Historia Crítica No. 29

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Colombia $ 7.500 Exterior US $ 10

ISTORIA RITI A

Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes BOGOTA, COLOMBIA

Dossier: Un llamado a la inclusi贸n: fuentes y perspectivas para una historia participativa

Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes

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PERMISO DE TARIFA POSTAL REDUCIDA. LICENCIA No. 142 DE ADPOSTAL VENCE DIC. 2005

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No. 29

Enero - Junio 2005

Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes Bogotรก, Colombia


No. 29 Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Correo electrónico: hcritica@uniandes.edu.co mlaurent@uniandes.edu.co Sitios web: http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co http://www.banrep.gov.co/blaavirtual/letra-r/rhcritica/indice.htm Fundador

Daniel García-Peña

Directores anteriores Daniel García-Peña (1989-1990), Hugo Fazio (1991-1994), Mauricio Nieto (1995-1998), Juan Carlos Flórez (1998-2000), Ricardo Arias (2000-2004) Director Muriel Laurent Editores Marta Herrera Ángel, Javier Ortiz Cassiani Comité editorial Muriel Laurent, Marta Herrera Ángel, Rafael Díaz, Fabio López de la Roche Comité asesor David Bushnell, Clément Thibaud, Mary Roldán, Gonzalo Sánchez, Martín Kalulambi, Renán Silva Suscripciones Elena Quintero Colaboradores Andrea Restrepo Restrepo, Joanne Rappaport, Abelardo Ramos Pacho, Aída Martínez Carreño, Suzy Bermúdez Quintana, Isabela Restrepo Mejía, Dolcey Romero Jaramillo, María Fernanda Duque Castro, Santiago Villa Chiappe, Gonzalo Sánchez, Ricardo Arias, Javier Ortiz Cassiani, Decsi Arévalo Portada Laura Jiménez Diseño y diagramación Nahidú Ronquillo Impresión Panamaricana Formas e Impresos S.A. ‘ Distribución Editorial El Malpensante S. A.

ISSN 0121-1617. Min. Gobierno 2107 de 1987 Tarifa Postal Reducida. Licencia Nº 817 de Adpostal Historia Crítica es una publicación semestral del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia). Las ideas aquí expuestas son responsabilidad exclusiva de los autores.


Tabla de contenido Carta a los lectores

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Dossier: Un llamado a la inclusión: fuentes y perspectivas para una historia participativa Andrea Restrepo Restrepo Una lectura de lo real a través del Punk

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Joanne Rappaport y Abelardo Ramos Pacho Una historia colaborativa: retos para el diálogo indígena-académico

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Aída Martínez Carreño Más allá de la palabra. Experiencias y reflexiones sobre el uso de fuentes no escritas para el conocimiento de la vida material

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Suzy Bermúdez Quintana Descentramiento de fuentes escritas occidentales: hipótesis desde el género y los procesos educativos

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Isabela Restrepo Mejía La soberanía del ‘pueblo’ durante la época de la Independencia, 1810-1815

101

Dolcey Romero Jaramillo Manumisión, ritualidad y fiesta liberal en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX

125

María Fernanda Duque Castro Comerciantes y empresarios de Bucaramanga (1857-1885): una aproximación desde el neoinstitucionalismo

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Espacio estudiantil Santiago Villa Chiappe En torno al Caribe: Arciniegas y Benítez Rojo

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Resúmenes / Abstracts / Palabras claves / Key words

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Reseñas

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Notilibros

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Los artículos publicados en Historia Crítica están resumidos e indexados en los siguientes índices y catálogos: ❃ Historical Abstracts ❃ America: History and Life ❃ Ulrich´s Periodicals Directory ❃ Latindex ◆ ◆ ◆

La revista Historia Crítica del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes hace parte del “Indice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas” (Colciencias).


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Carta a los lectores

Hace mucho rato, por fortuna, que la historia dejó de ser sólo el delirio conmemorativo de las gestas de los próceres y de los llamados grandes acontecimientos. En buena medida, debido al refinamiento teórico y al diálogo constante con las demás ciencias sociales, nuevas perspectivas y nuevos actores, con sus aportes en la configuración de la sociedad, aparecen como protagonistas. Esto ha sido posible gracias a la exploración de nuevas fuentes o al cuestionamiento de las formas tradicionales de interpretación a partir de interrogantes e intereses diferentes. En este sentido, la presente edición de la revista Historia Crítica entrega el dossier Un llamado a la inclusión: fuentes y perspectivas para una historia participativa. Con este dossier, por un lado, pretendemos mostrar la importancia de la exploración de fuentes y perspectivas que permitan sacar a relucir nuevos conocimientos, y por otro lado, la posibilidad de acercarse a saberes que buscan abrirse un espacio académico. Marginados urbanos, indígenas, mujeres, representan una variedad de actores que han sido tenidos en cuenta debido a un novedoso tratamiento de fuentes y al cuestionamiento de paradigmas epistemológicos. Por ello, los artículos que se reúnen en este dossier son de estilos y contenidos muy variados, lo cual precisamente permite evidenciar las múltiples posibilidades existentes para el campo. Asimismo, muestran que la interpretación histórica ejerce un impacto sobre la sociedad porque permite verla de diferentes formas y actuar en consecuencia. De ahí la importancia de la participación de los diferentes saberes que, así no estén inscritos en el campo académico, ofrecen un invaluable aporte a nuestra forma de percibir y actuar sobre la sociedad. En su conjunto, permiten apreciar que de lo que se trata es de enriquecer el conocimiento por medio del análisis de variadas perspectivas, que reflejen los intereses de múltiples actores sociales. La inclusión de esos actores resulta fundamental para la construcción de una sociedad más justa, plural y equitativa.


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En el artículo Una lectura de lo real a través del Punk, la historiadora Andrea Restrepo Restrepo analiza la llegada y recepción del movimiento punk a la ciudad de Medellín, a partir del análisis de su música, su estética y su simbología. De esta manera, Restrepo muestra la realidad de un sector de la juventud marginal durante la década del ochenta. En un contexto de desamparo estatal, quiebre de las instituciones tradicionales, pobreza y desbordamiento de la violencia, muchos jóvenes encontraron, en la música punk y su carga ideológica, formas de representación política y social. De alguna manera, la presente investigación es un llamado de atención sobre la necesidad de realizar investigaciones, desde la historia, sobre los jóvenes. Por su parte, el texto Una historia colaborativa: retos para el diálogo indígena académico, fue escrito conjuntamente por la antropóloga norteamericana Joanne Rappaport y el antropólogo indígena Abelardo Ramos Pacho. En este artículo, los autores analizan su experiencia como miembros del equipo colaborativo que estudió la historia del Programa de Educación Bilingüe e Intercultural del Consejo Regional Indígena del Cauca. Muestran la posibilidad, a través del diálogo entre los saberes indígenas y académicos, de “desarrollar dispositivos conceptuales (teorizaciones) originados en las culturas nativas que faciliten nuevas interpretaciones consonantes con las epistemologías y prioridades políticas de las organizaciones. La creación de tales dispositivos es uno de los objetivos fundamentales de los intelectuales adscritos a las organizaciones étnicas.”. Para los autores, estas herramientas no son sólo útiles para analizar e interpretar la experiencia, sino que resultan fundamentales para el quehacer político de estas organizaciones y la transformación de su realidad social. En últimas, los autores plantean que, en el proceso de producción de la teoría nativa, los discursos de autonomía política son tan significativos como son los discursos culturalistas. A continuación, se incluye el artículo titulado Más allá de la palabra. Experiencias y reflexiones sobre el uso de fuentes no escritas para el conocimiento de la vida material de la historiadora Aída Martínez Carreño, quien se ha destacado por trabajar en una línea de historia fundamentada en las fuentes materiales e iconográficas, La autora desarrolla algunos elementos de reflexión sobre el uso de nuevas o distintas fuentes y maneras de usarlas en la investigación de las costumbres, la vida cotidiana y el mundo material. A partir de su propia experiencia, muestra cómo algunos campos específicos de la investigación histórica, referidos a la vida material, exigen el uso de fuentes distintas al documento escrito. En este sentido, plantea la necesidad que tiene el investigador de buscar fuentes iconográficas y materiales de diversa índole, para aproximarse a los objetos relacionados con el tiempo y el espacio materia de su


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estudio. Para lograr este objetivo, la autora insiste en la necesidad de la confrontación de distintos tipos de fuentes complementarias, para una mayor comprensión del tema de investigación. Finalmente, el trabajo de la historiadora y antropóloga Suzy Bermúdez Quintana, titulado Descentramiento de fuentes escritas occidentales: hipótesis desde el género y los procesos educativos, analiza cómo los estudios desde la perspectiva de género hacen evidente la necesidad y la importancia de reflexionar sobre las fuentes no escritas. La autora plantea que los saberes de las llamadas “minorías” o “grupos subalternos” son híbridos, por cuanto conjugan el hecho de ser ágrafos y manejar la escritura alfabética de origen judeo-cristiana, con otras formas de construcción, intercambio y transmisión del conocimiento. En este ensayo, la autora cuestiona la dicotomía entre letrado y no letrado, y las jerarquías que a partir de ello se construyen en los ámbitos del androcentrismo, antropocentrismo y eurocentrismo. Creemos que el presente dossier contribuye al fortalecimiento de la disciplina histórica, en la medida en que abre interrogantes sobre la necesidad de análisis de nuevas fuentes y de escudriñar las fuentes tradicionales, a la luz de nuevas perspectivas teóricas y metodológicas. Sobre estas bases, es posible poner en el escenario nuevos actores sociales y la contribución de sus intereses, perspectivas y saberes. Luego del dossier, complementan el presente número de la revista los interesantes resultados de las investigaciones de Isabela Restrepo Mejía acerca de La soberanía del ‘pueblo’ durante la época de la Independencia, 1810-1815, de Dolcey Romero Jaramillo relativo a la Manumisión, ritualidad y fiesta liberal en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX y de María Fernanda Duque Castro sobre Comerciantes y empresarios de Bucaramanga (1857-1885): una aproximación desde el neoinstitucionalismo. Finalmente, el volumen se cierra con la sección Espacio estudiantil donde se presenta el artículo de Santiago Villa Chiappe En torno al Caribe: Arciniegas y Benítez Rojo. El dossier de la próximo revista se dedicará a la Historia ambiental latinoamericana, para reflejar algunos trabajos investigativos que se están adelantando en este campo relativamente nuevo. El primer dossier del año 2006, pensado para conmemorar los diez años de la carrera de Historia en la Universidad de los Andes, reunirá artículos que hagan un balance sobre la producción historiográfica colombiana desde 1996. Invitamos a los lectores interesados para que nos envíen sus contribuciones sobre esta temática, cuya convocatoria se incluye en el presente volumen.


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Una lectura de lo real a través del punk ✭ Andrea Restrepo Restrepo✻

Este artículo analiza la forma en que llegó y fue recibido el movimiento punk en la ciudad de Medellín en la década del ochenta. Se trató de un acontecimiento que generó rupturas a nivel de las representaciones sociales y políticas para un sector de la juventud del contexto marginal de la ciudad, convirtiéndose en una alternativa de vida y en un mecanismo de expresión política. El trabajo parte de una concepción del punk como un movimiento contracultural que trabaja forjando subterráneamente espacios alternativos, políticos, económicos y culturales, a través de la música, la estética, el cuerpo y el arte. Parte igualmente de una comprensión de la historia que, siguiendo a Homi K. Bhabha, la concibe como un producto de narrativas que producen afiliaciones textuales y sociales en las cuales intervienen discursos que pretenden instalarse como públicos. Se construye así una concepción única y lineal sobre la realidad de los acontecimientos, la cual se trata de imponer colectivamente, ocultando el conflicto y lo complejo de los procesos sociales. Pero, como sucede con el punk, aparecen constantemente otras narrativas que cuestionan, problematizan y recuerdan los límites de ese discurso, descentrándolo, ✭ Artículo recibido en diciembre de 2004; aprobado en enero de 2005. Este artículo recoge algunos de los planteamientos que se hacen en el libro Punk expresión marginal, en proceso de publicación por el Fondo Editorial CEREC. ✻ Historiadora de la Pontificia Universidad Javeriana con especialización en Estudios Culturales.

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haciendo visible lo oculto y lo marginado en él. De esta forma demuestran que existen otras versiones del pasado, de la cotidianidad, que están resistiendo a esa homogenización de la realidad. El punk en su propio discurso, a través de las letras de las canciones, refleja las fallas sociales que la lógica colectiva procesa y oculta, descentrando e invirtiendo el sentido de las cosas, porque el movimiento punk, así como su realidad, pueden verse como el inverso de la razón colectiva. Para sus practicantes la vida es la muerte. Este artículo tomará las letras de las canciones como fuentes para reconstruir la historia de la llegada del movimiento punk a la ciudad de Medellín, su impacto social y su razón de ser. La forma en que se estructuran las letras de las canciones demuestra la manera en la que se percibe el orden social, la política, la vida. Las letras, así como su estética, su simbología y su arte se vuelven testimonios, fuentes para leer la historia.

1. Ciertos antecedentes El punk surgió en los suburbios de la ciudad de Londres a principios de la década del setenta, como mecanismo de desahogo social y de búsqueda de la libertad para cierto sector de la juventud de la clase obrera. A finales de la década del sesenta las sociedades industriales avanzadas se veían amenazadas por la crisis del petróleo, que repercutía al interior de cada una de ellas. Inglaterra venía afrontando un bajo crecimiento económico que, en la década del setenta, la colocó en una situación cercana al colapso. A mediados de esa década la Revista Progreso se refería al poco fruto obtenido con las medidas económicas aplicadas: “Desde hace más de 25 años, laboristas y conservadores han recurrido a toda suerte de remedios para curar los males crónicos del bajo crecimiento económico, falta de inversión y beligerancia obrera”1 . En 1975 la inflación británica alcanzó la tasa más alta de Europa, 25% anual, y el número de desempleados llegó casi a un millón, debido a la reducción de las exportaciones, a la falta de estímulo a la producción, al fracaso del contrato social entre el gobierno y los trabajadores y a la debilidad de la libra esterlina, haciendo de Londres el núcleo de la crisis. La situación antes descrita fue acabando con las garantías sociales que brindaba el Estado de Bienestar, afectando directamente a la juventud. Crecían los barrios pobres, no había empleo, la inflación aumentaba, mientras que las instituciones tradicionales de cohesión social, como la familia, la Iglesia y el sistema educativo, entraban en conflicto. La conjunción de estos factores hizo que las perspectivas de 1

“S.O.S. La economía Británica a pique”, en Revista Progreso, México, julio-agosto, 1975, p. 6.

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vida y las nociones de futuro de la juventud del setenta fueran distintas a las de las generaciones anteriores. El surgimiento del punk también coincidió con la constatación de las problemáticas consecuencias humanas de la modernidad, que puso fin al metarrelato histórico del progreso y la idea de futuro ligado a esos conceptos. La juventud de la clase obrera fue la primera en protestar y en perder todo tipo de credibilidad en el sistema. Era evidente que las estructuras sociales entraban en decadencia y que por parte del Estado no había respuestas. La actitud de estos jóvenes fue diferente a la de los demás sectores de la sociedad, que seguían creyendo en el aparato gubernamental y en la monarquía, aunque fuera cada vez más evidente el aumento de la miseria en contraposición con la forma de vida de la familia real. Así lo demuestra el siguiente testimonio: Salís de estudiar como un idiota y no te dan trabajo en ningún lado, te rechazan y no hay comida en tu casa, tus padres no tienen como alimentarte ni vestirte; cuando intentas quejarte te tiran los policías encima y ves arriba, ves que toda la cochina familia real vive sobre tu miseria, la guerra y la gran bandera inglesa; son pura mierda cuando ves que les importa un bledo todo lo demás y te das cuenta de que desde que naciste todo ha sido así, ellos, los dueños de nuestras vidas aparentando ser una gran 2 nación, orgullosos de su aristocracia, de su puta sangre azul .

El punk se constituyó igualmente en un espacio de expresión y de protesta frente a la sociedad, al mundo y al elitismo que había acogido el rock, tanto en lo musical, como en su apuesta subjetiva de la estrella del rock. El rock de los sesentas, que había sido considerado el lenguaje de la contracultura e icono de rebeldía para la juventud, en los setentas se alejó de los temas sociales. Era el inicio del proceso de comercialización del rock y éste comenzaba a trabajar en función del monopolio de la industria cultural y de sus apuestas políticas. Este proceso se haría evidente en lo musical y en lo ideológico. Los ritmos eran cada vez más suaves, asemejándose a las estructuras sonoras del pop y la mayoría de letras de las canciones no cuestionaban la crisis. El rock se había convertido en una gran industria que requería de una costosa producción y de un conocimiento musical específico. Esto hizo que el rock se consolidara como un medio excluyente, sobre todo para los jóvenes de los sectores bajos de la sociedad; para estos jóvenes el rock ya no era considerado como una válvula de escape. 2

Kolectivo La Haine, “Punk, Una forma de Expresión”, en http: //lahaine.f2s.com/Musica/punkexpresión.htm, fecha de consulta: 12 de noviembre de 2003.

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El punk sacó sus bases de la estructura musical del rock, adoptó la velocidad al tocar, distorsionando las guitarras, mientras que sus voces descifran a gritos la crudeza de la realidad. El punk sintetiza el ruido urbano, se mimetiza en el asfalto, en las calles, reproduciendo con el cuerpo y la música el salvajismo de la ciudad y la crisis social. La música cobija el complejo de la vida, su engranaje es visceral, revive las emociones, dispara los sentidos. El “ruido”3 , la música es la libertad, es el amor, es la melancolía, es el odio social. El punk también generó una estética. Música y estética se convirtieron en maneras de habitar y confrontar el mundo. El punk nació como un proyecto de emancipación individual con perspectivas hacia un cambió social, revivió el sentimiento de lucha moderna asumiendo la política como un medio para producir la transformación de lo social. Responde local y globalmente, instrumentalizando al sujeto como un agente político. Se moviliza en el nexo social apropiándose de la política, volviéndola una práctica ontológica cotidiana. Vuelve mecanismo de expresión política el lenguaje, la música, la estética, el arte, el cuerpo, bombardeando así a la sociedad de mensajes y denuncias directas. De esta manera la concepción de cuerpo tradicional se disgrega para convertirse en un escenario social. El punk asume lo político como un espacio de constitución de los sujetos y hace de la vida una acción directa contra las estructuras de dominación social. El sujeto en el punk es ante todo un instrumento de lucha. El punk moviliza sentimientos de vida y actitudes frente al mundo que se han relacionado y son en parte la continuidad vital de expresiones contestatarias, artísticas y políticas que han surgido para abogar por la libertad del ser humano. Ejemplos de estas expresiones se encuentran en las corrientes literarias del siglo XIX, como los llamados malditos, poetas y filósofos que han sido satanizados y mal leídos, pues su búsqueda se refería a la necesidad de romper con los esquemas estéticos, políticos y sociales. Llamaban así a un cambio de órdenes, donde el desarreglo de los sentidos proclamado por Rimbaud implicaba un rompimiento de la jerarquización del cuerpo. En el siglo XX el punk ha sido relacionado con el dadaísmo y el surrealismo por ser proyectos innovadores y revolucionarios. En Inglaterra a partir de 1976, con la irrupción de bandas como The Sex Pistols, que se hizo famosa por sus escándalos en público invocando y volviendo una práctica social el caos, el punk se empezó a expandir por los barrios populares de diferentes ciudades y comenzó a penetrar la clase media4 . Pero su auge más significativo se 3 4

Expresión usada para referirse a este tipo de música. FEIXA, Carles, De Jóvenes Bandas y Tribus, Barcelona, Ed. Ariel, 1999, p. 120.

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dio en 1977, con la proliferación de bandas punk en Londres. El crecimiento y la expansión del punk hicieron que su lenguaje se ampliara y adoptara nuevas propuestas de organización, que no se restringieron al campo musical. Este proceso se logró debido a la interacción del movimiento con otros movimientos contestatarios, artísticos y políticos, como el anarquismo. A través de estos contactos surgieron colectivos en función de diversas causas: de género, en pro de la liberación animal, a favor de los presos políticos, de contra información, etc., creando otro tipo de prácticas sociales, vídeos, libros, obras de arte, ferias de fanzines,5 procesos de ocupación de casas, distribuidoras independientes de música y libros, basadas en el trueque del material. Con el tipo de actividades antes descritas se desarrolló la filosofía del “hazlo tú mismo”, inspirada en la autogestión y en contra de la cultura del consumismo. Esta maduración del punk dio origen a otro tipo de bandas como The Crass y Discharge Poison Girl, entre otras, que a través de la música pretendían dar soluciones a la crisis proponiendo la acción política a seguir. El punk en su complejidad generó diversas tendencias, desde el estigma del punk no futuro, nihilista y autodestructivo, hasta el punk de la resistencia, consecuente, activista y propositivo. Estos diversos caminos que se dieron al interior del punk se han movilizado por el mundo renaciendo y respondiendo a los contextos donde encuentra una razón social de ser. Es un sentimiento, una expresión universal que responde al caos urbano.

2. Punk Medallo Hemos generado decadencia oh, oh, oh/ Hemos engendrado la violencia/ Nuestra pobre patria es una puta/ El himno y la bandera nos insultan/ Patria vendida y explotada/ Muriendo a cada instante/ No tenemos solución oi, oi, oi/ El pan de cada día es represión/ Recurso natural de explotación/ La sangre de tus héroes no me importa/ Sangre derramada sin razón/ Patria vendida y explotada/ Muriendo a cada instante/ No tenemos solución.6 .

A principios de la década del ochentas el punk llegó a Colombia y, al igual que el rock, fue traído de Europa y Estados Unidos por las clases alta y media y por los medios de comunicación. Se comenzó a difundir en los núcleos urbanos, sobre todo en Bogotá y Medellín, y si bien llegó en la misma época a las dos ciudades, fue en esta última donde se consolidó como un movimiento. El afianzamiento del punk 5 6

Revistas que producen los punk para hablar sobre música y temas de interés; son espacios de contra información. Banda BSN, Disco Bastardos sin nombre, año 1987.

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en Medellín tuvo que ver, por un lado, con la tradición rockera de la ciudad, y por otro, con la necesidad de un sector de la juventud de canalizar la violencia política y social generada por el auge del narcotráfico en la ciudad. El rock había aparecido en Medellín a finales de la década del sesenta y principios de los setentas, paralelamente con el auge de las diversas tendencias de izquierda y del movimiento nadaísta, contexto perfecto para la entrada del rock y para el desarrollo de propuestas contraculturales. Pero la industria rockera que se consolidó en Medellín involucró directamente a jóvenes de sectores altos y medios, ya que ésta era la parte de la juventud que contaba con las posibilidades económicas para acceder a los equipos, al estudio de la música y a viajar para ver las producciones culturales de los otros países. La fijación de la clase alta por reproducir los parámetros culturales de las grandes ciudades, generó en el rock nacional una copia de la cultura norteamericana, como lo describe Jorge Giraldo Ramírez: La recepción del rock en Medellín es copia del fenómeno del Norte. Y es la clase alta la que tiene los medios y el afán de llegar a la moda. Lo novedoso en estos años son las fiestas en los clubes exclusivos como el Medellín y el Campestre, donde la gente rica se viste hippie y rocanrolera, trayendo ropa importada o comprando nacional en “la caverna de Corolo”, para escuchar y bailar las novedades discográficas de los 7 primeros grupos de la ciudad que interpretaban la nueva música .

De esta manera el rock se insertó socialmente como una expresión carente de contexto y limitada a la clase alta de Medellín. En este sentido conviene tener en cuenta que en la década del setenta, como parte del desarrollo comercial e industrial de Medellín, existían en la ciudad empresas como Sonolux y Codiscos, que incentivaron el desarrollo de la industria musical. Pero el rock de los setentas se agotó en los ochentas. Las nuevas coyunturas sociales que se desarrollaron en la ciudad a raíz de la emergencia del narcotráfico produjeron el desbordamiento de la violencia social, que se insertó en los sectores populares de la ciudad, golpeando directamente a la juventud. La música, como un arte que recoge la memoria colectiva, como un espejo social a nivel sonoro, necesita de nuevas expresiones para estar en armonía con los procesos del contexto. Y fue particularmente la juventud de los sectores populares la que pidió a gritos nuevas 7

GIRALDO RAMÍREZ, Jorge, “El rock, sonido para ángeles”, en http://www.lopaisa.abelart.com7rockhistoria.html, fecha de consulta: 2 de noviembre de 2003.

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músicas y lenguajes que le ayudaran a afrontar y a canalizar la realidad de muerte y guerra que se afincó en la ciudad. Fue en este sentido que la sociedad misma de los ochentas demandó sonidos fuertes y reales como el punk y el metal: Mucha gente estaba cansada del estancamiento musical dentro del rock que había llegado a Medellín. Se querían buscar ideas nuevas; el punk nos daba la oportunidad de autonomía, de libertad, de estar más de frente a nuestra realidad social. Algunos empezamos a investigar; tomamos libros y revistas extranjeras que hablaban del punk; recuerdo en especial un librito que se llamaba punk, muerte joven, era un librito de edición muy limitada, cuando fuimos a buscarlo a una librería era el último que quedaba. También tradujimos algunas letras de los Sex Pistols, de un cassette que nos prestó un amigo de Bogotá, nos dimos cuenta que esto era muy aplicable a nuestra realidad, habíamos encontrado nuestra propia 8 válvula de escape .

El punk se lo apropió parte de la juventud de los sectores populares, llenando esta expresión de sentido, auto representando con ese sonido y en esas letras la historia de sus vidas y de su cotidianidad. Los años ochentas constituyen el telón de fondo de cuatro ejes históricos: el narcotráfico empezó a consolidarse como empresa y sus líderes pretendieron emerger en la vida política; comenzaron los intentos fallidos de la mayoría de los procesos de paz; paralelamente se desarrolló el paramilitarismo9 y se terminaron los gobiernos de corte social por las presiones del Banco Mundial, acordes con el ascenso del neoliberalismo en las políticas económicas mundiales. Estos cuatro ejes interactuaron en medio del desarrollo de una cruda política anti izquierdista, que comenzó con la instauración del Estatuto de Seguridad por parte del presidente Julio Cesar Turbay. Se trataba de una nueva estrategia para legalizar la violencia de parte del Estado, que fue seguida por las Fuerzas Armadas que operaban dentro de la doctrina de Seguridad Nacional, una propuesta de organización estatal para acabar con la insurgencia. Estas medidas, por un lado, establecieron las bases para que desde el Estado se pudieran atacar las protestas de los sectores populares, las manifestaciones 8 9

URÁN, Omar, (Coordinador investigativo), Medellín en Vivo, Medellín, Instituto Popular de Capacitación, Corporación Región, Viceministerio de la Juventud, 1997, p. 99. Los paramilitares surgieron legalmente mediante la ley 48 DE 1968, como un mecanismo de justicia privada para reforzar las medidas del Estado.

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y todo tipo de acciones colectivas de oposición. Por el otro, legitimaron la evolución y las acciones de los grupos paramilitares y de limpieza social en contra de todos esos sectores. Fue precisamente por estas razones que en la década de los ochentas las violaciones a los derechos humanos pasaron a ser uno de los temas de relevancia nacional, reflejo de la ineficacia del Estado para dar soluciones a las injusticias sociales y el uso de la represión y la violencia como mecanismos para controlar, mas no solucionar, los conflictos. Siguiendo a Leopoldo Múnera, esta ineficacia del Estado gestó un nuevo “orden plural de la violencia”, la cual se hizo pública con el genocidio político de la Unión Patriótica, a fines de los ochenta: Los planes para eliminar físicamente a la UP hicieron parte de la llamada guerra sucia, que caracterizó la represión política desde la presidencia de Turbay hasta la de Barco y, por consiguiente, acompañó la propuesta de paz de Betancur. De 1978 a 1988 fueron cometidos 8.709 asesinatos políticos y se presentaron 2.851 casos de tortura y 1.054 de detencionesdesapariciones; la mayor responsabilidad por tales delitos recayó sobre 10 las Fuerzas Armadas, la Policía y los paramilitares .

La percepción de esta situación se reflejó en las letras de las canciones, como se aprecia en una canción de la recopilación Punk Medallo de la ciudad de Medellín, de 1984. Señores contra la pared/ Papeles... un dos tres... cerdos/ Este mundo está perdido, el gobierno está podrido/ Mucha tierra para pocos/ Colombia es de locos/ Y el pueblo se muere de hambre/ el gobierno es ignorante/ Ya vienen las elecciones inocentes en prisiones/ Y no no, no podemos protestar pues la bota militar/ Ya viene y nos va a matar” 11 .

El punk en Colombia se involucró directamente en la historia del conflicto, proporcionándole a la juventud otra manera de actuar, criticar y cuestionar a la sociedad y sus relaciones de poder. Por ello su música adquirió inmediatamente un carácter social y llegó a un sector de la juventud antioqueña excluida por el Estado y la elite de la ciudad. Se trataba de una juventud sin educación, sin salud, sin trabajo y sin opciones de vida digna, que por eso mismo despreciaba su patria y su historia y era incrédula frente a la política tradicional, el Estado, sus instituciones y propuestas de cambio. El punk coincidió también con el desarrollo del fenómeno del sicariato en estos sectores de la ciudad, a raíz de la aparición del narcotráfico. El 10 MÚNERA RUIZ, Leopoldo, Rupturas y continuidades. Poder y Movimiento popular en Colombia 1968-1988, Bogotá, IEPRI, Universidad Nacional de Colombia, CEREC, 1998, p. 278. 11 Recopilación Punk Medallo, año 1984.

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sicariato, al igual que diversas formas de delincuencia juvenil y el uso y comercialización de la droga, se impusieron en esta década como alternativas de subsistencia para la juventud de las comunas. Esta situación evidencia el nivel de descomposición social de estos sectores y refleja la ineficacia del Estado en la promoción del desarrollo social. Fue sólo hasta 1982, cuando un sicario mató al Ministro de Defensa Rodrigo Lara Bonilla, que el Estado le prestó atención a la situación de la juventud “marginal”. Expresiones musicales y culturales como el punk y el metal ofrecieron opciones y refugios de vida para aquellos jóvenes que no quisieron involucrarse directamente con el sicariato y prefirieron afianzar sus vidas con expresiones contraculturales. En 1982 la banda Complot empezó a tocar canciones de The Sex Pistols y The Clash. A partir de 1983 surgieron los parches12 de punkeros en los barrios de Aranjuez, Castilla, Morabia y Villa Hermosa, entre otros. Patricia Valencia, en una reseña sobre la historia del rock en Medellín, describe cómo “en los barrios de las laderas, de los obreros, se imponen los cabellos largos, las botas de obrero, los pantalones tubo ajustados, pintados y rotos, las correas de taches, el negro absoluto, los jeanes sucios y la suerte con el amor y la paz”13 . En este mismo año surgió la banda Parabellum, que orientó el carácter de denuncia social y de vivencia marginal que acogió el punk de los ochentas, estableciendo un divorcio radical entre el punk y el metal. A partir de este momento el punk se concentró en la protesta social, mientras que el metal se centró en el desarrollo del virtuosismo musical, poniendo en segundo plano el mensaje de las letras. La ruptura ideológica entre el punk y el metal originó “La batalla de las Bandas”, una guerra entre los dos géneros. Este enfrentamiento, además de ideológico, se estructuró sobre un problema de clase social: los metaleros fueron considerados los burgueses y los punkeros los representantes de los sectores populares. Las dos posiciones estructuraron el uso y el sentido que desarrollaron estos géneros musicales. El metal buscó el reconocimiento comercial, mientras que el punk le dio origen a un movimiento subterráneo, anticomercial, underground, que creó sus propias redes de distribución de la música, consecuente con la trayectoria de su movimiento. A partir de 1984 surgieron bandas de punk como Restos de Tragedia, Mortikans, Pe-ne, 12 Grupos de individuos que se reúnen para compartir afinidades en común, en este caso la música y el estilo de vida. Estos encuentros solían hacerse con grabadoras en las esquinas de los barrios, en casas de amigos y en conciertos. 13 VALENCIA ESTRADA, Patricia, “Reseña de la historia del Rock en Medellín”. http://altair.udea.edu.co/ zonanaranja/version1/rock3.htm, fecha de consulta: 2 de septiembre de 2003.

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Podrida Sociedad, Sociedad Violenta, Mierda, todas provenientes de las comunas nororiental, noroccidental y centro-oriental de la ciudad. Igualmente, a lo largo de la década proliferaron las bandas, que con sus propuestas hicieron vibrar a la ciudad, visibilizando lo oculto, lo excluido, lo marginal y develando con la estética, la música, el lenguaje y las letras de las canciones el peso de una historia marginal, como lo muestra el siguiente testimonio: Las cadenas no las usamos para amedrentar a la gente, son un símbolo de opresión; los ganchos simbolizan sostener ideas; los zapatos, las botas, son para que duren 2 ó 3 años, son una afrenta contra el consumismo de los que creen que la marca hace al joven; las chaquetas las compramos en la plaza minorista o en la salida del anfiteatro, todavía con el olor del muerto fresco, y después las arreglamos a nuestro gusto, el atuendo lo usamos porque nos gusta agredir visualmente a la gente y después escuchar 14 las idioteces que dicen de nosotros .

Ese sentido de denuncia del punk, como ya se ha dicho, se expresa igualmente en las letras de las canciones, como se aprecia en el siguiente aparte: Este mundo está podrido/ no se puede vivir aquí/ el gobierno nos mata/ como extirpando a las ratas/ sin trabajo, de hambre/ con hambre no hay paz/ Y se viven quejando porque hay inseguridad/ gobierno de mierda, sociedad de rutina/ mundo de guerra, huele a mortecina/ la guerra es un paraíso para que la vida muera/ sólo piensan en ellos y los demás que coman mierda15 .

3. El punk como reflejo de su propia historia Qué es el progreso/ Nuevos autos en el mercado/ Qué es el progreso/ Aumentar los impuestos/ Qué es el progreso/ Nuevas armas para la guerra/ Cuál progreso, tu progreso/ Mientras otros mueren de hambre/ El nuevo presidente/ Habla de progreso/ Nuevos alimentos/ Nuevos policías/ Nos tienen consumidos/ Nos tienen atrapados/ Cuál progreso, tu progreso16 .

La historia de Medellín se desarrolló a partir de los imaginarios de progreso y modernidad 17 . En los ochentas estos imaginarios hegemónicos de ciudad se 14 15 16 17

URÁN, Omar, op. cit., p. 105. Banda Rasix, Disco Recopilación Medellín contra el quinto Centenario Canción, Huele a Mortecina, año 1988. Banda, Aversión, Disco, Averxion /CTC, Canción Progreso, año 1990. NARANJO, Gloria y VILLA, Marta Inés, Entre luces y sombras. Medellín: espacio y políticas urbanas, Medellín, Corporación Región, 1997, p. 11.

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desbordaron. El desarrollo de un proceso de industrialización en un país en conflicto y la pobre propuesta de Estado, produjo una situación opuesta a estos ideales. Se establecieron dos ciudades, la del centro con su eje en el poder y la de la periferia con su eje en la pobreza. Medellín en esta década ya no fue reconocida como la ciudad moderna, sino como la urbe violenta. El punk en sus letras recogió la contra historia de la ciudad, la ajena a la versión del progreso y la modernidad: la de la exclusión. Contó el entorno de sus engranajes, visibilizó su lugar de enunciación y su versión de la realidad. Amplió y descentró la narrativa de la historia oficial de la ciudad. humo, ruido, químicos/ Fábricas contaminantes/ empresarios ambiciosos/ destruyen la capa de ozono/ Los rayos del sol entran podridos/ Gobiernos inútiles/ vendidos por el dólar/ entrevistas de los recursos naturales/ engañando la gente con falso progreso/ Gringos acaparando todo en su beneficio/ basta de bastardos/ empresas extranjeras asesinando trabajadores /porque protestan por el mísero salario/ Muerte, desolación, pobreza sólo queda en los campos/ en las ciudades sólo hay represión/ desolación social, caos/ temor, ya no hay solución/ policías y narcos tienen un precio/ terroristas y sicarios con sus bombas/ por dinero destruyen al pueblo/ basta de bastardos.18

El proceso de industrialización de Medellín se dio en las primeras décadas del siglo XX, mediado por la utilización de nuevas tecnologías, que aceleraron el desarrollo del escenario urbano hasta mediados del siglo. La ciudad inicialmente tenía su centro en la Plaza de Berrío y, con relación a este centro, se enunciaba la importancia y el significado de los otros espacios urbanos. La industrialización, sumada a la agudización de los problemas sociales en el campo, dio lugar la llegada de nuevos actores a la ciudad. Esa población se asentó en las zonas periféricas nororiental, noroccidental y centro-oriental, respondiendo a dos procesos. Uno de ellos, mediado por la intervención del Estado y las empresas privadas para la promoción de barrios obreros, con el fin de constituir una clase obrera que sirviera al desarrollo de la industria. El otro, originado en los procesos autónomos de ocupación de territorios, sin intervención del Estado y de entidades privadas. Los dos procesos se han caracterizado por la supervivencia con base en la ayuda mutua, la cooperación y la solidaridad. Esta actitud ha permitido soportar la exclusión política, económica y social por parte del Estado y de la elite local y ha sido respaldada por la Iglesia. Esta última ha tratado de suplantar el papel del Estado y ha forjado la identidad del sujeto trabajador, la dignidad de la pobreza, ayudando a crear el sujeto sumiso. Estableció un control social y moral, arraigado a un núcleo familiar que posteriormente se fue fragmentando. 18 Banda CTC, Disco Avexion/CTC, Canción Basta de Bastardos, año 1990.

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Los barrios obreros se planearon con el modelo de la Ciudad Jardín, que tenía una lógica de demarcación urbana articulada con un proyecto de vida para el obrero. Se proyectaba que fueran construidos alrededor de las fábricas, con las supuestas comodidades básicas: servicios públicos, higiene, zonas verdes, espacios de socialización e iglesias. Así el obrero no tendría la necesidad de movilizarse por otros sectores que lo dispersaran de su actividad laboral, no se contaminaría con valores ajenos a la moral cristiana y no entraría en contacto con otras formas de vida. Para todo estás marcado, un puesto fijo estratificado, te prohíben el acceso a ciertos lugares, te regulan el espacio, te cohíben tus ideas, te opones y te tildan de revolucionario, marcado con desprecio por la sociedad del peso, clasificado por tus bienes, privado de derechos.19

De esta propuesta surgieron barrios como Aranjuez y Manrique. Sin embargo, en esos barrios en los que hubo intervención de entidades privadas y estatales, nunca se suplieron las necesidades básicas de salud, educación y vivienda. En términos generales, el poblamiento se desarrolló mediante un proceso colectivo autogestionado y de lucha continua por la apropiación del territorio y el asentamiento de la vivienda. Como lo plantea Gloria Naranjo: La consecución de la vivienda fue para la mayoría el anhelo mayor de su existencia. Las casas se iban conformando inicialmente en forma dispersa. En primera instancia, la vivienda partía del clásico tugurio construido con base en palos, latas y cartón, seguramente siguiendo la tradición rural del patrón de asentamiento; le daban gran consideración al espacio exterior que les servía de pequeña huerta. Conformaban viviendas diseminadas pero unidas con base a necesidades comunes. La producción del lugar para vivir va creando códigos lingüísticos y de comportamiento 20 que les permite enfrentarse a la gestión del hábitat .

Esta forma de poblamiento se caracterizó por el desamparo estatal en todas sus formas y por la continua lucha por la apropiación, la organización y la transformación del espacio para adquirir las mínimas condiciones de vida. Se inició con la guerra de ocupación, la construcción de la casa y el reconocimiento como barrio para gestionar los servicios públicos. La población fue así objeto de una doble exclusión: la que tuvo que afrontar en el campo a raíz del conflicto social y la que afrontó al llegar a

19 Banda Aversión, Disco Averxión/CTC, Canción Estratificación, año 1990. 20 NARANJO, Gloria, Medellín en zonas, Medellín, Corporación Región, 1992, p. 7.

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la ciudad. Las dos han sido mediadas por la violencia en que se han enmarcado estos procesos: Problema de enfermedad y pobreza/ es lo que realmente me preocupa/ quiero gritar, gritar, gritar/ hacer algo por el dolor que siento/ parecemos cuerpos abandonados/ esclavos del sufrimiento/ no se hace ni puta mierda por salir de esto/ pesadillas y tormentos/ todavía no es tiempo/ todavía no es tiempo/ aún no es tiempo de muerte/ odio el desespero en mi cerebro/ nadie da respuesta a mis preguntas/ las puertas se cierran/ el dolor aumenta/ inconforme me ahogo/ asustado no veo solución/ basura, basura, basura/ Egoísmo, hipocresía/ dinero de por medio/ interés y marica vanidad para nada/ existo aquí y ocupo espacio.21

En 1964 Medellín recibió el 55.4% de la población del departamento, que autónomamente se instaló en zonas periféricas. Los parámetros de ciudad moderna se comenzaron a desbordar por varias razones: el aumento de las migraciones a la ciudad, el inicio de la recesión económica, la flaqueza de la industria que era el sustento económico de estas zonas, lo que produjo el incremento de las tasas de desempleo y de la economía informal, la pérdida de hegemonía de la iglesia y los partidos tradicionales y la resonancia de los cambios sociales, culturales y políticos a lo largo de la década del sesenta. La elite local no respondió a estos problemas y cambios sociales, resguardándose en la pérdida de los valores fundacionales de la ciudad, negando y desamparando el crecimiento de las periferias. Se estructuraron dos ciudades: una huérfana e improvisada, producto del conflicto social en el campo, y otra resguardada en la administración local. La elite local frente a la periferia recreó una representación basada en la negación, en la ilegalidad, en la vergüenza social. Promovió un imaginario colectivo del lugar como un espacio vacío, sin gente, sin niños, que se podía intervenir militarmente, reprimir, azotar, violentar. Culpó a la población de la periferia de desarticular las redes sociales de la ciudad y su supuesta imagen homogénea. Ocultó así la ineficiencia social del proyecto de ciudad y de país basado en un concepto de modernidad excluyente. En la “marginalidad”22 se aglutinaron los resultados inevitables de la ineficacia política, económica y social de la administración local y nacional, como se expresa en las canciones: Problemas de capital y trabajo/ riqueza y pobreza/ salud de niños y mujeres/ desamparo de inválidos y viejos/ Salarios y horas de trabajo/ trabajo excesivo y falta de ocupación/ higiene y

21 Banda Restos de Tragedia, Disco Ser y No Ser, Canción Aún no es Tiempo, año 1988. 22 “La marginalidad es fundamentalmente una condición social resultante de la falta de acceso a los servicios de educación y salud, y de la falta de oportunidades de empleo... se traduce en la no incorporación de un grupo cada vez mayor de gentes a los beneficios del desarrollo” (NARANJO, Gloria y VILLA, Marta Inés, op. cit., p. 73.

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enfermedad/ viviendas y tierra por cultivar/ poder de pocos y esclavitud de muchos/ monopolio y falta de confianza/ dinero y falta de dinero/ antagonismo social, antagonismo social.23

El crecimiento de la “ciudad ilegal”24 y la emergencia de movimientos de protesta urbana llevaron a que en la década del setenta el tema adquiriera una dimensión política. El Estado propuso alternativas basadas en la redemarcación del perímetro urbano, que fueron la causa de desalojos forzados y de la legitimación del uso de la violencia por parte de la administración local hacia los sectores populares. Se propició así un mayor derramamiento de sangre, en vez de dar soluciones a los problemas de inequidad en la tenencia de tierra al interior del departamento y del desplazamiento forzado. La mayoría de políticas de desarrollo urbano terminaron beneficiando a la elite de la ciudad, con lo cual se amplió aún más la separación entre las dos ciudades. La ineficacia del Estado también se evidenció en la solución de conflictos. Incentivó en la población la utilización de mecanismos privados para la solución de problemas sociales, que posteriormente se convirtieron en formas de delincuencia ciudadana. Medellín comenzó la década del ochenta con la legalización de los grupos de autodefensa, bajo la alcaldía de Bernardo Guerra Serna, lo que dio origen a las campañas de limpieza social como estrategia para acabar con los problemas sociales. Este período comenzó con la coexistencia de tres escuadrones de la muerte actuando en la ciudad25 : «asociación prodefensa de Medellín», uno parapolicial y otro al servicio del narcotráfico, que concentraron sus acciones en los barrios populares. La práctica de la “limpieza social” en la sociedad antioqueña se transformó en una expresión cultural, una lógica política, una manera de estructurar, de mantener el poder: Sociedad morgue/ sociedad corrupta/ campañas de limpieza/ que sacuden nuestros barrios/ Veredas y caminos/ Campañas de facilitación/ que causan emoción a miles de empresarios/ y tú qué sabes?/ No sé... No sé nada.26 Impunidad, impunidad/ no parecemos humanos/ la vida ya poco importa/ corre sangre de gente inocente/ Delitos en la impunidad/ unos roban, otros matan, otros mienten/ Los que no roban ni matan, mienten, mienten.27

El desconocimiento humano, político, económico y cultural, la falta de soluciones a los conflictos acumulados a lo largo del siglo y el constante crecimiento de los 23 24 25 26 27

Banda Restos de Tragedia, Disco Ser Y no Ser, Canción Antagonismo Social, año 1988. Llamada así por la administración local. Ver SALAZAR, Alonso, Subculturas del narcotráfico, Medellín, Cinep, 1992, p. 60. Banda Bastardos Sin Nombre, Disco Guerra Bacteriológica, Canción No Se Nada, año 1986. Banda Restos de Tragedia, Disco Medellín Presente R.D.T., Canción Impunidad, año 1988.

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sectores populares produjeron en la década del ochenta la proliferación de múltiples expresiones de violencia, que se alimentó con la aparición del narcotráfico en los escenarios político y social. Esta situación acrecentó la progresiva situación de no futuro en los barrios marginados. De otra parte, Medellín empezó la década de los ochenta en medio de la crisis de la industria. Fabricato y treinta empresas del valle de Aburrá se declararon en concordato. Estos hechos empeoraron la inestabilidad económica de los sectores populares, aumentaron las tasas de desempleo en un porcentaje mayor al resto de las ciudades de Colombia, lo que fortaleció el mercado de la droga en la ciudad. La violencia se profundizó y se instauró como una forma de habitar la ciudad marginal, que comenzó a definir el espacio, el tiempo y el ritmo de la vida. El punk entró en escena reflejando y gritando el cansancio que producía una historia basada en la lucha por la inclusión, por la subsistencia, y demostró cómo la imposición de la modernidad en la ciudad, así como el proyecto de país y de Estado habían causado la miseria y la muerte. Esta realidad acompañó al punk a lo largo de la década: Los punkeros de Medallo eran una raza legítimamente bastarda, hijos del odio, la intolerancia de un tercer mundo y de un país quebrado hasta los tuétanos. Hijos sin padre o hijos de la primera generación de migrantes campesinos asediados por las guerras, de obreros en paro forzado, habitantes de las laderas de la ciudad; 12 de Octubre, el Popular, Santa 28 Cruz, Villatina, entre otros . Quién está matando a nuestra gente/ cuál es la razón de tanta muerte/ por qué se ha perdido el respeto por la vida/ cuándo acabará esta guerra incivil/ la ciudad morgue/ todos atrapados/ dentro de cajones de cementos/ crímenes y desconcierto/ es lo único cierto/ la ciudad morgue.29

4. El punk como contravisión del proyecto de juventud de su contexto Cuando camino/ por las calles de esta ciudad/ veo la muerte aquí y allá/ ¡ahí va! Con su cara de gatillo/ ¡ahí viene! Con sus ojos de homicidio/ en las esquinas, rondando el barrio/ acechando en todos lados/ va y viene de casco y botas/ viene y va de tenis y gorra/ cómo puedes permitir/ que un imbécil piense por ti/ que te llene la cabeza de gusanos/ que te ponga un fierro en las manos/ que te haga su perro amaestrado/ que te ponga a comer de su mano/ que

28 URÁN, Omar, op. cit., p. 99. 29 Banda: Bastardos Sin Nombre, Disco: Bastardos sin Nombre, Canción: Ciudad Morgue, año 1987.

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te pinte ilusiones de mierda/ y que te convierta en una gonorrea/ basura en el cine, basura en la tv/ violencia en las calles y todo está muy bien/ porque lo único que importa es lo que puedes conseguir/ porque la ley del fuerte dice: tener o morir/ basura política, basura clasista, basura anarquista, basura fachista/ todas te ofrecen un futuro y una prosperidad/ para que la pagues con tu sangre o la de los demás/ fuimos educados para ser alguien/ y tenerle miedo a ser nadie/ que nunca pienses solo que siempre estés con ellos/ el partido, con el culto/ con el combo, con el gremio/ todos te repiten que eres libre de elegir/ basura o basura/ es lo que tienen para ti/ basura y mentira/ es lo que tienen para mí. 30

Más allá de sus implicaciones políticas y económicas a nivel nacional e internacional, el auge del narcotráfico y sus despliegues en la vida nacional establecieron una nueva dinámica de cohesión social, cultural y económica. Una de las consecuencias directas en la ciudad de Medellín fue la pérdida del control social por parte de las instituciones tradicionales, el sector empresarial y la clase política, que habían impuesto sus intereses sobre el resto de la población. El narcotráfico, alimentándose de esta crisis, se instaló socialmente como una salida. Se convirtió en la alternativa económica más viable y trató de reemplazar el vacío político y económico generado históricamente por la exclusión del Estado y la elite local. El punk surgió en forma paralela a la inserción del narcotráfico en los escenarios sociales y políticos. Este último se consolidó recibiendo el apoyo directo de algunos sectores de la política nacional, al tiempo que sectores de la mafia se unieron al paramilitarismo. La violencia del negocio de las drogas se inscribió en el conflicto nacional: “El primero de diciembre de 1981 se crea el MAS (Muerte a Secuestradores), 22 capos de la mafia criolla aportan 9 millones de dólares y 200 hombres para combatir el secuestro, ejecutar delincuentes comunes y grupos guerrilleros”31 . Las fuerzas del MAS se sumaron a la guerra en contra del comunismo y la guerra sucia iniciada por el presidente Turbay. Los barrios populares se volvieron el epicentro de la violencia. Recibieron directamente la guerra iniciada por el gobierno y alimentada por el narcotráfico: Atentados terroristas en las calles/ un carro bomba explota, en la ciudad cientos de inocentes muertos/ el objetivo es pa callar/ narcoterroristas, narcoterroristas/ el gobierno es asesino/ los terroristas también/ caos, represión, confusión/ todo está en mi mente/ ya no salgo a la calle/ pues me van a encarcelar/ ya no salgo a la calle/ pues me van a matar32 .

30 Banda: Libra, Disco: Libertad y desorden, año 1997. 31 SALAZAR, Alonso, op. cit., p. 61. 32 Banda: Bastardos Sin Nombre, Disco: Guerra Bacteriológica, Canción: Narcoterroristas, año 1986.

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Por otro lado, la relación del narcotráfico con los grupos dirigentes y el Estado se hizo cada vez más evidente. En 1982 Pablo Escobar fue elegido Representante a la Cámara por el movimiento de Renovación Liberal liderado por Jairo Ortega Ramírez, aunque posteriormente el galanismo antioqueño lo denunció y lo expulsó. Hasta esta fecha el narcotráfico creció apoyándose en las políticas tradicionales del Estado. Paralelo a este proceso Pablo Escobar, mediante la Corporación Medellín sin Tugurios, hizo un barrio con su nombre, además de repartir mercados, arreglar la infraestructura de otros barrios y generar empleo. De esta forma, Pablo Escobar se consolidó como el protector de los pobres. La base social de la política del narcotráfico se sustentó en la generosidad para con los sectores populares; sin embargo, el boom de la coca no reestructuró las dinámicas de la distribución del ingreso económico a nivel social, por lo que no cambió la condición de vida de los habitantes. La escasa inversión que el Estado había realizado en estos lugares, sumada a la crisis económica, hizo imposible el mejoramiento de la calidad de vida de la población, aunque entrase dinero del narcotráfico. Esta situación la explica Gabriel Misas: Si observamos la evolución de los indicadores de desarrollo social hasta los años setenta, las tasas de cubrimiento de educación y de salud, por ejemplo, podemos constatar que eran muchos más reducidos en Colombia que en el resto de América Latina. En Colombia sólo se puede hablar de Estado a partir de los años sesenta cuando empieza a aumentar la participación del gasto público dentro del PIB. Durante largos períodos, hasta finales de la década de los sesenta, la participación del gasto público en el PIB fue inferior al 4.5%, cuando en el resto de los países de América Latina estaba en ese mismo momento alrededor 33 del 12% .

El narcotráfico comenzó a representar una herramienta de subsistencia dentro de los sectores populares antioqueños. El deterioro y la pérdida de credibilidad de las instituciones tradicionales en Medellín, como la familia y la iglesia, sobre todo en estos sectores, hizo que la juventud tuviera que desarrollar formas de vida y de subsistencia a través de mecanismos privados ajenos a las estructuras tradicionales de socialización. La juventud no tenía alternativas, no había empleo, no había 33 MISAS, Gabriel, “Modelos de desarrollo”, en VALENCIA GUTIÉRREZ, Alberto (editor), Exclusión social y construcción de lo público en Colombia, Colección Sociedad y Economía N° 2, Bogotá, CIDSEUniversidad del Valle, CEREC, 2001, p. 344.

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educación y ya no se confiaba en los partidos, ni en el ejercicio de política tradicional. Los nexos con movimientos políticos de izquierda estaban siendo obstaculizados por la guerra sucia iniciada por Turbay y el narcotráfico. “La izquierda, a pesar de la permanencia en los sectores populares, no logró catalizar la crisis hacia una radicalización social en contra del Estado”34 . La conjunción de los anteriores factores dio lugar a que muchos jóvenes terminaran involucrándose en el tráfico de drogas, dando así origen a un nuevo movimiento económico y cultural dentro de la juventud: el sicariato. Este último brindó un sentido de pertenencia, forjó una identidad y consolidó una base económica, relaciones que nunca generó el Estado. Por otro lado, la violencia que comenzó a desarrollarse en el sector marginal le impuso a la juventud la necesidad de hacer parte de una banda para poder subsistir. La lógica de vida que se ofreció a través del narcotráfico monopolizó a la mayoría de la juventud del sector marginal. Las primeras bandas de sicarios y las primeras bandas de punk salieron de los mismos sectores de la ciudad, de las comunas nororiental, noroccidental y centro-oriental, de barrios como Castilla, Villa Hermosa y Aranjuez, entre otros. Hicieron parte de un mismo contexto social, pero sus búsquedas se contrapusieron. El punk buscó su libertad, por lo que su lucha se concretó en la crítica social y en la no contribución con el sistema, en hacer de la vida un acto de permanente enfrentamiento con las redes sociales, sus valores, sus normas, sus instituciones, su disciplinamiento. Repudió al sistema, su opresión, la desigualdad que había generado, la violencia que lo había demarcado, por ello lo irrespeta, lo subvalora y se autonombra como antisistema. El sicariato regenera las estructuras del sistema, las mantiene, reafirma las jerarquías sociales, la violencia política, los valores tradicionales, el patriarcado, fortifica instituciones como la familia, la religión y dinamiza la economía capitalista a través del mercado de la droga, potenciando la cultura del consumismo, de lo ostentoso, del poder a través del dinero. Por el contrario el punk promueve una lucha y una conciencia anticapitalista, pretende deshacer la cultura del consumismo, aboga por la igualdad social, rechaza las jerarquías sociales, la religión, el concepto de poder, el hacer de la vida un acto de esclavitud por dinero, como se puede ver en esta letra: Ha llegado la hora de asesinar/ vas a tener que implorar un trabajo/ sólo por no tener un puto peso en el bolsillo/ el sistema es prostituto/ y tú eres la puta de él/ el sistema está podrido/ y tu que piensas vivir bien.35

34 SALAZAR, Alonso, op. cit., p. 65. 35 Banda: Bastardos Sin Nombre, Disco: Guerra Bacteriológica, Canción: Sistema de bolsillo, año 1986.

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Esta discrepancia entre el punk y la lógica de vida común al sicariato se puede ver en el artículo del fanzine Nueva Fuerza, refiriéndose a la película Rodrigo D. No futuro: La película comete el grave error de MEZCLAR el ambiente de nosotros con el de un grupo de individuos dedicados a todo menos a escuchar y a sentir la música, lo que origina que irremediablemente los que vean la película relacionen el ambiente de los punk y de los metaleros con el de los traquetos. Mientras la violencia punk es a través de las letras y de una forma de vida que rechaza el sistema, pero que a la vez trata de generar conciencia crítica en sus seguidores. La violencia del lumpen es a través de armas y de acciones que sólo buscan la supervivencia económica y 36 mantener su propia vida .

En este contexto, el punk trató de movilizarse en contra de la mecánica social, descolonizándose de sus tradiciones políticas y culturales, de la corrupción, la injusticia, la doble moral, el consumismo y de sus formas de accionar, la violencia, la represión y la muerte y se convirtió en una fuga, en un resguardo para esa juventud despojada de futuro y obligada a vivir bajo la realidad de la guerra del narcotráfico y de la “marginalidad”. Se convirtió en un medio regenerador de la conciencia humana, en una manera de interpelar al mundo, de autorepresentarse y salir del anonimato social. En un mecanismo para rechazar la impotencia social y ser escuchados cuando siempre habían sido callados, para ser pensantes cuando habían sido históricamente ignorantes. Significó un renacimiento en el nivel moral y adquirió la fortaleza necesaria para retar la historia y ser intolerante frente a las injusticias cotidianas. Por esto, a través de la música, analizó la sociedad y develó esa “verdad” política que ha limitado el ejercicio de la vida en el espacio marginal: 1,2,3,4, mil, veinticinco muertos a diario/ y todos siguen siendo partidarios/ de tan podridos políticos mercenarios/ que sólo ven el dinero en su ansia de matar/ protegidos desde su corte mariscal/ tienen como único derecho/ cederte a una tumba para pagar/ y nunca olvidar el impuesto predial.37

Esta forma de oposición en un ambiente de guerra llevó a que cualquier acción tuviera que responder a esquemas de violencia: Eran adolescentes “acelerados” sin antecedentes penales. Sus delitos más graves eran el atraco y el consumo de droga. Pero la dinámica de la 36 Revista Nueva Fuerza, Medellín, 1989, p.4. 37 Banda: Bastardos Sin Nombre, Disco: Guerra Bacteriológica, Canción: Holocausto, año 1986.

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violencia los envolvió. La guerra entre pandillas, que empezó con escaramuzas de piedra y cuchillo, fue cogiendo un tono dramático. El desafío de los enemigos los puso no sólo en la tarea de defenderse, sino ante la necesidad de dar lecciones para demostrar la supremacía de 38 unos contra otros .

El punk en este período se convirtió en otro epicentro de violencia, un movimiento contestatario, contracultural, contrapolítico, contrahistórico, contra todo. Implicó el inicio de otra guerra. Ellos en su conjunto representaban una amenaza para los grupos de limpieza social, los paramilitares, los distintos ejes del narcotráfico, la policía, la iglesia, las milicias urbanas; todos veían en esta expresión musical una forma de delincuencia juvenil. El movimiento mezclado con este marco social consolidó seres antisociales, depresivos, locos, violentos, desprendidos de todo tipo de prejuicio moral y social. Estos sujetos aprendieron a concebir la vida en el instante, una vida carente de sueños, de roles de “vidas normales”. Fueron seres que le jugaron a la subsistencia, una subsistencia atravesada por la intensidad de la violencia, de las armas, de la droga y de la guerra, imbricada a una necesidad de libertad. Esta situación generó la adaptación a la muerte, que ataron a su existencia como un ejercicio de reto a la realidad. Por esto, el odio social se convirtió en el eje de su lucha antisistema, demarcando sus expresiones cotidianas, la estética, la música, la actitud ante la vida: El Punk, Hardcore, son expresiones auténticas de la crisis del modernismo, del crecimiento urbano, de la formación de la ciudad. Nos están profanando nuestros rituales del alma, un edificio acá, otro allá, y si bostezamos, las quijadas se nos quedan pegadas entre los edificios. Los espacios se nos están achicando, si uno grita dicen que está loco y si uno brinca, tiene que caer, porque la gravedad lo obliga, pero no la gravedad de la naturaleza, sino la gravedad social, por eso buscamos formas de ingravidez, de detener el tiempo y la realidad, de restregar nuestro odio 39 en la cara de la gente .

En este contexto los punks lograron hacer del caos una creación, le sacaron belleza a la miseria y se inspiraron a través de la violencia. Tal actitud permitió iniciar un camino, haciendo de la música una territorialidad y una lucha por construir otro mundo: 38 SALAZAR, Alonso, op. cit, p. 85. 39 URÁN, Omar, op. cit., p. 104.

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Los punks estamos luchando para construir nuestro verdadero mundo sin tantas reglas que cumplir, sin a quien obedecer, sin a quien alabar... El absurdo y gran fraude que causa la discriminación de los punk, es lo que nos impulsa a ser agresivos y nos ayuda a ver la realidad que quieren que ignoremos. Nuestra música siempre gira dedicada a buscar la realidad que el sistema nos esconde. Y ¡ja, ja, ja!, nos reiremos de ustedes, hoy y 40 siempre porque sabemos que somos reales .

Muchos punks de este período trataron de generar otras alternativas de vida. Algunos se fueron a vivir al campo o cerca del mar; el retorno al campo aparece en las letras como icono de libertad. Sin embargo, en el ambiente de violencia que vivía la ciudad la mayoría de punkeros de esta generación encontraron la muerte. Gran parte de ellos fueron asesinados y otros se suicidaron. Decían que la vida después de los 25 años no tenía sentido, preferían no seguir viviendo en medio de la guerra con un futuro incierto, ni ser parte de la sociedad, fueron una especie de suicidas sociales. Esta primera generación de punkeros se constituyó como la generación del no futuro, un no futuro promocionado por las dinámicas políticas, económicas y sociales en las cuales se estructuró esta sociedad. El peso del nihilismo social, inherente al contexto, fue un obstáculo para que el movimiento punk generara otro tipo de intervenciones que canalizaran el odio social hacia un cambio radical. La situación en general impidió que esta primera generación se transformara en una verdadera amenaza política. Sin embargo, alcanzó a despertar una conciencia crítica y de análisis social, que desafiando el ambiente de guerra, le dio un giro a la realidad de estos jóvenes y al quehacer político dentro de la sociedad: Yo creo que en países como éste, este movimiento tiene una validez muy grande, es educar a la gente desde afuera del sistema, es educarlos aunque sea con el sonido que escuchamos, es el abrir los ojos a una cantidad de cosas, es el protestar de una manera no violenta, sino mas 41 bien a través del arte .

Así mismo, el movimiento fue creciendo e inmiscuyéndose en otros sectores sociales, especificando y madurando sus luchas, ya que la necesidad de libertad y de cambio se hacía cada vez más apremiante en el conjunto de la sociedad. Atravesó así todos 40 Revista Subterráneo Medellín, Medellín, No. 5, 1990, p. 14. 41 Entrevista a Sandra Rojas, Banda: Polikarpa y sus viciosas, 10 de febrero de 2003.

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los estratos sociales: “El punk no morirá mientras exista el odio. Uno escribe con odio, odio a los impuestos, a la religión, a los profesores mediocres, a los políticos, a los militares”42 . “Aquí está nuestro legado/ legado de odio claro está/ y como el odio también es una consagración/ recibámoslo/ y continuemos con esta loca y absurda carrera/ cansado de que vengas a reprocharme/ que hablo mal, que repare mi vestimenta/ de mi olor y de que quieras apartarte/ de las ganas que te sobran de matarme/ te repito no me dejes so bastardo/ que así no cambiarás mi pensamiento/ si matarme tu crees que mejore algo/ aquí estoy apunta bien/ yo soy tu blanco/ si supieras cuánto te odio sociedad/ ni a la cara podrías mirarme/ ni siquiera te atrevas a preguntar/ pues lo mismo yo te voy a contestar/ yo aquí me voy a quedar/ molestando como nunca ya verás/ tu me haces la vida imposible a mí/ imposible la vida yo te haré a tí/ dices que no tengo yo ya nada que hacer/ en esta sociedad cuyas reglas más esenciales desconozco/ y que tú me vas a ejecutar/ yo aquí me voy a quedar/ tú a mí no me vas a hacer cambiar/ tú me odias y yo te odio, no está mal/ que la carrera continúe, que estamos a par”43 .

Al analizar las letras de las canciones de los ochentas y principios de los noventas se perciben al menos treinta y tres ejes de referencia44 , que estructuran el lenguaje y que constituyen los temas sobresalientes alrededor de los cuales va a girar el discurso punk de este período. También se perciben ciertos cambios y especificidades dentro de su marco de pensamiento, que se pueden agrupar en tres etapas. La primera etapa del discurso se centró en la negación del proyecto moderno y denunció sus consecuencias naturales y humanas. El lenguaje de esta etapa se basó en la relación entre los conceptos naturaleza, mente (refiriéndose al desarrollo de la razón instrumental) y muerte. El punk odia lo que el hombre generó con la modernidad, el desarrollo de la devastación de la naturaleza y la disciplina impuesta a la vida con fines sociales que ya han fracasado. El punk repudia al hombre por ser el culpable de hacer del mundo un cementerio rodeado de miseria. Aunque en esta etapa el discurso fue universalista –se refería al hombre y al mundo en general–, había también una autoconstrucción del punk, imponiéndose en su territorio, Medellín. En las primeras letras había un proceso de introspección que pretendía descifrar una verdad individual, por eso atacaba la moral, la religión y todo tipo de valores que inhibían su emancipación. 42 URÁN, Omar, op. cit., p. 109. 43 Banda: GP, Disco: Para la sociedad, Canción: La carrera, año 1988. 44 Vida, servicio militar, hombre, sistema, como nombran al punk, patria, progreso, policía, potencias mundiales, realidad, mente, calle, luchar, guerra, cuerpo, educación, muerte, pueblo, tipo del punk al que se oponen, gobernantes de naciones, dinero, naturaleza, narcoterrorismo, Medallo, futuro, presente, problemas, pasado, trabajo, religión, moral, familia, pogo.

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En la segunda etapa el discurso se especificó y se localizó, se dirigía a Colombia y a Medellín. El punk se encontraba ya constituido y era reconocido socialmente. Las letras comenzaron a hablarle al hombre paisa, se nutrían de la cotidianidad, los problemas que expresaban eran la violencia, la pobreza y develaban la mecánica de la historia de Colombia. El desprecio por el hombre permanecía, pero los culpables tenían nombres propios, eran los presidentes, los gringos, los narcoterroristas. En esta etapa los conceptos de muerte y gobernantes se relacionaban constantemente. La tercera etapa fue la del agotamiento. Los análisis del movimiento social, político y económico se hicieron cada vez más específicos, pero el discurso no encontraba salidas a los problemas que denunciaba. Es la etapa del estancamiento, el mundo no cambia y la muerte y la violencia se acrecientan. Sin embargo, se comienzan a perfilar distintas posiciones frente a lo que debe conllevar el punk: unos lo reivindican como lucha hacia un cambio, acercándose a posiciones políticas ya existentes, mientras otros reivindican la muerte como salida.

5. El concierto como espacio de intervención social del discurso punk “Gritando nuestra inconformidad/ contra la asamblea constitucional/ pactos y leyes que quieren cambiar/ Bufones encorbatados se vuelven a burlar/ con nuestro dinero a ellos pagarán/ nunca nos van a escuchar/ seremos su mediocridad/ no tenemos por qué callar/ tampoco por qué luchar/ cambios y engaños envuelven a la gente/ ponen todo a su favor/ con ideas del pasado/ mierdas y decretos que no entendemos/ a ellos qué les importa lo que pensemos/ esto sigue igual/ no queremos aceptar/ que esto lo van a cambiar/ todo es un engaño de la correcta humanidad/ cantidad de entes engañados en lo que hacen idiotizados por campañas muriendo de hambre/ de su ignorancia no quieren salir”45 .

El punk de los ochentas entró en escena deshaciendo las normas de participación impuestas por el Estado y la izquierda. Creó otro lenguaje político a través de la música y abrió un nuevo espacio para la protesta. Mediante sus canciones generó una participación directa que fue plasmada socialmente a través de los conciertos, a diferencia de lo que fueron las otras formas de participación. Como plantea Ana María Jaramillo: “Medellín puede ser considerada como un ejemplo de coexistencia entre formas de participación de carácter civilista y de múltiples expresiones de la violencia social y política en un escenario urbano»46 . 45 Banda: Infesto, Disco: Ansiedad Insaciable, Canción: No Cambiará, año 1989. 46 MEDINA, Medófilo y JARAMILLO, Ana María, Nuevas Formas de Participación Política, Bogotá, FESCOL, 1996, p. 63.

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Los tres sectores populares donde surgieron las primeras bandas de punk (las comunas nororiental, noroccidental y centro-oriental) habían recibido una fuerte influencia de la cultura católica, al tiempo que habían coexistido allí las tradiciones políticas de izquierda y del bipartidismo. Pero también habían sido sectores caracterizados por poseer una organización relativamente autónoma, en el sentido de que ellos mismos habían luchado por sus reivindicaciones sociales, políticas y económicas. Esta autonomía se ha visto restringida por la noción de lo político y de la organización para satisfacer las necesidades básicas de la población, que ha sido manipulada por los partidos tradicionales, dando lugar a una idea cerrada de lo político y de las formas de accionar. En estos sectores el Estado ha impuesto como formas legítimas de organización y participación a las Juntas de Acción Comunal. En la zona nororiental los primeros impulsos organizativos fueron dados por el partido liberal en las décadas del treinta y del cuarenta, que instauró Centros Cívicos en donde se negociaban las mejoras públicas de los barrios. Se puede decir que la hegemonía política liberal se mantuvo hasta la década del sesenta. En los setentas, con el proceso de legalización de los barrios, los líderes comunales liberales comenzaron a actuar más en función de la hegemonía del partido y de sus propios intereses, que en términos de las necesidades de la comunidad, lo que generó una crisis y un replanteamiento de las Juntas de Acción Comunal. La izquierda estuvo representada fundamentalmente por el Partido Comunista de Colombia y en la década del ochenta por la Unión Patriótica. Las propuestas de la izquierda se introdujeron igualmente a través de las Juntas de Acción Comunal y de algunas organizaciones independientes; sin embargo, ya en la década del ochenta este sector tendía hacia la autonomía política y organizativa. De otro lado, en la zona centroriental se instauró la supremacía del partido conservador en alianza con la Iglesia Católica que, en todo caso, coexistió con corrientes de orientación liberal y con la presencia de grupos de izquierda en la parte alta del sector. Estas organizaciones políticas, al igual que en las otras zonas, ingresaron a través de las Juntas de Acción Comunal. En este sector se arraigó una noción paternalista de la política, en donde los párrocos y los líderes políticos son vistos como los salvadores, en quienes se descarga la toma de decisiones. De igual forma, el paternalismo y el clientelismo se retroalimentan, negando la participación democrática. En esta parte del territorio de la ciudad surgió un grupo inspirado en la corriente de la iglesia popular, un grupo de cristianos camilistas, quienes trataron de impulsar, a través del pensamiento de Camilo Torres Restrepo y de la teología de la liberación, un tejido organizativo–religioso que forjara la independencia política

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frente a los partidos tradicionales y el Estado. Así mismo hubo presencia de organizaciones como la Unión Patriótica, el M-19 y el EPL, situación que desató una gran represión hacia la zona. La zona noroccidental se estructuró políticamente a partir de una fuerte influencia liberal, con la presencia de ciertos núcleos conservadores, que se instauraron a través de las Juntas de Acción Comunal. Sin embargo, este es un territorio que se ha caracterizado por la fuerza del sindicalismo, el cual fue alimentado posteriormente por el movimiento estudiantil, consolidándose un activo movimiento obrero. Desde la década del sesenta se hicieron visibles en esta zona organizaciones de izquierda como el Partido Comunista de Colombia y en los ochentas la Unión Patriótica. Estas organizaciones proporcionaron una dirección efectiva a las movilizaciones y organizaciones comunitarias y lograron hacer efectiva la presencia del Estado en términos de inversión social. Con estos resultados legitimaron los procesos de la izquierda en esa parte de la ciudad. En términos generales este sector de Medellín se ha caracterizado por su activismo político, en el que la base ideológica de sus organizaciones proviene de la influencia de los sectores de la izquierda y del sindicalismo y se nutre del carácter político activo y participativo de los pobladores. En la década del ochenta estas tres zonas se encaminaron hacia la independencia política, como consecuencia de la situación que se vivía en la ciudad y por las malas experiencias y los pocos resultados del trabajo bajo los cánones de la política tradicional. Se desvanecieron las bases de control social y se incitó a la población a un cambio en los referentes de participación y de organización, construyendo un proceso de autorepresentatividad. Siempre viven diciendo un montón de cosas/ y para qué si no hacen nada/ los punks pide el cambio/ los gobiernos dicen que darán la paz otros que libertad/ pero para que/ si no hacen nada/ prometen y prometen y no hacen nada/ nada, nada/ otros dicen que harán justicia/ otros dicen que el futuro será mejor/ pero para qué si no hacen nada47 Se interrumpe la TV/ Suena el Himno Nacional/ Es el cucho presidente/ Que al pueblo va a hablar/ Es un cucho de corbata/ Frente a una lista/ Dispuesto a convencer/ Al pueblo nacionalista/ Y se queja, refunfuña/ Que todo anda muy mal/ Toma agua, no eructa/ Tira baba nacional/ Que pereza/ Elegido por un pueblo/ Que se guía de un color/ Se discuten los partidos/ Y escogen al peor/ Pinta castillos de oro/ Soluciones paz, paz/ La historia se repite/ Y la historia se repite/ Como en los años atrás.48

47 Banda: Imagen, Disco: Y ahora Que, Canción: Prometen.... (Y no hacen nada). 48 Banda: Rasix, Disco: Latinoamérica, Canción: El cucho Presidente, año 1987.

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El proceso que se vivió en los ochentas promovió el desarrollo de nuevas iniciativas participativas y de diversas expresiones contraculturales a partir de la música. Lo más “significativo –anota Ana María Jaramillo– es el vigor de un movimiento juvenil que hoy se expresa bajo dos vertientes, una musical underground que cobija las expresiones de música rock y un movimiento por la participación juvenil, la red de Consejos Municipales de Juventud»49 . Por esto el carácter político que asume el punk se puede entender como una prolongación de lo que ha sido la permanente lucha política en estos barrios. Sin embargo, el punk desborda los cánones preestablecidos desdibujando el aparato estatal como referente de lucha y de conquista, y rechaza los cambios a través de las leyes, así como las diversas corrientes tanto de derecha como de izquierda que han imperado en esas zonas. El punk, agotado del quehacer político en estos barrios, sus formas de acción y organización, va a reivindicar la autonomía en todos los aspectos, y a través de sus canciones va a tratar de concientizar a su población de lo que ha sido el juego de la política: “promesas y problemas en esta sociedad/ eligen marionetas para gobernar/ engañan a un pueblo/ con promesas de cambiar/ promesas y promesas y sólo escoria dan/ gobiernos de pobres que nunca llegarán/ y siempre los ricos nos van a explotar/ izquierdas o derecha la misma mierda da/ pues siempre este pueblo con hambres seguirá”50 . “el gobierno pretende desarmar a los ciudadanos dándole monopolio a las fuerzas asesinas/ nuestra realidad es un narco que secuestra y mata/ para que el Estado ablande su ley/ se les perdona sus horribles crímenes/ abriéndole las puertas a la burocracia/ declarándole la guerra a nuestra propia gente/ somos sólo montones de indefensos humanos/ con diferente ideología luchando por utopías se han burlado de todos con altas posiciones/ violando al régimen las corruptas guerrillas/ vendiendo sus luchas haciéndose elegir”51 .

El punk en este contexto innovó los escenarios para la participación. El concierto fue uno de los lugares en donde se plasmaron socialmente las críticas políticas y se forjaron las nuevas utopías. El concierto, “los parches”, representaron una nueva forma de organización. El concierto fue una forma de invadir el espacio público, haciendo de la música una territorialidad de expresiones políticas. Entre tanto “el parche puede ser una esquina, una ‘plancha’, una terraza, una cancha deportiva, un cementerio, un sótano, un solar, una casa abandonada, una manga, una casa de habitación, un parque... En general, son sitios poco concurridos, lo que les da un aire de clandestinidad ‘underground’».52 49 50 51 52

MEDINA, Medófilo y JARAMILLO, Ana María, op. cit., p. 68. Banda: Censura, Disco: Medellín Contra el quinto Centenario, Canción: Promesas y problemas, año 1988. Banda: Infesto, Disco: Ansiedad Insaciable, Canción: ¿Cuál entrega?, año 1989. URÁN, Omar, op. cit., p. 100.

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Se tiene documentación sobre los primeros conciertos a partir de 1984; sin embargo, tenían lugar antes de ese año pero de forma mucho más «underground». Desde el principio los parches eran autóctonos de cada barrio. Eran más que todo reuniones en torno a la música: coger una grabadora, ponerla en cualquier lugar y por medio del sonido cambiarle la condición a la realidad. También eran puntos de encuentro para intercambiar música y compartir el sonido; a veces eran las esquinas de los barrios. Estos parches se empezaron a expandir a lo largo de las comunas populares. Cada barrio tenía su propia forma de expresión ajustada a las leyes internas y aunque los punkeros pretendían escapar a cualquier forma de autoridad, los punkeros de barrios distintos se enfrentaban a muerte. Los conciertos en esta época representaban la confluencia de la mayoría de los factores sociales. Eran núcleos sectorizados no sólo por los barrios y sus respectivas bandas, sino también por las concepciones que se tenían frente a la música. Eran un escenario abierto, estar ahí era una forma de combatir, de enfrentar la vida y los conflictos que de ella emergían. El pogo era el lugar del desahogo; ahí se despojaba el resentimiento social: brincar, empujar, golpear, eran formas de demostrar que se estaba vivo. Esta forma de contacto físico, producto de la interacción del odio y la alegría, deshacía el dolor corporal aunque la gente saliera herida. Todo se basaba en el acto de intercambiar la «energía» a través del ritmo del sonido. Sentir las vibraciones del sonido ayudaba a sobrepasar cualquier forma de dolor. Era una forma de exorcismo social, una especie de limpieza física y emocional que se volvía una terapia adictiva y necesaria para afrontar la realidad. El pogo es el retorno al baile tribal, al baile en círculo colectivo: “No voy a olvidar la crisis de escapar/ está muy asqueroso y así me va a pasar/ estaré divertido sin presión ni tributo/ insultando las leyes que son un escorbuto/ me voy a reír con fuerza y a gritar/ de que perdieron el tiempo democracia con disfraz/ les dije que era falso que los iban a engañar/ y yo tan divertido por siempre voy a estar/ pogo, pogo pogo impotable diversión/ limemos las asperezas de una falsa situación/ metámonos al pogo impotable diversión/ la risa me devora impotable diversión/ siempre mi presencia va a querer distorsionar/ impotable y divertido nadie me va a molestar/ rechazando lo que todos no se cansan de aguantar/ riéndome en tu cara el orden voy a violar/ destruyendo el conformismo que tú tratas de implantar/ asfixiado de la risa al final voy a quedar...”53 .

El pogo era una expresión corporal ligada al movimiento del contexto, así como la música una consecuencia rítmica de la realidad, tal como lo describe el siguiente testimonio: «Se metían al pogo con navajas abiertas y cadenas. No usaban taches 53 Banda: I.R.A, Disco: “Antología” Crónicas de una Década podrida, Canción: Impotable diversión, año 1988.

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como los que venden ahora; eran tornillos salidos de las botas y las chaquetas. Muchos de esos conciertos terminaban siempre con muertos»54 . A partir de 1985 los conciertos salieron un poco del anonimato de los barrios. Se comenzaron a hacer en lugares públicos como bodegas y locales en los diferentes sectores de la ciudad y se convirtieron en un espacio de confrontación multilateral. El enfrentamiento más directo se dio contra la policía, que era llamada por la familia, los vecinos o la iglesia. Todos protestaban por el ruido que producía la música, la actitud de la gente y la apariencia. La policía como expresión de la represión y de la corrupción, llegaba a los conciertos y metía a toda la audiencia en un camión. Decomisaba botas, cadenas y chaquetas, armaba balaceras y destruía equipos que habían sido construidos por los partícipes del concierto. «Se armaba un parche y ya llegaban dando balín»55 . Lo característico del concierto punk es el espacio de libertad y de desahogo político y social que genera. Cada partícipe se une al otro en el inconformismo social, en el escepticismo frente a las estructuras que ha creado la sociedad. Pero ve en el quehacer de la música una salida, una alternativa y una forma de gestar el cambio, así ese cambio se ramifique en numerosas contradicciones, como la violencia, la exclusión y la guerra contra otras expresiones del rock. Sin embargo, la función de los conciertos punk es ayudar a entretejer un conglomerado de ideas. Significa apropiarse de un espacio para recrear un tipo de conocimiento que se transmite discursivamente por medio de las letras de las canciones. Por esto, la infraestructura del lugar es lo de menos: puede ser un basurero o puede ser un coliseo. Si no hay luz, se roba con un cable de cualquier poste y se electrifica el equipo de amplificadores. Muchas veces la batería es construida, al igual que el resto de los instrumentos. Finalmente son ante todo un medio y no la razón de ser del concierto. Lo importante es gritar a través de las letras verdades que afectan. Los conciertos también son espacios de contra información: allí se intercambia música, fanzines, parches, botones, libros, es un espacio de difusión política. En escena hay una relación directa entre el público y la banda. Las estrellas del punk se desvanecen entre la colectividad, porque todos adquieren la misma trascendencia, llevando inconscientemente a la práctica el concepto del artista de Proudhon: “Un artista será en adelante un ciudadano, un hombre como cualquier otro;... hablará el mismo lenguaje, ejercitará los mismos derechos, cumplirá los 54 Entrevista con Andrés Felipe Tobón, Medellín, 2002. 55 URÁN, Omar, op. cit., p. 100.

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mismos deberes. Se acabó el tiempo de la idolatría, de los hombres excesivos”56 . En escena, la distancia entre la banda y el público se quiebra; se hace parte de un todo que es sentir la música. Todos tararean las letras de las canciones y el que quiere, si hay tarima, se sube y grita, o el de la banda baja al pogo y baila. Siguiendo a Hakim Bey en su propuesta de Zona Temporalmente Autónoma, «es como una revuelta que no se engancha con el Estado. Una operación guerrillera que libera un área de tierra, de tiempo, de imaginación y entonces se disuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar»57 . Permite a través del sonido el desbordamiento del espacio público tradicional. El concierto es una forma de apropiarse de lo urbano y convertirlo en escenario musical. Lograr hacer de un espacio vacío un entramado social imbricado de concepciones frente a la vida, la sociedad, el país, la política, el mundo, como lo describe el siguiente testimonio: Es un espacio donde uno se encuentra con ese deseo de libertad, de mil rostros que reflejan la angustia de querer ser parte de algo, de reafirmar mis ideas sea para descontento o felicidad, un lugar para compartir con los que creo tenemos cosas en común, y donde voy como individuo libre, con la esperanza de que todas las protestas, la euforia, las rabias y risas con las que salimos de este encuentro nos ayuden a ser mejores 58 personas . Oh vidas maltratadas/ sangre inolvidada/ seres inocentes callan para siempre/ por nuestras mentiras/ por todas las esquinas/ quiero escapar oh, oh, oh/ quiero desertar oh, oh, oh/ vidas torturadas/ gente maltratada/ muerte y secuestro patrimonio nuestro/ por qué es tan vendida/ Colombia está en la ruina/ Quiero escapar/ quiero desertar59 .

56 RESZLER, André, La Estética Anarquista, México, Fondo de Cultura Económica, 1974, p. 35. 57 Hakim Bey, Zonta Temporalmente Autonoma (TAZ). www.dev.poliforma.org/textos/bey/ bey_taz.html-144k 58 Entrevista a Paola Loaiza Banda: Polikarpa y Sus Viciosas, Medellín, 2002. 59 Banda: Bastardos Sin Nombre, Disco: Bastardos sin Nombre, Canción: Quiero Escapar, año 1987.

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Hace más de tres décadas, Delmos Jones planteó que la “antropología nativa” sólo alcanzaría viabilidad después de desarrollar “un conjunto de teorías basado en preceptos y suposiciones no occidentales, en el mismo sentido que la antropología moderna se fundamenta en, y apoya a, las creencias y valores occidentales”1 . Indudablemente, Jones se refería a los académicos que son miembros de minorías étnicas estadounidenses. Armados con lo que el sociólogo afro-norteamericano W.E.B. Du Bois llamó la “doble conciencia” –una perspectiva privilegiada de la realidad dada por su posicionamiento sobre la frontera entre la sociedad dominante y los grupos subordinados-, tales investigadores gozaban del potencial para desarrollar lo que este autor denominó “mirada alternativa” (second-sight); es decir, una mirada que les permitía analizar su posición en la sociedad norteamericana desde su lugar como minoría2 . ❂ Artículo recibido en septiembre de 2004; aprobado en febrero de 2005. Los autores agradecen a Lukas Garcés y Mariela Rodríguez, de la Universidad de Georgetown, por su colaboración en la corrección del español. ✏ Profesora, Georgetown University, Washington. ✰ Lingüista, Consejo Regional Indígena del Cauca. 1 JONES, Delmos J., “Towards a Native Anthropology”, en Human Organization, Washington, Vol. 29, No. 4, 1970, p. 251. 2 DU BOIS, W.E.B., The Souls of Black Folk, New York, Bantam, 1989, pp. 2-3.

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Una historia colaborativa: retos para el diálogo indígena-académico

Más allá de la resonancia específica y contextual que las nociones duboisianas tienen entre los estudiosos afro-norteamericanos, la doble conciencia constituye una metáfora fértil para la interpretación de las actividades intelectuales dentro del campo étnico latinoamericano, en el cual se ha buscado desarrollar lo que podría ser llamado una “mirada alternativa” indígena3 . Es decir, un intento de desarrollar dispositivos conceptuales (teorizaciones) originados en las culturas nativas, que faciliten nuevas interpretaciones consonantes con las epistemologías y prioridades políticas de las organizaciones. La creación de tales dispositivos es uno de los objetivos fundamentales de los intelectuales adscritos a las organizaciones étnicas. Estas herramientas no sólo son útiles para analizar e interpretar la experiencia, sino que permiten que tales organizaciones actúen políticamente para transformar la realidad social en la que viven. En el presente artículo nos proponemos indagar la naturaleza de la teorización indígena, preguntándonos sobre las condiciones intelectuales de su surgimiento y el carácter de su epistemología; proceso que no puede ser entendido como una simple apropiación de valores primordiales en el mundo moderno. La teorización indígena emerge dentro de un complejo campo multiétnico -respecto de su construcción epistemológica, como de su práctica política- y está vinculada a la apropiación crítica de sistemas externos de conocimiento, enmarcados por un pensamiento propio. Estas estrategias se desarrollan en contextos políticos en los que el movimiento 3

La noción duboisiana surge de la conjunción de un momento histórico particular de las relaciones interraciales en los Estados Unidos y de su trayectoria intelectual individual, enriquecida por los estudios filosóficos en Alemania. Además de haberse originado en la atmósfera norteamericana racista y polarizada de principios del siglo XX, y presentarse, en apariencia, como un discurso de orgullo racial, la doble conciencia presupone una experiencia compleja y heterogénea que no puede ser reducida a una simple esencia, véase CHANDLER, Nahum Dimitri, “The Economy of Desedimentation: W.E.B: DuBois and the Discourses of the Negro”, en Callaloo, Vol. 19, No.1, Charlottesville, 1996, pp. 78-93. Por esta razón, la metáfora no puede ser aplicada en otros contextos geográficos e históricos en forma acrítica. Joanne Rappaport introdujo el concepto en un taller conformado por unos cuarenta maestros bilingües del Consejo Regional Indígena del Cauca que reconfiguraron, desde sus prioridades, la definición de la doble conciencia como “una valorización de lo propio como diferencia”. Una de las participantes ofreció la siguiente relectura del concepto: “[El] dolor de ser indio por todas las implicaciones de rechazo al que estamos sometidos y, a la vez, el orgullo de ser diferentes con una identidad clara y definida”: CHOCUE GUASAQUILLO, Ana Alicia, “Nuestra doble conciencia”, en Revista C’ayu’ce , Popayán, No. 4, 2000, pp.14-15. Para un análisis de esta experiencia, véase RAPPAPORT, Joanne, “Los nasa de frontera y la política de la identidad en el Cauca Indígena,” en RAPPAPORT, Joanne (editora), Retornando la mirada: una investigación colaborativa interétnica sobre el Cauca a la entrada del milenio, Popayán, Editorial Universidad del Cauca, 2005, pp. 31-56.

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indígena busca forjar una democracia radicalmente pluralista, en el marco de un imaginario nacional en el que la justicia social se construye inyectando en el proceso social una multiplicidad de reivindicaciones y prácticas políticas étnicas4 . Examinaremos este proceso a través de la presentación de nuestra experiencia de investigación en el Programa de Educación Bilingüe e Intercultural (PEBI) del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), una organización indígena que a lo largo de los últimos 34 años ha llegado a ocupar una posición significativa de interlocución indígena con el público colombiano. En el curso de nuestra colaboración, en la que participamos maestros bilingües, activistas del CRIC y tres investigadores -uno de origen nasa, una colaboradora blanco-mestiza y una antropóloga norteamericana-, nos dimos cuenta que la teorización indígena tiene sus fuentes en las prácticas culturales de las organizaciones indígenas que conforman, a su vez, un microcosmos intercultural. Antes de contar nuestra experiencia precisaremos, a continuación, las metodologías y los conceptos claves que informaron nuestra investigación.

1. Traducción y teorización El desarrollo de dispositivos conceptuales indígenas surgió en el Cauca como resultado de la intersección de varios procesos. Por un lado, la apertura, a mediados de la década de los ochentas, de la maestría en etnolingüística en la Universidad de los Andes, a la que ingresaron estudiantes indígenas apoyados por las organizaciones étnicas, permitió que en el medio político indígena se comenzaran a descubrir las posibilidades de la lengua como fuente para elaborar una teoría propia5 . Por otro lado, la experiencia de traducción de la Constitución de 1991 al nasa yute, promovió un contexto político que facilitó la apropiación de las metodologías lingüísticas enseñadas en la maestría. Como veremos, esta coyuntura posibilitó la creación de nuevas metodologías interculturales de investigación. La traducción presenta una estrategia innovadora, a través de la cual los activistas nasa se apropian de conceptos provenientes de la sociedad dominante, reconfigurándolos en el marco de las categorías indígenas. Es decir, frecuentemente

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LACLAU, Ernesto y CHANTAL, Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy: Towards a Radical Democratic Politics, London, Verso, 1985. Abelardo Ramos fue, entre otros, uno de los egresados indígenas de este programa.

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los nasahablantes reflexionan sobre los posibles significados de un término en su lengua, con el fin de adecuar el concepto a sus propios objetivos. Suelen utilizar esta estrategia cuando encuentran ideas -tales como “desarrollo”, “interculturalidad” o “cultura”- cuyos significados en español tienen una resonancia limitada dentro del mundo nasa, pero que pueden ser adecuados a los proyectos político-culturales indígenas. Siguiendo el trabajo del cineasta chino Rey Chow, consideramos que la traducción de las ideas al nasa yuwe mejora el término “original”, inyectándole un nuevo significado que, al mismo tiempo que lo enriquece, lo libera de ciertas limitaciones6 . Esta estrategia se originó durante la traducción de la Constitución de 1991, cuando el equipo -compuesto por las autoridades tradicionales del resguardo indígena de Mosoco, lingüistas indígenas y nacionales, profesores bilingües y una gama de profesionales, entre los cuales se encontraban abogados, sociólogos, psicólogos, filósofos y economistas- se vio obligado a enfrentar el reto de crear en lengua nasa yuwe una serie de conceptos provenientes del discurso político universal7 . El ejercicio no consistió en una simple traducción, ni en la creación de meros neologismos, sino que permitió repensar los conceptos desde la cosmovisión nasa. El resultado de esta experiencia no sólo dio lugar a la creación de un glosario compuesto por términos nuevos, sino que, a través de la traducción, se abrió la posibilidad de reconceptualizar las nociones de justicia y patria desde el punto de vista indígena y de acuerdo a sus necesidades organizativas. Para ser más precisos, no tradujeron la Constitución en sentido estricto, sino que reimaginaron sus preceptos fundamentales desde la posición del sujeto nasa, construyendo así una crítica nasa al estado colombiano8 . Además de formar parte de un dispositivo teórico-metodológico que permitió al movimiento sentar las bases para su propia propuesta política pluralista, este ejercicio de traducción posibilitó también un acercamiento diferente a la realidad social; una nueva “autoetnografía” nasa. Hace dos décadas, Talal Asad sugirió que la etnografía 6 7

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CHOW, Rey, Primitive Passions: Visuality, Sexuality, Ethnography, and Contemporary Chinese Cinema, New York, Columbia University Press, 1995, p. 186. Véase RAMOS, Abelardo y CABILDO INDÍGENA DE MOSOCO, Ec ne’hwe’s’: Constitución política de Colombia en nasa yute, Bogotá, CCELA-Uniandes, 1993 y ROJAS CURIEUX, Tulio, “Transportar la cosa hablada a otra lengua: la experiencia de la traducción de la Constitución de la República a lenguas indígenas”, en CASTAÑEDA, Felipe y VOLLET, Matías (editores), Concepciones de la Conquista: aproximaciones interdisciplinarias, Bogotá, Uniandes, 2000, pp. 361-388. RAPPAPORT, Joanne, “Imaginando una nación pluralista: intelectuales y la jurisdicción especial indígena,” en Revista Colombiana de Antropología, Bogotá, No. 39, 2004, pp. 105-38.

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es un especie de traducción “dirigida a un público muy específico que espera leer sobre otro modo de vida y manipular el texto de acuerdo a reglas preestablecidas, sin intentar aprender a vivir un nuevo modo de vida”9 . La traducción es, igualmente, crucial para el proyecto indígena, pero su función es inversa. Cuando los nasa participan en la traducción cultural sí lo hacen para “aprender a vivir un nuevo modo de vida”, mediante la apropiación de conceptos externos, a través de su propio marco político-lingüístico. Es decir, su objetivo respecto de la traducción consiste en aprovecharse de las potencialidades culturales, más que en textualizar las diferencias culturales. Esta metodología autoetnográfica constituye uno de los tantos acercamientos interculturales empleados por el movimiento indígena para moverse dentro de un medio multiétnico.

2. La interculturalidad El ejercicio de la traducción de la Constitución de 1991 arroja nueva luz sobre un aspecto fundamental de la teorización indígena en Colombia, debido a que surge de un doble diálogo entre activistas indígenas y profesionales de la cultura nacional, entre conceptos nasas y la jurisprudencia occidental. Las propias organizaciones indígenas son interculturales; una amalgama en la que militantes étnicos y sus colaboradores interaccionan a diario, intercambiando constantemente ideas que provienen tanto del pensamiento nacional e internacional, como de las culturas nativas. Aunque la interculturalidad ha caracterizado a las organizaciones indígenas desde sus orígenes, en las últimas décadas esta concepción ha sido teorizada por pedagogos latinoamericanos que han contribuido, de esta manera, a su profundización en el marco de la práctica organizativa. La interculturalidad se desarrolló en América Latina junto a las luchas populares de las décadas del setenta y del ochenta, que facilitaron alternativas a las nociones tradicionales de la democracia representativa10 . En el caso de Colombia, donde la Constitución de 1991 estableció legalmente la apertura hacia una nación pluralista, esta propuesta ofrece opciones más radicales que la del multiculturalismo. De acuerdo con este último caso, el Estado debería promulgar una simple tolerancia hacia las 9

ASAD, Talal, “The Concept of Cultural Translation in British Social Anthropology”, en CLIFFORD, James, and MARCUS, George E. (editors), Writing Culture: The Poetics and Politics of Ethnography, Berkeley, University of California Press, 1986, p. 159. 10 LÓPEZ, Luis Enrique, La educación en áreas indígenas de América Latina: apreciaciones comparativas desde la educación bilingüe intercultural, Guatemala, Centro de Estudios de la Cultura Maya (CECMA), 1995.

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minorías étnicas, aunque su consecuencia sea que, debido a su participación en la democracia electoral, diluyan su impacto en la nación. Mientras que el multiculturalismo inhibe la potencialidad política del periodo posterior a la reforma constitucional, la interculturalidad busca nuevas formas de forjar condiciones de igualdad y consenso, al resaltar el contenido de las voces minoritarias 11 . La interculturalidad trasciende al multiculturalismo debido a que implica mucho más que un “encuentro” enmarcado por las relaciones hegemónicas. Esta propuesta busca forjar nuevas relaciones horizontales 12 dentro del Estado pluralista13 , inyectando la diferencia cultural en los movimientos que luchan por una democracia radicalmente más inclusiva14 . Es claro que la interculturalidad es un proyecto emergente -más que una realidad social existente-, que surge en el marco de la educación indígena en los países andinos, en los cuales los pedagogos radicales han construido programas locales de educación bilingüe. La interculturalidad presupone una ligazón directa entre la educación y el cambio social, sugiriendo que la escuela presenta un escenario crítico en el que la autoestima cultural y la creación de relaciones étnicas no-jerárquicas fortalece los cimientos para la construcción de la democracia más allá del aula15 . La educación intercultural hace explícita la diferencia, con el objetivo de facilitar la incorporación y absorción de una constelación de nuevas ideas y formas culturales dentro de matrices culturales locales16 . En contraste con los abordajes anteriores, preocupados por rescatar las costumbres del pasado, la noción de revitalización cultural es reconfigurada como un proceso orientado hacia el futuro17 .

11 HEISE, María, TUBINO, Fidel y ARDITO, Wilfredo, Interculturalidad: un desafío, Lima, Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, 1994. 12 GOTTRET, Gustavo, “Interculturalidad en el aula,” en MENGOA, Nora (editora), Interculturalidad y calidad de los aprendizajes en ámbitos escolares urbanos, La Paz, Centro Boliviano de Investigación y Acción Educativas, 1999. 13 LÓPEZ, Luis Enrique, “El lenguaje en el desarrollo de los conocimientos en ámbitos escolares urbanos con diversidad cultural”, en MENGOA, Nora, op. cit., pp. 47-70. 14 LACLAU, Ernesto, y CHANTAL, Mouffe, op. cit. 15 HEISE, María, TUBINO, Fidel y ARDITO, Wilfredo, op. cit.; GOTTRET, Gustavo, op. cit.; LÓPEZ, Luis Enrique, op. cit. 16 MENGOA, Nora, “Diversidad y procesos pedagógicos, lineamientos para una propuesta de educación intercultural en escuelas urbano-populares de la región andina en Bolivia”, en MENGOA, Nora (editora), op. cit., pp. 11-20. 17 HEISE, María, TUBINO, Fidel y ARDITO, Wilfredo, op. cit.

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La teorización indígena constituye un ejemplo de la puesta en práctica de la interculturalidad, ya que no sólo provee herramientas para la creación de dispositivos conceptuales indígenas, sino que va más allá: tiene una razón política. El diálogo intercultural en las organizaciones étnicas es posible precisamente porque los indígenas son también colombianos y consideran que la lucha contrahegemónica tiene que trascender la esfera puramente nativa. Al mismo tiempo que estas organizaciones intervienen en la construcción de un nuevo país, la creación de abordajes teóricos diferentes les permite fortalecerse como grupo cultural, dando lugar a un proceso de retroalimentación entre éstos y las instituciones estatales.

3. Cultura y autonomía política Aunque en la región del Cauca los dispositivos teóricos surgen mayoritariamente como resultado de las investigaciones relacionadas con las lenguas indígenas, tal como ocurrió con la traducción de la Constitución, las cosmovisiones indígenas no desempeñan un rol menor. Uno de los ejemplos más citados dentro de las organizaciones es el motivo del espiral; icono plasmado en petroglifos, en el movimiento de la mano del chamán durante los rituales y en las estructuras gramaticales de varios idiomas indígenas del Cauca18 . Esta figura facilitó a los guambianos un modelo alternativo para reorganizar la trama histórica19 , a partir de narrativas mitológicas y de la topografía de un territorio en lucha20 . Además de las investigaciones lingüísticas y de las cosmovisiones nativas, la teorización se basa también en las prácticas organizativas indígenas. Independientemente de la centralidad de la cosmovisión como herramienta para el análisis cultural, los pueblos originarios se han apropiado de ideales universales -tales como “autonomía” y “territorio”- y los han convertido en ejes de sus interpretaciones históricas y sociológicas, dando lugar a un discurso de autonomía política21 . 18 MUELAS HURTADO, Bárbara, Relación espacio-tiempo en el pensamiento guambiano, Popayán, Proyecciones Linguísticas 1, 1995, pp. 31-40. 19 VASCO URIBE, Guillermo, DAGUA HURTADO, Abelino, ARANDA, Misael, “En el segundo día, la Gente Grande (Numisak) sembró la autoridad y las plantas y, con su jugo, bebió el sentido”, en CORREA, Francois (editor), Encrucijadas de Colombia amerindia, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), 1993, pp. 9-48. 20 RAPPAPORT, Joanne, “Escritura y convenciones literarias: los retos de la intelectualidad indígena”, en CORRALES, Martha (editora), La etnoeducación en la construcción de los sentidos sociales, Popayán, Universidad del Cauca/Instituto Caro y Cuervo/CCELA/PROEIB Andes, 2003. No hay espacio aquí para desarrollar la descripción de otros intentos de teorización indígena en Bolivia, Guatemala y Nueva Zelandia, que también presentan ricas fuentes para la creación de dispositivos conceptuales nativos. 21 ALLEN, Chadwick, Blood Narrative: Indigenous Identity in American Indian and Maori Literary and Activist

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En realidad, los discursos culturalistas y de autonomía política actúan conjuntamente dentro de las organizaciones indígenas. Al interpretar el discurso de Davi Kopenawa, un dirigente yanomami de Brasil, el antropólogo Bruce Albert explica convincentemente que el movimiento indígena se mueve dentro de un campo político étnicamente heterogéneo, en el que las organizaciones étnicas sobreviven gracias a la apropiación simultánea de universales políticos y especificidades culturales. Si el discurso político indígena se limita a la mera reproducción de las categorías blancas, éste se reducirá a una retórica vacía; si, por otro lado, permanece en el ámbito exclusivo de la cosmología, no escapará del solipsismo cultural. En un caso como en el otro, la falta de articulación 22 de esos dos registros lleva al fracaso político .

El carácter del proyecto intelectual indígena abarca tanto a los discursos políticos universales, como a las especificidades culturales nativas. Sus objetivos entretejen varias construcciones del pluralismo, dentro y más allá de las fronteras de las comunidades indígenas, estableciendo intercambios interculturales entre éstas y la sociedad nacional. Por lo tanto, este proyecto requiere de un acercamiento doble, que fuerza a los teóricos indígenas a penetrar en los intersticios de lo universal y lo específico. En realidad, ambos polos de esta ecuación son heterogéneos. Después de cuatro siglos de colonización y algunas décadas de diálogo entre organizaciones indígenas, simpatizantes de la sociedad civil y funcionarios del gobierno, no es posible continuar hablando de dos lógicas totalmente inconmensurables. El proceso de resistencia hace que las formas culturales indígenas adquieran una naturaleza contestataria, que las sitúa firmemente en la modernidad desde donde dialogan con los discursos nacionales. Como indica Paul Gilroy, haciéndose eco de W.E.B. Du Bois, el poder de las formas culturales de las minorías “deriva de un desdoblamiento de su ubicación inestable, simultáneamente dentro y fuera de las convenciones, suposiciones y reglas estéticas por las cuales la modernidad se distingue y se periodiza”23 . En el proceso, Texts, Durham, Duke University Press, 2002; FIELD, Les, “Complicities and Collaborations: Anthropologists and the ‘Unacknowledged Tribes’ of California”, en Current Anthropology, Chicago, Vol. 2, No. 40, 1999, pp. 193-209. 22 ALBERT, Bruce, “O ouro canibal e a queda do céu: uma crítica xamânica da economia política da naturaleza”, en Série Antropologica, Brasilia, No. 174, Departamento de Antropología, Universidade de Brasilia, 1995, p. 4. (traducción de los autores). 23 GILROY, Paul, The Black Atlantic: Modernity and Double Consciousness, Cambridge, Harvard University Press, 1993, p. 73

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éstas son reimaginadas desde una perspectiva moderna, entremezcladas con apropiaciones de formas culturales de la sociedad mayor, produciendo una antifonía dinámica. Lo que Gilroy sugiere es esencial. Mientras que los indígenas reconfiguran sus formas culturales dentro de un espacio de lucha, la teorización les permite apropiarse de los conceptos y metodologías pertenecientes a los paradigmas dominantes desde su propio espacio conceptual. En este sentido, es imprescindible mantener el diálogo entre cultura y autonomía política sin que uno de los registros borre al otro. La teorización indígena gira en torno a una relación entre lo interno y lo externo. Al reflexionar sobre lo que significa construir la diferencia cultural dentro del sistema social que los rodea, los investigadores indígenas del Cauca buscan definir, a través de la investigación y la acción, cómo mantener un “adentro” cultural diferente al “afuera” de la sociedad dominante24 . Después de cuatro siglos de dominación colonial, la topografía cultural del Cauca es heterogénea y sincrética, situación que no sólo es reconocida por los activistas, sino que además les provee un campo de acción. La ideología que quieren revitalizar y proyectar a lo largo del territorio indígena se conserva sólo en unas pocas localidades. Sin embargo, aunque esté basado en constelaciones de valores y estructuras de comportamiento, el “adentro” no es una esencia cultural de índole antropológica. Sus formas culturales, articuladas por el movimiento, tampoco corresponden a una realidad observable ni remiten a un sitio concreto. Dichas formas culturales están conformadas por las utopías que el movimiento busca construir a partir de los modelos generados por sus investigadores. La utopía del “adentro” es proyectada no sólo a partir de prácticas culturales, sino que los discursos de autonomía política del movimiento indígena entran igualmente a colación. En los países latinoamericanos, donde la clase dominante proviene del sector colonizador y los indígenas viven en un estado perpetuo de colonialismo, el significado del término “nativo” es muy complejo en comparación con las sociedades poscoloniales africanas o asiáticas. En América, la resistencia indígena necesariamente asume formas especiales25 . A pesar de la exhortación que hace Dipesh Chakrabarty26 a los estudiosos del Tercer Mundo para que trasciendan la 24 RAPPAPORT, Joanne, “Los nasa de frontera...”, en op. cit. 25 ALLEN, Chadwick, op. cit., pp. 18-20. 26 CHAKRABARTY, Dipesh, Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historical Difference, Princeton, Princeton University Press, 2000

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“metanarrativa del estado-nación” en sus interpretaciones históricas, los investigadores y activistas indígenas no pueden rechazar conceptos coloniales, tales como “nación”, “autonomía política”, “resguardo” o “autoridad indígena”, debido a que están insertos como ciudadanos contestatarios. A diferencia de Chakrabarty, Chadwick Allen sugiere que los activistas e investigadores indígenas deben exigir al Estado que los re-reconozca27 . Es decir, tienen que retomar las ideas implícitas en estos conceptos y reconfigurarlas en torno a las prioridades indígenas; objetivo que, como vimos anteriormente, también era buscado por los traductores nasa de la Constitución de 1991.

4. Colaboración y teorización Tal como hemos expuesto, reflexionaremos sobre las complejidades de la teorización indígena, dentro del marco de nuestra colaboración como investigadores, en la historia del Programa de Educación Bilingüe e Intercultural (PEBI) del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Dos de los miembros del equipo –Abelardo Ramos (lingüista nasa e integrante del PEBI) y Joanne Rappaport (antropóloga norteamericana)- son autores de este artículo; el tercer miembro fue Graciela Bolaños (colaboradora del CRIC e integrante del PEBI). Dado que nuestro trabajo asumió la forma de una conversación interétnica entre los varios acercamientos epistemológicos que incidieron en la preparación de nuestra narración histórica, el artículo tomará la forma de un diálogo de saberes y nuestras voces aparecerán señaladas en tipografías diferentes. La teorización indígena es un producto derivado de complejas negociaciones entre las prioridades y discursos políticos del movimiento étnico, por un lado, y de la construcción de sistemas de investigación epistemológicos y metodológicos indígenas que dialogan con los sistemas de investigación occidentales, por el otro. Tal como hemos planteado, reiteramos que la tarea del investigador colaborador presupone un diálogo de saberes entre los miembros de la sociedad dominante y los grupos étnicos. A continuación mostraremos un ejemplo de cómo se produce el conocimiento, el cual no puede ser separado de sus cualidades teóricas. JOANNE: A diferencia de la práctica académica en las ciencias sociales,

que en muchos casos es solitaria u organizada por un equipo homogéneo de investigadores, en el movimiento indígena la investigación asume un carácter 27 ALLEN, Chadwick, op. cit., p. 20.

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netamente colectivo, lo cual presupone una serie de procedimientos metodológicos. Puesto que los programas de las organizaciones están compuestos por un personal interétnico, incluyendo no sólo a indígenas de diferentes grupos étnicos, sino también a colaboradores blanco-mestizos, la investigación hecha por el movimiento indígena no presupone un cuerpo culturalmente homogéneo de investigadores, sino un diálogo de saberes entre investigadores que son étnicamente diferentes 28 . En los casos de colaboraciones realizadas por expertos externos, la metodología y epistemología del etnógrafo profesional tiene que subordinarse a las del equipo. Lo anterior implica aceptar la conmensurabilidad e igualdad entre los diferentes modos de saber y, especialmente, que las prioridades indígenas conformarán el marco general de la investigación. Además, es necesario entender que la colaboración no ocurre entre los académicos y los indígenas como si fueran dos grupos monolíticos. Debido a que la investigación dentro de la organización indígena es básicamente un producto de las relaciones entre colaboradores y actores étnicos que construyen su metodología investigativa conjuntamente, sería más productivo pensar la colaboración en términos de una retroalimentación entre activistas y académicos. En mi experiencia como antropóloga, he descubierto que las diferencias epistemológicas con los indígenas son frecuentemente franqueables, puesto que mi entrenamiento me capacitó para analizarlas. En cambio, son las diferencias entre el modo de investigar de los activistas y las metodologías académicas los que me han presentado un reto, debido a que no estaban en mi horizonte etnográfico. El trabajo de investigación en la organización indígena se hace a partir de talleres, metodología que presupone una contribución interpretativa por parte de la comunidad y no sólo de los investigadores principales. Por ello el taller funciona como un espacio exegético y no simplemente como un sitio para la recolección de datos29 . Bajo estas condiciones resulta claro que la teorización 28 Nos referimos aquí al Consejo Regional Indígena del Cauca, cuyos programas operan con un personal interétnico. El movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia es una organización en la cual los colaboradores no están directamente insertados en las actividades cotidianas, sino que conforman una organización paralela con participantes blanco-mestizos solidarios con el programa. De este modo, la investigación adquiere un carácter interétnico a partir del diálogo entre los indígenas y aquellas personas solidarias con el movimiento. VASCO URIBE, Luis Guillermo, Entre selva y páramo: viviendo y pensando la lucha indígena, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), 2002. 29 Ibid.

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se origina a partir del diálogo. Es decir, es netamente intercultural, ya que incorpora dispositivos teóricos que surgen de las culturas indígenas, así como de discursos externos que frecuentemente provienen de la academia. Más precisamente, es en realidad una co-teorización. En este sentido, lo que la hace “indígena” es la articulación de las prioridades de la organización, las cuales se desarrollan colectivamente con la participación de autoridades tradicionales, dirigentes, chamanes, maestros bilingües y otros educadores, colaboradores, etc. En otras palabras, son las cadenas de creación y transmisión de este conocimiento, los atributos que permiten caracterizarlas como indígenas. ABELARDO: El proceso de co-teorización puede ser conceptualizado desde las mismas prácticas indígenas, en particular a través de la aplicación de la metáfora de la minga, una actividad colectiva de trabajo orientada hacia el beneficio comunitario o familiar. La reconceptualización de la investigación como minga surgió de la experiencia de la traducción al nasa yuwe de la Constitución de 1991. Esta experiencia involucró esfuerzos de diferentes compañeros indígenas entre los cuales se encontraron maestros bilingües del resguardo de Mosoco, autoridades culturales y políticas reconocidas del resguardo -tales como el cabildo, los chamanes, las artesanas, las parteras-, jóvenes del colegio de Mosoco y especialistas tanto en lingüística como en derecho (estos últimos no son indígenas). De esta experiencia se obtuvo un producto: un libro que pueden leer tanto indígenas como lectores de la sociedad nacional. Esta metáfora liga la labor física, que tradicionalmente es lo que se hace en una minga, con el trabajo intelectual. Muchas veces, en las comunidades indígenas de base no se entiende que la labor intelectual también es trabajo. Tanto el trabajo agrícola como el intelectual producen resultados y ambos implican cansancio y desgaste. Es más: ambos son, en nasa yuwe, majï, palabra que sirve, igualmente, para referirnos al trabajo ritual del chamán, como al trabajo colectivo del cabildo vinculado con la construcción del territorio. La labor intelectual, enmarcada por las prioridades políticas del movimiento indígena, encaja en este concepto amplificado de majï. De este modo, la metáfora de la minga va más allá de la importancia del trabajo colectivo, porque reconoce que trabajar es una actividad que tiene muchas facetas. Majï es un concepto que involucra diversos intereses y colectividades. La colaboración no puede ser reducida al diálogo entre voces provenientes de diferentes grupos culturales, ya que la comunicación está mediada por los intereses institucionales de los participantes -de la universidad o de la teoría académica, de las organizaciones no-gubernamentales y del movimiento indígena-. Es decir, la colaboración y la co-

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teorización se extienden mucho más allá de lo interpersonal; es un diálogo en el cual los individuos articulamos los intereses colectivos de los grupos que cada uno representa o de los cuales somos miembros. Es importante esta última distinción porque en ciertos casos se pueden dar reflexiones conjuntas en las que a los participantes particularmente a los académicos- les interesa trascender los intereses de su institución para unirse, aunque sea temporalmente, a una colectividad interétnica no necesariamente académica. La financiación a través de la gestión del movimiento permite muchas veces que el académico funcione más libremente, uniéndose a las prioridades indígenas. El perfil del investigador también es importante ya que éste debe partir de la base de que la investigación no es neutral y se origina a partir del diálogo. No sólo tiene que respetar las posiciones indígenas, sino que debe entrar en una interlocución activa con ellos, lo cual resulta difícil para muchos académicos, acostumbrados a tomar las ideas indígenas como datos etnográficos y no como potenciales dispositivos conceptuales. A pesar de la generosidad de los participantes, este diálogo no deja de arrastrar tensiones provocadas por las prevenciones que cada uno trae a colación, las competencias subjetivas subyacentes y las diferencias epistemológicas -de origen académico, organizacional o indígena-. Estas tensiones se pueden volver conflictos innegociables o pueden resultar fructíferas dependiendo de la actitud de los participantes. En consecuencia, se vuelve un requisito prioritario que las partes actúen con responsabilidad, promoviendo la negociación y no la ruptura. Es fundamental reconocer que la conjugación de intereses institucionales y culturales es un proceso muy complejo, ya que pueden emerger diferencias culturales entre los mismos miembros de la organización indígena. Es decir, dado que en su seno se encuentran participantes de diferentes etnias y colaboradores, los conflictos pueden ocurrir entre los académicos y los activistas del movimiento indígena, así como dentro del mismo movimiento. La co-investigación, incluyendo las diferencias culturales y los conflictos institucionales que pudiera provocar, puede ser vista como dos carriles que se entrecruzan pero que conducen en la misma dirección. La diferencia no es necesariamente negativa, no es algo que se debe trascender sino que, manejada con responsabilidad, es una fuente de producción de nuevas aproximaciones a la realidad, en la medida en que los participantes demuestren compromiso con los objetivos de la organización indígena. Es decir, es necesario trabajar dentro del marco de la interculturalidad sin que se produzca una apropiación o un encubrimiento de lo indígena por parte del discurso académico. En particular, el académico, formado en un modelo de producción intelectual individual, tiene que reconocer dos cuestiones fundamentales: que el trabajo

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colaborativo no puede ser individual y que no va a poder subsumir los elementos indígenas dentro de un modelo académico. Son caminos que se nutren entre sí, siempre concientes de su diferencia pero también de sus objetivos comunes. A lo largo del proceso, los participantes no sólo contribuyen con la colectividad, sino que se enriquecen conceptualmente aprendiendo los unos de los otros.

Tal como explicamos arriba, en el caso de la historia del PEBI, la colaboración no era exclusivamente entre tres investigadores con identidades étnicas diferentes y distintas posiciones frente a la investigación académica. Era también un diálogo entre un conjunto más amplio formado por activistas y el equipo investigador. Veamos, entonces, el impacto que tuvieron los miembros del programa sobre la conformación del proyecto.

5. La historia del PEBI: preguntas guía El Programa de Educación Bilingüe e Intercultural del CRIC surgió a finales de la década de los 70 como iniciativa del Quinto Congreso del CRIC y, especialmente, de su vicepresidente, Benjamín Dindicué. El PEBI se originó como un espacio organizativo para movilizar a las comunidades en lucha en torno al proyecto de la organización regional. Aunque en sus comienzos estaba orientado hacia temas educativos -incluyendo el desarrollo curricular, la investigación lingüística e histórica, la generación de teoría y la formación de maestros- sus objetivos principales giran en torno a la creación de escuelas como puntas de lanza para organizar las actividades políticas, sociales y culturales de la comunidad en colaboración con los cabildos indígenas y otras autoridades tradicionales. Es decir, sus objetivos trascienden lo puramente pedagógico y los integrantes caracterizan a su proyecto como contestatario, nutrido por una apropiación crítica y una politización de los métodos pedagógicos. A diferencia de otros programas de educación popular en América Latina, el PEBI no surgió de un movimiento educativo, sino de una organización política. En este contexto, se fundaron escuelas en aquellas comunidades que demostraron mayor capacidad para la organización política y, en un principio, se escogieron como maestros a activistas locales -independientemente de su formación escolar-. Los miembros de la comunidad participaron activamente como orientadores y evaluadores de las actividades escolares desarrollando sus ideas en talleres y asambleas. De este modo, más que un sitio de entrenamiento para niños, la escuela era concebida como un fulcro o apoyo comunitario.

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A lo largo de sus 27 años de vida, el PEBI ha entrado en diálogo con los educadores del país y del continente, proporcionando propuestas culturales comunitarias y curriculares innovadoras. A nivel regional ha formado una cantidad significativa de maestros y dirigentes y, en un sentido más amplio, ha incidido en la construcción del pluralismo étnico con una propuesta simultáneamente intercultural y culturalmente específica. Actualmente el PEBI cuenta entre sus integrantes con educadores de origen ambaloeño, guambiano, nasa y totoróe, entre otros, lingüistas hablantes nativos de las lenguas del Cauca, shamanes y colaboradores no indígenas. Hace varios años el PEBI planteó la tarea de investigar y redactar una historia de su programa, con el objetivo de producir un documento para diseminarlo en el Cauca, dentro del movimiento indígena colombiano, así como entre los sectores educativos del país y del exterior. Se visualizó el proyecto como una experiencia de aprendizaje y de análisis colectivo, lo cual implicó una amplia participación de los miembros del programa en la investigación. Con este fin se realizaron una serie de talleres y reuniones en el 2000 y 2001, en los cuales los activistas del PEBI -tanto los integrantes regionales del programa, como los maestros y dirigentes locales- hicieron una lista de cincuenta y una preguntas con el fin de orientar la investigación y facilitar a sus integrantes las bases para recolectar información relevante en sus localidades. Las preguntas, en las cuales quedó plasmado el programa del PEBI, demuestran que la educación es un vehículo político que induce a las comunidades a desarrollar una relación tanto cósmica como histórica con sus territorios, lo cual sienta las bases para forjar la autonomía política, la reconstrucción económica y el desarrollo comunitario. La lista estuvo conformada por los siguientes interrogantes: ¿Por qué en el Cauca se ha desarrollado un movimiento político organizativo teniendo como estrategia la educación? ¿Por qué en el Cauca la educación alcanza a ser movimiento? ¿En qué sentido? ¿Qué condiciones ha habido a lo largo del tiempo sobre tierras, historia, autonomía, economía, espiritualidad? ¿Cómo han incidido en el proceso educativo y cuál ha sido el impacto del proceso educativo sobre estas condiciones? ¿Qué instancias ha creado el proceso educativo para internalizar y articularse a la organización general de la comunidad?

Estas preguntas, además, giraban en torno a la naturaleza de la posición del CRIC frente a la educación oficial que ofrece el Estado. En cierto sentido, la “educación

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oficial” funciona para los activistas como una metonimia del “Estado”, puesto que durante décadas las escuelas han sido uno de los principales ejemplos de la presencia estatal en las comunidades. Las escuelas experimentales del PEBI surgieron como respuesta a este control. El hecho de que éstas se establecieran sólo en las comunidades más militantes preocupaba a los autores de la lista, quienes manifestaron sus inquietudes a través de las siguientes preguntas: ¿En qué contextos socioculturales se ha desarrollado la propuesta educativa propia y se han vivenciado los conceptos de diversidad y de interculturalidad? ¿Cómo se han desarrollado las propuestas educativas en las diferentes zonas y cómo se han relacionado con el PEBI? ¿Cuáles son las características del proceso educativo PEBI y qué diferencias se establecen con otros procesos educativos? En diversos documentos se habla del daño que la escuela le ha causado a las culturas: ¿Por qué se sigue trabajando con la escuela? ¿Por qué se ha trabajado con la estructura de escuela y cómo se ha ido resignificando?

Estas preguntas subrayan la naturaleza del proceso de apropiación intercultural que el PEBI utiliza -la resignificación de conceptos prestados- de tal manera que la pedagogía radical y la interculturalidad no sean meros ejercicios educativos, sino herramientas políticas. Las preguntas, que comienzan con la identificación de la ideología central del PEBI, cuestionan el valor netamente educativo del proyecto y orientan el enfoque hacia su valor político. La lista de preguntas guía revela, por otro lado, resonancias entre el discurso de autonomía política y una orientación más culturalista pero igualmente política. Los objetivos del PEBI se dirigen hacia el movimiento entero y no sólo al sector educativo, puesto que se percibe como una vanguardia capaz de inyectar contenido indígena dentro de la organización en general. Joaquín Viluche, miembro del equipo regional del PEBI, respondió a las preguntas guía en un ensayo que enfatiza la necesidad apremiante de revitalizar la espiritualidad nasa, para asegurar que la dirigencia no hable en un “discurso prestado” y para que la organización tenga acceso a los mecanismos necesarios para minimizar “la contaminación mental del otro”30 . Al reducir tal “contaminación”, arguye, será posible enfrentar exitosamente los abusos violentos que las comunidades sufren a manos de actores externos. 30 VILUCHE, Joaquín, ¿Por qué una organización social como CRIC asume un proceso de investigación y construcción de la educación alternativa? (Documento inédito), Popayán, 2001, pp. 1-3.

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En las preguntas guía esta insistencia en lo propio está plasmada en la lengua -el símbolo más sobresaliente de la diferencia cultural-; sin embargo, lo cultural está politizado, lo cual puede ser apreciado en la pregunta: “¿Hasta qué punto el bilingüismo es un posicionamiento político?”. Para el PEBI, el bilingüismo es una posición política mediante la cual la diferencia cultural se torna una herramienta ideológica. Tal como explicamos al principio de este artículo, la traducción juega un papel fundamental en este proceso, dando a los activistas las pautas conceptuales que requieren para interpretar la cosmovisión y la relación entre las culturas indígenas y la sociedad nacional. Es decir, ocurre aquí una combinación entre una perspectiva whorfiana y un sentido político inteligente. Sin embargo, el bilingüismo llega a ser una posición política solamente cuando se sitúa dentro de la constelación de estrategias que aseguran que la atención prestada a las lenguas vernáculas no es una etapa transitoria subordinada al objetivo del aprendizaje del castellano, sino que la lengua indígena funciona como herramienta para construir relaciones horizontales entre la cultura indígena y las formas culturales nacionales. Nótese que aquí no nos referimos exclusivamente a la lengua y al bilingüismo lingüístico sino que, junto con la adquisición de destreza en las dos lenguas, se desarrolla la posibilidad de moverse conceptualmente entre ambas culturas. El proyecto no se reduce al bilingüismo transicional, ni tampoco a una mirada exclusivamente lingüística, sino que se abre hacia un diálogo intercultural. Para que este proyecto sea exitoso, no sólo es necesario construir estrategias pedagógicas innovadoras, sino que tales estrategias tienen que impactar sobre la comunidad en general, porque allí es donde se construirá la propuesta pluralista. Esta propuesta implica un entendimiento por parte de las autoridades comunitarias de los principios educativos y su importancia política; objetivo que exige la apertura de líneas de comunicación entre escuela y cabildo, así como el desmantelamiento de las paredes de la casa escolar a través de una situación que los integrantes del PEBI llaman “educación desescolarizada”: ¿Cómo se ha construido y vivenciado la educación propia, comunitaria, intercultural y desescolarizada? ¿Cómo se sustenta la validez de la formación comunitaria, intercultural y bilingüe frente a las comunidades? ¿Por qué el proceso de educación bilingüe se inicia con escuelas experimentales?

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Políticamente, ¿cómo han manejado las comunidades, el PEBI y otras instituciones la escritura de las lenguas indígenas?

La educación bilingüe debería comenzar en las escuelas experimentales, las cuales cuentan con un manejo adecuado de la innovación pedagógica y con suficiente madurez política por parte de la comunidad para poder apreciar la importancia de la escritura en las lenguas indígenas, la validez de la interculturalidad y la centralidad del papel de la comunidad en el proceso. En otras palabras, es necesario resignificar el bilingüismo como herramienta política en aquellas comunidades que están más capacitadas para aprovecharlo. De este modo, la especificidad cultural y lo universal político se entremezclan íntimamente.

6. El reto de la investigación histórica ABELARDO: Encontré mi problema metodológico fundamental en estas cincuenta y una preguntas guía, porque sentía que determinaban demasiado la naturaleza del proyecto ,llevándonos a dirigir nuestra mirada hacia la actualidad organizativa, en lugar de orientarnos hacia un análisis político-histórico, que era mi prioridad política. Para algunos compañeros nasahablantes, la idea de desarrollar la historia servía para evidenciar el proceso educativo a través de una narración retrospectiva que permitiera detallar el sentido político de este proceso. En particular, se pensaba comunicar a las generaciones venideras cuáles eran las expectativas de los viejos que fundaron el CRIC y el PEBI a finales de la década de los setenta, cómo lucharon por construir un sentimiento de dignidad en tanto pueblo y cómo conquistaron el derecho mediante la proyección de un sistema educativo concebido desde lo propio. Construir la historia nos permitiría acceder a una interlocución con esas primeras generaciones. Así fue como en el último taller logramos un consenso a favor de hacer una historia del PEBI a partir de testimonios de los protagonistas que participaron en estos procesos. El hecho es que formulamos las preguntas en un momento previo a la decisión de escribir la historia. En consecuencia, el trabajo del equipo consistía, en parte, en adecuarlas para la investigación que nos proponíamos realizar, lo cual implicaba una negociación: usar las preguntas como pistas generales para pensar retrospectivamente y, en el desarrollo de la reflexión, resaltar las voces de la gente. Al comienzo supuse que las preguntas guía servirían para mantener una relación entre lo que la gente piensa políticamente y la mirada retrospectiva de los narradores y, a su vez, que éstas me permitirían ver que la historia de la educación es, en realidad, una historia política. Los testimonios recolectados fueron interpretados a partir de esta idea y, de esta forma, se unieron las prioridades políticas de hoy con la memoria del pasado.

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JOANNE: Los participantes del taller no buscaban contestar sus preguntas con una narración histórica que se remontara a las experiencias tempranas del programa, sino que esperaban responderlas de acuerdo a su experiencia personal la cual, en la mayoría de los casos, no trascendía una década. En cierto sentido, sus preguntas contenían las respuestas que esperaban, solicitando discursos aceptados en lugar de explicaciones históricas. Sin embargo, aunque las preguntas expresaban las inquietudes del presente, tenían que funcionar para nosotros como un fulcro que nos permitiera interpretar el pasado. Debo aclarar que al principio me rehusé a su llamado porque no entendí la propuesta. Cuando conformamos el equipo de trabajo, antes de comenzar a registrar las entrevistas y revisar la documentación, debatimos sobre la orientación de la historia. En numerosas reuniones del PEBI, sesiones de planeación curricular, evaluaciones del programa y reuniones políticas, observé que ciertos símbolos aparecían repetidamente articulados por los maestros locales. Uno de estos símbolos fue el espiral. Por ejemplo, en un taller curricular, los maestros de la comunidad de Juan Tama presentaron sus proyectos de investigación pedagógica -referentes a historia comunitaria, agricultura orgánica, huerta escolar (tul, en nasa yuwe) y alfabetización en nasa yuwe- en una gráfica organizada bajo esta forma. Por otro lado, la revista del PEBI, Çxayu’çe, también publicó un juego para niños que estimulaba el uso del nasa yuwe, organizado visualmente de esta manera31. A partir de esta observación recomendé con entusiasmo que consideráramos el espiral como un motivo organizador de nuestro trabajo. La respuesta de los hablantes nasa yuwe fue positiva pero reservada y se hizo obvio que el PEBI esperaba producir un documento que contextualizara al programa dentro de un espacio político más amplio. Había un sentimiento a favor de una historia intercultural que incorporara las experiencias de otras etnias, a pesar del hecho de que la mayor parte del trabajo del PEBI había sido enfocado en contextos nasa. Estos objetivos obviaron la posibilidad de emplear el espiral como dispositivo teórico. De este modo, descubrí que mi entendimiento de la teorización indígena como una instancia originada exclusivamente en las formas culturales nativas era ingenuo. El espacio regional de la política indígena, en el cual los conceptos provenientes de debates 31 ANÓNIMO, “Sxabwes/”El ombligo”: el juego didáctico de las matemáticas,” en Revista C’ayu’ce, Popayán, No. 4, 2000, pp. 42-43.

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nacionales e internacionales se instrumentalizaban en el marco local era, para el CRIC, un sitio más apropiado para encontrar los dispositivos interpretativos para el proyecto. Las cincuenta y una preguntas que los integrantes del PEBI formularon para guiar el trabajo cumplían con estos objetivos y muestran muy claramente en qué medida la teorización indígena asume un discurso de autonomía política.

7. Comunitariedad, interculturalidad y cosmovisión JOANNE: En las tres décadas de investigación etnográfica llevada a cabo en Colombia, nunca había seguido un itinerario conceptual de esta índole: una agenda de investigación con objetivos más políticos que académicos; un plan de investigación histórica cuyos referentes estuvieran orientados hacia el presente. Es más, en mis experiencias anteriores como colaboradora con investigadores académicos de diferentes disciplinas, el marco conceptual elegido siempre resonaba con temas de importancia en los círculos académicos. En otras palabras, nuestro marco conceptual solía originarse en el mismo equipo investigador y, aunque incorporábamos temáticas y aproximaciones de los indígenas, estas últimas no nos dictaban el rumbo de la investigación. En esta experiencia, en cambio, el mismo PEBI nos dio los lineamientos mediante su lista de preguntas y, aunque decidimos en un taller que la investigación iba a culminar en una “historia”, las preguntas guía no nos daban las pautas de cómo hacerlo. Es decir, me vi forzada a entender que la investigación realizada por un movimiento social no se rige de acuerdo a las mismas metodologías que la investigación académica. La amplia participación del PEBI en la construcción de la guía conceptual del proyecto no significa que la investigación activista careciera de rigor. Más precisamente, en el curso de la colección de historias orales con integrantes antiguos del PEBI, me di cuenta que los activistas manejan un cuerpo de datos mucho más extenso que los académicos y que, continuamente, someten su información al análisis colectivo. Sus objetivos, sin embargo, difieren de los nuestros, ya que están dirigidos hacia un análisis que obedece a criterios políticos. 32 BOLAÑOS, Graciela, RAMOS, Abelardo, RAPPAPORT, Joanne, y MIÑANA, Carlos, ¿Qué pasaría si la escuela….? Treinta años de construcción educativa, Popayán, Programa de Educación Bilingüe e Intercultural, Consejo Regional Indígena del Cauca, 2004.

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El libro que resultó de nuestra investigación32 fue estructurado a partir de tres ejes conceptuales originados en la política del programa: construcción comunitaria (educación encaminada hacia la organización comunitaria), interculturalidad (fomento del diálogo intercultural enmarcado por valores indígenas) y cosmovisión (necesidad de mantener la armonía en el universo). Estos tres conceptos tienen una gran acogida entre las organizaciones étnicas y las ONGs internacionales, sin embargo, más allá de su relación con el discurso político mundial, los instrumentalizamos en la historia del PEBI colocando nuestro énfasis en los diversos contextos políticos articulados según las necesidades de la organización. La construcción comunitaria brindó el marco conceptual para uno de los capítulos en el que analizamos cómo y por qué para el CRIC la educación es considerada parte de la política. La interculturalidad, por otro lado, incluyó una apreciación retrospectiva de las relaciones entre indígenas y colaboradores, así como una evaluación de los momentos claves de la historia del programa. La cosmovisión, finalmente, sirvió como eje para la creación de una cronología histórica alternativa, informada por el desarrollo del concepto de cultura en la organización y la utilización de la lengua como dispositivo analítico. ABELARDO: La dinámica social organizativa consistió en fortalecer la identidad cultural indígena que había sido afectada por la colonización; identidad que no puede ser concebida sin comunidad ni sin el poder que de ésta deriva. Esta concepción no sólo nos permite relacionarnos y resolver los problemas en conjunto con otros pueblos, sino que constituye el eje principal de nuestro trabajo político y, necesariamente, de nuestra aproximación analítica ante nuestra experiencia histórica. El concepto de interculturalidad está articulado con el eje anterior. El Cauca es un departamento multicultural en el cual el futuro del pueblo nasa se fortalecerá mediante el desarrollo de lazos de convivencia tanto con los otros grupos indígenas de nuestro departamento, como con el resto del tejido social -los campesinos mestizos, los afrodescendientes y los sectores populares urbanos-. Esta situación implica asumir una postura intercultural clara, fundada en el respeto y en un horizonte de estrategias de supervivencia comunes. La interculturalidad tiene un profundo sentido político dentro del movimiento indígena, ya que exige que seamos reconocidos simultáneamente como pueblos diferentes y como actores nacionales. Cosmovisión, finalmente, refiere a la acumulación de saberes ancestrales que, desde nuestro punto de vista, constituyen elementos significativos para interactuar con los demás. Define los atributos que marcan nuestra diferencia y nos posiciona en lugares particulares desde los cuales participamos en la diversidad nacional. Es sólo a partir de la cosmovisión

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que podemos poner en práctica la interculturalidad, porque es esta mirada la que nos brinda el modelo conceptual a partir del cual nos regimos como indígenas.

Cada uno de nosotros experimentó inquietudes y conflictos conceptuales a lo largo del proceso. JOANNE: Una vez construido el marco conceptual a partir de los tres ejes mencionados, nos metimos de lleno en la interpretación histórica. El proceso no fue del todo fácil. Al optar por la retrospección histórica, en lugar del sistemático análisis organizativo, tuvimos que trazar la trayectoria de los ejes conceptuales, lo cual implicaba aceptar que en el pasado estos discursos habían sido apenas incipientes en la organización. La cosmovisión fue un punto de disenso particularmente significativo. Tal como se articula en el presente, la cosmovisión es un producto que resulta de la investigación intensiva llevada a cabo por los shamanes -thê’ wala, en nasa yuwe- y por otros activistas culturales; proceso que comenzó en la década de los noventa. Su contenido no es comprendido en el presente de la misma manera que lo era en el pasado, cuando sólo existía un cuerpo de conocimiento secreto cuyos fragmentos estaban en manos de diferentes thê’ wala de Tierradentro. La cuestión que se nos presentaba era, entonces, explicar el surgimiento de este concepto en los últimos años, sin negar la existencia milenaria del conocimiento cosmogónico. ABELARDO: Mi preocupación era trascender lo anecdótico. Al ser simultáneamente actor y analista en este proceso, experimentaba la obligación de moverme conceptualmente entre estos dos papeles, así como una tensión constante entre la oralidad y la escritura. Diferentes dirigentes fundadores del CRIC, expresaban con elocuencia su pensamiento político de manera oral. Los mayores de ese tiempo no tenían experiencia en escribir sus ideas, con la excepción de Manuel Quintín Lame33 . Para desarrollar un proceso político reivindicativo, escribir no era necesariamente una condición de la dirigencia, pero de todos modos ellos controlaban la producción escrita de los otros compañeros indígenas y de los colaboradores. Yo mismo me formé en estos contextos, no como dirigente sino como activista cultural, posición que implicaba un manejo de la escritura. Siendo indígena nasahablante desde la infancia, acceder a la reflexión escrita ha sido un proceso permanente, en el cual mi propia formación como activista se desarrolló a la par con mi sensibilidad para la escritura. 33 LAME, Manuel Quintín, Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas (1939), Cali y Popayán, Editorial Universidad del Valle/Editorial Universidad del Cauca, 2004.

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He recurrido a diferentes géneros, entre los cuales se encuentran documentos educativos, textos inspirados por la mitología nasa y análisis lingüísticos. Sin embargo, esta era mi primera experiencia en la que producía una narrativa histórica, mediante un relato en el cual también participaba como actor. Hacer la historia del PEBI me ha enfrentado con las dificultades de pensar retrospectivamente en diálogo con los otros miembros del colectivo. Tenía que trascender la narración de lo cotidiano que me correspondía por ser actor y, al mismo tiempo, elaborar una interpretación que abarcara simultáneamente mis experiencias, los objetivos de los maestros y activistas del PEBI que formularon las preguntas guía y la evaluación de las acciones de los mayores34 . Hilar por escrito los propósitos de los maestros de una manera agradable -manteniendo las voces de los protagonistas y situando estos pensamientos en sus contextos históricos- implicaba estar atento a mis responsabilidades dentro del colectivo. No me podía reducir al papel de informante, sino que tenía que ejercer una responsabilidad política y cultural en el equipo, en tanto integrante del PEBI y del movimiento indígena, como desde mi pertenencia nasa. Debía trascender las prevenciones que suelen darse entre los indígenas contra los académicos y los colaboradores y, a la vez, asegurar que lo que escribíamos reflejaba la ideología indígena. Ese era mi papel: asegurar que el equipo intercultural mantuviera la trascendencia del discurso indígena a lo largo del proyecto.

JOANNE: El equipo de trabajo conformado por los tres integrantes mencionados era en sí mismo un microcosmos intercultural. Nos dimos cuenta que cada uno de nosotros se acercaba a la realidad investigada desde una perspectiva epistemológica diferente. Mientras que para mí, como antropóloga, era más fácil vincularme con la epistemología nasa, me resultó difícil, en varias ocasiones, apreciar las intenciones políticas de Graciela y de Abelardo y, en términos generales, no logré encajar completamente en la perspectiva de las preguntas guía.

8. Conclusiones ¿Qué aprendimos en este proceso? Que la colaboración necesariamente implica una apertura hacia diferentes formas de pensar, de formular preguntas de investigación y de análisis político. Pero las diferencias no siempre surgen de una brecha entre la cultura académica occidental y la alteridad radical del investigador 34 Graciela Bolaños, la tercera integrante del equipo, tenía que enfrentar el mismo reto, dado que se integró al CRIC en el momento de su fundación en 1971.

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indígena, sino más bien de la brecha entre lo académico y lo activista. La tarea pendiente consiste en construir puentes tanto metodológicos como conceptuales entre estas esferas; una relación en la que el análisis académico ocupe un lugar secundario y sólo incida en la medida en que no viole las prioridades organizativas. Para la antropóloga, aceptar esta regla implicaba aceptar también la orientación intercultural del proyecto. Son estas prioridades las que rigieron nuestro trabajo. Cuando comenzamos a conversar con los integrantes del PEBI, nos dimos cuenta que las pautas para escribir la historia vendrían del discurso de autonomía política y no de la especificidad de la cultura indígena, a pesar de que la segunda provee el modelo generalizado utilizado en los diferentes intentos de teorización indígena en América Latina. Teorizar desde lo indígena no siempre significa que la alteridad cultural ocupa el primer lugar, sino que también es posible hacerlo desde una perspectiva intercultural. Rey Chow se refiere a la autoetnografía como un proyecto que difiere de la etnografía convencional en ciertos sentidos críticos. Sugiere que el autoetnógrafo es simultáneamente el sujeto y el objeto de su investigación, porque siempre se mantiene conciente de las etnografías que previamente se escribieron sobre su cultura. Esto es lo que Chow llama el “estado-de-ser-mirado” (“being-looked-at-ness”)35 . En cierto sentido, el proyecto de la historia del PEBI obedeció a esta regla, aceptando que el hecho de haber sido objeto de la educación influía en el deseo de crear un protagonismo indígena, de volverse sujeto de la misma. Igualmente, en el equipo de redacción de la historia, los tres integrantes -y no sólo el integrante nasa- pasamos por el “estadode-ser-mirado”, exponiéndonos individualmente a la mirada de los otros, con el fin de producir un resultado que fuera útil dentro del movimiento indígena. El diálogo que surgió de este ejercicio -entre nosotros tres así como entre nosotros y los miembros del PEBI- constituye un ejemplo de lo que significa la colaboración y la interculturalidad en un equipo de trabajo que opera como un microcosmos.

35 CHOW, Rey, op. cit., p. 180.

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Más allá de la palabra. Experiencias y reflexiones sobre el uso de fuentes no escritas para el conocimiento de la vida material ✦ Aída Martínez Carreño ❉ Toda una parte de los campos actuales, desde la civilización material a los diferentes ámbitos de las culturas o de las mentalidades populares, se inscribe como una tentativa obstinada por trampear con el silencio de las fuentes, a partir de los medios que hasta ayer se habrían considerado desencaminados 1 .

El presente artículo ofrece algunos elementos de reflexión sobre el uso de nuevas o, dicho con más propiedad, distintas fuentes de información y maneras de usarlas en la investigación de las costumbres, la vida cotidiana y el mundo material. Ya han pasado veinte años desde cuando Michel Vovelle planteaba un relevo de las fuentes, en el cual “el escrito pierde su privilegio al mismo tiempo que se convierten en estrellas la arqueología, el documento iconográfico y aun la encuesta oral”2 . Datan también de esos mismos años un par de trabajos de investigación histórica en el área de la vida cotidiana que emprendí con más entusiasmo que recursos metodológicos y teóricos; el primero de ellos trata sobre aculturación alimenticia en Colombia y el segundo sobre aspectos sociales y significación del vestido en algunos lugares de América3 . ✦ Artículo recibido en febrero de 2005; aprobado en marzo de 2005. ❉ Investigadora y editora. Fundadora y durante diez años directora del Museo del Siglo XIX del Banco Cafetero y de su fondo editorial, especializado en historia colombiana del siglo XIX. En 1995 obtuvo el Premio Nacional de Historia de Colcultura primer puesto, con el libro Extravíos. Miembro de Número de la Academia Colombiana de Historia. 1 VOVELLE, Michel, Ideologías y mentalidades, Barcelona, Editorial Ariel S. A., 1985, p. 217. 2 Ibid. 3 MARTÍNEZ CARREÑO, Aída, Mesa y cocina en el siglo XIX, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1985; Un siglo de moda en Colombia (Catálogo de exposición), Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1982; La prisión del vestido, Bogotá, Planeta Colombiana Editorial S. A., 1995.

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Para cada uno de ellos, y en otros realizados posteriormente que citaré en este artículo, fue indispensable buscar fuentes alternativas que sirvieran para confrontar o complementar el documento escrito, cuyo contenido siempre resultó parcial, corto, insuficiente. Aprendí entonces que cuando se investiga sobre la vida material, al rebuscar en fuentes de distinto origen, se pueden obtener informaciones contradictorias, pero siempre importantes. Estas experiencias me llevaron a plantearme, con respecto a las fuentes, un par de obligaciones ineludibles: 1- Explorar una multiplicidad de fuentes, 2- No confiar totalmente en ninguna de ellas. Únicamente el ejercicio de confrontación puede arrojar luces sobre los usos y las maneras de una cotidianidad sujeta a influencias y variaciones de lugar, de época, de clase, de circunstancia, o de género.

1. Valoración de las fuentes escritas Quienes exploren los vericuetos de la vida material y las costumbres aferrados al respaldo de la palabra escrita, persuadidos de la verdad contenida en los documentos (notariales, judiciales, comerciales), apenas se encuentran con una de las muchas facetas de la verdad. Se puede, por ejemplo, si se trabaja la historia del traje, conformar extensos listados de prendas consultando dotes y testamentos, documentos de aduana y publicidad comercial. Sin embargo, estas relaciones no indican ni la oportunidad, ni la ocasión, ni la forma que tuvieron o cómo la costumbre impuso que se llevaran dichas prendas. Será necesario confrontar dicha información con relatos de viajes, con literatura costumbrista, con memorias, con poesía popular y complementarla con fuentes iconográficas o aún mejor, con la observación real de la pieza del vestuario. Todo lo cual es insuficiente si no se conoce, y sólo ocasionalmente se logra establecer, cuál fue el significado que determinada prenda tuvo para la comunidad y para quien la llevó. Es decir, se necesita el complemento de la tradición o la memoria. En 1925 para el matrimonio de la señorita Leticia Orozco, sus tías maternas residentes en París enviaron un atuendo de última moda, consistente en un traje de crepé de línea recta bordado en canutillos plateados, de manga corta y falda a media pierna. Ninguna novia en Bucaramanga había usado ese estilo de vestido y la misma novia, ya anciana, me comunicó su vergüenza y desdicha por sentirse disfrazada. Mal podría el historiador, a partir de las fotografías

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y la observación del traje, apresurarse a informar que al comenzar el siglo XX en las ciudades de la provincia colombiana se vestía al estilo de París. Si el objeto de estudio es la comida, con base en series de testamentos, en inventarios judiciales, en cuentas de gastos, en catálogos de comerciantes, pueden construirse relaciones extensas y detalladas de piezas del menaje incluidos los trastos de la cocina, los productos guardados en la despensa, los adquiridos para ofrecer una recepción oficial. Se encuentran recetarios impresos o manuscritos, referencias en los relatos de viajeros, autobiografías, correspondencia, documentos que quizás nos lleven a interpretar erróneamente la rutina alimenticia de distintos grupos de población, o a percibir los lugares de la casa según la reconstrucción del afecto, la descripción tendenciosa, o los modelos idealizados. Es indispensable acudir a fuentes diversas y aparentemente inconexas para obtener una aproximación más exacta. En 1992 se emprendió la restauración más juiciosa y documentada que se ha realizado en la Quinta de Bolívar, un inmueble histórico de gran importancia en Colombia, construido hace más de 200 años, intervenido muchas veces con distintos propósitos y ampliamente descrito y referenciado a lo largo del tiempo. Ahora se trataba de buscar la mayor fidelidad a la época en que perteneció al Libertador, tanto en los aspectos arquitectónicos, como en el amoblamiento. La arquitectura dio magníficas pistas y devolvió la lógica a un lugar que había sufrido alteraciones, mutilaciones y tergiversaciones. Cuando se quitaron los falsos cielos rasos se percibió la real dimensión de los espacios alterados con tabiques, uno de ellos levantado hacia 1830 con el propósito de crear una supuesta habitación para Manuela Sáenz, asignándole en la casa una alcoba independiente, en realidad un cubículo sin ventanas, para “proteger” el honor de Bolívar. En el proceso de restauración se destacó el comedor levantado hacia 1825, cuya ornamentación neoclásica estaba oculta bajo un reciente disfraz colonial. A este hallazgo correspondió el sitio real de la cocina, anteriormente ubicada donde debieron estar las pesebreras. Nuevamente el techo dio el mejor testimonio con la marca indeleble del humo y el hollín; en el piso, bajo capas de materiales superpuestos aparecieron los canales de conducción de agua que empataron con los que atravesaban el jardín, al modo de las antiguas casas de Al-Andaluz. Los nichos tapiados, las alacenas cegadas, el desfogue del humo y la boca del horno emergieron para dar sentido al espacio. Aventurando un poco entre la suposición y la intuición, me atreví a dotar la cocina y la despensa. Posteriormente un experto realizó, en un depósito de basura contiguo a la cocina, el trabajo de arqueología que hubiera debido

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servir de base a la propuesta; salieron, del fondo de más de un siglo de desechos acumulados, fragmentos de vajilla de porcelana de idéntica calidad a las piezas que se habían usado en la ambientación y pedazos de tazas y platos de barro vidriado de las mismas formas y acabados de los recién adquiridos.4 Arqueología, historia del arte y de la arquitectura, historia de la vida material y de las costumbres suplieron lo que faltaba en los documentos escritos. Un personaje nace y muere en una fecha fácilmente determinable. Una ley o una guerra comienzan o terminan en cierto mes y año. Una costumbre no tiene ni fecha de nacimiento ni partida de defunción y puede prolongarse, ser coetánea o alternarse con otras. Por todo ello y en cuanto al diario vivir, una fuente escrita es buen punto de partida, pero apenas muestra un segmento de lo que sucedió, porque la mentalidad colectiva, que maneja con bastante eclecticismo los objetos, trueca los usos y obliga al investigador a tomar una posición perpetuamente inquisidora. Las cuentas de un convento pueden mostrar que se compraron a alto precio muchos platos de porcelana china, sin embargo, no indica que los monjes rompieran la regla de pobreza y quizás una visita a su iglesia mostrará que se emplearon en la decoración de los altares. Un observador ligero puede escribir en 1820 que las damas neogranadinas están vistiendo al estilo francés, y podremos imaginarlas como estampas de un Journal de la Mode; la iconografía local las mostrará ridículamente tocadas con un vulgar pañuelo rabodegallo que pretende imitar el turbante de la época del imperio. Los viajeros, cuyos relatos son tan ricos en informaciones y detalles, no podían ser objetivos al juzgar las costumbres ajenas y ¿cómo reconstruir la cotidianidad a partir de la percepción de un extraño? Dentro de las fuentes escritas son importantes para el conocimiento de la vida diaria los periódicos y revistas, los diarios personales y libros de memorias, la correspondencia familiar, la poesía popular, la literatura costumbrista. Se trata de fuentes de gran importancia; hay en todo caso que conocerlas, exprimirlas, estrujarlas y salir a buscar otros rastros que las precisen y complementen.

4

GAITÁN, Felipe, Expresiones de modernidad en la Quinta de Bolívar. Arqueología de la alta burguesía bogotana en tiempos del Olimpo Radical (1870-1880), Bogotá, Monografía de grado, Universidad de los Andes, 2002.

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2. Ojo y oído a la iconografía Las denominadas “fuentes plásticas” 5 son auxiliares de altísimo valor para la reconstrucción mental o material de espacios cotidianos, costumbres populares o hábitos personales de épocas pasadas. La representación gráfica de personas, paisajes o sucesos presta un gran servicio al investigador. Minucias tales como las distintas formas de sombreros campesinos, la ornamentación de los espacios interiores de una casa pueblerina, el vestuario de cada uno de los integrantes de un grupo de cazadores y otras particularidades semejantes, que no merecieron el trabajo de una descripción escrita, se incorporan de un solo golpe con la observación de una lámina pintada con propósito documental. Sin considerar la técnica empleada, que ocupa un lugar secundario, son piezas de gran importancia las pinturas, grabados y dibujos que retratan costumbres, cuyo más lejano antecedente en nuestra cultura son las miniaturas que adornaron los manuscritos medievales. Estas imágenes, reservadas durante siglos a la observación de algunos pocos, se encuentran actualmente disponibles para un público más amplio, en reproducciones de alta calidad usadas para ilustrar obras impresas. Series de grabados en madera, xilografías, como las realizadas por Alberto Durero entre 1488 y 1528, o la colección de vestidos de distintas naciones grabada por Cesar Vecellio en el siglo XVI, son apenas ejemplos notables del propósito sostenido de representar plásticamente distintos momentos o asuntos de la vida. Con el nacimiento de la prensa moderna durante el siglo XVIII, la representación gráfica de los temas adquirió gran actualidad. Los avances en los sistemas de impresión sirvieron para la difusión de ideas políticas mediante el retrato o la caricatura, para divulgación comercial a través de anuncios y catálogos, como también para la expansión de la moda, con la popularización de las denominadas láminas de trajes. En lo que a la historia de Colombia concierne directamente, en los últimos veinte años se han multiplicado los materiales disponibles para consulta, gracias a los hallazgos de nuevas obras en colecciones nacionales y extranjeras, a la organización de exposiciones, a la adquisición de piezas para las colecciones nacionales y, naturalmente, a su difusión mediante reimpresiones, primeras ediciones y más recientemente, por consulta en la red informática.

5

BAUER, Wilhem, Introducción al estudio de la Historia, 2ª. Edición, Barcelona, Casa Editorial, 1960, pp. 477-481.

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A manera de guía, deben tenerse en cuenta las siguientes fuentes para acceder a ese tipo de materiales: -Grabados y dibujos de Francois Desirée Roulin, c. 1823, Colección Biblioteca Luis Angel Arango. Algunos de ellos publicados en el libro Voyage dans la République de Colombie en 1823. -Álbum de acuarelas de José María Domínguez Roche, c. 1830, en el Fondo Cultural Cafetero, publicadas en el libro Pintura Colombiana, José María Domínguez Roche, 1788-1858, 1988. -Colección de pinturas de Joseph Brown en la Royal Geographic Society de Londres, publicadas en 1989, bajo el título de Tipos y costumbres de la Nueva Granada, colección de pinturas y diario de Joseph Brown. -Colección de acuarelas de la Comisión Corográfica en la Biblioteca Nacional de Colombia, casi totalmente publicadas en 1986 en Acuarelas de la Comisión Corografica Colombia 1850-1859. -Cuadros de costumbres de Ramón Torres Méndez, en varias colecciones colombianas, incluidos en el libro Ramón Torres Méndez, pintor de la Nueva Granada, 1809-1885 publicado en 1987. -Acuarelas de Edward Mark, colección Biblioteca Luis Ángel Arango, publicadas en 1963 en el libro Acuarelas de Mark 1843-1856, Un testimonio pictórico de la Nueva Granada. -Álbumes (2) de acuarelas y dibujos de Manuel D. Carvajal, en el Fondo Cultural Cafetero, publicadas en el libro Manuel D. Carvajal Marulanda, la pintura como autobiografía, publicado en 2001. -La colección conformada por Auguste Le Moyne, recibida por el Museo Nacional de Colombia en 2003 y publicada en el catálogo Donación Carlos Botero-Nora Restrepo, Auguste Le Moyne en Colombia 1828-1841. -La exposición temporal América Exótica: panorámicas, tipos y costumbres del siglo XIX organizada por la biblioteca Luis Angel Arango en 2004 reunió 300 obras entre dibujos, acuarelas, grabados y litografías provenientes de las colecciones de los bancos centrales de México, Venezuela, Ecuador, Perú y Colombia. Puede consultarse en la página web.

En colecciones privadas quedan todavía un buen número de estampas costumbristas cuya difusión en medios impresos asegurará su permanencia.6 Este tipo de material, 6

Entre ellas destaco la colección formada por José María Gutiérrez de Alba, adquirida en España por un editor colombiano y un grupo de láminas atribuidas a Henry Price adquiridas por un coleccionista de Medellín.

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cuidadosamente realizado para que los viajeros mostraran en lugares distantes la variedad del paisaje y la originalidad de algunas costumbres nacionales, sigue cumpliendo su función al enseñarnos cómo fue el país en tiempos ya lejanos. Sin que importe la dispar calidad de los artistas, constituye una fuente más confiable que el relato escrito, al cual se le añaden juicios de valor tales como bello o desagradable, ridículo o apropiado, según la moda, o desactualizado y otros semejantes, fruto de la apreciación del escritor. Útil, pero menos segura, es la pintura de caballete, que no tiene la frescura del apunte rápido y que frecuentemente se realiza por encargo. Esta circunstancia obliga al pintor a embellecer y dignificar al personaje o al asunto, privándolo de espontaneidad y aun llegando a falsear la realidad. Para algunas investigaciones muy precisas, como los estudios genealógicos, la historia de la familia, las biografías, la historia del arte o la de la moda, los retratos son material insustituible. En un escenario más amplio, contando con un gran legado artístico y monumental, Carmen Berniz historiadora de la moda en España, ha complementado su búsqueda con la observación de estatuas, relieves, monedas y bronces antiguos. En nuestro caso son útiles los retratos en miniatura que fueron frecuentes hasta la mitad del siglo XIX, en los cuales, pese a la brevedad del espacio, quedaron consignadas numerosas particularidades del atuendo de hombres y mujeres y, ocasionalmente, piezas de la utilería doméstica como sillas, mesas y hasta el teclado de un pequeño instrumento de música. Uno de los ejemplos más espléndidos del aporte de la pintura al esclarecimiento de incógnitas, grandes o pequeñas, lo constituye el descubrimiento del retrato de una mujer indígena, hermosamente ataviada con una manta muisca, que fue pintado en el muro de una capilla en Sutatausa, Cundinamarca, hacia el siglo XVII7 . Aunque los cronistas de la conquista habían descrito el uso de las mantas y se han preservado fragmentos, e incluso algunas piezas completas, hasta ese hallazgo no percibíamos la prestancia que daban a la figura de la indígena y la propiedad con que las usaban. Imágenes muy sugerentes pueden aparecer en soportes y lugares insospechados. Por ejemplo, una bandeja producida por la Locería Bogotana hacia 1835, hoy pieza de anticuario, muestra los personajes del vecindario: hombres cabalgando, mujeres cargadas con bultos, paisanos ataviados con ruanas que conversan frente a un paisaje, probablemente la misma fábrica de loza, ornamentación que le confiere importancia documental. La investigadora María del Pilar López descubrió hace pocos años una 7

Restauración Conjunto doctrinero de San Juan Bautista, Sutatausa, Cundinamarca, Colombia, Bogotá, Ministerio de Transporte/Instituto Nacional de Vías/Subdirección de Monumentos Nacionales, 1998.

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serie de interesantes pinturas de la vida diaria en un par de biombos coloniales: riñas de indios, escenas festivas, gente reunida en torno a las pilas de agua, encierros y corridas de toros, grupos de músicos, parejas de enamorados, procesiones, cacerías, y otros temas hasta ese momento inéditos.8 El arte barroco, en su abigarramiento, llenó de figuras las paredes, los objetos, los muebles, las telas, dejando numerosas señas al investigador paciente. Tomemos como ejemplo los pequeños escritorios coloniales denominados bargueños, en los cuales se encuentran elementos de heráldica, temas mitológicos, fauna, flora y aun escenas de la vida real. Las colecciones de fotografías de todas las épocas son fuentes de alto valor para el investigador quien, en todos los casos, deberá precaverse de atribuciones erróneas o identificaciones inexactas. Luego de la aparición de la cámara instantánea y de su uso periodístico, y la posterior organización de bancos de fotografía y de archivos especializados, este material ha alcanzado dimensiones incalculables. Juega en su contra su naturaleza altamente perecedera y sus requerimientos técnicos para una adecuada conservación. Algo similar puede decirse de los registros fílmicos.

3. El objeto en su contexto Desde hace algunas décadas los decoradores posmodernos han preferido mezclar los estilos, las épocas, las proveniencias de los objetos agrupándolos libremente. Dentro de ese eclecticismo decorativo, una casulla de convierte en mantel, un arcángel de madera en percha y una bacinilla se trueca en florero. Nada de esto podrá ensayar el historiador de la vida material cuyo compromiso con el objeto, sea obra de arte, antigüedad o antigualla, elemento utilitario, ritual o simbólico es darle un contexto. De otra forma será una pieza muda. Uso como ejemplo las piezas del mobiliario colonial, cuidadosamente construidas para cumplir determinada función dentro de un conjunto. Así, una silla muy baja no constituye un error del ebanista, sino una pieza fabricada para ser colocada sobre el estrado, esa especie de plataforma destinada a las mujeres en el interior de las casas. La necesidad de reproducir la luz, más que la vanidad, llenó de espejos y cornucopias los salones del siglo XVIII. Bajo la araña con velas, que desde el centro iluminaba el salón, debía colocarse, invariablemente y por razones de seguridad, una mesa de centro suficientemente alta con un recipiente que pudiera recibir el ocasional chorro de cera, evitando que

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LÓPEZ PÉREZ, María del Pilar, “Biombos coloniales, Pinturas inéditas de la vida diaria virginal”, en Credencial Historia, Bogotá, No. 105, 1998.

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cayera sobre una persona. Cortar las patas de la mesa o ubicarla a un lado del salón es enmudecerla y desarticular el conjunto. La arquitectura, que también responde a necesidades incomprensibles fuera de su época, suele ser elocuente cuando se descubren sus motivaciones, muchas veces pueriles. Después de 1850, cuando la moda femenina impuso las amplias crinolinas y miriñaques, las escaleras y las puertas tuvieron que hacerse más amplias. Develar secretos y encontrar correspondencias entre los objetos del pasado y su entorno es un ejercicio similar a armar rompecabezas. En 1980 empecé a reunir una colección de trajes antiguos para el Fondo Cultural Cafetero, que se conformó con donaciones de hermosas piezas, perfectamente documentadas, porque habían sido guardadas por las familias de sus dueños originales. En algunos casos, junto con el vestido vinieron las fotografías y otros documentos, incluidos los datos biográficos de la dama o el caballero que habían lucido la prenda. De excepcional interés, por su completa documentación, son los vestidos que habían formado parte del ajuar de doña María de la Torre de Herrera, encargados a París por su futuro esposo. Cada uno estaba descrito en su libro copiador de correspondencia con el precio, fecha de compra y el nombre del fabricante. Sin embargo, lo más frecuente fue recibir prendas sueltas como gorros, capas, bolsos, ropa interior, chales, pañolones, zapatos, estolas, bastones, abanicos, guantes, alfileres o peinetas, sobrevivientes desolados de otros tiempos, ya carentes de significado. Hacerlos comprensibles en su función, ubicarlos en su momento, fue un trabajo que se realizó lentamente con múltiples apoyos, entre ellos la entrevista con personas mayores que recordaran detalles de la indumentaria de sus padres o de sus abuelos, y que en su memoria pudieran remontarse cien años atrás. La fuente oral resultó indispensable para entender costumbres de antaño, como el uso simultáneo de seis piezas de ropa interior femenina: calzón, corsé, sobrecorsé, enagua, camisón y crinolina, algo que no aparecía descrito en ningún texto sobre vestuario. Como todo vestigio del pasado, sea fósil, momia, arma, o herramienta, el traje guarda secretos y descubrirlos es el reto: un diminuto y severo vestido de seda negra nos desconcertó hasta saber que su portadora, huérfana a los seis años, lo había usado para el entierro de la mamá, un dato que remite a la historia de la infancia o a la de los ritos fúnebres. Un vestido de novia que recibimos envuelto en una sábana amarrada por sus cuatro puntas, voló, como fragmentos de alas de mariposa, cuando se abrió el paquete donde se había guardado por más de cien años. A cambio de la pérdida por la cristalización del satín, un fenómeno común a

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esa tela, dejó al descubierto las interioridades del traje, sus mangas rellenas con un tejido de crin de caballo, las varillas de barba de ballena, las almohadillas colocadas donde eran necesarias para sostener la blusa con rigidez de armadura, como se usaba hacia 1890, dándonos una verdadera lección de modistería decimonónica. La prensa y los observadores de su época se refieren al interés del general Santander por la difusión y consumo de los textiles nacionales. ¿Por qué no se adjudicaron durante su gobierno contratos a los fabricantes del Socorro para vestuario del ejército? En un documento del Archivo General de la Nación, adheridos al pliego de uno de los proponentes y salvados por el azar, unos trozos de tela son la prueba de que nuestros “lienzos” eran demasiado delgados y por lo mismo impropios para confeccionar el vestuario militar. Esas muestras, encontradas casualmente, podrían rectificar el error generalizado que atribuye a la importación de telas de Manchester la decadencia de la artesanía local, cuando lo que sucedía era que las tejedurías nacionales no estaban en capacidad de responder a los requerimientos del nuevo vestuario. Contextualizar los objetos para extraer sus posibilidades informativas requerirá en muchos casos de una investigación en torno a ellos mismos y su búsqueda en lugares como museos, anticuarios y colecciones privadas, sin concederles tanta importancia que confundan el propósito principal de la investigación. De acuerdo con la pregunta que el investigador se haya formulado, podrá graduar la importancia del objeto9 . Cuando la pieza en si misma no es el motivo de la investigación, reconocerla es suficiente para el historiador que tiene la plena y maravillosa libertad de construir su museo imaginario, en el cual va depositando millares de piezas vistas, examinadas y referenciadas. En ese inmenso depósito de la memoria10 los objetos se guardan, se almacenan, se catalogan para usarlos como material de apoyo cuando se necesiten para orientar búsquedas, sugerir caminos, establecer paralelos, procedencias y conexiones. Los objetos almacenados en la memoria no sirven, ya lo sabemos, para notas de pié de página, ni tampoco para ilustración de libros. Pero remiten al lugar donde éstas se pueden encontrar.

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ORTEGA RICAURTE, Carmen, “Los asientos de los indígenas colombianos”, en Boletín de Historia y Antigüedades, No. 827, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 2004, pp. 849-880. 10 Ver el concepto de modelo mental en: VAN DIJK, Teun, Ideologías. Un enfoque multidisciplinario, Barcelona, Gedisa, 2001.

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Descentramiento de fuentes escritas occidentales: hipótesis desde el género y los procesos educativos ✉ Suzy Bermúdez Q. ❇

Presentación Trabajar desde la perspectiva de género pone en evidencia la importancia de reflexionar sobre las fuentes no escritas. Esta aproximación se ha sumado a los trabajos que muestran que los saberes de las llamadas “minorías” o “grupos subalternos” siguen siendo híbridos1 en cuanto a la conjugación de ser ágrafos y manejar la letra traída por la cristiandad. Lo que poco se discute es que el cotidiano hegemónico tampoco depende únicamente de la escritura; en ese sentido, se abre más la puerta para conocer los logros y las limitaciones de la transmisión de saberes como el occidental2 . Considero, como otros lo han expuesto, que las fuentes alfabéticas escritas son parte de la tecnología de conocimientos específicos y ✉ Artículo recibido en enero de 2005; aprobado en marzo de 2005. La autora agradece las sugerencias y comentarios de los evaluadores del artículo. ❇ Profesora del Departamento de Historia de la Universidad de Los Andes. 1 El concepto de hibridez no es neutro; contiene en su seno relaciones de poder discriminatorias, por la mayor valoración de lo cultural occidental, lo que según autores como Bhabha reproducen relaciones inequitativas. BHABHA, Homi K., “Signs Taken for Wonders: Questions of Ambivalence and Authority Under the Tree Outside Delhi, may 1817” en GATES, Louis Henry Jr. (editor), “Race”, Writing and Difference, Chicago, The University of Chicago Press, 1986, pp. 163-185. 2 Todos los saberes cuentan con alcances y limitaciones.

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localizados, con órdenes lógicos no siempre correspondientes con las variadas cosmovisiones que pueden existir en países que por constitución se autodenominan multiétnicos y pluriculturales, y que aducen igualdad de derechos para mujeres y hombres. La mayoría de los cuestionamientos frente a la escritura como fuente de conocimiento en el país se han dado principalmente acerca de las agrupaciones étnicas y culturales3 en el sentido “neutro” en cuanto a la perspectiva de género4 . Por tal razón deseo abordar el tema desde esta última aproximación para dar continuidad a lo que he expuesto en dos publicaciones previas relativas a la memoria, en contraste con la historia: en la primera, planteo diferencias y afinidades entre la misma y la historia oficial, prestando particular atención a las fuentes escritas occidentales alfabéticas5 ; en la segunda, siguiendo en esta misma dirección, presento algunas hipótesis sobre fuentes organizadas de acuerdo con los sentidos que se privilegian en el proceso por parte del consultante6 . Este artículo puede ser así mismo abordado como una propuesta de reflexión sobre la relación memoria historia. Lo que presento en las líneas que siguen a continuación es un cuestionamiento frente a la interpretación dicotómica de los géneros; la disociación entre autoría letrada y no letrada y sus implicaciones; y el reto existente al desear debilitar relaciones de poder a partir de la educación letrada -factor que incide en la convivencia-. Para esto me centro en el uso de una de las herramientas utilizadas 3 4

5 6

Utilizo estos términos porque así se los menciona en la legislación y la discusión de los mismos no es el propósito de este escrito. Las/os feministas/os letradas/os en el país, a mi parecer, si bien han realizado valiosos aportes en estos últimos veinte años al cuestionar la H-istoria “del género humano” y el manejo de un lenguaje “neutro” en las publicaciones que en apariencia daban cuenta de varones y de mujeres, no han vuelto a abordar el tema particularmente en lo que concierne a las fuentes y, asociadas a ellas, la metodología utilizada. BERMUDEZ Q., Suzy, “Propuesta metodológica a partir de la memoria para fortalecer la convivencia”, en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, No. 22, 2001, pp. 7-27. BERMUDEZ Q., Suzy, “Memoria, fuentes y convivencia ”, en BONNETT, Diana y MAYA, Adriana (editoras), Balance y desafíos de la historia de Colombia al inicio del Siglo XXI, Bogotá, Ediciones Uniandes, Departamento de Historia, Universidad de los Andes, 2003, pp. 64-81. En este escrito que es una continuación del antes citado, sigo abordando la escritura y sus limitantes (así como aportes), planteando que los medios masivos audiovisuales tienden a separar a la persona del ecosistema, y además, por su origen, naturaleza y práctica excesiva, se han convertido en tecnologías que llevan a los/as letrados/ as a prácticas de saberes solitarios.

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en la construcción y transmisión de saberes, como es la escritura alfabética occidental, prestando especial atención a la historia oficial, por ser la disciplina en la que me desempeño. Deseo realizar unas aclaraciones antes de pasar al siguiente apartado, en cuanto a que por haber estado mi formación intelectual inmersa en las fuentes antes señaladas, más que en las no escritas, parto de las primeras en el artículo, buscando continuar7 descentrando esta aproximación. El ejercicio, desde mi perspectiva, me permite aproximar de manera diferente a las fuentes no escritas, en cuanto a que mi propósito no es dar cuenta de estudios que sobre el tema se hayan llevado a cabo, porque son muchos y la gran mayoría desde metodologías occidentales letradas. Dos ejes atraviesan las páginas que siguen a continuación, como se enuncia en el título: el género y la socialización. Sin embargo lo que se presenta debe ser interpretado a manera de hipótesis. El artículo se divide en tres partes, así: en la primera me pregunto por la relación entre historia letrada occidental y el género; en la segunda, reflexiono sobre la autoría letrada y el vínculo con el androcentrismo; en la tercera y última retomo algunos de los limitantes expuestos sobre las fuentes escritas en las publicaciones previas, para abordar las fuentes no escritas.

1. La historia occidental y el género Si al comienzo de los ochentas escribía sobre la importancia de hacer visible en forma letrada el pasado de las mujeres del común, así como sobre la necesidad de develar relaciones de poder relativas al patriarcado, etnocentrismo, racismo, discriminación por edad y explotación social8 , hoy sigo pensando de la misma forma; parte de las inquietudes expuestas en ese entonces, en el presente las percibo en forma más clara, por los aportes realizados por las/os estudiosas/os del tema en el país y fuera9 . Por tal razón a continuación desarrollo tres temáticas relacionadas: la 7 8 9

Esto por los dos escritos previos a los que he hecho referencia. BERMUDEZ Q., Suzy, Hijas, esposas y amantes, Bogotá, Ediciones Uniandes, 1984. Me refiero en el país a historiadoras/es como por ejemplo, María Himelda Ramírez, Güiomar Dueñas, Pablo Rodríguez, Patricia Londoño, Aída Martínez Carreño, Carolina Giraldo Botero, Magdala Velásquez, Ana María Bidegain, Adriana Maya. Así mismo profesionales de otras disciplinas han realizado importantes aportes en el campo como ocurre en el caso de Luz Gabriela Arango, Donny Meertens, Jimena Pachón, Betty Osorio, Norma Villarreal, María Ema Wills,…

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primera, ya se evidenciaba en la publicación mencionada, es decir la necesidad de especificar el/los concepto/s de varón y de mujer que se utiliza/n, pues no se puede simplificar el uso de los términos. Las otras dos son nuevas, y las he identificado como altamente significativas en estos años. Una se relaciona con el cuestionamiento a las aproximaciones dicotómicas entre los géneros y la otra con el antropocentrismo y su relación con el androcentrismo.

1.1 La diferencia Joan Wallach Scott en la “Introduction” al libro Feminisms10 , sin negar los avances llevados a cabo en estas décadas por las/os estudiosas/os del tema, señala que algunos sectores del feminismo han escrito una historia que sigue teniendo tintes esencialistas de los géneros por tres razones: centran su aporte en cuestionar la invisibilidad de las mujeres en este campo del saber; resignifican las interpretaciones que sobre ellas recaían tañidas de patriarcalismo y etnocentrismo cuando las mostraban partícipes de la construcción del pasado; y cuestionan las relaciones de poder omitidas en las descripciones neutras. De acuerdo con esta reconocida historiadora, en los avances de la disciplina se ha prestado menor atención a develar lo que se entiende por mujer/es u hombre/s cuando se utilizan los términos. Recuerda la autora que esta aproximación identifica unas características fijas, hecho que ha sido cuestionado, entre otros, por la antropología y por los trabajos deconstruccionistas; el debate gira en torno a reconocer cuales son los posibles puntos en común que existen en las variadas concepciones de “mujer/ es”. La misma discusión puede ser expuesta para los varones. Más recientemente, según Scott, se encuentra el enfoque de la “diferencia” que busca aproximar la noción de mujer en su diversidad, más que la de los hombres11 . 10 WALLACH SCOTT, Joan, “Introduction”, en WALLACH SCOTT, Joan, Feminisms and History, Oxford, Oxford University Press, 1998, pp. 1-17. 11 Este campo ha sido menos explorado por las feministas, aunque en el país, en el último decenio, se ha visto enriquecido con publicaciones que aportan a la discusión. Estos aportes se han hecho fundamentalmente desde disciplinas diferentes a la historia. Ver por ejemplo: ROBLEDO, Angela Inés (compiladora), Etica masculinidades y feminidades, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2000; VIVEROS, Mara, et. al., Hombres e identidades de género, Bogotá, Investigaciones desde América Latina, Universidad Nacional de Colombia, 200; VIVEROS, Mara, Cuerpo, diferencias y desigualdades, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1999; ARANGO, Luz Gabriela, Mujeres, hombres y cambio social, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1998.

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Es decir, hasta dónde “la mujer” o “las mujeres” son una construcción del ayer, o bien “el ser mujer” pre-existe a la historia. Este debate está en el corazón de la discusión de la historia de las mujeres, así como en la historia del feminismo pues conlleva implicaciones frente a los puntos que han atraído principalmente la atención en esta sub-especialidad de la historia12 . Entre los aportes del saber letrado que se especializa en la recuperación del ayer, así como de la antropología, se encuentra el cuestionar las tendencias esencialistas. Las ideas acerca de las mujeres y su feminidad como lo muestran publicaciones en el país para los variados períodos históricos, han cambiado en el tiempo mostrando que sin obviar lo biológico, mucho es cultural13 . Denise Reley14 , por su parte, recuerda que la categoría mujer y mujeres (u hombre y hombres) es construida con relación a otras que son igualmente cambiantes y que, por lo tanto, se trata de clasificaciones sincrónicamente y diacrónicamente erráticas. Escribe que no es tan fácil en el presente realizar una reflexión afín a la escrita por Foucault 15 frente a los “homosexuales” como construcción europea decimonónica, pues la categoría mujer tiene un pasado más antiguo. Riley recuerda que Foucault escribió sobre la importancia en la historia de no fortalecer identidades pre-construidas, sino por el contrario de debilitarlas a partir de trabajos históricos e historiográficos. Se pregunta si en la historia de las mujeres se ha tenido esto en cuenta; si esta sub-especialidad del ayer es más una propuesta política que histórica; igualmente, si ser mujer es una categoría fija alrededor de la cual cambian los contextos. Considero, frente a estos interrogantes, que vale la pena preguntarnos al respecto, pues si bien hemos avanzado en la contextualización de los ámbitos socio-económicos, políticos y culturales en los cuales ellas y ellos se han desenvuelto, menos hemos indagado en los significantes de ser mujeres y hombres

12 No se desarrolla este tema por no ser el propósito del artículo. 13 Es extensa la lista de publicaciones en Colombia desde los ochentas, sin embargo, con precisión tal tipo de análisis aparentemente no se ha realizado. Se ha profundizado en las contextualizaciones históricas de las “actoras” del ayer, más que sobre los actores; así mismo, se ha avanzado en el campo de estudios relacionales y sobre representaciones e interpretaciones existentes por parte de quienes vivieron en diferentes períodos. 14 RILEY, Denise, “Does sex have a history?”, en WALLACH SCOTT, Joan, op. cit., pp. 17-29. 15 FOUCAULT, Michel, “An Introduction”, en The History of Sexuality, Vol. I, New York, Vintage Books, 1980, passim. Y del mismo autor, “Las relaciones de poder penetran en los cuerpos”, en Microfísica del poder, España, La Piqueta, 1997.

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en los mismos. Sin embargo, como lo plantean De Lauretis16 y Viveros17 , la dificultad con la propuesta del autor francés citado es que no tuvo presente, entre sus valiosos aportes, la subordinación que existía entre los géneros y éste ha sido el principal foco de atención en las investigaciones de los estudios de feministas y de género desde el siglo pasado. Riley18 , frente a los varones, también se cuestiona hasta dónde se los puede homologar con lo que se ha entendido por “humanidad”, como se plantea en estudios feministas y, me atrevo a añadir, por “neutro”. La autora citada pone en duda que todos los hombres se identifiquen con esas interpretaciones de humanidad y neutras. Son numerosos los escritos sociológicos, antropológicos e históricos19 que sustentan la existencia de varones hegemónicos y otros que lo son menos. A los primeros se los asocia con ser patriarcales; adultos u “hombres hechos”20 ; “blancos” racialmente y/o culturalmente (en este último caso se trata de letrados); dueños de bienes y de capital financiero (propiedad privada); sedentarios en cuanto a su relación con el espacio (propiedad privada); “completos” y saludables física y psicológicamente; viviendo en los países centrales o teniendo fuertes vínculos con los centros de poder de estos países, gracias a la globalización y a procesos de transnacionalización 21 . Existen entonces unos varones hegemónicos y otros subalternos, así como mujeres hegemónicas y otras menos valoradas, que son discriminadas. Esto nos interesa porque el concepto de género es relacional. La existencia de estas diferencias mediadas por relaciones de poder han generado la insatisfacción de mujeres de origen afrodescendiente, indias y otras no hegemónicas 16 DE LAURETIS, Teresa, “La tecnología del género”, en MILLÁN BENAVIDES, Carmen y ESTRADA, Ángela María (editoras), Pensar (en) género. Teoría y práctica para nuevas cartografías del cuerpo, Bogotá, Instituto PENSAR, Pontificia Universidad Javeriana, 2004, pp. 202-236. 17 VIVEROS, Mara, “El concepto de género y sus avatares: Interrogantes en torno a unas viejas y nuevas controversias”, en MILLÁN BENAVIDES, Carmen y ESTRADA, Ángela María, op. cit., pp. 170-194. 18 RILEY, Denise, op.cit. 19 Llevados a cabo por investigadoras, en particular del denominado “tercer mundo”, o por especialistas del “primero” interesadas en el “tercero”, algunos de las cuales se citan a lo largo de este texto. 20 MORENO SARDA, Amparo, El arquetipo viril protagonista de la historia. Ejercicios de lectura no androcéntrica, Barcelona, La Sal, Ediciones de le dones, 1986. 21 BERMUDEZ Q., Suzy y ZULUAGA, Alba Luz, “Aproximaciones al concepto de paz”, en En Otras Palabras, Bogotá, Grupo Mujer y Sociedad, Universidad Nacional, No. 4, 1997, pp. 7-25; y GRUPO MUJER y SOCIEDAD, Dossier sobre “Mujeres, globalización y derechos humanos”, en En Otras Palabras, op. cit., No. 13-14, 2004.

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de América y de otros continentes, señalando que no se identifican con las interpretaciones que las/os feministas/os “blancas/os” presentan sobre ellas como “negras”, “indias”, “indígenas”, etc.22 . Interpretar a las “otras” mujeres, a partir de investigaciones de los textos letrados, es una limitante que no se encuentra tan lejana de los estudios realizados por los varones hegemónicos sobre grupos colonizados, como lo señalan desde la segunda fase de estudios de género las/os especialistas que tienen en cuenta “la diferencia”23 . Para abordar algunas de las implicaciones limitantes de la perspectiva androcéntrica (patriarcal y etnocéntrica24 ) manifiesta en hombres y mujeres, en el siguiente numeral deseo realizar antes algunas aclaraciones sobre lo que cada vez se precisa más como la perspectiva de género25 . Se sabe desde los ochenta que se trata de una categoría relacional que ha servido para develar vínculos de dominación como el patriarcado. Así mismo que es producto de la historia y de la cultura, sin restarle importancia a lo biológico. Lo antes expuesto, conlleva a que esta categoría se constituya en representación y en autorepresentación, puesto que es producto de diversas tecnologías como la educación letrada, el cine, .., así como de prácticas de la vida cotidiana26 .

22 Consultar entre otros: Consejería Presidencial para la Política Social Las mujeres en la historia de Colombia, Tomos I, II y III, Bogotá, Cargraphics s.a., 1995; THORNTON HILL, Bonnie, “The Dialectics of Black Womanhood”, en WALLACH SCOTT, Joan, op. cit., pp. 32-51; RICHARDSON, Laurel y TAYLOR, Verta (Editors), Feminist Frontiers II. Rethinking Sex, Gender and Society, New York, McGraw Hill Inc, 1989. 23 En la primera, el énfasis estuvo puesto en los contrastes entre varones y mujeres; y en la tercera en estudiar las múltiples variaciones que intersectan las previas. VIVEROS, Mara, op. cit., p. 170; GATES, Henry Louis Jr., op. cit. 24 En publicaciones previas he retomado lo que plantean algunos antropólogos en cuanto a que el etnocentrismo hace parte de todas las culturas. En este sentido lo que preocupa es la hegemonía del saber letrado occidental frente a otros y su interés por dar cuenta casi en forma oficial de la diferencia y de los/as diferentes. En cuanto al patriarcalismo, las/os estudiosas/os del tema consideran que es una relación de poder, que si bien es frecuente en sociedades por ellas/os estudiadas, no existe en todas. 25 En las citas previas se ha hecho referencia a la reciente publicación realizada por el Instituto Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana, cuya invitación al abordar el tema es “Pensar (en) género” (2004), lo que se constituye tanto en un logro como en un reto en cuanto a propuesta del lenguaje y por ende de representación e interpretación. 26 DE LAURETIS, Teresa, op. cit.

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Al igual que la sexualidad, el género no es una propiedad de los cuerpos; es el conjunto de efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales mediante una compleja tecnología política, tal como lo planteaba Foucault27 . Sin embargo, es pertinente recordar que las personas no son pasivas en los procesos discontinuos de construcción de dichas identidades28 . Así mismo, es claro que el género no es el único locus de manifestación de relaciones de poder, pero en el caso de la tradición judeo-cristiana ha jugado un papel significativo. Lo antes expuesto ha permitido a sectores del feminismo, de una parte, señalar en forma cada vez más notoria que el patriarcado está presente no sólo en hombres, sino en mujeres, y que el género no se puede abordar en singular, sino en plural. Con esto ha dado cuenta de las variadas manifestaciones de esta relación de poder, de esta ideología que se declara en forma sistémica entre los/as “victimarios/as” y sus “víctimas”. Esto es entendible si se acepta que varones y mujeres en su proceso de construcción de identidad adquieren cualidades tanto masculinas como femeninas (pues se relacionan con personas de ambos géneros) y que el patriarcado es la sobrevaloración de los masculinos en detrimento de los femeninos. No es la diferencia entre hombres y mujeres percibidos desde los contrastes biológicos lo que genera la opresión; es la opresión la que crea inequidades entre ellos y ellas29 .

1.2 La aproximación dicotómica de los géneros El pensamiento letrado occidental tiene una fuerte herencia de interpretaciones dicotómicas y asimétricas, hecho que se refleja permanentemente en las categorizaciones que establece: o se es negro o blanco, o se es liberal o conservador, o se es hombre o mujer, o se es letrado o iletrado, etc. Además de la dupla en oposición, se tiende a valorar a uno de los pares más que al otro. Al respecto varias autoras han señalado que lo que se convierte en referente está asociado con el patriarcado, subvalorando al opuesto o a lo que se asocia con lo femenino30 . Para el tema de este artículo hay aspectos que sobresalen en la literatura consultada relativa a este aspecto: la heterosexualidad y la conflictuada relación entre varones y mujeres.

27 28 29 30

Ibid. ESTRADA, Ángela María, op. cit. VIVEROS, Mara, op. cit.; BERMUDEZ, Suzy, y ZULUAGA, Alba Luz, op. cit. BERMUDEZ Q., Suzy, y ZULUAGA, Alba Luz, op. cit.; BARRETO GAMA, Juanita, “Develando obstáculos para la participación de las mujeres” en En Otras Palabras, op. cit., No. 4, 1998, pp. 74-83

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Según especialistas letradas en el tema 31 , la aproximación heterosexual a las relaciones entre hombres y mujeres hace que se interpreten los cuerpos de los recién nacidos como portadores de identidades previas a cualquier construcción histórica y cultural que ocurra en su proceso de desarrollo. De esta forma ambos se convierten en nociones metafísicas, dejando de ser resultado de relaciones y del tiempo. Las ciencias sociales ejemplifican cómo el sexo no siempre se corresponde con el género, en la forma en que la tradición hegemónica letrada judeocristiana lo había propuesto, tal como ocurre en el caso de la transexualidad y de los transgéneros. En la literatura sobre las relaciones inequitativas entre varones y mujeres, se señala que el género y la sexualidad constituyen campos diferenciados en la práctica social, aún cuando están relacionados32 . Desde esta última perspectiva, los denominados “queer”33 cuestionan la aproximación de género por su lente heterosexual (en el que el referente sigue siendo el varón hegemónico), dicotómico y por ende perpetuador del patriarcado occidental. La pregunta es si en los desplazamientos transexuales o entre los transgéneros otras manifestaciones del patriarcado también se hacen presentes, teniendo en cuenta lo expuesto en este escrito, en el sentido de que hombres y mujeres poseen características masculinas y femeninas. La oposición binaria hombre mujer puede estar incidiendo en el razonamiento dicotomizante de varones patriarcales y mujeres exentas de esta relación que se maneja en discursos. Este factor es bastante preocupante por cuanto, de una parte, a los varones se los sigue homologando con “lo” masculino y en forma esencialista con patriarcalismo, así como a las mujeres con lo opuesto. Recordemos, según lo señalado, que ambos géneros co-existen en las personas y claro está en lo social. Es más, la prevaleciente presentación conflictivizada que se expone en estos casos, según autoras como Moore 34 , se realiza desde la perspectiva de los conflictos existentes en las relaciones de parejas heterosexuales occidentales. Lo anterior se hace, con frecuencia, sin considerar los vínculos no problemáticos entre padrehija/s, madre-hijo/s, hermanos-hermanas, y las que se construyen en otro tipo de relaciones de parentesco o de otro orden. En este sentido, lo que se desea plantear 31 VIVEROS, Mara, op. cit., p. 174; BADINTER, Elyzabeth, El X Y de la identidad masculina, Bogotá, Editorial Norma, 1994. 32 VIVEROS, Mara, op. cit. 33 Los queer ponen énfasis en la construcción de los cuerpos actuales, en los que existe una notoria incidencia de la ciencia occidental y de sus tecnologías. 34 MOORE, Henrietta, Antropología y feminismo, Madrid, Ediciones Cátedra, Universitat de Valencia, Instituto de la Mujer, 1991.

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es que las relaciones entre los géneros no son sólo antagónicas; pueden ser de alianza por variados motivos y sobre esto se ha trabajado menos. Lo anterior no desea eclipsar la existencia del patriarcado y de otras relaciones de poder, sino que se busca enfatizar que los lazos cambian de matiz en el tiempo. Sheila Rowbotham hace unos años escribía: “Hay momentos en los que la solidaridad de clase o de raza es mucho más fuerte que el conflicto sexo-género y hay momentos en los que las relaciones dentro de las familias son fuente de mutua resistencia al poder de clase”35 y se podría añadir, o de raza.

1.3 El antropocentrismo Si bien los trabajos de las primeras ecofeministas, como Sherry Ortner36 , señalaban una mayor cercanía entre las mujeres y la naturaleza, siendo ésta una de las causas de la sub-valoración de las mismas, tal afirmación, aún cuando ha sido cuestionada para otras culturas, en el caso de Occidente parece ser importante. La oposición, masculino-cultura-conocimiento letrado/femenino-naturaleza-conocimiento no letrado37 parece ser uno de los pares binarios y asimétricos que persisten en las representaciones e interpretaciones de sectores de la población, aún cuando por las acciones de las feministas, ambientalistas y de comunidades, como las indígenas, se ha ido debilitando. Lo que sí ha sido expuesto es que, a medida que se desarrolla el capitalismo impreso38 , la relación con lo que ha sido denominado la “naturaleza”39 cambia. Esta variación se ha sentido particularmente entre quienes participan de las culturas urbanas, perceptualmente menos ligados/as a los ecosistemas y a sus variadas formas de producción y reproducción. El antropocentrismo, que según algunos hace parte de los mitos de creación judeo-cristianos, se acentúa en el proceso no siempre continuo del desarrollo industrial. Es más, se ha expandido a otras culturas que se 35 ROWBOTHAM, Sheila, “Lo malo del patriarcado” en SAMUEL, Raphael (editor), Historia Popular y teoría socialista, Barcelona, Editorial Crítica, 1984, p. 251. 36 ORTNER, Sherry, “¿Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?”, en HARRIS, Olivia y YOUNG, Kate (editores), Antropología y feminismo, Barcelona, Editorial Anagrama, 1979, pp. 32-45. 37 Esta dicotomía se manifiesta por ejemplo en las aproximaciones a la cultura que no tienen en cuenta el medio ambiente, son antropocéntricas. 38 ANDERSON, Benedict, Comunidades Imaginadas, México, Fondo de Cultura Económica, 1993. 39 SERJE, Margarita Rosa, “La Concepción naturalista de la naturaleza”, en Revista de Antropología y Arqueología, Bogotá, Vol. 12, No. 1-2, 2000, pp. 35-64.

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han visto afectadas por el colonialismo de Occidente. La historiadora Carolyn Merchant40 estudió la relación entre la colonización europea y los cambios que se operan en el vínculo con el medio ambiente entre los/as nativos/as. Muestra que, por ejemplo, de una cosmovisión indígena en la que se sentían parte del entorno, se pasó a otra en la que el medio ambiente se lo percibe desligado del cuerpo autocontenido y existente para que sea dominado y explotado particularmente por los hombres hegemónicos, en este caso los colonizadores. Se entiende por antropocentrismo “Una concepción humanamente-centrada de la realidad” 41 , que se constituye en una entre muchas. En otras cosmovisiones la disyunción radical entre naturaleza y cultura, hombres y animales, se disuelve42 . Silvio Aristizabal43 señala que esta afinidad, presente en las cosmovisiones de muchas comunidades indígenas de países como Colombia, sirve de referente para las relaciones que se establecen entre ellos y la naturaleza. Este factor es importante para la convivencia y la preservación del medio ambiente. En el presente, la física occidental y la biología identifican aspectos de semejanza significativa entre las categorías señaladas; así mismo, los estudios ambientales muestran las cadenas de interdependencia entre las mismas. Por el contrario, en las nociones de hombre y de mujer, en las que en muchos casos nos apoyamos al realizar los trabajos históricos, no siempre se tienen en cuenta perspectivas como estas otras. Se trata de aproximaciones menos individuadas y más de carácter colectivo e inmerso en el medio. De allí la importancia de lo que se ha señalado, de precisar lo que se entiende

40 MERCHANT, Carolyn, Ecological revolutions. Nature, gender and science in New England, London, The University of North Carolina Press, 1984. 41 Según ciertas culturas, como la Makuna por ejemplo, hombres y animales están íntimamente relacionados por analogía, esencia ancestral y espiritual. Los hombres y los animales son miembros de una sociedad cósmica, en la que su interacción está regulada por las mismas reglas y principios que organizan el vínculo entre lo que denominan “gente” y la sociedad humana. Para estos grupos, en últimas, todos los seres vivientes son “gente”, porque comparten en su interior los poderes primordiales de la creación y la vida. ÅRJEM, Kaj, “Ecosofía Makuna en la selva humanizada. Ecología alternativa en el trópico húmedo colombiano”, en CORREA, Francois (editor), La selva humanizada: ecología alternativa en el trópico húmedo colombiano, Bogotá, ICAN-FEN-CEREC, Segunda Edición, 1993, pp. 124-125. 42 NANDA, Serena, Antropología Cultural. Adaptaciones Socio-Culturales, California, Grupo Editorial Iberoamérica, 1987. 43 ARISTIZABAL, Silvio, “Aportes indígenas para una ética contemporánea”, en BERMÚDEZ, Suzy (editora), Culturas para la Paz, Bogotá, Fundación Alejandro Ángel Escobar, Tercer Mundo Editores, 1995, pp. 122-142.

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por mujer/es, al igual que por hombre/s, relacionado con mencionado, las metáforas masculino y femenino. Después de lo expuesto en los tres apartes de la sección previa, me pregunto sobre la autoría letrada occidental, en cuanto a que se la ha asociado principalmente con las fuentes escritas y con representaciones individuadas (o centradas en una sola persona), teniendo tal hecho vinculaciones con el androcentrismo y antropocentrismo antes expuesto.

2. La autoría en la historiografía En el presente se acepta la relación que existe entre el saber y el poder, particularmente después de los aportes realizados por escritores como Foucault. Retomando los trabajos de Nietzsche, Carlos B. Gutiérrez señala que en lugar de la verdad absoluta y de hechos hay interpretaciones44 . Según el filósofo, Nietzsche tempranamente entrevió que el pensamiento europeo es la reiteración continua del idealismo platónico. “… por encima de la realidad fenoménica siempre cambiante privilegia lo inmutable y lo venera como fuente de todo lo que es. Muy superior a rosas en botón o en procesos a abrirse o de marchitarse, y siempre libre de espinas reales, para el platonismo la rosidad que con su aura de completud ominiabarcante anticipa a manera de paradigma el conocimiento perfecto”45 . Recientemente, la historiadora Bonnie Smith46 se hizo una pregunta central sobre el significado de la autoría, es decir en el sentido de Gutiérrez, sobre quienes se dedican a “interpretar” las “rosidades”, más que a tener contacto con las rosas mismas. Smith se formula el interrogante apoyada en los escritos de Foucault sobre el tema, pero le da una aproximación nueva, apoyándose en la perspectiva de género. Lo primero que señala es que no es un cuestionamiento frecuente entre los/ as historiadores/as, dado que ha sido más abordada por los especialistas en literatura, pues a los primeros les ha interesado en particular la objetividad y los logros

44 GUTIÉRREZ, Carlos B., “No hay hechos, sólo interpretaciones. La universalidad de la interpretación” en GUTIÉRREZ, Carlos B. (Editor), No hay hechos, sólo interpretaciones, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2004, pp. 93-125. 45 Ibid., pp. 95-96. 46 SMITH G., Bonnie, “Historiography, Objectivity, and the Case of the Abusive Widow”, en WALLACH SCOTT, Joan, op. cit., pp. 232-265.

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“científicos” en la disciplina47 . Desde el siglo XIX y hasta hace tan sólo unos pocos decenios, el orgullo de los historiadores había sido evitar las subjetividades relativas a la perspectiva de género, clase, origen étnico y tendencia política. En segundo lugar, señala que el sueño de la objetividad48 estaba (y entre algunos/as el sueño persiste) asociado con la construcción de historiadores “individuados”, no actuando en forma colectiva como a menudo ocurre. Estos dos aspectos (el cientifismo apoyado en ciertos métodos letrados y la individuación) son la base de lo que sustenta a los/as historiadores/as percibidos/as como profesionales exitosos, independientes de las pasiones y flaquezas mundanas. Esta actitud lleva a verlos como dueños/as del cientifismo y de la buena forma de actuar de acuerdo con los parámetros de lo que se fue convirtiendo en la disciplina. El bache está, según ella, en que en los análisis historiográficos, si bien se contextúa la producción de tres o cuatro autores (menos autoras) que se estudian en cada período, su vida “privada”49 , en cuanto a las relaciones de apoyo que permitieron sustentar esa obra, así como las intersubjetividades vinculadas a la producción, no se mencionan. Para respaldar su señalamiento, presenta el caso de varios historiadores reconocidos, como Michelet, a quien no sólo su esposa, sino otros/”as” parientes/“as”, legos en la historia oficial, apoyaban en la búsqueda de fuentes, en la redacción y edición del escrito. De su presencia no se da cuenta en los análisis historiográficos, para mostrar la solidez de la obra. La autora mencionada aduce que este hecho no ha sido aislado en los trabajos de historiadores y de otro tipo de “autores”. Frente a la significativa omisión señalada, es importante resaltar no sólo la colaboración de mujeres y de subalternos ágrafos, sino del vínculo familiar en ocasiones existente entre los asistentes. Además, el punto no radica tanto en lo limitado de la construcción “científica”, en el sentido occidental letrado, pues existen investigaciones al respecto, sino de la construcción no individuada de la misma y basada en fuentes no escritas omitidas, 47 Es cierto que la historia de la ciencia ha realizado aportes significativos al cuestionar estas aproximaciones, pero dichos logros no son siempre tenidos en cuenta por el resto de los pares. 48 Hasta hace poco se aceptó públicamente la subjetividad existente en los escritos. 49 Se escribe entre comillas para recordar que la división privado público fue construida en los últimos siglos en Occidente y que lo denominado privado se asocia más con lo femenino, que con lo masculino, aún cuando en su seno se redimensionan así mismo las relaciones entre los géneros. Ver, por ejemplo, BERMÚDEZ Q, Suzy, “Pasos que fortalecieron la masculinización del espacio bogotano. El caso de los hogares en el siglo XIX”, en Historia Crítica, Bogotá, Departamento de Historia, Universidad de los Andes, No. 19, 1999, pp. 108-127.

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para que la obra fuera lo suficientemente erudita. La interpretación “pura” del pasado, es decir lo más aséptica del “presente” posible, se sustentaba con unas notas de pie de página, y si eran provenientes de archivos poco consultados, la labor según lo expuesto era más valiosa todavía. Es conveniente recordar lo planteado por historiadores, como Michel de Certeau, en cuanto a que las fuentes que consultan los especialistas del ayer tocan más el territorio de los muertos, es decir de los ausentes. Este argumento refuerza lo antes planteado, relativo a las, hasta hace poco, obras impersonales y objetivas escritas por los historiadores. Este mayor interés por la consulta del ayer/muertos, como lo señalaba en un escrito previo50 , si bien valioso y solemne para la pervivencia de las culturas, parecería no estar desvinculado en la autoría de la heroicidad patriarcal bastante ego-centrada. Se sobrevalora en este caso a los muertos sobre los vivos. Se perpetúa el imaginario de los “descubrimientos”, no sólo de continentes51 , sino de fuentes -archivos nuevos-, lo que conlleva logros como los que ofrece Occidente en variados campos, pero también induce a retos significativos, particularmente en la convivencia. Se fortalecen representaciones sobre las colonizaciones en sus variadas formas, ya no sólo de almas, de otros territorios y poblaciones de vivos/as sino según lo expuesto, de los/as muertos/as. Es más, si en el presente ese adecuado acercamiento del ayer se ve validado por los y las colegas de la disciplina en cuanto a los pasos metodológicos seguidos y a los marcos conceptuales y teóricos consultados y elaborados en el producto final, tocando lo anterior aspectos de la interpretación misma, los muertos no intervienen en la lectura de la obra o en el conversatorio. Si hay polémica, ésta ocurre entre los eruditos. “Los/as otros/as”, los/as ausentes, en trabajos históricos pueden ser igualmente los/as vivos/as, tanto los que acompañan la escritura de la obra –según lo planteado en páginas previas letrados y no-, como las/os historizadas/os. El apoyo en las fuentes documentales escritas, en las bibliotecas, la presencia de los editores académicos, de los asistentes de investigación, los estudios universitarios y los títulos universitarios de los autores, las revistas profesionales y las asociaciones

50 BERMÚDEZ, Suzy, “Memorias, fuentes...”, op. cit. 51 Aún cuando sobre este tema se ha escrito bastante por parte de historiadores, etnohistoriadores y antropólogos, consultar NIETO, Mauricio, “La comprensión del Nuevo Mundo. Geografía e historia natural en el siglo XVI”, en BONNETT, Diana, MAYA, Adriana, (editoras), op. cit., pp. 1-23.

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disciplinares, han tendido a debilitar cualquier duda sobre el proceso de construcción de la historia como disciplina seria, bajo metodologías rigurosas, sin dejar éstas de ser androcéntricas y antropocéntricas. Es decir, la categoría de “autor”, tal como lo planteó Foucault, sirvió para organizar a la historia como una disciplina acerca de clasificaciones que giran en torno a la escritura alfabética y de otros procedimientos que con la existencia de un sólo autor se posibilitan. Se omite parcialmente, tanto lo que ocurre a nivel personal en el caso del autor, como los lazos sociales que posibilitan la obra52 . Estas omisiones llevan a invisibilizar el cotidiano y la co-construcción de quienes participan en la escritura, cuyo origen tampoco es siempre letrado. Se trata de una presentación egocéntrica, patriarcal, etnocéntrica y antropocéntrica de la autoría de las obras, circunstancia bastante afín al perfil de los hombres hegemónicos mencionado en páginas previas: individuados, “propiedad privada” en la presentación de la obra, letrados, desvinculados de lo social y del medio ambiente,… Esto se aleja de parte de lo que se interpreta como femenino: lo no letrado, lo social, la cercanía con las emociones, el cuerpo, la naturaleza,… Como se ha señalado, lo masculino y lo femenino no constituyen dos polos opuestos, sino que coexisten en hombres y mujeres, aún cuando se incentiva más lo femenino en ellas por los procesos de socialización. En este sentido, algunos sectores del feminismo letrado han avanzado incluyendo ocasionalmente parte de las vivencias que desde su perspectiva han estado relacionadas con el tema que estudian en sus investigaciones y publicaciones. De esta forma han puesto su subjetividad sobre el tapete y propuesto nuevas metodologías53 . Lo que a mi parecer se puede fortalecer en los estudios de género en el campo de la historia letrada son dos aspectos: primero, si bien las citas buscan dar cuenta en cierta de forma de una co-construcción social “mayoritariamente letrada” al incluir las fuentes, ésta ocurre en forma virtual con un énfasis más individual que colectivo, por ser la lecto-escritura una práctica solitaria54 . Por consiguiente es pertinente esclarecer los vínculos sociales y con el medio ambiente que se establecen en el proceso. Segundo, si se tiene en mente que las obras citadas 52 Lo intersubjetivo fruto de lo relacional se lo asocia con lo femenino en Occidente, no sólo por la unión que existe a nivel físico y emocional entre la madre y el/la hijo/a a partir del embarazo, sino por la metáfora que se crea al respecto en el proceso de socialización. 53 Como ejemplo consultar la reciente publicación de McDOWELL, Linda, “Reflexiones sobre los dilemas de la investigación feminista”, en MILLAN BENAVIDES, Carmen y ESTRADA, Ángela María (editoras), op. cit., pp. 284-316. 54 Ver BERMÚDEZ, Suzy, “Memoria, fuentes…”, op. cit.

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fueron elaboradas en gran parte por personas fallecidas, por ser el ámbito de esta disciplina primordialmente el ayer, en las fuentes no siempre se incluye la colaboración de los/as legos/as y eruditos/as (muertos y vivos), limitante que se podría subsanar. En el curso de la IX Cátedra Anual de Historia Ernesto Restrepo Tirado que se centró en el tema de “Mujer, nación, identidad y ciudadanía: siglos XIX y XX”55 , en la Mesa “Balance Estudios de Género”, Diana Mafia hacía referencia a la necesidad de revisar las metodologías que se estaban utilizando en los variados campos disciplinares del saber occidental. Señaló que era necesario ver hasta dónde, por ser los/as académicos/as acríticos frente a los métodos utilizados, se podían estar reconfigurando por estos medios las relaciones de poder. A mi parecer esto parece estar pasando, por esta razón deseo fuera de lo ya expuesto al respecto, incluir otros aspectos a continuación. La psicóloga social Angela María Estrada56 escribe que penetrar en la diferencia (tema tratado en la primera parte del escrito) es ahondar en la interdependencia de los sistemas de significado individuales y los socio-culturales. Asimismo señala que en los ámbitos educativos persiste la construcción de sujetos individuados, típicamente cartesianos, al margen de desarrollos pedagógicos contemporáneos potentes que sirven para superar subjetividades individualistas y que no son egocentradas. Muchas de estas estrategias educativas trascienden las herramientas letradas. Es más, para no salirme del tema, la pregunta que está en el fondo es: ¿hasta dónde se reconfiguran las relaciones de poder por la sobrevaloración de las metodologías letradas androcéntricas y antropocéntricas? Lo anterior sucede a pesar de que, como ocurre actualmente, se cuestionan las relaciones de poder desde lo escrito. A mi parecer lo que es interesante en este caso es que las metodologías ágrafas se asocian con el cotidiano no letrado de los hegemónicos (“público” y “privado”57 ), con lo femenino (más asociado en las perspectivas hegemónicas con lo privado y lo íntimo) y con los saberes de las minorías étnicas y de otras tradiciones culturales.

55 Llevada a cabo en Bogotá del 28 al 30 de octubre del 2004 en el auditorio Teresa Cuervo Borda del Museo Nacional de Colombia. 56 Ibid. 57 Se es consciente que lo público y lo privado son construcciones de los siglos XVIII y XIX.

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3. La escritura occidental Conversando con el profesor Jaime Barrera 58 sobre el tema de este artículo, identifiqué que para el caso de los chinos, los símbolos que utilizan difieren del sentido que se otorga a la letra alfabética occidental, dado que están compuestos por ideogramas y pictogramas. Igualmente que se trata más de símbolos estéticos, que con el tiempo se han constituido en “hablantes o sonoros”. Es decir, fueron construidos para ser leídos por especialistas y, por ende, para ser escuchados más que consultados por la audiencia; incluso hasta el siglo pasado se combinaban con puntuaciones. En el caso de los Sibundoyes59 , parece ser que los motivos tejidos por mujeres en parte del vestuario que cubre su cuerpo son más de tipo “silencioso” y sirven más para ser observados por la comunidad y en el proceso evocar recuerdos de su memoria, que para ser “leídos” al estilo individuado occidental actual. En el caso de Occidente “letrado”, según autores como Manguel60 , el sistema utilizado hasta el siglo pasado, principalmente por hombres, pasó de ser una práctica que era más de escucha por parte de la audiencia, a otra que, tanto por parte del/de la escritor/ a y del/la lector/a, tiende a ser más silenciosa. Por ende quien interpretaba el mote no siempre estaba callado, como frecuentemente sucede en la actualidad. El historiador Jaime Borja61 , a su vez, refiriéndose a la escritura medieval señala que no existe una sola experiencia escriturística, pues el interés del autor, así como la intención con que es escrito el texto y el horizonte de expectativas que animan su escritura, deben ser igualmente tenidos en cuenta para interpretarla. Es claro que en los tres casos mencionados las cosmovisiones de quienes participan en la práctica cambian. La lecto-escritura es una acción particularmente visual. En una publicación previa62 señalaba que entre mayor especialización en los sentidos visual y auditivo imparte el sistema educativo letrado occidental en el aprendizaje de la escritura, más se fortalecían, en apariencia, los logros de tipo tecnológico y material. Estos, sin embargo, no siempre van en consonancia con los logros esperados en el campo de lo social. Si bien es cierto que en ocasiones se cuestionaba a la educación oficial por las relaciones de poder y las inequidades que éstas generan, no siempre se pasaba a la práctica. Además, la noción espacio temporal cambiaba por invisibilizarse el 58 59 60 61

Coordinador del Programa de Estudios Asiáticos de la Universidad de los Andes en Bogotá. Conversaciones con Nora Muchavisoy, indígena Sibundoy, Colombia, mayo de 2004. MANGUEL, Alberto, Una historia de la lectura, Bogotá, Grupo editorial Norma, 1999. BORJA, Jaime, “La escritura medieval en los textos de escritura de las indias”, en BONNETT, Diana et. al., El Nuevo Mundo, Problemas y debates, Bogotá, Universidad de los Andes, 2004, pp. 61-69. 62 BERMÚDEZ, Suzy, “Memoria, fuentes...”, op. cit.

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espacio habitado (“medio ambiente”, “ecosistema”, “entorno”) así como el cuerpo, facilitando relaciones establecidas desde organismos autocontenidos, androcéntricos, antropocéntricos, “ego”istas o “ego”centrados63 y “objetivos”. Es más, se entrena a personas en las que prima obtener información, apropiarse de ella, e interpretarla (“autoría”), en ocasiones por sobre la salud física y la tranquilidad propia. Además, dado el creciente y valorado relacionar virtual, se tiende a restar tiempo al social interactuado. Esto así mismo está asociado con la invisibilización o subvaloración del proceso de emocionar y sentir a partir de ámbitos sociales, no de los virtuales. Las percepciones de autonomía y objetividad que se infunden en muchos casos están desligadas de los lazos de interdependencia existentes, así como de los filtros de conocimiento personales, familiares, de clase, etnia, en fin, sociales. Por la requerida inmovilidad física de la práctica, se afianzan nociones sedentarias en cuanto a la relación espacial, y con ellas una aproximación espacio temporal influenciada por los medios virtuales, que para el caso de la historia oficial se muestra con una notoria influencia de concepciones como el desarrollo, el progreso o la modernidad lineales. De esta forma, por tratarse la escritura de una herramienta traída por los cristianos europeos, la construcción de teoría sigue estando notoriamente dependiente de los centros eurocéntricos del saber letrado. Si se retoman los aspectos antes enunciados, se puede percibir una cercanía con lo que ha sido caracterizado como patriarcado: práctica que para el caso de Occidente se inicia en ámbitos de varones hegemónicos y por ende sobrevalorada. La actividad es más individuada que social, pues no enfatiza la co-construcción de saberes; objetiva o subjetiva, no inter-subjetiva como ocurre en la construcción del conocimiento; modalidad antropocéntrica, dado que la percepción está desligada del entorno que se habita (cuerpo, ecosistema). Se trata de una praxis asociada con la de propiedad privada, aprendizaje en el que prevalece la acumulación de conocimiento o de capital, sobre la preservación del bienestar social y en ocasiones el personal. Esta opción tiende a excluir y/o a discriminar los saberes diferentes y a dar prevalencia a tiempos–espacios no siempre correspondientes con el ecosistema habitado, incluyendo el cuerpo físico. En el presente, algunos sectores del feminismo aducen coincidencialmente que es pertinente aceptar no sólo la subjetividad, sino la inter-subjetividad; el ser senti-pensante, corporizado y “ambientalizado”64 , y esto, al parecer, no siempre puede ser logrado a partir de prácticas escritas. 63 En parte por las prácticas solitarias como la lectura, cine, computadores, etc. 64 GRUPO MUJER Y SOCIEDAD, MAESTRÍA EN GÉNERO Y DESARROLLO, en En otras Palabras, Dossier sobre “Mujeres, Resistencias e Irreverencias”, op. cit., No. 11, 2002; y el número 9 de la misma revista sobre “Mujeres, cuerpos y prácticas de sí”, Julio-Diciembre de 2001.

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El uso en Occidente de la escritura, es para algunos como una “commodity”65 que confina y delimita las culturas de “color”, afianzando el racismo, así como el patriarcalismo. El lenguaje no es sólo un medio, es también un signo, una herramienta, un instrumento, una técnica. La escritura, particularmente desde el fortalecimiento de la imprenta en el siglo XVIII, sirvió de instrumento para que después de René Descartes, la “razón” o lógica ilustrada, fuera privilegiada por los sectores letrados por encima de cualquier otra característica humana. La facilidad y velocidad con la que se reproducían los textos y con ellos las ideas eurocéntricas, facilitó el afianzamiento de cosmovisiones virtuales letradas. Esto se acentuó aún más en el siglo pasado con la propagación de medios masivos de comunicación66 . Dirlik Arnif, según Mauricio Nieto67 , señala que el verdadero poder de la historia europea no está en la exclusión de los otros, sino en su inclusión dentro de un orden y un único sistema de representación. Recordemos que la razón escrita diferenciaba a los hombres de los animales (afianzando el antropocentrismo) y a los cristianos hegemónicos del resto de pueblos, así mismo ocurría con las mujeres. Si bien los ilustrados aceptaron la existencia de la razón entre ellas y desde fines del siglo XVIII estuvieron interesados en educarlas bajo la modalidad oficial (las letras), la forma en que esto ocurrió fue afín a como sucedió con otros grupos discriminados: diferente a la hegemónica. En el caso de las damas se enfatizó en el proceso formar a madres, esposas y amas de casa, con contrastes según su origen social y étnico68 . En los últimos decenios las feministas se han preguntado por la masculinización de las mujeres a partir de la educación letrada, particularmente cuando esta es neutra69 . A partir de la “modernidad” la interpretación de los no hegemónicas/os70 , en gran medida, se ha continuado llevando a cabo consultando las fuentes escritas. Es difícil encontrar académicos/as que al referirse a regiones de países o a continentes predominantemente no letrados, privilegien lo no escrito al referirse a ellas/os en público, sabiendo que la lecto-escritura no es sino una de las opciones comunicativas entre las posibilidades existentes. Sin embargo, se sabe que algunos/as de origen 65 66 67 68 69

Artículo de consumo. GATES, Louis Jr., op. cit., pp. 2-8. NIETO, Mauricio, op. cit., p. 14. LAVRÍN, Asunción, Mujeres latinoamericanas, perspectivas históricas, México, Fondo de Cultura Económica, 1984. BERMÚDEZ, Suzy, Hijas, esposas..., op. cit., capítulo III; y por ejemplo RICHARDSON, Laurel, y TAYLOR, Verta, Feminist Frontiers II, New York, Mc Graw Hill Inc., 1988. 70 Recordemos que la mayoría siguen siendo mujeres.

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africano fuera de su continente se apoyan en otros instrumentos para cuestionar el etnocentrismo existente en los textos escritos71 . Se conoce igualmente que indígenas colombianos no letrados, al realizar rituales fuera de sus comunidades de origen, se apoyan en las herramientas que sirven de soporte a las tecnologías a partir de las cuales transmiten y reconstruyen sus saberes. ¿Ocurre algo semejante entre las mujeres al abordar ámbitos no letrados, más asociados con lo femenino que con lo masculino? ¿Han utilizado las feministas letradas instrumentos alternos a las escritura para transmitir, por ejemplo, los conocimientos y prácticas existentes en la relación que se establece entre una madre y su bebé? ¿o a experiencias de la tradición culinaria u otros de los tantos ámbitos asociados con sus conocimientos de mayor tradición72 ? Aparentemente no. En esferas de educación oficial, se han abierto, desde la segunda mitad del siglo pasado para acá, espacios “de mujeres” letradas en los que por vías no escritas se comparten experiencias y se cuestionan relaciones de poder. Lo anterior no quiere decir que los intercambios comunicativos que ocurren estén exentos de alusiones a la lectoescritura (recordemos que se ha expuesto lo relativo a culturas híbridas y mestizas, entre otras). En ocasiones, en los cursos que se dictan en los centros educativos oficiales, al abordar temáticas relativas al género o al feminismo ocurren situaciones parecidas. En estos casos se trata de prácticas más conocidas como “experienciales”. Es cierto que la escritura para los grupos mayoritariamente no letrados ha servido de herramienta e instrumento de interlocución con los hegemónicos/as y como medio para probar su capacidad de “razonar” inicialmente al estilo androcéntrico. Poco a poco sectores de estas “minorías” se han apropiado de la escritura para recuperar parte de su memoria invisibilizada o para interpretarla desde perspectivas no discriminadoras73 . El que esto ocurra en sus procesos de vida no lleva a justificar que en sociedades pluri-étnicas y multiculturales74 , como Colombia, se excluyan otras formas de transmisión de conocimiento, pues es desde ciertas “lupas” cognitivas que se están abordando los saberes mencionados. En el caso de las mujeres, la escritura cobra importancia cuando se la apropian, tal como lo expone 71 GATES, Louis Jr., op. cit., p. 9. 72 Me refiero fuera de lo mencionado al cuidado de la salud preventiva, entre otros, es decir a lo que denominan algunas lo “materno” en Occidente. 73 GATES, Louis Jr., op. cit., pp. 9-13; CAÑIZARES, Anita, “Revistas feministas en Colombia. De brujas a Vamos Mujer”, en MILLÁN BENAVIDES, Carmen y ESTRADA, Ángela María (editoras), op. cit., pp. 124-156. 74 Caracterizada así desde la Constitución de 1991.

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Anita Cañizares75 , no sólo por haber sido excluidas por parte de los hegemónicos letrados por muchos siglos de este saber, sino porque, como los esclavos en Occidente, a veces ni tenían derecho a manifestarse verbalmente. Es más, con todo y su conversión en letradas/os, siguen existiendo las relaciones de poder excluyentes en los ámbitos en los que se desempeñan. En parte esto se debe posiblemente a la persistente y cada vez más detallada insistencia en los textos escritos sobre su posición subordinada en ciertos aspectos. Este hecho se hace manifiesto en las relaciones de explotación y discriminación impuestos todavía en el presente sobre estos grupos76 . Claro que recordar estos hechos (como lo hace la historia occidental) no es completamente desfavorable, pues también ha servido para denunciar relaciones inhumanas y prevenir su persistencia (no se pueden negar muchos de los cambios ocurridos). Desde la óptica del recuerdo también es posible identificar las interrelaciones que existen entre los variados tipos de poder. En todo caso, debido a la reconversión de los vínculos excluyentes, se abren interrogantes sobre la relación entre educación letrada y persistencia de las relaciones inequitativas. Buscando ejemplificar lo antes expuesto para el caso de las relaciones de género, presento la siguiente disquisición: las mujeres en esta sociedad somos quienes representamos lo femenino en cuanto a cuerpo humano y simbología asociada. Desde fines del siglo XIX y particularmente a partir de la segunda mitad del pasado hemos participado cada vez más de la educación letrada de variadas formas, abriendo nuevas posibilidades de identificación, así como de desarrollo. Sin embargo, estudios históricos han señalado que, por ejemplo, las primeras profesionales eran educadas más como médic”os” que como médic”as”; o para este caso, historiador”es” que historiador”as”, por falta de conciencia de género en su formación letrada77 . Las letras pueden ser usadas en forma femenina y masculina como se ha visto en el caso de múltiples escritoras y escritores. ¿Pero, será que, así se dicten cursos letrados con perspectiva de género, por quedarse más en lo virtual que en lo práctico, el androcentrismo y el antropocentrismo se reproducen? Deseo avanzar mi reflexión en este sentido, relacionándola con lo antes expuesto relativo a los vínculos existentes entre androcentrismo, antropocentrismo y lectoescritura. Mencioné en los párrafos previos que lo femenino se asocia entre otros, 75 CAÑIZARES, Anita, op. cit. 76 GATES, Louis Jr., op. cit. 77 BERMÚDEZ, Suzy, Hijas, esposas... op. cit.

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con aspectos “maternos”, y que lo femenino si bien se lo desarrolla más en las mujeres, no está ausente en los varones. Se ha planteado así mismo que este tipo de conocimiento hasta hace muy poco, menos de un siglo, poca relación tenía con lo escrito alfabético, era ágrafo. Además es pertinente recalcar el nexo estrecho que existe entre el afianzamiento de una vida digna, del bienestar individual y social y la preservación de los saberes ágrafos, así como con su adecuada la valoración. Es más, la reproducción de la especie depende, en buena medida, de esos saberes: sin una buena gestación, sin un buen parto, sin una buena crianza, sin afecto, sin salud preventiva, sin buenas pautas relacionales, sin el cuidado y preservación del hogar, sin una apropiada atención del medio ambiente, es difícil subsistir. Es más, este tipo de conocimientos son pertinentes no sólo para el hogar sino, como lo han expuesto las feministas, para cualquier ámbito, pues tienen que ver con formas de aproximarse a la vida, factor que incide en las prácticas de los conocimientos, letrados y no. Mucho de lo ético se construye en estos ámbitos. Deseo avanzar un poco más en el caso de la reproducción física por cuanto es notoria la importancia del cuerpo y el medio ambiente, así como las pautas relacionales manifiestas. Es claro que el aprendizaje en las relaciones de pareja, en la gestación, en el parto, se realiza principalmente a partir de la práctica y que además la misma tiene semejanza con lo que ocurre entre animales como los mamíferos. Es en las relaciones sexuales, en el parto, en el amamantamiento, en la alimentación, que este vínculo entre los seres humanos78 , y entre los seres no humanos, se corrobora. El lenguaje sexual no es letrado; el de la gestación y parto, así como el del amamantamiento y alimentación tampoco lo son. Son pautas comunicativas de orden táctil, auditivo y oral milenarias, además en las que el sentir y emocionar no se someten tan notoriamente a la razón ilustrada. Otros dirían que se trata de prácticas corpooralizadas y sentipensantes. ¿Será que la dualidad persistente entre ciertos sectores de población, “hombres y mujeres hegemónicos (as) - cultura letrada” / “mujeres y hombres no hegemónicas (os) - animales y resto de naturaleza” es la que se busca opacar? Recordemos que, según lo expuesto, este contraste con la escritura se hace notorio desde ópticas letradas occidentales. Me pregunto igualmente si la dicotomía entre “con razón/letrado/a” y “sin razón/no letrado/a” sigue vigente en el imaginario de 78 El contraste se encuentra en la forma en que se interpreta y representa en cada cultura.

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quienes hacemos parte de entidades educativas, subvalorando la importancia de ese otro tipo de fuentes. De esta forma se subvaloran saberes que no sólo existen entre los indios, los “negros” o sectores de campesinos79 , sino que son parte de nuestra cotidianidad, en la que hay notoria influencia ágrafa. Igualmente se invisibilizan en los ámbitos eruditos de disciplinas como la antropología o la historia. Recientemente la antropóloga y demógrafa Lucy Wattemberg80 señalaba que su experiencia en los estudios y trabajos sobre la familia mostraba que las mujeres habían ganado espacios en los ámbitos públicos, en parte por sus logros en la educación letrada. Infortunadamente en los ámbitos privados, y en particular en el hogar, su papel no siempre era valorado y, por ende, la familia se regía por patrones altamente conservadores en cuanto al patriarcado y a la desatención del cotidiano íntimo81 . ¿Se deberá este limitante a la masculinización, entendida en los términos de este trabajo, ocurrida en parte por la socialización en entidades educativas en las que los saberes impartidos de tiempo atrás se sabe que no son neutros ni culturalmente ni en cuanto a las relaciones de género? ¿Será que así sea una educación letrada con perspectiva de género, por las metodologías y los instrumentos utilizados en el proceso, la sobrevaloración de lo masculino hegemónico persiste?

4. A manera de cierre temporal Según lo expuesto en este artículo, encuentro que sin la escritura alfabética de por medio es posible identificar entre Europa y continentes como América o el África más afinidades en el tiempo que contrastes. En efecto, es sólo a partir de unos pocos siglos atrás que el instrumento discutido, de origen europeo, gana importancia en ese continente y por la colonización cristiana se difunde en los otros. Además, en este proceso se han utilizado formas discriminatorias sutiles para dividir desde perspectivas dicotómicas los saberes letrados y los que no lo son. Es más, las jerarquías que se han ido construyendo entre los mismos letrados en torno al conocimiento letrado y que son ampliamente conocidas, ameritan de una reflexión, pues no parece que se avance significativamente en la democratización de las relaciones. Me refiero, tan sólo a manera de ejemplo, a las distancias que poco a poco en los últimos decenios se buscan construir 79 Como se señalaba al comienzo de este escrito. 80 En la reunión llevada a cabo en las instalaciones de la Universidad de los Andes, el 1 de diciembre de 2003 convocada por el Women Link Worlwide. 81 No mencionaba el antropocentrismo pero como lo he expuesto en las últimas publicaciones es un filtro significativo que nos separa del “ecosistema”.

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(fuera de las ya existentes) entre postdoctorados, doctorados, maestrías, etc. En estas jerarquizaciones el manejo de otros saberes no cuenta por la sobre especialización del conocimiento letrado, que según algunos/as termina siendo en ocasiones funcional a la etapa actual del capitalismo. Si bien es cierto que fuentes como las orales, las iconográficas y otras ágrafas, de tiempo atrás han sido abordadas e interpretadas por científicos sociales, también lo es que las metodologías con las que lo han hecho han sido androcéntricas, factor que incide en la interpretación. La oralidad, el tejido, los íconos, la cocina, entre otros, posiblemente existen en todas las culturas, lo que no ocurre con la escritura. Deseo proponer un juego imaginario para sintetizar lo expuesto en este artículo (con el riesgo de estereotipar, pero creo que vale la pena correrlo) y empezar a cerrar el escrito. Pensemos tan sólo que llegan a la tierra unos/as marcianos/as para quienes el deporte es el eje de construcción de conocimiento y en esta práctica capacitan y forman a los jóvenes en esa sociedad. “E”l “D”eporte (en mayúscula), que se ha constituido en el saber hegemónico entre ellos/as, es algo parecido al “tejo”82 , pero en el cotidiano practican así mismo juegos afines al golf, foot-ball, basket-ball, etc. Ocurre que en Marte estos últimos juegos son poco valorados en el momento en que llegan al continente Europeo en la tierra. Llegan al “nuevo” territorio (para ellos/as) y en él no se conoce el tejo, pero hay deportes como el ciclismo, tennis, foot-ball y basket-ball, parecidos al marciano. Así mismo hay golf y ajedrez. Los/as oriundos/as de Marte, según lo expuesto, consideran que la forma más “civilizada”, “desarrollada”, “moderna”, “posmoderna” y “científica” de llevar a cabo “EL” “deporte” es practicando lo que ellos más valoran: el tejo. Porque son colonizadores/etnocéntricos y desean “civilizar” a Europa, ridiculizan, invisibilizan y menosprecian los deportes de ese territorio, en ocasiones afines a los propios, pero que son subvalorados. Buscan “tej-izarlos”, es decir interpretarlos a partir de los instrumentos y metodologías con los que se juega el tejo: la mecha para explotar la pólvora cuando con una buena puntería le da en el blanco; la piedra que se lanza para explotar la mecha con pólvora; la arena en la que está ubicada la mecha, y así sucesivamente. Juiciosamente se dedican a interpretar el ayer de su práctica deportiva preciada, así como de los deportes 82 Para quienes no conozcan esta práctica se trata de una de origen indígena en el país, que ha subsistido hasta el presente. Habría podido escoger cualquier otra de origen diferente al europeo para cuestionar el eurocentrismo.

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subvalorados antes citados, desde las temporalidades y espacialidades del tejo: antes de llegar a la cancha, al empezar a tomar la chicha, cuando se inicia el juego. Construyen una minuciosa periodización, así como unas metodologías tej-ísticas, que sirven para sistematizar e interpretar, desde la óptica que ofrecen las herramientas del tejo, a las otras prácticas. Quienes hacían los deportes propios de Europa, con el tiempo, dejan de hacerlo por pensar que esos deportes realmente no lo eran o eran pre-deportes (pre-tejo). Otros, con todo y el proceso de colonización, logran preservar parte de sus conocimientos ancestrales y saberes locales. En el proceso, igualmente, algunos marcianos que se han mestizado, así como europeos que han logrado manejar en forma seria la práctica deportiva marciana valorada, con el tiempo buscan recuperar, a partir del tejo, en la forma más fidedigna posible, los saberes de los pre-deportes de ese continente de la tierra. Se preguntan si serán realmente pre-deportes o simplemente otras formas de practicarlo. Así mismo son conscientes que han surgido ejercicios y juegos diferentes a los pre-existentes en Marte y Europa, fruto de la fusión. También identifican que en Marte no sólo existía un deporte, “El” deporte, sino que había otros poco visibilizados por los hegemónicos de su planeta y que no son tan dispares de los originarios de Europa, pero que el filtro del tejo ha hecho creer que las diferencias eran notorias entre lo “pre-tejo y lo tejo”. El problema estaba, de una parte, en la interpretación internalizada sobre lo que se entendía por deporte, pues no existía uno sólo que se constituyera en el referente del saber deportivo. Cada uno tenía sus propias metodologías e instrumentos, dando resultados diferentes, con las consecuentes fortalezas y retos en cada caso83 . De otra parte, el problema también radicaba en la distorsión existente al querer dar cuenta del resto de los deportes (o para el caso saberes) a partir del tejo. Aceptan 83 Por ejemplo, con el tejo, al tomar chicha o cerveza, las personas no siempre están tan lúcidas, sacan estómago, socializan entre los jugadores, sudan un poco pero no se mojan, no tienen ropa especial uniformada. En la natación tienen que sumergirse en agua. Por el ejercicio realizado fortalecen los músculos de brazos y piernas, así como el cuello, pecho, espalda, etc., pero poco socializan en el proceso de nadar; usan vestido especial y al final están mojados. En el ajedrez el movimiento es mínimo. A diferencia de los anteriores permanecen sentados por horas, en ocasiones fuman, no requieren de agua (mar, lagos o piscinas) o bien de canchas de tejo, sino de un terreno plano, al abrigo de la intemperie, si es que hubiera mal tiempo, una mesa y dos asientos, así como de un tablero (con las señales del juego) y fichas. En este caso se fortalece el raciocinio.

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que lo que han realizado hasta el momento son solo avances interpretativos serios tej-ísticos de las otras prácticas, como el golf, foot-ball, basket-ball, etc. Pienso, tal como lo expuse en las páginas previas, y esto no es nuevo ni para mi ni para otros/as, que como en el caso del juego antes expuesto, el androcentrismo no ocurre por las diferencias biológicas, pero sí por las interpretaciones que culturalmente existen sobre las mismas. La subordinación de los deportes diferentes al tejo no ocurre por la existencia de varios deportes, sino por las interpretaciones que existen sobre el deporte en singular, y estas están mediadas por metodologías e instrumentos específicos con las que se realiza esta práctica. En el caso de las mujeres, la versión del tejo aplicaría en forma parecida a lo expuesto frente a la relación fuentes escritas y no escritas, ya abordada en las páginas previas. Como curiosidad en cuanto a las fuentes complejas e híbridas manejadas por sectores minoritarios de ellas en contextos escritos, menciono dos por seguirme desempeñando, como lo señalé, en el campo de la historia, si bien siendo cada vez más consciente, como también lo he expuesto, de sus logros y retos. La primera tiene que ver con un crucigrama publicado en un trabajo previo84 que da cuenta de conocimientos audiovisuales letrados (solfeo, alfabeto), kinestésico visuales (flores, costura) y táctiles visuales y auditivos (animales, guitarra). Cada uno tiene sus propias herramientas con marcos perceptuales espacio-temporales diferentes. Invito a los/as lectores/as a reflexionar al respecto, en cuanto a las posibles diversas lecturas e interpretaciones a partir de este tipo de símbolos publicados que incluyen el alfabeto. La segunda curiosidad se relaciona con una publicación reciente aparecida en el periódico El Tiempo85 , titulada “Lengua sólo para mujeres”, en la que escriben lo siguiente: ‘Cerca del manantial una no tiene sed, cerca de una hermana una no desespera’. La frase fue escrita en una lengua que muy pocas personas conocen. Con caracteres inéditos y muy pocos hablantes, el Nushu es

84 BERMÚDEZ, Suzy, “Tijeras, aguja y dedal. Elementos indispensables en la vida del bello sexo en el hogar en el siglo XIX”, en Historia Crítica, Bogotá, Departamento de Historia, Universidad de los Andes, No. 9, 1994, p. 27. 85 El Tiempo, Bogotá, martes 21 de diciembre de 2004, Sección general, pp. 1-20.

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todavía un verdadero misterio en la actualidad. Cuenta la leyenda que una concubina del emperador se sentía angustiada y sola. Por temor al castigo y por vergüenza a sus sentimientos decidió expresarse mediante una lengua secreta que solo sus ‘hermanas’ entendieran. Esto explica el origen del Nushu una lengua creada y hablada exclusivamente en el sur de la China. Transmitida por medio de abanicos pintados, telas bordadas y otros objetos de uso cotidiano, hoy se encuentra casi en extinción. La argentina Martha Sante, casi la única investigadora de habla hispana dedicada al tema, llegó a Buenos Aires y dijo a La Nación (periódico argentino): “algunas campesinas encuentran en esta lengua desestimada por la mayoría de la población, una salida laboral. Venden carteras, abanicos y distintos objetos con inscripciones que son preciadas por los visitantes”.

Realmente no sé si tal lengua exista, pero es posible que como ésta haya otras que den versiones complementarias y/o alternas de lo que hasta ahora se ha reconstruido tanto sobre el ayer de las mujeres como sobre las relaciones entre los géneros a partir de la escritura occidental.

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La soberanía del ‘pueblo’ durante la época de la Independencia, 1810-1815✣ Isabela Restrepo Mejía ❆

El año de 1808 marcó en el conjunto de la Monarquía española una profunda renovación de los principios de la soberanía del pueblo y de la representación política, que anunciaron vientos de modernidad y serán los pilares de la historia que escribimos a continuación. En 1810 las provincias de la Nueva Granada reasumieron la soberanía y constituyeron gobiernos provisionales. A partir de 1811 estas provincias se erigieron en Estados y declararon su independencia de España. Desde el principio de la crisis se presentó un problema: la imposibilidad de constituir un gobierno legítimo para el conjunto del reino. Quienes asumieron la soberanía en un primer momento fueron las ciudades capitales en nombre de sus provincias, pero luego, las ciudades secundarias se declararon a su vez “pueblos soberanos”, reclamando para sí el derecho a la soberanía. Esta ‘multiplicación’ territorial de la soberanía trajo como consecuencia la imposibilidad de constituir un gobierno general, lo cual desembocó en el desmembramiento del reino y finalmente en la guerra civil, fenómeno que perdurara hasta la llegada de Pablo Morillo y la Reconquista. En la primera parte de este trabajo seguimos los debates que sostuvieron Santafé, Cartagena y Mompox durante el año de ruptura, 1810, para intentar comprender el ✣ Artículo recibido en mayo de 2004; aprobado en agosto de 2004. ❆ Investigadora del Centro de Estudios en Historia, Universidad Externado de Colombia.

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proceso de reapropiación de la soberanía por parte de las diferentes comunidades políticas del reino. Cartagena fue la primera ciudad que le negó a Santafé el título de capital y la primera que intentó crear un nuevo “centro de reunión” para el reino. La Villa de Mompox procuró separarse de la Provincia de Cartagena, a la cual pertenecía, e intentó a su vez convertirse en Provincia. En una segunda parte articulamos dos fenómenos: por un lado la multiplicación de la soberanía, y por otro, el intento de las provincias por representar al reino, para comprender cómo se construyó la legitimidad política entre los años 1811 y 1815. Utilizamos como fuentes los diarios oficiales, las publicaciones privadas, los periódicos, las hojas que circulaban, las comunicaciones oficiales, los discursos publicados y los debates constitucionales del Colegio Electoral y Constituyente de Cundinamarca de 1811.

1. Las juntas de gobierno de 1810 1.1 La reapropiación de la soberanía En el año de 1810 los habitantes de la América española creían que la Península estaba perdida, por lo tanto, buscaban conservar los derechos de Fernando VII del enemigo exterior -los invasores franceses-, y en el intervalo reasumía la soberanía el “pueblo”. Esta soberanía en un principio era transitoria, pues se esperaba que el rey regresara. En el Nuevo Reino de Granada ese año principió con la formación de Juntas de Gobierno Provinciales y terminó con el primer intento para reunir un Congreso del Nuevo Reino. A partir del concepto de la “soberanía del pueblo” se construyó entonces la nueva legitimidad política. ¿Pero cuál era ese pueblo declarado soberano?

1.1.1 El Pueblo de la Ciudad Cartagena fue la primera ciudad de la Nueva Granada que constituyó una Junta de Gobierno. De acuerdo con el Acta del cabildo con fecha del 22 de mayo, ese día en la Plaza Mayor de la ciudad se encontraba el “pueblo reunido”. El cabildo, en su nombre, y con la aprobación de Don Antonio Villavicencio, comisario enviado por el Consejo de Regencia, instauró una Junta Autónoma de Gobierno, conformada por el Gobernador Montes y dos miembros del cabildo1 . Más tarde, el 14 de junio,

1

SOURDIS DE LA VEGA, Adelaida, Cartagena de Indias durante la Primera Republica, Bogotá, Banco de la República, 1988, p. 33.

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y consignado en el acta como respuesta a las demandas del “pueblo”, el cabildo depuso al Gobernador y en su lugar nombró como presidente de la Junta al teniente del Rey, Blas de Soria. A su turno, Cali (el 3 de julio), Pamplona (el 4 de julio), Socorro (el 10 de julio), Santa Marta (el 10 de agosto), Santafé (el 20 de julio), Antioquia (el 31 de agosto), Quibdó (el 16 de septiembre), Neiva (el 22 de septiembre) y Nóvita (el 27 de septiembre), conformaron sus propias Juntas de gobierno2 (ver Mapa). Al igual que en Cartagena, el “pueblo reunido en la Plaza” central transmitió el poder a los cabildos y a representantes que nombró por vía de la aclamación en ese mismo momento. En seguida, los cabildos y los representantes constituyeron Juntas de Gobierno Provisionales. Eran provisionales porque, como dicen las proclamas de las mismas Juntas, se creía que la Península estaba perdida y por lo tanto buscaban conservar los derechos de Fernando VII durante su ausencia temporal.

1.1.2 El pueblo-provincia Durante el proceso de constitución de Juntas de Gobierno, el “pueblo” era identificado con los habitantes de cada ciudad capital que se reunían para reclamar sus derechos, es decir, el pueblo urbano. Pero una vez instaladas las Juntas, el “pueblo soberano” se identificaba con la comunidad política que conformaba cada provincia. Como lo afirma François Xavier Guerra3 , la polisemia de la palabra pueblo es uno de los problemas centrales para definir ese “pueblo soberano”. La formación de las Juntas se apoyaba en el pactismo de los siglos XVI y XVII, según el cual “la transmisión del poder de Dios al rey, se hacía por intermedio del pueblo -de las comunidades políticas antiguas-, una vez desaparecido el rey, el poder volvía a su fuente: al reino, o con un término cada vez más utilizado, a la Nación”4 . Existía una concepción plural de la estructura política de la Monarquía, es decir, para los actores de la época ésta se componía por diferentes comunidades, “los pueblos de España y de América”5 . Desaparecido el rey, los pueblos podían retomar 2 3 4 5

Santa Marta y Antioquia constituyeron Juntas de Gobierno sin deponer a sus gobernadores, quienes a su vez fueron nombrados presidentes. GUERRA, François-Xavier, Modernidad e Independencias. Ensayo sobre las revoluciones hispánicas, Madrid, MAPFRE, 1992. GUERRA, François-Xavier, «Le peuple souverain, fondements et logiques d’une fiction», en Quel avenir pour la démocratie en Amérique Latine, Toulouse, CNRS, 1989, p. 24; mi traducción. “Proclama de la Junta de Santafé al Nuevo Reyno de Granada, Julio 29”, Gazeta de Caracas, octubre 12 de 1810.

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Formación de juntas de gobierno 1810

Fuente: PÉREZ, Felipe y PAZ, Manuel, Atlas Geográfico e Histórico de la Republica de Colombia (Antigua Nueva Granada), París, Imprenta Lahure, 1889

la soberanía que le habían cedido. En esta concepción pluralista del territorio, los pueblos de América no eran solamente los reinos, pues a su vez éstos estaban conformados por otros pueblos. Cada pueblo se componía de una ciudad principal, un territorio y unas ciudades subordinadas. Cada uno era una entidad orgánica que hablaba a una sola voz y que ahora establecía su gobierno propio siguiendo el principio de “soberanía del pueblo”. Son esos pueblos de América quienes a partir de 1810 recuperaron sus derechos, como lo habían hecho en 1808 los pueblos de España.

1.1.3 El pueblo-reino El 20 de julio en la capital del virreinato asistimos al mismo escenario. Los habitantes de Santafé reunidos en la Plaza Mayor pidieron conformar un cabildo extraordinario para transferir el “Supremo Gobierno del Reino”6 . En esta ocasión, la comunidad entendida como “pueblo soberano” era el conjunto del Nuevo Reino de Granada.

6

“Cabildo abierto del 20 de julio de 1810. Acta de independencia”, en ORTEGA RICAURTE, Enrique, Documentos sobre el 20 de julio de 1810, Bogotá, Editorial Kelly, 1960, p. 121.

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Así, la Junta Suprema del Reino, constituida por el cabildo y los representantes nombrados por aclamación, se declaró depositaria provisional del gobierno del reino. El virrey no estaba presente durante estos acontecimientos, sin embargo, fue nombrado presidente de la Junta. Ese mismo día ésta reconoció al Consejo de Regencia como autoridad provisional de la Monarquía. Sin embargo, al día siguiente se retractó y más adelante depuso al virrey. El 29 de julio, buscando constituir un gobierno legítimo para el reino, que a su vez redactara una Constitución, la Junta invitó oficialmente a las provincias a nombrar sus diputados para reunir un Congreso o Cortes de Cabildos. Para estos efectos propuso seguir el reglamento de elecciones decretado por la Junta Central de Cadix en 18097 . Cada capital (cabeza) de provincia debía elegir un diputado, y además, la Junta recomendaba no excluir los cabildos subalternos de tales elecciones. Para las elites santafereñas la reasunción de la soberanía por parte de las provincias, a través de la conformación de Juntas durante los meses anteriores, “amenazaban con la desmembración y la disolución política de este Cuerpo social”8 . Santafé era la capital del reino, y para salvarlo, debía crear un gobierno provisional y convocar una reunión para conformar uno legítimo.

1.2 El reino sin cabeza 1.2.1 Santafé cabeza del reino El razonamiento de Geneviève Verdo para el caso de Río de la Plata nos parece pertinente. Según el autor, las elites de Buenos Aires asimilaban “el conjunto de provincias del virreinato -una entidad administrativa- a una comunidad natural, que constituiría ‘la sociedad’”9 . Así mismo, las elites de Santafé pensaban al reino como un cuerpo político organizado de acuerdo con un orden jerárquico; si este orden no era respetado tendría lugar una guerra civil que lo ‘desmembraría’. En esta óptica los autores del Diario Político defendieron el orden imaginado: “que cada

7 8 9

Decretos de enero 22 y octubre 6 de 1809. “Proclama de la Junta de Santafé al Nuevo Reino de Granada, julio 29”, Gazeta de Caracas, octubre 12 de 1810. VERDO, Geneviève, Les «Provinces Désunies» du Rio de la Plata: Souveraineté et représentation dans l’indépendance Argentine (1810 - 1821), Thèse de Doctorat sous la direction de François-Xavier Guerra, Paris, avril 1998, p. 158; mi traducción.

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provincia ocupe su lugar, que la Capital sea Capital, y que la Provincia sea Provincia.”10 . El orden y la unidad del reino se derivaban entonces de la estructura jerárquica establecida por las autoridades reales. En esta estructura Santafé era la capital oficial del virreinato. Pero si las autoridades desaparecían, ¿cómo mantener la cohesión y la jerarquía? ¿Cómo podía Santafé continuar siendo la capital y mantener la unidad de esta pretendida sociedad, si ya las provincias habían reasumido la soberanía? Finalmente, ¿cómo legitimar el gobierno provisional que ella había constituido para el conjunto del reino? En la Proclama del 29 de julio la Junta Suprema presentó su iniciativa como un hecho simplemente “circunstancial”. Además, señaló que no quería “prescribir reglas a las Provincias ni se ha erigido en superior de ellas”11 ; y como consta en el Acta del 20 de julio, pretendía respetar el principio “de libertad y de independencia respectiva de ellas”12 . Al mismo tiempo proponía ser “el centro común de unión”13 , creando, de una cierta manera, una dependencia entre la unidad del reino, su rol como capital y la constitución de un gobierno indiscutible. La legitimidad histórica jugó un papel importante en la tarea que emprendió Santafé. Tanto la Junta como el Diario Político y el Aviso al Público 14 incitaron a las provincias a mantener el “orden” y sus relaciones, a través de los lazos tradicionales, los lazos sagrados del Cuerpo Social y subrayaron la importancia de conservar la unidad del Reino para su legítimo soberano, Fernando VII. Efectivamente los lazos tradicionales atrajeron a las capitales de provincia. Por ejemplo, el gobierno de Mariquita en correspondencia del 26 de julio, afirmó que “según las relaciones políticas y gubernamentales por las que se encuentra ligada esta provincia con la capital (Santafé), del que ella debe seguir todos los momentos y en consecuencia obedecer y reconocer su gobierno”15 . De esta forma, algunas 10 “Prospecto”, El Diario Politico de Santafé de Bogota, N° 1, agosto 27 de 1810. p. 3. 11 “Proclama de la Junta de Santafé del Nuevo Reino de Granada, julio 29”, Gazeta de Caracas, octubre 16 de 1810. 12 “Cabildo abierto del 20 de julio de 1810. Acta de Independencia”, en ORTEGA RICAURTE, Enrique, op. cit., p. 121. 13 HERRERA, Ignacio, “Alocucion del Sindico Procurador General”, septiembre 22 de 1810, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, Vol. 166, pieza 5. 14 Publicación periódica editada en Santa Fé. 15 “Acta del Cabildo de Mariquita”, El Diario Politico de Santafé de Bogota, Suplemento, agosto 27 de 1810, p. 6.

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provincias reconocieron a Santafé como la cabeza del reino, admitiendo la continuidad del orden administrativo en el orden político; así lo hicieron Honda, Neyba, Quibdó y Nóvita. Pero no todas las capitales de provincia aceptaron este orden. Tunja, Socorro, Pamplona y Antioquia eligieron diputados con el fin de conformar el Congreso del reino sin adherir, sin embargo, a la autoridad de la Junta de Santafé.

1.2.2 Cartagena denuncia ‘Antiguo Sistema’ Los acontecimientos en Mompox van a ser decisivos. El 5 de agosto, el “pueblo” de Mompox, perteneciente a la provincia de Cartagena, a través de su cabildo reasumió sus derechos y declaró la independencia absoluta de España. Al día siguiente reconoció la autoridad de la Junta Provisional de Santafé. A partir de este momento Cartagena inició una batalla para evitar la separación de Mompox y negarle a Santafé el derecho a ser la sede del Congreso del reino. Como primera medida, el 14 de agosto la Junta provincial anteriormente constituida organizó una “Junta Suprema Provincial”, que se componía por el cabildo de la ciudad de Cartagena y los diputados de sus cabildos subordinados, Mompox, Tolú, San Benito Abad y Simití. Cuatro días más tarde, la nueva Junta le negó a la Junta de Santafé el derecho de ejercer las atribuciones de las autoridades reales16 . El 2 de septiembre, la Junta de Cartagena le propuso a las demás provincias la reunión del Congreso del reino en la ciudad de Medellín. Procuraba evitar que Santafé, al ser la sede del Congreso, pudiera darle órdenes a las provincias, tal como ella lo hacía durante el ‘antiguo sistema’17 . La Junta de Cartagena alegará que la deposición de las autoridades reales en Santafé significaba la ruptura de las antiguas dependencias entre las provincias y la capital. El sistema administrativo del virreinato había creado un orden jerárquico entre las ciudades. Como en Santafé residía el personaje más alto, el virrey, ella era la capital. Así, el atributo de capital sólo provenía de la cualidad de ser residencia o sede de las autoridades superiores, por lo tanto, a partir del momento en que se depuso al virrey, Santafé perdía su atributo. Así lo explicaba la Junta en su exposición del 4 de diciembre: “El nombre de capital de la ciudad de Santafé no ha consistido en otra atribución que en la de haber existido en ella, por voluntad de nuestros Soberanos, las autoridades superiores (...)”18 . 16 “Edicto de la Suprema Junta de la Provincia de Cartagena de Indias, agosto 18 de 1810”, en SOURDIS DE LA VEGA, Adelaida, op.cit., p. 41. 17 Término utilizado por un actor de la época. 18 “Exposicion de la Junta de Cartagena de Indias, sobre los sucesos de Mompox, encaminados a formar una provincia independiente. La Junta Suprema a los habitantes de su provincia” en CORRALES,

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Sin el atributo de silla, Santafé era una ciudad como las otras y sus habitantes simples vasallos del rey: “En tal atributo no tenían participación alguna, ni el suelo material de Santafé, ni sus naturales y habitantes, que se consideraban, respecto de las mismas autoridades, con todas las relaciones de los otros súbditos de ellas en las demás Provincias”19 . La unidad del virreinato estaría dada, en gran medida, por la armadura administrativa colonial y por la condición de vasallos de sus habitantes. Cuando desaparecieron las autoridades tradicionales quedaron los lazos de vasallaje que introdujeron un pie de igualdad entre los diferentes súbditos del rey. Como lo dijo la Junta de Antioquia al apoyar la iniciativa de Cartagena e invitar a las provincias a reunirse en la ciudad de Medellín: “Unámonos, pero unámonos con el rango, y dignidad de vasallos de Fernando”20 . Siguiendo este principio, cada provincia podía autogobernarse sin ninguna sujeción a la antigua capital. Al parecer aquello que existía era un conjunto de comunidades que se sobreponían unas sobre otras y que se organizaban y mantenían unidas por el hecho de pertenecer a una misma entidad territorial administrativa. De allí la dificultad para asimilar el reino a un cuerpo político único. A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, sólo una pequeña parte de las elites ilustradas estimaban al reino como su comunidad de pertenencia: “para la inmensa mayoría de sujetos del Reino, la representación del territorio permanecía subordinada, por el contrario, a la percepción del espacio vivido”21 . Como anota Lydia Álvarez, “la asimilación del cuerpo político se hace simultáneamente en diferentes niveles”22 . Dos lógicas se enfrentan: por una parte la condición de igualdad entre los pueblos, y por otra, la percepción del reino que se tenía en Santafé como un cuerpo político único que debe hablar “con una sola voz”, la de su capital.

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Manuel Ezequiel, Documentos para la Historia de la Provincia de Cartagena de Indias, hoy Estado Soberano de Bolívar en la Unión Colombiana, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1883-1884, Vol. 1, p. 210. Ibid., p. 211. Archivo General de Indias, Fondo Audiencia de Santafé, Leg. 747, f. 26, “Proclama a los Pueblos de Antioquia, diciembre de 1810”. LOMNE, Georges, «Du Royaume à la Nation: l’invention du territorie colombien», en L’Ordinaire Latinoamericain, N° 162, Toulouse, IPEAL Université de Toulouse-Le Mirail, mars-avril 1996, p. 34; mi traducción. ALVAREZ, Lydia, Santafé, 1810 - 1812. Les mutations de l’imaginaire politique vues à travers la presse, Mémoire de Maîtrise, Université Paris I, sous la direction de François-Xavier Guerra, 1989, p. 73; mi traducción.

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1.3 Los Pueblos del reino 1.3.1 Los pueblos secundarios De acuerdo con testimonios como el de José Manuel Restrepo23 , muchas ciudades secundarias que intentaron separarse de sus capitales de provincia se adhirieron a la Junta Suprema de Santafé y finalmente pretendieron erigirse en provincias. Los acontecimientos en Mompox nos ayudan a comprender la posición de las diferentes ciudades secundarias en el entramado de la legitimidad en ese nivel territorial. El cabildo de Mompox había reconocido el 25 de julio la primera Junta Provincial de Cartagena. Al enterarse antes que Cartagena de los acontecimientos ocurridos en Santafé el 20 de julio, declaró su independencia el 5 de agosto. En los días siguientes, al interior del cabildo de Mompox se discutió la conveniencia de la reasunción de la soberanía y su consecuente ejercicio. José María Salazar y José María Gutiérrez defendieron los derechos que poseía Mompox para declarar su independencia. La deposición de las autoridades en Santafé implicaba la ruptura de los lazos con el Consejo de Regencia, en consecuencia la soberanía regresaba a los pueblos. Mompox se consideraba también un pueblo, y por lo tanto tenía el derecho a reasumir su soberanía. Como lo declara José María Salazar: “El pueblo de Mompox es tan pueblo como cualquier otro”24 . En el período colonial, ciudades secundarias como Mompox, Sogamoso, Cali y Quilichao, entre otras, se opusieron al dominio de las capitales de provincia. La jerarquía instaurada por la administración colonial no correspondía necesariamente a la importancia y actividades de cada ciudad. Durante el período colonial las poblaciones tenían la costumbre de hacer peticiones para ser promovidas dentro de ese orden jerárquico. Mompox, por ejemplo, había tenido el privilegio de poseer un puesto de Corregidor entre 1776 y 1777. Esta distinción significaba para la villa una mayor dignidad y una especie de autonomía frente a Cartagena25 .

23 Ver por ejemplo RESTREPO, José Manuel, Historia de la Revolución de la Republica de Colombia en la América Meridional, Bogotá, Biblioteca Popular Colombiana, Talleres Gráficos Luz, 1942. 24 “Villa de Mompox, agosto 14 de 1810. Exposicion de José Maria Salazar”, en CORRALES, Manuel Ezequiel, op.cit.,p. 197. 25 GARRIDO, Margarita, Reclamos y Representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo reino de Granada, 1770-1815, Bogotá, Banco de la República, 1993, p. 319.

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La débil cohesión de las provincias, la oposición histórica a las capitales, las viejas pretensiones de autonomía y la búsqueda de una mayor dignidad dentro del orden jerárquico por parte de las ciudades secundarias cobraron nueva fuerza a raíz de la ausencia de las ‘autoridades coloniales’ y la consecuente reasunción de la soberanía. Un fenómeno histórico que se tradujo en los nuevos principios de legitimidad. El 8 de octubre, la Junta de Mompox en una representación26 a la Junta de Cartagena pedía pasar de ser una Villa a convertirse en Provincia. Mompox, al cuestionar la legitimidad de Cartagena como cabeza de provincia, descompuso el cuerpo, la provincia, pues se desligó cambiando las fronteras territoriales. Cartagena no podía permitir este acto “insurreccional”; ¿Pero podían las capitales de provincia mantener la unidad orgánica de sus territorios si ellas mismas reclamaban igualdad y autonomía frente a la antigua capital? Para evitar la disolución, las capitales de provincia recurrieron primero que todo a los lazos históricos. En segunda instancia, acudieron al nuevo instrumento de la representación para legitimar los gobiernos constituidos, o constituir unos nuevos, y así recuperar el espacio y la jurisdicción que les correspondía según las antiguas divisiones administrativas. José María Gutiérrez alegó que la representación que proponía Cartagena adolecía de desigualdad: en la Junta de Cartagena “(...) se iguala al Representante de más de cuatro mil personas elegido por un Cabildo decorado legalmente con la sanción pública, al elegido por un barrio de la ciudad;”27 . Si la representación de los pueblos en el gobierno de Cartagena era desigual ¿por qué Mompox tenía que aceptar la dominación de Cartagena si él también era un “pueblo soberano”? Además, Mompox al declarar la independencia y jurar a la Junta Suprema de Santafé, afirmaba su condición de “pueblo del reino”. El hecho de establecer una relación directa con Santafé y no con Cartagena le permitía obtener la autonomía deseada. El último argumento que utilizaron los miembros de la Junta de esta villa hace referencia a su participación en el Congreso del reino. Ellos pensaban que si Mompox se erigía en provincia y constituía una Junta de Gobierno reuniendo a todos los pueblos de su jurisdicción28 , a través de su representación, podía tener el derecho de participar en el Congreso como un pueblo del reino. Consideraban que, por el 26 En el sentido antiguo del término. Ver GARRIDO, Margarita, op. cit., p. 123. 27 “Villa de Mompox, agosto 14 de 1810. Exposicion de José María Gutierrez”, en CORRALES, Manuel Ezequiel, op.cit., p. 199. 28 La jurisdicción de cada ciudad secundaria se conformaba por un conjunto de poblaciones menores.

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contrario, participar en la Junta de Cartagena como un cabildo subordinado le negaba el derecho a su soberanía, subordinándola a la de la capital provincial.

1.3.2 La Junta de Santafé La Junta Suprema de Santafé buscaba legitimar la deposición de las autoridades y conformar en su lugar un nuevo gobierno conjuntamente con las provincias, a través de la representación. ¿Pero su objetivo era constituir un nuevo gobierno o simplemente legitimarse como autoridad ‘suprema’ del reino? Pronto aparecerían las ambigüedades de la Junta. Por una parte, presentaba su gobierno como solamente provisional, en espera de que los pueblos instalaran un nuevo poder por la vía de la representación. Por otra parte, el 6 de agosto, en un comunicado a la Junta de Caracas, explicaba cómo estrechaba sus relaciones con las provincias más remotas: “entre tanto que el Gobierno Provisional que ha adoptado se centraliza y consolida con el voto unánime y la concurrencia de todas las Diputaciones de los pueblos de su vasto distrito29 ”. Ese mismo día, la Junta erigió en villas a 10 lugares (poblaciones más pequeñas), otorgándoles de esta manera un estatus jurídico superior, a pesar que algunas de estas poblaciones pertenecían a otras provincias, atribución que estaba reservada al poder virreinal. A finales de octubre de 1810 llegó a Cartagena la noticia del bloqueo a Caracas decretado por el Consejo de Regencia. Por su parte, la Junta de Santafé decidió aceptar en su seno aquellos pueblos secundarios que eran obligados por sus capitales de provincia a reconocer el Consejo de Regencia. Esta decisión opuso su poder al del futuro congreso. Como los pueblos que habían aceptado el poder de la Junta de Santafé pertenecían administrativamente a la jurisdicción de otras capitales de provincia, éstas tuvieron que competir con ella para obtener su adhesión. En ese sentido, la representación se convirtió en el instrumento principal de la legitimidad política. Incluso algunos pueblos secundarios decidieron participar en alguna otra Junta diferente a la de su capital o a la de Santafé30 . Durante el régimen colonial: cada cabeza representaba virtualmente todo su territorio: la cabeza de una provincia tenía el derecho de parlamentar, en nombre de su provincia, 29 “Comunicado de la Suprema Junta de Santafé a la Suprema Junta de Caracas, agosto 6”, Gazeta de Caracas, septiembre 22 de 1810. 30 GARRIDO, Margarita, op. cit.

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con la corona y la cabeza del reino, por lo tanto, la capital del virreinato 31 parlamentaba en nombre de todo el virreinato .

Esta idea de representación, como vimos, estuvo presente durante la instalación de las Juntas Provinciales de Gobierno, de la Junta Suprema en Santafé y en los debates para la constitución de un gobierno para el reino. Mientras una parte de las elites de Santafé pensaba que la ciudad debía continuar representando al reino, puesto que ella era su cabeza, una parte de las elites del reino pregonaba el federalismo para oponerse a la “dominación” de Santafé. Cabría preguntarse ¿hasta qué punto esta oposición era la continuidad del discurso de Antiguo Régimen, es decir, la demanda de las ciudades capitales por conservar, recuperar o alcanzar autonomía, fueros y privilegios?32

1.3.3 El congreso del reino En el año de 1810 la soberanía provisional se concebía en dos niveles territoriales. Por un lado, la soberanía de los pueblos (provincias y poblaciones menores que se habían pronunciado en ese sentido) y por otro, una soberanía que comprendería a todos los pueblos del reino, “en espera de la reconstitución de una soberanía única e incontestable”33 para los pueblos de España y de América. El 22 de diciembre, día de la instalación del Congreso, asistieron los diputados de Socorro, Pamplona, Neyva, Nóvita, Mariquita y Santafé. Días más tarde, los diputados de Santafé y Tunja se rehusaron a aceptar la participación de representantes de las ciudades subordinadas34 . El cuatro de enero de 1811 el Congreso adoptó el principio de inmunidad de los diputados: “ni las mismas Juntas provinciales de que dimana la elección, podrán juzgarlos del destino, antes del tiempo señalado en su nombramiento, sin consentimiento, deliberacion, y resolución del Congreso”35 . En consecuencia, los diputados serían representantes del reino en general y no de cada provincia. 31 ANNINO, Antonio, “Soberanías en lucha”, en De los imperios a las Naciones: Iberoamerica, Zaragoza, Ibercaja, Obra cultural, 1994, p. 234. 32 Al respecto, LOMNE, Georges, Imaginaire politique et spectacle urbain dans six villes de « Grande Colombie » 1800 - 1830, Mémoire du D.E.A sous la direction de François-Xavier Guerra, Université Paris I, novembre 1986, y GARRIDO, Margarita, op. cit. 33 GUERRA, François-Xavier, Modernidad e Independencias,op. cit., p. 341. 34 RESTREPO, José Manuel, op. cit., p. 122. Los diputados de Sogamoso (provincia de Tunja) y Mompox (provincia de Cartagena). 35 “Acuerdo sobre el carácter é inviolabilidad de los Representantes”, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, Vol. 166, f. 670, pieza 8.

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A finales de 1810, un grupo de residentes de Santafé que se oponía al ‘sistema federal’, argumentando que el reino estaría en peligro si cada provincia pretendía constituir un Estado aparte. El 13 de octubre, el criollo Frutos Joaquín Gutiérrez, al tiempo que denunciaba a las provincias por querer conformar gobiernos “aislados”, proponía salvar la existencia política de Santafé36 . Esta propuesta desembocó en la promulgación de la Constitución del Estado de Cundinamarca en abril de 1811, hecho que marcó la disolución del primer Congreso del reino.

2. Un reino, una nación y un estado independiente 2.1 Las provincias-Estados 1811 - 1814 2.1.1 Las capitales de provincia En el documento mencionado, Gutiérrez describía de la siguiente manera la situación del reino: “Yo no llamo Patria el lugar de mi nacimiento, ni el departamento o Provincia a que pertenece” en cambio “el hijo de Cartagena, el del Socorro, el de Pamplona, y tal vez el de Popayán, no ha mirado como limites de su Patria los del Nuevo Reyno de Granada, sino que ha contrahido sus miradas a la Provincia o acaso al lugar en que vio la luz”37 . Como lo afirma Georges Lomné, la ciudad continuaba siendo la esfera tradicional del poder. “La impresión del conjunto es aquella de una resistencia de las ciudades frente a toda forma de poder alógeno. Existe una voluntad intrínseca, por preservar o restituir el orden anterior”38 Por otra parte, durante el período colonial la palabra “provincia” designaba los espacios de poder de las ciudades principales y sus oligarquías39 . Como vimos, desde 1810, siguiendo las costumbres del Antiguo Régimen, las ciudades subordinadas pelearon contra las ciudades principales para ganar una cierta independencia amenazando la integridad territorial de las provincias. La política de la Junta Suprema de Santafé, al aceptar la adhesión directa de los pueblos secundarios, desató la competencia entre las capitales para obtener su adhesión a

36 GUTIERREZ, Frutos Joaquín, “Voto”, octubre 13 de 1810, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, Vol. 197, f. 668, pieza 6. 37 Ibíd., p. 1. 38 LOMNE, Georges, Imaginaire politique…, op cit.; mi traducción. 39 GUERRA, François-Xavier, Modernidad e Independencias…, op cit.

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los gobiernos provinciales. Durante esta época las ciudades principales intentaron garantizar entonces la permanencia de sus espacios históricos de influencia. En esta tarea aparecieron primero que todo los principios tradicionales de legitimidad. Las capitales recurrieron a los lazos históricos, la naturaleza y las antiguas divisiones administrativas. En ese sentido algunas utilizarán el juramento habitual durante el período colonial40 . Pero estos principios no aseguraban la legitimidad. Como sucedió en 1810, el principio de la representación será el principal instrumento que utilizaran las ciudades capitales para legitimar sus gobiernos y sus territorios. Siguiendo la estructura plasmada en los reglamentos de elección de la Junta Central (mayo de 1809) y de las Cortes (enero de 1810), las Juntas provinciales invitaron a los cabildos subordinados (cabildos de las ciudades subordinadas a la ciudad capital de provincia) a elegir sus diputados. De esta forma llamaron a la sociedad que conformaban los pueblos (en este caso los cabildos subordinados), es decir la provincia, a recuperar los derechos que hasta el momento se les habían negado. La adhesión o sujeción de un pueblo al gobierno de una ciudad capital se hacía a través de la elección de diputados al cuerpo representativo de la provincia. De esta forma, a través de la representación, un pueblo entraba a formar parte de una sociedad. Sociedad que, de acuerdo con los imaginarios tradicionales, se identificaba con una familia. Santafé, por ejemplo, explicaba por qué después de la agregación de algunos pueblos era necesario realizar nuevas elecciones: “para que los pueblos que nuevamente se agreguen al Estado no queden defraudados de sus derechos; constituyan una misma familia”41 . La representación se entendía como un voto de pertenencia a la jurisdicción de la ciudad capital donde se instalaba el gobierno. De esta forma, el Colegio Electoral y la Representación Nacional de cada provincia encarnaban el pacto que los pueblos hacían para decidir una vida común. Como aclara Véronique Hebrárd, “el carácter nacional que se le confiere a la representación, debe ser acá entendido en el sentido de una comunidad auto-gobernada”42 . Así, a través de la representación, cada ciudad capital, dominada por un grupo de hombres como mencionamos, justificó la ruptura con las autoridades reales; el rompimiento fue llevado a cabo en nombre de la provincia y reafirmó la cohesión del territorio históricamente bajo su jurisdicción. 40 Utilizaron también el envío de armas y la ayuda económica. 41 GUERRA, François-Xavier, Modernidad e Independencias…, op cit., p. 14. 42 HEBRARD, Véronique, Le Venezuela Indépendant. Une nation par les discours. 1808 – 1830, Paris, Editions L´Harmattan, 1996, p. 48; mi traducción.

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2.1.2 La representación política y las provincias En un primer tiempo se puede subrayar la existencia de un imaginario tradicional de la representación. Tradicional porque, como lo señalamos, las ciudades capitales representaban a las provincias. Así, por ejemplo, el gobierno de Cundinamarca legitimaba frente al Congreso de provincias las decisiones tomadas en Santafé durante el año de 1812: porque lo primero nadie duda que en las naciones mas libres, y en que se ha tenido la mas alta consideración a los derechos de los pueblos, las matrices o capitales, han llevado la voz de éstos, y deliberado en los negocios en que por ser del momento no puede hacerse una congregacion 43 general .

Por otra parte, la representación tenía un carácter corporativo. Los pueblos eran los componentes de los cuerpos políticos provinciales. Incluso algunos gobiernos extendieron el derecho a voto a aquellos pueblos que no lo tenían. Por ejemplo, la Constitución de Cundinamarca de 1812 amplió el derecho de voto, limitado hasta el momento a las parroquias, a “cualquier pueblo por pequeño que sea”44 . Por su parte, algunos pueblos subordinados lucharon por no ser excluidos de la elección por la falta de cabildo45 . Se utilizaban los mecanismos tradicionales de la representación: las comunidades constituidas presentaban sus peticiones a las autoridades. Luego de la agregación de Mariquita al estado de Cundinamarca, en marzo de 1813, los comisionados debían alentar “a los participantes (los vecinos) a señalar las quejas que tuviesen contra el gobierno de Cundinamarca”46 . También se puede constatar la permanencia, al menos hasta 1814, de la utilización de instrucciones o poderes que cada pueblo daba a su diputado. Sin embargo, la posibilidad de la representación de los pueblos aportaba 43

“Manifiesto de la conducta del gobierno de Cundinamarca con respecto al congreso y al general de sus tropas en la guerra civil terminada el memorable 9 de enero de 1813, Santafé, 19 de marzo de 1813”, en HERNÁNDEZ DE ALBA, Guillermo (comp.), Archivo Nariño, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1990, p. 196. 44 “Constitución de Cundinamarca de 1812, Título XI, art. 7”, en GUERRA, José Joaquín, y POMBO, Manuel Antonio, Constituciones de Colombia, 4ª Edición, Bogotá, Biblioteca del Banco Popular, 1986, p. 60. 45 “Representación de los vecinos de Sitio Nuevo, junio 30 de 1811”, en CORRALES, Manuel Ezequiel, op cit., p. 260. 46 “Decreto del poder Ejecutivo”, Gazeta Ministerial de Cundinamarca, N° 94, Tomo 2, mayo 4 de 1813, p. 501.

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ahora un ingrediente de “voluntariedad” a los lazos existentes entre las ciudades capitales y las secundarias. Como lo declaraba la Junta de Antioquia, en adelante existían “vinculos todavia mas estrechos por este nuevo motivo”47 . A través de la representación, las ciudades capitales al tiempo que aseguraban sus territorios, desalentaban las acusaciones de tiranía y despotismo, pues ellas respetaban la “libre voluntad” de los pueblos. Las capitales debían instalar un sistema representativo o realizar consultas populares para legitimar su existencia frente a las otras ciudades principales del reino. Incluso Tunja y Cundinamarca para dirimir la “pelea” por la adhesión de Villa de Leyva y otros pueblos, enviaron en octubre de 1812 comisarios encargados de preguntarles a cuál de los dos gobiernos querían pertenecer48 . Finalmente, las Juntas provinciales, conformadas a través de la representación de los pueblos, dieron dos pasos más para asegurar su legitimidad y la de la provincia. Promulgaron Constituciones49 para “garantizar el rango de provincia”50 , que a su vez fueron juradas por los pueblos, y declararon su independencia para “sostener el rango de estado independiente”51 y obtener, ipso facto, su legitimidad.

2.2 El congreso Anfictiónico Desde 1810 la mayor parte de las Juntas provinciales defendieron la conformación de una confederación. El Congreso de 1810 fue un primer intento por conciliar la existencia de un gobierno para el conjunto del reino y respetar la autonomía de las provincias. Después de la promulgación de la constitución de Cundinamarca en abril de 1811, el 27 de noviembre cinco provincias firmaron en Santafé un Acta de Federación52 . Más tarde, a raíz de las diferencias con el gobierno de Cundinamarca, el Congreso de las Provincias Unidas salió de Santafé para deliberar en la Villa de

47 Archivo General de Indias, Fondo Audiencia de Santafé, Leg. 747, f. 26, “Proclama de la Junta Suprema de Antioquia”, 10 de octubre de 1810. 48 Gazeta Extraordinaria de Cundinamarca, N° 78, Tomo 2, octubre 5 de 1812. 49 Durante el período nueve Constituciones provinciales fueron promulgadas. 50 Archivo General de la Nación, Fondo Gobierno, Archivo Anexo, Tomo 24, N° 00276 (“Oficio del Serenísimo Colegio Constituyente y Electoral de Antioquia”, enero 12 de 1812). 51 “Documentos Importantes sobre las negociaciones que tiene pendiente el estado de Cundinamarca para que se divida el reyno en Departamentos”, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, Vol. 150, pieza 6. 52 Antioquia, Cartagena, Neiva, Pamplona y Tunja.

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Leyva, actividad que se inició el 4 de octubre de 1812. En diciembre de 1814 las tropas confederadas tomaron Santafé y agregaron el Estado de Cundinamarca al Congreso53 .

2.2.1 Las ‘soberanías parciales’ Las elites criollas creyeron desde un principio que debía existir un Congreso que jugara el papel de cabeza del reino –inclusive de la América y de la Monarquía a nivel global– frente al enemigo exterior de la Monarquía, los franceses. Al mismo tiempo, las provincias defendieron una soberanía “particular” frente a una soberanía “general” –la del conjunto del reino–. Soberanía “particular” que para Cundinamarca fue bastante amplia, como lo atestiguan los debates del Colegio Electoral de 1811: Tratose en fin el punto de la dimisión de la Soberanía de esta Provincia a favor del Congreso general del Reyno, (...) la pluralidad acordó que entendiéndose para solo aquello que diga relacion á la totalidad de las Provincias, y reservándose la de Cundinamarca todo lo á ella perteneciente, y la facultad de celebrar convenios, negociaciones, ó tratados con las otras Provincias, y con los Estados de fuera del Reyno, 54 y aun con los Extranjeros[...] .

Con la representación en el Congreso, la provincia de Cundinamarca transfería una parte de su soberanía, mientras conservaba para sí otra parte. Entre los atributos de la soberanía que se reservaba, estaba el de establecer relaciones políticas con estados americanos (fuera del reino) y extranjeros. En últimas no transfería al Congreso la posibilidad de representarla frente al exterior. Después de la declaración de guerra por parte de la metrópoli a los reinos americanos rebeldes, las provincias de la Nueva Granada opusieron la soberanía que habían reasumido para defenderse del enemigo de la monarquía –los invasores napoleónicos– a la metrópoli, la que se convirtió en su nuevo adversario. Ahora no sólo era necesario organizar la defensa del reino, sino también obtener la independencia. En ese sentido la constitución de un gobierno general era indispensable, y para esto era necesario 53 Ver THIBAUD, Clément, Repúblicas en Armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de Independencia en Colombia y Venezuela, Bogotá, Editorial Planeta, 2003, capítulo IV. 54 Actas del Serenísimo Colegio Constituyente y Electoral de la Provincia de Cundinamarca, Imprenta Real de Santafé de Bogotá, 1811, p. 20-21.

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abandonar las soberanías “particulares”. Como diría Nariño en La Bagatela “se va a sacrificar el reino y nuestra libertad a la obstinacion de querer mantener una multitud de soberanias parciales, sin tener fuerzas, luces ni recursos suficientes para sostenerse”55 . En 1813 la Junta de Antioquia propuso al Congreso de las Provincias Unidas la creación de un gobierno central, de un “Gobierno Soberano56 ”. Pero incluso después de la agregación de Cundinamarca al Congreso de las Provincias en 1814, y hasta 1815, las soberanías provinciales subsistieron al lado de la soberanía general del reino. Los diputados del Congreso de las Provincias Unidas representaban, antes que a la nación en sentido moderno, a las provincias, a los pueblos del reino. En 1813 el Congreso extendió la esfera política de los representantes, más no aquella de los ciudadanos, al permitirle a las provincias elegir sus nuevos diputados entre todos los ciudadanos del reino. Tal decisión nos recuerda las elecciones para la Junta Central de 1809. Como lo explica Margarita Garrido, durante ésas elecciones los cabildos efectivamente votaron por los hombres más ‘reputados’ del reino entero57 .

2.2.2 Los lazos del reino a) Las provincias legítimas Una vez las elites deciden fundar la representación del reino en las provincias, el debate gira en torno a la definición de “las provincias legítimas del reino58 ”. Como vimos, las ciudades principales se dedicaron a consolidar y legitimar sus gobiernos y territorios. Pero esta legitimidad tenía que asegurarse al ser confrontada por las demás provincias del reino. Los criterios que las elites impusieron para que una comunidad pudiera ser considerada como ‘una provincia’ remiten antes que todo a una legitimidad histórica. Es así como el Acta de Federación de 1811 aceptaba como provincias a aquellas que eran “reputadas y consideradas”59 como tales en el

55 “Continuación del dictamen sobre el gobierno de la Nueva Granada”, La Bagatela, N° 7, agosto 25 de 1811, p. 50. 56 Gazeta Ministerial de Cundinamarca, agosto 12 de 1813. 57 GARRIDO, Margarita, op..cit. 58 “Junta Suprema de Cartagena a la Junta Suprema de Santa Marta, marzo 10 de 1811”, en CORRALES, Manuel Ezequiel, op.cit., p. 243. 59 “Acta de federación, art. 2”, en Congreso de las Provincias Unidas 1811 – 1816, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1989, Tomo 1, p. 1.

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momento de la revolución de Santafé (20 de julio de 1810) o, como lo proponían algunos hombres, aquellas provincias que habían sido invitadas por la Junta Central de 1809 a enviar representantes. También se propuso el criterio temporal de la ruptura de 1810. Es decir que las comunidades aceptadas como provincias debían haber reasumido su soberanía tras la deposición de las autoridades de Santafé. Los valores tradicionales como la dignidad se mezclaban con la ruptura política frente a la Monarquía. En ese sentido, el gobierno de Cundinamarca proponía en marzo de 1811 dividir el reino en cuatro “Departamentos o Provincias verdaderamente dignas de este nombre, y capaces de elevarse a la clase y rango de estados independientes”60 . Sin embargo, como vimos anteriormente, ante la debilidad de tales criterios se impuso el perfeccionamiento de los sistemas representativos provinciales y la representación en el Congreso como los instrumentos necesarios para afirmar su existencia. b) Pactos, tratados y juramentos Desde un principio se evidencia el cuestionamiento de los límites y divisiones territoriales que abarcaría el Congreso del reino. Se trata de un problema que ameritaría mayor investigación, para entender la dinámica que encierran las diferentes propuestas que se hicieron en la época y que no siempre resultan claras. Vemos, por ejemplo, cómo Cartagena proponía invitar a Guayaquil, Chocó y Maracaibo. De otra parte en Santafé algunos hombres pensaban que las únicas provincias legítimas eran las Audiencias de Santafé y Quito. Entonces las provincias tendrán que recurrir a otros instrumentos de legitimación, tales como el reconocimiento entre ellas mismas, implícito en los discursos y documentos oficiales, los pactos de federación, los tratados provinciales y los juramentos. Los pactos, tratados y juramentos, fueron utilizados no sólo para perpetuar la existencia y la integridad del territorio de las provincias, sino también del reino entero. Los tratados eran considerados como herramientas por medio de los cuales se constituían los cuerpos políticos. Este es el caso, por ejemplo, del tratado que firmaron Cundinamarca y Caracas en mayo de 181161 . Las dos provincias se comprometían a actuar como un “mismo cuerpo político”62 . Por otra parte, los pactos se convirtieron 60 “Documentos Importantes sobre las negociaciones que tiene pendiente el estado de Cundinamarca”, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, Vol. 150, pieza 6. 61 Este tratado nunca fue ratificado. 62 “Tratado de alianza y federación entre los estados de Cundinamarca y Venezuela, 28 de mayo de 1811”,

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en los sellos de la asociación de las provincias, al revivir los antiguos vínculos por medio de los cuales los pueblos se ligaban con el rey. Así, en el acta de Federación de 1811, las provincias “se prometen recíprocamente la mas firme amistad y alianza, se juran una fe inviolable y se ligan por un pacto eterno, cuanto permite la miserable condición humana”63 .

3. Una Nación vista desde el exterior. 1811-1815 José Manuel Restrepo cuenta cómo varias provincias habían declarado su independencia pero “...no formaban cuerpo de nación, pues carecian de gobierno general”64 . Lo que existía era un conjunto de estados soberanos que se declaraban independientes y que por el momento eran incapaces de conformar un gobierno para el conjunto del reino. De acuerdo con los debates trascritos en las Actas del Colegio Constituyente de Cundinamarca de 1811, se piensa a la monarquía española como la nación. Sin embargo, la idea de formar una nación diferente a ésta existía ya en 1810, aunque al parecer sus defensores fueran pocos. Estos últimos pensaban que era necesario sobrepasar la multiplicación de soberanías que amenazaba con el desmembramiento del reino y reunir a los pueblos en una sola nación. Por ejemplo, Jorge Tadeo Lozano, al proponer la creación de cuatro departamentos, se dirigía a los pueblos de la siguiente manera: “(...) sed un solo pueblo en vuestros sentimientos, en vuestra union fraternal; (...) existir es primero, existir cómodamente despues”65 . O como lo explicaba Ignacio de Herrera en 1813: [...] el hombre libre no es Soberano y no tiene el derecho de dictarle su Ley á sus iguales. De este hecho, resulta que ni una aldea, ni un pequeño lugar esta autorizado á erigirse en capital porque la Soberanía no reposa en un puñado de hombres sino sobre el conjunto que ellos componen 66 y que sea digno de ser reputado como nación .

63 64 65 66

en LÓPEZ DOMÍNGUEZ, Luis Horacio (comp.), Relaciones Diplomáticas de Colombia y la Nueva Granada: Tratados y Convenios 1811 – 1856, Bogotá, Editorial Presencia Ltda., 1993, p. 1. “Acta de Federación, art. 6”, en Congreso de las Provincias Unidas 1811-1816, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1989, Tomo 1, p. 3. RESTREPO, José Manuel, op. cit., p. 177. “ Documentos importantes sobre las negociaciones que tiene pendiente el estado de Cundinamarca”, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, Vol. 150, pieza 6. “El comisionado Ignacio de Herrera a los habitantes de Mariquita”, Gazeta Ministerial de Cundinamarca, N° 109, Tomo 2, mayo 6 de 1813.

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Fernando VII regresó al trono en marzo de 1814. Una nueva necesidad exterior, la declaración de la independencia, imponía ahora la necesidad de conformar una sola nación neogranadina. Al respecto, en octubre, el Congreso de la Unión se dirigió a los pueblos de la Nueva Granada de la siguiente manera: [...] (es necesario que) las potencias de Europa, cualesquiera que fuesen sus miras, sobre nuestros territorios, nos hallasen formando un solo cuerpo de nación capaz de hacer frente a sus agresiones, o de entrar en 67 negociaciones que asegurasen nuestra independencia .

La existencia de este cuerpo de nación permitiría en ese sentido la existencia como ‘Estado’ en el escenario internacional. Como vimos, el Congreso no gozaba de la exclusividad de la soberanía frente al exterior, por lo tanto no podía representar a la Nueva Granada como una nación, pues ella aparecía incontestablemente dividida a causa de la separación de su centro, su capital. Por esto el Congreso acusó al Estado de Cundinamarca de “...considerarse una nación extraña”68 . En junio de 1814 el Congreso y Cundinamarca iniciaron negociaciones para redactar un tratado de unión. Como la guerra era inminente y tocaba buscar el reconocimiento exterior, las dos partes contratantes intentaron integrar ‘una sola nación’. Era una nación que miraba al exterior, es decir, de alguna manera impuesta a ambas partes por las necesidades externas. Como se puede leer en el plan de Unión: “una intima alianza para representar una sola Potencia, o Nación en todas las negociaciones exteriores”69 . Los criollos concebían la nación “exterior”, es decir, frente al extranjero, como una sola. Pero si ya las provincias-estados habían declarado sus independencias ¿cómo hacer para conseguirla para el conjunto del reino; para alcanzar esta unidad? Para el Congreso de la Unión con la toma de Santafé el 12 de diciembre de 1814 se lograba restituir a Cundinamarca a la asociación de la cual había sido “arrancada”. Con la unidad todo cambiaba, en adelante la sociedad de Provincias Unidas, la Unión, podía ser reconocida como una nación. Ahora “la Nueva Granada en la noble 67 “Exposición del Congreso a los pueblos de la Nueva Granada, Tunja 6 de octubre de 1814”, en Congreso de las Provincias Unidas 1811-1816, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1989, Tomo 1, p. 28. 68 Ibíd., p. 29. 69 “Plan de unión entre el estado de Cundinamarca y el Congreso de las Provincias Unidas”, Gazeta Extraordinaria de Cundinamarca, N° 190, septiembre 14 de 1814.

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La soberanía del ‘pueblo’ durante la época de la Independencia, 1810-1815

condición y actitud política a que se ha elevado, sea conocida por las naciones extranjeras con el carácter propio de un estado independiente”70 . En consecuencia, el Congreso podía actuar como la cabeza de este cuerpo. Adoptó entonces leyes de escudo y moneda nacional, al tiempo que preparó una delegación oficial para que la Nueva Granada fuera elevada al rango de nación, fuera reconocida como un Estado independiente.

4. Reflexiones finales Con la reasunción de la soberanía por parte de los pueblos del Nuevo Reino de Granada se abrió paso a una nueva forma de entender la legitimidad política. A raíz de la ausencia del rey la potestad de las autoridades españolas se cuestionó y, en consecuencia, el orden jerárquico que de ellas se derivaba. Se replantearon las relaciones entre las diferentes comunidades territoriales, los pueblos –provincias y poblaciones menores que se habían pronunciado en ese sentido–. Las capitales de provincia y la capital del virreinato en un principio se negaron a aceptar un cambio en el orden preexistente, pues, de acuerdo con sus apreciaciones, la integridad política de las provincias y del reino estaría en peligro. Pero al mismo tiempo, la disputa entre las diferentes comunidades territoriales por poseer el atributo de la soberanía desató una competencia entre las ciudades capitales por obtener la adhesión de esos pueblos a sus jurisdicciones. Para legitimar tal acción las capitales acudirán a la representación de la “libre voluntad” de los pueblos, introduciendo entonces una legitimidad de corte ‘moderno’. En adelante, a la legitimidad que otorgan el tiempo y la tradición tanto política como religiosa, se incorporarán las ideas de representación, voluntariedad e igualdad entre los pueblos. De esta manera, prácticas como los juramentos y los pactos se mezclaron con el mecanismo de la representación para legitimar la existencia política de cada comunidad, de cada pueblo. La representación tenía un carácter corporativo, pues eran los pueblos secundarios los componentes de los cuerpos políticos provinciales y, a su vez, las provincias los del reino. Tocará preguntarse cómo era la relación entre las adhesiones de los pueblos a las provincias y los vínculos sociales tradicionales: las clientelas, las parentelas y las relaciones de amistad.

70 “Ley sobre el escudo, Santafé, 14 de junio de 1815”, en Congreso de las Provincias Unidas 1811-1816, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1989, Tomo 2, p. 139.

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Por otra parte, las elites neogranadinas creyeron desde un principio que debía existir un Congreso que jugara el papel de cabeza del reino. Era necesario afirmar su existencia dentro de una comunidad política de pertenencia más extensa, la Monarquía, en un primer momento, y más tarde América. Sin embargo, el conjunto de estados-provincias soberanos que se declararon independientes no lograron instituir una autoridad incuestionable para el conjunto del reino; en consecuencia, la guerra apareció como el único medio capaz de resolver este vació. Los dirigentes de las Provincias Unidas concebían la nación “exterior”, es decir, frente al extranjero, como una sola, pero al interior la nación tiene una estructura política plural. Allí encontramos la dificultad para conformar una ‘soberanía única’, la de la nación frente al exterior. Finalmente el rápido éxito del cuerpo expedicionario del general Morillo se benefició de la fragilidad política que vivía la Nueva Granada, razón por la cual los historiadores decimonónicos denominaron el período como la Patria Boba. Por último cabe resaltar que durante este periodo el Nuevo Reino de Granada se revela como un conjunto de ciudades capitales que intentan mantener los espacios territoriales heredados del periodo colonial. En ese sentido cabría preguntarse si la idea federativa respondía al orden imperante durante la colonia, antes que a una idea que surgió como consecuencia de una ‘fragmentacion’ territorial y la influencia ‘ideologica’ norteamericana, como ha sido planteado por algunos autores71 .

71 En especial la obra clásica de GILMORE, Robert Louis, El Federalismo en Colombia, 1810-1858, Bogotá, Sociedad Santanderista de Colombia - Universidad Externado de Colombia, 1995. Aline Helg retoma la idea de la fragmentación geográfica en su obra más reciente, Liberty and equality in Caribbean Colombia, 1770-1835, Chapel Hill and London, The University of North Carolina Press, 2004. Por su parte Rodrigo Llano Isaza afirma que en la Nueva Granada “…nos regíamos por un férreo centralismo. Nuestras provincias no se comunicaban entre sí”. LLANO ISAZA, Rodrigo, Centralismo y Federalismo (1810-1816), Bogotá, Banco de la República - El Áncora Editores, 1999, p. 29.

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Manumisión, ritualidad y fiesta liberal en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX ✱ Dolcey Romero Jaramillo ✰

La manumisión, al igual que otros componentes del antiguo sistema esclavista, fue una práctica que, con diferentes matices, heredaron las demás formas de esclavitud que se dieron en el espacio temporal que va de la antigüedad en el viejo mundo, hasta el siglo XIX en el continente americano1 . En la América colonial y republicana la franja social rotulada como liberta, se originó como consecuencia de la temprana aplicación de la manumisión. En la mayoría de las naciones latinoamericanas los procesos de manumisión asumieron dos formas claramente diferenciadas: la notarial y la republicana. La primera surgió con la esclavitud misma en la primera mitad del siglo XVI y coexiste con la república hasta la abolición de las distintas esclavitudes en el transcurso del siglo XIX. La segunda apareció como consecuencia de los procesos de independencia y culmina también con las aboliciones de las esclavitudes decimonónicas. ✱ Artículo recibido en junio de 2004; aprobado en agosto de 2004. ✰ Profesor del Departamento de Historia de la Universidad del Atlántico, Barranquilla. 1 La palabra manumisión se deriva del latín manumittere, de “manus y mitere”, manumitir, sacar de su poder, dar por libre, soltar de la mano, porque así lo hacía el amo al libertar al esclavo, en signo de que renunciaba al poder que en el tenía. SACO, José Antonio, Acerca de la Esclavitud y su Historia, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1982, p. 517.

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Manumisión, ritualidad y fiesta liberal en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX

1. La naturaleza de la esclavitud y el ritual de la manumisión Clásicamente se ha entendido la esclavitud como la dominación permanente y violenta de personas enajenadas de nacimiento; como el derecho de propiedad que ejerce un individuo sobre otro con sus tres componentes: Usus, Frutus y Abusus. En este sentido esclavo es aquel o aquella persona que se encuentra bajo la dominación absoluta de un amo, por nacimiento, donación, compra, herencia o guerra2 . En la antigüedad la confrontación bélica fue la causa principal que originó la esclavitud. En los inicios de este sistema, se consideraba como esclavo a aquella persona que, aunque debió morir por haber sido vencido en la guerra, sobrevivió a la muerte por la gracia del vencedor, quien a cambio de ofrecer perdón lo esclavizó y se convirtió en su amo. La palabra “esclavo (servus) significó inicialmente aquel cuya vida ha sido conservada (servatus) por gracia”3 . Al momento del perdón, al esclavo se le da la vida pero se le retiene la libertad. Biológicamente seguirá vivo, pero socialmente estará muerto. De allí que los historiadores y teóricos de la esclavitud antigua hayan definido al esclavo como un muerto viviente, un muerto en prórroga, un muerto social4 . La condición de muerto social constituye uno de los aspectos más arraigados e históricamente presente en el devenir de la esclavitud. Fue precisamente la manumisión el acto en el cual se reflejó con mayor nitidez simbólica y materialmente el componente dialéctico que la caracterizó: vida biológica y muerte social. La manumisión le devolvía en teoría la vida social al esclavizado. Aunque limitada, era un nacimiento a la libertad, y como tal requería de un acto solemne, o de un ritual de iniciación. Durante el periodo colonial el esclavizado obtenía la libertad pero se le negaban los derechos, las oportunidades y las posibilidades de existencia material de los cuales disfrutaban los hombres y las mujeres libres de nacimiento. A partir de la república, se les daba la libertad, pero esto no les garantizó el ejercicio de uno de los derechos fundamentales del ciudadano: elegir y ser elegido. En efecto, el manumiso, el nuevo

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DOCKES, Pierre, La Liberación Medieval, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 12. Ibid., p. 14. Estos conceptos han sido tomados de DOCKES, Pierre, op. cit., p. 14 y de PATTERSON, Orlando, La Libertad en la Construcción de la Cultura Occidental, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1993, p. 35.

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hombre que nacía a la supuesta libertad, no era concebido como libre sino como liberto. Ya no era un esclavo, pero tampoco un hombre libre en toda su plenitud, condición que se tradujo en tener que arrastrar de por vida con la mancha indeleble o el costo social que significó ser descendiente de personas esclavizadas o el de haberlo sido.

2. Ritualidad y símbolos en la manumisión notarial En este tipo de liberación, fue la notaría el escenario en que se producía el ritual de manumitir. En este espacio el notario público se constituyó en uno de los actores fundamentales de la ritualidad y en el garante de la transferencia o pacto social que se sellaba entre quien daba y recibía la libertad. Para que no quedara duda del pacto, el ritual concluía con la elaboración de un documento público en el que quedaban plasmados y especificados los pormenores y detalles del pacto. Este documento constituía la carta o escritura de libertad. En éste se hacía un pormenorizado comentario de las razones por las cuales se otorgaba la libertad, se describía el esclavo en lo atinente a sexo, color, edad, procedencia, vicios y atributos. Finalmente se explicaba si la libertad otorgada estaba mediada o no por dinero. En términos generales, podemos considerar a la manumisión notarial como el acto jurídico y solemne en que esclavizado y esclavista pactan un acuerdo: el esclavista le otorga la “libertad”, le concede el status de liberto; pero ni él, ni el Estado le ofrecieron la ciudadanía o las prerrogativas reservadas a los libres de nacimiento. En contraprestación, el esclavizado entrega dinero o, en su defecto el trabajo de toda una vida, que se tradujo en sacrificios, enfermedades y violaciones de todo tipo. Pero en otras ocasiones también entregó su cuerpo como fuente de placer sexual a cambio de la promesa de libertad. Estas transferencias que circularon en la esclavitud moderna americana, y que fueron elementos sustanciales de la ritualidad de la manumisión, es lo que Patterson tipificó como el intercambio de presentes5 . En la manumisión notarial la escritura de libertad constituyó el símbolo material de esta ceremonia. 5

Patterson ha señalado cómo, por ejemplo, entre los Kerebe de Tanzania el esclavizado al momento de su manumisión debía aportar una vaca a su amo y se le rapaba la cabeza para simbolizar su nuevo status, y el fin de la muerte social. En Noruega, además de raparle la cabeza, el festejo incluía el beberse tres vasos de cerveza y degollar a un carnero. En la India, en cambio, se introdujeron nuevos símbolos como los del agua, los granos de arroz secos y las flores. El agua en la ceremonia servía para que el amo lavara la frente del esclavizado al momento de declararlo libre, vertiendo en ella los granos de arroz y las flores: el agua lavaba la mancha de la esclavitud y los granos secos y las flores simbolizaban

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En el Caribe colombiano6 la manumisión notarial, a diferencia de la republicana, se distinguió por ser un acto simple e individualizado. Los actores de la ceremonia y el ritual eran los estrictamente necesarios para adelantar el formalismo: el otorgante de la libertad, el receptor de la misma, los testigos y el escribano. La ceremonia concluía con la firma de los actores y la entrega de la escritura o carta de libertad a la persona que, en teoría, perdía la condición de muerto social. Este documento sería el garante a partir de ese momento de su condición de liberto, que debía portar en todo tiempo y lugar como muestra fehaciente de su condición de libre y con el cual eliminaba el peligro real de su reesclavización. Aunque los símbolos y ritos señalados anteriormente por Patterson para el mundo premoderno no estuvieron presentes en la manumisión notarial de nuestra región, estos fueron incorporados y tomaron vida en las palabras y conceptos con que se elaboraron los textos de las escrituras de libertad. Dado el carácter homogéneo con que se estructuraron estos documentos, hemos tomado uno como evidencia de lo señalado. En 1814, en Cartagena de Indias, la ciudadana7 Josefa Alcaide otorgó

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binariamente la muerte de la esclavitud y el florecimiento o nacimiento a la vida social. En Babilonia el ritual incluía también el lavado de la frente del esclavo y levantarle la cara hacia el sol. Ya completamente manumitido se le convertía en un hijo de la ciudad. Además de los ejemplos anteriores, el citado autor muestra una gama sorprendente de símbolos utilizados en ceremonias, cuya nota predominante fue su carácter público y comunal. La norma inglesa consistía en mostrarle al liberado una puerta abierta y una especie de punzón usado por los hombres libres. Todo esto se realizaba en la presencia de un grupo de libres. Los Logombardos en una asamblea, en medio del ruido de las armas, llevaban al esclavo a un camino en donde se le declaraba libre y en libertad de ir donde quisiera. Entre los francos y los germanos la liberación tenía un carácter comunal y festivo. Entre estos últimos, al momento de serle otorgada la libertad completa, el manumiso debía dar una fiesta conocida como la “redención de la cerveza”, en donde además de celebrar su nuevo status, hacía pública su condición de libre. PATTERSON, Orlando, Slavery and Social Death. A Comparative Study, Cambridge and London, Harvard University Press, 1982, p. 165 Después de la independencia las unidades bases de la división político administrativa de la Nueva Granada fueron los departamentos. Uno de los doce departamentos en que se dividió el país fue el del Magdalena, que geográficamente comprendía las cuatro provincias del Caribe Colombiano: Cartagena, Mompox, Santa Marta y Riohacha. A su vez, las provincias se dividieron en cantones y estos en distritos parroquiales Durante el período que duró el proyecto republicano cartagenero: 1811-1815, todos los protocolos notariales insertaron en su texto el concepto de ciudadano o ciudadana para referirse a las personas implicadas en los documentos notariales. Esta moda evidencia el ambiente republicano y supuestamente liberal que se impuso durante la vigencia del proyecto político cartagenero de la primera república. Después que ésta desapareció, con ella también lo hizo la moda de la utilización del concepto de ciudadano, para luego renacer con más intensidad con la llegada de los liberales al poder en 1849.

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carta de libertad a una niña nombrada Manuela, que heredó por el fallecimiento de su madre, en cuyo poder y dominio nació8 . En primer lugar estos documentos muestran el carácter de cosa y de esclavización que poseían las personas a las que se les iba a otorgar la libertad: “Mi esclava cautiva y sujeta a servidumbre”9 . Con ello se estaba señalando el carácter de muerto social que acompañaba al esclavizado antes de realizarse el acto de manumisión. En segundo lugar, el documento hacía referencia al carácter de cosa, bien mueble o semoviente del que se iba a manumitir cuando aclara que ha permanecido “libre de empeño, deuda, obligación o hipoteca”10 . Después de establecer el carácter de muerto social, el documento accedía a la cumbre o al momento fundamental del ritual: la declaración del nacimiento en teoría a la vida social. El documento era portador de la contradicción dialéctica de la manumisión: vida biológica y muerte social. “Para que desde este momento, y de ahí en adelante y para siempre, sea libre y horra. Puede ir donde quiera. Tratar, contratar, otorgar su testamento, mandar y dejar sus bienes a quien le fuese su voluntad, y todos los demás actos que hacen y pueden hacer las personas libres, como si lo fuera desde su nacimiento”11 . Como se sabe este atributo fue casi una utopía en el mundo de los ex esclavos.

3. Manumisión republicana y proyecto liberal. Dado el carácter utilitarista y de consigna política que adquirió la libertad de los esclavizados americanos en los procesos de independencia de nuestro continente, la manumisión republicana surgió en la coyuntura de la culminación de estos procesos y del advenimiento de la República. Si bien en la Nueva Granada ésta se había planteado por primera vez en la Constitución de Cartagena de 1812, fue el congreso de Cúcuta de 1821 el espacio en que se debatió y aprobó la ley de manumisión que hemos tipificado aquí como republicana. Ésta, como afirmamos anteriormente, coexistió paralelamente con la notarial y se extinguió conjuntamente con ella el primero de enero de 1852, con la puesta en marcha de la ley de abolición. La citada ley no satisfizo las esperanzas ni las promesas que los líderes de la independencia le habían ofrecido a los esclavizados negros de libertad absoluta, a cambio de su vinculación al ejército libertador en la guerra de independencia. 8 9 10 11

Archivo Histórico de Cartagena (A.H.C.), Fondo Notaría, Tomo I, Protocolo 45, f. 94, 1814. Ibid. Ibid. Ibid.

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Después de un largo debate, y para no afectar los intereses económicos de los esclavistas que se verían disminuidos con la manumisión de todos los esclavizados, el congreso de Cúcuta terminó aprobando la Ley de Vientres o Libertad de Partos. Libertad a medias que se resume en el hecho de que sólo serían libres los hijos de los esclavos que nacieran a partir de ese momento, pero con la condición de trabajarles a los amos de sus madres durante 18 años, para compensar los gastos de su manutención y educación. Con esto, la libertad de los nacidos no era inmediata sino diferida, es decir, no serían libres en 1821 sino en 1839. Para aplicar la ley de manumisión, el Estado debió dotarse de una infraestructura que permitiera la operatividad de la misma. En este sentido, además de la parte material y logística que hubo que implementarse, se crearon las llamadas Juntas de Manumisión. Estas juntas se encargarían de recaudar los fondos para pagar a los esclavistas el valor de los esclavizados que se fueran manumitiendo, definir a quiénes se les podía otorgar la libertad y expedir las llamadas cartas o escrituras de libertad, entre otras funciones. Por diferentes motivos, entre los que se pueden señalar la oposición de los propietarios para desprenderse de un bien tan preciado y la negativa a pagar los impuestos que se establecieron para los fondos de las juntas de manumisión, éstas siempre estuvieron sumidas en crisis económicas que les impidieron ejercer las funciones para las que fueron creadas12 . Las manumisiones notariales se caracterizaron por ser eventos anónimos de la vida privada, sin espectacularidad ni manifestaciones públicas. La simpleza de las manumisiones que se efectuaron en las notarias, contrastan con el esplendor y la solemnidad con que se revistieron estos actos con la llegada al poder del partido liberal a mediados del siglo XIX. Entre las muchas influencias recibidas de la Francia revolucionaria, queremos referirnos, en particular, a las que tienen que ver con las fiestas y los rituales de la 12 Algunos datos que confirman la aseveración anterior son los que siguen a continuación: en Santa Marta entre 1848 y 1849 la junta de manumisión liberó a siete esclavizados; en Valledupar, entre 1841 y 1843, la junta de manumisión liberó a seis; la de Tenerife entre 1842 y 1847 a dos; la de Plato entre 1833 y 1848 a seis; la de Chiriguaná entre 1842 1844 a 23; la de Ciénaga en 1839 a ninguno; en Barranquilla entre 1844 y 1845 sólo se liberó un esclavizado. En la provincia de Cartagena en 1848, por ejemplo, las manumisiones ejecutadas por las juntas fueron las siguientes: en Cartagena se manumitió un esclavizado, en Barranquilla y Lorica igual cantidad; en el resto de los cantones: Soledad, Mahates, Corozal y Chinú no hubo manumisiones. Archivo General de la Nación (A.G.N.), Sección República, Fondo Manumisiones, tomo I, ff . 142-145.

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abolición. En ese país, inmediatamente después de la abolición de la esclavitud proferida por la Convención, se celebraron una serie de festividades en la mayoría de sus ciudades, incluida Burdeos, otrora capital de la trata, para conmemorar esta nueva victoria de la libertad. Rápidamente tales celebraciones organizadas por las comunas y las Sociedades Populares, fueron incorporadas al ciclo de las grandes fiestas revolucionarias y estrechamente relacionadas con otros hechos, como el homenaje rendido a los mártires de la libertad, el aniversario del tirano Capeto, la plantación del árbol de la libertad y la lucha y victoria contra el fanatismo y el Antiguo Régimen. Además de la solemnidad, la cuidadosa organización, la participación de las personas negras y la acogida popular que ellas lograron despertar, estos rituales de las fiestas revolucionarias se caracterizaron por el flujo y la circulación de símbolos y emblemas utilizados durante el desarrollo de las mismas. Entre estos podemos citar los desfiles con carrozas tiradas con caballos, adornados con hojas de robles y con banderas con los colores nacionales, en los que casi siempre iba una mujer representando la Diosa de la Libertad, vestida a la antigua, con casco ateniense, una diadema romana o un gorro frigio. Los desfiles eran precedidos por los miembros de las Sociedades Populares, las autoridades civiles y militares, ciudadanos en general y un grupo de mujeres vestidas de blanco. En algunos de estos actos, la Diosa de la Libertad además de besar a los hombres y mujeres negras, rompía las cadenas que los ataban en medios de vivas a la Republica, a la Igualdad y a los legisladores franceses que habían vengado la humanidad largamente ultrajada. Después de recorrer los lugares más importantes y simbólicos de las ciudades y comunas, los desfiles concluían generalmente con unas fiestas en las sedes de las Sociedades Populares, que incluían el homenaje a los bustos o retratos de los mártires de la libertad. Estas fiestas estuvieron amenizadas por danzas, tambores y gaitas ejecutadas por los ex esclavos, a quienes se les colocaba el gorro frigio o las leyendas de libertad, igualdad y fraternidad en sus cabezas y se les rompían las cadenas. Eran abrazados por asistentes blancos en señal de igualdad y se les brindaba el espectáculo de mujeres negras amamantando niños blancos y de mujeres blancas amamantando niños negros. En otras oportunidades, el ritual de la abolición se realizaba en fiestas menos solemnes como las del carnaval13 . Muchos de los componentes de las fiestas 13 El tema de las fiestas de abolición y del ritual de las mismas ha concitado tímidamente el interés de los investigadores. Entre ellos podemos citar: HALPERN, Jean-Claude, “Les festes Révolutionnaires et l’abolition de l’esclavage en l’an III”, en Les abolitions de l’esclavage, Paris, UNESCO, 1994. De este trabajo hemos tomado lo referente a las fiestas de la abolición en Francia. Para Colombia, contamos

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revolucionarias de la abolición francesa fueron asumidos y rescatados por los actos de manumisión que introdujo la República en nuestro medio y, en especial, la administración de José Hilario López. Como verificaremos en las páginas que siguen, en la provincia de Cartagena al igual que en Francia, los actos que se efectuaron entre 1849 y 1852, la mayoría de las veces fueron organizados por las Sociedades Democráticas. En Francia dichos actos servían para exaltar la derrota del fanatismo y del Antiguo Régimen, mientras que en la provincia cartagenera se proclamaba la victoria del liberalismo y la derrota del oscurantismo. En Francia se aprovecharon las fiestas revolucionarias para la manumisión de los esclavizados y en Cartagena se aprovechó la fiesta de la independencia provincial -11 de Noviembre- para tal efecto. En Francia durante estos actos se le rendía culto a los mártires de la libertad. En Cartagena a los mártires de la independencia, entre ellos a Bolívar. En estos, además del gorro frigio, se colocaban en la cabeza o en el pecho de los y las esclavizadas a liberar las palabras igualdad, fraternidad y libertad. Estas “coincidencias” se constituyen en indicadores que evidencian una clara relación o influencia de los actos de la abolición francesa con sus homólogos realizados en la provincia de Cartagena. Es preciso aclarar que un sector muy importante de los que defendieron la necesidad de las Reformas de medio siglo, estuvieron fuertemente influenciados por la Revolución Francesa del 48, de allí que se hubieran autonombrado como la “Generación del 48”14 . Uno de los representantes de este grupo en el Caribe colombiano fue Juan José Nieto, el político más importante de esta región en la primera mitad del siglo XIX. La persistencia de la esclavitud después de la independencia puso en evidencia dos grandes contradicciones que no se correspondían con el espíritu y el ambiente supuestamente liberal que se respiraba luego de haberse destruido el Estado Colonial. En primer lugar, era contradictorio que aquellos que habían liderado la lucha para ponerle fin a la opresión española y librarse de ella continuaran propiciando el fenómeno de la esclavización. Por otro lado, se mostraba que la República no se

con el artículo de CASTRO, Beatriz, “Las fiestas de la abolición de la esclavitud. Eventos impregnados de símbolos y de precariedad económica”, en Credencial Historia, Bogotá, Nº 59, 1994, pp. 12-15. 14 Véase: JARAMILLO URIBE, Jaime, “La influencia de los Románticos Franceses y de la Revolución de 1848 en el pensamiento político colombiano del siglo XIX”, en La Personalidad Histórica de Colombia y otros ensayos, Bogotá, El Áncora Editores, 1994, p. 162.

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había podido desprender y seguía amamantando en su seno muchas de las taras coloniales que, en su momento, fueron criticadas y combatidas por los líderes de la independencia. De todos los componentes que integraron el proyecto liberal que se instaló en el poder con la elección para la presidencia de la república de José Hilario López el 7 de marzo de 1849, la abolición de la esclavitud emergía como el aspecto más justo. La generación del 48 estaba plenamente convencida de que para concluir el proceso iniciado con la Constitución de Cúcuta de 1821, había que darle a la república un carácter verdaderamente liberal y fraterno. Todo ello y junto con otros ingredientes, abonaba el terreno para la abolición definitiva de la esclavitud15 . La ley de manumisión de 1821, en su artículo 12, señaló los días 25, 26 y 27 de diciembre para que las juntas de manumisión de cada distrito liberaran los esclavos que pudieran con los dineros captados durante un año. Cinco años más tarde, el 25 de diciembre de 1826, se inició el ritual de manumisión pública en Cartagena, con una ceremonia que tuvo lugar en la plaza central, después de una procesión y misa en la catedral. En esa oportunidad, el presidente de la junta de manumisión se dirigió a la muchedumbre con estas palabras: Desde este momento sois libres, y este don precioso lo debéis a la Republica. Sus leyes, sus sabias instituciones os colocan hoy en el número de los ciudadanos... Manumitidos! La Republica espera que al romper los lazos de la esclavitud en que gemíais, aumente el número de sus defensores, de sus buenos ciudadanos; y vosotros no burlareis tan justa expectación.

Concluyó recomendándoles venerar al “Padre Colombia”, “el presidente libertador Simón Bolívar”, quien había iniciado el proceso de emancipación16 . Las dimensiones teatrales que de ahí en adelante asumieron las ceremonias, además de ocultar el hecho de que la ley de manumisión no había introducido ningún cambio para los esclavizados como la ha señalado Aline Helg17 , sirvieron polifuncionalmente 15 CASTELLANOS, José, La abolición de la esclavitud en Popayán 1832-1852, Cali, Universidad del Valle, 1984, p. 81. 16 Fiestas nacionales en diciembre, citado por HELG, Aline, “El general José Padilla en su laberinto: Cartagena en el decenio de 1820”, en CALVO, Haroldo y MEISEL, Adolfo (Editores), Cartagena de indias 17 Ibid., p. 26.

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como lugar para la interacción social, en donde la circulación de símbolos dejaba al descubierto los intereses de estatus y la dramatización de las jerarquías. La alusión a Bolívar, al presidente López, a la elite y los mártires del 11 de Noviembre así lo confirman, como también la presencia de las Sociedades Democráticas, del gorro frigio y los letreros de igualdad, libertad y fraternidad. En teoría, estos eventos públicos representaban la expresión de una sociedad de libres, en donde la elite y los esclavistas republicanos se mostraban poderosos y generosos ante el pueblo. Pero en ellos subyacía también la intención de enseñarle a los miles de esclavizados de la provincia de Cartagena que si eran obedientes, leales y sumisos podían recibir la libertad y que la protesta y la rebelión, como en el pasado, no cabían en una sociedad republicana18 . Posteriormente, los actos de manumisión que organizaban las juntas fueron utilizados por los liberales como cajas de resonancia y propaganda de su proyecto político19 . Por eso, acontecimientos como los del 11 de Noviembre, aniversario de la independencia de Cartagena, unidos a la fecha en que el liberalismo accedió al poder, el 7 de marzo de 1849, y en algunas ocasiones las festividades de carnaval, fueron los momentos señalados y apetecidos para realizar las manumisiones, en medio de estos festejos públicos. Para el efecto se apoyaron decididamente en las Sociedades Democráticas de Artesanos20 , organismos creados como instrumentos educativos de difusión entre los sectores populares del programa liberal que llevó a la práctica la llamada revolución o reformas de medio siglo21 . Un ejemplo temprano 18 Ibid., p. 27 19 Al respecto véase el interesante ensayo de TOVAR, Hermes, “Problemas de la Transición del Estado colonial al Estado Nacional 1810-1850”, en Estados y Naciones en los Andes. Hacia una historia comparativa: Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, Instituto de Estudios Andinos, Tomo II, 1986, p. 375. También a JARAMILLO, Jaime, “Las Sociedades Democráticas de artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, No. 8, Bogotá, Universidad Nacional, 1976, pp. 5-18. 20 Para una mayor información sobre la historiografía acerca de los artesanos y las Sociedades Democráticas, véase: ZAMBRANO, Fabio, “Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XIX”, en La Historia al final del milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana, Bogotá, Tomo I, Universidad Nacional de Colombia, 1994, pp. 147-177. 21 Estas reformas, que pretendían supuestamente romper con el pasado colonial, fueron las siguientes: sufragio universal sin limitaciones; eliminación de la pena de muerte por delitos políticos; separación de la iglesia y el estado; eliminación del fuero eclesiástico y militar, establecimiento del matrimonio civil, abolición de la esclavitud; libertad absoluta de expresión oral y escrita; reducción del ejército a una fuerza de policía de 500 a 800 hombres; descentralización de rentas y gastos, aumentando la participación de los estados o regiones. Eliminación del monopolio estatal de tabaco, enajenación de tierras y resguardos de indígenas y libertad comercial sin limitaciones.

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de estos organismos lo constituyó la Sociedad Liberal que apareció en Cartagena en 1832, “para sostener al gobierno y las instituciones neogranadinas, ilustrar a los pueblos y defender sus derechos”22 . Pero luego del triunfo de López en 1849, se incrementaron como vehículos de propaganda política y como fanáticas defensoras del liberalismo radical23 . En el Caribe colombiano los liberales fundaron Sociedades Democráticas, antes y después del triunfo de López. En Cartagena el capítulo local se organizó el 11 de Noviembre de 1849.

4. Fiestas del 11 de noviembre y manumisión La escogencia del 11 de noviembre como la celebración por excelencia para manumitir algunos esclavizados no era gratuita. Respondía al impacto y la aprehensión en la mentalidad colectiva, en particular entre los sectores dirigentes de la provincia de Cartagena, frente a la declaratoria de independencia. Por el contrario, fue el 20 de Julio la fecha que se utilizó en el interior del país para las manumisiones. Estas diferencias eran producto del inveterado enfrentamiento entre la Capital y la Heroica y de los procesos que ya apuntaban hacia la consolidación de las identidades regionales. Posteriormente, entre 1849 y 1851, a las fechas anteriores se les adicionó la del 7 de marzo, día conmemorativo durante estos tres años de la victoria liberal. En el plano de las imágenes el 11 de noviembre tenía un gran significado para la elite cartagenera. En poco tiempo este acontecimiento se había convertido en un sólido elemento de su identidad, que no sólo rememoraba la importancia de haber sido los primeros en la Nueva Granada en haberse independizado del poder español, sino el heroísmo de una pequeña ciudad que aisladamente debió enfrentar al fuerte dispositivo bélico del ejército reconquistador de Pablo Morillo. Por eso, de una manera simbólica, se aprovechaba el día de la independencia regional para unir en una sola fiesta dos libertades: la de la provincia y la de los esclavizados. Desde mediados de la década de los años treinta ya se utilizaba en Cartagena la conmemoración de su independencia como espacio y motivo para la manumisión. En efecto, el 11 de noviembre de 1835, después de la misa, se celebró en la plaza de la iglesia catedral la manumisión de tres esclavos. Esta situación fue aprovechada por el juez del cantón, Manuel Antonio Salgado, para dirigirse a los libertos y al 22 TOVAR, Hermes, “Problemas de al transición del Estado...”, op. cit., p. 390 23 ORTIZ, Venancio, Historia de la revolución del 17 de abril de 1854, Bogotá, 1972, citado por TOVAR PINZON, Hermes, op. cit., p. 390.

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público en general, recordándoles los nuevos deberes que adquirían con la patria. Esa noche y por tres más, se realizó un baile en la casa municipal24 . Así también, el último día de los carnavales de 1835, una comparsa compuesta por jóvenes que simulaba ser el congreso liberó a dos esclavos. Del discurso pronunciado por el presidente del cabildo se puede destacar la presencia del símbolo de la muerte y del nacimiento social al romperse las cadenas que los ataban a la esclavitud. También la exhortación para que retribuyeran a tal acto, convirtiéndose en personas honradas y sometidas al imperio de la ley, que hace a todos los hombres iguales: Acabáis de recibir el beneficio más inestimable que puede hacerse a un hombre, esto es, restituirlo al goce de sus derechos civiles. Ya no seáis siervo sino de la ley. A vuestros pies yacen rotas las cadenas de la esclavitud más cruel, que por largo tiempo la habéis arrastrado; pero respiráis libres. Viviendo sumisos a las autoridades, congregados en una profesión útil, huyendo de las sendas del vicio, procurando comportaros como hombres honrados; así y de otro modo, correspondéis dignamente al 25 inapreciable beneficio que se le acaba de hacer .

En las fiestas del 11 de noviembre de 1836, en la ceremonia de la manumisión, además de aparecer los elementos señalados anteriormente, se incorporaron también el orgullo por la gesta libertadora de la ciudad, el status de ciudadano para los manumitidos y la cuota histórica de Bolívar a favor de la libertad de los esclavizados. Así lo destacó Nicanor del Portillo, juez primero cantonal: 25 años cuenta esta ciudad de venturosos momentos en que nuestros hermanos, siguiendo el curso de nuestra ilustración con denuedo e intrepidez de republicanos, dieron por primera vez el grito de independencia, y es muy justo de entregarnos al placer y celebrar con entusiasmo ya que disfrutamos los bienes que nos han proporcionado sus sacrificios en conmemoración de sus intereses patrios. Para que nuestro júbilo sea completo ha querido amenizar, con este tan sublime acto, con la manumisión de dos de nuestros hermanos que hasta ahora gemían bajo la ignominiosa esclavitud. Van a ser elevados al rango de ciudadanos, celebrando el aniversario del rompimiento que nos unía con el león de Iberia. Loor eterno a los honorables hombres del primer congreso general de Colombia, que oyendo la opinión filantrópica del inmortal 24 El Constitucional de Cartagena, No. 11, 1835, p. 3. 25 El Constitucional de Cartagena, No. 2, 1835, p. 4.

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Bolívar tantas veces pronunciadas a favor de la verdadera libertad, dieron tan sabia ley, por beneficios de la cual poco a poco desaparecerá entre 26 nosotros la vergonzosa servidumbre .

Con el título del “XXXIX aniversario de la Independencia de Cartagena”, el periódico La República registró el programa completo de la ceremonia que se llevó a cabo en noviembre de 1850. Por su importancia, lo transcribimos casi en su totalidad, pues a través de él, nos podemos adentrar en toda la parafernalia del evento, sus fines y la mentalidad con que fue diseñado: El pueblo de Cartagena no puede dejar de pasar desapercibido el aniversario del gran día en que proclamó su libertad absoluta de la España; la celebración de aquel glorioso acontecimiento forma parte de sus costumbres políticas, desde que se acerca noviembre todos se preguntan: ¿Qué hay este año?, ¿Qué se hace este año?. Todos, cual más, cual menos, se hacen un deber de poner contingente en la patriótica festividad. Este año no ha sido de los menos notables por la general disposición de los anónimos a solemnizar el fausto aniversario. Un bando numerosamente acompañado y alegrados con los bélicos acentos de la música, los repiques de todas las campanas y las salvas de artillería, dio principio, desde la tarde del 10 a las demostraciones del regocijo público. Por la noche los superiores y alumnos del Colegio Nacional gratificaron a la población con una función lucidísima. Se había levantado en el fondo del salón de grado un ingenioso monumento, en él figuraba como parte principal un cuadro que contenía los nombres de los beneméritos ciudadanos a quien cupo la gloria de firmar el acta de la declaratoria de independencia, a saber: Ignacio Cavero, Juan de Dios Amador, José García de Toledo, Ramón Ripio, José de Casamayor, Domingo Granados, José María del Real, Germán G. De Piñeres, Eusebio María Canabal, José María del Castillo, Basilio del Toro de Mendoza, Manuel J. Canabal, Ignacio de Narváez, Santiago de Lecuna, José María de la Terga, Manuel R. Torises, Anselmo José de Urueta, Juan de Arias, José Fernández de Madrid y José María Benito Revollo. Al pie de este monumento, un hermoso grupo de señoritas levantó su voz armoniosa en loor a la libertad, seguidamente un alumno del Colegio 26 El Constitucional de Cartagena, No. 45, 1836, p. 3.

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Nacional Sr. Juan N. Venero, ocupó la tribuna, y pronunció un discurso en que al lado de los sentimientos patrióticos más ardientes se emitieron reflexiones tan juiciosas como oportunas. Al discurso siguió un brillante baile que duró hasta las dos de la madrugada. Al amanecer del 11 el sonido de la música y de los cañones vino a despertar a los no bien dormidos habitantes. A las nueve de la mañana se celebró en la santa Iglesia Catedral una misa solemne de acción de gracia con Tedeum y en cuyo acto el dignísimo obispo de la diócesis, Sr. Doctor Pedro Antonio López pronunció una oración llena de los recuerdos más gloriosos, de los pensamientos más altos y de los consejos más saludables. Enseguida, a continuación de aquel sublime acto religioso se celebró en el palacio municipal el de la manumisión de 52 seres convertidos en propiedad por la más atroz de las iniquidades. El Sr. Doctor Vicente García dirigió la palabra a los manumisos encareciéndoles la importancia del beneficio que recibían y recomendándoles el cumplimiento de los deberes que su nueva condición les impone. En la tarde del mismo día varios ciudadanos arengaron al pueblo desde un templete levantado al efecto en la plaza de la catedral. Por la noche tuvo lugar un baile público en un salón provisional construido en la misma plaza, y estuvieron expuestos en la galería del palacio municipal los retratos que pudieron adquirirse de algunos próceres de la independencia. En la noche del doce y trece se repitieron los bailes públicos, habiendo recorrido las calles durante el día diversos grupos de individuos de ambos sexos, acompañados de las bandas de música. Por pocas que sean las demostraciones de regocijo que el estado pecuniario permite ser en ocasiones como esta, ellas siempre son honrosas al pueblo que las hace y gratas al corazón de los patriotas generoso que habiendo sucumbido en defensa de la santa causa, o sobrevivido a sus vicisitudes, contemplan desde el cielo y reciben todavía acá en la tierra los homenajes que la gratitud de las nuevas generaciones les tributan. La constancia con que el pueblo de Cartagena celebra anualmente el gran suceso de su emancipación forma un justo motivo de congratulación para los hijos de este suelo que desean verlo elevado al nivel de la más aventajada civilización. No vacilamos en invitar desde ahora a nuestros 27 conciudadanos para la fiesta del año próximo . 27 La República, No 37, Cartagena, 14 de noviembre de 1850, p. 1.

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El anterior evento nos muestra con mucha intensidad la manera como se habían enraizado y la expectativa que en varios sectores de la sociedad generaban las fiestas del 11 de Noviembre. De allí que se les considere como “El aniversario del gran día”, “Gran suceso” o “Patriótica festividad”. Por los mecanismos que se utilizaron para propagandear las fiestas, antes y durante los cuatro días que duraba, suponemos que toda la población se enteraba o se vinculaba a ella: bando, repique de campanas, música marcial, desfile por toda la ciudad, bailes públicos, templete y cañonazos al amanecer. Esta faceta bulliciosa, popular y profana de la festividad se completaba con la misa en la catedral y con la solemnidad que significaba el culto a la libertad, a través del homenaje que se le rendía a los héroes y mártires de la independencia regional que habían firmado el acta de independencia. Este culto a la libertad también incluía el acto de la manumisión o de la libertad de los y las esclavizadas, con lo cual se fundían en un solo espacio dos libertades: la de la provincia y la de los afrodescendientes.

5. El mito de la igualdad, la fraternidad y la libertad. Fiesta liberal y manumisión Con la llegada de los liberales al poder en 1849 se puede comprobar un verdadero resurgimiento del concepto de ciudadano, término muy usual en Cartagena durante su experiencia republicana de 1811 a 1815. Dentro del nuevo contexto en el cual se desenvolvía la ciudad y el país en general a mediados del siglo XIX, el concepto de ciudadano caracterizaba al demócrata y al patriota anticolonial. El concepto no sólo debía utilizarse para designar al común de la gente, sino también a las altas personalidades del estado. Una de las primeras medidas de López, adoptada pocos días después de su posesión, fue la utilización obligatoria del término ciudadano para dirigirse al presidente de la república y a los generales28 . Aunque libre no era sinónimo de ciudadano, con la imposición de este concepto los liberales pretendían borrar, al menos verbalmente, las diferencias de índole social, étnica y económica y convertir a todos los neogranadinos en personas iguales. Aunque la Nueva Granada se había constituido como nación de ciudadanos, la mayoría de la población, entre ella la esclavizada y la afrodescendiente libre, permaneció excluida de la participación

28 MARTÍNEZ, Frédéric, El nacionalismo cosmopolita, 1845-1900, Bogotá, Banco de la República, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2001, p. 77.

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política activa. El voto estaba ligado a la propiedad y la educación y la población afrodescendiente no tenía ni lo uno ni lo otro29 . En el Caribe Colombiano con contadas excepciones entre las que se encontraban Juan José Nieto, José Prudencio Padilla y Pedro Romero, la gran mayoría de los afrodescendientes estuvieron excluidos del derecho a elegir y ser elegidos. La promesa de igualdad contenida en el título de ciudadano se complementó con la fórmula de libertad, igualdad y fraternidad que se erigieron como las columnas y el horizonte del nuevo orden30 . La fórmula estaba dirigida especialmente a los artesanos y, en segunda instancia y en menor cuantía e importancia, a los esclavos. Se trataba, no tanto de un grupo que debía ser movilizado, como sí de un objeto que servía para demostrar que significaba concretamente la libertad y la igualdad propagada por el proyecto liberal31 . Esto explica por qué las ceremonias de manumisión se convirtieron en fiesta liberal y porqué en ellas se hizo el ofrecimiento tramposo del status de ciudadano a los que nacían a libertad y supuestamente abandonaban la muerte social. Estas ceremonias y rituales festivos contaron con un alto contenido del imaginario del pensamiento liberal del momento. En ellas, además del gorro frigio, aparecieron reiteradamente los conceptos del pensamiento utópico liberal: igualdad, fraternidad y libertad grabados en cintas que se colocaban en la frente o el pecho de los manumitidos. Con esta acción se pasó de la simple formulación de estos conceptos, a la objetivación de los mismos, en una clara muestra de circulación de símbolos puestos en escena por los grupos dirigentes. En Chinú, en 1850, para celebrar el 11 de noviembre, se liberaron tres esclavos, con la promesa para sus propietarios de que su valor se les daría cuando la junta tuviera dinero32 . Cuatro meses después, en la fiesta del ascenso liberal al poder, el jefe político de dicho cantón, José del Carmen Bula, le informaba al gobernador Juan José Nieto la libertad de diez esclavos, cinco de cada sexo, en los siguientes términos: La junta de manumisión que presido, poseída de los mismos sentimientos, tuvo a bien elegir para tan augusto acto el día que llevo citado, y a mí

29 30 31 32

KÖNIG, Hans-Joachim, En el camino hacia la nación 1750-1856, Bogotá, Banco de la República, 1994, p. 425. Ibid., p. 458. Ibid., p. 469. La Democracia, No. 22, Cartagena, 1850, p. 4.

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cúpome tener la honra de poner en la cabeza de los libertos el gorro 33 frigio y presentarlos al pueblo con la mayor solemnidad ya 34 rehabilitados .

Con informe similar, el jefe político del cantón de Mahates le advertía al gobernador el 25 de abril de 1851, sobre la libertad de seis esclavizados y esclavizadas de las parroquias de Arjona, Mahates y Santa Rita: En medio de un numeroso público, música, bailes y aclamaciones de libertad coloqué en la cabeza de los libertos las palabras libertad, igualdad y fraternidad. Acto seguido a los propietarios se les entregó la carta de pago y a los libertos la carta de libertad. Para cerrar la ceremonia el párroco del cantón pronunció un sentido discurso, no sin antes reconvenir a los 35 libertos para el total sometimiento al gobierno y a la constitución .

Las Sociedades Democráticas jugaron un papel de primer orden en los propósitos del proyecto liberal. Se apropiaron del problema de la abolición de la esclavitud que, como en el pasado, nuevamente se convertía en un problema más político que humanitario. Era la consigna de aquellos que querían mostrarse como modernos, demócratas y liberales. En consecuencia, desde las Sociedades Democráticas se impulsó el apoyo a la libertad de los esclavos, concebida como una propuesta supuestamente liberal, que consideraba la manumisión de 1821 como causa inconclusa que debían finiquitar los partidarios de las reformas modernizantes y anticoloniales. Fueron las Sociedades Democráticas las encargadas de organizar los actos de manumisión que se efectuaban como parte de las festividades del 7 de marzo. Para citar un solo ejemplo, tomemos el de la Sociedad Democrática de Barranquilla, que con el concurso de las autoridades políticas de esta villa, celebró el primer año 33 El gorro frigio, semejante al que usaban los antiguos habitantes del país asiático de Frigia, lo tomaron los revolucionarios franceses como emblema de la libertad en 1793. Luego fue asumido, en los mismos términos, por republicanos españoles. Estos fueron los orígenes y los momentos que precedieron el uso de este emblema en la Nueva Granada decimonónica y, por ende, en la provincia de Cartagena en los actos de la Manumisión Republicana. 34 CORRALES, Manuel Ezequiel, Efemérides y Anales del Estado Soberano de Bolívar, Tomo IV, Bogotá, Imprenta de M. Rivas y Ca. 1892, p. 78. 35 Ibid., p. 96.

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del triunfo liberal con el siguiente programa, para legitimar la administración del presidente López, criticada por sus opositores: Día 6 de marzo, misa solemne con Te Deum, y después de este acto religioso se colocó el retrato del ciudadano presidente, general José Hilario López en la sala de sesiones de la sociedad. Por la tarde tuvo lugar el interesante acto de romper las cadenas de la esclavitud a cuatro seres que gemían bajo su peso, cuyo acto dispuso la junta de manumisión con el entusiasmo y solemnidad digno del objeto. La corporación municipal, las autoridades políticas, judiciales y eclesiásticas, la Sociedad Democrática y una infinidad de espectadores concurrieron a su mayor lucimiento. Luego tomaron la palabra en su orden el presidente del Cabildo Manuel Antonio Salgado y el personero parroquial Joaquín 36 María Palacios .

Estos personajes, después de expresar los conceptos infaltables en este tipo de ceremonia, extraídos del pensamiento liberal, concluyeron su intervención. El primero, dándole vivas a la libertad, a la patria y a los verdaderos sostenedores de la democracia. El segundo, lo hizo solicitándole a los liberados darle gracias al todo poderoso porque el acto de la libertad se hubiera dado bajo las orientaciones de un gobierno esencialmente liberal, que no hacía otra distinción entre los granadinos que no fuera el que merece el mérito y la virtud. Para concluir invitó a que gritaran con él: Viva la libertad ¡Viva la República! ¡Viva la Democracia! ¡Viva la administración López!37 . Estos actos, destacados y sobredimensionados por la prensa liberal, eran blanco de la crítica por parte de los conservadores. Por ejemplo, en 1850, en la edición No.1 del periódico La República, repudiaban los festejos del 7 de marzo, no sólo por coincidir con la Semana Santa, sino también por encontrarse la ciudad y parte de la provincia inmersa “bajo el terrible azote del cólera”38 . En la segunda edición del mismo diario, los opositores festejaban el fracaso de las fiestas, aduciendo que esto se debió “a que la población no simpatizaba con su motivo, que el partido que se dice democrático está en lastimosa minoría, que el espíritu religioso de la ciudad no estaba tan amortiguado para aceptar estas fiestas con que se quiso profanar la Semana 36 La Democracia, No. 18, Cartagena, 4 de abril de 1850, p. 3. 37 Ibid., p. 4. 38 La República, No.1, Cartagena, 7 de marzo 1850, p. 2.

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Santa”39 . Pero la crítica más caricaturesca de los actos del 7 de marzo provino de los conservadores de Mompox. Con el título de “Los rojos de esta ciudad han celebrado el triunfo de los puñales del 7 de marzo”, el periódico El Correo de la Costa registró tales festividades ocurridas en esa villa entre el 3 y el 8 de marzo: El día 7, en celebración de este fúnebre día dieron libertad a 3 esclavos con los fondos de manumisión en cumplimiento de lo dispuesto por la ley; y también porque algunos conservadores contribuyeron con su dinero a tan laudable objeto; ciertamente es muy laudable cooperar con la humanidad desgraciada. Por la tarde se puso una mesita en la plaza de la iglesia, donde se reunió la junta de manumisión para presentar las cartas de libertad a los liberados. Después de este acto se dirigieron 3 discursos a los manumisos, el uno por el presidente del cabildo trepándose en la silla, otro por el secretario de la gobernación quien los abrazó después del discurso y otro por un vocal del mismo cabildo, también trepado 40 en la silla donde estaba sentado .

En un juego de imágenes y de intereses claramente establecidos, la figura y la alusión a Bolívar desaparecerá de las fiestas de manumisión organizadas por los liberales, para festejar el triunfo de su partido: en su reemplazo aparecerá la figura y el retrato del presidente López. En las nuevas condiciones la manumisión ya no se asumía como un triunfo de la República, sino de López y su partido liberal. Por ello y en atención a este cambio, a renglón seguido el periódico conservador al que nos referimos anteriormente, reclamó el silenciamiento que los liberales hicieron de Bolívar. Los oradores se olvidaron que si tal ley se dio, fue consecuencia de haberlo solicitado la legislatura del Libertador de Colombia. A este es a quien la esclavitud que por desgracia existe todavía entre nosotros le debe este gran bien. Pero no es extraño que no mencionen al libertador de 5 repúblicas, porque el partido que está hoy enseñoreado en el poder 41 pretende oscurecer las glorias de este héroe .

Los conservadores, para contrarrestar a los liberales, crearon unos organismos homólogos al de las Sociedades Democráticas, que hicieron también del problema de la libertad de los esclavos su consigna política. Estas fueron las Sociedades de 39 La República, No.12, Cartagena, 14 de marzo 1850, p. 2. 40 El Correo de la Costa, No. 4, Santa Marta, 1850, p. 3. 41 Ibid., p. 3.

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Unión Conservadora, que en la pugna política con los liberales en torno al problema de la libertad de los esclavos, llegaron a plantear propuestas más radicales que las de sus contrincantes. A mediados de 1850 la abolición de la esclavitud había ganado tal consenso en la opinión pública del Caribe colombiano, que dejó de ser sólo una consigna exclusiva de los liberales en el poder, para convertirse también en un calculado ingrediente político de los conservadores. Así quedó sentado en la propuesta que la Unión Conservadora de Santa Marta hizo en marzo de 1850. En materia de esclavitud se proponía como objetivo fundamental “propender por el laudable objeto de sacar de la esclavitud a tantos individuos que yacen en ese humilde estado, elevarlos a la clase de hombres libres, y devolverles los derechos naturales y civiles que bárbaros especuladores no supieron respetar”42 . En la percepción general que se tenía del esclavizado y los mecanismos para acceder a la manumisión no existía ninguna diferencia entre liberales y conservadores. Se trataba de posar y aparecer como filántropos y humanistas frente a los contradictores políticos y la sociedad en general. A comienzos de 1851 la presión y adhesión a la causa abolicionista por amplios sectores sociales y políticos había ganado tales niveles de aceptación, que lo único que faltaba era que el Congreso Nacional tomara la última decisión. El presidente López, que en 1850 para no lesionar los derechos de los propietarios aún se mostraba partidario del camino gradualista de la abolición43 , ahora, con la mayoría de la opinión pública y el congreso de su parte, se declaraba a favor de la abolición inmediata y total. La discusión en torno a la ley de abolición se llevó a cabo entre los meses de 42 Para lograr estas metas la Unión Conservadora se propuso la creación de un fondo privado de manumisión, con base en las donaciones de sus miembros y de la ciudadanía en general. Las manumisiones, según lo previsto, se efectuarían el día del aniversario de la Unión. Al igual que en las Sociedades Democráticas, estas manumisiones se realizarían en el contexto de actos públicos. Para seleccionar a quienes serían manumitidos se daría especial preferencia por aquellos que, como lo había estipulado la ley, presentaran buena conducta, fueran laboriosos, sanos y robustos, y lo más importante: que tuvieran algunos ahorros para ayudar a pagar el monto de su libertad. De hecho, esta postura dejaba por fuera a los enfermos y a los ancianos. El Correo de la Costa, No. 20, Santa Marta, mayo de 1850, p. 3. 43 El presidente López, en su mensaje al congreso en 1850, sobre el controvertido problema de la abolición, decía: “Desearía, ciudadanos, poderos recomendar un proyecto por el cual se pusiere pronto término a la esclavitud en la Nueva Granada; empero, el respeto que profeso por el derecho de propiedad embaraza en tan grave asunto; y por ahora limitarme a presentaros el que tiene en mira acelerar en algún tanto tan filantrópico objeto”. ARBOLEDA, Gustavo, Historia de Colombia, Vol. III, Popayán, 1930, p. 60, citado por CASTELLANOS, José, La abolición de la esclavitud en Popayán..., p. 100.

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marzo y mayo de 185144 . En estas discusiones jugó un papel destacado el caribeño Juan José Nieto, quien salió electo con el apoyo de la Sociedad Democrática de Cartagena. Nieto, al iniciarse las deliberaciones, presentó un proyecto sobre abolición total, que se constituyó en la matriz sobre la cual giró la discusión que finalmente desembocó en la ley de abolición que se aprobó en julio de 185145 . El tema en que centró su interés el debate que precedió la ley antes citada, fue una réplica de lo sucedido en el Congreso de Cúcuta cuando se aprobó la Ley de Partos. En ambos eventos el aspecto álgido de discusión fue la búsqueda de un mecanismo que no golpeara los intereses económicos de los esclavistas al momento de producirse la abolición. Es decir, el pago del valor de los esclavizados a liberar, lo cual se consiguió finalmente con la figura de la indemnización para los propietarios. No faltaron en estas discusiones finales los argumentos de tildar de comunistas a los que estaban a favor de la abolición por considerarla una medida de expropiación de bienes privados46 . Tampoco faltaron argumentos como el advenimiento apocalíptico de la crisis económica que se desencadenaría con la ausencia de esclavizados, la poca o ninguna capacidad de los afrodescendientes para administrar su libertad, que desembocaría en el crimen, el vicio y el ocio generalizado de estos, en detrimento de la paz pública. Todas estas argucias y elucubraciones teóricas escondían un interés mayor: la indemnización. Cuando la abolición era inminente y había llegado la hora decisiva de desprenderse de sus esclavizados, conservadores y liberales zanjaron sus diferencias ideológicas y en un solo bloque defendieron la protección de la propiedad, tomando la firme decisión de no liberar a sus esclavizados sin indemnización. Frente a la iliquidez de las juntas de manumisión para satisfacer las necesidades de los propietarios, se determinó que la única salida viable era que el Estado asumiera la indemnización de estos, con lo cual recuperaban la inversión. Sólo con este incentivo y garantía se pudo lograr la abolición definitiva. A finales de 1849, es decir, dos años antes de que se aprobara la Ley de Abolición, el 59% de las personas esclavizadas en la provincia de Cartagena eran menores de

44 RESTREPO CANAL, Carlos, La libertad de los esclavos en Colombia, Tomo II, Bogotá, Imprenta Nacional, 1938. 45 Ibid., p. 111. 46 Sobre la utilización en 1851 del concepto de “comunista” para referirse a los que estaban a favor de la Ley de Abolición véase: HERNANDEZ, Gregorio, Libertad de los esclavos en Colombia, Bogotá, Editorial A B C, 1956, p. 72. También CASTELLANOS, José, op. cit., p.101.

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Manumisión, ritualidad y fiesta liberal en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX

40 años, el 25% tenía edades que oscilaban entre 40 y 50 años, y el 5% presentaba edades por encima de 6047 . Estas cifras nos inducen a pensar que al momento de poner en práctica la Ley de Abolición, un sector de los esclavistas realizó un buen negocio: lograron venderle al Estado esclavizados mayores y envejecidos. Este negocio que hubiera resultado difícil de realizar en otras circunstancias, en donde el comprador no hubiese sido el propio Estado. Tal vez por esta razón y la insolvencia económica de las Juntas de Manumisión, que no permitía el pago inmediato de las indemnizaciones a los esclavistas, fue que estos aceptaron finalmente la forma de pago diferida a través de los bonos de manumisión. En la mayoría de los casos, estos bonos demoraron más de nueve años para ser cancelados, a través de la figura de bonos deuda pública.

6. A manera de epílogo Es evidente que a partir de la independencia de Cartagena se crearon nuevas expectativas para la libertad de las personas esclavizadas. Estas expectativas evolucionaron y se concretaron posteriormente en la Ley de partos de 1821 y treinta años más tarde, en 1851, en la Ley de Abolición. El carácter de consigna política con que se asumió este problema durante la primera mitad del siglo XIX, convirtió a la manumisión republicana en uno de los emblemas que, en teoría, mostraba el espíritu supuestamente moderno y liberal que animaba a la nueva dirección del Estado que había reemplazado al colonialismo español. Las Juntas de Manumisión, surgidas como parte estructural de la Ley de Partos y encargadas de administrar las manumisiones republicanas, por decreto, y sin tener en cuenta el escaso número de manumitidos, debían organizar actos solemnes para otorgar las libertades, con el expreso propósito de mostrar las bondades de la República. En el fondo lo que interesaba era vender la imagen de que se estaba en un nuevo ambiente en donde era posible la práctica de los postulados del liberalismo utópico: libertad, igualdad y fraternidad. A pesar de la precariedad económica que siempre acompañó a las juntas de manumisión y los exiguos resultados obtenidos en materia de manumisiones, siempre debía organizarse la fiesta de la abolición. Era un evento impregnado de la simbología y el ideario liberal, pero al mismo tiempo de precariedad económica y, por ende, de pírricos resultados en materia de liberación de esclavizados. 47 Archivo General de la Nación (A.G.N.), Sección República, Fondo Manumisión, Tomo I, f. 142.

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Hasta el presente el tema de la manumisión, su ritualidad y la fiesta liberal ha sido escasamente tratado. A excepción del artículo de Beatriz Castro48 , no conocemos otro en nuestra historiografía nacional dedicado a este aspecto específico de la esclavitud neogranadina. Por ello serán nuevas investigaciones las que podrán resolver los interrogantes que se abren a partir de este estudio, especialmente las que se logren realizar sobre otras regiones de nuestro país y que permitan establecer niveles de comparación en cuanto a estructura, formas de financiamiento, análisis de los discursos, número de liberados y simbología utilizada.

48 CASTRO, Beatriz, “Las fiestas de abolición...”, op. cit.

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Comerciantes y empresarios de Bucaramanga (1857-1885): una aproximación desde el neoinstitucionalismo ➤ María Fernanda Duque Castro❃

A mediados del siglo XIX, en nuestro país, ya se distinguía entre mercader, comerciante y empresario. Según lo dispuesto por el Código de Comercio de 1853, vigente durante el período Federal, comerciante era “toda persona que teniendo capacidad legal para ejercer el comercio, se [ocupaba] ordinaria y profesionalmente en alguna o algunas de las operaciones que corresponden a esa industria”1 . Mercader era quien esporádicamente desarrollaba alguna operación de comercio realizando transacciones mercantiles al por menor, vendiendo por varas o pesando por menos de arroba o por bultos sueltos2 . El término empresario, por su parte, aunque no aparecía en el citado Código, con frecuencia se utilizaba para designar a aquellos que invertían tiempo, gestión y capital en la construcción de infraestructura o en la explotación de productos primarios a través de la contratación con el Estado. En el ámbito europeo, para la misma época, el término empresario hacía referencia a la persona que incursionaba en actividades propias de la empresa y de la industria moderna. Es decir, la que -según Carles Sudriá- tenía como características “la ➤ Artículo recibido en abril de 2004; aprobado en agosto de 2004. ❃ Historiadora de la Universidad del Valle. 1 Art. 1° del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), en Codificación Nacional, Tomo XV, Años 1852-1853, Bogotá, Imprenta Nacional, 1929, pp. 351-552. 2 Art. 28 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit.

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concentración productiva y la mecanización, pero también el contexto en que se desarrolla. Un contexto dominado por la comercialización masiva de la producción, el predominio de mercado como mecanismo de asignación de recursos, la división del proceso de trabajo y la especialización de los trabajadores.”3 Por supuesto, en el caso neogranadino los términos empresario e industria nada tenían que ver con los que para entonces predominaban en Europa. Ante la falta de modernas formas de organización industrial, aquí, como ya se mencionó, empresario era una persona que invertía tiempo, gestión y capital en la construcción de infraestructura vial o en la instalación de bienes de capital para explotar algún renglón del sector primario, siempre contratando con el Estado y corriendo con los riesgos de beneficios o pérdidas derivados de dicha inversión. Así entendido, el concepto de empresario coincidía mas bien con la caracterización que a mitad del siglo XVIII hizo el tratadista francés Cantillón, para quien “empresario era una persona que contrataba con el Gobierno la prestación de un servicio –un aprovisionamiento o la construcción de una obra pública por un precio determinado– corriendo de su parte el riesgo de los beneficios o pérdidas derivados.”4 En la experiencia de Bucaramanga podríamos hablar de personas que muchas veces asumieron el doble papel de comerciantes y empresarios (en el sentido antes señalado). No sólo crearon compañías comerciales, sino también mineras y agrícolas, a través de las cuales incursionaron como gestores e inversionistas de capitales en la construcción de ferrocarriles y caminos, lo mismo que en la explotación de recursos naturales y agrícolas relacionados con la minería, la caña de azúcar, el tabaco, el café y otros productos del sector primario. Las categorías comerciante y empresario no son simplemente una abstracción económico-jurídica, implican una realidad social, es decir, personas que toman a cargo una labor que las vincula con el Estado, con sus propias compañías, con la familia y con la comunidad, en aspectos tanto económicos como no económicos. De manera que, para un acercamiento adecuado a quienes desempeñaban dicho

3 4

SUDRIA, Cárles, “Los orígenes de la empresa industrial”, en La Empresa en la Historia de España, Madrid, Editorial Civitas S.A., 1996, p. 63. TORRES VILLANUEVA, Eugenio, “Funciones empresariales, cambio institucional y desarrollo económico”, en DAVILA L. DE GUEVARA, Carlos (compilador) Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Siglos XIX y XX, Tomo I, Bogotá, Editorial Norma y Ediciones Uniandes, 2003, p. 9.

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papel es necesario ir más allá del marco puramente económico. Máxime cuando en el siglo XIX la relativa ausencia de estructuras estatales, lo mismo que las marcadas diferencias educativas y sociales propiciaban y daban preeminencia a redes familiares y de clientela que en muchos casos suplían las obligaciones propias del Estado. Precisamente sobre este último tópico Carlos Dávila ha señalado que “sin excepción los negocios de estos empresarios que exhibían una altísima movilidad entre los diversos sectores de la economía, se realizaban en el marco de los grupos familiares. La unidad empresarial dominante hasta aun entrado el siglo XX fue la familia y no los empresarios individuales.”5 Asimismo, el comentario del profesor Carles Sudriá confirma y complementa lo anterior cuando advierte: Algunos trabajos recientes sobre el desarrollo de redes comerciales en las economías preindustriales han puesto de relieve la importancia que tuvo para su éxito la cohesión interna del grupo social que la integraba. La escasa garantía que ofrecía el sistema legal para asegurar el cumplimiento de los contratos daba ventaja a aquellas comunidades fuertemente cohesionadas que podían ejercer control interno como para disuadir a sus miembros de cualquier incumplimiento so pena de exclusión de cualquier negocio. La destacada presencia de minorías étnicas o nacionales en este tipo de actividades mercantiles es buena prueba de 6 la importancia de este fenómeno .

Finalmente, Dorothy Ling apunta en este mismo sentido que “al llegar al siglo XIX, muchas familias notables llegaron a formar redes a través de las cuales ellas y sus aliados extendían su poder al gobierno [...], convirtiéndose de esta manera en árbitros absolutos en su dirección.” Así pues, teniendo en cuenta las pautas trazadas por estos investigadores, resulta importante el análisis de la familia y su participación en la creación de redes familiares, sociales y comerciales. La familia, entonces, se concibe aquí como “una unidad social basada en lazos de sangre y de matrimonio, que se extiende verticalmente en el tiempo por lazos sanguíneos (padres e hijos) y lateralmente por lazos sanguíneos y matrimoniales (esposa, hermanos, hermanas, primos, primas, cuñados y cuñadas).”7 Sin embargo, no es cualquier tipo de familia 5 6 7

DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Carlos, El empresario colombiano: una perspectiva histórica, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Estudios Interdisciplinarios, 1986, p. 12. SUDRIA, Cárles, op. cit., p. 65. LING, Dorothy, Las alianzas de familias y la formación del país en América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 14-15.

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la que interesa, la importante es la familia notable, entendiendo que la diferencia entre ser notable y no serlo depende de la red a la que se pertenecía. De acuerdo con Ling: La notabilidad individual estaba ligada a la riqueza, al éxito o al puesto político, pero también estaba anclada más firme y perdurablemente a una serie de alianzas. Estas daban al individuo los recursos para vencer la inestabilidad y los reveses de la fortuna. De este modo, la notabilidad estaba ligada al hecho de ser miembro de la red. El éxito individual y familiar significaba lograr ser miembro de la red, principalmente 8 ingresado por medio de casamiento en una familia de la red .

Por otra parte, debido a que los comerciantes y empresarios fundaron sociedades económicas y culturales, un concepto importante es el de organizaciones, definido por Douglass North, como “entidades, ideadas por sus creadores con el propósito de maximizar la riqueza, el ingreso u otros objetivos definidos por las oportunidades que brinda la estructura institucional de la sociedad.” Considerando lo anterior, en nuestro caso analizaremos algunas organizaciones a la luz del marco institucional en que nacieron y se desarrollaron, teniendo en cuenta que por marco institucional entendemos el conjunto de “reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, [...] las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico”9 . De acuerdo con North, las instituciones pueden ser formales o informales. Las primeras “incluyen reglas políticas (y judiciales), reglas económicas y contratos”10 . Una institución formal en nuestro caso es el Código del Comercio. Esta normativa determinaba quién era comerciante y quién no, en qué momento un comerciante dejaba de serlo, cómo debía actuar frente a determinadas situaciones, etc. En pocas palabras, el Código estipulaba las reglas de juego. Sin embargo, los comerciantes no sólo estaban limitados por instituciones formales sino también por instituciones informales, es decir, “códigos de conducta, normas de comportamiento y convenciones”11 . Así, los comerciantes y empresarios estaban supeditados a sus 8 9

Ibid., p. 17 NORTH, Douglass C., Instituciones, cambio institucional y desempeño económico, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 13. 10 Ibid., p. 67. 11 Ibid., p. 54.

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propias actitudes y a las de las personas que les rodeaban. Piénsese, por ejemplo, en la actitud de los bodegueros, de los agentes comerciales, o simplemente de los bogas del río Magdalena al transportar las cargas. Ahora bien, según el mismo autor, las instituciones existen debido a dos situaciones: información incompleta y costos de transacción. Como consecuencia de la limitación de los procesos humanos de computación frente al desarrollo de la información, pues la información de los agentes es siempre incompleta, los individuos actúan en condiciones de incertidumbre, la cual sólo disminuye con la implantación de reglas de juego claras. Así mismo, las instituciones existen con ocasión de la presencia de costos de transacción en todos los ámbitos de la integración humana. Dichos costos, al decir de North, incluyen costos de negociación, regulación e imposición de normas, mediación y protección de los derechos de propiedad. Con el propósito de analizar el desempeño de las actividades económicas de los comerciantes y empresarios de Bucaramanga, es preciso, entonces, conocer la relación entre los costos de transacción y las instituciones que los rodeaban, pues al fin y al cabo eran dichos costos los que determinaban el marco institucional de la sociedad en que vivían. Igualmente, dentro de los costos de transacción se contemplan los contratos, cuyo propósito es generar incentivos adecuados para el intercambio y la coordinación entre agentes económicos. Los contratos implican costos que derivan de la obtención de información, de negociar y de comunicar los resultados a todos los agentes relevantes. Así mismo, la necesidad de minimizar esos costos lleva a diferentes formas de contratos aunque se trate de las mismas actividades. Los factores que inciden en que se opte por una u otra forma de contrato son: los gustos y preferencias de las personas, la ideología, el número de agentes involucrados, la magnitud de los riesgos asociados y el nivel de sofisticación de la tecnología. Teniendo en cuenta lo anterior, se consideran aquí los tipos de contratos preferidos entre quienes erigían casas comerciales u otras organizaciones y el efecto que estos surtían a distintos niveles. Por último, en la misma línea de análisis de los costos de transacción, se abordará el tema de los derechos de propiedad, en tanto son el principal incentivo para el desarrollo de las actividades productivas. Según North, los derechos de propiedad se refieren a los títulos asociados con la propiedad, los que son efectivamente negociados cuando la propiedad se compra o se vende. Entre más definidos estén estos derechos, menores son los costos de su negociación.

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1. Las organizaciones de los comerciantes y empresarios Luego de varios sucesos políticos y militares -entre los que se cuentan la creación de los Estados Soberanos a partir de 1855, la guerra civil de 1859-1862 y la instauración de la Carta Política de 1863- los victoriosos liberales radicales pusieron en marcha algunas reformas políticas y económicas, que constituían la prolongación de las iniciadas una década atrás por sus copartidarios. Con dichas reformas los Estados obtuvieron y detentaron poderes aun mayores que los del Gobierno Central, al que se le despojó, entre otros asuntos, del manejo de las relaciones exteriores, la recolección de los impuestos y la administración del crédito público. En consecuencia, al igual que en todos los Estados de la Unión, en Santander la dinamización de la economía quedó en manos del sector privado. Atendiendo a esta novedad, los líderes políticos del Estado fomentaron el ingreso de extranjeros pues estaban seguros de que con sus conocimientos, contactos y capitales, darían mayor movilidad al comercio local. Así, durante la vigencia del Estado de Santander, en Bucaramanga se hizo notable la presencia de comerciantes y empresarios foráneos que formalizaron relaciones económicas y matrimoniales con algunos integrantes de tradicionales familias bumanguesas dedicados a actividades comerciales. Veamos, quiénes eran los comerciantes domiciliados en Bucaramanga, qué clase de organizaciones económicas crearon y qué tipo de relaciones establecieron con los inmigrantes extranjeros.

1.1 El despegue de la actividad comercial en Bucaramanga: 1855 – 1860 A mediados del siglo XIX Bucaramanga ya se perfilaba como un centro comercial importante. Por esa razón, en noviembre de 1857 la Asamblea Constituyente decidió trasladar la capital del Estado, de Pamplona a Bucaramanga, argumentando que esta última contaba con una mejor ubicación y que el comercio de tabaco, sombreros y productos artesanales le daban mayor dinamismo12 . Y es que, como señalaba el cronista de Bucaramanga, José Joaquín García, ya desde 1852 la ciudad contaba con algunas tiendas que aumentaban día a día “extendiéndose [...] desde la plaza hasta las dos primeras cuadras de la Calle Real.”

12 JOHNSON, David Ch., Santander siglo XIX. Cambios socioeconómicos, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1984, p. 62.

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Según este cronista, los principales establecimientos eran los “de los señores Juan Crisóstomo Parra, Cristóbal y Enrique García, Pablo Antonio Valenzuela, Encarnación Azuero, Santafé Cadena y Modesto Ortíz.”13 En efecto, estos nombres hacían parte del entonces pequeño grupo de comerciantes radicados en Bucaramanga. Para 1855 el negocio más destacado debió ser el de Juan Crisóstomo Parra, hombre de origen humilde que, luego de iniciarse en los negocios trayendo sombreros y baratijas de Cúcuta, pasó a desempeñarse como dependiente en la pulpería de Claudio López, con quien adquirió la instrucción necesaria para “conocer las épocas precisas de comprar ventajosamente los granos i demás frutos de alimentación, así como aquellos productos que [consumía] el pueblo”14 . Tras la muerte de López y ya diestro en los avatares del comercio, Parra abrió su propia pulpería invirtiendo en ella las utilidades que le dejaban los cambios, no tardando en ponerla bajo el pie de una regular tienda. Luego que su crédito estuvo mejor asegurado, i su capital dió lugar para pensar en algo más formal, proyectó un viaje a Venezuela, que llevó a cabo conduciendo mulas para vender. En este negocio, que entonces era el que mayor utilidad dejaba, decía, que había obtenido una ganancia líquida que igualaba el valor del capital empleado. (...) Continuó con sus cambios en Cúcuta, i luego viajó también a Bogotá, para comprar mercancías del extranjero. Estos negocios le producían lo bastante para mejorar con presteza su tienda, que pronto vino a ser la 15 mejor establecida en el mercado de Bucaramanga .

Años más tarde, con mayor capital en su haber, Juan Crisóstomo Parra se unió con el también comerciante y dueño de tierras Modesto Ortiz. La asociación “duró hasta pocos años antes de la muerte de ambos” (1866), y “fueron afortunados durante el tiempo que la sostuvieron”. En principio Parra compraba personalmente sus mercancías a comerciantes de Cúcuta y Bogotá. Luego, y tal vez debido a la diversificación de sus inversiones, contrató otras personas para que en su lugar llevaran café, tabaco y cueros –que producía en su propia tenería– y recibieran a cambio sal y artículos extranjeros que 13 GARCIA, José Joaquín, Crónicas de Bucaramanga, Bogotá, Banco de la República, 1982, p. 155. 14 DEAS, Malcom, “Retrato de un ‘hombre hecho a si mismo’: la vida del santandereano Juan Crisóstomo Parra (1801/2-1865) escrito por Daniel Cote”, en DAVILA L. DE GUEVARA, Carlos (compilador), Empresas y empresarios…, op. cit., p. 358. 15 Ibid., p. 359.

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importaba por los puertos de Sabanilla y Magangué. Pero como su obsesión por el comercio cada día era más grande, aprovechando que el Estado de Santander comenzó a arrendar a particulares los estancos de aguardiente de los distintos distritos16 , el 4 de marzo de 1857 logró que se le adjudicara el de Bucaramanga17 . Y como en sus labores una cosa llevaba a la otra, de seguro por este negocio se involucró en la comercialización de panela, pues al alquilar el estanco, el arrendatario obtenía el derecho exclusivo para producir, importar y vender al por mayor o al detal, aguardiente de caña y sus compuestos dentro del territorio que comprendiera el remate18 . Para 1857, Parra vendía panela a pequeños distribuidores, quienes por sus compras a plazos siempre dejaban en hipoteca algún bien raíz para respaldar la deuda.19 Ahora bien, en Bucaramanga fue sólo hasta finales de la década del cincuenta y principios de la del sesenta cuando algunos comerciantes comenzaron a comprar, vender y, en fin, relacionarse directamente con casas europeas, sobre todo inglesas y alemanas. Situación que, en últimas, constituyó el inicio del vigor que en los años siguientes tendría el comercio de la localidad. El rezago de los comerciantes bumangueses se puede apreciar a través de la comparación con los de otras regiones. De acuerdo con Frank Safford, a finales de la década de 1830 los comerciantes de Santa Marta y Cartagena ya casi no hacían sus compras de mercancías en Curazao, sino directamente en Europa20 . Esta, empero, no era la práctica común entre los comerciantes de Bucaramanga, pues a mediados del siglo XIX no sólo seguían adquiriendo sus artículos en las Antillas, sino que 16 Art. 39 del Código Fiscal del Estado Soberano de Santander, en Códigos Legislativos del Estado Soberano de Santander, Tomo 1, Bogotá, Imprenta de la Reforma, 1884, p. 234. 17 Centro de Documentación e Investigación Histórica Regional de la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga (en adelante CDIHR), Fondo Notaría Primera de Bucaramanga (en adelante NPB), Caja 36, Instrumento 8, ff. 92-96. Bucaramanga, 4 de marzo de 1857. 18 Art. 143 del Código Fiscal del Estado Soberano de Santander, op. cit., p. 254. 19 En 1857, por ejemplo, Natividad Figueroa y Marcos Muñoz hipotecaron a favor de Parra, por valor de 115 pesos, una casa ubicada en la 9ª manzana al oriente de la plaza de Bucaramanga para respaldarle 25 cargas de panela; igualmente José Acevedo Rey le hipotecó por 168 pesos unas tierras ubicadas en la 10ª manzana al oriente de la plaza de Bucaramanga como respaldo de 30 cargas de 8 arrobas del mismo producto. CDIHR, NPB, Caja 36, Instrumento 66, ff. 101–102, 1857, e Instrumento 100, ff. 150-151, 1857. 20 SAFFORD, Frank, “El comercio de importación en Bogotá en el siglo XIX: Francisco Vargas, un comerciante de corte inglés”, en DAVILA L. DE GUEVARA, Carlos (compilador), Empresas y empresarios..., op. cit., pp. 378-379.

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pocos se atrevían a viajar personalmente hasta esas plazas, limitándose a comprar a comerciantes de Cúcuta, Barranquilla, Magangué y Bogotá, que en su mayoría contaban con los recursos y relaciones necesarias para adquirir mercancías en o desde Europa. Una ilustración de lo anterior es el comentario de José Joaquín García, quien señala que entre 1850 y 1853 se hicieron en Bucaramanga las primeras introducciones de artículos extranjeros. Tales negocios consistían “los más, en telas de superior calidad y algunas otras cosas que se realizaban, en gran parte en vista de las muestras, con la seguridad de magníficas firmas. [...] Con esas mercancías se surtían los detalladores de aquí, los de Girón y los de Piedecuesta, y más tarde, también, los de algunos otros lugares.”.21 Así mismo, se comenta que para 1855 el comerciante bumangués, David Puyana, inició “la exportación de los sombreros de jipijapa, y al efecto, partió con un cargamento, vía Maracaibo, hacia La Habana, en donde pagaban altos precios por esa mercadería. Hizo cuatro o cinco viajes. Y en uno de ellos naufragó la goleta, y perdió todo lo que llevaba”22 . Un ejemplo más es el de Crisóstomo Parra, a quien un amigo le aconsejaba que en lugar de ir a comprar zarzas y pañuelos a la calle real de Bogotá, “se fuera a hacer sus compras en la isla de Jamaica que era entonces una buena plaza de depósito para el comercio extranjero. Pero a pesar de su deseo de negociar i de ganar dinero, no quiso hacer este viaje por temor a las fiebres del Magdalena i por no arriesgar sus intereses en el agua.”23

1.2 Las compañías comerciales Por nexos familiares o por intereses económicos, después de 1855 en Bucaramanga se comenzó a formar un gremio de comerciantes bien definido en el que, además de Juan Crisóstomo Parra y David Puyana, sobresalían David Figueroa, Luis Francisco Ogliastri, Joaquín París, Pedro María Peralta, Cristóbal García, Santafé Cadena, Geo von Lenguerke y Adolfo Harker. Realizar importaciones en forma conjunta fue una estrategia de estos comerciantes para sortear el problema de los altos costos de capital requerido y la fluctuación del costo de las aduanas24 . Tal vez esta práctica 21 22 23 24

GARCÍA, José Joaquín, op. cit., p. 154. MARTÍNEZ MUTIS, Aurelio, Biografía de Elena Mutis, Bogotá, Imprenta Nacional, 1954, p. 31. DEAS, Malcom, op. cit., p. 359. CDIHR, NPB, Caja 36, Instrumentos 8, 35 y 36, 1857. Ejemplo de lo anterior es que el 12 de enero de 1857 David Puyana y su tío David Figueroa prestaron fianza a Luis Francisco Ogliastri por 10.000 pesos, para derechos de importación que este último pagaría en la aduana de San José de Cúcuta. De igual modo, el 11 de febrero del citado año, Joaquín París y Cristóbal García respaldaron a Pedro María

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obedecía a que los comerciantes mantenían “cuentas en participación”, es decir, un tipo de contrato que se realizaba sin radicar compañía o razón social alguna, interesándose tan sólo «los unos en las operaciones de los otros, contribuyendo para ellas con la parte de capital que convengan, y haciéndose participes de sus resultados prósperos o adversos, bajo la proporción que determinen.»25 . Asimismo, las cuentas en participación no estaban sujetas a ninguna solemnidad y podían celebrarse en privado, por escrito o de palabra, «quedando sujeto el socio que intentara cualquiera reclamación, a justificar el contrato con cualquier género de prueba de las que están recibidas en derecho para acreditar los contratos».26 A partir de 1853, sin embargo, los comerciantes neogranadinos tuvieron la posibilidad de optar por otras formas asociativas: regular colectiva, en comandita o anónima. La primera se creaba en nombre colectivo y bajo pactos comunes de manera que todos los socios participaban de los mismos derechos y obligaciones. La compañía en comandita, por su parte, estaba compuesta por una o más personas que prestaban los fondos y los ponían bajo la dirección exclusiva de otros socios para que los manejaran en su nombre particular. Por último, la compañía anónima se organizaba creando un fondo por acciones determinadas para girarlo sobre uno o muchos objetos, y su manejo se encargaba a mandatarios o administradores escogidos a voluntad de los socios27 . Constituida la compañía comercial, cualquiera que fuera su tipo, los socios quedaban obligados a inscribirla en la oficina de registro, lo mismo que a llevar cuenta y razón de sus operaciones en tres libros: “el libro diario”; el “libro mayor o de cuentas corrientes”; y el “libro de inventarios”. Pese a todo, en el decenio de 1850 ni las compañías comerciales ni las asociaciones anónimas o en comandita fueron las más comunes. En efecto, el siguiente cuadro refleja la desigualdad en el número y tipo de compañías comerciales que se crearon en Bucaramanga entre 1857 y 1885.

Peralta con 8.000 pesos, con el mismo propósito. Por último, el 2 de noviembre de 1858, Cristóbal García y Geo von Lenguerke prestaron fianza en la Aduana de Cúcuta para respaldar la introducción de mercancías extranjeras que realizó Joaquín París. 25 Art. 1 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit. 26 Arts. 315-318 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit. 27 Art. 231 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit.

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Cuadro 1 Compañías Comerciales de Bucaramanga 1887 - 1885 AÑO DE FUNDACION 185? 1852 Para 1857 ya existía 1857 1862-1870 1868-1869 Liquidada en 1866 1866 1867 1873-1874 1873-1879 1874 187? Para 1876 ya existía 1877 1878 1878 Para 1876 ya existía Para 1878 ya existe Para 1879 ya existía 1881 1882 1882 1882 1882-1903 1882 1882 1882 1883 1883-1903 1884

DECENIO DE 1850 NOMBRE DE LA COMPAÑÍA O DE LOS SOCIOS Lenguerke & Lorent (Compañía Regular Colectiva) Felipe Navas y José Cupertino Rovira Pantaleón Ortíz Pedro José Dieguez y Ambrosio López DECENIO DE 1860 Valenzuela e Hijos (Compañía Regular Colectiva) Adolfo Harker y Pedro Corena Giorgi & Ogliastri (Compañía Regular Colectiva) Koppel & Schloss (Compañía Regular Colectiva) Puyana & Ogliastri (Compañía Regular Colectiva) DECENIO DE 1870 Compañía de Reyes González, Ignacio y José María Blanco Hederich & Goelkel (Compañía Regular Colectiva) Gómez & Paredes (Compañía Regular Colectiva) Koppel & Schrader (Compañía Regular Colectiva) Koppel, Schrader & Müller (Compañía Regular Colectiva) Cortissoz & Cía (Compañía en Comandita) Trinidad Vargas & Cía (Compañía Regular Colectiva) Toscano & Cía (Compañía Regular Colectiva) Samper & Cía (Compañía Regular Colectiva) Mattos Hermanos. Lorenzo y Belisario Mattos Nicolás Genaro Orozco & Cía (Compañía Regular Colectiva) QUINQUENIO 1880 – 1885 Forero & González (Compañía Regular Colectiva) Puyana e Hijo (Compañía Regular Colectiva) Ogliastri Hermanos (Compañía Regular Colectiva) Cadena & Hermano (Compañía Regular Colectiva) Reyes González Hermanos (Compañía Regular Colectiva) Vargas Hermanos (Compañía Regular Colectiva) Mantilla & Hermanos (Compañía Regular Colectiva) Lorent, Keller & Cía (Compañía Regular Colectiva) Minlos, Breuer & Cía (sucursal B/manga) (Compañía Regular Colectiva) Julio Ogliastri & Hermanos (Compañía Regular Colectiva) García & Hermanos (Compañía Regular Colectiva)

Fuentes: GARCIA, José Joaquín, Crónicas de Bucaramanga, Bogotá, Banco de la República, 1982, p. 181; ARENAS, Emilio, La casa del diablo. Los Puyana: Tenencia de tierras y acumulación de capital en Santander, Bucaramanga, Impresores Colombianos, 1982, p. 69; HARKER, Adolfo, Mis recuerdos, Bucaramanga, Academia de Historia de Santander, 1954, Volumen 1, No. XXIII, p. 91; JOHNSON, David, “Reyes González Hermanos: La formación del capital durante la Regeneración en Colombia”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XXIII, No. 9, 1986, pp. 33-34; GUERRERO, Amado y AVELLANEDA, Maribel, “La elite empresarial de Santander (1880-1912)”, en Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Siglos XIX-XX, Tomo I, Bogotá, Ediciones Uniandes, Grupo Editorial Norma, 2003, pp. 153-154; CDHIR, Sección Civil-Ejecutivo, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 4, Legajo 103, f. 3, año 1857; Caja 23, Legajo 561, f. 2, año 1876; Caja 23, Legajo 552 ff. 2-4, año 1882; CDHIR, Notaría Primera de Bucaramanga, Caja 36, Instrumento 126, ff. 195-196, año 1857; Caja 43, Instrumento 12, ff. 270r-271r., año1862, Caja 54, Instrumento 315, ff. 220r. al 221r., año 1870; CDHIR, Sección: Civil-Concursos, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 007, f. 3, año 1876; CDHIR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 021, ff. 7-8, 7 de marzo de 1878, Caja 2, Legajo 023, f. 19, año 1867, Caja 1, Legajo 011, f. 3, año 1873; Caja 1, Legajo 010, ff. 5-6, año 1865; Caja 3, Legajo 078, ff. 1-8r., año 1877; Caja 2, Legajo 074, f. 7, enero 7 de 1882; Caja 2, Legajo 25, ff. 1-2, julio 1 de 1883; Caja 2, Legajo 038, f. 4, agosto 25 de 1886; CDHIR, Sección Civil-Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja1, Legajo 001. f. 1, noviembre 11 de 1874; Caja 1, Legajo 002, f. 1, noviembre 2 de 1878; Caja 1, Legajo 006, f. 8, año 1884; Caja 1, Legajo 008, f. 3. Octubre 7 de 1882. Caja 1, Legajo 008, f. 4. Diciembre 2 de 1882. CDHIR, Sección: Civil-Concursos. Fondo: Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 011, f. 4, año 1878; CDHIR, Archivo Wilches, Caja 1, Bucaramanga, enero 18 de 1878; CDHIR, Sección Demandas-Civiles, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 27, Legajo 580, ff. 2-3, octubre 1 de 1882.

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Quizá la escasez de compañías comerciales antes de 1857 se debía a que durante el período transcurrido entre las guerras de independencia y mediados del siglo XIX la economía del país había pasado por un estancamiento considerable28 . A esto debe añadirse además, el hecho de que durante casi todo ese período no sólo el Estado adoptó un modelo proteccionista con altos aranceles para los productos importados, sino que los comerciantes ingleses dominaron el comercio de importación. De manera que para 1850 tanto los comerciantes de Bucaramanga como los de algunos otros lugares de Nueva Granada tenían poca familiaridad con las formas de asociación que ofrecía el naciente orden capitalista. Así mismo, particularmente en el caso de los comerciantes de Bucaramanga, lo exiguo de las asociaciones comerciales tenía que ver con la falta de recursos económicos derivados de la escasez de capitales y de mercados financieros, lo mismo que de la restringida economía de exportaciones e importaciones, pues como ha señalado David Johnson, “el mercado local consumía la producción y había poco contacto con el exterior”29 . Como sucede en el caso anterior, no existe una única razón que explique el notable fenómeno de incremento en el número de casas comerciales que se registró en Bucaramanga entre 1860 y 1885. Muy seguramente algunas de esas razones están relacionadas con el leve pero seguro cambio que se operó en el imaginario colectivo frente al desempeño de actividades económicas; la variación del modelo proteccionista por uno en el que predominaba la economía de bajos aranceles sobre las importaciones; y finalmente, la llegada de comerciantes foráneos que poseían capital, tenían relaciones con casas de comercio del exterior, conocían el funcionamiento del sistema financiero internacional y mostraban una mentalidad decididamente emprendedora.

1.3 Una intrincada red comercial y familiar: 1860 – 1885 Las redes familiares en el siglo XIX pueden considerarse organizaciones creadas por los comerciantes para maximizar su riqueza, o para aprovechar las oportunidades que les brindaba el “ambiente institucional” vigente. De esta manera, en el caso de los comerciantes de Bucaramanga se observa el típico comportamiento de formación de redes de familias notables en el que sobresalieron dos clanes principalmente: por 28 OCAMPO, José A., “Comerciantes, artesanos y política económica en Colombia, 1830-1880” en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. 27, No. 22, Bogotá, Banco de la República, 1990, p. 31. 29 JOHNSON, David, op. cit., pp. 127-128.

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un lado, el que se generó entre los liberales David Puyana, Ulpiano Valenzuela y sus parientes cercanos, incluyendo algunos extranjeros; y por otro, el que formaron conservadores como Adolfo Harker, Juan Crisóstomo Parra, Obdulio Estévez y Reyes González, entre otros. Veamos a continuación como se entrelazaban la familia y los negocios. Al igual que algunos otros comerciantes liberales, en sus negocios, Puyana mantuvo cercanos vínculos con extranjeros, sobre todo italianos y alemanes, privilegiando siempre los nexos familiares. Muestra de ello es que no sólo su hija Isabel contrajo matrimonio con Gustavo Wolkman, socio de Lorent, Keller & Cía, sino que se unió en sociedad con su hijo José, y con frecuencia trató de congregarse con sus parientes por línea materna. Así, junto a su tío David Figueroa, importaba artículos extranjeros; con Luis Francisco Ogliastri, su tío político, constituyó la compañía Puyana & Ogliastri en 1867; y con Raimundo Rodríguez, su otro tío político, se asoció para explotar los estancos de aguardiente de algunos distritos. Ahora bien, de acuerdo con la legislación del Estado de Santander, a excepción de los licores que tenían como base el aguardiente o alcohol destilado de caña de azúcar, todos los demás eran de libre introducción30 . De modo que, aprovechando las posibilidades que ofrecía este ramo, algunos extranjeros dedicaron buena parte de sus energías y capitales a la importación de brandy, vinos y champaña. En este sentido, y tal vez por su relación familiar con David Puyana, uno de los que en breve se introdujo en esa actividad fue Luis Francisco Ogliastri, quien en asocio con el también italiano, Lorenzo Bracco y algunos comerciantes coterráneos suyos, estableció en 1858 un almacén de licores al que denominaron “Licorera del Aguila”31 . No obstante, el establecimiento fue cerrado poco tiempo después, quizá por las revueltas políticas que asolaron Santander entre 1859 y 1861, pues luego de que cesaron las hostilidades Lorenzo Bracco demandó a los Gobiernos de la Unión y del Estado por daños y perjuicios causados a su tienda de licores32 . A pesar de que tras la cruenta guerra la sociedad compuesta por italianos se disgregó, por lo menos los hijos de Luis Francisco Ogliastri continuaron en el negocio de los licores. Así, para 1882 Roque, Julio y Jorge tenían la sociedad Ogliastri Hermanos, 30 Ley de Policía, Art. 4º, Título 2º, Libro 2º, en Leyes del Estado Soberano de Santander, compiladas en el año de 1878, Socorro, Imprenta del Estado, 1878. 31 GARCÍA, José Joaquín, op. cit., p. 181. 32 CDIHR, NPB, Caja 45, Instrumento 389, ff. 509r-510r. Bucaramanga, 27 de diciembre de 1863.

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cuyos negocios consistían en la importación de sal y licores, lo mismo que en la exportación de cueros y café. La tradición comercial de la familia Ogliastri se remontaba, por lo menos a 1857, año en que David Puyana, David Figueroa y Luis Francisco Ogliastri importaban artículos por la aduana de San José de Cúcuta. Después, en 1867, Luis Francisco y David Puyana se asociaron de manera más formal erigiendo juntos la compañía Puyana & Ogliastri33 , cuyo fin era la exportación de café. Para ese entonces, sus negocios comerciales comenzaban a realizarse con casas foráneas, como C.G. Meier & Cía de Londres, Punderford & Jenney de Nueva York y Santamaría & Cía de Liverpool. En Nueva Granada, para la década del sesenta, el representante legal de Santamaría & Cía. era el prestigioso comerciante conservador Adolfo Harker, quien como tal, entre otros asuntos, se encargaba de administrar las propiedades y cobrar las deudas. Los lazos de amistad entre Harker y Luis J. Santamaría -dueño de la sociedad comercial- comenzaron en 1845, cuando Harker trabajó como dependiente de esa casa en Inglaterra. Estando allí conoció y sirvió de guía a algunos comerciantes bogotanos que iban a Manchester, Glasgow, Edimburgo, Birmingham, Sheffield, Londres y otros puntos, para comprar mercancías. Tanto esas relaciones como las que hizo tras su regreso a Bogotá en 184934 , le resultaron de suma utilidad al momento en que, como socio industrial, se hizo cargo de la casa Koppel & Schloss de Bucaramanga35 . Según el propio Harker, para iniciar las operaciones de esta compañía se valió de Ruperto Arenas -reconocido comerciante, compañero de negocios y yerno suyo-, con quien hizo “la lista de los artículos que [...] debían pedirse” y dirigiéndose “a los señores Schloss Brothers de Londres, para su despacho; fue así como corto tiempo después [...] la nueva casa de Koppel Schloss de esta ciudad, abrió su almacén, con surtido limitado al principio, pero al cual se le dio con el tiempo la debida extensión”36 . Los dueños de Koppel & Schloss eran S. F. Koppel y Carlos Schloss, tío y sobrino respectivamente, quienes bajo esa razón social se hicieron cargo de la

33 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 2, Leg. 23, f. 19, 1867. 34 HARKER, Adolfo, Mis recuerdos, Bogotá, Editorial Cromos, 1954, p. 94. Tras su regreso a Nueva Granada, y hasta 1853, Adolfo Harker ejerció en Bogotá como tenedor de libros y escribiente de Raimundo Santamaría. Durante este tiempo también llevó las cuentas de Carlos Michelsen y Mauricio Ruiz, lo mismo que de la Compañía de Minas y Esmeraldas. 35 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Leg. 21, ff. 7-8, 7 de marzo de 1878. 36 HARKER, Adolfo, op. cit., p. 94.

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casa que tenían Leopoldo y Daniel Schloss en Bogotá, pues estos últimos viajaron a Inglaterra para establecerse y fundar allí la casa comercial Schloss Hermanos37 . Antes de convertirse en socio de Koppel & Schloss de Bucaramanga, Harker ya había incursionado en otros negocios. Para 1853, por ejemplo, junto a su tío, el reputado y acaudalado comerciante, Manuel Mutis, conformó una compañía para exportar sombreros de Girón al mercado de Nueva York e importar artículos producidos en Europa38 . Además, entre 1868 y 1869, fundó con Pedro Corena una empresa para explotar añil en su finca La Mutisia. Anejo a estas actividades, hasta 1874 trabajó como administrador de Crosthwaite & Cía.39 , organización en la que eran socios: Schloss Hermanos de Londres, Raimundo Santamaría, David Castello, A. Crosthwaite y Stibel Brothers40 . Así las cosas, los lazos entre Harker y Koppel & Schloss no sólo se remontaban años atrás, sino que su amistad era casi fraternal, pues luego de ser perseguido y exiliado de Bucaramanga por su participación en la guerra de 1859, S. J. Koppel y Carlos Schloss, sin reserva alguna le ofrecieron un crédito en mercancías manifestándole que “lo que a usted le convenga, eso nos conviene a nosotros”. De igual manera, según el propio Harker, el alemán Buendía Koppel fue otro que lo trató con generosidad, abriéndole las puertas de su almacén sin condiciones41 . Buendía Koppel, quizá pariente de S. F. Koppel, llegó a Bucaramanga en 1865, año en que junto a su coterráneo Guillermo Schrader, creó la sociedad Koppel & Schrader 42 . Los dueños de esta compañía, cuyo objeto fue importar efectos extranjeros, realizar consignaciones y desarrollar todo tipo de negocios comerciales, mantuvieron tratos cercanos con algunos de los antiguos comerciantes de Bucaramanga, sobre todo con Ulpiano y José María Valenzuela, quienes amén de figurar como socios de Valenzuela e Hijo43 eran, respectivamente, suegro y cuñado 37 38 39 40 41 42 43

Ibid., p. 80. Ibid., pp. 40-41. Ibid., p. 82. Ibid., p. 81, 93 Ibid., pp. 80, 84. CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Leg. 10, ff. 5-6, 1865. CDIHR, NPB, Caja 48, 7 de noviembre de 1863. La Compañía Agrocomercial Valenzuela e Hijos inició operaciones el 21 de octubre de 1862, teniendo como socios a Ulpiano y sus hijos Camilo y José María Valenzuela. Así conformada, desde 1863 funcionó en un edificio de 3 casas y 6 tiendas que los Valenzuela compraron al Estado. No obstante, luego de la muerte de Camilo, en noviembre de 1866,

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de Schrader. Uno de los primeros negocios con los Valenzuela, entre los muchos que luego celebraron juntos, fue el que llevaron a cabo en 1866: el señor Ulpiano Valenzuela [...] como socio de la casa de “Ulpiano Valenzuela e Hijo” confiesa haber recibido de los señores Koppel & Schrader como avances a la cosecha de tabacos que su casa cosecha en sus diversos terrenos, la suma de 32.000 pesos de ley [...] Que en esta virtud la casa de “Ulpiano Valenzuela e hijo” aseguran a dichos señores Koppel & Schrader la referida cantidad, con: Las haciendas de Suratá, Medios, Quinta y Vijagual que están en este distrito (de Bucaramanga). Los terrenos del Río del Pescado con sus potreros de ceba ubicados en el distrito de Rionegro. Y la casa que esta acabando de construir en la 44 calle real de esta ciudad al oriente de la plaza principal de ella .

Y fue justo en la casa que se menciona, donde la sociedad Koppel & Schrader funcionó durante muchos años45 . Así anunciaba la compañía sus servicios a la comunidad en general: Avisamos a nuestros amigos que hemos establecido una casa sucursal en Bucaramanga. Local de negocio: el almacén recientemente construido por los señores Valenzuela e Hijo, en donde tendremos un surtido completo de mercancías introducidas directamente de Europa y que ofrecemos en venta a precios módicos. Compramos toda clase de productos, principalmente café y añil, y también nos hacemos cargo de la consignación de estos productos para su venta en Bremen, Londres, 46 París y Nueva York .

Sin duda, los nexos entre los Valenzuela y Koppel & Schrader fueron sólidos y cercanos. Sin embargo, sus lazos con comerciantes alemanes se extendían más allá, pues Guillermo Müller contrajo matrimonio con Luisa Valenzuela, otra de las hijas Ulpiano y José María renovaron el contrato dándole a la compañía la nueva razón social de Valenzuela e Hijo; ésta, sin embargo, tuvo una vida efímera, pues fue liquidada el 22 de julio de 1870 cuando Ulpiano decidió retirarse de los negocios tras la muerte de su esposa. 44 CDIHR, NPB, Instrumento 319, 1866. Citado por ARENAS, Emilio, La casa del diablo. Los Puyana: tenencia de tierras y acumulación de capital en Santander, Bucaramanga, Impresores Colombianos, 1982, p. 88. 45 CDIHR, NPB, Caja 82, Instrumento 77, 1872. 46 Gaceta de Santander (en adelante G.S.), Bucaramanga, mayo de 1869. Citada por RODRIGUEZ PLATA, Horacio, La inmigración alemana al Estado Soberano de Santander en el siglo XIX, Bogotá, Ed. Kelly, 1968, p. 15.

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de Ulpiano. Müller fue el primer cónsul alemán en el Estado de Santander y, junto a Buendía Koppel y Guillermo Schrader, era dueño de la compañía comercial Koppel, Schrader & Müller.47 Aunque la llegada de extranjeros, sobre todo italianos y alemanes, se hizo notable en Bucaramanga a partir de 1860, antes de esa fecha ya encontramos registros de transacciones realizadas por Geo von Lenguerke y Jorge Goelkel. El primero llegó a la localidad en 1852, y desde esa fecha emprendió “negocios de tabaco y sombreros a gran escala”48 . Poco tiempo después, junto a su pariente Paul G. Lorent, fundó la compañía Lenguerke & Lorent. Lorent, particularmente, sobresalió como uno de los extranjeros más prominentes de la localidad, ocupando altos cargos como el de Cónsul alemán en Bucaramanga y Gerente del Banco de Santander. Además, tras la muerte de Lenguerke, el 1 de julio de 1883 fundó junto a Carlos Keller y Gustavo Wolkmann la casa Lorent, Keller & Cía.49 Como se observa, tanto los alemanes como los italianos siempre mantuvieron estrechos vínculos entre coterráneos, sobre todo cuando de fundar casas comerciales o de contratar apoderados y dependientes se trataba. Lenguerke & Lorent, por ejemplo, desde el principio contaron con Hermann Hederich y los hermanos Christian y George Goelkel como sus más cercanos colaboradores. No obstante, también es cierto que tiempo después algunos de ellos se independizaron y fundaron sus propias compañías. Fue así como en 1873 surgió Hederich & Goelkel, propiedad de Hermann y Christian. Esta sociedad regular colectiva fue pactada a un término de cinco años contados desde el 28 de enero, y sus especulaciones tuvieron por objeto toda clase de negocios comerciales50 . George Goelkel, por su parte, no sólo fue apoderado de Lenguerke durante muchos años, sino que paralelo a esa actividad, junto a su hijo Reinaldo trabajó con Guillermo Jones Benítez, César Gómez Plata y Temístocles Paredes. Nada extraño, pues además de lazos comerciales y de amistad, los unían vínculos familiares.51 47 48 49 50 51

CDIHR, Sección Civil-Ejecutivos, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 23, Legajo 561, f. 2, 1876. GARCIA, José Joaquín, op. cit., p. 155. CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 2, Legajo 25, ff. 1-2, 1885. CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 11, f. 3, 1873. CDIHR, Sección Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga, Legajo 1, f. 1, 11 de noviembre de 1874. Guillermo Jones Benitez estaba casado con una hermana de César Gómez Plata, quien tenía junto a Temístocles Paredes la sociedad Gómez & Paredes, pactada a 10 años y 50 días, y de la cual Gómez fue su administrador. A su vez, el hermano de Temístocles Paredes era cuñado de Jorge Goelkel pues estaba casado con Antonia Goelkel. Finalmente, Jorge Goelkel era esposo de Octavia Jones Arciniegas, prima de Guillermo Jones Benitez.

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No sorprende, por otra parte, que a este grupo estuvieran ligados los Valenzuela, quienes como se dijo, siempre mantuvieron cercanos vínculos con los alemanes. Así por ejemplo, Tobías Valenzuela, hermano de Ulpiano, estaba casado con Dolores Jones Arciniegas, cuñada de Jorge Goelkel. Además, por nexos familiares, los Valenzuela se unieron a poderosos comerciantes radicados en Venezuela, entre ellos al clan alemán Minlos Breuer, a través de Carlina y Amelia Valenzuela, esposas de Emilio Minlos Motovio y Felipe Hakspiel, respectivamente. Minlos Breuer & Cía. fue una de las casas más poderosas entre las que se radicaron en Bucaramanga durante el quinquenio 1880-1885. La compañía fue creada el 31 de agosto de 1883 por Enrique Eduardo Breuer, Augusto Adolph Emel Minlos, Jens Nicolassen Moller, Federico Guillermo Birtuir, J. Sue Lalleman, Jorge Hesselman, Christian Federich Witzke y Federico Minlos, todos comerciantes alemanes radicados en Venezuela. Esta casa operó como sucursal de la que, bajo la misma razón social, funcionaba en Maracaibo, ocupando en Bucaramanga el local que años atrás había servido como sede de Lenguerke & Lorent52 . Como la familia jugaba un papel importante en la conformación de las compañías, en Bucaramanga también prosperaron algunas constituidas por hermanos, entre ellas Cadena & Hermano, García & Hermanos, Vargas Hermanos, y Mantilla Hermanos. La primera, propiedad de Juan Bautista y Eusebio Cadena, fue fundada en 188453 . García & Hermanos, por su parte, pertenecía a Sinforoso, Luis Demetrio y Camilo García, y su fecha de iniciación data de 188454 . En cuanto a Vargas Hermanos, para el 31 de diciembre de 1882 se encontraba en proceso de liquidación55 , no obstante, reapareció en 1890 con el nombre de Francisco Vargas & Hermanos, sobresaliendo en la exportación de café 56 . Por último, Mantilla Hermanos, fue fundada por Pedro Vicente y Elías Mantilla Orbegoso, y para 1882 ya realizaba operaciones de comercio57 . 52 GARCIA, José Joaquín, op. cit., p. 181. 53 CDIHR, Sección Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga, Legajo 006, f. 8, 2 de julio de 1882. 54 GUERRERO, Amado y AVELLANEDA, Maribel, “La elite empresarial de Santander (1880-1912)”, en DAVILA L. DE GUEVARA, Carlos (compilador) Empresas y empresarios..., op, cit., pp. 153-154. 55 CDIHR, Sección Civil-Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 8, f. 4, 31 de diciembre de 1882. 56 GUERRERO, Amado, y AVELLANEDA, Maribel, op. cit., pp. 153-154. 57 CDIHR, Sección Civil-Ejecutivos, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 23, Legajo 552, ff. 2-4, 1883. Cabe anotar, que precisamente José María Valenzuela contrajo segundas nupcias con Concepción Mantilla Orbegoso, hija de Alipio Mantilla y hermana de Pedro Vicente, Elías y Daniel Mantilla Orbegoso, este último, uno de los más destacados novelistas santandereanos del siglo XIX. Una de las obras de Daniel Mantilla Orbegoso puede leerse en ESPAÑA, Gonzalo y PALENCIA SILVA, Mario, Novelas Santandereanas del Siglo XIX, Bucaramanga, Editorial UNAB, 2001.

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Entre los comerciantes extranjeros uno de los más afamados fue el venezolano Manuel Cortissoz, quien en unión de la casa barranquillera A. Wolff & Cía estableció en 1877 la sociedad comanditaria M. Cortissoz & Cía. Ya establecida, y aprovechando el incremento espectacular que entre 1877 y 1881 alcanzó el precio de la quina en los mercados internacionales, la casa Cortissoz se involucró en la producción y exportación de ese producto58 . En este negocio, al principio la sociedad tuvo tratos con Solón Wilches, quien para 1879 no sólo era Presidente del Estado sino productor de la corteza. Sus compromisos comerciales se iniciaron aproximadamente a principios de 1878, año en que Díaz Granados, como representante de Cortissoz, envió a Wilches la siguiente carta: Estimado amigo mío. [...] si usted cree que podemos hacer negocios de significación podemos citarnos en el Valle [de Cúcuta] para la próxima feria, a donde irá en persona el señor don Manuel Cortissoz, a conferenciar con usted para cuyo efecto sería preciso que se dignara enviarnos un peón a Bucaramanga avisándonos que acepta o no nuestra 59 entrevista .

Wilches contestó que tenía otras propuestas para la venta de quinas, pero que como la casa en mención le había sido muy bien recomendada, en efecto estaba dispuesto a entrar en el negocio con ellos60 . La recomendación a la que aludía era la que días antes le había hecho el comerciante Juan Nepomuceno González, exhortándolo a que entrara en tratos comerciales con Cortissoz: Señor General Solón Wilches. Tengo deseo de que Ud. se ponga en correspondencia con Manuel Cortissoz a Bucaramanga; es un cumplido caballero y un excelente amigo; tiene mucha voluntad y un gran deseo de hacer relaciones con Usted, y podría ayudarle mucho en sus negocios. Escríbale, y estoy seguro, no quedará descontento con mi 61 recomendado . 58 JOHNSON, David, “Reyes González Hermanos: La formación del capital durante la Regeneración en Colombia”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XXIII, No. 9, Bogotá, Banco de la República, 1986, p. 34. 59 CDIHR, Archivo Wilches (en adelante AW), Caja 1, Pamplona, 21 de enero de 1878, carta de Miguel Díaz Granados a Solón Wilches. 60 CDIHR, AW, Caja 1, Concepción, 3 de abril de 1878, carta de Solón Wilches a Manuel Cortissoz. 61 CDIHR, AW, Caja 1, Bogotá, 20 de febrero de 1878, carta de Juan Nepomuceno González a S. Wilches.

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El tiempo, sin embargo, se encargaría de demostrar lo contrario, pues años más tarde Cortissoz y Wilches tuvieron serios conflictos que involucraron no sólo a los socios de otras compañías, sino a los habitantes de la localidad en general y al gobierno del Estado de Santander. Ahora bien, aunque a finales de 1870 casi todas la compañías comerciales habían incursionado en la explotación y exportación de quina, cabe destacar las de Nicolás J. Orozco & Cía 62 y Reyes González & Hermanos. La primera pertenecía al cartagenero Nicolás Genaro Orozco, esposo de Trinidad Parra Quintero -hija y heredera del comerciante Juan Crisóstomo Parra- con quien posteriormente fundó la casa comercial, Trinidad Parra de Orozco & Cía. Por su parte, Reyes González & Hermanos fue fundada el 21 de septiembre de 1882 y tuvo como socios a Eleuterio, Florentino y Reyes González63 ; este último había irrumpido en los negocios una década atrás. La primera noticia sobre sus actividades comerciales data de 1873, año en que se asoció con sus cuñados Ignacio y Manuel Blanco para fundar una compañía que, a pesar de ser pactada a seis años, fue disuelta catorce meses después. Por otra parte, un año antes de fundar Reyes González & Hermanos, los tres socios se unieron con el comerciante de Cúcuta Guillermo Forero Barreto para crear González & Forero, cuyo propósito fue “especular en toda clase de negocios relacionados con la introducción y comercialización de drogas al por mayor y detal”. A lo mejor los González se interesaron en esa actividad porque durante el llamado período de las quinas hubo mayor demanda de ese tipo de productos entre quienes laboraban en los campos: “los médicos no cesaban de recetar a los que llegaban diariamente enfermos por motivo de la intemperie y de los climas deletéreos; los boticarios despachaban en profusión sus pedidos de drogas y recetas”.64 Precisamente sobre este tipo de comercio, en Bucaramanga se establecieron varias boticas, entre ellas, la de Geo von Lenguerke; la Botica Alemana, creada en 1863 62 CDIHR, AW, Caja 1, Bucaramanga, enero 18 de 1878, carta de Nicolás G. Orozco a Salvador Vargas E. 63 Como capital inicial, Reyes introdujo $115.000 pesos en efectivo, más una casa y un almacén en la calle del comercio. Eleuterio y Florentino participaron con doce mil pesos en efectivo en la compañía Forero & González, y las haciendas La Luisiana, Los Cocos (o La Fe), en Rionegro, y Río de Oro y Vega de Suratá en Bucaramanga, además de una casa en la tercera cuadra de la calle del comercio, cuyo valor total ascendía a 106.000 pesos. CDIHR, Sección Civil-Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 08, f. 3, 1882 Véase también JOHNSON, David, “Reyes González Hermanos...”, op. cit., p. 35. 64 GARCÍA, José Joaquín, op.cit., p. 334.

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por Hugo Biesner65 ; La Paz, propiedad del francés Víctor Paillé Dulud66 ; y otra, del italiano Jorge St. Croix67 .

1.4 Otras compañías Con el ensanchamiento de la actividad comercial y la descentralización fiscal promovida por los legisladores del Estado soberano de Santander, los comerciantes oriundos o recién establecidos en Bucaramanga no sólo crearon casas comerciales para exportar, importar y comercializar productos, sino otras organizaciones económicas destinadas entre otras cosas a la explotación de algún renglón del sector primario. Tales organizaciones fueron: las “compañías empresarias”, dedicadas a la construcción de caminos y ferrocarriles; las “compañías mineras”, constituidas para explotar recursos naturales (oro, plata y cobre); y las “compañías agrícolas”, organizadas para producir y comercializar caña de azúcar, tabaco, café y otros frutos. Aunque estas compañías oscilaron por igual entre anónimas y regulares colectivas, se caracterizaron porque sus actividades siempre comportaban la participación del Estado en calidad de contratante. A continuación nos referiremos a algunas compañías mineras que se fundaron durante el período 1855–1885.

1.5 Las inversiones en minería En Santander la zona minera más destacada comprendía los distritos de Alta, Baja y Vetas68 . Las minas allí localizadas habían sido explotadas por españoles desde la época del Virreinato, pero alcanzada la Independencia la “Asociación Colombiana de Minas” –compañía dirigida precisamente por el padre de Adolfo Harker–, pasó a usufructuarlas. En este y otros casos, los ingleses obtuvieron del gobierno colombiano “concesiones para las explotaciones como reclamo en la negociación de empréstitos con los merchant bankers británicos.”69 No obstante, tras las incursiones de los ingleses, sólo a finales de la década del 60, el interés por la explotación de esa zona minera despertó de nuevo. 65 G.S., No. 1.280, Socorro, 29 de marzo de 1879. 66 Ibid.. 67 CDIHR, Sección Civil-Ejecutivos, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 6, Legajo 142, ff. 2-3, 1867. St. Croix estaba casado con María Luisa Toscano, hermana del comerciante de Cúcuta, y luego radicado en Bucaramanga, Nepomuceno Toscano. Vale anotar asimismo, que el distribuidor de medicamentos a Jorge St. Croix era la compañía Catalán Fonseca & Cía, radicada en Cúcuta. 68 G.S., No. 666, 3 de noviembre de 1870, pp. 505-506. 69 FISHER, Thomas, “Empresas extranjeras en el sector del oro y de la plata en Colombia, 1870-1914:

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En este nuevo escenario, en 1870 el Estado de Santander –que todavía reclamaba ante el gobierno de la Unión, la propiedad sobre las minas de Alta, Baja y Vetas70 – adjudicó varias pertenencias a Francisco Grellet, Jacobo Bueno y Juan Bransby. Con Jacobo Bueno el contrato para explotar las minas llamadas Los Lajones y Chiquinquirá se celebró el 27 de mayo de 1870, sirviendo como fiador, Reyes González71 . Del mismo modo, el 18 de abril del citado año, la Compañía Minera de Santander, compuesta por el ingeniero de minas Francisco Grellet, Joaquín París, Jacinto Bouyel Dien, Timoteo Hurtado, y otros socios más, obtuvo la concesión para explotar las minas de oro, plata y cobre denominadas Arco de Borrero, Angostura o San Andrés, Santa Catalina, San Bartolo, Las Animas y Los Llanitos, localizadas en los distritos de Baja y Vetas.72 Para 1875 sin embargo, la Compañía Minera ya había cerrado y, contrario a cualquier predicción, sólo Jacobo Bueno persistía en la extracción de minerales. Ese año, el Presidente del Estado señaló en su Informe a la Asamblea: “Propiamente hablando, puedo decir que el trabajo de las minas ha concluido.” En su criterio, la falta de máquinas, herramientas, mineros y, sobre todo, buenas vías de comunicación, impedían la buena marcha de las empresas.73 Además, aunque esa incursión inicial sirvió como aliciente para que otras personas se interesaran en explotar los territorios mineros, con frecuencia los aspirantes no se atrevían a arriesgar trabajos preliminares porque las disposiciones legales de 1869 representaban una limitación para esa clase de operaciones. El problema consistía en que para acceder a una concesión primero era necesario invertir considerables sumas de dinero en exploraciones. Hecho el hallazgo, éste debía someterse a licitación pública, dejando la posibilidad de que quienes habían invertido en la exploración quedaran sin el contrato luego de la puja: Por consiguiente -señalaba el Fiscal de Minas- así se quedarán estas sin trabajar y esto será un gran prejuicio para el Tesoro. Mi opinión es que

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la free-standing company como modelo aplicado por inversionistas extranjeros”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. 32, No. 39, Bogotá, Banco de la República, 1995, p. 65. Informe del Presidente de Santander a la Asamblea Legislativa. Año 1867, Socorro, Imprenta de Arenas y Cansino, 1867, p. 41. CDIHR, NPB, Caja 72, Instrumento 174, ff. 204v-212v, 1870. CDIHR, NPB, Caja 72, Instrumento 140, ff. 48r-58v, 1870. “Si contáramos con buenas vías de comunicación podría exportarse con poco costo el mineral en bruto, sacando los gastos hechos en su extracción i transporte i reportando una utilidad neta considerable.” Informe del Presidente de Santander a la Asamblea Legislativa en sus sesiones de 1875, Socorro, Imprenta del Estado – Director, J. M. Lombana, 1875, p. 26.

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el ciudadano Presidente pida a la Asamblea próxima venidera la derogatoria pura y simple de la Ley 30 citada que considero como el mayor estorbo para el fomento de la industria minera en los distritos de Alta, Baja y Vetas. Sin esta Ley hubiera habido más empresarios pues observo que la empresa de la compañía minera de Santander ha despertado y estimulado el deseo de trabajar minas, y si ella tiene buenos 74 resultados como es de esperarse, este estimulo será mucho mayor .

De tal manera, sólo hasta el decenio de 1880 otras compañías volvieron a interesarse en la explotación de minerales. Dos de ellas fueron la compañía Mina Hidráulica del Suratá y Río de Oro y la Compañía Minera de Bolívar y Santander. Estas, además de crearse como sociedades anónimas, contaban como accionistas a la mayoría de comerciantes que décadas atrás venían dedicándose a negocios de importación y exportación. Así, por ejemplo, la compañía Mina Hidráulica del Suratá y Río de Oro, fundada en 1884 por iniciativa de Phillip Hakspiel, Víctor Paillé y Paul Polko, contó entre sus accionistas a: Miguel Díaz G., José Puyana, Reinaldo Goelkel, Cristian Peter Clausen, Alfredo y Daniel D´Costa Gómez, Roberto Minlos, Ernesto Langenbach, Koppel & Schloss, Julio y Antonio Ma. Ogliastri, José J. Baccli, Eduardo Schlelin, Bernardo Wessels, Gustavo Wolkmann, Oscar Kuhn, José J. García, Emilio Kopp, Enrique Glass, Aurelio Mutis, Tobías Valenzuela, Reyes González, Florentino González, Trinidad Parra de Orozco, Paul G. Lorent, Luis Silva Baños, Eloy Valenzuela, José J. Llach, Julio Stridinger, Pedro E. Otero, Solón Wilches, Julio Jones, Alejandro Koppel, Kurt Bergter y Antonio María Rincón, entre otros. De igual manera, la Compañía Minera de Bolívar y Santander, creada en 1885, tuvo como fundadores a Manuel Cortissoz, Luis G. Pochet, natural de cuba y vecino de Barranquilla, Serafina Salas de Pochet, Esther Wolf e hijos, Teresa Semblat de Cortissoz, natural de Venezuela y vecina de Bucaramanga al igual que su esposo, y Jacobo Cortissoz, natural de Curazao y vecino de Barranquilla.

2. Los comerciantes frente a la propiedad raíz El análisis de un extenso corpus documental, que incluye registros notariales, demandas civiles, deslindes y tercerías excluyentes, permitió constatar que entre 74 G.S., No. 667, 7 de noviembre 1870, p. 509.

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1857 y 1885 la mayoría de los grandes comerciantes de Bucaramanga fueron dueños de pequeñas, medianas y grandes extensiones de tierra dedicadas a la cría de ganado y a la producción de géneros con demanda en el mercado internacional. A continuación veremos precisamente, quiénes fueron los dueños de la tierra en Bucaramanga y sus alrededores, y a través de qué mecanismos accedieron a ella. A partir de este interrogante, se considera un aspecto sobre el que la historiografía colombiana ha desarrollado extensas discusiones, y es el que tiene que ver con la supuesta correspondencia entre conservadores-propietarios y liberales-comerciantes. El examen de los registros notariales de compra y venta de propiedades raíces correspondientes al período 1857–1872 indica que en el Departamento de Soto la tierra se fue convirtiendo, paulatinamente, en un bien de transacción. Asimismo, dicho examen confirma que allí predominaba la pequeña y mediana propiedad, pues mientras la alusión a grandes haciendas es escasa, hay muchas operaciones de compraventa por pequeñas cuantías75 . En Bucaramanga y sus alrededores (Matanza, Alta, Baja, Suratá, Girón, Rionegro, Tona) la tierra no pertenecía a un limitadísimo grupo de personas y familias, sino a un más o menos amplio sector social cuya ocupación oscilaba entre presbíteros, políticos, funcionarios del Estado, médicos, abogados, comerciantes, militares y, en menor medida, campesinos. Si nos remitimos a la filiación política de los propietarios, podemos decir con José Antonio Ocampo que en Bucaramanga “la identificación conservatismo-terratenientes y liberales-comerciantes no resiste el menor análisis” 76 . Allí los comerciantes tanto conservadores como liberales detentaron pequeñas, medianas y grandes extensiones de tierra. Tales propiedades se utilizaron, entre otras cosas, para refrendar sus contratos con el Estado, como forma de inversión y para acceder a créditos con particulares, con el Banco de Santander o con grandes casas comerciales de Barranquilla, Cúcuta y la misma Bucaramanga. En el cuadro N° 2 se pueden observar los nombres de los grandes comerciantes y empresarios de Bucaramanga, su filiación política y las tierras que poseían:

75 JONHSON, David, Santander siglo XIX..., op. cit., p. 246. En este sentido, estamos de acuerdo con el autor cuando afirma que en Santander prevalecía la pequeña propiedad. 76 OCAMPO, José A., op. cit., p. 24.

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Conservador

Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Conservador Extranjero Extranjero Extranjero Extranjero Extranjero-Conservador

Juan Crisóstomo Parra

Pantaleón Ortiz Modesto Ortiz Obdulio y Crisóstomo Estevez Reyes González Alipio Mantilla Trino Mantilla Nicolás J. Orozco Adolfo Harper

Mutis Manuel

José Rey Rey Guillermo Jones Benítez

Santafé Cadena

José Cupertino Rovira Camilo García José Delfino

Minlos Breuer & Cía

Carlos Muller y Carlos Vogelsang

Manuel Cortissoz

Koppel & Schloss

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Filiación Política

Comerciante o Compañía

Ubicación y Nombre de la propiedad Bucaramanga: Cabecera del Llano, La Loma de la Sacristía, Faldiquera, Corral de piedra, Mayagüez, El Rincón, El Cacique. Matanza: Papayal, Las Mesetas, El Mocarro, La Vega, El Palmar, Aguada, Aguanegra. Rionegro: El Salado, El Potrero, Naranjo y Miraflorez. Bucaramanga: Chimitá Rionrego: Las Palmas. Girón: Alto del Llanito. Chiscas: Algunas tierras. Rionegro: Las Palmas y Quebrada de Silgará Sobre la cordillera de La paz: La Luisiana Girón: Bramito Bucaramanga: Las Vegas y Guayanas Rionegro: Sardinas Rionegro: Los Galanes Rionegro: Vega Grande y Portachuelo. Floridablanca : El Macanal y Caballerías. Cáchira: Río del Pescado El Naranjo. Girón: Uno de los ejidos de la localidad La Ceiba Bucaramanga: Tierras en los sitios Conuco y Quebrada de Oro. Girón: Los Cocos. Rionegro: Las Hortugas. Rionegro: Cuzco. Matanza: varias tierras. Girón: Angulito Floridablanca: Llano de las Cerdas y Zapamanga Lebrija: San Joaquín. Rionegro: Las Vegas. Girón y Betulia: La Fe y El tablazo. Rionegro: 6 terrenos Sardinas en Betulia, López Hacienda llamada Río de Oro por valor de 19.000 pesos. Tierras baldías en San Vicente del Chucurí Tierras baldías en San Vicente del Chucurí

Cuadro 2 Comerciantes y empresarios dueños de tierras 1857 – 1885

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Extranjero-liberal Liberal Liberal

Geo von Lenguerke

César Gómez Plata Pedro Vicente y Pedro Elías Mantilla Orbegoso Cía Agrícola Reyes & Silva

Liberal Liberal Liberal Liberal Liberal

Ogliastri Hermanos Raimundo Rodríguez

Timoteo Hurtado

Valenzuela e Hijo

Francisco Ordoñez Rodríguez

Fuente: CDHIR, NPB, Cajas 36 – 72.

Liberal

Liberal

David Figueroa

David Puyana

Extranjero-liberal Extranjero-liberal Extranjero-liberal

Paul G. Lorent Jorge Goelkel Koppel & Schrader

Liberal

Filiación Política

Comerciante o Compañía

Zapatoca: Sogamoso, El Huérfano y Conchalito Bucaramanga: Cabecera del Llano, Las Animas, Alto de las Animas, La Capellanía, Guayana, Alto de Guayana, Alto de los Curos o Buenavista, Alto de Miraflores, El Aburrido, El Rodeo, La Isla, El Cacique y Santa Rita. Matanza: en los sitios La Estancia, El Salado o Peña Quebrada y Quebrada Seca. Girón: Carrizal, Río de Oro y Bramito. Piedecuesta: Hacienda en el Salado. Matanza: en el sitio Bucaré. Bucaramanga: Miraflores y Buenavista. El Progreso. Bucaramanga: Topacio (Antes llamado El Aburrido) Bucaramanga: La Quinta y El Zaque Rionegro: Portachuelo. Suratá y Cáchira: Río del Pescado. Piedecuesta: Chingará y Tierra Adentro. Matanza: La Comunidad de los Arciniegas. Girón: Angulito Bucaramanga: Suratá, Medios, Quinta, Vijagual. Rionegro: Río del Pescado. Cordillera de la Paz: La Luisiana Lebrija: Hacienda Cazumán. Tenía cultivos de café, cacao, plátano y yuca, así como varias casas pajizas de habitación.

Matanza: algunas tierras

Rionegro: Río del Pescado Rionegro: Samacá Tierras baldías Bucaramanga: casas y tierras en el barrio Charcolargo y Las Piñitas. Tierras en la Aldea el Corredor y Marta en Sogamoso, lo mismo que en El Pedral, jurisdicción de Girón. 12.000 hectáreas de tierra en Zapatoca y Betulia. El Naranjo

Ubicación y Nombre de la propiedad

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En el caso específico de los comerciantes, un análisis detallado de las escrituras de compraventa demuestra que a partir de 1860 muchas de las tierras en poder de conservadores comenzaron a pasar a manos de liberales. ¿Cómo sucedió esto?, o mejor, ¿cuáles fueron los factores que condujeron a ese lento pero progresivo cambio? La respuesta esta relacionada, entre otras razones, con las reformas liberales, con el endémico estado de guerra y con la implantación de la Ley de Impuesto Unico y Directo por parte del Estado Soberano de Santander. A continuación analizamos los dos últimos casos. Para los dueños de tierras el inicio de una guerra no sólo implicaba muerte y destrucción, sino incertidumbre económica. Con la guerra inevitablemente se sucedían el reclutamiento de mano de obra, las expropiaciones, el alza de precios sobre los géneros agrícolas y el incumplimiento en el pago de acreencias. Prueba de las dificultades económicas que sobrevinieron luego de la guerra de 1861 son los protocolos de remates de tierras y las múltiples reclamaciones entabladas contra el Estado de Santander y de la Unión por concepto de daños y perjuicios a las propiedades. Dichas reclamaciones, sin embargo, no fueron exclusivas de esa guerra; por el contrario, el voluminoso ordenamiento jurídico prescribiendo empréstitos forzosos, otorgando amnistías, o disponiendo indemnizaciones, indica que la situación se repetía una y otra vez tras cada contienda bélica. Durante la guerra de 1876, por ejemplo, el Presidente del Estado Soberano de Santander ordenó a los Jefes Departamentales que exigieran “préstamos voluntarios o forzosos principalmente a los no afectos a la causa liberal”. En aquella oportunidad se aspiraba recaudar 200.000 pesos, y si algún individuo se negaba a entregar la cantidad solicitada, se procedería “a hacerlo arrestar y tomar la parte de sus bienes que sea necesaria para cubrir el valor de la cuota del empréstito.”77 . Este mecanismo, sin embargo, no era nuevo. Así lo indica la manera como se procedió con el comerciante conservador Juan Crisóstomo Parra durante la guerra de 1861: Luego que la fuerza (el Tercer ejército) llega se le intima el entero de una considerable suma: dice que no puede pagarla, i es reducido a prisión, haciéndose traslucir la nueva de que se le colocaría en un cajón o nicho en que quedaría lo bastante mal acomodado para hacerle desembolsar con el martirio el dinero que se le pedía. Sus amigos, arreglaron este

77 G.S., No. 1046, Socorro, 31 de agosto de 1876, pp. 147-150.

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negocio i fue puesto en libertad. Después debía dar muchas recuas; después ganado, i todo era preciso buscarlo i presentarlo al instante, como se acostumbra en tales casos. Sobre tales incomodidades venían como corolario infalible los insultos i vejámenes de algunos de los jefes 78 de la fuerza .

Como en el caso de Parra, fueron comunes las expropiaciones a hombres pudientes que simpatizaban o pertenecían al partido opositor del Gobierno de turno. Durante la guerra del 61 José Joaquín García relató la situación de la manera siguiente: Para percibir el grueso de las fuerzas se pidieron para cuarteles todas las casas de los conservadores notables, y se repartió entre ellos un fuerte donativo, en cuya distribución se le asignaron ventidos mil pesos a sólo el Señor Juan Crisóstomo Parra, uno de los pocos que no se ocultaron. Pero no se hizo efectivo sino en parte a los que permanecieron aquí; a los demás se les embargaron sus propiedades muchas de las cuales fueron 79 rematadas por cuentas del Gobierno .

Así pues, aunque en las diferentes contiendas los adeptos tanto a uno como a otro partido realizaron expropiaciones cuando ocuparon el poder, es claro que los conservadores siempre resultaron más perjudicados, pues, por un lado, tenían la mayor parte de las propiedades, y por otro lado, entre 1857 y 1885 los liberales detentaron por más tiempo las riendas del Estado. De esta manera tuvieron más opciones de proteger sus intereses, los de sus parientes y amigos cercanos aprovechando la oportunidad para comprar a bajo costo los bienes rematados. Además, como muchas tierras embargadas fueron rematadas, los dueños no pudieron cobrar indemnizaciones y cuando las obtuvieron, dadas las penurias del erario público, tardaron años en recuperar sus capitales, dejando de percibir beneficios. Hay que considerar también que, como en el caso del comerciante conservador Adolfo Harker, muchos hombres adscritos a ese partido tuvieron que salir del Estado, pues quienes participaban en las guerras quedaban impedidos para residir en el mismo lugar donde vivían al inicio de la misma. Esto, de seguro, repercutió en la forma como se llevó a cabo la redistribución de la tierra durante esos años80 .

78 DEAS, Malcom, op. cit., p. 368-369. 79 GARCÍA, José Joaquín, op. cit., p. 124. 80 G.S., No. 1071, Socorro, 22 de marzo de 1877. pp. 19-20.

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Ahora bien, como se dijo, otro factor en el traspaso de bienes raíces de conservadores a manos de liberales fue la Ley de Impuesto Único y Directo sancionada en 1858. Esta Ley gravaba con cinco décimos de peso las propiedades inmuebles cuyo valor sobrepasara los 100 pesos, castigando el incumplimiento con la no protección del Estado sobre tales propiedades, lo mismo que con la inhabilidad de los dueños para venderlas81 . Como era de esperarse, la norma provocó la enérgica reacción de los conservadores, quienes en calidad de propietarios mayoritarios se negaron a costear el funcionamiento de un Gobierno en el que, por lo demás, no se sentían representados. El Impuesto Único fue entonces otro de los factores que motivó el traspaso de tierras a manos de comerciantes liberales y extranjeros, pues en muchos casos los conservadores prefirieron vender antes que pagar la correspondiente contribución. Con todo, esta apreciación no puede exagerarse, pues, en primer lugar, muchos bienes de conservadores permanecieron en su poder por largo tiempo, y en segundo lugar, los que por fuerza tuvieron que vender, siempre procuraron que sus tierras quedaran entre integrantes de su círculo familiar o de partido.

3. A manera de conclusión A finales de 1850 en Bucaramanga comenzó a construirse un nuevo marco institucional que en lo político, jurídico y administrativo confluía en el Estado Soberano de Santander, en lo ideológico destellaba trazos de liberalismo político (democracia/individuo), en lo económico defendía el librecambio y en lo social y cultural manifestaba una variopinta mezcla entre actitudes burguesas y postulados de la costumbre y la tradición. Como es natural, este marco ambientó el clima para el surgimiento de nuevas organizaciones. Veamos cuáles fueron las condiciones que impuso ese nuevo marco institucional y a qué tipo de organizaciones dio lugar.

3.1 Las instituciones informales Al igual que en casi todo el territorio neogranadino, durante la primera mitad del siglo XIX en Bucaramanga predominaron usos y costumbres heredados del antiguo régimen virreinal. Entre los sectores dominantes persistía cierto ideario señorial que daba preeminencia a la pureza de sangre, a la política sobre las actividades económicas y al honor sobre el trabajo82 . En efecto, sobre el desprecio por las actividades económicas, en 1853 Aquileo Parra señalaba que “perdida toda esperanza 81 G.S., No. 20, Bucaramanga, 13 de enero de 1858, pp. 77-78. 82 SAFFORD, Frank, El ideal de lo práctico, Bogotá, El Ancora Editores, 1989, p. 38.

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de seguir carrera literaria, por falta de recursos propios y de apoyo extraño, me dediqué, en asocio de Trino, a un penoso trabajo (comerciante), con cuyo producto contribuíamos a la subsistencia de la familia”83 . Así mismo, con relación a la pureza de sangre, la tendencia a conservar un fenotipo europeo y el capital económico heredado de generaciones anteriores, perpetuaba las redes de familias notables existentes. A finales de 1850 las actitudes de animadversión frente al desempeño de actividades comerciales y empresariales fueron cediendo terreno, ante una nueva concepción donde la participación directa y activa en ellas aparecía como fuente de prestigio social y beneficios económicos. En este sentido influyeron de manera decisiva dos factores: uno, la llegada de extranjeros con un esquema mental decididamente capitalista y emprendedor, y dos, la implementación, por parte del Gobierno del Estado de Santander, del modelo librecambista que favorecía el desarrollo de importaciones y exportaciones, permitiendo a su vez, un rápido ascenso económico para quienes se dedicaban a la actividad comercial. De igual forma, anejo a esta transformación ideológica frente al oficio de comerciante, los beneficios y el prestigio social derivados de su ejercicio contribuyeron a la formación de una nueva red de familias notables. Así, no sólo las redes existentes se mantuvieron, sino que a éstas se adicionó una nueva e intrincada red cuyos integrantes se dedicaban principalmente al comercio, a la que sólo integrantes de poderosas familias o extranjeros acaudalados podían ingresar. En consecuencia, tanto las antiguas como la nueva red de familias notables vinieron a conformar un renovado sector social que construyó centros de sociabilidad, símbolos y costumbres propias que reflejaron su visión del mundo y de las cosas, pero que, sobre todo, diferenciaba a sus integrantes de otros sectores sociales de la localidad. El renovado sector social no era del todo uniforme, antes bien, puede hablarse de dos grupos de redes de familias notables, cada uno ligado por vínculos de parentesco, ideología, partido y negocios. Así, aunque los integrantes de ambos grupos establecieron nexos con extranjeros, los del grupo de filiación liberal se unieron a ellos mediante vínculo matrimonial, mientras que los del grupo de filiación conservadora siguieron la tendencia de casarse entre integrantes de familias adscritas a su mismo partido político y en raras ocasiones permitieron el ingreso de extranjeros a nivel familiar84 . 83 PARRA, Aquiles, Memorias de Aquileo Parra, Bucaramanga, Imprenta Departamental de Santander, 1990, p. 24. 84 Caso contrario sucedía con los comerciantes conservadores de Cúcuta, quienes con mayor frecuencia

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Tal vez el escollo para que este tipo de uniones prosperara entre los conservadores fue el aspecto ideológico. Aunque jamás se opusieron a realizar negocios con extranjeros radicados en Bucaramanga, Bogotá u otros lugares del país, su adhesión a la doctrina católica limitó el matrimonio entre integrantes de sus familias y personas adeptas a credos religiosos distintos o a logias masónicas. Entre los liberales, por el contrario, los nexos familiares con extranjeros fueron frecuentes y actuaron como elementos de cohesión no sólo de las redes familiares del grupo, sino de los negocios. Se trataba de una relación simbiótica. Mientras los inmigrantes aportaban capital, contactos con compañías extranjeras y conocimientos sobre el sistema económico y financiero externo, los comerciantes nativos les garantizaban tanto la aceptación y acceso al grupo de familias notables, como la oportunidad de conseguir –al menos con mayor facilidad- contratos con el Estado (concesiones para obras públicas, remates de aguardiente, explotación de minas, tierras baldías, etc.). Finalmente, en esta unión de liberales y extranjeros, la participación conjunta en los círculos de la masonería se convirtió en el báculo mediante el cual pudieron ensanchar sus relaciones con poderosos comerciantes o compañías comerciales de masones localizadas en Venezuela, las Antillas, Norte América y Europa. Junto a las actitudes de los sectores dominantes estaban las de los sectores populares con los que los comerciantes debían interactuar en el constante desarrollo de sus negocios. Dichos sectores nada entendían de la racionalidad económica necesaria para poner en marcha una estructura competente dentro de las organizaciones económicas creadas por los comerciantes y empresarios. Por el contrario, sus esquemas mentales se traducían en postulados de la costumbre y la tradición propios de una sociedad precapitalista y premoderna, es decir, mantenían poca disciplina laboral y prácticas religiosas, sociales y culturales profundamente arraigadas en creencias mítico-religiosas. En el caso de los comerciantes muchas de esas prácticas resultaban inofensivas para sus intereses, sin embargo, otras les generaban altos costos de transacción. Así, por ejemplo, el saboteo a los almacenes85 , el descuido de los agentes de las establecieron vínculos matrimoniales con comerciantes extranjeros radicados allí o en Maracaibo. De todas maneras, desde la segunda y tercera generación, para los hijos de comerciantes de Bucaramanga la filiación política y las condiciones ideológicas y religiosas de los extranjeros dejaron de ser un obstáculo para la realización de alianzas matrimoniales 85 Considérese, por ejemplo, lo que la historiografía colombiana ha llamado “los sucesos del 7 y 8 de septiembre en Bucaramanga”, cuando integrantes de la sociedad democrática “Culebra pico de oro”

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bodegas o la embriaguez e impuntualidad de los bogas a la hora de transportar las mercancías por el río Magdalena, constituían un factor adverso para sus intereses. No obstante, también es cierto que algunas veces recurriendo a los mismos argumentos mítico-religiosos en que creían dichos sectores populares, los comerciantes y empresarios superaban parte de sus inconvenientes o necesidades. David Puyana, por ejemplo, quizá aprovechó el rumor que corría entre las gentes del común según el cual tenía un “pacto con el diablo” y por lo tanto era dueño de “talentos mágicos que lo hacían estar en todas partes sin estar en ninguna”86 , con lo que, por supuesto, muchos de sus trabajadores debieron temerle o estar a la expectativa de su cercana tutela durante las jornadas de trabajo. Otro ejemplo es el que nos ofrece José Joaquín García, quien comenta que para incentivar la siembra de café, el padre Francisco Romero “Imponía a sus feligreses como penitencia sacramental, cuando se acercaban a la confesión, que sembraran 100 o 500 o 1000 matas de café, según el número y gravedad de los pecados”. De ahí que “Años después, llanos, quiebras y pendientes estaban poblados de arbustos pomposos y prolíficos”87.

3.2 Las instituciones formales Durante la vigencia del Estado Soberano de Santander los gobernantes crearon todo un andamiaje jurídico-administrativo basado en medidas liberales que favorecieron el desarrollo de ciertas actividades y retrotrajeron el avance de otras. Algunas de esas medidas fueron: la implantación de bajos aranceles para las importaciones, la desamortización de bienes de la iglesia, la abolición de censos y capellanías, la venta de ejidos, y la concesión de tierras baldías a cambio de la construcción de vías hacia el Magdalena o de bonos territoriales. Así mismo, con el fin de autofinanciar el Estado, los gobernantes crearon el Impuesto único y directo, y alquilaron a particulares los estancos de aguardiente de los distintos distritos. Por último, en su intento por promover el comercio –en el que veían la senda del progreso y la civilización– otorgaron prerrogativas para la siembra de café y para el despegue y consolidación del Banco de Santander. Con estas medidas los liberales radicales consiguieron el dominio económico, social y político, pues, como señala Marco Palacios, crearon “un Estado que a primera 86 ARENAS, Emilio, op. cit., p. 94. 87 MARTINEZ MUTIS, Aurelio, op. cit., p. 134.

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vista no intervenía en el mercado, pero que les aseguraba la mano de obra, la tierra y los requisitos mínimos de “orden social”, definido como “orden público”; un Estado que le daba legitimidad y cohesión a un sistema clasista y opresivo”88 . A lo que habría que agregar, que garantizaron para los integrantes de su grupo, toda una infraestructura vial propia para el desarrollo de sus actividades económicas de exportación. A pesar de lo anterior, debido a lo embrionario de dicho andamiaje y a los constantes desordenes políticos, los costos de transacción asociados al funcionamiento del Estado fueron supremamente elevados. En este sentido, por ejemplo, muchas veces no se contaba con los empleados necesarios o lo suficientemente idóneos para ejecutar las normas, y en otras ocasiones, peor aún, se carecía de recursos necesarios para poner en marcha las operaciones mínimas de funcionamiento89 . Como es obvio, ante estas circunstancias los derechos de propiedad muchas veces resultaban inoperantes, porque los límites jurídico-legales por lo general no cubrían la desbordada realidad. En el caso de la minería, por ejemplo, algunos interesados no se arriesgaban a emprender procesos de explotación porque debían someterse al azar de las subastas, o simplemente porque la zona minera a la que aspiraban aún se encontraba en litigio con el Estado Central. Otro tanto sucedía con las tierras baldías, las que muchas veces fueron objeto de disputa con el Gobierno de la Unión. Como si fuera poco, las concesiones a las empresas constructoras de caminos, la circulación de moneda y hasta las propiedades particulares se hallaban sometidas a imprecisiones en los derechos de propiedad. No obstante, debido a las marcadas diferencias educativas y sociales, la falta de definición sobre los derechos de propiedad muchas veces favorecía a los integrantes del cohesionado grupo de familias notables adscritas al liberalismo. A través de este dispositivo extendían su poder al gobierno del Estado, y casi siempre obtenían a su favor las concesiones y contratos. En conjunto, puede decirse que aunque el andamiaje jurídico-administrativo construido durante la vigencia del Estado Soberano de Santander propició la creación de algunas organizaciones económicas, su incipiente formación y la inestabilidad 88 PALACIOS, Marco, La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia: una perspectiva histórica, Ponencia presentada a la reunión sobre “Estado y Región en América Latina”, CEDLA, Amsterdan, 6-9 de diciembre de 1979, p. 16. 89 En muchos expedientes del archivo judicial se lee, incluso, que los procesos se suspenden por falta de papel, teniendo los interesados que llevar dicho elemento para continuar la causa.

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política reinante no garantizaron del todo un ambiente adecuado para que dichas organizaciones funcionaran de manera eficaz. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué las compañías comerciales prosperaron tanto? Una de las respuestas está en el éxito y la cohesión que alcanzaron las redes de familias notables, pues ante la relativa ineficacia del marco institucional vigente, la familia, como base de las organizaciones comerciales, pasó a suplir las falencias, necesidades e inconsistencias que presentaba dicho marco institucional. Veamos, entonces, cómo funcionaron las organizaciones.

3.3 Las organizaciones Si seguimos la ya señalada definición de instituciones que aporta Douglass North, es claro que el accionar de los comerciantes de Bucaramanga de los últimos decenios del siglo XIX estuvo supeditado a las oportunidades que les brindaban las instituciones de su época. No podía, entonces, surgir entre ellos una conducta diferente a la de la producción-especulación. Frente a un marco institucional que incentivaba más las actividades del sector primario y terciario que las de la producción industrial, obviamente sus intereses se enfocaban hacia actividades distintas de aquellas en las que era preciso adelantar procesos productivos para transformar materias primas. De ahí que aquellos que disponían de capital suficiente optaron por la exportación de productos que en su momento tenían alta demanda en los mercados externos y que, por lo tanto, proporcionaban altos beneficios. De todas maneras, como anota José Antonio Ocampo: La expansión de un sector de esta naturaleza resultaba ampliamente dependiente de los precios internacionales y entraba en crisis tan pronto como los proveedores estables y dinámicos aparecían en el mercado mundial. Con la baja de los precios, los empresarios no trataban de mantenerse en el sector, mejorando los procesos productivos, sino que 90 simplemente lo abandonaban y buscaban otras salidas para su capital .

Si se tiene en cuenta lo anterior, entre las organizaciones que se crearon en Bucaramanga en el período 1857-1885 (comerciales, mineras, agrícolas, para la construcción de caminos, etc.), las compañías comerciales fueron las de mayor proyección, es decir, estuvieron por encima de las compañías agrícolas.

90 OCAMPO, José A., Colombia y la Economía Mundial, 1830-1930, Bogotá, Siglo XXI/Fedesarrollo, 1984, p. 61.

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Como se mostró, las compañías comerciales por lo general tuvieron como centro la familia notable, situación que tuvo varias consecuencias. En primer lugar, propició el predominio de sociedades de tipo regular colectivo, sobre las sociedades anónimas y en comandita, en las que propiedad y gestión aparecían disociadas. En segundo lugar, ante un ambiente institucional plagado de inseguridades, los jefes de la familia (que casi siempre también lo eran de la sociedad comercial) contrarrestaron buena parte del problema de los costos de transacción asociados a contratos y derechos de propiedad mediante la amenaza de exclusión de algún miembro de la red. Para ello el carácter familiar de las organizaciones les permitía ejercer presión sobre sus integrantes, quienes, a su vez, se sentían más comprometidos. En tercer lugar, atenuó la competencia desleal, pues a excepción de cortos períodos de rivalidad, los integrantes de la familia o del grupo de la red de familias notables propendieron por alianzas para controlar el nivel de precios sobre los fletes de transporte terrestre y fluvial. Finalmente, la familia como base de las compañías comerciales garantizó el acceso al crédito y a la autofinanciación. De otro lado, hay que considerar que los dueños de compañías comerciales alcanzaron un dominio sobre el acondicionamiento del marco institucional ya que lograron imponer una política económica que favorecía sus intereses. No obstante, sobre este punto es necesario precisar que, en la medida en que durante el período Federal los liberales se mantuvieron por más tiempo en la dirección del Gobierno, los comerciantes adscritos a ese partido pudieron aprovechar mucho más las ventajas que traía consigo participar en el grupo que detentaba la dirección. A su vez, por esta situación y por el carácter conspirador y de pronunciamiento al que se vieron abocados los conservadores, durante ese período los comerciantes de este partido vieron diezmadas sus fortunas y posibilidades de éxito. En este sentido, no sólo participaron discretamente en la apertura de caminos u obras de infraestructura, sino que el número de compañías comerciales que formaron fue menor en comparación con las que constituyeron sus congéneres liberales. Quizá, en este aspecto, muchos conservadores pensaban como Adolfo Harker, quien refiriéndose a las actividades de su amigo y antiguo compañero de colegio, el comerciante bogotano Francisco Vargas, decía: Francisco Vargas, quien vive aún, ha logrado por medio de un trabajo tan asiduo como honrado, independiente y sin figurar en contratos ni

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remates públicos adquirir una de las fortunas más valiosas y de más 91 limpia procedencia que se conocen en nuestra tierra .

De todas formas es imposible desconocer la participación de los conservadores en sociedades anónimas como el Banco de Santander o en las compañías mineras, al igual que en la explotación y exportación de géneros del sector primario, en especial tabaco y quina. Cabe anotar que las actividades comerciales y empresariales de los conservadores prosperaron de manera notoria después de 1879, y más aún después de 1885, cuando en el ámbito político tuvieron mayor participación a través de su alianza con un sector disidente del liberalismo radical, y cuando, finalmente, alcanzaron el poder del gobierno mediante la instalación de Rafael Núñez en la presidencia de la República. Con estos cambios pudieron influir mucho más en el marco institucional de su época y, por lo tanto, favorecer sus intereses.

91 HARKER, Adolfo, op. cit., p. 14.

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Espacio estudiantil

Para interpretar el pasado, la historia utiliza representaciones construidas narrativamente. Esto no quiere decir que el trabajo del historiador se vea falsificado, ni hace insostenible su pretensión a develar la verdad de hechos pasados. La escritura misma de la historia requiere de ciertas operaciones narrativas para poder realizar sus explicaciones. Todo relato histórico, además de tener un elemento dramático, impulsado por acontecimientos, tiene personajes que se desarrollan en esta trama. Como dice Paul Ricoeur, “la noción de personaje constituye un operador narrativo de igual amplitud que la de acontecimiento; los personajes son los actuantes y los sufrientes de la acción narrada”1 . Los personajes, en la historia, no se reducen a personalidades que vivieron en el pasado, sino también a espacios geográficos, instituciones, entidades políticas o grupos culturales. Cuando se habla del Caribe y de su historia, se realiza una operación narrativa. Hacer un estudio comparativo de ✹ Artículo recibido en agosto de 2004; aprobado en octubre de 2004. M Estudiante de Historia y Literatura de la Universidad de los Andes. Este artículo está basado en un trabajo que se presentó para el curso Historia de Colombia Colonial (segundo semestre 2003, profesora Adriana Maya) y que fue leído en Historioramas (II jornada de Muestra estudiantil de Historia) el 20 de noviembre de 2003. 1 RICOEUR, Paul, La memoria, la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2004, p. 318.

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cómo la escritura histórica construye el mismo personaje, en dos textos distintos, devela aspectos ocultos del efecto que producen las elecciones narrativas del historiador cuando relata acontecimientos y personajes. En los textos Biografía del Caribe de Germán Arciniegas y La isla que se repite de Antonio Benítez Rojo2 , se trata al Caribe como un personaje. El estudio comparativo que se propone no busca determinar el grado en que ambas narraciones describen de manera veraz acontecimientos del pasado, sino la política de sus representaciones. Es decir, las implicaciones de cómo presentan su personaje principal: el Caribe. Los textos que serán comparados en el presente ensayo difieren en tres aspectos. Primero, en el punto de vista, es decir, desde dónde asumen la historia; segundo, en las herramientas textuales y los géneros que utilizan para crear un sentido; y tercero, en cómo se representa el Caribe. Para desarrollar estos puntos haré uso de algunos conceptos de Mikhail Bakhtin y Edward W. Said. Del primero tomaré la idea del género, como la expone en Problemas de la poética de Dostoyevski3 y en el ensayo “El discurso en la novela”4 ; y la oposición entre monologismo y dialogismo. De Said aplicaré la descripción que hace en Orientalismo5 de las representaciones culturales como herramientas de poder. Estas herramientas conceptuales serán especialmente útiles para analizar por qué las representaciones de Arciniegas y Benítez Rojo difieren en cuanto al grado de protagonismo que se le da a las voces subalternas. Antes de hacer una comparación entre cada postura historiográfica y sus implicaciones, es necesario aclarar desde un comienzo que el Caribe es una construcción que parte de una división conceptual. El Caribe es una idea, como dice Said también de Oriente6 , una representación a la cual se le asigna un espacio geográfico y una caracterización particular, que depende del protagonismo que se brinde a ciertos personajes (los cuales pueden ser individuos, pero también grupos étnicos, culturas y naciones). El personaje de la historia, para ambos autores, es a la vez un mar y un mundo cultural. Benítez Rojo, por ejemplo, considera a los habitantes del Caribe como un Pueblo del Mar. Arciniegas, a su manera, también extiende el Caribe más allá de sus límites geográficos, hacia una mentalidad: en este caso hace del Caribe una proyección de Europa. 2 3 4 5 6

ARCINIEGAS, Germán, Biografía del Caribe, Buenos Aires, Editorial Porrúa, 2000; BENÍTEZ ROJO, Antonio, La isla que se repite, Hanover, Ediciones del Norte, 1996. BAJTÍN, Mikhail, Problems of Dostoevsky’s Poetics, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1984. BAJTÍN, Mikhail, “Discourse in the novel”, en The Dialogic Imagination, Austin, University of Texas Press, 1981. pp. 259 – 422. SAID, Edward, Orientalism, New York, Vintage, 1978. SAID, Edward, op. cit., p. 5.

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De aquí surge una primera diferencia en la que me detendré. Mientras que Benítez Rojo interpreta al Caribe como un meta-archipiélago, que pretende analizar desde la perspectiva del Caos7 , Arciniegas aborda al Caribe desde Europa. Podríamos decir que la lectura de Arciniegas es monológica y la de Benítez Rojo dialógica: El monologismo, tomado en su forma extrema, niega la existencia fuera de sí de otra conciencia con igualdad de derechos y responsabilidades; otro yo, con los mismos derechos (tú). Desde una perspectiva monológica (en su forma pura, o extrema) la otra persona es tan sólo un objeto de 8 conciencia, y no otra conciencia .

Cuando aplicamos este concepto de monologismo a la lectura de Arciniegas, vemos cómo reluce una visión eminentemente eurocentrista. El indígena, en Biografía del Caribe, es un objeto de la conciencia europea. En ningún momento es este monologismo más evidente que en sus descripciones de los indígenas. En el texto de Arciniegas aparecen como personajes vagos y exóticos. La mirada del narradorhistoriador en estos casos se funde con la de los conquistadores, y se acerca bastante a la de éstos. Al “otro” no se le da voz alguna y su representación queda circunscrita a la que le asignen los europeos. La valoración cultural que se da a los indígenas es casi nula, y la construcción histórica de Arciniegas presenta a un Nuevo Mundo en parálisis perpetua. Es interesante cómo esta representación de los nativos americanos concuerda en varios puntos con la que, según Said, hace Occidente de Oriente. Si tenemos en cuenta la carga cultural de dichas representaciones, y que éstas funcionan como herramientas de poder, comprendemos el sistema que está reproduciendo Arciniegas. En Orientalismo, Said afirma que uno de los rasgos que Occidente le impone a Oriente es una irremediable parálisis cultural. Ésta es una de las características que le permite a Occidente diferenciarse de Oriente desde una posición de superioridad. La operación es posible porque una cultura ha silenciado a la otra. Occidente habla por Oriente en un discurso monológico. En Biografía del Caribe se realiza una apreciación eurocentrista de las culturas indígenas. Estos dos rasgos, la inmovilidad cultural y el silencio, están presentes en la descripción que hace Arciniegas de la cultura Chibcha: 7

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“He usado la mayúscula para indicar que no me refiero al caos según la definición convencional, sino a la nueva perspectiva científica, así llamada, que recién empieza a evolucionar en el mundo de la investigación: esto es, Caos en el sentido de que dentro del des-orden que bulle junto a lo que ya sabemos de la naturaleza es posible observar estados o regularidades dinámicas que se repiten globalmente”. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. iii. BAJTÍN, Mikhail, Problems of Dostoevsky’s Poetics, op.cit., p. 263. Mi traducción.

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Al fin, llegan al altiplano. En una llanura azogada de lagunas, donde indios envueltos en mantas de algodón se acurrucan a fabricar vasijas de barro y los venados saltan azorados entre matorrales de arrayanes. Balsas de pescadores, hechas de juncos, se deslizan por el río perezoso [...] Parece de esta suerte el altiplano un escenario trabajado por la suerte para ser como la patria del equilibrio. Los capitanes no se van a las espadas, porque 9 el llano frío y poético no convida a la pelea .

Detengámonos en los énfasis. La única referencia que se hace de los indios es para resaltar su primitivismo. En comparación con Jiménez de Quesada, el protagonista de este fragmento, la cultura indígena es esencialmente inmóvil. Su posición corporal alude a ello (se acurrucan) y la naturaleza parece confirmarlo (ríos perezosos). La patria del equilibrio, de la estasis10 , un estado de quietud y silencio, un llano frío y poético que no invita a la pelea por su inmovilidad contagiosa. Esta es la representación que Arciniegas hace de una de las culturas más desarrolladas de la América pre-hispánica. Podría discutirse que en este caso el narrador-historiador disfraza su discurso, y lo presenta desde la perspectiva del conquistador. Sin embargo, si este mecanismo fuera adoptado también desde la perspectiva opuesta, es decir, brindándole voz al “otro”, la construcción histórica de Arciniegas podría salir del monologismo. Como en ningún momento adopta dicha visión, la narración termina volcada exclusivamente hacia Europa, y se hace, finalmente, desde sus códigos culturales. Un segundo ejemplo de este eurocentrismo es la diferencia valorativa que establece entre las figuras de poder indígenas y las europeas. Cuando describe la masacre que hizo el Gobernador Ovando de los caciques indígenas en La Española, el comentario del narrador-historiador es: “Son cosas que pasan”11 . Sin embargo, cuando alude a que alguna vez Essex hizo un ademán de amenaza a la reina Isabel de Inglaterra, dice lo siguiente: “pero su orgullo herido le lleva hasta ser alevoso con la reina y un día -causa horror escribirlo- toca el puño de su espada como si fuera a desenvainarla contra ella”12 . Esta diferencia, en la que se plantea la muerte de los líderes indígenas como una eventualidad y una señal de amenaza a la reina europea como un horror, expresa una valoración cultural que interfiere en la construcción histórica de Arciniegas, y que afecta su discurso sobre el Nuevo Mundo. Lo nativo, según este texto, es un objeto de la conciencia europea, que no tiene existencia autónoma 9 10 11 12

ARCINIEGAS, Germán, op. cit., pp. 99-100. Los énfasis son míos. Estasis: del griego stÜsiò: detención, estancamiento. ARCINIEGAS, Germán, op. cit., p. 54. Ibid., p. 153. Énfasis mío.

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fuera de ella porque fue el resultado de un “descubrimiento”. No hay, desde el texto, un respeto a la autonomía del “otro”. Lo valioso en América es lo que sea útil a los europeos, y se perpetúa un discurso del Nuevo Mundo como nuevo. Es decir, recién fundado porque llegó a él la subjetividad europea. La construcción o invención que Europa hace de América deja poco espacio para entender a América antes de la llegada de los europeos. Esta afirmación se conecta tanto con el punto que expuse más arriba, como con la elección de género que hace Arciniegas: la biografía. Como pudo apreciarse en la descripción anterior, la cultura Chibcha no es comprendida antes de la llegada de Jiménez de Quesada. Es a partir de su “descubrimiento” del altiplano que ésta cobra sentido, que puede ser representada, ya vimos en qué términos. Arciniegas, pues, reproduce este mecanismo, y lo hace desde el género de la biografía. Para entender porqué la elección de género es significativa, y ver cómo se reproducen sus mecanismos en el texto de Arciniegas, es necesario remitirnos de nuevo a Bakhtin: “Los aspectos del lenguaje literario como sistema expresivo, es decir, las formas que conllevan sus sentidos, se encuentran estratificadas. Dicha estratificación se logra, primero, mediante organismos específicos llamados géneros”13 . El género, según Bakhtin es un horizonte de expectativas que recae en cierta clase de formas textuales. La biografía, como lo señala su etimología, es la escritura de una vida, la operación lingüística mediante la cual se representa. Estamos de nuevo ante el problema de la representación, y al inscribirla en un género, el de la biografía, dicha representación cobra nuevos matices, pues queda sujeta a una tradición. Como señala Bakhtin, todo género lleva la carga de su pasado. ¿Qué implica, entonces, una biografía del Caribe? En primer lugar, es una metáfora. Se le arroga al Caribe la característica de tener una vida que puede ser relatada. Por lo tanto, se desplaza también la carga de la biografía. Según Bakhtin, en la novela biográfica, “Los héroes, como tales, nacen de la trama. La trama no es únicamente el atuendo que toman, es su cuerpo y alma, y por ende, su cuerpo y alma pueden revelarse y condensarse, como una esencia, tan sólo dentro de la trama”14 . El género biográfico lleva, pues, una carga que funde el argumento y los eventos con el alma de la vida representada. Si aplicamos este concepto al texto de Arciniegas, podemos comenzar a deshilvanar las implicaciones de su postura historiográfica.

13 BAJTÍN, Mikhail, The Dialogic Imagination, op.cit., p. 288. Mi traducción. 14 BAJTÍN, Mikhail, Problems of Dostoevsky’s Poetics, op. cit., p. 104. Mi traducción.

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El alma y el cuerpo del Caribe son reveladas como esencias a través del argumento. Tendríamos que localizar, entonces, ese argumento para entender cuál es el alma del Caribe según el texto de Arciniegas. Una biografía, como se dijo, es la representación de una vida, y según la tradición de este género, debe iniciarse con el nacimiento del héroe. Arciniegas no deja lugar a dudas sobre dónde nació el Caribe: “En el principio fue el Mediterráneo”15 . Esta es la primera frase de Biografía del Caribe y es la base sobre la cual se despliega el resto del texto. El argumento del texto son las hazañas de personajes europeos en el Caribe, y sus extensiones a los intríngulis de la política europea. En Biografía del Caribe, éste es visto como el punto donde el Viejo Mundo se cruza con el Nuevo, y no debe pasar desapercibida la carga semántica y valorativa de esta afirmación. El Viejo Mundo no es América, a pesar de que los pueblos que encuentran los europeos son tan antiguos como los suyos. El Nuevo Mundo no es Europa, a pesar de que los europeos son una cultura más reciente en América que los nativos. El Nuevo Mundo es América, porque es una novedad para Europa -aquel dinámico Viejo Mundo, con argumento, y digno de ser biografiado-. A través de este debate podemos entender el marco de la visión de Arciniegas. La biografía del Caribe es un argumento que nace y termina en Europa. Aún al final del texto, pasado un siglo de las guerras de independencia, Arciniegas habla de la “América Española”. El Caribe, finalmente, termina siendo una extensión de Europa, y en su biografía el “otro” es tan sólo un elemento que matiza de manera folclórica aquella presencia ineludible y protagónica. El mecanismo mediante el cual los conquistadores legitiman su poder sobre los conquistados es un punto inicial desde el cual podemos ligar lo que hemos visto de la Biografía del Caribe con el texto de Benítez Rojo, y la importancia del Caribe como objeto de estudio. Existe, en la legitimación del poder europeo, una similitud reveladora con el orientalismo que Said describe en su libro. Hay un discurso de poder que se impone desde lo religioso, lo moral y lo cultural. A diferencia del caso estudiado por Said, los discursos de poder no se asientan en la ciencia y la academia, pero en ambos casos las crónicas de viajeros juegan un papel importante. La diferencia entre la colonización europea de Oriente y la de América, en este sentido, radicaría en un desplazamiento del discurso de verdad. En la colonización del Caribe y América, el discurso base de legitimación no sería el científico, sino el religioso. Aún no estamos ante la Europa que establece sus diferencias e identidades desde la

15 ARCINIEGAS, Germán, op.cit., p. 15.

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verdad científica. Las divisiones fundamentales se realizan en el plano religioso, y por lo tanto, también los discursos de superioridad y dominación. Los límites están definidos por el credo religioso, y la denominación que dan los españoles al “otro” se hace, en primer lugar, desde allí. El infiel, el gentil y el idólatra son los nombres con los que España identifica a sus “otros”. El acto de apropiación de América no se hace, como en Oriente, mediante la aplicación de políticas coloniales apoyadas en la academia, sino a través de la evangelización. Vale la pena resaltar aquí la idea que propone Arciniegas de concebir una religión católica, apostólica y española. Es una herramienta útil para comprender el sistema de legitimación y dominación de los españoles. Cuando se inicia la conquista de América, España se encuentra en un proceso de homogeneización, está expulsando de su territorio a todo aquel que no se convierte al cristianismo. Es natural, entonces, que en las tierras recién encontradas se extienda dicho proceso. El proceso de evangelización fue para España lo que para Inglaterra fue el proceso de modernización, una herramienta de poder para dominar. Así como los ingleses justificaron la colonización aludiendo a la incapacidad de los orientales para gobernarse a sí mismos, su ausencia de moralidad y su primitivismo, y legitimaron la colonización al afirmar que ésta modernizaría a Oriente, así mismo, los españoles legitimaron la colonización afirmando que estarían cristianizando a los gentiles. En el Caribe, entonces, se trazan fronteras no sólo religiosas, sino también culturales. Con la introducción de los negros, estas fronteras se multiplican en una imagen caleidoscópica. Entonces, ¿por qué el Caribe? Porque es un nexo de fronteras. Aquí debemos concebir la frontera no sólo como una línea divisoria, sino también como el lugar donde se da la unión y el intercambio. Sin embargo, es necesario igualmente entender a la frontera como una configuración propia. Brindarle existencia como frontera. No sólo a partir de los centros que hasta ella irradian, sino en el supersincretismo que nace de esta fronterización. Hay que verlo como otra conciencia. Sólo entonces podrá establecerse un diálogo. Esto es lo que pretende Benítez Rojo al tomar la posición historiográfica de la relectura. Su propuesta alude a la teoría de Roland Barthes según la cual en una primera lectura el lector siempre se lee a sí mismo16 . A la vez, 16 “Se acostumbra definir el Caribe en términos de su resistencia a las distintas metodologías imaginadas para su investigación. Esto no quiere decir que las definiciones que leemos aquí y allá de la sociedad pan-caribeña sean falsas, y, por lo tanto, desechables. Yo diría, al contrario, que son tan necesarias y tan potencialmente productivas como la primera lectura de un texto, en la cual, inevitablemente, como decía Barthes, el lector se lee a sí mismo. Con este libro, no obstante, pretendo abrir un espacio que

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esta posición podría vincularse al concepto de dialogismo de Bakhtin. Según éste, ocurre el diálogo cuando se logra superar la conciencia monológica y percibir al tú como una conciencia individual, propia. La relectura del Caribe sería entonces un intento por dejar de leernos en él, trascender las nacionalidades y reconocerlo como un espacio de flujo. Lo propio es también una extensión de lo externo. Hay una fractalidad17 que Benítez Rojo intenta abordar desde la perspectiva del Caos. Ésta le permite “mirar hacia el ruido y la turbulencia en busca de dinámicas comunes”18 . Benítez Rojo concibe al Caribe como un nexo, y al mismo tiempo, como una diseminación. Nexo porque es un punto de unión entre diferentes mundos, un encuentro de historias que crean una comunidad imaginada, un ‘universo’ cultural y una geografía. Diseminación porque el Caribe es un flujo de significantes. Algunos surgen del supersincretismo (como la Virgen de la Caridad del Cobre19 ), y otros del movimiento que se proyecta desde el meta-archipiélago hacia Europa, África, Asia, América Continental, etcétera. Para utilizar la imaginería de Benítez Rojo: el Caribe puede verse como el espiral de una galaxia, tiene un flujo simultáneo; va hacia dentro y al mismo tiempo se dispersa hacia fuera20 . Los términos mediante los cuales Benítez Rojo describe al Caribe ponen de manifiesto el papel del “otro” en la construcción de América, y cómo se da allí un encuentro entre tres mundos. El contrapunteo, la fuga, el polirritmo, el dialogismo, el archipiélago, el supersincretismo, el juego de diferencias, son conceptos que

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permita una relectura del Caribe; esto es, alcanzar la situación en que todo texto deja de ser un espejo del lector para empezar a revelar su propia textualidad.” BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. ii. El interés por la fractalidad que se encuentra en el texto de Benítez Rojo se debe a que este concepto matemático de repetición está estrechamente relacionado con la teoría del Caos, y es desde esta perspectiva que Benítez Rojo presenta al Caribe como una isla que se repite: “Caos mira hacia todo lo que se repite, reproduce, crece, decae, despliega, fluye, gira, vibra, bulle; se interesa tanto en la evolución del sistema solar como en las caídas de la bolsa, tanto en la arritmia cardiaca como en las relaciones entre el mito y la novela. Así, Caos provee un espacio donde las ciencias puras se conectan con las ciencias sociales, y ambas con el arte y la tradición cultural”. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. iv. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. 313. En la Virgen de la Caridad del Cobre, Benítez Rojo encuentra el ejemplo perfecto de las manifestaciones culturales que produce el supersincretismo caribeño: “la imagen de Nuestra Señora que se venera en el Cobre es, también, un objeto sincrético, generado por dos estampas distintas de la Virgen María que fueron a parar a las manos de los caciques de Cueiba y de Macaca para ser adoradas a la vez como Atabey [progenitora del Ser Supremo de los taínos] y Nuestra Señora”. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. xviii-xix. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. ii – iv.

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establecen un marco en torno al cual se teje el Caribe. La valoración cultural se coloca en espacios como la música, la cocina y la literatura, donde se representan con mayor claridad estos flujos culturales. Digo flujos, y no fusiones, porque esta segunda palabra representa un producto acabado, característica que Benítez Rojo se esfuerza por disociar del Caribe. Según él no hay un mestizaje acabado y limpio, pues los conflictos que despierta el color de piel serán interminables en este espacio. El Caribe es formulado como un lugar de movimiento, de cambio, donde no se logra una síntesis concreta de los elementos, en la cual rija uno de ellos, sino mundos encontrados, en cuyo nexo ninguno protagoniza sobre el otro, y donde se lleva a cabo un intercambio permanente, de dos tipos: por un lado, el evidente u oficial, como en el caso de algunos productos agrícolas, como la papa y el trigo; y otro subrepticio, como la religiosidad Caribe. La Plantación21 es presentada por Benítez Rojo como la atracción más fuerte de las fuerzas caóticas, la fuga ad infinitum de significaciones textuales. Ésta “podría servir de telescopio para observar los cambios y las continuidades de la galaxia Caribe a través de los lentes de múltiples disciplinas”22 . La Plantación es el sistema oficial de dominación mediante el cual se posibilita la coexistencia de los diferentes mundos. Benítez Rojo propone que es de acuerdo a cuando se implantó el sistema de la Plantación en las diferentes regiones del Caribe que se puede analizar el impacto de los flujos culturales en cada área. Ésta sería la variante de su análisis, y a partir de allí establece las diferencias dentro de la vaga repetición del Caos caribeño. La Plantación, sin embargo, no asegura una “caribeanidad”, cualidad que Benítez Rojo ve imposible de precisar. Si en algo, esta característica estaría definida por su indefinición, por su continuo desplazamiento. La Plantación, entonces, no sería un intento por definir qué es el Caribe, sino de proponer un paradigma de investigación. Igualmente válido que otros, y que puede establecer un marco conceptual para señalar algunas consecuencias del flujo de significantes. El contrabando del cuero, por otro lado, establece un contrapunteo con la Plantación, así como el tabaco con el azúcar. Gracias a este contrabando, se construye una identidad común y marginal entre regiones apartadas del Caribe. El contrabando es una suerte de vehículo para la supervivencia, que abre el camino a un intercambio cultural más intenso, dada su distancia del centro con tendencia homogeneizante. “En esta sociedad de costumbres libres, bajo el interés común del contrabando y 21 Benítez Rojo usa Plantación, con mayúscula, para referirse al tipo de sociedad que resulta del uso y el abuso de las plantaciones controladas por las potencias europeas en el Caribe. 22 BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. 9.

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separada de los centros de poder colonial por la distancia y las cordilleras, surgieron los criollos propiamente dichos, también llamados significativamente gente de la tierra”23 . El valor de la perspectiva de Benítez Rojo es que aprovecha el discurso de la postmodernidad y su capacidad de adaptar lenguajes de otras áreas, para introducir la perspectiva del Caos dentro de un análisis del Caribe. El autor hace una representación que se esfuerza por señalar un dialogismo continuo con el otro y evitar reducir el Caribe al protagonismo de un sólo elemento. La mirada polirrítmica y dialógica de Benítez Rojo abre posibilidades para una relectura del Nuevo Mundo que, en su proceso de descentramiento, cuestiona esta misma denominación. El discurso sobre el “Nuevo Mundo” que permite la construcción histórica de Benítez Rojo es un enfoque multidisciplinario y abierto a varias posibilidades de verdad. Para cerrar este ensayo, quisiera, a través de la imagen del pirata, demostrar cómo se diferencian la visión de Arciniegas y la de Benítez Rojo, la primera en su monologismo, y la segunda en su dialogismo. Cuando Arciniegas habla de los piratas, construye un relato en el cual Drake, Morgan, Hawkins, Felipe II e Isabel de Inglaterra son los únicos protagonistas. Según esta visión y las limitaciones que, como vimos, surgen de su misma propuesta biográfica, la piratería sería tan sólo una nueva manera con la cual Inglaterra le hace la guerra a España. Benítez Rojo, por el contrario, apenas si se detiene en los personajes. El foco de atención no estaría en los forcejeos políticos de Europa en el Caribe, sino en el contexto cultural que crea la piratería. Hawkins no es exclusivamente el pirata de la reina, sino un eje, una pieza en la “máquina” del Caribe. El pirata, según el texto de Benítez Rojo, es un vehículo que permite el contrabando de cuero, con todas las implicaciones culturales que, como vimos, surgen de éste. La piratería es menos una herramienta de las naciones europeas para hacerse la guerra que un punto de dinamismo cultural, en el cual entran y salen significantes, a la vez que se construye lo criollo. Es evidente, entonces, la diferencia entre ambas perspectivas. Mientras que la primera resalta la importancia de los elementos en cuanto afectan un mundo cuyo principio siempre será colocado en el Mediterráneo, la segunda descentra el referente europeo, y asume el riesgo de colocar todo fenómeno social en un contexto de flujos culturales, de Caos, para construir una visión multiforme del Caribe. Un análisis de las representaciones utilizadas en las narrativas que construyen los historiadores permite revelar algunas implicaciones políticas de éstas. El Caribe como personaje, en los textos de Germán Arciniegas y Antonio Benítez Rojo, muestra 23 Ibid., p. 18.

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unas diferencias importantes, que conllevan una visión particular de lo que es el Caribe, y, por lo tanto, de la manera en que ha de ser presentado. Biografía del Caribe, de Germán Arciniegas, muestra a un Caribe que es hijo del Mediterráneo y Europa, un espacio en donde los europeos construyen su “Nuevo Mundo”. Es una perspectiva monológica que difiere profundamente de la manera como Benítez Rojo lo caracteriza en La isla que se repite. Las metáforas del Caos, las galaxias y la fractalidad con que éste último construye al Caribe, el personaje de su historia, y la manera como pretende hacer de él un espacio donde confluyen y se diseminan una multiplicidad de voces, independiza su interpretación de una consciencia europea (o europeizada) que moldea el espacio americano a su antojo. El uso de herramientas provenientes de otras disciplinas, en este caso la teoría literaria, para el análisis de textos históricos, permite en muchos casos ver aspectos ocultos de ellos. La teoría literaria, gracias a que se concentra en el estudio de textos narrativos y su construcción, puede brindar nuevas perspectivas cuando se aborda la manera como los historiadores representan el pasado. Al ser la historia una narrativa sobre hechos en el tiempo, es posible realizar una mirada crítica no sólo a los hechos descritos, sino también, desde una postura interdisciplinaria, a la manera como el historiador construye dicha narrativa.

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Resúmenes / Abstracts / Palabras claves / Key words Andrea Restrepo Restrepo

Una lectura de lo real a través del Punk Este artículo analiza la llegada y recepción del movimiento punk a la ciudad de Medellín. Toma como registros históricos su música, su estética, su simbología, para, de ésta manera, mostrar la realidad de un sector de la juventud marginal durante la década del ochenta. Demuestra cómo el desamparo estatal, el quiebre de las instituciones tradicionales, los niveles de pobreza y el desbordamiento de la violencia en esta década, indujeron a los jóvenes a buscar nuevos medios de expresión y socialización. En este contexto, ciertos jóvenes acogieron la música. Esta última permitió que muchos autodeterminaran sus vidas, y renovaran, a través de ella y su carga ideológica, las formas de representación política y social. En este sentido, el punk representa una ruptura cultural que demarca la estructuración de un nuevo camino para la juventud excluida. Palabras claves: Punk, ciudad, parche, ruido, marginalidad, bandas, violencia, muerte, no futuro, narcotráfico, Medellín, música.

A reading of the real through Punk This article analyzes the arrival and reception of the punk movement in the city of Medellín. It takes its music, aesthetics, and symbolism as historical records in order to thus show the reality of a sector of the city’s marginal youth during the 80s. It shows how neglect on the part of the state, the breakdown of traditional institutions, the levels of poverty, and the overwhelming violence in that decade led young people to seek new means of expression and socialization. In that context, certain youths sought an outlet in music. Music permitted many of them to self-determine their lives and through it and its ideological content they renewed forms of political and social representation. In this sense, punk represents a cultural rupture that marks the establishment of a new path for excluded youths. Key words: Punk, city, groups of buddies, noise, marginality, gangs, violence, death, no-future, drugtrafficking, Medellín, music.

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Joanne Rappaport y Abelardo Ramos Pacho

Una historia colaborativa: retos para el diálogo indígena-académico La planeación e investigación cultural indígena presupone la generación de nuevas perspectivas teóricas que tienen sus orígenes en las culturas de los grupos nativos. En este artículo se presenta una reflexión sobre lo que significa teorizar dentro de situaciones de militancia étnica. Argumentamos que los teóricos indígenas se mueven entre la construcción de marcos conceptuales que provienen de las culturas indígenas y aquellos que surgen del contexto intercultural de la organización indígena. Como ejemplo de este último, analizamos nuestra experiencia en un equipo colaborativo que estudió la historia del Programa de Educación Bilingüe e Intercultural del Consejo Regional Indígena del Cauca, con el fin de mostrar que los discursos de autonomía política son tan significativos como son los discursos culturalistas en el proceso de producción de la teoría nativa. Palabras claves: Teorización indígena, educación bilingüe, colaboración, interculturalidad, narración histórica, Nasa, Páez.

A Collaborative History: Challenges to the Indigenous-Academic Dialogue Indigenous cultural planning and research presupposes the generation of new theoretical perspectives that originate in the cultures of native groups. This article reflects upon what theorizing involves in situations of ethnic militancy. We argue that indigenous theorists move between the construction of conceptual frameworks that originate in indigenous cultures and those that arise out of the intercultural context of the indigenous organization. As an example of the latter, we analyze our experience on a collaborative team that studied the history of the Bilingual Intercultural Education Program of the Regional Indigenous Council of Cauca to show that discourses of political autonomy are as significant as are cultural discourses in the production of native theory. Key words: Indigenous theorizing, bilingual education, collaborative research, interculturalism, historical narrative, Nasa, Páez.

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Aída Martínez Carreño

Más allá de la palabra. Experiencias y reflexiones sobre el uso de fuentes no escritas para el conocimiento de la vida material Algunos campos específicos de la investigación histórica referidos a la vida material exigen el uso de fuentes distintas al documento escrito. Este artículo aborda la necesidad que tiene el investigador de buscar fuentes iconográficas y aproximarse a los objetos relacionados con el tiempo y el espacio objeto de su estudio, de forma que puedan servir de complemento en la búsqueda y comprensión del asunto objeto de investigación. Palabras claves: Vida material, vida cotidiana, costumbres, documento, iconografía, museo, testimonio oral, traje, arquitectura.

Beyond the Word. Experiences and Reflections on the Use of Non-Written Sources for the Knowledge of Material Life Some specific fields of historical research relating to material life require the use of nonwritten sources. This article deals with the researcher’s need to find iconographic sources and to approach objects related in time and space to the subject of their study, so that they can serve to complement the search for and understanding of the subject of their research. Key words: Material life, everyday life, customs, documents, iconography, museums, oral testimony, clothing, architecture.

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Suzy Bermúdez Quintana

Descentramiento de fuentes escritas occidentales: hipótesis desde el género y los procesos educativos La escritura alfabética de origen judeocristiano, como cualquier otra herramienta de construcción y transmisión de conocimiento, forma parte de marcos socio-culturales y espaciotemporales específicos. En el caso de Occidente, por siglos, ha sido más utilizada en ámbitos masculinos hegemónicos. El artículo plantea que si bien los estudios feministas letrados, en disciplinas como la historia, han realizado invaluables aportes en la recuperación del ayer de las mujeres, es pertinente revisar las tecnologías a partir de las cuales se apoya su labor. Lo anterior, por cuanto tales tecnologías parecen estar tañidas por perspectivas androcéntricas

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y antropocéntricas. Argumenta igualmente que las fuentes no escritas no sólo son de importancia para las/os no letradas/os, sino para visibilizar, desde ópticas más femeninas y menos eurocéntricas, el cotidiano iletrado de los sectores hegemónicos. Palabras claves: Género, androcentrismo, antropocentrismo, historiografía, vida cotidiana, socialización, fuentes escritas, fuentes no escritas.

Decentering written documents of the West: Hypothesis from the viewpoint of gender and education. Alphabetic writing of Judeo-Christian origin, like any other tool for the construction and transmission of knowledge, has its origins in specific socio-cultural and temporal-space contexts. In the case of the West, for centuries it has been used mostly in hegemonic masculine spheres. In this sense, this article suggests that although feminist studies in disciplines like history, have made priceless contributions to recovering the history of women, it is also important to review the technologies on which their work has been based. These technologies seem to have been tainted by androcentric and anthropocentric perspectives. The article also argues that non-written sources are important not only for the illiterate, but also to make visible the daily life of literate hegemonic sectors from a more feminine and less Eurocentric viewpoint. Key words: Gender, androcentrism, anthropocentrism, historiography, everyday life, socialization, written sources, non-written sources.

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Isabela Restrepo Mejía

La soberanía del ‘pueblo’ durante la época de la Independencia, 1810-1815 El año de 1808 marcó en el conjunto de la monarquía española una profunda renovación de los principios de la soberanía del pueblo y de la representación política. Ante la vacatio regio, en 1810 las provincias de la Nueva Granada reasumieron la soberanía y constituyeron gobiernos provisionales. A partir de 1811 estas provincias se erigieron en Estados, que más tarde declararon su independencia de España. La ‘multiplicación’ territorial de la soberanía trajo como consecuencia la dificultad de constituir un gobierno general, lo cual amenazó con el ‘desmembramiento’ del reino y desembocó finalmente en una guerra que perduró hasta la llegada de Pablo Morillo y la Reconquista.

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Palabras claves: Pueblo, soberanía, representación, nación, legitimidad, Nueva Granada, Independencia.

Sovereignty of the “people” during the Era of Independence, 1810-1815

The year 1808 marked a profound renewal in the entire Spanish monarchy regarding the principles of sovereignty of the people and political representation. In the face of the vacatio regio, the provinces of Nueva Granada reassumed sovereignty and established provisional governments in 1810. As of 1811, these provinces became states that would later declare their independence from Spain. The territorial ‘multiplication’ of sovereignty led to difficulty in constructing a general government, which in turn would threaten to dismember the “kingdom” and finally led to its break-up in a war that would last until the arrival of Pablo Morillo and the “Reconquista”. Key words: People, sovereignty, representation, nation, legitimacy, New Granada, Independency.

l l l Dolcey Romero Jaramillo

Manumisión, ritualidad y fiesta liberal en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX Este artículo estudia los rituales que acompañaron los actos de manumisión en la provincia de Cartagena durante el siglo XIX, y la forma como los liberales aprovecharon estos eventos para hacer propaganda de las consignas del liberalismo utópico. A través de ellas, pretendían mostrarse como modernos y amantes de la libertad. Los actos de manumisión, casi anónimos antes de 1821, contrastan con la majestuosidad y el esplendor que adquirieron después del triunfo del liberalismo en 1849. No obstante ser actos que pusieron en circulación muchos elementos de la simbología liberal, fueron extremadamente precarios en materia de otorgar libertades a los afrodescendientes. Palabras claves: Manumisión, ritual, liberalismo, esclavitud, simbología, Cartagena, siglo XIX.

Manumission, rituality, and liberal festivities in the province of Cartagena de Indias in the 19th Century This article describes the rituals that accompanied acts of manumission in the province of Cartagena during the nineteenth century and the way in which liberals took advantage of these events to create propaganda for their own utopian liberalism. They thus tried to present themselves both as modernists and lovers of liberty. The acts of manumission, which were

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almost anonymous until 1821, contrast with the majesty and splendor that characterized such acts after the triumph of liberalism in 1849. Notwithstanding the fact that many elements of liberal symbolism were propagated through said acts, they were extremely precarious with respect to the question of granting freedom to the descendents of African slaves. Key words: Manumission, ritual, liberalism, slavery, symbolism, Cartagena, XIX century.

y y y María Fernanda Duque Castro

Comerciantes y empresarios de Bucaramanga (1857-1885): una aproximación desde el neoinstitucionalismo En este artículo se exponen algunas reflexiones sobre los comerciantes y empresarios que vivieron en Bucaramanga durante la segunda mitad del siglo XIX. Con este propósito, en un ejercicio que alterna la comparación y la descripción, se estudian sus actividades económicas y vínculos familiares. Lo anterior permite observar las rupturas y continuidades que se operaron en las prácticas mercantiles, sociales y culturales durante el periodo 1857 – 1885. De igual manera, se recurre a ciertos postulados de la teoría económica del neoinstitucionalismo y a distinciones conceptuales sobre los términos comerciante, empresario y familia notable. Sobre esa base, se presenta un análisis, tanto de las organizaciones socio económicas fundadas por los comerciantes y empresarios, como de su influencia sobre la creación del marco institucional que rigió en Bucaramanga a lo largo del período federal. Palabras claves: Comerciantes, empresarios, familia notable, redes familiares, neoinstitucionalismo, marco institucional, instituciones formales, instituciones informales, contratos, Bucaramanga, siglo XIX.

Merchants and entrepreneurs of Bucaramanga (1857-1885): A NeoInstitutionalist Approach This article presents some reflections on the merchants and entrepreneurs that lived in Bucaramanga during the second half of the nineteenth century. For this purpose, in an alternating exercise of comparison and description, we consider their economic activities and family ties, which will allow us to observe the ruptures and continuities that operated in their commercial, social, and cultural practices during the period from 1857 to 1885. Likewise, recurring to certain postulates of the economic theory of neoinstitutionalism and to conceptual distinctions regarding the terms “merchant”, “entrepreneur”, and “notable family”, an analysis is done of the socio-economic organizations founded by these merchants and

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entrepreneur, as well as their influence in the creation of the institutional framework that ruled in Bucaramanga throughout the Federal Period. Key words: Merchants, entrepreneurs, notable family, family networks, neoinstitutionalism, institutional frameworks, formal institutions, informal institutions, contracts, Bucaramanga, XIX century.

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Santiago Villa Chiappe

En torno al Caribe: Arciniegas y Benítez Rojo La manera en que el historiador representa a su objeto tiene aspectos estilísticos, o retóricos, de gran importancia. Las figuras con que se adorna una descripción, el género que pretende emular, y las imágenes que conjuga implican perspectivas temáticas que hacen parte del “contenido” en un texto histórico. El presente artículo profundiza en este aspecto mediante el análisis comparativo de dos escritos sobre el Caribe: Biografía del Caribe, de Germán Arciniegas, y La Isla que se repite, de Antonio Benítez Rojo. Ambos asumen maneras particulares de abordar el Caribe y de representarlo. Basados en los planteamientos de teóricos literarios como Mikhail Bakhtin y Edward W. Said, se verá cómo es posible develar aspectos temáticos “ocultos” en cada una de estas historias, desde el estudio de su estilo y de su forma. Es gracias a una perspectiva transdisciplinaria, que conjuga el estudio histórico con el literario, que se pueden descubrir aspectos nuevos en la escritura histórica. Palabras claves: Representación, Caribe, género literario, Arciniegas, Benítez-Rojo, nexo, caos.

Regarding the Caribbean: Arciniegas and Benítez Rojo Aspects of style or rhetoric are very important in the way historians present their subject. The figures they use in their descriptions, the genres they try to emulate, and the images they conjugate imply thematic perspectives that are part of the “content” of any text on history. This article seeks to explore said question from the viewpoint of a comparative analysis of two texts about the Caribbean: German Arciniegas’s work, Biografía del Caribe, and Antonio Benítez-Rojo’s work, La isla que se repite. Both assume different ways of dealing with and representing the Caribbean. Based on the ideas of literary theorists like Mikhail Bakhtin and Edward W. Said, we will see how it is possible to discover “occult” thematic aspects, in each of these histories, through a study of both their style and form. It is thanks to a trans-

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disciplinary perspective, which conjugates the study of history with that of literature, that new aspects can be discovered in the writing of history. Key words: Presentation, representation, Caribbean, literary genre, Arciniegas, BenĂ­tez-Rojo, link, chaos.

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Reseñas MONCAYO, Víctor Manuel, El Leviatán Derrotado, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2004, 387 pp. Irreverencias y suspicacias de historiador Gonzalo Sánchez G.( El libro de Víctor Manuel Moncayo es ante todo un campanazo de alerta a los analistas sociales y militantes políticos que abandonaron, se podría decir que por décadas, la reflexión sistemática sobre la naturaleza y transformaciones del Estado en Colombia. La ausencia de esta reflexión no sólo ha retrasado nuestra compresión de elementos esenciales del orden social, sino que ha tenido implicaciones decisivas en el curso de la política: nos ha impedido, para no ir más lejos, afrontar con los recursos conceptuales indispensables el momento actual. Al final de este recorrido sugestivo y ambicioso, el autor nos advierte cómo fue precisamente la ausencia de concepciones de Estado y de sociedad, suplantadas por discusiones procedimentales, tanto del lado del gobierno como del lado de la insurgencia, la que hizo imposible darle contenido a las frustradas negociaciones del Caguán. Más aún, la ausencia de este tipo de debate le ha abonado entre nosotros el terreno a todas las interpretaciones atomizadas de la realidad social preconizadas por el discurso de la posmodernidad, que se propone y acoge como el nuevo paradigma de las ciencias sociales, sin que se hubiera agotado aún entre nosotros el discurso mismo de la modernidad. Es una tendencia innovadora en muchos aspectos sobre la cual no podemos ahondar en esta ocasión. Pero al igual que el autor de este libro, desconfío profundamente de las pretensiones posmodernistas de sustituir la vocación integradora de la causalidad social, inherente no sólo al marxismo, sino a toda una tradición historiográfica conocida como la Escuela de los Anales, por una relación privilegiada con el lenguaje y con las mediaciones simbólicas, a menudo excluyente de las fuerzas e instituciones sociales. (

Investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales –IEPRI- de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

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Pero el libro trasciende desde luego el momento actual. Partiendo de las consideraciones históricas y teóricas que llevaron al surgimiento de la forma particular de poder político que constituye el Estado en la sociedad capitalista, el texto es también un esfuerzo de reconstrucción genealógica del pensamiento del autor. Dominado inicialmente por las visiones althusserianas del Estado como instancia, con un lugar definido en el topos jerárquico de base-superestructura, que en los años sesenta pretendió dar respuesta tanto al subjetivismo de los actores históricos como al empirismo de la historia tradicional, el autor nos muestra cómo pasó de este dualismo a una concepción del Estado que lejos de tener un existencia separada de la totalidad social, fuera el componente irrigador y constitutivo de la misma. Fue lo que bajo múltiples variantes se llamó en las décadas siguientes la lógica del capital dentro de la cual el Estado y el derecho dejaban de ser un recurso instrumental y externo a las funciones de dominación, para convertirse en el lugar de definición del entramado de las relaciones sociales y políticas de tal dominación. Le seguí la pista a las primeras fases de esta evolución intelectual, cuando por allá a comienzos de los setentas Víctor Manuel y yo intercambiábamos libros e ideas sobre estos tópicos y sobre la necesidad de darle un lugar en la Universidad a estos debates. Fruto de estos intercambios fue la fundación, bajo su dirección, de un efímero Instituto de Estudios Políticos, de carácter interdisciplinario, antecedente del actual IEPRI. Lo puedo decir por haber estado con él en el momento inaugural de ambos proyectos. A la fase siguiente le perdí el hilo, pero la pude rastrear en las publicaciones de la revista Ideología y Sociedad, probablemente la revista colombiana de más vuelo teórico en los años setentas. Estando en Inglaterra en aquellos años siempre me pregunté por qué los debates que se daban en esta revista no tuvieron mayor impacto nacional e internacional, cuando en gran medida eran los mismos debates de punta (sobre el Estado, sobre el derecho, sobre las ideologías) que se daban en la prestigiosa New Left Review, animada entre otros por Perry Anderson. Pero los tiempos han cambiado: entonces la preocupación de los historiadores era por los procesos de transición y formación del Estado capitalista. La preocupación central en este libro es, por el contrario, esencialmente contemporánea. Se indaga en él por la transmutación de los atributos característicos de soberanía y territorialización que fueron inherentes al Estado desde su fundación en la era moderna. El Estado nacional, el gran derrotado al final del milenio, se nos muestra aquí, de nacional ha pasado a ser imperial, esto es, desnacionalizado y desterritorializado. En otras palabras, y para retomar el sentido sugestivo del título, derrotado el Leviatán soberano, resucita hoy bajo la forma del Estado-Imperio. La

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naturaleza del debate, insisto, es muy distinta a la que nos planteábamos en los años setenta. Víctor Manuel ha permanecido atento a estas transformaciones. Son el meollo de su libro. Entre tanto, yo me fui inclinando cada vez más por los estudios históricos, en particular de los actores sociales, y empecé a tener dificultades para conciliar mis preocupaciones investigativas con esa, por lo demás intrigante, coherencia de la perspectiva de la lógica del capital. Me dejé contagiar del escepticismo profesional de los historiadores. Lo que sigue es pues un intento de restablecer la conversación interrumpida hace más de treinta años. Y lo haré extrapolando las discrepancias, casi de manera provocadora, para poner de relieve los grandes debates que suscita el texto, intencionalmente polémico. Para comenzar diré que el pensamiento de Víctor Manuel es admirablemente sistémico, es su fuerza, pero al mismo tiempo nos introduce en un territorio en el cual difícilmente se resuelven las tensiones entre lógica e historia. Veamos una primera formulación del problema: haciéndole eco a Toni Negri, se plantea en las páginas iniciales que el “Estado es un elemento más de la oposición capital-trabajo, y que sus especificidades y configuraciones históricas son, en lo esencial reorganizaciones o reestructuraciones que siempre reiteran y reconstituyen la forma” (p. 76)1 , que pese a sus variaciones permanece idéntica a si misma. Un énfasis muy marcado en la coherencia y capacidad de reproducción del sistema, frente a la cual el historiador estaría más tentado a ver las fracturas, las mediaciones, las inestabilidades, las posibilidades de desplome, las inconsistencias del sistema y, en últimas, la caducidad esencial de las formas de organización social y política. Frente a las pretensiones de estabilidad del Leviatán, el historiador resaltaría las fragilidades del tigre de papel. En este mismo orden de ideas, corporativismo, maquinismo, taylorismo, keynesianismo y las tendencias más modernas de desterritorialización de la producción y la consiguiente atomización del mundo de los trabajadores, hasta llegar a la fase reciente de informatización de la sociedad, analizadas y documentadas con erudición y precisión a lo largo de varios capítulos, son vistas como parte de ajustes racionalizados de renovadas exigencias de productividad y de especialización en la naturaleza de la explotación, cuyas crisis tienen un significado muy peculiar en el análisis del profesor Moncayo. Mientras para el historiador las crisis marcan los límites de funcionamiento de una determinada sociedad, Moncayo atenúa sus 1

Las cursivas son del autor de la reseña.

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alcances presentándolas como oportunidades de revitalización y solución funcional a las necesidades de reproducción del sistema. Me pregunto si al privilegiar el desarrollo lógico sobre el desarrollo contradictorio del capital, Víctor Manuel, sin proponérselo, no contribuye a alimentar un cierto teleologismo de las crisis en forma tal que el capitalismo deja de ser percibido como una forma histórica de organización de la sociedad, para convertirse en la forma casi inevitable de la misma. Advertí este mismo tipo de tensiones en el enfoque cuando Víctor Manuel traslada su reflexión al terreno de las formaciones nacionales latinoamericanas, a la luz de las tendencias universalizadoras del capital y de la ideología liberal. En tanto que el autor del Leviatán Derrotado se empeña en definir los terrenos comunes entre las formaciones nacionales euro-occidentales y las latinoamericanas del siglo XIX, vistas las últimas casi como extensiones orgánicas de las primeras, en términos de configuración de estados, de regímenes políticos, de sistemas de representación, de construcción de los sujetos sociales y políticos, de oscilaciones entre la idea democrática y la tentación autoritaria, de los avatares de la monopolización de la fuerza y la formación de los ejércitos, el historiador y probablemente el activista serían por el contrario más propensos a reconocer los múltiples procesos de apropiación cultural y las enormes diferencias de uno y otro lado del Atlántico en materia de organización, de prácticas, de mediaciones políticas, de formas y niveles de violencia, y de posibilidades y límites de la acción social y política, incluida la contestataria. Así mismo, entrado ya el siglo XX, dentro de su marco de análisis, experiencias históricas tan dispares como los populismos, las dictaduras, las revoluciones, las democracias formales, terminan inscribiéndose en un continuum de readaptación de la organización estatal a las exigencias de una matriz común, un gran invariante, también leviatánico: el neoliberalismo, cuyos impactos se hacen visibles en la administración del gasto, el reordenamiento territorial, las reformas de la justicia, las privatizaciones y muchos otros campos sobre los cuales se trazan aquí líneas fundamentales de interpretación, que todos habrán de leer con inmenso provecho, pero que serían apenas el punto de partida del historiador y del activista para construir las especificidades, los rasgos distintivos, los nexos con las sociedades y las culturas locales, y las tareas políticas de ellos derivadas. Piénsese no más en las implicaciones teóricas y prácticas de la tesis fuerte, ampliamente aceptada por los historiadores, según la cual, a diferencia del modelo clásico, en América Latina se construyeron primero los estados que las naciones, tesis que desde luego no cambia sólo el orden, sino la configuración misma de los elementos constitutivos. Soy consciente, desde

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luego, que respecto de muchos de estos temas no se ha avanzado lo necesario, precisamente porque los rasgos generales del desarrollo social y político han sido crecientemente relegados de los estudios históricos. Y poner de bulto esos vacíos es otro de los tantos méritos de este libro. Pasando a una tercera observación y a sabiendas precisamente de que Víctor Manuel quiere hacer de sus escritos un arma de lucha, me perturba constatar cómo su instrumental teórico parece operar determinantemente a favor de los recursos de la dominación y sólo marginalmente de los recursos de la resistencia, dejando siempre invulnerable al Leviatán nacional, derrotable sólo desde fuera por el Leviatán triunfante, el del imperio. El militante político y el luchador social parecerían enfrentados a una máquina que triunfa inexorablemente en sus designios de ajuste, en términos de Víctor Manuel, al momento histórico, a la nueva fase, a las nuevas exigencias del régimen político. Por todos lados tales luchadores se encuentran rodeados de Leviatanes, que pueden producir un indeseado efecto inhibitorio y paralizante. Punto controvertible a este respecto me parece el excesivo esfuerzo en demostrar las conexiones entre las transformaciones institucionales, particularmente las de la Constitución de 1991, y las exigencias del mercado y del capital, demostrables ciertamente respecto a muchos aspectos de la misma, pero sacrificando a mi modo de ver una valoración adecuada de los rasgos democratizadores igualmente presentes en la misma, jalonados por la Corte Constitucional. La actual arremetida contra la Corte sugiere precisamente que ésta es incómoda para la realización de los intereses que se le atribuyen. Preferiría verla más que como un simple proceso de adaptación, como un campo de tensiones y de negociaciones en el cual se pueden expresar también nuevas fuerzas sociales, políticas y culturales: minorías étnicas, religiosas, demandas de género, de participación comunitaria, de control ciudadano, dotadas todas de armas de lucha hasta ahora desconocidas. Incluso si se acepta la idea de un proyecto hegemónico de Estado por parte de las elites, es preciso reconocer la pluralidad de resistencias antihegemónicas al mismo2 , así estas últimas se encuentren en relaciones desiguales de poder, entre la autonomía y la subordinación. Para no hablar de las formas no organizadas de resistencia cotidiana; de las que se expresan en el lenguaje mismo de la dominación; o de las que se manifiestan en lenguajes ininteligibles para el discurso dominante, a las cuales el análisis social presta creciente atención desde los trabajos seminales del antropólogo James Scott. Es también la conclusión a la que habría 2

SCOTT, James, “Prólogo”, en JOSEPH, Gilberth Michael, Everyday forms of state formation: revolution and the negotiation of rule in modern Mexico, Durham, London, Duke University Press, 1999, p. XI.

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llegado la llamada corriente de Estudios Subalternos al demostrar, con base en categorías de estirpe gramsciana, cómo en la India colonial la dominación coercitiva de los poderes metropolitanos fue incapaz de establecer su hegemonía persuasiva y sus pretensiones y estrategias homogenizadoras sobre la sociedad civil de los colonizados. Los valores de la obediencia, el deber, la colaboración, la lealtad patriótica a la madre patria y la coexistencia sin antagonismo, fueron contrarrestados eficazmente por sentimientos crecientes de identidad, de resistencia, de autodeterminación, y finalmente de afirmación nacional. Desde luego, en páginas esclarecedoras sobre el momento actual el autor nos pone al final del texto frente a un hecho incontrovertible, el alineamiento del “Estado comunitario” del presidente con el Imperio. Pero me niego a pensar que éste sea un hecho inevitable y que sea el único camino posible para Colombia. Tal vez el no haber conversado con Víctor Manuel sobre estos temas desde hace tantos años me haya llevado a tergiversar o a forzar muchas de las apreciaciones contenidas en este libro denso como pocos. Pero de lo que sí estoy seguro es que todos ganaríamos iniciando con el ex Rector de la Nacional el debate que dejamos suspendido hace ya varias décadas. 3

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DE ROUX, Rodolfo Ramón, De guerras “justas” y otras utopías, Bogotá, Editorial Nueva América, 2004, 213 pp. Ricardo Arias Trujillo Recientemente ha aumentado en Colombia el número de publicaciones que se inscriben en lo que la historiografía francesa denomina “historia de las ciencias religiosas”1 , un campo de trabajo que se ha venido consolidando lentamente en el país, pero que todavía ofrece innumerables vacíos. Rodolfo de Roux, uno de los pioneros en estas áreas, ha contribuido, en sus diversos trabajos, a analizar el papel 1

Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. Podemos citar tres ejemplos: BIDEGAÍN, Ana María (dirección), Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad, Bogotá, Taurus, 2004; LONDOÑO, Patricia, Religión, cultura y sociedad en Colombia. Medellín y Antioquia: 1850-1930, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2004; WILLIFORD, Thomas, Laureano Gómez y los masones: 1936-1942, Bogotá, Planeta, 2005.

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llegado la llamada corriente de Estudios Subalternos al demostrar, con base en categorías de estirpe gramsciana, cómo en la India colonial la dominación coercitiva de los poderes metropolitanos fue incapaz de establecer su hegemonía persuasiva y sus pretensiones y estrategias homogenizadoras sobre la sociedad civil de los colonizados. Los valores de la obediencia, el deber, la colaboración, la lealtad patriótica a la madre patria y la coexistencia sin antagonismo, fueron contrarrestados eficazmente por sentimientos crecientes de identidad, de resistencia, de autodeterminación, y finalmente de afirmación nacional. Desde luego, en páginas esclarecedoras sobre el momento actual el autor nos pone al final del texto frente a un hecho incontrovertible, el alineamiento del “Estado comunitario” del presidente con el Imperio. Pero me niego a pensar que éste sea un hecho inevitable y que sea el único camino posible para Colombia. Tal vez el no haber conversado con Víctor Manuel sobre estos temas desde hace tantos años me haya llevado a tergiversar o a forzar muchas de las apreciaciones contenidas en este libro denso como pocos. Pero de lo que sí estoy seguro es que todos ganaríamos iniciando con el ex Rector de la Nacional el debate que dejamos suspendido hace ya varias décadas. 3

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DE ROUX, Rodolfo Ramón, De guerras “justas” y otras utopías, Bogotá, Editorial Nueva América, 2004, 213 pp. Ricardo Arias Trujillo Recientemente ha aumentado en Colombia el número de publicaciones que se inscriben en lo que la historiografía francesa denomina “historia de las ciencias religiosas”1 , un campo de trabajo que se ha venido consolidando lentamente en el país, pero que todavía ofrece innumerables vacíos. Rodolfo de Roux, uno de los pioneros en estas áreas, ha contribuido, en sus diversos trabajos, a analizar el papel 1

Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. Podemos citar tres ejemplos: BIDEGAÍN, Ana María (dirección), Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad, Bogotá, Taurus, 2004; LONDOÑO, Patricia, Religión, cultura y sociedad en Colombia. Medellín y Antioquia: 1850-1930, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2004; WILLIFORD, Thomas, Laureano Gómez y los masones: 1936-1942, Bogotá, Planeta, 2005.

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de la Iglesia católica colombiana en la historia del país. A través de su obra, se aprecian como una constante las divisiones internas que han atravesado al catolicismo colombiano a lo largo de su historia. Por ejemplo, frente a la “cuestión social”, de gran importancia y de permanente actualidad no sólo en Colombia sino en toda América Latina, de Roux ha mostrado las profundas tensiones y los desgarradores conflictos que se han dado en el mundo católico. Y es que la Iglesia católica, en su sentido más amplio (jerarquías, clero, creyentes), lejos de ser homogénea, siempre ha sido mucho más diversa y heterogénea de lo que tradicionalmente se afirma, incluso en el mundo académico. En su trabajo más reciente, Rodolfo de Roux vuelve a detenerse en las divisiones que se dan en el seno del mundo católico, ampliando su visión, en este caso, al continente latinoamericano. Pero más allá de señalar las fisuras de la Iglesia y, a través de ellas, de las diferentes maneras de interpretar los valores del cristianismo, de Roux, como en sus trabajos anteriores, insiste en el compromiso que debe asumir la Iglesia católica en su conjunto frente a la sociedad y al mundo en general: no es una azar si los dos últimos capítulos del libro se detienen en lo que el autor llama las “utopías”. Los cinco ensayos que componen el libro, a pesar de que no siguen un orden determinado, guardan una coherencia, pues están articulados en torno a dos temas centrales: “las relaciones entre violencia y religión, y entre religión y utopía”. Pero podríamos agregar que ese eje central también puede ser el enfrentamiento entre, al menos, dos formas de ver el catolicismo, de interpretar la función y la misión de la Iglesia católica –desde sus máximos jerarcas hasta el común de los fieles- en el mundo. Esa dicotomía, ese combate entre dos corrientes, ha superado los diferentes contextos históricos, pues está presente desde la llegada de los primeros misioneros a América Latina, en la Conquista, y sigue hoy vigente, a comienzos del siglo XXI. Es cierto que la intensidad de las divisiones ha variado de acuerdo a las coyunturas, pero la heterogeneidad del catolicismo nunca ha desaparecido del todo. El primer capítulo, “Santas y justas lides. La guerra y el Dios cristiano en suelo americano”, se detiene en el concepto de “guerra santa” y explica su origen y su evolución -desde los primeros tiempos del cristianismo hasta el siglo XX-. La idea central en este primer capítulo es la estrecha relación que siempre ha existido entre guerra y religión. Agustín, Bernardo de Claraval, Tomás, figuras importantes en el santoral del catolicismo, se encargaron de legitimar el concepto de “guerra santa”: “un fin moralmente elevado va a ser suficiente para justificar acciones bélicas,

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mucho más si éstas […] se emprenden por orden de la Iglesia […], bajo el pretexto de la defensa del bien y de la voluntad de Dios”. Las Cruzadas, en el caso europeo, y la Conquista, en el caso americano, constituyen notables ejemplos de “guerras santas”. La justificación, en ésta última, es presentada con amplios detalles. Así como Cristo había sido el verdadero monarca del universo, el papa, su máximo representante en la tierra, “goza de jurisdicción temporal directa sobre el mundo entero”, incluyendo los pueblos no cristianos. Por consiguiente, si los “paganos” no obedecen las órdenes de ese jerarca universal que es el papa, la Iglesia católica tiene el derecho –y la obligación- de hacerles la guerra para someterlos. De acuerdo con otros juristas, teólogos y evangelistas, que fueron los encargados de desarrollar todas estas teorías, la guerra contra los indios no sólo era justa, sino también un acto humanitario y caritativo, a través del cual esas comunidades paganas accedían por fin a la verdad. De esta manera, los conquistadores son presentados como unos héroes, más aún, como nuevos mesías que, mediante la acción bélica, liberan a los indígenas de todos sus errores. En pocas palabras, la guerra santa es necesaria. No todos pensaban de la misma manera. Para Pedro Claver, el papa no podía despojar de sus bienes a los indígenas, pues el mismo Cristo, que vivió en la pobreza y se deshizo de los reinos temporales, no le otorgó a Pedro, su sucesor, la facultad de gobernar en lo temporal los reinos de la tierra. Partiendo de esa nueva base, el fraile dominico concluye que la evangelización es incompatible con la guerra; por el contrario, “el modo de enseñarles a los hombres la verdadera religión -afirma- debe ser delicado, dulce y suave”. Y ante la violencia de los españoles, los indígenas tienen el derecho de resistir. Otros teólogos y juristas cuestionan igualmente la legitimidad de la guerra santa, al poner en duda los fundamentos teológicos de la teocracia papal. Durante el proceso de Independencia, la Iglesia católica de América Latina vuelve a dividirse: “El problema es que Dios ha estado en todas las trincheras. De manera que la santa justificación cristiana de la guerra terminó siendo utilizada contra los mismos españoles cuando llegó el momento de liberarse de ellos”. De esta manera, una parte del clero se situó del lado de los insurrectos, mientras que otros sectores de la Iglesia defendieron la causa de los realistas. El caso mexicano, sin ser el único, ofrece el ejemplo de numerosos sacerdotes acaudillando las guerras contra los españoles, en contravía de las posiciones del papa. De Roux menciona, muy rápidamente, que durante los conflictos surgidos durante la segunda mitad del siglo XIX en América Latina entre las directivas del catolicismo

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y los Estados, la Iglesia evocó nuevamente la “guerra santa” como arma principal para oponerse a las políticas “heréticas” de sus enemigos: “Durante las numerosas guerras civiles entre liberales y conservadores, la religión reforzó a menudo la motivación política dándole a las contiendas un carácter de «guerra santa» en defensa de la «nación católica»”. Los sectores tradicionalistas no han sido los únicos en justificar la violencia para defender los valores del catolicismo. A partir de los años sesentas, numerosos sacerdotes de todo el continente se sumaron a las guerrillas de extrema izquierda, equiparando la lucha revolucionaria con la guerra santa. Camilo Torres decía que al analizar la sociedad colombiana, se había dado cuenta de “la necesidad de una revolución” para alcanzar la justicia social. Pero para contrarrestar a los movimientos revolucionarios, “se esgrimió con igual fuerza la causa sagrada de la lucha antisubversiva en nombre de la «defensa de la civilización occidental y cristiana»”. De Roux recuerda que la doctrina de Seguridad nacional contó con el apoyo de numerosos obispos. El capítulo dos insiste en la intolerancia de la Iglesia católica frente a los “peligros” que durante la Colonia parecían amenazar al catolicismo: judíos, protestantes, negros, seguidores de la Ilustración, figuran entre los más perseguidos por la temida Inquisición. Algunos sectores del clero también fueron objeto de la profunda intolerancia que animaba a las principales autoridades del catolicismo, prestas a sancionar y a condenar todo comportamiento y toda idea que se alejara de la ortodoxia. Una vez alcanzada la Independencia, los temores de la Iglesia se centraron en las políticas anticlericales puestas en marcha por los gobiernos liberales, sobre todo después de 1850 (capítulo 3): se trata del conflicto entre los partidarios de la laicidad y los que defienden una especie de Estado confesional, una corriente que Émile Poulat ha denominado “catolicismo integral e intransigente”. Este conflicto volvió a resurgir durante los dos gobiernos de Alfonso López Pumarejo y, recientemente, conoció un nuevo episodio con la Constitución de 1991. Sin embargo, por diferentes razones, el capítulo no logra dar cuenta de la importancia de este conflicto: hace falta presentar los contextos en los que se enmarcaron cada uno de esos momentos para entender debidamente lo que estaba en disputa. De la misma manera, el conflicto no se entiende si no se explica con cierto detenimiento el sentido de las reformas laicas: no basta, por supuesto, hacer un listado de las medidas que se establecieron. Además, es primordial señalar que la laicidad, lejos de ser un concepto inmóvil, ha conocido toda una evolución desde el siglo XIX hasta nuestros días: si en un

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comienzo, la laicidad buscaba alcanzar una serie de libertades (de enseñanza, de religión, de conciencia), con el paso del tiempo los objetivos fueron variando. Hoy en día, la laicidad remite a nuevos desafíos: el progreso científico, los problemas éticos, el reconocimiento de los derechos de las minorías religiosas, étnicas, sexuales, etc. Hay otro vacío importante en este capítulo: la ausencia de matices. De Roux sostiene, repitiendo un lugar común, que el fracaso de los proyectos laicos emprendidos por los radicales y por Alfonso López Pumarejo se debió a la intransigencia del Partido conservador y del episcopado. Sin embargo, el estudio de numerosas fuentes permite apreciar que amplios sectores del partido liberal, es decir, del partido que supuestamente abanderaba la causa de la laicidad, se mostraron tan clericales como los conservadores y el clero. Los dos últimos capítulos abordan el tema de la “utopía” religiosa. Una de esas utopías se dio durante la Colonia, especialmente al comienzo, cuando numerosos misioneros interpretaron el “descubrimiento” como el signo providencial que abría las puertas no sólo a la expansión del cristianismo, sino sobre todo a la posibilidad de establecer la “Ciudad de Dios” en el Nuevo mundo, supuestamente libre de la corrupción y del pecado que afectaba al viejo catolicismo europeo. Ese “renacer” de la Iglesia, facilitado por la “inocencia” casi perfecta de los indígenas, se reflejó bajo la fórmula de un humanismo cristiano estrechamente relacionado con “impulsos utópicos-mesiánicos”. Fue una etapa animada por un profundo optimismo, pues se creía que el resurgir de la nueva Iglesia era una prueba de la proximidad de la salvación. Para acelerar este proceso, numerosos misioneros comenzaron a interesarse con entusiasmo en el estudio de los indígenas (costumbres, creencias, modos de organización), base esencial para implantar la “renaciente Iglesia”. Quizá hace falta aclarar en qué consistía ese renacer, en particular con relación a las comunidades indígenas: ¿se trataba acaso de una promoción de los pueblos amerindios?, ¿América iba a convertirse en una tierra de tolerancia, gracias a los auspicios de algunos sectores del catolicismo? En el último capítulo, el autor plantea el dilema que debe enfrentar el proyecto utópico: ¿se trata tan sólo de la aspiración a cambiar de mundo, tal y como lo sostienen los sectores más tradicionales o, por el contrario, lo que se busca no es acaso cambiar el mundo? La disyuntiva remite a una pregunta central: ¿lo que importa es únicamente el mundo del “más allá” o el hombre también debe interesarse por la dimensión temporal y mejorar sus condiciones de vida “aquí y ahora”? De Roux insiste en la “carga subversiva” y en el “contenido social” que implica necesariamente esta última opción, y recuerda, repitiendo literalmente en ocasiones pasajes ya

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mencionados en capítulos anteriores, ejemplos de esa escatología revolucionaria, presente desde los tiempos bíblicos y vigente aún hoy en día en América Latina: “Hasta nuestros días, el mundo americano -que surgió bajo el signo del Apocalipsisha permanecido marcado por el sello de la esperanza que precedió su nacimiento”. Desde ese momento, caracterizado por la opresión, se inició una marcha que debía conducir el continente hacia su libertad, causa por la que lucharon los movimientos de “Iglesia popular” y la “Teología de la liberación”, una teología escatológica que, a partir de una nueva lectura de la pobreza, “destaca los aspectos proféticos y escatológico-mesiánicos del mensaje cristiano”. El triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua fortaleció la creencia según la cual América era la nueva tierra prometida, la tierra de esperanza para todos los oprimidos. El trabajo termina con una exhortación abierta a seguir creyendo en la utopía, teniendo en cuenta los errores del pasado que, en nombre del bien común, han derivado hacia regímenes impositivos y coercitivos. Esta crítica implícita a los regímenes socialistas y comunistas no debe hacer perder la esperanza en la necesidad de construir sueños que permitan avizorar mundos mejores: “En esa perspectiva de necesaria crítica a la realidad social existente, las utopías, como el horizonte, preservan zonas ilusorias y sirven para ponerse en marcha”. { { { MÚNERA, Alfonso, Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano, Bogotá, Planeta, 2005, 225 pp. Javier Ortiz Cassiani) El último libro del historiador cartagenero Alfonso Múnera comienza llamando la atención sobre un tema de suma importancia. La carencia en la historiografía nacional, salvo contadas excepciones, de una producción sistemática de trabajos sobre historia política y, principalmente, sobre la falta de estudios que incorporen la cuestión racial en los análisis sobre el siglo XIX. Esta carencia contrasta con una realidad incuestionable para el autor, el papel central en los escritos de los intelectuales colombianos, desde Francisco José de Caldas, a finales del siglo XVIII, hasta Luis )

Historiador de la Universidad de Cartagena, candidato a magíster en historia de la Universidad de los Andes.

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mencionados en capítulos anteriores, ejemplos de esa escatología revolucionaria, presente desde los tiempos bíblicos y vigente aún hoy en día en América Latina: “Hasta nuestros días, el mundo americano -que surgió bajo el signo del Apocalipsisha permanecido marcado por el sello de la esperanza que precedió su nacimiento”. Desde ese momento, caracterizado por la opresión, se inició una marcha que debía conducir el continente hacia su libertad, causa por la que lucharon los movimientos de “Iglesia popular” y la “Teología de la liberación”, una teología escatológica que, a partir de una nueva lectura de la pobreza, “destaca los aspectos proféticos y escatológico-mesiánicos del mensaje cristiano”. El triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua fortaleció la creencia según la cual América era la nueva tierra prometida, la tierra de esperanza para todos los oprimidos. El trabajo termina con una exhortación abierta a seguir creyendo en la utopía, teniendo en cuenta los errores del pasado que, en nombre del bien común, han derivado hacia regímenes impositivos y coercitivos. Esta crítica implícita a los regímenes socialistas y comunistas no debe hacer perder la esperanza en la necesidad de construir sueños que permitan avizorar mundos mejores: “En esa perspectiva de necesaria crítica a la realidad social existente, las utopías, como el horizonte, preservan zonas ilusorias y sirven para ponerse en marcha”. { { { MÚNERA, Alfonso, Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano, Bogotá, Planeta, 2005, 225 pp. Javier Ortiz Cassiani) El último libro del historiador cartagenero Alfonso Múnera comienza llamando la atención sobre un tema de suma importancia. La carencia en la historiografía nacional, salvo contadas excepciones, de una producción sistemática de trabajos sobre historia política y, principalmente, sobre la falta de estudios que incorporen la cuestión racial en los análisis sobre el siglo XIX. Esta carencia contrasta con una realidad incuestionable para el autor, el papel central en los escritos de los intelectuales colombianos, desde Francisco José de Caldas, a finales del siglo XVIII, hasta Luis )

Historiador de la Universidad de Cartagena, candidato a magíster en historia de la Universidad de los Andes.

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López de Mesa, en el siglo XX, del tema racial. Contrasta también con la producción historiográfica de países como Perú y México, en donde, en el decenio de los ochenta y primera mitad de los años noventa, académicos como Alberto Flores Galindo, Florencia Mallon, Heraclio Bonilla, Carlos Manrique, Peter Guardino, David Nugent, Gilbert Joseph y Eric Van Young pusieron la discusión de la raza y de la participación de los grupos marginados en los procesos políticos de independencia, y su aporte en la configuración del estado nación, como ejes centrales de sus estudios. Para estos autores, que se caracterizan por la incorporación de novedosas metodologías, de “nuevos puntos de vista y de nuevos actores, producto de recientes lecturas y de largas investigaciones” (p. 15), la nación, es más que el producto de la acción ejemplarizante de unas élites criollas nacionales. Precisamente, sus investigaciones revelan el carácter azaroso y problemático de su formación, a través del análisis de los conflictos raciales y étnicos y las tensiones regionales. Sin embargo, en los últimos tiempos en nuestro medio, se vienen realizando importantes trabajos que muestran una apropiación de la problemática anterior. Múnera celebra la aparición de los trabajos de Mary Roldán, Nancy Appelbaum, Claudia Steiner, Broke Larson, Cristina Rojas y Marixa Lasso1 . Lo importante en los trabajos de estas seis mujeres, formadas en universidades norteamericanas, es su apuesta por dejar de concebir la nación como “una unidad homogénea”. Por el contrario, valoran los fragmentos como piezas fundamentales para entender los procesos de formación de la nación colombiana, y la necesidad de estudiar las tensiones étnicas y raciales y los conflictos regionales, como única posibilidad para tener una visión más enriquecida del pasado colombiano. Si se trata de definir Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano habría que inscribirlo dentro de esta línea. A pesar de que el libro está conformado por seis ensayos, descansa sobre dos temas centrales que le dan sentido de unidad: “la intrínseca relación de los discursos de las élites criollas colombianas del siglo XIX sobre raza y geografía con la construcción de la nación y, por otra parte, la participación de grupos subalternos en dicho proceso de formación nacional” (p. 21). En la introducción, el autor explica lo que él llama “las nueve claves para entender el siglo XIX”, especie de carta de navegación necesaria para abordar el, a veces, inaprensible siglo. Los puntos a los que se refieren 1

En este grupo estaría también el reciente trabajo de la historiadora Aline Helg, Liberty & Equality in Caribbean Colombia, 1770-1835, Chapel Hill and London, The University of North Carolina Press, 2004.

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las nueve claves se pueden resumir de la siguiente manera: la importancia de los textos de los intelectuales como constructores de imágenes en las que los colombianos aprendieron a mirarse a sí mismos y a la nación; la valoración y jerarquización de las geografías y razas, que comienza desde finales del siglo XVIII; la racialización de las geografías; la inferiorización de los territorios a través de la idea de frontera; el mito de la nación mestiza; y la participación de los negros y mulatos en la búsqueda de la ciudadanía. Múnera demuestra que, si bien se pueden apreciar rupturas en los escritos de Francisco José de Caldas con los de los intelectuales del siglo XIX, los hermanos Miguel y José María Samper y Salvador Camacho Roldán, -en, por ejemplo, la mayor atención de Caldas a la geografía y su papel determinante en el comportamiento de las razas, o la idea de José María Samper de que las “razas evolucionaran y se adaptasen al medio”- estos coinciden en la concepción de “la geografía humana de la nación como escindida en dos grandes territorios: los Andes habitados por las razas más civilizadas y superiores, y las costas, las tierras ardientes, las selvas, los grandes llanos, habitados por las razas incivilizadas e inferiores” (pp. 25-26). En los escritos de los intelectuales del siglo XIX colombiano, publicados en su mayoría en el extranjero (Kingston, Londres, París), por supuesto hay un estudio de la geografía, pero por sobre todo una valoración y una jerarquización de las geografías y razas, que comienza -y en esto insiste el autor-, desde muy temprano, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Es decir, que esta imagen se construyó desde el pensamiento criollo de la independencia. Por eso, su primer ensayo se refiere a dos figuras centrales en la construcción de jerarquías regionales a partir de un discurso racializado, José Ignacio de Pombo y Francisco José de Caldas. Pombo, Prior del Consulado de Comercio de Cartagena, y durante considerable tiempo el comerciante más acaudalado de la Nueva Granada, tuvo siempre un interés por el conocimiento de la geografía: “poseído por la ideología del progreso y con un gran optimismo sobre las infinitas posibilidades de desarrollo de las tierras americanas, estuvo en el centro de casi todos los esfuerzos que se hicieron por desentrañar la fragmentada geografía del norte suramérica en los últimos 20 años del imperio de España” (p. 54). Sus informes son una fuente insuperable par entender el espíritu reformista de la elite ilustrada criolla en los preludios de la independencia. El fomento de la educación, la agricultura, el comercio, la navegación y la industria fueron siempre preocupaciones centrales en Pombo. Con sus ojos puestos en la inmensidad del mar Caribe, los proyectos de Pombo se distanciaron de sus homólogos del interior, al punto de proponer “convertir la presidencia de

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Quito en un nuevo virreinato y hacer de la costa caribe una capitanía general independiente, al estilo de Venezuela” (p. 58). Así mismo, en el informe sobre el contrabando de 1804, hace público su discurso abolicionista radical, en franca contradicción con la aristocracia payanesa, para quienes la esclavitud era la base de su economía. Sin embargo, en Pombo, el espíritu liberal ilustrado, y los prejuicios raciales propios de la tradición noble española no se contradicen. Detrás de la idea de libertad para los esclavos, lo que existía era un fuerte temor a la posibilidad de que Cartagena de Indias, una ciudad portuaria habitada por una gran cantidad de negros y mulatos, se convirtiera en otro Haití. Esta sospecha “fortaleció su percepción de que los negros eran seres bárbaros y enemigos eternos de los blancos” (p. 60). En realidad el temor por la revolución negra haitiana de la elite cartagenera, y su uso como referente simbólico republicano por los sectores populares, era más fuerte de lo que normalmente se admite. En un estudio reciente, Marixa Lasso mostró cómo la población mulata cartagenera tuvo algunas oportunidades de familiarizarse con los eventos de la revolución haitiana a través de la común presencia en la ciudad de marineros franceses y haitianos2 . Las declaraciones de Manuel del Castillo, miembro del patriciado cartagenero y uno de los nueve mártires fusilados por Pablo Morillo en 1816, revela la importancia del imaginario haitiano en Cartagena. Como defensa ante el tribunal de acusación, para probar su lealtad a España, Del Castillo, declaró lo siguiente: “esos extranjeros, la hez de las colonias, nacidos y educados en medio de la espantosa revolución de Francia, y con hábitos, costumbres y ferocidad de unos verdaderos filibusteros: los negros de Haití, enemigos por constitución de los blancos y habituados a las carnicerías que han hecho gemir la humanidad en la desgraciada isla de Santo Domingo: los antropófagos caraqueños y los mismos hombres de color del país, halagados, ganados y embriagados por aquellos...”3 . Ante ese mismo tribunal, José María García de Toledo, otro de los mártires fusilados por Morillo, declaró que había participado en la destitución del gobernador Montes en 1810 por las amenazas del “populacho”, pues “atropellada la persona del señor gobernador siguiesen después las cabezas de los hombres acaudalados, de los nobles, de los blancos todos, y que se hubiese repetido la escena de Santo Domingo”4 . 2 3 4

LASSO, Marixa, “Haiti as an Image of Popular Republicanism in Caribbean Colombia, Cartagena Province (1811-1830)”, in GEGGUS, David (editor), The International impact of the Revolution in the Atlantic World, Charleston, University Carolina Press, 2001. ARRÁZOLA, Roberto, Los Mártires responden, Cartagena, Ediciones Hernández, 1973, p. 101. Las cursivas son mías. Ibid., p. 15.

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La apropiación del espacio que se inicia con Pombo, encuentra en Francisco José de Caldas su expresión más sólida. Caldas, en el intento de inscribirse dentro de la tradición ilustrada en boga, le quiere dar sentido al espacio en el que vive. “La geografía -señala-, es la base fundamental de toda especulación política”, de manera que el conocimiento de la geografía, es una forma de apropiación que permite ordenar y controlar. Así, política y geografía se complementan. En Caldas, como en la mayoría de los intelectuales americanos de finales del siglo XVIII, hay un afán por ser reconocidos “como legítimos miembros de una comunidad civilizada, dominante y europea”5. Tal vez por eso, no crítica el determinismo geográfico de George Louis de Buffon. Sus argumentos se centran en probar que, a diferencia de las tierras calientes, en las cordilleras andinas existen las condiciones naturales para el surgimiento y desarrollo de un hombre con los atributos físicos, intelectuales y morales, iguales a los del hombre europeo. Más allá del temprano interés de Caldas y Pombo por describir la geografía ignorada del virreinato, y por volver estas tierras económicamente productivas, “estos dos ilustrados estaban participando en el complejo y conflictivo proceso de volver reconocible un territorio y unas gentes que muy pronto intentarían definirse como nación. En la empresa intelectual de su invención, la construcción de una geografía y de una población, distribuida en ella racialmente, fueron dos elementos inseparables” (p. 69). En la perpetuación a través del tiempo de una geografía racializada, y de la valoración de unos territorios en detrimento de otros, se puede explicar -siguiendo a Múnerala pérdida de Panamá, que se entiende como la “metáfora del fracaso en la construcción de la nación colombiana” (p. 90). Obviamente, esto no hubiera sido posible sin la expresión imperial de los Estados Unidos, que en esos momentos vivía una importante coyuntura, y que el autor muestra como justificaciones que sustentan la urgencia de ese país por tomarse a Panamá. En primer lugar, al ocupar Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898, se hace necesario establecer un sistema más eficiente de comunicación entre el mar Caribe y el océano Pacífico; en segundo lugar, el triunfo sobre España representaba la salida del aislacionismo y la búsqueda de nuevos mercados, y en tercer lugar la reformulación del concepto de frontera, tan necesario para el fortalecimiento de la democracia norteamericana. Para Norteamérica, como se aprecia en los clásicos ensayos de Frederick Jackson Turner y Alfred Tayer Mahan, escritos a finales del siglo XIX, la frontera era el 5

CASTAÑO, Paola, NIETO, Mauricio y OJEDA, Diana, “Política, ciencia y geografía en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada”, en Revista Nómadas, No. 22, Bogotá, Universidad Central, Instituto de Estudios Contemporáneos, abril de 2005, p. 122.

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espacio por excelencia de la democracia, donde se ponían a prueba el esfuerzo y el trabajo individual, es decir, el lugar que había que ir a conquistar. Por el contrario, para las élites andinas, receptoras de una centenaria tradición, la frontera representaba el lugar del “otro”, el espacio del bárbaro y salvaje. Así, mientras se fortalecía la idea de un “centro andino rodeado de tierras marginales y fronterizas” (p. 102), Panamá se convertía en uno de los principales centros de comercio internacional, objeto de la infinita codicia de los Estados Unidos. Panamá era representado como una zona de negros y contrabandistas, cuyo clima ardiente había corrompido a sus élites. Ni siquiera en el lamento de su pérdida se dejó de lado esa visón peyorativa. A sólo seis años de la separación, en 1909, el periódico Zig-Zag, acompañaba la caricatura titulada “mutilación nacional” con el siguiente texto: “Colombia es pobre pero honrada mujer con familia. Y como es pobre y humilde y hasta complaciente, el Tío Sam la ha pretendido y no sólo ha sucedido que la ha intranquilizado con su pasión, sino que al lado de ella y aprovechando debilidades de algunos nietos suyos, consiguió seducir a una su hija morenita y ardiente, que es nada menos que la desgraciada Panamá a quien -como sucede siempre- ha abandonado a la desesperación después de disfrutar sus dones y de engañarla miserablemente. El tío Sam es el Tenorio de América”6 . Dos imágenes se fortalecen aquí. La ya clásica imagen de la mulata lujuriosa, que en Panamá cobra un fuerte significado por la alta presencia de población negra, y por otro lado, la imagen de los Estados Unidos como el macho poseedor que reforzaba la visión de Roosevelt, quien miraba a los colombianos como un pueblo de afeminados. Como complemento a lo expresado por Múnera, en el proceso de separación de Panamá habría que anotar la permanente búsqueda por la élite panameña de espacios de libertad. Por su ubicación geográfica, Panamá disfrutó siempre de excelentes condiciones para el comercio, de manera que no es nada gratuito que fueran los representantes panameños en el siglo XIX quienes encabezaran los proyectos sobre federación, y que desde comienzos de siglo, abogaran por el libre cambio y la supresión de monopolios como el del tabaco. Influenciados por los norteamericanos, se aprecia en los intelectuales panameños un interés por hacer la legislación nacional más acorde con los principios liberales y ponerla a tono con el espíritu cosmopolita de Panamá. En 1855 Justo Arosemena, jurista y destacado constitucionalista panameño, se atrevió a decir que “La legislación civil de la Nueva Granada tenía la 6

Citado como epígrafe por NÚÑEZ, Luz Ángela, “El rapto de Panamá en la caricatura política colombiana, 1903-1930”, en BONILLA, Heraclio y MONTAÑEZ, Gustavo (editores), Colombia y Panamá: La metamorfosis de la nación en el siglo XX, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia/Convenio Andrés Bello, 2004, p. 413. Las cursivas son mías.

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misma base que las Leyes castellanas de Partida, lo cual era una abierta contradicción con la sociedad republicana moderna”7 . Este prolífico intelectual, admirador del sistema político inglés y norteamericano, sostenía que “la libertad sin límites, será algún día la solución completa de todos los problemas sociales”8 . Múnera señala que desde el siglo XIX la idea de un territorio mestizo, más que una realidad, era un proyecto del ideal de nación que la élite quería construir. Asociados los valores de la civilización y la democracia a las condiciones raciales, la élite se preocupó por mostrar un territorio libre de negros e indígenas, y por presentar el territorio con una fuerte presencia mestiza, lo que en realidad representaba una forma de blanqueamiento. Esta tendencia es la que ha llevado a que la figura de Pedro Romero, el más importante dirigente mulato de la independencia de Cartagena, haya sido tratada a toda costa de ser blanqueada. Hay un interés por parte de los biógrafos de la élite cartagenera por mostrar que ni era mulato, ni era pobre, y por desestimar su protagonismo en las luchas por la independencia. De esta forma se trata de negar, además, la posibilidad de que los grupos marginados sean capaces de articular proyectos políticos importantes. Desde sus trabajos anteriores, Múnera ha resaltado la importancia de los negros y mulatos en la independencia de Cartagena, vistos por la historiografía tradicional como una masa sujeta a los caprichos de la élite. Esta misma historiografía, y otra mucho más reciente, se ha encargado de repetir hasta la saciedad cómo las élites criollas aprovecharon el vacío de poder para empezar a construir nuevas maneras o revaluar las existentes- de acción política, de poder y de representación. Sin embargo, les cuesta mucho trabajo darse cuenta que los sectores populares también pueden construir, a partir de de este vacío, sus propias alternativas. No olvidemos, como lo dice James Scott, que una revolución es también un interregno. Entre el momento en que un régimen previo se desintegra y el momento en que un nuevo régimen se ha instalado con firmeza, hay un terreno político que muy pocas veces ha sido examinado con detenimiento. Las descripciones estado-centristas de un periodo así subrayan, de manera característica su anarquía, caos e

7 8

MARTÍNEZ GARNICA, Armando, “La acción de los liberales panameños en la determinación de las políticas del Estado de la Nueva Granada, 1848-1855”, en BONILLA, Heraclio y MONTAÑEZ, Gustavo (editores), Op. Cit., p. 75. AROSEMENA, Justo, Ensayos morales, Washington, Unión Panamericana, 1949, p. 27.

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inseguridad. Sin embargo, para muchos ciudadanos y comunidades, puede representar un periodo notable, sin impuestos ni vigilancia estatal, un periodo en el que pueden revertirse las injusticias; en suma, un 9 paréntesis de autonomía .

En cada época las sociedades construyen representaciones para darle algún sentido a lo real. Es claro que el imaginario es una representación mental que no reproduce lo real, sin embargo, genera acciones que influyen sobre la realidad. Así, mientras la nación se narraba, en su narración se construían cartografías físicas y mentales. A los espacios y a sus gentes se les dotaba de categorías éticas y estéticas, que perpetuaron negaciones y exclusiones que históricamente han recaído sobre los grupos marginados de la nación. Por esta razón, Alfonso Múnera, en una época en que los científicos sociales suelen ocultar sus intereses y preferencias en refinados marcos conceptuales, desde el principio, tal vez para evitarnos las conjeturas, asume su posición y su compromiso: Usted estimado lector o lectora, puede leer lo que sigue como un libro de historia comprometido con la suerte de la gente pobre de la nación colombiana, que ha sufrido por generaciones las peores consecuencias de un orden político y social construido sobre la negación de sus derechos básicos y la exclusión de las llamadas razas inferiores. Admito que me tiene sin cuidado la acusación de haber sido muy apasionado al escribir esta historia, pues soy consciente de que la búsqueda de una objetividad neutral sólo produce libros muy aburridos y casi siempre inservibles, o libros “objetivamente” al servicio de las ideas dominantes, que, como bien dijera Michel Foucault, cumplen muy bien con la misión de la historia de legitimar un orden establecido (p. 44).

w w w

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SCOTT, James, “prólogo”, en JOSEPH, Gilbert y NUGENT, Daniel (compiladores), Aspectos cotidianos de la formación del Estado, México, Ediciones Era, 2002, p. 19.

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WILLIFORD, Thomas J., Laureano Gómez y los masones 1936-1942, Bogotá, Editorial Planeta, 2005, 249 pp. Decsi Arévalo Thomas Williford inscribe su libro Laureano Gómez y los masones 1936-1942 en el campo del estudio de la retórica política. Desde su perspectiva, la retórica es un aspecto fundamental en la violencia política y a ella se recurre por la necesidad de justificar la eliminación del otro. Para el caso particular de Colombia el autor señala que “la sospecha, el miedo y la desconfianza que engendró la retórica política fue un factor clave y necesario en el discurso para incitar asesinatos, torturas y masacres en la época de La Violencia” (p. 14). El centro del análisis está en el discurso antimasónico de Laureano Gómez, expresado en 1942 en el marco del debate electoral y la revisión del Concordato con la Santa Sede. El texto está estructurado a partir de tres temáticas: la francmasonería en sus orígenes, principios y presencia en Colombia durante la primera mitad del siglo XX; la ideología y estrategia partidista de Laureano hasta 1942; y los acontecimientos de 1942. Según el autor, la retórica laureanista de 1942 tenía como un componente principal la participación de los masones colombianos en un complot judio-masónicocomunista, de nivel mundial, contra la Iglesia. La conclusión de Williford es que la antimasonería de Gómez fue más una táctica política, que una parte fundamental de su ideología, pues surgió sólo esporádicamente como una de sus herramientas para unificar el partido conservador bajo su dirección. Dos argumentos sustentan tal afirmación. De una parte, si bien la masonería colombiana contaba con “muchos miembros, ejercía una importante influencia dentro del partido liberal y tenían aspectos anticlericales, como se podía ver en sus políticas sobre la educación y la regulación del estado sobre el matrimonio y el divorcio, los masones colombianos no hicieron parte de ninguna conspiración mundial contra la iglesia católica, como Gómez predicaba” (p. 21). De otra, el tema de la masonería no es persistente en el discurso laureanista, figura en 1910, luego desaparece para volver en 1935, ausentarse nuevamente y regresar en 1942.

Profesora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes.

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En opinión de Williford la idea central de Gómez era: la mejor defensa contra el liberalismo es un partido conservador unido e intransigente en sus valores (p. 151). Para lograr esa unidad y firmeza, dice el autor, en su discurso Laureano Gómez utilizó varias estrategias: el ataque a las tácticas electorales de los liberales, las críticas a la corrupción gubernamental y la defensa del nacionalismo económico por la vía del rechazo a la injerencia norteamericana. Pero, a mediados de 1942, muchos de estos recursos habían agotado su capacidad de cohesión; por tanto, interpretando los sucesos internacionales Gómez adaptó la idea de complot judíocomunista-masónico. No obstante, los dos primeros eran grupos de poca influencia real en la política, así que sólo quedaba la posibilidad de la antimasonería. Sin duda, la lectura de este texto propone varios campos de reflexión, que pueden ser motivo de estudios posteriores. Me refiero, en particular, a temas como la manera de hacer política en nuestro país y la incidencia del discurso tanto en las manifestaciones de violencia, como en la adopción de medidas gubernamentales. Un punto sobre el que quisiera llamar la atención es la relación liberalismomasonería-anticlericalismo. Williford, en su libro, enfatiza la idea de anticlericalismo para referirse a la postura masónica respecto a la Iglesia, que es justamente la que utilizaría Gómez para sustentar su retórica política de 1942, cuando ataca la política del liberalismo. Sin embargo, la expresión real de esta triada es un asunto que debe esclarecerse para dar cuenta del marco de creación de un discurso. Si bien el autor expone los argumentos por los cuales no podría hablarse de un complot judíomasón-comunista, no deja igualmente clara la relación liberal-masón. Como lo señala Ricardo Arias1 , a mediados del siglo XIX el liberalismo impulsó un proyecto laicista, truncado durante la regeneración y la hegemonía conservadora, que cobró fuerza en los años treinta del siglo XX, en los que se generó un conjunto de reformas encaminado a sentar las bases de un Estado laico. Pero en los años treinta, “amplios sectores del liberalismo se sumaron a las toldas clericales y conservadoras y atacaron con no menos ímpetu la política religiosa de López”2 , que no era masón. Tal divergencia dentro del liberalismo no podría imputarse a la pertenencia a grupos masónicos.

1 2

ARIAS, Ricardo, “Estado laico y catolicismo integral en Colombia. La reforma religiosa de López Pumarejo”, en Historia Crítica, No.19, Bogotá, Universidad de Los Andes, enero-junio 2000, pp. 70-71. Ibid., p.73

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En esta dirección habría que profundizar en las prácticas de la política y no sólo en elementos ideológicos. Dos procesos sería pertinente esclarecer. De una parte, la relación entre un grupo de la sociedad, los masones en este caso, y la determinación de políticas públicas; de otra, la asociación entre necesidades de la política y los contenidos ideológicos que se defienden. Indagar sobre tales procesos permitiría dimensionar la complejidad con que se toman las decisiones políticas y aproximarse a la incidencia de los grupos sociales en la fijación de acciones estatales. De ahí que un avance sobre la incidencia del discurso –como catalizador de la violencia- debe contemplar el análisis de la manera como se tejen esas relaciones políticas y el grado de conocimiento que de éstas pueda exhibir la sociedad. Sin duda, como lo señala Williford, el desconocimiento es un terreno abonado para sembrar la sospecha y el miedo.

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Notilibros Sección a cargo de Muriel Laurent, Marta Herrera Ángel, Javier Ortiz Cassiani, Ricardo Arias y Hugo Fazio. ❐ MAYA, Luz Adriana, Brujería y reconstrucción de identidades entre los africanos y sus descendientes en la Nueva Granada, siglo XVII, Bogotá, Premio Nacional de Historia 2003, Ministerio de Cultura, 2005, 806 pp. El libro estudia el proceso de reconstrucción de las identidades de los africanos y sus descendientes que vivieron en la Nueva Granada en el siglo XVII. La hipótesis principal que la ha orientado considera que, gracias a la permanencia de una visión sagrada de lo real articulada sobre el culto a los ancestros, esos africanos, tanto como los criollos y mulatos, iniciaron procesos de repersonalización, resocialización, reterritorializqación y repolitización dentro del sistema esclavista. Por otra parte, considera que la corp-oralidad jugó un papel esencial en la reconstrucción simbólica y material de las memorias que emergieron y se consolidaron en medio de la lucha contra el cautiverio. SOTOMAYOR, María Lucía, Cofradías, caciques y mayordomos. Reconstrucción social y reorganización política en los pueblos de indios, siglo XVIII, Bogotá, Colección Cuadernos Coloniales, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2004, 227 pp. Este libro trata sobre la cofradía, institución religiosa traída de España, y sobre su función económica, política y cultural en los pueblos de indios. Se partió teóricamente de la movilidad de la cultura, donde las vivencias de hechos traumáticos y la experiencia cotidiana se reelaboran continuamente. La investigación se realizó en varias poblaciones de la región de Sogamoso (Boyacá), especialmente en los antiguos pueblos de indios de Cuítiva, Iza y Pesca. Privilegia las relaciones de poder que se generaron allí y la manera como las cofradías consiguieron constituirse en “instrumento” esencial de los indígenas, para lograr una mayor representatividad y participación en los beneficios que aportaba la nueva sociedad colonial. De esta manera, la cofradía adquirió la función de eje reestructurador de carácter total: religioso, político, económico y social, en los pueblos de indios.

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❖ SOULODRE - LA FRANCE, Renée, Región e imperio. El Tolima Grande y las Reformas Borbónicas en el siglo XVIII, trad. Antonio Jara, Bogotá, Colección Espiral Título IV, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2004, 247 pp. Este libro, que se concentra en la región del Tolima Grande, en la Nueva Granada del siglo XVIII, evalúa el impacto y la efectividad de las Reformas Borbónicas a nivel regional. Hace énfasis en las formas en que fueron percibidas por diferentes grupos regionales y en cómo los individuos y grupos de interés locales fueron integrados al sistema colonial, a través de los cambios introducidos por la corona española. Se examina la tenencia de la tierra, las transacciones de finca raíz y las estructuras de crédito en el Tolima Grande, dentro del contexto de la intrusión del Estado colonial en la economía regional a través de la implementación de reformas específicas. ❂ HELG, Aline, Liberty and equality in Caribbean Colombia 1770-1835, Chapel Hill and London, The University of North Carolina Press, 2004, 363 pp. A pesar de que Colombia posee una importante población de descendientes africanos, el país suele ser visto como una nación de andinos, blancos y mestizos. Aline Helg examina la invisibilidad de la identidad afrocaribeña en una perspectiva comparativa americana. Concentrándose en la región Caribe, la autora explora el papel de la población negra, libre y esclava, las élites blancas y los indígenas al final del período colonial, durante los procesos de independencia y en el inicio de la construcción de la nación. ¿Por qué la raza no se convirtió en una categoría organizacional en el Caribe colombiano como lo hizo en varias otras sociedades con una significativa población afrodescendiente? Helg considera que las divisiones dentro de las clases bajas y altas y la preferencia afrocolombiana por formas individuales, locales y transitorias de resistencia resultaron en esferas de autonomía popular pero frenaron el desarrollo de una identidad afrocaribeña en la región. CODAZZI, Agustín, Geografía física y política de la Confederación granadina, Vol. V: Estado de Santander. Antiguas provincias de Vélez, Socorro, Soto, Ocaña, Santander y Pamplona, edición, análisis y comentarios de DOMÍNGUEZ OSSA, Camilo A., GÓMEZ LÓPEZ, Augusto J., BARONA BECERRA, Guido, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia – Universidad del Cauca, 2004, 498 pp. Durante los años que trabajó la Comisión Corográfica, entre 1850 y 1859, se produjeron numerosos cambios en la estructura político-administrativa de la Nueva Granada y sus regiones, que fueron el germen para el surgimiento de los

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departamentos y municipios actuales. Por ello, quien busque comprender cómo surgen, por ejemplo, los departamentos y municipios de los Santanderes actuales debe analizar con profundidad la geografía de esas regiones a mediados del siglo XIX. Tal tarea se ve facilitada con la publicación de este volumen V de la Comisión Corográfica. Para los editores la geografía histórica no es un simple ejercicio intelectual, sino una importante herramienta que permite analizar el presente, al identificar las fuerzas que han venido transformando un espacio desde el pasado. Con esta bella edición, se siguen los consejos de Agustín Codazzi, que en carta fechada el 22 de noviembre de 1857 dirigida al Secretario de Estado del Despacho de Gobierno, decía: “Nada habrá hecho la Nación con hacer levantar estas cartas, si ellas hubiesen de quedar encerradas en los archivos, expuestas a perderse; y de nada servirían tampoco las descripciones geográficas, itinerarios, etc., si éstos no se organizan en un cuerpo para formar la verdadera geografía de la Nueva Granada”. ❆ SILVA, Renán, República Liberal, intelectuales y cultura popular, Bogotá, La Carreta Histórica, 2005, 303 pp. Este libro es un serio esfuerzo por presentar una imagen nueva de la política cultural de los gobiernos liberales colombianos entre 1930 y 1946. Al mismo tiempo busca reformular las formas tradicionales con que se han estudiado las “políticas culturales” por parte de los llamados “estudios sobre comunicación y cultura”. Desemboca así en una concepción nueva acerca de cómo examinar esa realidad que llamamos, con excesiva certidumbre, “cultura popular”. ◗ MUELAS, Lorenzo (con la colaboración de Martha L. Urdaneta), La fuerza de la gente. Juntando recuerdos sobre la terrajería en Guambía-Colombia, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2005, 534 pp. La fuerza de la gente es un texto autobiográfico, encaminado a discutir la institución de la terrajería y el surgimiento de las luchas y movimientos indígenas del siglo XX en el Suroccidente colombiano, desde la particular visión del Constituyente y exsenador indígena, Lorenzo Muelas Hurtado. Su condición de terrajero e hijo de terrajeros, así como de actor directo en las luchas indígenas en cuestión, las cuales tuvieron su detonante precisamente en la terrajería, lo hacen testigo de excepción de un fenómeno social que es importante que sea conocido en sus formas más íntimas. La primera parte del libro está centrada en el proceso de apropiación de las tierras y el trabajo indígenas, a través de los sistemas de hacienda y terraje, que llevó a la desvertebración del territorio y de la comunidad guambiana. Una segunda

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parte narra las experiencias personales del autor. La parte final comprende los últimos treinta años de terrajería en territorio guambiano, y los procesos de lucha que generaron la organización indígena actual en el Cauca y la recuperación de su territorio. ❚ BIDEGAÍN, Ana María (dirección), Historia del cristianismo en Colombia. Corrientes y diversidad, Bogotá, Taurus, 2004, 509 pp. Compuesto por doce artículos realizados por un equipo investigativo interdisciplinario, este trabajo recorre la experiencia del cristianismo en Colombia, desde la Conquista, pasando por la Colonia, el periodo barroco y el mestizaje, hasta el siglo XX, signado por la diversidad de las corrientes religiosas. ❈ LONDOÑO, Patricia, Religión, cultura y sociedad en Colombia. Medellín y Antioquia, 1850-1930, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2004, 449 pp. Este libro ofrece un vívido retrato de algunos factores que acortaron las distancias sociales en la sociedad antioqueña entre 1850 y 1930, un periodo de crecimiento económico y relativa estabilidad. El hilo conductor es el estudio de cerca de mil grupos, asociaciones voluntarias y entidades que florecieron en ese lapso, congregando un número cada vez mayor de hombres y mujeres de diverso origen social alrededor de prácticas religiosas, filantrópicas y educativas en pos de la ansiada “civilización”. ✤ FAZIO, Hugo, El mundo en los inicios del siglo XXI. Hacia una formación social global, Bogotá, Uniandes – IEPRI, 2004, 202 pp. A partir de un análisis de las distintas expresiones de la globalización, el autor propone un enfoque para repensar las relaciones internacionales contemporáneas, en torno a los conceptos de formación social global y de política global. Con base en esos presupuestos, analiza la política global en el contexto construido alrededor de tres grandes acontecimientos: el 11 de septiembre de 2001, la intervención en Irak y los sucesos del 11 y 14 de marzo español. ✧ FAZIO, Hugo, La globalización en Chile: entre el estado y la sociedad de mercado, Bogotá, Universidad Nacional, 2004, 233 pp. A partir de un enfoque histórico, con ayuda del cual se sitúa el presente en una perspectiva de la larga duración, se analiza la adaptabilidad de la experiencia chilena

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a la dinámica de la globalización. Esta perspectiva de análisis destaca las particularidades que asume la globalización en los distintos ámbitos sociales y las tensiones que se generan en cada uno de ellos. Al tiempo muestra la contradicción que se presenta en Chile en torno a la tendencia a organizarse alrededor del Estado y la práctica globalizante de evolucionar de acuerdo con los patrones de un sociedad de mercado. ✡ BONILLA, Heraclio, y MONTAÑEZ, Gustavo (Editores), Colombia y Panamá. La metamorfosis de la nación en el siglo XX, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia – Convenio Andrés Bello, 2004, 463 pp. Este libro contiene los textos que se presentaron en el seminario internacional “Colombia y Panamá: geopolítica, identidad, memoria e historia”, que se realizó en la Universidad Nacional de Colombia entre el 3 de septiembre de 2002 y el 7 de noviembre de 2003. En el seminario se examinaron las causas, el proceso y las consecuencias de la separación de Panamá, a un siglo de haberse consumado. Lo ocurrido en 1903 con Panamá y Colombia constituye un importante punto de inflexión en el proceso seguido hasta ese momento en ambos países. Es igualmente un umbral significativo en las relaciones del hemisferio, porque cierra y consolida el proceso abierto en 1898, cuando de España se independizaron Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, y se inició la hegemonía económica y política de Estados Unidos sobre la región. ✪ MONTAÑEZ, Gustavo (Coord.), Dimensiones territoriales de la guerra y la paz, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2004, 826 pp. Este libro tiene como propósito contribuir a la comprensión, debate y búsqueda de alternativas para la superación del conflicto colombiano. Centra su atención en el análisis de los procesos y dinámicas territoriales del mismo y en sus complejas relaciones con el entorno regional latinoamericano e internacional. Esta publicación reúne las ponencias presentadas en el seminario internacional “Dimensiones territoriales de la guerra y la paz”, por un amplio conjunto de estudiosos e investigadores nacionales e internacionales, quienes ofrecen distintas aproximaciones para avanzar en la comprensión de la situación actual del país y sus perspectivas.

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✦ TOMOEDA, Hiroyasu, FUJII, Tatsuhiko, y MILLONES, Luis (Editores), Entre Dios y el Diablo. Magia y poder en la costa norte del Perú, Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos IFEA – Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2004, 209 pp. Este libro analiza elementos de la tradición, los valores y patrones culturales del norte del Perú que, frente a los del sur y centro del país, son poco conocidos. Las características culturales de la región son, en cierto sentido, antitéticas a las del Cuzco y Apurímac. En el pasado los norteños proponían el culto a la Luna, en abierta contraposición con el del Sol del Cuzco imperial, y adoraban al mar, ajeno a los Incas. En el presente, es tierra de inmenso mestizaje, donde gente de origen africano y asiático tiene un papel más visible que en el resto del país. Es también un gran centro de medicina tradicional, donde los jugos y visiones de San Pedro siguen cautivando creyentes y donde los curanderos, a diferencia de lo que sucede en otras partes del país, no convocan a cóndores ni a wamanis, sino que la mirada se concentra en la maestra o el maestro, punto de atención de los participantes. Los siete trabajos reunidos en el libro se prepararon pensando en el eje identidad, arte y religión popular. En su conjunto proporcionan una secuencia de carácter histórico, que permite que el lector se informe sobre la etnografía contemporánea, a partir del pasado, ofreciéndole la oportunidad de conocer la evolución de la sociedad que está estudiando. En los diferentes trabajos sobresalen como los valores más significativos y presentes en la vida de estos pueblos la religiosidad y el culto a los muertos. ✱ DE LA TORRE LOPEZ, Arturo E., Movimientos milenaristas y cultos de crisis en el Perú. Análisis histórico y etnológico, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2004, 287 pp. A pesar de la pervivencia del mito histórico del gran miedo al año mil en la imaginación popular, el fin del segundo milenio sorprendió a muchos observadores de la sociedad contemporánea por el escaso afloramiento de movimientos milenaristas. El desconocimiento que existe de este tipo de fenómenos no resulta extraño. A la creación de imágenes históricas fabulosas, se une el desacuerdo de los autores a la hora de precisar un marco común, acrecentado por la confusión que la terminología empleada arroja sobre estos fenómenos. El presente trabajo pretende ser un aporte al estudio de este tipo de ideologías y su reiteración a lo largo de la historia hispanoamericana, a través de la evaluación crítica del más importante y polémico planteamiento teórico que la historiografía peruana ha producido en los últimos cincuenta años: la utopía andina.

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✴ GIERSZ, Mitos, MAKOWSKI, Krzysztof, y PRAZADKA, Patrycja, El mundo sobrenatural Mochica. Imágenes escultóricas de las deidades antropomorfas en el Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima, Universidad de Varsovia – Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005, 222 pp. Con amenazadores colmillos, trenzas en forma de serpiente-dragón y cuerpos de aves de rapiña, perros, zorros, jaguares, arañas y murciélagos, las deidades moche observan silenciosas desde las vasijas ceremoniales. ¿Cuántas y quiénes son? ¿Qué poderes les otorgó la imaginación de los hombres que habitaron la costa norte del Perú entre los siglos II y VIII d.C.? Las respuestas a estos interrogantes dependen de cómo se interpreten la doctrina política y los fundamentos religiosos contenidos en la iconografía moche. Los resultados de los análisis llevados a cabo por los tres autores (análisis semiológico y análisis estadístico) demuestran que la iconografía moche posee una riqueza de información comparable con la de un códice maya. Los autores logran reconstruir la compleja estructura del panteón mochica de una manera completamente novedosa. ✙ ROBINSON, David J. y DAVID COOK, Noble (Editores), Collaguas II. Lari Collaguas. Economía, sociedad y población, 1604-1605, Colección Clásicos Peruanos, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú - Universidad de Siracusa, 2003, 514 pp. En el mundo andino hay dos tradiciones de visitas, o inspecciones. La una es autóctona y la otra europea, y esa combinación es la que distingue las visitas andinas de otras de América colonial. Los dos estados, incaico y español, sumamente centralizados y burocráticos, estuvieron sucesivamente interesados en la información estadística de la región en el siglo XVI. La publicación de la visita de Collaguas II, realizada a la provincia o corregimiento colonial de Collaguas en el Perú entre 1604 y 1605, por el visitador Gerónimo Dávila, complementa la de Collaguas I, realizada en 1591 por el visitador Gaspar Verdugo, y editada por Franklin Pease, en 1977. Estas publicaciones representan un importante estímulo para la historia del mundo indígena andino, por su indiscutible valor como testimonio de la vida de la gente sin voz. Las visitas se han convertido en una vía de acceso fundamental a una historia andina que ya no pertenece sólo a los vencedores, sino también a los vencidos. El gran beneficio de la visita a Lari Collaguas es el contenido y riqueza de información relacionada con aspectos económicos de la población. No solamente incluye datos sobre las tierras de comunidad que poseían los indios tributarios, sino detalles de

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las chacras pertenecientes a cada grupo doméstico, el número y, ocasionalmente, el tipo de casas, los cultivos predominantes y el número de cabezas de ganado. ✔ DUVIOLS, Pierre (Compilador), Procesos y Visitas de Idolatrías. Cajatambo, siglo XVII, Colección Clásicos Peruanos, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú - Instituto Francés de Estudios Andinos IFEA, 2003, 882 pp. Desde el principio, la Iglesia había luchado contra el paganismo. A raíz de la conquista los pueblos de los Andes, como todos los de las Indias Occidentales, entraron en la categoría cristiana de idólatras. En general, se admitía en Europa que el demonio enemigo e imitador de Dios- había sido el inventor de los cultos idolátricos y que seguía fomentándolos. Este corpus de documentos recoge la actividad de las campañas contra la idolatría adelantadas por la corona española, en el corregimiento o provincia de Cajatambo, en el Perú, en el siglo XVII. Por la abundancia y el valor etnográfico de las informaciones que ofrece, constituye un monumento de la cultura andina colonial prehispánica. En las confesiones forzosas de los reos y testigos se evoca detalladamente parte del ciclo vital de algunas comunidades de campesinos en pueblos apartados, que en su mayoría habían resistido a los embates de la extirpación de las idolatrías. Se encuentran, además, los rituales tributados a los dioses y las oraciones en quechua, así como las trágicas manifestaciones del culto a los muertos y a los antepasados y de su represión. ✑ DE LAS CASAS GRIEVE, Mercedes y LOHMANN VILLENA, Guillermo (Editores), Relación de las cosas acaecidas en las alteraciones del Perú después de que Blasco Núñez Vela entró en él, Lima, Colección Clásicos Peruanos, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003, 366 pp. La publicación de esta Relación es de suma importancia tanto porque facilita el estudio de la rebelión de Gonzalo Pizarro en el Perú, en 1547, como por la heterogeneidad de su contenido. En ella se puede encontrar información sobre las plagas que se abatieron sobre el Perú, la regulación tributaria implantada por Gasca, la idiosincrasia de la población autóctona y los obstáculos que enfrentaba su evangelización. El texto que ha servido de base para la edición corresponde a la versión inédita de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, fechada en 1547.

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Colombia $ 7.500 Exterior US $ 10

ISTORIA RITI A

Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes BOGOTA, COLOMBIA

Dossier: Un llamado a la inclusi贸n: fuentes y perspectivas para una historia participativa

Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes

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PERMISO DE TARIFA POSTAL REDUCIDA. LICENCIA No. 142 DE ADPOSTAL VENCE DIC. 2005

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