos, es la única manera que el investigador tiene para distanciarse de las formas de dominación y reproducción (principalmente simbólica) que imperaron en el contexto sociohistórico estudiado, evitando así el riesgo de reproducirlas en el análisis. De este modo, para Bourdieu, la teoría cumple la función de “doble ruptura”, tanto con el sentido común expuesto por los actores en juego como con las formas

4 Un asunto que ha sido amplia y detalladamente analizado por el profesor Renán Silva (2009; 2013).

de conocimiento establecidas por los académicos, pues sólo a partir de dicha inflexión es que se podrá lograr un avance en las formas de conocimiento de esos “objetos raros” que son las sociedades humanas. No obstante, la idea de que el avance del conocimiento del pasado sólo puede lograrse mientras más ceñido se esté a los hechos, argumento que se traduce en la ilusión epistemológica de que el acceso a los hechos sólo es posible a través de los documentos o las fuentes —lo cual, desde otro punto de vista, plantea una especie de atrincheramiento epistemológico de los historiadores en las fuentes—, esboza un serio problema que tiene que ver con un vestigio positivista, ligado a la idea de hallazgo o de descubrimiento, y a la pretensión de que el avance del conocimiento sólo es posible mediante hallazgos o descubrimientos nuevos. En tal sentido, Goldthorpe (2000) cuestionó la idoneidad de la sociología histórica si esta se reduce al uso del pasado por parte de los sociólogos, aún más si el uso de ese pasado se fundamenta en las impresiones que del mismo proveen los historiadores, dado que tales análisis son en realidad producto de interpretaciones que son objeto de debate y de campos de lucha. Es por ello que para el sociólogo británico, la incursión de la sociología en el pasado, que motiva el devenir de la sociología histórica, debe hacerse con el fin de comprobar la extensión y validez, tanto temporal como geográfica, de las teorías. Si bien coincidimos parcialmente con dicho planteamiento, cabe anotar que el uso de la teoría no sólo recae en su comprobación; de hecho, creemos que el gran problema con la teorización radica en suponer que las teorías “se comprueban”. Por ello, el cuestionamiento de la dependencia historiográfica respecto de las fuentes es útil para señalar que en la sociología es necesario cierto grado de anarquismo metodológico, que no sólo hace obligatoria la consabida triangulación,5 sino que a la vez infiere la necesaria combinación de métodos (documental, etnográfico, estadístico, análisis del discurso, entre muchos otros). Esto contribuye a una comprensión amplia y plural de los procesos sociales, alejada de cualquier determinismo factual o documental, lo cual, en otro sentido, implica un alto grado de flexibilidad y apertura intelectual en el aprendizaje y la enseñanza de esta disciplina.

De la teoría a la teorización Sin lugar a dudas, la punta de lanza de la crítica historiográfica a la sociología ha tendido a ser la teoría, sin la cual, como hemos insistido aquí, la práctica socio-

5 Por triangulación se entiende el cruce y validación de datos o testimonios por más de dos fuentes de información. No obstante, por lo general su búsqueda implica un paso adicional, referido al uso de varios métodos y técnicas dentro de una misma investigación.

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia | Carlos Andrés Charry Joya

41


42

TEMAS VARIOS

lógica y la existencia misma de la sociología histórica carecerían de todo sentido. Asimismo se ha señalado que el teoricismo ha sido también una práctica presente y lamentablemente diseminada tanto en la sociología como en el resto de las ciencias sociales, lo que ha dado pie, quizás con toda razón, a las más virulentas críticas por parte de los historiadores; críticas que con el tiempo se han traducido en una denuncia según la cual todo tipo de uso de la teoría es descalificado como “posmoderno”, sin ahondar en la utilidad y complejidad misma que entraña el uso de la teoría. No obstante, se considera aquí que buena parte de la versión contemporánea de tal crítica —aquella que reduce todo uso de la teoría a un ejercicio posmoderno— obedece al desconocimiento o rechazo de lo que puedan llegar a proveer los avances presentes en las teorías sociológicas y sociales contemporáneas. Este desconocimiento nace de la ponderación de dichos marcos conceptuales a partir de enfoques más convencionales y reconocidos, tales como el marxismo, el funcionalismo o el mismo estructuralismo, que no sólo reinaron con cierta holgura en esta disciplina, sino que lo hicieron en todas las demás ciencias sociales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta bien entrados los años ochenta del siglo XX (Alexander 2009; Giner 2003). Esto también denota un conflicto intergeneracional entre los científicos sociales mismos, conflicto que suele ser encubierto o eludido. Sin lugar a dudas, la pieza más reconocible de la arremetida historiográfica en contra del uso de la teoría, tanto en sociología como en el resto de las ciencias sociales, se encuentra en el libro Miseria de la teoría (1981) del reconocido historiador británico Edward P. Thompson. Si bien dicho libro es una crítica al régimen disciplinar filosófico resultado de un tenso debate dentro del pensamiento marxista, con el tiempo no sólo se convirtió en un rasgo central del canon disciplinario de la historiografía, sino que fue abiertamente extrapolado a las relaciones que esta tendía con el resto de las ciencias sociales, en especial con la sociología, dadas las permanentes alusiones hechas por Thompson, en las cuales se asociaba e igualaba la teorización filosófica con la sociológica. En este texto, el objetivo de Thompson era poner en evidencia la inutilidad de la teorización llevada al extremo por el filósofo marxista Louis Althusser, bajo la férrea convicción de que el teoricismo (denominado estructuralismo por el autor), es decir, la reflexión teórica abstracta sin referentes empíricos o contextuales concretos, llevaría al pensamiento marxista a la debacle, al eludir el rol de la acción y la experiencia humanas en la explicación de las dinámicas sociales de cambio. Aunque estamos de acuerdo con Thompson en sus críticas al funcionalismo y la teoría del sistema social, la cual fue aplicada por Neil Smelser (1962) a los procesos de cambio social, así como con sus agudas observaciones a las versiones más

abstraccionistas y militantes del pensamiento marxista, que terminaban por crear una sobredeterminación de los conceptos sobre la realidad, y al hecho evidente de que estas posturas intelectuales se combinaron e hicieron presentes —a su modo— en esa “historia sin sujeto” que proponía la filosofía althusseriana. Se considera aquí que en el seno de la sociología, esta polémica fue mucho mejor presentada y mucho mejor resuelta por Charles Wright Mills en La imaginación sociológica, libro escrito dos décadas antes del alegato de Thompson. En este enriquecedor escrito, Mills expuso, con una claridad y coherencia avasalladoras, los peligros que emanaban del “empirismo abstracto”, así como de la “gran teoría” (en este caso, la teoría del sistema social de Parsons), proponiendo como salida esa “artesanía intelectual” que debe caracterizar el quehacer sociológico, sobre la cual el ingenioso historiador británico no hizo la menor referencia. Por el contrario, para Thompson, la historia (es decir, su versión del materialismo histórico) no sólo debería ser considerada como la “emperatriz” de las ciencias sociales, entendiendo esto como el lugar al cual todo conocimiento de lo humano debería converger, sino que, al igual que lo expresado en su momento por Braudel, la historia que Thompson propugnaba debería ser producto de ese conocimiento total del hombre y la sociedad.6 Por esto, coincidimos con Rendueles (2013) en que el intento de Thompson en Miseria de la teoría terminó siendo más una discusión de orden ideológico que la formulación de una verdadera propuesta metodológica para la historia, que pudiera ser incluso de provecho para el resto de las ciencias sociales. De este modo, no sólo no se resolvió el problema, sino que, por la forma como fue presentada y resuelta esta discusión, terminó por profundizar el distanciamiento, derivando en ese “provincialismo profesional”, al que haría referencia Peter Burke, al no lograr proveer mayor aportación que la noción de experiencia (es decir, la intención de poner carne y huesos en la interpretación histórica, en contra de esa otra “historia sin sujeto” althusseriana). Con relación a esto último, no podemos menos que estar de acuerdo, pero bien podría ser sustituida por la noción contemporánea de habitus, expuesta y desarrollada desde los años setenta en diferentes contextos sociohistóricos y analíticos por Pierre Bourdieu, seguido en tal empresa por figuras como Loïc Wacquant (2004; 2006) y Bernard Lahire (2004), entre muchos otros académicos.

6

“El materialismo histórico se propone estudiar el proceso social en su totalidad; es decir, se propone hacerlo al aparecer no como una historia sectorial más —como historia económica, política o intelectual, como historia del trabajo o como historia social definida aún como otro sector—, sino como una historia total de la sociedad, en la cual estarían reunidas todas las otras historias sectoriales” (Thompson 1981, 118).

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 36-48 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03


TEMAS VARIOS

De esta manera, más allá de la polémica planteada por Thompson, surge la necesidad de saber qué hacer con la teoría, aún más en una disciplina como la sociología que, aunque no dependa exclusivamente de ella, tampoco la puede escindir de sus análisis, como bien podría hacerlo —y en muchos casos lo hace— la historia. Si bien tratar de resolver tales cuestionamientos desborda los propósitos de este artículo, consideramos que cualquier intento por resolverlos debe partir por definir qué-se-entiende-por y qué-se-hace-con la teoría. Durante la larga hegemonía que han ejercido las ciencias naturales en el campo científico, la palabra teoría estuvo marcada por un estricto corte positivista, presentándose como una “ley general”, a la manera de una “fórmula” o un “mecanismo conceptual”, que servía para explicar diferentes fenómenos de manera universal, sin distinción del tiempo y del espacio en los cuales se desarrollaban tales fenómenos. Sin embargo, creemos que los desarrollos de las teorías sociológicas modernas y contemporáneas dan cuenta de un sentido y uso renovados de la teoría y de los modelos analíticos, dado que han abandonado las altas pretensiones de comprobación positivista, poniendo en otro lugar uno de los aspectos más importantes de la construcción de conocimiento de las ciencias sociales, que se vincula con la forma como los científicos sociales nos relacionamos con teoría y la manera como la construimos. Lejos de ser una especie de “ley general” que permita explicar la universalidad de los casos que rodean un fenómeno o un acontecimiento, o una especie de doxa inamovible, cercana al pensamiento ideológico o religioso, coincidimos con Richard Swedberg (2014) en que la teoría es esencialmente una herramienta más de investigación, que nos ayuda a hacer conjeturas estimadas o aproximadas (inferencias, en el lenguaje del autor) de cómo pudo acontecer un conjunto de hechos, acciones o situaciones de orden social, político, económico o cultural. De esta manera, Swedberg nos propone que la base epistemológica de la sociología y las demás ciencias sociales, es decir, su modo de construir conocimiento, debe partir de una forma creativa pero a la vez acertada de postular conjeturas o inferencias. Tal metodología la denomina razonamiento abductivo, tal y como lo hizo más de un siglo atrás Charles Peirce (1929). Según Swedberg, Peirce concibió la construcción del conocimiento científico a partir de la observancia de un fenómeno y la postulación de una tesis (conjetura) que pueda explicar de la mejor manera posible dicho fenómeno. Esta teoría o idea debía ser testeada (no necesariamente comprobada) a partir de la conjugación de diferentes tipos de evidencias empíricas. En este caso, la teoría tiene más un rol de formulación de hipótesis que de predictor o determinador de conclusiones o afirmaciones sobre lo observado. Por ello, el razonamiento abductivo es un proceso a través del cual se llega a las conclusiones mediante la postulación y corroboración de conjeturas, en donde una lleva a otra, y así sucesivamente, hasta saturar nuestro

entendimiento —siempre limitado— de un proceso, de un fenómeno o de un acontecimiento. De este modo, advierte Swedberg (2014, 189) que existen cuatro preguntas claves que se deben resolver para saber si se hace un uso adecuado de la teoría: ¿qué es lo social? (y ¿qué entiendo por lo social?, agregaría), ¿cuáles son las causas y los efectos de lo social?, ¿cómo lo social cambia? y ¿qué es lo socialmente relevante del problema de investigación que enfrento? De hecho, para Swedberg, el intento de resolver estas cuatro preguntas fundamentales a través de un problema de investigación específico sería de por sí una forma de teorización. Esta práctica lleva al investigador a desarrollar el “ojo” o “sentido sociológico”, que consiste en saber encontrar las relaciones que subyacen a, y estructuran, una situación social específica, entender sus modos de configuración (su historia), sus efectos entre los actores que intervienen en ella, así como sus posibles consecuencias, entendido esto como sus posibles modos o mecanismos de desenvolvimiento o desarrollo. Concebidos de esta manera, tanto las teorías como los enfoques analíticos pueden ser imaginados como una ayuda para la elaboración de un argumento, como un dispositivo que contribuye a la construcción de una explicación, por lo cual pueden tener usos diversos, así como distintos niveles de complejidad, bien sea como herramienta clave para: i) la postulación de analogías, ii) como una metáfora comparativa, o iii) para el hallazgo de patrones o cadenas de patrones en las formas de relación e interacción entre los individuos, tanto en el presente como a lo largo del tiempo (Swedberg 2014, 80-98).

Razonamiento sociológico, sociología relacional y sociología histórica La aplicación y el aprendizaje de la sociología histórica —cuyo nacimiento, por cierto, surgió de las necesidades disciplinarias de la sociología, pero que rápidamente sobrepasó las expectativas o los intereses propiamente disciplinares— deben diferenciarse de aquello que en historia se ha denominado historia social, en parte, porque comparte con la sociología general una proposición o un modo de razonamiento que Passeron (2011) optó por denominar razonamiento sociológico. Al decir de Passeron, el razonamiento sociológico debe ser considerado: […] como un razonamiento mixto, que se sitúa en nuestro esquema entre el polo de la contextualización histórica y el polo del razonamiento experimental. Y no porque quedaría situado en el medio —en un lugar intermedio como el justo medio aristotélico—, como un punto inmóvil, una vez marcados los extremos. Sino porque es un razonamiento que funciona en un “ir y venir”, es decir, que tanto en su modo de aserción como en cada una de sus aserciones se

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia | Carlos Andrés Charry Joya

43


44

TEMAS VARIOS desplaza entre los dos polos que acabamos de identificar. (Passeron 2011, 169-170. Énfasis del autor)

Esto connota que toda argumentación sociológica, incluida en ella toda argumentación de la sociología histórica, mezcla o combina descripciones singulares y particulares de acontecimientos, con la búsqueda incesante de explicaciones generales que contribuyan a la construcción de modelos explicativos; algo que bien podrían sintetizar los enfoques nomotéticos e idiográficos descritos por Wallerstein. Por lo anterior, el hallazgo de una verdadera diferenciación disciplinaria entre sociología e historia no sólo puede residir en una cuestión de formas de escritura. Por el contrario, debemos ser conscientes de que, pese a que ambas disciplinas responden afirmativamente a la observación y explicación del “curso del mundo histórico” —dado que se reconoce que todo objeto social es a la vez un producto histórico—, lo que cambia es la manera de abordar y construir tales objetos de estudio, pues estos refieren a orígenes y principios diametralmente diferentes (Passeron 2011, 175). Por esto, conviene recordar, como lo ha señalado George Steinmetz (2011), que la institucionalización de la sociología histórica se relacionó con las gestiones hechas por algunos profesionales, que desde la década de 1960 venían reclamando ante la Asociación Americana de Sociología la creación de una subsección especializada en el tema, la cual sólo se configuraría de manera formal en los años ochenta. Para este grupo de académicos, la sociología histórica era el conjunto de análisis que seguían los enfoques desarrollados por Sorokin, Moore, y sus alumnos Charles Tilly y Theda Skocpol, entre otros. Como ya lo señalamos, estos académicos encontraron bases firmes en las propuestas teórico-metodológicas hechas por Max Weber, las cuales, por cierto, nunca estuvieron encaminadas hacia la institucionalización de una disciplina o rama subdisciplinar específica, a pesar de lo cual siguen estando vigentes hoy para la definición de lo que es la sociología histórica. No obstante, este grupo de académicos logró configurar una tradición de investigaciones en la que ingeniosamente se combinaron elementos teóricos con brillantes y afinadas contextualizaciones históricas, conjugados con la ambición de ofrecer explicaciones y comparaciones sobre por qué y cómo se transformaron las sociedades.7 Aunque la iniciativa de crear una división especializada en sociología histórica dentro de la disciplina no fue tan explícita en el contexto europeo, pues allí nunca se formalizó una escuela o un departamento que hiciera referencia a una necesidad tan específica, lo cierto es 7

Incluidas, en algunos casos, sofisticadas reflexiones metodológicas, tal y como lo planteó Charles Tilly (2001), y su idea de superar los postulados perniciosos de los siglos XIX y XX.

que la sociología en Europa, en general, y en Francia, en particular, ha expresado desde sus orígenes una estrecha relación con la historia, destacándose la sociología relacional de Pierre Bourdieu. Para Steinmetz (2011, 47), tanto en Bourdieu como en algunos de sus más cercanos seguidores ha existido una marcada vocación por un trabajo “[…] basado en una profunda familiaridad con las fuentes primarias que incluía el trabajo de archivo”, desde el cual “[…] solían historizar sus propias categorías conceptuales, así como sus objetos de análisis, combinando métodos interpretativos con explicación, y, básicamente, siguiendo estrategias de análisis históricas, abiertas a las contingencias, a las sobredeterminaciones complejas y elevando conjeturas de orden causal”. Por esto, coincidimos con él en que el primer paso para considerar a la sociología de Pierre Bourdieu como una forma particular de sociología histórica, no sólo se encuentra en ocultar o parafrasear todo el potencial que se condensa en la teoría de los campos sociales, sino en comprender que el sistema de categorías por las que abogó hacen referencia a realidades históricamente situadas y socialmente configuradas. Estos elementos pueden ser extrapolados a las nociones de tiempo-espacio sugeridas por Wallerstein, pero también se identifican otros autores que han hecho uso de la teoría para acercarse a realidades históricas concretas, como Norbert Elias y sus nociones de “proceso civilizatorio” (1994), “figuración ”(1999), “individuación” (1990b), “psicogénesis” y “sociogénesis” (1994); o las categorías propuestas por Charles Tilly, su manera de comprender las revoluciones como procesos revolucionarios (1978), su concepto de democratización (2010), de violencia colectiva (2007) o, aún más, la noción misma de contienda política (2009), pues todo esto implica un conocimiento histórico que no es necesariamente historiográfico.8 Según Steinmetz, la historicidad de la sociología relacional de Pierre Bourdieu, así como la historicidad subyacente de sus nociones teóricas centrales, consistieron en saber historizar sus objetos de análisis, así como la idea de que el desarrollo social se regía por una suerte de sincronización de múltiples crisis (idea que Bourdieu desarrolló en Homo academicus [2008]), características que, según este autor, permiten asociar los planteamientos de Bourdieu con la propuesta de Althusser, para quien era imposible la existencia de una contradicción que

8 En palabras del propio Steinmetz (2011, 51): “Cada uno de los conceptos centrales de Bourdieu (habitus, capital cultural y simbólico, y campo) es inherentemente histórico, en tres vías específicas. Primero, estos conceptos designan objetos o estructuras que existen en un tiempo y en un espacio específicos, no siendo estos omnihistóricos o universales. Segundo, cada uno de estos conceptos describe una forma histórica incorporada. Tercero, Bourdieu desarrolló sus categorías centrales en formas que sugieren un historicismo inherente o una epistemología social histórica, abierta a las conjeturas, a la contingencia y a la discontinuidad radical”.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 36-48 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03


TEMAS VARIOS

fuese capaz —ella sola— de guiar el curso de la historia. Sin embargo, a diferencia de Steinmetz, creemos que, además del esfuerzo creciente de Bourdieu y de la sociología por desmarcarse de las formas de construcción de conocimiento propias de la filosofía, la razón por la que su sociología podría ser considerada como una nueva o alternativa sociología histórica reside en proponer una estrategia metodológica totalmente innovadora. A pesar de ser un promotor activo de un trabajo más colaborativo entre sociólogos e historiadores, conviene recordar que fueron muchos los lugares en los que Pierre Bourdieu cuestionó y criticó el oficio de historiador, que, desde su punto de vista, era prisionero del espacio social creado en torno a su propia disciplina. Una de tales intervenciones quedó consignada en un interesante y breve libro titulado El sociólogo y el historiador (2011), producto de una serie de entrevistas hechas por su amigo, el historiador Roger Chartier, para un programa de la Radio Cultural de Francia en 1988, en donde Bourdieu se refirió también a ese “provincialismo profesional” en el que al parecer había recaído buena parte del régimen disciplinar historiográfico.9 De manera sintética, el argumento de Bourdieu sobre el oficio del historiador consiste en admitir que detrás de toda narración histórica, de todo relato, existen una selección y concatenación de los acontecimientos que dan cuenta de que en toda explicación histórica existe una filosofía o teoría de la historia operando, la cual moldea y ayuda a construir los objetos de indagación, así como el relato mismo. Sin embargo, y ante el escozor de algunos historiadores frente a la teoría, para Bourdieu el gran problema de la historia es que desconoce o niega tal hecho, lo cual es un gran error epistemológico si se parte del principio —ya señalado— de la “doble ruptura” (la ruptura con el sentido común y las formas tradicionales o hegemónicas de clasificación, así como el rompimiento necesario con las teorías o tradiciones de pensamiento que las han explicado). Sin embargo, Bourdieu identificaba, con cierto grado de alerta, que el historiador encubría tales defectos de su oficio resguardándose en las fuentes, y en hacer de la descripción y el relato una estrategia propiamente analítica; actitud que él denominaba la “historia historicista”. Por esto, además de revalorizar el papel y la función que cumple la teoría en la explicación socio-

9 Sobre lo cual, ante una intervención realizada por su apreciado interlocutor, comentaba: “Lo has dicho antes: cada uno tiene su pequeño imperio, su pequeño feudo. Y además nadie quiere problemas: la historia de la Edad Media no pondrá nunca en aprietos a la historia moderna. Creo que una de las grandes debilidades de la historia —todos mis amigos son historiadores, así que no se me puede sospechar ninguna maldad— es que, en el fondo, no está sometida a esa especie de prueba permanente que sufre el sociólogo, obligado a justificar su existencia sin cesar, sin poder considerarla nunca como hecho adquirido […]” (Bourdieu y Chartier 2011, 64).

lógica, instaba a hacer de ella un elemento diferenciador que permitiera pasar de la descripción al análisis o al socioanálisis, como él mismo lo llegó a nombrar (Bourdieu 2002b). De allí que el mayor o más significativo aporte que pueda hacer su sociología a la formulación de una nueva práctica de sociología histórica radica en lo que él denominó “sociología genética”, “historia genética” o “estructuralismo genético” o “genésico”, sobre el cual se pronunció de manera detallada en sus conferencias sobre el Estado en el Colegio de Francia, compiladas bajo el título Sobre el Estado (2014). Según Bourdieu, la sociología genética era su propia adaptación del enfoque sociogenésico de Elias, el cual, a su modo de ver, se oponía al enfoque genealógico propuesto por Michel Foucault (Bourdieu 2014, 149 y 163). Aunque son muchos los apartes en los que Bourdieu mencionó esa sociología genética, consideramos que en el siguiente fragmento se logra captar el núcleo central de su propuesta, según la cual: La sociología, tal y como yo la entiendo, va más allá de los límites tradicionales asignados a la disciplina e implica una génesis de las estructuras objetivas que toma por objeto. Esta sociología genética —igual que se habla de psicología genética con Piaget— tiene como tarea estudiar la génesis de las estructuras individuales y de las estructuras sociales, en el caso particular del campo de la alta función pública, del campo burocrático, del campo del Estado. […] En mi proyecto de una historia genética del Estado, introduzco de entrada la idea de que hay una lógica de la génesis de las lógicas; en otras palabras, contar una historia y hacerla se oponen; la historia no es un relato sino una selección de hechos pertinentes; hay que saber lo que se ha constituido históricamente. Primera propiedad: esta lógica de la génesis de las lógicas no es ni del orden de la necesidad lógica, ni del orden de la casualidad o de la contingencia pura. Hay una lógica específica de la génesis de estos objetos extraños que son los objetos sociales históricos, que tienen ellos mismos una lógica que no es la de la lógica. Ser historiador o sociólogo, en mi opinión, es darse cuenta de que se trata con lógicas que escapan a esta alternativa, tanto en su estado como en su génesis. Al mismo tiempo, lo que hay que entender es una forma de necesidad en la contingencia o de contingencia en la necesidad de los actos sociales realizados bajo necesidades estructurales, bajo la limitación de los productos de la historia anterior, bajo necesidades estructurales incorporadas en forma de disposiciones permanentes, lo que yo llamo habitus. El sociólogo o el historiador que se apropia del mundo social haría más plenamente lo que hace si supiera que tenía como objeto un estado provisional, no aleatorio y no necesario, de una relación entre

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia | Carlos Andrés Charry Joya

45


46

TEMAS VARIOS una estructura que es el producto de la historia, un campo, y una estructura incorporada que también es producto de la historia. Cuando estudia un acontecimiento, estudia en realidad el encuentro entre el habitus —producto de una ontogénesis, de la incorporación bajo ciertas condiciones del estado de una determinada estructura, la estructura de un espacio social global y de un campo al interior de este espacio— y una estructura objetivada —la de un espacio social en su conjunto o, más a menudo, la de un subuniverso, el campo de la historia, el campo literario, el campo estatal. El sociólogo hace historia comparada cuando toma como objeto el presente: cuando estudio una reforma de la política de vivienda en 1975, hago exactamente lo mismo que quien estudia un debate en el Parlamento o en la Cámara de los Lores en 1215: me ocupo del encuentro entre dos historias, de un momento que es en sí mismo historia en el lado de los individuos y de las estructuras […]. (Bourdieu 2014, 133-135)

Lo que, en otras palabras, significa que la explicación de todo campo, es decir, de todo espacio social, y en este caso específico del campo burocrático, implica la explicación de la génesis de ese campo, de los tipos de capitales que lo han constituido, así como de lo que motiva a los actores implicados a formar parte de él (illusio), y de las formas incorporadas de acción y comprensión (habitus) que estos individuos desarrollaron para mantenerlo o transformarlo; una empresa interpretativa que sin lugar a dudas va mucho más allá de la descripción, narración y concatenación de acontecimientos. Por esta razón, se considera que esa “sociología genética” descrita por Pierre Bourdieu es, en la práctica, una innovadora y revolucionaria forma de hacer sociología histórica.

Conclusiones Como se ha querido demostrar, el diálogo interdisciplinario entre sociología e historia es inherente a (y constitutivo de) la conformación misma de sus propios campos disciplinares, lo que implica que cada una de ellas se ha constituido en permanente relación y oposición con la otra, lo cual no implica que deban tender a ser la misma cosa, y menos aún, que una disciplina sea superior a la otra. Por esto, se considera también que existen elementos críticos que obligan a no olvidar y a comprender el porqué de las diferencias disciplinares que existen entre sociología histórica e historia, pues estas no han sido producto del azar o del capricho. Una situación que tiende a complejizarse si se consideran las dificultades derivadas de las diferentes definiciones de lo que es la historia como disciplina, para lo cual sólo basta una somera comparación de las versiones que se han esgrimido sobre su oficio, desde las más tradicionales o “clásicas” hasta las más contemporáneas (Bloch 2001; De Certeau 1993; Ricoeur 2005; Iggers 2012; Hartog 2014), siendo a su vez claro que algo similar

ocurre cuando se analiza la misma problemática desde la diversidad de prácticas que se reúnen y desarrollan de manera forzada en lo que tradicionalmente se ha definido como sociología (Burawoy 2005). En tal sentido, a partir de los elementos señalados aquí, se considera que la práctica de una nueva sociología histórica debe partir de al menos tres aspectos diferenciadores. Por una parte, se encuentra la consideración de nuevas temporalidades y su interrelación con el análisis, tendiente a la explicación de procesos, más que a la de acontecimientos. Por otro lado, el uso de la teoría y las nociones teóricas desde una perspectiva abductiva, orientadas hacia la estructuración de argumentos y la búsqueda de explicaciones causales, y no hacia la comprobación de teorías. Finalmente, se encuentra la historización de las categorías de análisis y de las teorías mismas. Con estos elementos, esperamos que esta defensa de una nueva práctica de la sociología histórica, como un campo fértil de conocimiento e investigación, no sólo encuentre eco atendiendo al estudio del enfoque tradicional de dicha vertiente, representado por autores como Moore, Scokpol, Tilly, Tarrow y McAdam, entre otros, sino que contribuya a la profundización de esta a partir de la inclusión de otras vertientes y tradiciones sociológicas igualmente históricas, tales como las de Wallerstein, Elias o, como lo proponemos acá, Bourdieu. Todo ello, siempre y cuando se consideren la sociología relacional y la teoría de los campos sociales de una manera amplia y flexible, apartada de cualquier dogmatismo o convencionalismo, en una vía similar al papel diversificador que ha efectuado la obra del filósofo Michel Foucault en los desarrollos contemporáneos de disciplinas como la psicología, la antropología y la misma historia (Packer, 2013). Estas reflexiones son de utilidad si se atiende al hecho de que en América Latina ha existido una marcada propensión hacia la interdisciplinariedad, que en algunos casos ha contribuido a desdibujar las propiedades y los alcances reales de los enfoques disciplinares. Por lo cual resultan alicientes los estudios pioneros de Gino Germani (1974), y más recientemente, los de Waldo Ansaldi y Verónica Giordano (Ansaldi 2007; 2008; Ansaldi y Giordano 2006), o los propuestos por Manuel Antonio Garretón (2001), entre otros. Trabajos que han señalado el camino hacia una mayor inmersión del sociólogo en el tiempo. Entretanto, en el caso colombiano resulta ejemplar la obra del sociólogo Alberto Mayor Mora (1985), así como las investigaciones de politólogos como Fernán González y su equipo de trabajo (González 2015; González, Bolívar y Vásquez 2003), de María Emma Wills (2002) y Cristina Rojas (2001), o de historiadores como Mauricio Archila (2003), cuyos trabajos dan cuenta de algunas de las características que se han señalado en relación con la aplicación de modelos teóricos y analíticos de estirpe sociológica, para la comprensión y explicación de experiencias o procesos sociohistóricos.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 36-48 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03


TEMAS VARIOS

Referencias 1. 2. 3. 4. 5. 6.

7.

8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27.

28. Elias, Norbert. 1996. La sociedad cortesana. México:

Fondo de Cultura Económica.

Abrams, Philip. 1980. “History, Sociology, Historical Sociology”. Past & Present 87: 3-16. Abrams, Philip.1983. Historical Sociology. Ithaca: Cornell University Press. Aguirre, Carlos. 1999. La escuela de los Annales. Ayer, hoy y mañana. Bogotá: Montesinos. Alexander, Jeffrey. 2009. Teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Gedisa. Ansaldi, Waldo. 2007. América Latina. La construcción del orden. Buenos Aires: Ariel. Ansaldi, Waldo. 2008. La democracia en América Latina. Un barco a la deriva. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Ansaldi, Waldo y Verónica Giordano. 2006. Historia de América Latina. Una perspectiva socio-histórica. 1880-2006. Madrid: Dastin. Archila, Mauricio. 2003. Idas y venidas, vueltas y revueltas. Bogotá: ICANH. Bloch, Marc. 2001. Apología para la historia o el oficio de historiador. México: Fondo de Cultura Económica. Bourdieu, Pierre. 1995. Respuestas por una antropología reflexiva. México: Grijalbo. Bourdieu, Pierre. 2002a. Razones prácticas. Barcelona: Anagrama. Bourdieu, Pierre. 2002b. Lección sobre la lección. Barcelona: Anagrama. Bourdieu, Pierre. 2007. El sentido práctico. Madrid: Siglo XXI. Bourdieu, Pierre. 2008. Homo academicus. Madrid: Siglo XXI. Bourdieu, Pierre. 2014. Sobre el Estado. Barcelona: Anagrama. Bourdieu, Pierre, Jean Chamboredon y Jean Passeron. 2005. El oficio de sociólogo. Madrid: Siglo XXI. Bourdieu, Pierre y Roger Chartier. 2011. El sociólogo y el historiador. Madrid: Abada. Braudel, Fernand. 1974. La historia y las ciencias sociales. Madrid: Alianza. Burawoy, Michel. 2005. “Por una sociología pública”. Política y Sociedad 42 (1): 197-225. Burke, Peter. 2007. Historia y teoría social. Buenos Aires: Amorrortu. Collins, Randall. 1996. Cuatro tradiciones sociológicas: México: UAM. Colmenares, Germán. 1997. Ensayos de historiografía. Bogotá: Tercer Mundo. De Certeau, Michel. 1993. La escritura de la historia. México: Universidad Iberoamericana. Elias, Norbert. 1989. Sobre el tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. Elias, Norbert. 1990. Compromiso y distanciamiento. Barcelona: Crítica. Elias, Norbert. 1990b. La sociedad de los individuos. Barcelona: Península. Elias, Norbert. 1994. El proceso de la civilización: México: Fondo de Cultura Económica.

29. Elias, Norbert. 1998. “El atrincheramiento de los soció-

30. 31. 32.

33. 34. 35. 36.

37. 38.

39.

40. 41.

42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50.

51. 52.

logos en el presente”. En La civilización de los padres y otros ensayos, editado por Norbert Elias, 249-290. Bogotá: Norma. Elias, Norbert. 1999. Sociología fundamental. México: Gedisa. Garretón, Manuel. 2001. Cambios sociales, actores y acción colectiva en América Latina. Santiago de Chile: Cepal. Germani, Gino. 1974. Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires: Paidós. Giddens, Anthony. 1997. Política, sociología y teoría social. Barcelona: Paidós. Giddens, Anthony. 1998. Capitalismo y la moderna Teoría Social. Buenos Aires: Idea Books. Giner, Salvador. 2003. Teoría sociológica moderna. Madrid: Ariel. Goldthorpe, John. 2000. On Sociology. Numbers, Narratives, and the Integration of Research and Theory. Oxford: Oxford University Press. González, Fernán. 2015. Poder y violencia en Colombia. Bogotá: Odecofi-Cinep. González, Fernán, Ingrid Bolívar y Teófilo Vásquez. 2003. Violencia política en Colombia. De la nación fragmentada a la construcción del Estado. Bogotá: Cinep. Gurvitch, Georges. 2000. Los fundadores de la sociología contemporánea. Saint-Simon, Comte, Proudhon, Marx, Spencer. Barcelona: Hacer. Halbwachs, Maurice. 2004. Los marcos sociales de la memoria. México: Anthropos. Hartog, François. 2014. “El hombre y los conceptos de historia”. Historia Crítica 54: 75-87. http://dx.doi. org/10.7440/histcrit54.2014.04 Hobsbawm, Eric. 1997. La era de la revolución 1789-1848. Barcelona: Crítica. Hobsbawm, Eric. 1998. La era del imperio. 1875-1914. Barcelona: Crítica. Hobsbawm, Eric. 1999. La era del capital. 1848-1875. Barcelona: Crítica. Iggers, Georg. 2012. La historiografía del siglo XX. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica. Jaramillo Uribe, Jaime. 2003. De la sociología a la historia. Bogotá: Universidad de los Andes. Lahire, Bernard. 2004. El hombre plural. Los resortes de la acción. Barcelona: Bellaterra. Lévy-Bruhl, Lucien. 2003. El alma primitiva. Barcelona: Península. Martuccelli, Danilo. 2014. Sociologías de la modernidad. Itinerario del siglo XX. Santiago de Chile: LOM. Mayor, Alberto. 1985. Ética, trabajo y productividad en Antioquia: una interpretación sociológica sobre la influencia de la Escuela Nacional de Minas en la vida, costumbres e industrialización regionales. Bogotá: Tercer Mundo. Mills, Charles. 2001 [1959]. La elite del poder. México: Fondo de Cultura Económica. Moore, Barrington. 2002. Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. Barcelona: Península.

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia | Carlos Andrés Charry Joya

47


48

TEMAS VARIOS 53. Packer, Martin. 2014. La ciencia de la investigación 54. 55. 56. 57.

58. 59.

60.

61. 62.

63. 64. 65.

cualitativa. Bogotá: Universidad de los Andes. Parsons, Talcott. 1999. El sistema social. Madrid: Alianza. Passeron, Jean-Pierre. 2011. El razonamiento sociológico. El espacio de las pruebas históricas. Madrid: Siglo XXI. Pierce, Charles. 1929. “Guessing”. En The Hound & Horn 2, 267-285. Cambridge: Harvard University Press. Rendueles, César. 2013. “Teoría social y experiencia histórica. La polémica entre E. P. Thompson y Louis Althusser”. Sociología Histórica 3: 177-197. http:// revistas.um.es/sh/article/view/189271/156021 Ricoeur, Paul. 2005. La memoria, la historia, el olvido. México: Fondo de Cultura Económica. Rojas, Cristina. 2001. Civilización y violencia. La búsqueda de la identidad en la Colombia del s. XIX. Bogotá: Norma. Silva, Renán. 2003. “La servidumbre de las fuentes”. En Balance y desafío de la Historia de Colombia al inicio del s. XXI. Homenaje a Jaime Jaramillo Uribe, editado por Jaime Jaramillo Uribe, Adriana Maya, Diana Bonnett y Alberto Flórez, 27-46. Bogotá: Universidad de los Andes. Silva, Renán. 2007. A la sombra de Clío. Diez ensayos sobre historia e historiografía. Medellín: La Carreta. Silva, Renán. 2009. “Del anacronismo en historia y en ciencias sociales”. Historia Crítica, Edición Especial: 278-299. Silva, Renán. 2013. Lugar de dudas. Sobre la práctica del análisis histórico. Bogotá: Ediciones Uniandes. Skocpol, Theda. 1984. Los Estados y las revoluciones sociales. México: Fondo de Cultura Económica. Smelser, Neil. 1962. Theory of Collective Behaviour. Londres: Routledge and Kegan.

66. Sorokin, Pitirim. 1962. Dinámica social y cultural.

Madrid: Centro de estudios constitucionales. 67. Steinmetz, George. 2011. “Bourdieu, Historicity, and

Historical Sociology”. Cultural Sociology 5: 45-66. 68. Swedberg, Richard. 2014. The Art of Social Theory.

Princeton: Princeton University Press. Edward. 1981. Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica. Tilly, Charles. 1978. From Mobilization to Revolution. Nueva York: Random House. Tilly, Charles. 1992. Coerción, capital y los Estados europeos: 990-1990. Madrid: Alianza. Tilly, Charles. 1995. Las revoluciones europeas, 1492-1992. Barcelona: Crítica. Tilly, Charles. 2001. Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes. Madrid: Alianza. Tilly, Charles. 2007. Violencia colectiva. Barcelona: Hacer. Tilly, Charles. 2010. Democracia. Madrid: Akal. Tilly, Charles, Sidney Tarrow y Doug McAdam. 2009. Dinámica de la contienda política. Barcelona: Hacer. Wacquant, Loïc. 2004. Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador. Buenos Aires: Siglo XXI. Wacquant, Loïc. 2006. Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado. Buenos Aires: Siglo XXI. Wallerstein, Immanuel. 1997. “El espacio tiempo como base de conocimiento”. Análisis Político 32: 3-15. Wallerstein, Immanuel. 2001. Impensar las ciencias sociales: límites de los paradigmas decimonónicos. Buenos Aires: Siglo XXI. Wallerstein, Immanuel. 2003. Abrir las ciencias sociales. Buenos Aires: Siglo XXI. Wallerstein, Immanuel. 2006. Análisis del sistema-mundo: una introducción. México: Siglo XXI.

69. Thompson, 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80.

81. 82.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 36-48 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.03


49

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia)* Ignacio Ramos-Vidal** Fecha de recepción: 11 de mayo de 2016 · Fecha de aceptación: 11 de noviembre de 2016 · Fecha de modificación: 07 de diciembre de 2016 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04

R E S U M E N | El sentido de comunidad, la participación y el empoderamiento permiten comprender el proceso de desplazamiento y reasentamiento en el contexto de recepción, así como las consecuencias derivadas de ambos fenómenos. Los objetivos de la investigación son a) evaluar los tres constructos mencionados, b) analizar la sinergia que existe entre estos y c) proponer estrategias para aumentar su capacidad de influencia en los procesos de toma de decisiones. Llevamos a cabo una investigación exploratoria y transversal con población desplazada (n=30) y no desplazada (n=32) en dos localidades de bajos ingresos en Barranquilla (Colombia). Existe retroalimentación positiva entre los procesos evaluados, aunque no se observan diferencias significativas entre el grupo de desplazados y el de no desplazados. La dimensión Pertenencia (sentido de comunidad) es la que mejor explica la varianza del empoderamiento y de la participación en ambos grupos. Presentamos iniciativas para reforzar el sentido de comunidad y facilitar el acceso a los recursos socio-comunitarios en población desplazada. PA L A B R A S C L AV E | Colombia, desplazamiento, participación (Thesaurus); empoderamiento, pertenencia, sentido de comunidad (Autor)

Community Dynamics among Displaced and Non-Displaced Residents in Socially Excluded Areas of Barranquilla (Colombia) A B S T R AC T | The sense of community, participation and empowerment enable us to understand the process of displacement and resettlement in the context of reception, as well as the consequences of both phenomena. Our objectives are a) to assess the three constructs mentioned above, b) to analyze the synergy existing among them and c) to propose strategies for increasing their capacity to influence the decision-making processes. We carried out a cross-sectional exploratory study with displaced (n=30) and non-displaced (n=32) people in two low-income districts of Barranquilla (Colombia). There is positive feedback between the processes evaluated, although no significant differences are observed between the displaced and the non-displaced groups. The dimension of belonging (sense of community) is the one that best explains the variance of empowerment and participation in both groups. Finally, we present a set of initiatives to reinforce the sense of community and to facilitate access to the community’s social resources for the displaced population. K E Y W O R D S | Colombia, participation, empowerment (Thesaurus); displacement, belonging, sense of community (Author)

* Los datos empleados en este manuscrito se derivan del proyecto de investigación “Redes personales de los menores trabajadores en familias desplazadas por la violencia política en Colombia: indicadores para la evaluación de las acciones de cooperación internacional para el desarrollo (2012-2013)”. Proyecto financiado por la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Sevilla (España). La versión final del manuscrito se ha enriquecido gracias a los comentarios efectuados por dos evaluadores anónimos. Los posibles errores son responsabilidad exclusiva del autor. ** Doctor en Psicología Social por la Universidad de Sevilla (España). Profesor titular en la Universidad Pontificia Bolivariana (Colombia) y en la Universidad de Sevilla. Es miembro del Laboratorio de Redes Personales y Comunidades (HUM-059), de la Flacso (España), y del grupo de investigación Cavida. Últimas publicaciones: “Detecting Key Actors in Interorganizational Networks”. Cuadernos de Gestión, 2017, y “Patrones de interacción y grupos de discusión política en las redes personales de jóvenes colombianos” (en coautoría). América Latina Hoy, 2017. * ignacioramosvidal@hotmail.com; iramos5@us.es


50

TEMAS VARIOS

Dinâmicas comunitárias em deslocados e não deslocados residentes em áreas de exclusão social em Barranquilla (Colômbia) R E S U M O | O sentido de comunidade, a participação e o empoderamento permitem compreender o processo de deslocamento e reassentamento no contexto de recepção bem como as consequências derivadas de ambos os fenômenos. Os objetivos desta pesquisa são: a) avaliar os três construtos mencionados; b) analisar a sinergia que existe entre estes e c) propor estratégias para aumentar sua capacidade de influência nos processos de tomada de decisões. Realizamos uma pesquisa exploratória e transversal com população deslocada (n=30) e não deslocada (n=32) em duas localidades de baixa renda em Barranquilla (Colômbia). Existe retroalimentação positiva entre os processos avaliados, embora não se observem diferenças significativas entre o grupo de deslocados e o de não deslocados. A dimensão Pertencimento (sentido de comunidade) é a que melhor explica a variância do empoderamento e da participação em ambos os grupos. Apresentamos iniciativas para reforçar o sentido de comunidade e facilitar o acesso aos recursos sociocomunitários em população deslocada. PA L AV R A S - C H AV E | Colômbia, deslocamento, participação (Thesaurus); empoderamento, pertencimento, sentimento de comunidade (Autor)

Introducción Desplazamiento forzado En el mundo existen 40,8 millones de desplazados internos por motivos de la violencia política, según los datos reportados por el Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC).1 El desplazamiento forzado implica el abandono de la comunidad de origen, produciendo efectos negativos en el bienestar psicosocial, disminuyendo la calidad de vida y dificultando el acceso a los recursos socio-comunitarios por parte de la población desplazada. Este fenómeno suele estar acompañado de fuertes situaciones de estrés, derivadas de la exposición a la violencia y a la ruptura de vínculos sociales con familiares y amigos en el contexto de origen (Fazel et al. 2012; Husain et al. 2011; Miller y Rasmussen 2010). En Colombia, el desplazamiento forzado ha determinado la distribución demográfica del país desde el inicio del conflicto armado hace más de cuatro décadas (Gómez, Arias y Minayo 2008). En algunos estudios se pone de manifiesto que el desplazamiento forzado ha definido la propia idiosincrasia del país (Guzmán, Fals Borda y Umaña 2010). En Colombia hay 6,3 millones de personas desplazadas por el conflicto armado. A pesar de la dilatada trayectoria del conflicto, encontramos que cada año se generan cerca de 300.000 nuevos desplazados.2 Algunos de los factores que explican este fenómeno son la expansión de grupos

paramilitares vinculados al narcotráfico y de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), para no perder control territorial en la región del Pacífico colombiano (Queirolo y Melo 2012; Restrepo, Spagat y Vargas 2003). Sin embargo, existe la expectativa de que estas cifras se reduzcan de manera progresiva a raíz del proceso de negociación puesto en marcha en La Habana, que culminó con los Acuerdos de Paz, que no llegaron a ser aprobados por el pueblo en el plebiscito3 celebrado el 2 de octubre de 2016. No obstante, a pesar de este resultado, la aprobación del Acuerdo de Paz con las FARC, refrendado el 1 de diciembre de 2016 por el Congreso, presagia un escenario positivo para la restauración de la convivencia pacífica en Colombia. Para comprender las consecuencias que genera el desplazamiento forzado es necesario evaluar sus efectos desde distintas perspectivas. Investigaciones previas señalan que el desplazamiento es un fenómeno complejo capaz de generar impactos de carácter multinivel (RamosVidal 2017; Ramos-Vidal, Holgado y Maya-Jariego 2014). Las consecuencias del desplazamiento producen efectos a nivel a) individual, b) familiar, c) comunitario y d) macro-social, con la característica distintiva de que todos los niveles se encuentran íntimamente relacionados, incidiendo unos sobre otros. A nivel individual, la literatura señala que el desplazamiento produce situaciones de estrés y tensión que se derivan del abandono del contexto de origen y de la pérdida de recursos de apoyo social (Betancourt et al. 2012). Algunos estudios documentan el trauma que experimenta la población desplazada y su asociación con el desarrollo de sintomatología depresiva (Rasmussen et

1 http://www.internal-displacement.org/globalreport2016/ [Fecha de consulta: 24 de noviembre de 2016]. 2 http://www.internal-displacement.org/ [Fecha de consulta: 21 de enero de 2016].

3

http://www.acuerdodepaz.gov.co/plebiscito [Fecha de consulta: 25 de noviembre de 2016].

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 49-61 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04


TEMAS VARIOS

al. 2010). Esta evidencia pone de manifiesto la necesidad de realizar estudios comparativos entre población desplazada y no desplazada, para comprender con mayor profundidad las consecuencias de los procesos de movilidad forzada. El contexto familiar también se ve gravemente dañado por el desplazamiento forzado. En muchos casos, la familia debe separarse y reasentarse en comunidades distantes, lo que implica una ruptura de los vínculos afectivos y la fragmentación de la estructura familiar (World Bank Development Data Group 2012). A nivel familiar, estos cambios vienen acompañados de una redistribución de roles en el seno de la familia. Incluso, algunas investigaciones describen de forma pormenorizada el modo en que la familia queda expuesta a situaciones de riesgo, tales como mayor incidencia de violencia intrafamiliar, dificultades de acceso a una vivienda digna y mayor prevalencia de enfermedades mentales. Otro dato relevante es la extrema dificultad que encuentran las familias desplazadas para romper este círculo vicioso, que hace que la pobreza se reproduzca (Ibáñez y Moya 2010, 168). A nivel comunitario es posible distinguir efectos que se relacionan con el abandono de regiones o localidades que son tomadas por las FARC, por grupos paramilitares o por la acción de bandas criminales. En algunas regiones es frecuente el abandono masivo de tierras, ante el temor de sufrir violencia por parte de estos grupos (Restrepo, Spagat y Vargas 2003), lo que altera por completo la fisionomía y la composición demográfica del contexto comunitario. Finalmente, a nivel macro-social es posible señalar algunas consecuencias que resultan difíciles de discernir, por tratarse de cambios de largo alcance que pueden incidir, incluso, en el capital social. David, Janiak y Wasmer (2010) muestran que el desplazamiento prolongado de amplias masas de población debilita la cohesión social y los niveles de confianza; elementos que resultan centrales en la génesis del capital social. Al mismo tiempo, una comprensión efectiva de las consecuencias multinivel derivadas del desplazamiento forzado requiere el desarrollo de diseños de investigación comparativos, que analicen las condiciones diferenciales de vida en población local y en población desplazada. Este tipo de estudios es relevante para conocer cómo influye la movilidad forzada en el proceso de adaptación a la comunidad de destino. Es preciso considerar que las condiciones de vida de la población desplazada y de la población autóctona pueden diferir de manera notable, incluso en los casos en los que ambos colectivos residen en contextos vulnerables. La población desplazada se ve afectada por diferentes adversidades que dificultan la integración natural en el contexto de asentamiento. Algunas de las condiciones que dificultan el proceso de integración en la comunidad de destino son: a) el desconocimiento de

las vías de acceso a servicios socio-sanitarios; b) los problemas asociados al estigma social que conlleva la etiqueta de “persona desplazada”; c) la falta de recursos económicos, y d) los bajos niveles de apoyo social. Por su parte, la población local que reside en contextos de recepción de población desplazada, también puede experimentar situaciones adversas, debido a la presión demográfica y a la saturación de los servicios asistenciales a consecuencia del aumento poblacional no planificado. A continuación, presentamos los procesos comunitarios analizados, mostrando las relaciones tanto teóricas como empíricas que existen entre estos. El objetivo de este manuscrito es examinar diferentes procesos de carácter comunitario que afectan al proceso de adaptación que experimenta la población desplazada en el nuevo contexto de asentamiento. Para lograr este fin, en primer lugar, presentamos diversos constructos que son útiles para comprender el proceso de adaptación en la comunidad de destino, mostrando las conexiones que existen entre los distintos procesos evaluados en esta investigación.

El carácter cíclico de los procesos comunitarios Las situaciones derivadas del desplazamiento forzado, principalmente la movilidad geográfica y la descomposición de las redes sociales, producen otro tipo de consecuencias a nivel meso-social que inciden en los procesos de participación y en el acceso a la toma de decisiones (Downing 2002). Bozzoli, Brück y Wald (2013) evalúan los efectos que genera la exposición a fenómenos violentos perpetrados por diferentes grupos armados en Colombia en el desarrollo de empleos precarios, tanto en el sector agrícola como en el sector terciario. Este estudio constituye una evidencia más del impacto que la violencia provoca en algo tan elemental como realizar actividades económicas remuneradas, en este caso influyendo en la precarización del mercado laboral. El abandono del contexto local puede suponer la pérdida del registro oficial como residente por parte del desplazado. En lo referido a la participación política, la tarjeta de elector y la correspondiente inscripción en el censo electoral para poder decidir en las elecciones locales dependen de la inscripción en los censos oficiales. Por lo tanto, al radicarse de manera informal, el desplazado pierde, de facto, su derecho a participar en la toma de decisiones a nivel político. Blattman (2009) describe la pérdida de capacidad de decisión de la población desplazada en Uganda, mientras que Cernea (2000) ha documentado este fenómeno en el contexto colombiano. Si analizamos la participación a nivel local en el contexto de origen, encontramos efectos similares a los anteriormente descritos. La participación en la comunidad conlleva la implicación en organizaciones tales como asociaciones vecinales, y agrupaciones de padres y madres de alumnos. La participación en este

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) | Ignacio Ramos-Vidal

51


52

TEMAS VARIOS

tipo de estructuras se efectúa con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la comunidad e incrementar la incidencia a nivel sociopolítico (Bracht y Tsouros 1990; Kloos et al. 2011). Involucrarse en este tipo de organizaciones hace posible que los miembros de la comunidad a) conozcan los problemas que los afectan y los recursos disponibles para hacer frente a las demandas sociales, b) incrementen la percepción de control sobre su entorno y c) perfeccionen las destrezas y habilidades que se desarrollan durante el proceso participativo (Perkins y Zimmerman 1995; Wandersman 2009). Desde esta lógica, la propuesta de Christens, Peterson y Speer (2011, 1346) indica que la participación en iniciativas de desarrollo comunitario es un antecedente necesario para que se produzca empoderamiento a nivel individual, organizacional y comunitario. Cuando la persona abandona la comunidad de origen y deja de participar en este tipo de actividades, sucede el efecto contrario, que se define por la pérdida de autonomía y el desempoderamiento de la población desplazada (Edelstein y Wandersman 1987; Tomlinson y Egan 2002). Este tipo de estudios refuerza la visión en torno al proceso de participación, entendido como un recurso que produce efectos positivos sobre el grado de fortalecimiento y el sentido de comunidad de forma simultánea (Ramos-Vidal y Maya-Jariego 2014). Un efecto similar sucede respecto al sentido de pertenencia que los individuos experimentan en relación con la comunidad en la que residen. Chavis y Wandersman (1990) demuestran que el sentido de comunidad facilita que la persona decida participar en la mejora del entorno que habita. La experiencia de formar parte de una colectividad mayor es importante porque reduce la sensación de aislamiento social y hace que la persona se sienta de algún modo responsable del resto de integrantes de la comunidad (McMillan 2011).4 Algunas investigaciones proponen modelos que analizan de forma simultánea la relación entre sentido de comunidad, participación y empoderamiento. Por ejemplo, Peterson y Reid (2003) examinaron de manera conjunta los efectos que producen los tres procesos en la implicación de un grupo de jóvenes en un programa de prevención del consumo de drogas. Sus resultados muestran que el sentido de comunidad incrementa el nivel de participación de los jóvenes en el programa, que a su vez incide positivamente en el nivel de potenciación a nivel individual. Estos resultados sugieren que existe una conexión teórica y empírica entre sentido de comunidad, participación y empoderamiento, por lo que puede resultar pertinente evaluar de forma conjunta los vínculos que existen entre los tres constructos,

4 Recomiendo al lector revisar el artículo de Nowell y Boyd (2010) [“Viewing Community as Responsibility as Well as Resource: Deconstructing the Theoretical Roots of Psychological Sense of Community”. Journal of Community Psychology 38: 828-841] y la respuesta de McMillan (2011).

al objeto de comprender el proceso de adaptación en la comunidad de destino desde el punto de vista de las relaciones que el sujeto establece con la comunidad. En otra propuesta se analiza la relación entre los tres procesos, en una muestra conformada por 120 trabajadores de organizaciones culturales, identificando una relación positiva y recíproca entre sentido de comunidad y potenciación, y una desconexión respecto a la participación comunitaria (Ramos-Vidal 2011). En este estudio emplearemos un modelo propio para conocer la interacción entre sentido de comunidad, participación y empoderamiento psicológico en un grupo de personas desplazadas y no desplazadas en la región del Caribe colombiano, a causa de la violencia política. El sentido de comunidad es un constructo central dentro de la Psicología Comunitaria (Kloos et al. 2011). Este proceso describe el modo en que los individuos se sienten miembros de una colectividad superior, de una estructura grupal y estable en la que pueden confiar, que les permite satisfacer diferentes tipos de necesidades (Sarason 1974). El sentido de comunidad es un constructo multidimensional formado por cuatro factores (McMillan y Chavis 1986). Estos son: a) la influencia, b) la pertenencia, c) la satisfacción de necesidades y d) la conexión emocional compartida. La influencia evalúa el grado en que los miembros de la comunidad perciben que pueden influir —y ser influidos— sobre el resto de la comunidad. La pertenencia indica la medida en que los miembros de la comunidad se sienten partícipes de una estructura grupal superior. La satisfacción de necesidades refleja el nivel en que los individuos logran satisfacer diferentes tipos de necesidades materiales, afectivas, entre otras, a través de su pertenencia al grupo. Por último, la conexión emocional compartida indica la existencia de un código de valores o una simbología compartidos que permiten diferenciar a los miembros del grupo de aquellos que no lo son. En cuanto al proceso de potenciación, autores como Zimmerman (1995) proponen que en el proceso de empoderamiento individual (también denominado psicológico) intervienen elementos de carácter cognitivo (desarrollo de conciencia crítica y perfeccionamiento de destrezas), emocional (control percibido y autoeficacia) y comportamentales (estrategias de afrontamiento ante situaciones potencialmente lesivas, y participar en iniciativas de desarrollo comunitario). Recientemente, algunas propuestas conceptuales sugieren que en el proceso de empoderamiento también intervienen factores relacionales, es decir, la capacidad de una persona de establecer vínculos con otros individuos que puedan brindarle distintos tipos de apoyo y al mismo tiempo puedan facilitar el empoderamiento de los demás. Por tanto, la dimensión relacional constituye un elemento crucial para comprender el proceso de fortalecimiento desde un enfoque dinámico y complejo (Christens 2012, 122).

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 49-61 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04


TEMAS VARIOS

Finalmente, la participación del individuo en la comunidad de residencia es un factor importante para comprender la relación que se establece con el entorno comunitario (Wandersman 2009). La participación comunitaria describe el proceso a través del cual los individuos se involucran en la toma de decisiones de las instituciones, los programas y entornos que los afectan (Heller y Monahan, 1977). Los procesos descritos constituyen indicadores fiables del grado de integración en la comunidad; por este motivo es de vital importancia llevar a cabo estudios comparativos en los que se analice el grado de implicación comunitaria en población autóctona y en población desplazada, para comprender el fenómeno del desplazamiento desde sus múltiples dimensiones. En la siguiente sección introducimos las claves del diseño de investigación y la estrategia de análisis de datos.

Método Participantes En el estudio participaron mayoritariamente mujeres (n=55; 88,7%), en relación con la población masculina (n=11; 11,3%). Esto se debe a que las personas fueron entrevistadas en fundaciones de atención a población infantil en horario matinal, por lo que la mayoría de personas que acuden a este tipo de centros (a dejar o recoger a los hijos) son mujeres. En la distribución por sexo entre la población desplazada continúa habiendo mayoría femenina (n=25; 86,2%), en relación con los hombres (n=4; 13,8%); la misma tendencia se observa en los no desplazados (29 mujeres, 90,6%; 3 varones; 9,4%). La población no desplazada se corresponde con el subgrupo de participantes que son residentes habituales de la comunidad, y su asentamiento en la comunidad de destino no responde a un proceso previo de desplazamiento forzado, en los términos que recoge el informe de Acnur5 (2014).

Instrumentos En esta sección presentaremos las principales características de los instrumentos utilizados para evaluar los procesos de implicación comunitaria. El sentido de comunidad se evalúa a través de la escala SCI-II (Sense of Community Index-II) introducida por Chavis, Lee y Acosta (2008). El SCI-II consta de 24 ítems, que los participantes puntúan en función del nivel de acuerdo

5 http://w w w.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2015/10072.pdf?view [Fecha de consulta: 25 de noviembre de 2016].

que manifiestan ante diferentes afirmaciones6. La comunidad de referencia respecto a la que se evalúa el sentido de pertenencia es el barrio de residencia de los entrevistados. La escala presenta óptimas propiedades psicométricas en la evaluación de las cuatro dimensiones. Si analizamos la fiabilidad de la escala en función de las cuatro dimensiones, vemos que la subescala que evalúa la dimensión satisfacción de necesidades presenta un α=,67, al igual que la subescala que evalúa la pertenencia. La subescala que examina la influencia presenta una fiabilidad moderada, α=,60, y la subescala que mide la conexión emocional compartida presenta una fiabilidad de α=,65. Hemos reportado una fiabilidad total de la escala de α=,86. El índice de fiabilidad de los cuatro factores se encuentra dentro de los parámetros de aceptabilidad establecidos por DeVellis (2011) para el desarrollo y estandarización de escalas. Se entiende por participación comunitaria, la evaluación del grado de participación de los entrevistados se efectuó con el instrumento desarrollado por Speer y Peterson (2000). La escala incluye cinco ítems que analizan el nivel de implicación en acciones participativas en diferentes agencias e instituciones de la comunidad (por ejemplo, firmar una petición para derogar una disposición legislativa). Los participantes debían puntuar en una escala que oscilaba desde “nunca participo” hasta “todas la semanas”. La escala de participación comunitaria cuenta con propiedades psicométricas óptimas. En nuestra investigación hemos reportado un valor Alpha de Cronbach aceptable (a=,86). Para evaluar el empoderamiento psicológico, en esta investigación exploramos el componente intrapersonal del mencionado constructo propuesto por Zimmerman y Zahniser (1991). El proceso de potenciación examina el nivel de autodeterminación y toma de control sobre los programas e instituciones que afectan al individuo. El instrumento de Zimmerman y Zahniser (1991) también evalúa la capacidad de liderazgo en determinadas actividades de promoción y defensa del bienestar de la comunidad. La escala consta de cinco ítems, en los que se le pregunta por diferentes elementos como el liderazgo ejercido sobre el grupo o la capacidad de movilizar recursos para desarrollar alguna iniciativa comunitaria. Identificamos una fiabilidad óptima de la escala completa (a=,73).

Análisis de datos Diseñamos tres modelos de regresión múltiple. En cada modelo empleamos como variable dependiente cada uno de los procesos, y como variables independientes incluimos los otros dos procesos de forma conjunta. Debido al 6 Ejemplos de ítems de la escala SCI-II: “creo que mi comunidad es un buen lugar en el que trabajar” o “las personas de esta comunidad tienen necesidades, prioridades y metas similares”.

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) | Ignacio Ramos-Vidal

53


54

TEMAS VARIOS

Resultados

reducido tamaño de la muestra, llevamos a cabo diferentes pruebas no paramétricas para comprobar el presupuesto de normalidad de la muestra evaluada. Ejecutamos la prueba de Kolmogorov-Smirnov, por tratarse de una muestra superior a cincuenta casos, y el test de rachas de Wald-Wolfowitz, para comparar dos distribuciones cuantitativas independientes, donde pueden detectarse diferencias entre dichas distribuciones en relación con la tendencia central, dispersión y oblicuidad. En ambos casos obtuvimos resultados satisfactorios.

Análisis descriptivos En primer lugar, se muestran los estadísticos descriptivos de las variables de estudio, y la comparación entre los dos grupos examinados. En segunda instancia, exponemos las correlaciones entre las variables analizadas. Como tercer punto, describimos las variables que integrarán los tres modelos de regresión múltiples diseñados, y, por último, exponemos los resultados de los tres modelos de regresión. En la tabla 1 presentamos las características sociodemográficas de los dos grupos evaluados.7

Procedimiento Llevamos a cabo un estudio transversal con el objetivo de identificar los efectos que provoca el desplazamiento en la evaluación de procesos comunitarios en población desplazada por la violencia política en Colombia. El acceso a los participantes se efectuó a través de la intermediación de dos fundaciones privadas que ofrecen escolaridad gratuita a los hijos de personas en riesgo de exclusión social en Barranquilla (departamento del Atlántico, Colombia). El equipo de investigación se comprometió a entregar un informe con resultados para contribuir a mejorar la calidad de los servicios prestados. De igual modo, los participantes firmaron un consentimiento informado. El trabajo de campo se efectuó entre marzo y junio de 2013. Las entrevistas se llevaron a cabo en las fundaciones, y la duración media osciló entre 60 y 90 minutos.

Llevamos a cabo la prueba de t para muestras independientes, a fin de comprobar si las diferencias entre la población desplazada y no desplazada eran significativas, encontrando que las diferencias no son estadísticamente significativas en los indicadores recogidos en la tabla 1. Al observar el nivel de ingreso de la unidad familiar (y per cápita), podemos apreciar que se trata de una población de bajos recursos que se sitúa en el límite de los umbrales de pobreza extrema, según los estándares internacionales (World Bank Development Data Group 2012). De media, los participantes del grupo de desplazados llevan 8,9 años (DT=9,03) en situación de desplazamiento forzado. Una amplia proporción de los entrevistados, cercana al 90% (tanto desplazados como no desplazados), cursó estudios de primaria, siendo una escasa minoría tanto quienes no tienen ningún tipo de estudio como quienes están en posesión de un título universitario.

Tabla 1. Estadísticos descriptivos y comparación de medias de la edad, nivel de ingreso, número de miembros de la familia e ingreso per cápita en población desplazada y no desplazada Desplazados

No desplazados

(n=30)

(n=32)

Variables

Edad Ingreso mensual (US$) No miembros unidad familiar Ingreso per cápita mensual

Prueba T

M

DT

M

DT

t

p

33,5

10,9

33,4

13,9

,054

,964 (NS)

274,47

142,71

289,59

190,65

-,348

,729 (NS)

6,1

6,1

4,6

2,8

1,341

,185 (NS)

45,7

23,39

62,95

67,85

,132

,895 (NS)

Nota: DT= Desviación tipo; NS= No significativo; M= Media Fuente: elaboración propia.

7 En el informe de investigación derivado del proyecto se ofrece una descripción precisa tanto de los participantes en la investigación como de las fundaciones. Informe disponible bajo petición al autor. rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 49-61 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04


TEMAS VARIOS

Análisis exploratorios

Los datos de la tabla 3 indican la existencia de una intensa conexión entre los tres procesos evaluados. Existe una potente correlación interna entre los cuatro factores que componen el SCI-II, y al mismo tiempo se observa una elevada correlación entre el sumatorio completo de las escalas de participación, potenciación y sentido de comunidad. Al igual que hicimos con las variables sociodemográficas, llevamos a cabo múltiples pruebas no paramétricas para verificar si existen diferencias significativas entre población desplazada y no desplazada, sin encontrar diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos. En la tabla 4 describimos las variables que componen cada uno de los tres modelos de regresión.

En la tabla 2 mostramos los estadísticos descriptivos de las escalas y subescalas de los procesos comunitarios evaluados, diferenciando entre la población desplazada y no desplazada. Efectuamos una comparación de medias mediante la prueba t para muestras independientes, con el propósito de conocer si existen diferencias entre las dos submuestras. En la tabla 3 se muestran las correlaciones bivariadas entre los tres procesos comunitarios, indicando en primer lugar los datos correspondientes a la escala completa, y a continuación diferenciamos las cuatro dimensiones del sentido de comunidad.

Tabla 2. Estadísticos descriptivos de la evaluación de procesos comunitarios diferenciando entre población desplazada y no desplazada Desplazados

No Desplazados

(n=30)

(n=32)

Variables

Prueba T

M

DT

M

DT

t

p

Σ Sentido de comunidad†

61,9

15,3

67,2

12,7

-1,457

,151 (NS)

Σ Satisfacción de necesidades

15,4

4,2

16,2

3,8

-,766

,444 (NS)

Σ Pertenencia

14,5

4,3

16,5

3,3

-2,032

,047

Σ Influencia

15,1

3,8

16,6

3,9

-1,168

,097 (NS)

Σ Conexión emocional

16,9

4,2

17,7

3,5

-,779

,439 (NS)

ΣEmpoderamiento psicológico

10,6

3,6

10,7

3,8

-,169

,867 (NS)

Σ Participación ciudadana

11,1

4,8

13,1

4,8

-1,620

,111 (NS)

† Sumatorio de la escala completa. NS= No significativo; M= Media; DT= Desviación tipo. Fuente: elaboración propia.

Tabla 3. Correlaciones entre los tres procesos evaluados Variables 1. Σ Sentido de comunidad†

1

2

3

4

5

6

7

--

2. Σ Satisfacción de necesidades

,89**

--

3. Σ Pertenencia

,83**

,70**

--

4. Σ Influencia

,82**

,67**

,53**

--

5. Σ Conexión emocional

,82**

,65**

,57**

,57**

6. Σ Empoderamiento psicológico

,40**

,27*

,41**

,38**

,29*

--

7. Σ Participación ciudadana

,45**

,41**

,42**

,35**

,34**

,48**

---

† Sumatorio de la escala completa. *p<,05; **p<,001

Fuente: elaboración propia.

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) | Ignacio Ramos-Vidal

55


56

TEMAS VARIOS

Tabla 4. Descripción de las variables incluidas en los tres modelos de regresión No

Modelo 1

Modelo 2

Modelo 3

Variables independientes

Variable dependiente

Empoderamiento psicológico

Sentido de comunidad

Participación ciudadana Sentido de comunidad

Empoderamiento psicológico

Participación ciudadana Sentido de comunidad

Participación ciudadana

Empoderamiento psicológico

Fuente: elaboración propia.

Tabla 5. Resúmenes de los tres modelos de regresión múltiple Variables dependientes Modelo 1 Sentido de comunidad

Modelo 2 Empoderamiento psicológico

Modelo 3 Participación ciudadana

β =,33**; t=2,62

β =,37*; t=2,96

--

--

β =,23*; t=1,89

β =,31*; t=2,62

β =,24*; t=1,89

--

β =,35**; t=2,96

R2

,25

,27

,31

ΔR2

,22*

,25*

,28*

F

9,929

11,076

13,218

Error de estimación

10,126

3,325

4,152

Variables independientes Participación ciudadana Sentido de comunidad Empoderamiento psicológico

*p<,05; **p<,001 Fuente: elaboración propia.

A continuación presentamos los resultados de los tres modelos de regresión múltiple que hemos descrito en la tabla 4 y que se presentan en detalle en la tabla 5. Los resultados recogidos en la tabla 5 señalan que existe una fuerte interdependencia entre los tres procesos, considerados tanto de manera individual como cuando en el modelo de regresión se agrega el efecto de los otros procesos conjuntamente. La sinergia entre procesos se aprecia cuando existe una asociación positiva entre procesos relacionados y que describen un círculo virtuoso de potenciación mutua.

La tabla 5 muestra una relación triangular entre los tres procesos evaluados. En el primer modelo podemos apreciar que la participación y el proceso de empoderamiento explican conjuntamente el 22% de la varianza del sentido de comunidad, a un nivel aceptable de significación. En el segundo modelo se observa que la participación y el sentido de comunidad de forma agrupada explican el 25% de la variación del proceso de empoderamiento, que en este modelo actúa como variable criterio. Por último, el tercer modelo es el más robusto, y se aprecia que el sentido de comunidad y el nivel de potenciación explican conjuntamente el 28% de la varianza de la variable dependiente.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 49-61 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04


TEMAS VARIOS

Imagen 1. Modelos de regresión lineal en los que las cuatro dimensiones del sentido de comunidad actúan como independientes, y la participación y el empoderamiento actúan como variables dependientes Variables independientes Satisfacción de necesidades Pertenencia Influencia

Variables dependientes β =.162; ΔR2=.010; IC 95%: (-.089,.399) p<.208 β =.285; ΔR2=.066; IC 95%: (.036,.521) p<.025 β =.28; ΔR2=.051; IC 95%: (.008,.488) p<.043

Conexión emocional compartida

β =.164; ΔR2=.011; IC 95%: (-.088,.406) p<.202

Satisfacción de necesidades

β =.245; ΔR2=.044; IC 95%: (-.006,.614) p<.055

Pertenencia Influencia Conexión emocional compartida

Empoderamiento

β =.258; ΔR2=.051; IC 95%: (.011,.644) p<.043 β =.199; ΔR2=.024; IC 95%: (-.067,.562) p<.121

Participación

β =.166; ΔR2=.011; IC 95%: (-.111,.527) p<.198

Fuente: elaboración propia.

Además, desarrollamos ocho análisis de regresión lineal empleando como variables independientes, por un lado, el sumatorio de la escala de empoderamiento, y por otro, el sumatorio de la escala de participación, y como independientes, cada una de las cuatro dimensiones que componen el sentido de comunidad. Los resultados se muestran en la imagen 1. Podemos observar que las dimensiones del sentido de comunidad con mayor potencial para explicar la varianza del empoderamiento son la pertenencia y la influencia. En el caso de la participación, la variable con mayor poder explicativo es la pertenencia. Esta evidencia es consonante con estudios previos que muestran que la pertenencia es la dimensión más sólida del sentido de comunidad y la que suele establecer una asociación más potente con el empoderamiento y la participación. En la siguiente sección se contextualizan los principales hallazgos de la investigación.

Discusión Nuestros resultados son similares a los alcanzados en otras investigaciones que muestran la existencia de una profunda conexión tanto teórica (Kloos et al. 2011; Peterson y Zimmerman 2004; Zimmerman 2000) como empírica (Christens, Peterson y Speer 2011; Hughey

et al. 2008; Peterson y Reid 2003; Ramos-Vidal y Maya-Jariego 2014) entre sentido de comunidad, participación y empoderamiento. Los niveles de varianza explicada en los tres modelos de regresión reflejan la conexión entre los tres procesos, lo que sugiere que son constructos que se retroalimentan y refuerzan mutuamente, tanto en el colectivo de desplazados como en la población local. Si prestamos atención a los valores del primer modelo, en el que el sentido de comunidad actúa como variable dependiente, vemos que la participación contribuye de forma significativa a la proporción de la varianza explicada. Este resultado parece reflejar que colaborar en iniciativas de desarrollo comunitario facilita que los miembros de la comunidad se sientan más identificados con el contexto social y con las estructuras mediadoras en las que participan, como por ejemplo, las Juntas de Acción Comunal y organizaciones no gubernamentales. Algunas propuestas, como el trabajo de Chavis y Wandersman (1990), indican que la asociación entre sentido de comunidad y participación se produce en sentido inverso con mayor intensidad, es decir, que el sentido de comunidad tiene mayor capacidad para predecir la participación en la comunidad. Nuestros resultados evidencian que el grado en que los miembros de la comunidad deciden implicarse en iniciativas

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) | Ignacio Ramos-Vidal

57


58

TEMAS VARIOS

orientadas a mejorar la calidad de vida de la comunidad contribuye a: a) identificar los problemas que afectan a la comunidad, b) conocer mejor a sus miembros y c) generar una historia compartida basada en el propio proceso participativo. Estos factores permiten experimentar mayor apego hacia la comunidad, reforzando las cuatro dimensiones que dan forma al constructo analizado, si bien la dimensión pertenencia parece ser clave para predecir la participación y el empoderamiento. Por otro lado, identificamos una relación positiva y significativa entre el proceso de potenciación, el sentido de comunidad y el grado de participación. En la literatura es frecuente encontrar una asociación positiva entre sentido de comunidad y empoderamiento. Esto se debe a que un mayor grado de identificación con la comunidad puede hacer que las personas se sientan más partícipes, integradas, con capacidad de influir y de satisfacer sus necesidades a través de su vinculación a la comunidad, lo cual redunda directamente en el nivel de empoderamiento. Sin embargo, el empoderamiento se refiere a una percepción (basada en la experiencia del individuo en relación con los programas e instituciones que operan en la comunidad y que lo afectan), mientras que la participación alude a comportamientos específicos, referidos al desarrollo de actividades para mejorar el entorno comunitario. Por tanto, debemos enfatizar que, aunque la participación conduce a mayores niveles de empoderamiento y percepción de pertenencia a la comunidad, estos procesos también acaban contribuyendo a la decisión de participar, generando una retroalimentación positiva. No hemos encontrado diferencias estadísticamente significativas en los niveles de sentido de comunidad, participación y empoderamiento entre la población desplazada y no desplazada. Dicho hallazgo no cumple con las expectativas previas. Sin embargo, este resultado parece reflejar que las condiciones adversas que imperan en contextos de vulnerabilidad social, como es el caso de las comunidades donde residen los participantes de la investigación, hacen que la implicación comunitaria y el alcance de niveles óptimos de calidad de vida se conviertan en objetivos difíciles de alcanzar, tanto para la población local como para la población desplazada. Una posible explicación de la ausencia de diferencias significativas entre ambos grupos puede deberse al tiempo de desplazamiento y de residencia en la comunidad de destino del grupo de desplazados. El tiempo medio de residencia en la comunidad donde se produce el reasentamiento es de nueve años. Al tratarse de desplazados de larga duración, en este período los participantes han tenido tiempo suficiente para recomponer la estructura de sus redes personales, conocer las instituciones de la comunidad e implicarse en iniciativas de desarrollo. En un estudio previo comprobamos que el tiempo de desplazamiento constituye una variable explicativa en los procesos de partici-

pación e identificación con la comunidad (Ramos-Vidal 2017). En concreto, se demostró que los desplazados de larga duración (aquellos que llevan más de cinco años residiendo en el nuevo contexto) se involucran más en iniciativas participativas y se sienten más identificados con su comunidad, en comparación con los desplazados recién llegados. Estos datos parecen indicar que el tiempo de residencia en la comunidad de destino es una variable interesante para entender los procesos de afiliación a organizaciones comunitarias y la implicación en iniciativas participativas. Hemos evaluado tres procesos comunitarios que son fundamentales para comprender la interacción entre el individuo y la comunidad. Propuestas previas demuestran que la participación constituye un antecedente positivo para que la población se empodere a través de la adquisición gradual de competencias y del incremento del conocimiento crítico del contexto sociopolítico (Christens, Peterson y Speer 2011; Hughey et al. 2008; Wilke y Speer 2011). Al mismo tiempo, la literatura reconoce el papel moderador que ejerce el sentido de comunidad como catalizador de la participación comunitaria y como factor que facilita el empoderamiento a diferentes niveles (Perkins y Zimmerman 1995; Peterson y Zimmerman 2004; Zimmerman 2000). Sin embargo, existen pocas iniciativas que examinen simultáneamente la interacción entre estos procesos. Nuestro trabajo pretende superar esa brecha partiendo de antecedentes previos que abordan este tópico (Peterson y Reid 2003). Para poner a prueba nuestros objetivos, hemos evaluado los tres procesos en una muestra de desplazados y no desplazados por motivos de la violencia residentes en dos comunidades empobrecidas en Barranquilla. La evaluación de procesos comunitarios indica que no existen diferencias significativas entre ambos colectivos; posiblemente este resultado esté mediado porque se trata de desplazados que llevan cerca de una década radicados en la comunidad de destino. Lo anterior expuesto nos permite afirmar que el tiempo de desplazamiento desempeña una función crucial en el proceso de adaptación y permite explicar el nivel en el que los desplazados a) recomponen su estructura de relaciones, b) se implican en organizaciones comunitarias y c) logran incrementar su capacidad para incidir sobre el entorno y controlar sus vidas. Al tratarse de población con bajos recursos tanto sociales como económicos, este proceso describe un camino difícil que exige una trayectoria de esfuerzo, que además requiere dejar atrás toda una vida y radicarse en un contexto desconocido. En este sentido, como señalan Berger y Neuhaus (1977), las organizaciones comunitarias pueden actuar como estructuras mediadoras a nivel mesosocial, haciendo posible conectar al individuo con su comunidad a través del desarrollo de actividades que generen cambios positivos en el contexto de recepción. El mero hecho de participar —por ejemplo, como voluntario— en este

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 49-61 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04


TEMAS VARIOS

tipo de organizaciones, además de producir evidentes efectos positivos para la comunidad, al disponer de una masa crítica de población dispuesta a contribuir a iniciativas de desarrollo, también genera consecuencias positivas sobre el bienestar psicosocial y la satisfacción con la vida de quien participa (Thoits y Hewitt 2001). A nivel gubernamental es necesario implementar estrategias destinadas a desmitificar la imagen negativa con la que se vincula a la población desplazada. La puesta en práctica de campañas institucionales orientadas a cambiar la percepción del colectivo ayudaría a modificar la imagen social que se ha construido en torno a estas comunidades A nivel departamental es esencial que las administraciones regionales diseñen estrategias de intervención y adapten su oferta de servicios a las demandas específicas de los desplazados. Si esto ocurre, y se vinculan algunos de sus miembros como mediadores comunitarios, es probable que, por una parte, los desplazados incrementen el acceso a los servicios sociales, y por otra, ayuden a darle visibilidad del colectivo. Por ejemplo, en el Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas del conflicto armado en Colombia (PAPSIVI)8 trabajan promotores comunitarios que han sido víctimas del conflicto y que actúan como mediadores con las comunidades en las que el programa presta servicios. Esto permite aumentar la accesibilidad a las prestaciones que oferta el programa y al mismo tiempo incrementar la validez ecológica de la intervención. A nivel comunitario hay que fortalecer la cohesión social del colectivo de desplazados. Esta tarea puede efectuarse aprovechando las organizaciones que ya operan en la comunidad (por ejemplo, asociaciones de vecinos), como punto de encuentro para identificar a la población desplazada y motivarla para que se auto organice, con la finalidad de ejercer presión frente a las instituciones públicas. Una posible opción sería crear asociaciones locales en las comunidades que cuentan con mayor afluencia de desplazados. Existe una larga tradición en el diseño de coaliciones comunitarias que han obtenido excelentes resultados promoviendo el acceso a servicios de salud en diferentes colectivos en riesgo de exclusión social (Berkowitz y Wolff 2000). Estas estrategias favorecen la integración del colectivo y hacen posible captar a los recién llegados facilitando su adaptación en el nuevo asentamiento.

población desplazada en general, debido, entre otros factores, a la diversidad de tipos de desplazamiento y de consecuencias que se derivan de estos procesos de movilidad. En segundo lugar, nuestra investigación es de carácter transversal, por lo que podemos establecer relaciones de dependencia entre variables pero no de causalidad. Sería preciso llevar a cabo estudios longitudinales que posibiliten establecer asociaciones entre los procesos analizados con mayor rigor estadístico. No hemos tenido en consideración variables a nivel macrosocial (por ejemplo, efectividad de las políticas públicas, recursos destinados a la población desplazada, nivel de delincuencia, etcétera) que pueden estar incidiendo en la evaluación de los tres procesos y en la adaptación en el contexto de destino. Finalmente, es importante conocer las condiciones de vida antes y después del desplazamiento, porque es probable que tanto los cambios positivos como los negativos estén mediando el proceso de adaptación y la evaluación de los procesos comunitarios examinados en este trabajo.

Referencias 1.

2.

3.

4.

5.

6.

Limitaciones Los datos reportados en este artículo nos permiten tener una idea aproximada de la interacción entre procesos; sin embargo, sería aventurado afirmar que esta interacción opera de manera similar en la

8 https://www.minsalud.gov.co/proteccionsocial/Paginas/ Victimas_PAPSIVI.aspx

7.

8.

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). 2014. Desplazamiento: el nuevo reto del siglo XXI. Acnur: Tendencia Actuales. http:// www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2015/10072.pdf?view Berger, Peter y Richard Neuhaus. 1977. To Empower People. The Role of Mediating Structures in Public Policy. Washington: American Enterprise Institute. Berkowitz, William y Thomas Wolff. 2000. The Spirit of the Coalition. Washington: American Public Health Association. Betancourt, Theresa S., Carmel Salhi, Stephen Buka, Jennifer Leaning, Gillian Dunn y Felton Earls. 2012. “Connectedness, Social Support and Internalising Emotional and Behavioral Problems in Adolescents Displaced by the Chechen Conflict”. Disasters 36 (4): 635-655. https://dx.doi.org/10.1 111/j.1467-7717.2012.01280 Blattman, Christopher. 2009. “From Violence to Voting: War and Political Participation in Uganda”. American Political Science Review 103 (2): 231-247. https://doi. org/10.1017/S0003055409090212 Bozzoli, Carlos, Tilman Brück y Nina Wald. 2013. “Self-employment and Conflict in Colombia”. Journal of Conflict Resolution 57 (1): 117-142. https://doi. org/10.1177/0022002712464849 Bracht, Neil y Agis Tsouros. 1990. “Principles and Strategies of Effective Community Participation”. Health Promotion International 5 (3): 199-208. https://doi.org/10.1093/heapro/5.3.199 Cernea, Michael M. 2000. “Risks, Safeguards and Reconstruction: A Model for Population Displacement and Resettlement”. Economic and Political Weekly 35 (41): 3659-3678.

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) | Ignacio Ramos-Vidal

59


60

TEMAS VARIOS 9.

10.

11.

12.

13.

14. 15.

16.

17.

18.

19.

20. 21.

22.

Chavis, David M., Kenneth S. Lee y J. D. Acosta. 2008. “The Sense of Community (SCI) Revised: The Reliability and Validity of the SCI-2”. Ponencia presentada en la 2nd International Community Psychology Conference, Lisboa, 4-6 de junio. Chavis, David M. y Abraham Wandersman. 1990. “Sense of Community in the Urban Environment: A Catalist for Participation and Community Development”. American Journal of Community Psychology 18: 83-116. https://doi.org/10.1007/BF00922689 Christens, Brian D. 2012. “Toward Relational Empowerment”. American Journal of Community Psychology 50 (1/2): 114-128. https://doi.org/10.1007/ s10464-011-9483-5 Christens, Brian D., Andrew Peterson y Paul W. Speer. 2011. “Community Participation and Psychological Empowerment: Testing Reciprocal Causality Using a Cross-lagged Panel Design and Latent Constructs”. Health Education & Behavior 38 (4): 1339-1347. https:// doi.org/10.1177/1090198110372880 David, Quentin, Alexandre Janiak y Etienne Wasmer. 2010. “Local Social Capital and Geographical Mobility”. Journal of Urban Economics 68 (2): 191-204. http://dx.doi.org/10.1016/j.jue.2010.04.003 DeVellis, Robert F. 2011. Scale Development: Theory and Applications. Nueva York: Sage. Downing, Theodore E. 2002. Avoiding New Poverty: Mining-Induced Displacement and Resettlement. International Institute for Environment and Development. http://pubs.iied.org/pdfs/G00549.pdf Edelstein, Michael y Abraham Wandersman. 1987. “Community Dynamics in Coping with Toxic Contaminants”. Human Behavior & Environment: Advances in Theory & Research 9: 69-112. http://dx.doi. org/10.1007/978-1-4899-1962-5_3 Fazel, Mina, Ruth V. Reed, Catherine Panter-Brick y Alan Stein. 2012. “Mental Health of Displaced and Refugee Children Resettled in High-Income Countries: Risk and Protective Factors”. The Lancet 379 (9812): 266-282. http://dx.doi.org/10.1016/S01406736(11)60051-2 Gómez Builes, Gloria Marcela, Gilberto Mauricio Arias y María Cecilia Minayo. 2008. “Las migraciones forzadas por la violencia: el caso de Colombia”. Ciência & Saúde Coletiva 13: 1649-1660. http://dx.doi. org/10.1590/S1413-81232008000500028 Guzmán, Germán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña. 2010 [1962]. La violencia en Colombia. Bogotá: Prisa Ediciones. Heller, Kenneth y John Monahan. 1977. Psychology and community change. Homewood: Dorsey Press. Hughey, Joseph, Andrew Peterson, John Lowe y Florin Oprescu. 2008. “Empowerment and Sense of Community: Clarifying Their Relationship in Community Organizations”. Health Education & Behavior 35 (5): 651-663. http://dx.doi.org/10.1177/1090198106294896 Husain, Farah, Mark Anderson, Barbara Lopes Cardozo, Kristin Becknell, Curtis Blanton, Diane Araki y Eeshara Kottegoda Vithana. 2011. “Preva-

23.

24.

25.

26.

27.

28.

29.

30.

31.

32.

33.

lence of War-Related Mental Health Conditions and Association with Displacement Status in Postwar Jaffna District, Sri Lanka”. JAMA 306 (5): 522-531. http://dx.doi.org/10.1001/jama.2011.1052 Ibáñez, Ana María y Andrés Moya. 2010. “Do Conflicts Create Poverty Traps? Asset Losses and Recovery for Displaced Households in Colombia”. En The Economics of Crime: Lessons for and from Latin America, editado por Rafael Di Tella, Sebastian Edwards y Ernesto Schargrodsky, 137-172. Chicago: University of Chicago Press. http://www.nber.org/chapters/c11837.pdf Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC). 2013. Global Overview 2012: People Internally Displaced by Conflict and Violence. Ginebra: Châtelaine. http:// www.internal-displacement.org/publications/2013/ global-overview-2012-people-internally-displaced-by-conflict-and-violence/ Kloos, Bret, Jean Hill, James H. Dalton, Maurice Elias, Abraham Wandersman y Elizabeth Thomas. 2011. Community Psychology: Linking Individuals and Communities. Belmont: Wadsworth Publishing Company. McMillan, David W. 2011. “Sense of Community, Theory Not a Value: A Response to Nowell and Boyd”. Journal of Community Psychology 39 (5): 507-519. http://dx.doi.org/10.1002/jcop.20439 McMillan, David W. y David Chavis. 1986. “Sense of Community: A Definition and Theory”. Journal of Community Psychology 14 (1): 6-23. http://dx.doi. org/10.1002/1520-6629(198601)14:1<6::AID-JCOP2290140103>3.0.CO;2-I Miller, Kenneth E. y Andrew Rasmussen. 2010. “War Exposure, Daily Stressors, and Mental Health in Conflict and Post-Conflict Settings: Bridging the Divide between Trauma-Focused and Psychosocial Frameworks”. Social Science & Medicine 70 (1): 7-16. http://dx.doi.org/10.1016/j.socscimed.2009.09.029 Nowell, Branda y Neil Boyd. 2010. “Viewing Community as Responsibility as Well as Resource: Deconstructing the Theoretical Roots of Psychological Sense of Community”. Journal of Community Psychology 38: 828-841. http://dx.doi.org/10.1002/jcop.20398 Perkins, Douglas y Mark Zimmerman. 1995. “Empowerment Theory, Research and Application”. American Journal of Community Psychology 23: 569-580. http://dx.doi.org/10.1007/BF02506982 Peterson, Andrew y Robert J. Reid. 2003. “Paths to Psychological Empowerment in an Urban Community: Sense of Community and Citizen Participation in Substance Abuse Prevention Activities”. Journal of Community Psychology 31 (1): 25-38. http://dx.doi. org/10.1002/jcop.10034 Peterson, Andrew y Mark A. Zimmerman. 2004. “Beyond the Individual: Toward a Nomological Network of Organizational Empowerment”. American Journal of Community Psychology 34 (1-2): 129-145. http:// dx.doi.org/10.1023/B:AJCP.0000040151.77047.58 Queirolo, Fabiano y Félix A. Melo. 2012. “El llamado fin de las FARC para Colombia. No aceptamos la violencia, creemos en la razón. Bogotá, Facultad

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 49-61 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.04


TEMAS VARIOS

34.

35.

36.

37.

38.

39.

40. 41.

Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia”. Estudios Avanzados 17: 177-180. Ramos-Vidal, Ignacio. 2011. “Sentido de comunidad, participación comunitaria y redes organizativas en la industria cultural en Andalucía”, disertación doctoral, Universidad de Sevilla. Ramos-Vidal, Ignacio. 2017. “Desplazamiento forzado y adaptación en el contexto de destino: el caso de Barranquilla”. Perfiles Latinoamericanos (en prensa). Ramos-Vidal Ignacio e Isidro Maya-Jariego. 2014. “Sentido de comunidad, empoderamiento psicológico y participación ciudadana en trabajadores de organizaciones culturales”. Psychosocial Intervention 23 (3): 169-176. http://dx.doi.org/10.1016/j.psi.2014.07.002 Ramos-Vidal, Ignacio, Daniel Holgado e Isidro Maya-Jariego. 2014. “Las redes personales de los desplazados internos por la violencia política en Colombia”. TRACE: Travaux et recherches dans les Amériques du Centre 65: 51-68. Rasmussen, Andrew, Leanh Nguyen, John Wilkinson, Sikhumbuzo Vundla, Sumithra Raghavan, Kenneth E. Miller y Allen S. Keller. 2010. “Rates and Impact of Trauma and Current Stressors among Darfuri Refugees in Eastern Chad”. American Journal of Orthopsychiatry 80 (2): 227-236. http://dx.doi. org/10.1111/j.1939-0025.2010.01026.x Restrepo, Jorge, Michael Spagat y Juan F. Vargas. 2003. The Dynamics of the Colombian Civil Conflict: A New Data Set. Centre for Economic Policy Research. https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_ id=480247 Sarason, Seymour Bernard. 1974. The Psychological Sense of Community. San Francisco: Jossey-Bass. Speer, Paul W. y Andrew Peterson. 2000. “Psychometric Properties of an Empowerment Scale: Testing Cognitive, Emotional, and Behavioral Domains”. Social Work Research 24 (2): 109-118. http://dx.doi. org/10.1093/swr/24.2.109

42. Thoits, Peggy A. y Lyndi N. Hewitt. 2001. “Volunteer

43.

44.

45.

46.

47.

48.

49.

Work and Well-Being”. Journal of Health and Social Behavior 42 (2): 115-131. http://dx.doi. org/10.2307/3090173 Tomlinson, Frances y Sue Egan. 2002. “From Marginalization to (Dis)empowerment: Organizing Training and Employment Services for Refugees”. Human Relations 55 (8): 1019-1043. http://dx.doi. org/10.1177/0018726702055008182 Wandersman, Abraham. 2009. “Four Keys to Success (Theory, Implementation, Evaluation, and Resource/ System Support): High Hopes and Challenges in Participation”. American Journal of Community Psychology 43 (1/2): 3-21. http://dx.doi.org/10.1007/ s10464-008-9212-x Wilke, Lindsay A. y Paul W. Speer. 2011. “The Mediating Influence of Organizational Characteristics in the Relationship between Organizational Type and Relational Power: An Extension of Psychological Empowerment Research”. Journal of Community Psychology 39 (8): 972-986. http://dx.doi.org/10.1002/jcop.20484 World Bank Development Data Group, ed. 2012. World Development Indicators 2012. World Bank. https:// openknowledge.worldbank.org/handle/10986/6014 Zimmerman, Marc A. 1995. “Psychological Empowerment: Issues and Illustrations”. American Journal of Community Psychology 23 (5): 581-599. http://dx.doi. org/10.1007/bf02506983 Zimmerman, Mark A. 2000. “Empowerment Theory: Psychological, Organizational, and Community Levels of Analysis”. En Handbook of Community Psychology, editado por Julian Rappaport y Edward Seidman, 43-63. Nueva York: Kluwer Academic. Zimmerman, Marc A. y James H. Zahniser. 1991. “Refinements of Sphere‐specific Measures of Perceived Control: Development of a Sociopolitical Control Scale”. Journal of Community Psychology 19 (2): 189-204. http://dx.doi.org/10.1002/1520-6629(199104) 19:2<189::AID-JCOP2290190210>3.0.CO;2-6

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) | Ignacio Ramos-Vidal

61


62

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto: aproximaciones a las narrativas sobre el sufrimiento en el conflicto armado colombiano* Juan Pablo Aranguren Romero** Fecha de recepción: 28 de mayo de 2016 · Fecha de aceptación: 11 de noviembre de 2016 · Fecha de modificación: 22 de noviembre de 2016 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.05

R E S U M E N | En este artículo discuto algunas formas de relación con el sufrimiento humano que han caracterizado los emprendimientos investigativos y la práctica de la defensa de los derechos humanos en Colombia, y que han sido constitutivas de ciertos tipos de narrativas sobre la guerra y la violencia política en el país. Sostengo que estos modos de relación han sido delineados, en parte, por las lógicas y gramáticas de la guerra y la violencia, y han contribuido a desdibujar las tramas intersubjetivas que hacen posible el testimonio, por lo que obligan a reflexionar críticamente acerca de los impactos de la guerra y la violencia desde una ética de la escucha. PA L A B R A S C L AV E | Ética, violencia política, guerra, Colombia (Thesaurus); daño, escucha (Autor)

Effectiveness of Harm and Blurring of the Subject: Approaches to Narratives of Suffering in the Colombian Armed Conflict A B S T R AC T | In this article I discuss some ways of relating to human suffering that have characterized research undertakings and the practice of defending human rights in Colombia that have constituted certain types of narratives about war and political violence in the country. I argue that these modes of relationship have been partly delineated by the logics and grammars of war and violence, and have contributed to blurring the inter-subjective storylines that make testimony possible, which calls for critical reflection on the impacts of war and violence from an ethics of listening. K E Y W O R D S | Ethics, Colombia, war, harm, listening (Thesaurus); political violence (Author)

Efetividade do dano e desvanecimento do sujeito: aproximações às narrativas sobre o sofrimento no conflito armado colombiano R E S U M O | Neste artigo, discuto algumas formas de relação com o sofrimento humano que têm caracterizado os projetos de pesquisa e a prática da defesa dos direitos humanos na Colômbia, e que têm sido constitutivas de certos tipos de narrativas sobre a guerra e a violência política no país. Sustento que esses modos de relação vêm sendo delineados, em parte, pelas lógicas e gramáticas da guerra e da violência, e vêm contribuindo para desvanecer as redes intersubjetivas que tornam possível o depoimento, razão pela qual obrigam a refletir criticamente sobre os impactos da guerra e da violência a partir de uma ética da escuta. PA L AV R A S - C H AV E | Colômbia, ética, guerra, escuta, dano (Thesaurus); violência política (Autor)

* Este artículo hace parte de la investigación Ante el dolor de los demás: repertorios institucionales y prácticas intersubjetivas en el trabajo psicosocial con víctimas del conflicto armado colombiano, financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). ** Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Argentina). Profesor del Departamento de Piscología, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia), e investigador del Comité Interdisciplinario de Estudios Sobre Violencia, Subjetividad y Cultura. Entre sus últimas publicaciones se encuentran: Managing Testimony and Administrating Victims. Nueva York: Palgrave Macmillan – Springer International Publishing, 2016, y Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1978-1982). Bogotá: Ediciones Uniandes, 2016. * jp.aranguren@uniandes.edu.co


TEMAS VARIOS

Registrar el sufrimiento En los últimos 35 años, diferentes organizaciones han asumido el reto de defensa de los derechos humanos en Colombia. El trabajo de organizaciones surgidas durante la década del setenta, tales como el Comité Permanente por los Derechos Humanos (CPDH),1 el Comité de Solidaridad con Presos Políticos (CSPP)2 y el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep),3 va a ser fundamental para dar visibilidad a las graves violaciones a los derechos humanos que se cometían, por ese entonces, en el país. Dicha labor, centrada inicialmente en el registro y denuncia de la violencia ejercida por parte del Estado colombiano contra organizaciones sindicales, grupos políticos de izquierda y movimientos estudiantiles, campesinos e indígenas, posibilitó la elaboración de un conjunto de informes que hicieron posible que estos hechos tuvieran una resonancia nacional e internacional, que incluyó la realización de debates en el Congreso de la República, la visita y el informe de Amnistía Internacional, y la visita y el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, realizados todos ellos en los albores de los ochenta. Las denuncias de estas organizaciones permitieron reconocer las magnitudes y densidades de las violaciones a los derechos humanos en Colombia cometidas por el Estado colombiano, en el marco de la aplicación del Estatuto de Seguridad Nacional,4 y generaron un campo de visibilidad inédito

1

El CPDH se originó a partir del Foro Nacional por los Derechos Humanos y las Libertades Democráticas, celebrado en Bogotá durante los días 30 y 31 de marzo y 1 de abril de 1979. El Foro fue un escenario que convocó a diversos sectores de la sociedad colombiana a discutir sobre las violaciones a los derechos humanos que se venían presentando en el país como resultado de las medidas de represión tomadas durante el gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala. Tras el Foro se acordó la creación de un Comité de carácter permanente que recibiría las denuncias y acompañaría a las víctimas o sus familiares en los trámites ante las autoridades, adelantaría acciones de cabildeo con organizaciones internacionales y de denuncia ante los medios de comunicación.

2 El CSPP surgió en 1973 a raíz de la detención de varios dirigentes sindicales de la Unión Sindical Obrera (USO) que participaban en una huelga obrera de la industria del petróleo. Los sindicalistas fueron capturados y procesados en un consejo verbal de guerra. 3 El Cinep, una fundación sin ánimo de lucro, fue creada en 1972 por la Compañía de Jesús. Sus orígenes se remontan a 1944, con la conformación de la Coordinadora Nacional de Acción Social. Desde entonces se ha enfocado a la investigación y a la promoción de las organizaciones populares. Hacia finales de la década del setenta se constituyó en una organización defensora de derechos humanos, con una Oficina de Derechos Humanos que investigaba y daba asesoría para la denuncia y búsqueda de desaparecidos y víctimas de detención y tortura. Ello dio origen en 1987 al Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia Política, que sistematiza información relativa a las violaciones a los derechos humanos en Colombia. 4

Durante el período comprendido entre 1978 y 1981, las medidas de represión contra el movimiento social en Colombia se

en el país sobre estos hechos, particularmente sobre detenciones y torturas. De esta manera, permitieron fijar un listado de nombres de los detenidos, sus edades, fechas y lugares de detención, tipos de tortura a los que fueron sometidos, presuntos responsables, entre otros datos, que revelaban la sistematicidad de la tortura. Así, se constituyó el informe del Cinep,5 pero también el Informe de Amnistía Internacional6 y otros documentos de la época, como el libro Documentos Testimonios (Foro Nacional por los Derechos Humanos 1979) y el libro Represión y tortura en Colombia (Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos 1980). No cabe duda de que los esfuerzos por construir un proceso de sistematización de los hechos de violencia política a finales de la década del setenta en Colombia han resultado fundamentales para los procesos de denuncia y han operado bajo la necesidad de visibilización, dirigida a contrarrestar el peso de las versiones estatales que niegan la existencia de tales prácticas. Sin embargo, como mostraré en este artículo, esta necesidad va a caracterizar un modo de relación entre el sufrimiento, la práctica de defensa de los derechos humanos y la investigación académica, que delinea una narrativa sobre la efectividad del daño, que contribuye a la invisibilidad tanto del sufriente como de quien lo escucha.

Sistematización del sufrimiento e invisibilidad del sujeto7 El documento de sistematización de detenciones y torturas, publicado por el Cinep en 1982, presenta voluminosas tablas que dan cuenta de la magnitud de casos de detención y tortura reportados entre 1970 y 1981. Los casos están clasificados según una tipología y presentados en una tabla. El segundo volumen alude a las formas de represión individual y presenta una

intensificaron, debido a la entrada en vigor del Decreto 1923 de 1978, más conocido como Estatuto de Seguridad Nacional. El decreto fue promulgado al inicio del mandato del presidente Julio César Turbay Ayala. 5 Se trata de la investigación realizada por Jaime Torres Sánchez y Fabio Barrera Téllez, presentada en dos volúmenes. Allí se documenta el número de asesinatos causados por las Fuerzas Armadas, se clasifican las acciones represivas según los responsables, se registra la frecuencia de atropellos y torturas, y se presentan sendos cuadros en los que se consideran las formas de represión individual y colectiva entre 1970 y 1981. Las bases de datos elaboradas por los autores también incluyen algunos datos desde 1967 y presentan datos de más de siete mil detenciones y torturas cometidas en Colombia entre 1970 y 1981 (Cinep 1982). 6 El informe de Amnistía realizó una recolección de testimonios de víctimas de tortura por todo el país, que se complementa con los peritajes médicos realizados a casos seleccionados (Amnistía Internacional 1980). 7 Algunas de las consideraciones de este apartado son desarrolladas en mi libro Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1978-1982) (2016).

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto | Juan Pablo Aranguren Romero

63


64

TEMAS VARIOS

tabla con numerosas columnas. En la primera columna aparecen los nombres de las víctimas, y en las siguientes, una serie de casillas con una abreviatura o un número que representa un grupo de códigos. Los códigos de las primeras columnas especifican el género y la edad de la persona y el tipo de actividad que desempeñaba. Las siguientes columnas refieren al tipo de organización de pertenencia del detenido, a la fecha y el lugar del allanamiento, al sitio de reclusión y a la situación jurídica del detenido. De ahí en adelante, la clasificación se enmarca en una categoría general llamada “Atropellos y torturas”. Esta sección se subdivide en 80 números (80 casillas). Cada número corresponde a un tipo de práctica asociada a la tortura. Así, por ejemplo, el número 1 corresponde a “Ahogamiento en agua” (“Submarino”); el número 12, a “Asfixia”; el número 20, a “Crucifixión”; el número 65, a “Unción de miel”, y el 80, a “Secuelas de tortura”.8 Las siguientes 14 columnas están agrupadas en una categoría llamada “Responsables”, que a su vez se subdivide en “Responsables Colectivos” (Ejército, Policía, DAS, F2, Otros, Funcionarios Públicos, Particulares); “Responsables Individuales” (Nombre, Cargo o Actividad) y “Responsable de” (Allanamiento, Detención, Heridas, Torturas, Asesinato). La clasificación de la tabla permite, así, que a cada nombre de un detenido (en la primera columna) le corresponda, según el caso, una “X”, un dato o un espacio en blanco,

8 El total de las categorías se presenta así: “1-Ahogamiento en agua (‘Submarino’); 2-Ahogamiento por introducción de objetos en la boca; 3-Ahogamiento por vendas; 4-Aislamiento e incomunicación; 5-Allanamientos; 6-Amarradas; 7-Amenazas; 8-Amenazas a familiares; 9-Aplicación de reflectores luminosos; 10-Arrastramientos; 11-Asesinato; 12-Asfixia; 13-Capuchas y capirotes; 14-Caminatas; 15-Caminar sobre vidrios, piedras calientes, etc; 16-Cambios bruscos de temperatura; 17-Chantajes; 18-Colgadas; 19-Columpio; 20-Crucifixión; 21-Decomisos; 22-Desaparecido; 23-Desnudadas; 24-Destrucción de objetos; 25-Esposadas, 26-Exigencia de salvoconductos; 27-Fracturas; 28-Golpes; 29-Golpes amortiguados; 30-Golpes con objetos diversos; 31-Heridas; 32-Inhalacion de gases; 33-Ingestión de excrementos; 34-Insultos e injurias; 35-Impedimentos para realizar actividades fisiológicas; 36-Intento de envenenamiento; 37-Introducción de objetos por la vagina; 38-Introducción de objetos por el ano; 39-Inyeccion de Pentotal u otras drogas; 40-Lanzamientos; 41-Lavadas; 42-Levantamiento de las uñas; 43-Mordeduras; 44-Mutilaciones; 45-Obligada imitación de animales; 46-Patadas; 47-Picana (choques eléctricos); 48-Pinchazos; 49-Planton; 50-Privación de alimentos; 51-Prohibición de alimentos de primera necesidad; 52-Puños; 53-Quemaduras; 54-Robos y saqueo; 55-Ruidos; 56-Secuestro; 57-Sentadas en hormigueros; 58-Sentadilla y ejercicios forzados; 59-Tentativa de asesinato; 60-Simulacro de fusilamiento; 61-Soborno; 62-Suplicio chino; 63-Torturas psíquicas; 64-Trotes; 65-Unción de miel; 66-Violaciones y abusos sexuales; 67-Vendas en la cara; 68-Expulsión o extrañamiento de la región o del país; 69-Procedimientos para la pérdida sensorial; 70-Interrupcion de tratamiento médico; 71-Castración o intento; 72-Interrogatorios prolongados; 73-Despido; 74-Desalojo; 75-Ahorcamiento o intento; 76-Obligada aceptación de buen trato; 77-Suicidio; 78-Introducción de armas en la boca; 79-Seguimiento y hostilidad; 80-Secuelas de tortura” (Torres y Barrera 1982, 20).

según el tipo de tortura infligida y el presunto responsable (en cada una de las siguientes columnas). Como herramienta para la denuncia, en efecto, la base de datos va a resultar de gran utilidad, y por el volumen de datos recolectados, revela que lo acaecido en el período estudiado no corresponde a hechos aislados. Sin embargo, como se puede entrever, el listado de personas y las casillas en las que son clasificadas según el “tipo de tortura y atropello” reducen al sujeto al dato sobre el daño o al registro de la tipología del hecho violento. El proceso de sistematización muestra a los sujetos sólo como los objetos del sufrimiento, los presenta según la clasificación de sus padecimientos, o según la relevancia y precisión de sus denuncias. Bajo este esquema, dicha sistematización se inscribe en el mismo tipo de narrativa que pretende denunciar; no logra salir de la lógica que la tortura ha producido, o sea, la de la administración del sufrimiento. Las sistematizaciones revelan cualidades, cantidades y clasificaciones en los esquemas del horror, pero poco o nada dicen de estos sujetos ni mucho menos de su sufrimiento, aunque sí de su administración. Un nombre, una edad, una ocupación, un lugar y una fecha de detención, tres, cinco o quince formas de tortura y algún dato sobre su torturador. El documento es eficaz en la denuncia, pues recrea de modo sistemático la empresa del horror, pero es completamente limitado en cuanto a revelar las formas en las que los sujetos se sitúan dentro de la tortura. En sentido estricto, poco o nada dice del sufrimiento humano que se vincula a estas prácticas, aun cuando podamos suponer e intuir el sufrimiento en los nombres que clasifican las formas de tortura.9 El régimen de representación en el que se inscribe la sistematización tabular se anuda con el carácter burocrático del hecho violento. No hay pues sufrimiento, ni emociones, ni sujeto, ni cuerpo, sólo datos que se suman uno tras otro en un voluminoso texto. Este se muestra entonces impactado por la tortura misma: datos que parecen inagotables, a los que podría siempre sumarse uno más, o alguien más. El sujeto desaparece, es borrado, pero también escapa a esta representación; sus emociones, sus tácticas y sus estrategias, sus entregas y sus resistencias no circulan en la sistematización del sufrimiento. Sostengo que, al privilegiar la necesidad de dar visibilidad a los hechos de violencia política y conflicto armado, en particular en contextos como el colombiano, donde han operado prácticas sistemáticas de silenciamiento y negación, las narrativas al respecto han terminado por amplificar —particularmente en las denuncias— el lugar del hecho violento, por encima

9 Sobre la tortura en Colombia, véase Aranguren (2016).

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 62-71 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.05


TEMAS VARIOS

del sujeto. Incluso reduciendo, en muchos casos, a una tipología de victimización a quienes los han padecido. Los efectos de esta preeminencia del hecho violento y sus daños se expresan en una suerte de ontologización de la violencia y la guerra, que define a las víctimas por su victimización. De allí que “los desplazados”, “el torturado” o “la víctima de masacre” afloren como nominaciones en las que el lugar del sujeto pareciera borrarse, más aún cuando tienden a venir acompañadas de una recreación sobre los eventos asociados con el hecho violento, en el que la preeminencia de la narración se concentra en el hecho, y no en el sujeto que lo ha experimentado. ¿Es la persona la que habla en la denuncia? ¿O es su cuerpo dolorido? ¿O es el lenguaje mismo de la empresa genocida? Este tipo de narrativa, como he señalado, si bien es recurrente en denuncias y en iniciativas dirigidas a hacer visible la existencia de los actos de violencia, también se hace presente —incluso en la actualidad— tanto en escenarios judiciales —donde a la víctima se le exige demostrar, comprobar y detallar la forma de ocurrencia del hecho violento— como en emprendimientos investigativos, comisiones de memoria y entrevistas de caracterización o de tipo diagnóstico de personas víctimas de la guerra o de la violencia política, propias, estas últimas, de las ciencias de lo “psi”.10 En cualquiera de los casos, este tipo de narrativa se enmarca en una necesidad de traducción de las expresiones de violencia y sufrimiento (y de las experiencias asociadas a ellas) al lenguaje de los derechos humanos, de la psicopatología, de la estadística o de la política. Estos lenguajes confluyen en la preeminencia otorgada al daño, en la relevancia de los “cuántos” y, eventualmente, en la de los “quiénes” (aludiendo a un presunto responsable), en donde importan menos los sentidos y significados otorgados por quien los narra. Visto de ese modo, en la traducción a este lenguaje austero en emociones, y de corte sistemático y práctico,11

10 De hecho, este tipo de caracterizaciones ha tendido a convertirse en un fin en sí mismo tanto en el trabajo clínico de psicólogos y psiquiatras como en las intervenciones psicosociales. 11 Rebecca Saunders (2008), a propósito de la Comisión Sudafricana de Verdad y Reconciliación (CSVR), señala que las audiencias que propició la CSVR, si bien propugnaron generar cierto impacto pedagógico y catártico, se mantuvieron en un plano expresivo que no operó una real transformación ni injerencia en los procedimientos de reparación a las víctimas. Según Saunders, la CSVR terminó por seleccionar tan sólo un grupo de testimonios que consideró simbólicos o paradigmáticos para las audiencias públicas, desintegrando también la experiencia individual de los testimonios en fragmentos seleccionados bajo los estándares de los derechos humanos y con los fines de reconciliación de la nación. Así, lo que empezó como un ejercicio catártico para las víctimas, pronto se desintegraba en un proceso de selección, según intereses racionales y nacionales.

tiende a operar un proceso de violencia epistémica que desdibuja a los sujetos allí implicados. Los listados de personas, las casillas en las que son clasificadas según el “tipo de hecho violento” y los formatos en los que se condensan sus padecimientos operan en un régimen de representación en el que los sujetos son desdibujados y convertidos en datos que pueden ser ordenados y sistematizados, pero también seleccionados, borrados o desaparecidos. En esa medida, el régimen de representación en el que ingresa el proceso de sistematización de seres humanos y de sufrimientos parece recrear, justamente, la lógica de la sistematicidad del hecho violento. El intento por sistematizarlos termina por enmascarar o sepultar, “dentro de coherencias funcionales o sistematizaciones formales” (Foucault 1992, 21), la dimensión subjetiva y humana allí implicada.

Dar voz: la palabra como acto liberador y la subalternización del sujeto Mientras que las narrativas concentradas en la denuncia y en hacer visible la sistematicidad de las violaciones a los derechos humanos terminaron —quizá, sin pretenderlo— por enmascarar e invisibilizar al sujeto-sufriente —de la mano con el “giro subjetivo” (Sarlo 2005) en las ciencias sociales y con la “cultura testimonial” de finales de los ochenta (Huyssen 2002)—, el sujeto va a intentar ser “rescatado” en una nueva narrativa que hará eco tanto en organizaciones de derechos humanos como en los trabajos académicos y en los emprendimientos editoriales, a través de la recolección de testimonios y memorias. El “rescate del sujeto” y la “cultura de la memoria”, visibles particularmente después del regreso a la democracia en los países del Cono Sur (Jelin 2001; Sarlo 2005), van a tomar fuerza en Colombia muy adentrado el siglo XXI, junto con la emergencia de los escenarios transicionales en el país (CNMH 2013a).12 Como resultado de este “boom de la memoria”, en la práctica de la defensa de los derechos humanos en Colombia, pero también en la investigación académica sobre el conflicto armado colombiano, se instalará una “nueva” forma de relación con el sufrimiento del otro, que parte de dos principios esenciales: por un lado, que es necesario dar voz a las víctimas, y, por el otro, que la

12 La Ley 975 de 2005, conocida como “ley de justicia y paz”, habilitó el desarrollo de una serie de políticas tendientes a respaldar el proceso de reinserción de los grupos paramilitares, y a la par impulsó la creación de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), para construir una política de reparación a las víctimas de la violencia y generar las condiciones para la reconciliación nacional. Bajo el mandato de esta misma ley se creó en la CNRR el Grupo de Memoria Histórica (GMH), que luego se constituyó en el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), tal como se conoce hoy en día. El Centro ha producido más de cincuenta libros, videos, exposiciones en museos, entre otros.

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto | Juan Pablo Aranguren Romero

65


66

TEMAS VARIOS

palabra es el acto liberador por excelencia13 (CNMH – University of British Columbia 2013). El primero de ellos termina por suponer una cierta filantropía con la experiencia del sufriente, sostenida en la idea de dar voz a quien no la tiene, que deviene, en realidad, en una subalternización del otro, basada en el supuesto de su imposibilidad de hablar. El segundo, por su parte, presume que el acto de testimoniar, a través de la palabra, es condición suficiente de sanación y elaboración del sufrimiento.14 Con todo, ambos principios confluyen en la idea de que la presentación pública de los testimonios constituiría un fin en sí mismo que coadyuvaría —cuando no constituiría— a los procesos de reparación de las víctimas. Como he mostrado en otro texto (Aranguren 2012), el punto crítico de esta producción testimonial está en el hecho de que, tanto para los diseñadores de políticas (policy makers) como para una parte importante de la sociedad colombiana, la reparación se limita a la presentación pública del dolor de las víctimas, independientemente de la posibilidad de escucha de ese dolor. Indudablemente, la puesta en evidencia de las narrativas de las víctimas constituye un aporte fundamental en su dignificación y en el reconocimiento de su voz y su memoria; sin embargo, el proceso de reivindicación, dignificación y reconocimiento de las voces y memorias queda incompleto si estas no resuenan en los aparatos judiciales para adelantar las investigaciones correspondientes y para tomar las medidas concernientes a la reparación (Aranguren 2016, 45). Así, de poco sirve que en las memorias se nombre a los victimarios, o se

13 Como lo indica la presentación online del capítulo 5, “Las memorias de los sobrevivientes”, del informe ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad, “Son los relatos de las personas que han sufrido la guerra. Es el retrato vivo, descarnado y humano del sufrimiento y del modo como las víctimas sobrevivieron y rescataron sus vidas de las condiciones más adversas. Este capítulo nos ayuda a comprender quiénes son las víctimas del conflicto armado en Colombia” (CNMH 2013b, s. p.). Por su parte, el resumen ejecutivo del citado informe llama a este capítulo “La voz de los sobrevivientes”, y señala en uno de sus apartados: “Los relatos rescatan a las víctimas y testigos como seres humanos que, por encima del desbalance de poder en el que estuvieron frente a los actores armados, responden con dignidad a situaciones adversas y buscan alterar los resultados de una violencia que parece irremediable” (CNMH 2013c, 79). 14 Presente en la tradición judeocristiana, y más adelante en la historia del campo de lo “psi” en Occidente, la idea de la palabra liberadora encarna la noción de que transformar emociones, sensaciones, afectos y silencios en palabras constituye un acto de sanación esencial. Articulada con la confesión auricular, con la autorreflexividad cartesiana y con la reafirmación freudiana del método catártico, la idea de la existencia de un “yo-interior”, que emergería a partir del autocontrol de las sensaciones y las emociones, sitúa la palabra, ya como el mecanismo de constatación del “yo verdadero” residente en ese interior del individuo, ya como la vía para la elaboración de la emocionalidad del sujeto, es decir, para dar-sentido a las experiencias, incluidas aquellas consideradas como traumáticas o límite.

diluciden con claridad las estructuras de responsabilidad, si la memoria de las víctimas se convierte en un fin en sí mismo. Si la puesta en circulación de la memoria de las víctimas se conforma con el ejercicio catártico, y si el efecto de esta cultura testimonial se reduce solamente a la presentación pública de las memorias, la voz de las víctimas termina por reinscribirse en una subalternización de sí misma. Así, en realidad, el mayor problema no es recolectar los testimonios, ni divulgarlos, sino, justamente, encontrar para ellos una escucha efectiva. Ahora bien, que el testimonio de las víctimas se sitúe en estos principios de subalternización y catarsis encarna al mismo tiempo desdibujar el vínculo intersubjetivo que hace posible al testimonio. Al ubicar la palabra como la vía por excelencia de elaboración de la experiencia vivida —y, en este caso, de la situación límite—, el vínculo intersubjetivo en el que se origina aparece desdibujado, de la misma manera que otros contenidos ligados a este proceso de elaboración que no necesariamente tienen un correlato en la palabra hablada. Desde esta preeminencia de la palabra, el sujeto situado ante el dolor de los demás aparece como prescindible, desconociendo las condiciones sociales en las que se inscribe. Es por ello que resulta significativo considerar que los testimonios se anclan con fuerza en las condiciones sociales que los vuelven comunicables, que tales condiciones cambian con el tiempo y con el lugar en donde se originan, y que quien se sitúa a la escucha de estas palabras relacionadas con situaciones de dolor y sufrimiento cumple un rol significativo. Esto, sin duda, obliga, tal como señala Pollak (2006), a que antes de interrogarnos por las condiciones que hicieron posible la supervivencia de la víctima, nos cuestionemos por las condiciones que hacen posible el testimonio.

Entre el compromiso y el distanciamiento: el desdibujamiento del sujeto implicado ante el dolor de los demás Tal como se ha planteado hasta aquí, tanto en las narrativas asociadas con la denuncia y con la necesidad de visibilización de las violaciones a los derechos humanos como en aquellas asociadas con el “giro testimonial” y la recolección de memorias de las víctimas, el sujetovíctima tiende a ser, sin que sea la pretensión de dichas narrativas, desdibujado. En el primer caso, por el privilegio otorgado al daño y al sufrimiento, que se concentran en el hecho victimizante, antes que en la víctima, y en el segundo, por la subalternización de la voz del sufriente gestada de la mano de la idea de la palabra como un acto liberador en sí mismo. Sin embargo, a esta borradura primordial del sujetovíctima se le suma la del sujeto situado ante la escucha de estos hechos. Al privilegiar el registro de la denuncia y el testimonio de la víctima, poco o nada se sabe del sujeto de la escucha que pregunta, indaga o entrevista

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 62-71 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.05


TEMAS VARIOS

sobre estos hechos. El sujeto situado ante el dolor de los demás aparecería, a lo sumo, como parte del dispositivo de registro del hecho violento. Desdibujado y transfigurado por dichos dispositivos, parece como si simplemente estuviese anclado a un grabador de voz, a una cámara de video, a una cámara fotográfica o a un formato de caracterización o entrevista; como si en los actos de registrar y testimoniar no mediara ningún tipo de relación intersubjetiva, y como si el que escucha se limitara al registro. Aun cuando es difícil no suponer que, como resultado de cada registro de un hecho de violencia narrada, hay alguien que la escucha, en la mayoría de los casos poco trasciende la idea de que ese alguien también es afectado, tocado por la voz del sufriente y con-movido por lo que escucha. Así, quien escucha tiende a aparecer sin rostro, sin rasgos de sus emociones implicadas en el acto de escuchar. En este proceso de traducción de la experiencia del sufriente al dato de la denuncia, o al testimonio escrito, pareciera desconocerse entonces la trama de relaciones intersubjetivas que hacen posible la enunciación de la víctima, de manera tal que se termina por borrar de la escena a quien está situado ante el dolor del otro, presentándose como un ente que se limitaría, desde el distanciamiento, a registrar el sufrimiento. Este desdibujamiento del sujeto implicado ante el dolor de los demás se hará evidente en la práctica de la defensa de los derechos humanos en Colombia (Hernández 2000), en las investigaciones académicas y en los emprendimientos transicionales,15 a partir de una tensión entre compromiso y distanciamiento (Elias 1990) que delinea el quehacer cotidiano de quienes se han ocupado de estar ante el dolor de los demás. Quien está ante el dolor de los demás se desdibuja en nombre de una ciencia, de una disciplina o de un saber que supuestamente hablarían a través de él, bajo lo que se podría denominar una lógica mística; es decir, la de un sujeto que se profesa entregado, pero por ello mismo capturado (incluso ofrecido sacrificialmente) y al mismo tiempo borrado por el saber y la verdad en nombre de los cuales habla. En este caso, el sujeto que está ante el dolor de los demás se representaría como un mero instrumento a través del cual hablan los derechos humanos, la institución o el derecho, el protocolo o la técnica. También, bajo esta lógica mística, entre la intimidad del dolor y el sufrimiento de las víctimas y los actos de hacerlos públicos o de re-presentarlos, quien se sitúa ante la palabra del sufriente, es decir, quien solicita la palabra o el testimonio, tiende a aparecer solamente como un vehículo de transmisión, o de repente, y a lo sumo, también como un amplificador de la voz del otro.

15 Al respecto, véase el ensayo “Aprender a ser humano”, escrito por María Emma Wills, que reflexiona sobre la experiencia de la investigadora al escuchar historias desgarradoras de dolor y sufrimiento como parte de su trabajo en el CNMH (Wills 2014).

En cualquiera de los casos, quien está ante el dolor de los demás aparece como si se borrara en nombre de un marco epistémico frente al cual se muestra tan sólo como un instrumento. La explicación de esta lógica mística se emparenta, por supuesto, con la de la tradición del pensamiento moderno en Occidente, que dio origen a la idea de un conocimiento distanciado de sí mismo, es decir, cuya posibilidad de pensamiento sólo se da en virtud de una “toma de distancia” respecto de sí (Elias 1987), pero también por una suerte de narrativa heroica que emerge como parte del compromiso que conlleva la defensa de los derechos humanos o el interés en la investigación en torno al conflicto armado. Quien se sitúa ante la experiencia del sufriente, dispuesto a “conocer el horror”, tiende a presentarse a sí mismo, “entre bastidores”, como un actor indispensable, pero al mismo tiempo innecesaria o incómodamente protagonista. Se trata, desde este punto de vista, de un sujeto al que, en virtud del contexto en el que se inscribe su trabajo, se le insta casi que indiscutiblemente al compromiso activo, y en donde cualquier viso de toma de distancia puede ser interpretado como la ausencia de dicho compromiso. Pero, justamente, este sujeto aparece distanciado de la relación que construye con el otro, en tanto que se muestra como un ente de registro del dolor de los demás. Es así como activistas, investigadores, jueces, fiscales, forenses, líderes, profesionales de la salud mental, acompañantes de comunidades, fotógrafos y periodistas, que se han situado de algún modo ante el dolor de la violencia política y la guerra en Colombia —si se quiere, que se han situado de algún modo en un estar-ahí ante la experiencia del sufriente—, han tendido a quedar subsumidos y desdibujados en la comprensión sobre la violencia política y la guerra, y ello debido, en parte, a los modos de relación entre el lenguaje de los derechos humanos y el sufrimiento que he explicado hasta aquí. Sin embargo, algunos trabajos relativamente recientes han reflexionado en torno a las implicaciones de escuchar experiencias de violencia política y guerra, surgidas de la misma tradición de las organizaciones de derechos humanos, pero situadas en un campo epistemológico crítico: se trata del trabajo psicosocial.

El trabajo psicosocial y la defensa de los derechos humanos: una ética de la escucha A la par del trabajo dedicado e incansable de varias organizaciones en pos de denunciar las violaciones a los derechos humanos en Colombia, y de acompañar a las comunidades en medio de la violencia política y la guerra, otras asumieron el reto de acercarse a estas experiencias desde un horizonte epistemológico distinto, pero bajo el mismo compromiso con la defensa de los derechos humanos de las víctimas. Estas

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto | Juan Pablo Aranguren Romero

67


68

TEMAS VARIOS

organizaciones asumieron el reto de realizar el trabajo psicosocial (la atención, la intervención, pero también un estar-ahí) con víctimas de la violencia política y el conflicto armado en el país.16 Estos esfuerzos han sido significativos para identificar los daños y los impactos a nivel individual, familiar y colectivo, pero también, en un intento de ir más allá de las narrativas sobre el daño, para reconocer estrategias y mecanismos de afrontamiento entre las víctimas, fortalecer el tejido social y proponer escenarios organizativos en contra de la impunidad y hacerles frente a los intentos de parálisis y silenciamiento que han impuesto los actos de guerra.17 El trabajo realizado por estas organizaciones —si bien articuló desde sus inicios una mirada académica sobre el ámbito de lo “psi”, con el derecho internacional de los derechos humanos y con una mirada crítica sobre el contexto sociopolítico del país, y si bien buscó nutrirse permanentemente de la experiencia acumulada de otros países (intentando responder solidaria y eficazmente a las demandas de las comunidades que habían padecido los horrores de la violencia)—, en la mayoría de los casos, se surtió bajo la lógica de un trabajo colaborativo, dialógico e intersubjetivo que terminaría por descentrar el lugar disciplinar de lo “psi” como un ámbito de experticia. Como resultado de ello, el trabajo psicosocial emprendido por los profesionales vinculados a estas organizaciones supuso la deconstrucción de la intervención como práctica y la co-construcción de lo psicosocial como un saber. Este proceso de deconstrucciones y co-construcciones les permitirá también a las organizaciones centradas en el trabajo psicosocial proponer una mirada crítica a las maneras de relación con las experiencias de violencia política y guerra en el contexto colombiano. De esta manera, considero fundamental destacar seis aportes fundamentales: i) reconocer no sólo los daños sino también los recursos de las víctimas para afrontarlos; ii) reconocer que los registros de denuncias, la toma de testimonios y la realización de entrevistas comprometen emocionalmente a las víctimas, corriendo el riesgo de revictimización o de

16 Entre estas se destacan la Corporación Avre (fundada en 1992), la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (creada en 1990) y la Corporación Vínculos (fundada en 2003). 17 La inscripción del trabajo psicosocial como parte de la defensa de los derechos humanos de las víctimas en Colombia supuso una revisión de los presupuestos epistemológicos de la psicología, muy de la mano de la propuesta de Ignacio Martín-Baró, que resonó en toda América Latina. Esta definición de lo psicosocial parte, entre otras cosas, de no reducir la explicación sobre problemas sociales a variables de la psicología individual ni abstraerlos de su contexto histórico. Subraya, justamente, que las formas de explicación centradas en la psicología individual han terminado por reducir las explicaciones de los impactos de las dictaduras militares o la represión política a argumentos de emoción, personalidad, e incluso de aprendizaje o adaptación (Martín-Baró 1983).

generar un nuevo daño, si no se tienen en cuenta los cuidados necesarios; iii) reconocer que, más allá de la palabra, existen otras expresiones y otros lenguajes que se constituyen también en formas de testimoniar; iv) reconocer que los actos de testimoniar se anclan no sólo en las condiciones psíquicas, físicas o emocionales del testigo, sino también en las condiciones sociales que lo hacen sentirse interpelado y movilizado a testimoniar; v) reconocer que las narraciones, los testimonios y entrevistas constituyen una experiencia intersubjetiva en la que quien entrevista, registra y pregunta tiene un rol protagónico; y vi) reconocer que en los escenarios de trabajo con víctimas, quien se sitúa ante el dolor de los demás también está expuesto de algún modo al sufrimiento del otro, y que, por lo tanto, se hace necesario que quienes desarrollan este tipo de trabajos reconozcan sus propios límites, generen prácticas de autocuidado emocional y vislumbren dichas prácticas de protección como parte de la garantía de una ayuda efectiva. En el fondo, la apuesta de articulación de “lo psicosocial” con la defensa de los derechos humanos permite reflexionar críticamente sobre lo que significa desarrollar una práctica en contextos de violencia política y guerra; se trata de considerar los efectos de estos delineamientos de la violencia política y la guerra en los modos de relación con el sufrimiento humano. En esa medida, también ha permitido reconocer que el trabajo psicosocial necesita de profesionales que dimensionen los contextos de violencia social y política en los que se inscriben los sufrimientos de las víctimas, de manera tal que la ayuda o la atención brindada parta, entre otras cosas, de que los impactos de la violencia se expresan no sólo en un síntoma individual, sino también en los ámbitos familiares y comunitarios —si se quiere, en un síntoma social— en los que, de hecho, el profesional también está inmerso. Ahora bien, en el intento de rescatar al sujeto situado ante el dolor de los demás, tanto el trabajo psicosocial como los emprendimientos investigativos aunados a él han intentado caracterizar el impacto sufrido por escuchar historias relacionadas con la violencia política y la guerra (Rodríguez, Rondón y Manrique 2013). Una gran parte de estos trabajos se ha sustentado en un emergente campo de investigación que busca caracterizar el nivel de daño que padecen quienes están ante las experiencias de sufrimiento, basados en la idea de que dicho sufrimiento, de alguna manera, se transfiere como resultado de la relación intersubjetiva que se teje en la producción de los testimonios, las entrevistas, la terapia psicológica u otros escenarios de escucha o registro de experiencias de victimización. Este tipo de trabajos se puede entender bajo lo que se podría denominar la lógica del contagio. Así, conceptos como “trauma vicario” (McCann y Pearlman 1990), “trauma por compasión”, “trauma secundario” (Figley 1995), “agotamiento empático”, “síndrome de estrés por empatía” (Figley 2002), “crecimiento vicario

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 62-71 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.05


TEMAS VARIOS

pos-traumático” (Vicarious Post-Traumatic Growth) (Arnold et al. 2005), burn-out o “agotamiento emocional”, y el mismo “trastorno de estrés postraumático”, se han erigido en formas emergentes de nominación de estas experiencias. Como se puede entrever, este intento por rescatar al sujeto implicado en la escucha del sufrimiento termina por enmarcarse en la misma narrativa sobre la efectividad del daño que he reseñado en torno a las experiencias de las víctimas, por lo que, del mismo modo, desdibuja la experiencia subjetiva y la reduce al “padecimiento contagiado”. Otras perspectivas han intentado mirar críticamente estas formas de caracterización de la experiencia de quienes escuchan o registran el dolor del otro, proponiendo conceptos como “altruismo nacido del sufrimiento” (Altruism Born Suffering) (Staub y Vollhardt 2008; Tedeschi y Calhoun 2004) o “resiliencia vicaria” (Hernández, Gangsei y Engstrom 2007), pero de algún modo mantienen la idea de que, si bien ya no es el daño el que se contagia, es la fortaleza de la sobrevivencia la que de algún modo se transfiere en la relación intersubjetiva. Es interesante, sin embargo, que en este tipo de trabajos ya no se trata de entrever solamente el sufrimiento o la efectividad del daño, aunque de cierta forma se mantiene la idea de que el contenido emocional de la experiencia circula en un sola vía, la que va desde el sufriente —resiliente— hacia quien lo escucha, por lo que es difícil entrever el tipo de implicación que tiene el sujeto situado ante el dolor del otro con los contextos de violencia política y guerra.

El encuadramiento de la guerra y el sujeto implicado En 2002, en el marco del seminario internacional Ética en la Investigación Social y Educativa, realizado en la Universidad de Antioquia (Colombia), la profesora María Teresa Uribe de Hincapié describía, en una ponencia denominada “La investigación social en tiempos de guerra”, un conjunto de desafíos para los investigadores que se han ocupado de indagar sobre las experiencias de la violencia sociopolítica y la guerra en Colombia. La ponencia se preguntaba por “la manera como los investigadores sociales y sus trabajos están impactando los contextos bélicos”, y abordaba, entre otras cosas, “la significación de las palabras en la guerra y los límites de la ciencia, la cultura y la ética en el tema de los conflictos armados” (Uribe de Hincapié 2002, s. p.). Se insistía allí en dos obligaciones éticas para los investigadores: i) su compromiso con el saber y el conocimiento, la revisión crítica de lo dicho y la búsqueda incesante de nuevos mapas cognitivos para acceder de manera más responsable a unas realidades cambiantes y elusivas, y ii) la determinación de los límites, las fronteras y las restricciones que los tiempos de guerra les imponen a sus quehaceres.

Uribe de Hincapié inscribía estos desafíos en los claroscuros que la guerra impone como parte de “sus lógicas, sus gramáticas y sus dramáticas” (s. p.), y que se expanden hacia el conjunto de la sociedad, incluidas la academia y la investigación. Se refería al impacto que las mismas dinámicas de la guerra tenían en la producción de conocimiento. En efecto, la guerra termina por incidir en los horizontes epistemológicos, en los discursos y en las narrativas, en los saberes disciplinares y en la academia; sus efectos devastadores terminan por enmarcar maneras de conocer y de sentir, y por delinear formas de relación y de definición de la alteridad, incluso llegando a demarcar las políticas de reconocimiento de la vida, la humanidad o la dignidad. Es lo que Judith Butler denominó “marcos de guerra”, aludiendo a las formas como los contextos bélicos regulan las “disposiciones afectivas y éticas a través de un encuadre de la violencia selectivo y diferencial” (Butler 2010, 13). Puesto de esta forma, los marcos de guerra tendrían efectos sobre las maneras de relación con la alteridad. Estos marcos delimitarían nuestro modo de comprensión sobre la experiencia de sufrimiento del otro e, incluso, condicionarían nuestro lugar epistémico ante el dolor de los demás. Como he propuesto en este artículo, en virtud de dicha incidencia epistémica, y al intentar delimitar la definición de la vida, los marcos de guerra también terminarán por desdibujar la humanidad y la vida implicada de quienes se sitúan de algún modo ante el dolor del otro. Sin embargo, como bien sostiene Butler, los marcos de guerra tienden a ser altamente exitosos, pero no por ello lo son completamente: “tales marcos estructuran modos de reconocimiento, especialmente en épocas de guerra, pero sus límites y su contingencia se convierten en objeto de exposición y de intervención crítica igualmente” (Butler 2010, 42). Así, si bien estos marcos de guerra delinean las formas de relación con el sufrimiento, se hace necesario, ya no simplemente reconocer los modos de enmarcación, sino intentar, más bien, reconocer a los sujetos allí implicados. Esto supondría, siguiendo la crítica de Michel de Certeau a Michel Foucault, no privilegiar en el análisis el aparato productor de la disciplina, sino más bien los procedimientos cotidianos que los seres humanos hacen, aún dentro de estos marcos (Certeau 2007). De manera tal que al indagar, ya no solamente acerca de las formas en las que se constituyen los “marcos de guerra”, sino acerca de comprender los modos en los que los sujetos implicados en ellos se sitúan ante la guerra misma, es posible reconocer, si bien no necesariamente actos de impugnación y resistencia —ni siquiera en lo que se enmarca bajo el concepto de resiliencia—, sí prácticas cotidianas que hacen algo con o dentro de ellos. Estas artes de hacer muestran su potencia en virtud de una relación con el otro; son una manera de situarse en relación con él, y acaso por ello sea necesario preguntarse no solamente por quienes han padecido los sufri-

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto | Juan Pablo Aranguren Romero

69


70

TEMAS VARIOS

mientos de estos marcos de guerra de forma directa, en cuanto víctimas o sobrevivientes, sino también por quienes de algún modo se han situado dispuestos a estar ante el dolor de los demás. Deslindarse entonces de un cierto lugar común que privilegia las narrativas sobre el daño supone concentrarse en aquellas otras narrativas de sujetos que, aun habiendo padecido formas devastadoras de violencia, o aun estando inscritas dentro de los marcos reguladores de una disciplina o de un quehacer institucional, se muestran reveladoras de una interpelación de las gramáticas y las lógicas de la violencia política y la guerra.

Referencias 1.

2.

3.

4.

5. 6. 7.

8.

9.

10.

11. 12.

13.

Amnistía Internacional. 1980. Informe de una misión de Amnistía Internacional a la República de Colombia (15-31 de enero de 1980). Bogotá: Comité de Solidaridad con Presos Políticos. Aranguren, Juan Pablo. 2012. La gestión del testimonio y la administración de las víctimas. Bogotá: Siglo del Hombre Editores – Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Aranguren, Juan Pablo. 2016. Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1978-1982). Bogotá: Ediciones Uniandes. Arnold, Debora, Lawrence Calhoun, Richard Tedeschi y Arnie Cann. 2005. “Vicarious Posttraumatic Growth in Psychotherapy”. Journal of Humanistic Psychology 45: 239-263. http://dx.doi.org/10.1177/0022167805274729 Butler, Judith. 2010. Marcos de guerra. Las vidas lloradas. Buenos Aires: Paidós. Certeau, Michel de. 2007. La invención de lo cotidiano 1: Artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y University of British Columbia. 2013. Recordar y narrar el conflicto. Herramientas para reconstruir memoria histórica. Bogotá: Imprenta Nacional. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). 2013a. ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional. Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). 2013b. “Informe General”. Centro Nacional de Memoria Histórica. http://www.centrodememoriahistorica. gov.co/micrositios/informeGeneral/capitulo5. html#sthash.lBpnofpt.dpuf Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). 2013c. Resumen. ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional. Cinep. 1982. Colombia. Represión. 1970-1981, vols. 1 y 2. Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular. Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos. 1980. Represión y tortura en Colombia. Informes Internacionales y Testimonios Nacionales. Bogotá: Fondo Editorial Suramérica. Elias, Norbert. 1987. La sociedad de los individuos. Barcelona: Ediciones Península.

14. Elias, Norbert. 1990. Compromiso y distanciamiento:

15.

16.

17.

18.

19.

20.

21.

22. 23. 24.

25.

26.

27.

28.

29.

Ensayos de sociología del conocimiento. Barcelona: Ediciones Península. Figley, Charles. 1995. “Compassion Fatigue as Secondary Traumatic Stress Disorder: An Overview”. En Compassion Fatigue: Coping with Secondary Traumatic Stress Disorder in Those Who Treat the Traumatized, editado por Charles Figley, 1-20. Nueva York: Brunner Routledge. Figley, Charles. 2002. “Compassion Fatigue: Psychotherapists’ Chronic Lack of Self Care”. JCLP/In Session: Psychotherapy in Practice 58 (11): 1433-1441. Foro Nacional por los Derechos Humanos. 1979. Documentos Testimonios. Bogotá: Fondo Editorial Suramérica – Sintrainscredial, Seccional Cundinamarca. Foucault, Michel. 1992. Genealogía del racismo. De la guerra de razas al racismo de Estado. Madrid: Ediciones La Piqueta. Hernández, Pilar, David Gangsei y David Engstrom. 2007. “Vicarious Resilience: A New Concept in Work with Those Who Survive Trauma”. Family Process 46 (2): 229-241. Hernández, Pilar. 2000. “A Personal Dimension of Human Rights Activism: Narratives of Trauma, Resilience and Solidarity”, disertación doctoral, University of Massachusetts. Huyssen, Andreas. 2002. En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización. México: Fondo de Cultura Económica. Jelin, Elizabeth. 2001. Los trabajos de la memoria. Madrid – Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Martín-Baró, Ignacio. 1983. Psicología de la liberación. Madrid: Trotta. McCann, Lisa y Anne Pearlman. 1990. “Vicarious Traumatization: A Framework for Understanding the Psychological Effects of Working with Victims”. Journal of Traumatic Stress 3: 131-149. http:// dx.doi.org/10.1007/BF00975140 Pollak, Michael. 2006. Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite. La Plata: Ediciones Al Margen. Rodríguez, Alfonso, Lina Rondón y Otto Manrique. 2013. “Propuesta epistemológica, estratégica y técnica para el cuidado emocional y relacional con personal que realiza acompañamiento psicosocial en contextos de violencia. Estado del arte”. En Acción colectiva y transformación. La dimensión política del acompañamiento psicosocial, compilado por Corporación AVRE, 117-160. Bogotá: Corporación AVRE. Sarlo, Beatriz. 2005. Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Saunders, Rebecca. 2008. “Lo que se pierde en la traducción: expresiones del sufrimiento humano, el lenguaje de los Derechos Humanos y la Comisión Sudafricana de Verdad y Reconciliación”. Sur. Revista Internacional de Derechos Humanos 9: 53-75. Staub, Ervin y Johanna Vollhardt. 2008. “Altruism Born of Suffering: The Roots of Caring and Helping After Victimization and Other Trauma”. American

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 62-71 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.05


TEMAS VARIOS Journal of Orthopsychiatry 78: 267-280. http://dx.doi. org/10.1037/a0014223 30. Tedeschi, Richard y Laurence Calhoun. 2004. “Posttraumatic Growth: Conceptual Foundations and Empirical Evidence”. Psychological Inquiry 15: 1-18. 31. Torres, Jaime y Fabio Barrera. 1982. Colombia. Represión. 1970-1981. Bogotá: Cinep.

32. Uribe de Hincapié, María Teresa. 2002. “La investigación

social en tiempos de guerra”. Ponencia presentada en el Seminario Internacional Ética en la Investigación Social y Educativa. Universidad de Antioquia. 33. Wills, María Emma. 2014. “Aprender a ser humano”. Uniandes.edu.co, 14 de febrero, http://www.uniandes. edu.co/noticias/derecho/aprender-a-ser-humano

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto | Juan Pablo Aranguren Romero

71


72

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica* Juan Cruz Esquivel** – Fortunato Mallimaci*** Fecha de recepción: 02 de mayo de 2016 · Fecha de aceptación: 20 de octubre de 2016 · Fecha de modificación: 13 de noviembre de 2016 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06

R E S U M E N | Las éticas religiosas y los sistemas económicos han estado históricamente interrelacionados. De allí que no resulten una excepcionalidad las referencias al desarrollo sustentable, al medioambiente y a la ecología en las producciones religiosas contemporáneas. El artículo se propone, en primer lugar, reconstruir el debate teórico en torno al rol que desempeña la religión dentro de un sistema social. Pasaremos revista a las principales corrientes sociológicas que han profundizado sobre esos tópicos, para luego adentrarnos en el análisis de documentos religiosos —principalmente, del catolicismo— que reflexionan sobre el proceso de globalización, el desarrollo, el medioambiente y la ecología. Por último, nos detendremos en el caso del catolicismo argentino y en los modos en que su andamiaje institucional acciona sobre la economía y la sociedad en busca de socializar “otros” modelos de desarrollo sustentable. PA L A B R A S C L AV E | Religión, catolicismo, globalización, desarrollo, medioambiente, Argentina (Thesaurus)

Religion, the Environment, and Sustainable Development: Comprehensiveness in Catholic Cosmology A B S T R AC T | Religious ethics and economic systems have historically been intertwined. Therefore, the references to sustainable development, the environment and ecology in contemporary religious productions are no exceptionality. The article proposes, in the first place, to reconstruct the theoretical debate regarding the role religion plays within a social system. We will review the main sociological currents that have explored these topics in depth, and then delve into an analysis of religious documents — mainly from Catholicism— that reflect on the process of globalization, development, the environment and ecology. Finally, we will consider the case of Catholicism in Argentina and the ways in which its institutional framework operates on the economy and society in order to socialize “other” models of sustainable development. K E Y W O R D S | Religion, Catholicism, globalization, development, environment, Argentina (Thesaurus)

* El artículo es resultado de una investigación más amplia, titulada “Religión, sexualidades, educación y asistencia social. Alcances e influencias de las religiones en la Argentina contemporánea” (Director: Fortunato Mallimaci), financiada por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina (2012-2015). ** Doctor en Sociología por la Universidade de São Paulo (Brasil). Profesor de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) e investigador del Programa Sociedad, Cultura y Religión del CEIL-Conicet (Argentina). Últimas publicaciones: “Religious and Politics in Argentina. Religious Influence on Parliamentary Decisions on Sexual and Reproductive Rights”. Latin American Perspectives 43 (3): 133-143, 2016, e Igreja, Estado e Política. Estudo comparado no Brasil e na Argentina. São Paulo: Editora Santuario, 2013. * jesquivel@ceil-conicet.gov.ar *** Doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia). Profesor titular de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) e investigador del Programa Sociedad, Cultura y Religión del CEIL-Conicet (Argentina). Últimas publicaciones: El mito de la Argentina laica. Catolicismo, política y Estado. Buenos Aires: Capital Intelectual, 2015, y “La contribución de la política y el Estado en la construcción del poder religioso” (en coautoría). Revista Argentina de Ciencia Política 17: 71-89, 2014. * fmallimaci@ceil-conicet.gov.ar


TEMAS VARIOS

Religião, meio ambiente e desenvolvimento sustentável: a integralidade na cosmologia católica R E S U M O | As éticas religiosas e os sistemas econômicos têm estado, historicamente, inter-relacionados. À razão disso, as referências ao desenvolvimento sustentável, ao meio ambiente e à ecologia nas produções religiosas contemporâneas não resultam uma excepcionalidade. Este artigo propõe, em primeiro lugar, reconstruir o debate teórico sobre o papel que a religião desempenha num sistema social. Revisamos as principais correntes sociológicas que têm aprofundado nesses temas para, em seguida, entrarmos na análise de documentos religiosos —principalmente, do catolicismo— que refletem a respeito do processo de globalização, desenvolvimento, meio ambiente e ecologia. Por último, detemo-nos no caso do catolicismo argentino e nos modos em que sua estrutura institucional age sobre a economia e a sociedade em busca de socializar “outros” modelos de desenvolvimento sustentável. PALAVRAS-CHAVE | Argentina, catolicismo, desenvolvimento, globalização, meio ambiente, religião (Thesaurus)

Las relaciones entre la religión y otras esferas de la vida social (economía, política, ciencia, arte, etcétera) han sido problematizadas por las ciencias sociales desde su propia constitución como área del conocimiento. Los exponentes de la sociología clásica dedicaron buena parte de la vida intelectual a discernir la trama vincular entre las éticas religiosas y los sistemas económicos hegemónicos a lo largo de la historia. De allí que no resulta una excepcionalidad que la religión y el desarrollo sustentable inscriban su interrelación en la continuidad del lazo entre lo religioso, lo económico y lo social en un sentido global. Continuidades que, vale aclarar, no remiten a formatos estáticos, deterministas ni unilineales, sino que contemplan configuraciones históricas situadas, en función de permanentes disputas, redefiniciones y renegociaciones entre estas esferas (Casanova 1999). Para comprender la influencia o las pretensiones de influencia y de rechazo, o pretensiones de rechazo en/ de los modelos de desarrollo por parte de las religiones, es imprescindible reconstruir históricamente el debate teórico animado en torno al rol que desempeña el factor religioso dentro de un sistema social. Pasaremos revista entonces a las principales corrientes sociológicas que han profundizado sobre esos tópicos, para luego adentrarnos en el análisis de documentos religiosos —principalmente, del catolicismo— que reflexionan sobre el proceso de globalización, el desarrollo, el medioambiente y la ecología. Reconociendo su pertinencia coyuntural, no obstante, las construcciones discursivas de los entramados religiosos acerca de la problemática medioambiental remiten a una línea discursiva anclada en sus tradiciones doctrinarias. Por último, nos detendremos en el caso del catolicismo argentino y en los modos en que su andamiaje institu-

cional acciona sobre la economía y la sociedad en busca de socializar “otros” modelos de desarrollo sustentable.

Religión, economía y sociedad en la tradición sociológica Los inicios de las disciplinas abocadas al estudio de lo social estuvieron signados por interrogantes sobre el fenómeno religioso y el papel que la religión iría a desempeñar en las sociedades modernas. Desde una función de legitimación de un sistema económico hasta su agonía y desaparición fruto de un supuesto proceso universal de secularización, pasando por un retraimiento al ámbito de lo privado o una transformación y recomposición continua, diversas han sido las interpretaciones elaboradas en torno a la cuestión religiosa durante los albores de la modernidad. Las controversias se circunscribían al carácter funcional de lo religioso. ¿Se trataba de un elemento que impedía el desarrollo y el avance de la ciencia? ¿El augurado progreso indefinido suponía el fin de la religión? O, por el contrario, ¿era plausible una coexistencia entre religión y modernidad, entre religiones diversas y modernidades múltiples? La tradición marxista que podemos llamar “tradicional” ha caracterizado la religión como un engranaje de legitimación del orden social dominante. Independientemente del sistema económico que se trate (feudalismo, capitalismo), la religión, en cuanto “aparato ideológico superestructural”, responde a los requerimientos de la infraestructura económica. Para Carlos Marx, […] el conjunto de las relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

73


74

TEMAS VARIOS producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. (1970, 37)

En contraposición a los principios de la filosofía hegeliana, Marx agrega: […] la moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. (1985, 26)

Despojado de interpretaciones reduccionistas, las formas primitivas de la vida religiosa acapararon el interés de Émile Durkheim. Al estudiar el sistema totémico australiano, el sociólogo francés observó el carácter constitutivo del lazo entre la religión y la sociedad, y, partiendo de que “los primeros sistemas de representaciones que el hombre se ha hecho del mundo y de sí mismo son de origen religioso”, concluyó que las representaciones religiosas no son sino “representaciones colectivas que expresan realidades colectivas” (Durkheim 1993, citado por Cipriani 2004, 98). En consecuencia, la contribución que realizan los sistemas de representación religiosos al funcionamiento de toda sociedad es de orden moral. Max Weber (1944) remarcará la multicausalidad de los procesos históricos, cuestionando así los determinismos unívocos. Sus interrogantes y su aproximación al análisis han sido sustancialmente diferentes a los enunciados desde la tradición marxista y durkheimiana. El interés por descubrir los factores comprensivos de las características diferenciales de la modernidad occidental lo condujo a contemplar las afinidades (o aversiones) electivas entre las creencias religiosas y los comportamientos e intereses materiales y económicos. Concentrado en un caso histórico, analizó las correlaciones entre la ética ascética del protestantismo y la mentalidad intrínseca a la racionalidad capitalista (Weber 2001). Contrario a las interpretaciones unilineales e irreversibles de los procesos históricos, su novedoso enfoque metodológico permitió desentrañar los entrelazamientos históricos entre los sistemas religiosos y la diversidad de grupos e intereses sociales. De ese modo, la sociología de la religión en clave weberiana emerge como un gran antecedente para la comprensión de las relaciones entre las éticas y prácticas religiosas, por un lado, y los modelos de desarrollo social, por otro (Weber 2001).

Por otra parte, Weber concentró su mirada en la modernidad de Occidente, destacando que la expansión del proceso de racionalización1 sobre todos los ámbitos de la vida social produjo una diferenciación de esferas orientadoras de la acción humana (Weber 1984). En el mundo antiguo, de las religiones politeístas emanaban los postulados que legitimaban y/o explicaban los procesos históricos. La referencia a lo mágico y lo divino se imponía como fundamento del orden social; los valores religiosos impregnaban al mismo tiempo toda la vida cotidiana (Aron 1990). El mundo religioso era el único legitimado para proporcionar un significado coherente y sistemático del mundo. Los principios religiosos eran los encargados de definir el bien, el mal, lo correcto, lo incorrecto, además del origen de la humanidad y el sentido de la vida humana. La aparición de las religiones monoteístas, con sus propuestas de salvación, profecía y fraternidad universal, alteró esos comportamientos. Con el tiempo surgen especialistas: magos, sacerdotes y profetas que disputan espacios, competencias, y el monopolio de la interpretación. La consolidación del judaísmo, el cristianismo y el islamismo racionalizó y desacralizó gran parte de las antiguas funciones de las religiones, produciendo un desencantamiento del mundo (Gauchet 1985). Con el advenimiento de la modernidad capitalista, el proceso de racionalización significó para Weber una autonomización de las esferas de valor que regulan los comportamientos humanos. La religión como orden de valor debe competir con otros campos que también orientan y dan sentido a las conductas del ser humano y de la sociedad a la cual adscriben. El proceso divergente asumido por las distintas esferas —política, económica, jurídica, científica, artística y erótica—, cada una con “su lógica inmanente y particular” (Cohn 1979, 141), suscitó “la pérdida estructural de la posición axial que ella [la religión] ocupaba en las sociedades tradicionales” (Pierucci 1997, 104). El proceso de autonomización de esferas fue planteado por Weber de un modo analítico, sin desconocer la interrelación entre estas y los condicionamientos e influencias recíprocos que las experiencias históricas han reflejado y reflejan sin solución de continuidad (Esquivel 1999).

1 Cuando hacemos mención a un proceso correspondiente entre modernidad y racionalización, nos estamos refiriendo, en primer lugar, a un dominio cada vez mayor de las imágenes del mundo y de la realidad, utilizando conceptos abstractos y de racionalidad teórica. En segundo lugar, a una metodología aplicada en las conductas humanas y a una configuración de sus aspectos prácticos a partir de una adecuación medios/ fines —racionalidad teleológica o instrumental—, o con base en valores racionalizados en acciones —racionalidad axiológica (Habermas, 1987)—. La racionalidad que gira alrededor de la noción del cálculo y la ganancia constituye el rasgo distintivo y fundamental del capitalismo moderno en el pensamiento weberiano.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


TEMAS VARIOS

En las intersecciones y disputas por regular mayores segmentos de la vida social se generan conflictos de valor, pues la racionalidad que gobierna a cada esfera es diferente. En otras palabras, la colisión entre los diferentes campos se establece en el plano de la incompatibilidad o de no-correspondencia entre las lógicas y orientaciones de sentido para la acción que impulsa cada una de ellas. La ganancia, el poder, la rectitud normativa, la verdad, la belleza, lo sagrado, elementos inherentes a las diversas esferas, disputan entre sí para ejercer su dominio sobre las conductas humanas, para universalizar su pretensión de validez (Roth y Schluchter 1979). Las religiones en general se nutren del postulado que sostiene que “el mundo es un universo ordenado por Dios y que, por tanto, se rige en un sentido ético” (Weber 1984, 553). En el momento en que los actores religiosos promueven la implementación de esta máxima en la vida social, las tensiones sobre el devenir de la humanidad se tornan explícitas. Se evidencian la yuxtaposición de racionalidades y valores divergentes, y la competencia por regular las conciencias y conductas de los sujetos intra- y extramundana. Debido a que ninguna esfera cuenta con el poder de arbitrar los enfrentamientos entre las normas inmanentes de los órdenes de valor, o con la legitimidad para fundar un nuevo orden cosmológico del mundo, el conflicto se vuelve permanente (Brubaker 1984). Si bien algunos autores argumentaron que la trama de estructuras era incompatible, y pensaron, por ende, en enviar lo religioso al ámbito de lo privado y lo íntimo (Habermas 1987), bajo el supuesto de que mayor modernidad era igual a menos religión, hoy, en el siglo XXI, vivimos nuevas situaciones. El mismo Habermas (2006) revisa sus posiciones, reconoce sus errores y habla de sociedades postseculares, donde las religiones deben ocupar el espacio de lo público y son necesarias para el debate de los sentidos de la vida del conjunto de la sociedad. En este marco comprensivo que da cuenta de la complejidad de los vínculos, de las convergencias, competencias y tensiones, debemos situar los discursos y prácticas desplegados por las instituciones, las redes y los grupos religiosos, para diseñar un modelo de desarrollo sustentable en sintonía con sus marcos interpretativos. Asimismo, podremos advertir que, al menos en América Latina, la configuración social e institucional se ha compuesto de rasgos de mayor complejidad, en virtud de que lo político, lo económico lo religioso, lo simbólico y lo social se entrecruzan, se especifican y se corresponden (Blancarte 1992; Mallimaci 2015; Parker 1993). El proceso de secularización en las sociedades modernas también ciñó el debate en los orígenes del pensamiento sociológico y se proyectó en el campo de la ciencia social contemporánea. Stark y Bainbridge (1986) anunciaban una retirada de lo religioso y de sus

elementos mágicos ante los avances del conocimiento científico. En sintonía con ciertas premisas weberianas, David Martin y Bryan Wilson visualizaban en la secularización un inacabable proceso “que hace perder a las religiones muchas de sus funciones desarrolladas anteriormente” (citados en Cipriani 2004, 236). Por su parte, Peter Berger (1967) presagiaba que, en el mundo moderno, las prácticas religiosas quedarían circunscriptas al ámbito de lo privado, perdiendo espacio en la escena pública. Pero unas décadas más tarde, el sociólogo norteamericano revisaría sus postulados y, con un tono autocrítico, sentenciaría que la teoría que asociaba la modernidad con la declinación de la religión no tuvo correlato empírico (Berger 2012). Además, apeló a la desecularización como idea ilustrativa de la persistente presencia de lo religioso en la vida social. Modificando sus premisas, reconoció que la modernidad no produjo una menor religiosidad, sino una mayor pluralidad de creencias, valores y estilos de vida. Berger advirtió entonces la coexistencia de secularización y religión, acercándose al pensamiento de José Casanova. Lo nuevo e inesperado de los ’80 no fue la aparición de “movimientos religiosos nuevos”, “la experimentación religiosa” o “la conciencia religiosa nueva” […] sino la revitalización y la asunción de papeles públicos por precisamente aquellas tradiciones religiosas que tanto las teorías de la secularización como las teorías cíclicas del renacer religioso habían dado por hecho que se iban tornando marginales e irrelevantes en el mundo moderno. (Casanova 1994, 17)

También, Daniéle Hervieu-Léger (1996) explicitó una perspectiva acerca de la secularización distante del paradigma clásico, al esgrimir que no supuso la desaparición de lo religioso, sino su recomposición y reconfiguración permanente, en el marco de un proceso de pluralización del campo religioso en general y de las creencias en particular, y de una desregulación institucional de lo religioso, traducida en una menor eficacia de los mandatos institucionalizados a la hora de regular la vida cotidiana de los individuos. Pero no podemos profundizar si no somos capaces de reconocer y comparar que no existe una sola modernidad (o secularización o laicidad) sino que existen múltiples modernidades (secularizaciones y laicidades) en el sistema-mundo (Eisenstadt 2001),2 donde los análisis sociológicos no pueden abordar los fenómenos

2 El concepto modernidades múltiples se debe a Eisenstadt, quien propone comprender la historia de la modernidad como historia de constitución y reconstitución continua de varios programas espacio-culturales, que no son sólo “occidentales”, sino que son uno de tantos, y que las modernidades se encuentran en constante transformación y vínculo en el largo plazo, sin que sea la occidental la “única” modernidad, la “verdadera” o la que “prevalecerá en el largo plazo”. “Muitos dos movimentos que se desenvolveram em sociedades não ocidentais articularam fortes temas

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

75


76

TEMAS VARIOS

religiosos desde la consideración de una sola modernidad (la de la Europa central, con su desmagización, racionalización y diferenciación particulares) o a un solo tipo de sistema social (las organizaciones cristianas) o a una sola dimensión de la religiosidad (el tipo de participación en el templo que construyó la larga sociabilidad y subjetividad judeocristianas). No hubo una sola modernidad universal de la cual somos herederos, ni hubo una modernidad excepcional (se menciona la europea), y las demás serían desviaciones. Hay modernidades múltiples y diferentes. Desde nuestras modernidades debemos ser capaces de realizar estudios históricos de larga duración, analizar los procesos concretos, procesar los datos que surgen de nuestras investigaciones, estudiar las múltiples interpretaciones y crear las categorías propias de estos procesos. ¿Cuáles han sido las producciones religiosas de y en nuestras modernidades ibéricas, latinoamericanas y caribeñas? ¿Cuál ha sido la perdurabilidad y el impacto de las culturas ibéricas, indígenas, negras y de migrantes, campesinas y obreras, en la lenta construcción de matrices y memorias sociales y religiosas en las múltiples modernidades de América Latina y el Caribe? Por eso, Casanova llama la atención, en el análisis del capitalismo occidental (Europa y América), acerca del necesario vínculo entre tipo de Estado, sociedad religiosa dominante (católica, protestante, ortodoxa o mixta), tipo de estructura social y desarrollo histórico concreto, destacando así las tres posibles explicaciones de la secularización, que, según el autor, deben mantenerse separadas en el análisis de largo plazo: declinación de la religión, diferenciación y privatización. El proceso cultural y social vivido tanto en Europa como en Estados Unidos tuvo sus complejidades, particularidades, y no significa que deba reproducirse en el resto del planeta. Conocerlo es valioso como uno de los caminos que toma la modernidad, pero no como “modelo normativo” desde el cual juzgamos nuestras modernidades realmente existentes. Reconocer modernidades múltiples y modernidades líquidas es salir de un “pensamiento único” que sólo ve un camino y una solución. Decir que tal país, tal grupo social, tal institución o persona es (o debe ser) “moderno”, es (o debe) “secularizado”, es (o debe) religioso, tiene una carga de valor en el mundo académico o social que va más allá de la supuesta nominación “objetiva” y sirve para legitimar o deslegitimar, para aceptar o rechazar, para instituir o destituir. Ha llegado la hora de buscar nuevas categorías, más complejas, más sofisticadas y reflexivas, para que nos ayuden a entender mejor el actual sistema global emergente de modernidades múltiples.

anti-occidente, ou mesmo antimodernos; no entanto, todos eles eram distintamente modernos” (Eisenstadt 2001, 140).

Comprender hoy lo religioso y su vínculo con lo económico, lo social, lo cultural y lo simbólico en América Latina supone orientar nuestra mirada a la presencia diversificada de grupos y organizaciones religiosos en diversos planos que, desde ya, no queda circunscripta al ámbito de lo privado, dado que nunca ha estado sólo allí. Por el contrario, en una región signada por la desigualdad y la fragmentación social de índole estructural, el accionar de los agentes de la sociedad civil, de la sociedad política y del Estado se proyecta sobre varias esferas a través de vínculos entrelazados y complejos. Esas esferas, analíticamente diferenciadas para los investigadores, son representadas en los imaginarios de los actores como un campo continuo con fronteras difusas o incluso inexistentes. Por eso es tan importante realizar una doble hermenéutica: la de los actores y la de los investigadores.

Entre la globalización del mercado y la globalización de una ética cristiana La globalización ha generado profundas transformaciones en el funcionamiento de la economía y de los mercados; ha redefinido las estrategias geopolíticas de los países, ha erosionado las bases de soberanía de los Estados nacionales y ha ocasionado profundas mutaciones en el plano cultural, fruto de la ampliación de las comunicaciones y del desarrollo tecnológico. Inmersos en este proceso, estamos asistiendo a un doble proceso de homogeneización de las imágenes y fluidez de la información, merced a la sofisticación de los medios de comunicación; y paralelamente, de reformulación y quiebre de las identidades a partir de la fragmentación de pertenencias de los sujetos. La globalización como proceso implica una profunda transformación en las formas de ver el mundo. Las nociones del tiempo y del espacio, y el campo de las ideas se ven modificados por los cambios en la organización social. Adentrándonos en el plano cultural y simbólico, asistimos a un fuerte proceso de reconfiguración identitaria, como corolario de la fragmentación de los sentidos de pertenencia. Ya no nos es posible entender el universo de sentido de los individuos a partir de una única institución que los contiene y los engloba, capaz de brindar una visión ordenada y totalizadora del mundo. Se ha producido un agotamiento de las entidades macrosociales como núcleos de sentido comunitario. Los dispositivos de sentido integral han sucumbido ante el derrumbamiento de las estructuras de plausibilidad que garantizaban la organización con exclusividad de las apropiaciones individuales y colectivas (Berger 1967; Hervieu-Léger 1996). Las identidades totalizadoras, que con anterioridad ciertas instituciones (Estados, sindicatos, partidos políticos, grandes Iglesias Históricas, la escuela, las Fuerzas Armadas) expresaban cubriendo las demandas de sentidos de los sujetos, han cedido camino a la emergencia de actores múltiples con pertenencias

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


TEMAS VARIOS

diversas, en un contexto de descomposición y recomposición de las identidades colectivas (Pace 1997). La subjetivación de los sistemas de creencias desafía a las instituciones que han ostentado cierto capital de autoridad y de la tradición en la historia, las cuales encuentran dificultades para regular, dentro de límites seguros y estables, el universo de representaciones y cosmovisiones. Los procesos de masificación creciente de la información y la multiculturalidad global no hacen más que debilitar las estructuras identitarias anteriores, que, pese a ello, permanecen en escena, aunque sin el impacto sobre la cohesión social que supieron tener. En ese contexto, las instituciones religiosas han perdido capacidad de influencia sobre las normas, los valores y comportamientos que circulan en las sociedades, y encuentran dificultades para imponer, en el largo plazo, un universo de sentido, es decir, “un sistema de significados socialmente objetivado que se refiere, por un lado, al mundo de la vida cotidiana, y por otro, a un mundo experimentado como trascendente” (Luckmann 1973, 54). Ahora bien, el curso transitado por la globalización, timoneado por la modernización capitalista financiera, ha cristalizado una ampliación de la brecha económica y un acceso desigual a las nuevas tecnologías entre las múltiples modernidades, generando un incremento de las asimetrías sociales a nivel mundial y nacional, y un impacto diferencial de la crisis ambiental. A modo de ejemplo, los procesos de concentración de los mercados no han tenido su correlato en la integración social y cultural de los pueblos. La dinámica del crecimiento desigual y la lógica del ajuste económico permanente han hecho caso omiso a las consecuencias ocasionadas por el deterioro y degradación del medioambiente. En definitiva, el mundo contemporáneo refleja una lógica del devenir económico que presenta cortocircuitos en el plano social y ambiental. Como lo ha demostrado con claridad el economista Thomas Piketty (2013), una porción ínfima de la población mundial concentra cada vez más las riquezas del planeta, aumentando las desigualdades, dado que el rendimiento del capital es ampliamente superior al crecimiento de la economía. De todos modos, son disímiles las interpretaciones sobre los factores causales de tales desequilibrios. La procedencia no es neutra a la hora de conceptualizar las lógicas predominantes de la economía mundial y las relaciones geopolíticas internacionales. La discordancia en la representación de mapas políticos, económicos y culturales no es ajena a los ángulos desde donde se percibe y se construye la realidad social. En los países europeos y en Estados Unidos predominan las explicaciones naturalistas. Desde esa perspectiva, el actual estadio de la humanidad “ha generado problemas de carácter ecológicos y ambientales de tan enorme magnitud que, por primera vez en la historia, se ha puesto en riesgo la continuidad de la vida del ser

humano en el planeta, así como el proceso de la vida del planeta mismo” (Estenssoro Saavedra 2014, 19). Subyace a tales argumentaciones la idea de inexorabilidad en la evolución de la especie humana como elemento causante de la crisis ambiental. Desde América Latina, la perspectiva sobre la problemática ambiental transciende largamente la aproximación a la especie humana en términos neutros o genéricos, para focalizar fundamentalmente en el acceso desigual a bienes y servicios, con las consecuentes carencias en el hábitat urbano y rural para vastos segmentos de la población, en la explotación —y apropiación— de recursos naturales sin mecanismos de supervisión estatal. En ese sentido, esta línea de pensamiento involucra tanto factores ecológicos como políticos, económicos, sociales y culturales. En la tentativa de identificar responsabilidades diferenciales de los desequilibrios ambientales, visibiliza la dinámica de determinados actores económicos y políticos como bloque de gravitación. En otras palabras, comprender la multidimensionalidad de la crisis ambiental en la región latinoamericana supone una aproximación que contemple la situación política de quiebres institucionales y las debilidades estatales en sus capacidades regulatorias; la situación de prevalencia de actores económicos que disponen de recursos para el uso y explotación desmedidos del suelo sin controles gubernamentales; la situación de amplios segmentos de la sociedad que no acceden al agua potable, a la red cloacal, y viven en condiciones habitacionales deficitarias, y la situación cultural que naturaliza esas asimetrías sociales. “No se trata [entonces] de un fenómeno causado por el ser humano en cuanto a especie” (Estenssoro Saavedra 2014, 23), sino de las disonantes relaciones de poder entre los grupos sociales y las estrategias que despliegan quienes ocupan una posición dominante para reproducir y extender el acceso desigual a bienes y servicios. En esa desarmonía, las religiones entran a tallar y encuentran no sólo una fundamentación discursiva, sino también un intersticio desde el cual relegitimar su lugar en el espacio social contemporáneo. Desde una aproximación holística, las religiones no escinden, sino que unifican los tres pilares que dan cuenta de un desarrollo sustentable: el económico, el social, el ambiental, y le agregan la dimensión espiritual. Ante la hegemonía de un sistema económico, militar, cultural y social que proyecta un horizonte utópico de salvación a través del “mercado regulador”, la iniciativa privada y la “prosperidad sin límites”, las instituciones religiosas no renuncian a proclamar sobre las políticas públicas y la vida cotidiana una ética política-religiosa alternativa. “La Iglesia tiene su doctrina social que hoy, más que nunca, tiene el deber de abrirse a una perspectiva internacional”, resaltó Juan Pablo II en la encíclica Rei socialis

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

77


78

TEMAS VARIOS

(42), de 1997. El papa Francisco subrayó en su viaje de Cuba a Estados Unidos, en setiembre del 2015: “Se me acusa de ser un poco de izquierda, pero no he dicho una sola palabra que no esté en la doctrina social de la Iglesia”. En realidad, la incursión de lo religioso en estos planos no es un elemento novedoso; por el contrario, en el caso de América Latina, es constitutivo de dichos planos: “la relación entre lo cultural, lo político, lo social y lo religioso ha estado y sigue vinculado por matrices comunes que permiten el paso de uno a otro sobre la base de mecanismos complejos de resignificación y redefiniciones recíprocas” (Mallimaci 2005, 242). En el caso del catolicismo, su reticencia a situarse en las tareas de la sacristía y en el ámbito de lo privado se tradujo en un enfrentamiento intransigente hacia los valores del mundo contemporáneo. Ha persistido en su misión de instaurar un catolicismo integral —social y doctrinal— en toda la vida como fundamento de la sociedad actual. La denuncia en contra del “capitalismo salvaje” y el “mercado desbocado”, no sólo posiciona al catolicismo como alternativa valórica, sino que trasunta la pretensión de institucionalizar otra ética global que regule las relaciones políticas, económicas y sociales, un modelo de desarrollo sustentable armónico y de largo aliento. Como decíamos, las exhortaciones religiosas en cuestiones económicas y sociales son de larga data; tal vez lo llamativo gire en torno a la incorporación de la problemática ecológica y del medioambiente. La temática ambiental es contemplada también en la promoción de una sociedad fundada en las matrices cristianas, y en su falta de protección, adjudicada a un sistema económico regulado por principios alejados de los estándares éticos y religiosos. La historicidad de las narrativas católicas dedicadas al desarrollo humano, en particular, y al desarrollo sustentable de los pueblos, en general, refleja que la cuestión ambiental, concebida de modo integral, es constitutiva de su orden axiológico y de su estrategia pastoral de presencia pública. Lejos de pensarse como una problemática coyuntural sobre la cual la institución religiosa explicita su postura, estamos frente a un componente perdurable de su acervo identitario. De Pablo VI a Francisco, la preocupación por el desarrollo humano integral y por la ecología integral como núcleo vertebrador del desarrollo sustentable asume un lugar de relevancia en las producciones vaticanas. En la encíclica Populorum progressio, Pablo VI se apoya en la Doctrina Social del catolicismo para explayarse en el desarrollo de los pueblos en contextos de pobreza y desigualdad social. Su apelación a la necesidad de un desarrollo integral del ser humano se complementaba con la denuncia de los desequilibrios a escala planetaria. El concepto de inte-

gralidad se materializa en Pablo VI cuando promueve una acción que enlace las dimensiones económicas, sociales, culturales y espirituales. Al explicitar la visión cristiana sobre el desarrollo, manifiesta que este “no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre”. Y citando al padre Louis-Joseph Lebret, transparenta su perspectiva holística: “Nosotros no aceptamos la separación de la economía de lo humano” (Pablo VI 1967). Por su parte, en la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in America (1999), Juan Pablo II consideró al medioambiente como don de Dios y condenó una globalización regida por “las meras leyes del mercado”. En su alocución, integró claramente las tres dimensiones del desarrollo sustentable, considerando inviable toda situación de desarmonía entre ellas. La supremacía de la normatividad impersonal del mercado, “aplicada según las conveniencias de los poderosos, lleva a consecuencias negativas. Tales son, por ejemplo, la atribución de un valor absoluto a la economía, el desempleo, la disminución y el deterioro de ciertos servicios públicos, la destrucción del ambiente y de la naturaleza, el aumento de las diferencias entre ricos y pobres, y la competencia injusta que coloca a las naciones pobres en una situación de inferioridad cada vez más acentuada” (Juan Pablo II 1999). En la encíclica Caritas in veritate (2009), Benedicto XVI retoma la línea conceptual enhebrada por Pablo VI. Recupera la noción de desarrollo humano integral, con una lectura en clave de las encrucijadas y los desafíos planteados en el siglo XXI. Por su formación eclesiástica, Benedicto XVI puso el acento en otro esquema de integración, como respuesta a la racionalidad científico-técnica de la Ilustración. Propuso una racionalidad católica de confluencia entre la razón y la fe como cimiento del desarrollo humano. Y desde esa premisa, discute el rol de la Iglesia católica en el mundo moderno. Tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia o educación, sino que manifiesta toda su propia capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad universal cuando puede contar con un régimen de libertad. Dicha libertad se ve impedida en muchos casos por prohibiciones y persecuciones, o también limitada cuando se reduce la presencia pública de la Iglesia solamente a sus actividades caritativas. (Benedicto XVI 2009)

Dado que el bienestar de la humanidad se contempla a partir del desarrollo del ser humano en todas sus dimensiones, se reivindica el accionar de la institución católica en los más diversos planos de la vida social. En la defensa de esa cosmovisión integral, el Sumo Pontífice alemán rebate los supuestos del libre mercado como vehículo del progreso de una comunidad. La asociación del desarrollo humano con la vocación que Benedicto XVI recupera de

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


TEMAS VARIOS

Pablo VI supone una primacía del compromiso de los sujetos —por encima de las estructuras— para alcanzar un orden mundial sustentable. Benedicto, en un tono revisionista, no desatiende la responsabilidad del Estado como regulador de las relaciones sociales, impugnando nuevamente al mercado como instrumento de promoción del desarrollo humano. Hoy, aprendiendo también la lección que proviene de la crisis económica actual, en la que los poderes públicos del Estado se ven llamados directamente a corregir errores y disfunciones, parece más realista una renovada valoración de su papel y de su poder, que han de ser sabiamente reexaminados y revalorizados. (Benedicto XVI 2009)

No obstante, tampoco es partidario de una presencia estatal omnipresente que obture los espacios de sociabilidad propios de la economía solidaria, regida por lógicas fraternas de transacción social y promoción comunitaria. “El binomio exclusivo mercado-Estado corroe la sociabilidad, mientras que las formas de economía solidaria, que encuentran su mejor terreno en la sociedad civil aunque no se reducen a ella, crean sociabilidad” (Benedicto XVI 2009). Considerada la crisis económica y ambiental contemporánea como otra faceta de la crisis social y cultural que la modernidad capitalista trajo aparejada en un primer momento, y que con la globalización se vio profundizada tiempo después, las enseñanzas de la Iglesia católica son ofrecidas como vehículo para la armonización de un desarrollo sustentable y a largo plazo. La disociación entre la ley natural y la dinámica que la vida económica, social y cultural ha adoptado en el mundo contemporáneo es el factor explicativo de lo que se visualiza como disminución tanto de las posibilidades como del desarrollo humano. De ese modo, los textos vaticanos han anclado la noción del desarrollo con las formas en que las sociedades se relacionan con el ambiente y la naturaleza. Desde esta cosmovisión religiosa, la separación entre razón y ética, propia de la modernidad dominante, ha desembocado en un proceso de devaluación de la vida humana que se proyecta en la explotación y el uso destructivo del medioambiente. El énfasis es colocado tanto en la denuncia de los modelos económicos dominantes como en el impacto moral de su aplicación, y en las consecuencias sociales y ambientales derivadas de un sistema desprovisto de toda ética religiosa. Ese “silogismo” entre economía deshumanizada, cambio climático y degradación social es aludido y condenado por el papa Francisco en su encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común, divulgada en 2015. Emprende un recorrido histórico en el que destaca otros documentos papales, reforzando así la línea de memoria cimentada por la Santa Sede frente a estas problemáticas, que comenzó con la Rerum novarum de

León XIII, en 1891. Hace mención de Pacem in terris de Juan XXIII, de la Carta Apostólica Octogesima adveniens de Pablo VI, de Redemptor hominis y Centesimus annus de Juan Pablo II y de Caritas in veritate de Benedicto XVI. En sintonía con la trama argumentativa de sus predecesores, Francisco enmarca la gravedad de la situación ecológica en la crisis ética, espiritual y cultural derivada del desarrollo industrial propio de la modernidad capitalista. El predominio de un sistema económico basado en el consumo de bienes materiales, y en el despliegue de una racionalidad científico-técnica al servicio de la generación de mayores utilidades, habría conllevado inevitablemente un deterioro de la naturaleza y profundas asimetrías sociales. Citando la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI, recuerda que, desprovisto de referenciales éticos, “el mercado, por sí mismo, no garantiza el desarrollo humano e integral y la inclusión social” (Francisco 2015). La conjunción entre economía y tecnología al servicio de los intereses de grupos económicos de poder, sin otro encuadre normativo regulador, se ha erigido en el factor explicativo del fuerte desequilibrio del ecosistema mundial. La cuestión ambiental es un eje vertebrador contemporáneo de la histórica confrontación del ideario católico con el ideario liberal y burgués (Poulat 1977). Para Francisco, no es la lógica del mercado la que resolverá los problemas sociales y ambientales, habida cuenta de que la maximización de los beneficios motoriza su dinámica. En algunos círculos, se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales, del mismo modo que se afirma, que los problemas del hambre y la miseria en el mundo simplemente se resolverán con el crecimiento del mercado. Quienes no lo afirman con palabras, lo sostienen con los hechos, cuando no parece preocuparles una justa distribución de la riqueza, un cuidado responsable del ambiente […]. Con sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente. (Francisco 2015)

Como sus antecesores en el Vaticano, Francisco, desde una cosmología integralista, enlaza la preocupación por la ecología con la cuestión social. Luego de advertir de que la degradación ambiental no está escindida de la degradación humana y que el mayor impacto de los problemas ambientales (contaminación, ausencia/carencia de agua potable y redes cloacales, concentración de áreas insalubres) lo sufren las poblaciones carenciadas, esboza uno de los núcleos angulares de su pensamiento cuando esgrime que “hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (Francisco 2015). De manera explícita, coloca a la pobreza y la exclusión como la otra cara de la fragilidad

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

79


80

TEMAS VARIOS

ambiental del planeta, y contrasta “un superdesarrollo derrochador y consumista con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora” (Francisco 2015). De allí, la proclama de una conversión ecológica global y su apelación a un “desarrollo sostenible e integral”. Sostenible, en términos de garantizar la inclusión de los sectores vulnerados. Integral, en clave de interpelación a todas las dimensiones del ser humano. Esa tarea, según Francisco, tiene “responsabilidades diversificadas”, dado que los países más pobres ven reducidas sus posibilidades de revertir el impacto ambiental. Si Pablo VI acuñó la idea de desarrollo humano integral, profundizada luego por Benedicto XVI, Francisco incorpora la noción ecología integral. Desde una cosmología anclada en América Latina, el papa argentino contempla las dimensiones humanas y sociales al referirse a las relaciones entre el ser humano y el ambiente donde se desarrolla. Resalta allí el valor del trabajo como componente ineludible, y se inclina por su defensa y preservación, frente a las tensiones originadas por el desarrollo tecnológico y la propensión a reemplazar la labor humana. El individuo, la familia, la comunidad, la nación y el mundo se encuentran afectados por los marcos axiológicos que definen la relación naturaleza-ambiente-sociedad. La condena a los modelos economicistas, basados en la lógica de acumulación del capital, es la contracara de la denuncia de los desequilibrios ecológicos, que son, al mismo tiempo, desequilibrios sociales, económicos, habitacionales, culturales, y de la vida cotidiana. Esa mirada integral conduce al Papa a aunar el sombrío diagnóstico sobre el cuidado del planeta con la crítica a los poderes económicos hegemónicos. Pero, en un tono esperanzador, convoca a subordinar la economía a una ética universal solidaria y protectora de lo que denomina la casa común de todos. Humanizar la economía, el desarrollo y la ecología implica una inmersión en una matriz ético-religiosa que oriente su derrotero. Francisco ejemplifica la superación del paradigma tecnocrático con las experiencias de pequeños productores que promueven un modelo de desarrollo más preocupado por el cuidado del ambiente que por la reproducción exponencial del consumo. Estas experiencias remiten a contextos sociales que han recuperado la centralidad de la naturaleza, colocando la ciencia y la técnica a su servicio, recuperando la dimensión espiritual y la ética cristiana como principio organizador de las relaciones sociales. Si la crisis ecológica ha transparentado la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, la emergencia de estas “lecciones comunitarias” sería el reflejo del advenimiento de un nuevo paradigma que armonice la relación naturaleza-tecnología-sociedad. En síntesis, la última producción vaticana sobre medioambiente resume los ejes históricos del posicionamiento católico ante otros sistemas reguladores de la vida social. Denuncia la primacía de una economía de mercado desprovista de valores humanitarios, plantea que la crisis

ambiental no está escindida de la crisis social, así como tampoco la degradación ecológica de la degradación humana. La desaprobación de la situación medioambiental remite a una crítica más amplia al modelo de acumulación capitalista y a las asimetrías sociales que este genera. Como trasfondo, subyace a una disputa por hegemonizar los principios rectores que regulan los comportamientos humanos; una contienda que no resulta novedosa desde el advenimiento de la modernidad. El catolicismo, en particular —aunque el análisis es pertinente para otras religiones, como ha quedado demostrado en los encuentros interreligiosos de Asís en Italia—,3 ha integrado históricamente en su línea discursiva lo económico con lo ético, lo social con lo espiritual, lo público con lo privado, lo local con lo global (Esquivel 2013). Vale recordar que en 1995, durante la asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, Juan Pablo II condenó la opresión de los pueblos y culturas a causa de las relaciones económicas neoliberales, y bregó por la adopción de los principios éticos en todas las relaciones humanas. Cinco años después, frente al diagnóstico de una globalización excluyente que sostiene la primacía de un mercado desbocado, propuso una globalización cimentada en un modelo solidario. Planteó la necesidad de “entretejer de solidaridad, las redes de las relaciones recíprocas entre lo económico, lo político y lo social” (Juan Pablo II 2000). La galaxia cristiana y católica de centros, organismos no gubernamentales, fundaciones e institutos a nivel mundial es un claro ejemplo de una red internacional —con presencia que va desde la ONU hasta los barrios y parajes más remotos del planeta— que funciona como estructura de apoyo a actores y grupos que trabajan cuestiones relacionadas con los pobres, la pobreza y el desarrollo, desde una perspectiva humana y con un sustrato religioso. En esa dinámica de articulación y sustento circulan valores y se arraigan creencias, subjetividades y sociabilidades de resistencia a los patrones de desarrollo hegemónicos. Alejados de una idea del desarrollo economicista, extienden morfológica y socialmente la noción de “desarrollo sustentable en la casa común”, que concierne a toda la humanidad y debe permear no sólo la dimensión internacional, sino también la local y la regional. Talleres de reflexión, cursos de formación, reuniones y diversas publicaciones son algunas de las herramientas utilizadas para apuntalar una sociedad civil y un Estado social que se estructuren a partir de otras matrices culturales, que integren la dimensión social y religiosa al paradigma del desarrollo e instituyan al diálogo y al intercambio como vertebradores de las relaciones humanas.

3

Desde 1986, en dicha ciudad italiana, se reúnen representantes de las iglesias cristianas y de las diversas religiones de todo el mundo, en lo que han denominado “Jornada Mundial de Oración por la Paz”.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


TEMAS VARIOS

En definitiva, la evidencia de situaciones de desarmonía entre el desarrollo económico, social y ambiental y la ausencia de una moral religiosa como lógica subyacente del devenir social movilizan a las instituciones religiosas, que se deslizan hacia el amplio espectro de las políticas públicas. La fragmentación y la desigualdad social, por un lado, y la desprotección del medioambiente y la creciente contaminación, por otro, muestran las fragilidades de los cimientos de un desarrollo sustentable en nuestras sociedades. Son dos caras de una misma moneda y deben ser llevadas adelante en conjunto. Las acciones desplegadas sobre esas áreas por diversas organizaciones religiosas, junto con otras en la sociedad civil, desde el Estado, creando y aumentando el capital social en las personas afectadas, reflejan las batallas que los grupos religiosos entablan por inculcar sus normas como principios organizadores de la sociedad.

El caso del catolicismo argentino En Argentina, como en América Latina, la cultura católica y el catolicismo han marcado una impronta en el campo político, social y cultural, a partir de su histórica presencia en el escenario público. Desde los albores de la Independencia y la llamada organización nacional, han intentado asimilar la cosmovisión del ser cristiano con el ser argentino. El modelo de cristiandad, hegemónico por aquel entonces, pretendió homologar la identidad religiosa con la geográfica y cultural. De ese modo, el catolicismo, como pilar de la nacionalidad, otorgaba a la Iglesia el poder y el derecho exclusivo de controlar múltiples aspectos de la vida cotidiana de las personas. Se advierte entonces que desde la conformación de la nación (1810-1880), el comportamiento histórico del catolicismo, lejos de recluirse en el ámbito de la sacristía, se extendió al espacio político y social. Por aquel entonces, los nacimientos, los matrimonios y las defunciones se registraban en las iglesias, y las votaciones se llevaban a cabo en las puertas de los templos. De ese modo, el catolicismo fue reconocido en su condición de fuerza moral integradora, y requerido para cohesionar culturalmente a una nación en formación. A lo largo del siglo XIX, entonces, la Iglesia católica —no sin conflictos, tanto internos como con el liberalismo integral— asumiría un papel de acompañamiento defensivo en la configuración del modelo de Estado-nación: merced a su aporte cultural y religioso, contribuyó al proceso de integración de la sociedad, en especial, de los millones de migrantes de ultramar. A partir de su consolidación institucional en la década de los treinta del siglo XX, la Iglesia católica desplegó una serie de estrategias de ofensiva para catolizar al Estado y a la sociedad civil. Nace así el movimiento católico. La ascendencia sobre las altas esferas de gobierno, en especial de las Fuerzas Armadas, y la fuerte presencia

en el campo de lo social —donde se destaca la afinidad con el pueblo trabajador peronista y la dislocación institucional— fueron proyectadas como dos engranajes primordiales para diseminar los valores cristianos en todos los órdenes de la vida social. Esto llevó, en el largo plazo, a la militarización y politización de lo católico y a la catolización de las Fuerzas Armadas y los partidos políticos (Mallimaci 2015). La presencia pública de la Iglesia católica se ha operado además a través de una modalidad actualmente muy vigente también en otros países del continente: nos referimos al papel de mediación que la institución eclesiástica y el movimiento cristiano asumen, y que son interpelados para que lo asuman. Ante conflictos sociales y/o diplomáticos con dificultades para ser encauzados, los obispados se convierten en espacio de negociación entre las partes involucradas, ya sea por la predisposición de sus máximas autoridades, por solicitud de dirigentes políticos o por ambas (Esquivel 2009). En la última década se destacan las intervenciones de los obispos del Sur (Neuquén, Viedma, Alto Valle), y en Santa Cruz, por cuestiones gremiales y sociales; en Iguazú (Misiones), ante problemas políticos; y en Gualeguaychú (Entre Ríos), ante las diferencias diplomáticas entre Argentina y Uruguay por la instalación de una fábrica de pasta de celulosa en el margen del río Uruguay, y la probable contaminación ambiental de la región. Otro caso es el movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres, que ha acompañado los reclamos de comunidades originarias, de poblaciones contra la instalación de minería a cielo abierto, y por la contaminación de la Tierra. En momentos en que el resquebrajamiento del tejido social reflejaba una crisis terminal en Argentina, allá por 2001, fue una institución religiosa —la Iglesia católica— el eje de convocatoria de los actores más significativos de la sociedad política y de la sociedad civil. Garante de la unidad nacional y referente para la construcción de consensos básicos, el catolicismo recuperó protagonismo al validar sus pergaminos en el terreno de la articulación política y en el sostenimiento de una sociedad que corría serios riesgos de desintegración institucional. La conformación de la Mesa del Diálogo entre representantes religiosos, de la sociedad civil, del Estado y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se constituyó como el think tank para la definición de medidas de emergencia tendientes a paliar la situación social. Presencia institucional, presencia social, presencia en el plano político y en el mundo de los empresarios y de los trabajadores. En esa diversidad de ámbitos se proyectan la prédica y el accionar de un catolicismo que busca reproducir su fuerza espiritual y cultural, desde la cual dejar su impronta tanto sobre las estructuras y los modelos como sobre los individuos y el conjunto de relaciones que entablan. Presencia que, por otro lado, es naturalizada y legitimada por diferentes

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

81


82

TEMAS VARIOS

actores políticos, económicos, sociales, e incluso de otras religiones. Predomina una cultura de la subsidiariedad, a la que abona desde espacios políticos y religiosos. Desde la gestión estatal se interpela a las instancias organizativas religiosas para “bajar” las políticas públicas a los territorios. Transferencias de recursos, participación de religiosos en consejos consultivos, cogestión, e incluso la designación de referentes religiosos al frente de organismos públicos,4 reflejan el estado de situación (Esquivel 2016). La organización caritativa católica por excelencia —Caritas— se ha convertido en uno de los espacios institucionales más importantes, en términos de capacidad para recepcionar, administrar y ejecutar recursos privados y públicos hacia los sectores populares. De manera simultánea, ha surgido un sinnúmero de redes comunitarias católicas, así como de otros grupos religiosos y no religiosos. En un plano microsocial, diversas experiencias sociorreligiosas han plasmado modelos organizativos y normativos capaces de reconstruir una trama de sentido identitario. Al mismo tiempo, permiten alternativas de desarrollo sustentable, en oposición a las formuladas desde el paradigma del mercado autorregulador de las relaciones sociales. Se trata de redes religiosas que permiten la circulación de recursos económicos, sociales y simbólicos. Promueven proyectos comunitarios destinados a regenerar comunitariamente lazos sociales, a partir del compromiso sostenido por parte de los propios beneficiarios. Los planes de construcción de viviendas, los programas de microemprendimientos productivos, las cooperativas de empleo o vastas iniciativas solidarias son algunas de las acciones impulsadas por organizaciones religiosas, con diferentes grados de inserción eclesial, en el campo social. Trabajan generalmente con poblaciones vulnerables, y la interpelación a estos sectores se ancla en proyectos que apuntan a una mejora en la calidad de vida, cimentada en la edificación de un lazo comunitario solidario. El dilema de muchas de estas experiencias de economía social se centra en la sustentabilidad de los proyectos, en términos de garantizar su permanencia en el mediano plazo. Por lo pronto, se plantean como espacios de generación de empleo, de contención social y de desarrollo comunitario, y expanden un modelo de sociedad divergente del formato impersonal propio de las relaciones sociales dentro del mercado capitalista.

4 Los ejemplos resultan innumerables y se diseminan en las administraciones nacionales, provinciales y municipales. Involucran a religiosos con diversas trayectorias y con diferentes jerarquías. Uno de los casos más notorios en los últimos años fue el del sacerdote Juan Carlos Molina, designado en 2013 como Secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), cargo en el que permaneció hasta 2015.

En contextos de fuerte desintegración social se busca recrear las relaciones sociales a partir del trabajo comunitario, y, desde allí, que las propias comunidades generen sus propios marcos de sociabilidad. La apuesta es construir un “capital social solidario” y un nuevo horizonte de sentido, en oposición al que subyace a la modernidad capitalista e, incluso, a las premisas liberales que inducen a la autonomía del sujeto. La finalidad de la acción por parte de estas redes cristianas gira en torno a la integración social, en el marco de una “cultura de la solidaridad”. Desde una mirada retrospectiva, las luchas contra las dictaduras militares y sus proyectos económicos, políticos y sociales antipopulares primaron en las experiencias de los grupos religiosos pertenecientes al denominado catolicismo liberacionista (Mallimaci 2015). Vale la pena aclarar que esas iniciativas tuvieron muy poca vigencia, a pesar de inspirarse en Lucio Gera, que insistía en el vínculo entre el hombre, el pueblo, la cultura y la naturaleza (Azcuy, Galli y González, 2006), y Orlando Yorio, quien planteaba el cuidado de la casa común como eje para tener en cuenta en el “plan del Dios liberador” (Yorio 2015, 98). Las primeras manifestaciones de una cierta sensibilidad del catolicismo argentino por el tema de la “naturaleza” en las décadas del sesenta y setenta aparecen con los grupos vinculados a las experiencias campesinas e indígenas, insertos en el noreste y noroeste del país. Defender y proteger a los pueblos originarios, así como a las pequeñas propiedades, o los espacios ocupados por campesinos pobres, se fundamentan en la concepción de que “la tierra es de todos”. Allí aparecen el Movimiento Rural Católico y la Pastoral Aborigen como canalizadores de esos reclamos, y que, luego de un camino conflictivo, darán origen a las llamadas Ligas Agrarias (Moyano 1992). Durante esos mismos años, y desde espacios urbanos, esa sensibilidad también se reproduce en el catolicismo neuquino, impulsada por el obispo Jaime De Nevares con la lucha por la defensa de la tierra de las comunidades mapuches, invadidas, expulsadas y amenazadas por las compañías petroleras, y con la preservación del medioambiente, de sus pobladores, y la vida de los trabajadores, amenazados por la construcción de represas en la zona del Chocón-Cerro Colorado de la misma provincia. Durante la dictadura, esta temática es casi inexistente, y en la posdictadura, a partir de 1983, los temas ambientales son hegemonizados por organismos internacionales no gubernamentales con presencia en el país, que hacían énfasis en el cuidado, la preservación y conservación del medioambiente como sinónimos del cuidado de plantas, bosques y animales. Ante la crisis institucional católica, fruto de su complicidad con la dictadura cívico-militar-religiosa, cristianos vinculados

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


TEMAS VARIOS

a los Seminarios de Formación Teológica, Curas en la Opción por los Pobres, grupos de religiosas y religiosas organizados en Comunidades Religiosas Insertas en el Medio Popular (CRIMPO) expresan otra manera de ser católicos. Hacen suyas las diferentes sociabilidades del amplio mundo de la pluralidad, diversidad y complejidad de discriminados, estigmatizados, dominados y víctimas del terrorismo de Estado. Desde estos grupos se genera una nueva forma de comprender los desafíos ecológicos desde lo popular (Mallimaci 1995). La instalación de fábricas de celulosa (pasteras) en el vecino Uruguay, frente a la ciudad costera Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos, comienza a movilizar en 2005 a nuevos sectores sociales en defensa del medioambiente y contra la contaminación de los ríos. Pobladores y autoridades del municipio, junto con grupos ambientalistas, deciden, en asambleas populares, bloquear el puente que une a esa ciudad con Uruguay, para expresar el rechazo a las pasteras. El obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano, acompañó el reclamo y buscó una conciliación rezando con su par de la ciudad de Salto (Uruguay), donde está radicada la pastera. Por primera vez, un tema ambiental trasciende el ámbito de lo local para visibilizarse a nivel nacional e internacional. Más aún, el gobierno de Néstor Kirchner decide crear una Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, que el gobierno de Mauricio Macri ha convertido en 2016 en Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, a cargo —como dice la página oficial— del rabino Sergio Bergman. La mayor sensibilidad respecto a los temas de contaminación, y una mirada más amplia sobre la temática, llevaron al prelado Lozano a afirmar que: […] el tema de algunos emprendimientos industriales que se están realizando en varios lugares de América Latina obedece más bien a la idea de derivar algunas industrias que en Europa o Estados Unidos no tienen licencia social o tienen impedimentos de tipo legal y entonces quieren instalarse aquí.

Y concluye: No conozco del emprendimiento que anunció Tabaré Vázquez,5 pero son signos de interrogación acerca de qué tipo de modelos productivos estamos pensando para nuestros países, cuál es el lugar que pensamos para el mundo y de qué manera cuidamos el ambiente, la casa común. (“Monseñor Lozano se va de Gualeguaychú” 2016)

La expansión de la frontera agrícola rentable en la década del noventa del siglo pasado (se la conoce como la “cosecha del siglo”, con 60 millones de toneladas de granos, mayoritariamente soja) trae nuevos actores a la dinámica agroexportadora. Para ello es necesaria la

5 Presidente de Uruguay.

incorporación de semillas transgénicas, que obliga a una cada vez mayor utilización de herbicidas agrotóxicos, lo que produce contaminaciones y enfermedades no conocidas hasta el momento. Grupos católicos —en especial, órdenes religiosas femeninas insertas en lo popular—, junto a pueblos originarios, sectores campesinos pobres y de las periferias de las ciudades vinculadas a la explotación sojera, comienzan a organizar a las poblaciones afectadas y a protestar en el espacio público con la consigna “Paren de fumigar y contaminar. Sí a la Vida”. Proponen, al mismo tiempo, otro modelo productivo, social y espiritual. Ya en el siglo XXI, las protestas contra la instalación de empresas mineras a cielo abierto en las provincias de San Juan, La Rioja y Catamarca, junto a la protección del medioambiente en el sur argentino, adquieren una marcada visibilidad pública. En la actualidad, grupos católicos se han sumado en Salta y Jujuy contra la explotación del litio, que ha expulsado a miles de campesinos pobres de esas regiones. No se trata de experiencias aisladas. La Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos (Confar) año tras año expresa esas denuncias y propuestas. En 2016, la Confar renovó su compromiso ante el “grito de los pobres”: […] que sus gritos se vuelvan nuestros gritos, que sus cantos sean nuestros cantos […] los derechos de los pueblos originarios en todo el territorio continúan siendo no reconocidos y avasallados como hace más de 500 años. Se profundiza la degradación a la Casa Común: megaminería, deforestación salvaje, contaminación ambiental, cultivos transgénicos, etc. (“La Confar renovó su compromiso” 2016)

En la Patagonia argentina, la denuncia ya no es de tal o cual sacerdote, religiosa o grupo, sino del conjunto de los obispos de la región. Para la reflexión de Pascuas, desde 2009 hasta el presente, los obispos del Sur acompañan la defensa de la ecología integral. En su mensaje de Pascuas de 2015 afirman: Nuestra sociedad, y cada uno de nosotros, tenemos experiencia de manos violentas, o cerradas, porque buscan acumular más y más […], o mezquinas para dar al obrero su salario, o ausentes de cariño y delicadeza de una manera especial hacia su familia, o depredadoras de la naturaleza. Al mismo tiempo, con impotencia, vemos también que hay muchas otras manos clavadas a la cruz del abandono, de la soledad, de los sin tierra, sin agua, sin vivienda, sin salud, sin futuro, sin trabajo, sin vida digna. Atadas no sólo por la pobreza, sino por padecer hoy injusta exclusión o “descarte”. (Conferencia Episcopal Argentina 2015)

En síntesis, en los últimos veinticinco años se advierte la presencia del “mundo católico” ante las emergentes problemáticas ambientales, que interviene en la promoción de grupos comunitarios con capacidad de

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

83


84

TEMAS VARIOS

incidir en el desarrollo sustentable y en la calidad de vida, así como en la construcción de un universo de sentido contenedor de diversas redes vinculadas a la protección del medioambiente, la defensa de los pueblos originarios y la mejora en las condiciones del hábitat, etcétera. Otros ejemplos por destacar son las experiencias solidarias del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA), las acciones en la Triple Frontera por la defensa del agua, la preocupación ecológica por las personas y el hábitat en el sistema educativo religioso, y un sinnúmero de organismos no gubernamentales de inspiración religiosa que hacen de la promoción de un desarrollo a escala humana su principal ruta de acción. Más allá del mayor o menor grado de inserción dentro de la estructura institucional, la dinámica de estas organizaciones, que articulan lo social con lo religioso, le permite al catolicismo diseminar su presencia en la sociedad y conservar un espacio en el plano de la producción de los sentidos que circulan en la vida colectiva.

A modo de conclusión Lo cierto es que, tanto para los portadores de una perspectiva funcionalista —que asignan a la religión y sus sustitutos funcionales un papel de legitimación de un orden social establecido— como para aquellos que asumen un encuadramiento sustantivista —centrado en los componentes intrínsecos de memoria, profecía y fraternidad universal—, la historicidad del vínculo entre el factor religioso y los sucesivos modelos de desarrollo no ha sido desatendida desde el campo del conocimiento. Sobreponiéndonos a esta bizantina discusión que se extiende hasta nuestros días, es indudable que la religión, en general, y las instituciones religiosas, en particular, en su pretensión de regular vastos segmentos de la vida social, despliegan discursos y prácticas para diseñar un modelo de desarrollo sustentable en sintonía con sus marcos doctrinarios, que pueden —o no— enfrentarse a la lógica de la ganancia, a la inversión sin consideraciones, al mercado sin regulaciones, o a la ley natural. A través de pronunciamientos públicos, en el contexto de las celebraciones de culto, o por intermedio de acciones concretas ejecutadas por sus propias organizaciones, en alianza con el Estado y/o entidades no gubernamentales, los grupos religiosos se posicionan en un terreno que consideran inherente al bienestar de la humanidad. Las religiones se sienten legitimadas en este momento histórico de “desprivatización” y apertura de un espacio público global para realizar su aporte, en el sentido de ampliar derechos y humanizar los modelos de desarrollo desde la construcción de una fraternidad universal. Correspondientemente, cuando incursionan en ese plano, encuentran espacios para legitimarse socialmente. Una legitimidad que, en algunos casos, se ha

traducido en un reconocimiento e impacto mayores por su función social, que por su propia misión religiosa. Las grandes visiones religiosas (cristianas, judías, islámicas, hinduistas, budistas, etcétera) movilizan institucionalmente, y por su propia cuenta, a gran parte de la población mundial y son tenidas en cuenta en las decisiones diarias de millones de individuos y familias. Los valores espirituales son un componente central del capital simbólico y social de una sociedad, y, según los desafíos históricos concretos, pueden promover o impedir desarrollos sustentables y democráticos. Las críticas a la implementación de programas neoliberales con sus emergentes “mercados desbocados”, amalgamadas a la persistente proclama de proyectar los valores religiosos en el mundo económico para fraternizar el conjunto relaciones sociales, se enmarcan en una línea discursiva inscrita en una cosmología integral: integrar lo religioso con lo económico, lo social y lo cultural. Un Dios para todos y todas —que ama a las personas y a la naturaleza (contra la cual no se puede ejercer violencia), y que dispone los bienes materiales y simbólicos universalmente para que no haya ningún pobre sobre el planeta Tierra— se presenta como fundamento de la ética y se erige en el reaseguro mediante el cual la religión propone encarrilar el bienestar de la humanidad en todas las áreas de la vida social. Subyace también a tales propuestas —y esto puede ser causal de futuros conflictos con las necesarias autonomías— la búsqueda de restablecer la integralidad del mensaje religioso en el seno de sociedades secularizadas y postsecularizadas que no se han desentendido de sus necesidades espirituales. Frente a Estados nacionales con márgenes de maniobra reducidos como consecuencia de los mercados globales y la composición de formaciones jurídico-políticas supranacionales —como es el caso de la Unión Europea y del ALCA—, las religiones encuentran un nuevo espacio para penetrar en los entramados políticos, sociales y culturales. Aprovechándose de sus estructuras transnacionales, no renuncian a la discusión sobre la/s ética/s global/es que regula/n el transitar de la humanidad. El Vaticano, con 185 países con los que mantiene relaciones diplomáticas actualmente, es un ejemplo de esos nuevos vínculos. En una secuencia argumentativa holística, que funciona como compensador ideológico, los agentes religiosos inscriben sus discursos y sus prácticas pastorales relocalizando sus instituciones en un nuevo espacio, dentro del amplio y dinámico mercado social y simbólico. La mayor presencia del mundo religioso en los debates democráticos en la sociedad civil nacional e internacional es deseable y contribuye a la res publica, a la esfera pública y a su propia y necesaria democratización.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


TEMAS VARIOS

El perceptible “politeísmo de valores” que identifica el comienzo del siglo XXI obliga a las instituciones y los grupos religiosos a diversificar su prédica y su accionar, empeñados en proyectar sus representaciones religiosas en la sociedad. En ese camino, colisionan con otras cosmovisiones que también “aspiran a una validez excluyente” (Orlandi y Aronson 1995, 11) y a un capitalismo globalizado desregulador que quiere convertirse —como decía Walter Benjamin— en la única religión. Si “todo no es negocio y todo no tiene precio”, el aporte de la religión para un desarrollo sustentable no permanece ajeno a una trama de estructuras democráticas que compiten por imponer un sistema de valores legítimo y hegemónico.

15. Esquivel, Juan Cruz. 1999 “Notas sobre las esferas

Referencias

19.

1. 2.

3.

4. 5.

6.

7.

8. 9.

10. 11. 12.

13. 14.

Aron, Raymond. 1990. As etapas do pensamento sociológico. Brasilia: Editora Universitaria de Brasilia. Azcuy, Virginia, Carlos Galli y Marcelo González, eds. 2006. Escritos teológico-pastorales de Lucio Gera. Del Preconcilio a la Conferencia de Puebla (1956-1981). Buenos Aires: Agape – UCA. Benedicto XVI. 2009. Encíclica Caritas in veritate. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/ content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/ hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.html Berger, Peter. 1967. El dosel sagrado. Elementos para una sociología de la religión. Buenos Aires: Amorrortu. Berger, Peter. 2012. “Further Thoughts on Religion and Modernity”. Journal Society 49: 313-316. http:// dx.doi.org/10.1007/s12115-012-9551-y Blancarte, Roberto. 1992. Historia de la Iglesia católica en México. México: Fondo de Cultura Económica – El Colegio Mexiquense. Brubaker, Roger. 1984. The Limits of Rationality. An Essay on the Social and Moral Thought of Max Weber. Londres: George Allen and Unwin. Casanova, José. 1994. Public Religions in the Modern World. Chicago: University of Chicago Press. Casanova, José. 1999. “Religiones públicas y privadas”. En Caja de Herramientas. El lugar de la cultura en la sociología norteamericana, editado por Javier Auyero, 115-162. Bernal: Universidad de Quilmes. Cipriani, Roberto. 2004. Manual de Sociología de la Religión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Cohn, Gabriel. 1979. Crítica e Resignação: Fundamentos da Sociologia de Max Weber. São Paulo: Queiroz Editor. Conferencia Episcopal Argentina (CEA). 2015. Mensaje Pascual 2015 de los Obispos de la Región PatagoniaComahue. CEA. http://www.episcopado.org/portal/ actualidad-cea/oficina-de-prensa/item/940-mensajepascual-2015-de-los-obispos-de-la-regi%C3%B3npatagonia-comahue.html Durkheim, Émile. 1993. Las formas elementales de la vida religiosa. Madrid: Editorial Alianza. Eisenstadt, Shmuel. 2001. “Modernidades múltiplas”. Sociologia, Problemas e Práticas 35: 139-163.

16.

17.

18.

20.

21. 22. 23. 24. 25.

26.

27.

28.

29.

30.

diferenciadas de valor en Max Weber”. Revista Ciências Sociais e Religião 1 (1): 27-50. Esquivel, Juan Cruz. 2009. “Cultura política y poder eclesiástico: encrucijadas para la construcción del Estado laico en Argentina”. Archives des sciences sociales des religions 146: 41-59. Esquivel, Juan Cruz. 2013. “Catolicismo y modernidad en Argentina: ¿de la confrontación a la conciliación?”. Revista Estudos de Religião 27 (2): 193-213. http://dx.doi. org/10.15603/2176-1078/er.v27n2p193-213 Esquivel, Juan Cruz. 2016. “Religious and Politics in Argentina. Religious Influence on Parliamentary Decisions on Sexual and Reproductive Rights”. Latin American Perspectives 43 (3): 133-143. Estenssoro Saavedra, Fernando. 2014. Historia del debate ambiental en la política mundial 1945-1992. La perspectiva latinoamericana. Santiago de Chile: Instituto de Estudios Avanzados – Universidad de Santiago de Chile. Francisco. 2015. Encíclica Laudato Si’. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/ encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_ enciclica-laudato-si.html Gauchet, Marcel. 1985. Le Désenchantement du monde. Une histoire politique de la religion. París: Gallimard. Habermas, Jürgen. 1987. Teoría de la acción comunicativa I. Madrid: Taurus. Habermas, Jürgen. 2006. Entre naturalismo y religión. Barcelona: Paidós. Hervieu-Léger, Danièle. 1996. “Catolicismo: el desafío de la memoria”. Revista Sociedad y Religión 14/15: 9-28. Juan XXIII. 1963. Encíclica Pacem in terris. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/content/john-xxiii/es/ encyclicals/documents/hf_j-xxiii_enc_11041963_ pacem.html Juan Pablo II. 1979. Encíclica Redemptor hominis. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/ content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/ hf_jp-ii_enc_04031979_redemptor-hominis.html Juan Pablo II. 1991. Encíclica Centesimus annus. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/content/ john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_ enc_01051991_centesimus-annus.html Juan Pablo II. 1997. Encíclica Rei socialis. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/content/ john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_ enc_30121987_sollicitudo-rei-socialis.html Juan Pablo II. 1999. Exhortación Apostólica Ecclesia in America. Libreria Editrice Vaticana. http:// w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_22011999_ecclesiain-america.html Juan Pablo II. 2000. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz en la tierra a los hombres que Dios ama. Libreria Editrice Vaticana. https://w2.vatican.va/content/ john-paul-ii/es/messages/peace/documents/hf_jp-ii_ mes_08121999_xxxiii-world-day-for-peace.html

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica | Juan Cruz Esquivel · Fortunato Mallimaci

85


86

TEMAS VARIOS 31. “La Confar renovó su compromiso ante el ‘grito’ de los

32.

33.

34.

35.

36.

37.

38. 39. 40.

41.

pobres”. 2016. Agencia Informativa Católica Argentina, 18 de octubre de 2016. http://www.aica.org/25622-la-confar-renovo-su-compromiso-ante-el-grito-de-los.html León XIII. 1891. Encíclica Rerum novarum. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/content/ l e o - x i i i / e n / e n c y c l i c a l s / d o c u m e nt s / hf_ l - x i i i _ enc_15051891_rerum-novarum.html Luckmann, Thomas. 1973. La religión invisible: el problema de la religión en la sociedad moderna. Salamanca: Sígueme. Mallimaci, Fortunato. 1995. “Les courants au sein du catholicisme argentin: continuites et ruptures”. Archives de sciences sociales des religions 91: 113-136. Mallimaci, Fortunato. 2005. “Globalización y catolicismos: la mirada desde arriba y las relaciones cotidianas”. En Culturas, identidades y saberes fronterizos, editado por Jaime Jaramillo Jiménez, 31-60. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Mallimaci, Fortunato. 2015. El mito de la Argentina laica. Catolicismo, política y Estado. Buenos Aires: Capital Intelectual. Mallimaci, Fortunato y Juan Cruz Esquivel. 2011. “Catolicismo, política y sociedad en el Bicentenario de la Argentina”. Revista Argentina de Ciencia Política 13/14: 127-146. Marx, Karl. 1970. Contribución a la crítica de la economía política. Madrid: Alberto Corazón Editor. Marx, Karl. 1985. La ideología alemana. Buenos Aires: Ediciones Pueblos Unidos – Editorial Camargo. “Monseñor Lozano se va de Gualeguaychú a su nuevo destino en San Juan de Cuyo”. 2016. Diario El Argentino, 1 de septiembre. http://www.diarioelargentino.com. ar/noticias/167131/Monse%C3%B1or-Lozano-se-vade-Gualeguaych%C3%BA-a-su-nuevo-destino-enSan-Juan-de-Cuyo Moyano, Mercedes. 1992. “Organización popular y conciencia cristiana”. En 500 años de cristianismo en Argentina, editado por María Cristina Liboreiro, Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en

42.

43.

44.

45.

46.

47.

48. 49. 50.

51.

52. 53. 54. 55.

Latinoamérica y Centro Nueva Tierra, 152-183. Buenos Aires: CEHILA – Nueva Tierra. Orlandi, Carlos y Perla Aronson. 1995. Cuadernos de Sociología: metodología y epistemología en Weber. Buenos Aires: Oficina de Publicaciones de la Universidad de Buenos Aires. Pablo VI. 1967. Encíclica Populorum progressio. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/ content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_ enc_26031967_populorum.html Pablo VI. 1971. Carta Apostólica Octogesima adveniens. Libreria Editrice Vaticana. http://w2.vatican.va/ content/paul-vi/es/apost_letters/documents/hf_p-vi_ apl_19710514_octogesima-adveniens.html Pace, Enzo. 1997. “Globalização: um conceito polivalente”. En Globalização e Religião, editado por Ari Oro y Carlos Steil, 62-91. Petrópolis: Vozes. Parker, Cristián. 1993. Otra lógica en América Latina: religión popular y modernización capitalista. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica. Pierucci, Antônio Flávio. 1997. “A propósito do auto-engano em sociologia da religião”. Revista Novos Estudos 49: 99-117. Piketty, Thomas. 2013. Le Capital au XXIe siècle. París: Seuil. Poulat, Émile. 1977. Eglise contre bourgeoisie. Introduction al devenir du catholicisme actuel. París: Casterman. Roth, Guenther y Wolfgang Schluchter. 1979. Max Weber’s Vision of History. Ethics & Methods. Berkeley: University of California Press. Stark, Rodney y William Bainbridge. 1986. The Future of Religion: Secularization, Revival and Cult Formation. Berkeley: University of California. Weber, Max. 1944. Economía y sociedad. México: Fondo de Cultura Económica. Weber, Max. 1984. Ensayos sobre sociología de la religión. Madrid: Taurus. Weber, Max. 2001. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Madrid: Editorial Alianza. Yorio, Orlando. 2015. Desde los pobres a todos. Rosario: Ediciones Didascalia.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 72-86 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.06


87

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile: tres maneras de aportar a la esfera pública de áreas urbanas* Elke Schlack** – Rocío Hidalgo*** – María Jesús Arce**** – Carolina Fariña***** – Karin Villarroel****** Fecha de recepción: 06 de mayo de 2016 · Fecha de aceptación: 11 de noviembre de 2016 · Fecha de modificación: 15 de enero de 2017 DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07

R E S U M E N | Bajo la premisa de que espacio público y comercio están vinculados en la teoría derivada de Max Weber, este artículo analiza tres tipologías de comercio en Santiago de Chile para ilustrar cómo se da el uso público en ellas. Revisamos las características espaciales y sociales de un mercado tradicional, de un pasaje comercial y un centro comercial tipo mall. Se identifican las cualidades morfológicas, la percepción de los habitantes y las formas de administrar y producir espacio por parte de las comunidades comerciales, y las implicaciones para la integración espacial, social y funcional de estos espacios a la ciudad. PA L A B R A S C L AV E | Comercio, mercado (Thesaurus); galería comercial, espacio público, centro comercial (Autor)

Retail Business Spaces in Santiago de Chile: Three Ways of Contributing to the Public Sphere in Urban Areas A B S T R AC T | Based on the premise that public space and commerce are connected in the theory derived from Max Weber, this article analyzes three different types of commerce in Santiago de Chile to illustrate how the public makes use of them. We review the spatial and social characteristics of a traditional market, a commercial gallery, and a shopping mall. It studies the morphological qualities, the inhabitants’ perceptions, and the business communities’ ways of managing and producing commercial space, as well as the implications for the spatial, social and functional integration of these spaces within the city. K E Y W O R D S | Market (Thesaurus); commerce, commercial gallery, public space, shopping mall (Author)

*

Este artículo corresponde a los resultados generales del proyecto de investigación “Lo público y lo privado en espacios urbanos vitales”, realizado entre 2012 y 2015, y financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Chile mediante el fondo FONDECYT N° 1120823. El proyecto pertenece a una investigación conjunta entre la Universidad Andrés Bello y la Pontificia Universidad Católica de Chile. Se agradece el apoyo a esta investigación por parte de los Fondos de CONICYT y las instituciones patrocinadoras. Queremos a su vez expresar nuestro reconocimiento al trabajo realizado por María Elena Ducci, Neil Turnbull, Cristhian Figueroa, Carolina Ramírez y Camila Malig.

**

Doctora en Desarrollo Urbano, Technische Universität Berlin (Alemania), arquitecta de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora en la Universidad Andrés Bello (Chile) y en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus líneas de investigación son: espacio público, barrios, gentrificación comercial y legislación urbana. Últimas publicaciones: “La figura legal ‘calle’. Revisando el sentido de la calle desde las definiciones jurídicas”. ARQ 85: 12-17, 2013; y “Emergent Retail Gentrification in Santiago de Chile. The Case of Italia-Caupolicán” (en coautoría). En Gentrification, Global South and Postcolonial Development, editado por Loretta Lees, Hyun Bang Shin y Ernesto López-Morales, 349-373. Bristol: Policy Press, 2015. * eschlack@unab.cl; eschlack@uc.cl

***

Doctora en Proyectos Arquitectónicos por la Universitat Politècnica de Catalunya (España), máster en Arquitectura por la misma institución y arquitecta de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus líneas de investigación son: proyectos urbanos, movilidad y espacio público, estaciones de metro. Últimas publicaciones: “Las estaciones que fundaron el metro en Santiago de Chile”. D’UR – papers 4: 68-83, 2013; y “De Camino del Inca a Gran Avenida” (en coautoría). ARQ 85: 36-47, 2013. * rocio.hidalgo@uc.cl

**** Arquitecta y magíster en Proyecto Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Tesista del proyecto expuesto en este artículo. ***** Arquitecta y magíster en Proyecto Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Tesista del proyecto expuesto en este artículo. ****** Arquitecta y magíster en Proyecto Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Tesista del proyecto expuesto en este artículo.


88

TEMAS VARIOS

Espaços de intercâmbio comercial em Santiago do Chile: três maneiras de contribuir para a esfera pública de áreas urbanas R E S U M O | Sob o princípio de que espaço público e comércio estão vinculados na teoria derivada de Max Weber, este artigo analisa três tipologias de comércio em Santiago do Chile para ilustrar como o uso público acontece nelas. Revisam-se as características espaciais e sociais de um mercado tradicional, de uma passagem comercial e de um shopping center. Identificam-se as qualidades morfológicas, a percepção dos moradores e as formas de administrar e produzir espaço por parte das comunidades comerciais, além das implicâncias para a integração espacial, social e funcional desses espaços para a cidade. PA L AV R A S - C H AV E | Comércio, mercado (Thesaurus); galeria comercial, espaço público, shopping center (Autor)

Introducción Siempre ha habido espacios dedicados al comercio en la ciudad; sin embargo, desde hace algunas décadas han vuelto a cobrar protagonismo en los estudios y el diseño urbano. Existen, por un lado, investigaciones sobre formas de comercio ancestrales, como calles comerciales tradicionales, galerías de antaño y el comercio callejero, y, por otro lado, investigaciones sobre los así llamados “nuevos prototipos de la organización del consumo” (Zukin 1990), que son los centros comerciales o galerías y casas comerciales reconvertidas según las lógicas de consumo actual. Este aumento de interés en el tema es, por un lado, producto de un cambio sustancial en las formas de organización del consumo, que ha implicado la presencia de corporaciones administradoras de comercio que han separado al locatario de la administración de los espacios de comercio. Así, ha habido una proliferación de centros comerciales tipo mall en el mundo y también en Santiago de Chile.1 Por otro lado, el aumento de interés en el tema también es visible en las políticas públicas que han puesto el foco en el redescubrimiento de la calle y el pasaje comercial,2 y en la valorización del comercio callejero y los mercados de frutas y verduras (Salazar 2003). En concreto, ha surgido en las políticas públicas y el diseño urbano, impulsado por los gobiernos locales, la discusión sobre cómo manejar la cantidad y calidad del comercio y la coexistencia de diferentes formas de comercio en la ciudad. En los últimos años se ha tematizado con mayor intensidad la “mixtura de comercio” (Carmona 2014) —entendida como la inclusión de diversidad de 1

2

Existen hoy en Santiago aproximadamente 150 hectáreas de centros comerciales, y desde el 2011 hasta hoy se registra un aumento sostenido de un 40% (De Simone 2017). En comparación con superficies de mercados y galerías comerciales, los centros comerciales ocupan un 70% de la superficie (Schlack, Turnbull y Arce en prensa). Iniciativa Barrios Comerciales, adelantada por el Ministerio de Economía de Chile y llevada a cabo en algunos proyectos de desarrollo NODO-CORFO, como por ejemplo las “Galerías del Centro” (Universidad Diego Portales en Santiago de Chile) y el “Centro Vivo” (ONG Centro Vivo, Valdivia, Chile).

formas de comercio—, y en el marco del discurso de la resiliencia comercial se ha puesto foco en la interrelación de diferentes formas de comercio, la influencia que ejerce una sobre otra y cómo se transforman debido a esta interdependencia (Erkip, Kızılgün y Akinci 2014). En el campo de la sociología urbana, en cambio, ha habido un debate mucho más profundo y de largo aliento, que, a partir de la pregunta sobre el efecto de los centros comerciales, ha indagado sobre el espacio público y su posible obsolescencia, reemplazo o permanencia, gatillada por la presencia más fuerte de espacios de consumo en la ciudad (Crawford 1992; Davis 1990; Siebel 2007; Sorkin 1992; Stillerman 2010; Stillerman y Salcedo 2010; Wehrheim 2007; Zukin 1990). La investigación que se presenta en este artículo se sitúa en diálogo con investigaciones recientes que buscan encontrar en los espacios de comercio aquellas características que contribuyen a la construcción de una esfera pública. En particular, establecemos un diálogo con las aproximaciones de Stillerman, Pérez, De Simone y Salcedo, que han estudiado casos en Santiago de Chile y tratan de identificar los aspectos que definen el comercio como lugares vitales de vida pública desde la interpretación, la percepción y las prácticas de resistencia al control por parte del público que visita esos lugares. También establecemos un diálogo con las aproximaciones de Wehrheim, Siebel y Gestring, investigadores que, en el contexto de espacios de comercio en ciudades alemanas, focalizan el carácter público dado por condiciones físicas específicas, pero también aquel percibido por los usuarios, considerando su experiencia cotidiana y familiar con el espacio público (Stillerman 2006; Wehrheim 2007). Hasta ahora, estas investigaciones que han avanzado más allá de la tesis de la obsolescencia del espacio público han generado un vasto conocimiento sobre los grupos sociales presentes en los espacios de comercio, la forma en que interactúan entre sí y perciben los espacios. En particular, la investigación de Wehrheim (2009) fue un referente, que, si bien abordó el estudio de espacios de comercio en Alemania, combina un

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS

análisis del espacio físico y funcional con el análisis de la percepción del público presente, integración que es deseable también en nuestra investigación. Las investigaciones de Stillerman y Salcedo estudian, respectivamente, el centro comercial, el mercado de antigüedades y de cachureos, y las ferias libres (Stillerman 2006; Stillerman y Salcedo 2012), mientras que Wehrheim, Siebel y Gestring estudian la calle comercial en comparación con el mall (Wehrheim 2009). En virtud de abarcar diferentes tipos de comercio presentes en la ciudad, que sean comparables en su concurrencia y su accesibilidad por el transporte público, nuestro estudio incluye un mercado, una galería comercial y un mall, que, a diferencia de los casos de las demás investigaciones, abarcan una escala metropolitana. Focalizamos la mirada en las diferentes formas en que configuran la accesibilidad, en que convocan a cierto tipo de usuario y permiten determinadas interacciones entre ellos. Tal como ya se dijo, hacemos énfasis en las condiciones físico-funcionales que contribuyen a la accesibilidad, atracción e interacción de grupos socioculturalmente diversos. De esta forma, esta investigación aporta —en comparación con las otras— un mapeo más preciso de las relaciones espaciales entre los espacios de comercio y la ciudad, sabiendo más en detalle desde dónde concurren los usuarios al comercio estudiado, las características físicas y funcionales de la trama urbana y del sistema peatonal y de transporte público que definen la accesibilidad y promueven la presencia de usuarios diversos. También registramos la percepción que tienen los usuarios sobre los aspectos físicos que los atraen al lugar (oferta de productos y tipo de comercios) y de la interacción social que se presenta en esos espacios. El propósito de la investigación es encontrar claves para el diseño y planeamiento del comercio en la ciudad, en el sentido de contribuir a la esfera pública. No obstante, para poder analizar los aspectos antes mencionados, la investigación se ampara en conceptualizaciones provenientes de la sociología urbana, y no se reduce a un mero análisis espacial y funcional del fenómeno. De este modo, esta investigación propone un estudio socioespacial para comprender en qué medida un determinado espacio de comercio adquiere la condición pública y hasta qué punto aspectos de forma, función, administración, usos y usuarios convocados son relevantes para promover esta condición.

Nuevas tipologías comerciales: obsolescencia y vigencia del espacio público Diversos autores en el ámbito de la arquitectura se han dedicado al análisis y registro de tipologías arquitectónicas que albergan el comercio (Kozak 2012; Marchant 2010). Sin embargo, aunque las tipologías aún sigan conservando su morfología, muchas de ellas han dejado de ser el soporte físico de anteriores formas de consumo,

para dar lugar a nuevos “prototipos de la organización del consumo” (Frieden y Sagalyn 1989; Zukin 1990). El mall, la galería comercial y el mercado renovado funcionan para Zukin según el patrón de la nueva organización del consumo, basada en la construcción de paisajes de fantasía y simulacros urbanos, o basada en la valorización simbólica de lo patrimonial (Sato 1981; Zukin 1990). Este estudio se propone una aproximación disciplinar que va más allá del campo de la arquitectura y que implica estudiar estos casos en su relación con el consumo, el espacio público y los hallazgos que la sociología ha realizado al respecto. La literatura que aborda los espacios comerciales en el contexto de una organización del consumo diferente acusa el deterioro del espacio público y su reemplazo por nuevas formas de vida pública. En la literatura europea y norteamericana, esto se relaciona con la sucesiva privatización del espacio, y en particular, con su reemplazo por espacios dedicados al consumo. También se argumenta que los centros comerciales tienen más carácter de espacios privados que públicos, ya que en ellos la vida pública está sometida a reglas privadas, minando los patrones de interacción social previos (Crawford 1992; Frieden y Sagalyn 1989; Low y Smith 2006; Mitchell 2003; Sorkin 1992; Zukin 1995). Relacionado con esto, se establece también la siguiente crítica: el mall ocasiona el reemplazo de la cultura comunitaria tradicional por una nueva cultura corporativa que hace que las personas no puedan sentirse dueñas del lugar (placelessness) (Crawford 1992; Low y Smith 2006; Siebel 2007; Wehrheim 2007). La exclusión, la inhibición de la libertad de acción y la ventaja comparativa de estos nuevos espacios públicos frente a un deterioro e inseguridad de los espacios públicos tradicionales son los temas centrales en este debate. Los centros comerciales han sido descritos como espacios que provocan exclusión e inhiben comportamientos que quizás constituyen normalidad en el espacio público como correr, escuchar música fuerte, criminalidad, etcétera (Crawford 1992; Davis 1990; Siebel 2007; Sorkin 1992; Wehrheim 2007; Zukin 1990; 1995). También con respecto a los mercados tradicionales y galerías comerciales, que aún mantienen formas de consumo tradicional, se denota el peligro de exclusión de sus habituales locatarios y compradores, debido a procesos de gentrificación (Zukin 2009).3 Algunos autores explican el éxito del fenómeno de los centros comerciales en relación con el deterioro de los espacios públicos tradicionales; alertan sobre el reemplazo del espacio público por espacios de

3

La gentrificación comercial descrita por Zukin consiste en la elitización del consumo, donde el comercio de barrio tiende a ser desplazado por el comercio de cadena, lo cual no sólo puede generar procesos de expulsión de los comerciantes sino también de los respectivos compradores.

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

89


90

TEMAS VARIOS

uso colectivo, por el contexto en el que se sitúan (Sorkin 1992; Wehrheim 2007). Esto se debe a que el fenómeno del centro comercial ha sido analizado desde la perspectiva del discurso del “miedo al otro” (Goffman 1979; Wehrheim 2007). El impacto de una mayor sensación de inseguridad en el diseño de la ciudad ha dado origen a ciudades fortificadas y a nuevas fronteras, que en América Latina se expresan fuertemente en los barrios cerrados, y también en la creación de espacios colectivos como los centros comerciales, donde sólo son bienvenidos los que son “conocidos” o se comportan como tales (Caldeira 1996; Davis 1990; 1998; Low 2003; Wehrheim 2007). La discusión sobre estas nuevas formas de comercio se sustenta en la comparación con el espacio público tradicional y en la reflexión a partir de la teoría del espacio público proveniente de la sociología urbana. De la literatura actual revisada, nos queremos detener en dos aproximaciones. Una de ellas refuta la teoría de la obsolescencia del espacio público como respuesta a la aparición de espacios de comercio contemporáneos, contextualizando sus hallazgos en el medio latinoamericano, en particular, en Santiago de Chile, donde las condiciones de segregación, la forma del transporte público y los hábitos de resistencia al control son diferentes a los de los casos estudiados en Estados Unidos (De Simone 2015; Pérez 2010; Stillerman 2006; Stillerman y Salcedo 2012). Estos estudios comprueban que en ciertos lugares de consumo no hay exclusión, que se observan dinámicas de apropiación y de resistencia al control del comportamiento. La otra aproximación se basa en la noción de que el espacio público es ambivalente, en cuanto a que su carácter público y su condición impredecible y vital generan atracción, pero al mismo tiempo inseguridad e incertidumbre, al perderse el control de lo que allí sucede. Es en ese ámbito donde el centro comercial presentaría una alternativa predecible, controlada, agradable. Esta aproximación integra esta condición ambivalente y, por tanto, sostiene que la percepción del carácter público dependerá del usuario y de su particular experiencia de lo público (Wehrheim 2007; 2009). En ese contexto, es diferente la percepción de una persona habituada a estímulos, como el asedio de mendigos, la música de radio escuchada por los adolescentes y la presencia de habitantes desconocidos en el espacio público, de la percepción de una persona no habituada a ello, quién podría sentirse amedrentada por el contacto con personas diferentes, ya sea porque inspiran miedo o dan la sensación de que sus conductas son incontrolables. Ambas perspectivas ponen en relevancia la esfera pública y la vitalidad que se da en estos espacios dedicados al comercio, debido al tipo de interacciones sociales y el grado de inclusión que permite, dada su accesibilidad.

Conceptualización de esfera pública y enfoque investigativo Los estudios que han tratado de tener una mirada más diferenciada, o que han tratado de refutar la teoría de la obsolescencia del espacio público y la exclusión en espacios de consumo, se centran en el estudio de la interacción social. Con ello, el foco del análisis deja de ser el espacio público y centra la mirada en la esfera pública (Lofland 1998, citado en Stillerman 2006). La investigación llevada a cabo por Stillerman (2006) se basa en las categorías definidas por Lofland sobre el ámbito público, y se refieren con ello a la esfera que constituye partes de la ciudad, donde los individuos, estando juntos, no se conocen, o a lo mejor se conocen de manera muy general, y la ponen en contraste con la esfera privada (relaciones íntimas entre familiares y relaciones personales) y la esfera provinciana (paroquial) (vecinos con una identidad común o conocidos en comunidades). Esta definición ha servido para diferenciar entre el estatus legal de un espacio y su verdadera vocación de uso, así como para poder clasificar situaciones de apropiación dadas por una familia que se instala a hacer un pícnic en una plaza pública (Stillerman 2006). Mediante esta conceptualización de la esfera pública, la investigación de Stillerman permite examinar la accesibilidad de las zonas comerciales a través del análisis de la forma de poblamiento y del desarrollo del comercio, mediante la interpretación de relaciones más estrechas entre las personas que están en el espacio comercial, y también incorpora la exploración de grupos marginales y sus formas de apropiación espacial (Stillerman y Salcedo 2012) en las diferentes zonas comerciales. Esta investigación se caracteriza por integrar una aproximación más estructural (adoptada en la mayoría de los estudios de espacio público) con un análisis de cómo las relaciones sociales son las que dan forma al espacio urbano y cómo actores supuestamente subordinados resisten las estrategias de control de la Policía y de los operadores de comercio (Stillerman 2006). La diferenciación entre esfera pública y espacio público también está presente en la sociología urbana de Weber (1964 [1922]), Bahrdt (1979 [1969]) y Siebel (2003; 2007), y ha sido aplicada en las investigaciones de Wehrheim (2007; 2009). En esta aproximación, la construcción teórica del espacio público como arquetipo se contextualiza en el espacio en el que tenía lugar la actividad del mercado de la ciudad medieval europea (Weber 1964 [1922]). El espacio físico y social del mercado era tan relevante que determinaba, según Weber, la característica distintiva de la ciudad, a diferencia de otro tipo de asentamiento medieval. Las plazas del mercado medieval, sin embargo, fueron más que sólo espacios de intercambio. Tal como afirma Bahrdt (1979 [1969]), es la esfera pública del mercado la que permite que las personas interactúen entre sí, aunque no se conozcan.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS

Esta esfera pública que tiene lugar en el mercado haría posible que se desenvuelvan otras esferas públicas, como por ejemplo el espacio de interacción de la política (Bahrdt 1979 [1969]; Wehrheim 2007). Tal como lo describe Bahrdt, la relación entre la esfera pública y la esfera privada se formula de la siguiente manera: […] una ciudad es un conglomerado humano en el cual la vida en su totalidad, inclusive lo cotidiano, muestra tendencia a la polarización; es decir, a tener lugar en el estado gregario de la vida pública o en la esfera privada. Se crea una esfera pública y una privada, que están en estrecha relación recíproca, sin que la polaridad se pierda. […] Cuanto más pronunciada se hace la polaridad y la relación recíproca entre las esferas pública y privada, tanto más “urbana” es, desde el punto de vista sociológico, la vida de un conglomerado humano. (Bahrdt 1979 [1969] 83-84, citado en Wehrheim 2015, 288)

Basado en esta conceptualización, Wehrheim argumenta que la ciudad está compuesta de un mosaico de espacios de diferentes mercados, y, debido a ello, hoy encontramos diversas formas de intercambio comercial en la ciudad, que están destinadas a públicos diversos, configuran lógicas sociales diferentes y —lo importante para una reflexión crítica— se distinguen por el grado en que trascienden la mera función de intercambio comercial, para adoptar funciones propias del espacio público (Wehrheim 2007). A diferencia de la aproximación anterior, el estudio de la esfera pública en espacios comerciales se caracteriza por tener varias aristas, siendo la accesibilidad —igual que en la investigación de Stillerman— el aspecto central. Wehrheim (2015) propone un análisis de la accesibilidad basado, en primer lugar, en las características físico-espaciales. Esto es, la cantidad y forma de accesos, el dominio visual, la forma del suelo, la integración a la red peatonal del sector y el potencial de flujo que es posible en el lugar. En segundo término, la accesibilidad se mide a través de las características simbólico-espaciales percibidas por los usuarios. Esto significa el tipo y ubicación del programa alrededor del espacio, el tipo de mobiliario, el tipo de suelos y revestimientos (en cuanto a su diferenciación de las veredas y espacios públicos), el tipo y horario de cierre de los espacios, las cualidades del lugar (seguro/inseguro, predecible/impredecible, entretenido/aburrido, etcétera). El tercer elemento sería la accesibilidad, definida por las características de los usuarios presentes en el lugar y las actividades que realizan allí. Se mide la homogeneidad o heterogeneidad de los usuarios, si permanecen o sólo transitan por el lugar, flujos que ocurren en el lugar y que son recurrentes, etcétera. Finalmente, la accesibilidad estaría determinada por el tipo de control ejercido. Si es que se trata de un control social de todos los presentes, de un control por parte de los locatarios, de parte de guardias o control policiaco.

En la conceptualización socioespacial de los estudios de Wehrheim tiene gran relevancia la diferenciación entre la accesibilidad que un espacio potencialmente puede entregar (es decir, sus condiciones propicias para permitir la accesibilidad) y la presencia de facto de los habitantes que acceden. Es por esto que el análisis no sólo mira el espacio, sino su efecto en la accesibilidad y como esta se percibe. Nuestra investigación toma esta estructura de análisis como referencia y se concentra de manera particular en las características físico-espaciales, simbólico-espaciales, los usuarios y actividades que realizan en el lugar y la forma de control ejercido por los administradores de los espacios estudiados. Así, en primer lugar, se estudiaron las características físico-espaciales que integran la accesibilidad mediante la red de metro y transporte público, la cantidad y forma de accesos, la integración a la red peatonal del sector, las características funcionales del entorno (residencial, comercial, etcétera), el tipo de comercio existente y la potencial clientela a la que convoca. Por otra parte, se toman en cuenta las características simbólico-espaciales percibidas por los usuarios, es decir, cómo perciben el lugar, qué actividades y tipos de comercio los atraen y por qué, cómo perciben a los demás usuarios del lugar (sobre todo a los más pobres o diferentes). También se registraron las cualidades percibidas del lugar (seguro/inseguro, predecible/impredecible, entretenido/aburrido, etcétera). En tercer término, se consideraron las características de los usuarios y qué actividades realizan en el lugar. Esto se realizó mediante un levantamiento del nivel sociocultural de los usuarios, los lugares desde y hacia donde se desplazan, y los lugares específicos del comercio visitados. Por último, se registró la forma en que se ejerce el control por la administración y los locatarios en el lugar. Se identificó quién ejerce el control y las repercusiones con relación a los usuarios.

Las tres tipologías analizadas y sus condiciones específicas Los casos de estudio elegidos en esta investigación se definieron por su condición de ser lugares de importante concurrencia de público, por su accesibilidad condicionada por el transporte público, y el hecho de abarcar una escala de influencia similar a nivel metropolitano.

El mercado El mercado estudiado es el Mercado Vega Central, que se constituye como un mercado tradicional desde fines del siglo XIX, que, si bien originalmente fue un lugar de abastecimiento al por mayor de todo Santiago4 (Univer4 La Vega fue disminuyendo su condición de mercado mayorista al ser desplazado por el Mercado Lo Valledor desde los años ochenta. Sólo el entorno de La Vega, es decir,

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

91


92

TEMAS VARIOS

sidad de Santiago de Chile 2008), hoy vende predominantemente frutas y verduras al por menor, además de otros productos asociados a la alimentación y el hogar. Este mercado es administrado por una comunidad compuesta por aproximadamente ochocientos locatarios dueños. La Vega Central se ubica en una zona céntrica de la ciudad, rodeada de sectores de comercio mayorista, textil y de vestuario, pero también de áreas residenciales de diverso tipo, desde barrios gentrificados con habitantes de nivel sociocultural medio-alto y alto (Lastarria, Bellas Artes) hasta barrios de obreros, trabajadores e inmigrantes de nivel sociocultural bajo y medio (Recoleta, Independencia). El mercado se ubica cerca de autopistas que lo vinculan con las redes de abastecimiento desde la zona agraria, con la zona de alta renta en el oriente de la ciudad, y al mismo tiempo se encuentra muy conectado a través de la red de buses y el sistema de metro. En Chile, históricamente una de las características esenciales del mercado ha sido el rol activo de las clases populares en la producción de su espacio público, basado en su propia cultura de clase trabajadora y de una cultura vinculada a la fiesta popular, las tabernas y los prostíbulos (Bastías, Hayden e Ibáñez 2011; Salazar 2003). No sólo para los trabajadores, sino también para los trabajadores informales e inmigrantes, los mercados constituyen un lugar importante de la vida pública, apropiada para las necesidades de aquellos que de otra manera estarían excluidos (Arce 2015; Márquez 2014). De la misma manera como ha ocurrido en Europa y Norteamérica, la recuperación de los mercados como lugares atractivos por su autenticidad, actividad comercial y social, y también como mecanismos para inyectar nueva vida en zonas urbanas deterioradas, ha sido tematizada en Chile (Ducci 2004; Zukin 1995). Aunque diversos estudios han analizado cómo los mercados de ciudades europeas o estadounidenses se han visto amenazados por procesos de gentrificación, de expulsión de sus trabajadores y compradores más vulnerables (Delgadillo 2014; Gonzalez y Waley 2012), aún no existe consenso acerca de gentrificación en el caso de La Vega. Si bien hay estudios que avalan que en La Vega Central ya hay un proceso de gentrificación en curso (Márquez 2014; Schlack, Turnbull y Arce en prensa), existen otros autores que constatan sólo un mayor componente de vendedores inmigrantes en La Vega, pero no así de locatarios más adinerados (Ducci 2004).

unas dos cuadras en sus tres perímetros, sigue conservando bodegas y ventas al por mayor durante todo el día. El recinto del Mercado Vega Central, en tanto, sólo actúa como mercado mayorista durante el remate en la plaza central en la madrugada; luego, el resto del día, los locales se dedican a la venta al por menor.

La galería comercial Las galerías comerciales Plaza Lyon-Paseo Las Palmas son parte de una red de galerías en el distrito comercial de Providencia. Este es un subcentro comercial creado desde los años 1960, de nivel socioeconómico medio-alto, y se ubica en el oriente de Santiago. Las galerías son administradas por las comunidades de copropietarios dueños de cada uno de los locales y departamentos de los edificios que componen el conjunto. Estas galerías se ubican en una zona muy central del centro-oriente de la ciudad, rodeada por comercio y servicios, pero también por áreas residenciales de nivel sociocultural medio y medio-alto. Las galerías se ubican cercanas a la arteria principal de Santiago —Avenida Providencia—, y al mismo tiempo se encuentran directamente conectadas con la red de metro en una de sus líneas más transitadas. La galería comercial se introdujo en Chile por la fuerte influencia de las tipologías comerciales construidas en Europa a mediados del siglo XIX, coincidiendo con el inicio de la industrialización masiva y el consumo en masas. El fenómeno de las galerías no es entonces exclusivo de la comuna de Providencia. En Santiago existe una red considerable de galerías, tanto en el centro de la ciudad —construidas en los años 1930-1960— como en la comuna de Providencia —construidas entre 1970 y 1980—. Las galerías más antiguas de Santiago, ubicadas en el centro de la ciudad, fueron concebidas como espacios de lujo. Actualmente, algunas han sufrido procesos de obsolescencia, otras se reconvirtieron en casas comerciales, y algunas han sido puestas en valor, como espacios de alta sofisticación. La literatura sobre las galerías de la comuna céntrica de Santiago se ha centrado en las cualidades morfológicoespaciales de estas (Hermosilla 2016; Rosas 1986), y también ha dado cuenta de las transformaciones que han sufrido en los últimos años (Hermosilla 2016) y de la relevancia que tienen las galerías, tanto en la conformación espacial como en los tipos de comercio, para la vitalidad del centro de la ciudad en la actualidad (Mora y Herrmann 2016). En cambio, la literatura sobre las galerías construidas en la comuna de Providencia aborda su condición vinculada a la planificación urbana, y sus articulaciones con normas provenientes de Estados Unidos. Un estudio reciente de las galerías y pasajes, realizado por parte de los investigadores de este artículo,5 registra cómo se construyeron galerías a través de la planificación por incentivos en 62 casos de galerías, en una zona comercial de la comuna de Providencia. Dicho estudio confirmó la

5 Se trata de un estudio de las galerías de Providencia construidas entre los años 1976 y 2008 que está descrito en un estudio realizado entre el 2012-2015, publicado en Schlack (2015).

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS

tesis de que las galerías creadas bajo la normativa de incentivos expresan predominantemente la motivación de sus gestores de obtener el bonus, es decir, ganar más metros cuadrados construibles. Esto no necesariamente lleva a constituir áreas que atraen público, sino que en su mayoría sólo generan mayores frentes de vitrina, relegando a un segundo plano variables espaciales necesarias para promover usos públicos como la permanencia y la continuidad espacial con el resto del espacio urbano de la zona. Quedó comprobado que mediante este mecanismo de incentivo es muy difícil regular variables como el uso público, es decir, el fomento de la presencia de usuarios diversos, más allá de los habitantes de los edificios adyacentes (Schlack 2011; 2015). De los 62 casos, sólo existen algunos espacios excepcionales que logran articular áreas de mayor vitalidad; uno de ellos es el caso de estudio de esta investigación: la Galería Plaza Lyon Paseo Las Palmas.

El centro comercial El centro comercial Mall Plaza Vespucio está ubicado en un cruce de importantes autopistas interurbanas y está conectado directamente a la red de metro que conecta con la zona de suburbios del sur de Santiago. Antes de la llegada del mall (1990) y del metro (1997), este lugar estaba constituido por calles comerciales de carácter local (Avenida Vicuña Mackenna Poniente y Froilán Roa) y una plaza y edificios públicos del municipio local (La Florida). En la actualidad, en el lugar se ha configurado un importante subcentro del sur de Santiago, que involucra una estación de buses intermodal, la estación terminal del metro, una serie de edificios de cadenas de retail de supermercados, tiendas de construcción y un vertiginoso desarrollo inmobiliario de viviendas en edificios de altura. En términos residenciales, el entorno es mixto; el área de influencia del mall involucra grupos socio-culturales medios-altos, medios y medios bajos. En Chile, a diferencia del debate de la privatización asociado a él en Estados Unidos y Europa, el centro comercial se ha constituido en un importante tópico de discusión, y se ha reflexionado mucho sobre las prácticas de apropiación. Se considera que el centro comercial en Santiago es menos restrictivo de lo que se suponía, respecto a las prácticas de apropiación, al conocer la experiencia norteamericana (De Simone 2015; Pérez 2010; Stillerman 2006; Stillerman y Salcedo 2010). Uno de los aspectos que se discuten en torno al tema de la segregación o inclusión social de los centros comerciales tiene que ver con lo que las investigaciones recientes han develado: los centros comerciales que están situados en áreas de habitantes con ingresos mixtos, y con buena accesibilidad por transporte público, atraen a grupos sociales de diversas clases, y con ello, son mucho más inclusivos que los malls en Estados Unidos (Stillerman 2006; Stillerman y Salcedo 2010).

Es interesante cómo en estos estudios, de la misma forma que en estudios en Alemania, también se da cuenta de que los dueños de los centros comerciales están frente a una contradicción vital: mientras esperan atraer mucha gente al centro comercial, presentándolo como una plaza pública, algunos visitantes que se involucran en conductas desafiantes a las reglas del mall (jóvenes, ladrones de bolsillo, etcétera) pueden causar que otros visitantes (generalmente las familias) se sientan repelidos, lo cual disminuye el atractivo del centro comercial para ellos (Stillerman y Salcedo 2010; Wehrheim 2007). Otro hallazgo interesante es que, en virtud de la más estrecha relación entre el centro comercial y la vida peatonal de la ciudad, y debido a los bordes más porosos entre la ciudad y el mall, es más probable que se repliquen hábitos propios del espacio público de la ciudad en torno al mall en su interior, como por ejemplo, la venta ambulante, formas disruptivas de comportamiento, etcétera (Goffman, 1963 citado por Stillerman 2006; Stillerman y Salcedo 2010). Aunque en la literatura se han destacado las peculiaridades del centro comercial en Chile, en comparación con el de Estados Unidos, el mall tiene en común en ambas geografías su forma de administración. El centro comercial es administrado, como es habitual, por una empresa de retail, quien arrienda locales a cada uno de los locatarios. Las decisiones sobre el tipo de comercio que se aloja en él, el público objetivo y las formas de animar el lugar, por tanto, son tomadas de manera centralizada, sin participación de los locatarios.

Diseño de la investigación Esta investigación se diseñó para entender el espacio del comercio y su relación espacial con la ciudad, a través del análisis de cómo su forma y funcionalidad, y la interacción social que ocurre en estos espacios, hacen concurrir a los usuarios. Estas características pueden estar condicionadas por el tipo de administración que tienen estos lugares. Para entender mejor qué aspectos de la administración pueden ser determinantes se analizaron comparativamente la forma, la funcionalidad, el público presente, su interacción, y las actividades que este realiza en los tres casos y sus tres formas de administración específicas. Durante el período de mayo a septiembre de 2013 se realizaron observaciones no participantes de los compradores en los tres espacios, identificando los principales grupos etarios presentes en el lugar, acotando luego las doscientas encuestas realizadas en cada espacio a un grupo proporcional a esos grupos etarios observados con anterioridad. También durante ese periodo se realizaron levantamientos planimétricos de los tres casos, su inserción urbana y relación con las estaciones de metro, paraderos, su entorno cercano peatonal y la distribución/tipo de los comercios. La

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

93


94

TEMAS VARIOS

encuesta registró datos demográficos generales, la composición sociocultural de los compradores, su lugar de residencia, origen y destino del viaje para llegar a ese lugar, el motivo de la visita, los lugares específicos que más frecuentan y su percepción del lugar.6 De manera adicional, se realizaron entrevistas de al menos tres personas responsables de la administración de cada uno de los casos, y se pusieron en relación con la información de las encuestas. De la misma forma, se realizaron dieciocho entrevistas semiestructuradas con compradores de diferentes grupos socioculturales en los tres casos, ahondando en las preguntas de la encuesta cómo perciben el espacio y las interacciones sociales en el lugar. La información proveniente de las encuestas se analizó de manera cuantitativa, mientras que las entrevistas se interpretaron mediante una metodología de análisis cualitativo.7 En lo que respecta a la información sobre las características físicas y funcionales, se abordó mediante un mapeo de origen, residencia y destino, así como de la conectividad de la red de transporte público y peatonal del sector. El tipo de comercio se mapeó y se catalogó según categorías establecidas por Zukin, que se refieren a las escalas de la economía del consumo, es decir, la escala local de comercio de barrio, la escala de los nuevos emprendedores que traen nuevas prácticas de consumo a un barrio y la escala del consumo global (Zukin 2009).

Resultados El análisis de los tres casos escogidos permitió entender quiénes son los usuarios de cada lugar, sus principales motivaciones y percepciones del espacio y de las interacciones sociales en el lugar. Posibilitó entender los factores que aportan a la accesibilidad local y metropolitana, así como comprender qué condiciones de la administración refuerzan las cualidades antes estudiadas. En general, los hallazgos permiten dar una visión más espacial y más detallada sobre la composición social y espacial de los usuarios, y entender cómo cada lugar desarrolla tipos de comercio (rubros) característicos y vinculados con los compradores que acuden al lugar. En suma, los tres espacios construyen vitalidad y carácter público, pero cada uno a través de recursos espaciales, funcionales, sociales y administrativos diferenciados.

6 Las respuestas de este punto estaban dirigidas a las siguientes categorías: entretenido, seguro, útil y práctico, lugar concurrido, queda en el camino, ambiente de gente agradable, características ambientales agradables, sensación de libertad, buena calidad de la atención, capacidad de sorprenderte, conocido/familiar, diferente. 7 Se usó un análisis cualitativo aplicado habitualmente al estudio de comunidades (Sachs 2002) y un análisis basado en la metodología del Grounded Theory (Strauss y Corbin 1996).

El mercado La Vega Central Los usuarios del lugar

La Vega Central convoca a grupos etarios proporcionalmente mayores que en los otros casos (entre los 30 y los 59 años).8 De manera comparada, el usuario de La Vega Central es el que tiene mayor nivel educacional y menos diversidad en su composición sociocultural.9 En la observación de campo fue posible detectar que la mayor diversidad social la da La Vega en la composición de sus trabajadores y locatarios. El objetivo de la visita de la mayoría de los usuarios (declarado por ellos) es comprar (93%),10 y describen La Vega como un lugar “útil y práctico” por la calidad, la variedad y el precio de los productos, y se destacan la cualidades de la “buena atención” y la “entretención”.11 Los lugares más visitados corresponden a los alimenticios de primera necesidad, y también a los lugares con productos especiales.12 La percepción positiva asociada a la entretención tiene que ver con los usuarios presentes en el lugar; los entrevistados valoran la mixtura social que se da en la relación con los locatarios y trabajadores de La Vega:13 J: “[…] pero uno en La Vega… no hay diferencia de clases sociales, por ejemplo, uno puede ver una persona de una calidad económica muy alta… a uno que

8 De los asistentes a La Vega en días laborales y festivos, la mayor cantidad de personas se encuentran entre los 40 y 49 años (23%); en segundo lugar están las de 50 a 59 (19%), y en tercer lugar, las de 30 a 39 (18%). 9

El 61% de los encuestados alcanza el nivel universitario, y un 24%, el nivel técnico superior, es decir, un 85% de la muestra encuestada alcanzó niveles altos de educación. En tercer lugar se encuentran aquellos con un nivel educativo que llegó hasta la finalización de la educación media (11%).

10 Los compradores acuden a La Vega tanto desde las cercanías del barrio, ya sea a pie, en bicicleta o en transporte público (17%), como desde comunas más distantes, en transporte motorizado (83%). 11 La categoría “útil y práctico” constituye un 19%, debido a calidad, diversidad y precio de los productos. La “buena atención” representa 16% (singular en La Vega), y en tercer lugar, ambos factores, “ambiente de gente agradable” (singular en La Vega) y “la entretención” (ambas un 13%). 12 Dentro de La Vega, los lugares más frecuentados son los sectores de alimentos frescos, es decir, verduras y frutas; en segundo lugar, el sector que ofrece productos más específicos, como carne y pescados, alimentos frescos y procesados del extranjero, productos para mascotas, abarrotes, encurtidos, frutos secos, envases, etcétera. 13 En este artículo se incluyen entrevistas a los compradores de los tres lugares estudiados. Se eligieron personas representativas de los grupos mayormente presentes en el lugar y se realizó una entrevista semi-estructurada de treinta minutos con cada uno. En las citas de estas entrevistas se abrevia con la letra inicial del nombre, en este caso “J” de Jocelyn al entrevistado y con una “E” al entrevistador si es que aparece en la cita.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS Imagen 1. El público presente en el mercado La Vega Central en Santiago de Chile

Los usuarios de La Vega también describen que lo característico es la interacción que se da entre compradores y vendedores. Se produce, según ellos, una sensación de conocerse desde hace mucho, de ser bien recibidos y bien atendidos, porque “se pueden elegir los productos” o porque “da la sensación de que te tratan con mucho cuidado”. También se describe que la manera de regatear, de ofrecer y de vender hace que este espacio tenga un tono más informal y relajado que resulta entretenido.

Las cualidades físico-espaciales

Fuente: fotografía de los autores, equipo proyecto Fondecyt, 2013. ya no tiene ningún tipo de recurso y está en La Vega igual […] no hay diferencias ahí”. Entrevistador: “[...] No hay diferencias, ¿y eso te parece bueno?”. J: “[…] sí, como por ejemplo, en un mall que a lo mejor, acá en el mall del Alto las Condes, no va a venir nadie de Cerro Navia a vitrinear, ponte tú”. (Jocelyn, 31 años, secretaria)

La Vega Central se ubica en la cercanía peatonal de zonas residenciales centrales y de fácil acceso a autopistas intercomunales. Esta condición es la que le permite acceder a público de clase sociocultural media, vulnerables e inmigrantes que viven en sectores de bajo costo de vida en el entorno inmediato del mercado, y grupos sociales de nivel sociocultural medio-alto que provienen de comunas de alta renta y acceden al lugar a través de medios motorizados privados. El tejido urbano del entorno de La Vega se caracteriza por una estructura parcelaria heterogénea, donde coexisten antiguos pasajes y conjuntos residenciales con lotes mayores destinados a actividad comercial y bodegaje vinculado a La Vega. El recinto de La Vega se sitúa en este entorno con un perímetro poroso

Imagen 2. Lugar de residencia del público que acude al mercado La Vega Central

Fuente: información basada en la georrefenciación de las doscientas encuestas realizadas. Encuestas proyecto Fondecyt, 2014. Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

95


96

TEMAS VARIOS Imagen 3. Continuidad con el entorno cercano y accesos del mercado La Vega Central.

LEYENDA: Acceso Peatonal [7 accesos] Acceso Mixto [5 accesos] Acceso Vehicular [1 acceso]

Espacio Público Espacio Mixto

Nota: superficies exclusivamente peatonales (espacio público) gris oscuro y superficie peatonal compartida con vehículos estacionados. Fuente: dibujo elaborado por los autores, investigación Fondecyt, 2014.

de accesos de pórticos amplios y con un interior de pasajes comerciales, si bien más laberínticos que el entorno, con una fuerte continuidad espacial con las veredas del barrio.

viven en el entorno, o bien por grupos socioeconómicos más altos que valoran la alimentación sana y sofisticada.

En cuanto a los rubros que tienen espacios en La Vega Central, se destina gran parte de su superficie a la actividad propia del mercadeo (patios de carga y descarga de productos y venta), dejando un espacio menor a otros usos (cocinerías y pequeños restaurantes). Los tipos de productos que se comercializan son de primera necesidad,14 y también productos alimenticios especiales, importados, o accesorios a la alimentación.15 La diversidad de productos podría relacionarse con la diversidad de usuarios presentes en el lugar. Los productos de primera necesidad son adquiridos por todos los compradores; sin embargo, los productos importados y de gastronomía son buscados por los compradores inmigrantes que

El Mercado Vega Central es administrado por una comunidad compuesta por aproximadamente ochocientos locatarios dueños, organizados para tomar decisiones consensuadas sobre los espacios comunes, el estacionamiento, el trazado de los pasillos entre los locales, la recolección de basura, la mantención y el aseo, etcétera. Asimismo, los miembros de esta comunidad definen las reglas de los precios y el tipo de productos que está permitido vender en el lugar. La comunidad de los veguinos se presenta como un grupo cohesionado ante una tradición común de atender al cliente mediante cantos y frases, el regateo y la degustación de los productos frescos. Como los locatarios ancestrales de La Vega han tenido un pasado de precariedad económica, son o han sido productores agrícolas, y muchos de ellos provienen de familias inmigrantes campo-ciudad, están abiertos a compartir su lugar de trabajo con otros inmigrantes, vendedores ambulantes, mendigos y extranjeros de países latinoamericanos en una situación precaria similar a la que ellos conocen. La tolerancia a una diversidad amplia de grupos sociales que existe en La Vega, sin embargo, está mediada por

14 Productos como frutas y verduras frescas y productos habituales en el comercio de barrio. Se comercializan en el sector Chacareros. 15 Productos de nuevos emprendimientos comerciales de inmigrantes, tales como frutas y alimentos procesados de Perú, Bolivia, Haití, y nichos más sofisticados de la alimentación, tales como quesos y jamones importados, son vendidos en el “sector Remodelado”.

La dimensión administrativa

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS

una autorregulación estricta que evita la criminalidad y permite brindar un clima de buen trato y de seguridad a los clientes que acuden a comprar. Para entender la actual forma de organización de La Vega Central es necesario saber que fue uno de los principales centros de abastos de alimentos frescos de la ciudad. Aunque ya haya sido reemplazado en ese rol parcialmente por el Centro de Distribución Lo Valledor, el entorno de La Vega, el sector de “La Chimba”, sigue siendo un enclave de diferentes mercados, bodegajes del comercio mayorista y comercio ambulante, emplazado en pleno centro de la ciudad. Esta zona se caracterizaba desde el siglo XIX por estar junto a equipamientos como molinos, fábricas, hospitales y cementerios, y por un trazado de manzanas irregulares y de grandes tamaños (Castillo 2014). Este lugar se constituyó por la presencia de quintas aún rurales, en un lugar de trabajo agrícola para migrantes del campo que comercializaban informalmente sus productos (Bastías, Hayden e Ibáñez 2011). Junto con el desarrollo inicial de La Vega se comenzaron a construir cités y conventillos de vivienda de arrendamiento para las familias campesinas llegadas a la ciudad. La asociación de comerciantes de La Vega Central surge en 1895 como una gestión privada sobre un gran predio rural cedido por un privado, y en 1930 se traspasa la propiedad al municipio de Santiago, convirtiéndose en el centro abastecedor mayorista y minorista de productos agrícolas más importante de la capital, prácticamente sin competencia (Bastías, Hayden e Ibáñez 2011). A partir de la década de 1930, la zona se sigue consolidando como un barrio que gira alrededor de la actividad de venta de La Vega Central, y surgen en el entorno bodegas y lugares de almacenaje.16 En 1980, en el contexto de una política estatal de disminuir los costos municipales, el predio de La Vega es vendido por la municipalidad de Santiago a los aproximadamente mil locatarios, obteniendo cada uno el dominio de una fracción de la superficie total (Bastías, Hayden e Ibáñez 2011). Desde entonces se forma la actual comunidad de La Vega Central, que hasta hoy es propietaria de sus terrenos y su propia gestora de la administración del lugar.

Las galerías comerciales Plaza Lyon-Paseo Las Palmas Los usuarios del lugar

En las galerías Plaza Lyon-Paseo Las Palmas están más representadas personas jóvenes, entre los 20 y los 39 años,17 y el objetivo de visita, si bien para la mayoría de

16 Reglamento de Ferias y Mercados. 17 La mayor cantidad de personas se encuentra entre los 20 y los 29 años (29%), seguidas por el grupo de personas entre

ellas es comprar, se complementa con otros objetivos como estar de paso, consumir alimentos y hacer trámites.18 En comparación con los demás casos, las galerías, de la misma forma que el centro comercial, muestran mayor diversidad en la composición educacional del público.19 La galería se describe como un lugar en que lo “útil y práctico” es lo más importante, junto con ser “entretenido” y “quedar en el camino”.20 El lugar más visitado lo constituye el Paseo Las Palmas, y también otras galerías del entorno que para el usuario parecieran ser parte del conjunto.21 Los visitantes de esta zona valoran, independientemente de su pertenencia a diferentes grupos etarios, los productos ofrecidos en el lugar. Esto habla de la diversidad del lugar en cuanto a su oferta comercial.22 Para los visitantes también aparece atractiva la baja rotación de los locales y de los vendedores, ya que el comercio muchas veces es atendido por “sus propios dueños”, como vemos a continuación, donde una usuaria cuenta por qué en esa zona sí hay vida de barrio: “[…] no es tan fácil tampoco en el barrio Lyon, porque uno no va todos los días a comprar el pan ahí, pero de todas maneras hay más. Tú reconoces a la gente, […] Si yo quiero, no sé, ponte tú, arreglar el reloj, porque falta una pila, una estupidez. […] voy

los 30 y los 39 años (24%), y en tercer lugar, por personas entre los 40 y los 49 años (20%). 18 El público presente en las galerías declara que su motivo principal de visita es comprar (29%); no obstante, en este caso también son importantes para la visita otros fines como el ser parte de un recorrido al trabajo o a casa (20%), el consumir entretenimiento o gastronomía (16%) y hacer trámites (13%). 19 El público mayoritario de la galería tiene educación universitaria (46%), mientras que la segunda mayoría la constituyen aquellos que poseen una educación técnica de nivel superior (25%). Así, estos dos grupos que suman a los visitantes que poseen un nivel educacional alto constituyen la mayoría de los presentes (71%), y entre los restantes usuarios predominan los que tienen educación media (18%). 20 La caracterización como “útil y práctico” (35%) encabeza las prioridades en la galería, de la misma forma como en los otros casos de estudio. La segunda prioridad corresponde al factor “entretenido” (28%), y la tercera, al factor “queda en el camino” (13%). La “seguridad” (8%) y el constituir un “lugar concurrido” (7%) son los demás factores relevantes en este caso. 21 Los lugares de destino mencionados en este caso no sólo están en la galería, sino también en el entorno cercano a esta. Así, los visitantes mencionan la galería-mall de la manzana aledaña (Mall Panorámico), la parte al aire libre de la galería Paseo Las Palmas y el centro comercial en la manzana del frente (Portal Lyon) como lugares destacados. 22 El atractivo de la galería está en la variedad: productos estandarizados (tiendas de cadena), productos especializados (coleccionismo, videojuegos, cómics, sex-shops, etcétera) y comercio de barrio (arreglo de relojes, peluquerías, librerías, menaje, suvenires, bazares). Esto atrae a una diversidad de compradores: adultos, jóvenes y de la tercera edad, quienes destacan la “familiaridad”, lo underground, y espacios con luz natural y paisaje verde.

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

97


98

TEMAS VARIOS a Providencia y me meto por las galerías; siempre, hasta hoy, he encontrado alguien que lo hace. Y te contestan, si tú preguntas, ‘¿dónde podrá ser esto?’ ‘Ah, mire un poco más allá, fíjese que hay un negocio donde a lo mejor se lo puede hacer’”. (Isabel Camus, 84 años, profesional jubilada) Imagen 4. Galería comercial del conjunto Plaza Lyon-Paseo Las Palmas en Santiago de Chile. Sector exterior colindante con una vereda pública de la Avenida Nueva Providencia

de otras manzanas, sino que establecen continuidad con la mixtura programática de comercio, oficinas y vivienda existente en toda esa zona de Providencia. La galería Paseo Las Palmas es perceptualmente una calle peatonal techada, completamente abierta, mientras que los demás accesos de la galería Plaza Lyon tienen forma de aperturas libres, con recorridos de portales que sólo se cierran en la noche. Los rubros de comercio se organizan dentro de las galerías Plaza Lyon y Paseo Las Palmas combinando una gran diversidad de tipos de comercio, genérico y específico, muy similar a los usos de suelo de ese sector entero de Providencia.24 No sólo es observable el uso residencial de oficinas y consultas médicas, que aportan vida al lugar fuera del horario comercial, sino además de comercio que está presente, sobre todo, en el primer piso. La incidencia de la variedad y el tipo de usuarios que concurren al lugar en términos de edades, y también del tipo de consumo, es coincidente con el tipo de comercio instalado en estas galerías.

La dimensión administrativa

Fuente: fotografía de los autores, equipo proyecto Fondecyt, 2014.

Las cualidades físico-espaciales

Las galerías Plaza Lyon-Paseo Las Palmas conforman una red dentro de los edificios, conectándose entre sí y con las veredas públicas. Los habitantes de nivel sociocultural medio-alto de barrios cercanos llegan al lugar a pie, en bicicleta o en transporte público. Las galerías también son accesibles a través del transporte público, desde zonas muy diversas y distantes de la ciudad, debido a la cercanía de la estación de metro Los Leones y de paraderos de buses de más de treinta recorridos ubicados en las inmediaciones. Esto permite la concurrencia de personas de un nivel sociocultural diverso, que complementa la condición de accesibilidad local de habitantes de nivel más bien alto.23 Las veredas públicas y galerías comerciales forman una red continua que permite la accesibilidad peatonal a las galerías de manera muy expedita. Las galerías están contenidas en manzanas de gran porosidad, por la multiplicidad de pasajes que las atraviesan. Diversos accesos, que no sólo se conectan con otras galerías

23 Las personas que viven en barrios cercanos y llegan a pie o en bicicleta tienden a pertenecer a un nivel sociocultural más alto (educación superior). Las personas que están de paso o trabajan en el lugar y que concurren al lugar desde comunas distantes tienden a pertenecer a un nivel sociocultural alto (universitarios), medio (técnicos) y medio-bajo (educación media).

La información recabada sobre las galerías comerciales Plaza Lyon-Paseo Las Palmas permitió entender que estas funcionan como una red de galerías dentro de los edificios que se conectan entre sí y con las veredas públicas. Las galerías son administradas por las comunidades de copropietarios de cada uno de los seis edificios que componen el conjunto. Debido a los usos diversos que existen en estos edificios —comercio, oficinas, viviendas—, la administración tiene que consensuar los intereses, a veces diversos, de las comunidades en relación con la mantención y ambientación de las galerías comerciales. La variedad de estas galerías está dada por la diversidad de los dueños de locales comerciales; se trata, por un lado, de dueños corporativos de tiendas de cadena y supermercados, y, por otro, de muchos dueños de locales unitarios. Mientras que el dueño corporativo tiende a promover la venta de productos estandarizados y una imagen estandarizada de sus vitrinas y de las galerías, los locatarios individuales tienden a tener rubros específicos de coleccionismo y productos no estandarizados, expresando en sus vitrinas su singular estética personal y de tienda “familiar”. Todos los dueños de los locales comerciales (corporativos y unitarios) toleran a un público de paso, peatones que deambulan por sus galerías camino al trabajo, al colegio, al hogar o a los medios de transporte, como la estación

24 Más del 50% del comercio lo constituyen tiendas de cadena internacional y nacional (Almacenes París y Líder) dedicadas a vestimenta, decoración, artículos para el hogar y alimentos. El restante comercio consiste en restaurantes al paso, bancos y reparadores de calzado, taller de llaves y comercio de barrio (paquetería, bazar, librería), y algunas tiendas de emprendimientos especializados (videojuegos, coleccionismo, etcétera).

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS Imagen 5. Lugar de residencia del público que acude a la galería Plaza Lyon-Paseo Las Palmas

Fuente: información basada en la georreferenciación de las doscientas encuestas realizadas. Encuestas proyecto Fondecyt, 2014.

Imagen 6. Continuidad con el entorno cercano y accesos de la galería Plaza Lyon y Paseo Las Palmas

LEYENDA: Acceso Peatonal [16 accesos] Acceso Mixto [5 accesos] Acceso Vehicular [5 acceso]

Espacio Público Espacio Mixto

Nota: superficies exclusivamente peatonales (espacio público) gris oscuro y superficie peatonal compartida con vehículos estacionados. Fuente: dibujo elaborado por los autores, investigación Fondecyt, 2014. Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

99


100

TEMAS VARIOS

de metro que se encuentra en el mismo edificio del conjunto. El alto flujo de estas galerías, por ser el acceso a la estación de metro, y por la presencia ocasional de comercio ambulante y mendigos, configura un espacio de carácter bastante público. El conjunto Plaza Lyon-Paseo Las Palmas se ubica en una zona cuyo primer momento de urbanización es de fines de 1850, y que se ve transformado fuertemente hacia 1970, con el avance del crecimiento de la ciudad hacia el oriente. De comuna residencial, esta zona de Providencia pasa a ser una zona comercial que sirve a los nuevos sectores residenciales del oriente. A este rol se suman la consolidación de su avenida principal, la Avenida Providencia, y el trazado de la línea de metro, junto con cuatro estaciones que se ubican en esa zona y apoyan su nueva condición como subcentro comercial de escala metropolitana. Una política pública de renovación urbana para todo este subcentro, implementada desde 1976, definió incentivos para aquellos edificios nuevos que incluyeran galerías en sus plantas bajas y subsuelos, en la medida en que se ciñeran a un trazado de recorridos establecido por el Plan y se conectaran a los demás pasajes de otros edificios o a los accesos de las estaciones de metro (Bannen 2007; Hidalgo 2011; Mora y Zapata 2006; Schlack 2015). Plaza Lyon-Paseo Las Palmas corresponde a un tramo construido a comienzos de 1980, momento en el cual tanto el municipio como los desarrolladores urbanos coincidían en que los pasajes debían ser espacios que combinaran el paso con la permanencia, y que estaban destinados a crear un ambiente peatonal y comercial en esta nueva zona. Si bien los pasajes legalmente son propiedad de los desarrolladores individuales, el Plan exigía su cesión al tránsito público, por lo que, en términos de uso, y durante la mayoría de las horas del día, estos pasajes parecen casi tan públicos como las veredas de las calles (Schlack 2015).

El centro comercial Mall Plaza Vespucio Los usuarios del lugar

El público presente en el centro comercial es similar en su composición etaria al que observamos en el sector de la galería Plaza Lyon-Paseo Las Palmas, es decir, entre los 20 y los 39 años, mayoritariamente,25 y lo que motiva su visita es la compra, pero también realizar trámites y consumir.26 El resultado de las encuestas mostró una

25 El público presente en el centro comercial Mall Plaza Vespucio, según el análisis, mayoritariamente corresponde al tramo de edad entre los 20 y los 29 años (33%), seguido por el de 30 a 39 años (24%) y el de 40 a 49 años (13%). 26 El motivo principal de la visita al centro comercial es, en primer lugar, comprar (29%); no obstante, en este caso, también otros fines como realizar trámites (17%), consumir entretenimiento o gastronomía (16%) y pasear (10%) están en el segundo, tercero y cuarto lugar como motivos para la visita.

más homogénea representación de todos los grupos socioculturales en el centro comercial, que en los otros casos.27 El centro comercial se describe como un lugar “útil y práctico”, además de “entretenido” y “seguro”, lo cual se distingue de los otros casos, en los que la seguridad no parece un factor de atracción.28 Los lugares de destino que mencionan los usuarios se refieren a la tienda ancla (Falabella) y al patio de comidas donde se encuentran los restoranes y cafés. Uno de los atractivos del centro comercial, según los entrevistados, es la variedad de la oferta para ir de compras de primera necesidad (supermercado), en tiendas de vestuario, y realizar trámites, como pagar cuentas. También la entretención es un factor mencionado en las entrevistas (Las Terrazas), así como pasear y relajarse. Por otra parte, de las entrevistas se desprende que hay la sensación de inseguridad respecto a visitantes disruptivos en el entorno y en el centro comercial.29 Declaran que la inseguridad es más amenazante afuera, que dentro del centro comercial, y que esa es una de las razones por las que parece un lugar para visitar, como vemos a continuación: W: “Siento que es más seguro que en los alrededores del mall, pero tampoco es como para relajarse, o sea, siempre igual tenés que tener como cuidado con tus cosas”. E: “¿Y los alrededores, te refieres a la calle?”. W: “Sí. Sí, o sea, tú salís del mall y ya es distinto, porque ya no hay guardias, ¿cachay?”. A: “¿Y es diferente o parecido a otros lugares en general?”. W: “¿Dentro del mall? O sea, es un lugar cerrado, y es como un supermercado también, claro, hay cámaras de seguridad, hay guardias que están mirando, bueno si te pasa algo lo más probable es que sea solamente algo como que te tiren y te roben algo, o no te das cuenta y te roban algo, o sea, no […] tu seguridad personal no está como comprometida ahí, ¿cachay? O sea, en ese sentido, es un poco más seguro, porque si estay afuera, te pueden acuchillar y nada, pero en cambio acá no”. (Walter, 20 años, estudiante)

27 Así, los grupos más representados en el lugar son de educación media (31%), de técnico-nivel superior (26%) y universitarios (25%), pero además, el grupo de personas con educación básica (7%) es mucho más alto que en los otros dos casos. 28 La caracterización del lugar como “útil y práctico” (22%) encabeza, junto con el factor “entretenido” (22%), la primera prioridad. La segunda prioridad corresponde a la “seguridad” (16%), y el hecho de constituir un “lugar concurrido”, la tercera prioridad (10%), como factores relevantes en este caso. 29 Según los entrevistados, la inseguridad del barrio provoca que el centro comercial se distinga por una mayor seguridad, en comparación con su entorno. Es mal vista la presencia de personas de un estrato inferior o de grupos determinados como los flaites (jóvenes de grupos bajos), que se comportan de manera discordante con lo habitual para las familias que recorren este lugar.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS Imagen 7. Interior de Mall Plaza Vespucio en Santiago de Chile. Sector “Ayres”

Como ya se observó, el carácter fragmentado del tejido urbano de la zona ha generado que el entorno mediato del centro comercial sea hostil al peatón y muy discontinuo espacial y funcionalmente respecto de los espacios internos del mall y de los barrios del entorno (Fariña 2015; Jara 2011; Villarroel 2014). Esta fragmentación se debe a que esta zona vivió un poblamiento acelerado e inorgánico a través de gestiones de vivienda social estatal en los años 1960, y de gestión inmobiliaria privada en los años 1980. Estas ocuparon grandes paños agrícolas de forma discontinua, consolidándose así una comuna eminentemente residencial deficiente en servicios y equipamientos (Montes 1989). La condición de accesibilidad fluida mediante el transporte público, por un lado, y fragmentada, por otro lado, provoca que el público del centro comercial provenga predominantemente de lugares lejanos, y no del barrio.

Fuente: fotografía de los autores equipo Fondecyt, 2014.

Las cualidades físico-espaciales

Es posible llegar al Mall Plaza Vespucio desde lugares muy distantes en poco tiempo, mediante dos líneas de metro que conectan con el norte y sur, con comunas que están a 45 minutos de viaje en metro, aproximadamente. El acceso al centro comercial desde las estaciones de metro (Estación Bellavista La Florida y Vicuña Mackenna) es directo y está habilitado en forma de veredas peatonales. Esta continuidad espacial entre la estación y el centro comercial contrasta enormemente con la discontinuidad peatonal que existe en torno al mall, que se caracteriza por ser un entorno muy hostil, de veredas angostas, anchas vías y autopistas de alto flujo vehicular, entradas a estacionamientos, ausencia de zonas peatonales, plazas y frentes habitados. El centro comercial, analizado en su contexto mediato, está rodeado de un tejido urbano muy fragmentado, debido a las autopistas de alta velocidad e infraestructuras de metro, elevadas o en trincheras, además de la constitución de macro-manzanas que contienen otros centros comerciales con estacionamientos alrededor (Jara 2011). La morfología del Mall Plaza Vespucio se caracteriza por volúmenes cerrados superpuestos y grandes superficies de estacionamientos en su alrededor. El centro comercial está ubicado junto a un subcentro en formación de una comuna periférica, y se conecta con autopistas metropolitanas y dos líneas de metro que enlazan la periferia con el centro de la ciudad. En un contexto marcado por el comercio y servicios públicos de nivel local, el centro comercial se destaca de su entorno por brindar una gama mayor de servicios (bancos, oficinas de pago, salud, etcétera) y ofertas de ocio (cines, restaurantes, bares, entre otros).

El comercio, predominantemente de cadenas nacionales e internacionales, contrasta fuertemente con el comercio de barrio y de ciertas cadenas nacionales. La diversidad está en la variedad de tiendas y rubros de comercio, así como en la oferta de gastronomía y entretenimiento que se destaca de un entorno urbano falto de equipamiento de ese tipo. La presencia de un comercio más bien genérico puede corresponder a la mayor dispersión del nivel sociocultural de los usuarios, donde no aparecen nichos de comercio más sofisticado, ni de comercio disponible para grupos sociales más desfavorecidos económicamente. Ese tipo de comercio, sobre todo el comercio de barrio y el comercio callejero, está presente fuera del mall, en los entornos cercanos al barrio.

La dimensión administrativa

La información recabada sobre el centro comercial Mall Plaza Vespucio nos muestra que el lugar es administrado únicamente por un dueño corporativo, una empresa de retail que es dueña del suelo y del conjunto de edificaciones. La administración arrienda locales a cada uno de los locatarios, define y organiza las actividades en los espacios comunes (pasillos, patios de comida, plazas exteriores, etcétera). El diseño de los locales y los horarios de atención son definidos por el administrador corporativo. Al mismo tiempo, la administración ofrece para los locatarios un sistema de seguridad, constante renovación de los espacios, y eventos promocionales para atraer al público. La administración se reserva el derecho a decidir qué locales y qué usuarios pueden estar en el lugar, y en ese sentido, la política del centro comercial promueve la instalación de locales del tipo cadena nacional e internacional. La administración declara estar particularmente interesada en que sus usuarios sean, de manera predominante, las familias. A personas de aspecto amenazador para estos visitantes, como jóvenes ociosos, mendigos y vendedores ambulantes, se les prohíbe el acceso al centro comercial, ejerciéndose un estricto control al respecto.

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

101


102

TEMAS VARIOS Imagen 8. Lugar de residencia del público que acude al centro comercial Mall Plaza Vespucio

Fuente: información basada en la georrefenciación de las doscientas encuestas realizadas. Encuestas proyecto Fondecyt, 2014.

Imagen 9. Discontinuidad con el entorno cercano y accesos del centro comercial Mall Plaza Vespucio

LEYENDA: Acceso Peatonal [16 accesos] Acceso Mixto [5 accesos] Acceso Vehicular [5 acceso]

Espacio Público Espacio Mixto

Nota: superficies exclusivamente peatonales (espacio público) gris oscuro y superficie peatonal compartida con vehículos estacionados. Fuente: dibujo elaborado por los autores, investigación Fondecyt, 2014. rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS

El terreno en que hoy se ubica el centro comercial estaba dedicado a la explotación agrícola hasta los años 1970, y luego dio espacio a un asentamiento informal de vivienda precaria,30 cuyos habitantes fueron expulsados en 1985,31 y en 1990 se instaló ahí el Mall Plaza Vespucio. Hoy, el terreno del mall consiste en un macro-lote que absorbió antiguos pasajes y callejuelas, fusionando un terreno único de más de dos hectáreas, y que, al igual que otro mall y dos grandes supermercados y retail de construcción, provocan interrupciones del tejido urbano del sector, caracterizado por una subdivisión predial más pequeña (200m2) y retículas de pasajes y calles menores. El terreno en que se ubica el mall es propiedad del holding internacional dedicado al retail Mall Plaza S. A., a diferencia de los dos casos anteriores, donde la tenencia se divide en muchos dueños.

Conclusión Diversas propuestas de mejoramiento de galerías comerciales, de mercados obsoletos y de centros comerciales enfocan la discusión sobre las tipologías de comercio desde lo meramente morfológico y funcional. Se considera que las galerías comerciales pueden ser renovadas a través de la inyección de nuevas tiendas grandes (tiendas de conveniencia), que los mercados pueden ser reactivados a través de campañas de hermoseamiento para atraer a un público más pudiente, y en la medida que los centros comerciales se renuevan, se considera que la clave es dejar atrás el modelo “caja de zapatos”, para incorporar boulevares y atracciones outdoor. Estas apreciaciones, sin embargo, no consideran que estos espacios tienen un fuerte componente de esfera pública que puede valorizarse, en vez de ser ignorado. En esta investigación hemos tratado de analizar un mercado, una galería comercial y un mall incorporando no sólo un análisis de su morfología y funcionalidad, sino también las interacciones que en esos espacios se hacen posibles y que los transforman en un lugar con “carácter público”. Ya se han consolidado bastantes hallazgos que refutan la idea de que espacios dedicados al comercio, de por sí, no podrían ser espacios de carácter público. En la conceptualización decimonónica de Weber aparece el arquetipo del espacio público, originado nada más ni nada menos que en la actividad de mercadeo en la plaza medieval (Weber 1964). También, autores recientes que derivan sus argumentaciones de Weber señalan que espacio público y mercado siguen íntimamente ligados en la ciudad, y que, si bien hay diferentes tipos de mercados, hay algunos en los que tiene lugar la esfera pública, más allá de la mera actividad de intercambio comercial (Wehrheim 2007). En nuestro ámbito local, en Chile y en Santiago existen hallazgos que declaran que en ciertos centros comer-

30 La “toma San Rafael”. 31 Ver periódico Nuestra comuna La Florida (30). Febrero de 1985.

ciales, de accesibilidad mediante transporte público y situados en barrios con mixtura social, sí se pueden dar interacciones entre personas de grupos sociales diversos, procesos de apropiación y resistencia informal a las reglas impuestas por la administración, que nos señalan que en estos espacios no se ha perdido la esfera pública (Stillerman y Salcedo 2012). Nuestra investigación permitió precisar algunos aspectos de la composición social de los visitantes en los tres casos estudiados. En primer lugar, es el centro comercial el que presenta grupos sociales de visitantes más mixtos, en comparación con la galería comercial y el mercado. Por su parte, el mercado presenta un paisaje social variado, y la comunicación entre grupos sociales diversos ocurre principalmente en las relaciones entre compradores y vendedores (trabajadores, locatarios, etcétera), y no entre los diversos compradores. En cambio, es muy predecible que en las galerías situadas en Providencia, una comuna de habitantes de nivel sociocultural medio y alto, los concurrentes fueran de grupos equivalentemente medios y altos, tal como ha sugerido la argumentación de Stillerman y Salcedo (2012), quienes establecen una correlación entre la composición social del entorno y la del comercio. En el caso del centro comercial —el cual está situado en una comuna mixta—, era de esperarse también una clientela mixta. Aunque esto fue comprobado por nuestra investigación, hay un matiz interesante que resaltar: el estudio nos muestra que los usuarios de ese centro comercial provienen en su mayoría de espacios muy distantes de la comuna y acceden a este mediante el metro. En este caso existe una relación mucho menos intensa entre el mall y la población del entorno, en comparación con el mercado y las galerías. Este hallazgo también nos hace pensar sobre la forma en que cada tipo de comercio establece las relaciones espaciales en la ciudad. Si bien en Chile el mall es menos suburbano y menos automotor que en Estados Unidos, este caso de estudio nos permitió entender que el centro comercial se conecta mucho más a través del metro que a través de la peatonalidad. Esto genera un mapa de espacios que quedan en terreno de nadie, alrededor de los centros comerciales, que pueden ser perjudiciales para la ciudad si no se colonizan con otros tipos de comercio, como ferias callejeras o comercio local. En otro ámbito de cosas, esta investigación nos permitió distinguir que cada caso atrae al público por diferentes motivos. Mientras que las galerías tienen su mayor potencial en estar al paso y fundirse en su mix de antiguo y nuevo con el comercio del entorno, el centro comercial ofrece niveles de entretención, confort y seguridad mucho mayores que los que ofrece el entorno, caracterizado por la criminalidad. Lo interesante es que el mercado no sólo atrae con sus productos frescos y a buen precio, sino con el espectáculo de la venta y el regateo, una variable que los veguinos tienen claro, pero que poco ha permeado la discusión. A partir de ello, la investi-

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

103


104

TEMAS VARIOS

gación nos permite pensar que determinadas formas de administración definen más o menos la diversidad de los locatarios, más o menos la estandarización en la oferta, más o menos la diversidad en el público. De la misma manera como el estudio de Stillerman y Salcedo, los casos estudiados dieron cuenta de la influencia que tiene el valor del suelo de los barrios circundantes al mercado, las galerías y el mall. Un aumento en el valor de suelo puede afectar el tipo de locatarios y consumidores, lo que puede constituir una amenaza para mantener estos espacios inclusivos. Tanto en el mercado de La Vega como en el caso de Providencia, pudimos detectar que los comercios más marginales y los vendedores más vulnerables pueden estar sujetos a presión, debido al aumento de valor de sus arriendos y propiedades, y del entorno de sus compradores. Sin duda, es necesario entender con precisión quiénes son y de dónde vienen los compradores de cada tipo de comercio, para entender cómo preservar la diversidad de usuarios y promover la esfera pública en esos lugares.

12.

13.

14.

15. 16. 17.

Referencias Arce, María Jesus. 2015. “Aprendiendo de la Vega. Vitalidad como detonante proyectual”. Disertación de Maestría, Pontificia Universidad Católica de Chile. 2. Bannen, Pedro y Francisco Chateau. 2007. La ciudad de Providencia en la obra de Germán Bannen. Santiago de Chile: Ediciones ARQ. 3. Bastías, Carolina, Consuelo Hayden y Daniela Ibáñez. 2011. Mujeres de la Vega: género, memoria y trabajo en la Vega Central de Santiago. Santiago de Chile: Fondart Concurso 2010. 4. Caldeira, Teresa 2000. City of Walls: Crime, Segregation, and Citizenship in São Paulo. Berkeley: University of California Press. 5. Carmona, Matthew. 2014. “London’s Local High Streets: The Problems, Potential and Complexities of Mixed Street Corridors”. Progress in Planning 100: 1-84. 6. Castillo, Simón. 2014. El río Mapocho y sus riberas: espacio público e intervención urbana en Santiago de Chile (1885-1918). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado. 7. Crawford, Margaret. 1992. “The World in a Shopping Mall”. En Variations on a Theme Park: The New American City and the End of Public Space, editado por Michael Sorkin, 3-30. Nueva York: Hill and Wang. 8. Davis, Michael. 1990. City of Quartz: Excavating the Future in Los Angeles. Nueva York: Vintage Books. 9. Davis, Michael.1998. Ecology of Fear: Los Angeles and the Imagination of Disaster. Nueva York: Vintage Books. 10. De Simone, Liliana. 2015. Metamall. Santiago de Chile: Ril. 11. De Simone, Liliana. 2017. “The Latin American Shopping Centre: Cultural Translation, Symbolic Adaptation, and Typological Evolution of Commercial Architecture in Latin American Cities”. En Acculturating the Shopping 1.

18.

19.

20.

21.

22.

23. 24.

25.

26.

Centre, editado por Janina Gosseye, Tom Avermaete, y Bruno De Meulder. Routledge: Faculty of Architecture and the Built Environment – TUDelft. (En prensa). Ducci, María Elena. 2004. The Role of the Central Public Market in a Twenty-First Century Metropolis. Case Study: The Central “La Vega” Market and Its Surroundings in Santiago, Chile. Policy Paper, Comparative Urban Studies Program, Woodrow Wilson International Center for Scholars. https://www.wilsoncenter. org/sites/default/files/urbanbrief03.pdf Erkip, Feyzan, Ömür Kızılgün y Guliz Mugan Akinci. 2014. “Retailer’s Resilience Strategies and Their Impacts on Urban Spaces in Turkey”. Cities 36: 12-120. http://dx.doi.org/10.1016/j.cities.2012.12.003 Fariña, Carolina. 2015. “Tipologías comerciales e infraestructuras de transporte. Coexistencias en torno al Paradero 14 de La Florida”. Disertación de Maestría, Pontifica Universidad Católica de Chile. Frieden, Bernard y Lynne Sagalyn. 1989. Downtown, Inc.: How America Rebuilds Cities. Cambridge: MIT Press. Goffman, Erving. 1979. Relaciones en público: microestudios del orden público. Madrid: Alianza. Gonzalez, Sara y Paul Waley. 2012. “Traditional Retail Markets: The New Gentrification Frontier?” Antipode 45 (4): 1-19. http://dx.doi.org/10.1111/j.14678330.2012.01040.x Hidalgo, Rocío. 2011. “Las estaciones que fundaron el Metro en Santiago de Chile”, disertación doctoral, Universitat Politècnica de Catalunya. Jara, Rodrigo. 2011. “Infraestructuras de metro en autopista: lineamientos para la reconfiguración de la periferia sur de Santiago: caso de la estación Vicuña Mackenna, Línea 4A”. Disertación de Maestría, Pontificia Universidad Católica de Chile. Kozak, Daniel. 2012. “Construcción y transformaciones del Abasto, 1889-1998”. Anales del Instituto de Arte Americano Mario J. Buschiazzo 42: 213-230. Lofland, Lyn. 1998. The Public Realm: Exploring the City’s Quintessential Social Territory. Nueva York: Aldine de Gruyter. Low, Setha. 2003. Behind the Gates. Life, Security and the Pursuit of Happiness in Fortress America. Nueva York. Routledge. Low, Setha y Neil Smith. 2006. The Politics of Public Space. Londres: Routledge. Marchant, Mario. 2010. “Los caracoles comerciales chilenos regionales: de la apropiación tipológica a un sistema arquitectónico urbano nacional”. Revista 180 26. http://www.revista180.udp.cl/index.php/ revista180/article/view/144 Mitchell, Don. 2003. “The End of Public Space?: People’s Park, the Public, and the Right to the City”. En The Right to the City: Social Justice and the Fight for Public Space, editado por Don Mitchell, 118-160. Londres: Routledge. Montes, Carlos. 1989. La Florida puede más: hacia el centenario de la comuna (1899-1999). Santiago de Chile: Cordillera, Centro de Estudios Municipales.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 87-105 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.07


TEMAS VARIOS 27. Mora, Rodrigo e Isabel Zapata. 2004. “El comercio,

28.

29.

30.

31. 32. 33.

34.

35.

36.

37.

38.

39.

espacio público y gestión local: el caso de Providencia en Santiago de Chile”. Revista de Urbanismo 9. Municipalidad de La Florida. 1985. Nuestra comuna La Florida. Santiago de Chile: Editorial Municipalidad de La Florida. Pérez, Miguel. 2010. “Cuando los indeseados se congregan en el mall: prácticas socio-espaciales de adolescentes en un espacio semipúblico”. Disertación de Maestría. Pontificia Universidad Católica de Chile. Sachs, Toni. 2002. Qualitative Stadt- und Gemeindeforschung. En Qualitative Sozialforschung, editado por Uwe Flick, 394-402. Reinbeck: Rowohlt. Salazar, Gabriel. 2003. Ferias libres: espacio residual de la soberanía ciudadana. Santiago de Chile: Ediciones Sur. Sato, Alberto 1981. “Un simulacro urbano”. Punto 63: 24-35. Schlack, Elke. 2015 “El espacio público en la Nueva Providencia de Germán Bannen”. En POPS-El uso público del Espacio Urbano, editado por Elke Schlack, 3-37. Santiago de Chile: Ediciones ARQ – UNAB – Capital Books. Schlack, Elke, Neil Turnbull y María Jesus Arce. (En prensa). “Learning from la Vega”. En Contested Markets – Contested Cities, editado por Sara González. Londres: Routledge. Selle, Klaus. 2003. Was ist los mit den öffentlichen Räumen. Berichte AGB No. 49 2. Aachen, Dortmund, Hannover: Dortmunder Vertrieb für Planungsliteratur. Siebel, Walter. 2007. “Vom Wandel des öffentlichen Raumes”. En Shopping Malls. Interdisziplinäre Betrachtungen eines neuen Raumtyps, editado por Jan Wehrheim, 77-94. Wiesbaden: VS Verlag. Siebel, Walter y Jan Wehrheim. 2003.“Öffentlichkeit und Privatheit in der überwachten Stadt”. [La publicitud y la privacidad en la ciudad vigilada]. DISP 2: 4-12. Sorkin, Michael. 1992. Variations on a Theme Park: The New American City and the End of Public Space. Nueva York: Hill and Wang. Stillerman, Joel. 2006. “Private, Parochial, and Public Realms in Santiago, Chile’s Retail Sector”. City &

40.

41.

42.

43.

44. 45.

46.

47.

48.

49. 50.

Community 5 (3): 293-317. http://dx.doi.org/10.1111/ j.1540-6040.2006.00182.x Stillerman, Joel y Rodrigo Salcedo. 2012. “Transposing the Urban to the Mall: Routes, Relationships and Resistance in two Santiago, Chile Shopping Centers”. Journal of Contemporary Ethnography 41 (3): 309-336. http://dx.doi.org/10.1177/0891241611434551 Strauss, Anselm y Juliet M. Corbin. 1996. Grounded Theory: Grundlagen Qualitativer Sozialforschung. Weinheim: Psychologie Verlags Union. Universidad de Santiago de Chile, Facultad Tecnológica, Departamento de Gestión Agraria. 2008. Informe Final “Estudio para la caracterización del canal feria para la distribución de productos hortofrutícolas en la Región Metropolitana”. Santiago de Chile. http://www.asof.cl/wordpress/ wp-content/uploads/2012/04/Estudio_canal_feria.pdf Villarroel, Karin. 2014. “Comercio y espacio público. Atributos de vitalidad en torno al mall”. Disertación de Maestría, Pontificia Universidad Católica de Chile. Weber, Max. 1964 [1922]. Economía y sociedad, tomo II. México: Fondo de Cultura Económica. Wehrheim, Jan. 2007. Shopping Malls. Interdisziplinäre Betrachtungen eines neuen Raumtyps. [Shopping Malls. Observaciones interdisciplinarias de una nueva tipología espacial]. Wiesbaden: VS Verlag. Wehrheim, Jan, 2009. Der Fremde und die Ordnung der Räume. [El desconocido y el orden de los espacios]. Opladen: Barbara Budrich. Wehrheim, Jan. 2015. “El carácter público de los espacios y de la ciudad. Indicadores y reflexiones para el posterior desarrollo del tema”. En POPS-El uso público del espacio urbano¸ editado por Elke Schlack, 287-308. Santiago de Chile: Ediciones ARQ – UNAB – Capital Books. Zukin, Sharon. 1990. “Socio-spatial Prototypes of a New Organization of Consumption: The Role of Real Cultural Capital”. Sociology 24 (1): 37-56. Zukin, Sharon 1995. The Cultures of Cities. Cambridge: Blackwell. Zukin, Sharon. 2009. “New Retail Capital and Neighborhood Change: Boutiques and Gentrification in New York City.” City & Community 8 (1): 47-64.

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile | Elke Schlack · Rocío Hidalgo · María Jesús Arce · Carolina Fariña · Karin Villarroel

105


Documentos

A Conversation with Carlo Ginzburg • 107-109

Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia Carlo Ginzburg - University of California, Los Ángeles, Estados Unidos y Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia

Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves • 110-118

Carlo Ginzburg – University of California, Los Ángeles, Estados Unidos y Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia


107

A Conversation with Carlo Ginzburg *Renan Silva – **Carlo Ginzburg DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.08

In 2008, Carlo Ginzburg published an essay in Italian titled Paura, reverenza, terrore. Rileggere Hobbes oggi. The same text, along with three more essays, was translated into French (2013) and Brazilian Portuguese (2014). An enlarged collection, including five essays, appeared soon after in Spanish in Mexico (Miedo, Reverencia, Terror. Cinco ensayos de iconografía política), a book which has not yet circulated in Colombia, although it has done so in countries like Argentina. Like the Spanish translation, the Italian version that appeared in 2015 (Paura, reverenza, terrore: cinque saggi di iconografia politica) includes, in addition to “Paura, Reverenza, Terrore,” four more essays: “Mémoire et distance. Autour d’une coupe d’argent doré (Anvers, ca. 1530),” “David, Marat. Arte, política, religião;” “‘Your Country Needs You.’ A Case Study in Political Iconography,” and “The Sword and the Lightbulb: A Reading of Guernica.” The essay on Hobbes, which has been widely disseminated in Europe, where it has led to discussions and heated debates, was published as a chapter by the journal Apuntes CECYP (2015) in Mexico, which made its wider distribution possible since it thus became available on the Internet. Said essay is groundbreaking not only in its analysis and conclusions, the philological and semantic thoroughness of the method applied, and the way Ginzburg integrates biographical data from Hobbes’ life, but also in the way he distances himself from other well-known interpreters of the author of Leviathan, such as Quentin Skinner. It is therefore very interesting to be able to engage in a conversation with Carlo Ginzburg on some of his favorite topics, which is why we have decided to pose some questions regarding that essay to the Italian historian on this occasion.

*PhD in Modern History, Université de Paris I, PanthéonSorbonne (France). Associate Professor in the Department of History, Universidad de los Andes (Colombia). * rj.silva33@uniandes.edu.co ** Professor Carlo Ginzburg is a pioneer in the field of microhistory. He received a PhD from the Università di Pisa (Italy). Professor Emeritus at the University of California Los Angeles (United States), and at the Scuola Normale Superiore di Pisa (Italy), where he teaches History of European Culture.

Renán Silva (RS): Professor Ginzburg, could you tell us something about your great interest in the world of images, political iconography in this case, and explain why you consider this kind of iconography so important for the work of historians? Carlos Ginzburg (CG): My interest in visual evidence, as well as in the methods of art history, goes back to my youth. Fifty years ago (1966) I published an essay entitled “Da Warburg a Gombrich” (“From Warburg to Gombrich”), which has been translated into many languages, including Spanish. Later I published a book on Piero della Francesca, the 15th century Italian


108

DOCUMENTOS

painter (Indagini su Piero 1981), which has been translated into Spanish as Pesquisa sobre Piero (1984). My interest in the intellectual tradition inspired by Aby Warburg and developed in the Library and Institute named after him (first in Hamburg, then in London) played an important role in the collection of essays we are talking about: Miedo, Reverencia, Terror. Cinco ensayos de iconografía política. As I argued in the introduction, Aby Warburg’s notion of Pathosformeln (formulae of pathos) provided —as I realized retrospectively— a sort of fil rouge, a red thread that runs throughout all those essays. Images are —nowadays more than ever— unavoidable. We are surrounded by and submerged in images: in the street, in movie theatres, on the screens of cell-phones, computers, TV sets. Those images act upon us (although we may also resist them). They shape our social environment, they mold our minds and emotions: we must learn to analyze them and their power. RS: Professor Ginzburg, according to your analyses, in advancing beyond Thucydides by radicalizing and transforming one of that Greek historian’s ideas, Hobbes posits fear as a structural element in the functioning of the State and as one of the keys to its formation as a modern institution. We would like to know your opinion of the role that “fear,” even reverence, and its most extreme form —terror— plays in the functioning of the State today. CG: Hobbes is often regarded as a crucial figure of modernity —a notion that I never use, since in my view it is devoid of any analytic value. I would prefer to rely upon a different category —secularization— which I tried to redefine in my book. By secularization, I mean a long-term historical phenomenon, which is developing under our eyes, and is far from being over. Secularized power —first of all, the power of the State— invades the domain of religion, using its weapons as instruments of control over people. The most important of those weapons is fear (fear of God, fear of death). But fear of God must be read in reverse: Primus in orbe deos fecit timor, as the Latin motto read, i.e. what first created gods in the world was fear. The front page of Hobbes’s Leviathan1 displays the image of a giant —the State, that “mortal God,” as Hobbes said— holding a sword in one hand, the pastoral in the other. This appropriation of the weapons of religion is what I meant by secularization: a violent phenomenon, even if this violence often takes place only at a symbolic level. Our world is not, pace Max Weber, a disenchanted world: on the contrary.

1 Hobbe’s Leviathan (1651) by Abraham Bosse.

Needless to say, the resistance to secularization does not justify the horrors that are perpetrated, every day, in the name of religions. You know the French dictum: tout comprendre c’est tout pardonner, to understand all is to forgive all. I hate this dictum; I regard it as absolutely wrong. We must try to understand; to forgive or not to forgive is a completely different matter. RS: Professor Ginzburg, your text on Hobbes begins and ends with a proposal regarding the relations between the past and the present and therefore, it seems to me, on the relationship between historians and politics. Perhaps echoing your own idea of the role of distance in (historical) analysis, you point out that in order to talk about the present, in certain cases it is best to turn our eyes back to the past. What exactly is your idea of the relationship between politics and historical analysis? CG: We live fully immersed in the present —but this full immersion often paves the way to a feeling of false familiarity. We should try to counteract this feeling, distancing ourselves from the present. To achieve this aim we may rely upon different strategies; looking at the past is one of them, since it may help us to look at the present obliquely, in a non-literal way. But not even the present is a self-evident category. In every

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 107-109 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.08


DOCUMENTOS

fragment of the present, multiple pasts are inscribed, encrusted and superimposed. The relationship between the present and the past is complex. We should refrain from relying upon empathy —that fashionable, and utterly misleading notion. Empathy assumes that we can identify with other people who belong to a world that is distant (either in space, or in time, or both) from ours. My approach is different. The questions we ask of the past (or of a different culture) are —I would argue— inevitably born of the present, of our culture: they are either anachronistic, or ethnocentric, or both. The questions we address to the past are affected by our assumptions, our biases, our prejudices; they are inevitably impregnated with politics. But this is only the beginning. Through a long, sometimes difficult process we can learn the language spoken by those distant actors (once again, distant either in terms of time, in terms of space, or both). But as we all know, distance between different actors can exist even within the same society:

a troubling, sometimes extremely painful experience. But distance can generate knowledge: a necessary ingredient of both history and politics.

References 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Ginzburg, Carlo. 1966. “Da Warburg a Gombrich”. Studi Medievali 7: 1015-1065. Ginzburg, Carlo. 1981. Indagini su Piero. Torino: Giulio Einaudi Editore. Ginzburg, Carlo. 1984. Pesquisa sobre Piero. Buenos Aires: Muchnik Editores. Ginzburg, Carlo. 2008. Paura, reverenza, terrore. Rileggere Hobbes oggi. Parma: Monte Università di Parma. Ginzburg, Carlo. 2014. Miedo, Reverencia, Terror. Cinco ensayos de iconografía política. México: Contrahistorias. Ginzburg, Carlo. 2015. Paura, reverenza, terrore: cinque saggi di iconografia política. Milano: Adelphi. Carlo Gimzburg. 2015. “Miedo, reverencia, terror: Releer a Hobbes Hoy.” Apuntes CECYP 26: 30-49.

A Conversation with Carlo Ginzburg | Renan Silva · Carlo Ginzburg

109


110

Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves* Carlo Ginzburg** DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09

Why did I choose this topic for our discussion? There are several answers; let’s begin with the most obvious. In the increasingly globalized world we inhabit, a comparative approach to either history or anthropology is unavoidable.1 Stories about werewolves spread from Europe to other continents: any approach to this topic will necessarily involve a comparative framework, but comparison should not be taken for granted: we should also reflect on its aims, assumptions and methods. I will try to do this, focusing on a specific case study involving a rather special kind of werewolf. 1. Underlying my choice there is also a personal reason. Fifty years ago I published my first book, I benandanti, translated into English as The Night Battles. The Spanish translation, published by the University of Guadalajara, echoed the Italian title and subtitle: Los benandanti. Brujeria y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII (2005). The book explored, on the basis of a series of Inquisition trials, some of them very long and detailed, a previously unknown phenomenon recorded in Friuli, on the Northeastern border of Italy, not far from Venice. Men and women, mostly from a peasant background, who called themselves benandanti (i.e. people for the good) argued before the inquisitors that, having been born in a caul (i. e. wrapped in the amniotic sack), they were compelled to leave their body in spirit four times a year, sometimes transformed into animals, to fight against witches and wizards in order to ensure the fertility of the crops. As a weapon, the benandanti used fennel branches, while the witches used sorghum sticks. “And if the benandanti won,” one of them said, “that year the harvest will be rich.”

* Result of a lecture given at the Presentation of Publications of the School of Social Sciences at the Universidad de los Andes (Colombia) in 2016. Bruce Lincoln commented upon an earlier version of this paper; Maria Luisa Catoni commented upon the present one. I am deeply grateful to both of them for their critical remarks. Many thanks are due to Anna Ciammitti for her help in constructing the final diagram. Needless to say, the responsibility of what I wrote is mine. ** PhD from the Università di Pisa (Italy). Professor Emeritus at the University of California Los Angeles (United States), and at the Scuola Normale Superiore di Pisa (Italy).

The inquisitors heard those tales in astonishment: they had never come across anything like that (my reaction in discovering those documents was no different from the inquisitors’ reaction —an analogy which I began to reflect upon some years later [Ginzburg 1989b]). The benandanti claimed to be counter-witches; the inquisitors, on the contrary, regarded them as real witches who participated in a diabolical cult. Relying upon different strategies —leading questions or, occasionally, torture— the inquisitors tried to convince the benandanti. After fifty years and many trials punctuated by endless questions and denials, the benandanti ultimately (although not completely) started to confess to being witches, introducing the hostile image imposed on them by the inquisitors.

1

I have developed some implications of this point in my essay “Microhistory and World History” (2015).


DOCUMENTOS

What I had discovered in the Friulian archives was, I argued, a fragment from a deep layer of peasant culture: the inquisitors’ astonished reaction to the benandanti description of their nocturnal battles with the witches was eloquent enough. But to what extent was the Friulian case, undoubtedly exceptional from a documentary point of view, also related to a unique reality? In my book I advanced the following hypothesis: what happened in Friuli had presumably also taken place in other parts of Europe (and perhaps, I would say today, in other continents as well). Peasant beliefs, mostly centered on matters of fertility and possibly rooted in a pre-Christian past, were reinterpreted by the inquisitors as diabolical cults —and subsequently uprooted. A single, also exceptional, case seemed to support my hypothesis: a trial which took place in 1692 at Wenden, today Cesis, not far from Riga (at that time Livonia, presently Latvia). The defendant, an old man nicknamed “Old Thiess” was accused of heresy: he counteracted by objecting that he was a werewolf and therefore used to go to Hell with other werewolves three times a year during the night to recover the seeds of grain that had been taken away by witches. “We are the hounds of God,” Thiess said, referring to werewolves, thus subverting the traditional stereotype that identified them with diabolical beings. Here was a werewolf saying that he used to fight in spirit, together with other werewolves, against witches for the fertility of the crops. Could I compare Thiess’s isolated, anomalous case to the Friulian benandanti? I thought so —but what kind of comparison could I use? Morphological? Or historical? The former perspective takes only formal analogies into account, disregarding both space and time, while the latter analyzes the same analogies from a perspective based on space and time that raises the possibility of mutual influences, of a common filiation, etc. I had first come across this alternative as a student when I read Marc Bloch’s great book Les rois thaumaturges (1924, translated into English as The Royal Touch). In the introduction, Bloch contrasted two different kinds of comparison: “ethnological” (he did not use the word “morphological”) and “historical,” based on phenomena related to societies that had either been disconnected or connected in historical times, respectively. Following Bloch, in my first book I explicitly chose to limit myself to historical comparison only —a choice which compelled me to suggest that the resemblances between the benandanti and Thiess, the Livonian werewolf, pointed to a (completely forgotten) historical connection between Friuli and the Baltic region, possibly implying Slavic elements that they both have in common. 2. All of this was entirely speculative and exceedingly vague. A growing feeling of dissatisfaction with this kind of hypothetical history probably reinforced my attraction to morphology —an attraction already nourished by my interest in art history, and most particularly in connoisseurship (art history attributions usually start from purely formal features).

What I found so challenging in morphology was its ahistorical orientation —its disregard, as I have said, of both space and time, which makes it uninteresting, or even distasteful, to most historians. But for a long time I have felt a personal attraction to the devil’s advocate: the fictitious character who, according to the rules of early seventeenth-century canonization trials, asked difficult, sometimes aggressive, questions about potential saints. I belong to the generation that witnessed the triumph of structuralism: an approach that Claude Lévi-Strauss repeatedly counterposed to history. Structuralism, and more specifically, Lévi-Strauss, played the role of a challenging interlocutor for me for many years —a sort of devil’s advocate. I regarded morphology, not as an alternative to history, but as a tool that might have opened up the possibility of overcoming the lack of historical evidence, throwing some light upon the puzzling analogies between the Friulian benandanti and the old Livonian werewolf. I suspect that, at a subconscious level, I was under the influence of the line from Vergil’s Aeneid that Sigmund Freud took as a motto for his Interpretation of Dreams: “flectere si nequeo superos, Acheronta movebo” (Aeneid, VII, 312), translatable as: “If I cannot deflect the will of superior powers, then I shall move the River Acheron” or “If I cannot deflect the will of heaven, then I shall move hell.” For me, heaven was history; morphology was hell. 3. Needless to say, I was not comparing myself to Freud: but Freud has certainly been for me, for many years and in many ways, an intellectual model. Not entirely by chance, perhaps, the next step in my research focused on one of the most famous of Freud’s case studies: “The Wolf Man.” At the age of three, four, or possibly five, the patient, a Russian, had a dream: six or seven white wolves were sitting on the branches of a tree, staring at him intensely. This was the beginning of a long history of neurosis. In my essay “Freud, l’uomo dei lupi e i lupi mannari” (1986) (“Freud, the Wolf Man and the Werewolves”), I focused on a detail from the patient’s life, which Freud duly recorded without realizing its relevance. The patient was born in a caul. In Russian folklore, werewolves were born in a caul. The dream of the little Russian child was presumably nourished by his nianja (nanny’s) stories. It was comparable to the initiatory dreams of the Friulian benandanti, who were also born in a caul. “In the wolf-man’s nightmare,” I wrote, “we discern a dream of an initiatory character, induced by the surrounding cultural setting or, more precisely, by a part of it. Subjected to opposing cultural pressures (the nurse, the English governess, his parents and teachers), the wolf-man’s fate differed from what might have been the case two or three centuries earlier. Instead of turning into a werewolf, the patient became a neurotic on the brink of psychosis” (Ginzburg 1989b, 148). 4. I have discussed the methodological implications of my case study on Freud’s case study elsewhere; here I will focus on the werewolf dossier that I have Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves | Carlo Ginzburg

111


112

DOCUMENTOS

been constructing (and reconstructing) thus far. The Wolf-Man, Freud’s Russian patient, made me become aware of an element that I had initially missed: as I have said, in Russian folklore, werewolves, like the Friulian benandanti, were believed to be born in a caul. I must point out that this detail was not mentioned in the trial against “Old Thiess.” Many years later, after a long research trajectory, I inscribed both the Livonian case and the benandanti in a much larger (in fact, Eurasian) perspective, focusing on shamanism and its varieties: one of the elements, I argued, that ultimately entered into the stereotype of the Witches’ Sabbath (Ginzburg 1989a; 1991b; 2003). My book, Storia notturna. Una decifrazione del sabba (1989a) (translated into Spanish as Historia nocturna. Un desciframiento del aquelarre) has been hotly debated, both as a whole and in detail. In particular, my interpretation of the Livonian trial has repeatedly been criticized, most recently, and most authoritatively, by Bruce Lincoln, professor of History of Religions at the University of Chicago (Blécourt 1993; 2007a; 2007b, 128-129; Lincoln 2015a; 2015b).2 His essay raises some crucial problems about comparison that I would like to address: a further round of a friendly, often polemical, debate that has been going on between Bruce Lincoln and myself for several years. Lincoln firmly rejected the possibility of identifying some fragments of ancient beliefs in the speech “Old Thiess” delivered to the astonished judges of Wenden. After having evoked a number of scholars (including myself) who assumed that Livonian beliefs about werewolves were “a survival of some deep cultural and religious layer,” Lincoln commented: “the results of this kind of comparison remained hypothetical to the very best; the history of those large comparative projects is in itself a warning” (Lincoln 2015b, 119).3 Lincoln followed a very different path, providing a close reading of the Livonian trial as a “striking example of religious, legal, cultural and political resistance” delivered by “Old Thiess,” a Livonian peasant, in front of (and against) a group of judges, all of them (with one exception) having German names that indicated their belonging to the German elite (the records of the trial are in German: it is unclear though, Lincoln remarked, whether Thiess and the witnesses spoke German) (Lincoln 2015b, 115). Therefore, Thiess’s reversal of the stereotypes concerning werewolves, far from being rooted in a previous, possibly ancient, cultural layer were the result (Lincoln argued) of a bold act of “appropriation and reworking of a tendentious discourse, used by the German elite to debase and degrade the peasants” (Lincoln 2015b, 132).

2

I have commented on these essays in my essay “Travelling in Spirit: From Friuli to Siberia” (2016).

3

All translations from this essay are my own.

In his “Theses on Comparison,” co-authored with Cristiano Grottanelli (a recently deceased historian of religions), Bruce Lincoln argued that after the failure of strong comparative projects, “it is time we entertain a comparatism of a weaker and more modest sort that (a) focus on a relatively small number of comparanda that the researcher can study closely; (b) are equally attentive to relations of similarity and those of difference; (c) grant equally dignity and intelligence to all parties considered and (d) are attentive to the social, historical and political contexts and subtexts of religious and literary texts” (Lincoln and Grottanelli 2012, 123). But even a restricted comparison immediately invalidates the alleged uniqueness of the “Old Thiess” case. After having quoted a text describing werewolves and their attacks against livestock, Bruce Lincoln mentions in a footnote a series of works that tell “similar stories.” But two of them, as I have noted in my book Storia notturna, stroke a different note (Lincoln 2015b, 114-115; Ginzburg 1989a, 130-134; 1966, 40).4 In his Commentarius de praecipuis generibus divinationum (Commentary on the most important kinds of divination, 1560) Caspar Peucer, professor of medicine and mathematics at the University of Wittenberg, referred to an episode he had learned about from a Livonian student, Hermann Witekind, who later published a book (1586) on witchcraft under a pseudonym (Augustin Lercheimer). A peasant who lived not far from Riga (i.e. in the same region where “Old Thiess” lived one century later) suddenly fell asleep. He was identified as a werewolf, since werewolves, before their imaginary metamorphosis into wolves, used to fall in a swoon (Peucer 1560, 141v-142r).5 As soon as the man woke up, Peucer went on, “he said he had been pursuing a witch who was flying around, turned into a flame butterfly (werewolves boast about being driven to keep witches away)” (Peucer 1560, 144v).6 From the section on werewolves in Peucer’s learned work on divination there emerge some “fragments

4 Another critic of my approach, Willem de Blécourt, also failed to notice my discussion of Peucer’s text, thus weakening his argument: this has been noted by Matteo Duni (2015, 132-134). Duni, who did not focus on Peucer’s remark concerning werewolves’ hostility to witches, refused to unfold implications of his valuable analysis, based on inquisitorial trials held in Modena in the early 16th century, arguing that “the specific traits found in each of [the documents] would be diluted” (2015, 135). This self-defeating approach was contradicted in another passage of the same essay, that praised Maurizio Bertolotti’s demonstration of an “ancient and widespread complex of European folkore, typical of societies based on hunting” (Duni 2015, 126). 5 The description of the swoon of werewolves introduces a comparison with sorcerers (i.e. shamans) from Lappland: a detail which I should have mentioned, as Duni has rightly noted (2015, 140). 6 “Ait se veneficam ignei papilionis specie circumvolitantem persequutum esse (gloriantur enim lycanthropi quod ad arcendas veneficas conducantur).”

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


DOCUMENTOS

relatively immune from distortion, of the culture that the persecution set out to eradicate” (Ginzburg 1991a, 13). The tiny detail I just mentioned is particularly relevant because it shows that the unconventional image of werewolves as enemies of witches, on which “Old Thiess” insisted, was not without precedents. Individual inventiveness took place within the framework of a pre-existing grammar. To explore its features we have to go back to the huge historical dossier centered on werewolves. 5. But first, a warning from Bruce Lincoln’s “Theses on Comparison.” In one of them the “diffusionist type” is rejected on the following grounds: [...] the attempt to show transmission of culture traits always advance —if only subtextually— a tendentious ranking of the peoples involved, constituting temporal primacy (“originality,” “invention,” “authenticity”) as the sign of superior status, while conversely treating reception as a mark of relative backwardness, need, and submission. (Lincoln and Grottanelli 2012, 123)

I wonder whether anybody has ever claimed, either directly or indirectly, that the invention of beliefs related to werewolves was a sign of superior status. But the real point lies elsewhere: it concerns the tacit equation of the “diffusionist type” with the “transmission of culture.” Diffusionism is a crude, simplistic explanatory model; diffusion, as the transmission of cultural traits, is a reality. Diffusionism must be rejected, since it takes diffusion for granted; but we should try to understand how the transmission of cultural traits is possible. A long time ago Claude Lévi-Strauss made some dense, challenging remarks on this issue: Even if the most ambitious reconstructions of the diffusionist school were to be confirmed, we should still be faced with an essential problem which has nothing to do with history. Why should a cultural trait that has been borrowed or diffused through a long historical period remain intact? Stability is no less mysterious than change […] External connections can explain transmission, but only internal connections can account for persistence. Two entirely different kinds of problems are involved here, and the attempt to explain one in no way prejudges the solution that must be given to the other. (Ginzburg 1991a, 225; Lévi-Strauss 1977, 258)

The recent publication of a lecture entitled “A revolutionary science: ethnography,” that Lévi-Strauss delivered in 1937 to a group of left-wing militants, unveils the hidden, self-critical overtone of his later remark on “the most ambitious reconstructions of the diffusionist school” (Lévi-Strauss 2016). Lévi-Strauss’s early commitment to diffusionism was followed by a rejection of it, which identified diffusionism with history. I would argue, on the contrary, that the goal of history

includes external and internal connections, change and continuity. But in order to attain that (admittedly ambitious) goal, historians should listen to the devil’s advocate: morphology. 6. The reasons behind the choice of my case study will now be clear. Werewolves typically confront us with a dilemma: the respective potential of broad vs. restricted comparison. The transmission of beliefs about werewolves implies a long chronological trajectory (two and a half millennia) and widespread diffusion. The central core of it seems pretty stable: in the 5th century B.C. Herodotus, the Greek historian, spoke of a population —the Neuroi— adding, in disbelief, that each of them “once in every year […] becomes a wolf for a few days and then returns again to his original form” (Histories, IV, 105, 1-2). In the novel Satyricon, written five hundreds years later by the Latin writer Petronius (27 A.D. – 66 A.D.), the identification with a specific population disappeared. The story deals with an ordinary soldier who walks into a graveyard at night with a friend, who, “having pissed all around his clothes, suddenly becomes a wolf” (Satyricon, 42).7 The day after, the soldier’s companion learns that a wolf entered the farm and slaughtered the cattle; somebody transfixed the wolf on its neck. Later the companion sees the soldier lying on a bed, and a surgeon taking care of his neck: then he understands, “he was a werewolf” (intellexi illum versipellem esse). The Latin word versipellis means, literally, somebody who is able to change his own skin, shape-shifting; hence, metaphorically, sly, cunning, crafty. The transformation of the human into a beast is preceded by a ritual sequence: taking off clothes, pissing around them, becoming a wolf. In the meantime (Petronius’s character tells in horror), the clothes turned first into stone, and later into a pool of blood. Clothes are on the borderline between the human and the beastly world. In his Natural History, Pliny the Elder (23 A.D. - 79 A.D.) comments on versipelles, referring to a story told by a Greek writer: a man belonging to a certain family took off his clothes, hung them on an oak-tree, swam across a marsh, and turned himself into a wolf; after nine years he came back and found his own clothes. Pliny, who told the story in disbelief, regarded the last detail as an extreme sign of Greek credulity (Naturalis Historia, VIII, 34, 80-84). To be born in the amniotic sack —a trait shared by Frulian benandanti as well as by Slavic werewolves— meant also to be wrapped in a special kind of cloth. “The amnion,” I wrote many years ago, “is an object that belongs to the world of the dead —or that of the non-born. An ambiguous, borderline object that marks borderline figures” (Ginzburg 1991a, 265; see also King

7 “At ille circumminxit vestimenta sua, et subito lupus factus est.” Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves | Carlo Ginzburg

113


114

DOCUMENTOS

1986).8 Versipelles who are able to shift from one skin to another, from one world to another, were one of them. In the transmission of those beliefs a “primary experience of a corporeal character” played, I argued, a fundamental role (Ginzburg 1991a, 265-266). So much for morphology. But as I have pointed out, morphology may be seen as an instrument of history, not as an alternative to it. I am strongly in favour of a close-up approach to a single case —Old Thiess, for instance— but we cannot ignore the multiple contexts in which the single case is inscribed. From the frame to the picture, and backwards: this trajectory —you may call it, if you wish, microhistory— seems to me particularly promising. 7. Bruce Lincoln would object that my approach is too hypothetical. Having spent many years reflecting on the issue of proof, I am very sensitive to this kind of criticism (Ginzburg 1999). Therefore, instead of insisting on my previous argument, I will try to rely upon a different strategy in order to prove it. I will develop the implications of an essay I published some years ago, dealing with a completely different topic: its title reads, in Spanish, “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas” (Ginzburg 2004; 2007). The first part of my essay deals with “composite photographies”: an experiment conducted around 1880 by Francis Galton, the famous British statistician and polymath. Following a suggestion he had received from a New Zealand correspondent, Galton superimposed a series of transparent negatives of members of the same family and then took a picture of the piling up. The result is a single, compressed, haunting, phantom-like image:

A darker center surrounded by a lighter halo: the former corresponds to features that are recurrent in the family; the latter to less frequent or unique traits. A set of family resemblances is displayed in front of us, in a very unusual form. The experiment seems neutral, even innocent; it was not. It was inspired by eugenics, a project aimed at improving the genetic quality of human (in fact, British) population. Galton used photographs to identify types of specific social groups, suggesting that the reproductive capacity of marginal, potentially dangerous minorities, like Jews or criminals, should be controlled:

Image 2. The Jewish Type.

Image 3. Prevalent Types of Features among Men Convicted of Larceny (without Violence) —Normal Population. Officers and Men of the Royal Engineers. Image 1. Composites of the Members of a Family.

8 Many thanks to Maria Luisa Catoni who pointed out the meaning of amnion to me. rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


DOCUMENTOS

The model for good, controlled reproduction was explicit —horse-breeding:

relations: but since the early 19th century they were used by philologists as a metaphor to represent the genealogical relationship existing between different manuscript versions of the same text. This device was first used in 1847 by Jacob Bernays, the great philologist, in the form of a diagram to describe the manuscript transmission of Lucretius’s poem De rerum natura:

Image 4. Composites of Thoroughbreds.

The racist implications of the project were clear enough. It will be appropriate to recall in this context that the word “raza” (as well as its counterparts in other languages, like Italian “razza,” English “race,” French “race”) derive, as the Italian philologist Gianfranco Contini demonstrated a long time ago, from haras, an old French word meaning “horse-breeding.” 8. The impact of Galton’s “composite photographs” that I explored in my essay, was independent (as is often the case) of the ideology that inspired them. Most famously, Ludwig Wittgenstein repeatedly referred, both explicitly and implicitly, to Galton’s “composite photographs:” first, stressing the traits shared by all family members, and later, reflecting on the overall result of the experiment in order to propose a different, looser definition of “family resemblances.” Galton’s experiments attracted the attention of Sigmund Freud, Gregory Bateson, and innumerable others. Galton’s visual presentation can be regarded as a cognitive challenge or a cognitive tool. What attracted me in those images was the compression of a chronological sequence (different generations within one family, for instance) into a single image, thereby turning time into space, or (as linguists would say) diachrony into synchrony. As you may have guessed, I immersed myself once again into my obsessive ruminations about morphology and history. But there was also something else. In my essay I advanced a comparison between Galton’s composite photographs and a different kind of visual artifact: genealogical trees. They were used for a long time as diagrams representing family

Image5. Composites of the Members of a Family.

Image 6. Jacob Bernays, Lucretius’s stemma codicum. Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves | Carlo Ginzburg

115


116

DOCUMENTOS

Let us look at composite photographs and genealogical trees side by side: what elements do they share? The answer is simple. One word, repeated twice, will be sufficient: reproduction/reproduction. On the one hand, you have a sequence related to reproduction in a biological sense: members of the same family, who may belong to different generations. On the other, reproduction in the material sense: different manuscripts copying the same text. I have been working for many years on this ambivalent notion —reproduction/reproduction— focusing on Dante (Ginzburg 2006; 2010a; 2010b). For a long time biological reproduction worked as a metaphor for mechanical reproduction. As an example, I will quote a famous passage by Erasmus, the sixteenth century humanist, as well as the comment made by Sebastiano Timpanaro in his fundamental book The Genesis of Lachmann’s Method: In his Adagia [Erasmus] proposed a correction to a proverbial expression used in Aristotle’s Metaphysics, and observed: “The agreement of the manuscripts will not seem at all astonishing to those who have a modicum of experience in assessing and collating [that is, comparing] manuscripts. For it very often happens that an error of the archetype, so long as it has some specious appearance of the truth, goes on to propagate itself in all the books that form as it were its descendants ‘and the children of the children and those who are born later?’” (Timpanaro 2005, 49)

The last line is a quotation from Homer’s Iliad (20, 308) that Erasmus slightly adapted to the context. The point is clear: an error in the archetype (a word bound to become a fundamental tool, with different meanings, among philologists) will be propagated by its descendants. Cultural transmission took biological transmission as a model, using expressions like “family of manuscripts.” In the twentieth century, when biologists started to use expressions like “genetic code,” the metaphor was reversed. 9. Somebody might ask: what does all this have to do with the topic I started from, i.e. werewolves? Here is my answer: I will consider the transmission of traditions and beliefs concerning werewolves to be something comparable (notwithstanding a fundamental difference I will mention in a moment) to the transmission of a text. Therefore, I will try to approach my topic using the techniques of textual philology, as described by Paul Maas in his Textual Criticism, a short, dense book which has become an indispensable reference ever since it first appeared for anybody working in the field of textual philology. It can proved [Maas wrote] that two witnesses (B and C) [witnesses, i.e. manuscripts] belong together as against a third (A) by showing an error common to

B and C of such a nature that it is highly improbable that B and C committed it independently of each other. Such errors may be called “conjunctive errors” (errores conjunctivi). (Maas 1958, 43)9

In what sense are they “conjunctive?” Because errors which are not banal prove that families of manuscripts are connected: either because they are dependent on each other, or because they derive from a common ancestor. (“Families,” “ancestor,” etc., as you may see, in this domain biological metaphors surface are unavoidable). This idea, which had already inspired the editorial practice of Poliziano, the fifteenth century humanist (as Timpanaro has shown), gave birth to modern textual philology (Timpanaro 2003, 17-18). At this point I am confronted with a serious difficulty. Textual philology tries to reconstruct an (most often lost) original text, most frequently one that has been lost and which has usually been corrupted by copyists in its transmission. My aim in analyzing the traditions related to werewolves is completely different. I am not trying to reconstruct an original set of beliefs: I am interested in the ways in which some ancient (possibly lost forever) beliefs have been reworked and modified over the course of centuries and millennia. For this reason I am rephrasing Paul Maas’s notion of “conjunctive errors” as “conjunctive anomalies.”10 It must be noted that Maas, after having stressed the distinction between anomaly and singularity (but without clarifying it), referred to anomalies in the following terms: “As a rule, no writer will aspire to an anomaly for its own sake; an anomaly is a consequence of his desire to say something out of the ordinary for which the normal mode of expression was found to be inadequate” (Maas 1958, 13).11 Maas is describing the activity of an individual writer who makes innovative experiments vis-à-vis literary tradition.12 I am trying to reconstruct cultural innovations vis-à-vis a common set of beliefs, transmitted by a group and articulated by specific individuals (Ginzburg 2004, 552). But the dates of the recorded evidence did not necessarily coincide with the date 9 Maas’s approach has been strongly criticized by Luciano Canfora (2012). If I am not mistaken, Canfora’s forceful argument does not affect the cognitive potential of errores conjunctivi (conjunctive errors): an argument that of course had a long history before Paul Maas. 10 The second chapter of the second part of my book Storia notturna was entitled “Anomalie” (Anomalies) (1989a, 99-114). 11 See also: “We must distinguish sharply between anomaly and singularity. What is unique is not for that reason alone to be regarded with suspicion” —here the author’s usual laconicity turns into evasiveness (Maas 1958, 12). 12 Contini (1986, 71) recalls that Gaston Paris, in his edition of La vie de Saint Alexis (Paris 1872) “soggiungeva addirittura che invece di errore (‘faute’) si può dire: innovazione (‘modification’) comune; e a copisti (‘scribes’) sostituire: rimaneggiatori (‘renouveleurs’).”

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


DOCUMENTOS

of the innovations: as I wrote a long time ago “very recent testimony might preserve traces of much earlier phenomena” (Ginzburg 1989a, 28; XXVIII, 1991a, 14). I should have recalled what Giorgio Pasquali, the great philologist, had written in his book Storia della tradizione e critica del testo: recentiores non deteriores, that more recent manuscripts can preserve an uncorrupted version of a passage from an old text (Pasquali 1974, 41). My genealogical tree, therefore, will present a series of formal connections, disregarding both chronology and geography (traditionally regarded as the two eyes of history).

anomalies.” Therefore, A and B3, Friulian benandanti and the Baltic werewolf “Old Thiess,” fighting for the fertility of the crops, can be regarded as partially overlapping developments from a set of beliefs rooted in a distant, undocumented past; I have marked it with an asterisk. Is the asterisk pointing to a single event or to a series of independent innovations, followed by a hybrid combination of different traits? We’ll never know. This diagram translates a series of cultural transmissions related to different times and places into a synchronic image. Will this diagram be the conclusion of my argument? Only temporarily. From morphology I will have to go back to contexts, to actors, to history.

These anomalous traits (a, b, c, d) are too specific to be ascribed to chance: I consider them “conjunctive

A

B

B1

B2

B3

Friulian benandanti, born in caul (a)

Werewolves

Werewolves

Werewolves fighting

“Old Thiess”, a werewolf

falling in a periodical swoon (b)

born in a caul (a)

falling in a swoon (b)

against the witches (c)

fighting against the witches (c)

fighting against the witches (c)

for the fertility of the crops (d)

for the fertility of the crops (d)

References 1.

2.

3.

4.

5. 6.

Blécourt, de Willem. 1993. “Spuren einer Volkskultur oder Dämonisierung? Bemerkungen über Ginzburgs Die Benandanti.” Kea. Zeitschrift für Kulturwissenschaften 5: 17-29. Blécourt, de Willem. 2007a. “A Journey to Hell: Reconsidering the Livonian ‘Werewolf’.” Magic, Ritual, and Witchcraft 2 (1): 49-67. http://dx.doi.org/10.1353/ mrw.0.0002 Blécourt, de Willem. 2007b. “The Return of the Sabbat: Mental Archaeologies, Conjectural Histories or Political Mythologies?” In Palgrave Advances in Witchcraft Historiography, edited by Jonathan Barry and Owen Davies, 125-145. Basingstoke – New York: Palgrave Macmillan. Canfora, Luciano. 2012. “Il problema delle ‘varianti d’autore’ come architrave della Storia della tradizione di Giorgio Pasquali.” Quaderni di storia (75): 5-29. Contini, Gianfranco. 1986. Breviario di ecdotica. Milan – Naples: Riccardo Ricciardi Editore. Duni, Matteo. 2015. “‘What about Some Good Weather?’ Witches and Werewolves in Sixteenth-Century Italy.” In Werewolf Histories, edited by Willem de Blécourt, 121-141. New York: Palgrave Macmillan.

7. 8.

9. 10.

11.

12. 13. 14. 15.

16.

Ginzburg, Carlo. 1966. I benandanti. Stregoneria e culti agrari tra Cinquecento e Seicento. Turin: Einaudi. Ginzburg, Carlo. 1986. “Freud, l’uomo dei lupi e i lupi mannari”. In Miti emblemi spie. Morfologia e storia, 239-251. Turin: Einaudi. Ginzburg, Carlo. 1989a. Storia notturna. Una decifrazione del sabba. Turin: Einaudi. Ginzburg, Carlo. 1989b. “The Inquisitor as Anthropologist.” In Clues, Myths, and the Historical Method, 156-164. Baltimore: Johns Hopkins University Press. Ginzburg, Carlo. 1991a. Ecstasies: Deciphering the Witches’ Sabbath, translated by Raymond Rosenthal. New York: Pantheon Books. Ginzburg, Carlo. 1991b. Historia nocturna. Un desciframiento del aquelarre. Barcelona: Munchnik Editores. Ginzburg, Carlo. 1999. History, Rhetoric, and Proof. Hanover – London: University Press of New England. Ginzburg, Carlo. 2003. Historia nocturna: las raíces antropológicas del relato. Barcelona: Península. Ginzburg, Carlo. 2004. “Family Resemblances and Family Trees: Two Cognitive Metaphors.” Critical Inquiry 30 (3): 537-556. http://dx.doi. org/10.1086/421161 Ginzburg, Carlo. 2006. “Das Nachäffen der Natur. Reflexionen über eine mittelalterliche Metapher.” In Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves | Carlo Ginzburg

117


118

DOCUMENTOS

17.

18.

19.

20.

21.

22. 23. 24.

Fälschungen. Zu Autorschaft und Beweis in Wissenschaft und Künsten, edited by Anne-Kathrin Reulecke, 95-122. Frankfurt – Main: Suhrkamp. Ginzburg, Carlo. 2007. “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas.” Contrahistorias. La otra mirada de Clío 4 (7): 17-36. Ginzburg, Carlo. 2010a. “Dante’s Blind Spot (Inferno XVI-XVII).” In Dante’s Pluringualism. Authority, Knowledge, Subjectivity, edited by Sara Fortuna, Manuele Gragnolati and Jürgen Trabant, 150-163. London: Legenda. Ginzburg, Carlo. 2010b. “The Artist as Counterfeiter.” In Imitatio-Inventio. The Rise of ‘Literature’ from Early to Classic Modernity, edited by Mihaela Anghelescu Irimia and Dragos Ivana, 11-32. Bucharest: Institutul Cultural Român. Ginzburg, Carlo. 2015. “Microhistory and World History.” In The Construction of a Global World, 1400-1800, part 2: Patterns of Change, vol. VI of The Cambridge World History, edited by Jerry H. Bentley, Sanjay Subrahmanyam and Merry E. Wiesner-Hanks, 446-473. Cambridge: Cambridge Universiy Press. Ginzburg, Carlo. 2016. “Travelling in Spirit: From Friuli to Siberia.” In Horizons of Shamanism. A Triangular Approach to the History and Anthropology of Ecstatic Techniques, edited by Peter Jackson, 35-51. Stockholm: Stockholm University Press. Herodotus. Histories, IV, 105, 1-2. King, Helen. 1986. “Sacrificial Blood: the Role of Amnion in Greek Gynaecology.” Helios 13 (2): 117-126. Lercheimer, Augustin von Steinfelden [Hermann Witekind]. 1586. Christlich Bedencken und Erinnerung von Zauberey. Strasbourg: s. e.

25. Lévi-Strauss, Claude. 1977. “Split Representation in the

26.

27.

28.

29. 30. 31.

32. 33. 34.

35. 36. 37.

art of Asia and America.” In Structural Anthropology, 245-268. Harmondsworh: Penguin. Lévi-Strauss, Claude. 2016. “Une science révolutionnaire: l’ethnographie.” In De Montaigne à Montaigne, edited by Emmanuel Désveaux, 33-62. Paris: Editions EHESS. Lincoln, Bruce and Cristiano Grottanelli. 2012. “Theses on Comparison.” In Gods and Demons, Priests and Scholars. Critical Explorations in the History of Religion, 121-130. Chicago: The Chicago University Press. Lincoln, Bruce. 2015a. “The Werewolf, the Shaman, and the Historian: Rethinking the Case of ‘Old Thiess’ after Carlo Ginzburg.” Paper presented at the Hayes-Robinson Lecture, 3 March, Royal Holloway College, University of London. Lincoln, Bruce. 2015b. “Un loup-garou de Livonie: le drame de la résistance religieuse.” Asdiwal 10: 111-135. Maas, Paul. 1958. Textual Criticism, translated by Barbara Flower. Oxford: Clarendon Press. Paris, Gaston and Léopold Pannier, eds. 1872. La vie de Saint Alexis. Poème du XIe siècle et renouvellements des XIIe, XIIIe et XIVe siècles. Paris: Franck. Pasquali, Giorgio. 1974 [1934]. Storia della tradizione e critica del testo. Milan: Mondadori. Petronius. Satyricon, 42. Peucer, Caspar [Casparo Pevcero]. 1560. Commentarius de praecipuis generibus divinationum. Wittenberg: Johannes Lueft. Plinius. Naturalis Historia, VIII, 34, 80-84. Timpanaro, Sebastiano. 2003 [1963]. La genesi del metodo del Lachmann. Turin: UTET. Timpanaro, Sebastiano. 2005. The Genesis of Lachmann’s Method, edited and translated by Glenn W. Most. Chicago: The Chicago University Press.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


110

Anomalías conjuntivas: una reflexión sobre los hombres lobo* Carlo Ginzburg** DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09

¿Por qué elegí este tema para nuestra discusión? Hay varias respuestas; comencemos por lo más obvio. En el mundo cada vez más globalizado en que habitamos, un enfoque comparativo de la historia o la antropología resulta inevitable.1 Las historias sobre los hombres lobo se propagaron desde Europa a otros continentes: cualquier acercamiento a este tema necesariamente implicará un marco comparativo, pero la comparación no ha de hacerse a la ligera: deberíamos reflexionar también sobre sus objetivos, suposiciones y métodos. Eso es lo que intentaré hacer, enfocándome en un estudio de caso específico relacionado con un tipo especial de hombre lobo. 1. Mi elección también se basa en una razón personal. Hace cincuenta años publiqué mi primer libro, I benandanti, traducido al inglés como The Night Battles. La traducción al español, publicada por la Universidad de Guadalajara, evocó el título y subtítulo en italiano: Los benandanti. Brujería y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII (2005). Con base en una serie de juicios inquisitoriales, algunos de ellos muy largos y detallados, el libro exploró un fenómeno previamente desconocido registrado en Friul, en la frontera nororiental de Italia, no lejos de Venecia. Hombres y mujeres que se llamaban a sí mismos benandanti (es decir, personas que hacen el bien), en su mayoría de origen campesino, argumentaron ante los inquisidores que, habiendo nacido vestidos (envueltos en el saco amniótico), debían salir de su cuerpo cuatro veces al año para luchar en espíritu, a veces transformados en animales, contra brujas y magos, a fin de asegurar la fertilidad de los cultivos. Como arma, los benandanti utilizaban ramas de hinojo, mientras que las brujas usaban cañas de sorgo. “Y si los benandanti vencen”, dijo uno de ellos, “la cosecha de ese año será abundante”.

* Resultado de una conferencia dictada en la Presentación de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia) en 2016. Bruce Lincoln comentó una versión anterior de este artículo; María Luisa Catoni comentó la presente. Estoy profundamente agradecido a ambos por sus comentarios críticos. Muchas gracias a Anna Ciammitti por su ayuda en la construcción del diagrama final. Sobra decir que la responsabilidad de lo que escribí es mía. ** PhD de la Università di Pisa (Italia). Profesor Emérito de la University of California, Los Angeles (Estados Unidos) y de la Scuola Normale Superiore di Pisa (Italia).

Los inquisidores escucharon con asombro esas historias: nunca habían encontrado nada parecido (mi reacción al descubrir esos documentos no fue distinta a la suya; una analogía en la que comencé a reflexionar algunos años después [Ginzburg 1989b]). Los benandanti declaraban ser cazadores de brujas; los inquisidores, por el contrario, los consideraban como verdaderos brujos que hacían parte de un culto diabólico. Basándose en diferentes estrategias —preguntas tendenciosas u, ocasionalmente, tortura—, los inquisidores intentaron persuadirlos de que lo eran. Finalmente, luego de cincuenta años y de numerosos juicios cargados de interminables preguntas y 1

He desarrollado algunas implicaciones de este punto en mi ensayo “Microhistoria e Historia Mundial”, de 2015.


DOCUMENTOS

negaciones, los benandanti comenzaron a confesar (aunque no del todo) que eran brujos, introduciendo la hostil imagen que los inquisidores les impusieron. Lo que descubrí en los archivos friulanos era, en mi opinión, un fragmento de una profunda capa de cultura campesina: la asombrada reacción de los inquisidores ante la descripción de los benandanti de sus batallas nocturnas contra las brujas fue lo suficientemente elocuente. Pero, ¿hasta qué punto el caso friulano, indudablemente excepcional desde un punto de vista documental, también se relacionaba con una realidad única? En mi libro propongo la siguiente hipótesis: lo que tuvo lugar en Friul habría presumiblemente ocurrido en otras partes de Europa (y tal vez, diría hoy, también en otros continentes). Las creencias campesinas, en su mayoría centradas en temas asociados con la fertilidad y posiblemente arraigadas en un pasado precristiano, fueron reinterpretadas por los inquisidores como cultos diabólicos, y subsecuentemente erradicadas. Un caso único, también excepcional, parece apoyar mi hipótesis: un juicio que tuvo lugar en 1692 en Wenden, hoy Cēsis, no lejos de Riga (entonces Livonia, actualmente Letonia). El inculpado, un anciano apodado “Viejo Thiess”, fue acusado de herejía: contrarrestó objetando que él era un hombre lobo y que, por tanto, tres veces al año solía ir al infierno con otros hombres lobo durante la noche para recuperar las semillas de grano que las brujas se habían llevado. “Somos los sabuesos de Dios”, dijo Thiess, refiriéndose a los hombres lobo, subvirtiendo así el estereotipo tradicional que los identificaba con seres diabólicos. He aquí un hombre lobo diciendo que, junto con otros como él, solía luchar en espíritu contra las brujas para preservar la fertilidad de las cosechas. ¿Podría comparar el caso aislado y anómalo de Thiess con los benandanti friulanos? Pensé que sí, pero, ¿qué tipo de comparación podría usar? ¿Morfológica? ¿O histórica? La primera perspectiva tiene en cuenta las analogías formales únicamente, sin considerar el espacio y el tiempo, mientras que la segunda analiza las mismas analogías desde una perspectiva basada en el espacio y el tiempo que plantea la posibilidad de influencias mutuas, de una filiación común, etcétera. La primera vez que me topé con esta alternativa fue cuando siendo estudiante leí el gran libro de Marc Bloch, Les rois thaumaturges (de 1924, traducido al inglés como The Royal Touch). En la introducción, Bloch contrastó dos tipos diferentes de comparación: “etnológica” (no usó la palabra “morfológica”) e “histórica”, basado en fenómenos relacionados con sociedades que habían sido desconectadas o conectadas en épocas históricas, respectivamente. Siguiendo a Bloch, en mi primer libro opté explícitamente por limitarme sólo a la comparación histórica —una elección que me obligó a sugerir que las semejanzas entre los benandanti y Thiess, el hombre lobo de Livonia, apuntaban a una conexión histórica (completamente olvidada) entre Friul y la región báltica, implicando posiblemente elementos eslavos que las dos tienen en común—.

2. Todo esto era por completo especulativo y extremadamente vago. Un sentimiento creciente de insatisfacción con esta clase de historia hipotética probablemente reforzó mi atracción por la morfología, una atracción ya nutrida por mi interés en la historia del arte y, sobre todo, por el connoisseurship (las atribuciones de la historia del arte suelen partir de rasgos puramente formales). Lo que encontré tan desafiante en la morfología fue su orientación ahistórica, su desprecio, como he dicho, tanto del espacio como del tiempo, que la hace poco interesante, o incluso desagradable, para la mayoría de los historiadores. Pero por mucho tiempo he sentido una atracción personal hacia el abogado del diablo: el personaje ficticio que, de acuerdo con las reglas de los juicios de canonización del siglo XVII, hacía preguntas difíciles, a veces agresivas, sobre los potenciales santos. Pertenezco a la generación que presenció el triunfo del estructuralismo: una aproximación que Claude Lévi-Strauss repetidamente contrapuso a la historia. El estructuralismo, y específicamente Lévi-Strauss, tuvo el papel de un interlocutor desafiante para mí por muchos años —una suerte de abogado del diablo—. Consideré la morfología, no como una alternativa a la historia, sino como una herramienta que podría haber abierto la posibilidad de superar la falta de evidencia histórica, arrojando algo de luz sobre las analogías desconcertantes entre los benandanti friulanos y el viejo hombre lobo de Livonia. Sospecho que, a un nivel subconsciente, estaba bajo la influencia de la línea de la Eneida de Virgilio, que Sigmund Freud tomó como lema para su obra La interpretación de los sueños: “flectere si nequeo superos, Acheronta movebo” (Eneida, VII, 312), que puede traducirse como: “Si no puedo desviar la voluntad de los poderes superiores, entonces moveré el río Acheron” o “Si no puedo desviar la voluntad del cielo, entonces moveré el infierno”. Para mí, el cielo era la historia; la morfología era el infierno. 3. Obviamente, no me estaba comparando con Freud: pero Freud ciertamente ha sido para mí, por muchos años y de muchas maneras, un modelo intelectual. No fue por casualidad, tal vez, que el siguiente paso en mi investigación se centró en uno de los estudios de casos más famosos de Freud: “El hombre lobo”. A la edad de tres, cuatro o posiblemente cinco años, el paciente, un ruso, tuvo un sueño: seis o siete lobos blancos estaban sentados en las ramas de un árbol, mirándolo fijamente. Este fue el comienzo de una larga historia de neurosis. En mi ensayo “Freud, l’uomo dei lupi e i lupi mannari” (1986) (“Freud, el hombre de los lobos y los hombre lobo”), me enfoqué en un detalle de la vida del paciente que Freud registró debidamente, sin darse cuenta de su relevancia. El paciente había nacido vestido. En el folklore ruso, los hombres lobo nacían vestidos. El sueño del pequeño niño ruso fue presumiblemente nutrido por las historias de su nianja (nana). Era comparable a los sueños iniciáticos de los benandanti friulanos, que también nacieron vestidos. “En la pesadilla del hombre lobo”, escribí, “discernimos un sueño de carácter iniciático, Anomalías conjuntivas: una reflexión sobre los hombres lobo | Carlo Ginzburg

111


112

DOCUMENTOS

inducido por el entorno cultural circundante o, más precisamente, por una parte de él. Sometido a presiones culturales opuestas (la nana, la institutriz inglesa, sus padres y profesores), el destino del hombre lobo difirió del que podría haber sido el caso dos o tres siglos antes. En lugar de transformarse en hombre lobo, el paciente se convirtió en un neurótico al borde de la psicosis” (Ginzburg 1989b, 148). 4. He discutido en otras ocasiones las implicaciones metodológicas de mi estudio de caso con relación al de Freud; aquí me centraré en el dossier del hombre lobo que he estado construyendo (y reconstruyendo) hasta ahora. El Hombre-Lobo, paciente ruso de Freud, me hizo tomar conciencia de un elemento que en principio no había considerado: como dije anteriormente, en el folclore ruso se creía que los hombres lobo, al igual que los benandanti friulanos, habían nacido vestidos. Debo señalar que este detalle no fue mencionado en el juicio contra el “Viejo Thiess”. Muchos años después, tras una larga trayectoria de investigación, incluí tanto el caso de Livonia como el de los benandanti en una perspectiva mucho más amplia (de hecho, eurasiática), enfocada en el chamanismo y sus variaciones: uno de los elementos, argumenté, que finalmente también entraba en el estereotipo del Sabbath de las brujas, o aquelarre (Ginzburg 1989a; 1991b; 2003). Mi libro Storia notturna. Una decifrazione del sabba (1989a) (traducido al español como Historia nocturna. Un desciframiento del aquelarre) ha sido muy debatido, tanto en conjunto como en detalle. En particular, mi interpretación del juicio de Livonia ha sido criticada en repetidas ocasiones; recientemente, y con mayor autoridad, por Bruce Lincoln, profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de Chicago (Blécourt 1993; 2007a; 2007b, 128-129; Lincoln 2015a).2 Su ensayo plantea algunos problemas cruciales sobre comparación que me gustaría abordar: una nueva ronda de un debate amistoso, con frecuencia polémico, que ha tenido lugar entre Bruce Lincoln y yo por varios años. Lincoln rechazó firmemente la posibilidad de identificar algunos fragmentos de creencias antiguas en el alegato del “Viejo Thiess” frente a los asombrados jueces de Wenden. Tras haber evocado a varios eruditos (incluyéndome) que asumieron que las creencias livonianas sobre los hombres lobo eran “un remanente de una profunda capa cultural y religiosa”, Lincoln comentó: “los resultados de este tipo de comparación siguen siendo, en el mejor de los casos, hipotéticos; la historia de esos grandes proyectos comparativos es en sí misma una advertencia” (Lincoln 2015b, 119).3 Lincoln siguió una tra-

2 He comentado estos ensayos en mi ensayo “Travelling in Spirit: From Friuli to Siberia” (“Viajando en espíritu: de Friul a Siberia”) (2016). 3

Todas las traducciones de este ensayo son mías.

yectoria muy diferente, presentando una lectura detallada del juicio de Livonia como “un ejemplo notable de resistencia religiosa, legal, cultural y política” por parte del “Viejo Thiess”, un campesino de Livonia, ante (y contra) un grupo de jueces, todos ellos (con una excepción) con nombres germanos que indicaban su pertenencia a la élite alemana (los registros del juicio están en alemán: si bien no está claro, Lincoln señaló, si Thiess y los testigos hablaban dicho idioma) (Lincoln 2015b, 115). Por lo tanto, la inversión del estereotipo de los hombres lobo que Thiess representa, lejos de estar arraigada en una capa cultural anterior, posiblemente antigua, era el resultado (de acuerdo con Lincoln) de un acto audaz de “apropiación y reelaboración de un discurso tendencioso, utilizado por la élite alemana para menospreciar y degradar a los campesinos” (Lincoln 2015b, 132). En sus “Theses on Comparison”, en coautoría con Cristiano Grottanelli (un historiador de religiones recientemente fallecido), Bruce Lincoln argumentó que, tras el fracaso de importantes proyectos comparativos, “es hora de que consideremos un comparatismo de un tipo más débil y modesto que (a) se enfoque en un número relativamente pequeño de comparaciones que el investigador pueda estudiar de cerca; (b) preste la misma atención a las relaciones de similitud y a las de diferencia; (c) conceda equitativamente dignidad e inteligencia a todas las partes consideradas y (d) preste atención a los contextos y subtextos sociales, históricos y políticos de los textos religiosos y literarios” (Lincoln y Grottanelli 2012, 123). Pero, incluso una comparación restringida invalida inmediatamente la supuesta singularidad del caso del “Viejo Thiess”. Luego de haber citado un texto que describe a los hombres lobo y sus ataques contra los rebaños, Bruce Lincoln menciona, en una nota al pie de página, una serie de trabajos que cuentan “historias similares”. Pero dos de ellas, como lo mencioné en mi libro Storia notturna, tenían un tono diferente (Ginzburg 1989a, 130-134; 1966, 40; Lincoln 2015b, 114-115).4 En sus Commentarius de praecipuis generibus divinationum (Comentarios sobre los tipos más importantes de adivinación, de 1560), Caspar Peucer, profesor de Medicina y Matemáticas de la Universidad de Wittenberg, se refirió a un episodio que había escuchado de un estudiante de Livonia, Hermann Witekind, quien más tarde publicó un libro (1586) sobre brujería bajo un seudónimo (Augustin Lercheimer). Un 4 Otro crítico de mi enfoque, Willem de Blécourt, tampoco consideró mi discusión del texto de Peucer, debilitando así su argumento: esto ha sido señalado por Matteo Duni (2015, 132-134). Duni, que no se centró en la observación de Peucer respecto a la hostilidad de los hombres lobo frente a las brujas, se negó a desplegar las implicaciones de su valioso análisis, con base en los juicios inquisitoriales celebrados en Módena a principios del siglo XVI, argumentando que “los rasgos específicos encontrados en cada uno [de los documentos] se diluirían” (2015, 135). Este enfoque autodestructivo fue contradicho en otro pasaje del mismo ensayo, que elogió la demostración de Maurizio Bertolotti de “un complejo antiguo y extendido del folklore europeo, típico de las sociedades basadas en la caza” (Duni 2015, 126)

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


DOCUMENTOS

campesino que vivía no lejos de Riga (es decir, en la misma región donde el “Viejo Thiess” viviría un siglo después) se quedó dormido repentinamente. Se lo identificó como un hombre lobo, puesto que los hombres lobo solían sufrir una suerte de desmayo antes de su metamorfosis imaginaria en lobos (Peucer 1560, 141v-142r).5 Tan pronto el hombre despertó, Peucer continuó, “dijo que había estado persiguiendo a una bruja que volaba en los alrededores, convertido en una mariposa de fuego (los hombres lobo presumen de ser impulsados ​​a mantener alejadas a las brujas)” (Peucer 1560, 144v).6 De la sección sobre los hombres lobo en la detallada obra de Peucer sobre adivinación surgen algunos “fragmentos relativamente inmunes a la distorsión, de la cultura que la persecución se proponía erradicar” (Ginzburg 1991a, 13). El pequeño detalle que acabo de mencionar es particularmente relevante porque muestra que la imagen no convencional de los hombres lobo como enemigos de las brujas, en la que el “Viejo Thiess” insistía, no carecía de precedentes. La inventiva individual tuvo lugar dentro del marco de una gramática preexistente. Para explorar sus características, tenemos que regresar al enorme dossier histórico centrado en los hombres lobo. 5. Pero, primero, una advertencia tomada de las “Theses on Comparison” de Bruce Lincoln. En una de ellas, el “tipo difusionista” es rechazado por los siguientes motivos: [...] el intento de mostrar la transmisión de rasgos culturales siempre anticipa —aunque sólo subtextualmente— una clasificación tendenciosa de los pueblos involucrados, constituyendo la primacía temporal (“originalidad”, “invención”, “autenticidad”) como el signo de estatus superior, mientras que en cambio trata a la recepción como una marca de atraso relativo, necesidad y sumisión. (Lincoln y Grottanelli 2012, 123)

Me pregunto si alguien ha afirmado, directa o indirectamente, que la invención de creencias relacionadas con los hombres lobo era un signo de estatus superior. Pero el punto real está en otra parte: tiene que ver con la ecuación tácita del “tipo difusionista” con la “transmisión de la cultura”. El difusionismo es un modelo explicativo burdo, simplista; la difusión, como la transmisión de rasgos culturales, es una realidad. El difusionismo debe ser rechazado, ya que toma la difusión por sentada; pero debemos tratar de entender cómo la transmisión de rasgos culturales es posible. Hace mucho tiempo, Claude Lévi-Strauss hizo algunas observaciones densas y desafiantes sobre este tema:

5 La descripción del desmayo de los hombres lobo introduce una comparación con los hechiceros (es decir, chamanes) de Lappland: un detalle que debería haber mencionado, como Duni ha señalado apropiadamente (2015, 140). 6 “Ait se veneficam ignei papilionis specie circumvolitantem persequutum esse (gloriantur enim lycanthropi quod ad arcendas veneficas conducantur)”.

Incluso si se confirmaran las reconstrucciones más ambiciosas de la escuela difusionista, todavía deberíamos enfrentarnos a un problema esencial que no tiene nada que ver con la historia. ¿Por qué un rasgo cultural que ha sido adoptado o difundido durante un largo período histórico debería permanecer intacto? La estabilidad es no menos misteriosa que el cambio [...] Las conexiones externas pueden explicar la transmisión, pero sólo las conexiones internas pueden dar cuenta de la persistencia. Dos tipos de problemas completamente diferentes están involucrados aquí, y el intento de explicar uno no prejuzga en modo alguno la solución que debe darse al otro. (Ginzburg 1991a, 225; Lévi-Strauss 1977, 258)

La reciente publicación de una conferencia titulada “Una ciencia revolucionaria: la etnografía”, que Lévi-Strauss dictó en 1937 a un grupo de militantes de izquierda, revela el trasfondo oculto y autocrítico de su comentario posterior sobre “las más ambiciosas reconstrucciones de la escuela difusionista” (Lévi-Strauss 2016). El compromiso temprano de Lévi-Strauss con el difusionismo fue seguido de un rechazo a este, que identificó al difusionismo con la historia. Yo diría, por el contrario, que el objetivo de la historia incluye conexiones externas e internas, cambio y continuidad. Pero, para lograr ese objetivo (ciertamente ambicioso), los historiadores deberían escuchar al abogado del diablo: la morfología. 6. Las razones por las que elegí mi estudio de caso se verán ahora con claridad. Los hombres lobo típicamente nos confrontan con un dilema: el potencial respectivo de la comparación amplia frente a la restringida. La transmisión de creencias acerca de los hombres lobo implica una larga trayectoria cronológica (dos milenios y medio) y difusión generalizada. El núcleo central parece bastante estable: en el siglo V a. C. Heródoto, el historiador griego, habló de una tribu —los Neuri— añadiendo, con incredulidad, que cada uno de sus miembros “una vez al año […] se convierte en lobo por unos días y luego retoma su forma original” (Historias, IV, 105, 1-2). En la novela Satiricón, escrita quinientos años después por el escritor latino Petronio (27 A.D.-66 A.D.), la identificación con una población específica desaparece. La historia trata de un soldado común que camina de noche por un cementerio acompañado de un amigo, quien, luego de “orinar alrededor de su ropa, de repente se convierte en lobo” (Satiricón, 42).7 Al día siguiente, el compañero del soldado oye decir que un lobo había penetrado en el redil y matado las ovejas; alguien le atravesó el pescuezo con una lanza. Más tarde, el compañero vio al soldado acostado en un lecho mientras ​​un médico le curaba el cuello: entonces, entiende, “era un hombre lobo” (intellexi illum versipellem esse). La palabra latina versipellis significa, literalmente, alguien que es capaz

7

“At ille circumminxit vestimenta sua, et subito lupus factus est”.

Anomalías conjuntivas: una reflexión sobre los hombres lobo | Carlo Ginzburg

113


114

DOCUMENTOS

de cambiar su propia piel, cambiar de forma; por tanto, metafóricamente, alguien astuto, artero, ingenioso. La transformación del humano en bestia es precedida por una secuencia ritual: quitarse la ropa, orinar alrededor de su ropa, convertirse en lobo. Mientras tanto (dice con horror el personaje de Petronio), la ropa se convirtió, primero, en piedra, y luego, en un charco de sangre. La ropa está en la frontera entre el mundo humano y el bestial. En su Historia Natural, Plinio el Viejo (23-79 A.D.) comenta sobre el término versipelles refiriéndose a una historia contada por un escritor griego: un hombre perteneciente a cierta familia se quitó la ropa, la colgó en un roble, atravesó a nado un pantano y se convirtió en un lobo; nueve años después regresó y encontró su ropa. Plinio, que contaba la historia con incredulidad, consideraba el último detalle como un signo extremo de la credulidad griega (Naturalis Historia, VIII, 34, 80-84). Nacer en el saco amniótico —un rasgo que comparten los benandanti frulianos con los hombres lobo eslavos— también significaba estar envuelto en un tipo especial de tela. “El amnios”, escribí hace muchos años, “es un objeto que pertenece al mundo de los muertos —o al de los no nacidos—. Un objeto limítrofe ambiguo que marca figuras limítrofes” (Ginzburg 1991a, 265; véase también King 1986).8 Los versipelles que pueden cambiar de una piel a otra, de un mundo a otro, fueron una de ellas. En la transmisión de esas creencias, una “experiencia primaria de naturaleza corpórea” desempeñó, sostuve, un papel fundamental (Ginzburg 1991a, 265-266). Hasta aquí la morfología. Pero como he señalado, la morfología puede ser vista como un instrumento de la historia, no como una alternativa a ella. Estoy decididamente a favor de un enfoque en primer plano de un único caso —el “Viejo Thiess”, por ejemplo—, pero no podemos ignorar los múltiples contextos en los que el único caso está inscrito. Del marco al cuadro, y al revés: esta trayectoria — podría llamarse, si se quiere, microhistoria— me parece particularmente prometedora. 7. Bruce Lincoln objetaría que mi enfoque es demasiado hipotético. Habiendo pasado muchos años reflexionando sobre la cuestión de la prueba, soy muy sensible a este tipo de crítica (Ginzburg 1999). Por lo tanto, en lugar de insistir en mi argumento anterior, trataré de basarme en una estrategia diferente para probarlo. Desarrollaré las implicaciones de un ensayo que publiqué hace algunos años, que trataba un tema completamente diferente: su título en español es “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas” (Ginzburg 2004; 2007). La primera parte de mi ensayo trata de los “retratos compuestos”: un experimento realizado alrededor de 1880 por Francis Galton, el famoso estadístico y erudito británico. A raíz de una sugerencia que había recibido de un corresponsal de Nueva Zelanda, Galton

superpuso una serie de negativos transparentes de miembros de una misma familia y luego tomó una fotografía del montaje. El resultado es una única imagen, comprimida, inquietante y fantasmal:

Imagen 1. Retrato compuesto de los miembros de una familia.

Un centro más oscuro rodeado de un halo con más luz: el primero corresponde a rasgos que son recurrentes en la familia; el segundo, a rasgos menos frecuentes o únicos. Un conjunto de semejanzas de familia se exhibe frente a nosotros, de una forma muy inusual. El experimento parece neutral, incluso inocente; no lo era. Estuvo inspirado en la eugenesia, un proyecto que buscaba mejorar la calidad genética de la población humana (de hecho, británica). Galton utilizó fotografías para identificar tipos de grupos sociales específicos, sugiriendo que la capacidad reproductiva de minorías marginales potencialmente peligrosas, como los judíos o criminales, debería ser controlada:

Imagen 2. El tipo judío. 8 Muchas gracias a María Luisa Catoni, quien me señaló el significado de amnios. rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


DOCUMENTOS

Imagen 3. Tipos prevalentes de rasgos entre hombres condenados por robo (sin violencia) —población normal. Oficiales y hombres del real cuerpo de ingenieros.

El modelo para una buena reproducción controlada era explícito —la cría de caballos—:

8. El impacto de las “retratos compuestos” de Galton que exploré en mi ensayo no dependió (como suele ser el caso) de la ideología que los inspiró. Ludwig Wittgenstein hizo referencia en repetidas ocasiones, tanto explícita como implícitamente, a los “retratos compuestos” de Galton: en primer lugar, subrayando los rasgos compartidos por todos los miembros de la familia, y posteriormente, reflexionando sobre el resultado global del experimento, para proponer una definición diferente y más flexible de “semejanzas de familia”. Los experimentos de Galton atrajeron la atención de Sigmund Freud, Gregory Bateson y muchos más. La presentación visual de Galton puede considerarse como un desafío cognitivo o una herramienta cognitiva. Lo que me atrajo de esas imágenes fue la compresión de una secuencia cronológica (distintas generaciones de una familia, por ejemplo) en una misma imagen, que convirtió, así, el tiempo en espacio o (como dirían los lingüistas) la diacronía en sincronía. Como puede haberse adivinado, me sumergí una vez más en mis cavilaciones obsesivas sobre morfología e historia. Pero había algo más. En mi ensayo planteo una comparación entre los retratos compuestos de Galton y un tipo diferente de artefacto visual: los árboles genealógicos. Fueron utilizados por largo tiempo como diagramas que representan las relaciones familiares: pero desde principios del siglo XIX, los filólogos los usaron como una metáfora para representar la relación genealógica existente entre distintas versiones manuscritas del mismo texto. Este recurso fue utilizado por primera vez en 1847 por Jacob Bernays, el gran filólogo, en forma de diagrama para describir la transmisión manuscrita del poema de Lucrecio De rerum natura:

Imagen 4. Retratos compuestos de ejemplares de pura sangre.

Las implicaciones racistas del proyecto fueron lo suficientemente claras. Conviene recordar en este contexto que la palabra raza (así como sus equivalentes en otros idiomas: razza, en italiano; race, en inglés; race, en francés) se deriva, como el filólogo italiano Gianfranco Contini lo demostró hace mucho tiempo, de haras, una antigua palabra francesa que significa “cría de caballos”.

Imagen 5. Retrato compuesto de los miembros de una familia.

Anomalías conjuntivas: una reflexión sobre los hombres lobo | Carlo Ginzburg

115


116

DOCUMENTOS

La última línea es una cita de la Ilíada de Homero (20, 308), que Erasmo adaptó ligeramente al contexto. El punto es claro: un error en el arquetipo (una palabra destinada a convertirse en una herramienta fundamental, con diferentes significados, entre los filólogos) será propagado por sus descendientes. La transmisión cultural tomó como modelo la transmisión biológica, utilizando expresiones como “familia de manuscritos”. En el siglo XX, cuando los biólogos empezaron a usar expresiones como “código genético”, la metáfora se invirtió. 9. Alguien podría preguntar: ¿qué tiene todo esto que ver con el tema con el que comencé, es decir, los hombres lobo? He aquí mi respuesta: consideraré la transmisión de tradiciones y creencias acerca de los hombres lobo como algo comparable (a pesar de una diferencia fundamental que mencionaré en un momento) a la transmisión de un texto. Por tanto, trataré de abordar mi tema utilizando las técnicas de la filología textual, como las describe Paul Maas en su Crítica del texto, un libro corto y denso que se ha convertido en una referencia indispensable desde que apareció por primera vez, para quien trabaje en el campo de la filología textual. Puede comprobarse [escribió Maas] que dos testigos (B y C) [testigos, es decir, manuscritos] son inseparables con respecto a un tercero (A) mostrando un error común a B y C de naturaleza tal que sea altamente improbable que B y C lo cometieran independientemente uno del otro. Tales errores pueden ser llamados “errores conjuntivos” (errores conjunctivi). (Maas 1958, 43)9

Imagen 6. Jacob Bernays, stemma codicum de Lucrecio.

Observemos los retratos compuestos y los árboles genealógicos uno junto al otro: ¿qué elementos comparten? La respuesta es simple. Una palabra, repetida dos veces, será suficiente: reproducción/reproducción. Por un lado, una secuencia relacionada con la reproducción en un sentido biológico: miembros de una misma familia, que pueden pertenecer a generaciones distintas. Por el otro, reproducción en el sentido material: manuscritos diferentes que copian el mismo texto. He estado trabajando en esta noción ambivalente durante muchos años —reproducción/reproducción— enfocada en Dante (Ginzburg 2006; 2010a; 2010b). Por mucho tiempo, la reproducción biológica funcionó como una metáfora de la reproducción mecánica. Como ejemplo, citaré un famoso pasaje de Erasmo, el humanista del siglo XVI, así como el comentario de Sebastiano Timpanaro en su libro fundamental The Genesis of Lachmann’s Method: En su Adagia [Erasmo] propuso una corrección a una expresión proverbial usada en la Metafísica de Aristóteles, y observó: “El acuerdo de los manuscritos no resultará en absoluto sorprendente a quienes tengan un mínimo de experiencia en evaluar y cotejar [es decir, comparar] manuscritos. Pues muy a menudo sucede que un error del arquetipo, siempre que tenga alguna apariencia engañosa de la verdad, continúa propagándose en todos los libros que tomen forma como sus descendientes y en ‘los hijos de sus hijos que sucesivamente nazcan’”. (Timpanaro 2005, 49)

¿En qué sentido son “conjuntivos”? Porque los errores que no son banales demuestran que las familias de manuscritos están conectadas: ya sea porque dependen unas de otras o porque se derivan de un antepasado común. (“Familias”, “antepasado”, etcétera; como puede verse, en este ámbito, el surgimiento de metáforas biológicas es inevitable). Esta idea, que ya había inspirado la práctica editorial de Poliziano, el humanista del siglo XV (como lo ha demostrado Timpanaro), dio origen a la filología textual moderna (Timpanaro 2003, 17-18). En este punto me enfrento a una seria dificultad. La filología textual intenta reconstruir un texto original (casi siempre perdido), con mayor frecuencia, uno que se ha perdido y que normalmente ha sido corrompido por los copistas en su transmisión. Mi objetivo al analizar las tradiciones relacionadas con los hombres lobo es completamente diferente. No estoy tratando de reconstruir un conjunto original de creencias: estoy interesado en las formas en que algunas creencias antiguas (posible-

9

El enfoque de Maas ha sido fuertemente criticado por Luciano Canfora (2012). Si no me equivoco, el convincente argumento de Canfora no afecta el potencial cognoscitivo de los errores conjunctivi (errores conjuntivos): un argumento que, por supuesto, tenía una larga historia antes de Paul Maas.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


DOCUMENTOS

mente perdidas para siempre) han sido reelaboradas y modificadas a lo largo de siglos y milenios. Por esta razón, estoy reformulando la noción de Paul Maas de “errores conjuntivos” como “anomalías conjuntivas”.10 Hay que señalar que Maas, después de haber hecho énfasis en la distinción entre anomalía y singularidad (pero sin aclararla), se refirió a las anomalías en los siguientes términos: “Por regla general, ningún escritor aspirará a una anomalía por ella misma; una anomalía es una consecuencia de su deseo de decir algo fuera de lo común para lo cual se encontró que el modo normal de expresión era inadecuado” (Maas 1958, 13).11 Maas está describiendo la actividad de un escritor individual que hace experimentos innovadores con respecto a la tradición literaria.12 Estoy tratando de reconstruir innovaciones culturales frente a un conjunto común de creencias, transmitidas por un grupo y articuladas por individuos específicos (Ginzburg 2004, 552). Pero las fechas de la evidencia registrada no necesariamente coincidían con la fecha de las innovaciones: como escribí hace mucho tiempo, “testimonios muy recientes podrían conservar rastros de fenómenos mucho más antiguos” (Ginzburg 1989a, 28; XXVIII, 1991a, 14). Debería haber recordado lo que Giorgio Pasquali, el gran filólogo, había escrito en su libro Storia della tradizione

A

B

e crítica del testo: recentiores non deteriores, respecto a que manuscritos más recientes pueden conservar una versión no corrompida de un pasaje de un texto antiguo (Pasquali 1974, 41). Mi árbol genealógico, por lo tanto, presentará una serie de conexiones formales, ignorando tanto la cronología como la geografía (tradicionalmente consideradas como los dos ojos de la historia). Estos rasgos anómalos (a, b, c, d) son demasiado específicos para ser atribuidos al azar: los considero “anomalías conjuntivas”. Por lo tanto, A y B3, los benandanti friulanos y el hombre lobo báltico, el “Viejo Thiess”, que luchan por la fertilidad de los cultivos, pueden considerarse como variaciones parcialmente superpuestas de un conjunto de creencias arraigadas en un pasado lejano y no documentado; lo he marcado con un asterisco. ¿El asterisco apunta a un evento único o a una serie de innovaciones independientes, seguidas de una combinación híbrida de diferentes rasgos? Nunca lo sabremos. Este diagrama traduce una serie de transmisiones culturales relacionadas con diferentes tiempos y lugares en una imagen sincrónica. ¿Será este diagrama la conclusión de mi argumento? Sólo temporalmente. De la morfología tendré que volver a los contextos, a los actores, a la historia.

B1

B2

B3

Benandanti friulanos, nacidos vestidos (a)

Hombres lobo

Hombres lobo

Hombres lobo luchan

“Viejo Thiess”, un hombre lobo

sufren desmayos periódicos (b)

nacidos vestidos (a)

se desmayan (b)

contra las brujas (c)

que luchaba contra las brujas (c)

luchan contra las brujas (c)

por la fertilidad de las cosechas (d)

por la fertilidad de las cosechas (d)

Referencias 1. 10 El Segundo capítulo de mi libro Storia notturna lleva el título “Anomalie” (Anomalías) (1989a, 99-114). 11 Ver también: “Debemos hacer una clara distinción entre anomalía y singularidad. Por el solo hecho de serlo, lo que es único no debe ser mirado con suspicacia” —aquí, el laconismo usual del autor se convierte en evasiva— (Maas 1958, 12). 12 Contini (1986, 71) recuerda que Gaston Paris y Léopold Pannier, en su edición de La vie de Saint Alexis (Paris y Pannier 1872), “soggiungeva addirittura che invece di errore (‘faute’) si può dire: innovazione (‘modification’) comune; e a copisti (‘scribes’) sostituire: rimaneggiatori (‘renouveleurs’)”.

2.

3.

Blécourt, de Willem. 1993. “Spuren einer Volkskultur oder Dämonisierung? Bemerkungen über Ginzburgs Die Benandanti”. Kea. Zeitschrift für Kulturwissenschaften 5: 17-29. Blécourt, de Willem. 2007a. “A Journey to Hell: Reconsidering the Livonian ‘Werewolf’”. Magic, Ritual, and Witchcraft 2 (1): 49-67. http://dx.doi.org/10.1353/ mrw.0.0002 Blécourt, de Willem. 2007b. “The Return of the Sabbat: Mental Archaeologies, Conjectural Histories or Political Mythologies?” En Palgrave Advances in Witchcraft His-

Anomalías conjuntivas: una reflexión sobre los hombres lobo | Carlo Ginzburg

117


118

DOCUMENTOS

4.

5. 6.

7. 8.

9. 10.

11.

12. 13. 14. 15.

16.

17.

18.

19.

toriography, editado por Jonathan Barry y Owen Davies, 125-145. Basingstoke – Nueva York: Palgrave Macmillan. Canfora, Luciano. 2012. “Il problema delle ‘varianti d’autore’ come architrave della Storia della tradizione di Giorgio Pasquali”. Quaderni di storia (75): 5-29. Contini, Gianfranco. 1986. Breviario di ecdotica. Milán – Nápoles: Riccardo Ricciardi Editore. Duni, Matteo. 2015. “‘What about Some Good Weather?’ Witches and Werewolves in Sixteenth-Century Italy”. En Werewolf Histories, editado por Willem de Blécourt, 121-141. Nueva York: Palgrave Macmillan. Ginzburg, Carlo. 1966. I benandanti. Stregoneria e culti agrari tra Cinquecento e Seicento. Turín: Einaudi. Ginzburg, Carlo. 1986. “Freud, l’uomo dei lupi e i lupi mannari”. En Miti emblemi spie. Morfologia e storia, 239-251. Turín: Einaudi. Ginzburg, Carlo. 1989a. Storia notturna. Una decifrazione del sabba. Turín: Einaudi. Ginzburg, Carlo. 1989b. “The Inquisitor as Anthropologist”. En Clues, Myths, and the Historical Method, 156164. Baltimore: Johns Hopkins University Press. Ginzburg, Carlo. 1991a. Ecstasies: Deciphering the Witches’ Sabbath, traducido por Raymond Rosenthal. Nueva York: Pantheon Books. Ginzburg, Carlo. 1991b. Historia nocturna. Un desciframiento del aquelarre. Barcelona: Munchnik Editores. Ginzburg, Carlo. 1999. History, Rhetoric, and Proof. Hanover – Londres: University Press of New England. Ginzburg, Carlo. 2003. Historia nocturna: las raíces antropológicas del relato. Barcelona: Península. Ginzburg, Carlo. 2004. “Family Resemblances and Family Trees: Two Cognitive Metaphors”. Critical Inquiry 30 (3): 537-556. http://dx.doi.org/10.1086/421161 Ginzburg, Carlo. 2006. “Das Nachäffen der Natur. Reflexionen über eine mittelalterliche Metapher”. En Fälschungen. Zu Autorschaft und Beweis in Wissenschaft und Künsten, editado por Anne-Kathrin Reulecke, 95-122. Fráncfort del Main: Suhrkamp. Ginzburg, Carlo. 2007. “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas”. Contrahistorias. La otra mirada de Clío 4 (7): 17-36. Ginzburg, Carlo. 2010a. “Dante’s Blind Spot (Inferno XVIXVII)”. En Dante’s Pluringualism. Authority, Knowledge, Subjectivity, editado por Sara Fortuna, Manuele Gragnolati y Jürgen Trabant, 150-163. Londres: Legenda. Ginzburg, Carlo. 2010b. “The Artist as Counterfeiter”. En Imitatio-Inventio. The Rise of ‘Literature’ from Early to Classic Modernity, editado por Mihaela Anghelescu Irimia y Dragos Ivana, 11-32. Bucarest: Institutul Cultural Român.

20. Ginzburg, Carlo. 2015. “Microhistory and World His-

21.

22. 23. 24.

25.

26.

27.

28. 29.

30. 31.

32. 33. 34.

35. 36. 37.

tory”. En The Construction of a Global World, 1400-1800, part 2: Patterns of Change, vol. VI of The Cambridge World History, editado por Jerry H. Bentley, Sanjay Subrahmanyam y Merry E. Wiesner-Hanks, 446-473. Cambridge: Cambridge University Press. Ginzburg, Carlo. 2016. “Travelling in Spirit: From Friuli to Siberia”. En Horizons of Shamanism. A Triangular Approach to the History and Anthropology of Ecstatic Techniques, editado por Peter Jackson, 35-51. Estocolmo: Stockholm University Press. Herodotus. Histories, IV, 105, 1-2. King, Helen. 1986. “Sacrificial Blood: The Role of Amnion in Greek Gynaecology”. Helios 13 (2): 117-126. Lercheimer, Augustin von Steinfelden [Hermann Witekind]. 1586. Christlich Bedencken und Erinnerung von Zauberey. Estrasburgo: s. e. Lévi-Strauss, Claude. 1977. “Split Representation in the Art of Asia and America”. En Structural Anthropology, 245-268. Harmondsworth: Penguin. Lévi-Strauss, Claude. 2016. “Une science révolutionnaire: l’ethnographie”. En De Montaigne à Montaigne, editado por Emmanuel Désveaux,33-62.París:EditionsEHESS. Lincoln, Bruce. 2015a. “The Werewolf, the Shaman, and the Historian: Rethinking the Case of ‘Old Thiess’ after Carlo Ginzburg”. Trabajo presentado en la Hayes-Robinson Lecture, 3 marzo, Royal Holloway College, University of London. Lincoln, Bruce. 2015b. “Un loup-garou de Livonie: le drame de la résistance religieuse”. Asdiwal 10: 111-135. Lincoln, Bruce y Cristiano Grottanelli. 2012. “Theses on Comparison”. En Gods and Demons, Priests and Scholars. Critical Explorations in the History of Religion, 121-130. Chicago: The Chicago University Press. Maas, Paul. 1958. Textual Criticism, traducido por Barbara Flower. Oxford: Clarendon Press. Paris, Gaston y Léopold Pannier, eds. 1872. La vie de Saint Alexis. Poème du XIe siècle et renouvellements des XIIe, XIIIe et XIVe siècles. París: Franck. Pasquali, Giorgio. 1974 [1934]. Storia della tradizione e critica del testo. Milán: Mondadori. Petronius. Satyricon, 42. Peucer, Caspar [Casparo Pevcero]. 1560. Commentarius de praecipuis generibus divinationum. Wittenberg: Johannes Lueft. Plinius. Naturalis Historia, VIII, 34, 80-84. Timpanaro, Sebastiano. 2003 [1963]. La genesi del metodo del Lachmann. Turín: UTET. Timpanaro, Sebastiano. 2005. The Genesis of Lachmann’s Method, editado y traducido por Glenn W. Most. Chicago: The Chicago University Press.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 110-118 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.09


Debate

La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica. Conversación con Fernando González Rey • 120-127 Fernando González Rey – Centro Universitário do Brasília, Brasil José Fernando Patiño Torres – Universidade Federal do Tocantins, Brasil


120

La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica. Conversación con Fernando González Rey* Fernando González Rey** — José Fernando Patiño Torres*** DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.10

* Esta entrevista fue realizada en São Paulo (Brasil), en abril de 2015, en el marco de un convenio de cooperación internacional Brasil-Colombia. ** Doctor en Psicología por el Instituto de Psicología General y Pedagógica de Moscú (Rusia). Es profesor e investigador del Centro Universitário do Brasília y de la Universidade de Brasília (Brasil). Entre sus últimas publicaciones se encuentran los artículos “Complementary Reflections on Perezhivanie”. Mind, Culture, and Activity 23 (4): 346-349, 2016; “Advancing the Topics of Social Reality, Culture, and Subjectivity from a Cultural-Historical Standpoint”. Journal of Theoretical and Philosophical Psychology 36 (3): 175-189, 2016; y “Human Motivation in Question: Discussing Emotions, Motives, and Subjectivity from a Cultural-Historical Standpoint”. Journal for the Theory of Social Behaviour 45 (4): 419-439, 2015. * gonzalez_rey49@hotmail.com *** Doctor en Educación por la Universidade de Brasília (Brasil). Es profesor e investigador de la Universidade Federal do Tocantins (Brasil). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: “Qualitative Epistemology: A scientific platform for the study of subjectivity from a cultural-historical approach”. International Research in Early Childhood Education 7 (1): 161-181, 2016; y De la psicoterapia a la teoterapia. Sentidos subjetivos respecto al proceso teoterapéutico en personas adictas a sustancias psicoactivas con experiencia previa en psicoterapia (en coautoría). Cali: Editorial Bonaventuriana, 2016. * jfpatinotorres@outlook.com

José Fernando Patiño Torres (JFP): En la historia de la investigación cualitativa en las ciencias sociales emergió un debate teórico y epistemológico importante, en el que la antropología, la sociología, los estudios culturales, entre otros, monopolizaron ese tipo de investigación de lo considerado como “cualitativo”. Pero usted abre un camino diferente, no sólo en la psicología sino también para las ciencias sociales. Quisiera que nos comentara cuáles considera que son aquellos principios y procesos que se desarrollan en la investigación apoyada en la Epistemología Cualitativa, y que no son compartidos con los estudios cualitativos en general. Fernando González Rey (FGR): Correcto, yo creo que a veces hay un equívoco, y es que se habla de investigación cualitativa como si fuese un paradigma en sí mismo, algo coherente, homogéneo, que comparte principios. Sin embargo, durante un tiempo, la investigación cualitativa básicamente tuvo un carácter tan instrumental como lo tuvo la investigación cuantitativa, pero tenemos que recordar que uno de los padres de este camino fue Dilthey (1949), que ya planteaba la diferenciación entre la metodología en ciencias sociales y en las ciencias naturales. Ahora, en el campo de las ciencias concretas, y no de la discusión filosófica —donde tendríamos que hablar de la Hermenéutica de Heidegger (1997), y de Gadamer (2007)—, allí tenemos un campo muy fértil para analizar, pues hubo tendencias filosóficas importantes que no encontraron su expresión en la investigación cualitativa, como apareció de forma dominante en las ciencias sociales en la década de los ochenta, cuando la investigación cualitativa tuvo un boom en las ciencias sociales. Incluso, hubo una cuestión muy interesante, y es que la investigación cualitativa intentó buscar su “paraguas” teórico en la fenomenología. Sin embargo, la fenomenología, como a veces digo en mis conferencias, es un “bicho de siete cabezas”, como cualquier filosofía compleja. La fenomenología sobre la que se apoyó la investigación cualitativa en aquellos años ochenta se basó en el Husserl más inductivo, en el Husserl que procuraba más una objetividad y hacer de la filosofía una ciencia como la matemática, justamente porque él era matemático (González Rey 2013a). Empero, hay otros Husserl, con otras facetas. Ahora, si revisas los


DEBATE

autores más citados en los ochenta —Taylor, Cassidy, Strauss, Denzin, Guba y Lincoln—, que en esa época eran pioneros de la investigación cualitativa, destacaban por su carácter inductivo-descriptivo. Yo recuerdo que en mis primeros periplos en este tipo de investigación, entre finales de los ochenta y principios de los noventa, toda la jerga de lo cualitativo era solamente eso: una expresión narrativa, un ideal de ciencia, pero no había una profunda diferenciación con aquellas apuestas epistemológicas de las cuales se quería distanciar (González Rey 2000). Un ejemplo de esto es el empirismo a-teórico de la psicología en su proceso histórico de constitución como campo científico. A partir de mis reflexiones, y luego de que terminé el doctorado en Moscú, procuraba un tipo de investigación cualitativa que me permitiera construir un conocimiento que se apoyara, no en la expresión explícita, susceptible de descripción de las personas estudiadas, sino en aspectos indirectos que llevaran a interpretaciones no evidentes en la expresión intencional de los individuos estudiados. Pensando en una nueva forma de hacer investigación, concluí que esta tenía que partir de una epistemología diferente a la que había apoyado la investigación tradicional en la psicología, y ahí llegué a la Epistemología Cualitativa (1997). Uno de los aspectos más importantes de esa comprensión del conocimiento es su carácter constructivo interpretativo, es decir, siempre construimos el conocimiento como un modelo de pensamiento que se inscribe en el marco de nuestra teoría en un momento particular de su desarrollo. Es este modelo de pensamiento el que proporciona inteligibilidad sobre lo empírico. Por lo tanto, el saber nunca es una aprehensión última de la realidad, lo que nos distancia del concepto de verificación, así como de la idea de demostración, y lo que tenemos es la búsqueda de formas de inteligibilidad que apoyan nuevas prácticas humanas, que son eficientes para resolver muchos problemas, pero con eso no podemos caer en la ilusión de que dominamos el mundo tal como es él. Tenemos capacidad de actuar sobre el mundo y desarrollar determinados efectos, abrir ciertos caminos y mantener una perspectiva de producción de inteligibilidad. Entre mundo y producción de conocimiento siempre hay una diferencia: la ciencia nunca es una producción idéntica a la realidad. Yo creo que el punto más importante y diferenciador de la epistemología cualitativa es, como te decía, el carácter constructivo-interpretativo del conocimiento que orienta la investigación cualitativa concreta. ¿En qué sentido esto ocurre? En la construcción de indicadores que nos permiten ir avanzando, no por expresiones explícitas de las personas estudiadas, sino por elementos indirectos que van tomando un valor en la construcción del investigador, y que nos permiten generar hipótesis para producir un saber sobre la subjetividad, para construir

un saber sobre el cual esta epistemología se desarrolló, y que nos permite construcciones que están más allá de la conciencia, de la intención y del lenguaje intencional de las personas estudiadas. Esto es un gran desafío, estos son caminos difíciles de inteligibilidad. Sin embargo, nos permiten saberes para explicar problemas que las otras teorías y epistemologías no nos posibilitaron. Entonces estamos en ese camino. JFP: Hemos destacado el lugar que va tomando la teoría en ese proceso constructivo-interpretativo de la información a lo largo de una investigación empírica. Es muy interesante ese carácter constructivo del conocimiento, que se contrapone con una de las máximas de Lévi Strauss, en su aproximación más estructuralista, cuando planteaba que el fin último de la antropología era poder constituir una ley general que explicara la cultura como una totalidad universalizante. Pero la construcción epistemológica y teórica de su obra tiene otros recursos, principios y desdoblamientos metodológicos. ¿Cómo entiende usted la teoría? ¿Qué lugar le da en el proceso investigativo, en cuanto camino generador de conocimiento? FGR: Eso es fundamental. Yo creo que uno de los temas peor tratados de la psicología ha sido el uso de las teorías. Las teorías han sido concebidas como grandes sistemas macro a los cuales se les reportan los datos de la investigación. En ese proceso se pretende, por una vía universalista y fundacional, encontrarles significado directo a esos datos, sin un adecuado proceso de reflexividad por parte de los investigadores. Tú puedes observar eso en algunos colegas que usan el psicoanálisis, en la versión menos interesante, para atribuir significado de forma inmediata y absoluta a una expresión aislada, omitiendo la procesualidad y temporalidad necesarias que todo saber implica. Nosotros preferimos no hablar de dato, pues ello remite a algo que está “dado” en la naturaleza, y que la función del investigador sería simplemente la aprehensión del mismo. Para mí esto es un absurdo. Las teorías, en realidad, son sistemas de inteligibilidad que nos proporcionan categorías y conceptos que nos facilitan la producción de significados en el proceso investigativo; esos significados, en su procesualidad, devienen en construcciones teóricas que son compatibles con la teoría más abarcadora que los fundamenta. Pero es una construcción que no sólo debe tomar sentido en el sistema de representaciones que tiene un investigador concreto, sino que además la propia comunidad científica juzga el valor de lo que allí se defiende. No es un problema de fe, sino un sistema de inteligibilidad con la capacidad de defender la legitimidad mayor de unas construcciones sobre otras (González Rey 2014). Ahora bien, quiero decirte lo siguiente: la teoría es un sistema vivo, la teoría está en movimiento, las teorías estáticas se convierten en dogmas, en cristalizaciones

La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica | Fernando González Rey · José Fernando Patiño Torres

121


122

DEBATE

que sirven a ciertos intereses que se contraponen a la lógica genuina del investigador que está ávido por generar nuevas “zonas de sentido” (González Rey 2007). Cuando una teoría se cristaliza tiene el peligro de volverse una ideología carente de reflexividad. Entonces exploremos un poco la concepción de teoría que yo defiendo. Yo considero que hay dos niveles de la teoría: la macroteoría y la microteoría. La macroteoría tiene un conjunto de categorías que conforman un sistema complejo, que produce múltiples vías de inteligibilidad y nuevas representaciones; incluso, genera nuevos problemas para la ciencia, nuevos campos de significación teórica que antes no habíamos advertido. Es importante recordar que el positivismo nos impuso una visión de ciencia en la que la investigación se convertía en “recolección de datos”, que luego terminaban en relaciones estadísticas o demostraciones experimentales para llegar a una conclusión general. ¿Cuál era el problema más grave de esa visión de ciencia? Que la teoría estaba ausente en sus construcciones. Se imponía la hegemonía de las fórmulas estadísticas, las cuales ya tenían, per se, un criterio de legitimidad científica, más allá de la complejidad teórica del fenómeno que estaba siendo estudiado. Yo creo que toda plataforma de pensamiento científico nos proporciona un modelo teórico, que son los significados que el investigador ha podido ir construyendo a partir de la amplia diversidad de informaciones que emergen en el curso de la investigación, y que evidentemente tienen legitimidad en cuanto permiten ver nuevas cosas, construir nuevos significados y seguir avanzando. Pero para mí, un modelo teórico no es algo cerrado, como algunos consideran. Muchos siguen la lógica, como lo expresé hace un momento, de intentar encajar lo empírico en un modelo fijo ya preestablecido. Por el contrario, desde la Epistemología Cualitativa concebimos el modelo como algo vivo, en permanente tensión y desarrollo, y es ese el segundo nivel de la teoría, su uso como recurso para la producción de modelos de pensamiento que sólo emergen en el curso de la investigación científica. Voy a ponerte ahora un ejemplo. Si tú ves mis primeros libros de motivación moral (González Rey 1982; 1983), puedes apreciar que me permití, y me fue permitido en la comunidad científica del momento, un cierto camino con un valor heurístico para explicar los problemas que en aquel momento me proponía investigar. Sin embargo, nada de eso quedó estático. No es que yo hubiera descubierto ningún principio universal, en lo absoluto, sino que esos avances sobre el desarrollo moral, uno de mis primeros temas de investigación, permitieron que mi modelo de pensamiento se enriqueciera, y, de forma inesperada y recursiva, se abrieron otros debates que hoy tienen valor para mis investigaciones. Eso es lo más interesante del conocimiento: yo ni soñaba desarrollar, en aquel momento, lo que hoy en día he constituido

como una plataforma para estudiar la subjetividad en la perspectiva cultural-histórica. Entonces, lo que quiero mostrar es cómo el pensamiento científico va generando nuevas ideas, nuevas representaciones, lo que a su vez nos permite una inteligibilidad que emerge en el estudio de nuevos problemas que pueden ser estudiados por la teoría. Porque, vale aclarar, en la realidad social nuestra, los problemas no están dados, somos nosotros quienes los construimos. Los problemas cobran existencia, es decir, tienen valor epistemo-ontológico, cuando nuestras representaciones sobre determinada realidad ganan una forma de expresión inteligible, de tal manera que se produzca una alternativa de saber. JFP: En la trayectoria formativa y de producción de conocimiento que usted nos comparte, la personalidad fue una categoría teórica muy importante en determinado momento de su obra. Pero la personalidad, en el marco de la psicología soviética en la que usted se formó, tuvo un tratamiento secundario. Adicionalmente, usted hoy en día escribe menos de personalidad, y la subjetividad como campo complejo de tensiones intelectuales ha sido el foco de las últimas tres décadas. Quisiera que nos comentara cuál fue esa procesualidad en su formación que le permitió avanzar, abrir otras zonas de sentido, para ahora apostarle a una categoría que sentimos tiene mayor valor heurístico, abre caminos seguramente más dinámicos, más diversos que como lo tenía seguramente la perspectiva de la personalidad, que fue una categoría central en su obra y en otros autores. FGR: La cuestión es que en la psicología soviética, el tema de la subjetividad era un tabú, por el carácter ideológico que tomó la confrontación materialismo-idealismo (González Rey 2013b); por eso, la personalidad se convirtió en el área de estudio que permitió una aproximación a las cuestiones más subjetivas de la psicología como la motivación humana. Esto, obviamente, tenía un trasfondo político, en la medida en que explorar la personalidad significaba dar lugar a la existencia del sujeto, no como recipiente o resultado de lo social, sino como generador dinámico de procesos subjetivos que van más allá de cualquiera de los procesos que participaron de su génesis. La subjetividad ha sido un tema, además, complicado, en la medida en que se le relaciona con dos focos: o con la visión cartesiana de sujeto racional pensante, o con la idea de que lo subjetivo carece de valor epistemológico, pues conspira contra la objetividad del saber. Hoy en día, lo puedes ver, muchas personas se resisten al concepto de subjetividad, por confundirlo con subjetivismo, lo que es un profundo error. El subjetivismo es una condición inherente a la condición humana que separa la mente, la abstrae de las condiciones de vida en que el hombre se desarrolla, por cuanto la subjetividad es un desarrollo específico del psiquismo humano en las condiciones de la cultura, que no existe en el resto del mundo animal (González Rey 2002). Por eso, subjetividad no es equivalente a psíquico.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 120-127 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.10


DEBATE

La subjetividad es la forma compleja en que lo psíquico humano toma lugar en el desarrollo de las personas y de todos los procesos humanos. A diferencia del subjetivismo, la subjetividad nos permite una concepción de mente que es inseparable de la historia, la cultura y los contextos actuales de la vida social humana. La subjetividad emerge cuando la emoción pasa a ser sensible a los registros simbólicos, permitiendo al hombre una producción sobre el mundo en que vive, y no simplemente la adaptación a él. Ahora bien, Budilova (1983), una investigadora rusa, de forma reciente afirmó que en los estudios de la personalidad fue donde más se avanzó en el tema de la subjetividad en la psicología soviética, y yo creo que tenía toda la razón. Por ejemplo, si tú analizas los conceptos más desarrollados de Vygotsky, como perezhivanie y sentido, ellos son conceptos que apuntan al fenómeno subjetivo. El pensamiento, como lo definió Vygotsky en “Thinking and Speech” (1987), es el pensamiento de una persona que padece, que siente, es el pensamiento que expresa el flujo de vida del sujeto que piensa. Tú vas a ver que Vygotsky comienza a interesarse por las funciones psíquicas, no como procesos aislados, sino como funciones dentro de unidades más complejas que implican al sujeto de la función. Esto es algo muy importante. Bozhovich, quien dirigía el laboratorio en donde realicé mis estudios de doctorado en la otrora Unión Soviética, avanza sobre ese legado de Vygotsky. Mira, Bozhovich, que fue discípula de Vygotsky, usa un término que él empleó pero que no amplió: se trata del término formaciones psicológicas, formaciones motivacionales (Bozhovich 2009). Entonces ya Bozhovich empieza a pensar la personalidad, no como se veía en Occidente, como sistema de factores y rasgos, fuera de las teorías psicoanalistas y humanistas; dentro de esas últimas, el aporte de Gordon Allport fue muy especial. Sin embargo, sobre este tema no me puedo extender pues no es nuestro foco ahora. Yo siempre recomiendo que se lea a Allport, pues es una de las figuras que avanzan sobre la complejidad de este problema. Retomando, Bozhovich empieza a ver la personalidad como sistema de formaciones psicológicas complejas, y nos habla de ideales morales, autovaloración, afecto de inadecuación, conceptos todos que nos llevan a pensar en dinámicas motivacionales realmente complejas que escapaban a la representación dominante de la motivación humana, tanto en Occidente como en la Unión Soviética. En su libro clásico La personalidad y su formación en la edad infantil, Bozhovich dice: La personalidad de este modo, deja de ser el resultado de la superposición directa de las influencias externas y se manifiesta como aquello que el hombre hace de sí mismo, como confirmación de su vida humana. Él confirma su vida dentro del quehacer cotidiano, en la comunicación con las demás personas. (1981, 183)

Por tanto, se trata de un sistema subjetivo, al permitirnos la emancipación de la inmediatez del medio externo. Cuando somos capaces de organizar nuestras proyecciones, nuestros proyectos y nuestras ideas dentro de la fertilidad de nuestra imaginación y de nuestra fantasía, estamos ya dentro del dominio de lo subjetivo. El tema de la subjetividad, después de los años setenta, va apareciendo tímidamente en la psicología soviética. Incluso Chudnovsky, que fue mi orientador, da un avance importante al destacar las razones que impidieron tratar el tema en la psicología soviética; sin embargo, todavía no articula de forma orgánica la subjetividad dentro de la teoría psicológica, por lo cual no llega a desarrollar una definición específica sobre lo subjetivo. La subjetividad tuvo, en la historia de la psicología soviética, un gran déficit: la ausencia de lo simbólico, de las formas simbólicas, de las realidades simbólicas, temas que fueron trabajados muy tardíamente en la filosofía soviética y de forma muy incompleta por la psicología. Este tema lo desarrolló muy profundamente Cassirer, el filósofo, pero al no ser un filósofo marxista, fue raramente citado en la psicología soviética. Fue Davidov (1992), discípulo de Leontiev, que nunca había citado a Bozhovich antes, quien en 1992 escribe un artículo en el que integra el tema de lo simbólico y lo relaciona con la conciencia, las funciones psíquicas y la personalidad. Y lo más impresionante: en ese artículo cita innumerables veces a Bozhovich. Yo pienso que conceptos como el de sentido en Vygotsky tienen un gran valor, a pesar de su carácter inacabado. Esto fue una constante en la obra de este autor, al que le faltó más tiempo para desarrollar su obra, dada su precoz desaparición. No obstante, Vygotsky tuvo destellos muy brillantes a lo largo de toda su obra. Lamentablemente, se observa en sus conceptos la ausencia de una definición ontológica nueva en relación con las categorías tradicionales que eran hegemónicas en la psicología soviética, y en la propia psicología en forma general. Si tú retomas a Vygotsky (1987, 276) cuando dice que el sentido “es el agregado de todos los factores psicológicos que aparecen en nuestra conciencia como un resultado de la palabra”, te das cuenta de que no está hablando de una categoría de un nuevo orden ontológico, aunque ese concepto representó un enorme paso adelante para una comprensión nueva sobre la conciencia. Está abriendo la conciencia al plano del lenguaje, pero a la vez no la reduce al lenguaje, integrando en esa unidad, que definió como sentido, los factores psicológicos más diversos evocados por la palabra. Por lo tanto, Vygotsky representa el sentido como una categoría mental que existe en el plano de la acción de la persona. Eso fue muy inspirador para mí, para el posterior desarrollo de los conceptos de mi propuesta, como el de sentido subjetivo (González Rey 2013b). JFP: En algún momento tuve un debate con el profesor Martin Packer, un reconocido psicólogo cultural, quien nos planteó que era problemático plantear la

La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica | Fernando González Rey · José Fernando Patiño Torres

123


124

DEBATE

subjetividad como objeto de las ciencias sociales, por su oposición a la objetividad. Esto abrió un diálogo provocador, tenso, emocionante, con Packer, pues discrepamos sobre la existencia de la oposición entre subjetividad y objetividad, al menos en el mundo del pensamiento científico. Yo quisiera que usted nos comente: ¿qué piensa de la relación entre la objetividad y subjetividad? FGR: Lo primero, para retomar esta cuestión, es preguntarnos: ¿de qué objetividad se está hablando? ¿Es acaso la definición de Lenin de materia, que define como materia todo lo que existe independientemente de los sentidos? Eso es justamente de lo que más discrepo de Lenin: que ninguna construcción de saber puede ser independientemente de nuestros sentidos, pues los sentidos también participan en todo ello. Sin embargo, con esa definición de materia, Lenin rompe la concreción de la materialidad, en cuanto es material todo lo que existe, lo cual incluye lo subjetivo como atributo esencial de la existencia humana. Vygotsky (1999, 271) decía una frase fantástica: “Cualquier sentimiento ‘encarna’, se fija a sí mismo en una idea, como es evidente en el ‘delirio de persecución’. Las emociones, consecuentemente, se expresan no sólo en la mímica, las pantomimas y las reacciones somáticas de nuestro organismo, sino que ellas también necesitan expresarse en nuestra fantasía […] Así, una persona enferma que sufre de obsesión está, en esencia, enferma por el sentimiento”. Esto lo afirmó en Psicologia da Arte. Allí tú ves que Vygotsky, que fue uno de los primeros que tuvo un diálogo, una influencia fuerte del marxismo, reconoció que las emociones humanas y el mundo de lo psicológico eran tan reales como el mundo dentro del cual se desarrollan nuestras acciones. ¿Entonces de qué objetividad estamos hablando? Yo creo que la subjetividad es uno de los procesos y producciones más objetivos cuando hablamos del hombre. A veces hacemos una contraposición objetividad-cultura, y lo único que pudiera sustentar esa contraposición es un concepto estrecho de cultura. La cultura se expresa a través de diversas formas objetivadas, como monumentos, modos de vida, lenguajes, entre otros. Sin embargo, la cultura es una producción totalmente subjetiva, lo cultural es producido y recreado por el hombre y sus instituciones de forma subjetiva, lo que implica de modo necesario las emociones humanas. Subjetividad y cultura se configuran de manera recíproca en dimensiones temporales diferenciadas; las producciones subjetivas definen nuevas formas de cultura de una generación a otra, aunque ese proceso es cada vez más acelerado, por cuanto la subjetividad es configurada en la cultura desde el mismo inicio de la vida individual. El mundo humano es un mundo cultural, y es la subjetividad humana la que permite permanentemente un potencial creativo que no está definido por las condiciones objetivas en que el creador surge.

Nosotros sabemos que la mecánica cuántica, en sus inicios, le creó dilemas a la objetividad metafísica que regía la visión empirista y materialista de ciencia. Esto se puede ver, por ejemplo, en el principio de incertidumbre de Heisenberg (1995), que afirma que la partícula es onda y corpúsculo al mismo tiempo, pero que sólo una de esas condiciones nos resulta asequible en cada punto concreto de su trayectoria. Cuando la física se orienta al estudio de las partículas a través de la mecánica cuántica, da origen a un momento de la ciencia donde la acción del hombre sobre el curso de las partículas a través de sus instrumentos es inseparable de los resultados de la investigación. No hay saber separado de la acción humana que lo produce, el mito de la neutralidad acabó. La subjetividad como cualidad de los procesos humanos, sociales e individuales es tan objetiva como cualquier otro tipo de proceso de la vida, y tan subjetiva como cualquier forma del saber humano. JFP: Relacionado con esto que usted comenta, Giordano Bruno, hacia el siglo XVI, había ya generado un pensamiento muy innovador cuando afirmaba que el observador, como productor de conocimiento, siempre estaba en el centro de dicho conocimiento (Bruno 2011 [1584]). Pero estas ideas progresistas de Bruno no fueron acogidas sino mucho después. No obstante, lo interesante es ver ahora que el conocimiento del observador es una producción subjetiva. Y también pienso lo siguiente: la subjetividad es un fenómeno de carácter objetivo, en la medida en que es una producción simbólica-emocional de lo humano. Es decir, tenemos el consenso objetivo de que los humanos, en cierto nivel de desarrollo psicológico complejo, son generadores de subjetividad, más allá de que hayan nacido en un lugar u otro. Ahora bien, si queremos estudiar la particular forma en que se configura la subjetividad de las personas, en sus contextos histórico-culturales, eso nos introduce en un nivel de objetividad que rescata, como forma de legitimación científica, el valor de lo singular de dicha configuración. Entonces lo singular, desde mi perspectiva, tampoco se opone a la objetividad. FGR: En efecto. Este es otro de los principios fundamentales de la epistemología cualitativa: lo singular como fuente legítima de producción de conocimiento científico. En todo esto, creo que lo más interesante es recuperar el debate filosófico en la ciencia, que en psicología infelizmente ha sido pobre en su historia, como también lo afirman importantes clásicos de la historia del pensamiento psicológico como Danziger y Koch. JFP: Hablando ahora de la relación entre ontología y subjetividad, nuevos acontecimientos y nuevas formas de sociedad desafían a las ciencias sociales. Configuraciones de ciertas expresiones de la subjetividad social contemporánea, como el Estado Islámico (ISIS), desafían a los científicos sociales más expertos. Esta nueva forma de organización social no es explicable por vía de un pensamiento histórico de orden

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 120-127 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.10


DEBATE

teleológico; ni tampoco resulta razonable entender cómo, por ejemplo, en el Estado Islámico hay un grupo significativo de personas de países como Inglaterra, Australia, Alemania, Estados Unidos, que se han unido. ¿Usted qué piensa de ello? FGR: Yo creo, honestamente, que debemos criticar esa visión que intenta “satanizar” lo que hoy se nos presenta en el Estado Islámico. Yo creo que sus prácticas realmente chocan las formas más avanzadas de convivencia que hemos logrado, pero también hay un efecto realmente impresionante de los medios masivos de comunicación en todo eso. Nos asombramos de los acontecimientos ocurridos recientemente en París, pero no de los miles de mujeres, ancianos, niños y población inocente que mueren cada día o viven en condiciones precarias como resultado de los bombardeos de Occidente sobre Siria e Irak. Barbarie genera barbarie, y violencia genera violencia. Después de haber existido el nazismo, el estalinismo, y una historia de guerra de la humanidad desde sus inicios, deberíamos haber aprendido que la subjetividad en sus producciones racionales irreconciliables por su naturaleza subjetiva es la fuente de la barbarie. Ahí yo repetiría algo que escribió Bauman (2010): el Holocausto no fue una patología humana; el Holocausto fue la otra cara de la subjetividad humana. Entonces nosotros, a veces, pensamos la subjetividad en términos domesticados por el racionalismo que ha dominado el pensamiento occidental. Pensamos que la razón humana domina las prácticas humanas; sin embargo, yo siempre he dicho que la razón está al servicio de la subjetividad. ¿Cómo jóvenes europeos criados en Inglaterra, formados en una cultura occidental, se unen al Estado Islámico? ¿Qué nos permite explicar eso? Lo que sería risible es decir que se trata de un estado patológico. Con eso no estaríamos explicando ese complejo fenómeno, sino simplificándolo a través de su clasificación como algo fuera de la norma. Lo mismo ocurre con el niño que es inquieto, y la psiquiatría diagnostica un déficit de atención con hiperactividad. Esa es una tendencia moderna: rotular y excluir todo lo que no logramos comprender. Yo te recuerdo un aporte muy interesante de Foucault con su libro Yo, Pierre Riviére, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano (2001). Cuando lees el libro, dices: ¡Caramba!, el acto es una barbaridad. Sin embargo, la comprensión del sentido del acto se da en el diario de Pierre Riviére, catalogado como un loco, cuando en realidad no lo era. Esta es una contribución crítica de Foucault a la comprensión del concepto de locura o de psicopatía como formas de patología, y, a su vez, un cuestionamiento profundo sobre el carácter racional de los actos humanos. JFP: Esta tendencia a la patologización de lo desconocido es justamente una muestra de los límites de la comprensión en el sistema de representaciones que tenemos. Es una forma relativamente cómoda de

encontrarle salida a aquello que no logramos explicar en nuestro sistema de inteligibilidad. FGR: Relativamente cómoda y salvadora de los estatus establecidos. Por eso es que la subjetividad es una categoría tan subversiva; si tú analizas, contra la subjetividad están los sistemas autoritarios, porque evidentemente la subjetividad abre un campo imaginativo para la creación de alternativas, para la legitimación de la policromía de lo humano. En contra de la subjetividad están tanto las formas de capitalismo que manipulan a las personas para que se alienen con lógicas de consumo masivo como todas las formas de poder hegemónico que, amparadas en ideologías diversas, buscan imponer un criterio universal de lo justo, lo moral, lo patriótico y lo necesario. La emergencia del sujeto humano, social e individual, con sus producciones subjetivas, siempre representa una amenaza para las formas de dominación, con independencia de los discursos subyacentes de los cuales se quieran ocultar. Viktor Frankl, en un campo de concentración, reflexionó sobre el sentido de la vida en unas condiciones que sólo recreaban la muerte y la miseria humana. Ese germen que nunca se deja colonizar, que siempre ofrece resistencia, que siempre genera la alternativa como forma de realización, es extraordinariamente subversivo para todas las formas de poder. Y también debo decirte: nosotros no tenemos una cultura de la subjetividad, vivimos en una cultura de la objetividad, en el sentido del sometimiento. JFP: Quería entrar ahora en una cuestión relacionada con la formación investigativa de los estudiantes de maestría. Algunos estudiantes manifiestan que se encuentran en un dilema, pues quieren posicionarse críticamente, quieren asumir de forma activa la teoría, pero cuando se enfrentan a los escenarios sociales de investigación, especialmente aquellos más institucionalizados, se ven retados a las consecuencias de lo que implica afrontar la subjetividad en la perspectiva que usted defiende. Por ejemplo, en la vida laboral se generan prácticas culturales coercitivas y obstaculizadoras de los procesos de singularización del propio investigador. Allí, el joven investigador, que sueña con confrontar y con aportar a la creación de nuevos procesos, se ve en un conflicto mayor. Usted, que tiene tanta experiencia en investigación, ¿qué puede comentarles a estos jóvenes investigadores? FGR: Me interesa mucho lo que me has preguntado. Mira, yo creo que el investigador muchas veces, incluso queriendo ser crítico y asumiendo formas alternativas a las dominantes, se confronta con un gran problema. Hasta hoy, las instituciones en América Latina donde se forman los profesionales, y de donde saldrán los investigadores, sobre todo en psicología, siguen programas de formación y evaluación realmente obsoletos. Muchas veces los investigadores terminan siendo instrumentos, técnicos

La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica | Fernando González Rey · José Fernando Patiño Torres

125


126

DEBATE

que procesan “datos” sin un posicionamiento reflexivo. Para mí, el investigador es, ante todo, un pensador. Pero como el positivismo sigue siendo hegemónico, y contribuyó a la ruptura entre cultura y ciencia, entonces eso hizo que la cultura sólo se retomara en el campo de la literatura y el arte… y la ciencia quedó confinada en el uso acrítico de instrumentos que nos permiten demostrar y evidenciar realidades fácticas. Aunque tenemos autores interesantes en nuestra región, América Latina ha sido más una maquila de las tendencias de pensamiento producidas en el mundo anglosajón y en Europa occidental, esencialmente Francia. Yo recuerdo cuando algunos estudiantes me decían: “Profesor, soy conductista, pues esa es la teoría que encarna el pensamiento científico”, y yo les decía: “¿Y por qué tú siendo tan joven tienes orgullo de identificarte con algo que ya está tan establecido? ¿Por qué no eres tú quien va descubriendo y desglosando caminos dentro de esa gran aventura que es la ciencia en sus formas de construir nuevos significados?”. A los estudiantes de maestría, se los digo con toda sinceridad: hacer esta formación es el primer paso en el desarrollo de un científico. Y tenemos que leer mucho, trabajar para llegar a tener una fuerte cultura general que nos permita una opción de pensamiento. Yo no me imagino un psicólogo bueno sin conocer a Dostoievski, a Tolstoi, a Milan Kundera, a Sándor Márai y a muchos otros tantos autores que son verdaderos clásicos de la comprensión subjetiva de las realidades humanas. Y posiblemente he dicho autores que muchos psicólogos nunca han leído, pero si ya les siembro la curiosidad de leerlos, entonces me voy a sentir muy feliz. Fíjate, yo leí Ana Karenina en mi juventud. Un libro nunca es una versión definitiva dada por el autor, pues el libro toma permanentemente nuevos sentidos subjetivos en la complejidad del lector. Entonces, en mi lectura juvenil de ese libro, me encantó la estupenda filosofía de la vida que estaba en proceso de desarrollo. Pero ahora que lo leí en mi edad, ya bien maduro, para mí fue un texto muy valioso para mi momento actual de pensamiento en la ciencia. Muchos de los conceptos que nosotros usamos en la investigación científica están implícitos en la forma en que Tolstoi nos presenta la complejidad de sus personajes, sus relaciones y sus destinos. Milan Kundera (2000), en una de sus publicaciones, afirmó que la literatura tiene el privilegio de entrar en zonas del ser humano que, por su complejidad, nunca serán parte de la ciencia. Y yo siento que el desafío de la Teoría de la Subjetividad es decirle a Milan Kundera que hacemos una ciencia que genera formas de inteligibilidad sobre esos procesos tan complejos que la literatura nos presenta. La investigación es un verdadero escenario de nuevas relaciones, de desdoblamientos y de un tejido social extraordinariamente complejo. Desgraciadamente, eso se vio muy simplificado por la idea de “muestra” y aplicación estandarizada a partir de instrumentos

“asépticos” que nos impuso la versión más empirista de la investigación. Ese modelo de ciencia se expresa, en los procesos formativos, en una suerte de domesticación del estudiante a una lógica instrumental como condición del saber científico, desestimulando su imaginación y fantasía, procesos inseparables de la creación científica. JFP: En el proceso de entrar al campo empírico, a veces surgen en los jóvenes investigadores algunos temores, o a veces hay una cierta rigidez por esa visión instrumental que usted nos describe de la ciencia. Aparece la idea alrededor de que el instrumento ya está prefabricado, por lo cual solamente se debe hacer una “aplicación”. Pero usted nos provoca, nos exhorta a que esa visión instrumental sea superada por una visión diferente; pareciera como si, de todas maneras, el investigador, en esta perspectiva de la Epistemología Cualitativa, tuviese que desarrollar configuraciones subjetivas en la acción científica que superen esa forma de instrumentalismo que ha dominado la ciencia, especialmente la ciencia positivista. FGR: Esto que dices es central. Yo creo que el investigador es ante todo un iconoclasta; una persona apasionada que va a disfrutar de lo que hace. Y precisamente esa figura del investigador apasionado fue excluida de la historia de la ciencia a través del principio de neutralidad. La neutralidad conduce a un investigador timorato, atado al procedimiento por un guion preparado para estudiar una realidad que nunca se somete a guiones. Se trata de una realidad que es caótica. Y cuando llega el investigador, pretendidamente neutral, llega, por ejemplo, a investigar un grupo de jóvenes, y lo primero que recibe es una burla, entonces, ¿qué hacer ante eso? El investigador tiene que tener un recurso para ganarse a los participantes, entrar en su propia burla, provocarlos, generar en ellos el interés, ganarse a los participantes de forma genuina. Esa creación fresca del investigador es fundamental para hacer ciencia; el investigador, de hecho, genera un nuevo espacio social al relacionarse con el grupo o las personas que investiga. Siempre se generan instrumentos cuando pensamos nuestro problema de investigación, pero los instrumentos no son una abstracción, son recursos para estimular y profundizar el diálogo con el investigador por vías diferentes. Lo más importante en una investigación pensada como vía de desarrollo de modelos de pensamiento, de nuevas formas de inteligibilidad teórica sobre un problema, es la producción del grupo social dentro del cual se irán a desarrollar las acciones de investigación. El instrumento no es más que una vía para provocar la expresión del otro, que se debe desdoblar en otros instrumentos que garanticen la expresión amplia y comprometida emocionalmente de los participantes en la investigación. Entonces, yo lo que les diría a los investigadores jóvenes es que investigar es una aventura creativa, es un placer; no se puede investigar con guiones rígidos como una camisa de fuerza. Se tiene que investigar en la proce-

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 120-127 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.10


DEBATE

sualidad, lo que significa que, en la medida en que tú transitas el campo, las informaciones que van apareciendo no son resultados en sí, sino fragmentos sobre los que debemos ejercer nuestra reflexión para garantizar construcciones que encuentren nuevas expresiones en informaciones que proceden de otras fuentes. Son producciones construidas a partir de las ideas del investigador e inseparables de ellas. No hay nada a ser demostrado que esté fuera del sistema de pensamiento del investigador; es el recurso a través del cual tenemos accesos a nuevas formas de inteligibilidad sobre eso que se define como empírico y que, al ganar visibilidad empírica, es ya de hecho una producción teórica. JFP: Otro tema significativo, para la vida de los que recién se forman en investigación, tiene que ver con el proyecto de vida. Algunos están considerando dedicarse a la ciencia como trabajo y forma de vida. Otros continuarán en sus campos profesionales de tradición, pero alimentarán su pensamiento con la formación investigativa que están desarrollando. ¿Usted qué les podría decir, teniendo en cuenta que usted ha pasado buena parte de su vida justamente dedicado a la producción de conocimiento científico? FGR: Yo quiero recordar que la Epistemología Cualitativa (González Rey 1997; 2007), las Estructuras Disipativas de Prigogine (1983), la Teoría de las catástrofes de René Thom (1994), todos estos sistemas que hoy representan la complejidad, nos enseñan que profesión y ciencia no son incompatibles. Esto, ante todo, nos lo mostró Freud, quien fue siempre un clínico y desarrolló esa monstruosa obra que es el psicoanálisis en el curso de su práctica. Freud, pese a sostener una representación mecanicista del aparato psíquico que, entre otras cosas, representaba el modelo de pensamiento mecánico dominante en su época, generó ideas subversivas y revolucionarias sobre las representaciones del hombre y su funcionamiento psicológico. Para Freud, el campo clínico profesional y la ciencia eran una unidad constitutiva.

4. 5. 6.

7.

8.

9. 10.

11.

12. 13. 14. 15.

16.

17.

18.

Por esto, el hecho de que yo sea un profesional de la escuela, o que yo sea un clínico en una institución o en contexto comunitario, no implica que yo no sea un investigador. Yo soy un investigador en cuanto soy capaz de producir, a través de mis prácticas, un saber que las trasciende.

19.

Referencias

21. 22.

1. 2.

3.

Bauman, Zygmunt. 2010. Modernidad y holocausto. Madrid: Sequitur. Bozhovich, Lidia Il’inichna. 1981. La personalidad y su formación en la edad infantil. La Habana: Pueblo y Educación. Bozhovich, Lidia Il’inichna. 2009. “The Social Situation of Child Development”. Journal of Russian and East European Psychology 47 (4): 59-86.

20.

23. 24.

25.

Bruno, Giordano. 2011 [1584]. De la causa, principio y uno. Buenos Aires: Editorial Losada. Budilova, Elena Aleksandrovna. 1983. Sotcialno- psikjologicheskie problemy v Ruskoi nayke. Moscú: Nauta. Davydov, Vasily Vasilovich. 1992. “Genezis i razvitie lischnosti v detskom vozraste”. Voprocy Psykjologii (1-2): 22-33. Dilthey, Wilhelm. 1949. Introducción a las ciencias del espíritu. En la que se trata de fundamentar el estudio de la sociedad y de la historia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Foucault, Michel. 2001. Yo, Pierre Riviére, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano. Barcelona: Tusquets Editores. Gadamer, Hans-Georg. 2007. Hermenêutica em retrospectiva. A virada hermenêutica. Petrópolis: Vozes. González Rey, Fernando Luis. 1982. Algunas cuestiones del desarrollo moral de la personalidad. La Habana: Pueblo y Educación. González Rey, Fernando Luis. 1983. Motivación moral en adolescentes y jóvenes. La Habana: Editorial Científica-Técnica. González Rey, Fernando Luis. 1997. Epistemología Cualitativa y subjetividad. La Habana: Pueblo y Educación. González Rey, Fernando Luis. 2000. Investigación cualitativa en psicología: rumbos y desafíos. México: Paraninfo. González Rey, Fernando Luis. 2002. Sujeto y subjetividad. Una aproximación histórico-cultural. México: Thomson. González Rey, Fernando Luis. 2007. Investigación cualitativa y subjetividad. Los procesos de construcción del conocimiento. México: McGraw-Hill. González Rey, Fernando Luis. 2013a. “Subjetividad, cultura e investigación cualitativa en psicología: la ciencia como producción culturalmente situada”. Revista Liminales 1 (4): 13-36. González Rey, Fernando Luis. 2013b. O pensamento de Vigotsky. Contradições, desdobramentos e desenvolvimento. São Paulo: Hucitec. González Rey, Fernando Luis. 2014. “Ideias e modelos teóricos na pesquisa construtivo-interpretativa”. En Subjetividade contemporânea. Discussões epistemológicas e metodológicas, editado por Albertina Mitjáns, Maurício Neubern y Valéria Mori, 13-34. Campinas: Alínea. Heisenberg, Werner. 1995. Física y filosofía. Brasília: Editora Universidade de Brasília. Heidegger, Martin. 1997. Ser y Tiempo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Kundera, Milan. 2000. El Arte de la novela. México: Vuelta. Prigogine, Ilya. 1983. ¿Tan solo una ilusión? Barcelona: Tusquets Editores. Thom, René. 1994. Structural Stability and Morphogenesis. Berkeley: Westview Press. Vygotsky, Lev Semiónovich. 1987. “Thinking and Speech”. En The Collected Works of L.S. Vygotsky, editado por Robert Rieber y Aaron Carton, 43-287. Nueva York: Plenum Press. Vygotsky, Lev Semiónovich. 1999. Psicologia da arte. São Paulo: Martins Fontes Editora.

La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica | Fernando González Rey · José Fernando Patiño Torres

127


Lecturas

Neil Safier. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur • 129-134 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia


129

Safier, Neil. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur. Madrid: Fundación Jorge Juan – Marcial Pons [449 pp.] [Measuring the New World. Enlightenment and South America. Chicago: The University of Chicago Press, 2008]. Renán Silva* DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.11

Neil Safier, doctor en Historia de Johns Hopkins University, historiador de la ciencia, especializado en problemas de la actividad de ciencia en el siglo XVIII en el subcontinente americano, director de la prestigiosa biblioteca John Carter Brown y profesor universitario en prestigiosas universidades de Estados Unidos y del Canadá, es el autor de una tesis doctoral de gran erudición y refinados análisis sobre la “Expedición científica geodésica hispano-francesa en el Reino de Quito”. El presente libro, aparecido primero en inglés, es la versión, seguramente transformada por imperativos editoriales y por nuevas investigaciones, de esa tesis comenzada varios años antes y largamente trabajada. El tema básico de la obra es presentado por al autor recordando que en el Reino de Quito, y a través de una expedición científica, se intentó resolver “uno de los mayores debates científicos del siglo XVIII”: la polémica sobre la forma de la Tierra; un problema que se había discutido e investigado ampliamente en las academias y los salones de Europa entera, sin resolverse, y que ahora se trataba de aclarar “mediante observaciones hechas en suelo suramericano, cerca del Ecuador”, tal como se indica en el Prefacio de la obra, aunque el autor sólo menciona de pasada que en realidad fueron dos expediciones, la primera a Suramérica y la segunda a Laponia (la que fue dirigida por Pierre-Louis Maupertuis), no encontrando el lector en la obra un análisis detallado al respecto, algo que se extraña, porque a lo mejor la consideración de ese punto hubiera dado luces nuevas sobre los argumentos de la presente obra, máxime si se tiene en cuenta cuáles son algunos de sus interrogantes principales.

* Doctor en Historia Moderna de la Université de Paris I, Panthéon-Sorbonne (Francia). Profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes (Colombia). * jrj.silva33@uniandes.edu.co

Aunque los interrogantes principales de Safier se modifican y bifurcan a lo largo de su obra, en razón de las varias dimensiones del tema estudiado, en las páginas iniciales de su trabajo declara que sus preguntas tienen que ver ante todo con dos puntos. Primero, interrogarse si, y de qué manera, esas prácticas empíricas de investigación (observación, descripción, medición, registro)


130

LECTURAS

variaron al estar situadas en un contexto nuevo. Y segundo, lo que es el reverso del primer interrogante: cómo fueron afectadas esas prácticas de ciencia por los escenarios sociales y físicos de su itinerario, aunque ya sabemos que el acento parece estar puesto ante todo en el escenario social y “humano” (véase, por ejemplo, p. 31). Neil Safier quiere responder a esas dos preguntas interrogando detalladamente la Expedición a Quito de 1735, una expedición que, según ya señalamos, tenía como meta “determinar de manera definitiva la forma real de la tierra”, por un camino diferente del que había propuesto Newton bastantes años antes, acudiendo en esta oportunidad a la exploración empírica del problema, por el método de las observaciones y mediciones en el ecuador. Como se sabe, se trataba además de un debate en el que se enfrentaban científicos agrupados en bandos que defendían posiciones contrarias y que se identificaban por su aceptación de las posiciones que al respecto sostenía la Real Academia inglesa, o bien, que asumieran las posiciones dominantes en los salones y academias de París. El problema era pues asunto de ciencia y de política, de glorias imperiales, razón por la cual los resultados del trabajo de exploración fuera de Europa se esperaban con inusitado interés tanto en Francia y España como en Inglaterra (véanse pp. 31-42). Pero si bien el anteriormente señalado es el gran tema de la obra que reseñamos, los resultados de la ciencia —la comprobación del carácter “achatado hacia los polos de la tierra”— no son el problema que la obra interroga en primer lugar. La obra no es pues de manera estricta una obra de Historia de las Ciencias, sino de Historia social de las ciencias, aunque desde luego no tratamos de plantear la existencia de un infranqueable muro entre estas formas de practicar el acercamiento a la ciencia, un falso debate que durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX enfrentó a “internalistas” y “externalistas”, y que no hay necesidad de volver a introducir en el siglo XXI. Sin embargo, no parece haber dudas de que se trata de énfasis diferentes, y de que en los llamados estudios sociales o culturales de la ciencia ha habido una fuerte tendencia a dejar de lado lo más específico del trabajo de las ciencias, poniendo los énfasis principales más bien en los problemas de recepción, en los ámbitos institucionales, en las condiciones sociales de los practicantes de la ciencia y en las formas de transmisión y recepción del conocimiento, antes que en las formas de demostración y de prueba. En cuanto al enfoque social y cultural de la ciencia —entendiendo por enfoque los supuestos básicos sobre los que descansa un análisis—, Safier recalca con razones claras la importancia de definir la actividad de ciencia desde el principio, desde su raíz, como una actividad social, institucional, política y cultural, es decir, una actividad inscrita en la trama de los elementos que la condicionan y determinan, sin que nada de esto haga pensar, en su exposición, que el análisis de los axiomas, teoremas,

hipótesis y métodos de comprobación del problema investigado no tenga importancia, sólo que en esta obra no ocupan el lugar central, una opción de enfoque y de método que, de todas maneras, no deja de tener sus consecuencias, incluso en el propio plano del enfoque social y cultural de la ciencia. Safier, que debe conocer muy bien la literatura estrictamente científica sobre el problema, recuerda en la obra cuáles son, en su opinión, los mejores trabajos al respecto, y aporta una amplia bibliografía que incluye esa clase de obras. Hay que señalar además en este punto del enfoque de la obra, que ella se enriquece con una mirada global y conectada, en el marco de un examen inter/imperial que atraviesa el Atlántico, un punto sobre el que el autor dice cosas magníficas, introduciendo con firmeza la idea de que el propio mar Atlántico no debe ser pensado en función de construcciones estatales que son posteriores —como cuando se habla del Atlántico peruano o del Atlántico colombiano—, y, agregaríamos de nuestra parte, que ese mar no debe ser separado del Pacífico y de las navegaciones interiores, como lo pone de presente el itinerario de la propia Expedición de 1735, que llega por el Atlántico, pero debe buscar el Pacífico para llegar a Quito y navegar en el interior para subir a los Andes y luego descender de los Andes; La Condamine, como lo recuerda el libro, salió por el Amazonas, para buscar luego el Atlántico en su regreso (véanse, por ejemplo, pp. 91-131). En función de lo que acabamos de decir, hay que saber bien entonces cuál es el objeto central de la obra —más allá de su tema—, y Safier se encarga de aclararlo ante el lector, indicando que cuando en su obra se habla de “medida y medición” (measuring), nos encontramos más bien ante una metáfora o un tratamiento metafórico (un rasgo en mi opinión exagerado a lo largo de toda la obra y que puede explicar su tendencia a la “sobre/interpretación”), pues se trata de discurrir, no sobre el proceso histórico empírico de medición física, sino sobre el encuentro entre dos mundos culturales, sobre el proceso de entender “una sociedad radicalmente distinta de la que sus miembros [los miembros de la Expedición] habían dejado atrás” (p. 33), pues mientras la Expedición medía en el sentido tradicional de la expresión, “también pesaban y evaluaban, mediante la observación […]” un mundo social que se les revelaba en sus particularidades, y que, como todo etnógrafo, asimilaban con una dosis más o menos grande de etnocentrismo, lo que hace que la obra sea un estudio de historia social y cultural, muy influido por la antropología de los encuentros culturales, con sus posibles virtudes y defectos (véanse, por ejemplo, pp. 33-34). Así pues, antes que axiomas o teoremas de ciencia, lo que la obra nos propone es un análisis de la propia Expedición francesa de 1735, desde el punto de vista de sus interacciones con el medio social con el que se encuentra en el Reino de Quito y en general en todo su itinerario. Como nos recuerda Safier, se trata de una

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 129-134 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.11


LECTURAS

Expedición compuesta por tres destacados científicos franceses (Charles Marie de La Condamine, Louis Godin y Pierre Bouguer), acompañados de siete auxiliares más, todos, gente de ciencia o prácticos de la actividad de ciencia, gentes que, como advierte el autor, eran parte de una jerarquía en el trabajo de las ciencias, e incluso, entre quienes había claras relaciones de “nepotismo de Antiguo Régimen”, según lo menciona Safier. A ese grupo de gentes venidas del Reino de Francia se sumaban los famosos hombres de ciencia españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, exploradores que habían sido impuestos como acompañantes de la Expedición francesa por la Corona española, que de otra manera aparecería en las luchas inter/imperiales, y ante la propia opinión pública europea en formación, como cediendo terrenos, soberanías y jurisdicciones a uno de sus grandes aliados y rivales (sin que puedan separarse esas dos figuras de la política entre potencias en el siglo XVIII). Lo que al parecer vamos a estudiar, de manera aun más específica, es, por tanto, por una parte, un episodio cultural, una forma de relación social en el plano del conocimiento; y luego, por otra parte, el proceso de difusión de esos conocimientos (y de luchas por su atribución) en Europa, en el mundo de los sabios, pero no menos ante la opinión pública, a través de la prensa y de formatos nuevos de circulación del conocimiento como el mapa, los libros de historia y las enciclopedias. Partiendo del reconocimiento de la indiscutible calidad de esta obra y de las virtudes —aunque también de las limitaciones— del llamado “enfoque social y cultural” de la historia de las ciencias, quisiéramos expresar algunas dudas sobre los argumentos centrales de este trabajo, sin pretender abarcar todo el contenido de la obra, y sin el menor ánimo de desaconsejar su lectura —todo lo contrario—, manteniendo de nuestra parte siempre el juicio en suspenso, y dejando abierta la posibilidad de que la crítica refleje, antes que sus posibles defectos, nuestra incomprensión de la obra, una obra que de todas maneras, y a pesar de la crítica, mantiene sus valores de erudición y de análisis. Advirtamos sí que para hacer este balance de la obra, nos apoyaremos paralelamente en las presentaciones que de sus argumentos hace el autor, como en los desarrollos concretos de esos argumentos, tal como se manifiestan a lo largo de los capítulos que estructuran la obra, pues creemos que esa es una de las características de esta obra: la existencia de un cierto desajuste entre las proposiciones que declara asumir —su enfoque y argumentos— y el desarrollo concreto que de los episodios históricos respectivos presenta el libro. En cuanto al primer argumento, el del “encuentro cultural”, hay que decir que las observaciones del autor se dirigen a un punto preciso. Safier nos recuerda que en

el proceso de la actividad de ciencia confluyen gentes de distintas posiciones sociales —en todos sus escalones—, cumpliendo todos ellos tareas y funciones que en su conjunto hacen posible el “trabajo de la ciencia”. Así, por ejemplo, negros, indios y mestizos que fueron cargueros, que fueron guías, que fueron informantes, que realizaron toda clase de tareas menores, a veces insignificantes, pero siempre necesarias, y cuya presencia e importancia en la Expedición nadie puede negar. Pero no puede dejar de indicarse que en este punto, de manera particular, el argumento de Safier se torna, digamos, retórico, pues la buena voluntad de querer recordar que sin las gentes que cumplen todas esas tareas menores que involucra el trabajo de exploración científica, la actividad de ciencia no marcharía (hecho que nadie puede desconocer y que en algunas páginas de esta obra adquiere tono de denuncia), no va acompañada de ninguna precisión mínima que permita diferenciar, en el campo de las ciencias, a título de qué se realizan esas diversas participaciones en el trabajo de exploración y de investigación de que se trata. Podemos imaginar que nada le impedirá al autor reconocer que entre cargar un aparato —por ejemplo, un cuarto de círculo—, utilizarlo con competencia, o tomar la decisión de una medida astronómica y enseguida interpretar los datos que produce la medición, hay una diferencia grande, que difícilmente se puede “leer” en términos raciales o étnicos, o en términos de mundos coloniales y sociedades europeas dominantes, puesto que ese tipo de papeles distintos y la jerarquización que los acompaña no son particulares de esta Expedición, sino una característica general del trabajo en una sociedad que separa la actividad manual de la actividad intelectual, el trabajo que manda, del trabajo que ejecuta. Con un ánimo puramente pedagógico, y sin mala intención, podemos ofrecer un ejemplo sencillo —analógico— al respecto. El libro de Safier tiene largas páginas de agradecimientos (véanse pp. 18-23), en donde menciona todas las ayudas, todos los estímulos, premios… con que contó para realizar su trabajo. Se trata en general del apoyo recibido por instituciones de ciencia, universidades, directores de bibliotecas, centros de investigación, en fin, agradecimientos a un gran acumulado de apoyos públicos y privados que hicieron posible este trabajo. Estoy seguro de que, considerado el asunto de manera amplia (¿o laxa?), también se podría decir que empleados de aeropuerto, porteros de edificios, empleados menores (en la jerarquía) de las bibliotecas, secretarias de centros de investigación, etcétera, apoyaron la tarea de Safier. Pero nadie diría que el autor ha hecho grandes esfuerzos por borrar de su trabajo esos apoyos, que aparecen olvidados en sus páginas de agradecimiento, mientras que se resaltan los de gentes que bajo otros títulos y condiciones apoyaron su trabajo.

Safier, Neil. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur | Renán Silva

131


132

LECTURAS

Por otro lado, pero en la misma dirección, hay que recordar que la estructura de las tareas de ciencia en el marco de la división social del trabajo supone una jerarquización y unas funciones especializadas, producto de ese hecho que mencionamos hace un momento: la división entre trabajo intelectual y trabajo manual, pero no fruto de ninguna actitud de superioridad social y desprecio, actitudes que por el contrario deben entenderse como expresión de ese rasgo de la sociedad. Se trata de un elemento estructural muy visible en el siglo XVIII en Europa y en América (en donde hay indios, negros y mestizos), y no de un hecho de “subalteridad colonial”, sino ante todo un efecto de la división del trabajo y del carácter especializado de la actividad de ciencia; y en ningún caso de un elemento específico de la “ciencia de la Ilustración”. Cualesquiera que hayan sido las utopías generosas del pensamiento social del siglo XIX sobre la desaparición de la división del trabajo en la sociedad futura, lo que hay que decir, en atención a lo que se puede observar, más allá de las ideologías, es que por ahora la partida la lleva ganada el pesimismo de Max Weber, con su idea del carácter de “larga duración” de las formas de jerarquización de la vida social y de la vida intelectual —no hay pues razón para declarar a una época histórica pretérita aquello que en la propia sociedad posterior se ha demostrado como una imposibilidad de la sociedad—. Por último, sobre este punto hay que resaltar que el autor poco insiste en el hecho, varias veces constatado, de que los científicos naturalistas y astrónomos del siglo XVIII son precisamente uno de los primeros grupos de investigadores modernos que “pusieron pie en tierra”, que se agacharon para levantar un instrumento y cargarlo por largos y difíciles recorridos, aunque los valores de honor que rondaban su trabajo no desaparecieran nunca. Una generación después, un aristócrata como Alejandro de Humboldt daría fe de ese proceso contradictorio de gentes de ciencia de orígenes nobles, que aun vinculan su trabajo con viejos valores de honor y mérito, al estilo de cómo esas valoraciones funcionan en las sociedades de Antiguo Régimen, pero que son al mismo tiempo investigadores modernos de terreno, que por las propias características del trabajo en el campo de las ciencias naturales, la geografía y la astronomía se han hecho exploradores y han compartido experiencias humanas y de conocimiento con gentes de diferente condición social y cultural en muchas partes del globo y han abierto la puerta a una reflexión humanística sobre la diversidad humana, que muchas veces, no hay por qué ocultarlo, recrearon con toques más o menos grandes de etnocentrismo, una situación sociológicamente explicable, que no anula el hecho de que de manera práctica una nueva conquista se estaba abriendo paso, de manera seguramente contradictoria, en el plano del conocimiento humano y de la igualdad social, en ese trabajo de exploración de nuevos mundos. Un poco menos simplificadora resulta la parte del argumento que se dirige a mostrar que los explora-

dores europeos de la Expedición de 1735 adelantaron un visible trabajo de limpieza de toda huella del “trabajo americano” en sus descubrimientos, y la insistencia en que, en buena medida, apropiaban saber local, que luego cubrían con su autoridad y acumulaban como prestigio —una importante forma de capital cultural—. Aquí hay que mencionar por lo menos dos elementos para matizar ese juicio crítico, que desde luego no es del todo falso. Por una parte, hay que recordar que esa transferencia de saber anónimo —muchas veces de carácter colectivo—, luego transformado en saber especializado con autor y copyright, ha sido hasta el presente, en Europa y América, una condición del conocimiento de la “ciencia exploradora” y del saber etnográfico, y ello desde el propio Heródoto hasta el mismísimo LéviStrauss, pasando por el Barón de Humboldt, aunque no menos hay que insistir en que entre el saber inicial transferido, fundamental para el descubrimiento de ciencia, y su forma posterior como material analizado y criticado hay una diferencia de naturaleza, hecho al que Safier parece poner poca atención, en parte porque los propios hallazgos científicos de la Expedición de 1735 son dejados de lado, en parte porque parece por momentos imaginar que la “nueva ciencia natural y la astronomía ilustrada” se agotan en el momento de la recolección y luego, cuando aparecen las disputas, en el momento de la verificación experimental, como si a ese saber le fuera ajeno el trabajo de la teoría. Por otra parte, hay que volver a pensar con cuidado el viejo problema de la participación de los hombres de letras “españoles americanos” (me parece que esa debe ser su designación para esa época) en el proceso de acceso al saber ilustrado vigente en los grandes centros urbanos, que eran cabezas culturales de las monarquías europeas, proceso al que llegaban algo tarde las gentes cultas de Ultramar, por un problema de difusión del conocimiento, por el propio atraso de los estudios superiores, por el papel de la censura y por la propia distancia entre los territorios que formaban una “monarquía compuesta”, para decirlo a la manera de John Elliott. Como se sabe, este es un viejo contencioso, que tuvo su comienzo temprano en el siglo XVIII y en el marco de la propia actividad expedicionaria, y que luego se trasladó al periodismo de Lima, Quito y Santafé, bajo la reivindicación del “negado talento americano”, hacia 1790. Las exploraciones del siglo XVIII por el subcontinente americano (o América del Sur, como también se dice en la obra con una cierta dosis de anacronismo) entraron en relaciones de variada naturaleza con los hombres de letras locales, y el modelo de esa relación no fue siempre el de unos científicos imperiales que se imponían a toda costa y de las peores maneras a los geógrafos y astrónomos locales en formación, quienes desde luego habían hecho sus propios avances en esos terrenos, y quienes, como es fácil de imaginar en muchas oportunidades, conocían mejor que sus pares europeos las situaciones

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 129-134 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.11


LECTURAS

directas de terreno, ya fuera porque habían explorado en calidad de “curiosos” —es decir, de investigadores con intereses de ciencia y/o comerciales—, o bien porque habían recibido informes al respecto de la botánica, de la minería o de la navegación por parte de algunos de los miembros de esa vasta cadena que hacía posible el saber de la historia natural y de la astronomía. Como ya lo hemos advertido, el propio autor de la obra recuerda varias veces que el esquema “centro/periferia” resulta insuficiente para entender esa dinámica de conocimiento y de intercambio, que a veces parece olvidar Safier, después de haberla afirmado. Lo que es importante resaltar es que, hasta donde lo permite ver la documentación histórica disponible, entre 1735 y principios del siglo XIX, en el momento del viaje de Humboldt por el mundo andino, la relación entre europeos y “europeos/ americanos” tuvo varios rostros, y difícilmente se deja someter a un modelo que represente una sola figura. Me parece que estamos aquí frente a un caso de análisis que va más allá de los documentos consultados, y que tiene que ver directamente con los modelos de análisis que se ponen en juego en la interpretación. Encuentro que en el trabajo de interpretación de la relación tendida entre esas dos “clases” de hombres de ciencia —los locales que inician su camino llenos de entusiasmo, y los exploradores europeos que conocen por primera vez un territorio—, el libro equivoca sus análisis, y en buena medida se convierte en una expresión del conocido “nacionalismo historiográfico”, porque proyecta hacia atrás el “americanismo” de finales del siglo XVIII (que coexistía con la aceptación de los valores de la monarquía y el reconocimiento de la autoridad del Soberano), como le ocurre también con el “criollismo”, que es posterior a la Independencia, como si tales fenómenos existieran a mediados del siglo XVIII, y como si las definiciones de identidad y de lealtad, que se conocerán después de 1808, estuvieran presentes en 1735 y años inmediatamente posteriores. Inventándolos como criollos y como americanos, hurtando esas figuras a su propia genealogía temporal, Safier no puede ver que todos son sujetos de la Monarquía (francesa o española), aunque ocupen diferentes posiciones en el espacio social de la monarquía, en cuanto a la ciencia, al poder y a una posible influencia cultural, un análisis que sorprende, ya que el autor advierte varias veces en su obra contra esa tendencia de “lectura” de los hechos. No se trata, claro, de que Safier haga de los naturalistas locales revolucionarios tempranos o insurgentes en proceso de maduración. Nada de eso hay en su libro, por fortuna. Pero no me parece haber mayores dudas de que en el proceso de interpretación de las relaciones entre esos dos grupos de hombres de letras, Safier vuelve a tomar el camino, como es costumbre, de interpretar los episodios de 1735 a la luz de las situaciones posteriores, tal como los bosquejó la historia republicana del siglo XIX, y retira toda historicidad, todo proceso de formación, a esas “contradicciones” entre los sujetos de la monarquía

localizados en el Nuevo y en el Viejo mundos, asumiendo, sin decirlo, la idea del protoamericanismo que en tantas oportunidades se ha predicado como una vieja circunstancia política y cultural de estas partes de la monarquía. Pero como la ciencia viaja, como sus resultados deben llegar a Europa, y como hay que presentarlos de manera oral, gráfica y escrita ante la Corte y ante el nuevo público en formación, la segunda parte del argumento de Neil Safier tiene que ver con ese viaje de regreso. Aquí la idea es ante todo la de la “purificación” de todos los descubrimientos de cualquier rastro americano, y el uso de la imprenta en tales designios, bajo una perspectiva de análisis que en gran parte parece instrumentalizada y que deja la impresión de depender más del analista que del objeto analizado. Indiquemos que la presentación del problema hace pensar a veces en un funcionamiento de los miembros del nuevo campo en formación de la ciencia empírica —ante todo, por parte de La Condamine—, como si se tratara de gentes muy conscientes de ese trabajo de limpieza, adelantado a la manera de una “acción racional instrumental” que conoce sus fines, medios y funciones, y sabe calcular cada uno de los procedimientos puestos en marcha. Según esa manera de ver y presentar las cosas, la actividad de ciencia no sería sino, de manera puramente derivada, un trabajo de conocimiento que busca, precisamente, conocer. Sería ante todo una labor de búsqueda de reconocimiento social, una búsqueda de prestigio y de honores, de legitimidad social y de competencia reconocida, y por supuesto, de imposición de autoridad. Para decirlo de manera resumida, y en el lenguaje en que se dice desde hace ya un cierto tiempo, simple asunto de poder, episodio de lucha en donde propiamente los elementos de ciencia son un accesorio, y en cierta manera una coartada, un elemento secundario frente a los honores sociales, a la escenificación teatral en la presentación de sus resultados, lo que en cierta manera deja la impresión de que haber sabido con cierta seguridad, sobre la base de un inicial expediente probatorio experimental, que “la tierra era achatada hacia sus polos” hubiera sido un pequeño enunciado de ciencia, simplemente al servicio de unos expedicionarios franceses, que de esta manera afirmaban así su carrera con prestigios y reconocimientos en las Cortes europeas, y rodeados en la “nueva esfera pública” —la del público moderno— del aura de héroes de una exploración hecha sin ninguna ayuda de los hombres de ciencia de esas alejadas regiones que habían visitado, y mucho menos con la ayuda de los cargueros, de los guías, de los informantes, y de todos aquellos que habían contribuido al éxito de la expedición y a sus resultados, una versión un tanto unilateral de los procesos analizados en la obra, tanto más cuanto que el propio autor recrea de manera amplia las polémicas casi inmediatas que sobre esos tópicos despertó la Expedición, en el momento del regreso de los exploradores, lo que indica que varias “apropiaciones” del

Safier, Neil. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur | Renán Silva

133


134

LECTURAS

suceso fueron posibles y que sus resultados fueron un objeto de disputa y malentendido público, que se mantendrá a lo largo del siglo XVIII. Todos las partes de la obra que tratan sobre el regreso de la Expedición, todas de gran calidad desde el punto de vista de su documentación y de los temas que recrean (las reediciones de la obra de Garcilaso de la Vega sobre la Historia de los Incas, los usos de los mapas del Amazonas y los relatos de que se acompañan, la manera que asume la presentación de Nuevo Mundo en la Encyclopédie, etcétera), dejan en el lector la impresión de una presentación que simplemente hace desaparecer la importancia científica de la Expedición, en función de intereses de poder, de nuevas formas divulgativas para el gran público, siempre bajo el designio, presente ante todo en La Condamine, de limpiar las trazas del mundo americano, de informar de manera parcial sobre sus paisajes, sobre sus usos y costumbres, con el fin bien establecido de mostrar la superioridad de Europa sobre América. La tarea de limpieza habría empezado en el propio territorio del Virreinato del Perú, en el Reino de Quito, cuando se determinó construir una pirámide —una “forma geométrica europea”— en recuerdo de la tarea expedicionaria, como si esta hubiera existido al margen de la actividad de los americanos humildes o de los “criollos ilustrados”, y continuada enseguida en Europa, en Holanda y en Francia y pronto en España, según la versión de Safier, una versión que tiene todo el aspecto de que será bien recibida por el público lector, sobre todo el del mundo americano (incluido el de los académicos de Estados Unidos, a quienes en años recientes esta versión les ha encantado), ya que restituye, en medio de una erudita bibliografía sobre las más recientes formas de practicar la historia cultural y la historia editorial, muchos de los conocidos tópicos del nacionalismo criollo en la historiografía, y lo hace en el espíritu y con el traje del humor historiográfico de nuestra época, lo que le da al libro el tono vindicativo y en parte de denuncia que domina el análisis histórico en años recientes. Hay que señalar, ya para terminar, que estas observaciones que presento, que son parciales y discutibles, no anulan la riqueza de muchos de los análisis concretos que presenta Safier, a veces con gran finura (por

ejemplo, cuando lee los datos editoriales que interesan hoy tanto a la Historia cultural), aunque no hacen desaparecer la idea de que la obra ha sido arrastrada, por la fuerza de su enfoque y de las proposiciones de análisis que de manera explícita o implícita son su sustrato historiográfico, mucho más allá y más acá de donde puede imaginar su autor. Es posible que desde este punto de vista, la obra sea el producto de una abigarrada relación de fuerza entre tres elementos diversos, articulados de manera compleja en una obra que ha durado varios años en su elaboración y que se ha visto sometida a proposiciones de análisis histórico no siempre concordantes unas con otras, que han estado en el centro de las discusiones de los historiadores desde por lo menos hace tres décadas. Por un lado, la cola final del postmodernismo, tan presente en la historiografía norteamericana a finales del siglo XX, con su idea extrema de que el gesto retórico apabulla a la misma realidad y que los procesos sociales se reducen a formas de privilegio, de teatro y de poder, es decir, al ámbito de lo representacional. Por otro lado, una serie de proposiciones de análisis, que provienen sobre todo de la obra de Roger Chartier, que son una crítica y una moderación de las principales proposiciones de la historia postmoderna, extendidas recientemente al campo de la historia editorial, pero que en esta obra son —en mi opinión— ampliamente sometidas y dominadas por los elementos del análisis postmoderno. Finalmente, la tradición perpetuada, concretada aquí en la visión de un “nacionalismo americano”, vigente ya en el marco de la dominación de la monarquía hispana y dependiente de la oposición entre los “americanos” y los “europeos”, una visión supuestamente presente, además, en todos los grupos de la sociedad, a lo largo de su complejo sistema de estratificación social. Esa compleja relación de fuerzas se expresa de varias formas en esta obra, siendo la más visible de ellas, un cierto desajuste entre muchas de las proposiciones que la obra afirma (por ejemplo, sobre la relación centro/ periferia) y a las cuales trata de dar una forma nueva, y la vieja representación del problema, que termina imponiéndose de manera práctica en el análisis.

rev.estud.soc. No. 60 • abril-junio • Pp. 129-134 • ISSN 0123-885X • e-ISSN 1900-5180 · DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res60.2017.11



136 La Revista de Estudios Sociales agradece a los siguientes académicos su colaboración especial como árbitros de este número: Alfredo Alfageme Chao – Universitat Jaume I de Castelló, España Athanasius Atta Barkindo – SOAS University of London, Reino Unido Francisco Borba Ribeiro Neto – Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, Brasil Howard Campbell – University of Texas at El Paso, Estados Unidos Antonio Campillo Meseguer – Universidad de Murcia, España Matthieu de Castelbajac – Universidad de los Andes, Colombia Miriam Teresa Domínguez Guedea – Universidad de Sonora, México Fernando Estenssoro – Universidad de Santiago de Chile Consuelo García de la Torre – Instituto Tecnológico de Monterrey, México Adriana González Gil – Universidad de Antioquia, Colombia Sara Gonzalez – University of Leeds, Reino Unido Stephen Grant Baines – Universidade de Brasília, Brasil Valeria Guarneros Meza – De Montfort University, Reino Unido Elena Hernández Sandoica – Universidad Complutense de Madrid, España Francisco Herrera Tapia – Universidad Autónoma del Estado de México María Jiménez-Delgado – Universidad de Alicante, España Libertad Jiménez Almirante – Instituto Universitário de Lisboa, Portugal Maro Lara Martins – Universidade Federal do Espírito Santo, Brasil Constanza López Baquero – University of North Florida, Estados Unidos José Félix Lozano Aguilar – Universitat Politècnica de València, España Miguel Ángel Mansilla – Universidad Arturo Prat, Chile Fernando Matamoros Ponce – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México Adolfo Meisel Roca – Banco de la República, Colombia Pilar Moraga Sariego – Universidad de Chile José Moya – Columbia University, Estados Unidos María Teresa Muñoz Sánchez – Universidad Intercontinental, México Carlo Nasi – Universidad de los Andes, Colombia Jorge Enrique Palacio Sañudo – Universidad del Norte, Colombia Luisa Paré – Universidad Nacional Autónoma de México Lourdes Pérez Ortiz – Universidad Autónoma de Madrid, España Jordi Planella Ribera – Universitat Oberta de Catalunya, España R. Lucas Platero Méndez – Consejo Superior de Investigaciones Científicas, España Adriana Queiroz Testa – Universidade Estadual de Campinas, Brasil Natalia Quiceno Toro – Universidad de Antioquia, Colombia Guillermo Quiña – Universidad de Buenos Aires, Argentina Fanny Milena Quiñones Riascos – Universidad Pedagógica Nacional, Colombia Haroldo Ramanzini Júnior – Universidade Federal de Uberlândia, Brasil Salvador Rivera – State University of New York, Estados Unidos Gloria Isabel Rodríguez Lozano – Universidad Nacional de Colombia Soledad Ruiz Jabbaz – Universidad de Chile Aloisio Ruscheinsky – Universidad de Vale do Rio dos Sinos, Brasil Colette Sabatier – Université de Bordeaux, Francia Vicente Sanfélix Vidarte – Universitat de València, España Markus Schultze-Kraft – Universidad ICESI, Colombia Hussein Solomon – University of the Free State, Sudáfrica Sofía Soria – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina Joel Stillerman – Grand Valley State University, Estados Unidos Mario Sznajder – The Hebrew University of Jerusalem, Israel Marcela Tapia Ladino – Universidad Arturo Prat, Chile Sergio Tischler – Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México Ulf Thoene – Universidad de La Sabana, Colombia Lorena Vecslir – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina Maria Victoria Uribe – Universidad del Rosario, Colombia Ana Wortman – Universidad de Buenos Aires, Argentina Lorenzo Zamponi – Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

P O L Í T I C A

E D I T O R I A L

Normas para Autores Tipo de artículos, fechas y modalidades de recepción

La Revista de Estudios Sociales (RES) tiene como objetivo contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabora la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyan a entender mejor la realidad más inmediata y las condiciones de vida de la población. La Revista es una publicación trimestral (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que se publica al inicio de cada período, creada en 1998 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). La Revista publica artículos inéditos en español, inglés y portugués, que presentan resultados de investigación en ciencias sociales, reflexiones y revisiones teóricas, reseñas y ensayos bibliográficos, que aportan a debates relevantes sobre temas propios de disciplinas como Antropología, Historia, Sociología, Ciencia Política, Filosofía, Psicología, Estudios Culturales. En casos excepcionales se incluyen artículos que ya han sido publicados, siempre y cuando se reconozca su pertinencia dentro de las discusiones y problemáticas abordadas en la Revista, y su contribución a la consolidación del diálogo y el intercambio de ideas en los debates vigentes de la Academia. Todos los artículos publicados cuentan con un número de identificación DOI, que de acuerdo con las políticas editoriales internacionales, debe ser citado por los autores que utilizan los contenidos, al igual que el título abreviado de la Revista: rev. estud. soc. Las fechas de recepción de artículos de tema abierto y para dossier se informan en las respectivas convocatorias, las cuales son publicadas en la página web de la Revista. Los artículos deben ser enviados al correo electrónico res@uniandes.edu.co. La Revista de Estudios Sociales no cobra a los autores los costos de los procesos editoriales. La Revista somete todos los artículos que recibe en sus convocatorias a la herramienta de detección de plagio. Cuando se detecta total o parcialmente plagio (sin la citación correspondiente), el texto no se envía a evaluación y se notifica a los autores el motivo del rechazo.

Teniendo en cuenta la cantidad de artículos que recibe la Revista de Estudios Sociales en cada convocatoria, no se publican artículos de un mismo autor en un período de dos años.

Evaluación de artículos y proceso editorial

Cuando llega un artículo a la Revista se acusa la recepción de inmediato y el Equipo Editorial procede a revisar si cumple con los requisitos básicos exigidos (normas de citación y presentación formal), así como su pertinencia para figurar en una publicación de Ciencias Sociales (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía). Posteriormente los artículos que pasan este primer filtro son sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de dos evaluadores, nacionales e internacionales (al menos el 50% con afiliación internacional), y al concepto del Equipo Editorial. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como los de los evaluadores se mantienen en el anonimato y los resultados de la evaluación se informan en un plazo máximo de seis meses, en caso de superar este tiempo la Revista se comunica con los autores. La decisión final de publicar o rechazar los artículos se notifica por medio de un concepto escrito emitido por uno de los miembros del Equipo Editorial. Los autores deben realizar los ajustes solicitados por los evaluadores y el Equipo Editorial en el plazo que se señale. La Revista se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se incluyen, lo que depende del cumplimiento en la entrega de la documentación solicitada. Durante el proceso de edición, los autores pueden ser consultados por el Equipo Editorial para resolver las inquietudes existentes. No obstante, la Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo. En el proceso de evaluación y de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores. Los autores y/o titulares de los artículos aceptados autorizan la utilización de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes/ Facultad de Ciencias Sociales, para incluir su escrito o artículo en la Revista de Estudios Sociales (versión electrónica y versión impresa).

137


138

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

En caso de que un artículo quiera incluirse posteriormente en otra publicación, deben señalarse claramente los datos de la publicación original en la Revista de Estudios Sociales, previa autorización del Equipo Editorial de la Revista. Los autores reciben dos ejemplares impresos del número en el que participan.

Parámetros para la presentación de artículos

Es requisito indispensable que en el momento de la remisión los artículos cumplan con los parámetros establecidos por la Revista de Estudios Sociales: •

• •

Estar escritos en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, con interlineado 1 ½ , paginado, en papel tamaño carta y con márgenes de 2,5 cm. Las notas a pie de página deben estar en Times New Roman 10 y a espacio sencillo. Tener una extensión entre 7.000 y 10.000 palabras en total, incluidos los resúmenes y las palabras clave, la bibliografía y las notas a píe de página, entre otros. Tener resumen del artículo en español, no superior a 120 palabras, y su respectiva traducción al español o al inglés. El título del texto debe ser presentado en ambos idiomas. Tener entre tres y seis palabras clave que identifiquen el artículo, tanto en inglés como en español. Las palabras clave deben reflejar el contenido del documento, y por ello es necesario que señalen las temáticas precisas del artículo, rescatando las áreas de conocimiento en las que se inscribe y los principales conceptos. Se recomienda revisar los términos y jerarquías establecidos en los listados bibliográficos (Thesaurus), y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y palabras clave. Cuando una palabra no se encuentre normalizada en Thesaurus, debe señalarse. Estar escritos en un lenguaje académico accesible a públicos de diferentes disciplinas. En un archivo aparte incluir los datos de los autores: títulos académicos, afiliación institucional, grupo o líneas de investigación (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo incluir la información de procedencia del artículo. En caso de que éste sea resultado de una investigación, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora, si aplica. Cuando los contenidos utilizados tengan un número de identificación DOI este debe incluirse en el listado de referencias.

Reglas de edición •

La primera vez que se use una sigla o abreviatura, debe ir entre paréntesis y en mayúscula después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la sigla o abreviatura.

Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. La Revista de Estudios Sociales utiliza el formato Author-Date References de Chicago Manual of Style, en su última edición, para presentar las citas y referencias incluidas en el artículo. Deben tenerse en cuenta los detalles de puntuación exigidos (coma, punto, dos puntos, paréntesis, etcétera) y la información requerida. El listado bibliográfico debe incluir las referencias que han sido citadas dentro del texto (en una relación 1 a 1), enumeradas y en orden alfabético. Es indispensable incluir los nombres completos de los autores y/o editores en cada una de las referencias.

A continuación se presentan los ejemplos que muestran las diferencias entre la forma de citar dentro del texto (T) y la forma de citar en la lista bibliográfica (B).

Libro de un solo autor:

T: (Abello 2003, 56) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogotá: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana.

Libro de dos o tres autores:

T: (Drennan, Herrera y Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera y Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidad de los Andes.

Cuatro o más autores:

T: (Laumann et al. 1994, 30) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael y Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Capítulo de libro:

T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. En Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, editado por Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes.

Introducciones, prefacios o presentaciones:

T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introducción/prefacio/presentación a The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press.

Artículo de revista (impresas o en línea):

T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05

En caso de que la revista tenga volumen y número, se citará de la siguiente manera: Apellido, Nombre. Año. Título. Nombre de la revista volumen, no. #: Páginas. Ejemplo: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375.

Artículo de prensa (con autor y sin él):

final del texto, deben recogerse todas las referencias primarias en un listado separado del bibliográfico. Presentar los cuadros, tablas, imágenes y gráficas numerados al final del documento, y para el caso de imágenes o gráficas, en archivo aparte (jpg o tiff 300 dpi y 240 pixeles) en alta resolución. Es responsabilidad de los autores gestionar y entregar a la Revista el permiso para la publicación de las imágenes, así como la entrega de las imágenes en la calidad requerida para la diagramación. En caso de no cumplir con la calidad solicitada la Revista no se compromete con su publicación. Es necesario que dentro del texto se indique el lugar donde se ubica cada cuadro/tabla/imagen/gráfico. Esta instrucción se presenta entre paréntesis, de la siguiente manera: [Insertar Cuadro 1 aquí]

T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 de mayo, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf. T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 de enero, 12.

Reseña de libro:

Parámetros para la presentación de reseñas

T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Reseña del libro Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, de Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178.

Tesis o disertación y otros documentos inéditos:

T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena”, disertación doctoral, Stockholm University.

Ponencias:

T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59”. Ponencia presentada en el Annual International Meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago.

Documentos recuperados de internet:

T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organización Panamericana de La Salud. www.bvs-psi.org.br. Nota: en ningún caso se utiliza op. cit., ibid. o ibidem. •

Los artículos que incluyan fuentes de archivo deben presentar las referencias en notas a pie de página, numeradas, de manera que faciliten al lector la identificación y el acceso a los documentos en el archivo correspondiente. Es necesario indicar: Siglas del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., f. o ff. (lugar, fecha, y otros datos pertinentes). La primera vez se cita el nombre completo del archivo con la abreviatura en mayúsculas entre paréntesis, y después, sólo la abreviatura. Al

• • •

Estos recursos deben incluirse en número moderado y buscando siempre que sean claros, legibles y pertinentes para la argumentación del artículo.

Estar escritas en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, con interlineado 1 ½ , paginado, en papel tamaño carta y con márgenes de 2,5 cm. Tener una extensión de entre 1.500 y 2.000 palabras en total. Incluir datos completos del texto reseñado (autor, título, fecha, ciudad, editorial y páginas totales). Incluir los datos del autor: títulos académicos, lugar de trabajo o estudio actual, grupo de investigación al que pertenece y correo electrónico. Se espera que las reseñas no solamente den cuenta del contenido del libro, sino que incorporen una perspectiva crítica y analítica.

Políticas éticas Publicación y autoría

La Revista de Estudios Sociales fue creada en 1998 y es financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). La oficina de la Revista está ubicada en el Edificio Franco, Of. GB-417; la página web es http://res.uniandes.edu.co/; el correo electrónico res@ uniandes.edu.co; y el teléfono de contacto 3394999, extensión 4819. La Revista tiene la siguiente estructura: Equipo Editorial —compuesto por el Director, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia), Editor, Coordinador Editorial y Gestor Editorial—, Consejo Editorial (Comité Editorial y Comité Científico), Comité de Revistas de la Facultad y Equipo de Soporte Administrativo y Técnico. Los miembros del Consejo Editorial son evaluados bianualmente en función de su prestigio en la disciplina y producción académica.

139


140

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

Los artículos presentados a la Revista de Estudios Sociales deben ser originales e inéditos y no deben estar simultáneamente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con otra publicación. Si los autores de un artículo publicado en la Revista quieren incluirlo posteriormente en otra publicación (revista, compilación o libro) debe contar con la autorización del Editor y señalar los datos de la publicación original. Asimismo, cuando la Revista tenga interés en reproducir un artículo previamente publicado, se compromete a pedir la autorización correspondiente a la editorial donde apareció por primera vez.

Responsabilidades de los autores

Los autores deben enviar los artículos al correo electrónico: res@uniandes.edu.co en las fechas establecidas en cada convocatoria. La Revista tiene normas para los autores, de acceso público, con los requisitos para la presentación de artículos, así como las reglas de edición que pueden consultarse en: Política Editorial o al final de la versión impresa de la Revista. Aunque el Equipo Editorial es responsable de aprobar los artículos con base en criterios de calidad, rigurosidad investigativa y teniendo en cuenta las evaluaciones realizada por dos pares académicos, nacionales e internacionales, los autores son los responsables de las ideas allí expresadas, así como de la idoneidad ética del artículo. Los autores tienen que hacer explícito que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. También es responsabilidad de los autores asegurarse de tener las autorizaciones para usar, reproducir e imprimir el material que no sea de su propiedad/autoría (cuadros, gráficas, mapas, diagramas, fotografías, etcétera). Los autores aceptan someter los textos a la evaluación de pares externos y se comprometen a tener en cuenta sus observaciones, así como las del Equipo Editorial, al momento de revisar el documento. Estas modificaciones deben ser realizadas en el plazo que el Equipo Editorial indique. Luego que la Revista reciba el artículo modificado, se les informa a los autores acerca de su aprobación definitiva. Cuando los textos sometidos a la Revista de Estudios Sociales no son aceptados para publicación, el Equipo Editorial envía una notificación a los autores explicando los motivos de esta decisión. Durante el proceso de edición, el Equipo Editorial puede consultar a los autores para resolver inquietudes. En el proceso de evaluación y de edición, el correo electrónico es el medio de comunicación privilegiado entre la Revista y los autores. El Equipo Editorial se reserva la última palabra sobre la publicación de un artículo y el número en el cual se publica. Esa fecha se cumple siempre y cuando los autores entreguen toda la documentación solicitada en el plazo indicado. La Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo al documento antes de la publicación.

Los autores de los textos aceptados deben autorizar a la Universidad de los Andes a usar los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución), mediante la firma del “Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual”, para incluir el texto en la Revista de Estudios Sociales (versión electrónica e impresa). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros.

Revisión por pares/responsabilidades de los evaluadores

Cuando se recibe un artículo, el Equipo Editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista, teniendo en cuenta formato, calidad (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía) y pertinencia del documento. Después de esta primera revisión, se seleccionan los artículos que inician el proceso de arbitraje. Los textos son, en esta instancia, sometidos a la evaluación de dos pares académicos, nacionales e internacionales (al menos el 50% con afiliación internacional) y al concepto del Equipo Editorial, quien se reserva la última palabra de los contenidos a publicar. El resultado se comunica a los autores en un período máximo de seis meses a partir de la recepción del artículo. Cuando el proceso de evaluación exceda este plazo, el Equipo Editorial debe informar a los autores. Los evaluadores deben declarar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y con los temas sobre los que van a conceptuar. Ante cualquier duda se reemplaza al evaluador. La Revista tiene un formato de evaluación que incluye preguntas con criterios cuidadosamente definidos. Los evaluadores tienen la responsabilidad de sugerir la aceptación, rechazo o aprobación con modificación del artículo arbitrado. Durante la evaluación, los nombres de los autores y de los evaluadores son mantenidos en anonimato.

Responsabilidades editoriales

El Equipo Editorial, junto con el Consejo Editorial, es responsable de definir las políticas editoriales para que la Revista cumpla con los estándares que permitan su posicionamiento como publicación académica de reconocida calidad internacional. La revisión continua de estos parámetros asegura que la Revista mejore y satisfaga las expectativas de la comunidad académica. Así como la Revista publica normas editoriales, que se espera sean cumplidas, también se compromete a publicar correcciones, aclaraciones, rectificaciones y a dar justificaciones cuando la situación lo amerite. El Equipo Editorial es responsable de seleccionar los mejores artículos para la publicación. Esta selección se hace con base en las recomendaciones derivadas del proceso de evaluación y revisión editorial del artículo, en el que se tienen en cuenta criterios de calidad, relevancia, originalidad y contribución a la disciplina. En este mismo sentido, cuando un artículo es rechazado, la justificación que se les da a los autores debe orientarse hacia estos aspectos.


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

El Equipo Editorial es responsable de vigilar el proceso editorial de todos los artículos que se postulan a la Revista, y debe desarrollar mecanismos de confidencialidad durante el proceso de evaluación por pares hasta su publicación o rechazo. Cuando la Revista recibe quejas de cualquier tipo, el Equipo Editorial debe responder prontamente, de acuerdo con las normas establecidas por la publicación; en caso de que el reclamo lo amerite, debe asegurarse de que se lleve a cabo la adecuada investigación tendiente a la rápida resolución del problema. Cuando se reconoce una falta de exactitud

o un error en un contenido publicado se hacen las correcciones y/o aclaraciones en la página web de la Revista. Tan pronto un número de la Revista es publicado, el Equipo Editorial y el Equipo de Publicaciones son responsables de la difusión y distribución entre los colaboradores, evaluadores, y las entidades con las que se hayan establecido acuerdos de intercambio, así como entre los repositorios y sistemas de indexación nacionales e internacionales, y de hacer los envíos a los suscriptores activos.

141


142

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

E D I T O R I A L

P O L I C Y

Norms for Authors Type of articles, dates and forms of reception

The objective of the Revista de Estudios Sociales (RES) is to contribute to the dissemination of the research, analyses and opinions that the national and international academic community elaborates on social problems, as well as those of other sectors of society that also deserve to be known by the public. In this way, the journal seeks to broaden the field of knowledge on subjects that will contribute to a better understanding of the most immediate reality and the living conditions of the population. RES is a quarterly publication (JanuaryMarch, April-June, July-September, October-December) that comes out at the beginning of each of these periods, created in1998 and funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). RES publishes previously unpublished articles in Spanish, English and Portuguese that present the results of research in the social sciences, theoretical reflections and revisions, reviews and bibliographical essays, that contribute to relevant debates on topics proper to disciplines like Anthropology, History, Sociology, Political Science, Philosophy, Psychology, Cultural Studies. In exceptional cases it includes articles that have already been published, as long as they are relevant to the discussions and issues dealt with in the journal, and their contribution to the consolidation of dialogue and the exchange of ideas in current academic debates is recognized. All the articles published have a DOI identification number that, in accordance with international editorial policies, must be cited by authors who use the contents, along with the abbreviated title of the journal: rev. estud. soc. The dates for reception of open theme articles and for dossier articles are announced in the respective calls for articles, which are published on the journal’s web page. Articles should be sent to the journal’s email address res@uniandes.edu.co. The Revista de Estudios Sociales does not charge the authors for the costs of the editorial processes. RES subjects all the articles it receives in response to its calls for articles to a plagiarism detection test. When plagiarism is detected, either total or partial (i.e., lacking the corresponding citation), the text is not sent for evaluation and the authors are notified of the reason for its rejection.

Due to the number of articles that the Revista de Estudios Sociales receives in each call for articles, it does not publish more than one article by the same author within a two-year period.

Evaluation of articles and the editorial process

When an article arrives, the journal immediately acknowledges having received it and the Editorial Team proceeds to see whether it fulfills the basic established requirements (rules for citation and formal presentation), as well as its relevance for appearing in a journal on Social Sciences (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography). Articles that pass this first filter are then subjected to a process of arbitration by two evaluators, national and international (at least 50% with international affiliation), and reviewed by the Editorial Team. During the evaluation, the names of the authors and of the evaluators are kept anonymous and the results of the evaluation are reported within a maximum period of six months. In cases that exceed this time limit, RES communicates with the authors. Authors are informed of the final decision to publish or to reject an article by means of a written notification issued by a member of the Editorial Team. Authors must make the adjustments requested by the evaluators and the Editorial Team within the indicated deadline. RES reserves the last word on the publication of articles and the issue in which they are to be included, which depends on the author’s fulfillment of requirements regarding delivery of the documentation requested. During the editing process, the Editorial Team may consult the authors in order to resolve concerns regarding their articles. Nonetheless, the journal reserves the right to make minor corrections of style. In both the evaluation and the editing process, email is the preferred means of communication with the authors. The authors of and/or holders of rights to articles that are accepted must authorize the use of the author’s economic rights (reproduction, public communication, transformation and distribution) to the Universidad de los Andes/ School of Social Sciences in order to include their texts in the Revista de Estudios Sociales (electronic version and print version). When someone wishes to include an article in another publication at a later date, they must clearly indicate


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

the data regarding its original publication in Revista de Estudios Sociales, and obtain previous authorization from the Editorial Team of RES. Authors receive twoprinted copies of the issue in which they participate.

Parameters for the presentation of articles

When articles are submitted for consideration, it is indispensable that they fulfill the following parameters established by the Revista de Estudios Sociales: •

• •

They should be written in Word format, Times New Roman size 12 font, 1½ spacing, paginated, on letter size pages with 2.5 cm margins. Footnotes should be in Times New Roman size 10 Font, single-spaced. They should be between 7,000 and 10,000 words long, including abstracts and keywords, bibliography and footnotes, etc. There should be a summary in Spanish, of no more than 120 words, and its respective translation into Spanish or English. The title of the text should be presented in both languages. There should be a list of three to six key words that identify the article, which should also be presented in English and in Spanish. The keywords should reflect the content of the document, and that is why it is necessary that they indicate the exact topics of the article, showing the areas of knowledge in which they arise and the main concepts involved. It is recommended that authors review the terms and hierarchies established in the bibliographical lists (Thesaurus), and that they make an effort achieve a correspondence between titles, abstracts, and keywords. When a word does not appear normalized in Thesaurus, the fact should be pointed out. They should be written in academic language accessible to reading publics from different disciplines. The author’s data should be included in a separate file: academic degrees, institutional affiliation, research group or lines of research (if applicable), two latest publications, and email address. The same file should include information regarding the origin of the article. If it is based on the results of research, indicate the project that it is part of and the name of the financing institution, if applicable. When the contents used have a DOI identification number, it should be included in the list of references.

Editing rules •

The first time an acronym or abbreviation is used, it should be written in capital letters and placed in parenthesis after the complete form; the acronym or abbreviation is used alone on subsequent occasions. Quotations that are more than four lines long should be placed in the format for long quotations, singlespaced, in type size 11, with reduced margins.

The Revista de Estudios Sociales uses the Author-Date References format, as outlined in the latest edition of the Chicago Manual of Style for presenting quotations and references included in the article. The necessary details of punctuation (comma, period, colon, parenthesis, etc.) and the required information should be taken into account. The bibliographical list should include the references that have been cited within the text (in a one-to-one relation), enumerated and in alphabetical order. It is indispensable to include the complete names of the authors and/or editors in each one of the references.

The following examples are presented to show the differences between the brief parenthetical form of citation to be used within the text (T), and the full form of citation to be used in the bibliography (B).

Book by a single author:

T: (Abello 2003) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogota: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana.

Book by two or three authors:

T: (Drennan, Herrera and Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera y Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidad de los Andes.

Book by four or more authors:

T: (Laumann et al. 1994) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael and Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Book chapter:

T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. In Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, edited by Enrique Chaux, Juanita Lleras y Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes.

Introduction, preface o presentation:

T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introduction / preface / presentation to The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press.

Magazine article (print or online):

T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista

143


144

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05 When the reference to an article in a journal includes a volume and issue number, it will be cited in the following way: Last name, First name. Title of article. Name of journal, volume, n°: page numbers. Example: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375.

Press article (with author and without it):

T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 May, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 January, 12.

Book review:

T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Review of Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, by Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178.

Thesis or dissertation:

T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena.” PhD diss., Stockholm University, Sweden.

Paper presented at a meeting or conference:

T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59.” Paper presented at the annual international meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago.

Online documents:

T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organización Panamericana de La Salud. www.bvs-psi.org.br Note: Ibid, ibidem or op. cit. should not be used in these cases. •

Articles that include archival sources should present the references in footnotes, numbered, so as to facilitate the reader’s identification of and access to the documents in the corresponding archive. It is necessary to indicate: Initials of the archive, Section, Fondo, vol./ leg./t., f. or ff. (place, date, and other relevant data). The complete name of the archive is cited the first time, followed by the abbreviation written in capital letters and placed in parenthesis. The abbreviation is used

alone on subsequent occasions. All primary references should be grouped together in a separate section of the bibliographical list at the end of the text. Charts, tables, images and graphs should be numbered and presented at the end of the document, and in the case of images or graphs, in a separate file (jpg or tiff 300 dpi and 240 pixels) with high resolution. The authors are responsible for obtaining permission to publish the images, delivering said permission to RES, and making sure that the images are delivered in the conditions of quality required for the layout of the magazine. The journal does not commit itself to publishing items that do not meet the conditions of quality requested. It is necessary to indicate the exact place where each chart/table/image/graph is to be inserted into the text. This instruction should be presented in brackets, in the following way: [Insert Chart 1 here] Only a moderate number of these resources should be included and they should always be clear, legible and relevant for the argumentation of the article.

Parameters for the presentation of reviews •

• •

They should be written in Word format, in Times New Roman font, type size 12, with 1½ spacing, paginated, on letter size paper with 2.5 cm margins. They should come to a total of between 1,500 and 2,000 words in length. They should include the complete data for the text reviewed (author, title, date, city, publisher and total number of pages). They should also include the author’s data: academic degrees, current place of work or study, research group and email address. Reviews are expected not only to give an account of the content of the book, but to incorporate a critical and analytical perspective as well.

Ethical policies Publication and authorship

The Revista de Estudios Sociales was created in 1998 and is funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). The office of the journal is located in the Franco Building, Off. GB-417; the web page is http://res.uniandes.edu.co/; the email address is res@uniandes.edu.co; and the telephone number is 339 4999, extension 4819. The journal has the following structure: Editorial Team —composed of the Director, the Dean of the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia), the Editor, the Editorial Coordinator and the Editorial Manager—, Editorial Council (Editorial Committee and Scientific Committee), Board of Journals of the School


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

of Social Sciences and the Administrative and Technical Support Team. The members of the Editorial Council are evaluated biannually with respect to their prestige within the discipline and their academic production. Articles presented to the Revista de Estudios Sociales must be original and unpublished and must not be simultaneously undergoing a process of evaluation or have editorial commitments with any other publication. If the authors of an article published in the journal wish to include it in another publication at a later date (journal, compilation or book) they must obtain the authorization of the Editor and indicate the data of the original publication. In the same way, when the journal has an interest in reproducing a previously published article, it is committed to requesting the corresponding authorization from the original publisher.

Responsibilities of the authors

The authors should send the article to the email address: res@uniandes.edu.co within the time limits established in each call for articles. The journal has publicly accessible norms for authors, with the requirements for the presentation of articles, as well as the editing rules that can be consulted through: Política Editorial on the web page or at the end of the printed version of the journal. Even though the Editorial Team is responsible for approving articles based on criteria of quality and investigative excellence and taking into account the evaluations done by two academic peers, national and international, the authors are responsible for the ideas expressed in them, as well as for its ethical standards. The authors must explicitly state that the text is of their own authorship and that the intellectual property rights of third parties are respected in it. It is also the responsibility of the authors to make sure to have the authorizations to use, reproduce and print the material that is not their property or of their own authorship (charts, graphs, maps, diagrams, photographs, etc.). The authors agree to submit their texts to evaluation by external peers and commit themselves to taking the evaluators’ observations into account, as well as those made by the Editorial Team in reviewing the document. These modifications must be made within the time period indicated by the Editorial Team. After the journal receives the modified article, the authors are informed of its final approval. When texts submitted to the Revista de Estudios Sociales are not accepted for publication, the Editorial Team notifies the authors and explains the reasons for the decision. During the editing process, the Editorial Team may consult the authors to resolve concerns regarding the articles. In the process of evaluation and editing, email is the preferred means of communication between the journal and the authors.

The Editorial Team reserves the last word regarding the publication of articles and the issues in which they are to be published. The publication date will be respected as long as the authors deliver all the requested documentation within the indicated time limit. The journal reserves the right to make minor corrections of style before the document is published. The authors of texts that are accepted must authorize the Universidad de los Andes to use the author’s economic rights (reproduction, public communication, transformation and distribution), by signing the “Document of Authorization of Use of Intellectual Property Rights,” to include the text in the Revista de Estudios Sociales (electronic and printed version). In the same document, the authors must confirm the fact that the text is of their own authorship and that the intellectual property rights of third parties are respected in it.

Peer review/responsibilities of the evaluators

When an article is received, the Editorial Team checks to see if it fulfills the basic requirements established by the journal, taking into account the format, quality (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography) and relevance of the document. After this first review, the articles that will begin the arbitration process are selected. In this stage the texts are subjected to evaluation by two academic peers, national and international (at least 50% with international affiliation) and to the opinion of the Editorial Team, which reserves the last word regarding which contents are to be published. The results are communicated to the authors within a maximum period of six months from the date of receipt of the article. When the process of evaluation exceeds this time limit, the Editorial Team must inform the authors. The evaluators must declare on the evaluation format that they have no conflict of interest with the authors or with the topics on which they are going to render judgment. When there is any doubt, the evaluator is replaced. The journal has an evaluation format that includes questions with carefully defined criteria. The evaluators have the responsibility of suggesting the acceptance, rejection, or approval with modification of the arbitrated article. During the evaluation, the names of the authors and of the evaluators are kept anonymous.

Editorial responsibilities

The Editorial Team, together with the Editorial Council, is responsible for defining the editorial policies so that the journal meets the standards that will make it possible to position it as an academic publication of internationally recognized quality. The continual revision of these parameters ensures that the journal will continue to improve and fulfill the expectations of the academic community.

145


146

Revista de Estudios Sociales ¡ Universidad de los Andes

Just as the journal publishes the editorial norms that it expects the authors to comply with, it is also committed to publishing corrections, clarifications, rectifications and to justifying its decisions when the situation warrants it. The Editorial Team is responsible for selecting the best articles for publication. The selection is done on the basis of the recommendations derived from the process of evaluation and editorial review of the article, in which the criteria of quality, relevance, originality and contribution to the discipline are taken into account. In this same sense, when an article is rejected, the explanation given to the authors should be oriented towards these aspects. The Editorial Team is responsible for overseeing the editorial process of all the articles submitted to the journal, and it must develop mechanisms for ensuring confiden-

tiality during the process from the time of evaluation by peers until its approval for publication or rejection. When the journal receives complaints of any type, the Editorial Team must respond promptly, in accordance with the norms it has established and, when warranted, it must ensure that the case is investigated properly so as to bring about a rapid resolution of the problem. When a lack of precision or an error in a published content is recognized, the corrections and/or clarifications are made on the journal’s web page. As soon as an issue of the journal is published, the Editorial Team and the Publications Team take charge of its dissemination and distribution among collaborators, evaluators, and entities with which exchange agreements have been established, and national and international repositories and indexation systems, as well as the mailings to active subscribers.


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

P O L Í T I C A

E D I T O R I A L

Instruções aos autores Tipo de artigos, datas e modalidades de recepção

A Revista de Estudios Sociales (RES) tem como objetivo contribuir para a difusão de pesquisas, análises e opiniões que a comunidade acadêmica nacional e internacional, além de outros setores da sociedade, elabora sobre os problemas sociais que merecem ser conhecidos pela opinião pública. Dessa maneira, a Revista busca ampliar o campo do conhecimento em matérias que contribuam para entender melhor a realidade mais imediata e as condições de vida da população. A Revista é uma publicação trimestral (janeiro-março, abril-junho, julho-setembro e outubrodezembro), que se publica no início de cada período. Ela foi criada em 1998 e é financiada pela Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Colômbia). A Revista publica artigos inéditos em espanhol, inglês e português, que apresentam resultados de pesquisa em Ciências Sociais, reflexões e revisões teóricas, resenhas e ensaios bibliográficos, que contribuem para os debates relevantes sobre temas próprios de disciplinas como antropologia, história, sociologia, ciência política, filosofia, psicologia, estudos culturais. Em casos excepcionais, incluem-se artigos que já tenham sido publicados, contanto que se reconheçam sua pertinência dentro das discussões e das problemáticas abordadas na Revista, e sua contribuição para a consolidação do diálogo e do intercâmbio de ideias nos debates vigentes da academia. Todos os artigos publicados contam com um número de identificação DOI, que, de acordo com as políticas editoriais internacionais, deve ser citado pelos autores que utilizam os conteúdos, assim como o título abreviado da Revista: rev. estud. soc. As datas de recepção de artigos de um tema aberto e para o dossiê são informadas nos respectivos editais, os quais são publicados na página web da Revista. Os artigos devem ser enviados ao e-mail res@uniandes.edu.co. A Revista de Estudios Sociales não cobra dos autores pelos custos dos processos editoriais. A Revista submete todos os artigos que recebe em seus editais à ferramenta de detecção de plágio. Quando este é detectado total ou parcialmente (sem a citação correspondente, por exemplo), a Revista não envia o texto à avaliação e notifica os autores do motivo da recusa. Considerando a quantidade de artigos que a Revista recebe em cada edital, não se publicam artigos de um mesmo autor num período de dois anos.

Parecer de artigos e processo editorial Quando um artigo chega à Revista, acusa-se seu recebimento de imediato, e a Equipe Editorial procede a conferir se este cumpre com os requisitos básicos exigidos por ela (normas de citação e apresentação formal), bem como sua pertinência para estar numa publicação de Ciências Sociais (objetivo, referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia). Em seguida, os artigos que passam por esse primeiro filtro são submetidos a um processo de arbitragem sob a responsabilidade de dois pareceristas, nacionais e internacionais (com, pelo menos, 50% de afiliação internacional), e ao conceito da Equipe Editorial. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto os dos avaliadores são mantidos em anonimato, e a Revista informa o parecer num prazo máximo de seis meses; caso ultrapasse esse tempo, os autores serão informados. A decisão final de publicar ou recusar os artigos se notifica por meio de um conceito escrito emitido por um dos membros da Equipe Editorial. Os autores devem realizar os ajustes solicitados pelos pareceristas e pela Equipe Editorial no prazo indicado. A Revista tem a última palavra sobre a publicação dos artigos e o número no qual serão incluídos, o que depende da entrega da documentação solicitada aos autores. Durante o processo de edição, os autores podem ser consultados pela Equipe Editorial para resolver as dúvidas existentes. Contudo, a Revista se reserva o direito de fazer correções de forma e adequações ao seu perfil gráfico. No processo de avaliação e edição, a comunicação com os autores será feita por e-mail. Os autores e/ou titulares dos artigos aceitos autorizam a utilização dos direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) à Universidad de los Andes/Faculdade de Ciências Sociais, para incluir seu texto na Revista de Estudios Sociales (versão eletrônica e impressa). Caso se queira incluir um artigo em outro periódico, devem ser mencionados claramente os dados de publicação original na Revista de Estudios Sociales, com prévia autorização da Equipe Editorial da Revista. Os autores recebem dois exemplares impresos do número do qual participam.

147


148

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

Parâmetros para a apresentação de artigos

É indispensável que, no momento de enviar um artigo, este cumpra com os parâmetros estabelecidos pela Revista de Estudios Sociales. •

• •

Estar escrito em formato Word, em letra Times New Roman, corpo 12, com espaço entrelinhas de 1,5, paginado, em tamanho carta e com margens de 2,5 cm. As notas de rodapé devem estar em Times New Roman, corpo 10 e com espaço entrelinhas simples. Ter uma extensão entre 7.000 e 10.000 palavras em total, incluídos os resumos, as palavras-chave, a bibliografia e as notas de rodapé, entre outros. Ter o resumo do artigo em espanhol que não ultrapasse 120 palavras e sua respectiva tradução a espanhol e inglês. O título do texto deve ser apresentado em ambos os idiomas. Ter entre três e seis palavras-chave que identifiquem o artigo, tanto em inglês quanto em espanhol. As palavraschave devem refletir o conteúdo do documento e, por isso, é necessário que indiquem as temáticas precisas do artigo, resgatando as áreas de conhecimento nas quais se inscreve e os principais conceitos. Recomenda-se conferir os termos e as hierarquias estabelecidos nas listas bibliográficas (tesauros) e buscar correspondência entre títulos, resumos e palavras-chave. Quando uma palavra não estiver normalizada em tesauros, deve ser indicada. Estar escrito numa linguagem acadêmica acessível a públicos de diferentes disciplinas. Numa folha de rosto, incluir os dados dos autores: títulos acadêmicos, afiliação institucional, grupo ou linha de pesquisa (se aplicar), últimas duas publicações e e-mail. Nesse mesmo arquivo, incluir a informação de procedência do artigo (caso este seja resultado de uma pesquisa, a informação do projeto do qual faz parte e o nome da instituição financiadora, se aplicar). Quando os conteúdos utilizados tiverem um número de identificação DOI, este deve ser incluído na lista de referências.

Regras de edição •

Quando usar siglas, explicá-las na primeira vez que surgirem. Nas seguintes menções, usar somente a sigla ou a abreviatura. As citações textuais que ultrapassarem quatro linhas devem ser colocadas como citação longa, com espaço entrelinhas simples, corpo 11 e margens reduzidas. A Revista de Estudios Sociales utiliza o sistema autor-data do Chicago Manual of Style, última edição, para apresentar as citações e as referências incluídas no artigo. Os autores devem considerar os detalhes de pontuação exigidos (vírgula, ponto, dois-pontos, parênteses etc.) e a informação requerida. A lista bibliográfica deve incluir as referências que foram citadas no texto (numa relação 1 a 1), enumeradas e em ordem alfabética. É indispensável incluir os nomes completos

dos autores e dos editores, quando for o caso, em cada uma das referências. A seguir, apresentam-se alguns exemplos que mostram as diferenças entre a forma de citar no texto (T) e a forma de citar na lista bibliográfica (B).

Livro de só um autor:

T: (Abello 2003) B: Abello, Ignacio. 2003. Violencias y culturas. Bogotá: Universidad de los Andes – Alfaomega Colombiana.

Livro de dois ou três autores:

T: (Drennan, Herrera e Uribe 1989, 27) B: Drennan, Robert, Luisa Fernanda Herrera e Carlos Alberto Uribe. 1989. Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata. El contexto medioambiental de la ocupación humana. Tomo 1. Bogotá: Pittsburg University – Universidade de Los Andes.

Quatro ou mais autores:

T: (Laumann et al. 1994) B: Laumann, Edward, John Gagnon, Robert Michael e Stuart Michaels. 1994. The Social Organization of Sexuality: Sexual Practices in the United States. Chicago: University of Chicago Press.

Capítulo de livro:

T: (Saldarriaga 2004, 32-33) B: Saldarriaga, Lina María. 2004. “Aprendizaje cooperativo”. Em Competencias ciudadanas: de los estándares al aula. Una propuesta integral para todas las áreas académicas, editado por Enrique Chaux, Juanita Lleras e Ana María Velásquez, 102-135. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional – Universidad de los Andes.

Introdução, prefácio o apresentação:

T: (Sanders 2014, 15) B: Sanders, James. 2014. Introdução / prefácio / apresentação a The Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury Latin America. Durham: Duke University Press.

Artigo de revista (impresso ou on-line):

T: (Aguilar 2008, 27) B: Gutiérrez Rivera, Lirio. 2008. “Assimilation or Cultural Difference? Palestinian Immigrants in Honduras”. Revista de Estudios Sociales 48: 57-68. http://dx.doi.org/10.7440/ res48.2014.05 Caso a revista tenha volume e número, será citada da seguinte maneira: Sobrenome, Nome. Ano. Título. Nome da revista volume, n.: páginas. Exemplo: Guttman, Allen. 2003. “Sport, Politics and the Engaged Historian”. Journal of Contemporary History 38 (3): 363-375.


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

Artigo de imprensa (com ou sem autor):

T: (Martin 2002) B: Martin, Steve. 2002. “Sports-interview Shocker”. New Yorker, 6 de maio, 30, http://www.cabrini.edu/Library/ documents/ChicagoStyleGuide.pdf T: (“Aprenda usted a vivir” 1966) B: “Aprenda usted a vivir: nuestro enemigo cada día”. 1966. El Correo, 22 de janeiro, 12.

[Inserir Quadro 1 aqui] •

Resenha de livro:

T: (Duque 2008) B: Duque, Juliana. 2008. Resenha do livro Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos, de Mary Weismantel. Revista de Estudios Sociales 29: 177-178.

Dissertação ou Tese:

T: (Amundin 1991, 22-29) B: Amundin, Mats. 1991. “Click Repetition Rate Patterns in Communicative Sounds from the Harbour Porpoise, Phocoena phocoena”. Tese de Doutorado, Stockholm University.

Palestras:

T: (Doyle 2002) B: Doyle, Brian. 2002. “Howling Like Dogs: Metaphorical Language in Psalm 59”. Palestra apresentada no Annual International Meeting for the Society of Biblical Literature. The University of Chicago.

Documentos recuperados da internet:

T: (Sabo 2000) B: Sabo, Don. 2000. Comprender la salud de los hombres: un enfoque relacional y sensible al género. Organização Pan-americana da Saúde. www.bvs-psi.org.br Nota: em nenhum caso, utilizam-se as expressões op. cit., ibid. ou ibidem. •

Os artigos que incluírem fontes de arquivo devem apresentar as referências em notas de rodapé, numeradas de maneira que facilitem ao leitor a identificação e o acesso aos documentos no arquivo correspondente. É necessário indicar: siglas de arquivo, seção, fundo, vol./leg./t., f. ou ff. (lugar, data e outros dados pertinentes). A primeira vez se cita o nome completo do arquivo com a abreviatura em maiúscula entre parênteses e, depois, só a abreviatura. Ao final do texto, devem relacionar todas as referências primárias numa lista separada da bibliográfica. Apresentar quadros, tabelas, imagens e gráficos numerados no final do documento, e para o caso de imagens ou gráficos em arquivo separado (jpg ou tiff 300 dpi e 240 pixels) e em alta resolução. É responsabilidade dos autores entregarem à Revista a autorização para a publicação das imagens, bem como a entrega das imagens na qualidade requerida para a diagramação. Caso não cumpra com a qualidade solicitada, a Revista não se compromete com sua publicação.

É necessário que dentro do texto se indique o lugar onde se localiza cada quadro/tabela/imagem/gráfico. Essa instrução deve estar entre colchetes da seguinte maneira:

Esses recursos devem ser usados moderadamente, além de serem claros, legíveis e pertinentes para a argumentação do artigo.

Parâmetros para a apresentação de resenha •

• • •

Estar escrita em formato Word, em letra Times New Roman, corpo 12, com espaço entrelinhas de 1,5, paginado, em tamanho carta e com margens de 2,5 cm. Ter uma extensão de entre 1.500 e 2.000 palavras no total. Incluir dados completos do texto resenhado (autor, título, data, cidade, editora e páginas totais). Incluir os dados do autor: títulos acadêmicos, lugar de trabalho ou estudo atual, grupo de pesquisa ao qual pertence e e-mail. Espera-se que as resenhas não somente deem conta do conteúdo do livro, mas também que incorporem uma perspectiva crítica e analítica.

Políticas éticas Publicação e autoria

A Revista de Estudios Sociales foi criada em 1998 e é financiada pela Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Colômbia). O escritório da Revista está localizado no Edifício Franco, GB-417; a página web é http://res.uniandes.edu.co/; o e- mail, res@uniandes.edu. co; o telefone para contato é o (57 1) 339-4999, ramal 4819. A Revista tem a seguinte estrutura: Equipe Editorial — composta pelo Diretor, Decano da Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Colômbia), Editor, Coordenador Editorial e Gestor Editorial—, Conselho Editorial —Comissão Editorial e Comissão Científica—, Comissão de Revistas da Faculdade e Equipe de Suporte Administrativo e Técnico. Os membros do Conselho Editorial são avaliados bianualmente em função de seu prestígio na disciplina e produção acadêmica. Os artigos apresentados à Revista de Estudios Sociales devem ser originais e inéditos e não devem estar em processo simultâneo de avaliação nem ter compromissos editoriais com outro periódico. Se os autores de um artigo publicado na Revista querem incluí-lo depois em outra publicação (revista, compilação ou livro), devem contar com a autorização do Editor e indicar os dados da publicação original. Da mesma forma, quando a Revista tiver interesse em reproduzir um artigo já publicado, compromete-se em pedir a autorização correspondente à editora onde ele apareceu pela primeira vez.

149


150

Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

Responsabilidades dos autores

Os autores devem enviar os artigos pelo e-mail res@uniandes.edu.co nas datas estabelecidas em cada edital. A Revista tem instruções aos autores, de acesso público, com os requisitos para a apresentação de artigos, bem como as regras de edição, que podem ser consultadas em Política Editorial ou no final da versão impressa da Revista. Embora a Equipe Editorial seja responsável pela aprovação dos artigos com base em critérios de qualidade, rigorosidade investigativa e considere a avaliação dos pareceristas, nacionais e internacionais, os autores são os responsáveis pelas ideias expressas no texto, bem como pela idoneidade ética do artigo. Os autores têm que deixar explícito que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros. Também é responsabilidade dos autores garantirem as autorizações para usar, reproduzir e imprimir o material que não for de sua propriedade ou autoria (quadros, gráficos, mapas, ilustrações, fotografias etc.). Os autores aceitam submeter os textos à avaliação de pareceristas externos e comprometem-se a considerar suas observações, bem como as da Equipe Editorial, no momento de revisar o documento. Essas modificações devem ser realizadas no prazo que a Equipe Editorial indicar. Assim que a Revista receber o artigo modificado e forem verificadas as modificações, ela informará os autores da aprovação definitiva. Quando os textos submetidos à Revista de Estudios Sociales não são aceitos para publicação, a Equipe Editorial envia uma notificação aos autores na qual explica os motivos dessa decisão. Durante o processo de edição, a Equipe Editorial pode consultar os autores para resolver dúvidas. No processo de avaliação e de edição, a comunicação com os autores será feita por e-mail. A Equipe Editorial tem a última palavra sobre a publicação de um artigo e o número em que será publicado. Isso acontece contanto que os autores entreguem toda a documentação solicitada no prazo indicado. A Revista se reserva o direito de fazer correções de forma e adequações ao perfil gráfico no documento antes de sua publicação. Os autores dos textos aceitos devem autorizar a Universidad de los Andes a usar os direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) mediante a assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual” para incluir o texto na Revista de Estudios Sociales (versão eletrônica e impressa). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros.

Avaliação por pares/responsabilidades dos pareceristas

Quando a Equipe Editorial recebe um artigo, avalia se este cumpre com os requisitos básicos exigidos pela Revista, considerando o formato, a qualidade (objetivo,

referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia) e a pertinência do trabalho. Depois dessa primeira conferência, selecionam-se os artigos que iniciam o processo de arbitragem. Os textos são, nesse momento, submetidos ao parecer de dois pares acadêmicos, nacionais e internacionais (com, pelo menos, 50% de afiliação internacional), e ao conceito da Equipe Editorial, que tem a última palavra dos conteúdos a publicar. O resultado é comunicado aos autores num período máximo de seis meses a partir da recepção do artigo. Quando o processo de avaliação ultrapassar esse prazo, a Equipe Editorial deve informar os autores. Os pareceristas devem declarar, no formulário de avaliação, que não têm conflito de interesse com os autores e com os temas sobre os quais emitirão o parecer. Diante de qualquer dúvida, a Revista substituirá o(s) parecerista(s). A Revista tem um formulário de avaliação que inclui perguntas com critérios cuidadosamente definidos. Os pareceristas têm a responsabilidade de sugerir a aceitação, a recusa ou a aceitação com modificações do artigo arbitrado. Durante a avaliação, os nomes dos autores e dos avaliadores são mantidos em anonimato.

Responsabilidades editoriais

A Equipe Editorial, junto com o Conselho Editorial, é responsável pela definição das políticas editoriais para que a Revista cumpra com os padrões que permitem seu posicionamento como publicação acadêmica de reconhecida qualidade internacional. A revisão contínua desses parâmetros garante que ela melhore e satisfaça as expectativas da comunidade acadêmica. Da mesma forma que a Revista publica regras de edição, que espera serem cumpridas, também se compromete a publicar correções, esclarecimentos, retificações e justificativas quando for necessário. A Equipe Editorial é responsável pela seleção dos melhores artigos para publicação. Essa seleção se faz com base nas recomendações derivadas do processo de avaliação e revisão editorial do artigo, em que se têm em conta critérios de qualidade, relevância, originalidade e contribuição para a disciplina. Nesse mesmo sentido, quando um artigo é recusado, a justificativa dada aos autores deve ser orientada a esses aspectos. A Equipe Editorial é responsável por zelar pelo processo editorial de todos os artigos que são submetidos à Revista e deve desenvolver mecanismos de confidencialidade durante o processo de avaliação por pares até sua publicação ou recusa. Quando a Revista receber reclamações de qualquer tipo, a Equipe Editorial deve responder com prontidão, de acordo com as normas estabelecidas por ela; caso a reclamação exigir, deve assegurar-se de realizar a adequada investigação com vistas à rápida resolução do problema. Quando se reconhece uma falta de exatidão ou um erro num


Revista de Estudios Sociales · Universidad de los Andes

conteúdo publicado, fazem-se as correções ou esclarecimentos na página web da Revista. Assim que um número da Revista for publicado, a Equipe Editorial e a Equipe de Publicações são as responsáveis pela

difusão e pela distribuição entre colaboradores, pareceristas e entidades com as quais têm convênios de intercâmbio, bem como entre os repositórios e os sistemas de indexação nacionais e internacionais; além disso, são responsáveis por fazer o envio aos seus assinantes ativos.

151


Revista de Estudios Sociales http://res.uniandes.edu.co


Revista de Estudios Sociales No. 60

EDITORIAL

DOCUMENTOS

8-9

Martha Lux – Universidad de los Andes, Colombia Mateo Morales – Universidad de los Andes, Colombia

TEMAS VARIOS Reflexiones epistemológicas en torno al concepto movimientos sociales: negación y construcción cotidiana de un mundo otro • 12-24

Manuel Garza Zepeda – Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, México Ever Sánchez Osorio – Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología– CIATEJ Guadalajara, México

Social Group Dynamics and Patterns of Latin American Integration Processes • 25-35 Sébastien Dubé – Universidad de Santiago de Chile Consuelo Thiers – University of Edinburgh, Reino Unido

Tan cerca y tan lejos. Los problemas disciplinares entre sociología e historia y la práctica de una nueva sociología histórica • 36-48

Carlos Andrés Charry Joya – Universidad del Rosario, Colombia

Dinámicas comunitarias en desplazados y no desplazados residentes en zonas de exclusión social en Barranquilla (Colombia) • 49-61 Ignacio Ramos-Vidal – Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia y Universidad de Sevilla, España

A Conversation with Carlo Ginzburg • 107-109

Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia Carlo Ginzburg- University of California, Los Ángeles, Estados Unidos y Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia

Conjunctive Anomalies: A Reflection on Werewolves • 110-118

Carlo Ginzburg – University of California, Los Ángeles, Estados Unidos y Scuola Normale Superiore di Pisa, Italia

DEBATE La Epistemología Cualitativa y el estudio de la subjetividad en una perspectiva cultural-histórica. Conversación con Fernando González Rey • 120-127 Fernando González Rey – Centro Universitário do Brasília, Brasil José Fernando Patiño Torres – Universidade Federal do Tocantins, Brasil

LECTURAS Neil Safier. 2016. La medición del Nuevo Mundo. La ciencia de la Ilustración en América del Sur • 129-134 Renán Silva – Universidad de los Andes, Colombia

Efectividad del daño y desdibujamiento del sujeto: aproximaciones a las narrativas sobre el sufrimiento en el conflicto armado colombiano • 62-71 Juan Pablo Aranguren Romero – Universidad de los Andes, Colombia

Religión, medioambiente y desarrollo sustentable: la integralidad en la cosmología católica • 72-86

Juan Cruz Esquivel – Universidad de Buenos Aires, Argentina Fortunato Mallimaci – Universidad de Buenos Aires, Argentina

Espacios de intercambio comercial en Santiago de Chile: tres maneras de aportar a la esfera pública de áreas urbanas • 87-105 Elke Schlack – Universidad Andrés Bello, Chile Rocío Hidalgo – Pontificia Universidad Católica de Chile María Jesús Arce – Pontificia Universidad Católica de Chile Carolina Fariña – Pontificia Universidad Católica de Chile Karin Villarroel – Pontificia Universidad Católica de Chile

Publicaciones · Facultad de Ciencias Sociales · Universidad de los Andes Carrera 1 No. 18A-12 Bogotá, D.C., Colombia · Tels: +571 3394999 Ext 5567 Fax: +57(1) 3324539 http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co · publicacionesfaciso@uniandes.edu.co


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.