Historia Crítica No. 39

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Tabla de contenido 7-8

Carta a los lectores Artículos

Peter Burke, Cambridge University, Cambridge, Reino Unido La historia social y cultural de la casa

11-19

Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italia Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

20-42

Orián Jiménez Meneses, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada

44-61

Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960

62-83

Edición especialen la historia (II) Dossier: Objetos y mercancías

9-10

Camilo Quintero Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia”

Noviembre 2009 ISSN 0121-1617

Dossier: Objetos y mercancías en la historia (II)

84-105

Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970 Tema abierto: Cristián Garay Vera, de Santiago de Chile, Santiago de Chile, Chile El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942

108-129

Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, Estados Unidos Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia

130-152

María Dolores Ferrero Blanco, Universidad de Huelva, Huelva, España Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos

154-178

Espacio estudiantil Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía, y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundo Reseñas

180-200

César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009 Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes. Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007

201-204

Notilibros

211-213

Índices cronológico/ alfabético de autores/ temático

214-217

205-210

Convocatoria

218

Acerca de la revista

219

Normas para los autores

220-221

ISSN 0121-1617 Septiembre-Diciembre 2009 Precio $15.000


Imagen de portada: Extracto de Dibujo a tinta de José Antonio Villegas Quendaño, 1764. Fuente: Archivo General de la Nación, Mapoteca 4, No. 200a. Reproducida por Pablo Rodríguez y Jaime Borja, “La vida cotidiana en las minas coloniales”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, editora Beatriz Castro Carvajal. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996, 65.

Imagen No. 1 Pintura de Ramón Torres Méndez, 1849. Fuente: Museo Nacional No. 639. Reproducida por Aída Martínez Carreño, “La vida material en los espacios domésticos”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, editora Beatriz Castro Carvajal. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996, 353.

Imagen No. 2 Otto Lueger, Lexikon der gesamten Technik (dictionary of technology), 1904. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:L-Damenrad.png (Fecha de consulta: 14 de septiembre de 2009).


Tabla de contenido Carta a los lectores

7-8

Artículos Dossier: Objetos y mercancías en la historia (II) Camilo Quintero Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia”

9-10

Peter Burke, Cambridge University, Cambridge, Reino Unido La historia social y cultural de la casa

11-19

Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italia Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

20-42

Orián Jiménez Meneses, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada

44-61

Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960

62-83

Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970

84-105

Tema abierto: Cristián Garay Vera, de Santiago de Chile, Santiago de Chile, Chile El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942

108-129

Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, Estados Unidos Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia

130-152

María Dolores Ferrero Blanco, Universidad de Huelva, Huelva, España Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos

154-178

Espacio estudiantil Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía, y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundo Reseñas

180-200

César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009 Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes. Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007

201-204

Notilibros

211-213

Índices cronológico/ alfabético de autores/ temático

214-217

205-210

Convocatoria

218

Acerca de la revista

219

Normas para los autores

220-221


Table of Contents Letter to readers

7-8

Articles Thematic Forum: Objects and Commodities in History (II) Camilo Quintero Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Introduction to the Thematic Forum “Objects and Commodities in History”

9-10

Peter Burke, Cambridge University, Cambridge, United Kingdom The Social and Cultural History of the House

11-19

Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italy The Bicycle, Street Traffic, and Public Space in Fascist Italy

20-42

Orián Jiménez Meneses, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Objects and Culture: Rituals, Flows, and Creations in the New Kingdom of Granada

44-61

Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile Fictitious Enthusiasm: the Drug Market in the Transition to Prohibition in Chile, 1920-1960

62-83

Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina Domesticating the TV: the Uses of the Television in Everyday Life in Mar del Plata (Argentina), 1960-1970

84-105

Open Forum: Cristián Garay Vera, Universidad de Santiago de Chile, Santiago de Chile, Chile Peru’s Amazonian Attribute: the Construction of Sovereignty, 1903-1942

108-129

Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, United States The Seizure of Schools during the Liberal Republic, 1936-1942: Part of the Discursive Structure of La Violencia

130-152

María Dolores Ferrero Blanco, Universidad de Huelva, Huelva, España Violence and Repression in the Twilight of the Somoza Regime: Jailhouse Conditions for Political Prisoners

154-178

Student Space Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia The Contributions of Brian Harley to the New History of Cartography, and the Current State of Affairs in Colombia, Latin America, and the World Reseñas

180-200

César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009 Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes. Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007

201-204

Book Notes

211-213

Chronological index/ alphabetical of authors/ thematic

214-217

205-210

Call for papers

218

About the journal

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Submission guidelines

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Carta a los lectores

Carta a los lectores Con este número cerramos, de alguna manera, dos ciclos: el del primer año de la adopción de una periodicidad cuatrimestral en vez de semestral, y el de los primeros 20 años de Historia Crítica. En la medida en que el aniversario de la revista se celebró entre otras con la publicación de un número especial que presenta artículos de los profesores del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, fueron en total cuatro ediciones las que Historia Crítica ofreció a sus lectores en el 2009. Vale la pena señalar, respecto al momento que estamos viviendo, que desde mediados del año la página web de la revista se ha transformado con un nuevo diseño, que hemos querido sea más amable para quienes nos consultan. Seguiremos, claro está, con la nueva regularidad de tres revistas anuales, afrontando el reto de continuar cumpliendo con nuestros lectores en la entrega de material valioso para la consolidación de la disciplina histórica y las Ciencias Sociales. Para el 2010, por ejemplo, se están preparando dossiers sobre temáticas de actualidad para nuestra comunidad: uno sobre Memoria e historia y otro sobre el Bicentenario de la Independencia. En la presente edición figura la segunda entrega del dossier de Objetos y mercancías en la historia, cuya presentación está a cargo de su coordinador, el historiador Camilo Quintero. A continuación la sección de Tema abierto cuenta con cuatro artículos, uno de los cuales constituye el Espacio estudiantil. La revista se cierra con las secciones de Reseñas y Notilibros, a las cuales se suman los índices alfabético de autores y cronológico ya tradicionales a final de año. En cuanto a los artículos de Tema abierto, Cristián Garay, en primer lugar, se preocupa por lo que llama el “atributo amazónico” del Perú, es decir, por el proceso mediante el cual este país fue disputándose con sus vecinos un espacio en el Amazonas en la primera mitad del siglo XX. Thomas Williford se interesa, por su parte, en las implicaciones del paso de la instrucción pública a manos liberales

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No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 7-8

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Carta a los lectores

entre 1936 y 1942. En tercera instancia, estudiando la Nicaragua de los Somoza, María Dolores Ferrero aborda -con un análisis de las cartas que lograron filtrarse fuera de las cárceles- la violencia y la represión a las que fueron sometidos los presos políticos. En el Espacio estudiantil, Sebastián Díaz explora la nueva configuración que, con base en los aportes de Brian Harley, ha tomado el campo de la historia de la cartografía y presenta su panorama en Colombia, América Latina y el mundo.

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Camilo Quintero Toro

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Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia” (II)

En este número de Historia Crítica se entrega la segunda parte del dossier “Objetos y mercancías en la historia”. En la revista anterior escribimos una breve presentación sobre la utilidad de estudiar la circulación, el intercambio y la simbología de objetos y mercancías en la búsqueda por comprender los procesos históricos. Así mismo, la primera entrega del dossier incluyó cinco artículos que centraron su atención en el estudio histórico de algún grupo de objetos o mercancías: el cine norteamericano en la historia de Chile a comienzos del siglo XX, los artículos europeos importados en el contexto bogotano del siglo XIX, las prácticas de consumo en el colegio jesuita de la ciudad de Antioquia en el período colonial, la vida material en Santiago de Cuba en el siglo XIX y el mobiliario en Córdoba en el siglo XVIII. En esta entrega el dossier consta nuevamente de cinco artículos. En primer lugar está un ensayo breve de Peter Burke en el cual presenta una historia cultural de la casa. El escrito, que fue presentado como una conferencia en la escuela de diseño y arte Eina en Barcelona en el 2006, hace un recorrido por lugares tan diversos como Brasil, Inglaterra e Italia, entre otros, para demostrar que las casas presentan un punto de partida único para entender de manera más clara las sociedades que las construían y las habitaban. Para el autor, la casa grande brasilera o las casas del sur de los Estados Unidos, por ejemplo, se convierten en actores que permiten discutir temas que pueden variar desde las relaciones de poder en la vida doméstica hasta la importancia de la casa en la formación de nuevas tradiciones literarias.

Camilo Quintero Toro Historiador de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. M.A. y PhD en Historia de la Ciencia, Universidad de Wisconsin, Madison, Estados Unidos. Actualmente se desempeña como profesor asistente en el Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Miembro del Grupo de Investigación Historia y Sociología de la Ciencia. Entre sus publicaciones recientes se encuentra: “La ciencia norteamericana se vuelve global: el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en Colombia”, Revista de Estudios Sociales 31 (2008):48-59 y “¿En qué anda la historia de la ciencia y el imperialismo? Saberes locales, dinámicas coloniales y el papel de los Estados Unidos en la ciencia en el siglo XX”, Historia Crítica 31 (2006):151171. cquinter@uniandes.edu.co

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Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia” (II)

Carlos Héctor Caracciolo presenta una investigación sobre la bicicleta en el contexto de la Italia fascista de Benito Mussolini. Para Caracciolo la bicicleta se convierte en un actor ideal para entender la relación entre el espacio público y el sistema político, por lo menos en las primeras décadas del siglo XX italiano. Más aún, la bicicleta permite entender las deficiencias y contradicciones que existieron en el proceso de modernización a lo largo del período fascista. A pesar de que el automóvil entró a competir fuertemente por el espacio en diferentes ciudades, la bicicleta conservó no sólo un lugar privilegiado en la vida cotidiana, sino que entró a formar parte esencial de la cultura italiana. Por su parte Orián Jiménez enfoca su estudio en el movimiento de objetos y mercancías en el período colonial del Virreinato del Nuevo Reino de Granada, en particular en el siglo XVIII. Para el autor la manera en que la madera, las piedras preciosas o las telas, entre muchos otros artículos, circulaban entre distintos puntos del Nuevo Reino nos permite comprender mejor las comunicaciones y las relaciones de poder entre diversos lugares del territorio colombiano. Así mismo el autor llama la atención sobre la importancia de tener un mejor entendimiento de las rutas que determinan el flujo de las mercancías, un tema que le ha llamado la atención a historiadores y a antropólogos de la cultura material y que poco se ha estudiado en el caso de la Colombia colonial. A continuación encontramos el escrito de Marcos Fernández Labbé sobre el consumo y la circulación de cocaína y morfina en Chile entre 1920 y 1960. Si Orián Jiménez nos invita a pensar en la importancia de las rutas en la historia de las mercancías, Fernández Labbé parece llamarnos la atención sobre la importancia de entender la manera en que algunas mercancías se desvían de las rutas tradicionales. Mientras que a principios del siglo XX ambas sustancias hacían parte del estamento médico en Chile y su comercio era legal, para mediados del siglo XX ya estaban prohibidas. Sin embargo, esto no impidió que alrededor de ambas sustancias se crearan nuevas redes que permitieron su circulación por vías alternas y tuvieron efectos claros en el imaginario de los chilenos sobre las drogas y su prohibición. Por último tenemos el artículo de Inés Pérez sobre los usos del televisor en Mar de Plata, Argentina, entre 1960 y 1980. A través de entrevistas y de material de archivo la autora investiga la manera en que el televisor transformó la asociación entre vida cotidiana y domesticidad en esta ciudad argentina. Además, el escrito demuestra cómo la experiencia en Mar de Plata fue distinta a aquella que se presentó en Buenos Aires, incluyendo así una perspectiva regional de gran interés para la historia argentina y latinoamericana. Esperamos que los lectores disfruten del dossier.

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Peter Burke

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La historia social y cultural de la casaÏ

Escogí la casa como el tema de esta conferencia porque es un punto de encuentro entre diferentes disciplinas: no sólo el diseño y la historia, sino también la arqueología, la antropología, la geografía e incluso la literatura. El interés por la casa como objeto de estudio parece haber aumentado en la última generación. En Gran Bretaña fue publicado en 1978 un destacado estudio de Mark Girouard, Life in the English Country House; un grupo interdisciplinario que trabaja en la historia de los interiores ha existido desde hace cinco años aproximadamente; una nueva revista titulada Home Cultures fue fundada en el 2004; y una exhibición en el Museo Victoria y Alberto titulada “En casa en la Italia renacentista” se inauguró en octubre de 2006. A continuación me gustaría aproximarme al tema de las casas y los hogares desde el punto de vista de un historiador. Más exactamente, desde dos puntos de vista, la historia social y la historia cultural. Es decir, haré una distinción entre un enfoque social que se preocupa especialmente por las maneras en que los edificios fueron usados, y una perspectiva cultural, que asume las casas como símbolos. Más que centrar mi atención en un lugar en particular, seguiré una aproximación comparativa. Con el fin de limitar este tema tan amplio, me concentraré en casas grandes de algunas regiones. Los ejemplos vendrán en general de las Islas Británicas y de partes de Norte y Suramérica entre los siglos XVI y XX. I Empecemos con Brasil. En un estudio pionero sobre el noreste de Brasil en el periodo colonial publicado en 1933, el sociólogo brasilero Gilberto Freyre presentó la Casa Grande (junto con la senzala,

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Peter Burke Profesor emérito de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Estudió historia en Oxford y fue profesor de la Universidad de Sussex (1962-1978), antes de trasladarse a Cambridge, donde se desempeñó como profesor de Historia Cultural hasta su jubilación. Sus libros, casi todos traducidos al español, incluyen El renacimiento italiano. Cultura y sociedad en Italia (1972), La cultura popular en la Europa moderna (1978) e Historia social del conocimiento: de Gutenberg a Diderot (2000). Actualmente está trabajando en un segundo volumen de la historia social del conocimiento, De la Enciclopedia a Wikipedia.

Ï El contenido de este ensayo surgió de la conferencia dictada por el profesor Peter Burke en la Universidad de Barcelona, España, en el 2006, para EINA (Escuela de diseño). La traducción al español fue realizada por Camilo Quintero.


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La historia social y cultural de la casa

los alojamientos de los esclavos) como un microcosmos de la sociedad patriarcal y esclavista en la plantación de azúcar1. Freyre, debería decirse, tuvo una pasión de toda la vida por la arquitectura. Un entusiasta de las ideas de John Ruskin y Lewis Mumford, tuvo opiniones fuertes acerca de la necesidad de adaptar los diseños de los edificios al ambiente y la cultura local. En la década de 1930, por ejemplo, cuando el prefecto de Recife, su ciudad natal, quiso derribar los mucambos, las viviendas tradicionales de los pobres, Freyre defendió estas moradas con bases higiénicas y estéticas. En la década de 1950 criticó el diseño de Brasilia por ser muy internacional y no suficientemente brasilero. Pero su interés arquitectónico central fue la casa grande o engenho, como el ingenio español usado en Cuba y otros lados, que significaba a la vez la máquina para procesar la caña de azúcar, la casa y la propiedad que la rodeaba. En Europa en los siglos XVI y XVII existió una necesidad parecida por las casas grandes. Tenían que ser así porque eran centros de poder local. Gracias al crecimiento del Estado centralizador la defensa no era una prioridad tan importante como lo había sido en la Edad Media, por lo que las ventanas pudieron ser más amplias y se pudo gastar más dinero en el exterior. La vivienda se convirtió en una de las principales formas de consumo para llamar la atención. Los padres advertirían a sus hijos no regodearse en ello. Sin embargo, construir a gran escala no era simplemente un capricho. En general, las casas grandes fueron centros de hospitalidad y ésta fue un medio para ejercer poder: un poder local sobre inquilinos y clientes. Poder e influencia: en algún momento se esperó que los clientes lucharan por sus señores, y luego se esperó que votaran por ellos o por los partidos que apoyaban2. Dentro de Europa la forma y la ubicación de las casas varió de una región a otra. Uno de los muchos contrastes entre la Europa del norte y la del sur, junto con el catolicismo versus el protestantismo, y la cerveza versus el vino, fue una diferencia en las casas y en el estilo de vida de las clases altas. En la Europa mediterránea, especialmente en Italia, el foco de atención fue la ciudad y por lo tanto la casa urbana. Lo que los italianos llamaron el palazzo, palacio, sin duda un término revelador, era la casa en la ciudad, el lugar donde la familia pasaba la mayor parte de su tiempo3. La villa, especialmente 1. Gilberto Freyre, Casa Grande e Senzala en la Toscana y el Veneto, era más modesta, pues era simplemente (Rio de Janeiro: Maia & Schmidt, 1933). un lugar para que la familia pasara los meses cálidos del año. 2. Mark Girouard, Life in the English Por contraste, la nobleza de Europa del norte, como los daneses, Country House: a social and architectural history (New Haven and London: Yale los polacos, los franceses del norte y especialmente los ingleses, University Press, 1978). prestaron toda su atención y dinero a la casa de campo. Ellos 3. Richard Goldthwaite, The Building of Renaissance Florence (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1980).

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compraban o arrendaban una casa en la ciudad, especialmente en las ciudades capitales como París o Londres, pero sólo vivían en ella unos pocos meses del año4. En el caso de Inglaterra, un desarrollo nuevo a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII fue lo que los historiadores de la arquitectura llaman prodigy house o casa prodigio. Estas casas fueron por lo general más grandes de lo que se necesitaba para alojar a la familia y los sirvientes. Eran construidas de tal manera que los dueños pudieran tener invitados a gran escala. Algunos de sus constructores esperaban o temían, o por lo menos anticipaban, recibir al monarca y su corte y por lo tanto construían habitaciones de estado, state bedrooms, en las cuales nunca dormían ellos mismos. Una vez más, la hospitalidad estaba conectada al poder o por lo menos a la esperanza de tener poder. Estas grandes casas estaban divididas en dos partes principales: las zonas delanteras o front regions y lo que podríamos llamar entre bastidores o backstage. Las zonas delanteras eran accesibles por lo general a nobles, un escenario para hacer despliegues de status. En el caso de los palazzi italianos se puede pensar en el piano nobile, los saloni en el primer piso, la gran escalera y la secuencia de anticamere como escenarios del “drama” que implicaba recibir visitantes importantes5. En el caso de las casas de campo inglesas, por otro lado, la zona delantera incluía el vestíbulo, centro de prácticas tradicionales como los festejos y las entregas de regalos que databan de la Edad Media y fueron descritas en el poema anglosajón Beowulf, hace unos mil años. El señor y la señora de la casa estaban separados de sus criados al sentarse en una mesa especial, muchas veces en un estrado, una práctica que continúa hasta el día de hoy en colegios de Oxford y Cambridge con las mesas altas o high tables para los profesores. Otra característica de la casa de campo inglesa era el long gallery o gran galería, usada en parte para hacer ejercicio en caso de tiempo lluvioso, y en parte para exponer los retratos familiares y así impresionar a los visitantes. Las zonas traseras o back regions incluían no sólo las áreas de 4. Mark Girouard, Life in the French Country servicio tales como la cocina, sino también habitaciones de uso priHouse (New York: Knopf, 2000). vado para los miembros de la familia. En estas zonas había espacio 5. Patricia Waddy, Seventeenthpara la privacidad y el confort, los cuales fueron valorados cada vez Century Roman Palaces (New York, Cambridge, London: The más a partir del siglo XVIII6. Hoy en día esperamos que las casas esArchitectural History Foundation; tén divididas en salas, dormitorios, estudios, baños, etcétera, pero a The MIT Press, 1990). principios de la Edad Moderna era más probable que las habitacio6. Witold Rybczynski, Home (New York: Viking, 1986); Annik Pardailhénes tuvieran múltiples funciones y las bañeras y las camas se traían Galabrun, La naissance de l’intime cuando se requería de ellas. (Paris: Presses universitaires de France, 1988). Cambiar las funciones de una habitación era aún más fácil, pues 7 los interiores estaban prácticamente al desnudo . Por contraste, en 7. Richard Goldthwaite (1980). Cf. Peter

Thornton, The Italian Renaissance Interior (London: Weidenfeld and Nicolson, 1991).

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en la edad del confort y los muebles tapizados, especialmente en el siglo XIX, los interiores estaban llenos de objetos, tal como las pinturas y las fotografías lo muestran. Para terminar esta primera sección sobre historia social me gustaría hacer énfasis en la interacción entre la gente y los edificios, una relación de doble dirección entre la cultura material de una parte y las prácticas sociales de otra. Podemos y debemos evitar las opciones opuestas entre el determinismo y el voluntarismo. Por un lado, los individuos y los grupos pueden decidir cómo usar los espacios y los objetos para sus propósitos propios. Pero estos propósitos pueden ser moldeados por formas heredadas. El plano de un edificio moldea la sociabilidad de la gente que lo usa. Este punto se puede ilustrar tomando como referencia los colegios de Oxford y Cambridge, donde la vida cotidiana se vive aún en un entorno de patios, vestíbulos y escaleras que tienen varios siglos. Los edificios no nos obligan a actuar de determinada manera, sino que, tomando otra metáfora del teatro, se podría sugerir que los edificios dan “indicaciones” a la gente que vive en ellos, fomentando cierto tipo de comportamientos. Estas indicaciones son aún más efectivas, pues por lo general trabajan de manera inconsciente. II Permítanme pasar ahora al enfoque cultural. La casa a menudo ha sido vista como un símbolo de la sociedad que la rodea o incluso como un símbolo del cosmos. Un ejemplo brillante de este tipo de análisis es un ensayo de Pierre Bourdieu -en su fase Lévi-straussiana- sobre la casa Kabyle en Argelia. El ensayo está organizado alrededor del contraste dramático entre dos partes de la casa: la parte baja, asociada con la naturaleza, la oscuridad, las mujeres, el sexo y la humedad; y la parte alta de la casa asociada con la cultura, la luz, los hombres, el tejido y los invitados8. No es de extrañarse entonces que otro antropólogo 8. Pierre Bourdieu (1971), “La maison kabyle ou le monde renversé”. Cf. escribiera un artículo sobre el acto de entrar a una casa como forAbout the House: Lévi-Strauss and Beyond, ma de entrar a toda una cultura9. eds. Janet Carsten y Stephen Hugh-Jones (Cambridge: Cambridge University En Europa podemos considerar la gran casa como un símbolo del Press, 1995). ser, especialmente del ser colectivo, la familia10. Construir una casa 9. Charles O. Frake, “How to Enter a fue una forma de auto-presentación y una gran casa podía llevar Yakan House”, en Language and Cultural Description (Stanford: Stanford el nombre del dueño en la fachada o sus iniciales en las almenas, University Press, 1980), 214-230. como el “ES” (Elizabeth, Condesa de Shrewsbury) en las almenas de 10. Jim Duncan and Nancy Duncan, Hardiwck Hall, construidas a finales del siglo XVI. Como un símbolo “Housing as Presentation of Self”, del ser en una cultura agonística, la casa como su dueño era vulneen Environmental Knowing, eds. Gary T. Moore y Reginald G. Golledge rable al insulto. Aquello que los italianos llamaron cartelli infamanti (Stroudsburg: Dowden, Hutchinson (y los españoles pasquines) eran sujetados con alfileres o pegados a & Ross, 1976). Cf. Shelley Hales, The Roman House and Social Identity (Cambridge: Cambridge University Press, 2003).

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la puerta delantera, o se colocaban allí cuernos de animales, o el umbral era profanado simbólicamente con suciedades11. En Inglaterra, por contraste, se hacía menos énfasis en el honor y más énfasis en la privacidad. Existía, y todavía existe, un culto por la casa en Inglaterra, como lo demuestran las frases “hogar dulce hogar” y “el hogar del inglés es su castillo”. Hasta el día de hoy, donde los franceses de todas las clases gastan mucho en comida y menos en sus casas o apartamentos, los ingleses gastan menos en comida y más en sus casas (y prefieren vivir en casas independientes o semi-independientes, en lugar de apartamentos). III Siguiendo estas observaciones generales de lo que podríamos llamar “culturas de la casa”, me gustaría enfocarme de manera más clara en un tema particular: las casas grandes en la historia del imaginario colectivo. Para poder hacerlo recurriré de manera considerable a la evidencia de la ficción, especialmente de las novelas y el cine. En algunas novelas de los siglos XIX y XX, y más aún en las películas que se han hecho a partir de ellas, algunas casas son más que un escenario para el relato. De una novela del gran escritor portugués José Maria Eça de Queirós se ha dicho que “la casa es el personaje principal en el libro”. En la novela italiana del Príncipe de Lampedusa, Il Gattopardo, que cautivó a Italia al final de la década de 1950, la casa, o más exactamente dos casas, el palacio en Palermo y la villa en Donnafugata, juegan un papel importante. La versión para el cine de la novela por Visconti, con su memorable escena del baile, pone aún más énfasis en el ambiente material. En Suecia el interior y el mobiliario del palacio de un obispo se muestran vívidamente en la pantalla en la película Fanny and Alexander (1982), escrita y dirigida por Ingmar Bergman. En Norteamérica, las casas son importantes en dos de las novelas de Edith Wharton, situadas en el mundo de la sociedad de clase de alta de Nueva York: The Age of Innocence (1920), filmada por Martin Scorsese (1993) y The House of Mirth (1905), por Terrence Davies (2000). En Cataluña, Bearn o la sala de los nines (1956) de Lorenç Villlonga describe una casa de campo en Mallorca en el siglo XIX12. En Chile está la Casa Grande (1909) de Luis Orrego Luco. Quizás cada país tiene su propia novela de la casa. 11. Peter Burke, Historical Anthropology De todos modos, las casas grandes rondan algunos imaginarios of Early Modern Italy (Cambridge: Cambridge University Press, 1987), nacionales o regionales más que otros. Estas imágenes son particu103-4; Elizabeth S. Cohen and Thomas larmente poderosas en tres lugares: el sur de los Estados Unidos, V. Cohen, “Open and Shut: the Social Meanings of the Cinquecento Roman el noreste de Brasil y las Islas Británicas. En estos tres lugares el House”, Studies in the Decorative Arts 9 término Casa Grande o big house tiene resonancia. (2001-2), 61-84. 12. Agradezco a Octavi Rofes por esta referencia.

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El big house en el sur estadounidense fue un intento de recrear la casa de campo inglesa en un entorno foráneo, no en una granja sino en una plantación (cultivando azúcar, algodón o tabaco). La gran novela del big house es sin duda Absalom, Absalom! (1936) de William Faulkner, titulada originalmente La casa negra, o en otras palabras, la mansión de comienzos del siglo XIX de la familia Sutpen, diseñada por un arquitecto francés y construida por una cuadrilla de esclavos, con sus “jardines y paseos ceremoniosos, sus alojamientos para esclavos, establos y ahumaderos”. En la vida real el abuelo del novelista, el coronel, había construido lo que se conocía como el Big Place o Gran Lugar en Oxford, Mississippi. En el mismo año que la novela de Faulkner se publicó una novela más popular, Lo que el viento se llevó (1936, película 1939) de Margaret Mitchell, situada en parte en dos big houses en Georgia durante la Guerra Civil. Dos años después, en 1938, vino The Fathers de Allen Tate, situada en un big house en Virginia, una vez más durante la Guerra Civil. En el caso de Suramérica uno piensa en Isabel Allende y La casa de los espíritus (1982), situada probablemente en Venezuela donde ella creció, en vez de su país natal, Chile. Sin embargo, en el imaginario brasilero la Casa Grande tiene un lugar incluso más importante. Fue descrita no sólo por Gilberto Freyre, sino también por su amigo, el escritor José Lins do Rego, cuyo Menino de engenho (1932) evoca el mundo en el que creció el autor. También fue representada por pintores como Cícero Días, otro amigo de Freyre, quien fue criado en dicha casa. El libro de Freyre analiza los edificios en dos niveles: el utilitario y el simbólico. El autor sugiere que la Casa Grande fue una adaptación al entorno local, pero también la considera como una “representación” del sistema patriarcal del noreste. Varios análisis más detallados refuerzan estos puntos generales. Uno de los ejemplos más detallados de este mundo patriarcal en el libro viene de la descripción que el autor hace sobre la disposición de los dormitorios. “A dormida das meninas e moças reservava-se, nas casa-grandes, a alcova, ou camarinha, bem no centro da casa, rodeada de quartos de pessoas mais velhas”13. La “mesa patriarcal” para 20 personas fue otro símbolo del sistema social (los niños numerosos, la hospitalidad, etc.). En la ciudad, el equivalente de la casa grande fue la mansión o sobrado, como lo describe Freyre en Sobrados e Mucambos (1936), que le prestó más atención que su obra predecesora a las casas, su distribución y mobiliario, observando la importancia de la sala de visita, por ejemplo, así como el uso creciente de bienes importados de Inglaterra como los pianos, los muebles, los cubiertos e incluso los apparelhos de chá. El sobrado también fue descrito vívidamente por Eric Veríssimo, el autor de la novela histórica brasilera más famosa, O Tempo e o Vento (1949-62), situada en un pequeño pueblo dominado por dos familias en el sur del país, Rio Grande do 13. Gilberto Freyre, Casa Grande. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 11-19


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Sul. La casa de la familia Cambara, conocida como el sobrado, es el escenario de buena parte de la acción: los dramas de la vida familiar, las conversaciones largas entre el anfitrión y los visitantes, e incluso un sitio durante la guerra civil local. El sobrado puede ser visto como una versión brasilera del palazzo italiano o mediterráneo. Por contraste es la casa de campo la que domina las novelas en las Islas Británicas. Gran Bretaña es el lugar por excelencia de las visitas de casa de campo, lo cual se ha convertido en una importante actividad recreativa para todas las edades y clases. Revistas como Country Life circulan de manera amplia en Gran Bretaña, aunque desde 1850 la mayor parte de la población ha vivido en pueblos. Este es el contexto de la notable recepción del libro de Girouard, del cual se dice ha vendido un millón de copias. Los dos ejemplos ingleses más famosos de novelas de casas de campo son Brideshead Revisited (1945) de Evelyn Waugh, y The Go-Between (1953) de L. P. Hartley. Brideshead tiene su base en la casa histórica Castle Howard cerca de York, construida hacia 1700 y usada como escenario para la adaptación televisiva de la novela (1981). El libro de Hartley fue convertido en una película (1971, dirigida por Joseph Losey). Otros dos ejemplos se conocen mejor como películas: The Shooting Party de Isabel Colgate (1981, filmada en 1985) y Gosford Park de Robert Altman (filmada en 2001), lo cual muestra que en el siglo XXI el género no ha perdido su popularidad. Los lectores pueden haberse preguntado por qué he utilizado el término arcaico “Islas Británicas” en vez de Gran Bretaña. El punto es que el big house ha inspirado más escritos en Irlanda que en Inglaterra. El poeta W. B. Yeats por ejemplo tenía un amor particular por Coole Park en Galway. Yeats publicó un volumen de poemas con el título The Wild Swans at Coole (1919), seguido por los poemas “Coole Park” (1929) y “Coole and Ballylee” (1931). Yeats comenzó su obra autobiográfica Dramatis Personae (1935) con una descripción de tres grandes casas en Galway, Coole House, Tullyra Castle y Roxborough House. Él no afirmó que fueran bellas. Tullyra Castle fue un mal ejemplo del neogótico, Roxborough House era “pequeña y poco agraciada”, mientras que la Coole House era “poco agraciada y encajonada”, aunque con encanto por sus “árboles ancestrales”, su lago y su mobiliario, “bustos de mármol viejos, fotos viejas en todas partes”. Lo que impresionó al poeta fue el lugar de estas casas en la “vida pública de Irlanda”, así como le impresionó la importancia de la aristocracia para la civilización, llevándolo a comparar el Big House irlandés con el palacio en Urbino, que sirvió como escenario para un clásico de la literatura del Renacimiento, Il Cortegiano, de Castiglione. Las novelas irlandesas no sólo están situadas en las big houses, sino que también están construidas alrededor de ellas y de la “cultura del Big House”14. Elizabeth Bowen, por ejemplo, escribe en su novela The Last September (1929) sobre 14. Jacqueline Genet, ed. The Big House in Ireland (Dingle: Brandon, 1991). hist. crit.

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la casa imaginada de “Danielstown”, como si fuera una persona que “miraba fijamente”, le temía al campo circundante y finalmente sufrió “la muerte” o “la ejecución”. Ella construye una imagen de la casa, como un pintor puntillista, con una multitud de pequeños pincelazos. Aprendemos que la casa tiene una “enorme fachada”, así como césped, dos canchas de tenis, campos con vacas (separados del césped por una “cerca hundida”) y muchos árboles (hayas y castaños) y arbustos. Está en un terreno alto y uno se aproxima a ella por avenidas inferiores y superiores y se entra subiendo escalones en los cuales los residentes se sientan con frecuencia. Por dentro está el techo alto que “todo el tiempo empequeñecía las figuras y los muebles”, las pieles de animales en el suelo, y las habitaciones principales. “La cueva solitaria del vestíbulo”, con “retratos que miran fijamente”; el comedor, con una “mesa enorme” y un “grupo de retratos” colgados muy alto; y una biblioteca con “estanterías con llave”. ¿Por qué hay tantas novelas de este tipo? Vale la pena notar el número de novelas de casas grandes escritas por mujeres: Edith Wharton, Margaret Mitchell, Isabel Allende, y en Irlanda Molly Keane, Jennifer Johnston y sobre todo Elizabeth Bowen. El interés por la cultura material y la cultura doméstica no es exclusivamente femenino, pero sigue siendo una especialidad de las mujeres. Sin embargo, este punto no explica la geografía de las novelas. Fueron escritas en lugares con tradiciones regionales fuertes -y con tradiciones de regionalismo-. También fueron escritas en épocas de declive: en el sur de los Estados Unidos después de su derrota en la Guerra Civil, en Brasil después del Sur, cuando las plantaciones de café tomaron el lugar del Noreste y su azúcar; en Irlanda en una época donde el dominio de la case terrateniente (conocida como Ascendancy o ascendiente) fue amenazada por el surgimiento de un movimiento por la independencia y la república. Estas familias angloirlandesas que habían llegado al país en el siglo XVII se veían a sí mismas como irlandesas y a los ingleses como extranjeros, tal como bien lo ilustra la novela de Bowen. Otros irlandeses, por otro lado, las veían como inglesas. Yeats fue excepcional al combinar su nacionalismo con un amor por estas casas extranjeras. Las descripciones de las big houses generalmente expresaban nostalgia por el pasado. Como lo ha escrito Joaquim Molas, Bearn es “l’elegia d’una classe social en desintegració: l’aristocracia rural”. Los autores (Bowen, Waugh, Lins do Rego, etc.) fueron a menudo miembros de las clases dirigentes, mientras que Yeats y Freyre estaban en las afueras del grupo. La nostalgia expresada frecuentemente en las novelas y poemas está conectada a memorias de destrucción reciente. The Last September de Bowen termina con la quema de tres casas. Las casas son un símbolo de las familias que viven en ellas y su quema o “ejecución” simboliza el fin de su ascendencia y un rechazo de la sociedad patriarcal (Yeats describió el trato de una Ascendancy family o familia de ascendencia hacia sus inquilinos como “benevolencia despótica”). Por supuesto la destrucción de las grandes casas no estuvo limitada a Irlanda. El escrito de Freyre, la Casa Grande e Senzala (1933), fue provocado por la destrucción de

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la casa de su familia en Recife durante la revolución de 1930. En el caso del Príncipe de Lampedusa, la pérdida de su palacio familiar en Palermo, bombardeada en 1943, fue uno de los motivos para escribir Il Gattopardo. La destrucción ha sido a menudo inspiración de los historiadores para reconstruir en la imaginación “el mundo que hemos perdido”. Sin embargo, los usos de la historia, especialmente la historia comparada, no se limitan a la nostalgia. Leer historia es como un viaje y “el pasado es un país extranjero”, una frase que abre la novela de Hartley The Go-Between. La historia comparada en particular amplía nuestra percepción de las alternativas y por lo tanto enriquece nuestra imaginación. En el caso de la arquitectura, por ejemplo, muestra que a los problemas recurrentes se les han dado diferentes soluciones en diferentes culturas o que han surgido problemas distintos.

Cronología

1929 Bowen, The Last September 1932 Lins, Menino do Engenho 1933 Freyre, Casa Grande 1936 Freyre, Sobrados 1936 Faulkner, Absalom, Absalon! 1936 Mitchell, Lo que el viento se llevó 1938 Cary, Castle Corner 1939 Versión cinematográfica de Lo que el viento se llevó 1945 Waugh, Brideshead Revisited 1949-62 Veríssimo, O tempo e o Vento 1953 L. P. Hartley, The Go-Between 1958 Lampedusa, Il Gattopardo 1963 Versión cinematográfica de Il Gattopardo por Visconti 1971 Versión cinematográfica de Go-Between 1972 Johnston, The Captains and the Kings 1981 Colgate, The Shooting Party 1981 Versión para televisión de Brideshead 1982 Allende, La casa de los espíritus 1985 Versión cinematográfica de Shooting Party 2001 Altman, Gosford Park

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Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

Artículo recibido: 15 de enero de 2009; aprobado: 23 de abril de 2009; modificado: 24 de junio de 2009.

Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

The Bicycle, Street Traffic, and Public Space in Fascist Italy

Resumen

Abstract

La bicicleta es prácticamente la misma desde

While the bicycle has not changed much since the

fines de 1800, mientras alrededor de ella

end of the nineteenth century, the world around it

cambiaron modas, costumbres, tecnologías,

-fashion, customs, technology, ideology, material

ideologías, cultura material, sistemas políticos

culture, political and economic systems- has

y económicos. La bicicleta estuvo presente en

changed. The bicycle was a part of many aspects

muchos aspectos de la vida italiana por varios

of Italian life (work, sports, politics, leisure) for

decenios (trabajo, deporte, política, tiempo

various decades and its social meaning changed

libre) y su valor social se modificó con el paso

over the years. This article analyzes the bicycle

del tiempo. Este trabajo analiza la bicicleta

during the fascist dictatorship: the transformation

durante la dictadura fascista: la transformación

of its social meaning and its relationship with

de su valor social y la relación con el espacio

public space. It highlights the values, strategies of

público; evidencia valores, estrategias de poder,

power, hierarchies, tensions, and contradictions

jerarquías, tensiones y contradicciones de la

of the society and the regime, proposing a way to

sociedad y del régimen; y propone una llave de

read them that is useful for understanding other

lectura útil para otros contextos y épocas

contexts and eras.

Palabras

Key Words

c l av e

Italia, bicicleta, espacio público, fascismo.

Carlos Héctor Caracciolo

Italy, Bicycle, Public Space, Fascism.

Licenciado en Ciencias Políticas, Universidad Católica de Buenos Aires; “Laurea” en História Contemporanea, Universidad de Bolonia, Italia. Estudiante de doctorado en Historia Moderna, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, España. Investigador (assegnista di ricerca) en el Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, sede de Bolonia, Italia. Sus intereses investigativos son la “sismología histórica” italiana y mediterránea. Respecto a la historia contemporánea, la historia social y cultural de la bicicleta, tiene múltiples relaciones con distintas ramas de la historiografía actual: historia urbana, de la mujer, de las prácticas cotidianas, de los movimientos sociales, de los medios de comunicación, además de tener un fuerte lazo con la antropología histórica. En el pasado se ha ocupado de la historia de la frontera territorial y mental, entre los gauchos y aborígenes del norte argentino. Entre sus publiaciones recientes se encuentran: con Romano Camassi y Viviana Castelli, “Strong Earthquakes in North-Western Africa in the Second Half of the 17th Century, AD: A Critical Reappraisal of the Historical Evidence”, en Historical Seismology - Interdisciplinary Studies of Past and Recent Earthquakes, ed. Julien Fréchet, Mustapha Meghraoui y Massimiliano Stucchi (Berlin: Springer, 2008), 163-184; con Viviana Castelli, Paolo Galli y Romano Camassi, “The 1561 Earthquake(s) in Southern Italy: New Insights into a Complex Seismic Sequence”. Journal of Earthquake Engineering 2:7 (September 2008): 1054-1077. caracciolo@bo.ingv.it

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Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia FascistaÏ

I ntroducción Se podría pensar que la bicicleta no merece la atención de la historia social y cultural. Se ha ya estudiado su evolución técnica, su dimensión deportiva y hasta sus reflejos en la literatura, pero son pocos los trabajos historiográficos que se han detenido a estudiar su rol social1. Quizás la razón es que su presencia fue dada por descontada en el paisaje social italiano, al punto de haberse vuelto casi invisible a los ojos del historiador. ¿Cuáles serían los motivos para ocuparse de la historia de la bicicleta en Italia? En primer lugar hay que detenerse sobre la importancia del estudio de un particular “objeto” para una disciplina humanística, en particular cuando ésta pretende definirse como “social” y “cultural”. El punto de partida es considerar los objetos de la vida cotidiana como “mediadores” entre los seres humanos. Los objetos no responden solamente a exigencias de mera funcionalidad, sino que mujeres y hombres nos servimos de ellos para distinguirnos, para crear lazos, para perdernos en la multitud o para manifestar el status social, para expresar o para desarrollar la personalidad. El modo que tenemos de adquirirlos y compartirlos, de usarlos y consumirlos, de producirlos y destruirlos refleja relaciones y valores sociales. Las jerarquías que establecemos entre los objetos que nos rodean reflejan las jerarquías en que vivimos inmersos. Se puede decir que los seres humanos no sólo vivimos entre objetos, sino que, sobre todo, vivimos a través de los objetos2.

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Ï Esta investigación es resultado del trabajo sobre la historia social de la bicicleta en Italia; tiene origen en un interés personal nacido del encuentro entre la lectura de fuentes contemporáneas (en particular diarios, revistas, colecciones de fotografías, memorias) y la conversación informal con distintas personas que testimoniaban la importancia que había tenido la bicicleta (y que todavía tiene) en la vida cotidiana de los italianos. 1. Marco Fincardi, Primo Maggio reggiano (Reggio Emilia: Camere del Lavoro territoriali di Reggio e Guastalla, 1990); Stefano Pivato, La bicicletta e il sole dell’Avvenire (Firenze: Ponte alle Grazie, 1992); Daniele Marchesini, L’Italia del giro d’Italia (Bologna: Il Mulino, 2003); David Forgacs y Stephen Gundle, Cultura di massa e società italiana: 1936-1954 (Bologna: Il Mulino, 2007), 36-40. Véase tambien el prefacio de Alessandro Portelli a Grazia Prontera, Una memoria interrotta (Lecce: Aramirè, 2004), 7-8. 2. Véase por ejemplo el libro ya clásico de Jean Baudrillard, Il sistema degli oggetti (Milano: Bompiani, 2003) y el de Eric Landowski y Gianfranco Marrone, La società degli oggetti (Roma: Meltemi, 2002). Véase también el texto de Richard Grassby, “Material Culture and Cultural History”, Journal of Interdisciplinary History XXXV: 4 (Spring 2005): 591-603 y el volumen de Tim Dant, Material culture in the social world (Buckingham-Philadelphia: Open University Press, 1999).


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Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

Como todos los objetos, la bicicleta necesita un espacio. En forma análoga al orden funcional y jerárquico que atribuimos a las cosas en el ambiente doméstico, en las ciudades vienen asignados a las bicicletas (junto a los peatones, a otros medios de locomoción, a vendedores ambulantes, etc.) espacios para circular y para estacionar. Se trata de espacios compartidos, alternativos, autónomos o en competición según el conjunto de fuerzas en juego que determinan la particular dinámica del poder en una determinada sociedad. En el caso particular de la bicicleta, tenemos que considerar que, más o menos como la conocemos ahora, se trata del mismo objeto que comenzó a circular entre los años ochenta y noventa del siglo XIX. En esos años se inventaron los neumáticos con cámara de aire desmontable y la rueda libre. Por lo demás, quedó casi inalterada mientras alrededor de ella cambiaron radicalmente modas, costumbres, tecnologías, ideologías, cultura material, sistemas políticos y económicos. Pero mientras el “objeto bicicleta” se mantenía igual, su valor social sufría constantes cambios derivados de la transformación de la sociedad. Se debe considerar también que la bicicleta se radicó en la sociedad italiana a tal punto que el trabajo, el tiempo libre, la política (y la guerra), el deporte, la amistad y las relaciones amorosas han tenido frecuentemente una bicicleta como compañera y cómplice. Esto se debe, por un lado, a su carácter polivalente; por el otro, al hecho de que la bicicleta, si bien es un objeto de uso cotidiano y normalmente “privado”, no es un bien de carácter doméstico, sino que es fundamentalmente social, ya que generalmente se la usa en el espacio público. Entre tantas manufacturas de la vida cotidiana contemporánea, son pocas las que han tenido una vida relativamente larga y variada como la bicicleta, y menos aún aquellas que pueden servir como “espía” para analizar la historia contemporánea de los italianos. Este trabajo se ocupará de tres aspectos particulares: el valor social de la bicicleta, el orden y la disciplina del tráfico y la relación con el espacio público. Son tres aspectos que están sutilmente relacionados. Por un lado, desde la última década del siglo XIX en adelante, la bicicleta ha cambiado permanentemente su valor social: fue deseada, imaginada, rechazada, despreciada, destruida y hasta elevada a símbolo. Por el otro, la calle es el espacio donde cotidianamente la sociedad se manifiesta a sí misma: prioridades, lógicas, contradicciones, tensiones y jerarquías se expresan a través de prácticas cotidianas, costumbres y códigos. En la Italia de los años veinte y treinta, los de la dictadura fascista, millones de bicicletas y cientos de miles de automotores se suman a la corriente vehicular en ciudades de estructura medieval y en una red poco desarrollada de caminos y rutas de campaña: la competencia por ganarse un espacio mayor de circulación se vuelve inevitable. En esta época la bicicleta es el medio de

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transporte privado más difundido en Italia, y el análisis de su rol nos permite observar dimensiones poco estudiadas del poder y de la sociedad. La bicicleta, como medio de locomoción privado, encuentra su mejor metro de parangón con el automóvil. De los medios de transporte públicos (en particular del tranvía) nos ocuparemos sólo en forma marginal. La relación entre transporte público y privado merece un examen detallado imposible de afrontar en esta ocasión. 1. L os orígenes de la bicicleta en I talia y el F ascismo La actual bicicleta comenzó su historia alrededor del año 1885. Más segura que los peligrosos biciclos y gracias a las mejoras técnicas introducidas en la última década del siglo XIX, se transformó en una verdadera moda entre los jóvenes de familias ricas y entre los sportmen. Ya entonces muchos entrevén su vocación popular, que se desarrollaría en los primeros decenios del siglo XX. Mientras tanto, en 1897, se aprueba una ley nacional que impone una tasa de 10 liras a los poseedores de bicicletas y que deroga las que algunos municipios habían impuesto en los años precedentes. Como contrapartida, la ley garantiza a los ciclistas la libertad de circulación. En efecto, a causa de varios accidentes sucedidos en los años precedentes, muchas comunas habían adoptado medidas que limitaban la circulación de biciclos y bicicletas. Las disposiciones tenían el objetivo de proteger a los incautos peatones de los ciclistas que se desplazaban con una velocidad y libertad de movimiento inéditas para la época. Por entonces, la calle no era sólo un espacio de circulación, sino también de intercambio social y comercial. La distinción entre acera y espacio para los vehículos no estaba aún claramente establecida, y las conversaciones, juegos infantiles y paseos podían ocupar espacios variados. Los automóviles eran, todavía, poco más que un experimento. Al inicio del siglo XX, de las 109.000 bicicletas circulantes en toda la península, más del 80% se encontraban en las provincias del Norte, concentradas en las grandes y medias ciudades de la llanura del río Pó: Milán, Turín, Padua, Parma, Brescia y Bolonia3. Su difusión estaba condicionada por factores geográficos, económicos y de transitabilidad (número y cualidad de los caminos); pero además existían condiciones subjetivas, como el decoro en el uso de la bicicleta. En las dos primeras décadas del siglo el número de bicicletas creció considerablemente, excepto en los años del primer conflicto mundial. Cuando Italia entró en guerra, en el año 1915, se contaban 1,27 millones; el año de la “Marcha sobre Roma” (1922) eran ya 1,85. También el tráfico de vehículos motorizados creció en forma significativa: llegaron a superar las 100.000 unidades, de las cuales 41.035 eran automóviles, 23.263 camiones y 36.751 mo3. Luigi Vittorio Bertarelli, “Statistica Istruttiva”, Revista mensile del T.C.C.I. tocicletas; sin embargo, eran cifras lejanas a las alcanzadas por los (enero 1900): 8. 4 países europeos más avanzados .

4. Cfr. A. Ceriani, “Automobili, motocicli e biciclette nel 1924”, Le vie d’Italia (enero 1926): 1-11.

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Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

El aumento de la circulación acarreaba en las mayores ciudades italianas la necesidad de una mayor racionalización del espacio público. En los años veinte, el espacio de circulación, considerado todavía como un ambiente mixto de tránsito y socialización, debió ser replanteado para adaptarlo a la nueva situación. El espacio para los peatones, bicicletas y demás vehículos tenía que ser claramente fijado y se tenía que definir el modo y los criterios para delimitarlo. Sin embargo, los automóviles y los otros vehículos motorizados ya habían comenzado el progresivo proceso de ocupación del espacio público, expulsando los vehículos “lentos” (a tracción animal o tirados a mano) hacia las periferias y campañas. Los ciclistas sufrieron una presión similar, a pesar de que su número aumentaba en forma sostenida y de que la bicicleta ya fuera el principal medio de transporte privado, usado generalmente por las clases populares en las principales ciudades y en las campañas de la llanura padana. Hasta entonces la policía municipal (vigili urbani) de las grandes ciudades se había ocupado de cuestiones decoro público, higiene y seguridad, pero en esos años viene empeñada casi totalmente en la regulación del tráfico urbano. En los años treinta el número de vehículos continuó aumentando. Al inicio de la Segunda Guerra mundial se calculaban más de cinco millones de bicicletas y casi medio millón de automotores en disputa por el espacio público. La consecuencia fue un alto número de incidentes y un estado general de indisciplina que el régimen, hasta el final de su ciclo, no logró controlar. Benito Mussolini, jefe (“duce”) del movimiento fascista y Primer Ministro después de la “Marcha sobre Roma” (del 26 al 28 de octubre de 1922), no era indiferente a la cuestión. Para afrontarla, a fines de 1923, aprobó una ley que reglamentaba la circulación y en la cual se confiaba a la Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional (las “camisas negras”), la seguridad vial. Puede mencionarse también la construcción de la primera autopista que comunicaba Milán con las localidades turísticas de los Alpes5. Eran medidas insuficientes para resolver los problemas del tráfico, siempre más intenso e inseguro, con un sistema de calles y carreteras totalmente inadecuado. Desde fines de 1925, con las llamadas leyes “fascistisimas” y “excepcionales”, que concedían poderes legislativos al Jefe del Gobierno y abolían los partidos políticos y la prensa de oposición, la dictadura consolidaba progre5. No se puede considerar la construcción sivamente su poder y daba un paso más hacia el modelo totalitario de la primera autopista como medida para mejorar el tráfico sin mencionar que perseguía. En estos años y en los sucesivos la nueva condición los fuertes intereses económicos que política comenzó a reflejarse en los modos en que se estaba orgaparticiparon en la decisión. Sobre este tema véase Massimo Moraglio, Storia nizado, “produciendo”6, el espacio público de circulación. En 1928 delle prime autostrade italiane (1922-1943): fue creada la Azienda Autonoma Strade Statali (AASS), ente que temodernizzazione, affari e propaganda (Torino: Trauben: 2007). nía el objetivo de agrandar y modernizar la red carretera nacional. El mismo año se creó también la Milicia Vial (Milizia della Strada) 6. Tomamos prestado el término “producción” de Henri Lefebvre, La produzione dello spazio (Milano: Moizzi, 1976).

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como rama especializada de las camisas negras y se aprobó un nuevo Código de circulación (Codice della Strada) que entró en vigor en febrero de 1929. Otro instrumento más bien radical para resolver el problema de la viabilidad fue la transformación misma de las ciudades, es decir, la destrucción de los centros medievales para ensanchar o abrir nuevas vías más adaptas a la moderna circulación7. En fin, otros instrumentos para lograr un mayor orden vial fueron, como se verá después, excluir la circulación ciclista en las arterias urbanas principales y privilegiar la circulación de automotores, construyendo una importante red de carreteras que ignoraba en forma casi absoluta (y excluyendo de hecho) la circulación ciclista. 2. L a competencia por el espacio público de circulación A comienzos de 1928 los presidentes del Touring Club Italiano (TCI) y de la Unione Velocipedistica Italiana (UVI) enviaron un memorial al Ministro de Obras Públicas pidiendo que en la formulación de las prioridades del AASS se considerase en forma debida la movilidad ciclística8. Sintiéndose apoyados por las estadísticas, argumentaban que el aumento del número de automóviles no había causado una reducción de la cifra de ciclistas, y demostraban la inmensa utilidad social que había asumido la bicicleta como medio de transporte privado. Su utilidad, afirmaban, era clara para cualquiera que observara la multitud de obreros pedaleando en las calles periféricas de Milán o los mercados de mano de obra de la llanura emiliana o romañola, adonde los peones a jornada llegaban en bicicleta con la esperanza de un empleo. La conclusión del memorial era fácil de imaginar: se debía hacer espacio a las bicicletas, que transportaban un número mucho mayor de personas que todos los automotores juntos9. De hecho, hasta en Milán, la ciudad más avanzada en materia de motorización, las estadísticas de la Comuna mostraban que la circulación ciclística podía ser considerada a la par o mayor que la de automóviles10. Desde el punto de vista técnico, Italo Vandone, experto de movilidad del TCI, había ya demostrado la incompatibilidad entre los distintos medios de locomoción y la necesidad de “hacer lugar” a los ciclistas con adecuadas “ciclovías”11. Sin embargo, la opinión dominante respondía a la lógica del derecho a la velocidad, y en los años veinte el símbolo de la velocidad

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7. Los objetivos de la apertura de vías en el corazón de la ciudades eran mixtos: junto a la mejor circulación se expresaban no menos importantes objetivos sanitarios (demoler los insanos tugurios en que las clases populares vivían, y a éstas transferirlas fuera del centro de la ciudad) y razones estéticas: el régimen quería modernizar la fachada de las ciudades y exaltar las glorias romanas y renacentistas. Cfr. “Via Roma nuova. I lavori inizieranno entro l’anno”, La Stampa, Turín, 14 de febrero, 1928 y Antonio Cederna, Mussolini urbanista: lo sventramento di Roma negli anni del consenso (Roma-Bari: Laterza, 1979): 190-194. 8. El TCI, fundado en 1894 como Touring Club Ciclistico Italiano, era la asociación más activa y prestigiosa de Italia. L’UVI, fundada en 1884, era de carácter estrictamente deportivo. Sobre los primeros tiempos del Touring Club Italiano véase: Daniele Bardelli, L’Italia viaggia, (Roma: Bulzoni, 2004), y en forma mucho más sintética y panorámica Stefano Pivato, Il Touring Club Italiano (Bologna: Il Mulino, 2006). 9. “Le sorti della bicicletta”, La bicicletta (febrero 1928): 19-20. 10. Cesare Solari, “Analisi e regolazione del traffico nella zona centrale di Milano”, Milano (febrero 1932): 60. 11. Italo Vandone, “Strada e ciclismo”, Le vie d’Italia (mayo 1928): 371. En una foto que acompaña el artículo de Vandone se ve un grupo de trabajadores que vuelve a sus casas en bicicleta con una leyenda que alude a un argumento cercano a la ideología fascista: “Terminada la jornada de trabajo, un numeroso grupo de obreros se dirige hacia las casas lejanas diez, quince kilómetros de la ciudad tentacular. La bicicleta consiente a esta clase social de resolver el problema del hogar sin necesidad de buscar a caro precio un modestísimo alojamiento a poca distancia del cotidiano trabajo: la bicicleta, contra la urbanización y por la familia”. Sin embargo. no sirvió para atraer la atención de los vértices del poder sobre el tráfico ciclístico.


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era sin duda el automóvil. En esos años un experto identificaba la circulación moderna con la del automotor y definía el objetivo de éste con la velocidad, a la cual “había que secundarla en toda forma”; más aún, había que “permitir al automóvil de correr, porque ese es su objetivo, esa la razón por la cual vino al mundo”, y sostenía además que el automovilista debía ser el “rey de la calle, rey respetado y no detestado, y también algo temido (que no hace mal)”12. En el mismo período, desde las publicaciones del Real Automóbil Club Italiano (RACI) se anunciaba el “crepúsculo de la bicicleta”: el ciclista era sólo un “pobre paria de la calle, que usa la bicicleta porque sus medios no le permiten comprar un automóvil”. La UVI respondía que en Italia, entonces y por mucho tiempo todavía, la bicicleta había sido útil a la mayoría, y que si el ciclista se había convertido en un paria de la calle, era porque los automovilistas no “admitían que la calle pudiese servir también a otros”. Pero la UVI era consciente de que las autoridades marginaban a los ciclistas, como se verificaba con las nuevas carreteras construidas en la provincia de Milán sin ninguna ciclovía paralela, obligando a las bicicletas a compartir peligrosamente el espacio con los automóviles y camiones13. En este cuadro no se debe olvidar la presencia del duce. Como muestra Daniele Marchesini, los gustos y el apoyo de Benito Mussolini se dirigían hacia los automóviles; más aún, consideraba la motorización del proletariado como un medio eficaz para desactivar su potencial revolucionario: un obrero dueño de un automóvil no puede ser revolucionario14. Pero no se trataba sólo de la atracción del Jefe del Gobierno por los automóviles, sino también de una actitud difícil de distinguir entre indiferencia y desprecio por la bicicleta. Mussolini, líder deportivo por excelencia, que promovió el deporte como medio de perfeccionamiento físico y moral de la raza, que se hacía ver en distintos perfomances atléticos y que inauguró competencias deportivas de todo tipo, no participó nunca en modo significativo en las ceremonias de partida o de llegada del Giro d‘Italia (la famosa carrera ciclística que cada año, desde 1909, atravesaba la península). Además, son sólo tres las fotografías conocidas que retratan Mussolini en bicicleta en su vida privada: una juvenil y otras dos con los hijos. Parecía que la imagen de la bicicleta y del ciclismo pudieran “contradecir la voluntad de modernización, de exaltación de la eficiencia, de rescate del país de los atrasos históricos proclamados a alta voz por el fascismo. El 12. Piero Gambarotta, “La velocità ciclismo no era solo popular, sino también vulgar”15 y por consedell’automobile ha veramente bisogno di vittime?”, Avvenire d’Italia, Bolonia, 13 cuencia, no apto a la estética del régimen. de septiembre, 1928. La incompatibilidad de la circulación automovilística y ciclística 13. Cfr. “Il crepuscolo della bicicletta”, La se reflejaba en el creciente y alarmante número de accidentes pubicicletta (enero 1928): 30-31. blicados en las crónicas periodísticas. La seguridad vial se convirtió 14. Daniele Marchesini, Cuori e motori (Bologna: Il Mulino, 2001): 116. en un argumento al orden del día para las autoridades de todos 15. Daniele Marchesini, L’Italia del giro, 100-101.

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los niveles. Según el estudio de A. Porrini, publicado en la revista de la Comuna de Milán, durante el 1929 fueron atropellados en dicha ciudad 840 peatones: 412 por automovilistas, 208 por tranvías, 129 por carros y furgones, y 53 por bicicletas. Por entonces circulaban en Milán alrededor de 11.500 automotores (automóviles públicos, privados y autobuses) y no menos de 100.000 bicicletas16. El número de accidentes continuó creciendo en los años siguientes y el número total de personas accidentadas aumentó en la capital lombarda de 1686 en 1927 a 4102 en 193417. Respecto a las bicicletas, las cifras de 1933 dicen que durante el año se verificaron 1.964 choques (sobre un total de 4.671) en los que vio envuelta una de éstas18. En cambio, las cifras nacionales para el primer semestre de 1934 indicaban 1.238 choques entre automóviles, 3.748 personas embestidas por automóviles, 2.727 choques entre automotores y bicicletas; en el mismo período se contaban, en cambio, 315 choques entre bicicletas y 1.323 personas embestidas por ciclistas19. Ese mismo año los automotores circulantes no llegaban a 320.000, mientras el número de bicicletas superaba los 3,5 millones20. A pesar de las cifras, que absolvían a los ciclistas, éstos no podían liberarse de la mala fama de peligrosos indisciplinados y comenzaron a ser llamados “mosquitos de la calle”. Si bien eran junto con los peatones los que más riesgo corrían, continuaron siendo señalados como los mayores responsables de las tragedias viales. Según Il Politecnico, prestigiosa revista de ciencia y tecnología, los ciclistas eran los principales responsables de la inseguridad vial, porque “no respetan ninguno de sus deberes, y […] casi siempre son la causa principal de accidentes graves y mortales”21. El Corriere della Sera lanzaba campañas contra la indisciplina en las calles imputando a peatones, automovilistas y ciclistas la responsabilidad del gran número de accidentes, pero contra aquéllos últimos las campañas de opinión tenían otro tono, al menos por el uso de la fotografía, no muy común todavía en esos años22. Campañas periodísticas y medidas gubernativas deben ser leídas en el contexto de la desvalorización social que la bicicleta había sufrido en los años anteriores. 3. E l valor social de la bicicleta Un famoso film italiano de esos años, “Gli uomini, che mascalzoni” (1932)23, resume eficazmente el valor de la bicicleta en

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16. A. Porrini, “Accidenti stradali e circolazione”, Milano (mayo 1930): 195. 17. En esos mismos años el número de personas embestidas por bicicletas pasó de 122 a 362, y por automotores y motocicletas de 549 a 1106; cifras elaboradas de los datos publicados en: “Incidenti Stradali”, Milano: rivista del Comune. Parte II - Bollettino mensile di Statistica (Enero 1935): 37. 18. En 1.503 casos el choque fue con automóviles, en 159 con tranvías, en 136 con motocicletas, en 40 con carros a tracción animal y 120 con otras bicicletas. Los peatones atropellados por automóviles y bicicletas fueron respectivamente 1.012 y 342. Carlo Sartorio, “La statistica degli incidenti stradali a Milano e sue risultanze nell’anno 1933”, Milano (marzo 1934): 116-124. 19. Italo Vandone, “Gli infortuni stradali in Italia”, Le Vie d’Italia (marzo 1935): 235. 20. Luigi Gazzaniga, “Il Giubileo della bicicleta”, Le vie d’Italia (julio 1935): 546 y “La consistenza del patrimonio automobilistico nazionale”, Le vie d’Italia, diciembre (1935): 383. 21. C. D. (Cesare Dorici), “Disciplina stradale”, Il Politecnico, septiembre (1934): 317. Juicio similar se encuentra en Domenico R. Peretti-Griva, Le responsabilità civili attinenti alla circolazione dei veicoli, (Torino: Arduini, 1928): 13. 22. Véanse las páginas de crónica local del Corriere della Sera, Milán: del 13 y 14 febrero, 5 marzo, 4 y 30 abril, 4 y 17 mayo, etc. Hacia el final de la década, la seguridad vial continuó siendo un argumento preocupante. En 1938, se calculaba que el número de accidentados por cada 1.000 habitantes era en Florencia, Roma y Milán respectivamente de 3,97, 3,96 y 3,64: Cfr. Traffico stradale ed incidenti. Opúsculo conservado en el Archivo de la Comuna de Bolonia (ACBo): Serie X (Polizia Municipale), Rubr. 1 (Strade), Sezione 1 (Polizia), 1940. 23. Camerini, Mario (dir.), Gli uomini, che mascalzoni (Italia, 1932) [repr. dvd: Ripley’s Home Video, 2004].


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la vida cotidiana y su posición dicotómica con el automóvil. El protagonista, Bruno (Vittorio De Sica, el futuro director de Ladri di biciclette), chofer-mecánico, se enamora de la bella Mariuccia (Lia Franca), empleada en una perfumería de moda, apenas la ve en un quiosco de periódicos. Ella sube al tranvía (vehículo considerado decoroso) y él la sigue en bicicleta. En la escena sucesiva las amigas/colegas de la protagonista se burlan del enamorado porque se presenta en bicicleta. Entonces el joven De Sica “toma prestado” el automóvil de su jefe para impresionar a Mariuccia. Mientras los dos protagonistas encuentran juntos la felicidad, aceptando la propia condición social, en la humilde bicicleta se sintetiza el resultado del proceso histórico que ésta había sufrido en los años pasados. A fines del siglo XIX la bicicleta era un objeto de lujo exclusivo de las clases pudientes. Su status se manifestaba a través de los lugares prestigiosos donde se vendía, de los indumentos particulares que se usaban para pedalear y en las fotos que la retrataban junto a los orgullosos poseedores. Pero con el correr de los años este cuadro se modificó. En 1921 el Ministerio de finanzas podía todavía pensarla como objeto de lujo, pero cuando en 1926 se decidió abolir el impuesto que pesaba sobre las bicicletas desde hacía casi tres décadas, el motivo explícito fue el de promoverlas entre los sectores populares, en particular en el sur de la península, como medio de transporte barato24. De hecho, el número de bicicletas en circulación era siempre creciente, pero habían perdido la connotación de modernidad que las había distinguido en pasado. Se comenzaba a hablar de su crisis y de su inevitable desaparición, superadas por los automotores. Sus defensores eran definidos “enemigos de la moda” e “irreducibles conservadores” y se llegó a afirmar que el ciclismo era “un deporte menor” que ejercitaba sólo las piernas, mientras que el automovilismo tenía un “alto valor terapéutico” porque era eficaz para los nerviosos, apáticos, anémicos y toxicólogos”25. Incluso importantes estudiosos de urba24. Cfr. el discurso del ministro Volpi, durante la conversión en ley del DL nística preferían ignorar las estadísticas y la experiencia cotidiana 20/9/1926 n. 1643. Atti parlamentari/ e imaginaban que la motorización de las ciudades italianas era una Camera dei deputati-Legislatura XXV (Roma: Tip. Della Camara dei cuestión de poquísimos años26. Por este motivo era inútil ocuparse deputati, 1926). de la bicicleta, considerada anticuada y destinada a desaparecer. 25. Guido Giardini, “La gioia della En realidad no se trataba sólo de una cuestión de tecnología, sino bicicletta”, Lo sport fascista (novembre 1928): 50; Mario Musella, “Significato principalmente de status social. La bicicleta estaba ya identificada dello Sport”, Lo Sport Fascista (enero con los sectores populares, y para las clases altas (y para aquellos 1930): 8. que querían imitarlas) se había vuelto poco “decoroso”, es decir, 26. Cesare Chiodi, “Lo studio dei problemi poco adecuado a la propia condición social, mostrarse en bicicleta. del traffico stradale urbano”, Il Politecnico (noviembre 1930): 665-677 Así lo confesaba un abogado de Génova, el cual decidió no usar más y A. Riparbelli, “Problemi tecnici ed la bicicleta en ciudad para no ser visto por sus clientes, y se decía economici del traffico automobilistico in rapporto anche con gli altri mezzi di trasporto”, Il Politecnico (junio 1931): 346-357.

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que los empleados romanos preferían viajar en tranvías repletos antes que usar la bicicleta y ser confundidos con conserjes27. La pequeña-media burguesía mostraba su deseo de distinguirse respecto a la clase obrera al no participar a las excursiones en bicicleta organizadas por la Opera Nazionale Dopolavoro (OND), en las cuales intervenían un buen número jóvenes obreros28. En síntesis, por un lado, los burgueses abandonaron la bicicleta apenas advirtieron que se estaba convirtiendo en un objeto común y que no servía más para distinguirlos del pueblo. Por el otro, la bicicleta se convirtió en un “deporte utilitario de masa”, como la definió un conocido periodista deportivo de entonces29. 4. S eguridad vial y ciclovías Las medidas tomadas por el gobierno fascista para aumentar la seguridad vial se limitaron a cambios en las normas de circulación y en esporádicos esfuerzos por hacerlas respetar. En el caso específico de los ciclistas, se trató de mejorar su visibilidad nocturna. Se introdujo la obligación de usar, además del faro delantero, un retro-reflector rojo sobre el guardabarros posterior. Pero para la mayor parte de los ciclistas, los cuales a duras penas podían adquirir la bicicleta, la medida significaba un gasto más. De hecho, en 1930 el TCI impulsó una campaña para proveer a los ciclistas de retro-reflectores gratis, invitando a las grandes empresas industriales a hacer lo mismo con los propios dependientes. En 1935 se quiso reemplazar el retro-reflector con un faro posterior obligatorio, para hacer aumentar todavía más la visibilidad. La medida determinó la gradual desaparición de los retro-reflectores sin que fuesen reemplazados por los faros eléctricos, todavía más caros que los primeros. En 1939 se volvió al retro-reflector rojo y se hizo obligatorio pintar de blanco el guardabarros 27. Cfr. “Cicloturismo nelle vacanze”, Le Vie posterior (siempre para aumentar su visibilidad). También esta vez d’Italia (julio1939): 997-998. el TCI se vio empeñado en una campaña para pintar en forma gra28. Cfr. “Cicloturismo nelle vacanze”: 998. tuita los guardafangos y de nuevo invitó a las empresas industriales La OND era la organización fundada en 1925 para gestar y controlar las a hacer lo mismo30. Sin embargo, para el TCI era claro que no basactividades del “tiempo libre” de los taba una mejor señalización de las bicicletas. De hecho, el tema de trabajadores. Sobre este argumento véase Victoria De Grazia, Consenso e la seguridad de los ciclistas había sido ya tratado por expertos en cultura di massa nell’Italia fascista. (Romalos años anteriores. Una de las conclusiones de la IV Conferencia Bari: Laterza, 1981). organizada en 1933 por el RACI para tratar de los problemas de la 29. Guido Giardini, “La vittoria della circulación, con participación de los principales expertos y autoribicicletta”, Il Littoriale, Roma, 2 de marzo, 1929. dades de alto nivel, recomendaba vivamente la implementación de 30. Cfr. “Echi della Settimana del ciclovías en las zonas periféricas de las ciudades; pero para garanparafango bianco”, Le vie d’Italia (Junio tizar el buen resultado aclaraba “que tenían que ser construidas y 1939): 708. conservadas en modo de representar un privilegio y no una imposi31. Quarta conferenza per l’unificazione delle ción” para los ciclistas31. En 1938, Italo Bonardi, activo miembro del norme e dei segnali per la circolazione urbana, Ordini del giorno approvati dalla Conferenza, Genova 26-29 giugno 1930-XI. (s.l.: s.n., 1933?), [2].

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TCI y diputado, en un discurso parlamentario llamó la atención sobre la grave situación de la seguridad de la circulación ciclística, subrayando que la causa tenía una raíz en la estructura del espacio vial. Después de constatar el aumento de los accidentes donde había sido implicada alguna bicicleta y de admitir que la indisciplina podía ser parte de la causa, sostenía que se trataba “de un problema de espacio, de circulación, de visibilidad”. La solución propuesta por Bonardi era “liberar los automovilistas de los ciclistas y los ciclistas de los automovilistas” a través de ciclovías. Pero además sostenía que más que lamentarse de la bicicleta, que servía a millones de trabajadores, había que “tutelarla y protegerla”, y recordaba que los ciclistas contribuían al tesoro público con casi 50 millones de liras32. Sin embargo, esgrimía un argumento de corte democrático-burgués, de poco peso en el régimen fascista, donde los intereses individuales tenían que subordinarse a los del Estado. En cambio, los derechos del individuo en cuanto contribuyente constituían la fuerza de los ciclistas en los Países Bajos, donde habían obteniendo una par consideración con los automovilistas y la construcción de un red ciclística capilar33. No había duda de que entre la multitud de ciclistas, en particular entre los jóvenes, la indisciplina no faltaba. Eran acusados de hacerse llevar agarrados a algún otro vehículo, de filtrarse por todas partes en el tráfico, de transportar objetos demasiado voluminosos, etc. El Código Vial de 1929 reservaba a las bicicletas sólo cuatro artículos; en éstos se prohibía por ejemplo, la formación de “grupos que puedan obstaculizar la circulación” (art. 53). Esta norma, en los Reglamentos de la Comunas venía interpretada en el sentido que los ciclistas debían pedalear en “fila india”, en el margen derecho de la calle o de la carretera. Asimismo se prohibía a los ciclistas circular sobre las aceras reservadas a los peatones, pudiendo sólo usar la ciclovías, que eran casi inexistentes y en mal estado34. En síntesis, la mayor parte de los usuarios de las calles y carreteras tenía que conformarse con circular junto a los automovilistas, pero ocupando el menor espacio posible para no obstaculizar a los automotores. Además, esta disposición era entonces difícilmente factible: las carreteras eran poco usadas por los vehículos privados, mientras en las horas 32. “Ciclo-moto- turismo. Banchine de mayor circulación se formaban densos grupos de ciclistas que ciclistiche e segnalazione posteriore delle biciclette”, Le Vie d’Italia, (febrero iban o volvían de sus trabajos, aprovechando el momento para con1938): 641-642; Italo Bonardi, “Cicloversar. Imponerles largas filas indias, haciendo más lento el viaje y moto- turismo. Le banchine ciclistiche”, Le Vie d’Italia (enero 1938): 9-13. volviendo imposible las charlas entre los compañeros de camino, 33. Anne-Katrine Ebert, “Cycling towards era un instrumento de disciplina social poco practicable. the Nation: The use of the bicycle in Quizás la construcción de ciclovías no habría resuelto totalmente Germany and the Nedherlands, 18801940”, European Review of History 11: 3 el problema del tráfico ciclístico, pero su análisis sirve para observar (2004): 363. cómo fueron consideradas las necesidades de millones de campesinos, 34. “I ciclisti e la disciplina stradale”, Corriere della Sera, Milán, 20 de septiembre, 1930.

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obreros, artesanos y amas de casas que usaban la bicicleta como medio de locomoción. A pesar de los repetidos reclamos del TCI y la UVI y a veces de la misma prensa cotidiana, y de la disponibilidad de conocimientos teóricos y técnicos35, no existió la voluntad de sostener en algún modo este tipo de “usuario” del espacio público. La construcción de ciclovías (como se habían construido o se estaban construyendo en otros países europeos36) no fue efectuada sino en modo absolutamente marginal. Se tuvieron que esperar algunos años para que la situación cambiara y se comenzara a programar y construir alguna red ciclística (insuficiente y en retardo), pero los tiempos y la situación política eran ya totalmente distintos. En 1938, en la provincia de Brescia, donde circulaba una bicicleta por cada seis habitantes, se construyó una ciclovía en el valle Sabbia, transitado por los trabajadores de las minas de hierro y de las plantaciones de algodón de la zona. El mismo año se proyectaron algunos kilómetros de ciclovías en las provincias de Pavía, Monza, Cremona, Ferrara, Bolonia y Plasencia en el norte de la pe35. Cfr. Bruno Bolis, Strade e vie in rapporto nínsula, y entre Roma y la localidad turística de Ostia. En el 1940, ya alle esigenze moderne (Milano: Libreria Editrice Politecnica, 1938): 14. Y en período bélico, la provincia de Turín (centro industrial de primer también: “Le vittime della circolazione orden, donde los establecimientos de la FIAT casi monopolizaban la stradale”, Avvenire d’Italia, Bolonia, 20 de junio, 1930; “Nuovi trasporti, nuove vida económica) se proyectó una red de ciclovías que debían confluir strade”, Corriere della Sera, Milán, 3 de hacia la capital piamontesa desde algunos pueblos de los alrededores. marzo 1936. El mismo RACI, aunque lamentando “el estado de anarquía en En 1942 la Comuna de Milán comenzó las pruebas para la construcque se pedalea en la ciudad y en las ción de ciclovías. Eran iniciativas insuficientes y tardías. Sólo de afueras”, admite que las “carreteras de las periferias no tienen banquinas alguna sabemos que fue efectivamente finalizada (Torino-Beinasco reservadas a los ciclistas; y donde y quizás Roma-Ostia). De otras quedó sólo el papeleo burocrático. Es la hay, es demasiado angosta, mal conservada y llena de barro, de tal difícil saber en qué medida respondían a las necesidades de las clamodo que al ciclista se lo induce a ses populares y cuánto a las prioridades de la política “autárquica” de abandonarla para usar la carretera”: “L’indisciplina e le altre cause delle ahorro de petróleo37. Cierto es que una atención muy distinta había sciagure stradali”, Corriere della Sera, sido reservada a los ciclistas en los años anteriores. No sólo habían Milán, 20 de agosto, 1935. sido ignorados, sino que se adoptaron medidas concretas para limitar 36. En particular en Alemania: Cfr. o excluirlos del centro de las ciudades. “Quindici milioni di ciclisti avranno una 5. L a bicicleta en las ciudades En 1928 se prohibió la circulación ciclística, durante las horas del día, en las principales calles de Florencia. Con el mismo Reglamento de circulación, a los automovilistas se les prohibía parar o estacionar en esas calles, mientras se abrían las plazas para el aparcamiento de los automóviles. Se declaraba además que el estacionamiento del automóvil era permitido en las cercanías de los teatros mientras se esperaba el final de los espectáculos38, dando una idea clara de cuál

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propria rete stradale in Germania”, Le Vie d’Italia, diciembre (1934): 466.

37. La política económica autarquía del régimen comenzó ya en los años 20, pero inició oficialmente en 1936, como respuesta a las sanciones internacionales provocadas por la invasión de Etiopía el año anterior. 38. Decreti-legge disciplinanti la circolazione di tutti i veicoli sulle strade ed aree pubbliche: contributo di manutenzione stradale sui veicoli a trazione animale e sulle biciclette nella provincia di Firenze : norme per il transito dei veicoli nella citta di Firenze (Firenze: Tip. Giuntina, 1928): 9.


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39. La norma comprendía también las motocicletas. Pero según los datos de 1926, en toda la provincia de Florencia existían sólo 1.810 y casi todas con una potencia entre 1 e 10 HP; las restantes entre 10 y 15 HP. El número total de bicicletas era de 81.861. “Statistica delle automobili, motocicli, biciclette nel 1926”, Le Vie d’Italia (julio 1927): 855. 40. Los ciclistas de Milán fueron los menos afectados. Parece que en 1928 se trató, sin éxito, de cerrar el centro de la ciudad a las bicicletas en las horas diurnas: Cfr. “Circolazione stradale e sportelli esattoriali”, Corriere della Sera, Milán, 7 de junio 1928. Años después, en el 1935, el Corriere della Sera afirmaba que este tipo de medida era aceptada por un sector considerable de la sociedad. De la misma opinión era il vice-podestà, que sostenía que para aligerar la circulación se debía excluir a los ciclistas de las calles saturadas de tráfico: cfr. “Il contributo dei ciclisti alla disciplina stradale”, Corriere della Sera, Milán, 5 de marzo, 1935 y “La disciplina della circolazione nel pensiero del vicepodestà Pini”, Corriere della Sera, Milán, 10 de septiembre, 1935. En 1932 se cerró el tráfico ciclístico en una importante calle que conduce a la catedral. La oposición del TCI y el temor de provocar malestar entre los trabajadores quizás evitaron medidas más drásticas. 41. “Disciplina della circolazione stradale”, L’Ora, Palermo, 5-6 de marzo, 1934; “La circolazione dei ciclisti nelle grandi città”, Le Vie d’Italia (mayo 1934): 180. 42. El bando lleva la fecha del 20 de noviembre 1934 y se conserva en el ACBo: Serie X (Polizia Municipale), Rubr. 1 (Strade), Sezione 1 (Polizia), 1934. 43. “Il Parere degli altri. Il traffico di via d’Azeglio”, Resto del Carlino, Bolonia, 27 de junio, 1934. 44. Enrico Caporali, Enrico, “Ciclo-mototurismo. Ancora della tecnica del cicloturismo”, Le Vie d’Italia, (enero 1937): 34. Las cartas mencionadas se encuentran en ACBo, Serie X (Polizia Municipale), Rubr. 1 (Strade), Sezione 1 (Polizia), 1935.

era la categoría de “usuario” del espacio público que contaba más al momento de las decisiones de policía vial39. Parece que fueron Roma y Florencia las primeras ciudades a tomar este tipo de medidas, imitadas después en el resto de la península40. Cuando en Palermo se impusieron medidas análogas, un diario local afirmó que habían provocado el traslado del tráfico ciclístico hacia las calles secundarias, estrechas y llenas de gente, aumentando los peligros para la circulación. Para el TCI, dichas medidas habrían comportado, de hecho, la imposibilidad de usar la bicicleta en todo el centro de la ciudad41. En Bolonia la primera prohibición de circulación de bicicletas fue impuesta en 1932, extendida a otras calles dos años después. La norma del año 1934 aclaraba cuál era la jerarquía entre los vehículos decidida por la administración de la Comuna: “Considerando el creciente aumento de la circulación, se hace necesario extender la medida también a otras calles centrales en las cuales, especialmente en ciertas horas del día, la circulación de bicicletas constituye un grave obstáculo al tránsito de los otros vehículos y un peligro para los peatones”42.

Los “otros” vehículos eran principalmente los automóviles. En las páginas del diario local fue publicada la carta de un lector que se preguntaba cuál era el sentido de prohibir la circulación de bicicletas mientras los peatones estaban obligados a caminar pegados a los edificios para no ser embestidos por los automóviles. La respuesta del diario dejaba entender cuál era la jerarquía que regía el tráfico ciudadano: “Visto que no se puede prohibir el tráfico de vehículos [a motor] […] se trata de moderar y ordenar su furia”43. La perplejidad provocada por estas normas se reflejaba también en las cartas que llegaban a las oficinas comunales para pedir parciales excepciones al reglamento o simplemente su anulación. Estos pedidos, enviados por personas privadas o incluso por entes de la estructura de poder del régimen, como la Asociación Fascista de Ferroviarios y la análoga de Comerciantes, encontraban siempre una respuesta negativa. Además de Roma, Florencia, Palermo y Bolonia, las limitaciones a la circulación ciclística se impusieron también en otras ciudades importantes como Turín y Parma, sin contar muchos otros “modestos pueblitos”, para usar los términos del TCI44.

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Las razones explícitas para imponer este procedimiento eran al menos tres: mejorar el flujo automovilístico, aumentar la seguridad de los ciclistas (sic) y castigar la indisciplina de éstos, invocadas en distinta proporción según el caso. La mejor circulación era un motivo general, muy claro en la citada disposición de Bolonia, en Milán y Florencia45. La seguridad de los ciclistas fue mencionada por el Corriere della Sera, una vez aplicada la restricción en Milán. El objetivo punitivo era claro en el diario romano Il Messaggero y se deduce también de las páginas del mensual del TCI cuando critica la medida en la ciudad de Palermo. “Ciertamente una medida tan severa logrará en modo fácil el objetivo de impedir la violación de las normas de circulación y los atentados a la pública seguridad de parte de los ciclistas de Palermo: pero es lícito preguntarse si esta tutela de los reglamentos y de los derechos ajenos no pueda realizarse en forma igualmente eficaz aumentando la vigilancia, en vez de recurrir con medidas extremas perjudiciales para muchos legítimos intereses”46.

Cualesquiera que hayan sido las razones expresadas, resulta claro que la limitación de la circulación impuesta a los ciclistas sancionaba un aspecto relevante del orden y de las jerarquías que debían regir el uso del espacio público ciudadano. En la competencia por la ocupación del espacio urbano las bicicletas (y en consecuencia los grupos sociales identificadas a ella) resultaban vencidas. En cambio, la tendencia de hacer de los automóviles los principales (sino los únicos) usuarios de las vías centrales se volvía hegemónica. De este modo, la jerarquía creada entre los objetos se reflejaba en el espacio socialmente “producido”. El duro enfrentamiento político entre las clases obrera y burguesa que marcó los años sucesivos a la Primera Guerra mundial, con el resultado del surgimiento del régimen fascista y de la derrota de los partidos populares, encontraba expresión años después, en un nivel aparentemente apolítico, en la jerarquía establecida entre objetos (bicicletas y automóviles) y en la correspondiente organización del espacio público. No se debe olvidar que las limitaciones a la circulación de las bicicletas, impuestas a fines del siglo XIX, tenían el objetivo de proteger las categorías más débiles respecto al uso de un objeto considerado peligroso. En cambio, las limitaciones a la circulación ciclística durante el período fascista penalizaban las clases social y políticamente más débiles, privilegiando a los potentes. Los automóviles eran símbolo de riqueza, progreso y modernidad, por eso a ellos correspondía el centro de la escena; pero además su triunfo representaba la definitiva afirmación de la burguesía como clase dirigente culturalmente hegemónica. Esta 45. “Onoriamo la bicicletta”, La Nazione, misma tendencia era común a los otros países occidentales, pero en Florencia, 5 de septiembre, 1939. 46. “La circolazione dei ciclisti nelle grandi città”, 180.

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éstos la difusión de los automóviles había alcanzado al menos parte de la clase media, como en Francia e Inglaterra. En los Países Bajos y en Alemania se habían construido vastas redes ciclísticas, aunque con modalidades distintas. En los Países Bajos el uso de la bicicleta era transversal en la sociedad, mientras que en Alemania había asumido un carácter de clase, es decir, obrero y campesino. En los Países Bajos la red ciclística fue realizada “democráticamente” a través de un proceso de negociación que empeñaba la asociación ciclística nacional en la organización y “producción” del espacio público. En la Alemania autoritaria la red ciclística fue construida para liberar de las molestas bicicletas las carreteras, reino de los automovilistas47. 6. B icicleta , consumo y pobreza Italia estaba lejos de la meta de la motorización masiva y sufría las contradicciones del régimen fascista. Mussolini, por un lado, había concedido ayudas fiscales para estimular la adquisición de automóviles y había impulsado la producción de modelos baratos, como el Fiat 508, “Balilla”. Por otro lado, la política económica fascista había favorecido las ganancias del capital disminuyendo los salarios, obstaculizando de este modo el acceso masivo al mercado interno de bienes de consumo y alejando la economía italiana de los niveles de consumo de los países democráticos. Amplios sectores de la población fueron incorporados durante los años 30 a la cultura de masa, pero la sociedad italiana no entró de lleno en una economía de consumo de masa hasta el “milagro económico” de los años cincuenta y sesenta48. En las dos décadas de poder fascista el porcentaje de las entradas que cubrían las necesidades primarias de las familias pasó del 90% al 85%49. Parte de los puntos ganados contribuyeron a la incorporación de los italianos en el consumo cultural de masa (novelas baratas, revistas, cine), que los hicieron entrar en la esfera de los deseos de las sociedades opulentas, pero sin llegar a satisfacerlos porque la capacidad de consumo seguía siendo relativamente baja. La bicicleta fue uno de los pocos bienes de la sociedad industrializada que, por su carácter “utilitario”, entró en la 47. Anne-Katrine Ebert, “Cycling towards”, vida cotidiana de los sectores populares antes de la inserción de éstos 363. en la sociedad de consumo. Sin embargo, se trataba igualmente de un 48. David Forgacs y Stephen Gundle, bien económicamente costoso para los bolsillos de los trabajadores y Cultura di massa, 379. Véase también al cual no todos podían acceder. En las zonas más pobres de Italia la Victoria De Grazia, Consenso e cultura, 175-190 y 261-283. bicicleta no alcanzó una difusión de masa. En la llanura friulana podía 49. Marino Livolsi, “Consumi e vita ser parte de la dote de una joven esposa. La bicicleta era tratada y conquotidiana”, en Guida all’Italia servada con cuidado. Durante la noche se la dejaba dentro de las no Contemporanea 1861-1997 vol. IV, eds. Massimo Firpo-Nicola Tranfaglia amplias habitaciones obreras, al seguro de los robos, los cuales tenían (Milano: Garzanti, 1998), 87-103. siempre un espacio en las crónicas periodísticas locales. En estos años Maurizio Bettini, “I salari nel settore industriale in Italia: quadro normativo la bicicleta tenía una doble caracterización: era popular y valiosa. e fonti statistiche”, en Storia d’Italia nel secolo ventesimo-Strumenti e fonti: I Elementi strutturali, ed. Claudio Pavone (Roma: Ministero per i beni e le attività culturali-Dipartimento per i beni archivistici e librari, 2006), 507-546.

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La impotencia del régimen para motorizar el país (y para aumentar el nivel de consumo de las clases populares) era enmascarada con la imagen de una Italia popular que gozaba de los beneficios del progreso, dinámica, que viajaba a través del “Dopolavoro” (OND). Si bien algunas excursiones organizadas por la OND contaban con la participación de trabajadores que se movilizaban en bicicleta, la publicidad y el énfasis periodístico eran dados a los viajes en tren o autobús. Desde este punto de vista, los medios de transporte públicos pueden ser vistos como objetos en que se resolvía la dicotomía bicicleta/automóvil. En otras palabras, a través de los trenes y autobuses organizados por la OND se trataba de amalgamar fragmentos de una sociedad que en muchos otros aspectos estaba fuertemente dividida50. En una Italia pobre, más allá de las proclamas de Mussolini, la bicicleta y el automóvil eran símbolos de las diferencias económicas que distinguían la sociedad. En cierto grado los propietarios de automóviles eran los mismos que se habían apoderado del Estado o que sacaban provecho de él. La ocupación del espacio central de la escena, a nivel político y urbano, correspondía al más fuerte. A quien tenía que “pedalear para vivir”, es decir, a un número creciente de obreros, campesinos y en general a los grupos sociales más débiles ya excluidos o marginados del poder político, quedaban las periferias de las ciudades, la campaña y, a nivel de circulación, el extremo margen derecho de las calles secundarias. Se trataba de la misma lógica que había empujado las familias obreras que habitaban los cascos históricos, hacia los barrios populares construidos en las periferias. 7. L a revancha de la bicicleta A pesar de que pueda parecer exagerado hablar de “resistencia a baja intensidad” por parte de los ciclistas, algunas formas de “indisciplina” manifestaban una no aceptación de la distribución del espacio público sancionada por el poder. La más común era la de circular en la mitad de la carretera obstaculizando el paso de los automóviles. Pero existían otros gestos más significativos. En el verano de 1937 se repitieron las denuncias que señalaban la presencia de grupos de ciclistas en la autopista Milán-Turín y en la MilánBrescia-Bergamo, quienes la usaban para dirigirse a sus trabajos51. También se destaca la presencia de vendedores ambulantes, que detenían los automóviles de turistas para venderles flores. La autopista, es decir, el espacio creado para uso exclusivo de los vehículos motorizados, era sistemáticamente violada por ciclistas y peatones. El fenómeno se verificaba en mayor o menor grado en todas las autopistas, pero en algunas se manifestaba en forma continua52.

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50. La radio, otro objeto clave de la sociedad de consumo y de la “modernización fascista”, no era común en las casas italianas respecto a otros países europeos. Pero también en este caso el régimen trata de suplantar las deficiencias económicas con las estructuras de la OND. Cfr. Victoria De Grazia, Consenso e cultura, 180. 51. “[…] en algunas horas y en algunos tramos, estos intrusos se han vuelto asiduas y puntuales presencias y se sirven de la autopista para ir al trabajo o al mercado o para volver a sus casas”, “Le autostrade: il guaio delle periodiche infiltrazioni di estranei”, Corriere della Sera, Milán, 2 de noviembre, 1937 (edición de la tarde). 52. “I ciclisti sull’autostrada MilanoBergamo-Brescia”, Corriere della Sera, Milán, 17 de septiembre, 1937.


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Como se diría después, en el verano de 1941, se concedía a los ciclistas la circulación en las autopistas, pero sólo por pocos meses y en un contexto muy particular. No se trataba de facilitar la movilidad de los obreros, sino de los “cicloturistas”. Pero entonces la situación política había cambiado radicalmente y las contradicciones internas del régimen habían producido una crisis “funcional” que dio a la bicicleta la ocasión de tomarse una revancha, ya antes de la entrada en guerra de Italia, el 10 de junio de 1940. En noviembre de 1938 (cuando se imponían nuevas leyes contra la minoría hebrea) fue abolida la tasa de circulación para los automóviles privados. El escaso número de automóviles circulantes en Italia empañaba la imagen de la modernización fascista y por lo tanto había que dar nuevo impulso a la motorización masiva. Sin embargo, era un anuncio que difícilmente podía ser apreciado por la mayoría de la población, alejada de la posibilidad de adquirir un automóvil, y menos aún para los millones de trabajadores que debían continuar pagando la tasa por sus bicicletas. Pero un mes después los diarios anunciaban que se abolía también la tasa sobre la bicicleta, subrayando que la decisión provenía del duce en persona. Los diarios comentaron favorablemente la decisión por el gran número de ciclistas que resultaban beneficiados, subrayando la “ola de satisfacción” provocada en la clase trabajadora de provincias como Ferrara (donde se contaba una bicicleta cada 2,6 habitantes) y Turín53. Probablemente la abolición de la tasa sobre la bicicleta tenía el objetivo de compensar la medida anterior, o quizás el mes de separación entre las dos medidas quería significar la distinta naturaleza de ambas. La abolición de la tasa sobre la bicicleta no era parte de una estrategia económica (como había 53. “Oltre 140.000 ciclisti ferraresi beneficeranno della abolizione della sido en 1926), sino que era una “gracia” concedida por el duce a la tassa”, Resto del Carlino, Bolonia, 4 de clase trabajadora54. En cambio, la abolición de la tasa automovilísdiciembre, 1938. “L’abolizione della tassa sui velocipedi”, La Stampa, Turín, tica era una medida de política económica: su objetivo era “actuar 4 de diciembre, 1938. la motorización del país que es elemento y signo del progreso civil 54. “La noticia que, por voluntad del Duce de las Naciones modernas y factor indispensable de la preparación será abolida la tasa de circulación sobre las bicicletas, fue acogida en nuestra militar de la Nación”, según recitaba el comunicado oficial55. Sin provincia como un agradecido don. El embargo, las contradicciones internas del régimen en este campo gobierno fascista, aboliendo dicha tasa, demuestra una vez más de ‘ir hacia el saldrían a la luz menos de un año después, en septiembre de 1939. pueblo’ sin ostentaciones democráticas A la vigilia de la invasión alemana de Polonia, el gobierno fascista o superfluas declaraciones, sino siguiendo una conducta constante anunciaba que desde el 4 septiembre 1939 se prohibía la circulación de facilitaciones y de ayudas para de automóviles para uso privado. La circulación era permitida sólo aquellos que trabajan”. Cfr. “Il Duce per il popolo. Oltre 203 mila ciclisti a la administración pública, al partido fascista, al ejército, a los mébeneficeranno dell’esenzione di dicos y a otros casos limitados para realizar actividades de utilidad tassa”, Resto del Carlino, Bolonia, 7 de diciembre, 1938. general. Estas medidas no tenían origen en las sanciones que la Liga de las Naciones había impuesto en ocasión de la invasión de Etiopía 55. La noticia de la abolición de la tasa automovilística aparece, junto con el texto del comunicado oficial, en los diarios el 8 de noviembre.

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(impuestas en 1935 y abrogadas un año después y que no incluían la prohibición de la exportación de petróleo a Italia), sino en las deficiencias y contradicciones del sistema económico fascista. De un día para el otro la bicicleta viene revalorizada. Mientras en las primeras páginas de los diarios se exaltan las gestas germánicas, en las páginas internas se escriben “elogios a la bicicleta”. Il Messaggero dice que la bicicleta es un “medio autárquico, juvenil y deportivo”; para La Stampa es un “simpatiquísimo medio de locomoción, barato, divertido, útil y sano” y su uso es un “deber civil para todos”; el Corriere della Sera subraya la naturaleza autárquica y “antiburgués”, porque despierta los músculos oxidados, “forrados de grasa por los asientos de los automóviles”56. En todos lados se registra un aumento de circulación y de ventas (y de precios) de bicicletas y se discute sobre la necesidad de suspender las limitaciones de circulación ciclística en los cascos históricos. Los lugares para aparcar automóviles se llenan de bicicletas e incluso el RACI decide acondicionar los estacionamientos para las bicicletas de sus socios, los cuales las han tenido que retomar o se han comprado alguna nueva. A los porteros se pide de abrir los patios internos a las bicicletas. La crisis provocó un doble cambio: en la distribución del espacio público y, aparentemente, en la consideración social del “objeto bicicleta”. El otoño de 1939 es una época de gran exaltación y las noticias de la guerra desencadenada por Hitler se mezclan con los cambios en la vida cotidiana. En este clima se expresan en forma más clara las opiniones sobre la circulación vial y sobre las bicicletas. La Stampa de Turín quiere que se anulen los límites a la circulación ciclista y afirma que es el momento de liberarse de los prejuicios que circulan contra la bicicleta57. Probablemente se refiere a la mentalidad representada por Il Messaggero: en la capital se habían suspendido las restricciones a la circulación ciclística, y el diario romano expresa su desacuerdo subrayando el “carácter absolutamente provisional” de la suspensión y afirmando que se trataba de una “concesión” que los ciclistas debían demostrar “saberse merecer”58. El diario florentino La Nazione reconoce que la bicicleta se estaba tomando una revancha después de todos los reproches y al ostracismo a la que había sido sometida en los años precedentes. La síntesis más significativa del cambio que se estaba experimentando en la dis56. Cfr. Corriere della Sera, Il Messaggero, tribución del espacio público fue publicada por el popular semanal La Stampa, dieron los mismos títulos: “Elogio della bicicleta” respectivamente Domenica del Corriere: “La bicicleta, que vivía hasta ahora en los márlos días 3, 4 y 5 septiembre 1939. genes de la calle, donde la había echado su potente victorioso rival, 57. “Si va tutti in bicicletta”, La Stampa, el automóvil -ahora que ésta no tiene combustible, y está obligada Turín, 7 de septiembre, 1939. a quedarse en el garaje-, se puso bien en la mitad de la calle, como 58. “La circolazione delle auto private patrona casi absoluta”59. sospesa dalla mezzanotte di oggi”, Il Messaggero, Roma, 3 de septiembre, Meses después, el 10 de Junio 1940, Benito Mussolini, prisionero 1939. de la propia retórica y de la perspectiva de fáciles victorias bajo 59. “Rivincita della Birota”, La Domenica del Corriere 41: 48 (19-25 de noviembre 1939): 9.

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la sombra de la potencia alemana, declara la guerra a Francia e Inglaterra. Cuatro días después el ejército alemán invade París y el entusiasmo ostentado en Italia choca con la noticia del bombardeo de Génova. Sin embargo, el régimen fascista debe demostrar al pueblo que está seguro de la victoria final. La próxima estación de vacaciones tiene que ser alegre y sin preocupaciones. Para crear este clima los medios de comunicación cumplen su función y la autárquica y juvenil bicicleta tiene su rol importante. El discurso fascista presenta la bicicleta como un objeto de “moda”, callando las dificultades objetivas por las cuales tal “moda” era estimulada desde lo alto. Un cinegiornale anuncia con tono triunfante que “la bicicleta está de moda, es patrona de las ciudades, reina soberana en las playas, donde es indispensable antes y después del baño” (sic)60. Las escenas en las playas italianas con jóvenes pedaleando alegremente (y modernas madres que llevan sus niños con sidecar a pedal) son comunes ese verano61. Si bien estos filmes no entran en la categoría de propaganda que en esos días el régimen ordena realizar, contribuyen a crear el clima justo no tanto para reforzar, sino para distraer el frente interno. La bicicleta, en este contexto, es imprescindible. El verano siguiente, además, se concederá a los ciclistas el derecho a circular por las autopistas62. Si bien en diciembre de 1939 disminuyeron las restricciones para los automóviles, las dificultades de aprovisionamiento de combustible no habían sido resueltas y el régimen tuvo que promover la bicicleta. Si por un lado se hacía ver a la clase media y alta pedaleando alegremente en las costas, por el otro se multiplicaban las iniciativas, a través de las sedes locales de la OND, para estimular el uso de la bicicleta en el tiempo libre. Se organizaban encuentros ciclísticos (cicloraduni) y excursiones. El régimen se había empeñado desde sus primeros años, y en particular desde la fundación de la OND, en organizar y controlar el tiempo libre de la clase trabajadora, pero en los años anteriores el mayor resalto ha60. Se trata de noticiarios producidos en Italia desde 1927 por el Instituto Luce bía sido dado a los viajes con medios de transporte públicos: trenes para el público de los cinemátografos. y autobús. En cambio, desde el verano de 1939 y los primeros años La colección es visible en www.luce.it previa registración. Cfr. “Fabbriche di de la guerra, las excursiones ciclísticas ocuparon mayor espacio en biciclette”, Giornale Luce C0057, Istituto las crónicas periodísticas. Luce, 15 de luglio 1940; véase también “Riviera versiliese. Scene di vita En este período la bicicleta se convirtió, en buena medida, balneare”, Giornale Luce C0059, Istituto en el centro de las manifestaciones fascistas. La OND organiza Luce, sin fecha, 1940. en distintos lugares la “Jornada de la bicicleta” para celebrar su 61. “Colpi d’obiettivo su spiaggie adriatiche”, Giornale Luce C0073, Istituto carácter “utilitario y deportivo por excelencia”, como dice el croLuce, 9 de septiembre, 1940. nista de un cinegiornale en ocasión de uno de estos encuentros63. 62. “L’uso gratuito delle autostrade En estas fiestas, trabajadores de ambos sexos desfilan por las caconsentito ai ciclisti”, Corriere della Sera, lles de las ciudades adornadas con las habituales sentencias del Milán, 15 de junio, 1941. 63. “Ciclo raduno del Sebino”, Giornale Luce C0166, Istituto Luce, 31 de julio 1941.

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duce. En Bolonia se expone una adaptada a la ocasión: “Me gusta el ciclismo porque es un deporte de poetas”64. En los años siguientes la bicicleta acompañó a los italianos en los peores años de la guerra. Continuó siendo usada por trabajadores, amas de casa y por los combatientes en la guerra partisana. Los ocupantes alemanes limitaron su circulación para reducir la movilidad de los partisanos; fueron requisadas y robadas por los soldados en fuga. Después de la guerra y por muchos años la bicicleta siguió siendo usada por millones de italianos, pero el ciclista se convirtió verdaderamente en un “paria”, porque usaba un objeto símbolo de la miseria que se quería olvidar a cualquier precio, cuando ya todos soñaban un motor propio. C onclusiones Muchos puntos quedan por ser explorados, pero creo que el análisis de la bicicleta como objeto situado en este determinado espacio social ha ofrecido una llave de lectura para estudiar los vínculos entre el espacio público y el sistema político y ha mostrado cómo la crisis en éste último puede implicar transformaciones en el primero. La definición de jerarquías entre objetos (bicicletas y automóviles) se refleja en el espacio público dedicado a éstos y revela los nexos con la cultura hegemónica. El espacio público, ocupado casi exclusivamente por los automóviles, se vuelve parte del “rostro cotidiano” del sistema de poder. 64. Sandra Mazza y Nazario Sauro Onofri El aspecto “moderno” del fascismo coincide con la imagen que (eds.), Trent’anni di fotografie Villani a Bologna. 1920-1950 (Bologna: Cappelli, tenían de sí mismos los grupos que concentraban el poder y la 1988), 140. hegemonía cultural. 65. En estas páginas se entiende el término El estudio de esta época desde el punto de vista de la bicicle“modernización” en el sentido de la ta evidencia además las deficiencias del régimen fascista, bien voluntad del régimen de introducir en la sociedad italiana elementos ocultadas por el sistema de propaganda. En primer lugar, a nivel que caracterizaban las sociedades cotidiano se revela su incapacidad para imponer orden en calles, democráticas (difusión de los medios de comunicación de masa, consumo carreteras y autopistas. De hecho, la preocupación de las autoride masa, deporte, tiempo libre), pero dades por la indisciplina de la circulación fue constante al menos sin recurrir a las raíces culturales que los hicieron posibles, en particular la hasta el inicio de la guerra. En segundo lugar, la crisis funcional centralidad del individuo respecto al (más que política) del régimen de Mussolini muestra, en el verano Estado. En este sentido, se podría hablar de una modernización fascista (y nazista) de 1939, las contradicciones internas al proceso de modernización sin modernidad. Cfr. Nicola Tranfaglia, 65 fascista y nos da la ocasión de ver la transformación del espacio “La modernizzazione contraddittoria negli anni della stabilizzazione del público según las necesidades del poder: las calles y hasta los aparregime (1926-1936)”, en Il Regime caderos son reconquistados por las bicicletas, que vienen de nuevo fascista. Storia e storiografia, ed. Angelo Del Boca et al. (Roma-Bari: Laterza, (aparentemente) valorizadas y re-interpretadas como “anti-bur1995), 127-138. Emilio Gentile, Fascismo. guesas” y “autárquicas”. La crisis funcional del sistema es la clara Storia e interpretazione (Roma-Bari: Laterza, 2005) 265-307 y Louis Dumont, Essais sur l’indivudualisme (Paris: Editions du Seuil, 1985), 152-189.

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manifestación de la incapacidad económica del fascismo. La prohibición de circular a los automóviles privados, después de menos de un año que se había abolido la tasa de circulación para promover sus ventas, significaba el fracaso económico del régimen. Sin embargo, la situación europea sirvió como máscara para cubrir el desastre. Las sanciones internacionales no podían ser llamadas en causa y la posibilidad de la guerra no podía justificar una medida única entre los países europeos. En realidad era la política autárquica que mostraba su profunda debilidad. No obstante, esta crisis quedó escondida en la memoria colectiva entre los pliegues 66. El autor desea agradecer las precisas de las sanciones internacionales y la Segunda Guerra mundial. Por y estimulantes observaciones de los último, creo que este tipo de análisis podría ser el punto de partida evaluadores. para estudiar otros contextos y épocas66.

Bibliografía Fuentes

primarias

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periódicas:

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Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada

Artículo recibido: 14 de enero de 2009; aprobado: 20 de abril de 2009; modificado: 27 de mayo de 2009.

Orián Jiménez Meneses

Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada

Objects and Culture: Rituals, Flows, and Creations in the New Kingdom of Granada

Resumen

Abstract

Este artículo estudia la circulación, apropiación,

This article studies the circulation, appropriation,

usos comerciales y simbólicos de los objetos en

and commercial and symbolic uses of objects in

la sociedad colonial, y aporta elementos para

colonial society, suggesting ways to understand the

entender la circulación de objetos y mercancías

circulation of objects and commodities through the

por los espacios del Nuevo Reino. Se trata de

spaces of the New Kingdom of Granada. It tries to

precisar las funciones que cumplían los objetos

specify the functions played by objects in domestic

en la vida doméstica y tejer las comunicaciones

life and, based on their circulation, to weave

que se establecían, a partir de la circulación de

together the communications they established

tales objetos, entre ciudades, villas, pueblos

between cities, towns, and settlements and the

y sitios, y los centros de poder en Antioquia

centers of power in Antioquia and the Viceroyalty

y el Virreinato durante el siglo XVIII. Al ir tras

during the eighteenth century. By going behind

la historicidad de los objetos, de sus huellas y

the historicity of the objects, the marks they made

elaboraciones, podemos comprender mejor las

and their creation, we can better understand the

dimensiones de sus rutas, circuitos y nodos

dimensions of their routes, circuits, and nodes as a

como parte sustancial de la cultura y la relación

substantial part of the culture and the relations of

de interdependencia con otras sociedades.

interdependence with other societies.

Palabras

Key Words

c l av e

Objetos, vida doméstica, cultura material,

Objects, Domestic Life, Material Culture, Circulation,

circulación, apropiación, rituales, consumo, Nuevo

Appropriation, Rituals, Consumption, New Kingdom

Reino de Granada.

of Granada.

Historiador y Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, y Profesor Asociado de la misma universidad. Miembro del grupo de investigación Historia, Territorio y Poblamiento en Colombia (Categoría A en Colciencias). Sus intereses investigativos son: historia de los grupos subalternos, historia colonial, geografía histórica, etnografía, cartografía, política contemporánea, conflictos y actores armados, políticas de negociación y salidas pacíficas a la guerra, entre otros. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: El Frenesí del Vulgo. Fiestas, juegos y bailes en la sociedad colonial (Medellín: Universidad de Antioquia, 2007), Premio Nacional de Ensayo en estudios culturales; Las Guerras del Magdalena Medio (Bogotá: Intermedio Editores, 2008) y Asesinos en Tregua. Vidas cruzadas por la Guerra (Bogotá: Intermedio Editores, 2009). ojimenez@unalmed.edu.co

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I ntroducción El presente artículo aporta elementos para entender la circulación de objetos y mercancías por los espacios del Nuevo Reino, hasta ir a parar a manos de las personas en otras zonas del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y en otros lugares que servían como punto de tránsito entre la Península y sus colonias. También se busca aportar información e interpretaciones que permitan entender con más precisión el tejido, la circulación y las comunicaciones que se establecían entre ciudades, villas, pueblos y sitios, y los centros de poder en Antioquia y el Virreinato durante el siglo XVIII. Se trata de tejer historias en torno a la relación compleja entre objetos, flujos y elaboraciones sociales, pues esos temas y problemas han sido muchas veces relegados a un segundo plano por la historia, desconociendo que al ir tras la historicidad de sus huellas y elaboraciones, se pueden comprender mejor las dimensiones de sus rutas, circuitos y nodos como parte sustancial de la cultura y la relación de interdependencia con otras sociedades. Es imposible pensar las relaciones de la vida social, de ayer y de hoy, sin la mediación y rituales que cumplían los objetos y sus flujos de una cultura a otra. El texto rescata la presencia y circulación de objetos en la vida doméstica y su relación con los caminos y las rutas por donde se desaÏ El presente artículo es un resultado de la investigación Técnicas y Rutas en la rrollaba el comercio. Es indispensable partir de la premisa de que los configuración del territorio antioqueño, objetos son el producto de una elaboración social amplia, mas no el financiada por la Dirección de Investigaciones de la Universidad resultado del capricho de una o varias personas. Y si las cosas son un Nacional de Colombia, sede Medellín. don de la naturaleza, los objetos son el resultado del trabajo y el arte 1. Milton Santos, La naturaleza del espacio, de la técnica. Por eso se habla de objetos fijos y de objetos móviles; aquí Técnica y tiempo, Razón y emoción (Barcelona: Editorial Ariel, 2000). me ocuparé de ambos, pero centraré la atención en los segundos1. Los Revisar especialmente el capítulo 2, “El objetos de la vida doméstica son documentos, puesto que proporcioespacio: sistemas de objetos, sistemas de acción”, 53-74; asimismo Gregory nan información a través de su misma materialidad, tales como las Bateson, Espíritu y naturaleza (Buenos Aires: Amorrortu editores, 1997), especialmente las páginas 13-33.

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2. A través del tiempo, Diccionario de fuentes para la historia de la familia, eds. Annie Molinié-Bertrand y Pablo Rodríguez Jiménez (Murcia: Colección Mestizo/ Universidad de Murcia, 2000), 137-142. 3. La historia de la “Cultura Material” es un eje temático y una noción que hace referencia a las estrategias que usa el hombre para la satisfacción de sus necesidades básicas, corporales y sociales, tales como la vivienda, la alimentación, el vestido, las prácticas y técnicas agropecuarias y el uso de objetos y menajes para el establecimiento de las relaciones sociales. Sobre cultura material puede consultarse: Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-XVIII, Tomo II, Los juegos del Intercambio [1979]. (Madrid: Alianza, 1984); Norman J.G. Pounds, La Vida cotidiana. Historia de la Cultura Material [1989] (Barcelona: Editorial Crítica, 1992); Arnold J. Bauer, Somos lo que compramos. Historia de la cultura material en América Latina (México: Taurus, 2002); Edgardo Pérez Morales, “Espacios y vida material en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII” (Tesis pregrado, Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, 2005). Además de las lecturas de Fernand Braudel, el historiador Edgardo Pérez Morales me ha permitido mantener renovado y fresco mi interés por estos temas. Desde nuestras primeras conversaciones siempre afloró la urgencia de escribir una Historia de la Cultura Material en Colombia, tomando como punto inicial no los distintos períodos de la historia de nuestro país, sino los temas de interés para tejer otras explicaciones, relegadas a un segundo plano en los últimos treinta años. 4. André Leroi-Gourhan, El Gesto y la Palabra (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1971), 15-72; Francois Dagognet, Eloge de l’objet: Pour une philosophie de la marchandise (París: Vrin, 1989), 8-26 (Traducción de Luis Alfonso Paláu C, Medellín, Universidad Nacional, febrero 15 de 2000).

huellas y señales de los cambios de uso, las modificaciones físicas que han sufrido, los componentes formales, los materiales utilizados para su elaboración y las técnicas constructivas2. La producción, circulación y apropiación de objetos en el mundo colonial se inscribe en los estudios sobre la cultural material y sirve para entender la importancia que ha venido cobrando este tema en los últimos años3. Las investigaciones sobre la circulación y el valor simbólico de los objetos y su relación con la sociedad y la cultura dejan al descubierto la necesidad de integrar varias disciplinas para producir narrativas menos lineales y más acordes con los principios de interdisciplinariedad e integración en las ciencias humanas y sociales. Al abordar el tema de los objetos en la historia, el investigador se ve enfrentado al hecho concreto de integrar disciplinas como la historia, la sociología, la antropología y la geografía, entre otras. Como artefactos confeccionados por medio de acciones técnicas, los objetos transcienden su condición material para hacer parte de la vida social y cultural de las personas y los grupos humanos4. Ellos son, ante todo, inteligencia solidificada y múltiple que varía y adquiere significado dependiendo de los contextos de las culturas. En su condición de mediadores culturales, los objetos adquieren también significados simbólicos más importantes que los de su propio valor comercial. Hay objetos para cada grupo social: los hay para nobles y plebeyos; para grandes y adultos; para trabajadores y ociosos; para campesinos y citadinos. A través de los objetos el sujeto se expresa, se designa o rivaliza con sus semejantes: el espejo y la joya, por ejemplo, valen por su función mediadora y simbólica, en tanto que los aperos de la vida doméstica son el soporte de muchos de los rituales de nuestra existencia. Mientras que algunos objetos pertenecen al mundo de los nobles, como la espada y el mueble del secretario que guarda las cartas confidenciales, o el armario en el que se esconden los tesoros, otros objetos pertenecen al mundo del común, como las mismas herramientas, los harapos, los bolsos y los objetos de uso doméstico. La mayoría de los objetos son una expresión de los intercambios sociales, de las técnicas de producción, de la circulación, del consumo. Hay objetos que contribuyen con la configuración de los rituales de

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la vida cotidiana y permanecen perennes como las piedras talladas y convertidas en adobes y lajas en las calles y los caminos. Otro tanto expresan los cuadros, las herramientas y los objetos fabricados en cuero. Ante las relaciones posibles entre rituales, flujos y elaboraciones sociales cabe preguntarse: ¿qué tipo de objetos eran los del mundo colonial que viajaban por los caminos, trochas, senderos y atajos; por ríos y arrastraderos, por camellones y calles, a lomo de mula, espalda de indígena, o como información en los papeles y en los rumores que viajaban de un lugar a otro sin ser materia legible?, ¿qué papel cumplían los objetos en la construcción y transformación de la cultura en la sociedad colonial? Los objetos, los caminos y las actividades comerciales son elaboraciones de la mente humana que expresan los gestos técnicos, generalmente elementales como el acto de partir, tejer, cizallar, horadar y disolver5. Los objetos de uso diario, los más regulares y simples, sobresalen por una funcionalidad que propicia la conservación de la vida cotidiana, la permanencia y continuidad de los ritmos y el intercambio con otras sociedades. Así la taza sea simple y discreta, como lo son la mayoría de los objetos de las gentes, no está exenta de su equilibrio y suficiencia, pues lleva impresa la huella del cambio y las características de la cultura en la que ha sido elaborada. Sin embargo, habrá que diferenciar entre objetos fijos como una casa, un puerto, una estación ferroviaria, una ciudad, un campo, un puente de madera o de piedra, y los objetos móviles tales como una cuchara, un tazón de arcilla, unas alforjas, una ruana. Como objetos, todos sin excepción, tanto los objetos inmóviles como los móviles obedecen a orientaciones constructivas y decorativas complejas que hacen posible los contactos y los intercambios entre las personas, los grupos y las culturas. Los objetos y menajes de la vida doméstica, es decir, las telas, ropas, trastos, aperos y pequeños objetos (una aguja, una faltriquera) usados en el trabajo y la vida cotidiana, tenían una importancia singular en las sociedades coloniales. Con características decorativas, unos, rústicos y simples, muchos, viajaban empacados en baúles y cajas como representaciones taumatúrgicas de las extensiones de la relación cerebro/mano, mediadas por el arte de los oficios, los saberes y las técnicas. Unos y otros eran, en esencia, elaboraciones sociales, es decir, indicadores de las especificidades de la cultura y portadores de información por medio de su color, traza, textura, dureza, peso, acabado y proporciones. 1. H ábitos , objetos y vida doméstica Más de lo que puede imaginarse, las sociedades coloniales hacían un uso especial de los objetos tanto dentro de sus hábitos y la vida doméstica como en los espacios privados y de la intimidad. Una de las di5. Orián Jiménez Meneses et al, Caminos, ferencias de las sociedades contemporáneas con las del pasado Rutas y Técnicas: huellas espaciales radica en el significado, ritualización, sacralización y uso de los y estructuras sociales en Antioquia

(Medellín: Dirección de Investigaciones DIME/Universidad Nacional, Sede Medellín, 2005), 11-124.

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objetos en el contexto de la vida social. En espacios públicos y privados; en ciudades, villas, pueblos, sitios y caseríos; blancos, negros esclavizados, indígenas, mestizos, zambos y mulatos; ricos y pobres; nobles y plebeyos; clérigos, funcionarios y beneméritos: en una palabra, todos los cuerpos y privilegios de la sociedad colonial se asociaban a un determinado mundo de objetos6. De esta manera, la función que cumplieron los objetos como articuladores de la vida material, la cultura y la sociedad debe recibir un nuevo tratamiento por parte de los historiadores que supere el de la mera enunciación y agrupamiento en listados como aparecen en los inventarios de las testamentarías, en pleitos y avalúos. Se trata de que seamos capaces de pensar en la pauta que conecta a los objetos, los hombres y las estructuras sociales en un tiempo y espacio determinado. La presencia de objetos en la vida doméstica colonial guardaba estrecha relación con las características de las ciudades, villas, parroquias y pueblos, y su presencia se diferenciaba de los que aparecían en los espacios rurales, las zonas mineras y de frontera. La percepción del espacio y los objetos fue un factor importante para las autoridades de las provincias y para las virreinales durante el reformismo borbónico. En tal sentido, el Virrey 6. Por muchos años los historiadores creímos que al estudiar las sociedades Caballero y Góngora tenía la idea de que la migración y desplade los siglos XVI-XVIII, analizadas zamiento de algunos habitantes del Reino se facilitaba por la desde la perspectiva posterior a la Revolución Francesa, estábamos precariedad de sus muebles y demás objetos de la vida doméstica. estudiando sociedades en esencia Sostenía que, a excepción de algunas parroquias, las demás poexcluyentes y clasistas. Ahora se abre un nuevo horizonte de análisis que blaciones se caracterizaban porque en ellas: plantea que sería necesario superar esa visión de sociedades duales, divididas verticalmente entre una minoría por encima de la ley y una mayoría de gente común que no pudo salir de su condición marginal, por una concepción que haga visible que la sociedad colonial operaba mediante cuerpos y privilegios. Se trata, entonces, de interpretar los privilegios como incluyentes, como el resultado de una sociedad organizada en cuerpos de carácter particularista, según la cual quienes pertenecían a los privilegios y los gremios de la sociedad colonial hacían uso de un orden jurídico específico. Al respecto, véase: Cuerpo político y pluralidad de derechos, Los privilegios de las corporaciones novohispanas, coord. Beatriz Rojas (México: CIDE/Instituto Mora, 2007).

7. Germán Colmenares, Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada, t. 1 (Bogotá: Biblioteca Banco Popular, 1989), 410-411.

“[...] el mayor número de habitantes libres, hacen propiamente una población vaga y volante, que obligados de la tiranía de los propietarios, transmigran con la facilidad que les conceden el poco peso de sus muebles, corta pérdida de su rancho y el ningún amor a la pila en que fueron bautizados. Lo mismo tienen donde mueren, que donde nacieron, y en cualquier parte hallan lo mismo que dejaron. Comen poco y con imponderable grosería; pero no corresponde la misma templanza en sus bebidas. Están prontísimos y siempre dispuestos para sus juegos, bailes y funciones, entregados a la ociosidad […]”7.

Sin embargo, el uso que se le dio a los espacios de la vida doméstica y cotidiana definía también el mundo de los objetos. En villas, ciudades, pueblos, sitios y espacios urbanos y rurales fue común el uso de objetos de distintos orden, jerarquía, función e importancia. Similar situación se presenta cuando separamos los

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espacios privados de los públicos8. Y no menos difícil es la reconstrucción sobre la apropiación y uso de objetos cuando se establecen categorías sociales y culturales relacionadas con emplazamientos como casas, iglesias, haciendas, Reales de Minas y conventos. Las categorías étnicas y de subordinación tuvieron en el mundo colonial una correspondencia con los objetos que se podía tener para el uso personal. Entre blancos y beneméritos -quienes habitaban los espacios urbanos, las haciendas y casas de campo- se hacía uso de objetos suntuosos, tales como candeleros, cucharas de plata, tenedores, espadas, muebles para bibliotecas, capas, sillas forradas en cuero; botones, hebillas y gargantillas elaboradas en oro se portaban cuando salían a la calle en sus caballos, coches y carruajes para hacer una demostración de honor y diferenciación y, de paso, exhibirse ante el vecindario. Al ingresar al universo doméstico de las casas de campo y de las haciendas, objetos como las papeleras, plumas para la escritura, escritorios, cajones y cajoncitos, sillas, cuadros e imágenes en bulto y en lámina fueron la expresión de las actividades (de ebanistas y artesanos) y de las devociones y creencias religiosas de quienes ocupaban silenciosamente estos espacios: los amanuenses, escribanos, clérigos y hombres de letras. Más aún, en casas de gentes que podrían llamarse “más pudientes” era normal que entre sus objetos más preciados se encontraran espejos de cuerpo entero, escaños, imágenes religiosas, joyeros, finas lozas 8. Norbert Elias, “¿L’Espace privé’, y libros. Suntuosidad y decoración se exhibían ante los visitantes ‘Privatraum’ o ‘espacio privado’?”, en en horas de la tarde cuando los miembros más cercanos del vecinLa civilización de los padres y otros ensayos (Bogotá: Grupo Editorial Norma/eun, dario pasaban a tomar una taza de chocolate o a leer en público Editorial Universidad Nacional, 1998), un libro recién llegado de la Península. Y si nos adentramos un 349-365. poco más en estos espacios de la vida doméstica y la intimidad 9. Archivo Histórico Judicial de Medellín hasta penetrar en las cocinas, en testamentos, inventarios, cartas (En adelante AHJM) Doc. 3414, Caja 191, “Petición de herencia de doña Elvira y pequeños pleitos, quedó debidamente registrado que allí se vide Santa María Pérez”, f. 5r., año 1696. vía en medio de objetos como botijas de cuero, bateas, vasijas de “En todo el Perú sólo los chapetones (así llaman a los españoles [recién barro y madera, cucharas, trinchetes y tenedores, vasijas de coco llegados]) usan cuchara y tenedor; la para guardar la sal y canastos fabricados con bejucos y fique. En gente criolla come con las manos, aún las más señoras. Cucharas de plata sólo la mayoría de las habitaciones de las villas y ciudades del Nuevo se usan para tomar cacao, y tras de él Reino se usaban vasijas de barro para almacenar el agua que, a faluna rebanada de pan y un taco de queso fresco. La gente ordinaria su comida ta de acequias, debía ser traída de espacios lejanos, en tanto que es un sancocho con cazabe por pan, platos y cubiertos indicaban una clara diferenciación socioecoo bollo, o arepa, y su postre de miel migada con queso. Pobres y ricos todos nómica entre los más pudientes y los humildes. Éstos últimos allí por la mañana, hasta los negros, usaban, como objetos para depositar y consumir sus alimentos, todos toman cacao con pan quien lo tiene, y si no, un plátano. Tras el cacao pequeños cocos con fondos de plata y la mayoría de las gentes del almuerzan huevos fritos y mucho ají; común consumía los alimentos con las manos9. y quien puede compra tamales”. Fray Juan de Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza, t. I (Bogotá: Biblioteca de la Presidencia de la República, 1956), 45.

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En uno de los extremos de la casa se disponía de un cuarto para guardar los aperos de las bestias y las herramientas usadas en los trabajos agrícolas y mineros: aparejos, sillas de montar, frenos, alforjas de cuero, herraduras, clavos y martillos, calabozos, machetes y fondos de cobre. Todos estos objetos se inventariaban minuciosamente ante la desaparición de un pariente y la liquidación de sus bienes, pues en las precariedades de la vida material en que se vivía en nuestras sociedades coloniales y republicanas, los objetos eran, además, los soportes de la subsistencia y la riqueza de todos. Se vivía en medio y bajo la influencia de múltiples objetos así no se tuviera conciencia sobre sus significados. En las trojas, objetos inmóviles en los sembrados de maíz y frijol, fue usual tener costales de cabuya de fique, catabros y demás canastos para recoger y separar maíces y fríjoles. Allí, el proceso de separación de los granos de maíz de las tusas y los granos de fríjol de las vainas se hacía golpeando con un palo un costal repleto de mazorcas de maíz o manojos de fríjol. Esos objetos no merecerían ningún análisis ni se les daría valor si no fuera porque sus dueños no eran más que pequeños ganaderos, arrieros, agricultores y comerciantes al menudeo, y porque esas actividades eran el soporte de la subsistencia y parte sustancial en la estructura social. Tales objetos adquieren significado porque a través de su historia y contexto cultural accedemos al universo social de quienes fueron sus portadores. Así, por ejemplo, los que se dedicaban a las actividades mineras registraban con sigilo objetos como las fraguas, las barras, almocafres, barretones, cajones o cernidores y pequeños libros de sacas, en los que se llevaba la contabilidad de lo producido por sus negros en los cortes mineros. Fraguas, fondos de cobre y maestros de la forja llegaron a constituir los objetos y oficios más importantes en los Reales de Minas del Nuevo Reino de Granada10. La asociación y apropiación entre objetos y hombres alcanzó tales niveles de interdependencia que en las cuadrillas de esclavos del Chocó y Antioquia, muchas veces los nombres y orígenes étnicos desaparecieron para nombrar a los esclavos según con los objetos-herramientas con que desempeñaban sus trabajos. En los Reales de minas de Nóvita y Citará se distinguía plenamente, en el interior de las cuadrillas, a los negros de barra, los negros de batea, los negros de amocafre, los negros de cachos, y por supuesto, al negro 10. Orián Jiménez Meneses, El Chocó: un paraíso del demonio. Nóvita, Citará y el forjador, herrero o maestro de la fragua11. Era tal la importancia Baudó, siglo XVIII (Medellín: Colección de estos objetos que desapareció el nombre en beneficio del obClío/Editorial Universidad de Antioquia, 2004), 57-80. jeto que portaba cada esclavo para el desempeño de su trabajo: barra, batea y almocafre. 11. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Testamentarías de Cauca, t. 5, f. 994r; AGN, Testamentarías del Cauca, t. 4, f. 636r; AGN, Negros y Esclavos del Cauca, t. 2, f. 14r; Archivo Central de Cauca (En adelante ACC), Minas, Signatura 8232, f. 2r.-5r.

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Imagen N o . 1: H erramientas empleadas en el laboreo de las minas

Fuente: Dibujo a tinta de José Antonio Villegas Quendaño, 1764. Archivo General de la Nación, Mapoteca 4, No. 200a. Reproducida por Pablo Rodríguez y Jaime Borja, “La vida cotidiana en las minas coloniales”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, editora Beatriz Castro Carvajal. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996, 65.

Pero los aspectos en que con mayor nitidez se perciben los usos y rituales entre hombres y objetos son en aquellos relacionados con las creencias religiosas12 y el uso de ajuares y vestidos. En el primer caso, durante todo el siglo XVIII, las distintas ciudades y villas del Virreinato tuvieron sus cofradías, devociones y advocaciones religiosas13. Mediante disposiciones

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12. A pesar de la pobreza material que se vivía en otros escenarios de la vida social, tal vez fueron los templos los que conservaron con mayor fuerza la presencia de objetos bien elaborados y suntuosos. “Al querer decir algo de la piedad y cristiandad que se ve resplandecer en los templos, tan magníficos en todo el religioso culto, con tanto costo y adorno en medio de la pobreza y escasez del Reino, brillando en techos y paredes sobrepuestos de oro bruñido en tallas y cartelas labradas con tanto artificio que abrazan entre sus ramas tanta multitud de primorosas pinturas de imágenes de santos y muchas de sobresaliente

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escultura, sus tabernáculos, sus altares en tanto número, primor y aseo, todo dorado; tantos ornamentos de tan costosas telas, de tisúes y brocados […] tanta copia de alhajas y preseas con indecible aseo y limpieza; tanto número en cada una de cálices dorados y algunos de oro hermosísimos, tan hábilmente esmaltados de las más preciosas piedras de diamantes, esmeraldas, rubíes, jacintos, zafiros y sinnúmero de amatistas […] tanta riqueza en los templos en medio de tanta pobreza en los vecinos: tal es su devoción”. Basilio Vicente De Oviedo, Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada (Bogotá: Imprenta Nacional, 1930), 84. 13. Archivo Histórico de Medellín (En adelante AHM), Cabildo, tomo 11, fols. 207r.-217; tomo 12, fols. 79v.-80r; Orián Jiménez Meneses, El frenesí del vulgo, Fiestas, juegos y bailes en la sociedad


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testamentales y contribuciones en la celebración en las fiestas patronales, los vecinos dejaban al descubierto sus creencias al pedir, por ejemplo, que sus cuerpos fueran enterrados con el hábito de San Francisco y al describir y disponer sobre imágenes y láminas religiosas con sumo cuidado y expresiva devoción religiosa14. Por otro lado, un seguimiento a los testamentos otorgados durante el siglo XVIII deja al descubierto la sacralización del espacio doméstico, al mantener permanentemente imágenes y cuadros religiosos que representaban a los santos de su devoción y a las cofradías a las que pertenecían vecinos, mineros, artesanos, comerciantes y terratenientes. Las cartas y correspondencias entre miembros de una misma familia, o entre comerciantes y parientes, son reveladoras del valor que se le daba a los objetos y de las necesidades que padecían unos y otros en los espacios rurales y urbanos. Así, Jacinto López Tuesta, quien se había ido hacia el Chocó, como tantos otros, en busca yacimientos auríferos para trabajar con una pequeña cuadrilla de esclavos, después de 13 años de ausencia de la emergente Villa de la Candelaria de Medellín (erigida el 2 de noviembre de 1675), le escribía a su esposa e hijas para vencer la distancia de tantos años y hacerles llegar algunos objetos. Expresaba con melancolía el empecinado minero que: “Muy mi querida y señora de mi alma, razones me faltan para explicarte el sentimiento con que te escrivo estos renglones pues en esta ocasión jus[go] que ya se había llegado el tiempo de lograr la dicha de verme en tu compañía, las contingencias del tiempo lo an determinado de otra manera que a sido para mi de mucho sentimiento, pero no a podido ser por menos, pues aviendo llegado a esta provinzia del Chocó con la determinación de yr prosiguiendo mi viaje, se me ofrezió conbenienzia de vender ocho negros por plaso de seis meses y para la espera de dichos seis meses darme mina para trabajar con los dichos negros hasta que se cumpla el plaso, y cumplido entregarme el oro y yo entregar los negros // […] Ay te lleva Rodrigo quatro pares de sarcillos y tres rosarios de corales y uno de coyor, tres cucharas de plata y tres dedales de plata y un relicario con su cabrestillo, y una pajuela con su cabrestillo, y un dedal, y un par de memorias, y dos sortijas que pesan cinquenta castellanos de oro, y tamvién lleva de mi quenta unos trastesitos de ropa de Castilla. Ya le é dicho te de lo que huvieras menester en el ynterín que yo voy. Tamvién te lleva un sombrero de castor y me perdonaréis mi colonial (Medellín: Premios Nacionales querida que yo quisiera ymviarte mi corasón, y es verdad que lo de Cultura/Universidad de Antioquia, 2007), 55-72. más del tiempo estoy sin él, pues lo tengo siempre en vos. Que 14. Pablo Rodríguez, Sentimientos y Vida aunque dise el adajio que la auciencia cauza // olvido, digo que es Familiar en el Nuevo Reino de Granada falso, porque yo experimento lo contrario, y así digo que mien(Bogotá: Planeta Colombiana Editorial, 1997), 261-285. tras más días te tengo, más en mi memoria no te doy disculpas porque puede ser parescan ponderaciones”15. 15. AHJM, Caja, 177, Doc., 3569, folios 1r; 3r. y v. Julio 2 de 1709, Carta de Jacinto López Tuesta a su esposa doña María Manuela de Betancurt y Velasco.

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La respuesta de su esposa, doña María Manuela de Betancurt y Velasco, fue similar en detalles y sentimientos a la que recibiera desde las lejanas tierras del Chocó. Al regreso de su cuñado, Rodrigo López Tuesta, le escribiría a su anhelado esposo: “[…] Querido de mis ojos […] Lleva Rodrigo una camisa, la cual dueño mío vá rabona, pero lo que as de aser es ponértela y callar, y también lleva un pañuelo, el cual bá algo aumado porque mis trabajos lo causan el cosinar dentro de casa, y un birrete todo corto, dueño mío, a mi voluntad que yo quisiera ygualara la posiblidad con mi amor y deseo el qual es tan fino y firme que no allo conparazión; tanbién lleva dos pares de escarpines, con un poco de cacao molido, aunque no bá como yo quisiera de regalado, y perdonareis, querido de mi alma, que todo es nada según la obligazión mía. Querido de mi alma, aunque me enbiaste dos mantos la nesesidad me obligó á b[e]nder el uno y el otro se está hasiendo pedasos, de suerte que no tenemos con que oyr misa, bendí uno para comprarles a las muchachas unas sayas de bayeta, también te suplico me busqueis un baulito para guardar las joyas. También te pido me busqueis una chapa de caja que una que tengo está dañada y te la quise despachar allá para que la mandaras aliñar, conque me ha paresido menos trabajo haserla de nuevo, ban con estas también unos tabacos”16.

Y cuando se trataba de las diferencias éticas y sociales, los objetos y prendas de vestir cumplían funciones determinantes del grado de pertenencia a las corporaciones y privilegios de la sociedad colonial17. Con particular claridad, Fray Juan de Santa Gertrudis percibió en Cartagena las diferenciaciones sociales en el uso del vestido entre las mujeres beneméritas y las esclavas: “El traje de las señoras es: una camisa con labores de seda de colores, y que es de hilo de oro y plata también, formando un cuello de tres dedos de ancho, y a la caída de un lado y otro un cuadrado, que llaman pechitos. Y en las faldas un encaje de 4 dedos de ancho. Sobre la camisa con mangas sin puños, anchas, con los remates de encaje, visten un fustán de bretaña y alrededor encaje o fleje, uno y otro con juntas. No usan jubón, si sólo se rebosan con un reboso de bretaña o clarín con su punta de encaje. Para salir de casa usan manto de tafetán y saya de lo mismo, su media de seda con cuchilla labrada, y en lugar de zapato calzan pantojas, que es una jinela con dos dedos de suela, y en el empeine no llegan a cubrir 16. AHJM, Caja 177, Doc. 3569, fols. 339v.los dedos, porque todo el empeine no tiene tres. Pero este poquito 340r., enero 16 de 1710, “Sucesión de muy bordado de seda, y en los bordes un listoncito de seda fruncido. Rodrigo López Tuesta”. Más todo alrededor de la suela, a la parte superior, guarnecida de un 17. Tomás Pérez Vejo, “Artesanos y artistas, Privilegios, organizaciones galoncito de plata o oro. Pero su gala principal consiste en dos cosas:

gremiales y academias de bellas artes, El caso de Nueva España”, en Cuerpo Político, 189-214.

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18. Fray Juan de Santa Gertrudis, Maravillas t. I, 43. 19. Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias, tomo 2 (Madrid: Consejo de la Hispanidad, 1943), 361-370. La Corona dispuso que: “Ninguna negra, ó mulata, trayga oro, perlas, ni seda; pero si la negra, ó mulata fuere casada con español, pueda traer unos sarcillos de oro, con perlas, y una gargantilla, y en la saya un ribete de terciopelo, y no pueda traer // ni traygan mantos de burato, ni otra tela, salvo mantellinas, que lleguen poco más abaxo de la cintura, pena de que se les quiten, y pierdan las joyas de oro, vestidos de seda, y manto que trageren”. Recopilación de Leyes, 369-370. 20. En distintas investigaciones, el profesor Pablo Rodríguez ha insistido sobre el valor de los estudios de lo cotidiano en la comprensión de nuestro pasado colonial. Al respecto véase: Pablo Rodríguez, “Casa y orden cotidiano en el Nuevo Reino de Granada, S. XVIII”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, ed. Beatriz Castro Carvajal (Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996), 103-129; Pablo Rodríguez, En busca de lo cotidiano. Honor, Sexo, Fiesta y Sociedad el siglo XVIII (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002). 21. El 19 de junio de 1622, Pedro de Acevedo, albacea de doña Josefa Palacio, reclamaba un pedazo de tierra en la jurisdicción de la Villa de Medellín; al hacerlo, nombraba detalladamente los objetos que había dentro de la vivienda: “[…] un pedaso de tierras en la ótra banda del río, cuyos linderos son por la parte de arriba desde la quebrada de Alta Vista que venía antiguamente el maestro Juan Gómez de Ureña, difunto, cura y vicario que fue desta Villa, en atraviesa asta un sanjón de Pantano, lindando con tierras de don Francisco Ángel de la Guerra, alcalde provinsial desta Villa, sanjón abajo asta topar con sercas que oy tiene Alvino Gíl, y de ellas en atravesía por la parte de abajo asta dar con la dicha quebrada, y por ella arriba asta dar al primer lindero, en las quales dichas tierras se yncluyen una casa de tapia cubierta de paja, con una puerta de madera, y dentro de ella un bufete, un

la primera es que cuando la señora sale de casa vayan tras ella, una tras otra, todas las esclavas que tienen blancas y negras. Y la que lleva más es la que lleva la palma. La segunda es que para mandar algún recaudo o regalito, la esclava que lo lleva la engalanan con mucha gargantilla, zarcillo y cadenas de oro, manillas de perlas, y lo que lleva va tapado con un puño muy rico todo bordado de seda en variedad de colores”18.

Tales diferenciaciones en el uso de objetos de vestir estaban además legitimadas por la legislación indiana. En la Recopilación se había diferenciado claramente que las negras y esclavas, para diferenciarse de las mujeres blancas, no podrían usar el birrete, gorro distintivo de los blancos y caballeros; tampoco se les permitió a hombres de baja condición social hacer uso de capas, dagas y espadas, pues esos objetos estaban reservados para la “nobleza” y las personas de origen español19. Sin embargo, en Cartagena de Indias las mujeres esclavas traspasaban los umbrales de la sobriedad para dejar sorprendido al vecindario con sus engalanados atuendos, un ritual y expresión simbólica de las familias blancas a las que pertenecían. Empero, ha sido el historiador Pablo Rodríguez Jiménez quien con mayor precisión ha estudiado el tema de los espacios domésticos y de la vida cotidiana en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII20. De sus investigaciones y el cotejo con otras fuentes como los testamentos, inventarios, cartas de dote y otras correspondencias se desprende con meridiana claridad que los objetos y el mobiliario doméstico fueron, hasta mediados del siglo XVIII, austeros y sobrios21. No obstante, en la segunda mitad de este siglo fue cada vez más notorio en las casas de las ciudades y villas, y en al algunas casas de campo de comerciantes, escaño y dos sillas de asentar, una paila de quince libras y una reja con su apero, con terratenientes y esclavistas, una acha y un machete de sinta, con un que el salón principal estucoco chocolatero con su pie de plata, con más veinte y seis reses bacunas con este viera constituido por sillas yerro […]”. AHJM, Caja 191, Doc. 3714, f. con brazos, canapé y estra5r., “Petición de herencia de doña Elvira Rosa de Santa María Pérez”. El énfasis de la dos22. En las paredes y en el negrilla es agregado. techo se exhibían las pinturas

22. El estrado era una tarima de madera cubierta de esteras, tapetes o alfombras, y acompañada de objetos como los cojines.

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y los tapices más lujosos. Así, en ciudades bajo la influencia del clima frío como Santa Fe y Tunja, los salones de las casas llegaron a tener chimenea y hornos en fondos de cobre. El comedor se componía de una mesa, varias sillas y un escaparate en el que se guardaban las vajillas más finas. La alcoba tenía una cama de pabellón, un armario para guardar la ropa, un reclinatorio, varias alfombras, arcones y cortinas sobre las ventanas. Los salones, cuartos y corredores se iluminaban en horas de la noche con candeleros, faroles colgados de las paredes y velas. Como bien lo señaló Julián Vargas Lesmes, la oscuridad de las noches santafereñas sólo era rota por el resplandor de las velas que, prendidas dentro de las viviendas, iluminaban la vida nocturna de sus habitantes y vecinos. En la ciudad capital la producción de velas fue una de las tempranas industrias y uno de los ramos que más ganancias dejó a los comerciantes y a los ramos del Cabildo23. Ante la oscuridad de las noches coloniales, las velas de cebo y los faroles, cuando se trataba de ciudades y villas importantes dentro del Virreinato, cumplían funciones especiales para que se desarrollaran juegos, bailes y visitas entre las familias más pudientes. En Cartagena de Indias, por ejemplo, un farol puesto encima de la torre de una de sus fortalezas servía de objeto-guía a los navegantes para divisar por donde habrían de hacer su entrada a la bahía24. I magen N o . 2: C onducción de muebles

Fuente: Pintura de Ramón Torres Méndez 1849. Museo Nacional No. 639. Reproducida por Aída Martínez Carreño, “La vida material en los espacios domésticos”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, editora Beatriz Castro Carvajal. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996, 353.

23. Julián Vargas Lesmes, La sociedad de Santafé colonial (Bogotá, Cinep, 1990), 202-204. 24. Fray Juan de Santa Gertrudis, Maravillas, t. I, 33.

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Pero fue al finalizar el siglo XVIII cuando una serie de nuevos objetos empezaron a tener presencia en el mobiliario y la cultura de las principales ciudades, villas y parroquias del Virreinato del Nuevo Reino de Granada. Al revisar inventarios y bienes declarados en testamentos, cada vez son más notorios las vajillas chinas, los platos de peltre con grabados y la cristalería importada. Algunos hacendados de la Gobernación de Popayán y prominentes mineros del Chocó registraban con hincapié lujosas sillas, sillones y cofres, los cuales valoraban por el número y la calidad de las incrustaciones que tenían en plata, nácar y carey. Las familias más prestigiosas de las ciudades poseían juegos completos de cubiertos de plata, jarras, jarrones, vasos y copas de cristal. Todos se esmeraban en cuidar de aquellos objetos que consideraban más valiosos. Así, por ejemplo, en 1789 en Santa Fe, durante la jura de lealtad a Carlos IV, las familias más prestantes exhibieron en sus balcones sus mejores vajillas y piezas de cristalería25. En síntesis, fue el reformismo borbónico de la segunda mitad del siglo XVIII el que hizo posible una reforma del sistema de correos y una mejora en las vías de comunicación, lo que permitió multiplicar la frecuencia y la velocidad de la circulación de informaciones y objetos de uso personal y del comercio. Tales avances permitieron, entre otras cosas, la introducción de nuevos objetos para la vida doméstica y la adquisición de libros, gacetas, cartas y correspondencias sobre el mundo europeo26. 2. O bjetos móviles e inmóviles : mercancías y caminos Los caminos, huellas antrópicas sobre el paisaje fueron -y es probable que aún lo sean- el soporte para la circulación de objetos de un espacio a otro. Desde un punto de vista geográfico, los caminos, puertos y arrastraderos se pueden clasificar como objetos inmóviles que hacen posible que los objetos móviles lleguen a sus lugares de destino. Por eso en la segunda mitad del siglo XVIII el incremento en la presencia y variedad de objetos de uso doméstico y comercial en el Nuevo Reino de Granada estuvo condicionado al estado de los caminos y a las políticas de control de los reformadores borbónicos, pues al gravar con impuestos las transacciones comerciales, la producciones de víveres, los géneros para el comercio y la explotación de metales preciosos, se condicionó la entrada y salida ciertos objetos entre la Península, los puertos receptores, las zonas de producción aurífera y las zonas de consumo de todo tipo de objetos como telas, armas, herramientas, productos alimenticios y menajes para la subsistencia. Entre 1773 y 1777 los tres centros de poder de 25. Julián Vargas Lesmes, La Sociedad, 301la Provincia de Antioquia: Rionegro, Medellín y Santa Fe, recibieron cada 338; José María Caballero, Diario de la una un total de 5.157, 2.653 y 1.152 cargas de ropas, géneros de Castilla, Independencia (Bogotá: Talleres Gráficos Banco Popular, 1974). de Quito y ropas del Reino, respectivamente. Ese aumento considerable en la introducción de mercancías se explica por el auge de la explota26. Renán Silva, Las epidemias de viruela de 1782 y 1802 en el Virreinato de Nueva ción minera, el crecimiento de tales poblaciones y una leve mejora en el Granada (Medellín: La Carreta Editores, estado de los caminos entre la provincia y el río Magdalena27. 2007), 73 y 74. 27. AGN, Mejoras Materiales, t. 17, fol. 972r.990v.

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Desde los primeros tiempos de la dominación española florecieron los intercambios económicos y de objetos entre núcleos y zonas de abastecimiento imperial y las zonas de consumo en el Virreinato. Así, Cádiz, Cartagena, Santafé, Popayán y Quito constituían un eje rutero del comercio e intercambio de bienes entre el Imperio y sus colonias. Las telas de Manchester terminaban, después de varios meses de recorrido, en los Reales de Minas de Antioquia, el Chocó y las pulperías de las ciudades y villas del Virreinato; a su regreso los comerciantes llevaban oro en polvo, piedras preciosas, ceras, breas y maderas para los astilleros de Guayaquil, Cuba y Cádiz. El comercio triangular que se instauró entre Europa, África y América permitió la circulación y consumo de objetos y géneros del comercio entre tres mundos hasta los niveles de lo inimaginable: hierro, vinos, papel, telas, libros y géneros de Castilla se introducían y comercializaban con la misma naturalidad con la que se enviaba el oro en polvo, las resinas vegetales, las esmeraldas, las pieles, las trozas de cedros, caobas y guayacanaes. Esa ruta de los objetos entre diversas culturas serviría para sentar las bases de los palimpsestos y transformaciones de nuestros paisajes y objetos entre el Viejo y el Nuevo Mundo28. Los caminos, objetos inmóviles, son tanto huellas sobre el paisaje como marcadores territoriales y expresiones de los grados de civilización tecnológica de las culturas. Como asentamientos transitorios, las ciudades y villas fueron el punto de apoyo de las instituciones coloniales. Después de las jornadas de conquista, las tierras de Medellín, por ejemplo, estuvieron dedicadas al engorde de ganado y al cultivo de productos destinados a economías de “pan coger” y “pan llevar”, que abastecían los minerales de la Provincia. A través de los caminos circulaban mercancías procedentes de Lima y del Reino, productos agrícolas del valle de Aburrá, ganados de Cartago y Cali, y esclavos de Cartagena y Mompox. De tal modo que se pasó 28. Tanto los historiadores como los del camino como instrumento de la errancia y como soporte de las geógrafos han señalado que la huestes conquistadoras al camino como medio vital para comunicar emergencia y aparición de las rutas se da de forma simultánea al proceso de las villas y ciudades fundadas con las zonas de abastecimientos agrícivilización. El carácter esencial de la colas y ganaderos. Utilizando el camino viejo de los conquistadores, ruta lo constituye, por oposición al de la vía acuática, la condición de imprimirse los mineros de Antioquia introducían ganados para los reales de misobre el suelo, es decir, que al igual nas. En el desplazamiento de las reses por la provincia de Antioquia, que los objetos su existencia está regulada por la capacidad para hacerse los pastizales del valle de Aburrá y el puerto seco de Rionegro serperenne. Por eso se hace importante el vían de alimento y descanso para los ganados y los vaqueros. estudio de las rutas de la sal, el ámbar, del hierro, de los objetos religiosos Por otra parte, es de resaltar que los procesos de expansión coloy de los bienes de consumo. La ruta nizadora y de “zonas de contacto” entre el Caribe y Antioquia, por es la razón de Estado inscrita sobre el suelo, sobre el paisaje. Al respecto ejemplo, estuvieron acompañados de prácticas como la agricultura puede consultarse: François Dagognet, y la ganadería, tanto a pequeña como a gran escala. En Antioquia, “Route, anti-route, métaroute”, Cahiers de Médiologie 2 (segundo semestre la producción agropecuaria había aumentado ostensiblemente 1996): 19-28 (Traducción del francés de Felipe Gutiérrez Flórez y Jorge Márquez Valderrama, julio de 2001).

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durante el siglo XIX, y para finales de siglo, los terratenientes comenzaron a ocupar tierras del estado de Bolívar con el único objetivo de establecer allí sus haciendas e introducir nuevos pastos y cercados, buscando con ello disminuir la antigua trashumancia del ganado y las gentes que debían acompañarlo. De esta forma comenzó el proceso moderno de colonización, propiciado por la apertura de la frontera de las zonas de contacto entre el Caribe y Antioquia. Con este proceso, las tierras de Córdoba, Sucre, Bolívar y toda el área conocida como La Mojana vieron cada vez más la presencia de antioqueños procedentes de Rionegro, Santa Rosa, Gómez Plata y Yarumal. Los circuitos y zonas de contacto más importantes entre el Caribe y Antioquia en los siglos XVIII y XIX se hicieron a través de las rutas, nodos y las aristas sobre los ríos Magdalena, Cauca y Nechí. Por estos ríos se comunicaban con el Puerto de Cartagena, Las Bocas de Ceniza y la Villa de Mompox. De Antioquia se llevaba oro en polvo hacia los puertos del Caribe y, de estos emplazamientos se llevaba hacia Antioquia ganado en pie y en tasajos, cerdos, pan, azúcar, tabaco, botijas con rones, aguardientes y vinos, pescado seco y quesos. Los pobladores de las riveras del Magdalena, el Cauca, el San Jorge, el Sinú, el Nechí, el Caribona y el Nare, fueron testigos del trasegar de muchos champanes, barquetas y canoas en los cuales se desplazaban hombres y mujeres dedicados al intercambio de gallinas, huevos, tasajos, carnes de monte, tocino, plátano y maíz. Durante la segunda mitad del siglo XVIII y los primeros años del XIX los pescadores vieron subir por el río productos nuevos venidos de Europa. Después de haber sido puestos en los nodos de Cartagena y Santa Marta, iniciaban su recorrido por la autopista de agua de las Llanuras del Caribe -el río Magdalena-, hasta llegar a los pequeños puertos en el pie de monte de las cordilleras antioqueñas. De los hatos de San Marcos, Majagual y las Sabanas de Ayapel se introducían miles de reses hasta el altiplano de Los Osos, dejando huellas tangibles sobre el paisaje a través de toponimias. Llanos de Cuibá, por ejemplo, es una de esas toponimias que aparecen tanto en Antioquia como en el Caribe; quizás migró con los vaqueros y sus ganados desde el bajo San Jorge hasta el Valle de los Osos o viceversa. De las zonas agrícolas de Girón, Vélez, Pamplona, el Socorro y San Gil llegaban a Antioquia y Chocó los tabacos y cacaos, las cabuyas y costales, y muchos de los objetos fabricados en cuero como alforjas, botijas, faltriqueras y zamarros. Comerciantes, tratantes y rescatantes locales montaban sus negocios al por mayor y al menudeo, bien fuera en las áreas urbanas de la ciudades y villas del Virreinato, o bien se desplazaban hasta los Reales de Minas y los sitios más apartados para realizar sus transacciones económicas. En sus recorridos vendían angaripolas, ruanes, tafetanes, capas, enaguas, lienzos y sombreros. De este modo se unían economías y sociedades disímiles

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como Antioquia, Cartagena, el Chocó y los centros agrícolas del Virreinato. Sólo unos cuantos baquianos y rescatantes al por menor se atrevían a llegar hasta las zonas más apartadas, en las que después de realizar sus negocios se abandonaban en juegos de cartas, bebezones y rochelas. Otros, más aventajados y con mejor suerte quizás, llegaron a montar sus pulperías en las calles reales de la capital Virreinal, Santa Fe. Allí, en sus tiendas, vendían alimentos, vinos, utensilios de cocina, cuchillos, rejos, calzado, géneros, estampas, cuadros, libros, papel, jabón, especies, miel y cera de la tierra. Fue dentro de este contexto del mundo de los negocios de objetos y mercancías que un tal Fernando Alonso, comerciante de la plaza mayor de Santafé registró, en la segunda década del siglo XVII, varias de las mercancías y objetos que había importado para venderlas en su reconocida tienda de abastos. Se trataba de cajones, cinchas y cinchones, jáquimas, enjalmas, candados, botijas de aceite, vidrio, agujas, trompos para el juego, cordones, hilo portugués, tijeras, peines, pretinas de hierro, rosarios, agujas de arria, alfileres y cuerdas para vihuela29. Esos objetos ponen en evidencia las diferencias en los géneros del comercio entre ciudades y zonas de periferia en las que sólo aparecen objetos y productos para la subsistencia y el desarrollo del trabajo. C onsideración final Mientras hilvanaba ideas y lecturas para darle forma a este artículo, acudieron a mi memoria recuerdos sobre anécdotas de los objetos que me han acompañado desde que creo tener uso de razón: las mochilas. También recuerdo con nostalgia los objetos que mi padre me legara como única herencia de lo que fue su vida de agricultor y campesino. Recientemente, al hurgar sobre el pasado y los espacios en los que viví cuando era niño, no puedo apartar de mi memoria el cuidado que tenía con su carriel, su aguja de arria y una piedra de amolar que había transformado en objeto útil para amolar su machete de agricultor y los cuchillos de la cocina. En el mundo contemporáneo en que nos ha tocado vivir, un sinnúmero de objetos hacen posible nuestra existencia: muebles, enseres, utensilios, herramientas e instrumentos de trabajo (computadores y celulares). Los objetos del pasado y los de nuestro tiempo cumplen funciones que trascienden el universo material: esos objetos son, ante todo, forjadores de procesos de identidad y medios de orientación simbólicos que dicen lo que realmente somos como personas y seres sociales en interdependencia con el resto de los seres humanos. Cada objeto guarda un significado para su portador, bien sea por su elaboración técnica, su valor comercial, o bien por su valor simbólico e identitario. Los objetos median en nuestra relación con la naturaleza y ponen de manifiesto los avances técnicos de nuestras sociedades y el valor dado a algunos de ellos, según la relación que hayamos establecido a través del tiempo.

29. AGN, Abastos, t. 2, fol. 700r.-730; Juicios Civiles, Cundinamarca, t. 23, fol. 940r. También se encuentra información sobre objetos inmóviles y móviles en el fondo Mejoras Materiales, varios tomos, y en Impuestos Varios, Cartas.

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Artículo recibido: 8 de enero de 2009; aprobado: 23 de abril de 2009; modificado: 3 de junio de 2009.

Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960

Fictitious Enthusiasm: the Drug Market in the Transition to Prohibition in Chile, 1920-1960

Resumen

Abstract

El presente artículo busca analizar la circulación

This article analyzes the circulation of

de sustancias como la cocaína, la morfina, el

substances like cocaine, morphine, opium, and

opio y la cannabis sativa en Chile entre 1920

marijuana (cannabis sativa) in Chile between

y 1960, destacando tanto la constitución de

1920 and 1960. It underscores the development

circuitos y organizaciones destinadas a la

of circuits and organizations involved in the

producción, internación y tráfico de dichas

production, importation, and traffic of legally-

sustancias sometidas a regulación médica y

and medically-regulated substances as well as

legal, como la implementación de normativas

the implementation of laws and institutions

e instituciones destinadas a dicha regulación.

charged with regulating them. In this way, the

Así, se analiza el papel jugado por médicos y

article analyzes the role played by doctors

farmacéuticos en la constitución de un mercado

and pharmacists in the constitution of an

ilícito de drogas y el surgimiento de traficantes

illegal market for drugs and the emergence of

especializados y organismos policiales

specialized traffickers and police organizations

dedicados a su persecución, todo ello en los

dedicated to persecuting them. All this occurred

marcos de un sistema normativo que toleró la

in the context of a legal system that tolerated

prescripción regulada de estas sustancias, y que

the regulated prescription of these substances

al mismo tiempo fue testigo de su permanente

and that, at the same time, witnessed the

vulneración.

continual violation of these norms.

Palabras

Marcos Fernández Labbé

Key Words

c l av e

Drogas, tráfico, crimen organizado, historia de la

Drugs, Trafficking, Organized Crime, History of

medicina, Chile.

Medicine, Chile.

Licenciado en historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile (1997). Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile (2005). Profesor de la Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile. Sus intereses investigativos son la historiografía, historia social e historia cultural. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “‘La mano del plebeyo levantada, es la montaña que se despeña’. La conceptualización del pueblo en tiempos de transformación. Chile, 1750-1850”, Historia 42: 1 (enero-junio 2009): 109-139; “Las puntas de un mismo lazo: discurso y representación social del bebedor inmoderado en Chile, 1870-1930”, en Alcohol y Trabajo. El alcohol y la formación de las identidades laborales en Chile, siglos XIX-XX, eds. Marcos Fernández Labbé et al. (Osorno: Colección Investigadores, Editorial Universidad de Los Lagos, 2008), 91-119; “Sangre por sangre: la retórica judicial y la veracidad documental como problema heurístico en las solicitudes de indulto”, en Justicia, poder y sociedad en Chile: recorridos históricos, eds. Tomás Cornejo C. y Carolina González U. (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2007), 219-240. mfernand@uahurtado.cl

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Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960Ï I ntroducción : las drogas como mercado y mercancía A todo lo largo del siglo XX -también antes y evidentemente despuésuna serie acotada de sustancias destinadas originalmente a la terapéutica médica fueron utilizadas de forma recreacional por un número de sujetos que, aun siendo a veces sólo un puñado y en permanente intento de mimetismo e invisibilidad, forzaron la constitución de un mercado extra médico para este tipo de sustancias. Ya fuera por medio de los carriles legales de la provisión farmacéutica y la prescripción de los galenos o por las vías más tortuosas del tráfico en burdeles, callejones y centros de diversión nocturna, la demanda por sustancias legales pero reguladas como la cocaína, la morfina, el opio para fumar y en mucho menor medida el cáñamo indiano, desencadenó en el Chile de las décadas de 1920 a 1960 una serie de movimientos históricos que son relevantes de anotar en los marcos de una reflexión sobre las mercancías en la historia. En primer lugar deben considerarse las tan particulares características que poseen aquellas mercancías que son sometidas a un marco preciso de reglamentación, en tanto se las ha asociado culturalmente a aspectos vedados, peligrosos o perversos fuera de su utilización supervisada: para el caso de las drogas, aquí comentaremos sus facultades curativas -en específico su capacidad para dominar el dolor-, que prontamente fueron alternadas con un Ï El presente artículo es resultado uso recreativo. Se experimentó así la de la investigación referida a la historia social de la producción, compleja convivencia entre la ofercirculación, consumo y regulación ta y el expendio regulado y legal de de las drogas en Chile entre inicios del siglo XX y 1973, la cual se ha las drogas, y su uso extra médico y la desarrollado a partir de 2007 gracias constitución de un mercado negro al apoyo de Conicyt (Comisión Nacional de Investigación Científica y de las mismas para la provisión de Tecnológica) por medio del Programa los consumidores1. Ubicadas en este Fondecyt Iniciación en Investigación. 1. En términos estrictos, la legislación reguladora del expendio de

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sustancias como las hojas de coca, la cocaína, el opio y sus derivados y el cáñamo indiano se inició en Chile con el Código Penal de 1875, que en sus artículos 313 y 314 hacía referencia a los delitos contra la salud pública. Sin embargo, la definición de ciertas sustancias como sometidas a especial control se remonta al Reglamento de Farmacia de 1905, que sólo prescribía cautelas con respecto al uso interno o externo de los medicamentos que incluían en su preparación alguno de los componentes antes nombrados. Del mismo modo, y ya en la década de 1920, se implementaron sucesivas medidas para la internación de hojas de coca destinadas a los obreros bolivianos y peruanos que trabajaban en la pampa salitrera y las explotaciones mineras de altura. Sólo en 1936 se formaliza la regulación -por medio de las fiscalizaciones a farmacias por parte de la Dirección General de Sanidad (DGS) y la exigencia de la receta médica- del expendio, importación y fabricación de este tipo de drogas por medio del Reglamento de Estupefacientes, que será una y otra vez complementado en sus contenidos de regulación a lo largo del periodo aquí analizado, en tanto que medicamentos con distintas denominaciones incluyan en su composición componentes activos derivados del opio o la coca. Para los detalles ver el trabajo de Cristián Pablo Merino Rojas, “Evolución histórica de la legislación nacional sobre tráfico ilícito de estupefacientes”, (Tesis de pregrado, Universidad de Talca, 2000). De modo paralelo, Chile se hizo parte de los acuerdos internacionales contra el tráfico de drogas desde la Conferencia de Shangai, las recomendaciones posteriores al Tratado de Versalles y la coordinación regular implementada a través de los organismos internacionales permanentes así en New York como en Ginebra.


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mercado clandestino, las sustancias que analizamos adquieren una serie de categorías decisivas para su comprensión como mercancías: los consumidores están dispuestos a pagar precios por sobre el costo de los mismos productos en el mercado legal; la calidad de lo consumido es azarosa y muchas veces decididamente adulterada; y el riesgo de cada transacción es permanente debido a la articulación de instituciones destinadas a la persecución del tráfico2. Definidas así como mercancías cautivas en un mercado muy particular, las sustancias que analizamos poseyeron en el periodo que estudiamos una serie de características importantes de reseñar acá: por un lado, fueron unánimemente advertidas como dotadas de gran peligrosidad para el conjunto de la raza y la nación chilenas, debido a los efectos degenerativos, desmoralizadores y disolventes que se suponía tenían sobre sus consumidores, representados en particular por los apáticos y mortecinos morfinómanos y los incontrolables y eufóricos cocainómanos. Al mismo tiempo, los saberes farmacéutico y médico insistieron en la necesidad de regular pero no abolir la presencia de este tipo de sustancias en el mercado chileno, por los enormes beneficios que presentaban -bien dosificadas y prescritas- así para los enfermos de las más variadas dolencias, como para el rubro de la farmacopea, la medicina y la industria química chilenas. De forma paralela, además, los cuerpos normativos que se constituyeron establecieron jerarquías, cuotas y mecanismos de producción, introducción, distribución y fiscalización que permitieron visibilizar así a las mercancías como tales, como a sus disimulados consumidores. En coherencia con lo anterior, la sociedad chilena del periodo construyó a su vez un repertorio de representaciones sociales referidas a las sustancias, sus consumidores y traficantes, adentrándose en los riesgos y tentaciones de este mundo particular. 1. E l expendio regulado de narcóticos : boticas , médicos y consumidores En un contexto en el cual la prescripción de sustancias narcóticas o alcaloides era de facto legal, y en donde el control sobre esta prescripción estaba en manos exclusivas de médicos y farmacéuticos, no debe sorprender el hecho de que los primeros sitios que hayan sido señalados como centros de pro2. Al respecto sigue siendo de gran utilidad visión de drogas para fines extra- médicos hayan sido las boticas, y el clásico de Wolfgang Schivelbusch, que los individuos signados con el estigma del tráfico -u oferta no Tastes of Paradise. A Social History of Spices, Stimulants, and Intoxicants (New York: medicinal de las mismas sustancias- hayan sido los boticarios y los Vintage Books, 1993). médicos. Del mismo modo, es coherente que las acciones de regula3. Una sagaz relación del proceso de ción y reglamentación hayan apuntado hacía esos establecimientos fiscalización a los expendedores legales de sustancias en los y esas profesiones en particular3. Así, para los adictos a la cocaína, la Estados Unidos durante el mismo morfina y sus variados derivados, el mecanismo más seguro de acceperiodo puede hallarse en Richard DeGrandpre, The Cult of Pharmacology. der a dichas sustancias era la consulta médica primero, la farmacia How America became the world´s most troubled drug culture (Durham: Duke University Press, 2006).

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después. En tal sentido, sólo la receta de un médico permitía la compra de los tóxicos deseados, y éstos sólo se distribuían por medio de las boticas. Fuera del uso estrictamente medicinal, ya en 1920 se hacía notar, primero, la regularidad con que las recetas médicas pasaban “de mano en mano, sirviendo a todos los que quieran hacer uso de ella”4; segundo, el comportamiento “sombrío y criminal”5 de los médicos que otorgaban estas recetas a los consumidores; y por último, el hecho de que algunos boticarios vendieran estos productos “con solo hacerles una seña conocida por ellos”, más aún cuando el consumidor era habitual6. Junto a las boticas, los hospitales representaban también un lugar de provisión de las sustancias restringidas a la receta médica, en tanto los enfermos quedaban al cuidado de trabajadores no médicos que, impacientes ante el dolor del sufriente, no dudaban en administrar el anestésico opiáceo que lo calmaría. Ese mismo sufrimiento hacía que incluso los médicos, “recordando 4. J. Emilio Belmonte, Capacidad y su misión de aliviar los dolores”, fuesen los primeros en suministrar responsabilidad del morfinómano, cocainómano y opiómano (Santiago de la inyección a la larga letal, aún cuando en ese instante derramaChile: Imprenta Lagunas & Cía, 1920), 7 se “su sangre la bienhechora solución” . Ya a fines de la década de 11-12. 1920, para una autora este tipo de situación era la mejor prueba de 5. J. Emilio Belmonte, Capacidad y responsabilidad, 11-12. la necesidad urgente de “reglamentar estrictamente la prescripción de narcóticos”, puesto que éstos “no hacen otra cosa que producir la 6. J. Emilio Belmonte, Capacidad y responsabilidad, 11-12. Algunas falsa impresión de una mejoría, atenuando o acallando las manifespáginas más tarde se agrega sobre los taciones de protesta de nuestra naturaleza: no se debe luchar con el farmacéuticos: “[E]stán completamente olvidados de sus deberes profesionales dolor, que es un aviso del organismo enfermo; el dolor desaparece en este sentido. Pues la simple 8 con la mejoría” . Arrancados los anestésicos de la práctica médica, el exhibición de una receta, cuyo valor data de largo tiempo, y aún sin ella, se problema del vicio se resolvía por sí mismo, aun cuando ello derivara les vende todo el tóxico que deseen”. en dejar a los enfermos en las garras de su “natural” dolor, dado que Capacidad y responsabilidad, 31-32. para la químico-farmacéutica recién citada las consecuencias nefas7. Emilio Belmonte, Capacidad y responsabilidad, 31. Pocos años tas del consumo extra- médico representaban una amenaza mayor más tarde, el doctor Víctor Grossi que los sufrimientos hospitalarios, y en tal sentido, el remedio era reconocía en un artículo titulado “Los venenos sociales en Chile”: “Mucha peor que la enfermedad. responsabilidad nos cabe a los médicos Así, era en los establecimientos regentados por médicos y botien la difusión de este vicio. Debilidad para complacer a un cliente estimado, carios donde, de forma sin duda regulada, pero en términos mucho ligereza para recetar un calmante, el más laxos de lo que vendría después, era factible el acceso a drogran número de personas que hoy día conocen la técnica de las inyecciones gas narcóticas para aquellos que las deseaban para un consumo hipodérmicas, ha traído la difusión de extra-médico. Como efecto inmediato, los mismos farmacéuticos la morfinomanía”. En Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de 1927): 60. desdeñaron una y otra vez -y asimismo fueron contestados- la vinculación de los suyos en el tráfico, llegando a establecer en el Código de 8. Laura Monetta O., “Breve estudio sobre el opio y sus derivados. Convenios Moral Farmacéutica aprobado tras el Primer Congreso Nacional de internacionales sobre el tráfico de Farmacia, que “todo profesional debe contribuir a vigilar la venta de drogas heroicas” (Memoria de prueba para optar al título de QuímicoFarmacéutico de la Universidad de Chile, 1929), 91.

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narcóticos, ya que su abuso solo significa la explotación del vicio”9. En este sentido, en un punto de frontera entre la “explotación del vicio” y la práctica regulada del expendio de alcaloides se hallaba la situación de las droguerías y boticas de las oficinas salitreras del norte de Chile, en donde la falta de fiscalización y la numerosa población de origen peruano y boliviano promovía “la venta clandestina de medicamentos y de la coca en las pulperías”10. Con el paso del tiempo esta situación llevaría a la implementación de normas cada vez más estrictas, dándose un debate entre la autoridad sanitaria, los farmacéuticos y las empresas salitreras, que buscó disminuir al máximo la presencia de las hojas de coca en el extremo norte, o al menos circunscribir su utilización a los bolivianos y peruanos que allí laboraban11. Si la regulación de la circulación de la hoja de coca tenía como foco de atención las droguerías y pulperías de la pampa salitrera, la de la cocaína se trasladaba a las ciudades y puertos, en donde el inicio de las fiscalización y persecución del consumo de dicha sustancia redundó a fines de la década de 1920 en “hacer más secreto su tráfico y encarecer el alcaloide”12. Por la misma razón, poco después se evidenciaba que, con motivo de la aplicación de la normativa que obligaba a las farmacias 9. Boletín Farmacéutico año I: 1 (agostoa cerrar sus puertas a las 20 horas, era justamente en aquel momenoctubre de 1927): 8. to cuando se iniciaba la actividad de los “traficantes de alcaloides”13, 10. Boletín Farmacéutico año II: 4-5 los mismos que en la explotación de los “desequilibrados y perver(noviembre-diciembre de 1928): 477478. tidos” propagaban a través del proselitismo tóxico “un vicio que los enriquece”14. Un ejemplo de lo anterior se encuentra en la amonesta11. Sobre el particular del consumo de hojas de coca por los trabajadores ción y multa recibida, a inicios de 1931, por el propietario y regente andinos ver de Vicki Cassman, Larry de la farmacia “La Popular” del barrio Independencia de Santiago, Cartmell y Eliana Belmonte, “Coca as Symbol and Labor Enhacer in the debido al incumplimiento -no detallado en la documentación- del reAndes: a historical overwiew”, en glamento para la internación y venta del opio y sus derivados, coca, Drugs, labor and colonial expansion, eds. William Jankowiak y Daniel Bradburn cocaína y similares15. Más específica, una nota de la Farmacia Chilena (Tucson: The University of Arizona informaba la detención, a solicitud de la DGS, de Jorge Silva, Press, 2003), 149-158. 12. Boletín Farmacéutico año III: 8-9 (agostoseptiembre de 1929): 18-21. 13. Boletín Farmacéutico año IV: 10 (octubre de 1930): 270. 14. María Luisa Barría, “Cocainomanía” (Memoria para optar al título de Farmacéutico, Universidad de Chile, 1929), 13. 15. Archivo Nacional de la Administración, Santiago-Chile, Fondo Ministerio de Salud, Dirección General de Sanidad, volumen 3, doc. 45, 9 de enero de 1931.

“que actuaba de cómplice de un dueño de botica del barrio Independencia de Santiago y que se dedicaba al tráfico de drogas heroicas. El vicio es capaz de todo. En sus momentos de desesperación llegó al extremo de falsificar recetas de facultativos conocidos, para conseguir morfina que él mismo se aplicaba y que además proporcionaba a sus parientes y amigos”16.

De forma más rigurosa, a juicio de no pocos comentaristas, los médicos tenían una responsabilidad aún mayor en la circulación de narcóticos, ya no sólo porque se falsificaran sus firmas o se hurtaran

16. Farmacia Chilena año I: 4 (abril de 1927): 49.

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sus talonarios de recetas, sino porque “muchos son viciosos empedernidos y recetan los narcóticos con extrema facilidad”17. Este tipo de casos parecían no ser infrecuentes, al menos en opinión del farmacéutico Lisandro Latorre, que en un artículo significativamente titulado “Corrupción en el comercio de drogas”, publicado en 1927, hacía referencia a la situación que el contrabando y venta no regulada de sustancias experimentaba en Chile: “Son innumerables los individuos que viven a costa del contrabando y de la venta de mercaderías de dudosa procedencia. Ha faltado una mano enérgica que hubiera tenido en su poder las facultades necesarias, para castigar ejemplarmente al vendedor y comprador de tales mercaderías. Con ello se conseguirá el triunfo comercial de los honrados, se resguardarán los intereses de minoristas y mayoristas, y renacería la moral más fuerte y pujante que nunca […]. El comercio clandestino en el ramo de farmacia ha tomado caracteres alarmantes y es menester que las autoridades procedan con dichos delincuentes con la mayor severidad posible. No es aceptable que delitos vulgares tengan el amparo de los beneficiados en el perjuicio directo del afectado por el robo, llámese este el Fisco, Mayoristas y Minoristas. No hay necesidad de dictar nuevas leyes para llevar a efecto la depuración que insinuamos. Basta solo interpretar las vigentes claramente y aplicarlas con vigor y sin contemplaciones”18.

De ese modo, y confirmando una suerte de consenso tácito acerca de la estrecha relación entre expendio regulado de sustancias y la ineficiencia práctica de tales regulaciones al momento de ser aplicadas por los establecimientos encargados del menudeo, el doctor Víctor Grossi insistiría en el hecho de que “el tráfico por las boticas se hace con frecuencia pasmosa. Son numerosos los farmacéuticos que se han dejado tentar por este comercio delictuoso, atraídos por los grandes beneficios que reporta la venta de las drogas, ellos explotan las pasiones de las víctimas, seguros de que no han de retroceder ante el precio que se les pida, pero este tráfico no se establece con el primero que llega, por lo general los farmacéuticos exigen una presentación del recién llegado de algún cliente conocido y de buenas referencias. Gracias a esta solidaridad del vicio, es fácil hacerse abrir las puertas de tales o cuales farmacias. Muchas veces los farmacéuticos exigen al cliente una primera receta médica, que repiten cuántas veces éstos quieran. Otras veces se piden las drogas por contraseñas especiales, como por ejemplo pedir ‘un gramo de la firma’ ‘té suizo’, etc. Tenemos declaraciones de mujeres enviciadas que hasta han empeñado alhajas en las boticas para atender su vicio”19.

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17. Farmacia Chilena año II: 2 (febrero de 1928): 21. 18. Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de 1927): 54. 19. Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de 1927): 60-61. Algo más adelante agrega: “Tenemos datos para creer que droguistas conocidos proveen a las farmacias de grandes cantidades de cocaína y que éstos nos han expresado estar en situación de efectuar la venta al por mayor. La forma como importarían éstos la droga sería: o por las aduanas trayéndola con otro envase, como por ejemplo salicilato de soda o ácido bórico, o valiéndose de numerosos agentes que viajan constantemente en los vapores de la carrera. La cocaína se trae de Inglaterra y Alemania”. Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de 1927): 60-61.


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Poco tiempo después fueron sorprendidos “dos empleados del mismo establecimiento que eran morfinómanos. Encontraron los inspectores morfina, codeína, cocaína, fosfato de codeína, opio en polvo, heroína y ampolletas de morfina en cajas, sin control”20. En el mismo tono, a inicios de 1928 se informaba de un adicto que, por su propia voluntad y como estrategia para apartarse del hábito, denunciaba a un boticario que vendía la morfina a 30 pesos el gramo, siendo que de forma regulada el valor de una dosis del opiáceo alcanzaba cerca de 1.50 pesos21. Un año más tarde, la misma publicación farmacéutica informaba de una redada llevada a cabo por la policía en varias boticas de la capital, en las que se “vendían drogas heroicas sin sujeción a ningún control”. La situación fue comprobada por los mismos agentes que, por ejemplo, en una farmacia habían conseguido -sin mediar receta- adquirir un gramo de cocaína en quince pesos. Del mismo modo, en un establecimiento el dueño declaró vender sin regulación cocaína mezclada con ácido bórico, lo cual le permitía cuadrar los registros ante la inspección de la DGS22. Como alternativa, y en caso de no conocerse las contraseñas para la adquisición o no dar con agentes de farmacia tan “solícitos” como los recién comentados, siempre quedaba la posibilidad de la falsificación de recetas, por medio de las cuales era posible hacerse con algunos gramos de la sustancia en cuestión23. Ilustrativo de ello era el hecho de que, para la década de 1920, el tráfico 20. Farmacia Chilena año I: 11 (noviembre de 1927): 162. 21. Farmacia Chilena año II: 1 (enero de 1928): 12. 22. Farmacia Chilena año III: 3 (marzo de 1929): 54. 23. “Hasta la botica de don Oscar Salcedo llegó un sujeto a comprar cocaína para lo cual se fabricó una receta inventando el nombre de un facultativo que no existía. Bastó un telefonazo para llamar a cuentas al sujeto de nuestra referencia por intermedio de la Policía”. Farmacia Chilena, año I: 6, junio de 1927, p. 80. Algún tiempo después se publicaba una nota que hacía referencia a la denuncia y descubrimiento en Valparaíso de recetas falsificadas que prescribían morfina en distintas presentaciones. Farmacia Chilena año I: 10 (octubre de 1927): 144. 24. Farmacia Chilena año I: 9 (septiembre de 1927): 117-118.

“fue poco a poco incrustándose como un pulpo en las esferas sociales, el contrabandismo creció en forma alarmante y es así como hemos visto inspectores, propietarios de farmacia y farmacéuticos, proporcionando el veneno canallezco a trueque de utilidades que casi siempre se obtienen por medios vedados. Como clientes de estos señores figuran siempre jovencitos de sociedad y prostitutas amargadas de la vida”24.

Una y otra vez las fuentes recuerdan que el mecanismo más recurrido para obtener una sustancia sometida a regulación sanitaria fue la falsificación de recetas: “[P]arece que viviéramos en una época de degeneración y más que eso de corrupción en las conciencias de individuos con todas las apariencias de personas ilustradas, ya que quienes han tenido el atrevimiento de falsificar las firmas de esos facultativos no han respetado el hecho de que más de alguno reposará en paz entre las cuatro tablas de un ataúd”25.

25. Farmacia Chilena año I: 11 (noviembre de 1927): 152. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83


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De forma paralela, se denunciaba -con un decidor “Alerta señores”- el robo de formularios de recetas desde las consultas médicas, que permitían en especial a los morfinómanos hacerse de la sustancia que demandaban26. Algunos años más tarde se advertía sobre la frecuencia y tosquedad de estas falsificaciones, en términos de que sin ninguna prolijidad eran presentados formularios en las farmacias, los cuales eran aceptados sólo por la ausencia de “interés y escrúpulos”27 en la fiscalización que se observaba en ciertos agentes de botica. Citando el caso del Director del Instituto Bacteriológico de Chile, cuya firma había sido falsificada en varias recetas para estupefacientes, la nota recordaba a los farmacéuticos “los deberes que la ética profesional exige”, conminándolos a verificar por medio de una llamada telefónica a los facultativos la veracidad de una prescripción de alcaloides28. En el mismo periodo de tiempo se abría un nuevo campo de sospechas en torno a las fuentes de provisión que permitían la existencia de un comercio irregular -pero siempre en los marcos de los establecimientos de sanidad- de narcóticos y estupefacientes: las clínicas y hospitales, tanto privados como financiados por la Beneficencia. Por una parte, el farmacéutico Armando Garay denunciaba a las clínicas de obstetricia privadas, en las que a su juicio “la falta de moralidad de los profesionales” permitía el expendio de láudano, morfina, sedol y pantopón a individuos víctimas de “estados anormales y profundamente desquiciadores”, como eran los adictos a tales sustancias29. Por otra, se advertía que en los hospitales, dotados por su función de importantes cantidades de alcaloides, la regulación del expendio de estas sustancias quedaba bajo tutela profesional sólo en las escasas horas en que el depósito de medicinas estaba al mando de un farmacéutico, pero en el resto de la jornada eran funcionarios corrientes, “sin responsabilidad legal para los efectos de la ley”30 los que expedían dosis de narcóticos y anestésicos demandados por los internos. En tal sentido, se anotaba el caso de que, ante la desaparición de la farmacia de un hospital de una crecida cantidad de alcaloides, el farmacéutico a cargo había sido denunciado ante los tribunales, instancia esta última 26. Farmacia Chilena año I: 12 (diciembre de 1927): 177. que -para satisfacción del comentarista- había reconocido la “absoluta inculpabilidad” del profesional, producto de la imposibilidad de 27. Farmacia Chilena año IX: 1 (enero de 1935): 11. comprobar la responsabilidad de éste en el ilícito31. En todo caso, la 28. Farmacia Chilena año IX: 1 (enero de confirmación de la relación entre recintos hospitalarios y tráfico ilí1935): 11. cito quedaba clara al momento de -producto de la acción coordinada 29. Farmacia Chilena año II: 10 (octubre de de la DGS y la Policía de Investigaciones- ser detenida una “banda de 1928): 193-195. traficantes de morfina, cocaína y otros estupefacientes” en Santiago, 30. Farmacia Chilena año III: 4 (abril de cuyos miembros reconocieron que se proveían de cocaína -desde dos 1929): 61-62. años a la fecha- en la botica de un hospital32. 31. Farmacia Chilena año III: 4 (abril de 1929): 61-62.

32. Farmacia Chilena año IV: 3 (marzo de 1930): 41.

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2. A l amparo de la noche : las huellas del tráfico de drogas Sin dejar de considerar el papel central de las boticas en la dinámica de la circulación de sustancias reguladas, a partir de fines de la década de 1920 es posible evidenciar el accionar de traficantes de drogas en espacios de sociabilidad y diversión, tales como bares, prostíbulos y clubes nocturnos, en los cuales “actúan los traficantes por medio de sus agentes o iniciados. Estos proceden en la siguiente forma: a débiles de espíritu, prostitutas, regalan primero sabiendo que su uso repetido trae costumbre. Ofrecen una tarde su reventa y las utilidades son tales que hay margen de ganancias fabulosas para todos. Baste decir que la cocaína, cuyo precio fluctúa en Europa entre 4 a 5 francos por gramo, se vende en el prostíbulo a $15 y que hay algunos que usan 4 y 5 gramos por día. Las prostitutas de nuestro país, los jovencitos inexpertos atraídos por la leyenda, aceptan fácilmente la iniciación y poco a poco van transformándose en centros de propaganda […]. Los dueños de bares o restoranes amparan este comercio, tanto por las utilidades que la venta proporciona directa o indirectamente, como porque la cocaína provoca una sed devoradora que incita al consumo de alcohol y forman así ambas borracheras una hermandad formidable”33.

Por el estilo de vida de quienes aparecían como los más seguros consumidores del excitante, así como por la evidencia del cierre nocturno de las boticas, el mismo autor insistía en la idea de que junto a éstas ya existía en la noche urbana una red -quizás no tan tupida y de difícil acceso, pero 33. Farmacia Chilena año I: 6 (junio de 1927): 80. operando con éxito- de distribución de cocaína destinada a 34. Farmacia Chilena año I: 6 (junio de 1927): 80. La expansión de las redes de tráfico ilegal de drogas -y en particular de cocaína- para el mismo periodo que analizamos puede encontrarse para el caso de Estados Unidos en Jill Jones, Hep-Cats, Narcs, and Pipe Dreams. A History of America´s Romance with Ilegal Drugs (Baltimore: The John Hopkins University Press, 1999), 15-115. Junto a ello, el libro de Luis Astorga, Drogas sin fronteras, (México: Grijalbo, 2003) y el texto de Eduardo Sáenz Rovner, La Conexión Cubana. Narcotráfico, contrabando y juego en Cuba entre los años 20 y comienzos de la Revolución, (Bogotá: Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia, 2005). Para la situación de Perú ver de Paul Gootenberg, “Reluctance or resistence? Constructing cocaine (prohibitions) in Peru, 1910-1950”, en Cocaine. Global Histories, ed. Paul Gootenberg (Londres y New York: Routledge, 1999), 46-79.

“los que ejercen la vida galante, prefieren proveerse a domicilio y para éstos hay un sinnúmero de agentes entre los que pululan alrededor de los prostíbulos, centros de baile, formado sobre todo por muchachos bailarines, tocadores, mozos de hotel, boxeadores y toda esa población heterogénea que vive en las proximidades de la prostitución. En hoteles de reputación dudosa, restoranes de tipo cabaret, hemos podido encontrar elementos indeseables y de los bajos fondos, que explotan en grande y pequeña escala la venta de drogas, especialmente de cocaína, en las altas horas de la noche”34.

Es decir, en el abigarrado y variopinto mundo de los bajos fondos de ciudades como Santiago, Valparaíso e Iquique, comenzaba a visibilizarse un consumo extra-médico, vinculado por los observadores a ámbitos delictuales, bohemios, trasgresores. Nuevamente,

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la evidencia de lo anterior queda de manifiesto en los reportes sobre confiscación de sustancias y fiscalización de establecimientos de farmacia: una droguería clandestina en la calle San Diego de la capital, una paquetería regentada por inmigrantes árabes en la cual “entre cajas de collares, botones y asuntos de baratillos se encontró cocaína”, y otra paquetería más desde la cual se expedía morfina y cocaína35. En base a tales eventos, un comentarista expresaba la “necesidad de tener un personal inteligente y avezado que se dedique exclusivamente a combatir estos criminales expertos que ejercen el clandestinaje”36. A falta de ello, los mismos boticarios denunciaban la circulación irregular de las sustancias que regulaban37, mostrándose escandalizados además del hecho de que “en plena capital de la República y en las principales ciudades del país, se encuentren farmacias proveyendo de la droga a los enfermos del nefasto vicio, no tiene excusa ni perdón posible”38. Del mismo modo, la presencia del consumo de opio en Chile -en par35. Farmacia Chilena año I: 6 (junio de 1927): ticular por parte de individuos originarios de China- dejó huellas por 63-64. sus vinculaciones con el contrabando y la circulación ilegal de dicha 36. Farmacia Chilena año I: 6 (junio de sustancia39. Así, un médico mencionaba la existencia de un “intensí1927): 75. simo” tráfico de opio proveniente de Bolivia y repartido en las zonas 37. Farmacia Chilena año I: 12 (diciembre de 1927): 177. del nitrato “a lomo de mula” y consistente en cajones que lograban acumular cientos de kilos del derivado de la amapola, el cual “tenebro38. Farmacia Chilena año II: 2 (febrero de 1928): 21. samente” tendía a desaparecer así de las aduanas como de los juzgados 39. Un análisis centrado en las que lo confiscaban, hecho que explicaría el que “el opio se vende en comunidades chinas de Perú y Cuba Iquique y la pampa salitrera libremente en cualquier despacho. Se venpuede encontrarse en Evelyn HuDeHart, “Opio y control social: culís en de por dedales, los chinos comercian entre ellos y las farmacias rara vez las haciendas de Perú y Cuba”, Istor 27 40 intervienen en esta clase de comercio” . Pero, y quizás para sorpresa (2006): 28-45. de la generalidad de los comentaristas, la presencia del opio era más 40. Farmacia Chilena año I: 4 (abril de cercana, no sólo reducida a los orientales. Ya en 1926 se habría sorpren1927): 46. El mismo autor anotaba al finalizar su artículo: “[E]l contrabando dido “una enorme cantidad de opio”41 internada de forma fraudulenta tiene que ejercerse con facilidad ante al país, y en la capital, en agosto de 1927 la Sección de Seguridad descuuna legislación y reglamentación tan benévola”. Farmacia Chilena año I: 4 brió -ocultos en la casa de un ex inspector de boticas- 200 kilos de opio, (abril de 1927): 46. los cuales habían sido internados -de forma regulada- por dos sujetos 41. Farmacia Chilena año II: 1 (enero de más, todos los cuales fueron sobreseídos de cargo alguno por la Corte 1928): 11. de Apelaciones42. La publicidad de este caso derivó en el primer envío 42. Farmacia Chilena año I: 12 (diciembre de de un Mensaje Presidencial al Congreso, en el cual se demandaba el 1927): 177. Una fuente posterior hace referencia, para el año de 1925 a “la inicio de un proceso de legislación que, años más tarde, se concretaría cuantiosa y fraudulenta importación en el Reglamento de Estupefacientes de 193643. de más de mil kilogramos de opio” destinada al consumo extra médico de En el caso de la hoja de coca -otro consumo tempranamente resúbditos chinos. Farmacia Chilena año gulado en el norte salitrero por medio de la importación de cuotas XIV: 11 (noviembre de 1940): 497-502. 43. Laura Monetta O., “Breve estudio sobre el opio”, 98.

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limitadas del producto, destinadas en exclusiva a los trabajadores peruanos y bolivianos-, junto a la formalización de normas se advirtió la amenaza de la circulación ilegal, tanto en términos de la superación de las dosis permitidas para la masticación, como por la posibilidad de que fuese adquirida por trabajadores chilenos. Ante tales eventualidades, un decreto-ley del Ministerio de Bienestar expresaba que “se tendrá como traficante ilícito de hoja de coca aquel en cuyo poder se encontrase cualquier cantidad de la substancia y no diese a la autoridad sanitaria explicaciones satisfactorias respecto de la legítima adquisición o procedencia”44. Generalizando al conjunto de las sustancias, un médico expresaba en torno a la porosidad de las aduanas y la ausencia de fiscalización en éstas: “[L]a gran extensión de nuestras costas, la falta de personal absolutamente insospechable, las grandes utilidades que deja este comercio, hacen que todas las medidas destinadas a evitar únicamente el contrabando, fueran inútiles, pues solo se obtendría con ellas mayor cohecho y mayor precio de la droga […] vapores provenientes de Europa traen drogas, y en especial cocaína en grandes cantidades. Que representantes 44. Farmacia Chilena año IV: 3 (marzo de de casas importadoras grandes pueden proveer de drogas, ya 1930): 56. sea directamente o por medio de sub-agentes al comercio clan45. Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de destino. La forma como se hace el contrabando menudo sería: 1927): 60-61. La confirmación de esta presencia internacional de bandas de por paquetes, en cajas de fósforos, por mano, en sacos donde traficantes desde territorio chileno se contrabandea cigarros, en cinturones especiales, en cajas de es documentada por Eduardo Sáenz Rovner en “La participación de los polvos, dentro de juguetes o de frutas, etc. De nuestro país se cubanos, los colombianos y los chilenos exportan narcóticos al extranjero, hemos pasado a ser, pues, un en las redes de narcotráfico en Nueva York durante los años sesenta”, Innovar gran centro de tráfico internacional”45. 17: 30, (julio-diciembre 2007): 123.

46. El recorrido histórico de estas vinculaciones entre Chile y los países andinos productores de coca puede consultarse en términos generales en Richard Davenport-Hines, La búsqueda del olvido. Historia global de las drogas, 1500-2000 (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2003), 266-267. Para un análisis específico, Paul Gootenberg, “Cocaine in Chains: The Rise and Demise of a Global Commodity, 18601950”, en From Silver to Cocaine. Latin American Commodity Chains and the building of the world economy, 1500-2000, eds. Steven Topik, Carlos Marichal y Zephyr Frank (Durham: Duke University Press, 2006): 321-351. Más detalles en la reciente publicación del mismo autor, Andean Cocaine. The Making of a Global Drug, (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2008).

Así, a fines de la década de 1920 encontramos las primeras notas de una impresión que no hará sino fortalecerse conforme avancemos en el siglo XX: aun cuando Chile no era productor directo de materias primas posibles de ser convertidas en alcaloides, sí experimentaba un consumo evidente -insignificante, aislado, encubierto-, y más aún, estaba incorporado a redes de circulación y producción mayores, ya sea por medio del fenómeno del contrabando (“país de tránsito”), como en la refinación de materias base importadas desde los países andinos productores de hoja de coca46. Y el ingreso de estas sustancias se debía, así como a la legislación insuficiente, a la particular configuración geográfica del país, propicia para “burlar la más estricta vigilancia. Su costa dilatada, sus numerosos boquetes

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cordilleranos, son fauces abiertas por donde entran diligentes los que se dedican a este ilícito tráfico”47. Todo ello no era sino confirmado por los informes que desde la DGS y con destino a los organismos multilaterales destinados al combate contra el contrabando de narcóticos, los cuales exponían el hecho de que en Chile no existía un servicio policial destinado exclusivamente al control preventivo de las embarcaciones trasatlánticas, las que al tocar puerto en el país perfectamente podían abastecer sus bodegas con sustancias sometidas a regulación internacional48. Tras la aprobación del Reglamento de Estupefacientes de 1936, desde la misma Policía de Investigaciones se declaraba una especial atención y “una estrecha vigilancia en los puertos y puntos fronterizos, y sobre aquellas personas sospechosas del contrabando de alcaloides”49, las cuales en caso de ser sorprendidas serían remitidos a la Autoridad Sanitaria, y en caso de no haber jurisdicción de ésta en la zona en cuestión, pasados a la Justicia Ordinaria, bajo el entendido de que este tipo de falta calificaba dentro de lo que el Código Penal tipificaba como delitos “nocivos a la salud”50. Pese a lo anterior, los hechos dejaban de manifiesto que la circulación informal de sustancias reguladas no se limitaba al control del contrabando internacional, sino también a su fiscalización interna: para 1937 se sabe de un caso de “sustracción de cantidades considerables de drogas narcóticas después de establecida la conformidad de la importación”51. Es decir, una vez visadas por la DGS, partidas de opio habían desaparecido, ya fuera en la propia Aduana o en su trayecto hacía su destino oficial. En términos de confiscaciones efectivas, otra fuente recuerda que entre los años 1936 y 1938 se habían decomisado por no cumplir los mecanismos de internación unos 240 kilos de hojas de coca, poco más de 30 gramos de cocaína e igual cantidad de morfina52. Gracias a estos mecanismos de circulación, la presencia del tráfi47. Farmacia Chilena año III: 4 (abril de co callejero o instalado en centros nocturnos y restaurantes no hacía 1929): 61-62. sino, conforme avanzamos en la década de 1930, aumentar su visibili48. Boletín Oficial de Investigaciones año IV: dad. Y al mismo tiempo, se nos recuerdan las “cualidades” del mercado 138 (febrero de 1936): 11, 12. de los ilícitos: en la reseña que un medio de prensa policial hacía de los 49. Boletín Oficial de Investigaciones año IV: 161 (agosto de 1936): 14. tipos de delitos y delincuentes chilenos, se mencionaba en el rubro de las estafas al “cuento de la cocaína”, que consistía en la venta a un tra50. Boletín Oficial de Investigaciones año IV: 161 (agosto de 1936): 14. ficante conocido por la abundancia de su clientela de algún sucedáneo 53 51. Farmacia Chilena año XI: 7 (julio de de la cocaína, ofrecida a un valor mucho más bajo que el real . Ante 1937): 142. la artimaña, “el interesado, que trabaja ilícitamente, se entusiasma al 52. Armando Roger Z., El problema de los ver la utilidad fácil que obtendrá y entrega la suma solicitada”54. Del estupefacientes (Santiago: Impresora El mismo modo, al comentar las insuficiencias de la legislación chilena Imparcial, 1939), 87. en torno a los juegos de azar, un comentarista policial expresaba que 53. Detective, Dirección General de investigaciones, identificación y pasaportes en los garitos en los que se desenvolvían juegos ilegales era común I: 2 (febrero de 1934): 11. encontrar al “traficante de drogas, elemento que nunca falta, y que 54. Detective, Dirección General de investigaciones, identificación y pasaportes I: 2 (febrero de 1934): 12.

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proporciona a los jugadores la energía necesaria para poder soportar las largas y penosas trasnochadas”55. Pero la existencia de estos circuitos de distribución alternativos a la farmacia no lograban disminuir, a ojos de la policía, la importancia de aquella en la distribución ilegal de la cocaína y la morfina: tras relatar los posibles medios de ingreso de la droga contrabandeada a Chile -por mar en las playas en Valparaíso, por aire y a través de los “boquetes y pasos cordilleranos, por los cuales la internación de alcaloides se hace de forma intensa”-, la publicación de la Dirección de Investigaciones advertía que “la droga internada en las diversas formas ya descritas, llega a manos del traficante clandestino al por mayor, quien la transporta, ya sin peligro, a los grandes centros poblados, generalmente a esta capital, donde una parte de ese producto es entregado al farmacéutico inescrupuloso, y la otra, considerablemente más pequeña, es revendida al por menor, en gramos y aún por fracciones de gramo, a los más pequeños traficantes, en su mayoría toxicómanos, los cuales ocupan parte del producto en sus necesidades más indispensables, y el resto, a su vez, generalmente adulterado con ácido bórico u otras substancias extrañas, es expendido en bares y centros nocturnos de diversión a los iniciados, artistas, o simplemente a snobs o prostitutas”56.

¿Quiénes la vendían? ¿Cómo llegaba hasta el microtráfico de los bares? Hasta ahora sabemos que la receta médica -producto del afán de lucro de un médico, de la ingenuidad de un regente de farmacia, de la falsificación o el tráfico dentro de las boticas o los night clubs- era la forma más segura de abastecer el reducido pero al parecer siempre en expansión mercado de los consumidores nacionales. No se habla de bandas organizadas ni de redes; sólo se menciona la nebulosa presencia de traficantes en la noche de las grandes ciudades. Es más, desde la publicación de la policía se anotaba que los distribuidores “los más pequeños traficantes, en su mayoría toxicómanos, que ocupan una parte del producto en sus necesidades”57, vendían éste adulterado. Es decir, adictos antes que negociantes. Pero que se las afanaban para darse a comprender, en tanto

55. Revista de Criminología y Policía Científica año I: 1 (octubre-noviembre de 1937): 34. 56. Revista de Criminología y Policía Científica año I: 4 (marzo de 1938): 4-7. 57. Revista de Criminología y Policía Científica año I: 4 (marzo de 1938): 4-7.

“en diversos bares y restaurantes del centro comercial de esta capital y del puerto principal, algunos individuos expenden variados artículos, tales como cajas de fósforos, pequeños juguetes, hojas de afeitar de diversas marcas y otros varios ingeniosos útiles, usando de un santo y seña, para que el cliente escoja entre esa mercadería la que contiene la droga por él solicitada. En otros sitios son los propios garzones o mozos del establecimiento los que expenden desembozadamente el tóxico. Así también existen en Santiago y Valparaíso, principalmente, conjuntos orquestales y animadores, por lo general argentinos o centroamericanos, los cuales en su mayoría son vulgares traficantes de alcaloides”58.

58. Revista de Criminología y Policía Científica año I: 4 (marzo de 1938): 4-7.

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Una vez más, a los extranjeros se los connota antes que a los locales, y es en medio del humo y las armonías de los locales nocturnos donde el tráfico se realizaba, en “casas de tolerancia, cabarets, centros nocturnos y hasta en determinadas fuentes de soda, el empleo de la cocaína y del éter, se considera un complemento indispensable mezclado con las bebidas alcohólicas que se consumen, para mantener latente la excitación y ficticio entusiasmo”59. Misma y más detallada opinión se encuentra esta vez en un libro de 1940, titulado El suicidio por las drogas y que, dando cuenta de los espacios de consumo y tráfico de éstas, mencionaba igualmente prostíbulos y centros nocturnos, donde habitaba el “compadrito [denominación del traficante y tratante de blancas de Buenos Aires, esparcido de acuerdo al autor por las grandes ciudades sudamericanas] ha sido funesto para el elemento joven que concurre a los dancings y cabarets. El joven obrero, el ganapan de los bajos fondos, el matoncillo del tres al cuarto de nuestros centros de baile de extramuros y que hasta ayer fue solo un alcohólico más o menos inofensivo, se ha ido transformando también en una especie de compadrito, del cual imita las hombreras, el pañuelo al cuello y los aires rufianescos, al par que, abandonando su cueca y sus tonadas, no puede vivir sin oír el tango, que mal que bien ha aprendido también a bailar. El señorito calavera y tarambana de nuestras clases media y alta, que busca sensaciones para sus nervios enfermos por la herencia neuropática, o gastados por la orgía perpetua a que lo han llevado la ociosidad y los malos ejemplos, llega también al cabaret ordinario, donde encuentra cafiches, coca, morfina, prostitutas, y se hunde en vicios extraños que lo llevan hasta la homosexualidad […] ese horno candente del cabaret y del prostíbulo, donde el contrabandista, el compadrito, el pichicatero y el rufián son los operarios que trabajan la hornada cotidiana, como si fueran los siniestros panaderos de una panadería del infierno”60.

3. Traficantes y policías: profesionalización del comercio de drogas y su persecución criminal

La primera mención específica que he logrado recopilar con respecto a la existencia de algún tipo de red organizativa que laborase en el establecimiento de un flujo de sustancias destinadas al mercado nacional, de forma ilegal y permanente en el tiempo, se encuentra en un relato novelado publicado en la revista de la policía de

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59. Revista de Criminología y Policía Científica año I: 4 (marzo de 1938): 4-7. Algunos números más adelante, un detective reforzaba en sus comentarios esta impresión de los traficantes como adictos, al indicar que “…el individuo que padece de opiomanía o morfinomanía siente un gran placer en conquistarse adeptos; alrededor de él disemina su mal, tratando de inculcarle a los demás su felicidad, sin comprender que lo que trata de inculcar es su miseria”. Revista de Criminología y Policía Científica año V: 65 (septiembre de 1944): 42-44. 60. Pedro Macuada, El suicidio por las drogas, (Santiago: Empresa Editora Zig-Zag, S.A, 1940), 26-27. Algo más adelante proseguía en su descripción: “Las clases media y popular que frecuentan el salón de baile están también contaminadas con el vicio de los estupefacientes, y es ahí donde el pichicatero [vendedor de cocaína] acecha al hombre o a la mujer que considera en estado de aceptar su mercancía. La picha [cocaína] se vende en estos sitios como si se tratara de bombones o de dulces de La Ligua. Los iniciados, ávidos de coca, usan signos especiales para advertir al proveedor que necesitan su dosis. Un dedo colocado sobre la nariz indica al pichicatero que el hombre o la mujer que hace tal signo es cliente que lo reclama, y le entrega sus polvos que, felizmente, casi siempre son adulterados con ácido bórico pulverizado y otras sustancias, en cambio de los billetes rápidamente entregados y más rápidamente desaparecidos en los bolsillos del mercachifle”. El suicidio, 30.


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investigaciones en febrero de 1943 y que hacía alusión a acontecimientos ocurridos a fines de 1938. En el breve cuento -titulado “El caso del Botánico”, una más de las aventuras del detective de ficción L.A. Isla- la acción transcurría en la zona del paso fronterizo entre Chile y Argentina de Los Libertadores, a través del cual la banda compuesta sólo por extranjeros ingresaba importantes cantidades de sustancias reguladas (en particular cocaína) hasta Santiago. El modus operandi era el siguiente: con el auxilio de un gringo (estadounidense) conocido por excéntrico y estudioso de la vegetación de altura, los traficantes que pasaban la droga desde Argentina hacían una escala antes de llegar al puesto fronterizo, entregaban su cargamento al botánico, éste lo ocultaba en su mochila y, gracias a un recubrimiento de inofensivas yerbas, retomaba su camino por senderos paralelos al control policial, tras lo cual entregaba su carga a otro miembro de la organización que la hacía llegar a “el Chino”, jefe del contrabando asentado en el barrio capitalino de Recoleta61. Algunos meses más tarde, en un giro que bien puede confirmar la ficcionalidad del relato, pero que también puede ser interpretado como una evidencia de su representación de acontecimientos efectivamente ocurridos, el mismo autor redactó una continuación de la historia anterior: bajo el encabezado de “La pista de las drogas” se relataba el descubrimiento de la guarida de “el Chino”, en cuyo lugar -instructivamente ubicado cerca del cementerio- se encontraron escondidos en una trampa subterránea fardos que contenían “una materia parecida a la sal, fina y reluciente” y “cientos de cajitas, conteniendo cápsulas de vidrio, llenas de un liquido semejante al agua destilada”. Así sorprendido, “el Chino” (que se expresaba con un fuerte acento extranjero y convivía con una mujer boliviana) es herido por las balas de los detectives, que habían llegado tras su pista luego de que él mismo asesinara a uno de sus cómplices en una calle de la capital62. Una aparición quizás igualmente ficcional -en un contexto de significación diferentepero más atemorizante que la anterior es la que hacen los “traficantes de drogas heroicas” una década más tarde en las páginas de la misma revista de la policía, pero esta vez en el articulado de un proyecto de ley -como se había intentado en 1929, 1938 y 1941- que los definía como anti-sociales, y por ello importaba sanciones de reclusión y re-educación por el trabajo anexas a la infracción de sanidad. Antes que la asociación ilícita, se agrupó a los traficantes junto a los mendigos, los vagos, los proxenetas y aquellos a los que explotaban, los reincidentes y los mismos toxicómanos. En el proyecto en cuestión se los calificaba como “el verdadero elemento activo en esta lacra social de las toxicomanías”, y se los destinaba -al igual que a todos los demás anti-sociales- a un conjunto de medidas que “se fundamentan en la necesidad de enseñar un oficio a los sujetos anti-sociales, que por falta de la más elemental educación, han 61. Revista de Criminología y Policía Científica caído en un estado anti-social. De aquí el que la medida más efectiva año IV: 47 (febrero de 1943): 77-86. 62. Revista de Criminología y Policía Científica año IV: 50 (mayo de 1943): 110-123. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83


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esté representada por el internamiento en colonias agrícolas o casas de trabajo, por un tiempo determinado, pero que no puede sobrepasar de cinco años”63. De ese modo, la entidad de mercancía de las drogas heroicas “colonizaba” así el espacio imaginario, narrativo, de la prensa policial -por medio de las figuras ficcionales que se han anotado- como la articulación legislativa que intentaba dimensionar, visibilizar, castigar y re-socializar a traficantes y toxicómanos. En tal sentido, con la definición de asocialidad la criminalización efectiva de los trafi63. Revista de Criminología y Policía Científica cantes de droga conseguía un nicho conceptual específico a partir de año XI: 4 (agosto de 1951): 41-63. El 1950, factor que se puede explicar tanto por la dinámica interna de articulado mismo del proyecto define como sometidos a las disposiciones, expansión del discurso de peligrosidad y asocialidad que comprenentre otros, a “los que hayan sido dió al uso extra- médico de sustancias entre sus objetos, como por el condenados por ebriedad más de tres veces en un año y los que sean hecho de que ese mismo año se descubriese “en un pueblito cercano a Valparaíso un laboratorio que elaboraba cocaína en grandes cantidades y las distribuía después en el mercado clandestino de drogas de las tres Américas. Los delincuentes tenían una tintorería de aspecto un tanto elegante y de continuo importaban anilinas y tinturas envasadas, de preferencia por el Norte de Chile; pero algunas de las botellas que pasaban la frontera, sólo tenían de tinturas y anilinas las etiquetas, pues su contenido era hidrato de cocaína concentrado que destilaban posteriormente en su camuflado laboratorio”64.

Del mismo modo, un conjunto de ciudadanos chinos eran puestos a disposición de la Justicia a inicios del 1954 por internar de forma ilegal “opio purísimo” con valor de 5.700 dólares65. Al mismo tiempo, de manera novelada se relataba -en la misma publicación policial- un caso de traspaso del mercado regulado de las boticas al ilegal del tráfico clandestino de proporciones. Para adornar su narración, el autor Gustavo Segura sintetizaba una suma de conceptos que hemos visto desenvolverse una y otra vez a lo largo de esta investigación: “Una tenaz campaña iniciada por los Servicios de Investigaciones, ha logrado poner en jaque a los comerciantes y traficantes de estupefacientes. La guerra es sin cuartel, existe una severa vigilancia en las farmacias y droguerías, en las cuales se presuma que se venda el ‘opio’, la ‘morfina’ y la ‘cocaína’, la antimedicina que empuja a los hombres y mujeres a la más total degeneración. Los narcómanos han visto cerrados sus centros de abastecimiento, por este enérgico cordón sanitario y policial que vela por el futuro de la raza. El ‘morfocopol’ y la ‘mordolina’, dos poderosos derivados de la ‘morfina’,

calificados, previo examen médico, como ebrios consuetudinarios; los toxicómanos habituales; los traficantes de drogas heroicas, y los que por cualquier medio induzcan, favorezcan, faciliten o exploten las toxicomanías”. A los dos primeros se les asigna además el “internamiento curativo, en establecimientos adecuados, por tiempo absolutamente indeterminado”. Y a los traficantes el “internamiento en casa de trabajo o colonia agrícola por tiempo indeterminado, que no podrá exceder de cinco años; prohibición de residir en un lugar o región determinados, por un plazo no superior a cinco años; sujeción a la vigilancia del Patronato de Reos que corresponda, por un tiempo que no podrá exceder de cinco años”. En su artículo 31, el proyecto establece: “[L]os Jefes y Directores de la casa de trabajo, colonias agrícolas o establecimientos de curación y los Patronatos de Reos, informarán periódicamente al tribunal que haya impuesto las medidas de seguridad, en la forma y plazo que determinen los reglamentos respectivos, sobre los efectos de tales medidas en cada uno de los sujetos a ellas. El Tribunal podrá comprobar por sí mismo, en la forma y por los medios que estime más convenientes, los resultados del tratamiento”.

64. Revista de Criminología y Policía Científica, año XIII: 167 (abril de 1953): 41. 65. Revista de Criminología y Policía Científica, año XIII (febrero de 1952): 21.

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disfrazados sus nombres por la farmacopea moderna, más que nada para evitar nuevos adeptos a la droga, fueron arrasados prácticamente de las farmacias de la capital, por un joven facultativo, en cuyo papel de recetas se leía pomposamente ‘E. Vallejos Señoret’ […] la cantidad enorme de alcaloides despachados por este pseudo médico, demostraba evidentemente que no se trataba de un tratamiento normal y sin duda esta morfina era destinada a satisfacer la necesidad de los narcómanos santiaguinos […] En Investigaciones, el Dr. Vallejos mostró sus brazos, verdaderos ‘sarcomas’, debido a lo intenso de las cotidianas pinchadas […] Del Instituto de Reeducación Mental, saldrá un hombre útil a la sociedad […]”66.

Pues bien, el mismo Gustavo Segura, Comisario de la Policía de Investigaciones, era asignado como responsable de la Brigada Fusionada contra la Especulación y Estafas, destinada a una campaña contra las drogas heroicas que, al momento de ser informada, ya había dado su primer golpe, descubriendo tras un minucioso registro una “aparentemente inofensiva verdulería”, en la que se hallaron “27 cajas de heroína y morfina, drogas que fueron llevadas al cuartel de investigaciones conjuntamente con el propietario del negocio, Martín Toledano Vega, de 55 años de edad. El negocio de estupefacientes se realizaba en forma tan sigilosa que fue preciso que el detective que se ocupó de la diligencia, simulara ser un adicto a una de las drogas, obteniendo así todos los antecedentes para efectuar el allanamiento de que damos cuenta”67.

Recordando el alcance internacional de los flujos de sustancias ilegales, una publicación de la Policía de Investigaciones perfilaba el tráfico de estupefacientes como “uno de los problemas de más difícil solución” en Chile, puesto que era evidente el hecho de que el país, “conjuntamente con Bolivia”, eran centros de abastecimiento de estupefacientes para el mercado internacional, en particular de cocaína68. Algún tiempo después, y en el marco de la XXVII reunión de la Asamblea General de la Organización Internacional de Policía Criminal en Londres en septiembre de 1958, el delegado chileno a la misma, el médico examinador jefe de la Policía Técnica del Servicio de Investigaciones, Osvaldo Esquivel, insistía en que “la situación a este respecto en América del Sur es grave. El tráfico de estupefacientes entre Chile, Perú y Bolivia es muy importante, sobre todo en lo que se refiere a la cocaína y la marihuana”; ante ello, postulaba la necesidad de instalar una oficina específica de la INTERPOL en la 66. Revista de Criminología y Policía Científica, año XIII: 170-171 (julio-agosto de 1953): región para dar cuenta de este flujo, como de conminar a Bolivia para 51-52. que ingresase en la misma organización policial internacional69. Este 67. Revista de Criminología y Policía Científica, flujo a través de las siempre permeables fronteras chilenas redundaba año XIII: 180 (mayo de 1954): 46. en la periódica denuncia de la presencia de traficantes y sustancias en 68. Criminología, año XIV: 230 (diciembre el mercado ilícito chileno, como a inicios de 1959, cuando de 1958): 6. 69. Criminología, año XIV: 233 (mayo-junio 1959): 12-14. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83


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“a consecuencia de la detención de un músico, en cuya posesión se hallaron marihuana y un aparato de cigarrillos, se descubrieron en casa de un comerciante de Santiago quince kilogramos y 300 gramos de esta última droga. También se detuvo a un individuo de origen oriental, que llevaba en su poder al momento de su detención 200 gramos de cocaína mezclada con un anestésico y bicarbonato de soda. Su hermano, traficante notorio también, así como dos chilenos, fueron también detenidos”70.

Del mismo modo, “en un registro efectuado en una farmacia sospechosa, no se llegó a encontrar drogas, pero en cambio se dio con una correspondencia reveladora. El conjunto de las investigaciones arrojó como saldo total la detención de una decena de individuos y el decomiso de 15 kilogramos y 30 gramos de marihuana y de un kilogramo y 200 gramos de cocaína”71. Para congratulación de los detectives chilenos, ninguno de los detenidos contaba con registros en las organizaciones policiales internacionales72. La asociación que hasta aquí se ha comentado entre el control de los estupefacientes y la policía demostró a fines de la década de 1950 tanto sus riesgos como el alcance que tomaba el negocio del tráfico ilícito en Chile, encumbrándose las mercancías que se han mencionado, el atractivo de su negocio y su ficticio entusiasmo hasta el corazón de las noveles instituciones destinadas a su fiscalización y castigo. Para enero de 1959 fue desbaratada una organización de traficantes de drogas encabezada por el Subprefecto Jefe de la Brigada Móvil de la Policía de Investigaciones, Carlos Jiménez García, hombre que llevaba 26 años en el servicio y que, con su caída, dejó de manifiesto el grado de infiltración que las redes de tráfico internacional mantenían en Chile. Como un festín, la prensa dedicó páginas y páginas a analizar, especular y exagerar cada una de las pesquisas. En una apretada síntesis, el caso puede resumirse de acuerdo a lo que sigue: para fines de 1958 e inicios de 1959 desde el interior de la Policía de Investigaciones se tenían fundadas sospechas en torno al comportamiento de Jiménez, quien además 70. Criminología, año XIV: 241 (mayo-junio de participar en la resolución de sonados casos criminales de la época, de 1960): 10. ostentaba un nivel de vida con mucho superior al de sus pares detec71. Criminología, año XIV: 241 (mayo-junio tives: amante de la buena sastrería, dueño de autos de lujo, habitante de 1960): 10. del Barrio Alto, generoso contribuyente a la campaña presidencial de 72. Criminología, año XIV: 241 (mayo-junio Jorge Alessandri, decía que ese tipo de gastos los financiaba con el dide 1960): 10. nero que su esposa obtenía como dueña de una camisería en pleno 73. De acuerdo a un periódico de la capital, la fuente que citamos, esta cercanía con centro de la capital. Sin embargo, al ser detenido se le confiscaron 138 el mundo del crimen organizado habría cheques, los cuales actuaban de garantía de los sobornos y comisiollegado a tal punto que el detective era compadre, es decir, padrino de una nes que recibía de parte de algunos de los más importantes traficantes de las hijas de Mario Silva Leiva, más de sustancias del momento73. Sí, puesto que el contacto directo que conocido como el “Cabro Carrera”, uno de los más renombrados traficantes de el detective mantenía con este tipo de agentes del mercado ilícito de drogas de la segunda mitad del siglo XX en Chile. Vistazo, Santiago, 20-27 de enero de 1959.

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las drogas fue lo que terminó por denunciarlo como cómplice de los mismos. De acuerdo con el periódico Vistazo, fue la intención de alertar a Rubén Sacre Huasaf lo que delató a Jiménez, en tanto que al ser el detective informado de la inminente detención de éste (el más importante traficante de drogas en Chile en la época), se apresuró a llamar al inculpado para advertirle del peligro, llamada que fue interceptada por sus superiores. Una vez en prisión, el caso de Carlos Jiménez permitió a la prensa dar cuenta de un conjunto de factores vinculados con el narcotráfico, que a la luz de esta investigación confirman datos ya relevados y aportan una magnitud al asunto que hasta ahora el conjunto de las fuentes no habían logrado destacar74. Así, a través del caso quedó de manifiesto una circulación persistente de cannabis sativa entre las zonas productoras -el valle de Aconcagua- y la capital, por medio de improvisados transportes que alcanzaban a varias decenas de kilos cada vez. Es decir, se arrojaba luz sobre un tráfico que hasta ahora no habíamos podido graficar para época tan temprana, y que se desenvolverá con mucha mayor fuerza y masividad al finalizar la década de 1960. En segundo lugar, la frecuencia del intercambio ilícito de cocaína entre Bolivia, Perú y el norte de Chile, así como su salida desde el país hacia La Habana y Miami, a través de correspondencia oficial de la Policía de Investigaciones y los vuelos comerciales de Panagra, así como por medio de la utilización de “correos humanos” que cruzaban desde Tacna o la Paz hasta la ciudad de Arica, lo que llevaba a que la nortina ciudad fuese comparada con Tánger, Macao o Hamburgo en la geografía internacional del tráfico de drogas. Para uno de los entrevistados -Luis Gayán, de tumultuosa vida en tanto encargado de la policía secreta de Bolivia en tiempos del gobierno del MNR-, Chile era el “puente de plata” a través del cual se hacía circular la cocaína peruana y boliviana a todo el resto del mundo75. Del mismo modo, las notas de prensa no dejaron de hacer alusión a los contactos que Jiménez mantenía con la familia considerada como la mayor y más importante organización dedicada al delito -y en particular al tráfico de estupefacientes- en Chile: el clan Huasaf. Conformado por Rubén Sacre Huasaf, René Harb Huasaf y la madre de ambos, Amanda Huasaf, el grupo de descendientes árabes eran 74. Vistazo, Santiago, 20-27 de enero de 1959. conocidos por la posesión del más famoso prostíbulo de Valparaíso, y la prensa los denominaba “los Borgia de la cocaína”76, en tanto ya 75. Para el entrevistado la inmensa mayoría de la cocaína que pasaba por en 1952 habían sido sorprendidos como responsables de la impleChile lo hacía en calidad de tránsito, mentación de laboratorios de purificación de cocaína en Las Zorras en tanto “este es un mercado de poca monta, pagan poco, a veces hasta ni y Villa Alemana. En relación con Carlos Jiménez, la prensa indicaba pagan. Lo que se consume en Santiago que los Huasaf habían constituido una red de tráfico en la cual ellos es una mezcla de bicarbonato con ácido bórico y con cantidades ínfimas internaban y refinaban la cocaína boliviana, el detective otorgaba la de cocaína”. Sobre el particular ver los protección y actuaba de distribuidor mayorista, y el farmacéutico textos de Gootemberg y Sáenz Rovner antes citados. Sergio Iglesias operaba como distribuidor minorista77. Así, un kilo de 76. Vistazo, Santiago, 17 de febrero de 1959. 77. Vistazo, Santiago, 17 de febrero de 1959. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83


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cocaína boliviana era convertido en tres kilos de “pichicata” que los distribuidores se apresuraban en colocar en los centros nocturnos, hoteles y prostíbulos de la ciudad. Junto a todo lo anterior, el efecto evidente del “caso Jiménez” fue la percepción de que la corrupción agobiaba a la policía -y no sólo a esa institución- y que el contrabando, los juegos ilícitos y el tráfico de estupefacientes eran fenómenos recientes, pero que habían echado firmes raíces en Chile. De tal forma, las playas del norte grande, con su incansable deambular de barcos cargados de salitre, eran el escenario perfecto para el contrabando de cigarrillos estadounidenses, ropa de mujer, pequeñas radios de transistores, todos objetos arrojados en bolsas impermeables por los marinos mercantes y distribuidos por los pequeños comercios de las ciudades costeras. Aún más grave, la investigación llevada a cabo por el Fiscal Militar Carlos Leyton y su ayudante Hugo Lewis evidenciaba la sistemática protección realizada por parte de funcionarios de Investigaciones y Carabineros de Chile a los juegos de azar clandestino y al narcotráfico, a tal nivel que se había detenido tanto a un ex Director General de Carabineros como a un también ex Director de Investigaciones, al mismo tiempo que el ex Presidente Carlos Ibáñez del Campo era citado a declarar78. A tales personalidades se sumaban antiguos subsecretarios, así como multitud de altos responsables -muchos de ellos fuera del servicio activo- de la Policía de Investigaciones, quienes participaban de los dos mecanismos esenciales para recaudar y distribuir el dinero de los sobornos: la denominada “canasta”, que representaba el conjunto de coimas y cuotas periódicas que ciertos “capos” criminales entregaban a los jefes policiales a cambio de su silencio y protección; y los “galardones”, entendidos como los sobornos individuales que cada detective podía recibir en el curso de sus obligaciones, o mejor dicho, por desatenderse de éstas79. C onclusión El análisis histórico del los problemas presentados por la circulación de sustancias como la cocaína y la morfina en las décadas centrales del siglo XX en Chile deja en evidencia una serie de consideraciones que pueden ser anotadas a modo de conclusión. En primer lugar, resaltar el hecho de que la constitución de un mercado negro o ilícito de este tipo de sustancias se efectuó en los marcos de convivencia con los mecanismos de expendio legal y regulado de las mismas, existiendo en tal sentido una fuerte dependencia del tráfico ilegal con respecto a los hospitales y farmacias. Por ello, no es sorprendente que fueran éstas las primeras instancias de provisión clandestina de drogas. Sin embargo, desde muy temprano en el periodo estudiado se articularon redes de tráfico ilícito fuera de los establecimientos médicos y farmacéuticos, asentados en bares, burdeles y zonas vinculadas a los “bajos fondos” de las principales ciudades chilenas. A pesar de ello, y de forma paralela, se estableció un conjunto de normas específicas destinadas a regular la producción, importación y expendio de la cocaína, las hojas 78. Vistazo, Santiago, 20-27 de enero de de coca y la morfina y sus distintas presentaciones farmacológicas. Sin 1959 y 17 de febrero de 1959. 79. Vistazo, Santiago, 20-27 de enero de 1959 y 17 de febrero de 1959.

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embargo, la permanente vulneración de estos cuerpos normativos redundó en la constitución de organismos especializados en la fiscalización del mercado de las sustancias sometidas a regulación: primero desde el ámbito sanitario -con la Dirección General de Sanidad- y luego por medio de la Policía de Investigaciones. Ambas instancias, como queda demostrado en las páginas anteriores, fueron a su vez socavadas en sus funciones de vigilancia y represión del mercado ilícito, en tanto algunos de sus funcionarios optaron por lucrarse y beneficiarse protegiendo a los operadores del mercado ilegal de sustancias en Chile, los que llegaron a jugar un papel clave en la refinación y distribución de la materia prima de la cocaína proveniente de Bolivia y Perú por lo menos hasta 1973.

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Artículo recibido: 14 de enero de 2009; aprobado: 20 de abril de 2009; modificado: 22 de mayo de 2009.

Inés Pérez

La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970

Domesticating the TV: the Uses of the Television in everyday Life in Mar del Plata (Argentina), 1960-1970

Resumen

Abstract

El presente texto se centra en el televisor

This article focuses on the television as

como objeto de la vida cotidiana y en el lugar

an object of everyday life and the place

que ocupa en el espacio doméstico. Si la

it occupies in the domestic sphere. While

historiografía argentina se ha centrado hasta

Argentinean historiography has so far focused

el presente en lo ocurrido en la ciudad de

on what happened in Buenos Aires, this article

Buenos Aires, este artículo se propone como una

contributes to the history of other experiences

contribución a la historia de otras experiencias

regarding the arrival of the TV inside the

de la llegada de la “tele” a los hogares.

home. It reconstructs the experience of those

Reconstruimos experiencias de los momentos

initial moments of the television in Mar del

iniciales de la televisión en Mar del Plata con

Plata in order to recuperate the historicity of

la intención de recuperar la historicidad de la

the association between the television and

asociación entre televisor y domesticidad.

domesticity.

Palabras

Key Words

c l av e

Televisor, domesticación, espacio doméstico, usos,

Television, Domesticity, Domestic Sphere, Uses,

experiencias, Argentina.

Experiences, Argentine.

Licenciada y profesora en Historia de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. Estudiante de doctorado con mención en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, con beca de Postgrado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Sus intereses investigativos son la historia de la familia, del género y de los modos de habitar en la segunda mitad del siglo XX. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “Transformaciones en la vida cotidiana. Producción y re-producción, Mar del Plata hacia fines de la década del ’90”, capítulo realizado en colaboración con Andrea Torricella y Natalia Alfonsi en Cuestiones de familia. Problemas y debates en torno de la familia contemporánea, comp. Norberto Álvarez (Mar del Plata: Eudem, 2007), 171-198; “Relatos y prácticas de la vida familiar en el espacio doméstico, Mar del Plata 1940- 1970”, Quinto Sol. Revista de Historia Regional 13 (2009), en prensa; “El trabajo doméstico y la mecanización del hogar: discursos, experiencias, representaciones. Mar del Plata en los años sesenta”, en Los sesenta de otra manera: vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina, comps. Valeria Manzano, Karina Felliti e Isabella Cosse (Buenos Aires: Prometeo, 2009), en prensa. inesp18@yahoo.com.

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La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970Ï I ntroducción “Por primera vez se distinguió el lugar donde se vive del lugar donde se trabaja. El primero se estableció como el interior. La oficina era su complemento. El ciudadano privado que en la oficina tomaba contacto con la realidad, necesitaba que el interior constituyera el sostén de sus ilusiones […]. Para el ciudadano privado, ese mundo interior representaba el universo. En él, el individuo reunía lo distante en el espacio y en el tiempo. Su sala era un palco en el teatro del mundo”. Walter Benjamin1

“La televisión es un medio doméstico. Se mira en casa. Se ignora en casa. Se discute en casa”2. El televisor pareciera no salir del ámbito privado, como si se tratara de un espacio al que pertenece, del que es parte. Lynn Spigel utiliza la expresión staple fixture para referirse a esta condición del televisor3. Si fixture puede traducirse casi inequívocamente como “mueble”, staple presenta tres significados que se complementan en la descripción del lugar que adquirió el televisor en el hogar: staple es, al mismo tiempo, “básico”, “típico” y “principal”. Y sin embargo, el lugar del televisor ha cambiado a lo largo del tiempo, e incluso en el presente sería difícil sostener que su uso es exclusivamente privado. En este artículo rastreamos el proceso de domesticación4 del televisor, es decir, el proceso de construcción de la asociación entre televisor/domesticidad/privacidad que hoy forma parte del sentido común. Si, como planteaba Raymond Williams, “el momento de cualquier nueva tecnología es un momento de elección”5, resulta interesante volver al tiempo en que el televisor era una novedad, revisar su paso de objeto exótico a elemento omnipresente en los hogares.

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Ï Este artículo es resultado de la investigación llevada a cabo en el marco del proyecto de tesis de doctorado “Vida familiar y modos de habitar: experiencias y representaciones (Mar del Plata 1940-1980)”, financiado con una beca de Postgrado tipo I de CONICET, que a su vez forma parte del proyecto colectivo “Identidades, Familias y Género: Construcciones, imágenes y representaciones. Argentina, segunda mitad del siglo XX”, cuya ejecución está a cargo del grupo de Estudios sobre Familia, Género y Subjetividades de la Universidad Nacional de Mar del Plata. 1. Citado en Roger Silverstone, Televisión y vida cotidiana (Buenos Aires: Amorrortu, 1996), 52. 2. Roger Silverstone, Televisión y vida cotidiana (Buenos Aires: Amorrortu, 1996), 51. 3. Lynn Spigel, Make Room for TV. Television and the Family Ideal in Postwar America (Chicago: The University of Chicago Press, 1992), 1. 4. El concepto de domesticación es utilizado por Roger Silverstone para referir al proceso de incorporación de nuevas tecnologías en el ámbito doméstico. Roger Silverstone, Televisión y vida cotidiana, 53-93. 5. “[T]he moment of any new technology (...) is a moment of choice” (traducción propia). Lynn Spigel, “Introduction”, en Raymond Williams, Television. Technology and cultural form (Londres: University Press of New England, 1992), XV.


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Ahora bien, el tiempo en que el televisor fue una novedad depende del espacio que esté siendo observado. En relación con la introducción del televisor en el hogar, esta observación resulta especialmente apropiada. Si habitualmente se toma 1951 como fecha inaugural de la televisión argentina, lo cierto es que hasta 1960 las emisiones sólo eran recibidas en la ciudad de Buenos Aires. Además del surgimiento de Canal 9, Canal 11 y Canal 13 a nivel de la ciudad de Buenos Aires -lo que marcó el fin del monopolio de Canal 7-, ese año aparecieron Canal 12 de Córdoba y Canal 8 de Mar del Plata, y con ellos la “tele” llegó al “interior” del país. En este artículo nos detendremos en las experiencias de la incorporación del televisor a los hogares marplatenses. Este caso resulta relevante por dos razones: por una parte, se trata de un inicio temprano en relación con otras partes del país; por otra, el tiempo de la llegada de la “tele” a Mar del Plata es el que habitualmente se toma como el del comienzo del consumo masivo de televisores y de televisión en Argentina6. Si la comprensión de los programas televisivos como textos requiere, como ya observara Lila Abu-Lughod, de una etnografía multisitio, la consideración del televisor en tanto objeto también debe dar cuenta de los múltiples contextos dentro de los que sus usos cobran sentido7. La distancia de una década en la llegada de la televisión -y consecuentemente de los televisores- con respecto a lo ocurrido en Buenos Aires supuso una serie de particularidades en el proceso de domesticación de estos artefactos en Mar del Plata. Concretamente implicó la presencia simultánea del televisor tanto en ámbitos públicos como en espacios privados, incluso en ambientes como la cocina, en los que en otras coordenadas espacio-temporales hubieran resultado insospechados; usos que excedían la familia nuclear pero que al 6. Mar del Plata es una ciudad balnearia, mismo tiempo presentan discontinuidades respecto de tradiciones fundada a fines del siglo XIX, ubicada sobre la costa atlántica, 400 km al sur de usos comunes de otros artefactos domésticos; una expectativa de la ciudad de Buenos Aires. Si nació diferente de la audiencia respecto del nuevo medio, en especial por como balneario de élite, a mediados del siglo XX se popularizó. Por otra parte, parte de quienes eran niños en aquel entonces que -a diferencia desde su creación Mar del Plata contó de los adultos cuya percepción giraba en torno de su condición de con un puerto sobre el Atlántico que permitió el desarrollo de la industria de objeto novedoso- esperaban con ansiedad la programación que tola pesca que, junto con el turismo y la davía recuerdan con nostalgia. industria textil, dieron impulso a la vida económica de la ciudad. El ritmo de La investigación que aquí presento se basa en la reconstrucción de crecimiento demográfico fue muy lento experiencias de quienes vivieron el proceso de domesticación del tedurante las primeras décadas. Sólo después del censo de 1947 se superaron levisor. En este sentido, indagué en relatos de distintos sujetos acerca los 100.000 habitantes, número que de la introducción del televisor en sus vidas cotidianas. Tomé para se duplicó en 1960 con el arribo de familias del interior del país y de la ello un corpus constituido por una serie de entrevistas a 21 sujetos de provincia. En la actualidad la ciudad distintas características (en términos de género, edad, sector social, cuenta con una población de alrededor de 700.000 habitantes. etc.), que tienen como rasgo común el haber vivido en la ciudad en el período en que se difundió masivamente el uso del televisor. 7. Lila Abu-Lughod, “La interpretación de la(s) cultura(s) después de la televisión”, Etnografías contemporáneas 1: 1 (2005): 64.

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Las experiencias de los sujetos están construidas como narraciones y, en ese sentido, presentan un orden, una selección y un tono8. Incluí entre los entrevistados a personas que pertenecen a una misma familia (dos grupos de hermanos y una madre y su hija), así como a sujetos que en el momento analizado tenían una relación de vecindad. La familia puede concebirse como un campo en el sentido bourdieuano: en ella existen posiciones desiguales que operan tanto al momento de tomar ciertas decisiones como a la hora de contar la historia familiar. Por otra parte, en el proceso mediante el cual el televisor se volvió necesario para las familias, resulta importante observar cómo se sitúa lo que los otros tenían o hacían. En este sentido considero que el contraste entre lo narrado por personas que mantenían una relación de vecindad puede resultar interesante. La intención de incluir distintas “versiones” de esa historia no es encontrar la más verdadera, sino señalar las marcas, los contrasentidos, los énfasis y silencios de los distintos relatos. Este artículo se centra en la historia del televisor en tanto objeto. Las experiencias de los sujetos iluminan los usos diversos de este artefacto en la vida cotidiana y sus variaciones en el tiempo. Los quiénes y los cómo son los que dan sentido a las preguntas por los qué. 1. L a sala : un palco en el teatro del mundo La distinción entre el lugar donde se vive y el lugar donde se trabaja, propia de la Modernidad, fue acompañada por una imagen del hogar como sacro recinto de la vida familiar, alejado de los cambios avasallantes del mundo público, un “refugio ante un mundo despiadado”9. Su contra8. Seguimos las recomendaciones de cara fue la figura del hogar como coartada, como espacio abstraído Dora Schwarzstein cuando señala que “es inadecuado usar las fuentes orales 10 de la observación pública . Pero, ¿es posible sostener que el límite de manera principalmente factual, entre ambos espacios es tan tajante como pareciera desprenderse sólo para transmitir o confirmar evidencia de acontecimientos de estas consideraciones? Si puede pensarse el ámbito de la vida faparticulares. La materia prima de la miliar y el de la producción y la política como esferas distintas, lo entrevista es la memoria, y ésta tiene un carácter subjetivo y una tendencia es a condición de pensarlas en una interpenetración que no es sólo a interpretar la historia más que permanente, sino también constitutiva de cada una de ellas. reflejarla”. Dora Schwarzstein, Una introducción al uso de la Historia Oral en La presencia del televisor en el interior del hogar es una de las el aula (Buenos Aires: Fondo de Cultura formas que asume dicha interrelación. “La televisión y otros medios Económica, 2001), 22. electrónicos introducen [la hostil sociedad del mundo exterior] en 9. Christopher Lasch, Refugio en un mundo despiadado (Barcelona: Gedisa, 1996). el hogar y modifican tanto la esfera pública como la doméstica […]. La televisión […] ahora lleva a los niños a recorrer el mundo, aún 10. José Francisco Liernur, “Casas y jardines. La construcción del dispositivo 11 antes de que estos tengan permiso para cruzar la calzada” . La tedoméstico moderno (1870-1930)”, en levisión introduce lo público (y lo privado de otros) en el seno de la Historia de la vida privada en la Argentina: la Argentina Plural, ed. Fernando Devoto vida familiar o, si se quiere, domestica el exterior, lo convierte en y Marta Madero (Buenos Aires: Taurus, un elemento más del hogar. 1999), 101. 11. Joshua Meyrowitz, citado en Roger Silverstone, Televisión y vida cotidiana, 59.

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Raymond Williams proponía el concepto de privatización móvil como condensador de una línea de transformaciones que tendía, por un lado, a una movilidad creciente y a una pérdida de la experiencia enraizada en comunidades productivas pequeñas, y por otra, a una creciente privatización del consumo de la información y el entretenimiento12. “El broadcasting, sostiene Williams, sirvió para la resolución de esta contradicción en tanto trajo imágenes del mundo exterior al hogar privado. Le dio a la gente la sensación de viajar a lugares distantes y tener acceso a la información y el entretenimiento de la esfera pública, incluso si la recibían 12. Williams sitúa este proceso de “privatización móvil” en una línea que, en los confines de su propio mundo doméstico”13. La sala, un palco con escasos quiebres o retrocesos, iría en el teatro del mundo. de la conformación de la esfera pública habermasiana en el siglo XVIII, en la Para explicar el lugar que el televisor ocupó en aquel proceso, es que la prensa tuvo un lugar central, interesante observar lo ocurrido en Estados Unidos, el “gran proveea su privatización, con la centralidad adquirida por medios cuya recepción dor mundial de imágenes en movimiento”14. Si la difusión en escala fue eminentemente doméstica (la masiva del televisor en Estados Unidos se produjo entre 1920 y 1955, televisión es el mejor ejemplo). Raymond Williams, Televisión, 19. La las formas que asumió su uso deben ser comprendidas en relación idea de que existe una tendencia hacia con los elementos que, ya desde la década de 1890, ponían en tensión la privatización de la esfera pública, ya presente en los propios textos de el ideal de domesticidad victoriano. La presencia más asidua de las Habermas, ha generado un intenso mujeres en el mundo público como trabajadoras y consumidoras, el debate. Entre quienes la discuten puede situarse a John Tomlinson, nuevo énfasis en la recreación familiar fuera del hogar y centrada citado en Roger Silverstone, Televisión en las parejas, la reducción del tamaño de los hogares vinculada a su y vida cotidiana, 119. En todo caso, la definición de lo público como un modernización, son elementos que hablan de las dificultades de manespacio entre el Estado y el terreno tener los límites entre lo público y lo privado, propios del modelo privado de las relaciones económicas no es puesta en cuestión. En este victoriano. Por otra parte, la forma de concebir el entretenimiento artículo no tomamos esa noción de lo también había sufrido una modificación sustancial en este momenpúblico en tanto no permite dar cuenta de ciertos matices que hacen que los to: la imagen del elevamiento espiritual a la que se lo había asociado, usos del televisor dentro del espacio del por lo menos, desde inicios del siglo XIX dio lugar a otra más mohogar sean unas veces más públicos y otras, más privados. derna y secular que lo vinculaba con actividades liberadoras que 13. “Broadcasting, Williams argues, served servían como contraparte del trabajo. En este contexto, en el que los as the resolution to this contradiction discursos que advertían sobre los riesgos a los que la familia estainsofar as it brought a Picture of the outside World into the private home. ba expuesta eran moneda corriente, la radio comenzó a ser pensada It gave people the sense of travelling como una posible vía de resituar a las familias (a las mujeres, en esto distant places and having access to information and entertainment pecial) en el interior del hogar15. in the public sphere, even as they Para 1926 la radio ya había sido domesticada: se trataba de received this in the confines of their own domestic world”. Lynn Spigel, una fuente de entretenimiento y noticias sumamente popular “Introduction”, en Raymond Williams, en los hogares norteamericanos. La difusión del televisor se enTelevision, XXI. marcó en aquel proceso: el momento oportuno se produjo entre 14. Sergio Pujol, La década rebelde. Los años 1946 y 1955. Distintos elementos confluyeron allí: la construcción 60 en Argentina (Buenos Aires: Emecé, 2002), 146.

15. Lynn Spigel, Make Room, 27.

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masiva de los suburbios como respuesta a la crisis de vivienda, el crecimiento de la tasa de matrimonios, el fenómeno conocido como baby boom, etc. La imagen del hogar suburbano fue tomada como modelo de felicidad familiar por los distintos medios de comunicación, en un momento en el que los fantasmas de la Guerra Fría comenzaban a rondar y la doctrina 16. Mirta Varela, “Los comienzos de la televisión argentina en el contexto del domestic containment (de la búsqueda de soluciones privadas a latinoamericano”, presentado en la cuestiones públicas) se fortalecía. reunión de la Latin American Studies Association (Chicago: 1998), 8. Estos elementos permiten explicar la asociación entre televisor/ 17. “El peronismo logró mitificar su domesticidad/privacidad en el contexto de los Estados Unidos. Para espacio público por excelencia, la Plaza el caso de Argentina, tanto el precio de los aparatos como la falta de Mayo, frente a la casa de gobierno, el lugar hacia donde se dirigieron de crecimiento del primer (y único) canal durante los primeros años las masas en la concentración que de vida de la televisión (la primera transmisión se produjo en 1951) se convertirá en hito fundacional del movimiento peronista que lo impidieron un uso doméstico como el que tuvo en otros países16. La seguirá ocupando en las reiteradas primera década de la televisión se caracterizó por una recepción movilizaciones. Pero también es una época signada por la ocupación de las fuertemente asociada a los espacios públicos en un contexto en el calles de paseo, los cines, los teatros, que, a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos y otros países, se los restaurantes, los bailes, el carnaval. La calle Lavalle, la avenida Corrientes y exacerba la ocupación de los espacios públicos urbanos17. el ‘Centro de los grandes espectáculos’ Esto implicó una asincronía constitutiva de la televisión argenticomponen una geografía nocturna y masiva del espectáculo porteño. na18. Mientras las publicidades de televisores difundían una imagen Nuevos sectores acceden a esos del consumo televisivo dentro del hogar, con la familia (nuclear) consumos y su presencia es uno de los datos más significativos de la cultura reunida en torno del aparato observando atentamente, el uso más de la época. En ese contexto no parece habitual de los televisores se daba en espacios públicos o, en todo arbitrario que el Estado distribuyera televisores para su recepción pública caso, en compañía de personas ajenas al núcleo familiar. La imagen y la primera televisación fuera un acto del consumo hogareño remitía al contexto norteamericano en el que multitudinario.” Mirta Varela, “Los comienzos”, 10. la asociación entre televisión y domesticidad tenía otras connotacio19 nes . En todo caso, existe un consenso en señalar que 18. Varela sostiene que ésta no es “hay aspectos específicos de los aparatos que posibilitaron una serie de usos que también se fueron modificando históricamente: si en los años cincuenta el televisor provocaba reuniones comunales, en los sesenta pasó a ser parte del grupo familiar y, en las décadas siguientes, se convirtió, cada vez más, en un objeto personal que hasta podía servir para establecer una distancia con la propia familia”20.

¿Cómo se produjo la llegada del televisor a los hogares marplatenses? Si la “cultura televisiva” argentina ya tenía una historia, con casi 10 años de transmisiones televisivas en el país, ¿cómo fueron las expectativas de la naciente audiencia marplatense? ¿Dónde se veía

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una característica exclusiva del caso argentino. Mirta Varela, “Los comienzos”, 9.

19. Véase Cecelia Tichi, Electronic Hearth: creating an American Television Culture (New York: Oxford University Press, 1991), 16-17. 20. Gonzalo Aguilar, “Televisión y vida privada”, en Historia de la vida privada en la Argentina: la Argentina entre multitudes y soledades, de los años treinta a la actualidad, eds. Fernando Devoto y Marta Madero (Buenos Aires: Taurus, 2002), 257. Spigel observa en los Estados Unidos ya en un período muy anterior los discursos que tienden a un uso diferencial del televisor dentro de las familias. Lynn Spigel, Make room, 60.


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televisión en los primeros años? ¿Quiénes miraban? ¿Qué esperaban ver? ¿En qué momento el televisor quedó integrado al escenario de los hogares marplatenses? 2. T elevisores en M ar del P lata Si la televisión llegó a la ciudad de Buenos Aires más tardíamente que a distintas ciudades de los países centrales e, incluso, de algunos países latinoamericanos21, tomó todavía nueve años más para que alcanzara el interior del país, y sólo llegó a algunas zonas. Mar del Plata y Córdoba fueron, después de Buenos Aires, las primeras ciudades del país en tener un canal local. En Mar del Plata el proceso de incorporación del televisor a los hogares estuvo marcado por una temporalidad distinta, que supuso la superposición de elementos de lo que en Buenos Aires fueran etapas sucesivas. El uso público de los televisores, el ir a mirar televisión al club o a la casa del vecino característico de los porteños de los años cincuenta, coincidió en Mar 21. En 1950 México, Cuba y Brasil realizan del Plata con el abaratamiento de los aparatos, la posibilidad de comsus primeras transmisiones televisivas. prarlos en cuotas, la domesticación del medio y la conformación de En 1952, es el turno de Venezuela y en 1954, el de Colombia. Véase Mirta una generación televisiva22, propios de los sesenta. Varela, La televisión criolla. Desde sus El abaratamiento de los aparatos coincidió con un aumento en inicios hasta la llegada del hombre a la Luna, 1951-1969 (Buenos Aires: Edhasa, su producción y se reflejó en un fuerte incremento en su venta, en 2005), 36-37. especial desde los años sesenta. En estos años se intensificó la di22. “Es necesario aguardar a la televisión versificación en el consumo -fruto de la disminución del peso de de los sesenta para encontrar una ‘generación televisiva’ por haber ciertos rubros (los considerados básicos) dentro del presupuesto compartido la experiencia de ver El familiar- iniciada en décadas anteriores23, que se apoyó en un imcapitán Piluso. No ha quedado, en cambio, una generación de La pandilla portante crecimiento económico sostenido durante toda la década Marylin”. Mirta Varela, La televisión y fue acompañada por una participación de los asalariados en la discriolla, 60. tribución del ingreso de alrededor del 40%, relativamente estable 23. Mario Rapoport, Historia económica, en el período24. En este sentido, el número de hogares con televisor política y social de la Argentina (1880-2000) (Buenos Aires: Macchi, 2003), 579. creció rápidamente dando lugar a la transformación de la sociedad 24. Ricardo Aroskind, “El país del Argentina en una sociedad televisiva25. La introducción de los televidesarrollo posible”, en Violencia, sores a los hogares marplatenses se dio en este contexto particular, proscripción y autoritarismo (1955-1976), ed. Daniel James (Buenos Aires: el cual supuso una serie de diferencias respecto de lo sucedido en Sudamericana, 2003), 63-116. la ciudad de Buenos Aires. En esos años, “para las familias, tener un 25. En este sentido, Pujol señala que “el televisor era, cada vez más, una necesidad”26. número de televisores en el país pasó En la ciudad de Mar del Plata, distintas casas que habían sido fundade un millón y medio de aparatos en 1959 a casi doce millones en 1968: un das en la primera década del siglo XX y que se dedicaban mayormente crecimiento que, proporcionalmente, a la venta de artículos para la construcción, carpintería y ferretería fue mayor al que se dio en los Estados Unidos, el gran proveedor mundial (como José Tiribelli, fundada en 1905, o Casa Fava, fundada en 1909), de imágenes en movimiento”. Sergio incorporaron la venta de electrodomésticos, cocinas y calefones a gas Pujol, La década rebelde, 146. 26. Gonzalo Aguilar, “Televisión y vida privada”, 256.

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en los años cincuenta. Entre 1951 y 1963 se abrieron, además, algunas de las que serían las casas de electrodomésticos más importantes de la ciudad (Roberto Miliffi, José Fazio, Casa Radar, Francisco P. Uriaguereca, Su Casa, etc.). A partir de los sesenta el artículo que más se vendía era el televisor y el medio de pago más frecuente era el crédito personal. Ahora bien, a pesar de ser más accesibles, los aparatos de televisión seguían siendo, al menos en los primeros años de la década, objetos caros. De nuestros entrevistados, sólo quienes tenían un mejor pasar económico tuvieron un televisor en su hogar antes de 1966 y 1968. Ésta, en efecto, parece ser la fecha que la mayor parte de los entrevistados coincide en señalar como el momento en que “la tele llegó a casa”27 . En estos primeros años el uso público del televisor era el más habitual. Sin embargo, en dónde y con quién se miraba televisión parece haber sido diferente de acuerdo con la pertenencia social y la edad de quien relata. Quienes tenían una posición económica más holgada, por lo general, compartían su televisor con (o iban a la casa de) algún pariente. Mirar televisión para quien no tenía a sus familiares cerca podía ser una actividad sólo de fin de semana. No obstante, de acuerdo al relato de los más jóvenes, quienes eran niños en aquel entonces, la frecuencia de las visitas llegó a incrementarse de tal modo que aun los padres más reacios -aquellos que pudiendo comprarlo tempranamente desconfiaban de la incorporación de los nuevos aparatos al hogar- terminaron adquiriendo el televisor propio. Entre quienes hablan de sí mismos como “trabajadores” los lugares que más frecuentemente se recuerdan como espacios para mirar televisión son el club del barrio, la sociedad de fomento, la casa de algún vecino. Es éste último el espacio que prevalece cuando mirar la “tele” es descrito como parte de la rutina diaria. Un elemento que resulta significativo es que, en la mayor parte de los relatos que hemos recogido, quienes narran son quienes iban a la casa de otro, no quienes los recibían. El caso que se distingue es el de la familia Pilafsidis, la primera de su 27. Entrevista a Nancy Cabañas, Mar del barrio en tener el ansiado televisor (según el relato de tres de sus Plata, 15 de marzo de 2007; entrevista a miembros). Ahora bien, si ellos recuerdan con nostalgia las hordas Elías Fiotto, Mar del Plata, 5 de octubre de 2006; entrevistas a Cristina Gómez, de niños del barrio que todas las tardes los perseguían para mirar Mar del Plata, 28 de enero de 2007 y 6 televisión en su casa, los vecinos a los que entrevistamos parecen de agosto de 2008; entrevistas a Celia Iglesias, Mar del Plata, 15 de junio de no tener registro alguno de aquello. Ni aquellos que tenían mejores 2007 y 19 de agosto de 2008; entrevista recursos económicos -que tenían televisor en su casa o iban a dona Carlos Pilafsidis, Mar del Plata, 22 de junio de 2007; entrevista a Marta de un familiar- ni aquellos que provenían de familias trabajadoras. y José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de Éstos últimos recuerdan ir a la casa de algún vecino con quien tenían julio de 2007; entrevista a Marta María Rodríguez , Mar del Plata, 3 de junio una relación más estrecha. No se ubican como parte de quienes, abu2007; entrevistas a María del Carmen sando de la hospitalidad, ocupaban diariamente la casa de aquellos Rustoyburu, Mar del Plata, 25 de enero de 2007 y 30 de agosto de 2008; hermanos, sino como visitantes respetuosos y agradecidos de la geentrevista a María Vinci, Mar del Plata, nerosidad del vecino solidario. 25 de junio de 2007; entrevista a José Zambrano, Mar del Plata, 30 de enero de 2007; entrevista a Elena Di Norcia, Mar del Plata, 5 de julio de 2007.

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Quienes iban a mirar televisión a casas ajenas con asiduidad, independientemente de su condición social, eran niños. Los adultos sólo iban en ocasiones excepcionales o con una frecuencia mucho menor. Pareciera que los límites entre el interior y el exterior eran más fluidos para los más jóvenes. Esta idea se refuerza si se observan los lugares en donde se desarrollaban sus juegos. La frontera entre el adentro y el afuera, entre la casa propia y la ajena, se cruza allí de modo permanente. Otros usos “normales” son puestos en juego: la especialización funcional de los ambientes, imperativo del habitar moderno, es burlada por quienes se apropian de cualquier espacio y lo transforman en campo de juego. La indulgencia es la clave interpretativa a la que se apela en los relatos de nuestros entrevistados cuando se narran prácticas infantiles que se alejan de los cánones del buen comportamiento, indulgencia que pareciera ser inaceptable como criterio para evaluar las prácticas de los adultos. Para el caso de Buenos Aires, “la televisión no fue vista desde la casa sino por una pequeña minoría y aún en esos casos, convocaba a reuniones más allá del círculo íntimo de la familia […]. De esta forma, ver televisión se integra a costumbres más antiguas: también era frecuente por ejemplo, en los barrios, usar 28. Mirta Varela, La televisión criolla, 54. la heladera del vecino”28. Para el momento en que la televisión llegó a Mar del Plata, los usos compartidos de artefactos como la heladera 29. Véase Inés Pérez, “Aquí vivieron y así recuerdan. Historias de familia y o la cocina eran ya lejanos. Las historias de cocinas a leña aprovevivienda en Mar del Plata entre los chadas por dos o tres vecinas a la vez o de heladeras en las que más años 1940 y 1970” (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de de una familia guardaba sus alimentos son frecuentes entre quienes Mar del Plata, 2006); Inés Pérez, “El vivieron su infancia antes de 1940, mucho tiempo antes de que el trabajo doméstico y la mecanización del hogar: discursos, experiencias, televisor comenzara a difundirse de manera masiva en la ciudad. Los representaciones. Mar del Plata en los usos comunes habían quedado reservados, en los años posteriores, años sesenta”, documento presentado en la 1ª Reunión de Trabajo Los 60’ a aquellos aparatos susceptibles de ser transportados de una casa a de otra manera: vida cotidiana, género y otra (plancha, lustradora, aspiradora, licuadora, batidora, etc.)29. sexualidades en la Argentina (Buenos Aires: 2008). Los usos compartidos de distintos artefactos domésticos perte30. Juan Carlos Torre y Elisa Pastoriza, necen a un tiempo anterior a lo que se ha caracterizado como una “La democratización del bienestar”, democratización del bienestar30. En este sentido, distintos autores han en Nueva Historia Argentina: los años peronistas, compilado por Juan Carlos situado en las décadas de 1940 y 1950 un acceso masivo a bienes de Torre (Buenos Aires: Sudamericana, primera necesidad como la vivienda31. En la década de 1960, la hela2002), 257-312. dera eléctrica y la cocina a gas o a kerosene ya estaban presentes en 31. Susana Torrado, Historia de la familia el escenario habitual de gran parte de los hogares. El uso de dichos en la Argentina Moderna (Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 2003): 376- 401; artefactos era propiamente familiar y se realizaba en el interior del Anahí Ballent, Las huellas de la política. espacio doméstico. Si el uso del televisor no coincide plenamente Vivienda, ciudad y peronismo en Buenos Aires, 1943-1955 (Buenos Aires: con esta lógica, se debe en cierta medida a que seguía tratándose de Prometeo, 2005), 31-95; Rosa Aboy, un objeto poco accesible. Sin embargo, la práctica de ver televisión Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los Perales, 19461955 (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005), 19-73.

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en la casa de un vecino en la Mar del Plata de los años sesenta ya no se inscribe en las historias de los usos compartidos de aquellos otros artefactos de la vida doméstica: como ya se dijo, quienes franqueaban las fronteras entre la casa propia y las ajenas eran principalmente niños. Ahora bien, más allá de que en la memoria de la infancia una nostalgia indulgente sea la clave interpretativa más frecuente, sostendremos aquí que hay otras razones que explican el que fueran los más pequeños los que transitaban dichos espacios con mayor fluidez. Por una parte, en la mayoría de los relatos con los que trabajamos, los niños son quienes aparecen como usuarios principales del televisor, aquellos en quienes se pensaba al comprarlo. Por otra, desde los años sesenta, en distintos discursos cuyo lector modelo es un ama de casa de sectores medios, hay una prescripción orientada a un uso más flexible de los espacios de la casa por parte de los distintos miembros de la familia, en especial de los niños. El siguiente es un ejemplo de este tipo de prescripciones. Se trata de una nota publicada por el diario La Capital de Mar del Plata en 1966, en la columna “La mujer y el hogar”: “Un problema para toda la familia. Y llegó la tan esperada fecha. Y tan temida. Porque toda la familia sabe que el nene tiene muchos amiguitos. Amiguitos que suelen jugar tirándose masitas a la cabeza y decorando las alfombras de la casa con insospechadas mezclas de crema y chocolate […]. En fin, la tragedia no es tanta. El nene puede tener su fiesta sin echar a perder la casa, su arreglo y la tranquilidad de la familia. Aunque, si nos ponemos a pensar, no vale la sonrisa y la alegría del niño, algún lamento de sillón o alguna masita desubicada […]”32.

El imperativo del orden cedía frente al “valor de la sonrisa y la alegría del niño”. El imperativo del uso familiar del espacio doméstico también: eran niños quienes con mayor frecuencia miraban televisión en casas ajenas. Y también eran ellos quienes la habían esperado con mayor ansiedad. La diferencia temporal entre el inicio de la televisión en Buenos Aires y en Mar del Plata implicó también que las expectativas frente a su llegada fueran distintas. Si en el Buenos Aires de los primeros años de la década de los cincuenta “la televisión estaba ahí pero nadie la veía”33 , la llegada de la televisión a Mar del Plata fue esperada con ansiedad: “José: Bueno, el mismo año que arrancó canal 8, arrancó en diciembre eso no me olvido nunca, nosotros teníamos… Marta: teníamos televisor hacía seis meses… 32. “Problema para la familia”, Diario La Entrevistador: ¿Seis meses nada más? Capital, Mar del Plata, 15 de septiembre de 1966. Las cursivas son mías. José: ¡Ehhh! Seis meses era mucho. Esperando… Veía todo el día dicien34 do: ‘¡cuándo empieza Canal 8, la puta madre…!’” . 33. Mirta Varela, La televisión criolla, 47. 34. Entrevista a Marta y a José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de julio de 2007.

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35. “Si resultaba difícil encontrar algún atractivo para quedarse a ‘ver cómodamente desde su casa’, fue necesario esperar que algo se modificara en la vida cotidiana, en los hábitos respecto de otros consumos culturales para que la televisión se instalara cómodamente en la Argentina y la audiencia en el sillón”. Mirta Varela, La televisión criolla, 54. 36. Marta, José y Carlos Pilafsidis recuerdan que su padre compró el televisor por razones que tienen que ver con su gusto por la tecnología, por estar al día con lo nuevo. Entrevista a Marta y a José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de julio de 2007; entrevista a Carlos Pilafsidis, Mar del Plata, 22 de junio de 2007. Por otra parte, a nivel de la política municipal, también parecen haber primado las consideraciones vinculadas al imaginario acerca de la tecnología cuando el 13/04/1966 se aprobó el decreto 362 por medio del que se creaba la “Telescuela Municipal”: “Que la televisión puede ser el vehículo capaz de llevar a conocimiento de los escolares -entre otros- temas sobre investigaciones del medio físico; protección de la salud; comprensión y mejoramiento de la vida social: instrumentos de cultura y actividades estéticas. Por ello, decreta: Art. 1: Créase la “Telescuela Municipal”, en la que se transmitirán temas vinculados a los programas escolares vigentes. Art. 2: La Dirección General de Educación deberá proponer los lugares donde considere oportuno habilitar centros de recepción, para mejor aprovechamiento de la población escolar”. Boletín Municipal (Municipalidad de General Pueyrredón, 1966), 153-154. Esta experiencia se inscribe en una línea de acción estatal de donación de televisores a instituciones educativas que habría empezado ya en la década de 1950. Véase Mirta Varela, “Los comienzos”, 8.

Seis meses teniendo televisor y sin poder sintonizar una señal. Seis meses esperando la tan anunciada transmisión de Canal 8. No todos recuerdan haber tenido tanta expectativa depositada en el inicio de la televisión. En el caso Marta y José Pilafsidis, la historia de la llegada de la televisión está inscrita en un relato épico familiar: ellos fueron los primeros en el barrio en tener televisor. Sin embargo, los recuerdos de la espera de la “tele” son más fuertes y vívidos entre todos aquellos que, como ellos, eran pequeños en aquellos años: en 1960, cuando su padre compró el primer televisor, Marta y José tenían 12 y 14 años respectivamente. La transformación en la vida cotidiana necesaria para que la audiencia se sentara en el sillón ya había tenido lugar cuando la “tele” llegó a Mar del Plata, pero se trataba de una audiencia pequeña35. Son quienes eran niños en aquella época los que recuerdan los programas, los horarios en los que había transmisión, el momento de estar mirando. Los mayores, en cambio, recuerdan el tiempo ganado gracias a este entretenimiento de sus hijos. Para los mayores seguía tratándose de un objeto: moderno y prestigioso para unos, excéntrico y peligroso para otros. Lo que el aparato transmitía parece haber tenido una importancia menor al menos durante los sesenta. Las lógicas que primaban en la decisión de comprarlo ponían sus características en tanto objeto en el centro de las consideraciones36. Éste es, en efecto, el caso de la madre de una de nuestras entrevistadas. “Entrevistador: ¿Pero qué decía su mamá? ¿Por qué no quería tener un televisor? Hilda: ¡Ah! Porque mi mamá siempre tiene esa tendencia… la sigue teniendo… que todo es negativo. Lo desconocido es negativo. Y como que tiene miedo. Yo creo que pasa por ahí. No lo dice pero es lo que yo creo […] no dejaba perder la oportunidad, si salía el tema, de decir que ella no, que la televisión no, que ‘no quiero tener ese aparato en casa, veo en otro lado’. Y después dio el brazo a torcer. Claro porque se aburriría, porque estaba sola, los demás tenían y ella no, las dos nenas iban creciendo…”37.

La condición económica de nuestra familia entrevistada, una mujer de 63 años, la segunda de cuatro hermanas, les permitía adquirir uno de estos aparatos. Su padre, ya fallecido en el tiempo de los televisores,

37. Entrevista a Hilda Broers, Mar del Plata, 10 de julio de 2007.

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había fundado una importante empresa de fabricación de calefactores de la que la familia aún recibía ganancias. Ella explica ese rechazo inicial de su madre (finalmente compró un aparato en 1972) como parte de una actitud negativa general hacia lo desconocido. Pero resulta significativo que este rechazo no se manifestara frente al acto de ver televisión, sino sólo frente al objeto televisor: “No quiero ese aparato en casa, veo en otro lado”38. Una imagen aparece con fuerza en este relato: la del hogar como refugio al que proteger (y donde protegerse) de lo nuevo, lo desconocido, de los cambios repentinos de un afuera amenazante. El contraste de esta actitud con aquella predominante entre quienes eran niños cuando el televisor llegó a su hogar no podría ser mayor. En sus relatos, cierta naturalización del lugar de la televisión resulta un lugar común: “[I]magináte, no había televisión, no había nada”39. Dicha naturalización, en algunos casos, asume la forma de un deslizamiento en las fechas en las que se ubican ciertos sucesos de la historia de la televisión. “Entrevistador: Nancy me faltan hacerte una serie de preguntas […] sobre los electrodomésticos, cómo eran cuando eras chica, qué cosas había, qué cosas no… quién las manejaba, quién decidió comprarlas… si te acordás […] Nancy: Y, cuando era chica no había muchas cosas. Estaba el televisor, la heladera… y había un calefactor…”40. “Nancy: [de una conversación telefónica con su hermana mayor] […] cuando yo nací… Bueno el televisor ya estaba en casa… Hermana de Nancy: […] Nancy: ¿Ah, no? ¿Y cuándo vino el televisor? Hermana de Nancy: […] Nancy: ¿Cuando empezó canal 8? Nooo, pero no puede ser. Si Canal 8 cumplió 40 años y yo tengo 40… Hermana de Nancy: […] Nancy: ¡Claro, cuando yo nací! ¡Tenés razón! Hermana de Nancy: […] Nancy: No, no tengo 40, tengo 42. Tiene 42 entonces canal 8… (risas) [A la entrevistadora]: Hace 42 años que compraron el televisor”41.

Quisiéramos destacar dos puntos en estos fragmentos. Por un lado, el que ante la pregunta por los artefactos del hogar presentes en la infancia de la entrevistada, la primera referencia sea el televisor. En el segundo fragmento trascrito, el primer objeto por el que pregunta a su hermana es, nuevamente, el televisor. En ambos casos, la idea de que no hubiera un televisor en su hogar desde el

38. Entrevista a Hilda Broers, Mar del Plata, 10 de julio de 2007. 39. Entrevista a José y Marta Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de julio de 2007. 40. Entrevista a Nancy Cabañas, Mar del Plata, 15 de marzo de 2007. 41. Entrevista a Nancy Cabañas, Mar del Plata, 15 de marzo de 2007.

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momento de su nacimiento resulta inverosímil para ella. El segundo elemento que quisiéramos remarcar es el de la presencia de un deslizamiento en el discurso, que hace coincidir la fecha de sucesos que ocurrieron en distinto tiempo. La hermana de la entrevistada insiste en dos cuestiones que resultan contradictorias: primero, que cuando ella nació (marzo de 1965) no tenían televisor y, segundo, que ellos compraron el televisor cuando Canal 8 inició su transmisión (1960). Este primer deslizamiento puede explicarse si se lo adjudica a una confusión entre la fecha del inicio de Canal 8 y la de Canal 10 (22 de noviembre de 1965). Pero implica, además, una operación que supone situarse entre quienes accedieron al televisor propio más tempranamente. ¿En qué momento la televisión quedó instalada como parte inescindible de la vida cotidiana? En el siguiente fragmento se marca un momento que podría resultar crucial: la llegada del hombre a la luna. “Mario: Igual que el televisor, el televisor en blanco y negro recién lo tuvimos en los setenta nosotros. Sonia: Unos de los últimos en tenerlo… Mario: Porque cuando vimos el viaje a la luna no sé si nos prestó Cordeuse. Sonia: Un amigo del barrio…”42.

Los hermanos Cortés se presentan como unos de los últimos en tener un televisor en su casa. La referencia que permite situar el momento en que lo tuvieron (en el que todavía no lo tenían) es el “viaje a la luna”. Que el alunizaje sea tomado como referencia no resulta extraño. Frente a ese acontecimiento, “salvo Armstrong y Collins, los héroes, todos los humanos de cualquier condición quedaban hermanados en su condición de receptores de imágenes televisivas”43. Tan corriente parece haber sido la presencia del televisor en el hogar, que ellos también lo vieron en su casa gracias a un amigo generoso que se los prestó. En otro momento, los Cortés hubieran ido, como estaban acostumbrados, al Club Alvarado o a la casa de algún vecino para ver aquel acontecimiento extraordinario. Pero para ese entonces el televisor era moneda tan corriente que cualquiera podía prestar uno.

42. Entrevista a Mario, Sonia, Paula y Fernanda Cortés, Mar del Plata, 22 de junio de 2007. 43. Mirta Varela, La televisión criolla, 243.

44. Distintos autores han marcado la centralidad del medio familiar en la recepción del discurso televisivo. Véase, entre otros, Guillermo Orozco Gómez, Recepción televisiva. Tres aproximaciones y una razón para su estudio (México: Universidad Iberoamericana, 1990); Guillermo Orozco Gómez, Hablan los televidentes. Estudios de recepción en varios países (México: Universidad Iberoamericana, 1992).

3. T elevisores en el espacio doméstico En la actualidad el televisor es un objeto omnipresente en los hogares. El proceso de asimilación del aparato de televisión al mundo doméstico, tanto en términos visuales como espaciales, ha sido abundantemente analizado en otros contextos, pero aún ha recibido escasa atención en la historiografía argentina. Las investigaciones que han puesto en el centro la condición de objeto del televisor y su relevancia para comprender la recepción del discurso televisivo44 se

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han nutrido de perspectivas teóricas diversas, que incluyen la referencia a autores tales como Pierre Bourdieu y Arjun Appadurai45. La dimensión simbólica de este aparato es una de las cuestiones que mayor interés ha recibido. Se ha sugerido que el televisor puede ser comprendido como un objeto fetiche, con significados simbólicos y totémicos46. En distintos contextos se ha señalado que la posesión de un televisor es el signo central de riqueza personal, incluso en comunidades que carecen de las condiciones necesarias para su funcionamiento (léase, corriente eléctrica)47. Entre nuestros entrevistados48, tanto entre aquellos que experimentaron un fuerte ascenso social en las últimas décadas como entre quienes disfrutaron de una mejor posición económica desde tiempos anteriores, incluso cuando la llegada de la televisión a Mar del Plata se diera en el marco de un abaratamiento de los televisores, haber sido de los pioneros en el acceso a uno de estos artefactos es una marca de distinción. La familia de Marta, José y Carlos Pilafsidis, como se dijo arriba, adquirió su primer televisor en 1960, meses antes de que arrancara la señal de Canal 8. Se trata de una familia que vivió un fuerte ascenso social en el período que va desde fines de la década de 1950 a los años ochenta. Si hasta fines de la década de 1960 vivían de un puesto de frutas y verduras en el que trabajaban el padre y los hermanos mayores, con el correr del tiempo se convirtieron en una importante 45. Las obras más citadas son Pierre Bourdieu, La distinción. Criterio y bases familia de comerciantes de la ciudad. El relato que los ubica como sociales del gusto (Madrid: Taurus, 1998) pioneros en el barrio en el hecho de tener un televisor podría peny Arjun Appadurai, The Social Life of Things. Commodities in cultural perspective sarse, en este sentido, como una forma de situar ese ascenso en un (Cambridge: Cambrisge University tiempo relativamente temprano de su historia familiar. Press, 1988). “José: Yo, cuando mi viejo fue a comprar lo acompañé a mi viejo a comprar el televisor. Mi viejo tenía la costumbre de comprar el mejor, ‘déme el mejor’… Marta: Sí… compró un Philips… una bestia… José: ¡Sí, un Philips holandés! De pie… Marta: …de pie, muy chatito… José: Por ejemplo, un Dumont valía 10.000 pesos, 10.000 pesos un Dumont, que era mucho, ese costó 19.900… ¡estaba ahí presente! Yo estaba ahí. Y le digo, ‘pero papá…’, ‘no, que sea el mejor’. Así, mi viejo tenía que ser el mejor. Y ahora… Sí… la tengo guardada, la tengo guardada […]. Todo tenía que ser Philips. Pero el Philips valía el doble. ¡Y era totalmente importado! (Risas)”49.

Distintos elementos remiten en este pasaje al televisor como un objeto que condensa la imagen del ascenso social. La marca, el origen

46. David Morley, “Television. Not so much a visual medium, more a visible object”, en Visual Culture, ed. Chris Jenks (London & New York: Routledge, 2002), 170-189. 47. Alfred Gell, “Newcomers to the world of goods: consumption among the Muria Gonds”, en The social life of things, 110-138. 48. Entrevista a Carlos Pilafsidis, Mar del Plata, 22 de junio de 2007; entrevista a Marta y José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de julio de 2007; entrevistas a María del Carmen Rustoyburu, Mar del Plata, 25 de enero de 2007; entrevista a Celia Iglesias, Mar del Plata, 15 de junio de 2007); entrevista a María Vinci, Mar del Plata, 25 de junio de 2007; entrevista a Nancy Cabañas, Mar del Plata, 15 de marzo de 2007. 49. Entrevista a José y a Marta Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de julio de 2007.

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extranjero, la insistencia en que el padre sólo compraba “lo mejor”, aun cuando costara el doble, ubican al televisor como un artefacto de lujo (no a cualquier televisor, sino a su Philips). Resulta significativo, por otra parte, que el hermano mayor, habiendo pasado casi 50 años desde el momento en que lo compraron, guarde aún el aparato. En el relato del menor de los hermanos aparecen otros elementos no menos significativos: “Carlos: Mirá, en el año sesenta mi papá compró el televisor cuando todavía no había televisor en Mar del Plata. Mi papá lo compró porque era un loco por la electrónica. Siempre […]. Y le gustó la idea del televisor y lo compró. Y todavía no había televisor. Entonces qué pasa. Instalan una antena que a veces podíamos ver televisión de Bs. As., canal 7 de Bs. As. Y hemos llegado a ver televisión de Uruguay, televisión de Brasil, pero lo agarrábamos así, era esporádico”50.

En este fragmento, ser de los primeros en comprar un televisor está asociado a la modernidad y el progreso51. A ellos se suma una fuerte marca de género: la “locura” por la electrónica subraya la masculinidad del padre del entrevistado. La dificultad de captar la señal de televisión, la condición esporádica y exótica de lo captado, dan una nota de aventura a la luego prosaica práctica de ver televisión. El valor simbólico con el que son investidos los aparatos puede observarse también en el espacio que le es dedicado en el interior del 50. Entrevista a Carlos Pilafsidis, Mar del hogar. Algunos autores han analizado las diferencias en la ubicación Plata, 22 de junio de 2007. del aparato de televisión entre hogares de distintos sectores sociales. 51. Estos elementos resultan cercanos a Ondina Leal, en particular, ha confrontado el lugar de este aparato los observados por Tim O’ Sullivan en los años cincuenta en Gran Bretaña. De en viviendas de obreros recientemente asentados en zonas urbanas acuerdo a este autor, en aquel contexto y hogares de clase media en el Brasil contemporáneo: si en los priser dueño de un televisor era sinónimo de poseer status, ser moderno y estar a meros el televisor ocupa un lugar central (en la medida en que es tono con el progreso de la época. Tim O’ un signo del acceso a un modo de vida “moderno”), en los segundos Sullivan, Televisión Memories and Cultures of Viewing, citado en David Morley, ocupa un sitio más discreto, a veces casi escondido52. “Television. Not so much”, 177. Entre nuestros entrevistados el lugar más habitual para el pri52. Ondina Leal, “Popular taste and mer televisor fue el living o living-comedor53: un espacio de uso erudite repertoire: the place and space of TV in Brazil”, Cultural Studies 4: 1 compartido por todos los miembros de la familia, un sitio en el (1990): 21-31. que, además, podía ser visto por las visitas. Si más tarde es posible 53. Entrevista a Hilda Broers, Mar del rastrear la diferencia en su ubicación entre los hogares obreros Plata, 10 de julio de 2007; entrevista y de clase media que señalaba Ondina Leal, en la primera década a Carlos Pilafsidis, Mar del Plata, 22 de junio de 2007; entrevista a Marta de difusión de los televisores en Mar del Plata, este aparato era y José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 en todos los casos considerado un objeto de lujo: “[E]xponente de julio de 2007; entrevista a Marta María Rodríguez, Mar del Plata, 3 de social, será puesto en valor en tanto que tal: expuesto y sobrejunio 2007; entrevistas a María del expuesto. Como puede verse en los hogares de clases medias (e Carmen Rustoyburu, Mar del Plata, 25 de enero de 2007; entrevista a Blanca Esperón de Rustoyburu, Mar del Plata, 20 de enero de 2007.

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inferiores), en los que la TV se erige siempre sobre un pedestal cualquiera, centrando la atención como objeto”54. Sin embargo, en otros casos, también numerosos, el primer televisor fue ubicado en la cocina. A diferencia de lo observado en otras sociedades como la chilena55 la presencia de un televisor en la cocina dista de ser extraña entre nuestros entrevistados56. Esta diferencia en la ubicación del televisor no presenta, como podría pensarse, una correlación directa con el sector social entre los hogares en cuestión. Encontramos tanto familias de clase media como familias trabajadoras cuyo primer televisor fue ubicado en la cocina. ¿Cómo explicarla, entonces? Durante los primeros años de la década de los cincuenta en Estados Unidos un arreglo habitual consistía en ubicar el televisor de modo tal que no pudiera verse desde fuera57. En buena medida esto respondía a que el mirar televisión era valorado desfavorablemente. Encontramos ecos de esta mirada peyorativa sobre la práctica de mirar televisión en distintos discursos que circulaban en los años sesenta en la ciudad de Mar del Plata que, además, se centran en la figura del ama de casa: I magen N o . 1: “E l

clasificado de hoy ”

Fuente: Diario La Capital, Mar del Plata, 2 de marzo de 1966.

Mirar televisión aparece como una forma de perder el tiempo, de falta de dedicación a las tareas de la casa. En un caso, su correlato es el desorden, el despilfarro y la consecuente auto-culpabilización; en el otro, la reprimenda de la mirada ajena (y masculina). El tópico del “perder el tiempo” vuelve en los relatos de algunos entrevistados. “Hilda: Yo no me enganché porque yo ya era más grande. Trabajaba… pero trabajaba por mi cuenta, ¿entendés? Yo… era modista de alta costura y había terminado de estudiar en Buenos Aires y después alquilé acá un departamento en el centro porque en esa época trabajar para una clientela y en Bosque Alegre no daba. Entonces alquilé en el centro y bueno… y tenía dos empleadas que cosían y yo cortaba y medía y organizaba y más tenía que hacer cosas, de llevar a mis hermanitas

54. Jean Baudrillard, “Función signo y lógica de clase”, en Crítica de la economía política del signo (México: Siglo XXI, 1974), 39. Más recientemente se ha observado cómo la presencia del televisor en viviendas de sectores populares, en particular en el living o comedor, “normaliza” el hogar en cuestión. Véase Sebastián Ureta, “There is one in every home’: Finding the place of television in new homes among a low-income population in Santiago, Chile”, International Journal of Cultural Studies 11:4 (2000). 55. Sebastián Ureta, “There is one”: 489. 56. Como ejemplos de relatos que describen la presencia del aparato de televisión en la cocina podemos citar las siguientes entrevistas: entrevista a Cristina Gómez, Mar del Plata, 28 de enero de 2007; entrevista a Celia Iglesias, Mar del Plata, 15 de junio de 2007; entrevista a María Vinci, Mar del Plata, 25 de junio de 2007. 57. Lynn Spigel, Make room: 49.

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al cole, de hacerle las cosas a mi mamá, llevarle a mi mamá esto, lo otro… así que andaba a mil… no tenía tiempo para tele (risas)”58.

Detengámonos en el anterior fragmento del relato de una entrevistada, cuya madre se opuso durante años a comprar un televisor. Para mirar televisión, la madre y hermanas menores de la entrevistada visitaban diariamente a su hermana mayor, ya casada. Nuestra entrevistada, en cambio, no tenía tiempo para ello: trabajaba. En su relato, ella confronta lo que hacía (que era valioso) con lo que hacía su madre (que no lo era). Mirar la televisión aparece nuevamente como una forma de perder el tiempo. Ahora bien, numerosos estudios han mostrado que la práctica de ver televisión suele ser simultánea a otras59 y que las actividades que se realizan simultáneamente al mirar televisión difieren significativamente en relación al género. Se ha observado 58. Entrevista a Hilda Broers, Mar del que existe una notoria diferencia en la atención prestada a la televisión por Plata, 10 de septiembre de 2007. parte de mujeres casadas y sus maridos. Este fenómeno ha sido explicado 59. Ver Barrie Gunter and Michael por la relación de las mujeres con el mundo doméstico, espacio donde se Svennevig, Behind and in front of the screen mira televisión y que es entendido por las mujeres como un lugar de con(London: John Libbey Books, 1987), citado en David Morley, “Television. Not tinuo trabajo doméstico, trabajo raramente realizado por sus maridos60. En so much”, 172; Paddy Scannell, “Radio efecto, distintos análisis han mostrado que la simultaneidad de las actividatimes”, en Television and its audience, ed. Philip Drummond y Richard Paterson des domésticas y la de mirar televisión tuvo una importante resonancia en (London: British Film Institute, 1988), el propio diseño de las emisiones televisivas desde sus inicios, cuyas consecitado en David Morley, “Television. Not so much”, 173; David Morley, Family cuencias perduran aún hoy. La industria de la televisión estadounidense (la Television (London: Comedia/Routledge, que luego sería el modelo de muchas otras televisiones nacionales) tuvo que 1986); David Morley y Roger Silverstone, “Domestic Communications”, Media, modificar el diseño de su programación para resultar atractivo a las amas de Culture and Society 12: 1 (1990): 31-55. casa, principales destinatarias de las campañas de publicidad de la entonces 60. David Morley, Family Television: 177. novedosa tecnología61. De una imagen de la televisión como cine privado se 61. Lynn Spigel, Make room: 46-47. pasó a pensarla como radio con imágenes: la centralidad del sonido permi62. Desde principios de siglo la cocina tía a las amas de casa continuar con sus labores habituales y acercarse a la experimentó fuertes transformaciones pantalla cuando la “banda sonora” indicara que un momento culmen estaba que la convirtieron de un lugar eminentemente sucio, alejado de los por suceder. La presencia del televisor en la cocina -en especial cuando se “locales habitables” de la vivienda, a trata del primero adquirido en el hogar- se inscribe en esta tradición de haun lugar primero higiénico y luego incluso estéticamente valorado. Los cer simultáneas las tareas domésticas y la práctica de mirar televisión. cambios más importantes estuvieron Sin embargo, existen otras razones, más vinculadas a las especificivinculados al cambio de combustibles utilizados en la cocción de los alimentos: dades del contexto nacional, que contribuyen a explicar dicha ubicación. de leña y carbón -combustibles sucios- a Desde mediados del siglo XX es posible observar cierta insistencia en distinkerosén y gas (combustibles limpios). Véase José Francisco Liernur, “Casas y tos discursos de circulación masiva destinados a un público femenino, en la jardines”, 118-123; Alejandro Crispiani, búsqueda, a partir de la decoración, de la inclusión de los otros miembros “Transformaciones técnicas del habitar doméstico: el sector cocina”, en Materiales de la familia en la cocina62. La figura de la cocina-comedor es sólo una de para una historia de la Arquitectura, el Hábitat y la Ciudad en la Argentina, ed. Fernando Aliata et. al. (La Plata: REUN/UNLP, 1995), 186.

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las manifestaciones de una nueva imagen de este ambiente que gana espacio en aquellos discursos, en especial a partir de los años sesenta: la cocina inundada de colores brillantes, confortable, práctica, luminosa, atractiva. Una cocina a tono con los últimos adelantos técnicos: la heladera eléctrica, la licuadora y también el televisor63. No es casual que el televisor y la heladera hayan sido señalados como elementos cruciales en relación al espacio doméstico en el capitalismo moderno64. C onsideraciones finales A casi 60 años de la primera transmisión televisiva en Argentina, la imagen del televisor como parte esencial del escenario doméstico parece del orden de lo natural, de lo que siempre ha sido así. A casi 50 años de la primera transmisión televisiva fuera de Buenos Aires, la historia de este devenir “esencial” y de su naturalización ha sido aún escasamente transitada. Los relatos disponibles se centran en lo ocurrido en la ciudad de Buenos Aires, donde este proceso tuvo unas características y una temporalidad específicas. El tiempo de la llegada del televisor a los hogares no es una cuestión menor a la hora de analizar los modos de su domesticación. Los diferentes discursos y representaciones sobre el espacio doméstico, las nuevas tecnologías y las imágenes de familia dominantes en cada momento resultan sumamente significativos para comprender la heterogeneidad del proceso que llevó al televisor a ser un objeto básico, típico y principal. Este artículo se propone como una contribución a la historia de otras experiencias de la llegada de la “tele” a los interiores de los hogares. A lo largo de este trabajo hemos reconstruido experiencias de quienes vivieron los momentos iniciales de la televisión en Mar del Plata con la intención de recuperar la historicidad de la asociación entre televisor y domesticidad. Volver al momento en que el televisor era algo nuevo permite “extrañarse” de los significados que luego cristalizaran en sentido común. En ese recorrido hemos establecido cierto contrapunto con lo ocurrido en otras latitudes y otros tiempos, en especial con la primera década de televisión en Argentina. En este sentido, señalamos similitudes y diferencias entre dos procesos enmarcados en distintos contextos, en especial en lo referente al momento de construcción de la cultura televisiva. Elementos que para Buenos Aires son señalados como característicos de tiempos sucesivos, pueden pensarse en el caso de Mar del Plata como parte de un mismo momento:

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63. La integración de la cocina con los espacios de estar, espacios pensados para la reunión de toda la familia, podría pensarse a partir de la hipótesis de las inter-determinaciones entre la televisión y el espacio doméstico presente en el trabajo de Alan O’Shea, “Televisión as culture”, Media, Culture and Society 11:2 (1989): 373-379. Sin embargo, aquí entendemos que, a pesar de la importancia de la introducción del televisor en el hogar y, consecuentemente, del discurso televisivo, las transformaciones en el espacio doméstico se explican por una conjunción de elementos diversos. El aumento en el consumo de artefactos domésticos ha sido vinculado en otros contextos a lo que Martine Segalen ha llamado el “retorno del esposo al hogar”. De acuerdo con esta autora, en la sociedad francesa a partir de los años cuarenta “el esposo efectúa inversiones en la vivienda para mejorarla, compra bienes de consumo útiles para toda la familia. A menudo han sido los hombres quienes se han decidido a adquirir máquinas de lavar la ropa y la vajilla, refrigeradores, etc., incluso aunque sean las mujeres las que los usan más a menudo”. Martine Segalen, Antropología histórica de la familia (Madrid: Taurus, 1992), 195. En Argentina, en cambio, ha sido vinculada a una mayor incidencia de las mujeres en el consumo. Véase Marcela Nari y María del Carmen Feijóo, “Women in Argentina during the 1960’s”, Latin American Perspectives 88: 23 (1996): 7-27. 64. Véase Anna Mccarthy, “The misuse value of the TV set: Reading media objects in transnational urban spaces”, International Journal of Cultural Studies 3:3 (2000): 307-330.


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la simultaneidad de los usos públicos y privados del televisor es quizás el mejor ejemplo. Destacamos, asimismo, otras particularidades del proceso de domesticación del televisor en Mar del Plata. En primer lugar, el que el lugar del televisor como objeto que da prestigio se extendiera más allá de la disminución de su precio. En segundo, las diferencias en las expectativas de la audiencia infantil y de los adultos respecto del nuevo medio, alimentadas por una década de relatos de quienes ya habían tenido contacto con él en la no tan lejana Buenos Aires. Finalmente, su presencia en ambientes como la cocina, que es una particularidad cuya comprensión requiere considerar las transformaciones en las culturas del habitar y el lugar de los nuevos artefactos y las modernas tecnologías en ellas. El presente texto se ha centrado en el televisor como objeto. A pesar de que se ha excluido toda referencia a lo transmitido por televisión, el análisis de las imágenes del televisor y del hogar, presentes en el discurso televisivo y su relación con las transformaciones en las representaciones de los “televidentes”, es una de las líneas de investigación a desarrollar. Otra línea interesante es la comparación entre la historia de la incorporación al hogar de los artefactos destinados al esparcimiento (la radio, el televisor) y aquellos destinados al trabajo (el lavarropas, la heladera, la aspiradora, etc.). Observar las transformaciones en los objetos que poblaron los hogares es sin duda necesario, pero quedarnos en ellos resulta insuficiente. Los usos no están inscriptos en los objetos. Las experiencias de quienes vivieron el proceso de domesticación del televisor resultan imprescindibles para comprender el sentido atribuido a los nuevos artefactos en distintos momentos, así como los significados diversos con los que fueron investidos por diferentes sujetos. El género, la generación y el sector social de quien narra su experiencia son elementos clave a la hora de reconstruir prácticas y usos de los objetos. En el caso particular de los televisores, conocer dichos significados sin duda redundará en una mejor comprensión de la recepción del discurso televisivo así como de los usos del espacio doméstico.

Bibliografía Fuentes

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El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942

Artículo recibido: 14 de abril de 2009; aprobado: 7 de julio de 2009; modificado: 5 de agosto de 2009.

El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 19031942

Peru’s Amazonian Attribute: the Construction of Sovereignty, 1903-1942

Resumen

Abstract

Partiendo de la premisa que las fronteras se

Starting from the premise that borders are

construyen y no están dadas por la historia,

constructed rather than historically given, this

el autor describe el proceso que, posterior

article describes the process that, following the War

a la Guerra del Pacífico (1879), volcó a los

of the Pacific (1879), turned civil and governmental

actores civiles y gubernamentales peruanos en

actors in Peru to claim their own space in the

la reivindicación de un espacio propio en el

Amazon, successively disputing territories with

Amazonas, disputando territorios con Bolivia,

Bolivia, Brazil, Colombia, and Ecuador and which, in

Brasil, Colombia y Ecuador sucesivamente,

the final analysis, appears to have been successful.

proceso que en un balance final aparece como

This was a complex process that, in addition to

exitoso. Para el autor este es un proceso

demonstrating how Peru discarded the thesis of

complejo que además evidencia cómo Perú

utis possidetis iuris, which it once supported, for

posterga la tesis del utis possidetis iuris, que

the thesis of fait accompli, more appropriate for the

dijo en algún momento defender, por la tesis del

de facto occupation of disputed space.

fait accompli más funcional a la ocupación de hecho del espacio litigado.

Palabras

Cristián Garay Vera

Key Words

c l av e

Fronteras, caucho, Perú, Amazonas, Bolivia, Brasil,

Borders, Rubber, Peru, Amazon, Bolivia, Brazil,

Colombia, Ecuador.

Colombia, Ecuador.

Licenciado y Magister en Historia de la Universidad de Chile, Chile. Doctor en Estudios Americanos con mención en Relaciones Internacionales, por la Universidad de Santiago de Chile (USACH). Doctor en Historia en Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid, España. Investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile. Sus intereses investigativos son: Historia de las relaciones internacionales, relaciones internacionales, seguridad y defensa. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “El último esfuerzo: el ‘ultimátum König’ a la luz de la opinión pública chilena, 1900”, Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América 7:2 (2008): 65-95; “El Acre y los ‘asuntos del Pacífico’: Bolivia, Brasil, Chile y Estados Unidos”, Historia 41 (julio-diciembre 2008): 341-369, y (con José Miguel Concha) “La alianza entre Chile y Bolivia entre 1891 y 1899. Una oportunidad para visitar la teoría del equilibrio”, Revista Enfoques. Ciencia Política y Administración Pública VII: 10 (2009): 205-235. garay.ce@gmail.com

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I ntroducción Perú actualmente es un país que tiene 1.285.215 kilómetros cuadrados. De ellos la Amazonía corresponde al 65% del país, la costa es apenas el 10% y el altiplano corresponde al 25%1. A despecho que la imagen tradicional del Perú es su identidad andina, el país tiene varias particularidades, incluso desde el punto de vista geomorfológico, pues “podría ser país tropical, pero gran parte del clima se encuentra modificado por la acción de la corriente marina de Humboldt o Ï El presente artículo es resultado del peruana, y sólo en la región amazónica adquiere las características Proyecto DICYT, Universidad de propias de un geosistema tropical”2. Santiago de Chile, “El Tratado de 1904 y las Relaciones Internacionales Pero en cuanto objeto de estudio de la Historia de las Relaciones de Chile y Bolivia”, en el cual el Internacionales, Perú sólo aparece como un país efectivamente amaautor es investigador principal. Presentado originalmente en zónico desde fines del siglo XIX y ligado a la expansión cauchera y a el “Seminario de Historia de las la posguerra del Pacífico. Si las imágenes fueran las convencionales Relaciones Internacionales”, USACH, realizado en Santiago de Chile en y estuviésemos convencidos de que las fronteras estaban definidas y octubre-noviembre 2008. Agradezco entregadas en 1810 a cada nueva república, añadiríamos que desde el las referencias bibliográficas y el conocimiento previo del libro del punto de vista del imaginario de los mapas y declamaciones jurídicas, historiador militar Marco Antonio Perú republicano es una copia desvalida del Virreinato del Perú. Sin Merino Amand (publicado luego como Fernando Lores Tenazoa, El heroísmo de embargo, tal cosa no nos parece posible: más bien hablamos de expanun soldado y provinciano (Lima: Fondo sión, penetración, influencia y consolidación de límites en tierras que Editorial Universidad Alas Peruanas, 2008), al profesor peruano Fernán no habían sido exploradas ni sometidas a soberanía efectiva, y que Altuve-Febres Cordero, biznieto de estaban en una contienda con Bolivia, Brasil, Ecuador y Colombia. Ubaldo Lores, descendiente de Benito y Fernando Lores, protagonistas de la En segundo lugar postulamos que el avance en esos tres ciclos expansión cauchera en el Putumayo, se hizo por medios diplomáticos, políticos, militares, económicos y sin cuya ayuda este artículo hubiera sido imposible. migratorios (aunque no analizaremos este punto en detalle) en el 1. Patricio Rubio Romero, Perú (Madrid: período comprendido entre 1903 y 1942, correspondiendo un eje Anaya, 1988), 14.

2. Patricio Rubio Romero, Perú, 10.

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articulador fundacional al periodo que va desde 1903 hasta 1909, y luego otro expansionista entre 1910 y 1932, para luego entrar en un ciclo de estabilización entre 1932 y 1942. Por lo demás, hace ya tiempo vengo insistiendo en que los límites entre Chile y Perú no se pueden ver desconectados de un enfoque multilateral, y que las fronteras mutuas no son líneas al modo europeo, sino fajas o bandas anchas al modo norteamericano. Asimismo, creo que no se trata de exponer una historia jurídica, sino de explicar procesos en los cuales las fronteras se alteran, y en la cuales las argumentaciones jurídicas operan como persuasiones de política exterior de cada Estado. No es difícil percatarse de que los autores peruanos han visto la historia de los límites de su país como un proceso frustrado, como un fracaso global, tanto como mantención del Perú con las fronteras del Virreinato, como por la pérdida de su soberanía sobre las provincias de Tarapacá y Arica. De hecho, hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, Perú sostuvo alternativamente este principio con Bolivia y Argentina frente a Chile para invocar el principio de retroactividad de las anexiones territoriales por guerra, pero no en los litigios en los cuales ocupó territorio ante Ecuador, Bolivia, Brasil o Colombia, sus otros vecinos. También en otros casos, como la provincia de Jaén, se consideró la libre determinación de sus habitantes para adherir al Perú, pero sólo a principios del siglo XX se enunció de forma clara la idea de que la ocupación física de territorio con población daba derechos, y se refrendó con la ocupación de la provincia del Oro en 1941. De ese modo podemos considerar como un principio general pero no absoluto la formulación del utis possidetis iuris (“lo que poséis lo seguiréis poseyendo”) en el Congreso de Lima de 1848, al cual adhirieron Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Colombia. El utis possidetis iuris manifestaba que los límites de las Repúblicas serían lo que habían poseído hacia 1810 las antiguas unidades administrativas de la Corona española. Pero el principio tenía limitaciones. Una de ellas era que, si bien las repúblicas aceptaban tener los límites de sus antecesores coloniales, las tierras no exploradas se darían como parte de la soberanía de cada cual. El problema fue, tempranamente, atribuirla a cuál. Para los peruanos, las tierras no exploradas o no descubiertas pertenecían a las unidades mayores (virreinatos) y no a las menores (audiencias, capitanías). Como las exploraciones, la ocupación demográfica y las explotaciones económicas se habían hecho longitudinalmente, alrededor de la costa, y no costó mucho sostener que las únicas tierras no exploradas eran las del interior, lo que se denomina “selva” y que se identifica con la Amazonía. Perú forjó una doctrina según la cual la posesión de estas tierras le correspondía naturalmente, por herencia virreinal, a Lima y no a Quito, pese a que otros países así lo reconocían, como el caso de Brasil, que en 1904 (Tratado Río Branco-Tobar) fijó sus fronteras con Ecuador.

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La idea de que Perú era un país que fue de más a menos estaba afincada en la tesis de que el primitivo virreinato abarcaba buena parte de América del Sur y posteriormente había sido cercenado hasta la creación del Virreinato del Plata y de la república del Ecuador y de Bolivia. Esta tesis se encuentra en muchos de los libros que se han constituido en la visión dominante de los límites del Perú, como por ejemplo los de Gustavo Pons Muzzo, de Raúl Porras Barrenechea y Alberto Wagner de Reyna3, y más recientemente en la obra de Juan Miguel Bákula4. En el caso de Porras, se trata además del Ministro de Relaciones Exteriores que afronta los hechos de 1909 y 1910, un periodo particularmente conflictivo de las relaciones diplomáticas con Brasil, Bolivia y Ecuador. Pero esta tesis la podemos controvertir. A nuestro juicio Perú gradualmente fue desplazando el principio del uti possidetis y restringiéndolo solamente a su discusión con Chile. Siguiendo la política de los hechos consumados (fait accompli), apoyó directamente a los colonos-empresarios que desde Iquitos se internaron en el “infier3. Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del no verde” del Acre boliviano (y luego brasileño) y en el “Trapecio” de Perú. Estudio Histórico (Lima: Iberia, 1961) Leticia, que constituyeron la columna vertebral de los negocios y aspiray Raúl Porras Barrenechea y Alberto Wagner de Reyna, Historia de los límites 5 ciones de la elite loretana . Ésta, verdadera constructora y sostenedora del Perú (Lima: Editorial Universitaria, de la expansión peruana sobre el Amazonas, fue la contraparte de las 1981 [1930] y [1960]). elites de Manaos en Brasil y Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, que tam4. Juan Miguel Bákula, La política internacional entre el Perú y Colombia bién disputaban el Amazonas6. Sorprende que en Colombia dicha elite (Bogotá: Editorial Temis, 1988), y Perú no existiera, y que muy por el contrario Leticia se levantara por manos y Ecuador. Las relaciones internacionales entre el Perú y Colombia (Bogotá: Editorial peruanas, y que fuese más bien la acción de los cónsules comerciales lo Temis, 1997). 7 que presionara a Bogotá a tomar cartas en el asunto entre 1910 y 1919 . 5. Desde luego, los trabajos más De este modo Perú se expandió exitosamente al norte hacia completos sobre este aspecto están Bolivia (1903 y 1909), Brasil (1909) y Ecuador (1941), y sólo la reaccontenidos en Pilar García Jordán, “A propósito de redes sociales, ción colombiana (1934) y la fortaleza del poder brasileño (1903-1909) económicas y políticas en el Iquitos impidieron una mayor progresión sobre el área amazónica. de inicios del siglo XX”, Boletín Americanista 56 (2006): 103-118. Gran parte de este proceso se dio durante los gobiernos del Presidente 6. Los trabajos más definitivos desde este Augusto Leguía. En “gran parte -dice el peruano Pons- las fronteras del punto de vista son los de Pilar García 8 Perú [moderno] son las fronteras de Leguía [1908-1912 y 1919-1930]” . Jordán, que tras varios artículos muy concienzudos, escribe su libro Cruz y Éstas se definen por el Tratado Polo-Sánchez Bustamante (1909) entre arado, fusiles y discursos. La construcción de Bolivia y Perú, el Tratado Velarde-Rio Branco de 1909 y el Tratado de los Orientes en el Perú y Bolivia, 1820-1940 (Lima: Instituto Francés de Estudios Lima, 1929, entre Chile y Perú, que regresó a Tacna a la soberanía peruaAndinos (IFEA)/Instituto de Estudios na y retuvo a Arica para Chile, denominada desde entonces la “ciudad Peruanos (IEP), 2001). cautiva” por un sector peruano. Precisamente en 1929 se cerró la cues7. Gabriel Cabrera Becerra, “Los tión del Tratado de Ancón, que suprimía la posibilidad de un plebiscito diplomáticos colombianos y la nacionalización de la Amazonía”, para dirimir el dominio definitivo de Tacna y Arica, cambiándola por la Memoria y sociedad 10: 22 (enero-junio repartición de ambas ciudades, una para cada país. 2007): 51-68. 8. Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del Perú, 213.

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Sin embargo, Perú no detuvo sus reajustes territoriales en 1930. Por el contrario, siguió insistiendo en 1932 con el incidente o guerra de Leticia, y en 1941 cuando invadió la Provincia de El Oro en Ecuador y consiguió su adscripción por el Tratado de Rio de Janeiro en 1942. 1. L a fase fundacional Parte de la expansión es económica. Entre 1885 y 1907 se inicia la fiebre del caucho y la zona es colonizada por diferentes empresarios y aventureros. Es inducida por el hecho de que la planta del caucho sólo se daba en esa época en el Amazonas, y es revalorizada con la patente del caucho para neumáticos de Goodyear. De ellos destaca Julio César Arana, quien constituye un imperio en la zona, con ramificaciones en la zona colombiana de Leticia. La otra parte de la expansión está relacionada con la política misional: es la construcción de la “peruanidad” de las tierras amazónicas, que es el eje de las convicciones del Presidente Leguía, y el motivo por el que da cierto apoyo a estas incursiones privadas. Esta expansión estaba apoyada además por el papel de los misioneros católicos en estas tierras, y que se ven como avanzada de un papel civilizador, especialmente entre los uitotos. De hecho, Lima había iniciado negociaciones con la Santa Sede que culminaron en 1898 con la creación de las prefecturas apostólicas de San León del Amazonas, con sede en Iquitos y confiada a los agustinos; la de San Francisco del Ucayali, con centro en Santa Rosa de Ocopa y entregada a los franciscanos; y la de Santo Domingo del Madre de Dios o del Urubamba, cuya sede era el Cuzco, donada a los dominicos9. El convenio fue ratificado en 1899 tras algunas tensiones por el nombramiento de prefectos. Pero estas tensiones eran anteriores, ya que la discusión sobre qué parte de la Amazonía era peruana antecedía a la eclosión de 9. Pilar García Jordán, “En el corazón de las tinieblas… del Putumayo, 1890los reclamos y a las dos Guerras del Acre (1899-1900 y 1902-1903), 1932. Fronteras, caucho, mano de cuando los brasileños ocuparon el Acre por estar colonizado obra indígena y misiones católicas en la nacionalización de la Amazonía”, por connacionales tras dos rebeliones que recibieron el nombre Revista de Indias, LXI: 223 (2001): de Revolución Acreana, por parte de quienes la hicieron, el de 591-617. Guerra del Acre, para los observadores regionales, y de guerra del 10. Véase J. B. Serier, “La Guerre du Caoutchouc (1899-1903)”, Revue caucho para los observadores externos al conflicto (Rubber War o Générale du Caoutchouc et des Plastiques Guerre du Caoutchouc)10. Los peruanos argumentaban que no sólo 62: 654 (1985): 107-108. Breves y escuetas referencias del conflicto Ecuador no había salido al Amazonas, sino que además Bolivia en idioma inglés en el panorámico tampoco lo había hecho. Bajo ese supuesto discutieron la sobetexto de historia militar de Robert L. Scheina, Wars: the Age of the Professional, ranía boliviana y se avinieron firmar un Tratado Preliminar de 1900-2001 vol. 2, (Washington D.C.: Límites con Bolivia en La Paz, el 26 de abril de 1886, para demarBrassey´s Inc, 2003), 7-9; y en lo diplomático, también breve, el trabajo car la zona de las cuencas de los ríos Madra, Purús y Yurúa entre de Erik Goldstein, Wars and Peace Treaties 1816-1991 (London; New York: Routledge, 1992), 185-186.

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Perú y Bolivia. Esto porque ya había un reclamo peruano en 1867 por el Tratado de Límites Boliviano-Brasileño. 2. E l primer reajuste La primera manifestación de este cambio se originó a fines del siglo y fue directa consecuencia de las compensaciones que Perú exigió a Bolivia por los costos de la pérdida de la Guerra del Pacífico y de la onerosa alianza que sostuvo con aquel país. Con Perú los incidentes eran recurrentes: tanto en 1897 y en 1902 como en 1904, con participación de caucheros brasileños y peruanos. Aunque la línea divisoria respetaba el utis possidetis en el Tratado de 1851, nada se pudo hacer frente a los movimientos de población. Comerciantes peruanos se habían internado en el Estado de Belem, en Brasil, con gran enojo del gobernador, que los detuvo11. En Jurúa había brasileños desde 1870 y en Purús desde 1893. En 1901 se instalaron oficialmente los caucheros peruanos. En 1902 el Prefecto del Departamento de Loreto, que venía a hacer regir la soberanía peruana, se instaló en el río Amonea. En 1903 otro comisario peruano hizo lo mismo en la boca del río Chandless, pero las tropas brasileñas y los colonos lo rechazaron en septiembre de ese año. En 1904 otro incidente tuvo lugar cuando una nueva expedición peruana chocó con los inmigrantes brasileños. De modo que las negociaciones Velarde-Río Branco fueron del todo necesarias para bajar el ritmo de las tensiones mutuas12. La presencia peruana en todo caso era ostensible por donde se viera, y por ello en 1909 quedó confirmada la posesión entre Jurúa y Purús, territorios donde, dice un autor brasileño, sólo había habitantes y establecimientos peruanos13. Este cúmulo de conflictos se resuelve entonces por delimitación del Titicaca -compensación territorial de Bolivia a causa de los reveses peruanos en la Guerra del Pacífico donde fue incluida por su ex aliada- y en la discusión acerca de las pretensiones peruanas en el Acre boliviano, que se regularon por el Tratado general de Arbitraje 11. Vera B. Alarcón Medeiros, con Perú (1901), y luego por el Tratado Osma-Villazón del 23 de sep“Incompreensível colosso. A Amazonia tiembre de 1902. no Início do Segundo Reinado (18401850)” (Tesis doctoral, Universidad de Pero la invasión del territorio del Acre entre los ríos Purús y Barcelona, 2006), 131. El motivo de la Yarúa fue consecuencia de la creación de una provincia nueva, detención era impedir el tránsito de personas y embarcaciones por los ríos digitada desde el Departamento de Loreto que hizo de eje de la exque controlaban los brasileños. pansión peruana hacia Leticia y Acre. Encontramos su creación en 12. Jorge de Araujo, Introducao as obras la prensa de la época: do Barao de Rio-Branco (Rio de Janeiro: “Ha llegado a manos del gobernador del Estado una proclamación en forma de decreto, en la cual don Leopoldo Collazos, en carácter de jefe político y militar, declara formar en nombre de la República del Perú una provincia peruana en el alto Purús, en el lugar en que el

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Ministerio das Relacoes Exteriores, 1945), 160-163.

13. De Araujo recuerda que allí era “donde solo había habitantes y establecimientos peruanos” (“onde só havia habitantes e estabelecimentos peruanos”). Jorge De Araujo, Introducao as obras, 169.


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Brasil mandó colocar su marco divisorio con Bolivia. Alega don Leopoldo Collazos que aquel límite del Brasil es con el Perú y no con Bolivia. La nueva provincia tendrá el nombre de Grau, en homenaje del almirante don Miguel Grau, muerto gloriosamente en la guerra con Chile. La nueva provincia tendrá un subprefecto desde aquel límite con el Brasil hasta el Urubamba y tendrá tres distritos mandado por gobernadores. Dos batallones, uno denominado Loreto y el otro Lima; una aduana para cobranza de impuestos. El batallón Loreto quedará guarneciendo la frontera, izará siempre y conjuntamente con el Perú el pabellón brasilero, en atención a la buena amistad y concordia que se profesan ambos países”14.

En 1902 hubo un incidente armado peruano-brasileño en Amuheya. Situaciones similares se repitieron y fue tomando fuerza la imposibilidad de defender la zona frente a Brasil, aun cuando en 1903 Perú se apresurase a ocupar la zona disputada por su cuenta y enviar soldados, paralelamente cuando lo hacían los brasileños en el Acre. Esto casi los hizo entrar en guerra, pero finalmente se llegó a un proceso negociador en 1904, que concluyó en 1909 con el Tratado Velarde-Río Branco. Un medio de la época, El Mercurio, describía que el Ministro Rio Branco había pedido “al del Perú que retire sus fuerzas del Yurúa y del Purús, que han ocupado últimamente a pesar de ser reconocidamente brasileñas. Se teme que el Perú conteste con una negativa en cuyo caso el litigio tomaría indudablemente un giro desagradable”15. Ello introducía un nuevo actor, que también era anotado por el medio: “Las negociaciones entre el Barón de Río Branco y el representante en Bolivia, Claudio Pinilla quien se hará cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia se preocupan del Perú, que aparece como un nuevo participante del conflicto. Perú está marcando su territorio en el Acre, cuestión que obliga al Barón de Río Branco a coordinarse también con los gobernadores del Perú para pactar un acuerdo y dejarles claros los límites. En la conferencia de hoy celebrada entre el ministro de relaciones exteriores, barón de Río Branco y el representante de Bolivia, señor Pinilla, se acordó reducir a 3000 kilómetros cuadrados la parte del territorio del estado de Mato Grosso, que se cederá a Bolivia, en cambio de la parte litigiosa del territorio del Acre. Esos terrenos están situados en el alto Paraná. El gobierno federal 14. “El Amazonas boliviano (Noticia del Brasil ofrecerá al del Estado de Mato Grosso, por vía desdel Nacional de La Paz)”, El Mercurio, compensación un puesto en el territorio del alto Madeira y un Valparaíso, 21 de diciembre, 1900, 5. ferrocarril hasta el interior del estado. Se desistió de ceder a 15. “Notificación al Perú”, El Mercurio, Valparaíso, 4 de noviembre, 1903. Bolivia un puerto en el Alto Amazonas”16. 16. El ministro de Bolivia, y, Las negociaciones sobre el Acre”, El Mercurio, Valparaíso, 15 de noviembre, 1903, 6. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 108-129


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De esta manera fue como “Perú se inserta en el conflicto y Río Branco, el Ministro de Relaciones Exteriores se ve en la necesidad de conferenciar con el Perú”17. Aunque la tensión sube a comienzos de 1904 hay un principio de solución al menos frente a Bolivia, el antiguo detentador, lo que mejora la posibilidad de llegar a un acuerdo con el novel ocupante peruano. Unos textos de la época recuerdan que “[e]l marqués de Río Branco tuvo ayer tarde una larga conferencia con el ministro del Perú sobre las invasiones de la región del Yurúa por fuerzas peruanas y sobre los límites del Acre”18 y que “[e]l ministro debe atender los problemas con el Perú, e incluso el problema procura la necesidad de reunirse en una conferencia con el Presidente de la República para ocuparse de asuntos relativos a la cuestión de límites con este país”19. El Barón de Rio Branco protestó y estuvo a punto de ir a la guerra por la ocupación de esa zona que estaba invadiendo, pero prefirió las negociaciones: en 1904 Perú firmó un tratado para poner solucionar el problema y en 1909 obtuvo de Brasil un arreglo a su favor (Tratado Velarde-Río Branco). Las acciones brasileñas tuvieron como eje frenar, con la alianza con Chile, las ambiciones de Argentina y Perú. Así lo hizo saber el Ministro Rio Branco a la delegación de su país en Washington, cuando explicó su estrategia en este sentido en pleno incordio con Perú sobre el Acre: “La estrecha amistad entre el Brasil y Chile ha servido para contener las veleidades (de los argentinos) de intervención abierta con Bolivia y la que aún tenemos pendiente con el Perú”20. El resultado se demoró en llegar, fue en 1909 y fue desfavorable para Brasil. Fue el único resultado adverso de las muchas negociaciones diplomáticas y 17. Marión Guerrero, “Brasil, Chile y Bolivia: las relaciones internacionales territoriales del Barón de Río Branco. a comienzo del Ministerio del Barón Entre tanto no cesaban los reclamos peruanos ante Bolivia, que de Rio Branco. 1902-1905” (Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios logró en 1909 la integración de entre 15 mil a 250 mil kilómetros cuaInternacionales, Universidad de drados -se discute la extensión- del remanente boliviano del Acre, Santiago de Chile, Santiago de Chile, 2008), 85. que seguía bajo su bandera, especialmente por el esfuerzo bélico de otro empresario de renombre: Nicolás Suárez, boliviano, que orga18. “El asunto del Yurúa”, El Mercurio, Valparaíso, 24 de noviembre, 1903, 6. nizó la célebre Columna Porvenir. De todas maneras Perú ocupa parte 19. “Cuestión de límites con el Perú”, El del territorio del Acre boliviano y consigue retenerlo tras la victoria Mercurio, Valparaíso, 14 de diciembre, en 1903, y es reconocido en 1909 por Brasil. 1903, 7. La línea discutida por Perú se hizo efectiva con el conflicto del 20. “A estreita amizade entre o Brasil e Acre. La reivindicación peruana se hizo ostensible en plana guerra, o Chile tem servido para contar suas veleidades (de los argentinos) de y eso permitió ocupar los territorios que se entregarían en litigio al intervencao franca com a Bolívia e no Presidente de Argentina, el cual falló en 1909. La figura que abajo se que ainda temos pendente com o Perú”, Despacho para Washington del 31.03.1906, presenta es la versión oficial del litigio, expuesta por Pons en 1961. citado por Amado Luiz Cervo y Clodoaldo Bueno, História da Política Exterior do Brasil (Brasilia: Instituto Brasileiro de Relacoes Internacionais/ Editora UnB, 2002), 195.

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M apa N o . 1. N egociaciones P erú -B olivia

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Fuente: Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del Perú. Estudio Histórico (Lima: Iberia, 1961), 168.

El episodio es ilustrativo para poner de relieve una argumentación peruana que fue rechazada. Lima, para dirimir la cuestión del Acre y sobreponerse a las reclamaciones brasileña y boliviana, argumentó que era legítima propietaria de los espacios no explorados del Virreinato, pues éstos debían pertenecer a las unidades mayores (léase virreinatos) y no a las menores (gobernaciones, audiencias) que dependían de aquellas. Pons sostiene así, reproduciendo el argumento peruano, “que las Audiencias tenían jurisdicción sobre los territorios ‘reales’ o ‘actuales’ es decir poblados o colonizados, y que los territorios ‘no descubiertos’ [léase ‘no explorados’] eran los distritos bajo la jurisdicción del virrey”21. De modo que lo no asignado por los mapas, pero sometido a la jurisdicción global española, era parte del Virreinato del Perú y por ende de su sucesora política, la República del Perú. Este argumento es difícil de comprender. De modo que podemos escucharlo de otro espectador, esta vez no peruano, el especialista español Francisco Morales Padrón: 21. Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del Perú, 163. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 108-129


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“Para Perú estas tierras [las amazónicas] eran tierras no descubiertas y cualesquier título que se pudieran esgrimir recabándolas como propias eran vagos y confusos. Tales tierras -dicen los peruanos- no se hallaban comprendidas ni en la Audiencia de Charcas ni en la de Lima. Ambas limitaban con ellas. Las audiencias solo dejaban sentir su jurisdicción sobre tierras sometidas, no así los virreinatos […] Y de pertenecer a una audiencia sería a la pretorial de Lima y no a la subordinada de Charcas [Bolivia]. Por eso Perú protesta cuando el tratado de 1867 entre Brasil y Bolivia, pues considera que las zonas del Yurúa Púrús y Yitay eran suyas”22.

Un arreglo general entre Perú y Bolivia fue obtenido en 1909 y fue paralelo a la revisión de la línea sobre el Titicaca. Un hito de esta discusión fue el proceso de arbitraje argentino entre Bolivia y Perú. El fallo del Tratado Polo-Sanchez Bustamante de 1909, dirigido por el Presidente argentino Figueroa Alcorta, desechó la argumentación que expuso Perú de que los territorios no descubiertos pertenecían al Virreinato del Perú, y los conocidos o reales, a las unidades territoriales de 1810. Aunque este tratado fue desfavorable igualmente a Bolivia, que pretendió no reconocerlo, el fondo de la argumentación peruana fue desechado tras varias reflexiones jurídicas y políticas del tema23. El presunto desconocimiento boliviano fue abortado, pero remanentes del conflicto provocaron pequeños incidentes, lo que dio origen a los Protocolos adicionales de 1911 y 1912 sobre el Acre. 3. L a nueva fachada amazónica El Acre era sólo un capítulo inicial de la contienda amazónica. Para explicarnos lo que queremos observar, tengamos en cuenta que Perú tuvo un temprano interés republicano por su fachada amazónica. El 10 de marzo de 1853 Perú creó el Departamento de Loreto, en los territorios disputados con Ecuador, y cuya jurisdicción se hacía coincidir con la Real Cédula de 1802. Con ello se produjo un primer choque con Ecuador, que en 1853 responde declarando la libre navegación de los ríos Chichipe, 22. Francisco Morales Padrón, Atlas Santiago, Morona, Pastaza, Tigre, Curacay, Napo, Putumayo “y demás Histórico Cultural de América Tomo II (Las ríos ecuatorianos, que descienden al Amazonas”24. En 1861 Loreto se Palmas de Gran Canarias: Consejería de Cultura y Deportes, 1988), 700. transforma en Departamento Marítimo-Militar y base de la expansión de la peruana en el Amazonas. 23. Ver la argumentación de las partes y las observaciones del árbitro y los Es la explotación del caucho lo que hace de la burguesía loretana la expertos en el libro del Ministerio contraparte de la migración brasileña sobre el interior del continente. A de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina, Libro Azul 1909. Arbitraje Manaos se opone Iquitos, y el Amazonas se construye en un cuadrilátero argentino en la cuestión de límites con las ciudades de Belem al este, Santa Cruz de la Sierra al sur, Leticia al entre las Repúblicas de Perú y Bolivia (Buenos Aires: Talleres Gráficos de la norte, e Iquitos al oeste. Iquitos funge justamente de epicentro de esta exPenitenciaria Nacional, 1909). pansión comercial y de servicios, y de catalizador del patriotismo peruano, 24. Raúl Porras Barrenechea y Alberto Wagner de Reyna, Historia de los límites, 61.

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exacerbado tras la derrota con Chile. El avance hacia el norte rememora de hecho la imaginación territorial: Arica, Tarapacá. Un joven ingeniero peruano bautiza la nueva población de Leticia por el nombre de la hija del cónsul británico, hecho que tratará, en vano, de ser borrado por los colombianos, a la postre dominadores de la población. Leticia es obra de esta migración y tiene un periodo fundacional peruano. Pero también representa el arco máximo de su etapa de expansión que en un mediano plazo desaparecerá. La disputa con Bolivia y Brasil descubre la expansión peruana hacia el interior del Amazonas. Como dice Pons, Perú y Brasil son los únicos países auténticamente amazónicos, es decir, que han hecho un objetivo en su política exterior la incorporación y asimilación de esa zona25. De hecho Brasil y Perú son los países que se expanden en sentido horizontal, buscando penetrar el interior del continente, a diferencia de los demás, que lo hacen en sentido trasversal o vertical. 4. I mposición sobre E cuador Perú argumentó que Ecuador no había heredado las fronteras de la Gran Colombia y que en consecuencia limitara con Brasil. Además corta su acceso al Amazonas. Para los peruanos Bolívar intenta llegar al Amazonas en perjuicio de Perú y declarar unilateralmente a tres provincias (Jaén, Tumbez y Mainas) dentro de Colombia. Frente a estos títulos, Lima alegó que eran peruanas por ocupación o libre determinación, aunque no por el uti possidetis iuris. Esto es el nudo de la discusión. La provincia de Jaén era parte de la Real Audiencia, pero en 1810 decidió por libre determinación integrarse al Perú. La provincia de Mainas fue agregada a la nueva Audiencia de Quito, pero en 1802 fue incorporada al Perú. Respecto de Tumbez en 1821 la provincia se integró a Perú. Perú decidió combatir la aspiración de la Gran Colombia de los límites y su flota atacó en 1828 a Guayaquil. Pero la guerra con la Gran Colombia terminó en derrota en Tarqui, y por el Tratado de Paz y Límites de Guayaquil (1829) Perú reconoció que la frontera que la separaba era la misma del Virreinato de Nueva Granada. Como se ha dicho, en 1853 Perú creó el Departamento de Loreto con jurisdicción sobre territorios considerados ecuatorianos. En la guerra de 1857 bloqueó las costas y desembarcó en suelo ecuatoriano en 1858. A principios de los 60 Loreto se convirtió en Departamento Marítimo-Militar, y eje de la actividad de la fuerza naval. En 1887 ambos países pidieron la mediación de la Corona española, que demoró largamente una resolución, pero que desembocó en los trabajos de 1890. Respecto del acceso al Amazonas, Perú desconoció el Tratado Tober-Rio Branco de 1904, firmado entre Ecuador y Brasil. Sometido a arbitraje español, Ecuador fue advertido de que el fallo no le sería favorable y en 1910 declinó el arbitraje26. Nuevos intentos de mediación como el estadounidense en 1924 fracasaron por supeditarse a las resoluciones del conflicto por Tacna entre Perú y Chile, y al 25. Gustavo Pons, Las fronteras del Perú, 42. de Leticia, entre Perú y Colombia. En 1936 se iniciaron nuevas conversaciones 26. Raúl Porras Barrenechea y Alberto Wagner de Reyna, Historia de los límites, 70.

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en Washington, pero desde 1940 sucedieron otros incidentes armados que escalaron a conflicto en 1941, y Perú ocupó la provincia ecuatoriana de El Oro. En 1942 la reunión de Río de Janeiro consagró la ocupación peruana y declaró a Chile, Argentina y Brasil garantes del acuerdo final. 5. L a imaginación territorial peruana El impulso expansivo está fundado en la idea que Perú había estado retrocediendo desde su creación como Virreinato. De modo que la imagen de un Perú enorme fue fundamental en sus reivindicaciones frente a Colombia, Ecuador, Brasil y Bolivia, incluso discutiendo si Bolivia, como el antiguo Alto Perú, tenía autonomía del Virreinato de Río de la Plata o seguía dependiendo de acuerdo a su interpretación del informe administrativo de 1810 que invocaban a su favor. A propósito de esto, la siguiente lámina, extraída de Pons (1961) sobre la extensión del Virreinato del Perú separa la jurisdicción de Atacama de la de Arequipa, que Porras Barrenechea incluye dentro de aquella27. Esa interpretación es contradictoria con la que dice que Atacama dependía de la Audiencia 27. Raúl Porras Barrenechea y Alberto de Charcas y que en la reforma de intendencias de 1776 quedó bajo Wagner de Reyna, Historia de los jurisdicción (nominal) del Virreinato de La Plata. límites, 42. M apa N o . 2. E l V irreinato

del

P erú

en

1810

Fuente: Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del Perú. Estudio Histórico (Lima: Iberia, 1961), 47. hist. crit.

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En contraposición a esta versión de Porras (1930): M apa N o . 3: E l V irreinato

del

P erú

en

1810

Fuente: Raúl Porras Barrenechea y Alberto Wagner de Reyna, Historia de los límites del Perú (Lima: Editorial Universitaria, 1981[1930] y [1960]), 42.

6. L a expansión La rearticulación de las fronteras amazónicas afectó a todos los actores de la región. Por ello la disputa con Colombia tiene el mismo origen. Bolívar aspiró en 1822 a que su nuevo país tuviera acceso al Amazonas, y como sucesora de la Gran Colombia, la República de Colombia empezó desde 1894 a discutir sus pretensiones sobre el Amazonas. Como se sabe, Perú avanzó con sus comerciantes y colonos sobre el acceso al Amazonas colombiano. Instaló sus inmigrantes en la zona y se constituyó la ciudad de Leticia. El eje fue el Departamento de Loreto, desde donde salían los caucheros, que fundaron las

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poblaciones de Arica y Tarapacá, hoy en territorio colombiano, buscando una compensación sicológica por las perdidas territoriales de la Guerra del Pacífico28. De hecho, en las historias personales de los héroes peruanos de esa guerra encontramos las huellas de un país que quiere una compensación por la pérdida de Arica y Tarapacá, y que ve el interior del continente como tierra virgen. Uno de ellos fue el marino fluvial Benito Lores Hurtado de Mendoza. Padre del héroe del combate de Gueppi (1933), Fernando Lores, quien murió en 1933 en combate, peleando con otros 193 efectivos peruanos frente a 700 soldados colombianos29. La creación de la fortuna de Arana se forjó gracias a préstamos, a los buscadores de caucho y a algo de suerte y de presión. Con métodos heterodoxos, Arana adquirió las caucheras de colombianos por la fuerza y a precio irrisorio. Se valía para ello de matones, y sin protección de su gobierno, los reticentes a vender (si no perdían la vida) eran enviados a Iquitos en los vapores de la Casa Arana, donde eran ablandados hasta cumplir con su voluntad30. Pero para hacer de esto 28. Fuera de los trabajos de Pilar García un programa para dominar el Putumayo se necesitaba no sólo de la Jordán ya citados se pueden revisar la defensa de los empresarios en codicia de Arana, sino de una complicidad con el gobierno peruaCarlos Rey de Castro et al. La defensa no, más claramente todavía del Presidente Pardo. Sostén encubierto de los caucheros (Iquitos: Monumenta Amazónica/CETA, 2005) y los recuerdos explicado en razones de “peruanizar” el área en discusión31. Claro de la autoridad de la época en está que la estrategia comercial privada de endeudar a los colombiaHildebrando Fuentes, “Memorias del Prefecto de Loreto, 1905”, en Carlos nos tenía más que ver con cobros compulsivos y poder imponerse Larrabure y Correa, Colección de Leyes, en los hechos sobre los individuos. De hecho, la existencia de deudas decretos, Resoluciones i otros documentos oficiales referentes al departamento de se reflejaba en coacciones y expulsiones. “El endeudamiento sería Loreto Tomo XIII (Lima: Imprenta La acompañado por un ataque combinado a las plantaciones colombiaOpinión Nacional, 1905-1909). En estudios además de los ya nombrados nas por parte de fuerzas militares peruanas e integrantes de la Casa véase Richard Collier, Jaque al Barón. 32 Arana” . En suma, invocando la Real Cédula de 1802, la explotación y Historia del caucho en la Amazonía (Lima: Centro Amazónico de Estudios colonización la convirtieron en un lago propio: “[E]ntre el Putumayo y Aplicaciones Prácticas, 1981), y y el Amazonas […] existían ciudades tan importantes y florecientes Fernando Santos Granero y Frederica Barclay, La Frontera Domestica. Historia como Leticia debida al esfuerzo de los colonizadores peruanos […] y social y económica de Loreto 1850-2000 33 a la cual Colombia no tenía acceso natural” . (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2002). Un ejemplo de su proceder fue la matanza de enero de 1908, cuando dos naves, el Liberal, vapor de la Casa Arana, y la lancha de guerra 29. Fernán Altuve-Febres Cordero, La democracia fuerte (Lima: Editorial Quinto peruana Iquitos, con 80 hombres a su bordo, se acercaron a la cauchera Reino, 2006), 23-24. La Unión. Los dueños se resistieron a vender sus propiedades, y ante la 30. Ovidio Lagos, Arana, Rey del caucho. Terror negativa los 20 hombres fueron atacados por un total de 140. Muchos y atrocidades en el Alto Amazonas (Buenos Aires: Emecé, 2005), 84. murieron, y los pocos que salvaron fueron conducidos a Iquitos. Pero la matanza de La Unión fue la perdición de su imperio. Por ca31. Pilar García Jordán, “En el corazón de las tinieblas”, 592. sualidad coincidió con el viaje que hacía el ingeniero estadounidense 32. Ovidio Lagos, Arana, 85. 33. Gustavo Pons, Las fronteras del Perú, 133. hist. crit.

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Walter Hardenburg, quien fue testigo involuntario de la masacre y escapó a duras penas para denunciar el infierno en el Putumayo en un libro famoso: The Putumayo. The Devil´s Paradise (1912)34. Nuevos antecedentes (especialmente los de la Santa Sede que cuestionó duramente los procedimientos empleados con los indígenas ya en 1911) cuestionaron la actividad peruana, de lo cual se aprovecharon los colombianos, como era lógico (incluso patrocinando textos de denuncia), y también Gran Bretaña, quien era directa competidora en el negocio y el control de los créditos que daban origen a las empresas caucheras, cuya comisión parlamentaria sesionó desde 1911 a 1913. Tal como en el Congo, y hasta con un protagonista en común (Roger Casement), la denuncia vino a destruir el imperio comercial peruano, haciendo que el Presidente Leguía nombrara una Comisión Criminal (1910-1911) para investigar los delitos y afirmó por contrapartida la alegación colombiana35. El principal efecto de esta cuestión fue revertir la campaña gubernamental y de la Compañía de Arana en torno a recalcar la peruanización de esa explotación. En ese marco se dieron los incidentes bilaterales. En 1910 sucedió el incidente del Caquetá. Una expedición del general colombiano Isaías Gamboa se instaló en Puerto Córdoba y, para contrarrestarla, el Batallón N° 9 de Chiclayo (peruano) viajó por la selva y embarcó en Iquitos para llegar a Puerto Córdoba y desembarcar entre el 10 y 12 de 34. El escándalo del Putumayo divide el julio. Aunque vencieron los peruanos, devolvieron finalmente Puerto antes y el después de la buena fortuna Córdoba o La Pedrera a sus anteriores dueños. peruana hasta entonces. Por ello no es de extrañar que haya trabajos extensos En 1916 Colombia y Ecuador pactaron sus fronteras por sobre las sobre este tema. Entre ellos destaco el pretensiones peruanas por el Tratado de Límites, pero la ratificación ya citado de Ovidio Lagos, Arana, 85-97 y el trabajo académico de Clara López debió pasar por sobre la objeción de Brasil, que vio desconocida la líBeltrán, “La exploración y ocupación nea Tabatinga-Apaporis hasta la firma del Acta de Washington (1925) del Acre (1850-1900)”, Revista de Indias LXI: 223 (2001): 573-590. El punto de con presencia de todos. Es la primera vez en que un tercero exigía la vista colombiano en los varios trabajos custodia de sus derechos en el Amazonas, y en que se obraba para de Roberto Pineda, “El comercio infame. El Parlamento británico y la despejar la cuestión multilateralmente. Casa Cauchera Peruana (Casa Arana)”, Quedaba así resuelta la cuestión de límites con Perú, pues al Boletín de Historia y Antigüedades 89: 817 (2002): 379-400, “La casa Arana en peso de los acuerdos había que sumar una seria objeción moral inel Putumayo. El Caucho y el Proceso ternacional respecto del comportamiento de la Casa Arana. Dada la Esclavista”, Credencial Historia 160 (2003), Publicación digital en la página información, ya entre 1910 y 1911 el asunto se debatió en Europa web de la Biblioteca Luis Ángel Arango y debilitó la imagen peruana. En el año 1912 se publicó el libro del del Banco de la República. Disponible en: www.lablaa.org/blaavirtual/ estadounidense Hardenburg. La presión fue demoledora sobre Perú revistas/credencial/abril2003/1raro. que había apoyado políticamente a Arana, devenido también en háhtm, y “Novelistas y etnógrafos en el Infierno de la Casa Arana”, Boletín de bil político. Pero nada pudo hacer cuando se puso sobre la mesa el Historia y Antigüedades 91: 826 (2004): Tratado Salomón-Lozano de 1922, negociado y mantenido en secreto 485-522. hasta su ratificación en 1928 y que cedió a Colombia la zona entre 35. “No es extraño que cuando los hechos el río Putumayo al Caquetá. En 1930 “la demarcación y entrega de del Putumayo fueron conocidos en Europa se recurriera a la inmediata historia congolesa”. Pilar García Jordán, “En el corazón de las tinieblas”, 593.

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los territorios en cuestión quedó concluida pocos días antes de la caída del Presidente Leguía”36. La ejecución del tratado además se ajustó al Tratado entre Perú y Brasil de octubre de 1851. A la larga, Perú perdió el condominio absoluto del río Amazonas -si bien conservó el acceso por el río Putumayo y Colombia- retuvo la provincia de Leticia con 122.912 kilómetros. Pero en 1932 Leticia fue ocupada por el Frente Patriótico de Loreto, peruano, una organización civil digitada por el empresario cauchero Julio César Arana. Esa era la expresión de contrariedad de la élite loretana, que tenía sus inversiones en la zona y además había obstruido en el congreso con sus diputados la ratificación del Tratado Salomón-Lozano. La campaña previa fue liderada por el Centro Loretano de Lima, donde sus puntos de vista podían encontrar recepción en el parlamento, el gobierno, las fuerzas armadas y la opinión pública. Si bien El Comercio de Lima discutía la firma del Tratado, se recordaba que en 1890 cuando se firmó el Tratado García-Herrera se reconocía que “[p]arte de la inmensa zona disputada en el oriente, está regida por las leyes y autoridades de Colombia”37. Lo que sucedía es que en el curso de esos años, la presencia peruana se había vuelto real y que los sólidos intereses en el Trapecio hacían insistir en la discusión. La situación derivó en enfrentamientos armados entre peruanos y colombianos. Tras estar formalmente delimitada la frontera en 1922, diez años después, en 1932, se produjo un ataque peruano. El asalto, en septiembre de ese año, fue realizado por un grupo de militares de Chimbote y civiles, encabezados por el alférez Juan de la Rosa. Los agentes de la Policía y el intendente fueron reducidos, debiendo éste último radicarse en Benjamín Constant (Brasil). El gobierno peruano no condenó explícitamente el hecho. Colombia armó una expedición de la nada adquiriendo buques fluviales: el Córdoba, ex transporte alemán, el Mosquera, el Bocayá, el Mariscal Sucre y el Bogotá. Después de la toma de Tarapacá el general Vázquez Cobo determinó la ocupación de Leticia y adoptó el plan del asesor chileno, general Díaz Valderrama, “consistente en ocupar primero los puertos peruanos de Guepi, Puerto Arturo y 36. Raúl Porras Barrenechea y Alberto Pantoja sobre el Putumayo. De ser necesario, bombardeo y destrucWagner de Reyna, Historia de los límites, 111. ción de Iquitos. Por último, recuperación de Leticia”38. La fuerza 37. Citado por José Santos Chocano, El naval y aérea hostigó a los peruanos, que se defendieron, pero que escándalo de Leticia. Ante las conferencias no pudieron impedir que Brasil concediera el permiso para navegar de Río de Janeiro (Santiago de Chile: Talleres Gráficos La Nación, 1933), 32. hacia el Trapecio desde su territorio. Se esperaba una guerra extendida cuando fue asesinado el Presidente Sánchez Cerro. Además, 38. Álvaro Valencia Tovar, dir. Historia de las Fuerzas Militares de Colombia, Estados Unidos anunció su rechazo al cambio por la fuerza de los vol. 3 Ejército (Bogotá: Planeta, 1993), límites mutuamente consentidos. En consecuencia, tanto por las ac36. Este plan fue discutido en el seno del contingente y se decidió “una ciones militares como por la presión internacional Puerto Córdoba estrategia, ofensiva de amplio aliento” hubo de ser devuelto por el Presidente Oscar R. Benavides ese mismo por medio de una maniobra por “líneas exteriores”. Álvaro Valencia Tovar, dir. Conflicto Amazónico 1932/1934 (Bogotá: Villegas Editores, 1994), 163.

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año. Pero había un rescoldo y en 1934 una breve lucha entre ambos países terminó con el retroceso militar de los peruanos. Durante 1934 la zona fue administrada por la Sociedad de las Naciones, en cuyo territorio ondeó la bandera de la entidad para asegurar la neutralidad, hasta que fue traspasada nuevamente a Colombia. La disputa con Ecuador concluyó con la ocupación peruana de la provincia del Oro. Como dice Morales Padrón, 1941 permitió que en 1942 se trazara “una línea fronteriza que privaba al Ecuador de casi la mitad de lo que consideraba su patrimonio territorial. El principio de que la conquista da derechos, aplicado por los chilenos a los peruanos en el XIX, ya aceptado en el Congreso Panamericano de 1889, era impuesto por los peruanos a los ecuatorianos, que se resistieron a aceptar el acuerdo de 1942”39.

7. E stabilización y conflictividad El tratamiento estadístico de la información histórica permite situar el accionar internacional del Perú en otro plano. En primer lugar, en el periodo estudiado permite constatar una alta conflictividad, entendiendo ésta como la repetición sistemática de incidentes internacionales y de involucramiento en guerra. En segundo lugar, los incidentes abarcaron todos sus vecinos salvo Chile, con el que tenía una estrategia muy diversa, en la cual se insistía en el uti possidetis iuris. Pero la ligazón entre los asuntos con Chile, Ecuador y Bolivia quedó clara con las declaraciones del político peruano Augusto Durand en 1910, quien habiendo conversado con dirigentes chilenos y viendo un ambiente favorable a una solución, advertía que “este arreglo no se hace aun porque el Perú necesita previamente resolver sus asuntos con el Ecuador y Bolivia. Entonces habrá llegado el momento, ya que no puede hacerse todo a la vez. El Perú debe ir solucionando sus cuestiones internacionales en detalle, como lo fue haciendo el Brasil con sus diversas dificultades de límites”40. Y como sabemos, el método brasileño fue resolver cada problema pragmáticamente, usando en cada caso un argumento o circunstancia diversa. Ahora bien, todo esto nos lleva a una forma adicional de considerar el problema. Perú al convertirse en un actor insatisfecho había ido acrecentando la conflictividad internacional. Como actor irredento, fijó su atención en el Amazonas, con títulos o sin ellos. Este fenómeno explica la conflictividad amazónica entre 1903 y 1995. De modo que la expansión cuando toca techo produce un efecto conservador sobre las aspiraciones peruanas, que serán mantener lo ya conseguido. 39. Morales Padrón, Atlas Histórico Cultural, El largo periodo estadístico considerado se explica porque las Tomo II, 703. bases de la misma están en la descripción del proceso que hemos 40. “Declaraciones del señor Augusto explicado. Ya que, si bien Perú estabiliza sus fronteras en 1942 y a Durand. Los conflictos internacionales del Perú”, El Diario Ilustrado, Santiago de Chile, 14 de diciembre, 1910. Las cursivas son nuestras.

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partir de ahí es defensor del status quo y del equilibrio de poder en esa zona, Ecuador por el contrario pasa al bando de los insatisfechos. Por ello este artículo se centra entre 1903 a 1942 y en cambio la conflictividad se mantiene hasta 1995, año del último conflicto peruano-ecuatoriano -esperamos- por territorio amazónico. G ráfico N o . 1: C onflictividad

amazónica del

P erú 1903-1995

Incidentes Guerras Revoluciones Tratados

2000 1950 1900 1850

0

2

4

6

Categorías Incidentes

1903 Bo (*)

1908 Co (**)

1910 Co

1911 Co

Guerras

1932-1934 Co

1941 Ec

1981 Ec

1995 Ec

Revoluciones

1932 Co

Tratados

1909 Br

1909 Bo

1922 Co

1942 Ec

Bo= Bolivia, Co= Colombia, Ec= Ecuador, Br=Brasil (*) Ocupación no amistosa del territorio boliviano en disputa con Brasil entre los ríos Purús y Yarúa. (**) Masacre de La Unión por funcionarios de la Casa Arana y soldados peruanos.

G ráfico N o . 2: C onflictividad Per-Col

1932

Per-Ec

1941

1981

Per-Br

1903

1909

Per-Bol

1903

1909

1991

del

P erú

1995

Fuentes: Para construir estos gráficos hemos tenido en cuenta la información cronológica y los mapas contenidos en Werner Hilgemann, Hermann Kinder y Raymond Albeck, Atlas Historique. De l´apparition de l´homme sur la terre à l´ère atomique (París: Perrin, 1986) [1ª edición alemana, 1964], y más específicamente las láminas Les imperialismesAmérique latine 1830-1914, 368; Restauration et révolutions libéralesAmérique Latine (1800-1830), 326; y Epoque classiqueAmérique Latine (XVIIe-XVIIIe), 272. Además de los mapas, la cronología de la versión castellana del original alemán, Herman Kinder y Werner Hilgemann, Atlas Histórico Mundial vol. II De la Revolución Francesa a nuestros días (Madrid: Ediciones Akal/Ediciones Istmo, 2006). Y a George Duby, Atlas Histórico Mundial (Barcelona: Editorial Debate, 1997), láminas “América Latina. La Independencia de América Latina en el siglo XIX”, 284 y 285. hist. crit.

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Si algo nos dice este cuadro, en definitiva, es que en el siglo XX, un periodo de bajo nivel de conflicto interestatal, Perú mantuvo litigios, ocupaciones de facto, guerras o más bien conatos de guerra de tipo colonial con sus vecinos Brasil, Bolivia, Ecuador y Colombia. Si bien no degeneraron en conflictos totales, posibilidad que sólo cupo a los incordios de 1932, 1941 y 1995, suponen un mentís a la sostenida creencia de que en América del Sur el único conflicto armado fue la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. En este sentido, Perú mantuvo en el siglo XX, y ese es el rango elegido, una cierta conflictividad internacional, referida al ámbito amazónico. C onclusiones Perú, tras la derrota con Chile, buscó activamente una política de compensaciones territoriales. Parte de esa política fue la constitución de su fachada amazónica. Como hemos visto, combinó el apoyo a la actividad empresarial cauchera con las reivindicaciones territoriales. En 1903 ocupó parte del Acre boliviano y exigió restituciones a Bolivia por la Guerra del Pacífico. Esto dentro del ambiente en el que además desde 1904 se acusa a La Paz de tratar con Chile la cesión de Arica y convenir su ocupación en una guerra. En 1909 un tratado con Brasil retuvo la mayor parte de lo ocupado en el Acre por Perú. Más tarde progresó sobre Ecuador, que culminó con la ocupación de 1941 de la Provincia del Oro. Sin embargo, el avance sobre el Putumayo fue moderado por la reacción adversa a la gestión de la Casa Arana y el “escándalo” por sus métodos de administración. Ello canceló las pretensiones de peruanizar la zona, pues la Casa Arana era su soporte material. Lima rescindió en un tratado medio secreto su presunta soberanía en 1922, pero la resistencia de la élite loretana, siempre irredenta en este aspecto, le permitió solidarizar con la expedición “civil” que intentó tomarse por la fuerza a Leticia en 1932. Pero las fuerzas colombianas, maniobrando desde Brasil, ingresaron al territorio para desalojar a los peruanos41. La dura reacción militar colombiana, el asesinato del Presidente Sánchez Cerro y la presión internacional incidieron en 41. Historia de las Fuerzas Militares de una mediación que, con la Liga de las Naciones, protegió el territorio Colombia. Ejército Tomo III (Bogotá: Planeta, 1993), 36. hasta la devolución plena de Leticia a Colombia. 42. Véase sobre este episodio y su relación No obstante el revés descrito, las adquisiciones territoriales pecon Chile el reciente texto de Claudio ruanas fueron de gran envergadura; en 1942 se daría otro paso que Tapia Figueroa, La negociación que no fue: diplomacia chilena en el conflicto entre fue la ocupación de la Provincia del Oro, en manos de Ecuador, y que Ecuador y Perú en el Amazonas (1941estabiliza la frontera amazónica42. Constituyen el reverso de la mar1942) (Viña del Mar: Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de cha hacia el oeste de Brasil43: fue la versión peruana de la internación Valparaíso, 2009). sobre el Amazonas. Como se dijo al principio, hoy Perú ocupa el 13% 43. Ricardo Cassiano, La marcha hacia el del Amazonas y es el segundo país con presencia en esa zona. Para loOeste. La influencia de la “bandeira” en la formación social y política del Brasil. grarlo Perú articuló sus recursos militares y diplomáticos, y además México Fondo de Cultura Económica, [1942] 1956) (Marcha para Oeste, 2ª edición en portugués, 1942).

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cambió según este escenario sus argumentos desde el utis possidetis iuris a la ocupación de hecho. Fueron sus avanzadas comerciales las que le dieron la posibilidad de construir argumentos jurídicos para contender con sus vecinos.

Bibliografía Fuentes

primarias

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Artículo recibido: 27 de abril de 2009; aprobado: 15 de junio de 2009; modificado: 19 de agosto de 2009.

Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia

The Seizure of Schools during the Liberal Republic, 1936-1942: Part of the Discursive Structure of La Violencia

Resumen

Abstract

Después de 1935, cuando la abstención

After the 1935 elections, in which Conservative

electoral conservadora favoreció un gobierno

electoral abstention resulted in a completely

completamente liberal, el sueño de una

Liberal government, the dream of secular public

instrucción pública laica se afirmó entre los

education animated Colombian Liberals. In various

liberales colombianos. Los mandatarios liberales

municipalities, Liberal leaders ended contracts

de varios municipios decidieron terminar los

with the Catholic clergy to operate schools in

contratos que tenían con el clero para enseñar

public buildings; the seizures of these schools

en edificios estatales; las “tomas” de esos

became acts of political theater, with mutual

colegios se convirtieron en teatro político, con

accusations between the parties of armed plots

acusaciones mutuas de conspiraciones armadas,

inspired by the Spanish Civil War. These seizures

inspirados por la Guerra Civil Española. Esos

would become part of the discursive structure

hechos serían una parte importante de la

of the protagonists of La Violencia in the 1940s

estructura discursiva de los protagonistas de

and 1950s, justifying for them the massacres of

La Violencia de los años cuarenta y cincuenta

members of the opposite party.

para justificar las masacres de los miembros del partido opuesto.

Palabras

Thomas J. Williford

Key Words

c l av e

Colombia, República Liberal, Iglesia católica, La

Colombia, Liberal Republic, Catholic Church, La

Violencia, anticlericalismo, Guerra Civil Española.

Violencia, Anticlericalism, Spanish Civil War.

BA en Historia de la Georgetown University, Estados Unidos; MA en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia; PhD en Historia de América Latina de la Vanderbilt University, Estados Unidos. Es profesor asociado de historia en la Southwest Minnesota State University, Estados Unidos. El enfoque de su investigación es el discurso político en Colombia en la víspera de La Violencia. Entre sus publicaciones recientes están: Laureano Gómez y los masones, 1936-1942 (Bogotá: Planeta, 2005). En el último semestre de 2009 será publicado el artículo, “Political Dissemination of the Judeo-Masonic Conspiracy Theory and the Outbreak of La Violencia in Colombia, 1920-1946”, en Protocols of the Elders of Zion: The One-Hundred Year Myth and Its Impact (London: Routledge). tom.williford@smsu.edu.

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Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La ViolenciaÏ Después de que, por primera vez en casi cincuenta años, los liberales ganaron la presidencia en 1930 los militantes anticlericales clamaron por terminar la influencia de la Iglesia Católica en la educación pública. Esos liberales estaban convencidos de que la Iglesia era intelectualmente atrasada, y por ende responsable de la falta de progreso espiritual y material del pueblo colombiano; este tropo venía desde el siglo XIX, cuando liberales de Europa, América Latina y América del Norte expresaron que el clero no podía educar ciudadanos, dado Ï La mayoría de la investigación para que la Iglesia era jerárquica y se encontraba bajo la dirección de un este artículo fue hecha en Bogotá con una beca de la Comisión Fulbright en 1 potentado extranjero en Roma . Después de la elección de Alfonso 2004 y con un University Fellowship López en 1934 y de la declaración de abstención electoral del Partido de Vanderbilt University en 2005. Partes del artículo fueron presentadas Conservador que dejó como resultado unas legislaturas nacionales y en ponencias en la Conferencia de departamentales completamente liberales en las elecciones de 1935, American Historical Association en Seattle, 2005; en el Simposio “Mataron algunas administraciones municipales y departamentales comenzaa Gaitán” 60 Años en Bogotá, 2008, y ron a aplicar la política de no renovar contratos con las comunidades en el Congreso de Colombianistas en la Universidad de Virginia, en 2009. religiosas que educaban en los edificios oficiales y de crear en su lugar La ponencia del Simposio “Mataron colegios seculares del estado. Por su parte, los conservadores esperaa Gaitán,” “Los actos anticlericales impulsivos del Nueve de Abril: Retórica ban ese comportamiento de las mayorías liberales en los gobiernos, y realidad”, fue publicada en Mataron que reconfirmaba el tropo conservador que venía del siglo XIX de que a Gaitán: 60 Años (Bogotá: Universidad Nacional) en 2009. el Partido Liberal era ateo y seguía decidido a destruir la civilización 1. Véase, por ejemplo, Diego Montaña cristiana por medio de la educación secular, pública y obligatoria. Cuéllar, Memorias (Bogotá: Universidad Hay que ubicar, sin embargo, las “tomas” de los colegios en los años Nacional, 1996), 168-170. treinta y cuarenta2 dentro del esquema de la retórica política de la épo2. El término “toma” no fue en general utilizado por los gobiernos liberales ca, no solamente por el manejo del vocabulario, sino también por la para describir las acciones que se actuación de la gente involucrada. Los oficiales liberales del gobierno, caracterizaron como una simple no renovación de contratos; la prensa los religiosos y los militantes conservadores sabían de antemano que la conservadora, mientras tanto, con frecuencia utilizó la palabra “robo” para representar estas intervenciones.

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toma de un colegio era una obra de teatro, en la que cada uno desempeñaba su papel. Ese era el juego de la política en Colombia, con reglas aún, en el que los participantes buscaban la mejor manera de aprovechar cualquier situación para obtener el máximo de ganancia. Hay más: las tomas de los colegios ocurrieron en un momento de nuevos tropos retóricos en Colombia fundados en la actualidad internacional del momento, en particular de la Guerra Civil Española, que estalló con el levantamiento de militares en julio de 1936 precisamente cuando había rumores de una conspiración militar en Colombia, y que estaba culminando con la victoria de Francisco Franco y las fuerzas nacionales en el mismo momento en que el gobierno había tomado el edificio de un colegio dominico en Chiquinquirá en abril de 1939. La retórica política involucrada en los conflictos de las tomas de colegios es buen ejemplo de cómo militantes y publicistas de los dos partidos generaban teorías de conspiración basadas en los eventos de España y de otras partes de Europa, para justificar la actuación 3. “People do not commit political de los protagonistas de las masacres durante La Violencia. Como violence without discourse. They explica el politólogo David E. Apter, need to talk themselves into it. What may begin as casual conversation may suddenly take a serious turn. Secret meetings add portent. On public platforms it becomes inflammatory. It results in texts, lectures. In short it engages people who suddenly are called upon to use their intelligence. Political violence then is not only interpretive, it engages the intelligences in ways out of the ordinary. It takes people out of themselves”. David E. Apter, “Political Violence in Analytical Perspective”, en The Legitimization of Violence, ed. David E. Apter (Houndsmills, Basingstoke, Hampshire: Macmillan en asociación con UNRISD, 1997), 9.

4. Daniel Pécaut, Orden y violencia: Evolución socio-política de Colombia entre 1930 y 1953 (1987, repr., Bogotá: Editorial Norma, 2001), 561, las cursivas aparecen en el original. Pécaut elabora este tema en las páginas 589-610, concentrándose en el discurso sobre etnia; también trata de la atmosfera de miedo y desconfianza, utilizando la frase de Freud “inquietante extrañeza” para describirla (553-555). Aunque estaba estudiando las últimas décadas en Colombia, el antropólogo Michael Taussig describió la misma situación como un “sistema nervioso” en que el “estado de excepción” vuelva a ser cosa normal. Michael Taussig, The Nervous System (New York: Routledge, 1992), 11-35.

“Los individuos no perpetúan la violencia política sin discurso. Necesitan convencerse a sí mismos para actuar. Lo que empiezan como una conversación casual puede convertirse en un asunto serio. Las reuniones secretas agregan fortaleza e interés. En la plataforma pública el discurso se vuelve inflamatorio. Se convierte en textos y lecturas. En fin, el discurso involucra a gente que está llamada de golpe a usar su inteligencia. La violencia política no es solamente interpretativa, sino que enlaza las inteligencias de maneras fuera de lo ordinario. Lleva a la gente fuera de sí misma”3.

A pesar de que no hubo muertos ni heridos, durante las tomas de colegios en los años treinta y cuarenta se puede notar cómo se desarrollaba un discurso en el que una guerra civil en Colombia era la expectativa. Pronto un violento conflicto partidista se hizo realidad. Como dice el sociólogo Daniel Pécaut, “en un momento dado, se produce un nuevo desciframiento de esta división [partidista] que conduce a que lo político sea directamente percibido como Violencia”4. Muchas de las medidas tomadas por las administraciones liberales para reformar la educación pública no tenían necesariamente un enfoque anticlerical; se pueden ver como una continuación de los esfuerzos de los gobiernos conservadores de los años veinte, que inclusive invitaron misiones extranjeras -especialmente de Alemania- para mejorar

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la preparación de los profesores en las escuelas normales5. Con la elección del liberal Enrique Olaya Herrera a la presidencia en 1930 muchos pedagogos liberales querían continuar y profundizar estas reformas; por ejemplo, Agustín Nieto Caballero, fundador y director del Gimnasio Moderno en Bogotá, ya había tenido sus experiencias aplicando las ideas sobre la educación activa del pedagogo Belga Ovide Decroly, lo cual le dio la posibilidad de influir en el campo de la enseñanza a los profesores y en la organización del currículo nacional6. Animados por los cambios en la educación mexicana después de la revolución de 1910-1920 y en España después de la formación de la república en 1931, ministros de educación durante la República Liberal como Darío Echandía (1935-1937), Alfonso Araujo (1938-1940) y Jorge Eliécer Gaitán (1940-1941)7 hicieron también sus esfuerzos en los campos de la alfabetización de adultos, educación de mujeres y cultura popular8. Tales esfuerzos obtuvieron resultados positivos e interesantes para la educación en Colombia, pero casi siempre contaron con la oposición de sectores del conservatismo y del clero, los cuales reclamaban que las reformas educativas no solamente no se ajustaban al papel histórico de la Iglesia en la instrucción pública como estaba estipulado en los artículos 12, 13 y 14 del Concordato de 18879, sino que además eran un intento por separar a Colombia de su cristianismo tradicional10. En este ambiente los militantes anticlericales hicieron más difícil el trabajo de los liberales moderados para reformar la educación tanto a nivel nacional como a nivel departamental y municipal. Especialmente después de las elecciones de 1935 los anticlericales clamaron para una separación entre Iglesia y Estado mucho más fuerte de la que la administración de López y otros liberales querían. Varios pequeños actos anticlericales resurgieron en muchas partes del país11: por ejemplo, algunos concejos municipales, asambleas departamentales y representantes a la Cámara pidieron la expulsión de los jesuitas de Colombia, propuesta que estuvo directamente relacionada con los hechos sucedidos durante la república española en contra de esa comunidad religiosa12. En algunos casos, esas acciones anticlericales provocaron divisiones dentro de los 5. Aline Helg, La educación en Colombia liberales a nivel local. 1918-1957: una historia social, No es sorprendente entonces económica y política, trad. Jorge Orlando Melo y Fernando Gómez que los colegios de los jesuitas (Bogotá: CEREC, 1987), 114-131; y Víctor Manuel Prieto, El Gimnasio Moderno y la Formación de la Élite

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Liberal Bogotana, 1914-1918 (Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2000), 123-124. 6. Aline Helg, La educación en Colombia, 135160; y Víctor Manuel Prieto, El Gimnasio Moderno, 57-76, 87-111, 123-125. 7. Presidencia de la República, Ministros del Siglo XX, (Bogotá: Imprenta Nacional, 1982), 78 y 86. 8. Aline Helg, La educación en Colombia, 160161, 166-194; y Renán Silva, República Liberal, intelectuales y cultura popular (Medellín: La Carreta Editores, 2005). 9. Alfredo Vázquez Carrizosa, El Concordato de Colombia con la Santa Sede, Julio 12 de 1973 (Bogotá: Ministerio de Relaciones Exteriores, 1973), 135. 10. Ricardo Arias, El episcopado colombiano: Intransigencia y laicidad (1850-2000) (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2003), 147-150; y La educación en Colombia, 161-166. 11. Christopher Abel, Política, Iglesia y Partidos en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional, 1987), 187; y Ricardo Arias, El episcopado colombiano, 124-125. 12. “Debate político sobre ‘Techo’ hubo en la Cámara”, Diario Nacional, Bogotá, 26 octubre, 1935 (“Recortes” Vol. A, Archivo Provincial de la Sociedad de Jesús en Colombia, Curia, Bogotá [“Recortes”] A: 43). En los años treinta y cuarenta los jesuitas trataron de recopilar los artículos periodísticos que trataban de su comunidad religiosa publicados en todo el país. Recortes de estos artículos aparecían entre dos volúmenes que ahora se encuentran en su Archivo Provincial. Ellos son una fuente valiosa no solamente porque reúnen artículos sobre un solo tema en un solo lugar, sino por que incluyen los de algunos periódicos que no están disponibles en las bibliotecas. Los mismos recortes casi siempre tienen la fecha de publicación y el nombre del periódico; cuando la información no está completamente clara, la cita tiene un signo de interrogación [?] al lado.


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fueran blanco especial de una política de no renovación de contratos por parte de gobiernos liberales municipales y departamentales; entre 1936 y 1938 la Compañía de Jesús perdió el derecho a usar los edificios públicos en Ocaña13, Bucaramanga14 y Medellín15. El clero y los conservadores respondieron con resistencia, reorganización y renovada militancia. Los jesuitas construyeron sus propios colegios en Bogotá16 y en Bucaramanga para no tener que educar usando los edificios del gobierno. En Medellín la Compañía de Jesús compró el edificio del gobierno, evitando así un conflicto más serio17. Estos incidentes muchas veces generaron un lenguaje conflictivo entre los liberales anticlericales y sus enemigos en la Iglesia y 13. Jorge Meléndez Sánchez, Lucio en el Partido Conservador. En 1937 en Bucaramanga, por ejemplo, Pabón: El nacionalismo católico en Colombia (Bogotá: El Buho, 2004), el gobierno departamental se tomó el edificio donde estaba funcio50-58; y Augusto Gutiérrez y nando el Colegio San Pedro Claver e instaló en su lugar la institución Carlos Espinal, “Los jesuitas y la enseñanza”, en La Compañía de Jesús educativa departamental Colegio de Santander, que hasta entonces en Colombia: compendio historial y había estado funcionando en otros edificios alquilados. Con este galería de ilustres varones, ed. Daniel Restrepo (Bogotá: Imprenta del propósito fue aprobada la legislación por parte de la asamblea en Corazón de Jesús, 1940), 344-345. 1935, pero el gobierno no aplicó la ley. En el primer semestre de 14. “Agria discusión en la Asamblea de 1937 el rector del Colegio de Santander, Eduardo Rueda Rueda, piSantander S.” El País [Bogotá], 2 junio 1935: 1 (Recortes A: 1); “La Asamblea dió a la asamblea reconfirmar la ley de 1935, reclamando que su de Santander: Acaloradas debates colegio no solamente merecía mejores instalaciones, sino que los sobre contrato con los jesuitas”, El Espectador [Bogotá], 4 junio 1935: 1 jesuitas no estaban preparando a sus alumnos para los exámenes (Recortes A: 1); “El diputado Regueros nacionales de manera eficiente -razón que llevó a varios diputados ataca el contrato con los padres jesuitas”, El Tiempo [Bogotá], 5 junio a aprovechar el momento para condenar a los jesuitas, condenas 1935 (Recortes A: 1); “Fue prorrogada que recibieron respuesta inmediata por parte de la comunidad repor el gobierno la Asamblea de Santander del Sur”, El Tiempo, 10 julio ligiosa. En plena mitad del año escolar, los diputados les pidieron a 1935 (Recortes A:21); y “Problemas los jesuitas evacuar el edificio, acción fue especialmente onerosa e de Santander: El contrato con los Jesuitas”, El Tiempo, 3 septiembre 1935: insultante para la comunidad jesuita18; en otros casos, los edificios le 7, 15 (Recortes A:121). fueron devueltos al gobierno al final del año escolar. Por esta razón, 15. “Medellín: Colegio”, Noticias de la muchas familias incluso algunas liberales no estuvieron de acuerdo. Provincia de Colombia [Bogotá] (Noticias) Eduardo Rueda Rueda respondió a esas inquietudes diciendo que (noviembre 1937): 272-273; y “Medellín: Colegio”, Noticias (marzo 1938): 286-287. de todas maneras los alumnos seguían recibiendo clases de religión Noticias fue un boletín interno de la en el colegio de acuerdo con la ley -el gobierno nacional no había provincia jesuita en Colombia. cambiado el currículo tanto como para que terminara la instrucción 16. “Bogotá: Facultad”, Noticias (noviembre 1934): 55-56; y “Bogotá: Colegio”, de la religión católica en los colegios oficiales-. Sin embargo, en su Noticias (abril 1936): 159-160. defensa el rector del Colegio de Santander agregó: 17. “Medellín: Colegio”, Noticias (noviembre 1937): 272-273; y “Medellín: Colegio”, Noticias (marzo 1938): 286-287.

“[E]n las actuales circunstancias políticas del país, existe -me atrevo a pensarlo- incompatibilidad constitucional en entregarles

18. “Bucaramanga-Varia”, Noticias (julio 1937): 254.

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la dirección de planteles de educación oficial o semi-oficial a los Jesuitas, no porque sean católicos sino porque siendo la instrucción que ellos proporcionan esencialmente dogmática, esto es, exclusiva y obligadamente católica, la reforma estatal de 1936, que, como ya lo anoté, garantiza con amplitud la libertad de conciencia, sería contrariamente aplicada […]. Con el traslado en estos días al edificio del Parque del Centenario queda felizmente terminada la primera y quizá más importante etapa de la 19. Eduardo Rueda Rueda, El Colegio de campaña en pro del implantamiento del Colegio de Santander, librada Santander y parte del señorío liberal (Bucaramanga: Editorial Marco A. Gómez, contra los Padres Jesuitas y el clero en general, contra los conservadores [julio] 1937) (Recortes A: 112-113). y asimismo contra la actitud resuelta o la irresolución, la indiferencia, la 20. Gabriel Jackson, The Spanish Republic incomprensión y el pesimismo de ciertos elementos liberales”19. and the Civil War, 1931-1939 (Princeton:

Rueda Rueda expresó la opinión anticlerical de que Colombia sólo podía avanzar culturalmente si sacaba a la Iglesia, y especialmente a los jesuitas, del terreno de la instrucción pública. A su manera de ver, la educación jesuita era “dogmática” e “incompatible” con la constitución de la República (reformada por el congreso liberal en 1936). Hay que poner tal retórica en el contexto internacional. En 1931, uno de los primeros actos del gobierno de la nueva república española después de terminar con la monarquía por aclamación popular fue declarar que las comunidades religiosas no podían seguir educando a los españoles, que la comunidad jesuita ya no tenía personería jurídica y que las propiedades de los jesuitas volverían a ser del estado. Aunque estas decisiones contra las comunidades religiosas, incluidos los jesuitas, no estaban siendo completamente aplicadas cuando estalló la guerra civil en julio de 193620, las leyes anticlericales de la República Española sugestionaron a muchos militantes anticlericales en Colombia21. Teniendo en cuenta que la toma del colegio de Bucaramanga tuvo lugar en 1937, las palabras y las actuaciones de Rueda Rueda se pueden entender como una manera de apoyar los valores republicanos españoles, que en el momento luchaban por la sobrevivencia de su gobierno en contra las fuerzas nacionales de Franco. La prensa conservadora bumanguesa declaró que las opiniones de Rueda Rueda eran “locas” y peligrosas. Un editorial expresó que los comentarios de Rueda Rueda le recordaban los

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Princeton University Press, 1965), 59-62. Libros que examinan con más detalle el papel de la Iglesia en la República y durante la Guerra Civil incluyen José M. Sánchez, The Spanish Civil War as a Religious Tragedy (Notre Dame, Ind.: University of Notre Dame Press, 1987) y Hilario M. Raguer Suñer, La pólvora y el incienso: la Iglesia y la Guerra Civil, 1936-1939 (Barcelona: Ediciones Península, 2001).

21. Por ejemplo, cuando el provincial jesuita en Colombia invitó a los jesuitas españoles expulsados a Colombia en 1932, la revista humorística liberal Fantoches publicó una caricatura de una mujer, “España”, peinando los curas de su cabello; los curas, sin embargo, están marchando directamente a un barco “A Colombia”. Entre los versos que aparecen al pie de la caricatura, figura éste: “Para limpiar la nación / de parásitos que son / los que hacen que el hambre reina / se ha metido como un peine / la nueva constitución”. Fantoches [Bogotá] 20 febrero 1932 (Recortes B: 2). Hubo muchas declaraciones anticlericales y antijesuitas en todo Colombia por concejales, diputados y representantes liberales después de las elecciones de 1935; por ejemplo el representante Jorge Uribe Márquez en la Cámara de Representantes pidió la expulsión de los jesuitas de Colombia en octubre de 1935, reclamando que “no somos fuertes como Manuel Azaña en la república española moderna”. “Debate político sobre ‘Techo’ hubo en la Cámara”, Diario Nacional [Bogotá], 26 octubre 1935 (Recortes A: 43).


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22. “La amenaza del doctor Rueda Rueda”, El Escudo [Bucaramanga], [?] julio 1937 (Recortes A: 110). 23. Véase, por ejemplo, Luis R. David, “Intención General: Lucha denodada contra la secta masónica”, Mensajero del Sacrado Corazón de Jesús [Bogotá] (noviembre 1936): 481-492. 24. El levantamiento de los nacionales en España en julio de 1936 coincidió con un “ruido de sables” en Colombia; el militar Amadeo Rodríguez fue arrestado en junio por el gobierno de López porque sospechó que Rodríguez estaba organizando un golpe de estado. Winthrop S. Greene a Secretario del Estado Cordell Hull, 23 junio 1936, U.S. Department of State Document (State) 821.00 Revolutions/13, en Paul Wolf, Evolution of the Colombian Civil War, 1928-1973, (Wolf), http://www. icdc.com/~paulwolf/colombia/ greene23june1936.htm [consultado en 10 marzo 2005] y Álvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, 1934-1938 (Bogotá: Pro cultura, 1981), 290-295. El 19 de julio, un día después del levantamiento en España, el presidente López nombró a Plinio Mendoza Neira el nuevo ministro de guerra; Mendoza declaró que “soy el ministro del Frente Popular”, en referencia al gobierno elegido en España en febrero de 1936. “Mendoza Neira se posesionó ayer del ministerio de guerra” El Tiempo, 20 julio 1936: 1. 25. “Bucaramanga-Varia”, Noticias (julio 1937): 254. 26. “La primera iglesia que cierra”, Oriente [Bucaramanga], 20 julio 1937: 1 (Recortes A: 116-117). 27. Howard J. Wiarda, Corporatism and Comparative Politics: The Other Great “ism” (Armonk, N.Y.: M.E. Sharpe, 1997), 16-22; para la versión colombiana, Félix Restrepo, Corporativismo (Bogotá: Universidad Javeriana, 1939). 28. “Oración”, El Escudo, 21[?] julio 1937 (Recortes A: 109); y “Palabras de la señora doña Elvira Durán de Cadena en honor del Colegio de San Pedro Claver”, El Escudo, 21[?] julio 1937 (Recortes A: 109).

acontecimientos en España en las vísperas de la Guerra civil: “[N]os horroriza pensar en algo que pasó en torno al asesinato de José Calvo Sotelo, a manos de las logias”22, sugiriendo que los francmasones estaban tras la acción en contra de los jesuitas de Bucaramanga -los derechistas afirmaron que las logias eran responsables del asesinato del monarquista español Calvo Sotelo (1893-1936), el evento que impulsó la rebelión de Franco en julio de 193623, exactamente un año antes de la polémica toma del colegio de Bucaramanga-. Los políticos y publicistas conservadores y liberales en Colombia ya estaban usando a la República Española y a la Guerra Civil Española como libreto a seguir en la lucha entre los dos partidos24. Como ya está mencionado, los jesuitas se prepararon para la posible pérdida del uso de los edificios a manos de los gobiernos liberales como planteles educativos y empezaron a recoger fondos para adquirir nuevos edificios -esa misma política fue seguida en Medellín, Bogotá y Bucaramanga-25; el edificio en Bucaramanga, sin embargo, no estaba terminado todavía, lo cual complicó el transcurso del año escolar. El 18 de julio -fecha del comienzo de la rebelión de Franco en España- se celebró una procesión solemne en la que el Santísimo Sacramento era llevado desde el viejo edificio de la escuela hacia una capilla ubicada en un barrio residencial. La procesión era la representación simbólica del cierre del colegio jesuita, queriendo decir que lo sagrado ya no tenía espacio en un plantel educativo secular. El diario conservador bumangués Oriente reclamó que “es la iglesia de San Pedro Claver la primera que se cierra en Colombia por obra del sectarismo oficial”26 -la primera, expresando así la expectativa de que los liberales en el poder tenían un plan para cerrarlas todas-. La procesión fue un acto teatral, una demostración física, política y espiritual de hombres, mujeres y niños organizada como el ideal de sociedad orgánica de los pensadores católicos corporativistas27 -cada uno en su lugar, pero moviéndose como parte de un cuerpo entero-. Por la mañana, antes del desfile, dos mujeres hablaron por la radio a favor de los jesuitas y su nueva planta educativa28; por la tarde, los alumnos de los colegios católicos de la ciudad, los párrocos y muchos de los feligreses hicieron parte

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de la procesión29. Clérigos y laicos notables hicieron sus discursos; en el suyo, el político conservador Francisco Puyana Menéndez exclamó: “La educación católica de nuestras juventudes ha recibido una ancha herida por cuya apertura corre copiosamente sangre fecunda; pero hemos de saberlo que esa sangría va a remozar los terrenos estériles que se están formando porque a diario veremos el prodigio que ejecuta una colectividad unida y resuelta cuando la anima el propósito de extinguir los escombros que quieren presentarnos como sociedad falsa, convencional y absurda”30.

Esas palabras, usando la imagen de la sangre y expresando el deseo de “extinguir” a quienes se opusieron a la “colectividad” (palabra sinónima de “partido político” en Colombia), son un buen ejemplo del lenguaje inflamatorio que impulsaba a los militantes a cometer actos de violencia en contra de los “enemigos”. Puyana era un político respetado, no un charlatán cualquiera31: quienes lo escucharon ese día tomaron sus palabras a pecho, y el “robo” del Colegio San Pedro Claver prácticamente se convirtió para ellos en un eslabón más en la cadena de 29. “Programa para la manifestación “crímenes” de los liberales en el poder, que reclamaban venganza de fe religiosa del domingo: Cómo se efectuará la solemne traslación del después de la toma de control del gobierno por parte de los consersantísimo al barrio de Sotomayor”, vadores. A corto plazo, la procesión le ayudó a la comunidad jesuita El Escudo, 19[?] julio 1937 (Recortes A: 114); y “La gran procesión de a recoger fondos para la nueva planta de su colegio, que pudo abrir desagravio y de exteriorización de fe”, 32 a tiempo para el comienzo del año escolar de 1939 . Oriente, 20 julio 1937: 1 (Recortes A: 116-117). Caso distinto, aunque igual de polémico, en la lucha entre libe30. “Discurso del doctor Francisco Puyana rales y jesuitas por el tema de la educación fue el regreso a manos Menéndez”, Oriente, 20 julio 1937: 1 del Estado de la sede del Colegio de San Bartolomé en Bogotá. (Recortes A: 116). Menos de dos semanas después de la procesión en Bucaramanga, la 31. Francisco Puyana Menéndez fue un administración de López informó a la comunidad jesuita que había abogado que sirvió como concejal en varios municipios de Santander y fue tomado la decisión de usar el edificio para poner a funcionar un elegido a la Cámara en 1942. Tuvo varios colegio estatal. Los jesuitas estaban construyendo todavía el nuepuestos en el gobierno de Mariano Ospina Pérez (1946-1950). Oliverio vo plantel en el barrio La Merced, al norte del centro de Bogotá, Perry, Quién es quién en Venezuela, así que el gobierno les permitió quedarse hasta el 1 de enero de Panamá, Ecuador, Colombia (Bogotá: Oliverio Perry y Cía., 1952), 918. 1939 -no tuvieron que trasladarse a mitad del año escolar como en 32. “Los jesuitas”, 345-346; y Bucaramanga33-. Sin embargo, los conservadores, liderados por el “Bucaramanga”, Noticias, noviembre ex bartolino Laureano Gómez y su diario El Siglo, declararon, igual 1938: 299-30. que sus copartidarios de Bucaramanga, que por fin los liberales es33. “Volverá a la nación el edificio de S. taban desenmascarando sus motivos verdaderos: Bartolomé”, La Razón [Bogotá], 28 julio “Desde su ascenso al poder el partido liberal se propuso hacerles invivible el suelo colombiano a los militares de Cristo. Razones de táctica han demorado

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1937 (Recortes A: 102-103); “El edificio de San Bartolomé”, El Tiempo, 30 julio 1937 (Recortes A:104); “Lo de San Bartolomé”, El Espectador, 30 julio 1937 (Recortes A: 106); y “Bogotá: Colegio”, Noticias, noviembre 1937: 268-269.


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la ejecución de los planes diabólicos y ‘democráticos’. Mas sus dirigentes juzgan que ya ha llegado el tiempo de arrojar la máscara y lapidar a Quiénes sin presupuesto, sin armas, sin ejércitos, con sólo su sacrificio, han edificado patria como los próceres. Las logias atizaron a los concejos municipales para que pidieran la expulsión de los jesuitas, diputados incultos y endemoniados les quitaron los colegios de Ocaña y Bucaramanga, y en estos momentos la fauna del capitolio trabaja por expulsarlos del colegio de San Bartolomé, cuna, con el de Rosario, de la república. El liberalismo emprende pues un ataque a fondo contra el catolicismo al perseguir Quiénes son su espada, su ruta de gloria, su sagaz y fornida vanguardia”34.

Este editorial reclamaba que desde su llegada al poder en 1930, los liberales influidos por la masonería habían planificado un ataque secreto contra la Santa Iglesia Católica y que la primera victima sería la comunidad jesuita. Tal retórica anticipando una conspiración anticristiana era exagerada y sin embargo fue usada en el periódico del dirigente del Partido Conservador (y probablemente escrita por él), y por tanto aceptada sin cuestionamientos por muchos militantes conservadores. Esos términos son otro buen ejemplo de cómo se construía una estructura discursiva de preparación a los seguidores partidistas para realizar actos de violencia en defensa de ideales más altos: ¿Cómo se atrevían los liberales a atacar a unos curas que “han edificado patria como los próceres”? Ciertamente, se trataba de un grave crimen y en consecuencia los liberales tenían 34. “La Compañía de Jesús perseguida”, El que ser eliminados porque estaban agrediendo a la patria. Siglo [Bogotá], 29 julio 1937: 4 (Recortes El Tiempo reportó que los jesuitas habían acatado la decisión del A: 103). gobierno sin queja alguna y que el provincial de la comunidad había 35. Sin embargo, el provincial había cuestionado la utilidad de reemplazar agradecido a la administración por conceder un año más para teruna institución de instrucción que minar la construcción del edificio en La Merced35. La prensa liberal contaba con más de trescientos años de labor en el sitio con otra de semejantes presentó las protestas de Gómez’ como injustificadas, subrayando fines educativos, dado que los objetivos que la ley estaba del lado del gobierno, dado que la propiedad del eran los mismos. “Los jesuitas no creen que haya hostilidad del gobierno”, El edificio había sido establecida durante una administración conserTiempo, 30 julio 1937 (Recortes A: 104). vadora anterior36. El periódico liberal de izquierda, El Diario Nacional, 36. “Volverá a la nación el edificio de S. dijo que habían sido Gómez y los conservadores, y no los liberales, Bartolomé”, La Razón, 28 julio 1937 (Recortes A: 102-103); “El edificio de quienes habían estado incitando al país a una guerra religiosa: el peSan Bartolomé”, El Tiempo, 30 julio riódico publicó selecciones de una circular que Gómez había enviado 1937 (Recortes A: 104); y “Lo de San Bartolomé”, El Espectador, 30 julio 1937 (supuestamente en secreto) a los comités conservadores municipales (Recortes A: 106). y departamentales, pidiendo que tenían que “‘defender la religión 37. “Laureano envía circulares secretas católica’ gravemente amenazada por el gobierno liberal”37. La admipara provocar la guerra religiosa”, nistración de López había terminado antes de la toma del edificio del Diario Nacional [Bogotá], 30 julio 1937 (Recortes A: 106). San Bartolomé, dejándole el asunto a la administración de Eduardo 38. “Para verdades…el presidente”, El Siglo, Santos, quien iba a ser elegido el próximo presidente en 193838. 30 julio 1937: 4 (Recortes A: 104); y “La cuestión religiosa”, El Siglo, 31 julio 1937 (Recortes A: 107).

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Después de la elección de Santos, Gómez declaró que los conservadores iban a participar en las elecciones legislativas y municipales en 1939 (celebradas en marzo y octubre, respectivamente), terminando así con cinco años de abstención. El tema de los “robos” de los colegios por parte de la administración liberal no fue tan importante durante las campañas electorales de los conservadores: la masacre de once campesinos conservadores cometida en enero por una banda liberal en el pueblo cundinamarqués de Gachetá era el tema del día. Para los conservadores, la masacre era una prueba más de las intenciones sangrientas que tenían los liberales que estaban en el poder; para los liberales, la reacción conservadora -de políticos como Laureano Gómez hablando de “acción intrépida” -era una prueba más de la existencia de un complot clérigo-falangista para iniciar un golpe de estado, como había sucedido en España39. Este debate con sus tropos retóricos respectivos se puede ver en la toma del Colegio Jesús, María y José de Chiquinquirá pocas semanas después, en abril de 1939. 39. James D. Henderson, Modernization in Colombia: The Laureano Gómez Years Los Dominicos habían fundado el Colegio Jesús, María y José en (Gainesville: University Press of Florida, Chiquinquirá durante la primera parte del siglo XIX. Dicha comu2001), 268-269. nidad estaba encargada de mantener y promover el culto a Nuestra 40. Desde entonces se han atribuido muchos milagros a la imagen. En Señora de Chiquinquirá, a partir de un milagro ocurrido en 1586, el cuatrocientos aniversario del cuando los colores del cuadro de María, San Antonio y San Andrés milagro, el Papa Juan Pablo II visitó a Chiquinquirá para renovar la devoción cambiaron de manera notoria e inexplicable40; por esa razón, los a la imagen. Alberto E. Ariza, Los Dominicos mantenían desde entonces una presencia muy fuerte en Dominicos en Colombia Tomo I (Bogotá: Ediciones Antropos, 1992), 675-679, 688, la región. Por los años treinta los Dominicos tenían un periódico en 793-796. Chiquinquirá (Veritas) y otro en Tunja (El Cruzado), los cuales ata41. Véase, por ejemplo: “Redes de la caban continuamente al nuevo régimen liberal; entre otras cosas, Masonería”, El Cruzado [Tunja], 13 argüían con frecuencia que en Colombia existía una conspiración enero 1933: 4; “Se trata de amordazar al clero”, en Fray Mora Díaz, El cruzado: masónica que hacía parte de un complot mundial para acabar con artículos apologéticos y polémicos (Bogotá: la civilización cristiana. El Fray Francisco Mora Díaz, quien manTipografía Tony, 1934), 109-112; “Los hijos de las tinieblas huyen de la luz”, tenía una columna en El Cruzado, promovió mucho esta teoría; sus Fray Mora Díaz, Chispas del yunque: escritos alcanzaron la atención nacional tras la publicación de tres artículos polémicos y discursos académicos (Tunja: Editorial “El Cruzado”, 1939), 41 series de sus columnas (en 1934, 1939 y 1942) . Tales acusaciones 20-22; “Los hijos de la viuda en la selva”, fueron una parte importante de la estructura discursiva de la luChispas del yunque, 49-51; “Satanás rezando el rosario”, Chispas del yunque, cha partidista de la época; los militantes y las masas conservadoras 81-83; “Mandiles y mitras”, Chispas aceptaban las acusaciones de conspiración como una realidad, dado del yunque, 87-89; “Ante la república masona”, Chispas del yunque, 131-133; que salían de una comunidad religiosa, razón de más para justificar “Satanás con sotana”, Chispas del las masacres de los años cuarenta y cincuenta. yunque, 179-180; “1886-1936, cruz vs. triángulo”, Chispas del yunque, 204-205; En los años sesenta del siglo XIX, durante la administración li“Bajo el imperio del mandil”, El clarín beral radical de Tomás Cipriano Mosquera, los Dominicos (así como de la victoria (Tunja: 1942), 56-58; “El régimen masónico”, El clarín, 95-98; y “La antesala de la masonería”, El clarín, 102-107.

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otras comunidades religiosas) perdieron muchos edificios y terrenos que pasaron a manos del gobierno. Era un período en el cual los gobernantes en Colombia y sus homólogos liberales en otras partes de América Latina querían redistribuir las vastas tierras de la Iglesia para crear un campesinado de minifundistas. El gobierno colombiano, sin embargo, necesitaba ingresos para pagar su deuda externa y decidió vender la gran mayoría de los terrenos eclesiásticos a comerciantes y latifundistas de manera que nunca realizó el sueño general de hacer una reforma agraria. El gobierno se quedó con algunos edificios para usarlos como sede de colegios u oficinas; en Chiquinquirá se tomó el edificio del Colegio Jesús, María y José. Después del establecimiento del gobierno de La Regeneración en 1886, bajo el mando de Rafael Núñez, muchos edificios fueron devueltos a las 42. En Bogotá la administración de Mosquera se tomó el convento de los comunidades religiosas42 -como en otras partes de América Latina, Dominicos de la Carrera Séptima, que no el nuevo gobierno vio a la Iglesia como un soporte para mantener había sido devuelto por la administración de Núñez y lo siguió usando para el orden social, clave para el “progreso” económico, entonces hizo oficinas del gobierno hasta que en 1939 todo lo posible para mantener la paz con la jerarquía católica-. Los la administración de Eduardo Santos lo tumbó para construir el edificio Dominicos recibieron de vuelta el edificio en Chiquinquirá y reesdel Ministerio de Comunicaciones. tablecieron su colegio. Se trasladaron las columnas del viejo convento al Parque Nacional, donde En mayo de 1938, sin embargo, el congreso liberal suspendió la ley componen un círculo alrededor de de 1886; el proyecto fue propuesto por Julio Roberto Salazar Ferro, un la fuente central. Los Dominicos mantuvieron su iglesia colonial al lado liberal de Chinquinquirá43, miembro en varias ocasiones del directorio del convento hasta octubre de 1946, nacional del partido en los años cuarenta44. El semanario chiquinquicuando la vendieron para recoger fondos para construir la iglesia de la Virgen de reño El Radical, fundado por Salazar Ferro, inició una campaña para Chiquinquirá en Chapinero. Este acto fue secularizar el colegio en 1936, reclamando que los Dominicos estaban condenado igualmente por El Siglo y El Tiempo como la destrucción de una joya dirigiendo “este importante establecimiento de educación, por inercolonial. Roberto Prada Rueda, Libro de cia, pereza y avandono (sic)”45. Con la suspensión de la ley, el gobierno Crónicas. Convento Santo Domingo Bogotá, 1924-1946 (crónica no publicada), Archivo tenía derecho a tomarse nuevamente el colegio. Dominicano, Bogotá, Fondo San Antonino, La acción del congreso en 1938, que parece más bien una táctiSección Conventos, (DA-SA), Subsección Libros-Crónicas, Caja 3, Carpeta 1, ca política del representante Salazar, definitivamente no fue parte 196-230. de un gran complot del partido liberal. Dos años antes el gobierno 43. Alberto Ariza, Los Dominicos, Tomo II había rechazado la oportunidad de tomarse el colegio. Aunque los (1993), 1511-1517. Dominicos eran los dueños oficiales del edificio, el plantel era ma44. “La obra de Salazar Ferro”, Batalla nejado por una junta directiva de padres de familia. Dicha junta [Bogotá], 9 febrero 1945: 5; y Quién es quién, 973. no siempre estaba de acuerdo con la comunidad religiosa y en 45. “Nuestra campaña referente al Colegio 1936 pidió la ayuda del Ministerio de Educación para cambiar a las es apoyada en la región”, El Radical directivas del colegio. Darío Echandía era el ministro y en lugar [Chiquinquirá], 5 enero 1938: 2. de sugerir la nacionalización del plantel, recomendó que la junta 46. Darío Echandía, Ministro de Educación, contratara a otra comunidad religiosa46. a Roberto Villamil, presidente de la Junta de Patronos del Colegio de Jesús, María y José, 2 diciembre 1936, JMJ, Caja 2, Carpeta 1, Folio 14.

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Mientras tanto, entre los Dominicos no apareció ningún fraile que quisiera ser el director del colegio. Cuando el provincial de la comunidad nombró a Juan de Dios Martínez como nuevo rector en los últimos meses de 1937, Martínez le rogó al provincial que retirara su nombre, anotando que no había estado involucrado en asuntos educativos por diez años47. A pesar de su solicitud, Martínez fue nombrado rector y se convirtió en testigo clave del conflicto legal y de la toma del colegio en 1938 y 1939. Dado que la situación legal del edificio era un asunto que le correspondía a los Dominicos (y no a la junta directiva), sus abogados trataron el tema en los últimos meses de 1938, hasta que el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia48. En febrero de 1939 los Dominicos daban por hecho que la corte iba a estar de acuerdo con ellos en el asunto49. El primer día de semana santa, el lunes 3 de abril de 1939, los Dominicos fueron sorprendidos con la visita del director municipal de educación, Carlos Martínez Sánchez, quien traía una carta del ministro de educación Alfonso Araujo autorizando la ocupación del edificio. El rector no quiso entregar las llaves y la policía municipal se tomó el edificio, prohibiendo la entrada a particulares, incluyendo a los miembros de la junta directiva del colegio. Al día siguiente, los pocos estudiantes internos que no habían salido de vacaciones de Semana Santa fueron enviados a sus hogares. El colegio estaba ubicado justo al lado de la iglesia parroquial, donde residía la imagen de la Virgen de Chiquinquirá; unos albañiles llegaron y sellaron la puerta que comunicaba al colegio con la iglesia. Días después ese detalle en particular fue comentado en una carta oficial de la junta directiva del colegio dirigida al Senado de la república: “Tal muro de ladrillo es monumento que proclama y perpetúa un evidente divorcio entre dos ideologías, entre dos sistemas: era preciso separar el instituto, de la Iglesia católica; los invasores Quiénes debían hacer alarde de su moral sin religión y su conciencia sin fe. De un lado la Iglesia que tenía a su cargo la dirección espiritual de la enseñanza por mandamiento constitucional durante los días gloriosos del Colegio; de otro lado los artificios y embelecos de estos exponentes de la nueva cultura atea”50.

El acto físico de cerrar permanentemente la puerta de acceso entre la iglesia y el colegio estaba tan cargado de simbolismo como el de reubicar al Santísimo Sacramento del edificio del Colegio San Pedro Claver en capilla particular en Bucaramanga, casi dos años antes; sin embargo, esta vez el acto había sido cometido por el Estado -o más bien, por los políticos y funcionarios liberales de Chiquinquirá- y no por la Iglesia. El significado, no obstante, fue el mismo: la religión no tenía un lugar oficial en un colegio estatal secular. El acto expresaba las esperanzas que muchos liberales tenían de formar ciudadanos

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47. Juan de Dios Martínez a Provincial Angélico R. Báez, JMJ, Caja 2, Carpeta 4, Folio 9. 48. Luis Carlos Corral, Demanda ante Corte Suprema de Justicia, 9 noviembre 1938, JMJ Caja 4, Carpeta 2, Folios 1-11. 49. Angélico Báez a Raimundo Mejía, 4 febrero 1939, JMJ, Caja 2, Carpeta 2, Folio 25. 50. Junta de Patronos al presidente y los honorables miembros del Senado de la República, s.f. (1939), JMJ, Caja 2, Carpeta 2, Folios 32-38.


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nuevos -que conocieran sus libertades, sus derechos y sus deberes como miembros independientes de una nación de derecho- sin la instrucción social de una Iglesia que representaba las tradiciones cuasi-feudales de obediencia, jerarquía y sumisión a las autoridades. Para los conservadores, sin embargo, cerrar la puerta con ladrillos significaba dar la bienvenida a “la nueva cultura atea”, que iba a condenar a la nación y a fomentar una sociedad sin moral, que solamente pensaba en lo material y no en lo espiritual, o en seguir los deseos más vulgares de las masas sin la guía de la única fe verdadera. Como una obra de teatro, la toma del Colegio Jesús, María y José vaciló entre la comedia, la farsa y la tragedia. El martes 4 de abril, mientras que la situación en Chiquinquirá estaba siendo analizada por las autoridades en Bogotá, la policía estacionada en el edificio del colegio permitió a dos frailes Dominicos -el rector del colegio y el párroco- permanecer en el edificio después de que la puerta entre la iglesia y el colegio fue bloqueada y los últimos alumnos internos se fueron a sus hogares. El miércoles por la noche, sin embargo, cuando el párroco salió para hacer una diligencia no le fue permitido entrar al colegio nuevamente. Al día siguiente, el rector argumentó que se sentía demasiado enfermo para salir, entonces al párroco se le permitió entrar de nuevo a visitar a su hermano dominico, solamente en presencia de la policía -era obvio que los liberales tenían miedo de que los Dominicos conspiraran para tomar el edificio nuevamente, tal vez con la ayuda armada de terceros-. Cuando los dos Dominicos estuvieron juntos otra vez, pidieron que los dejaran solos y en privado porque el uno tenía que confesar al otro. La policía rechazó tal petición, y les prohibió también el uso del teléfono. Los dos curas empezaron entonces a hablar en latín, lo cual llenó de rabia a los oficiales de policía, así como a otros funcionarios gubernamentales que estaban presentes; esa era una prueba más de que los Dominicos estaban conspirando. Al atardecer, Martínez Sánchez, el encargado municipal del ministerio de educación, le ordenó a los Dominicos abandonar el edificio, “aún si hay un mil muertos”. Mientras tanto, la policía entró por la fuerza al convento de las hermanas dominicas y tomó posiciones en la torre, preparándose para su defensa en caso de alguna reacción violenta para tomarse nuevamente el colegio51. Los liberales creían que los conservadores se estaban preparando tal vez para la versión chiquinquereña de la rebelión de Franco en España, y se aseguraron de que los curas y las monjas no estuvieran organizando en secreto una resistencia en contra de “las autoridades legítimas”, anticipando que no pudieran disparar desde las torres de las capillas. Otra vez, el conflicto espa51. Raimundo Mejía, “Relación verídica de ñol estaba presente en la mente de todos -hacía sólo unos pocos días los sucesos acaecidos sobre la violenta invasión y posesión del Edificio del que las fuerzas nacionales se habían tomado a Madrid, terminando así Colegio de Jesús, María, y José”, JMJ, con la Guerra Civil52-. Al día siguiente de la toma inicial del colegio de Caja 4, Carpeta 2, Folio 30-31. 52. Gabriel Jackson, The Spanish Republic, 465-477.

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Chiquinquirá, Martínez Sánchez le envió una carta al provincial dominico, intercediendo por los dos frailes que estaban todavía en el edificio: “Por el pensamiento del Ministerio, o del Alcalde ni por el de ninguno de los miembros de la Comisión ha pasado la idea de que las manifestaciones de hostilidad para determinadas medidas del Gobierno por parte de los RR. PP. a cuyo cargo se encuentra el Colegio, constituyen un gesto de rebeldía para órdenes dictadas por autoridad legítima; así, pues, solicitamos y esperamos de su autoridad y de su indiscutible discreción el breve acatamiento a la petición reiterada de abandono por parte de algunos Padres Dominicos del local del Colegio, haciendo el R. P. Rector previa entrega de las llaves de todas las dependencias con el objeto de 53. Carlos Martínez Sánchez, jefe de efectuar reparaciones indispensables”53.

Al declarar que nadie estaba pensando que los Dominicos estuviesen en rebelión contra el gobierno, Martínez Sánchez estaba mostrando que los liberales involucrados en el acontecimiento consideraban realmente que las acciones de los frailes eran de alguna forma actos de rebelión. Había algo de razón para temerle a los Dominicos de Chiquinquirá: los estudiantes de su seminario menor vestían un uniforme sospechosamente parecido al de la Falange Española54, y el semanario dominico de Chiquinquirá, Veritas, había dedicado una gran parte de sus noticias de los últimos tres años al conflicto español; esos reportajes habían sido agradecidos por el mismo Francisco Franco, quien les había enviada a sus editores una foto de él mismo, con la dedicación “Al Semanario ‘Veritas’ de Colombia, 2 agosto 1938, Tercer año triunfal”55. La policía tenía miedo de una defensa armada -y no solamente veía a los frailes con escopetas, sino quizás también a las monjas con dinamita-. El día en que los frailes fueron finalmente despojados del edificio, el jueves 6 de abril, el dominico Alberto Ariza, editor de Veritas, envió un telegrama al presidente Eduardo Santos, expresando su rabia: “Orden Gobierno suyo allanóse (sic) Colegio propiedad privada, lanzando violentamente profesores alumnos, poniendo guardia armada interior pieza Padre Rector enfermo, sitiando Iglesia, convento. Entiéndese así convivencia, garantías usted preconiza? Sólo Rusia, Méjico proceden tan salvajemente. Pueblo indignadísimo; protestamos farsa cultura oficial”56.

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la comisión, y Nicolás Matallana Neira alcalde de Chiquinquirá, a M.R.P. Provincial de la comunidad dominicana, 4 abril 1939, JMJ, Caja 2, Carpeta 4, Folio 12.

54. “Colegio Apostólico Dominicano”, Veritas, 21 febrero 1940: 1. 55. Veritas 12 abril 1939: 1. Dos días después de la toma del colegio, Veritas reportó la noticia “La guerra española ha terminado!” Veritas 5 abril 1938: 1. La edición de Veritas del 12 de abril estuvo dedicada a celebrar la victoria de las fuerzas nacionales en España. En la portada aparece un retrato de Francisco Franco, con la dedicación reproducida; con los artículos describiendo la victoria hay fotos de los “rojos” españoles cometiendo actos anticlericales: disparando a una estatua enorme de Cristo Rey (10) y mofándose de los despojos desterrados de una monja en una calle (15) -imágenes bien conocidas por partidarios de los nacionales en todo el mundo-. Las páginas 20 y 21 traen la descripción dominica de “La toma del Colegio Jesús, María y José por la policía”. Los editores de Veritas querían que sus lectores relacionaran las noticias recientes de España con el acontecimiento chiquinquereño de la semana. 56. Eduardo Santos a Angélico Báez, 10 abril 1939, Archivo Dominico, Bogotá, Fondo San Antonino, Sección Conventos, (“DA-SA”) Sección Colegios y Universidades, Subsección Jesús, María, y José-Chiquinquirá, (“JMJ”), Caja 2, Carpeta 4, Folio 14-15. El texto del telegrama fue incluido en esta carta.


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El telegrama de Fray Alberto Ariza fue publicado en la edición del Domingo de Pascua (el 9 de abril) de El Siglo, no sólo para que los militantes conservadores conocieran la opinión de uno de los miembros de una comunidad religiosa perseguida, sino como una muestra más de los atropellos cometidos por un gobierno ateo y antireligioso. Cuando el provincial dominico Angélico Báez pidió una cita con Santos el 10 de abril, el presidente exigió una disculpa por la falta de respeto mostrada en el telegrama, y por el hecho de que el mismo hubiera sido publicado en la prensa57. El telegrama revela aspectos de la retórica de la época y de cómo fue reproducida y repetida: la toma del colegio reconfirmó la opinión de los conservadores y clérigos más militantes sobre los “motivos verdaderos” de la administración de Santos poco después de la masacre de Gachetá; el acontecimiento fue ubicado en un contexto internacional, comparado con acciones semejantes patrocinadas por el gobierno mexicano durante la rebelión de los cristeros, y con la toma de iglesias por parte del gobierno soviético después de Revolución Bolchevique; El Siglo, por su parte, quería promover el incidente para inflamar las pasiones, publicando el contundente telegrama enviado por un fraile enardecido al presidente de la República. Hay que hacer énfasis en este punto: las decisiones editoriales tomadas por la prensa partidista fueron claves en la diseminación de la retórica violenta58. En su réplica al presidente Santos, el provincial dominico Báez, dijo que había leído el telegrama por primera vez en El Siglo, y que las ideas expresadas por Ariza “no estaban compartidas por la comunidad de la cual yo soy el superior, y son sinceramente deploradas”59. Báez estaba expresando tal 57. Eduardo Santos a Angélico Báez, 10 vez los sentimientos de muchos de los frailes: aunque pocos Dominicos abril 1939, JMJ, Caja 2, Carpeta 4, Folio 14-15. -si hubo alguno- eran simpatizantes de los liberales, no todos estaban 58. Por ejemplo, las cartas pastorales en el rango de los falangistas, que apoyaban a Laureano Gómez. inflamatorias del Obispo Miguel El edificio de Chiquinquirá fue entregado al gobierno, el cual Ángel Builes de Santa Rosa de Osos en Antioquia tal vez no iban a llegar a mantuvo un colegio allí hasta 1947 -la corte decidió que los una audiencia nacional sin una prensa Dominicos eran los dueños del sitio en 1943, pero los frailes le perconservadora militante. mitieron al gobierno alquilar el edificio por unos años60-. Antes del 59. Báez a Santos, 11 abril 1939, JMJ, Caja 2, juicio a su favor, la comunidad se dio cuenta de que era importante Carpeta 2, Folio 26. continuar con el colegio, usando las salas de su seminario menor. 60. Pedro Martín Quiñones, carta a Tomás Vergara, 9 junio 1943, DA-SA, JMJ Caja 2, Persistía, sin embargo, el problema de que ningún fraile quería Carpeta 2, Folio 52; y contrato entre el ser rector -Martínez rechazó la oportunidad, y su reemplazo, Luis ministro de educación Antonio Rocha y el provincial dominico Alberto E. Ramón Miranda, pasó tres años en la rectoría quejándose porque Ariza, 26 abril 1944, JMJ Caja 1, Carpeta no quería seguir61-. A pesar de sus protestas, Miranda demostró que 2, Folio 2-4. tenía un espíritu independiente dentro de la comunidad dominica 61. Luis Ramón Miranda a Junta de y se constituyó en un ejemplo de fraile apolítico. Patronos y Provincial Alberto Ariza, 19 noviembre 1940, JMJ, Caja 3, Carpeta 1, Folios 14-16; Ariza a Tomás M. Vergara, 28 diciembre 1942.

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Para las vacaciones de julio y agosto de 1941, Miranda organizó como rector una excursión en tren desde Chinquinquirá hasta Bogotá, y después hasta Cali, visitando los sitios turísticos. Un uniforme tipo “scout” fue elegido para los niños del viaje, que incluía un pañuelo rojo atado al cuello; existen fotografías de Fray Miranda quien luce feliz el pañuelo rojo puesto sobre el vestido de su comunidad62. Era uno de los pocos clérigos en Colombia que en 1941 lucía el color del Partido Liberal -y de la revolución bolchevique, en un tiempo en el que los alumnos del seminario menor de su comunidad vestían la camisa azul de la Falange Española, que también era el color de los conservadores colombianos-. La primera estadía del viaje fue Bogotá, donde los niños tuvieron la oportunidad de encontrarse con el presidente Santos en una reunión privada. Santos apreció bien la oportunidad política de encontrarse con los estudiantes de un colegio que su gobierno se había tomado dos años antes. El presidente impresionó bien al fraile y a los demás visitantes al pasar más tiempo del usual con el grupo escolar paseante, y comentó que era el grupo más disciplinado y de mejores modales que había pasado por su oficina. Las palabras y acciones de Santos fueron publicadas en el álbum oficial de la excursión63. Alberto Ariza fue elegido dominico provincial en 194064, y él mismo le envió a Santos el telegrama vehemente en abril de 1939 y vetó todos viajes escolares para el futuro inmediato65. Incidentes como éste muestran cómo la comunidad religiosa tenía sus fracciones propias, lo cual indica que el miedo liberal a un complot clerical amplio no tenía base, dado que en muchos temas había desacuerdos entre los mismos Dominicos, incluido el asunto de hasta qué punto la Iglesia tenía el derecho participar activamente en la política en Colombia. Mientras los Dominicos seguían operando su colegio en otro edificio, los directores del nuevo colegio estatal ubicado en el viejo edificio de Chiquinquirá encontraron maneras de molestar a los frailes al empezar el nuevo 62. Excursión y prospecto del Colegio de Jesús, año escolar en 1940. Chiquinquirá era parte de la diócesis de Tunja; María y José (Chiquinquirá: Imprenta de el obispo, Crisanto Luque, acordó con el gobierno seleccionar un “Veritas”, 1941), JMJ Caja 3, Carpeta 7, Folio 1086-1103; 3-4. cura para que fuera instructor de religión en el colegio -la ley exigía aún la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas 63. Excursión, 4-5. estatales-. Luque decidió enviar a un sacerdote de cualquier comu64. Alberto Ariza, Los Dominicos, Tomo II, 1325. nidad religiosa antes que a un clérigo de la diócesis, y dado que los Dominicos estaban en Chiquinquirá, pidió que uno de ellos fuera 65. Miranda a Junta de Patronos, diciembre 1942, JMJ, Caja 3, Carpeta 1, seleccionado para ocupar el puesto66. El Ministerio de Educación Folios 20-24. nombró al dominico José de Jesús Farías en mayo67. La adminis66. Báez, “Asunto del Colegio Nacional”, tración del colegio, sin embargo, le ofreció al nuevo instructor de 1940, JMJ Caja 3, Carpeta 1, Folios 1-2; y Ariza a Crisanto Luque, 19 agosto 1940, religión un salario menor que el que se estaban ganando los proJMJ, Caja 2, Carpeta 3, Folios 3-4. fesores de planta, y contaba con una resolución del Ministerio que 67. Emiliano Posada a José de Jesús Farías, 8 mayo 1940, JMJ, Caja 2, Carpeta 2, Folio 39.

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autorizaba este proceder. Farías rechazó trabajar bajo esas condiciones. El rector del nuevo colegio le envió a Farías una carta en papel membreteado de lujo, importado de los Estados Unidos, con la copia de la resolución68; el papel utilizado era de una calidad mucho mejor que la usada por los Dominicos, o aún por el obispo de Tunja. Para los directores del colegio gastar más dinero en papel era más importante que pagarle el debido salario a un instructor de religión -todo lo cual le agregó insulto a la injuria recibida por los Dominicos-. Finalmente, las partes llegaron a un acuerdo sobre el salario, y el obispo Luque le pidió a Farías asumir el puesto en el colegio69. En la retórica política de Laureano Gómez y en la de otros militantes conservadores, la toma del Colegio Jesús, María y José de Chiquinquirá estaba conectada con la del Colegio San Bartolomé de Bogotá, para mostrar cómo la administración liberal de Eduardo Santos atacaba a la Iglesia haciendo todo lo posible para destruir la civilización cristiana. Los jesuitas no estaban contentos con la pérdida de su colegio en el centro de Bogotá y tuvieron éxito en su petición de extender por un año más la entrega del edifico al gobierno, el 1 de enero de 1941, cuando el nuevo colegio en La Merced estuviera completo. A pesar de que el nuevo edificio finalmente no alcanzó a estar listo, los jesuitas abandonaron las instalaciones del centro según lo acordado con el gobierno, descontentos, pero sin escándalo. En julio de 1941, cuando el Arzobispo de Bogotá Ismael Perdomo asistió a una misa en el edificio viejo -donde un nuevo colegio estatal estaba funcionando ya- fue tratado de hipócrita por el diario de Gómez, por haber dado la aprobación tácita al “robo” del San Bartolomé70. La retórica de Gómez cambió otra vez en febrero de 1942 cuando abrió el nuevo plantel de los jesuitas; El Siglo publicó fotografías señalando que el ambiente era mucho más higiénico que en el viejo plantel71. Pocos meses más tarde, sin embargo, durante el debate sobre el nuevo concordato entre Colombia y la Santa Sede, Gómez reclamó que el régimen liberal se había tomado al San Bartolomé para presionar al Vaticano durante las negociaciones del nuevo acuerdo72. Después de toda la polémica sobre la terminación de contratos educativos con comunidades religiosas y sobre las tomas de cole68. Manuel Ignacio Vargas a Farías, 11 mayo 1940, JMJ, Caja 2, Carpeta 2, Folio 40. gios por parte de los gobiernos liberales, la educación en Colombia mejoró muy poco. Aunque el gobierno gastó algo más de dinero 69. Báez, “Asunto”, y Ariza a Crisanto Luque, 19 agosto 1940. en el campo educativo durante las administraciones de López y 70. “La misa de hipocritilla”, El Siglo, 10 Santos, el número total de los niños en edad escolar que tuviejulio 1941: 4; y Eduardo Cárdenas, S.J., ron acceso a las escuelas se estancó durante esos años73. Al mismo entrevista, Bogotá, 14 julio 2004. tiempo, el número de alumnos inscritos en colegios estatales de 71. El Siglo, 9 febrero 1942: 4, 10. bachillerato creció mientras que el número de inscritos en los cole72. “El concordato”, El Siglo, 12 septiembre gios privados -católicos, en su mayoría- disminuyó; sin embargo, el 1942: 4. 73. Aline Helg, La educación en Colombia, Gráfico no. 2, 309 y Gráfico No. 5, 311. historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 130-152


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total de bachilleres fue el mismo, alrededor de 30.00074 -de una población de casi nueve millones de colombianos75-. Las acciones del gobierno con los establecimientos de educación secundaria beneficiaron poco a los estudiantes, mientras que la retórica política generada por los “robos” de colegios y por los conflictos con comunidades religiosas sobre el tema de la educación, contribuyó en gran medida a empeorar las relaciones entre los militantes de los dos partidos y a inflamar las acusaciones de conspiración. La Guerra Civil Española ofreció el mejor libreto para las tomas de los colegios por parte del Estado, hecho que sería recordado y ampliado en los años siguientes. Publicistas y militantes de los dos partidos asumieron la división entre los nacionales y republicanos en España como una metáfora para el conflicto partidista en Colombia, influidos por las distintas agencias extranjeras de prensa de quienes recibían noticias -los periódicos estaban al lado de la República o apoyando las fuerzas de Franco76-. Esa metáfora fue utilizada para ayudar a los militantes a entender la situación de Colombia en un contexto internacional, a pesar de que existían muchas diferencias entre la guerra en España y el juego de la política en Colombia77; además, para políticos y publicistas, poner las luchas partidistas en un contexto internacional “dignificaba” estos asuntos como “europeos” y no como conflictos provincianos usados para controlar el aparato estatal, determinar las elecciones y regalar favores políticos a los clientes del partido. Adicionalmente, el discurso político internacional de los años treinta se refería con frecuencia al desmantelamiento de las guaridas que supuestamente tenían los enemigos políticos verdaderos. Como apunta Hannah Arendt, el acto de “desenmascarar” lo que supuestamente causa su74. Aline Helg, La educación en Colombia, Gráfico no. 3, 310. frimiento masivo es necesario para lograr una revolución exitosa78; 75. Aline Helg, La educación en Colombia, el acto de “desenmascarar” sugestiona y llena de energía a cualquier Cuadro No. 16, 198. movimiento político. Cuando esos discursos llegaron a Colombia, 76. El Siglo, por ejemplo, publicó las se convirtieron en herramientas de políticas tanto Conservadores noticias sobre la guerra civil enviadas como Liberales para avivar al rango y la fila. Los Conservadores por la derechista Agencia Havas de Francia, mientras que El Tiempo, colombianos expresaron sus miedos a las acciones Liberales en el El Liberal y El Espectador utilizaron poder con referencias a los incendios de iglesias y a las masacres del agencias norteamericanas, y la más izquierdista, Agence France Presse para clero en España, mientras que los Liberales se asustaban porque los sus reportajes sobre el conflicto. Conservadores reaccionarios se encontraban organizando golpes de 77. Como muestra Hayden White, las estado secretos, junto con algunos sectores del ejército así como con metáforas se encuentran entre los tropos que pueden construir una sacerdotes militantes, como había sucedido en España. narrativa, contribuyendo a la manera El tema de la Guerra Civil también se vivió en Colombia de otras de percibir la realidad, sea política u otra. Hayden White, Metahistory: The maneras. Durante el desenlace del conflicto en 1939, el gobierno Historical Imagination in Nineteenth de Eduardo Santos aceptó a varios refugiados republicanos, aunque Century Europe (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1973), 31, 34. menos que los que llegaron a otros países de América Latina como 78. Hannah Arendt, On Revolution (New York: Viking Press, 1963), 106.

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79. Aline Helg, La educación en Colombia, 178. Otros refugiados trabajaban en la prensa y como asesores en otros ministerios. José Ángel Hernández García, La Guerra Civil Española y Colombia: Influencia del principal conflicto mundial de entreguerras en Colombia (Bogotá: Universidad de La Sabana, 2006), 235-302. Entre ellos destaca Luis de Zulueta, ex diplomático de la República y amigo personal de Eduardo Santos; en adición de una larga trayectoria en El Tiempo, también enseñó en la Escuela Normal Superior. Fue considerado un liberal moderado y no un radical. José Ángel Hernández García, La Guerra Civil, 255-263. 80. Otros políticos involucrados en la revista son Gerardo Molina, Diego Montaña Cuéllar, Darío Samper, Gilberto Vieira y Alberto Galindo. España Combatiente, [Bogotá] 4 julio 1945: 3. Fue muy breve la vida del proyecto periodístico; cesó publicación en 1946. 81. En julio de 1943, Gómez y los conservadores empezaron una campaña en que acusaron a los integrantes de la administración de López de ser los autores intelectuales del homicidio del ex boxeador Francisco A. Pérez (“Mamatoco”) cometido por agentes de la policía. James D. Henderson, Modernization in Colombia, 277-283. El 31 de enero de 1944, un juez había aceptado el nuevo testimonio de alguien que presenció el homicidio y pidió la detención de ciertos altos oficiales de la policía y del Ministerio de Gobierno. “Basado en el dicho del acusado Hernández Soler, el juez Vargas ordena detener a ocho personas”, El Liberal, febrero 1, 1944: 1. La administración liberal, reclamando que el nuevo testimonio era fabricado, rescindió el pedido del juez y lo reemplazó por el caso de “Mamatoco”. “Destituido el Juez Vargas Orjuela”, El Liberal, febrero 4, 1944: 13; y “Para salvar a Echandía quitan a Vargas Orjuela”, El Siglo, febrero 4, 1944: 1. Gómez declaró que el Ministro de Gobierno, Alberto Lleras Camargo, había conspirado para reemplazar al juez antes de pedir el arresto de los oficiales acusados; Lleras Camargo puso inmediatamente una demanda

México y Venezuela. Entre esos refugiados se destacaron varios pedagogos que enseñaron en la Escuela Normal Superior cuando los liberales controlaban el Ministerio de Educación. Esos refugiados, no obstante, llegaron muy tarde y en números mínimos como para hacer parte de las polémicas tomas de colegios79. El apoyo liberal a la República Española continuó después de la Segunda Guerra Mundial cuando varios militantes y políticos se unieron para fundar la revista España Combatiente que agregó una voz colombiana al propósito de terminar con el gobierno de Franco, último vestigio del fascismo en la Europa de la posguerra. Entre los colaboradores de la revista estaba Julio Roberto Salazar, el político chiquinquereño que le había reclamado al gobierno la devolución del Colegio Jesús, María y José en los años treinta80. Las tomas de colegios fue sólo uno de los incidentes que muestran el influjo del libreto de la Guerra Civil Española en la estructura discursiva política en Colombia en la víspera de La Violencia. Por ejempor calumnia en contra de Gómez. plo, cuando Laureano Gómez fue “Lleras Camargo denunciará por calumnia a Gómez y a de la Vega”, arrestado el 9 de febrero de 1944 por El Liberal, febrero 4, 1944: 1. Cuando calumnia, en relación con el polémico Gómez se presentó ante un juez el 9 de febrero rechazó hacer caso de Mamatoco81, militantes concualquier declaración sobre el servadores se lanzaron en protesta a asunto, argumentando que si el juez estaba siendo manipulado por el las calles de Bogotá y de otras ciudagobierno, Gómez no podía esperar des, pero más allá de algunas pedreas un juicio justo, y que si el juez era independiente y honesto, cualquier y peleas con liberales y sindicalistas declaración de Gómez iba a resultar (y unos disparos desde el balcón de en el reemplazo del mismo. El juez pidió el arresto de Gómez. la oficina de El Siglo), nada más grave “Impresionante detención”, Revista sucedió82; conservadores de todo el Javeriana [Bogotá], febrero-marzo 1944: 14, 20. país enviaron telegramas a la direc82. “HABLA EL GOBIERNO, El orden ción nacional de su partido y a El Siglo, será mantenido, dice, inclusive con declarando que estaban listos para la ley marcial, 27 heridos en Bogotá, 15 en Cali por motines, anoche, recibir órdenes -algunos proclamaoradores conservadores disparan ban que Gómez era el Calvo Sotelo de sobre el pueblo”, El Liberal, febrero 10, 1942: 1; y “El país al borde de Colombia83. La metáfora de la Guerra la revolución, LAUREANO GÓMEZ Civil Española también estaba siendo EN LA CARCEL, y los asesinos de Mamatoco están libres”, El Siglo, usada por los liberales: el gobierno, el febrero 10, 1944: 1. Partido Liberal, el Partido Comunista 83. “Guerra civil implica la orden de detener al Dr. Laureano Gómez”, El Siglo, febrero 10, 1944: 5.

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y los sindicatos declararon inmediatamente que la democracia estaba bajo fuego y que tenía que ser defendida por un Frente Popular criollo, de los nefastos planes NaziFalangistas84. Al día siguiente, antes de que otro juez dejó a Gómez en libertad por tener inmunidad como empleado gubernamental (por ser miembro de una comisión especial del gobierno sobre asuntos internacionales), un ex hermano cristiano, Adolfo Guisa Mateus, entró al Palacio de Justicia con una bomba destinada al juez que había arrestado a Gómez el día anterior. La bomba estalló en las manos de Guisa Mateus y él mismo fue la única víctima de su acto terrorista, al morir unas pocas horas después85. Entre los militantes liberales ese asunto reforzó la creencia de que los curas estaban almacenando bombas y armas, reclamo similar al que los republicanos habían hecho contra el clero español durante la Guerra Civil; el descubrimiento de una caja de bombas de mano escondidas en el coro de la catedral de Bogotá en marzo de 1945 reforzó la afirmación de que las comunidades religiosas estaban armadas86. En julio de 1944, un complot mucho más serio que involucraba algunos oficiales del ejército fue detenido por el gobierno, aunque solamente después del secuestro del presidente López por dos días en Pasto. El intento de golpe no obtuvo mucho apoyo dentro del ejército y sólo dos cuarteles, uno en Ibagué y otro en Bucaramanga, intentaron a medias unirse a la rebelión. El ejército y la policía quedaron leales al gobierno, y contrario a su actitud de febrero, los conservadores no dijeron nada, se quedaron mudos. Cuando fue claro que el golpe había fracasado, Gómez se exilió en Ecuador, y el gobierno cerró su periódico por algunas semanas87. 84. “Habla el gobierno: El orden será Dicho golpe fue otra oportunidad para que los liberales mantenido, dice, inclusive con la ley pudieran promover la teoría de una conspiración Nazi-Falangistamarcial”, El Liberal 10 febrero 1944: 1; y “En defensa de la República”, El Liberal, clerical-Conservadora. Aunque era obvio que el clero no estaba febrero 10, 1944: 4. directamente involucrado, la prensa liberal y la policía sospe85. “Las últimas revelaciones del ex Hmno chaban que los estudiantes de la Universidad Javeriana, y tal vez Cristiano que llevaba la bomba”, El Liberal, febrero 11, 1944: 1. los padres Dominicos, hacían parte de la conspiración. El padre Félix Restrepo, rector de la Javeriana, negó categóricamente que 86. “Bombas en el coro de la Catedral”, El Liberal, marzo 11, 1945. sus estudiantes hubieran participado en el golpe, y ninguno de 87. “Vida nacional: Tentativa sediciosa”, ellos fue formalmente acusado88. Los Dominicos eran sospechoRevista Javeriana, agosto 1944: 66, sos por otra razón: el golpe había ocurrido sólo un día después 68; “Regresa el presidente”, Revista Javeriana, agosto 1944: 70; y “Posición de la celebración nacional del 25 aniversario de la consagración del conservatismo”, Revista Javeriana, de Colombia a la Virgen de Chiquinquirá, la imagen milagrosa en agosto 1944: 70 y 72. posesión de esa comunidad religiosa. La policía acudió al sitio en 88. “Proclama y adhesiones”, Revista el barrio Chapinero de Bogotá, donde los Dominicos estaban consJaveriana, agosto 1944: 68, 70; y Arturo Abella Rodríguez, “Crónica de la truyendo una iglesia dedicada a la Virgen, pero sólo encontraron Universidad: Todavía el nazi-fascismo”, un viejo casco militar89. Revista Javeriana, agosto 1944: 96, 98. 89. Roberto Prada Rueda, Libro de Crónicas, 107-117.

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Esos incidentes se agregaron a la estructura discursiva que las muchedumbres enardecidas por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 y 10 de abril de 1948 estaban acostumbradas a oír y, como las autoridades de Chiquinquirá en 1939, creyeron que los curas ocultaban armas. Varias Iglesias y conventos fueron atacados con el fin de sacar las escopetas y las municiones para usarlas en nombre de la revolución, pero al no encontrarlas, los atacantes decidieron incendiar los edificios de las comunidades religiosas, como sucedió con la sede del Colegio de la Salle en Bogotá90. Por su parte, muchos políticos y publicistas conservadores -incluidos varios clérigos- declararon que las acciones de los “nueve abrileños” 90. “Incendio y pillaje del Instituto de la eran iguales a las de los anarquistas y revolucionarios españoles Salle”, Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús [Bogotá] julio-agosto 1948: en los primeros días de la Guerra Civil, y sacaron fotos e imágenes 378. Esta edición del Mensajero, la de los actos anticlericales en varias publicaciones conservadoras y publicación eclesiástica de más amplia circulación en Colombia por esos años eclesiásticas91. Como se puede ver en los ejemplos de las tomas de (véase aviso, FAS-Fe Acción Sociología colegios religiosos ocurridas entre 1936 y 1941, este tropo retóri[Bogotá] 1 y 15 marzo 1937: 34), fue dedicada a presentar los varios ataques co ya tenía una larga serie de antecedentes que fueron formando cometidos contra de los bienes de la la estructura discursiva de la competición partidista en Colombia. Iglesia el 9 de abril. Como anota Apter, “[l]os individuos no perpetúan la violencia polí91. Véase, por ejemplo, Mensajero del Sagrado tica sin discurso. Necesitan convencerse a sí mismos para actuar”. Corazón de Jesús, junio 1948: 263.

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Artículo recibido: 20 de abril de 2009; aprobado: 21 de junio de 2009; modificado: 12 de agosto de 2009.

Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos

Violence and Repression in the Twilight of the Somoza Regime: Jailhouse Conditions for Political Prisoners

Resumen

Abstract

Este artículo pretende demostrar el reflejo

This article demonstrates how the authoritarian

del sistema autoritario de los Somoza de

system of the Somoza regime of Nicaragua

Nicaragua en la politización de la justicia, en

was reflected in the politicization of the justice

la arbitrariedad de las detenciones y en el

system, the arbitrary detentions, and the failure

incumplimiento de su propia legislación. A través

to comply with existing legislation. Through the

del aparato represor del régimen, la Guardia

regime’s repressive apparatus, the National Guard,

Nacional, se cometieron todo tipo de abusos,

all kinds of abuses were committed, including the

se practicó de forma habitual la tortura en los

habitual practice of torture during interrogations

interrogatorios y se entabló una lucha frontal

and an all-out assault on the opposition. Through

contra la oposición. Los prisioneros políticos del

letters secretly smuggled out of jail, political

Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)

prisoners of the Sandinista National Liberation

lograron difundir sus condiciones carcelarias a

Front (Frente Sandinista de Liberación Nacional or

través de cartas sacadas clandestinamente de la

FSLN) managed to inform the Nicaraguan people

cárcel, para informar al pueblo de Nicaragua.

of the conditions to which they were subject inside prison.

Palabras

María Dolores Ferrero Blanco

Key Words

c l av e

Guardia Nacional, FSLN, abusos, torturas,

National Guard, FSLN, Abuse, Torture, Peasants,

campesinos, presos políticos, Nicaragua, Somoza.

Political Prisoners, Nicaragua, Somoza.

Licenciada en Historia de la Universidad de Granada, España. Doctora en Historia Contemporánea de la Universidad de Huelva, España. Catedrática de Escuela Universitaria de Historia Contemporánea de la Universidad de Huelva, España. Sus investigaciones se iniciaron con trabajos de historia económico-social minera de Huelva. Posteriormente se ha centrado en el estudio de los sistemas autoritarios, disidencias y revoluciones durante la Guerra Fría en los países del bloque del Este frente a la URSS. En la actualidad ha comenzado con la investigación del bloque occidental, concretamente de Nicaragua, y su relación con los Estados Unidos. Algunas de las últimas publicaciones son: con Jesús Monteagudo López-Menchero, “Las Relaciones Comerciales Hispano-Búlgaras de 1950 a 1975”, Historia en Transición || история в преход Vol. 1 (Sofía: Universidad de Sofía, 2008), 241-258; Capitalismo Minero y Resistencia Rural en el Suroeste Andaluz. Rio Tinto: 1873-1900 (Huelva: Universidad de Huelva - Servicio de Publicaciones, 2006) y “Las Contradicciones Entre las Políticas Interior y Exterior en la Rumania de la Guerra Fría (1956-1975)”, Historia Actual on-Line 1: 9 (2006): 153-178. ferrero@uhu.es.

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I ntroducción La siniestra dictadura de los Somoza de Nicaragua dejó para la historia dos señas de identidad que la definen con precisión: una represión inusitada y una constante acumulación de propiedades en el seno de la familia. Ostentando el poder desde 1937 a 1979, fue objeto de una creciente oposición desde la primera rebelión en 1944 y el primer complot abortado de 19541. A partir de esa fecha se sucederían los atentados e intentos de derrocar una dictadura que terminó por ser una de las más duras de América Latina. Ï Para su elaboración este artículo El autoritarismo en Nicaragua se inició, como en el resto de las ha contado con financiación de la antiguas colonias españolas, cuando se desvirtuó la herencia colonial Junta de Andalucía para la consulta de archivos en Nicaragua en tres y cuando sus instituciones -Cortes, Cabildos y Corregimientos-, que ocasiones, en períodos de uno a en España habían sido formas de participación civil, en los países cotres meses, de 2004 a 2009, previa invitación del Instituto de Historia lonizados perdieron su contenido por el carácter militar y despótico de Nicaragua y Centroamérica de que se les imprimió desde un principio. La autoridad de los virreyes, Managua (IHNCA-UCA). Una versión de este artículo se incluirá en un libro tan lejos de la Monarquía, les facilitó su conversión en reyezuelos y la sobre la dictadura de los Somoza en el evolución hacia un Estado nación o Estado de derecho, que separara que se estudian las peculiaridades del régimen, la represión, la corrupción y lo personal o privado de lo público y que estuviera regido por prinel enriquecimiento de la dinastía. cipios racionales se hizo casi imposible. Fue la inestable posición de 1. La dinastía de los Somoza incluyó a Nicaragua, en palabras de Andrés Pérez Baltodano, entre “el Estado Anastasio Somoza García (1937-1956) y sucesivamente a sus dos hijos: conquistador y el Estado nación”2. Así se fue originando el “caudiLuis Somoza Debayle (1957-1963) y llismo” que heredarían los regímenes latinoamericanos desde que se Anastasio Somoza Debayle (en dos períodos, 1967-72 y 1974-79). independizaron y que los caracterizaría durante todo su desarrollo. Después, al fundirse con la imitación formal del sistema norteameri2. Ver a este respecto: Andrés Pérez Baltodano, Entre el Estado conquistador cano dio lugar a formas singulares de estructura política: dictaduras, y el Estado Nación. Providencialismo, pero dictaduras con constitución y con elecciones. pensamiento político y estructura de poder en el desarrollo histórico de Nicaragua (Managua: IHNCA-UCA, Fundación Friedrich Ebert en Nicaragua, 2003).

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3. Sandino, con un ejército que empezó siendo de 300 campesinos y mineros fue la primera fuerza guerrillera del país que se enfrentó a los Marines estadounidenses y logró arrinconarlos. Pero el 4 de mayo de 1927, por el Pacto de Espino Negro, firmado entre el coronel norteamericano Henry L. Stimpson y el liberal nicaragüense José María Moncada, éste último se comprometía a aceptar la intervención norteamericana permanente, aunque sustituyendo a los marines norteamericanos por la Guardia Nacional nicaragüense. Más tarde, cuando Juan Bautista Sacasa fue nombrado presidente en 1933, pactó con Sandino el desarme de su ejército y nombró a su tío político, Anastasio Somoza García, jefe de la Guardia Nacional. Fue el inicio del ascenso de Somoza, que ordenaría de inmediato asesinar a Sandino para poder maniobrar a su antojo en el seno de la Guardia Nacional. 4. Fruto de esa demagogia fue la emisión de un Código del Trabajo, lo que no le impidió, sin embargo, actuar siempre en defensa de los intereses de los empresarios. Sólo hostigó a algunos que le incomodaban y expropió a los caficultores alemanes con la excusa de su posición contraria a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Fue el principio de la acumulación de sus propiedades y de su fortuna personal. Knut Walter, The Regime of Anastasio Somoza, 1939-1956 (Chapell Hill & London: The University of North Carolina Press), 190. 5. Hoja de propaganda titulada “¿Por qué soy somocista?”, en la campaña electoral de 1935. En Knut Walter, The Regime of Anastasio Somoza, 81. 6. Ese grupo estuvo encabezado por jóvenes ilustres de familias conservadoras, uno de los cuales, Luis Alberto Cabrales, llegó a llamar a Somoza “Ungido de la Providencia”. Antonio Esgueva Gómez, Conflictos y paz en la Historia de Nicaragua, Talleres de historia, cuaderno No. 7 (Managua: Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamerica, Universidad Centroamericana, 1999), 53.

Tras la independencia de España, la intervención de los EE.UU. estuvo enmarcaba en el proceso de expansión imperialista que se dio entre 1900 y 1925 y por el que ocuparon México, Cuba, Puerto Rico, Haití, República Dominicana, Colombia, Nicaragua y Panamá, buscando petróleo barato y materias primas. Pero esa intromisión fue contestada en Nicaragua firmemente por el “padre” de la independencia nicaragüense, Augusto César Sandino. Sin embargo, con el Pacto de Espino Negro y la traición del presidente Juan Bautista Sacasa, por medio del recién nombrado Jefe de la Guardia Nacional, Anastasio Somoza García, el obstáculo fue eliminado definitivamente3. El ascenso al poder de Anastasio Somoza García, fundador de la dinastía, se debió tanto a la ausencia de una firme burguesía nacional en Nicaragua, como a esa continuada intervención norteamericana que contó con el apoyo tácito de ciertos grupos nicaragüenses que secundaban sus intereses. El ambicioso Jefe de la Guardia Nacional logró ser nombrado presidente en el golpe de Estado de 1937. Desde entonces, su política se fue conformando de varios elementos: algunos toques de marxismo clásico, que le presentaban como “protector y aliado estratégico de la clase trabajadora”, en el contexto del socialismo adoptado por la URSS, y al que apoyaron obreros y trabajadores asalariados fascinados por su demagogia4; ciertos rasgos del liberalismo de corte estadounidense, con los componentes adicionales que le imprimió la política de Roosevelt y su New Deal, que llevó a Somoza a prometer tierras a los campesinos desheredados y a procurar ciertas consideraciones especiales a la clase obrera5; por último, unas pinceladas del fascismo-nazismo de Italia y Alemania representados en el conocido Grupo Reaccionario o Camisas Azules6. William Krehm relacionó a esos Camisas Azules especialmente con España y recordó que Somoza había reconocido a Franco cuando aún se encontraba en las afueras de Madrid y, de hecho, él denominó al Grupo 7. En el despacho oficial de Somoza abundaban las fotografías de Reaccionario “la rama nicaragüense Franco, Hitler y Mussolini, aunque de la Falange española”7. Las tres comás adelante serían sustituidas de modo muy oportuno por las de rrientes tuvieron su representación Roosevelt en exclusiva. William en Nicaragua y de las tres bebió el priKrehm y Salomón de la Selva, Nicaragua en la primera mitad del mer somocismo. Pero con el tiempo se siglo XX (Managua: Ed. Populares, olvidó el principio, aún demagógico, 1976). (Originalmente en William Krehm, Democracia y tiranías en el Caribe, 1949, capítulo referido a Nicaragua).

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de “tratar de lograr una síntesis de ciertos aspectos del colectivismo con el capitalismo imperante”8. Cada vez más el somocismo intensificó su connivencia con la clase empresarial, a la que beneficiaba y con la que compartía sus negocios, y se fue apoyando en la fuerza represiva de su Guardia Nacional para eliminar a la oposición. Entre las manifestaciones de rechazo que se dieron en Nicaragua al sistema autoritario de los Somoza fueron especialmente reseñables dos líneas de oposición: de una parte, la actitud de crítica infatigable de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del principal diario opositor de Managua, La Prensa9. De otra, la estrategia de lucha armada del FSLN, que desde su nacimiento en los primeros años de la década de 1960 iría creciendo hasta lograr encabezar y aglutinar el movimiento de oposición interclasista que llevaría finalmente al triunfo de la revolución sandinista. Desde el terremoto de 1972, que destruyó Managua y priorizó una urgente reconstrucción, se hizo evidente la codicia del tercer y último Somoza, Anastasio Somoza Debayle, que le llevó a introducirse en sectores económicos y financieros que antes había respetado. Esas actitudes fueron creando en las clases empresariales un resentimiento y una decisión cada vez más irreversible de terminar con el régimen al precio que fuera. No obstante, el principio del final del poder de los Somoza lo marcó el asalto del FSLN a la casa del ministro de Agricultura y Ganadería, José María Castillo, el 27 de diciembre de 1974, cuando celebraba una fiesta con las principales personalidades del régimen, con el objetivo primordial de liberar a un buen número de presos políticos, además de difundir la primera proclamación de lo que sería el ideario político del Frente Sandinista y de otras varias reivindicaciones10. La consecuencia inmediata fue la Ley Marcial, el Estado de Sitio y un inusitado recrudecimiento de la represión hasta tal extremo que el sacerdote Fernando Cardenal presentó en Washington, en 1976, una denuncia de las atrocidades que estaba llevando a efecto la Guardia Nacional. Fueron años muy duros para los numerosos focos de rebelión dirigidos sobre 8. Knut Walter señala que es en el todo por las diferentes facciones del Discurso de Horacio Espinosa de 1935, en el Ateneo Militar de FSLN en el campo y la ciudad, cada vez Managua, donde se aprecia mejor más apoyados por personas o facciones esa interpretación personal. Knut Walter, The Regime of Anastasio progresistas, incluso de la burguesía Somoza, 79 y 80. 11 nicaragüense . 9. Pedro Joaquín Chamorro había evolucionado desde su participación en una breve

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acción violenta hasta delimitar su lucha desde su emblemático diario que fue permanentemente el azote de los Somoza. La acción violenta fue la denominada “invasión de Olama y Mollejones”, la entrada en el país de miembros de la oposición conservadora, en aviones ligeros DC-3, desde el exilio. La acción fracasó, entre otras causas, por la ausencia de respuesta de los contactos interiores. 10. En la lista de presos que entregaron figuraban José Benito Escobar, Daniel Ortega, Carlos Guadamuz, Jacinto Suarez, Manuel Rivas, Julián Roque, Oscar Benavides, Jaime Cuadra Somarraba, Carlos Agüero Pravia, Adrián Molina, Daniel Núñez Rodríguez y sus dos hermanos y Lenín Cerda. Más tarde lamentarían algunas exclusiones que, por diversos motivos, mantuvieron a varios presos más durante años. Hugo Torres Jiménez, Rumbo Norte (Managua: Hispamer, 2003), 115. 11. Fernando Cardenal, “Statement of The Reverend Fernando Cardenal, S.J.”, en Human Rights in Nicaragua, Guatemala, and El Salvador: implications for U.S. policy (Washington: U.S. Government Printing Office, 1976). (Testimonio ante el Subcomité de Organizaciones Internacionales del Comité sobre Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de los EE.UU., los días 8 y 9 de junio de 1976). Hasta dos años después (12 de octubre de 1978) no se envió una comisión a investigar sobre el terreno a Nicaragua. La enviaría la OEA. Junto a éste hubo otros varios documentos de denuncia dirigidos a diferentes foros, siempre con la intención/ objetivo de denunciar los abusos y atrocidades de la dictadura. Entre ellos los siguientes que se encuentran en el Archivo del Centro de Historia Militar) de Managua: “Documento de exiliados políticos de Nicaragua y exposición ante el Congreso de EE.UU.” (1976), Colección Movimiento Revolucionario (en adelante MR), estante 001, caja 016, expediente 000474. “Denuncias de Amnistía Internacional” (1977), ACHM, MR/E-001, C-016, 000465; “Informe del Padre Miguel D’Escoto, M.M., ante el Subcomité de Asuntos Exteriores” (1977), ACHM, MR/E-001, C-016, 000476.


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12. Ernesto Castillo Martínez, “El problema de la propiedad y el de los propietarios”, Envío Digital No. 187 (octubre 1997). Disponible en http:// www.envio.org.ni/articulo/324. 13. La “comisión pro-diálogo” estaba formada por el Obispo Manuel Salazar y Espinoza, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua; Monseñor Pablo Vega, Obispo de Juigalpa; Monseñor Miguel Obando y Bravo, arzobispo de Managua; Alfonso Robelo, presidente de INDE; y el jurista Félix Esteban Guandique. 14. La UDEL estaba constituida por el Partido Liberal Independiente, Partido Social Cristiano, Movimiento Liberal Constitucionalista, Acción Nacional Conservadora, Partido Socialista Nicaragüense, Central de Trabajadores de Nicaragua y Confederación General de Trabajadores Independiente 15. El Grupo de Los Doce estaba formado por personas de reconocido prestigio o posición económica en Nicaragua que no militaban, al menos explícitamente, en ningún partido político: Sergio Ramírez Mercado, escritor conocido internacionalmente, miembro no público del FSLN y coordinador del grupo; Miguel D’Escoto Brokmann, religioso católico que trabajaba para la orden Maryknoll en los EE.UU. y también era miembro secreto del FSLN; Fernando Cardenal, jesuita y ex Vicerrector de Estudiantes de la Universidad Centroamericana, a cargo de su orden; Joaquín Cuadra Chamorro, conservador y abogado del grupo del Banco de América, Grupo Pellas; Emilio Baltodano Pallais, empresario, dueño de fincas de café y socio y gerente de la compañía productora de café más importante de Nicaragua, el Café Soluble Presto; Felipe Mántica, dueño de la cadena de supermercados más grande del país y de unos grandes almacenes vinculados con el grupo del Banco de América; Arturo Cruz Porras, banquero y alto funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo de Washington; Carlos Tünnermann, ex Rector de la UNAN y residente en México; Ricardo Coronel Kautz, ingeniero agrónomo y uno de los técnicos más importantes del Ingenio

Desde 1974 a 1979, tanto la familia Somoza como los militares de su entorno y sus funcionarios comenzaron a frenar las inversiones en el país y a sacar todo el capital que les fue posible de Nicaragua. A la par de ese proceso, y muy motivado por él, se produjo un cambio cada vez más radical tanto entre los capitalistas tradicionales -de quienes era representativo el sector de los Pellas, tal vez los más ricos propietarios nicaragüenses-, como entre los capitalistas jóvenes. Así, mientras los jóvenes se empezaron a situar en las filas de la oposición -porque ante el marasmo económico que el somocismo estaba provocando veían dificultado su proceso hacia el Mercado Común Centroamericano-, los tradicionales se decidieron a participar cada vez más firmemente en el proceso de cambio -aún sospechando o sabiendo que el FSLN, que ya lo lideraba, era de tinte marxista- y hasta un buen número de sus hijos se implicó directamente, pasando de una anterior militancia cristiana a una militancia marxista12. La recta final de la lucha y del camino hacia el triunfo de la rebelión se vislumbró claramente a partir de 1977. Desde este momento se hizo firme la incorporación de la empresa privada y de la Iglesia Católica oficial al proceso de oposición frontal contra la dictadura, cuya expresión visible fue la Comisión Pro-Diálogo13. Simultáneamente, se difundió un comunicado que denunciaba públicamente la situación insostenible de violencia y represión del gobierno contra el pueblo en Nicaragua, firmado por la Unión Democrática de Liberación (UDEL)14. En ese contexto de sensibilización creciente de amplios sectores de la sociedad, nació también el Grupo de Los Doce15. Cuando en enero de 1978 fue asesinado Pedro Joaquín Chamorro, el apoyo de esos sectores empresariales y de la Iglesia, al lado del rechazo más visceral de todo el pueblo, se convirtió en algo fundamental: el 4 de julio llegó a Nicaragua desde Costa Rica el Grupo de Los Doce, y desde que al mes siguiente tuvo lugar la toma del Palacio Nacional, la resistencia se radicalizó y el día 31 el país estaba en huelga general. Entre septiembre de 1978 y julio de 1979 la situación del país fue San Antonio, propiedad de la de franca guerra abierta y el día familia Pellas, la más adinerada del país y Ernesto Castillo, abogado, ex profesor de la UCA y residente en Costa Rica.

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9 de septiembre comenzó una cadena imparable de insurrecciones populares en las ciudades de Matagalpa, Masaya, Estelí, Chinandega y León. Anastasio Somoza Debayle, ya desesperado, ordenó bombardear las ciudades de su propio país y ante esa brutal orden el pronunciamiento de los sacerdotes fue unánime16. Ataques, muertes y bombardeos se convirtieron en la vida cotidiana y las protestas pasaron a ser internacionales: Honduras, México, Panamá, Colombia y Venezuela condenaron públicamente a Somoza ante la ONU y denunciaron un genocidio en Nicaragua. La OEA condenó igualmente, sin ningún voto en contra, al régimen de Somoza, y en octubre Los Doce, radicalizados ante los hechos, renunciaron a la “Mediación” que el Frente Amplio Opositor (FAO) proponía y el proceso se cerró en noviembre, cuando el propio presidente de los EE.UU., Jimmy Carter, suspendió por fin toda ayuda a Nicaragua. Todavía, sin embargo, faltaba la masacre final: como respuesta a los combates entre el FSLN y la Guardia Nacional que se habían intensificado desde enero de 1979, en junio Somoza desencadenó la “operación arrase” con tanques Sherman, aviones y artillería pesada dejando a centenares de personas sin hogar y con un saldo de muchos miles de muertos. Pero el régimen estaba acorralado: el 17 de julio Somoza se vio obligado a presentar su renuncia y el 19 del mismo mes la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGNR) entró en Managua17. La dictadura somocista había terminado. 1. E l aparato represor del régimen : la G uardia N acional La Guardia Nacional, ejército y policía, fue el principal elemento de coacción del somocismo, tanto en el campo como en la ciudad. Especialmente en la montaña, donde su objetivo era combatir al movimiento guerrillero -el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y su base social-, la Guardia había sembrado el pánico desde sus inicios, hasta el punto de que el campesinado la identificaba con sufrimiento y muerte. En los primeros años de incursiones se estableció que la Guardia Nacional fuera la autoridad suprema que tuviera bajo su mandato a los Jueces de Mesta, que eran considerados casi como cargos auxiliares y facilitaban el trabajo de control en territorios alejados de las ciudades. Sólo cuando el movimiento guerrillero se extendió y, sobre todo, después de 1973, fue la Guardia la que 16. “Carta del Consejo Presbiterial de la Archidiócesis de Managua a Carter en patrulló personalmente persiguiendo a los guerrilleros que intendefensa de Nicaragua”. Archivo del taban atacar sus puestos de comando y a los campesinos, a los que Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de Managua (AIHNCA), acosaban con cualquier motivo. Entre los Jueces de Mesta hubo teSección Anastasio Somoza Debayle (en rratenientes, dirigentes del partido político de Somoza -el Partido adelante ASD), expediente 015. Liberal Nacionalista (PLN)-, ex guardias nacionales y pequeños o 17. La Junta estaba compuesta por Violeta medianos propietarios, a los que atraía fundamentalmente tener Barrios de Chamorro, Moisés Hassan Morales (MPU), Alfonso Robelo (MDN), Sergio Ramírez Mercado (grupo de Los Doce) y Daniel Ortega (FSLN).

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poder en su comarca o comunidad campesina y beneficiarse, como los guardias, todo lo que pudieran18. Por si fuera poco contar con ese implacable servicio de vigilancia, la Guardia no suponía un costo económico adicional a la dictadura y salía barata al Estado nicaragüense19. En sus comienzos, con Somoza García, había sido fácil de someter con los “complementos” que se añadieron a los sueldos de sus integrantes, congelados durante años, y que se recibieron como una mejora considerable. Más tarde, cuando las diferencias entre los sueldos de los guardias rasos y los de los oficiales se acrecentaron, los rasos se movieron entre el temor a contradecir al Jefe y el atractivo de acceder a regalías, contrabandos, extorsiones, exenciones y mordidas a las que podían tener acceso. La impunidad para cometer atropellos les procuró sustanciosos beneficios con una absoluta falta de sanciones y una permisividad total en sus manejos y negocios particulares. Todos en general, oficiales y rasos, se aprovecharon de sus puestos, sobre todo en aduanas, inmigración y policía para enriquecerse y se dedicaron al contrabando a gran escala del ganado20. Ante tales 18. La Guardia imponía multas para castigar los supuestos delitos que abusos, y de espaldas al drama del momento, Somoza Debayle celecometían los campesinos que nunca bró la graduación de 1977 de los Cadetes de la Academia Militar de bajaban de 80 córdobas, pero los Jueces de Mesta cobraban también, al menos Nicaragua -que coincidía con el 50 aniversario de la fundación de la 50 córdobas por las suyas. ACHM, Guardia- con un discurso Al Pueblo de Nicaragua, en el que ensalzaba Inventario Frentes de Guerra, Tendencia GPP, Caja IV, Fólder 1, Expediente sus virtudes. El Presidente dijo: “La Guardia Nacional se constitu14.943. yó como instrumento de paz e inauguró cincuenta años sin guerra 19. En 1960 el sueldo de un guardia raso civil y con elecciones libres […] destruyó el bandolerismo y con su era de 180 córdobas al mes, cuando una trabajadora doméstica ganaba amor a la Patria ha garantizado la paz de cada día”21. 150. En 1970, un médico privado podía Aún así, y pese a las ventajas y prebendas, en opinión del cobrar 100 córdobas por consulta. Los rasos se quejaban de que por ese precio Teniente Agustín Torres Lazo la imagen de una guardia pretoriana se ganaban la enemistad del pueblo, dispuesta a dar su vida por la familia, que los Somoza se esforzamientras que los oficiales, que tenían buenos sueldos, no corrían peligro ban por ofrecer al pueblo, fue algo que nunca existió y los guardias alguno porque “no se revolvían” con el actuaban realmente movidos por el terror. La consecuencia de ello pueblo. Doris Tijerino, Somos Millones. La vida de Doris María, combatiente fue “la corrupción sistemática del ejército y la creación de una nuenicaragüense (México: Extemporáneos, va clase parasitaria”22. 1977), 27 y 51. Cuando el último representante de la dinastía, Anastasio 20. Richard Millet, Guardianes de la Dinastía. Somoza Debayle (1967-1972 y 1974-1979), fue designado jefe de la La historia de la Guardia Nacional de Nicaragua (Managua: Lea, Grupo Guardia Nacional, las cosas empeoraron. Pedro J. Chamorro afirmó Editorial, 2006), 317. que Tacho II, como era llamado coloquialmente, había mostrado 21. “Discurso del presidente Anastasio desde joven desequilibrios evidentes y le gustaba ir a presenciar las Somoza Debayle Al Pueblo de Nicaragua a los 50 años de la fundación de la torturas que se infringían a los presos, cuando no era misión suya Guardia Nacional”. AIHNCA, ASD, 010. en absoluto, aunque fuera él quien diera las órdenes para dichos 22. Agustín Torres Lazo, La saga de los Somoza (Managua: Hispamer, 2002), 25-42.

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tratamientos23. A partir de 1970 se incrementó la impunidad con que actuaba la Guardia y las redadas contra los campesinos por lo rentables que resultaban. Aunque el motivo permanentemente alegado era que “escondían y protegían a los guerrilleros”, también era un negocio muy sustancioso, tanto para los guardias como para los Jueces de Mesta, porque una vez denunciados y detenidos o asesinados los campesinos, ellos se quedaban con sus tierras abandonadas. El procedimiento normal era la proclamación por la autoridad de “una operación de paz y limpieza para ir contra los encubridores de los terroristas guerrilleros”, a los que interrogaban con el empleo sistemático de la tortura24. La respuesta de los campesinos, cuando alguna vez contestaron esos métodos avasalladores, tuvo dramáticas consecuencias. Así, por ejemplo, ya en septiembre de 23. Ver a este respecto: Pedro Joaquín Chamorro, Estirpe sangrienta: los Somoza 1973 los campesinos habían ocupado sus tierras, usurpadas por (Managua: Fundación Violeta B. de un grupo de terratenientes en Sutiava (León), pero la Guardia dio Chamorro, 2001). la razón a los usurpadores y fueron detenidos como ladrones 23 24. Los métodos habituales, descritos en dirigentes indígenas25. numerosos documentos, según las declaraciones de los que sobrevivían Desde 1975, cuando Anastasio Somoza Debayle pasó la dirección eran la picana eléctrica, la extracción de la Guardia Nacional a su hijo Anastasio Somoza Portocarrero, de uñas, las quemaduras con cigarrillos, los ayunos prolongados, 26 conocido como el “Chigüín” , se extremó aún más la represión. Al la desnudez, el sometimiento a la año siguiente se empezaron a llevar a cabo las maniobras de conintemperie durante días y noches y la exposición a la voracidad del jején y trainsurgencia de la operación “CONDECA, Águila VI”, que agrupó el zancudo. Otras veces se realizaron en 1976 a miles de tropas enviadas por los gobiernos dictatoriales masacres de campesinos amarrados a cepos, acusándolos de cuatreros, de Guatemala y el Salvador27. Este operativo contó con la partibandidos o guerrilleros (Expedientes cipación de equipos y observadores del llamado “Comando Sur”, del ACHM). de la Zona del Canal de Panamá -donde se instruía y asesoraba a 25. ACHM, Inventario Frentes de Guerra, Tendencia GPP, Caja IV, Fólder 1, las dictaduras latinoamericanas- y fue dirigida al norte del país, Exp.14.943. a la montaña, para luchar contra la guerrilla sandinista. Desde la 26. “Chigüín” es un término que en óptica del gobierno de Somoza, el cometido del CONDECA y de la Nicaragua se utiliza para denominar operación Águila VI era la “defensa de las instituciones democráa los niños. Aquí tiene el sentido de heredero, delfín de su padre. ticas y de los ideales de justicia y libertad ante las agresiones del 27. El director de la operación Águila comunismo internacional”28. VI era el General Davis T. Auliffe, un El mayor índice de especialización represiva llegó cuando el antiguo héroe de Vietnam y amigo personal de Pinochet y Stroessner, que “Chigüín”, en su afán por mejorar la imagen y fiereza del ejércisembró el terror en la zona norte y to, fundó en 1977 la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería se propuso terminar con el FSLN, no sólo políticamente, sino físicamente. (EEBI), situada en el búnker de su padre, que se convirtió bajo su Lucrecia Lozano, De Sandino al triunfo mando en una unidad militar privilegiada, un cuerpo de élite cuyo de la Revolución (México D.F.: Siglo XXI, 1981), 97. objetivo era el logro de un nuevo perfil más profesional y mucho más duro y despiadado. Entre sus mandos hubo torturadores 28. “Comunicado del FSLN a la clase obrera y al pueblo de Nicaragua”, ACHM, Inventario Frentes de Guerra, Tendencia GPP, Caja III, folder 2, Exp. 03777 (II).

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reconocidos que procedían de otras operaciones de limpieza y fuerzas antiguerrilleras, como algunos que el “Chigüín” había conocido en la Escuela de Guerra Psicológica y de Guerra Especial de Fort Braggs: los mercenarios, Michael Echaniz, Van Nguyen y Charles ‘Chuck’ Sanders, que eran ex combatientes de Vietnam y expertos en lucha antiguerrillera. Somoza Portocarrero los contrató como instructores especiales de los comandos antiguerrilleros, así como al general Iván Alegrett, otro de los más conocidos y odiados oficiales la Guardia Nacional29. La EEBI estuvo compuesta de 2.500 a 5.000 hombres, según las épocas, y Somoza Portocarrero logró que se identificara con los valores y credos de los ejércitos chileno y brasileño. Uno de los “diálogos” entre el jefe y los guardias -que se hizo tristemente famoso y fue sobradamente conocido por los vecinos porque se oía desde las casas cercanas al patio de entrenamiento- evidenciaba el “lavado de cerebro” a que esas tropas eran sometidas. Decía así: “-¿Quiénes son ustedes? -tigres, somos tigres! -¿Y de qué se alimentan los tigres? -¡De sangre, sangre! -¿Y de quién es esa sangre? -¡Del pueblo, sangre del pueblo!”30. Con esa formación y adhesiones a la familia Somoza por pura supervivencia o privilegios en el caso de la EEBI, la Guardia Nacional era odiada por el pueblo. Sus miembros sabían bien que sólo contaban con el apoyo de la familia gobernante y que no les podían fallar y perder su amparo31. 29. Para mayor información, consultar: Hubo testimonios, no obstante, que hicieron hincapié en la Oleg Ignatiev y Guenrij Borovik: “La existencia de un sentimiento de frustración en muchos oficiales agonía de una dictadura”, Revista de entrenamiento militar El Infante, en que percibían las dificultades de desarrollarse como profesionaACHM: 41. les, tanto por la precariedad de medios y avituallamiento, como 30. Para una visión más detallada, ver: por la manipulación y las presiones a que los tenían sometidos Marco Aurelio Carballo, “Somoza III. La los Somoza32. Asimismo, es justo mencionar que la Guardia contó represión, una especialidad”, Uno Más Uno, México, 20 de mayo, 1979. Este también con representantes excepcionales en medio de sus práctipo de adoctrinamiento del ejército ticas habituales de crueldad y abusos generalizados. Uno de esos recuerda el recreado magistralmente por M. Vargas Llosa en su novela La miembros honorables dignos de mención, del que sus coetáneos fiesta del chivo, referida al dictador conservan un recuerdo de respeto y profesionalidad, fue el Coronel Trujillo de República Dominicana. No en vano, este modelo de dictadores Boza, ya en los tiempos del fundador de la dinastía, que denunció centroamericanos podrían estar en sus memorias numerosas torturas, arbitrariedades y actos rereflejados con escasas diferencias en la descripción hecha en dicha novela. probables tanto de los Somoza como del cuerpo al que perteneció33. 31. Mayo Antonio Sánchez, Nicaragua, Otro caso fue el del Guardia médico, Fernando Cedeño, que en 1968 Año Cero (México D.F.: Ed. Diana, S.A., denunció y responsabilizó a Oscar Morales -el odiado Moralitos1979), 123. de torturar y dejar morir al prisionero David Tejada y arrojar su 32. Ver a este respecto: Justiniano cadáver al cráter del volcán Santiago, en Masaya, para ocultar los Pérez, Semper Fideles. El secuestro de la Guardia Nacional de Nicaragua (Miami: hechos. La actitud de Cedeño impidió el ocultamiento y lo pagó con Publicaciones y distribuciones Orbis, su vida, pero el acto de denuncia de un Guardia a otro, y sobre todo, 2004). 33. Francisco Boza, Memorias de un soldado (Managua: Pavsa, 2007), 83-132.

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siendo el denunciado un superior, impactó fuertemente a la población y radicalizó el rechazo hacia el régimen34. 2. L as arbitrariedades de la J usticia P enal en N icaragua En las ciudades, igual que en el campo, la Guardia Nacional actuaba sin límites y, especialmente en las cárceles, donde el ensañamiento con los presos políticos llevó a continuas campañas de protestas ciudadanas y solidaridad desde todos los ámbitos, no sólo por los malos tratos, sino incluso por innecesarias crueldades35. La Constitución de Nicaragua disponía que la policía debía remitir al detenido al Juzgado en veinticuatro horas y éste debía dictar Auto de Prisión o ponerlo en libertad en diez días. Pero la realidad era que la policía enviaba a los detenidos a la cárcel y, si no disponían de dinero, podían pasar allí mucho tiempo sin que ninguna autoridad interviniera. Hubo personas que estuvieron en prisión hasta siete años sin ser juzgadas por no haber cumplido la policía el trámite de tomarles declaración, alegando falta de vehículos, o por no haber pagado los detenidos los diez córdobas necesarios para el transporte del reo al juzgado. Se condenaba a inocentes con la explicación habitual de que 34. Oscar Morales fue condenado por eran vagos incorregibles o que les habían encontrado armas y se la denuncia de Cedeño, pero en un permiso penitenciario le disparó liberaba a delincuentes según la decisión de algún coronel o las y le causó la muerte. Morales fue posibilidades económicas de las víctimas, puesto que el Juez de encarcelado y más tarde desapareció de la cárcel misteriosamente. Fernando Policía imponía fianzas que se pagaban en dinero o con una prenCardenal, Sacerdote en la revolución. da del detenido de valor similar. La falta del pago de seis pesos que Memorias Tomo I (Managua: Anema, 2008), 69-70. se exigía por el “boleto de carcelaje” podía suponer un retraso 35. En momentos tan penosos como los de de meses en la puesta en libertad. Las mujeres, todavía en peor atender las reclamaciones de los padres situación, podían obtener la libertad pagando grandes sumas de que llegaban a la morgue, a buscar a sus hijos muertos, se dieron casos dinero en concepto de multas y algunas tenían que recurrir a duecomo el que relató una trabajadora ñas de prostíbulos, a las que después debían rembolsar ese dinero de León, Marina Solís, cuyo hijo de 14 años había caído en la toma de la iglesia trabajando para ellas. Ese proceder no era más que una muestra de El Calvario en Matagalpa, donde de la falta de respeto que los militares tenían por la justicia y, mataron a todos los participantes. Cuando ella, con otras madres, fueron en palabras de E. Castillo, del “delito, no tipificado en el Código a la morgue para llevarse a sus hijos, 36 Penal, que era en Nicaragua ser pobre” . les hicieron pagar 80 córdobas para poder retirarlos. Les dijeron que tenían La arbitrariedad de las detenciones había existido siempre, pero que pagar “las balas que se habían se había incrementado al radicalizarse la oposición y fue tan detragado”. Margaret Randall, Todas estamos despiertas (México D.F.: Siglo nunciada por los medios de comunicación que el Gobierno terminó XXI, 1980), 269. promulgando nuevas leyes de censura de prensa y radio con el fin 36. “Patética exposición sobre la justicia” de que no se publicara lo que estaba ocurriendo en el país. Cuando (Carta abierta al Presidente de la Corte el 27 de diciembre de 1974 se produjo el asalto del FSLN a la casa Suprema de Justicia de Nicaragua del abogado y catedrático de la Escuela de Leyes, Ernesto Castillo Martínez). En La Prensa, 14 de agosto, 1970.

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del ministro José María Castillo, todavía se amordazó más la información. Por el mismo motivo los apresamientos o detenciones de miembros del Frente o de personas simplemente sospechosas fueron muy numerosos y la represión se desató como nunca. Toda investigación o procesamiento se sometió a los Tribunales Militares y la justificación legal del procedimiento no estuvo basada en leyes ni en medidas que tuvieran carácter de ley, sino en el reglamento disciplinario interno de la Guardia Nacional, el denominado Reglamento para Gobierno y Disciplina de la Guardia Nacional, copiado de los antiguos estatutos de los marines: los detenidos en Managua o trasladados allí eran llevados primero a la Central de Policía u Oficina de la Seguridad Nacional (OSN) -la oficina central de la policía de Managua-, situada en los sótanos de la que fue casa presidencial antes del terremoto de 1972, en la Loma de Tiscapa de Managua. Eran juzgados después por el Tribunal Militar o Corte de Investigación y, posteriormente, debían cumplir la condena en la cárcel Modelo de Tipitapa. Sin embargo, la estancia en la Central de Policía se prolongaba muy a menudo por tiempo indeterminado con el agravante de que allí la ausencia de ley era la norma y se cometían todo tipo de vejaciones. En consecuencia, la demanda constante de los detenidos era el traslado a la cárcel Modelo, donde había mayores garantías de seguridad personal. Paralelamente a las detenciones de miembros urbanos del FSLN, la dictadura se ocupó con ahínco también del campesinado, para seguir con el desmantelamiento de los apoyos que la organización pudiera tener en el campo. La Guardia concentró sus operaciones en los departamentos de Matagalpa, Nueva Segovia, Jinotega o Zelaya. Los campesinos capturados, como ocurría con los detenidos en zona urbana, eran llevados también a las estaciones de policía, a los comandos, y allí permanecían sin cargos durante meses o años, a la espera de alguna resolución y sin que ningún tribunal, ni militar ni civil se ocupara de ellos37. En esa situación, los presos del FSLN hicieron un enorme esfuerzo entre 1975 y 1978 para difundir desde la Central de Policía y, después, desde la cárcel Modelo de Tipitapa, una serie de cartas y comunicados colectivos o individuales, que se sacaban al exterior clandestinamente, a través de algún guardia amigo o durante las visitas de familiares. 3. L as condiciones de los presos políticos en la C entral de P olicía Desde las redadas posteriores al asalto de 1974 a la casa de José María Castillo, los detenidos pasaron mucho tiempo en la Central de Policía y, cuando fueron puestos bajo la tutela y responsabilidad de la Corte Militar de Investigación, fueron obligados a declarar sin asistencia de abogados y con base 37. Este fue el caso de los hermanos Juan en sus declaraciones anteriores, hechas en la Central, y arrancadas y Leonel Espinosa Ramírez y otros muchos, de los que no se sabía nada dos habitualmente bajo tortura. años después de su captura, en agosto de 1975. ACHM, MR/E-001, C-017, 000499.

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3.1. L as cartas colectivas de los detenidos Una parte de las cartas colectivas tuvo como objetivo dar explicaciones minuciosas de las condiciones carcelarias respecto a la alimentación, higiene y trato a los detenidos, firmadas generalmente por quince o veinte personas, hombres y mujeres, capturados entre 1975 y 1978. Otro tipo de esas cartas colectivas fueron las enfocadas a dar a conocer los principios de lucha y estrategia del FSLN. Entre las primeras, en 1977, una de ellas resume bien el régimen carcelario de la Central de Policía y el conjunto de las quejas y asuntos que aparecen en ella se repitieron total o parcialmente en otras muchas cartas. Una síntesis de sus demandas sería la siguiente: “Nosotros, los prisioneros políticos que nos encontramos en la Central de Policía, pedimos que se publique esta carta, cuyo objetivo es dar a conocer a nuestro sufrido y explotado pueblo nicaragüense la situación carcelaria que padecemos. El carácter eminentemente represivo de la dictadura se manifiesta una vez más en el régimen carcelario que nos han impuesto y el que a continuación detallamos: 1. Estamos ubicados en un pabellón totalmente aislado del resto de prisioneros y en donde solamente se abre el portón de hierro para los tres tiempos de las comidas. 2. Dentro del pabellón, de por sí aislado, nos encontramos incomunicados entre nosotros porque estamos en celdas individuales, distribuidas de tal manera que no podemos ni siquiera vernos. Estas celdas son bien reducidas, de 2 por 3 metros, dentro de las que se encuentra un enorme camarote (plataforma de cemento sobre la que se acostaban, con o sin colchones) de tres pisos (a modo de literas) que no permite mayor movilidad dentro de la misma. No recibimos baños de sol a los que tenemos derecho por lo menos 1 hora tres veces por semana. 3. Las celdas de este pabellón fueron construidas para castigo y son conocidas cada una de ellas como “la chiquita”. Nos encontramos, por tanto, en castigo permanente. 4. La comida, que se basa en tallarines mazosos y frijoles duros, se pasa a través de los barrotes, por lo que la mitad de la comida queda en el plato y la otra mitad en el piso. 5. Durante mes y medio nos privaron de la visita de nuestros familiares. En la actualidad son esporádicas y bajo estrictas condiciones: 6. El servicio médico que recibimos es pésimo, sólo de una vez al mes. Para todas las enfermedades nos recetan analgésicos y no recibimos servicios odontológicos. 7. Denunciamos las torturas salvajes que les propinan a los reos comunes, mujeres, hombres y hasta niños. Hasta nuestro pabellón llegan los gritos y lamentos de los torturados que nos mantienen en constante tensión. EXIGIMOS nuestro traslado inmediato a la Cárcel Modelo de Tipitapa, pues no hay razón de que estemos aquí, ya que todos hemos pasado el proceso investigativo. Denunciamos ante nuestro pueblo este sinnúmero de arbitrariedades e injusticias de

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que somos objeto y demandamos su efectiva solidaridad para acabar con el régimen carcelario que nos han impuesto. Sin nada más que agregar por el momento, nos despedimos de ustedes agradeciendo la publicación de la presente carta”38.

38. “Cartas Colectivas de los presos de 1977”, firmadas por Carlos Seguera, Silvio Porras, Arnoldo E., Francisco Cuadra Serrano, Francisco Mercado Rojas, Adán Navarrete, María del Carmen Gómez, Margine Gutiérrez, María Auxiliadora, Gloria M. Traña, Charlotte Baltodano, Mónica Baltodano, Yadira Baltodano, Martha Isabel Cranshaw, seis firmas ilegibles y Asunción Núñez Cruz (campesino hondureño). ACHM, MR/E-001- C-017, 000527. 39. La G.P.P. era una de las tres tendencias en que el FSLN se dividió en 1975. Las otras dos fueron la Tendencia Proletaria (T.C.) y la Tendencia Tercerista o Insurreccional (T.I.). Finalmente, volverían a unificarse en 1977. 40. Estas cartas están firmadas por el mismo grupo de presos que habla de las condiciones de la Central de Policía y la forma habitual de terminar son las expresiones: ¡Viva el inmortal ejemplo de Augusto Sandino! ¡Viva el FSLN! ¡Viva la GPP! o “En la montaña enterraremos el corazón del enemigo”. “Cartas Colectivas de los presos, 19771978”. ACHM, MR/E-001, C-018, 000515. 41. Tomás Borge, miembro de la Dirección Nacional, buscado desde años atrás fue detenido el 4 de febrero de 1976 en un encuentro con los agentes de la Seguridad y una patrulla de la BECAT. En el enfrentamiento fueron detenidas también Ruth Marcenaro y su hija Rhina Campos, y perecieron Mildred Abaunza y el Guardia Nacional Teniente Sequeira Connolli. Ruth y su hija estuvieron 14 meses detenidas en condiciones infrahumanas entre la Central de Policía y la cárcel. Hasta otra hija de Ruth, de sólo 10 años, estuvo detenida durante unos días presenciando los malos tratos a los presos. Margaret Randall, Todas estamos despiertas, 260-262.

En el otro tipo de cartas colectivas que pretendían difundir los principios de lucha y estrategia del FSLN, los presos se identificaron en estos años como pertenecientes a la tendencia de la Guerra Popular Prolongada (GPP)39. Explicaban su estrategia de guerra de guerrillas en montañas, campos y ciudades, “para ir minando poco a poco la fortaleza del enemigo sustentado por el ejército títere local, la Guardia Nacional”40. 3.2. Las cartas individuales: la reclusión de Tomás Borge La detención de Tomás Borge, uno de los fundadores del FSLN, tuvo lugar en febrero de 1976 y las condiciones de su reclusión podrían contarse entre las peores que conocemos41. En una serie de extensas cartas, él relata los malos tratos sufridos, de los que exponemos aquí una síntesis. Según su testimonio, los primeros 15 días los pasó encapuchado y desnudo, esposado a una argolla sujeta en la pared, desde donde podía sentarse, pero no acostarse, siendo golpeado con extrema brutalidad por todo el cuerpo, incluso cara y testículos. Le fracturaron las costillas y él afirma haber tenido tantos dolores que apenas podía estar de pie, estornudar o respirar por el intenso dolor en el costado. Permaneció esos días sin comida y con un vaso de agua cada 24 horas, del que bebía a pesar de que antes los guardias hubieran escupido en él. Tampoco se le permitió ir al servicio, lo que ocasionaba un hedor tan insoportable en la celda que el propio agente que le golpeaba en los interrogatorios no pudo contener el vómito en varias ocasiones. Para los interrogatorios se le trasladaba desde la celda a una sala con aire acondicionado puesto al máximo volumen para que, al permanecer desnudo, el frío y el ruido del aire acondicionado, que se clavaba “como un cuchillo agudo en el cerebro”, fueran parte de la tortura. Le preguntaban por las “casas de seguridad” donde se refugiaban sus compañeros y, como no hablaba, la tortura se prolongó hasta que le vieron exhausto y, desde ese momento, le golpearon “sólo” tres veces al día y le empezaron a dar algo de

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comida cada tres días42. Por la noche era devuelto al calabozo, donde debía permanecer de pie, excepto durante cuatro o cinco horas en las que se le permitía dormir. Podía ir a un inodoro una vez al día durante dos o tres minutos, pero si no era el momento adecuado, no había alternativa. La estancia en el calabozo de Tomás Borge se prolongó hasta agosto de 1976, cuando fue llamado a declarar en la Corte de Investigación Militar. Después, pese a que el procedimiento normal era ser llevado a la cárcel Modelo, a él le devolvieron al calabozo, donde inició una huelga de hambre de 50 días de duración. Logró el traslado a la cárcel Modelo de Tipitapa, pero allí volvieron a aislarlo hasta el extremo de que el agente que le llevaba la comida tenía prohibido dirigirle la palabra. En enero de 1977, en que está fechada la última de estas cartas, llevaba de nuevo 36 días en huelga de hambre para romper el aislamiento43. No salió de la cárcel hasta la toma del Palacio Nacional, el 22 de agosto de 1978. Con Tomás Borge se solidarizaron el resto de los presos políticos, que emprendieron una huelga de hambre de 59 días el 1 de diciembre de 1976. En ese lapso de tiempo se fue uniendo a las protestas toda una movilización ciudadana y se lograron algunas de las demandas reiteradamente solicitadas: el comienzo del Consejo de Guerra, la comparencia ante la Corte de Investigación de varios presos que llevaban meses en la Seguridad y la puesta en libertad de otros que no tenían cargo alguno. Pero otras viejas reivindicaciones, como el traslado a la Cárcel Modelo, y sobre todo el fin del aislamiento -especialmente temido no sólo porque podía dar lugar a la aplicación de la Ley de Fuga, sino porque podía ocasionar con el tiempo desequilibrios mentales en el reo- no se consiguieron44. 3.3. L os testimonios de las presas políticas También las presas políticas emitieron otra serie de cartas colectivas e individuales, sólo de mujeres, que constituyen una expresión de la alta participación femenina en el FSLN. Las mujeres campesinas habían sido objeto de vejaciones, represión y castigos por ayudar a los guerrilleros desde la década de 1960 y eran utilizadas por la Guardia como instrumento de desmoralización 42. La alimentación se limitaba a una de las poblaciones rebeldes del campo y de la montaña. Sin embolsa de plástico con arroz y frijoles, comida básica que en Nicaragua recibe bargo, las mujeres de la ciudad tardaron más en incorporarse a la el nombre de “gallopinto”, pero que lucha contra la dictadura y no fue sino hacia 1972 y 1973 cuando se no contiene carne alguna ni aporte de proteínas animales. Se la tiraban fueron integrando en las actividades políticas del medio urbano, diciéndole: “tomá perro”. con algunas excepciones, como las de Gladys Báez, Doris Tijerino 43. “Cartas de Tomás Borge desde la cárcel y Luisa Amanda Espinosa, que se habían incorporado al FSLN muy Modelo de Tipitapa” (enero de 1977). en sus inicios. Las dos primeras habían iniciado las reuniones de ACHM, MR/E-001, C-016, 000440 y E-001, C-016, 000464.

44. ACHM, MR/E-001, C-018, 000519.

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mujeres en la década de 1960 e impulsado las organizaciones de Mujeres Democráticas y Alianza Patriótica de mujeres Nicaragüenses, que fueron precedentes de la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional (AMPRONAC), de 1977, y la Asociación de Mujeres Nicaragüenses “Luisa Amanda Espinosa” de 197945. Estas iniciativas serían continuadas por muchas más mujeres de todos los sectores sociales. Para Leticia Herrera, Daisy Zamora, Mónica Baltodano, Nora Astorga, Charlotte Baltodano, Rosa Argentina Ortiz y otras muchas, la lucha por la revolución “fue lo primero y la creencia en que el pueblo se tenía que levantar, aunque tardara cuarenta años, era casi una obsesión”, como diría después Dora María Téllez46. Algunas de ellas, hijas de la alta burguesía nicaragüense, se integraron en el Frente desde posiciones de privilegio y vivieron el distanciamiento total de sus padres. Así ocurrió con Marisol Castillo, hija de José María Castillo, que a pesar del asalto del 27 de diciembre a su propia casa y de la muerte de su padre se incorporó también al FSLN. Su familia se trasladó a los EE.UU. y nunca comprendieron su proceso. O Marta Cranshaw, que después de haber sido torturada en la Central de Policía, y mucho tiempo incomunicada, vio a sus padres y la actitud de su padre fue la de desconocerla47. Desde 1975 muchas de esas mujeres fueron detenidas tras el asalto a la casa de José María Castillo y sus cartas constituyen una muestra de la organización femenina, en este caso, mayoritariamente de la ciudad.

45. Luisa Amanda Espinosa había sido una obrera de familia muy pobre, casi analfabeta, que se había unido al FSLN y había trabajado fundamentalmente de correo. Cuando la mataron, a los 23 años, el 3 de abril de 1970, su familia sólo pudo rescatarla de la morgue -por no disponer ni de una caja como ataúd- por la intervención de Pedro Joaquín Chamorro. La represión era ya tan grande que sus familiares tardaron días en preguntar por ella, por miedo, y cuando fue una hermana suya a reclamarla, fue encañonada e interrogada. 46. Entrevistas a Leticia Herrera, Daisy Zamora Mónica Baltodano, Nora Astorga y Dora María Téllez. En Margaret Randall, Todas estamos despiertas, 90, 92, 108, 138, 174. 47. Entrevistas a Marisol Castillo y Marta Cranshaw. En Margaret Randall, Todas estamos despiertas, 45, 59, 70, 270.

3.3.1. L as cartas colectivas de mujeres Un solo ejemplo de 1976 es también suficiente para conocer las numerosas acciones que emprendieron las presas para difundir entre la población los maltratos de la dictadura. La carta del 6 de septiembre, dirigida a “Los Señores Miembros de la Honorable Corte Militar de Investigación”, tuvo por objeto informar que las presas se declaraban en huelga de hambre por las condiciones de la Central de Policía. En palabras de las firmantes, la situación que soportaban sobrepasaba el límite de la resistencia del ser humano e incidían directamente en su equilibrio psicobiológico: estaban totalmente incomunicadas las veinticuatro horas del día, en celdas de dos por cuatro metros con los techos de zinc, dos por cada celda, además del inodoro y el lavabo, por lo que el calor y la humedad se les hacían insoportables. Sólo un muro las separaba de los presos comunes, entre los que había prostitutas y drogadictos en abstinencia, lo que provocaba escándalos continuos y sacudidas de rejas. Apenas podían dormir, tanto por el calor y las voces, como porque siempre permanecía encendida una fuerte lámpara

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de neón. La comida era una masa de arroz servida en carretillas de albañilería, que les pasaban a través de los barrotes de la celda, lo que la impregnaba de toda su suciedad. Sólo se les permitía una visita el domingo durante cinco minutos a través de la misma doble malla que denunciaban los presos y en presencia de guardias y oficiales. Por último, la asistencia médica -que fue una demanda constantemente reiterada desde la Central de Policía- era tan deficiente que sólo se les concedía después de días de fiebre y de gritar durante horas48. En 1977, junto a las mismas demandas, denunciaban la actitud de los guardias de los puestos de vigilancia del patio, que se asomaban constantemente a sus ventanas y les impedían la más imprescindible intimidad49. En febrero de 1978 los varones fueron trasladados a la cárcel Modelo, por lo que el resto de cartas desde la Central de Policía son sólo de mujeres que seguían demandando ser trasladadas también a la cárcel para no escuchar los gritos desgarradores de las torturas. Ese dato era un síntoma del incremento de las detenciones posteriores a la muerte de Pedro Joaquín Chamorro, por los brotes insurreccionales que tuvieron lugar en las ciudades de Granada, Rivas, Estelí, Monimbó, Sutiava y León. Poco después, cuando desde el mes de mayo se recrudecieron las protestas y la violencia callejera, la represión se incrementó y ello motivó la huelga de hambre de las madres de los presos, que organizaron una movilización sin precedentes creando el Comité de Familiares de los Reos Políticos50. 3.3.2. L as cartas individuales de mujeres Además de las colectivas, hay numerosas cartas individuales de algunas mujeres, de las que hemos seleccionado algunos ejemplos, por su interés y por la información que aportan: las de Charlotte Baltodano (Eva) y 48. Carta de las prisioneras políticas del Rosa Argentina Ortiz (Sofía). El tono de estas cartas es diferente al 6 de septiembre de 1976, firmada por de las anteriores, porque no hay pretensión de difundir los princiRhina Campos Marcenaro, Adriana Cover Knust, Ruth Marcenaro de pios del FSLN ni de informar al pueblo. Son mucho más personales, Campos, Hilda Herrera Herrera, dirigidas a compañeros y cuyo objetivo era hacer partícipes a los Martha Beltrán Baca, Liana Benavides Grutter, Damaris Calderón Román, miembros del FSLN que estaban fuera de la cárcel de la informaAmparo Jara Guerrero y Rosario Rivera ción que ellas obtenían dentro. Se esforzaban por dar datos de los Lanuza. ACHM, MR/E-001, C-018, 000507. guardias que las custodian para prevenir a los de fuera, así como 49. Cartas colectivas de las prisioneras políticas de qué médicos las atendían y de qué forma. Pero también demande la Central de Policía, de abril de 1977. daban que sus compañeros les hicieran llegar noticias políticas, ACHM, MR/E-001, C-018, 000515. resúmenes de sus reuniones o textos referidos a la organización 50. En una ocasión, Zulema Marcenaro, para que ellas pudieran estar enteradas de la vida en el exterior. Lidia Saavedra y otras mujeres de AMPRONAC participaron también en En algunas de esas cartas se hablaba también de la labor política la toma del edificio de las Naciones que las presas intentaban llevar a cabo en la cárcel con los guardias Unidas para denunciar al régimen. Discurso de Mónica Baltodano. Adital. Noticias de América Latina y El Caribe, 6 de agosto, 2008.

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que les parecían más sensibles, que muy a menudo estaban en sus puestos sólo por necesidad, pero no por una identidad ideológica con los planteamientos de sus jefes. Así, una de las detenidas, Mónica Baltodano, consiguió que una policía, Carmen Azucena Rodríguez, conocida como “La Prado”, decidiera volverse contra la Guardia, salir de ella en 1978 y hasta integrarse posteriormente en el Frente51. En el mismo sentido, Charlotte Baltodano (Eva), se ganó la confianza de un guardia raso, Nieves López Mantilla, que había estado entre 1975 y 1977 en los campos de concentración de Waslala, Río Blanco y La Carpa. Nieves contó a Charlotte confidencialmente su amarga experiencia en el campo de concentración de Waslala en las montañas del Norte, y gracias a su relato -que Charlotte escribió al dictado- podemos conocer el trato de la Guardia a los campesinos en los campos de concentración52. La reproducción literal de su texto es la siguiente: “Llegué a Waslala el 2 de febrero de 1977. Estuve en las montañas del Norte nueve meses. Al llegar me di cuenta de que había varios campesinos en el hoyo53. Tenían aproximadamente 6 meses sin sacarlos al sol. El comandante era el Mayor José Juan Villalta, alias “Aním”, que murió en un accidente. Allí en Waslala, como a los 15 días, sacaron del hoyo a 4 compañeros que estaban, según pude observar, con un alto grado de desnutrición. Se les daba de comer un poquito de arroz crudo y guineos (plátanos). Sólo los sacaron 51. Margaret Randall, Todas estamos media hora para tomar un poco de sol y los volvieron a medespiertas, 294-297; Mónica Baltodano, “Nicaragua-A 29 años: las mujeres en la ter. Una semana después llegó de la montaña un helicóptero lucha contra la dictadura somocista”, trayendo dos campesinos que fueron metidos en ese mismo Adital. Noticias de América Latina y El Caribe, disponible en http://www.adital. lugar. Más tarde fueron sacados por un agente de seguridad de org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=3 los que llamábamos “Ojón”. Les llevaron a una sala destinada 4350&busca=baltodano. a interrogatorios y torturas. Como a las 6 de ese mismo día le 52. Los campos de concentración eran lugares de confinamiento en las aplicaron la “Ley de fuga” a uno y fue atrozmente acribillado a montañas, creados y vigilados por balas por un centinela. Ví como cayó en un acantilado. Bajamos la Guardia Nacional. Además del mencionado de Waslala, existieron a ver y todavía estaba vivo por lo que yo pedí una camilla para los de Laguna de las Perlas -uno de que lo lleváramos, pero un oficial me dijo que lo arrastráramos los mayores, cerca de Bluefields-, Río Blanco -donde se experimentaban y así lo hicimos y fue enterrado allí mismo en el cuartel, en el torturas-, Nueva Guinea y otros, todos PC (Puesto del Comando). El que quedó en el hoyo desapareció en las regiones del Norte y Atlántico -en Siquia, Macuelizo, Amatillo, y no lo volví a ver. Ococona, Waslala y Río Blanco-, y al En marzo llegaron a Waslala cuatro personas, una de ellas de Oeste, en Kilala, en Chinandega. apellido Rizo. Llegaron a visitar a un hermano de Rizo que vivía 53. El “hoyo” era un agujero excavado en el suelo, que servía de letrina, y allí en Waslala. Los oficiales se dieron cuenta de que eran gueen donde metía a los presos, a los rrilleros e inmediatamente fueron hechos prisioneros. Llegó un que tapaban con tablones hechos de los troncos de los árboles, para helicóptero y se los llevó con rumbo desconocido. Me imagino que vivieran en la oscuridad como una forma de tortura cotidiana y permanente.

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que los tiraron del helicóptero porque uno de los guardias que trabajaba en el PC me informó. Por esos mismos días llegaron unos padres norteamericanos que trabajaban en esa región y preguntaron por un sin número de campesinos que habían sido capturados por las patrullas. El Mayor Aním les dijo que no tenían a nadie preso allí y que no sabía de quiénes le estaban hablando. La política de Derechos Humanos estaba activa y nosotros nos dimos cuenta de que una misión Internacional de Derechos Humanos llegaría a muchos cuarteles en el Norte. Fue cuando nos seleccionaron para cumplir una misión especial y al día siguiente fuimos trasladados en un helicóptero al interior de la montaña. Puestos allí, empezamos a excavar y a hacer el hoyo más profundo y empezamos a notar un olor fétido y hediondo y seguimos excavando hasta encontrar un sin número de cadáveres hasta de 42 personas, de ambos sexos y todo tipo de edad: niños, jóvenes, mujeres, hombres, viejos...que habían sido asesinados en diferentes formas. Unos a tiros y otros con arma blanca. Entonces comprendí cuál era nuestra misión especial. Sacamos los cadáveres, les echamos gasolina y les quemamos hasta reducirlos a cenizas. Éramos 15 guardias y un oficial y los restos que quedaron los enterramos allí mismo y no dejamos ninguna huella. El helicóptero nos trasladó nuevamente a Waslala. Nos formaron y nos dijeron que nadie se debía acercar a nosotros y nos dijeron (el Tte. Ilarios y el Comandante Pejsiando -su pseudónimo-) que nosotros no sabíamos nada, que no habíamos visto ni hecho nada, que solamente habíamos andado en la zona de Kiskiwita. Más tarde supe que la patrulla que había cometido esas atrocidades fue la patrulla al mando del Tte. Ilarios. Días antes, esa patrulla había tiroteado a un sin número de ellos con el pretexto de que eran colaboradores del FSLN. La verdad era que los habían matado para hacerse con todo lo que tenían porque eran campesinos que tenían pequeñas riquezas económicas. Más tarde fuimos asignados a otra misión que consistía en fabricar huellas que acusaran a otros propietarios como colaboradores del FSLN. Estuvimos en otra patrulla al mando del Tte. Kenny o Kennedy. Después se saqueó y se incendió un rancho y se recogió todo el ganado, que se vendió posteriormente a personas que no pude identificar. Pero nosotros nunca pensamos que el propietario fuera a denunciar. Pero él se fue a Matagalpa al Comando a presentar sus quejas y se creó una junta militar para dirimir responsabilidades. El Tte. K. fue retirado de la patrulla y reconcentrado en el cuartel de Waslala para investigarlo. Pero según me di cuenta, él negó toda participación en el robo e implicaron como único responsable a un guía de la patrulla, que era un campesino del que nunca pude saber el nombre. Era auxiliar de la Guardia y parece que lo mataron porque por las noches él me manifestó miedo y estaba aterrorizado porque iban a matarlo. El hombre que mataba a todos los campesinos

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era Attimo Briceño. Ese individuo se vanagloriaba de haber matado a más de 70 personas. Por su nombre me di cuenta de que era Mosco. El cementerio donde estaban los campesinos se situaba en la falda del Cerro donde se posaba el helicóptero allí, en el cuartel de Waslala. Otro sitio en el que se pueden encontrar cadáveres de personas asesinadas es donde están actualmente las instalaciones de Abastos, donde se encuentran las armas y municiones del cuartel general de Waslala. Después fuimos a otra misión con 3 alistados más a una zona de Yaosca a traer víveres para la tropa. Llegamos a la casa de un campesino. Le preguntamos si tenía huevos y él contestó que no tenía, pero un alistado se introdujo en la casa y encontró una cesta de huevos. Entonces el campesino fue acusado de colaborar con el FSLN y fue sacado con violencia y torturado para que dijera dónde estaban los del FSLN. Él negó todo y nosotros le destrozamos la choza y lo dejamos allí. El jefe era un sargento y le dijo que eso era para que se acordara siempre de nosotros. Nos marchamos con los víveres y regresamos al cuartel. Cabe aquí decir que los huevos y la carne de res son para los oficiales, que nosotros comemos comida enlatada que nos mandan los EE.UU., de la que utilizaban en Vietnam, y arroz y frijoles. Quince o veinte días después fuimos en otra patrulla al sector de Iyas, a seguir a elementos subversivos que se encontraban en esa zona, según gente (Jueces de Mesta) que llegaron a denunciar. A los dos días llegamos a una finca donde los propietarios no querían cooperar con nosotros. Había dos muchachas muy bien parecidas y hermosas y enseguida empezamos a buscar la manera de hacerles el amor. Al no lograr nuestro objetivo, un alistado y un clase “bujía” agarraron a las muchachas, las violaron y las golpearon de una manera salvaje54. Después les advirtieron que no fueran a denunciar porque si lo hacían, al regreso ellos iban a incendiar la finca y a arrasar todo. Anduvimos haciendo reconocimiento de toda la zona, pero no encontramos absolutamente nada y regresamos al cuartel”55.

Otra de las mujeres detenidas, Rosa Argentina Ortíz (Sofía), que era la jefa del grupo de la Central de Policía, dejó también constancia en cartas escritas desde la Central de Policía de los padecimientos a los que fue sometida en el cuartel de Río Blanco y después de la situación en la Central. En Río Blanco le hicieron un intenso interrogatorio y la aislaron, dejándola esposada por los pies a un tubo de hierro durante veinticuatro horas. Posteriormente, en otro cuarto, 54. Juana y Fca. Cruz Paíz, hermanas de los soportó una de las peores torturas que se aplicaban a las mujeres muchachos Paíz, fueron las violadas. Fernando Cardenal, “Statement of The y que, desgraciadamente no era nada infrecuente: la piñata, que Reverend”, 22. unos diez Guardias le hicieron por tres veces. Le ataron una camisa 55. “Carta de Charlotte Baltodano de 13 de febrero de 1978”. ACHM, MR/E-001-C017, 000499.

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a la cabeza para que no pudiera ver; la desvistieron -ella dice que fue “pieza por pieza y con gran morbosidad”-, la esposaron con las manos hacia delante y la colgaron de una cuerda al techo. Después, dice literalmente, “me manosearon sádicamente todo el cuerpo, pero haciendo énfasis en mis partes más íntimas y abriéndome los muslos salvajemente”. La golpearon con el puño cerrado en el estómago y la mecieron para todos lados, en realidad, como una piñata. Acto seguido la bajaron y le cambiaron la posición de las esposas, esta vez con las manos hacia atrás, volviendo a hacer exactamente lo mismo. Todo ello, según sus propias palabras, “riéndose con el cinismo que les caracteriza y acompañado de un sinnúmero de improperios”. Después la amenazaron con matarla y le colocaron una pistola en la frente56. En sus cartas muestra una preocupación constante por el estado 56. “Cartas de Rosa Argentina Ortíz de 1977”. ACHM, MR/E-001, C-018-000497 de salud de algunas compañeras que tienen sospechas de tumores y ACHM, MR/E-001, C-018, 000521. e infecciones y cuya demanda de que las viera un ginecólogo era 57. “Carta de Rosa Argentina Ortíz del 27 constantemente desatendida57. Por último, también informaba de de febrero de 1978”. ACHM, MR/E-001, C-018, 000521. que seguían aisladas, pero habían hecho pequeños huecos en las 58 paredes de sus celdas para poder comunicarse . 58. “Cartas de Rosa Argentina Ortíz del 17 4. L as demandas de los detenidos en la cárcel modelo de T ipitapa Desde comienzos de 1974 se estaban denunciando ya las condenas que violaban la Constitución Política, desde la cárcel y por el Juez de Policía, y ya se había iniciado la resistencia de los presos a través de las huelgas de hambre para que se celebrara de inmediato el Consejo de Guerra, que llevaban mucho tiempo esperando. También desde la cárcel Modelo de Tipitapa salieron constantemente denuncias y llamamientos, cartas e informes burlando la vigilancia de las más diversas formas. Allí las condiciones del confinamiento eran mucho mejores que en la Central de Policía, por lo que las demandas más constantes se dirigían a urgir la celebración de los juicios, a que los compañeros que aún permanecían en la Central fueran también trasladados y a que se pusiera fin a los aislamientos de Tomás Borge y otros59. Fueron numerosas las peticiones que se hicieron al Jefe de la Seguridad Nacional, General Samuel Genie -por intermedio del Alcaide de la cárcel, el Coronel Sebastián López-, demandando siempre la celebración de los juicios y solicitando que se les aplicara la ley penitenciaria vigente, que era mucho más humana en el texto que la práctica que se había instituido60. Durante todo el año 1975

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y 24 de enero de 1978”. ACHM, MR/E001, C-017, 000515.

59. “Cartas de 1974 a 1977 desde la Cárcel Modelo”. ACHM, MR/E-001, C-018, 000506, ACHM, MR/E-001, C-018, 000510. 60. El resto es una repetición de las demandas hechas desde la Central de Policía, como que se les permitieran las visitas reglamentarias, la permanencia diurna en el pasillo de las celdas, el respeto a las dos horas de sol dos veces por semana, que hubiera agua 24 horas al día y una mejor atención médica y alimentación, que continuaba siendo sólo de arroz y frijoles todo el día. “Carta del 5 de abril de 1974”, firmada por Donald Duarte Toledo, Alejandro Canales Maradiaga, Juan Díaz Torres, Alfonso Pérez A., Jaime Castillo M., Plutarco Anduray Palma, Alejandro Lindo Montes, Enrique Sánchez, Juan Cajina Martínez, Carlos Villalobos Ch., Oswaldo Martínez R., Samuel Espinales M., Arístides Rojas S., Oscar Zamora Soza, Silvio Herrera M., Genaro Luna Castillo, Antonio Castro Borge, Eleazar Herrera H., Gustavo Vargas González, Dimas Suarez R. Justo Pastor Núñez, Rodolfo Amador Gallegos, Orlando Castillo Estrada, Wilfredo Marín Olivas, Juan Matus López. ACHM, MR/E-001, C-018, 000506.


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no hubo noticia alguna sobre las detenciones posteriores al asalto a la casa del ministro José María Castillo, por lo que muchas otras cartas se dirigieron al Coronel Nicolás ValleSalinas y a las autoridades del Ministerio y de la Comandancia del Penal61. Pero, en vista de la ausencia de respuesta, los presos decidieron ampliar la difusión de sus demandas y se dirigieron a los partidos de la oposición antisomocista -los de la Unión Democrática de Liberación (UDEL)-, al Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y al Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) para dar a conocer las irregularidades carcelarias a las autoridades universitarias y a todos los ciudadanos a quienes se pudiera llegar62. La sociedad nicaragüense se volcó en su ayuda y no sólo se radicalizó el rechazo a la dictadura, sino que lograron forzar el comienzo del Consejo de Guerra. Sin embargo, cuando éste tuvo lugar, y después de dictar sentencia en febrero de 1977, el aislamiento de los presos más connotados continuó por lo que cada vez se implicó más a las autoridades y proliferaron los encierros en iglesias junto a las muestras de solidaridad que llegaban de toda Centroamérica, de Panamá, Venezuela, México y Cuba, y hasta de los EE.UU. De hecho, en Nueva York se tomó la sede del Consulado de Nicaragua exigiendo que se presionara para poner fin al aislamiento63. Por fin, los esfuerzos continuados de las madres de los presos y de todos sus 61. “Carta de los presos dirigida a las acompañantes lograrían que se concediera a un grupo de presos el Autoridades del Ministerio de la traslado para acompañar a los aislados64. Gobernación y a la Comandancia del Penal”, de 22 de abril de 1978. Desde el momento en que se celebró el Consejo de Guerra y dicFirmada por Roberto Calderón, Edgar tó sentencia el 25 de febrero de 1977, los presos que se encontraban Lang Sacasa, Ernesto Montiel, Juan José Úbeda, Luis Armando Guzmán, en la cárcel Modelo de Tipitapa estaban, en su mayoría, cumplienJosé Victor Moreno, Rodolfo Amador do las penas dictadas, que oscilaban entre 40 meses y 15 años de Gallegos, Gustavo M. Gutiérrez, Roberto Mc Ewan, Juan Castro López, cárcel65. Pero al radicalizarse la oposición, los procesados apenas René Núñez Téllez, Guillermo Cáceres cumplieron dichas penas, porque algunos pudieron salir cuando se Benard, Javier Carrión McDonough. ACHM, MR/E-001, C-018, 000529. tomó el Palacio Nacional, en agosto de 1978, y el resto al año si62. “Carta de los Prisioneros Políticos guiente, en julio de 1979, cuando triunfó la revolución. Sandinistas de la Cárcel Modelo a los partidos de la oposición antisomocista”. Diciembre de 1976. ACHM, MR/E-001, C-018, 000516.

63. ACHM, Inventario Frentes de Guerra, Tendencia G.P.P., Caja IV, Fólder 3, Exp. 02390. 64. “Cartas de los presos de 8 de marzo y 10, 22 25 de abril de 1978”. ACHM, MR/E-001, C-018, 000528; “Cartas de las madres y familiares de los presos políticos”. ACHM, MR/E-001, C-018, 000548 y E-001, C-018, 000548. 65. “Sentencia Firme del Consejo de Guerra” (25 de febrero de 1977). ACHM, MR/E-001, C-018, 000517.

Consideraciones finales La compleja ingeniería política elaborada por el fundador del somocismo -represión combinada con pactismo y demagogia populista- no fue seguida por sus hijos que extremaron la más burda persecución de sus oponentes y que, con Anastasio Somoza Debayle, el último de la dinastía, alcanzó cotas que provocaron las más duras críticas internacionales hasta desembocar en su caída. La dictadura de los Somoza fue un ejemplo privilegiado de los sistemas autoritarios de la Guerra Fría, siempre al amparo de las

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grandes potencias. Pero, si bien en el bloque del Este se trasplantó el modelo soviético sin rectificaciones apenas, dentro del bloque occidental -sobre todo en Centroaméricase adoptó una perversión del modelo norteamericano, aun así siempre respaldado y sostenido por los EE.UU: una apariencia institucional “democrática” superpuesta a sistemas dictatoriales. El interés permanente de los EE.UU. en Nicaragua -como en el resto de las dictaduras que apoyaron- fue el económico. Ello se puso de manifiesto desde los inicios de los mandatos somocistas en la colaboración de Somoza García en el derrocamiento de Jacobo Arbenz de Guatemala, en 1954, donde se utilizó el argumento de la defensa del país “frente al comunismo”, aun cuando Arbenz fuera estrictamente un nacionalista. Más tarde, desde la revolución cubana de 1959, cuando Luis Somoza Debayle ofreció su territorio para el ataque a Bahía de Cochinos y la invasión partió en gran medida de las costas nicaragüenses de Puerto Cabezas, ayudada por la fuerza aérea, el destino de Nicaragua quedaría sellado al de los EE.UU. Los Somoza se convertirían formalmente en los “gendarmes anticomunistas del Caribe”. Sin embargo, detrás de ese objetivo tan acorde con los planteamientos de la Guerra Fría, en todas partes fueron los intereses económicos los que siguieron primando, dado que las políticas opositoras -tildadas de inmediato de “comunistas”-, con sus nacionalizaciones y reformas agrarias obstaculizaban las inversiones norteamericanas. Si estableciéramos una comparación entre las principales dictaduras latinoamericanas con la de los Somoza, para poder hacer una valoración más ponderada, habría que contemplar tanto las formas de violencia y coerción como el número de víctimas que resultaron de las mismas. Con respecto a los métodos de control y represión de la población, la última etapa del somocismo con Anastasio Somoza Debayle transcurrió paralela al desarrollo de la Operación Cóndor, promovida por la CIA y enmarcada en el contexto de la Doctrina de la Seguridad Nacional. De ella formaron parte los dictadores de Argentina (Junta Militar), Chile (Augusto Pinochet), Brasil (Emílio Garrastazu Médici), Paraguay (Alfredo Stroessner), Uruguay (Juan María Bordaberry) y Bolivia (Hugo Bánzer), cuyo objetivo más explícito fue erradicar la izquierda del Cono Sur. Tanto las dictaduras implicadas en Operación Cóndor como la de los Somoza tuvieron en común su sostenimiento por el Departamento de Estado norteamericano y sus formas represivas. Su metodología provenía de las enseñanzas de la Escuela de las Américas, situada en la Zona del Canal de Panamá, donde los EE.UU. instalaron el denominado “Comando Sur”, que era el encargado de estructurar la política represiva y coordinar las tres ramas de las fuerzas armadas del continente. Desde allí se dirigían las escuelas militares y se enviaban asesores para entrenamiento en “políticas preventivas” a los gobiernos que lo solicitaran. La vinculación de Nicaragua con la Zona del Canal fue tan

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intensa que los estudiantes de la Academia Militar nicaragüense pasaban allí su último año de formación completo. En total recibieron instrucción unos 20.000 militares de toda Latinoamérica, de los que 5.000 fueron miembros de la Guardia Nacional nicaragüense, una cantidad muy superior a la del resto de países latinoamericanos. Por lo que se refiere a la valoración cuantitativa de las víctimas, mientras en los países de la Operación Cóndor -con una población total de 154.982.000 habitantes- se calculó que fueron asesinadas 50.000 personas, 30.000 desaparecidas y 400.000 encarceladas, en Nicaragua -con 2.797.000 de habitantes-, según denunció la Cruz Roja al triunfar la revolución en julio de 1979 los muertos durante la insurrección habían sido aproximadamente 20.000, sólo en Managua, y en toda Nicaragua, unos 50.000. Pero es necesario precisar que en Nicaragua no se pueden contabilizar únicamente las víctimas del año transcurrido desde la insurrección de septiembre de 1978 hasta el triunfo de la revolución en julio de 1979, en que se libró un auténtico combate entre el pueblo entero levantado y las fuerzas más sofisticadas y duras de la historia del régimen empeñadas en aniquilar a la oposición. Es imprescindible añadir las muertes que se produjeron en los 43 años de dictadura en manifestaciones reprimidas, como resultado de las torturas en las cárceles, en los campos de concentración en la montaña y en las “desapariciones” de campesinos desde 1970. Sea el que fuere el recuento, el número de víctimas en Nicaragua ocupó un lugar muy destacado, en relación a su población, incluso comparada con las dictaduras centroamericanas de las décadas de 1970 y 1980, que arrojaron resultados más cruentos que los de América del Sur. Así, en El Salvador -con 4.233.000 de habitantes- se alcanzó la cifra de 75.000 muertos y desaparecidos, y en Guatemala -con 6.204.000 de habitantes- el genocidio maya elevó esa cantidad hasta 150.00066. En cualquier caso, la apreciación cuantitativa tiene un valor limitado, incluso irrelevante si se tiene en cuenta el impacto que un trato injusto y brutal tiene sobre una población ignorada por el aparato de poder y que carece de medios para combatir la impunidad del mismo. En Nicaragua la lucha contra la dictadura fue un combate desigual, siempre asimétrico y en el que no se podía combatir sin estar dispuesto a morir. Bajo la dirección del FSLN el pueblo entero se fue involucrando hasta su estallido en una insurrección interclasista y lo entregó todo en el empeño de erradicar definitivamente la dictadura. Las consecuencias fue66. Datos de población de 1975. Fuente: ron tan graves que el alto costo personal y humano pagado por Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE). División ese pueblo explica en gran parte la situación actual. Tanto la exde población de la CEPAL; División periencia de haber vencido a la tiranía sólo con un enfrentamiento de Población de las Naciones Unidas: Panorama de la Población Mundial. muy violento, como la fidelidad de los nicaragüenses a las siglas Revisión 2008, base de datos de que defendieron sus muertos, han dado lugar a una fuerte inercia población. Datos de represión: Stella Calloni: “Los Archivos del Horror en el voto, pese a las sustanciales diferencias de actitud del actual del Operativo Cóndor”, http://www. derechos.org/nizkor/doc/condor/ calloni.html.

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partido gobernante con las de aquel Frente Sandinista que derrotó a la más prolongada dictadura de América Latina.

Bibliografía Fuentes

primarias

Archivos: Archivo del Centro de Historia Militar de Managua (ACHM): Colección Movimiento Revolucionario (MR), Estante 001, Caja 016, Expedientes 000440, 000464, 000465, 000474, 000476; Caja 017, expedientes 000499 000527 000499 00051; Caja 018, expedientes 000497, 000506, 000507, 000510, 000515, 000516, 000517, 000519, 000521, 000528, 000529,000548. Inventario Frentes de Guerra, Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP), Caja III, folder 2, Exp. 03777 (II); Caja IV, Fólder 1, Expediente 14.943; Caja IV, Fólder 3, Exp. 02390. Colección de la revista de entrenamiento militar El Infante, Oleg Ignatiev y Guenrij Borovic. “La agonía de una dictadura”. Archivo del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de Managua IHNCA-UCA (AHINCA), Sección Anastasio Somoza Debayle (ASD), expedientes 010 y 015. Publicaciones periódicas: Diarios Uno Más Uno, México, 20 de mayo 1979; La Prensa, Managua, 14 de agosto 1970.

Fuentes secundarias Baltodano, Mónica. “Nicaragua-A 29 años: las mujeres en la lucha contra la dictadura somocista”. Adital. Noticias de América Latina y El Caribe. Disponible en http://www. adital.org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=34350&busca=baltodano. Boza, Francisco. Memorias de un soldado. Managua: Pavsa, 2007. Cardenal, Fernando. “Statement of The Reverend Fernando Cardenal, S.J.”. En Human Rights in Nicaragua, Guatemala, and El Salvador: implications for U.S. policy. Washington: U.S. Government Printing Office, 1976. Cardenal, Fernando. Sacerdote en la revolución. Memorias. Managua: Anema, 2008.

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Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos

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Artículo recibido: 15 de enero de 2009; aprobado: 21 de abril de 2009; modificado: 15 de agosto de 2009.

Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundo

The Contributions of Brian Harley to the New History of Cartography, and the current State of Affairs in Colombia, Latin America, and the World

Resumen

Abstract

La historia de la cartografía ha conocido

The history of cartography has undergone a

una revolución en términos de expectativas

revolution in terms of disciplinary expectations

disciplinares y resultados académicos. Una de

and academic production. One of the principal

sus figuras principales, Brian Harley, exploró

figures behind this shift, Brian Harley, explored

las relaciones entre cartografía, conocimiento

the relationship between cartography,

y poder, estimulando el análisis sobre el papel

knowledge, and power, stimulating the analysis

de los mapas y de la racionalidad cartográfica

of the role of maps and cartographic rationality

en términos cultuales, sociales y políticos. Este

in culture, social, and political terms. This article

artículo sintetiza sus aportes y presenta un

summarizes his contributions and provides

panorama general sobre el campo de investigación

an overview on the state of the history of

en historia de la cartografía a nivel internacional y

cartography internationally and in Colombia and

a nivel de Colombia y América Latina.

Latin America.

Palabras

Key Words

c l av e

Brian Harley, historia de la cartografía, cartografía

Brian Harley, History of Cartography, Critical

crítica, América Latina, Colombia.

Cartography, Latin America, Colombia.

espacio estudiantil

Sebastián Díaz Angel

Politólogo de la Universidad de los Andes (2003), Bogotá, Colombia, e Historiador de Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá (2008). Estudiante (becario) de la Maestría en Geografía, Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia. Investigador asociado del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos CERAC, http://www.cerac.org.co; coordinador de Razón Cartográfica, red de historia de las geografías y cartografías de Colombia, http://www. razoncartografica.wordpress.com. Editor del blog http://www.historiaenmapas.blogspot.com/. Sus intereses investigativos se enmarcan dentro de la historia de la cartografía, la utilización de las herramientas cartográficas en la historia, el pensamiento espacial en las ciencias sociales, la construcción de redes y el uso de medios digitales. sebdiaz2004@gmail.com

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Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundoÏ Durante las últimas décadas el interés por la historia del pensamiento y del conocimiento geográfico se ha renovado y diversificado en el marco de las nuevas perspectivas de la historia social de la ciencia y la cultura1. En particular la historia de los mapas y de los contextos sociales, culturales, económicos y políticos en los que han sido producidos ha conocido una revolución en términos de alcances y expectativas disciplinares, de acercamientos y desarrollos teóricos, y de producción y resultados académicos. Si hace unos años los historiadores se interesaban marginalmente por la cartografía antigua -y esto habitualmente de manera empirista para responder alguna pregunta relativamente limitada acerca de la ubicación, la topografía o la mejora del conocimiento geográfico o las técnicas cartográficas-, hoy en día se puede evidenciar un creciente interés historiográfico y de otras ciencias sociales y humanidades por los mapas como artefactos culturales producto de relaciones sociales inscritas en prácticas de conocimiento y poder2. La desarticulación de ideas ampliamente naturalizadas sobre los mapas, “especialmente aquellas que los ubican como productos neutrales, técnicos y transparentes […] ha derivado en un cuestionamienÏ El presente artículo es resultado de to sobre las prácticas de escritura la investigación realizada para la elaboración del trabajo de grado implicadas en los mapas”, lo cual para optar al título de historiador implica el análisis “de su contexto de la Universidad Nacional de Colombia, titulado “Contribuciones y de sus condiciones de produca la Historia de la Cartografía en ción, las mediaciones intelectuales, Colombia” (2008). sociales y técnicas que existieron y 1. Sobre esto, uno de los textos más existen entre la geografía material significativos es David Livingstone, The Geographical Tradition. Episodes in the History of a Contested Enterprise (Oxford: Blackwell Publishing, 1992).

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2. Un excelente camino de entrada a la producción académica anglosajona que sigue esta línea es el texto de Matthew H. Edney, “Recent Trends in the History of Cartography: A Selective, Annotated Bibliography to the English-Language Literature”, Coordinates: Online Journal of the Map and Geography Round Table, American Library Association series B: 6 (2007), http:// www.sunysb.edu/libmap/coordinates/ seriesb/no6/b6.pdf (consultado en julio de 2007). Edney es el actual director de “The History of Cartography Project”, principal proyecto editorial internacional sobre el tema (http:// www.geography.wisc.edu/histcart/) iniciado a finales de los años ochenta por dos figuras eminentes del campo, John Brian Harley y David Woodward, y cuyos documentos constituyen lecturas indispensables. Otras rutas interesantes de acceso al tema son: la sección de vínculos a documentos y recursos en Internet del portal web sobre historia de la cartografía (http://www.maphistory.info), de Tony Campbell, curador de mapas pensionado de la British Library; los contenidos de la exposición multimedia “Histoire de la Cartographie” de la Bibliotéque Nationale de France (http://expositions.bnf.fr/cartes); las investigaciones del Grupo de Estudios de Historia de la Cartografía de la Universidad de Barcelona (http:// www.ub.edu/gehc), o Carla Lois et al. Imágenes y lenguajes cartográficos en las representaciones del espacio y del tiempo: I simposio iberoamericano de historia de la cartografía, coord. Carla Lois (Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 2006), disponible en http:// www.historiacartografia.com.ar/ historiacartografia.pdf (consultado en diciembre de 2006).


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y su presentación en el mapa”3. La investigación contemporánea sobre los mapas ha (re) descubierto el interés que tiene el análisis de estos objetos -así como el de las instituciones, racionalidades y prácticas involucradas en su producción, circulación y consumo- para investigar y comprender mecanismos de construcción y control de territorios, para la generación y reproducción de imaginarios e ideologías y para la configuración de determinados órdenes sociales, políticos, económicos y culturales. Diversos de autores han venido mostrado en los últimos años que los mapas han siempre tenido un lugar estratégico como recursos de autoridad y que desde que se tiene memoria han sido empleados ideológica3. “En las últimas décadas se multiplicaron mente por el poder de príncipes, monarcas, jerarcas y Estados en los estudios que reflexionan sobre el tipo de imágenes del mundo que la legitimación de infinidad de episodios de conquista, conflicto, ofrecen las cartografías y sobre los colonialismo y militarismo. Brian Harley, paradigmática figura de supuestos epistemológicos, sociales y políticos involucrados en la producción, esta historia de la cartografía, perfiló el problema así: la circulación y el consumo de las representaciones cartográficas. Esto ha permitido desarticular ciertas ideas naturalizadas sobre los mapas, especialmente aquellas que los ubican como productos neutrales, técnicos y transparentes. La ruptura con esas posturas tradicionales ha derivado en un cuestionamiento sobre las prácticas de escritura implicadas en los mapas, lo que, a su vez, lleva a asumir que el mapa es una forma textual y que su análisis debe incluir un examen de su contexto y de sus condiciones de producción, las mediaciones intelectuales, sociales y técnicas que existieron y existen entre la geografía material y su presentación en el mapa. En este sentido, la producción cartográfica es entendida como una práctica social, que representa el conocimiento de una época y se encuadra en un mundo social específico”. Fundamentación del I Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía, Buenos Aires, Argentina, 2006, http://www.historiacartografia. com.ar/info.html (consultado en octubre 2006).

4. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza de los Mapas (México: Fondo de Cultura Económica, 2005), 82. 5. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 61. 6. Traducción del autor. John Pickles, A History of Spaces: cartographic reason, mapping and the geo-coded World (New York: Routledge, 2004), 3.

“[L]os mapas pueden caer también en la categoría de lo que Foucault ha definido como actos de vigilancia, especialmente los relacionados con la guerra, la propaganda política, la definición de la fronteras o la preservación de la ley y el orden”4. “Lejos de fungir como una simple imagen de la naturaleza que puede ser verdadera o falsa, los mapas redescriben el mundo, al igual que cualquier otro documento, en términos de relaciones y prácticas de poder, preferencias y prioridades culturales”5.

De este modo, la actual historia de la cartografía integra tanto la investigación sobre los procesos históricos que han determinado las prácticas y discursos cartográficos específicos, como la manera en la que éstos han dado forma a los espacios, a las identidades, a ciertas estructuras e instituciones cognitivas y disciplinares, y a determinadas relaciones de poder. John Pickles, teórico de la geografía y de la cartografía, considera -por ejemplo- que el objetivo contemporáneo de la historia de la cartografía consiste en examinar la manera como las prácticas cartográficas han modelado el mundo: “¿[Q]ué es la geografía, sino el trazar y el interpretar una línea? ¿Y qué es el trazar de una línea sino la propia creación de nuevos objetos? Qué líneas trazamos, como las trazamos, los efectos que estas tienen, y cómo es que cambian, son preguntas cruciales”6. En este sentido una historia de la cartografía es tanto una historia social de las ciencias y tecnologías usadas para mapear el mundo, como una teoría de las prácticas sociales y

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los discursos de poder desplegados en este mapeo; es una geografía crítica e histórica de los espacios mapeados y un análisis cultural de las representaciones espaciales producidas desde las disciplinas, racionalidades e instituciones geográficas y cartográficas7. En la medida en que articula disciplinas, temáticas, énfasis y aproximaciones diversas -de otra manera dispersas-, la historia de la cartografía aglutina a investigadores de distintas formaciones y a diversas entidades como universidades, centros de investigación, archivos, bibliotecas, coleccionistas, etc., afines al estudio de los mapas y su lugar en la historia social, económica, política, cultural y medioambiental de distintas sociedades en distintos periodos8. En el contexto académico europeo y norteamericano actual, así como en algunos países de Asia y Oceanía, se trata de un área de investigación consolidada y dinámica: una breve exploración del portal http://www.maphistory.info (Map History / History of Cartography), el más reconocido y completo nodo de articulación de la comunidad científica dedicada a la historia de la cartografía, es suficiente para hacerse una idea de su dinamismo. En este portal se encuentran ordenados temáticamente más de 2.000 artículos de acceso libre, y más de 5.000 vínculos web especializados; también al calendario actualizado de conferencias y actividades sobre la temática, el directorio de investigadores con doctorados y los candidatos a doctorados en el área, los programas universitarios existentes que dan cursos sobre la temática, recursos para la enseñanza, principales listas de discusión afines, principales becas, estímulos y premios para la investigación sobre el tema, listado de los principales proyectos editoriales y académicos en el campo, listado de archivos digitales de mapas antiguos, sociedades de coleccionistas de mapas antiguos e información pertinente de diverso tipo; todo con el propósito general de apoyar el fortalecimiento virtual de una comunidad especializada y para atraer nuevos interesados9. Es importante recalcar que la comunidad internacional de la historia de la cartografía no es únicamente virtual; desde 1935 existe Imago Mundi, la revista internacional especializada en el tema y desde 1964 tiene lugar cada dos años la International Conferences on the History of Cartography (ICHC)10. De amplia relevancia internacional también es el proyecto editorial “The History of Cartography Project”, que inició en 1987 y que a la fecha ha publicado en cinco tomos tres de los seis volúmenes previstos11.

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7. John Pickles, A History of Spaces, 12. 8. Por ejemlpo Jeremy W. Crampton, “Exploring the History of Cartography in the Twentieth Century”, Imago mundi 56 (2004): 200-206. 9. El portal fue creado en 1996 por Tony Campbell, bibliotecario (pensionado) de la sección de mapas de la British Library en Londres, y hace parte de un proyecto de interconexión académica de gran envergadura -The WWW Virtual Libraryiniciado en 1991 por Tim Berners-Lee, uno de los creadores del HTML y del World Wide Web. Para conocer acerca del proyecto Virtual Library ver http://vlib.org. 10. Información detallada sobre Imago Mundi y otras revistas afines al tema se encuentra disponible en http://www. maphistory.info/journals.html. Las memorias de las veintitrés ICHC llevadas a cabo hasta la fecha se encuentran en Douglas W. Sims y Peter van der Krog, The International Conferences on the History of Cartography. A Short History and a Bibliography of Papers, http://cartography. geog.uu.nl/ichc/index.html (consultado en Julio 2009). 11. Vol. 1: Cartography in Prehistoric, Ancient, and Medieval Europe and the Mediterranean, eds. J. B. Harley y David Woodward (Chicago: The University of Chicago Press, 1987); vol. 2, t. 1: Cartography in the Traditional Islamic and South Asian Societies, eds. J. B. Harley y David Woodward (Chicago: The University of Chicago Press, 1992); Vol. 2, t. 2: Cartography in the Traditional East and Southeast Asian Societies, eds. J. B. Harley y David Woodward (Chicago: The University of Chicago Press, 1995); vol. 2, t. 3: Cartography in the Traditional African, American, Arctic, Australian, and Pacific Societies, eds. David Woodward y G. Malcolm Lewis (Chicago: The University of Chicago Press, 1998); vol. 3: Cartography in the European Renaissance, ed. David Woodward (Chicago: The University of Chicago Press, 2007); vol. 4: Cartography in the European Enlightenment, en prensa; vol. 5: Cartography in the Nineteenth Century, en prensa; volumen 6: Cartography in the Twentieth Century, en prensa. Ver http:// www.geography.wisc.edu/histcart (consultado en marzo de 2008).


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Evidentemente el foco de los análisis históricos sobre la cartografía ha variado profundamente desde 1935 ó 1964, cuando primaban preocupaciones de tipo empiristas más interesadas por la precisión de la información contenida en los mapas antiguos, que por comprender el contexto o los procesos históricos específicos en los que estaban inmersos la producción y el uso de los mapas (por ejemplo, el rol jugado por los mapas en la historia). En efecto, la historia de la cartografía tradicionalmente se interesaba por utilizar los mapas como pruebas de la acumulación del conocimiento geográfico y como evidencia de la evolución científica de la disciplina. Sólo hasta la década de los ochenta se cuestionaron significativamente las aspiraciones positivistas de la cartografía y su visión tecnocrática, sentándose las bases de una agenda humanista de la historia de la cartografía, de la cual es resultado el ya mencionado “The History of Cartography Project”. A continuación se abordarán un poco más las implicaciones de este giro en torno a una de las figuras paradigmáticas de este cambio, John Brian Harley, famoso por sus exploraciones de las relaciones entre ideología, cartografía, conocimiento y poder. En segundo lugar se presentará una evaluación preliminar de la situación actual de la historia de la cartografía en Colombia y América Latina. 1. J ohn B rian H arley : cartografía , conocimiento y poder , o las bases de la H istoria C artografía contemporánea John Brian Harley (1932-1991) es reconocido como una figura líder de los cambios teóricos de la historia de la cartografía contemporánea y de la cartografía crítica12. Fue cofundador y coeditor del monumental proyecto “The History of Cartography”, ya mencionado, y autor de multitud de artículos con los que se empezó a consolidar el interés académico internacional por una aproximación interdisciplinar de la historia de los mapas y de los contextos sociales, culturales, económi12. Sobre el concepto de cartografía crítica ver: Jeremy W. Crampton y John cos y políticos en los que éstos han sido producidos13. Krygier, “An introduction to critical Como destaca Matthew Edney -actual director del proyecto-, desde cartography”, ACME: An International E-Journal for Critical Geographies 4:1 inicios de los años ochenta Harley hizo parte de una camada de cartó(2005): 11-33. Disponible en http:// grafos que no fueron hipnotizados por las tecnologías digitales, y que www.acme-journal.org/vol4/JWCJK. pdf (consultado en julio de 2007). se acercaron a la semiología y la semiótica como forma de concebir los También Richard Donohue, “Critical mapas. Estos cartógrafos se interesaron por teóricos críticos del empirisCartography and GIS”, http:// geographer.situatedlaboratories.org/ mo que abogaron por una transformación en la manera de interpretar critical_cartography.php (consultado la naturaleza de los mapas, hasta entonces centrada en un paradigma en septiembre de 2008). evolucionista que situaba el desarrollo de la cartografía moderna en 13. Para una biografía intelectual de una camino de progreso hacia la perfección de sus técnicas, prácticas Harley ver: David Woodward, “J.B. Harley (1932-1991)”, Imago Mundi y herramientas. Hasta entonces entre los cartógrafos académicos ha44 (1992): 120-125 y Mathew Edney, bía primado la idea de que los mapas eran -ante todo- una forma de “The Origins and Development of J. de la

B. Harley’s Cartographic Theories”, Cartographica 40: 1-2 Monograph 54 (2005): vi-132.

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lenguaje, y que la cartografía como ciencia debía descubrir y perfeccionar la gramática y la sintaxis de comunicación de los mapas según el modelo empirista de comunicación cartográfica. De esta manera los cartógrafos académicos norteamericanos y europeos buscaban desarrollar las bases intelectuales de lo que ellos esperaban se convertiría en una disciplina diferente y diferenciada de la geografía14. Distanciándose de los cartógrafos académicos y de sus modelos de comunicación cartográfica, varios historiadores de la cartografía exploraron a lo largo de la década de los ochenta diversas alternativas de entender la naturaleza de los mapas recurriendo a la historia del arte, la historia de la ciencia, la antropología, la crítica literaria, la semiología y los estudios culturales; acercando así las preguntas de la historia de la cartografía a las de las historias sociales de la cultura (arte, ciencia, tecnología, etc.). Harley, en particular, abordó el estudio de los mapas como expresiones de poder: “Nuestra tarea es buscar las fuerzas sociales que han estructurado la cartografía para luego ubicar la presencia del poder, así como sus efectos, en todo el conocimiento de los mapas”15. Entre sus escritos más famosos se encuentra una serie de artículos provocadores en los que explora las condiciones sociales de la cartografía y de la producción y usos de los mapas alrededor de la idea de que todos los mapas son “representaciones de poder”: “Maps, Knowledge, and Power” de 1988, “Silences and Secrecy: The Hidden Agenda of Cartography in Early Modern Europe” de 1988, “Deconstructing the Map” de 1989, “Historical Geography and the Cartographic Illusion” de 1989 y “Power and Legitimation in the English Geographical Atlases of the Eighteenth Century”, publicado póstumamente en 1997, son algunos de sus artículos más influyentes. Estos artículos serían recopilados en 2001 bajo el nombre de The New Nature of Maps (publicado en 2005 en español por el Fondo de Cultura Económica). En la actualidad por “nueva naturaleza de los mapas” se denomina internacionalmente ese “estilo de investigación” inaugurado por autores como Harley, y “que abrió paso a una nueva epistemología cultural a la hora de hacer ‘hablar’ los mapas”16 en torno a la idea de deconstrucción de significados de los mapas como expresiones de poder. Harley emprendió la puesta en evidencia del carácter político de los significados simbólicos de los mapas y de su manipulación “en beneficio de los intereses de los poderosos”, rechazando las pretensiones de neutralidad de la cartografía empirista y los cánones de la crítica cartográfica tradicional “con sus oposiciones 14. Mathew Edney, “The Origins and binarias entre mapas ciertos y falsos, precisos e imprecisos, objetivos y Development”, 113. subjetivos, literales y simbólicos, o los basados en una noción de inte15. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza gridad científica opuesta a la de distorsión ideológica”17. de los Mapas, 188. El acercamiento al trabajo de Michel Foucault proporcionaría a 16. Héctor Mendoza Vargas y Raquel Urroz, Los mapas de México, iii. Harley los argumentos para interpretar los mapas como tecnologías 17. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 63.

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de poder y para explicar hasta qué punto el carácter aparentemente ‘neutro’ de la cartografía científica moderna imponía sus propios valores a la sociedad18. “Lo que leemos en un mapa está tan relacionado con un mundo social invisible y con la ideología como con los fenómenos vistos y medidos en el paisaje […]. Tanto en la selectividad de sus contenidos, como en sus signos y estilos de representación, los mapas son una manera de concebir, articular y estructurar el mundo humano, que se inclina hacia, es promovido por, y ejerce una influencia sobre grupos particulares de relaciones sociales. Al aceptar tales premisas se puede ver mejor los susceptibles que son a la manipulación por parte de los poderosos de la sociedad”19.

¿Por qué los mapas funcionan como expresiones de poder?, ¿qué poder expresan los mapas?, ¿cómo resultan los mapas imbuidos por ese poder?, ¿qué papel juegan los mapas en la consolidación del poder? y ¿cuáles son los efectos sociales del poder de los mapas? son algunas de las pre18. De ahí su interés por argumentos foucaultianos según los cuales “la guntas que Harley decidió examinar en estos artículos. En “Mapas, búsqueda de la verdad no es una conocimiento y poder” adapta el análisis de Foucault sobre el Estado actividad objetiva y neutral, sino que está relacionada íntimamente con moderno y sus tecnologías de conocimiento y control de la población el anhelo de poder de quien busca la y el territorio, para presentar una serie de ejemplos de cómo el acto verdad” y de que “el conocimiento es una forma de poder, una forma de mapear, y el uso de los mapas, encarnan ideologías culturales que de presentar los valores propios han servido de herramientas de dominación social y territorial del disfrazados de un desinterés científico”. John Brian Harley, La Nueva Estado moderno. En particular exploró tres problemáticas: Naturaleza, 82. 1. El contexto político de los mapas: esto es, las fuerzas sociales que 19. John Brian Harley, La Nueva históricamente han regulado la producción y uso de mapas (Imperios, Naturaleza, 80. Estados-nacionales, derechos de propiedad sobre el territorio), y cómo 20. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, la elaboración de mapas ha funcionado tradicionalmente en beneficio 85-87. del poder de las élites sociales mediante la creación e imposición de 21. El Imperio español, por ejemplo, realidades espaciales. De esto la historia está llena de ejemplos signo permitía la impresión privada de mapas sobre territorio americano nificativos, como la repartición decimonónica de África entre los y rutas marítimas y “sólo circulaba imperios europeos, y en la cual “los mapas se construyeron y usaron un número limitado de copias entre los capitanes de mayor confianza para legitimar la realidad de la conquista y el imperio […] y fragmende la Real Armada. Esto resulta taron la identidad de la organización territorial indígena”20. comprensible si tenemos en cuenta la constante lucha de España por 2. El contenido de los mapas en las transacciones de poder: esto la conservación del control de su es, la forma en la cual el ejercicio de poder estructura el conteniimperio frente a los conquistadores portugueses y los comerciantes do de los mapas. Por un lado, mediante manipulaciones conscientes ingleses, franceses, holandeses y determinaciones deliberadas del contenido y de los símbolos de o italianos, lo que implicó que la información geográfica fuera guardada representación cartográfica para la propaganda, la censura o el concon celo, muchas veces con el carácter trol de contenidos21. Pero también más sutil y generalizadamente de secreto militar”. Mauricio Nieto, La Obra Cartográfica de Francisco José de Caldas (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006), 23.

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mediante distorsiones inconscientes, resultado del proceso “mediante el cual el contenido de los mapas recibe la influencia de los valores de la sociedad que produce el mapa”22. Un ejemplo clásico de las “geometrías subliminales” con las que a lo largo de la historia las sociedades -incluida la moderna- han construido sus cartografías es el etnocentrismo: si en el medioevo las cartografías cristianas representaban a Jerusalén en el centro del mundo, durante el Renacimiento la proyección Mercator contribuyó a consolidar imágenes de mundo afines al sentido europeo de superioridad, y más recientemente a naturalizar la geopolítica panamericana de “hemisferio”23. En este mismo sentido Harley buscó deconstruir las “reglas y estructuras ocultas” de la cartografía, como los códigos simbólicos de representación cartográfica de jerarquías e ideologías sociales, o -de manera más significativa- los “silencios cartográficos” como elementos “activos” de la producción de poder en la “aparente honestidad de los mapas”24. 3. Poder simbólico y efectos sociales del conocimiento cartográfico: Harley resaltó cómo al ser parte de un sistema mayor de signos que sostiene las jerarquías sociales y políticas, el hecho cartográfico resulta en sí mismo un símbolo que refuerza el ejercicio de poder. Los cartógrafos contemporáneos, señaló, “por lo general consideran que sus mapas son manifestaciones escritas concretas en el lenguaje de las matemáticas; no obstante, siempre son metáforas o símbolos del mundo”25, pues “lejos de ser incompatibles con el poder simbólico, las mediciones más exactas lo refuerzan: la precisión se convirtió en el nuevo talismán de la autoridad cartográfica”26. Éstas tres problemáticas, al igual que otras que el autor aborda en sus artículos de los años inmediatamente anteriores a su prematura muerte en un accidente (1991), tenían el marcado carácter de aproximaciones preliminares “que aún deben ser exploradas en contextos históricos específicos” advirtió Harley27. A nivel teórico tal carácter explo22. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 90. ratorio se refleja en la introducción 23. “[…] many historical societies ecléctica de conceptos y su combina[have placed] their own ción experimental en diferentes fases territories at the centre of their cosmographies or world maps. de su argumentación, para propósitos While it may be dangerous to assume universality, and there are exceptions, such a rule is

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as evident in cosmic diagrams of pre-Columbian North American Indians as it is in the maps of ancient Babylonia, Greece or China, or in the medieval maps of the Islamic world or Christian Europe. […] the scientific Renaissance in Europe gave modern cartography coordinate systems, Euclid, scale maps, and accurate measurement, but it also helped to confirm a new myth of Europe’s ideological centrality through projections such as those of Mercator. Or again, in our own century, a tradition of the exclusivity of America was enhanced before World War II by placing it in its own hemisphere (‘our hemisphere’) on the world maps. Throughout the history of cartography ideological ‘Holy Lands’ are frequently centred on maps. Such centricity, a kind of “subliminal geometry”, adds geopolitical force and meaning to representation. It is also arguable that such world maps have in turn helped to codify, to legitimate, and to promote the world views which are prevalent in different periods and places”. John Brian Harley, “Deconstructing the map”, Cartographica 26: 2 (1989): 6. Disponible en http:// utpjournals.metapress.com/content/ e635782717579t53 (consultado en febrero de 2008). 24. “Deconstruction urges us to read between the lines of the map -“in the margins of the text”- and through its tropes to discover the silences and contradictions that challenge the apparent honesty of the image. We begin to learn that cartographic facts are only facts within a specific cultural perspective. We start to understand how maps, like art, far from being ‘a transparent opening to the world’ are but ‘a particular human way... of looking at the World’”. John Brian Harley, “Deconstructing the map”, 3. 25. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 63. 26. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 107. 27. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 112.


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28. En “Deconstructing the map” (1989) señala, por ejemplo: “Las ideas de este artículo se deben en su mayoría a textos de Foucault y Derrida. Mi enfoque es deliberadamente ecléctico porque en algunos aspectos las posturas teóricas de estos dos autores son incompatibles. Foucault basa sus textos en realidades sociopolíticas y construye sistemas de organización del conocimiento del tipo que a Derrida le encanta desmantelar. Un esquema así, no ofrece soluciones para una interpretación histórica del registro cartográfico, tampoco un método exacto o un conjunto de técnicas, sino una estrategia amplia que puede ayudar a ubicar algunas de las fuerzas fundamentales que han impulsado el trazado de mapas en las sociedades europeas y no europeas. Desde los textos de Foucault, la revelación clave ha sido la omnipresencia del poder en todo el conocimiento, aún cuando ese poder es invisible o está implícito, incluso dentro del conocimiento específico codificado en los mapas y atlas […]. La deconstrucción [Derrida] nos insta a leer entre las líneas del mapa, en los márgenes del texto, y a través de sus tropos, para descubrir sus silencios y las contradicciones que desafían la aparente honestidad de la imagen”. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza, 188. 29. “Harley wrote in the heat of the moment, out of passion for his subject and with a sometimes unguardedly sweeping enthusiasm for the idea of the day. Not surprisingly, his essays don’t always stand up to philosophical scrutiny. Measured consistency is not the point, though; or rather, it was not Harley’s objective”. Catherine Delano-Smith, “The hidden meanings of maps” (reseña del libro de David Harley, The new nature of maps (Baltimore: Johns Hopkins UP, 2001), Nature 411 (2001): 133-134. http:// www.nature.com/nature/journal/v411/ n6834/full/411133a0.html (consultado en enero de 2008). 30. “It was the principle that was important to Harley, not the precise details […]. The task facing scholars who seek to follow Harley’s lead in developing a critical approach for the study of maps is to determine whether his various analogies are indeed valid. Which contribute to the formulation of

específicos28. Por ello, varios de sus lectores, críticos y comentaristas han resaltado el uso excesivamente superficial y ecléctico que Harley realizó de muchos conceptos y teorías de la historia del arte, la semiótica, la sociología del conocimiento y el postestructuralismo29. Al momento de su muerte Harley estaba menos interesado en construir una teoría de la cartografía que en buscar aproximaciones alternativas al empirismo para estudiar la historia de los mapas, de manera que su uso de teorías de otras disciplinas era sobre todo didáctico. Y parece haber cierto consenso entre sus críticos en el hecho de valorar sus afirmaciones en un sentido más ilustrativo y analógico que teorético, destacando que a través de sus exploraciones conceptuales se empeñó más en establecer nuevas agendas de investigación que en empezar a desarrollarlas30. A mi entender, lo que más interesa de los famosos artículos de Harley es comprender el triple proceso de desplazamiento cognitivo en el que se hallaba inmerso el autor antes de su muerte. Por un lado, estaba trasladando su interés del análisis de mapas individuales (historia de los mapas) al análisis del lugar del mapa -y de las prácticas cartográficas- en la sociedad (una historia de la cartografía). Paralelamente, estaba transformando su comprensión de mapa como lenguaje (heredado del empirismo, y según el cual el mapa transmite un mensaje predefinido) al de mapa como discurso (giro hacia el meaningful cartographic theories? postestructuralismo). En este proceso Which take us down unrewarding transitó por diversos y nuevos concepby-ways?”. Mathew Edney, “The Origins and Development”, 88. tos tales como mapa como símbolo, mapa como narrativa, mapa como retó31. “He could never really accept, despite his frequent comments rica y mapa como texto. Esto implicaba to the contrary, that meaning is empezar a aceptar que el sentido con el read into maps by the reader and not predetermined by the mapcual es leído el mapa no es simplemente maker. Nor could he accept that “predeterminado” por el cartógrafo, y map meaning functions at a single, rhetorical level, and he continued to que el “lector” del mapa es un actor iminsist that maps have two levels of portante dentro del propio proceso de meaning, the factual and the symbolic. Accordingly, he remained insistent poder descrito por Harley. Es decir, que that social elites wield their power to al momento de su muerte estaba ‘desmanipulate otherwise pristine map content. No matter how much he cubriendo’ que su denuncia original del stated that ‘maps are texts,” he did not poder de los mapas -poder manipulaappreciate all the myriad implications of this simple phrase. In other words, dor- era a su vez una denuncia cargada part of him remained committed to de empirismo31. his original, empiricist understanding of maps and cartography”, Mathew Edney, “The Origins and Development”, 115.

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Si en sus artículos más polémicos Harley había querido mostrar que “al igual que las armas de fuego y los barcos de guerra, los mapas han sido armas del imperialismo”32, y que “a lo largo de una gran parte de la Historia, el cartógrafo fue un títere vestido con un lenguaje técnico, cuyos hilos eran manejados por otras personas”33, el giro que había emprendido hacia el postestructuralismo le implicaba reconocer que todos los mapas -y no sólo los producidos por el Estado o las élites- plantean un argumento acerca del mundo y son propositivos por naturaleza: “Todos los mapas emplean los recursos comunes de la retórica como invocaciones de la autoridad y recurren a los lectores potenciales a través de uso de colores, decoración, tipografía, dedicatorias o justificaciones escritas de su método. Tanto en sus intenciones como en sus aplicaciones representan propósitos humanos subjetivos más que corresponder al funcionamiento de alguna ley fundamental de generalización cartográfica”34.

En este sentido la indagación que emprendió Harley fue determinante para empezar a mostrar hasta qué punto las racionalidades y prácticas cartográficas, incluyendo el consumo de mapas, hacen parte de la configuración del mundo 32. John Brian Harley, La Nueva y de la realidad que la cartografía pretende reflejar. Logró mostrar cómo Naturaleza, 85. los mapas nunca son una simple mediación mimética entre una realidad 33. John Brian Harley, La Nueva espacial y unas técnicas de representación de esta realidad. La lectura Naturaleza, 67. convencional del mapa suponía que nada se interponía entre el mapa y 34. John Brian Harley, La Nueva el espacio que éste representaba, y por tanto, que el objetivo principal Naturaleza, 188. de todo mapa era lograr ser una representación fiel de la realidad. No 35. En relación con la influencia de obstante, la evidencia histórica mostraba a Harley que durante mucho Harley ver por ejemplo Christian Jacob, “Toward a cultural history of tiempo los mapas han venido funcionado como geografías anticipatorias, cartography”, Imago mundi 48:1 (1996): que participaban de la construcción de un espacio geográfico sobre el 191-198 y The Sovereign Map: Theoretical Approaches in Cartography through History que posteriormente ‘echan raíces’ las sociedades: esto es, que los mapas (Chicago: University of Chicago Press, en tanto ‘modelos’ de la realidad tienen el poder de construir -o de parti2006). Para investigaciones sobre América, Walter Mignolo, The Darker Side cipar de la construcción de- cierto tipo de órdenes espaciales (regiones’, of the Renaissance: Literacy, Territoriality, ‘fronteras’, ‘dominios’, ‘territorios’, etc.). and Colonization (Ann Harbor: University of Michigan Press, 1995); Raymond Valga insistir que Harley y los investigadores que acompañaron B. Craib, “A Nationalist Metaphysics: 35 el desarrollo de sus ideas , al problematizar la noción empirista de State Fixations, National Maps, and the Geo-Historical Imagination in que los mapas son productos neutrales y transparentes, al demostrar Nineteenth-Century Mexico”, Hispanic que siempre son construcciones sociales cargadas de valores culturaAmerican Historical Review 82:1 (2002): 33-68 y “Cartography and power in the les o de clase, y que efectivamente pueden servir intereses, expresar conquest and creation of New Spain”, intensiones o naturalizar dogmas e ideologías, empezaron a consideLatin American Research Review 35:1 (2000): 7-36; Carla Lois, “La elocuencia de rar la racionalidad cartográfica como una práctica intrínsecamente los mapas: un enfoque semiológico para política, en la medida en que se hizo evidente que todo mapa es un el análisis de cartografías”, Documents d’Analisi Geográfica 36 (2000): 93-109. Disponible en http://ddd.uab.es/pub/ dag/02121573n36p93.pdf.

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36. En el capítulo 3 de la primera parte de su libro “The Political Mapping of Cyberspace”, titulado “Why mapping is political”, Jeremy W. Crampton plantea agudamente la cuestión así: “Harley’s fruitful contribution was to ask the vital question about what mapping is and could be, and […] to set us on the path of questioning its possibilities. […] [Other researchers] tried to describe how maps are, whereas Harley describes why maps are as they are, and how else they can be. It is only this alter project which is the political one”. Jeremy W. Crampton, The Political Mapping of Cyberspace (Edimburg: Edinburgh University Press, 2003), 53. Sobre los mapas como argumentos de mundo, ver Denis Wood y John Fels, The natures of maps: cartographic constructions of the natural world (Chicago: University of Chicago Press, 2008). David Turnbull también rescata la dimensión política de toda propuesta cartográfica, hegemónica o contra hegemónica: “Harley has done much to counter the orthodox view of maps as neutral, mimetic devices. His analyses are primarily semiotic, providing for the possibility of understanding the power effects of maps and for alternative readings of map texts […]. Social and representational orderings of space are ‘maps of meaning’ through which groups and individuals make sense of their social world. Although such cultural maps are in some measure hegemonic, sources and sites of resistance are always found within any map […]. By recognizing the opportunities for resistance in our daily practices and in differences in ways of knowing and being in other cultures, we may be able to ‘reposition’ science. The questions thus become, how did the daily practices we now take for granted come into being, and what is the structure of the knowledge space we inhabit?”. David Turnbull, “Cartography and Science in Early Modern Europe: Mapping the Construction of Knowledge Spaces”, Imago Mundi 48 (1996): 7.

argumento específico y de-construible sobre el mundo y sus características36. La historia de la cartografía no es lo mismo después de Harley y su desarrollo actual está en gran medida relacionado con la riqueza resultante de un cuestionamiento de la cartografía como sistema cerrado y las implicaciones de una concepción de la cartografía como sistema abierto. En la noción de sistema cerrado se supone que la cartografía no necesita de otros fenómenos o procesos por fuera de sí misma para existir o explicarse: mediante su intelecto el cartógrafo selecciona los datos, abstrae el mundo y codifica lo símbolos del mapa, y mediante su intelecto, también, el usuario del mapa decodifica los símbolos del mismo para acceder a la imagen abstracta del mundo, todo bajo una visión harto individualista que no necesita de contextos históricos ni de redes de relaciones sociales. En una concepción de sistema abierto, por el contrario, cada mapa es hecho y usado en el marco de prácticas insertas en la sociedad y la cultura de quienes producen y usan los mapas. La cartografía es un sistema abierto en la medida que es inseparable de prácticas tecnológicas, económicas, políticas y sociales y en cuanto es inseparable de otras estrategias de representación del mundo como el arte, la escritura, los números, el teatro, la danza o el ritual37. A mi entender fue en este punto en el que las ideas de autores como Harley rompieron más profundamente con el empirismo, con la pretensión cientificista de la cartografía y sobre todo con los cánones disciplinares de la cartografía tradicional y su visón de la cartografía como un sistema cerrado, abriendo la cartografía a nuevos horizontes críticos y disciplinares. Sin duda Harley fue un nuevo tipo de cartógrafo, que introdujo el análisis de las ideas de poder, ideología y vigilancia argumentando que ninguna crítica cartográfica podía realizarse ignorándolas. Estas ideas eran nuevas en la disciplina cartográfica y radicales para la geografía humana, de manera que desajustaron la historia empirista de la cartografía, cargada de nociones teleológicas y evolucionistas, y que de ninguna manera estaba interesada en demostrar las facetas políticas y culturales de la racionalidad cartográfica.

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2. U n balance preliminar de la historia de la cartografía en C olombia y A mérica L atina Cabe preguntar en este punto qué papel ha jugado América Latina en la historia de la cartografía de las últimas décadas. Una respuesta preliminar es que la articulación latinoamericana con la agenda internacional de investigación es limitada, tal y como se desprende del análisis de la participación de latinoamericanos y latinoamericanistas en la ICHC (ver gráfico No. 1)38. G ráfico N o . 1: P articipación ricanistas , 1964-2007 0

5

10

en la

ICHC

15 20 25 30

37. Agradezco a Mathew Edney por señalarme el punto de las nociones de cartografía como sistema abierto o cerrado. 38. Está pendiente una revisión del nivel de publicación de autores latinoamericanos y latinoamericanistas en Imago Mundi y en otras publicaciones especializadas. En Razón Cartográfica, red de historia de las geografías y cartografías

de ponencias latinoamericanas y latinoame -

35 40 45 50

55 60 65 70

75

80 85 90

Londres Reino Unido, 1964 Londres Reino Unido, 1967 Bruselas, Bélgica 1969 Edimburgo, Reino Unido 1971 Varsovia, Polonia 1973 Greenwich, Reino Unido, 1975 Washington, EEUU 1977 Berlín, Alemania 1979 Pisa - Firenze - Roma, Italia 1981 Dublín, Irlanda 1983 Ottawa, Canada 1985 París, Francia 1987 Amsterdam, Holanda 1989 Upsala y Estocolmo, Suecia 1991 Chicago, EEUU 1993 Viena, Austria 1995 Lisboa, Portugal 1997 Atenas, Grecia 1999 Madrid, España 2001 Cambridge-Portland, EEUU 2003 Budapest, Hungría 2005 Berna, Suiza 2007 Número total de ponencias en el evento Ponencias sobre temáticas latinoamericanas (incluyendo ponencias de autores de países latinoamericanos) Ponencias de autores de países latinoamericanos

Fuente: Elaborado por el autor de este artículo a partir de procesamiento de datos disponibles en Douglas W. Sims y Peter van der Krog, The International Conferences on the History of Cartography. A Short History and a Bibliography of Papers, http://cartography.geog.uu.nl/ichc/index.html (consultado en Julio 2009). Nota: la participación de ponencias incluye Posters.

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Entre los latinoamericanos han sido los investigadores brasileros y mexicanos quienes de manera más significativa han participando en la ICHC (ver gráfico No. 2). En la última ICHC, en Copenhague, Dinamarca (2009), participaron siete latinoamericanos: dos de Brasil, dos de Colombia, uno de Argentina, uno de Perú y uno de Costa Rica (sorprendentemente no asistieron investigadores al último ICHC)39. G ráfico N o . 2: P articipación

en

ICHC

de ponentes latinoamericanos

1964-2007

Mexico 8 26%

Brazil 16 52% Cuba 3 10% Argentina 2 6%

Venezuela 1 Chile 3% 1 3%

Fuente: Elaborado por el autor de este artículo a partir de procesamiento de datos disponibles en Douglas W. Sims y Peter van der Krog, The International Conferences on the History of Cartography. A Short History and a Bibliography of Papers, http://cartography.geog.uu.nl/ichc/index.html (consultado en Julio 2009). Nota: la participación de ponencias incluye Posters.

Héctor Mendoza (Universidad Nacional Autónoma de México) y João Carlos Garcia (Universidade do Porto, Portugal) hacen su balance sobre la historia de la cartografía en Iberoamérica en estos términos:

de Colombia (http//:www. razoncartografica.wordpress.com), se encuentra disponible una recopilación bibliográfica preliminar y parcial de lo producido en América Latina. 39. Información procesada por el autor a partir de la lista de participantes al evento suministrada durante el mismo. Los resúmenes de ponencias y posters de la ICHC 2009 se encuentran disponibles en Maps, and Myths and Narratives. 23rd International Conference on the History of Cartography, http://ichc2009. dk/programme.pdf (consultado en agosto de 2009).

“Entre los países ibero-americanos la historia de la cartografía goza de alguna tradición entre los eruditos, los militares y los diplomáticos: los mapas antiguos españoles o portugueses hacen parte del imaginario historiográfico relativo a los episodios de expansión geográfica europea de la Época Moderna; los mapas corográficos mexicanos o brasileros dan cuenta de las disputa por la fijación de fronteras en el Nuevo Mundo, después de las independencias. Pero la cantidad y la calidad de los documentos cartográficos producidos en México o Brasil, en Perú o en Cuba, en Argentina o en Colombia, en Portugal o en España, requieren mucha mayor atención de la hasta ahora recibida. Los mapas antiguos merecen un nuevo estudio, una nueva lectura, una nueva mirada como figuraciones gráficas y, particularmente, como testimonios culturales, y no solo como documentos técnicos o pruebas históricas”40.

40. Traducción del autor. Héctor

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Si tomamos como ejemplo el caso de México, encontramos que en este país existe efectivamente una “larga tradición en la elaboración de mapas” que “ha llamado la atención de los especialistas de todas las épocas”41, pero también que hasta hace muy poco predominaban miradas empiristas “preocupadas por la precisión, la existencia de las escalas, la medición exacta sobre el papel, la búsqueda de los puntos cardinales, y en general el conjunto de operaciones matemáticas realizadas”. Sólo en los últimos tiempos la mirada se ha ensanchado dentro de los márgenes del mapa y “nuevos intereses han guiado las preguntas que han diversificado los criterios de investigación de los mismos”42. El interés por la investigación y difusión internacional de estos temas a nivel latinoamericano es relativamente reciente43, pero también creciente, como lo atestigua la puesta en marcha en los últimos años de dos Simposios Iberoamericanos de Historia de la Cartografía (SIHC), el primero realizado en Buenos Aires, Argentina en el 2006, y el segundo en Ciudad de México, en abril de 200844 (ver Tabla No. 1). T abla N o . 1: N úmero de ponencias SIHC

por países presentadas en el primer

SIHC

y apro -

badas para el segundo

SICH

A rgentina

B rasil

C hile

C olombia

C uba

E spaña

M éxico

P araguay

P ortugal

T otal

2006. B uenos A ires , A rgentina

12

4

1

1

1

1

1

-

1

22

2008, M éxico DF, M éxico

5

8

1

4

-

3

32

1

3

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Fuente: Elaborada por el autor de este artículo con base en información disponible en http://www.historiacartografia. com.ar (Primer SIHC) y con base en el listado de participantes y el programa académico del Segundo SIHC. Disponible en http://razoncartografica.files.wordpress. com/2008/04/2sihc_programa_academico. pdf (consultado en abril 2008).

La creciente participación de investigadores colombianos en estos simposios es una buena noticia, si se tiene en cuenta que a nivel de la historiografía nacional tradicionalmente se le ha otorgado una exigua importancia a la cartografía y a la

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Mendoza Vargas y Joao Carlos Garcia, “A historia da cartografía nos países ibero-americanos”, Terra Brasilis, revista de História do Pensamento Geográfico no Brasil Año VI-VII-VIII: 7-8-9 (2007): 9. 41. Héctor Mendoza Vargas y Raquel Urroz, Los mapas de México: autores y contextos (México: Edición no venal para el II Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía, abril de 2008), iii. 42. Héctor Mendoza Vargas y Raquel Urroz, Los mapas de México, iii. 43 Por ejemplo: Bibiana Cicutti, dir., Conocimiento del territorio y cartografía urbana. Reflexiones sobre el mapa como producto cultural (Rosario: Ediciones NOBUKO A&P, Serie Publicaciones de

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Cátedra-Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño-Universidad Nacional de Rosario, 2008); Alessandra Russo, “Caminando sobre la tierra, de nuevo desconocida, toda cambiada: la invención de la pintura del paisaje en la cartografía novohispana, siglos XVIXVII”, Terra Brasilis, Revista de História do Pensamiento Geográfico no Brasil Años VI-VII-VIII: 7-8-9 (2007): 99- 120; Luisa Martín-Merás Verdejo, “La expedición hidrográfica del Atlas de la América septentrional, 1792-1805”, Journal of Latin American Geography 7: 1 (2008): 203-218. Para consultar más bibliografía relacionada con el tema, consultar: http://razoncartografica.googlepages. com/bibliografiasrcoct2008.doc. 44. Las memorias del Primer SIHC se encuentran disponibles en http:// www.historiacartografia.com.ar (consultado en marzo 2008). Para


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geografía como objeto específico de investigación histórica. El tema ha estado relegado a propósitos absolutamente accesorios dentro de la agenda historiográfica del país. Por ejemplo, no hay ninguna mención de la historia de la geografía en La Historia al final del Milenio: ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana, de la Universidad Nacional de Colombia de 1994. Simplemente aparece un dato en un cuadro resumen de las publicaciones existentes sobre “historia de las disciplinas”, anexo al capítulo “Historiografía de la ciencia en Colombia” de Diana Obregón, en el que hay cuatro registros sobre historia de la geografía (dos artículos, un libro y un ‘varios’), entre un total de 123 registros, lo cual hacía de la astronomía, la geografía y la biología las tres ciencias menos historiadas del país45. Sólo muy recientemente los temas de historia de la geografía y de la cartografía han empezado a resultar atractivos para historiadores e investigadores sociales. Una aproximación a la cuantificación de la producción académica relacionada con la historia de la cartografía en Colombia entre 1896 y una reseña sobre el Segundo SIHC 2007 sugiere que las reflexiones históricas sobre la geografía y la ver Francisco Roque de Oliveira, “II cartografía en Colombia fueron esporádicas, y que hasta la década Simposio Iberoamericano de Historia de la Cartografía. La cartografía de los noventa hay escaso interés académico por estos temas. Es a y el conocimiento del territorio partir de la última década cuando se da un incremento significativo en los países iberoamericanos”, Investigaciones Geográficas 66 (2008): en la producción bibliográfica: lo publicado entre 1999 y 2007 sig167-172. Disponible en: http:// nificaría más del 60% del total de lo disponible hasta entonces, y lo www.igeograf.unam.mx/iggweb/ publicaciones/boletin_editorial/ producido en los últimos cuatro años (2004-2007) correspondería boletin/bol66/bltn66resenas.pdf a más del 30% del total de las investigaciones del país relacionadas (consultado en diciembre de 2008). con el tema46. 45. Diana Obregón, “Historiografía de la ciencia en Colombia”, en Si comparamos este ejercicio preliminar de cuantificación, con La Historia al final del Milenio: uno similar para el caso mexicano entre 1871 y 2007, constatamos ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana vol. 2, comp. de manera general en ambos países la misma tendencia: más del Bernardo Tovar Zambrano (Bogotá: 30% de lo producido en historia de la cartografía en México desde Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1994), 618. finales del siglo XIX corresponde al periodo 2000-2007, y otro porcentaje similar a la década anterior47. En México es evidente una 46. Información procesada por el autor de este artículo a partir de los mayor tradición de producción académica y publicación de libros resultados actuales de la recopilación especializados sobre la materia, además de un interés significativo bibliográfica realizada por Sebastián Díaz y David Ramírez para Razón por estos temas a nivel de tesis universitarias. Frente al número Cartográfica, red de historia de las total de resultados registrados en ambos casos, cabe advertir que geografías y cartografías de Colombia, en noviembre de 2007 (actualizada el ejercicio realizado para el caso colombiano incluye registros reen octubre del 2008) y disponible en lacionados con la historia de la cartografía, mientras que el listado http://razoncartografica.wordpress. com/bibliografia/. Las fuentes han mexicano es específicamente sobre historia de la cartografía (lo sido las citas en la literatura nacional cual significa que en el listado de fuentes colombianas procesadas e internacional, y la consulta de catálogos de las principales bibliotecas nacionales. Está pendiente por realizar

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se encuentran registros que en el listado mexicano no habrían sido incluidos y viceversa). En términos generales el incipiente desarrollo de la historia de la cartografía en Colombia refleja la existencia de una tradicional relación marginal entre la formación académica en historia (y en ciencias humanas y sociales) y el pensamiento espacial. Esto tiende a entorpecer el desarrollo de una visión histórica del espacio y evidencia la necesidad académica de pensar los territorios y sus representaciones como productos históricos. Es destacable el hecho de que en la formación académica en historia en el país sea muy débil la enseñanza de las herramientas básicas de análisis e interpretación cartográfica48, de tal suerte que los estudiantes e investigadores profesionales del área tienen una competencia baja en la utilización y crítica de fuentes cartográficas para sus indagaciones. En realidad no existe una tradición sólida de reflexión académica sobre el papel de las prácticas cartográficas en la historia del país, así como tampoco hay una tradición consolidada de producción de cartografía histórica (esto es, de cartografía sobre el pasado): son muy contadas las investigaciones que intentan desarrollar análisis cartográficos de procesos históricos o incluso de reconstrucción sistemática de información histórica del país mediante mapas (al respecto cabe agregar la debilidad de producción en América Latina de Atlas Históricos, si por ellos entendemos no una recopilación de mapas antiguos sino un proyecto historiográfico de cartografías temáticas sobre el pasado)49. Los historiadores y estudiantes de historia por lo general no poseen las técnicas básicas de análisis histórico del espacio ni de elaboración de mapas y cartogramas sobre el pasado, privándose de la oportunidad de disponer o desarrollar habilidades geo-históricas de análisis espacial, o de aprovechar las potencialidades pedagógicas del lenguaje cartográfico en la enseñanza o en la ilustración de sus trabajos para la comunicación de sus resultados. Un aporte importante para el entendimiento del lugar de la cartografía en la producción académica de las humanidades y ciencias sociales colombianas se encuentra en el texto de Olivier Pissoat y Vincent Gouëset, acerca de la representación cartográfica de la violencia en las ciencias sociales colombianas. Allí señalan los autores que:

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un análisis exhaustivo que incluya tesis universitarias. 47. Información procesada por el autor de este artículo a partir de Héctor Mendoza Vargas y Raquel Urroz, Los mapas de México. 48. Está pendiente un análisis extenso y riguroso de la presencia de asignaturas relacionadas con Cartografía en las carreras de Historia (y de las ciencias sociales y humanidades) de las principales universidades del país. 49. A continuación una aproximación a la cuantificación de los Atlas Históricos sobre Latinoamérica producidos hasta la fecha, realizada por el autor. Sebastián Diaz Angel “El lugar del Atlas Histórico en la historiografía tradicional”, Historia en mapas, http://historiaenmapas.blogspot. com/2006/11/el-lugar-del-atlashistrico-en-la.html, noviembre de 2006. Allí señalaba que ocho de los doce atlas sobre historia de Latinoamérica fueron publicados en inglés, y en EEUU y del total de doce, cinco fueron publicados después del año 2000: 1. A. Curtis Wilgus, An atlas of Hispanic American History (Washington, D.C.: [s.n.], 1932): 2. A. Curtis Wilgus, Latin America in maps, historic, geographic, economic (New York: Barnes & Noble, 1943): 3. A. Curtis Wilgus, Historical atlas of Latin America: political, geographic, economic, cultural (New York: Cooper Square Publishers, 1967): 4. Ramiro Condarco Morales, Atlas Histórico de América (La Paz: Ediciones Condarco, 1968): 5. Cathryn L. Lombardi, John V. Lombardi y K. Lynn Stoner, Latin American History, a teaching atlas (Madison: University of Wisconsin Press, 1983): 6. Francisco Morales Padrón, Atlas histórico cultural de América (2 Tomos) (Las Palmas de Gran Canaria Consejería de Cultura y Deportes, 1988): 7. Edwin Early et al., The history atlas of South America (New York: Macmillan, 1998): 8. Marion Wood y Brian Williams, Ancient America (New York: Facts On File, 2003): 9. Sergio Orlando Gómez Méndez, Atlas de historia de América (México: Editorial Limusa, Noriega Editores, 2003): 10. Carolyn Hall y Héctor Pérez Brignoli, Historical Atlas of Central America


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(Norman: University of Oklahoma Press, 2005): 11. Manuel Lucena, Atlas histórico de Latinoamérica: desde la Prehistoria hasta el siglo XXI (Madrid: Editorial Síntesis, 2005): 12. Michael J. LaRosa, Germán R. Mejía, An atlas and survey of Latin American history (Armonk, New York: M.E. Sharpe, 2006). 50. Olivier Pissoat y Vincent Gouëset, “La representación cartográfica de la violencia en las ciencias sociales colombianas”, Análisis Político 45 (2002): 3, 4. 51. El surgimiento de diferentes redes de investigación sobre estos tópicos también sería una evidencia. “El uso de las nuevas tecnologías de comunicación e información estimula el intercambio, la producción y la difusión de nuevos conocimientos en la materia, así como el trabajo colaborativo en red. Todo indica, además, que las nuevas tecnologías de información geográfica, así como las herramientas digitales de visualización y navegación espacial (como por ejemplo Google Earth), han contribuido a despertar un interés inusitado del público en general -y de nuevos públicos académicospor el pensamiento espacial, por las representaciones geográficas y cartográficas, por su historia, y por sus potencialidades analíticas y pedagógicas”, señala el editorial. “Hacia una red de historia de las geografías y cartografías de Colombia, articulada con Iberoamérica y el mundo” del Boletín No. 1: Julio-Agosto de 2008 de Razón Cartográfica, red de historia de las geografías y cartografías de Colombia www.razoncartografica. wordpress.com. 52. En el portal Map History / History of Cartography http://www.maphistory. info/ se encuentran indexadas las principales mapotecas digitales en línea, así como un listado de más de 1.200 enlaces comentados a otros archivos cartográficos organizado por regiones, por temas y por el tamaño de las colecciones. Como punto de partida a mapotecas digitales sobre América Latina también se recomienda visitar la colección de la biblioteca Perry Castañeda de la Universidad de Texas

“[E]ntre los numerosos estudios sobre la violencia, las aproximaciones de tipo geográfico -en particular las representaciones cartográficas- fueron relativamente escasas hasta una fecha reciente cuando, paradójicamente, la dinámica propiamente territorial de los hechos socio políticos y de los actores involucrados, aparecía de golpe, como una evidencia para todos los investigadores que han abordado el tema […]. La debilidad institucional de la geografía en el sistema universitario colombiano, así como el relativo distanciamiento de los geógrafos y las pocas instituciones y especialistas que trabajan el tema, no son ajenos a estos vacíos”50.

Afortunadamente hay indicios de un interés renovado por la geografía y el problema del espacio en las ciencias sociales contemporáneas del país, visible en el incremento de la producción académica sobre problemas relacionados con estos temas en los últimos años, así como en la apertura reciente de tres maestrías y un doctorado en geografía en las universidades del país51. C onclusión En la historia de la cartografía se cruzan intereses, prácticas y disciplinas diversas. No sólo historiadores, geógrafos o cartógrafos aportan a su desarrollo, con sus investigaciones y debates teóricos. Diversidad de disciplinas afines de las ciencias naturales y humanas juegan un papel significativo, incluyendo a coleccionistas, bibliotecarios, restauradores y curadores de mapas. La protección, catalogación y acceso a colecciones de planos y mapas impresos o manuscritos -así como a los documentos escritos relacionados- es tan fundamental para el desarrollo del campo, como en las últimas décadas ha podido ser el distanciamiento de posturas empiricistas en la valoración de los mapas. La digitalización y puesta en línea de colecciones privadas y públicas de mapas ha sido, sin lugar a dudas, un estímulo a la investigación sobre el tema. Diversas mapotecas digitales se encuentran disponibles en Internet, aunque se observa un rezago a nivel latinoamericano, del cual Colombia no es ajena52. Sin embargo, el uso de Internet estimula el intercambio, la producción y la difusión de nuevos conocimientos en la materia, así como el trabajo colaborativo en red. La construcción de redes, la

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construcción de escenarios de investigación y difusión de la historia de la cartografía y del pensamiento crítico espacial y cartográfico, y sus temas afines son todos retos fascinantes en Colombia, América Latina y el mundo. Todo indica que la historia de la cartografía se beneficia de un renovado interés en las ciencias sociales, por el pensamiento espacial, los sistemas de información geográficos, y las potencialidades analíticas y pedagógicas de la geo-visualización y las representaciones espaciales.

http://www.lib.utexas.edu/maps/ map_sites/hist_sites.html#americas. Para una recopilación preliminar de mapas digitalizados sobre Colombia ver http://razoncartografica. wordpress.com/mapoteca/

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Reseñas Meschkat, Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009, 845 pp.

Liquidando el pasado es un libro de batalla, como debe ser todo libro de historia. En especial cuando de experiencias heroicas de confrontación al Príncipe se trata. Klaus Meschkat y José María Rojas han publicado, desde ya, un texto clásico. La historia del movimiento obrero-artesanal y social de los años veinte y comienzos de los treinta vista a través de los archivos de la Unión Soviética nos ofrece una visión distinta de las actividades de los líderes y de las políticas programáticas del Partido Socialista Revolucionario; diferente también, y sobre todo estremecedor, es el panorama que se nos ofrece del surgimiento del Partido Comunista de Colombia (PCC), estalinista de los pies a la cabeza y dirigido desde Moscú con mano férrea por la Internacional Comunista. La objetividad, enseñamos, es aquello que más se acerca a su objeto de estudio. Pues bien, los compiladores superan con creces tal postulado epistemológico. La selección de las fuentes, su ordenamiento temático y en especial su interpretación -la savia de la historia como dice Edward Carr- del contexto social y político de la época son muestra de un trabajo científico, paciente y profesional. Mejor aún, diremos que su interpretación del pasado les ha permitido una cuidadosa selección y ordenamiento de las fuentes. La verdad histórica, así trabajada, sale a la luz y se corrobora que, a pesar de la escuela posmoderna, ella, la verdad si se puede conocer. Los once capítulos con que Meschkat y Rojas construyeron el libro corresponden a documentos históricos; son éstos los que nos hablan. La Introducción cumple la única y necesaria función de orientar al lector por los meandros de la historia, de aclarar uno que otro tópico -la aclaración de todos será tarea del historiador profesional- relativo a las intensas y agrias confrontaciones políticas entre los dirigentes del partido que se extinguía y aquellos que pasaban a ocupar los cargos claves del comunismo estalinista criollo. De esta Introducción surge con fuerza la tesis de que hubo una ruptura teórica, política y programática entre el socialismo revolucionario de los años veinte y César Torres Del Río el naciente partido “moscovita” de Guillermo Hernández Rodríguez, Doctor en Historia, Universidad de Brasilia, Gilberto Vieira y otros, lo que va en contravía de la difundida versión Brasil. Profesor Titular, Facultad de Ciende los comunistas colombianos sobre la “reconstrucción leninista” cias Sociales, Departamento de Historia, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. ctorresd@javeriana.edu.co hist. crit.

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del partido. Ni reconstrucción ni leninismo; lo que hubo fue destrucción estalinista pues de las fuentes surge otra realidad. Para señalar un caso, recordemos que en un dramático y escabroso documento de autocrítica fechado en Berlín en marzo de 1931 - y cuyo título es el mismo del libro que reseñamos- el propio Ignacio Torres Giraldo afirma que había que liquidar el pasado, ajustar cuentas con la acción política del Partido Socialista Revolucionario (PSR) pues ¡nada menos! era un “bloque oportunista y putchista” en el que predominaba la pequeña burguesía influida política y programáticamente por la burguesía; por el “putchismo” de Tomás Uribe Márquez, Torres Giraldo llega al absurdo de acusar como traidor a ese partido por su conducción de la huelga de las bananeras en 1928. En el mismo sentido de la ruptura obran las actas del decisivo e histórico pleno ampliado del Comité Ejecutivo Nacional del PSR de julio de 1930, compiladas en el Capítulo VII del libro; recordemos que fue en esa reunión en la que el nombre del partido fue cambiado al de Partido Comunista de Colombia, sección de la Tercera Internacional. En la reunión participaron dirigentes probados como José Gonzalo Sánchez, líder indígena, y Tomás Uribe Márquez, secretario general del PSR, acusados especialmente por Guillermo Hernández Rodríguez (Guillén) -el cual pasaría a ocupar la secretaría del nuevo partido estalinista y quien posteriormente sería víctima de los mismos métodos impulsados por Gilberto Vieira, como se advierte en el capítulo relativo a “La caída de Guillén”-. Quienes conocen la historia de las luchas del movimiento obrero colombiano y lean ese capítulo seguramente tendrán el mismo sentimiento de ira y la misma sensación de angustia que tuvo el que esta reseña escribe. Ira, por el método utilizado para liquidar la dirigencia y la tradición de la movilización callejera y veredal: acusaciones falsas, incluidas imputaciones por manejos corruptos de dineros; maniobras políticas bajas, propias de los que no tienen argumentos; pontificaciones en nombre del leninismo y de la Internacional Comunista acerca de la “línea política justa”; llamamientos a la “autocrítica revolucionaria” para poder construir un partido “proletario de combate”, testimonios amañados de miembros directivos, etc. Y angustia, porque se evidencia la debilidad política y programática de los acusados; porque se aprecia su impotencia frente a la maquinaria oficialista del estalinismo internacional; porque saltan a la vista sus errores políticos; porque desconocían la lucha política y programática internacional entre la fracción estalinista, organizadora de derrotas, y la Oposición de Izquierda, corriente dirigida por León Trotsky, en torno al Frente Único, a las alianzas tácticas, al régimen del partido, al curso económico dentro de la URSS, a la independencia política de clase, a la estrategia revolucionaria de toma del poder, al carácter de la capa burocrática nacida en el Estado soviético que ya comenzaba a instaurar la “dictadura sobre el proletariado”, etc. Pero también el lector del libro podrá constatar que de los documentos referidos surge la entereza personal y política de quienes estaban en el paredón soportando las

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descargas. Para solo citar a dos de sus más importantes protagonistas Tomás Uribe Márquez declaraba en el pleno ampliado -ese estrado judicial montado para asestar el golpe final- que “[…] me han convertido en el trapo sucio del Partido. Yo quiero que se establezca la verdad histórica […]. No todo lo que dijo Guillén encuadra con la verdad. Se ha inspirado en mis mas ardientes calumniadores […]. Yo seré mi fiscal, (y) ante todo declaro (que) soy un soldado de la Internacional Comunista” (p. 456); y José Gonzalo Sánchez reafirmaba estar de acuerdo con la obra política de Uribe Márquez y defendía al PSR en cuanto al trabajo con los indígenas haciendo, además, una crítica mortal a Quintín Lame cuando de éste dijo que “[…] no tiene nada que ver con nosotros […] que no íbamos a una revolución burguesa, sino a nuestra revolución […]. Quintín Lame estafa a los pobres indígenas […]. (p. 483). Ahora bien, hemos hablado de ruptura; ella no podría entenderse sin el contexto internacional. Me parece que, entre otros, el mérito del libro es el de haber sabido vincular los acontecimientos mundiales con los hechos sociopolíticos y económicos nacionales. Lastimosamente en Colombia las investigaciones científicas sobre historia política han privilegiado una visión nacional; una atenta mirada historiográfica lo puede comprobar. En cuanto al PSR, la Komintern y el Partido Comunista mucha tela hay que cortar, y Liquidando el pasado apenas si hace un certero y primer corte. Lo primero que hay que poner de relieve es que tanto en Colombia como en Europa y Asia la actualidad de la revolución era un hecho, y las fuentes aportadas lo confirman, sin que con ello se quiera decir que en nuestro país estuvieran dadas todas las condiciones para que el acontecimiento se produjera, sobre todo si consideramos la debilidad del factor subjetivo. No obstante, la corriente estalinista deducía de aquella consideración la existencia de una situación revolucionaria (!) en Colombia, absurdo político que se aprecia en varias comunicaciones e informes redactados por Guillén -ya como Secretario General del PCC- para la Internacional Comunista. Un segundo aspecto para subrayar es el del carácter internacionalista y antiimperialista del PSR y de sus miembros; tanto la solidaridad con las luchas de trabajadores de América Latina, con Nicaragua por ejemplo al crear el Comité Sandinista “Manos fuera de Nicaragua” o con la lucha adelantada contra la United Fruit Company en la zona bananera, como el ingreso a la Komintern es prueba suficiente y confirma que Tomás Uribe Márquez, María Cano y José Gonzalo Sánchez ligaban la suerte de los trabajadores colombianos a la de los pueblos explotados del mundo; traidores no eran. El problema histórico, de hecho la tragedia histórica, reside en que en el momento en que el PSR era admitido ya Stalin y sus seguidores, tras la muerte de Lenin, tenían en sus manos buena parte del control político en la Internacional y en la Unión Soviética; ello hizo que los partidos miembros fueran sometidos a un fuerte control político desde Moscú para “reconstruir la línea política justa”, control que mantenía por medio de los cuadros

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nacionales reeducados previamente (Guillén) o en formación dentro de la escuela estalinista (Gilberto Vieira, por ejemplo). De otra parte, hechos históricos nacionales serán reinterpretados. La huelga de las bananeras, por ejemplo. Todo el primer capítulo “El socialismo revolucionario hasta la huelga de las bananeras” es de tal riqueza que llevará con seguridad a un replanteamiento sobre el período y a una revisión de los hechos que sosteníamos como verdades. No solo en cuanto a los dirigentes involucrados, Alberto Castrillón -quien aparece como intrigante, individualista y oportunista-, Raúl Eduardo Mahecha, Tomás Uribe o María Cano, sino en todo lo referido a la construcción del socialismo revolucionario en directa asociación con las luchas de los trabajadores: métodos organizativos, carácter del partido, alianzas y membrecía, tácticas políticas, etc.; al respecto, deberá continuar discutiéndose la participación de intelectuales liberales en el PSR, tipo Felipe Lleras Camargo o la de los generales decimonónicos, quienes ocupando cargos directivos no tenían vínculos directos con los trabajadores. Así mismo, la huelga de las bananeras se nos revela en otra dimensión; aparece en el contexto como una necesidad y una obligación y por eso haberse negado a dirigirla sí que hubiera equivalido a traición; no obstante, la evaluación que hizo la directiva del PSR, para entonces dominada por los estalinistas, está teñida de acusaciones personales y políticas a los promotores y líderes y cruzada por misivas de ida y de vuelta a la Internacional Comunista en especial por la denominada “Carta de Febrero”. En este mismo nivel de reinterpretación, nos parece, estaría la preparación del levantamiento armado que fue aprobado y puesto en marcha por la dirección del PSR; los documentos del capítulo IV “Una insurrección fracasada y las vertientes antiputchistas” ofrecen una visión compleja, y polémica, sobre tal determinación para el año 1929. Según Rafael Baquero, el nuevo secretario general, putchistas fueron todos, desde Ignacio Torres Giraldo, Tomás Uribe y Julio Buriticá hasta María Cano y Raúl E. Mahecha; por eso había que impulsar la “autocrítica revolucionaria”. En fin, Liquidando el pasado abre las puertas al conocimiento científico y ofrece lecciones para los historiadores y para los políticos. A diferencia de su título, el pasado se nos muestra con vitalidad suficiente para nuestro presente y nuestro futuro. La crisis de la dirección política, nacional e internacional, y la necesidad de superarla, a diferencia del planteamiento anarquista, aparece en toda su magnitud en especial si evaluamos lo que en Colombia sucede hoy con la izquierda parlamentaria. Como afirma José María Rojas en su escrito introductorio, “Estamos […] en los comienzos del rescate de una memoria histórica”. Y la memoria es también un campo de batalla.

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Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes. Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007, 321pp.

El milagro bienvenido de la santísima trinidad Me intereso por el estricto orden de los poderes, por su secuencia y por su posición, por su base, su función y su interdependencia, porque me interesa la suerte de los derechos. B. C lavero

Bartolomé Clavero, profesor de derecho constitucional de la Universidad de Sevilla, es hoy uno de los más reconocidos e influyentes historiadores de las realidades jurídicas y constitucionales del mundo moderno. Conocido de los especialistas ante todo por ese libro insólito y sorprendente que es la Grâce du don. Anthropologie catholique de l’économie moderne -París, 1996, con Prólogo de Jacques Le Goff-, ha llegado a ser un reconocido tratadista de la compleja cuestión de los derechos de los grupos indígenas en el mundo americano (Estados Unidos, Canadá y América latina), afín a muchos de los movimientos indígenas y a sus reivindicaciones, como lo deja en claro, por ejemplo, su Derecho indígena y cultura constitucional en América -Madrid, 1994-, además de ser un riguroso tratadista de las transformaciones constitucionales de hoy, vistas en la perspectiva del tiempo -véase por ejemplo Happy Constitution. Cultura y lengua constitucionales. Madrid, 1997-. En esta reseña de El orden de los poderes -que continúa un trabajo que habíamos iniciado hace algún tiempo comentando una obra de António Manuel Hespanha, el autor del memorable y poco leído Vísperas del Leviatán-, queremos solamente insistir en la importancia de las proposiciones que sustenta Clavero, en su pertinencia para el trabajo de las ciencias sociales, y en la forma como tales proposiciones y la manera de abordar un objeto pueden servir a los investigadores, sobre todo a quienes trabajan sobre la historia Renán Silva Olarte política del siglo XIX en América Latina, para ampliar los campos de Sociólogo e historiador. Doctor en Histobúsqueda y para replantear muchas formulaciones corrientes que ria Moderna de la Universidad de París están reclamando un tratamiento nuevo de los problemas de la política, I, Panthéon-Sorbonne, Francia. Profesor campos que claman por la introducción de una perspectiva radical del Departamento de Historia de la Unide análisis histórico que se esfuerce por mostrar -precisamente- el versidad de los Andes, Bogotá, Colomcarácter histórico desde su raíz de formas sociales y culturales, que a bia. Miembro del grupo de investigación muchos han terminado por parecer simples formas naturales. Cultura, historia y sociedad, adscrito a la Universidad del Valle. rj.silva33@uniandes.edu.co hist. crit.

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El orden de los poderes comienza por mostrar una paradoja: que la Constitución de Cádiz (1812) no incluía de manera clara y explícita la mención de la triple división de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), aunque “la falta de aval no estorbaba el planteamiento y quizás tampoco la puesta en práctica” (p. 14), lo que de entrada nos advierte sobre el objetivo del libro: mostrar el carácter histórico de la “fórmula trinitaria” constitucional, y el hecho de que ella es moderna por entero -sustancia misma del constitucionalismo de hoy-, lo mismo que mostrar que ella no depende en su formulación de un hallazgo puramente jurídico, sino que depende del propio poder constituyente (elemento clave de los sistemas democráticos) y de una concepción precisa de la relación entre derechos y poderes. Como escribe Clavero, hoy nos imaginamos que la trinidad constitucional no tiene génesis, y aún de manera más particular creemos que su orden de mención es asunto sin importancia, y no nos planteamos la posibilidad “de que en sus inicios [éstas] pudieran ser cuestiones inseguras y problemáticas”, o de otra manera: “Problemas andan latiendo en fórmulas que se tuvieron y tienen por pacíficas y que han llegado a caracterizar el constitucionalismo” (p. 26). Antes de llegar al corazón del problema que investiga -la génesis de la trinidad constitucional en sus diferentes posibles órdenes de sucesión- Clavero, reconocido por su monumental erudición, conduce al lector a un largo rodeo sobre el poder constituyente -“apariencia simple y realidad compleja”, como repite varias veces-, ya que en su opinión la trinidad constitucional no surge sobre el vacío “ni de condiciones históricas ni jurídicas […]”, y sólo se comprende la radical modernidad de la división moderna de poderes cuando se comprende su propia originalidad, es decir, el elemento de diferencia con el pasado en que se funda y que no se reduce a un asunto de simples antecedentes -punto sobre el que volveremos dentro de unos renglones-. El rodeo incluye también una crítica frontal de la forma como el problema ha sido abordado de manera tradicional por los juristas que cultivan la “historia de las ideas”, en cuyas obras Clavero nunca se ha reconocido. Según sus palabras, lo que se debe considerar no es “la mecánica constitucional de los poderes, sino su planteamiento constituyente”; de la misma manera, lo que hay que analizar no son simplemente “unas teorías puras, sino unas plasmaciones prácticas” (p. 39). De manera aún más detallada y firme, que a algunos puede irritar, Clavero dirá que muy poco ha encontrado entre los juristas sobre el problema que investiga, pues ellos han “convertido productos contingentes […] como la trinidad de los poderes […] en principios firmes de ciencias del derecho y la política”, arrojando “grandes sombras sobre la historia misma”, demostrando gran inhabilidad para situar a los lectores “en la corriente del tiempo y quizás así también para ubicarnos en el presente […]” (p. 33). Su idea es más bien la de que antes que apoyarse en los trabajos habituales de los juristas -“no he encontrado

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apenas orientación ni ayuda en la bibliografía jurídica estricta”-, hay más bien que resistir a su concepción del problema. Hay pues que renunciar a la tentación de abordar el “origen del constitucionalismo o del actual derecho como una partenogénesis autista de los elementos que hoy se tienen por propios” (p. 31). El abandono y el rodeo predicados tienen una recompensa: la construcción de un objeto histórico en toda su novedad, y por lo tanto la definición de un nuevo argumento en la suma de aquellos que especifican nuestro propio tiempo -por fuera de una lección de epistemología para historiadores-. El asunto se concreta en la clara opción que Clavero toma contra el anacronismo, cuando indica que la explicación del orden de los poderes “debe ser de presente, del presente suyo, no del nuestro por supuesto”. El problema reclama trabajo de historiador, pues sólo introduciendo la idea de diferencia específica y de configuración es posible reconocer que en cierta manera la idea de “triple división de los poderes” no tiene propiamente antecedentes. Con su característico estilo de escritura, y de una forma que define un objeto y una forma de acercamiento, Clavero lo señala: “Más el caso pudiera ser que la separación creara de hecho su propio objeto, los poderes mismos. Los poderes puede que nacieran con la separación mismísima, por efecto suyo, proyectándose no sólo como instituciones desiderativas hacia un futuro, sino también como imágenes legitimantes hacia el pasado” (p. 31).

Una perspectiva histórica de esa naturaleza le permite a Bartolomé Clavero una consideración de su objeto que, en la medida en que se avanza en la lectura del libro, recuerda la manera como los historiadores olvidan lo que especifica su oficio. Esto sucede cada vez que se entregan a generalizaciones fuera de contexto, por ejemplo, cuando recurren a nociones de “poder” como las que desarrolló en partes de su obra Michel Foucault, y que terminan siendo un simple sustituto de sus ideas acerca de la “voluntad de dominio” y otras generalizaciones con las que se piensa que se puede dejar de lado el examen concreto de las formas particulares como se ejerce el poder, el dominio, la autoridad y el mando en una sociedad. En nuestro caso preciso Clavero mostrará que el obstáculo mayor para desenredar el asunto de la génesis de la idea de triple división de los poderes se encuentra “en la presunción bien arraigada de la preexistencia de poderes mediante la proyección sobre potestades”, o dicho en lenguaje más simple, la idea de que los poderes modernos, tal como la trinidad constitucional los concibe, ya existían con anterioridad a las revoluciones modernas, sólo que se encontraban concentrados en el monarca. De esta manera tendríamos entonces, escribe Clavero, en un tiempo preconstitucional, los poderes que habitualmente hoy reconocemos, pero concentrados y sometidos por

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tanto a un manejo “despótico”, con lo cual olvidamos lo esencial del problema: que derechos y poderes no se entendían en el pasado de la misma forma que hoy “y que ni siquiera existían como tales” (pp. 59-60). Un elemento más especifica el enfoque con el que Clavero interroga la trinidad constitucional: se trata de su renuncia a la simple historia de las ideas de uso habitual, renuncia que va acompañada por un esfuerzo de inscripción de la historia de las ideas constitucionales en el campo más amplio de las ideas contextualizadas -a la manera de Quentin Skinner y la Escuela de Cambridge-, lo que le permite el reexamen de varios problemas de génesis del constitucionalismo moderno desde perspectivas inusuales y renovadoras. Podemos ofrecer al respecto lo que constituye en nuestra opinión el ejemplo más significativo. Clavero comienza por poner en tela de juicio la génesis de la trinidad constitucional en la obra de Montesquieu -“Es luego cuando se producirá una alucinación que llega hasta hoy: Montesquieu habría sido nada menos que el oráculo” (p. 71)- agregando: “En la leyenda imperante de la separación de poderes […] dicho paso francés se tiene además por el momento de la génesis de la criatura genuina”-; y Clavero remite entonces de manera directa al constitucionalismo inglés del siglo XVII (John Locke y otros pensadores en los que el asunto se encuentra esbozado). La historia es conocida, se dirá. Pero Clavero se encarga de mostrar que el pensamiento inglés es sólo una génesis parcial y muy incompleta -“Locke es autor inevitable y recurrente en las historias constitucionales de la separación de los poderes […] pero dándole un alcance que en su momento no tuvo” (p. 47)-, y que es solamente en el campo del constitucionalismo de los Estados Unidos en donde el asunto tendrá su verdadera realización, -“En el principio del mundo era América… es una famosa expresión del Segundo Tratado de Gobierno. No supo Locke cuánta razón tendría respecto precisamente al nacimiento constitucional de la separación de los poderes” (p. 47)-. Sin embargo, tal génesis no se produce en el campo de las simples ideas, sino en el de las luchas políticas y constitucionales que allí se daban, pero no en la Unión en su conjunto, sino en algunos de sus Estados (es conocido el caso de Virginia, que Clavero estudia en detalle) -“[F] ueron los Estados y no la Unión quienes se vieron en condiciones constituyentes de formular la ecuación entre derechos y separación de poderes entre legislativo, ejecutivo y judicial, dando por ese exacto orden de factores, el producto de la Constitución”-. Así pues, “partiremos de una isla europea, pero el espacio trasatlántico es el espacio de aparición de un orden constitucional de poderes” (p. 38). Hay que retener con cuidado estas formulaciones, pues tienen importantes implicaciones analíticas: la historia de las ideas, ella misma, por contextualizada que sea, será siempre para los historiadores de la sociedad una forma limitada de considerar los problemas a los que debe enfrentarse el análisis histórico. Es posible que esta lección

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se conozca. Pero se ha retenido menos el hecho de que la historia de las ideas, fiel a su programa tradicional de búsqueda de antecedentes y precursores y obrando desde luego post festum, proyecta hacia el pasado (por ejemplo hacia la obra de John Locke) soluciones que sólo la vida práctica fue capaz de ofrecer -¿no decía Marx acaso que todos los misterios que descarrían la teoría hacia misticismo se resolvían el práctica?-. El punto es esencial por relación con el enfoque y el método, y aquí Clavero denuncia una especie de gran desviación idealista típica del homo escolástico que busca siempre en la esfera de las ideas puras la solución de los misterios del mundo y la invención de las grandes fórmulas a que la vida social acude para explicar y justificar su marcha. En general la forma de interpretación que propone Clavero de los problemas de la instauración de un cierto orden de poderes en la sociedad moderna nos advierte contra todo esencialismo y nos recuerda que tal orden -histórico y cambiante- no responde “a razones intrínsecas” ni menos al simple peso de una “idea” -“La autoridad de Montesquieu no pesaba de manera decisiva. No era más que un recurso. El contexto americano era el que estaba induciendo un giro” (p. 68)-. La impresión retrospectiva acarrea una ilusión: que un desarrollo de esta naturaleza fue el fruto de una idea, con lo cual estamos en las antípodas de una historia comprensiva de la forma como el mundo social funciona, y muy cerca de las ilusiones intelectuales que legitiman su propio oficio dando crédito a la creencia de que las ideas dirigen el mundo, con soberano desprecio por el peso de la experiencia y de los problemas prácticos, desde luego rodeados ellos por una forma imaginaria y a veces mítica de representarlos. Cuando el Congreso federal de Filadelfia se reúne en 1774, lo que se encuentra en el centro del debate es una realidad que viene desde más de una década atrás. Problemas como la incorporación de Quebec, las garantías para la religión católica y el derecho francés; los problemas relacionados con el reconocimiento del territorio indígena y los consiguientes asuntos de frontera, y todo ello en un momento en que los conflictos entre las colonias americanas (lo que serán los Estados Unidos) y la monarquía británica se encuentran ya en plena marcha. Por fuera de los desarrollos históricos concretos que aparecen en la obra de Clavero, una contribución sustancial a la historia del constitucionalismo moderno y de sus muy discutibles tesis sobre la presencia de algo semejante a trinidad constitucional en el marco de las sociedades aborígenes amerindias, algo que encontramos muy poco fundamentado y contrario al propio espíritu del libro, quedan las ricas lecciones que en torno al método y al enfoque se encuentran presentes en esta obra -como en general en todas sus obras-. Una lección de rigor y de atrevida inventiva que es una invitación a reconsiderar las historias de la trinidad constitucional en otros ámbitos, y eso es algo que puede interesar en los países de América latina, sobre todo ahora que se habla tanto

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del Bicentenario de las independencias nacionales, es decir, de manera esquemática, de la apertura de las vías que conducirán a la modernidad política y al fin del régimen de las potestades del Soberano y, como posibilidad, la apertura de vías que podrían llevar -como en efecto ocurrió- a la discusión sobre la fórmula trinitaria constitucional. Pero a diferencia de lo que ocurre con la coyuntura historiográfica europea y norteamericana, parece ser que nosotros debemos comenzar el trabajo por sus escalones iniciales, pues antes de corregir una perspectiva de análisis, según la tarea que intenta Clavero, tendríamos que empezar por plantear el problema mismo, una empresa difícil que debe enfrentar por lo menos tres obstáculos inmediatos: en primer lugar reconocer el carácter inédito de la época que se abre en 1808 con la invasión napoleónica al centro mismo de la monarquía a la que pertenecíamos, con las consecuencias que se desprenderán para el conjunto de las posesiones de Ultramar, no sólo en el plano de la Independencia, sino ante todo en el del advenimiento del régimen democrático. En segundo lugar reconocer y sacar las consecuencias del hecho de que después de 1820 -aproximadamente- se abre en el subcontinente la historia de la democracia, del poder constituyente, y por lo tanto la historia de las fórmulas variadas con las que se ha enfrentado la emergencia o el abandono en nuestras sociedades de la trinidad constitucional. Una historia rica en desarrollos, sorprendente, ligada a la historia Occidental del problema, aunque llena de especificidades (y en muchas oportunidades de retrocesos). Y en tercer lugar, comprender que sin abandonar el lenguaje lírico e inadecuado que habla de la “sangre de los criollos” y del “patriotismo de los héroes” y de toda otra serie de bagatelas a las que obliga la celebración oficial del Bicentenario, será muy difícil plantear un problema de ciencia, pues nos encontraremos siempre a la entrada del palacio de las celebraciones, un lugar que tanto entusiasma a los historiadores, a pesar de cierta crítica formal, sobre la que no hay que hacerse muchas ilusiones.

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a cargo de

M artha L ux

Ï Alzate Echeverri, Adriana María, Manolo Florentino, Carlos Eduardo Valencia Villa, eds. Imperios ibéricos en comarcas americanas: estudios regionales de historia colonial

Ï Escobar Quevedo, Ricardo. Inquisición y judaizantes en América española (siglos XVI-XVII). Bogotá: Universidad del Rosario, 2008, 444 pp. A pesar de las numerosas leyes que restringían la emigración hacia el Nuevo Mundo, la presencia de criptojudíos (o marranos, como se les llamaba despectivamente) en las colonias españolas es perceptible desde el comienzo de la conquista y aumenta considerablemente luego de la unificación de los reinos ibéricos en 1580. Gracias al estudio exhaustivo de la documentación inquisitorial peninsular y americana, el autor logra reconstituir el fresco trágico de los grupos criptojudíos de origen portugués que, pasando por Sevilla, llegaron hasta los confines del Nuevo Mundo. Más allá del estudio detallado del fenómeno estrictamente religioso, su investigación permite apreciar la vitalidad de las redes comerciales marranas y judías de origen ibérico que, desplegados a una escala planetaria, participaron activamente en el apogeo del mercantilismo. Ï Tovar Pinzón, Hermes. Los fantasmas de la memoria. Poder e inhibición en la historia de América Latina. Bogotá: Universidad de los Andes, 2009, 402 pp. Este libro, que tuvo como propósito buscar el sentido del presente en el pasado, describe y analiza las formas en las que el sistema colonial penetró el mundo de la economía, las costumbres y la intimidad de las culturas prehispánicas, convirtiendo en escombros toda forma de imaginación y creación. A la instauración de poderes destructivos, se respondió con las máscaras del engaño que operaron como instrumentos y espacios en los cuales resguardar los últimos signos y cicatrices de la cultura y la identidad de los pueblos vencidos. La obra analiza las disputas entre poderes y contrapoderes y los sueños que llegan desde el pasado a diseñar nuevos mundos. Es una invitación a diseñar los caminos del bienestar que el sistema colonial negó y ha negado a los herederos de quienes desde el siglo XVI buscaron defender el derecho a la imaginación y a la libertad. hist. crit.

brasilera y neogranadina. Bogotá: Universidad del Rosario, 2008, 392 pp. Una de las principales preocupaciones de la historiografía de América Latina ha sido entender las similitudes y diferencias existentes entre las sociedades hispano y lusohablantes del continente. Habitualmente, junto a la afirmación de que ambas Américas son herederas de las mismas tradiciones fundamentales -la africana, la ibérica y las precolombinas-, se insiste en sus diferencias estructurales y se subrayan los matices de sus similitudes. De esta manera, semejanzas y contrastes se contraponen permanentemente, produciendo un juego en el que los objetos investigados se acercan y se distancian, generando entre ellos cordeles que se prolongan y se envuelven, para crear ese lienzo que es la historia de América Latina. Los artículos que componen este libro dibujan parte de este tapiz e ilustran cómo los espacios locales se integran en una órbita imperial clara y manifiesta, que ejerció presión sobre las personas que componían cada sociedad. El estudio de las problemáticas regionales de cada artículo no busca la extrapolación a todo el territorio; los autores subrayan que sus hipótesissecircunscriben a zonas o ciudades concretas y a los casos específicos que están analizando; esto es, al marco cultural en el que actúan los agentes investigados. Ï Conde Calderón, Jorge. Buscando la Nación. Ciudadanía, clase y tensión racial en el Caribe colombiano 18211855. Medellín: La Carreta Editores, 2009, 330 pp. Eltemacentraldeestetrabajoeslaciudadaníapolítica en el Caribe Colombiano en el periodo transcurrido entre 1821 y 1855. Durante este lapso, aparecieron de manera simultánea los problemas inherentes a la construcción de los Estados nacionales en el mundo iberoamericano. El principal se refirió a la ciudadanía política y al régimen representativo. Los dirigentes criollos y grupos de poder necesitaban definir la condición de los habitantes, que como portadores de derechos políticos legitimaran el nuevo orden. En otras palabras, aquellos con capacidad de sufragar y elegir. El empleo de la noción ciudadana

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estuvo acompañada de otras expresiones como pueblo, soberanía, nación, Estado, las cuales fueron utilizadas por los actores sociales y políticos de la época con diferentes significados. En algunos territorios las diferencias raciales intentaron arreglarse manteniendo la influencia de la tradición política hispánica combinada con una negociación política cuyos protagonistas utilizaron la coacción, sutil o violenta durante el proceso. Uno de estos territorios fue el Caribe colombiano.

publicidades subordinadas, la ideología de un autor o la percepción literaria del siglo XIX son tratados por los autores con plena libertad comprensiva e interpretativa. En el trasfondo analítico figura el diálogo entre la teoría política y la historiografía contemporánea sobre Colombia e Hispanoamérica y la pretensión de superar las simples aplicaciones teóricas y los modelos teleológicos y normativos que se derivan de ellas. Ï Paredes Cisneros, Santiago.

Ï Acosta Peñaloza, Carmen Elisa.

Algo nuevo, algo viejo, algo prestado. Las

Lectura y nación: novela por entregas en

transformaciones urbanas de Barbacoas entre

Colombia, 1840-1880. Bogotá: Universidad

1850 y 1930. Bogota: Universidad Nacional de

Nacional de Colombia, 2009, 338 pp. Las reflexiones que puede aportar la historia de la lectura -y, en ella, la historia de la literatura- son de la mayor vigencia para la sociedad en la respuesta a interrogantes contemporáneos sobre los procesos lectores y sus públicos, a la vez que sobre los mecanismos de funcionamiento de circuitos de producción, difusión y recepción de lo escrito. Más aún, la historia de la lectura se valida frente a la posibilidad que le da responder preguntas sobre las formas como se expresa en la actualidad la relación lectura y sociedad, de interés central para su diálogo con las demás formas de aproximación a lo social. Esta relación entre historia y literatura permite rastrear alguno de los elementos por medio de los cuales se puede comprender los hábitos y prácticas, a partir de las tradiciones lectoras, de la preocupación por la construcción de la nacionalidad en el siglo XIX.

Colombia, 2009, 236 pp. En este libro el autor propone que en Barbacoas se dio forma a un proyecto urbano moderno. Comprueba convincentemente que en efecto se puso en marcha tal proyecto, que alcanzó a darle un aire de ciudad contemporánea a este puerto fluvial sobre el río Telembí, en medio de la selva húmeda del Pacífico colombiano -apoyado en la abrumadora documentación que logra reunir e integrar a la narración. Los resultados de este trabajo nos obligan a revisar no sólo nuestros supuestos conceptuales, sino también nuestros profundos prejuicios respecto de lo grande y lo pequeño, lo simple y lo complejo, lo moderno y lo antiguo.

Ï Múnera Ruiz, Leopoldo y Nathaly Sánchez, eds.

Ï Marquardt, Bernd. Historia Universal del Estado. El Estado de la doble revolución ilustrada e industrial (17762008), Tomo 3. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá - Facultad de Derecho,

Fragmentos de lo público-político. Colombia

Ciencias Políticas y Sociales - La Carreta Editores -

siglo XIX. Medellín: La Carreta Editores -

Instituto Unidad de Investigaciones, 2009, 386 pp. Marquardt entrega un nuevo tomo que examina la tercera transformación básica de la historia universal del Estado: la moderna desde 1776, que reemplaza el Estado agrario tradicional por el Estado que se originó en Europa y se anexo en las dos Américas. Mientras dominó en Europa durante el largo siglo XIX la profundización de la soberanía, se experimentaba en Norte y Suramérica apariencias del Estado constitucional republicano democrático. Una sorpresa puede verse en el constitucionalismo idealista de Hispanoamérica. En el transcurso del siglo XX, las vías de los dos

Universidad Nacional de Colombia, 2009, 371 pp. Los siete artículos incluidos en el libro son estudios diversos sobre la esfera pública colombiana a partir de la Independencia de la Nueva Granada que no pretenden tener la misma perspectiva teórica e historiográfica. Por el contrario, alrededor de un debate colectivo desarrollado durante más de dos años, los textos fueron elaborados desde una pluralidad de enfoques, definida por el carácter exploratorio de la investigación y por la heterogeneidad temática. El Estado, la nación, los contrapúblicos subalternos, las

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lados del océano Atlántico se mezclaron. Otro tema abordado es la difusión de los modelos occidentales a los Estados tradicionales de Asia y al África subsahariana preestatal. Concluye con una perspectiva a la globalización y continentalización en el inicio del siglo XXI y analiza críticamente las tendencias antiestatales del neoliberalismo, para terminar con una perspectiva cuidadosa de los desafíos del Estado en el futuro próximo. Ï Torres Del Río, César y Saúl Rodríguez Hernández, eds. De milicias reales a militares contrainsurgentes. La institución militar en Colombia del siglo XVIII al XXI. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2008, 381 pp. Las fuerzas armadas de Colombia han sido un actor fundamental en la historia de Colombia. Esta importancia se debe a su inicial configuración como milicias reales en el siglo XVIII y a su denodada lucha dentro de la sociedad colonial por defender el fuero; también es fruto de su participación en las guerras de independencia, su defensa del incipiente estado central en el período y su papel como “ejércitos de montoneras” al servicio de las elites locales federalistas o centralistas. Entre los siglos XIX y XX, las fuerzas armadas fueron relevantes gracias a los procesos de profesionalización como cuerpo especial de la sociedad ubicado en escuelas militares; a la evidente politización al servicio de los partidos liberal y conservador hasta el inicio del Frente Nacional; además de su participación en la Guerra de Corea y su marcada actuación en la lucha contrainsurgente, y más recientemente por su papel en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Ï Atehortúa Cruz, Adolfo León. Construcción del Ejército Nacional en Colombia, 1907-1930. Reforma militar y misiones extranjeras. Medellín: La Carreta Editores, 2009, 230 pp. El Ejército Nacional de Colombia, a diferencia de sus congéneres en toda Suramérica, posee el aura de no haber gestado y concretado, por sí mismo, un solo golpe de Estado a lo largo del siglo XX. Sin Embargo, al lado de esta aura y a semejanza de sus congéneres en Suramérica, el Ejército Nacional de Colombia posee un “INRI” que lo acompaña en gran parte de su historia: la violación a los derechos humanos. Este libro, levantado sobre los primeros hist. crit.

años de la construcción nacional del Ejército en Colombia, invita a pensar los problemas de manera histórica, con la ambición de tomar, sobre lo vivo, un giro crítico. Se discuten dos temas de capital importancia: el grado de profesionalidad alcanzado por el Ejército y la envergadura real de la autonomía militar. La propuesta es observar a los hombres en armas y uniformes a través de su propia historia, comenzando por el principio. Ï Sánchez Ángel, Ricardo. ¡Huelga! Luchas de la clase trabajadora en Colombia, 1975-1981. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009, 485 pp. Este libro reúne una completa documentación histórica, sin dejar de tomar partido por los oprimidos; es una hermosa demostración de que las dos exigencias no son, en manera alguna, contradictorias. Uno de los aportes más originales del libro es la opción de recurrir a imágenes fotográficas para ilustrar la lucha de clases en Colombia. Por supuesto, las fotos no pueden remplazar la historiografía, pero ellas captan lo que ningún texto escrito puede transmitir: ciertos rostros, ciertos gestos, ciertas situaciones, ciertos movimientos, como el de este joven que lanza una piedra contra los policiales durante el paro cívico del septiembre 1977. Ï Guerrero Barón, Javier y Olga Yanet Acuña Rodríguez, comps. Boyacá: región y conflicto. Medellín: La Carreta Editores, 2008, 169 pp. La construcción de un territorio es un proceso social de larga duración que debe ser mirado en su complejidad desde una perspectiva histórica que integre los procesos demográficos, económicos, antropológicos y geográficos, pero entendiendo el territorio como el escenario donde se desenvuelven las dinámicas de la sociedad que no está exenta de las tensiones ocasionadas por conflictos de diferente naturaleza. El objetivo de esta primera recopilación es divulgar una selección de proyectos recientemente realizados, algunos de ellos aún en curso, para mostrar aspectos novedosos sobre esa relación entre las dinámicas sociales y la articulación de la sociedad a sus escenarios territoriales, además de las particularidades de algunas de las microregiones que conforman al actual territorio del departamento de Boyacá.

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Tabla de contenido 7-8

Carta a los lectores Artículos

Peter Burke, Cambridge University, Cambridge, Reino Unido La historia social y cultural de la casa

11-19

Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italia Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista

20-42

Orián Jiménez Meneses, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada

44-61

Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960

62-83

Edición especialen la historia (II) Dossier: Objetos y mercancías

9-10

Camilo Quintero Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia”

Noviembre 2009 ISSN 0121-1617

Dossier: Objetos y mercancías en la historia (II)

84-105

Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970 Tema abierto: Cristián Garay Vera, de Santiago de Chile, Santiago de Chile, Chile El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942

108-129

Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, Estados Unidos Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia

130-152

María Dolores Ferrero Blanco, Universidad de Huelva, Huelva, España Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos

154-178

Espacio estudiantil Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía, y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundo Reseñas

180-200

César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009 Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes. Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007

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Índices cronológico/ alfabético de autores/ temático

214-217

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Convocatoria

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Acerca de la revista

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Normas para los autores

220-221

ISSN 0121-1617 Septiembre-Diciembre 2009 Precio $15.000


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