Historia Crítica No. 16

Page 1


Contenido La Producción de la Identidad Nacional Chilena Debates y Perspectivas de Investigación Patricio Daza

Mujeres y Familia en la Edad Media Estudio Bibliográfico Abel Ignacio López

Colombia y Venezuela Siglo XX: Entre la Modernidad Democrática y la Modernización Reaccionaria Elementos Críticos para una Historia Comparada Javier Guerrero Barón

Pedro Abelardo y los Estudios Superiores en la Francia del Siglo XII Néstor Miranda Canal

Francisco Antonio Zea y la enseñanza de la agricultura en el Real Jardín Botánico de Madrid Diana E. Soto Arango La Literatura de Viajes como Fuente Histórica: aproximación a las observaciones políticas de los viajeros colombianos en Venezuela Juan Camilo Rodríguez Gómez Los Proyectos de Integración Europea entre 1954 y la Coferencia de Messina de Junio de 1955 Muriel Laurent

Reseñas El desafío islámico John L. Esposito El Oriente Próximo: dos mil años de historia Bernard Lewis

índices de Historia Crítica Indice por Número Indice Alfabético Indice Temático


La Producción de la Identidad Nacional Chilena Debates y Perspectivas de Investigación Patricio Daza

Al principio, un mosaico desordenado de sociedades dispersas poblaba el mundo. Etnias, clanes, hordas, feudos, se repartían las tierras a merced de los designios fluctuantes del poder, del saber y de la ferocidad. Moldeados por el tiempo, las migraciones, las guerras y el comercio, esos contingentes fueron fundiéndose imperceptiblemente en unidades sociales mayores y adquiriendo con el paso de los siglos un conjunto de tradiciones culturales comunes. Así nacieron los pueblos modernos, de la comunión de lengua y de historia, de la posesión compartida de un sistema de creencias, de un territorio geográfico y de una unidad política. Si se tratara de escenificar bajo la forma del relato mitológico las representaciones modernas sobre el origen de la nación, el texto anterior podría ser una síntesis literariamente mediocre quizás, pero históricamente correcta del problema. Tanto entre los países que "desencadenaron" las grandes mutaciones de la modernidad (las potencias coloniales de Europa Occidental), como en las filas de aquellos que surgieron a partir de la expansión de esas potencias, casi todos los estados contemporáneos han reivindicado en algún momento una trayectoria de este tipo. En todos los casos se concibe la nación como una matriz identitaria colectiva fundada en un espíritu, en un carácter propio a cada pueblo particular y producida por una maduración histórica más o menos extensa. Amparada en su "antigüedad", la nación hereda un sello de nobleza del que carecen los productos deliberados de la voluntad humana o las creaciones puramente artificiales del espíritu. Se le tiende a emparentar con los procesos de la naturaleza infundiéndole al mismo tiempo el carisma y la autoridad residual de lo que sería, implícitamente, el fruto de una colaboración espontánea entre el genio humano y las leyes naturales.

3


Lo más sorprendente, sin embargo, es que haya podido afirmarse la correspondencia de algún Estado moderno con ese modelo. Basta una mirada somera a nuestro alrededor, en la actualidad inmediata o reciente para constatar la incoherencia flagrante entre las representaciones sociales de la nación y su realidad sociológica. Pensemos en la cuestión kurda, en el problema indígena en nuestra América, en las innumerables tensiones interétnicas del continente africano, en el apoyo popular que suscitan, en el norte de Italia, las reivindicaciones secesionistas de ciertos dirigentes políticos, en los problemas Vasco y Catalán en España; sin hablar de Suiza, de la difunta Yugoslavia o de la Rusia post-soviética..., la perplejidad asecha siempre al observador de la cuestión nacional. Las naciones no existen o, al menos, no son lo que pretenden ser. ¿Qué sentido conservan entonces las ideas de nación e identidad nacional? Sabemos que en la representación dominante ambos conceptos están estructural y funcionalmente imbricados, que la nación como individuo colectivo1 se constituye a través de la identidad, es decir, a través de esos vectores de homogeneidad socio-cultural que, reunidos, componen teóricamente su presunto carácter o espíritu distintivo. La nación supone entonces esa forma de identidad colectiva a la que se denomina comúnmente identidad nacional. Por el contrario la identidad no supone necesariamente la nación y aquí interviene un tercer elemento fundamental de la concepción moderna de la nación: el Estado. Sin un Estado que les de forma territorial y política, las identidades colectivas están condenadas a permanecer en el rango subalterno de "minorías" incorporadas dentro del organismo

mayor de una sociedad dominante ("minorías nacionales", "étnicas" o "lingüísticas") aún cuando reúnan mejor que sus respectivas sociedades dominantes, las condiciones teóricas del estatuto de nación. A la representación unitaria vehiculada por la idea de identidad nacional se contraponen en la realidad histórica configuraciones socio-culturales heterogéneas, aglutinadas sobre bases étnicas, lingüísticas, geográficas, cuyo ligamento último es el Estado, la pertenencia a un mismo cuerpo político. A la diversidad que contradice la existencia de la nación como sistema cultural coherente se contrapone, en cambio, la unidad política, jurídica y territorial del Estado. El enigma de la identidad nacional reside precisamente en ese contraste fascinante entre su insubstancialidad y su eficacia social2. No será difícil establecer que todas las representaciones de identidades nacionales particulares son encadenamientos sucesivos de estructuras mitológicas e ideológicas sin correspondencia con una realidad histórica observable3, pero esa demostración no hará más que exacerbar el enigma del vigor que manifiestan por doquier los sentimientos de pertenencia nacional. Quizás el secreto de ese vigor resida, como lo ha sugerido Colette Beaune, en el extraordinario poder de cohesión del error compartido4. En cualquier caso, los modelos identitarios se inscriben en un área neurálgica de la psicología colectiva y de la reproducción de las sociedades modernas, que los diversos nacionalismos han sabido manipular para reconstituir, por encima de las fracturas sociales, una unanimidad social coyunturalmente desecha

_____ 1 cf. DUMONT Louis. Essais sur l'individualisme, Paris, Seuil, 1983, y BIRMBAUN Pierre y LECA J. (dirs.), Sur rindividualisme, Paris, Pressesdela Fondation Nationale de Sciences Politiques, 1991. 2 Anthony D. Smith ha subrayado esta paradoja como una peculiaridad común a las colectividades étnicas y nacionales; cf. SMITH Anthony D., Tile Ethnic Origins of Nations, Oxford, Basil Blackwell, 1987. 3 Ver p.ej.- "Ciudad, Provincia, Nación: las formas de la identidad colectiva en el Rio de la Plata colonial", en Acras del III Congreso Argentino de Hispanistas 'España en América y América en España, T. I, Buenos Aires, Instituto de filología Hispánica'Amado Alonso', Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1993; El mito de los orígenes en la historiografía latinoamericana. Cuadernos del Instituto Ravignani, Ns 2, Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani', Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires, 1991; LIPIANSKY E.M., L'identité francaise. Representations, mythes, idéologies, La Garenne-Colombes, Ed. de l'Espace Européen, 1991. 4 'El error compartido tiene tanto poder de cohesión como la verdad compartida y toda sociedad reposa sobre una cierta cantidad de errores, una cierta cantidad de verdades y un sinnúmero de verdades acomodadas', cf. BEAUNE Colette, La naissance de la nation France, Paris, Gallimard, Folio/Histoire, 1993, pp. 14-15.

4


o amenazada por tensiones de desagregación. Basta ahondar un poco en el tema identitario para darse cuenta hasta que punto se confunden en él las fronteras entre la afectividad y la subjetividad individual por un lado, y las representaciones ideológicas o mitológicas del grupo de pertenencia por otro. ¿A partir de cuando una identidad reivindicada deja de ser el reflejo resultante de los procesos de socialización o de las necesidades de identificación del individuo para reflejar una comunión de contenidos culturales en el interior de un grupo? El éxito de la idea moderna de nación que ha consagrado en el uso culto, una definición circunscrita a fin de cuentas a un momento de la historia del concepto5, no provino de un misterioso concurso de circunstancias ni de su adecuación a una necesidad social. Es importante escindir en la representación social de la nación moderna dos dimensiones complementarias que, aunque asociadas, recubren sin embargo fenómenos distintos. Una es la representación misma en sus manifestaciones contemporáneas (composición, relaciones de correspondencia y conflicto con el mundo social) y otra es el proceso de producción de esa representación a través de la historia. No puede desconocerse la importancia de la institucionalidad intelectual en este proceso. La idea moderna de nación tal cual se ha configurado e incorporado al imaginario colectivo, reposa en

una interpretación del pasado. Las historiografías patrias6 elaboradas a partir de la Independencia, inyectadas en el espacio público por medio de una combinación compleja de redes institucionales (universidad, escuela, servicio militar, iglesia, corporaciones), discursos (político, jurídico, literario, académico, periodístico, pedagógico), dispositivos pedagógicos (programas escolares, manuales, etc.), publicitarios (prensa), símbolos y emblemas (bandera, uniformes, etc.), fiestas públicas y conmemoraciones, han tenido un rol determinante en la producción de esa representación. Por esta razón es casi imposible separar del estudio de la formación nacional esa suerte de eminencia gris que es la historiografía nacional y que constituye un doble objeto de investigación, a abordar tanto desde el punto de vista de su rol en la producción del imaginario político moderno, como desde el punto de vista puramente disciplinario de la historia de la historia. Afortunadamente, durante los últimos quince años se ha operado un renacimiento tímido pero persistente de la investigación crítica sobre el tema, que ha ido demostrando las contradicciones e imposturas de la "historia oficial" de la nación y abriendo nuevos horizontes de análisis7. Incluso en el caso de aquellos ejemplos "duros", paradigmáticos, en los que se postula una

5 La síntesis enunciada en el caso francés por Renán, en su famoso discurso de marzo 1882 y retomada con diversas variantes por toda la tradición posterior: un principio espiritual en el que se manifiesta una colectividad política unida por un pasado, vale decir una memoria y un conjunto de tradiciones compartidas, por una voluntad presante de vida común (de ahí la célebre metáfora "la existencia de una nación es un plebiscito de cada día" p. 55) que se proyecta en una comunidad de destino. Cf. RENÁN Ernest, Qu'est-ce qu'une nation?, Paris, Presses Pocket, Agora, 1992. 6 cf. GUERRA Francois-Xavier, 'La nation en Amérique espagnole. Le probléme des origines', in Baechler Jean et al. La nation, Paris, Seuil-Gallimard, La pensée politique/ Hautes études, 1995, pp. 84-106. 7 Hay que señalar en particular las importantes contribuciones de los sociólogos e historiadores anglosjones (Ernest Gellner, Anthony Smith, Benedict Anderson, Eric Hobsbawm, J. Breuilly, Eugen Weber). Los trabajos del área francófona son apenas más recientes y se han multiplicado por razones obvias durante los últimos años (los vaivenes de la construcción europea y, en particular, la crisis yugoslava). Ver en particular entre los sociólogos: Jean Baechler, Jean-Francois Bayart, G. Delannoi y P.-A. Taguieff, Rene Galllssot, E.M. Lipiansky, Oominique Schnapper; entre los historiadores: Francois-Xavier Guerra, J.Y. Guiomar, Guy Hermet, Elise Marientras, Bernard Michei, y el cúmulo de investigadores reunidos bajo la cúpula de Pierre Nora en la apertura de esa enorme cantera historiográfica que surgió con la publicación de Les lieux de mémoire. Ver también toda la serle de obras colectivas, actas de coloquios y números especiales de revistas que han sido consagrados ai tema en los últimos años, siguiendo la predilección ¡nterdlscipllnaria de las ciencias sociales francesas: BAECHLER Jean et alt. La nation; Communications, N°45 (Eléments pour une théorie de la nation); GUERRA Francois-Xavier (ed), Mémoires en devenir, Amérique Latine XVIe-XXe siécle, L'homme et la société, N° 83 - Nouvelle serie, (La mode des identitós); REMY- GIRAUD Sylvianne et RETAT Pierre (dirs.), Les Mots de la nation; SEGALEN Martlne et alt., L 'autre et le semblable. Regarás sur l'ethnologie des sociétós contemporaines; TAP Pierre (dir.), Identités collectives et changements socíaux. En el área latinoamericana los casos que conocemos son raros. Cabe mencionar en Argentina los trabajos del historiador José Carlos Chiaramonte, pionero en el tema que nos ocupa. En Chile no hay equivalentes pero se deben señalar cuatro trabajos importantes publicados curiosamente con cuatro años de intervalo entre 1981 y 1992, y que aportan, desde distintas perspectivas, un esfuerzo de recentramiento del análisis de la cuestión identltaria: Ensayo sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, del historiador Mario Góngora, Cultura y modernización en América Latina, del sociólogo Pedro Morandé, Identidad, origen, modelos: pensamiento latinoamericano, del filósofo Mario Berríos y La Independencia de Chile, del historiador A. Jocelyn-Holt. Se encontrarán los detalles de todos estos autores y publicaciones en la bibliografía.

5


adecuación máxima del modelo a la realidad histórica, como en el caso francés, no han faltado investigadores brillantes (un Eugen Weber por ejemplo8) para poner en evidencia la multietnicidad y el pluriculturalismo francamente a-nacionales de la Francia del siglo XIX. Francia, el país que una abundante historiografía ha presentado como el arquetipo de la comunidad humana pacientemente forjada por siglos de historia común y sangre derramada contra los invasores, se debatía aún, hace apenas dos siglos, para someter por las armas y la ley sus naciones interiores, imponerles sus patrones culturales, su economía, el uso de su lengua. Recordemos, en este sentido, la vehemente controversia que se desarrolló en la inmediata postRevolución, en torno a la cuestión del idioma y de los innumerables particularismos culturales que fragmentaban de hecho el cuerpo del Estado, frenando la difusión del mensaje revolucionario9. Ante la necesidad de ser y perdurar, la Revolución Francesa optó por sacrificar en los altares del proyecto social republicano una parte de su herencia humanista. El proceso de homogeneización cultural que desencadenaron, a partir de entonces, las múltiples medidas promulgadas para imponer el uso del francés en las "regiones", fue uno de los ejes de la construcción nacional. Cabe preguntarse sobre qué base han podido elaborarse interpretaciones que hacen remontar los orígenes de la nación francesa al período de la resistencia Gala contra la ocupación romana o a las profundidades del medioevo10. Apenas dos escasos decenios separan los acontecimientos referidos de la crisis que desembocó en la independencia de las colonias hispanoamericanas. Cercanía sorprendente para quien se ha nutrido en los estereotipos dominantes

de la historia de la nación. Como aquel, por ejemplo, que distinguía las metrópolis europeas de sus antiguas colonias ultramarinas por el espesor de sus respectivas trayectorias históricas: naciones nuevas versus naciones viejas. Los interrogantes planteados por la investigación reciente evidencian la inconsistencia de estas tipologías. La singularidad de la formación nacional en el caso de los países coloniales no parece ser tanto un asunto de mocedad como de forma de inserción en el proceso general de la modernidad, que se presenta, ya en los inicios del siglo XIX, como una relación de interdependencia subordinada de tipo centro-periferia, tanto en el plano de las relaciones económicas y políticas, como en el plano de los intercambios simbólicos. La cuestión nacional recubre como vemos una gran variedad de formas históricas. La complacencia y la pereza que aletargaron hasta hace poco la investigación en este campo, nos han legado el panorama vasto y fascinante de una problemática casi inexplorada cuyas ramificaciones comprometen la evolución de la sociedad moderna, desde sus desigualdades ordinarias hasta las honduras opacas de la mentalidad. En esas condiciones, es difícil ir más allá de una propuesta programática, de tanteos exploratorios que deberán adentrarse en la materia misma de la nación a través de los estudios de caso, o afinar las herramientas teóricas disponibles en una perspectiva interdisciplinaria. Las páginas siguientes se inscriben en la corriente de este trabajo ya empezado por otros investigadores en diversas áreas culturales. Se trata de ofrecer un balance fragmentario de las posibilidades y dificultades de la problemática a través de la discusión de una serie de hipótesis y avances de investigación sobre la producción de la identidad nacional chilena durante el siglo XIX.

8 WEBER Eugen, La fin des terroirs. La modarnisation de la France rurale 1870-1914, Paris, Fayard-Editions Recherohes, 1983. 9 cf. CERTEAU Michel de, JULIA D. et REVEL J., Une politique de la langue. La Révolution francaise et les patois, Paris, Gallimard, 1975. 10 cf. el excelente estudio de Colette BEAUNE op c/í.; GEARY Patrick J., Le monde mérovingien. Naissance de la France, Paris, Flammarion, Histoires, 1989; WILLARD Germaine & Claude, Formation de la nation hangaise (du Xé siécle au debut du XlXé siécle), Paris, Editions Sociales, 1955.

6


Problemática y paradojas de la formación nacional en Chile e hispanoamérica En el área americana, el punto de partida es, evidentemente, la ruptura colonial y las inmensas mutaciones que se operaron, a partir de la Conquista, en el paisaje socio-cultural de la América precolombina. Uno de los aspectos más interesantes de este proceso son los cambios ocurridos a nivel de los sistemas de pertenencia, a partir de la estabilización del sistema colonial; es decir la redefinición sistemática de los modelos identitarios pre-coloniales que culminó con el desmoronamiento del imperio español y el nacimiento del Estado-nación. De más está insistir en la importancia fundamental que le corresponde en la historia cultural de las Américas. Esta redefinición de los modelos identitarios que se verifica primero en la coexistencia entre solidaridades de naturaleza étnica y formas de pertenencia más abstractas como el imperio de Antiguo Régimen, y que se intensifica luego con el avance gradual de la idea nacional, suministra al Estado republicano nada menos que sus cimientos simbólicos, la materia prima del nexo social. En efecto, para no ser percibido como una pura exterioridad, como una estructura de mando desconectada de la sociedad, el Estado necesita mantener una relación de simbiosis con el mundo social vehiculada y alimentada por diversos tipos de creencias (mitologías, valores, sistemas ideológicos). Del establecimiento y de la vitalidad de esas creencias dependen en última instancia la reproducción social y la sobrevivencia misma del Estado. En los primeros tiempos de la independencia, la franja social que mantiene ese tipo de relaciones simbióticas con las nuevas instituciones es bastante restringida y se limita a la cúspide de la

sociedad criolla. Es el grupo aristocrático que promueve el cambio político y concentra en sus filas a los partidarios y activistas de la independencia. Pero desde que nos alejamos hacia los pisos inferiores del edificio social lo que aparece es un universo de poblaciones rurales diseminadas, analfabetas, encerradas en vínculos sociales de tipo patrimonial y en relaciones de producción sémi-feudales, ignorantes de las sutilezas intelectuales de la Europa dieciochesca y de las concepciones políticas confrontadas en la alternativa independencia-monarquía. Los legisladores "chilenos" del período 1810-1830 no dejan de referirse a este desfase que es percibido como un obstáculo para el florecimiento de la nación: es necesario educar al pueblo y especialmente a la juventud, hay que procurar que sectores cada vez más amplios de la población conozcan y compartan el espíritu, el imaginario y las ¡deas del nuevo orden político11. Y aunque no estén pensando precisamente en el pueblo a secas con sus incontables menesterosos sino a lo sumo, en los jóvenes aristócratas y en los miembros de las "capas medias" urbanas, esta estrategia tenderá a abarcar un abanico social cada vez más importante a medida que avanza la democratización progresiva del sistema político. Uno de los desafíos más importantes que se presentaron entonces al Estado chileno naciente, fue el de adaptar los comportamientos y valores de la población a los principios de su proyecto social. En eso parece consistir, en el caso chileno, el trayecto histórico de la nación: en una socialización gradual hacia la base de la pirámide social de una trama identitaria compleja, adoptada y en parte producida inicialmente por la estrecha capa dirigente de la sociedad criolla del siglo XIX. Pensamos que esta hipótesis tiene un potencial de generalización importante, extensible a la mayor parte de los países hispanoamericanos.

11 Uno de los mejores ejemplos es la importancia que tiene esta temática en los trabajos periodísticos y legislativos de Camilo Henriquez, gran agitador revolucionario y figura fundamental del periodo, cf. HENRIQUEZ Camilo, Escritos políticos, Raúl Silva Castro (comp.), Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 1960; Aurora de Chile (1812-1813), Réédition et introduction par Julio Vicuña Cifuentes. Santiago, Imprenta Cervantes, 1903, 2 tomos.

7


Pero esta mutación de los modelos ¡dentitarios precoloniales que culmina con la constitución del Estado-nación está "trabajada" internamente por una serie de tensiones paradójicas. Examinemos algunos ejemplos significativos y en primer lugar la ideología de importación que dirige el proceso. Si bien la reivindicación identitaria que parece acompañar el surgimiento de los Estados hispanoamericanos se funda en un movimiento de diferenciación (el reconocimiento de si 12 , de un yo colectivo), las referencias que estructuran esa reivindicación identificarla en cambio, no tienen nada de especialmente americano. El Estadonación y todo el conjunto de dispositivos simbólico-ideológicos que le acompañan provienen, como se sabe, de la Europa de los siglos XVIII-XIX, sacudida por el derrumbe de los regímenes monárquicos y la difusión del pensamiento revolucionario liberal y en cuya corriente tumultuosa se distingue el ascendiente excepcional de la Revolución Francesa. Por lo tanto, la dinámica en la que se inscriben esas referencias es claramente exógena, originada en un proceso interno a las potencias coloniales y no a los territorios "adquiridos" por vía de conquista militar. El mismo razonamiento vale también para las independencias hispanoamericanas, deudoras de las convulsiones que vivían en aquel entonces las metrópolis coloniales e inconcebibles fuera de ese contexto. Segunda paradoja. Cuando, en los primeros tiempos de la lucha independentista, se haga necesario argumentar la singularidad de los españoles americanos con respecto a los españoles peninsulares para legitimar en parte la causa de la independencia, los criollos chilenos

optarán por renegar apasionadamente de la vertiente española de sus genealogías para reconocer sólo la herencia de los pueblos amerindios, sobre todo del pueblo Mapuche (Araucano), cuya tenaz resistencia frente al conquistador es percibida como la verdadera matriz del gesto patriótico moderno: la defensa de la tierra natal, la lucha por la libertad y la felicidad de su "pueblo"; dicho de otra manera, la lucha por la independencia. Lo curioso de esta simplificación que permite fundar la singularidad del universo criollo en la herencia amerindia, es que no considera más que un aspecto minúsculo de esa herencia: la imagen idealizada, casi literaria podría decirse, de la resistencia militar indígena durante la guerra de Arauco. Esta operación encubre una doble manipulación. Por un lado, la recuperación abusiva que consiste en usar fragmentos escogidos de la historia amerindia para tallarse una memoria "a medida": el patriota valeroso que lucha por la independencia de su país aparece como el heredero y el continuador directo del intrépido indígena que combatió victoriosamente al invasor español. De ese modo se incorpora al patriota de los años 1810-1820 en la corriente de una genealogía y de una historia locales, que pueden "estirarse" a gusto hacia el pasado precolombino y constituir, por lo mismo, un sólido argumento de singularidad. Pero esta recuperación de la memoria indígena sirve de pedal a una segunda manipulación : la diabolización de la presencia española en América13 que fustiga por igual como bárbaros opresores a los agentes del poder colonial español (funcionarios y soldados) y a los primeros conquistadores. Desde luego este reflejo

12 Un sí mismo múltiple por lo demás (el americano, el chileno, el habitante de tal provincia o localidad, etc.), pero uniformemente "oprimido" por ese otro indispensable a su existencia: el opresor español. 13 "La España, invadiendo nuestras costas al pretexto simonlaco de una religión profanada por los pseudo-apóstoles que para predicarla buscaban las vetas de los cerros como el cirujano la vena para sangrar, no ha procurado después legitimar este titulo horrible, a lo menos por medio de esa ratificación de los pueblos con que algunos políticos han pretendido valorizar el célebre diploma de la conquista. [ ...] Ese miserable resto de indígenas, que ha podido sobrevivir a tantos millones de victimas y que agitado en diversas tribus errantes, como los montones de arena en el desierto, conserva en sus elegías los fastos de su triste persecución, ¿no está acreditando su repugnancia al yugo de los agresores en esa guerra discontinua que mantiene siempre en movimiento las fronteras de nuestras poblaciones?", "Manifiesto que hace a las naciones el Director Supremo de Chile de los motivos que justifican su revolución y la declaración de su Independencia", en VALENCIA AVARIA L., Anales de la República, Santiago, Imprenta Universitaria, 1951, pp. 17-18.

8


indigenista no es un rasgo específico de los criollos revolucionarios del Reyno de Chile (valga como botón de muestra el conocido ejemplo de los arrebatos y virajes espectaculares de Bolívar en materia de indigenismo) y casi no sobrevivirá a la inestabilidad política de los años 1820. Pero es un fenómeno sintomático interesante, reflejo de un estado de incertidumbre identitaria que marca los años de la post independencia. Tercera paradoja: la inmensa mayoría de los documentos integran implfcitamente los territorios indígenas al Estado chileno. Esto se verifica en cada invocación del pueblo, de la nación o de la patria. Que se les considere como los aliados naturales de la causa criolla o como futuros candidatos a la "pacificación", los indígenas son "chilenos" por condición o por vocación. No cabe en los espíritus que puedan constituir un pueblo distinto, una patria distinta, un Estado distinto del Estado chileno. Como si el Chile criollo, independiente y republicano del siglo XIX, hubiera restablecido la corriente de una historia interrumpida por la colonización y pudiera considerarse por esa razón, como el heredero y sucesor natural del "Chile" amerindio de 1536. Sin embargo, hasta los años 1860, la soberanía real del Estado chileno se termina al norte del río BíoBíoy se prolonga virtualmente, al sur del río Valdivia a través de territorios todavía no colonizados (aparte del enclave militar de Valdivia y de la Isla de Chiloé). Entre esas dos fronteras, otro mundo despliega sus dioses, su lengua, sus costumbres y sus leyes: la galaxia indígena de Arauco, independiente desde el establecimiento de la frontera del Bio-Bío a principios del siglo XVII. Cuarta paradoja. A mediados del siglo XIX la primera etapa de la construcción del Estado está agotada. Chile ha alcanzado una cierta estabilidad institucional sin pasar por la sangría destructora de las guerras civiles que conocieron casi todos los Estados del continente. Se plantea entonces

un tema postergado, la colonización de los territorios indígenas, que comporta un triple objetivo : la explotación del potencial agrícola (incorporación económica) de los territorios situados al sur del río Bfo-Bfo, la "civilización" de los habitantes indígenas y la extensión efectiva de la soberanía del Estado chileno sobre esos territorios. Entre las diferentes facetas significativas de este proceso nos detendremos sólo en las estrategias de colonización del Estado chileno. La cuestión suscitó una larga polémica en los medios políticos y económicos, que se ve reflejada en los debates parlamentarios y en la prensa de la época. Tema central de esa controversia es la pregunta sobre el perfil del colono ideal. La industriosidad sobresale por la dimensión económica de la empresa y la moralidad y la cultura, por su dimensión civilizadora. Un punto de consenso general entre los legisladores es la predilección por los colonos de origen europeo. Los trabajos parlamentarios conducirán incluso a la clasificación jerárquica de las diferentes nacionalidades europeas en función de su grado de correspondencia con el modelo del colono ideal. Así figuran, en la cima de la excelencia, los colonos germánicos, siguen los suizos e italianos, los vascos y los belgas, etc.14 Detrás de esta preferencia por lo europeo que domina sin contrapeso la opinión hasta mediados de los años 1880, se manifiesta la aspiración al mejoramiento de la raza chilena a través del aporte biológico pero también cultural del inmigrante europeo. No olvidemos la enorme importancia de la dimensión civilizadora de la colonización: se considera que cada colono instalado debe convertirse en un irradiador de cultura que mejorará las costumbres del "salvaje", le trasmitirá los principios morales, el espíritu de industria y progreso. La contradicción es evidente, sin embargo, entre los actores escogidos para llevar a cabo la obra civilizadora y la naturaleza misma de la empresa

14 cf. NORAMBUENA CARRASCO Carmen, "La Inmigración en el Pensamiento de la Intelectualidad Chilena 1810-1910", en Contribuciones Científicas y Tecnológicas, No 109, aout 1995, pp. 73-83; VICUÑA MACKENNA Benjamín, Bases del informe presentado al supremo gobierno sobre la inmigración extranjera por la comisión especial nombrada con ese objeto y redactada por el secretario de ella, Santiago, Imprenta Nacional, 1865.

9


que, por su carácter "nacionalizador", habría correspondido en estricta lógica a una migración interna de colonos "nacionales" encargados de llevar la chilenidad a los territorios indígenas.

Ciencias sociales y nación en Chile Sea que examinemos las interpretaciones propuestas por la historiografía tradicional15 o los estudios realizados en otros campos disciplinarios (sociología y antropología por ejemplo16), la investigación sobre la cuestión nacional en Chile se ha basado hasta hoy en la consideración de la identidad nacional como un "hecho" consumado. Sustraído al examen crítico por este "ascenso" inusitado a un estatus que lo colocaba fuera de discusión, el fenómeno mismo terminó siendo ignorado como objeto de investigación. A partir de entonces, todos los esfuerzos se concentraron o bien en la descripción de las manifestaciones exteriores de la chilenidad (elaborando verdaderos inventarios17 de rasgos distintivos sobre la base de las crónicas y de los múltiples escritos producidos por los protagonistas de diferentes épocas), o bien en el rastreo de su origen durante el primer siglo de vida independiente18. La investigación sobre la historia de la cuestión nacional, sobre la irrupción de la nación como figura ideológica, el estudio de su transformación en una de las figuras centrales de la modernidad política y del lugar que ocupó en ese nuevo ordenamiento del mundo social, dio paso a la búsqueda más o menos tediosa, frecuentemente

arbitraria, de un "retrato tipo" del espíritu nacional chileno, de los elementos compartidos de cultura y psicología que podrían constituirse en indicios de una identidad colectiva particular. Para ciertos investigadores, la identidad nacional chilena provendría directamente de los primeros tiempos de la conquista, situándose así en una sorprendente continuidad histórica19. Ya esbozado en la personalidad y en la acción del fundador del reino, Pedro de Valdivia, el futuro carácter nacional chileno habría tenido tiempo suficiente para "sedimentar" y enriquecerse en la confrontación cotidiana de los hombres con su entorno geográfico y en los incendios esporádicos de la interminable guerra de Arauco, pero también como consecuencia del mestizaje, del comercio y de la coexistencia de las poblaciones indígenas y europeas, durante los tres siglos de la colonización española. A partir de la independencia, el florecimiento de la identidad nacional chilena será presentado con frecuencia bajo el signo de esta continuidad estructural. Desde luego, no podemos desconocer que esta temática presenta dificultades importantes en el plano conceptual. Los conceptos de nación, identidad, identidad nacional, cultura por ejemplo, son instrumentos equívocos que no poseen ni la fineza ni la precisión necesaria para permitirnos aprehender los procesos socio-culturales complejos que, se supone, deberían describir. Los inagotables debates teóricos que se han desarrollado entre diversas "escuelas"

15 cf. p. ej. ENCINA F., CASTEDO L, Resumen de la Historia de Chile, Santiago, Zig-Zag, 1964,3 vol. o el original ENCINA R, Historia de Chile desde la prehistoria hasta 1891, Santiago, Ed. Nacimiento, 1948, 20 tomos; GALDAMES Luis, Estudio de la historia de Chile, Santiago, 1911; EYZAGUIRRE J., Fisonomía histórica de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 1973; Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 1990; Ideario y ruta de la emancipación chilena, Santiago, Editorial Universitaria, 1989; VILLALOBOS S., SILVA O. et alt., Historia de Chile, Santiago, Ed. Universitaria, 1992; HEISE GONZALES J., 150 años de evolución institucional, Santiago, 1990; KREBS Ricardo, "Orígenes de la conciencia nacional chilena" en BUISSON I., KAHLE G. et alt (eds.), Problemas de la formación del Estado y de la nación en Hispanoamérica, Khöln-Wien, Bóhlau Verlag, 1984 16 SARGET Marie Noelle, 'La formation de l'identité nationale chilienne au XlXe siécle", en Communications, N° 45 (Eléments pour une théorie de la Nation), París, 1987; GODOY URZUA H., El carácter Chileno, Santiago, Ed. Universitaria, 1991 y La cultura chilena: ensayo de síntesis y de interpretación sociológica, Santiago, 1982; SAN MARTIN Hernán, Nosotros los chilenos, tres ensayos antropológicos de interpretación, Santiago, Editora Austral, 1970. 17 Ver una buena antología en GODOY URZUA H., op. cit. 18 Es el caso de Marie-Noëlle SARGET, op. cit. y Histoire du Chill de la conquéte a nosjours, Paris, L'Harmattan, 1996 y en algún grado de GONGORA Mario, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIXy XX, Santiago, Ed. Universitaria, 1992 (lera edición: 1981). 19 Es el caso de Jaime Eyzaguirre e, implícitamente, el de muchos otros, cf. GODOY URZUA H., op. cit.

10


historiográficas, sociológicas o antropológicas20 en torno a la definición de estos conceptos, prueban la dificultad extrema de la materia y la esterilidad de un debate cuyo único aporte suele ser el de aumentar compulsivamente el cúmulo de propuestas existentes. Es posible que el atraso relativo de la investigación histórica sea una de las causas de este impasse conceptual. Pero la principal dificultad reside en el tipo de problematización que ha dominado la investigación hasta ahora y que desemboca en un callejón sin salida como lo demuestran, por ejemplo, las siguientes consideraciones del sociólogo chileno Hernán Godoy: Aparte de la peculiaridad de su territorio y del temple de su habitante aborigen, contribuyen a individualizar a Chile dos rasgos de su historia inicial. Uno reside en la personalidad de su fundador don Pedro de Valdivia, que se destaca entre los conquistadores con perfil inconfundible. Otro es el de haber tenido Chile como bautismo literario una epopeya [La Araucana] Vinculado a ambos está el nombre de nuestro país, una voz fuerte, original y sugestiva 21 Las diversas interpretaciones sobre el origen y significado de la palabra Chile difieren entre sí; pero cada origen y significación es sugestivo y más allá de su incompatibilidad ellos tienden a configurar un conjunto semántico de cierta coherencia, con rasgos y simbolismos que han sido vinculados al carácter nacional: un pueblo temperado de rica substancia humana, que surge donde la tierra acaba, con un aire fresco de pájaro en la madrugada y el recuerdo del afamado cacique que vigila desafiante desde la entrada de un angosto y verde valle.22

O este texto del conocido historiador Jaime Eyzaguirre: Por delegación del Creador, Pedro de Valdivia vino a soplar un destino, a infundir un alma a este bello y dispar rincón del universo. Y lo que el golpe de la fuerza no lograba hacer, que era sacar de la nada a un pueblo nuevo, lo consiguió el poder del espíritu que empuja a cosas memorables. Chile se alineó en la historia con una impronta inconfundible, tan peculiar como lo fuera la imagen de su egregio fundador. La inicial de esta marca como en toda empresa española, fue el signo de la cruz; pero el resto de sus contomos constituyó un don exclusivo y no prodigado en otros sitios de América. Chile recibió, como mandato de estirpe, el perfil de la sobriedad de Valdivia, su amor al sacrificio, su serenidad frente a la muerte. Recogió también, como preciada herencia del capitán extremeño, la conciencia del orden público, el respeto de las jerarquías, el sentido de juridicidad, la voluntad de vencer los obstáculos.23 Se me concederá que las calidades poéticas de estos autores no contribuyen a aclarar, desgraciadamente, el misterio del ingreso proclamado de Chile en la gran familia de las naciones, ni la naturaleza, emergencia y composición de la supuesta identidad que reuniría a los chilenos como un solo ser en una comunidad de memoria, costumbres y destino. Cabe dudar incluso que semejantes repertorios de rasgos identitarios permitan distinguir a los chilenos de un buen tercio de las naciones del mundo. Admitir como componentes de la identidad nacional chilena representaciones tales como el

20 cf. para una discusión antropológica ROSSI Pietro, // Concetto di Cultura, Torino, Einaudi Paperbacks 17, 1970; ABOU Selim, L'identité culturelle, Paris Anthropos, 1986; BONTE P, IZARD M. (dirs.), Dictionnaire de l'Ethnologie et de l'Anthropologie, París, P.U.F., 1991. Para una discusión histórica ver CHIARAMONTE José Carlos, El mito de los orígenes..., op. cíí.; GODOY URZUA Hernán, op. cit.; HERMET Guy, Histoire des nations et du narionalisme en Europe, Paris, Seuil, Points-Histoire, 1996; HOBSBAWM Eric, Nations et nationalismes depuis 1780, Paris, Gallimard, 1990; MICHEL Bernard, Nations et nationalismes en Europe céntrale, XIXe-XXe siécle, París, Aubier,1995; SARGET Marie-Noélle, op. cit. 21 GODOY URZUA H., op. cit, p: 27, subrayado por nosotros. 22 ibid., p. 29, subrayado por nosotros. 23 Citado por GODOY URZUA H., ibid., p. 38.

11


amor del sacrificio, la temperancia, la serenidad ante la muerte, la consciencia del orden público, el respeto de las jerarquías, etc., implica dar respuestas satisfactorias a una serie de preguntas bastante embarazosas. En primer lugar habría que demostrar que los mecanismos o los procesos que esas figuras pretenden describir, existen realmente en el mundo social; que es lo propio de los chilenos el ser sobrios, temperados, etc. Enseguida, habría que explicar de que manera o por medio de que artificios retóricos o metodológicos, las referidas representaciones podrían llegar a convertirse en verdaderas herramientas de análisis y descripción, porque "en bruto" resultan demasiado vagas, demasiado ambiguas. Por último habría que demostrar que la reunión de esas figuras compone un sistema identitario coherente, propio a los chilenos y suficientemente distinto de otros sistemas como para poder referirse con propiedad a una verdadera identidad nacional. Cuando se examina el producto final de estos estudios, resulta difícil esquivar la impresión de trivialidad que provocan sus "reconstituciones" del carácter nacional chileno y la incoherencia de estas reconstituciones con el aura de trascendencia culturalista que la tradición historiográfica ha buscado infundir a la chilenidad. Si la identidad nacional evoca, como ocurre implícitamente en este tipo de discurso científico, el encuentro entre una comunidad política y un sistema de cultura, dos alternativas son posibles: o bien se consigue distinguir en esa síntesis cultural particular que es la nación otros materiales que las figuraciones auto-complacientes de tipo "amor del sacrificio", "temperancia", etc., o bien el concepto de identidad nacional no tiene razón de ser. Por lo mismo, los diversos retratos espirituales de la nación que se han elaborado en esa perspectiva carecen de interés explicativo y dejan sin resolver,

a nuestro modo de ver, las preguntas esenciales: la pertinencia de un concepto {identidad nacional) y la cuestión de su adecuación a la realidad de un país que fue el producto de la "arbitrariedad"24 del expansionismo europeo de los siglos XV-XVI. Sin embargo, esta interpretación equívoca de la identidad refleja no sólo la torpeza de los esfuerzos científicos, sino que coincide además con lo que podríamos llamar la auto-imagen dominante de la sociedad chilena y que debe ser considerada como un fenómeno a doble significación. Por un lado, porque reproduce la trama del nacionalismo oficial, vale decir, de una ideología nacional cuyo principal garante y promotor es el Estado y, por otro lado, porque la materia prima de esos "inventarios", todo ese "pueblo semi-imaginario de figuras positivas y negativas (héroes y traidores, glorias y derrotas) que componen la "memoria" de la nación25, coincide grosso modo con segmentos substanciales del patrimonio simbólico colectivo. Esta visión se presenta entonces como un calco erudito (sociológico, historiográfico o antropológico), como una suerte de legitimación académica de determinados mecanismos sociales operantes (la reivindicación identitaria), procesados y transferidos del campo social al campo del discurso "científico", según los procedimientos propios a cada disciplina. Haciendo "obra de justificación" 2 6 condescendiente del orden social de la postindependencia, la historiografía ha venido a secundar así los esfuerzos del Estado para difundir entre los miembros de una población heterogénea y territorialmente dispersa, una ideología y un imaginario nacionales y para "materializar" en definitiva la nación, inscribiéndola en las mentalidades.

24 Usamos el concepto de arbitrariedad en el sentido de: dependiente de voluntades y actores humanos y no de leyes naturales. 25 cf. GUINCHARD J. J., "Le national et le rationnel", en Communications, N" 45 (Eléments pour une thóorie de la nation), EHESS-CETSAP. Paris, Seuil, 1987, p.~18. 26 Como diría Roger Chartier refiriéndose a los vínculos tejidos entre Ilustración y Revolución por la tradición historiográfica; cf. CHARTIER Roger, Les origines culturelles de la Révolution francaise, Paris, Seuil, 1990, pp. 14-15.

12


El debate historiográfico sobre la relación entre independencia y nación En las páginas precedentes hemos sugerido que en el caso chileno el trayecto histórico de la nación correspondía a una construcción a posteriori emprendida frente al hecho consumado de la independencia política y no al contrario. Al menos esa es la interpretación que nos dictan las fuentes y la bibliografía consultada. Aunque esta hipótesis no es nueva27 y ha sido adoptada y documentada por otros investigadores28, la discusión de los tópicos que han dominado la historiografía de la nación en hispanoamérica parece ser una condición indispensable para descontaminar el camino de las investigaciones futuras. Uno de los tópicos más tenaces ha sido, precisamente, la relación causal establecida entre nación e independencia. Según un punto de vista generalizado en la historiografía latinoamericana, los proyectos de nuevos estados nacionales que se difundieron con la independencia implicaban la existencia previa de una comunidad con personalidad nacional o en avanzado proceso de formación de la misma.29 En el caso chileno, la coherencia de esta idea está basada en una serie de supuestos adicionales. En primer lugar, la independencia habría sido un proyecto latente en el espíritu popular ya antes de la crisis desatada por la invasión napoleónica; hipótesis que permite establecer una relación de continuidad entre la constitución de la primera junta provisional de gobierno en septiembre de 1810 y la declaración de Independencia promulgada en enero de 1818. La ruptura de la relación colonial estaría implícitamente inscrita en las decisiones del año 1810 y provendría de la presión ejercida por

una conciencia nacional ya constituida, que buscaba su vía natural de desarrollo en la creación de un Estado independiente. El segundo supuesto ya lo hemos anunciado: es la antigüedad, más o menos profunda según los autores, del proceso de formación de la nación. Por último, se considera implícitamente la emergencia de la nación como un fenómeno colectivo que habría abarcado, por encima de las fronteras sociales, al conjunto de la "sociedad chilena". Ninguno de estos supuestos se ve confirmado por la documentación. A comenzar por la crisis de 1810 y la constitución de la primera Junta de Gobierno que no corresponde en nada a una iniciativa secesionista, muy por el contrario. En ese momento, la opinión dominante de la aristocracia es de lealtad para con la monarquía y la constitución de una junta se plantea sólo como un modo de garantizar el statu quo y la estabilidad política del Reino mientras dure la prisión del rey. Evidentemente, esto no quiere decir que no hubiera entre los notables de la época algún inquieto partidario de la independencia, pero sus ideas no son representativas de la opinión mayoritaria de una aristocracia predominantemente adicta a la preservación del orden colonial. Sólo a partir de la guerra de reconquista (1813-14) y de los excesos represivos del gobierno de la "restauración" realista de 1814-17, se opera un cambio radical de posiciones que verá adherir a la causa independentista, a la mayor parte de la aristocracia. ¿Antigüedad de la formación de la nación? En las fuentes del período 1810-1820 la cuestión identitaria parece oscilar entre: a) una pluralidad de pertenencias locales superpuestas asociadas con la geografía física y social del Reino de Chile e incompatibles con la imagen homogénea de un

27 Mencionemos los precedentes ilustres de Guillermo Feliu Cruz, "Patria y Chilenidad. Ensayo Histórico y Sociológico sobre los Orígenes de estos Sentimientos Nacionales Afectivos", en Mapocho, N°1, Vol. 13, Santiago, 1966; y Mario Góngora op. cit. 28 Corresponde señalar entre los pioneros latinoamericanos, al historiador argentino José Carlos Chiaramonte cuyos estudios han contribuido a operar una renovación indispensable de las investigaciones sobre la cuestión nacional en América Latina, cf. CHIARAMONTE José Carlos, op. cit. Ver también del mismo autor "El federalismo argentino en la primera mitad del siglo XIX", en Federalismos latinoamericanos: México/Brasil/ Argentina, Marcello CARMAGNANI (Coord.), México, El Colegio de México/FC.E., 1993. 29 CHIARAMONTE José Carlos, El mito de los orígenes..., op. cit, p. 5.

13


modelo identitario nacional, b) un concepto colonial de la nacióny de la patria fundado en el sentimiento de pertenencia que liga positivamente las élites coloniales al imperio español, y c) una idea moderna de nación que penetra tardía y desordenadamente en el imaginario aristocrático a partir del derrocamiento definitivo del poder realista en enero de 1817. Sea que examinemos la documentación política de la preindependencia o incluso textos posteriores como el Proyecto de Constitución Provisioria sancionado bajo el directorio de O'Higgins en agosto de 1818, los escritos de prensa y otros documentos dispersos (comunicados gubernamentales varios, civiles y militares), queda la impresión de que la constante primordial de los criollos chilenos de los años 1810-1820 en materia identitaria, es un persistente sentimiento de ambigüedad. Por lo tanto, la imagen a retener es la de una pluralidad, de un entrecruzamiento de vectores identitarios diferentes: algunos heredados del pasado, otros engendrados por la penetración de los tópicos ideológicos de la Ilustración, otros producidos por las élites criollas en la búsqueda de un nuevo orden identitario que pudiera remplazar el orden desfigurado de la monarquía en crisis. Entre esas tres fuentes de referencias identitarias, el elemento motor de la redefinición de los sistemas de pertenencia parece ser la búsqueda identitaria de las élites y la que provee las claves conceptuales necesarias... la ideología revolucionaria. La nación no es anterior al proceso de la independencia. Nuestras investigaciones muestran que las cuestiones identitarias no tuvieron ninguna incidencia significativa y, menos aún, un rol motor en la emergencia del proyecto independentista. Por el contrario, son los cambios políticos, vale decir, la ampliación progresiva de la autonomía política en el contexto de la crisis monárquica, la penetración de las nuevas ideas, la guerra y en

fin la gran mutación de la independencia, los que parecen imponer a los protagonistas acomodaciones sucesivas de la conciencia de sí cada vez más profundas y globales. A principios de los años 1820, en el momento en que Chile se inicia a la vida independiente, esas redefiniciones no han desembocado en algo que pueda asimilarse a la identidad nacional. Todavía forman un mosaico incompleto y embrollado que no tardará en convertirse en asunto de Estado, cuando la preocupación por la obra gruesa de la organización institucional deje lugar a otras prioridades: la adaptación de la mentalidad a las leyes y la socialización de nuevos sistemas simbólicos capaces de convertirse en soporte de identidad. Sería inexacto considerar la independencia política como causa eficiente del nacimiento de un proyecto nacional chileno en la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, las modificaciones que produjo la independencia en ciertos parámetros estructurales de la sociedad colonial, sobre todo en el ámbito político, crearon las condiciones de esa evolución. La conversión del Reino de Chile en Estado soberano hizo necesaria la producción de una ideología, de una mitología y de un simbolismo identitarios adaptados al orden político republicano. ¿La nación no es acaso esa mitad ¡ndisociable del Estado, el modelo identitario por excelencia de las sociedades de la edad moderna? Queda por considerar la cuestión del anclaje social de la nación que ha sido una de las principales fuentes de equívoco de la discusión historiográfica. Una lectura demasiado moderna de los documentos ha ocultado el hecho de que, en la mayoría de los casos, el pueblo invocado con tanta frecuencia en los documentos del período significa simplemente: la minoría aristocrática. Como lo explica en una carta fechada el 14 de septiembre 1810 don José Teodoro Sánchez, Fiscal del Tribunal de la Real Audiencia, no cualquiera es pueblo y menos que nadie el pueblo en el sentido moderno, es decir el pueblo materialmente considerado, la suma de todos los habitantes. El "pueblo verdadero, legal" es la fracción aristocrática30.

30 Actas del Cabildo de Santiago durante el periodo llamado de la patria vieja. 1810-1814, Santiago, Fondo Histórico y bibliográfico José Toribio Medina, 1960, pp. 55-57.

14


La ilusión óptica del pueblo noble convertido en el Pueblo por la pluma de los comentadores terminó propagándose injustificadamente a las "obras". De este modo, la independencia de Chile quedó en la memoria vulgarizada de los manuales escolares como el proyecto y la obra colectiva de todo un pueblo, a pesar de la opinión contraria que no dejaron de manifestar importantes figuras de la historiografía nacional como por ejemplo, Francisco Antonio Encina: Extrañará tal vez al lector la omisión del pueblo como bando opinante. La realidad documental y objetiva es que el pueblo no participó en absoluto en la gestación de la independencia. Planteada la lucha, peleará indiferente en el bando que capitanee el patrón, el caudillo o el fraile.31 La sola constatación del carácter elitista del movimiento independentista debería bastar para desmentir la imagen de la nación como emanación colectiva "natural" de un pueblo que ha alcanzado un grado avanzado de singularidad sociocultural. Si las multitudes campesinas, pobres e iletradas que constituyen la inmensa mayoría de la población del Reino de Chile a principios del siglo XIX, manifiestan semejante indiferencia frente al conflicto de fondo que opone a partidarios y adversarios de la independencia, es absurdo atribuirles un sentimiento o una conciencia nacionales que hubieran tenido que traducirse, necesariamente, en exigencia de ruptura y autonomía política. No vemos de qué manera esa constelación desperdigada de peones miserables, inquilinos, artesanos de estancia, obreros de la mina, traficantes de alcohol y abigeos de la frontera indígena hubiera podido percibirse a sí misma de manera relativamente clara y uniforme como parte de un conjunto territorial y político llamado Chile y desarrollar sobre esa base un sentimiento regionalista como el que manifiestan en cierta medida, los dirigentes políticos e intelectuales de la aristocracia. Incluso en el caso de estos últimos la imagen de Chile como entidad singular contiene

una parte significativa de abstracción. ¿Cuantos notables criollos de principios del siglo XIX conocen del Reino de Chile algo más que sus estancias, las ciudades y pueblos vecinos, la capital y los trayectos intermedios? La representación de Chile como globalidad está basada entonces en la generalización de un fundamento empírico muy limitado y fragmentario, pero también en una percepción totalizante del Reino que la aristocracia obtiene del ejercicio del poder y del control de la riqueza. Si un proyecto nacional emerge en los años de la posf-independencia, éste es una preocupación exclusiva de la minoría aristocrática dirigente. Del mismo modo que la constitución de un Estado independiente había sido, anteriormente, por lo menos hasta los años de la "restauración" realista de 1814-1817, el proyecto de la fracción más radical de esa misma minoría. Pensamos que una misma lógica histórica conecta ambos momentos y que las ambiciones nacionales de la aristocracia vinieron a completar y a desarrollar la criatura engendrada por sus ambiciones autonomistas y republicanas. De este modo, la decantación del proyecto político moderno que acompaña las transformaciones de la primera mitad del siglo XIX parece ser función de la difusión fragmentaria en los territorios americanos de la matriz ideológica y simbólica de la Ilustración europea y de sus secuelas revolucionarias. Pensamos que los titubeos, las contradicciones sorprendentes y la apariencia inacabada del discurso político de las élites criollas en el período de la independencia tienen que ver con los ritmos irregulares, con los flujos y reflujos de esta difusión. A las irregularidades de recepción y de asimilación del pensamiento revolucionario ¡lustrado se suman también las inevitables vacilaciones de toda búsqueda de orígenes. Valgan como prueba las "derivas" indigenistas que mencionábamos antes, al referirnos a los desarrollos paradójicos de la redefinición identitaria colonial.

31 cf. ENCINA Francisco y CASTEDO L, ibidem.

15


Algunas pistas de investigación La producción de identidades nacionales ha sido una prioridad estratégica del Estado moderno por el rol que les incumbe en la constitución del nexo social: verdaderos ligamentos inmateriales del cuerpo social, sin los cuales la maquinaria institucional del Estado se desmoronaría sin remedio. Desde una perspectiva general las investigaciones recientes nos permiten postular que la nación moderna aparece siempre en los inicios como una preocupación de los grupos dominantes en el interior de sociedades altamente jerarquizadas, y que se despliega a partir de uno o varios centros territoriales y políticos (los espacios del poder) hacia una serie de periferias provinciales, rurales, regionales. Una revisión de la documentación legislativa chilena del período 1810-1830 nos llevará a constatar hasta qué punto la fabricación de la nación es el objetivo deliberado de toda una estrategia gubernamental que se pone en marcha después de la independencia. Guillermo Feliú Cruz ha anotado un ejemplo que conviene retomar aquí por la claridad excepcional con la que ilustra los términos del análisis precedente. Durante el coloniaje y hasta más allá de la proclamación de la Independencia [...] Chile era Santiago. Tanto en el sur como en el norte, decíase al hacerse un viaje a la capital: "voy a Chile". Era una expresión genérica sin sentido de la nacionalidad, y sólo un concepto geográfico no identificado con la noción concreta del terruño. Lo advirtieron los gobernantes cuando la nacionalidad daba sus primeros pasos y empezaba la difícil etapa de la organización. El 30 de julio de 1824, el gobierno del Director Supremo General Ramón Freiré, con su Ministro de Gobierno General Francisco Antonio Pinto, ordenaba por decreto la sustitución de la voz Chile en lugar de la de

Patria. Decía el decreto: "Conociendo el Gobierno la importancia de nacionalizar cuanto más se pueda los sentimientos de los chilenos, y advirtiendo que la voz Patriade que hasta aquí se ha usado en todos los actos civiles y militares es demasiado vaga y abstracta, no individualiza a la Nación, ni puede surtir un efecto tan popular como el nombre del país al que pertenecemos: deseando además conformarse en esto con el uso de todas las naciones, he acordado y decreto lo siguiente: 1o. En todos los actos civiles en que hasta aquí se ha usado de la voz Patria, se usará en adelante la de Chile, y 2o. En todos los actos militares, y al quién vive de los centinelas, se contestará y usará la voz Chile" El proceso psicológico de la concepción de un país libre, soberano, fue largo.32 Las pistas de investigación que surgen de este examen son múltiples, pero podemos distribuirlas someramente en tres grupos fundamentales. a) La revisión de las premisas historiográficas dominantes. Prácticamente todos los puntos tocantes a este aspecto han sido desarrollados a lo largo de las páginas anteriores, por lo que sólo insistiremos en uno, fundamental: el supuesto "hecho consumado" de la identidad nacional. Contra todo lo que haya podido afirmarse hasta ahora la identidad nacional no es una evidencia sociológica. El único hecho directamente observable en este ámbito es la existencia de una afirmación de identidad33, que puede ser el indicio de una cierta lógica psicosocial de las sociedades modernas o del éxito alcanzado, después de un largo proceso de adiestramiento simbólico de la sociedad, por un "Estado en busca de nación", pero que no demuestra absolutamente nada sobre

32 FELIU CRUZ G., 'Patria y Chilenidad. Ensayo Histórico y Sociológico sobre los Orígenes de estos Sentimientos Nacionales Afectivos', en Mapocho, No. 1, Vol. 13, Santiago, 1966, p. 161. 33 Soy chileno, me siento chileno, nosotros los chilenos somos de tal manera, etc.

16


la anunciada existencia de una identidad nacional chilena. A este respecto compartimos el análisis de Rene Gallissot que subraya la interdependencia, la movilidad y el relativismo de los fenómenos identitarios y propone sustituir el supuesto interpretativo de la identidad por su mecanismo más elemental: el proceso de identificación34. La afirmación de la chilenidad o el proceso de identificación que subyace a la afirmación de la pertenencia nacional es un fenómeno operante indiscutible. En cambio, la existencia de la chilenidad como sistema cultural coherente y distinto de otros sistemas (la peruanidad, la argentinidad, etc.) no es más que una hipótesis de trabajo que no puede ser postulada a priori sin demostración previa. b) La fabricación social de la identidad. Este aspecto debería tratarse estudiando la base social de los proyectos nacionales a partir de la independencia y su evolución durante el siglo XIX. ¿Qué grupos o sectores sociales tienen roles motores en la elaboración y en la socialización del proyecto nacional? ¿A qué grupos o sectores sociales destinatarios se dirigen las estrategias de socialización? ¿En el marco de qué relaciones de interacción socio-económica? ¿Qué redes institucionales intervienen en ese proceso, en qué momento, en qué contexto y por intermedio de qué políticas? c) La composición y propiedades de la identidad nacional. En esta perspectiva es necesario estudiar los diversos tipos de representaciones sociales y de discursos que intervienen sucesivamente en la composición de las identidades nacionales particulares35 (relatos y figuras míticas, ideología, discursos eruditos, etc.), tratando de situarlos en

la medida de lo posible, en la corriente de sus genealogías culturales respectivas. Importa analizar también la inscripción social y, dado el caso, institucional, de esos diferentes componentes. Esto debería permitirnos comprender mejor la naturaleza del fenómeno identitario nacional, así como también las funciones que ha cumplido en el ordenamiento político de la post-independehcia. Si la cuestión de las genealogías culturales parece importante es a causa de la confusión que reina en materia de fronteras entre dos órdenes de pertenencia insuficientemente estudiados hasta ahora por la investigación histórica: la llamada identidad nacional y la identidad cultural. Estamos convencidos de tocar en esto un punto muy difícil pero capital para nuestra problemática. El éxito de los proyectos nacionales en hispanoamérica ha velado considerablemente esta otra dimensión identitaria, cuanto más decisiva en la historia contemporánea de las ex colonias, que es la identidad cultural, la integración de las poblaciones americanas en una cultura-mundo 3e de origen occidental europeo, en vías de expansión acelerada a partir del siglo XVI. Si la identidad nacional parece intervenir en una gama de comportamientos poco significativas desde el punto de vista del funcionamiento de la maquinaria social (costumbres culinarias, rituales patrióticos, carácter más o menos introvertido, cantos y danzas "folklóricas", etc.), en cambio, la pertenencia cultural occidental de las sociedades hispanoamericanas contiene, a nuestro entender, las claves explicativas esenciales de ese nuevo capítulo de historia que se abre con la colonización. Febrero de 1998.

34 "En nuestro esfuerzo critico que tiene algo de crítica social puesto que tiende a manifestar los procesos de identificación que pertenecen al campo de las relaciones ¡nter-étnicas y políticas, la identidad es restituida a la interrelación que designa y exibe, valoriza o discrimina, asigna un estatus y enuncia diferencias. La identidad no sólo es relativa sino esencialmente relacional. Hablando por lo tanto de identificación y ya no de identidad, el acento está dirigido más que nunca a subrayar la significación activa: la afirmación o la asignación identitaria. Hay estrategias identitarias y la identificación procede por proyección comunitaria (identidad reivindicada, estigma, transferencia de estereotipos culturales y raciales)", subrayado por nosotros, "Au-delá de la mode identitaire", en L'homme et la société, N2 83 - Nouvelle serie, {La mode des identités), París, L'Harmattan, 1987, p. 7. 35 En este aspecto nos hemos inspirado de las luminosas pistas de investigación señaladas por: GUINCHARD Jean Jacques, op. cit., y LIPIANSKY E.M., op. cit. 36 O, como diría Jean Chesneaux hablando de los desarrollos recientes de ese proceso : de un Occidente que ya no es más europeo en sentido estricto sino planetario. CHESNEAUX Jean, Modernité-Monde, París, La Découverte, 1989 y De la Modernité, París, Frangois Maspero, 1983. Ver también LATOUCHE Serge, L'occidentalisation du monde, Paris, La Découverte, 1989.

17


Orientaciones bibliográficas (identidad y cuestión nacional,)

1.- Chile BARROS ARANA Diego, Orígenes de Chile: el desarrollo de la nacionalidad, Santiago, Nacimento, 1933-34, 2 vol. BERRIOS CARO Mario, Identidad, origen, modelos: pensamiento latinoamericano, Santiago, Ediciones Instituto Profesional de Santiago, 1988. CAMPOS HARRIET Fernando, "Notas sobre el uso del nombre Reino de Chile", in Revista Chilena de Historia y Geografía, No. 130, Santiago, 1962, p. 21. EDWARDS BELLO Joaquín, El nacionalismo continental. Crónicas chilenas, Madrid, Impr. G. Hernández y Galo Saez, 1925. FELIU CRUZ G., "Patria y Chilenidad. Ensayo Histórico y Sociológico sobre los Orígenes de estos Sentimientos Nacionales Afectivos", in Mapocho, No. 1, Vol. 13, Santiago, 1966. GODOY URZUA Hernán, El carácter Chileno, Santiago, Ed. Universitaria, 1991. - La cultura chilena: Ensayo de síntesis y de interpretación sociológica, Santiago, 1982. JOCELYN HOLT Alfredo, "La idea de Nación en el Pensamiento Liberal Chileno del siglo XIX", in Opciones, No. 9, Santiago, mayo-septiembre 1986.

- "Interpretación histórica del huaso chileno", in Revista Chilena de Historia y Geografía, Nos 121 et 122, Santiago, 1953. MEZA VILLALOBOS Néstor, La conciencia política chilena durante la Monarquía, Santiago, Universidad de Chile, 1958. PICON-SALAS Mariano et FELIU CRUZ Guillermo, Imágenes de Chile. Vida y costumbres chilenas en los siglos XVIII y XIX a través de testimonios contemporáneos, Santiago, Editorial Nascimento, 1937. SAN MARTIN Hernán, Nosotros los chilenos, tres ensayos antropológicos de interpretación, Santiago, Editora Austral, 1970. SARGET Marie-Noélle, "La formation de l'identité nationale chilienne au XIX8 siécle", ¡n Communications, N°45 (Eiéments pour une théorie de la Nation), Paris, 1987. THAYER OJEDA Luis, "Formación de la raza chilena", in Revista Chilena de Historia y Geografía, No. 30, Santiago, 1918, p. 76. VALENCIA AVARIA Luis, "Las banderas de Chile", in Boletín de la Academia Chilena de la Historia, No. 63, Santiago, 1960, pp. 14-44. VIDAL GORMAZ Francisco, Los emblemas nacionales, Santiago, Imprenta Nacional, 1883.

KREBS Ricardo, "Orígenes de la conciencia nacional chilena", in BUISSON I., KAHLE G. et alt (eds.), Problemas de la formación del Estado y de la Nación en Hispanoamérica, Kóln-Wien, Bóhlau Verlag, 1984.

YENTZEN Marcela, Construcción de identidad nacional a través de la narrativa de la Independencia: el caso chileno, Santiago, Universidad ARCIS, 1996.

LATCHAM Ricardo E., "Los elementos indígenas de la raza chilena", in Revista Chilena de Historia y Geografía, No. 8, Santiago, 1912, p. 303.

2.- América Latina

LEÓN ECHAIZ Rene, "El costino chileno (Ensayo de interpretación histórica)", ¡n Revista Chilena de Historia y Geografía, No. 133, Santiago, 1965, p. 232.

ARGUEDAS José María, Formación de una cultura nacional indoamericana, México, Siglo XXI, 1981. BLANCARTE Roberto (comp.), Cultura e identidad nacional, México, FCE, 1994.

18


CHIARAMONTE José Carlos, "El federalismo argentino en la primera mitad del siglo XIX", in Federalismos latinoamericanos: México/Brasil/ Argentina, Marcello CARMAGNANI (Coord.), México, El Colegio de México/F.C.E., 1993 - "Ciudad, Provincia, Nación: las formas de la identidad colectiva en el Rio de la Plata colonial", in Acias del III Congreso Argentino de Hispanistas "España en América y América en España, T. I, Buenos Aires, Instituto de filología Hispánica "Amado Alonso", Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1993. - El mito de los orígenes en la historiografía latinoamericana, Cuadernos del Instituto Ravignani, Ns 2, Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires, 1991 GIRAULT Christian, CASANOVA W. et alt., Espace et identité nationale en Amérique Latine, París, Centre National de la Recherche Scientifique, Collection de la maison des pays ibériques, 1981. GISSI Jorge, LARRAIN Jorge y SEPULVEDA Fidel, Cultura e identidad en América Latina, Santiago, Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, 1995. GUERRA Frangois-Xavier, "La nation en Amérique espagnole. Le probléme des origines", in Baechler Jean et al. La nation, Paris, Seuil-Gallimard, La pensée politique/ Hautes études, 1995, pp. 84-106. - (ed.), Mémoires en devenir, Amérique Latine XVIeXXe siécle, (Colloque international "Les enjeux de la mémoire", Paris, 1992), Association Frangaise des sciences sociales sur l'Amérique Latine, Bordeaux, Maison des pays ¡benques, 1994.

MINGUET Charles, "El concepto de nación, pueblo, estado y patria en las generaciones de la Independencia", in Hacia una interpretación de Hispanoamérica (perfiles e identidades), Universita degli Studi di Milano, Facolta di Lettere. "Quaderni della Ricerca", Roma, Bulzoni, 1987. - "Le sentiment d'américanité dans le mouvement emancipateur des colonies espagnoles d'Amérique (á propos des concepts de dépendance et de décolonisation)", in Hacia una interpretación de Hispanoamérica (perfiles e identidades), Universita degli Studi di Milano, Facolta di Lettere. "Quaderni della Ricerca", Roma, Bulzoni, 1987. - "Nationalisme continental et Patria chica", in Nationalisme et littérature en Espagne et en Amérique Latine au XIXé siécle, Lille, Presses Universitaires de Lille III, 1982, pp. 169-178. MORANDE Pedro, Cutura y modernización en América Latina, Santiago, Universidad Católica de Chile, Cuadernos del Instituto de Sociología, 1984. PACHECO José Emilio, GIRÓN Nicole et alt., En tomo a la cultura nacional, México, FCE, 1982. PAZ Octavio, El laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica, 19?? SOLER Ricaurte, Clase y nación. Problemática latinoamericana, Barcelona, Ed. Fontamara, 1981 - Idea y cuestión nacional latinoamericanas, México, 1980. VIAL CORREA Gonzalo, "La formación de las nacionalidades hispanoamericanas como causa de la Independencia", in Boletín de la Academia Chilena de la Historia, No. 75, Santiago, 1966, p. 110.

- Modernidad e independencias, México, Editorial MAPFRE-FCE, 1993 LAFAYE Jacques, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formation de la concience nationale au Mexique, Paris, Gallimard, 1974. LARRAIN IBAÑEZ Jorge, Modernidad, razón e identidad en América Latina, Santiago, Ed. Andrés Bello, 1996.

3.- Identidades y cuestión nacional (varios) AGULHON Maurice, "La fabrication de la France, problémes et controverses", in L'autre et le semblable, Martine Segalen (coord.), Paris, Presses du CNRS, 1989, p. 109.

19


DELANNOI G., TAGUIEFF P.-A.(dirs.), Theories du nationalisme, Paris, Ed. Kimé, 1991. ABOU Selim, L'identité culturelle. Relations interethniques et problémes d'acculturation, París, Anthropos, 1986. ANDERSON Benedict, Imagined communities: reflections on the origin and spread of nationalism, London - New York, Verso, 1994. BAECHLER Jean et al. La nation, París, SeuilGallimard, La pensée politíque/Hautes études, 1995 - "L'uníversalité de la natíon" in La nation, París, Seuil - Gallímard, La pensée politique/ Hautes études, 1995, pp.9-26. BALIBAR Etíenne, WALLERSTEIN Immanuel, Race, nation, classe : les identités ambigúes, París, Ed. La Découverte, Cahiers libres, 1990. BAYART Jean-Francois, L'illusion identitaire, París, Fayard, 1996. BEAUNE C, "La notíon de nation en France au Moyen Age", in Communications, No. 45 (Eléments pour une théorie de la nation), EHESS-CETSAP, París, Seuil, 1987. - La naissance de la nation France, Paris, Gallimard, Folio/Histoire, 1993. BREUILLY John, Nationalism and the State, Manchester, Manchester University Press, 1982. BROMBERGER C, CENTLIVRES P. et COLLOMB G., "Entre le global et le local: les figures de l'ídentité", in L'autre et le semblable, Martine Segalen (coord.), Paris, Presses du CNRS, 1989, p. 137. CANETTI Elias, Masse et puissance, Gallimard, Bibliothéque des scíences humaines, Paris, 1966 CONTAMINE Phillipe, "Mourir pour la patrie. Xe-XXe siécle", in Pierre NORA, Les lieux de Mémoire, 11/ La nation - tomo 3, Paris, Gallimard, 1986, pp. 1143.

DIECKHOFF A., L'invention d'une nation, París, Gallimard, 1993. ., GALLISSOT Rene, "Au-delá de la mode identitaire", in L'homme et la société. No. 83 - Nouvelle serie, (La mode des identités), Paris, L'Harmattan, 1987, P-7. - "Sous l'identité, le procés d'identification", in L'homme et la société, No. 83 - Nouvelle serie, (La mode des identités), Paris, L'Harmattan, 1987, p. 12. GEARY Patrick J., Le monde mérovingien. Naissance de la France, París, Flammarion, Histoires, 1989 GELLNER Ernest, Nations et nationalisme, Paris, Payot, 1989. GODECHOT J., "Nation, patrie, nationalisme et patriotisme en France au XVIIle siécle", in Regards sur l'époque révolutionnaire, Privat, Toulouse, 1980. GUINCHARD Jean Jacques, "Le national et le rationnel", in Communications, No. 45 (Eléments pour une théorie de la nation), EHESS-CETSAP, París, Seuil, 1987. GUIOMAR J.Y., La nation entre l'histoire et la raison, Paris, La Découverte, 1990. GUSDORF G., "Le cri de Valmy", in Communications, No. 45 (Eléments pour une théorie de la nation), EHESS-CETSAP, París, Seuil, 1987.

HERMET Guy, Histoire des nations et du narionalisme en Europe, Paris, Seuil, PointsHistoire, 1996. HOBSBAWM E., Nations et nationalismes depuis 1780, Paris, Gallimard, Bibliothéque des Histoires, 1990. LATOUCHE Serge, L'occidentalisation du monde, Paris, La Découverte, 1989.

DELANNOI G., "La natíon entre la société et le réve", in Communications, No. 45 (Eléments pour une théorie de la nation), EHESS-CETSAP, Paris, Seuil, 1987.

20


LEVI-STRAUSS Claude, L'identité (transcription du seminaire dirige par C. Lévy-Strauss en 197475, au Collége de France), P.U.F., Paris, 1977. - "Race et culture", in Le regard eloigné, Plon, Paris, 1983. - Race et Histoire, Paris, Denoël, 1961. LIAUZU Claude, Race et civilisation. L'autre dans la culture occidentale (anthologie critique), Paris, Syros, 1992. LIPIANSKY E.M., L'identité frangaise. Representations, mythes, idéologies, La GarenneColombes, Ed. de l'Espace Européen, 1991. MARIENTRAS Elise, Les mythes fondateurs de la nation américaine, Paris, Maspero, 1976. .i - Nous, le peuple. Les origines du nationalisme américain, Paris, Gallimard, Bibliothéque des Histoires, 1988. MICHEL Bernard, Nations et nationalismes en Europe céntrale, XIXe-XXe siécle, Paris, Aubier,1995.

RODINSON Máxime, "Nation et ¡déologie", ¡n De Pythagore á Lénine, Paris, Fayard, 1993. ROSSI Pietro (comp.), // Concetto di Cultura, Torino, Einaudi Paperbacks 17, 1970. SCHNAPPER Dominique, La communauté des citoyens. Sur l'idée moderne de nation, Paris, Gallimard, NRF Essais, 1994. SEIGNOBOS Charles, Histoire sincere de la nation frangaise, Paris, P.U.F., Quadrige, 1982. SIEYES, Qu'est-ce que le Tiers-Etat. Paris, Champs/ Flammarion, 1988. SMITH Anthony, Las teorías del nacionalismo, Barcelona, Ediciones Península, 1976. - National identity, London, Penguin, 1991. - The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Basil Blackwell, 1987. SOLÉ TURA Jordi, Nacionalidades y nacionalismos en España. Autonomías federalismo, autodeterminación, Madrid, Alianza Editorial, 1985.

MORIN Edgar, "Pour une théorie de la nation", in Sociologie, Paris, Le Seuil, Points, 1993.

SURATTEAU Jean Rene, L'idée nationale de la Révolution á nos jours, Paris, PUF, 1972.

NORA Pierre (dir.), Les lieux de mémoire, Paris, Gallimard, Quarto, 1997, vols. 1 y 2 ('La nation").

TAP Pierre (dir.), Identités collectives et changements sociaux, Colloque international de Toulouse-septembre 1979, Toulouse, Ed. Privat, 1980.

RENÁN Ernest, Ou'est-ce qu'une nation? et autres essais politiques, Joël Román (comp.), Paris, Presses Pocket, 1992. REMI-GIRAUD Sylvianne et RETAT Pierre (dirs.), Les mots de la nation, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 1996. ROCKER Rudolf, Nacionalismo y cultura, Madrid, Ediciones La Piqueta, 1977.

WEBER Eugen, La fin des terroirs. La modernisation de la France rurale, Paris, Fayard-Editions Recherches, 1983. WILLARD Germaine & Claude, Formation de la nation frangaise (du Xé siécle au debut du XIXa siécle), Paris, Editions Sociales, 1955.

21


Colombia y Venezuela Siglo XX: Entre la Modernidad Democrática y la Modernización Reaccionaria Elementos Críticos para una Historia Comparada

Javier Guerrero Barón*

Frecuentemente se ha considerado a América Latina como una región de grandes homogeneidades políticas. Las definiciones más usuales apelan al lugar común que asocia la estructura del poder con el caudillismo y el gamonalismo, así, simplemente y sin matices. Sin embargo, esta visión homogénea es el resultado de un déficit de estudios comparados que hace que prevalezca esta imagen. En el caso de Colombia y Venezuela, por su origen histórico común, es muy interesante la constatación de grandes particularidades y semejanzas cuyo estudio puede ayudar a comprender las encrucijadas de estas dos sociedades tan cercanas geográfica y culturalmente. El presente ensayo analiza la evolución histórica del régimen político haciendo un paralelo en la historia de las dos naciones en el siglo XX. Partiendo de la comparación de los respectivos sistemas políticos, establecemos algunas similitudes y diferencias de los períodos de transición desde sistemas autoritarios cerrados hacia procesos democráticos y de estabilidad institucional. Hemos tomado como punto de partida las reformas que se iniciaron en los años treinta, las reacciones que esas reformas desataron en los años cuarenta, para transitar por un nuevo período de apertura hacia la democracia formal, a partir de 1958, luego de sendas dictaduras militares, con la institucionalización simultánea de pactos de gobernabilidad, surgidos de un proceso lleno de mutuas lecciones pero con resultados sorprendentemente distintos.

* Profesor Titular Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia Estudiante del Doctorado de Historia, Universidad Nacional.

23


Venezuela en el siglo XX -y ésta es la tesis central del presente ensayo- no obstante la presencia de dictaduras que reprimieron fuertemente a sus opositores, (salvo un período muy corto con presencia de un efímero proceso de insurrección armada en los años 60), logra erradicar la violencia de las prácticas políticas, mientras Colombia no puede romper con su pasado de guerras civiles y resistencias armadas endémicas, magnicidios y aniquilación física de las disidencias, aunque manteniendo una sorprendente formalidad democrática y estabilidad institucional.

hacia la modernidad democrática a partir de los años treinta, mediante una experiencia reformista que desemboca en una crisis institucional resuelta mediante golpe militar y una posterior transición a la democracia, ésta última de manera simultánea, a partir de un pacto institucional de las principales fuerzas políticas, sobre el cual se construye la democracia contemporánea. Ambos procesos se retroalimentaron y aprendieron mutuamente desembocando, en Venezuela en el llamado "Pacto de Punto Fijo" y en Colombia en el "Frente Nacional".

Sistemas políticos paralelos

Sin embargo, cada uno tiene caminos históricos marcados por las características de sus peculiaridades políticas, sociales y económicas.

Los sistemas políticos de Colombia y Venezuela, si bien tienen su origen histórico en el Estado colonial español y sus transformaciones emanadas de las guerras de Independencia, similares procesos de colonización y dominación de territorios, perfiles sociales y demográficos semejantes, también presentan matices diferentes por la presencia o ausencia, fortaleza o debilidad de actores y estamentos. Tal vez la más notoria diferencia radique en el mayor o menor grado en que los militares y la Iglesia Católica han estado presentes en las grandes definiciones de los procesos políticos. Mientras históricamente en Colombia durante el siglo XIX los caudillos militares transitaron rápidamente hacia el liderazgo político civil, en el juego partidista, en Venezuela el estamento militar conserva intacto su prestigio y capacidad de arbitraje de los conflictos civiles, hasta bien avanzado el siglo XX. Respecto a la influencia de la Iglesia, Venezuela tuvo unas jerarquías católicas menos militantes en el juego político o al menos, con menos poder y dominio sobre la población, en este campo. Lo común es que ambos países transitan por el autoritarismo y desarrollan una etapa de transición

El sistema político institucional No vamos a hacer en este artículo un análisis exhaustivo del sistema institucional. Simplemente vamos a señalar que si bien, el sistema político venezolano durante el Siglo XIX, a grandes pinceladas, podría ser muy similar al sistema político colombiano, fue hasta el final del siglo, cuando las diferencias se acentuaron. El proyecto liberal latinoamericano se caracterizó por el surgimiento de partidos que bebieron en la tradición de la Revolución Francesa y en los pensadores positivistas, con referencias variadas al ideario del contrato social, con múltiples influencias de los diversos socialismos y utopismos decimonónicos que, en su conjunto, abogaban por un Estado laico y un marco amplio de libertades individuales. Mientras, reacciones clericales y restauracionistas inspiradas en tendencias monárquicas europeas se reflejaban en partidos conservadores, muchos de ellos con tendencias hispanistas y, en su casi totalidad, católicos. Se podría decir que el sistema político en ambos países descansó en un partido liberal y un partido conservador, situación que se mantiene hasta finales del siglo XIX.

24


Costitucionalismo y democracia formal Las diferencias estarían en que Colombia mantuvo un régimen político con formalidades democráticas y constitucionales -desde 1886, cuando retorna a un modelo de acentuada tendencia centralista con la hegemonía conservadora hasta 1930- (a diferencia de Venezuela que mantiene una tendencia federalista), culminando el siglo de manera similar con la presencia de guerras civiles y caudillos regionales compitiendo por el poder. La reinstauración de un orden centralizado y autoritario que dio al traste con la república federal de los "Estados Unidos de Colombia" se dio por la vía de una reforma constitucional y la instauración de una hegemonía partidista conservadora en alianza con las jerarquías de la Iglesia en los que se conoce como "La Regeneración". En Venezuela, en cambio, este proceso se dio por la vía de la dictadura, conservando la formalidad de un régimen federal, pero con el férreo control político del dictador. En ambos casos, en busca de la ilusión de un orden moderno, que diera fin al desorden de la guerra endémica y afianzara la "llegada del progreso". No obstante, la presencia de dos partidos históricos en el caso colombiano, surgidos desde los albores mismos de la República, imprime una importante estabilidad institucional, aunque con participación restringida y muchas tareas democráticas aplazadas, manteniendo un juego político en medio de las guerras como mecanismo de competencia interpartidista, pero, extrañamente, conservando los rituales de la democracia representativa, en los que guerra y política, antes que excluyentes se hicieron complementarias, con profundas repercusiones en la historia del siglo XX1.

Venezuela, por la vía del orden dictatorial y de la formación de un ejército nacional con capacidad de control sobre la gran mayoría del territorio ocupado, puso fin a la era de las guerras, pero aniquiló el juego partidista, sustituyendo la modalidad de la guerra civil por el golpe de cuartel. En ambos casos, hasta la década de los treinta se reconstruye un orden nacional de carácter autoritario. Aparentemente la dicotomía sería Venezuela orden dictatorial y Colombia orden constitucional. Pero, en el caso colombiano este panorama es engañoso, pues la democracia formal no necesariamente coincide con la democracia real. Así caracteriza las paradojas de la historia política republicana un historiador colombiano: Para los detentadores del poder, a través de ciento cincuenta años de bipartidismo, Colombia es un paradigma de civilismo y de democracia en América Latina. ¿Cómo ha podido sostener y defender esta imagen un país que después de los 14 años de Guerra de Independencia, vivió durante el siglo XIX ocho guerras civiles generales, catorce guerras civiles locales, dos guerras internacionales con Ecuador, y tres golpes de cuartel? ¿Cómo ha podido sostenerla cuando en el siglo XX, aparte de los numerosos levantamientos locales, libra una guerra con el Perú; Es escenario, en 1948, de una de las más grandes insurrecciones la que describimos con el nombre elusivo de la "Violencia"? ¿Cómo, en fin, si se tiene en cuenta, que en el país se está negociando con la que se considera la más vieja guerrilla latinoamericana? La pregunta en sí misma podría servir de pretexto a un estudio sobre los mecanismos ideológicos de ocultación de los procesos reales en la historia de este país...Lo que salta más bien a la vista...es que Colombia ha sido un país de guerra endémica permanente.2

1 SÁNCHEZ, Gonzalo. Guerra y Política. Bogotá, Ancora, 1990. 2 SÁNCHEZ, Gonzalo. "Los Estudios sobre la Violencia en Colombia, Balance y Perspectivas". En: SÁNCHEZ, G. y Ricardo PEÑARANDA, (comp.) Pasado y Presente de la Violencia en Colombia. Bogotá, CEREC, 2 ed aumentada, 1991. p.19.

25


Importantes trabajos historiográficos sobre el siglo XX muestran estas realidades paradojales que no hacen sino reflejar la "esquizofrenia" del régimen político que en las formalidades mantiene innegables tendencias hacia una democracia representativa, así sea de carácter restringido, pero de otras maneras prohija o deja que se mantengan fenómenos de profunda intolerancia política y aplazamiento permanente de importantes reformas sociales y políticas, en un marco de innegable estabilidad institucional. La diferencia estaría en las formalidades del régimen político. Venezuela en la primera mitad del siglo XX ha tenido una larga tradición, igualmente, de negación de la plenitud democrática, más por la vía de la autocracia militar, sin aniquilamiento físico de la oposición -con una importante tradición de oposición en el exilio-. Mientras que la tradición de la intolerancia política en Colombia se caracteriza por cierta tendencia a la supresión física del adversario en las coyunturas críticas de la confrontación política o la movilización social, pero manteniendo las formalidades básicas de un régimen democrático y sin notorias violaciones a la Constitución. La costumbre de una laxa aplicación de legislación de excepción permitió, por ejemplo, que entre 1928 y 1991, fueran muy pocos los períodos que transcurrieron sin legislación de "Estado de Sitio", que, entre otras prerrogativas, daba facultades legislativas al ejecutivo y consagraba los juicios a civiles ante tribunales militares.

Estabilidad constitucional La otra gran diferencia formal radicaría en la estabilidad constitucional. Colombia, entre 1886, (cuando se dio fin al federalismo y se instauró un modelo centralista, se suprimieron los Estados y se crearon unidades territoriales jerarquizadas según su importancia demográfica, denominadas como departamentos, intendencias y comisarías)

y 1991, año en que fue dictada una nueva constitución, tuvo una destacada estabilidad jurídica, en la medida en que se le hicieron pequeños ajustes parciales, sin quebrantar sus rasgos generales. Las reformas más importantes se hicieron en 1910, 1936, 1957 y 1968. Durante 105 años se mantuvieron invariables los rasgos fundamentales del Estado, las funciones presidenciales y la independencia formal de los tres poderes. En el caso de Venezuela, los cambios constitucionales son frecuentes. En 1901, el dictador Cipriano Castro reformó la Constitución, aumentando los poderes presidenciales y suprimiendo el Consejo de Gobierno consagrado en el texto de 1893 y aumentando a seis años el período constitucional. En 1904 extendió nuevamente su período de gobierno de 1908 a 1911. Juan Vicente Gómez introduce reformas en siete ocasiones, se podría decir que la carta recogía cualquier cambio de parecer del dictador. En 1909 instauró la elección presidencial por el Congreso, (norma que se mantuvo vigente hasta 1946); en 1914 se promulga una nueva carta en la que se establece la jefatura del ejército, con tantos poderes que le hace innecesario ejercer la presidencia, la cual queda a cargo de figuras subalternas del dictador. En 1922, mediante nueva reforma estableció las vicepresidencias para su hermano y su hijo. Nuevas reformas en 1925, 1928 y 1931 atendiendo a caprichos del despótico personaje3.

El presidencialismo: eje constitutivo del régimen político Una característica importante del sistema institucional en los dos países -como en el caso de la casi totalidad de países de América Latinaes la de tener como columna central una fuerte dosis de presidencialismo. Llama la atención la escasa notoriedad los parlamentos en la región.

3 BREWER-CARIAS, Alian R. '50 anos de la Evolución Institucional de Venezuela, 1926-1976' En: VELASQUEZ, Ramón J. y Otros. Venezuela Moderna. Barcelona, Ariel, 2? ed, 1979.p.553.

26


No obstante, en el período colombiano de la "República Liberal", especialmente en el período 1942-1948, los debates parlamentarios fueron el más importante escenario de la política y de la oposición al lado del florecimiento de la "plaza pública" y la movilización masiva -fenómeno de carácter mundial desde la década del 20. Posteriormente la Violencia destruiría la posibilidad de un juego político parlamentario para el ejercicio pleno del derecho a la oposición, que junto con las elecciones libres, la independencia de los poderes y la libertad de prensa, se constituyen en los pilares de las democracias del siglo XX. La muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán que no era más que la continuación del acelerado proceso de destrucción de las posibilidades del juego partidista y del ejercicio de la oposición, que llegó incluso al abaleo en plena sesión de un parlamentario que posteriormente moriría a causa de las heridas y la clausura del Congreso en 1949 por parte del presidente Ospina, cerraría en Colombia el ciclo de "la edad de oro parlamentaria"4. La tendencia en Venezuela es contraria. El parlamento de alguna manera aparece con una imagen institucional ascendente a lo largo del siglo. De ser un apéndice de la dictadura transita hacia un polo de equilibrio del poder presidencial después del "Pacto de Punto Fijo"5. En el caso venezolano, el régimen político evoluciona del presidencialismo clásico con alta

autonomía del ejecutivo, hacia un "régimen de preponderancia presidencial con sujeción parlamentaria"6. Esta tendencia a condicionar el poder autónomo del presidente de la República se acentúa a medida que se reforma la constitución. Con sucesivas reformas: En 1914 se separa la jefatura militar del poder civil, para que el dictador ejerciera la Jefatura del Ejército. En 1922, nuevamente se unifican los dos cargos. Una reforma constitucional ratifica esta medida y otra en 1929 los separa para en 1931 fundirse nuevamente en uno solo, lo que es ratificado en la reforma de 1936, a partir de la cual se mantiene vigente esta determinación, la cual también es ratificada en la constitución de 1961.

La historia de la construcción del Estado ¿Cuáles son las fuentes de la estabilidad políticoinstitucional de los Estados de Colombia y Venezuela durante el siglo XX? Mientras la estabilidad institucional venezolana la proporcionaba la presencia de caudillos que imponían su poder a los demás caudillos nacionales y regionales por el mecanismo de la guerra, como en el caso de Cipriano Castro con su "Revolución Liberal Restauradora", entronizando un régimen de dictaduras por más de cuatro décadas, relativamente pacíficas7, con altas dosis de represión política a los sectores disidentes, pero que de alguna forma establecieron un equilibrio

4 El parlamento fue cerrado por decreto presidencial del 9 de noviembre de 1949 y sólo volvió a sesionar en noviembre de 1951 pero el recinto siempre estuvo semi-vacio, pues por decreto se reservaron unas sillas para la oposición que no las ocupó pues no habla garantías electorales y el país estaba sumido una oleada de violencia política. Luego Gómez convoca una asamblea constituyente que suplanta las funciones legislativas y se convierte después del golpe militar en un organismo legitimador de la dictadura de Rojas Pínula. Vuelve a sesionar el 20 de julio de 1958 cuando, en virtud del Frente Nacional, paritariamente los dos partidos tradicionales ocuparían las curules, desvirtuándose su función de fiscalización y escenario de la oposición, la cual sale del escenario parlamentario, con graves consecuencias para la vida política. 5 Un indicador de este contraste se podría ilustrar con el hecho de que mientras el parlamento venezolano destituye a un presidente, en el caso de la segunda administración de Carlos Andrés Pérez, en la crisis colombiana actual es impensable siquiera un voto de censura a un ministro, para no hablar de la legitimidad y fortaleza para destituir o declarar la indignidad de un presidente. Se podría aducir que la mayoría parlamentaria del partido de gobierno lo hace no viable. Pero la debilidad del parlamento colombiano como institución se hizo evidente cuando la Asamblea Nacional Constituyente revocó el mandato a la totalidad de los miembros del parlamento bicameral, sin consecuencia política alguna. Actualmente es tal vez la institución más deslegitimada del sistema institucional colombiano. 6 Ibidem, p.650ss 7 No obstante los relativamente frecuentes alzamientos: En 1913 liderada por Román Delgado Chalbaud y Arévalo Cederlo, En 1914 Horacio Dúchame, en 1918 el alzamiento de varios cuarteles de Caracas, en 1920 Juan Pablo Peñalosa. La revuelta estudiantil de 1928 que marca el comienzo de la insurrección urbana de nuevo tipo, que es ante todo una vanguardia intelectual con un proyecto nacional de la "modernidad democrática", inspirada en fuentes europeas pero también en experiencias latinoamericanas contemporáneas. MÉNDEZ, Rosalba. "Gómez, ¿Un Período Histórico?" En: PINO, Elias. Juan Vicente Gómez y su Época. Caracas, Monte Avila Ed. 1985. P. 44 Y ss.

27


entre los diferentes poderes regionales, sin una gran estabilidad Constitucional, pero con el resultado pragmático de una relativa estabilidad política. La diferencia en el caso Colombiano radicaría en que la estabilidad del sistema institucional descansa en la dinámica de los dos partidos tradicionales, liberal y conservador, estabilidad que la proporcionaba el mayor o menor grado de legitimidad del "pacto constitucional" emanado de la Constitución de 1886, en que las fuerzas federalistas del radicalismo fueron derrotadas. Y si no existió una dictadura formal, la política de la "Regeneración" fue la implantación de un "orden hierocrático" autoritario que centralizó el poder hegemónico del Partido Conservador. La inconformidad con esta situación, en términos generales, es la causa de dos guerras civiles nacionales: la del año 1895 y la de los "Mil Días" o "guerra de los tres años", con la que cerró el siglo XIX colombiano y comenzó el siglo XX, la más larga y devastadora de todas hasta entonces. Sin las formas de una dictadura militar, Rafael Nuñez y los políticos conservadores y liberales que lo acompañaron a partir de 1880, hasta 1894 cuando murió el "regenerador", impusieron un poder casi omnímodo, entrando y saliendo de la primera magistratura, persiguiendo a sus opositores, imponiendo el Concordato con la Santa Sede. Sin embargo, era la fuerza de su partido y su hegemonía parlamentaria la fuente de su poder, más no simple y llanamente la fortaleza de su poder militar. Este tipo de poder de los caudillos militares se entierra definitivamente con la derrota de la Guerra de los "Mil Días", lo cual no significa la desaparición de los liderazgos regionales que fueron asimilados por un sistema partidista de lealtades clientelistas cuyas redes constituyen desde entonces los partidos políticos colombianos.

Venezuela durante el primer tercio del siglo XX continuó su tradición de caudillismo militar y autoritarismo, expresada fundamentalmente en las dictaduras de Cipriano Castro (1899-1908) y Juan Vicente Gómez, (1908-1935). Entre 1830 y 1945, en 115 años de vida republicana independiente, no alcanza ocho años de gobiernos civiles: José María Vargas (1835-1837); Manuel Felipe Tovar, (1860-1861), Pedro Gual, (1859 y 1861); Juan Pablo Rojas Paul, (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacios, (1890-1892) 8. Sin embargo, esta apariencia simplemente lo que puede estar demostrando es una "militarización" de la política partidista mayor que en Colombia, donde los generales-hacendados se comportaban como generales en la guerra, ascendían social y políticamente mediante ella, pero iban al parlamento o ejercían el poder como miembros de un partido, como civiles. Sólo en el derrocamiento del gobierno militarmente, reclamaban su grado de generales, como en el caso de Tomás Cipriano de Mosquera en la guerra de 1861 o excepcionalmente, electo civilmente, en el caso de Rafael Reyes, para dar mayor legitimidad a su gobierno, al término de la Guerra de los Mil Días. En el caso venezolano esta "apariencia" muestra que la definición militar de las correlaciones de fuerza fue mayor sobre las definiciones políticoelectorales.

La reforma democrática: entre el juego multicolor del multipartidismo y la representación caudillista Esta larga tradición dictatorial en Venezuela desapareció en la práctica la vida partidista a comienzos del siglo XX. Los viejos partidos liberal y conservador del siglo XIX desaparecieron y las realidades de la vida democrática sólo pueden resurgir después de la muerte de Juan Vicente Gómez, cuando desde el seno de los sectores

8 ÁNGULO RIVAS, Alfredo. "El Moderno Sistema de Partidos en Venezuela". En: Tierra Firme, Revista de Historia y Ciencias Sociales Año X Vol X Caracas, abril, junio de 1992. p. 199

28


urbanos insurgen los efectos de un proceso que se había desatado a partir del movimiento estudiantil de 1928 y que se preparaba desde la clandestinidad y desde el exilio, para conducir el resurgir de la vida partidista9. Definitivamente la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935 disparó los fenómenos políticos hacia la democracia venezolana. Si bien Eleázar López Contreras, el sucesor, no sería el propiciador de una apertura, ni mucho menos un demócrata, pero sí un reformador. Y aunque no había sido un carcelero de las mazmorras de Gómez, pues fue antes que un militar, un burócrata, era un conocedor de sus iniquidades. Como diría el historiador venezolano Elias Pino Iturrieta: "si Castro y Gómez tejieron la camisa de fuerza, él conduciría la prenda a la tintorería con el fin de quitarle ciertas arrugas, las manchas más visibles y algún incómodo mecate. Nada más.."10 Pero no es lo mismo una camisa limpia que una camisa sucia y sin planchar. Y no es un problema de estética. No es lo mismo el ejercicio sistemático del crimen de estado con todas sus impunidades que el destierro o la ¡legalización. Así se trate de cambios sutiles, denotan ellos una evolución. No se había acabado de endurecer la tierra en la tumba del dictador cuando la sociedad venezolana se salió de todos los moldes de la vieja dictadura. Asambleas populares, saqueos y revueltas que culminan en una gran concentración popular en la Plaza de Bolívar de Caracas, obligan a cambios en el gabinete y cambios en la política. Las huelgas obreras, los movimientos estudiantiles con nuevos liderazgos y el florecimiento de muchas organizaciones sindicales, estudiantiles y campesinas, muchas de ellas impulsadas por

partidos en el exilio o por organizaciones que se habían fortalecido en la clandestinidad desde la revuelta estudiantil de 1928. Muchos de los exiliados regresan llenos de energías, transformando definitivamente el contexto de la acción política Venezolana. Como consecuencia, en esta época surge una veintena de partidos que diversificaron y matizaron la política venezolana haciendo de la transición un juego democrático multicolor que analizaremos más adelante11. Pero era indefectiblemente el comienzo de una era modernizadora, una "República Liberal", en el mismo sentido de la Historia colombiana: Por ejemplo, En medio de una gran resistencia se promulgó la Ley del Trabajo, que llevó ala creación del Ministerio del Trabajo, las inspecciones del trabajo que llevarían a relaciones más equitativas en el mundo laboral y a la instauración de conquistas mínimas y a la instauración del seguro social obligatorio12. En el campo educativo se invitó una misión chilena y se creo el Instituto Pedagógico Nacional, se crearon nuevas facultades en las universidades y se enviaron numerosos becarios en el exterior a formarse principalmente en áreas docentes y en agronomía, veterinaria y geología. Se trató de cerrar la brecha de un siglo de desgreño en el campo cultural con la construcción de liceos, normales, laboratorios museos, revistas, impulso a la educación técnica, escuelas de tractoristas. En el campo institucional, la reforma del estado arroja la creación de los ministerios como el ya mencionado de Trabajo, Comunicaciones, Agricultura y Cría, el de Sanidad y Asistencia Social, el Banco Industrial de Venezuela, el Consejo

9 Este episodio surgido de una revuelta espontánea en un festival estudiantil enviarla a la cárcel y al exilio a los que serian los principales líderes del naciente movimiento socialista venezolano. Cabria aquf una similitud con el movimiento estudiantil de junio de 1929 en Bogotá que agudizó la crisis y derrumbe de la "República Conservadora" en las elecciones de 1930. El movimiento denunciaba la "masacre de las bananeras" del Magdalena, cuando el ejército disparó a una multitud de obreros en una huelga en las plantaciones de la United Fruit, en diciembre de 1928. En este episodio emergió el liderazgo del joven abogado Jorge Eliécer Gaitán. 10 PINO ITURRIETA, Ellas. Venezuela Metida en Cintura, 1900-1945. Cuadernos Lagoven, 1988. p.84 11 Ibldem. 12 VELASQUEZ, Ramón J. "Aspectos de La Evolución Política de Venezuela en el último Medio Siglo*. En: VELASQUEZ, Ramón J. Venezuela Moderna, Medio Siglo de Historia, 1926-1976. Caracas, Ed. Ariel, 1979. p.45

29


Venezolano del Niño y la promulgación del Código del Menor, el Instituto de Inmigración y Colonización, los primeros distritos de riego, la Contraloría General de la Nación, el Instituto Nacional de Higiene y Hospital Antituberculoso, así como las primeras campañas contra la malaria y la tuberculosis13. Esta situación en su conjunto contribuyó a la elevación generalizada de los niveles de bienestar general de la población. Así resume el historiador y expresidente venezolano el balance: Las realizaciones administrativas del presidente López Contreras fueron múltiples y todas de valor trascendental, desde luego que constituyen las bases del nuevo pa(s. Pero con ser tan importante este aspecto de su obra, tiene mayor valor en la historia de la democracia Venezolana el hecho de haber iniciado el combate contra una tradición de abuso y personalismo que venía no del régimen de Gómez, sino que remontaba sus orígenes a los días mismos de la fundación de la República, el haber podido mantener la paz que se había logrado durante el gobierno de Gómez pero transformando la imagen y el concepto de Jefe de Estado, de Amo y Señor de la Nación en el del representante del pueblo y el de garante de las instituciones democráticas.14 Lo que entroniza este período de la política Venezolana es el ingreso a uno de los rasgos fundamentales de la modernidad: la separación de lo público y lo privado. Hasta entonces el poder presidencial y por este camino en las instancias regionales y locales, se ejercía un "poder patrimonial"15. Por ello gobernantes podían manejar y considerar al país como su hacienda, como en el caso de Juan Vicente Gómez, quien se enorgullecía de haber manejado al país como

manejaba su finca del Táchira. Esta indiferenciación de del ámbito de lo público pudo ser uno de los factores que propició los "negocios" y la acumulación de grandes fortunas por parte de los gobernantes y sus círculos familiares y de amigos, constante en las dictaduras.. Sobre la "paz gomecista" vista como uno de los logros de la dictadura y de su sucesor, algunos analistas son menos complacientes, en la medida en que consideran el gobierno de López Contreras como la continuación de la dictadura, el "gomecismo sin Gómez": En la autoconciencia de los ideólogos del régimen de Gómez..el régimen de López sería a la continuación del programa gomecista. Ese "mejor programa" se realizó a través de una cotidianidad llena de represión, corrupción y barbarie, que no se ha traslucido en estas páginas...podría decirse del régimen de Gómez que esa paz costaba mucha violencia, violencia soterrada y selectiva. Soterrada, en cuanto nadie ignoraba que el régimen estaba muy alerta y sabía ser implacable. Selectiva, en cuanto se aplicaba en los pocos que osaran alzar la voz por encima del soterrado temor. La que faltaba, la que se había eliminado, en timbre de gloria para el régimen, era la violencia colectiva de las guerras y guerritas civiles.16 Venezuela definitivamente transitaba hacia la eliminación del camino de la guerra como expresión de ejercicio de la política. Ahora tenía el trabajo de construir el derecho a la oposición legal y democrática a cualquier gobierno de turno, tarea en la que todavía tenía mucho terreno por recorrer. En Colombia la primera transición se realiza durante cuatro períodos presidenciales, 16 años, en que las reformas se van llevando

13 YÉPEZ COLMENARES, Germán. La Incorporación del Departamento de Estado Norteamericano y la Fundación Rockefeller en la Lucha Antimalárica en Venezuela entre 1936 y 1948. En: GUERRERO, J. Medicina y Salud en la Historia de Colombia. Tunja, UPTC, 1997. p.187 14 VELASQUEZ, Ramón J. op. cit. p. 47. 15 En el sentido clásico de la categoría weberiana. WEBER, Max. Economía y Sociedad. México, 1964. T.2, p.753 ss. 16 BAUTISTA URBANEJA, Diego. "El Sistema Político Gomecista1. En: PINO, E.(comp.) Juan Vicente Gómez Y su Época, p.63.

30


paulatinamente, con sus avances y retrocesos. La diferencia de bulto a este panorama venezolano fue que la tarea de la democratización era monopolio de un régimen hegemónico de partido, que mediante mecanismos violentos en la esfera local, forzó al partido opositor a adoptar estrategias de resistencia como la abstención entre 1933 y 1942. Esporádicos episodios de represión violenta a las movilizaciones opositoras, muchos de ellos perdidos en escenarios regionales, fueron polarizando los ánimos, hasta el empleo de métodos cada vez más violentos por parte del partido de gobierno, entre tanto los opositores, contestatariamente a la violencia oficial, dan lugar a estrategias de resistencia armada que caracterizaron el primer gobierno liberal de Enrique Olaya Herrera (1930-1934), en algunas regiones, como en el caso de Boyacá17, para pasar a una fase de confrontaciones simbólicas y discursivas que enfrentaban dos proyectos antagónicos18: un proyecto demo - liberal, (traicionado por sus mismos defensores), y un proyecto autoritario que suefla con un orden monolítico que prevenga los efectos de "la democracia disolvente"19. La gran diferencia era que mientras en Venezuela los garantes de las reformas eran numerosos partidos y movimientos, donde se destacaban personalidades e intelectuales pero ninguno se perfilaba como un caudillo, en Colombia el proceso se personificó en figuras antagónicas: la figura de Jorge Eliécer Gaitán que de alguna manera 20 encarnaba el ideal democrático popular , de un lado y del otro las fuerzas que propendían por una modernización autoritaria sin transformaciones democráticas, encarnadas en una constelación de caudillos, sobre los que se impone la figura radical de Laureano Gómez.

De alguna forma en Colombia los viejos liderazgos partidistas hacían esfuerzos para monopolizar el proceso ante el peligro de una participación de las masas vociferantes y desorganizadas pero con una fuerza incontenible que amenazaba desbordar los causes cautelosos de los intereses del statu quo, que desde la Independencia los dos partidos tradicionales administraban a su manera, mientras en la nueva Venezuela los viejos liderazgos se debilitaban y daban lugar a la organización del pueblo en sindicatos, ligas campesinas, partidos y movimientos que tejían paulatinamente en la filigrana democrática los propósitos colectivos de la nación.

El reformismo liberal y auge de los movimientos sociales Pero los aires de América Latina a partir de los años treinta eran de movilización y de conquistas sociales. En este sentido no habría muchas dif erencias con las conquist as sociales venezolanas de la primera transición con la "República Liberal" en Colombia. Los temas, los contenidos y alcances de las reformas son muy similares. La diferencia estaría en que la presión desde abajo tuvo mayores matices de expresión política en Venezuela, por las razones anteriormente expuestas, transitando rápidamente hacia un sistema pluripartidista, mientras que históricamente en Colombia es muy débil la expresión de terceras fuerzas o estas son decididamente marginales o coyunturales, o consisten simplemente en disidencias ocasionales del cuerpo del bipartidismo que en todos los casos terminan cooptadas o asfixiadas por la omnipresencia del bipartidismo21.

17 GUERRERO, Javier. Los Años del Olvido, Boyacá y los Orígenes de la Violencia. Bogotá, lEPRI-Tercer Mundo, 1991. 18 ACEVEDO, Darío. La Mentalidad de las Élites sobre la Violencia en Colombia, 1936-1949. Bogotá, lEPRI-Ancora Editores, 1995. 19 VILLEGAS, Aquilino. No hay enemigos a la Derecha. Manizales, 1937. Ningún trabajo ha caracterizado hasta ahora el proyecto conservador, pero se aproxima mucho a lo que la sociología alemana ha caracterizado como "modernismo reaccionario". HERF, Jeffrey. Ei Modernismo reaccionario, Tecnología, Cultura y Política en Weimar y el Tercer Reich. México, FCE, 1990. 20 AGUILERA, Mario y VEGA, Renán. Ideal Democrático y Revuelta Popular. Bogotá Instituto Sindical María Cano, 1991. 21 MEDINA, Medófilo. 'Terceros Partidos en Colombia 1930-1940. En: Estudios Marxistes, No. 13, Bogotá, Septiembre-diciembre de 1979. Del mismo autor: Los Terceros Partidos en Colombia, 1900-1967". En: Nueva Historia de Colombia, t.2, p. 263-294.

31


La transición democrática venezolana se inicia con el gobierno de López Contreras (1936-1941) y se interrumpe abruptamente con la junta militar y la dictadura de Pérez Jiménez en 1948. Y aunque el gobierno de López, que para muchos es visto como una continuación de la dictadura, sin embargo -como hemos dicho- es importante el cambio de matiz, pues trata de contener a los movimientos de oposición ya no con la detención arbitraria y la tortura, sino con la persecución leguleya a través de un Congreso dominado por las viejas fuerzas del "gomecismo". El proceso transformador se acentúa con su sucesor, Isaías Medina Angarita, (1941-1945), quien imprimió un mayor ritmo a las reformas, en medio de un auge del fervor socialista signado por el crecimiento del partido socialdemócrata Acción Democrática, AD, la presencia no desdeñable del Partido Comunista de Venezuela, PCV, y el también naciente movimiento demócrata cristiano y una notoria movilización popular por la participación y la protesta en un juego por primera vez multipartidista y de plaza pública. Como decíamos, en este período se organiza más de una veintena de partidos y movimientos. Entre los más destacados estarían el Partido Republicano Progresista; el mencionado Partido Comunista de Venezuela, PCV, el movimiento de Organización Venezolana, ORVE, que se proclamó, "nacionalsocialista"; la Unión Nacional Republicana, UNR; el Bloque democrático Nacional, pequeño partido marxista con sede en Maracaibo; el Partido Agrario Nacional, PAN; el Partido Nacionalista, PARNAC; además, el Frente Obrero, el Frente Nacional de los Trabajadores, la Federación de Estudiantes, la Liga de Defensa Nacional, entre muchos otros, y, claro está, los que luego serían la espina dorsal del sistema partidista: Acción Democrática y el demócrata cristiano COPEI22. Las izquierdas se agruparon en un frente efímero denominado

"Bloque de Abril", liderado por AD y el COPEI paulatinamente aglutinaría a los sectores conservadores, sin aniquilar el campo de los movimientos independientes y la diversidad de fuerzas. En los dos países los intentos de organización de fuerzas y partidos de inspiración socialista fueron múltiples desde comienzos de siglo, siendo los más fuertes y de más permanencia los partidos leninistas. Los Partidos Comunistas Colombiano y Venezolano, tienen una semejanza en cuanto a su participación en el sistema político. Si bien tuvieron incidencia importante en la conformación y conducción de los movimientos sociales de los años treinta y cuarenta no alcanzaron mayor trascendencia electoralmente. Y el único período de acercamiento al sistema institucional lo hicieron como reflejo de la situación internacional durante el período de "los frentes populares antifascistas", en el que las fuerzas políticas que entendieron la amenaza de los fascismos, a partir de los desarrollos de la guerra civil española primero y luego durante la segunda guerra mundial, participaron en coaliciones pasajeras como espejo de la política de "los aliados" contra el "Eje". En Colombia se expresó esta alianza muy efímeramente durante el año de 1936 en la primera administración de López Pumarejo y en Venezuela durante el gobierno de Medina Angarita. Este fue uno de los argumentos de los opositores que desencadenaron la crisis que culminó con el golpe militar contra este mandatario en 194523. También fue recurrentemente en Colombia parte del discurso radical conservador contra la República Liberal, pues la cercanía de la esta colectividad con los dos gobiernos de Alfonso López Pumarejo, (1934-1938 y 1942-1945) fue evidente en algunos temas de las reformas propuestas24.

22 PINO, Ellas. Venezuela Metida en Cintura...p. 89. 23 VELASQUEZ, Ramón J.... p.79 24 Sobre la política de los 'Frentes Populares' y sus incidencias en Colombia, ver: MEDINA, Medófilo. Historia del Partido Comunista en Colombia. Bogotá, CEIS, 1980.t.1.

32


La contra reforma Una vez culminó la guerra mundial se terminó también toda concesión a los comunistas. Rápidamente la política continental inspirada en la "Doctrina Truman" sentaría las bases de la "Guerra Fría" y los estados latinoamericanos adoptarían el anticomunismo con rasgo fundamental en cumplimiento del papel asignado por Estados Unidos al hemisferio americano en el panorama internacional de la posguerra. Sus inspiradores venían manifestando a los gobiernos sus preferencias políticas por la vía diplomática hasta el 12 de marzo de 1947, cuando lo hizo fórmula de su política intercontinental: "En el momento presente de la historia mundial, casi todas las naciones deben escoger entre dos formas alternativas de vida. Dicha elección frecuentemente no es libre". Así, Venezuela y especialmente Colombia desempeñarían un liderazgo importante, especialmente en la profundización y difusión de la doctrina25. En este contexto, los gobiernos de Medina Angarita, en Venezuela y López Pumarejo en Colombia, de los pocos que se habían acercado a los partidos comunistas respectivos, coincidencialmente no logran culminar su período constitucional y caen en 1945, por diferentes motivos, pero ambos envueltos en un juego de acciones y reacciones en favor o en contra de las reformas. El uno por derrocamiento mediante golpe militar y el otro por renuncia del titular en medio de una acentuada crisis de su partido, ante un fuerte movimiento de oposición y en medio de evidentes brotes de corrupción.

En Venezuela un contradictorio golpe militar en favor del partido más radical defensor de la democracia representativa, Acción Democrática, que venía reclamando el voto universal, derroca al gobierno constitucional, sin que este hecho interrumpa el proceso reformista. Este movimiento, apoyado por sectores militares inconformes, instaura un régimen provisional que, por el contrario, intenta profundizar las reformas y la modernización emprendidas desde 1936, instaurando un gobierno provisional de una Junta Revolucionaria, que a partir de una reforma a la constitución, intenta plasmar un programa democrático. El pragmatismo que invadió a Acción Democrática al aceptar llegar al gobierno mediante un golpe de cuartel le costaría caro, pues los mismos militares que les entregaron el poder una vez vieron el curso de la "Revolución de Octubre" y la abrumadora popularidad con que llegó al la presidencia el humanista Rómulo Gallegos- lo derrocaron pocos meses después, en noviembre de 194826, poniendo fin al sueño democrático y transformador liderado por las nuevas generaciones del 28. Mientras tanto, en Colombia el gobierno provisional de Alberto Lleras Camargo intensificaba acciones contra una oleada de inconformidad popular, declarando subversivas las huelgas obreras y despidiendo a los huelguistas que meses atrás respaldaban con sus manifestaciones al presidente López ante varias conspiraciones golpistas, aduciendo que "no podemos aceptar que el sindicalismo sea un arma política para cambiar el sistema económico y social de nuestro país", haciendo alusión a las influencias comunistas; a

25 El expresidente colombiano Alberto Lleras Camargo fue redactor del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR sobre el cual se inspiraría el otro instrumento militar por excelencia de la Guerra Fría, el tratado de Defensa del Atlántico Norte, OTAN, el cual es una cuasi transcripción literal del primero. No es por azar que las principales determinaciones en ese sentido se tomaron en la IX Conferencia Panamericana de abril de 1948 en Bogotá y la X Conferencia en Caracas en 1954. En ella se dibujó el perfil autoritario y antidemocrático de lo que sería la Guerra Fría y el rumbo que tomaría la política en el hemisferio cuando Estados Unidos impuso su política con el apoyo de las dictaduras del continente: Marcos Pérez Jiménez de Venezuela, Gustavo Rojas Pínula de Colombia, Anastasio Somoza de Nicaragua y Leónidas Trujillo de República Dominicana. 26 El principal argumento expuesto por el presidente de la Junta Militar, el Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud en una conversación privada con el embajador estadounidense en Caracas era que "Acción Democrática había estado intentando por un tiempo penetrar, con algún éxito, en las Fuerzas Armadas con el objetivo de romper la moral y unidad del Ejército; que el verdadero propósito del partido era apoderarse del Ejército, organizar sus propias fuerzas armadas e imponer un gobierno de tipo marxista en Venezuela, aún a riesgo de guerra civil", CONSALVI, Simón Alberto. Auge y Caída de Rómulo Gallegos. Caracas, Monte Avila Ed, 1990.p. 230.

33


su vez que en los campos se acentuaban las denuncias de persecución a los gaitanistas, que seguían incondicionalmente a su líder que, como nunca, afilaba sus consignas "contra la oligarquía liberal-conservadora" y por "la restauración moral de la República", derrotando internamente a los viejos dirigentes de su partido pero dividiéndolo irremediablemente para que se derrumbara estrepitosamente la hegemonía liberal de dieciséis años. En los dos países se presentaban movimientos pendulares. El golpe venezolano era la reacción que pondría fin a las reformas para dar paso a una dictadura militar de 10 años, primero en manos de una Junta hasta 1952, luego bajo la conducción autocrática de Marcos Pérez Jiménez, hasta 1958, cuando la situación política del país desemboca en un pacto multipartidista conocido como el "Pacto de Punto Fijo", fundacional de la nueva etapa democrática de Venezuela. El golpe que había llevado al poder a un movimiento reformista como AD, había engendrado a su vez el "monstruo" que destruiría por diez años todo el proceso de modernización democrática que el Estado y la sociedad venezolana habían alcanzado hasta ese momento. En Colombia, a partir de 1945 las reformas a mitad de camino y el auge de los movimientos sociales desatan una fuerte reacción, de sectores minoritarios beneficiarios de los privilegios sociales y económicos que desemboca en una aguda crisis social y política que sacó de su curso todos los procesos orgánicos del sistema institucional. Algún autor caracterizó polémicamente este período como "el derrumbe parcial del Estado"27. De un lado las expectativas creadas exacerbaron las demandas populares y de otra, la idea de

modernización sin reformas políticas se abría paso entre los dirigentes de los dos partidos, muchos de los cuales hicieron causa común para cerrarle el paso al nuevo adalid de las reformas, quien cabalgaba sobre un discurso populista radical, despertando las esperanzas de un mayor bienestar para las inmensas mayorías movilizadas y amenazantes en las ciudades y en los campos. Estas tensiones hundirían al Estado y a la sociedad en una crisis sin precedentes en el presente siglo, cambiando el camino hacia las reformas democráticas por una nueva etapa de autoritarismo y de alguna forma de "modernización reaccionaria": de los peligros de la revolución al "orden nuevo" 28 o la plenitud de la "contrarrevolución en marcha"29. La solución a la crisis, en ambos casos transita, aunque de diferente manera, por la dictadura militar y desemboca en un pacto de las principales fuerzas políticas. En Venezuela en "Punto Fijo", en Colombia en el "Frente Nacional".

Hacia la violencia y la dictadura los unos, hacia la dictadura, simplemente, los otros Las tensiones sociales ocasionadas por la modernización se manifiestan en grandes ciclos comparables en los dos países. Las grandes diferencias estarían dadas en las soluciones políticas que aborda cada nación. Muchas de estas reformas, decíamos, quedan a mitad de camino, por las reacciones que desatan sectores tradicionalistas que ven una amenaza en el auge demo-liberal y por las reformas en las que simbolizan de alguna forma, la sombra de la "revolución" y el "peligro comunista"30.

27 OQUIST, Paul. Violencia, Conflicto y Polftica en Colombia. Bogotá, Instituto de Estudios Colombianos, 1978. 28 AZULA, Rafael. De la Revolución al Orden Nuevo. Bogotá, Ed. Kelly, 1956. 29 PECAUT, Daniel. Orden y Violencia, Colombia, 1930-1954. Bogotá, Siglo XXI, 1987. 2v. Vol. 1, p.273, ss. 30 CROMSHAW, Francine. "El Problema Social en Colombia: El tratamiento de 'lo social' como Fuente de Conflictos en el Contexto Internacional, 1917-1945". En: GUERRERO, J. Iglesia, Movimientos y Partidos: Política y Violencia en la Historia de Colombia. Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1997. Colección Memorias de Historia, Vol.4, p 201—211, ,

34


En Colombia, los sectores que propiciaron las reformas desde el Partido Liberal, son los mismos que ponen el freno al impulso reformista. Luego de las transformaciones iniciadas por López Pumarejo con su programa proclamado el 12 de mayo de 1936, en la manifestación obrera y a la que denominó "La Revolución en Marcha", sobrevino el gobierno de Eduardo Santos, (19381942) denominado por la historiografía como "la gran pausa" y el mismo López Pumarejo, en su segundo mandato, (1942-1945), desmontó algunas de las reformas impulsadas en su primer gobierno. Esta situación contribuye a desatar un amplio descontento popular, el cual fue capitalizado políticamente por Jorge Eliécer Gaitán quien confluye en el debilitamiento del gobierno y la división irremediable del Partido Liberal entre un sector "oligárquico" y el sector radicalizado de Gaitán, contradicción que, como vimos, lleva al traste los gobiernos hegemónicos y reformistas de la llamada "República Liberal", al perder las elecciones en 1946. De manera muy similar a la situación Venezolana, las reformas generaron reacciones conservaduristas en todos los sectores dirigentes, tanto liberales como conservadores que, influidos por las corrientes de las derechas internacionales, consolidaron un fuerte movimiento de oposición a la sombra del Partido Conservador que desemboca en un régimen que, aunque elegido popularmente en unos comicios irregulares, llenos de violencia y con candidato único del partido de gobierno, tendría todos los ingredientes de una dictadura, a partir de 1949, luego de la clausura del parlamento. A través de un largo periodo de dictadura civil, (durante dos períodos presidenciales conservadores, (Mariano Ospina, 1946-1950 y Laureano Gómez, 1950-1953), en el que se combinan el terrorismo de Estado, la resistencia popular armada como respuesta a la persecución y el asesinato de gran numero de militantes del

Partido Liberal, especialmente los antiguos gaitanistas o "nueve-abrileños"31, las contra dicciones entre los dos partidos llegan al límite. Se conformaron guerrillas de diferente filiación en por lo menos seis departamentos, hasta alcanzar cerca de 20.000 guerrilleros. Rápidamente la naturaleza de las contradicciones se transformó en una insurrección armada que pretendía una revolución. Así surge un proyecto guerrillero dirigido por el Partido Comunista Colombiano, el Frente Democrático de Liberación Nacional, que entre 1955 y 1956 sostiene una guerra masiva que inscribe las contradicciones en el contexto mundial de la "Guerra Fría". La que era una "Guerra Civil no Declarada", como una prolongación de las guerras civiles decimonónicas, más conocida como "la Violencia", se transformaba en un proceso de insurgente a largo plazo, al que se contrarrestaba con estrategias político-militares de contrainsurgencia, como en Corea o Vietnam. Era el costo de una modernización sin reformas políticas y sociales. De esta forma, unos movimientos sociales que pretendían reforma agraria, derecho al ejercicio de la oposición, defensa de derechos laborales, o simplemente el derecho a participar en elecciones, paulatinamente se transformaron en guerras sucesivas, unas locales o regionales, que cincuenta años después amenazan aún con convertirse en una guerra civil generalizada. En el caso venezolano, la evolución es distinta. No obstante la represión de la dictadura de Pérez Jiménez, la oposición tiene profundas raíces organizativas y filosóficas y deviene en un movimiento civil que derroca al dictador en 1958 y rápidamente inicia la transición hacia la libre competencia de los partidos. Mientras Venezuela había logrado reconstruir plenamente su sociedad civil, evolucionando hacia un Estado de bienestar construido sobre la base

31 Se llama así a quienes se alzaron espontáneamente el 9 de abril de 1948 cuando se produjo el asesinato del líder. Estos activistas fueron selectivamente asesinados o amenazados en muchas provincias y sus organizaciones desarticuladas. Es revelador señalar que los primeros brotes de resistencia armada surgieron en las zonas donde le gaitanismo tuvo influencia. Posteriormente se declaró la autodefensa armada en las zonas de influencia comunista.

35


de la bonanza de los ingresos petroleros y del acero durante toda la década, Colombia no lograba romper totalmente con el fantasma de la violencia del pasado.

Los pactos de gobernabilidad: del Frente Nacional al pacto de Punto Fijo32 Es interesante el paralelo entre las historias de Colombia y Venezuela a partir de 1948. Los dos países viven procesos signados por la simultaneidad, duración, modo de transición. Ambas sociedades desembocan en regímenes autoritarios. A partir de ese año se desarrollan formas de resistencia y oposición creciente. El régimen político en Venezuela deviene en 1952 de Junta de Gobierno en dictadura unipersonal de Marcos Pérez Jiménez y Colombia en 1953, mediante golpe militar; Ambos países arriban a regímenes militares. En el período 1956-1958 se consolidan respectivas coaliciones que insurgen en un movimiento popular que precipita la caída de los dictadores33. Si bien en Colombia el movimiento popular fue liderado y conducido por las élites tradicionales de los partidos y la participación masiva de los sectores populares fue decisiva en la salida de la crisis, la solución a la crisis y la toma de decisiones nunca estuvo por fuera de un reducidísimo grupo de dirigentes, al punto de que los llamados pacto Sitges y Benidorm (España), son suscritos únicamente por dos líderes: El liberal Alberto Lleras Camargo y el derrocado conservador Laureano Gómez. Las condiciones sociales y económicas no eran el problema. Era simplemente un nuevo "pacto oligárquico" gobernabilidad, excluyente y de alcance limitado.

En Venezuela la participación de las organizaciones sindicales y agrarias siempre estuvieron en las primeras filas, y los gremios empresariales le dieron al pacto de "Punto Fijo" no solamente el carácter de un acuerdo entre las élites, sino un acuerdo que representaba a la sociedad venezolana no sólo políticamente sino en el plano social, mediante la concertación de metas y programas. No obstante estas diferencias, eran pactos de mecanismos similares. En los dos países se constituían juntas provisionales que tejieron los pactos de manera casi simultánea y en los dos casos se dio salida a la crisis mediante "transiciones pactadas" entre las principales fuerzas políticas de los respectivos países. La interconexión entre los dos procesos es evidente. Así ve este proceso en Venezuela el expresidente Luis Herrera Campins: La dictadura se dedicó a pensar cuál podría ser la forma de consulta popular que revistiera la apariencia democrática pero que no le hiciera correr el riesgo de la derrota sufrida el 30 de noviembre de 1952. La idea fue generada por la modalidad de plebiscito establecida en Colombia, a raíz de la caída de Rojas Pinilla. Avala esta presunción el hecho cierto y comprobable históricamente de que en este tiempo no se hablaba en ninguna parte de América Latina de plebiscito, salvo en Colombia...34 Poco a poco, con diferentes mecanismos y liderazgos, ambos países tejen caminos de solución a las respectivas dictaduras que

32 En esta parte agradecemos la colaboración de Ana María Bejarano quien generosamente nos facilitó su biblioteca y bibliografía especializada sobre el tema, asi como los borradores de su tesis doctoral, actualmente en realización. No menos fructíferas fueron las conversaciones realizadas con Eduardo Pizarro sobre el surgimiento y desarrollo de la lucha armada en los dos países y los mecanismos de solución por parte de la nación venezolana. 33 El trabajo más reciente desde una perspectiva comparada: BEJARANO, Ana María. Perverse democratization: Pacts, institutions and problematic consolidations in Colombia and Venezuela. Columbia University, Ph. D. Dissertation, January 1998 (draft versión). 34 HERRERA CAMPINS, Luis. "La Transición Política*. En: SALCEDO, J.L. et al. 1958: Tránsito de la Dictadura a la Democracia en Venezuela. Barcelona, Ariel-Seix Barral, 1978. p.94

36


súbitamente se derrumban permitiendo una corta transición hacia la reinstauración de la democracia. El debate sobre la inclusión o exclusión de fuerzas políticas y sus costos políticos llenan el período de la transición. Los pactos, ambos en mayor o menor medida, fueron excluyentes. Abrían algunas puertas pero cerraban otras y los resultados fueron muy diversos. El pacto Venezolano descansaba sobre la legitimidad y la popularidad de tres fuerzas fundamentales, Acción Democrática, COPEI y Unión Republicana Democrática. Pero dejaba abierta la posibilidad de un abanico más amplio de participación que el pacto del Frente Nacional, éste último cerrado y bipartidista, que principalmente solucionaba el problema de la repartición burocrática entre los dos partidos signatarios. La experiencia de regímenes de hegemonía de un solo partido había conducido al conflicto en los dos países y a esa era la principal característica a corregir en el régimen político por parte de los líderes Venezolanos. Por ello desde un comienzo, el pacto venezolano atendió preventivamente este aspecto, mediante la búsqueda de representatividad "un acuerdo que permita a los diversos sectores políticos nacionales sentirse integrados al ejercicio del poder, aun cuando transitoriamente no ejerzan el gobierno"35. A diferencia con el Frente Nacional, que sólo tocaba los asuntos referentes al régimen político, sin contemplar aspectos de lo que sería un "pacto social", Punto Fijo contenía, además, una tregua obrero-patronal y el "acuerdo tácito" entre los partidos políticos y las Fuerzas Armadas de mantener la democracia y ahogar cualquier ánimo

golpista; además, se comprometían a compartir el ejercicio del poder y a respaldar al gobierno de turno, perteneciera al partido que perteneciera, "frente a las amenazas conspirativas de cualquier signo", incluidos los alzamientos armados de la izquierda que sobrevendrían a comienzos de los sesenta. Actuaban como garantes y testigos del pacto un grupo amplio y, por tanto, involucraba a importantes sectores de la sociedad civil. Se contaban entre ellos Fedecámaras, el Comité Sindical Unificado Nacional, Federación de Centros Universitarios, Federación de Gremios Universitarios, etc., es decir, en otras palabras, todas las fuerzas sociales y políticas de Venezuela, se constituirían a futuro en fuerzas de apoyo y defensa del pacto. Las representaciones estudiantil y obrera de la Junta Patriótica, en el momento de suscribirse dejaron constancia de la exclusión del PCV y Partido de Integración Republicana, únicas fuerzas de carácter nacional intencionalmente excluidas por los conductores del proceso36. El pacto colombiano, a diferencia del pacto venezolano, por excluyente, no logra más que una legitimidad incompleta, incapaz de desactivar el fenómeno insurreccional, que con diversas manifestaciones y modalidades estalla a partir de 1950, con la irrupción primero de numerosas guerrillas liberales, el surgimiento de varios focos de auto-defensa comunista que, reforzada en los años sesenta, como en Venezuela, por el surgimiento de numerosas guerrillas castristas y guevaristas, eco de la Revolución Cubana, primero y luego de orientación maoísta, reflejando de esta manera al ebullición de las escisiones del campo socialista en el ámbito mundial37. Venezuela también viviría esta situación de los sesenta, sin embargo, estos movimientos radicales armados, fundamentalmente de origen urbano o

35 VELASQUEZ, Ramón J.op.cit.p. 219 36 Ibidem. p. 220. 37 El 7 de agosto de 1950, día de la posesión del presidente Laureano Gómez, candidato único del conservatismo (pues al candidato liberal lo hablan asesinado en abril de 1948, J.E. Gaitán, y al que lo reemplazó, Dardo Echandia, le hicieron un atentado en noviembre de 1949 en el que murió un hermano que le acompañaba), sucedió la primera toma guerrillera que dio comienzo a la oleada insurreccional que aún no termina. En los años cincuenta hubo numerosos focos guerrilleros en los llanos orientales, en la región del macizo montañoso del Sumapaz que abarca cinco departamentos, en el Magdalena Medio, que abarca otros tantos, en Córdoba y Antioquia, el Tolima y Cundinamarca.

37


en zonas influenciadas por sectores intelectuales, que no encontraron mayor eco, especialmente por tres factores, que colocamos en paralelo frente a Venezuela 1. El auge impetuoso del movimiento democrático luego de una larga tradición dictatorial, impidió que el pueblo acogiera los llamados a la abstención de los movimientos radicales; 2. La poca tradición de resistencias armadas en la historia reciente, cuyas formas de rebelión mostraba mas bien una inclinación al golpe de cuartel y a la politización de las fuerzas armadas. 3. Los factores económicos, especialmente en dos campos: la bonanza económica que venía viviendo Venezuela, por sus explotaciones petrolíferas y del mineral de hierro, en parte como impacto de la creación de la OPEP en los precios internacionales del petróleo a comienzos de los sesenta, lo cual, desde la década anterior había irrigado a todos los sectores de la economía, en el mejoramiento sistemático de la infraestructura, impulso y modernización del sector agropecuario e industrialización, generando procesos de bienestar y niveles de vida crecientes.

Pero la gran diferencia entre los pactos del "Frente Nacional" en Colombia y de "Punto Fijo" en Venezuela, fue el carácter de sistema multipartidista y (aunque en principio excluyente), flexible, que tuvo este último y el carácter bipartidista, excluyente e inflexible del primero que terminó dando una legitimidad muy parcial a las instituciones y al régimen político de él surgidos. Dentro del sistema político eliminó el juego gobierno—oposición, pues la participación de los dos partidos en el gobierno, indistintamente de los resultados electorales, neutralizó los resortes de la crítica y con el tiempo eliminó o minimizó las diferencias doctrinarias hundiendo en la despolitización y en la indiferencia a las mayorías ciudadanas, mientras unas castas profesionalizadas en la administración clientelar de la política manejaban sin ninguna transparencia los hilos del Estado. Por fuera del sistema eliminando la oposición legal paulatinamente al "desparlamentarizar" la oposición dejando muchos espacios al desarrollo de la lucha armada insurreccional surgida en la década anterior38. Por

la situación colombiana a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta: Colombia 1. Mecanismos electorales desgastados y fuente de violencia política que entronizaron altos índices de abstención, situación que contribuyó en un comienzo a dar por omisión cierta legitimidad a los proyectos insurgentes. 2. Existencia de resistencias armadas crónicas desde los años treinta acentuadas después de 1948 y que ha tenido una sorprendente continuidad tanto en los espacios geográficos como en los actores sociales. 3. En el campo económico social se vivía el impacto de la violencia que había azotado a la mayoría del territorio ocupado, arruinando a amplios sectores campesinos, produciendo desplazamientos forzados que generaron un masivo proceso de urbanización con secuelas de desempleo, déficit de vivienda, tugurización y procesos de colonización en zonas de difícil acceso y baja productividad, mientras el latifundio se consolidó, se alejaron las posibilidades de reforma agraria, mientras que algunos sectores se enriquecieron con la bonanza cafetera de los años cincuenta.

ello la oposición invadió las organizaciones sindicales, gremiales y culturales. Por ejemplo manifestaciones como el cine, el teatro y la canción se volvieron expresiones de protesta que reforzaban una cultura radicalmente antiinstitucional creando el ambiente y los valores necesarios para el florecimiento de un movimiento insurgente en demanda de las reformas sociales, económicas y políticas que la democracia le negó.

Entre la modernidad democrática y el modernismo reaccionario: la violencia Las diferencias entre el "Pacto de Punto Fijo" y el "Frente Nacional" no obedecen simplemente a diferencias coyunturales. A nuestra manera de ver a características estructurales de la visa social y política de las dos sociedades. Estas serían algunas consideraciones de carácter "estructural". Venezuela como nación logró un punto de ruptura con las guerras civiles del pasado, erradicando de

38 Para un examen detalla do del Frente Nacional véase HARTLYN, Jonathan. La Política del Régimen de Coalición, la Experiencia del Frente Nacional en Colombia. Bogotá, Tercer Mundo - Uniandes, 1993.

38


alguna forma la violencia colectiva. Si bien las dictaduras ejercieron muchas formas de violencia política y permanentemente emerge el fantasma de los golpes de cuartel, es una sociedad que ha sabido, como propósito nacional, renunciar a la violencia como forma de ejercicio de la política. En Colombia las circunstancias políticas y sociales han otorgado una alta "rentabilidad política" al uso de la fuerza, por el monopolio de los recursos y los escenarios por parte de los partidos tradicionales. Durante el siglo XX la sociedad venezolana, con altibajos y retrocesos, logró construir un proceso de estructuración de valores y principios democráticos, a partir de organizaciones libres que irrigaron la mayoría del cuerpo social, en el que las organizaciones de trabajadores agrarios, los estudiantes y los intelectuales, pero especialmente los obreros petroleros39, y muchas otras fuerzas sociales y políticas construyeron una cultura política que paulatinamente erradicó la confrontación violenta de las guerras decimonónicas. El efecto del largo período dictatorial de Castro y Gómez tuvo a largo plazo fue la desarticulación de los viejos partidos decimonónicos con las redes clientelistas de los caudillos. Cuando las organizaciones políticas resurgieron al juego partidista en 1935, luego de la muerte de Gómez, lo hicieron en un contexto de liderazgos explícitamente democráticos. Y aunque, como en Colombia, existieron núcleos radicales influenciados por las derechas europeas, no tuvieron el arraigo y el protagonismo que tuvieron en Colombia, ni la capacidad instriónica que proporcionó la Iglesia Católica, que con la politización de importantes sectores del clero, actuó como amplificador del conflicto bipartidista de los años treinta hasta los cincuenta40.

Tampoco vivió Venezuela la "sobrepolitización" de los conflictos sociales que se vivió la sociedad colombiana. Partidos organizados como ejércitos, que iban a las contiendas electorales como se va a la guerra, con "jefes militares" de las campañas electorales, con banderas y armas, o con grupos de aniquilamiento de electores del bando contrario, o "policías cívicas", o grupos irregulares al servicio de los gobernantes locales, o fenómenos como los "pájaros" que instrumentaron autoridades locales y directorios políticos, o las "guerrillas de paz" que ¡mplementaron las fuerzas armadas y los terratenientes mediante el reclutamiento de exguerilleros para combatir a sus antiguos compañeros que no se acogieron a las amnistías de los años cincuenta o, modernamente, grupos para-militares, para enfrentar a las guerrillas pero que terminaron cazando a los inconformes, a los sindicalistas, a los líderes de las organizaciones sociales o a los amnistiados después de cada confrontación. Partidos así no fueron constructores de la modernidad democrática, sino "fuerzas revanchistas" que hacen interminables los conflictos. Tampoco existe en Venezuela una tradición de violencia política por otros medios. Los grandes dictadores murieron de viejos, por lo menos no se sabe del asesinato impune de líderes opositores o de movimientos sociales, no ha habido grandes amnistías, pero los antiguos y legendarios líderes guerrilleros de los años sesenta, hoy son, sin mayores sobresaltos, ministros de Estado, y las guerrillas de esa época, sin grandes obstáculos, se convirtieron en movimientos políticos que llegaron a ocupar importantes lugares en el panorama político. En contraste y para ilustrar con un ejemplo las tradiciones de respeto al adversario político desde

39 Al respecto es interesante el análisis de BERGQUIST, Criarles. Los Trabajadores en la Historia Latinoamericana. Bogotá, Siglo XXI, 1988. En el capítulo correspondiente a Venezuela, (p.235, ss.) el autor atribuye muchas de las reformas y conquistas sociales y políticas de la sociedad venezolana a las luchas de los obreros petroleros, así como el diseno de una política nacionalista en el campo minero y energético. Para Martz, la transformación de Venezuela y su tránsito a la democracia en gran parte radicó en la extensa red organizativa de sindicatos y ligas agrarias (que alcanzaron más de un millón trescientos mil afiliados carnetizados) promovidas en su estrategia por la hegemonía política, por vías pacíficas, transformando definitivamente las relaciones sociales de Venezuela. MARTZ, John D. "Acción Democrática", Evolution of a Modern Political Party ¡n Venezuela. Princeton University Press. Princeton, New Jersey, 1966. 40 En la primera parte del trabajo sobre los años treinta presentamos una explicación de los escenarios del poder local y de la relación IglesiaEstado-partidos. GUERRERO, J. Los Años del Olvido...

39


la última guerra civil, mientras se pactos del Wisconsin, que pusieron fin de los Mil Días, el ministro de Guerra, y poeta José Joaquín Casas daba orden:

firmaban los a la Guerra el humanista la siguiente

...Bogotá, general Juan B. Tovar, Barranquilla: Servios disponer que inmediatamente se juzgue a Uribe Uribe por un consejo verbal de guerra y que a la sentencia se le dé el cumplimiento sin contemplación alguna. Amigo, José Joaquín Casas...41 Aunque la orden podía interpretarse de muchas maneras y se ha dado un amplio debate sobre las interpretaciones de quienes en el contexto de la guerra han visto en este documento algo así como una sentencia de muerte, lo cierto es que el general fue asesinado doce años después, como lo fue Gaitán, como casi los es Darío Echandía, cuando era candidato a la presidencia en 1949, en el atentado en que murió su hermano, como lo fueron luego los candidatos a la presidencia Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro o Luis Carlos Galán Sarmiento y dirigentes como Alvaro Gómez Hurtado, pero también muchos líderes obreros y campesinos, los amnistiados de los años cincuenta y los amnistiados de los años ochenta. Partidos enteros borrados del mapa mediante asesinatos selectivos, como el Gaitanismo en los cincuenta y la Unión Patriótica en los ochenta y organizaciones sociales como la Asociación Nacional De Usuarios Campesinos, ANUC, en los ochenta. Pero ante todo Venezuela no ha tenido en su historia reciente un hecho violento de la magnitud de lo sucedido el 9 de abril de 1948, que haya marcado su historia reciente. Este suceso conmovió a la sociedad, tocó las fibras de la nación y causó tantas repercusiones y desórdenes sociales, hasta el punto de que 50 años después

aún los colombianos de varias generaciones lo recuerdan como el hecho fundador del imaginario violento de una nación que no ha podido romper con su pasado, como si éste se hubiera traído hacia el siglo XX toda la violencia acumulada desde sus guerras civiles y la hubiera proyectado irremediablemente hacia el futuro. Esta situación es la que ha llevado a Daniel Pecaut a afirmar que ...Colombia es uno de los pocos países en los que el régimen político ha conservado casi permanentemente el carácter de democracia civil en el transcurso del presente siglo. Y es también el país donde la violencia está presente de modo más explícito en las relaciones sociales y políticas, lo mismo que en su representación...42 Tal vez Colombia, retomando el concepto de Jeffrey Herf, y que subyace en nuestro análisis, vivió un proceso que condujo no a la modernidad democrática sino de modernismo reaccionario, sin reforma agraria y con la entronización de formas de violencia públicas y privadas, sosteniendo intereses y privilegios de los fuertes frente a los sectores sociales más débiles y desprotegidos, impidiendo mínimos estándares de justicia social y redistribución de la riqueza, pero ante todo, impidiendo la construcción de una cultura democrática que nos introduzca en la modernidad. Por ello no sobra razón al investigador francés cuando afirma de manera concluyente: ..La violencia es consustancial al ejercicio de una democracia que, lejos de referirse a la homogeneidad de los ciudadanos, reposa en la preservación de sus diferencias "naturales", en las adhesiones colectivas, y en las redes privadas de dominio social y que, lejos de

41 PLAZAS, Guillermo. La Guerra Civil de los Mil Días. Tunja, Academia Boyacense de Historia, 1985. P. 212. 42 PECAUT, Daniel. Orden y Violencia, Colombia, 1930-1954. Bogotá, Siglo XXI, 1987. 2v. Vol. 2, P.15

40


aspirar a institucionalizar las relaciones de fuerza que irrigan la sociedad, hace de ellas el resorte de su continuidad...43 Por eso, las naciones de Colombia y Venezuela deberían leer la historia del siglo XX para escoger, aún en medio de las crisis y las dificultades por las que atravesamos, si profundizamos el camino de la modernidad democrática alcanzado en difíciles procesos a lo largo de la centuria que termina o nos desviamos hacia los atajos inciertos

de modelos de desarrollo que nos plantean el crecimiento económico, científico o tecnológico, sin los cambios sociales, económicos y políticos para que el bienestar irrigue todos los sectores de la sociedad. Sin idealizar la historia venezolana y sin estigmatizar la colombiana, un estudio comparado de los procesos-de las dos naciones podría se una cantera de lecciones para los problemas del presente y para la construcción del futuro. Bogotá, enero de 1998

43 Ibidem, p. 17

41


Francisco Antonio Zea y la enseñanza de la agricultura en el Real Jardín Botánico de Madrid Diana E. Soto Arango*

Introducción La formación científico-académica que recibió Francisco Antonio Zea1, y la actividad que desarrolló en el Virreinato y la Metrópoli, se enmarcan en la época de ía Ilustración española. Por ello, este trabajo se propone analizar el pensamiento ilustrado desarrollado por Zea, en relación con la enseñanza, cuando desempeñó el cargo de director del Real Jardín Botánico de Madrid2, de 1804 a 1808. Comentaremos la política académica que adelantó Zea, en lo referente a la enseñanza de la botánica que aplicó a la agricultura en su condición de director del Real Jardín Botánico de Madrid. Durante esta época diseñó dos propuestas fundamentales de enseñanza agrícola: "Creación de 24 establecimientos botánicos y la formación de sus directores" y la fundación de la cátedra de agricultura. Además, reseñaremos su vinculación con el Ministro Godoy y al grupo que apoyó la divulgación de la enseñanza agrícola en España, especialmente, desde el Semanario de Agricultura y Artes.

1. Mutis y Cavanilles en la carrera académica de Zea El joven ilustrado inició su carrera científica con José Celestino Mutis3, quien lo relacionó con Antonio José Cavanilles4 para sus apoyos académicos. Sin embargo, Zea no fue alumno regular de Cavanilles pero en cambio estableció una relación estrecha de colaboración siendo en todo momento protegido por el sabio Cavanilles. No es extraño, por lo tanto, que Cavanilles por medio de sus amistades le abriera las puertas de París y en Madrid le facilitara la entrada como profesor del Real Jardín Botánico.

* Profesora Titular, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

43


A partir de los conocimientos adquiridos en Francia, su carrera académica va en un ascenso vertiginoso y si bien es cierto que su deseo era regresar a su tierra natal 5. Su vida cambia nuevamente por la intervención de Cavanilles, que lo compromete con el nombramiento de segundo profesor en la cátedra de botánica del Real Jardín y de segundo redactor de La Gazeta y El Mercurio de Madrid6. Zea se integró con gran facilidad en el grupo de amistades de Cavanilles y en especial al grupo de afrancesados que estaban en el círculo del Príncipe de la Paz7. Por estas actividades, aparte de sus dotes políticas de planificador nacional demostradas desde su cargo de redactor en La Gazeta y El Mercurio de Madrid, obtuvo el nombramiento de director del Real Jardín Botánico8. Como director de esta Institución pone en marcha los planes que había estructurado en su estancia en París. Como era de esperar, el criollo utilizó la pluma para defender a Cavanilles y a Mutis, en París y en Madrid, de los ataques que les realizaba el grupo de Ortega. En relación a Mutis, siempre llevó con honor el ser uno de sus discípulos "más queridos", porque lo protegió aún en los peores momentos de su expatriación. El joven siempre recordó en sus escritos europeos la época de su formación al lado de Mutis, como Segundo Agregado de la Expedición Botánica de Santa Fe. Además, Zea mostró su respeto y agradecimiento hacia el sabio Mutis y Cavanilles no sólo en sus publicaciones sino que también introdujo los retratos de ambos en el Real Jardín Botánico de Madrid. Se debe destacar que Mutis no abandonó a su colaborador cuando lo enviaron expatriado a la península9. Por el contrario, aparte de dar informes positivos sobre su labor científica, le costeó el viaje a Madrid para que continuara su formación al lado de su amigo Cavanilles. Sin embargo, éste lo destinó al Instituto Nacional de Francia. En la capital francesa10, Zea vuelve a dedicarse a la actividad académica al ingresar como alumno en el Instituto y, además, se convierte en el corresponsal de Mutis y Cavanilles en París.

2. El "botánico ecónomo": nueva profesión que aplica la botánica a la agricultura y al comercio Zea consideró prioritaria la enseñanza agrícola que, a su vez, era la base para el desarrollo del comercio. Es tal su convencimiento que pese a su gran respeto, admiración y gratitud que lo ligaba a Mutis11, se atrevió a criticarlo, en 1802, cuando señaló en su "Luminoso plan reorgánico de la Real Expedición Botánica" que los trabajos de Mutis "eran puramente botánicos sin relación alguna con la agricultura, con la economía y con las artes"12. Aunque, en su crítica le disculpa por el escaso personal que Mutis tenía en la Expedición. En el citado Plan de la reorganización de la Expedición Botánica de Nueva Granada, que él denominó de "Agricultura y Comercio", la enseñanza de la botánica era realmente una clase de agricultura. Decía, que "el botánico les habrá dado a conocer los instrumentos que facilitan los trabajos del campo; les habrá mostrado los terrenos más a propósito para estas o las otras producciones; los habrá apartado del infructuoso cultivo de muchas plantas poco alimenticias, substituyéndolas por otras que crecen allí mismo a la merced de la naturaleza, repartiéndoles semillas de las que ha descubierto en otras partes y enseñándoles a sacar de los montes mil productos útiles y a preparar alimentos sanos y deliciosos"13. Pero, además, él sostenía que "no había planta que no pudiera cultivarse siempre que lo hiciera un hábil observador, con los conocimientos del día"14. Estos conocimientos que estaba aprendiendo en París, los esbozó en el Plan donde comenta, entre otros temas, la fecundación artificial. Pero ante todo insiste en que la agricultura debe estar relacionada con el comercio. Puede decirse que, como ilustrado, la enseñanza de las ciencias útiles era lo prioritario. Así lo expresa en su época de redactor de La Gazeta y El Mercurio y reafirma estos planteamientos como profesor del Real Jardín Botánico. En esta institución desde sus primeras clases, señaló a los

44


estudiantes que "el encargo de su enseñanza era el de demostrar la utilidad de esta ciencia"15. Esta posición académica la explica en los discursos de apertura de las lecciones públicas de Botánica en el Real Jardín Botánico de 1805 y 180616. Ciertamente, insistimos en que demarcó su trabajo académico al señalar que debía primar "lo útil y luego lo científico"17. Hay, sin embargo, que mencionar el hecho de la clasificación personal que realiza sobre la botánica en las lecciones que imparte en el Jardín Botánico. Esta ciencia la divide en conservadora y conquistadora. La primera, se refiere sólo a la descripción de las plantas, y la segunda, se encarga de estudiar los usos y virtudes de las plantas18. Sobra decir que él conduce la enseñanza hacia la "botánica conquistadora". Las razones para ello eran poderosas al señalar el "influjo que la botánica puede prestarle a la economía, a las ciencias y a las artes"19. Aún más, partía de la premisa que "no hay vegetal que no ofrezca utilidad". Desde esta perspectiva desarrolla en sus clases el ejemplo de diferentes plantas que, a pesar de ser consideradas venenosas, como algunos hongos, siempre tenían utilidad y se podía comerciar con ellas. Puede decirse que lo "útil de la botánica", según él, no se quedaba en sólo conocer la utilidad de la planta sino que había que desarrollar el paso siguiente: comerciar con ellas. Así mismo, por las razones ya argumentadas, se puede entender su propuesta de formar al "botánico ecónomo" con conocimientos sobre la agricultura y el comercio de las plantas. Sin embargo, no deja de reconocer la importancia de la botánica conservadora y lamenta que no se hubiese desarrollado en épocas pasadas en las que los botánicos solo realizaron las descripciones de las plantas. Tras la lectura de esta cita podemos entender sus argumentos cuando señala que : "Los escritos que nos han quedado de los antiguos naturalistas ¿son algo más que unos tristes monumentos de las pérdidas que ha hecho la humanidad, no pudiéndose determinar por sus

descripciones arbitrarias las plantas de que nos dan tan importantes y curiosas noticias? ¿Y qué diremos al oír a Plinio anunciarnos como perdido el conocimiento de otras muchas, ya por no habérseles dado nombre para distinguirlas, ya por ser ordinariamente sus descubridores los hombres del campo, ya también por hacer misterio de ellas los que habían alcanzado a explorar y reconocer sus virtudes?"20. Hay que destacar que en su cargo de director tuvo oportunidad de aplicar su concepción del "botánico ecónomo" desde las primeras lecciones que impartió a los estudiantes en el Real Jardín Botánico. Más aún, en el discurso de apertura de las lecciones públicas del Real Jardín Botánico de 1805 y 1806, presenta su línea de pensamiento en relación al desarrollo de la unidad de la "botánica-agricultura-comercio". Teniendo en cuenta este criterio establecía el curriculum de formación del botánico que comprendía: 1. Estudio botánico de la planta, es decir, el encontrar los caracteres que indican las virtudes de las plantas. 2. Aplicar la botánica a la agricultura, buscando los usos y géneros de cada vegetal21. 3. El comercio con las plantas, demostrando que "la botánica formó el comercio" porque había producido la agricultura"22. En definitiva, la formación del botánico comprendía no sólo el conocer nuevas plantas sino también debía estudiar las mejores condiciones de siembra para finalizar en el comercio de las mismas. O dicho de otra manera: el comercio era la culminación de ese proceso porque se encaminaba a "engrandecer el imperio del labrador"23. Por consiguiente, trató de demostrar en sus clases cómo se interrelacionaban estos tres aspectos. En líneas generales, para comerciar con las plantas se debía conocer el cultivo y quién sino el botánico podía decir, "la planta de qué provincia es, su clima y su terreno"24. La solución, por lo tanto, era que los botánicos realizarán conquistas para la agricultura y de ahí la importancia de formar el "botánico ecónomo".

45


Aunque no entraremos en el análisis detallado de sus clases, sin embargo, merece mencionarse un ejemplo, bastante gráfico, que le da a sus alumnos en relación a la quina25. Para él, este árbol, ilustraba el proceso que puede seguir un botánico desde la localización de la planta silvestre; el estudio científico; determinar la utilidad de la misma; el cultivo y finalmente llegar a la comercialización del producto vegetal. Era evidente que, en este caso, la quina se convertía en una planta medicinal que podía ser comercializada. Conviene destacar, también, el ejemplo de la siembra y comercialización de la papa. En palabras del profesor Zea era el mostrar "la prosperidad de una sola raíz alimenticia trasplantada de la América á la Inglaterra que contribuyó prodigiosamente a aumentar la población, su industria y su poder"26. En líneas generales, el trío botánica-agriculturacomercio queda resumido por Zea cuando le dice a los alumnos que ellos, los futuros directores del los 24 establecimientos botánicos, deben "indagar los usos y utilidades de las plantas silvestres, introducirlas en la agricultura y en el comercio"27. Hay, sin embargo, que mencionar que la enseñanza botánica que impartió no puede considerarse que se encuentre dentro de la escuela de Cavanilles, que daba mayor importancia a la descripción científica de la planta. En cambio, sí se puede detectar en él, una influencia notable de su maestro Mutis, en relación a la prelación que tienen las plantas que presenten alguna utilidad. También, es evidente que desarrolla la tendencia francesa que había asimilado, durante sus estudios, en el Instituto Nacional de Francia. En resumen, puede decirse que la enseñanza que impartió Zea en el Real Jardín Botánico de Madrid obedecía a su concepción sobre la botánica "conquistadora" que se cristalizaba en la formación de un "botánico ecónomo" que era

compatible con las políticas ilustradas que impulsaba en el momento el Ministro Godoy en España.

3. La "Escuela Particular" del Jardín Botánico de Madrid centraliza la formación de los directores de los Jardines Botánicos provinciales El interés por enseñar la utilidad de la botánica se refleja en casi todos los planes que propuso Zea durante la dirección del Real Jardín Botánico. Destacamos por su entidad uno de sus proyectos más ambiciosos como fue el de la creación de 24 Jardines Botánicos que incluía la formación de los directores de estas instituciones, en una Escuela Particular. Como hemos señalado antes, desde que se le encargó la dirección de La Gazeta y El Mercurio de España28, en enero de 1803, puso en evidencia su pensamiento político y científico. En El Mercurio29, además, expresó sus planes generales de engrandecer a España, teniendo como base la agricultura y en especial el desarrollo del comercio con las plantas americanas30. En aquella época, desde la dirección de El Mercurio, propuso, desde el primer artículo, los objetivos que sustentaría más adelante en el proyecto de los establecimientos botánicos. La propuesta la enmarca dentro de los criterios del Generalísimo Príncipe Godoy para realizar un plan combinado donde se descubriera las producciones útiles en América para luego aclimatarlas en España. El objetivo era el de mejorar estas plantas, enriquecidas en la agricultura, para poder comerciar con ellas. Este criterio explica una de las finalidades de estos Jardines como era el de la aclimatación agrícola de las plantas americanas en España para luego desarrollar su comercio. Más tarde, en el cargo de director del Real Jardín Botánico, tramita la propuesta de fundar los "24 establecimientos botánicos" en los dominios "europeos y ultramarinos" de España31. La selección de la Provincia se realizaría teniendo en cuenta las características de ésta para determinados cultivos. Pero es de interés que en el plan incluye la formación de los directores de estas instituciones botánicas.

46


Podría intentarse dar una explicación al curriculum de unir lo útil con la formación de profesionales en el ramo de la agricultura y en el comercio. Es decir, su antiguo proyecto de formar el "botánico ecónomo", en palabras de Zea: "establecer un sistema orgánico de comercio, combinando los intereses de las colonias, esencialmente agrícolas, con los de la metrópoli, esencialmente industriosa". Destaca que, por este medio, "se ofrecía a la agricultura y al comercio los más preciosos dones, y a la juventud una nueva carrera que le excite al amor de los conocimientos botánicos"32. Sobra decir que la formación de los directores de los 24 establecimientos botánicos estaría a cargo del Real Jardín Botánico de Madrid. El artículo primero de la Real Orden lo especificaba así: "Se fundarán 24 establecimientos botánicos cuya dirección se dará a los alumnos del Real Jardín Botánico de Madrid que se dedicaren a adquirir en él los conocimientos que se exigiesen para estos destinos"33. La Real Orden que se publicó en La Gazeta de Madrid, el viernes 14 de marzo de 1806, resumió en 10 artículos los 24 de la Orden original. Destacamos por su entidad el hecho de la publicidad que se le otorgó a la Real Orden de creación de los 24 establecimientos botánicos. Periódicos como La Gazeta de Madrid específica que la fundación de los 24 establecimientos botánicos se iniciaran en la Península. Por otra parte, a la Escuela Particular, que se le denomina "Escuela Especial", se le establece el curriculum académico que incluye los premios para los alumnos. Hay que decir que la Real Orden recibió la misma publicidad en el Semanario de Agricultura y Artes. Este Semanario publica casi en la totalidad la Real Orden, el 15 de mayo de 1806, conservando los 24 artículos34.

La más importante novedad de estos Jardines las podemos resumir en: 1. Servir de aclimatación de las plantas de América en especial para las alimenticias y medicinales. Se realizarían experimentos de plantas silvestres para determinar sus usos y "se promovería su introducción en la agricultura y el comercio" pero siempre dentro de una planificación nacional. 2. Establecer una relación directa con cada una de las asociaciones patrióticas de las provincias porque "podían los individuos de esos cuerpos comunicar al Director del Jardín los conocimientos locales que sirvan de base a sus lecciones". Pero, además, se debía buscar el apoyo de las autoridades civiles y eclesiásticas, como la de los obispos e intendentes. Los intendentes y los Ayuntamientos se encargarían de dar el terreno donde funcionaría el Jardín. 3. Cada Jardín sería, además, un centro de enseñanza para los propietarios de tierras. En palabras de Zea, se debía "enseñar la agricultura a los propietarios de sus distritos y a los demás que quieran oír sus lecciones y verlas reducidas a la práctica en el Jardín destino a ese objeto"35. Parece claro que la idea de resaltar el esfuerzo individual se manifiesta en la forma de financiación de estos establecimientos. Al respecto, señala que "la dotación de los directores ó profesores de los Jardines se compondrá, de un parte que dará el gobierno señalando la asignación que juzgue proporcionada, y de otra parte resultará de las contribuciones de los discípulos. Más aún, el criollo indica que: "si todo lo diese el gobierno faltaría el estímulo del interés individual cuya acción es de suma importancia"36. Era evidente que la financiación del gobierno estaba garantizada por el apoyo que el Príncipe de la Paz37 le dio al proyecto38 que, como hemos señalado, fue aprobado y publicado en los periódicos de Madrid39. Sin embargo, la realidad política se impuso y como lo manifestó el Ministro Godoy, en sus Memorias, el costo del proyecto

Pero si hubiera que subrayar lo más significativo del Plan habría que referirse al centralismo administrativo de los 24 establecimientos dependiendo del Real Jardín Botánico de Madrid. 47


unido a la no colaboración de las comunidades religiosas truncaron este excelente plan de desarrollo económico y educativo. Las palabras del Ministro son claras cuando expresa que no se podía entender la indolencia de las comunidades religiosas quienes podían ser las propietarias en las granjas, "sin más costo que proveerlas de maestros que llevasen la ciencia a sus conventos y la fundasen para siempre .... En tres o cuatro años se podría haber cuajado todo esto felizmente. Dios permitió que todo se perdiese por la injusticia de los hombres"40. De todos modos, hay que mencionar que el proyecto, en micro-escala, se desarrolló en el Jardín Botánico de San Lúcar de Barrameda41 donde se nombró a Godoy director perpetuo. Este Jardín tenía como objetivo aclimatar la quina, la canela, el cacao, el plátano, el coco, entre otras plantas americanas42 y se diferenció del ya establecido para la aclimatación de plantas en la Orotava, Tenerife (1791), porque San Lúcar, al mismo tiempo, fue un centro de enseñanza donde se impartió la cátedra de agricultura. Hay que añadir que si bien los 24 establecimientos no se fundaron, este hecho no desanimó al director Zea. Por el contrario, al analizar los logros que se habían conseguido en el Jardín de San Lúcar de Barrameda, esboza un Plan más ambicioso que consistía en crear un comité que reunía a representantes de todas las Sociedades Económicas del País. El objeto era el de coordinar actividades para el avance de la agricultura y las artes industriales43.

La Escuela Particular Unida al Plan de fundación de los 24 Jardines Botánicos se encontraba la creación de la Escuela Particular que formaría a los futuros directores de estos establecimientos. Esta institución funcionaría dentro del Real Jardín Botánico de Madrid bajo la administración de Francisco Antonio Zea. Fue, en efecto, expedida la Real Orden el 6 de enero de

1806 que centralizó en el primer profesor del Real Jardín Botánico la fundación de los establecimientos decretados y de organizar el curriculum de la Escuela Particular "44. La peculiaridad de esta Escuela Particular se encuentra en que sólo se admiten doce alumnos que serían escogidos por el primer profesor. También se requería, para el ingreso de los alumnos, que ellos se comprometieran, como es lógico, a seguir la carrera botánica durante dos años y, luego de finalizados los estudios, a fundar los Jardines Botánicos. Los alumnos, para el ingreso, debían demostrar una formación básica en las Humanidades y Ciencias fundamentales. El examen versaba sobre las siguientes asignaturas: lógica, aritmética, geometría, trigonometría plana y principios de álgebra y de física. Es importante clarificar que los estudiantes ingresaban a la clase de botánica del Jardín Botánico de Madrid y de allí eran seleccionados los mejores para el ingreso a la Escuela Particular45. Este aspecto lo destaca La Gazeta de Madrid, del 14 de marzo de 1806, cuando señala que los alumnos que ingresen a la Escuela Especial serán los mejores estudiantes que hayan presentado lecciones públicas. En el citado periódico se comenta que: "para que haya mayor número de jóvenes sobresalientes, entre quienes pueda elegir el primer profesor los 12 alumnos de la Escuela Especial, se repartirán tres premios: una medalla de oro y dos de plata, ganados por oposición al fin de las lecciones públicas" del primer año de estudios. En el segundo curso además, de las medallas, "se obtendría el derecho a elegir por su orden los tres premiados el establecimiento en que cada uno quiera colocarse". En los dos años de estudio debían asistir diariamente los alumnos al Jardín Botánico, siempre "sujetos a las disposiciones del primer profesor encargado especialmente de formarlos en cuantos conocimientos juzgue necesarios". Las asignaturas básicas que se incluyeron en el

48


curriculum fueron: "agricultura práctica, fisiología vegetal, industria y economía rural"46. Para Zea la calidad académica estaba centrada en la rigurosidad de los exámenes y quienes pasaran las difíciles pruebas podían llevarse la gloria y los honores que les garantizaba su puesto de trabajo. La Real Orden precisaba que al finalizar el primer año se realizarían "exámenes rigurosos" con el objeto de "separar de la escuela a los que no hubieren hecho todos los progresos que se esperaba". Al final del segundo año, se harían nuevamente exámenes sobre los dos años cursados, con el objeto de clasificar los alumnos en "tres clases: 1) sobresalientes; 2) aprovechados; 3) regulares o medianos." Esta clasificación servía para dar prelación a los alumnos de la primera categoría de elegir el establecimiento de trabajo. Además, de este beneficio, se les concedía premios en medallas de oro y plata47; el título de Botánico del Rey y se les recomendaría para otros cargos que requirieran conocimientos botánicos, "como la medicina, la farmacia"48. Hay que añadir, además, que el plan tiene en cuenta a los alumnos que no alcanzan la clasificación máxima. A estos estudiantes se les da una segunda oportunidad: "asistir diariamente al Jardín Botánico, sin obligación, para perfeccionar sus conocimientos, auxiliar en sus tareas a los profesores, a emprender por sí mismos alguna obra, mientras le llega a cada uno el turno de su colocación"49. El espíritu práctico de Zea se refleja, una vez más, en este proyecto al proponer que para financiar la Biblioteca del Jardín "los alumnos que eran colocados deberían pagar al Real Jardín una mesada del sueldo de su empleo y la compra de un ejemplar de las obras del Establecimiento, comprometiéndose a tomar la continuación".

en el Real Jardín Botánico de Madrid bajo la dirección de don Francisco Zea. El objetivo era el de "formar maestros especiales de estos ramos indicados que deberían llevar la luz a las provincias y gobernar las nuevas casas"50 . La inauguración de la Escuela se realizó con la lectura de la Real Orden seguida del discurso de apertura de las lecciones públicas que pronunció el director del Real Jardín Botánico, en abril de 1806. Zea en esta ocasión compara el Decreto con "el acta famosa de navegación de la Gran Bretaña". Pero aún más, decía que "el decreto inmortal" le daría un nuevo sentido al Estado español. Y, en este sentido, agregaba en su discurso que este experimento de fundar los establecimientos botánicos con la proyección de "conquistar para la Agricultura los mundos de Colón y Gama" era "la empresa más grande que jamás se ha concebido, la más fecunda en importantes y seguros resultados y el primer ejemplo que en este ramo nos ofrece la historia". A los alumnos los estimula diciendo que ellos "ilustres jóvenes" serán los genios que llevarán a cabo tan "basta empresa y colmar de bienes a vuestra patria, y aun a toda Europa". No deja de advertirles que la tarea será difícil, pero que, sin embargo, tenían la fortuna de ser alumnos de ese Jardín que los formaría en "la botánica, la agricultura, la economía y la industria" antes de enviarlos "a la conquista de la naturaleza". Una constante en la vida de Zea es la de resaltar el apoyo de sus protectores. Por lo tanto, como era de esperar, en este discurso le da toda la gloria del proyecto al Secretario de Estado Pedro Cevallos y por supuesto no deja de agradecer el impulso que al mismo le ha dado el Príncipe de la Paz. Al año siguiente de haber iniciado las clases, en la Escuela Particular, el Ministro Godoy anunciaba que ya estaba dada la formación de los directores de los futuros Jardines Botánicos. El Ministro comenta en sus Memorias que a estos estudiantes se les concedió los premios anunciados en el Real Decreto, en julio de 1807. Además, señala que el

Da la impresión, según las Memorias de Godoy, que lo único que se pudo llevar a cabo, de la Real Orden de enero de 1806, fue la Escuela Particular

49


gobierno ya tenía de "donde elegir sus profesores reales para las 24 fundaciones que estaban decretadas y no lejos de cumplirse"51. El Rey por su parte, el 9 de agosto de 1807, indica a través de un oficio de Pedro Cevallos que "ha visto con suma complacencia los progresos que han hecho en la Botánica los discípulos de la Escuela establecida en su Real Jardín de esta Corte, y queriendo dar un testimonio público del amor que le merece esta ciencia y todos los que la profesan ha mandado se dé en su real nombre, el primero de una medalla de oro de dos onzas de peso"52. Sin embargo, el 27 de enero de 1808, don Pedro Cevallos envía nuevamente un oficio a Francisco Antonio Zea para que "le informe las causas que han retardado la distribución de estos premios señalados por S.M. el 9 de agosto del año próximo pasado"53. Ignoramos si los alumnos recibieron al final el premio anunciado pero lo que si hemos comprobado es que estos nuevos directores no lograron que se les cumpliera con el puesto de trabajo que les había garantizado la Real Orden que había creado la Escuela Particular. A cambio, y debido a la situación política por la presencia francesa en España, y a los problemas internos de la monarquía española, se expide una Real Orden el 2 de abril de 1808, por medio de la cual los egresados de la Escuela de agricultura se les envía primero de expedicionarios en España, luego al extranjero y finalmente se les concede un terreno para "poner en práctica los conocimientos adquiridos en sus viajes"54. Estimamos que hacia 1808 ya estaba la primera promoción de estudiantes de esta Escuela Particular que habían iniciado sus estudios en abril de 1806. Por lo tanto, esta Real Orden estaba dirigida hacia ellos y no a los alumnos de la reciente cátedra de agricultura que posiblemente ya se había iniciado pero que aún no tenía la inauguración oficial55. Aunque, debemos señalar que en él Plan de la cátedra de agricultura se establece la diferencia entre la cátedra y la

"reciente escuela de agricultura que se ha formado en el Real Jardín Botánico". Es importante señalar que la Real Orden, del 2 de abril de 1808, se expide durante el corto mandato de Femando Vil. Por lo tanto, la única explicación posible para que el nuevo Rey firme el decreto de un proyecto que había sido apoyado por Godoy, es la presencia de Pedro Cevallos56, quien continuó en su cargo de Secretario de Estado en medio de la conmoción política. Era evidente que ya no se podían crear los 24 establecimientos botánicos por lo tanto la Real Cédula citada daba una salida profesional y económica a los estudiantes que habían ingresado a la Escuela Particular y que Zea logró formar en el objetivo que se propuso en el discurso de apertura de ésta: "reconciliar la Botánica con la Agricultura". En este momento la posición afrancesada de Zea no era peligrosa para Fernando Vil. Los dos sectores de la Corte: Fernando Vil y Carlos IV apoyaban el ingreso de las tropas francesas a España en su paso para Portugal. Esta situación explica el apoyo que Zea y el Jardín Botánico recibieron, por intermedio de Cevallos, del nuevo Rey Fernando Vil. Esta protección se concretó en la Real Cédula señalada que era la culminación de un proyecto ambicioso de Godoy, Cevallos y Zea. La citada Real Cédula, del 2 de abril de 1808, se justificaba señalando que "Considerando el Rey la necesidad de acelerar los progresos de la agricultura, y deseando que su enseñanza últimamente establecida en el Real Jardín Botánico produzca todo el bien que S.M. se promete de ella ha venido a resolver los siguiente": El primer punto, se refiere a que los estudiantes que hubiesen demostrado a través de los exámenes "la mayor y más sólida instrucción en la agricultura debían ser presentados ante el Rey, por intermedio de su Primer Secretario, para demostrarles "su alto aprecio".

50


El segundo apartado, corresponde a los requisitos que deben tener los alumnos que ingresen a esta enseñanza. Se podían matricular aquellos que demostraran tener "los principios que en toda carrera científica se consideran fundamentales, y los conocimientos botánicos indispensables para la agricultura" El punto tres señala que "los discípulos matriculados que merecieron ser presentados a S.M. saldrán inmediatamente a recorrer cada una de las provincias a que lo destinase el Gefe de su Real Jardín no sólo con el objeto de propagar las luces y buenos conocimientos que hayan adquirido, sino también con el de observar el estado de la agricultura, los obstáculos que se oponen a su adelantamiento, causas de su decadencia, y medios de restablecerla". De estas actividades le darían cuenta al Director del Jardín cada mes y al Rey cada seis meses. En un cuarto apartado se expone que estos alumnos una vez que "se hallaren suficientemente instruidos en la agricultura patria" serán enviados como expedicionarios a las naciones extranjeras. El objetivo era el de "examinar las instituciones agrarias, prácticas rurales, mejoras, descubrimientos, máquinas... que más convenga adoptar". Finalmente, el estudiante recibía "el premio de una propiedad rural de los muchos baldíos que hayan el Reyno". El objetivo era que "pusiese en práctica los conocimientos adquiridos en sus viages dentro y fuera de España...y sirvieran de ejemplo a los labradores y de estímulo a los jóvenes que siguieran la misma carrera". En general, el Plan de los 24 establecimientos botánicos propuesto por Zea refleja la mentalidad del criollo en su concepción botánica, de estadista y de planificador de la economía de un país. Igualmente, es significativo el centralismo administrativo desde Madrid y la planificación nacional que establece la relación de la enseñanza con el desarrollo de la agricultura y el comercio para cada una de las provincias de España.

Por último queremos destacar que en la formación de los futuros directores de los 24 establecimientos, se refleja el espíritu práctico de Zea que vincula la enseñanza de la botánica a través de la agricultura aplicada. Por otra parte, la calidad académica se fundamentó en la rigidez de los exámenes y el latín continuó siendo el vehículo de enseñanza.

4. La cátedra de agricultura en el Real Jardín Botánico de Madrid y su proyección nacional Es necesario recordar que en el campo de la agricultura el primer proyecto que se le aprobó a Zea fue el del 17 de junio de 1804, sobre el "fomento de la agricultura"57. A esta propuesta le sigue, en 1805, la creación de 24 establecimientos botánicos y la formación de los alumnos que ¡rían a dirigir estos institutos58. Como lo hemos señalado antes, en todos los proyectos que impulsó en el Real Jardín Botánico de Madrid, desde que regresó a España, proveniente de Francia, se inclinó e impulsó la enseñanza de la botánica aplicada a la agricultura. Para él la agricultura "nos sacó de las selvas, ella nos ha civilizado, por ella vivimos, por ella respiramos, y con ella nacieron, con ella prosperaron, y entre sus ruinas perecieron los más opulentos imperios"59. De hecho, considera que la agricultura no es "un trabajo manual desdeñado"; por el contrario, ésta "ilustra y enriquece los campos" y en especial insiste en el "adiestramiento de los labradores". Es evidente, que los conceptos que señala se enmarcan dentro de la política que ya había planteado Campomanes en su Discurso sobre el fomento de la industria popular. En este discurso se impulsa la idea de crear cátedras de agricultura "ligadas a las sociedades patrióticas y destinadas a ilustrar a los hacendados y labradores"60 En el citado discurso, de apertura de las lecciones públicas, el director del Jardín crítica a los botánicos clásicos porque según él han "corrido

51


siempre en busca de plantas inútiles" en lugar de dedicarse a "ilustrar o enriquecer las plantas"61. Afirma que hasta hace poco tiempo en España se consideraba "un atentado" la introducción de una planta útil en la enseñanza de los Jardines Botánicos destinados a la enseñanza. Esta situación la explica comentando que los Jardines Botánicos habían sido establecimientos de lujo y no producían ningún "efecto manifiestamente ventajoso". Asimismo, por las razones ya argumentadas, exponía los objetivos de su enseñanza, indicando que no le iría a impartir a sus alumnos "la botánica silvestre., ni la seductora botánica que se pasea en los jardines". Por el contrario, explicaba con vehemencia la botánica aplicada a la agricultura que "está sujeta a la ley del arado"62. Conviene destacar que la cátedra de agricultura que propone Zea está relacionada con las directrices de gobierno que impulsaba el Ministro Godoy y el Secretario de Estado Pedro Cevallos. La agricultura era un elemento básico para el desarrollo del país y por lo tanto las políticas estatales se dirigían al estímulo de la enseñanza y de la práctica agrícola. La cátedra que propuso Zea se sustentó en el principio de que la "agricultura era el origen permanente de la riqueza del Estado". Pero además, su criterio centralista le hacía proponer a Madrid como el sitio difusor de los conocimientos agrónomos al resto de las provincias. Dentro de la general relevancia que el gobierno daba a la agricultura, se presentaron en la época otras propuestas como la del "Establecimiento de una Secretaria de Agricultura y Comercio" por Rafael Daniel. En esta propuesta comenta el autor que cuando había estado en Madrid, en mayo de ese año de 1805, el tema que se trataba era el de la agricultura y el "de establecer en el Consejo una sala de Gobierno que entendiese exclusivamente de tan importante objeto"63. Como puede verse, España no era ajena a las políticas agrícolas que en ese momento se desarrollaban en Europa, especialmente en

Alemania, Holanda Inglaterra y Francia. En estos países ya se habían desarrollado no sólo las asociaciones agrícolas sino también las escuelas de enseñanza agrícola64. Tenemos, además, constancia de que Zea conocía personalmente la experiencia francesa y recibía como director del Real Jardín Botánico la información académica del momento65. Aún más, su activa participación en el Semanario de Artes y Agricultura queda demostrada con el gran número de traducciones que publicó de los colegas franceses. Por ejemplo, en el artículo que Tessier había presentado en la Academia de Ciencias de París sobre la" Memoria sobre el estado de la agricultura en las Islas Canarias"66. De forma complementaria manifiesta, en las notas, la preocupación por dar a conocer el desarrollo de esta ciencia. Además, ya lo había demostrado en sus diferentes escritos y cuando estuvo de director de la Gazeta y el Mercurio de Madrid, donde relacionó las publicaciones nacionales y extranjeras que se editaban en el momento sobre Historia Natural. Así que una de sus inquietudes centrales, como director del Real Jardín Botánico, fue la de plantear sugerencias para el impulso del desarrollo agrícola en el Reino. De esta manera se unía, igualmente, al impulso que en su momento le daban a la enseñanza agrícola las Sociedades Económicas de Amigos del País. Algunas de estas Sociedades Económicas tenían constituida la cátedra de agricultura (por ejemplo la aragonesa67) y otras, desde su sección de agricultura, daban premios a los mejores trabajos sobre el impulso agrícola de cada región68. Y, Seminarios como el de las Palmas parece que tenían establecida la cátedra de agricultura desde su fundación en 177769. Tampoco hay que olvidar que el apoyo que recibió Zea a sus proyectos académicos se debía a que él pertenecía al círculo de Zenón Alonso y Cavanilles. Hay que destacar que tenía la confianza del Ministro Godoy y del cuñado de éste, don Pedro Cevallos70. En especial, recordemos que, no perdía oportunidad en sus escritos para valorar el

52


pensamiento liberal y de progreso del Príncipe de la Paz71. Pensamiento que suponemos también compartía Pedro Cevallos como lo demostró posteriormente al participar con el grupo de los afrancesados en la firma de la Constitución de Bayona. Hay que añadir, además, que Zea desarrolló con Cevallos una extensa relación epistolar oficial y sus proyectos fueron tramitados por éste teniendo por respuesta manifestaciones de complacencia por parte del Ministro Godoy. Reiteramos que lo que sin duda influyó fue el hecho de encontrarse en el circulo que llevaba a la práctica la particular política ¡lustrada del Príncipe de la Paz quien a su vez inscribe a Zea dentro de los sabios que colaboraron con él en su gobierno72. Es necesario profundizar, también, que cuando Zea propone la cátedra de agricultura, en 1807, fue un período en el cual marcó directrices nacionales en el tema relacionado con la enseñanza agrícola. Es importante apuntar que a Zea se le consulta y se le pide concepto sobre diferentes temas relacionados con la divulgación y la enseñanza de la agricultura. Por ejemplo, se le pide sugerencia sobre el reglamento para la cátedra de agricultura a cargo de la Sociedad Económica de Valladolid73; se le solicita que elabore un sistema de enseñanza de agricultura para las sociedades74 y además, que de su concepto sobre la elaboración de una cartilla de agricultura para labradores de Castilla la Vieja75. Tampoco es una casualidad que en la misma época, en 1806, se cree la cátedra de agricultura en el Jardín Botánico de San Lúcar de Barrameda76. Como señalamos anteriormente este Jardín de aclimatación contó con el apoyo directo del Ministro Godoy y estuvo bajo el control del director del Real Jardín Botánico de Madrid77. La cátedra de agricultura se inicia con el profesor D. García78 en octubre de 1806 y a los dos años la toma Simón de Rojas Clemente79 quien está poco tiempo debido al cierre de la Institución en 1808.

Paralelamente, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid sacaba a concurso la elaboración de "una cartilla elemental de agricultura", en 1806. A este concurso se presentaron, entre otros: Antonio Sandalio de Arias, jardinero mayor del Real Convento de la Encarnación, con el título "Cartilla completa elemental de agricultura acomodada a nuestro suelo y clima"80; Martín Aguilera, con el título "Cartilla elemental de agricultura"81 y Juan Pérez Nestares, quien ganó el concurso, con el título de "Cartilla elemental de agricultura"82. Es curioso, pero Zea en aquellos años no se afilió a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid a pesar de estar de director de la misma el Príncipe de la Paz83. En cambio, sí lo hizo a la Sociedad médica, con un trabajo conjunto que presentó con Claudio Boutelou84, y a otras que enumera en la presentación de sus escritos85. Es posible que no le diese mayor importancia a esta Sociedad o simplemente porque se mantenía informado de las actividades de esta Asociación a través de los hermanos Boutelou. Zea se afilia a la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, en la época de los franceses, cuando era subdirector de la Sociedad Claudio Boutelou. La solicitud de afiliación la tramita junto con el Conde de Cabarrús y su amigo José María Lanz86. Volviendo a la propuesta de la cátedra de "agricultura y economía rural" que propone Zea, el 23 de febrero de 1807, hay que tener en cuenta que, por lo señalado anteriormente, no es de extrañar que de inmediato se le dé el visto bueno y se le comisione para que elabore "el método de enseñanza, y obligaciones que han de tener los profesores"87. En el mismo oficio, de aprobación de la cátedra, se le encarga la elaboración de una obra que reúna "en extracto lo mejor de lo que se ha escrito en la materia dentro y fuera del Reyno". Pero, mientras se elabora la obra y siendo urgente comenzar con la cátedra de agricultura, se le propone que junto con Claudio y Esteban Boutelou seleccionen al autor nacional o extranjero traducido "que mejor les parezca" para tomarlo como texto en el estudio y explicación de los profesores.

53


Es necesario valorar la eficacia y rapidez en los trámites que demuestra el director del Jardín y que es poco común la época. Como se puede ver en la documentación, en el mismo mes de marzo remite el "Plan de enseñanza de la cátedra de agricultura y economía rural" que se aprueba, casi de inmediato el 13 de mayo de 1807, con la anotación que Esteban Boutelou no se podía ausentar de Aranjuez en la época de otoño88. Sin embargo, la Real Orden de aprobación se emite dos meses después, y se autoriza que Claudio imparta las clases teórico-prácticas y que Esteban contribuya "con $us escritos y observaciones"89. En líneas generales, se puede decir que Zea se proponía institucionalizar una reforma en la enseñanza de los contenidos botánicos en el Real Jardín Botánico de Madrid. Bajo su administración impulsó el aprendizaje de la botánica aplicada o, dicho de otra manera, en sus palabras, de la botánica "conquistadora". Pero si hubiera que subrayar lo más significativo de su administración habría que referirse al funcionamiento de la Escuela Particular donde los botánicos de profesión podían acceder a la botánica aplicada a la agricultura y a la medicina. Hay que destacar que el Rey creó el 13 de septiembre de 1807 tres cátedras en esta institución90. La primera la de "Botánica general o systemática" que estaba a cargo de Zea como primer profesor del Jardín. La segunda, la botánica aplicada a la agricultura, para la cual se nombró al profesor Claudio Boutelou. La tercera, era la de botánica aplicada a la medicina a cargo del profesor Mariano Lagasca91. En este mismo mes de septiembre aparece Claudio Boutelou92 en la nómina de pago del Real Jardín Botánico de Madrid como profesor de la cátedra de agricultura93. Desconocemos si inició las clases de inmediato porque oficialmente la cátedra de agricultura se inauguró el 20 de abril de 1808. Este hecho se reseña en la Gazeta y en el Semanario de Agricultura y de Artes de los días 5 y 14 de abril respectivamente. En estos periódicos se anuncia la colocación, en las aulas, de los retratos

de Mutis y de Cavanilles "para que la juventud los imite en beneficio del Estado y de las Ciencias". Para esta fecha, es de resaltar que la situación política había cambiado y esto explica el por qué el nombre de Godoy se borra de los discursos oficiales de Zea. Ahora, están en el primer plano de sus disertaciones el Secretario de Estado Pedro Cevallos. Tras la lectura de esta cita podemos entender la nueva situación cuando dice que estas cátedras son "promovidas por el ¡lustrado y activo zelo del Excmo. Dn. Pedro Cevallos, primer Secretario de Estado, y protector del establecimiento, y de las ciencias que en él se enseñan"94. Ciertamente, insistimos que el objetivo central del plan de la cátedra de agricultura era el de: "demostrar la íntima relación de la agricultura con otras ciencias y artes, y la necesidad que de ellas tiene para adelantar su profesión"95. Por otra parte, el curriculum general comprendía: primero, explicar los vegetales, las partes y órganos de que constan; segundo, dar algunas nociones de fisiología vegetal, indispensables para la agricultura; tercero, demostrar especialmente las partes exteriores de las plantas y los usos a que están destinadas por la naturaleza. El curriculum particular se refería a: la multiplicación de las plantas; clases de tierras; instrumentos de agricultura y métodos. Es significativo que en este Plan se relaciona la cátedra de agricultura con la Escuela Particular que venía funcionando en el Jardín al señalar que "se explicará circunstancialmente, y se dará la razón del método ó arreglo adoptado para la distribución de las plantas en la Escuela de agricultura que al intento se ha formado en el Jardín"96. El calendario a seguir era el mismo que funcionaba en esta Institución. Es decir, se iniciaban clases en abril, en el verano se suspendían y se reanudaban en el otoño. El horario comprendía de

54


lunes a viernes desde las 10:30 y los miércoles desde las 9:30 para realizar las prácticas. Hay que destacar que este ambiente favorable hacia el impulso de la enseñanza agrícola sufrió un aplazamiento en la metrópoli española con la llegada de los franceses. Y, como es bien sabido, Zea tomó partido por los galos a los que se unió con la firma de la constitución de Bayona97. El nuevo gobierno nombró a Zea Jefe de la Segunda División del Ministerio del Interior98. En este nuevo cargo le correspondió la administración de la instrucción pública, los establecimientos científicos, artes fábricas y manufacturas, industria y agricultura, las academias, bibliotecas, imprentas, museos, los gabinetes de Historia Natural, de Minas y de máquinas, los jardines botánicos y de aclimatación, los montes y viveros..."99. Claudio Boutelou, amigo personal de Zea100, fue el nuevo director del Real Jardín Botánico en el período de la invasión de los franceses. En estos años de la presencia francesa en España, la crisis económica de la institución fue la gran preocupación de Boutelou y, con el propósito de darle solución, intento el ex-director Zea, sin éxito, colaborar con algunas ayudas destinadas al Ministerio del Interior101. El nuevo gobierno francés, de José I, centró su actividad en el problema de la guerra. Sin embargo, en este período no se dejó de presentar proyectos como los de Sandalio de Arias de crear unas escuelas de agricultura, creación de una Academia de Ciencias y en Relación al Jardín se expidió una resolución "para evitar los destrozos de las instalaciones del Jardín"102. El impulso que Zea le había dado a la cátedra y a la formación de escuelas de agricultura, desde la dirección del Real Jardín Botánico, lo retomó en la época de los franceses la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, donde Claudio Boutelou ocupaba puestos directivos103. Precisamente, como subdirector de esta Sociedad Claudio Boutelou apoya el proyecto104 que Antonio

Sandalio de Arias105 presenta sobre el "Plan de escuelas de enseñanza agrícola" a finales de 1809. El Jardín Botánico de Madrid reabre la cátedra de agricultura106, en abril de 1812, con las lecciones públicas de "botánica y agricultura" a cargo de Esteban Boutelou107. Posteriormente, en las Cortes de Cádiz se impulsa nuevamente la antigua propuesta de Zea de enseñar la agricultura en la capital de cada provincia108.

Conclusiones El criollo Francisco Antonio Zea, llega a la dirección del Real Jardín Botánico de Madrid, por pertenecer al grupo de Cavanilles y al que posteriormente se llamaría de los "afrancesados". En la dirección del Jardín desarrolla una política que se enmarca en el pensamiento ilustrado de la época. En la enseñanza se demarcó de su protector Cavanilles al darle mayor importancia a la utilidad de la planta antes que al estudio científico de ésta. Para entender los planes académicos de Zea se debe conocer el carácter práctico que lo caracterizó en el transcurso de su vida y el mimetismo que tuvo siempre con las figuras del poder político y académico. Fue leal con sus amigos y protectores. Les defendió y apoyó en el transcurso de su vida a pesar de los cambios políticos. Podemos decir que tuvo siempre una misma línea de pensamiento académica y política que fue perfeccionando y desarrollando a través del tiempo. Su objetivo en la enseñanza lo centró en la formación de un botánico que no sólo conociera la utilidad de las plantas sino que también realizara actividades comerciales con éstas. Al nuevo profesional lo denominó el "botánico ecónomo". Para llevar a cabo su plan institucional propuso la creación de 24 establecimientos botánicos que se instalarían en cada una de las provincias de España incluyendo la América colonial. La propuesta incluía la formación de los directores de los institutos en la Escuela Particular y además una cátedra de agricultura en el Real Jardín Botánico de Madrid.

55


Notas 1 Zea nació en la villa de Medellln, Colombia, el 23 de noviembre de 1766 y murió el 28 de noviembre de 1822 en el York House Hotel, de la ciudad de Bath, Inglaterra, a la edad de 51 años. Zea, tuvo a su favor el ser hijo de nobles, hecho que le permitió ingresar como estudiante del Colegio de Popayán y colegial en el Mayor de San Bartolomé de Santa Fe de Bogotá. Fue discípulo de José Félix Restrepo y compañero con Caldas y Torres. Empezó su vida profesional en 1788, como catedrático de gramática en el Colegio de San Bartolomé y en 1791 el virrey Ezpeleta le encargó la educación de sus hijos y en este mismo año se le nombra, por petición de Mutis, sub-director de la Real Expedición Botánica de la Nueva Granada. Participó en la tertulia 'El Arcano de la Filantropía", que coordinaba Nariño y que, luego, fuera el motivo principal para su detención en 1794. 2 Por Real Orden, del 4 de abril de 1804, se nombra a Francisco Antonio Zea primer profesor y encargado del gobierno y dirección del Real Jardín Botánico de Madrid'. Archivo General de Indias, (en adelante A.G.I.), Sección Quinta, Audiencia Santa Fe, Legajo, 667. "El 11 de mayo de 1804, Pedro Cevallos le envfa a Zea el oficio por el que le nombra sucesor de Cavanilles en la dirección del Real Jardín Botánico de Madrid. Aranjuez'. Archivo Jardín Botánico de Madrid, (en adelante A.J.B.), Ref. I, 22, 1, 2. 3 En la inauguración del curso de Botánica en el Real Jardín Botánico de Madrid el criollo señalaba que: "Debo a Mutis infinito agradecimiento, no sólo por haber sido su discípulo más querido, por haber vivido en su casa, sin separarme de su lado, y recibido de su mano continuos beneficios, sino también por los servicios inmortales que ha hecho a todo el Nuevo Reino de Granada". ZEA, F.A.(1805): Discurso acerca del método y utilización de la botánica. Madrid, Imprenta Real, 1805. pp. 40-41. En la carta que Zea le envía Cavanilles el 20 de junio de 1798 señala que: "En efecto fui por su solicitud agregado a su expedición con el destino de sucederle en la dirección de ella y continuar sus obras. Dos años estuve en su casa instruyéndome en la Facultad, y otro pasé en una montaña solitaria haciendo excursiones botánicas". Archivo de Antonio Cavanilles (en adelante A.A.C.), legajo 24, carpeta 4, carta ns 1. (numeración nuestra). El afecto que Zea le profesó a Mutis lo mantuvo aún en la época de la revolución de la independencia. En el Correo del Orinoco se hace referencia al 'sabio Mutis" en el articulo 'Memoria Biográfica de la Nueva Granada", posiblemente lo escribió Zea porque aunque manifestó que dejaba de ser el redactor del periódico el 10 de octubre de 1818 por salir temporalmente fuera del país la realidad es que sólo viajó al exterior hasta el 1 de marzo de 1820. Correo del Orinoco, na46, 11 diciembre de 1819. 4 Antonio José Cavanilles, nació en Valencia en 1745 y murió en Madrid en 1804. Llega a Madrid en 1774. En 1778 viaja a París como educador de los hijos del Duque del Infantado que se desplazó como embajador en Francia. Regresó a Madrid en 1789 y se le encargó estudiar la Flora española. En 1799 colaboró en la fundación de los Anales de Historia Natural. Fue primer profesor y director del Real Jardín Botánico de Madrid de 1801 a 1804. Entre sus principales obras se localizan: Observations sur larticle Espagne de la Nouvelle Encyclopédie. París, A. Jombert, 1784. Monadelphiae classis disertattiones decem, París, Didot, 1785-1787. y Madrid, Typ. Regia, 1790. Icones et desciptiones plantarum quae aut sponte in Hispaniae crescunt, aut ¡n hortis hospitantur, 6 vols. Madrid, Typ. Regia, 17911801.Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reino de Valencia, 2 vols. Madrid, Imp. Real, 1795-1797. Descripción de las plantas que demostró en las lecciones públicas de los años de 1801 y 1802 precedidas de los principios elementales de la botánica. Madrid, Imp. Real, 1802. Diferentes artículos en Anales de Historia Natural, 7 vols. Madrid, P.J. Pereyra e Imp. Real, 1799-1804. 5 El regreso a su tierra natal siempre estuvo en su mente y lo manifestó en sus cartas a Pombo, Mutis y Cavanilles desde el mismo momento en que salió en libertad en la ciudad de Cádiz en 1799. Situación que vuelve a plantear nuevamente desde Cádiz, cuando regresa de París, en 1803. Este deseo no lo pudo cumplir porque cuando regresó a América, en 1816, sólo lo hizo hasta territorio venezolano, por lo tanto, no volvió a Santa Fe ni a Medellín. 6 Se le nombró Segundo profesor de botánica por oposición y se le designó Segundo redactor de La Gazeta y El Mercurio de Madrid, el 13 de enero de 1803. El salario que se le fijó fue de 24.000 reales de vellón al ano. A.G.I., Sección Quinta, Audiencia de Santa Fe, legajo 667. El 18 de mayo de 1804, Zea recibe el Oficio

7

8

9

10

11

12

13 14

de Pedro Cevallos por el que lo releva de su puesto de segundo redactor de los periódicos de La Gaceta y El Mercurio. Aranjuez". A.J.B. Ref. I, 22, 1,4. La relación de Zea con Cavanilles y con el grupo de profesores franceses en París se analiza SOTO ARANGO, D. (1995): 'Cavanilles y Zea: una amistad político-científica", en Revista ASCLEPIO de Historia de la Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, Vol. XLVII, 1995, pp. 169-196. Los colegas investigadores sobre la historia del Real Jardín Botánico de Madrid siempre se han preguntado el por qué no se nombró en la dirección de esta institución a Mariano La Gasea Segura, protegido de Cavanilles y a quien le dejó parte de su herbario. Es posible que la respuesta se encuentre en, ese momento, el círculo de amistades de los afrancesados. A este círculo pertenecía Zea pero no La Gasea quien en el reinado de José Bonaparte se alistó como médico del ejército que luchaba contra los franceses. Además, hacia 1803 Lagasca era alumno del Jardín mientras Zea ya era profesor de esta Institución. "R.O. a Cavanilles sobre la disposición de los fondos para la dotación de los alumnos Lagasca y J. Demetrio Rodríguez", 16 de abril. 1803. R.J.B. I, 13, 1, 15. Zea fue detenido en septiembre de 1794 y el 3 de noviembre de 1795 sale de Santa Fe y el 24 del mismo mes lo embarcan desde Cartagena hacia la Habana donde llega el 12 de diciembre. El 22 de enero de 1796 lo envían para Cádiz, ciudad a la que llega el 18 de marzo, preso y enfermo de paludismo. En esta ciudad lo mantuvieron preso hasta junio de 1799, cuando el Consejo dictaminó su libertad. Sin embargo, no regresó a América sino hasta 1816. En este tiempo, su vida académico-política se mantuvo entre España y Francia. Zea, en París, estableció amistad con los científicos y políticos de ésta metrópoli. Botero comenta que frecuentaba la casa de Francisco Miranda, quien en ese momento era general del ejército de la Revolución francesa. Sin embargo, consideramos que esta afirmación no es cierta porque en esta época Miranda residía en Londres. BOTERO SALDARRIAGA, R.(1945): Francisco Antonio Zea. Bogotá, Imprenta Municipal, Ediciones del Consejo, p. 67. Zea en sus cartas a Cavanilles desde París, del 29 de diciembre de 1800 al 14 de junio de 1802, relaciona la amistad que estableció con los profesores del Instituto Nacional de Francia, con los botánicos y científicos de la época y con el embajador español en París. Véase Archivo Antonio Cavanilles (A.A.C.), legajo 24, cartas de la n2 20 a la 31. (numeración nuestra). Zea siempre le profeso afecto y reconocimiento a Mutis que manifestó a través de épocas dispares politicamente cuando le correspondió la dirección de la Gaceta de Madrid y el Correo del Orinoco. En París, elaboró el 'Luminoso Plan reorgánico de la Real Expedición Botánica propuesto desde la ciudad de París por don Francisco Antonio Zea, miembro titular de la misma. 1802", en HERNÁNDEZ DE ALBA, G.(1985): Documentos para la Historia de la educación en Colombia. Bogotá, Editorial Kelly, pp. 88133. El manuscrito original lo tenía el historiador Guillermo Hernández de Alba. Desconocemos el sitio donde se pueda localizar actualmente el documento, porque gran parte de su biblioteca fue subastada a la muerte del investigador. El documento se publicó por primera vez en la Revista la Contemporánea, Tomo II, n s 7 a 12, Cartagena, 1917. Con el titulo de Proyecto de reorganización de la Expedición Botánica. (1802), se publicó como apéndice n° 2, en AMAYA, JA.(1982): La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Apéndice n a 2, Universidad Nacional de Colombia, Sociología, Bogotá, 1982. En este trabajo citaremos la publicación de Hernández de Alba(1985), ya señalada, p. 90. lbídem.,p. 119. Ibídem., p. 98.

15 'Borrador de un manuscrito de una clase de Zea en el Real Jardín Botánico de Madrid que denominó 'El estudio de la historia natural y la botánica'. Madrid, 1803. A.J.B. III, 7, 1, 10. fls.1. 16 Discurso acerca del mérito y de la utilidad de la Botánica. Leído en el Real Jardín el 17 de abril para dar principio a las lecciones públicas, por don Francisco Antonio Zea, Jefe y primer profesor del mismo Real Establecimiento, Miembro de la Sociedad Médica de Emulación, de la Filomática, de la Farmacia, de las de los observadores del Hombre, de la de Ciencias, de Artes y amena

56


17 18

19

20

literatura de París. Madrid, Imprenta Real, 1805. pp. 18-19. Discurso de Francisco Antonio Zea para dar principio a las lecciones públicas en el Real Jardín Botánico de Madrid. 1806. HERNÁNDEZ DE ALBA, G.(1985): Documentos para la Historia de la educación en Colombia. Bogotá, Editorial Kelly, p.101. Discurso a cerca del mérito... Op. cit., p. 21. Pombo comenta el discurso de apertura de Zea en el Real Jardín Botánico en 1805, en su carta a Mutis del 10 de marzo de 1807. Dice: "Lastra.... me dio a leer últimamente el discurso de Zea, dicho cuando la apertura de un estudio de botánica, de que vería vuesamerced un extracto en el Mercurio. Le incluyo copia de lo que dice suprimió en su lectura, por no ofender a sus émulos con las alabanzas debidas a vuesamerced, y dos de sus notas, con que ha impreso últimamente dicho discurso. Divide la Botánica en Conservadora y en Conquistadora'. HERNÁNDEZ DE ALBA, Guillermo.(1983): Archivo Epistolar del sabio naturalista don José Celestino Mutis. Bogotá, Editorial Presencia Ltda. Tomo IV, p. 106. A.J.B. III, 1,1,310. "Borrador de un manuscrito de una clase de Zea en el Real Jardín Botánico de Madrid sobre lo que él denominó "El estudio de la Historia Natural y la Botánica". Madrid, 1803. A.J.B. III, 7, 1, 10. 5 fls. Acerca del mérito y de la utilidad de la Botánica. Doc. cit., pp. 22-23.

21 Véase en Doc. cit., de 1805, p. 45-46. En el documento citado, de 1803, desarrolla la importancia de conocer "los árboles que producen la madera de la construcción, las plantas que sirven en la tintorería, las plantas para la medicina, la relación de la Química con la Botánica y hasta conocer las plantas que comen los animales para saber el sabor de la carne..etc.". fls. 4 a 8. 22 Dice Zea: "Aunque la Botánica puede considerarse como una ciencia de creación moderna, si se comparan sus débiles é inciertos pasos en el vasto espacio de los siglos con el vuelo magestuoso y rápido que ha tomado á nuestra vista, es innegable que fue la primera de que necesitó la razón humana, la primera que contribuyó á nuestro alivio y conservación, formó el comercio, y produxo la agricultura. 1805", Doc. Cit., (1805), p.2. 23 Discurso de apertura de las lecciones públicas de 1806. Op. cit., p.323. 24 Ibídem., pp. 3-5. 25 Ibídem., pp. 38-39. 26 Discurso de inauguración de las lecciones públicas en 1806. Doc. Cit., p. 323. 27 Ibídem., p. 324. 28 Zea permanece en la dirección de los periódicos El Mercurio y la Gazeta de Madrid, desde el 13 de enero de 1803 hasta el 18 de mayo de 1804. 29 En El Mercurio de España expresó sin reparo su pensamiento político y científico. El periódico se organizaba en dos apartados: el político y el literario. En la Sección política, desde el primer número que redactó, se declaró admirador de Napoleón. La parte literaria comprendía: narración, legislación, bibliografía. Los libros que reseñaba eran principalmente sobre Historia Natural. Igualmente comentaba las actividades del Instituto Nacional de Francia. Este último apartado, el literario, era más amplio que el que publicaba en La Gazeta de Madrid. 30 El Mercurio de España, Madrid, en la Imprenta Real, enero de 1803. El citado artículo de las pp. 31 a 39. 31 El 18 de diciembre de 1805 se expide la Real Orden que regula la propuesta que Zea había presentado el 20 de septiembre de 1805, sobre "la creación de nuevos establecimientos botánicos y la formación y enseñanza de los alumnos que administrarán estos institutos". San Lorenzo del Escorial. A.J.B., Ref.l, 22, 4, 12. 32 Doc. cit., folio 2 (numeración nuestra). 33 Los artículos 1a y 11e se refieren a este aspecto. El artículo 11, dice: 'Para obtener estos destinos es indispensable haberse formado en la Escuela Particular del Jardín Botánico de Madrid después de haberse distinguido en las lecciones públicas del mismo establecimiento". Doc. cit., folios 3 y 11. (numeración nuestra). 34 En este mismo número del Semanario se edita el discurso que Zea pronunció al inaugurar las clases de la Escuela Particular. 35 Señala Zea: 'Dirigir al sencillo labrador: enseñarle a distinguir las variedades útiles de las que sólo sirven de frustrarle su cosecha; iniciarle en los misterios de la fecundación vegetal, por cuya

ignorancia suele él mismo privarse de muchos frutos, o hacerlos degenerar. Tales son los servicios que sin algún esfuerzo puede hacer la Botánica á la Agricultura". Discurso de apertura de las lecciones públicas para la Escuela Particular, en el Real Jardín Botánico de Madrid, pronunciado por Francisco Antonio Zea. Publicado en el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos por el Real Jardín Botánico de Madrid, nQ 490 del 15 de mayo de 1806. 36 Ibídem, Doc. Cit. 37 En relación al Príncipe de la Paz señala Benito Pérez Galdós que en la época de Carlos IV existieron dos partidos: "el de Godoy, favorito del Rey y, sobre todo, de la reina y el partido del Principe heredero, Fernando, futuro Fernando Vil". De Godoy se dice que intrigó para conservar el poder, para amasar riquezas, para amontonar nombramientos etc.". Se le calificó de polígamo, ateo, verdujo". Por otra parte, tuvo personas incondicionales que ensalzaron su nombre como el criollo Zea que en sus discursos le dio el título de "caudillo" "protector ilustrado y constante amigo de todos los cuerpos que trabajan con zelo y generosidad en el adelantamiento de la Monarquía y en el bien de la humanidad". PÉREZ GALDÓS, Benito.(1992): La Corte de Carlos IV. Madrid, Historia 16, pp. 6- 86. Discurso de inauguración de curso de Zea, 1806. Doc. cit. 38 El 1 de enero de 1806, Cevallos le comunica a Zea que el Príncipe de la Paz ha aceptado la "fundación de los 24 establecimientos botánicos". A.J.B., Ref. I, 22, 5, 8. Recuerda Godoy en sus Memorias que "Mandaba el Real Decreto la erección en todas las Provincias de Institutos Normales de agricultura práctica que fuesen dirigidos y alumbrados por la Ciencia". Op. cit., p. 143. 39 La Gazeta de Madrid, del viernes 14 de marzo de 1806, publicó la Real Orden de "fundar 24 establecimientos botánicos en los dominios europeos y ultramarinos". Godoy recuerda la Real Orden en sus Memorias. GODOY, Manuel.(1965): Principe de la Paz. Memorias. Edición y estudio preliminar de Carlos Seco Serrano. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo II, Vol. 89. p. 143. 40 Señala Godoy, en las citadas Memorias que "Abundando como abundan muchas de estas casas en bienes superfluos, habrían podido sufragarse todos los demás gastos con la sobre de sus rentas". Ibídem., pp. 144-145. 41 Godoy considera que el ejemplo del Jardín de San Lúcar "primer ensayo que yo hice de esta suerte de establecimientos, tan necesarios y tan útiles en medio de un país como la España, donde la grande vocación del pueblo y el fundamento principal de la riqueza es el cultivo de la tierra". En el caso de este Jardín se había puesto bajo la inspección de la Sociedad Patriótica. Ibídem., p. 144. 42 GODOY, Manuel.: Príncipe de la Paz. Memorias. (1965), Doc. Cit., p. 144. 43 ZEA, Francisco Antonio.: "Reflexiones sobre los adelantamientos que en el número anterior se anunciaron hechos por la Real Sociedad Patriótica de San Lúcar desde que nombró por su director al Señor Príncipe de la Paz", en Semanario de Artes y Agricultura, n2471, jueves 9 de enero de 1806, pp. 17-21. 44 El 28 de febrero de 1806 se le aprueba a Zea el trámite de la solicitud del Real permiso para publicar en La Gazeta de Madrid un extracto de la Real Orden del 18 del propio mes, relativo a la formación de 24 establecimientos botánicos; el texto literal de ella en El Mercurio, donde se le introducen modificaciones en el literal 16. El artículo 24 de la citada Real Orden se suprimió en la publicación de La Gazeta por considerarse que era un "asunto administrativo". Se omitió también el artículo 24, porque se dice que "no tiene relación con los aspirantes a la ciencia y sus premios, sino que es dirigido al gobierno particular de V.M.". A.J.B., Ref. I, 22, 5, 16. Sobre la Real Orden véase, Doc. cit., folios 22 y 23 (numeración nuestra). 45 Se establece que sólo los "que dieren pruebas en los exámenes de las lecciones públicas de haber aprovechado en ellas, pueden ser elegidos para entrar en la Escuela Particular Doc. cit.", Articulo 12, folios 11 y 12 (numeración nuestra). 46 La Gazeta de Madrid, viernes 14 de marzo de 1806. 47 "El 28 de febrero de 1806 se establecen cuatro reformas a la Real Orden del 18 de diciembre de 1805. Estas reformas se establecieron para la publicación en La Gazeta de Madrid un extracto de la Real Orden del 18 del propio mes, relativo a la formación de 24 establecimientos botánicos y el texto literal de ella en El Mercurio, donde se le introduce modificaciones en el literal 16". A.J.B., Ref. I, 22, 5, 16. Estos premios aunque fueron

57


aprobados en la Real Orden, posteriormente, se modificaron y suprimieron en la publicación de La Gazeta del viernes 14 de marzo de 1806. Sólo se mantiene el apartado de los premios en medallas. 48 Era condición necesaria para obtener el certificado "el haber asistido en clase de discípulo y sufrido los exámenes prescritos debiéndose expresar el juicio que en ellos se hiciese de sus instrucción". Doc. cit., Artículos 22 y 23, folios 21 y 22 (numeración nuestra). 49 'Este turno vá por clases, y la clase por números ganados como se ha dicho por oposición los de la primera, y los de las otras asignados por los profesores en los últimos exámenes". Doc. cit., Artículo 18, folios 16 y 17 (numeración nuestra}. 50 lbídem.,p. 144. 51 lbldem.,p. 155. 52 A.J.B. I, 23, 1,6. 53 A.J.B. I, 23, 2, 3. 54 Real Orden del 2 de abril de 1808. Esta Real Orden se expide bajo el gobierno temporal de Fernando Vil. Publicada en la Gazeta del 5 de abril de 1808 y en el Semanario de Agricultura y de Artes del 14 de abril de 1808. 55 Esta cátedra se inaugura el 20 de abril de 1808. 56 Es bien conocido que para esta época, desde el 17 de marzo, el "Gran protector Príncipe de la Paz" se encontraba preso y que dos días después Carlos IV habla sido presionado para abdicar a favor * de su hijo Fernando Vil. 57 "Oficio de Pedro Cevallos a Zea donde le comunica la aprobación de su proyecto de fomento de la agricultura y nombra a F. de Sales bibliotecario del RealJardfn Botánico. 17 de junio de 1804". A.J.B. Ref. I, 22, 1, 12. 58 'Real Orden que regula la propuesta de Zea de la creación de nuevos establecimientos botánicos y ia formación y enseñanza de los alumnos que dirigirán estos institutos del Real Jardín Botánico, 18 de diciembre de 1805, San Lorenzo del Escorial". A.J.B., Ref. I, 22, 4, 12. "Sobre la fundación de los 24 establecimientos botánicos, 1 de enero de 1806". A.J.B., Ref. I, 22, 5, 8. "Propuesta de Zea sobre la creación de establecimientos botánicos destinados a adelantar esta ciencia, febrero de 1806". A.J.B., Ref. I, 22, 4, 12. "El 28 de febrero de 1806, Zea tramita la solicitud del Real permiso para publicar en La Gazeta de Madrid un extracto de la Real Orden del 18 del propio mes, relativo a la formación de 24 establecimientos botánicos y el texto literal de ella en El Mercurio donde se le introducen modificaciones en el literal 16".. A.J.B., Ref. I, 22, 5, 16. 59 Discurso de apertura de las lecciones públicas para la Escuela Particular, en el Real Jardín Botánico de Madrid, pronunciado por Francisco Antonio Zea. Publicado en el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos por el Real Jardín Botánico de Madrid, n2 490 del 15 de mayo de 1806, p. 322. 60 PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier.(1988): La Ilusión quebrada. Botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada. Madrid, Ediciones del Serbal y CSIC, p.25. 61 Discurso de apertura de las lecciones públicas para la Escuela Particular (1806), p. 322. 62 Decía que explicarla la botánica "de los campos cubiertos de mieses y verdura, en los montes de los olivos, en los huertos, en los frutales". Ibídem., p. 326. 63 'Propuesta de un Establecimiento de una Secretaria de Agricultura y Comercio por don Rafael Daniel, canónigo de la catedral de León, a Pedro Cevallos. 19 de septiembre de 1805, León. Archivo Histórico Nacional de España. (A.H.N.), Sección Estado, Leg. 2928, ns79. Decía: "Quando en fin de mayo último llegué a Madrid a mis particulares asuntos, entendí que el gobierno trataba de agricultura a representación de un hombre de grande experiencia y benemérito del Estado por sus largos y útiles servicios. Se trataba según me dijo, de establecer en el Consejo una sala de Gobierno que entendiese exclusivamente de tan importante objeto". Pedro Cevallos consideró que no era oportuna esta propuesta en el momento. 64 TRUE, Alfred.(1929): A History of agricultural education in the United States. 1785-1925. Washington, Goverment Printing Office, 436 p. Ref. Biblioteca Ministerio de Agricultura. 5760. 65 Véase por ejemplo, Memoria sobre el mejoramiento de la agricultura en Portugal por medio de compañías agrarias, por Visconde de Balsemas, socio de la Academia Real de Ciencias

de Lisboa, 1806. Se trata en el libro sobre cómo mejorar la agricultura y el establecimiento de las escuelas agrícolas. A.J.B. I, 22, 8, 2. 66 GEISENDOR-DES GOUTTES.(1994): Los olvidados de la Atlántida. Estudio crítico de Manuel Hernández de la "Memoria sobre el Estado de la agricultura en las islas Canarias (1796). Tenerife, Editorial J.A.D.L., El artículo de Tessier trata sobre la reforma agraria, técnicas de cultivo y formas de cultivo en Canarias, pp. 16-17. Se publica la traducción de Zea en el Semanario de Agricultura y Artes. Tomo XVIII, ns 467, 468. 67 En La Gazeta de Madrid, del martes 26 de agosto de 1806, se expone que la escuela de Agricultura de la Real Sociedad Aragonesa realizaba los exámenes del fin de curso de esta cátedra'. 68 Por ejemplo, apareció en La Gazeta de Madrid, del viernes 1 de agosto de 1806, que la Sociedad Económica de Valladolid anunciaba los premios del año siguiente para la mejor memoria que describiera el estado actual de la agricultura. El premio consistía en "mil quinientos veinte reales y 320". 69 El Seminario Conciliar lo organizó con sus constituciones fray Juan Bautista Cervera el 21 de mayo de 1777. Este obispo habla creado un año antes la Real Sociedad Económica de Amigos del País de las Palmas. El historiador Manuel Hernández comenta que "Las propias Constituciones del Seminario muestran esos aires de modernidad'y señala que en las constituciones se estableció la enseñanza de la física y de una cátedra de agricultura. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ.(1988): La Ilustración. Santa Cruz de Tenerife, Centro de la Cultura Popular Canaria, pp. 59-61. INFANTES FLORIDO.(1977): Un Seminario de su Siglo: Entre la Inquisición y las Luces. Madrid, El Museo Canario. 70 Pedro Cevallos desde el 28 diciembre de 1800, fue nombrado Primer Secretario del Despacho y secretario de la reina; el 7 de agosto de 1805, Ministro Interino de Gracia y Justicia y de la Guerra. Real Orden encargándolo interinamente por indisposición de don Antonio Caballero; en 1806, Primer Secretario de Estado; el 7 de julio de 1808 firmó la Constitución de Bayona. 71 Véase entre otros, su escrito en El Mercurio de Madrid, de enero de 1803, y en el Semanario de Agricultura y Artes, del jueves 18 de septiembre de 1806, pp. 186, 188, y 192. 72 Godoy en sus Memorias recordará a Francisco Antonio Zea como uno de los sabios españoles que "estableció el comercio activo y el reciproco cambio de conocimientos y adelantos en las ciencias exactas y en las naturales entre los sabios españoles y franceses*. Op. cit.,pp. 152-153. 73 "Oficio de P. Cevallos a Zea en el que le remite para su consulta el reglamento para la cátedra de agricultura, a cargo de la Sociedad Económica de Valladolid, 26 de julio de 1807, San Lorenzo, El Escorial". A.J.B., Ref. I, 23, 1, 5. 74 "El Rey solicita informes de las sociedades para reglamentar el sistema de enseñanza de la agricultura, 6 de septiembre de 1807". A.J.B., Ref.l, 23,1, 8. "El 8 de septiembre de 1807, Pedro Cevallos le envía un oficio a Zea en el que le comunica la Real Orden para que elabore un sistema de enseñanza de agricultura para las sociedades, La Granja de San Idelfonso". A.J.B., Ref. I, 23, 1,8. 75 El Rey solicita que se elabore una cartilla de agricultura para labradores de Castilla la Vieja, que los instruya en los rudimentos de la agricultura y se publique, 12 de octubre de 1807". A.J.B., Ref. I, 23, 1,17. 76 'R.O. al director del Real Jardín Botánico de Madrid sobre la creación, situación, actividades y fondos del Jardín de aclimatación de San Lúcar de Barrameda". A.J.B. I, 22, 6,4. 77 A.J.B. I, 22, 6, 16 y 1,22,6, 4. 78 "R.O. a Zea donde se le comunica el nombramiento de D. García como profesor de agricultura y botánica en el Jardín Botánico de San Lúcar de Barrameda, 31 de octubre de 1806". A.J.B. I, 22,6, 24. 79 A.J.B. I, 23, 2, 12. 80 Antonio Sandalio de Arias, jardinero mayor del Real Convento de la Encarnación, se presentó a concurso con el título "Cartilla completa elemental de agricultura acomodada a nuestro suelo y clima" y el lema "Ipsa Agricultura, magnan incrementun", abril 15 de 1806 y nov. 15 de 1808. Archivo Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid. (A.S.E.A.P.M.). Legajo 194, doc. 21. 81 Martín Aguilera, se presentó con el título 'Cartilla elemental de agricultura' y el lema 'observación y experiencia son las madres

58


de la ciencia", abril 25 de 1806 y mayo 4 de 1806. A.S.E.A.P.M. Legajo 194, doc. 23. 82 Juan Pérez Nestares, vecino y hacendado de Utreña, quien ganó el concurso con el título de "Cartilla elemental de agricultura' y el lema "Labore et constancia". La Junta acordó que se publicara su nombre en la Junta General y en La Gazeta de Madrid. 27 de marzo y 14 de mayo de 1807. A.S.E.A.P. Legajo 194, doc. 20. 83 Manuel Godoy Alvarez de Faria Ríos, principe de la Paz, duque de Alcudia( 1767-1851), "ingresó a la Sociedad el 3 de noviembre de 1792, siendo elegido director diecinueve días después y reelegido en los anos sucesivos hasta 1797, en 1806 y, por último, el 2 de diciembre de 1807, si bien en esta ocasión no llegó prácticamente a desempeñar el cargo, al que renunció, en carta dirigida a la Junta el día 12, aduciendo el aumento de las tareas en los asuntos del Estado". GARClA BROCARA, José Luis.: La Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Madrid, Real Sociedad, 1991, p. 58. 84 "El 29 de abril de 1807, Francisco Antonio Zea y Claudio Boutelou solicitan el ingreso a la Academia de Medicina, remitiendo dos disertaciones botánicas, sobre un nuevo gremio de gramíneas y sobre el género Stevia, respectivamente, para ser admitidos como miembros de esa institución. Les aceptaron el 12 de junio. Archivo Academia de Medicina. Fol. 2, y 8a, 1. Leg. 22. Doc. 1376.

502. A.J.B. "Oficio de P. Cevallos a Zea en el que le comunica la R.O. donde nombra de vice-profesores de botánica a M. Lagasca y J. Rodríguez, 14 de enero de 1806". I, 22, 5, 9. "Nombramiento de Lagasca en el dirección del Real Jardín Botánico", 12 de febrero de 1814.1,23,5, 2. 92 Claudio Boutelou nació en Aranjuez en 1774 y falleció en Sevilla en 1842. Profesor de Agricultura y Botánica en el Real Jardín Botánico de Madrid, Jardinero Mayor del Buen Retiro, director del Jardín Botánico en 1808, académico de la medicina y de las Ciencias y Artes de Madrid y Barcelona, miembro de la Academia de Historia Natural de París. Ingresó a la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid en 1800, fue elegido subdirector en 1811 y director el 16 de enero de 1813.

85 Zea en el discurso de apertura de curso, de 1805, enumera a varias instituciones científicas de España y de Francia a las que pertenece. "El 5 de junio de 1804 por medio del Oficio que le envía Pedro Cevallos le comunica a Zea el informe de su nombramiento a la Junta de Farmacia y la conformidad de que continúen publicando los Anales de Historia Natural". A.J.B. Ref. I, 22, 1, 9. 86 Para esta época era subdirector de la Sociedad Claudio Boutelou. "El 9 de febrero de 1811, Zea solicita el ingreso a la Sociedad Económica de Amigos del País, de Madrid. Dice la solicitud, "Dn. Francisco Antonio Zea, deseando concurrir a los interesantes trabajos de la Sociedad Económica de Amigos del País, suplica a V. E. se sirva admitirle entre sus miembros". Se le aceptó en la Junta del 11 de febrero, junto con José María Lanz y el Conde de Cabarrús. Archivo Sociedad Económica de Amigos del País (A.R.S.E.M). Legajo 214, Doc. 5-1. El 3 de abril de 1811, Zea asiste a la junta de la Sociedad Económica de Amigos del País, de Madrid. El único objeto de la reunión fue el de buscar la obra de Alfonso Herrera, 1520-1590. A.R.S.E.M, Legajo 214, Doo. 5-1.

97 El 7 de julio de 1808. Zea firmó la Constitución de Bayona junto a 92 diputados, como Director de Real Jardín Botánico de Madrid y oriundo de Guatemala. Entre los otros firmantes se encontraban: Pedro Cevallos, del Consejo de Estado y Secretario de Despacho; Miguel José Azanza, Presidente de la Asamblea de Bayona, Consejero de Estado y Secretario de Estado y de Despacho Universal de España e Indias; Ignacio de Tejada, originario de Santa Fe de Bogotá; Zenón Alonso y Francisco Amoros, miembros del Consejo de Indias. Véase en MERCADER RIBA, Juan.(1983): José Bonaparte, rey de España. Madrid, CSIC, pp. 25-26. Véase un amplio trabajo sobre los criterios que tuvieron los afrancesados españoles para apoyar a Napoleón. ARTOLA, Miguel.(1976): Los afrancesados. Madrid, Editorial Turner. 347 págs. 98 El 6 de febrero de 1809, por decreto se crean las Juntas de los Consejos y escribanías del rey José Napoleón I. El 24 de noviembre de 1810. 'Zea es nombrado Jefe de la Segunda División del Ministerio del Interior, junto con José María de Lanz, Cristóbal Clader y José Antonio Conde". A.H.N. Sección Consejos. Leg. 17784. Se localiza la lista de las personas empleadas en la secretaria del Ministerio del Interior, Madrid, 24 de noviembre de 1810, firma el comisario general de la Cruzada, Juan Antonio Llórente". 99 MERCADER RIBA, Juan.(1983): José I Rey de España. Madrid, CSIC, p. 127.

87 "Oficio de P. Cevallos a Zea donde le solicita que forme un Plan con método de enseñanza sobre el proyecto que propone de creación de una cátedra de agricultura y economía rural en el Real Jardín Botánico, 5 de marzo de 1807, Aranjuez". A.J.B., Ref. I, 22, 9, 9. El 22 de marzo remitió Zea el Plan y se le aprueba el 13 de mayo. 88 'En relación al Plan que remitió Zea sobre la cátedra de agricultura y economía rural. El Rey no permite que vaya Esteban Boutelou como profesor del Real Jardín Botánico porque es necesaria su presencia en Aranjuez durante el otoño". Pedro Cevallos, 13 de mayo de 1807, Aranjuez. A.J.B., Ref. I, 22, 9, 18. 89 'Oficio de Cevallos a Zea donde se aprueba la cátedra de agricultura con sus profesores, 18 de junio de 1807". A.J.B., Ref. 1,23,1,1. 90 'Creación de nuevas cátedras en el Real Jardín Botánico, 13 de septiembre de 1807". San Idelfonso'. A.J.B., Ref. I, 23, 1, 9. 91 Mario La Gasea Segura, nace en 1776 en Encinarcova, Zaragoza, y muere en Barcelona, 1839. De 1796 a 1800, estudió botánica en el Jardín Botánico de Valencia. A partir de 1801 fue nombrado ayudante de Cavanilles en el Real Jardín Botánico de Madrid. A la muerte de Cavanilles, siguió de ayudante de Zea y luego, en 1807, obtuvo la cátedra en el Jardín. Publicó durante estos años su obra Variedades de Ciencia, literatura y artes. Después de la expulsión de los franceses, ocupó el cargo de Director y Primer profesor del Real Jardín Botánico de Madrid, a partir del 12 de febrero de 1814 hasta 1821. Fue encargado por el gobierno de revisar y redactar la Flora de Santa Fe de Bogotá con los materiales que se encontraban en el Jardín Botánico de Madrid. Participó en la reestructuración de la enseñanza y, en 1820, fue elegido diputado en las Cortes. Refugiado en Londres, en 1823, participó con los botánicos ingleses en herborizaciones y se le hizo socio de la Linnean Society. A la muerte de Fernando Vil regresó a España y fue nombrado presidente de la Junta de gobierno del Museo de Historia Natural. LÓPEZ PINERO, José Ma y otros.(1983): Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España. Barcelona, Ediciones Península, Volumen I (A-L). pp. 500-

93 'Relación de sueldos de los empleados del Jardín. Claudio Boutelou, 2° profesor de Botánica, primero de agricultura y economía rural, con un salario de 12.000 reales, anuales. Se le incluía en este salario a Boutelou el de ser Jardinero Mayor. Al profesor Lagasca se le pagaba 9.650 reales anuales, 30 de septiembre de 1807, San Idelfonso". A.J.B., Ref. I, 23, 1, 14. 94 A.J.B., Ref. I, 22, 9, 9. 95 lbldem.,Doc.Cit 96 Ibídem., Doc. Cit.

100 Zea, como director del Real Jardín Botánico de Madrid, se había rodeado del grupo de académicos que había formado Cavanilles, como eran los hermanos Boutelou y Lagasca. Con Claudio en especial habían trabajado conjuntamente en la disertación de ingreso para la Academia de Medicina. 101 En 1810, se localizan los aportes que Zea tramitó para el Real Jardín Botánico. "Presupuesto del Ministerio del Interior". A.H.N. Sección Consejos. Leg. 46. 616. y en Archivo Palacio de Oriente. (A.P.O). Papeles. Tomo IV, Actas del Consejo Privado, fl. 272, Anejo " Dépenses par mois du gouvernement central de TEspagne, divisées en Ministéres. 102 Oficio del Primer Secretario de Estado, Eusebio de Bandaxi y Azara, a Claudio Boutelou donde le señala que para evitar los destrozos del Jardín Botánico, se dispondrá que esté cerrado todos los días de fiesta; que en los de trabajo cuiden los jardineros que nadie se permita tocar a las plantas y flores, 9 de julio de 1808". A.J.B. I, 23, 2, 9. 103 Claudio Boutelou nació en Aranjuez en 1774 y muere en Sevilla en 1842. Ingresó a la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid el 16 de agosto de 1800, fue elegido subdirector en 1811 y director el 16 de enero de 1813. GARClA BROCARA, José Luis.(1991): La Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Madrid, Real Sociedad,, p. 64. 104 Señala Claudio Boutelou en el informe sobre el plan de Arias que 'los establecimientos rurales para promover esta enseñanza son indispensables en el día, en que la agricultura ha dejado de considerarse como oficio ... y que las dos bases principales para la prosperidad y adelantamiento de nuestra agricultura son la protección de la propiedad y la enseñanza rural". A.S.E.M. Leg. 206, expt. 19.

59


105 Antonio Sandalio de Arias, nació en Madrid el 3 de septiembre de 1774 y murió en 1839. Fue catedrático de Botánica, Inspector general de montes, director de la Academia de Ciencias naturales, Académico de las Ciencias y Artes de Barcelona, Director general de estudios. En 1835 fue elegido subdirector de la Sociedad ..... Económica de Amigos del País de Madrid y en tres ocasiones elegido Director de la misma, en 1836 y 1837. Véase en GARCÍA BROCARA, José Luis.(1991): Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Páginas de una gloriosa historia con apuntes biográficos de sus presidentes. Madrid, Publicación de la Real Sociedad, p. 70. El 4 de noviembre de 1809 presenta su "Discurso para la formación de un Plan de escuelas de agricultura leído y presentado a la Real Sociedad Económica Matritense en su junta por A.S. D. A. Y. C.V A.J.B., Ref. I, 23,1,17. (El documento consta de una carátula y 58 folios, por Sandalio de Arias. Se localiza también en Archivo de la Administración.

Alcalá de Henares. Sección Educación. Escuelas de agricultura. Legajo 6077. El libro es pequeño, está en mal estado. Contiene 33 folios, 114 numerales y tres planos. 106 La Gaceta de Madrid publicó, el 11 de abril de 1812 y 12 de mayo de 1813, la noticia de inauguración de las lecciones públicas de botánica y agricultura que se realizaban en el Real Jardín Botánico. 107 Esteban Boutelou nació en Aranjuez en 1776 y muere en San Lúcar de Barrameda en 1814. 108 El decreto del 8 de junio de 1813 de las Cortes de Cádiz señalaba que se debía crear una Escuela práctica de agricultura en la capital de cada provincia. La enseñanza agrícola obligatoria de las escuelas, sólo se vino a dar con la Real Orden del 12 de junio de 1849. NOGUES SARDA, Agustín.(1918): La enseñanza agrícola en la escuela primaria. Prólogo de Miguel Adellac, Madrid, pp. 18 a 28.

60


La Literatura de Viajes como Fuente Histórica: aproximación a las observaciones políticas de los viajeros colombianos en Venezuela Juan Camilo Rodríguez Gómez*

Casi nada se sabe en Colombia de lo que pasa en Venezuela, y viceversa; y acaso, gracias a los historiadores, se tienen en Bogotá más claras nociones de lo que fue la segunda hasta 1830, que de su vida, sus instituciones, su política, sus hombres importantes y su modo de ser en los posteriores tiempos. José María Samper. 1878.

I. Introducción: el desconocimiento mutuo Las observaciones realizadas por cronistas, viajeros y exploradores al pasar por el territorio de diferentes países constituyen una valiosa fuente de información sobre diversos aspectos de la vida de esos lugares. En tal tipo de escritos pueden encontrarse, entre muchas otras, descripciones del paisaje, de las costumbres, del ambiente social, del desarrollo económico y, por supuesto, de los acontecimientos políticos que se ventilaban al paso del viajero por el lugar. Desde los cronistas del siglo XVI en hispanoamérica hasta el viajero del siglo XIX y el turista del XX, la lista de publicaciones que recogen ese tipo de testimonios es extensa. Si la observación se restringe a la de viajeros por Colombia y de colombianos en el exterior aún se mantiene una larga enumeración de referencias. Cuando la mirada se concentra en las crónicas de colombianos en sus viajes, tanto en el país como en el exterior, una bibliografía publicada en 1957 menciona

* Economista. Estudiante del Doctorado de Historia en la Universidad Nacional de Colombia. Coordinador Académico del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales, CIPE, de la Universidad Externado de Colombia. Profesor Titular de la misma Universidad. El autor agradece al profesor Medófilo Medina por sus comentarios y sugerencias en el curso "Historia Política Comparada de Colombia y Venezuela" en el que se realizó este trabajo.

61


249 viajeros que dejaron libros y artículos con sus notas de viaje1. En términos proporcionales, la gran mayoría de esas crónicas, aparte de las referentes al interior del país, son de viajeros por diferentes lugares de Europa y Estados Unidos. También las hay sobre Latinoamérica aunque en menor número.

los dos países. Es decir, a medida que transcurre el tiempo, cómo se han visto colombianos y venezolanos, dos nacionalidades vecinas, históricamente muy cercanas y que durante una década formaron parte de un mismo país, pero que luego, y tal vez desde antes, se distanciaron y buscaron los medios para enredarse su destino.

Este trabajo buscó identificar las crónicas de viajeros colombianos por Venezuela y más específicamente, las observaciones de carácter político recogidas en ellas. El propósito no es exhaustivo y tan sólo pretende alcanzar el nivel de una aproximación al tema, lo que deriva además en la valoración de este tipo de fuente cuando se estudia de manera comparada la historia política de Colombia y Venezuela. La observación del viajero es muy valiosa porque es realizada en el momento, muchas veces sin mayor reflexión y sin apasionamiento de ningún tipo, lo que le confiere una especial dimensión cuando es vista en perspectiva y como un soporte o una fuente adicional para entender un determinado tiempo histórico. El carácter de extranjero, además, suele generarle una perspectiva diferente al observador. No podría decirse que esa sea la perspectiva objetiva pero es otra aparte de la del cronista local, de la de la prensa de la época, de la del historiador del momento o del futuro. Lo que le llamó la atención a los viajeros colombianos por Venezuela al punto de dejar testimonio escrito le genera numerosas inquietudes a quien lee esas crónicas, en muchos casos luego de más de cien años de publicadas. Si fuera posible comparar tales escritos con los de viajeros venezolanos por Colombia las reflexiones se ampliarían. Surgiría, por ejemplo, una fuente para estudiar la "historia de la animadversión mutua". Tal vez el término no sea el más acertado pero llevaría a una suerte de "psicoanálisis histórico" que sería muy enriquecedor para el futuro de las relaciones entre

Aunque por su escasez, son notorias las referencias de carácter político en los viajeros estudiados, de todas maneras ellas ilustran, como se verá más adelante, el valor de la observación del viajero en ese campo. A pesar de concentrar su atención en la naturaleza, en el progreso material, en los hábitos alimenticios, en las formas de diversión, en los medios de transporte, entre otros aspectos, no dejan de hacer la referencia, así sea tangencial, al acontecer político. Son mayores las menciones que tienen que ver con la historia en general o la historia política del lugar por donde pasan, pero para los efectos de este trabajo la atención se orientó, se insiste, hacia el registro de la política del momento del viaje. Ante el desconocimiento mutuo de Colombia y Venezuela pueden contribuir las observaciones de los viajeros como un medio de aproximación al estudio de esas dos sociedades.

II. Antecedentes y viajeros consultados Las crónicas de viajeros que pasaron por Colombia y Venezuela son numerosas. Para no citar los cronistas coloniales más conocidos y referir tan sólo un relato que permaneció inédito durante muchos años, debe mencionarse el viaje de don Miguel de Santisteban de Lima a Caracas, pasando por Santafé de Bogotá, en los años de 1740 y 17412. Este documento es ya una fuente de historia comparada. Posteriormente, podrían citarse, como otro tipo de viajero, el científico, a Humboldt3 y a

1 Gabriel Giraldo Jaramillo. Bibliografía colombiana de viajes. Bogotá. Editorial ABC. 1957. 224 páginas. 2 Miguel de Santisteban. Mil leguas por América. De Limaa-Qaracas. 1740-1741. Estudio preliminar y transcripción del Diario por David J. Robinson. Bogotá. Banco de la República. 1992. 323 páginas. 3 Alexander Von Humboldt. Voyage aux régions équinoxáles du Nouveau Continent fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804 par Alexandre de Humboldt et Aimé Bompiand, rédigé par Alexandre de Humboldt. París. 1807-1834. 10vols. De esta obra existen varias ediciones y traducciones. Entre las más recientes se encuentra Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas. Monte Avila Editores. 1985. 5 vols.

62


Boussingault4. En una categoría similar podría colocarse a Agustín Codazzi con sus geografías de la Nueva Granada y de Venezuela, es decir un científico que recorrió los dos paises. Ya en otra categoría de viajero, el diplomático, estuvieron en Colombia y Venezuela el brasilero Miguel María Lisboa6 y el argentino Miguel Cané6. En estos casos se trata de personas que sin ser colombianas ni venezolanas escribieron sus impresiones de viaje por estos dos paises. Por esta razón se trata de una tercera nacionalidad que genera una perspectiva adicional de observación y que podría ser también considerada en un cruce de las miradas de los viajeros. Precisando sobre los viajeros que aquí se considerarán, se trata de los siguientes, en su orden según el año de realización del viaje o publicación de su relato7: José María Samper (1877, 1878), Alberto Urdaneta (1883), Federico C. Aguilar (1884), Isidoro Laverde Amaya (1885, 1889), Modesto Garcés (1890), Santiago Pérez Triana (1897), Pedro A. Peña (1913). Se estudió detenidamente la crónica del viaje a Venezuela escrita por cada uno de estos siete autores, en algunos casos más de una, y se identificó lo que tiene relevancia sobre el acontecer político venezolano, ya fuera que se hiciera de manera directa o que se mostraran situaciones que indican determinadas circunstancias. En general, podría decirse que ninguno profundiza en la materia política, quedándose en la descripción del viaje, es decir, el barco, el tren, la distancia, la vegetación, los ríos, las comidas, las edificaciones, la población, el comercio, entre otros. De todas

maneras, como ya se señaló, se encontraron anotaciones de tipo político realizadas por el viajero que son las que adquieren un gran valor para efectos de este trabajo. Aunque esta afirmación no posee un asidero sólido, en varios casos el reiterado elogio a Guzmán Blanco y sus obras podría hacer pensar en un cierto temor de eventuales retaliaciones del "Ilustre Americano" o simplemente en la "diplomacia" del viajero que evita mezclarse en opiniones e incluso descripciones del acontecer político, ya sea por prudencia o por agradecimiento frente a quienes lo acogieron.

III. Circunstancias del relato: el motivo, la época, la ruta Lo que motiva el viaje a Venezuela, el momento en que se realiza y la ruta que se sigue, con su correspondiente medio de transporte, son aspectos que menciona el viajero y que presentan variaciones sobre cómo se aproximan al conocimiento del país vecino. Una breve descripción para cada uno de los seleccionados indica lo siguiente. José María Samper (1828-1888) viajó a Venezuela en 1877 luego de la derrota de las fuerzas revolucionarias en la batalla de Mutiscua. Llegó al puerto de Santa Cruz y de allí siguió en vapor para Maracaibo y luego recorrió parte de Venezuela, residiendo en Caracas durante varios meses. En su calidad de "proscrito" encontró refugio en Venezuela y de ahí su agradecimiento. Durante su estadía en Venezuela escribió y publicó la crónica de su viaje8 y luego en Colombia un extenso

4 M. Boussingault. Viajes científicos a los Andes Ecuatoriales o colección de memorias sobre física, química e historia natural de la Nueva Granada, Ecuador y Venezuela. Paris. Librería Castellana, Lasserre, editor. 1849. 322 páginas. 5 Miguel María Lisboa. Relacao de urna viagem a Venezuela, Nova Granada e Equador. Bruxelles. A. Lacroix, Verboeckhhoven e Cía. 1866. 393 páginas. Existe una edición venezolana: Relación de un viaje a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Caracas. Ediciones de la Presidencia de la República. 1954. 442 páginas; y una edición colombiana: Bogotá. Fondo Cultural Cafetero. 1984. 339 páginas. 6 Miguel Cañé. Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia. Bogotá. Imprenta de 'La Luz". 1907. 319 páginas. 7 El libro de Fernando González, Mi compadre, podría considerarse también como una crónica de viaje, particularmente su Tercera Parte con los capítulos'Mis libretas', "Retratos de Gómez" y'El ambiente*. Es el resultado del viaje realizado por González en 1931 a Venezuela para escribir un ensayo biográfico sobre su compadre el presidente Juan Vicente Gómez, que además del escrito sobre la personalidad del dictador incluye una síntesis analítica de la historia venezolana. Por centrar su atención en Gómez y haberse realizado en una época muy lejana a la de los demás viajeros considerados no.se incluyó en este trabajo. Barcelona. Editorial Juventud S.A. 1934. 198 páginas. 8 José María Samper. Impresiones de un proscrito. Caracas. Diario de Avisos. 1877. Desafortunadamente fue imposible encontrar esta publicación y sólo se ubicó una transcripción parcial en: Gabriel Giraldo Jaramillo. Viajeros colombianos en Venezuela. Bogotá. Imprenta Nacional. 1954. páginas 17-41. No sobra advertir que este libro de Giraldo Jaramillo es una compilación en la que se seleccionaron textos breves, generalmente un capítulo, de los viajes de Samper, Urdaneta, Laverde, Garcés, Pérez y Pena, sin entrar a realizar ningún tipo de análisis.

63


artículo, en varias entregas, con un análisis de la situación venezolana9. Este segundo escrito que aunque es resultado de su viaje no es exactamente una crónica del viaje y se trata de un documento muy interesante porque realiza un recuento analítico de los primeros cincuenta años de la historia política venezolana. La vida pública y la figuración política e intelectual de Samper a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX fue de gran notoriedad. Entre otros, es autor de los libros Apuntamientos para la historia social y política de la Nueva Granada (1853), Ensayo sobre las revoluciones políticas (1861), Historia de una alma (1881), Derecho público interno de Colombia

(1886). Alberto Urdaneta (1845-1887) viajó a Caracas con motivo de las celebraciones del centenario del nacimiento de Bolívar en 1883. Fue como representante de la Prensa Asociada junto con Manuel Briceño. Llegó a ese país por la vía de La Guaira-Caracas. En su juventud Urdaneta participó en la política y en las guerras civiles. Tuvo una vida multifacética en la que fue empresario, escritor, periodista y artista. En este último campo se destacó especialmente como dibujante. Entre 1881 y 1886 publicó en Bogotá el periódico Papel Periódico Ilustrado, novedoso en su género especialmente por los grabados que incluía, muchos realizados por Urdaneta. En ese periódico apareció en varias entregas, a partir de 1883, el artículo De Bogotá a Caracas10 ilustrado además con los dibujos que hizo en Venezuela. El presbítero Federico C. Aguilar (1834-1887) estuvo en Venezuela en 1881 (el libro se publicó

9

en 1884). Luego de un recorrido en vapor durante 10 días, saliendo de Guatemala y pasando por Panamá, llegó a La Guaira. Viajó y vivió en diferentes paises, dejando varias crónicas de sus recorridos. Su vida estuvo dedicada a la docencia y al periodismo. Vivió fuera de Colombia durante 26 años y se interesó por recoger información para comparar al país con aquellos por los que viajaba. Uno de sus libros, en el que además está su paso por Venezuela, es pionero en la incorporación del análisis comparado. Se trata de Colombia en presencia de las repúblicas hispano-americanas11, en el que con diferentes estadísticas y agudas observaciones compara a Colombia con 17 paises latinoamericanos. Isidoro Laverde Amaya (1852-1903) estuvo en dos ocasiones en Venezuela. La primera fue en 1883, en un tranquilo viaje en el que salió de Barranquilla para Puerto Cabello y luego La Guaira. Llegó a Caracas como Delegado del Gobierno colombiano para las celebraciones del centenario del nacimiento de Bolívar. Dejó una detallada descripción de aquella estadía en el libro Viaje a Caracas™. En la segunda ocasión el viaje fue completamente diferente. Aunque no entra en detalles, de la lectura se deduce que huye de Colombia hacia Venezuela, en compañía de su padre, en tiempos de persecución política. El viaje lo inició en diciembre de 1885 y en este caso realizó su recorrido por Boyacá y Santander para ingresar a Venezuela por el Táchira y pasar, entre otros lugares, por San Cristóbal, La Grita, Mérida, Barquisimeto, Valencia, Puerto Cabello y Caracas. El recuento detallado se encuentra en el libro Viaje

José María Samper. "Venezuela. Ojeada sobre su historia política, su situación y sus hombres públicos*. Repertorio Colombiano. Tomo I. JulioDiciembre 1878. En su mayoría, las breves referencias biográficas sobre los viajeros estudiados fueron tomadas del Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, de Joaquín Ospina. Bogotá. Editorial de Cromos. 1927. 3 tomos. A pesar de que la figuración pública de casi todos estos viajeros es ampliamente conocida, se evitó entrar a revisar biografías más detalladas de ellos, para los que las hay, con el ffn de no hacer extensa la descripción de su vida y centrar la atención en el propósito del trabajo.

10 Alberto Urdaneta. 'De Bogotá a Caracas". Papel Periódico Ilustrado. Bogotá. Volumen III. 1883-1885. 11 Federico C. Aguilar. Colombia en presencia de las repúblicas hispano-americanas. Bogotá. Imprenta de Ignacio Borda. 1884.315 páginas. 12 Isidoro Laverde Amaya. Viaje a Caracas. Bogotá. Tipografía de Ignacio Borda. 1885. 152 páginas.

64


a Venezuela13. Laverde Amaya dirigió la Revista Literaria de Bogotá, y es el autor de los libros Apuntes sobre bibliografía colombiana (1882), Fisonomías literarias de colombianos (1890) y Bibliografía colombiana (1895). Sus dos crónicas de viaje por Venezuela son sin duda, dentro de los viajeros aquí considerados, de un inmenso interés tanto por su nivel de detalle en la información como por la forma amena de la redacción. El relato de Modesto Garcés (1849-1906) se origina por circunstancias similares a las de algunos de los otros viajeros estudiados, es decir escapando de la persecución política. En agosto de 1885, luego de la derrota de las tropas liberales que comandaba se refugió en los llanos y de allí emprendió viaje a Venezuela. En el libro Un viaje a Venezuela14 Garcés relata su paso por los llanos de San Martín y Casanare, la navegación por los ríos Meta, Vichada y Orinoco, y el recorrido entre Maypures, Ciudad Bolívar, Callao, Puerto España y Caracas. Garcés fue un destacado ingeniero, varias veces desterrado por sus ideas políticas, que además de su labor en proyectos como el ferrocarril de Girardot y la construcción de caminos en Santander, fue Gobernador del Cauca y Ministro de Obras Públicas. Su libro, aunque muy valioso en la reseña del viaje y en observaciones de carácter económico, es tal vez el que contiene menos referencias sobre aspectos de la política venezolana en el momento. Fue autor también del libro Finanzas regenerativas (1893), que le causó otro destierro, en este caso de seis años, durante el cual escribió la Aritmética elemental.

Frente a Santiago Pérez Triana (1858-1916) se encuentra el lector con un personaje multifacético. Político, diplomático, empresario, periodista, internacionalista y, por encima de todo, polemista. Se educó en Alemania y ejerció las Legaciones de Colombia en Londres y en Madrid. En Europa fundó y dirigió la revista Híspanla. De sus numerosas publicaciones deben mencionarse los libros Reminiscencias tudescas (1903), Desde lejos, Asuntos colombianos (1907) y Some aspects of the war (1915). Para Pérez Triana, hijo del expresidente Santiago Pérez, debió ser muy duro su viaje a Venezuela pero lo enfrentó con estoicismo y llegó a disfrutar el penoso recorrido: Expulsado del país en momentos de arbitrariedad política, en diciembre de 1893 emprendió un viaje de noventa días hasta Venezuela siguiendo un trayecto similar al que ocho años atrás había realizado Modesto Garcés, es decir por llanos y ríos hasta Maipures15(en el Orinoco colombiano), el Orinoco, Ciudad Bolívar y Puerto España en la isla de Trinidad. De allí seguiría para Europa. El valioso recuento de este viaje se publicó cuatro años después en el libro De Bogotá al Atlántico por la vía de los ríos Meta, Vichada y Orinoco16. El último viajero considerado es Pedro A. Peña (1872-?), un periodista y empresario valluno que visitó Caracas en 1912. Sus actividades se desarrollaron especialmente en el mundo de los negocios en campos como las representaciones de casas comerciales extranjeras, la agricultura y la ganadería. Fundó la revista Pubenza y el periódico

El

Grillo

en

Popayán

y

fue

colaborador de El Telegrama, El Nuevo Tiempo y El Tiempo de Bogotá. Su viaje a Venezuela se encuentra en el

13 Isidoro Laverde Amaya. Un viaje a Venezuela. Bogotá. Imprenta de La Nación. 1889. 406 páginas. Es conveniente reiterar que se trata de dos viajes diferentes porque en la Bibliograflaóe Giraldo Jaramillo, al citar los dos libros de Laverde Amaya, se dice que 'el notable critico y bibliógrafo colombiano viajó a Venezuela con motivo de la celebración del centenario del libertador' (página 56), como si los dos libros hicieran referencia al mismo viaje, el primero. De otra parte, en Viajeros colombianos en Venezuela Giraldo Jaramillo transcribe solamente el capitulo 'La fiesta del centenario", del primer libro y no incorpora en su 'selección' al segundo libro, que en cierta forma es aún más interesante además de ser bastante más extenso. 14 Modesto Garcés. Un viaje a Venezuela. Bogotá. Imprenta de La Luz. 1890.160 páginas. 15 A diferencia de Garcés que de Puerto España, en Trinidad, siguió para Caracas, Pérez Triana continuó el viaje desde esa isla hacia a Europa. Garcés escribe Maypures y Pérez triana Maipures. De esta última forma aparece en la cartografía colombiana actual. 16 Santiago Pérez Triana. De Bogotá al Atlántico por la vía de los ríos Meta, Vichada y Orinoco. París. Imprenta Sudamericana. 1897.358 páginas. Existen ediciones posteriores, incluso una en inglés: Madrid. Revista de Archivos. 1905. 371 páginas. Bogotá. Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. 1942. Down the Orinoco in a canoe. London. W. Heinemann. 1902. 242 páginas.

65


libro Del Avila al Monserrate (Por el Magdalena arriba)". En realidad no son muchas las páginas del libro que dedica a Venezuela y la gran mayoría cubren el territorio colombiano. De 30 capítulos, solamente en tres se refiere a Venezuela y particularmente en el que tituló "Caracas vista desde un automóvil". En su viaje fue de Bogotá a Barranquilla, a Curazao, La Guaira y Caracas. Aunque no menciona cuánto tiempo permaneció en Caracas, el relato indicaría que fueron muy pocos días, tal vez no más de dos. Según informa, el propósito de su viaje a Venezuela fue el de conocer a Caracas y la tumba de Bolívar. Su crónica continúa con el regreso de La Guaira a Puerto Colombia en el vapor Guadeloupe y se extiende luego en el relato del viaje por el Magdalena hacia Bogotá. Aunque muy breves las referencias sobre Venezuela, hace agudas observaciones que permiten establecer valiosas comparaciones sobre la evolución de la percepción de los viajeros colombianos en esa nación aquí estudiados, es decir en el lapso de los 35 años transcurridos entre el viaje de José María Samper (1877) y el de Peña (1912).

IV. Algunas observaciones sobre la política Como ya se afirmó, las observaciones de estos viajeros no son pródigas en referencias a la política venezolana del momento. Sin embargo la lectura cuidadosa de sus textos permitió encontrar una serie de temas que ilustran sobre aspectos como el ambiente político, las actitudes hacia los colombianos, la soberanía, la religión, la historia política, las comparaciones geográficas y culturales, las figura de Guzmán Blanco y la coyuntura política, que actúan como atributos de la matriz política y que, más allá de las extensas observaciones de los viajeros en otros campos, son las que finalmente generan un sentimiento, una percepción, una caracterización particular del 17

Pedro

A.

Pena.

Del

Avila

al

Monserrate

(Por

el

vecino venezolano. Naturalmente que estos viajeros relatan las diferencias encontradas, en general, entre Colombia y Venezuela, por ejemplo, en las costumbres alimenticias, en el vestido, en las diversiones o en el paisaje, pero por encima de ellas se presentan en seguida algunas que se consideran más directamente asociadas con la formación y el desarrollo de su cultura política. Tal vez sea interesante empezar precisamente por lo primero que percibe el viajero. La frontera física, en términos de paisaje, no siempre es clara. Por el contrario, las similitudes geográficas de los Andes santandereano y tachirense o de los llanos de la Orinoquía colombiana y el Apure venezolano, son reiteradas por los viajeros. En esto no muestran mayor diferencia entre los paises. Por el contrario, el encuentro con el vecino, el saber que ya son extranjeros, que han cruzado esa frontera imperceptible del paisaje, convencional del mapa, pero férrea del individuo les genera reflexiones. En casi todos los casos podría decirse que se encuentran con una muy favorable acogida; cuando en territorio venezolano se comenta que son colombianos se despliega una generosa hospitalidad. José María Samper lo dice claramente: "Se nos quería hacer sentir que no éramos extranjeros en Maracaibo, así por ser colombianos como por hallarnos en desgracia"18, esto último refiriéndose a su proscripción. Isidoro Laverde, por su parte, también lo percibió así en sus dos viajes. Llama la atención precisamente el siguiente testimonio que dejó de cuando llegó a Puerto Cabello, al ingresar a Venezuela: "Vamos a la oficina del Telégrafo, donde el empleado que lo desempeña nos recibe cortésmente. Nuestra sorpresa es grande cuando al ir a pagar nos informan que nada vale la comunicación con Bogotá, ni con ningún otro punto de Colombia. El progresista Presidente de Venezuela, General Guzmán Blanco, ha querido declarar libre de derechos la comunicación entre los dos paises, para dar así un testimonio evidente de la cordialidad

Magdalena

arriba).

Bogotá.

Arboleda

&

Valencia.

1913.

425

páginas.

18 José María Samper. Impresiones de un proscrito, op.cit. Citado por Giraldo Jaramillo. Viajeros colombianos en Venezuela, op.cit. Página 37

66


y miras de simpatía y unión que el pueblo de Venezuela abriga siempre por el de Colombia"19. Ya en Caracas, afirmó: "...hay que confesarlo, todos son muy atentos y acuciosos con el forastero"; y finalmente insistió: "Los colombianos que concurrimos a la fiesta del Centenario en Caracas tuvimos oportunidad de apreciar la singular deferencia que muestran los venezolanos por sus hermanos de aquende el Táchira"20. Esa acogida, transcurridos más de cincuenta años de la disolución de la Gran Colombia, mantenía aún viva la utopía de la reconstitución de esa nación. Así se lo expresó a Laverde el literato venezolano Julio Calcaño, al escribirle en su "álbum de recuerdos" cuando se entrevistaron en Caracas: "Hijo de un venezolano y de una colombiana, mi mayor placer sería ver revivir a la antigua Colombia. De ahí deducirá usted cuánto estimo y quiero a los colombianos"21. Esta última circunstancia, los lazos de consanguinidad entre los dos paises, era muy fuerte. Se citaban muchos casos de matrimonios binacionales o formalizados en tiempos de la Gran Colombia, y de ellos los más notorios los de Pedro Gual y Rafael Urdaneta, casados con neogranadinas, con hijos allí nacidos, pero que obviamente volvieron a Venezuela con la desintegración. Fueron numerosos los casos de ese tipo en todos los niveles socio-económicos. En su segundo viaje Laverde también señaló el buen recibo de los colombianos en Venezuela refiriéndose no sólo a los viajeros como él sino a quienes había decidido irse a vivir en aquel país. En ese sentido menciona el caso, entre otros, del profesor Ananías Cote, Director de una Escuela Normal, "quien, lo mismo que muchos otros colombianos, ha encontrado allí la simpática y generosa acogida que los venezolanos se complacen en dar siempre a sus hermanos los colombianos"22.

En esto de las buenas atenciones a los colombianos, se pensaría que no podría ser de otra manera tratándose de un personaje como José María Samper o de un Delegado colombiano a la celebración del centenario de Bolívar como en el caso del primer viaje de Isidoro Laverde. Más aún en medio de la culta sociedad caraqueña. Pero si se observa a Modesto Garcés en su difícil viaje de 1885, expatriado, de sus primeros contactos con venezolanos en el Orinoco dejó testimonios similares. Informó en su libro que habiéndose encontrado con dos comerciantes de caucho que iban a Ciudad Bolívar, "a la noticia de que éramos emigrados colombianos, redoblaron su interés por nosotros... Desde aquel momento nuestras necesidades se allanaron cuanto fue posible. Bajamos hasta Ciudad Bolívar en sus buques, y nos colmaron de favores y atenciones que sabremos agradecer toda la vida"23. Santiago Pérez Triana, también expatriado y siguiendo una difícil ruta, en el campamento de sarrapia de Aguamena, en el Orinoco venezolano, se encontró con que en un comienzo las demás personas pensaron que también eran "sarrapieros", "pero cuando tuvieron ocasión de saber desde dónde veníamos, fuimos objeto de la curiosidad general". Más adelante, en Ciudad Bolívar, cuenta que "desde la primera autoridad del lugar, el gobernador, general González Gil, hasta las gentes más humildes con quienes vivimos en contacto, nos dieron muestras de simpatía e interés... No queremos recargar estas páginas narrando las atenciones públicas y privadas de que fuimos objeto...Dejamos, eso sí, constancia de nuestro sentimiento de profunda gratitud por la hospitalidad generosa y franca que se nos dispensó en Ciudad Bolívar"24. Tal vez lo único que habría que anotar en el caso de Pérez Triana es que durante el trayecto por los llanos colombianos asumió con sus

19 Isidoro Laverde Amaya. Viaje a Caracas, op.cit. Página 18. 20 Ibid. Páginas 38 y 71. 21 Ibid. Página 95. 22 Isidoro Laverde Amayd: Un viaje a Venezuela, op.cit. Página 238. 23 Modesto Garcés. Un viaje a Venezuela, op.cit. Páginas 66, 67. 24 Santiago Pérez Triana. De Bogotá al Atlántico., .op.cit Páginas 302, 322.

67


acompañantes, para efectos de no despertar sospechas o preguntas innecesarias de las autoridades o protegerse de posibles ladrones, el carácter de sacerdote. Así se hizo pasar sin que se le presentaran problemas. Pero al llegar a Venezuela el carácter eclesiástico en lugar de ser un escudo de protección, una aureola de respeto, se convertía en fuente de irrespeto: "En Maipures debíamos encontrar autoridades venezolanas poco respetuosas, triste es decirlo, para con los misioneros y gentes de iglesia", razón por la cual, informa, "depusimos...nuestro carácter eclesiástico"25. Se destaca en este momento, entonces, el gran contraste entre las actitudes hacia los religiosos en la Colombia y Venezuela de aquellos años, elemento que en este viajero ilustra la imagen de teocracia que luego se arraigaría en Venezuela sobre Colombia, expuesta en los años veinte de este siglo por Laureano Vallenilla Lanz26. Entrado ya el siglo XX el último viajero aquí presentado no percibió la misma acogida que sus antecesores. No llega a hablar de animadversión hacia los colombianos, ni hacia los extranjeros en general, pero si consigna y reitera en su escrito las dificultades tanto para ingresar como para salir de Venezuela. No aclara si porque era colombiano o porque era extranjero, independientemente de su nacionalidad, o porque los caprichos de las normas así lo exigían, pero si insiste en su queja por tantos trámites, algunos de ellos absurdos. Entre otras cosas escribió al respecto: "Estoy seguro de que a los turistas que llegan a La Guaira en condiciones de los que vi desembarcar del vapor Laurentic no se les exigirán, para entrar y salir de ese país, el cúmulo de formalidades que se exigen a la generalidad de los viajeros, ni se les sujetará a un espionaje policiaco que llega a hacerse odioso, pues de otra manera aquellos turistas, que viajan por placer y que naturalmente huyen de toda

contrariedad, no se tomarían el trabajo de desembarcar"27. Lo que ocurre, y Peña no entra a considerarlo, es que se encuentra en la Venezuela de Juan Vicente Gómez. La crónica de este viajero está mostrando, un poco entre renglones, el ambiente de represión, de espionaje, de arbitrariedad propios del momento: "...esto hubiera sido pasable [se refiere a la presión a que fueron sometidos por el "cortejo de mozos descorteses" que subieron y bajaron las maletas] si apenas llegados a la puerta del hotel [en Macuto], otro Agente de Policía no nos hubiera detenido para sujetarnos a interrogatorio idéntico al que una hora antes habíamos sufrido en La Guaira. Y cuando al siguiente día entramos al vagón del ferrocarril de La Guaira a Caracas... nuevamente apareció ante nosotros el fantasmón, el ya temible fantasmón del Agente de Policía, que, lápiz en ristre y libreta en mano, tornó a sujetarnos a aquel cargante interrogatorio que ya no sé cuántas veces habíamos sufrido en cuarenta y ocho horas! ¿Habría entre nosotros alguno parecido al General Castro? ¿Nos tomarían por agentes revolucionarios? Parece que nada de eso. Es medida precautelativa para la paz pública, es prudente acción policiva que se practica con todo desconocido"28. De todas las situaciones de ese tipo mencionadas por Peña, la que le pareció más arbitraria fue la que le ocurrió cuando iba a regresar a Colombia embarcándose en La Guaira. Iba a tomar un vapor de una línea francesa y llegó puntualmente en la mañana con los tiquetes. Allí le preguntaron si ya tenía los permisos y preguntó que cuáles, obteniendo la respuesta de que debía "solicitar por memoriales los del señor Prefecto, del señor Administrador de la Aduana, del señor Comandante del Resguardo...sin los cuales no les será a ustedes permitido embarcarse ni en ese ni en ningún buque, por más tiquetes de pasaje que tengan comprados"29. Ante tan perentoria exigencia y con el buque que zarparía a las cinco

25 Ibid..Página 148. 26 Laureano Vallenilla Lanz. Cesarismo democrático. Estudio sobre las bases sociológicas de la constitución efectiva de Venezuela. Cuarta edición. Caracas. Tipografía Garrido. 1961. 27 Pedro A. Perla. Del Avila al Monserrate. op.cit. Página 46. 28 Ibid. Páginas 52,53. 29 Ibid. Página 65.

68


de la tarde, debieron someterse a las gestiones del "comisionista-abogado" que se ofreció para agilizarlas. Concluidas estas gestiones se presentó de nuevo en el muelle y el guarda al revisar los permisos le dijo a Peña y sus acompañantes: "Falta uno. Falta el principal. No pueden ustedes pasar al buque....el del señor Cónsul americano". Indignado Peña alegó su nacionalidad colombiana y que se embarcaría en un buque francés, lo que hacía absurdo que se exigiera permiso del Cónsul de los Estados Unidos. Pensando que estaban confundiendo Puerto Colombia con Puerto Colón, a donde también llegaría el buque, explicó la diferencia pero le ratificaron la exigencia. Cuatro horas tardó en llegar el Cónsul y por fin obtuvo esa otra firma y sello. Le explicaron que ese permiso era por razones sanitarias. En fin, a diferencia de los demás viajeros que no mencionan dificultades de esa naturaleza al cruzar la frontera, a Peña no le quedaron ganas de volver a Venezuela. Pasando a otro punto con connotaciones políticas, Garcés y Pérez Triana dejaron algunas anotaciones referentes a la soberanía territorial. Tal vez por haber recorrido regiones tan apartadas percibieron, a diferencia de los otros, este problema. Algunas citas así lo muestran. Se encontraba Garcés navegando aún el río Vichada y se detuvo en un lugar llamado Raya, relativamente cercano a la desembocadura de este río en el Orinoco. Hacia el medio día llegó una canoa con tres indígenas con quienes estuvieron hablando. Dice Garcés que uno de ellos era el Cacique de Raya que "traía en su aljaba un papel en que se le nombraba Gobernador, que nos dio a leer, y que decía más o menos lo siguiente después del nombramiento: que todos esos terrenos pertenecían ya a Venezuela, y que él, como Gobernador, estaba en la obligación de hacérselo saber a todas las tribus vecinas. El indio no sabía leer, pero no ignoraba el contenido de la nota del Prefecto, y aunque hablaba poco el español, lo entendía y se hacía entender. Le indicamos que lo que el papel decía no era cierto, pues esas tierras eran de Colombia. No entendía la palabra Colombia, pero al decirle Bogotá,

comprendió bien. Entonces nos indicó que ellos preferían a Bogotá y que irían a Bogotá si les daban ropa y les enseñaban a leer y escribir. Sentimos verdadero placer con la declaratoria del indio, y al propio tiempo peno, por la consideración de que nuestros gobiernos mantienen en abandono completo aquellas numerosas tribus, lleno de buenos deseos y anheloso por entrar en la vida civilizada”30 Un poco más adelante, en Maipures, escribió Garcés sobre las dificultades o la ausencia del ejercicio de la soberanía colombiana en el Orinoco: "La región alta del Orinoco se halla toda bajo la jurisdicción de Venezuela, aunque Colombia tiene derecho a toda la margen occidental, desde el Casiquiare hasta la boca del Meta. La rutina ha venido siendo perjudicial a los intereses de Colombia en este asunto. Después de consumada la independencia de la antigua Colombia, el Gobierno central de Santafé dejó al cuidado de Venezuela la organización civil de aquellas comarcas, las cuales habían quedado acéfalas por la huida de los misioneros, quienes mantenían bajo su exclusivo dominio las numerosas tribus que las pueblan. El gobierno seccional de Venezuela no hizo otra cosa que nombrar algunos agentes de policía; éstos continuaron tiranizando a los infelices indios, sin promover nada que fuese indicio de verdadera administración oficial.... A la época en que llegamos a Maypures (año de 1885) aquellas comarcas estaban...al mando de gobernadores que debían ejecutar un decreto orgánico, especialmente dictado para los territorios. Habían ocurrido antes varias revoluciones -y en ese año sobrevino otraen desconocimiento de las autoridades nombradas por el Poder Ejecutivo de Venezuela. El Gobierno aprovechaba esos síntomas de vitalidad local para mandar tropa, someter a los revoltosos y ampliar sus dominios sin contradicción de parte de Colombia, cuyo Gobierno, obediente a la rutina, deja abandonados sus derechos y lo espera todo de un arbitraje indefinido. En el mismo año de 1885 tomaba posesión de dichos territorios la Compañía francesa colonizadora y explotadora de ellos, conforme al contrato ajustado, en debida forma, con el Gobierno venezolano. Este ha sido el acto

30 Modesto Garcés. op.cit. Páginas 55, 56.

69


de más trascendencia que la vecina República ha ejecutado sobre dominio en territorios disputados por Colombia, y no sabemos que nuestro Gobierno haya hecho gestión ni indagado siquiera el alcance que pueda tener aquel contrato.... Por ese contrato, Venezuela ha encontrado, a nuestro juicio, el medio más adecuado para hacer patente su dominio en los territorios disputados, y aún para hacer irrevocables sus pretensiones, si no hay oposición de parte de Colombia. Y no es pequeña la parte de territorio a que tiene derecho Colombia en aquellas regiones: es todo el territorio de Amazonas y parte del territorio de Alto Orinoco, extensión de diez mil leguas cuadradas, por lo menos, con muchos pueblos, caseríos y numerosas tribus de indios. Entre aquellos está San Fernando de Atabapo....EI abandono nuestro es, pues, indisculpable"31. Pérez Triana sentó también su queja por la ausencia del ejercicio de la soberanía colombiana en aquellas regiones. En cercanías de Maipures en el Orinoco colombiano, que era una "agrupación de diez o doce casas" con una "población no mayor de veinte individuos" tuvo la sorpresa de encontrarse con una orden del Gobernador del Territorio de Amazonas que le fue mostrada por el "jefe político", "fechada en san Carlos de Rionegro [Venezuela], por la cual se le ordenaba impedir el paso a toda persona que quisiera seguir Orinoco abajo, y que no estuviera provista de salvoconducto firmado por él"32. La disposición era totalmente arbitraria y atentaba contra la soberanía colombiana. Sin embargo Pérez Triana se hizo pasar por empleado oficial del gobierno de Colombia para continuar su trayecto por el Orinoco y entrar a Venezuela, dejando además, como ya se dijo, su "disfraz" eclesiástico "poco simpático para aquellos irreverentes venezolanos"33, como

él mismo lo afirmó. De todas maneras para Pérez Triana entrar a Venezuela en ese momento era "llegar al mundo libre"34, aunque no desconocía y llamaba de nuevo la atención sobre el descuido de Colombia por aquellas regiones y ríos limítrofes: "Debería hacerse circular por ellos constantemente la bandera nacional. En todo lo posible las pulsaciones de la vida de la República deberían hacerse sentir en esas selvas. Fuera de estas consideraciones hay otras de peso, mejor dicho, de pesos, o sea pecuniarias, a las cuales quizás se quiera prestar más general atención"35' Aunque ya se mencionaron algunas referencias sobre la actitud percibida por algunos viajeros hacia los asuntos religiosos, vale la pena agregar un par de citas adicionales anotadas por Laverde en su primer viaje. Cuando asistió a misa en Caracas observó que "la concurrencia a la misa de nueve en la catedral en los días de la semana, es menor que la que asiste de ordinario en Bogotá a la iglesia Metropolitana"36, síntoma posiblemente éste de un menor fervor religioso en aquella nación o, por lo menos de un menor interés por los asuntos religiosos. Precisamente en la primera reunión social a la que asistió en Caracas en la conversación con el anfitrión, una de las preguntas que le hicieron fue: "-¿Y qué me cuenta usted de la política colombiana? Parece que no están ustedes muy bien...Siempre se agita allá la cuestión religiosa..."37. Las habituales polémicas colombianas sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia sorprendían y extrañaban a la opinión venezolana, ajena a ese tipo de situaciones. Con diferentes niveles de atención y extensión todos los viajeros estudiados hacen referencias y comentarios sobre la historia política venezolana,

31 Ibid. Páginas 69,70. 32 Santiago Pérez Triana. De Bogotá al Atlántico...op.cit. Página 152. 33 Ibid. Página 152. 34 Ibid. Página 325.

35 Ibid. Página 331. 36 Isidoro laverde Amaya. Viaje a Caracas, op.cit. Página 43. 37 Ibid. Página 67.

70


es decir, más allá de la coyuntura experimentada durante el viaje buscan entender la historia venezolana desde los años de la disolución grancolombiana. Algunos de ellos hacen todo un resumen de los sucesos políticos venezolanos. Ese es precisamente el caso del artículo escrito por José María Samper titulado Venezuela. Ojeada sobre su historia política, su situación y sus hombres públicos, publicado en 1878. En la primera parte del artículo elabora la síntesis histórica que comienza enfatizando el desconocimiento mutuo de Colombia y Venezuela. Dice Samper: "Venezuela fue hasta 1830 carne de nuestro cuerpo y parte del alma de la Gran Colombia; sus héroes combatieron en nuestros campos de batalla; su vida palpitó con la nuestra; su raza y sus costumbres son, con algunas divergencias secundarias, la raza y las costumbres de la Nueva Colombia... Atormentadas por las guerras civiles, las tres naciones actuales, que en sus mejores días de patriotismo formaron un solo pueblo, han estado sujetas a unas mismas aspiraciones, han debatido, poco más o menos, unos mismos problemas, y han pasado por muy análogas vicisitudes. Sus intereses comerciales están y deben estar estrechamente enlazados, y en sus relaciones debiera prevalecer un espíritu de profunda cordialidad y armonía, de verdadera fraternidad. Y sin embargo ¡cosa deplorable y casi vergonzosa! no sólo no existen hoy relaciones oficiales entre Colombia y Venezuela, sino que casi faltan los vínculos de amistad entre los dos pueblos; no sólo carecen de francas y seguras comunicaciones postales (pues una carta de Bogotá va con mayor seguridad a san Petersburgo que a Caracas), sino que las dos Repúblicas, si así podemos expresarnos, se ignoran o desconocen recíprocamente"38. Pasa luego Samper a la síntesis de historia política venezolana y de ella se destacan como conclusiones de su análisis, los efectos adversos del "monaguismo", la destrucción causada por las

guerras civiles y los problemas generados por el "caudillaje y militarismo". Después de exponer los gobiernos de los Monagas, dice que "el monaguismo puso a Venezuela en el camino de la barbarie, porque todo lo violentó, lo desorganizó y lo corrompió. El tesoro público quedó puesto a saco; la enseñanza universitaria y primaria sufrió la más patente desmejora; el crédito público se fue al suelo por completo; las prácticas más violentas y corruptoras fueron de tabla en el gobierno y la administración pública; la administración de justicia fue monstruosa; muchísimos caracteres se degradaron con las prácticas o los ejemplos de prevaricación o concusión; las letras venezolanas, tan adelantadas antes, experimentaron muy sensible merma y degeneración (salvo en lo tocante a la poesía); y el periodismo, de cultísimo y doctrinario que había sido de 1840 a 57, se tornó violento y vulgar, eco significativo de pasiones personales y odiosas recriminaciones de círculos y pandillas"39. Al ubicar Samper en el "monaguismo" la génesis de la corrupción venezolana, que permearía en lo sucesivo al Estado, de manera funcional o para usufructo personal de la élite política y económica de turno, justificó plenamente el movimiento de Castro en 1858 como una "reacción de los elementos de orden y civilización que subsistían en la sociedad venezolana..."40. Sobre la devastación de las guerras civiles, dice Samper que "en ninguna sociedad es la guerra civil tan devastadora y terrible como en Venezuela. Por una parte, los venezolanos son excesivamente valerosos, sobre todo cuando obran en lucha colectiva... Por otra, la configuración topográfica de Venezuela favorece mucho la introducción, por un extenso y muy accesible litoral, de recursos de guerra que están a la mano en Curazao, Trinidad, Saint Thomas y todas las Antillas; recursos de que pueden disponer casi por igual todos los beligerantes, lo que propende a la prolongación de las guerras"41. Por último, dentro de los "elementos

38 José María Samper. Venezuela... op.cit. Páginas 165, 166. 39 Ibid. Página 173. 40 Ibid. 41 Ibid. Página 174.

71


de malestar" de la historia política venezolana que identifica Samper, se refiere al "mal del militarismo" y el "caudillaje". Sobre el segundo, plantea las dificultades para armonizar los intereses divergentes de la multitud de caudillos regionales existentes en Venezuela, tanto antes como después de la Guerra Federal. Luego agrega: "En cuanto al mal del militarismo, acaso era el más grave de todos. En Caracas he oído calcular en cuatro mil el número de los hombres que de la revolución salieron hechos generales; de tal suerte que casi no quedaba un particular entre los federalistas. Rarísimo es el coronel o comandante que he visto en Venezuela, y allí, para no errar, lo más acertado, al saludar a todo sujeto, es darle el título de general. Provino este furor de generalización militar, de la penuria en que se halló siempre Falcon durante la guerra. No pudiendo recompensar servicios con dinero, prodigaba los grados y ascensos;... Este abuso desprestigiaba, sin duda, la institución militar, la degradaba hasta la más lamentable vulgaridad, y aún la desorganizaba, haciendo imposible la formación de nuevos ejércitos disciplinados que sólo podrían componerse de generales y soldados..."42. Aunque nunca tan detalladas ni analíticas como las anotaciones de Samper sobre la historia política venezolana, Isidoro Laverde Amaya incluyó en los dos libros de sus viajes comentarios al respecto. Por ejemplo, relata la conversación con Fausto Teodoro de Aldrey, fundador y redactor del diario La Opinión Nacional, de la que comprendió que desde la época del "septenio" y "después de la lucha agitada e incierta de la política revoltosa que durante algunos años hizo y deshizo en Venezuela, el país había logrado al fin entrar de lleno en una época de verdadera paz y de progreso material, sólido y estable"43. Es el ambiente de la engalanada y optimista Caracas de Guzmán Blanco que vivió Laverde en 1883. En su siguiente viaje, al recorrer

los Andes venezolanos, tuvo oportunidad de apreciar en el terreno los efectos de las guerras civiles y se impresionó particularmente con la disminución de la población en numerosas localidades44. En varias ocasiones refiere acontecimientos de la campaña libertadora ocurridos en los lugares por donde iba pasando, haciendo además la remembranza muchas veces de manera emocionada: "En el alto de San Felipe nos detuvimos a contemplar por unos instantes el histórico sitio, marcado con un montón de piedras y una pequeña cruz de madera, en donde en 1814 el valeroso y audaz General Páez, que acababa de derrotar las tropas realistas en Estanques en unión de Ranjel, iba en persecución de José María Sánchez, a quien dio allí alcance y muerte, lidiando con él cuerpo a cuerpo" 45 En la crónica de viaje de Santiago Pérez Triana también se encuentran referencias a la historia política de los lugares por donde pasaba. De ellas, la que más lo conmovió fue la visita al Museo de Ciudad Bolívar y al salón donde se realizaron las sesiones del Congreso de Angostura en 1819. Sobre ese momento escribió: "...recordamos los días magnos de la patria, las heroicas luchas de sus fundadores. El ímpetu generoso que de victoria en victoria llevó la libertad desde las orillas del Atlántico hasta Junín y Ayacucho, y que paseó triunfantes las banderas por todo el continente. ¡Ay, cuan triste es que en ese cuadro glorioso, hubiera un punto tan negro y tan oscuro como el del fusilamiento del vencedor en la batalla de San Félix, aquel general Piar, víctima infausta de pasiones no justificadas, y cuya muerte será siempre un borrón en la gloria de los que le sobrevivieron, y que llevaron a cabo la obra a la cual él en el momento crítico había prestado servicios que tal vez la salvaron de ruina y de fracaso absoluto!"46. Pedro A. Peña, por su parte, trae a colación una referencia más reciente, ya de la Venezuela

42 Ibid.Página 175. 43. Isidoro Laverde Amaya. Viaje a Caracas, op.cit. Página 65. 44 Isidoro Laverde Amaya. Un viaje a Venezuela, op.cit. Páginas 126,127. 45 Ibid. Página 136. 46 Santiago Pérz Triana. De Bogotá al Atlántico... op.cit. Páginas 323,324.

72


independiente. Se trata de la visita que hizo al Fuerte del Libertador en La Guaira, fuerte en el que se apoyó "el ex-Presidente General Castro para sostener la altiva actitud que asumió ante las amenazas de una potencia marítima de primer orden que quiso imponerle su poderosa voluntad"47. Algunos viajeros mencionan a los colombianos residentes en Venezuela con los que tuvieron oportunidad de encontrarse. Desde familias de tradición, viudas de proceres o militares, refugiados políticos de diversa índole, o abogados y periodistas como Diógenes Arrieta y Ricardo Becerra. De todos ellos sorprenden las referencias a los refugiados políticos. Por ejemplo, cuando Laverde Amaya pasó por Rubio, capital en ese momento del Distrito Junín, señaló que "cuéntanse cerca de 10.000 habitantes, de los cuales la tercera parte son colombianos, a quienes las guerras civiles han arrojado de su tierra y han tenido que ir a establecerse en aquel hospitalario suelo. La mayor parte viven consagrados a la agricultura; al cultivo del café, que es el elemento positivo de riqueza"48. Casi todos los viajeros pasaron por Venezuela en momentos durante los cuales el General Antonio Guzmán Blanco ejercía el poder en esa nación, de manera que también son numerosas las referencias a esta figura política. Para comenzar, José María Samper expresó un juicio que buscó ser ecuánime: "Y no se crea que nos mueve pasión ni prevención alguna contra el General Guzmán Blanco; ni que es nuestro ánimo negarle las dotes que tiene como gobernante, ni los motivos transitorios que hasta cierto punto prepararon su dictadura; ni mucho menos que le increpemos con injusticia, imputándole toda la responsabilidad de sus actos. No: el partido liberal federalista, a lo menos en la parte que no protestó con Salazar y Colina, es en

gran masa y en mucho responsable de los males que causó la dictadura del Septenio, porque primero la toleró y dejó arraigar y robustecerse, y luego le batió palmas y la encomió con todas las voces del aplauso y la fama. Por otra parte, si Guzmán Blanco, que no es un hombre común, sino de gran capacidad y energía, y de muchos recursos para el gobierno y voluntad para el mando, causó a Venezuela grandes males, también hizo muchas cosas buenas y fomentó progresos importantes"49. Más adelante, en un juicio crítico sobre el dictador, afirmó Samper: "...como Guzmán quería mandar sin freno ni limitación, y su vanidad no le permitía estimar el mérito ajeno; como en realidad no tenía convicciones ni principios, y como todo despotismo conduce siempre al engreimiento, su política tuvo que ser única y esencialmente personal. La causa liberal no era ya sino un ropaje, una máscara; el partido liberal quedaba oscurecido, y sólo servía como de pantalla del gobierno; la persona de Guzmán Blanco era todo; y su figura aparecía dondequiera en bustos, retratos y estatuas, así como su nombre era el obligado nombre de todos los monumentos, ios puertos y pueblos, los puentes y caminos, las calles y plazas, las escuelas y colegios, y hasta dos de los estados de la Unión. El personalismo se implantó, pues, en la política"50. Lo más grave de ese personalismo, denunció Samper, era que se había llegado a una situación en la que ya no existían partidos políticos. Dice que Guzmán acabó con el partido conservador y con el liberal: "Así, en tanto que el partido liberal era un cúmulo de fracciones o de círculos personalistas, ya sin principios ni programa, sin banderas respetables, el partido conservador había muerto, porque estaba peor que fraccionado. Sin partidos políticos, sólo con círculos personales, ¿qué podía ser la política en Venezuela? Un personalismo deplorable, en tanto que no se fuese elaborando una reacción en los espíritus que diese

47 Pedro A. Peña. Del Avila al Monserrate... op.cit. Página 44. 48 Isidoro Laverde Amaya. Un viaje a Venezuela, op.cit. Páginas 102, 103. 49 José María Samper. Venezuela, op.cit. Páginas 180,181. 50 Ibid. Página 272.

73


por resultado la reconstitución de dos grandes partidos"51. Esto lo escribió Samper en 1878; aún le restaban a Guzmán Blanco varios años de ejercicio del poder supremo de Venezuela. Alberto Urdaneta describe y elogia las obras realizadas por Guzmán Blanco en Caracas para las celebraciones del Centenario: Llama la atención sobre las calles, plazas y teatros que llevan el nombre de Guzmán y las estatuas erigidas al dictador, en un tropical culto a la personalidad. Con estas obras, dice Urdaneta conmovido por las atenciones, Caracas se asemeja y en algunos casos "aventaja" a Parts52. El elogio a Guzmán es también reiterado por Laverde Amaya quien además de mencionar los adelantos materiales de su gobierno, incluyendo obviamente los ferrocarriles, describe el paseo y el banquete al que invitó Guzmán en Antímano. En efecto, Guzmán Blanco ofreció un banquete para trescientos invitados en una de sus residencias campestres. "Cuando todos abandonaron las mesas, -cuenta Laverde- algunos se pusieron a recorrer las calles de árboles, pero la mayor parte de los presentes rodearon al General Guzmán, y le tributaron sinceras y calurosas manifestaciones de aprobación a su conducta. Los discursos encomiásticos se sucedían uno a otro sin interrupción, ponderando los esfuerzos del regenerador de la patria, como lo llaman. Entusiasmo tan vehemente y sincero, en momentos en que el Presidente anunciaba la determinación que habfa tomado de ausentarse del pafs, era una comprobación perentoria de que él sí ha hecho mucho en favor de la paz y del progreso del pueblo venezolano"53. Los demás viajeros considerados también hacen elogios similares a Guzmán, siendo la excepción Pérez Triana que no lo menciona. Pero aparte de Samper que hace una lúcida crítica, las demás presentaciones del "Ilustre Americano" son por lo menos miopes o ingenuas.

Otra dimensión importante dentro de la información reseñada por los viajeros y que permite aproximarse a la percepción de la historia y del acontecer político de Venezuela es precisamente la referencia directa a los sucesos políticos ocurridos durante el viaje, es decir no los del pasado así sea cercano sino los del presente. Aunque es muy escaso lo que se cuenta y comenta, a continuación se señalan esas pocas menciones. Continuando con el orden cronológico, cuenta Samper para indicar "la facilidad con que puede perturbarse el orden público" en Venezuela, que estando en Maracaibo, el 19 de marzo de 1877, "ocurrió un incidente de suma gravedad y que pudo ser de terribles consecuencias. A eso de la una de la tarde recibíamos Posada y yo numerosas visitas, cuando oímos, desde el salón del hotel, que estallaban a alguna distancia numerosas detonaciones. Pensamos que algún José o alguna Josefa estaría celebrando con cohetes la fiesta del insigne patriarca de los cristianos, y no paramos mientes en las tales detonaciones; mas poco a poco supimos que se habían disparado en una calle tiros de rifles, carabina y revólveres, y que nada menos se había estado haciendo que jugando la suerte del estado en una pequeña revolución... el hecho era obra de una conjuración tramada en toda regla para tumbar el Gobierno existente y regenerar de nuevo el estado, por cuanto las anteriores regeneraciones habían sido vanas o se habían alcanforado, como se dice tan graciosamente en Venezuela...No me incumbe decir quién obrara bien ni mal, y sólo refiero el hecho como uno de tantos rasgos característicos de la democracia hispanoamericana, que de ordinario quita y pone gobiernos como quien sopla y hace botellas, con acompañamiento de fuegos artificiales"54. En la memoria de su segundo viaje Laverde Amaya también consignó algunas menciones a los acontecimientos y el ambiente político del momento. En primer lugar, percibió la agitación

51 Ibid. Página 273,274. 52 Alberto Urdaneta. De Bogotá a Caracas, op.cit. Página 46. 53 Isidoro Laverde Amaya. Viaje a Caracas, op.cit. Página 78. 54 José María Samper. Impresiones de un proscrito, op.cit. Páginas 35, 36.

74


política al paso por San Cristóbal: "Aun cuando visitamos a San Cristóbal en momentos poco favorables para poder apreciar la importancia de su comercio y la animación o movilidad habitual de la ciudad, como que aún se notaban la inquietud y el malestar provenientes de los trastornos políticos de la última guerra civil de los Andes, no obstante comprendimos muy bien que es una población de recursos y de espíritu animado"55. Al pasar por Mérida y luego de describir la ciudad y las costumbres de sus habitantes, señaló en relación con lo que aquí más interesa: "...hay otro rasgo muy notable de su carácter [el de los merideños], que un observador atento anota complacido: la general disposición para la política que predomina entre ellos, y un bien entendido amor por la libertad, que se traduce en actos diversos de su existencia; noble aspiración que parecen conservar ufanos desde la época de la independencia"56. Más adelante, al pasar por Valera, debieron suspender momentáneamente el viaje, la situación política lo explicaba: "Cinco días permanecimos en Valera, al cabo de los cuales pudimos continuar la marcha, interrumpida principalmente por la dificultad para conseguir en esos días de alarma revolucionaria, cabalgaduras que nos llevaran a Trujillo o siquiera a la Plazuela"57. Esas dificultades se presentaron en momentos de relativa estabilidad y paz dentro de los recurrentes trastornos políticos en la Venezuela del siglo XIX.

V. Las comparaciones de los viajeros Como último elemento para destacar de los numerosos referidos por los viajeros colombianos en Venezuela, se presentan a continuación algunas de las comparaciones realizadas por ellos. Primero aquellas de carácter cualitativo, generalmente vinculadas con el paisaje o el desarrollo de las ciudades. A pesar de no estar directamente

asociadas con el elemento político se recoge en ellas el sentimiento del viajero al enfrentar el mundo del país vecino que en cierta forma se sintetiza en la comparación de diferentes aspectos. Posteriormente se acude a Federico C. Aguilar, viajero que se interesó expresamente en comparar, al punto de presentar algunas estadísticas comparativas que también se indicarán. Se trata del único que realiza ese tipo de elaboración. La síntesis de carácter comparativo que realiza José María Samper como resultado de su viaje de 1878 se expresó así: "Sin vanidad ni falsa modestia puedo afirmar, por una parte, que Colombia es incomparablemente superior a Venezuela (no me refiero a excepciones) por la ilustración de las altas clases, es decir, por el mérito de sus hombres de estado y sus jefes militares, de sus literatos, oradores y periodistas, de sus abogados y profesores, de sus médicos, cirujanos y naturalistas; así como Venezuela es muy superior a Colombia por sus grandes poetas, sus compositores músicos, sus litógrafos y fotógrafos, sus almacenes especiales, y en general todo lo que es mercantil y artístico, lo mismo que en la grande agricultura, mejor organizada que en Colombia.... Pero hay otro aspecto de Venezuela en el cual se patentiza una gran superioridad respecto de Colombia: hablamos de la inteligencia y cultura de las clases o gremios populares"58. Alberto Urdaneta comparó las ciudades, diciendo que "Caracas es más bonito; Bogotá, si hubiéramos de compararlas, tiene aspecto y mucho mejor sabor de ciudad"59, opinión que no fue unánime entre los diferentes viajeros. Por ejemplo, Laverde, en el mismo año, y refiriéndose al aseo expresó: "En este punto, qué contraste tan marcado con Bogotá. Entre nosotros se cuida de que las casas

55 Isidoro Laverde Amaya. Un viaje a Venezuela, op.cit. Página 105. 56 Ibid. Páginas 159,160. 57 Ibid. Página 199. 58 José Marfa Samper. Venezuela, op.cit. Páginas 279, 280. 59 Alberto Urdaneta. De Bogotá a Caracas, op.cit. Página 48.

75


estén aseadas y limpias, y de que haya en ellas buen gusto, y hasta lujo, pero en cambio la generalidad halla muy natural el lanzar a la calle basuras o desperdicios que le estorban. En Caracas puede decirse que la policía no tiene que ocuparse en limpiar las calles, porque los vecinos cuidan de no echar en ellas ni siquiera un pedazo de papel mugroso"60. Ratificó Laverde la opinión de Samper sobre el sentido estético: "No hay duda de que, en lo general, en materia de gusto artístico están más avanzados que nosotros; lo que depende probablemente del más inmediato comercio con Europa, y de las facilidades para hacer el viaje de Ultramar"61. Unos años después Peña manifestaría opiniones similares: "Caracas en sus detalles, tan sólo en sus detalles, es superior a Bogotá en lo material. Y es porque los venezolanos han sabido sobreponerse al mezquino lugareñismo y han comprendido desde hace tiempo que la capital es la sala de recibo, la faz, el mejor exponente, el resumen de la cultura, del progreso y adelanto de un país"62. Vistas las anteriores comparaciones, aspecto en el que de todas formas no profundizaron los viajeros y no las llevaron, por ejemplo, al terreno de la situación política o de la organización del estado, atención aparte merecen algunas de las planteadas por Aguilar, quien estuvo en Venezuela en 1881. Primero hace algunas de orden cualitativo, entre ellas las siguientes: Al llegar a Caracas, "cuando el tren se para en la estación vecina al Paseo Guzmán Blanco, el viajero, lejos de sentir el malestar, cansancio y fastidio que nosotros experimentamos al llegar a Facatativa en lerdas,

cansadas o resabiadas muías después de atravesar quince leguas de escabrosos senderos, extraña que tan pronto se hubiese terminado un delicioso paseo hecho con todas las comodidades y ventajas que en el día disfrutan los paises civilizados"63. En materia de carreteras anota un dato significativo: "Caracas está, además, unida por carreteras que miden 1.464 kilómetros con las principales ciudades de los Estados Guzmán Blanco y Carabobo...Las que parten de Bogotá a Agualarga, Nemocón y la Orqueta, apenas miden 125 kilómetros"64. Compara las arboledas, parques y bosques existentes en Caracas y sus cercanías con la "triste y monótona desnudez"65 de Bogotá y la Sabana. Para él Colombia es un país más favorecido pero menos adelantado, por causa de la holgazanería y la política, y por eso concluye luego de sus comparaciones: "...Colombia, ataviada con todas las galas que la generosa Providencia le ha regalado, y embellecida con todos los dones que sobre ella ha derramado a manos llenas, galas que la holgazanería y la política han emporcado, y dones que han esterilizado haciéndola un ludibrio, una mengua y un baldón con sangrientas y perennes guerras civiles, empecinado bregar de los partidos ciegos, intransigentes y egoístas, y con su inercia y abandono"66. Pasando a las estadísticas que presenta Aguilar en los cuadros comparativos que elabora y en los que se encuentran datos de 17 naciones latinoamericanas, en seguida se presentan algunos sobre el paralelo entre Colombia y Venezuela. Las cifras expuestas son67:

60 Isidoro Laverde Amaya. Viaje a Caracas, op.cit. Página 31. 61 Ibid.. Página 46. 62 Pedro A. Pena. Del Avila al Monserrate... op.cit. Página 59. 63 Federico C. Aguilar. Colombia en presencia de las repúblicas hispano-americanas. op.cit. Página 98. 64 /b/d. Página 99. 65 Ibid. Página 155. 66 Ibid, Páginas 175,176. 67 Ibid. Páginas 109, 110. Aunque en algunas ocasiones estas cifras no son claras, en términos de a qué se refieren con precisión, es meritorio el trabajo de Aguilar por establecer comparaciones de esta naturaleza. De otra parte, no siempre se sabe cuál fue la fuente de su información y cómo estableció las paridades monetarias. Debe señalarse que para algunos datos los años de comparación no coinciden, pero en general corresponden al final de los años setenta del siglo XIX.

76


Los anteriores datos, cor; sus confusiones e imprecisiones, son de todas maneras ilustrativos de: nivel de comparación realizado en la época y merecerían una atención más detallada que escapa a los propósitos de este trabajo. Los complementó además con algunas cifras per-cápita, como, por ejemplo, la "propiedad" per-cápita que de acuerdo con sus estimaciones era de $56 en Colombia y $75 en Venezuela"68, e incluso datos sobre criminalidad, según los cuales en Colombia se cometieron 1.491 delitos por millón y 59 homicidios por millón entre 1845 y 1851. mientras que en Venezuela se cometieron 1.170 delitos por millón y 93 homicidios por millón entro 1840 y 184269. Anotó también que en Colombia existen "138 periódicos, de los que solo dos son pequeños diarios...La prensa do Venezuela, algún tanto habladora, cuenta con 118 periódicos y dos diarios..,"70 y compara hasta el numero de reses: 949.072 en Colombia, en 1882. y 1.389,802 en Venezuela en 187371

Para concluir con este viajero, que se queja del atraso de Colombia fronte a las demás naciones latinoamericanas, aspecto que no es tan notorio frente a Venezuela como ante varios otros países, Aguilar hace irónicas observaciones como la siguiente: "¿que hemos hecho nosotros en los primeros diez meses del presente año? Acusar, insultar y hacer morir de pena a un Presidente; disputar, desafiar y charlar en un Congreso de ocho meses, el cual, a manera de monstruoso pulpo, ha chupado el jugo a nuestro exiguo Tesoro; lidiar tenazmente en política, turbar el orden en Panamá Santander y Cundinamarca, y derramar feroz y salvajemente la sangre de nuestros hermanos, en nombre de la libertad; mientras el pueblo está hambreado y sin trabajo, la juventud perdiéndose en los garitos y lupanares, y la niñez andando en andrajos por las calles, al lado de un enjambre de mendigos. ¿,Cómo marchan nuestros caminos de hierro':' A paso de tortuga y trabajosamente, en

68 Ibid. Página 223. 69 Ibid. Página 264. 70 Ibid. Páginas 213, 214 71 Ibid Página 196.

77


medio de la algazara y zagarreras de los políticos y bajo la mala fe de los reos de lesa Patria"72. Claro está que Aguilar no menciona lo que seguramente era notorio por la época en Venezuela y que los historiadores posteriores ratificaron: que allí también había corrupción y derroche, pero al menos con un propósito funcionalista73.

VI. Conclusiones: la literatura de viajes, una fuente para la historia comparada Realizada la anterior aproximación a los escritos de los viajeros colombianos por Venezuela en la que se enfatizó en sus observaciones de naturaleza política, puede afirmarse que la literatura de viaies es una fuente de interés para la historia comparada de las dos naciones. Desafortunadamente la variable política no es la que más interesó a estos viajeros y por tanto tampoco dedican en las páginas de sus escritos un espacio amplio y detallado al tema como si lo hacen para otros asuntos Sin embargo, las escasas anotaciones de tipo político contribuyen en la comprensión de las percepciones que ellos tuvieron de la sociedad venezolana. Podría pensarse, por ejemplo, que en ellas se encuentra el origen, o por lo menos la reproducción en una escala más amplia, de ciertas tipologías o modelos que en Colombia se han establecido sobre Venezuela y sobre como se miran los colombianos a la luz de los venezolanos. El ejemplo clásico en este sentido es el de considerar en Colombia que se cuenta con más y mejores intelectuales y científicos que en aquel país, o que esa ha sido una sociedad militarista. Llama la atención que la totalidad de los viajeros, con un par de excepciones referidas más a los trámites que al hecho de ser colombianos, insistan en las atenciones y en la buena acogida que siempre despertó en Venezuela el hecho de que se les identificara como provenientes del país vecino.

La imagen posterior ha sido otra y el origen no ha tenido un seguimiento histórico. También son notorias en los viajeros las referencias sobre la gran cantidad de colombianos que desde esos tiempos ya vivían en Venezuela, generalmente como refugiados, al punto de que se mencionó que la tercera parte de la población de Rubio estaba conformada por colombianos. Con la excepción de Samper, son prácticamente inexistentes los comentarios de tipo crítico por parte de los viajeros y más si se trata de la historia o de la situación política. El elogio desenfrenado de Guzmán Blanco o la ingenuidad de Peña en tiempos de Juan Vicente Gómez son notorios en ese sentido En el caso de este último viajero, estuvo en Venezuela en momentos en los que las cárceles venezolanas se llenaban de prisioneros políticos y hasta colombianos como Biófilo Panclasta estaban en ellas74. Sin embargo, no notó ni mencionó nada. Otro punto ajeno en las notas de estos viajeros es el relativo a los problemas fronterizos entre los dos paises. No exactamente el de la soberanía, punto al que si se refieren algunos como Garcés o Pérez Triana que lo vivieron en la región del Orinoco, sino al de las negociaciones en materia de límites. Por la época, el 14 de septiembre de 1881, Colombia y Venezuela firmaron el "Tratado de arbitramento juris" en el que sometieron a la decisión de un laudo de la corona española la definición de su frontera terrestre El laudo se dictaría el 16 de marzo de 1891 luego de estudiados los alegatos presentados por las dos naciones. Esos diez años cubren un período durante el cual estuvieron en Venezuela varios de los viajeros considerados y en el que el debate público del asunto en ambos paises fue intenso76. Sin embargo ni los que pasaron durante esos años ni los posteriores mencionan un tema de la importancia que tuvo y sigue teniendo en las relaciones entre los dos paises.

72 Ibid. Página 197 73 María Elena González Deluca Política y negocios en tiempos de Guzmán Blanco. Caracas. Universidad Central de Venezuela 1991. 74 Biófilo Panclasia Mis prisiones Pamplona 1927 75 Germán Cavelier La política internacional de Colombia Bogotá Editorial Iqueima Tomo II 1960

78


Un tema en el que las pocas referencias muestran una clara diferencia entre los dos países que fue rápidamente identificada por los viajeros es el de las actitudes hacia la religión católica y la potestad de la Iglesia en uno y otro país. Incluso se llega a calificar de "irreverentes" a los venezolanos frente a los sacerdotes. De otro lado, por ejemplo, en un acto al que se le dio tanta trascendencia como lo fue el de la conmemoración del centenario del nacimiento de Bolívar, las celebraciones reseñadas por los viajeros son en su mayoría de carácter laico, con muy pocos actos religiosos.

Queda abierta de todas maneras una veta de trabajo en la historia política comparada de Colombia y Venezuela como lo es esta de las observaciones de los viajeros. Faltará cruzar la experiencia de los colombianos que estuvieron en Venezuela con la de los venezolanos que han pasado por Colombia y ahondar en numerosos puntos que en este trabajo no se consideraron a profundidad.

79


Los Proyectos de Integración Europea entre 1954 y la Conferencia de Messina de Junio de 1955

Muriel Laurent* El mundo de finales del siglo XX se orienta cada vez más a la creación de grupos integrados regionalmente. El Mercosur en América Latina, el NAFTA en América del Norte, el ASEAN en Asia son los ejemplos de integración regional más conocidos. La finalidad de estos acuerdos regionales es básicamente la de suprimir las barreras aduaneras existentes entre los países miembros de manera a facilitar el comercio entre ellos creando una zona de libre cambio o uniones aduaneras. El proyecto europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue más ambicioso que el mero establecimiento de una zona de libre cambio: se orientó en un primer momento a la creación de un Mercado Común (o Mercado Único, en el que se suprimieron los aranceles entre miembros pero adicionalmente se instauró un arancel exterior común y se aplicaron las libertades de circulación de mercancías, personas, capitales y servicios) y más adelante hacia una Unión Económica y Monetaria (que además de lo anterior planteó la existencia de una moneda común). Estas dos formaciones son los pasos obligados para el proceso de integración política que se han fijado los cada vez más numerosos Estados miembros de la Unión Europea1. Puede ser necesario aclarar el significado de la palabra integración (o construcción), oponiéndola al vocablo cooperación: mientras la cooperación entre varios gobiernos permite mantener la soberanía nacional de cada Estado involucrado, la integración crea una entidad nueva que abarca los Estados miembros y los somete a una autoridad o institución superior -supranacional- que cuenta con medios de acción obligatorios. Lo que se conoce hoy en día como Unión Europea se ha venido creando formalmente desde los años cincuenta de este siglo. Múltiples ideas y proyectos surgieron antes de la Segunda Guerra Mundial pero fue después de este episodio cuando los europeos concretaron efectivamente su voluntad de coordinar

* Profesora del Departamento de Historia e investigadora del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes.

81


sus políticas para el manejo en común de ciertos temas. El propósito fundamental era promover la paz en Europa, reuniendo en una organización supranacional a los anteriores beligerantes, principalmente franceses y alemanes, y evitando de esta manera la posibilidad de una nueva oposición entre ellos. La Declaración Schuman del 9 de mayo de 1950, que proponía la gestión conjunta de las producciones de carbón y acero de Francia y Alemania y de cualquier otro país vecino interesado, fue el primer paso hacia la integración de los países de Europa Occidental. En una Europa en proceso de reconstrucción, esta propuesta, junto con la subsiguiente creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, cuyo tratado fue firmado el 18 de abril de 1951, deben ser subrayados por su alto valor simbólico. Desde entonces, el proceso que se iba a conocer como integración o construcción europea se ha ido ampliando y profundizando hasta conformar la Comunidad Económica Europea (C.E.E.)2 y la actual Unión Europea (U.E.) 3 . Dadas las características de los diferentes países europeos involucrados en esta aventura, el proceso no se ha dado sin tropiezos: épocas de avances y optimismo entremezcladas con épocas de retrocesos, crisis y pesimismo han marcado sus aproximadamente cincuenta años de vida. Situados al principio de la construcción europea, los años que en este artículo se pretenden estudiar resultan ser años básicos en la conformación de la Europa comunitaria4. De hecho, el período comprendido entre los dos grandes hitos que constituyen la firma del Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (C.E.C.A.) en 1951 y la firma de los Tratados de Roma creando la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica en 1957 es rico en ideas orientadas a la integración de los países de la.'Pequeña Europa' (Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y República Federal de Alemania).

Tras haber logrado una Comunidad que agrupaba la producción de carbón y acero de estos seis países, se planteó la opción de integración sectorial en relación directa con uno de los problemas coyunturales europeos de la época: el rearmamento alemán. De la voluntad de solucionar esta cuestión, con las complicaciones que esta búsqueda llevaba consigo, los proyectos de construcción siguieron otro enfoque más global. Aquella fue la fase preparatoria, pero decisiva, de los acuerdos fundadores de la integración europea. Fue el momento en que, tras un intento fallido, se planteó nuevamente la vía económica para una integración en Europa occidental. En realidad, son dos los ejes alrededor de los cuales se centran las preocupaciones durante estos años 1954-1955: - El eje militar, con la firma en 1952 del Tratado de la Comunidad Europea de Defensa (C.E.D.), las posteriores tensas discusiones relativas a su ratificación por los seis parlamentos nacionales y la tensión en Francia sobre el tema de la cesión de soberanía durante el verano de 1954, que llevó al rechazo de este acuerdo, obligando a buscar una solución a este asunto militar por otra vía que no fuera supranacional; - El eje económico con una dimensión política en el trasfondo. El fracaso de la Comunidad Europea de Defensa permitió retomar con más fuerza esta orientación, nunca abandonada5, de integración entre los países de la Pequeña Europa. Los proyectos de corte económico iban a conocer su

Mirándolo desde la segunda mitad de los años noventa, este período adquiere toda su relevancia puesto que trató de avanzar en la integración de los países de Europa occidental primero por el lado de la defensa y la política y luego, debido a los problemas que a continuación se indican, por el lado económico. Las consecuencias de esta fase son importantes de estudiar si se quiere entender la posterior evolución de la integración europea y los rumbos que ésta tomó y ha seguido hasta el presente. De hecho, lograr la integración por la

82


vía política no ha funcionado y los intentos de integración a los que asistimos en la actualidad se fundamentan todos en la cuestión económica. El problema de la cesión de soberanía nacional para gestionar asuntos de política y de defensa es mucho más delicado que integrar los factores económicos debido a los fuertes nacionalismos desarrollados desde el siglo XIX en Europa. La puesta en marcha de la integración económica tiene la clara ventaja de aumentar la competitividad europea y mejorar el nivel de vida de los europeos, por lo que la integración económica no se ha enfrentado a mayores oposiciones y es hoy en día casi completa. En cambio, la cesión de soberanía en materias como la política interna y la justicia, o la defensa, la seguridad y la política exterior, es de más difícil justificación para gobiernos y pueblos todavía muy vinculados a sus especificidades propias. 1954 y 1955 son dos años durante los cuales se ve con toda claridad esta imposibilidad de avanzar en la integración política y militar por razones de soberanía nacional y la reorientación hacia la continuación de la integración económica que ya había conocido cierto éxito con la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y de la institución supranacional que la coronaba. El esquema del presente artículo toma en cuenta esta realidad temática y cronológica. La primera parte aborda el fracaso de la Comunidad Europea de Defensa (C.E.D.) y la solución del rearme alemán mediante la creación de la Unión de Europa Occidental (U.E.O.). En la segunda parte se presentan los múltiples proyectos de índole económico y/o político cuyo objetivo común era la voluntad de perseguir la construcción europea por una vía realista, que llevara finalmente a la Conferencia de Messina de principios de junio de 1955, verdadero punto de partida que culminó en la firma de los Tratados de Roma. Ante todo, es preciso hacer un breve repaso de la situación internacional durante los años 1953 a 1955. Esta se caracterizaba por la estabilización de la guerra fría (expresión del enfrentamiento

político e ideológico de las dos superpotencias nacidas de la Segunda Guerra Mundial) y el comienzo de la coexistencia pacífica. A principios de los años cincuenta, en dos lugares del sudeste asiático, las tensiones entre las dos ideologías seguían vivas: las guerras de Corea y de Indochina estigmatizaban la oposición. En Corea, el conflicto finalizó en 1953; en Indochina, las negociaciones pusieron fin al enfrentamiento y a la colonización francesa en julio de 1954. A pesar de esta reducción de la tensión sobre el terreno, en marzo de 1955, un Tratado de amistad, cooperación y asistencia mutua, conocido como Pacto de Varsovia, reunió, sobre el modelo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (O.T.A.N.), a los países del Este europeo y la Unión Soviética. Asimismo, se acordó la creación de la Organización del Tratado de Asia del Sudeste, s Fue en esta tenso período que todavía no olvidaba los horrores de la Segunda Guerra Mundial, que se imaginó, en Francia, en 1950, la creación de la Comunidad Europea de Defensa (C.E.D.) para enmarcar el rearme alemán en un ejército común a los seis países ya unidos en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. El 27 de marzo de 1952, en París, los Seis firmaban el Tratado creando una Comunidad Europea de Defensa. En realidad, Alemania reivindicaba su derecho a recobrar su soberanía nacional completa mediante el rearme de sus fuerzas militares. En respuesta a esta voluntad alemana, Francia planteó la formación de un ejército conjunto para controlar el proceso de remilltarización alemán que despertaba muchos temores por parte de los recientes enemigos de Alemania. Por la proximidad de la guerra, una Alemania armada se relacionaba todavía con un peligro muy concreto en el imaginario de los Aliados. Los franceses eran los primeros en temer una eventual agresión de sus vecinos y, por eso precisamente, elaboraron el proyecto de Comunidad Europea de Defensa. No obstante, la opinión pública francesa era también particularmente celosa de su soberanía nacional y, en buena mayoría, era reticente a la cesión de la misma en un órgano supranacional para un tema

83


tan delicado como la defensa que conllevaba indudables aspectos políticos. Los tres pequeños países en cambio veían positivamente la supranacionalidad que les permitía insertarse en una organización más amplia y así gozar de un espacio privilegiado en el nuevo escenario internacional que se estaba conformado. Además, estos países que habían declarado su neutralidad tuvieron que sufrir varias veces la violación de la misma y querían intentar asegurarse hacia el futuro al respecto. Eso explica que Bélgica, con la personalidad de su Ministro de Asuntos Exteriores Paul-Henrl Spaak, asumiera en buena medida el liderazgo del movimiento favorable a la solución supranacional y a la integración europea. Estas razones permiten entender por qué los pequeños países fueron particularmente los más interesados en la realización de la Comunidad Europea de Defensa. Por su parte, Alemania e Italia (los vencidos) tenían todo el interés de procurar participar en un proyecto europeo en igualdad de condiciones con sus vecinos. Francia, a pesar de ser la promotora de la ¡dea, en el fondo aparecía como la más reacia a la creación de una comunidad supranacional.

I. El problema de la defensa europea en 1954 1. La situación del proyecto de Comunidad Europea de Defensa antes de agosto de 1954

Para mediados de 1954, el Tratado que instituye la Comunidad Europea de Defensa (C.E.D.) había sido ratificado por cuatro de los socios (República Federal de Alemania, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos). Faltaban la ratificación italiana y la francesa para que la C.E.D. pudiera entrar en vigor. En Italia, los pronósticos eran relativamente optimistas para lograr una mayoría parlamentaria que aprobara el proyecto durante el verano6. En Francia, la situación era más delicada: la opinión pública francesa está dividida frente al Tratado, principalmente a causa del carácter supranacional de la Comunidad imaginada y del rearme alemán no suficientemente controlado según ellos. Por lo

tanto, exigieron que se llegase a un acuerdo en tres elementos previos: 1o/ la solución del problema de la Sarre (territorio disputado entre Francia y Alemania), 2o/la conclusión de un acuerdo satisfactorio de asociación entre la Comunidad Europea de Defensa y el Reino Unido y 3S/ la adopción de garantías norteamericanas y británicas, es decir, el estacionamiento de tropas de estos países en el suelo europeo (los dos últimos puntos encontraron solución a mediados de abril de 19547)8. Otro elemento importante para una parte de la opinión pública francesa era la institución de una asamblea común elegida que asegurara un control democrático de la C.E.C.A. y de la C.E.D.9. La Comunidad Política Europea, prevista en el artículo 38 del Tratado C.E.D., hubiera podido regular este punto pero su establecimiento obligaba a negociaciones de principios y aclaraciones que no se podían plantear en ese momento. Para salir de este estancamiento y facilitar la ratificación francesa, los seis decidieron reforzar el control político de la Comunidad Europea de Defensa aprovechando las disposiciones del artículo 21 del Tratado C.E.C.A10. El tema crucial de la Sarre siguió complicando el panorama. Desde 1947, este territorio alemán se encontraba administrado por un gobierno particular que para las decisiones relativas a ciertos asuntos (relaciones exteriores, defensa, economía) estaba en contacto con Francia. En los años cincuenta, aparece Indispensable encontrar un arreglo entre las exigencias alemanas y francesas. Una solución que despertaba cierto consenso era la de europeizar este territorio, con su entrada al Consejo de Europa11 o a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, pero las conversaciones se estancaron a pesar de las concesiones del canciller federal alemán Konrad Adenauer. Finalmente esta solución fue abandonada en agosto de 1954 y, tras las conversaciones franco-alemanas de febrero y marzo de 1955, la población optó por referéndum en octubre de 1955 por el retorno puro y simple de la Sarre a Alemania12. Aparte de estos temas previos a su ratificación, el Gobierno de Mendès-France conocía una situación

84


política complicada que condiciona su política europea. Al asumir su función en junio de 1954, el presidente Mendés-France se comprometió a solucionar las cuestiones en suspenso: - Lograr en cuatro semanas un cese al fuego en Indochina, - Establecer un programa coherente de recuperación y expansión económica, - Solucionar el problema de la Comunidad Europea de Defensa., es decir llevar el debate a la Asamblea Nacional antes de las vacaciones parlamentarias de agosto, - Establecer la seguridad y concordia en África del Norte13. Una vez solucionado el conflicto indochino en julio de 1954, se ocupó de la Comunidad Europea de Defensa pero sin emprender una lucha obstinada para su ratificación: deseaba que los elementos previos fueran garantizados y que la fórmula adoptada conviniera a Francia y sus socios porque estimaba que tal y como estaba el Tratado tenía muy poca posibilidad de ser ratificado por el Parlamento francés14. Mientras tanto, los tres Ministros de Asuntos Exteriores del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) reunidos en Luxemburgo el 22 y 23 de junio de 1954 tomaron una iniciativa constructiva: invitaron a los firmantes del Tratado a participar a una Conferencia destinada a examinar la situación y las perspectivas de entrada en vigencia de la Comunidad Europea de Defensa15. Esta reunión se realizó entre el 19 y el 22 de agosto de 1954 en Bruselas. Además, el Ministro de Asuntos Exteriores belga Paul-Henri Spaak, deseando agilizar las discusiones, pidió a su homólogo francés encontrarlo previamente. El 30 de junio en París los dos.ministros se reunieron, lo que permitió a P.-H. Spaak darse cuenta de la

posición del Gobierno francés y de los compromisos que adquirió, así como de la situación del Tratado C.E.D. en Francia. MendésFrance le indicó que no pensaba encontrar una mayoría parlamentaria a favor del proyecto y deseaba por lo tanto buscar una solución de compromiso susceptible de satisfacer a los franceses. Spaak señaló que, si un cambio de proyecto resultaba necesario para Francia, no era posible volver a enviar el proyecto ante los parlamentos que ya lo habían ratificado. Ello significaba que si Francia quería protocolos, estos debían ser acordes con el documento existente. Al finalizar la entrevista, el presidente francés aseguró que haría lo posible para que el Tratado fuera firmado por los parlamentarios de su país. Los dos ministros decidieron mantener un contacto oficioso a través de sus respectivos embajadores. Asimismo confirmaron el principio de una reunión de los seis antes del debate parlamentario francés, con vistas a ponerse de acuerdo para satisfacer a todos los socios y, al mismo tiempo, acercarse a las necesidades francesas16. En sus reuniones del 12 y 13 de agosto, el Consejo de gabinete francés elaboró "una fórmula transaccional aceptada por todos sus miembros". Estos 'protocolos adicionales' fueron propuestos a los cinco socios el 14 de agosto y discutidos en Bruselas a partir del 19 del mismo mes17. Como lo había sospechado Spaak, los cambios aportados al Tratado por estos protocolos tenían que ser nuevamente ratificados por los parlamentos. De hecho: "este protocolo vacía el Tratado de su sustancia y la cláusula orientada a la modificación eventual de la política anglo-sajona da en realidad la facultad de denunciarlo en cada momento" y "suprime el artículo 38, es decir pone fin a la Comunidad Política Europea"18. Optando por este compromiso, Mendés-France era consciente que la Conferencia de Bruselas iba a ser difícil. Esperaba, sin embargo, que ciertas exigencias fueran aceptadas y contaba con Spaak para jugar el papel de conciliador19.

85


2. La Conferencia de Bruselas (19-22 de agosto de 1954) y el rechazo de la Comunidad Europea de Defensa por la Asamblea nacional francesa (28-30 de agosto de 1954) Esta Conferencia tenía como objetivo discutir la oportunidad de adoptar las sugerencias francesas contenidas en los protocolos. Poco antes de la apertura de la sesión del 19 de agosto, el grupo supo el fallecimiento del político italiano Alcide De Gasperi que era desde mayo de 1954 presidente de la C.E.C.A.. Esta noticia provocó un desaliento de los participantes, vista la implicación de De Gasperi a nivel europeo20. Este primer día, Mèndes-France presentó las propuestas de su Gobierno, indicando tanto su interés por la ratificación del Tratado C.E.D. como la necesidad de estas modificaciones para una aceptación del mismo por la Asamblea francesa. Se trataba de suprimir el carácter supranacional presente en el proyecto C.E.D., de reducir la duración del Tratado y preveía las posibilidades de anulación y de limitar las fuerzas militares en Alemania. También se incluyó un punto cuyo objetivo era establecer discriminaciones entre los diferentes países. Los socios de Francia insistían en que para ellos las propuestas francesas y los cambios sustanciales que estas contenían les obligarían a volver a realizar el trabajo de ratificación ante los parlamentos y que por lo tanto no eran aceptables21. El día siguiente, Spaak hizo una contra-propuesta que consistió en pronunciar una declaración política interpretativa. Esta solución evitaría a los socios volver al punto de partida y podría ser aceptada por Francia. A pesar de largas discusiones entre los seis, Mèndes-France no quedó satisfecho con este texto22. El 20 de agosto tuvo lugar una entrevista privada entre P. Mèndes-France y P.-H. Spaak, en la que tampoco lograron entenderse. Otro elemento se añadió al descontento de Mèndes-France: un telegrama del secretario de Estado norteamericano John Foster Dulles declarando que en caso de fracaso de la Conferencia, la intención de los Estados Unidos "sería entonces, en primer lugar,

entrar inmediatamente en consultación con el Reino Unido y con los países miembros de la C.E.D. que ratificaron el Tratado con el propósito de determinar lo antes posible las medidas que se tendrían que tomar para asociar Alemania a Occidente sobre la base de una igualdad absoluta y para realizar el rearme de Alemania"23. El día 21, los expertos trabajaron para encontrar un terreno de conciliación. Los debates que finalizaron el día fueron muy conflictivos. MèndesFrance y Spaak se reunieron a solas después de la sesión y en este momento el francés declaró a su homólogo belga: "No lograremos ponernos de acuerdo, estoy convencido de ello". Estaba decidido a negar los esfuerzos hechos para satisfacer las dos partes. Los debates continuaron sin embargo el día 22 y Spaak concluyó que los cinco hicieron grandes avances para ayudar al Gobierno francés. Mèndes- France respondió entonces con la lectura del documento que había enseñado a Spaak horas antes, en el que explicaba que las concesiones de sus socios no eran suficientes para obtener la aprobación de su parlamento24. Los socios estaban sorprendidos por esta actitud. El fracaso de las negociaciones era un golpe duro para todos, a pesar de que no conllevaba necesariamente el rechazo del Tratado por la Asamblea nacional francesa.

El 25 de agosto, Mèndes-France dejó en claro que daba libertad a los parlamentarios franceses, o sea que no tenía intenciones de pedir el voto de confianza26 en los debates sobre la C.E.D. que tendrían lugar entre el 28 y el 31 de agosto en la Asamblea Nacional. A partir del 26 de agosto y se realizaron debates en el seno del Parlamento francés y todos se orientaron a rechazar el proyecto, en parte porque no tomaba en cuenta los territorios franceses de ultramar y por tanto ponía en peligro la salvaguardia de la Unión francesa26. A modo de ejemplo, el General De Gaulle, cuyas opiniones contaban con una muy buena acogida en el público francés, tomó una posición anti C.E.D., justificada por la pérdida de soberanía para Francia que la entrada en vigor del Tratado llevaría consigo27.

86


El veredicto se produjo el 30 de agosto. La Asamblea nacional adoptó la moción previa del General Adolphe Aumeran (republicano independiente) de que, si se consideraba, anulaba los debates. Adoptando esta moción, los parlamentarios acabaron definitivamente con el Tratado sin permitir a sus defensores sostener sus posiciones28. 3. Las soluciones alternativas a la Comunidad Europea de Defensa elaboradas entre abril y agosto de 1954 Durante los meses que precedieron el voto francés, se llevaron a cabo varios estudios en los diferentes países europeos con el objetivo de prevenir un eventual rechazo del Tratado C.E.D. e imaginar una solución alternativa. Entre estas múltiples ¡deas, las opciones que sobresalieron fueron las que consideraban el rearme alemán y la entrada de Alemania en la O.T.A.N. o la creación de una nueva organización similar á la O.T.A.N. En el Reino Unido29 y en Francia30 existían decididos partidarios de esta solución. También hay que subrayar aquí el interés estadounidense en la solución al rearme alemán y la consecuente presencia de los Estados Unidos en estos intentos. Este país promovía en secreto la firma de un acuerdo entre tres de las potencias occidentales vencedoras (Reino Unido, Estados Unidos y Francia) y Alemania, de manera que se devolviera a Alemania sus derechos políticos apartando temporalmente el aspecto militar31. Existieron pues a partir de la primavera de 1954 múltiples estudios que mostraban planes de soluciones alternativas y la mayoría de los gobernantes consideraba imposible seguir discriminando a Alemania política y militarmente. Sin embargo, la posición oficial era la de considerar que estas discusiones eran prematuras mientras no existiera alguna esperanza de que el Tratado C.E.D. fuera ratificado por Francia32. La regla adoptada por cada uno de los socios consistió en conservar como objetivo la ratificación de la C.E.D. por la Asamblea francesa y por lo tanto en no buscar

oficialmente soluciones alternativas. Esta posición oficial se debió entender como la voluntad de los socios de Francia de no dejarle creer a este país que tenía otra posibilidad que la ratificación. Antes de pasar al punto siguiente, queremos llamar la atención sobre un aspecto del problema que en realidad sigue siendo una hipótesis sin verificar. Se trata de hipotéticos acuerdos, realizados durante la Conferencia de Ginebra, entre Mendés-France y el Ministro de Asuntos Exteriores ruso Mólotov, que hubieran facilitado la solución del conflicto en Indochina a costa del rechazo francés a la Comunidad Europea de Defensa (la Unión Soviética se oponía a la institución de una defensa europea común y había dejado claro que hipotecarían las relaciones bilaterales franco-rusas que Francia consideraba importantes33). Varias fuentes citan esta eventualidad sin profundizarla. Desafortunadamente, las pruebas tangibles en un sentido u otro faltan para tomar partido34. 4. La resolución de la cuestión militar El rechazo de la Comunidad Europea de Defensa acabó con los sueños de una integración militar europea35 pero dejó pendiente el tema del rearme alemán que había justificado la redacción del Tratado. Ante la necesidad de encontrar otra salida al problema, Anthony Edén, Ministro de Relaciones Exteriores inglés propuso reunir en Londres a los seis países junto con el Reino Unido y los Estados Unidos y quizás Canadá. Esta idea fue acogida positivamente por los diferentes interesados y la fecha de la Conferencia quedó fijada para el 28 de septiembre de 195436. Una solución, promovida por el francés Mendés-France y el inglés Edén, surgió rápidamente antes de la Conferencia. Consistía en utilizar el Tratado de Bruselas de 1948, al que se adherirían Alemania e Italia para facilitar a los vecinos de una Alemania rearmada garantías que no fueran discriminatorias hacia ella y permitir la entrada de Alemania en la O.T.A.N. como igual de los otros socios37. Paralelamente, un memorándum, originado en Francia y propuesto el 18 de septiembre, exponía las directrices de un sistema destinado a permitir la asociación de la República Federal, en un marco a siete (con el Reino Unido), a la defensa común

87


de Europa occidental, e igualmente a los esfuerzos tendientes a una construcción europea. "El Tratado de Bruselas transformado debía facilitar la base de una organización encargada de consolidar la seguridad y la paz sobre el continente europeo. Alemania e Italia se podrían adherir gracias a diversas modificaciones apropiadas del texto actualmente vigente. Este texto debía completarse con importantes disposiciones de orden militar"38. En un principio, Francia no planteó la entrada de Alemania en la O.T.A.N., pero no se negó a esta eventualidad, por lo que antes de la Conferencia los puntos de vista ingleses y franceses no parecían inconciliables.

conformaran un tratado. El 21 de octubre en París, los Ministros se pusieron de acuerdo sobre estos textos, el 22 de octubre el Consejo Atlántico aceptó la entrada de Alemania en la O.T.A.N. y el 23 los socios firmaron los Acuerdos de París42, que se basaba en tres puntos esenciales:

La O.T.A.N. representaba una opción minimalista puesto que era una organización de cooperación intergubernamental entre un mayor número de países. La Comunidad Europea de Defensa., por su parte, tenía un sentido estrictamente europeo y manejaba los conceptos de supranacionalidad e integración, es decir, era un proyecto políticamente mucho más ambicioso en cuanto a sus objetivos.

- La entrada de la República Federal de Alemania en la O.T.A.N. a igualdad con los otros países, con aumento de los poderes del comando supremo de las Fuerzas aliadas en Europa para enmarcar mejor a Alemania (Alemania cuenta de nuevo con un ejército nacional pero no puede actuar de manera autónoma).43

Los respresentantes de los nueve países invitados por el Reino Unido se encontraron en Londres entre el 28 de septiembre y el 3 de octubre de 1954. Tres fueron los proyectos presentados: el proyecto inglés, el proyecto francés y un memorándum alemán que preveía la adhesión de Alemania al Tratado de Bruselas y la limitación de su contribución militar con la entrada en la O.T.A.N. y el restablecimiento de su soberanía39.

El problema alemán quedó así reglamentado y concluido. Para muchos, la solución acordada no presentaba el interés de la rechazada: en vez de una comunidad que hubiera dado mayores garantías, se acordó una organización que rearmaba Alemania y le devolvía su soberanía apenas unos años después del fin del segundo conflicto mundial. La diferencia radicaba en que con la Unión de Europa Occidental no se trataba de un esquema supranacional o de integración europea, sino simplemente de cooperación intergubernamental.

La Conferencia adoptó el siguiente esquema: el fin del régimen de ocupación en Alemania, la participación del Reino Unido en la defensa europea (punto importante para los franceses), el acceso de Alemania e Italia al Tratado de Bruselas que transformaba tanto su organización como sus atribuciones, la entrada de Alemania en la O.T.A.N. con limitaciones aceptadas unilateralmente por este país y la revisión de los poderes del S.A.C.E.U.R. - Supreme Allied Commander Europe40.41

- El restablecimiento de la soberanía de la República Federal de Alemania, - La ampliación del Pacto de Bruselas a Alemania e Italia y la creación de la Unión de Europa Occidental para enfrentar eventuales amenazas militares y ejercer un control mutuo,

Una última actividad en el campo militar se produjo en el mes de enero de 1955. Se trataba de asuntos relativos a la utilización y control de los recursos en armamento. El 3 de enero de 1955, el Gobierno francés entregó a sus socios un memorándum sobre la estandarización y la producción de armamentos, es decir, la creación de una Agencia de armamentos. Los objetivos presentados eran: 1S/ el aumento de la eficacia de las fuerzas y a la mejora de su logística (aspecto militar), 2o/ el mejor uso de los créditos de armamentos y reducción

A partir del 5 de octubre, estas decisiones de principio fueron transcritas de manera que

88


del precio de producción (aspecto presupuestal e industrial), 3a/ el reparto de las tareas en beneficio común de los países socios (aspecto económico). Las responsabilidades de la agrupación serían: -la estandarización de los armamentos, - El establecimiento de los programas de fabricación de armamentos y la atribución de pedidos correspondientes a los países miembros, - La ejecución de los programas con vistas al

común para que esta se encargara de "elaborar un proyecto de Tratado creando una Comunidad Política Europea"49. A la Asamblea de la C.E.C.A., que había elegido a P.-H. Spaak a su presidencia, se añadieron nueve parlamentarios para alcanzar la composición prevista para la Comunidad Europea de Defensa y tomó nombre de Asamblea ad hoc. Para marzo de 1953, la Asamblea ad hoc contaba con un proyecto elaborado por una Comisión constitucional europea designada en su seno50.

reparto de los armamentos entre las fuerzas de los países miembros, - La planificación y la coordinación de las inversiones destinadas a desarrollar las capacidades de producción. Ninguna producción de armamentos podría efectuarse fuera de los programas de la Agencia44. La propuesta francesa suscitó una reacción reservada por parte de los socios45 y dio lugar a una actividad diplomática orientada principalmente a ubicar la eventual agencia dentro del marco institucional de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero46. Finalmente, la propuesta no encontró apoyo masivo de los socios de Francia y no fue adoptada47. De todas maneras, a partir del 17 de enero se iniciaron los trabajos de la Conferencia de expertos de los países miembros de la Unión de Europa Occidental sobre los proyectos de creación de una agencia de producción y estandarización del armamento48. 5. Del proyecto de Comunidad Política Europea al rechazo de la Comunidad Europea de Defensa Paralelamente al intento de integración militar, se discutió acerca del proyecto de Comunidad Política Europea (C.P.E.). De hecho, el artículo 38 del Tratado C.E.D. proponía yuxtaponer una Comunidad Política a la Comunidad de Defensa. En el seno de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero se trabajaría en este sentido: los Ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros de la C.E.C.A. dirigieron el 10 de septiembre de 1952 una resolución a la Asamblea

Luego, los Ministros de Asuntos Exteriores decidieron que sus suplentes y expertos se encontraran en Roma para elaborar propuestas relativas a una Comunidad Política Europea entre el 22 de septiembre y el 9 de octubre de 1953. El informe realizado a raíz del encuentro fue aprobado en noviembre de 1953 por los Ministros que encargaron a una comisión continuar los trabajos. Esta comisión intergubernamental se reunió en París de diciembre de 1953 a julio de 1954 y creó tres comités: uno económico, otro político o institucional y un comité para la ley electoral51 A pesar del retiro de Francia de la comisión (Francia no quería dar tanto peso en materia económica a la Comunidad Política Europea) y a sabiendas de que por esta razón no se iba a poder concretar nada, los otros delegados siguieron las discusiones relativas principalmente a la realización de un mercado común, sus instituciones y competencias52. Con el rechazo del Tratado de la Comunidad Europea de Defensa y, dado su relación con el mismo, los estudios efectuados acerca de una Comunidad Política Europea quedaron en letra muerta.

II. El relanzamiento A partir de septiembre de 1954, paralelamente a la resolución del problema militar por medio de la cooperación intergubemamental, varias perso-

89


nalidades e instituciones retomaron la idea de la unificación europea pero con un enfoque económico, que les parecía más factible de realizar visto el fracaso de las vías militar y política. Fueron, entre otros, el francés Jean Monnet, presidente de la C.E.C.A. de 1952 a 1955, y el belga Paul-Henri Spaak, entonces Ministro de Asuntos Exteriores, quienes estimaron que había que "volver al método funcional de integración económica y, sin perder de vista los objetivos lejanos de unificación europea, mostrarse menos ambiciosos en el campo institucional"53. En este sentido, el 9 de noviembre de 1954, J. Monnet anunció que, para "poder participar con entera libertad de acción y palabra en la realización de la unidad europea", tenía que renunciar a su función de presidente de la Alta Autoridad (órgano supranacional) de la C.E.C.A54. De esta manera, pensaba poder tener más éxito en la orientación que le parecía la más realizable, es decir la ampliación de la C.E.C.A. a otros campos como los transportes y energía55. Entre septiembre y diciembre de 1954, la Alta Autoridad y la Asamblea Común de la C.E.C.A. estuvieron discutiendo hipótesis de extensión de las atribuciones de la C.E.C.A.66. A raíz de su sesión del 29 de noviembre al 2 de diciembre, la Asamblea Común redactó efectivamente una resolución, dirigida al presidente de la Alta Autoridad, J. Monnet, en la que pidió la extensión de las competencias de la C.E.C.A. a los transportes y otros tipos de energía57. Otro aspecto también llama la atención de Monnet en ese momento: la elaboración de una comunidad de la energía atómica. El objetivo era desarrollar de manera pacífica esta nueva fuente de energía68. El presidente norteamericano Eisenhower propuso, a principios de septiembre de 1954, crear una organización atómica entre naciones libres, eventualidad que Francia acogió con interés. Con sus colaboradores, Monnet se encargó de profundizar esta idea que tomó forma en los años posteriores59. De hecho, a finales de 1954, Alemania estaba reacia a semejante idea por su

carácter centralizador y dirigista y por la todavía débil base del carbón-acero. Pierre Uri, entonces director del desarrollo económico en la Alta Autoridad de la C.E.C.A, le señaló a J. Monnet que los Alemanes aceptarían seguramente un proyecto de comunidad nuclear si ésta iba acompañada de un mercado único general. Monnet admitió esta opción y le pidió a Uri que redactara un proyecto conciliando estas dos perspectivas60. Durante estos meses, la actividad imaginativa de las administraciones del Benelux no se detuvo. Buscaban, ya fuera por separado o conjuntamente, las vías más prácticas para profundizar la edificación europea61 (zona de libre cambio, obras públicas con carácter europeo y fondo europeo de inversión62; comunidad de transportes y comunidad de comunicaciones63; ampliación del mercado común del carbón y del acero con productos como abonos, cemento, vidrio, aluminio, papeles, lana, fibras artificiales, vehículos, máquinas textiles, material eléctrico, material ferroviario, máquinas agrícolas64; acuerdo entre países Benelux y Estados Escandinavos65). Estas propuestas, abordadas en las diferentes administraciones europeas, permitieron conocer los pros y contras de las diversas opciones y llevar al terreno común solamente aquellas que parecían susceptibles de agradar a los países de Europa occidental. De allí que la solución de la utilización de la estructura de la C.E.C.A. para reforzar la cooperación económica (ciertos sectores económicos) entre los países que lo quisieran parecía la más atractiva y realizable66. En los archivos del alto funcionario belga Snoy et d'Oppuers se encuentra la siguiente afirmación que, aunque es muy pretenciosa, demuestra sin embargo el trabajo realizado por el Benelux: "todo el mérito del relanzamiento se debe al Benelux. Pero hubo una lenta maduración del fenómeno a nivel de la administración que se desarrolló a partir del otoño de 1954 y que se tradujo a nivel político en la primavera siguiente". Esto se explica por el empeño beneluxiano de crear o profundizar una organización supranacional. Y fue por eso que el

90


desarrollo a raíz de la C.E.C.A., entonces único organismo supranacional, parece el más práctico. A principios de 1955, los avances relativos al relanzamiento eran los siguientes. Jean Monnet y su equipo trabajaron sobre la idea de la integración adicional con un interés peculiar en el aspecto nuclear. Los países del Benelux buscaron desarrollar propuestas de integración para todos los productos, es decir, un mercado común (esta iniciativa también fue estudiada por Alemania). Además, Monnet y Spaak mantenían contactos cercanos y apoyaban mutuamente sus estudios. La opción de realizar la construcción europea por integraciones parciales parecía problemática puesto que ciertas cuestiones no solo tenían que ver con un campo definido, sino que se ¡nterpenetraban (ej. campos agrícola e industrial o campos del hierro y de los transportes). En consecuencia, J. Monnet decidió abandonar la vía explorada hasta entonces por su equipo y centrar su atención en un mercado común para todos los productos entre los países C.E.C.A., con reducción de aranceles, libre circulación, unificación de las tarifas aduaneras e institución supranacional67 Varios meses de reflexiones llevaron en abril de 1955 a la cristalización de las ideas. El desinterés claro por la opción de la extensión de las competencias de la C.E.C.A. a los medios de transportes y otras formas de energía data de principios de abril, cuando esta propuesta fue rechazada como tema de reunión de los ministros de la C.E.C.A.68. Desde entonces, se transitó de la óptica sectorial, más estrecha, a una visión de integración global, promovida por el Benelux (visto los problemas de la Comunidad Europea de Defensa solo se consideraba el campo económico). Y se pasa del trabajo de cada uno por su lado a la puesta en marcha de los proyectos y la concertación con vistas al relanzamiento69. A raíz de este acuerdo tácito, se redactó en Francia un texto orientado a la elaboración de un mercado común al que se añadiría una Comunidad nuclear y otros sectores como los transportes y las fuentes de energía. Este proyecto en dos partes apareció como el

resultado de las reflexiones de Monnet modificadas en función de los desiderata alemanes (que no querían una comunidad de la energía atómica sola sino vinculada a un mercado común)70. Paralelamente, el Benelux preparó un documento con el siguiente contenido en dos partes, en el que se presentaban igualmente las dos tendencias (una sectorial y la otra de mercado común general), el cual se quería entregar a la reunión de los Ministros de Asuntos Exteriores de la C.E.C.A. a finales de mayo con el objetivo de invitar a una conferencia entre los países europeos interesados en: - La integración europea de los transportes mediante la constitución de un fondo europeo de grandes obras y la adopción de tarifas internacionales, así como la integración de las aplicaciones industriales de la energía atómica bajo una autoridad europea constituida, y - La constitución de una zona de libre cambio con vistas a lograr una unión aduanera europea71. En reacción a estos documentos, se desencadenaron varios análisis sobre la necesidad y factibilidad de las propuestas emitidas. Respecto a la cláusula contenida en el Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero de autoextensión de su competencia, se subrayó que el problema radicaba principalmente en la voluntad política de los Estados miembros hacia una forma u otra de construcción europea72. La Organización Europea para la Cooperación Económica señaló que contaba con algunas de las atribuciones que se querían profundizar y que, por lo tanto, se podía usar este terreno en vez de crear uno nuevo: temía que se la vaciaran de sus competencias73. Por ejemplo, ya existía una Conferencia Europea de los Ministros de Transportes en el seno de la Organización Europea para la Cooperación Económica., que funcionaba simplemente y de manera muy práctica74. Tanto a nivel de transportes (en el marco de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero) como de la energía (en el marco de la Organización Europea para la 91


Cooperación Económica), se pensaba en la creación de comités de expertos para ver como se podía coordinar cada uno de estos campos a nivel europeo75. Igualmente se planteaba crear una comisión similar para la agricultura (en el marco de la Organización Europea para la Cooperación Económica)76. De esta manera, se perciben las dudas que seguían vigentes en mayo de 1955 a propósito de la integración europea: - ¿El relanzamiento debía hacerse en el seno de la Organización Europea para la Cooperación Económica, del Consejo de Europa o de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero? - ¿Debía ser una extensión de las competencias de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero? -¿Era posible quitar su competencia a la Conferencia Europea de los Ministros de Transportes para dársela a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero? - ¿Ofrecía el proyecto de agencia de armamentos de la Unión de Europa Occidental otras posibilidades de relanzamiento?77 Ante estos múltiples cuestionamientos, los países del Benelux decidieron producir un documento con su propuesta de relanzamiento y enviarlo a sus socios de la C.E.C.A. Gracias al vínculo que representaba la persona de Jean Monnet entre el Benelux y Francia, este texto llamado Memorándum Benelux contenía las ideas francesas y beneluxianas anteriormente propuestas78. Se trataba, por lo tanto, de un documento integrador de las visiones de varios socios acerca de la edificación europea. Para el 6 de mayo de 1954 el texto estaba redactado. El 9 de mayo, en su discurso para los cinco años del Plan Schuman, Jean Monnet se pronunció públicamente por los dos aspectos complementarios que constituían la integración sectorial y la integración económica general. El memorándum Benelux fue presentado

oficialmente a los tres socios el 18 de mayo de 1955

79

A finales de mayo, todos los socios dieron a conocer su apoyo de principio al documento de Benelux y su interés en una negociación entre los seis de la C.E.C.A. sobre la base del memorándum. Sin embargo, de antemano los franceses emitían críticas sobre la comunidad económica general porque: "-acentúa la desigualdad de situaciones económicas, enriqueciendo las regiones e industrias más ricas y empobreciendo las más pobres, - esta dificultad podría desaparecer creando un Estado unido con una moneda común, - es imposible pensar en la supresión de las protecciones de las cuales beneficia la agricultura, - la institución de una comunidad europea plantea la cuestión de las relaciones entre Francia y el resto de la Unión francesa, - no existía en el Parlamento francés una mayoría favorable a dicho proyecto, - el establecimiento de una tarifa aduanera común se enfrentaba a la coexistencia de países a tarifas elevadas y de países a tarifas bajas (Benelux), y estos últimos se negaban a que el nivel de protección tarifaria común fuera superior al que tenían."80. A pesar de estas divergencias, les parecía oportuno discutir el memorándum porque estimaban bueno el principio de relanzamiento de la construcción europea. La conferencia intergubernamental de los seis Ministros de Asuntos Exteriores de la C.E.C.A.81, en la que se discutiría la propuesta del Benelux y se examinaría el programa de acción a seguir para desarrollar la integración europea, se realizó en Messina (Italia) el 1, 2 y 3 de junio de 1955

92


Los dos puntos al orden del día eran: 1S/ el relanzamiento de la integración europea sobre la base de los memorandos (además del memorándum Benelux llegaron uno alemán y otro italiano, realizados a partir del documento beneluxiano) y 2°/ la nominación oficial del sucesor de Jean Monnet como presidente de la Alta Autoridad (Rene Mayer)82. Los tres memorandos convergen en sus grandes puntos. Para terminar, recordamos su contenido y orientación global: realizar la integración europea por dos vías conjuntas, la primera sectorial (transportes, energía, aplicaciones pacíficas de la energía atómica) y la otra general (realización de una comunidad económica general por la supresión progresiva de las restricciones cuantitativas y los derechos de aduanas; este mercado único presupone la creación de una autoridad común dotada de poderes propios, es decir supranacionales). Esto iría a la par con una armonización progresiva de las reglamentaciones en vigor a nivel social en los diferentes países (duración del trabajo, remuneración, prestaciones suplementarias y vacaciones)83. Como es sabido, a partir de la Conferencia de Messina se fortalecieron las opciones que iban a dar lugar a la firma de los Tratados de Roma creando la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (o Euratom).

Conclusiones En este estudio, se ha podido entrever que la cuestión de la supranacionalidad fue la que causó el mayor escollo a la profundización de la integración europea en ámbitos como la defensa (Comunidad Europea de Defensa) y la política exterior (Comunidad Política Europea) común. Se crearon instituciones comunitarias para el manejo de temas relacionados con el comercio y ciertos sectores económicos (como la Política Agrícola Común), pero siempre con el Consejo de Ministros, ente intergubernamental, que se encarga de

facilitar las directrices y orientaciones de estas políticas comunes. No se ha logrado la supranacionalidad total; el intergubernamentalismo sigue siendo el camino preferido para muchos temas. El rechazo de la Comunidad Europea de Defensa y con ella de la Comunidad Política Europea tuvo como consecuencia frenar fuertemente las ambiciones de las tendencias federalistas europeas y más concretamente retrasar la eventual vigencia de una supranacionalidad aplicada a un máximo de campos. Los temas en los que la soberanía nacional es muy delicada, como seguridad y política exterior e igualmente la justicia y los asuntos interiores, no han vuelto a ser considerados como factibles de integrar a corto plazo. El concepto de soberanía nacional, hecho realidad básicamente desde el siglo XIX, tiene todavía un peso fundamental en el mundo contemporáneo. También se ha podido ver cómo, de un fracaso en el ámbito militar, se buscó una reactivación de la construcción europea por el lado de la integración económica general. Es en este periodo, transcurrido entre el verano de 1954 y junio de 1955, cuando se consolida esta opción, la cual fue considerada seriamente tras la Conferencia de Messina y desembocó, tras una corta fase de negociaciones, en los Tratados de Roma en 1957 (Comunidad Económica Europea y Comunidad Europea de la Energía Atómica). Es este momento rico en ¡deas y reflexiones que se ha querido presentar, esta lenta maduración de los proyectos. Es una fase preparatoria que no presenta acuerdos efectivos entre los seis países de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero pero de la que nacen los muy creativos siguientes años. De manera que se puede entender una parte del camino que se recorrió, con sus dificultades, fracasos y tropiezos, para llegar a lo que conocimos como Comunidad Económica Europea y a lo que conocemos en la actualidad como Unión Europea. El período 1954-1955 es el directo antecedente de la realidad europea que se está desarrollando bajo nuestros ojos.

93


De hecho, en cuanto al aspecto económico, a raíz de la Conferencia de Messina, un comité intergubernamental fue encargado de redactar un informe sobre la cuestión del mercado común. Este comité se reunió entre julio de 1955 y abril de 1956 bajo la presidencia de P.-H. Spaak. El informe Spaak, nacido de estos encuentros constata que la integración sectorial es difícil de realizar excepto en el campo de la energía atómica. En consecuencia, preconizan la creación de una Comunidad Económica Europea y de una Comunidad Europea de la Energía Atómica. La Conferencia de Venecia de finales de mayo de 1956 aprobará estas propuestas y la fase de redacción de los Tratados llevará a cabo en Val Duchesse (Bruselas). Se adoptaron en febrero de 1957 y firmaron en Roma el 25 de marzo de 1957. Entraron en vigor el 1er de enero de 1958 84. Aspectos como la agricultura y la política de transportes se integraron en la nueva comunidad económica, que desde entonces no ha parado de fortalecerse. En cuanto al aspecto militar, como es sabido, desde el Tratado de la Unión Europea (T.U.E.) firmado en Maastricht el 7 de febrero de 1992 se habla de una cooperación en el campo de la

política exterior y de seguridad común con una referencia a una futura política de defensa común (T.U.E., artículo B). Asimismo, la Unión de Europa Occidental es señalada como haciendo parte del desarrollo de la Unión Europea: se le pide que elabore y ponga en marcha las decisiones y acciones de la Unión que tienen implicaciones en el campo de la defensa (T.U.E., artículo J.4.2.). Se extendieron las actividades de la Unión de Europa Occidental (en Petersberg, en junio de 1992, para cuestiones humanitarias y relacionadas con la paz) y se creó el Eurocorps (entre Francia, Alemania, Bélgica, España y Luxemburgo, cuenta con competencias reducidas hasta la fecha). Sin embargo, a pesar de estos avances teóricos, la cuestión de la defensa en Europa sigue siendo un tema muy delicado en el que se avanza muy lentamente y con el sistema de cooperación intergubernamental y no de supranacionalidad, presentado problemas similares a los que se vivieron hace unos cuarenta años. Al tratar actualmente este tema, es importante que los europeos no olviden que la Europa de la defensa ya tiene una historia, cuyas características deben servir de base a la reflexión contemporánea sobre el asunto.

94


Notas 1

2

3

4

5

6

7 8 9

Quince países actualmente: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, Reino Unido y Suecia. Creada, junto con la Comunidad Europea de la Energía Atómica, a raíz de la firma el 25 de marzo de 1957 de los Tratados de Roma; se trata de la integración de ciertos sectores económicos que conlleva a la formación de políticas comunes en los campos agrícola, comercio exterior, pesca, etc, y el manejo por un órgano supranacional (la Comisión) y otro intergubernamental (el Consejo). Desde el Tratado de la Unión Europea (T.U.E.) firmado en Maastricht el 7 de febrero de 1992, se habla de Unión Europea debido a la nueva estructura en tres pilares que se estableció: la Comunidad Europea (primer pilar) reúne las polfticas comunitarias existentes, la Política Exterior y de Seguridad Común y la cooperación en los campos de Justicia y Asuntos de Interior, respectivamente segundo y tercer pilar, son nuevas creaciones ¡ntergubernameníales. Este articulo fue elaborado a partir de una investigación más amplia que trabajó principalmente los Archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica (A.M.A.E.B.), los Archivos Generales del Reino de Bélgica (A.G.R.), los Archivos del Consejo y de la Comisión de las Comunidades Europeas, asi como fuentes orales (entrevistas a personas involucradas en el proceso de construcción europea en esa época). Se tiende a pensar que el relanzamiento es un milagro de la primavera de 1955, cuando se venían trabajando propuestas en este sentido desde 1952, que fueron reactivadas a partir de septiembre de 1954, tras el fracaso del intento de integración militar, como se podrá ver en este articulo. A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Document émanant du Ministére des Affaires étrangéres et du Commerce extéríeur, 24 de abril de 1954, p.1 y 3. Acuerdo de asociación entre la C.E.D. y el Reino Unido firmado el 13 de abril y garantías británicas obtenidas el 14 de abril. A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Op.cit, p.2. Ibíd., p.3.

10 El artículo 21 del Tratado C.E.C.A. estipula: "La Asamblea está formada por delegados que los parlamentos designarán en su seno una vez al año, o elegidos al sufragio universal directo, según el procedimiento fijado por cada alta parte contractante". A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Lettre de ME. Graeffe, ambassadeur de Belgique á La Haye, á Spaak, 31 de mayo de 1954, p.2-3. 11 Institución intergubernamental creada en 1949 entre Gran Bretaña, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Islandia, Noruega, Suecia e Italia y cuyo objetivo es la salvaguardia y promoción de los ideales y principios que son el patrimonio común, así como el progreso económico y social. Sus resultados fueron limitados dado su carácter no obligatorio. 12 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 Francia 1954, Déclarations faites par Adenauer, Teitgen, Hoffmann, Nutting sur le probléme de la Sarre lors de la séance du Comité des Ministres du Conseil de l'Europe du 19 mai 1954, y Lettre du barón J. Guillaume, ambassadeur de Belgique á París, á Spaak, 2 de junio de 1954; SPAAK P.-H., Combats inachevés, t.1: De l'indépendance é l'Alliance, París, 1969, p.284-285; FREYMOND J., Le conflit sarrois 1945-1955, Bruselas, 1959, p.193 (Centre européen pour la dotation Carnegie pour la paix internatlonale, Etudes de cas de conflits internationaux, 1). 13 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 France 1954, Lettre de Guillaume a Spaak, 18 de junio de 1954; MENDES-FRANCE P., Oeuvres completes, t.3: Gouverner, c'est choisir, 1954-1955, París, 1986, p.50. 14 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 France 1954, Télégramme de Guillaume á Spaak, 18 de junio de 1954. 15 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 France 1954, Télégramme de Spaak á lapresse, 25 de junio de 1954; A.M.A.E.B., Carpeta 12.488 Reino Unido 1954, Télégramme du marquis du Pare Locmaria, ambassadeur de Belgique á Londres, á Spaak, 24 de junio de 1954. 16 ARON R. y LERNER D., La querelle de la C.E.D. Essais d'analyse sociologique, París, 1956 (Cahiers de la Fondation nationale des Sciences politiques, 80); SPAAK P.-H., op.cit, p. 287; MENDES FRANCE P., op.c/7., p.93-95; ROTHSCHILD R., Une certaine idee

de l'Europe, dans Studia Diplomática, vol.34: Le role des Belges etde la Belgique dans l'édification européenne, n°1-4,1981, p.5859; Entrevista de Robert Rothschild (diplomática belga, jefe de gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores de 1954 a 1957) para Muriel Laurent, Bruselas, 28 de febrero de 1992. 17 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 France 1954, Télégramme de Guillaume á Spaak, 13 de agosto de 1954. 18 A.M.A.E.B., Carpeta 12.494 Luxemburgo 1954, Télégramme de P. Poswick, Ministre de Belgique á Luxembourg, a Spaak, 17 de agosto de 1954. 19 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 France 1954, Télégramme de Guillaume á Spaak, 18 de agosto de 1954. 20 Efectivamente, A. De Gasperi es el autor del articulo 38 del Tratado C.E.D. que prevé la institución de una Comunidad Política Europea. La Belgique et les debuts de la construction européenne de la guerre aux Traites de fíome, Etudes réunies par M. DUMOULIN, Lovaina-la-Nueva, 1987, p.179 (intervención del conde J.-Ch. Snoy et d'Oppuers en la mesa redonda). 21 SPAAK P.-H., op.cit, p.286-287; MENDES-FRANCE P., op.cit, p.237-238. 22 SPAAK P.-H., op.cit, p.287. 23 MENDES-FRANCE P., op.cit., p.814-815 (anexos). 24 SPAAK P.-H., op.C/í., p.290-291. 25 El voto de confianza hubiera vinculado los parlamentarios con la política general del Gobierno que tenía prestigio desde la resolución del conflicto indochino y por lo tanto hubiera podido salvar el Tratado C.E.D. 26 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 Francia 1954, Télégramme de Guillaume á Spaak, 25 de agosto de 1954. 27 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D 1954, Lettre de Guillaume é Spaak (concernantDe Gaulle), 27 de agosto de 1954. 28 A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 Francia 1954, Lettre de Guillaume á Spaak, 31 de agosto de 1954; PFLIMLIN P., Mémoires d'un Européen. De la IVéme á la Véme République, París, 1991, p.79. 29 A.M.A.E.B., Carpeta 12.488 Reino Unido 1954, Lettre de du Pare Locmaria á Spaak, 13 de mayo de 1954: muestra la opinión del Foreign Office. 30 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D 1954, Lettre de Guillaume é Spaak, 26 de junio de 1954: muestra el proyecto de E. Barrachin, Ministro de Estado encargado de la reforma constitucional entre junio de 1953 y junio de 1954; A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Lettre de Guillaume á Spaak, 2 de julio de 1954 y A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 Francia 1954, Projet du General Billotte pour la C.E.D., junio de 1954: muestra el proyecto del General Billotte. 31 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Lettre de du Pare Locmaria á Spaak, 30 de junio de 1954, p.3. 32 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Note relatantles entretiens de Spaak avec les ambassadeurs de Grande-Bretagne et des Etats-Unis á Bruxelles, 13 de julio de 1954. 33 Desde 1944, existe un tratado de alianza franco-soviética, ver DUROSELLE J.B., Histoire diplomatique de 1919 á nosjours, 6a ed., París, 1974, p.575 (Etudes politiques, économiques et sociales). La entrevista entre Molotov y Mendés-France durante la Conferencia de Ginebra está contenida en MENDES-FRANCE P., op.cit., p.137-142. 34 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.ED. 1954, Lettre du barón Gruben, ambassadeur de Belgique á Bonn, á Spaak, 1ero de septiembre de 1954; A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Courrier de l'Ambassade de Belgique: commentaires de la presse suisse du 15 aoOt au 1er septembre 1954 par rapport au rejet de la C.E.D. par l'Assemblée nationale francaise, agosto de 1954. 35 También acaba con la idea de la unión política europea que se vislumbraba en el artículo 38 del Tratado C.E.D. 36 La fecha del 14 de septiembre fue propuesta por los ingleses como fecha límite pero eso les pareció muy temprano tanto a Francia como a Alemania. A.M.A.E.B., Carpeta 12.486 Francia 1954, Télégramme de Guillaume á Spaak, 7 de septiembre de 1954. 37 GERBET P. La construction de l'Europe, París, 1983, p.183 (Notre Siécle); SPAAK P.-H., op.cit., p.307.

95


38 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Lettre de rAmbassade de France au Ministére des Affaires étrangéres belge, 18 de septiembre de 1954. 39 SPAAK P.-H., op.cit, p.309-310. 40 Denominación corriente del Comando supremo de las Fuerzas aliadas en Europa, función creada por el Consejo Atlántico en 1950 para mandar el S.H.A.P.E. (Supreme Headquarters Allied Powers Europe), gran cuartel general de las potencias aliadas en Europa. 41 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Note d'information sur la Conférence des Neuf Puissances tenue á Londres du 28 septembre au 3 octobre 1954. 42 SPAAK P.-H., op.cit, p. 314. 43 GERBET P.,op.cir.,p.184-186. 44 A.M.A.E.B., Carpeta 15.397 C.E.D. 1954, Document tres secret: lettre et memorándum du gouvernement frangais sur la standardisation et la production des armements, 3 de enero de 1955; A.M.A.E.B., Carpeta 12.674 Francia 1955, art. Trécisions sur l'Agence des Armements dont la France a proposé la création . auxpays membres de I'U.E.O.", en L'lnformation, 9 de enero de 1955; Documents diplomatiques trancáis 1955 Annexes, t.1: 1er janvier-30 juin, París, 1987, p.243-244; KUSTERS H.-J., Les fondements de la Communaut é éco nomique europóenne, Luxemburgo-Bélgica, 1990, p.38. 45 A.M.A.E.B., Carpeta 12.674 Francia 1955, Télégramme de Guillaume á Spaak, 5 de enero de 1955; Documents diplomatiques frangais 1955 Annexes, t.1: 1er janvier-30 juin, París, 1987, p.232 (Resumen de la conversación entre Mendés-France y el Canciller Adenauer el 14 de enero en Baden-Baden) y p. 145-147 (Carta de Garnier, embajador de Francia a La Haya, a E.Faure, Ministro de Asuntos Exteriores francés, La Haya, 2 de febrero de 1955). 46 Archivos del Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas C.M.1 1955, microficha n2 320 Projet trancáis d'un pool de s armements, Message de Calmes, secrétaire general du Conseil spécial des Ministres de la CE.C.A., pour le Ministre belge des Affaires économiques Jean Rey, Luxemburgo, 11 de enero de 1955. 47 KUSTERS H.J., op.cit., p.40. 48 Archivos del federalista R. RIFFLET, Carpeta 85: Informations européennes 1954-1955, nQ2734: Mouvement européen. Comité d'action pour la Communauté supranationale européenne. Secrétariat international. Informations européennes, 16 de diciembre de 1954 -15 de enero de 1955, p.1; HAYOUL M., La vie internationale: le pool d'armements ou l'Europe á tempérament, en La Revue nouvelle, Tournai-París, febrero de 1955, p.171. 49 Archivos del Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas C.M.1 1955, microficha ns168 Rapport de l'Assemblée Commune sur le développement de l'intégration économique de l'Europe (par M. Van der Goes van Naters), julio de 1955, Annexe II: article 38 du Traite instituant la C.E.D. y Annexe III: Résolution élaborée par les Ministres des Affaires étrangéres des Etats membres de la C.E.C.A. en leur séance du 10 septembre 1952 é Luxembourg, adressée á l'Assemblée Commune. 50 GÉRBETP.,op.c/f.,p.165. 5,1 BOURGUIGNON P., De l'entrée en vigueur du Traite de París á celle des Traites de Rome, en Studia Diplomática, vol. 34: Le role des Belges et de la Belgique dans l'édification européenne, rfM -4, 1981, p.307; Pour la Communauté politique européenne. Travaux préparatoires (1952-1954), Bruselas, Fundación P.-H. Spaak, 1984, p.38. 52 Entrevista de A. de STAERCKE por Muriel Laurent, Bruselas, 31 de marzo de 1992; A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/ 1, Rapports de A. de Staercke, Lettre de de Staercke á Spaak, 23 de abril de 1954; ; A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/1, Notes du département, VProbléme de la C.E.E.: oü en est-on?D', 10 de junio de 1954; A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/2, Comité institutionnel. Documents de travail janvier-juillet 1954; Archivos del Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas C.M. 1 1955, microficha ns168 Rapport de l'Assemblée Commune sur le développement de l'intégration économique de l'Europe (par M. Van der Goes van Naters), julio de 1955, p.46-47. 53 GERBETP.,op.c/f.,p.191.. 54 MONNETJ.,"Mémoires, París, 1976, p.468. 55 Ibld., p.469; GERBET P., op.cit. p.192-194; ID., La 'relance' européenne jusqu'á la Conférence de Messine, en La relance européenne et les Traites de Rome - Actes du Colloque de Rome,

56

57

58 59 60

61

25-28 mars 1987, bajo la dir. de E. SERRA, Bruselas-MilanoParís-Baden Badén, 1989, p.68-70 (Groupe de liaison des historiens auprés des Communautés, 3). Archivos del Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas C.M.1 1954, microficha n°4S Extensión des attributions de la C.E.C.A., Pour une extensión des attributions de la CECA., Luxemburgo, 8.10.1954. Ibíd.; Archivos del Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas C.M.1 1955, microficha ns168 C.E.C.A., Assemblée Commune: Le développement de l'intégration économique de l'Europe (par M. Van der Goes van Naters), julio de 1955; GERBET P., La 'relance'européenne..., p.68. MONNET J., op.cit, p.469-470. GERBET P, La 'relance'européenne..., p.69; ID., La construction de l'Europe..., p. 193. Entrevista de Pierre URI por Marie-France Smets, Parts, 2 de marzo de 1992; URI P., Penser pour l'action. Un fondateur de l'Europe, París, 1991, p. 115. A.G.R., Archivos de J.-Ch SNOY ET D'OPPUERS, Carpeta 309: Commission de la coordination de l'action des différents services du département dans le domaine de l'intégration européenne, Note de Snoy: Le role du Benelux dans la relance européenne en 1955.

62 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Notes du département, Note pour M. le Ministre, du Directeur general, 25 de noviembre de 1954. 63 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Integración et C.E.M. T, Note de la Direction Genérale du Commerce Extérieur, Direction des Communications (Belgique), 29 de noviembre de 1954. 64 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Notes du département, Note de la direction genérale du Commerce extérieur, de Ch.Walhin (premierconseiller), 30 de noviembre de 1954. 65 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Notes du département, Comment reprendre le probléme de l'intégration économique?, s.d. (fin de 1954?). 66 SNOY ET D'OPPUERS J.-Ch, Rebatir l'Europe, Mámoires. Entretien qvec J.-Ch. Ricquier, Parls-Lovain la Nueva, 1989, p.93. 67 MONNET J., op.cit, p.469; Entrevista de H. VON DER GROEBEN par Marie-France Smets, Reinbach (Alemania), 5 de marzo de 1992; Entrevista de P. URI por Marie-France Smets, París, 2 de marzo de 1992; Entrevista de R. ROTHSCHILD por Muriel Laurent, Bruselas, 28 de febrero de 1992; Entrevista de R.POURVOYEUR por Muriel Laurent, Overijse, 14 de agosto de 1992. 68 SPAAK P.-H., Combáis inachevés, t.2: De l'espoiraux déceptions, París, 1969, p.62; A.G.R., Archivos de J.-Ch SNOY ET D'OPPUERS, Carpeta 309: Commission de la coordination de l'action des différents services du département dans le domaine de l'intégration européenne. Note de Snoy et d'Oppuers: Le role du Benelux dans la relance européenne de 1955; A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen Dossier 17.771/4, Carpeta: Proyecto Beyen du 4 avril 1955, Note de M. Beyen, 4 de abril de 1955. 69 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen Dossier 17.771/4, Carpeta: Proyecto Beyen du 4 avril 1955, Note de M. Beyen, 4 de abril de 1955. 70 Entrevista de P. URI par Marie-France Smets, París, 2 de marzo de 1992; URI P., op.cit., p.115; GERBET P., La "relancen' européenne..., loc.cit, p.79-80. 71 A.G.R., Archivos de J.-Ch. SNOY ET D'OPPUERS, Carpeta 309: Commission de la coordination de l'action des différents services du département dans le domaine de l'intégration européenne. Note de Snoy et d'Oppuers: Le role du Benelux dans la relance européenne en 1955. 72 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Atores du département, Note sur extensión des compétences de la C.E.C.A. par A. Lonnoy, 25 de abril de 1955. 73 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Dossier preparé pour la Conférence de Messine, Lettre de M. Roger Ockrent (représentant permanent de la Belgique auprés de I'O.E.C.E.) á Spaak, 23 de abril de 1955. 74 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Dossier preparé pour la Conférence de Messine, Note pour l'administrateur directeur general de R. Coene (Administratión du Commerce Extérieur), 27 de abril de 1955.

96


75 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Dossier préparé pour la Conférence de Messine, C.E.C.A. résolution adoptée par l'Assemblée commune le 12 mai 1955 au sujet des problèmes de transports; Archivos histôricos del Consejo de Comunidades Europeas CM. 3, Négociations des Traités instituant la Communauté économique européenne et la Communauté européenne de l'Energie atomique, ne0004 Réunion des Ministres des Affaires étrangères à Messine 01-03.06.1955, Résolutions adoptées par l'Assemblée commune lors de sa session de mai 1955, Résolution adoptée par l'Assemblée commune le 12 mai 1955 au sujet du problème des transports; A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/4, Dossier préparé pour la Conférence de Messine, Rapport préparé par M. Armand: aperçu d'ensemble et commentaires, 16 de mayo de 1955. 76 A.G.R., Archivos de J.-Ch. SNOY ET D'OPPUERS, Carpeta 632, Correspondance de Snoy avec Roger Ockrent (délégation belge à l'O.E.C.E.), Bruselas, 9 de mayo de 1955. 77 A.M.A.E.B., Fondo Van der Meulen, Carpeta 17.771/1, Note sur différents plans d'intégration européenne 1955, Relance de l'idée d'intégration économique européenne (fin 1954-début 1955). 78 Débats, Intervention de P. URI, en La relance européenne et les Traités de Rome - Actes du Colloque de Rome, 25-28 mars 1987, bajo la dir. de E. SERRA, Bruselas-Milano-Paris-Baden Baden, 1989, p.166 (Groupe de liaison des historiens auprès des Communautés, 3); GERBET P., La 'relance' européenne..., p.8081.

79 A.G.R., Archivos de J.-Ch. SNOY ET D'OPPUERS, Carpeta 309: Commission de la coordination de l'action des différents services du département dans le domaine de l'intégration européenne, Note de Snoy et d'Oppuers: Le rôle du Bénélux dans la relance européenne en 1955; GERBETP., La 'relance' européenne..., p.81. 80 Se citaron in extenso las objecciones francesas porque ciertas (ej. politica agn'cola) de hecho tuvieron que tomarse en cuenta a la hora de realizar de la Comunidad Econômica Europea. Documents diplomatiques français 1955, 1er janvier-30 juin, Paris, 1987, p.692-693 (Note du département destinée au Président, 26 mai 1955). 81 P.-H. Spaak para Bélgica, J. Bech para Luxemburgo, J.W. Beyen para los Paises Bajos, M. Hallstein para la Repûblica Fédéral de Alemania, A. Pinay para Francia y G. Martino para Italia. 82 KUSTERS H.-J., Fondements de la Communauté économique européenne, Luxemburgo-Bruselas, 1990, p.65. 83 Archivos del Consejo de Ministros de las Comunidades Europeas C.M.1 1955, Microficha ne168 Rapport de l'Assemblée commune sur le développement de l'intégration économique de l'Europe (par M. Van der Goes van Naters), julio de 1955, Annexe IV: Mémorandum des Pays Bénélux aux six pays de la C.E.C.A., Annexe V: Mémorandum du gouverment fédéral sur la poursuite de l'intégration y Annexe VI: Mémorandum du gouvernement italien sur la poursuite de l'intégration. 84 GERBET P., La construction de l'Europe, Paris, 1983, p.201-213.

97


Mujeres y Familia en la Edad Media Estudio Bibliográfico* Abel Ignacio López**

La historia de las mujeres durante la Edad Media no es un tema nuevo en la historiografía. Durante mucho tiempo, por lo menos desde el siglo XIX, las condiciones jurídicas y la biografía de personajes excepcionales fueron materia privilegiada de los estudiosos sobre mujeres medievales. Comprender su lugar en la vida social estuvo entre las preocupaciones de comienzos de este siglo, como se puede ver en los dos capítulos que sobre el particular dedica Eileen Power en su clásica obra Gente de la Edad Media, escrita en 19241. En 1976 en un coloquio celebrado en Poitiers se hizo un balance de historiográfico y se propusieron sugestivas hipótesis para investigaciones futuras2. Desde entonces, la investigación no ha dejado de progresar. Se han hecho notables esfuerzos por conocer lo que ellas escribieron y dijeron; es lo que se propone una obra colectiva reciente: devolver la voz a las mujeres medievales3. Monjas, santas, esposas, han sido objeto de ensayos que han contribuido a mostrar las distintas condiciones de la mujer y la importancia que en ello tenía el matrimonio4. Menores han sido los progresos en lo referente al papel de siervas, campesinas y

*

Este estudio se ocupa de los siguientes libros: Georges Duby, Dames du Xlléme siécle, III. Eve et les prétres, París, Gallimard, 1996. David Herlihy, Women, Family and Society in Medieval Europe. Historical Essays, 1978-1991, Oxford, Berghahn Books, 1995. ** Profesor del Departamento de Historia de la Universidad Nacional. 1 Publicada en español por la Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966. 2 La femmedans les civilisations des Xléme-Xlléme slécles, Poitiers, 1977. 3 Ferrucio Bertini, editor. La mujer medieval, Madrid, Alianza editorial, 1991. También es muy notable la obra de Peter Dronke, Las escritoras medievales, Barcelona, editorial Crítica, colección Drakontos, 1994. 4 Para una visión de conjunto sobre estos y otros temas puede consultarse: a. Shulamith Shahar, The fourth State. A History of women in the Middle Ages, translated by Chaya GAlai, London, Routledge, 1994. b. Georges Duby y Michelle Perrot (directores), Historia de las mujeres en Occidente. Tomo II, La Edad Media, bajo la dirección de Christiane KlapischZuber, Madrid, ediciones Taurus, 1992.

99


artesanas en la economía medieval. Es en este campo en que DAVID HERLIHY ha hecho un aporte notable. El se ha preocupado por precisar el lugar de las mujeres en las relaciones de producción. Sus análisis sobre la familia, la infancia, los artesanos han tenido ese propósito. Los sistemas de valores y su incidencia en los comportamientos femeninos han llamado la atención de los historiadores. Desde comienzos de los años ochenta GEORGES DUBY se dedicó a estudiar estos temas. Su preocupación central ya manifiesta en El caballero, la mujer y el cura, escrito de 1981 5 , apunta a descubrir los modelos de conducta que los hombres tratan de imponer a las mujeres y las miradas que aquellos tienen de éstas.

Clérigos y mujeres Eve et les prétres desarrolla este propósito. El libro es el último de tres volúmenes6 consagrados a las imágenes que los escritores medievales proyectaban de aquellas mujeres casadas con un señor, razón por la cual se les conocía con el nombre de DAMAS. Como en el primer volumen, el eje de la investigación es el comentario de textos y de discursos. Como lo dice el mismo autor, no es la historia de lo realmente vivido. De las damas del siglo XII no se tienen retratos; se desconocen sus rostros, su sonrisa, su manera de danzar, sus comportamientos, lo que pensaban del mundo de los hombres. Según Duby, el historiador que quiera conocer el mundo de las mujeres tan sólo percibe sombras. Las damas no escribieron; lo que de ellas se sabe proviene de lo escrito por los hombres, clérigos en su mayoría. Es precisamente del discurso de los sacerdotes de lo que Duby se ocupa en este tercer volumen. A lo largo del siglo XII, en los sermones, en los manuales de confesión, en las epístolas a los fieles, en los libros sobre el amor, los sacerdotes expresan

un nuevo y creciente interés por el comportamiento de las mujeres. Tal preocupación forma parte del espíritu de renovación moral proclamado por la iglesia y que se conoce como la Reforma Gregoriana, en memoria de su inspirador, el papa Gregorio Vil. Se comprendió, escribe Duby, que los clérigos debían ocuparse también de las mujeres, para apartarlas del mal y de las sectas heréticas que por entonces comenzaron a proliferar. Le livre de manieres, escrito entre 1174 y 1178, por el obispo de Renne, Etienne de Fougeres; el decretum, redactado por Burchard de Worms, entre 1007 y 1012; y del abad Reginon de Prum, des cause genérales, y de la discipline ecclésiastique, compuestas a comienzos del siglo X, son las obras que se estudian en el primer capítulo. Estos escritos tienen en común considerar que hay pecados específicos de las mujeres como lo son el uso de sortilegios y encantos con el fin de engañar a los hombres y provocar su muerte; la fornicación; el infanticidio; la agresividad y desobediencia con los hombres. La naturaleza débil y pasiva de las mujeres las lleva a pecar de una determinada manera. Son portadoras de la muerte: debilitan la capacidad procreadora del hombre mediante sortilegios, abortan, dan muerte a los recién nacidos e incluso al propio marido. En el poema de Etienne de Fougeres se recogen seis sermones, uno de los cuales se refiere a los pecados propios de las mujeres. Las consideraciones allí escritas se fundamentan en la obra de otro obispo: Burchard de Worms, cuyo escrito es un manual de confesores, inventario de pecados y penitencias. Burchard a su vez se apoya en el abad Reginon de Prum. Las obras de este , último consisten en cuestionarios dirigidos a siete jurados para que en las parroquias recopilaran información concerniente al comportamiento de los fieles. Reginon y Burchard revelan los métodos de control y dominación que la Iglesia quiere imponer

5 Madrid, Ediciones Taurus, 1982. 6

De los dos primeros ya hay versión en español, Las damas del siglo XII, vol. I Eloísa, Leonor y algunas otras, Madrid, Alianza editorial, 1995; vol. II Recordando el linaje femenino, Barcelona, editorial Andrés Bello, 1996.

7 En una entrevista con Antoine Gaudemar, publicada en la revista Lire, no. 109, 1984, Duby dudaba de hablar de relación homosexual entre

100


sobre la sexualidad. En ese proceso, un importante paso consistió en averiguar, informar y estar atento, con el fin de detectar los menores indicios del pecado, tal como se puede observar en los cuestionarios de Reginon; la siguiente etapa, manifiesta en el Decretum se basó en la confesión auricular lo cuaJ implica intervenir en lo más íntimo. En los diversos cuestionarios que aparecen en las obras de estos dos clérigos, la responsabilidad de los pecados que cometen las mujeres recae en los hombres; las preguntas se plantean a los esposos. Ello es así, según Duby, por dos razones: las mujeres son pasivas, sobre todos en los gestos del amor cuando se trata de las relaciones con sus propios esposos. En segundo lugar, el hombre es el jefe de la mujer. A ellas les está vedado participar en las asambleas públicas; su lugar es el hogar. En el decretum se destaca, por una parte, la voluntad de castigar a las mujeres que atentan contra la vida cuando se apropian del semen y debilitan, por medio de sortilegios, la fuerza viril; y por otra, la moderación de castigos por los pecados de los hombres, lo que contrasta con el rigor cuando de las mujeres se trata. Así, a un hombre que comete el pecado de la masturbación o que acaricia a otro hombre, se le castiga con unas cuantas jornadas de penitencia; por lesbianismo se imponía a las mujeres entre tres y cinco años de ayunos y abstinencias. Duby interpreta este código como un arma defensiva redactado por los hombres que temen ser víctimas del arsenal misterioso de que disponen las mujeres: brebajes, y filtros amorosos. Para controlar a sus damas, los esposos no se oponen a que los sacerdotes se interpongan entre ellos y sus esposas. De esta manera, la situación de la mujer se hace más vulnerable aún. Su juez es un hombre a quien, por no ser su esposo, ella no puede burlar con los encantos: es un sacerdote "en principio insensible a los poderes de la seducción". La Iglesia, por su parte, al lograr que las damas entren en sus propias redes, se hace a un medio de control sobre los mismos hombres aprovechándose de la ascendencia que los

sacerdotes tienen sobre las mujeres. El riesgo es despertar

el

espíritu

anticlerical

entre

los

caballeros. Etienne de Fougéres escribe un siglo más tarde que Burchard, en el momento en que los trovadores construyen la imagen del amor cortés. La mujer que el obispo de Rennes proyecta en sus sermones es más activa que la representada por el obispo de Worms. Ella actúa, provoca, no es simplemente objeto del deseo; ella también desea, acepta, entra en el juego. Según Etienne de Fougéres, el matrimonio es el jardín donde ocurre la guerra de los sexos y se cultivan las virtudes propias del orden de las mujeres. Estas integran un orden aparte, como el de los clérigos o los caballeros. En el ritual del matrimonio se expresan las obligaciones de la mujer en términos similares a las del vasallo con respecto al señor. Como aquel, la mujer recibe protección y brinda ayuda. Duby discute si en Le livre de manieres al utilizarse el término gaudium, gozo, se puede hablar de placer compartido en el matrimonio. Concluye que, aunque a primera vista pareciera que sí, al hablar de gozo mutuo, más adelante en el poema se deja claro que sólo el marido es activo y sigue siendo el jefe del juego. El segundo capítulo de Eve et les prétres está dedicado al examen de los comentarios de teólogos en relación con la historia de Eva narrada en el Génesis. Una historia que responde a tres preguntas fundamentales: por qué la humanidad es sexuada, por qué es culpable y por qué desgraciada. Roberto de Lieja, Pedro Abelardo, Hugo y Andrés de San Víctor son los comentaristas del siglo XII en los que Georges Duby centra su atención. Así mismo se ocupa de la opinión de las autoridades en las que aquellos se basaban: Beda el Venerable (comienzos del siglo VIII), Alcuíno (finales del siglo VIII), Raban de Maur (siglo IX) y San Agustín, el más importante de todos. La creación, la tentación, y el castigo son los tres actos a propósito de los cuales se examina el punto de vista de los mencionados doctores de la Iglesia. Los distintos comentaristas coinciden en que la mujer desde la misma creación es inferior al

101


hombre, por decisión de Dios; que al ser creada al lado del hombre su misión es la de procrear, convertirse en madre, en matriz preparada para la germinación. Eva tras caer en la tentación quiso imponer su voluntad a Adán conduciéndolo al pecado; por tal motivo su castigo será el de estar sometida al varón. Pero no todo parece perdido para la mujer. Duby cree encontrar en las interpretaciones sobre el relato bíblico gérmenes de promoción. Si según la Biblia no existe diferencia de sustancia entre los sexos puesto que la mujer también es un ser racional, si lo que los distancia es el pecado, entonces la penitencia, las mortificaciones salvadoras pueden acercarlos. Como escribe André de San Víctor, cuando el pecado sea expulsado habrá posibilidades de igualdad entre lo femenino y lo masculino. En eso consiste precisamente la labor de los sacerdotes: desarraigar los vicios del alma femenina, atenuar su nocividad y desarmarla para de esta manera proteger a los hombres. Para desarrollar esta tarea, los sacerdotes se valían de cartas y sermones. De unas y otros se ocupa el tercer capítulo. Se trata de cartas que si bien tienen una destinataria específica, con frecuencia son leídas en voz alta, de suerte que se conviertan en textos públicos. Por otra parte con el crecimiento urbano del siglo XII, la predicación se convierte en uno de los principales deberes del clero y formar predicadores tarea central de las escuelas. Se componen modelos de sermones que afortunadamente se han conservado en colecciones que pueden ser leídas por el historiador moderno. Del examen que en este capítulo se hace de las cartas escritas por Adam de Perseigne, de los sermones de Alain de Lille, Jacques de Vitry, Humberto de Romans y Guibert de Tournais se concluye que los sacerdotes del siglo XII siguen considerando que la mujer es inferior al hombre a quien le debe estar sometida. Estiman así mismo que, en orden a la salvación, la virginidad es preferible al matrimonio. La relación sexual

está más cerca al pecado. Tales puntos en común no deben hacer olvidar, advierte Duby, que el discurso eclesiástico no era homogéneo, en especial en lo referente al pecado. Al lado de los obsesionados con la suciedad del sexo se encontraban los menos exaltados, convencidos de que la naturaleza no es tan mala. Un ejemplo de estos últimos es el clérigo que escribió Le jeu d'Adam, obra para ser representada en la época de cuaresma. Allí Eva es representada con un carácter menos sombrío, como subvasalla de Dios y vasalla del esposo. Además no hay alusión alguna al pecado sexual. Las novelas de amor cortés En el cuarto y último capítulo, titulado Del Amor, el autor reitera su interpretación sobre el amor cortés, propuesta ya hace quince años en su libro El caballero, la mujer y el cura. Su aporte fundamental en este campo consiste en mostrar la relación entre el amor cortés tal como es imaginado en las novelas del siglo XII y las prácticas sociales y matrimoniales de las cortes francesas. ¿Qué tan reales son personajes como Lancelot o Gauvin? Jamás se podrá saber. Sin embargo, no eran ajenos a la realidad social. La literatura de amor cortés propone modelos para imitar, a la manera como lo hacen la vidas de santos. Los caballeros y las damas creen encontrar en los protagonistas de las novelas sus propios comportamientos. En contra de lo que han sugerido otros estudiosos del tema, Duby concluye que lo que se denomina amor cortés es un asunto de hombres en el que la mujer desempeña, como en los discursos clericales examinados en los primeros capítulos, un papel pasivo, instrumento de los intereses de su marido quien la exhibe y la utiliza con el fin garantizar la lealtad de sus vasallos. Se llega a esta conclusión tras un examen del contexto social de la época y de las estrategias matrimoniales de la alta nobleza. Para evitar el fraccionamiento de las tierras, los grandes propietarios nobles procuran casar al

102


hijo mayor y destinar a los menores a la aventura militar, o la vida religiosa o trasladarlos a las cortes de los señores o parientes, a quienes rinden homenaje convirtiéndose así en sus vasallos. Estos segundones, una vez disponen de los recursos necesarios, se casan para lo cual esperan que su Señor les facilite una esposa con una buena dote. Estos jóvenes son los protagonistas de las novelas de amor cortés. En la representación literaria, ellos seducen a una dama usualmente mayor que ellos y con frecuencia la propia esposa de su señor. Este, a su vez, se sirve de la situación para afianzar el control sobre sus propios vasallos. Más aún, para lograr esto último no duda en utilizar a su propia esposa. Ella se convierte así en objeto que el señor exhibe como lo hace con los trofeos de caza o de guerra. Tanto en la imaginación como en la realidad social la mujer sigue siendo pasiva. Es un símbolo más del poder del esposo y el más brillante de los objetos de que dispone el señor para exhibir. Además, el miedo al adulterio, por los severos castigos que conlleva, y la lealtad que los vasallos deben a su señor sirven de control a los excesos y abusos a que se pudiera llegar en estas relaciones amorosas. A propósito de lealtad, el autor insiste en este libro en calificarla de relación amorosa y homosexual7. Es el fundamento del orden vasallático y feudal y por lo tanto, del estado en ésa época. "En la caballería del siglo XII- el amor normal, el amor que conduce a olvidarse, a llegar hasta la hazaña por la gloria de un amigo, es homosexual. No quiero decir que conduzca necesariamente a la relación carnal", (p. 167).

¿Escribían las mujeres? Fuentes para su estudio

decir que Georges Duby subestima no sólo lo que las damas del siglo XII pudieron haber escrito, sino que resta importancia a todo lo que se sabe escribieron las mujeres medievales, incluso a aquellos escritos que adquirieron verdadera fama. En la conclusión que él escribió para el tomo II de la Historia de las mujeres8 se puede leer:

Por locuaces que hubieran sido (las mujeres), de sus palabras no ha llegado hasta nosotros prácticamente nada. Antes de finales del siglo XIII, el silencio es casi total. Ciertamente, se pretende obras de mujer escritos que datan de épocas más antiguas. Pero hay poderosas razones para atribuir la mayor parte de ellos a un hombre. Y cuando no es así, cuando la mano indudablemente es femenina, se dedica dócilmente a escribir como los hombres, incluso a copiar tal o cual tirada que los escritores de la antigüedad clásica colocaban comúnmente en la boca de la heroína. Aún reconociendo las controversias que se han suscitado a propósito de la autoría de ciertos escritos atribuidos a mujeres, el más famoso de los cuales concierne a las cartas de Eloísa, especialistas de literatura medieval están lejos de compartir las apreciaciones del historiador francés. Así se deduce de la reconocida obra de Peter Dronke, Las escritoras de la Edad Media y de los ensayos editados por Ferrucio Bertini9. Esas mujeres a las que sus confesores, maestros, y esposos niegan la palabra han dejado textos y eco de su pensamiento. Tal como lo reconoce Christiane Klapisch-Zuberp en la introducción al tomo del que proviene el texto de Duby arriba citado la voz femenina se deja oír; sus palabras que suscitan admiración son a la vez objeto de desconfianza y control por parte de quienes detentan el poder del decir y del saber10.

En la conclusión del libro se insiste en que las damas no hablan; de ellas sólo se sabe lo que informa el discurso de los hombres. Se puede caballeros. 'Yo no sé si sea preciso hablar de homosexualidad en el sentido moderno del término, digamos más bien que la caballería es una sociedad de guerreros cimentada en el amor viril'. Historia y Literatura: conversación con Geeorges Duby Revista de la Universidad Nacional, Bogotá, vol.lll.no. 13, 1987, p. 59. 8 Madrid, edit. Taurus, 1992, página 607. 9 Véase nota 3. 10 Historia de las mujeres en Occidente, tomo. II La Edad Media, páginas 21-22. 11 Las damas del siglo XII. Elofsa, Leonor, Iseo y algunas otras, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 11.

103


Como según Duby la clamas no hablan, sólo se puede adivinar lo que debió ser su vida real. Se las puede imaginar sólidamente unidas y dotadas de enormes poderes en el ámbito de la vida doméstica. Hacia finales del siglo XII la situación para ellas parece haber mejorado; los hombres comenzaron a acostumbrarse a tratarlas como personas, a debatir con ellas. Esto último se puede observar por ejemplo en el libro De amore, escrita por André Le Chapelain hacia 1180. Se trata de un manual de seducción en el que, a pesar de su espíritu misógino propio del pensamiento clerical de la Edad Media, se reivindica el amor como pasión natural. Las mujeres debaten en pie de igualdad con los hombres. En palabras del propio Duby, esta promoción de la mujer es lo que se destaca con mayor evidencia de la investigación por él realizada.

testimonios escritos proporcionan de una mujer11. Tampoco se trata de aceptar que se han borrado todas las diferencias entre realidad y ficción y que por lo mismo una novela de amor cortés vale tanto como testimonio de una práctica social como las informaciones provenientes, por ejemplo de los testamentos o de las cifras de población. El mismo Duby deja en claro que la literatura cortesana es apenas una manera de imaginar el amor. Nunca se sabrá qué tan verdaderos fueron Lancelot o Gauvin, escribe. Lo cual, por supuesto no significa que las novelas no tengan que ver con la realidad social. Lo reprochable, a mi juicio, en la obra de Duby es que al querer referirse a la vida real de las damas no haya considerado otro tipo de fuentes, es que Herlihy denomina documentos de la práctica. Haberlas tenido en cuenta le hubiera permitido, no sólo adivinar los comportamientos domésticos, sino describirlos y analizar los efectos sociales de los discursos clericales.

Women, Family and Society in Medieval Europe consiste

en una recopilación de artículos publicados en distintas revistas entre 1978 y 1991. En el artículo dedicado al estudio de la relación entre familia e ideologías sociales, el autor advierte, a propósito del libro de Georges Duby Medieval Marriage, que el historiador francés parece confundir dos modelos de matrimonio bien diferentes: el prescriptivo con el descriptivo. En el primer caso se establecen una serie de reglas o recomendaciones que pueden respetarse o no. En el segundo, se trata de un "retrato generalizado de los comportamientos reales". El modelo descrito por Duby es incontrovertiblemente prescriptivo. Lo es todavía más en Las damas del siglo XII. En efecto, en esta obra las fuentes que se utilizan corresponden a lo que Herlihy denomina literatura prescriptiva e imaginativa. Por supuesto que no podría ser de otra manera, si como lo indica el mismo Duby desde el primer volumen, su objetivo no es escribir la historia de lo realmente vivido. Para él lo importante es la imagen que los

Precisamente del capítulo que Women, Family and Society dedica a las fuentes para el estudio de las mujeres de las ciudades del Norte de Italia, se deduce que, aunque menos visibles que los hombres, de ellas se tienen más que meras sombras, en especial en los dos últimos siglos de la Edad Media. Su menor visibilidad se debe a que los documentos de las comunidades urbanas escudriñan con menor atención la vida de las mujeres que la de los hombres. Y ello es así porque las tradiciones legales imponían a las mujeres numerosas inhabilidades, lo que les impedía actuar sin la tutela del varón. La mujer que quería realizar un contrato debía obtener expresamente la aprobación de un familiar varón. La forma de gobierno urbano excluía a la mujer de cargos públicos y gremiales. No obstante esta discriminación, los datos provenientes de los archivos eclesiásticos, de las encuestas y censos, de los registros bautismales, de las necrologías, de los folletos de instrucciones para el manejo de la casa, testamentos, actos notariales, y memorias

12 Seguramente esa omisión se deba a la severa crítica a la que Herlihy sometió la obra de Leroy Ladurie. De ella dijo que no se hizo una consulta

104


familiares proporcionan notable información acerca del papel de la mujer en la economía, en el espacio doméstico, así como de su vida familiar. Incluso en los casos en que los escritores fuesen hombres, a menudo eran atentos observadores al describir aspectos de la vida familiar. Y por supuesto hay que tener en cuenta las cartas escritas por mujeres, una fuente excepcional en especial para captar el espíritu del matrimonio medieval.

Participación de la mujer en la economía De los quince capítulos que conforman el libro de Herlihy quisiera destacar cinco temas: el papel de las mujeres en la economía urbana; el incesto; la formación de la familia medieval; la infancia; y, las relaciones entre biología e historia. Un examen basado en fuentes fiscales de varias ciudades de países europeos, Francia, Alemania, Italia, España, durante los siglos XIII a XV, le permite al historiador norteamericano concluir que la participación de las mujeres en empresas económicas se redujo de forma dramática a finales de la Edad Media. En el siglo XIII y comienzos del XIV era notable su intervención en empleos urbanos: dominaban industrias como la de la seda, el lino y otras, sin aparente discriminación con respecto al hombre. En estas circunstancias muchas mujeres no estaban sometidas a la supervisión masculina y no trabajaban en beneficio del varón cabeza de familia. Esta situación lleva al autor a poner en duda el concepto "modo de producción doméstico" al referirse específicamente a la economía de París en la época de Felipe II. No todas las familias eran unidades de producción de autoabastecimiento. Por el contrario, algunas de ellas, tal vez las más ricas y poderosas, contrataban trabajadoras, aprendices, sirvientas proporcionados por otras familias. La situación se modificó después de la segunda mitad del siglo XIV. Gremios y gobiernos urbanos impusieron severas restricciones que excluyeron a las mujeres de trabajos bien remunerados. Fueron, además, excluidas de cargos de dirección

en los gremios. Con el crecimiento de las ciudades los hombres penetraron en dominios hasta entonces reservados a las mujeres, y respondieron mejor que estas a la especialización y profesionalización de los oficios. Las mujeres no pudieron liberarse tan fácilmente de sus obligaciones domésticas. Por otra parte, fue más difícil para las mujeres obtener capital. Según los registros fiscales, eran más pobres que los hombres y no pudieron enfrentar los crecientes costos resultado de las modificaciones técnicas en la industria textil. La saturación de los mercados de que dan cuenta los registros de los gremios en especial después de la segunda mitad del siglo XV afectó de modo especial a grupos marginados. Entre ellos a las mujeres de cuyo papel en la economía urbana la historia laboral poco se ha preocupado. De ahí que este capítulo constituya una notable contribución no sólo a la historia de las mujeres sino a la de la economía misma.

El incesto ¿Por qué la iglesia católica medieval adoptó una política tan rigurosa en lo concerniente al incesto? No sólo estableció nuevas definiciones de matrimonios prohibidos, sino que extendió el dominio sobre el que operaban los impedimentos. La prohibición de matrimonio entre parientes llegaba hasta el séptimo grado, lo equivale en nuestros términos a primo sexto. Se incluían a parientes consanguíneos, afines (cuñados, por ejemplo) y espirituales (padrinos, ahijados). En el artículo "Making sense of Incest" se examinan tanto las explicaciones de los contemporáneos como las de escritores modernos. En este último caso, se detienen en la interpretación de Jacques Goody en su ya clásica obra The Development of the Familiy and Marriage in Europe. Según este antropólogo inglés, las prohibiciones eclesiásticas formaban parte de estrategias hereditarias. La nobleza prefería casarse dentro de círculos cercanos de consanguinidad y afinidad para preservar sus riqueza evitando su fraccionamiento. La Iglesia, al lograr que sus restricciones fueran aceptadas,

105


pudo beneficiarse con donaciones de quienes, en bien de su alma, preferían no casarse. De ese programa hacían parte también la obligación del celibato para los clérigos, el derecho de hacer testamentos y el desconocimiento de la adopción. En opinión de Herlihy la explicación de Goody no es convincente. En primer lugar, porque no se han encontrado documentos contemporáneos que vinculen la prohibición del incesto con esfuerzos por promover los legados. Más aún un concilio celebrado en Fejus, en el año 796, estipuló que los hijos de los matrimonios obligados a separarse por ser parientes por afinidad debían ser considerados legítimos y por lo tanto podían recibir las herencias de sus padres. En segundo lugar, el tener hijos y el permanecer célibes, no fueron factores decisivos en las donaciones de tierras que los nobles otorgaban a la Iglesia. Más aún, las familias nobles solían enviar al convento a uno o varios de sus hijos a edad temprana (los oblatos) acompañados de regalos territoriales. Por otra parte no habría que olvidar que la Iglesia necesitaba tanto de tierras como de personal; reclutaba sus líderes sobre todo de las clases propietarias, de manera que "interferir con la fertilidad de los magnates habría sido obstruir la propia capacidad de la iglesia para mantener sus cuadros directivos" (p. 104). Otras explicaciones que pueden ser más convincentes que las de Goody, son igualmente rechazadas por Herlihy por poco satisfactorias. Por ejemplo aquella según la cual las restricciones eran una excusa que le permitía la Iglesia extender su jurisdicción sobre los matrimonios, en poder de los laicos. A esto se opone el hecho de que los primeros concilios de la cristiandad consideraban el matrimonio como un asunto civil. Tampoco es satisfactorio interpretar las prohibiciones como una contribución al establecimiento de la paz doméstica con el argumento de que tas mujeres con quienes está prohibido casarse residen en la misma casa del concernido. Según Herlihy, es poco probable que, en un sistema virilocal, la esposa del hermano, con quien la iglesia prohibe casarse, resida en el mismo lugar de su cuñado.

Así que para entender esta prohibición deben tenerse en cuenta las reglas de entonces con respecto al matrimonio. Lo que iglesia se proponía en últimas era "suprimir la poliginia y el concubinato" (página 106). Las consecuencias de estas medidas fueron, por una parte facilitar a los varones más pobres de la sociedad mayores oportunidades de encontrar compañeras, y por otra, disminuir los raptos y con ello reducir la violencia. Para explicar estas consecuencias, Herlihy se vale de lo que los antropólogos denominan poliginia de recursos. Según esto, si se asume que en determinada sociedad la relación demográfica entre los sexos es aproximadamente proporcional, sólo unos pocos varones en la práctica podrán apropiarse de varias compañeras. Estos varones privilegiados eran los más ricos y poderosos. Muchos hombres pertenecientes a las clases más pobres y sin poder tendrán poco o ninguna oportunidad de encontrar compañeras. Los matrimonios poligínicos y el concubinato de la temprana Edad Media podían favorecer a las mujeres al permitirles acceder a los grupos privilegiados; pero también ocurrían tensiones entre la esposa y las concubinas. La prohibición del incesto y la supresión de la poliginia y el concubinato garantizaban la circulación de las mujeres fuera de los parientes afines. Por ejemplo, se evitaba que una viuda que quisiera casarse de nuevo permaneciera en las casa de su difunto esposo. No podía casarse ni con su cuñado, ni con su suegro, ni con su hijastro; tenía que buscar esposo fuera de la casa. Para los hombres, especialmente para los más pobres, la prohibición del incesto facilitaba el acceso a las mujeres y mejoraba las oportunidades de casarse. Los ricos, concluye el autor, ya no podían monopolizar las mujeres. A mi juicio, hay un punto débil en esta exposición. Herlihy parece olvidar que, si bien la norma de residencia patrilocal estaba extendida en la Edad Media, también es cierto que los hijos segundones casados solían quedarse a residir en las casa del padre. De manera que no habría por qué calificar

106


como él lo hace, de insatisfactoria la explicación según la cual las restricciones de la iglesia contribuyeron a establecer la paz doméstica.

Peculiaridades de la familia medieval Varios capítulos del libro están dedicados a mostrar que en la Edad Media se consolidó un nuevo tipo de familia en Occidente, que si no era del todo desconocido, no había sido predominante en la Antigüedad. Tres son sus características. En primer lugar, su composición uniforme. Esto quiere decir que se trata de una unidad simétrica de parentesco, residencia y producción. A diferencia de la antigüedad en la que la noción de familia sólo era aplicable a las élites, en la Edad Media la familia era la base de toda la organización social. En segundo lugar, su estructura. Después de los siglos XII y XIII, se extendió en Europa cristiana el sistema agnático de parentesco que vino a superponerse al cognático o bilineal. En el primer caso se buscaba favorecer los intereses del hijo mayor sobre el de los demás hermanos y promover la línea masculina de descendencia. La solidaridad con el pasado se establece mediante la adopción de un nombre agnático común, un escudo de armas y una mitología del ancestro familiar. Cabe anotar por una parte que el ideal agnático era una preocupación que tenía que ver con las familias de la élite; en los sectores más humildes el bilinealismo continuó siendo lo dominante. Por otra parte, en la práctica los nobles adoptaron los dos modelos; precisamente esa interposición explica algunas de las tensiones de la familia medieval. La tercera característica fue la formación de lazos emocionales entre sus miembros. En contra de lo que han planteado otros estudiosos, Herlihy considera que esos vínculos afectivos eran intensos.

La explicación de esa intensidad se basa en la extensión del culto a la virgen María, al niño Jesús y a San José, sobre la base de que esas devociones públicas corresponden a actitudes y valores privados y que tales conductas se encuentran en colecciones de ensayos destinados a la religión y la familia. Quedan vacíos en esta exposición. Por una parte, no está demostrado en el artículo la rela'ción entre afectos familiares y cultos religiosos; por otra, el autor no ha tenido en cuenta para examinar el incierto tema de los afectos y relaciones sicológicas un documento tan excepcional como lo es el registro de la inquisición de Montaillou, que ha estudiado Leroy-Ladurie y que seguramente proporciona una información más útil y valiosa que la simple referencia a los cultos religiosos12. Un rasgo metodológico presente en los distintos ensayos incluidos en este libro es la preocupación permanente por encontrar en las condiciones materiales razones de las transformaciones sociales y culturales. La aparición y expansión de unidades familiares fueron consecuencia de la desaparición de la esclavitud en la temprana Edad Media y de la difusión de la economía campesina. Así mismo, la disminución de oportunidades y recursos de que disponían las familias nobles fue un factor crucial en el surgimiento de la patrilinealidad. En efecto, la pacificación de la vida europea redujo las ganancias provenientes del pillaje y afianzó la importancia del patrimonio territorial. Los nobles lucharon por preservar la extensión y la integridad de sus propiedades; obligaron a sus hijos menores a aplazar o rehusar el matrimonio, o a dedicarse a la aventura militar. La extensión del culto a María es a su vez un resultado de los cambios materiales ocurridos en la sociedad. La familia patrilineal afectó la posición de las mujeres; su edad de matrimonio parece haber descendido, al tiempo que la edad de los varones aumentaba. En el nuevo modelo

directa del documento original; que las traducciones hechas del latin son inexactas e incorrectas y que en síntesis el uso que el historiador francés hace de undocumento tan valioso es pobre, por decir lo menos. Aún aceptando estas críticas no se puede desconocer que el documento mismo proporciona valiosa información que se debiera haber tenido en cuenta. Crítica publicada en Social History, vol. 4, no. 3,1979, páginas 517-520. 13 Véase a este propósito la obra de Lloyd Mause y otros Historia de la infancia, Madrid, Alianza editorial, 1982.

107


matrimonial la joven esposa se situaba como intermediaria de sus hijos frente al padre. Desempeña el mismo papel que se le atribuye a María. Finalmente, la difusión del culto a san José coincide con la etapa final de la Edad Media, con las grandes plagas, hambres, guerras, levantamientos sociales que amenazan el bienestar de las familias e incluso su propia supervivencia. De suerte que José se convierte en una muralla contra esas adversidades. Pero centrar la explicación en los factores materiales y sociales no le impide al autor tener en cuenta el papel de los postulados doctrinales. La ética cristiana facilitó la transición de la familia antigua a la medieval. Todos los creyentes, ricos y pobres, libres y esclavos estaban obligados a seguir el mismo código de moralidad sexual. La monogamia que predicaba la iglesia debilitó la poliginia practicada por varios de los pueblos bárbaros. Así que la postulación de una ética común ayudó al surgimiento de familias comparables.

La infancia El artículo titulado "Medieval Children", escrito en 1984, constituye, en primer lugar, una juiciosa y oportuna crítica a lo que el autor denomina Teoría de la infancia descubierta, promovida, entre otros, por el historiador Philipe Aries y que se había convertido en lugar común de la historiografía sobre los niños. Y en segundo lugar, hay allí una propuesta metodológica novedosa para el estudio de las actitudes culturales que influyeron en las experiencias de los niños medievales. Se trata de "evaluar, e incluso medir, la inversión socioeconómica y psicológica que las familias medievales estaban dispuestas a hacer por sus hijos". Por inversión social se entiende las riquezas que se gastaban en los niños; la psicológica se refiere a la atención que recibían de los mayores.

Según Philipe Aries, en su muy conocida obra L'enfant et la vie familiale sous l'Ancien Régime (1960),

en la Edad Media no se reconocía la infancia como una etapa especial de la vida puesto que la gente de esa época veía y trataba a sus hijos como adultos imperfectamente formados. Una vez que eran destetados, los niños no recibían de los padres concesiones propias de sus necesidades sociológicas.' El corolario de este supuesto es que en un determinado momento de la historia de Occidente se descubrió la infancia. Cabe agregar que entre los autores hay notorias diferencias en cuanto a la cronología del descubrimiento. Este, en opinión de Aries, ocurrió entre los siglos XV a XVIII. Otros historiadores lo sitúan en plena Edad Media en los círculos monásticos, o en el siglo XVIII, e incluso apenas en el siglo XX13. La crítica a la mencionada teoría se hace con base en las siguientes consideraciones: a. Es cierto que las actitudes hacia los niños han cambiado a lo largo de la historia de Occidente, pero al describir y explicar esos cambios debemos hacerlo en términos más matizados y complejos y no tan solo valiéndonos de la metáforas de ignorancia y descubrimiento. b. El estudio de la historia de la infancia debe tener en cuenta que la actitud de una época no es uniforme. En la Edad Media, por ejemplo, había valores alternativos, contradictorios y que coexistieron en la misma sociedad, incluso dentro de la misma familia. Diferentes grupos sociales tenían expectativas diferentes con respecto a sus hijos. c. Entender esas diferentes actitudes y explicar sus cambios exige un cuidadoso estudio de las condiciones materiales de la sociedad medieval. La Edad Media cristiana se nutrió de dos tradiciones: la clásica y la germana. En el primer

14 Véase el libro de Joyce Sallisbury, Padres de la Iglesia, vírgenes independientes.Bogotá, Tercer Mundo editores, 1994, Capítulo Primero.

108


caso, se sabe que por lo menos las élites prestaban atención a la educación de los niños, a su instrucción formal. De ello dan cuenta las numerosas escuelas y academias. Ahora bien, como los recursos en que se apoyaba la economía de la Antigüedad eran escasos, se recurrió entonces a prácticas que negaban todo apoyo a los niños deformes, a aquellos que no brindaban promesa de futuro. De ahí la costumbre del infanticidio, extendida en la Roma antigua. Esta práctica no implicaba, sin embargo, desinterés o despreocupación por aquellos niños que sobrevivían. Al contrario, los niños eran objeto de cuidadosa atención. Los niños de los pueblos germanos crecieron en circunstancias diferentes. Las ciudades perdieron importancia. Las élites letradas prácticamente desaparecieron. La sociedad bárbara no dependía para su supervivencia de una costosa instrucción. Los padres no necesitaban de grandes inversiones en sus hijos. Los bajos costos explican la exclusión del infanticidio como política social; pero eso también explica la reducida atención prestada a los niños en crecimiento. Sólo en el umbral de la edad adulta, el varón germano libre adquiría importancia. Para ilustrar estos planteamientos, se recurre a los precios o tarifas que las leyes germanas mismas establecían para niños y jóvenes. Según esas misma leyes, a cada miembro de la sociedad se le asignaba una suma en dinero, una multa (wergeld) que debía pagarse a los familiares si esa persona resultaba lesionada o muerta. El tamaño de la wergeld es una manera de medir el status social o la importancia social. Según el código visigótico, a un niño en el primer año de vida se le asignaba un sueldo; 90 a los diez años; 300 a los veinte; 200 entre los cincuenta y los sesenta y cinco. Sin embargo, el poco valor monetario asignado a los niños no significa que los padres no amaran a sus hijos. De ese amor hablan historiadores de la antigüedad como Tácito y escritores medievales. Aunque la doctrina cristiana se haya opuesto al infanticidio, este no dejó dé practicarse durante la Edad Media, si bien por motivaciones distintas al de la Antigüedad. La vergüenza de las mujeres

abandonadas y la pobreza que imposibilitaba a la madre o ambos padres alimentar una boca más son las razones por las cuales, según las fuentes, se daba muerte a los recién nacidos o se los abandonaba. En la época antigua, en cambio, tal práctica era aceptada socialmente incluso entre las élites La misma doctrina cristiana contribuyó tanto a suavizar la actitud hacia los niños, como a ofrecer una valoración más severa. Sirven de ejemplo de los primeros, por una parte, los pasajes bíblicos en que se valora positivamente el papel de los niños, y por otra, la abundante literatura patrística. Como ilustración de lo segundo se puede citar la opinión de san Agustín. Según este afamado padre de la iglesia, el niño que muere sin bautismo está condenado al infierno. La inocencia de los niños está en la debilidad de sus cuerpos más que en la calidad de sus almas. Los demonios ejercen dominio sobre los infantes, cuya educación debe tener como propósito erradicar la concupiscencia; he ahí la razón que justifica los castigos a que deben ser sometidos. Desde el siglo XII hasta finales de la Edad Media la inversión social y la sicológica fueron expandiéndose. Ello ocurrió como consecuencia de los cambios económicos y sociales que se desarrollaron en Europa. Se intensificó el intercambio comercial; se reanimó la vida urbana; nuevos y poderosos grupos sociales vinieron a competir con la nobleza y con el clero: comerciantes, abogados, notarios, funcionarios, artesanos especializados. El surgimiento de oficios que exigían entrenamiento y formación promovió una mayor preocupación por la educación de niños y jóvenes. Los intelectuales de la época eran conscientes de la importancia del aprendizaje de un oficio. Raimundo Lulio, por ejemplo, compara la sociedad con una rueda. La educación es la fuerza con la que se impulsa esa rueda, en especial el entrenamiento en un oficio. Las muy pocas estadísticas de que se dispone permiten concluir que se estaban haciendo inversiones en educación. Por ejemplo, según las cifras del cronista Giovanni Vilani, en Florencia de los años

109


treinta del siglo XIV, uno de dos niños, entre los seis y los diez años, asistía a la escuela de gramática de la ciudad. Otro indicador de la inversión social es el creciente número de orfanatos u hospitales dedicados a los niños, fundados especialmente después del siglo XIV. Este hecho parece estar relacionado con las hambres y pestes que azotaron a Europa. Aumentó el número de huérfanos; los padres se preocupaban por la supervivencia de sus linajes y de sus comunidades. La literatura pedagógica de la época, la revaluación que los teólogos hacen de la infancia, y el culto al niño Jesús son indicadores de lo que el autor denomina inversión sicológica. De acuerdo con Herlihy, la devoción a Jesús que se expandió más allá de los círculos monásticos puede interpretarse como una idealización de la infancia. Esta era considerada como dulce y sagrada, lo que recuerda otros movimientos religiosos que adquirieron extraordinario interés desde el siglo XIII tales como el culto a la pobreza, la exaltación de la sencillez de la vida cristiana y la imitación de la vida apostólica. Estos movimientos son expresión de descontento con las exigencias de la vida comercial que genera un "anhelo nostálgico" por sistemas alternativos de existencia. En este orden de ideas, la vida real o imaginada del niño constituye otro modelo que se opone al del comerciante. El niño es a la vez feliz y humilde, pobre y puro. De esa manera la piedad simple de la niñez se convirtió ideal de los reformadores religiosos.

Biología e Historia Sugestivo y sin duda polémico es el artículo titulado "Historia y biología, sugerencias para un diálogo". En él se invita a los historiadores a que se muestren más sensibles a la experiencia biológica; a que en su explicación del pasado tengan en cuenta las observaciones de aquellos biólogos que estudian cómo las especies vivientes cambian según tasas diferenciales de reproducción.

Para cumplir con ese propósito se hace una revisión de ciertas teorías recientemente desarrolladas por la etiología y la sociobiología. Así mismo se ofrece, en el lenguaje de la teoría de la evolución, una exposición sobre el matrimonio y su desarrollo en las sociedades humanas. Se recuerda que según la teoría evolucionista actual, la motivación básica de la conducta humana es la reproducción y que el ser humano que mejor se adapte a su medio natural será el que alcance mayor éxito en reproducirse. En los sistemas de reproducción sexual, los animales deben hacer ciertas inversiones. Por ejemplo deben brindar cuidado a su descendencia y de esa manera garantizar la aptitud reproductiva. En tales circunstancias es mayor el esfuerzo reproductivo exigido a las hembras; de ahí que estas, especialmente entre los mamíferos, sean más cautelosas y selectivas a la hora de aceptar su pareja. Los biólogos suelen distinguir dos tipos de estrategias reproductivas, denominadas r y K. En la primera de ellas los padres maximizan el número de hijos, minimizan la inversión en cuidado y crianza de los mismos; los encuentros promiscuos y pasajeros son frecuentes. Esta estrategia es típica de especies que viven en medios peligrosos en los que se espera que no sobreviva la descendencia. En la estrategia K que es común entre los grandes primates, incluido el hombre, los padres producen descendencia poco numerosa, en cuyo cuidado hacen grandes inversiones; la hembras favorecen en la elección del compañero a aquellos machos que les ayuden en su trabajo de crianza de los hijos. Así que los varones dispuestos a hacer esa inversión tienen mejores oportunidades de reproducción y de aumentar la representación de su fenotipo en las nuevas generaciones. Tal esfuerzo y dedicación del varón le impide tener otras mujeres. En compensación por esto, los machos insisten en que la descendencia que ayudan a criar sea la suya. En otras palabras, la hembra debe ofrecer al varón garantías de fidelidad. ¿Cuál es la importancia de esta teoría en la explicación del matrimonio humano?. Según

110


Herlihy, muestra, por una parte, que no ha habido un período en la historia en el que los seres humanos hubieran sido sexualmente promiscuos. Y por otra, contradice varios de los supuestos teóricos postulados en el siglo XIX, entre ellos los de Lewis Morgan y Federico Engels. La actual teoría evolucionista invierte las explicaciones de uno y otro. No es cierto que la familia fuera una consecuencia de la propiedad privada. Por el contrario, la acumulación de recursos y con ellos la de poder y prestigio por parte de unos cuantos varones, les permitió a estos apoderarse de varias mujeres. Disponían de suficientes medios para tener más de una esposa y muchos hijos. Según los sociobiólogos, el poder y la riqueza se buscan no como fines en sí mismos, sino como prerequisitos para la reproducción. La poliginia es vista entonces como una forma de inequidad sexual: cuando sólo unos cuantos hombres tienen muchas mujeres, otros hombres no tendrán la posibilidad de tener mujer. Ahora bien, los hombres privados de la oportunidad de adquirir una compañera probablemente intentaban la seducción o el secuestro de mujeres de los privilegiados. Los resultados eran la violencia, los disturbios, y el confinamiento de las mujeres en los harems. Por otra parte, como en la edad adulta no toda la numerosa descendencia de los privilegiados puede mantener los privilegios, para lograrlo se recurría a la competencia, a las conspiraciones, los asesinatos y las guerras civiles. La poliginia, sin embargo, podía traer algunas ventajas para las mujeres: la probabilidad de casarse con alguien de mayor rango social, práctica que se denomina la hipergamia. También imponía estrategias diferentes entre familias ricas y familias pobres. Las ricas tendían a favorecer a los hijos ya que estos producían numerosa progenie y daban gran representación al fenotipo de la familia. Las capacidades reproductivas de las mujeres eran más restringidas en comparación con las de los hombres. Mientras las riquezas y los recursos pueden ampliar el logro reproductivo de los varones, no lo hacen de la misma manera en el caso de las mujeres, pues la crianza, la lactancia y el cuidado de los niños limitan el número

de hijos que una mujer puede concebir y criar (página 254). Así que para una familia rica era mejor invertir en hijos varones. Puede pensarse que los ricos practicaban el infanticidio femenino con mayor probabilidad de lo que lo hacían los pobres. Las estrategias de estos últimos eran diferentes. Con pocos recursos, los varones era probable que no se casasen y fas muchachas aspiraban a convertirse en la esposa o la concubina de los varones ricos. Para preservar su genotipo, las familias pobres preferían invertir en las mujeres que en los varones. En cuanto a Occidente se refiere la monogamia impuesta socialmente parece tener dos etapas. Huellas de esta práctica se encuentran en una época tan antigua como lo es Sumeria del segundo milenio antes de Cristo, en el famoso código de Hamurabi. También se sabe que era costumbre en la antigua Grecia y Roma. Se trataba de una monogamia limitada a sólo una parte de la población. El varón libre, sólo podía tener una esposa legal, pero varias concubinas esclavas. La esclavitud comprometía la monogamia. Sólo los ciudadanos libres y con derechos podían contraer un matrimonio legal y por lo tanto pasar el patrimonio a los hijos. La segunda etapa corresponde al Bajo Imperio Romano. Es una monogamia que obliga a todos los miembros de la sociedad. Coincidió con dos procesos fundamentales en el origen de la Edad Media: el declive de la esclavitud y el triunfo del cristianismo. El autor cree que ciertos principios de la teoría evolucionistas ayudan entender el desarrollo inesperado de la monogamia. En efecto la etiología ya no considera que los animales siempre actúen con el único propósito de promover su éxito reproductivo. Es decir que en ciertas circunstancias los seres vivos reconocen que un familiar cercano con un grupo similar de genes puede tener mejores oportunidades de reproducción a las que hay que favorecer. Esta conducta es la que se denomina selección de parentesco. Por otra parte, aunque usualmente al

111


fenotipo no le interesa el éxito reproductivo de quien no es su pariente, dentro de ciertas circunstancias puede desear favorecer esos intereses. En este caso opera la presunción de que los no parientes favorecidos en un futuro habrán de retribuir el favor. Este tipo de conducta es calificado por los sociobiólogos como ALTRUISMO RECIPROCO. La reciprocidad pudo adquirir un peso especial. Así ocurrió en las pequeñas ciudades estado de la Sumeria antigua, de Grecia y de Roma. Allí surgieron comunidades pequeñas, aisladas por las montañas, intensamente competitivas que resistieron su inclusión en grandes imperios. Ante la competencia era necesario mantener el compromiso moral y las energías físicas de los ciudadanos. Una manera de lograrlo era ofreciendo a todos los ciudadanos acceso al matrimonio. Esto último lo garantizaba la monogamia. De suerte que en términos de la teoría evolucionista la reciprocidad superó al egoísmo. Como ya se dijo, la victoria final de la monogamia coincidió con el crisis de esclavitud y el triunfo de la Iglesia cristiana. Ante la escasez de mano de obra esclava, los grandes propietarios permitieron que sus trabajadores se casaran, tuvieran familias y trabajaran sus propias parcelas. La iglesia por su parte impuso un "igualitarismo ético riguroso", lo que facilitó matrimonios para un mayor número de hombres. Se estaba organizando un nuevo sistema económico igual de inequitativo en riqueza y status pero "sexualmente igualitario". Este igualitarismo favoreció a los varones pobres en su esfuerzo por asegurar representación de su genotipo. La gran fuerza de la teoría evolucionista, concluye Herlihy, es su énfasis en que los seres humanos están poderosamente motivados por transmitir "al futuro algo del pasado y del presente". Ese algo, agrega, no es sólo biológico sino sobre todo cultural, expresado en la lengua, los valores, la religión. La tarea de los historiadores del futuro

consiste en explicar las relaciones entre las influencias genéticas inconscientes y las culturales conscientes. Por lo pronto el historiador norteamericano se limita a formular una hipótesis, sin desarrollarla, según la cual "en la psique humana hay incrustrada una especie de TRADUCTOR que interpreta efectivamente, que modifica los impulsos biológicos y los transforma en mensajes que los seres humanos reconocen conscientemente y ante los cuales reaccionan". En mi opinión es inadecuado calificar de "igualitarismo sexual" la monogamia predicada por la Iglesia. Como lo han mostrado estudiosos del pensamiento patrístico, los teólogos de la época pensaban que el pecado original, por ser un pecado sexual, había traído como consecuencia la inferioridad de la mujer. El hombre por ser más espiritual que la mujer es superior a ella, y por tal razón debe gobernarla; en la relación sexual él otorga placer, no lo recibe. La mujer es signo de debilidad, lujuria insaciable, tentadora por naturaleza y puerta del diablo. Los primeros padres de la Iglesia solían culpar a la mujer más por lo que eran que por lo que hacían14. La consecuencia de la monogamia predicada por la iglesia ha de ser entendida más bien como una igualdad de oportunidades para los varones pobres de encontrar compañera y casarse. En cuanto a las mujeres nada cambió; siguieron estando sometidas al varón, más bien algunas de ellas perdieron oportunidades de ascenso social por la vía de convertirse en esposas de los poderosos. Que los desarrollos teóricos de la biología, y específicamente de la sociobiología, contribuyen a la comprensión del origen de ciertas prácticas sociales es la principal lección que se obtiene de la lectura de este artículo. A la vez deja en claro que los comportamientos biológicos no pueden ser considerados independientemente de las condiciones ecológicas, sociales, económicas que el hombre o encuentra como dadas o que él mismo crea, en su luchas frente a la naturaleza y a los otros hombres.

15 Para un balance sobre el tema, véase "Confluencias de las ciencias sociales y biológicas', capitulo del libro de Matei Dogan y Robert Pahre, Las

112


No debiéramos olvidar que el hombre es un animal social. Con frecuencia los científicos sociales suelen hacer caso omiso del sustantivo y los biólogos del adjetivo. En el estudio del comportamiento humano, el modelo biológico enfatiza el lado animal, mientras que el de las ciencias sociales se apoya en el lado social, en la conducta racional. Ambos modelos aislados son, por supuesto, incompletos y no es fácil reconciliarlos15. Guy Lardreau se pregunta si a menudo los historiadores, los filósofos, los antropólogos, no han olvidado demasiado lo que ocurría en el terreno de la biología. Y agrega: Yo creo que ya nadie duda de que a partir del momento en que nos encontramos ante sujetos humanos, es decir ante seres parlantes y sujetos sociales, que están atrapados en una cultura, es verdad que todos los imperativos biológicos se encuentran totalmente subvertidos. Pero ¿nos damos suficiente cuenta de que en cuanto tales, estos imperativos biológicos no dejan de existir?16. La biología, sin duda, ha contribuido a la comprensión de la historia. La composición sanguínea de las poblaciones contemporáneas ha permitido describir movimientos migratorios. La hemoglobina y el factor RH pueden han facilitado a arqueólogos, geógrafos e historiadores encontrar testimonios sobre los vikingos y los amerindios. Los estudios sobre enfermedades y epidemias se han apoyado en los resultados de la bacteriología y la inmunología. Estos son apenas algunos ejemplos. Como lo advierten Matei Dogan y Robert Pahré, a pesar de que el impacto de la sociobiología parece ser hasta ahora modesto, no se debieran despreciar los avances de la biología. A diferencia de los evolucionistas del siglo XIX que privilegiaban el medio como seleccionador natural, los biólogos de hoy analizan la forma en que cada organismo elige el medio al cual se ha adaptado17.

Menos convincentes resultan las explicaciones de comportamientos culturales basadas en imperativos genéticos. Del análisis de Herlihy se desprende que la monogamia y la poliginia son fundamentalmente estrategias de reproducción animal y humana. El predominio de una u otra es la respuesta biológica a condiciones históricas concretas y no obedece tan sólo a condicionamientos ideológicos. Esta interpretación está lejos de ser concluyente. Es preferible la explicación propuesta por Guy Lardreau, para quien lo que las especies animales realizan de forma natural, en la especie humana es realizado por la cultura. Lardreau ilustra estas apreciaciones con los mecanismos de regulación demográfica. Los controles demográficos son prácticas culturales que nuestra especie ha encontrado para limitar el exceso de población y que las especies animales encuentran en sus comportamientos instintivos. A este propósito se pregunta si acaso, como lo ha sugerido Evelyne Patlagean en su obra La pauvreté à Byzance, el monacato no cumplió esa función reguladora18. En este orden de ideas la monogamia y la poliginia más que estrategias biológicas debieran verse como respuestas culturales al imperativo biológico de la reproducción de la especie. Por otra parte, se debe recordar que tanto la poliginia como la monogamia implican asignación de roles diferentes a hombres y mujeres; lo que no es propiamente resultado de un hecho biológico. En ninguna sociedad, escribe Joan Kelly, nacer hombre o mujer es un dato biológico neutro, una mera calificación "natural", en cierto modo inerte. Por el contrario, este dato está trabajado por la sociedad: las mujeres constituyen un grupo social distinto, cuyo carácter invisible a los ojos de la historia tradicional, es ajeno a la naturaleza femenina19. Es la sociedad la que califica, define,

nuevas ciencias sociales. La marginalidad creadora, México, editorial Grijalbo, 1993. 16 Georges Duby, Diálogos sobre la histora. Conversaciones con Guy Lardreau, Madrid, Alianza Editorial, 1988, página 121. 17'Confluencias de las ciencias sociales", Op. Cit., página 232. 18 Georges Duby, Diálogos sobre la historia. Conversaciones con Guy Lardreau, página 122. 19 Joan Kelly, Women, History, and Theory Chicago, The University of Chicago Press, 1984, página 4. Citado por Christiane Klapisch-Zuber, Introducción al tomo II de Historia de las mujeres. La Edad Media, Madrid, editorial Taurus, 1992, página 13. 20 S. Ortner y H. Whitehead, comps, Sexual meanings: The cultural construction of gender and sexuality, Cambridge, Cambridge University Press, 1981.

113


controla los sexos determinados20.

y

les

asigna

roles

Herlihy tiene razón al plantear que el declive de la esclavitud, la consolidación de la economía campesina y el triunfo del cristianismo contribuyeron al desarrollo de la monogamia. Pero su imposición como práctica social fue mucho más lenta de lo que este historiador sugiere. Aún entre los campesinos que parece haber sido el grupo social en el que la monogamia fue más extendida21, este ideal tardó en arraigar. Sus tipos de uniones familiares variaban: desde las familias nucleares, comunes entre los campesinos que dependían del señorío, hasta los campesinos que compartían su vida con sus concubinas22. Conclusión En lo que tiene que ver con la historia de las mujeres, los dos libros que he comentado difieren en sus propósitos y en las fuentes documentales que privilegian. Duby, al ocuparse de la opinión de los clérigos, y de las reglas de comportamiento por ellos establecidos privilegia fuentes de orden prescriptivo en vez de descriptivo. Herlihy, por su parte se propone estudiar el lugar de la mujer en la producción, en la creación de bienes materiales por lo que su soporte documental es de otra naturaleza: materiales arqueológicos, las listas de trabajadoras, inventarios de los dominios territoriales y gremios de artesanos, empadronamientos, censos fiscales. La naturaleza de las fuentes puede explicar algunas de los desacuerdos Como quedó dicho no es tan cierto

que de las mujeres del siglo XII sólo se tengan sombras. Pero también se pueden observar coincidencias. Ambos historiadores están de acuerdo en que a finales del siglo XII, centuria de notable impulso económico, hubo síntomas de promoción de la mujer. Así lo muestran su papel en la industria urbana y lo que de ellas se dice en el libro Deamore, Las obras de Duby y Herlihy pueden ser consideradas como deterministas. Proporcionan explicaciones causales a los discursos clericales, a los cambios económicos, culturales y aún biológicos. Ninguno de los dos historiadores ofrece interpretaciones monocausales, o para decirlo en términos de Duby, lo que se pretende es una determinación en sentido múltiple23. Vinculan determinado acontecimiento o cambio al desarrollo de procesos globales; ambos creen en la posibilidad de generalizar acerca de las sociedades humanas. No debe sorprender que para uno y otro sean las condiciones materiales y sociales las que den cuenta de determinadas transformaciones culturales. El origen de las novelas de amor cortés está relacionado con las prácticas sociales y matrimoniales de las cortes francesas. La consolidación de la monogamia estuvo asociada al declive de la esclavitud y a la formación de la economía campesina. Duby también otorga importancia a la biología. En una entrevista con Guy Lardreau sostiene que una sociedad es un cuerpo vivo que se comporta como todos los cuerpos vivos, es decir que tiende a

Citado por Christiane Klapisch-Zuber, Historia de las Mujeres, La Edad Media, página 13 21 "Matrimonio cristiano y baja condición social podrían ser sinónimos"Robert Fossier, La sociedad medieval, Barcelona, editorial Crítica, 1996, página 95. 22 Werner Rosener, Los campesinos de la Edad Media, Barcelona, editorial Grijalbo, 1990, página 199.Robert Fossier refiriéndose al siglo VIII llama la atención sobre las numerosas mujeres que solíab tener los notables entre "con mucho hay una primera esposa, y agrega" no hay razón para que los humildes no hicieran lo mismo. La sociedad medieval, página 93. El tamaño y la composición de la familia campesina en la temprana Edad Media, etapa a la que se refiere el artículo de Herlihy, es objeto de amplia discusión entre los historiadores. Véase Leopoldo Genicot, Comunidades rurales en el Occidente medieval, Barcelona, editorial Crítica, 1993, página 23. Alain Guerreau, llega a considerar que durante el feudalismo el matrimonoio monogámico indisoluble fue la excepción Plantea la hipótesis de que 'eso que llamamos familia no existía en la Aklta Edad Media; existían relaciones de parentesco bastante simples que ligaban a cada individuo a un estatuto, por tanto a una tierra y ello en el marco del gran dominio". El feudalismo. Un horizonte teórico, Barcelona, editorial Crítica, 1984, página 212. 23 Diálogos sobre la Historia. Conversaciones con Guy Lardreau, página 121. 24 Ibidem, páginas 125-126.

114


perpetuarse, a reproducirse, a propagarse en las mismas estructuras. Pero, agrega, a la codificación biológica hay que añadir la codificación inmaterial. El matrimonio es un hecho biológico y cultural; las reglas de la cultura se articulan sobre imperativos biológicos con el fin de que un determinado grupo se reproduzca en las mejores condiciones. Las prácticas matrimoniales de la nobleza a las que arriba se aludió (casar los hijos mayores y destinar a los menores a la guerra) eran procedimientos de regulación de nacimientos, de control de las herencias, y de consolidación del poder aristocrático. Se trata además de códigos que no son inmutables pues se adaptan a los cambios del entorno. La familia, concluye Duby, es como una célula: logra la expansión a expensas de las demás células y resiste a las presiones del ecosistema. A ese esfuerzo biológico hay que agregarle el cultural, cuya intervención es por completo determinante24. ,

Considero pertinente hacer una observación final comparativa entre los dos libros. Women, Family and Society in Medieval Europe está escrito atendiendo

con rigor y precisión a las normas que exigen citar las fuentes y autoridades en los que se apoya su autor; en Eve et les prétres, al contrario, no hay una sola referencia bibliográfica precisa. Seguramente que en este último caso se han omitido las citas y la bibliografía con el propósito de dar agilidad al texto, y facilitar su lectura, porque la obra puede estar dirigida a un público no especializado25. Antes que para mostrar erudición, las notas bibliográficas sirven para verificar las tesis que el autor desarrolla y son útiles para quien quiera profundizar en el tema. Conocidos su prestigio y autoridad como medievalista, quizás Duby no se ha sentido obligado a dar conocer con detalle sus fuentes. EL omitirlas, sin embargo, ha sido un gesto de descortesía con sus lectores. Bogotá, marzo de 1998.

115


Pedro Abelardo y los Estudios Superiores en la Francia del Siglo XII Néstor Miranda Canal

Nota del autor: Este texto no constituye, de ninguna manera, una investigación histórica en términos de lo que tradicionalmente los historiadores profesionales consideran como tal. Mucho menos si se tienen en cuenta las adversas condiciones -de carácter estructural, podríamos decir- que existen en nuestro medio para trabajar en historia medieval europea. Su valor, si lo tiene, reside en que brota de una experiencia pedagógica. Se elaboró, específicamente, para los estudiantes del curso de Historia de las Ciencias que brindé a estudiantes de la Universidad de los Andes durante el primer semestre de 1998, ante la inexistencia de un texto corto y sugestivo que sirviera de enganche para tratar el importante tema de "la querella de los universales" durante la Plena Edad Media, en el que algunos especialistas creen ver el arranque de la "ciencia moderna". Debería servir, además, para que los estudiantes apreciaran la ineludible -y hasta conmovedora y precaria- condición humana de los filósofos y los científicos. Su "documentación primaria", para hablar en esos términos, son notas de lectura para clase. En ese sentido, el texto es bastante secundario. Cuando Pedro Abelardo -nacido en Pallet (Bretaña), en el año 1079- llegaba a la ciudad de París, ésta ya dejaba entrever su vocación de convertirse en uno de los más importantes centros universitarios de la Europa feudal y, al mismo tiempo, en un hervidero estudiantil cuyos movimientos habrían de sacudir periódicamente el ambiente cultural y político francés, siendo el más reciente el conocido genéricamente con el nombre de la "revolución de mayo de 1968". Por la misma época en que Abelardo entraba a París, Hugo de Saint-Victor -otro de los estudiantes-profesores, o "ecólatras", famosos en el siglo XII- describía la siguiente escena: "- Vuélvete aún hacia otro lado y ve. "-Me he vuelto y veo. "- Qué ves? "- Veo escuelas (grupos) de estudiantes. Hay una gran muchedumbre en ellas; veo allí gentes de todas las edades: niños, adolescentes, jóvenes, ancianos. Sus estudios también son diversos. Unos aprenden

117


a plegar la lengua todavía torpe para emitir nuevos sonidos o palabras insólitas. Otros se esfuerzan en conocer declinaciones de términos, composiciones y derivaciones, primero escuchándolas, después repitiéndolas entre ellos y, volviéndolas a repetir a fin de grabarlas en la memoria. Otros trabajan con el estilete tablillas de cera. Otros dibujan figuras, trazados variados y de colores diferentes, dirigiendo la pluma sobre el pergamino con mano segura. Otros aún, animados de un celo más ardiente y fervoroso, discuten entre ellos de materias graves, al parecer, y se esfuerzan en mantenerse mutuamente en dificultad valiéndose de sutilezas y argumentaciones. Veo también allí a algunos que calculan. Otros, punteando la cuerda tensa sobre un puente de madera, producen diferentes clases de melodías; otros describen el curso y la posición de los astros y explican, con distintos instrumentos, las revoluciones celestes; otros tratan de la naturaleza de las plantas, de la constitución de los hombres y de las propiedades y efectos de todas las cosas."

Las Escuelas del siglo XII

,

El anterior texto de Hugo de Saint-Víctor ilustra sobre tres de los rasgos más sobresalientes de las Escuelas (del latín Schola) del siglo XII, antecesoras inmediatas de las universidades, cuyas primeras fundaciones datan del siglo XIII: 1. El carácter abierto, público1, itinerante y "espontaneista" de dichas Escuelas. Charles Haskins, en un célebre libro sobre el siglo XII, señala que "en 1100 la escuela seguía al maestro, hacia 1200 el maestro seguía a la escuela". Es decir, que a partir de esta última fecha la tendencia "sedentaria", característica de las universidades,

gana terreno frente al "nomadismo" de las Escuelas de "la gran claridad del siglo XII" (Gustav Cohén). El espacio físico se define y se estabiliza para que la institución de estudios superiores se convierta en ese "ayuntamiento de maestros y escolares que es fecha en algún lugar con voluntad de entendimiento de aprender los saberes" (Partidas de Alfonso el Sabio). 2. La diversidad de edades de los escolares, así como la diversidad de los estudios, que, además, presentaban un cierto carácter "monográfico", por temas o autores. En el texto citado de Saint-Victor, los estudios parecen encerrarse en el viejo esquema del trivium (gramática, que incluía letras, especialmente latinas; retórica; y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Con toda seguridad, los temas abarcaban espinosos asuntos teológicos y filosóficos, centrados estos últimos, en su mayor parte, en comentaristas de las obras lógicas de Aristóteles2, como Porfirio, Boecio, etc. 3. La discusión como método de trabajo. Este método de la disputatio tuvo en esas Escuelas una gran importancia, tanto durante el trabajo en clase como durante las horas dedicadas al estudio fuera de clase. Posteriormente, bajo la rutina de la repetición escolástica, en su forma ya degenerada, habría de convertirse en una especie de caricatura vaciada de su profundo contenido dialéctico, didáctico y pedagógico. Las universidades, como sucedió con la de París, llegaron a vetar la disputatio en tanto método, y a censurar algunos autores y ciertas tesis filosóficas, incluidas las de algunos Doctores de la iglesia. Abelardo llegó a París comenzando la segunda década del siglo XII. Unos años antes, finalizando el siglo XI, la situación de la educación superior era muy precaria, a pesar de los importantes

1 Algunas dependían de conventos, las "conventuales" o "monásticas", y otras de iglesias importantes, las "catedralicias*. Otras presentaban un cierto grado de independencia frente a estas instituciones, como ¡rfa a suceder con las universidades. 2 El Aristóteles "integral" sería el revelado e interpretado por los árabes, hacia el siglo IX, versión que incluía además los estudios biológicos y que daría pie a toda una serie de reflexiones y estudios posteriores, por parte de los "duros" de la escolásticas, como fue el caso de Santo Tomás de Aquino y de los "averroístas".

118


avances que se habían logrado por la acción y el magisterio de Alcuino de York durante el reinado de Carlomagno. El número de maestros era escaso, como escaso era el nivel cultural de los mismos. Los más preparados estaban en los monasterios rurales y no en los centros urbanos, los cuales, a su vez, eran escasos para esta época. A este respecto escribe otro "escolar" famoso, Guibert de Nogent: "Durante el tiempo que precede inmediatamente a mi infancia y durante ella misma -es decir, hacia 1080 aproximadamente- la penuria de los maestros era tal que era casi imposible encontrar uno de ellos en las villas (...) Su ciencia era tan mínima que no podría compararse con la de los clérigos vagabundos3 de hoy en día".

La situación extra-claustro e íntraclaustro Las cosas, no obstante, evolucionaron con relativa rapidez desde los años de finales del siglo XI. En París y Chartres, así como en otros lugares de Francia (Laon, Reims), se crearon centros de estudios de un nivel que superaba el de los anteriormente existentes. En sus primeros años de vida estos centros contaron con maestros de fuerte personalidad, los cuales lograban arrastrar a sus alumnos en su trasegar por la diferentes Escuelas en formación y en cambio rápido. Este trasegar y estas fundaciones y estos cambios son el producto visible de los dinámicos procesos materiales y sociales que están en la base del llamado Renacimiento del siglo XII. Las innovaciones técnicas, en especial las relacionadas con los trabajos del campo, como era de esperarse para una época de predominio de las formas de producción feudales (manejo de las corrientes de agua, perfeccionamiento de molinos, nuevas técnicas agrícolas y ganaderas, mejoramiento de los sistemas de transporte y de transmisión de noticias, etc.), se entrelazaron con procesos sociales (cambio en las formas de trabajo

y de propiedad, etc.) que permitieron la liberación de una buena parte de la mano de obra rural que fue a engrosar la creciente población de los nacientes "burgos". La división del trabajó se acentuó, dando como resultado una articulación social de mayor complejidad. Todo ello ejerció presión en el sentido del surgimiento de nuevos grupos de intelectuales, los cuales, sin perder su ligamen con la institución religiosa, respondían a esa complejízación del tejido social. Se requerían juristas formados en una "ciencia del derecho" alejada de la dominante tendencia casuística y consuetudinaria que dominó la Alta Edad Media, personal para los estudios notariales de los centros urbanos y comerciales; clérigos mejor formados para las cancillerías de los soberanos, de las administraciones comunales y, claro está, para responder a una institución eclesiástica en crecimiento. Los desplazamientos de la población, la alteración del habitat rural en beneficio de lo urbano y otros cambios de "las aguas, los aires y los lugares" exigían médicos más atentos al estudio concreto de patologías efectivas y menos preocupados por los textos de Galeno. Las herejías y las nuevas órdenes religiosas, a su vez, exigían teólogos más comprometidos con "el reino de este mundo", el cual no dejaba de tener sus hilos de contacto y relación con "el más allá". Todo esto actuó en el sentido de desplazar los estudios desde los monasterios hacia las escuelas de las catedrales y de los capítulos urbanos. A estas presiones "objetivas" se sumaron las derivadas de los dramáticos y renovadores contactos e intercambios que se dieron durante las Cruzadas, iniciadas hacia el año 1095, fecha de predicación de la primera de ellas.

Chartres y París Para el área en la cual se movió Pedro Abelardo interesan dos centros importantes: Chartres y París. En el primero existía una Escuela episcopal desde

3 Estos clérigos vagabundos -llamados en francés vagands- eran hombres jóvenes sin trabajo conocido, semiestudiantes, practicantes del arte de la mímica y la juglaría y. algunos, dedicados a la mendicidad.

119


el siglo IX, en la cual se impartían lecciones de medicina, además de otras disciplinas. El obispo Fulberto -no confundir con el tío de Eloísa- la convirtió en un núcleo notable de estudios literarios (retóricos y gramaticales), entre el año 1008 y el 1028. Los trabajos que allí se desarrollaron contribuyeron a depurar el latín en tanto vehículo de expresión escrita, cuyos avances habrían de notarse en los escritores del siglo XII, entre ellos Abelardo. Algunos de los maestros de Chartres hicieron de esta escuela, a finales del XI y comienzos del XII, un centro destacado de los estudios científicos del quadrivium y de la dialéctica. Entre 1119 y 1126, Bernardo de Chartres introdujo allí el platonismo, combinado con la matemática. También fue centro importante de estudios bíblicos y, además, un bastión del realismo en el curso de la gran polémica de los universales. París consolidó su renombre en tanto centro de estudios a comienzos del siglo XII, cuando ya la agitación estudiantil se había instalado en la He de la Cité. Por estos años algunos maestros se separaron de los emplazamientos tradicionales y reunieron sus alumnos en la montaña de Santa Genoveva, alrededor del monasterio del mismo nombre. Allí habría de ubicarse el para siempre famoso quartier latín (barrio latino), poblado por estudiantes, maestros y bohemios desde entonces. En las estribaciones de esa misma colina, Guillermo de Champeaux (1070-1121) -maestro y enconado rival de Abelardo- organizó en 1108 el capítulo de Saint-Victor, dirigido durante algún tiempo por el ya citado Hugo. Este centro se destacó en el estudio de la Escritura, con su llamada "tendencia victorina": establecer el texto más seguro de la Biblia, fijando su sentido literal antes que su sentido alegórico. Para ello se adelantaron fraternales discusiones con los sabios judíos, en una muestra de tolerancia impensable, por ejemplo, en la modernidad de los siglos XVI y XVII. Hubo otras Escuelas en la He de France o en la región del Loire, zonas del despertar de los Capetos y de los primeros pasos del gótico. Pero, indudablemente, para la primera mitad del siglo

XII, Chartres y París se llevaron los palmares. También las hubo fuera de Francia: Canterbury en Inglaterra, Freising en Alemania, Bolonia en Italia, por ejemplo, utilizando denominaciones nacionales que en rigor son posteriores a la época que aquí se trata. A esta clase de Escuelas y de centros estudiantiles llega Pedro Abelardo. Se pueden seguir sus pasos y sus ideas iniciales a través de las propias palabras del "ecólatra", en especial de la Historia calamitatum (llamada Carta a un amigo), texto singular para su época.

Una "historia calamitosa", pero no sólo eso... La Historia permite entrever la psicología de su autor, sus dolores, sus pasiones, sus fantasías, sus temores, sus resentimientos y sus cálculos. Es un texto franco -se puede presumir- y pleno de contradicciones, muy cercano a la sensibilidad manipuladora de un intelectual y -según Régine Pernoud, autora de uno de los mejores libros sobre Eloísa y Abelardo- muy ilustrativo sobre el universitario de todos los tiempos. Las cartas cruzadas, tardíamente, entre estos dos amantes y que generalmente siguen en todas las ediciones a la Historia-, se caracterizan por una factura cuidadosa, una gran libertad de expresión de los sentimientos personales, especialmente en el caso de Eloísa, y una cierta tensión de los sentimientos y de eso que suele llamarse "el espíritu". En parte, en el fondo bullen ideas que no se ajustan a ese "imaginario" interesado y estereotipado que ha existido sobre la Edad Media, como las que se expresan en estos versos de un poeta de esa época: "... La belleza de las muchachas ha herido mi pecho. A las que no puedo tocar, las poseo desde mi corazón. ... Yo quiero morir en la taberna, ahí donde los vinos están cerca de la boca del moribundo; Después, los coros de los ángeles descenderán cantando:

120


Ten clemencia, Dios, de este buen bebedor! ... Más ávido de voluptuosidad que de eterno descanso, y muerta el alma, ya no me preocupo sino de la carne." En la Historia calamitatum, Abelardo cuenta su vida, su drama, e informa sobre la organización de los estudios y los problemas que preocupaban a los intelectuales de su época. Este testimonio está ligado a la inscripción de Abelardo en una problemática intelectual y en unos debates claves para el desarrollo de la filosofía y de la ciencia, de los cuales todavía hoy podemos aprender y o(r sus ecos. "A través del drama de la vida de un hombre -escribe la Pernoud- se perfila una evolución histórica. Y esto es lo que hace de Abelardo un personaje apasionante: héroe de una novela de amor sin igual, es también, en el campo del pensamiento, portador de un germen que va a necesitar más de un siglo para madurar, y cuya importancia no puede serenamente valorarse con anterioridad a nuestra época". Ese germen es el de la duda (no el nihilismo), la actitud crítica frente al saber establecido, la duda en cuanto elemento indispensable en la búsqueda de la "verdad", afirmación, a su vez, de los derechos de la razón. La duda, "el pesimismo de la inteligencia", como la llamó también otro perseguido del siglo XX -Antonio Gramsci-, que debería combinarse con "el optimismo de la voluntad". Decía Abelardo en una de sus obras, el Sic et Non: "La primera clave de la sabiduría es la pregunta asidua y frecuente... Dudando es como llegamos a la búsqueda, buscando es como percibimos la verdad". Es esta la actitud que asumirán otros sabios que vivieron problemas y situaciones diferentes de las que enfrentó Abelardo, como sucedió con Rene Descartes en el siglo XVII y Claude Bernard en el XIX, por ejemplo. Las informaciones que se pueden recabar de la Historia están mezcladas con las confesiones y racionalizaciones del drama personal, las cuales, a su vez, pretenden servir de pautas para el lector "amigo" (¿de todos los tiempos?) para encontrar consuelo en la tragedia ajena. Así se abre la Carta

a un amigo: "Ocurre a menudo que es más fácil conmover el corazón de otro por el ejemplo que con discursos. Al débil consuelo que os ofrecí durante nuestra conversación, he resuelto unir, por escrito, el relato de mis propias desventuras. Así, podréis comparar mis experiencias con las vuestras y, reconociendo que éstas son relativamente poca cosa, las encontraréis tolerables". Cuenta Abelardo que antes de llegar a París dejó "la corte de Marte", a la que estaba destinado en tanto primogénito de un hombre de armas de la pequeña nobleza bretona, "para crecer en el seno de Minerva" y dedicarse a "la dialéctica y su arsenal" (tan ligada a la polémica y a la confrontación argumental), rama que prefería a todas las otras de la filosofía. Prefirió "los asaltos de la discusión" a "los trofeos de las batallas". Las imágenes no son arbitrarias: los estudiantes, así como los caballeros medievales ("andantes") iban de lugar en lugar para enfrentar nuevos y más excitantes torneos y combates. Nada más alejado de esto que las sedentarias -y a veces tan pasivasuniversidades. "Me puse a recorrer las provincias siempre discutiendo, yendo a todos aquellos sitios en donde -según oía decir- el estudio de este arte (la dialéctica) se honraba". La dialéctica en el siglo XII era entendida principalmente- como el arte de razonar, el arte de conducir la razón hacia la verdad. Pero no se confundía con la lógica, sino que la incluía trascendiéndola. La lógica -se ha afirmado con alguna razón- puede ser la obra de un sólo individuo, y aún en el caso de grupos de trabajo es el producto de una reflexión íntima. Piénsese, por ejemplo, en la versión de la lógica de los llamados "solitarios de Port-Royal", en el siglo XVII. La dialéctica, por el contrario, exige la discusión, la confrontación, el intercambio activo, en ella ocupa un lugar de primer orden la disputatio. Es un hecho dialogal. ' Apenas llegado a París, en "donde florecía la dialéctica desde hace mucho tiempo", Abelardo buscó a Guillermo de Champeaux, "el maestro

121


indiscutible de este arte": "Al principio fui bienvenido, pero no tardé en convertirme en molesto, porque yo me esforzaba por rechazar varias de sus ideas; me arriesgaba en argumentar frecuentemente contra él y sucedía incluso que lo aventajaba en la discusión". Esta discusión era elemento fundamental en la pedagogía de las Escuelas del siglo XII, no existiendo en la práctica lo que hoy se llama la "clase magistral". En su conjunto, el trabajo en clase se asemejaba más a lo que se conoce como "seminario". La discusión iba más allá del espacio de las clases.

Un método posiblemente rescatable El método de trabajo "escolar", que luego la escolástica tardía habría de esclerotizar, consistía más o menos, en lo siguiente:

particulares perspectivas- que si la realidad se presentara tal y como es, no sería necesaria esa actividad. 3. Luego se pasaba a la questio. Maestro y estudiantes interrogaban, "cuestionaban", el texto en relación con posibles contradicciones, incoherencias, etc. El trabajo sobre las contradicciones ha sido valorado como uno de los aportes intelectuales de Abelardo, que se encuentran en el Slc et Non. De allí, se puede reconstruir, un tanto libremente, el siguiente "discurso del método": Ubicar las contradicciones para su explicación fuera del texto. Pueden encontrarse problemas de estilo, problemas relacionados con el público al que va dirigido, etc. Cerciorarse de que los escritos no sean

1. En la base de la enseñanza estaba la lectio, la "lección", la "lectura", "la clase". El maestro "leía", era el "lector". "Leer", en este sentido, era enseñar. El título de "lector" también habría de usarse en nuestra universidad colonial y, todavía, perdura en la tradición de la universidad de los países germánicos. 2. Venía luego el comentario (o la glosa) del maestro, el cual comprendía tres momentos: a. La "letra" (littera), que incluía la explicación gramatical del texto y la apropiación literal del

b. El "sentido" (sensus), que consistía en hacer inteligible el texto. c. La "sentencia" (sententia), la búsqueda del sentido profundo, en especial del contenido doctrinal o dogmático. También se buscaba el sentido alegórico. La interpretación alegórica fue una de las constantes de la cultura medieval. Esta idea de ir más allá de la apariencia está en la base de la actividad filosófica y científica. Dos de los fundadores de la ciencia social moderna, Marx y Durkheim, afirman -desde sus

Apócritos. Tener en cuenta las posibles faltas de los copistas. Diferenciar las opiniones del autor, de las que pueden ser ajenas. Determinar el sentido de lo que en él se afirma. . 4. Venía, finalmente, el diálogo polémico, la disputatio, característico de la actividad "escolar" del siglo XII y centro nutriente de la dialéctica, el cual llegó a abarcar casi todas las ciencias sagradas y profanas de la época. Muchos tratados medievales también fueron presentados como "disputas", e incluyen la palabra disputatio en el título. Juan de Salisbury, alumno y admirador de Abelardo, cuenta que las sesiones de clases eran seguidas por el trabajo de los estudiantes, en el cual estaba presente la discusión. Y Roberto de Sorbon aconsejaba a los mismos que hicieran un resumen de todo lo leído y, de manera fundamental, que discutieran entre ellos el trabajo realizado en las aulas.

122


¿Un legado? El espíritu polémico de Pedro Abelardo hubo de contribuir, sin duda, al desarrollo de esta didáctica y de esta metodología y, sobre todo, de esta actitud intelectual, que predominó en las inestables y dinámicas escuelas del siglo XII. Su vida itinerante y plena de desasosiego -dentro de la cual se conoce sobre todo su "contrariado amor" por la bella Eloísalo llevó por diversos poblados, por diversos centros escolares y monasterios. Algunos enemigos, que lo persiguieron y forzaron su peregrinaje, se los debió a su carácter soberbio y vanidoso. Su castración a manos de unos sicarios contratados por el tío de su amada -el canónigo Fulberto-, se la debió a su pasión humana, pasión que en las palabras que cierran el bello libro de Régine Pernoud es la que hace grande a Abelardo: "En realidad, si Abelardo legó su nombre hasta nuestra generación, es debido a que fue el héroe de una historia de amor sin igual; ahí se encuentra para nosotros, todo el valor de su vida. Esto quiere decir, que lo que constituye la grandeza de Abelardo es Eloísa."También este amor obligó al "castrado Abelardo", como lo llamó Francois Villon otro marginal, del siglo XV- a deambular por les routes de France, arrastrando, no sin dolor, su "busco sin cesar", su sentido de la duda y la confrontación racional. Finalmente, un hombre piadoso y bueno, conocido en la historia con el nombre de Pedro el Venerable, lo acogió en su abadía de Cluny, desde donde fue trasladado por razones de salud- a Saint-Marcel-de-Chalon, lugar en que murió el 21 de abril de 1142. Ese hombre bueno, cuya traducción al francés del Corán ¡lustra sobre su carácter tolerante y ecuménico, escribió una carta a Eloísa para informarle de la muerte de su "señor", como ella lo llamó algunas veces. Una carta que -en palabras de Régine Pernoud- "se sitúa al nivel en que se coloca la historia de Abelardo y Eloísa: el de la superación, el de una búsqueda de lo absoluto que les ha colocado a uno y otro más allá de los términos medios y de las aceptaciones fáciles". Ese hombre maravilloso, un abad del siglo XII, que enterró a Pedro Abelardo y dejó preparada a su lado la tumba para Eloísa, se dirigió a ésta en los siguientes términos: "Aunque la divina

Providencia, que otorga todas las cosas, nos negó la ventaja de vuestra presencia, por lo menos nos concedió la del hombre que os pertenece, la del hombre ilustre que no hay que vacilar en llamar con respeto el servidor y el verdadero filósofo de Cristo, maestro Pedro". "El hombre que os pertenece...", le dice Pedro el Venerable, abad de la célebre abadía de Cluny, a Eloísa, la amante del cuasi-herético Abelardo, en los tiempo de la mal llamada "edad oscura". Para Abelardo no existía tema alguno susceptible de escapar a "los rigores de la dialéctica". Incluso el mal debía ser objeto del conocimiento. En el libro II del Du Bien Supreme incluye una argumentación que bien vale la pena reproducir con cierta extensión. Dice allí: "No admitimos que ciencia alguna sea mala, incluso la ciencia del mal; el hombre justo no puede privarse de ella -no con miras a hacer el mal, sino porque le permite cuidarse del mal del cual habrá tenido el conocimiento previo; si no se le conoce, no se le puede evitar, como lo testimonia Boecio. Pues lo que está mal no es saber engañar o fornicar: sino cometer estos actos; es bueno conocer tal cosa que es malo el hacerla; no se peca conociendo el pecado, sino cometiéndolo. Si una ciencia cualquiera fuera mala, sería malo conocer ciertas cosas, y entonces Dios podría ser acusado de maldad, por que él lo conoce todo. Pues sólo en él está la plenitud de todas las ciencias, toda ciencia es un don que de él proviene. En efecto, la ciencia es la comprensión de la verdad de las cosas que existen, y él discierne todas las cosas según la verdad..." Luego de estas disgresiones -tan antagónicas con todo fundamentalismo inquisitorial, y tan osadas-, Abelardo pasa a extraer algunas consecuencias de ética "teórica": "Ahora bien, como la ciencia del mal también es buena, necesaria para evitar el mal, es también cierto que el poder mismo de hacer el mal es bueno, y necesario para el mérito. Pues si no pudiéramos pecar no tendríamos ningún mérito no pecando; a quien no tiene libre arbitrio no se le debe ninguna recompensa..." Audacias como éstas no debieron ser raras en las Escuelas del siglo XII.

123


Las dos disciplinas mayormente cultivadas por los "ecólatras" fueron la dialéctica y la teología, la cual sería la "ciencia" por excelencia durante el siglo XIII, el siglo de la escolástica en la versión tomista. En ambas se destacó Abelardo, adoptando posiciones originales, de "vanguardia", poco ortodoxas, en medio de incesantes polémicas. Él mismo cuenta cómo se enfrentó, apenas llegado a París, con "el maestro más hábil" de la dialéctica, Guillermo de Champeaux. Y se le enfrentó en la cuestión "más importante" en este campo, la de los universales. Como es sabido, esta cuestión (la polémica realismo vs. nominalismo, también llamada "la querella de los universales") llenó buena parte de la filosofía de la plena y la baja Edad Media, con consecuencias que se proyectaron en la actividad científica, las creencias religiosas, la política, el arte, etc. Abelardo fue discípulo de uno de los fundadores de la corriente nominalista, Roscelino (nacido hacia el año 1050), quien, posteriormente, sería uno de sus enemigos en el plano personal. Guillermo de Champeaux era un clásico representante de la actitud realista. Abelardo adoptó en este asunto de los universales una posición nominalista, pero nada ortodoxa. Los nominalistas planteaban que los universales (los conceptos generales) no tenían existencia efectiva; eran solamente emisiones de voz, "voces vacías" (flatus vocis), palabras arbitrarias: la única realidad efectiva es el ser concreto individual, el particular. Los realistas ortodoxos sostenían que la única realidad era el concepto universal y las cosas sensibles individuales constituían simplemente emanaciones de aquél. Pedro Abelardo sacó el problema de este ámbito, el de la ontología, y lo ubicó en el análisis del lenguaje, inclinándose, no obstante, por el nominalismo. Algunos estudiosos han visto en esta actitud un planteamiento precursor que lo une a las modernas filosofías del lenguaje. En las Glosas a Porfirio afirma que "lo universal es aquello que, por naturaleza, se dice de varias cosas, como hombre: lo individual, lo que no se dice de más de una cosas, como Calías; lo

universal no está, pues, en la palabra como tal (vox), sino en la palabra en tanto que es capaz de ser predicado (sermo proedicabilis); casi se podría decir: la universalidad es una determinada función lógica de una palabra... Sin embargo, la palabra universal, aún sin designar una realidad, ha sido dada a los sujetos de los cuales se dice a causa de una semejanza en la cual todos convienen; todos estos sujetos, por ejemplo, son hombres y, por su estado de hombres (status hominis), no difieren". Abelardo no busca, pues, la especie (lo universal) por fuera de los individuos -y eso es nominalismo-, ni éstos aparte unos de otros -y en eso se acerca al realismo-. La busca en la relación entre los individuos pero en el terreno del lenguaje, de la función que cumplen las palabras en el discurso. Pero Abelardo también incursionó en el importante, duro y peligroso terreno de la teología. Debió sentir las arduas dificultades que presentaba un campo en donde chocaba la razón con la fe, en donde la relación de estos dos términos se hacía fundamentalmente problemática, en su tratamiento y en sus consecuencias prácticas, en donde se planteó el espinoso problemas de si existían dos verdades o una sola. "No prometemos -escribe en el Du Bien Supreme- ciertamente, enseñar por encima de la verdad, que es cierto, no puede ser conocida por nosotros ni por ninguno de los mortales, pero al menos tendremos la satisfacción de ofrecer alguna cosa que sea verosímil, próxima de ¡a razón humana sin ser contraria a la Escritura sagrada, oponiéndonos a aquellos que hacen gala de atacar la fe por razonamientos humanos..." Pero su interés -lo confiesa- era, además, el de derrotar a los rivales que estaban en la primera línea del escalafón "escolar", como sucedía con Guillermo de Champeaux y otros, escalafón en el que "muy pronto yo reinaba sin oposición". Ligadas a este sentido de la competencia salieron en diferentes épocas sus tres tratados teológicos más importantes: Du Bien Supreme (De la Unidad y de la Trinidad

Divina),

Introducción

a

la

Teología

cristiana

y

Diálogo entre un filósofo, un judío y un cristiano. En 1121

el Concilio de Soissons condenó la primera, y en 1140, en Sens, fueron condenadas 19 de sus proposiciones teológicas contenidas en las otras dos.

124


Una buena parte de los estudiosos de la vida y la obra de Abelardo lo ven como una figura que se adelantó a su época. Su puesto quizás estaría en el siglo XVI, o un poquito más adelante. Puede que algo de razón exista en estas apreciaciones. Lo cierto es que vivió en el siglo XII y fue un hombre de su época. En otra época no hubiese sido "el castrado" Abelardo, el amante de Eloísa, el

"escolar" (alumno y maestro) de esas Escuelas que poblaron la He de France y otras comarcas durante ese siglo, una décadas antes de que surgieran las primeras universidades. Lo cierto es que su drama ilustró por enésima vez la fundamental condición humana y su pensamiento contribuyó a "la gran claridad del siglo XII".

Bibliografía Básica Heloise et Abelard. Lettres, Union Genérale d'Éditions, Paris, 1965. Edición en español: Cartas de Abelardo y Heloisa. Historia Calamitatum, Hesperius, Barcelona, 1989. Abelard. Du Bien Supreme, Bellarmin-Vrin, Montréal-Paris, 1978. Regine Pernoud. Eloísa y Abelardo, Espasa-Calpe, Madrid, 1973. Philippe Wolff. Histoire de la pensée européene: I. L'eveil intellectuel de l'Europe, Seuil, Paris, 1971. Pierre Bonnassie. Vocabulario básico de la historia medieval, Grijalbo, Barcelona, 1983. Etienne Gilson. La filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1958, t. I. Friedrich Heer. El mundo medieval, Guadarrama, Madrid, 1963.

125


Reseñas

El desafío islámico John L. Esposito Acento Editorial, Madrid, 1996. Desde el triunfo de la revolución islámica en Irán en 1979 la opinión pública occidental (y esto incluye, desgraciadamente, a un país como el nuestro) y la visión del islam político o fundamentalismo han estado viciadas por estereotipos y lugares comunes. Las explicaciones fáciles -si es que las hay, la presentación en un noticiero de televisión, sin ningún análisis y en unos pocos segundos de un acto terrorista islámico o la copia directa y sin remilgos de un cable de una agencia internacional de noticias, han conducido a que el ciudadano común piense que la actuación del islam no sea sino producto del "fanatismo musulmán". O a que en los ataques terroristas contra Israel tan sólo se trate de "actos sanguinarios producto de la perversidad inherente de los árabes". Los árabes, parecería, son meros terroristas. Valga la pena mencionar que inclusive la academia no se ha salvado de esta simplificación.

Ya en el primer capítulo, El islam contemporáneo: ¿reforma o revolución?, y en línea con la tesis de la diversidad, se polemiza alrededor del término "fundamentalismo" para rechazarlo, pues en el fondo trae consigo de manera implícita la idea del retorno a principios fundamentales y repetición del pasado. Se prefiere, pues, el término activismo islámico, islamismo o resurgimiento islámico, indicando que habría que conceptualizarlo "...como algo que ha llevado a conferir al islam una presencia más destacada en la política y la sociedad mahometanas" (p. 8). También se destaca aquí una crítica a los que abogan por la teoría de la modernización, interpretan dentro de las dicotomías antiguo-moderno, religiónsecularidad y creen que el impacto modernizante occidental tan sólo produce, en la sociedad antigua y religiosa, modernización y secularización. Esposito indica que estos intelectuales se olvidan de que el impacto de Occidente también fue un factor importante en el resurgimiento de la religión.

Es precisamente aquí donde El desafío islámico toma su punto de partida. En la introducción se nos advierte como "...la visión del fundamentalismo islámico como una amenaza para Occidente se ha adueñado de la imaginación de los gobiernos y los medios de comunicación occidentales..." y que por lo tanto hay que "...traspasar la sutil línea que corre entre mito y realidad... (y) entre las acciones violentas de los pocos y las legítimas aspiraciones y actuaciones políticas de los muchos" (pp. XV, XVIII).

El autor trae a colación un recuento somero del auge religioso como fuerza política en las últimas décadas. Yendo más allá del Medio Oriente, extrapola situaciones de otras regiones del continente asiático mostrando la diversidad y envergadura del movimiento. Explica cómo el islam político ha ganado popularidad entre los marginados y al mismo tiempo señala sus fracasos en el establecimiento de sociedades más justas. La búsqueda por la autenticidad cultural y la identidad nacional coincide con el deseo de acabar con los grandes problemas socioeconómicos que

127


los estados, producto de la independencia, no pudieron paliar. Agrega que el islamismo acepta la técnica y la ciencia occidental pero rechaza la occidentallzación, además de dar las pautas para el ritmo, la dirección y la envergadura del cambio. Vale la pena señalar la visión sociológica, ya que nos cuenta cómo el islamismo ha ocupado otros espacios sociales en la década de los noventa. Sus miembros ya no pertenecen solamente a organizaciones pequeñas y marginales sino que han pasado "...a formar parte del grueso de la sociedad musulmana, produciendo una nueva clase de élites de educación moderna pero de orientación islámica que actúan al lado de sus homólogos laicos y a veces en coalición con ellos... Se trata de un movimiento vibrante y multifacético" (p. 25). El segundo capítulo, El islam y Occidente: raíces del conflicto, cooperación y confrontación, relata en pocas páginas la relación entre el islam y la cristiandad durante diez siglos de historia. La visión del autor indica un alto nivel de ecuanimidad. "Tanto el islam como el cristianismo estaban imbuidos de un sentimiento de mensaje y misión universal que, visto retrospectivamente, hallábase abocado a la confrontación antes que a la cooperación"(p. 27). En un momento de la historia el cristianismo se sintió intimidado por el islam. Pero en los tres últimos siglos sucede lo contrario. El islam comenzó a sentirse amenazado en su autonomía e identidad lo que condujo a grandes cuestionamientos religiosos y políticos. Así, se explica la dialéctica histórica entre islam y cristianismo para comprender el surgimiento del islam político en el marco de un mundo dominado por Occidente. El tercer capítulo, Occidente triunfante: respuestas musulmanas, nos aproxima a una visión clave, pero que muchos autores ignoran: la perspectiva desde adentro. En el contexto del colonialismo y la independencia surgen respuestas musulmanas. La razón es muy simple: la influencia europea había trastocado la región, cambiado instituciones, se había infiltrado. Sustituyó y desafió. Pero la respuesta islámica no es solamente una mera reacción al desafío occidental. También tiene posee

128

raíces islámicas. Una tradición renovadora y motivaciones internas que descubren una decadencia cuya raíz se encontraba en el mundo islámico. Esposito se muestra crítico de la escuela modernista ya que expone raíces internas para la renovación de la región. Nos presenta autores que muchos ignoran y que plantean la compatibilidad del islam con la ciencia. Son los modernistas islámicos. Al-Afgani y Abduh, basados en el derecho a interpretar, traen a colación argumentaciones de base islámica para la reforma moderna. De esta manera, la religión jugó un papel importante en los movimientos de independencia anticoloniales y en el nacionalismo moderno. De diversas intensidades, contribuyó a la lucha colonial en Egipto, Irán, Argelia, Túnez y Marruecos. En el capítulo cuarto, El islam y el estado: dinámica del resurgimiento, se analiza la relación entre el islam y varios estados, tales como Libia, Sudán, Egipto e Irán. Las conclusiones muestran a una religión variada, dependiendo de las circunstancias de cada país y, además, los estados analizados se ven como entidades normales en búsqueda de la solución de problemas de la más diversa índole y que protegen, a su vez, sus vitales intereses. El gran logro del autor -mostrar la diversidad- se muestra aquí de manera unívoca. El mito de la amenaza islámica se desvanece ante la variedad y posibilidades de la religión. El quinto capítulo analiza los movimientos islámicos dentro de un marco que podríamos denominar la islamización desde abajo. El autor los llama Los soldados de dios. Los casos estudiados, el surgimiento de Amal y Hizbollaj, son vistos desde las realidades sociopolíticas. Se estudian sus objetivos y se constata que no son los mismos: el primero es más un movimiento que busca la transformación tan sólo del Líbano y desde el estado preexistente; mientras que el segundo, es más universalista y violento, al mismo tiempo que desea un estado de nuevo tipo. El Partido del


Renacimiento en Túnez es un ejemplo claro "...de la radicalización de movimientos en respuesta a la manipulación del sistema político, la represión o la violencia por parte de los gobiernos. El aumento de la represión estatal intimida, fomenta la formación de facciones y radicaliza. El resultado ha sido una escalada de confrontación y violencia"(p. 229). Es una verdadera lástima que el caso argelino, tan difundido y simplificado en los medios del mundo entero, no haya sido estudiado. De todas maneras, la variedad aparece nuevamente en el análisis, los movimientos son vistos como una respuesta a la era actual y no como movimientos anacrónicos. La rica diversidad de líderes y formas hace que el autor inclusive se pregunte si es posible englobar en una sola terminología a tan diversos movimientos. En el último capítulo, El "fundamentalismo islámico" y Occidente, son tratados varios temas, tal vez de una manera un poco dispersa: secularización y modernización, el caso Rushdie, desafío o amenaza, diversidad y cambio, la guerra del Golfo, la democracia, etc. Sin embargo, se inicia con una interesante analogía. Muchos se equivocaron señalando a la URSS como monolítica y peligrosa y con relatos llenos de exagerados temores; pocos presentaron la rapidez de su desintegración, su amplitud y su diversidad. Con el islam político puede estar pasando algo parecido. Discutiendo el tema de la relación entre la democracia y el islam, señala que el verdadero peligro está en los intentos de aquellos gobiernos que bloquean o niegan la participación a los sectores religiosos. Así, la democracia perderá prestigio en la región. La verdadera amenaza consiste en que los islamistas derroquen a los regímenes autoritarios que Occidente defiende. Al final de la obra el autor presenta la gran perspectiva, y de manera coherente con toda la obra, cuando indica que el gran "...desafío consiste en comprender mejor la historia y las realidades del mundo musulmán. Reconocer la diversidad y las muchas caras del islam refuta nuestra imagen de una amenaza islámica unificada. Reduce el

129

riesgo de crear profecías de automático cumplimiento acerca de la batalla de Occidente contra un islam radical. Guiado por nuestros proclamados ideales y metas de libertad y autodeterminación, Occidente se encuentra en una posición ideal para apreciar las aspiraciones de tantos seres humanos que hoy se esfuerzan por definir nuevos rumbos para su futuro en el mundo musulmán" (p. 302). Así concluye el libro instando a la comprensión de la diversidad y a la tolerancia. La obra es una lectura obligada para todos, legos y especialistas. Es una gran contribución a la historia de las ideas del Medio Oriente. La manera como se incluye a los líderes con su vida y obra es una interesante forma de interrelacionar al personaje, los grupos sociales y los diversos contextos - económicos, sociales y políticos. Así, el líder impregna su movimiento pero se presenta dentro de un fondo histórico. La gran y profunda diversidad, inclusive a veces enfrentada, es parte fundamental para comprender al islam político, así como su transformación, por ejemplo, en lo que respecta a su base social. Los temores y prejuicios de ambas partes cristianos y musulmanes - hacen el relato más global, menos parcializado y por ende más saludable. Es una visión desde adentro -y no sólo desde Occidente. El libro es un tanto repetitivo, tal vez porque así el autor quiere reforzar sus argumentos. Un interrogante, que siempre nos hemos hecho, queda en el aire. No queda claro en qué momento un islamista opta por la vía violenta y otro no. Dicho de otra manera, ¿porqué unos permanecieron en la sociedad y otros optaron por las armas? Libros como este contribuyen a la comprensión del mundo y al entendimiento mutuo. Y no como muchos otros, que hacen exactamente lo contrario: siembran la discordia y contribuyen a la falta de comprensión. Luis E. Bosemberg Profesor de la Universidad de los Andes


El Oriente Próximo: dos mil años de historia.

Bernard Lewis Crítica, Barcelona, 1996. Bernard Lewis es uno de los más célebres estudiosos del Medio Oriente. Sus numerosas publicaciones sobre la región han sido traducidas a diversos idiomas. Su incuestionable erudición, su conocimiento de idiomas y capacidad analítica lo han conducido a escribir temas tan variados, que abarcan desde la historia medieval, otomana y moderna, hasta análisis lingüísticos, trabajos monográficos y de síntesis. También ha provocado controversias, como en sus debates con Edward Said, a partir de los cuales muchos comenzaron a ver en algunos de sus libros orientaciones ideológicas y politizadas. Sus posiciones conservadoras, por ejemplo, en torno al peligro y agresividad del fundamentalismo islámico, han sido objeto de crítica por muchos académicos El Oriente Próximo: dos mil años de historia es un libro de historia en el pleno sentido de la palabra: el pasado debe explicar el presente. Así, en la introducción se describe a un parroquiano, sentado en un café en algún lugar del Medio Oriente en la actualidad, en donde se destacan todas las cosas que, de una u otra manera, provienen de Occidente: el reloj, la ropa, los muebles, la televisión, el periódico, el azúcar, el té y otras bebidas. Siguiendo esta idea, se nos presenta así una de las tesis fundamentales del libro: que las grandes transformaciones del Medio Oriente son ante todo un producto del choque con Europa, y posteriormente con Occidente en general. En este sentido, Lewis

pertenece a aquella escuela de pensamiento, la modernista, que propone que los cambios de la región de los últimos siglos son producto de un efecto externo. Es decir, los elementos internos no fueron la causa de la modernización. Esta escuela tiene a su favor el análisis que hace de los contextos globales y la intrusión de Occidente. No analiza exclusivamente partiendo de factores regionales o nacionales, análisis que en repetidas ocasiones se queda corto por hacer hincapié, por ejemplo, en una idiosincrasia de tipo local o religioso. El problema radica en que cuando se estudia desde el modernismo se señala la incapacidad propia de la región para transformarse. Es decir, el Medio Oriente aparece como un apéndice de Occidente, desconociendo dinámicas internas. Pero el autor no subestima la región. Lewis se sitúa en un punto intermedio. Por una parte, niega la dinámica interna que transforma en la época moderna, en los siglos XIX y XX. Pero por otra parte, las dos primeras partes de la obra estudian no sólo la historia preislámica, sino también la islámica y sus "secciones transversales" (estado, economía, élites, cultura y religión) a las que el considera el punto álgido de los logros de la humanidad hasta ese momento y que son indispensables para conocer la región antes de la llegada del imperialismo europeo. Tengamos en cuenta que la mayoría de escritores tiende a reforzar en sus estudios la época de la llegada europea.

130


El libro sintetiza la historia de los últimos dos mil años, inscribiéndose así en la explicación de una gran larga duración - muy saludable y sugestiva. Es bien sabido que la mayoría de libros de historia medieval sobre la región inician su recorrido con la llegada del islam. En esta obra la época preislámica adquiere un significado que pocos autores le atribuyen. Siguiendo la propuesta histórica, se plantea la importancia del Imperio bizantino y persa, así como también, el vínculo entre el Medio Oriente moderno y las antiguas civilizaciones de la región.

típica de la época de la guerra fría. Los norteamericanos se ven envueltos en la región porque Turquía e Irán, al verse presionados por la URSS, piden ayuda a los Estados Unidos. Igualmente, en la medida en que los soviéticos apoyan a la causa nacionalista árabe, los norteamericanos se ven obligados a estrechar sus vínculos con Israel. Dicho de otra manera, la presencia estadounidense en la región es ante todo una respuesta a la avanzada soviética. ¿Será ésta la gran explicación para comprender el porqué de la avanzada norteamericana?

Está claro que un libro que abarca tantos siglos de historia debe ser cuidadosamente selectivo. La selección, empero, puede generar controversias. La relación con Europa es detallada pero las relaciones con otras regiones, al sur o al oriente, no ocupan prácticamente espacio. Lewis no parece estar al tanto de la historia social y económica anterior a los siglos XIX y XX, pero le dedica espacio a Rusia y a la frontera norte del islam. Los temas de la historia moderna, tales como el impacto petrolero y el crecimiento demográfico, que a nuestro parecer son fundamentales, no son tratados en profundidad y extensión. '

En lo que respecta al conflicto árabe-israelí, el profesor es conocido por sus opiniones conservadoras muy favorables a Israel. Aquí parecería que una cierta moderación hace parte del texto, cuando señala que "...la responsabilidad inmediata del estallido de estos conflictos está repartida de un modo bastante equilibrado entre ambos contendientes" (p. 364). Así, las guerras de 1956 y 1982 fueron iniciadas por Israel, mientras que las de 1948 y 1973, por los árabes; o cuando admite que parte del éxodo palestino se debe a expulsión de sus hogares. Sin embargo, todavía su posición abiertamente judía se nota al decir que el conflicto se inició "...cuando los líderes árabes de Palestina intentaron impedir la creación de una patria nacional judía en dicho país" (p. 361). Es decir, tan sólo en ciertas coyunturas admite una agresividad por parte de Israel. Pero, cuando del inicio del conflicto se trata, la culpabilidad es de los palestinos.

El lector que conozca otras obras de Lewis encontrará temas que ya había tratado, tales como, las reflexiones sobre la decadencia otomana o los tres tipos de desigualdad característicos del cristianismo, el judaismo y el islam. La tesis de la modernización ya había sido presentada en su anterior publicación, The Shaping of the Modern Middle East (Nueva York, 1994), en donde se analiza también cómo la mayor parte de lo novedoso en la región se debe al impacto de Occidente y la respuesta que esto generó: la nueva tecnología militar, la vestimenta y las nuevas teorías del socialismo, liberalismo y nacionalismo. Es imposible hacer una crítica a la gran cantidad de problemas que el libro presenta. Por ello, nos referiremos tan sólo a unos pocos temas. El tratamiento que se le da al origen de la guerra fría en el Medio Oriente es bastante controversial y parece ser aquella posición de tipo anticomunista

En las perspectivas el autor señala que se está iniciando una nueva era: "...que los pueblos y los gobiernos del Oriente Próximo, por primera vez al cabo de dos siglos, serán dueños de su propio destino" (p. 385). El gran ejemplo lo constituye el hecho de que en la guerra del Golfo, Hussein no fue derrocado por la coalición internacional sino que se permitió a los iraquíes decidir por su cuenta. Si se interpreta esta idea como tonos democráticos occidentales habría muchos ejemplos, y no sólo en el Medio Oriente, que probarían que la defensa de la democracia no es la gran prioridad de los norteamericanos.

131


Al mismo tiempo, continúa Lewis y su tesis de la nueva era, los norteamericanos no deseaban un grado de patrocinio y protección que hubiese recordado los mandatos y protectorados de épocas anteriores. Pero la gigantesca presencia militar estadounidense en el Golfo, la venta de armas y la protección directa a las petromonarquías, sancionada por acuerdos bilaterales, ¿acaso no recuerdan la época de los mandatos y los protectorados? El historiador Lewis de pronto cae en el facilismo del periodista. La última idea del libro señala que sólo los pueblos y los gobiernos de la región pueden labrarse su propio destino si aprovechan las nuevas oportunidades - la ausencia de injerencia extranjera. ¿Será posible, en un mundo cada vez más globalizado, que se cumpla esa libertad de los destinos a los que Lewis hace alusión?

De todas maneras el libro es ameno, de lectura fácil y sin grandes propuestas analíticas. Sus anécdotas, producto de experiencia personal del autor en la región o de fuentes poco conocidas, son muy ilustrativas. Se puede utilizar como manual pero también como libro de referencia (incluye un índice alfabético). Además, incluye mapas de todas las épocas estudiadas y remite a una bibliografía pequeña pero de gran utilidad. El libro es una invitación, tanto para el lego, quien desea una introducción, como para el especialista, ya que estas visiones de conjunto dan orientaciones sugestivas dentro de la larga duración -que también son importantes para el académico. Luis E. Bosemberg Profesor de la Universidad de los Andes

132


Índices de Historia Crítica

Índice por Número

No 1: enero-junio 1989 JARAMILLO, Jaime, Perfil histórico de Bogotá, pp. 5-19. MEDINA, Medófilo, Bases urbanas de violencia en Colombia: 1945-1950, 1984-1988, pp. 20-32. GARCIA-PEÑA, Daniel, Protesta y política. Los movimientos antiguerra en Estados Unidos: 19651975, pp., 33-65. ARCHILA, Mauricio, Cultura y conciencia en la formación de la clase obrera latinoamericana, pp. 69-84. MENDOZA, Enrique, El porfiriato y la revolución en Valle de Santiago, Guanajuato México (primera parte), pp. 85-92. No 2: julio-diciembre 1989 BOSEMBERG, Luis Eduardo, Historiografía y revolución: tres autores del siglo XIX y la revolución francesa, pp.5-16. ACEVEDO CARMONA, Dario, En torno a algunas controversias sobre la revolución francesa, pp.1722. CLEMENTE, Isabel, La revolución francesa como revolución burguesa: Albert Soboul y Michel Vovelle, pp.23-46. HIRSCHSPRUNG, Nathalie, El vocabulario de la revolución francesa, pp.47-66. MENDOZA, Enrique, El porfiriato y la revolución en Valle de Santiago, Guanajuato México (segunda parte), pp.67-90. RODRÍGUEZ, Osear, El pensamiento económico en la formación del Estado granadino (primera parte), pp.91-108.

No 3: enero-junio 1990 FAZIO, Hugo, La Unión Soviética y el Tercer Mundo, pp.5-20. MUÑERA RUIZ, Leopoldo, Evolución ideológica de la resistencia palestina (1968-1988), pp.21-44. MARTÍNEZ, Frederic, Milenarismo y defensa de la fe en el siglo de las luces: la obra del jesuíta chileno Manuel Lacunza, pp.45-68. JIMÉNEZ, Michael F., "Mujeres incautas y sus hijos bastardos". Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (primera parte), pp.69-84. SAENZ ROVNER, Eduardo, Industriales, proteccionismo y política en Colombia. Intereses, conflictos y violencia, pp.85-106. RODRÍGUEZ, Osear, El pensamiento económico en la formación del Estado granadino (1780-1830), pp.107-118. No 4: julio-diciembre 1990 RODRÍGUEZ, Pablo, JARAMILLO URIBE, Jaime y TOVAR, Bernardo, Germán Colmenares y su obra, pp.5-46. BENITEZ MANAUT, Raúl, México 1920-1945. La expropiación petrolera y la reinserción de México al sistema internacional, pp.47-56. BETANCOURT ECHEVERRY, Darío, Las cuadrillas bandoleras del Norte del Valle, en la violencia de los años cincuentas, pp. 57-70. JIMÉNEZ, Michael F., Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (segunda parte), pp. 71-84. HENRIQUEZ, Adolfo Emilio, La música del Caribe colombiano durante la guerra de independencia y comienzos de la República, pp.85-112. BETANCOURT, Carlos Emilio, Gramsci y el concepto del bloque histórico, pp.113-126.

133


No5: enero-julio 1991 LOMNE, George, La revolución francesa y la "simbólica" de los ritos bolivarianos, pp.3-18. SERBIN, Andrés, Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS, pp.19-34. FAZIO, Hugo, La "Nueva historia" francesa: radiografía de una historia, pp.35-52. RODRÍGUEZ, Pablo, Promesas matrimoniales incumplidas en Antioquia Colonial, pp.53-76. CARRASQUILLA, Juan, La sede de la Universidad de los Andes, pp.77-98. No 6: enero-junio 1992 HOBSBAWM, Eric, Adiós a todo aquello, pp. 5-14. PEEMANS, Jean-Philippe, Revoluciones industriales, modernización y desarrollo, pp. 1533. FAZIO, Hugo, Repensando la historia de la Unión Soviética, pp. 35-57. LÓPEZ, Abel, Sobre las motivaciones económicas y espirituales de la expansión europea (S. XV), pp. 59-74. LARSON, Brooke, Explotación y economía moral en los Andes del sur: hacia una reconsideración crítica, pp. 75-97. JARAMILLO, Jaime, Entre bambalinas burocráticas de la revolución comunera de 1781, pp. 99-105. No 7: enero-junio 1993 GARCÍA, Carmelo, GARCIA-PEÑA, Daniel, LÓPEZ, Fabio, MORENO, Florentino, REYES, Alejandro, TOKATLIAN, Juan, VARGAS, Alejo, Problemas y alternativas para la paz en Colombia, pp. 5-49. SÁNCHEZ, Gonzalo, Paz y violencia, las lecciones del Tolima, pp. 50-54. MUÑERA, Leopoldo, De los moviminetos sociales al movimiento popular, pp. 55-80. SUNKEL, Guillermo, CATALÁN, Carlos, Comunicación y política en América latina, pp. 8191. BIDEGAIN, Ana María, Las comunidades de base en la formación del Partido dos trabajadores, pp. 92-109. No 8: julio-diciembre 1993 FAZIO, Hugo, La Unión europea: las tareas políticas de la integración, pp. 3-16.

BOSEMBERG, Luis, La segunda guerra del Golfo y su importancia regional e internacional: ¿ impacto coyuntural o trascendencia histórica ?, pp. 17-33. BERMUDEZ, Susy, El "bello sexo" y la familia durante el siglo XIX en Colombia. Revisión de publicaciones sobre un tema, pp. 34-51. ARIAS, Ricardo, La jerarquía eclesiástica colombiana y el proceso de paz del presidente Belisario Betancur (1982-1986), pp. 52-65. BIDEGAIN, Ana, Feminización de la pobreza y economía global: una aproximación desde la historia, pp. 66-75. SÁNCHEZ, Gonzalo, Paradojas y encrucujadas de la investigación histórica en Colombia, pp. 75-80. RAMÍREZ, William, Al carnero también le gustan las mujeres, pp. 81-84. No 9: enero-junio 1994 TAVERA DE TELLEZ, Gladys, El tejido precolombino, pp. 7-13. MARTÍNEZ, Aída, Los oficios mujeriles, pp. 15-20 BERMUDEZ, Susy, Tijeras, agujas y dedal. Elementos indispensables en la vida del bello sexo en el hogar, pp. 21-27. BUSTOS, Martha Lucía, Cestería y mundo femenino, pp. 29-35. REY ALVAREZ, Juana, El traje y la otra historia de la mujer, pp. 37-42. ARANGO, Luz Gabriela, Industria textil y saberes femeninos, pp. 43-49. BIDEGAIN, Ana María, Impacto de la modernización en las tareas domésticas: el caso de las labores de aguja, pp. 51-57. TORO, Javier, Del empleo en Medellín, pp. 59-73. DOMÍNGUEZ, Eduardo, Traperío y deleite, pp. 7580. GUERRERO, María Teresa, Arte textil colombiano contemporáneo, pp. 81-93. LÓPEZ, Martha, El tejido como escritura y el orden femenino, pp. 95-101. BARRIOS, Beatriz, Enredando la pita, pp. 103-106. No 10: enero-junio 1995 NIETO, Mauricio, Poder y conocimiento científico: nuevas tendencias en historiografía de la ciencia, pp. 3-13. MEDINA, Manuel, Tecnografía de la ciencia, pp. 15-27. LUCENA, Juan, LEE, Gary, Haciendo científicos e ingenieros para propósitos nacionales en USA: desde la guerra fría hasta la competitividad económica, pp. 29-36. AMAYA, José, El aporte del diplomático sueco Hans Jacob Gahn (1748-1800) a la formación de la

134


biblioteca de historia natural de José Celestino Mutis (1732-1808), pp. 39-71. RESTREPO, Olga, Lectio, disputatio, dictatio en el nombre de la ciencia: una polémica evolucionista en Colombia, pp. 73-87. No 11: julio-diciembre 1995 FAZIO, Hugo, El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa, pp. 5-18. AYALA, César Augusto, La reconquista conservadora. Colombia 1957-1958, pp. 21-35. NIETO, Mauricio, Políticas imperiales en la Ilustración española: historia natural y la apropiación del Nuevo mundo, pp. 39-51. RODRÍGUEZ, Pablo, Las hojas del otoño: ancianos y viudos del siglo XVIII neogranadino, pp. 53-61. ARCHILA, Mauricio, Protestas sociales en Colombia: 1946-1958, pp. 63-77. PEÑARANDA, Nelly Rocío, De la historia como propuesta para un mejor futuro, pp. 79-92. No 12: enero-junio 1996 BIDEGAIN, Ana María, De la historia eclesiástica a la historia de las religiones, pp. 5-15. CORTES, José David, Balance bibligráfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia, 19451995, pp. 17-26. MAYA, Adriana, África: legados espirituales en la Nueva Granada, siglo XVII, pp. 29-41. PEREIRA, Ana Mercedes, El pentecostalismo: nuevas formas de organización religiosa en los sectores populares, pp. 43-65. LUNA, Lola, Para una historia política con actores reales, pp. 69-74. HELMSDORF, Daniela, Participación política evangélica en Colombia (1990-1994), pp. 77-84. No 13: julio-diciembre 1996 PINI, Ivonne, Aproximación a la idea de "lo propio" en el arte latinoamericano a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, pp. 5-15. MALLET, Brian, La crítica de arte latinoamericana y La crítica de arte en América latina: el dado cargado, pp. 16-20. RODRÍGUEZ, Víctor Manuel, El mobiliario de Beatriz González, pp. 21-31. NIETO, Mauricio, Estética y astronomía en el Renacimiento, pp. 32-38. JARAMILLO, Jaime, Silva y su época, ppr39-43.

LOAIZA, Gilberto, Manuel Ancízar y sus "Lecciones de psicología y moral", pp. 44-52. LITTLE, Roch, La rehabilitación política de Pilsudsky en una visión comunista de la historia, pp. 53-59. GUERRERO, Juan Carlos, Nacionalismo, populismo y autoritarismo, pp. 60-67. FAZIO, Hugo, Chile: modelo de desarrollo e inserción internacional, pp. 68-89. CLAVIJO, Jairo, Diálogo entre Historia y Antropología, pp. 90-97. No 14: enero-junio 1997 AREVALO, Decsi, Misiones económicas internacionales en Colombia, 1930-1960, pp. 7-24. BARONA, Guido, Economía extractiva y regiones de frontera: el papel subsidiaro de la minería en la formación de un sistema económico regional, pp. 25-51. BOTERO, María Mercedes, Los laboratorios de fundición y ensaye y su papel en el comercio del oro: Antioquia 1850-1910, pp. 53-58. DÍAZ, Sylvia Beatriz, Finanzas públicas del gobierno central en Colombia, 1905-1925, pp. 5979. RODRÍGUEZ, Osear, ¿ Qué relaciones se pueden establecer entre Historia y Ecoonomía ?, pp. 99115. LÓPEZ, Fabio, PALACIO, Germán, SÁNCHEZ, Ricardo, Las izquierdas en Colombia, pp. 117-127. JUNGUITO, Andrea, Historia económica del ferrocarril del Norte, pp. 129-146. No 15 junio-diciembre de 1997 CORTES GUERRERO, José David, Regeneración, intransigencia y régimen de cristiandad, pp. 3-12. CATAÑO, Gonzalo, Un clásico de la historiografía nacional: economía y cultura de Luis E. Nieto Arteta, pp. 1330. FAZIO VENGOA, Hugo, América Latina vista por los académicos soviéticos: preámbulo de las relaciones ruso-latinoamericanas, p. 31-50. BOSEMBERG, Luis E., Neoliberalismo, reformas y apertura en Irán: ¿Un nuevo país?, pp. 51-65. ECHEVERRI MUÑOZ, Marcela, El proceso de profesional ización de la antropología en Colombia. Un estudio en torno a la difusión de las ciencias y su institucionalización, pp.67-79.

135


Índice Alfabético

A ACEVEDO CARMONA, Darío, En torno a algunas controversias sobre la revolución francesa, NQ 2: julio-diciembre 1989, pp.17-22. AMAYA, José, El aporte del diplomático sueco Hans Jacob Gahn (1748-1800) a la formación de la biblioteca de historia natural de José Celestino Mutis (1732-1808), N2 10: enero-junio 1995, pp. 39-71. ARANGO, Luz Gabriela, Industria textil y saberes femeninos, N2 9: enero-junio 1994, pp. 43-49. ARCHILA, Mauricio, Cultura y conciencia en la formación de la clase obrera latinoamericana, Na 1: enero-junio 1989, pp. 69-84. ARCHILA, Mauricio, Protestas sociales en Colombia: 1946-1958, Na 11: julio-diciembre 1995, pp. 63-77. AREVALO, Decsi, Misiones económicas internacionales en Colombia, 1930-1960, Ns 14: enero-junio 1997, pp. 7-24. ARIAS, Ricardo, La jerarquía eclesiástica colombiana y el proceso de paz del presidente Belisario Betancur (1982-1986), N 2 8: juliodiciembre 1993, pp. 52-65. AYALA, César Augusto, La reconquista conservadora. Colombia 1957-1958, Ns 11: juliodiciembre 1995, pp. 21-35. B BARONA, Guido, Economía extractiva y regiones de frontera: el papel subsidiaro de la minería en la formación de un sistema económico regional, Na 14: enero-junio 1997, pp. 25-51. BARRIOS, Beatriz, Enredando la pita, Na 9: enerojunio 1994, pp. 103-106. BENITEZ MANAUT, Raúl, México 1920-1945. La expropiación petrolera y la reinserción de México al sistema internacional, No 4: julio-diciembre 1990, pp.47-56.

BERMUDEZ, Suzy, El "bello sexo" y la familia durante el siglo XIX en Colombia. Revisión de publicaciones sobre un tema, N2 8: julio-diciembre 1993, pp. 34-51. BERMUDEZ, Suzy, Tijeras, agujas y dedal. Elementos indispeNoables en la vida del bello sexo en el hogar, Na 9: enero-junio 1994, pp. 21-27. BETANCOURT ECHEVERRY, Darío, Las cuadrillas bandoleras del Norte del Valle, en la violencia de los años cincuentas, N2 4: julio-diciembre 1990, pp. 57-70. BETANCOURT, Carlos Emilio, Gramsci y el concepto del bloque histórico, No 4: julio-diciembre 1990, pp.113-126. BIDEGAIN, Ana María, De la historia eclesiástica a la historia de las religiones, N2 12: enero-junio 1996, pp. 5-15. BIDEGAIN, Ana María, Feminización de la pobreza y economía global: una aproximación desde la historia, Na 8: julio-diciembre 1993, pp. 66-75. BIDEGAIN, Ana María, Las comunidades de base en la formación del Partido dos trabalhadores, Na 7: enero-junio 1993, pp. 92-109. BIDEGAIN, Ana María, Impacto de la modernización en las tareas domésticas: el caso de las labores de aguja, Na 9: enero-junio 1994, pp. 51-57. BOSEMBERG, Luis Eduardo, Historiografía y revolución: tres autores del siglo XIX y la revolución francesa, N2 2: julio-diciembre 1989, pp.5-16. BOSEMBERG, Luis Eduardo, La segunda guerra del Golfo y su importancia regional e internacional: ¿ impacto coyuntural o trascendencia histórica ?, N2 8: julio-diciembre 1993, pp. 17-33. BOSEMBERG, Luis Eduardo, Neoliberalismo, reformas y apertura en Irán: ¿Un nuevo país?, No 15 junio-diciembre de 1997, pp. 51-65. BOTERO, María Mercedes, Los laboratorios de fundición y eNoaye y su papel en el comercio del

136


oro: Antioquia 1850-1910, NQ 14: enero-junio 1997, pp. 53-58. BUSTOS, Martha Lucía, Cestería y mundo femenino, NO 9: enero-junio 1994, pp. 29-35.

C CARRASQUILLA, Juan, La sede de la Universidad de los Andes, NO5: enero-julio 1991, pp.77-98. CATALÁN, Carlos, SUNKEL, Guillermo, Comunicación y política en América latina, Na 7: enero-junio 1993, pp. 81-91. CATAÑO, Gonzalo, Un clásico de la historiografía nacional: economía y cultura de Luis E. Nieto Arteta, No 15 junio-diciembre de 1997, pp. 1330. CLAVIJO, Jairo, Diálogo entre Historia y Antropología, NO 13: julio-diciembre 1996, pp. 9097. CLEMENTE, Isabel, La revolución francesa como revolución burguesa: Albert Soboul y Michel Vovelle, Na 2: julio-diciembre 1989, pp.23-46. CORTES GUERRERO, José David, Balance bibligráfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia, 1945-1995, NO 12: enero-junio 1996, pp. 17-26. CORTES GUERRERO, José David, Regeneración, intraNoigencia y régimen de cristiandad, NO 15 junio-diciembre de 1997, pp. 3-12. CORTES, José David, Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia, 19451995, NO 12: enero-junio 1996, pp. 17-26.

D DÍAZ, Sylvia Beatriz, Finanzas públicas del gobierno central en Colombia, 1905-1925, NO 14: enero-junio 1997, pp. 59-79. DOMÍNGUEZ, Eduardo, Traperfo y deleite, NO 9: enero-junio 1994, pp. 75-80.

E ECHEVERRI MUÑOZ, Marcela, El proceso de profesionalización de la antropología en Colombia. Un estudio en torno a la difusión de las ciencias y su iNotitucionalización, NO 15 junio-diciembre de 1997, pp.67-79.

F FAZIO, Hugo, América Latina vista por los académicos soviéticos: preámbulo de las relaciones ruso-latinoamericanas, NO 15 juniodiciembre de 1997, p. 31-50. FAZIO, Hugo, Chile: modelo de desarrollo e iNoerción internacional, NO 13: julio-diciembre 1996, pp. 68-89. FAZIO, Hugo, El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa, No 11: julio-diciembre 1995, pp. 5-18.

FAZIO, Hugo, La "Nueva historia" francesa: radiografía de una historia, Ne5: enero-julio 1991, pp.35-52. FAZIO, Hugo, La Unión europea: las tareas políticas de la integración, Ne 8: julio-diciembre 1993, pp. 3-16. FAZIO, Hugo, La Unión Soviética y el Tercer Mundo, NO 3: enero-junio 1990, pp.5-20. FAZIO, Hugo, RepeNoando la historia de la Unión Soviética, NO 6: enero-junio 1992, pp. 35-57.

G GARCÍA, Carmelo, GARCIA-PEÑA, Daniel, LÓPEZ, Fabio, MORENO, Florentino, REYES, Alejandro, TOKATLIAN, Juan, VARGAS, Alejo, Problemas y alternativas para la paz en Colombia, NO 7: enerojunio 1993, pp. 5-49. GARCIA-PEÑA, Daniel, Protesta y política. Los movimientos antiguerra en Estados Unidos: 19651975, NO 1: enero-junio 1989, pp., 33-65. GUERRERO, Juan Carlos, Nacionalismo, populismo y autoritarismo, NO 13: julio-diciembre 1996, pp. 60-67. GUERRERO, María Teresa, Arte textil colombiano contemporáneo, NO 9: enero-junio 1994, pp. 8193.

H HELMSDORF, Daniela, Participación política evangélica en Colombia (1990-1994), NO 12: enerojunio 1996, pp. 77-84. HENRIQUEZ, Adolfo Emilio, La música del Caribe colombiano durante la guerra de independencia y comienzos de la República, No 4: julio-diciembre 1990, pp.85-112. HIRSCHSPRUNG, Nathalie, El vocabulario de la revolución francesa, NO 2: julio-diciembre 1989, pp.47-66. HOBSBAWM, Eric, Adiós a todo aquello, NO 6: enero-junio 1992, pp. 5-14.

J JARAMILLO, Jaime, Entre bambalinas burocráticas de la revolución comunera de 1781, NO 6: enerojunio 1992, pp. 99-105. JARAMILLO, Jaime, Perfil histórico de Bogotá, NO 1: enero-junio 1989, pp. 5-19. JARAMILLO, Jaime, RODRÍGUEZ, Pablo y TOVAR, Bernardo, Germán Colmenares y su obra, No 4: julio-diciembre 1990, pp.5-46. JARAMILLO, Silva y su época, NO 13: juliodiciembre 1996, pp. 39-43. JIMÉNEZ, Michael F., Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (primera parte), No 3: enero-junio 1990, pp.69-84.

137


JIMÉNEZ, Michael R, Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (segunda parte), No 4: julio-diciembre 1990, pp. 71-84. JUNGUITO, Andrea, Historia económica del ferrocarril del Norte, No 14: enero-junio 1997, pp. 129-146. L LARSON, Brooke, Explotación y economía moral en los Andes del sur: hacia una reconsideración crítica, No 6: enero-junio 1992, pp. 75-97, LITTLE, Roch, La rehabilitación política de Pilsudsky en una visión comunista de la historia, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 53-59. LOAIZA, Gilberto, Manuel Ancízar y sus "Lecciones de psicología y moral", No13: julio-diciembre 1996, pp 44-52. LOMNE, George, La revolución francesa y la "simbólica" de los ritos bolivarianos, No5: enerojulio 1991, pp.3-18 LÓPEZ, Abel, Sobre las motivaciones económicas y espirituales de la expansión europea (S XV), No 6: enero-junio 1992, pp. 59-74. LÓPEZ, Fabio, PALACIO, Germán, SÁNCHEZ, Ricardo, Las izquierdas en Colombia, No 14: enerojunio 1997, pp. 117-127. LÓPEZ, Martha, El tejido como escritura y el orden femenino, No 9: enero-junio 1994, pp. 95-101. LUCENA, Juan, LEE, Gary, Haciendo científicos e ingenieros para propósitos nacionales en USA: desde la guerra fría hasta la competitividad económica, No 10: enero-junio 1995, pp. 29-36. LUNA, Lola, Para una historia política con actores reales No 12. enero - junio 1996, pp. 69-74. M MALLET, Brian, La crítica de arte latinoamericana y la crítica de arte en América latina: el dado cargado, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 16-20. MARTÍNEZ, Aída, Los oficios mujeriles, No 9: enerojunio 1994, pp 15-20 MARTÍNEZ, Frederic, Milenarismo y defensa de la fe en el siglo de las luces: la obra del jesuita chileno Manuel Lacunza. No 3: enero-junio 1990, pp.4568. MAYA, Adriana, África: legados espirituales en la Nueva Granada, siglo XVII, No12; enero-|unio 1996, pp. 29-41. MEDINA, Manuel, Tecnografía de la ciencia, No 10: enero-junio 1995, pp. 15-27. MEDINA, Medófilo, Bases urbanas de violencia en Colombia: 1945-1950, 1984-1988, No 1: enero-junio 1989, pp. 20-32.

MENDOZA, Enrique, El porfiriato y la revolución en Valle de Santiago, Guanajuato México (primera parte), No 1: enero-junio 1989, pp. 85-92. MENDOZA, Enrique, El porfiriato y la revolución en Valle de Santiago, Guanajuato México (segunda parte), No 2: julio-diciembre 1989, pp.67-90. MUÑERA RUIZ, Leopoldo, Evolución ideológica de la resistencia palestina (1968-1988). No 3: enerojunio 1990, pp.21-44 MUÑERA, Leopoldo, De los moviminetos sociales al movimiento popular, No 7: enero-junio 1993, pp. 55-80. N NIETO, Mauricio, Estética y astronomía en el Renacimiento, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 3238 NIETO, Mauricio, Poder y conocimiento científico: nuevas tendencias en historiografía de la ciencia, No 10: enero-junio 1995, pp. 3-13. NIETO, Mauricio, Políticas imperiales en la Ilustración española: historia natural y la apropiación del Nuevo mundo, No 11: juliodiciembre 1995, pp. 39-51. P PEEMANS, Jean-Philippe, Revoluciones industriales, modernización y desarrollo, No 6 enero-junio 1992, pp 15-33 PEÑARANDA, Nelly Rocío, De la historia como propuesta para un mejor futuro, No 11: juliodiciembre 1995, pp. 79-92. PEREIRA, Ana Mercedes, El pentecostalismo: nuevas formas de organización religiosa en los sectores populares, No 12: enero-junio 1996, pp, 43-65. PINI, Ivonne, Aproximación a la idea de "lo propio" en el arte latinoamericano a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, No13: julio-diciembre 1996, pp. 5-15. R RAMÍREZ, William, Al carnero también le gustan las mujeres, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 8184 RESTREPO, Olga, Lectio, disputatio, dictatio en el nombre de la ciencia: una polémica evolucionista en Colombia, N'-' 10: enero-junio 1995, pp. 73-87. REY ALVAREZ, Juana, El traje y la otra historia de la mujer, No 9: enero-junio 1994, pp. 37-42. RODRÍGUEZ, Pablo, Las hojas del otoño: ancianos y viudos del siglo XVIII neogranadino, No 11: juliodiciembre 1995, pp. 53-61. RODRÍGUEZ, Pablo, Promesas matrimoniales incumplidas en Antioquia Colonial, No 5: enerojulio 1991, pp 53-76.

138


RODRÍGUEZ, Oscar, El pensamiento económico en la formación del Estado granadino (primera parte), No 2: julio-diciembre 1989, pp.91-108. RODRÍGUEZ, Oscar, El pensamiento económico en la formación del Estado granadino: 1780-1830 (segunda parte), No 3: enero-junio 1990, pp.107118. RODRÍGUEZ, Oscar, ¿Qué relaciones se pueden establecer entre Historia y Economía?, N9 14: enero-junio 1997, pp. 99-115. RODRÍGUEZ, Víctor Manuel, El mobiliario de Beatriz González, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 21-31.

S SAENZ ROVNER, Eduardo, Industriales, proteccionismo y política en Colombia. Intereses,

conflictos y violencia, No3: enero-junio 1990, pp 85106. SÁNCHEZ, Gonzalo, Paradojas y encrucijadas de la investigación histórica en Colombia, No 8: juliodiciembre 1993, pp. 75-80. SÁNCHEZ, Gonzalo, Paz y violencia, las lecciones del Tolima, No 7: enero-junio 1993, pp. 50-54. SERBIN, Andrés, Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS, No5: enero-julio 1991, pp.19-34

T TAVERA DE TELLEZ, Gladys, El tejido precolombino, No 9: enero-junio 1994, pp. 7-13. TORO, Javier, Del empleo en Medellín, No 9: enerojunio 1994, pp. 59-73

139


Índice Temático

I COLOMBIA ARCHILA, Mauricio, Protestas sociales en Colombia: 1946-1958, N- 11: julio-diciembre 1995, pp. 63-77. ARIAS, Ricardo, La jerarquía eclesiástica colombiana y el proceso de paz del presidente Belisario Betancur (1982-1986), N9 8: juliodiciembre 1993, pp. 52-65. AYALA, César Augusto, La reconquista conservadora. Colombia 1957-1958, N- 11: juliodiciembre 1995, pp. 21-35. BERMUDEZ, Susy. El "bello sexo" y la familia durante el siglo XIX en Colombia. Revisión de publicaciones sobre un tema, Ns 8: julio-diciembre 1993, pp. 34-51. BETANCOURT ECHEVERRY, Darío, Las cuadrillas bandoleras del Norte del Valle, en la violencia de los años cincuentas, Ne 4: julio-diciembre 1990, pp. 57-70. CARRASQUILLA, Juan, La sede de la Universidad de los Andes, N°5: enero-julio 1991, pp.77-98. CORTES GUERRERO, José David, Balance bibligráfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia, 1945-1995, NQ 12: enero-junio 1996, pp. 17-26. ------- —, Regeneración, intransigencia y régimen de cristiandad, N° 15 junio-diciembre de 1997, pp. 3-12. GARCÍA, Carmelo, Lecciones históricas aprendidas de los procesos de negociación para la paz en algunos países del mundo, Ne 7: enerojunio 1993, pp. 9-15. GARCIA-PEÑA, Daniel, El viejo congreso y la paz. Una breve historia del papel de la rama legislativa en los procesos de paz de Betancur y Barco, N3 7: enero-junio 1993, pp. 45-49. LÓPEZ, Fabio. La reinserción como construcción de una nueva forma de relación social, N2 7: enerojunio 1993, pp. 15-29.

MORENO, Florentino, Reinserción de guerrilleros. ¿Entrando en la casa del enemigo?, NE 7: enerojunio 1993, pp. 30-39. REYES, Alejandro, Anotaciones sobre el proceso de paz, NQ 7: enero-junio 1993, pp. 39-42. TOKATLIAN, Juan, Los diálogos Gobierno-Guerrilla en Colombia y las experiencias internacionales: ¿negociando la paz o perpetuando la guerra?, N3 7: enero-junio 1993, pp. 5-8. VARGAS, Alejo, Paz nacional vs. paces regionales, N° 7: enero-junio 1993, pp. 42^45. HENRIQUEZ, Adolfo Emilio, La música del Caribe colombiano durante la guerra de independencia y comienzos de la República. N 4: julio-diciembre 1990, pp.85-112. JARAMILLO, Jaime, RODRÍGUEZ, Pablo y TOVAR, Bernardo, Germán Colmenares y su obra, Ng 4: julio-diciembre 1990, pp.5-46. JARAMILLO, Jaime, Perfil histórico de Bogotá, N1: enero-junio 1989, pp. 5-19. ---------- , Entre bambalinas burocráticas de la revolución comunera de 1781, N5 6: enero-junio 1992, pp. 99-105. ----------, Silva y su época, N- 13: julio-diciembre 1996, pp. 39-43. JIMÉNEZ, Michael F., Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (primera parte), N° 3: enero-junio 1990, pp.69-84. ---------- , Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (segunda parte), N- 4: julio-diciembre 1990, pp. 71-84. LOAIZA, Gilberto, Manuel Ancízar y sus "Lecciones de psicología y moral", N" 13: julio-diciembre 1996, pp. 44-52. LOMNE, George, La revolución francesa y la "simbólica" de los ritos bolivarianos, Ng5: enerojulio 1991, pp.3-18.

140


LOPEZ, Fabio, PALACIO. Germán. SÁNCHEZ, Ricardo, Las izquierdas en Colombia, No14: enerojunio 1997, pp. 117-127. MAYA, Adriana, África: legados espirituales en la Nueva Granada, siglo XVII, No 12: enero-junio 1996, pp. 29-41 MEDINA, Medófilo, Bases urbanas de violencia en Colombia: 1945-1950, 1984-1988, N9 1: enero-junio 1989, pp. 20-32. MUÑERA, Leopoldo, De los moviminetos sociales al movimiento popular, No 7: enero-junio 1993, pp. 55-80 RODRÍGUEZ, Pablo, Promesas matrimoniales incumplidas en Antioquia Colonial, N-5: enero-julio 1991, pp.53-76. --------- , Las hojas del otoño: ancianos y viudos del siglo XVIII neogranadino, No 11: julio-diciembre 1995, pp. 53-61. RODRÍGUEZ, Oscar, El pensamiento económico en la formación del Estado granadino (primera parte), No 2: julio-diciembre 1989, pp.91-108. ----------, El pensamiento económico en la formación del Estado granadino. 1780-1830 (segunda parte), No 3: enero-junio 1990, pp.107118. SAENZ ROVNER, Eduardo, Industriales. proteccionismo y política en Colombia. Intereses, conflictos y violencia, Ng 3: enero-jumo 1990, pp 85106. SÁNCHEZ, Gonzalo, Paz y violencia, las lecciones del Tolima, Ns 7: enero-junio 1993, pp. 50-54. ---------- , Paradojas y encrucijadas de la investigación histórica en Colombia, No 8: juliodiciembre 1993, pp. 75-80. TORO, Javier, Del empleo en Medellín, No 9: enerojunio 1994, pp. 59-73. II. AMERICA

ARCHILA, Mauricio, Cultura y conciencia en la formación de la clase obrera latinoamericana, N1: enero-junio 1989, pp 69-84. BENITEZ MANAUT, Raúl. México 1920-1945. La expropiación petrolera y la reinserción de México al sistema internacional, No 4: julio-diciembre 1990, pp 47-56. BIDEGAIN, Ana María, Las comunidades de base en la formación del Partido dos trabalhadores, No 7: enero-junio 1993, pp. 92-109. ---------------- , Feminización de la pobreza y economía global: una aproximación desde la historia, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 66-75. CATALÁN, Carlos, SUNKEL, Guillermo. Comunicación y política en América latina. No 7: enero-junio 1993, pp. 81-91. 0

FAZIO, Hugo, Chile: modelo de desarrollo e inserción internacional, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 68-89. GARCIA-PEÑA. Daniel. Protesta y política. Los movimientos antiguerra en Estados Unidos: 19651975, NQ 1: enero-junio 1989, pp., 33-65. GUERRERO, Juan Carlos, Nacionalismo, populismo y autoritarismo, No 13: juliodiciembre 1996. pp. 60-67 LARSON, Brooke, Explotación y economía moral en los Andes del sur: hacia una reconsideración crítica, Ns 6: enero-junio 1992, pp. 75-97. MARTÍNEZ, Frederic, Milenarismo y defensa de la fe en el siglo de las luces: la obra del jesuíta chileno Manuel Lacunza, No 3: enero-junio 1990, pp.45-68 MENDOZA, Enrique, El porfiriato y la revolución en Valle de Santiago, Guanajuato México (primera parte), No 1: enero-junio 1989, pp. 85-92. —, El porfiriato y la revolución en Valle de Santiago, Guanajuato México (segunda parte), No 2: julio-diciembre 1989, pp.67-90. III. EUROPA Y MEDIO ORIENTE ACEVEDO CARMONA, Dario, En torno a algunas controversias sobre la revolución francesa, Ng 2: julio-diciembre 1989, pp.17-22. BOSEMBERG, Luis Eduardo, Historiografía y revolución: tres autores del siglo XIX y la revolución francesa, No 2: julio-diciembre 1989, pp 5-16 ----------, La segunda guerra del Golfo y su importancia regional e internacional: ¿impacto coyuntural o trascendencia histórica?, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 17-33. --------- , Neoliberalismo, reformas y apertura en Irán: ¿Un nuevo país?, No 15 junio-diciembre de 1997, pp. 51-65. CLEMENTE, Isabel. La revolución francesa como revolución burguesa: Albert Soboul y Michel Vovelle. No 2: julio-diciembre 1989, pp.23-46. FAZIO, Hugo, La Unión Soviética y el Tercer Mundo, 3: enero-junio 1990, pp 5-20 --------- , Repensando la historia de la Unión Soviética, No 6: enero-junio 1992, pp 35-57. --------- , La Unión europea: las tareas políticas de la integración, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 3-16. ----------, El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa, No 11: julio-diciembre 1995, pp. 5-18.

141


HIRSCHSPRUNG, Nathalie, El vocabulario de la revolución francesa, No 2: julio-diciembre 1989, pp.47-66. HOBSBAWM, Eric, Adiós a todo aquello, No 6 enero-junio 1992, pp. 5-14 MUÑERA RUIZ, Leopoldo, Evolución ideológica de la resistencia palestina (1968-1988), No 3: enerojunio 1990, pp.21-44. PEEMANS, Jean-Philippe, Revoluciones industriales, modernización y desarrollo, No 6: enero-junio 1992, pp. 15-33. LÓPEZ, Abel, Sobre las motivaciones económicas y espirituales de la expansión europea (S. XV), No 6: enero-junio 1992, pp. 59-74. SERBIN, Andrés, Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS, N-5: enero-julio 1991, pp.19-34. IV. GENERO ARANGO, Luz Gabriela, Industria textil y saberes femeninos, No 9: enero-junio 1994, pp. 43-49. BARRIOS, Beatriz, Enredando la pita, No 9: enerojunio 1994, pp. 103-106. BERMUDEZ, Susy, El "bello sexo" y la familia durante el siglo X I X en Colombia. Revisión de publicaciones sobre un tema, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 34-51. -----------, Tijeras, agujas y dedal. Elementos indispensables en la vida del bello sexo en el hogar, N2 9: enero-junio 1994, pp. 21-27. BIDEGAIN. Ana, Feminización de la pobreza y economía global: una aproximación desde la historia, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 66-75. -----------, Impacto de la modernización en las tareas domésticas: el caso de las labores de aguja, No 9: enero-junio 1994, pp. 51-57. BUSTOS, Martha Lucía, Cestería y mundo femenino, N- 9: enero-junio 1994, pp. 29-35. DOMÍNGUEZ, Eduardo, Traperío y deleite, N° 9: enero-junio 1994, pp. 75-80. GUERRERO, María Teresa, Arte textil colombiano contemporáneo, No 9: enero-junio 1994, pp. 8193. JIMÉNEZ, Michael R, Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (primera parte), No 3: enero-junio 1990, pp.69-84. ----------, Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca: 1900-1930 (segunda parte), No 4: julio-diciembre 1990, pp. 71-84. LÓPEZ, Martha, El tejido como escritura y el orden femenino, No 9: enero-junio 1994, pp. 95-101 LUNA, Lola, Para una historia política con actores reales, No 12: enero-junio 1996, pp. 69-74. MARTÍNEZ, Aída, Los oficios mujeriles, N- 9: enerojunio 1994, pp. 15-20 RAMÍREZ, William, Al carnero también le gustan las mujeres, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 8184.

REY ALVAREZ, Juana, El traje y la otra historia de la mujer, N- 9: enero-junio 1994, pp. 37-42. TAVERA DE TELLEZ, Gladys, El tejido precolombino, No 9: enero-junio 1994, pp. 7-13. TORO, Javier, Del empleo en Medellín, No 9: enerojunio 1994, pp. 59-73. V. HISTORIOGRAFÍA ACEVEDO CARMONA, Dario, En torno a algunas controversias sobre la revolución francesa, No 2: julio-diciembre 1989, pp.17-22. BERMUDEZ, Susy, El "bello sexo" y la familia durante el siglo XIX en Colombia. Revisión de publicaciones sobre un tema, N- 8: julio-diciembre 1993, pp. 34-51. BETANCOURT, Carlos Emilio, Gramsci y el concepto del bloque histórico, No 4: julio-diciembre 1990, pp.113-126. BOSEMBERG, Luis Eduardo, Historiografía y revolución: tres autores del siglo XIX y la revolución francesa, No 2: julio-diciembre 1989, pp.5-16. CATAÑO, Gonzalo, Un clásico de la historiografía nacional: economía y cultura de Luis E. Nieto Arteta, No 15 junio-diciembre de 1997, pp. 1330. CLAVIJO, Jairo, Diálogo entre Historia y Antropología, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 9097. CLEMENTE, Isabel, La revolución francesa como revolución burguesa: Albert Soboul y Michel Vovelle, No 2: julio-diciembre 1989, pp.23-46. CORTES, José David, Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia, 19451995, No 12: enero-junio 1996, pp. 17-26. FAZIO, Hugo, La "Nueva historia" francesa: radiografía de una historia, No5: enero-julio 1991, pp.35-52. -----------, Repensando la historia de la Unión Soviética, N5 6: enero-junio 1992, pp. 35-57. ----------- , El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa, No 11: julio-diciembre 1995, pp. 5-18. -------------- , América Latina vista por los académicos soviéticos: preámbulo de l a s relaciones ruso-latinoamericanas, No 15 juniodiciembre de 1997, p. 31-50. JARAMILLO, Jaime, RODRÍGUEZ, Pablo y TOVAR, Bernardo, Germán Colmenares y su obra, No 4: julio-diciembre 1990, pp.5-46. LITTLE, Roch, La rehabilitación política de Pilsudsky en una visión comunista de la historia, N9 13: julio-diciembre 1996, pp. 53-59. NIETO, Mauricio, Poder y conocimiento científico: nuevas tendencias en historiografía de la ciencia, No 10: enero-junio 1995, pp. 3-13.

142


PEÑARANDA, Nelly Rocío, De la historia como propuesta para un mejor futuro. No 11: juliodiciembre 1995, pp. 79-92. RAMÍREZ, William, Al carnero también le gustan las mujeres, No 8: julio-diciembre 1993, pp. 8184. RODRÍGUEZ, Oscar, ¿Qué relaciones se pueden establecer entre Historia y Economía?, No 14: enero-junio 1997, pp. 99-115. SÁNCHEZ, Gonzalo, Paradojas y encrucijadas de la investigación histórica en Colombia, No 8: juliodiciembre 1993, pp. 75-80 VI. ECONOMÍA ARANGO, Luz Gabriela, Industria textil y saberes femeninos, No 9: enero-junio 1994, pp. 43-49. AREVALO, Decsi, Misiones económicas internacionales en Colombia, 1930-1960, No 14: enero-junio 1997, pp, 7-24. BARONA, Guido, Economía extractiva y regiones de frontera: el papel subsidiaro de ta minería en la formación de un sistema económico regional, No 14. enero-junio 1997, pp 25-51. BIDEGAIN, Ana, Feminización de la pobreza y economía global: una aproximación desde la historia, N 8: julio-diciembre 1993, pp. 66-75. BOTERO. María Mercedes, Los laboratorios de fundición y ensaye y su papel en el comercio del oro: Antioquia 1850-1910, No 14: enero-junio 1997, pp. 53-58. DÍAZ. S y l v i a Beatriz, Finanzas públicas del gobierno central en Colombia, 1905-1925, No 14; enero-junio 1997, pp. 59-79. JUNGUITO, Andrea, Historia económica del ferrocarril del Norte, No 14: enero-junio 1997, pp. 129-146. PEEMANS, Jean-Philippe, Revoluciones industriales, modernización y desarrollo, No 6: enero-junio 1992, pp. 15-33. Vil. RELIGIONES ARIAS, Ricardo, La jerarquía eclesiástica colombiana y el proceso de paz del presidente Belisario Betancur (1982-1986), No 8: juliodiciembre 1993, pp. 52-65. BIDEGAIN, Ana María, Las comunidades de base en la formación del Partido dos trabajadores, No 7: enero-junio 1993, pp. 92-109. ---------- , De la historia eclesiástica a la historia de las religiones, N" 12: enero-junio 1996, pp. 515 CORTES, José David, Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia. 19451995, No 12: enero-junio 1996, pp. 17-26.

HELMSDORF, Daniela, Participación política evangélica en Colombia (1990-1994), No 12: enerojunio 1996, pp. 77-84. PEREIRA, Ana Mercedes, El pentecostalismo: nuevas formas de organización religiosa en los sectores populares, No 12: enero-junio 1996, pp. 43-65. VIII. CIENCIA AMAYA, José, El aporte del diplomático sueco Hans Jacob Gahn (1748-1800) a la formación de la biblioteca de historia natural de José Celestino Mutis (1732-1808), No 10: enero-junio 1995, pp. 39-71. ECHEVERRI MUÑOZ, Marcela, El proceso de profesionalización de la antropología en Colombia. Un estudio en torno a la difusión de las ciencias y su institucionalización, No 15 junio-diciembre de 1997, pp.67-79. LOAIZA, Gilberto, Manuel Ancízar y sus "Lecciones de psicología y moral", No 13: julio-diciembre 1996, pp. 44-52. LUCENA, Juan, LEE, Gary, Haciendo científicos e ingenieros para propósitos nacionales en USA: desde la guerra fría hasta la competitividad económica, No 10: enero-junio 1995, pp 29-36. MEDINA. Manuel, Tecnografía de la ciencia, No 10: enero-junio 1995, pp. 15-27. NIETO, Mauricio, Poder y conocimiento científico: nuevas tendencias en historiografía de la ciencia, 0: enero-junio 1995, pp. 3-13 --------- , Políticas imperiales en la Ilustración española: historia natural y la apropiación del Nuevo mundo, No 11: julio-diciembre 1995, pp. 3951. Estética y astronomía en el Renacimiento, N 13: julio-diciembre 1996, pp. 32-38. RESTREPO, Olga, Lectio, disputado, dictatio en el nombre de la ciencia: una polémica evolucionista en Colombia, No 10: enero-junio 1995. pp. 73-87 IX. ARTE GUERRERO, María Teresa, Arte textil colombiano contemporáneo, No 9: enero-junio 1994, pp 8193. MALLET, Brian, La crítica de arte latinoamericana y la crítica de arte en América latina: el dado cargado, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 16-20. PINI, Ivonne, Aproximación a la idea de "lo propio" en el arte latinoamericano a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 5-15. RODRÍGUEZ, Víctor Manuel, El mobiliario de Beatriz González, No 13: julio-diciembre 1996, pp. 21-31.

143


Guía para los Colaboradores de HISTORIA CRITICA La revista considera solamente artículos inéditos que contengan investigación empírica substancial o que presenten innovaciones teóricas sobre debates en interpretación histórica. Los artículos no deben tener más de 25 páginas a doble espacio. La página inicial debe incluir el nombre completo del autor(es), su dirección postal indicando la Institución donde se realizaron las investigaciones y un resumen del contenido de no más de 150 palabras. Además de una copia impresa a doble espacio, el artículo debe enviarse en disquete, preferiblemente compatible con IBM (Word para Windows). Las referencias bibliográficas deben presentarse de la siguiente manera: Libros: Einsenstein, Elizabeth L, The pnnting revolution in early modern Europe, Cambridge: Cambridge University Press, 1983. Articulo en Revista: Jaramillo Uribe, Jaime, "¿Perfil Histórico de Bogotá?" en Historia Crítica 1, 1989. pgs. 5-19. Artículo en Libro: Beales, Derek, "Social Forces and Enlightened Policies?", en Enlightened Absolutism: reform and reformers in later eighteenth-century Europe, H. M. Scott (ed), Londres: Macmillan, 1990. El consejo editorial de la revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo.

144



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.