N° 37
Enero - Abril 2009
Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes BogotĂĄ, Colombia
Nº 37, enero-abril de 2009 Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Dirección y teléfono: Calle 18 A n° 0 – 33E, Bogotá, Colombia, tel-fax: +57 (1) 332.45.06 Correo electrónico: hcritica@uniandes.edu.co - Sitio Web: http://historiacritica.uniandes.edu.co Fundador Directores anteriores
Daniel García-Peña Daniel García-Peña (1989-1990), Hugo Fazio (1991-1994), Mauricio Nieto (1995-1996), Juan Carlos Eastman (1997), Mauricio Nieto (1997-1998), Juan Carlos Flórez (1998-2000), Ricardo Arias (2000-2004)
Directora Editora Asistente editorial
Muriel Laurent, PhD, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, mlaurent@uniandes.edu.co Martha Lux, M.A., Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, hcritica@uniandes.edu.co Carlos Alberto Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, ca.toro964@uniandes.edu.co
Coordinador revistas Fac. Ciencias Sociales
Daniel Mauricio Blanco, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, dan-blan@uniandes.edu.co
Comité editorial
Rafael Díaz, PhD, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, rdiaz@javeriana.edu.co Hugo Fazio, PhD, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, hfazio@uniandes.edu.co Stefania Gallini, PhD, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia, sgallini@unal.edu.co Michael J. LaRosa, PhD, Rhodes Collage, Memphis, Estados Unidos, LAROSA@rhodes.edu Karl Offen, PhD, University of Oklahoma, Norman, Estados Unidos, koffen@ou.edu
Comité científico
David Bushnell, PhD (University of Florida, Gainesville, Estados Unidos), Guillermo Bustos, MA (Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, Ecuador), Martín Kalulambi, PhD (University of Ottawa, Ottawa, Canadá), María Emma Mannarelli, PhD (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú), Anthony McFarlane, PhD (University of Warwick, Coventry, Reino Unido), David Robinson, PhD (Syracuse University, Syracuse, Estados Unidos), Mary Roldán, PhD (Cornell University, Ithaca, Estados Unidos), Hilda Sabato, PhD (Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina), Gonzalo Sánchez, PhD (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Bogotá, Colombia), Clément Thibaud, PhD (Université de Nantes, Nantes, Francia).
Traducción al inglés
Shawn Van Ausdal s_vanausdal@yahoo.com
Corrección de estilo, diseño y diagramación
.Puntoaparte Editores contacto@puntoaparte.com.co Dirección de arte y diagramación: Juan David Martínez y María José Castillo
Impresión Distribución Suscripciones
Corcas Editores Ltda. Siglo del Hombre Editores http://www.lalibreriadelau.com/catalog/index.php/manufacturers_id/95
Páginas del número Formato Tiraje Periodicidad
252 19 x 24.5 cm 500 ejemplares Cuadrimestral ISSN 0121-1617. Min. Gobierno 2107 de 1987
* Las ideas aquí expuestas son responsabilidad exclusiva de los autores. * El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para su uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se mencione como fuente el artículo y su autor, y la Revista Historia Crítica del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero autorización del Comité editorial de la revista. Precio: $ 15.000 (Colombia)
La revista Historia Crítica hace parte de los siguientes catálogos, bases bibliográficas, índices y sistemas de indexación: Publindex - Índice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, (Colciencias, Colombia), desde 1999. Actualmente en categoría A1. Ulrich’s Periodicals Directory (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2001. America: History and Life (ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. Historical Abstracts (ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. LATINDEX - Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (México), desde 2001. HAPI - Hispanic American Periodical Index (UCLA, Estados Unidos), desde 2002. Ocenet (Editorial Oceano, España), desde 2003. EBSCO Information Services (Estados Unidos), desde 2005. Sociological Abstracts (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2005. Worldwide Political Science Abstracts, (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2005. PRISMA - Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (CSA-ProQuest, Gran Bretaña), desde 2006. RedALyC - Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (UAEM, México), desde 2007. DOAJ - Directory of Open Access Journal (Lund University Libraries, Suecia), desde 2007. Thompson Gale (Estados Unidos), desde 2007. CLASE - Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México), desde 2007. DIALNET - Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2007. CIBERA - Biblioteca Virtual Iberoamericana / España / Portugal (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007. SciELO - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2007. CREDI - Centro de Recursos Documentales e Informáticos (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI), desde 2008. HLAS - Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2008. LAPTOC - Latin American Periodicals Tables of Contents (University of Texas, Estados Unidos), desde 2008. Social Sciences Citation Index - Social Scisearch - Arts and Humanities Citation Index - Journal Citation Reports/ Social Sciences Edition (ISI, Thomson Reuters, antes Thomson Scientific, Estados Unidos), desde 2008.
Portales Web en los cuales está la revista Historia Crítica: http://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia), desde 2001. http://www.cervantesvirtual.com/portales/ (Quórum Portal de Revistas, Universidad de Alcalá, España), desde 2007. http://sala.clacso.org.ar/biblioteca/Members/lenlaces (Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina), desde 2007. http://www.historiadoresonline.com (Historiadores OnLine - HOL, Argentina), desde 2007.
Los árbitros de este número de la revista fueron: Mauricio Archila (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Ricardo Arias (Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia) Darío Barriera (Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina) Jaime Borja (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia) Lila M. Caimari (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Buenos Aires, Argentina) Jim Cane-Carasco (University of Oklahoma, Norman, Estados Unidos) Micheline Cariño (Universidad Autónoma de Baja California Sur, La Paz, México) Hugo Fazio (Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia) Federico Finchelstein (The New School for Social Research, New York City, Estados Unidos) Eugenia Ibarra Rojas (Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica) Mary Roldán (Cornell University, Ithaca, Estados Unidos) Sergio Mejía (Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia) James E. Sanders (Utah State University, Logan, Estados Unidos) Alonso Valencia Llano (Universidad del Valle, Cali, Colombia) Óscar Almario García (Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Medellín, Colombia) Orián Jiménez (Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Medellín, Colombia) Fabio Zambrano (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Roch Charles Little (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Germán Mejía (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia) Ricardo Sánchez (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Luz Ángela Núñez (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia) Astrid Ulloa (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia) Renán Vega Cantor (Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia)
Tabla de contenido Carta a los lectores
7-9
En memoria de Margarita González
10-13
Clasificar, evaluar
14-17
Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke
18-25
Artículos Tema Abierto Guillermo Brenes Tencio, Colegio Nocturno de Cartago, Cartago, Costa Rica Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
26-53
Pamela Murray, Universidad de Alabama, Birmingham, Estados Unidos Mujeres, género y política en la joven República colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
54-71
Muriel Laurent, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
72-99
Gisela Sedeillan, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, Argentina Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
100-119
Franco Savarino, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México D.F., México Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
120-147
Adolfo León Atehortua Cruz, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia El Cuartelazo de Pasto
148-169
Alejandro Camargo, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
170-191
Espacio estudiantil Richard Kalil Nieto, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861 Reseñas
192-216
María Cristina Pérez Pérez, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Chicangana Bayona, Yobenj Aucardo, comp. Historia, cultura y sociedad colonial siglo XVI-XVIII. Temas, problemas y perspectiva. Medellín: La Carreta Histórica, 2008. Juan Carlos Villamizar, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia Mejía, Sergio. La revolución en letras. La historia de la revolución de Colombia de José Manuel Restrepo (1781-1863). Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, CESO – Universidad EAFIT, 2007. Luis Javier Ortiz Mesa, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Laurent, Muriel. Contrabando en Colombia en el siglo XIX. Prácticas y discursos de resistencia y reproducción. Bogotá: Uniandes - CESO - Departamento de Historia, 2008.
217-221
Notilibros
231-233
222-225 226-230
Convocatoria
234
Acerca de la revista
235
Normas para los autores
236-237
Table of Contents Letter to readers
7-9
In memoriam: Margarita González
10-13
Classify, evaluate
14-17
Debates in Cultural History, a Conversation with Peter Burke
18-25
Articles Open Forum Guillermo Brenes Tencio, Colegio Nocturno de Cartago, Cartago, Costa Rica Producing the Image of Costa Rica’s National Hero… The Emblematic Iconography of Juan Santamaría
26-53
Pamela Murray, University of Alabama, Birmingham, United States Women, Gender and Politics in the Young Colombian Republic: A Glimpse through the Personal Correspondence of Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
54-71
Muriel Laurent, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Illegal Dynamism and Official Challenge: Contraband in Tumaco and the Southern Pacific Coast in the 1860s and 1870s
72-99
Gisela Sedeillan, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, Argentina Sexual Crimes: the Law and Judicial Practice in the Province of Buenos Aires during the Codification of Argentina’s Penal Code (1877-1892)
100-119
Franco Savarino, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México D.F., México Game of Illusions: Brazil, Mexico and Latin American “Fascisms” in relation to Italian Fascism
120-147
Adolfo León Atehortua Cruz, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia The Pasto Putsch
148-169
Alejandro Camargo, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia A Bountiful land: Progress and Natural Resources along the San Jorge River during the Twentieth Century
170-191
Student Space Richard Kalil Nieto, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia The Paths of the “Russian Soul”: Notes from its Philosophical History, 1700-1861
192-216
Reseñas María Cristina Pérez Pérez, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Chicangana Bayona, Yobenj Aucardo, comp. Historia, cultura y sociedad colonial siglo XVI-XVIII. Temas, problemas y perspectiva. Medellín: La Carreta Histórica, 2008. Juan Carlos Villamizar, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia Mejía, Sergio. La revolución en letras. La historia de la revolución de Colombia de José Manuel Restrepo (1781-1863). Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, CESO – Universidad EAFIT, 2007. Luis Javier Ortiz Mesa, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Laurent, Muriel. Contrabando en Colombia en el siglo XIX. Prácticas y discursos de resistencia y reproducción. Bogotá: Uniandes - CESO - Departamento de Historia, 2008.
217-221
Book Notes
231-233
222-225 226-230
Call for Papers
234
About the journal
235
Submission Guidelines
236-237
Carta a los lectores
Carta a los lectores Para la revista Historia Crítica el año 2009 estará marcado por dos acontecimientos significativos. En primera instancia, el Comité Editorial de la revista y las directivas de la misma y del Departamento de Historia en el que se edita han decidido ofrecer tres números anuales a sus lectores. Este cambio de periodicidad responde al interés de incrementar la cantidad de artículos publicados, tanto de Dossier como de Tema Abierto, en un momento en el que gracias a la preparación que se hizo para asumir este reto, podemos seguir garantizando su calidad. En segunda instancia, la revista celebra sus 20 años de existencia a finales de este año. Para esta ocasión se están preparando eventos especiales que tendrán lugar en el segundo semestre. Pero esas no son las únicas novedades y noticias. Desde finales del año pasado la revista cuenta con un nuevo integrante en su Comité Editorial en la persona de Mike LaRosa, PhD en Historia de la University of Miami y profesor de Rhodes College (Memphis, Estados Unidos). Asimismo, Clément Thibaud, Doctor en Historia de la Université de Paris I (París, Francia) y profesor de la Université de Nantes (Nantes, Francia), nos acompaña de ahora en adelante desde el Comité Científico. Adicionalmente, en aras de enriquecer su página web, Historia Crítica cuenta ahora con dos nuevos espacios en su versión electrónica. Se trata, por un lado, de las “Preguntas a la Historia”, sección en la que se exponen textos en los que especialistas de un área de investigación explican, en grandes líneas, su campo de estudio. Una primera entrega ha sido la de Mauricio Archila sobre los movimientos sociales en la historia. Por otro lado, están los “Textos de autores invitados”, donde se ofrecen artículos que por su tamaño no pueden incluirse en la versión impresa de la revista. En esta sección ya contamos con los aportes de Renán Silva sobre “Alfabetización, cultura y sociedad, la experiencia del siglo XVIII en el Virreinato de Nueva Granada” y de Gilberto Loaiza, titulado “Leyendo (todavía) a Antonio Gramsci”.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 7-9
7
8
Carta a los lectores
Nuestra intención es promover ambos espacios con la inclusión de nuevos documentos en los próximos meses y años. Por ello, las ideas de nuestros lectores son bienvenidas. Finalmente, para sus próximos números, Historia Crítica está preparando un dossier sobre ‘Objetos y mercancías en la Historia’; está convocando para un dossier sobre ‘Memoria’, como se puede observar en las páginas finales de esta edición, y abrirá luego una convocatoria sobre independencias. *** Este número de la revista se abre con una reflexión, publicada recientemente en la prestigiosa revista francesa Annales. En ésta se trata el amplio movimiento de clasificación de publicaciones periódicas y de investigadores y grupos de investigación, tópico al que se enfrenta el mundo científico y académico. En el texto “Clasificar, evaluar”, los Annales alertan, no sin razón, sobre los peligros que acompañan esta tendencia clasificadora y evaluativa. Luego de este provocativo abrebocas se incluye una entrevista realizada por Yobenj Aucardo Chicangana Bayona, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, al historiador inglés Peter Burke. En “Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke” se indaga por la trayectoria de este reconocido investigador y por la evolución que ha conocido la historia cultural. El grueso de esta edición se consagra a presentar resultados de investigación en la sección de Tema abierto. El orden elegido fue cronológico, con énfasis en los siglos XIX y XX y artículos sobre Colombia y América Latina principalmente, y uno sobre Rusia. En “Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría” Guillermo Brenes Tencio propone una interpretación de la figura de un héroe nacional de Costa Rica, a partir de dos representaciones visuales, una estatua y un óleo. Con “Mujeres, género y política en la joven República colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862”, Pamela Murray se adentra, mediante el análisis de cartas de mujeres al General Mosquera, en la participación femenina en la vida política colombiana.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 7-9
Carta a los lectores
Muriel Laurent se aproxima a la dinámica regional del Pacífico Sur colombiano, a través del comercio ilícito en dos décadas de la segunda mitad del siglo XIX con su texto “Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870”. Gisela Sedeillan analiza la manera como la justicia afrontó los delitos de violación y estupro en una región de Argentina a finales del siglo XIX en su artículo titulado “Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)”. En “Juego de ilusiones: Brasil, México y los ‘fascismos’ latinoamericanos frente al fascismo italiano” Franco Savarino estudia los encuentros y desencuentros entre el fascismo italiano y sus expresiones homólogas en América Latina en los años veinte y treinta del siglo pasado. Adolfo Atehortua explica en “El Cuartelazo de Pasto” este acontecimiento colombiano de la década del cuarenta del siglo XX desde sus causas hasta sus consecuencias, resaltando también a sus actores y las interpretaciones que recibió. En el texto titulado “Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX” Alejandro Camargo se propone mostrar cómo los recursos naturales de esta región del Norte de Colombia, en particular la pesca, fueron explotados durante el siglo pasado siguiendo el ideal de desarrollo económico y provocando de tal modo la actual crisis ambiental. En el Espacio estudiantil Richard Kalil Nieto plantea, bajo el título “Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861”, la estrecha relación existente entre la historia filosófica rusa y el proyecto de identidad nacional.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 7-9
9
10
En memoria de Margarita González
EN MEMORIA DE MARGARITA GONZÁLEZ El 29 de diciembre de 2008 murió en Bogotá, a la edad de 66 años, la historiadora Margarita González. Provenía de un hogar formado por la filósofa y filóloga italiana Edelweiss Pacciotti y el abogado Carmelo González, oriundo de Barranquilla. La profesora Pacciotti fue durante gran parte de su vida, hasta su fallecimiento, docente destacada de la Universidad Nacional, institución en la cual enseñaba griego, latín y literatura clásica. El abogado González también ejerció durante algún tiempo la cátedra en la Facultad de Derecho de la misma universidad y alcanzó a traducir un texto de derecho penal. Margarita y sus dos hermanas, Marina y Yolanda, recibieron una esmerada educación. Su madre les leía desde pequeñas (les leyó completa la Odisea), les hablaba de Italia, su historia y su cultura, e igualmente de otros pueblos, incluyendo los precolombinos. Esta “clase de cosas”, como llamaba la madre a su enseñanza, tenía lugar por las tardes, en su casa que quedaba contigua a la Universidad Nacional. Como ellas lo expresaban, “vivíamos en la Ciudad Universitaria”1. Del padre (quien tocaba piano) recibieron, entre otros estímulos, el gusto por la música. Margarita desde muy temprano se inclinó por el piano, instrumento que en aquellos años estudió con dedicación y rigor. Chopin era uno de sus compositores preferidos. La futura historiadora y su hermana Marina estudiaron en el Colegio Santa Clara, de monjas alemanas. Cuando terminaron su bachillerato entraron a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Nacional, una elección que resultaba obvia en el seno familiar. Era el año de 1960. Bajo la influencia de las clases de historia del profesor Jaime Jaramillo Uribe, de quien Margarita llegó a ser monitora, la disciplinada alumna comenzó a inclinarse por los estudios históricos. Además de Margarita otros estudiantes optaban por la disciplina de la historia, entre los cuales estaban Germán Colmenares (quien habría de contraer matrimonio con Marina), Hermes Tovar Pinzón, Jorge Orlando Melo, Jorge Palacios Preciado, Víctor Alvarez, Gilma Mora de Tovar, Germán Rubiano, Carmen Ortega y otros. En uso de una beca, Margarita 1. Entrevista con Yolanda González, Bogotá, marzo 4 de 2008. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 10-13
En memoria de Margarita González
viajó a estudiar historia europea moderna en la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), junto con Jorge Orlando Melo, con quien había contraído matrimonio. Desde entonces la investigación histórica se convirtió en la articulación principal de su deseo de saber. En 1968 ingresó como docente e investigadora a la Universidad de los Andes, institución a la cual también se habían vinculado Germán Colmenares y Darío Fajardo. Entre los tres llevaron a cabo la recopilación y transcripción de una selección de documentos para la historia del trabajo en la época colonial, que apareció en 19682. Nunca antes se había publicado una colección de documentos coloniales sobre esta temática, lo cual anunciaba la preocupación investigativa de los compiladores, que irá haciéndose realidad en los años siguientes. En cuanto a Margarita, estando en la Universidad de los Andes emprendió la investigación de un problema acerca del cual sólo Juan Friede, 26 años atrás, había llamado la atención: la cuestión de los resguardos indígenas. Con plena suficiencia en el dominio de la investigación y empleando una prosa impecable escribió su libro sobre el resguardo, obra clásica en el tema, publicada en 1970, que le valió pronto reconocimiento3. Por decisión institucional, en 1971 no les fue renovado a los tres autores de las Fuentes coloniales el contrato con la universidad de los Andes. Margarita entonces habría de vincularse al Departamento de Historia de la Universidad Nacional, donde permaneció hasta el momento de su jubilación. El decenio de los años setenta fue para Margarita un período de notable actividad en la investigación y escritura sobre varios temas de la historia colonial y de la primera mitad del siglo XIX. Algunos de sus principales trabajos fueron publicados en la revista Cuadernos Colombianos, fundada y dirigida por Mario Arrubla. En esta revista dio a conocer sus investigaciones sobre la manumisión de esclavos, las formas de trabajo indígena, el estanco del tabaco, la hacienda y los orígenes de la propiedad territorial4. Los tres primeros trabajos fueron recopilados en un libro que circuló en 1977, el cual ha tenido varias ediciones posteriores5. En este mismo año publicó un artículo sobre “El Bolívar de Mosquera”6,
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 10-13
11
2. Germán Colmenares, Margarita González de Melo y Darío Fajardo, Fuentes coloniales para la historia del trabajo en Colombia (Bogotá: Ediciones de la Universidad de los Andes, 1968). 3. Margarita González, El resguardo en el Nuevo Reino de Granada (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1970). 4. Margarita González, “El proceso de manumisión en Colombia”, Cuadernos Colombianos 2 (II trimestre 1974); “Bosquejo histórico de las formas de trabajo indígena”, Cuadernos Colombianos 4 (IV trimestre1974); “El estanco colonial del tabaco”, Cuadernos Colombianos 8 (IV trimestre 1975). 5. Margarita González, Ensayos de historia colombiana (Bogotá: Editorial La Carreta, 1977). 6. Margarita González, “El Bolívar de Mosquera”, Gaceta (Revista de Colcultura), 1: 12/13 (Julio-Agosto de 1977).
12
En memoria de Margarita González
7. Margarita González, “Movimientos revolucionarios en América a finales del siglo XVIII”, Revista de Extensión Cultural 5 (Julio-Agosto de 1978); “El resguardo minero de Antioquia”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 9 (1979). 8. Margarita González, “Las rentas del estado 1750-1850”, en Manual de Historia de Colombia, t. II, director Jaime Jaramillo Uribe (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1979). 9. Los trabajos en los cuales Margarita actuó como compiladora, en colaboración con Mario Arrubla y Jorge Mario Eatsman, son los siguientes: Jorge Eliécer Gaitán, Obras Selectas, Cámara de Representantes, Colección “Pensadores Políticos Colombianos”, t. V, Bogotá, 1979; Alzate Avendaño, Obras Selectas, Cámara de Representantes, t. VII, 1979; López Pumarejo, Obras Selectas, Cámara de Representantes, t. X, 1979. 10. Margarita González, “La política económica virreinal en el Nuevo Reino de Granada: 1750-1810”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 11 (1983). 11. Margarita González, “Aspectos Económicos de la administración pública en Colombia: 1820-1886”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 13-14 (1985-1986). 12. Margarita González, Bolívar y la independencia de Cuba (Bogotá: El Áncora Editores, 1985). 13. Frank Safford, El ideal de lo práctico: el desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia (Bogotá: Empresa Editorial Universidad Nacional, El Áncora Editores, 1989. Traducción de Margarita González y María Victoria Gussoni; Saúl Firedländer, Historia y Psicoanálisis. Ensayo sobre las posibilidades y límites de la Psicohistoria (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1989). Traducción de Margarita González y María Victoria Gussoni.
que ya mostraba su interés por la temática relacionada con el Libertador, figura acerca de la cual años después escribió un interesante trabajo. Otras dos publicaciones de estos años versaron sobre los movimientos revolucionarios americanos que irrumpieron a finales del siglo XVIII, y sobre el resguardo minero de Antioquia7. Es de destacar su participación en el Manual de Historia de Colombia, obra dirigida por Jaime Jaramillo Uribe, con el trabajo sobre las rentas del Estado durante el periodo comprendido entre 1750 y 18508. Conviene mencionar también las compilaciones documentales adelantadas por Margarita, sobre López Pumarejo, Alzate Avendaño y Jorge Eliécer Gaitán, publicadas en 19799. En los años ochenta publica dos importantes artículos: el primero, sobre la política económica que los virreyes del Nuevo Reino de Granada pusieron en práctica durante la segunda mitad del siglo XVIII, política que estaba dirigida a la minería del oro y la plata, la agricultura, la producción de trigo y la elaboración de harinas, la exportación de productos agrarios, el comercio, la real hacienda y otros temas10. El segundo, sobre los aspectos económicos de la administración pública entre 1820 y 1886, se ocupa del sistema rentístico, la administración de Hacienda, el presupuesto, las aduanas, etc.11. En 1985 apareció su libro sobre Bolívar, en el cual aborda el proyecto del Libertador de llevar la independencia a Cuba; si bien este proyecto bolivariano no se convirtió en realidad, su estudio permite conocer el contexto social y político en que fue concebido, así como las complejas tensiones internacionales que se tejieron en torno a Latinoamérica en los primeros años de la época republicana12. De estos años no puede pasar desapercibida su labor de traducción, conjuntamente con María Gussoni, del importante libro de Frank Safford, El Ideal de lo práctico, y el de Saúl Friedländer, Historia y psicoanálisis13. En los últimos años, tres temáticas llamaron la atención a Margarita: Bolívar y la independencia, la insurrección de los comuneros y el origen de los partidos políticos en Colombia. Acerca de la primera, que de cierta manera era una continuación de su anterior estudio sobre el Libertador, publicó un sugestivo artículo sobre “Bolívar y el arte de la guerra”, y otro en el que
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 10-13
En memoria de Margarita González
13
abordaba la relación del Libertador con la palabra14. Así mismo, relacionado con el tema de los comuneros, elaboró un trabajo en el que se ocupaba de Ambrosio Pisco y la participación de los indígenas en la mencionada insurrección15. En cuanto a la tercera temática, la muerte se encargó de interrumpirla, cuando ya se encontraba bastante avanzada la investigación que buscaba responder la pregunta sobre el origen de los partidos políticos. Como hecho significativo, en la etapa final de su vida Margarita era una asidua asistente a las reuniones de “La Tertulia”, una agrupación de jóvenes unidos por sus inquietudes intelectuales y literarias. Allí leyó algunos de sus trabajos, como un cuento titulado “Domingo”, y su obra de teatro sobre Ambrosio Pisco16. También tocaba el piano, ese instrumento que la acompañó desde su infancia hasta sus últimos días. Margarita dejó una obra rigurosa, consistente, de ostensible valor para la historiografía colombiana. Fue una autora que se destacó dentro del grupo de historiadores que comenzó su trayectoria profesional en los años sesenta. Y, desde el punto de vista del género, fue la figura femenina más importante de la primera generación de historiadores que inició la llamada nueva historia económica y social de Colombia. Su memoria habrá de perdurar en la escritura de Clio. Bernardo Tovar Zambrano Profesor Titular Universidad Nacional de Colombia 14. Margarita González, “Bolívar y el arte de la guerra”, Al Margen 11 (Septiembre 11 de 2004); “Bolívar y la palabra”, en Colombia: la alegría de pensar, Germán Espinoza et al. (Bogotá: Universidad Autónoma de Colombia, 2004). 15. Margarita González, “Don Ambrosio Pisco, Señor de Chía y Príncipe de Bogotá: la participación indígena en la Insurrección de los Comuneros”, Al Margen 14 (junio de 2005). 16. Margarita González, “Domingo”, Lucernula 2 (julio de 1982); “Don Ambrosio Pisco, Señor de Chía y Príncipe de Bogotá” (obra de teatro inédita). hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 10-13
14
Clasificar, evaluar
Clasificar, evaluar Traducción❧ del texto “Classer, évaluer” publicado en Annales. Histoire, Sciences Sociales. 63e année, No. 6, novembre-décembre 2008, pp. I-IV.
El mundo de la investigación y de la enseñanza superior parece asido por la fiebre de la evaluación: es en este marco donde debe situarse el reciente debate alrededor de las clasificaciones de las revistas, que ha sido propuesto en Europa por la European Science Foundation (ESF) y en Francia por la Agence d’Évaluation de la Recherche et de l’Enseignement Supérieur (AERES), inspirado en gran medida en la propuesta europea. Estas clasificaciones diferencian las revistas europeas entre aquellas que no son clasificadas y aquellas que sí. Estas últimas quedan repartidas en tres categorías: A, B y C. La lectura de los documentos propuestos por la ESF y la AERES revela sus carencias. Los procedimientos y los principios de clasificación son subjetivos; los expertos son anónimos y los errores abundan, de tal modo que figuran varias veces ciertas revistas, en ocasiones con clasificaciones diferentes o confusiones de títulos. Más grave aún, estas clasificaciones muestran injusticias flagrantes, que desafían el sentido común de una comunidad de investigadores, que no es ignorante de sus propios valores a ese punto. Desde luego, las reacciones a veces virulentas no se han hecho esperar en Francia, pero también en otros países europeos como Alemania o Inglaterra. Por todas estas razones, los Annales no pueden sino desear el abandono por parte de la ESF y la AERES de estas clasificaciones a la vez discutibles y discutidas. El debate no está por ello concluido, porque detrás de estas clasificaciones hay otras cosas que se ponen en juego y que conviene entonces distinguir: el problema de la evaluación de las revistas, pero también, desde luego, el problema de la evaluación de los investigadores y de los grupos de investigación. En un periodo de fragmentación de los saberes y de multiplicación de las publicaciones, la idea de contribuir a la organización de un espacio científico de discusión, reconociendo la existencia de diferentes categorías de revistas, no está a priori desprovista de sentido si no se trata de fabricar compartimientos herméticos o jerarquías arbitrarias. Sería necesario, pues, que los criterios de clasificación así como el objetivo buscado sean claramente expuestos, que los procedimientos sean objeto de un consenso y que las revisiones sean periódicas. Por lo demás, en los países en los que las publicaciones dependen del apoyo de insti❧ La traducción, autorizada por los Annales, fue realizada por Renán tuciones y financiamientos públicos, parece legítimo disponer de Silva, historiador y sociólogo instrumentos para repartir los recursos sobre la base de criterios colombiano, y Muriel Laurent, Profesora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 14-17
Clasificar, evaluar
científicos. Se podría incluso esperar que una discusión colectiva alrededor de la evaluación de las revistas científicas permitiría debatir acerca de sus prácticas editoriales y hacer más explícitas las expectativas de las instituciones que las financian y de los investigadores que las alimentan y las leen. Los expertos científicos de la AERES han ofrecido hace poco, como respuesta a las protestas de las revistas y de los investigadores, pruebas de su interés en sostener la discusión. Es necesario proceder. Queda el hecho de que, publicando sin ninguna discusión previa sus clasificaciones y sin que su uso haya sido claramente establecido, las instituciones europeas y francesas (a diferencia de los Estados Unidos que son siempre propuestos como el ejemplo, pero que no practican este tipo de clasificación) se han comprometido en una vía en cuanto a la que decenios de investigaciones muestran el peligro. Los Annales no pueden sino prevenir contra el uso que se hace de estos dispositivos de clasificación y de medida del saber e incitar a la reflexión en el manejo de estos instrumentos, que no tienen la neutralidad que se les quiere atribuir. Es ante todo en nombre del compromiso científico en la práctica de las ciencias sociales que las reservas respecto de estas discutibles elecciones deben expresarse. Tales clasificaciones pueden conllevar el riesgo de contribuir a fijar el espacio intelectual, volviendo mucho más difíciles las innovaciones y ofreciendo unas rentas de situación a las revistas con fuerte notoriedad. El movimiento de creación de nuevas revistas, tan necesario para la vida intelectual, corre el riesgo de sufrir las consecuencias. Pero el principal problema que pone en peligro el principio de una clasificación única de las revistas es el de la diversidad de las magnitudes según las cuales las revistas pueden ser clasificadas. Una revista puede ser la referencia internacional en su campo, aunque se encuentre limitada a un muy pequeño medio intelectual de difusión, en tanto que otra revista puede atañer a un área geográfica reducida pero ser leída por un número mucho mayor de investigadores, y no hay más que felicitarse por la existencia de una verdadera diversidad de revistas, garantía de pluralismo metodológico e intelectual. En fin, la constitución de estas clasificaciones sobre bases disciplinarias, que varían de un país a otro, no hace más que agravar las dificultades, y llega a veces hasta el absurdo cuando una revista interdisciplinaria, viendo su proyecto intelectual completamente desnaturalizado, no es evaluada más que en el marco de una sola disciplina. Las comunidades de saberes no tienen la misma dimensión, las mismas fronteras ni el mismo funcionamiento y es necesario reconocer esta diversidad irreductible. La cuestión de la evaluación de las revistas científicas, perfectamente legítima, permanece abierta, pero una clasificación única y uniforme en ningún caso es la solución: es a la vez inútil y contraproducente, pues trae más efectos negativos que positivos.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 14-17
15
16
Clasificar, evaluar
No obstante se puede apostar a que la resistencia a la clasificación de las revistas habría sido menos fuerte si ésta no hubiera estado ligada a la puesta en marcha de nuevas formas de clasificación de los investigadores. El primer riesgo de tal evaluación es que pone el acento sobre criterios estrictamente cuantitativos en el momento mismo en que la comunidad científica toma conciencia de los límites de los instrumentos bibliométricos y de la vanidad de medidas tales como el “factor de impacto”, incluso en ciencias físicas o naturales, sobre las cuales se pretende alinear cueste lo que cueste a las ciencias humanas y sociales. Aun cuando la cantidad de publicaciones no siempre se encuentra sin relación con la calidad de la actividad científica de un investigador y que puede tener un lugar en la medición de su actividad científica, proporcionando indicadores sin duda alguna falibles pero objetivables, la ausencia de una correlación directa y el riesgo de ceder a la facilidad de los métodos cuantitativos invitan a la prudencia, tanto más cuanto que, a diferencia de otras disciplinas, los trabajos de referencia en ciencias sociales no siempre pasan por las revistas, pues los libros juegan un papel fundamental en la estructuración del debate intelectual. De otra parte, dicha concepción de la evaluación da prueba de una equivocación. Un comité de redacción no tiene por función distribuir notas en lugar de los evaluadores institucionales, y no hay ninguna razón para hacer recaer en el comité la parte más importante de la evaluación, la cualitativa, en un momento en el que al contrario habría que defender las instancias colectivas de evaluación. Un comité de redacción trabaja para garantizar la más alta calidad científica posible de los artículos publicados, pero también para defender una concepción de la investigación que es propia de cada revista. Los miembros de estos comités toman opciones intelectuales que no son neutras y que se inscriben en la historia y la identidad de cada publicación, lo que invalida la utilización mecánica de una clasificación de las revistas como principal instrumento de evaluación de los investigadores o de los grupos de investigación. La vía de una evaluación esencialmente cuantitativa apoyada sobre la clasificación de revistas nos parece, pues, peligrosa. Sin embargo, no se desprende de eso ningún argumento para rechazar por principio una evaluación más rigurosa del trabajo de los investigadores, en nombre del argumento capcioso de que todo se vale. Se objetará que los investigadores ya son evaluados. ¿Quién podría, sin embargo, pretender seriamente que los mecanismos de evaluación individual no pueden ser mejorados? El rechazo de todo procedimiento evaluativo o el mantenimiento de un statu quo no son más deseables que las proposiciones de evaluación estrictamente cuantitativa. El apego a una concepción científica del trabajo intelectual en historia y ciencias sociales no puede acomodarse a una pretendida inconmensurabilidad de nuestras producciones. Asimismo, hay algo de paradójico en que pasemos en la práctica gran parte de
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 14-17
Clasificar, evaluar
nuestro tiempo evaluando a estudiantes o a colegas más jóvenes y que rechacemos todo debate sobre las formas de evaluación. Las condiciones actuales del reclutamiento universitario, con frecuencia dominado por el localismo y el clientelismo, pero también el desarrollo de las carreras en las que los investigadores más dinámicos son poco premiados, o aun los desfases a veces escandalosos entre el reconocimiento científico y las trayectorias institucionales, abogan por una evaluación más sistemática, con la condición de ponerse de acuerdo sobre las formas de ésta última. Ahora bien, las evoluciones recientes ligadas a la creación de agencias nacionales y europeas que evalúan las revistas, los investigadores y los proyectos en una total opacidad, no tienen nada de consoladoras a este respecto. Estas instituciones, cuyos miembros son nominados y no elegidos, contribuyen a reforzar el sentimiento de arbitrariedad por la ausencia de criterios y de procedimientos expuestos públicamente y luego reconocidos y validados colectivamente. Desarrollan a un nivel jamás alcanzado la burocratización de la investigación, de tal suerte que los docentes de educación superior, cuyo supuesto medio tiempo como investigadores ya se encuentra plagado de tareas pedagógicas y administrativas, pasan ahora la mayor parte de su tiempo dedicados a escribir proyectos o informes de investigación, antes que dedicados a la investigación misma. En fin -y no es la paradoja menor en todo esto-, mientras la retórica política pretende promover la autonomía de las instituciones universitarias, se pone a funcionar en realidad una centralización directamente sometida a una dirección administrativa, e incluso política, con frecuencia ignorante de las realidades más elementales de la investigación. No nos hagamos ilusiones: la evaluación es por naturaleza problemática e insatisfactoria en nuestras disciplinas. La evaluación cualitativa por los pares, frecuentemente presentada como opuesta a la evaluación bibliométrica, tampoco es una panacea: es devoradora de tiempo para los investigadores, depende de la manera como son designados los evaluadores y no garantiza que los trabajos innovadores sean distinguidos. Los Annales no pretenden proponer -ese no es, por lo demás, su papel- una solución preparada de antemano para estos problemas, pero no pueden menos que desear una redefinición colectiva de las reglas bajo el signo de la transparencia, de la autonomía y de la responsabilidad. En este periodo de incertidumbres económicas y de amenazas acrecentadas sobre las condiciones del trabajo científico, las revistas y los investigadores que publican en ellas deben hoy en día demostrar su capacidad para defender e ilustrar una idea de la investigación científica y de su evaluación, incluso imperfecta, teniendo al tiempo el coraje de aplicársela a sí mismos. LOS ANNALES
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 14-17
17
18
Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke
Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke Yobenj Aucardo Chicangana Bayona ❧ Peter Burke (1937) es uno de los más importantes historiadores en el mundo, reconocido por su amplia producción historiográfica, teórica, además por sus trabajos sobre la Edad Moderna, el Renacimiento y por sus investigaciones sobre teoría y metodología de la historia cultural. Ha sido Profesor en variadas y prestigiosas universidades tales como Princeton, Oxford y Sussex. Desde 1979 es Profesor de Cambridge, donde impartió la cátedra de Historia Cultural, y también es miembro del Emmanuel College. La entrevista que sigue a continuación fue realizada el martes 16 de septiembre de 2008 en la ciudad de Medellín, en el marco de la visita del profesor Peter Burke a Colombia. 1¿Es verdad que usted quería ser pintor y también conservador de museo? En mi adolescencia era un artista amateur -hacía bocetos, acuarelas y daba los primeros pasos con el óleo-, aunque nunca quise hacer de la pintura mi carrera. Lo que sí me atraía era un trabajo en un museo como el British Museum o el Victoria and Albert Museum o una galería como la National Gallery como conservador de colección, porque tendría la oportunidad de sacar los objetos de sus estuches de vidrio y tocarlos. Ahora estoy feliz de no haber entrado en el mundo de los museos, porque a partir de los años noventa, si no antes, las políticas cambiarían y cada vez más era esperado que los conservadores, anteriormente eruditos quienes tenían tiempo para escribir sobre sus temas de especialización, se comportaran ahora como administradores. 2. ¿Cómo
lo marcó su paso por
Princeton, Oxford, Sussex
y
Cambridge
para llegar a la
historia cultural , pensando sobre todo en el auge y la hegemonía de la historia política ingle sa de los años sesenta ?
❧ Profesor Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. yachican@ unalmed.edu.co; yobenj@gmail.com
¿Cómo era ser un historiador de la cultura en ese contexto? En Oxford aprendí a ser historiador. Cuando estaba en el pregrado (1957-60), ocupé los tres años estudiando historia1 Mis héroes eran Christopher Hill y Lawrence Stone, en el auge de sus capacidades, ambos dando conferencias sobre los siglos XVI y XVII. En Oxford, todos los estudiantes son vinculados a
1. Tres años es el sistema británico formal. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
Yobenj Aucardo Chicangana Bayona
facultades y me ofrecieron una beca en St. John´s, para que mi tutor fuera Keith Thomas, quien aún no era famoso, sino un joven iniciando su carrera -con quien me encontraba una vez por semana durante una hora y tenía que leerle un ensayo en voz alta-. Hill, Stone y Thomas, todos, enfatizaban la historia social, que era el más reciente y excitante enfoque en los cincuenta, practicado por una minoría de profesores en Oxford, mientras que la mayoría se concentraba en historia política y unos cuantos en historia económica. Yo también estaba interesado en la historia cultural, especialmente historia del arte -gracias a mi entusiasmo por la pintura- y esto me llevo al Renacimiento Italiano como una materia especial -que estudié con detalle en el tercer año-, y, por ende, asistir a las conferencias de Edgar Wind, Profesor de Historia del Arte, quien había sido amigo de Aby Warburg. Cuando me gradué en 1960, inicié la investigación para el D. Phil, como llaman a los doctorados en Oxford. Yo quería estudiar en Europa continental; entonces no trabajé con Hill, Stone o Thomas, sino con Hugh Trevor-Roper, quien tenía buenas conexiones con historiadores como Chabod y Ruggiero Romano; él también me presentó a Arnaldo Momigliano, con quien mantuve contacto hasta su muerte 25 años después. Como alumno de posgrado migré a otra facultad, al college St. Antony´s, donde los ingleses eran una pequeña minoría, y conocí a mi mejor amigo el ecuatoriano Juan Maiguashca con quien aún mantengo contacto. Juan acababa de llegar de París, donde había estudiado con Chaunu, y entusiasmó mi creciente interés por la historia de Annales. Sussex, donde di clases entre 1962 y 1978, fue una segunda educación para mí -tenía 25 años cuando empecé allí-. Lo que me llevó a Sussex -dejando a Oxford cuando aún estaba a la mitad de mi disertación, sobre el historiador del siglo XVII Paolo Sarpi- fue el enfoque interdisciplinario. Yo podía trabajar de cerca con colegas de las facultades de inglés, francés, sociología, antropología, historia del arte, etc. Mi primera conferencia en la universidad fue sobre Freud, y ya para el verano de 1963 estaba dando un curso sobre sociología, aprendiendo a medida que éste progresaba. Aprendí de mis colegas en literatura muchas cosas sobre cómo leer textos. Fui muy influenciado por dos eruditos emigrantes quienes podrían ser mi padre -y que me trataron como un hijo, no teniendo hijos propios-, el sociólogo rumano Zev Barbu y el alemán marxista historiador del arte Hans Hess. Fue bien al inicio de mi tiempo en Sussex que fui invitado al Instituto de Estudios Avanzados en Princeton -Lawrence Stone había migrado de Oxford a la Universidad de Princeton y me recomendó al Instituto, que normalmente no aceptaban académicos de 29 años, como ocurría en ese entonces, a no ser que fueran matemáticos-. Princeton me dio el tiempo libre y las instalaciones de la biblioteca para trabajar en el libro sobre el
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
19
20
Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke
Renacimiento italiano, que apareció en 1972. Conversaciones en el Instituto me ayudaron. Conocer a Panofsky fue una decepción, pero Millard Meiss y otros historiadores fueron muy útiles y entendieron por qué un historiador “normal” quería invadir su campo. Dar una variedad de cursos en Sussex no me dejaba mucho tiempo para la investigación, y la que había sido una universidad nueva extremamente informal se estaba volviendo muy burocrática en los años setenta, también recibían menos dinero del gobierno comparado con los prósperos y generosos años sesenta. Entonces me gustó que me hubieran pedido que me presentara para un trabajo en Cambridge, lo que reducía mis horas de clase a la mitad, mientras que tenía una buena biblioteca a 15 minutos de caminada -en Sussex hacía mi investigación en el Museo Británico, que aún alojaba a la Biblioteca Británica en ese tiempo, quedándome dos días a la semana en Londres-. Regresar a una universidad antigua era un choque cultural -respondí haciendo un estudio antropológico de mi facultad, un boceto rápido que publiqué bajo un seudónimo, a invitación de Pierre Bourdieu, en Actes de la Recherche en Science Sociale-. Sussex había apoyado el enfoque interdisciplinario, en Cambridge la atmosfera era más fría, alentándome a ser más crítico como también a defenderme. Era imposible cambiar el sistema, aún bastante tradicional, pero fue relativamente fácil subvertirlo dando clases a grupos pequeños de alumnos, frecuentemente uno a la vez, y recomendando, por ejemplo, Max Weber o Norbert Elias, inclusive, sin decir que estos autores no eran considerados historiadores, sino sociólogos. Desde los años setenta, debo decir, Cambridge ha cambiado y la Facultad de Historia es más favorable a ambas ciencias sociales y a la historia cultural. 3. ¿Actualmente hacia dónde se dirigen los debates de la historiografía inglesa? ¿Cómo es asumida hoy en día la H istoria C ultural ? La Historia Cultural, alguna vez marginal, se ha vuelto central en el trabajo de historiadores británicos, a expensas de la historia política y también de la historia social. La Historia Económica, alguna vez “innovadora”, está en baja, aunque hay señales de que está siendo rescatada o substituida por el interés en la historia de medio ambiente. Un desarrollo importante ha sido la interacción entre la historia cultural y la historia política. Por ejemplo, dos de los alumnos más brillantes de doctorado en la historia de Cambridge algunos años atrás, ambos nacidos en 1973 y que ahora están enseñando en el Birkbeck College de Londres, acaban de publicar los libros que derivan de sus tesis de doctorado, uno sobre la información y la comunicación en la Venecia del siglo XVII y el otro sobre el teatro de operaciones navales de Gran Bretaña y Alemania entre 19001914, curiosamente ninguno de los dos es británico: uno es italiano y el otro, alemán. Creo que así es como irán las cosas.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
Yobenj Aucardo Chicangana Bayona
21
4. ¿Coméntenos más sobre las influencias en su obra, especialmente de Keith Thomas y Raymond Williams? Como dije antes, Keith Thomas era mi tutor de pregrado, pero aún no había desarrollado su enfoque distintivo. No lo escuché usar la palabra “antropología” hasta después de 1961, luego de haber dejado de ser su estudiante. Cuando me dio clases, su 2 discurso era muy parecido al de Christopher Hill . Pero Keith se ha mantenido como un mentor, y también como un amigo. Él puede ser una influencia, pero en 1971, cuando publicó Religion and the Decline of Magic, mi libro The Italian renaissance: culture and society in Italy ya había sido escrito. Escogí el título en homenaje a Raymond Williams, a quien no conocía pero era uno de mis héroes cuando era estudiante de doctorado y también en Sussex cuando ayudaba a Barbu a dar un curso sobre la sociología histórica del arte y la literatura. La atracción hacia Williams -como aquélla a Edward Thompson- era parcialmente por su combinación de empirismo con un interés en teoría social. Recuerdo una discusión interesante con Beatriz Sarlo cuando ella enseñaba en Cambridge, porque veía a Williams como un empirista puro, mientras que yo le insistía que todo es relativo y que en la cultura empirista británica él se destacaba por sus intereses teóricos. Pero cuando estaba escribiendo el libro pensé cómo los historiadores de Annales, Braudel o Le Roy Ladurie, escribirían sobre el Renacimiento. 5. ¿P or qué el R enacimiento es un tema al cual vuelve en sus muchas investigaciones al
igual que las relaciones y la circularidad entre cultura alta y baja , para la muestra algu -
nos de sus libros : C ultura y S ociedad en el R enacimiento , V enecia y Á msterdam , C ultura P opular , etc .? Como dije, inicialmente me sentí atraído por el Renacimiento porque era una forma de incluir el arte en la historia. Aprendí italiano, visité Italia, me enamoré del país y decidí trabajar sobre la historia italiana. Al mismo tiempo, era casi un marxista que formaba parte del grupo de estudio fundado por mi amigo Raphael Samuel, otro pupilo de Christopher Hill. Claro que me pregunté quién participó en el Renacimiento y cuál era la cultura de los artesanos, sus esposas e hijos. Eso me llevó a trabajar sobre la cultura popular, con la intención inicial de escribir otro volumen sobre Italia y después, cayendo en cuenta que con este tema tendría que ser o más limitado, enfocando sobre una única región italiana, o más amplio -viendo a Europa como un todo- finalmente fue la opción que escogí. La idea de ver a Europa desde Galway a los Urales fue otro atractivo, la familia de mi padre venía de Galway, y la de mi madre de lo que era entonces, en 1880, el Imperio ruso. El libro de Robert Mandrou La culture populaire, que apareció en 1964, me mostró que era posible escribir una historia cultural desde abajo. Como
2. Christopher Hill había sido profesor de Keith Thomas algunos años antes. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
22
Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke
dices, nunca he abandonado estos intereses aunque he adicionado algunos nuevos. Ya estaba pensando en escribir sobre el Renacimiento europeo antes que Jacques Le Goff me pidiera que lo hiciera para sus series y cuando empecé a estudiar historia brasileña, el primer artículo que escribí fue sobre folhetos, ¡no tan lejos de la Bibliothèque Bleue estudiada por Mandrou! 6. Las investigaciones sobre cultura visual están atrayendo a un público cada vez mayor, uno de sus libros más conocidos y leídos en C olombia es V isto y N o visto , ¿C ómo nace el in terés por estos temas ? Como lo dices, los estudios de cultura visual están siendo cada vez más populares, apoyando y amenazando a la vez la historia del arte tradicional. Mi interés por las imágenes inició, como ya expliqué, cuando trate de hacerlas, pero a medida que me interesé en el método histórico, algo relativamente inusual en esta cultura empirista, la idea de combinarlas se volvió atractiva. En Cambridge en los años ochenta, mi colega más cercano era Bob Scribner e investigaba sobre la Alemania de siglo XVI, y fue quien estimuló mis intereses por la cultura popular y las imágenes. Entonces diseñamos un curso para estudiantes de historia del primer año sobre imágenes como fuentes históricas. Los estudiantes eran entusiastas y aprendimos mucho con el curso. Por esos días Michael Leaman de Reaktion Books se nos acercó y nos pidió editar una serie, Picturing History. Planeamos escribir un volumen introductorio juntos, usando nuestras clases de Cambridge, pero Bob murió repentinamente de un cáncer, entonces tuve que escribir el libro yo solo. 7. ¿Por qué hablar de una Nueva Historia Cultural? Este término, Nueva Historia Cultural, es útil porque apunta a un cambio importante en la práctica de historia que hace una generación, cuando algunos historiadores, incluyéndome, empezamos a seguir antropólogos, y otros al usar el término ‘cultura’ en un sentido amplio, para incluir las prácticas del día a día de personas ordinarias. Creo que fue tomado de Francia, donde la frase la nouvelle histoire apareció en títulos de libros una década antes de Lynn Hunt, y cuando un historiador francés usó el término Nueva Historia Cultural como título para un simposio. El problema es que ‘nuevo’ es un concepto que se desactualiza rápidamente, como los participantes del movimiento New History en Estados Unidos 1900-1914 descubrieron. 8. ¿Por qué es importante hacer una traducción cultural entre el pasado y el presente? ¡Por el mismo motivo que tenemos que hacer traducciones entre idiomas! Como le gusta decir a los historiadores angloparlantes, citando una novela inglesa de los años
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
Yobenj Aucardo Chicangana Bayona
cincuenta, “the past is a foreign country because they do things differently there”3. Darle clases a estudiantes de 18 años durante cuarenta años me ayudó a volverme más consciente de esta distancia cultural y encontrar formas de superarla. El ejemplo del antropólogo fue útil y las conexiones entre la antropología histórica y la Nueva Historia Cultural son suficientemente claras. 9. ¿Cuál es la relevancia de proponer una historia cultural de los desechos, de la traducción o una historia del futuro ? Mi posición es que todo lo humano tiene una historia, simplemente necesitamos descubrir cómo escribirla. Al igual que muchos historiadores culturales, me siento muy atraído por la historia de las mentalidades, incluyendo la de los supuestos, las ideas que no sabemos que tenemos, aún suposiciones sobre el futuro, un tema central para historiadores, porque como a Reinhart Koselleck le gustaba sugerir, actitudes hacia el pasado y actitudes hacia el futuro están conectadas y ambas han cambiado dramáticamente, por lo menos en Occidente a partir de 1800. En lo que se refiere a la historia de traducciones entre idiomas, los historiadores no se pueden dar el lujo de dejar este tema a los lingüistas, porque la traducción interlinguas ofrece la evidencia más clara de traducción cultural, los intentos de personas en una cultura de entender, aprender o imitar al otro, un tema central en la historia del mundo. En el caso de la historia de los desechos escogí hablar sobre ella para provocar un poco, con la expectativa de que las personas pensaran que el tema es trivial o marginal en relación con la historia “real”. De hecho, creo que es central de dos formas. Hay una historia social del desecho de los residuos, que es parte de la historia del medio ambiente. Sin embargo, como un historiador cultural lo que me atrae aún más es el estudio de los desechos no materiales, ideas o formas de conocimiento que son tomadas en cuenta en un período y rechazadas en otro. Lo que es rechazado ayuda a definir el período. Dime lo que desechas y te diré quien eres. 10. Usted ya ha visitado algunos países latinoamericanos como Brasil, Argentina, Chile y ahora C olombia , ¿ qué elementos o insumos nuevos para sus investigaciones se han derivado de esa experiencia ? Exceptuando una visita rápida a México en 1967, todas mis experiencias en países latinoamericanos datan de 1986 o después, cuando ya tenía casi 50 años e ideas fijas. De cualquier forma, estas experiencias, junto con una más temprana, vivir en Singapur por 18 meses entre 1956-7 y trabajar en un regimiento local, me han alentado a tomar un interés por los encuentros culturales y también por lo que se llama ‘imitar’, ‘tomar prestado’ o ‘ideas fuera de lugar’, pero que frecuentemente constituyen un tipo de traducción cultural. 3. “El pasado es un país extranjero porque hacen las cosas de forma diferente allá”. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
23
24
Debates de la historia cultural, conversación con el profesor Peter Burke
11. En los últimos años usted se ha interesado por la historia cultural latinoamericana, Gilberto Freyre ¿De dónde vienen estas influencias, se deben a su esposa la profesora brasileña M aria L ucía P alladares -B urke y a un contacto mayor con la comunidad académica latinoamericana ? Haberme casado con una brasileña obviamente ha tenido consecuencias culturales, de cierta forma uno se casa con la cultura también, y aprender el idioma y vivir en una familia brasileña durante parte del año me hace reflexionar sobre qué puede ser la cultura de ellos, hasta cierto punto interior. Pensé que exploraría esto y haría algunos trabajos sobre temas brasileños, empezando con folhetos y Carnaval, los cuales ya había estudiado en el caso de la Europa moderna temprana. La idea de trabajar sobre Freyre me vino cuando estuve un año en Sao Paulo como profesor invitado en la Universidad de Sao Paulo (en adelante USP) entre 1994-5. Rápidamente me di cuenta que las bibliotecas no tenían los recursos que necesitaba para hacer mis investigaciones normales. Era más fácil que adaptara mi investigación a los recursos que lo opuesto, entonces busqué un tema brasileño. Había leído Casa Grande e Senzala hace mucho, después de descubrir una referencia a ella en el libro de Braudel sobre el Mediterráneo, y la afinidad entre el tipo de historia de Freyre y el enfoque de los Annales es suficientemente clara. Entonces cuando Freyre dio una conferencia en la Universidad de Sussex en 1965, con ocasión de serle otorgado un título honorario, fui a escucharlo. En una biblioteca en la USP empecé a leer la autobiografía de Freyre presentada como un diario y descubrí su interés en la historia de la infancia, antes de que Philippe Ariès pusiera el tema en el mapa de la historia. Entonces escribí artículos sobre esto y sobre las afinidades entre Freyre y Braudel, etc. Mientras tanto María Lucía había dejado de trabajar sobre la Europa del siglo XVIII para investigar sobre Brasil, y empezó a estudiar los comienzos de la carrera de Freyre. En el año 2000, ambos fuimos invitados a dictar conferencias para las celebraciones centenarias y al final del mismo año nos dimos cuenta que habíamos escrito medio libro entre los dos, ¿por qué no acabarlo? Demoró más de lo que pensamos e involucró investigaciones en Recife; ahora el libro ya salió en inglés, la traducción al portugués ya está casi lista y esperamos que continúen traducciones en otros idiomas. un ejemplo es la obra de
12. ¿Cuál
cree usted que es la función de los historiadores de la cultura en el mundo
contemporáneo ?
Historiadores culturales, más que otros tipos de historiadores están bien preparados para mediar o ‘traducir’ entre el pasado y el presente, dado que son conscientes de las diferencias de las mentalidades y modos de pensar. Los historiadores generalmente
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
Yobenj Aucardo Chicangana Bayona
tienen la función de ayudar a sus contemporáneos a ver el presente como historia, es decir, mirar al mundo con la perspectiva de cambios de larga duración que son con frecuencia más importantes que aquéllos de corta duración, de los cuales tenemos consciencia en este tiempo. 13. ¿Cuando no está en la rutina académica, qué hace?, ¿qué pasatiempos tiene? Me gusta viajar, conversar con amigos, leer novelas, ver películas, ir a exhibiciones de arte, caminar por las calles de diferentes ciudades. 14. ¿Consejos para las futuras generaciones de nuevos historiadores colombianos? No sé lo suficiente sobre su situación actual para responder a esa pregunta de una forma precisa, espero aprender algo sobre ello en Bogotá y Medellín. Pero por lo general les aconsejo a los historiadores más jóvenes no confinarse dentro de sus disciplinas y leer ampliamente, por ejemplo, antropología, sociología y literatura. En su texto de sociología, Gilberto Freyre conmocionó a sus colegas al decir que pensaba que los mejores libros sobre el asunto eran Marcel Proust y Henry James. Yo creo que esos dos novelistas, entre otros, también podrían ser descritos como distinguidos historiadores culturales. 15. ¿Cuál es el futuro de Peter Burke? Ahora que tengo 71 años, no quiero mirar muy lejos en mi propio futuro. Para el futuro inmediato, además de invitaciones a conferencias en diferentes partes del mundo, me gustaría regresar a la historia social del conocimiento y escribir un segundo volumen, continuando la historia desde 1750, donde paré, hasta el año 2000, más o menos desde la Encylopédie a la Wikipedia.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 18-25
25
26
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Artículo recibido: 7 de julio de 2007; aprobado: 18 de octubre de 2007; modificado: 27 de enero de 2009.
Guillermo Brenes Tencio
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Producing the Image of Costa Rica’s National Hero… The Emblematic Iconography of Juan Santamaría
Resumen
Abstract
En este artículo se propone una lectura iconográfica
This article presents an iconographic reading
(interpretación) de la figura del héroe nacional
(interpretation) of Costa Rica’s national hero,
costarricense Juan Santamaría, tomando dos tipos de
Juan Santamaría. It examines two types of
representaciones visuales como ejemplo. Ellas son:
visual representation: the bronze statue of Juan
la estatua en bronce al soldado Juan Santamaría,
Santamaría as a soldier, designed by the French
diseñada por el escultor francés Aristide Onésime
sculptor, Aristide Onésime Croisy (1840-1899);
Croisy (1840-1899), y la pintura al óleo titulada: La
and the oil painting, La Quema del Mesón, by
Quema del Mesón, del artista costarricense Enrique
the Costa Rican artist, Enrique Echandi Montero
Echandi Montero (1866-1959).
(1866-1959).
Palabras
Key Words
c l av e
Juan Santamaría, 1831-1856, héroe nacional,
Juan Santamaría, 1831-1856, National Hero,
iconografía, representaciones, imaginario de nación,
Iconography, Representations, National Imaginary,
Costa Rica, Historia.
Costa Rica, History.
Historiador de la Universidad de Costa Rica. Profesor de Estudios Sociales del Colegio Nocturno de Cartago, Costa Rica. Miembro del Grupo de Estudios sobre Arte Público en Latinoamérica, GEAP-Latinoamérica. Entre sus publicaciones recientes se destacan: “Fiestas en honor a un rey distante: Proclamación de Fernando VII en Cartago”, Umbral. Revista del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes XXII, San José (2008): 2-25. “La alborada de la fotografía en Costa Rica: 1848-1869. Una contribución documental”, Revista de Ciencias Sociales 113-114, San José (2006 III-IV): 155-167. “La nación costarricense en duelo. Los funerales del expresidente Jesús Jiménez Zamora (Cartago, 1897)”, Revista de El Colegio de San Luis-Vetas VII: 20-21 (mayo-diciembre 2005): 64-93. gmobrs@hotmail.com
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
27
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría ❧
“…el símbolo, el mito, la imagen, pertenecen a la sustancia de la vida espiritual; que se les puede camuflar, o degradar, pero nunca se los podrá extirpar…” Mircea Eliade ) “…por una coincidencia feliz y deliberada… se celebra el descubrimiento de la estatua á Juan Santamaría, en la ciudad de Alajuela, en la conmemoración de la muerte de aquel soldado el 11 de abril de 1856, en Rivas, hecho que en parte considerable afirmó la libertad de Centroamérica obtenida en 1821”. La Gaceta, 13 de setiembre de 1891, 2.
El héroe es creado y recreado. Así, de todas las imágenes de personajes notables de la Campaña Nacional de 1856-1857, la de Juan Santamaría, un joven soldado costarricense natural de la ciudad de Alajuela, quien murió en Rivas (Nicaragua) el 11 de abril de 1856 mientras incendiaba un mesón en el que estaban refugiadas parte de las fuerzas del mercenario estadounidense William Walker (1824-1860), es sin lugar a dudas una de las más ampliamente difundidas. Así, desde finales del siglo XIX, las interrogantes acerca de la “verdadera” identidad de Juan Santamaría (1831-1856) y su participación real en la primera fase de la guerra contra los filibusteros o “Campaña Nacional” han sido parte de las reflexiones e incertidumbres de un sinnúmero de académicos
❧ Este artículo es resultado de los intereses investigativos del autor. Por la particularidad que reviste, al referirnos a la Campaña Nacional de 1856 y 1857 en la historiografía costarricense, es insoslayable mencionar el tema del Héroe. Esta epopeya es la veta más rica del heroísmo costarricense, simbólicamente reflejada en la figura y acción heroica del soldado alajuelense, Juan Santamaría. A través del análisis de los elementos simbólicos, como por ejemplo el estudio de los héroes, podemos conocer algunos aspectos del proceso de formación y consolidación de los Estados nacionales. ) Imágenes y Símbolos (Madrid: Taurus, 1989), 12.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
28
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
1. Para un análisis pormenorizado de la recuperación de la figura de Juan Santamaría y su incorporación en el panteón de los héroes costarricenses véase: Raúl Aguilar Piedra, La responsabilidad del Estado costarricense en la defensa del patrimonio. Un caso de estudio: el Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría (Tesis para Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1984). Raúl Arias Sánchez, Los Soldados de la Campaña Nacional (1856-1857) (San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007), 61-63. David Díaz Arias, Historia del 11 de abril: Juan Santamaría entre el pasado y el presente (San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2006. Patricia Fumero Vargas, “Juan Santamaría, la Campaña Nacional de 1856-1857 y el imaginario costarricense”, Semanario Universidad, San José, 20 de abril 2006, 27. Demetrio Gallegos Salazar, Vida privada y hecho heroico de Juan Santamaría (San José: Academia de Geografía e Historia de Costa Rica, 1966). Luko Hilje Quirós, “¿Existió Juan Santamaría?”, en De cuando la Patria ardió, (San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007), 31-35. Carlos Meléndez Chaverri, “Juan Santamaría: el hombre y el héroe”, 11 de abril. Cuadernos de Cultura 1 (1981): 1-24. Carlos Meléndez, Juan Santamaría: una aproximación crítica y documental (Alajuela: Museo HistóricoCultural Juan Santamaría, 1982). Rafael Ángel Méndez Alfaro, Imágenes del poder: Juan Santamaría y el ascenso de la nación en Costa Rica (1860-1915) (San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007). Iván Molina Jiménez, “Ficciones y constataciones: diez preguntas y respuestas sobre la Campaña Nacional (1856-1857)”, Revista Comunicación 15: 1 (enero-julio 2006): 5-11. Steven Palmer, “El héroe indicado (o un Estado en búsqueda de su nación): Juan Santamaría, la Batalla de Rivas y la simbología liberal, 18801895”, en Industriosa y sobria: Costa Rica en los días de la Campaña Nacional (1856 -1857), eds. Iván Molina Jiménez (Vermont: Plumsock Mesoamerican Studies, 2007), 11-129. Steven Palmer, “Sociedad anónima, cultura oficial: inventando la nación en Costa Rica, 1848-1900”, en Héroes al gusto y libros
y costarricenses1, sin que se haya establecido una respuesta única o concluyente. De tal suerte, la figura casi mítica de Juan Santamaría sigue evocando tradiciones, pasiones y debates. Asimismo, continúa siendo un dispositivo conveniente y efectivo para enfrentar amenazas externas que atentan contra la soberanía nacional, como por ejemplo, en la discusión sobre la aprobación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Justamente, la Asociación Nacional de Empleados Públicos (ANEP), la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE) y el Movimiento Patriótico por el No al TLC rescataron la figura de Juan Santamaría en ese sentido. Ello expresa un problema frecuente en torno a la legitimidad histórica de la figura del héroe: tiene varios significados que pueden ser explotados por diversos grupos e intereses. Como diría Claude Lévi-Strauss, todas las versiones forman parte del mito. Paulatinamente, acaso desde un primer momento, la figura particular de Juan Santamaría se fue desdibujando para ir dando paso a la más de moda. Sociedad y cambio cultural abstracta del Héroe2. A diferencia de en Costa Rica (1750-1900), eds. Iván Molina Jiménez y Steven Palmer los otros países de América Latina, (San José: Editorial de la Universidad cuyos héroes nacionales proceden Estatal a Distancia, 2004), 257-323. Chester Zelaya Goodman, “Emanuel de la rancia elite indígena o de las Mongalo y Juan Santamaría: dos filas de la alta oficialidad, el de Costa héroes, dos hechos históricos”, 11 de abril. Cuadernos de Cultura 12 (2004): Rica tiene un origen genuinamente 1-35. En contraste véase: Betania popular. Símbolo del sacrificio por Artavia, Historiador afirma que Juan Santamaría no existió, http://www. la patria en peligro, Juan Santamaría diarioextra.com/2007/abril/11/ encarnó al “pueblo” incorporado a la nacionales11.php (consultado el 3 de febrero 2009). Betania Artavia, historia nacional. Y la historia de su Juan Santamaría: un héroe sin tumba, imagen es parte de la construcción ni pasado, http://www.diarioextra. com/2008/abril/11/espectaculos03. de la identidad costarricense. Más php (consultado el 3 de febrero 2009). allá de los discursos y poesías3 que se 2. Cfr. Tomás Carlyle, Los Héroes: El culto ofrecían y escribían para recordar y de los héroes y lo heroico en la historia confeccionar al héroe Juan, existió la (México: Editorial Porrúa, México, 2000). necesidad de hacerlo “visible”, pues 3. Véase: Mario Oliva Medina y Rodrigo muerto desde 1856, había que reQuesada Monge, Cien años de poesía construir su rostro y darle el aspecto popular en Costa Rica, 1850-1950 Tomo que, según imaginaron, poseyó. I: Héroes y pueblo por escrito en el siglo XIX (San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007), especialmente, 32-45.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
29
¿Vivió o no Juan Santamaría? El primero en referirse públicamente a la heroicidad de Juan Santamaría fue el distinguido político de la Nueva Granada (hoy Colombia) José de Obaldía y Orejuela (1816-1889), el 15 de septiembre de 1864, mientras se hallaba en el exilio en Costa Rica. Esta disertación no fue divulgada en los poquísimos periódicos existentes, sino que circuló a partir de unos folletos que fueron patrocinados por la administración del Dr. Jesús Jiménez Zamora (había regido los destinos del país entre 1863-1866 y 1868-1870). En ella destaca la guerra de 1856-1857 contra los filibusteros portadores de la ideología del “Destino Manifiesto”. Es aquí cuando Obaldía rescata del olvido oficial la acción heroica del soldado Juan Santamaría, al indicar –una vez explicados los pormenores de la Batalla de Rivas, Nicaragua, del 11 de abril de 1856– lo siguiente: “Señores, el héroe humilde, imitador de Ricaurte en San Mateo, se llama Juan Santamaría, por sobrenombre Gallego ¡Honor á su memoria!”. Muy poco tiempo después, en 1865, el insigne periodista y literato hondureño Álvaro Contreras Membreño (1839-1882), encontrándose en calidad de exiliado en Costa Rica, retomó las palabras de Obaldía y destacó en un hermoso y amplio discurso la importancia de la hazaña del tamborcillo alajuelense, a quien evocó ampliamente con los epítetos de “héroe anónimo”, “mártir sublime”, “glorioso”, “magnánimo” y “sencillo”. Ambos intelectuales extranjeros impulsaron a una figura que con el paso del tiempo se convertiría en el arquetipo o modelo a imitar por los costarricenses4. Otra evidencia que contribuiría a respaldar la existencia del soldado Juan es la solicitud de pensión hecha al Gobierno costarricense (entonces encabezado por Juan Rafael Mora Porras) el 19 de noviembre de 1857 por María Manuela Santamaría (Carvajal o Gallego), madre 4. Véase: José de Obaldía, “Discurso del aguerrido tamborilero de la tropa de Alajuela, en la que afirmaba pronunciado por el Sr. José de Obaldía, en el Salón del Palacio de que su vástago había muerto en Rivas, mientras le prendía fuego al Gobierno, el día 15 de setiembre mesón donde se parapetaban las huestes filibusteras. La solicitud fue de 1864: cuadragésimo tercer aniversario de la Independencia aprobada por el Poder Ejecutivo el 24 de noviembre de ese mismo de Centroamérica”, 11 de abril. año. La rapidez con que fue resulta evidencia de que los hechos Cuadernos de Cultura 10 (1989): 1-28. Álvaro Contreras, “Un Héroe referidos eran suficientemente conocidos como para que el esAnónimo”, El Tambor, Alajuela, 9 tudio de la solicitud de la madre de Santamaría no se demorara. de setiembre 1883, 1. Reproducido en el Diario de Costa Rica, San José, Como lo expresó el “tinterillo” Juan Rafael Ramos, quien redactó 5 de marzo, 1885, 1 y 2; 6 de marzo, el escrito presentado por Manuela Santamaría en 1857, el acto 1885, 1 y 2; y en La Gaceta Oficial, 6 de marzo de 1885, 218. Véase del soldado Juan es “público y notorio”. Sin embargo, tanto la también: Luís Dobles Segreda, solicitud de la madre de Santamaría como la resolución del gocomp., El Libro del Héroe (San José: Editorial de la Universidad de Costa bierno sólo fueron localizadas y publicadas en 19005. Rica, 2006). La primera edición de De Juan Santamaría se sabe, con certeza, que fue a la escuela esta obra data de 1926. primaria y que trabajó desde su niñez como vendedor de dulces, 5. Archivo Nacional de Costa Rica ayudante de albañil, peón, boyero, cogedor de café, sacristán de (ANCR), Serie: Guerra y Marina, Documento 8822, 1857, fols. 1 y 2. La Gaceta Oficial, Año XXIII, 11 y 14 de enero de 1900, 4-42.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
30
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
6. “...fue conocido con el sobrenombre de ERIZO: cubría su cabeza un pelo encrespado y rudo, no poco semejante al de la raza africana”, escribió Víquez sobre la fisonomía de Juan Santamaría en el editorial de 1887, “pero en su tipo se descubrían los rasgos característicos de la nuestra”. Véase: La Gaceta, San José, 15 de junio 1887, 635. Además consúltese: Lowel W. Gudmundson, “Los mulatos y las naciones en Centroamérica”, http://www.nacion. co.cr/ln_ee/ESPECIALES/raices/ columgudm.html (consultado el 3 de febrero 2009). 7. Es interesante notar que las afirmaciones del intelectual guatemalteco Lorenzo Montúfar desataron una polémica de secuelas imprevisibles. Su cuestionamiento sobre la autenticidad del acto heroico de Juan Santamaría lanzó una suerte de duda que, desde entonces, ha acompañado la figura del tamborcillo alajuelense. Véase: Lorenzo Montúfar Rivera, Walker en Centroamérica (Guatemala: Tipografía La Unión, 1887). Dicha obra fue reeditada en el año 2000 por el Museo HistóricoCultural Juan Santamaría. 8. Para ampliar véase: Raúl Aguilar Piedra, “La guerra centroamericana contra los filibusteros en 1856-1857: una aproximación a las fuentes bibliográficas y documentales”, Revista de Historia 51-52 (enerodiciembre 2005): 463-528. Demetrio Gallegos Salazar, Vida privada y hecho heroico de Juan Santamaría, Academia de Geografía e Historia de Costa Rica, San José, 1966, 30-45. Carlos Meléndez Chaverri, Juan Santamaría: una aproximación crítica y documental (Alajuela: Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1982). Rafael Ángel Méndez Alfaro, Imágenes del poder: Juan Santamaría y el ascenso de la nación en Costa Rica (1860-1915) (San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007), 12-27. Iván Molina Jiménez, “La Campaña Nacional (1856 -1857): investigación histórica y producción literaria”, en La Campaña Nacional (1856-1857): historiografía,
iglesia, serenatero y tambor de la Banda Militar de Alajuela. Fue este último oficio el que provocó su participación en el ejército costarricense. Juan era un mulato, por lo cual era conocido como el “Erizo”. Precisamente, esta cualidad obligó que el discurso oficial tuviera que hacer un esfuerzo retórico para “blanquearlo”, con el objetivo de que calzara con la construcción biologista/positivista de una nación costarricense “blanca” y “homogénea”. Así lo hizo el periodista y poeta cartaginés Pío José Víquez Chinchilla (1848-1899), quien en 1887 afirmó tácitamente que los rasgos de Santamaría correspondían, indiscutiblemente, a la genuina “raza blanca costarricense”6. No cabe duda que la falta de “voz propia” de este humilde trabajador alajuelense facilitó que los políticos e intelectuales liberales se expresaran por él y lo proyectaran de una manera casi mesiánica, según sus particulares intereses. Por este motivo, el Estado costarricense se preocupó por desmentir el libro Walker en Centroamérica, escrito por el historiador liberal guatemalteco Lorenzo Montúfar Rivera (1823-1898), quien había cuestionado fuertemente la autenticidad de la figura y del acto heroico de Juan Santamaría7. La respuesta de la Municipalidad de Alajuela ante el desafío de Montúfar fue levantar entre agosto y septiembre de 1891 una información ad perpetuam entre excombatientes de la Batalla de Rivas, la cual confirmó que el soldado Juan había muerto al incendiar el Mesón. Tal texto contenía una copia certificada del acta de bautizo de Santamaría. Puesto que, como lo ha señalado el historiador costarricense Rafael Ángel Méndez Alfaro, en esa información las preguntas sugerían las respuestas, el documento preparado por la Municipalidad de Alajuela no dejó de inspirar desconfianza8. En 1901, un extranjero llamado Julio Sanfuentes afirmó que el acto de Juan Santamaría era una invención, pese a que desde 1900, el licenciado Anastasio Alfaro González (1865-1951) había publicado en el diario oficial La Gaceta la solicitud de pensión de la madre de Juan y la resolución gubernamental de aprobar tal petición. Y, en 1926, el ex sacerdote y general Jorge Volio Jiménez (1882-1955), siendo diputado, puso en tela de duda la existencia misma de Santamaría. literatura y memoria, eds. Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias (San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2008), 1-36.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
La respuesta a este cuestionamiento fue la publicación por parte del distinguido educador Luis Dobles Segreda (1889-1956), también en el año 1926, de El Libro del Héroe, una obra que incluía el acta de nacimiento de Santamaría (publicada originalmente en 1891, junto con la información levantada por la Municipalidad de Alajuela entre agosto y septiembre de 1891), la solicitud de pensión de la madre de Juan y varios testimonios adicionales, aparte de algunas piezas literarias. Las dudas, empero, persistieron. En 1858, en una lista de fallecidos en la Campaña Nacional, el capellán del ejército costarricense durante la Batalla de Rivas, el presbítero Francisco Calvo (1819-1890), anotó a un Juan Santamaría, soltero, de Alajuela, que murió víctima del cólera morbus. No es claro cuándo se conoció por primera vez este documento, pero según declaró en 1926 el doctor Rafael Calderón Muñoz (1869-1943), cuando él era un joven estudiante, hacia finales de la década de los ochenta del siglo XIX, vivía en la casa de Calvo. Al preguntarle al sacerdote por esa partida de defunción, la respuesta de Calvo fue que el que murió de cólera era otro Juan Santamaría. Pese a esta declaración, el sacerdote e historiador Víctor Manuel Sanabria Martínez (18981952), futuro dirigente de la Iglesia Católica costarricense, puso en duda en 1932 que Santamaría hubiese estado presente en la Batalla de Rivas. Cabe indicar que el historiador de la Campaña Nacional, Rafael Obregón Loría (1911-2000), en una obra publicada en 1991 acepta que Santamaría le prendió fuego al Mesón, pero no que muriera en el cumplimiento de esa tarea. Dos importantes aportes, sin embargo, vinieron a darle sustento a la aclaración de Calvo. En 1932, el reconocido escritor e historiador costarricense Ricardo Fernández Guardia (1867-1950) encontró una lista de individuos de Alajuela, de 15 a 55 años, levantada en noviembre de 1856, en la que figura un Juan Santamaría. Y en 1958, poco después de la conmemoración del centenario de la Campaña Nacional, Óscar Chacón dio a conocer un censo militar levantado en 1855, en el que figuraban cinco personas llamadas Juan Santamaría en el cantón de Alajuela. Más recientemente (1993), el historiador Rafael Ángel Méndez dio a conocer una información levantada por la Secretaría de Guerra del Gobierno costarricense, en la cual no hubo manipulación de las preguntas. El resultado es de harto interés, ya que no todos los entrevistados se refirieron a Juan Santamaría, pero los que sí lo hicieron, confirmaron su muerte en la Batalla de Rivas. Méndez, además, localizó un acta de la Secretaría de Guerra de los fallecidos entre abril y mayo de 1856: allí figura un Juan Santamaría. No se dice de qué murió, pero su nombre figura a la par de otros que, de acuerdo con la información disponible, murieron en Rivas. En suma, pese a las diferencias de detalle, existe una sólida y consistente tradición oral que parte de la solicitud de la madre de Juan Santamaría, pasa por los discursos de Obaldía y Contreras y culmina con la información levantada por la Secretaría de
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
31
32
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Guerra en 1891, la cual confirma que Juan Santamaría existió, que estuvo presente en la Batalla de Rivas del 11 de abril de 1856, que fue uno de los que participaron en la quema del Mesón y que falleció en el cumplimiento de esa tarea. Los últimos tres lustros del siglo XIX constituyen el telón de fondo, a partir del cual se planteó una recuperación oficial sistemática de la figura del soldado Juan como héroe popular o representante del “pueblo” entre los costarricenses. De este modo se dejó de lado al oficial cartaginés Luis Pacheco Bertora (1832-1897), quien resultó gravemente herido por el fuego enemigo en un primer intento de quemar un alero del techo del Mesón de Guerra, lo mismo que al soldado nicaragüense Joaquín Rosales, natural del barrio rivense de Apataco, quien peleaba en las filas costarricenses y murió acribillado en una acción similar9. El énfasis en Juan Santamaría, soldado raso, modesto y sencillo, se produjo porque su imagen de trabajador humilde, sin poder económico ni poder social o político permitía a la in9. Para ampliar: Franco Fernández telligentsia liberal relacionarlo con los sectores desposeídos y Esquivel, “Luis Pacheco Bertora, un héroe en el olvido”, en Crónicas y propugnarlo como el modelo más alto de ciudadano. Por el contradiciones de Cartago, eds. Franco trario, personajes como Luis Pacheco Bertora, de mayor rango Fernández Esquivel (Cartago: Uruk Editores-El Atabal, 2008), militar y ascendencia social, eran menos efectivos en ese senti198 -200. Patricia Fumero Vargas, do. Paradójico resulta que el “Erizo” de Alajuela lograra con su “Luis Pacheco Bertora”, La Nación, San José, 28 de abril, 2006, 38 A. muerte prematura más de lo que pudo realizar en vida, o sea, Carlos Meléndez Chaverri, “Juan su triunfo póstumo y su inmortalidad. La suerte (buena o mala) Santamaría”, 15-16. Mauricio Meléndez Obando y Germán Bolaños de Pacheco Bertora fue que no se “sacrificó bravamente por la Zamora, “Luis Pacheco Bertora, patria”, sino que vivió para contarlo10. En esta línea, cabría destael héroe castigado, http://www. nacion.com/ln_ee/ESPECIALES/ car el punto de la muerte en batalla contra el enemigo como un raices/anteriores.html (consultado elemento básico para convertirse en héroe. Bien lo ha destacado el 1 de septiembre 2006). Rafael Obregón Loría, Costa Rica y la guerra el historiador Víctor Mínguez Cornelles al señalar que “los hocontra los filibusteros (Alajuela, Museo menajes a los héroes son generalmente de carácter funerario, Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1991), 130. pues la muerte es, en cierta forma, indispensable para alcanzar tal consideración y así se recuerda sobre todo a los patriotas 10. Cfr. Raúl Aguilar Piedra, La responsabilidad del Estado, 122. Chester inmolados”11. Es esa circunstancia la que permite calificar al Zelaya Goodman, “Emanuel Mongalo soldado Juan Santamaría como héroe nacional. y Juan Santamaría”, 29. El Estado Liberal desempeñó un papel fundamental en el pro11. Citado en: Verónica Zárate Toscano, ceso de heroización de la popular figura de Juan Santamaría que, “Héroes y fiestas en el México decimonónico: la insistencia de a la vez, se insertaba en el proyecto de consolidar la nación y Santa Anna”, en La construcción del la nacionalidad costarricenses. Así, con base en la información héroe en España y México (1789-1847), eds. Víctor Mínguez Cornelles y conocida, el contexto histórico en que se produjo la idea de reManuel Chust Calero (Valencia: cordar al joven alajuelense y su gesta está determinado, al menos, Universitat de València, Universidad Veracruzana, Universidad Autónoma Metropolitana de México, y El Colegio de Michoacán, 2003), 152.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
33
por dos razones básicas. En primer lugar, el rescate del soldado Juan se dio, ante todo, por la necesidad del sector gobernante liberal de Costa Rica de promocionar un héroe de extracción “popular”, a un hombre del “pueblo”, que permitiera cohesionar internamente al conjunto social y de esta forma legitimar su ascenso al poder o ganar respaldo en sus proyectos. En otro sentido, la imagen de Juan Santamaría fue recuperada como un instrumento de lucha y unidad en el discurso oficial costarricense en contra de las ambiciones del presidente y dictador guatemalteco Justo Rufino Barrios Auyón (1835-1885) y de su proyecto de reunificar, por la fuerza de las armas, a los estados del Istmo en la Unión de Centroamérica (28 de febrero de 1885). Aunque al final Costa Rica no fue a la guerra (gracias a la derrota de Barrios por los salvadoreños), el proceso iniciado se convirtió en el eje de la primera configuración de la identidad nacional costarricense. Con base en el discurso oficial que exaltaba el heroísmo de Juan Santamaría –símbolo paradigmático de los valientes y arrojados soldados anónimos que habían muerto por la madre patria en la Guerra de 18561857–, los artesanos, obreros, campesinos, arrieros y demás sujetos pertenecientes al pueblo empezaron a internalizar un determinado sistema de valores y sentimientos de pertenencia colectiva a la comunidad política “imaginada” e “imaginaria” llamada Costa Rica12. En el marco del ambicioso proyecto desplegado por el Estado y las élites liberales de construir una mitopoiesis nacional, la prensa escrita desempeñó una función determinante en la propagación de la figura del héroe alajuelense ante la sociedad costarricense. Por ejemplo, en 1887 el editorialista de La Gaceta se encargó de resaltar (real y simbólicamente) la lección cívica y moral que se desprendía de la hazaña de Juan Santamaría: “Nuestro soldado, nuestro héroe está más allá de lo que puede ser ejemplo; pero si aprendemos á conocerle le amaremos de seguro, haremos de su recuerdo culto religioso. Cuando esto suceda sentiremos crecido nuestro corazón, y entonces ya seremos capaces de comprender lo que significa el amor desinteresado por la patria. La proeza de este hombre radica en que su acto fue desinteresado, emanaba de su alma, no fue estimulado por la vanidad, ni la soberbia, ni la ambición”13.
La educación, por su parte, colaboró en la difusión de la figura de Juan Santamaría, por medio de su capacidad de movilizar a la población con el fin de que participara en las festividades y conmemoraciones pro12. Cfr. Benedict Anderson, Comunidades movidas por el Estado en honor al humilde joven alajuelense Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo (Buenos sacrificado en Rivas, y gracias a la transmisión (oral y escrita) de Aires: Fondo de Cultura Económica, la versión oficial del héroe ante la población –particularmente 2000). 13. La Gaceta, 137, San José, 15 de junio de 1887, 635. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
34
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
escolar– de Costa Rica. Asimismo la representación cíclica de la proeza posibilitó que niños y jóvenes aprendieran la historia nacional, cantaran los himnos y se reconocieran en la imaginería cívica. No obstante, no sería sino hasta 1915 cuando se decretaría una fiesta especial para celebrar el motivo de aquellas imágenes y particularmente para recordar el acto heroico por el cual, según el discurso nacional oficial y el de la prensa del país, la patria estaba agradecida con Juan Santamaría14. Esta celebración comenzó a desarrollarse en forma consecutiva a partir de 1916 e incorporó todos los ritos utilizados para celebrar otras actividades que simbólicamente se asociaron al tambor alajuelense y a su acto heroico. Gracias a eso y a que la imagen del héroe lo permitió, diversos grupos sociales se apropiaron de la figura de Santamaría para sus intereses públicos y para sus críticas sociales. Por ello, el acto heroico de Juan Santamaría sigue vivo, porque brinda la posibilidad de una relectura contemporánea. 14. Vale la pena señalar que, aunque se promovió la ritualización del 11 de Centrándose en el plano de las artes visuales, la imagen de abril desde 1891, no fue sino hasta Juan fue objeto de inspiración en el bronce y en la pintura de 1915 que el gobierno del licenciado Alfredo González Flores (1914-1917) la historia hasta la década de 189015. Quizás, en este sentido, la decretó dicha efeméride como representación iconográfica16 emblemática del personaje, que feriado obligatorio, con el objetivo de que la celebración fuera recordada y carecía hasta ese momento de rasgos definidos, sea la estatua conmemorada por los habitantes de confeccionada por el escultor academicista francés Aristide Costa Rica. ANCR, Serie: Congreso, Documento 11486, 1915, fol. 4. Onésime Croisy (1840-1899) y fundida en el taller del también francés Eugène-Antoine Durenne (1860-1944) (Imagen 1). Un te15. ANCR, Serie: Guerra y Marina, Documento 8822, 1857, fols. 1 y 2. legrama de marzo de 1891 publicado en el periódico La República refleja el ambiente de expectación que se vivía en la ciudad de 16. La “iconografía” –del griego eikôn, imagen, y graphein, escribir– o Alajuela (cuna del héroe) en estos términos: “El cuatro de marzo “iconología” es la rama de la historia de 1856 á las ocho de la mañana Juan Santamaría con su fusil salió del arte que se ocupa del contenido temático o significado de las obras de […] su pueblo natal á pelear en defensa de la patria. Hoy 4 de plásticas, en cuanto algo distinto marzo, á las ocho de la mañana, el cajón que encierra la estatua de su forma. En el lenguaje común, el término “iconografía” se aplica de este héroe ha sido descargado en la Plaza Principal de esta al estudio de los retratos de un ciudad”17. Simultáneamente, los editores de algunos diarios joindividuo en particular. Ciertamente, la iconografía constituye una valiosa sefinos también participaron de manera directa en propiciar un herramienta para aprehender la ambiente llamativo alrededor de la instalación de la escultura. figura del héroe. Véase: Peter Burke, Visto y no visto: El uso de la imagen Una gacetilla de La República al respecto informó: como documento histórico (Barcelona: Editorial Crítica, 2005), 43-57. Erwin Panofsky, Estudios sobre Iconología (Madrid: Alianza Universidad, 2006), Capítulo 1.
17. La República, 1358, San José, 5 de marzo, 1891, 2.
“[…] no se sabe qué fecha escogerá el gobierno para la inauguración del monumento. Opinan unos que debe señalarse el 11 de abril; otros quieren que sea el 15 de setiembre para que la patria celebre el glorioso aniversario de su independencia con ese acto de justicia, noble tributo que el sentimiento nacional ofrece al más heroico de sus hijos”18.
18. La República, 1368, San José, 17 de marzo, 1891, 2. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
La estatua de Juan Santamaría, financiada por suscripción nacional y decretada por iniciativa estatal, fue inaugurada solemnemente en Alajuela, el 15 de septiembre de 189119, según el Acuerdo Nº CDVI del 22 de agosto del mismo año, cuando era presidente el licenciado José Joaquín Rodríguez Zeledón (1890-1894)20. Este acto se realizó después de la tensa campaña electoral de 1889, que culminó con un amplio levantamiento popular el 7 de noviembre del año indicado y que supuso desgarres importantes en la vida sociopolítica de la época21. Por este motivo, la inauguración del monumento a Juan Santamaría constituyó una magnífica oportunidad para que aflorara de nuevo el sentimiento patriótico nacional, aun por encima de la inestabilidad política y social existente. Tal y como se expresó en la sección editorial del periódico La Gaceta, en su edición del 18 de septiembre de 1891: “Como complemento de la festividad celebrada y deseoso el Gobierno de que tanto en el aniversario de la independencia nacional, como al erigirse la estatua consagrada al Libertador de la República, gozaran los costarricenses que sufren alguna pena por causas políticas de la libertad de que habían sido privados, trayendo á sus hogares la tranquilidad perdida y el consuelo, ha dictado el decreto…concediéndoles la más amplia amnistía. Que este rasgo de magnanimidad y de patriotismo del Jefe de la Nación obtenga de los 19. La elección del día de la agradecidos la debida recompensa independencia para la inauguración de la estatua de Juan Santamaría en honor á nuestras instituciones, en no fue fortuita. Ésta respondía a bien del orden y de la tranquilidad un afán político-ideológico por aprovecharse de un día de fiesta civil de la República y en provecho de la para transmitir entre la población unidad y concordia que debe reinar en costarricense el significado oficial acerca de la Campaña Nacional, todos los ciudadanos bien inspirados es decir, su deseo por recatarla 22 en el porvenir de la patria” . como una guerra de independencia sustituta. Uno de los intelectuales
La presentación pública de este nuevo icono patrio, tal y como la realizó el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia y futuro presidente de la República, Ricardo
liberales que ofreció una justificación adecuada fue el licenciado Cleto González Víquez (1858-1937), al escribir con diestra pluma que: “Natural parecía haber inaugurado la estatua de Juan Santamaría un once de abril; más ya no pudo ser el día del aniversario de Rivas [pese a que la escultura arribó a Alajuela el 4 de marzo de 1891], ninguna fecha más propia que el 15 de setiembre…
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
35
junto van bien, pues, la fecha de la proclamación incruenta de nuestra independencia y la fiesta dedicada á quien significa para nosotros el triunfo sobre los invasores filibusteros, á quien nos pone á la vista la sangre vertida por nuestros mayores en defensa del campo santo de la patria…No hay que dudarlo. Era preciso, para apreciar cuanto vale la libertad, obtenida en 1821 un poco de regalo, que hubiese necesidad de mantenerla ferro et igne. Hoy la tenemos ganada, y Santamaría quedará siempre en la historia de Costa Rica como uno de los padres de su independencia…”. Tomado de: El Heraldo, San José, 17 de septiembre, 1891, 2. 20. Al respecto consúltese: Oscar Aguilar Bulgarelli, “El pedestal de Santamaría”, 11 de abril. Cuadernos de Cultura 11 (1991): 1-39. David Díaz Arias, “Fiesta e imaginería cívica: La memoria de la estatuaria de las celebraciones patrias costarricenses, 1876-1921”, Revista de Historia, 49-50, (enero-diciembre 2004): especialmente 116-121. Patricia Fumero Vargas, “La celebración del santo de la Patria: La develización de la estatua al héroe nacional costarricense, Juan Santamaría, el 15 de setiembre de 1891”, en Fin de siglo XIX e identidad nacional en México y Centroamérica, eds. Iván Molina Jiménez y Francisco Enríquez Solano (Alajuela: Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 2000), 403-435. Annie Lemistre Pujol, Dos bronces conmemorativos y una gesta heroica. La estatua de Juan Santamaría y el Monumento Nacional (Alajuela: Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1988). 21. Raúl Aguilar Piedra, La responsabilidad del Estado, 142. 22. La Gaceta, San José, 18 de septiembre, 1891, sin número de página.
36
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Jiménez Oreamuno (1859-1945), al evocarlo como un monumento al “pueblo humilde” y a los soldados desconocidos de Santa Rosa, Rivas y el Río San Juan, logró añadirle a la figura de Juan una representación de una fuerza simbólica trascendental: la salvaguardia de las genuinas instituciones republicanas y “la emancipación que, en todo sentido, ellas provocan y garantizan”23. Imagen No. 1: Parque Juan Santamaría, Alajuela, Costa Rica, ca. 1900. Lugar donde se encuentra el Monumento en su nombre inaugurado en 1891.
Fuente: Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), Colección: Fotografías, Signatura 24 817.
Sobre la develación de la estatua del “gran héroe”, el por entonces jovencísimo bardo nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) señaló en las páginas de La Prensa Libre, en su edición del 23 de septiembre de 1891, lo siguiente:
23. “Discurso del señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Licenciado don Ricardo Jiménez Oreamuno, en la inauguración de la estatua a Juan Santamaría, el 15 de septiembre, 1891”, La Prensa Libre, San José, 18 de setiembre, 1891, sin número de página.
“¡Bello fue aquel final… cuando hizo descubrir el monumento y apareció el ‘Erizo’ con su tea empuñada! Fue un formidable grito universal. Las bandas hicieron estallar en trueno marcial y armónico, el himno patrio, vivo y sonoro; las mujeres en los balcones agitaban los pañuelos y buscaban las flores del corpiño; lloraban con ardiente y súbito júbilo, los caballeros de sombrero de pelo y los trabajadores
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
37
de chaqueta y sombrero de pita; se mezclaban los aplausos y los gritos, al canto militar de los cobres, al ruido de los tambores del ejército, al clamor agudo y vibrante de las cornetas. ¡Y temblando de emoción, los inválidos de las viejas batallas y los soldados nuevos, presentaban las armas! Los más altos honores se le hicieron al gallego, en tanto que sonaba con estruendo poderoso, las salvas que daban al viento, los infantes y los artilleros”24.
El espectáculo cívico que pregonaba Darío refería a un solo gozo, motivado por el fulgor del bronce, ensalzado en el Himno Nacional, aclamado por los aplausos y aferrado a una igualdad socioeconómica transitoria. En esas condiciones, no podía menos que gustar al Poder Ejecutivo la alianza vertical expresada en la conmemoración en Alajuela. Quizás la prensa se encargó de brindarle extensión a ese anhelo. En realidad no había sido una ceremonia tan general, ya que el “orden discursivo” había tenido una competencia “popular” no oficial muy cerca de allí en una gradería ubicada en una casa frente al parque consagrado al héroe alajuelense, por un grupo encabezado por Juan J. Gutiérrez, que por su desidia con la ceremonia gubernamental fue constantemente interrumpido por la policía, pese a que el discurso fue elocuente, de corte liberal, e invocaba el derecho inviolable de la libertad de expresión25. El afán de celebración de aquellos civiles revelaba al mismo tiempo la festividad de la patria y la generalidad y el enfrentamiento solapado de dos tendencias políticas. Pese a ello, la prensa neutralizó el conflicto al resaltar y divulgar su propia visión y referir que, durante los actos conmemorativos, no “se produjo ni un solo hecho que desdijera la armonía y la paz que reinó en todas las almas”26. La comitiva oficial, sin embargo, prosiguió en su fiesta, que llevó al amplio salón de sesiones del Palacio Municipal de Alajuela, en donde el presidente Rodríguez y los demás representantes políticos recibieron a los veteranos de la guerra librada contra los filibusteros en 1856-1857. En 1891, sólo dos de los altos jefes del ejército costarricense que participaron en Rivas estaban vivos; ellos eran el general Víctor Guardia Gutiérrez (1830- 1912) y el general Federico Fernández Oreamuno (1827-1896). La ausencia de Guardia a las actividades que se realizaron en Alajuela “el santo día de la patria” fue comentada por la prensa. Por su parte el general Fernández, al hablar durante el brindis, reforzó el discurso nacional 24. Rubén Darío, “Fiesta de la Patria”, La Prensa Libre, San José, 23 de oficial al establecer que Juan Santamaría simbolizaba “el patrioseptiembre, 1891, 2. ta cuanto valeroso ejército costarricense que combatió en Rivas”. 25. El Constitucional, San José, 22 de Asimismo enfatizó en la importancia de la solidaridad y el comproseptiembre, 1891, sin número de 27 miso costarricense por la causa centroamericana . página. Las imágenes y el vocabulario con que Rubén Darío recordó a 26. La Prensa Libre, San José, 18 de los lectores de La Prensa Libre su visión del festejo centrado en el septiembre, 1891, 2. 27. La Prensa Libre, San José, 29 de septiembre, 1891, 2. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
38
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
28. Rubén Darío, “Fiesta de la Patria”, La Prensa Libre, San José, 23 de septiembre, 1891, 2. 29. El decreto dice así: “José Joaquín Rodríguez, Presidente Constitucional de la República de Costa Rica. En conmemoración del septuagésimo aniversario de la independencia centroamericana, y deseando al propio tiempo realzar con un acto conciliador la inauguración del primer monumento á las glorias nacionales,… erigido…en la ciudad de Alajuela á una de sus insignes personificaciones, el héroe soldado Juan Santamaría. En uso de sus facultades constitucionales y de conformidad con el voto del Consejo de Gobierno, Decreta: Artículo Único: Concédese amplia amnistía á favor de todos los que se encuentren penados por causas políticas”. La Gaceta, San José, 18 de septiembre, 1891, 1. 30. La invención de tradiciones supone tres tipos básicos de procesos: aquellos que simbolizan la cohesión social o pertenencia al grupo, ya sean comunidades reales o artificiales; los que legitiman instituciones, estatus o relaciones de autoridad y los que priorizan la socialización, la enseñanza de creencias, sistemas de valores y formas de comportamiento. Es en función de los intereses de los grupos dominantes que se selecciona y organiza la simbología nacionalista mediante la oficialización de los nuevos días de fiestas patrias, el despliegue de los símbolos cívicos, de ceremonias, de conmemoraciones y de héroes. Estos elementos, cargados de significados intrínsecos, son utilizados por el Estado para construir un nacionalismo basado en propuestas cívicas al crear símbolos comunes, en los cuales los nuevos ciudadanos pueden encontrar una identidad a la vez colectiva e individual. Para ampliar: Eric Hobsbawm, “Introducción: La invención de la tradición” en La invención de la tradición, eds. Eric Hobsbawn y Terence Ranger (Barcelona: Editorial Crítica, 2002), 7-21.
culto a Juan Santamaría en Alajuela, dejan ver una relación muy elocuente entre pasado y presente, que se le pretendía infundir a la ceremonia con la presencia de aquellos soldados olvidados y vueltos a escena como símbolos del patriotismo popular: “Y he aquí algo profundamente conmovedor: gentes de valía tuvieron en sus manos los rifles de los antiguos defensores del común hogar, cuando éstos se sentaron á la mesa que se les tenía preparada. Los viejos y buenos combatientes, tuvieron allí un rato de la más franca alegría. Reían y conversaban con sus modos expansivos y campechanos y bebían á la memoria del bravo ‘Erizo’!”28.
Cabe preguntarse: ¿Cómo fue concebida la estatua en la solemnidad de su inauguración oficial? El método utilizado por el Estado Liberal costarricense para mostrar a la ciudadanía el nuevo icono patrio fue la desvelización, en un espectáculo grandioso al calor de salvas de infantería y artillería, discursos, música marcial e himnos patrióticos, en la presencia de los veteranos de la Campaña Nacional y en la grandiosidad del monumento mismo. El Gobierno prestó su respaldo decisivo en la organización y celebración, y el presidente de la República, José Joaquín Rodríguez, enfatizó el carácter consensual de la ceremonia en Alajuela por medio de una amplia amnistía a los presos por razones políticas29. La prensa que cubrió el evento también tomó nota de la importancia política de la actividad y el estatus al cual Juan Santamaría había sido elevado –“el libertador de la República”– y resaltó lo que se esperaba de los grupos populares: agradecimiento, nacionalismo y civilidad. El lugar seleccionado fue la comunidad donde nació y vivió Santamaría. Los escogidos para llevar adelante la puesta en escena fueron los veteranos de la Guerra de 1856-1857, quienes súbitamente fueron valorizados por el Estado Liberal, contagiado por el espíritu de una época de invención y resemantización de tradiciones30. Para 1891, a treinta y cuatro años de acaecida la guerra antifilibustera, eran pocos los excombatientes sobrevivientes. Éstos muy posiblemente debían haber notado diferencias esenciales entre la estatua del héroe
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
con la imagen de cómo era el Juan Santamaría que guardaban en su memoria. Dichos hombres fueron descritos por Rafael Yglesias Castro (1861-1924), Secretario de Guerra y Marina, como “compañeros de armas de Juan Santamaría” y “ejemplo del más abnegado sacrificio por la Patria”. La referencia hecha les valía, en el conjunto de rituales celebratorios de la historia y la nacionalidad costarricenses, un lugar fundamental, pues como bien lo ha señalado Bronislaw Baczko: “…todo poder se rodea de representaciones, símbolos, emblemas, etc., que lo legitiman, lo engrandecen, y que necesita para asegurar su protección”31. Según el Secretario de Guerra y ulterior presidente de la República, el sentido simbólico del bronce debía ser considerado como el sacrificio del habitante del país por su patria. En sus propias palabras: “Que la tea ardiente del inmortal soldado mantenga vivos en maternal patria. En nuestros pechos el fuego del amor patrio que conduce al sacrificio é ilumine las etéreas regiones de la gloria”32. Es posible deducir de esta narración que la estatua no se consideraba un ser inerte, todo lo contrario, Santamaría “revivía” para permanecer entre nosotros como arquetipo de heroísmo y entrega. Terminada la fiesta de develación, la principal señal que quedó en el espacio urbano alajuelense como testimonio de la conmemoración fue el monumento al héroe-mártir, emplazado en el nuevo espacio público de la ciudad. La recepción en sociedad de todo monumento público constituía un instante privilegiado para tejer cualquier consenso político o social, avalado por lo que se consideraba, por aclamación, un bien común. Nada menos que ahí radica, precisamente, la importancia de la inauguración. Y, en subsecuentes años, se han llevado a cabo celebraciones y desfiles en el mismo lugar, dando oportunidad a que el monumento por sí mismo sea objeto de numerosas representaciones y discursos que lo legitiman como un símbolo vigente. Resulta obvio el hecho de que el año de 1891 puede considerarse como el “año de Juan Santamaría”, no sólo porque en el mismo se devela el monumento levantado en su honor en Alajuela, pagado por suscripción popular33, y se dan fiestas grandilocuentes en celebración de su memoria con una irrupción masiva de
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
39
31. Bronislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2005), 8. 32. “Discurso pronunciado por el señor Ministro de la Guerra don Rafael Yglesias en la inauguración de la estatua de Juan Santamaría”, La Prensa Libre, San José, 19 de setiembre, 1891, 2. 33. Para erigir la estatua de Juan Santamaría la ciudadanía participó –por Acuerdo No LXXXIII– en una suscripción nacional. Con este fin, el 8 de junio de 1887, el presidente Bernardo Soto Alfaro (1885-1889) acordó: “Promover una suscripción nacional destinada á ese objeto [erigir un monumento al héroe Juan Santamaría en Alajuela] la cual debe levantarse en cada provincia por los respectivos gobernadores y comandantes militares, quienes darán cuenta cada quincena á este Ministerio [Secretaría de Guerra] de las cantidades recogidas para depositarlas en el Banco de la Unión, y enviar la lista de los contribuyentes, á fin de que se publique en el Diario Oficial”. Colección de Leyes y Decretos emitidos en el año 1887 (San José: Tipografía Nacional, 1888), 376 y 377. ANCR, Serie: Congreso, Documento 9378, fol. 1. Debido a que hacía falta demasiado dinero, en julio de 1887, se asignó “la cantidad de 5000 pesos del Tesoro Público para auxiliar la construcción del monumento”. Otro Diario 130, San José, 10 de abril de 1886, 2. Aunque lo recolectado en la suscripción pública no fue suficiente para costear los gastos que supuso el bronce, al menos se logró que la ciudadanía y los militares imaginaran que participaban en una empresa colectiva de carácter nacional. Para el 22 de agosto de 1888, la Secretaría de Fomento dispuso, según el Acuerdo No CXCI, colocar la estatua en el centro de una plazoleta (hoy Plaza de la Patria “Juan Santamaría”) situada al sur de la plaza principal de la ciudad de Alajuela. El monumento escultórico del héroe alajuelense fue contratado por el ministro plenipotenciario de Costa Rica en Europa, don Manuel
40
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
María de Peralta y Alfaro (18471930). Se negoció con quien en ese momento era un exitoso escultor, Aristide Onésime Croisy. Croisy había triunfado con un complejo escultórico titulado: La Defensa de Mans. Homenaje a Chanzy (1885). El contrato entre don Manuel María y el escultor Aristide Croisy se firmó en París en 1888. El escultor Croisy utilizó como modelo a un joven soldado que ya había trabajado con él para anteriores monumentos, como parte de una posición común de la época (tema autóctono, modelo prestado). La imagen del héroe nacional esculpida en bronce llegó a Costa Rica en 1890; empero, no es sino hasta el mediodía del 15 de septiembre de 1891 que fue inaugurada oficialmente en Alajuela. Al magno evento, el presidente José Joaquín Rodríguez fue acompañado por una selecta comitiva, la cual estaba compuesta, en orden jerárquico de aparición, por sus más cercanos colaboradores y los miembros de los tres poderes de la República, el Ministro de S. M. Católica, altos dignatarios eclesiásticos y Camilo Mora Aguilar en representación de su padre, el expresidente Juan Rafael Mora Porras (1814-1860), y de su tío, José Joaquín Mora. También participaron Rafael Cañas Mora en nombre del general José María Cañas, gobernadores y munícipes, cónsules extranjeros, periodistas, representantes del Estado Mayor y el Comité Municipal de las celebraciones de Alajuela. El total de gastos provocados por las actividades de inauguración del bronce al soldado Juan superaron los 13 000 pesos. Véase la interesante crónica de Francisco Picado Soto, “Inauguración del monumento a Juan Santamaría”, en Crónicas de la Guerra Nacional 1856-1857, comp. Elías Zeledón Cartín (San José: Editorial Costa Rica, 2006), 333-348. 34. Al respecto consúltese: ANCR, Serie: Guerra y Marina, Documento 9836, 1891. Tranquilino Chacón, ed., Información ad-perpetuam: heroísmo de Juan Santamaría: batalla del 11 de abril de 1856 (San José: Imprenta de José Canalías, 1891). (Edición facsimilar).
ciudadanos, sino porque casi simultáneamente se recogieron dos informaciones ad perpetuam, cuyo objetivo principal radicaba en desalojar cualquier duda sobre el sacrificio desinteresado del héroe34. Como un héroe romántico, la figura escultórica de Juan Santamaría, en uniforme de soldado francés y sandalias, parece evocar aquella proclama del Hernani de Victor Hugo: “Soy una fuerza en marcha”. De esta forma, los liberales ligados a la esfera estatal se legitimaron en el poder impulsando a un héroe al que se le adscriben, con la cadencia de un rosario laico, los valores más tradicionales de los sectores subordinados: la humildad, el valor, la lealtad, el patriotismo y el sacrificio. Coronando el sobrio y macizo pedestal de granito y mármol de 4.54 metros de altura, la estatua de Juan Santamaría, de 2.25 metros de alto, simetría perfecta y rasgos idealizados, se impone frontal y desafiante en actitud de incendiar el Mesón, empuñando en la mano izquierda la tea llameante y fulgurante, símbolo de la libertad, mientras que en la diestra lleva el fusil-bayoneta. Además, su altura es superior a la real. La medida del personaje esculpido, exageradamente elevada respecto al promedio de los ciudadanos-espectadores, es una forma de enfatizar sus proporciones heroicas y su masculinidad, y de esta forma conecta su grandeza física con las glorias de la nación costarricense. La intención de imponer este estilo en la monumentalidad a Santamaría es un tributo a su calidad de héroe, que asimismo lleva implícita la idea de un “santo secular”, susceptible de culto cívico y laico. Muerto el humildísimo “hijo del pueblo”, su estatua no podía suscitar sino el efecto de presencia de una “hermosa encarnación del heroísmo”. ¿Cómo iba a levantarse una estatua a Santamaría en que no figuraran los elementos que necesariamente iría a buscar el público al que estaba destinada? Dicho en otros términos: la eficacia de la escultura, en tanto que instrumento de exaltación del héroe, requería que se la pudiera reconocer, sin duda alguna, como portadora de todos los signos que acompañaron el gesto épico que pretendía eternizar. La estatua de Santamaría, esculpida por Croisy, ilustra perfectamente la letra del himno patriótico compuesto por el poeta Emilio Pacheco Cooper (1865-1905):
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
“Cantemos al héroe, que en Rivas, pujante, de Marte desprecia el fiero crujir e intrépido alzando su tea fulguran vuela por la patria, sonriendo a morir. Miradlo!... En su diestra la tea vengadora agita, y avanza de su hazaña en pos”35.
En el mencionado monumento, además de la estatua ideada por Croisy, a través de la que resplandece el héroe “cuasi desconocido” de 1856, se incluyeron dos bajorrelieves fundidos en bronce en ambos costados del cuerpo central del basamento, obra de Gustave Deloy (1838-1899). Uno en que se observa a Juan Santamaría salirse del rango al hacerse la memorable pregunta: “¿Quién se atreve a incendiar el Mesón?”; y otro, en el cual se representa el episodio del incendio del Mesón de Guerra, donde Santamaría se observa herido y a punto de desplomarse. Dichos relieves ilustrativos, para los que el zócalo cumple una misión de marco o soporte, son de fácil lectura histórica y de un alto impacto emocional. El plinto de la estatua está flanqueado de ramos de palmas, robles y laureles, emblemas del triunfo y de la gloria, y con el escudo de Costa Rica en un lugar prominente. Están también presentes cabezas de leones que simbolizan la fuerza, el valor y la soberanía nacional. Todos esos elementos alegóricos-decorativos están fundidos en bronce. Las inscripciones en caracteres mayúsculos, rezan así: “JUAN SANTAMARÍA/ 11 DE ABRIL DE 1856” (al frente en el pedestal),”MONUMENTO ERIGIDO POR SUSCRIPCIÓN/ PÚBLICA CON EL CONCURSO DEL GOBIERNO/ AL HÉROE MUERTO POR LA PATRIA EN LA/ BATALLA DE RIVAS DE LA GUERRA NACIONAL/ CONTRA LOS FILIBUSTEROS” (detrás) (Imágenes 2 y 3).
35. Emilio Pacheco Cooper, “Himno Patriótico a Juan Santamaría (1891)”, en Lo que se canta en Costa Rica, ed. J. Daniel Zúñiga Zeledón (San José: Imprenta y Librería Universal, 1980), 221. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
41
42
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Imagen No. 2: Gustave Deloy, Exaltando relieve del pedestal del
Alajuela, Costa Rica.
Mesón de Guerra, Santamaría, Bronce, 1891,
a los soldados para quemar el
Monumento
a Juan
Fuente: Esta foto forma parte del archivo personal del autor de este artículo y fue tomada en el año 2006.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
Imagen No. 3: Gustave Deloy, El incendio del Mesón de Guerra, Rivas, Nicaragua, relieve del pedestal del M onumento a J uan S antamaría , B ronce , 1891, A lajuela , Costa Rica.
Fuente: Esta foto forma parte del archivo personal del autor de este artículo y fue tomada en el año 2006.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
43
44
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
36. Sobre estatuaria cívica e invención de figuras heroicas se recomiendan las siguientes obras: Maurice Agulhon, “La estatuomanía y la historia”, en Historia Vagabunda. Etnología y política en la Francia contemporánea, eds. Maurice Agulhon (México: Instituto Mora, 1994), 120-161; Patricia Cardona Zuluaga, “Del héroe mítico, al mediático. Las categorías heroicas: héroe, tiempo y acción”, Revista Universidad EAFIT 42: 144 (octubrediciembre 2006): 51-68; Gérard Du Puymège, Chauvin, le soldat-laboreur. Contribution à l’étude des nationalismes (París: Gallimard, 1993); Nuala C. Johnson, “Sculpting Heroic Stories: Celebrating the Centenary of the 1798 Rebellion in Ireland”, Transactions of the Institute of British Geographer, 19:1 (March 1994): 173-181; Rodrigo Gutiérrez Viñuales, Monumento conmemorativo y espacio público en Iberoamérica (Madrid: Editorial Cátedra, 2004); June Hargrove, “Les monuments de la Guerre de 1870-1871 et le représentation politique”, en La République en representations. Autour de l’oeuvre de Maurice Agulhon, dirs. Maurice Agulhon, Annette Becker y Évelyne Cohen (París: Publications de la Sorbonne, 2006), 173-181; Patrick Laurens, “La figure de la République en place publique: emblėme politique ou ouvre d’art?”, en La République en representations. 97-110; Carmen Mc Evoy, “El regreso del héroe: Bernardo O’Higgins y su contribución en la construcción del imaginario nacional chileno, 1868 -1869”, en Funerales republicanos en América del Sur: Tradición, ritual y nación (1832 -1896), ed. Carmen Mc Evoy (Santiago de Chile: Centro de Estudios Bicentenario, 2006), 125 -155. Natalia Majluf, “Escultura y espacio público. Lima, 1850-1879”, Documento de Trabajo 67 (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1994); Laura Malosetti Costa y Diana Beatriz Wechsler, “Iconografías Nacionales en el Cono Sur”, en Relatos de Nación. La construcción de las identidades nacionales en el Mundo Hispánico Vol. II, ed. Francisco Colom González (Madrid: IberoamericanaVervuet, 2005), 1177-1198; Iván
Los liberales costarricenses, sin duda, estaban conscientes de la “estatuomanía” de los republicanos franceses, y del éxito de tales monumentos en crear lealtades nacionalistas, ideológicamente motivadas y definidas “desde arriba”36. Por eso, el método de representación de la historia a través de la imaginería cívica se Millones Mariñez, “El Mariscal realiza efectivamente seleccioCáceres: ¿un héroe militar o popular? nando lo que Robert Duncan ha Reflexiones sobre un héroe patrio peruano”, Iconos, Revista de Ciencias denominado un “pasado histórico Sociales 26 (septiembre 2006): 47-57; deseable”37. ¿Qué es, en el fondo, Víctor Mínguez Cornelles y Manuel Chust Calero, eds., La construcción lo que con la escultura-monumendel héroe en España y México (1789to se celebraba? ¿El heroísmo de 1847) (Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2003); un hombre del pueblo? A pesar de Carlos Reyero Hermosilla, La escultura que en el pedestal aparece inscriconmemorativa en España. La edad de oro del monumento público, 1820-1914 to el nombre de Juan Santamaría, (Madrid: Editorial Cátedra, 1999); se trata probablemente de una Citlali Salazar Torres, “La imagen de un héroe y un monumento: prefiguración del monumento Cuauhtémoc, 1887-1913”, Secuencia 59 al “soldado desconocido”, o me(mayo-agosto 2004): 201-214; Carlos Serrano, “La fabricación de un héroe: jor dicho, al “soldado conocido”. Cascorro”, en: Carlos Serrano, El Todo, en la estatua de bronce y nacimiento de Carmen: símbolos, mitos y nación (Madrid: Taurus, 1999), 203-226; los discursos que la acompañaDaniel J. Sherman, “Art, Commerce, ron en exaltación de la acción de and the Production of Memory in France after World War I”, en aquel soldado, tendía a desperCommemorations. The Politics of National sonalizar al personaje, a quitarle Identity, ed. John R. Gillis (Princeton: Princeton University Press, 1994), “comprensión” para darle más 186-226; Carolina Vanegas Carrasco, “extensión”, a convertirlo en una “Coronación simbólica de un héroe: la estatua de Nariño en el primer imagen abstracta del heroísmo de Centenario de la Independencia”, las clases populares. Cuadernos de Curaduría 5, (julio 2007) http://redmuseo.javeriana.edu. Junto a esa imagen canónica, co/inbox/files/docs/Narino2.pdf de factura europea, en el gran (consultado el 26 de enero de 2009); Verónica Zárate Toscano, “El papel lienzo al óleo titulado: “La Quema de la escultura conmemorativa en el del Mesón” (Imagen 4), el afamaproceso de constitución nacional y su reflejo en la Ciudad de México en do pintor costarricense formado el siglo XIX”, Historia Mexicana, LIII: 2 en Alemania, Enrique Echandi (octubre-diciembre 2003): 417-446. Montero (1866-1959), se decan37. Robert Duncan, “Embrancing tó por la representación de Juan a Suitable Past: Independence Celebration under Mexico’s Second Empire, 1864 -1866”, Journal of Latin American Studies 30 (1998): 249-277.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
45
Santamaría como un campesino ordinario, de tez parda y cabello ensortijado y encrespado (lo que apunta a la ascendencia negra de Juan), dando fuego al alero del mesón con una larga caña como tea y ya manando sangre, evidentemente impactado por muchas balas. El espacio está definido por la sobria y esquemática composición de líneas diagonales y verticales. El afán verista se evidencia hasta en los elementos arquitectónicos que muestra la pintura histórica de Echandi: una casona de largas y gruesas paredes de adobe, sin ventanas y con dos puertas de madera, en la que se 38. En un discurso pronunciado por denota el paso inclemente del tiempo. En la acera de la edifiCarlos Francisco Salazar en la cación yacen los cadáveres de tres soldados para acentuar el ciudad de Cartago, el domingo 20 de septiembre de 1891, la figura de Juan fuerte dramatismo de la escena, en la que el artista costarricenSantamaría se convertía en sucesora se ha desaparecido al enemigo filibustero, como si le produjera de Jesucristo, amalgamándose con ello las imágenes de ambos incomodidad su explícita presencia. El joven Echandi –todavía sacrificios: “Jesús muere en el no cumplía 31 años– habría pintado el ambicioso lienzo históriCalvario, Jesús se sacrifica por la moral sublime del amor, por la moral co en 1896, pero se presentó por primera vez en enero de 1897, santa de la igualdad, de la caridad y justamente en una época en que se estaba buscando la consolide la libertad, por el progreso cifrado en la fraternidad y en la verdad. Juan dación de la nacionalidad costarricense, por lo que la creación Santamaría se sacrifica por salvar el de imágenes y símbolos era una contribución a esa tarea. Lo derecho, por salvar el suelo patrio, por la vuelta de los hijos de Costa pintó con pinceladas sueltas, con predominio de los colores Rica á sus hogares, que estaban complementarios, y poco cuidado en la difuminación. No es un llenos de amargo llanto, llenos de tristeza y de compasión, llenos de retrato épico del héroe, al gusto de la iconografía liberal finiseluto y de infortunio”. La Prensa Libre, cular; más bien, se puede ver como la efigie secularizada de un San José, 25, 26 y 27 de setiembre, 1891, 2-3. La comparación de Juan mártir, un trasunto religioso-católico del sacrificio de Cristo38. Santamaría con Cristo no era casual. La expresión eminentemente patética del rostro y los gestos Devela la configuración que había venido dándose en la religión política convulsos del cuerpo plasman a un “héroe caído”, cuyo último del Estado, que utilizaba elementos suspiro –exemplum virtutis por excelencia– se convierte en un rituales y litúrgicos cristianos para promover su existencia. Sin llamado a los que prefieren el sacrificio al dolor de ver sucumembargo, la diferencia obviamente bir a la Patria ante el dominio extranjero. reside en el tipo de sacrificio. Si Cristo moría por la humanidad, Juan El Juan Santamaría que pintó Echandi es, en suma, un persoSantamaría lo hacía por Costa Rica naje de carne y hueso, por el que discurre el último aliento de exclusivamente; así su culto era una cuestión local que no trascendía los la vida, pero que al final, simbólicamente, vence a sus enemigos límites de Costa Rica y necesitaba sin que estos aparezcan siquiera en el cuadro. Esta imagen de de su población para ser recordado y promovido. Era por tanto un culto Santamaría habría de ser considerada como inconveniente para eminentemente laico y nacional. Cfr. el héroe por el director y propietario del periódico matutino La María Amoretti Hurtado, Magón… la irresistible seducción del discurso (San República, Juan Vicente Quirós, quien en un artículo definidaJosé: Ediciones Perro Azul, 2002), 144. mente inquisitorial, sentenció: Dominique Schnapper, La democracia providencial: ensayo sobre la igualdad contemporánea (Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 2004), Capítulo 5.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
46
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
39. Juan Vicente Quirós, “Visitas a la Exposición”, La República, San José, XL: 3011, 26 de enero de 1897, sin número de página. El artista Enrique Echandi presentó su impresionante pintura al óleo La Quema del Mesón por Juan Santamaría (1,91x 2,58 centímetros) para participar en la Gran Exposición Centroamericana e Internacional, a celebrarse en Guatemala en 1897. Todos los objetos que debían participar en esa muestra fueron expuestos entre el 16 y el 31 de enero de ese mismo año, en las amplias instalaciones del Edificio Metálico de San José. Ahí se mostró públicamente la pintura histórica de Echandi junto con otras de sus obras de género retratístico, de paisajes y naturalezas muertas. Dicha tela no ofrece superficies pulidas, sino una textura más variada, con densos empastes y pinceladas rápidas y bien legibles. El cuadro La Quema del Mesón forma parte de la colección de pinturas del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, sito en la ciudad de Alajuela. Consúltese al respecto: Guillermo Brenes Tencio, “La quema del Mesón. Cuadro de Historia por Enrique Echandi. Una contribución documental”, Umbral. Revista del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes XX (2007): 23-38; Roberto Cabrera Padilla, et. al, Foro La Quema del Mesón: Pintura Centenaria del artista Enrique Echandi (Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 1996). Sobre la pintura de historia véase los interesantes y pormenorizados trabajos de: Tomás Pérez Vejo, “Imágenes, Historia y Nación. La construcción de un imaginario histórico en la pintura española del siglo XIX”, en Relatos de Nación. La construcción de las identidades nacionales en el Mundo Hispánico, Volumen II, ed. Francisco Colom González (Madrid: IberoamericanaVervuet, 2005), 1117-1154; Tomás Pérez Vejo, “Nacionalismo e imperialismo en el siglo XIX:
“…habremos de denunciar, como merecedor de las llamas un cuadro que diz que representa al inmortal Juan Santamaría poniendo fuego al mesón de Rivas en la memorable jornada del 11 de abril... El cuadro de Juan Santamaría es no sólo reprochable desde el punto de vista artístico, sino también desde el punto de vista patriótico. Juan Santamaría es la figura más culminante de nuestra historia, es la individualidad que mejor caracteriza al pueblo costarricense, es el Guillermo Tell de nuestras montañas, y todo esto compromete para con él nuestra gratitud, nuestro cariño y nuestra admiración... De suerte, que hacer de ese tipo legendario una caricatura –que no otra cosa es el lienzo del señor Echando– equivale no sólo á burlarnos sacrílegamente de él, mas á poner en triste ridículo al país entero. Por respeto, pues, al inmortal soldado de Alajuela y por amor propio nacional también, ese lienzo debe ser entregado á su autor para que de él disponga como mejor le plazca; esto, aparte de que, á seguir las prescripciones de la suprema ley –el arte– con el Juan Santamaría de que hablamos debe hacerse una auto de fe que deje ejemplo y memoria en los fastos de Centro-América artístico…”39.
dos ejemplos de uso de las imágenes como herramientas de análisis histórico”, en Imágenes e investigación social, coords. Fernando Aguayo y Lourdes Roca (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2005), 50-74; Tomás Pérez Vejo, “Pintura de historia e imaginario nacional: el pasado en imágenes”, Historia y Grafía 16 (2001): 75-110; Carlos Reyero Hermosilla, “La ambigüedad de Clío. Pintura de historia y cambios ideológicos en la España del siglo XIX”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas 87 (2005): 37-63. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
Imagen No. 4: La Quema del Mesón por Juan Santamaría, 1896, óleo sobre lienzo de Enrique Echandi Montero, 1,91 x 2,58 cm.
Fuente: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, Alajuela, Costa Rica. Registro: PI - 01 - 0001.
Quizás es este discurso ideológico y no la fuerza expresiva de los colores ni el intenso efectismo compositivo de la escena histórica lo que los contemporáneos de Echandi vieron en el lienzo cuando fue expuesto públicamente. Utilizando un vocabulario estético más imbuido por la reconstrucción verista, Echandi transgredía la visión, victoriosa y romántica, del héroe nacional fabricado por los políticos e intelectuales liberales, que se correspondía unívocamente con la escultura develada en 1891, en la cual Santamaría se transmutó en un garçon francés (presumiblemente blanco), de constitución atlética y rostro anguloso. La actitud de Echandi, aún cuando no fuera abiertamente contestaria, supondría una fisura anticipada en la univocidad del discurso ontológico del ser costarricense. Casos como el señalado son clave para entender una de las facetas que caracterizaron la pintura de historia
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
47
48
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
decimonónica: en ocasiones lo fidedigno-verosímil habría de quedar conscientemente relegado ante la necesidad de exaltar el hecho histórico e, indubitablemente, de convertirse en vehículo de identidad. Frente a la escultura monumental que evoca un tiempo eterno, la pintura parece sugerir circunstancia: en el bronce, el soldado Juan ha superado su propia naturaleza contingente (ethos), mientras el cuadro funciona en tanto que recuperación visual del dramático episodio histórico al que la nación costarricense se debe (pathos). Durante el siglo XX, la llamémosle “verdadera” fisonomía del héroe de la Batalla de Rivas fue reproducida y diseminada indistintamente en soportes de todo tipo: monedas, billetes, medallas, tarjetas y estampillas, aun hasta la década de 1980. No obstante esta variedad, puede decirse que de alguna manera tendrá como inspiración aquellas primeras que se forjaron a finales del siglo XIX. Estas imágenes de consumo más corrientes, hoy en colecciones públicas y privadas, no tuvieron un papel emblemático menor. En sentido estricto, esta imaginería brinda una idea del alcance “popular” de la figura del soldado Juan y del manejo que de ella hizo el Estado costarricense.
Bibliografía Fuentes
primarias
Archivo Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), San José, Costa Rica. Serie: Congreso, Documento 9378, 1891 y Documento 11486, 1915; serie: Fotografía, Signatura 24817, 1900; serie: Guerra y Marina, Documento 8822, 1857 y Documentos 8868, 8852 y 9836, 1891. Publicaciones periódicas Diario de Costa Rica, 1886; El Constitucional, 1891; El Heraldo, 1891; El Tambor, 1883; La Gaceta, 1885, 1887, 1891, 1900; La Prensa Libre, 1891. La República, 1891, 1897; Otro Diario, 1886. Fuentes primarias impresas Chacón, Tranquilino, ed. Información Ad-Perpetuam: heroísmo de Juan Santamaría: batalla del 11 de abril de 1856. San José: Imprenta de José Canalías, 1891 (Edición facsimilar). Contreras, Álvaro. “Un Héroe Anónimo”. Diario de Costa Rica, San José 5 de marzo de 1885, 1-2; 6 de marzo de 1885, 1-2.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
Colección de Leyes y Decretos emitidos en 1887. San José: Tipografía Nacional, 1888. Darío, Rubén. “Fiesta de la Patria”. La Prensa Libre, San José: 25 de setiembre de 1891, 2. De Obaldía, José. “Discurso pronunciado por el Sr. Don José de Obaldía, en el Salón del Palacio de Gobierno el día 15 de septiembre de 1864: Cuadragésimo Tercer Aniversario de la Independencia de Centroamérica”. 11 de abril. Cuadernos de Cultura 10, Museo HistóricoCultural Juan Santamaría, Alajuela (1989): 1-28. Dobles Segreda, Luis. El Libro del Héroe. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2006. Montúfar Rivera, Lorenzo. Walker en Centroamérica. Guatemala: Tipografía La Unión, 1887. Oliva Medina, Mario y Quesada Monge, Rodrigo, comps. Cien años de poesía popular en Costa Rica, 1850-1950, Tomo I: Héroes y pueblo por escrito en el siglo XIX. San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007. Picado Soto, Francisco. “Inauguración del monumento a Juan Santamaría”. En Crónicas de la Guerra Nacional 1856-1857, compilado por Elías Zeledón Cartín. San José: Editorial Costa Rica, 2006, 333-348. Quirós, Juan Vicente. “Visitas a la Exposición”. La República, XL 3011, San José, 26 de enero de 1897, snp. Zúñiga Zeledón, J. Daniel, ed. Lo que se canta en Costa Rica. San José: Imprenta y Librería Universal, 1980.
Fuentes
secundarias Agulhon, Maurice. Historia Vagabunda. Etnología y política en la Francia contemporánea. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1994. Anderson, Benedict. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000. Aguilar Bulgarelli, Óscar. “El pedestal de Santamaría”, 11 de abril. Cuadernos de Cultura 11. Alajuela, Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1991, 1-39. Aguilar Piedra, Raúl. La responsabilidad del Estado costarricense en la defensa del patrimonio. Un caso de estudio: el Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría. Tesis para Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1984. Aguilar Piedra, Raúl. “La guerra centroamericana contra los filibusteros en 1856-1857: una aproximación a las fuentes bibliográficas y documentales”. Revista de Historia 51-52 (enero-diciembre 2005): 463-528. Amoretti Hurtado, María. Magón… la irresistible seducción del discurso. San José: Ediciones Perro Azul, 2002. Arias Sánchez, Raúl. Los Soldados de la Campaña Nacional (1856-1857). San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
49
50
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Artavia, Betania. Historiador afirma que Juan Santamaría no existió. http://www.diarioextra. com/2007/abril/11/nacionales11.php. Artavia, Betania. Juan Santamaría: un héroe sin tumba, ni pasado. http:// www.diarioextra. com/2008/abril/11/espectaculos03.php. Baczko, Bronislaw. Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2005. Brenes Tencio, Guillermo. “La Quema del Mesón. Cuadro de Historia por Enrique Echandi. Una Contribución Documental”. Umbral. Revista del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes XX (2007): 23-38. Burke, Peter. Visto y no visto: El uso de la imagen como documento histórico. Barcelona: Editorial Crítica, 2005. Cabrera Padilla, Roberto, et. al. Foro La Quema del Mesón: Pintura Centenaria del artista Enrique Echandí. Alajuela, Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1996. Cardona Zuluaga, Patricia. “Del héroe mítico, al mediático. Las categorías heroicas: héroe, tiempo y acción”. Revista Universidad EAFIT, 42: 144 (octubre-diciembre 2006): 51-68. Carlyle, Tomás. Los Héroes. El culto a los héroes y lo heroico en la historia. México: Editorial Porrúa, 2000. Díaz Arias, David. “Fiesta e imaginería cívica: La memoria de la estatuaria de las celebraciones patrias costarricenses, 1876-1921”. Revista de Historia 49-50 (enero-diciembre 2004): 111-154. Díaz Arias, David. Historia del 11 de abril: Juan Santamaría entre el pasado y el presente. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2006. Duncan, Robert. “Embrancing a Suitable Past: Independence Celebrations under Mexico’s Second Empire, 1864-1866”. Journal of Latin American Studies 30 (1998): 249-277. Fernández Esquivel, Franco. Crónicas y tradiciones de Cartago. Cartago: Uruk Editores-El Atabal, 2008. Fumero Vargas, Ana Patricia. “La celebración del santo de la Patria: La develización de la estatua al héroe nacional costarricense, Juan Santamaría, el 15 de setiembre de 1891”, en Fin de siglo XIX e identidad nacional en México y Centroamérica, editado por Iván Molina Jiménez y Francisco Enríquez Solano. Alajuela: Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 2000, 403-435. Fumero Vargas, Ana Patricia. “Juan Santamaría, la Campaña Nacional de 1856-1857 y el imaginario costarricense”. Semanario Universidad, San José, 20 de abril, 2006, 27. Fumero Vargas, Ana Patricia. “Luis Pacheco Bertora”. La Nación, San José, 28 de abril, 2006, 38 A. Gallegos Salazar, Demetrio. Vida privada y hecho heroico de Juan Santamaría. San José: Academia de Geografía e Historia de Costa Rica, 1966. Gudmundson, Lowell W. Los mulatos y las naciones en Centroamérica. http://www.nacion. co.cr/ln_ee/ESPECIALES/raices/columgudm.html.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
Gutiérrez Viñualez, Rodrigo. Monumento conmemorativo y espacio público en Iberoamérica. Madrid: Ediciones Cátedra, 2004. Hargrove, June. “Les monuments de la Guerre de 1870-1871 et le représentation politique”. En La République en representations. Autour de l’ouvre de Maurice Agulhon, dirigido por Maurice Agulhon, Anette Becker y Évelyne Cohen. París: Publications de la Sorbonne, 2006, 173-181. Hilje Quirós, Luko. De cuando la Patria ardió. San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007. Hobsbawm, Eric y Terence Ranger, eds. La invención de la tradición. Barcelona: Editorial Crítica, 2002. Johnson, Nuala C. “Sculpting Heroic Histories: Celebrating the Centenary of the 1798 Rebellion in Ireland”. Transactions of the Institute of British Geographer 19: 1 (March 1994): 173-181. Laurens, Patrick, “La figure de la République en place publique: embléme politique ou ouvre d’art?”. En La République en representations. Autour de l’ouvre de Maurice Agulhon, dirigido por Maurice Agulhon, Anette Becker y Évelyne Cohen, dirs. Publications de la Sorbonne, 2006, 97-110. Lemistre Pujol, Annie. Dos bronces conmemorativos y una gesta heroica. La estatua de Juan Santamaría y el Monumento Nacional. Alajuela: Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1988. Mc Evoy, Carmen. “El regreso del héroe: Bernardo O’Higgins y su contribución en la construcción del imaginario nacional chileno, 1868 -1869”. En: Carmen Mc Evoy, ed. Funerales republicanos en América del Sur: Tradición, ritual y nación. Santiago de Chile: Centro de Estudios Bicentenario, 2006, 125-155. Majluf, Natalia. “Escultura y espacio público. Lima, 1850-1879”. Documento de Trabajo 67. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1994. Malosetti Costa, Laura y Wechsler, Diana Beatriz. “Iconografías Nacionales en el Cono Sur”. En Relatos de Nación. La construcción de las identidades nacionales en el Mundo Hispánico, Vol. II, editado por Francisco Colom González. Madrid: Iberoamericana-Vervuet, 2005, 1177-1198. Meléndez Chaverri, Carlos. “Juan Santamaría: el hombre y el héroe”. 11 de abril. Cuadernos de Cultura 1 (1981): 1-24. Meléndez Chaverri, Carlos. Juan Santamaría: una aproximación crítica y documental. Alajuela: Museo Histórico-Cultural Juan Santamaría, 1982. Meléndez Obando, Mauricio y Bolañoz Zamora, Germán. Luis Pacheco Bertora, el héroe castigado. http://www.nacion.com/ln_ee/ESPECIALES/raices/anteriores.html. Méndez Alfaro, Rafael Ángel. Imágenes del poder: Juan Santamaría y el ascenso de la nación en Costa Rica (1860-1915). San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2007. Millones Mariñez, Iván. “El Mariscal Cáceres: ¿un héroe militar o popular? Reflexiones sobre un héroe patrio peruano”. Iconos, Revista de Ciencias Sociales, 26 (septiembre 2006): 47-57. Molina Jiménez, Iván. “Ficciones y constataciones: diez preguntas y respuestas sobre la Campaña Nacional (1856-1857)”. Revista Comunicación 15: 1 (enero-julio 2006): 5-11.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
51
52
Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría
Molina Jiménez, Iván. “La Campaña Nacional (1856 -1857): investigación histórica y producción literaria”. En: Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias, La Campaña Nacional (1856-1857): historiografía, literatura y memoria, San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2008, 1-36. Obregón Loría, Rafael. Costa Rica y la Guerra contra los Filibusteros. Alajuela: Museo HistóricoCultural Juan Santamaría, 1991. Palmer, Steve. “El héroe indicado (o un Estado en búsqueda de su nación): Juan Santamaría, la Batalla de Rivas y la simbología liberal, 1880 -1895”, En Industriosa y sobria: Costa Rica en los días de la Campaña Nacional (1856 -1857), editado por Iván Molina Jiménez. Vermont: Plumsock Mesoamerican Studies, 2007, 111-129. Palmer, Steven. “Sociedad anónima, cultura oficial: inventando la nación en Costa Rica, 18481900”. En Héroes al gusto y libros de moda. Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (17501900), editado por Iván Molina Jiménez y Steven Palmer. Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, San José, 2004, 257-323. Panofsky, Erwin. Estudios sobre Iconología. Madrid: Alianza Universidad, 2006. Pérez Vejo, Tomás. ”Imágenes, Historia y Nación. La construcción de un imaginario histórico en la pintura española del siglo XIX”. En Relatos de Nación. La construcción de las identidades nacionales en el Mundo Hispánico, Vol. II, editado por Francisco Colom González. Madrid: Iberoamericana-Vervuet, Madrid, 2005, 1117-1154. Pérez Vejo, Tomás, “Nacionalismo e imperialismo en el siglo XIX: dos ejemplos de uso de las imágenes como herramientas de análisis histórico”. En Imágenes e investigación social, Coordinado por Fernando Aguayo y Lourdes Roca. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2005, 50-74. Pérez Vejo, Tomás. “Pintura de historia e imaginario nacional: el pasado en imágenes”. Historia y Grafía 16 (2001): 73-110. Puymége, Gérard Du. Chauvin, le soldat-laboureur. Contribution à l’étude des nationalismes. París: Gallimard, 1993. Reyero Hermosilla, Carlos. “La ambigüedad de Clío. Pintura de historia y cambios ideológicos en la España del siglo XIX”. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas 87 (2005): 37-63. Reyero Hermosilla, Carlos. La escultura conmemorativa en España. La edad de oro del monumento público, 1820-1914. Madrid: Editorial Cátedra, 1999. Salazar Torres, Citlali. “La imagen de un héroe y un monumento: Cuauhtémoc, 1887-1913”, Secuencia 59 (mayo-agosto 2004): 201-214. Schnapper, Dominique. La democracia providencial: ensayo sobre la igualdad contemporánea. Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 2004. Serrano, Carlos. El nacimiento de Carmen: símbolos, mito y nación. Madrid: Taurus, 1999.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
Guillermo Brenes Tencio
Sherman, Daniel J. “Art, Commerce, and the Production of Memory in France after World War I” en Commemorations. The Politics of Nacional Identity, editado por John R. Gillis. Princeton: Princeton University Press, 1994, 186-226 Vanegas Carrasco, Carolina. “Coronación simbólica de un héroe: la estatua de Nariño en el primer Centenario de la Independencia”, Cuadernos de Curaduría 5 (julio 2007). http:// redmuseo.javeriana.edu.co/inbox/files/docs/Narino2.pdf. Zárate Toscano, Verónica. “El papel de la escultura conmemorativa en el proceso de constitución nacional y su reflejo en la Ciudad de México en el siglo XIX”. Historia Mexicana LIII: 2 (octubre-diciembre 2003): 417-446. Zárate Toscano, Verónica. “Héroes y fiestas patrias en el México decimonónico: la insistencia de Santa Anna”. En La construcción del héroe en España y México (1789 -1847), editado por Víctor Mínguez Cornelles y Manuel Chust Calero. Valencia: Universitat de València, Universidad Veracruzana, Universidad Autónoma Metropolitana de México, y El Colegio de Michoacán, 2003, 133-153. Zelaya Goodman, Chester. “Emmanuel Mongalo y Juan Santamaría: dos héroes, dos hechos históricos”. 11 de abril. Cuadernos de Cultura 12 (2004): 1-35.
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 26-53
53
54
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
Artículo recibido: 3 de octubre de 2008; aprobado: 15 de diciembre de 2008; modificado: 16 de febrero de 2009.
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
Women, Gender and Politics in the Young Colombian Republic: A Glimpse through the Personal Correspondence of Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
Resumen
Abstract
Este artículo examina la participación femenina en la
This article sheds light on female participation
vida política colombiana en el siglo XIX, a través de
in nineteenth century Colombian political life
un análisis de cartas escritas por mujeres y dirigidas
through an analysis of women’s letters to General
al General Mosquera. Muestra cómo las mujeres
Mosquera. It shows that women were an integral
formaban parte de las redes sociales y políticas
part of the socio-political and cliental networks
alrededor del caudillo durante su rebelión contra el
that surrounded the caudillo and that played a
gobierno de Mariano Ospina. También revela cómo la
role in his revolt against the Ospina government. It
correspondencia personal les permitía no sólo solicitar
also reveals how personal correspondence allowed
la protección de Mosquera, sino también desempeñar
them not only to request Mosquera’s assistance,
un papel en la política, enviando al general noticias,
but, to offer the general information, advice, and
avisos y opiniones acerca de la guerra civil y los
opinions, ultimately inserting themselves into a
asuntos públicos.
larger world of politics.
Palabras
Key Words
c l av e
Mujeres, política, cartas, Mosquera, guerra, género,
Women, Politics, Letters, Mosquera, War, Gender,
esfera privada, Colombia.
Private Sphere, Colombia.
Maestra y doctora en Historia con especialidad en el estudio de Latinoamérica de la Universidad de Tulane, New Orleáns, Estados Unidos. Desde 1990 se encuentra vinculada al Departamento de Historia de la Universidad de Alabama, Birmingham, Estados Unidos. Sus intereses investigativos se enfocan en el estudio de la mujer en Hispanoamérica, particularmente en Colombia durante el siglo XIX. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: For Glory and Bolivar: The Remarkable Life of Manuela Saenz, 1797-1856. Austin: University of Texas Press, 2008 y “Of Love and Politics: Reassessing Manuela Saenz and Simon Bolivar, 1822-1830”, in History Compass 5:1(London, Jan. 2007): 214-237. http://www.blackwell-compass.com/subject/history/
Pamela S. Murray
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
55
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862 ❧ A pesar de ser excluidas de los derechos políticos que definían la ciudadanía, las mujeres participaban activamente en la vida pública colombiana a mediados del siglo diecinueve1. Esto ha sido constatado por historiadores como Alfonso Valencia Llano y James Sanders, cuyos trabajos investigativos demuestran la extensión y variedad de la movilización política femenina en el suroccidente colombiano, es decir, en la región del Gran Cauca (hoy los departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Quindío y Nariño) desde la época de la independencia hasta el inicio de los conflictos político-ideológicos suscitados por el auge del liberalismo2 a partir de 1849-1850. El trabajo de Sanders ha sido especialmente importante en cuanto a revelar detalladamente el involucramiento de las mujeres en las luchas de clase y de partido, que fueron suscitadas por las reformas radicales y que marcaron la década de los 1850. Muestra cómo mujeres de distintas clases, razas e identidades políticas participaban directamente en estas luchas. En un artículo reciente, por ejemplo, explica Sanders cómo en el Valle del Cauca, Cali particularmente, mestizas y afro-colombianas en concierto con sus hombres (los ❧ El presente artículo es resultado de llamados “liberales populares”, miun proyecto más amplio acerca de embros de las nuevas sociedades la participación de las mujeres en la política colombiana de mediados democráticas) y a veces autónodel siglo XIX (1850s-1870). La mamente defendían su acceso a las investigación fue parcialmente
financiada por la National Science Foundation (ADVANCE Program) de Estados Unidos.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
1. La exclusión de la mujer de los derechos del ciudadano fue justificada por una ideología de género basada tanto en antiguas ideas patriarcales y misóginas como en un nuevo ideal doméstico, que veía el hogar como un mundo netamente femenino donde la mujer cumplía su sagrada “misión” de madre e esposa que velaba por la formación de los futuros ciudadanos. Sobre el origen de este ideal que cogió fuerza en el mundo occidental en la segunda mitad del siglo XVIII, gracias en parte a la influencia de los escritos de Jean Jacques Rousseau, véase Joan Landes, Women and the Public Sphere in the Age of the French Revolution (Ithaca: Cornell University Press, 1988), capítulo tres. Un buen resumen del impacto del ideal doméstico en Colombia se encuentra en Patricia Londoño, “El ideal femenino del siglo XIX en Colombia”, en Las mujeres en la historia de Colombia, tomo III: Mujeres y cultura, ed. Magdala Velásquez Toro (Bogotá: Editorial Norma, 1995), 302-329. 2. Estos trabajos son: Alfonso Valencia Llano, Mujeres caucanas y sociedad republicana (Cali: Universidad del Valle, 2001); James E. Sanders, Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in NineteenthCentury Colombia (Durham: Duke University Press, 2004); y James Sanders, “‘A Mob of Women’ Confront Post-Colonial Republican Politics: How Class, Race, and Partisan Ideology Affected Gendered Political Space in Nineteenth Century Southwestern Colombia,” Journal of Women’s History 20:1(2008): 64-89.
56
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
tierras comunales y su derecho de asegurarse la subsistencia. Resalta las invasiones de ejidos a principios de la década de 1850 y el envío de peticiones a las autoridades, cuyo fin era defender las pequeñas industrias de aguardiente mantenidas por ellas3. También destaca las actividades visibles de las mujeres de la élite conservadora, quienes entre otras cosas mandaban grandes peticiones al gobierno nacional en defensa de la Iglesia y los Jesuitas (estos últimos expulsados en 1850 y 1863). Quizás más que cualquier otro grupo de la época, fueron éstas las que señalaban un cambio importante en los espacios femeninos. El cambio consistía en parte en la expansión de oportunidades para actuar públicamente. Aunque gracias a su posición social y sus papeles tradicionales como administradoras de rentas y negocios, y gracias a ser las encargadas de la caridad las mujeres de la élite siempre habían tenido cierta presencia en la esfera pública, ahora la tenían más que nunca4. Su presencia pública expandida se explica por las turbulentas circunstancias socio-políticas del día –el aparente derrumbe del viejo orden a manos de los radicales y sus aliados populares y la creciente competencia partidista– y, tal vez aún más, por la coincidencia entre un conservatismo agresivo basado en valores católicos y una identidad femenina formada por el catolicismo. Tales factores obligaban a las conservadoras a salir a luchar por la religión, la educación y la moral pública, asuntos vistos como prerrogativas suyas, como cosas propias de su género. Pero la expansión del espacio público femenino también incluía la adopción de nuevas maneras o modalidades republicanas. Como observa Sanders, las conservadoras hacían manifestaciones contra las políticas radicales, tomaban partido abierto en las campañas electorales y como hicieron en 1850 3. James E. Sanders, “‘A Mob of Women’ ante el asombro de sus colegas masculinos, organizaban clubes Confront Post-Colonial Republican políticos para contrarrestar la influencia de las sociedades Politics”, 72-76. democráticas; además, durante ésta y las siguientes décadas 4. Sobre la presencia de las mujeres fundaban escuelas para moralizar las clases populares, comen la esfera pública durante la época colonial véase Isabel batiendo así los temidos efectos de la educación laica5. En fin, Cristina Bermúdez, Imágenes y contribuyeron a la consolidación de una nueva cultura política, representaciones de la mujer en la gobernación de Popayán (Quito: que caracterizaba lo que según Fernán González era la “‘comuniValencia Llano, Mujeres caucanas. dad imaginada’ bifurcada” colombiana6. 5. James E. Sanders, “‘A Mob of Women’”, 65-68; Contentious Republicans, 93-94.
6. Esta frase aparece en Fernán González, “Guerras civiles y construcción del estado en el siglo XIX colombiano: una propuesta de interpretación sobre su sentido político”, Boletín de Historia e Antigüedades V: 93, 832 (Marzo 2006): 31-80.
1. Las corresponsales del General Mosquera La participación femenina en la política y en las controversias ideológicas de la época no siempre se manifestaba de manera pública. Se manifestaba frecuentemente de manera privada, es decir, dentro de una esfera que comprendía el mundo de las
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
57
familias, amistades y relaciones personales, y que se marcaba por prácticas sociales como las visitas, las tertulias y el arte epistolar. Una extensión de este mundo era la correspondencia personal que mantenían las mujeres, las de clase alta y media especialmente, con importantes líderes políticos como el General Tomás Cipriano de Mosquera (n. 1798, m. 1878). Nacido en Popayán, hijo de una prestigiosa familia aristocrática payanesa, Mosquera era el personaje más prominente de la época. Después de lanzar su carrera como joven oficial en el ejército de Bolívar, se dedicó a la vida publica, acumulando experiencia como estadista y diplomático; entre 1845 y 1849 fue elegido presidente de la república. A pesar de una serie de vaivenes posteriores, surgió otra vez al frente del escenario nacional en la segunda mitad de los 1850 cuando se distanció del partido conservador, con el que había estado asociado, y al ganar hacia 1859 la gobernación del vasto estado soberano del Cauca; se transformó además en campeón de los principios federalistas 7. Mosquera al mismo tiempo logró organizar una nueva y poderosa coalición política compuesta por seguidores personales, los llamados “mosqueristas”, y nuevos aliados liberales. Aunque la alianza con estos últimos, sobre todo con los liberales populares de Cali, Buenaventura y otros lugares, había sido cultivada por el caudillo con promesas e iniciativas populistas, también estaba fundada en parte en la antipatía mutua hacia el presidente Mariano Ospina Rodríguez, jefe de los conservadores y defensor de los poderes del gobier7. Un breve resumen de la vida y carrera de Mosquera se encuentra no central 8. El conflicto personal entre los dos líderes y sus en Gustavo Arboleda, Diccionario seguidores respectivos, junto con las crecientes diferencias biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca (Bogotá: entre los partidos en torno al federalismo, culminó en un Horizontes, 1962), 288-89. Para la choque violento en los primeros meses de 1860. Fue en mayo biografía completa véase Diego Castrillón Arboleda, Tomás Cipriano cuando, habiendo decidido enfrentar las fuerzas de Ospina, de Mosquera: Biografía, 2a ed. (Bogotá: Mosquera se rebeló contra el gobierno y separó al Cauca del Planeta, 2002). resto de la república, mientras que formaba un nuevo bloque 8. Sobre esta coalición véase Alonso político-militar con sus aliados en Santander y Bolívar, gerValencia Llano, “Tomás Cipriano de Mosquera y la guerra en el Cauca men del futuro Estados Unidos de Colombia. El resultado fue entre 1859 y 1862”, en Las guerras la más larga y sangrienta guerra civil que se había visto en civiles desde 1830 y su proyección en el siglo XX, 2ª edición, ed. Marta Segura el país hasta el momento; una lucha violenta entre fuerzas Naranjo (Bogota: Museo Nacional liberales-mosqueristas y fuerzas conservadores-gubernade Colombia, 2001), 91-104; y James E. Sanders, Contentious Republicans, mentales, que culminó sólo hacia noviembre de 1862 con la 111-119. Según Sanders, Mosquera, victoria definitiva de las primeras. Esta victoria llevaría a al aliarse con distintos grupos populares en el Gran Cauca, se Mosquera a la presidencia por segunda vez y a los liberales distinguía de la mayoría de la élite a consolidarse como partido en el poder, inaugurando así a colombiana de su época, porque reconocía y explotaba con habilidad las “nuevas reglas” democráticas de la política republicana.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
58
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
partir de 1863 un período de más de dos décadas de gobierno cimentado en las ideas del liberalismo 9. Aún más importante para nuestros propósitos, es la correspondencia personal de Mosquera –es decir, los centenares de cartas que recibía de mujeres–; ésta permite descubrir los lazos que existían entre el caudillo y elementos de la población civil femenina10. Entre tales elementos había parientes, clientes, amigas y aliadas, quienes formaban parte de una vasta red de personas alrededor del carismático general. Conocerlas un poco es el objetivo inmediato del siguiente análisis, basado en una muestra de las cartas mencionadas11. Una primera característica de las corresponsales de Mosquera de estos años (18591862) era su variado lugar de origen. Aunque algo más de la mitad de las cartas escritas por ellas (36 o casi 51% del total) procedían del Gran Cauca, incluyendo ciudades mayores como Popayán, Pasto y Cali, y menores como Cartago, Roldanillo, Buga, Buenaventura y Timbío, un 25% 9. Para un breve resumen de la procedían de Cundinamarca, y la mayor parte de éstas (14 cartas) guerra véase Frank Safford y Marco Palacios, Colombia: Fragmented Land, provenía de Bogotá. Casi diez por ciento venían de la costa, incluyDivided Society (Oxford, New York: endo los estados de Bolívar y Magdalena, y ciudades como Mompox, Oxford University Press), 191-195; 221-225; y Alfonso Valencia Llano, Cartagena y Santa Marta12. Esta procedencia multiregional refleja“Tomás Cipriano de Mosquera y ba en parte la extendida influencia política de Mosquera así como la guerra en el Cauca entre 1859 y 1862”, 91-104. la importancia de ciertas regiones, del Cauca especialmente, como bases de apoyo a la causa liberal-mosquerista13. También reflejaba 10. Se refiere a la correspondencia personal recibida que se encuentra el impacto de la guerra civil que se sentía en varios lugares del país en la Sala Mosquera [SM] del Archivo y que perturbaba la vida de las mujeres y sus familias, situación Central del Cauca en Popayán y que incluye alrededor de 380 cartas que examinaremos más adelante. escritas por mujeres entre 1854 Las corresponsales, además, eran de distintas clases sociales. A y 1864; no incluye las respuestas del general que todavía están por pesar de las dificultades en precisar clase u origen socioeconómico, localizar. no es difícil ver que entre las 57 autoras de las cartas en la muestra 11. Esta muestra consiste en 71 había algunas de condición humilde, incluyendo a dependientes cartas en total e incluye 18 cartas (antiguas empleadas o sirvientas) de la familia Mosquera. Un seleccionadas del año 1859, 20 cartas de 1860, 26 cartas de 1861 y siete de ejemplo es el caso de Trinidad Aguirre, quien en 26 de marzo 1860 1862. escribió a Mosquera desde la remota localidad caucana de Huasono 12. Seis de las misivas analizadas para contarle de sus desgracias y pedirle un favor (la exención de omiten mención de lugar de origen. un hijo del servicio militar), recordándole que, como decía en la 13. Aunque la base de su apoyo carta, “he sido de su casa” y que “sólo Ud. es el remedio de mis político-electoral estaba en el Cauca, males”14. El modesto origen social de Aguirre se adivina en parte el caudillo también tenía apoyo importante en Panamá y en la Costa por su mala ortografía y letra casi ilegible (aunque no faltaban se(Cartagena especialmente). ñoras respetables iletradas), y en parte por las circunstancias que 14. Aguirre a Tomás Cipriano de Mosquera [TCM], Huasono, 26 marzo 1860, SM, No. 37382.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
59
describe, pues en su carta recuerda la autora que su “desgraciado esposo” (un soldado aparentemente) había servido fielmente bajo las ordenes del caudillo; agrega que ella había caminado hasta Buga-la-grande con motivo de solicitar al caudillo en persona. Su rango inferior a Mosquera se sugiere además en su discurso servil y suplicante. “Mi muy amado Señor de toda mi atención y respeto y a que el cielo piadoso quiso que bolviese a estos lugares en donde pueda comúnicarle mis males como [a] buen medico [...]”. Así empieza su carta15. Otro indicio de la condición social modesta de algunas corresponsales se encuentra en el caso de una tal Carmela Pérez, quien en 1861 le pidió a Mosquera un préstamo de ocho pesos. Avisaba que necesitaba el préstamo para comprar unas “herramientas” para su trabajo, revelando así que era una mujer que se ganaba la vida. Explicaba además que estaba sin el apoyo de su único hijo y que éste se había incorporado a las tropas mosqueristas sin que ella supiera si estaba “vivo o muerto”. Concluyó su petición expresando su confianza en “el buen corazón” de Mosquera y refiriéndose a sí misma “como siempre su humilde súbdita y servidora”16. Otro ejemplo de mujer perteneciente a las clases trabajadoras aparece en la nota de una costurera de nombre Dolores Rojas, quien en julio de 1861 y tras la llegada a Bogotá del triunfante Mosquera le escribió al general para darle la bienvenida y ofrecerle el servicio de “componerle” su ropa17. Las corresponsales del caudillo también incluían a mujeres de clase alta. Entre ellas figuraban representantes tanto de las distintas élites locales y regionales como de la aristocracia payanesa, muchas de ellas relacionadas con el caudillo por vínculos familiares o de parentesco. Entre las payanesas aristocráticas estaban Matilde Pombo de Arboleda, madre del General Julio Arboleda (sobrino y rival de Mosquera), y su hermana Natalia Pombo de Diez. Igualmente, estaban Natalia Valencia de Caicedo y Ana María Rebolledo de Pombo, nuera de Matilde Pombo y esposa del respetado estadista Lino de Pombo (director de la Casa de Moneda en Bogotá 15. Aguirre a TCM, Huasono, 26 marzo entre 1860 y 1861). Este mismo grupito prestigioso incluía a 1860. parientes del general como Rafaela Wallis, una de sus sobrinas; 16. Pérez a TCM, s.l., s.f. [1861?], SM, Paula Arboleda, su cuñada (hermana de su esposa Mariana); No. 40703. Isabel Epalzal de Mosquera, su nuera (esposa de su hijo legíti17. Rojas a TCM, Bogotá, 25 julio 1861, mo, Aníbal Mosquera); y Amalia Mosquera de Herrán, su única SM, No. 40788. hija legítima y sin duda su más ferviente aliada política. Otra 18. Cartas de la muestra, SM, Nos. corresponsal de clase alta, representante de la élite caleña, 38706, 38682, 37249-252, 37456, era Josefa Mallarino de Holguín, hermana del ex-presidente 41074, 39818, 39363, 39714, 38204205. La identificación de las autoras Manuel María Mallarino y madre de Carlos Holguín, uno de los de estas cartas se hizo a través de 18 aliados más prominentes del presidente Ospina . la consulta de Gustavo Arboleda, Diccionario biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca (Bogotá: Horizontes, 1962).
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
60
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
Una tercera característica notable de las corresponsales era la conexión personal que tenían con el caudillo, por lo menos en la mayoría de casos examinados. Además de las que pertenecían a la familia Mosquera o que eran parientes (o, como en el caso de Aguirre, dependientes), estaban por ejemplo las esposas de amigos, aliados y seguidores del general, es decir, hombres que le servían en su ejército o en el gobierno caucano. Ejemplos eran María Josefa Guzmán de Cobo, esposa de Francisco Manuel Cobo, político liberal y alcalde del distrito de Popayán en 1861; Juana Delgado de Scarpetta, esposa de Manuel Antonio Scarpetta, también liberal quien en 1860 sirvió en las fuerzas mosqueristas como comandante de operaciones militares en las provincias de Cali y Buenaventura; Margarita V. [¿Valenzuela?] de Correa, cuyo esposo, como revela en su carta, era suplente para la gobernación provincial de Roldanillo; y Bárbara de Usurriaga, cuyo marido “Francisco” (probablemente el médico Juan Francisco Usurriaga) tenía el contrato para el hospital militar que manejaba su esposa en Popayán19. Estaban también Eloisa Castrillón de Balcázar, esposa de Fernando Balcázar y Urrutia (probablemente de carrera militar); Matilde Peña de Lindo, casada con un tal Coronel Lindo; y Telésfora Saenz, oriunda de Neiva, cuya carta del 25 de septiembre 1861 la identifica como viuda del teniente Gabriel Molina20. El servicio masculino a la causa del caudillo, sobre todo desde que 19. Cartas de la muestra, SM, Nos. 36571, 37777, 37778, 37791. Sobre empezó la guerra, explica en gran parte las cartas de tales mujeres, Francisco Manuel Cobo y Manuel quienes como se verá en adelante, esperaban que Mosquera les ayuAntonio Scarpetta véase Arboleda, Diccionario biográfico, 117 y 414; una dara en la solución de problemas creados por la ausencia o pérdida breve mención del médico Usurriaga de sus hombres. Implicaba, pues, una especie de deuda moral hacia se encuentra en la misma fuente, 439. el sexo femenino, lo que autorizaba a esposas, madres e hijas a le20. Cartas de la muestra, SM, Nos. 37604, vantar sus voces al comandante supremo de la rebelión federal. 38608, 40871. Según el Diccionario biográfico, Eloisa Castrillón era hija Pero este levantamiento –en efecto, una inserción femenina en de Manuel Jose Castrillón Quintana y el mundo político– se explica también por otra característica imporMargarita Espinosa de los Monteros y su esposo Fernando, hijo de Fernando tante de las corresponsales de la muestra: el hecho de que sin hacer Balcázar y Mosquera y Manuela caso de condición, clase, o afiliación política, setenta por ciento de Terán y Urrutia; posiblemente éste era un pariente del general. El ellas (39 de 57) eran jefas de hogar, o sea, mujeres que asumían solas mencionado Coronel Lindo podía la responsabilidad de sus familias; más de la tercera parte (16 de 39 o haber sido el prócer venezolano de la independencia, José Lindo quien 41%) eran viudas. ¿Qué significa esto? Es necesario constatar primsegún la misma fuente se había ero que el fenómeno de cabezas de hogar no era nuevo en América avecindado en Popayán y se había casado con Matilde Peña Velasco. Latina. Según la historiadora Elizabeth Kuznesof, en uno de sus estudios sobre el tema entre 1753 y 1848 un porcentaje apreciable 21. Elizabeth Anne Kuznesof, “Gender Ideology, Race, and Female-headed (de 25% a 45%) de los hogares urbanos en ciudades como Caracas, Households in Urban Mexico, 1750Santiago, São Paulo y Ciudad de México era manejado por mujeres21. 1850”, en State and Society in Spanish America during the Age of Revolution, ed., Victor Uribe-Uran, (Wilmington: SR, 2001), 161-62.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
61
Más pertinente para este ensayo son los estudios sobre la situación en Colombia, que aunque todavía son pocos, muestran que eran comunes las jefas de hogares, sobre todo en la región del Cauca. En su estudio sobre el panorama demográfico de Popayán, por ejemplo, María Teresa Pérez muestra que al albor de la época independentista (1807) más de la mitad (51%) de los hogares registrados se identificaban como bajo dirección femenina22. Esta situación, sin duda alguna, debió incrementar considerablemente durante las guerras de independencia (1810-1821) y durante las distintas guerras civiles, que causaban la ausencia y muerte de la población masculina. Sugiere Alonso Valencia que tal situación motivaba a las mujeres a estar pendientes de la política, pues al estar solas eran ellas las únicas responsables de la defensa de sus propiedades y del bienestar de sus familias23. No sorprende que dados la incertidumbre y los peligros generados por las guerra civiles, las mujeres adoptaran estrategias defensivas, una de las cuales, como se verá́ en seguida, consistía en conseguir la protección de un influyente hombre publico. 2. Distintas voces femeninas Las 71 cartas de la muestra nos dan una idea del mundo que enfrentaban las corresponsales y, al mismo tiempo, las mujeres en general: un mundo de inseguridad económica y política, frecuentemente violento y donde la resolución de los problemas dependía no tanto de leyes o autoridades constituidas, sino más bien de las relaciones personales, incluyendo sobre todo en época de guerra, las relaciones con poderosos caudillos como Mosquera. Tanto la difícil situación como las estrategias femeninas se perciben en las peticiones de ayuda económica, que comprenden un poco más de la tercera parte de la muestra (26 cartas). La mayoría de éstas (18 cartas) piden dinero en forma directa como “préstamo” o limosna, y en algunos raros casos, como compensación de bienes 22. María Teresa Pérez H., “Prácticas y representaciones en torno a la confiscados por militares –un caballo por ejemplo– después de esfamilia, el género y la raza: Popayán tallar la guerra civil. Sólo siete piden la ayuda de Mosquera acerca de en 1807”, Convergencia: Revista de Ciencias Sociales 12:37 (enero-abril una pensión. Casi todas reflejan un tema en común: la apremiante 2005), 229-230. Constata Pérez que falta de recursos, resultado de la ausencia masculina y, sobre todo, la mayoría de las jefas eran solteras o viudas y que el 60% de los 7,000 de la pérdida del apoyo económico del marido o padre (causada muhabitantes de la ciudad eran mujeres. chas veces por su participación en la guerra), que dificultaba que la 23. Alfonso Valencia Llano, Mujeres autora sostuviera sola a su familia. Resaltan la necesidad de buscar caucanas, 42-43; 142. Según Valencia remedio a través de una apelación a Mosquera, el patriarca repubLlano, la inserción femenina en la política y en la esfera pública era, por licano o “ciudadano-general”, de quien como veremos adelante, lo general, una estrategia defensiva esperaban las peticionarias compasión y justicia24. nacida del deseo de proteger a sus hogares y familias. La inseguridad que caracterizaba la vida cotidiana femenina en tiempos de guerra civil se percibe también en otra categoría 24. En las cartas estudiadas, la frase “ciudadano-general” se utilizaba frecuentemente para tratar al General Mosquera.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
62
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
de cartas de la muestra: las solicitudes de favores o de intervenciones políticas, las cuales comprenden casi 44% del total, es decir, 31 cartas. Una minoría importante de tales solicitudes refleja el impacto destructivo de la guerra sobre las propiedades y fortunas de las mujeres, sobre todo las de clase alta o acomodada. Seis solicitan la ayuda de Mosquera en la recuperación de una propiedad (una mercancía, una hacienda, caballos o ganado) que había sido embargada o expropiada por militares o autoridades locales, sin duda mosqueristas. Un ejemplo es la carta de Susana Valenzuela de Palau, quien el 29 de abril de 1860 desde Cali pidió que el caudillo asegurara el desembargo del ganado de la Hacienda Hatico, explicando que los animales eran propiedad de su hermana Margarita y eran necesarios para el sostenimiento de los hijos menores de ésta25. Las cartas de Antonia Dávila de Espinosa de Bogotá sugieren el impacto de los empréstitos forzosos que, como los embargos, pesaban sobre las fortunas femeninas y familiares en estos años. En su petición de 30 de julio de 1862, por ejemplo, se quejaba Dávila de “los fuertes empréstitos que se me han asignado”, una carga de la que esperaba liberarse a través de una orden o “disposición” especial escrita del caudillo, pues como reconocía ella, Mosquera ya le había dispensado favores en este sentido26. La petición del 27 de noviembre de 1861 de tres hermanas momposinas, Nicolasa, Petrona, y Ana Piñeres da una idea de la ruina que podían sufrir las mujeres vinculadas a la causa enemiga, en este caso la del gobierno, sobre todo en lugares de intenso conflicto armado. Relata elocuentemente las tribulaciones de sus autoras, quienes después de la conquista de Mompox por tropas mosqueristas y del encarcelamiento de su padre, el Coronel Jose María Piñeres, fueron expulsadas de su casa, la cual había sido invadida y sus muebles destruidos. Seguramente con el objetivo de despertar la compasión del caudillo hacia la familia del desafortunado coronel, informa además sobre el embargo de las fincas de material de Piñeres (que, como observa irónicamente, coincidía con el reciente decreto oficial sobre la expropiación de bienes de “manos muertas”) y sobre el “robo íntegro” del ganado (500 reses) de una hacienda paternal en el estado de Magdalena27. Algunas de las solicitudes de intervención política revelan detalladamente el riesgo personal que corrían mujeres que se atrevían a confrontar autoridades abusivas, las que en muchos casos pertenecían al bando enemigo. Un ejemplo se encuentra en el caso de Antonia Dávila, 25. S. Valenzuela de Palau a TCM, Cali, quien en la carta citada arriba informa sobre la “persecución” que 29 avril 1860, SM, No. 39041. sufrían ella y su familia por resistir a pagar el empréstito impuesto 26. Antonia Dávila de Espinosa a TCM, por el gobernador del distrito. Cuenta la carta que hacía 19 días que Bogotá, 30 julio 1862, SM, No. 41660, 4 Dávila había sido convertida en prisionera en su propia casa: “[M] folios [ff]. En una carta anterior (No. 39698) la autora agradece a Mosquera e encuentro encerrada con seis hijas, sin que las guardias nos perpor otro favor. miten salir ni aún para los asuntos mas precisos, sin que los amigos 27. Nicolasa, Petrona y Ana Piñeres a TCM, Mompos, 27 nov. 1861, SM, No. 40722, 7 ff. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
63
que pudieran auxiliarnos tengan entrada […]”28. El hostigamiento por parte de oficiales u otros poderes locales parece haber sido aún más severo en casos donde la victima era identificada públicamente con el partido político rival, es decir, como conservadora. Éste era el caso de Genoveva Ledesma de Moreno, quien en su carta de 11 octubre 1862 lamentaba que los “ultrajes” que sufría ella por “mas de un año” y que incluían la obligación de “hacer personalmente el mas bajo servicio de los hospitales, en medio de los insultos y de otros ultrajes indignos de gentes sensatas y civilizadas […] sin contar […] con que me han quitado mas de cinco mil pesos [y] destruido y reducido a la nada mis casas y mis muebles”29 se justificaban a ojos de sus atormentadores, las autoridades municipales y militares de Buenaventura, sólo por ser ella “goda,” cosa que no veía la señora como crimen. La gran mayoría de las solicitudes de esta clase (aproximadamente 21 cartas), sin embargo, buscaban la intervención de Mosquera a favor de un pariente o familiar masculino. Un ejemplo es la carta de Margarita V. de Correa, quien en junio 16, 1860 pidió una orden especial de protección para su esposo. Él, además de estar enfermo, era según ella víctima de amenazas financieras efectuadas por ciertos individuos locales, posiblemente rivales políticos en alianza con sus acreedores30. Otros ejemplos se encuentran entre las once cartas que solicitaban la libertad de o clemencia para un padre, esposo, hermano o hijo que había sido hecho prisionero durante la guerra. Es el caso de las solicitudes de Josefa Mallarino, quien en marzo de 1860 mandó dos cartas al caudillo: una para informarle del reciente encarcelamiento de su hijo Eduardo y de su sobrino Antonio, y otra para sugerir que si no era posible darles un “indulto” –pues las autoridades locales les habían dado una orden de exilio–, que por lo menos les concediera Mosquera “ocho días” de libertad para organizar sus asuntos de negocios antes de partir31. En la carta mencionada arriba, las hermanas Piñeres solicitaban justicia y compasión para su padre, el Coronel Piñeres, quien según ellas, después de haber sido encarcelado fue casi exterminado en su celda por un “conocido asesino”. Pedían que Piñeres 28. Antonia Dávila de Espinosa a TCM, fuera trasladado de Santa Marta a otro lugar del país donde podía Bogotá, 30 julio 1862. ser “tratado con mas hidalguía” y con las “mismas garantías” que, 29. Genoveva Ledesma de Moreno a decían, habían sido concedidas a todos sus colegas militares defenTCM, Buenaventura, 11 oct. 1862, SM, No. 42206, 2 ff. sores del gobierno, incluyendo al general Emidio Briceño y a otros 32 quienes gozaban de una “libertad completa” . Como Mosquera 30. Margarita V. De Correa a TCM, Roldanillo, 16 junio 1860, SM, No. parece haber respondido a la mayoría de sus solicitantes, es prob37778, 3 ff. able que trató de ayudarles. 31. Josefina Mallarino de Holguín a Bien entendido, las corresponsales de Mosquera no eran sólo TCM, 7 y 20 de marzo 1860, SM, No. desvalidas o víctimas. Eran también participantes activas en la 38204-05, 4 ff. 32. Nicolasa, Petrona y Ana Piñeres a TCM, Mompos, 27 nov. 1861. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
64
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
política e incluían a amigas o aliadas que colaboraban al caudillo. Un ejemplo era María Pérez de Cordova, cuyas cartas dirigidas a Mosquera entre febrero y septiembre de 1859 sugieren su papel tanto de informante como de intermediara entre el recién-elegido gobernador del Cauca y un grupo de simpatizantes o admiradores (y posibles clientes) en Pasto33. Otra colaboradora era Bárbara Usurriaga, quien velaba por la buena marcha del hospital militar en Popayán y cuya carta del 15 de octubre de 1860 informa sobre los problemas del mismo, incluyendo “la falta de vigilancia” para los “enfermos”. Éstos, según la autora, salían del local para andar “pidiendo limosna por gusto y por hacer valer unas faltas de la buena asistencia”. Usurriaga atribuía esta falta a la negativa de otra señora, Juliana de Caldas, de desocupar el edificio hospitalario o en otras palabras, de dejar campo a ella; “yo, deseosa de que la reputación del general no sufra a la merced de sus antagonistas, imploro de usted una medida de seguridad para cumplir mi deber,” decía34. Otras corresponsales colaboraban también a Mosquera al enviarle noticias y avisos de valor político o estratégico. Era el caso de Isabel de Epalzal, quien en abril 1861 avisaba a su suegro desde Santa Marta, tanto de la falta de noticias ciertas de él y de su ejército, como de un rumor que había oído acerca de un grupo de prisioneros35. Dos meses más tarde, desde el pueblo cundinamarqués de Villeta, Juana Sánchez informaba a su “primo” de lo contentos que estaban los habitantes locales con su alcalde, un tal Valentín Pallares, y de lo conveniente que sería que Pallares continuase en su puesto. Constata además que aunque “varias personas de este lugar han informado mal contra el”, no sería “oportuno” quitarlo de la alcaldía y que “conviene mucho que el siga manejándose tan bien”36. Pero la colaboradora femenina más importante que tenía Mosquera, sobre todo en el primer año de su campaña contra Ospina y los conservadores, era sin duda su propia hija. Durante su estadía en Bogotá (entre marzo o abril de 1860 y octubre de 1861), Amalia Mosquera, esposa del ex presidente y político conservador, el General Pedro Alcántara de Herrán, se dedicaba con entusiasmo a la causa de su adorado padre. Asumía en secreto el papel de intermediaria y de agente informal del caudillo frente a amigos y aliados capitalinos y trataba con buscadores del favor mosquerista. Aprovechaba sobre todo sus contactos personales, incluyendo la amistad que tenía con el cónsul americano, para 33. Pérez de C. a TCM, Pasto, SM, No. recoger información sobre el enemigo. El rol clave de Amalia como 36904-36910 (seis cartas). informante se percibe a través de una carta que dirigió ella a su 34. Barbara de Usurriaga a TCM, Popayán, papá el 30 de enero de 1861. En esta breve misiva le da a Mosquera 15 oct. 1860, SM, No. 37791, 2 ff. una gran noticia: que habían salido de la capital de incógnito, 35. Isabel Epalzal a TCM, Santa Marta, 8 rumbo a Antioquia, el presidente Ospina y uno de sus generales Abril 1861, SM, No. 39818, 2 ff. 36. Juana Sánchez a TCM, Villeta, 3 junio 1861, SM, No. 40914, 2ff. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
65
principales. Comparte sus dudas y revela así su astucia y conocimiento del balance de fuerzas políticas. “Todo puede ser [como dicen] y mi resistencia en dar crédito a esto es lo difícil que les será pasar a Antioquia y además la opinión de esa provincia en contra de este gobierno [de Ospina] y de la candidatura Arboleda”, explica37. No faltaba una u otra corresponsal a quien Mosquera veía con desconfianza. Un ejemplo era Matilde Pombo de Arboleda, quien además de su inteligencia, prestancia social y conocido carácter independiente, estaba ligada a la causa conservadora, tanto por su conocida defensa de los Jesuitas y de la religión católica como por el papel de su hijo Julio, uno de los jefes militares principales de esa causa. Tales factores molestaban al caudillo, cuyo recelo y desconfianza hacia la Pombo se adivinan detrás de las líneas que le dirigió ella el 37. Amalia Mosquera a TCM, Bogotá, 11 de octubre de 1860 para defenderse de un rumor negativo. “Mi 30 enero 1861, SM, No. 39363, 2 querido hermano, he sabido que usted ha dicho que yo estoy reff. Sobre las actividades varias de Amalia Mosquera en Bogotá en cibiendo postas y aseguro que han informado á usted una solemne 1860-61 véanse las cartas de ella que falsedad”, le declaró en su misiva, observando en seguida con un se encuentran dentro del archivo familiar de los Mosquera en la Sala toque de ironía que como ella no estaba “encargada de los negode Manuscritos de la Biblioteca Luis 38 cios públicos,” no le correspondía “enviar postas, ni dar avisos” . Ángel Arango. 3. Un espacio discursivo A nivel general, las cartas encarnaban un espacio social entre lo público y lo privado en donde las mujeres letradas podían expresarse y, a partir del siglo dieciocho, integrarse al mundo de las ideas y de la política, incluyendo el de las nuevas comunidades imaginadas que se formaban en Hispanoamérica durante primera mitad del siglo diecinueve39. Encarnaban también un espacio discursivo en dónde cuestionar y, aunque de manera implícita, protestar por el impacto de la guerra civil en la vida familiar y en los “fueros” del género femenino. Este tema ha sido investigado por historiadores que se especializan en la historia de la mujer durante el siglo diecinueve en otros países americanos. El trabajo de la historiadora Drew Gilpin Faust, por ejemplo, muestra el caso del discurso que se desarrolló entre mujeres del Sur de los Estados Unidos durante la sangrienta guerra civil norteamericana (1861-1865). Con base en un análisis de varios escritos –diarios personales, artículos de prensa, peticiones y cartas personales– resalta la creciente inconformidad femenina frente a los sacrificios exigidos de ellas por las autoridades masculinas que
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
38. Matilde Pombo de A. a TCM, Popayán, 11 oct. 1860, SM, No. 38706, 2 ff. Un indicio más directo tanto de la influencia de Matilde Pombo como del recelo (y antipatía) que guardaba Mosquera hacia ella se ve en una carta que dirigió éste a su amigo Pedro Antonio Torres, entonces obispo de Popayán, en donde caracterizaba a la viuda como “una harpía en materias políticas”. Para una reproducción de esta carta, véase el ya citado libro de Castrillón, 521. Sobre la vida de Matilde Pombo, véase Vicente Cárdenas, “Recuerdo biográfico de la Señora Matilde Pombo de Arboleda”, El repertorio colombiano, t. 3 (jul.-dic. 1879), 99-116. 39. Sarah C. Chambers, “Letters and Salons: Women Reading and Writing the Nation”, en Beyond Imagined Communities: Reading and Writing the Nation in Nineteenth Century Latin America, eds. Sara Castro-Klaren and John C. Chasteen (Woodrow Wilson Center and Johns Hopkins University Press, 2003), 59-60; y “Republican Friendship: Manuela Sáenz Writes Women into the Nation, 1835-1856”, Hispanic American Historical Review 81:2 (May 2001): 237-38.
66
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
dirigían la rebelión contra el gobierno del presidente Abraham Lincoln. Explica cómo esta inconformidad era producto en parte de ciertas expectaciones sociales o más bien, de una economía moral de género (moral economy of gender) basada en la idea de que a cambio de su abnegación y sacrificio, las mujeres tenían derecho a recibir la protección masculina. El aparente derrumbe de esta economía o “pacto patriarcal” gracias a los efectos devoradores de la guerra fue lo que, según Faust, motivaba a muchas mujeres a perder confianza y a cuestionar al gobierno de los Estados Confederados40. El fenómeno de inconformidad femenina con la guerra civil y sus efectos destructivos también se puede percibir hasta cierto punto en las presentes misivas, cuyas autoras empleaban una variedad de estrategias discursivas para justificar sus solicitudes y lograr sus objetivos. Una de las estrategias discursivas más notables era el lamento. Según el investigador Jesse Hingson, el lamento era común entre las mujeres, pues concordaba con las expectaciones patriarcales tradicionales basadas en la antigua idea de la mujer como el “sexo débil”, aquel que necesitaba la protección del hombre. Tal idea facilitaba que las peticionarias lograsen la simpatía de las autoridades41. Un ejemplo claro se ve en la misiva de Eloisa Castrillón de Popayán (22 marzo 1860), cuyo esposo sin duda era un seguidor y, tal vez, cliente del caudillo Mosquera. La misiva se queja del “triste estado” de su autora, atribuyéndolo a la “larga ausencia” del esposo Fernando y a “la escasez [económica]” en que se encontraba la familia42. Pide que le dé un “destino” a Fernando para que, como explica su señora, “venga a ayudarme a mantener mi familia.” Alude a la estrechez monetaria, pues como afirma Castrillón, “ya no me alcancen los fuertes”. Constata la autora, además, que aunque esté “sola, enferma y cargada de familia”, guarda confianza en la “bondad” del caudillo y en 40. Drew Gilpin Faust, “Altars of Sacrifice: Confederate Women and su compasión hacia las “súplicas de una madre afligida”. Asegura the Narratives of War”, en Divided que es Mosquera “el único hombre que puede mejorar [su] desHouses: Gender and the Civil War, eds. Catherine Clinton and Nina Silber graciada suerte”. Pide Castrillón en seguida un favor pecuniario, (NewYork: Oxford University Press, un préstamo de 20 pesos, diciendo que esto le permitiría vivir con 1992), 191-94. más holgura mientras le llega una renta, es decir, mientras realice 41. Jesse Hingson, “‘Savages’ into su cuñado “la venta de un pedazo de terreno” que ella tenía en el Supplicants: Subversive Women and Restitution Petitions in Córdoba, sitio de La Ladera. Afirma que por este favor estará “eternamente Argentina during the Rosas Era”, agradecida”. Termina rogando a Mosquera por una “respuesta” The Americas: A Quarterly Review of Inter-American Cultural History 64:1 –como decía antes, era la tercera vez que le había escrito– y pi(July 2007): 59-85. Sobre el tema de un diendo que no le permita ver la carta a nadie, agregando algo estilo discursivo femenino, vease Alison Weber, Teresa of Avila and the Rhetoric orgullosamente que “tanto me ha costado escribirle”43. Justifica la of Femininity (Princeton: Princeton autora su petición al enfatizar su condición de madre y de mujer University Press, 1990), 10-15. 42. Eloisa Castrillón a TCM, Popayán, 22 marzo 1860, SM, No. 37604, 2 ff. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
67
desprotegida a quien le hacía falta la mano paternal, justificación lógica en vista de que, como las otras jefas de hogar en tiempo de guerra y de inestabilidad política, necesitaba asegurar el bien de su familia. Otra estrategia discursiva era la reclamación cívica. Está basada en la idea de que la peticionaria merece ser compensada por su servicio o sacrificio a la causa patriota del líder, es decir, la causa federalista. Aunque menos común que el lamento, un buen ejemplo se encuentra en la interesante petición del 23 octubre de 1861 de Candelaria de la Torre Pinzón, una viuda bogotana. Como en el caso de Castrillón, la autora empieza aludiendo al ausente marido, el difunto Buenaventura Rocha, quien identifica como uno de los “mas fieles amigos” del caudillo, y quien según ella murió en Santa Marta en 1847 bajo las órdenes del mismo (entonces presidente)44. Pero en vez de lamentar su desgracia, afirma que se había prometido “seguir las huellas” de Rocha y que es ella también “fiel amiga”; busca, dice, que el nombre del general siempre “resuene glorioso por todos los ámbitos del mundo”. Pasa después a un informe detallado de sus contribuciones personales a la causa mosquerista. Informa haber reclutado hombres para el ejército del caudillo, resaltando que en una ocasión había sacado de la prisión a 14 individuos (habiendo pagado por su libertad) encarcelados por los conservadores. Declara haber perdido “mas de $10,000 pesos” de su fortuna y de haber sufrido prisión y exilio por su apoyo y lealtad política. Termina pidiendo una “indemnización”. “Señor”, explica, “yo creo que conforme teneis el derecho de castigar las malas acciónes, tambien teneis un deber sagrado de premiar las buenas y en tal virtud espero que mejorareis mi suerte aún que sea mandando que se me indemnice alguna parte de mis intereses perdidos por ayudar al triunfo sobre vuestros enemigos”45.
Propone la viuda entonces una suma específica al mencionar su falta de 300 pesos para la pensión del colegio de sus dos hijos. Muestra su reclamación bien argumentada, de estilo negociante: no eran ajenas las mujeres ni al lenguaje político de su tiempo ni a sus intereses materiales dentro de un sistema regido por el partidismo, el clientelismo y el personalismo; sugiere, además, que las colombianas en general hacían parte de la nueva cultura liber43. Eloisa Castrillón a TCM, Popayán, 22 al-democrática que denomina Sanders “republican bargaining”46. marzo 1860. Aún otra estrategia discursiva notable era la de la intercesión 44. Candelaria De la Torre Pinzón a desinteresada, es decir, una súplica que se hacía a nombre de TCM, Bogotá, 20 oct. 1861, SM, No. ideas nobles como la amistad y el patriotismo. Un buen ejem40723, 2 ff. plo se encuentra en la carta de Ana María Rebolledo de Pombo, 45. Candelaria De la Torre Pinzón a en la cual pide la revocatoria del decreto de expulsión que había TCM, Bogotá, 20 oct. 1861. 46. James E. Sanders, Contentious Republicans, 3-4. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
68
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
expedido Mosquera el 26 de julio de 1861 contra los padres Jesuitas. Justificando su intercesión a nombre de “la antigua amistad que en mi familia se ha profesado a usted [Mosquera] en todas circunstancias”, la autora aboga elocuentemente por la revocatoria al plantear una serie de argumentos prácticos y persuasivos. Empieza con una lisonja al constatar que el decreto de expulsión “no [esta] a la altura de las ideas elevadas y grandes miras de [Mosquera]”47. Añade que el decreto tampoco está a la altura “de la epoca actual” ni “acorde con los principios de tolerancia y con los intereses de la educación pública”. En seguida, recuerda al caudillo la nacionalidad de las víctimas; “son granadinos [colombianos] muchos de los principales Jesuitas que hay ahora en el país” –y concluye que por esta sola razón “tienen [ellos] derecho de esperar [del gobierno mosquerista] protección y amparo y no persecución […]”. Observa Rebolledo que los jesuitas nunca habían estado en contra del caudillo, que no amenazaban a nadie (pues no eran “lo que pudieran ser antes”) y que su influencia se limitaba “aún mas” por la “intervención que en los asuntos eclesiásticos había renovado [Mosquera] a la autoridad civil”. Concluye con un llamamiento a “la sangre” que corre por las venas de Mosquera y que “rechaza esa medida”, frases que parecen ser un intento de despertar un sentido de lealtad al tradicional conservatismo payanés y de solidaridad elitista48. A pesar de sus argumentos y estilos distintos, las misivas en general comparten una crítica indirecta de las rupturas, pérdidas, daños e injusticias generadas por la guerra y la polarización política entre los años 1860 y 1862. Resaltan la tensión que había surgido entre las exigencias militares del estado, éste personificado momentáneamente en Mosquera, y las necesidades básicas de las familias cuya sobrevivencia, integridad y futura prosperidad dependían tanto de la gerencia femenina, como del respeto a las normas civiles establecidas49. Muestran además la preocupación causada por la degener47. Ana M. de Pombo a TCM, Bogotá, 28 ación de estas últimas, es decir, de las normas de clase y género julio 1861, SM, No. 39714, 2 ff. dentro de una sociedad patriarcal y jerárquica, como consecuen48. Ana M. de Pombo a TCM, Bogotá, 28 cia de la prolongada violencia política. Tal degeneración está julio 1861. sugerida por algunas de las cartas ya citadas, especialmente las 49. Además de la carta de Castrillón de señoras que pertenecían a las clases acomodadas y/o a familias citada anteriormente, otro ejemplo de esta tensión se ve en la carta de patricias. Un ejemplo es la carta de las hermanas Piñeres, en la Matilde Victoria de Gutiérrez, cuyo cual se quejan las autoras del aparente derrumbe del orden soesposo había estado ausente por cuatro meses, dejando detrás de él cial basado en el respeto por la propiedad privada, informando a una “numerosa familia” sin medio Mosquera que el ganado que pertenecía a la hacienda de su padre de sostenerse; véase Gutiérrez a TCM, Guaduas, 20 abril 1861, SM, No. había sido quitado “por autoridad de todo el que ha querido, sin 41045. mas titulo que una charretera y un sable[…]”50. Otro ejemplo se 50. SM, No. 40722, Nicolasa, Petrona y Ana Piñeres a TCM, Mompos, 27 nov. 1861, 7 ff.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
69
ve en los comentarios de Antonia Dávila. Al quejarse del maltrato de que habían sufrido ella y sus hijas a manos de las autoridades locales, cuenta la autora que a pesar de no haber encontrado nada “que pudiera dar lugar a una acusación o a un juicio contra mi familia o contra mi”, tales autoridades seguían con “la persecución […] contra mujeres indefensas […] contra señoras de honor incapaces de ofender ni con una palabra a los que no respetan ni el secso [sic] a que ellas pertenecen, ni la buena conducta que guardan”. Solicita entonces la protección de Mosquera y pide “una disposición de V.E. [el general] que favorería a mi familia y a mi [y] que nos declare libres de la responsabilidad [de pagar un prestamo forzoso] que se quiere hacer pesar [injustamente] sobre nosotras”51. Conclusión Las cartas aquí analizadas nos dan una idea de cómo las mujeres aprovechaban la correspondencia personal con Mosquera tanto para pedirle favores como para participar en la vida política, en la medida en que le enviaban al caudillo información, opiniones y avisos de distintos tipos. Son una pequeña ventana a través de la cual se percibe la variedad de esta participación femenina. El análisis sugiere además que las cartas eran no sólo un espacio social entre las esferas pública y privada, sino también una extensión de esta última, es decir, del mundo del género femenino. La gran mayoría de las corresponsales justificaban sus solicitudes –y creaban sus discursos– en términos asociados a la vida privada-domestica, enfatizando la importancia de la amistad y la familia, junto con ideas como la compasión, el respeto o dignidad, la justicia y el deber moral de los fuertes hacia los débiles y desprotegidos. Fue esto lo que les permitía a ellas desarrollar simultáneamente una sutil protesta o crítica contra los excesos de la guerra civil y su impacto material y social destructivo.
Bibliografía Fuentes
primarias
Archivo Central del Cauca (ACC), Popayán- Colombia, Instituto de Investigaciones Históricas “José María Arboleda”, Sala Mosquera (SM), Correspondencia recibida entre 1859 y 1862. 51. Antonia Dávila de Espinosa a TCM, Bogotá, 30 julio 1862. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
70
Mujeres, género y política en la joven república colombiana: una mirada desde la correspondencia personal del General Tomás Cipriano de Mosquera, 1859-1862
Fuentes
secundarias Arboleda, Gustavo. Diccionario biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca. Bogotá: Horizontes, 1962. Bermúdez, Isabel Cristina. Imágenes y representaciones de la mujer en la gobernación de Popayán. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2001. Bushnell, David. The Making of Modern Colombia: A Nation in Spite of Itself. Berkeley: University of California Press, 1993. Castrillón Arboleda, Diego. Tomás Cipriano de Mosquera: Biografía. Bogotá: Planeta, 1994. Cárdenas, Vicente. “Recuerdo biográfico de la Señora Matilde Pombo de Arboleda”. El repertorio colombiano, t. 3 (jul.-dic. 1879), 99-116. Chambers, Sarah. “Letters and Salons: Women Reading and Writing the Nation.” En Beyond Imagined Communities: Reading and Writing the Nation in Nineteenth Century Latin America, editado por Sarah Castro-Klaren y John Charles Chasteen. Washington D.C.: Woodrow Wilson Center Press, 2003, 54-83. Chambers, Sarah. “Republican Friendship: Manuela Saenz Writes Women into the Nation, 18351856”, Hispanic American Historical Review 81:2 (May 2001): 237-38. Faust, Drew Gilpin. “Altars of Sacrifice: Confederate Women and the Narratives of War.” En Divided Houses: Gender and the Civil War, editado por Catherine Clinton y Nina Silber. Oxford: Oxford University Press, 1992, 171-199. González, Fernán. “Guerras civiles y construcción del estado en el siglo XIX colombiano: una propuesta de interpretación sobre su sentido político.” Boletín de Historia y Antiguedades 93: 832 (marzo 2006): 31-80. Hingson, Jesse. “‘Savages’ into Supplicants: Subversive Women and Restitution Petitions in Cordoba, Argentina during the Rosas Era”. The Americas: A Quarterly Review of InterAmerican Cultural History 64:1 (July 2007): 59-85. Kuznesof, Elizabeth Anne. “Gender Ideology, Race, and Female-headed Households in Urban Mexico, 1750-1850”. En State and Society in Spanish America during the Age of Revolution, editado por Victor Uribe Uran. Wilmington, DE: SR Books, 2001, 149-170. Landes, Joan. Women and the Public Sphere in the Age of the French Revolution. Ithaca: Cornell University Press, 1988. Londoño, Patricia. “El ideal femenino del siglo XIX en Colombia”. En Las mujeres en la historia de Colombia, tomo III: Mujeres y cultura, editora Magdala Velásquez Toro. Bogotá: Editorial Norma, 1995, 302-329. Pérez H., María Teresa. “Prácticas y representaciones en torno a la familia, el género y la raza: Popayán en 1807”. Convergencia: Revista de Ciencias Sociales 12:37 (enero-abril 2005): 217-245.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
Pamela S. Murray
Safford, Frank & Marco Palacios. Colombia: Fragmented Land, Divided Society. Oxford, New York: Oxford University Press, 2002. Sanders, James E. Contentious Republicans: Popular Politics, Race & Class in Nineteenth Century Colombia. Durham: Duke University Press, 2004. Sanders, James E. “‘A mob of women’ Confront Post-Colonial Republican Politics: How Class, Race, and Partisan Ideology Affected Gendered Political Space in Nineteenth Century Southwestern Colombia”. Journal of Women’s History 20:1 (2008): 64-89. Valencia Llano, Alonso. Mujeres caucanas y sociedad republicana. Cali: Universidad del Valle, 2001. Valencia Llano, Alonso. “Tomás Cipriano de Mosquera y la guerra en el Cauca entre 1859 y 1862”. En Las guerras civiles desde 1830 y su proyección en el siglo XX, segunda edición, editado por Juanita Rivera Hernández. Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2001, 91-104. Weber, Alison. Teresa of Avila and the Rhetoric of Femininity. Princeton: Princeton University Press, 1990.
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 54-71
71
72
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
Artículo recibido: 20 de octubre de 2008; aprobado: 10 de diciembre de 2008; modificado: 16 de diciembre de 2008.
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
Illegal dynamism and official challenge: contraband in Tumaco and the southern Pacific coast in the 1860s and 1870s
Resumen
Abstract
Este artículo identifica los problemas de contrabando
This article discusses the problems of
en Tumaco y su región en las décadas de 1860 y 1870,
contraband in Tumaco and the surrounding
es decir, al inicio de la bonanza exportadora de este
region in the 1860s and 1870s, at the beginning
puerto. A partir de la pregunta por el contrabando
of the export bonanza through this port. Using
es posible conocer comerciantes, rutas comerciales
contraband as way to identify merchants,
y productos importados, lo que permite analizar la
commercial routes, and imported products, it is
dinámica comercial de Tumaco cuando el puerto
possible to analyze the commercial dynamic of
aún no había conquistado el lugar que adquirió
Tumaco before the port had acquired its later
posteriormente en la economía nacional. Postulamos
importance in the national economy. We suggest
que Tumaco ya conocía un dinamismo particular
that Tumaco already experienced a particular
basado en la ilegalidad, que era crucial para la
dynamism based on illicit trade that was crucial
región, aun cuando éste atentó contra la autoridad
for the region even though it threatened state
pública y sus finanzas.
authority and its finances.
Palabras
Key Words
c l av e
Contrabando, aduana, corrupción, comerciantes,
Contraband, Customs, Corruption, Merchants,
Tumaco, Pacífico Sur colombiano, siglo XIX.
Tumaco, Southern Pacific Coast of Colombia, Nineteenth Century.
Muriel Laurent
Historiadora de la Université Catholique de Louvain, Bélgica, y doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, España. Profesora asociada del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Miembro del Grupo de Historia del Tiempo Presente (Categoria A en Colciencias, en curso de reclasificación). Sus intereses investigativos se centran en el contrabando en Colombia en el siglo XIX, la integración europea y la metodología de la historia. Entre sus publicaciones recientes se encuentra: Contrabando en Colombia en el siglo XIX. Prácticas y discursos de resistencia y reproducción. Bogotá: Uniandes, 2008. mlaurent@uniandes.edu.co
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
73
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870 ❧
Introducción Para cualquier Estado, el tema de sus ingresos es importante en la medida en que éstos le permiten garantizar su sostenimiento. Si el principal de ellos es la renta de aduanas, como en Colombia en el siglo XIX1, aquello que menoscabe las entradas generadas por el comercio exterior atenta contra un recurso vital. Por esta razón, estudiar el contrabando es analizar las tensiones que se evidencian entre el Estado y su administración de Hacienda, por un lado, y los actores sociales que quebrantan las reglas que los primeros imponen, por otro. En el Pacífico Sur colombiano2 se han experimentado, según el historiador Oscar Almario, “dificultades extremas” en la construcción del Estado nacional, en particular en el campo de la Hacienda pública. La República heredó en esta región los problemas que tuvieron las autoridades coloniales para asentar su poder fiscal. En efecto, en la Colonia los controles sobre la producción y el comercio del tabaco y el aguardiente fracasaron; el
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
❧ Este artículo es resultado de la investigación sobre contrabando en Colombia en el siglo XIX cofinanciada por Colciencias. Por su disponibilidad en resolver inquietudes y por la elaboración del mapa, agradezco a Marta Herrera Ángel, Claudia Leal y Alejandro Camargo. 1. Muriel Laurent, El contrabando en Colombia en el siglo XIX. Prácticas y discursos de resistencia y reproducción (Bogotá: Uniandes-CESODepartamento de Historia, 2008), 35-43 y 247-260. 2. En el litoral del Pacífico colombiano, la investigación natural y social identifica dos áreas subregionales de características geoecológicas distintas: El Chocó al Norte del río San Juan y el Pacífico Sur desde este río y Buenaventura hasta la frontera con Ecuador. Orián Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco. Historia, memoria e imagen (Medellín: Universidad de Antioquia, 2005), 10.
74
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
3. Oscar Almario, Los renacientes y su territorio. Ensayos sobre la etnicidad negra en el Pacífico sur colombiano (Medellín: Universidad Pontificia BolivarianaConcejo de Medellín, 2003), 98 y 100. Sobre el contrabando en el Pacífico Sur colombiano en el periodo colonial no hay estudios monográficos recientes, sino señalamientos puntuales como, por ejemplo, además de la anterior referencia, en Germán De Granda, “Una ruta marítima de contrabando de esclavos negros entre Panamá y Barbacoas durante el asiento inglés”, en Revista de Indias 134-144 (1976), 123-142; en Orián Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco, 15 (citando a Fray Juan de Santa Gertrudis) y en Fernando Jurado, Esclavitud en la Costa Pacífica. Iscuandé, Tumaco, Barbacoas y Esmeraldas. Siglos XVI al XIX (Quito: Ediciones ABYAYALA-Centro Afro-EcuatorianoCorporación Ecuatoriana de ‘Amigos de la Genealogía’ (SAG), 1990), 315. A pesar de este relativo vacío, debido a la presencia de minas de oro explotadas por esclavos negros y a las necesidades de consumo de la región, el contrabando de mercancías extranjeras pagadas con oro en polvo debió caracterizar los intercambios en esta costa. 4. Esta ampliación se dio “al tiempo que fue evidente la incapacidad de los nuevos dirigentes para integrar a los negros al incipiente sistema burocrático del Estado”. Las razones este fracaso fueron, según Almario, “las condiciones económicas exigidas a los titulares de los cargos públicos posibles (aduanas, rentas), la persistencia de valores de discriminación racial, el analfabetismo predominante y la falta de idoneidad para desempeñar los cargos públicos, desde los más importantes hasta los más insignificantes, por la gente negra”. Oscar Almario, Los renacientes, 101.
contrabando de exportación de oro e importación de mercancías extranjeras fue practicado por los enemigos externos e internos de la Corona y la región fue marcada por revueltas y protestas antifiscales hacia finales del periodo colonial3. Estos problemas “no sólo se mantuvieron sino que se ampliaron” luego de la Independencia4. Dada esta característica, se hace interesante estudiar el contrabando en Tumaco, donde estaba la única aduana de la región en las décadas de 1860 y 1870. La jurisdicción de la aduana de Tumaco comprendía el puerto mismo, la costa entre Ecuador y el río Micay, y el interior de este litoral, por lo que este espacio geográfico es el que estudiaremos en este artículo (ver mapa No. 1). De acuerdo al historiador Eduardo Restrepo, quien propuso una periodización de la historia de Tumaco, las décadas estudiadas son las dos últimas de la primera fase de construcción de la ciudad, es decir, las que antecedieron la fase de consolidación, basada en la exportación de tagua y caucho, que cubre los últimos veinte años del siglo XIX y los primeros cuarenta del siglo XX5. Este artículo identifica los problemas de contrabando en Tumaco y su región en el periodo que precedió la fuerte transformación de la ciudad, al inicio de su bonanza exportadora. A partir de la pregunta por el contrabando, es posible conocer comerciantes, rutas comerciales y productos importados, lo que permite analizar la dinámica comercial de Tumaco, cuando el puerto aún no había conquistado el lugar que adquirió posteriormente en la economía nacional. Postulo que, incluso sin que se hubiera dado este cambio, Tumaco conocía un dinamismo particular basado en la ilegalidad, que era crucial para la región, aun cuando éste atentó contra la autoridad pública y sus finanzas.
5. Eduardo Restrepo, “Hacia la periodización de la historia de Tumaco”, en Tumaco: haciendo ciudad. Historia, identidad y cultura. Michel Agier, Manuela Alvarez, Odile Hoffmann y Eduardo Restrepo. (Cali, ICAN-IRD-Universidad del Valle, 1999), 59. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
Mapa No. 1: Zona de estudio: Sur de la costa del Pacífico colombiano, aduana de Tumaco.
jurisdicción de la
Fuentes: Elaborado por Alejandro Camargo y Claudia Leal a partir, para el mapa base, de: Claudia Leal y Eduardo Restrepo, Unos bosques sembrados de aserríos. Historia de la extracción maderera en el Pacífico colombiano (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia - Universidad Nacional de Colombia COLCIENCIAS - ICANH, 2003), Figura 3, y, para la ubicación de lugares, de: Marta Herrera Ángel, El territorio Awa-Kwaiker: ¿De Sindaguas a Awa-Kwaiker? Un largo viaje entre gentilicios, toponimia y nomenclatura en las costas del Mar del Sur. Siglos XVI-XVIII, Mecanografiado, Informe de Avance presentado a la Fundación Ann Osborn, marzo de 2007, Mapa Sindaguas-Awa Kwaiker; Odile Hoffmann, “Sociedades y espacios en el litoral pacífico sur colombiano (siglos XVIII-XX)”, en Tumaco: haciendo ciudad, 18, Figura 1; Atlas de Colombia, 5ª ed. revisada, actualizada y aumentada (Bogotá: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2003), 48.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
75
76
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
Con ello, no quiero decir que la región de Tumaco fue la única caracterizada por el contrabando durante este periodo: en otro lugar he mostrado6 cómo el comercio ilícito fue un fenómeno que padecieron todas las fronteras nacionales en las décadas de los sesenta y setenta, como lo atestiguan los decomisos realizados en las distintas aduanas. A nivel regional, es de notar, sin embargo, que las interceptaciones de importaciones ilícitas fueron más numerosas en el Suroccidente (aduanas de Carlosama, Buenaventura y Tumaco) que en la frontera andina con Venezuela (aduana de Cúcuta) y en la costa Caribe (aduanas de Riohacha, Cartagena, Tolú y del Atrato). De esta región suroccidental, fue en Carlosama donde se registró la mayor cantidad de decomisos, mientras que en el Caribe fue en Riohacha. Ubicado en esta perspectiva y de acuerdo con las cifras de decomisos, el contrabando por la costa del Pacífico Sur no parece haber sido mayor al que se dio a través de otras fronteras nacionales, pero comparte con la Guajira y la zona fronteriza con Ecuador el hecho de haber sido una región particularmente afectada. El trabajo consta de cinco partes. La primera ofrece un breve panorama de Tumaco, su aduana y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870. La segunda parte aborda las infracciones menores que se registraron en la aduana de Tumaco. La tercera parte detalla el discurso sobre el contrabando en la región y la organización de la vigilancia en el litoral. La cuarta parte estudia la información proporcionada por los procesos de contrabando en cuanto a las mercancías importadas, las embarcaciones y su procedencia, los lugares y los implicados. La quinta parte evidencia la relación entre el contrabando, la corrupción y el uso de la fuerza.
6. Muriel Laurent, Contrabando, 351-353 y passim. 7. Eduardo Rodríguez dir., Selección de Escritos y Discursos de Santiago Pérez (Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional Vol. LXXXI, 1950), 81. 8. Rufino Gutiérrez, Monografías, t 1 (Biblioteca de Historia Nacional XXVIII [Bogotá: Imprenta nacional, 1921]), 141. 9. Orián Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco, 40; Claudia Leal, “Un puerto en la selva. Naturaleza y raza en la creación de la ciudad de Tumaco, 1860-1940”. Historia Crítica 30 (julio-diciembre 2005), 46; Eduardo Restrepo, “Hacia la periodización”, 59.
1. El Pacífico Sur, Tumaco y su aduana en las décadas de 1860 y 1870 Las descripciones de quienes visitaron Tumaco a mediados y a finales del siglo XIX evidencian su transformación física. De acuerdo a Santiago Pérez, miembro de la Comisión Corográfica, en 1853: “El pueblo de Tumaco se compone de una calle de tristes ranchos en los que están los almacenes, paralela a la orilla del mar, y de algunas otras barbacoas, todas de aspecto miserable”7. En contraste, Rufino Gutiérrez escribió que en 1891 era una “[…] bella población, bastante grande, construída toda de madera y con techos de cinc o de paja. […] Hay bastantes edificios cómodos y elegantes, y los almacenes, que son muchos, están ricamente surtidos de toda clase de mercancías, pues Tumaco es la metrópoli comercial del Sur”8. Entre ambas apreciaciones, Tumaco experimentó un desarrollo exportador que inició en la década de 1860 y se consolidó a partir de 18809.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
77
En términos demográficos, si hasta mediados del siglo XIX las poblaciones mineras de Barbacoas e Iscuandé eran más importantes que Tumaco, esta jerarquización se invirtió con la decadencia de las primeras tras la abolición de la esclavitud y la emergencia de la última en la segunda mitad del siglo, hasta que que ostentaron una importancia similar a finales del XIX. Antes de su surgimiento, el puerto de Tumaco debía su existencia a su papel en el abastecimiento del enclave minero que era Barbacoas, cuya población blanca tendió con la manumisión a instalarse en Tumaco10. Santiago Pérez señaló que, en 1853, la mayoría de la población era de negros y mulatos y que había algunos blancos (“personas ilustradas”), entre los cuales figuraban los comerciantes11. Las descripciones de la Comisión Corográfica informan acerca de la geografía regional, del sistema de transporte y de los intercambios comerciales a mediados del siglo XIX. La costa del Pacífico Sur se caracteriza por la gran cantidad de ríos navegables sobre varias leguas “hasta entrar en medio de las serranías”, como el Micay, el Guapi, el Iscuandé, el Patía y su afluente el Telembí. La “navegación interior paralela a la costa” es una característica fundamental de la región: al desembocar entre manglares, las aguas forman un laberinto de caños propicios a la circulación “sin exponerse al mar”, donde 10. Eduardo Restrepo, “Hacia la para navegar hay que conocer y aprovechar las oscilaciones de periodización”, 55-57; Oscar Almario las mareas. Así se comunica Tumaco con los pueblos y lugares y Ricardo Castillo, “Territorio, poblamiento y sociedades negras en el habitados de esta costa. A Barbacoas se iba primero por mar, cruPacífico Sur colombiano”, Renacientes zando la ensenada de Tumaco hasta cerca de Salahonda, y luego del Guandal, “Grupos negros” de los ríos Satinga y Sanquianga (Bogotá: siguiendo las vías fluviales, por un canal hasta el Patía y de ahí Biopacífico-Unal, 1996), 66-67; Odile hasta el Telembí. Desde Barbacoas se iba a los pueblos del inteHoffmann, “Sociedades y espacios, 33. En 1870, la población era de 8.360 rior por caminos. En cuanto al comercio internacional, Tumaco habitantes en el Cantón de Tumaco; y la Provincia de Barbacoas sostenían intercambios marítimos 9.991 en el de Barbacoas; 9.109 en el de Iscuandé y 5.005 en el de Micay. Frente con Panamá, Ecuador y Perú. Había comercio con la Provincia de a las cifras de 1851, el aumento más Buenaventura y con el resto de la Provincia de Barbacoas (cansevero fue en el cantón de Tumaco, que tenía entonces 2.979 habitantes. tones de Micay, Guapi, Iscuandé y Barbacoas)12. Odile Hoffmann, “Sociedades y Respecto al comercio internacional de Tumaco en las décadas espacios”, 32. de 1850, 1860 y 1870, Jiménez, Hernández y Pérez señalan que se 11. Eduardo Rodríguez dir., Selección, hacía “con Guayaquil, Paita, Valparaíso y Panamá” y estaba en ma81-82. nos de una minoría demográfica de blancos, entre los cuales había 12. Agustín Codazzi, Geografía física y todavía muy pocos extranjeros que “no estaban cohesionados” política de la Confederación Granadina, Vol. I Estado del Cauca, t.II Provincias y “no lograban atraer a más gente, de origen europeo o mestizo, del Chocó, Buenaventura, Cauca y del interior de Colombia”. Fue gracias a “la perspectiva de la exPopayán y t. III Provincias de Pasto, Túquerres y Barbacoas, edición, plotación de recursos forestales” que llegaron más extranjeros, análisis y comentarios de Guido quienes establecieron casas comerciales. Los autores indican que Barona, Camilo Domínguez, Augusto Gómez y Apolinar Figueroa (Cali: Universidad del Cauca-ColcienciasUnal, 2002), 389-455.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
78
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
la pobre dinámica comercial de estas décadas se debía también a “la intensidad del contrabando, que unía complejas rutas de ilegalidad entre Buenaventura, Iscuandé y Tumaco, principalmente”13. Precisar esta ‘intensidad del contrabando’ es justamente lo que queremos hacer, sin prejuicio de que haya sido o no un motivo de limitación de la actividad comercial de Tumaco en las décadas previas a la explotación masiva de los recursos naturales. Es más, creemos que el contrabando debe considerarse como fenómeno dinámico, sin menospreciar por ello su impacto perjudicial sobre las finanzas públicas y el ejercicio de la autoridad. El periodo que nos interesa se inauguró con el arribo al puerto de Tumaco del primer vapor mercante el 11 de marzo de 1860, en el marco del contrato firmado el año anterior con la Compañía Británica. En 1869 se firmó otro contrato con el fin de que la Compañía de Navegación en el Pacífico mandara sus vapores dos veces por mes y condujeran el correo14. Con la misma intención de impulsar el movimiento mercantil y fomentar el desarrollo del puerto, las autoridades adoptaron periódicamente medidas de exención del pago de aranceles para las importaciones que se fueran a consumir en Tumaco. La tabla nº 1 muestra la alternancia entre 1860 y 1880 de los periodos durante los cuales Tumaco fue puerto franco y los durante los cuales se cobraron derechos. Tabla No. 1: Alternancia de la franquicia otorgada al puerto de Tumaco, 1860-1880
13. Orián Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco, 40. 14. Rufino Gutiérrez, Monografías, 199200; Bernardo Merizalde, Estudio de la costa colombiana del Pacífico (Bogotá: Imprenta del estado mayor general, 1921), 130. 15. Toda la legislación fue consultada en: Codificación nacional de todas las leyes de Colombia desde el año de 1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1924-1955).
FECHAS
FRANQUICIA
1860-1864 1864-1870 1870-1872 1872-1880*
SI NO SI NO
* Nótese que 1880 corresponde al final del periodo estudiado y no a un cambio en la normatividad. Fuentes: “Decreto de 29 de abril de 1860 que restablece la franquicia de los puertos de Buenaventura y Tumaco”, “Ley 42 de 29 de mayo de 1864 (Código de aduanas)”, “Ley 39 de 31 de mayo de 1870 por la cual se declaran francos los puertos de Buenaventura y Tumaco en el Estado soberano del Cauca”, “Ley 70 de 21 de junio de 1872 adicional y reformatoria de las de aduanas”15.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
Tras la supresión de la aduana de Iscuandé en 186016, Tumaco fue el único puerto autorizado al Sur de Buenaventura, por lo que su aduana recibía todo el comercio legal de la región17. A pesar de ello, frente a otras aduanas nacionales el nivel de comercio que se registró en Tumaco fue reducido18. Entre las exportaciones figuraban para esos años el caucho, la quina y la tagua19. El aumento de la actividad exportadora tuvo como consecuencia para la aduana que, en 1873, el administrador Peregrino Santacoloma comprara “una casa para el servicio de la Aduana”. Situada en la calle principal de Tumaco, la casa era “construida de madera, con techumbre de hierro galvanizado”20. No sabemos ni cuando tuvo lugar el traslado a estas nuevas instalaciones ni si antes estaba en un lugar tan central. Al revisar los archivos de esta aduana relativos a las décadas de 1860 y 187021, contamos 20 con16. “Ley de 19 de abril de 1860 que trabandos confirmados (cuando el autoriza al Poder Ejecutivo para juicio ratificó el contrabando y se celebrar un arreglo aduanero con Venezuela, y para suprimir ciertas remató la mercancía decomisada), aduanas”. 20 contrabandos presuntos (cuando 17. La aduana funcionó en Tumaco no se conoce el veredicto final del excepto en 1863 cuando se trasladó a proceso) y 58 infracciones menores Barbacoas. El traslado, cuyas causas pueden haber sido los conflictos (irregularidades en la documende 1862 y 1863 con Ecuador, parece tación de los cargamentos que haberse realizado el 8 de febrero de 1863 y terminado en noviembre. llegaban a la aduana)22. Durante Luego, desde el 7 de diciembre, estos 20 años el comportamiento las fuerzas ecuatorianas ocuparon Tumaco (ataque del coronel de los problemas de legalidad de ecuatoriano José Veintimilla), por lo las importaciones atendidos por la que los empleados se replegaron hacia Barbacoas. En febrero de 1864 las aduana fue muy desigual. De 1860 cosas habían vuelto a la normalidad. a 1864, cuando Tumaco era puerto Para el año económico 1863-1864, la aduana registrada en la Memoria franco, no se registraron casos, de Hacienda es la de Barbacoas. probablemente por el mencionado AGN, SR, Aduanas, Ad. Tumaco, t. 1, ff. 3-18 (Cartas del administrador cierre de la aduana. Los contrabany del contador al Secretario de dos confirmados se concentraron Hacienda, feb. 7, oct. 31 y dic. 17 de 1863 y feb. 7 de 1864); Fernando en dos momentos: 1868-1871 (13 Jurado, Esclavitud, 24; Oña Villarreal casos) y 1876-1877 (7 casos). Los Humberto. “Presidentes, 18301865, Dr. Gabriel García M.”. Ecuador presuntos ocurrieron en tres moOnline: http://www.explored.com. mentos que, excepto el primero, ec/ecuador/garciam.htm y “Gabriel
García Moreno”. Historia en La Guía 2000: http://www.laguia2000.com/ ecuador/gabriel-garcia-moreno (fecha
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
79
de revisión: 24 de junio de 2008); Tomás Cuenca, Memoria que el secretario de Hacienda i Fomento de la Unión colombiana presenta al Congreso Nacional en 1865 (Bogotá: Imprenta de “El Mosaico”, 1865); Rufino Gutiérrez, Monografías, 200. 18. Su participación en el producto bruto de la renta de aduanas fue de 1% en 1864, 1,6% en 1867-68 y 2,8% en 1869-70; en el valor de las importaciones nacionales fue de 1,5% en 1873-74 y de 1,8% para el quinquenio 1869-74 y en el valor de las exportaciones nacionales de 1% en 1873-74 y de 2,1% para el quinquenio 1869-74. Cálculos hechos a partir de los datos proporcionados por Muriel Laurent, Contrabando, 405-406, Guillermo Sosa. “Redes comerciales en las provincias suroccidentales de Colombia, siglo XIX”. Historia Crítica 26 (julio-diciembre 2003), 115 y Luis Fernando López, Historia de la Hacienda y el Tesoro en Colombia, 1821-1900 (Bogotá: Banco de la República, 1992), 154. 19. Guillermo Sosa, “Redes comerciales”, 116 y 119. 20. “Ley 14 de 21 de abril de 1875 aprobatoria del contrato de compraventa de una casa para el servicio de la Aduana de Tumaco”. El contrato de compraventa de 4 de agosto de 1873, aprobado por el Poder Ejecutivo el 10 de septiembre de 1873, figura luego de esta ley. 21. Archivo General de la Nación, Sección República, Aduanas, Aduana de Tumaco, tomos 1 a 6. En adelante: AGN, SR, Ad., AT. Otras abreviaturas utilizadas son AB (Aduana de Buenaventura), AAT (Administrador de la Aduana de Tumaco), AAB (Administrador de la Aduana de Buenaventura) y SHF (Secretario de Hacienda y Fomento). 22. Tres aclaraciones: a) se trata de cifras mínimas (la aduana pudo interceptar un mayor número que no figuran en el Fondo consultado); b) sólo se trata de importaciones, no hay ningún caso de exportación; c) el Juzgado del Circuito de Barbacoas era la entidad competente para resolver los juicios de contrabando, que eran iniciados en Tumaco por el administrador de la aduana; las infracciones menores se resolvían en la aduana.
80
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
coinciden con los anteriores: 1865-1866 (4 casos), 1869-1871 (10 casos) y 1876-1877 (6 casos). No parece haber una relación clara entre el periodo de franquicia de 18701872 y los procesos por contrabando: aunque en 1871 hubo un aumento de los juicios confirmados e iniciados por contrabando, también se registraron procesos en los años anteriores y nuevamente varios años después. Lo anterior puede significar que la franquicia era aprovechada para introducir efectos extranjeros al resto de la costa o al interior sin pagar los debidos aranceles. Por su parte, excepto en dos casos en los años setenta, las infracciones menores se concentraron en el periodo comprendido entre las dos franquicias, es decir, entre 1865 y 1869 con un pico en 1866 (37 casos de 56).
23. Sobre la posición de los secretarios de Hacienda al respecto, ver “¿Contrabando o error?: el debate sobre las penas”, en Muriel Laurent, Contrabando, 502-508. 24. Fueron 3 casos. La multa fue de 50 pesos para ambos o del doble de los derechos consulares para el agente consular. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 581; t. 2, f. 51 y f. 105 (1866). 25. Fueron 10 casos. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 146 y f.286 (1865), ff.787 y 989 (1866); t.2, f.108 (1866), f.293 (1867). 26. Fueron 6 casos. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 146 (1865); t. 2, ff. 43 y 193 (dos, 1866), ff. 582, 583 y 585 (tres, 1867). 27. Había, como excepción al monopolio, un permiso para importar sal por Buenaventura y Tumaco. Luis Fernando López. Historia de la Hacienda, 154. Así, excepto de 1863 a 1866 cuando la sal de Perú fue exenta, este producto estuvo sujeto al pago de derechos de importación. “Ley de 13 de marzo de 1863 sobre la exención del pago de los derechos de importación para la sal del Perú”, “Ley 18 de 24 de abril de 1866 organizando el impuesto y la renta de salinas” (reformada por la Ley 57 de 24 de mayo de 1869 y por la Ley 88 de 2 de julio de 1870), “Decreto 211 de 25 de junio de 1874 por el que […], se aumenta el derecho de importación de la sal marina”.
2. Las infracciones menores La abundancia de las infracciones menores que se castigaron en la aduana de Tumaco entre 1865 y 1869 es llamativa tanto por su concentración en unos cuantos años, como por el hecho de que supera con creces el número de casos de contrabando. Vale la pena determinar qué se escondía detrás de cada una de estas irregularidades, para así establecer si se trataba de errores involuntarios o si había en ellas una intención de defraudar la renta de aduanas23. Un paso importante para ello es saber el castigo que se aplicaba en cada caso. Veremos que las penas variaban, básicamente de acuerdo a la probabilidad que hubiera o no intencionalidad en cometer la infracción. Los errores de los cónsules y capitanes de barco en la certificación de la carga, por consignar sólo el peso de los bultos y no el peso total, recibían una multa24; con ella se sancionaba un olvido en el trámite, más no un error voluntario. En caso de falta de documentación aduanera, se le daba al interesado un plazo de 40 a 80 días para conseguirla. Al entregarla, se pagaban los derechos aduaneros para recuperar la carga dejada en depósito. Cuando no se presentaba el documento al finalizar el plazo, además del pago correcto de los derechos se cobraba a veces un recargo del 15%25. No se evidencian, en los procesos, las razones por las cuales el pago del recargo, que era un castigo poco severo, no siempre se solicitaba. Cuando se trataba de mercancía sin nacionalizar, se le liquidaban al comerciante los derechos adecuados, excepto en el caso de la sal, en el que se aplicaban dos recargos, uno del 25% y otro del 10%26. Esta excepción se explica por la gravedad que constituía el fraude a la renta de salinas, importante ingreso nacional27.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
81
El hecho de presentar mercancía extranjera por nacional, por ejemplo, anisado del país por vino de Málaga, o de tratar de pasar mercancías como equipaje, no se resolvía según un patrón similar para todos los casos28. A veces se debían simplemente pagar los derechos correctamente liquidados, sin cobro de ningún monto adicional. A pesar de parecerse a tentativas de fraude, no se consideraban como tales. Sin embargo, en otras ocasiones, por ejemplo cuando los equipajes eran “precisamente pertenecientes a la clase mas altamente gravada por la tarifa”29, se percibía mejor la intención de defraudar y, por lo tanto, además del cobro ajustado al contenido se aplicaba una multa. Ésta era variable: cobrar un recargo del 10%, aplicar los derechos de la clase más alta de la tarifa en vez de los de la clase real o sumarle un recargo del 15% a lo anterior. Así, se sancionó con más severidad cuando se percibió claramente una intencionalidad de fraude, pero sin llegar a considerar que fuera contrabando. El peso real menor al señalado en el manifiesto30 se resolvía liquidando la mercancía según el dato de este documento, es decir, con base en el mayor de los dos pesos31. Cometer una infracción que a pri28. Fueron 6 casos (2 de mercancía mera vista no generaba beneficios a quienes la cometían debía tener extranjera presentada como nacional una lógica escondida o al menos una razón. Una primera explicación y 4 de mercancía pasada como equipaje). AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 784, radica en que podía haberse entregado una parte del contrabando an933, 934, 938 (cuatro, 1866); t. 2, f. 38 tes de llegar al puerto, en cuyo caso la sanción recibida era mínima. (1866) y f. 184 (1867). Otra explicación se relaciona con la balanza utilizada para pesar las 29. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 933 (1866), mercancías. En 1866 el comerciante extranjero Juan Santos Agreda mismo problema en f. 938 (1866). explicó que había una diferencia de 8% entre la pesa española usada 30. Documento que suscribe y en El Callao y la “balanza báscula” de Tumaco32. Como esta situación presenta en la aduana del punto de llegada el capitán de un buque se resolvía cobrando el peso del manifiesto, a Santos Agreda le corprocedente del extranjero y en respondió pagar derechos mayores a los que le hubieran tocado pagar el cual expone la clase, cantidad, destino, etc., de las mercancías si la carga se hubiera pesado inicialmente en Tumaco. En este caso la que conduce. http://buscon.rae. sanción, consecuencia de un problema ajeno, era injusta. Por ello, el es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_ BUS=3&LEMA=manifiesto (fecha de secretario de la aduana de Tumaco acudió al secretario de Hacienda. revisión: 5 de septiembre de 2008). En un correo le informaba que la balanza báscula usada en Tumaco 31. Fueron 19 casos. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 782, 928-936 y 946-948 (varios, presentaba una diferencia con la norteamericana, cuyo uso en las 1866); t. 2, ff. 39-45, 195-198, 584 operaciones comerciales era mayor, lo que ya lo había llevado an(varios, 1866 y 1867). tes a solicitar otra balanza, que estaba en Santa Marta. En otra carta 32. Sus dos cargamentos de espejos pedía poder traer la “regular balanza” de la recién cerrada aduana de habían pesado 80 kg y 151 kg en El Callao y pesaban sólo 73½ kg y 125 Iscuandé, probablemente para recibir lo antes posible este necesario kg en Tumaco, mientras que para instrumento. Sin embargo, su problema no fue atendido con rapidez: el agua de florida los pesos eran respectivamente de 148½ kg y 142 kg. las autorizaciones de Bogotá sólo se dieron en enero de 1867, lo cual no AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 946-948 (sept. 33 dice nada sobre la llegada efectiva de una u otra balanza a Tumaco . 6 de 1866). 33. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 989 y 991 (oct. 6 de 1866). hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
82
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
Los errores de clase o contenido, por ejemplo declarar telas de colores como cáñamo vacío para no pagar la tarifa más alta, y los numerosos excesos de peso eran castigados con multas consistentes en el pago de los derechos correctamente liquidados, al cual se sumaba en general un porcentaje del 10%34. En este caso, hay un interés de las autoridades aduaneras por multar una irregularidad intencional hecha para ganar en el pago de los derechos: la pena pretendía disuadir la repetición del intento de pasar mercancía pagando menos impuestos que los establecidos. Como en otros casos sorprende que, si el intento de fraude era tan evidente, la sanción no fuera mayor. Sobre el caso particular del exceso de peso del cargamento frente a lo que indicaba el documento aduanero, son interesantes -aunque sólo justifiquen una importación específica de 1866- las 34. Fueron 8 casos de clase o contenido y declaraciones de Cleto M. del Castillo, comerciante importador 23 de exceso de peso. No se cobraba el y exportador muy activo en Tumaco entre 1865 y 186735. Según porcentaje adicional si el peso real no excedía el 10% del declarado. AGN, SR, Cleto, el error se debía a que “en los días que se despachaba el diAd., AT, t. 1, f. 190 y f. 289 (dos, 1865), cho buque, se encontraba el comercio del Callao en los mayores ff. 779-786, 789-790, 932, 934-937, 960971 (varios, 1866); t. 2, f. 40 (1866), ff. conflictos, por razon del bloqueo de la escuadra española, acto 584 y 586 (dos, 1867), ff. 858 y 859 (dos, muy alarmante y que por lo tanto no dejaba tiempo para llenar 1868); t. 3, f. 883 (1869). En una ocasión los derechos se pudieron cancelar muy escrupulosamente los requisitos de peso”36. Por no ser intenmediante el remate de los bultos que cional la diferencia en los pesos logró que no le fuera aplicado el se dejaron como pago: AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 634 (1877). procedimiento habitual. Este trato excepcional debe entenderse también en el marco del reclamo formulado por Cleto acerca de 35. Su nombre figura en 15 importaciones que presentaron que él y otros comerciantes habían: infracciones menores, en las que trajo mercancías variadas en barcos de distintas nacionalidades procedentes de El Callao y Panamá. Se trata de Cleto Marcelino del Castillo, nacido en 1824, cuya familia tenía minas por los ríos Patía, Telembí, San Jorge y Cauca, y que llevaba oro de estas minas a Guayaquil y Lima, donde se estableció en 1875. Fernando Jurado, Esclavitud, 26-27 y 429.
36. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 960 (Carta Cleto M. del Castillo a SHF, julio 8 de 1866). El bloqueo de la escuadra española se refiere al combate naval que tuvo lugar en El Callao el 2 de mayo de 1866, en el marco del conflicto entre España y Perú. José Tamayo, Nuevo compendio de historia del Perú (Lima: Editorial Osiris, 1987), 272-273.
“sufrido el chasco de producirle a la aduana mas de 1800 pesos en el mes de mayo, creyendo que continuaría el impulso de progreso que había dado la inmigración a estos lugares. Mas hoy desgraciadamente ya no existe nada de este progreso y todo ha quedado reducido al estado quoque (sic) tenían antes, siendo muy dificil por tanto de desprender hoy los negocios como se pensaba con la afluencia de cerca de mil inmigrantes que poblaban este Municipio del cual no han quedado sino 10 ya habitándolo”37.
Cleto se presentaba como un importante eslabón del dinamismo de Tumaco y de su aduana, argumento que la aduana pudo utilizar para aplicar un trato especial también a otros comerciantes. Señalaba, por otro lado, la frustrada instalación de un gran número de migrantes, de la cual no se sabe ni lo que motivó la oleada ni su
37. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 965 (Observaciones de Cleto M. del Castillo a AAT, junio 25 de 1866). historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
retirada. Lo que tal vez pudo tener relación con estos movimientos es la toma de Tumaco por las tropas ecuatorianas y la situación de guerra con Ecuador a principios de los sesenta. Revisemos ahora lo que esta gran cantidad de infracciones menores ofrece como información sobre las importaciones que se recibían en Tumaco. El contenido de los cargamentos se componía de comestibles y bebidas38, manufacturas textiles, de metal y otras39, así como pólvora y tabaco40. Es difícil precisar la procedencia exacta de estas mercancías: si algunas eran europeas o estadounidenses, otras, como algunos comestibles y textiles, eran peruanas o ecuatorianas. En cuanto a los barcos, llegó un igual número de vapores y de veleros, de nacionalidades europeas y americanas41, que procedían de Panamá, Guayaquil, El Callao y Nueva York. En cuanto a las personas señaladas, además de los dos extranjeros ya mencionados figuraban las siguientes: José Ignacio Trujillo, Adolfo Carré, Lorenzo Castrillón, Carlos Velasco, Vicente Monthermoso, Luis de León, Sebastián Rivera, Bernardo Price, Adolfo Price, G.H. Price, José L. Benítez, W. Livingston, Santiago Wilson, Adolfo Martínez, José Pulido, Manuel V. Henríquez, Federico Archer, Agustín Peña, Fruto F. Gutiérrez, Hermógenes Lemos, Florentino Pinillos, Manuel Góngora, Manuel María Ramírez, Manuel José Ledezma, Abel Torres, J.E. Paz, Juan Márquez y Santiago Escrucería42. En los anteriores párrafos, se ha visto que entre las numerosas infracciones menores que tenía que resolver la aduana de Tumaco algunas eran errores involuntarios, debidos a olvidos o a situaciones imprevistas, pero otras eran irregularidades voluntarias, es decir, intentos de fraude que sin embargo no fueron castigados de forma severa. Los comerciantes parecen haber aprovechado las posibilidades que les ofrecían las leyes, lo que puede verse como una suerte de desobediencia que los favorecía económicamente, sin que corrieran el riesgo de ser considerados como contrabandistas. Por otro lado, vimos traslucir cierto dinamismo en las im38. Comestibles: harina, vinagre, portaciones y pudimos apreciar que encurtidos, pimiento, olivas, conservas alimenticias, cacao y sal. un buen número de comerciantes se Bebidas: té, licor, anisado, cerveza y movía por el puerto de Tumaco. vino, en particular de Málaga. 39. Textiles: dril, cheviot, tejidos de algodón, telas de colores, hilo y hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
83
estopa. Manufacturas de metal: hierro galvanizado, chapas, candeleros de hojalata, herramientas de minería, rollo de cinc y clavos de hierro y de alambre. Otras: loza, agua de colonia y de florida, espejos, lámparas, libros impresos, cubiertas para cartas, papel, velas, fósforos, caballos de madera y drogas, ricino y aceite de hígado de bacalao. 40. Cabe aclarar que hay un importante número de bultos cuyo contenido no está descrito. 41. Sólo 21 casos de los 58 dan información sobre los barcos: uno remite a la circulación regional (canoa) y 20 a la navegación internacional: 10 vapores -entre los cuales el Falca, el Arequipa y el Trujillo (ingleses) y el Favorita/o- y 10 veleros -el bergantín hamburgués Friton, los pailebotes Garibaldi (nacional) y María Grimanesa (peruano), las goletas Provincia de Paita y Mariana (peruanas), Avelina (italiana), Benito Juares (costarricense) y Lican (norteamericana)-. 42. La mayoría de ellos eran comerciantes nacionales y extranjeros establecidos en Tumaco (es probable que Livingston y Wilson fueran capitanes de barcos extranjeros). De Adolfo Carré se dice que era socio de Puchar y Cía., única casa comercial tumaqueña señalada en las fuentes consultadas. José L. Benítez es quien vendió una casa a la aduana en 1873. Este último y Santiago Escrucería eran conocidos comerciantes, el primero en las últimas décadas del siglo XIX y el segundo como extranjero ya establecido antes de 1870. Orián Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco, 40-41. Según las fuentes consultadas, varios asumieron cargos públicos en fechas cercanas: Fruto F. Gutiérrez era procurador del circuito de Barbacoas en noviembre de 1870, Hermógenes Lemos fue administrador entre agosto y diciembre de 1865 y Manuel María Ramírez, quien era contador de la aduana, fue administrador encargado de junio a agosto de 1865. A varios de esta lista los volveremos a encontrar.
84
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
3. Las referencias oficiales al contrabando y su vigilancia en el Pacífico Sur Conviene ahora apreciar el discurso de las autoridades sobre la transgresión de las normas en la región, así como evidenciar lo que éstas se proponían hacer para evitar dicha abierta desobediencia. Mediante diferentes comentarios es posible conocer la percepción que se tenía sobre la ilegalidad comercial de la población del Pacífico Sur. José María Cordovez Moure expresó no haber querido asumir el puesto de administrador de la aduana de Tumaco, 43. José María Cordovez Moure. que se le ofreció en 1866, “entre otras razones, porque esa isla era el Reminiscencias de Santafé y Bogotá asiento de los contrabandistas del Pacífico que solían deshacerse del (Bogotá: Instituto de Cultura, 1978), 429. empleado estorboso para sus especulaciones”43. Presentándose como una persona honesta, su visión -que probablemente era la que cir44. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 420 (Carta AAT a Juez del Circuito, enero 5 de 1869). culaba en el país- consistía en que se trataba de un nido de bandidos capaces de todo con tal de continuar con sus actividades ilícitas. Por 45. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 947 (Carta AAT a SHF, dic. 8 de 1869). su parte, el administrador Fulgencio Olave se refirió en 1869 al “contrabando que hay fama se hace con escándalo” en Iscuandé y otros 46. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 838 (Carta AAT a SHF, dic. 10 de 1877). distritos vecinos44 y a “la predisposición natural al contrabando peculiar a aquellos habitantes”, hablando si no de quienes poblaban la 47. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, ff. 744-745 (Carta AAT a SHF, sept. 30 de 1871). Las horas costa del Pacífico sur, por lo menos de los establecidos por Iscuandé habilitadas para cargas y descargas y Guapi45. Años más tarde, en 1877, el administrador Carlos López eran de 6 a.m. a 6 p.m. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, ff. 452-453 (Carta AAT sobre comentó que en los alrededores de Guapi los pobladores apoyaban regulaciones portuarias, marzo 2 las actividades ilegales46. de 1871). Recordemos además que, incluso en tiempos de franquicia, Así, la existencia de desembarques sin papeles, en puertos no había que vigilar las bocas y puertos habilitados y en un horario inapropiado47 implicaba la necesidad naturales, así como el interior, ya que el no pago de aranceles sólo de una vigilancia de la costa. El objetivo debía ser, como lo expresó valía para el consumo en el puerto y en 1872 un secretario de Hacienda consciente de la imposibilidad que, por lo tanto, las introducciones destinadas a otros lugares debían de acabar con el contrabando, evitar “hasta donde sea posible” las contar con los papeles en regla. AGN, importaciones ilícitas por puertos no habilitados48. En realidad, SR, Ad., AT, f. 4, f. 260 (Carta SHF a AAT, dic. 20 de 1870). no había lugar de la costa que no fuera apto para el contrabando. Hacia el Sur de Tumaco, hasta Ecuador, existía un riesgo de con48. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 882 (Carta SHF a AAT y AAB, marzo 2 de 1872). trabando “a grande escala” en embarcaciones menores dedicadas al comercio costanero por los esteros y las bocanas de los ríos, 49. AGN, SR, Ad., AT, t. 4. f. 260 (Carta AAT a SHF, sept. 6 de 1870). donde había pequeñas poblaciones49. Hacia el Norte, casi hasta Buenaventura, existía un peligro similar por la cantidad de es50. Cuerpo de empleados destinados a la custodia de un sitio, un litoral o una teros, bocanas, ensenadas y ríos, los cuales, como dijimos arriba, frontera, para que no se introduzca eran poblados. Frente a esta profusión de lugares por vigilar había contrabando. http://buscon.rae. es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_ dos alternativas de control: las correrías del resguardo50 y el paso BUS=3&LEMA=resguardo (fecha de del buque guardacostas. revisión: 15 de septiembre de 2008). 51. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 61 (Carta AAT a SHF, enero 6 de 1865). historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
85
El resguardo de la aduana de Tumaco contaba, en enero de 1865, con un primer jefe, tres cabos, dos pilotos, ochos guardas y tres bogas51. Si en junio de 1865 no había dinero para estacionar una sección del resguardo en el río Patía, ya para agosto del mismo año se había ubicado una vigilancia diaria “en el punto de Panga en x [cruce] de caminos que conduce hasta Barbacoas”52. En Iscuandé, tras constatar que no había empleado alguno a principios de 1865, se decidió estacionar dos cabos, un piloto, cuarto guardas, dos bogas y celadores que se relevarían cada treinta días53. A mediados de 1866 el administrador tomó la decisión de modificar las correrías del resguardo: había que hacerlas en épocas indeterminadas para evitar “el señalamiento de un tiempo fijo [se hacían al principio del mes] que con gran facilidad puede eludir el contrabandista”54. Luego se comentó que dichas correrías debían efectuarse mínimo cada dos meses “por la costa de Iscuandé, San Juan, Amarales y el río Patía hasta el punto de Panga”55. Se sabe también que, en octubre de 1867, dos guardas permanecían en la isla que estaba al 52. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 165 y 244 frente de Tumaco en una casa que habían hecho, y que en abril de (Cartas AAT a SHF, junio 1 de 1865 y ago. 4 de 1865). 1868 había un cabo y tres guardas recorriendo el río Patía56. A pesar de los controles existentes, en 1868 y en 1872 el secretario de 53. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 59 y 61 (Cartas AAT a SHF, enero 6 de 1865). Hacienda se mostró preocupado por mejorar la distribución del 57 resguardo . En 1875 se consideró que, en la costa de Iscuandé, 54. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 724 (Carta AAT a SHF, julio 24 de 1866). un excelente lugar para ubicar a dos cabos y dos guardas era el punto ‘Domingo Ortiz’ “desde el cual abraza con la vista has55. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 879 (Carta AAT a SHF, sept. 18 de 1866). ta el limite con el municipio de Buenaventura, por el norte, y hasta la punta de Guascama, 15 millas [21 km], por el sur, 56. AGN, SR, Ad., AT, t. 2, ff. 504 y 53 (Cartas AAT a SHF, oct. 18 de 1867 y dominando absolutamente por donde acostumbran las gentes abril 1 de 1868). del lugar hacer el contrabando”58. Se desconoce si el lugar se 57. AGN, SR, Ad., AT, t. 2, f. 606 y t.4, f. 882 aprovechó para la vigilancia. En cambio, se decidió en 1877 la (Cartas SHF a AAT y AAB, feb. 28 de ubicación de una sección del resguardo en Barbacoas59. 1868 y marzo 2 de 1872). Las embarcaciones utilizadas para las correrías eran canoas, 58. AGN, SR, Ad., AT, t. 6., f. 156 (Carta las cuales sólo eran útiles en las “aguas mansas del puerto” y AAT a SHF, julio 15 de 1875) y f.80 (Cartas Alcalde Iscuandé a AAT, marzo para la navegación paralela al mar. En las aguas “agitadas de 2 de 1875). mar afuera” no servían ni las canoas ni las lanchas “sujetas a 59. “Decreto N° 678 de 6 de diciembre ser volcadas, como ya ha sucedido, por alguna ballena, y otro de 1877 sobre celo del contrabando 60 animal dañino”, poniendo en peligro a los empleados . Para en Calamar y Barbacoas y guías con que se han de conducir algunos cumplir con el propósito de alcanzar los barcos contrabandiscargamentos”. tas en alta mar había que contar con un buque guardacostas 60. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 879 y t. 3, f. 166 que circulase entre Tumaco y Buenaventura. Sin embargo, ni (Cartas AAT a SHF, sept. 18 de 1866 y 61 en 1863 ni en 1868 existía este servicio . En 1871 ya había tal oct. 16 de 1868). 61. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 96 y t. 3, f. 160 (Cartas AAT a SHF, marzo 14 de 1863 y hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
86
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
oct. 16 de 1868). 62. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, ff. 744 -745 (Carta AAT a SHF, sept. 30 de 1871). 63. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 28 (Carta Comandante Resguardo y Capitán Puerto, feb. 1 de 1875. Respuesta favorable SHF, mayo 18 de 1875). 64. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, ff. 359 y 838 (Cartas AAT a SHF, junio 14 de 1876 y dic. 10 de 1877). 65. Las referencias de los 20 contrabandos confirmados son: AGN, SR, Ad., AT, t. 2, f. 861; t.3, ff. 495-497, 549 y 638, f. 543, f. 545 y f. 623; t. 4, f. 362, f. 397, f. 500, f. 595, f. 760, f. 773 y f. 776; t. 6, ff. 302-310, ff. 565 y 571, ff. 483-484, f. 647, f. 646, f. 730 y f. 819. Las de los 20 presuntos contrabandos son: AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 159, 161 y 188, f. 332, ff. 449-462 y 683-685, f. 877; t. 3, ff. 420-421, f. 355, f. 423; t. 4, f. 359, ff. 461 y 463, f. 500, f. 592, ff. 841 y 879; t. 6, ff. 298-300, f. 577, ff. 520 y 528, ff. 557-558, ff. 551 y 558, ff. 776-777. 66. Comestibles: harina, sardinas y papas (casos confirmados) y harina, cacao, alimentos preparados, pescado, anís, maíz y cocos (casos presuntos). Bebidas: vino Jerez y Málaga, coñac fino y cerveza (confirmados), y té y vino (presuntos). 67. Textiles: ropa, manta, encajes, pañuelos de algodón, camisas, corbatas, cobija, botones, carrete de hilo y cortes de sayo, listado francés, muselina, linón, dril y zaraza (presuntos). Manufacturas de metal: piezas de hierro (confirmados). Otras manufacturas: velas y máquina de coser Wilson (confirmados) y cuchillos, anzuelos, velas, chaquiras, botines, carrieles, drogas (presuntos). 68. Pólvora (confirmados y presuntos), piedras de chispa y municiones (presuntos), tabaco (confirmados y presuntos). Había igualmente bultos, cajas y baúles cuyo contenido no se especificaba. 69. El administrador de la aduana aludió en 1867 y 1868 a la vigilancia especial para evitar las introducciones de moneda de baja ley y resaltó que
bote, pero el administrador le tenía varios reparos: sólo hacía un viaje al mes y tan largo que, conociendo la fecha de su salida del puerto, los contrabandistas podían deducir que 6 u 8 días después de su paso, ya no corrían ningún riesgo; al contrario, una lancha a vapor haría cuatro recorridos al mes y además requeriría menos tripulación62. Al parecer las cosas habían empeorado en 1875, puesto que el guardacostas sólo pasaba cada 4 ó 6 meses, frecuencia tan insuficiente que motivó el pedido de un bote adicional63. Parece que ninguna de las dos solicitudes fue satisfecha y, para colmo de males, cada administrador posterior tuvo su preferencia: uno se inclinaba por un “buquecito [de vela] de unas 10 o 15 toneladas que constantemente recorra la costa y lo sirvan un capitán y 3 o 4 hombres”, mientras otro era favorable a una lancha de vapor64. Con estos datos hemos evidenciado que las autoridades aduaneras tenían conocimiento del contrabando que se realizaba en la región y consideraban al río Patía y a la costa de Iscuandé como dos puntos estratégicos para la vigilancia. Sabían también que, si bien contaban con algunos recursos, les hacían falta muchos para impedir el contrabando de manera más adecuada. 4. Los contrabandos confirmados y los presuntos: mercancías, barcos, rutas, lugares e implicados A continuación pasaremos revista de los datos que los procesos por contrabando nos facilitan sobre el comercio que, por más ilícito que fuera, llegaba a la costa del Pacífico Sur65. Lo primero para resaltar es la importancia de la sal entre las importaciones ilegales: representó alrededor del 40% de las mercancías, tanto en los contrabandos confirmados como en los presuntos. Esta sal era peruana o ecuatoriana. Dar un estimado de las cantidades que llegaron es un ejercicio que los procesos no permiten realizar. El resto de las mercancías de contrabando lo constituían productos similares a los encontrados en las importaciones que presentaron infracciones menores: comestibles y bebidas66, manufacturas textiles, de metal y varias67, así como pólvora y tabaco68. También se encontró dinero y monedas de baja ley69. Se trata tanto de bienes de lujo como de productos de consumo básico.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
En cuanto a los barcos en los cuales se encontró contrabando, un poco más de la mitad eran embarcaciones utilizadas para el tránsito regional, sobre todo canoas y también el vapor de río Telembí, sobre el que daremos mayores indicaciones. Para el transporte internacional, dominaron los vapores procedentes por ejemplo de Paita y Panamá70. Por su parte, los presuntos contrabandos fueron aprehendidos, también en proporción más o menos equivalente, por un lado, en vapores y veleros procedentes de Panamá, Paita y Ecuador71 y, por otro lado, en embarcaciones para la circulación regional como canoas, el vapor Telembí y un botecito de cubierta del porte de 3/2 a 4 toneladas llamado El Azote. Los lugares de las aprehensiones de los contrabandos fueron variados: “El Morro” Chiquito, un “punto escusado de la isla [de Tumaco]”, Gorgona72, Guapi, Guascama, Amarales y el río Patía. Las aprehensiones de presuntos contrabandos tuvieron lugar principalmente entre Guapi e Iscuandé y también en Sanquianga, Salango, la bocana de las “Chuchas”, el río Patía y Barbacoas. En cuanto a los responsables de los contrabandos tenemos diferentes perfiles. Entre los capitanes de barco estuvieron los extranjeros Thomas Lewis, Kahr Hahn y Ponfret. Por la menor cantidad de mercancía con la que fueron encontrados y por haber sido aprehendidos en embarcaciones dedicadas al tránsito regional, los siguientes eran probablemente pequeños comerciantes o intermediarios: Manuel Dolores Prado, Hermenegildo Vásquez, Salvador Sierra, Alejandro Cuevas, Manuel Ledezma, Pedro Segura y Pedro Valdez. Como empleados subalternos de la aduana están Ramón Obando y Benito Martínez. Entre los comerciantes importantes de Tumaco podemos señalar a Delio Delgado y a Santiago Escrucería. Finalmente, Manuel García alias “Márquez” y Francisco N. alias “Canchimala” son mencionados como reconocidos contrabandistas. En los presuntos contrabandos son implicados las siguientes personas: Damián Díaz, Benito Víveres, Alejandro Cuevas, Francisco Panchana (o Panchananda), Manuel Ledezma, el portugués Juan Silva, Juan de Mata Santacruz, Federico Archer, Ramón Payán, Antonio Vallejo, Alcides Douat, Daniel del Castillo y Juan y Agustín Peña73.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
87
éstas se realizaban en realidad por la frontera terrestre con el Ecuador, ya que eran “recibidas en los municipios de Pasto y Barbacoas” e incluso eran “las únicas que circulan en estos países”. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 29 (Carta AAT a SHF, ago. 3 de 1868). 70. Sólo hubo un pailebot (el peruano San Jacinto) y un barco cuyo tipo no se precisa. Entre los vapores estaban el Santiago (inglés), el Limeña (inglés), el Islay y el Paita (extranjeros). 71. Hubo dos vapores ingleses, el Falca y el Trujillo (ambos ya encontrados con infracciones menores), dos goletas, la peruana Amalia y la Colombia y tres pailebotes, el peruano Unión (también llamado Chachafito), Felice y el Chachajo y dos otros barcos, entre los cuales figuraba uno inglés. Además, en una correspondencia oficial se mencionaron como barcos contrabandistas, pero sin referir ningún proceso concreto contra ellos, los ya mencionados Felice y Chachajo, así como el Carmen, el Octavio Ferrari y el Comodoro Walkins. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 80 (Carta AAT a Alcalde Iscuandé, marzo 5 de 1875). 72. La aduana de Buenaventura también tenía jurisdicción sobre Gorgona, probablemente porque era con el guardacostas que se realizaban las aprehensiones ahí. En 1868, por ejemplo, fue encontrada con contrabando la goleta chilena Aguila, procedente de Valparaíso. Las mercancías y el buque fueron decomisados, pero se suspendió la detención del capitán (el chileno José María Paredes) para evitar un conflicto con Chile. AGN, SR, Ad., AB, t. 1, f. 992 y t. 2, ff. 6 y 58. 73. Delio Delgado y Pedro Alcides Douat eran, en los setentas, comerciantes conocidos de Tumaco. Orián Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez. Tumaco, 41 y Claudia Leal, Black Forests. The Pacific Lowlands of Colombia, 1850-1930 (PhD Dissertation (Geography), University of California - Berkeley, 2004), 53. A varios ya los hemos encontrado y a otros los volveremos a encontrar. Payán y Vallejo aparecen como
88
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
capitanes de barco. 74. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 543 (Copia sentencia contra M. D. Prado, 19 de mayo de 1869) y f. 541 (Carta SHF a AAT, julio 15 de 1869). 75. Los derechos eran de 69 pesos y el interesado se disponía a pagar apenas 48 pesos en el remate. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 776 (Carta AAT a SHF, oct. 30 de 1871. Respuesta SHF enero 3 de 1872). Que el comprador de productos rematados fuera quien los había tratado de introducir de contrabando se verificó en otra ocasión: Delio Delgado compró una parte de lo que se le había decomisado a él y a Francisco N. alias “Canchimala”. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 308 (Carta del Secretario AT a AAT, enero 29 de 1876), ff. 303-306 (Sumario, marzo 18 de 1876) y f. 302 (Detalles del remate, abril 10 de 1876). 76. Libro o documento en que el capitán del barco anota todos los efectos o mercancías que constituyen el cargamento. http://buscon.rae. es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_ BUS=3&LEMA=sobordo (fecha de revisión: 15 de septiembre de 2008). 77. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 188 (Carta AAT a SHF, julio 6 de 1865) y f. 216 (Cuadro que manifiesta el movimiento de los buques en este puerto en el mes de julio de 1865, julio 31 de 1865). Recordemos los contratos firmados en 1859 y 1869 para fomentar la llegada de vapores a Tumaco. En los 5 casos encontrados antes y después de mediados de 1866, la razón de la infracción cometida por el Falca fue siempre la falta del sobordo y otro documento comercial. 78. El San Jacinto tenía un casco de 15 metros de eslora, 4½ de manga, 2¼ de puntal, era forrado en cobre con timón y caña, y estaba “en estado de media vida”. Adentro contaba con un fogón, dos calderas, dos peroles, una cafetera, un almacén con cinco barriles de aguada, dos baldes, una tina, tres cuarteles de escotilla, tres pedazos de tabla de madera, un andullo de meollar de seis libras, un escandallo, una tira de vaivén blanco
Adicionalmente a estos comentarios generales que se desprenden de los procesos por contrabando, es posible abordar varios asuntos específicos, como 1) un problema que podía detectarse en la venta pública de los decomisos; 2) pormenores de la navegación en el Pacífico y 3) detalles de los actores conocidos como ‘contrabandistas’, temas que abordamos a continuación. Primero. En el momento del remate de las mercancías decomisadas, se daba a veces una situación favorable al contrabando, que consistía en que el precio del artículo rematado era menor al de su avalúo. El comprador resultaba así pagando menos que si el valor del bien hubiera incluido el monto de los derechos arancelarios. El riesgo tomado al contrabandear resultaba claramente beneficioso. Así lo entendió el secretario de Hacienda cuando desaprobó un remate que tenía esta característica74. La misma decisión se tomó también en otro caso en el que, para colmo, quien se disponía a comprar la mercancía rematada “a un precio menor que su avaluo y que los derechos” era el mismo que la había traído de contrabando75. Segundo. Veamos información sobre la navegación marítima y fluvial. El vapor inglés Falca hacía el recorrido de Panamá a Tumaco con escala en Buenaventura. Pertenecía a la Compañía de Vapores del Pacífico y por ello, nada más en julio de 1865, se menciona que hizo dos viajes, siendo éste probablemente su promedio mensual. Esta compañía inglesa tuvo un trato especial, que consistía en que no debía presentar sobordos76 a la aduana, lo que generó dificultades para chequear las mercancías transportadas77. Por su lado, el San Jacinto era un pailebot peruano con el que se realizó contrabando en la segunda mitad de los sesenta. El San Jacinto fue aprehendido por el bote guardacostas en 1869, cuando se inició un largo proceso para determinar la culpabilidad de su dueño y decomisar del barco. El personal de la aduana tenía sus ojos puestos en el San Jacinto por dos motivos: por un lado, el administrador deseaba de 20 varas usado, dos remos, una poder convertir, por su tamaño y romana, un bongo en mal estado, una hacha, un farol, cinco motones, dos comodidad, el barco decomisado platos de lata grandes y dos pequeños, en guardacostas78; y por otro, los una pala de hierro, un tarro de pintura, un embudo, dos compases y una lámpara. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 549 (Inventario del buque San Jacinto
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
89
guardas aprehensores esperaban el porcentaje que les correspondía del remate, pero tanto para ellos como para sus compañeros, su deterioro tras dos años en espera de la sentencia lo había convertido en un símbolo de desaliento, desestímulo y retracción en el cumplimiento de sus deberes, pues había perdido su valor “carcomido como está por los ostiones y la broma” y por esto mismo, el monto que les fuera a corresponder de su venta disminuía cada día79. En cuanto a la navegación a vapor por los ríos Patía y Telembí, se ha mencionado la existencia del Telembí, que circulaba entre Tumaco y Barbacoas y en el cual se encontraron tres contrabandos y uno presunto a finales de 1870 y en 187180. Poco más que el hecho por AAT, mayo 20 de 1869). que se prestó para transportar contrabando y que por lo menos 79. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 555 (Carta una vez navegó en horas inapropiadas, es lo que gracias a estos Secretario AT a SH, junio 20 de 1871). procesos sabemos del Telembí, pero resulta interesante puesto 80. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 359 (dic. 27 que no se conoce mucho que, para estas fechas tempranas, hude 1870), f. 397 (enero 30 de 1871), 81 biera ya navegación a vapor sobre el Patía y el Telembí . Un f. 595 (julio 4 de 1871) y f. 760 (sept. 19 de 1871). Adicionalmente, hay documento publicado en la prensa barbacoana en 1881 conuna denuncia del jefe del resguardo firmó el hecho, aportando otras precisiones: el Telembí llevaba a quien se le hizo la propuesta, que rechazó, de embarcar un contrabando 11 años funcionando (es decir efectivamente desde 1870 y, aparen este vapor. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, entemente, de manera continua), estaba en buen estado, gozaba ff. 888-889 (Carta Jefe resguardo AT a SHF, julio 7 de 1871). de facilidades para el comercio, pues por navegar en un mismo municipio sin cambiar de Estado soberano ni entrar a ríos de 81. En efecto, de acuerdo a Gutiérrez y Merizalde, que estuvieron en la región jurisdicción nacional, no era sujeto a controles y su agente era respectivamente a finales del siglo XIX 82 Daniel del Castillo . y principios del XX, el privilegio que se le concedió en 1869 a Roberto B. Tercero. Algunos comerciantes tenían fama de contrabandistas, White para establecer la navegación a pero esto no sucedía con la mayoría de las personas dedicadas al covapor en estos ríos nunca dio frutos y, a pesar de otro intento en 1872, sólo mercio en Tumaco, a pesar de la dudosa legalidad de su actividad, fue a mediados de los años ochenta en algunas ocasiones. Por ello, vale la pena revisar qué justificó que cuando circuló, por poco tiempo, el primer vapor llamado Colombia. algunos recibieran este calificativo. Manuel García, alias “Márquez”, Rufino Gutiérrez, Monografías, 200dueño y capitán del pailebot peruano San Jacinto, es uno de ellos. El 201; Bernardo Merizalde, Estudio de la costa, 115-116. hecho de que lo tildaran de ‘gran contrabandista’ se deduce a partir de la indagatoria que se le hizo en 1869: “[H]ace mucho tiempo ejerce 82. “Jefatura del municipio. Resolución dictada a un memorial elevado por la profesion de contrabandista en todo el litoral de la costa entre esta el Sr. Daniel del Castillo”, en Anales República y el Ecuador, siendo su fuerte los puntos de Iscuande y del Municipio 55, Barbacoas, marzo 18 de 1881. Según Jurado, entre los Guapi en donde ejecutó clandestinamente grandes desembarques de hermanos de Cleto M. del Castillo 83 sal en los años de 1867 y 1868” . Además de atentar contra una imhabía un Daniel. Sin embargo habría sido otro hermano, Marco Antonio, el portante renta nacional, “Márquez” llevaba varios años desafiando dueño de varios barcos de río, entre las autoridades en la costa del Pacífico Sur. Lo extraño es que, si bien ellos el Telembí, pero después de 1880. Fernando Jurado, Esclavitud, 27 y 429.
83. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 495 (Carta AAT hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
90
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
alias “Márquez” estuvo preso mientras se adelantaba el proceso, en 1871 fue absuelto por el juez de Barbacoas, quien no obstante confirmó que se trataba de contrabando84. Por su parte, Juan y Agustín Peña fueron contrabandistas activos entre 1865 y 1871 en el Pacífico Sur. Una revisión cronológica permite seguir sus movimientos. A mediados de septiembre de 1865, durante una correría por Iscuandé y Guapi, el resguardo cogió en dos canoas cerca de Pangamosa a Francisco Panchana(nda), conduciendo mercaderías pertenecientes a Juan Peña sin documentos legales85. En noviembre del mismo año, cuando el juicio derivado de la anterior aprehensión todavía no había concluido, fue nuevamente encontrado el mismo Francisco, piloto de Peña, de quien a su vez se sabe que era de Iscuandé, donde tenía tienda. Estaba en una canoa “en Salango, distrito de Mosquera, por Iscuandé” con una larga lista de mercancías indocumentadas y dinero86. En mayo del año siguiente, el juez del circuito de Barbacoas resolvió la situación de Juan Peña y de su hijo Agustín, quien había sido vinculado al proceso. La conclusión a la que llegó la justicia fue que a SHF, [mayo] 1869). no se podía inferir que fuera contrabando: se trataba de “comercio 84. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 648 por menor entre los distritos de la República”, para el cual no se (Resolución del Juzgado del Circuito, requería documento legal porque se suponía que las mercancías oct. 31 de 1871), t. 3, f. 638 (Carta AAT a SHF, ago. 6 1869); t. 4, f. 449 (Carta extranjeras debían haber sido introducidas previamente y legalATT a Juez del Circuito, marzo 1 de mente por algún puerto87. Si este argumento puede aceptarse, 1870), f. 557 (Carta SHF a AAT, ago. 19 de 1871). “Márquez” alcanzó a aunque con reservas porque no parece haberse comprobado que vender parte de las 21.000 piedras de las mercancías hubieran sido debidamente importadas, los señores sal extranjera que contrabandeaba, ya que se le levantó juicio a Peña fueron en todo caso involucrados por tercera vez en un preHermenegildo Vásquez por haber sunto contrabando en diciembre de 1871. comprado 62 de éstas piedras por medio de José María Estupiñán. AGN, Por el conocimiento que tuvo el capitán del guardacostas SR, Ad., AT, t. 3, f. 545 (Copia sentencia Enrique Aguilar, de que a comienzos de diciembre iba a llegar a contra H. Vásquez, junio 5 de 1869). Guapi un bote cargado de mercancías para “Agustín Peña y otros 85. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 332 (Relación que pretenden introducirlas fraudulentamente”, se despachó el de caso, sept. 21 de 1865). bote de la aduana a la zona, donde se encontró la goleta Colombia, 86. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 451-462 procedente de Panamá y de propiedad de los Peña88. Al cabo de (Proceso, dic. 6 de 1865). un par de semanas de averiguaciones, el secretario de la aduana 87. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, ff. 683-685 concluyó: “[…] encontrando que ese asunto es completamente (Resolución de proceso, abril 28 a mayo 26 de 1866). oscuro, creí inoficioso el proceder a tratar de esclarecerlo, pues es un hecho que jamás se descubrirá, debido a la influencia y 88. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 841 (Carta AAT a SHF, dic. 7 de 1871). El Colombia ya relaciones que tienen en este los Señores Peña y Cª dueños de había sido encontrado en febrero del la goleta y de las mercancías que se dice fueron introducidas mismo año en Guapi, procedente de Panamá. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 463 fraudulentamente”89. De este comentario se desprende que el (Carta Capitán del bote guardacostas a funcionario resolvió abandonar la pesquisa acerca del presunto AAT, feb. 9 de 1871) y f. 461 (Carta AAT a SHF, marzo 4 de 1871).
89. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 879 (Carta historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
91
contrabando por la dificultad que implicaba lograr algún resultado. Esta opción de soltar una investigación en curso radicó en que los presuntos contrabandistas tenían “influencia y relaciones”, que impedirían que el proceso pudiera realizarse de forma transparente. Llama la atención que el empleado público no sólo mencionara esta práctica, es decir, era de su conocimiento y posiblemente un dato público, sino que, más que generarle ofuscación, le pareció de alguna manera normal y le resultó evidente la inutilidad de seguir con el proceso. Finalmente, conviene constatar que los Peña pasaron de poseer canoas con piloto a ser dueños de una goleta y que, de tener tienda en Iscuandé, fueron reportados después como comerciantes de Tumaco90. Tales ascensos fueron logrados entre 1865 y 1871, lo que pudo ser resultado de sus actividades clandestinas91. Un último personaje amerita nuestra atención. Se trata del secretario AT a SHF, dic. 20 de 1871). señor Federico D’Crox, propietario de la isla de Gorgona92, quien 90. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 879 (Carta propiciaba con su comportamiento el contrabando. En 1870, el prosecretario AT a SHF, dic. 20 de 1871). pio secretario de Hacienda se quejaba de que D’Crox impedía a los 91. Los Peña fueron también propietarios guardas acercarse a la isla y no les permitía pernoctar en su casa, de tierras en el distrito de Mosquera la única del lugar. Este rechazo a la autoridad aduanera motivaba entre 1866 y 1891, según una lista elaborada por Almario y Castillo. Juan la solicitud de construir una casilla para ubicar una sección del resaparece con residencia en Mosquera guardo en la isla e informar a las autoridades políticas y judiciales y Agustín en Guapi como dueño de tierras de “pan sembrar” por los de cualquier oposición de D’Crox u otro individuo presentara a la ríos Satinga y Sanquianga. Oscar 93 vigilancia del comercio . En 1875 fue el administrador de la aduaAlmario y Ricardo Castillo, “Territorio, doblamiento”, 80-81. na de Tumaco quien denunció que la isla era “puerto obligado de todos los buques contrabandistas”, por lo que era urgente record92. En 1853, Federico D’Crox, nacido en Hamburgo en 1789, obtuvo de arle a D’Crox “no patrocinar los contrabandos” y “prestar apoyo a las autoridades la posesión de las los que traten de pesquisarlos”94. Al insistir sobre el servicio que islas Gorgona y Gorgonilla por méritos militares a favor de la D’Crox había prestado otrora a la patria, el administrador dejaba patria. Posteriormente, uno de sus entrever que para él había inconsistencia en que colaborara con herederos vendió la parte norte a Ramón Payán. Bernardo Merizalde, una actividad perjudicial a las finanzas públicas. Estudio de la costa, 102-103. A Payán De lo anterior podemos concluir que el contrabando era una lo encontramos en un presunto contrabando como capitán del práctica desarrollada en la costa del Pacífico Sur, y que gracias a barco Unión. él se sostenían lazos comerciales con Panamá, Ecuador y Perú, de 93. AGN, SR, Ad., AT, t. 6 f. 230 (Carta SHF donde se traían sal y manufacturas extranjeras con relativa frea AAB, marzo 9 de 1870). Esta solicitud cuencia. Varios barcos y varios individuos eran conocidos como parece no haber sido atendida ya que, a finales de 1877, todavía se insistía en propiciadores de este dinámico contrabando, y había a su alrela necesidad de “poner una inspección dedor un grupo de comerciantes implicados que hacían circular en La Gorgona”. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 838 (Carta AAT a SHF, dic. 10 de 1877). diferentes bienes. Este dinamismo encontraba su justificación En 1921 aún no había presencia del en la demanda interna de Tumaco, de su región, pero también Gobierno nacional en la isla. Bernardo Merizalde. Estudio de la costa, 103.
94. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 227 (Carta AAT a SHF, dic. 1 de 1875). hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
92
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
de Pasto y Barbacoas, que ofrecía oro en contraparte, y en la demanda externa de Europa y los vecinos del Sur en particular, interesados en el intercambio de sus importaciones con las exportaciones de la región. 5. Corrupción de los empleados públicos y uso de la fuerza contra las autoridades Quedan dos aspectos por revisar: la corrupción de los empleados públicos, cuya existencia ya se entrevió, y el recurso de la fuerza contra la autoridad por parte de los contrabandistas. En ambos casos, ya no estamos hablando de simple desobediencia a las obligaciones legales, sino de una actitud más activa de rechazo e, incluso, de resistencia. Las palabras de Carlos López, administrador de la aduana en 1876, son dicientes de su percepción de la corrupción de los empleados subalternos de la aduana: “[P]or lo que he podido 95. AGN, SR, Ad., AT, t. 6 f. 498-500 (Carta AAT a SHF, oct. 27 de 1876). averiguar no ha habido aquí ningun contrabando que no haya sido hecho en connivencia con el resguardo, que es casi siempre 96. Señal o marca que se pone en los fardos o bultos en las aduanas, como hechura de los defraudadores”95. Su constatación tenía algo de prueba de que están despachados cierto, pues en los años setenta hay varias evidencias de nexos o reconocidos. http://buscon.rae. es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_ entre guardas y comerciantes. BUS=3&LEMA=marchamo (fecha de Alrededor de la figura de Benito Martínez, guardalmacén fiel de revisión: 15 de septiembre de 2008). balanza de la aduana, confluyeron dos actos de corrupción que fu97. En páginas anteriores se hizo eron denunciados en 1871 por el jefe del resguardo Maximiliano referencia a un Daniel del Castillo, autor de un presunto contrabando y Erazo. Primero, Martínez mandó al guarda Ramón Obando a que puagente del vapor Telembí. siera marchamos96 a dos bultos sin que hubieran sido debidamente 98. De estos hechos se derivaron la reconocidos. Segundo, Martínez y el cabo Joaquín Prada (o Parada) destitución de Obando, la remoción le propusieron a Erazo pasar un contrabando de Daniel Castillo97, de P(a)rada y la suspensión de Martínez. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 595 argumentándole que “esa era la manera de armarse a recursos”98. (Carta de AAT a SHF, julio 4 de 1871), Sobre Martínez pesaban además varios agravantes. No sólo trabaff. 888-889 (Carta Jefe resguardo a SHF, julio 7 de 1871) y f. 890 (Carta jaba en la aduana, sino también en la tienda del comerciante José SHF a AAT, oct. 23 de 1871). Si Obando Rivera99, lo que justificaba porque “es mejor estar de acuerdo con los estaba en esta ocasión actuando bajo las órdenes de otro, algunos comerciantes para cuando deje de ser empleado seguir en el comermeses después mostró que obrar cio”. Precisaba que si él veía un contrabando pasar por la aduana no ilegalmente no era tan ajeno a sus costumbres: en octubre de 1871 se lo aprehendía porque “no era esa su obligación”, siendo que no era decomisaron en su casa dos cajas de guarda. Además, por influencia suya, trabajaban en el resguardo sus pólvora. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, f. 773 (Carta AAT a SHF, oct. 30 de 1871). cuñados Salustino y Miguel Meza, lo que dejaba suponer la existencia de una alianza familiar para defraudar100. 99. Se trata de José Sebastián Rivera, a veces llamado José y a veces Sebastián, Otros dos ejemplos subrayan las relaciones del personal con quien aparece varias veces en estas los comerciantes y su corrupción. El capitán del guardacostas, páginas. 100. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, ff. 888-889 (Carta Jefe resguardo a SHF, julio 7 de 1871). historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
93
Enrique Aguilar, era de Paita, Perú, y mantenía “negocios con sus paisanos hermanos, compadres y amigos”, quienes navegaban a Tumaco, como los del buque Franklin Adams. Además, se decía de él que tenía “relaciones íntimas” con un contrabandista, el mercader Gaminara101. Por otra parte, el comerciante Daniel Velarde señaló que Baltazar Rosero, patrón del bote de la aduana, “se ha vendido varias veces para contrabando”102. Maximiliano Erazo no fue el único en denunciar actos de corrupción. El guarda Antonio Henríquez también optó, en 1876, por revelar el soborno que le fue propuesto por Francisco N., alias “Canchimala” y por el silletero Hipólito Ceballos, quien actuaba por orden del comerciante Delio Delgado103. La aduana contaba entonces entre sus empleados tanto con individuos interesados en sacar provecho de su cargo para aumentar sus ingresos, hacerse amigos con los comerciantes y crear un red de apoyo a los contrabandistas en el resguardo, como con personas en desacuerdo con estos modos de operar y que señalaron los abusos. Otra situación de corrupción, que terminó de manera trágica, ocurrió en 1876, cuando se estaba realizando la aprehensión 101. Existió desde 1867 en Tumaco del buque Felice. Carlos López, entonces administrador de la una compañía comercial llamada Gaminara y Leeder. Claudia Leal, aduana, relató la actitud del cabo del resguardo Juan B. Pérez, Black Forests, 53. Orián Jiménez, David quien luego resolvió quitarse la vida: Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco, 41. “Días hacia que yo notaba que el cabo Pérez se encontraba en una inexplicable intimidad con el capitán del buque aprehendido y con los parciales del juez del circuito. Hoy con perfecto conocimiento de los hechos, sé que la intimidad provenía de que aquel infeliz había sido sobornado y que iba a desdecirse de su informe y a aseverar ante el juez del circuito, uno de los sobornadores, que tal informe le había sido arrancado por la fuerza por el contador y por mi”104.
Para lograr eso lo embriagaban y le ofrecían dinero y empleo en el ejército del Cauca y, además, habían concertado matar al contador de la aduana105. La mentira en declaración oficial y la posibilidad de ser cómplice de asesinato se convirtieron, por lo visto, en una presión tal para Pérez que no pudo aguantarla y se suicidó. Tenemos aquí una muestra de que la corrupción podía no vivirse bien y que el código ilegal no era compartido por todos. Además de ser ejemplo de la corrupción de los empleados subalternos, el caso de Pérez remite también a la de la administración de justicia
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
102. Aguilar fue suspendido y Rosero removido. AGN, SR, Ad., AT, t. 4, ff. 888889 (Carta Jefe resguardo a SHF, julio 7 de 1871) y f. 890 (Carta SHF a AAT, oct. 23 de 1871). 103. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 308 (Carta Secretario AT a AAT, enero 29 de 1876) y f.310 (Declaraciones del proceso, enero 29 de 1876). 104. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, ff. 498-500 (Carta AAT a SHF, oct. 27 de 1876). 105. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, ff. 498-500 (Carta AAT a SHF, oct. 27 de 1876). Sobre el consumo de licor por los miembros del resguardo, el administrador Fulgencio Olave, quien despidió al guarda Manuel Castrillón por este motivo, relató en 1869 que “[u]no de los vicios mas perniciosos y que por desgracia tiende a generalizarse entre los del resguardo es la veodez porque él engendra la insubordinación, el desorden en todo sentido y la inhabilidad para el cumplimiento de los deberes”. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 947 (Carta AAT a SHF, dic. 8 de 1869).
94
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
de Barbacoas, puesto que lo estaba corrompiendo el juez del circuito en alianza con su amigo Antonio Vallejo, capitán del Felice106. En cuanto a estos vínculos entre el personal de justicia y los contrabandistas, recordemos el tema de la ‘influencia’ y las ‘relaciones’ que los señores Peña y Cía. tenían en Tumaco y Barbacoas. Otra muestra es proporcionada por el administrador de la aduana en 1869, Fulgencio Olave, quien decidió contravenir el procedimiento establecido y no remitir a Barbacoas los sumarios de un proceso, siguiendo el juicio en Tumaco: “En los casos de contrabandos ocurridos casi con frecuencia y que toca conocer a la autoridad judicial en el distrito de Barbacoas, se hace debil la acción de la justicia contra las medidas que se tomen por esta aduana porque el personal componente del poder judicial es de individuos comerciantes o enlazados en relaciones de parentesco con los defraudadores. Una vez iniciado un juicio de contrabando por una autoridad de Barbacoas, Iscuandé y Guapi, que se hallan a alguna distancia de este puerto se embrolla su curso y casi nunca se consigue el que los efectos aprehendidos por el resguardo de esta aduana, sean declarados como de contrabando”107.
Olave consideró que la justicia de Barbacoas no daba todas las garantías de imparcialidad y prefirió que la corrupción no fuera a operar nuevamente, decisión que apoyó el secretario de Hacienda. Se puede concluir que existían intereses compartidos por los comerciantes y los responsables de administrar la justicia. Gracias a las complicidades que se derivaban de estos intereses mancomunados, se lograban trabar los procesos y modificar las decisiones judiciales, a veces recurriendo al soborno. En su comentario, Olave insinuó que el mero hecho de que en el sector 106. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 551 (Carta AAT a SHF, nov, 8 de 1876). judicial trabajaban comerciantes conllevaba evidentemente a que se mezclaran los intereses y que prevaleciera el comercial. También sub107. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 417 (Carta AAT a SHF, abril 23 de 1869). rayó el papel de las relaciones familiares que, como las de amistad, se vieron en otros testimonios. Lo anterior debe entenderse en el con108. AGN, SR, Ad., AT, t. 1, f. 392 (Carta AAT a SHF, nov. 20 de 1865). Lemos texto de una sociedad pequeña en términos numéricos, en la que los fue administrador de la aduana de habitantes se conocían y donde una exclusión social no era deseable. Tumaco en la segunda mitad de 1865. En noviembre de 1866 aparece En este contexto, a muchos les parecía importante resaltar su procomo comerciante en un caso de bidad, sea porque eran leales al servicio público, o porque era crucial infracción menor y habría sido alcalde de Tumaco. AGN, SR, Ad., AT, mantener limpia su honra. Como ejemplo de lo segundo, vale la pena t. 1, passim; t. 2, f. 39 (Resolución, mencionar la manera como dos administradores de la aduana se emnov. 19 de 1866). Según Fernando Jurado, Hermógenes Lemos Velasco, peñaron en defenderse del manto de dudas que rodeó su gestión. En nacido en 1805, desempeñó varios 1865, Hermógenes Lemos objetó el reclamo que le hizo el secretario puestos públicos en los años 1840 y 1850 (diputado provincial, de Hacienda, rescatando la labor propia y la de los jefes del resguardo congresista nacional, jefe municipal en su deber de celar el contrabando108. En 1867 y 1868, Tomás Acevedo y administrador de la aduana en Iscuandé). Sus hermanos Rafael y José Joaquín también ejercieron cargos públicos en la región. Fernando Jurado, Esclavitud, 431.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
95
subrayó en dos oportunidades, tras insistentes cartas del secretario de Hacienda, su compromiso contra el contrabando, y en particular en la lucha contra la introducción de moneda falsa y de baja ley109. Acevedo recibió el apoyo de varios comerciantes y empleados de la aduana, quienes “teniendo noticia de que se ha informado al gobierno en contra de usted” imprimieron un documento destacando su “acrisolada honradez”110. De la afirmación de Lemos y de la de López, que figura al principio de este aparte, se podría concluir que la colaboración con los contrabandos era asunto de los empleados rasos y no del personal jerárquicamente superior. Así lo plantearon ellos, probablemente porque les convenía que no hubiera cuestionamientos a la gestión de los administradores y, tal vez, porque gracias a sus contactos les resultaba más fácil evadir la justicia. Por otra parte, se reafirman, con el apoyo recibido por Acevedo, las relaciones entre el mundo administrativo y el mundo comercial. Nos resta por referirnos al recurso a la fuerza, del cual se valieron los contrabandistas para repeler la acción de los empleados de la aduana. Durante la aprehensión que se le hizo a alias “Márquez” en 1869, el capitán de puerto Benito Martínez tuvo que defenderse, por lo que se le abrió juicio por agredir a un ciudadano peruano. La situación motivó las siguientes palabras del administrador en defensa de Martínez: “El dicho capitan del puerto cuando expuso su vida en persecución del contrabandista García fue bajo la persuasión de que tenía que haberselas con un pirata y que se hallaba en el caso de oponer la fuerza contra la fuerza, en la inteligencia de que cualquiera medida en contrario lo exponía a el y a la tripulación del bote a las consecuencias del criminal que trata de deshacerse 109. AGN, SR, Ad., AT, t. 2, f. 471 y t. 3, f. 29 por todos los medios, de las manos de sus capturadores. Son del (Cartas AAT a SHF, sept. 24 de 1867 y ago.3 de 1868). Acevedo fue después dominio público las hazañas de aquel contrabandista. Ademas el redactor de El Vapor (1877-1878), los celadores del contrabando no tienen marcadas las reglas de primer periódico de Tumaco, y, con Manuel L. Velasco, de El Elector conducta que han de observar en persecución del contrabando ni (1878-1879). Su hermano Enrique los medios de que deben valerse para capturarlo cuando se trata instaló las primeras imprentas a mediados de los setenta. Orián de resistencia a mano armada”111.
Hemos hablado en páginas previas tanto de Manuel García, conocido como alias “Márquez” y un ‘gran contrabandista’, hecho aquí recalcado, como de Benito Martínez, quien fuera luego suspendido de su puesto de guardalmacén fiel de balanza por actos de corrupción. Independientemente de estos elementos, lo interesante de este episodio es que manifiesta que los contrabandistas apelaban eventualmente a la violencia armada para resistir a la autoridad, y que los empleados de la aduana estaban
Jiménez, David Hernández, Edgardo Pérez, Tumaco, 62-63.
110. Entre los firmantes figuraban los comerciantes José Sebastián Rivera, Cleto M. del Castillo, Adolfo Carré, Bernardo Price, S.H. Price, José L. Benites, Hermógenes Lemos y Manuel María Ramírez. Estos dos últimos fueron administradores de la aduana. A varios otros los hemos encontrado resolviendo infracciones menores en la aduana. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 248 (‘Manifestación’, documento impreso, Barbacoas, julio 26 de 1868 o 1869). 111. AGN, SR, Ad., AT, t. 3, f. 956 (Carta AAT a SHF, dic. 8 de 1869).
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
96
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
desamparados ante esta eventualidad. Si seguimos un señalamiento hecho en 1875, parecería que el anterior no fuera un acto aislado, sino que se daba con cierta regularidad. En efecto, en relación con la vigilancia en Guapi, un empleado comentó que: “[A]lgunos de los varios contrabandistas estan resueltos a oponer con la fuerza cualesquiera procedimiento que contra ellos tenga que ejecutar el resguardo”112. En este caso no se menciona que los contrabandistas pudieran estar armados, como tampoco en el siguiente ejemplo de reacción violenta, que si bien es posterior al periodo que estudiamos, reafirma que en Tumaco la inconformidad con el ejercicio de la autoridad aduanera era innegable y que se traza, considerándola en el largo plazo, una continuidad con las revueltas antifiscales de finales del periodo colonial en el Pacífico Sur. Cuando Pascual Zorrilla, jefe del resguardo y capitán del puerto de Tumaco, se disponía en 1881 a allanar la tienda de Ignacio Quintero, quien además era capitán del pailebot Heloisa de donde se había desembarcado pólvora de contrabando, éste se resistió propinándole golpes a Zorrilla hasta que se cayó al suelo, pegándose contra un baúl. Estaban presentes los comerciantes Ignacio Angulo, Delio y Emilio Delgado113, que lo “exitaron por medio de palabras a que no dejara practicar el allanamiento de su tienda” y ayudaron a sacar a los guardas de la aduana. Los cuatro fueron procesados criminalmente en el Juzgado de Circuito de Barbacoas, “el primero como autor principal de los delitos de resistencia al cumplimiento de un acto de justicia y maltrato a un empleado nacional y los otros como cómplices del delito de resistencia”, por lo que debían ser encarcelados114. Aquí, la acción del resguardo, considerada injusta por los comerciantes, provocó su rechazo verbal y físico para evitarla, actitud que fue sancionada por la misma entidad sobre la que, años antes, rondaban las sospechas de apoyo al contrabando. Pareciera como si lo que se toleraba cuando era poco visible era rechazado si se trasladaba al plano público, como pudo serlo el altercado con Zorrilla.
112. AGN, SR, Ad., AT, t. 6, f. 80 (Carta Cabo resguardo a AAT, marzo 5 de 1875). 113. Notemos la presencia de Delio Delgado, comerciante conocido, quien unos años atrás había ofrecido un soborno para pasar un contrabando.
Conclusión En las décadas de 1860 y 1870 el contrabando en Tumaco y en el Pacífico Sur fue un complemento significativo del comercio legal. A ambos recurrían muchos comerciantes establecidos en el puerto o que, procedentes del extranjero, lo frecuentaban. La “navegación paralela al mar” era aprovechada para alimentar a las poblaciones instaladas en toda la costa al Norte de Tumaco, las cuales probablemente intercambiaban las mercancías extranjeras importadas por bienes locales como oro, tagua, caucho o productos comestibles. Los comerciantes estaban en el centro de
114. Pastor Díaz del Castillo, “Juzgado del circuito”, Anales del Municipio 64, historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
un mundo dinámico, y gracias a sus relaciones con el personal aduanero y de justicia desafiaban a las autoridades, tanto por su imagen como por el perjuicio causado a las finanzas públicas. En efecto, a pesar de que la aduana de Tumaco era vista con cierto desdén por su reducido papel en el comercio exterior, la secretaría de Hacienda le otorgó importancia tratando de encauzar los derechos arancelarios evadidos hacia sus arcas y de recuperar su autoridad maltrecha. Tumaco, su aduana y su región representaron un desafío para las autoridades por los bajos niveles de comercio legal, el importante contrabando y las prácticas de corrupción y violencia que se le asociaron. No sólo la desobediencia a las reglas comerciales estaba a la orden del día, sino que había también resistencia activa y rechazo a los representantes oficiales. Además, no sobra insistir en el evidente hecho de que sólo tenemos información de los contrabandos interceptados por la aduana, lo que nos deja sin poder precisar los contrabandos que nunca fueron incautados. Recordando las reflexiones de Oscar Almario, citadas al inicio, sobre las dificultades experimentadas en la construcción del estado nacional en esta región, en particular en el campo de la Hacienda, no podemos sino confirmar esta percepción, todavía válida en la segunda mitad del siglo XIX, por lo menos en las décadas estudiadas. Sobre el fracaso de la integración de los negros a la burocracia estatal, también retomado de Almario, es más difícil concluir. Por ciertos nombres encontrados y por la realidad racial de la región, a todas luces desempeñaron funciones subalternas en la aduana como remeros y guardas, mientras que los blancos estaban en los cargos de mando. Llevando el aspecto racial a la práctica del contrabando, nada permite dudar que tuvieran alguna relación con ésta, sea propiciándola, sea denunciándola, siguiendo de hecho el patrón encontrado para los blancos. Tal vez, tanto en cuestión de raza como de tendencias políticas u otros antagonismos, se puede aplicar a Tumaco el comentario formulado por Pérez en 1853 sobre ‘las gentes de Barbacoas’: “Hubo quien nos aseguraba, que sólo estaban de acuerdo y sólo se favorecían recíprocamente, hasta los más encarnizados enemigos, en un solo punto, a saber, el contrabando”115. Interesante comentario que nos presenta al contrabando como el único punto de encuentro de los habitantes de la ciudad de la región que sostenía fuertes lazos con Tumaco.
Barbacoas, sept. 1 de 1881. 115. Eduardo Rodríguez dir., Selección, 82-83. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
97
98
Dinamismo ilegal y desafío oficial: el contrabando en Tumaco y el Pacífico Sur en las décadas de 1860 y 1870
Bibliografía Fuentes
primarias
Archivo Archivo General de la Nación (AGN), Sección República, Aduanas, Aduana Tumaco, tomos 1 a 6 y Aduanas, Aduana Buenaventura, tomos 1 y 2. Publicaciones periódicas Anales del Municipio, Barbacoas, 1881. Fuentes primarias impresas Codificación nacional de todas las leyes de Colombia desde el año de 1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912. Bogotá: Imprenta Nacional, 1924-1955. Cordovez Moure, José María. Reminiscencias de Santafé y Bogotá, Biblioteca Básica Colombiana. Bogotá: Instituto de Cultura, 1978. Cuenca, Tomás. Memoria que el secretario de Hacienda i Fomento de la Unión colombiana presenta al Congreso Nacional en 1865. Bogotá: Imprenta de “El Mosaico”, 1865.
Fuentes
secundarias
Almario, Oscar. Los renacientes y su territorio. Ensayos sobre la etnicidad negra en el Pacífico sur colombiano. Colección Pensamiento político contemporáneo 5. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana-Concejo de Medellín, 2003. Almario, Oscar y Ricardo Castillo. “Territorio, poblamiento y sociedades negras en el pacífico sur colombiano”, Renacientes del Guandal, “Grupos negros” de los ríos Satinga y Sanquianga. Bogotá: Biopacífico-Unal, 1996, 57-117. Atlas de Colombia, 5ª ed. revisada, actualizada y aumentada. Bogotá: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2003. Codazzi, Agustín. Geografía física y política de la Confederación Granadina, Vol. I, Estado del Cauca, t. II Provincias del Chocó, Buenaventura, Cauca y Popayán y t. III Provincias de Pasto, Túquerres y Barbacoas, edición, análisis y comentarios de Guido Barona, Camilo Domínguez, Augusto Gómez y Apolinar Figueroa. Cali: Universidad del Cauca-ColcienciasUnal, 2002. De Granda, Germán. “Una ruta marítima de contrabando de esclavos negros entre Panamá y Barbacoas durante el asiento inglés”. Revista de Indias 134-144 (1976): 123-142. “Gabriel García Moreno”. Historia en La Guía 2000: http://www.laguia2000.com/ecuador/ gabriel-garcia-moreno.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
Muriel Laurent
Gutiérrez, Rufino. Monografías, t. 1, Biblioteca de Historia Nacional XXVIII [Bogotá: Imprenta Nacional, 1921]. Hoffmann, Odile. “Sociedades y espacios en el litoral pacífico sur colombiano (siglos XVIII-XX)”, Tumaco: haciendo ciudad. Historia, identidad y cultura. Michel Agier, Manuela Álvarez, Odile Hoffmann y Eduardo Restrepo. Cali: ICAN-IRD-Universidad del Valle, 1999, 15-53. Jiménez, Orián, David Hernández y Edgardo Pérez. Tumaco. Historia, memoria e imagen. Medellín: Universidad de Antioquia, 2005. Jurado, Fernando. Esclavitud en la Costa Pacífica. Iscuandé, Tumaco, Barbacoas y Esmeraldas. Siglos XVI al XIX. Quito: Ediciones ABYA-YALA-Centro Afro-Ecuatoriano-Corporación Ecuatoriana de ‘Amigos de la Genealogía’ (SAG), 1990. Laurent, Muriel. El contrabando en Colombia en el siglo XIX. Prácticas y discursos de resistencia y reproducción. Bogotá: Uniandes-CESO-Departamento de Historia, 2008. Leal, Claudia. Black Forests. The Pacific Lowlands of Colombia, 1850-1930. PhD Dissertation (Geography), University of California - Berkeley, 2004. Leal, Claudia. “Un puerto en la selva. Naturaleza y raza en la creación de la ciudad de Tumaco, 1860-1940”. Historia Crítica 30 (julio-diciembre 2005): 39-65. López, Luis Fernando. Historia de la Hacienda y el Tesoro en Colombia, 1821-1900. Bogotá: Banco de la República, 1992. Merizalde, Bernardo. Estudio de la costa colombiana del Pacífico. Bogotá: Imprenta del estado mayor general, 1921. Oña Villarreal, Humberto. “Presidentes, 1830-1865, Dr. Gabriel García M.”. Ecuador Online: http://www.explored.com.ec/ecuador/garciam.htm Restrepo, Eduardo. “Hacia la periodización de la historia de Tumaco”. En Tumaco: haciendo ciudad. Historia, identidad y cultura. Michel Agier, Manuela Alvarez, Odile Hoffmann y Eduardo Restrepo. Cali: ICAN-IRD-Universidad del Valle, 1999, 54-86. Rodríguez, Eduardo, dir. Selección de Escritos y Discursos de Santiago Pérez. Bogotá: Biblioteca de Historia Nacional Vol. LXXXI, 1950. Sosa, Guillermo. “Redes comerciales en las provincias suroccidentales de Colombia, siglo XIX”. Historia Crítica 26 (julio-diciembre 2003): 99-124. Tamayo, José. Nuevo compendio de historia del Perú. Lima: Editorial Osiris, 1987.
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 72-99
99
100
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
Artículo recibido: 15 de febrero de 2008; aprobado: 16 de junio de 2008; modificado: 6 de octubre de 2008.
Gisela Sedeillán
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
Sexual Crimes: the Law and Judicial Practice in the Province of Buenos Aires during the Codification of Argentina’s Penal Code (1877-1892)
Resumen
Abstract
Al sancionarse el primer código penal en la
After the passage of the first penal code in
Provincia de Buenos Aires en el año 1877, los jueces
the Province of Buenos Aires in 1877, judges
interpretaron que en los delitos de violación y estupro
interpreted it in such a way so that the victims
la justicia no podía proceder de oficio, sino a querella
of rape and statutory rape had to press charges
de la interesada. Esta regulación del procedimiento
rather than the state directly seeking justice. This
judicial conllevó profundas transformaciones en la
regulation of judicial procedure led to profound
práctica jurídica, al operar más como un obstáculo para
transformations in legal practice, operating more
la protección de los derechos de las víctimas que un
as an obstacle than a benefit to the protection
beneficio, ya que al encontrarse éstas limitadas para
of victim’s right by limiting their ability to take
tomar parte en el proceso judicial como querellantes,
part in the legal proceedings as plaintiffs, which
implicaba la imposibilidad de que los imputados fueran
made it impossible to punish the accused. The
penalizados. En el Código Penal nacional se reformó
reigning norm in the national Penal Code was
la normativa vigente con el objetivo de conciliar la ley
reformed in order to reconcile the law with the
con la realidad social de las víctimas y hacer posible el
social reality of the victims and make it possible
otorgamiento de una tutela efectiva a los derechos de
to effectively protect the rights of those who
quienes depositaban en el Estado la potestad punitiva.
filed the lawsuit with the state. We confine this
Circunscribimos este trabajo al período comprendido
work to the period from 1877-1892 in order to
entre los años 1877 y 1892, con el objeto de analizar la
analyze the application and interpretation of the
aplicación e interpretación del Código Penal provincial y
provincial penal code and the changes introduced
los cambios introducidos con la sanción del Código Penal
with the sanction of the national Penal Code in
nacional en la administración judicial.
the judicial branch.
Palabras
Key Words
c l av e
Codificación penal, procedimiento judicial, delitos
Penal Codification, Legal Proceedings, Sexual Crimes,
sexuales, justicia, Estado, sociedad, Argentina.
Justice, State, Society, Argentina.
Licenciada en Historia y becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, e investigadora del IEHS de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, Argentina. Sus intereses investigativos se inscriben en la renovación historiográfica producida desde finales de la década de 1980 en el campo de los estudios legales en América Latina, en temas tradicionalmente tratados por historiadores del derecho. Entre sus publicaciones se encuentran: “La penalidad de la ebriedad en el Código Penal y en la praxis judicial bonaerense 1878-1888”. Anuario del Instituto de Historia Argentina (Universidad Nacional de La Plata, en prensa); “La sanción del Código Penal en la Provincia de Buenos Aires: ¿Un antes y un después en la administración judicial?”. En Sociabilidades, justicias e violencias: practicas e representacoes no cone sul (seculos XIX e XX), editado por Sandra Jatahy Pesavento y Sandra y Gayol. Porto Alegre: UFRGS, 2009; “Las leyes sobre vagancia: control policial y práctica judicial en el ocaso de la frontera. (Tandil 1872-1881)”. Trabajos y Comunicaciones vol. 32/33 (La Plata, 2006/2007): 142-11. gsedei@yahoo.com.ar
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
101
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892) ❧ ❧ Este trabajo es resultado de la investigación doctoral en curso denominada “La administración de la justicia penal en la Provincia de Buenos Aires en el período de codificación del derecho (1878-1910)”, financiada con una beca del CONICET.
Introducción En el siglo XIX adquirió gran impulso en América el movimiento de codificación del derecho penal que se había iniciado en Europa a fines del siglo XVIII. El “código” se identificó como el reflejo de la igualdad de los ciudadanos, dominando la idea de que sus leyes claras y sintéticas posibilitarían la democratización del derecho al ponerlo al alcance del pueblo. Sus presupuestos descansaban en la doctrina liberal, la cual determinaba la superioridad del derecho como expresión de la voluntad general, la independencia de poderes, la igualdad jurídica y el individualismo1. En la Argentina si bien el liberalismo, el constitucionalismo y la codificación aparecieron estrechamente vinculados y se señalaba la necesidad de emprender estas tareas al mismo tiempo2, la inestabilidad política surgida después de la Independencia retardó la creación de un sistema jurídico independiente, perdurando en la práctica penal
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
1. Fue en Francia donde la codificación, producto de la Revolución, cambió de manera más radical la faz del derecho al promover su identificación con los nuevos códigos. Antonio Manuel Hespanha, Cultura Jurídica Europea. Síntesis de un milenio (Madrid: Tecnos, 2002). Para un análisis del proceso de codificación Argentina véase: Víctor Tau Anzoátegui, La codificación penal argentina. 1810-1870, Mentalidad social e ideas jurídicas (Buenos Aires: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, 1977); Víctor Tau Anzoátegui, Las ideas jurídicas en la Argentina (siglos XIX-XX) (Buenos Aires: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Editorial Perrot, 1987). 2. Para la relación entre las constituciones y los códigos véase: Eduardo Zimmermann, “Law, Justice and State Building in NineteenthCentury Latin America”, en Essays in the History of Judicial Institutions in the Nineteenth Century Latin America, ed. Eduardo Zimmermann (London: Institute of Latin American Studies and University of London Press, 1999).
102
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
3. Entre estos ordenamientos perduró especialmente La séptima partida de Alfonso el Sabio. Osvaldo Barreneche, Dentro de la ley todo. La justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno de la Argentina (La Plata: Del Margen, 2001). 4. Mario Nilve, “El proyecto de Tejedor en el derecho patrio argentino”, Revista Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene 7 (19551956): 57-64; Carlos Básalo, “La codificación penal provincial argentina, 1876-1886”, Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene 34 (1998): 125-222. 5. Estas distinciones legales no eran tan fáciles de hacer en la práctica, por lo cual las causas que implicaban una agresión sexual física fueron caratuladas indistintamente de violación y/o estupro. Fue considerado el rapto únicamente cuando también implicaba la agresión sexual en el sentido de la penetración o de su intento. 6. Código Penal de la Provincia, Ley número 1140, en Federico Ketzelman y Rodolfo De Souza, comps., Colección completa de leyes del estado y provincia de Buenos Aires desde 1854 a 1929 (Buenos Aires: Lex, 1930), 454. 7. Código Penal de la Provincia, Ley número 1140. La pena fija por estupro era de dos años de prisión, elevándose a tres si el agresor era la persona que ejercía autoridad. Por violación se fijó en 3 años en mujer honrada y en caso de ser la víctima menor de 12 años, se determinó en seis años, pudiendo subir a ocho años si resultare alteración grave para la salud. Arts. 252 a 259. En Federico Ketzelman y Rodolfo De Souza, comps., Colección completa de leyes, 454-455. 8. Nos referimos específicamente a trabajos realizados por los especialistas del derecho en sus tratados de derecho penal. Por ejemplo, Carlos Fontán Balestra, Derecho penal (Buenos Aires: Abeledo Perrot, 1974).
los múltiples ordenamientos legales provenientes de la metrópoli3. Sólo entre los años 1877 y 1892, varias provincias, amparándose en la potestad que les daba la Constitución Nacional de dictar códigos propios mientras no lo hiciera la nación, sancionaron su propio código penal sobre la base de un proyecto que había sido elaborado una década antes para la nación. La finalidad era sustituir una legislación cuyas penas no se correspondían con el principio de castigo civilizado, reducir la incertidumbre penal y fijar la acción del juez a la letra de la ley4. En este trabajo nos detendremos en el análisis de un tipo específico de hechos ilícitos definidos por el nuevo corpus jurídico bajo la denominación de “delitos contra la honestidad”. Si bien se encuadran en esta categoría el rapto, el adulterio, la violación y el estupro, nos centraremos específicamente en estos dos últimos dada la gravedad de la agresión sexual5. La ley determinaba la violación “cuando empleando violencia física o amenazas de un peligro inminente y actual para el cuerpo o la vida, se obliga a una mujer honrada a sufrir la aproximación sexual contra su voluntad”6. Las modalidades contempladas tenían lugar cuando la víctima se hallara privada de razón o sentido por narcóticos y otros medios empleados al objeto, y cuando fuera menor de doce años cumplidos. El estupro suponía el acceso carnal en una mujer virgen entre 12 y 20 años, logrado sin ninguna forma de violencia, empleando la seducción por su total inexperiencia7. Los estudios que se detienen en los delitos sexuales en el período en que entró en vigencia el primer código penal en la Provincia, se centran en la estructura y normativa de la ley8. En este trabajo pretendemos ir más allá, por lo cual abordamos los archivos judiciales con el objetivo de ver la aplicación e interpretación que de la ley hicieron los jueces, sus múltiples dimensiones y el funcionamiento de la justicia. Por tal razón incluimos en el período de estudio los primeros años que siguen a la sanción del Código Penal nacional en el año 1886, con el objetivo de apreciar el impacto de las reformas de este corpus en la administración judicial. Lo anterior nos ha permitido advertir aspectos que han pasado desapercibidos en relación con la nueva ley penal: su inaplicabilidad y el área de tensión y negociación que hay detrás de un aparente e inmóvil
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
entramado normativo, en un período en cual, si bien el derecho se había sistematizado, aún dejaba espacio para la interpretación9. El marco elegido para el análisis de estos delitos es el centro y sur de la Provincia de Buenos Aires, que concentraba los mayores recursos económicos y demográficos del país. Nos detendremos en los expedientes criminales de uno de los cuatro departamentos judiciales en que se había descentralizado la justicia: el del sud10. Cabe señalar que la población rural de nuestro espacio de estudio sufrió en la década de 1880, a raíz de la eliminación de la frontera con el indígena y la diversificación 9. Este artículo profundiza en algunos aspectos analizados en un trabajo productiva, un acelerado proceso anterior, especialmente en relación con las transformaciones que la ley de crecimiento, contexto en el que introdujo en la administración de la adquirió centralidad la afluencia justicia letrada en el período posterior a 1886: Yolanda de Paz Trueba y masiva de inmigrantes, pasando de Gisela Sedeillán, “Las mujeres ante 526.581 habitantes en el año 1881 a los estrados de la justicia. Agresiones sexuales en la campaña centro sur 921.168 en 189511. Su población se bonaerense a fines del siglo XIX”, en caracterizó a lo largo del siglo por Actas de IV Jornadas Espacio, Memoria e Identidad, coords. Beatriz Dávila una alta tasa de masculinidad, relaet al. (Rosario: Centro de Estudios tiva escasez de mujeres en edades “Espacio, Memoria e Identidad”, Universidad Nacional de Rosario, UNR nupciales y fuerte movilidad de la Editora, 2007). Inscribimos el mismo mano de obra. El sur de la Provincia en la renovación historiográfica producida desde finales de la década estaba compuesto por extensos de 1980 en el campo de los estudios territorios escasamente poblados, legales, en el cual se aborda la ley desde el universo de la historia social, siendo una característica permaintelectual, política y cultural de nente la labilidad institucional. América Latina. Véase, por ejemplo, la edición de Eduardo Zimmerman, Esto llevó a que en el transcurEssays in the History of Judicial so del período tratado el Estado Institutions. También Carlos Aguirre y Robert Buffington, eds. Reconstructing dictara diferentes políticas con obCriminality in Latin America jeto de materializar una presencia (Wilmington: Del Scholarly Resources, 2000); Ricardo D. Salvatore, Carlos efectiva, como fue la creación de Aguirre y Gilbert M. Joseph, eds. Crime nuevos poblados, el reconocimienand Punishment in Latin America. Law and society Since Colonial Times to legal de los ya existentes y la (Durham y London: Duke University consecuente instalación de sus rePress, 2001). Específicamente para el contexto argentino, Sandra Gayol y spectivas autoridades. No obstante, Gabriel Kessler, Violencias, justicias y a pesar del crecimiento acelerado delitos en la Argentina (Buenos Aires: Manantial y Universidad Nacional de General Sarmiento, 2002); Juan Manuel Palacio y Magdalena Candioti,
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
103
Justicia, política y derechos en América Latina (Buenos Aires: Prometeo, 2006). 10. La descentralización de la justicia en la Provincia se había dado desde el año 1854, a partir del cual se fueron creando departamentos judiciales con un juzgado del crimen, que ejercían jurisdicción sobre un determinado número de partidos. El departamento judicial del sud comprendía los partidos de Tres Arroyos, Juárez, Necochea, Lobería, Balcarce, Gral. Pueyrredon, Mar Chiquita, Ayacucho, Arenales, Rauch, Pila, Vecino, Maipú, Tuyu, Ajo, Tordillo, Dolores, y Castelli. Juan Carlos Corbetta y Maria del Carmen Helguera, La evolución del mapa judicial de la Provincia de Buenos Aires, 1821-1984 (La Plata: Departamento Histórico Judicial, 1984), 13-14. Nos detuvimos en 40 causas por violación y/o estupro de un total de 52 causas conservadas en el juzgado analizado. La metodología utilizada se inscribe en la perspectiva desarrollada por otros estudios; por ejemplo, véase: Osvaldo Barreneche, Dentro de la ley todo. Se analizaron las diversas etapas en que consta la producción del expediente judicial. Éstas constaban de la información sumaria a cargo del juzgado de paz, que consistía en las primeras declaraciones de los testigos, del imputado y la recolección de pruebas, la cual se enviaban a la justicia del crimen. La indagatoria del imputado; los procedimientos seguidos en la recolección de evidencias; la confesión del imputado; la interpretación jurídica del caso a cargo del fiscal y el abogado defensor en los alegatos; la evaluación final del caso en la sentencia en primera y segunda instancia. 11. Sobre datos que no se refieren a la población de la ciudad de Buenos Aires, sino únicamente a la población rural, consultar a Eduardo Miguez, “Política, participación y poder. Los inmigrantes en las tierras nuevas de la Provincia de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX”, Estudios Migratorios Latinoamericanos 6-7 (1987), 349.
104
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
12. Sobre las transformaciones económicas en el período tratado: Hilda Sábato, Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: la fiebre del lanar (1850-1890) (Buenos Aires: Sudamericana, 1989). 13. Ya desde el período colonial estos delitos eran los más frecuentes: Pedro Yanzi de Ferreira, “Los delitos de orden sexual: violencia, incesto y estupro en la jurisdicción de Córdoba del Tucumán (siglo XVIII)”, Cuaderno de Historia del Derecho, Instituto de Historia del Derecho y de las Ideas Políticas Roberto I. Peña 15 (2006), 28-45. Sobre el concepto de honor en la Argentina véase: Sandra Gayol, Sociabilidad en Buenos Aires, hombres, honor y cafés 1862-1910 (Buenos Aires: del Signo, 2000). 14. Para Puerto Rico: Eileen J. Findlay, “Courtroom tales of sex and honor: rapto and rape in late nineteenthcentury Puerto Rico”, en Honor, Status, and Law in modern Latin America, eds. Sueann Caulfield, Sarah C. Chambers y Lara Putnam (Durham: Duke University Press, 2005), 201222. En Venezuela: Arlenne Díaz, “Women, Order and Progress in Guzman Blanco’s Venezuela, 18701888”, en Crime and Punishment in Latin America, eds. Ricardo D. Salvatore, Carlos Aguirre, Gilbert M. Joseph, 56-82. 15. En provincias del sur argentino, las denuncias provienen sólo de hombres indios; parece que los criollos buscaban otra forma de reparación del daño ocasionado. Elba Argeri, De guerreros a delincuentes. La desarticulación de las jefaturas indígenas y el poder judicial. Norpatagonia 1880-1930 (Madrid: Colección Tierra Nueva e Cielo Nuevo, 2005). 16. Yolanda de Paz Trueba y Sedeillán Gisela, “Las mujeres ante los estrados”. 17. Artículo 266 del Código: Federico Ketzelman y Rodolfo De Souza, Colección completa de leyes.
de la población y de las transformaciones económicas, parte de esta región mantuvo sus características típicamente rurales12. Importante es destacar la existencia de una baja proporción de expedientes judiciales por violación y estupro, en relación con los de homicidio o heridas que eran los más frecuentes. Es posible que no represente el universo real de casos dado que la denuncia exponía la honra y el pudor de las víctimas13. Estas causas están protagonizados en su mayoría por mujeres menores de 12 años y al igual que en otros contextos latinoamericanos como Puerto Rico o Venezuela, los denunciantes provienen en su mayoría de los sectores populares14 y son tanto hombres como mujeres al margen de su nacionalidad y condición étnica15. Varias razones primaban para dirigirse a la justicia a hacer público el hecho: el deseo de protección de madres e hijas frente al abuso sexual de un padre, y también el fuerte anhelo de castigo como una medida reparadora16. Cabe preguntarse ahora si la instancia judicial se constituyó en un ámbito propicio para que estas demandas tuvieran éxito. 1. La interpretación del artículo 266 del Código Penal de la Provincia y el contexto de su aplicación
Cuando entró en vigencia la nueva ley penal, se limitó la acción del Estado en estos delitos porque su letra determinaba claramente que sólo podía iniciarse la causa “por acusación o instancia de la interesada, o de la persona bajo cuyo poder se hubiere hallado cuando se cometió el delito”, a excepción de una impúber que no tuviera padres ni guardadores; en tal caso podía acusar cualquier persona17. Esto respondía al derecho que la ley concedía a la víctima de proteger su intimidad personal y el decoro de la familia18, sentido al que los jueces adhirieron por considerar que “en muchos casos; por castigar el delito, a mas del 18. Nota explicativa del artículo 266: Carlos Tejedor, Proyecto del Código sufrimiento de la víctima viene a Penal para la Republica argentina ser reagravado con la publicidad de trabajado por encargo del Gobierno Nacional, Tomo II (Buenos Aires: hechos e investigación de pruebas Imprenta del Comercio del Plata, en las que puede padecer la hon1867), 333. estidad o la moral de la misma”19. 19. Juzgado del Crimen del Departamento También los jueces interpretaron Sud, Dolores (Argentina), sección penal, expediente paquete 67, orden número 10, año 1881. En adelante: Juzg. Dto. Sud (67/10), 1881.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
105
que la denuncia no era suficiente para impulsar obligatoriamente el proceso judicial de oficio, debiendo la parte ofendida tomar parte en el proceso como querellante y participar de todas las instancias procesales exigidas para que el imputado pudiera ser penalizado, permitiéndosele, asimismo, renunciar al ejercicio de la acción si lo considerara necesario20. Hasta el momento de entrar en vigencia esta ley no existía jurisprudencia formada en relación a la titularidad de la denuncia y la regulación del procedimiento. Dado que la codificación implicaba la uniformidad en la interpretación legal como criterio de una correcta administración judicial, estas restricciones pasaron a ser requisitos exigidos en la práctica judicial21. Sin embargo, éstas no pueden ser únicamente entendidas como el producto de una 20. Estos delitos pasan a ser privados; aplicación literal de la ley, pues la codificación implicó ciertas dosis así se denomina su procedimiento a de elecciones de interpretaciones en las que subyacían valores y diferencia de los de instancia privada en los cuales la denuncia vasta para prejuicios22. En este sentido, si por un lado se asignaba el derecho el procedimiento de oficio. Sobre a la víctima de resguardar su intimidad, por otro también se le este punto puede consultarse: Carlos Creus, Derecho Penal, Parte general imponían deberes jurídicamente nuevos con el objetivo de prote(Buenos Aires: Astrea, 2006). En el 23 ger al imputado de la falsa calumnia . Estos deberes demostraron período virreinal el desistimiento no implicaba la interrupción del proceso, su inaplicabilidad, por lo cual merece que nos detengamos en el al respecto Pedro Yanzi de Ferreira, contexto de su aplicación. “Los delitos de orden sexual”. “Le diré al publico que el es la causa de toda nuestra desgra21. La Cámara de Apelaciones alegaba cia”, eran las palabras que escribía Jerónima Díaz a su hermana que si bien estas restricciones estaban en la legislación anterior, “el código al confirmar que su padre, con quien vivía en el campo en ausenpenal ha venido a dar forma a este cia de su madre fallecida, había comenzado a abusar sexualmente principio sancionando expresamente la prohibición de proceder de oficio”. de su hermana menor y de su prima, tal como lo había hecho con Juzg. Dto. Sud, (44/3), 1877. ella por años. Limitada para entablar la denuncia en el juzgado de 22. Véase: Pierre Bourdieu, Poder, paz por carecer de medios de movilidad para acercarse al poblado, derecho y clases sociales (Lisboa: aprovechó que un hombre pasó por el campo en momentos que el Desclee de Brouwer, 2001), 184-185. También, Elisa Speckman, Guerra, padre no se encontraba, para entregarle una carta para el juez de crimen y castigo. Legislación penal, paz en la que le solicitaba auxilio. Sin respuestas ante la misma, interpretaciones de la criminalidad y administración de justicia (Ciudad pudo finalmente dirigirse en persona ante la autoridad local, al de México, 1872-1910) (México: El haberle facilitado su padre un caballo para visitar a su hermana Colegio de México Centro de Estudios Históricos; Universidad Nacional enferma. Ésta, al igual que Jerónima, declaró también haber sido Autónoma de México, Instituto de violada cuando era menor y pidió “que se aplique la ley a su padre Investigaciones Históricas, 2002). que las ha perdido deshonrándolas sin compadecerse de su debili23. Sobre la interpretación de los juristas dad de su inocencia de que eran hijas y su sangre de su mujer”24. de la ley penal en este período: Abelardo Levaggi, “La interpretación La justicia de paz era una institución creada en el año 1821 en del derecho en Argentina, en el siglo cada parroquia o pueblo rural de la campaña, constituyéndose en XIX”, Revista de Historia del Derecho Ricardo Levene 7 (1980).
24. Juzg. Dto. Sud, (49/10), 1878. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
106
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
la única autoridad judicial intermediaria con el Estado hasta el año 1854, en que se crearon los juzgados del crimen, letrados y rentados. La administración de la justicia se apoyaba en la interacción de la justicia del crimen con la de paz, depositándose en esta última la responsabilidad de sustanciar el sumario y remitirlo al juzgado del crimen respectivo encargado de la penalización de los delitos graves como los aquí tratados25. La justicia de paz era de carácter vecinal, los jueces de paz eran reclutados entre los mismos vecinos notables de la localidad, su cargo no era rentado y la presencia de vecinos testigos suplía en la práctica judicial la ausencia de escribanos, fiscales y abogados26. Sus criterios de procedimientos no estaban aún regidos por tecnicismos legales, ni se había internalizado en sus prácticas los presupuestos provenientes de la escuela de derecho clásica centrados más en el delito que en el delincuente27. Así, ciertos criterios sociales y no legales como la reputación del imputado y/o del denunciante en el medio local determinaban, en más de una ocasión, la credibilidad de una denuncia y la formación del sumario sin tener en cuenta las restricciones legales en cuanto 25. Véase nota número 10. a su titularidad. De igual manera procedía la policía, que aún es26. Véase: Juan Carlos Garavaglia, Poder, taba lejos de conformar una burocracia profesional. Así es como conflicto y clases sociales. El Río de la Plata, XVIII-XIX (Rosario: Homo un comisario informaba que ante la denuncia, “por persona caracSapiens, 1999); Raúl Fradkin, “La terizada”, según sus propias palabras, de que un vecino del lugar experiencia de la justicia. Estado, propietarios y arrendatarios en la tenía un hijo con su propia hija y había intentado violar a su otra campaña bonaerense”, en La fuente hija, había decidido proceder a la detención del imputado y a la judicial en la construcción de la memoria (Mar del Plata: Departamento averiguación del hecho, acciones avaladas por la justicia de paz, y Histórico Judicial, Universidad prosiguió el sumario enviándolo a la justicia del crimen28. Nacional de Mar del Plata, 2001). Para nuestro período: Juan Manuel Los jueces del crimen llamaban la atención a los jueces de paz Palacio, La paz del trigo. Cultura por las irregularidades cometidas en relación con la iniciación de legal y sociedad local en el desarrollo agropecuario pampeano. 1890-1945 la causa. Encargados de dictar todas las medidas que consideraran (Buenos Aires: Edhasa, 2004). Sobre la necesarias para la averiguación tanto del hecho como de su autor, justicia de paz como un espacio que apela a la justicia tradicional en otro exigirían a los jueces de paz que quienes efectuaran la denuncia fucontexto como México, véase: Daniela eran sólo aquéllos a quienes la ley habilitaba, y también que éstos Marino, “El juzgado conciliador en la transición jurídica. Huixquilucan tomaran parte en el proceso como querellantes. Sin embargo, las (estado de México), siglo XIX”, en De víctimas, por su condición socioeconómica, se encontraron imponormas y transgresiones. Enfermedad y crimen en América Latina (1850-1950), sibilitadas de emprender cualquier acción que no fuera más allá de eds. Claudia Agostoni y Elisa Spekman la denuncia en el juzgado de paz. Guerra (México: Univ. Autónoma de México, 2005). La realidad de las víctimas se correspondía con aquélla que parece haber caracterizado a la mayor parte de los habitantes de la 27. Sobre las características de la escuela clásica del derecho penal: campaña rural. Era común que en las mujeres recayera la responAlessandro Baratta, Criminología sabilidad y crianza de los hijos por la ilegitimidad de nacimientos crítica y crítica del derecho penal (México: Siglo XXI, 1991).
28. Juzg. Dto. Sud, (97/9), 1886. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
107
en un contexto caracterizado por la flexibilidad de los patrones sexual, conyugal y familiar, o a causa de la prolongada ausencia paterna por razones laborales. Formaban parte de esas “familias” que no siempre se correspondían con el modelo patriarcal preconizado por la Iglesia y el Estado29. Sus miembros eran en su mayoría de escasos recursos, los hombres se desempeñaban en las tareas de campo como jornaleros y las mujeres también tenían una importante función en la unidad doméstica, aun cuando existiera un hombre al frente del hogar. Ante una agresión sexual, la víctima o su familia, si querían reparación mediante la pena, debían tomar parte en el proceso trasladándose a la sede del juzgado del crimen del departamento sud, situado en algunos casos a más de 300 km de distancia, dependiendo de la ubicación del partido donde fuera cometido el delito. Esto traía aparejado el abandono durante días de las tareas laborales y además, para aquellas mujeres solas, dejar a sus hijos a cargo de un tercero. Con más razón cuando para algunas de estas víctimas tampoco era fácil acercarse al juzgado de paz a denunciar la agresión sexual. Así, una madre viuda que se encontraba a 20 leguas del poblado manifestó que para prestar declaración por la violación de su hija en el juzgado de paz había tenido que abandonar su casa y hacer un largo viaje 29. Sobre las diferentes formas de a caballo, por lo cual desistía de cualquier acción legal30. A estos familia en la campaña bonaerense: obstáculos de distancia se sumaba la implicancia que tenía para José Mateo, “Bastardos y concubinas. La ilegitimidad conyugal y filial en las víctimas, en su mayoría analfabetas, de verse obligadas a dila frontera pampeana bonaerense rigirse a la justicia del crimen, un ámbito donde se desconocían (Lobos, 1810-1869)”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y los procedimientos legales que debían efectuarse, y que estaba Americana Dr. Emilio Ravignani 13 despojado de la cotidianeidad de la justicia de paz en donde (1996); José Luis Moreno, “Sexo, matrimonio y familia: la ilegitimidad la condición de vecino permitía aun apelar a una red de relaen la frontera pampeana del Río de la ciones importantes en la resolución de los pleitos31. Al no poder Plata, 1780-1850”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. asumir en primera persona su propia representación, se veían Emilio Ravignani 16-17 (1997-1998): en la necesidad de costear un patrocinante, lo que no podían 61-84; José Luis Moreno, Historia de la Familia en el Río de la Plata (Buenos efectuar por su falta de recursos32. Aires: Sudamericana, 2004). En tal sentido, cuando la justicia de paz notificaba a las vícti30. Juzg. Dto. Sud, (109/10), 1886. mas que por orden del juzgado del crimen debían presentarse en Ejemplo similar en (54/2), 1879, la sede de ese juzgado en un término no mayor de 9 días a forentre otros. malizar la acusación, manifestaban su imposibilidad más que un 31. Véase: Juan Carlos Garavaglia, desistimiento. El padre de una menor alegó “Pobres y ricos: cuatro historias “que sus deseos son mostrarse parte en la causa, fin de demostrar ante quien corresponde la gravísimos que está sufriendo, y los sinsabores que este asunto le acarrea y pedir, en cuanto fuese posible, su reparacion; pero que se abstiene
edificantes sobre el conflicto social en la campaña bonaerense (1820/1840)”, en Poder, conflicto y clases sociales, 29-56. Para el período tratado: Juan M. Palacio, La Paz del trigo.
32. Yolanda De Paz Trueba y Gisela Sedeillán, “Las mujeres ante los estrados”. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
108
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
de hacerlo por carecer completamente de recursos y de relaciones, y que por lo tanto se halla en el caso de esperarlo todo del ministerio público”33.
Sin embargo, estas manifestaciones no eran suficientes para que se procediese de oficio. Independientemente de las pruebas sobre la criminalidad del imputado o de médicos que manifestaran, como en el caso de una menor, ser uno de los “mas tristes […] que pueden presentarse a la practica y donde conocida su causa no puede uno menos que condenar con la mas dura pena”34, los imputados fueron sobreseídos, porque la parte ofendida no tomó parte en el proceso. Los inconvenientes dados con la nueva interpretación penal podían ser salvados siempre que se solicitara formalmente por escrito la prosecución de la causa, lo cual raramente sucedía, pues la acción de las víctimas no iba más allá de la denuncia en el ámbito local. La acción emprendida por Francisco Grande es más bien la excepción, cuando se le notificó que debía comparecer en el término de 9 días ante el Juzgado del Crimen bajo apercibimiento de que caso contrario se pondría en libertad al acusado, manifestó que “de ninguna manera permitiría quede impune el delito que ha dado origen a esta causa, y sobre el cual tengo pedido se aplique al reo la pena que la ley impone”. Destacó la imposibilidad de presentarse a tomar parte en dicho Juzgado por la “condición precaria de fortuna, en que no cuento con mas recursos que el escaso salario de jornalero para suvenir al sustento de mi familia como a las necesidades de mi persona; por otra parte la circunstancia de tener mi residencia en un punto de la campaña situada a larga distancia de esta ciudad. Colocado en esta situación, sin recursos para costear las erogaciones de un juicio, no admito por eso que el reo haya de quedar exonerado de todo castigo, y menos que tal sea la verdadera interpretación que deba darse al artículo 266 del Código Penal. Esta disposición lo único que ha diferido a la acción de la parte interesada es el proceder a formar causa por los delitos a que se refiere, pero no prescribe que cuando exista ya esa causa formada sea también la misma acción indispensable para proseguirla hasta obtener el castigo del delincuente” […] “el castigo puede y debe reclamarse por el ministerio público, sea que el interesado quiera o no continuar mostrándose parte en el juicio. Además de esto, la accion privada que segun la misma disposicion se exige, queda ejercitada por la simple instancia que el interesado hiciera, pidiendo ante el juez competente el castigo del delito”35. 33. Juzg. Dto. Sud, (68/8) ,1880. 34. Juzg. Dto. Sud, (84/12) ,1883. 35. Se penalizó al imputado a seis años de prisión. Juzg. Dto. Sud, (67/10),1881. Entre comillas trascrito de manera textual.
La crítica que formula el escrito de Grande a la interpretación legal, escrita por un asesor, dado que él era analfabeto, también discurría entre los defensores, fiscales y jueces letrados al comienzo de
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
109
la aplicación de esta normativa. Al sancionarse el Código Penal, el fiscal y el defensor de menores mostraron disidencias con esta interpretación procesal, considerando que cuando estos hechos trascendían el ámbito familiar tomando estado público debían ser castigados, siendo la denuncia suficiente para salvar la prohibición legal del procedimiento de oficio36. Sin embargo, se sentó jurisprudencia con la interpretación dada no bien entró en vigencia el Código Penal, uniformándose la práctica jurídica en el sentido indicado. Todos los intentos de los defensores de menores para presentarse como querellantes con el objetivo de que no se liberara al imputado fueron infructuosos, a excepción del menor que no tuviese familia, o que fuese el padre o tutor el imputado37. Aunque la práctica judicial se vio constreñida con la nueva interpretación legal, el análisis del procedimiento judicial en su conjunto nos advierte que no existió la misma restricción de la acción del juez en relación con la sustanciación sumarial. Pues por más que la interpretación impedía formar causa por los delitos expresados, los jueces no siempre interrumpían el proceso de forma inmediata, solicitando como primera medida que la parte ofendida participara como querellante. Si bien es cierto que rara vez avanzaban las causas hasta llegar a la instancia de sentencia, también lo es que el proceso proseguía en muchos casos emitiéndose oficios para salvar las irregularidades en la sustanciación sumarial, averiguar la responsabilidad del imputado o reiterar pedidos de notificación a la familia, a pesar de 36. Ver: Juzg. Dto. Sud, (61/1), 1879. Sobre las disidencias manifestadas no considerarse la justicia obligada a provocar la acusación forpor el fiscal de otro tribunal, véase: mal. En ausencia de un código procedimental que restringiera Jerónimo Cortés, Vistas fiscales. Exposición en el carácter de fiscal sus movimientos, se alargaba la prisión preventiva del imputade la Cámara de Apelaciones de la do a causa de la morosidad que caracterizaba los procesos, pues capital, Tomo II (Buenos Aires: Imp. Europea, 1887). a diferencia de otros contextos como en el caso de Venezuela, éstos estaban imposibilitados de salir bajo fianza38. 37. Juzg. Dto. Sud, (49/10), 1878. En definitiva, a pesar de demostrar la interpretación legal de 38. Arlenne Díaz, “Women, Order and la normativa procesal su inaplicabilidad en el departamento juProgress”. dicial analizado, los jueces no se permitieron su modificación 39. En sesión 10/8/1883 de la Cámara por cauces prácticos. La falta de respuesta del Estado al interés de Diputados se alega que el juzgado federal de la nación ya del ofendido y la impunidad generada en estos crímenes llevaron había interpretado la denuncia en el año 1883 a que se propusiera su modificación en la legislacomo suficiente, dividiéndose por 39 consiguiente la jurisprudencia de tura . Sin embargo, su reforma no se concretó dada la lentitud los Tribunales. Diario de Sesiones que caracterizaba el tratamiento de las reformas legislativas, de la Cámara de Diputados (Buenos Aires: Imprenta Oficial, 1883): 406. cuyos tiempos no se correspondían con las urgencias y necesiTambién hace referencia a esta dades de los pobladores. Por tal razón las víctimas debieron división el jurista Rodolfo Rivarola, Exposición y crítica del Código Penal de la República Argentina, Tomo II (Buenos Aires: Lajouane, 1890).
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
110
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
esperar hasta la sanción del Código Penal nacional en el año 1886, para ver concretada la modificación de la ley40. 2. Las reformas del Código Penal nacional El Código Penal de la nación fue formulado sobre la base del código vigente adoptado por la mayoría de las provincias como propio. Los cambios que introdujo en la mayoría de los delitos fue el aumento de la penalidad como también una mayor flexibilidad en su aplicación, al establecer un máximo y un mínimo en los que podía moverse el juez para penalizar. Lo anterior respondía al propósito perseguido de dar mayor amplitud para apreciar las circunstancias que rodeaban el hecho criminal. En lo que respecta a los delitos aquí analizados, el cambio más importante residió en haberse modificado la ley con el fin de que la denuncia pasara a ser suficiente para impulsar obligatoriamente el procedimiento de oficio41. El análisis de los expedientes posibilita apreciar que la reforma del procedimiento perseguía el objetivo de que se pudiera hacer efectivo mediante la penalización la apelación que venían efectuando las víctimas a la justicia en demanda de castigo al agresor, pues sin ella el aumento de la penalidad carecía de sentido práctico. De suerte que la reforma no puede interpretarse únicamente en el interés del Estado de obtener mayor ingerencia 40. De los 29 casos existentes entre el en la esfera privada, dado que la ley continuó depositando en la período que va del año 1878 a 1887 víctima, los padres o su tutor, el derecho de decidir la solicitud de fueron analizados 22 casos, de los cuales sólo uno fue penalizado; el intervención de la justicia. resto terminó en sobreseimiento El análisis de la administración judicial evidencia que en depor no tomar parte la víctima en el proceso. terminados casos la Cámara de Apelaciones interpretara de una manera más flexible las restricciones que aún permanecían con 41. La modificación del Código nacional en el delito de violación fue la de relación a la iniciación de la causa. El propósito no era otro que el aclarar que se cometía cuando había de conciliar la ley con los intereses de las víctimas; de esta manera aproximación sexual aunque el acto no llegara a consumarse. En el delito la Cámara revocó un fallo en el que un juez sobreseyó a un imde estupro, el cambio residió en putado por la violación de una menor, por no haber efectuado la limitar la edad en que se presuponía la inexperiencia sexual de la víctima denuncia quienes estaban habilitados por la ley, o sea sus padres o entre 12 y 15 años. Art. 127 y 130. su tutor. Si bien era imposible que la denuncia la efectuara la maLa pena por estupro se fijó entre 1 y 3 años. En el caso de que el agresor dre por no encontrarse en la localidad donde se cometió el delito, fuera persona que ejerciera autoridad, ésta provenía de su círculo íntimo familiar; la había realizado un la pena de 3 años podía elevarse a 6 años. Por el delito de violación en hombre que se encontraba en la casa de la hermana de la víctima, mujer honrada podía elevarse de 3 a a quienes la menor relató la violación sufrida en el transcurso del 6 años de prisión, y si la víctima era menor de 12 años o casada, podía viaje en el que venía de visita; esta denuncia fue ratificada por la elevarse a 10 años de prisión, que en hermana de la menor. Estas razones subyacen en la consecuente caso de muerte ascendía a 10 y 15 años. Jerónimo Remorino, Anales de la legislación Argentina (Buenos Aires: La Ley, 1955), 389.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
111
interpretación que la Cámara dio a la ley con el fin de permitir que la causa prosiguiera para la averiguación de la responsabilidad del imputado. Así, interpretó que la menor había sido dada por la madre en guarda al imputado para el viaje, ante lo cual la ley penal permitía acusar a cualquier persona si el delito lo comete la persona a cuyo cargo estaba la menor42. Igualmente en otra causa por violación en la que el juez sobreseyó al imputado porque la denuncia había sido por citación policial y no de forma espontánea, la Cámara ordenó consultar a la víctima si en su declaración había hecho explícito su pedido de castigo; al contestar afirmativamente, revocó la sentencia llamando la atención del juez: “[…] es indispensable que, por lo menos, aparezca manifiesta la falta de acusación o denuncia, pues si de las circunstancias del caso resultara verosímil que alguna de aquellas existió, es deber del juez agotar los medios a su alcance, para su esclarecimiento, antes de que proceda al sobreseimiento del proceso y soltura del preso” […] “debió ordenar las medidas necesarias para esclarecer las dudas que surgían de los antecedentes expresados , y muy especialmente tratándose de un caso en que el delito imputado es no solo vergonzoso y repugnante, sino que importa una verdadera aberración porque para su comisión tiene que violentarse la propia naturaleza”43.
En definitiva, en determinados casos en los que el sumario elevado a la justicia del crimen arrojaba pruebas del hecho denunciado como para formular pedido de pena, la Cámara de Apelaciones intentó sutilmente conciliar las necesidades prácticas con la rigidez que se había dado en la interpretación del derecho positivo. El objetivo era terminar con la imposibilidad de otorgar la tutela eficaz, oportuna y expeditiva del derecho de las víctimas de obtener resarcimiento. Sin embargo, esto no implicaba la penalización de los imputados, sino sólo la posibilidad de ello, dado que la justicia también asignó derechos a quienes transitaban las instancias judiciales en calidad de imputados. Por tal razón nos detendremos en ver quiénes eran éstos y en qué consistía el proceso judicial. 3. “La
falta de prueba clara y concluyente, como la luz del medio día, para fundar una
acusación y una condena”44.
Los imputados en la mayoría de los casos analizados compartían la misma condición social que sus víctimas. Además, eran conocidos por vivir en la misma vecindad y algunos de ellos aprovechaban la hospitalidad de los pobladores en un contexto en el que la movilidad de la mano de obra generaba patrones de sociabilidad de
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
42. Juzg. Dto. Sud, (120/9), 1889. 43. Juzg. Dto. Sud, (125/8), 1890. 44. Palabras de un juez al dictar el sobreseimiento de un imputado por violación. Juzg. Dto. Sud, (125/1), 1890.
112
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
45. Sobre la vida en la frontera puede verse a Carlos A. Mayo, Estancia y sociedad en La Pampa, 1740-1820 (Buenos Aires: Biblos, 1995); Carlos A. Mayo, “La frontera; cotidianidad, vida privada e identidad”, en Historia de la vida privada en la Argentina, Tomo I (Buenos Aires: Taurus, 2000), y del mismo autor, Porque la quiero tanto. Historia del amor en la sociedad rioplatense (17501860) (Buenos Aires: Biblos, 2004); José Luis Moreno, Historia de la Familia en el Río de la Plata (Buenos Aires, Sudamericana, 2004). 46. El Código nacional continuaba tutelando el matrimonio y el honor de hombre más que la mujer en sí, lo cual explica las distintas penalidades en el caso de violación de una mujer, según fuera ésta casada, honesta, o prostituta. No se consideró la violación marital, y la exigencia de la condición de honestidad se mantuvo en el caso de estupro, elevándose la pena si la víctima era casada. En general, los códigos liberales de América mantuvieron estas tradiciones patriarcales. En Venezuela, Arlenne Díaz, “Women, Order and Progress”; en México, Elisa Speckman, Guerra, crimen y castigo; en Puerto Rico, Eileen J. Findlay, “Courtroom tales”. 47. Eileen J. Findlay, “Courtroom tales”; Elba Argeri, De guerreros a delincuentes; Yolanda de Paz Trueba y Gisela Sedeillán, “Las mujeres ante los estrados”. 48. Recién esta exigencia física se reemplazará por una condición moral en las reformas de 1903: Carlos Balestra, Derecho penal, 150. 49. Ha sido remarcada la importancia de esta estrategia por Sandra Gayol, “Ebrios y divertidos: la estrategia del alcohol en Buenos Aires, 1860-1900”, Revista Siglo XIX 13 (1993): 55-80.
carácter provisorio. Se beneficiaban, entonces, de la soledad del campo y de la situación de vulnerabilidad en que se encontraban las víctimas por las ausencias de los padres o esposos del hogar a causa de sus tareas agrícolas. Asimismo, el amancebamiento exponía en más de una ocasión también a los niños a situaciones de riesgo45. Al igual que en otros contextos latinoamericanos, los códigos liberales refrendaban valores tradicionales: un fuerte sesgo masculino y los simbolismos implícitos con respecto a la mujer, vista sobre todo como hija, madre y esposa ligada al hogar paterno o conyugal. El bien jurídico tutelado no era la integridad sexual sino la honestidad de la víctima que tenía una connotación que atañía de manera exclusiva a la sexualidad, a la castidad, al pudor, al recato femenino46. Estos discursos fueron utilizados permanentemente por los imputados a su favor47, quienes alegaban haber tenido relaciones consentidas y la falta de virginidad de sus víctimas, condición física que en el delito de estupro era una exigencia legal48. Los imputados que habían confesado el hecho recurrían, al igual que en otros crímenes, a la estrategia de la ebriedad para atenuar su responsabilidad penal49, y también cuestionaban la calidad de las pruebas, conocida su precariedad. Sus abogados se centraban aun en las normas procesales relacionadas con la iniciación del sumario, solicitando la nulidad de la causa cuando no se iniciaba por la denuncia espontánea de las víctimas, y, como ya dijimos, la justicia de paz no siempre respetó esta formalidad. Finalmente, también anclaban su estrategia defensiva en la insuficiente carga probatoria o la calidad de las pruebas periciales, las que terminaban jugando a su favor. En todo tipo de delitos, las pruebas que se adjuntaban en los sumarios elevados a la justicia del crimen se caracterizaban por su precariedad. Raramente se preservaba la escena del crimen para su análisis, y era común la falta de envío de pruebas materiales del hecho. En los casos de homicidio, aun los jueces del crimen recordaban a los jueces de paz que debían enviar el arma homicida, siendo común la ausencia del certificado médico o partida de defunción, por lo cual se contentaban con certificados bajo juramento de dos personas que pudieran constatar la muerte o las heridas. En
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
113
los delitos aquí analizados, las pruebas periciales adquirían mayor relevancia dada la común inexistencia de testigos presenciales del hecho. Sin embargo, la dificultad para acreditar el delito obedecía más a las irregularidades en que incurrían las autoridades en la reunión de estas pruebas que a la falta de inmediatez de la denuncia, tan necesaria para comprobar los signos de violencia que acreditaran el delito. Por ejemplo, en uno de los casos analizados la declaración de la víctima de haber quedado lastimada orinando sangre por algunos días, fue suficiente para que la justicia de paz elevara el sumario sin comprobar el delito de violación por informe médico50. Los informes médicos eran necesarios cuando el imputado negaba cualquier participación mediante el uso de violencia y, además, no existían testigos inmediatos del hecho. Sin embargo, algunos de tales informes no eran emitidos ni tan siquiera por facultativos, tenían errores y volcaban una información muy elemental, lo que impedía disipar las dudas sobre la responsabilidad del imputado. Por ejemplo, en la causa de violación de una menor, ésta declaró haber sido violada en el trayecto de un viaje de aproximadamente un día, en el que el imputado la traía a la casa de su hermana. El informe médico comprobó las contusiones de la menor y su desfloración, considerando, asimismo, que debió haber sido violada “unas 24 horas antes del reconocimiento”. Esta opinión fue determinante para que el fiscal pidiera el sobreseimiento por no arrojar la certeza de que la violación hubiera sucedido necesariamente en el viaje y no horas antes de su salida. El juez, aun a pesar del antecedente desfavorable que tenía el imputado de la denuncia de violación de una hija, falló de acuerdo con el fiscal. En definitiva, los jueces requerían de los médicos una precisión en sus informes que era difícil de brindar, por lo cual ante la duda se terminaba favoreciendo al imputado51. Además de la precariedad en la carga probatoria jugaron a favor del imputado ciertas valoraciones sociales en cuanto a la conducta de la víctima, que al igual que en otros contextos, exigían de la mujer 50. Juzg. Dto. Sud, (78/7), 1882. un comportamiento de acuerdo con las reglas morales asignadas52. 51. Juzg. Dto. Sud, (120/9), 1889. Como dice Argeri, existía un entramado ideológico interpretativo a partir del cual los jueces leyeron las leyes y entendieron que las 52. El Código nacional continuaba tutelando el matrimonio y el honor víctimas podían haber sido responsables del hecho53. Por ejemplo, de hombre más que la mujer en sí, lo aun a pesar de considerar la ley que aquél que tuviera acceso carnal cual explica las distintas penalidades en el caso de violación de una mujer, en mujeres menores de 12 años cometería delito de violación, por según fuera ésta casada, honesta, estar aquéllas incapacitadas para comprender el sentido del acto por o prostituta. No se consideró la violación marital y la exigencia de la su total inexperiencia54, la edad no fue siempre condición suficiente condición de honestidad se mantuvo para acreditar la tipicidad del delito. Así, en un caso de violación de en el caso de estupro, elevándose la pena si la víctima era casada. una menor de 9 años, la Cámara aprobó el sobreseimiento por no existir prueba “clara como la luz”, alegando además que 53. Elba Argeri, “De guerreros a delincuentes”, 252.
54. Carlos Creus, Derecho penal. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
114
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
“no es creíble que a esa edad la menor tiene nueve años y una criatura que andaba en la calle todo el día, como dicen algunos testigos, no pudiera dar explicaciones sobre el modo como se consumo el hecho. Si la aproximación sexual se hubiera llevado a cabo la menor ha debido sentir fuertes dolores, y no algo que le hacia daño como ella declara”55.
Tales valoraciones también tornaban incomprensible la tardía denuncia de estos delitos. Así en un caso de incesto en que una madre declaró que notó que su esposo hacia vida marital con su hija “y que ha seguido haciendo lo mismo a su presencia que descubierto esto su misma hija le dio cuenta de lo que sucedía con su padre” […]. “con motibo de encontrarse su esposo ausente en la fecha había podido escapar con su hija pidiendo caballo a un vecino para venir a dar cuenta de lo que sucede que si antes no lo ha hecho ha sido porque su esposo la tiene prohibido salga a ninguna parte y le tiene amenazada de quitarle la vida siempre que descubriese este hecho”56.
La menor había declarado no haber contado el hecho por miedo. Un vecino afirmó que una noche sintió gritos de la mujer que pedían socorro porque el imputado le había dado golpes, echándola de la cama y quedándose en ella con su hija. Sin embargo, el juez manifestó en la sentencia “la tardía denuncia un año después del hecho imputado y la mala vida que les daba hace sospechar de la sinceridad de las declaraciones. Después de tanto tiempo transcurrido, cuando no ha podido constatarse la existencia de signos de violencia, la denuncia por si sola no puede servir de base para condenar57”. La Cámara apoyó las consideraciones del juez, alegando además que “las denunciantes han debido probarla aunque mas no fuera por presunciones o indicios, que siendo concordantes y precisos hicieran plena prueba58. No podemos, sin embargo, dejar de considerar las pocas causas que terminaron con una sentencia condenatoria59. Ellas demuestran que el informe médico que acreditara la violación no era decisivo para penalizar si existían otras pruebas que avalaban el hecho denunciado. Así, en una causa por rapto y violación de una joven soltera, la responsabilidad criminal del imputado se comprobó por las declaraciones de un testigo que fue el 55. Juzg. Crimen Dto. Sud, (121/4), 1890. que acogió a la madre y hermano de la víctima, quienes huyeron 56. Juzg. Dto. Sud, (125/1), 1890. al momento del rapto de la menor y, además, por el informe del juez de paz que acreditó la honestidad de la víctima por vecinos 57. Juzg. Dto. Sud, (125/1), 1890. “antiguos e importantes.” Estas declaraciones bastaron para deter58. Juzg. Dto. Sud, (125/1), 1890. minar que no había existido consentimiento como había alegado 59. Sólo fueron penalizadas tres de las 18 causas analizadas en el período que va de 1887 a 1892. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
115
el imputado, sin la necesidad de comprobar la virginidad anterior al hecho60. En otra causa por violación a mujer casada, el informe médico sólo se remitió a constatar las contusiones en su cuerpo; sin embargo, el imputado fue penalizado por arrojar serias presunciones sobre su culpabilidad: la violación del domicilio, las contradicciones en que incurrió como también las declaraciones de los testigos que escucharon los gritos proferidos por la víctima las que hicieron presumir que no había existido otro móvil al violentar el hogar que el de la violación61. Por el contrario, en otro hecho de iguales características denunciadas por la víctima, la ausencia de testigos, la tardía denuncia de la víctima, la declaración no contradictoria del imputado negando cualquier participación, y las irregularidades de las autoridades por no haberse constatado la violencia en la cerradura de la puerta ni efectuar un informe pericial en la víctima, fueron antecedentes decisivos que, ante la duda, determinaron el sobreseimiento62. En definitiva, la reforma del año 1886 persiguió el objetivo de hacer efectiva la custodia de los bienes jurídicos tutelados por la ley; sin embargo, una alta proporción de casos analizados terminaron en sobreseimiento, ya no por no tomar parte la denunciante en el proceso, sino por la dificultad de comprobar el autor de estos delitos. Los expedientes arrojaban dudas sobre la criminalidad del imputado debido a la precariedad de las pruebas, a lo que se sumaban ciertos prejuicios y valoraciones hacia la mujer. Por lo cual ante la duda los jueces adhirieron en éste, como en todo tipo de delitos, al principio preceptuado en la antigua legislación de las partidas que determinaba que por más que hubiera señales que justificaran alguna sospecha, mientras la prueba no fuera cierta, manifiesta y positiva, no debía imponerse pena alguna63. Conclusión En este trabajo nos detuvimos en el análisis de los delitos de violación y estupro, centrándonos en las transformaciones operadas en el nuevo corpus penal en relación con el procedimiento exigido para determinar la responsabilidad del imputado y hacerla efectiva; en especial, las reglas que regulaban la iniciación de la acción penal. En este sentido, vimos que la interpretación del artículo 266 determinó dichos delitos como dependientes de la acción privada, restringiendo la acción penal del Estado al exigir a las víctimas y a los padres o tutores de menores la obligación de ser querellantes. Esta interpretación que asignaba derechos y deberes jurídicamente nuevos a las víctimas, perseguía el objetivo de resguardar la intimidad familiar y proteger al imputado de la falsa calumnia. Sin embargo, no tuvo en cuenta la condición socioeconómica de
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
60. Juzg. Dto. Sud, (125/5), 1890. 61. Juzg. Dto. Sud, (132/8), 1891. 62. Juzg. Dto. Sud, (139/2), 1892. 63. Por ejemplo, aun en los delitos de homicidio, fueron pocas las veces que se penalizó con base en presunciones. El principio que prescribía la absolución en caso de duda y la prohibición de ser acusado otra vez por el mismo delito estaba preceptuado en la legislación de las partidas y son principios que llegaron hasta nosotros. Jorge Maier, Derecho procesal penal argentino, fundamentos. El derecho procesal penal como fenómeno cultural, Tomo I (Buenos Aires: Hammurabi, 1989), 67.
116
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
las víctimas, la que imposibilitaba ejercer cualquier acción que fuera más allá de la denuncia en el juzgado de paz, implicando, por consiguiente, que estos delitos no pudieran ser penalizados64. Tal fue la razón por la cual se modificó esta ley con la sanción del Código Penal nacional en 1886, permitiendo que la simple denuncia de la víctima, de los padres o su tutor fuera suficiente para impulsar obligatoriamente el proceso de oficio. Los expedientes judiciales evidencian que la Cámara de Apelaciones intentó que esas restricciones que aún permanecían en relación con la denuncia y su titularidad dejaran de operar como un obstáculo para la tutela de los derechos de las víctimas. Esta instancia consideró que esas restricciones habían sido establecidas a favor de las víctimas y de la pública moralidad65, por lo cual en algunas ocasiones flexibilizó la rigidez del derecho positivo con el objeto de brindar la posibilidad a las víctimas de recibir un resarcimiento público y legal. Lo anterior evidencia que la codificación no solo implicó la aplicación literal de la ley, sino también la interpretación que de ella se hiciera. Después de 1886 se puso al descubierto el otro inconveniente que subyacía en el procedimiento judicial, como era la dificultad de comprobar la responsabilidad criminal de los imputados. Las dudas que arrojaban los expedientes criminales provenían de la precariedad de la carga probatoria y de ciertas valoraciones y prejuicios sobre el papel de la mujer. Así, el principio preceptuado en la antigua legislación de las partidas, in dubio pro reo, implicó que los imputados terminaran en su mayoría siendo sobreseídos por falta de pruebas. Sin embargo, más allá de que las víctimas no obtuvieran en la mayoría de los casos resarcimiento mediante la pena, las reformas operadas persiguieron el objetivo de atender los requerimientos de quienes depositaban en el Estado la potestad punitiva, de aquéllos que en definitiva todo lo esperaban de la acción oficial. El análisis de la administración de la justicia posibilita apreciar que aun en el período de codificación penal, los jueces continuaron gozando de cierto margen de acción en la apreciación del valor de las pruebas, en la determinación de la responsabilidad criminal del imputado y en la interpretación de un derecho que se pretendía más rígido y sistematizado.
64. Es incorrecto pensar que es posible crear un derecho sustantivo que armonice con los fines sociales deseados sin tomar en cuenta el derecho procesal. Ver: Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia (Buenos Aires: Eudeba, 2005), 260. 65. Juzg. Dto. Sud, (125/8), 1890. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
Bibliografía Fuentes
primarias
Fuentes de Archivo Juzgado del crimen del Departamento Sud, Dolores, Argentina, sección penal, expediente paquete 44, orden número 3, año 1877; (49/10), 1878; (61/1), 1879; (68/ 8) ,1880, (67/10), 1881; (78/7), 1882; (84/12), 1883, (97/9), 1886; (109/10) 1886; (120/9), 1889 (120/5), 1890; (125/8), 1890; (125/1), 1890; (121/4), 1890; (125/5), 1890; (132/ 8) 1891; (139/2), 1892. Fuentes primarias impresas Cortés, Jerónimo. Vistas fiscales, Exposición en el carácter de fiscal de la Cámara de Apelaciones de la capital. Buenos Aires: Imp. Europea, 1887. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados. Buenos Aires: Edición Oficial, 1883. Ketzelman, Federico y Rodolfo De Souza, comps. Colección completa de leyes del Estado y Provincia de Buenos Aires desde 1854 a 1929. Buenos Aires: Lex, 1930.
Fuentes
secundarias Aguirre, Carlos y Robert Buffington. Reconstructing Criminality in Latin America. Wilmington: Scholarly Resources Books, 2000. Argeri, Elba. De guerreros a delincuentes. La desarticulación de las jefaturas indígenas y el poder judicial. Norpatagonia 1880-1930. Madrid: Colección Tierra Nueva e Cielo Nuevo, 2005. Baratta, Alessandro. Criminología crítica y crítica del derecho penal. México: Siglo XXI, 1991. Barreneche, Osvaldo. Dentro de la ley todo. La justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno de la Argentina. La Plata: Del Margen, 2001. Básalo, Carlos. “La codificación penal provincial Argentina, 1876-1886”. Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene 34 (1998): 125-222. Caufield Susan, Sarah Chambers y Lara Putnam, eds. Honor, Status and Law in modern Latin América. Durham: Duke University Press, 2005. Corbetta, Juan Carlos y María Helguera. La evolución del mapa judicial de la Provincia de Buenos Aires, 1821-1984. La Plata: Departamento Histórico Judicial, 1984. Creus, Carlos. Derecho penal, parte especial. Buenos Aires: Astrea, 1999. De Paz Trueba, Yolanda y Gisela Sedeillán. “Las mujeres ante los estrados de la justicia. Agresiones sexuales en la campaña centro sur bonaerense a fines del siglo XIX”. Actas de IV Jornadas Espacio, Memoria e Identidad, coordinado por Beatriz Dávila et al. Rosario: Centro de Estudios “Espacio, Memoria e Identidad”, Universidad Nacional de Rosario, UNR Editora, 2007.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
117
118
Los delitos sexuales: la ley y la práctica judicial en la Provincia de Buenos Aires durante el período de codificación del derecho penal argentino (1877-1892)
Díaz, Arlenne. “Women, Order and Progress in Guzman Blanco’s Venezuela, 1870-1888”. En Crime and Punishment in Latin America. Law and society Since Colonial Times, editado por Ricardo Salvatore, Carlos Aguirre, Gilbert Joseph. Durham y London: Duke University Press, 2001, 56-82. Findlay, Eileen. “Courtroom tales of sex and honor: rapto and rape in late nineteenth-century Puerto Rico”. En Honor, Status, and Law in modern Latin America, editado por Sueann Caulfield, Sarah C. Chambers y Lara Putnam. Durham: Duke University Press, 2005, 201-222. Fradkin, Raúl. “La experiencia de la justicia. Estado, propietarios y arrendatarios en la campaña bonaerense”. En La fuente judicial en la construcción de la memoria. Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata, Archivo Histórico Judicial, 2001. Garavaglia, Juan Carlos. Poder, conflicto y clases sociales. El Río de la Plata, XVIII-XIX. Rosario: Homo Sapiens, 1999. Gayol, Sandra. “Ebrios y divertidos: la estrategia del alcohol en Buenos Aires, 1860-1900”. Revista Siglo XIX 13 (México, 1993): 55-80. Gayol, Sandra. Sociabilidad en Buenos Aires, hombres, honor y cafés 1862-1910. Buenos Aires: Ediciones del Signo, 2000. Gayol, Sandra y Gabriel Kessler. Violencias, justicias y delitos en la Argentina. Buenos Aires: Manantial y Universidad Nacional de General Sarmiento, 2002. Hespanha, Antonio Manuel. Cultura jurídica europea. Síntesis de un milenio. Madrid: Tecnos, 2002. Levaggi, Abelardo. “La interpretación del derecho en Argentina, en el siglo XIX”. Revista de Historia del derecho 7 (1980): 29-113. Maier, Jorge. Derecho procesal penal argentino, fundamentos. El derecho procesal penal como fenómeno cultural. Tomo I, vol. B. Buenos Aires: Hammurabi, 1989. Marino, Daniela. “El juzgado conciliador en la transición jurídica. Huixquilucan (estado de México), siglo XIX”. En De normas y transgresiones. Enfermedad y crimen en América Latina (1850-1950), editado por Claudia Agostoni y Elisa Spekman Guerra. México: Universidad Autónoma de México, 2005, 195-224. Mateo, José. “Bastardos y concubinas. La ilegitimidad conyugal y filial en la frontera pampeana bonaerense, (Lobos, 1810-1869)”. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 13 (1996). Mayo, Carlos A. Estancia y sociedad en La Pampa, 1740-1820. Buenos Aires: Biblos, 1995. Mayo, Carlos A. “La frontera; cotidianidad, vida privada e identidad”. En Historia de la vida privada en la Argentina Tomo I. Buenos Aires: Taurus, 2000. Mayo, Carlos A. Porque la quiero tanto. Historia del amor en la sociedad rioplatense (17501860). Buenos Aires: Biblos, 2004. Miguez, Eduardo. “Política, participación y poder. Los inmigrantes en las tierras nuevas de la Provincia de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX”. Estudios Migratorios Latinoamericanos 6-7 (1987): 337-379.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
Gisela Sedeillán
Moreno, José Luis. “Sexo, matrimonio y familia: la ilegitimidad en la frontera pampeana del Río de la Plata, 1780-1850”. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 16-17 (1997-1998): 61-84. Moreno, José Luis. Historia de la familia en el Río de la Plata. Buenos Aires: Sudamericana, 2004. Nilve, Mario. “El proyecto de Tejedor en el derecho patrio argentino”. Revista Instituto de Historia del Derecho Rivardo Levene 7 (1955-1956): 57-64. Palacio, Juan Manuel. La paz del trigo. Cultura legal y sociedad local en el desarrollo agropecuario pampeano. 1890-1945. Buenos Aires: Edhasa, 2004. Palacio Juan Manuel y Magdalena Candioti. Justicia, política y derechos en América Latina. Buenos Aires: Prometeo, 2006. Remorino, Jerónimo. Anales de la legislación Argentina. Buenos Aires: La Ley, 1955. Rivarola, Rodolfo. Exposición y crítica del Código Penal de la República Argentina Tomo II. Buenos Aires: Lajouane, 1890. Ross, Alf. Sobre el derecho y la justicia. Buenos Aires: Eudeba, 2005. Sábato, Hilda. Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: la fiebre del lanar (1850-1890). Buenos Aires: Sudamericana, 1989. Salvatore, Ricardo D., Carlos Aguirre y Gilbert M. Joseph. Crime and Punishment in Latin America. Law and society Since Colonial Times, Durham: Duke University Press, 2001. Speckman Guerra, Elisa. Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de justicia (Ciudad de México, 1872-1910). México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2002. Tau Anzoátegui, Víctor. Las ideas jurídicas en la Argentina (siglos XIX-XX). Buenos Aires: Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, 1987. Tau Anzoátegui, Víctor. La codificación penal argentina. 1810-1870, Mentalidad Social e ideas jurídicas. Buenos Aires: Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, 1977. Tejedor, Carlos. Proyecto del Código Penal para la República Argentina trabajado por encargo del Gobierno Nacional. Buenos Aires: Imprenta del Comercio del Plata, 1867. Yanzi de Ferreira, Pedro. “Los delitos de orden sexual: violencia, incesto y estupro en la jurisdicción de Córdoba del Tucumán (siglo XVIII)”. Cuaderno de Historia del Derecho, Instituto de Historia del Derecho y de las ideas políticas Roberto I. Peña 15(2005): 28-45. Zimmermann, Eduardo. “Law, Justice and State Building”. En Essays in the History of judicial Institutions in the Nineteenth Century Latin America, editado por Eduardo Zimmermann. London: Institute of Latin American Studies and University of London Press, 1999.
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 100-119
119
120
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
Artículo recibido: 4 de febrero de 2008; aprobado: 7 de julio de 2008; modificado: 30 de septiembre de 2008.
Franco Savarino
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
Game of Illusions: Brazil, Mexico and Latin American “Fascisms” in relation to Italian Fascism
Resumen
Abstract
En este ensayo se analiza la relación entre
This essay analyzes the relationship between the
la experiencia original del fascismo italiano y
experience of Italian fascism and its homologues
sus expresiones homólogas en América Latina
in Latin America (especially in Brazil and Mexico)
(especialmente los casos de Brasil y México) en
during the interwar period. The main goal is to
el período de entreguerras. El objetivo principal
highlight the many ambiguities, uncertainties,
es poner al descubierto las muchas ambigüedades,
and erroneous readings that occurred in both
incertidumbres y lecturas equivocadas que ocurrieron
directions, particularly on the Italian side, during
en ambos sentidos durante esa época, en particular
this period. By mapping out the points of overlap
desde el lado italiano. Así se llega a dibujar un mapa de
and, especially, separation, we gain a more
encuentros y sobre todo desencuentros, que matizan la
complex picture of the influence and diffusion of
influencia y “difusión” del fascismo de origen italiano en
Italian fascism in Latin America, including some
Latinoamérica, abarcando entre otros aspectos algunos
cultural and ideological elements, among other
elementos culturales e ideológicos. Se avanza así para
aspects. In this way, it is possible to detect the
detectar los límites de expresión y propagación de un
limits in which a genuine fascism was expressed
fascismo verdadero con respecto a otros fenómenos
and propagated -compared to indigenous
“nativos” de América Latina tales como las dictaduras y
phenomena in Latin America, such as dictators
algunos movimientos políticos nacionalistas, y a marcar
and some nationalist political movements- and
de esta forma un ámbito más preciso de utilización de
thus more precisely define how the category
la categoría “fascismo” en la región.
“fascism” should be used in the region.
Palabras
Key Words
c l av e
Fascismo, nacionalismo, Italia, América Latina,
Fascism, Nationalism, Italy, Latin America, Interwar
entreguerras.
Period.
Licenciado y Maestro en Filosofía y Letras con especialización en Historia de la Universidad de Turín, Italia, Doctorado en Historia de las Américas por la Universidad de Génova, Italia, y Doctorado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Posdoctorado en la Universidad de Leiden, Holanda, y de la Universidad de Turín, Italia. Desde 1995 está adscrito al Sistema Nacional de Investigadores, SNI, de México, actualmente en el nivel II. Es profesorinvestigador titular en la Escuela Nacional de Antropología e Historia desde 1993 en México. Miembro de la “Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos”, Coordinador para América Latina del Centro Falisco di Studi Storici (VT-Italia) y coordinador del Cuerpo Académico “Antropología e Historia Contemporánea de América Latina y el Caribe”. Sus principales intereses investigativos son la historia contemporánea de México, la relación Iglesia-Estado y la relación entre historia social y cultural. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: coordinador con José Luis González, Itinerarios. Cultura, memoria e identidades en América Latina y el Caribe (México: ENAH-AHCALC, 2007); con Andrea Mutolo, Los orígenes de la Ciudad del Vaticano. Estado e Iglesia en Italia, 1913-1943 (México: IMDOSOC-ICTE, 2007). francosavarino@gmail.com
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
121
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano ❧
Introducción La presencia de un modelo político fascista o símil-fascista en América Latina ha sido objeto de discusiones y estudios a lo largo de las últimas cuatro décadas, especialmente con relación a los regímenes nacional-populistas, las dictaduras militares y algunos grupos nacionalistas radicales y “de derecha”1. Uno de los denominadores comunes de las investigaciones ha sido el uso extensivo del calificativo “fascismo” para cubrir un espectro amplio de fenómenos, entes, hechos y personajes, oscilando desde el populismo a la derecha conservadora y autoritaria, y pasando por las fuerzas castrenses (con el modelo prototípico del dictador chileno Augusto Pinochet). La aplicación imprudente y excesiva del término fue además característica de los ambientes políticos de izquierda en los que se cultivó por largo tiempo la idea errónea de que Latinoamérica fue “la guarida del fascismo en sus formas más abiertamente contrarrevolucionarias y dictatoriales”2. Este uso polémico, genérico y superficial de la palabra, por la imprecisión, el escaso rigor científico y el riesgo de graves errores de interpretación, ha sido denunciado por varios investigadores del fenómeno fascista, como son Gilbert Allardyce, Stanley Payne y Emilio Gentile3. Cabe preguntarse de dónde se origina esta vaguedad o incertidumbre semántica alrededor de un fenómeno político fundamental del siglo XX. En este ensayo se investigará una de las causas originarias (no la única, pero sin duda importante) en un “juego de ilusiones” entre las manifestaciones latinoamericanas del fascismo y la Italia fascista.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
❧ Este artículo es resultado del proyecto de investigación del autor titulado “Nación y nacionalismo”, financiado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, de México. 1. Véanse entre los numerosos estudios, Theotonio Dos Santos, Socialismo o fascismo: el nuevo carácter de la dependencia y el dilema latinoamericano (Buenos Aires: Periferia, 1974); René Zavaleta Mercado, “Nota sobre fascismo, dictadura y coyuntura de disolución”, Revista Mexicana de Sociología 41:1 (enero-marzo 1979): 75-85; David Viñas, Qué es el fascismo en Latinoamérica (Barcelona: La Gaya Ciencia, 1977); Hélgio Trinidade, “El tema del fascismo en América Latina”, Revista de Estudios Políticos 30 (1982): 111-142. Generalmente estos autores se adscriben a la teoría marxista y a los modelos de la “dependencia”. 2. Roger Griffin, The Nature of Fascism (New York: Routledge, 1991), 148. 3. Cfr. Franco Savarino, “La ideología del fascismo entre pasado y presente”, en Diálogos entre la historia social y la historia cultural, eds. Franco Savarino et al. (México: INAH-AHCALC, 2005), 253-272.
122
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
Naturalmente, para cualquier observador atento, en América Latina resultan de inmediato evidentes las diferencias con respecto al fascismo europeo, si de “fascismo” se puede hablar. Aquí no hay movimientos de masas impulsados por la clase media, líderes mesiánicos, “religiones políticas” o ideologías palingenésicas y poderosos partidos únicos, tampoco se percibe esa difusa atmósfera intelectual voluntarista, vanguardista, soreliana y nietzcheana atizada por los mitos de la guerra mundial, que constituye la base reactiva para la formación de la filosofía política del fascismo. Stanley Payne señala al respecto que “la fragilidad o bien la ausencia de un fascismo verdadero en América Latina” se debe a “la tasa generalmente baja de movilización política; un retraso más que generacional respecto a los países más atrasados de Europa; el carácter no competitivo del nacionalismo […]; el control tradicional elitista-patronal de los procedimientos políticos y por lo tanto, la capacidad de los grupos dominantes y menos radicales […] para reprimir el nacionalismo revolucionario; la composición multirracial de muchas asociaciones latinoamericanas […]; el predominio político de la casta militar […] la debilidad de la izquierda revolucionaria […]; la tendencia de los nacionalistas latinoamericanos después de 1930 a rechazar tanto a Europa como a Norteamérica y orientados bien al nativismo populista o bien a la tradición hispánica; la insuficiencia de la economía social-nacional sindicalista del Estado en países dependientes […]; el desarrollo, en fin, de un modo característico de nacionalismo radical en la forma de movimientos populistas […]”4.
En América Latina, sin embargo, existen también elementos comunes o fácilmente reconocibles para quienes están familiarizados con los “modelos” europeos: la crisis del liberalismo, la crítica a la democracia parlamentaria, el rechazo a las oligarquías tradicionales, los impulsos a la modernización nacional, la oposición al imperialismo anglosajón (y la idea de un 4. Stanley G. Payne, Il fascismo (Roma: “nuevo orden” mundial con el liderazgo de potencias emergentes), Newton, 1999), 345. la reacción contra el “peligro” comunista (más imaginario que real, 5. Helgio Trinidade, “El tema del o bien lejano geográficamente) y la búsqueda de un sistema de tipo fascismo”, 111. corporativo. El repertorio de similitudes es, sin duda, suficiente para 6. Seymour Martin Lipset, El hombre preguntarnos no solamente sobre la presencia y la extensión del político. Las bases sociales de la fenómeno fascista -como señaló en su momento Hélgio Trinidade-5 politica (México: REI, 1993); Ludovico Incisa di Camerana, I caudillos. sino precisamente indagar sobre las características de las variantes Biografia di un continente (Milano: regionales del mismo. A este “fascismo” no le pondremos calificaCorbaccio, 1994). tivos específicos tales como el de “fascismo de izquierda” (Lipset, 7. Torcuato S. Di Tella, “Fascismo desde Incisa di Camerana)6 o “fascismo desde arriba” (Torcuato di Tella)7, arriba” en Diccionario de las ciencias sociales y políticas, eds. Torcuato S. Di Tella et al. (Buenos Aires: Emecé, 2001), 271-272.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
123
nos limitaremos a describir algunas peculiaridades de las formas “fascistas” o cercanas al fascismo presentes en Latinoamérica, al dar por sentado que éste constituye una fenomenología de alcance mundial con una notable variabilidad regional. Lo que hace falta ahora es, en primer lugar, incorporar las tendencias más recientes de la investigación internacional sobre fascismo, que le han quitado centralidad a cuestiones tales como las clases sociales (fascismo=movilización o revolución de las cla8. En particular las influyentes investigaciones de George Mosse, ses medias), las peculiaridades nacionales (fascismo=revancha Zeev Sternhell, Roger Griffin y de países humillados o ambiciosos) y la oposición a las fuerEmilio Gentile que marcan un “giro” cultural (e institucional) zas de izquierda (fascismo=anticomunismo), o la relación en los estudios sobre el fascismo. con el modelo económico (fascismo=dictadura la burguesía o Gentile define al fascismo como “un fenómeno político moderno, fascismo=corporativismo) y se enfocan más bien en la ideolonacionalista y revolucionario, gía, la cultura, la morfología institucional y la geopolítica8. En antiliberal y antimarxista, organizado en un partido milicia, segundo lugar es preciso abordar el problema de la relación con una concepción totalitaria del que existe entre todo fascismo y su modelo original, que es sin Estado, con una ideología activista y antiteorética, con un fundamento lugar a dudas el italiano. mítico, viril y antihedonista, Las investigaciones en Italia en realidad nunca habían persacralizada como religión laica que afirma la supremacía absoluta de la dido la conciencia de que el fascismo fuera esencialmente nación a la que entiende como una un producto “made in Italy”, una perspectiva excesivamente comunidad orgánica étnicamente homogénea y jerárquicamente limitada que en algunos casos (De Felice) dificultaba ver los organizada en un Estado corporativo caracteres fascistas presentes en otras experiencias extracon una vocación belicista a favor de una política de grandeza, de italianas, es decir, negar que el fascismo fuera un hecho de poder y de conquista encaminada alcance mundial y epocal. El caveat para América Latina era oba la creación de un nuevo orden y de una nueva civilización”. vio, puesto que aquí se observaban fenómenos parecidos con Emilio Gentile, Fascismo, historia características en parte similares y en parte diferentes con rese interpretación (Madrid: Alianza, 2004), 19. pecto al modelo transatlántico, lo que creaba confusión. Por otro lado, existía también una línea de estudios que sin exage9. Por ejemplo, en Pietro Rinaldo Fanesi, “Le interpretazioni rar el alcance del “fascismo” como ideología o modelo político, storiografiche e politiche destacaba la influencia del régimen de Benito Mussolini como dell’America Latina nel periodo fascista”, en Ruggiero Romano. ejemplo de Estado fuerte, autoritario y modernizador. Así se L’Italia, l’Europa, l’America, ed. A. llegaban a ver errónea o superficialmente como un “éxito” de Filippi (Camerino: Università di Camerino, 1999), 395-405. Pero la dictadura italiana tanto la función de ésta como un modelo, es una interpretación común. así como el entrelace de contactos entre ésta y los regímenes Mugnaini por su lado [Marco Mugnaini, “L’Italia e l’America latina latinoamericanos9. Este error se debe en gran medida a la fal(1930-1936): alcuni aspetti della ta de distinción entre la influencia política y geopolítica por un politica estera fascista”, Storia delle Relazioni Internazionali 2 (1986): lado (que fueron menos consistentes de lo que se cree), y la 199-244] interpreta el encuentro influencia ideológica por el otro (aun más débil, más allá de las del fascismo con los regímenes castrenses en términos de simpatías, intereses e instrumentalizaciones políticas (203-207).
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
124
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
10. Véase una evaluación bastante precisa de estas influencias contradictorias en Stanley Payne, Il Fascismo, 345-354; y cfr. Franco Savarino, “Apuntes sobre el fascismo italiano en América Latina (19221940)”, Reflejos 9 (2000-2001): aquí 107-109. Sobre la influencia del fascismo entre las comunidades italianas (que se encuentra fuera del alcance de este estudio) existe ya una buena bibliografía: véase, entre otros a Joao Fábio Bertonha, “A migraçao internacional como Fator de Política Externa: os emigrantes italianos, a Expansâo Imperialista e a Politica Exterior da Itàlia, 1870-1943”, Contexto Internacional, XXI: 1 (Enerojunio 1999): 123-64; Emilio Franzina y Matteo Sanfilippo eds., Il fascismo e gli emigrati (Roma-Bari: Laterza, 2004); y Eugenia Scarzanella (ed.), Fascisti in Sud America (Firenze: Le Lettere, 2005). 11. Por ejemplo, en España un observador contemporáneo (1934) escribe: “Empiezan a existir en España grupos fascistas. Oír a la mayoría de quienes los componen, encoleriza. Se titulan fascistas por haber llegado a la cómoda conclusión de que orden y fascismo son términos sinónimos. Impórtanle un adarme la médula sindicalista, tan en pugna con la tesis conservadora, ni su carácter de doctrina en plena evolución. Ellos lo que quieren es orden, no justicia”. Cesar Juarrós, Atalayas sobre el fascismo (Madrid: Ma. Yagües Editor, 1934), 42. 12. Que el fascismo fuera una revolución moderna (al lado y en rivalidad con la comunista) es un hecho aceptado por la mayoría de las investigaciones científicas actuales. El fallecido George Mosse titula significativamente su último líbro The Fascist Revolution. Toward a General Theory of Fascism (New York: Howard Fertig, 1999). La colocación del fascismo sobre
imitaciones superficiales y las sugestiones ocasionales y de toda forma, inferior a las expectativas)10. La confusión de los ámbitos de influencias, por lo demás, está presente ya en la producción escrita de la época especialmente en España y América Latina, donde se leía el fascismo en sentido conservador y autoritario, perdiendo de vista o malinterpretando los aspectos revolucionarios, modernistas y progresivos de la ideología fascista11, lo que ha llevado a incluir apresuradamente el fascismo entre “las derechas”12. Cabe mencionar además el histerismo antifascista que se propaga en muchos países entre las organizaciones laborales y en círculos gubernamentales (en México), y alcanza niveles de alarmismo exorbitado a finales de la década de los años treinta y durante la Guerra, con las denuncias -en gran medida inverosímiles o francamente exageradas- de la presencia de una ubicua “quinta columna” fascista en todo el Continente13. El aspecto más sorprendente de esta falta de entendimiento o alteración perceptiva -como se la quiera llamar- alrededor de la presencia fascista en América Latina es quizás la confusión entre el verdadero fascismo (italiano) y sus imitaciones o formas homólogas latinoamericanas. Los dos países que quizás pueden ejemplificar mejor estas confusiones son México y Brasil: el primero, al desarrollar un régimen populista revolucionario de partido único con varias características en común con el eje derecha-izquierda es más el fascismo (pero derivadas de un problemática, posiblemente la mejor desarrollo autónomo) y el segunopción sería asignarle un lugar “central” (“ni derecha ni izquierda” do, por ser la cuna del movimiento es el título de un famoso estudio popular más próximo al fascismo de Zeev Sternhell), reconociendo la posibilidad de oscilar en los dos de toda Latinoamérica. A estos dos sentidos y marcando una distinción casos nacionales le dedicaremos especialmente de las derechas con las cuales suele ser confundido. Cfr. más espacio en nuestro recorrido Sandra McGee Deutsch, Las Derechas: por las formas y las manifestacioThe Extreme Right in Argentina, Brazil, and Chile, 1890-1939 (Stanford: nes políticas cercanas o paralelas al Stanford University Press, 1999). fascismo en la región. 13. Un ejemplo de esta literatura El objetivo principal de este ensaalarmista es la obra de Hugo yo es mostrar a través de la profunda Fernández Artucio, La organización secreta nazi en Sudamérica (México: desilusión italiana por la escasa Minerva, 1943). Es posible leer difusión ideológica y política del retrospectivamente la obsesión por el fascismo internacional de esa época a la luz de la obsesión contemporánea por el “peligro” islámico.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
125
fascismo en Latinoamérica, el desencuentro con los movimientos, regímenes y figuras políticas e intelectuales que se decían fascistas o simpatizantes (o bien tenían esta reputación o parecían afines), para poner en evidencia cómo en gran parte de la región se experimentan trayectorias político-ideológicas peculiares que, al extinguirse abruptamente los fascismos “clásicos” europeos en 1945 (y al cambiar, en consecuencia, el clima ideológico mundial), se manifestarán más francamente en los modelos autóctonos de nacional-populismo. Desde la mirada italiana se llegará a descubrir finalmente el juego de espejismos y equivocaciones que contribuyó a originar la escasa o errónea comprensión de lo que ha sido (y es) el fascismo en la región14. 1. Percepciones y realidades Para abordar el tema, podríamos comenzar con señalar que el fascismo, a diferencia del comunismo, no es una ideología con vocación internacional. O mejor, lo es solamente en la medida en que los objetivos nacionales se conjugan con las tareas de elevar el estatus de la “Civilización” (occidental) y con la lucha contra los enemigos de ésta (bolchevismo, liberalismo, individualismo, cosmopolitismo) y, en general, contra la “decadencia” (que es un concepto axial para todos los fascismos). Cada fascismo expresa, en efecto, un impulso de su propia realidad nacional, surge -por así decirlo- de cada contexto con características peculiares y únicas, y sólo secundariamente se enlaza con la fenomenología ideológica y política mundial. Con estas salvedades sí se puede hablar de “internacionalismo fascista” (especialmente en los años veinte), y sí se pueden detectar intentos de 14. Para un examen más general y de buscar lazos y sinergias entre los movimientos fascistas internacionacorte geopolítico de las relaciones les y pregonar un “fascismo universal” (como lo hicieron los CAUR15 y italianas con América Latina remito a Franco Savarino, “En algunos intelectuales italianos en la década de los años treinta). Sin busca de un “Eje” latino: la política embargo, todos los intentos de unir los esfuerzos de los movimienlatinoamericana de Italia entre las dos guerras mundiales”, Anuario del tos y regímenes de tipo fascista se subordinan siempre al principio Centro de Estudios Históricos “Prof. de los intereses nacionales. No existe -nunca ha existido en ninguCarlos A. Segretti” 6 (2006): 239-261. na parte- algo así como una forma de solidaridad espontánea con 15. Comitati d’Azione per consecuencias políticas, como la que existió entre los movimientos l’Universalità di Roma. Véase Mario Cuzzi, L’internazionale socialistas y comunistas mundiales y que favoreció la formación del delle camicie nere. I CAUR 1933-1939 Komintern en el período de entreguerras. Puede que esto, finalmen(Milano: Mursia, 2005). te, fuera la debilidad fatal del fascismo. 16. Oreste Villa (agregado comercial Los observadores contemporáneos más atentos no se dejaron en la Legación italiana en México en los años treinta) critica engañar, y expresaron juicios escépticos o negativos sobre el conteseveramente todos los dictadores 16 nido “fascista” de las dictaduras latinoamericanas . La influyente latinoamericanos con la excepción de Juan Vicente Gómez. Cfr. Oreste Villa, L’America Latina, problema fascista (Roma: Nuova Europa, 1933), 50-58.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
126
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
revista Critica Fascista en 1937 advierte a sus lectores que no hay que entusiasmarse por esas dictaduras y arriesgarse a hacer “de toda la hierba un solo haz”17. El conde Ciano (Ministro de Relaciones Exteriores y yerno de Mussolini) observó en ese mismo año que
17. Mario Da Silva, “‘Fascismi’ latinoamericani”, Critica Fascista, XVI: 3 (diciembre 1937): 44-47. En italiano es un juego de palabras: “fare di tutta l’erba un fascio” (haz=fascio). 18. Ciano a Lojacono, Roma, 26 de abril 1937, en Gianluca André comp., Documenti Diplomatici Italiani (DDI), s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 6, doc. 515, 653. Las palabras de Ciano son también indicativas de lo difícil que era para los fascistas comprender los fenómenos políticos característicos de la región, como el populismo, o reconocer aquí elementos familiares en la maraña de formaciones autoritarias y auto-reivindicaciones o imitaciones del modelo italiano con ninguno o escaso espesor ideológico. 19. Marco Mugnaini, “L’Italia”, 208-211. 20. Aldo Albonico, Italia y América (Madrid: MAPFRE, 1994), 166 y cfr. Folco Testena, “Sguardo sommario sulla situazione dell’America di lingua latina”, Civiltá Fascista (Agosto 1942): 653-657. Sobre las dictaduras sudamericanas véase Ludovico Incisa di Camerana, I caudillos, 195-245. Los regímenes militares latinoamericanos resultaron ser menos permeables de lo esperado a las influencias fascistas, también por la incompatibilidad fundamental existente entre el militarismo y el fascismo. Stanley Payne, Fascism. Comparision and definition (Madison: The University of Wisconsin Press, 1980), 19 y 167-175. 21. Aldo Albonico, “Immagine e destino delle comunità italiane in America latina attraverso la stampa fascista degli anni trenta”, Studi Emigrazione XIX:65 (marzo 1982): 43.
“en todo el Continente hay una tendencia a considerar como “fascistas” a muchas medidas de carácter autoritario que son, en realidad, las acciones de las sólitas dictaduras militares o semi-militares características de esos Países […] para provecho personal […]. El “Fascismo”, en realidad, todavía no es conocido en sus verdaderas finalidades y en su esencia en el Continente americano. […] En general, cuando se habla de “fascismo” en Sudamérica se habla de esta o de aquella persona que tiene tendencias políticas de carácter fascista. Todos los demás hombres políticos ignoran casi completamente lo que son la teoría y la praxis fascista”18.
Los dictadores latinoamericanos, en efecto, no se ajustaban al perfil de Mussolini. Aunque estos hombres admiraran al Duce y al fascismo, eran demasiado nacionalistas para reconocer deudas a un modelo extranjero o tolerar intromisiones políticas externas19. Eran, sobre todo, demasiado conservadores para aceptar el componente socialista, populista y revolucionaria del fascismo. De éste tenían, como todo el mundo, una visión parcial y deformada. Por su lado, el régimen fascista no se inclinaba a aceptar por principio el carácter reaccionario de dictadores que eran la expresión de intereses castrenses, oligárquicos y personales, en lugar de ser la manifestación auténtica de las masas nacionales20. En la prensa fascista era frecuente que se dieran “lecciones” a los hombres fuertes latinoamericanos, para “impedir que unos simples reaccionarios o caudillos militares exageraran en atribuirse credenciales ilegítimas de fascismo”21. Es cierto también que la percepción italiana de la realidad latinoamericana tenía sus limitaciones. Los fascistas italianos tan puntillosos en conceder el título de “fascista” a movimientos y regímenes extranjeros, especialmente si eran de tipo militar, personalista o conservador, no supieron reconocer los fenómenos paralelos (nacional-populismo) o francamente cercanos (fascismo
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
“de izquierda”, si aceptamos la expresión de Lipset e Incisa di Camerana) que se manifestaban en la lejanía de las tierras americanas. El fascismo italiano sí tenía un componente populista, pero el populismo como fenómeno político en sentido estricto y completo es en sí una forma política autónoma, es decir, igual que el fascismo es autónomo con respecto al nacionalismo o al socialismo (que son sus dos principales raíces históricas)22. Los fascistas italianos simplemente no supieron detectar el populismo. Además -por cuanto estuvieran dispuestos a reconocer formas políticas sui generis- no percibieron o rechazaron las formas más izquierdistas y peculiares de fascismo que también nacían, con la influencia del modelo italiano pero respondiendo a una causalidad local diferente. La lucha para construir la nación, derribar las oligarquías decimonónicas y romper la dependencia de las potencias anglosajonas llevó en varios casos a la formación de movimientos y regímenes de tipo fascistizante (Brasil, México, Bolivia), que no fueron entendidos completamente por la Italia fascista, que los vio como algo exótico, distante y confuso. 2. Espejismos fascistas: México y Brasil En este panorama destacaban, sin embargo, algunos personajes y regímenes de aspecto más familiar. En un primer momento fue Argentina a despertar algunas ilusiones cuando el general José Félix Uriburu estableció una dictadura con algunos rasgos “fascistas”23. Influenciado por las ideas nacionalistas radicales de Leopoldo Lugones, Uriburu intentó establecer un régimen nacional-corporativo al desafiar la vieja oligarquía liberal argentina. A pesar del soporte de una intelectualidad que lograría conformar una “esfera pública fascista” integrada con ligas y organizaciones militantes nacionalistas, el experimento no prosperó, y sería solamente con la revolución militar de 1943 y con Perón que volverían a manifestarse las tendencias hacia el fascismo en formas sui generis24. La atención italiana recayó entonces en el régimen nacional-corporativo de Vargas en Brasil, que dio inicialmente señales positivas de aproximación al fascismo. También se prestó atención al régimen nacionalista mexicano, con muchos caveat por su tendencia demasiado izquierdista. Estos sucesos suscitaron finalmente esperanzas
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
127
22. Sobre el populismo hay una vasta literatura que resultaría imposible reportar aquí. Véase entre los clásicos: Octavio Ianni, La formación del Estado populista en América Latina (México: ERA, 1975); Ernesto Laclau, Política e ideología en la teoría marxista (Madrid: Siglo XXI, 1978); Margaret Canovan, Populism (New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1981). Ver también María M. Mackinnon y Mario A. Petrone (eds.), Populismo y neopopulismo en América Latina (Buenos Aires: Eudeba, 1998); y cfr. Franco Savarino, “Populismo: perspectivas europeas y latinoamericanas”, Espiral XIII:37 (septiembre-diciembre 2006): 77-94. 23. Sobre las manifestaciones ultranacionalistas y fascistas en Argentina (y especialmente durante el régimen de Uriburu, que generó toda una mitología en los nacionalistas argentinos) véase Christhian Buchrucker, Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (19271955) (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1987); Fernando Devoto, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia (Buenos Aires: Siglo XXI, 2002); Federico Finchelstein, Fascismo, liturgia e imaginario: El mito del general Uriburu y la Argentina nacionalista (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002); y del mismo autor La Argentina fascista (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2008). Sobre el fascismo entre las comunidades italianas véase Ronald C. Newton, “Ducini, Prominenti, Antifascisti: Italian Fascism and the ItaloArgentine Collectivity, 1922-1945”, The Americas 51:1 (Julio 1994): 41-66. 24. Cfr. Alberto Spektorowski, The Origins of Argentina’s Revolution of the Right (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 2003). Sobre las ideas y los debates políticos e ideológicos de la época véase también Tulio Halperin Donghi, Argentina y la tormenta del mundo (Buenos Aires: Siglo XXI, 2003).
128
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
de que pudiera surgir una versión latinoamericana sui generis de fascismo con posibles desarrollos geopolíticos positivos. México fue una realidad particular entre los experimentos políticos latinoamericanos. Producto de una revolución nacional de masas (1910-1917) con tendencias oscilantes entre el liberalismo democrático radical y un socialismo nacional aún no influenciado por la experiencia soviética. Concluso el proceso revolucionario, durante los años veinte el país fue considerado 25. Varios periodistas y escritores un laboratorio de experimentos sociales (ejido), políticos (Estado soitalianos que visitaron México en esa cial) y culturales (nacionalismo artístico, educación) avanzados. En época -especialmente Mario Appelius (en 1928)- dejaron manifiesta el aspecto político, suscitó interés el arranque -después del asesinato su admiración por el país y su de Obregón (1928)- del proceso de institucionalización de la revoluatormentada revolución nacional. ción llevado a cabo por el “Jefe Máximo” Plutarco Elías Calles. Éste 26. “Messico”, en Enciclopedia Italiana se orientó hacia un sistema corporativo de partido único -el Partido (Roma: Istituto dell’Enciclopedia Italiana, 1933 - supplemento 1938), Nacional Revolucionario (1929)- que tenía diversos puntos en co836. Aquí se califica al PNR -con mún con el fascismo, hecho que no pasó desapercibido en Italia25. El indudable exageración- como “idéntico” al PNF italiano y al NSDAP PNR (más tarde PRM y finalmenteen fin PRI) en el transcurso de los alemán. años treinta llegó a parecerse en ciertos aspecto al Partito Nazionale 27. Ludovico Incisa di Camerana, I Fascista (PNF) italiano, especialmente en su estructura dependiente caudillos, 191. Sobre México véase de un liderazgo central fuerte, en la ideología corporativa y nacionalFranco Savarino, “The Sentinel of the Bravo: Italian Fascism in populista y en su función de órgano de enlace entre la base popular y Mexico, 1922-35”, en International el establishment revolucionario26. Fascism, eds. G. Sorensen y R. Mallet (London-Portland: Frank Cass, 2002), Las tendencias fascistas en México -que incluían una inspiración 97-120; y Franco Savarino, México no declarada en los modelos italianos- llegaron a su apogeo durane Italia. Política y diplomacia en la época del fascismo 1922-1942 (México: te los últimos años del “Maximato” (el predominio político de Elías Secretaría de Relaciones Exteriores, Calles) y durante la presidencia de Lázaro Cárdenas (1935-40), quien 2003). La política mexicana aun con las reconocidas similitudes con el compensaba la índole de “fascismo de izquierda” de su régimen con fascismo (corporativismo, nacionaluna retórica socialista y una posición internacional antifascista27. populismo, “espíritu latino”, etc.) era sin embargo criticada por la Amén de la presencia en la pequeña comunidad italiana28, el fascismo influencia de la masonería, por en sentido completo, en fin, tuvo cierta difusión entre los intelectualas tendencias a un socialismo con tintes “bolcheviques” y por les, especialmente en dos: el escritor (y político) José Vasconcelos y el característico nacionalismo el artista Gerardo Murillo. “indigenista” con implicaciones antieuropeas. Los “hombres fuertes”, El “fascismo” de Vasconcelos es una derivación coherente de su mexicanos en fin, que se movían en un medio institucional de matriz aún tendencia revolucionaria cultural opuesta al mundo cosmopolita y esencialmente liberal, no se podían materialista dominado por los anglosajones. El enlace es la propuesconsiderar dictadores en el sentido completo de la palabra. ta fascista de acabar con este predominio, al buscar un nuevo orden mundial sobre los valores del espíritu, la voluntad y la excelencia. 28. Cfr. Franco Savarino, “Bajo el signo del “Littorio”. La comunidad italiana Esta evolución intelectual de Vasconcelos se vuelve más perceptible en México y el fascismo (1924-1941)”, Revista Mexicana de Sociología, LXIV: 2 (abril-junio 2002): 113-139.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
después de 1929, cuando la desilusión por su derrota electoral (compite sin éxito en las elecciones nacionales) lo empuja hacia posiciones más críticas y más pesimistas, y radicaliza sus ideas de palingenesia político-cultural. En su viaje a Italia (1924) había observado con escepticismo la revolución fascista y el resurgimiento de Roma, en 1925 había exaltado la “raza cósmica” con un marcado acento cosmopolita y en los años treinta mira con simpatía al fascismo. En 1936 escribe: “quien no se deje inspirar con orgullo por esta nueva Italia [fascista] no es digno de pertenecer a la civilización Latina”29. Durante la guerra, Vasconcelos será partidario del Eje y director de una revista pro-alemana. Murillo (“Dr. Atl”), por su parte, también ve en el fascismo italiano una fuerza espiritual y cultural capaz de derribar la hegemonía anglosajona y fundar una nueva civilización humanista con un renovado brío vital. Sus artículos en la prensa expresan una franca admiración por Mussolini -“verdadero conductor de pueblos”- y, a la vez, un desprecio visceral por las finanzas internacionales controladas por los anglosajones y los judíos30. Los italianos, por su lado, observan con interés la atracción que ejerce el fascismo entre los intelectuales, en los políticos y en la clase media atemorizada por la deriva del Gobierno revolucionario hacia el socialismo. Se ilusionan sobre la posible fuerza de presión de la opinión pública pro-fascista y detectan el acopio de información sobre el fascismo que realiza con discreción el Gobierno mexicano, pero no tienen ninguna expectativa realista de que Elías Calles o Cárdenas avancen abiertamente hacia un modelo fascista 31. Hacia finales de los años treinta el país más promisorio para Italia fue, ciertamente, Brasil. El golpe de Getulio Vargas en 1937, con la fundación del “Estado Novo”, un régimen nacionalcorporativo con acentos fascistizantes, suscitó un gran interés fortalecido por las “simpatías” que el dictador tenía desde antes para la Italia fascista32. Este giro en la política brasileña produjo un revuelo de esperanzas en Italia y, a la vez, temores internacionales de que se estaba asistiendo al primer experimento fascista en América Latina33. El nuevo Brasil autoritario fue presentado por Mussolini como ejemplo de la capacidad de propagación del fascismo en el mundo34. Muy pronto, sin embargo, Vargas enfrió
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
129
29. José Vasconcelos, ¿Qué es el Comunismo? (México: Ediciones Botas, 1936), 91. 30. “Mussolini tiene tres cualidades que lo elevan sobre todos los hombres de públicos de nuestros tiempos: su poder de reconcentración mental, su audacia y la extraordinaria firmeza de carácter […]. El dictador romano es un verdadero conductor de pueblos y el primero, desde Napoleón, que sobrepasa las fronteras de su propio país para llevar al exterior los principios de su política”. Gerardo Murillo, “Benito Mussolini”, Excélsior, Ciudad de México, 21 de septiembre 1935, en La defensa de Italia en México por el Dr. Atl (México: Edición de la Colonia Italiana, 1936), 43-44. 31. Franco Savarino, México e Italia, 95-121. 32. Ya en 1936 en un informe de la Embajada se señalaban las “simpatías de Vargas por Italia y su solidaridad moral […] con el régimen fascista”. Cantalupo a Ciano, Río de Janeiro, 12 de junio 1936, en Gianluca André, comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 4, doc. 720, 792. Para contextualizar el varguismo es imprescindible la lectura de Daryle Williams, Culture Wars in Brazil: The First Vargas Regime, 1930-1945 (Durham: Duke University Press, 2001). 33. Mario Da Silva, “Il nuovo regime brasiliano”, Critica Fascista, XVI: 4 (diciembre 1937): 58-60. En los Estados Unidos además “la prensa […] se puso a gritar histéricamente que Brasil se había vuelto fascista”. Suvich a Ciano, Washington, 12 de noviembre 1937, en Gianluca André, comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 7, doc. 557, 658-660. 34. Benito Mussolini, “Europa e fascismo”, Il Popolo d’Italia, Roma, 6 de octubre, 1937.
130
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
35. Ciano llegó a calificar Brasil como “una especie de longa manus de los Estados Unidos” en Sudamérica. Ciano a Lojacono, Roma, 26 de abril 1937, en Gianluca André comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 6, doc. 515, 650-651. 36. Véase por ejemplo la entrada “Brasil” en la “Enciclopedia Italiana” (supplemento 1938), 315, donde es criticada la renuencia de Vargas a formar un partido político, condición esencial para concretar un “parentesco formal” de su régimen con el fascismo. Cfr. también Vinicio Araldi, Il Brasile sotto la presidenza di Getulio Vargas (Rio de Janeiro: s. e., 1937); André Carrazzoni, Getulio Vargas (Padova: CEDAM, 1941); y Roberto Cantalupo, Brasile Euroamericano (Milano: ISPI, 1941). 37. Las esperanzas iniciales de Ciano después del golpe de noviembre disminuyeron rápidamente en cuanto se vio que Vargas se mostraba cauteloso y falto de “coraje fascista” en la construcción del Estado Novo: Galeazzo Ciano, Diario 1937-1943 (Milano: Rizzoli, 1999), 56, 59 y 120. Las relaciones brasileñas con la Italia fascista, siempre matizadas por dudas e incertidumbres y por el dilema de apoyar o no a Vargas o a Salgado, comenzaron a enfriase entre marzo y mayo de 1938, en consecuencia de la represión desencadenada contra la AIB y la vigilancia puesta a las colonias italianas sospechosas de simpatías con ella. Sobre este tema véase Mario Toscano, “Il fascismo e l’Estado Novo”, en L’emigrazione italiana in Brasile, 1800-1978, ed. Renzo De Felice (Torino: Fondazione G. Agnelli, 1980), 235-270; Marco Mugnaini, L’Italia, 222-227; y Amado Luíz Cervo, Le relazioni diplomatiche fra Italia e Brasile dal 1861 ad oggi (Torino: Fondazione G. Agnelli, 1994), 129-154.
los entusiasmos al no comprometerse en el aspecto ideológico y político con el fascismo y con Italia. Ésta, para Brasil, era un socio demasiado débil como para sustituir el importante vínculo con Washington35. Vargas, en efecto, frenó la transformación en sentido fascista del Estado brasileño y no quiso fundar un partido nacional de masas: omisión especialmente criticada por los observadores italianos36. El alejamiento del fascismo por parte de Vargas culminó con la represión de la Ação Integralista Brasileira, AIB, que sí tenía rasgos fascistas37. La AIB es importante porque fue el único movimiento político de masas auténticamente fascista de todo el Continente. El integralismo (como se conoce la AIB) nace a comienzos de los años treinta en San Pablo, capital de la región cafetalera del sur del país y floreciente centro cultural. Aquí con los sólidos lazos económicos transatlánticos y la fuerte inmigración europea (especialmente italiana) se desarrolla entre las élites intelectuales una tendencia vanguardista, modernista y nacionalista, en la que, se entremezclan motivos futuristas, vitalistas y decadentistas con una marcada influencia italiana. Los intelectuales paulistas de esa época expresan su fascinación por los mitos de D’Annunzio y de Mussolini. Ronald de Carvalho rinde homenaje a la “indisciplina bárbara” y a la fuerza de la fe del nuevo heroísmo italiano. Graça Aranha define al Duce de Italia como “la figura de la ley, viril en la concepción del orden”38. Los intelectuales modernistas se expresan de forma parecida en sus publicaciones, evocando “el gobierno fuerte de un dictador […] que represente la concentración de poder y logre la estabilidad nacional”39, pero no llegan a elaborar un verdadero proyecto político. Hay una excepción: un poeta -miembro de la Académia Paulista de Letras-, quien ya en 1919 se expresa en formas “dannunzianas”, hijo de un “coronel” (caudillo) provinciano y de una maestra. Su nombre, Plinio Salgado, se volverá famoso más tarde como fundador y líder del integralismo brasileño. Salgado adquiere por primera vez notoriedad con la publicación de dos novelas: El Extranjero (1926) y El esperado (1931). En estas obras expresa un 38. Antonio Aroni Prado, 1922 nacionalismo ingenuo y rústico, inspiItinerário de una falsa vanguarda. Os rado en un pasado brasileño idealizado disidentes, a Semana e o Integralismo (San Pablo: Brasiliense, 1983), 46-47.
39. Antonio Aroni Prado, 1922, 41. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
131
alrededor de las raíces indígenas, las tradiciones y la cohesión espiritual de la nación, contrapuesto a la moderna influencia extranjera y cosmopolita40. La segunda en particular se ensaña contra un mundo corrompido, sometido a las finanzas anglosajonas, y pregona la figura de un salvador, el “deseado” por un pueblo que se moviliza y espera ansiosamente una dirección. Salgado visita Italia en 1930, antes de concluir el manuscrito, y es transformado por esta experiencia. Desde Roma escribe a un amigo: “Estudié atentamente el fascismo: no es exactamente el régimen que necesitamos, pero es algo que se le parece. El fascismo ha llegado aquí en el momento oportuno y ha cambiado el centro de gravedad político de la metafísica jurídica a instituciones que descansan en las realidades determinantes […] el fascismo no es propiamente una dictadura, es un régimen. Creo que el Ministerio de las Corporaciones es el mecanismo más útil. El trabajo está perfectamente organizado y el capital estupendamente controlado”41.
Salgado resuelve tomar el rumbo del fascismo al regresar a Brasil “listo para organizar las fuerzas intelectuales dispersas para coordinarlas, darles una dirección, iniciando un apostolado”. Su determinación es fortificada después de un encuentro personal con Mussolini, quien aprueba sus ideas y sus planes, y le sugiere que “antes de un partido, es necesario un movimiento de ideas” que refuerce el nacionalismo e imponga la supremacía de Brasil en Sudamérica42. Fiel a sus propósitos y siguiendo las recomendaciones de Mussolini, Salgado se dedica a la elaboración ideológica para establecer una base doctrinaria al movimiento en formación. En sus artículos alaba al Estado fascista que “contiene en sí todas las fisionomías nacionales”43. La nueva revista Hierarquía -inspirada en la fascista “Gerarchia”- logra en poco tiempo atraer a un gran número de intelectuales y propagar las nuevas ideas. El brinco a la formación de un verdadera organización política ocurre en octubre de 1933, cuando Salgado anuncia la fundación de la Ação Integralista Brasileira. Pronto se le incorporan varias organizaciones regionales con 40. Cit. en Hélgio Trinidade, inspiración similar. En dos años la AIB asciende a 400,000 miliIntegralismo. O fascismo brasileiro tantes inscritos, y en 1937 alcanzará la asombrosa cifra de un na década de 30 (San Pablo-Río de Janeiro: Difel, 1979), 5 y ss. millón de miembros, convirtiéndose así en el primer “partido 44 nacional y popular no prohibido en Brasil” y en uno de los 41. Hélgio Trinidade, Integralismo, 75. más grandes partidos de masas de toda América Latina. 42. Hélgio Trinidade, Integralismo, 75. Este éxito sorprendente destaca especialmente en las clases 43. Plinio Salgado, “A Federaçao e o medias, en el ejército, entre los jóvenes y entre los inmigrantes de Sufragio”, A Razao, San Pablo, 3 de primera y segunda generación. La AIB le hace incluso competencia febrero, 1931. 44. Sandra McGee Deutsch, Las derechas, 248. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
132
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
a los fasci entre los italianos y los hijos de italianos, muchos de éstos prefieren la camisa verde (color del movimiento) a la camisa negra45. La AIB, de hecho, adquiere un gran numero de elementos simbólicos directamente del fascismo italiano: las camisas de estilo militar, el saludo romano, la división de la Milicia integralista en Legiones, la agrupación de los más pequeños en unidades de “pliniananos” (similares a los balilla italianos), las marchas en formación militar, la invocación a los caídos (“appello ai caduti” en Italia), el grito de batalla (en lugar del italiano “eja, eja, alalá” se inventa uno nuevo, “anahué, anahué, anahué”, inspirado en el supuesto grito de guerra de los indios tupí), el lema “Dios, Patria y Familia”. El emblema del movimiento es la letra griega Sigma mayúscula, en lugar del Fascio littorio, y quiere significar, como aquél, unión y “suma” de fuerzas y valores. Hay también ceremoniales y liturgias completamente nuevas, como, por ejemplo, los “amaneceres de abril”: el saludo al sol cada año el 23 de abril por los camisas verdes, con el brazo tendido en el saludo romano para glorificar la victoria del Sigma. Un conjunto de ritos, signos y mitos en suma que cabe perfectamente en el perfil de esa “sacralización de la política” que cualifica el fascismo italiano46. Las analogías y las emulaciones del fascismo no se limitan a los aspectos simbólicos y organizativos, implican también una considerable cercanía teórica (esto, de paso, distingue la AIB entre todos los movimientos simil-fascistas latinoamericanos, que tienen una “densidad” ideológica notablemente inferior). El núcleo ideológico de la AIB incluye el concepto de Brasilianidade (equivalente a la “Italianità” y “Romanità” en Italia) y un radicalismo político-antropológico que “lleva la marca inconfundible del mito ultranacionalista palingenésico”47. Los intelectuales integralistas -en primer lugar Plinio Salgado y Gustavo Barrosobuscan inspiración en el corporativismo nacional-sindicalista, en las variantes del fascismo italiano, del salazarismo, del falangismo español y del rexismo belga. Gustavo Barroso, incluso, proclama que el integralismo es una forma más perfecta del fascismo: 45. Cfr. Joao Fábio Bertonha, O Fascismo e os inmigrantes italianos no Brasil (Porto Alegre: EDIPUCRS, 2001). 46. Cfr. Emilio Gentile, Il culto del littorio. La sacralizzazione Della politica nell’Italia fascista (Roma-Bari: Laterza, 1993). 47. Roger Griffin, The Nature, 151. 48. Gustavo Barroso, O Integralismo e o Mundo (Río de Janeiro: Civilizaçao Brasileira, 1936), 15.
“Entre todos los movimientos de carácter fascista, el integralismo es el que contiene la mayor dosis de espiritualidad y el cuerpo doctrinario más perfecto, desde la concepción del mundo y del hombre a la formación de grupos naturales y la solución de los grandes problemas materiales”48.
El enorme éxito del integralismo es también, paradójicamente, la primera causa de su fracaso. Getulio Vargas no proviene de sus filas y teme su influencia popular y en el ejército. Además,
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
133
su pragmatismo le impide mirar hacia Italia o Alemania como posibles partners y referentes geopolíticos para el país (es el mismo cálculo de realpolitik que en México induce Cárdenas y Ávila Camacho por encima de toda consideración ideológica, a preferir finalmente el viejo zorro, Estados Unidos, en lugar del Eje). Después del golpe del 10 de noviembre de 1937, Vargas en un primer momento hace creer que está dispuesto a negociar y alienta las esperanza de Salgado de que la AIB se convertirá en la columna vertebral del nuevo régimen y que él mismo sería nombrado Ministro de Educación. La nueva constitución del Estado Novo, que contiene fuertes elementos nacional-corporativos, suscita el entusiasmo de los militantes integralistas. La ilusión, sin embargo, dura poco: en diciembre de este año la AIB es disuelta por decreto. Algunos meses después, con el pretexto de un fallido intento de golpe integralista, muchos dirigentes son arrestados u obligados a exiliarse, entre ellos el propio Salgado (se quedará en Portugal hasta la amnistía de 1946). Las acciones de Vargas decepcionan a los italianos, quienes habían cultivado en un primer momento serias esperanzas de poder ejercer influencias en el Estado Novo y, debido al peso geopolítico de Brasil, en toda la América meridional. En una publicación oficial (1937) se lee: “Italia tiene el honor de haberle proporcionado al nuevo Brasil, además del magnífico aporte de energías humanas en el siglo pasado, también algunas ideas fundamentales sobre las cuales descansa el nuevo orden. Pues si el régimen brasileño actual no es “fascista” -como el mismo presidente Vargas lo declaró explícitamente- está inspirado sin embargo en gran medida en nuestro ordenamiento estatal y social”49.
El entusiasmo italiano desaparece rápidamente, conforme se hace más evidente que la orientación “fascista” del nuevo régimen es más de fachada que sustancial y llena de ambigüedades. La proscripción de la AIB, en particular, es lamentada amargamente por ser el único movimiento latinoamericano de importancia que tuviera un auténtico carácter fascista y, por lo tanto, un “interlocutor” privilegiado para extender la influencia fascista en la región50. Un informe secreto del MAE en 1937 describe el “Partido 49. “Mutamento di regime in Brasile”, en Autores Varios, Annuario di Politica Integralista” como “Inspirado en los ideales del Fascismo con la guía de un hombre y un Directorio de gran valor intelectual y moral, pero desgraciadamente faltos del don de la decisión y del sentido de la oportunidad, listos para atreverse [a actuar] cuando ya no venía al caso e incapaces de osar por poco que fuera el caso”51.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Internazionale (1937) (Milano, ISPI, 1938), 354-358, aquí 357.
50. Joao Fábio Bertonha, O Fascismo, 69. 51. Archivio Storico del Ministero degli Affari Esteri (ASMAE), Affari Politici (AP) 1937-40, Situazione Paesi, Quaderni Segreti, Quaderno 9 (Brasile). Situazione politica nel 1937, 2.
134
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
52. Ciano a Lojacono, Roma, 26 de abril 1937, en Gianluca André comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, Vol. 6, doc. 515, 649-654. Ciano esperó inicialmente que la AIB serviría “para la labor de divulgación y difusión de las ideas del Fascismo entre los diversos estratos de la población” (654). Sin embargo prevaleció la cautela y el programa de la AIB fue considerado “una copia mal hecha del Fascismo italiano”. Relazione riservata del MAE, “Movimenti fascisti esteri” (1934), cit. en Renzo Santinon, I fasci italiani all’estero (Roma: Settimo Sigillo, 1991), 135. Sobre las relaciones Italia-AIB véase también Angelo Trento, “Relaçoes entre fascismo e integralismo: o ponto de vista do Ministério dos Negocios Estrangeiros italiano”, Ciencia e Cultura XXXIV: 12 (1982): 1601-1613; y Ricardo Seitenfus, “Ideology and Diplomacy: Italian Fascism and Brazil (1935-1938)”, Hispanic American Historical Review LXIV: 3 (1984): 503-534. Joao Fábio Bertonha señala que la AIB era también vista como un centro de reclutamiento político de los descendientes de italianos en función pro-fascista y proItalia. En Joao Fábio Bertonha, “O Brasil, os inmigrantes italianos e a política externa fascista, 1922-1943”, Revista Brasileira de Política Internacional 40: 2 (1997): 106-130, pero la integración, por su lado, contrastaba con el objetivo de mantener la italianidad (Amado Luíz Cervo, Le relazioni, 147). 53. Renzo Santinon, I fasci, 129-197. En este largo documento, preparado en 1934 por encargo del MAE, son descritos los diferentes grupos de Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Panamá y Perú (sin embargo, falta México). Ninguno de estos se merece el calificativo de “fascista” y peor, son descritos como faltos de programas, de espíritu, de liderazgo y de capacidad política. Con la excepción de la AIB y del pequeño Partido Fascista de Chile, todos estos grupos supuestamente fascistas son criticados duramente o simplemente ignorados. Consideraciones idénticas se merecen los movimientos mexicanos (la ARM o “Camisas doradas” y el Partido Social
Democrático de México) en otros documentos oficiales: cfr. Franco Savarino, México e Italia; y Franco Savarino, “Apuntes sobre el fascismo”, 108. Véase también Stanley Payne, Il Fascismo, 345-354 y Mario Da Silva (ya mencionado anteriormente) quien encuentra “en estos “fascismos” una gran confusión de ideas […] y, en general, muy poca visión verdaderamente fascista, romana, de la realidad” (Mario Da Silva, “‘Fascismi’ latino-americani”, 46). 54. “Cuando en el mes de agosto los llamados ‘Camisas Doradas’ […] que alguien estúpidamente creía incluso poder definir como los Fascistas de México […] volvió a llamar la atención […] el Gobierno procedió tranquilamente a su disolución […]. Los ‘Camisas Doradas’ desaparecieron sin gloria de la escena política, como sin gloria habían vivido”. ASMAE, AP 1937-40, Situazione Paesi, Quaderni Segreti, Quaderno segreto No 43 (Messico), Situazione politica nel 1935-36, 9. 55. Cfr. Eugenia Scarzanella, “Il fascismo italiano in Argentina: al servizio degli affari”, en Eugenia Scarzanella (ed.) Fascisti in Sud America, 113-174, aquí 133. Un informe diplomático señala (1937) que “los grupos nacionalistas de tendencia fascista son: la ‘Legión Cívica Argentina’ […]; el ‘Partido Fascista Argentino’, organización que cuenta pocos inscritos y es dirigida por personas de buena fe pero de escaso nivel y sin prestigio; la ‘Federación Fascista de la Provincia de Santa Fe’ […]; la ‘Defensa Social Argentina’, compuesta en su mayoría por funcionarios de policía jubilados, altos oficiales y jueces jubilados […]; la ‘Acción Nacionalista Argentina’ que tiene su sede en Buenos Aires y Mendoza y un periodiquillo (Aduna) pero entre todo cuenta con menos de mil adherentes y de ‘acción’ solo tiene el nombre. ‘Restauración’ es un nuevo grupo formado en 1937 con muchos buenos propósitos pero ninguna posibilidad de confiar en las personas que lo integran para realizarlos. La agrupación ‘Nacionalismo argentino’ que es un
El conde Ciano, por su lado, considera el integralismo brasileño como “la primera expresión seria en el Continente americano de un movimiento inspirado en los principios del fascismo”, aunque también critica la inmadurez y la incapacidad política del mismo52. Fuera de Brasil, el panorama es aun menos alentador. Los movimientos simil-fascistas o reputados como tales, que surgen en muchos países en el transcurso de los años treinta, tales como el Partido Fascista Argentino (1932), el Movimiento Nacional Socialista de Chile (1932) y la Acción Revolucionaria Mexicanista (1934) suscitan más pesimismo que esperanzas en los observadores italianos53. La disolución de los “Camisas doradas” mexicanos a mediados de 1936 es incluso saludada con alivio en un informe diplomático54. Sucede lo mismo en todas partes. En Argentina, por ejemplo, no existe ni un solo partido o movimiento que obtenga el visto bueno de Roma, ni siquiera juicios positivos o palabras esperanzadoras. Esto no es sólo por razones de oportunidad, sino por un juicio negativo de conjunto sobre su fuerza numérica, su coordinación, su uso de la violencia y su consistencia ideológica. Así, los supuestos “partidos hermanos” como son la Legión Cívica Argentina y el Partido Nacional Fascista nunca obtienen un reconocimiento oficial italiano55. En México el
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
135
panorama es aun más desolador: los movimientos supuestamente fascistas locales (la ARM, la Confederación de la Clase Media y el Partido Social Democrático Mexicano) resultan ser malas imitaciones o meros disfraces de intereses personales o de facciones, y el sinarquismo -movimiento nacionalista católico de masas inspirado en el falangismoni siquiera es tomado en consideración56. Más confusa la situación en Chile, donde el Movimiento Nacional Socialista (“nacista”) parece encaminarse ¡hacia el comunismo! “El ‘nacismo’ que con la proclamación de principios fascistas había logrado atraer un número considerable de adeptos, especialmente entre los jóvenes, ha ido comprometiéndose en las alianzas más híbridas con la extrema izquierda y con la masonería. Fundamentando su acción en la más desenfrenada demagogia este partido se proclama hoy fiel a los principios sagrados de la democracia y reniega sus orígenes. Sus jefes afirman que siguen esta vía con un propósito táctico. Pero su poca seriedad no inspira confianza y es poco probable que puedan impedir a sus seguidores precipitar hacia el comunismo hacia donde los empujan”57.
En suma, los grupos, movimientos y partidos supuestamente “fascistas” o inspirados en el fascismo resultan ser una completa decepción y dejan desconcertados a los observadores italianos. No era posible confiar de ninguna manera en estos sujetos políticos precarios, aproximativos o burdamente miméticos, para extender el radio de acción de la política fascista en la región. 3. Juegos de influencias: la “moda” fascista y las dictaduras La influencia fascista es más notable y promisoria en las clases dirigentes latinoamericanas, sobre todo entre los intelectuales y en las fuerzas armadas. Incluso el clero -siguiendo la línea flexible de Pío XI- no es exento de la seducción fascista58. A diferencia del socialismo, el anarquismo y el comunismo, que penetran “desde abajo” (en los sectores obreros y proletarios, especialmente los de ascendencia europea), el fascismo se introduce generalmente “desde arriba” y en el sector medio de la población (con la excepción de las colonias italianas, donde representa un factor de identidad nacional)59. Las clases dirigentes ven en el fascismo un recetario para resolver los problemas nacionales y enlazarse con una ideología “de
nombre sin sustancia […]. […Todas estas organizaciones adolecen] de unidad de acción, de coordinación, de desinterés y capacidad organizativa de los jefes, de espíritu de sacrificio y de voluntad de acción de los militantes”: ASMAE, AP 1937-40, Situazione Paesi, Quaderni Segreti, Quaderno No 5 (Argentina), Situazione politica nel 1937, 9-10. Opiniones negativas italianas sobre la Legión Cívica son también señaladas por Marcus Klein, “The Legión Cívica Argentina and the Radicalization of Argentine Nacionalismo during the Década Infame”, Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe 13: 2 (juliodiciembre 2002), http://www.tau. ac.il/eial/XIII_2/klein.html (fecha de consulta: mayo 2008). 56. Franco Savarino, México e Italia, 116118 y passim. 57. ASMAE, AP 1937-40, Situazione Paesi, Quaderni Segreti, Quaderno No 12 (Cile), Situazione politica nel 1937, 11. Este movimiento hacia la izquierda es analizado por Mario Sznajder en “El Movimiento Nacional Socialista: Nacismo a la chilena”, Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe 1: 1 (enero-junio 1990), http://www.tau. ac.il/eial/I_1/sznajder.htm (fecha de consulta: mayo 2008). 58. Ver para el caso argentino Loris Zanatta, Del Estado liberal a la nación católica: Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo; 1930-1943 (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 1996). 59. Ludovico Incisa di Camerana, I caudillos, 233.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
136
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
moda”, con un futuro que parece entonces promisorio. La oferta de un modelo político modernizador (nacionalista, corporativo, movilizador, etc.) capaz de fortalecer las comunidades nacionales, consolidar los Estados, fortalecer el liderazgo autoritario y proponer, además, un cambio de equilibrios geopolíticos favorable tanto a las potencias emergentes como a las “periferias” dependientes resultaba obviamente atractiva y en sintonía con problemáticas generales y coyunturales (integración nacional, industrialización incipiente, crisis económica, imperialismo “plutocrático”, rivalidades regionales, rezagos oligárquicos, debilidades institucionales). En esta perspectiva, el fascismo es buscado de manera pragmática y utilitarista para solucionar problemas específicos y encontrar una salida. Un interés, entonces, no por la ideología en sí, sino por los resultados positivos que se esperan del modelo de acuerdo con la lectura y reinterpretación que prevalece en la región. Las clases medias urbanas sienten también este atractivo y, además, -–respondiendo a un impulso similar al europeo- buscan en el fascismo un referente que encaja en la ambición de promoverse como nueva clase dominante, a costa de las viejas oligarquías liberales y evitando el peligro proletario y rural. Tanto el pragmatismo de la aproximación así como la escasa consistencia demográfica de las clases medias urbanas y de las élites intelectuales y castrenses más sensibles al llamado fascista ayudan a entender por qué la ideología fascista no logra en ningún lado establecerse como nuevo paradigma ideológico. Sin embargo, justamente por esta penetración elitista en sectores-clave de cada país (intelligentsia, pequeña y mediana burguesía, ejército), el fascismo tiene un impacto político más visible y más consistente, y es capaz de ocasionar el alarmismo norteamericano. Carleton Beals manifiesta estos temores -que son bastante comunes en Estados Unidos durante esa época- en 1938: “En general, en la América hispánica los esfuerzos diplomáticos, económicos y políticos soviéticos ha terminado casi siempre en un fracaso. La tendencia de la mayoría de los países es francamente fascista y pro-nazi. Los varios regímenes dictatoriales expresan todos abierta o secretamente simpatía por Hitler y Mussolini. Todos están a favor de Franco, con la excepción de Costarrica, México y, en cierta medida, Colombia”60.
Naturalmente estas consideraciones expresan ante todo un clima de nerviosismo o histerismo prebélico que hace ver “fascismos” en todas partes, aunque se trate de meros inventos propagandistas, de imitaciones superficiales o de fenómenos francamente distintos. Estados Unidos además aprovecha hábilmente la “amenaza fascista” -exagerando el supuesto peligro 60. Carleton Beals, The Coming Struggle mediante la propaganda- para promocionar su democracia, avanzar for Latin America (Philadelphia: en la región y extender su hegemonía económica y política. Lippincott, 1938), 156. Del mismo autor cfr. “Black Shirts in Latin America”, Current History 49: 3 (Noviembre 1938): 32-34.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
137
Lo que sí es cierto es la disponibilidad de las dictaduras a adoptar un ropaje “fascista” para darle alguna consistencia ideológica e icónica “de moda” a regímenes meramente personales y de orden (o castrenses), para darle brillo y legitimidad al ejercicio autocrático del poder. En Venezuela, Juan Vicente Gómez -un viejo dictador tradicional- coquetea con el fascismo y asume el talante de un “duce” bolivariano: los italianos naturalmente no muerden el anzuelo, pero aprovechan estos malabarismos imitativos para extender su influencia. En Cuba, Batista es tentado a inclinarse al fascismo, pero evita emulaciones demasiado francas para no enemistarse con Estados Unidos. En Guatemala, Ubico también le da un barniz “fascista” a su dictadura, para estar a la moda y proclamar la modernidad de su régimen. México es un caso aparte, pues sus gobernantes en sentido estricto no son dictadores, aquí se respetan formalmente los principios democráticos (constitución, legalidad, elecciones, alternancia de los mandatarios, etc.), pero hay una fuerte tendencia estructural hacia el fascismo, visible en el corporativismo oficial, el partido único, el nacionalismo y el talante cesarista de algunos presidentes, especialmente de Elías Calles y Cárdenas. También Chile presenta una situación insólita. En este país el fascismo italiano despierta interés desde el comienzo, pero es a partir de 1927, con el ascenso al poder del coronel Carlos Ibáñez, que se pueden percibir influencias concretas. Su régimen autoritario se inclina al control dirigido de la economía y a formas corporativas en el campo social inspiradas en el ejemplo italiano. Sin embargo, al carecer de una base ideológica y organizativa (es decir, no siendo un verdadero fascismo)61, se cae repentinamente a consecuencia de la crisis económica en 1931. La salida de Ibáñez propicia la formación (1932) de una nueva agrupación radical, el Movimiento Nacional Socialista (abreviado en “nacista” al estilo alemán) inspirado más en el nacionalsocialismo de Hitler que en el fascismo de Mussolini. Al no lograr aproximarse al poder este movimiento, liderado por el abogado Jorge González von Marées y con el soporte teórico de Carlos Keller, en la segunda mitad de la década de los treintas sufrirá una evolución 61. Según Oreste Villa, L’America Latina, errática hacia la izquierda, hasta acercarse a posiciones comunistas62. 54. “Ibáñez en Chile debe recordarse En el área andina se observa el surgimiento de dictaduras […] como una especie de dictador a las órdenes de la masonería. […] efímeras de inspiración “fascista”. Perú comienza un breve expeUn dictador de esta índole tenía rimento fascistizante o seudo fascista en 1936 con la dictadura de forzosamente que llevar Chile a esas consecuencias [negativas] Óscar Benavides, un militar que conoció personalmente a Mussolini que se manifestaron después con durante su misión diplomática en Italia. Su primer ministro, José Riva revoluciones y contrarrevoluciones”. Agüero, miembro de la vieja aristocracia, teoriza un corporativismo 62. Cfr. Víctor Farías, Los nazis en autoritario de tendencia católica y se convence de que el fascismo es Chile (Barcelona: Seix Barral, 2000). En 1937 los nacionalsocialistas una reedición moderna del corporativismo medieval, capaz de enchilenos se declaran “democráticos”, frentar el peligro socialista. Otro teórico importante es Raúl Ferrero rompen públicamente con el nacionalsocialismo hitleriano y obtienen 3.5% de los votos en las elecciones.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
138
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
Rebagliati, hijo de un italiano, quien se encuentra más cerca al modelo fascista de Mussolini63. A favor del fascismo se expresa también el director del periódico limeño El Comercio, Carlos Miró Quesada. A pesar de la presencia de estos intelectuales, el “fascismo” de la dictadura de Benavides es elitista, no tiene una base de apoyo entre las masas. Éstas son atraídas más bien por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA -fundada en 1924 por Víctor Raúl Haya de la Torre). El APRA, que está en la oposición, tiene también algunos rasgos vagamente fascistas: socialismo nacional (con elementos marxistas), anti-yanquismo, populismo, espíritu revolucionario que “parece sugerir una afinidad profunda con el fascismo de izquierda”64. Esta organización apunta a desarrollar “una forma de fascismo nacionalista para impedir la penetración económica extranjera y proteger la propia [burguesía] capitalista e industrial incipiente”65. Existe además un pequeño movimiento “fascista” popular, la Unión Revolucionaria, UR, fundada en 1931 por Juan Sánchez Cerro (presidente de Perú antes de Benavides), abiertamente inspirado en el fascismo italiano (en 1933 la UR forma una legión juvenil de “camisas negras”). En estos años Perú vive, por así decirlo, una situación paradójica, con un gobierno autoritario (Benavides) que busca darse un talante fascista y una oposición con fisonomías fascistizantes (APRA), que, sin embargo, se cualifica por una especie de “marxismo” nacionalista e indigenista. Las influencias italianas, por lo demás, son perceptibles66. Bolivia por su lado experimenta un acercamiento más serio al fascismo, debido a la coyuntura que vive el país con la derrota en la Guerra del Chaco (1932-1935). En la posguerra entre los bolivianos cunde un clima de insatisfacción similar al de Italia y de Alemania después de la Primera Guerra Mundial. La agitación de los excombatientes favorece la condensación de la protesta popular contra la oligarquía minera responsable de la derrota y 63. José Ignacio López Soria, El sospechosa de servir a intereses internacionales. Además, las mipensamiento fascista, 1930-1945 (Lima: siones militares italiana y alemana dejan una fuerte influencia Mosca Azul, 1981). en el ejército (destaca la presencia de Ernst Röhm, jefe de las SA 64. Griffin, The Nature, 149. alemanas). En 1936 con el nombre de “revolución militar socialis65. James Earle K., “APRA’s Appeal to ta” un golpe de estado lleva al poder una junta militar. El coronel Latin America”, Current History 41: 1 David Toro primero, y el coronel Germán Busch después, buscan (Octubre 1934): 39-44, aquí 44. atraer a los sectores populares y fundar (sin lograrlo) un “partido 66. Cfr. Orazio Ciccarelli, “Fascism and socialista de Estado que se acerca parcialmente al fascismo”67. El Politics in Peru during the Benavides regime, 1933-39: The Italian cuadro ideológico del nuevo régimen es el socialismo nacional, Perspective”, Hispanic American con un talante fascista de izquierda, que se asemeja en algunos Historical Review LXX: 3 (Agosto 1990): 405-432. aspectos al modelo mexicano y parece anticipar el peronismo argentino. Busch mira con favor a Italia y Alemania y encarga la 67. ASMAE, AP 1937-40, Situazione Paesi, Quaderni segreti, Quaderno No. 8 (Bolivia), Situazione politica nel 1937, 5.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
reorganización de las fuerzas de policía a una misión italiana68. Los observadores italianos se entusiasman con este joven militar y saludan la “nueva Bolivia […] primer estado totalitario de América”69. En 1938, en consecuencia de sus intentos de someter la oligarquía, Busch pierde el apoyo de una parte del ejército y, falto de apoyos, resuelve suicidarse. Le sucede un régimen militar conservador, pero el legado del socialismo nacional de Busch perdura en dos nuevos partidos: la Falange Socialista Boliviana, FSB y el Movimiento Nacional Revolucionario, MNR70. Además de estos experimentos ambiguos y oscilantes entre militarismo, nacionalismo y socialismo, el fascismo italiano (en el sentido estricto y completo de la expresión) encuentra otras limitaciones en su difusión. Una de estas es la influencia paralela que ejercen, desde 1933, el nacionalsocialismo alemán y el falangismo español. El primero se presenta en poco tiempo como una versión más eficiente de fascismo, como expresión política de un país industrial con mayor capacidad de penetración económica en la región y, por ende, un peso específico mucho más grande en las relaciones internacionales71. Cuando Italia proclamaba su imperialismo lírico-político, Alemania además de cultura e ideas ofrecía a las pragmáticas clases dirigentes latinoamericanas productos, mercados y asistencia técnica. El nacionalsocialismo tuvo influencias en varios movimientos, como, por ejemplo, los camisas verdes brasileños y los camisas doradas mexicanos, cuyos uniformes recuerdan a las de los SA alemanes y tienden al antisemitismo. La bandera de la AIB -un Sigma negro en un círculo blanco sobre un fondo azul, es recalcada sobre la bandera nacionalsocialista. El segundo -desde que es fundada la Falange en España por José Antonio Primo de Rivera- pareció como la “versión hispánica” del fascismo: más católica, menos modernista y menos socialista que el original 68. Lucilla Briganti, “I rapporti tra italiano. En tanto proyección de Italia e Bolivia dall’epoca del primo “socialismo militare” alla rottura la España nacionalista en América delle relazioni diplomátiche (1936Latina, el falangismo tenía 1942)”, Africana. Rivista di Studi Extraeuropei (1998): 71-96. posibilidades de expansión considerables por ser más cercano a 69. Lucio Angelini, “La Bolivia, primo
stato totalitario d’America”, Gerarchia XIX: 11 (noviembre 1939): 752-754.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
139
70. La primera -corporativa, católica y autoritaria- es de inspiración falangista más que fascista. La segunda -fundada en 1941 por Víctor Paz Estenssoro- es más cercana al fascismo y es influenciada en algunos aspectos por el nacionalsocialismo alemán (antisemitismo). En 1943, el MNR promueve un golpe de jóvenes oficiales del ejército que lleva al poder el mayor Gualberto Villaroel, que se mantiene en el poder hasta 1946. Paz Estensoro llegará al poder en 1951 y cumplirá con una revolución socialista nacional que logrará finalmente derrotar a las oligarquías mineras y nacionalizar los recursos naturales del país. 71. Con respecto a la competencia entre Italia y Alemania, Ciano en 1936 recomendó al embajador Cantalupo que se trabajara para que en Brasil se entendiera “que Italia mantiene firme en su puño la vieja bandera de la lucha al comunismo y que hacia el fascismo -reacción primogénita al comunismo- tienen que dirigir sus miradas todas las fuerzas de orden, especialmente aquellas del mundo latino tan vinculado a Roma”. Ciano a Cantalupo, Roma, 28 de diciembre 1936, en Gianluca André, comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 5, doc. 684, 757. Un punto de fricción grave entre fascismo y nacionalsocialismo fue ocasionado, en efecto, justamente por la carrera para “orientar” hacia Roma o hacia Berlín el movimiento integralista, que ambas potencias consideraban como virtualmente fascista: cfr. Menzinger a Ciano, Rio de Janeiro, 12 de octubre 1936, en Gianluca André, comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 5, doc. 202, 222, y Lojacono a Ciano, Rio de Janeiro, 27 de septiembre 1937. Vol. 7, doc. 373, 449-451, en Gianluca André, comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997.
140
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
las raíces históricas y culturales del continente72. La difusión de la falange fue notable y suscitó en su momento las preocupaciones norteamericanas en el ámbito del alarmismo quintacolumnista por la influencia del Eje en América73. Otro obstáculo, en fin era el propio nacionalismo nativo, “un nacionalismo […] en algunos casos tan intransigente que ofusca la vista”74.
72. Justamente en el falangismo se inspiraba el mayor movimiento político latinoamericano de índole radical-conservadora: el Sinarquismo mexicano (Unión Nacional Sinarquista), que llegó a contar con 500,000 miembros. 73. Cfr. Allan Chase, Falange: The Axis Secret Army in the Americas (New York: G. P. Putnam’s Sons, 1943). 74. Oreste Villa, L’America latina, 7. El nacionalismo nativo veía con desconfianza sobre todo el intento de retardar la naturalización de los emigrados y politizarlos en función de los intereses de la madre patria. Otros factores que explican la escasa difusión del fascismo italiano son descritos en Alistair Hennessy, “Fascism and Populism in Latin America”, en Fascism, a Reader’s Guide: Analyses, Interpretations, Bibliography, ed. Walter Laqueur (Berkeley: University of California Press, 1976), 255-262; Payne, Il fascismo, 345; y Franco Savarino, “Apuntes sobre el fascismo”, 108. 75. Griffin, The Nature, 148. 76. Cfr. Emilio Gentile, “L’emigrazione italiana in Argentina nella politica di espansione del nazionalismo e del fascismo”, Storia Contemporanea XVII: 3 (Junio 1986): 355-396, aquí 394; Pietro Rinaldo Fanesi, “Le interpretazioni”, 402-405. 77. Véase el ensayo de Richard J. B. Bosworth, “Mito e linguaggio nella politica estera italiana”, en La politica estera italiana, 1860-1985, eds. R. J. B. Bosworth y S. Romano (Bologna: Il Mulino, 1991), 35-67.
Epílogo: el refugio de la latinidad La ideología del fascismo italiano encontraba, entonces, tanto obstáculos como variantes o formas paralelas (nacional-populismo, fascismo “de izquierda”, falangismo, nacionalsocialismo), que le hacían competencia en un contexto donde predominaba la búsqueda pragmática de referentes externos. No ayudaban las percepciones confusas o alteradas en los dos sentidos, tanto en Italia como en América Latina que al propagarse distorsionaban el mensaje originario. Los regímenes castrenses, por su lado, “crearon un ambiente hostil para la propagación del fascismo en una forma no adulterada”75. Por lo demás, otro motivo fundamental de la búsqueda de una hegemonía italiana, inducía a lecturas superficiales. La “latinidad”, un tema ya importante para el nacionalismo italiano, significaba el intento de extender hacia América Latina una primacía espiritual universal, que Roma reivindicaba como “madre” de la Civilización Latina76. Este objetivo -característico de una política exterior italiana que desde siempre se expresaba con lenguaje de los mitos-77 implicaba desvincular la mayor área “latina”, es decir, América Latina, de las influencias no-latinas (anglosajonas, eslavas y asiáticas) y sobreponerse por encima de las influencias “derivadas”, es decir luso-hispanas. La latinidad se expresaba también como el refugio en la cultura de una política de expansión del fascismo italiano que encontraba límites y obstáculos formidables en otros campos. La competencia de la latinidad con la cultura ibérica apuntaba a ofrecer, con Roma, una tradición alternativa de espiritualidad más densa de significados con respecto al mero lazo genealógico y lingüístico. Una tradición antigua pero viva, renovada por el fascismo y susceptible de desarrollo en el tiempo presente. La propuesta italiana de latinidad, en efecto, era caracterizada por la posibilidad de que “Roma” significara un arraigo tradicional de la
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
modernidad y, por lo mismo, un brío progresista diferente (como alternativa “espiritual”) al progresismo “plutocrático” y meramente materialista de Washington y Londres, y a la tradición sin modernidad de Madrid y Lisboa. Los grupos y tendencias “hispanistas” en América Latina, en efecto, tenían generalmente un fuerte matiz conservador y religioso, en consecuencia la hispanidad no se podía aprovechar en sentido modernizador78. Por otro lado, justamente por este motivo resultaba más próxima a las fuerzas oligárquicas, castrenses y conservadoras que predominaban en la región y que fueron atraídas después de 1936 por la España de Franco79. Frente a esta ventaja hispánica del lado conservador, Roma ostentaba las buenas relaciones del Régimen con la Iglesia, específicamente los Pactos Lateranenses de 1929 y, más tarde, la defensa del catolicismo contra la República española anticlerical y anticristiana. La latinidad en fin suponía un esquema para la integración nacional, una fórmula para salir de “la poco clara e indefinible consistencia étnica actual” y para superar “aquellas diferencias de clase que no deberían existir en Naciones en formación y que necesitan una igualdad individual y colectiva”, apuntando, en cambio, -según el modelo fascista italiano- a “una entidad nacional toda armónica, propia, que sea finalmente en la concepción y en la realidad de los hechos un País orgánico y formado, que pueda aportar algo a la comunidad de los pueblos civiles”80. La latinidad, en pocas palabras, como estrategia cultural opuesta a la hispanidad conservadora y al panamericanismo económico, podría compensar las debilidades y las insuficiencias de la penetración económica y diplomática de Italia, y los resultados inciertos de la expansión política e ideológica del fascismo. Aun la latinidad, sin embargo, tenía dificultad para imponerse. Tenía, en efecto, la debilidad de ser al fin y al cabo la expresión de un imperialismo europeo, por cuanto débil y distante fuera (y sin antecedentes históricos en la región). Esto suscitaba la desconfianza en países que buscaban la construcción y el fortalecimiento de sus identidades nacionales y la defensa de su soberanía. México, en particular, considerado “bastión de la latinidad” contra el mundo anglosajón, parecía preferir la búsqueda de sus raíces nacionales en las antiguas civilizaciones precolombinas en lugar de Roma81. Con la Guerra de
141
78. Sobre el carácter no-moderno de la hispanidad, véase Bailey W. Diffie, “The Ideology of Hispanidad”, Hispanic American Historical Review XXII: 3 (Agosto 1943): 457-482. Cfr. también Frederick B. Pike, Hispanismo 1898-1936: Spanish Conservatives and Liberals and the Relations with Spanish America (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1971). 79. Por otro lado, justamente la victoria en la Guerra civil logrará matizar la rivalidad entre hispanidad y latinidad, en nombre de la lucha común contra “las pretensiones hegemónicas de los anglosajones”: Erba, “Per una Spagna imperiale”, Critica Fascista XVII: 18 (julio 1939): 290-291. La “hispanidad” de los años treinta (la de Serrano Suñer, Maetzu, Giménez Caballero, Pemartín, etc.) tiene, sin duda, influencias fascistas. 80. Oreste Villa, L’America Latina, 99, 102. El significado ecuménico, cultural, de la latinidad, significaba también una ventaja frente al nacionalismo alemán, que era visto con recelo por su exclusivismo étnico y racial. “La cuestión de la raza” -escribe el embajador en Brasil a Ciano- “[…] debe entenderse como origen histórico [latino] de toda la nación […]. Debe entenderse como idioma, que es neo-latín. Debe entenderse como forma mentis, que es mediterránea. Debe entenderse como concepción general de la moral y el derecho, que son romanos; como concepción de la familia, que es católica; como arte, arquitectura, estilo, oratoria, que son todas emparentadas con la cepa [cultural] ibérico-mediterránea”. Lojacono a Ciano, Río de Janeiro, 27 de septiembre 1937, en Gianluca André, comp., DDI, s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997, Vol. 7, doc. 373, 450. La Latinidad, en suma, debería entenderse como herencia viva, histórica y cultural, no como comunidad etno-biológica. 81. Franco Savarino, “The Sentinel”, 97-120.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
142
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
Etiopía (1935-1936) no faltarán los temores de un intervencionismo italiano en la región, apoyado en motivaciones culturales análogas -la “misión civilizadora” y la colonización “proletaria”- a las que había legitimado la fundación del imperio africano de Mussolini. La latinidad italiana, además, podía resultar incómoda porque relegaba la herencia ibérica a un papel secundario y desechaba las tradiciones indígenas como residuos primitivos y lastres para la civilización. La primacía de Roma, como mito unificador interétnico y panlatino significaba también descartar los mitos alternativos de unidad continental mestiza nativa, como la “raza cósmica” de Vasconcelos o el “indoamericanismo” de Haya de la Torre y de Mariátegui82. Después de su estancia de tres años en Italia, José Carlos Mariátegui retoma las críticas al latinismo de Vasconcelos y concluye: “no somos latinos y no tenemos ningún parentesco con Roma”83. El proyecto político-cultural de la latinidad era fundado, entonces, sobre bases precarias al no poseer un apoyo político suficiente, y era expuesto a competencia, hostilidad e incomprensiones. A partir de mediados de los años treinta, la latinidad, reducida a “un ideal que se está hundiendo paulatinamente”84, más no abandonado aún por la propaganda italiana, se enfrentará sobre todo al progreso de la idea panamericana, expresión de la creciente potencia geopolítica de Estados Unidos en América Latina. Los resultados decepcionantes de la política cultural de la “latinidad”, en fin, simbolizaban la insuficiente penetración del fascismo italiano (ideológica, política y geopolítica) y, finalmente, la imposibilidad de evaluar positivamente (desde un punto de vista fascista) los efectos de una influencia de cuatro lustros de penetración del modelo político italiano en la región. El desencuentro de la Italia fascista con los “fascismos” latinoamericanos tiene un dejo final de ironía, pues solamente después de que se cae el régimen de Mussolini (en 1943) un nuevo golpe militar en Argentina inicia un experimento político de tendencias fascistas, que dará lugar más tarde -al finalizar la Guerra Mundial- al “justicialismo” populista de Perón. México, por su lado, sigue su evolución nacional-populista autóctona y Brasil abandona definitivamente los experimentos fascistas para desarrollar también su forma pecu82. Franco Savarino, “Apuntes sobre el fascismo”, 105-106. Véase José liar de populismo. Por lo demás, las muchas ilusiones, espejismos Vasconcelos, La raza cósmica y equivocaciones recíprocas de los fascistas italianos y de sus (Barcelona: Agencia Mundial de Librería, 1925). También la homólogos latinoamericanos dejan un legado de incertidumbre Brasilianidade promovida por semántica e interpretativa que perdura hasta hoy. la AIB se encontraba de facto en competencia con la latinidad itálica.
83. José Carlos Mariátegui, Lettere dall’Italia ed altri scritti (Roma: Editori Riuniti, 1973), 154. 84. Aldo Bizzarri, “America ‘Latina’?”, Critica Fascista XVIII: 22 (septiembre 1940): 372-373. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
Bibliografía Fuentes
primarias
Archivo Archivio Storico del Ministero degli Affari Esteri (ASMAE), Roma-Italia, Affari Politici (AP) 193740, Situazione Paesi, Quaderni Segreti, Quaderno 9 (Brasile). Situazione politica nel 1937, 2; Quaderno segreto No. 43 (Messico), Situazione politica nel 1935-36, 9; Quaderno No. 5 (Argentina), Situazione politica nel 1937, 9-10; Quaderno No. 12 (Cile), Situazione politica nel 1937, 11; Quaderno No. 8 (Bolivia), Situazione politica nel 1937, 5. Documentos publicados Gianluca, André, comp. Documenti Diplomatici Italiani (DDI), s. VIII. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1997: Vols. 4, doc. 720, 792; 5, doc. 202, 222; 5, doc. 684, 757; 6, doc. 515, 649-654; 6, doc. 515, 650-651; 6, doc. 515, 653; 7, doc. 373, 449-451; 7, doc. 373, 450; 7, doc. 557, 658-660. Publicaciones periódicas Il Popolo d’Italia, Roma, 6 de octubre, 1937. Fuentes primarias impresas Angelini, Lucio. “La Bolivia, primo stato totalitario d’America”. Gerarchia XIX: 11 (noviembre 1939): 752-754 Araldi, Vinicio. Il Brasile sotto la presidenza di Getulio Vargas. Río de Janeiro: s. e., 1937. Autores Varios. Enciclopedia Italiana. Roma: Istituto dell’Enciclopedia Italiana, 1933 [supplemento, 1938]. Autores Varios. Annuario di Politica Internazionale (1937). Milano: ISPI, 1938. Barroso, Gustavo. O Integralismo e o Mundo. Río de Janeiro: Civilizaçao Brasileira, 1936. Beals, Carleton. The Coming Struggle for Latin America. Philadelphia: Lippincott, 1938. Beals, Carleton. “Black Shirts in Latin America”. Current History 49: 3 (Noviembre 1938): 32-34. Bizzarri, Aldo. “America ‘Latina’?”. Critica Fascista XVIII: 22 (septiembre 1940): 372-373. Cantalupo, Roberto. Brasile Euro-americano. Milano: ISPI, 1941. Carrazzoni, André. Getulio Vargas. Padova: CEDAM, 1941. Ciano, Galeazzo. Diario 1937-1943 [1946]. Milano: Rizzoli, 1999. Da Silva, Mario. “‘Fascismi’ latino-americani”. Critica Fascista XVI: 3 (diciembre 1937): 44-47. Da Silva, Mario. “Il nuovo regime brasiliano”. Critica Fascista XVI: 4 (diciembre 1937): 58-60. Erba. “Per una Spagna imperiale”. Critica Fascista XVII: 18 (Julio 1939): 290-291.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
143
144
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
Juarros, César. Atalayas sobre el fascismo. Madrid: Ma. Yagües Editor, 1934. La defensa de Italia en México por el Dr. Atl. México: Edición de la Colonia Italiana, 1936. Mariátegui, José Carlos. Lettere dall’Italia ed altri scritti. Roma: Editori Riuniti, 1973. Testena, Folco. “Sguardo sommario sulla situazione dell’America di lingua latina”. Civiltà Fascista (agosto 1942): 653-657. Vasconcelos, José ¿Qué es el comunismo? México: Ediciones Botas, 1936. Villa, Oreste. L’America Latina, problema fascista. Roma: Nuova Europa, 1933.
Fuentes
secundarias Albonico, Aldo. “Immagine e destino delle comunità italiane in America latina attraverso la stampa fascista degli anni trenta”. Studi Emigrazione XIX: 65 (marzo 1982): 41-51. Albonico, Aldo. Italia y América. Madrid: MAPFRE, 1994. Aroni Prado, Antonio. 1922 - Itinerário de una falsa vanguarda. Os disidentes, a Semana e o Integralismo. San Pablo: Brasiliense, 1983. Artucio, Hugo Fernández. La organización secreta nazi en Sudamérica. México: Minerva, 1943. Bertonha, Joâo Fábio. “O Brasil, os inmigrantes italianos e a política externa fascista, 19221943”. Revista Brasileira de Política Internacional 40: 2 (1997): 106-130. Bertonha, Joâo Fábio. “A migraçao internacional como Fator de Política Externa: os emigrantes italianos, a Expansâo Imperialista e a Politica Exterior da Itàlia, 1870-1943”. Contexto Internacional XXI: 1 (Enero-Junio 1999): 123-64. Bertonha, Joâo Fábio. O Fascismo e os inmigrantes italianos no Brasil. Porto Alegre: EDIPUCRS, 2001. Bosworth, Richard J. B. “Mito e linguaggio nella politica estera italiana”. En La politica estera italiana, 1860-1985, editado por Richard J. B. Bosworth y Sergio Romano. Bologna: Il Mulino, 1991, 35-67. Briganti, Lucilla. “I rapporti tra Italia e Bolivia dall’epoca del primo “socialismo militare” alla rottura delle relazioni diplomátiche (1936-1942)”. Africana. Rivista di Studi Extraeuropei (1998): 71-96. Buchrucker, Christhian. Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955). Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1987. Canovan, Margaret. Populism. New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1981. Cervo, Amado Luíz. Le relazioni diplomatiche fra Italia e Brasile dal 1861 ad oggi. Torino: Fondazione G. Agnelli, 1994. Chase, Allan. Falange. The Axis Secret Army in the Americas. New York: G. P. Putnam’s Sons, 1943. Ciccarelli, Orazio. “Fascism and Politics in Peru during the Benavides regime, 1933-39: The Italian Perspective”. Hispanic American Historical Review LXX: 3 (Agosto 1990), 405-432.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
Cuzzi, Mario. L’internazionale delle camicie nere. I CAUR 1933-1939. Milano: Mursia, 2005. Daryle, Williams. Culture Wars in Brazil: The First Vargas Regime, 1930-1945. Durham: Duke University Press, 2001. Devoto, Fernando. Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002. Di Tella, Torcuato S., Hugo Chumbita, Susana Gamba, y Paz Fajardo, eds. Diccionario de las ciencias sociales y políticas, Buenos Aires, Emecé, 2001. Diffie, Bailey W. “The Ideology of Hispanidad”. Hispanic American Historical Review XXII: 3 (Agosto 1943): 457-482. Dos Santos, Theotonio. Socialismo o fascismo: el nuevo carácter de la dependencia y el dilema latinoamericano. Buenos Aires: Periferia, 1974. Earle K., James. “APRA’S Appeal to Latin America”. Current History 41: 1 (October 1934): 39-44. Fanesi, Pietro Rinaldo. “Le interpretazioni storiografiche e politiche dell’America Latina nel periodo fascista”. En Ruggiero Romano. L’Italia, l’Europa, l’America, editado por Alberto Filippi. Camerino: Università di Camerino, 1999, 395-405. Finchelstein, Federico. Fascismo, liturgia e imaginario: El mito del general Uriburu y la Argentina nacionalista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002. Finchelstein, Federico. La Argentina fascista. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2008. Franzina, Emilio y Matteo Sanfilippo, eds. Il fascismo e gli emigrati. Roma-Bari: Laterza, 2004. Gentile, Emilio. “L’emigrazione italiana in Argentina nella politica di espansione del nazionalismo e del fascismo”. Storia Contemporanea XVII: 3 (junio 1986): 355-396. Gentile, Emilio. Il culto del littorio. La sacralizzazione Della politica nell’Italia fascista. Roma-Bari: Laterza, 1993. Gentile, Emilio. Fascismo, Historia e interpretación [2002]. Madrid: Alianza, 2004. Griffin, Roger. The Nature of Fascism. New York: Routledge, 1991. Halperin Donghi, Tulio. Argentina y la tormenta del mundo. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003. Hennessy, Alistair. “Fascism and Populism in Latin America”. En Fascism, a Reader’s Guide: Analyses, Interpretations, Bibliography. Editado por Walter Laqueur. Berkeley: University of California Press, 1976, 255-262. Ianni, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: ERA, 1975. Incisa di Camerana, Ludovico. I caudillos. Biografia di un continente. Milano: Corbaccio, 1994. Klein, Marcus. “The Legión Cívica Argentina and the Radicalization of Argentine Nacionalismo during the Década Infame”. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe 13: 2 (julio-diciembre 2002), http://www.tau.ac.il/eial/XIII_2/klein.html Laclau, Ernesto. Política e ideología en la teoría marxista. Madrid: Siglo XXI, 1978. Lipset, Seymour Martin. El hombre político. Las bases sociales de la política [1959]. México: REI, 1993.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
145
146
Juego de ilusiones: Brasil, México y los “fascismos” latinoamericanos frente al fascismo italiano
López Soria, José Ignacio. El pensamiento fascista, 1930-1945. Lima: Mosca Azul, 1981. Mackinnon María M., y Mario A. Petrone, eds. Populismo y Neopopulismo en América Latina. Buenos Aires: Eudeba, 1998. McGee Deutsch, Sandra. Las Derechas: The Extreme Right in Argentina, Brazil, and Chile, 1890-1939. Stanford: Stanford University Press, 1999. Mosse, George. The Fascist Revolution. Toward a General Theory of Fascism. New York: Howard Fertig, 1999. Mugnaini, Marco. “L’Italia e l’America latina (1930-1936): alcuni aspetti della politica estera fascista”. Storia delle Relazioni Internazionali 2 (1986): 199-244. Newton, Ronald C. “Ducini, Prominenti, Antifascisti: Italian Fascism and the Italo-Argentine “Collectivity, 1922-1945”. The Americas 51: 1 (Julio 1994): 41-66. Payne, Stanley G. Fascism. Comparision and definition. Madison: The University of Wisconsin Press, 1980. Payne, Stanley G. Il fascismo [1995]. Roma: Newton, 1999. Pike, Frederick B. Hispanismo 1898-1936: Spanish Conservatives and Liberals and the Relations with Spanish America. Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1971. Santinon, Renzo. I fasci italiani all’estero. Roma: Settimo Sigillo, 1991. Savarino Franco. “Apuntes sobre el fascismo italiano en América Latina (1922-1940)”. Reflejos 9 (2000-2001): 100-110. Savarino, Franco. “The Sentinel of the Bravo: Italian Fascism in Mexico, 1922-35”. En International Fascism, editado por Gert Sorensen y Robert Mallet. London-Portland: Frank Cass, 2002, 97-120. Savarino, Franco, “Bajo el signo del “Littorio”. La comunidad italiana en México y el fascismo (1924-1941)”, Revista Mexicana de Sociología LXIV: 2 (abril-junio 2002): 113-139. Savarino, Franco, México e Italia. Política y diplomacia en la época del fascismo 1922-1942. México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2003. Savarino, Franco, “La ideología del fascismo entre pasado y presente”. En Franco Savarino et al. (coords.), Diálogos entre la historia social y la historia cultural. México, INAH-AHCALC, 2005, 253-272. Savarino, Franco, “Populismo: perspectivas europeas y latinoamericanas”. Espiral, XIII: 37 (septiembre-diciembre 2006): 77-94. Savarino, Franco, “En busca de un “eje” latino: la política latinoamericana de Italia entre las dos guerras mundiales”. Anuario del Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos A. Segreti 6 (2006): 239-261. Scarzanella, Eugenia (ed.). Fascisti in Sud America. Firenze: Le Lettere, 2005. Seitenfus, Ricardo. “Ideology and Diplomacy: Italian Fascism and Brazil (1935-1938)”. Hispanic American Historical Review LXIV: 3 (1984), 503-534.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
Franco Savarino
Spektorowski, Alberto. The Origins of Argentina’s Revolution of the Right. Notre Dame: University of Notre Dame Press, 2003. Sznajder, Mario. “El Movimiento Nacional Socialista: Nacismo a la chilena”. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe 1: 1 (enero-junio 1990), http://www.tau. ac.il/eial/I_1/sznajder.htm Toscano, Mario. “Il fascismo e l’Estado Novo”. En L’emigrazione italiana in Brasile, 1800-1978, editado por Renzo De Felice. Torino: Fondazione G. Agnelli, 1980, 235-270. Trento, Angelo. “Relaçoes entre fascismo e integralismo: o ponto de vista do Ministério dos Negocios Estrangeiros italiano”. Ciencia e Cultura XXXIV: 12 (1982): 1601-1613. Trinidade, Hélgio. Integralismo. O fascismo brasileiro na década de 30. San Pablo-Río de Janeiro: Difel, 1979. Trinidade, Hélgio. “El tema del fascismo en América Latina”. Revista de Estudios Políticos 30 (1982): 111-142. Vasconcelos, José. La raza cósmica. Barcelona: Agencia Mundial de Librería, 1925. Viñas, David. Qué es el fascismo en Latinoamérica. Barcelona: La Gaya Ciencia, 1977. Williams, Daryle. Culture Wars in Brazil: The First Vargas Regime, 1930-1945. Durham: Duke University Press, 2001. Zanatta, Loris. Del Estado liberal a la nación católica: Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo; 1930-1943. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 1996. Zavaleta Mercado, René. “Nota sobre fascismo, dictadura y coyuntura de disolución”. Revista Mexicana de Sociología 41: 1 (enero-marzo 1979): 75-85.
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 120-147
147
148
El cuartelazo de Pasto
Artículo recibido: 20 de febrero de 2008; aprobado: 10 de octubre de 2008; modificado: 13 de noviembre de 2008.
Adolfo León Atehortúa Cruz
El Cuartelazo de Pasto
The Pasto Putsch
Resumen
Abstract
El antagonismo político entre los partidos Liberal
The political antagonism between the Liberal
y Conservador, en Colombia, tuvo su máxima e
and Conservative parties reached their historical
histórica expresión durante el segundo gobierno de
nadir during the second administration of
Alfonso López Pumarejo. Las Fuerzas Armadas no
Alfonso López Pumarejo. The Armed Forces
fueron ajenas a dicha confrontación. Por el contrario,
were not absent from this confrontation. They
se acudió a ellas para construir solidaridades o
were approached to build solidarities or unrest,
descontentos, respaldos u oposiciones. El cuartelazo
support or opposition. The Pasto Putsch, just as
de Pasto, así como los brotes o conatos de
conspiracy outbreaks or attempts, are evidence
conspiración, son una muestra de la situación. El
of this situation. This article describes and
presente artículo se propone describir y analizar en
carefully analyzes the episodes surrounding
detalle los episodios que rodearon tanto el período
both the period and event in question, how
como el acontecimiento en cuestión, su desenlace e
it unfolded, and its historic interpretations. It
interpretaciones históricas. Se deja en claro que cierto
clearly shows that the subversive radicalism
radicalismo subversivo de una fracción conservadora,
of a Conservative faction, as well as the
así como el descontento y resentimiento de algunos
dissatisfaction and resentment felt by some
militares, fueron demasiado evidentes como para
members of the military, were too evident to
desligarlos de la intención conspirativa.
detach them from the conspiracy effort.
Palabras
Key Words
c l av e
Alfonso López Pumarejo, Partido Liberal, Partido
Alfonso López Pumarejo, Liberal Party, Conservative
Conservador, Cuartelazo de Pasto, ejército.
Party, Pasto Putsch, Army.
Licenciado en Historia por la Universidad del Valle, Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia y Doctor en Sociología de la École Des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) en París, Francia. Profesor Titular del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia. Sus intereses investigativos son la historia política de Colombia, de las Fuerzas Armadas, del conflicto político armado, la educación y la pedagogía. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: Las banderas del presidente Uribe. Medellín: La Carreta Editores, 2007; Militares. Otra visión, otros estudios. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2005; “Colombia en la guerra de Corea”. Revista Folios 27 (2008): 63-76; “El conflicto colombo-peruano. Apuntes acerca de su desarrollo e importancia histórica”. Historia y Espacio 29 (junio-dic. 2007): 51-77; y, con otros autores, “Los archivos nacionales de Estados Unidos”. Análisis Político 59 (enero-abril 2007): 57-74. adolfoatehortua@cable.net.co
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
149
El Cuartelazo de Pasto ❧
Introducción En 1942, Alfonso López Pumarejo ocupó por segunda vez la presidencia de la República de Colombia. No era el mismo hombre de ocho años atrás. En su discurso inaugural anunció que no defendería su primera administración (1934-1938) ni pretendería continuarla. López era consciente de que en su segundo gobierno el acuerdo político entre las élites económicas de ambos partidos se había cristalizado. Los radicalismos de la izquierda liberal, así como las decisiones políticas arrancadas al Estado sobre la base de las movilizaciones populares, no estaban al orden del día. La economía se hallaba golpeada por la Segunda Guerra Mundial y, en lo político, las oposiciones de Laureano Gómez en el partido Conservador y la de Carlos Arango Vélez en el Partido Liberal eran cada vez más enconadas. ¿Cuáles fueron, en esta dirección, los hechos que antecedieron de inmediato al “Cuartelazo de Pasto”? ¿En qué consistió este episodio? ¿Quiénes fueron sus instigadores? ¿Cuáles fueron sus resultados y cuáles han sido las interpretaciones históricas sobre su desenlace? A continuación, se efectúa un balance que fija su mirada sobre los protagonistas, señalando como hipótesis la participación fundamental en la responsabilidad, dirección y acción del hecho, al radicalismo subversivo de una fracción conservadora que supo utilizar para sus intereses el descontento y resentimiento de algunos militares, sin olvidar, de otro lado y como causa probable, la despolitización del Ejército que López Pumarejo se proponía. 1. Antecedentes 1.1 La oposición de Laureano Gómez Apenas consumada la elección de López, Laureano Gómez anunció al embajador estadounidense, Spruille Braden, una oposición radical y hasta la “guerra civil” contra el próximo gobierno1. En un acalorado discurso ante el Senado dejó entrever incluso que el presidente electo podría ser asesinado si se atrevía a posesionarse.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
❧ Este artículo es resultado de la investigación “Modernización y profesionalización del Ejército en Colombia, 1907-1958”, financiada por el Centro de Investigaciones CIUP de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. 1. Braden a la Secretaría de Estado, diciembre 9 de 1940. Archivo Nacional de Estados Unidos (NA), Washington/ Maryland, USA, 821.00/1304, RG 59.
150
El cuartelazo de Pasto
En tertulias privadas sugería que la guerra podría recibir el respaldo de Franco y de otras potencias extranjeras si Estados Unidos no la apoyaba. La enemistad entre los dos caudillos no era nueva. Existía desde el primer gobierno de López, y Gómez la había expresado desde entonces a través de El Siglo. Según López, Laureano Gómez se abrogaba el privilegio de atentar contra la vida de los colombianos, de difamar a los presidentes liberales y de preconizar la guerra civil sin temor a sanción alguna2. De nuevo, tras la segunda elección de López, aparecieron en El Siglo los lemas de “acción intrépida”, “atentado personal” y “república invivible”. El embajador estadounidense creía en la amenaza de Gómez. No sólo porque lo sabía ligado al franquismo y a los nazis, sino además, porque deseoso de la presidencia, “no tenía otra forma de alcanzarla diferente a la violencia”3. El rechazo a esta política de confrontación, expresado por importantes sectores del conservatismo encabezados por el General Pedro Justo Berrío, Luis Ospina Vásquez, Mariano Ospina Pérez y Gonzalo Restrepo, en la Convención Nacional del Partido realizada en 1940, no fue suficiente para calmar a Gómez. Alberto Lleras, en nombre del liberalismo, reaccionó así ante las palabras de Laureano: “Es el régimen de la amenaza […] Guerra civil si el candidato elegido no es satisfactorio para el conservatismo. Guerra civil si no se deroga la Constitución de 1936. Guerra civil si no se acaban las garantías a los trabajadores de Colombia. Guerra civil si no se deja, al fin, que el Partido Conservador gobierne la república a su antojo […] La guerra civil no la van a ganar los conservadores sin hacerla. No entregamos nada a una amenaza. No por jactancia, ni por ferocidad, ni por terquedad, sino porque una república se hace invivible cuando los extorsionadores se convierten en amos”4.
2. Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), Sala de manuscritos. Alfonso López a Alberto Lleras, New York, diciembre 4 de 1940 (Carpeta 5; Correspondencia enviada y recibida de Alberto Lleras, noviembre 8, 1940 - febrero 2, 1945, mss. 821-045- 821-045/6). 3. Braden a la Secretaría de Estado, diciembre 9 de 1940. NA. 821.00/1304, RG 59. 4. Citado por José A. Galvis, “El cuartelazo de Pasto”, Credencial Historia 193 (enero 2006): 5.
1.2 El descontento militar En este ambiente, los rumores, sospechas y acciones golpistas empezaron a surgir y a multiplicarse. Recién llegado a Colombia para sustituir a Braden, el embajador Arthur Lane constató que López no era muy popular entre los militares. Según su agregado militar, las razones eran varias: primero, sus planes de reorganización del Ejército, que incluían la prolongación del servicio militar obligatorio para realizar trabajos agropecuarios. Segundo, el propósito de disminuir el pie de fuerza para financiar el crecimiento de la Policía nacionalizada y liberal. Y tercero, los recuerdos de su primer gobierno y las antipatías que su ministro y primo, Alberto López, había sembrado en la oficialidad conservadora5. Acusado de alentar una conspiración entre los uniformados, fue detenido -en marzo de 1943- el General Eduardo Bonitto Vega,
5. Varias comunicaciones procedentes de la Embajada así lo afirmaban historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
151
militar de cuyas actividades y odios contra López se hablaba mucho entre las Fuerzas Armadas. En su caso, se trataba más de una reacción antilopista que de un movimiento hacia el poder. Bonitto reaccionó ante un discurso de López, pronunciado el 28 de febrero en la Escuela Superior de Guerra, en el cual indicó que los oficiales debían “preocuparse por los asuntos públicos y tener en ellos la participación que corresponde a su preparación y a la importancia de la institución armada”6. El general asumió el llamado del presidente como una invitación a participar en política partidista contra la expresa prohibición legal, y decidió que a partir de ese momento desconocería la autoridad de López. Al terminar el acto, en compañía de varios generales solicitó su baja ante el Ministro de Guerra7. Posteriormente, fue denunciado por un subalterno de expresar en público su proyecto de “amarrar al jefe del Estado, crear en Colombia un estado militar liberal y declararle la guerra al eje”8. Sin embargo, el supuesto disgusto por el discurso ocultaba un hecho diferente y una preocupación mayor generada por el anuncio presidencial de disminuir el pie de fuerza. En su calidad de secretario del ministerio, el General Bonitto reportó la ausencia al Departamento de Estado: del General Delfín Torres Durán de su puesto de mando en la III Telegrama No. 548 del 27 de marzo, Aerograma No. A-265 del 30 de Brigada “sin el aviso de rigor”9. wwEste reconocido oficial, de marzo y Memorando del 3 de mayo, ascendencia conservadora, pidió su baja pero demostró que se todos de 1943. NA. RG 59. Es preciso advertir, sin embargo, que las encontraba en Popayán pasando revista a una guarnición de su animadversiones y tensiones entre jurisdicción y que para ello había solicitado la autorización corel liberalismo y el Ejército datan de la hegemonía conservadora y de las respondiente. El ministro lo citó a su despacho y luego de ello posiciones encontradas frente a la pidió un tribunal militar para investigar lo sucedido. El tribunal politización de la Escuela Militar de Cadetes, de la posición liberal decidió, entonces, indagar al General Bonitto10. frente al servicio militar obligatorio Con respecto al pie de fuerza, las causales eran explicadas de o del conflicto colombo-peruano. Consúltese al respecto, Adolfo manera diferente según los intereses de la política. Mientras el León Atehortúa y Humberto Vélez, gobierno atribuía el origen de la decisión a necesarios recortes Estado y Fuerzas Armadas en Colombia (Bogotá: Tercer Mundo, Pontifica presupuestales para mantener el sueldo de los oficiales y mejoUniversidad Javeriana Cali, 1994). rar la ración de los soldados, la oposición laureanista denunciaba 6. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. el hecho como una acción más con el propósito de debilitar al 11 Ejército, a la cual seguirían las “purgas” . Para López, el número 7. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. de efectivos se incrementó en un momento del pasado gobierno, 8. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. en el que se creyó próxima una intervención en defensa del Canal 9. El Tiempo, Bogotá, marzo 23, 1943. de Panamá12. Alejada esa perspectiva con el destino cambiante de la guerra, no había razón para mantener tal número de hombres 10. El retiro del General Torres Durán se aceptó, sin embargo, el 30 de en armas y, por supuesto, tal número de oficiales en su mando. En mayo de 1943. tanto los derroteros militares de la Guerra Mundial demostraban 11. El Siglo, Bogotá, octubre 3, 1942.
12. El Tiempo, Bogotá, enero 7, 1943. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
152
El cuartelazo de Pasto
una mayor utilización de la fuerza aérea y la marina, era preferible invertir en ellas con el alto costo que significaba, en lugar de limitarse a la infantería. Por otra parte, el gobierno de Santos había aumentado el sueldo de los oficiales en forma ilegal según el criterio del Consejo de Estado, y el nuevo gobierno se hallaba en una disyuntiva: mantener el sueldo, decretándolo de manera legal y disminuyendo el número de generales conforme lo exigía un número menor de soldados, o dejar el ingreso en los montos anteriores a las decisiones de Santos13. Al optar por la primera, era necesario el llamado a calificar servicios, incluso para permitir el ascenso de quienes tenían derecho a ello14. Al “ajustar la organización militar a la realidad nacional”15, López no sólo perseguía su despolitización y modernización, sino que por esa vía creía necesario dedicarla en tiempo de paz a la enseñanza de oficios agrícolas e industriales. No se trataba de “convertir a los oficiales en técnicos” ni de “distraerlos de su entrenamiento militar”16. El interés consistía en aprovechar el tiempo libre del soldado y prepararlo productivamente para su regreso a la sociedad. Ese era el sentido de su invitación a conocer la economía del país y a vincularse a los problemas públicos que presentaba a los altos oficiales17. Gómez aprovechó la situación y se propuso acrecentar el descontento entre las filas. “Las faenas del azadón y de la agricultura vuelven al Ejército”, “[...] vuelven los abusos incalificables de algunos oficiales con cierta simpatía partidista”18. 13. El Tiempo, Bogotá enero 7, 1943. Cuando el Ministro de Guerra, Alejandro Galvis, propuso a finales 14. El Siglo, Bogotá, octubre 3, 1942. de 1942 la posibilidad de ascenso por “acciones distinguidas de valor” o “por capacidad y don superiores para la concepción técnica y táctica”, 15. El Siglo, Bogotá, octubre 3, 1942. la oposición identificó en ello el regreso de los ascensos que “descono16. El Siglo, Bogotá, octubre 3, 1942. cen el tiempo de servicio”19 y califican, por el contrario, la “afinidad 17. El Tiempo, Bogotá enero 7, 1943. con el jefe del Estado”20. Cuando el ministro Galvis propuso “un cambio radical en el Ejército”21 para asegurar el mecanismo de relación 18. El Siglo, Bogotá, octubre 3, 1942. y mando entre el ministerio y los militares, la oposición alertó sobre 19. El Tiempo, Bogotá, enero 7, 1943. la conversión del Ejército Nacional en liberal22. El Siglo insistía en las 20. El Tiempo, Bogotá, enero 7, 1943. preferencias gubernamentales por la Policía y argumentó que el armamento del Ejército “sería trasladado a la Policía Nacional”23. Así mismo, 21. El Tiempo, Bogotá, enero 7, 1943. celebraba las críticas de los oficiales retirados frente al proyecto de ley 22. El Tiempo, Bogotá, enero 7, 1943. sobre organización militar y la suspensión provisional, por parte del 23. El Espectador, Bogotá, marzo 29, 1943. Consejo de Estado, de varias disposiciones sin las cuales perdía toda eficacia el decreto orgánico de servicio militar obligatorio24. 24. El Siglo, Bogotá, febrero 27, 1943. Se trataba de aquéllas que exigían la El Tiempo, cuyo editorial debe suponerse escrito por Eduardo o definición de la situación militar para Enrique Santos, apoyó al gobierno de López en las decisiones, con acceder a cualquier empleo. Según el Consejo de Estado, el derecho al trabajo prevalecía sobre la obligación de prestar el servicio militar.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
153
el cuidado de no enemistarse con el Ejército. Advirtió que en su concepto el peligro de perturbación subsistía por la extensión de la conflagración mundial del Pacífico, y que era imperioso un sacrificio para evitar los imprevistos del conflicto. Respaldó la educación productiva del soldado para especializarse en trabajos determinados sin menoscabo de la disciplina militar, y conceptuó que el “caso Bonitto” parecía más un “accidente de nervios” con una “indiscreta amenaza”, que un movimiento subversivo25. Días después, sin embargo, justificó la posición del gobierno con respecto al Ejército de tierra, en la necesidad de atender los gastos de la Marina y la Fuerza Aérea26. Para El Siglo, las políticas del gobierno sólo perseguían la debilidad del Ejército. Además de reducir sus efectivos, aspiraba a convertirlos en “batallones de labriegos”, con menoscabo de la educación militar que al Ejército compete27. Así mismo, la “injusta detención” del General Bonitto se debía a un altercado entre éste y el nuevo ministro Ramón Santodomingo, que el gobierno convertía en “comedia” con el objeto de “buscar el desprestigio del Ejército ante la opinión pública”, a favor de una Policía progresivamente militarizada28. Tan injusta situación, según El Siglo provocó una conspiración militar contra el presidente López, cuyo resultado fue la detención de varios oficiales, el acuartelamiento de las tropas y el llamado al Ministerio de los comandantes de la Fuerza Aérea y de la Armada29. El Ministro, por su parte, desmintió los hechos y señaló que el gobierno tenía plena confianza en la lealtad de las Fuerzas Militares30. La detención preventiva del General Bonitto fue decretada por la Auditoria de Guerra, aunque se le concedió libertad bajo palabra de honor. El consejo de Santos, coincidente con la opinión del embajador estadounidense, apuntó a disminuir la atención sobre el caso para arrebatarle a Gómez una bandera de campaña contra el gobierno31. López lo siguió al pié de la letra y, aunque el juez militar ad-hoc, nada menos que Carlos Cortés Vargas, condenó a Bonitto por faltas graves contra la conducta, se le retiró del Ejército sin eliminarle el derecho a la pensión. 25. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. El pie de fuerza se redujo de 8.000 a 7.100 hombres y el gobier26. El Tiempo, Bogotá abril 20, 1943. no emitió una circular a todo el Ejército con el fin de enfrentar los “sentimientos de inquietud y malestar” que “absurdas consejas de la 27. El Siglo, Bogotá, marzo 28, 1943. 32 oposición”, según El Tiempo, creaban en las filas . En tal “orden del día”, 28. El Siglo, Bogotá, marzo 28, 1943. el Ministro, “por recomendación especial del presidente”, aclaraba que 29. El Siglo, Bogotá, marzo 28, 1943. no era su intención “desvirtuar la organización del Ejército Nacional o reducir su influencia con el propósito de poner en manos de la Policía 30. El Tiempo, Bogotá, marzo 29, 1943. Nacional ninguna de sus funciones o elementos”33. Igualmente, anun31. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. ciaba que “el material de guerra necesario para la adecuada dotación 32. El Tiempo Bogotá, abril 3, 1943.
33. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
154
El cuartelazo de Pasto
del Ejército había sido solicitado a los Estados Unidos”34, pero que conforme a la conveniencia pública, no consideraba prudente divulgar los pedidos de armamento ni las fechas en que dicho material llegaría al país. La reducción del pie de fuerza se debía a deficiencias en las apropiaciones presupuestales, y que con ese motivo los mismos generales habían dejado en libertad al gobierno para que llamara a calificar servicios a quien estimara pertinente35. Finalmente, el gobierno aclaraba que la educación agrícola o en artes manuales propuesta para los soldados se efectuaría en tiempo prolongado del servicio militar, que no desviaba la orientación constitucional de las fuerzas armadas y que sólo perseguía mejorar las condiciones de los reclutas para su regreso al hogar. Así mismo, que la nacionalización de las policías departamentales y municipales buscaba la unidad de mando y la igualdad en la competencia técnica de los cuerpos encargados de la protección y vigilancia36. 1.3 El caso “Mamatoco” En julio de 1943, frente a nuevos rumores golpistas, el presidente López dio la orden de arrestar a un grupo de oficiales sospechosos. Los conservadores contestaron que aunque el golpe no se justificaba, sin embargo, eran explicables las reacciones contra un gobierno “de facto” como el de López. Los oficiales en retiro, encabezados por el General Agustín Mercado y otros más de reconocida ascendencia liberal, rechazaron los planes subversivos37. Los conservadores pasaron a la ofensiva, utilizando los debates del Congreso. Mientras el político conservador Silvio Villegas declaraba que “el acta de nacimiento del liberalismo fue la conspiración septembrina”38, su colega Lucio Pabón Núñez afirmaba que en Colombia, en esa coyuntura, estaba plenamente justificada la resistencia armada39. El FBI consideró que la posibilidad de derrocar al Presidente era “inminente”40. Sus informes referían la preparación de un golpe de estado al “estilo argentino”, bajo la organización del Partido 34. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. Conservador y el apoyo de los alemanes. El régimen por im35. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. plantar sería similar al de Franco en España y el compromiso 36. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1943. de altos oficiales era innegable41. La señal para iniciar la revuelta sería emitida a través de La Voz de Colombia, e involucraba 37. El Tiempo, Bogotá, julio 28, 1943. a prestigiosos miembros de la élite, a distinguidos sacerdotes 38. El Tiempo, Bogotá, julio 30, 1943. y al boxeador Francisco Pérez, “Mamatoco”, un suboficial re39. El Tiempo, Bogotá, julio 29, 1943. tirado que había sido entrenador deportivo de la Policía. Pérez era conocido como conspirador desde el gobierno de Eduardo 40. Hoover al Departamento de Estado, julio 22 y agosto 19 de 1943. NA. Santos y publicaba un pequeño periódico distribuido entre las 821.00/1510/1520, RG 59. Fuerzas Militares, La voz del pueblo, cuyo contenido agitaba la 41. Hoover al Departamento de Estado, julio 22 y agosto 19 de 1943. NA. 821.00/1510/1520, RG 59.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
155
desesperante situación de pobreza y atacaba al gobierno42. El propio J. Edgar Hoover dio razón del peligro al Departamento de Estado. El intento contaba con la participación del Partido Nazi en Barranquilla y el grupo denominado “Legión Colombia”43. López decidió el traslado de los coroneles que fueron señalados como presuntos participantes en el golpe y decidió realizar notables esfuerzos para atraer a los militares y desdibujar la imagen de que hubiera acciones oficiales orientadas a menospreciar al Ejército o a contraponerlo con la Policía. Para López no se podían “confundir los atributos del Ejército con la misión social de la policía […]. A nadie puede ocurrírsele, pero mucho menos al gobierno […] pensar siquiera en conceder motivo de preeminencia a una de ellas, con menoscabo del prestigio o del mejoramiento de la otra”44. 42. Hoover al Departamento de Estado, Sin embargo, la situación cobró nuevas dimensiones cuanjulio 22 y agosto 19 de 1943. NA. do, el 20 de julio de 1943, apareció el cadáver apuñalado de 821.00/1510/1520, RG 59. “Mamatoco”. El Siglo preguntaba todos los días, a ocho colum43. Hoover al Departamento de Estado, nas, “¿Por qué mataron a Mamatoco?”. Finalmente terminaron julio 22 y agosto 19 de 1943. NA. 821.00/1510/1520, RG 59. implicados agentes de la Policía y un oficial que decidió encu45 brir el crimen luego de conocerlo . 44. Alfonso López Pumarejo, “Mensaje al Congreso Nacional en la instalación López relevó la cúpula de la Policía y nombró como director al de sus sesiones ordinarias de General del Ejército Carlos Vanegas, propuso sin éxito la partici1943”, en López Pumarejo. Obras Selectas Segunda Parte, comp. Jorge pación conservadora en sus ministerios, reorganizó su gabinete Mario Eastman (Bogotá: Cámara de con seguidores de Eduardo Santos e intentó renovar su confianza Representantes, Editorial Retina, 1980), 278. en el Ejército. Citó a toda la oficialidad a un agasajo en el Palacio Presidencial, solicitó un préstamo por 50 millones de pesos des45. La justicia colombiana no pudo establecer autorías intelectuales en tinado a la compra de armas para el Ejército, produjo ascensos, el caso y no pudo tampoco, por falta aprobó cursos de especialización en Estados Unidos, renovó los de pruebas, adelantar investigaciones contra cómplices de “Mamatoco” convenios de cooperación subrayando la defensa de los mares, en el presunto golpe. Los autores reorganizó el Consejo Superior de la Defensa Nacional, y nommateriales fueron condenados pero se fugaron de prisión. Según bró un nuevo ministro de guerra: Alberto Arango, en reemplazo las investigaciones del FBI (Hoover de Ramón Santodomingo; luego solicitó la apertura de un debate al Departamento de Estado, julio 22 y agosto 19 de 1943. NA. público sobre el Ejército: “En esa controversia habrán de expli821.00/1510/1520, RG 59), los policías carse definitivamente varias cuestiones que el país debe saber implicados actuaron por decisión propia para granjearse el aprecio de con exactitud. La primera, será definir si es cierto o se aparta sus superiores. Tras infiltrar una de deliberadamente de la verdad la especie de que el gobierno desus reuniones, decidieron citarlo a un parque y asesinarlo. “Mamatoco” era satiende o mal atiende al Ejército, y por qué se presupone que el un personaje oscuro y sin importancia Ejército pudiera estar en desacuerdo con el gobierno actual”46. en la política nacional para suponer una imprudente acción de Estado en Para justificar varias medidas destinadas a mejorar los servisu contra. cios de policía, tales como la organización de la Escuela General
46. Alfonso López Pumarejo, “Mensaje al Congreso Nacional”, en López Pumarejo. Obras Selectas, 282.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
156
El cuartelazo de Pasto
Santander y la Escuela de Detectives, el incremento de la nómina de agentes, la creación de la Policía Rural y el contrato de una Misión Chilena para su entrenamiento, el Presidente enfatizó que nadie podía ver en esas acciones “una torcida o torpe intención de disminuir el prestigio a las fuerzas de Ejército para dar realce a la Policía”47. 1.4 Crisis y conspiraciones Sin embargo, los brotes de oposición violenta y las conspiraciones continuaron. El establecimiento de relaciones con la Unión Soviética y el continuo trasegar de los “camaradas” colombianos por esa legación diplomática, compuesta por más de setenta funcionarios, se convirtió en nuevo motivo de disgusto para las derechas conservadoras, respaldadas en esta opinión por las derechas liberales, sobre todo en la provincia. En octubre de 1943 se sindicó a Gilberto Alzate Avendaño como jefe de un movimiento subversivo en el departamento de Caldas, en donde fue declarado el estado de sitio tras el asalto a la cárcel y varios muertos en choques “provocados por los agitadores”48. En noviembre de 1943, cuando López declaró la guerra al Eje, a raíz del hundimiento de las goletas Resolute, Reamar y Ruby, la persecución contra los acusados de nazismo enfureció a Laureano Gómez. La Armada colombiana hundió a un submarino alemán cerca de Cartagena, y los ciudadanos alemanes fueron concentrados en el hotel Sabaneta de Fusagasuga durante el resto de la guerra. Gómez acusó a López de “entregado a los cercenadores de Panamá”49 y movió la oposición por la falta de barcos para movilizar el café colombiano a los mercados. López solicitó entonces su primera licencia para ausentarse del país y atender la enfermedad de su esposa en Estados Unidos. Darío Echandía asumió el gobierno como 47. Alfonso López Pumarejo, “Mensaje al Congreso Nacional”, en López Pumarejo. Primer Designado el 19 de noviembre de 1943. Obras Selectas, 285. A principios de 1944, grupos de oficiales y ex-oficiales, generalmente 48. El Tiempo, Bogotá, octubre 8, 1943. comprometidos con políticos conservadores, aparecieron nuevamente relacionados con acciones conspiradoras50. La “Legión Colombia”, la 49. El Siglo, Bogotá, noviembre 12, 1943. “Organización Nacional”, la “Acción Nacional Militar Católica”, nombres 50. El Tiempo, Bogotá, abril 2, 4 y 10, adoptados por los grupos conspiradores, continuaban sus preparativos 1944. para un posible golpe de estado. Tal como lo anunció el FBI, la fecha sólo 51. Un relato en detalle de estos había sido aplazada para ganar fuerza y colaboradores51. intentos de golpe aparece en Silvia Galvis y Alberto Donadío, Colombia El intento de golpe fue desatado por la prisión de Laureano nazi, 1939-1945: espionaje alemán, la Gómez, acusado por Alberto Lleras Camargo de calumnia en el cacería del FBI, Santos, López y los pactos secretos (Bogotá: Planeta, “caso Mamatoco”52. Sin embargo, la agitación no logró más que el 1986), 285 y ss. intento de liberar a Gómez a la fuerza. La respuesta de la Policía fue 52. Laureano Gómez había acusado a contundente y el movimiento resultó desvertebrado. La situación Lleras de trasladar la investigación obligó a un nuevo aplazamiento, ordenado por Lucio Pabón Núñez, por el homicidio de “Mamatoco” a un juez afecto a la Presidencia para intervenir sobre el expediente y desviar las pruebas.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
157
para el regreso del presidente López desde Estados Unidos. López cambió de avión y su propio hijo Fernando se convirtió en su piloto53. Los conservadores, como atrás se dijo, no estaban unidos en torno a Gómez ni tampoco presentaban todos una oposición recalcitrante a López. Alzate Avendaño, Silvio Villegas y Lucio Pabón, no eran observados con confianza por cierta élite conservadora asustada con su extremismo populista. El propio Ministro de Guerra, Gonzalo Restrepo Jaramillo, conservador firmante con el General Berrío de la declaración que repudió en 1939 la política de violencia de Laureano Gómez, aclaró que todo se debía a una “insidiosa campaña banderiza de El Siglo, encaminada a crear la sensación en el exterior de que Colombia se debate en el caos y la anarquía”. “El suelo colombiano, aseguró, es impropio a los golpes de cuartel”54. No podía negarse, sin embargo, que en ocho meses López había cambiado por completo su gabinete en cinco ocasiones y que la debilidad de su gobierno era extrema. Los escándalos se habían multiplicado contra el Presidente y su familia. En 1942, Alfonso López Michelsen fue acusado de comprar a bajo precio la Trilladora Tolima al alemán H. J. von Mellenthin, cuando los bienes de los alemanes estaban incautados por razones de la Guerra. En septiembre de 1943, Silvio Villegas lo acusó de enriquecerse con la compra de acciones de la compañía holandesa Händel, mayor accionista de Bavaria, las cuales se habían congelado a raíz de la ocupación nazi en Holanda. Otro motivo de denuncia fue la casa de veraneo “Las Monjas”, de propiedad de la familia López, y en donde el Ministro de Guerra invirtió fondos para construir allí alojamientos a los oficiales de la guardia presidencial. Sin duda, los escándalos de su familia desprestigiaban al Presidente. López empezó a ofrecer su renuncia para “dar solución a la grave crisis política” y “como contribución a la paz pública”55, pero en 53. Ver Silvia Galvis y Alberto Donadío, marzo de 1944 la Dirección Liberal le solicitó su reintegro al poder. Colombia nazi, 285 y ss. Según Vernon López solicitó una segunda prórroga de su licencia, y presentó ofiLee Fluharty, la detención de Gómez fue el último detonante para la cialmente su renuncia bajo el argumento de que su presencia en el violencia que vendría después: gobierno no era necesaria. Rechazada por el Senado, reasumió la “Los desordenes producidos por las manifestaciones se extendieron a presidencia el 16 de mayo de 1944. otros lugares del país y los choques La situación, sin embargo, continuó tensa. Una huelga de transentre liberales y conservadores alcanzaron las proporciones de una portadores en Manizales obligó a la declaración parcial del estado anarquía incipiente”. Vernon Lee de sitio. Cartagena protagonizó un paro cívico para protestar por Fluharty, La danza de los millones. Régimen militar y revolución social en el traslado de algunos grumetes. En Purificación, una revuelta local Colombia (1930-1956) (Bogotá: El Áncora depuso a las autoridades propiciando la intervención de la fuerza Editores, 1981), 92. pública. Pero lo más grave, en Ibagué las tropas alentaron una protes54. El Siglo, Bogotá, febrero 26, 1944. ta ciudadana por la demora en la construcción de los cuarteles56. 55. El Tiempo, Bogotá, marzo 16, 1944. 56. El Tiempo, Bogotá, mayo 16,1944. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
158
El cuartelazo de Pasto
Para entonces, acosados por las circunstancias, López y Echandía tomaron una decisión inesperada. Ante la renuncia consecutiva de sus ministros de guerra civiles, se decidió nombrar a un militar en la cartera: el General Domingo Espinel, quien fue posesionado y reconocido por las tropas el 8 de marzo de 194457. La designación, según testimonio de sus compañeros de armas, causó “una indecible sensación de alivio” frente a “todo ese fárrago” de alarmas58. Pero, de hecho, rompió una larga tradición política que sostenía el predominio de ministros civiles en la cartera de guerra. Si antes, en 1930, con la prohibición del voto a los militares activos, se pretendió sustraer a las Fuerzas Armadas de las luchas partidistas, ahora, en 1944, con el nombramiento de un militar activo como ministro de guerra, los altos mandos militares se vieron comprometidos en forma explícita y directa en los asuntos políticos relacionados con el ejercicio del poder. Poco tiempo después de su posesión, el General Espinel tuvo que rechazar en público las noticias de El Siglo sobre contradicciones entre el alto mando militar y el Presidente. Luego, tuvo que desmentir la información, según la cual habría designado un civil del Ministerio de Gobierno para “vigilar a los oficiales”59. Espinel entró con propuestas reformadoras: crear una milicia nacional a través de las reservas; “mejorar las condiciones de vida de oficiales y suboficiales, así como la atención al personal de tropa”, crear “una prima de matrimonio acorde con el número de hijos” y ofrecer atención médica a toda la familia de los militares. En el plano castrense, el nuevo ministro se comprometía a elevar la “potencia combativa de las fuerzas militares”, “colocar al ejército en concordancia con la actual situación de beligerancia que vive el país” y desarrollar la aviación y la marina para la defensa de las costas en cooperación con las misiones estadounidenses60. Sin duda, la presencia del General Espinel y sus perspectivas en el Ministerio de Guerra desalentaba las intenciones golpistas de muchos militares. López destinó también “varios millones de pesos para la defensa nacional”, dirigidos al vestuario y equipo del personal, construcción y conservación de cuarteles en todo el país, sostenimiento de hospitales y la cancelación de todos los pagos atrasados61. 57. El Tiempo, Bogotá, mayo 16, 1944. 58. Discurso pronunciado por el General Miguel Neira en el homenaje al General Domingo Espinel, nuevo Ministro de Guerra, en Memorias del Estado Mayor del Ejército de Colombia 3 (Bogotá: Ministerio de Guerra, marzo 1944). 59. El Tiempo, Bogotá, junio 4 y 6, 1944.
2. El Cuartelazo de Pasto 2.1 Los hechos Con el propósito de pasar revista a maniobras militares en el sur del país, López viajó a la ciudad de Pasto el 8 de julio de 1944. En la noche del 9, en el Hotel Niza, el Presidente escuchó en voz de los reclutas alicorados “mueras” y “abajos” al gobierno. Al día siguiente, a las 5:30 de la mañana, fue despertado por el Teniente
60. El Tiempo, Bogotá, abril 3, 1944. 61. El Tiempo, Bogotá, abril 27, 1944. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
159
Coronel Luis Agudelo, implicado con las conspiraciones desde 1943 y por esa razón trasladado a Pasto, para comunicarle su detención. Poco después, Agudelo le presentó una hoja de papel sellado en donde López leería su “renuncia voluntaria” y el encargo del mando al Coronel Diógenes Gil. El Presidente se negó a firmarla alegando su calidad de prisionero y negando su intención de renuncia. López fue llevado a la hacienda de los hermanos Bucheli, en Consacá, e incomunicado. Allí escuchó el argumento de los soldados para participar en el golpe: sus superiores lo acusaban de haber vendido reclutas a Estados Unidos a cinco y diez pesos por cabeza62. Enterada del cuartelazo, la cúpula del gobierno se puso al frente de la situación. Darío Echandía se posesionó de la presidencia y decretó el estado de sitio, suspendió la publicación de El Siglo e impuso la censura de prensa, implantó el toque de queda y la ley seca. De inmediato se aseguró la adhesión del General Espinel y de todos los comandantes en las Fuerzas Armadas. El mismo 10 de julio, Echandía fue reconocido por las tropas de la capital. Alberto Lleras tomó los micrófonos de las emisoras nacionales, informó al país y pidió su presencia en las calles. Esta acción creó entre los comprometidos la sensación de rotundo fracaso63 y logró una reacción considerable: las plazas de las principales ciudades se abarrotaron con ciudadanos que pedían la libertad de López y rechazaban el golpe. Los dirigentes lopistas y el Partido Comunista se movieron sin descanso. Entre tanto, en Pasto, el movimiento se desmembraba. Dirigidos por el Coronel Diógenes Gil, los más altos oficiales tuvieron una razón sencilla para negarle su respaldo: se trataba de un oficial de segundo nivel que había desconocido la autoridad de sus superiores. Su hoja de vida poseía, además, una anotación indecorosa; fue llamado a consejo verbal de guerra por cobardía en la conocida “sorpresa de Calderón”, un ataque de tropas peruanas a una base colombiana en 1933: “la limpieza de uñas” que pudo costarle un contingente y una base al Ejército de Colombia. El Coronel Alberto Moya y los capitanes Jaime Polanía y Jorge Forero, huyeron de Pasto hacia Popayán. El Capitán Rafael Navas Pardo llegó hasta el cautiverio de López y lo sacó con destino al aeropuerto. En el camino se encontraron con el Coronel Gil quien, consciente de su derrota, le pidió que lo nom62. El Tiempo, Bogotá, julio 11 y 12, 1944. brara ministro de guerra para levantar el golpe y que promoviera 63. Carlos Lleras Restrepo, “Crónica una absolución para todos los comprometidos en la acción. López de mi propia vida”, Nueva Frontera le respondió con ironía: “¿Luego usted no me desconoce como No. 557 (noviembre 4 a 10 de 1985): 2. Según el párroco de Yacancuer, presidente?”64 y le advirtió que su única alternativa era rendirse. municipio de Nariño, las noticias de Gil se declaró, entonces, prisionero del Presidente. Instantes la Radio Nacional y especialmente el reconocimiento de Echandía por las después, cuando López intentaba comunicarse con Pasto, Navas tropas, desmoralizaron por completo Pardo le informó que la tentativa de golpe era un fracaso. a los insurrectos. El Tiempo, Bogotá, julio 18, 1944.
64. El Tiempo, Bogotá, julio 12, 1944. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
160
El cuartelazo de Pasto
El movimiento tuvo, sin embargo, una violenta expresión en Bucaramanga: el Capitán Gregorio Quintero asesinó al Comandante de la Brigada, Coronel Julio Guarín, por negarse a participar en el golpe. A pesar de ello, la intervención del entonces gobernador, Alejandro Galvis, situado en el cuartel de la Policía, impidió el avance del movimiento y logró controlar el orden. Dos días después, asegurado el control del orden público, Echandía decretó la suspensión de Laureano Gómez como mi65. El Tiempo, Bogotá, julio 12, 1944. embro de la Comisión Asesora de Relaciones Internacionales. La medida era necesaria para ordenar su captura y había sido solici66. Alfonso López Pumarejo, “Los sucesos de Pasto relatados por el presidente tada tiempo atrás por el juez instructor de la denuncia impuesta Alfonso López”, en López Pumarejo. por Alberto Lleras en el “caso Bonitto”. Según la decisión, “proObras Selectas 567-579. tegido por una inmunidad que no consagran las instituciones”, 67. Véase, Vernon Lee Fluharty, La danza Laureano incitaba “como periodista, a la ejecución de actos subde los millones. Así lo señala también el Capitán liberal Ismael Hurtado versivos y revolucionarios”65. en Arturo Alape, “Antecedentes y Consecuencias del 9 de Abril”, “Militares y Policías”, Bogotá: Centro Jorge Eliécer Gaitán, copia a máquina, borradores de El Bogotazo.
68. Álvaro Valencia Tovar, Testimonio de una época (Bogotá: Planeta, 1992), 71 y Gonzalo Bermúdez, El poder militar en Colombia. De la Colonia al Frente Nacional (Bogotá: Editorial América Latina, 1982), 53-55. Para Silvia Galvis y Alberto Donadío, si bien en el momento del golpe la ideología nazi influenciaba algunos grupos del Ejército, era difícil, sin embargo, aislar la insatisfacción interna para atribuir el golpe a un grupo inspirado “en el nazismo y el peronismo con generosos respaldos del partido conservador”. Véase: Silvia Galvis y Alberto Donadío, Colombia Nazi, 320. Algo intentó sanar López con el nombramiento de Domingo Espinel como Ministro de Guerra, congratulado por la oficialidad del Ejército en diversos banquetes y cuando en abril de 1944 dictó un decreto destinando $150.000 para construcciones en la Base Naval de Cartagena; $500.000 para vestuario; $850.000 para prima móvil; y varios millones más para construcciones de bases aéreas y cuarteles. El Relator, Cali, Marzo 17 y Abril 26, 1944.
2.2 Las interpretaciones Las interpretaciones acerca del suceso han sido diversas. Para el presidente López la iniciativa fue liderada por el Partido Conservador66. Otros creen que el golpe de Pasto se debió al celo del Ejército por el favoritismo de López para con la Policía67 o por el ostracismo social a que se sometía a las Fuerzas Armadas, hiriendo su sensibilidad castrense68. También hay quienes señalan que más que un intento de golpe de estado, se trató de una protesta desbordada contra la intolerable situación interna de las Fuerzas Armadas69. En realidad, no puede afirmarse que el Ejército se encontrara en la peor de las situaciones económicas, o relegado al olvido. La reducción del pie de fuerza no se tradujo en abandono. Por el contrario, de múltiples maneras el Ejército continuó recibiendo respaldo del Estado; el gobierno de López intentó congraciarse a través del presupuesto y nombró a su más alto oficial como ministro. Lo subjetivo, la influencia de la publicidad conservadora, la adscripción partidista de la mayoría de los oficiales, las simpatías hacia el Eje, los recuerdos de la primera administración de López y los celos frente a la Policía primaron sobre la situación objetiva que pudiera o no padecer la Institución. Sin embargo, no fue un asunto de los altos mandos. En el peor momento de sus relaciones con el gobierno, cuando se
69. Antonio García, Problemas de la Nación colombiana (Bogotá: Nuevo Mundo, 1952), 98-99. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
anunciaron las políticas de educación y prolongación del servicio militar y cuando, por efecto de la reducción de la tropa se concluyó el retiro de varios generales, éstos prefirieron dejar en libertad al Presidente para llamarlos a calificar servicios antes que encabezar un movimiento golpista. En la mayoría de los casos, fueron los suboficiales y algunos mandos medios, entre tenientes y tenientes coroneles, más propensos a la decisiva influencia conservadora, quienes participaron en las intentonas conspiradoras. La única excepción conocida fue la del General Bonitto. Y fue una posición extraña y paradójica, porque su ascendencia liberal era reconocida. No obstante, su posición fue respondida en forma drástica por sus propios colegas generales. En el golpe de Pasto, el Ministro de Guerra encargado, General Miguel Neira, se puso de inmediato a disposición de Echandía, y el ministro titular, Domingo Espinel, quien se encontraba enfermo en Cartagena, viajó a Bogotá para alentar el apoyo al gobierno. El propio Comandante de la Fuerza Aérea, Coronel Arturo Lema, trasladó desde Medellín al Ministro de Gobierno, Alberto Lleras, y al de Hacienda, Gonzalo Restrepo. El Comandante de la Armada, Teniente Coronel Hernando Mora, y el Comandante de la Brigada de Institutos Militares, Coronel Germán Ocampo, expresaron su lealtad al Presidente y reunieron a todos sus oficiales para exigir su apoyo al gobierno legítimo. El Coronel Silva Plazas, Comandante de las tropas en Túquerres e Ipiales, se movilizó hacia Pasto para enfrentar el golpe. Así, parece claro que el intento no fue más allá de ser una expresión incoherente y desarticulada del descontento existente en algunos círculos militares, promovido con persistencia por la política conservadora y los conspiradores de diversas tendencias, aún antes del ascenso de López a la presidencia. Así lo expresó el General Espinel cuando, al presentar un sosegado análisis ante sus subalternos, atribuyó mayor responsabilidad a “gentes descontentas por no poder satisfacer sus apetitos y aspiraciones”70: “En este momento pienso más en los agitadores públicos que envenenaban el ambiente, que en los militares que se reunían en conciliábulos para acordar las modalidades y detalles de un golpe sugerido, estimulado y recalcado diariamente en forma asaz insidiosa para dejar a salvo ante las leyes la responsabilidad de los promotores”71.
¿Quiénes eran para el General Espinel esos “agitadores públicos”? Sin duda, se refería a Laureano Gómez y los articulistas de El Siglo. Aquéllos que “acusaban a López de perseguir a los oficiales”, aquellos que insistían en una “imaginaria persecución del Ministro de 70. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. 71. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
161
162
El cuartelazo de Pasto
Gobierno contra el Ministro de Guerra”, aquellos que usaron día tras día la “calumnia y la insidia incalificables”72: “Cualquier frase que el presidente pronunciara en público en relación con nuestras instituciones militares era torcidamente interpretada y lanzada por las calles como un insulto al ejército. Si el presidente aconsejaba que los conscriptos aprendieran en el cuartel algún oficio que les fuese útil para su vida posterior, entonces se gritaba que se quería convertir a los oficiales en maestros de zapatería o de carpintería, o que se les iba a cambiar la espada por un palustre”73.
En síntesis, cada una de las acusaciones aparecidas en El Siglo fue rechazada por el General Espinel y señaladas como responsables por los actos de Pasto. Más aún, estableció cierta línea de continuidad entre esos hechos y las acciones de 1943. “Las relaciones entre los hechos del 10 de julio con la insubordinación de un secretario de guerra (se refiere a Bonitto)… están ya claramente establecidas […]. Es muy oportuno rememorar con cuanta sevicia se procuró el descrédito y desprestigio ante el país y ante sus propios compañeros de un oficial que tuvo el valor de informar al gobierno de las propuestas deshonestas que se le hicieron para tomar parte en una conjura. Su nombre fue entregado al desprecio público, insultado y vejado públicamente al amparo de una inmunidad legal. El procedimiento no podía ser más inteligente ni más maliciosamente concebido: sellar con amenaza de deshonra los labios de los militares que no aceptaran la propuesta para asegurar el secreto de la fechoría. El resultado de los anteriores conatos de conspiración, hoy ratificados como reales y verdaderos, tampoco estimulaban a procurar el aborto de uno nuevo”74.
Los militares alzados “fueron víctimas no sólo de su falta de imaginación sino especialmente de hábiles agitadores que los hallaron instrumentos propicios para sacar las brasas por mano ajena, preparando cuidadosamente su coartada”75. Sin embargo, no descartó el ministro Espinel la existencia de influencias internacionales al afirmar: “No sé si lo que venía ocurriendo en el país era extensión de la atmósfera infectada que respira el mundo. Como en Colombia somos tan aficionados a la imitación y nos llegaban noticias de que en otras latitudes había ejércitos que tenían su nación propia, probablemente pensaron algunos ambiciosos que el nuestro podía también tener la suya”…”Qué situación tan imprevista y lamentable la de Colombia, 72. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. si comprometida en la guerra internacional y ligada a sus aliados por solemne palabra, hubiese aparecido que de la noche a la mañana 73. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. da media vuelta y deserta del campo de las democracia y se pasa al 74. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. campo del enemigo y de un enemigo en derrota”76. 75. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. 76. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
163
Según lo ha establecido en forma generalizada la historiografía77, López tuvo conocimiento anticipado del golpe y jugó sus cartas. El ministro Espinel admitió que “algunos rumores habían llegado a oídos del presente”78. Eduardo Zuleta asegura que el Presidente supo con antelación del golpe, pero quería definir su situación política y medir hasta qué punto la oposición tenía o no acogida entre los militares y la población79. Sin embargo, la afirmación irrefutable aparece en los archivos estadounidenses. Según el embajador Arthur Lane, López conocía los planes del atentado y sabía de la participación en ellos de Laureano Gómez. El propio Embajador se enteró del complot a través de un oficial que pidió alistarse en el Ejército de Estados Unidos para no comprometerse con el movimiento. Lane trasladó las informaciones a Echandía y se enteró igualmente de que algunos jóvenes conservadores, por efectos del licor, aseguraron en el Jockey Club que el Presidente sería detenido en Pasto. En opinión de Lane, López marchó hacia la trampa “demostrando su valor y su psicología”80 para aumentar su prestigio y estabilizar su gobierno. Poco después lo reconoció confidencialmente al Embajador y afirmó que por esa razón había omitido el viaje de la cúpula militar y policial a Pasto, conforme estaba pro77. Ver por ejemplo, Medófilo Medina, gramado. El compromiso de oficiales, agregó, era mucho mayor Historia del Partido Comunista (Bogotá: 81 que el presentado finalmente . CEIS, 1980); Marco Palacios, Entre la legitimidad y la violencia. Colombia, Hoy por hoy, nuestro análisis nos permite concluir que, tanto 1875-1994 (Bogotá: Norma, 1995); el radicalismo subversivo de una fracción conservadora, como Daniel Pécaut, Orden y Violencia. 1930-1954 (Bogotá: Siglo XXI Editores, el descontento y resentimiento de algunos militares, fueron 1987); Gustavo Rodríguez, “Segunda demasiado evidentes como para desligarlos de la intención conAdministración de López Pumarejo. Primer Gobierno de Lleras Camargo”, spirativa. Precisamente por ello, el golpe tuvo más simpatizantes en Nueva Historia de Colombia I, que actores y allí radicó, en parte, su debilidad. La agudización de Historia Política 1886-1946 (Bogotá: Planeta, 1989), 373-396; Renán las pugnas interpartidistas fue otro fenómeno presente. Incluso Vega, Crisis y caída de la República periódicos liberales como, por ejemplo, El Relator estaban emliberal (Ibagué: Mohan, 1988); David Fernando Varela, Documentos de la peñados en mostrar el más craso desorden de la administración Embajada (Bogotá: Planeta, 1998); y pública, al magnificar hechos y conductas particulares en las Eduardo Zuleta, El presidente López (Medellín: Albón, 1968). que poca responsabilidad tenía el gobierno central. En sólo diez días, todos sus titulares descalificaban el régimen: “Affaire en 78. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944. Obras”; “Irregularidades descubiertas en la Sección de Bienes y 79. Eduardo Zuleta, El presidente López, 86. Comercio”; “Desfalco en Rentas”; “Desfalco en los Ferrocarriles”; 80. Lane a la Secretaría de Estado, julio “Falsificación de Diplomas”; “Desfalco en Cartagena”; “Desfalco 13 y 19 de 1944. NA. 82100/7-1344 y en la Policía”; “Peculado en Caja de Crédito Agrario”; “Desfalco 821.00/7-1444. RG 59. en Administración de Hacienda”; “Falsificación de Estampillas”82. 81. Lane a la Secretaría de Estado, julio El mismo Director del Matutino, Fernando González, identificó al 13 y 19 de 1944. NA. 82100/7-1344 y 821.00/7-1444. RG 59.
82. Véase El Relator, Cali, enero 20 a 30, 1944. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
164
El cuartelazo de Pasto
gobierno de López como “el régimen del peculado” y advirtió que “si no robaba él”, lo hacían “quienes le rodeaban”83. Debe advertirse, igualmente, que no todo el conservatismo estuvo unificado frente al golpe. Mientras una fracción civilista encabezada por Esteban Jaramillo y Mariano Ospina Pérez rechazaba el atentado, la fracción más poderosa y sectaria -la laureanista- tardó mucho en señalar que no estaba ligada con el movimiento, sin que llegase tampoco a condenarlo: corrieron a buscar asilo en las embajadas. En lo que 83. El Relator, Cali, enero 27, 1944. sí tuvo consenso el Partido Conservador fue en tomar como propia la Editorial propiedad de la familia causa de los militares condenados por la participación en los hechos84. Zadwaski, en Cali, El Relator se convirtió en uno de los diarios Finalmente, debe subrayarse que tampoco en el Ejército el comregionales de oposición más promiso con el golpe fue total. Tuvo, como se dijo, más simpatizantes importantes. Su antagonismo con el Presidente era personal y político, que actores. Darío Echandía lo redujo a “un acto de locura individual razón por la cual engrosó las filas del que no compromete la reputación de sus más altos, dignos y prestiliberalismo antilopista. giosos jefes y oficiales”85. Así mismo, el Ministro de Guerra minimizó 84. Aún en abril de 1948, cuando se la importancia del movimiento endilgándolo a “un pequeño grupo discutía la participación de los liberales en un nuevo gobierno de de infieles a nuestras reglas de lealtad” que “quiso manchar nuestra Unión Nacional, los conservadores tradición de fidelidad a las instituciones” y solicitó a todos los oficondicionaron un posible entendimiento a la rehabilitación de ciales el envío de mensajes manifestando “su adhesión y decisión de los militares comprometidos. Carlos cumplir con el deber”86. La respuesta de los comandantes fue absoLleras Restrepo, “Crónica de mi propia vida”, Nueva Frontera 556 (Octubre 2-8 luta y disciplinada. La Embajada estadounidense y los compromisos de 1986): 2. de ella con el gobierno de López, así como el desenlace de la Guerra, 85. “Mensaje del General Domingo jugaron un papel adverso a las conspiraciones. Espinel a las Brigadas y Bases Aéreas, Marítimas y Fluviales”, Palanquero, julio 10 de 1944. El Tiempo, Bogotá, agosto 7, 1944.
86. “Mensaje del General Domingo Espinel a las Brigadas y Bases Aéreas, Marítimas y Fluviales”, Palanquero, julio 10 de 1944. El Tiempo, Bogotá, agosto 7 de 1944. Sobre los militares oficialmente implicados y sus condenas consúltese: Consejos de Guerra Verbales (Volumen 1 Sentencias) (Bogotá: Ministerio de Guerra, Imprenta del Estado Mayor General, 1944). 87. Diógenes Gil Mojica, “Carta al presidente Alfonso López”, en El 10 de julio. Armas más útiles y costeables (Bogotá: Andes, 1971), 210 y 211. 88. Diógenes Gil Mojica, “Carta al presidente Alfonso López”, 210 y 211.
2.3 Los implicados Para el Coronel Gil no fueron pocos los implicados. En carta dirigida al presidente López el 19 de julio de 1944 señaló que “no fue un hecho aislado ni desconectado en el tiempo ni el espacio; no fue tarea de unos pocos, sino de muchos, de los cuales una mínima parte está a la vista”87. Por esa razón solicitaba juzgar únicamente “a las cabezas directivas”, “cinco o seis”, y ordenar castigos disciplinarios para los restantes, a efecto de no perjudicar al Ejército88. Una sanción general para un número tan grande de oficiales y suboficiales comprometidos no sería, en criterio del Coronel, una acertada decisión política, pues iría en “menoscabo del futuro de orden y progreso de las Fuerzas Armadas”89. Más tarde, cuando las investigaciones lo señalaron como responsable máximo del movimiento, Diógenes Gil dirigió a El Tiempo una carta en la cual señaló la participación de altos oficiales exonerados en el
89. Diógenes Gil Mojica, “Carta al presidente Alfonso López”, 210 y 211. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
165
proceso. Según Gil, el jefe del movimiento era el General Rafael Pizarro, entonces director de los servicios del Ejército. El complot se acordó en una reunión sostenida en el Club Hípico de Cali el día 19 de junio de 1944, y en ella participaron el Coronel Eurípides Márquez, Comandante de la 8ª Brigada, el Teniente Coronel Quintín Gustavo Gómez, Jefe de Estado Mayor de la 3ª Brigada, el Mayor Jacinto E. Márquez, Segundo Comandante de la guarnición militar de Cali y el propio Diógenes Gil. Al menos enterado de la reunión estuvo el General Miguel J. Neira, Secretario del Ministerio de Guerra, quien escuchó la propuesta de Pizarro a Gil, pero se comprometió ante el Coronel Márquez a “no perjudicar a los oficiales”90. Eurípides Márquez “elaboró el plan de acción, el plan de gobierno y la proclama correspondiente”91. Recién enterado de la captura del Presidente, arengó a sus tropas a favor del movimiento y marchó a Cali dispuesto a controlar la ciudad, conforme estaba planeado. Sin embargo, al llegar se entrega y ofrece su colaboración para debelar el golpe. Para entonces el General Pizarro había defeccionado y el golpe quedó abandonado a la suerte del Coronel Gil. Delatado, Márquez ofreció dinero a Gil para borrar la reunión del Club y librar de responsabilidad al General Pizarro y a su hermano Jacinto. Según Gil, todos saldrían “libres y complacidos a cobrar sus desvelos por resguardar el puesto y el prestigio del general Espinel, según sus propias palabras”92. En la investigación, los implicados negaron la referencia que Gil hizo a la reunión del Club Hípico y disculparon con ello al General Pizarro, quien terminó absuelto93. Por consiguiente, la sindicación efectuada en contra del General Neira tampoco prosperó. Menos aún, si se toma en cuenta su decidida acción a favor del gobierno el día de los hechos. Sobre la autoría intelectual, el Ministro de Guerra señaló que el movimiento golpista se debía, más que a un movimiento fraguado desde el interior de las Fuerzas Armadas, a las incitaciones externas de provocadores civiles: “En este momento pienso más en los agitadores políticos que envenenaban el ambiente, que en los 90. El expediente puede consultarse en militares que se reunían en conciliábulos para acordar las modalidades el Archivo General del Ministerio de y detalles de un golpe sugerido, estimulado y recalcado diariamente en Defensa (AGMD), Bogotá, Colombia. Hoja de Vida del Coronel Diógenes forma más insidiosa, para dejar a salvo ante las leyes la responsabilidad Gil. El AGMD, no está clasificado, debe 94 de los promotores” . buscarse alfabética y manualmente la hoja de vida del Coronel Gil. Un año después, el mismo Ministro entregó a la prensa un escrito del Mayor Hernando Rojas Martínez, jefe de la Casa Militar del Palacio 91. AGMD, Hoja de Vida del Coronel Diógenes Gil. Presidencial, en el cual se daba cuenta de los intentos realizados por Laureano Gómez para comprometerlo en un golpe de cuartel. En una 92. El Tiempo, Bogotá, noviembre 30, 1944. reunión social, el director del conservatismo le habló en concreto de 93. AGMD, Hoja de Vida del Coronel la “corrupción reinante”, del Ejército como “única organización de Diógenes Gil. prestigio y fuerza capaz de terminar con el estado de cosas existente” 94. Carlos Lleras Restrepo, “Crónica de y sobre el programa de gobierno que podía liderar el Ejército95. mi propia vida”, Nueva Frontera 564 (diciembre 23-29 1985): 3.
95. El Tiempo, Bogotá, julio 17, 1945. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
166
El cuartelazo de Pasto
Con ocasión del proyecto de indulto y reconocimiento de pensiones tramitado durante el gobierno de Ospina Pérez, los oficiales de bajo rango implicados en el golpe censuraron la posición adversa del Ejecutivo: “Estamos dispuestos a descubrir los verdaderos antecedentes de la jornada histórica y a señalar a todos los instigadores que de todas las tendencias tiraron la primera piedra y después escondieron la mano temblorosa por su incapacidad para asumir una responsabilidad. No se nos puede exigir lealtad cuando se trafica con tanta deslealtad”96. Diógenes Gil diría a El Tiempo que el golpe “no se había dado contra López” sino para defender al Ejército, porque éste “andaba rengueando peligrosamente y porque era necesaria la emancipación espiritual y moral de las armas colombianas”97. Su afirmación fue similar a aquélla que el desconocido oficial delator expresó ante la Embajada estadounidense: el descontento de un sector del Ejército se debía a las condiciones generales del país y al hecho de que el gobierno no hacía mucho por mejorarlas. La crítica no era contra López, sino contra el sistema político responsable de las condiciones y sus consecuencias sociales98. El rechazo de los golpistas, por consiguiente, se dirigía contra las aberraciones de la política; contra un gobierno enredado en su inestabilidad y contra una oposición ocupada en instigar a los militares sin preocuparse por resolver, uno y otra, los verdaderos problemas del país. Mucho después, el Coronel Gil señalaría que “a los políticos azules y rojos, no les cabe en el hecho mismo más que la oculta responsabilidad de haber preparado con sus vicios inveterados de egoísmo, ambición y petulancia, un ambiente retenido de protesta y desesperación explosiva que después de muchos años logró desbordar nuestras virtudes de subordinación abnegada”99. Según Silvia Galvis y Alberto Donadio, la inteligencia de la Embajada estadounidense preparó su propia versión de los hechos. El golpe fallido no tuvo que ver con la situación interna. Los ejecutores estaban “inspirados en el nazismo y el peronismo con generoso respaldo del partido con96. El Tiempo, Bogotá, septiembre 25, 1946. servador”, y Diógenes Gil sería un supuesto miembro de “América Alerta”, una organización secreta orientada por Perón y su intento 97. Citado por Gustavo Humberto Rodríguez, “Segunda Administración representó la culminación de un período de dos años de lucha por de López Pumarejo. Primer Gobierno el poder por parte de influyentes conservadores y elementos simde Lleras Camargo”, en Nueva Historia de Colombia, Vol. I Historia Política 1886patizantes del Eje100. 1946 (Bogotá, Planeta, 1989), 382.
98. Lane a Keith, julio 19 de 1944. NA. 821.00/7-1444, RG 59. 99. Diógenes Gil Mojica, El 10 de julio, 223. 100. Silvia Galvis y Alberto Donadío, Colombia Nazi, 320.
3. El final El 26 de junio de 1945, López describió al Congreso la grave situación de orden público y la “desatención de las directivas liberales a la solución de los problemas nacionales”101. El conservatismo le
101. El Tiempo, Bogotá, junio 27, 1945. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
167
exigía presentar las pruebas sobre su participación en el golpe de Pasto y lo acusaba de que todo era una trama para mantener al país en estado de sitio y recortar la democracia. Un tribunal judicial revocó la orden de captura contra Gómez y ordenó su reintegro a la Comisión Asesora de Relaciones Internacionales. Eduardo Santos, por su parte, renunció a la Dirección Liberal y anunció públicamente sus desacuerdos con López. Aunque la participación del ex presidente Santos en el Golpe no se encuentra históricamente probada, es indudable su enorme discordanza con los proyectos reformadores que López impulsó. Personalmente, el Embajador de Estados Unidos encontraba a López “deprimido y nervioso”. Creía que “el país se estaba desintegrando” y “se le salía de las manos”. Tenía la certeza que “muchos poderosos e industriales estaban detrás de las conspiraciones” y temía la traición de sus más allegados102. El Embajador consideraba que Laureano podía estar “comprometido a distancia” con los movimientos subversivos y que no desperdiciaría la oportunidad de asumir el poder si alguno de ellos triunfaba. De todos modos, su táctica era una: “hacer insostenible la posición del gobierno”103. El Presidente ofreció su renuncia como una “contribución para provocar el acuerdo político que ha buscado inútilmente mi gobierno”104, y la reiteró el 19 de julio con idéntico propósito, anexando la renuncia de los designados105. Esta vez el Congreso la aceptó y eligió a Alberto Lleras Camargo para ocupar el cargo. Aunque la masa popular respaldó al Presidente mientras estuvo detenido en Pasto y salió a la calle reclamando su libertad y presencia en el gobierno, aunque se movilizó también para rechazar el atentado fraguado desde la Catedral y el motín del Panóptico, la “alianza” entre López y los trabajadores empezó a quebrarse con el deterioro de los salarios a partir de 1945106. La legislación social de López logró, entre otros aspectos, la generalización 102. Willey al Secretario de Estado, junio del régimen prestacional de los trabajadores, los primeros debates 8 de 1945. NA. 821.00/6-845. RG 59. sobre el seguro social obligatorio y la regularización de los conflictos 103. Willey al Departamento de Estado, laborales. Sin embargo, las banderas sociales se trasladaron pauljulio 7 de 1945. NA. 821.00/7-745. RG 59. atinamente a Gaitán con sus consignas sobre la separación entre el 104. El Tiempo, Bogotá, julio 20, 1945. “país nacional” y el “país político”, sobre la “restauración moral de la república” y “a la carga contra la oligarquía”. 105. El Tiempo, Bogotá, julio 20, 1945. Sin bases políticas claras, asfixiado por los continuos escándalos 106. Véase Salomón Kalmanovitz, y denuncias de corrupción en que se involucraba a su familia107, con Economía y nación (Bogotá: CINEP, UN, Siglo XXI, 1985), 379. el redoblado encono conservador y con un Ejército en trance de repolitización, López llegó a la conclusión de que su presencia en el 107. “Gentes corrompidas que han llevado el virus de la descomposición poder era el principal obstáculo para la reconciliación de los partia la nación [...] :oligarquía que dos. Laureano había triunfado. deshonra y que delinque” denominó Gaitán al gobierno de López en una manifestación pública. El Relator, Cali, abril 4, 1944.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
168
El cuartelazo de Pasto
Bibliografía Fuentes
primarias
Archivos Alape, Arturo. “Antecedentes y consecuencias del 9 de Abril”, “Militares y Policías”. Bogotá, Centro Jorge Eliécer Gaitán, copia a máquina, borradores de El Bogotazo. Archivo Nacional de Estados Unidos, Washington. Correspondencia enviada y recibida de Alberto Lleras, noviembre 8, 1940 - febrero 2, 1945, mss. 821-045- 821-045/6), Sala de Manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango. Fuentes primarias impresas Consejos de Guerra Verbales. Bogotá: Ministerio de Guerra, Imprenta del Estado Mayor General, 1944. García, Antonio. Problemas de la Nación Colombiana. Bogotá: Nuevo Mundo, 1952. López Pumarejo, Alfonso. “Mensaje al Congreso Nacional en la instalación de sus sesiones ordinarias de 1943”. En López Pumarejo. Obras Selectas Segunda Parte, compilado por Jorge Mario Eastman. Bogotá: Cámara de Representantes, Editorial Retina, 1980, 278. López Pumarejo, Alfonso. “Los sucesos de Pasto relatados por el presidente Alfonso López”. En López Pumarejo. Obras Selectas Segunda Parte, compilado por Jorge Mario Eastman Bogotá: Cámara de Representantes, Editorial Retina, 1980, 567-579. Memorias del Estado Mayor del Ejército de Colombia 3, marzo de 1944. Publicaciones periódicas El Espectador, Bogotá, marzo 29, 1943. El Tiempo, Bogotá, 1943 - 1946. El Relator, Cali, 1944. El Siglo, Bogotá, 1942 - 1943.
Fuentes
secundarias
Atehortúa, Adolfo León y Humberto, Vélez. Estado y Fuerzas Armadas en Colombia (18861953). Bogotá: Tercer Mundo, Pontifica Universidad Javeriana Cali, 1994. Bermúdez, Gonzalo. El poder militar en Colombia. De la Colonia al Frente Nacional. Bogotá: Editorial América Latina, 1982. Galvis, José A. “El cuartelazo de Pasto”. Credencial Historia 193 (enero 2006): 3-13. Galvis, Silvia y Alberto, Donadío. Colombia nazi, 1939-1945: espionaje alemán, la cacería del FBI, Santos López y los pactos secretos. Bogotá: Planeta, 1986. Gil Mojica, Diógenes. El 10 de julio, armas útiles y más costeables. Bogotá: Andes, 1971.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
Adolfo León Atehortúa Cruz
Kalmanovitz, Salomón. Economía y nación. Bogotá: CINEP, UN, Siglo XXI Editores, 1985. Lee Fluharty, Vernon. La danza de los millones. Régimen militar y revolución social en Colombia (1930-1956). Bogotá: El Áncora editores, 1981. Lleras Restrepo, Carlos. “Crónica de mi propia vida CCXIX”. Nueva Frontera 556 (octubre 28noviembre 1985): 8-10 y 33. Lleras Restrepo, Carlos. “Crónica de mi propia vida CCXX”. Nueva Frontera 557 (noviembre 4-10 1985): 20-23. Lleras Restrepo, Carlos. “Crónica de mi propia vida CCXXVI”. Nueva Frontera 564 (diciembre 23-29 1985): 23-25. Medina, Medófilo. Historia del Partido Comunista. Bogotá: CEIS, 1980. Palacios, Marco. Entre la legitimidad y la violencia. Colombia, 1875-1994. Bogotá: Norma, 1995. Pécaut, Daniel. Orden y violencia. 1930-1954. Bogotá: Siglo XXI Editores, 1987. Rodríguez, Gustavo Humberto. “Segunda administración de López Pumarejo. Primer gobierno de Lleras Camargo”. En Nueva Historia de Colombia Vol. I Historia Política 1886-1946. Bogotá: Planeta, 1989. Valencia T., Álvaro. Testimonio de una época. Bogotá: Planeta, 1992. Varela, David Fernando. Documentos de la Embajada. Bogotá: Planeta, 1998. Vega, Renán. Crisis y caída de la República liberal. Ibagué: Mohan, 1988. Zuleta, Eduardo. El presidente López. Medellín: Albón, 1968.
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 148-169
169
170
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
Artículo recibido: 30 de enero de 2008; aprobado: 30 de septiembre de 2008; modificado: 20 de octubre de 2008.
Alejandro Camargo
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
A Bountiful Land: Progress and Natural Resources along the San Jorge River during the Twentieth Century
Resumen
Abstract
Este artículo presenta las formas cómo fueron
This article discusses how different groups
valorados los recursos naturales en la región del
valued the natural resources in the region of the
río San Jorge en el siglo XX. Algunas personas la
San Jorge River over the course of the twentieth
veían como una despensa de riquezas naturales
century. Some people saw them as pantry of
explotables, mientras otros alertaban sobre el peligro
natural resources for the taking while other
de su aprovechamiento desmesurado. En el caso de
warned of their over-exploitation. In the case of
la pesca, por lo menos desde el siglo XVIII ya existían
fishing, resource conflicts date back to at least the
conflictos por su aprovechamiento. El papel del Estado
eighteenth century. The role of the state in this
es visto en este trabajo como ahistórico, marcado
work is seen as ahistoric, characterized by its desire
por su deseo de alcanzar el desarrollo económico sin
to foment economic development without taking
tener en cuenta el pasado y menos aún, sin prever
the past into account and, even less, without trying
lo que podría suceder en el futuro. El resultado, una
to establish what might happen in the future. This
crisis pesquera actual de dimensiones preocupantes
has led to the current crisis of alarming proportions
acompañada por una depresión de las condiciones de
in the region’s fisheries as well as a decline in the
bienestar de los pobladores.
living conditions of local residents.
Palabras
Key Words
c l av e
Río San Jorge, pesca, recursos naturales, conflictos
San Jorge River, Fishing, Natural Resources,
ambientales, siglo XX.
Environmental Conflicts, Twentieth Century.
Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y miembro investigador del Grupo de Estudios Afrocolombianos del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Sus áreas de interés investigativo son la historia ambiental y la ecología política en el Caribe colombiano. Investigación en curso: “Un desastre agrario: invasiones de langosta y conflictos políticos en el antiguo Bolívar, 1870 – 1930”. alejandro. camargo@gmail.com
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
171
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX ❧ Introducción El Nudo del Paramillo es el punto en el cual la Cordillera Occidental colombiana se divide en tres serranías: San Jerónimo, Abibe y Ayapel. En medio de ellas nacen los ríos Sinú y San Jorge, que bajan por las montañas y recorren las llanuras del Caribe. El San Jorge pasa por el departamento de Córdoba, luego atraviesa Sucre, para finalmente encontrarse con el río Cauca, donde mezclan sus aguas para desembocar en el Magdalena hacia las tierras de Loba, departamento de Bolívar (ver Mapa). La región del río San Jorge posee unas características biofísicas particulares que influyen en las actividades económicas y productivas de sus habitantes. Durante el año se pueden identificar periodos de inundación y sequía, que cambian la forma del paisaje y la manera como se manejan los recursos naturales. La época de lluvias inicia entre los meses de marzo y abril y se prolonga hasta junio, cuando hay una pausa durante el llamado “veranillo de San Juan”, periodo en el que deja de llover, y luego se prolonga hasta los meses de octubre y noviembre, cuando inicia la época de sequía. Las transformaciones son drásticas, pues durante las lluvias las aguas del río se vuelcan sobre las llanuras inundando cerca del 80% del territorio que en verano permanece seco. Esto genera la formación de ciénagas, que se comunican con el río a través de caños, muchos de los cuales durante el verano desaparecen en su totalidad1. De esta forma, el río San Jorge no es sólo un cuerpo hídrico lineal, ❧ Este artículo profundiza mi sino que conforma un sistema complejo de ciénagas, caños y zapales investigación previa titulada “La tierra del guayusé: ecología, que son el hábitat de personas, peces, ganado, aves y otros animales. incertidumbre y escasez en el río El ciclo de sequías e inundaciones se da en gran medida porque el San Jorge”. sistema del San Jorge hace parte de una depresión geológica, cono1. Sandra Lucía Mendoza Mojica, Gestión cida como “depresión momposina”, que contrasta con las tierras de ecosistemas estratégicos. Informe final de consultoría. Programa de altas de sabana, llamadas “Sabanas de Corozal” y luego “Sabanas de desarrollo sostenible de la región de La Bolívar” hasta casi mitad del siglo XX cuando el antiguo departaMojana (Bogotá: FAO-DNP, 2002). mento de Bolívar cedió parte de su territorio para la creación del 2. Posteriormente, en el año de 1966 departamento de Córdoba en 19512. se creó el departamento de Sucre. Pedro Gazabón M., Así se hizo el departamento de Sucre (Sincelejo: Multigráficas, 1985), 32.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
172
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
Mapa No. 1: El río San Jorge
Esas características biofísicas hacen de la región un espacio productivo para la agricultura, pues las inundaciones traen consigo el transporte de sedimentos que enriquecen los suelos para los cultivos. De igual forma, el río y las ciénagas proveen un hábitat para el crecimiento y reproducción de varias especies de peces, cuya extracción es una actividad fundamental en la subsistencia de muchas familias de la región. Desde mediados del siglo XIX, diferentes documentos han recogido las impresiones de viajeros, funcionarios públicos y otras personas que se maravillaron con la diversidad biológica de la región y que vieron en ella un potencial económico, cuya explotación sería la llave hacia el “progreso” no sólo regional, sino también de la nación
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
173
en su totalidad. Este artículo se propone, entonces, mostrar la forma cómo se han visto los recursos naturales de la región del San Jorge a la luz de un ideal de desarrollo económico sustentado en la explotación de los mismos. Mediante el caso de la pesca mostraré que ese ideal llevado a la práctica no tuvo los efectos deseados y, por el contrario, lo que se logró fue una crisis ambiental, la que en la actualidad adquiere sus dimensiones más críticas. 1. Las riquezas naturales del San Jorge Las características geográficas y ecológicas de la región han permitido que durante años los habitantes ajusten sus actividades económicas y sociales a los ciclos de inundación y sequía. Una de ellas es el manejo estacional del ganado, pues durante las lluvias permanece en las sabanas, y cuando llega la sequía es transportado por los vaqueros hacia las ciénagas para aprovechar el agua que empieza a ser escasa en las partes altas y, de paso, el pasto que crece gracias a los sedimentos que la inundación dejó. Dimas Badel en su Diccionario histórico geográfico de Bolívar enmarca esta explicación en el fenómeno que él denomina “vida nómada” y la define con las siguientes palabras: “En las sabanas de Corozal se desarrolla una vida nómada parcial, con características fundamentalmente civilizadas, que consiste en un cambio anual de los lugares de pastoreo, desplazándose este movimiento migratorio hacia el sur, a donde se conducen los ganados en busca de los pastos naturales que encierran las ciénagas formadas por el San Jorge, así como el de aquellos lugares bajos y pantanosos y los playones adyacentes a dicho río, una vez que han cesado las lluvias y las aguas comienzan a bajar, y cuando por otro lado se agotan los pastizales de las tierras altas”3.
La pesca también está determinada por los ciclos de inundación y sequía, pues la ecología de especies tales como el bocachico permite los periodos de “subienda”, que se presentan en el momento en que los peces que han crecido en las ciénagas durante el invierno inician su ciclo de migración río arriba durante el verano, con el fin de llegar a las partes altas del río para desovar y luego volver en invierno a las ciénagas junto con los cardúmenes que arrastra el agua. Además de la pesca, la ganadería y la agricultura, la región se ha caracterizado por ser rica en recursos como, por ejemplo, el oro, el carbón, las maderas y el níquel. Con referencia al municipio de Ayapel, por donde cruza el San Jorge, Badel dice que “dentro de los terrenos del distrito, y en el alto San Jorge se encuentran minas de oro de aluvión y corrido, cobre, hierro y huya. En la quebrada de Trejo se encuentra oro en pepitas y en las de San
3. Dimas Badel, Diccionario históricogeográfico de Bolívar (Corozal: Talleres El Ideal, 1943).
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
174
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
Pedro y Toloba hay yacimientos de petróleo”4. El preciado metal despertó la atención de Antolín Díaz, un periodista bogotano que estuvo en las tierras del río Sinú en la década de 1930 y en ese entonces escuchó de un vaquero que en el San Jorge existían muchas riquezas, entre ellas el oro. Una vez conoció el río, sus impresiones ratificaron aquellos comentarios: “Los vaqueros no habían exagerado. Recoger oro en las playas del San Jorge, es como recoger taguas en las selvas de Tucurá y Las Palomas. Las mujeres van con sus bateas a «lavar oro». Es poco el que recogen por el método mismo que emplean. Y con el oro están las minas de carbón. Los antioqueños principian a controlar las zonas auríferas y las tierras de pastura […] En las inmediaciones de San Marcos se ha registrado el hecho de hallar en el buche de las gallinas pequeños granos de oro. No es raro, porque en la época del verano, las gallinas de las casas de «las laderas» salen a «picar» en las playas del río”5.
Sin embargo, junto al comentario del oro, los vaqueros le precisaron a Antolín Díaz algo más: “El San Jorge tiene mucha riqueza. Cerca de San Marcos las gentes sacan oro de las arenas del río. Pero son pocos los que se dedican, porque la industria de la región es la ganadería. Usted no encontrará una sola persona que no tenga su vaca y su arrozal”6. Díaz lo constató y lo describió diciendo que “los nativos de la región no aprovechan 4. Dimas Badel, Diccionario históricola gran riqueza mineral, porque la única obsesión es el ganado”7. geográfico de Bolívar, 28. Minería, pero especialmente agricultura y ganadería, eran 5. Antolín Díaz, Sinú: pasión y vida en entonces las principales actividades que existían gracias a las el trópico (Bogotá: Editorial Santafé, 1935), 164. bondades de aquellas tierras. En el caso de la ganadería, “la abundancia de pastos naturales y artificiales, sus grandes ciénagas y sus 6. Antolín Díaz, Sinú: pasión y vida en el trópico, 163. Si bien las importaciones extensas sabanas” favorecían el mantenimiento de las casi 200.000 de ganado al actual territorio reses que existían en el San Jorge hacia 19208, tanto así que no solacolombiano se iniciaron hacia la década de 1540, no es sino hasta mente aparecía como un renglón económico regional sino también el siglo XIX cuando se consolida un creciente sector de alcance nacional. este tipo de economía asociada al latifundio en las llanuras del Caribe colombiano, a tal punto de ser hoy una de las más importantes regiones ganaderas del país. Ver Alejandro Reyes Posada, Latifundio y poder político. La hacienda ganadera en Sucre (Bogotá, CINEP, 1978).
7. Antolín Díaz, Sinú: pasión y vida en el trópico, 164. 8. Eugenio Quintero, “Dos Palabras” introducción, en El Río San Jorge, Luis Striffler (Cartagena: Tipografía El Anunciador, 1920) [1886], 3.
“Desde su nacimiento, el San Jorge, en las serranias de Abibe y Ayapel, hasta su desembocadura en la boca de “Perico”, sus riberas no presentan sino escasos trechos de terrenos baldíos, pues todas ellas son un verdadero césped de yerbas artificiales en donde se alimentan con mayor rendimiento considerables cabezas de ganado vacuno y caballar. En sus márgenes están enclavadas como exponentes de laboriosidad y de trabajo las haciendas de Cuba, El Centenario, Palmira, Mala Noche, La
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
175
Gloria, Guayepo, Veragua y muchas otras que son verdaderos criaderos de ganado en donde se ceba y engorda gran parte del que abastece el consumo de los mercados de Antioquia, Atlántico, Caldas, Cundinamarca y los Santanderes”9.
La agricultura, por su parte, tenía a favor un suelo fértil, “pues se cultivan en cantidades muy apreciables arroz, maíz, caña de azúcar, plátano, yuca y ñame”10. En 1943 Anuar Chejne planteaba que en Ayapel “La agricultura ha tomado un gran incremento, especialmente la producción de arroz, que asciende a una cifra fantástica. La cosecha de arroz, en el año de 1940, alcanzó a 6.000.000 de Kgs (únicamente en la región de Ayapel). Gradualmente sigue la producción de la manteca, artículos que surten los mercados de Magangue y Barranquilla. La principal fuente de riqueza es la ganadería de primera clase que se exporta casi en su totalidad a los mercados de Medellín”11.
Las “bondades” de la naturaleza consistían entonces en posibilitar la explotación de los recursos para la generación de industrias productivas, en la que los bosques tendría también una participación importante, tal y como lo manifestó Eugenio Quintero, quien escribió con respecto a los valles del San Jorge que “sus bosques, vírgenes en su mayor parte están llenos de maderas de todas clases de fácil exportación en épocas de invierno puesto que sus vías de comunicación le dan fácil salida al Magdalena y de éste al mar”12. El río fue durante muchos años el medio por donde se transportaban los productos de la región, gracias a que comunicaba el interior de las llanuras con el mar mediante su conexión con el río Magdalena. Marta Herrera plantea que a diferencia de los Andes 9. Eduardo Ealo, “Una lección donde el agua muchas veces era vista como un obstáculo, en las geográfica”, Revista Río San Jorge 2 llanuras del Caribe “son también los caminos mismos, son las vías (1943): 177. que conectan unos sitios con otros, lugares de comercio e inter10. Carmelo Ojeda, “San Marcos en cambio, que se ven afectados por el verano y el invierno”13. el San Jorge: una monografía de la floreciente ciudad”. Sábado 6:274 El activo comercio por el río posibilitó el florecimiento de po(1948): 8 y15. blados y puertos comerciales, donde se intercambiaban productos 11. Anuar Chejne, “Estampas de las bellas y se abastecían las cargas que saldrían a los centros de mayor disabanas de Ayapel”. Revista Río San namismo económico como el caso de Magangué. Con respecto al Jorge 2 (1943): 180. comercio de pescado, Luis Striffler describió a finales del siglo XIX 12. Eugenio Quintero, “Dos Palabras”, 97. uno de los mercados más importantes en San Marcos: “Vense miles de acémilas en el camino de la Vereda, nombre de este mercado; y además llegan embarcaciones de Barranquilla,
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
13. Marta Herrera, Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las llanuras del Caribe y los Andes centrales neogranadinos. Siglo XVIII (Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002), 41-49.
176
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
Magangue, Mompóx y Zaragoza. Allí se operan cambios y curiosas transacciones bajo la sombra de los árboles, pues lo techos pajizos no pueden contener un gentío tan inmenso. Por fortuna, en aquella estación no hay lluvias”14.
A lo largo del río existían diferentes poblados productores de alimentos, como, por ejemplo, Cecilia, cerca de Ayapel, en donde se producían al año “casi un millón de kilos de panela y ochocientos mil kilos de arroz”15. Otro núcleo importante era Jegua, cerca a San Benito Abad, el que describió Dimas Badel en 1943: “Se halla situado sobre la ribera derecha del San Jorge. En la época de verano es de intenso movimiento porque a él se traslada el comercio de San Benito Abad, a causa de la sequía de la ciénaga de Tacasuán y de los caños que dan acceso a ese puerto. El poblado se haya a una distancia de 58 kilómetros de Boca de Perico y a 92 de Ayapel”16.
El comercio en San Benito Abad estaba muy influenciado por la celebración de las fiestas de “El Milagroso”, un Cristo al que atribuyen hasta nuestros días el poder de cumplir las súplicas de los feligreses. Con ocasión de la fiesta religiosa se trasladaban a este poblado comerciantes de todo el Caribe y del interior del país, a tal punto que el movimiento de intercambio de productos se podía comparar con el de Magangué, importante centro comercial durante los siglos XIX y XX. Cerca se encontraba Cuiva, cuya ubicación geográfica a orillas del caño Viloria le permitía augurarse un futuro promisorio en el sector comercial. Striffler escribió sobre el comercio de alimentos en este caserío: “Varias viviendas existen en un paraje denominado Cuiba; y sus habitantes abastecen el mercado de San Benito Abad; y en épocas excepcionales, los plátanos de allí se bajan hasta Barranquilla”17. De forma similar, Eugenio Quintero, diputado de la Asamblea del entonces departamento de Bolívar, escribió: 14. Luis Striffler [1886], El Río San Jorge (Barranquilla: Ediciones Gobernación del Atlántico, 1995), 100. 15. Dimas Badel, Diccionario históricogeográfico de Bolívar, 97. 16. Dimas Badel, Diccionario históricogeográfico de Bolívar, 268. 17. Luis Striffler, El Río San Jorge, 60. 18. Eugenio Quintero, Impresiones de un diputado. Relación de un comisionado oficial sobre la región del río San Jorge en 1918 (Cartagena: Imprenta del Anunciador, 1919), 16.
“La impresión que causa Cuiva a la llegada es muy grata para el viajero, porque a pesar de estar retirado de Caimito y de San Benito Abad, se nota en él algún movimiento comercial y como tiene excelentes vías de agua, es posible que con el tiempo, llegue a ser un pueblo de gran importancia comercial. Su situación geográfica lo pone en condiciones ventajosas para surgir y abrirse paso. El tiempo dirá si me he equivocado o no, pero auguro un porvenir muy grande a Cuiva en el futuro”18.
Sin embargo, otras opiniones llamaron la atención sobre la necesidad de superar el río como medio de comunicación, idea
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
177
ligada a una concepción particular de que algunos recursos naturales también pueden ser obstáculo para el progreso. Bajo el sustento de que la necesidad de la humanidad es encausar sus actividades bajo los principios de rapidez y eficiencia, Alonso Cruz Velásquez escribió en 1943 con relación al problema de las vías en la región del San Jorge que “La carencia de éstas [las vías] y de medios rápidos de transporte vienen manteniendo a esta región sumida en el estancamiento del progreso cultural y económico. En estos tiempos de la rapidez y del valor de los minutos, es la hora en que todavía en el San Jorge viajamos por los medios más anticuados de locomoción, como son las lentas lanchas a motor que recorren el río, debido a la imposibilidad de usar vehículos adecuados. Es la hora todavía en que para ir al interior de nuestro Departamento, donde se encuentran los mejores centros de consumo regional, hay que hacer largas jornadas en bestia como único medio de salvar los lodazales, sufriendo el balanceo del cuadrúpedo que nos conduce, hasta las más furiosas embestidas de una naturaleza hostil y selvática que lo obstaculiza todo”19.
En su discusión en torno a las dificultades de transporte en la región y su consecuente efecto en el desarrollo de la misma, el autor planteó que los periodos de inundación y sequía hacen que ningún medio de transporte sea óptimo: “[…] en el verano los caminos están secos y se pueden transitar por ellos, pese a las malas condiciones en que quedan [después de invierno]. En cambio, en lo que se refiere al río, pasa lo contrario; en los meses de invierno se puede viajar por él con mayor o menor regularidad, mientras que en verano, es como medio de comunicación, un órgano sin capacidad regular. Tenemos pues que en resumidas cuentas, ni una ni otra vía prestan el servicio deseado a la región”20.
La idea de una naturaleza hostil que obstaculiza el progreso no sólo se circunscribe al ámbito de las vías de comunicación. En el siglo XIX, Felipe Pérez proponía una especie de colonización de las tierras del San Jorge no únicamente con personas que la poblaran, sino con animales domésticos que sustituyeran a los salvajes, logrando así reemplazar esa naturaleza salvaje, inservible y poco atractiva a los ojos del extranjero, por otra más “útil” y productiva. “Las orillas de estas lagunas insalubres i desabitadas en casi toda su estencion, están pobladas de bosques seculares, repletos de fieras, de reptiles enormes e insectos ponzoñosos. Mas una vez descuajadas las selvas, canalizadas las aguas, fundadas algunas ciudades 19. Alonso Cruz Velásquez, “Nuestra i poblados de animales domesticos los campos, Bolívar capacidad vial”. Revista Río San Jorge 2 vendrá a ser uno de los Estados mas ricos de la Union i de (1943): 178. 20. Alonso Cruz Velásquez, “Nuestra capacidad vial”, 178. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
178
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
comunicaciones más fáciles, ganando en utilidad lo que hoy le falta de belleza pintoresca a causa de ningunos accidentes”21.
De esta manera, el dilema de la explotación de los recursos no sólo pasa por la identificación de sus potenciales, sino además por la forma como se debe llevar a cabo esa labor; es decir, la reflexión sobre los medios y la tecnología para hacerlo, lo que se puede convertir también en un obstáculo si no hay un impulso o un apoyo para invertir en el cambio tecnológico que requiere pasar del uso y manejo de los recursos naturales para la subsistencia y el comercio local a la explotación masiva para la conformación de comercios regionales y nacionales. En 1942, la Revista Río San Jorge entrevistó a Justiniano Acuña, uno de los grandes ganaderos de la época, quien dio su opinión sobre los problemas de la región; al respecto planteó que además de la falta de estímulos estatales a la ganadería, la agricultura se encontraba en una etapa incipiente a causa de la falta de incentivos económicos y por la carencia de maquinaria apropiada para su desarrollo industrial. “En materia de agricultura, nuestras regiones marchan a pasos de tortuga, porque los medios que estamos empleando en la elaboración de las tierras son inadecuados por rudimentarios. Nosotros debemos trabajar la tierra de acuerdo con los adelantos que ha impuesto la motorización […]. En síntesis, tenemos tierras sin explotar, por falta de maquinaria para hacerlo”22.
La idea de una región rica en recursos naturales pero poco intervenida tecnológicamente se puede encontrar también en la siguiente afirmación de Antolín Díaz: “Lo único que Colombia puede dar a aquella región son escuelas y carreteras. Todo lo demás lo tiene aquella gente. Las más grandes fuentes de riqueza están en aquellas tierras. La producción de arroz del San Jorge sería suficiente para abastecer el país, y sobraría para la exportación. Pero aún no ha sido montada una descascaradota. Lo que existe es el pilón indígena. De esta manera, el grano se quiebra en dos y tres pedazos, cuando no queda convertido en polvo. Por eso el brebaje más delicioso para calmar el calor es la chicha de arroz. Sólo en esto se utiliza el grano más machacado a golpes de palos de mangle y guayacán”23.
21. Felipe Pérez, Jeografía Fisica i Politica del Estado de Bolívar (Bogotá: Imprenta de la Nación, 1863), 15. 22. Editorial, Revista Río San Jorge 2 (1943): 155.
Si bien la agricultura y la ganadería aparecen como las principales “industrias”, no sucede lo mismo con la pesca, a pesar de que ésta, por las características biofísicas de la región, ha sido desde tiempos prehispánicos una fuente importante para la subsistencia de sus habitantes. Al parecer, por su mismo carácter artesanal no
23. Antolín Díaz, Sinú: pasión y vida en el trópico, 166. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
179
cumplía con los requerimientos técnicos necesarios para que fuera una fuente de desarrollo económico para la región. Sin embargo, el Estado no tardó en volcar sus ojos a este sector, pues la pesca también podría contribuir al proyecto de modernización y progreso si se le consideraba como sector productivo. 2. El pescado: un alimento para la nación colombiana El 2 de febrero de 1944 el periódico El Espectador publica un artículo titulado “Una Industria para mejorar la raza”, en el que se traen a colación las ideas de Luis López de Mesa en torno al atraso de la civilización y la raza en Colombia. El énfasis del texto está en la preocupación de López por la “realidad biológica colombiana”, caracterizada por una “degradación” de las diferentes especies animales y vegetales que “merman en tamaño, en fortaleza, belleza y nobles cualidades de rendimiento económico”24. En este contexto, prosigue Lopez, el “hombre” no ha sido ajeno a ese proceso de degradación en algunas regiones del país, pues se empezaban a ver entre la población personas con características tales como “endeblez, flacidez, disminución de la talla media racial, dolencias físicas, desidia de la voluntad creadora […]”25. Ante las ideas de López de Mesa, el Editorial del periódico afirma que una de las principales razones por las cuales se daba ese proceso de degeneración en los seres humanos era la carencia de fósforo y calcio en sus organismos, pues “todos sabemos que sin fósforo no hay pensamiento. Sin calcio menos podrá formarse y crecer un organismo vivo”26. De forma tal que la solución a este problema de desnutrición era impulsar la industria de la pesca, pues el pescado contiene calcio y fósforo y su consumo compensaría las carencias alimenticias de la gente y, como consecuencia, evitaría el problema de la degradación racial asociada al estancamiento del país en su camino hacia la civilización y el progreso. Así, desde la década de 1950 se empezaron a llevar a cabo estudios promovidos particularmente por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, que buscaban desarrollar la pesca en el país mediante la investigación de las potencialidades que existían. Si bien no hay un referente explícito que vincule estos proyectos directamente con las ideas de mejorar “la raza”, sí existe una preocupación por el bajo consumo de pescado en el país y el subdesarrollo de la pesca tanto desde el punto de 24. Joaquín Molano y Alfredo Acero, vista tecnológico como desde el comercial. Antecedentes y resumen de la industria pesquera en Colombia (Bogotá: Entre los años 1959 y 1960 la FAO llevó a cabo un estudio de Fundación Universidad de Bogotá, pesca continental en territorios colombianos, y su especialista, 1967), 5-7. John Greenbank, concluyó que en primera instancia el problema 25. Joaquín Molano y Alfredo Acero, del atraso de la pesca colombiana se debía principalmente a Antecedentes y resumen, 6. 26. Joaquín Molano y Alfredo Acero, Antecedentes y resumen, 6. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
180
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
la carencia de tecnologías adecuadas y a la persistencia en el uso de herramientas “primitivas”, que no permitían una mayor producción. En el momento de su trabajo de campo, Greenbank encontró que la principal herramienta utilizada por los pescadores de aguas continentales era la atarraya, y tan solo “en algunos lugares se utiliza un pequeño chinchorro, generalmente no superior a 50 metros de largo. Tampoco son muy usados ni los artes de enredo (redes de enmalle o trasmallos) ni los de atrampar (biturones, trampas propiamente dichas)”27. Greenbank planteó que existían dos razones principales por las que los pescadores no han sustituido los “primitivos” métodos de pesca por otros “más modernos, complejos y eficientes”: “Primeramente, la mayoría de los pescadores no conocen otros métodos que los que usaron sus padres, y no se ha hecho ningún esfuerzo para educarlos o capacitarlos en la utilización de métodos nuevos. En segundo lugar, los parejos modernos (y sus accesorios, tales como embarcaciones de motor) son caros, mientras la mano de obra es barata”28.
Con base en estos hallazgos, el estudio hizo hincapié en la posibilidad de desarrollar la industria de la pesca continental en Colombia. Para ello, dice el informe, era necesario aumentar la intensificación de la pesca y mejorar las artes de extracción empleada. A su vez, al seguir estas recomendaciones se esperaba que el precio del pescado fuera bajo para que pudiera insertarse en un mercado de competencia. Con un aumento de la producción pesquera se debería desarrollar un estudio de los mercados del pescado para garantizar su comercialización y consumo. En la década de 1970 otra comisión de la FAO visitó la cuenca del Magdalena, y en su estudio, James Kapetsky, el profesional encargado, concluyó que:
27. John Greenbank, Informe al gobierno de Colombia sobre un proyecto de pesca continental desarrollado en Colombia, 1959 - 1960 (Roma: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, 1961), 11. 28. John Greenbank, Informe al gobierno de Colombia, 13. 29. James Kapetsky, Reporte final sobre población de peces y pesquerías de la cuenca del río Magdalena - Colombia (Bogotá: INDERENA-FAO, 1978), 26.
1. El chinchorro y la atarraya, las artes predominantes en la época de invierno, son ineficaces para niveles de agua altos y, por lo tanto, había una falta de aparejos de pesca adecuados para explotar los peces que “abundan en la captura”. 2. Tras una serie de pruebas de pesca con flotas de trasmallo de malla múltiple planteó que “si éste [el trasmallo] se introdujera como método moderno de pesca, podría aumentar sustancialmente el rendimiento de la ciénaga al incrementar la proporción de la mayoría de las especies de Categoría 2 [especies que no han sido aprovechadas hasta el momento y son potenciales para explotación] en la captura.”29.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
181
3. Se debían incrementar las áreas de explotación pesquera, ya que existen cerca de 156.000 hectáreas sin explotar. 4. Estas recomendaciones deben ir acompañadas de un desarrollo pesquero ordenado 30. De manera tal que la pesca en la cuenca, como la continental nacional, estaba subexplotada y requería de unas acciones prontas para su desarrollo y su consecuente aporte a la economía regional y nacional. Efectivamente se valoró como recurso natural explotable, y conforme a las recomendaciones de la FAO, se introdujeron métodos de pesca más “eficientes” como, por ejemplo, el trasmallo31 y se ampliaron las áreas de pesca a cuerpos de agua “subexplotados”. Sin embargo, el resultado no fue el esperado. En el año 2002 la FAO y el Departamento Nacional de Planeación hicieron varios estudios para la formulación del “programa de desarrollo sostenible para la región de La Mojana”. Los estudios abarcaron diferentes campos tales como desarrollo agropecuario, infraestructura, administración de tierras, hidrología, fauna silvestre tropical y recursos pesqueros y acuícolas. La conclusión general de los estudios es que en la región de La Mojana32, donde se encuentra el río San Jorge, hay problemas serios de degradación de los recursos, y en el caso de la pesca, la situación es crítica33. El informe sobre recursos pesqueros y acuícolas plantea al respecto que la actividad pesquera en la cuenca del Magdalena ha sufrido una drástica disminución durante los últimos 30 años por la intensidad de la extracción a la cual ha sido sometida. Pasó de aportar más del 90% de la pesca de las aguas continentales colombianas en la década de 1970 a contribuir en la década de 1990 tan sólo con el 29.95%34. En este contexto, José Iván Mojica35 plantea que la preocupación por la crisis pesquera no radica solamente en la disminución de los rendimientos anuales, sino también en las tallas de captura. El bagre rayado (Pseudoplatystoma fasciatum), que junto al bocachico (Prochilodus madgalenae) constituyen las especies comerciales más importantes en la pesca continental, pasó de una talla promedio de 87 centímetros en 1973 a 54 centímetros en 1988. La preocupación reside en el hecho de que esta especie adquiere su madurez
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
30. James Kapetsky, Reporte Final sobre población, 27. 31. El trasmallo es una red que se extiende en las ciénagas en forma de cortina. Para mantenerse vertical, en la parte superior posee unas boyas que lo mantienen flotando y en la inferior tiene unas pesas que lo mantienen extendido hacia abajo. Su diferencia con respecto al chinchorro es que se puede extender en áreas bastante amplias como en una ciénaga y puede tener hasta 1.000 metros de largo. Además, como no es de arrastre sino que se extiende a la espera de que los peces se enreden allí, requiere menos brazos para su manipulación y el hilo con el que se fabrica es mucho más delgado que el de un chinchorro. 32. Se le llama La Mojana a la región localizada en las llanuras del Caribe colombiano delimitada al occidente por el río San Jorge y la ciénaga de Ayapel, el oriente por el río Cauca, al nororiente por el brazo de Loba (río Magdalena) y al sur por la Serranía de Ayapel. 33. FAO - DNP, Programa de desarrollo sostenible de la Región de La Mojana (Bogotá: FAO-DNP, 2002). 34. Mauricio Giraldo, Recursos pesqueros y acuícolas. Informe final de consultoría. Programa de Desarrollo Sostenible de la Región de La Mojana (Montería: FAO-DNP, 2002). 35. José Iván Mojica, “Las pesquerías de la cuenca del río Magdalena: ejemplo a no repetir”, en Libro rojo de peces dulceacuícolas de Colombia, eds. José Iván Mojica, Claudia Castellanos, José Saulo Usma y Ricardo Álvarez (Bogotá: Instituto de Ciencias Naturales, Instituto Von Humboldt y Ministerio del Medio Ambiente, 2002), 35-54.
182
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
sexual cuando llega a tallas de 52 y 60 centímetros para machos y hembras respectivamente, lo que indica que pocos individuos alcanzan a llegar a su edad reproductiva36. Para finales de la década de 1980 las menores tallas de captura del bagre rayado en la cuenca del Magdalena provenían del río San Jorge37. Según lo plantean los informes mencionados, una de las principales causas de este problema es el uso indebido de artes y métodos de pesca, tales como las redes de arrastre y los trasmallos con ojo de malla con medidas muy por debajo de lo establecido en la normatividad que regula las pesquerías. Si quienes usan esas redes son los pescadores, entonces ellos son los directos responsables del problema. En 1978 la FAO llamó la atención sobre la necesidad de explotar en mayor escala las pesquerías de la cuenca del Magdalena mediante el uso del trasmallo acompañado de otras medidas. Veinticuatro años después alertó sobre la sobreexplotación y la degradación de la pesca por el uso indebido de artes y métodos. Sin embargo, lo que los expertos de la FAO no dijeron en sus informes, tal vez porque lo ignoraban, es que desde antes de la década de 1970 el uso de chinchorros ya había generado conflictos en la cuenca y la situación de las pesquerías no era tan idílica como parecía serlo. 3. Chinchorros y conflictos en la pesca En 1943 Plutarco Pupo publicó un artículo titulado “El problema de la pesca en la región del Río San Jorge”. El escrito inicia de la siguiente forma: “Conocido es de todos, que los pueblos, a medida que van transitando por los caminos de su desarrollo comercial, vense abocados a multitud de diversos y difíciles problemas; tal como el que ha venido a preocupar la tranquilidad de nuestro pueblo en los últimos años, con motivo del excesivo incremento de la industria pesquera en la región del Río San Jorge. La explotación de las especies de fauna acuática en nuestras aguas, es algo ya intolerable. Estamos a punto de contemplar el agotamiento de los peces como consecuencia de los sistemas que se vienen empleando en esta industria, toda vez que los chinchorros, por la calidad de la construcción y la cantidad de los pescadores en tan poco caudal de aguas, están terminando con esa poderosa riqueza. Y esto, sin contar el ejercicio permanente de las labores que lleven a 36. José Iván Mojica, “Las pesquerías de la cuenca del río Magdalena”, 38. cabo las personas interesadas en este negocio”38. 37. Mauricio Zárate, Estado actual y problemática de las pesquerías de la cuenca del bajo San Jorge, Colombia (San Cristóbal, Centro de Biología Pesquera y Limnología - INDERENA, sin publicar, 1989), 5. 38. Plutarco Pupo, “El Problema de la pesca en el Río San Jorge”, Revista Río San Jorge, año segundo, Ayapel, 1943.
De acuerdo a lo anterior, en la década de 1940 ya existía la preocupación por el futuro de la pesca y había una conciencia sobre los efectos perturbadores del chinchorro. Luego, en 1947, el ictiólogo Cecil Miles publicó su libro Los peces del río Magdalena, donde planteó
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
183
que la razón por la cual la cuenca del Magdalena no mostraba la misma abundancia de peces que en los ríos de los Llanos Orientales era por “el abuso de la dinamita y otros métodos ilícitos de pesca”39. Sin embargo, la percepción de la disminución de los recursos pesqueros no estaba asociada sólo con la utilización de herramientas de pesca nociva, sino también con las actitudes de los pescadores frente a la situación, pues según Miles, “es difícil convencer a los ribereños de que esta manera tan fácil de proveerse de alimentos, los enriquece hoy y mañana los empobrece”40. De igual forma, en el discurso del ictiólogo, el papel del Estado aparece como fundamental en la regulación de la pesca. “Lo que se impone, no es más legislación, sino mejor cumplimiento de la existencia, mediante el cultivo del sentido social y el control de la venta de los explosivos y aun del producto de la pesca ilícita, ya que, en el individuo de pocos recursos pecuniarios, es fácil 39. Cecil Miles, Los peces del río Magdalena (Ibagué: Universidad del perdonar un acto de ignorancia cometido con único fin de Tolima Ediciones, 1971 [1947]), 7. llenar las bocas hambrientas de su familia. Pero la adopción 40. Cecil Miles, Los peces del río de medidas efectivas en este sentido, es por lo menos tan Magdalena, 14. importante como la supresión de los licores clandestinos, 41. Cecil Miles, Los peces del río que se conduce con mas ahínco, debido a su efecto sobre las Magdalena, 15. 41 Rentas Departamentales” .
En cuanto a las redes de malla menuda, si bien Miles aclara que su uso no es nocivo para la pesca en la medida en que sólo se capturen ejemplares adultos, también reconoce que su manejo conlleva necesariamente a la captura de peces jóvenes, razón por la cual para ese entonces ya existía una legislación que las prohibía. No es claro aún desde cuándo el Estado ha regulado la actividad pesquera en el país, y menos si la regulación en el caso de la cuenca del Magdalena fue una respuesta a una crisis creciente o una forma de anticiparse a lo que podría suceder42. Lo cierto es que el Estado prohibió la pesca con chinchorro en el río San Jorge mediante la Resolución número 0755 de mayo 27 de 196043, lo que no significó una erradicación definitiva de la herramienta, pues como lo menciona el biólogo sueco George Dahl en varias de sus obras, la legislación fue letra muerta y los controles estatales no fueron efectivos. El chinchorro por ser una red de arrastre también captura en sus mallas muchas especies de peces que en aquellas épocas no
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
42. William Cronon en su clásico estudio sobre las transformaciones ecológicas y socioeconómicas que trajo consigo la colonización europea en Nueva Inglaterra, al reflexionar sobre las fuentes de su trabajo afirma que en el caso de los documentos oficiales, especialmente la legislación, es muy difícil saber si fueron producto de una reacción estatal ante un cambio ecológico o simplemente es una medida anticipada: “When a law was passed protecting trees on a town common, for example, did this mean that a timber shortage existed? Or was the town merely responding with prudent foresight to the experience of other localities?”. William Cronon, Changes in the Land: Indians, Colonists, and the Ecology of New England (New York: Hill and Yang, 1983), 7. 43. George Dahl, Federico Medem y Alonso Ramos, El Bocachico. Contribución al estudio de su biología y de su ambiente (Bogotá: Departamento de pesca - Corporación Autónoma Regional de los Valles del Magdalena y del Sinú, 1963), 69.
184
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
eran apetecidas y, por tanto, se abandonaban muertas en las orillas de río. Desde la década de 1950, George Dahl alertaba en sus publicaciones sobre el carácter nocivo de las redes de arrastre como lo es el chinchorro y sobre la matanza indiscriminada de peces sin valor comercial. Dos citas bastan para ilustrar la visión de Dahl. Desde el punto de vista económico, el bagre pintado y el bocachico son las especies más importantes en la cuenca del Magdalena. Sobre la primera escribió lo siguiente en la década de 1960: “El caso de esta especie, de inmenso valor económico, es una verdadera tragedia. Hace dos o tres lustros, ella era todavía abundante en el sistema del Magdalena y sus tributarios mayores. Hoy está al borde de la desaparición, sin que se levante una mano para protegerla. El bagre pintado era una verdadera riqueza. En tiempos pasados se capturaron a veces ejemplares de metro y medio de longitud y de 60 o 70 kilogramos. En cualquier pueblecito de las orillas del Magdalena se presenciaba la venta de 20, 30 o 50 cargas de bagre seco, que constituye comida barata y al alcance de todos. Un viejo pescador nos dijo con nostalgia: “hay que hacer embalsamar uno de estos bagres para que los nietos lo conozcan”. Y no exageraba. Faltan muy pocos años para que la extinción sea total”44.
Para Dahl el bocachico era la especie de más importancia económica en el país y en la cual se podría basar la pesca industrial de la cuenca. Sin embargo, en el momento en el que escribió, el autor consideraba que era objeto de “una pesca descontrolada y loca, completamente destructiva”45, que había llevado a una disminución en la rentabilidad de la misma. Aunque para el río San Jorge existía una legislación que regulaba la pesca, según Dahl ésta no era respetada. “Los pescadores locales, quienes tienen que vivir del bocachico y no carecen completamente de razón, piden una legislación algo diferente. Pero gran parte de los que pescan allí son “caballeros de industria”, o, más claramente dicho, aventureros sin ley ni patria, que llegan con la exclusiva intención de ganar dinero a manos llenas, sin tener por un momento en cuenta el porvenir del pueblo pescador. No se exagera al calificar como un delito contra la economía del país la acción de tales pescadores -apoyados por algunos políticos- que despoja de sus riquezas a un río colombiano y priva a la población ribereña de su prosperidad futura; acción que se comete impunemente y 44. George Dahl, Federico Medem y sin frenos, ya que no ha sido posible que la Sección de Alonso Ramos, El Bocachico, 23. Pesca del Ministerio de Agricultura mantenga en el lugar 45. George Dahl, Federico Medem y unas patrullas guardapescas”46. Alonso Ramos, El Bocachico, 43. 46. George Dahl, Federico Medem y Alonso Ramos, El Bocachico, 43. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
185
De esta manera, lo que puede observarse en las ideas de Dahl es que el problema de la crisis pesquera tenía además un trasfondo político que se relaciona con la incapacidad de las instituciones estatales para hacer efectiva la ley. Así lo expresa también cuando habla del barbudo (Pimelodus clarias): “Las redes de arrastre llevan miles de ejemplares pequeños de esta y de otras especies a la orilla -ya que la famosa “regulación de tamaño de mallas” es pura farsa¬- y allí son abandonados para morir, sin utilidad para nadie”47. Los gobiernos municipales, al parecer, influyeron de igual forma en la degradación de la pesca. Asimismo, lo manifestó Alonso Ramos, quien escribió que los concejos municipales de Ayapel y Montelíbano permitían la pesca con redes de arrastre en los diferentes cuerpos de agua, sin tener en cuenta las tallas mínimas permitidas ni el tamaño de malla reglamentado por el Ministerio de Agricultura. Para Ramos, el único interés de esos concejos municipales era “lograr ingresos para el fisco municipal mediante el cobro de determinada suma de dinero por cada camión que sale cargado con pescado de su jurisdicción”48. El resultado de esa problemática fue la disminución de los peces. Con respecto al Matacaimán (Centrochir crocodilii), Dahl escribió: “Ahora está disminuyendo su número como sucede con casi todas las especies del río San Jorge; miles de ejemplares quedan cada verano pudriéndose en las orillas víctimas de las redes de arrastre”49. El momento en el que empezó la crisis no es muy claro aún. Cuando recorrí el San Jorge entre los años 2004 y 2005, la mayoría de pescadores afirmaban que desde hacía unos treinta años la situación empezó a empeorar; otros afirman que en realidad fue desde principios de la década de 1990. Los datos compilados por Mauricio Giraldo muestran la situación desde la década de 1970, lo que coincide con las versiones de la mayoría de los pescadores. Sin embargo, como ya lo mostré anteriormente, desde la década de 1940, si no antes, existe la preocupación sobre el peligro que corren especies tan importantes como es el bagre rayado. Dahl conoció en la década de 1950 el proceso de deterioro de la pesca en el río Sinú, que fue causada, en opinión del autor, por el uso de grandes redes de arrastre que no necesariamente eran utilizadas por “los pescadores propiamente dichos, ellos continuaron pobres como siempre”, sino 47. George Dahl, Federico Medem y por comerciantes, quienes se “enriquecieron con la destrucción de Alonso Ramos, El Bocachico, 24. 50 un importantísimo recurso natural” . En 1959 este proceso desem48. George Dahl, Federico Medem y bocó en un agotamiento casi total de los recursos del río Sinú. Alonso Ramos, El Bocachico, 89. Dahl cuenta que lo anterior llevó a que en el Sinú se prohibiera 49. George Dahl, Federico Medem y la pesca con redes de arrastre. En el año de 1963 se permitió pescar Alonso Ramos, El Bocachico, 24. de nuevo con este tipo de redes pero la pesca amenazó con volver a 50. George Dahl, y Federico Meden, caer, “[los pescadores industriales] trataron de hacer lo posible por Informe sobre la fauna acuática del río
Sinú (Bogotá: Corporación Autónoma Regional de los Valles del Magdalena y del Sinú, 1964), 3.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
186
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
repetir el desastre de 1959, pero se volvió a prohibir la pesca con chinchorros, y se salvó la situación”. No contamos con fuentes para decir qué sucedió en el Sinú durante las décadas siguientes. Sin embargo, los pescadores del San Jorge afirman que hoy la pesca en el Sinú está en condiciones peores que las de su río. Adalberto Trespalacios, pescador de Ayapel, por su parte, contó que en noviembre del año 1969 hubo una reunión en Caucasia donde asistieron pescadores de la región y representantes de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Magdalena y del Sinú, CVM. Uno de los motivos de la reunión era la necesidad de poner freno a la pesca con chinchorro, porque, dice Adalberto, “el Sinú ya se había acabado y no querían repetir la misma historia en el San Jorge”51. Los pescadores hablan del chinchorro como una red que “ha existido siempre”, por lo que es muy complicado establecer el momento de su llegada al San Jorge y la consecuente crisis que documentó Dahl. Sin embargo, algunos registros históricos dan cuenta de la presencia de la red en el río desde el siglo XVIII, y atestiguan de paso, una vez más en contraste con lo que plantearon los informes de la FAO, que el conflicto por su uso existía desde entonces. En el año de 1770 los “Vecinos de la Villa de Mompox” levantaron una queja en contra de la pesca con chinchorro y solicitaron “que en ningun termino consientan el que Persona alguna sea ò sada a usar del exercicio de pesqueria con Chinchorro Por lo que redunda no solo en perjuicio de los que representan como que mantienen Sus Mugeres y familias con el exercicio de la Pesqueria con Atarranja, Varas, y harpones”52.
Para los autores de la queja, el problema del uso del chinchorro radica en que sólo permite el beneficio a unos pocos, y afecta la pesca de la demás población porque ahuyenta los peces. “[...] respecto que usàndo de aquella arteymaña del Chinchorro, solo gozan del beneficio los Dueños del, y resulta el que branto de que por las [de] Partes en donde Cae aquel Ynstrumento se àuyenta el Pescado, como se tiene por exemplar de ahora cinco años que haviendo Usado de el en el Rio y sienaga de Sincalecha de las inmediaciones de esta jurisdiccion Nicolas èl Mayorquin se experimento el que ha quedado tan avientados los Pejes que hasta ahora no se han podido lograr las Pescas que hantes se hacian con las atarrajas Arpones, ànzuelos [...]”53. 51. Entrevista a Adalberto Trespalacios, Ayapel - Colombia, diciembre 20 de 2004. 52. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Bogotá- Colombia, Sección Colonia, Fondo Miscelánea, SC 39, Tomo 6, ff. 616r - 619, 1770.
Estos hechos habían sido recurrentes, razón por la que en el año de 1767 se había prohibido la pesca con chinchorro. A pesar de ello, después de promulgada la prohibición, un “Negro libre nombrado Pablo Chica”, al parecer ajeno a la población de la Villa de Mompox, junto a otras cuatro personas solían salir en las noches a pescar con
53. AGN, Sección Colonia, Fondo Miscelánea, SC 39, Tomo 6, ff. 616r 619, 1770. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
187
chinchorro en varias partes del río. Los pescadores de aquellos poblados se opusieron a las acciones de Pablo Chica, y finalmente por acciones de las autoridades locales le decomisaron el chinchorro, aunque entre los pobladores quedó el temor de que Chica pudiera construir otra red “favorecido de algunos particulares de esta Villa”54. De la misma forma, el 26 de septiembre de 1761, el capitán de guerra Don Alonso Monroy, “juez de caminos y de cobranzas reales” escribió acerca de su visita al pueblo de San Francisco de Yegua, “situado en las márgenes del río san Jorge, terreno tan bajo que muchas veces, en un año, padecen sus naturales, dos veces, con las crecientes de dicho río”55. Entre otras cosas, Monroy explica que una de las causas por las cuales los indios de este pueblo, hoy llamado Jegua, no podían pagar sus tributos era el problema que existía entre ellos y los chinchorreros. Según lo cuenta Don Alonso Monroy, los indios de Jegua tenían la pesca “de peje, doncella y bagre” como una de sus actividades económicas principales, que la ejercían con el anzuelo como herramienta principal. Sin embargo existían otras personas que utilizaban chinchorros “que hechan por los caños de las aguas vertidas”, los cuales obstaculizaban el paso de los peces hacia los espacios de pesca de la gente de Jegua. Los chinchorros, escribió Monroy, “como cara rapiña, que no solo lo ahuyenta, sino que también lo arrastra, sacándose de su centro todo genero, de pescado, aunque sea mediano; lo cual es la realidad”56, impedían la pesca con anzuelo de los indios de Jegua, quienes al no poder pescar no podían obtener los recursos para pagar los impuestos. El problema con los chinchorros persistió. El 15 de noviembre de 1804, Don Andrés José Molina, Alcalde de la Villa sacó de prisión a Juan de Jesús de los Reyes, “indio tributario del pueblo de Jegua”57, con el fin de “que expusiese lo que conste o haya oído decir en punto al sublevamiento hecho por el, y sus compañeros el Viernes Santo treinta de marzo del presente año, contra 54. AGN, Sección Colonia, Fondo Miscelánea, SC 39, Tomo 6, f. 618, 1770. mi persona”. El detonante fue el hecho de que Pedro Martín, Alcalde de Jegua, vendió unas reses consideradas por los jeguanos como de 55. AGN, Sección Colonia, Fondo Resguardos Bolívar y Magdalena, Tomo propiedad de la Virgen, patrona del lugar. Sin embargo, aquel “subúnico, ff. 864 - 865, 1761. levamiento” del Viernes Santo tenía que ver también con el uso de 56. AGN, Sección Colonia, Fondo chinchorros en las aguas de Jegua por parte de los villeros58. Según lo Resguardos Bolívar y Magdalena, Tomo muestra el documento de Don Andrés, el indio Juan de Jesús dijo: único, f. 864. “Sr. Alcalde todo esto se ha ofrecido por defender nosotros el ganado de María Santísima, si al Sr. Alcalde le vienen a quitar la camisa, se la dejará quitar? No, es esa la palabra que el Sr. Alcalde nos tenía dada de no consentir echasen chinchorros en el caño de Jegua; a lo que ha contestado el profuso Sr. Alcalde, que así se los había ofrecido, y se lo cumpliría”59.
57. AGN, Sección Colonia, Fondo Caciques e Indios, Tomo 29, ff. 538 y 539v. 1804. Jegua hoy día es un corregimiento del municipio de San Benito Abad, Sucre. 58. Villeros se les llama a los naturales de la Villa de San Benito Abad. Hasta nuestros días se conserva ese nombre. 59. AGN, Sección Colonia, Fondo Caciques e Indios, Tomo 29, f 539v., 1804.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
188
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
De esta forma, podemos afirmar que por lo menos desde el siglo XVIII existen conflictos por el uso de los chinchorros, asociados al aprovechamiento de los recursos por parte de unos, en detrimento del usufructo de otros. Evidentemente no son como los de hoy día, pues los diferencia la lógica que los subyace y el contexto en el que se dan, pues en la actualidad los problemas ambientales se han agravado por la mercantilización en que se han sumido los recursos naturales y por la sobre explotación a que se han visto sometidos. En el caso de la pesca en el San Jorge, la evidencia histórica del uso de los chinchorros y de la preocupación que algunas personas vieron en su utilización sugiere una reflexión más profunda y un cuestionamiento a la forma cómo la FAO valoró las pesquerías en Colombia; al parecer poco se enteró de la forma como la gente pescaba desde tiempos remotos ni de los conflictos que ya existían cuando los expertos llegaron a estudiar los recursos naturales, pensando en la forma como éstos llevarían al desarrollo económico. Conclusiones: pobreza, degradación ambiental y ahistoricidad estatal Los recursos naturales en el San Jorge fueron objeto de diversas visiones sobre la naturaleza: como despensa de recursos naturales, como naturaleza hostil y como naturaleza salvaje susceptible de domesticación. Lo cierto es que esas ideas se tejieron en torno al objetivo de explotar los recursos para generar progreso y desarrollo económico. Roderick Neumann, citando a Adams, plantea que desde principios del siglo XIX el desarrollo llegó a ser la teoría lineal del progreso ligado al capitalismo60. De esta forma, el desarrollo es imaginado como una misión civilizadora que implica el reemplazo de unas condiciones “salvajes” por las de prosperidad moderna61. Neil Smith, por su parte, argumenta que en esta dinámica de expansión del desarrollo económico ligado a la acumulación capitalista, la naturaleza se convierte en un resultado de la producción social, cuya materialización se refleja en un desarrollo desigual62. Sin embargo, ese afán por explotar los recursos del San Jorge no llevó necesariamente al progreso de la región ni al desarrollo económico. En el caso de la pesca, al desconocer el Estado una historia de conflictos, lo que logró fue agravar la situación al permitir la adopción de medidas sugeridas por la FAO, cuyos estudios técnicos desconocieron por completo el conflicto ambiental que desde el siglo XVIII venían convirtiendo la pesca en un recurso escaso. Es paradójico el papel del Estado pues como se demuestra en el texto, desde la década de 1940, si no antes, venía reglamentando el uso de métodos “ilícitos” en la pesca, además ya había sido alertado por los estu60. Roderick Neumann, Making Political Ecology (London: Hodder Arnold, dios de Cecil Miles y George Dahl, quienes hacían parte de instituciones 2005), 83. estatales. Aun así, se adoptaron unas medidas que sustentaban que la 61. Roderick Neumann. Making Political pesca estaba subexplotada y que las tecnologías que usaban los pescaEcology, 84. dores, consideradas atrasadas, no eran las más eficientes. Sin embargo, 62. Neil Smith, Uneven Development: nature, capital, and the production of space (New York: Blackwell, 1984), 32. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
189
la visión ahistórica del Estado y de los gobiernos de turno no se limitó a este momento en particular, pues al iniciar el nuevo milenio una vez más de la mano de la FAO advirtió sobre la degradación de los recursos, un hecho ya anunciado casi sesenta años atrás63. La particularidad de la alerta que hace el Estado sobre la pesca, es que se enfoca en culpar al pescador, pues es él quien a su entender maneja las redes causantes de la crisis. Ese pescador, a su vez tiene la doble característica de ser por una parte pobre y formar parte del conjunto de campesinos de una región donde el porcentaje promedio de NBI es del 80%, y por otra, que el 57% de esa población vive en condiciones de miseria y analfabetismo64. De manera que la nueva propuesta del Estado y de las organizaciones no gubernamentales se orientó hacia la conservación. Así se refiere el informe final del Programa de Desarrollo Sostenible de la Región de La Mojana: “Es preciso conservar los recursos naturales de La Mojana para que continúe desempeñando su función de regulación de caudales de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge y prestando los servicios ambientales con el pleno reconocimiento del resto del país. La conservación de esos recursos es, además, una necesidad imperiosa no sólo por la fuente de sustento para muchas familias mojaneras a través de la caza, la pesca y la extracción de leña y madera sino también en razón de que su explotación excesiva está conduciendo a su deterioro y desaparición. La conservación y el aprovechamiento racional de esos recursos debe hacerse con la activa participación y compromiso de la población local, mediante un proceso de información, educación y construcción de conciencia, combinado con el ofrecimiento de alternativas de trabajo y producción que reduzcan la dependencia excesiva de la explotación de los recursos naturales”65.
Una vez más ante los problemas ecológicos aparece el “circulo vicioso” entre pobreza y degradación ambiental, donde existen unas familias con hambre que para solventar su situación intensifican la extracción de recursos, los cuales a su vez se degradan generando más pobreza y así sucesivamente66. De forma tal que para el Estado la manera más eficaz para salir de ese círculo, es “generar conciencia” entre los pescadores para que cambien sus prácticas “nocivas” y no destruyan el ambiente. Es decir, en la década de 1970, los pescadores eran campesinos que usaban métodos y técnicas de pesca “ineficaces” y atrasadas, ante lo cual se propuso que utilizaran el trasmallo para incrementar la explotación. Ahora, aparecen como campesinos pobres y culpables por haber usado las redes que la FAO recomendó, por lo que se deben someter a un proceso de “educación” y “construcción de conciencia” en el marco de la conservación, como nueva alternativa de uso de recursos.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
63. En 1963, Alonso Ramos alertaba ya sobre la deforestación en la región: “El sombrío natural [del río San Jorge] no es muy frondoso, debido a que son muy pocos los bosques naturales que aún quedan, por haber sido taladas para dedicar las tierras a ganados y cultivos. La vegetación acuática superior es prácticamente nula.” George Dahl, Federico Medem y Alonso Ramos, El Bocachico, 68. 64. FAO - DNP Informe Final. Programa de Desarrollo Sostenible de la Región de La Mojana (Bogotá, FAO-DNP, 2002), 18. 65. FAO - DNP Informe final, 31. El resaltado es mío. 66. Leslie C. Gray y William G. Moseley, “A geographical perspective of poverty- environmental interactions”, The Geographical Journal 171: 1 (2005): 9-23.
190
Una tierra bondadosa: progreso y recursos naturales en la región del río San Jorge, siglo XX
En síntesis, sigue imperando aquella visión que confunde la conciencia sobre las crisis ambientales con la existencia de problemas en el uso de los recursos. Si bien en las últimas décadas se han incrementado las alarmas masivas por la situación de los recursos naturales y el papel del ser humano en ese proceso, los conflictos mismos no se originaron hace tres décadas, quizás porque Mdhav 67. Madhav Gagdil y Ramachandra Gadhil y Ramachandra Guha tenían razón cuando afirmaron que la hisGuha, This Fissured Land: An Ecological History of India (Berkeley and Los toria humana es como un mosaico, donde se combinan el uso exhaustivo Angeles: University of California de los recursos y el intento por la conservación de los mismos67. Press, 1992).
Bibliografía Fuentes
primarias
Archivo Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá - Colombia, Sección Colonia, Fondos: Miscelánea, SC 39, Tomo 6, ff. 616r a 619, 1770; Resguardos Bolívar y Magdalena, Tomo único, ff. 864 865, 1761; Caciques e Indios, Tomo 29, ff. 538 y 539v., 1804. Publicaciones periódicas Revista Río San Jorge, Ayapel, año 1943, número 2. Sábado, Bogotá, año 1948, volumen 6, número 274. Entrevistas Trespalacios, Adalberto. Ayapel - Colombia, diciembre 20 de 2004. Fuentes primarias impresas Badel, Dimas. Diccionario histórico- geográfico de Bolívar. Corozal: Talleres El Ideal, 1943. Díaz, Antolín. Sinú: pasión y vida en el trópico. Bogotá: Editorial Santafé, 1935. Greenbank, John. Informe al gobierno de Colombia sobre un proyecto de pesca continental desarrollado en Colombia, 1959-60. Roma: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO, 1961. Kapetsky, James. Reporte final sobre población de peces y pesquerías de la cuenca del río Magdalena - Colombia. Bogotá: INDERENA-FAO, 1978. Miles, Cecil [1947]. Los peces del río Magdalena. Ibagué: Universidad del Tolima Ediciones, 1971. Pérez, Felipe. Jeografía Fisica i Politica del Estado de Bolívar. Bogotá: Imprenta de la Nación, 1863. Quintero, Eugenio. Impresiones de un diputado. Relación de un comisionado oficial sobre la historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
Alejandro Camargo
región del río San Jorge en 1918, Cartagena: Imprenta del Anunciador, 1919. Quintero, Eugenio. “Dos Palabras”, introducción. En El Río San Jorge, Luis Striffler. Cartagena: Tipografía El Anunciador, 1920 [1886], 3-4. Striffler, Luis [1886]. El Río San Jorge. Barranquilla: Ediciones Gobernación del Atlántico, 1995.
Fuentes
secundarias Cronon, William. Changes in the Land: Indians, Colonists, and the Ecology of New England. New York: Hill and Yang, 1983. Dahl, George, Federico Medem y Alonso Ramos. El Bocachico. Contribución al estudio de su biología y de su ambiente. Bogotá: Departamento de pesca - Corporación Autónoma Regional de los Valles del Magdalena y del Sinú, 1963. Dahl, George y Federico Meden. Informe sobre la fauna acuática del río Sinú. Bogotá: Corporación Autónoma Regional de los Valles del Magdalena y del Sinú, 1964. FAO - DNP. Informe final. Programa de Desarrollo Sostenible de la Región de La Mojana. Bogotá: FAO-DNP, 2002. Gadgil, Madhav y Ramachandra Guha. This Fissured Land: An Ecological History of India. Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1992. Gazabón M., Pedro. Así se hizo el departamento de Sucre. Sincelejo: Miltigráficas, 1985. Giraldo, Mauricio. Recursos pesqueros y acuícolas. Informe final de consultoría. Programa de Desarrollo Sostenible de la Región de La Mojana. Montería: FAO-DNP, 2002. Gray, Leslie C. y William G. Moseley. “A geographical perspective of poverty- environmental interactions”. The Geographical Journal, 171: 1 (2005): 9-23. Herrera, Marta. Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las llanuras del Caribe y los Andes centrales neogranadinos. Siglo XVIII. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002. Mendoza Mojica, Sandra Lucía. Gestión de ecosistemas estratégicos. Informe final de consultoría. Progama de Desarrollo Sostenible de la Región de La Mojana. Bogotá: FAO-DNP, 2002. Mojica, José Iván. “Las pesquerías de la cuenca del río Magdalena: ejemplo a no repetir”. En Libro rojo de peces dulceacuícolas de Colombia, editado por José Iván Mojica, Claudia Castellanos, José Saulo Usma y Ricardo Álvarez. Bogotá: Instituto de Ciencias Naturales, Instituto Von Humboldt y Ministerio del Medio Ambiente, 2002, 35-54. Molano, Joaquín y Alfredo Acero. Antecedentes y resumen de la industria pesquera en Colombia. Bogotá: Fundación Universidad de Bogotá, 1967. Neumann, Roderick. Making Political Ecology. London: Hodder Arnold, 2005. Reyes Posada, Alejandro. Latifundio y poder político. La hacienda ganadera en Sucre, Bogotá, CINEP, 1978. Smith, Neil. Uneven Development: nature, capital, and the production of space. New York: Blackwell, 1984. Zárate, Mauricio. Estado actual y problemática de las pesquerías de la cuenca del bajo San Jorge, Colombia. San Cristóbal: Centro de Biología Pesquera y Limnología - INDERENA, 1989. Sin publicar.
❧ hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 170-191
191
192
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Artículo recibido: 27 de junio de 2008; aprobado: 2 de diciembre de 2008; modificado: 20 de enero de 2009.
Richard Kalil Nieto
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
The Paths of the “Russian Soul”: Notes from its Philosophical History, 1700-1861
Resumen
Abstract
El siguiente artículo es un proyecto de hibridación
This article is a project in hybridity that joins
entre el escenario histórico filosófico ruso y el
Russian philosophical history with a project
proyecto de identidad nacional del mismo país
on Russian national identity between 1700 and
durante los años de 1700 a 1861. Apoyándose en
1861. Based on the works of various Russian
diversos autores de la historia filosófica rusa y
philosophical historians, and emphasizing,
teniendo siempre como trasfondo la preocupación
as the background, the preoccupation for
de las artes del mismo país por el desarrollo de
developing a national identity within Russia’s
una identidad nacional, el siguiente escrito hace
arts, this text makes a novel suggestion: that
una novedosa propuesta: leer a la historia filosófica
Russian philosophical history should not only
rusa no sólo como la aglomeración de sistemas
be read as an agglomeration of philosophical
filosóficos, sino también como ciencia aportante
systems, but also as a science that contributes
desde y para sí en ese imaginario multiforme de
to the multishaped imaginary that is national
identidad nacional. Como si se tratase de la fusión
identity. Like the biological fusion between two
biológica entre dos células de diferente especie para
cells of different species to form a new one
dar lugar a una de características mixtas, el siguiente
of mixed characteristics, the essay presents
ensayo presenta un híbrido entramado que: (1)
a interlaced hybrid that: (1) offers reflections
despliega reflexiones sobre las características de
on the characteristics of the mother (Russian
la madre: la historia filosófica rusa; y (2) sintetiza
philosophical history); and (2) synthesizes
reflexiones sobre los rasgos del padre: el proyecto de
reflections on the features of the father (the
identidad nacional.
project of national identity).
Palabras
Key Words
c l av e
Rusia, alma rusa, historia de la filosofía rusa,
Russia, Russian Soul, History of Russian Philosophy,
identidad nacional rusa.
Russian National Identity.
espacio estudiantil
Estudiante de filosofía y matemáticas de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. r-kalil@uniandes.edu.co; riceeed@live.com
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
193
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861 ❧
Son diversos los caminos que nos ponen en ruta de encuentro con el “alma rusa”, no precisamente porque esta “alma” sea algo claro y concreto o algo “tangible” que reside como quintaesencia en el Optina Pustyn1, sino porque, de modo contrario, la “esencia” de un “alma rusa” es una idea tan ambigua, elástica y multiforme que logra englobar en una misma búsqueda los mitos y las imágenes más diversas. Con una geografía no sólo enorme sino demasiado indefinida (mutando constantemente por las expansiones militares territoriales que fueron emprendidas a largo de los siglos) y de naturaleza material demasiado atomizada, étnica y socialmente, Rusia es un país demasiado vasto y amplio como para sintetizarse, bajo la forma de una única unidad nacional, en una identidad nacional: un “alma rusa”. Y sin embargo, la búsqueda de esa mítica identidad nacional fue una especie de embrujo que hechizó a casi todos los intelectuales rusos, al menos durante los últimos 300 años. Chaadayev, Dostoyevsky, Gódol, Rozanov, Tolstoy, Turgenev, Zhukovsky, por poner sólo los nombres más conocidos, cayeron bajo su encanto y dedicaron gran parte de sus fuerzas a encontrarla. Por esta razón, lejos de comprender los mitos y construcciones que generó la búsqueda de esta identidad nacional como utopías aisladas, como quimeras contradictorias o como búsquedas que carecen de valor, debemos señalar que estos mitos “desempeñaron un papel crucial en la concepción de las ideas y lealtades de la política rusa, así como en el desarrollo del ser…”2. Sin un parlamento y con continuas restricciones para el desarrollo de una prensa libre, las artes rusas recibieron, sin pedirlo, la carga moral de ser los profetas nacionales3. De este modo, preguntas
❧ Este artículo es resultado de una investigación sobre la historia filosófica rusa dirigida por Hugo Fazio Vengoa y realizada para el seminario de investigación tomado en la Universidad de los Andes en el primer semestre de 2008, con el ánimo de finalizar una opción académica en “Historia y economía”. Agradezco al comité editorial de la revista Historia Crítica y al profesor Fazio por su paciencia, comprensión y amabilidad. 1. Cerca a la ciudad de Koslesk, en el actual óblast (sujeto federal) de Kaluga, a unos 200 Km. de Moscú, existe aun hoy un monasterio llamado: Optima Pustyn. El monasterio, durante el siglo XIX, fue el centro espiritual más importante de la tradición eremita (Pustyn) rusa. Escondido de los ojos de Occidente y ajeno a la supuesta “corrupción” de la iglesia rusa durante los siglos XVIII y XIX, el monasterio terminó por convertirse en un icono emblemático que representaba a la antigua religión ortodoxa rusa. A sus puertas, que respiraban una notoria carga mística y emocional, como si tras de ellas velara la quintaesencia de la nación, acudieron eminentes figuras como Dostoyevsky, Gódol, Rozanov, Tolstoy, Turgenev y Zhukovsky en búsqueda de esa tan “esquiva” “alma rusa”. 2. Orlando Figes, El baile de Natacha. Una historia cultural rusa (Barcelona: Editorial Edhasa, 2006), 32. 3. Orlando Figes, El baile de Natacha, 27.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
194
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
como ¿Qué es ser ruso? ¿Cuál es el alma rusa? ¿En Asia o en Europa? ¿Cuál debe ser el papel de los rusos en el mundo? fueron siempre los puntos cardinales dentro del escenario intelectual ruso de los últimos siglos. Así, cada una de las artes, cada una de sus corrientes y cada uno de sus exponentes dio una respuesta única y particular a estas preguntas. Teniendo en cuenta esta angustiosa y vertiginosa producción de imágenes nacionales emprendida desde los diversos sectores de la intelectualidad, el artículo pretende generar a través de gruesas generalizaciones una visión panorámica de la historia de la filosofía rusa durante los años comprendidos entre 1700 y 18614. Mi atención se enfocará invariablemente en la creación de una historia de escritura entramada, que por encima del carácter ético, epistemológico, estético o metafísico privilegiará el carácter de auto-determinación de la identidad nacional que aportó o recibió la filosofía rusa durante estos años. Dividido en siete grandes partes que obedecen principalmente a un orden cronológico, el artículo es una sintetización de reflexiones sobre Rusia y un proyecto de hibridación entre su escenario histórico filosófico con el proyecto de identidad nacional durante el periodo que va desde 1700 a 1861. 4. Dentro de los comentaristas sobre la historia de la filosofía rusa (bien sean de lengua hispana, inglesa o rusa) los años comprendidos entre 1700 y 1860 suelen ser los menos tratados. Es esta una de las razones por las que el artículo se enfoca en dicho momento histórico.
5. Valentine Tschebotarioff, “Faith and Reason in Russian History”, Russian Review 13: 3 (July 1954): 186-187. 6. V. M. Mezhuev, “On the National Idea”, Russian Studies in Philosophy 45: 2 (Fall 2006): 65. 7. Además, a esto último le debemos sumar factores puntuales como, por ejemplo, que la Rusia moscovita finalmente “no participó de los descubrimientos marítimos o en las revoluciones científicos de los principios de la era modernizadora” [Orlando Figes, El baile de Natacha, 47], lo que hizo que permaneciera casi dos siglos más sumergida absolutamente en el escolantismo. Además, para “cuando Pedro llegó al trono en 1682, la imprenta de Moscú no había publicado más de tres libros de naturaleza no religiosa desde su fundación en la década de 1560”. Orlando Figes, El baile de Natacha, 49.
1. La empresa modernizadora de Pedro I, 1700-1740 El particular desarrollo político y social ruso entre los años 900 y 1700 configuró de forma única el escenario intelectual de la nación. Por una parte, a diferencia de Europa Occidental, donde se había adoptado el cristianismo desde las clases bajas disipando paulatinamente el paganismo, en Rusia fue adoptado por decreto desde las clases altas y se transmitió a las bajas a través del bautismo obligatorio5. Como consecuencia de tan abrupto cambio, la cristiandad en Rusia se mezcló inevitablemente con una serie de rituales y supervisiones paganas que la configuraron como una ortodoxia única y prácticamente indescifrable. Así, al adoptar en su formación como Estado a la cristiandad en su forma bizantina, Rusia no se consolidó como “un Estado basado en lo nacional o legal sino en principios confesionales y dinámicos (Ortodoxia y autocracia); como resultado, los rusos se percibieron a sí mismos no como un una nación secular sino más bien como una nación Ortodoxa uniendo su fe y servicios a Dios”6. De esta manera, el pensamiento filosófico en Rusia debía servir siempre como reflexión al servicio de Dios y no como pensamiento crítico independiente del quehacer teológico7. Por otra parte, en contraste
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
con el escolantismo medieval de Europa Occidental cuyo leguaje era un pulido y trabajado latín, la filosofía rusa, desde sus orígenes en tiempos de San Cirilo8, debió valerse no sólo de un alfabeto distinto como el cirílico, sino de una lengua que en general no se había terminado de inventar y que por tanto carecía de los términos más básicos para la puesta en marcha de la reflexión filosófica9. El status quo y el monopolio reli8. En general, determinar con absoluta gioso impulsarían al Zar Pedro I el precisión la fecha o el autor que dio origen a la filosofía rusa es una Grande a emprender un proyecto empresa imposible. El problema increíblemente complejo y amplio, principal de dicha labor es que antes del siglo XVIII y de la consolidación que lindaba casi con lo utópico. de ciertos estandartes nacionales A través del éste Rusia lograría, bajo el reinado de Pedro I, en la Rusia moscovita nunca existió un según el Zar, modernizarse y alconsenso entre los pensadores en canzar en todo aspecto posible donde se determinara cuáles autores y qué contribuciones propiamente a las demás naciones de Europa rusas eran decisivas para la historia Occidental10. La revolución fue tofilosófica del país [Cf. Thomas Nemeth, Russian Philosophy, http:// tal. Rusia, que para Pedro I debía www.iep.utm.edu/r/russian. ser un país europeo o en su dehtm (24 de enero de 2008)] . Como resultado, cada una de las diversas fecto debía al menos actuar como concepciones históricas de la filosofía tal, sufrió de reformas en el campo rusa ha escogido motivos o autores terriblemente distintos en tiempo militar y naval, en lo diplomático y forma como los detonantes del y burocrático, en las radas artísproceso. Así, hay tantos puntos de origen para la filosofía rusa como ticas y arquitectónicas y, por proyectos emprendidos para narrar su supuesto, en el huerto cultural e historia. Los intérpretes más osados, como Mikhail Gromov y Nikita Kozlov, intelectual. El mayor problema al tienen un punto documentado: en que se enfrentaba el Zar en este Rusia, términos como el de “filósofo” o el de “filosofía” se usaban desde último ámbito era que la religión tiempos muy remotos. Incluso, ortodoxa, tras casi 600 años de como señalan estos autores, desde finales del siglo X ya se promulgaban existencia, había permeado todas definiciones de lo que era y lo que las esferas de la intelectualidad. debía ser la filosofía. San Cirilo, por ejemplo, quien terminaría siendo una El conocimiento en Rusia se había de las figuras más emblemáticas de convertido en algo derivado de la historia rusa al ser el co-inventor del alfabeto eslavo, redactó una la autoridad divina, que lejos de definición del quehacer filosófico promover un tipo de método que en lengua eslava: “la filosofía es el conocimiento de las cosas divinas estimulara la búsqueda de eviy humanas –hasta tan lejos como el dencia empírica, se centraba en la hombre pueda acercarse a Dios– quien le enseña al hombre a ser en sus actos a imagen y semejanza del creador”. La cita anterior es una leyenda rusa
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
195
a propósito de San Cirilo, recopilada en el texto “San Cirilo”, en: Skazaniya o nachele slavyanskoi pismennosti (Moscú, 1981). Fragmentos traducidos al inglés en Mikhail Gromov y Nikita Kozlov, “The Beginning of Russian Philosophy”, 23. (La traducción del inglés al español es mía, así como las demás que aparecen en este artículo). Además, al menos para finales del siglo XII, ya habían aparecido en lengua eslava varias antologías filosóficas. Así, por poner un ejemplo, la entonces popular Pchela (La Abeja) que era una traducción al eslavo realizada por los padres de la iglesia ortodoxa rusa de una antología griega titulada Melissa, contenía reflexiones de muchos de los filósofos griegos: Sócrates, Platón, Aristóteles, e incluso Epicuro [Mikhail Gromov y Nikita Kozlov, “The Beginning of Russian Philosophy”, 24.], lo que sin duda mostraría la presencia de trabajos filosóficos en Rusia, y en lengua eslava, desde tiempos antiquísimos. Para más información sobre la introducción del pensamiento aristotélico en la Rusia medieval ver W. F. Ryan, “Aristotle in Old Russian Literature”, The Modern Language Review 63: 3 (July 1968): 650-658. 9. Aunque, en un principio, la entrada de la filosofía por la vía de la teológica fue un gran avance, pues con la llegada de los misioneros cristianos orientales a Rusia, como San Cirilo en el siglo IX, aparecen las primeras citas en eslavo sobre el quehacer de la filosofía, así como las primeras referencias a algunos filósofos antiguos como Aristóteles; finalmente, el precario lenguaje eslavo y el solipsismo de la iglesia ortodoxa terminaron maniatando el idioma y con ello la reflexión filosófica al quehacer de la teología. Así, la filosofía rusa durante los años comprendidos entre el 900 y 1700 se vio a sí misma como conocimiento del Creador y no como reflexión crítica e independiente. 10. Sobre la revolución de Pedro el Grande puede verse: James Cracraft, The revolution of Peter the Great (Cambridge: Harvard University Press, 2003).
196
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
misión mesiánica cristiana de Rusia hacia la humanidad11. Pedro I optó por tres distintos caminos para solucionar este problema. El primero consistió en apoyar a una serie de intelectuales rusos con el ánimo de que promovieran una revolución independentista del conocimiento. De esta manera, entró en escena un grupo de pensadores que propugnó una separación tajante entre la esfera religiosa y el resto de la esfera intelectual. No se trataba entonces de abolir la religión, sino más bien de recortar alcance a sus dominios. Entre estos hombres estaban Feofan Prokopovich (1677-1736) recetor de la academia de Kiev-Mogiliyansk, a quien el Zar Pedro I comisionó la elaboración de una compilación de textos en contra de los abusos del clero titulada Dukhovnyi reglament (Regulaciones Espirituales)12; Vassily Tatishchev (1686-1750) quien afirmaba que, si bien Dios era el creador, los eventos sociopolíticos no dependían de la providencia sino de factores objetivos como la población, el desarrollo de la industria, el comercio y la educación13, y Antioch Kantemir (1709-1744), quien aparte de ser poeta y diplomático conocía y divulgaba las obras de Voltaire y Montesquieu. El cambio de paradigma filosófico e intelectual que tuvo lugar en esta época, donde se abandonaron gran parte de las concepciones de la era moscovita, puede verse bien representado en la obra de Vassily Tatishchev. En la undécima 11. R. Zapata, La philosophie soviétique pregunta que se auto formula en su texto Una Conversación de (Presses Universitaires de France, 1989). dos Amigos acerca de los Beneficios de las Ciencias y las Escuelas 14 afirma lo siguiente: 12. Yulia Senchikhina, “Peter the Great’s ‘Brain Trust’”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin, (New York: Prometheus Books, 1994), 36-37. Es también interesante su publicación Pravda voli monarshey (El derecho de la voluntad del monarca) en la que defendía las reformas y el derecho a gobernar del Zar.
“Yo encuentro todo lo que usted dice muy extraño: que el bien
13. Yulia Senchikhina, “Peter the Great’s ‘Brain Trust’”, 37-38.
Respuesta. Yo no creo que usted quiera llevarme ahora a una
14. Título en ruso: Razgovor dvukh priyateley o polze nauk i uchilishch. Título en inglés: “A Conversation of Two friends about the benefit of the Sciences and Schools”.
-aunque yo intenté incluirla en algunos discursos breves-, por eso
15. El texto original en ruso: V. N., Tatishchev, Izbrannye Proizvedeniya (selected Works) (Leningrado, 1979). 52-53. Sin embargo, yo me valgo de la traducción al inglés propuesta por Yulia Senchikhina en “Peter the Great’s ´Brain Trust’”, 40.
supremo es el conocimiento de uno mismo y la adquisición o mantenimiento de la perfección, del ser, y de la satisfacción. Lo cual, me parece, no está de acuerdo con la enseñanza de la iglesia, porque esta enseña que la dicha eterna está es en la salvación del alma y no en la satisfacción; y la salvación es adquirida por la fe, la esperanza, y el amor... discusión tan lejana sobre teología, la cual no pertenece a esto, yo le digo que la enseñanza consiste en conocerse a uno mismo, conocimiento en que todo lo demás está incluido”15.
La discusión teológica sin irrespetos se había separado de las demás discusiones. Ahora el hombre y el conocerse a uno mismo y no a Dios era la piedra angular que daba forma al conocimiento.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
197
Con V. Tatishchev y en general con los demás intelectuales de la época de Pedro I, la filosofía se pudo ver a sí misma como un conocimiento autónomo16. El segundo camino fue que, así como con su reforma modernizadora traía todos los materiales de Europa, pues “hasta las materias primas que se encontraban en Rusia en abundancia (madera de roble, papel, grano, setas, queso y manteca) eran preferibles, aunque más caras, si venían del extranjero”17. Incluso el Estado ruso también atrajo profesores e intelectuales de diversas regiones europeas. Así, por ejemplo, la academia de las ciencias, “Academia de San Petersburgo” y la “Academia Scientiarum Imperialis Petropolitanae”, que fue construida por el Zar Pedro I, en conjunto -vía cartas- con el alemán Gottfried W. Leibniz, y fue visitada por muchos de los más importantes científicos y filósofos europeos de la época. El también alemán Christian Wolff, uno de los profesores de filosofía más eminentes de su época, la visitó tras su inauguración en 172518. Leonhard Euler (El genio matemático), Christian Goldbach (quien luego desarrollaría la conjetura que lleva su nombre) y Daniel Bernoulli, todos ellos de origen no ruso, también fueron miembros de la misma durante sus primeros años. La tercera estrategia implementada por el Zar fue la de promover entre los nobles y estratos medios el que sus hijos estudiaran en Europa. Es así como, por ejemplo, fue educado Mikhail Lomonosov (1711-1765), quien si bien no provenía de una familia acaudalada, logró hacerse de los medios suficientes para entrar a la academia EslavoGriego-Latina en Rusia, y siendo uno de los mejores estudiantes fue enviado a continuar sus estudios en Alemania. Lomonosov, quien puede ser visto como el primer filosofo materialista ruso19, 16. Para un estudio mucho más detallado no sólo defendía con todas sus fuerzas la revolución de Pedro I, a sobre el episcopado ortodoxo ruso entre los años de 1721 y 1917 quien veía como un monarca ilustrado, sino que además promovía ver: Jan Plamper, “The Russian a modo personal una serie de reformas aun más drásticas con las Orthodox Episcopate, 1721-1917: a Prosopography”, Journal of Social que pretendía sacar a Rusia de su sistema feudal. Aportó avances History 34: 1 (autumn 2000). 5-34, “proféticos” para las ciencias exactas y sociales: desarrolló una ley y Vasily Zenkovsky, “The Spirit of Russian Orthodoxy”, Russian Review de la conservación de la materia en 1748 antes de que el francés A. 22: 1 (Jan. 1963): 38-55. Lavoisier lo hiciera en 1789 en su Tratado elemental de química; fue 17. Orlando Figes, El baile de Natacha, 60. el primero en hablar, con algún tipo de “dato experimental”, de los 20 átomos ; predijo, a un nivel teórico, la existencia de la Antártida; 18. Matt Hettche, Christian Wolff. http:// plato.stanford.edu/entries/wolffpublicó una historia de Rusia, así como una serie de poemas y christian/ (24 de enero de 2008). un texto de retórica; intentó, aunque fallidamente, reformar la 19. Vitaly Bogatov, “Mikhail gramática rusa -cosa que luego sería absolutamente necesaria-; Lomonosov”, en A History of Russian sugirió la teoría de la luz como ondas y predijo la existencia de Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol.1, ed. Valery atmósfera en Venus. Es más, incluso antes de que Sir Benjamín A. Kuvakin, (New York: Prometheus Thompson -el conde Rumford- (1753-1814) publicara en 1798 en su Books, 1994), 51. 20. Vitaly Bogatov, “Mikhail Lomonosov”, 51. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
198
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
libro An Experimental Enquiry Concerning the Source of the Heat which is Excited by Friction sus reflexiones según las cuales el calor no era un fluido, sino algo relacionado con el movimiento, Lomonosov ya había defendido en 1748 en su texto Razmyshleniya o prichine teploty i kholoda (Reflexiones sobre la causa del calor y el frío), una tesis casi idéntica: “el calor es excitado por el movimiento”21. Asimismo, en su obra se puede encontrar la que considero era la idea de nación rusa que se formaba entre la intelectualidad para ese entonces: “Yo, hasta el día que muera, dedicaré mi vida a la lucha contra los enemigos de las ciencias rusas, tal y como lo he hecho durante los últimos doce años; los he representado en mi juventud y no los traicionaré en mi vejez”22. De este modo, se hace patente cómo el filósofo ruso solía definir su nacionalidad como un proyecto, que había encabezado el Zar Pedro I, en el que no sólo se intentaba separar el conocimiento religioso de los demás conocimientos, sino que se intentaba alcanzar, o al menos imitar, a los países europeos. Incluso podríamos decir, a modo de conclusión, que, por un lado, el intelectual ruso reconocía que su nación, Rusia, no era ni Francia ni Alemania, sino que estaba atrasada en relación a estas potencias europeas, pero por el otro lado, se unía a este proyecto modernizador de Rusia. De esta manera, se empezó a formar un cierto aunque incipiente nacionalismo ruso, según el cual, ante el atraso de su nación, el ciudadano ruso -al menos el intelectual y el nobledebía hacer todo lo posible por ayudar a su país en ese proceso modernizador.
21. Mikhail, V. Lomonosov, Izbrannye filosofskiye proizvedeniya (Obras filosóficas selectas) (Moscú, 1950), 598-599. Fragmentos traducidos al inglés citados en Vitaly Bogatov, “Mikhail Lomonosov”, 53. 22. Mikhail V. Lomonosov, Izvrannye Filosofskiye Proizvedeniya (Moscú, 1950), 697. Fragmentos traducidos al inglés en: Vitaly Bogatov, “Mikhail Lomonosov”, 53. 23. Sin embargo, las reformas de Pedro I habían escindido la naturaleza del alma del aristócrata ruso. El aristócrata ruso no era strictu sensu el heredero del aristócrata europeo, simplemente actuaba -por decreto-, como tal. Esto, a mi modo de ver, más adelante explotaría en el movimiento Decembrista cuando el noble ruso, ante las circunstancias históricas, tuvo que dejar de actuar como europeo.
2. Entre la radicalidad ilustrada y el conservatismo, 1740-1780 El movimiento ilustrado que defendía una verdad dualista (le daba razón tanto a la ciencia como a la teología, sólo que en campos distintos, creándose así una verdad teología y una verdad científica) y que había iniciado en Rusia el Zar Pedro I, Lomonosov y Tatishchev, entre muchos otros, tomó un giro aún más radical cuando, luego de la muerte del Zar, estos ideales se extremaron y la intelectualidad empezó a manifestarse abiertamente en contra de las ideas y verdades religiosas. Así, el movimiento ilustrado, antes apoyado por el Zar, y ahora encabezado por personalidades como Dmitry Anichkov (1733-1788), Pafnuty Baturin (1740-1803), Semyon Desnitsky (1740-1789) y Yakov Kozlesky (1728-1794), se trasformó en explícitamente anti-clerical y anti-religioso. El movimiento ilustrado inducido en Rusia por decreto del Zar Pedro I había producido para mediados y finales del siglo XVIII una aristocracia increíblemente culta, incluso si la comparamos con la aristocracia alemana o francesa del momento23. Además, la
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
199
mayoría de los hijos de los nobles eran enviados a estudiar en las mejores universidades de Europa Occidental, lo que producía una continua re-actualización de los ideales ilustrados en Rusia. Ahora bien, producto en parte de algunas de las ideas ilustradas que se promulgaban en Europa, cierta corriente de la intelectualidad rusa terminó por no compartir más la verdad con la iglesia. Ya no era suficiente con mantener dos verdades por separado, sino que la razón y la ciencia, sólo por sí mismas, serían capaces de conocerlo todo. Es difícil encontrar este “radicalismo ilustrado” representado de una mejor manera que en la figura de Dmitry Anichkov. Anichkov, quien fue uno de los primeros estudiantes de la universidad de Moscú, era matemático, filósofo y lógico, y aunque por su fuerte crítica hacia la religión24 no fue confirmado como profesor de la universidad por ocho años25, terminó siendo el primer filósofo étnicamente ruso que se sostuvo por un tiempo significativo en la cátedra de filosofía26. Según Anichkov, “La labor del filósofo es estudiar y explicar las causas de muchas cosas y responder al problema de la unión entre alma y cuerpo siempre manteniendo el sentido común y la lógica”27. Así, el problema de la unión entre alma y cuerpo, un problema en Rusia típicamente religioso, ahora era competencia del quehacer filosófico lógico-cientificista. Esto deja claro cómo a través de los ojos de esta radicalización ilustrada la labor de la filosofía en Rusia era también la de responder a las antiguas tareas religiosas. Claro, no desde un punto de vista religioso, 24. Anti-religioso y anti-clerical, como sucedía en la época medieval, sino desde el punto de vista de Anichkov llegó incluso a poner en duda el origen “natural” de la la filosofía, de la lógica y del sentido común. religión (tesis fuertemente defendida Sin embargo, la crítica de la radicalización ilustrada no sólo por la Iglesia Ortodoxa rusa de ese entonces). enlistó a la artillería, como en el caso de Anichkov o de Baturin, en contra de la religión, sino que también, como en el caso de 25. Vitaly Bogatov y Alexi Boldyrev, “The Russian Enlightenment of the Late Desnitsky o Kozelsky, reaccionó contra el régimen zarista. Por este Eighteenth Century”, en A History of motivo el movimiento ilustrado radicalizado y sus representantes luRussian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries, Vol. ego serían vistos con malos ojos por parte de la monarquía rusa. 1, ed. Valery A. Kuvakin (New York: Como contrapeso a este movimiento radical ilustrado surgieron Prometheus Books, 1994), 65. en Rusia diversos movimientos conservadores, representados en 26. Thomas Nemeth, Russian Philosophy, parte por lo que en la bibliografía secundaria se viene denominanhttp://www.iep.utm.edu/r/russian. htm (24 de enero de 2008). do como Freemasonry: una masonería ilustrada que promulgaba por la libertad de pensamiento, que promovía el enciclopedismo fran27. Dmitry Anichkov, en: Izbrannye proizvedeniya russkikh myslitelei vtoroi cés y que, sin embargo, defendía una única verdad que fusionaba el poloviny XVIII veka (Obras selectas conocimiento teológico con el científico en una forma mística altade algunos pensadores rusos de la segunda mitad del siglo XVIII) 2 vols. mente religiosa. Para los masones lo que había que hacer en Rusia (Moscú, 1950) Vol. I, 171. Fragmentos era romper con el formalismo de las ideas religiosas y reconstruir traducidos al inglés citados en: Vitaly Bogatov y Alexi Boldyrev, “The Russian Enlightenment of the Late Eighteenth Century”, 65.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
200
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
la verdad teológica en una forma más atractiva para lo social, lo político y lo filosófico, estableciéndolas como algo más cercano a lo que podríamos llamar una “fuerza moral”. La idea de las logias masónicas era volver a retomar lo religioso y lo científico para producir un nuevo re-nacimiento en el hombre. En sus palabras: “El hombre en toda su más completa esencia no es singular, sino dual. Verdaderamente dual. Está el hombre externo y el hombre interno, hay un hombre corporal y carnal, y un hombre espiritual”28. Así que en oposición de la verdad dual de la época de Pedro I, la teoría masónica sostenía que el hombre renaciera re-configurando esta dualidad humana en cierto tipo de unidad espiritual que lo llevaría hacia Dios. Asimismo, ante la presión de la radicalidad ilustrada, la masonería en Rusia se compacto rápidamente y pasó de ser un movimiento relativamente escaso en 1750 a ser un movimiento increíblemente común a finales de 1770, cuando casi todas las familias nobles tenían al menos un miembro en las logias masónicas29. Sin embargo, la masonería rusa, lejos de ser pro-nacional o anti-occidental como lo era la Iglesia Ortodoxa, estaba entretejida por el pensamiento intelectual europeo, especialmente francés. Rousseau, Voltaire y los enciclopedistas en general, para finales de la década de 1770, siendo su popularidad un producto del auge de las lógicas, ya eran incluso tema de conversación común dentro de la nobleza30. Como consecuencia, los términos “masonería” y “enciclopedismo” pasaron entonces a ser conceptos inseparables en la mente del noble ruso31. De modo similar, la concepción de la filosofía como o en relación con una “fuerza moral” se convertiría en un tema trasversal dentro de la historia filosófica rusa. Finalmente, si bien había una dualidad en la intelectualidad, fragmentada principalmente entre radicales ilustrados y conservadores, ambos sectores de hecho se encontraban terriblemente europeizados. Incluso, obligados desde la época de Pedro I a “imitar” a los nobles occidentales, los aristócratas e intelectuales rusos eran como extranjeros en su propia 28. I. P. Yelagin, Izobrazheniye vetkhogo… tierra; la mayoría ni siquiera hablaba ruso. i dukhovnogo cheloveka (Una imagen de oro… y el hombre espiritual) (San Petersburgo, 1798), 18. Citado en: Alexi Boldyrev, “The Challenge of Conservatism: The Masons and M. M. Shcherdatov”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin (New York: Prometheus Books, 1994), 78.
29. Alexi Boldyrev, “The Challenge of Conservatism”, 74. 30. Orlando Figes, El baile de Natacha, 89-90.
3. El comienzo de la crisis, 1780-1812 Para el año de 1789, Francia entró en revolución y Rusia se vio afectada por ello. Los movimientos masónicos y radicales ilustrados, con algunos de los cuales ya se tenían problemas por ser anti-zaristas, empezaron a ser más hostigados, limitados y perseguidos por la monarquía. Y así se vio, por primera vez en los últimos 100 años, con malos ojos a las ideas producto del libre pensamiento. Prueba de ello sería el destierro del filosofo Alexander Radishchev (17491802) al año siguiente de la revolución.
31. Alexi Boldyrev, “The Challenge of Conservatism”, 75. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
201
Para finales del siglo XVIII Rusia tuvo que romper relaciones con la Francia revolucionaria, y la afrancesada nobleza debió volverse, por la realidad del mundo en que se vivía, una elite francófoba. Además, el resto de Occidente tal y como lo recuerda Nikolai Karamizin (1766-1826) en su texto Las Cartas De Un Viajero Ruso (1791-1801), le dio la espalda a Rusia: “En el camino a Königsberg, dos alemanes se maravillaron cuando se enteraron de que un ruso podría hablar idiomas extranjeros. En Leipzig los profesores hablaban de los rusos como si fueran ´bárbaros’ y no creían que tuvieran escritores propios. Los franceses eran aun peores: combinaban la condescendencia que sentían por los rusos que estudian su cultura con un desprecio por esos ‘monos que solo saben imitar’”32.
Finalmente, producto del reinado del terror de los jacobinos, la mitificación de Europa emprendida por los rusos cesó. La confianza ciega en la razón y en la ilustración se desvaneció. Se debió sustituir la identidad nacional que se había iniciado con la revolución de Pedro I por una nueva forma de vida basada en lo único no europeo que se tenía a la mano, lo “propiamente ruso”: el campesino. La princesa Dashkova lo expresaría de la siguiente manera: “Que los rusos seamos rusos, no copias de los franceses; seamos patriotas y conservemos la personalidad de nuestros antepasados”33. Una figura importante dentro de la superación de la crisis en la identidad nacional de finales del siglo fue la del filósofo Alexander Radishchev, quien desde todo punto de vista era un modelo del enciclopedismo ruso conservador de aquella época. Así, por ejemplo, llegó incluso a tomarse tan en serio las ideas de Rousseau (expresadas en su primer discurso Discurso sobre las ciencias y las artes y en el Emilio) que envió a su hijo con su madre ¡a crecer “naturalmente” en la provincia de Saratov en el Volga!34. Sin embargo, a diferencia de Shcherbatov y de la mayoría de las logias masónicas, 32. N. M. Karamzin, Pis’ma Russkogo Puteshstvennika (Leningrado, 1984). Radishchev no se cuidaba de sus afirmaciones anti-zaristas. Por Fragmentos traducidos al español este motivo y por no acatar una orden de censura, en 1790 fue citados en Orlando Figes, El baile de Natacha, 107. enviado como “peligroso criminal de Estado” al exilio en Siberia, donde pasaría seis terribles años. Sus ideas eran radicales en 33. Tomado del texto de Orlando Figes, El baile de Natacha, 112. Quien a su todos los aspectos. Sin embargo, pese a su carácter extremista, vez lo cita de H. Rogger, National reflejaban muchas de las tensiones reales de su época. La conConsciousness in Eighteenth-Century Russia (Cambridge, Massachussets, tradicción entre la clase noble y la campesina, el elevado estatus 1960), 247. que recibía la ciencia, el problema religioso, el problema de una 34. Cf. Pavel Shkurinov, “Alexander conciencia nacional basada en la contradicción entre lo europeo Radishchev”, en A History of Russian y “lo ruso”, etc. fueron siempre sus ejes temáticos. Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin, (New York: Prometheus Books, 1994), 87.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
202
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Radishchev, atormentado en gran medida por la pregunta por el hombre ruso, que no era solamente el noble sino también el campesino, llegó a considerar “que vivir en sociedad, común y colectivamente, era el principio primario de la historia”35 y que la felicidad de todos los hombres, nobles y campesinos, estaba precisamente en este “compartir en común”. Así, su entendimiento de la historia incluía siempre a modo de trasfondo la idea de igualdad entre todas las personas36. Los escritos de Radishchev siempre fueron apasionados y sinceros, como si dejase en cada palabra su propia alma sujeta a la crítica o el halago del lector. En ellos podemos encontrar desde una epistemología mística y religiosa37 que abogaba tanto por la mortalidad del alma del hombre como por la inmortalidad del ser humano38 o por la imposibilidad de que la razón respondiera a las preguntas metafísicas, como una férrea defensa sociopolítica de la naturaleza social de la humanidad. Esta tesis, por supuesto, reaccionaba contra las ideas de Rousseau y Hobbes dominantes en aquella época. Radishchev lo expresaría de la siguiente manera: “Los hombres nacen para la sociedad. Su tardía madurez les prohíbe una dispersión como la de las bestias. ¡Oh Rousseau! ¿Hasta dónde tu ilimitado sentimentalismo te ha llevado?”39. Esto demuestra cómo en los autores de finales de siglo como 35. Pavel Shkurinov, “Alexander Radishchev”, 98. Radishchev se puede encontrar un renacimiento del olvidado campesino ruso y un ideal de nación que no consiste en imitar un 36. Pavel Shkurinov, “Alexander Radishchev”, 98. modelo europeo, sino en plantear un deber ser de las cosas desde el propio estudio de Rusia. En palabras de Figes: “Si Rusia no podía 37. Finalmente Radischev era producto del conservatismo masón de la convertirse en parte de Europa, debía sentir más orgullo por ser segunda mitad del siglo XVIII. diferente. En aquella mitología nacional se le adjudicaba al suelo 38. En los últimos años mucho se ruso un valor más elevado que los logros materiales de Occidente, y ha especulado sobre el carácter de ahí que tuviera la misión cristiana de salvar el mundo”40. Ahora supuestamente contradictorio que oculta esta tesis defendida en el texto: A. bien, hay que señalar que para la identidad nacional rusa las cosas Nikolaevich Radishchev, “O cheloveke, no serían tan claras. La solución de la elite no fue nunca la de adhero yevo smernosti i besmertii”. (Sobre el Hombre, su Mortalidad e Inmortalidad), irse a las propuestas comunales radishchevianas y volverse de este en A. N. Radishechev, Izbrannyye modo campesinos. La nobleza, que dominaba el francés, no sabía filosofskiye sochineniya, editado por Ya. Shachipipanov, (Moscú. 1949). hablar ni escribir en ruso: un idioma que en realidad nunca se había Traducción al inglés de Frank Y. Gladnet terminado de inventar. Además Rusia, un imperio expansionista que y George L. Kline (1979). Reimpresa en: A History of Russian Philosophy. englobaba bajo su manto de nación a las más diversas etnias, nunca From the Tenth Through the Twentieth se había preocupado, hasta entonces, por inculcar algo así como una Centuries, Vol. 1., editado por Valery A. Kuvakin (New York: Prometheus Books, identidad nacional dentro del campesinado y los pueblos que eran 1994), 114-128. conquistados en las continuas expansiones militares territoriales 39. A. Nikolaevich Radishechev, emprendidas. La particular igualdad originaria entre las personas “O cheloveke”. Página 114 en la rusas que promulgaba Radishchev sencillamente nunca existió. reimpresión editada por Valery A. Kuvakin.
40. Orlando Figes, El baile de Natacha, 111. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
203
4. Los Decembristas, 1812-1825 Para la primera década de 1800 el panorama era desolador. Napoleón había sido coronado y le había declarado la guerra a Rusia. Hacia mediados de 1812, entre septiembre y agosto, Moscú fue semi-tomada por el emperador francés, quien incluso pasó tres días en el Kremlin. Por orden del conde Rostopchin, gobernador de Moscú, la cuidad fue quemada y, como represalia, el ejército francés minó la ciudad por tres semanas. Para fortuna rusa el invierno llegó temprano ese año y el ejército francés, desprovisto de provisiones, se vio obligado a retirarse. Fueron tiempos muy difíciles para el imperio ruso. Ahora bien, es importante notar que la guerra no paró con la retirada de los ejércitos franceses, como lo señala Nikolai Bestuzhev (1791-1855), quien fue uno de los teóricos más representativos del movimiento Decembrista: “La guerra continuó cuando los hombres que lucharon, regresando a casa, emitieron por primera vez un murmullo de descontento entre las masas populares. Nosotros hemos derramado sangre, según decían, pero nos vemos obligados de nuevo a sudar para los propietarios de tierras. Hemos recuperado la tierra natal de las manos del tirano, pero los Señores nos subyugan de nuevo”41.
Esta vez la sensación de descontento no fue sólo experimentada por el pueblo, y por primera vez en la historia de Rusia el sentimiento de las masas campesinas convergió con las impresiones de la elite aristocrática. Para el aristócrata, que típicamente era o general o alto oficial de aquel ejército que defendía a Moscú, quien venció a Napoleón no fue sólo el invierno sino el mismísimo “espíritu ruso”, un alma que se encarnaba en la figura patriótica del hombre común: el campesino. Fue sólo gracias a ellos que Rusia continuaba siendo una nación independiente. 41. Tomado de Nikolai Bestuzhev, en: Iz pisem i pkazanii debakristov (Desde Así, dado que para muchos de esos nobles y oficiales no bastaba con la las cartas y los testimonios de los mera simpatía hacia la causa de la gente común, sino que era necesario decembristas) (San, Petersburgo, 1906), 35-36. Traducción al inglés de: Vitaly asumir la identidad de ese hombre común, surgió un movimiento de Bogatov, “The Decembrists”, en A History rusificación que partía desde las elites: el Decembrismo42. of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Éste puede ser entendido como un movimiento de acción política Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin (New York: y social, en el que convergieron tanto el radicalismo ilustrado como Prometheus Books, 1994), 104. el conservatismo de mediados del siglo XVIII. Emprendido desde las 42. En realidad este movimiento no elites rusas, el movimiento, que fue profundamente influido por el recibió este nombre sino hasta después de diciembre de 1825, cuando enciclopedismo francés, propugnaba principalmente un anti-feudalislos luego denominados decembristas mo que a nivel teórico ya habían iniciado filósofos como Lomonosov intentaron tomarse, por la vía armada, el poder. Su nombre obedece entonces y Radishchev. Según Pavel Pestel (1793-1826), una de sus figuras más al mes en que se llevó a cabo ese representativas, “la tierra era una propiedad común para toda la hufallido intento. manidad, y no sólo para individuos privados, por lo mismo ésta no podía 43. Varios, Iz pisem i pkazanii debakristov ser dividida solamente entre pocas personas, excluyendo a otras”43. (Desde las cartas y los testimonios de los decembristas), 143. Traducción al inglés de: Vitaly Bogatov, “The Decembrists”, 105.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
204
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Ahora bien, pese a compartir una variedad de ideas generales, el movimiento siempre escaseó de un núcleo central y único, lo que terminó acentuado su carácter profundamente multiforme y multilateral. Todos querían rusificar, pero todos veían a Rusia de manera distinta, y como tal, todos proponían caminos diferentes. Por lo mismo, el regreso a eso que los aristócratas llamaban el “alma rusa”, y que era representado tanto por la figura del campesinado como por configuración de la vida en común, terminaría siendo más una proyección producto de una invención idealizante que un regreso a algo verdaderamente concreto o verdaderamente existente. Así, dada la multiplicidad y desunión teórica Decembrista, sus concepciones de lo que debía ser el quehacer filosófico tal y como en el caso de la imagen nacional, siempre fueron desiguales y multiformes. Para M. A. Fonvizin lo importante de la filosofía era su carácter epistemológico: “la filosofía significaba reflejar la nacionalidad en los objetos más altos del concomiendo humano”44. Por el contrario, para N. A Bestuzhev, “la filosofía era la cosa más fundamental para conseguir el bienestar social”45. Y para otros, más conservadores y religiosos, como Mikhail Lunin, “la filosofía en todos los tiempos sirve solamente para designar los límites desde los cuales y hasta los cuales la mente humana puede ir. La rápida sagacidad humana ve estos límites y gira hacia el estudio limitado de Las Escrituras”46. Sin embargo, tal vez el mayor problema que enfrentó el Decembrismo fue la incapacidad de trasmitir eficazmente sus ideas. Los pensamientos de la elite sencillamente no podían ser comunicados al campesino, no por falta de disciplina, entusiasmo o esfuerzo, sino por falta de un lenguaje común entre ellos. El lenguaje ruso de aquel momento era sin duda un idioma torpe y oscuro, que combinaba una jerga burocrática conocida como cancillería, numerosos latinismos importados principalmente por los polacos, galicismos 44. Referencia no citada a M. A. Fonvizin en: aristocráticos y un arcaico eslavo eclesiástico47. Uno de los nobles Vitaly Bogatov, “The Decembrists”, 109. Decembristas expresó: “Si pudiéramos encontrar un lenguaje 45. Referencia no citada a N. A. común con esos hombres -refiriéndose a los campesinos- ellos Bestuzhev en: Vitaly Bogatov, “The entenderían rápidamente los derechos y las obligaciones de los Decembrists”, 109. ciudadanos”48. Sin embargo, lo que estas esperanzas reflejan es que 46. Mikhail Lunin, en Izbrannye si se quería rusificar a Rusia, habría que inventar primero algo así sotsialno-politicheskiye i filosofskiye proizvedeniya dekabristov (obras como el idioma ruso. selectas sociopolíticas y filosóficas Finalmente el movimiento Decembrista sólo duró hasta 1825, de los decembristas) 3 Vols. (Moscú, 1951), Vol. 3. 189-190. Traducción cuando tras un fallido y desorganizado golpe de Estado realizado al inglés de Vitaly Bogatov, “The en diciembre, el movimiento finalmente se disolvió. En 1826, 121 Decembrists”, 111. Decembristas fueron desterrados, y sólo 19 -los únicos que aún 47. Orlando Figes, El baile de Natacha, 92. seguían vivos- pudieron regresar en 185649. Sus ideas sociopolíticas, 48. Orlando Figes, El baile de Natacha, 118. 49. Orlando Figes, El baile de Natacha, 195. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
205
que defendían la emancipación del campesinado, en el futuro fueron reconocidas y obtuvieron mediano resultado en 1861, cuando el Zar Alejandro promulgó la ley de emancipación de los siervos. Por otro lado, su legado filosófico, si bien no es extenso, pues el movimiento trascurrió muy rápido como para que las ideas lograran compactarse en forma de tratados, sí es diverso y notable. Tal vez el movimiento acabó demasiado pronto y explotó cuando aún no era el momento de la revolución; o tal vez comenzó demasiado temprano, cuando aún no era posible trasmitir las ideas revolucionarias de la clase noble al campesino. Sin embargo, y fuera como fuese, el Decembrismo marcaría como ningún otro movimiento las vidas de todos los intelectuales rusos que vieron en el resto del siglo XIX. 5. Pyotr Yakovlevich Chaadayev, 1825-1856 Tras el fallido intento de golpe de Estado, los controles de la monarquía sobre la expresión de las ideas se volvieron más estrictos; publicar filosofía lentamente se hizo imposible. Sin embargo, las décadas de 1830 y 1840, contrario a lo que sostiene un autor como Thomas Nemeth50, lejos de ser años oscuros fueron décadas prósperas en el desarrollo de la historia filosófica en la Rusia del siglo XIX. Es más, me atrevería a decir que todos los grandes movimientos filosóficos rusos del siglo XIX comenzaron en aquellas décadas de 1830 y 184051. Una de las figuras intelectuales más importantes de la época fue la de Pyotr Yakovlevich Chaadayev (1794-1856), cuyo legado para la historia filosófica rusa es innegable. Chaadayev provenía de una familia aristocrática y al quedar huérfano a temprana edad fue criado por su tía, la princesa A. M. Shcherbatova52. Sirvió durante varios años en el ejército que consiguió derrotar a Napoleón y tuvo las mismas impresiones de desmitificación europea que tenían los demás hijos de 1812. En el plano intelectual, Chaadayev es un autor difícil de abordar, más en un espacio tan reducido como éste, pues su sistema filosófico no fue constante e invariable a lo largo de su vida como el de Radishchev, sino que sufrió, al menos, tres grandes cambios. Sin embargo, y pese a sus giros int50. Thomas Nemeth, Russian Philosophy electuales tan radicales, dos cosas siempre ocuparían todo espacio (2006). posible en la vida intelectual de Chaadayev: su amada patria Rusia 51. Valery A. Kuvakin, A History of y la filosofía. Importante aclaración es que para él nunca se trató Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. de dos temas distintos, y su vida consistió en intentar responder a 1 (New York: Prometheus Books, las dos cosas por una sola y única vía. 1994), 176. El primer momento de su vida intelectual está comprendido 52. Zakhar Kamensky, “Pyotr entre los años 1825 y 1831, momento en el que escribió las Cartas Chaadayev”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Filosóficas, que son tal vez su obra más conocida. Por las ideas que Twentieth Centuries. Vol. 1., ed. Valery 53 expresó en esta obra fue considerado por el Zar, quien luego lo A. Kuvakin (New York: Prometheus Books, 1994), 131.
53. Orlando Figes, El baile de Natacha, 107. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
206
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
condenaría a vedamiento permanente, como un lunático. Incluso fue condenado al arresto domiciliarlo y se ordenó, dada su supuesta demencia, que un médico lo visitara casi todos los días54. Y es que el impacto de la publicación de la primera de sus Cartas Filosóficas fue cataclísmico. Escrita aún en medio de la ira, producto del movimiento fallido, Chaadayev daba en ella una declaración nacional autocrítica cuya crudeza no tenía precedentes dentro de la intelectualidad rusa: “Uno de los peores rasgos de nuestra peculiar civilización es que nosotros aún no hemos descubierto las verdades que en otros lugares ya se han convertido en trivialidades, incluso entre aquellas naciones que en muchos aspectos son bastante menos avanzadas que nosotros. Esto es el resultado de que nosotros nunca hemos caminado cogidos de la mano de ninguna de las otras naciones; nosotros no pertenecemos a ninguna de las grandes familias de la humanidad; no somos ni Occidente ni del Oriente… La gente de Europa tiene un aspecto común, un parecido de familia… un vínculo que los une… Pero nosotros rusos, como los hijos ilegítimos, venimos a este mundo sin patrimonio, sin ningún vínculo con las personas que antes han vivido sobre la tierra… Este es el resultado natural de una cultura que se basa por completo en lo prestado y en la imitación. Entre nosotros no hay un genuino desarrollo, no hay u progreso natural… somos como eso hijos que nunca han pensado por ellos mismos… todo su conocimiento está en la superficie de su ser y su alma está volcada hacia afuera. Esta es exactamente nuestra situación”55.
El segundo gran momento lo comprenden los años que trascurrieron entre 1832 y 1839 durante los cuales su visión sobre la historia y el destino ruso, mas no su concepción del quehacer filosófico, evolucionaron desde el punto de vista pesimista expresado en las Cartas Filosóficas hacia uno de carácter mucho más positivo, esperanzador y alentador. La Rusia histórica de su segundo periodo sí tenía futuro, y sus peculiares característi54. Orlando Figes, El baile de Natacha, 185. Figes a su vez lo toma de R. T. cas, lejos de ser el problema, eran en realidad sus grandes ventajas. McNally, Chaadayev and His Friends Esta tesis lo acercaba al movimiento eslavófilo que adquiría firme(Florida, 1971), 32. za durante esos años. 55. Pyotr Y. Chaadayev, Stati i prisma El tercer periodo intelectual en la vida de Chaadayev se ubica (artículos y cartas) (Moscú, 1989). Traducción al inglés de Mary-Barbara entre los años 1840 y 1856. En este momento, cuando su modo de Zeldin (1976). Reimpreso en A History entender los problemas filosóficos dada la des-religionalización56 of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. de sus ideas, cambió. Así, la religión que en sus primeros escritos 1, ed. Valery A Kuvakin (New York: iba de la mano con la actividad filosófica en la medida en que ambas Prometheus Books. 1994), 176-180. educaban a las personas verdaderamente libres y a los individuos 56. Zakhar Kamensky, “Pyotr perfectos57 pasó, en su tercer periodo, a ser no sólo algo ajeno al Chaadayev”, 137. 57. Zakhar Kamensky, “Pyotr Chaadayev”, 137. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
207
quehacer filosófico, sino también a ser “nada más que un periodo del conocimiento humano a superar”58. De esta manera, al final de su vida Chaadayev terminó alejándose del recién formado movimiento eslavófilo y se acercó, sin sumarse explícitamente, a una posición en pro de la democracia radical como la de Vissarion Belinsky59. 6. El eslavofilismo, 1830-1861 Hacia mediados de la década de 1830 los eslavófilos surgieron en Rusia como una agrupación organizada que ofrecía una respuesta, distinta a la Decembrista, a la crisis desenmascarada en la primera Carta de Chaadayev. Horrorizados por la Revolución fallida en 1825 y por la guerra francesa de los primeros años del siglo, los eslavófilos rechazaban cualquier olor de ilustración y de Occidente. Su propuesta colocaba el énfasis, para solucionar el vacío en la identidad nacional, en manos de las tradiciones autóctonas que distinguían a Rusia. Vissarion Belinsky (1811-1848), quien fue siempre uno de los oponentes al movimiento eslavofilista, diría de ellos lo siguiente: “El fenómeno eslavofilista es un hecho, notable hasta cierto punto como protesta en contra de la obvia imitativilidad y como evidencia de la necesidad de la sociedad rusa de un desarrollo independiente”60. Sin duda eso eran los eslavófilos: un movimiento que respondía a la crisis en la identidad nacional. Una crisis que se venía viviendo de una manera muy particular desde tiempos de Radishchev, que se había agudizado con la invasión napoleónica y que finalmente había reventado, fuerte y crudo, tanto en la primera Carta Filosófica de Chaadayev como en el intento de derrocar al Zar en 1825. A diferencia de los Decembristas, los eslavófilos, si bien la totalidad de sus propuestas filosóficas no eran exactamente iguales, sí dieron 58. Cf. Pyotr Chaadayev, Stati i prisma, una única y general solución al problema de identidad, materializada 97. Traducción al inglés: Zakhar en la forma de una única, tipo quintaesencia, “personalidad” nacional. Kamensky, “Pyotr Chaadayev”, 137. De esta manera, todas las preguntas relativas a la identidad nacional 59. Para una lectura algo distinta de la rusa, bien fueran respecto a las cosas más triviales o las más abstractas, relación entre Chaadayev y el proceso de identidad nacional, véase Aizlewood, fueron respondidas apelando a la mítica sustancia del “alma rusa”. Robin, “Revisiting Russian Identity En las cuestiones cotidianas como el vestido, la comida o in Russian Thought: From Chaadaev to the Early Twentieth Century”, The tipo de idioma, todos ellos “adoptaron un determinado estilo de habla y un determinado modo de vestir, códigos diferenciados de interacción y comportamiento social, un estilo de arquitectura y de arte. Todos usaban zapatos de cuerda u abrigos hechos en casa; se dejaban la barba, bebían sopa de pollo y ‘kvas’, tenían casas de madera de estilo campesino e iban a iglesias de colores luminosos con cúpulas en forma de cebolla”61.
Slavonic and East European Review 78: 1 (Jan. 2000): 20-43.
60. V. G. Belinisky, Polnoye sobraniye sochinenity (Obras completas) Vol. 10 (Moscú, 1986), 264. Traducción al ingles de Vyacheslav Serbinenko, “Slavophilism”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin, (New York: Prometheus Books, 1994), 140. 61. Orlando Figes, El baile de Natacha, 32.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
208
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Y en los asuntos intelectuales todos ellos vieron en la iglesia ortodoxa y en su visión de la misma como una teología mística y mesiánica, el camino a seguir: “Creían con firmeza en la liberación de los siervos, ya que solo la comunión de individuos plenamente libres y conscientes podría crear el ‘nabornost’62, de la iglesia Verdadera… Creían que el pueblo ruso era el único de todo el mundo que profesaba un cristianismo verdadero. Hacían mención al estilo comunitario de vida de los campesinos (una unión cristiana de amor y hermandad)… a su humildad, a su inmensa paciencia y sufrimiento, y a su disposición a sacrificar sus egos individuales por un bien moral superior, fuera de la comuna, la nación o el Zar. Con todas esas cualidades cristianas los rusos era mucho más que una nacionalidad: tenían una misión dividan en el mundo… Esa esta la visión del ‘alma rusa’-un espíritu universal que salvaría el mundo cristiano-.”63.
Y para muchos, incluyendo a tal vez demasiados de los intelectuales europeos, esta invención eslavófila de una cuasi-tangible “forma rusa” fue, e incluso sigue siendo, la verdadera “alma rusa” y la auténtica nacionalidad del país. Sin embargo, esa imagen del imperio ruso como algo exógeno y distante al resto del mundo, nacida en medio del orgullo nacional herido y del resentimiento hacia lo europeo, le causaría a Rusia y a sus estudiosos, durante los últimos 150 años, mucho daño. Y es que aun hoy en día, como diría Orlando Figes, esperamos que los rusos sean “rusos”; que sus artistas, escritores y compositores sean el gueto cultural de “una escuela nacional”, juzgándolos, no como individuos, sino siempre en la medida en que cumplan con ese estereotipo; esperamos que los rusos siempre se distingan por estar llenos de esa “alma rusa”, de ese algo incognoscible y olvidamos que si bien en ellos sí hay algo ruso, también hay algo europeo64. Es esta ambivalencia la que en realidad conforma el esbozo de algo así como un “alma rusa”. Es más, por un lado, curiosamente, el concepto de un alma nacional, tipo quintaesencia, no era en realidad una idea o una 62. “Nabornost”, que probablemente proviene de la palabra rusa “sabor”, búsqueda originalmente rusa, sino que fue un lugar común dentro era un término que se usaba tanto del romanticismo europeo de la primera década del XIX. Así, sólo para denominar a la “catedral” como para denomina a una “asamblea”. por dar un ejemplo, Friedrich Schelling (1775-1854), ampliamente Para los eslavófilos significaba conocido en la época del eslavismo en Rusia65, para mediados la conceptualizar a la iglesia como una comunidad libre y de hermandad década de 1820 ya había realizado la misma búsqueda de un alma cristiana. Ver: Orlando Figes, El baile nacional, pero en su caso un “alma alemana”. Así que, en cierta de Natacha, 386. medida, la misma búsqueda y el mismo objeto del “alma rusa” fu63. Orlando Figes, El baile de Natacha, 387. eron ideas europeas más que autóctonas rusas. 64. Orlando Figes, El baile de Natacha, 33. 65. Orlando Figes, El baile de Natacha, 387. historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
209
Ahora bien, por otro lado, en realidad no es tan sorprendente que la búsqueda eslavófila de una verdadera “alma rusa” haya convergido en la iglesia ortodoxa, y en especial en su forma mística medieval. A diferencia de las iglesias occidentales, cuya teología se basa en una compresión razonada de la divinidad, la iglesia rusa cree que la mente humana no puede comprender a Dios, pues según su teología, todo lo que la mente humana pueda conocer será siempre inferior a Él. De esta manera, dentro de la teología rusa, la única forma de acercase al Dios ruso es a través de la trascendencia espiritual de este mundo66. También es importante destacar otras características relevantes la teología ortodoxa rusa. La iglesia rusa, que está contenida por entero en su liturgia y es cantada en su totalidad -lo que significa que para entenderla no hay que leer libros sino visitar sus monasterios-, es en general una experiencia emotiva. No hay estratificación social ni impedimentos al libre movimiento de la gente dentro de la iglesia durante la liturgia; se ora con los ojos abiertos y la mirada puesta en el icono, por lo que incluso se confiesa ante la figura, ante el icono de Cristo, y no en frente del sacerdote67. Así, para los eslavófilos (por ejemplo para Ivan Kireyevsky) la atracción irracional que se sentía por el misticismo de la iglesia rusa, atracción que según ellos el pueblo también sentía, conformaba no sólo una seducción hacia lo ruso, sino también la puerta verdadera y real a ello. Kireyevsky le expresaría ese descubrimiento del “alma rusa” a Herzen, de quien ya hablaré más adelante, en una de sus cartas de la manera siguiente: “Una vez me quedé de pie ante un altar y contemplé el icono de la Madre de Dios, que obra maravillas, pensando en la fe infantil de las personas que rezan ante esa figura; algunas mujeres y unos viejos enfermos se arrodillaron, hicieron la señal de la cruz y una reverencia hacia el suelo. Con una ferviente esperanza contemplé los rasgos sagrados y poco a poco el secreto de su maravilloso poder empezó a hacerse más claro para mí. Sí; no se trataba sólo de una tabla pintada; había absorbido durante siglos enteros todas aquellas pasiones y aquellas esperanzas, las oraciones de los afligidos y los infelices; estaba lleno de energía de todas aquellas plegarias. Se había convertido en un órgano vivo, un lugar de encuentro entre Señor y hombres. Pensando en ello, volví a mirar a los viejos, las mujeres y los niños de rodillas sobre el polvo, y el icono sagrado; y en aquel momento también pude ver 66. Orlando Figes, El baile de Natacha, 368. los rasgos amados de la Madre de Dios y vi que miraba 67. Orlando Figes, El baile de Natacha, con amor y misericordia a esas personas sencillas, caí de 366-383. 68 rodillas y oré con devoción” . 68. A. I. Gertsen, Byloe i dummy Vol. 1 (Moscú, 1962), 467. Citado por Orlando Figes, El baile de Natacha, 371. hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
210
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Para entonces, y más allá de su labor sociopolítica en donde contribuía a la consolidación de un entendimiento de lo ruso a través del lente único y mesiánico de un “alma rusa”, la filosofía tuvo en general una visión muy particular de sí misma. Prueba de ello da Ivan Kireyevsky (1806-1856), quien fue uno de los más famosos teóricos del eslavofilismo. Según él “la filosofía tal vez no se deriva directamente de la fe, incluso esta puede ser contradictoria a la fe; sin embargo, ésta sí nace de una orientación peculiar de la mente que es determinada por el carácter peculiar de la fe”69. En esa medida la especial configuración rusa debía exhibirse también en la filosofía nacional. Así, en general para el eslavofilismo, la filosofía no era tanto un saber independiente, sino más bien un derivado o un reflejo de una “alma rusa” más general que estaba conformada por un una fe muy particular: una fe que propugnaba una comunidad libre y de una cristiandad mesiánica. En 1861 con la abolición de la servidumbre en Rusia el movimiento, como muchos de los otros movimientos de la época, logró su parte de cometido. Sin embargo, y desde entonces, el movimiento del eslavofilismo, en su forma original, empezó lentamente a diluirse en medio de las otras fuerzas que se estaban gestando en la sociedad intelectual. 7. El comienzo de la filosofía como instrumento de acción (Occidentalitas, Narodnost-istas, y 1840-1861 Para principios de la década de 1840, en lo que a la búsqueda de identidad nacional se refiere, surgieron en Rusia una serie de contra-respuestas a las ofrecidas por el movimiento eslavófilo y Decembrista. Esos movimientos surgieron porque gran parte de la intelectualidad tenía serias dudas respecto a la naturaleza cristiana del alma campesina; incluso la iglesia ortodoxa estaba preocupada por la recurrente imagen que se presentaba en la realidad de un campesino hereje. Vissarion Belinsky (1811-1848), famoso filósofo de la época, defensor de varias de las más famosas tesis de la radical democracia y tal vez el más famoso opositor, de mediados del 69. I. V. Kireyevsky, “On the Necessity siglo XVIII, al estado de servidumbre del campesino ruso70, le expreand Possibility of New Principles in Philosophy”, en Russian Philosophy, saría a Gódol en una de sus cartas esta misma idea de desmitificación ed. James M. Edie et al. (Chicago: de la cristiandad del campesino ruso: “Pero pronuncia el nombre de Quadrangle Books, 1965), 196. Reimpreso en Vyacheslav Serbinenko, Dios mientras se rasca la espalda. Y dice, respecto del icono: ‘es bue“Slavophilism”, 147. no para rezar, y además sirve para tapar ollas’. Mire con atención, y 70. Viktor Firsov, “Vissarion Belinsky”, notará que los rusos son por naturaleza un pueblo ateo con muchas en A History of Russian Philosophy. supersticiones pero ni el más mínimo rasgo de religiosidad”71. En una From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, ed. Valery A. carta abierta, publicada en 1847 y dirigida a los eslavistas, Belinsky Kuvakin (New York: Prometheus complementaría: Books, 1994), 217. demócratas radicales),
71. V. G. Belinsky, “Pis’mo k, N. V. Gogoliu”, en Polnoe sobranie sochinenii Vol. 4 (Moscú, 1960), 215. Tomado de Orlando Figes, El baile de Natacha, 393.
“La salvación de Rusia no se encuentra en el misticismo, el ascetismo o la piedad, como usted sugiere, sino en la educación,
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
211
la civilización y la cultura. No necesita sermones (ya ha oído demasiados) ni plegarias (ya las ha mascullado demasiadas veces), sino el despertar de la dignidad humana en el pueblo, un sentido durante siglo en el barro y en la suciedad”72.
Podemos señalar brevemente al menos tres de estos grandes movimientos, aunque debemos aclarar que no siempre fueron movimientos bien delimitados los unos de los otros. El Occidentalismo ruso fue un movimiento que reaccionaba fuertemente en contra el eslavofilismo. Debía su nombre a la continua búsqueda de modelos de desarrollo de la Europa Occidental como único camino modernizador posible para Rusia. En general, no era un movimiento enamorado del status quo de Europa Occidental, sino más bien de los ideales, aspiraciones y objetivos que se encontraban en la filosofía y las artes occidentales73. La teoría “Narodnost-ista oficial”74 fue un movimiento que reaccionaba no sólo contra el eslavofilismo, sino también en contra el Decembrismo, y que además propugnaba una política social que preservara la monarquía. Debe su nombre a la palabra rusa “Narodnost”, que significa “carácter na72. V. G. Belinsky, Polnoe sobranie cional”, y pretendía que Rusia volviera a su proceso de desarrollo sochinenii Vol. 10 (Moscú, 1960), 212. histórico milenario sin acudir a modelos de desarrollo ni europeos Tomado de Orlando Figes, El baile de Natacha, 392. ni asiáticos, justificando de este modo el conservatismo tanto social como intelectual. Así, y sin idolatrar al campesino ruso como 73. Cf. John Somerville, “Some Perspectives on Russia and the hacían los eslavófilos, los “Narodnost-istas” creían que combinado West from the History of Russian el espíritu de la Ortodoxia, la autocracia y el “Narodnost” Rusia Philosophy”. Philosophy and Phenomenological Research 13: 3 (Mar. lograría cualquier empresa que se propusiera. 1953): 324-336. Entre sus principales figuras están las siguientes: el conde 74. Dentro de la bibliografía secundaria Sergei Uvarov (1786-1855), quien fue presidente de la Academia también suele denominárseles los de Ciencias y ministro de educación pública; el historiador Mikhail románticos conservadores. Pogodin (1800-1875), uno de los líderes teóricos del movimien75. Según Pogodin era imposible to conservador, famoso además por sus tesis sobre el quehacer tener una cognición de las causas y los exentos reales. Estas causas histórico75; Fyodor Sidonsky (1805-1873), profesor de filosofía en y eventos sólo podrían intuirse en la universidad de San Petersburgo, crítico feroz de los demócrataslas sensaciones. Su conclusión era entonces que la historia humana radicales, quien además pensaba, en contra de estos, que la filosofía debía ser siempre una interpretación no podía aprobar de ninguna manera a las revoluciones convulsipersonal y subjetiva y nunca objetiva, pero que continuaba siendo vas que buscaban renovar el aparato estatal76. verdadera. Vitaly Bogatov, “The La teoría demócrata radical era representada por algunas de las Philosophy of ‘official Narodnost’”, 165-166. figuras intelectuales rusas más famosas del momento. Vissarion Belinsky (1811-1848), Alexander Herzen, (1812-1870), Nikolai 76. F. F. Sidonsky, Vvdeniye v nauku filosofii (introducción a la ciencia Ogarev (1813-1877), Nikolai Chernyshevsky (1828-1889), Nikolai filosófica) (San Petersburgo, 1883), Dobrolyubov (1836-1861) y Dmtry Pisarev (1840 - 1868), por poner 319. Fragmentos traducidos al inglés
citados en: Bogatov, Vitaly. “The Philosophy of ‘official Narodnost’ and ´Russian Theism’”, 172.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
212
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
77. De ahí que muchas veces se les denomine también como populistas rusos. 78. Venturini, F. El populismo ruso, 2 vols. (Madrid: Biblioteca de la revista de Occcidente, 1975). 79. Alexei Pavlov, “Alexei Herzen”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin (New York: Prometheus Books, 1994), 221-222. 80. Alexander Herzen, Selected Philosophical Works (Moscú: Foreign Languages Publishing House, 1956), 83-84. Citado en: Alexei Pavlov, “Alexei Herzen”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries. Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin, (New York: Prometheus Books, 1994), 222. Existe una versión en ruso de las obras completas de Herzen: Alexander Herzen, Sobraniye sochinenity (Obras completas), 30 vols. (Moscú, 1954-65). 81. Sobre la relación intelectual de estos dos exilados románticos véase el libro: Edward Hallet Carr, Los Exiliados Románticos (Barcelona: Editorial Anagrama, 1969). 82. N. P Ogarev, Izbrannye sostsialnopoliticheskiye i filosofskiye proizvendeniya (Trabajos sociopolíticos y filosóficos selectos) Vol. 2 (Moscú, 1952-56), 86. Traducción al inglés de Alexei Pavlov, “Nikolai Ogarev”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin (New York: Prometheus Books, 1994), 232. 83. N. G. Chernyshevsky, Izbrannye filosofskie sochineniya (Obras filosóficas selectas) (Moscú, 1950), 50. Traducción al inglés de: Mikhail Masin, “Nikolai Chernyshevsky”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, ed. Valery A. Kuvakin (New York: Prometheus Books, 1994) 243 -244.
sólo los nombres de algunos de ellos, fueron defensores de los argumentos liberales. Además, sus publicaciones, que siempre fueron radicales (siendo esto una propiedad que comparten todos los individuos de la teoría “demócrata-radical”), escritas muchas veces desde el exilio, fueron increíblemente populares77. Los demócratas radicales se caracterizaban por reaccionar abiertamente en contra del status quo ruso y su radicalidad de pensamiento los hizo casi a todos merecedores del exilio. En general buscaban, a través de señalar la incompetencia para gobernar del Zar, derrocar el sistema monárquico en Rusia. Asimismo, aboliendo la clase social alta rusa, pretendían acabar con la injusticia social. Y aunque no todos sus miembros apoyaban la revolución armada, todos buscaban la emancipación campesina78. En cuanto a la concepción del quehacer filosófico, la producción de estos “demócratas-radicales” o “publicadores radicales” fue extensa. Sin embargo, siempre hubo una idea en ellos repetitiva: la filosofía no debe ser solamente una actividad crítica, sino que debe ser también un instrumento de acción para conseguir fines sociales y políticos. Herzen, por ejemplo, creía que la filosofía no debía aliarse, como argumentaban los eslavófilos y “Narodnost-istas”, con la religión, sino que debía ser un saber independiente. No obstante, y muy seguramente influido esto por las ideas de Marx, la filosofía para él no debía conformarse con su valor cognitivo, sino que está llamada a trasformar el mundo: las estructuras sociopolíticas y económicas79. Para él la vocación del hombre no era solamente lógica sino sociopolítica, de libertad moral y acción positiva80. Su compañero de vida intelectual, Nikolai Ogarev81, expresaría la relevancia de las teorías filosóficas al decir que “es tan necesario para el hombre producir una teoría sobre universo como es alimentarse”82. Y Nikolai Chernyshevsky expresaría estas ideas de una manera aún más radical: “las teorías políticas y todos las doctrinas filosóficas en general, han sido siempre creadas bajo la poderosa influencia de la situación social a la que pertenecen, y cada filosofo siempre ha sido un representante de alguno de los partidos políticos que en su tiempo contendían para predominar en la sociedad a la cual el filosofo pertenecía”83.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
213
Algunas consideraciones finales En 1861 se abolió la servidumbre, aunque sólo formalmente. Con el trascurso de los años finalmente “los siervos se convirtieron en campesinos, obtuvieron liberad jurídica, derecho a casarse libremente, dispusieron de la posibilidad de adquirir propiedad, emigrar, cambiar de oficio y recibir tierras”84. Sin embargo, para muchos de los intelectuales del momento, especialmente para los más radicales, la reforma no fue suficiente. Ellos querían una mayor revolución: un cambio sociopolítico y económico que incluyera, entre otras cosas, la abolición de la monarquía. Ningún de ellos logró verlo en una forma radical. Tras sus muertes, sus discípulos, en quienes seguramente depositaron la esperanza fueron arrastrados por voces aun más radicales y de mayor práctica política como las de Mikhail Bakunin, Pyotr Lavrov, Pyotr Tkachev y Nikolai Mikhailovsky. Voces que, stricto sensu, no recitaban el credo original de los movimientos previos a 1861. Desafortunadamente, considerar este nuevo giro en la historia filosófica rusa se escapa a las posibilidades de este escrito.
Bibliografía Anichkov, Dmitry. En Izbrannye proizvedeniya russkikh myslitelei vtoroi poloviny XVIII veka 2 vols. Moscú: 1950. Citado en “The Russian Enlightenment of the Late Eighteenth Century”, Vitaly Bogatov y Alexi Boldyrev. Aizlewood, Robin. “Revisiting Russian Identity in Russian Thought: From Chaadaev to the Early Twentieth Century”. The Slavonic and East European Review 78: 1 (Jan. 2000): 20-43. Belinisky, V. G. Polnoye sobraniye sochinenity. Moscú: 1986. Citado en Vyacheslav Serbinenko, “Slavophilism”. Fragmentos traducidos al español citados en El baile de Natacha. Una Historia Cultural Rusa, Orlando Figes. Bestuzhev, Nikolai. En Iz pisem i pkazanii debakristov. San Petersburgo, 1906. Citado en “The Decembrists”, Vitaly Bogatov. Bogatov, Vitaly. “Mikhail Lomonosov”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 49-57. Bogatov, Vitaly. “The Decembrists”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centurie Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 103-112. 84. Hugo Fazio, Rusia en el largo siglo XX. Entre la modernización y la globalización (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2005), 35-36.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
214
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Bogatov, Vitaly. “The Philosophy of ‘official Narodnost’ and ‘Russian Theism’”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries, Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 163-175. Bogatov, Vitaly. & Boldyrev, Alexi. “The Russian Enlightenment of the Late Eighteenth Century”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 61-72. Boldyrev, Alexi. “The Challenge of Conservatism: The Masons and M. M. Shcherdatov”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 73-86. Carr, Edward Hallet. Los Exiliados Románticos. Barcelona: Editorial Anagrama, 1969. Chaadayev, Pyotr. Y. Stati i prisma. Moscú, 1989. Traducción al inglés de Mary-Barbara Zeldin (1976). Reimpreso en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A Kuvakin. New York: Prometheus Books. 1994, 176 -188. Chernyshevsky, N. G. Izbrannye filosofskie sochineniya. Moscú, 1950, 50. Traducción al inglés de Mikhail Masin en “Nikolai Chernyshevsky”. Cracraft, James. The revolution of Peter the Great. Cambridge, Harvard University Press, 2003. Fazio, Hugo. Rusia en el largo siglo XX. Entre la modernización y la globalización. Bogota: Ediciones Uniandes, 2005. Figes, Orlando. El baile de Natacha. Una Historia Cultural Rusa. Barcelona: Editorial Edhasa. 2006. Firsov, Viktor. “Vissarion Belinsky”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 207-218. Gertsen, A. I. Byloe i dummy. Moscú, 1962. Citado en Orlando Figes, El baile de Natacha. Una Historia Cultural Rusa. Gromov Mikhail y Kozlov Nikita. “The Beginning of Russian Philosophy”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 21-34. Herzen, Alexander. Selected Philosophical Works. Moscú: Foreign Languages Publishing House, 1956). Citado en Alexei Pavlov, “Alexei Herzen”, en A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994. Herzen, Alexander. Sobraniye sochinenity 30 vols. Moscú, 1954-65. Hettche, Matt. Christian Wolff, 2006. http://plato.stanford.edu/entries/wolff-christian/. Kamensky, Zakhar. “Pyotr Chaadayev”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 131-119.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Richard Kalil Nieto
Karamzin, N. M. Pis’ma Russkogo Puteshstvennika. (Leningrado, 1984). Citado en Orlando Figes, El baile de Natacha. Una Historia Cultural Rusa. Kireyevsky, I. V. “On the Necessity and Possibility of New Principles in Philosophy”, en Russian Philosophy, editado por James M. Edie et al. Chicago: Quadrangle Books, 1965. Reimpreso en Vyacheslav Serbinenko, “Slavophilism”. Kuvakin, Valery A., ed. A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1. New York: Prometheus Books, 1994. Masin, Mikhail. “Nikolai Chernyshevsky”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 238-246. McNally, R. T. Chaadayev and His Friends. Florida, 1971. Citado en Orlando Figes, El baile de Natacha. Una Historia Cultural Rusa. Mezhuev, V. M. “On the National Idea”. Russian Studies in Philosophy 45: 2 (Fall 2006): 51-68. Nemeth, Thomas. Russian Philosophy, 2006. http://www.iep.utm.edu/r/russian.htm. Lomonosov, Mikhail. V. Izbrannye Filosofskiye Proizvedeniya. Moscú, 1950. Citado en Vitaly Bogatov, “Mikhail Lomonosov”. Lunin, Mikhail. En Izbrannye sotsialno-politicheskiye i Filosofskiye Proizvedeniya dekabristov 3 Vols. Moscú, 1951. Fragmentos traducidos al inglés citados en Vitaly Bogatov, “The Decembrists”. Ogarev, N. P, Izbrannye sostsialno-politicheskiye i filosofskiye proizvendeniya. Moscú, 1952-56. Citado en Alexei Pavlov, “Nikolai Ogarev”. Pavlov, Alexei. “Alexei Herzen”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 219- 230. Pavlov, Alexei. “Nikolai Ogarev”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 231- 237. Plamper, Jan. “The Russian Orthodox Episcopate, 1721-1917: a Prosopography”. Journal of Social History 34: 1 (autumn 2000), 5-34. Radishchev, A. Nikolaevich. “O cheloveke, o yevo smernosti i besmertii”. En A. N. Radishechev, Izbrannyye filosofskiye sochineniya, editado por Ya. Shachipipanov. Moscú. 1949. Traducción al inglés de Frank Y. Gladnet y George L. Kline, (1979). Reimpresa en: A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 114 -128. Ryan, W. F. “Aristotle in Old Russian Literature”. The Modern Language Review 63: 3 (July 1968): 650-658. Rogger, H. National Consciousness in Eighteenth-Century Russia. Cambridge,
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
215
216
Los caminos del “alma rusa”: notas desde su historia filosófica, 1700-1861
Massachussets, 1960. Fragmentos traducidos al español citados en Orlando Figes, El baile de Natacha. Una Historia Cultural Rusa. San Cirilo. En: Skazaniya o nachele slavyanskoi pismennosti. Moscú, 1981. Citado en Mikhail Gromov y Nikita Kozlov, “The Beginning of Russian Philosophy”. Senchikhina, Yulia. “Peter the Great’s ‘Brain Trust’”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 35- 48. Serbinenko, Vyacheslav. “Slavophilism”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 140-162. Shkurinov, Pavel. “Alexander Radishchev”. En A History of Russian Philosophy. From the Tenth Through the Twentieth Centuries Vol. 1, editado por Valery A. Kuvakin. New York: Prometheus Books, 1994, 87-102. Sidonsky, F. F. Vvdeniye v nauku filosofii. San Petersburgo, 1883. Citado en Bogatov, Vitaly. “The Philosophy of ‘official Narodnost’ and ‘Russian Theism’”. Somerville, John. “Some Perspectives on Russia and the West from the History of Russian Philosophy”. Philosophy and Phenomenological Research 13:3 (Mar. 1953): 324-336. Tatishchev, Vassily. N., Izbrannye Proizvedeniya. Leningrado, 1979. Citado en “Peter the Great’s ‘Brain Trust’”, Yulia Senchikhina. Tschebotarioff, Valentine. “Faith and Reason in Russian History”. Russian Review 13: 3 (July 1954): 186-192. Venturini, F. El populismo ruso, 2 vols. Madrid: Biblioteca de la revista de Occcidente, 1975. Yelagin, I. P. Izobrazheniye vetkhogo… i dukhovnogo cheloveka (Una imagen de oro… y el hombre espiritual). San Petersburg: 1798), 18. Citado en “The Challenge of Conservatism: The Masons and M. M. Shcherdatov”, Alexi Boldyrev. Zapata, R. La philosophie soviétique. Presses Universitaires de France, 1989. Zenkovsky, Vasily V. “The Spirit of Russian Orthodoxy”. Russian Review 22: 1 (Jan. 1963): 38-55.
❧
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 192-216
Reseñas
217
Reseñas Chicangana-Bayona, Yobenj Aucardo, comp. Historia, cultura y sociedad colonial siglo XVI-XVIII. Temas, problemas y perspectiva. Medellín: La Carreta Histórica, 2008, 391 pp.
La historiografía colombiana ha realizado múltiples reflexiones sobre la Colonia desde diferentes aspectos sociales, políticos, económicos y religiosos. Las investigaciones han abarcado tanto las implicaciones de la Conquista, las formas de resistencia de los grupos indígenas, las relaciones entre colonizador y colonizado, como también las ambigüedades del discurso religioso, las formas de esclavitud y la organización de estructuras políticas y económicas locales1. Todo ello, a partir del análisis de discursos y fuentes tradicionales que han enriquecido enormemente nuestros estudios y que son referencia obligada del historiador, pero que no permiten vincular estas problemáticas con otras perspectivas de análisis. Esta preocupación no es nueva en el país; ya varios autores han llamado la atención sobre la necesidad de abordar nuevos documentos históricos y de establecer cierto contacto interdisciplinario con áreas tales como la filosofía, la antropología, la sociología, la economía y la arqueología2. Este objetivo se cumple en el libro titulado “Historia, cultura y sociedad colonial siglo XVI-XVIII. Temas, problemas y perspectivas”, una compilación realizada por Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona de 13 ensayos escritos por historiadores de gran trayectoria y nuevos investigadores que se interesan por estudiar la Colonia; retomando documentos clásicos y utilizando nuevos aspectos teóricometodológicos. 1. Debido a la amplitud de trabajos Este texto se compone de sólo mencionaré algunos de los más representativos: Hermes Tovar dos partes: La primera, América Pinzón, La formación social chibcha Colonial: Caribe, Perú y Brasil, reúne (Bogotá: Ediciones CIEC, 1980); Martha Herrera Ángel, Poder local, tres artículos de los autores Yobenj población y ordenamiento territorial en Aucardo Chicangana Bayona, Ana la Nueva Granada, Siglo XVIII (Bogotá: Archivo General de la Nación, Raquel Portugal y Ronaldo Vaifas
1996); Carl Langebaek, Mercados, poblamiento e integración étnica en el siglo XVI (Bogotá: Banco de la República, 1987); Armando Martínez
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 217-221
María Cristina Pérez Pérez Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín. Pertenece al grupo de investigación “Historia, Trabajo, Sociedad y Cultura” dirigido por el profesor Renzo Ramírez Bacca. Ganadora de la convocatoria “Jóvenes investigadores e innovadores”, Colciencias, 2007. mariacristinap06@hotmail.com
Garnica, La legitimidad y proyectos políticos en los orígenes del gobierno del Nuevo Reino de Granada (Bogotá: Banco de la República, 1992); Mario Bernal Romero, Fray Luís de los Barrios y la evangelización del Nuevo Reino de Granada (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1960); María Cristina Navarrete, Historia social del negro en la Colonia, Cartagena, Siglo XVII (Cali: Universidad del Valle, 1995); Germán Colmenares, Historia Social y Económica de Colombia (Bogotá: La Carreta, 1979); John Leddy Phelan, El pueblo y el Rey. La Revolución comunera en Colombia. 1781 (Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1980); Anthony McFarlane, Colombia antes de la Independencia. Economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón (Bogotá: Banco de la República - El Áncora Editores, 1997); Pablo Rodríguez, Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada (Bogotá: Ed. Ariel, 1997). 2. Interesantes reflexiones sobre este punto se encuentran en
218
Reseñas
-estos dos últimos historiadores del Brasil-, quienes escriben sobre las ilustraciones de las cartas atribuidas a Américo Vespucio, los ayllus en las crónicas quinientistas del Perú y la diáspora judía entre Ámsterdam y Brasil durante los siglos XVI y XVII. La segunda parte, El Nuevo Reino de Granada, realiza un recorrido por la historia colonial colombiana a través de diferentes estudios de caso que discurren entre los siglos XVI y XVIII. Son 10 los artículos que estructuran esta parte y los que a su vez se subdividen en cuatro secciones. En primer lugar, Región, etnia y alimentación por Gregorio Saldarriaga y Hugues R. Sánchez aborda tanto la alimentación y la subvaloración de la tierra como la esclavitud en el territorio que comprendía las gobernaciones de Santa Marta y Cartagena. En segundo lugar, Elites y sistemas productivos, en la que se retoman estudios tradicionales sobre el estanco de aguardiente, los sistemas productivos llaneros y la esclavitud en el oriente neogranadino, escritos por Hernán Clavijo, Publio Pérez Ángel y Yoer Javier Castaño Pareja. En tercer lugar, Escritura y visualidad articulada por los escritos de Martha Fajardo de Rueda y Jaime Humberto Borja, historiadores preocupados por reflexionar acerca de la influencia de las teorías de Joaquín de Fiore en la iconografía neogranadina y la pertenencia de la hagiografía o vidas ejemplares al género historiográfico. Por último y en cuarto lugar, Ciudades, villas y cárceles está conformada por los artículos de Paolo Vignolo, Edgardo Pérez Morales y Luis Miguel Córdoba, en los que tratan temas tan variados como son el rescate de la memoria de Santa Marta la Antigua del Darién, que muestra aspectos de la vida material en el sociedad urbana colonial y las visiones que sobre el Imperio Español expusieron Antonio Fernández y Diego Calderón Salgado durante su presidio en Cartagena. Después de haber analizado la estructura del texto Historia, cultura y sociedad colonial, a continuación me detendré en algunos de los Bernardo Tovar Zambrano, comp., ensayos que desde mi punto de vista representan una novedad y Historia al final de milenio. Ensayos realizan un aporte considerable a nuestro campo historiográfico. Así, de historiográfica colombiana y latinoamericana, Vol. I (Bogotá: observamos el texto de Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona “El buen Universidad Nacional de Colombia, salvaje y el antropófago. La representación del indio en las primeras 1994); Francisco Leal y Germán Buitrago, eds., Discurso y razón. Una ediciones ilustradas de las cartas de Américo Vespucio (1505- 1509)”, historia de las ciencias sociales en donde se realiza un análisis sobre los primeros grabados de los Colombia (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 2000); Adriana Maya habitantes del Nuevo Mundo que ilustraron las cartas atribuidas a Restrepo y Diana Bonnett Vélez Américo Vespucio, para lo cual, Chingana-Bayona se centra en la (comps.), Balance y desafío de la historia de Colombia al inicio del representación que elaboró Johan Froschaver de los indios del Brasil, siglo XX. Homenaje a Jaime Jaramillo en la que Froschaver expone imágenes que muestran partes humanas Uribe (Bogotá: Universidad de los Andes, 2003); Renzo Bacca colgadas y un grupo de indios practicando el canibalismo. El autor del comp., Historia local: experiencias, “Buen Salvaje...” parte del hecho de que Froschaver nunca estuvo en métodos y enfoques (Medellín: La Carreta, 2005); Renán Silva, La sombra de Clío (Medellín: La Carreta Histórica, 2007).
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 217-221
Reseñas
219
América y, por tanto, que esta ilustración debe ser estudiada desde las mismas fuentes que la inspiraron, es decir, la iconografía del Paraíso, los hombres salvajes de los bosques; y en los relatos sobre los pueblos de tierras lánguidas, monstruosas y seres prodigiosos que circularon entre los siglos XIV y XV. Teniendo, además, en cuenta, que los artistas y algunos editores durante el siglo XVI retomaban estas imágenes como punto de partida para elaborar sus grabados, debido a la dificultad de partir completamente de cero y de crear representaciones nuevas (p. 25). Así como Chicangana-Bayona lo destaca, es claro que estas ilustraciones crearon una imagen del Nuevo Mundo, en donde convivían visiones completamente opuestas: por un lado, lo cotidiano y lo familiar de los pueblos considerados “exóticos” y del otro, el estereotipo de hombres salvajes, maléficos y feroces. Generando una imagen negativa de estos habitantes que, posteriormente, fueron las bases de los grabados que sobre el canibalismo del indio realizaron Waldseemuller, Fries, Holbein y Munster. Estos artistas que retomaron elementos básicos: las mesas de sacrificio, el hacha y los cuerpos de las víctimas, e introdujeron nuevos detalles al festín antropofágico (p. 43). El autor concluye su trabajo planteando que los indígenas representados en los grabados significan la interpretación que en el interior de la cultura europea occidental se hizo del indio -el otro- a partir de sus propios cánones y convenciones. Y es precisamente aquí en donde se puede observar el principal aporte de esta investigación; en el estudio que realiza el autor de las estampas que ilustraron las cartas de Vespucio como testimonio de un encuentro cultural y las respuestas dadas a dicho encuentro por los miembros de la sociedad europea del siglo XVI3. Igualmente, el artículo de Gregorio Saldarriaga “Subvaloración de la tierra y de su alimentación” proporciona otra mirada a las investigaciones que se preocupan por indagar los conflictos surgidos en medio del intento por someter a los colonizados a las políticas de la Corona Española, a través del estudio de dos aspectos fundamentalmente. El autor centra su análisis en la alimentación, el uso y la apropiación de la tierra. En la primera parte del texto muestra la reacción negativa que se produjo frente a los alimentos americanos por parte de los españoles, quienes consideraban que la comida aborigen del Nuevo Reino de Granada y Popayán no nutría, mientras que la europea sí lo hacía. La base de esta inconformidad respondería a la falta de sustancia de los productos americanos y, por ende, a la incapacidad para mantenerse con base en ellos, debido al apego a la tierra y su constante comparación con Europa. Saldarriaga plantea que al tener “negada la vía activa para la identificación alimentaría (el consumo a la española), lo hacían por medio de vías de negación (la diatriba contra la comida aborigen) que los 3. Al respecto se puede consultar: Peter acercaba a la civilización a través del rechazo a lo salvaje” (p. 109). Burke, “Estereotipos de los otros”, en Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico (Barcelona: Crítica, 2005).
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 217-221
220
Reseñas
En la segunda parte del mismo artículo se examina el cambio que se dio en la percepción de los alimentos a partir de 1680. En este momento fueron aprovechados los productos de la tierra americanos que satisfacían las necesidades básicas de la comunidad, debido a las problemáticas económicas que se vivieron en estos territorios y que imposibilitaban la adquisición de productos de lujo en grandes cantidades. Así, el autor resalta el proceso de adaptación y apropiación de los alimentos, que si bien no rompía el proceso completamente con la dicotomía entre lo salvaje (americano) y lo civilizado (europeo), si posibilitaba el reconocimiento de la comida americana como parte del sistema cultural español, principalmente cuando la tierra reproducía aquellos patrones de cultivo europeos. Para finalizar el autor establece que la comida no debe ser pensada sólo desde el ámbito de los españoles o de los indios, sino como un producto nacido de la experiencia colonial, en un espacio de integración y adaptabilidad de ambos grupos. El ensayo de Marta Fajardo de Rueda, “El pensamiento de Joaquín de Fiore en la formación de la iconografía temprana de la Nueva Granada”, invita a una relectura de la iconografía religiosa del siglo XVII, al analizar la influencia del abad-profeta Joaquín de Fiore en dichas representaciones. Fiore fue uno de los interpretes y difusores de la corriente milenarista, que estableció una interpretación del Apocalipsis “en la cual no sólo aseguraba la segunda venida del Redentor, sino que dividía la historia de la humanidad en tres épocas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo” (p. 272), contribuyendo a generar el concepto de mejoría gradual de la humanidad. Esta utopía fue difundida especialmente por las comunidades religiosas de franciscanos, dominicos y jesuitas, las cuales según algunas interpretaciones estuvieron presentes en sus profecías. Fajardo de Rueda demuestra, retomando otras investigaciones, que estas órdenes religiosas se referían a Joaquín de Fiore como su profeta, lo que generó un conjunto de representaciones pictóricas con base en este pensamiento. Para indagar la presencia de dicho profeta en la iconografía neogranadina, la autora selecciona algunas pinturas que hacen parte de la colección del Museo de Arte Colonial de Bogotá y que fueron encargadas al pintor santafereño Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos para el convento de Santo Domingo Guzmán en Bogotá. Entre las obras analizadas se destaca el Retrato de Vásquez en la puerta del convento de Santo Domingo, que en realidad representa los retratos de los santos Domingo y Francisco que el abad Joaquín dejó pintadas en Venecia, en la iglesia de San Marcos. La explicación continúa con la pintura del Nacimiento del Niño Domingo, también relacionada con este abad, quien indicó que Francisco y Domingo estarían predestinados a su misión evangelizadora y que ésta se conformaría desde su nacimiento (p.283). Asimismo, se estudian las obras San Francisco de Verona e Isabel Flores de Lima, conocida como Santa Rosa de Lima, desde esta misma corriente.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 217-221
Reseñas
Por último, quiero destacar la investigación de Paolo Vignolo “Santa María la Antigua del Darién. ¿De lugar de olvido a lugar de la memoria?, un interesante ensayo que parte del trabajo de campo realizado por un grupo de investigación de la Universidad Nacional de Colombia- Sede Bogotá en el territorio que durante el siglo XVI comprendía Santa María la Antigua del Darién, con el objetivo de conocer la ubicación exacta de la ciudad, su extensión, la disposición del espacio y el reconocimiento de zonas periféricas y enclaves periurbanos (p. 322). Estos son aspectos esenciales, como bien lo sugiere el autor, para entender los modelos políticomilitares y las pautas socioeconómicas que constituyeron el primer laboratorio de la Conquista y la colonización del Continente, que no son visibles en el material que un historiador se encuentra en los archivos y bibliotecas del país, ya que es necesario complementar tal información con la ayuda de otras disciplinas afines: la arqueología, la antropología y la geografía. Vignolo y sus estudiantes, a partir de este objetivo, se desplazan a esta zona y descubren que no existe ningún lugar arqueológico e histórico, sino una sociedad marcada por la violencia, dominada por grupos armados ilegales e identificada por ser un territorio de frontera con problemáticas tan difíciles como son el contrabando y el desplazamiento. Dichos elementos ocasionaron que el proyecto tomará otro rumbo y se enfocará en proporcionar estrategias de desarrollo sociocultural para la región, que permitan “convertir el lugar de abandono y olvido, en un lugar de memoria” (p. 329). Esta parte es la que más llama la atención del ensayo, en la cual el autor establece la necesidad de realizar un trabajo que involucre a toda la comunidad para rescatar la zona como patrimonio cultural, partiendo del reconocimiento del medio por parte de sus mismos integrantes, de la elaboración participativa de una cartilla sobre la conquista, trabajos de campo y pasantías, y, además, de la creación de exposiciones museográficas y de un cineforum itinerante. Es así como el texto reflexiona desde el interior del quehacer académico sobre el compromiso que tiene la historia con su sociedad, de la importancia de generar conocimiento y de transmitirlo, de establecer espacios de debate y de diálogo para construir proyectos patrimoniales que custodien la memoria de este colectivo social. De tal manera, las propuestas reunidas en esta compilación aluden básicamente a nuevos temas, problemas y perspectivas en el campo de la historia colonial, que permiten hacer un balance sobre las investigaciones que en la actualidad se están desarrollando en el país. Un esfuerzo por reunir 13 ensayos que merecen ser leídos, discutidos y analizados de manera crítica.
❧ hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 217-221
221
222
Reseñas
Mejía, Sergio. La revolución en letras. La historia de la revolución de Colombia de José Manuel Restrepo (1781-1863). B ogotá : U niversidad 2007, 294
de los
A ndes , F acultad
de
C iencias S ociales , D epartamento
de
H istoria , CESO - U niversidad EAFIT,
pp .
Ahora que los colombianos nos aprestamos a celebrar los doscientos años de nuestra vida republicana, nada más acertado y gratificante que la obra presentada por Sergio Mejía acerca de La Historia de la Revolución escrita por José Manuel Restrepo. Acertado, por ocuparse del periodo de la Independencia del antiguo Imperio español y gratificante por la renovación y puesta en circulación de nuevas ideas. Éstas se refieren a la manera cómo fueron pensados la gesta independentista, el mito fundacional de la República en torno a la figura de Bolívar y el papel jugado por las historias nacionales en la estructuración de las repúblicas, de las cuales ellas tratan. Este trabajo fue presentado para la defensa de su doctorado Juan Carlos Villamizar en la Universidad de Warwick, y se inscribe en un proyecto sobre el pensamiento histórico latinoamericano del siglo XIX, Economista y candidato al doctorado en para el cual Sergio Mejía ha hecho avances significativos, y esta Historia de la Universidad Nacional de obra es uno de ellos. Colombia, sede Bogotá. jcvillamizar@ La Historia de Restrepo fue la primera obra de historia producida yahoo.com en la República. La primera edición fue publicada en 1827 y la segunda en 1858. Las dos ediciones marcan la transformación de su pensamiento y revelan el cambio histórico producido en la primera mitad del siglo XIX. El análisis realizado por Mejía se adentra en las razones que impulsaron al autor en la realización de la obra, en su formación histórica y su papel como político, abogado e historiador del “partido de los Libertadores”, que desplazó a los santafereños, antiguos nariñistas, en la dirección de la república -culpados de aristócratas- y eliminó del juego político e incluso de la memoria a los persistentes defensores de las ideas federalistas norteamericanas. El libro se divide en una introducción, cinco capítulos y la conclusión. La introducción presenta algunos detalles de las ediciones y formula la noción del “partido de los Libertadores”, entendida como “el grupo de hombres que gobernaron a la Nueva Granada, Ecuador y Venezuela unidas entre 1819 y 1828 bajo la presidencia de Simón Bolívar” (p. 7), grupo del cual hizo parte José Manuel Restrepo en el cargo de Secretario de Interior. De manera que la Historia de la Revolución fue la voz histórica de ese partido. Esta idea le permite al autor estudiar el escrito de Restrepo como un hecho político, en el que ese grupo se muestra como un cuerpo unificado, con un héroe central y unos opositores que son combatidos. Un último aspecto de esta introducción se refiere a la importancia de las historias
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 222-225
Reseñas
tradicionales, “definidas y estudiadas aquí como fenómenos históricos”, las cuales se constituyen en fuentes sobre el periodo en que fueron escritas y cuyo “estudio nos permite reflexionar sobre la historia que escribimos hoy” (p. 14). El primer capítulo es una biografía de los hechos más destacados en la vida de José Manuel Restrepo desde su nacimiento en 1781 y, en particular, de su formación intelectual, con énfasis en sus lecturas históricas: las realizadas en el seno de su familia, la influencia de Benito Jerónimo Feijoo, sus estudios en la capital, su participación en la Expedición Botánica bajo la tutoría de Francisco José de Caldas y su inicio como gobernador político de la provincia de Antioquia. Resulta destacable la decisión de Restrepo de llevar un Diario político y militar desde el 29 de julio de 1819 y su intención de escribir la historia de la Independencia, de la cual él empezaba a ser uno de los protagonistas. El segundo capítulo se ocupa de la crítica a la Primera República (1810-1816) contenida en la Historia de Restrepo. Mejía estudia esa crítica en cinco aspectos: el Federalismo que otorgó poder a las provincias impidió la construcción de un Estado fuerte, capaz de defenderse; el ataque dispuesto por Restrepo contra Nariño, líder de un partido poderoso de santafereños y cundinamarqueses que podían oponerse a los Libertadores; la debilidad del Congreso de las Provincias Unidas, de la cual era Presidente Camilo Torres, “otro hijo del imperio español sumido en la ignorancia”; de allí se pasa al comentario de la crítica que hizo Restrepo de la Ilustración neogranadina, en la cual el historiador quiso ver sujetos coloniales y oscuridad; la última crítica a la Primera República contenida en la Historia, se refiere a la falta de un líder militar -como Bolívar- y a las instituciones creadas que estuvieron dirigidas por abogados que no comprendieron la urgencia de las medidas militares. Todo lo anterior conduce al autor a señalar, en esas críticas, las bases del discurso nacional triunfante e imperante en Colombia, definido por la construcción de un Estado central (muy distinto al orden constitucional norteamericano) y por la práctica moderna de la guerra, nociones éstas, que para Mejía, “no han sido reevaluadas en lo esencial.” (p. 111). En el tercer capítulo el autor hace un estudio de las adscripciones políticas de la Historia de la Revolución, para demostrar que los Libertadores operaron como un partido político, toda vez que diseñaron alegatos estratégicos contra sus opositores, tal y como ellos los detectaron. Estos fueron los santafereños, antiguos nariñistas, y la Iglesia. Mejía concluye que en ambos alegatos políticos contenidos en la Historia pueden detectarse la inseguridad y las limitaciones del grueso de los libertadores, especialmente mientras estuvieron en Bogotá a órdenes de Santander: su condición de provincianos en la capital y su carencia de los medios con que la Iglesia contaba para acceder a los nuevos ciudadanos. En una actitud también política, la obra de Restrepo oculta las divisiones internas que se fueron abriendo en el interior del partido de los Libertadores, particularmente entre Bolívar y Santander.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 222-225
223
224
Reseñas
El cuarto capítulo muestra el papel de Bolívar como hilo conductor de la obra de Restrepo. Allí el autor discute tres temas: el retrato que Restrepo hizo de Bolívar como centro de la Revolución de Colombia; la idea de Carrera Damas acerca de que fue el mismo Bolívar quién inauguró su propio culto; y el uso historiográfico que hizo Restrepo de la figura de Bolívar al elevarlo como categoría explicativa de la revolución. Para Sergio Mejía ese culto pervive hoy, y muestra como ejemplo a García Márquez, quien, al igual que Restrepo, sigue siendo presa de la imagen que Bolívar deseó para si mismo. El quinto capítulo se ocupa de la edición de 1858, en la que Restrepo hace una reelaboración de su Historia de la Revolución de Nueva Granada y agrega dos nuevas partes escritas entre 1830 y 1850: una Historia de la Revolución de Venezuela y una Historia de Colombia desde su creación en el Congreso de Angostura de 1819 hasta su disolución en 1830. Terminada en el periodo de las reformas de medio siglo XIX, esta nueva historia de Restrepo ya no es anticlerical, sigue siendo centralista y, principalmente, ya no es triunfadora, al punto que Mejía afirma, “[…] calamidades es lo que Restrepo pasa a narrar” (p. 200). Nariño deja de ser el centro de la crítica; Bolívar, quien sigue siendo el héroe, ahora es un hombre sujeto a pasiones, y lo que resta es una larga narración de la guerra de Independencia como la epopeya colombiana, y por ello, es imperativo para Restrepo que las batallas sean inmortalizadas como piezas de museo en la memoria de los colombianos. El proyecto del “partido de los Libertadores” de una Nueva Granada unida con Venezuela y Ecuador había fracasado y a lo único que Restrepo podía aspirar era a morigerar las reformas federalistas de mitad de siglo. En la conclusión, Sergio Mejía presenta el pensamiento histórico de Restrepo, que dio forma y sentido a la revolución. Su obra fue y sigue siendo una crítica a la Primera República y su proyecto ilustrado desvirtuó el federalismo norteamericano y desconoció el populismo revolucionario francés. Estas razones son políticas, debido a que el “partido de los Libertadores” buscó el apoyo de su Majestad Británica, y no se vería muy bien que se le diera espacio a la Revolución norteamericana. Lo mismo podría decirse de la Revolución francesa, que ha sido concebida como una prerrogativa intelectual de los intelectuales de la Primera República. El estudio que aquí se presenta recupera para la historiografía un periodo, que como el mismo autor lo afirma, ha sido olvidado y desplazado por otro tipo de historias. Pero el más importante aporte que arroja el libro La Revolución en Letras es la interpretación de una historia tradicional como una fuente histórica. Esa perspectiva corrige el vacío que dejó la Nueva Historia, la cual, desde su presentación formal como tal en 1976, desechó la historia política realizada por historiadores como José Manuel 1. Darío Jaramillo Agudelo, “Introducción”, en La Nueva Restrepo y luego por los miembros de la Academia Colombiana Historia de Colombia, de Darío Jaramillo Agudelo (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1976), 7-24.
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 222-225
Reseñas
225
de Historia. Esta exclusión se basó en una crítica que tomó los conceptos generales de los manuales de historia sin profundizar en los estudios que los fundamentaron1. Por supuesto, esa exclusión de los recintos universitarios no le quitó la presencia actual a la historia tradicional en su versión más ortodoxa y en muchos ámbitos de la vida colombiana moderna, tal y como la inauguró Restrepo. En 2005, el Vicepresidente de la Academia Colombiana de Historia, Antonio Cacua Prada, al referirse al bicentenario de la Independencia se expresó a favor del regreso de la historia patria, la creencia en el dios católico, la lengua de los conquistadores de Castilla y Aragón y la enseñanza de la vida de los principales héroes y próceres de nuestra nacionalidad2. El 2. “Si el país quiere salvarse y progresar, tiene que regresar a la enseñanza estudio presente es una invitación a una relectura comprensiva de la Historia Patria, al ideario de del proceso de la independencia por fuera del marco en que ha sus próceres, a la conciencia de nuestras tradiciones. Colombia es querido ser hecha por la Academia Colombiana de Historia. la conjunción de la creencia en un Un segundo aporte reside en la noción del “partido de los Dios, con la tierra regada por la sangre de nuestros libertadores, Libertadores”, un grupo gobernante, con un proyecto político, con la lengua legada por los con una unidad jerárquica en Bolívar y Santander, que al tiempo conquistadores de Castilla y de que unió a unos sectores, excluyó a otros y finalmente se dividió. Aragón y con el núcleo familiar que ha sido el orgullo de nuestra raza y Por supuesto, el escrito sólo se ocupa de dicho partido, en de nuestros antepasados. Tenemos función de las preocupaciones de Restrepo. Queda para próximas que volver a la celebración de las fiestas patrias, tanto en el país como investigaciones el estudio de ese grupo con otras fuentes y en el en el exterior; y a difundir mediante marco de nuevas preguntas. ediciones populares la historia de
❧
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 222-225
los emblemas de la Patria y la vida de los principales héroes y próceres de nuestra nacionalidad (…). El sentimiento patrio se ha extinguido. Es necesario volver a sembrarlo y este milagro solo se puede realizar por medio de la educación”. Antonio Cacua Prada, “El bicentenario de la Independencia nacional y la enseñanza de la historia patria”, Boletín de Historia y Antiguedades XCII: 830 (Jul-Sept 2005): 659-667.
226
Reseñas
Laurent, Muriel. Contrabando en Colombia en el siglo XIX. Prácticas y discursos de resistencia y reproducción. Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, CESO - Departamento de Historia, 2008, 620 pp.
Interesada en elaborar una investigación sobre el contrabando -contra bannum, contra el edicto o la prohibición legal- desde hace unos años y decidida por comprender el presente de este fenómeno, Muriel Laurent se pregunta qué ocurrió con el tráfico ilícito desde el fin del sistema colonial hasta la época contemporánea, y más específicamente entre 1821 y 1886 en Colombia, pues su persistencia es evidente. Éste es el tema que desarrolla en un extenso, detallado y ameno libro dedicado al contrabando en Colombia, cuya fama es proverbial en este campo, aunque las investigaciones sobre el tema durante el período elegido son casi inexistentes. La autora señala la existencia de una literatura relativamente Luis Javier Ortíz Mesa importante para la América española en el período colonial, cuando Profesor Titular, Departamento de Hisel fenómeno del comercio ilícito tuvo grandes dimensiones. Virreyes toria, Universidad Nacional de Colomfueron profesionales en estas lides y, como consecuencia de la bia, Sede Medellín, Colombia. afrodivenalidad de los cargos, éstos se constituyeron en muchos casos en ta@une.net.co una posesión de la que había que sacar el mayor provecho posible, a tal punto que los sobornos eran aceptados como parte del sueldo, como señala Walther Bernecker para Nueva España. Muriel Laurent delimita el territorio colombiano sobre el cual centra su estudio, y renuncia, por la amplia cobertura espacial y temporal y por las numerosas fuentes, al estudio de Ecuador y Venezuela, tan comunicados con nuestras ambiguas o casi inexistentes fronteras, por el Pacífico y los territorios del Carchi y el Putumayo, el primero y, por el Atlántico, el Orinoco y Arauca, el segundo. Precisa los dos períodos de estudio, el proteccionista de 1821 a 1850 y el dudoso y variable librecambista de 1851 a 1886, cuya defensa teórica y política estuvo a cargo de los liberales, especialmente de los más radicales, aunque no por ello menos compartida por los conservadores. La autora está fundada en sólidas perspectivas de análisis de la Historia social, de allí que ponga la historia en diálogo con la economía, el derecho, la política y la geografía, haciendo, en parte, eco a la expresión de Febvre “Historiadores, sed geógrafos. Sed juristas también, y sociólogos, y psicólogos” (Combats pour l´histoire, 1953, p.32). Al tiempo es notoria su formación teórica, sobre todo cuando hace una puntual crítica de fuentes y toma distancia de generalizaciones indebidas o afirmaciones contundentes sin fundamento, y mejor recurre a ese lenguaje del podría, tal vez, supuestamente, probablemente, pareciera: todas ellas expresiones pertinentes y finas que permiten matizar la exposición y las demostraciones, máxime cuando se trata del
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 226-230
Reseñas
análisis cuidadoso de un corpus documental siempre parcial, movedizo, lleno de versiones encontradas, casi siempre dudoso… y bastante atravesado por todas las modalidades posibles de la condición humana, entre lo prohibido y lo permitido, un terreno minado que es necesario saberlo caminar. La autora se apoya en diversas fuentes, ricas en información pertinente y seleccionadas con los cuidados del caso. Así, toma leyes, decretos, documentos de la Secretaría de Hacienda y Fomento donde están las Memorias de Hacienda y los Archivos de la Administración de Aduana en los que se encuentran procesos levantados para determinar contrabandos, correspondencia entre funcionarios de aduanas y la Secretaría de Hacienda, informes internos de aduanas, reglamentación oficial vigente, cartas de comerciantes y particulares dirigidas a las oficinas de aduanas; periódicos oficiales y no oficiales, nacionales y regionales, y folletos impresos de comerciantes y funcionarios; todos ellos reposan en el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional de Colombia y la Sala raros y curiosos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Deja claro qué otras fuentes no consultó, a las que podrían acercarse los investigadores para estudiar otros tópicos del tema, por ejemplo, correspondencia privada, memorias de particulares, procesos judiciales y genealogías asociadas a redes políticas y económicas, que permitirían construir redes clientelares y de comerciantes asociados al contrabando. Refiere los pocos estudios colombianos que hacen referencia al tema y los aportes de extranjeros, con bibliografía en español y en otros idiomas, y se dedica al fenómeno del contrabando para comprender su existencia y con ello ofrecer un panorama general de las razones de su persistencia, explicable no sólo por motivos económicos, sino también políticos, sociales y culturales, y aunque de modo más enunciativo que demostrativo, por hábitos mentales de muy larga duración y permanencia en parte de la población, esa “tradición venerada” (p. 378) que merece una mayor atención. Los tres estudios que la autora valora en mayor medida para contrastar su investigación sobre el comercio ilícito y sus asociados, el fraude y la corrupción, son el de Walter Bernecker, quien estudia el contrabando en México en el siglo XIX y muestra su importancia para el desarrollo económico y social, su amplio carácter de fenómeno de masas y cómo las formas coloniales de actuar seguían vigentes en un Estado que sólo era republicano en sus normas, pues las prácticas sociales legítimas seguían siendo las coloniales; el de Francisco Comín, quien analiza la corrupción y el fraude fiscal en la España contemporánea, aspectos que considera piezas fundamentales, ocultas y subterráneas de la historia política y hacendística, y actitudes de resistencia y de reacción defensiva del contribuyente frente a la coacción fiscal del Estado; y el de François Xavier Guerra, quien examina el caciquismo en América Latina en el siglo XIX y muestra la existencia de valores de Antiguo Régimen en un sistema legal moderno; considera que lo que hay allí es la persistencia de prácticas tradicionales en un medio jurídico moderno, lo que produce una
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 226-230
227
228
Reseñas
brecha que se resuelve a través de la ilegalidad; el que la modernidad se haya impuesto en América Latina de manera abrupta explica que no se pudo adelantar una trasformación paulatina de las formas de relacionarse, de los imaginarios y de las lealtades. Se produjo la esquizofrenia de una élite que se expresaba en términos de la modernidad -nación, pueblo, constituciones, elecciones-, cuando esto no había calado en una sociedad que era aún tradicional. Por su parte, en cuanto a la idea de reproducción que aparece en el título del libro, referida a las prácticas y discursos, la autora acude dudosamente a los estudios de Fernando Escalante Gonzalbo, para quien la corrupción es un mecanismo de reproducción y no de subversión del orden dominante, dado que ella es parte del orden social y reproduce sus formas, desigualdades y contradicciones. Por ello, la corrupción permite mantener un desfase entre el orden jurídico y el orden real e informal, que en vez de solucionar problemas contribuye a perpetuarlos. En las conclusiones finales, el lector podrá ver, en concepto de la autora, las similitudes, cercanías, diferencias y desajustes entre estos estudios y las peculiaridades colombianas. Muriel Laurent, moviéndose entre la legislación y la evasión, estudió un conjunto de aspectos conjugados y decisivos para entender la existencia del contrabando. De esta manera ofrece un panorama general de las razones de la persistencia del comercio ilícito en Colombia entre 1821 y 1886, en una sociedad regida predominantemente por la fuerza de la costumbre, que vivía en medio de un fisco débil y famélico al que muchos deseaban dejar aún más exhausto, y por las relaciones amistosas, corporativas y parentales que se impusieron en la vida política, económica y social a través de favores y contraprestaciones. Tales aspectos son, dentro de una perspectiva multicausal para explicar las razones del contrabando, la política económica, fiscal y arancelaria, cambiante y predominantemente castigadora; la administración de aduanas con limitados recursos y atravesada por una difícil y vasta geografía, con un personal desigual, poco apto para su gestión, mal pago, muchas veces débil en sus acciones y desatendido por sus directores, jefes y secretarios de despacho, lo que creó una sensación de abandono y desprotección que pudo jugar en contra de la lealtad de los empleados hacia el Estado; el desencuentro permanente entre la legislación existente para reprimir el delito y su aplicación generó una sensación de impunidad y, por ende, promovió el recurso a la ilegalidad, mientras la penalización del contrabando varió entre el encarcelamiento y las simples multas con casi ninguna medida para los comerciantes de nombre, lo que no generaba disuasión; la tensión entre las prácticas sociales, las tradiciones heredadas y los discursos oficiales; las prácticas sociales que acompañaron al contrabando revelan un alto grado de tolerancia y respaldo social frente al mismo, en medio de llamados a la honradez por parte del gobierno y sus administradores. Los casos de corrupción se asociaban a un ambiente favorable a la práctica de la ilegalidad, lo que era notorio también en el consumo de artículos de contrabando en
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 226-230
Reseñas
todos los grupos sociales. Los discursos estatales y sobre todo los de los Secretarios de Hacienda, algunos de sus agentes y comerciantes que se movían en la legalidad, aunados a un Estado con pocos medios para asegurar los gastos necesarios orientados a su exigencia fiscalizadora, parecen haber impactado muy poco en las mentalidades de la población. La urgente renta de aduana para la subsistencia del Estado, la existencia de monopolios fiscales y la prohibición de consumir ciertos artículos no resultaron eficaces para controlar el contrabando y más bien parecen haberlo intensificado, así como la demanda de la población de productos extranjeros ante su inexistencia en el país y la escasez de los mismos en temporadas de guerra. Todo ello es expuesto dentro de un ambiente de época que revela las dificultades para la formación de un Estado-nación con sus respectivas instituciones republicanas, el crítico estado de las vías de comunicación, su incidencia en los lentos intercambios comerciales, su repercusión negativa en las rutas mercantiles internas y externas y en la inexistencia de un mercado nacional, a pesar de la existencia de mercados internos significativos; un Estado inestable con dificultades para controlar numerosos y extensos territorios, sobre todo en las fronteras, y para regular la vida social. La autora muestra en detalle, hasta donde la documentación escogida se lo permite, los cambios que se sucedieron entre los dos períodos en torno a las mercancías de contrabando. En primer lugar, en cuanto a las de importación, tales como textiles, tabaco extranjero, manufacturas para el hogar -entre las que llaman la atención aguas de olor, joyería, artículos de peluquería, costura y adornos y hasta muñecos, anzuelos y unos pocos libros-, licores -ginebra y ron-, alimentos -sal, azúcar, café, harina-, pólvora y monedas, y de exportación -sobre todo metales preciosos y frutos de la tierra- entre 1821 y 1850. En segundo lugar, se refiere a la importación de manufacturas extranjeras, como sal extranjera y papel, fraude a la renta de salinas y contrabando de exportación de sal nacional, dividivi y animales entre 1851 y 1886. Igualmente estudia aspectos como el número y tipología de los decomisos y su asociación con hábitos de consumo popular y de élites europeizadas; los contrabandistas extranjeros y nacionales, capitanes de barcos, comerciantes, cargueros y arrieros con su penetración por las costas, ríos y selvas al interior del país; los corredores del contrabando con predominio de la costa Caribe y Jamaica entre 1821-1850 y el Suroccidente, por el Pacífico y la frontera con el Ecuador y la región fronteriza con Venezuela, sobre todo los alrededores del San José de Cúcuta y el eje de Panamá entre 1851 y 1886; las percepciones que tuvieron hombres del gobierno -sobre todo Secretarios de Hacienda, periodistas, empleados, comerciantes- y gentes de diversa condición acerca del comercio ilícito en medio de una extendida aceptación social y cultural de la práctica ilegal; la débil y a veces casi inexistente aplicación de las penas según los delitos, y el limitadísimo control de ríos, mares y zonas terrestres por parte de quienes actuaban en las aduanas y aparecían como vigilantes de una red
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 226-230
229
230
Reseñas
geográfica tan grande como los posibles contrabandos que ingresaron, a pesar del escaso mejoramiento y ampliación de aduanas en el período federal. Un aspecto que debe resaltarse de este estudio es el análisis regional del comercio ilícito, aunque podría fortalecerse aún más este aspecto con la incorporación de numerosos estudios regionales existentes que le darían una más amplia atmósfera de época a la investigación. La diversificación de las fronteras del contrabando durante el período federal muestra que el comercio ilícito adquirió claras características regionales asociadas a las fronteras del país y a las aduanas mediante las cuales se vigilaban éstas: la costa Caribe se dividió en tres partes: Guajira -zona de mayor contrabando en esta parte del país-, Centro -entre Santa Marta y la parte oriental del golfo de Urabá- y golfo de Urabá y río Atrato; el Suroccidente se dividió en dos, ambas con importantes volúmenes de contrabando: la frontera del Pacífico y la frontera terrestre con Ecuador, en el Sur, y la frontera con Venezuela en la región de San José de Cúcuta, en el Oriente. La autora revela además las dinámicas regionales del contrabando, el tipo de mercancías introducidas y consumidas, su procedencia y las rutas que siguieron, los lugares de introducción y los problemas de las aduanas locales. Otra virtud de esta investigación, prometedora para la construcción de historias de la vida material y de la vida cotidiana, sobre todo por las detalladas tablas de decomisos de contrabando que ofrece, es el uso de una muy buena cartografía mediante la cual pueden observarse los lugares y caminos de peregrinaciones, no propiamente religiosas, sino del contrabando, cuya circulación se produjo en parte por las mismas vías del comercio lícito y en clara relación con los dos mares -que su vez nos comunicaban con Estados Unidos y Europa-, los países vecinos, Ecuador y Venezuela, y el no muy lejano Perú. Por su parte, los glosarios son de gran utilidad para el lector, máxime cuando se trata de un tema que requiere términos especializados, muchas de cuyas significaciones son poco conocidas. La autora ofrece glosarios de términos relativos a las labores de la administración de aduanas, a las telas importadas y nacionales (peticote, solferino, sempiterna, casinete, madapollán, fula…), a bienes naturales y manufacturados (borceguí, grata, cerradura lova, leche virginal, piedra lipis, tarco…), a las embarcaciones (falúa, pailebot, bergantín, balandra…), a pesos y medidas de sólidos y líquidos, y a medidas de longitud y distancia. Con lo expuesto, no me queda más que proponerle a los lectores que se acerquen a este libro, que les permitirá conocer más el país, comprender la larga duración del fenómeno del contrabando, los esfuerzos gubernamentales para reducirlo y algunas de las razones para que aún hoy siga existiendo un clima favorable al comercio ilícito. El libro se constituye pues en un referente obligado para comprender rasgos desconocidos y decisivos de la sociedad colombiana del siglo XIX, y para contrastar fenómenos de legalidad e ilegalidad que permitirán evaluar algunos de los fundamentos de la construcción del Estado-nación en Colombia.
❧ historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 226-230
Notilibros
Notilibros S ección
a cargo de
M artha L ux
❧ Caicedo Osorio, Amanda. Construyendo la hegemonía religiosa. Los curas como
❧ Morales Guinaldo, Lucía. El indio y el indiano según la visión de un conquistador español de finales del siglo XVI: Bernardo de Vargas Machuca (1555-1622). Bogotá: Universidad de los Andes - Ceso Departamento de Historia, 2008, 152 pp. Este trabajo busca entender las concepciones de indio e indiano a través de las obras de Bernardo de Vargas Machuca sobre el Nuevo Mundo, específicamente: Milicia y descripción de las Indias (1598), Carta y discurso sobre la pacificación y allanamiento de los indios de Chile (1599) y Apologías y discursos de las conquistas occidentales (c. 1601-1618). Muestra la autora que los conquistadores-encomenderos de finales del siglo XVI, así como sus descendientes, intentaron instalarse en el Nuevo Mundo como élite de la nueva sociedad indiana, pero tuvieron dificultades para definirse a ellos mismos ante la Corona, los burócratas y los españoles. El texto evidencia este proceso de construcción de identidades en las obras de Vargas Machuca y su distanciamiento de los españoles peninsulares, para quienes el indiano fue a su vez un personaje con características propias.
agentes
hegemónicos
y
mediadores
socioculturales (Diócesis de Payan, Siglo XVIII). Bogotá: Universidad de los Andes - Ceso Departamento de Historia, 2008, 274 pp. Este trabajo buscó entender la vida religiosa cotidiana en el siglo XVIII teniendo en cuenta la actuación concreta del cura, como espacio de contacto donde se tramitó una gran cantidad de relaciones que se han mantenido ocultas a los investigadores. El “cura de almas”, buscando crear consenso y consentimiento entre sus fieles, intentó construir la hegemonía religiosa católica en ambientes dinámicos y cambiantes. Participaron activamente en la vida local tratando de hallar soluciones a múltiples problemas que se derivaban del funcionamiento del sistema colonial. Trabajaron en el triple propósito de lograr que sus feligreses introyectaran los valores católicos, se sintieran integrados a sus comunidades, pero sin amenazar el orden social existente.
❧ Espinosa, Iván. El sueño del ahorcado. Una experiencia subjetiva de la pena de muerte a finales de la Colonia
❧ García Jimeno, Camilo.
(Nóvita, Siglo XVIII). Bogotá: Universidad de los
Conflicto, Sociedad y Estado colonial en el
Andes - Ceso - Departamento de Historia, 2008,
Resguardo
190 pp. Este texto acude a la reducción de escala entre el observador y “lo observado” para aproximarse a la sociedad colonial. En primer lugar alrededor de Nóvita y el Chocó coloniales y, en segundo lugar, sobre los individuos de la Colonia a la hora de experimentar de manera directa y concreta la presencia inmediata del Estado. El trabajo explora, por una parte, los principales hechos que rodearon la muerte de un connotado hombre de negocios santafereño asesinado en Nóvita por hombres de condición sociorracial inferior a la suya, en circunstancias atroces, y por tanto dignos del peor castigo previsto por la legislación penal. Por otra, examina la psiquis de uno de los condenados a muerte, observando algunos rastros dejados por él.
de
Chiquiza,
1756-1801
Bogotá:
Universidad de los Andes - Ceso - Departamento de Historia, 2008, 263 pp. Este libro aporta al debate sobre el conflicto social durante el período colonial en el centro del virreinato de la Nueva Granada, y el problema histórico de la tierra. Añade al debate nuevas dimensiones, como el papel del clero regular en el conflicto sobre tierras, la resistencia activa de las comunidades indígenas mediante el uso de las instancias judiciales y las implicaciones de la heterogeneidad en cuanto a intereses y alcances de los funcionarios reales. Se acudió a fuentes históricas de tipo judicial, como el pleito posesorio, para reconstruir los acontecimientos ocurridos, aclarando vacíos y corrigiendo equivocaciones de la historiografía previa.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 231-233
231
232
Notilibros
❧ Langebaek Rueda, Carl Henrik. Los
herederos
del
pasado.
Indígenas
y
pensamiento criollo en Colombia y Venezuela.
participación en la Guerra de Corea y su marcada actuación en la lucha contrainsurgente, más recientemente, por su papel en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Bogotá: Universidad de los Andes - Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología -
❧ Murray, Pamela S.
CESO, 2009, Tomo I: 394 pp.; Tomo II: 336 pp. Esta obra hace un seguimiento histórico de la idealización y apropiación del indígena y de su pasado prehispánico por parte de los criollos de Colombia y Venezuela. Comienza con la manera como se representó al indígena durante la conquista española y continúa con el nacimiento de la idea de que su pasado hacía parte de la historia de los descendientes de los conquistadores. El trabajo propone que la imagen idealizada del indígena no tiene como referente al propio indígena, sino al criollo que a través de su ideología utiliza al nativo para representarse a sí mismo. Adicionalmente la obra reflexiona sobre las relaciones entre el pensamiento europeo y norteamericano con respecto al habitante del trópico y las respuestas brindadas por los criollos. Finalmente, propone que la visión positiva del indígena hace parte de una ideología que también presenta al nativo como depositario de todos los males y vicios posibles.
For Glory and Bolívar. The Remarkable Life of Manuela Sáenz. Austin: University of Texas Press, 2008, 238 pp. El libro ofrece una biografía de Manuela Sáenz, más allá del papel de amiga, amante y confidente del héroe de la Independencia Simón Bolívar. Basado en novedosas revisiones de archivo, el texto revela la imagen de una figura en cierta medida excepcional, así como la de una mujer latinoamericana cuya vida reflejaba las variadas experiencias de las mujeres en los turbulentos momentos de las revoluciones. Brinda un recorrido cuidadoso de la trayectoria política de Sáenz, incluidos los años de su exilio, y analiza los mitos que todavía rodean su imagen. Sin dejar de lado las características únicas de Manuela Sáenz, amplia la mirada sobre los múltiples motivos que definieron a esta emprendedora mujer del siglo XIX.
❧ Ramírez Bacca, Renzo. Historia laboral de una hacienda cafetera.
❧ Torres Del Río, César y Saúl Rodríguez
La Aurora, 1882 - 1982. Medellín: La Carreta
Hernández, eds. De milicias reales a militares contrainsurgentes. La institución militar en Colombia del siglo XVIII al XXI. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2008, 381 pp. Este libro se nutre de los aportes de autores que ilustran el papel de la institución militar en la historia nacional desde el siglo XVIII, con su inicial configuración como milicias reales y su denodada lucha por defender el fuero. Continúa con la participación en las guerras de independencia en el siglo XIX, su defensa del incipiente estado central y su papel como “ejércitos de montoneras” al servicio de las elites locales federalistas o centralistas. El trabajo muestra que entre los siglos XIX y XX las fuerzas armadas fueron relevantes gracias a los procesos de profesionalización como cuerpo especial de la sociedad, ubicados en escuelas militares, y a la evidente politización al servicio de los partidos liberal y conservador hasta el inicio del Frente Nacional. Además, de su
Editores - Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín) - Grupo de Investigación Historia, Trabajo, Sociedad y cultura, 2008, 217 pp. El libro es producto de la investigación sobre una importante hacienda cafetera en Colombia. Se analizan los factores más destacados de su explotación económica, de las relaciones laborales entre propietarios, administradores y jornaleros, de los diversos procesos técnicos propios de los cultivos del grano y de todo aquello que en su conjunto determina y explica los cambios durante un siglo. Se estudian sus épocas tanto de bonanza como de crisis, hasta llegar a la decadencia, cuando por diversos motivos el cultivo del café deja de ser rentable, la hacienda se fracciona territorialmente en varias propiedades menores, y se abandona el cultivo intensivo del grano. El trabajo, como síntesis de ese largo proceso de cambio (1882-1982), es útil para la comprensión de la historia regional del Tolima y constituye un valioso aporte al estudio del desarrollo agrícola
historia critica No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 231-233
Notilibros
de Colombia durante una época de grandes transformaciones socioculturales.
de las actuaciones internacionales por parte de los Estados-naciones.
❧ Ramírez Bacca, Renzo.
❧ Rodríguez Idárraga, Nicolás.
Historia laboral de una hacienda cafetera.
Los vehículos de la memoria. Discursos morales
La Aurora, 1882 - 1982. Medellín: La Carreta
durante la primera fase de la violencia (1946-
Editores - Universidad Nacional de Colombia
1953). Bogotá: Universidad de los Andes - Ceso
(sede Medellín) - Grupo de Investigación Historia,
- Departamento de Historia, 2008, 115 pp. El texto investiga la época de la violencia, en lo que el autor denomina su primera fase, relacionándola con el tema de su memoria, buscando demostrar que los cambios ocasionados por la intensidad de los hechos de violencia condujeron a una crisis en el orden simbólico. Esta situación llevó a que se produjera una eclosión de textos pensados para explicar lo sucedido. De esa crisis, dice Rodríguez, se desprende el hecho de que las personas que la vivieron se vieron abocadas a redefinir con mayor precisión sus identidades y las de aquellas que los rodeaban, lo que ocasionó una lucha por el reconocimiento. De esta manera se hizo patente la intensidad del discurso moral, buscando establecer de manera diferencial un “nosotros” y un “ellos”.
Trabajo, Sociedad y cultura, 2008, 217 pp. El libro es producto de la investigación sobre una importante hacienda cafetera en Colombia. Se analizan los factores más destacados de su explotación económica, de las relaciones laborales entre propietarios, administradores y jornaleros, de los diversos procesos técnicos propios de los cultivos del grano y de todo aquello que en su conjunto determina y explica los cambios durante un siglo. Se estudian sus épocas tanto de bonanza como de crisis, hasta llegar a la decadencia, cuando por diversos motivos el cultivo del café deja de ser rentable, la hacienda se fracciona territorialmente en varias propiedades menores, y se abandona el cultivo intensivo del grano. El trabajo, como síntesis de ese largo proceso de cambio (1882-1982), es útil para la comprensión de la historia regional del Tolima y constituye un valioso aporte al estudio del desarrollo agrícola de Colombia durante una época de grandes transformaciones socioculturales.
❧ Ramírez Bacca, Renzo. Los caracteres fundamentales de la primera globalización. Bogotá: Universidad de los Andes - Ceso - Departamento de Historia, 2008, 147 pp. La globalización adquirió su fisonomía más o menos clara en la segunda mitad del siglo XIX y ha sido una fuerza actuante únicamente a lo largo de los últimos dos siglos. Entender los rasgos constitutivos durante el sigo XIX resulta importante para la comprensión de nuestro presente al tiempo que permite comprender los diferentes tipos de mundialidad por los que ha atravesado la humanidad. Mientras la configuración contemporánea es débil y plural, la del siglo XIX fue eurocéntrica y fuerte, en tanto que disponía de un núcleo territorial que organizaba y le daba sentido a todo el conjunto conjugando tres tipos de procesos: el avance en la dirección de una economía mundial, una sensible movilidad de personas y el incremento
❧ Fazio Vengoa, Hugo. La historia y el presente en el espejo de la globalización. Bogotá: Universidad de los Andes - Ceso - Departamento de Historia, 2008, 166 pp. Señala el autor que frente a la aparente seguridad que comporta el estudio del pasado, la contemporaneidad se presenta como un tema esquivo, particularmente por la complejidad misma que encierra el presente. En este trabajo se indaga y discute sobre el sentido que entraña esta categoría, procedimiento analítico que permite precisar las fronteras temporales de nuestro presente histórico, cuyo marco cronológico abarca los últimos cuarenta años. Entender que nos encontramos dentro de este presente histórico permite descifrar muchas de las facetas más complicadas de nuestra contemporaneidad y ofrece indicios para comprender como se ha empezado a sustituir la modernidad clásica por la modernidad mundo, la historia y el tiempo mundial por la historia y el tiempo global, etc. El texto es fundamental para comprender las relaciones internacionales contemporáneas y las principales coordenadas que explican el mundo actual.
hist. crit. No. 37, Bogotá, enero-abril 2009, 252 pp. issn 0121-1617 pp 231-233
233