Historia Crítica No. 40

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Carta a los lectores Nuestra tradicional “Carta a los lectores” es el canal de comunicación principal del equipo editorial —entendido en este caso como la directora y la editora— con el público de la revista. Es donde informamos acerca de las principales novedades y noticias, así como del contenido del número que entregamos. En esta ocasión, tenemos que empezar con un aviso nada habitual. Hemos tenido que retirar de nuestro sitio web el artículo de Guillermo Brenes Tencio, titulado “Y se hizo la imagen del héroe nacional costarricense… Iconografía emblemática de Juan Santamaría” publicado en el número 37, cuya versión impresa recomendamos no tener en cuenta como texto a utilizar. Excluimos el artículo porque el autor no citó de manera correcta y específica sus fuentes, utilizando apartes de textos y aportes publicados con anterioridad por los profesores Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias en Costa Rica, como se comprobó luego de confrontar las pruebas suministradas por los afectados. Las directivas y el comité editorial de Historia Crítica lamentan esta situación anómala que afecta a los autores indebidamente utilizados, a la revista, que actúa como tercero de buena fe, y a sus lectores. Sea ésta la oportunidad para recordar a la comunidad académica la regla de probidad que nos cobija a todos: la de mencionar de dónde proceden las frases e ideas que utilizamos en nuestros escritos, es decir a hacer uso en debida forma de las citas respectivas. También queremos comunicar la decisión del comité editorial de Historia Crítica de sólo publicar artículos en castellano. Esta disposición ha sido reiterada en sucesivas reuniones de este comité, que ha discutido el asunto cada vez que le llega a las directivas la pregunta acerca de la eventualidad de publicar en otros idiomas. Esto

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se debe a que, por un lado, la gran mayoría de autores y lectores de la revista son latinoamericanistas y, por ende, escriben y leen en español; por otro lado, queremos que Historia Crítica mantenga dicha orientación para seguir impulsando la difusión y la publicación académica hispana y para continuar afianzando la historiografía en este idioma. Lo anterior se acompaña de la política de aceptar la entrega de materiales en otros idiomas, que en caso de ser aprobados deben ser traducidos por los autores. Como tercer anuncio nos complace participarles que el comité científico cuenta a partir de enero de este año con la participación del historiador italiano Giovanni Levi y que en el comité editorial nos acompaña desde febrero la historiadora suizo-estadounidense Aline Helg. De ambos esperamos valiosas contribuciones. Finalmente, asunto usual en estas “Cartas a los lectores”, nos resta por informar sobre los temas de los próximos dossiers. La siguiente revista, número 41, incluirá artículos sobre el bicentenario de la Independencia, mientras que para el 2011 está programado un dossier sobre historia digital, cuya recepción de materiales estará abierta durante el mes de mayo de este año. Antes de esta convocatoria, en abril, se recibirán artículos para la sección de Tema abierto de los próximos números de la revista. En cuanto a este número, su contenido central está constituido por el dossier de Memoria, historia y testimonio en América Latina, cuya coordinación estuvo a cargo del profesor Guillermo Bustos, quien lo presenta a continuación. Se incluyó también una entrevista al historiador Giovanni Levi, quien estuvo de visita en la Universidad de los Andes a finales del 2009, así como dos artículos en la sección de Tema abierto. Ambos versan sobre el mismo espacio: España, en el siglo xx. El primero, de Mercedes Montero, se ocupa del acceso de las mujeres a la universidad entre 1910 y 1936, periodo en el que se dieron los primeros pasos hacia la igualdad en este campo. El segundo, de José Carlos Rueda y Carlota Coronado, estudia la codificación televisiva del franquismo y propone una interpretación cualitativa de la televisión como instancia colectiva. ***

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La irrupción del testimonio en América Latina. Presentación del dossier “Memoria, historia y testimonio en América Latina”

La irrupción del testimonio en América Latina: intersecciones entre historia y memoria. Presentación del dossier “Memoria, historia y testimonio en América Latina”

Guillermo Bustos Licenciado en Ciencias Históricas, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito, Ecuador. Magíster en Historia, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso), Quito, Ecuador, y candidato a Ph. D. en el Departamento de Historia de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, Estados Unidos (Tesis próxima a defensa: “The Crafting of ‘Historia Patria’ in an Andean Nation. Historical scholarship, public commemorations and nationalism in Ecuador during the First Half of Twentieth Century”. Profesor en la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Miembro del Comité Científico de la revista Historia Crítica, del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “La conmemoración del primer centenario de la Independencia ecuatoriana: los sentidos divergentes de la memoria nacional”, aparecerá en Historia Mexicana 237 (julio a septiembre de 2010) y como editor, La Revolución de Quito 1809-1812 (Quito: El Comercio - Corporación Editora Nacional - Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2009). gbustos09@uasb.edu.ec

I Aunque los términos ‘historia’ y ‘memoria’ se empleen en el vocabulario corriente como intercambiables, cada uno designa formas diferentes de articular el pasado y la temporalidad. La aparente sinonimia de ambos vocablos proviene del auge que la memoria conquistó en el mundo contemporáneo. La memoria se ha convertido en “una preocupación central de la cultura y de la política”1. Aquella visión tradicional que definía la función del historiador como el guardián del recuerdo de los acontecimientos públicos, una suerte de custodio en alerta constante frente a la sospecha que le suscitaba lo que hoy denominamos memoria, ha sido ampliamente desbordada2. La curva del escalamiento de la memoria amenaza con convertirse en la pesadilla del historiador de antiguo y nuevo cuño. Se trata de un vasto fenómeno cultural, en una de cuyas variantes más difundidas yace “una memoria a la vez mercancía y a la vez sacralizada, fragmentada y formateada, 1. Andreas Huyssen, En busca del futuro estallada y exhaustiva”, que ha perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización (México: Fondo de Cultura quedado fuera del control del Económica: 2007), 13. especialista y “circula on-line [o 2. Peter Burke, “La historia como memopor otros canales en el espacio ria colectiva”, en Formas de historia cultural (Madrid: Alianza Editorial, 2000). mediático], como la historia ver3. François Hartog, “El testigo y el histodadera de la época”3. riador”, Historia y Grafía 18 (2002): 59-60.

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La paulatina consolidación de la memoria en el espacio público, en detrimento del análisis histórico, forma parte de lo que el historiador François Hartog identifica como “la preeminencia de la categoría del presente”. Este autor, un estudioso de los “regímenes de historicidad” (una propuesta que da cuenta de la manera cómo se articulan las categorías de pasado, presente y futuro), advierte que durante los tres o cuatro últimos decenios asistimos a una mutación de la temporalidad, en virtud de la cual el predominio de la categoría de futuro está siendo reemplazada por la que corresponde al presente. La desconfianza en el porvenir (suscitada, por ejemplo, por la amenaza del calentamiento global) y la penetración que la comunicación masiva en tiempo real ha ganado en la vida cotidiana, entre otros factores, nos han conducido a “vivir en la inmediatez del presente”. Asistimos a un ensimismamiento “presentista”, en el que el tiempo presente se convierte en su horizonte dominante4. La “ascensión progresiva del testigo” a la escena pública internacional, caracterizado como “portador de memoria” o “sobreviviente”, empezó con los procesos judiciales que se instauraron para perseguir los crímenes contra la humanidad perpetrados por el nazismo y el fascismo5. En América latina, el salto del testimonio al dominio público se produjo inicialmente bajo el signo de la denuncia de la maquinaria de brutalidad que envolvió la práctica del terrorismo de Estado, un subproducto de la Guerra Fría que tenía como telón de fondo las arraigadas inequidades sociales de la región. La entronización de este tipo de regímenes en Uruguay (1973-85) o Argentina (1976-83), y el desarrollo de la 4. Ver François Hartog, “Órdenes del Guerra Civil en El Salvador (1980-92), sólo para mencionar los tiempo, regímenes de historicidad”, casos que funcionan como marco de referencia para los artícuHistoria y Grafía 21 (2003): 83. El autor vincula la “monstruosa industria de los incluidos en el presente dossier, y que pueden ser extendidos muerte” del siglo xx con “esas oleaa otras experiencias similares en el área, dejaron a las víctimas “sin das de la memoria que alcanzaron y afectaron de manera profunda a más certezas que su experiencia reciente [y] sin otro recurso a la nuestras sociedades contemporámano que su memoria”6. De manera concomitante, la centralidad neas.”; “Ser en el tiempo: Entrevista al historiador francés François del testigo y el testimonio en las ciencias sociales y humanidades Hartog”, realizada por Gabriel Entin contemporáneas proviene de la mutación epistemológica que hizo y Adrien Delmas. Se la puede consultar en http://www.escueladeletras. posible el “retorno del sujeto”. com/bagdad (Fecha de consulta: 6 de El testimonio lleva la impronta de un tipo de relato estructufebrero de 2010). rado en primera persona, que daba cuenta de una experiencia 5. Ver “El testigo y el historiador”, 40-41. Allí también se anota que el vocablo apremiante, vivida en carne propia o en proximidad. La enun“testigo” proviene del latín superstes ciación del testimonio ha brindado voz pública a quien carece de (“el que se sostiene sobre la cosa misma o el que subsiste más allá”). ella, sea por razones de exclusión política o debido a la margi6. Gabriel Salazar, La historia desde nación del ámbito alfabetizado. Mujeres, indígenas, guerrilleros, abajo y desde adentro (Santiago: LOM marginados y otros que han sufrido alguna clase de proscripción Ediciones, 2003), 8.

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pudieron expresarse por medio de este mecanismo. René Jara caracterizó este tipo de intervención como “narración de urgencia”, y los primeros que se acercaron a indagar la naturaleza de la “literatura testimonial” en Latinoamérica fueron los críticos literarios y culturales7. Dejando de lado las especificidades que caracterizan, por una parte, a la “literatura testimonial” y, por otra, a la historia oral y los relatos de vida (género literario y metodologías de investigación, respectivamente), se puede agrupar estos ámbitos en torno a un denominador común: la pertenencia a la categoría de “actos de la memoria”8. El testimonio (o acto de memoria) permitió que el testigo retorne a la historiografía (en cuanto historia de la memoria), y que ésta reabra y traslade a un nivel más profundo los anteriores debates de la historia oral, respecto a qué tipo de credibilidad se le puede otorgar a la voz del testigo en el discurso histórico. Uno de los rasgos distintivos del testimonio es precisamente su dimensión verista. El testimonio funda su razón de ser en que “desprende de la huella vivida un vestigio de ese rastro, y ese vestigio es la declaración de que aquello existió”. Al señalar que el testimonio representa 7. John Beverly, Against Literature (Minneapolis: University of Minla ausencia de aquello que existió, el testigo afirma, según Paul nesota Press, 1993), especialmente Ricoeur, tres cosas: “Yo estuve allí”, “créeme” y “si no me crees, los capítulos 4 y 5. Dos de los títulos emblemáticos del género testimonial pregúntale a otro”9. fueron: Si me permiten hablar. TestimoAl escudriñar la pretensión de fidelidad respecto al pasado que nio de Domitila, una mujer de las minas de Bolivia (1980); y Me llamo Rigoberta alega el testimonio, debemos salir necesariamente del territorio Menchú (1985). de la memoria e internarnos en la crítica histórica. Entre el dere8. La denominación de “actos” se cho a recordar y la afirmación del valor de verdad de un recuerdo desprende de la comprensión de las fuentes orales en su singularidad no hay una equivalencia automática10. ¿Qué acontece en el cruce frente a las escritas. Ver al respecto de los caminos entre historia y memoria? Al examinar los conteAlessandro Portelli, La orden ya fue ejecutada (México: Fondo de Cultura nidos de la memoria en relación con su locus de enunciación, se Económica, 2003); y Beatriz Sarlo, da inicio a un proceso de historización del recuerdo. Este ejerciTiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión (Buenos cio analítico de comprensión de las condiciones de posibilidad Aires: Siglo xxi, 2005). en las que se elaboró el recuerdo implica un distanciamiento de 9. Paul Ricoeur, “Definición de la la memoria, así como un acercamiento al proceso de producción memoria desde un punto de vista filosófico”, en Varios, ¿Por qué del que proviene, dentro del cual la consideración del papel que recordar? (Barcelona: Granica, 2002), juegan las mediaciones en la construcción del recuerdo resultan 26-27. Este argumento se desarrolla más ampliamente en Paul Ricoeur, La centrales. Las operaciones de cotejo entre lo que dice y calla el memoria, la historia, el olvido (Madrid: testimonio, y la forma en que estructura su relato, por un lado, Editorial Trotta, 2003). Allí se establece que el testimonio forma parte y cómo se sitúa ante otras memorias y huellas del pasado, por del espacio de transición entre la otro lado, son algunos pasos de un protocolo más amplio, según memoria y la historia. el cual la historia realiza un ejercicio de expansión de la memoria. 10. Beatriz Sarlo, Tiempo pasado, 57.

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La actividad intelectual de trabajar sobre la memoria, según Ricoeur, cumple la función política y hermenéutica de abrir en el pasado otros futuros. Aunque la frase “historización de la memoria” sugiera en primera instancia que en esta operación la historia desempeña un papel activo frente a la memoria, en verdad, la interpelación que el testimonio regularmente dirige al presente de una sociedad (y por lo tanto a su pasado) es de crucial importancia. En este intercambio, Hartog propone mantener la distinción entre veracidad y fiabilidad, verdad y prueba11. Sin embargo, la credibilidad de la memoria en cuanto fuente oral no depende, como señala Portelli, de la falta de correspondencia con lo que probablemente ocurrió, pues “las discrepancias y los errores son hechos en sí mismos, signos reveladores que remiten al tiempo del deseo y del dolor y a la difícil búsqueda de sentido”12. Como se sabe, ni la memoria es la fiel reproducción de la realidad pasada ni el olvido constituye una falla o error. II La memoria y el olvido son construcciones sociales que van de la mano. El recuerdo es un relato selectivo, elaborado a través de mediaciones socioculturales, y anclado en un contexto espaciotemporal específico, desde el cual se construye un significado de la experiencia individual y grupal. Aunque se traslapen entre sí, la memoria y la disciplina histórica elaboran representaciones del pasado de diferente tipo y pueden interpelarse mutuamente. La memoria es una dimensión constitutiva de todo ordenamiento social. Por esta razón, los procesos de creación y desarrollo de identidades sociales dependen centralmente de la elaboración de algún tipo de memoria. Entre memoria e identidad hay una relación de mutua interdependencia. La historia y memoria son arenas de disputa del poder y de contestación social. La memoria y la historia son relatos que están generalmente estructurados mediante una combinación de parámetros de clase, etnicidad, género y nación. III A partir de los criterios enunciados y de la enumeración de un amplio abanico de posibles temas se lanzó la convocatoria internacional del presente dossier sobre historia y memoria13. Como ocurre en estos casos, unos temas concitaron más atención que otros.

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11. François Hartog, “El testigo y el historiador”, 61. 12. Alessandro Portelli, La orden ya fue ejecutada, 27. 13. En la convocatoria se indicaba que: “Los tópicos de estudio que podrían integrar el dossier son, entre otros, el análisis de testimonios (orales, diarios de vida, autobiografías, confesiones, relatos de viajes); modos de transmisión y usos sociales y culturales del pasado (rituales, tradiciones, símbolos, narrativas de resistencia); imágenes y fotografías (como soportes de la memoria); maneras en que la literatura de ficción y el teatro articulan las representaciones de hechos y personajes históricos; conmemoraciones locales, regionales y nacionales (aniversarios de ciudades e instituciones, celebraciones de la independencia); imaginarios fundacionales de la nación; memoria escolar (tradiciones y rituales); memorias de la represión (asociadas a experiencias de violencia política y social); memoria histórica (construcciones y tradiciones historiográficas); museos y colecciones etnográficas (como articuladores de representaciones del pasado); monumentos y exposiciones nacionales e internacionales (representaciones de la memoria nacional)”.


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Los trabajos que finalmente componen este número monográfico de Historia Crítica se presentan ordenados en tres grupos que en conjunto nos remiten a una cartografía vasta de “actos de memoria” procedentes de Centroamérica, la región andina y el Cono Sur. Si bien la cuestión testimonial atraviesa la mayoría de trabajos aquí reunidos, su tratamiento, los acentos y las experiencias analizadas dibujan el amplio, complejo y rico espectro de las posibilidades de historizar la memoria en Latinoamérica. Como es usual en el discurso académico, de la lectura de cada uno de los estudios aquí reunidos surgirá también un abanico de desafíos e interrogaciones que esperamos alienten la investigación en este campo. P rimera parte : el edificio - monumento y los pasados de la nación A la luz del debate historiográfico e interdisciplinario sobre el nacionalismo, la memoria y la identidad, la consideración de los regímenes de historicidad y la mutación de sensibilidades, la identidad nacional ha dejado de ser leída en términos de un ejercicio intelectual autocomplaciente que alimenta mecánicamente una suerte de certeza historiográfica. El relato fundador de la nación ha sido puesto bajo una mirada escrutadora y la identidad nacional pasó a ser considerada en términos de “un interrogante”14. Este tipo de aproximación puede permitir abrir la exploración de nuevos territorios como los que se proponen en esta primera parte. El dossier se abre con la investigación de Catalina Muñoz sobre las controversias que desató la implementación del plan de modernización urbana que los liberales emprendieron en la ciudad de Bogotá, a lo largo de los años treinta y cuarenta del siglo anterior. Según la autora, este proyecto incluía la demolición de algunos edificios de origen colonial, ubicados en el centro de la ciudad, con el objetivo de ampliar las condiciones de movilidad urbana. En este contexto, la conservación arquitectónica o el derrocamiento de determinados segmentos de la ciudad adquirieron, a un doble nivel, un valor simbólico sin precedentes. Por un lado, la arquitectura se “volvió un lugar donde se depositaban diferentes formas de representar la nación”. Por otro, aquellas edificaciones fueron investidas de unos valores que expresaban las identidades políticas que en aquel contexto se habían puesto en juego. En “Redefiniendo la memoria nacional: debates en torno a la conservación arquitectónica en Bogotá, 1930-1946”, Catalina Muñoz destaca la serie de justificaciones que se elaboraron respecto a si la arquitectura objeto de la disputa encarnaba o no los valores con que se designaba, en aquella coyuntura, a la nación colombiana. La autora analiza el repertorio de significados que diferentes actores sociales atribuyeron a las edificaciones, como 14. Jacques Revel, “La carga de la memoria: historia frente a memoria en Franparte de un ejercicio más amplio de adoptar una posición ante el cia hoy”, en Un momento historiográfico espectro del debate político. (Buenos Aires: Manantial, 2005).

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S egunda parte : los marcos sociales del testimonio El testimonio nos inscribe en un registro en el que los hechos son intensamente recordados y conflictivamente narrados, según la aguda observación de Alessandro Portelli. En ese marco, los testimonios se elaboraron para contarnos relatos que ninguna historia corriente los incluiría por su acento marcadamente subjetivo, personal, afectivo, privado o porque simplemente aborda lo “negado” en una sociedad. El contenido especialmente de dos de los artículos que componen esta sección presenta desafíos complejos al análisis histórico del pasado reciente. Al respecto pregunta la voz poética de Juan Gelman: “La palabra que cruzó el horror ¿qué hace? ¿Pasa los campos del delirio sin protección? ¿Se amansa? ¿Se pudre? ¿No quiere tener alma? […] La palabra que vuelve del horror, ¿lo nombra en el infierno de su inocencia?”15. ¿Cómo se construye la memoria del terror de Estado en el espacio de la ficción? Anna Forné en “La materialidad de la memoria en Las Cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)” ofrece un ejercicio de indagación acerca de la manera como se elabora la memoria en el territorio de la novela. Valiéndose de herramientas provenientes de la crítica literaria, los estudios culturales y la historia, se ocupa de la obra de un autor (Rosencof), cuya vida y producción literaria están atravesadas por el ancestro migratorio, la experiencia guerrillera, el padecimiento de la represión y el encarcelamiento, y el disenso ante la impunidad del período posdictatorial. Ante el silencio oficial respecto a las violaciones de derechos humanos perpetradas durante la dictadura militar en Uruguay entre 1973 y 1985, Forné sostiene que la producción de una prosa carcelaria, de la que Rosencof es uno de sus más destacados exponentes, asumió el papel acusador que el testimonio desempeñó en otras experiencias históricas en que campeó una violencia política estatal cruenta. Así, este tipo de literatura testimonial de ficción alcanzaría una función emancipadora en la medida en que funciona como el registro discursivo en el que las experiencias de la represión se tornaron audibles y pueden ser comunicables. Acudiendo al concepto de “posmemoria”, formulado por Mariann Hirsch, Anna Forné analiza la función que el marco de la familia juega en la economía del relato. Las fotografías de parientes exterminados (que “producen una diseminación compleja de significados”) y la correspondencia familiar enviada desde un gueto polaco componen, en el relato de ficción, un conjunto de huellas materiales de la memoria. Por un lado, estas huellas permiten que el protagonista de la novela, desde un calabozo de la dictadura uruguaya, reconstruya su infancia en Montevideo; 15. Juan Gelman, “Regresos”, en Pesar y por otro, que restablezca su genealogía familiar y recree el vínculo todo. Antología. Selección, compilación y prólogo de Eduardo Millán con el padre, como parte de la reformulación de una identidad perso(México: Fondo de Cultura Econónal que le sirva de instrumento de resistencia ante la adversidad. mica, 2008), 395.

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En “Heridas en la memoria: la guerra civil salvadoreña en el recuerdo de la niñez de un pandillero”, Mario Zúñiga nos entrega una impactante aproximación al “relato de vida” de un sobreviviente de un conflicto en el que perecieron más de setenta mil personas a lo largo de los años ochenta del siglo pasado. Mediante el relato de Héctor (nombre ficticio del narrador del testimonio), este estudio nos introduce en la demencial y dolorosa experiencia colectiva del pasado reciente de El Salvador. La singularidad del testimonio de Héctor proviene de la manera indisoluble como junta sobre un suelo de violencia extrema las experiencias de la guerrilla, el ejército, la migración, el exilio y la pandilla. Como se sabe, las memorias de la guerra civil salvadoreña portan una gama de significados disímiles. Empero, frente a las memorias de los distintos actores sociales y políticos del drama salvadoreño, incluido el discurso académico, el relato de vida de Héctor, según advierte el autor del estudio, se diferencia en dos aspectos cruciales: se trata de la memoria de la infancia del testimoniante, y esta rememoración no busca tomar ninguna posición en el campo político actual. Zúñiga subraya que estamos ante “una memoria de la violencia desnuda, que se inscribe en [el presente de] la cultura de las pandillas de Los Ángeles, caracterizada por una ausencia de visión de futuro”. Para este integrante de la Mara Salvatrucha (nombre de su pandilla), el recuerdo de la Guerra Civil (participando sucesivamente del lado de la población civil, la guerrilla y, luego, el ejército) y del exilio en Estados Unidos está articulado por un hilo de “heridas corporales y psíquicas” y “rupturas” psicoafectivas, culturales y axiológicas. La historización del testimonio de Héctor permite que Mario Zúñiga pueda explorar el lado oscuro de todas las memorias e historias de la Guerra Civil, puesto que los asesinatos, la violencia interminable y las peleas callejeras constituyen, como él mismo puntualiza, “lo negado en las relaciones sociales”. El cierre del campamento minero de Chuquicamata, ocurrido en el 2007, y la relocalización de su población en Calama, poblados pertenecientes a la II región de Antofagasta, al norte de Chile, forman el objeto de la reflexión que Daniela Ibáñez Carvajal presenta bajo el título “Ser chuquicamatino: la construcción de la memoria de los desplazados de Chuquicamata en el norte de Chile, 2002-2007”. Chuquicamata es uno de los yacimientos mineros de cobre a cielo abierto más grandes del mundo. El campamento minero contiguo apareció con el inicio de la explotación minera en 1915 y, al cabo de casi un siglo, fue clausurado definitivamente debido a la contaminación ambiental que le afectaba y a la necesidad de la empresa minera estatal Codelco de ocupar ese espacio. Daniela Ibáñez se ocupa en este artículo de reconocer algunos de los efectos socioculturales que la reubicación forzada produjo en los desplazados, mediante el empleo de la metodología de la historia oral. Su indagación se centra en la emergencia de un recuerdo colectivo de tipo nostálgico que idealiza la vida social en

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el campamento minero y que se constituyó en el soporte de la identidad social de los relocalizados. Adicionalmente, la autora pasa revista al proyecto de patrimonialización del centro cívico del campamento minero. T ercera parte : abrirle al pasado otro futuro La trascendencia y el vigor que alcanzó el movimiento de los derechos humanos en Argentina ha impedido que durante las últimas décadas el tema sea cerrado como ciertos sectores políticos, institucionales y mediáticos se propusieron. Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga señalan que la penetración de este movimiento en la sociedad ha dejado un impacto indeleble, pues luego de haber alcanzado en los años ochenta el rango de un movimiento de masas, el tópico se ha enraizado de manera significativa en el ámbito de los valores públicos del pasado reciente16. ¿Qué función social se le atribuyó al testimonio en este contexto? Según Beatriz Sarlo, el testimonio desempeñó un papel político y cultural crucial: “Hizo posible la condena del terrorismo de Estado”. Así, los “actos de memoria” alcanzaron un estatus ético y moral notable durante la transición democrática, al punto que “ninguna condena hubiera sido posible si esos actos de memoria manifestados en los relatos de testigos y víctimas, no hubieran existido”17. Héctor Schmucler ha señalado con agudeza que la figura del desaparecido encarna el atroz intento de instaurar el olvido del olvido, una suerte de proyecto de “olvido total”18. El testimonio ha seguido una trayectoria que lo desplazó de un entorno marcado por la urgencia de la denuncia y la sed de justicia, volcado a los procesos judiciales, hacia un escenario diferente en el que la distancia permitió una cavilación de nuevo tipo. A las voces de los familiares de las 16. Alejandra Oberti y Roberto Pittavíctimas y de los sobrevivientes les sucedieron los testimonios de luga, “Temas para una agenda de los militantes de los setenta, los exiliados y los descendientes de debate en torno al pasado reciente”, en Políticas de la memoria. Anuario de 19 los desaparecidos . La reflexión interdisciplinaria de la memoria información e investigación del CeDInCI sobre cómo actuó este “poder desaparecedor” también ha seguido 5 (Buenos Aires, 2004/2005). un derrotero de renovación. En esa línea, Beatriz Sarlo aboga 17. Beatriz Sarlo, Tiempo pasado, 24. precisamente por emprender un cuestionario diferente al testi18. Citado por Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga en “Temas para una monio, en el marco de una dialéctica entre recordar y entender. agenda de debate”. En este mismo Nos invita a reflexionar en torno a “¿qué garantiza la memoria estudio se reproduce la afirmación del dictador Jorge Videla, aparecida y la primera persona [del testigo] como captación de un senen el Clarín, edición de 14 de diciemtido de la experiencia?”. Retomando la afirmación de Primo Levi bre de 1979, respecto a que el desaparecido “es una incógnita… no tiene respecto a que “el campo de concentración no ennoblece a sus entidad; no está muerto ni vivo”. víctimas”, Sarlo agrega “que tampoco el horror padecido les per19. Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga, mite conocerlo mejor”. Por eso insiste en que bajo el imperativo “Temas para una agenda de debate”.

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del conocimiento, si la memoria identitaria es fundamental, también salir para volver a ella, con un tono reflexivo, resulta decisivo20. En ese marco interdisciplinario de estudio de la memoria, en el que el aporte de la escritura histórica se volvió paulatinamente reconocible, el último segmento de este dossier está dedicado a poner sobre la mesa de discusión las experiencias relativas, precisamente, de dos grupos que reclamaron un lugar y el derecho a hacer escuchar su voz en la escena pública del pasado reciente de Argentina. Se trata de sendos estudios sobre las mujeres militantes (de los setenta) detenidas y los descendientes de los desaparecidos. Las experiencias por las que atravesaron los detenidos políticos en las cárceles de máxima seguridad durante la dictadura militar argentina se revelan, en este caso, a través de uno de sus prismas de género. “‘Romper la vidriera, para que se vea la trastienda’. Sentidos, valores morales y prácticas de ‘resistencia’ entre las presas políticas de la cárcel de Villa Devoto durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)” es el estudio que Santiago Garaño dedica al tópico de la violencia carcelaria. Por una parte, el autor investiga la cara represiva de este régimen reclusorio y, por otra, explora la respuesta que las presas elaboraron ante el poder carcelario. Analizando el testimonio de una de las confinadas en el recinto de Villa Devoto, el autor explora los tipos de reacciones que integraron el repertorio de la “resistencia”, un conjunto de prácticas que las reclusas pusieron en acción dentro del espacio carcelario, siguiendo las líneas de mando que mantenían las organizaciones políticas a las que habían pertenecido. Esas acciones de resistencia funcionaron, según el autor, como el fundamento de la recreación de las identidades políticas de las recluidas. El contenido de la investigación se muestra tributario del enfoque etnográfico con que el autor concurrió a la realización de la historia oral y al cotejo de la información proveniente de la burocracia estatal, las ex presas y sus familiares, y las organizaciones de derechos humanos. En “hijos de víctimas del terrorismo de Estado. Justicia, identidad y memoria en el movimiento de derechos humanos en Argentina, 1995-2008”, Santiago Cueto analiza la trayectoria de esta agrupación que reúne a los descendientes de quienes fueron desaparecidos o aniquilados por la dictadura militar a partir del golpe de Estado de 1976. Se trata de un estudio que se propone dar cuenta de la singularidad de este colectivo social frente al telón de fondo del movimiento de los derechos humanos a nivel nacional. Como se sabe, la lucha que emprendieron las organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos les convirtió en la fuerza opositora más importante a la dictatura militar argentina. De 20. Beatriz Sarlo, Tiempo pasado, ver su capítulo 2: “Crítica del testimonio: ese conjunto de organizaciones, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, sujeto y experiencia”. La cita proasí como la figura de Pérez Esquivel, de serpaj, son las más conocidas. viene de las páginas 52 y 54.

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Santiago Cueto identifica que la base de la agenda de las organizaciones humanitarias, entre finales de los setenta e inicios de los ochenta, consolidó “un vínculo entre demanda de justicia y la despolitización de las víctimas”. A partir del empleo de la “entrevista antropológica”, así como de la observación participante, el autor reconstruye la trayectoria de hijos, desde su constitución en 1994, y da cuenta de las controversias internas que estructuraron la agenda de la organización, concentrándose especialmente en la rama regional de La Plata. El artículo se concentra en los debates sobre la membresía de la organización, la práctica del “escrache” como una interpelación al clima de impunidad que se desprendió de las leyes del Punto Final y Obediencia Debida, y la reevaluación de la memoria de sus padres, a quienes se deja de representar como “víctimas” y se pasa a caracterizar como “luchadores populares”, en medio de una pendular tensión. IV ¿De qué nos habla la memoria que resulta tan importante para individuos y sociedades? Quizá sea, como ya se ha dicho, que la memoria indefectiblemente nos remita a la identidad y que ambas se sustenten de manera recíproca, como alegaba Elie Wiesel. No obstante, quizá el sentido proteico del que se halla investida la memoria provenga de la dimensión subjetiva que conecta la fibra de humanidad de que disponemos con los territorios de los afectos, el deseo, el dolor y la búsqueda de sentido. Somos lo que recordamos, lo que sentimos y lo que interpretamos. La voz poética de Juan Gelman, aquella que indaga: “¿A la memoria le falta realidad?”, “¿a la realidad le falta memoria? o ¿qué hacer con la memoria/con la realidad?”, puede ayudarnos a cerrar este dossier, en el que la memoria/ la historia y la realidad no han cesado de interrogarse. “Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias [nos dice Gelman]. Extraño la callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, 21. Juan Gelman, “Bajo la lluvia ajena existo todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré (notas al pie de una derrota)”, en 21 permiso para tener nostalgia de eso” . Pesar todo, 231.

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Artículo recibido: 31 de julio de 2009; aprobado: 14 de diciembre de 2009; modificado: 8 de enero de 2010.

Redefiniendo la memoria nacional: debates en torno a la conservación arquitectónica en Bogotá, 1930-1946

Redefining national memory: debates about architectural conservation in Bogotá, 1930-1946

Resumen

Abstract

Este artículo examina los debates que suscitaron

This article examines the debates prompted by the

las demoliciones de edificios coloniales ordenadas

planned-demolition of colonial buildings between

entre 1930 y 1946 con el fin de modernizar la capital

1930 and 1946 in order to modernize the Colom-

colombiana. Se evidencia que estos debates no sólo

bian capital. It shows how these debates not only

reflejaron la polarización política del momento, sino

reflected the political polarization of the period,

que además se convirtieron en un campo desde el

but also, through the strategic use of memory,

cual se reconfiguraron identidades políticas a partir

became a means by which political identities were

de usos estratégicos de la memoria. Los liberales

reconfigured. Liberals used these discussions to

utilizaron estas discusiones para consolidar su

consolidate their image as the country’s moder-

imagen como los modernizadores del país, mientras

nizers, while Conservatives, who had initiated

que los conservadores —que habían dado inicio al

the urban-modernization project before 1930,

proyecto de modernización urbana antes de 1930—

emphasized the anti-modern discourse of tradition

se aferraron al discurso anti-moderno de la tradición

and Hispanic identity.

y la hispanidad.

Catalina Muñoz Rojas

Palabras clave

Keywords

Patrimonio cultural, memoria, modernización,

Cultural patrimony, memory, modernization,

desarrollo urbano, conservación de monumentos,

urban development, conservation of monuments,

Colombia.

Colombia.

Historiadora de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia; Especialista en Museología, Harvard Extension School, Estados Unidos; MA en Historia, Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos, y PhD en Historia de la misma universidad. Profesora Principal del Programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia. Actualmente sus intereses investigativos giran en torno a los programas culturales favorecidos por los gobiernos liberales de 1930-1946 y su relación con el reformismo social promulgado por estos regímenes. Entre sus publicaciones se encuentran: “Redes internacionales de conocimiento e imperialismo: El caso del Instituto Latinoamericano para el Estudio de la Raza y la Cultura”, en Arqueología y etnología en Colombia. La creación de una tradición científica, Carl H. Langebaek y Clara Isabel Botero, editores (Bogotá: Universidad de los Andes, 2009), 9-33; Una historia de la lectura en Nueva Granada (Bogotá: ceso, 2001); y “Una aproximación a la historia de la lectura en la Nueva Granada”, Historia Crítica 22 (Bogotá, Julio-Diciembre 2001): 105-129. catalina.munoz@urosario.edu.co; catmuno@gmail.com

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En 1936, en una sesión de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá (smob), Alfonso Cifuentes y Gutiérrez presentó una moción en contra de los trabajos de remodelación que pensaba se estaban llevando a cabo en el Teatro Colón de Bogotá. De acuerdo con Cifuentes y Gutiérrez, dichos trabajos de modernización eran un atentado en contra de la tradición y del estilo clásico de este edificio de finales del siglo diecinueve: “El Teatro de Colón es obra de una época. Como tal, resume determinada concepción artística. Por respeto a ella y a la tradición que representa [...] dicho coliseo no debe tocarse en su ornamentación interior, ni en la distribución de sus principales dependencias [...]. La decoración con motivos artísticos modernistas es totalmente ajena al Teatro de Colón. Suficiente ejemplo de ella tenemos en el Teatro Municipal. Las entidades públicas que manifiesten interés en ello, podrían levantar un teatro ultramoderno y aun futurista, o varios, en alguno de los numerosísimos lotes sin edificación que existen en el centro y en los alrededores de Bogotá, sin que tal obra haya de significar la necesaria destrucción del coliseo nacional ya consagrado”1.

La acusación de Cifuentes y Gutiérrez en contra de la agencia gubernamental a cargo del Teatro Colón por su falta de respeto contra la tradición fue refutada inmediatamente por César A. Barragán, administrador del Teatro Colón y también miembro de la smob, quien informó que el teatro no estaba siendo reformado

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Ï Este artículo es producto de una investigación sobre las políticas culturales de la República Liberal realizada para mi tesis doctoral. Sin embargo, el material aquí contenido no fue utilizado en el texto final de la misma y es presentado aquí por primera vez. La investigación fue financiada por el Benjamin Franklin Fellowship de la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos. La autora agradece los enriquecedores comentarios al primer borrador de este texto aportados por sus colegas en la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, particularmente a María José Álvarez, Diana Bocarejo, Bastien Bosa y Nadia Rodríguez por sus observaciones y a Mauricio Pardo por sus aportes bibliográficos. Igualmente agradece las oportunas observaciones de la evaluación externa. 1. Archivo de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá (en adelante smob), Actas, Libro 19, Acta 22 de 1936. Julio 15 de 1936, f. 359-360.


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ni su estilo afectado. Enfurecido por el comentario ponzoñoso y recriminatorio de Cifuentes y Gutiérrez en contra de la inclinación modernista de la agencia gubernamental a cargo de las actividades culturales —la Dirección Nacional de Bellas Artes (dnba)— Barragán aprovechó la oportunidad para proponer una moción de aplauso en la smob por el trabajo dedicado que la dnba estaba llevando a cabo por el bienestar del teatro. Declaró que “en un periodo de cuarenta años los gobiernos no se habían preocupado de darle al teatro el dinero que requería no solo su mejoramiento, sino una decorosa conservación”2. Muy contrario a ser desfavorable para el teatro, según Barragán la presente administración había demostrado un interés sin precedentes por su bienestar. 2. smob, Actas, Libro 19, Acta 22 de 1936. Julio 15, 1936, f. 361. Esta discusión es representativa de las agudas y politizadas 3. Para un análisis de los debates controversias entre la tradición y la modernización que tuvieron al interior del liberalismo y en lugar en Colombia durante la llamada República Liberal entre 1930 particular las diferentes formas que tomó la izquierda dentro del mismo, y 1946, cuando el partido liberal regresó a la presidencia después ver: W. John Green, Gaitanismo, Left de más de cuatro décadas de dominio conservador. La generación Liberalism, and Popular Mobilization in Colombia (Gainesville: University que llevó el partido al poder en 1930 bajo el liderazgo de Alfonso Press of Florida, 2003), 33-45. López Pumarejo consiguió amplio apoyo político adoptando un dis4. Las interpretaciones existentes sobre curso reformista. El liberalismo no era homogéneo, pero algunos la República Liberal son diversas. de sus miembros más radicales criticaron la “nación oligárquica” Para presentaciones positivas del periodo como uno de apertura que promovían sus predecesores, proponiendo una sociedad más democrática excepcional ver Richard democrática y secular para hacer frente a la creciente agitación Stoller, “Alfonso Lopez Pumarejo and Liberal Radicalism in 1930s social temida por las élites3. La historiografía ha cuestionado Colombia”, Journal of Latin American su discurso social y reformista, pero más allá de establecer si la Studies 27: 2 (1995); Álvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer motivación de los liberales fue una genuina preocupación social gobierno de Alfonso López Pumarejo, o un simple interés de clase —cuestión difícil de comprobar—, 1934-1938 (Bogotá: Procultura, Instituto Colombiano de Cultura, 1981). podemos indagar las implicaciones de dicho discurso4. A través Para una perspectiva que critica del mismo, los liberales de izquierda y centro por igual se repreel discurso social liberal como una estrategia de la burguesía gobersentaron a sí mismos como la fuerza modernizadora necesaria nante para conseguir apoyo popular para superar una etapa nacional previa que consideraban fosiliy neutralizar la movilización social ver Daniel Pécaut, Orden y violencia: zada. Caracterizaron la nueva época, la “República Liberal”, como Colombia 1930-1954, trad. Jesús María el triunfo de la modernidad sobre la tradición, borrando de un Castaño, 2 vols., vol. 1 (Bogotá: Siglo xxi editores, 1987). Independienteplumazo los esfuerzos modernizadores de sus antecesores para mente de cómo evalúen las intenatribuirse ellos dicho papel en la narrativa de la memoria naciociones reformistas de los liberales, estos autores están de acuerdo en nal. Así, atribuyeron al corte político de 1930 el significado de que la República Liberal propuso punto de quiebre en la historia de Colombia. una nueva manera de representar la relación entre los dominantes y los Este artículo examina el esfuerzo liberal por redefinir la memodominados, invocando el triunfo de ria nacional y diferenciarse de sus predecesores desde un ángulo la democracia sobre la oligarquía.

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que no ha sido explorado aún: su narrativa de la historia y la memoria nacional representada en debates en torno a la conservación arquitectónica5. En particular, exploro los debates que surgieron en torno a la demolición de edificios coloniales para abrir paso a la modernización urbana de la capital. Argumento que estos debates tuvieron implicaciones más allá de la planeación urbana: al apoyar las demoliciones en nombre de la modernización, los liberales reclamaban un lugar privilegiado en la historia nacional como los líderes del progreso, legitimando así su poder político. Al erigirse como los modernizadores adquirían legitimidad y caracterizaban a los líderes del periodo anterior como anquilosados e incapaces de llevar al país hacia el progreso. A través de estos debates no sólo los liberales se redefinieron. Para hacer frente al impulso reformista liberal que establecía al pasado colonial como el origen del atraso nacional, los conservadores alzaron las banderas de la tradición y el hispanismo erigiéndose en los defensores de los edificios y la tradición colonial. Si bien el partido conservador se había caracterizado como defensor de la hispanidad y la tradición en el pasado, los politizados debates sobre la conservación durante la República Liberal borraban de la memoria nacional la empresa de modernización urbana que, lejos de ser una invención liberal, 5. Aunque esta perspectiva es novedosa había sido iniciada por los gobiernos conservadores —quienes en Colombia, el vínculo entre la también habían sido favorables a las demoliciones— desde las conservación, la arquitectura y las relaciones sociales y polítiprimeras décadas del siglo xx. cas ha sido objeto de interesantes Finalmente, argumento que la llegada de los liberales al poder estudios históricos para otros países latinoamericanos. Ver por ejemplo: en 1930 no representó un cambio tan radical como supusieron Quetzil Castañeda, In the Museum ellos mismos en la época, idea que además ha tenido gran persisof Maya Culture: Touring Chichén Itzá (Minneapolis: University of tencia en el imaginario nacional. Mi investigación demuestra una Minnesota Press, 1996); Enrique efectiva continuidad en las políticas referentes a la modernización Florescano, El patrimonio cultural en México (México: Fondo de Cultura del espacio urbano. El factor de cambio parece estar, más que en las Económica, 1993); Adrian Gorelik, La políticas, en las interpretaciones y significados que se les atribuyegrilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936 ron y en la consolidación de un discurso, no siempre coherente con (Buenos Aires: Universidad Nacional la realidad, que equiparaba al conservadurismo con la tradición de Quilmes, 1998); Daniel Newcomer, “The Symbolic Battleground: The y el liberalismo con la modernidad. Culture of Modernization in 1940s Antes de entrar en materia debo hacer una aclaración conceptual. León, Guanajuato”, Mexican Studies/ Estudios Mexicanos 18: 1 (2002); Los términos que se utilizaban en la época para hacer referencia a los Patrice Elizabeth Olsen, Artifacts edificios de conservación eran variados, siendo el más común el de of Revolution: Architecture, Society, and Politics in Mexico City, 1920-1940 “monumento histórico” o “monumento nacional”, y de muy raro uso el (Lanham, MD: Rowman & Littlefield conceptoactualdepatrimonio,porlocualharéuso limitado del mismo. Publishers, 2008); Daryle Williams, Culture Wars in Brazil: The First Vargas Se consideraban monumentos aquellos que tuvieran un valor históRegime, 1930-1945 (Durham, N.C.: Duke rico o artístico que encarnara la nación. Así por ejemplo, el escritor University Press, 2001), 90-134.

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y congresista Maximiliano Grillo, miembro de la smob, decía que los monumentos “conservan religiosamente el alma nacional”, ayudando así a mantener el patriotismo6. El considerar un bien como “monumental” no era una cuestión sencilla de observación, sino que implicaba una asignación de valor que estaba lejos de ser neutral. En las últimas décadas 6. smob, Actas, Libro 27, Acta 15 de 1944. Mayo 31 de 1944, ff. 264-265. han aparecido diversos estudios que reflejan el interés desde 7. Entre los trabajos recientes ver: Guidiversas disciplinas por este fenómeno de re significar el pasado llermo Bonfil Batalla, Pensar nuestra desde el presente a través de la producción de lo “patrimonial”. cultura (México: Alianza Editorial, 1991); Françoise Choay, L’allégorie Antropólogos, folkloristas e historiadores han llamado la atención du patrimoine (París: Le Seuil, 1992); sobre cómo el patrimonio no es un vestigio inerte del pasado, sino Néstor García Canclini, Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la un lugar desde el que se producen significados nuevos desde el premodernidad (México: Grijalbo, 1989); sente7. Un museo, una exhibición, un archivo, un sitio histórico, no Barbara Kirshenblatt-Gimblett, Destination Culture: Tourism, Museums and son simple evidencia del pasado. Aunque se nos presentan transpaHeritage (Berkeley, CA: University of rentes, responden a las necesidades sociales, políticas, económicas California Press, 1998); Barbara Kirshenblatt-Gimblett, “Theorizing Heriy culturales del presente que los establece como tales. Más aún, a tage”, Society of Ethnomusicology 39: 3 pesar de que se nos presentan como prueba de la unidad de una (1995); David Lowenthal, The Heritage Crusade and the Spoils of History (New comunidad, funcionan como herramientas para la reproducción de York: Cambridge University Press, desigualdades. Entender las suposiciones que informan estas prác1998); Pierre Nora, ed., Les lieux de mémoire, 3 vols. (París: Editions ticas de convertir algo en “patrimonio” y la manera como confieren Galllimard, 1984); Dominique Poulot, nuevos significados al pasado en función de intereses presentes Patrimoine et musées: L’institution de la culture (París: Hachette, 2001); se ha convertido en un importante foco de trabajo académico. De Laurajane Smith, Uses of Heritage manera significativa, los trabajos más recientes han tratado de ale(Abingdon & New York: Routledge, 2006). Sin embargo, los orígenes de jarse de interpretaciones del pasado como lo auténtico/genuino y la reflexión sobre la naturaleza de su resignificación en el presente como una invención8. Aunque se los monumentos y la preservación se encuentran en el siglo xix e inicios reconoce la ilusión que media el proceso de representar un objeto, del xx. Entre los clásicos ver: Alois práctica o lugar del pasado en el presente como si no hubiera interRiegl, El culto moderno a los monumentos: caracteres y origen (Madrid: Visor, mediario ni paso del tiempo, el interés ya no es denunciarlo sino 1987); John Ruskin, Las siete lámparas entender lo que ocurre en el proceso. ¿Cuál es el cambio de signifide la arquitectura (Pamplona: Aguilar, 1964); Eugène-Emmanuel Viollet-lecado que ocurre y qué lo provoca? Duc, The Foundations of Architecture: Historiadores como Dominique Poulot y Françoise Choay han Selections from the Dictionnaire Raisonné (New York: George Braziller, 1990). hecho un esfuerzo importante por dilucidar la idea moderna de 8. En particular buscan ir más allá de patrimonio, historizándola y enfatizando la manera como el dos interpretaciones en torno a la patrimonio, lejos de ser una categoría absoluta, se ha inscrito tradición y la memoria que fueron muy influyentes en su momento y en el espacio social y político. En su influyente libro L’allégorie du que despertaron gran debate: Eric patrimoine Choay estudia el surgimiento de la noción moderna de Hobsbawm y Terence Ranger, eds., The Invention of Tradition (Cambridge: “monumento histórico”. Argumenta que fue en Italia en el siglo xv, Cambridge University Press, 1983); de la mano con el surgimiento de una mentalidad moderna, cuando Nora, ed., Les lieux de mémoire.

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por primera vez empezaron a verse los restos de la antigüedad como algo extraño y con un valor histórico particular. A lo largo del libro, que sigue las transformaciones de la noción de monumento hasta el surgimiento del concepto actual de patrimonio en la década de 1960, estudia la preservación de monumentos como una cuestión de mentalidades9. Por su parte, Poulot considera el desarrollo de la noción de patrimonio ya no solamente desde lo conceptual, sino también a partir de su práctica concreta desde la Edad Media hasta el presente. Argumenta que el patrimonio —como una categoría particular de objetos valorados y preservados como herencia para las generaciones venideras, no a causa de su valor monetario o estético, sino dada su condición de bienes que encarnan una herencia identitaria, un pasado común, una genealogía10— ha sido una herramienta de legitimación del poder a partir de una elaboración particular del pasado que vindica un lugar en el presente. De esto se desprende que las prácticas en torno al patrimonio son inevitablemente prácticas políticas, contrario a la aparente naturalidad y objetividad que revisten. El valor de los objetos patrimoniales no resulta de una autenticidad inherente sino atribuida: es construida por actores sociales como parte del proceso de reivindicar un lugar en la historia, generar una identidad y construir una genealogía legitimadora11. En suma, el patrimonio no es una manifestación transparente del pasado, sino una recreación politizada del mismo que, igual que la memoria, está siempre al servicio del presente12. Esto es precisamente lo que se evidencia en el caso de los 9. Choay, L’allégorie du patrimoine. debates en torno a los monumentos nacionales en Colombia en 10. Poulot, Patrimoine et musées: la primera mitad del siglo xx, a los cuales nos remitimos a contiL’institution de la culture, 3-8. nuación. Hago antes la salvedad de que mi aproximación a estas 11. Sobre “invención” de la tradición discusiones sobre la memoria asume la aproximación fenomenolóver: Hobsbawm y Ranger, eds., The Invention of Tradition. gica propuesta por Paul Ricoeur. Ricoeur llama la tención sobre la 12. Para discusiones sobre la gran importancia de temporalizar los estudios sobre la memoria, de tal variedad de lugares, además de manera que ésta no aparezca como una simple imagen o represenlo arquitectónico, en los que se reconstruye el pasado al servicio del tación, sino que esté conectada con el momento objetivo en que presente (para el caso de Francia), sucedió, y con una realidad presente desde la cual se recuerda. Me ver: Nora, ed., Les lieux de mémoire. aproximo a la memoria entonces como algo pragmático, como una 13. Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido (Buenos Aires: Fondo de práctica que se circunscribe en contextos sociales específicos13. Cultura Económica, 2004), parte I. Si bien la República Liberal institucionalizó de manera signi14. Ver: Catalina Muñoz, “To Colomficativa la intervención del gobierno en asuntos culturales en bianize Colombia: Cultural Politics, Modernization and Nationalism in Colombia, la legislación sobre conservación de monumentos nacioColombia, 1930-1946” (Ph.D, Univer14 nales la precedió . La Ley 48 de 1918 declaró todos los edificios, sity of Pennsylvania, 2009); Renán Silva, República Liberal, intelectuales y monumentos, fuertes, pinturas, esculturas u otros ornamentos cultura popular (Medellín: La Carreta coloniales o prehispánicos “material de la Historia Nacional”. Como Editores, 2005).

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15. Ley 48 de 1918 (Nov. 20), Diario Oficial (Bogotá), n.o 16550 (1918). 16. Aunque en el interior de la Academia Colombiana de Historia (ach) y la smob se elaboraron proyectos de ley de conservación en los años treinta, sólo se aprobó la Ley 5 de 1940 que declaraba monumentos nacionales de utilidad pública “todos aquellos edificios y lugares que por su antigüedad y belleza arquitectónica o por su tradición histórica, merezcan ser conservados como patrimonio nacional”. Establecía que el gobierno, asesorado por la ach, haría las declaratorias necesarias, realizaría expropiaciones y ordenaría restauraciones. La ley declaraba monumento nacional la ciudad amurallada de Cartagena, pero no hay evidencia en la documentación de la ach de que se hayan hecho declaratorias de monumentos nacionales posteriores como preveía la ley. Para algunos proyectos de ley ver: ach, Tomo 18, p. 130-131 y 153, Nov. 2, 1934; SMOB, Actas, Libro 19, Acta 30 de 1939, Sept. 9, 1936, p. 409-410; Acta 34 de 1936, Oct. 7, 1936, p. 427; SMOB, Actas, Libro 25, Acta 15 de 1941, Julio 9, 1941, p. 78; SMOB, Actas, Libro 26, Acta 38 de 1942, Oct. 29, 1942, p. 353; Acta 39 de 1942, Nov. 18, 1942, p. 358. 17. Ver: Fundación Misión Colombia, Historia de Bogotá, 3 vols., vol. 3 (Bogotá: Villegas Editores, 1988); Álvaro Suárez Zúñiga, Bogotá, Obra Pública (Bogotá: Alcaldía Mayor y Secretaría de Obras Públicas, 1999); Germán Mejía Pavony, Los años del cambio: historia urbana de Bogotá, 1820-1910 (Bogotá: CEJA, 1999); Fabio Zambrano Pantoja y Carolina Castelblanco Castro, El kiosko de la luz y el discurso de la modernidad (Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2002). 18. La ach fue creada por el Ministerio de Instrucción Pública en 1903 como un cuerpo consultivo del gobierno nacional para el estudio de la historia nacional y la preservación del patrimonio. La smob, en cambio, fue creada como cuerpo independiente para el progreso de la ciudad en 1917.

tales, fueron puestos bajo el control del gobierno, “salvo los derechos de los propietarios o legítimos poseedores”. La Ley también estipulaba que no podían ser destruidos o reformados sin autorización15. Sin embargo, no se definieron los medios por los que debía dársele cumplimiento. La República Liberal no fue más efectiva en la proclamación o aplicación de la legislación sobre conservación16. Sin embargo, entre 1930 y 1946 se dieron fuertes debates públicos en torno a qué debería ser preservado y por lo tanto sobre la significación del pasado para el presente nacional. El espacio urbano bogotano había venido transformándose desde finales del siglo xix y aún con más fuerza en las primeras décadas del siglo xx, con la construcción de la infraestructura de servicios públicos y la modernización de las comunicaciones y los transportes para hacer frente al crecimiento demográfico y a la inserción del país a los mercados mundiales. Este auge de obras públicas implicó transformaciones importantes en el urbanismo colonial —que había permanecido prácticamente intacto a lo largo del primer siglo de independencia— y abrió el camino a la ciudad moderna con sus nuevos materiales y estilos de construcción17. A pesar de que el desarrollo urbano había acarreado la demolición de numerosas edificaciones coloniales para dar paso a calles más amplias y edificios más altos, la pregunta sobre la conservación sólo vino a convertirse en un asunto de amplia discusión pública después de la llegada de los liberales al poder en 1930. Este debate se aireó en la prensa y en otras publicaciones. En particular, dos instituciones sirvieron de canales para las denuncias en contra de las demoliciones: la Academia Colombiana de Historia (ach) y la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá (smob)18. Sus esfuerzos se focalizaron en Bogotá, aunque en unos pocos casos apoyaron peticiones provenientes de otras ciudades donde también se estaban presentando demoliciones de edificios coloniales a nombre de la modernización. Aunque no fueron muy exitosas en prevenir demoliciones, los debates en los que participaron y la correspondencia que recibían de ciudadanos regulares son representativos de las tensiones que surgieron entre modernización y conservación durante la República Liberal. La demolición que causó mayor debate en Bogotá en la época fue la del imponente convento de Santo Domingo. El edificio estaba

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ubicado estratégicamente en el corazón de la capital, entre las carreras 7ª y 8ª y las calles 12 y 13. Los dominicos habían hecho construir este monumental convento barroco — que constaba de 182 columnas para sostener la arcada que rodeaba el claustro— entre 1647 y 1678. El edificio albergó a la orden y a su universidad hasta la segunda mitad del siglo diecinueve, cuando los reformistas liberales de entonces iniciaron una campaña para controlar el poder de la Iglesia. En 1861, durante la presidencia del general Tomás Cipriano de Mosquera, el gobierno expropió el edificio del convento de Santo Domingo. Este edificio no fue vendido, como se hizo con la mayoría de bienes expropiados, y durante los años siguientes fue sede del archivo nacional, la dirección de correos, la oficina de telégrafos, la Corte Suprema, la dirección de Instrucción Pública y la Academia Nacional de Música, entre otros. En 1936, por medio de las leyes 85 y 198, el gobierno ordenó la demolición del claustro con el propósito de reemplazarlo por un edificio moderno de varios pisos que sería nombrado el Palacio de Comunicaciones —hoy Edificio Murillo Toro— para albergar varios ministerios. A pesar de que se desató gran oposición, la demolición y construcción del nuevo edificio empezó en efecto en Mayo de 1939, sustentada por el Ministro de Obras Públicas con las siguientes palabras: “El gobierno consideró que más importante que conservar un edificio colonial, de discutible valor arquitectónico, era resolver la ampliación de las carreras 7ª y 8ª y de la calle 13, en el sector de mayor congestión”, a lo que añadió la necesidad de un amplio edificio público19. Desde la década de 1920 la administración pública había crecido consistentemente a medida que el estado colombiano se 19. Abel Cruz Santos, Memoria de Obras fortalecía gracias a la consolidación de la economía cafetera y a Públicas (Bogotá: Imprenta Nacional, 1939), 74. la inyección de dineros extranjeros en forma de préstamos y de la 20. Sobre la expansión económica del indemnización de veinticinco millones de dólares pagada por los periodo ver: Jesús Antonio Bejarano, 20 Estados Unidos a Colombia por la separación de Panamá . Como “El despegue cafetero, 1920-1928”, en Historia económica de Colombia, ed. resultado, el gobierno necesitaba cada vez más espacio para la José Antonio Ocampo (Bogotá: Siglo administración. Además de esto, Bogotá también se había expanxxi Editores, 1987); Paul Drake, The Money Doctor in the Andes: The Kemdido de manera considerable tanto física como demográficamente merer Missions, 1923-1933 (Durham: —pasando de 100.000 habitantes en 1905 a 237.000 en 1930 y University of North Carolina Press, 1989), 30-75; Alfonso Patiño Roselli, a 330.000 en 1938—, y la administración municipal se enfrenLa prosperidad a debe y la gran crisis, taba a la necesidad de ampliar las estrechas calles coloniales del 1925-1935 (Bogotá: Banco de la República, 1981). centro para mejorar la movilidad de una ciudad en expansión21. 21. Fundación Misión Colombia, Historia El convento de Santo Domingo se volvió un blanco importante de Bogotá, 22 y 178; República de para estas dos necesidades, y el proyecto nacional recibió el visto Colombia, Censo general de población, 5 de Julio de 1938. Resumen general bueno del Concejo de Bogotá, considerando que “con esa consdel país, 16 vols., vol. 16 (Bogotá: trucción obtendrá la ciudad ventajas de primer orden, en cuanto Imprenta Nacional, 1942).

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a su desarrollo desde todo punto de vista, tales como el ensanchamiento de sus vías principales para comodidad del público, embellecimiento y valorización”22. Sin embargo, además de estas consideraciones logísticas, también había un asunto simbólico de por medio. Los gobiernos liberales, para los cuales la modernización era una preocupación principal, veían en el claustro de piedra colonial a un gigante arcaico: lo opuesto a la imagen que querían imprimir en la capital. Para estas administraciones que buscaban representar el cambio y el progreso, el convento de Santo Domingo simbolizaba el pasado del cual querían alejarse; representaba la herencia hispánica del periodo colonial que asociaban con la falta de progreso del país. Ante este discurso se levantaron las voces de quienes miraban el pasado colonial con nostalgia e interpretaban la amenaza de demolición como una amenaza contra los valores tradicionales por parte de un gobierno revolucionario. Había mucho más tras estos debates que la necesidad de espacio de oficina o la facilitación del tráfico urbano. La arquitectura de la ciudad se volvió un lugar donde se depositaban diferentes formas de representar la nación y un lugar a partir del cual consolidar identidades políticas. Adicionalmente, el debate evidencia una controversia compleja que superaba las divisiones partidistas y que no puede reducirse a una simple ecuación que iguala el liberalismo con lo moderno y el conservadurismo con lo tradicional. Los conservadores fueron fuertes críticos de la medida de demolición, que tildaron de atentado a la tradición nacional por parte de un gobierno radical que equiparaban con el gobierno revolucionario mexicano. Sin embargo, al asumir esta postura parecían olvidar que la posibilidad de demoler el convento había sido sugerida inicialmente bajo el gobierno conservador de Pedro Nel Ospina en 1925, en el contexto de la expansión de las obras públicas en la ciudad durante de la danza de los millones. Posteriormente la Ley 28 de 1927 dictaminó la construcción de un nuevo edificio público para albergar varios ministerios en el lote del convento de Santo Domingo. El edificio debía presentar “un aspecto majestuoso en su exterior a la vez que comodidades para el público y los empleados según los adelantos modernos”23. Además de la necesidad de edificios para la administración pública, a finales de los años veinte se habían presentado quejas contra el edificio por 22. Citado en: Abel Cruz Santos, Memoamenazar ruina, así como reclamos de quienes lo consideraban feo, ria de Obras Públicas, 77. pesado y disonante con la arquitectura moderna que empezaba a 23. Citado en: Abel Cruz Santos, Memoria de Obras Públicas, 75. diseminarse en el área24. 24. Carlos Niño Murcia, Arquitectura Las voces de oposición se habían hecho oír desde entonces. y Estado. Contexto y significado de las La ach y la smob, independientemente de afiliaciones partidistas construcciones del Ministerio de Obras Públicas, Colombia, 1905-1960, 2ª ed. pues sus miembros pertenecían a ambos partidos, lideraron la dis(Bogotá: Universidad Nacional, cusión desde entonces. En marzo de 1925, alarmada por el proyecto 2003), 84.

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de ley que se debatía en el congreso para ordenar la demolición del edificio de Santo Domingo, la ach hizo un llamado a una reunión extraordinaria. Durante dicha sesión, tres miembros de la ach hicieron una exposición sobre el valor histórico y artístico del edificio. Su argumento era que la parte más antigua del mismo, el claustro principal, era la única que merecía ser preservada por ser un excelente ejemplo de arquitectura colonial y por tener un valor histórico: había sido construido por los conquistadores españoles y, siglos después, había albergado los debates de próceres de la independencia como Camilo Torres. Pero consideraban que debía procederse con la demolición de la parte noroeste del edificio para construir uno nuevo. Aunque reconocían la importancia artística e histórica del claustro principal, añadieron al acta del día: “[esto] no impide que consultando las exigencias del tráfico urbano sean demolidos para restaurarlos a conveniente distancia, los muros que dan a la calle, particularmente el contiguo a la Real, cuyo presente estado compromete la estabilidad del edificio”25. Como podemos ver, el problema del tráfico y el riesgo que solucionarlo implicaba para los edificios coloniales que bordeaban las angostas calles del centro de Bogotá no era nada nuevo a la República Liberal. La modernización de la ciudad había empezado durante los gobiernos precedentes, los cuales habían propuesto la demolición como alternativa. Algunos casos de demoliciones anteriores a 1930 fueron la casa en que había nacido el prócer Antonio Nariño para construir el Palacio de la Carrera en 1918; parte del edificio del Colegio de San Bartolomé —del siglo xvii— para realizar algunas mejoras al edificio en 1919; la iglesia y convento de la Enseñanza para construir el Palacio de Justicia a partir de 1919; y las varias edificaciones demolidas para la construcción y ampliación de la Avenida Jiménez a partir de 1926. La actitud que mostraba la ach en 1925 también es diciente. Ésta mostraba interés por las preocupaciones de la planeación urbana, y sus esfuerzos estaban dirigidos a favorecer la modernización a pesar de las consideraciones de algunos de sus miembros a favor de la preservación de lo que veían como un edificio notable por la relación que establecía con el pasado colombiano. Sería errado asumir que los debates sobre conservación se limitaron a políticos e intelectuales. La discusión fue mucho más allá de estas instancias institucionales a medida que los ciudadanos particulares también se apropiaron de la memoria, utilizándola para proteger sus intereses particulares. Tal fue el caso del señor Gustavo Michelsen, quien recibió orden de la Dirección de Obras Públicas Municipales de Bogotá en Junio de 1925 de ceder a la ciudad cuatro metros de su casa —que databa del siglo dieciocho— para la expansión de la esquina de la calle 12 con carrera 10ª Dado que esto implicaría la demolición de parte de su propiedad, Michelsen escribió una carta a la ach solicitando apoyo para la preservación de su casa con el argumento de que ésta tenía 25. ach, Tomo 7, p. 29. Marzo 16, 1925.

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valor histórico y arquitectónico. Sabiendo que el interés privado por preservar su propiedad no lo protegería, apeló a la más alta autoridad en materia de historia, atribuyéndole a su casa un valor más allá de lo monetario y privado: un valor histórico de interés nacional. La ach envió una comisión para determinar si la casa debía ser objeto de preservación. El informe de la comisión, que fue enviado a la Dirección de Obras Públicas, establecía que la casa en efecto tenía mérito histórico y debía ser preservada. Sin embargo, la réplica de la dirección fue categórica al declarar que la opinión de la ach se basaba en argumentos históricos y la dirección, “sin despreciar este aspecto, considera que en tratándose de esta obra han de tenerse muy en cuenta los intereses de la ciudad”, y en este caso el elevado volumen de tráfico en el área era de gran preocupación. La dirección dio prioridad al desarrollo urbano sobre la memoria histórica a la cual apelaban el propietario y la ach26. Como muestran estos ejemplos, el debate entre modernización y conservación no era nuevo a la República Liberal, y de hecho durante los gobiernos conservadores la modernización demostró ser más importante que la conservación en algunos casos. Sin embargo, después de 1930 estos debates se agudizaron bajo el nuevo panorama político en el cual los conservadores, ahora desde la oposición, se aferraron fuertemente a la defensa del pasado hispánico como símbolo del orden social que veían amenazado por las reformas liberales, y en particular, aquellas de los años radicales de la primera presidencia de Alfonso López Pumarejo (1934-1938). Los edificios coloniales adquirieron importancia para los conservadores como símbolo de los valores tradicionales hispánicos y católicos que ellos defendían frente al gobierno liberal. Esta nueva postura implicaba borrar de la memoria las demoliciones de edificios coloniales anteriores a 1930, nublando el hecho de que los gobiernos conservadores también habían impulsado la modernización urbana. Esta reconfiguración, que llevó a los conservadores a reforzar 26. ach, Tomo 7, p. 119. Carta de su identificación con la tradición y a silenciar su participación en Gustavo Michelsen a la ach. Bogotá, el proyecto modernizador, respondía a que a sus ojos los liberaJunio 20 de 1925; ach, Tomo 7, p. 120. Informe de la ach sobre la preservales estaban llevando este proyecto en direcciones indeseadas. Los ción de la casa de Gustavo Michelliberales estaban trastocando el orden social colombiano con polísen. Sin fecha; ach, Tomo 7, p. 215. Informe de la Dirección de Obras ticas como el apoyo a los trabajadores en los conflictos laborales. Públicas, septiembre 23 de 1925. Actuaciones como éstas eran interpretadas como evidencia de la 27. Sobre la relación de López con la inminente incursión del comunismo al país, especialmente después izquierda y la absorción de ésta por parte del liberalismo ver: Marco de que López Pumarejo apareciera en el balcón presidencial junto Palacios, Entre la legitimidad y la a los líderes comunistas y sindicalistas más importantes durante la violencia. Colombia, 1875-1994, 2ª ed. (Bogotá: Grupo Editorial Norma, celebración del Día del Trabajo en 193627. La reforma constitucio2003), 159-162; Daniel Pécaut, Orden y nal de 1936 era otro ejemplo del atentado de los liberales contra violencia, 196 y ss.

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la definición conservadora de la nación colombiana: ésta eliminó el nombre de Dios del preámbulo de la constitución; estableció la libertad de culto, el matrimonio civil, el divorcio y el control estatal sobre el registro civil y los cementerios; suprimió los beneficios fiscales de la Iglesia; y estableció el control del estado sobre la educación que debía ser secular, obligatoria y libre28. A medida que los conservadores vieron la necesidad de proteger la tradición hispánica y católica del país de lo que Laureano Gómez interpretaba como el liberalismo masón, comunista y ateo, también aumentó el interés por proteger edificios que representaban un pasado usado para legitimar el orden social a defender. Sin embargo, sería erróneo asumir que los debates en torno a la preservación de monumentos giraron exclusivamente en torno a intereses partidistas. La participación de entidades sin identificación partidista como la ach o la smob lo demuestra. Cuando el debate en torno a la demolición del convento de Santo Domingo fue revivido por las leyes que ordenaban su demolición en 1936 y 1938 y por su eventual demolición en 1939 para construir el Palacio de Comunicaciones, muchas protestas circularon. La ach fue parte de las críticas. El 1o de abril 1 de 1939, unas semanas antes del inicio de los trabajos de demolición, la academia envió la siguiente comunicación al gobierno nacional: “Solicítese del Gobierno Nacional, como interpretación del sentimiento histórico unánime de los bogotanos y de la mayor parte de los habitantes de la ciudad, que se conserve el claustro principal del antiguo convento de Santo Domingo al construir el Palacio de Comunicaciones. La Academia al expresar ese especial afecto que los bogotanos tienen al aludido claustro, con el cual verían desaparecer una joya de arte, acaso la única de este género que posee Bogotá, unida además a su tradición y a su historia, apoya también su petición en el mérito artístico de la mencionada construcción, reconocido por cuantas personas entendidas en arquitectura la han visitado, y patente en la belleza y grandiosidad del claustro para todos los que lo contemplan”29.

La petición no fue atendida y la demolición comenzó. Sin embargo, antes de iniciar los trabajos el Ministerio de Obras Públicas solicitó a la ach examinar los objetos del interior del edificio para decidir cuáles debían ser preservados30. La ach procedió a visitar el edificio y presentó su informe el 30 de abril. Éste expresaba continuamente el valor del claustro y la pena que constituía la demolición. Se hacía referencia al claustro como “esa joya arquitectónica de tan puras y tan severas líneas” que representaba “el buen gusto artístico de los talladores, decoradores y pintores de

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28. Sobre las reformas de 1936 y la Iglesia ver: Ricardo Arias, “Estado laico y catolicismo integral en Colombia: La reforma religiosa de López Pumarejo”, Historia Crítica 19 (2000). 29.

ach,

Tomo 31, p. 169. Abril 1, 1939.

30. ach, Tomo 30, p. 162. Carta del Ministro de Obras Públicas a la ach. Bogotá, Abril 14, 1939.


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nuestra vieja ciudad colonial”. Tras presentar la lista de objetos que consideraban deberían salvarse, incluyendo la fuente de piedra del claustro, la cúpula de la escalera principal labrada en nogal al estilo mudéjar, el techo de la sala capitular, la puerta trasera junto con las columnas y el dintel de piedra que la enmarcaban y las lozas de piedra representativas de la orden así como las que enmarcaban los sepulcros de los frailes y “varones ilustres,” el informe concluía: “Estos son, a nuestro juicio, los objetos que, dada su naturaleza, pudieran salvarse de la destrucción que amenaza fatalmente a la añosa fábrica que albergara la cien veces ilustre comunidad dominicana durante tres siglos [...] donde las gentes modernas verán levantarse muy en breve los muros de cemento armado del nuevo Palacio de Comunicaciones, muy poderosos sin duda, y muy sólidos y muy arrogantes, pero mudos y silenciosos ante la historia monumental de Colombia [...] Seguramente, y dados los conocimientos científicos de aquellos claros e ingenuos varones del siglo xvi, dirían ellos, santiguándose devotamente, que todo lo que hoy estamos contemplando, era obra del mismísimo diablo... Tempora mutantur...!!!”31.

La preocupación era que, aunque moderno y poderoso, el nuevo edificio no representaría la historia de Colombia y por lo tanto no sería colombiano. De una forma similar, la Revista Colombiana, fundada por Laureano Gómez y que sí tenía un marcado carácter partidista, publicó un poema titulado “Romance del patio de Santo Domingo” por Isabel Lleras Restrepo de Ospina. El poema lamentaba la demolición del convento asimilado con una herencia española, fuente del prestigio de la ciudad. Se refería al edificio como símbolo de la nobleza que la ciudad había heredado como hija de los conquistadores que trajeron a Cristo y al idioma castellano —los dos ingredientes de la civilización—. De esta manera, identificaba al país actual como continuación de este capítulo particular de su pasado:

31. ach, Tomo 31, p. 146. Informe de la ach al Ministro de Obras Públicas. Bogotá, abril 30 de 1939. El latín tempora mutantur se traduce como “los tiempos están cambiando”.

“[...] Sois el escudo glorioso que nuestra raza atestigua! Escudo donde se ve que es esta raza la misma que dio a la luz a don Quijote, flor de la caballería, y a sor Teresa la grande sublime flor de la mística. Raza siempre combativa la de los conquistadores

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y las reinas comprensivas, que trajo en tres carabelas hasta estas tierras un día, el estandarte de Cristo, y la lengua de Castilla, el romancero que canta y el dolor que santifica! Raza que hace cuatro siglos fundó la ciudad altiva construyendo doce chozas de paja y una capilla”32.

Esta interpretación de la identidad nacional como continuidad de la tradición hispánica era una ataque directo contra la interpretación de la nación promovida por los liberales radicales. Un artículo publicado en la revista Vida por Luis López de Mesa, psiquiatra liberal y colaborador de las administraciones liberales como Ministro de Educación (1934-1935) y Ministro de Relaciones Internacionales (1938-1942), es representativo de la interpretación de la nación que abanderaban los liberales y que suponía abandonar el énfasis en el pasado colonial en pro de una identidad moderna que se le oponía. López de Mesa comparaba la ciudad de comienzos de siglo con la ciudad que estaba emergiendo: “Recordaba la ciudad de treinta años antes, empedrada, empolvada, de techos musgosos inclinados y muros de un melancólico amarillo crema, desteñido, sin luz, que deprimía un poco el ánimo: y la comparaba con la moderna, en que los aleros dan lugar a las fachadas elegantes, las ventanas enjutas de rotas vidrieras apolilladas cedieron el puesto a los amplios cristales traslucidos, velados por finas telas de encaje; el color, sobre todo el color gris azulado, morado leve o de un plácido amarillo, tenuemente luminoso, por lo que todo el conjunto revela mayor vitalidad, salud, prosperidad alegría, ambiente juvenil en una palabra. Esa lenta mutación se me ofreció dentro de mi pensamiento en armoniosa evolución con el alma nacional, por su propio devenir, al contagio de la modernidad e influjo de la riqueza”33.

Las técnicas modernas de construcción a las que aludía López de Mesa estaban basadas en el uso de cemento reforzado. La arquitectura moderna se dirigía hacia estructuras geométricas simples en las cuales los inclinados techos coloniales cubiertos por tejas de barro eran reemplazados por techos horizontales y planos.

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32. Isabel Lleras Restrepo, “Romance del patio de Santo Domingo”, Revista Colombiana XI: 125 (1939). 33. Luis López de Mesa, “Bogotá moderno. Piedra y cemento”, Vida: 11 (1937).


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Las fachadas consistían en paredes blancas lisas, dejando detrás la ornamentación del estilo neoclásico. El estilo moderno buscaba representar y servir lo racional proporcionando comodidad, practicidad e higiene; de esta manera era símbolo del progreso34. Para López de Mesa, la modernización física de la ciudad traía consigo todos los beneficios de la modernidad: prosperidad, salud y felicidad. Al mismo tiempo implicaba una ruptura con el pasado, el cual era visto como un periodo oscuro cuyos vestigios vergonzosos debían ser borrados. A medida que la arquitectura moderna era asociada con la modernización traída por los gobiernos liberales y que los conservadores se aferraban a la memoria de lo colonial, se reconfiguraba la memoria histórica, silenciando el hecho de que cuando se dieron las demoliciones anteriores a 1930 los conservadores mismos habían adoptado una actitud de desprecio frente a la arquitectura colonial parecida a la que adoptaron los liberales favorables a las demoliciones después de 1930. Las demoliciones de las décadas de 1910 y 1920 habían dado paso a la construcción de edificios de estilo clásico francés y luego influenciados por la Escuela de Chicago y el Art Déco de Nueva York, los cuales utilizaban adelantos tecnológicos en la construcción —tales como el uso del acero y del concreto— y apelaban desde entonces a los discursos de la modernidad, la higiene y la practicidad. Tal fue el caso del edificio de la Gobernación de Cundinamarca (1917), el Edificio Pedro A. López (1919-1924) y el Edificio Cubillos (1926), entre muchos otros privados y públicos no sólo en Bogotá, sino a lo largo y ancho del país. Carlos Niño Murcia ha argumentado que en el estilo arquitectónico de los edificios construidos en las primeras décadas del siglo xx “el clasicismo actuó como factor de cambio y expresamente se lo opuso a lo colonial, con el cual se asociaba todo lo que se quería dejar atrás”35. Los conservadores, entonces, ya se habían opuesto a la arquitectura colonial planteando nuevos estilos como representativos de la modernización: los liberales no habían sido los pioneros en este discurso. La novedad, más bien, era que los conservadores aparecieran ahora como defensores de una arquitectura que ellos mismos habían querido suplantar. Esto, por supuesto, se explica en el contexto de la nueva configuración política del país cada vez más polarizada, en la que liberales y conservadores apelaban a la memoria para fortalecer sus identidades partidistas. Los debates sobre la conservación superaban entonces el discurso estético y tenían implicaciones sociales y políticas más profundas. Para personas como López de Mesa, la cuestión en torno a la arquitectura moderna no se limitaba a la estética, pues tenía implicaciones para la identidad de la 34. Ver: Silvia Arango, Historia de la ciudad y de la nación. Preservar o demoler el convento colonial arquitectura en Colombia (Bogotá: dejaba un precedente con respecto a los monumentos nacionales, Universidad Nacional, 1989). a la configuración de la nación, a la valoración del pasado y a lo 35. Niño Murcia, Arquitectura y Estado, 42.

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que debía considerarse “auténticamente” colombiano. Una de las quejas en contra de la demolición se aferró a esto último. La queja, presentada por Sophy Pizano de Ortiz, argumentaba que la demolición sería realizada “contra la manifiesta voluntad de la mayoría de los auténticos bogotanos que aún guardan amor por la tradición y el pasado cultural de nuestra ciudad”36. Al utilizar la terminología de lo “auténtico”, equiparaba la voluntad de los “verdaderos” bogotanos —por oposición a un presunto grupo que falsamente reclamaba esta identidad— con el edificio en cuestión; lo que estaba en juego era la auténtica identidad de la ciudad. A pesar de las múltiples solicitudes por la conservación del convento, el gobierno llevó a cabo la demolición. El 5 de mayo de 1939, unos pocos días después de iniciados los trabajos, el presidente Eduardo Santos (1938-1942) emitió una comunicación en respuesta a las muchas cartas de queja que había recibido. La comunicación expresaba que el desarrollo de la ciudad era más importante que la conservación de un edificio cuyo valor era cuestionable de cualquier forma. Dado el crecimiento demográfico de la capital y el problema del tráfico, el viejo edificio ubicado en un área tan vital se había convertido en obstáculo para el progreso. Santos se preguntaba con sospecha por qué un edificio que había perdido su valor hacía tiempo por el deterioro se convertía de repente en objeto de interés de una parte “muy selecta” de la sociedad, haciendo una clara distinción entre los intereses de unos pocos y los intereses de la sociedad en conjunto y aludiendo al mayor peso de los segundos. Cuestionaba los argumentos de que la demolición era un ataque contra la historia y la estética, replicando que el valor arquitectónico del convento no era comparable con aquellos de Quito o Europa: “Sus paredes de tierra pisada hablaban solo de la pobreza de nuestra colonia. Ninguna de sus columnas exhibía el menor adorno y su único valor residía en su amplitud”37. Esta cita es representativa de la manera como Santos y su gobierno evaluaban el pasado colonial colombiano y sus vestigios: no era sujeto 36. ach, Tomo 30, p. 175. Carta de de admiración y sus restos eran valiosos tan sólo como espacio Sophy Pizano de Ortiz al Secretario para el avance de lo nuevo. De acuerdo con Santos, el edificio se de la ach. Bogotá, Abril 26, 1939. En esta carta, como descendiente del había devaluado aún más con el tiempo, a medida que sus cuartos conquistador Antón de Olalla, Sophy se habían convertido en oficinas y sus corredores se habían llenado Pizano pedía a la ach preservar la placa conmemorativa que un grupo de lustradores de zapatos y vendedores de lotería. Para concluir, de descendientes de Olalla había Santos consideraba el debate en torno al convento como un dilema instalado en el convento en 1938 en memoria de su ancestro. “entre su conservación y el retroceso y empobrecimiento del cen37. Citado en: Fray Alberto Ariza, El contro de la capital, o su demolición y la resurrección pujante de esas vento de Santo Domingo de Santafé de calles”. En últimas, establecía que el futuro de la ciudad no podía Bogotá. Fundación, destrucción, restauración. (Bogotá: Editorial Kelly, 1976), sacrificarse por un edificio, y concluía que era precisamente por23-27. También en: Abel Cruz Santos, que se identificaba como bogotano que apoyaba la demolición: Memoria de Obras Públicas, 77-80.

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“Les confieso que, aunque bogotano de nacimiento y vinculado a esta ciudad por todos mis recuerdos, me siento obligado, en cuanto a su esencial desarrollo urbano se refiera, a preocuparme más por su presente y futuro que por su pasado”38. Para él, la identidad bogotana no debía descansar en el pasado colonial sino en un futuro moderno. La actitud del gobierno representada en este texto era apoyada en diferentes publicaciones. La revista de temas culturales Estampa, en cuyo consejo de redacción había varios intelectuales y artistas que se identificaban con el liberalismo reformista (incluyendo a Jorge Zalamea y Eduardo Zalamea), publicó un artículo sobre el edificio de Santo Domingo en abril de 1939, pocos días después de iniciada la demolición, que afirmaba lo siguiente,“Ante lo inevitable, ante las exigencias de la comodidad y la modernización, no debe haber protestas [...] El único lazo de unión, lazo fortísimo, sí es cierto, que va a quedar entre lo pasado y lo futuro, es el alma inmutable de la ciudad [...] cambiará en su forma pero no en su contenido”39. El carácter partidista que tomó el debate también se evidenció en la opinión pública, más allá de círculos políticos e intelectuales. Una carta de protesta de un ciudadano a la ach sobre la posible demolición de otro edificio colonial, el templo de San Francisco, se refería a la “imprudencia de los gobernantes jóvenes que comprometen el progreso por querer acelerarlo demasiado”, aludiendo a que el problema del proyecto modernizador liberal era la velocidad a la que se estaba llevando a cabo. Luego, en alusión a los liberales afirmaba: “El bárbaro se apodera de los monumentos y consuma su destrucción”40. El autor de la carta argumentaba que los liberales derrumbarían brutalmente el templo tal como lo habían hecho con los pabellones construidos por los conservadores en 1910 para la conmemoración del centenario de la independencia en el parque de La Independencia de Bogotá, acusando a la ach de no haberlo prevenido. En la smob fue particularmente el conservador Alfonso Cifuentes de Gutiérrez quien lideró el discurso anti liberal y anti modernizante. En una moción para preservar el templo de San Juan de Dios, afirmaba que ninguna “mole de cemento modernista [...] hablaría al espíritu ni al buen gusto de 38. Fray Alberto Ariza, El convento de nacionales y extranjeros todo lo que expresa o puede expresar aquel Santo Domingo, 23-27. santuario de tradiciones”. De acuerdo con Cifuentes y Gutiérrez, la 39. “Qué ha sido para la ciudad Santo Domingo”, Estampa: Revista semanal smob debería unirse a la defensa de los intereses “espirituales, tradide actualidad gráfica 2: 21 (1939). cionalistas, artísticos y turísticos de Bogotá” 41. En otro caso, proclamó 40. ach, Tomo 25, p. 94. Carta de Victor la necesidad de defender de la modernización edificios coloniales M. Herrera Almanza a la ACH. Bogotá, julio 7 de 1936. como la Casa de la Moneda42. Cifuentes y Gutiérrez representaba 41. smob, Actas, Libro 27, Acta 33 de así la manera como se iba marcando y construyendo una oposición 1943. Sept. 29, 1943, f. 158. entre la tradición y la pujante modernización que la amenazaba a 42. smob, Actas, Libro 29, Acta 24 de través de los debates sobre la arquitectura urbana. 1945. Ago. 1, 1945, f. 136.

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El lenguaje anti-liberal en debates en torno a las demoliciones era común en la prensa. Un artículo del periódico El Espectador en 1943 criticaba los rumores circulantes sobre la posible demolición del Palacio de San Carlos en la calle 10ª con carrera 6ª, el edificio colonial donde había residido temporalmente Simón Bolívar. En este caso, el foco de la crítica de la periodista conservadora Emilia Pardo Umaña fue el gusto estético de los liberales. Expresando su oposición a los rumores de una posible demolición escribió: “Me dicen —y hago todos los esfuerzos imaginables para no creerlo— que dizque se ha pensado echar abajo el Palacio de San Carlos. El edificio antiguo que hace esquina sobre la carrera sexta y la calle décima, con su gran patio claustrado, su nogal de siglos y sus amplísimas galerías, dizque para edificar allí algo nuevo y digno de la ciudad. No parece verosímil la idea y no puedo aceptarla en principio. Pero… Pero ocurren unas cosas! En gracia de discusión es factible otorgarle al partido liberal todas las virtudes vegetales y minerales: todas. Pero hay que reconocer, al margen de ellas, que es de un mal gusto toda prueba! Es obvio que al decirlo no se trata de calificar de poco refinada a la mayoría de sus componentes. Eso en ningún caso y ni siquiera a la minoría. Simplemente a cuantos llegan a ocupar un cargo público con influencias”43.

Este comentario, lleno de ironía, es un buen ejemplo del tono que adquirió el debate. Más adelante en el artículo, la autora argumentaba que los edificios coloniales debían ser preservados por ser “algo muy nuestro”. Comparaba el Palacio de San Carlos, “viejo edificio majestuoso” con la nueva “arquitectura vana y mediocre” que resultaba en edificios de cientos de oficinas y concluía que edificios como el armonioso palacio eran característicos del país: eran colombianos. Al hacer este argumento, identificaba al país con la tradición colonial y asumía que la arquitectura moderna no era nacional o “nuestra”. Sin embargo, no todos los que abogaban por la conservación de un edificio colonial eran necesariamente conservadores o hispanófilos. Muchos de los miembros de la smob que lideraron campañas contra las demoliciones eran liberales, o independientemente de su filiación política buscaban conciliar el progreso y la conservación sin reducir el debate a rivalidades políticas. Por ejemplo, Alberto Manrique Martín, arquitecto y miembro de la smob, razonaba que era “una concepción demasiado reducida y pobre del progreso, pensar que hay que destruir lo antiguo para construir nuevos edificios frente de anchas calles”. La 43. El Espectador, septiembre 21 de 1943. Aunque conservadora, Emilia Pardo ciudad moderna, argumentaba, podía construirse en alguna de las Umaña escribía en la prensa liberal. muchas áreas inhabitadas alrededor de la misma, sin necesidad de 44. smob, Actas, Libro 28, Acta 6 de 1944. destruir lo que quedaba de la arquitectura colonial en el centro44. Marzo 8 de 1944, f. 215.

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Otro ejemplo era el historiador Guillermo Hernández de Alba, quien en los debates de la smob defendió la conservación sin recurrir a justificaciones partidistas y sin implicar una confrontación entre lo tradicional y lo moderno: “Ciertos monumentos antiguos de la ciudad debían defenderse, si no por bellos, ya que no se les reconocían por todos las cualidades estéticas, sí por ser los únicos, buenos o malos, que nos legaron nuestros antecesores y nos decían en un lenguaje que no debía acallarse con la pica, algo muy interesante de lo que fueron otros días, y cuya importancia seria aun mayor a medida que las modernas épocas se presentaran con mayores novedades como consecuencia de una evolución”45.

Entonces, para Hernández de Alba el asunto no era de belleza estética sino de valor para la memoria. Su argumento se basaba en que el reconocimiento de cualquier herencia, al ser comparada con el presente, se constituía en evidencia de progreso. Convenía entonces, incluso para un gobierno modernizante, mantener los vestigios del pasado como prueba de progreso. Los monumentos antiguos debían ser preservados no con base en su valor o falta del mismo, sino por el simple hecho de que al ser comparados con el presente demostraban la evolución de la sociedad. Otros miembros de la smob que defendieron la conservación en términos similares fueron Enrique Otero d’Costa y Maximiliano Grillo. Otero d’Costa, historiador liberal, utilizaba el ejemplo de ciudades como Nueva York, Londres y París, donde monumentos que estorbaban el crecimiento moderno de la ciudad habían sido preservados. Añadía que incluso en México, considerado un país revolucionario y comunista en la época, había una ley muy estricta de respeto por los monumentos históricos. En ese sentido, ni la modernidad ni la revolución social deberían ser enemigas de la conservación. Para este historiador, la preservación era “alimento” del concepto de patria: “El país que tiene historia está salvado”, concluía. La historia era entonces necesaria para el bienestar de la nación46. De manera similar, el poeta y ensayista también liberal Maximiliano Grillo criticaba el espíritu práctico de quienes pretendían demo45. smob, Actas, Libro 19, Acta 27 de 1936. Agosto 19 de 1936, ff. 387-388. ler la historia del país siguiendo propósitos triviales como el de 46. smob, Actas, Libro 19, Acta 30 de crear parqueaderos públicos47. En el contexto de los debates por 1936. Septiembre 9 de 1936, la conservación de los templos de San Agustín y San Juan de Dios, ff. 408-409. Grillo utilizó un lenguaje similar al de Otero d’Costa, al estable47. smob, Actas, Libro 19, Acta 30 de 1936. Septiembre 9 de 1936, f. 409. cer que los templos coloniales conservaban el “alma nacional”48. 48. smob, Actas, Libro 28, Acta 15 de Para Grillo, las edificaciones coloniales eran admirables “no 1944. Mayo 31 de 1944, ff. 264-265. por antiguas, sino por el alma que reviven, por la historia que 49. smob, Actas, Libro 25, Acta 15 de perpetúan”49. La idea de que el alma de la nación se encontraba 1941. Julio 9 de 1941, f. 77.

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depositada en los monumentos del pasado y no en una identidad moderna era común en las discusiones de la smob. En estos argumentos la preservación aparecía como un asunto de nacionalismo, de construcción nacional. Es importante mencionar que la ach y la smob no siempre apoyaron la conservación; en algunos casos estuvieron del lado de los esfuerzos del gobierno privilegiando la modernización y apoyando demoliciones. Uno de esos casos fue el templo de San Juan de Dios, que Guillermo Hernández de Alba consideraba como portador de “poca tradición histórica”. Bajo este argumento, Hernández de Alba dio visto bueno a su demolición para ampliar la angosta carrera 10ª entre calles 11 y 1250. Otro caso de conciliación entre conservación y modernización que se dio fuera de la smob fue el del sacerdote Diego Garzón, presidente del Comité de Acción ProSur, un comité de acción social al sur de Bogotá. Garzón escribió una carta a la ach pidiendo su apoyo para la conservación de una casa histórica ocupada por la Escuela de Artes y Oficios para mujeres trabajadoras. Sin embargo, fue enfático en que él no se oponía al progreso: “Que no se crea ni se diga que el suscrito interpone sus ideas a las ideas del progreso local por espíritu estrecho y mezquino. Para evidenciar que tal no es su propósito, baste recordar que durante treinta y ocho años fundo asociaciones en el sur de la ciudad: fue iniciador y propulsor de muchas obras de progreso y actualmente como presidente del ‘Comité de Acción Pro-Sur’ ha realizado, en forma absolutamente desinteresada, muchas obras de aliento. Además, mira con simpatía la obra de progreso municipal”51.

El proyecto de ampliar la carrera 5ª entre la calle 16 y la Avenida Jiménez amenazaba esta casa. A Garzón, que era un activista social, le interesaba su conservación, pues allí funcionaba la Escuela de Artes y Oficios. Probablemente su interés principal era preservar la escuela más que la casa. Sin embargo, apeló al lenguaje de la conservación argumentando que la casa había sido habitada por el héroe nacional Antonio Nariño. Al mismo tiempo subrayaba el hecho de que el edificio era sede de una importante iniciativa social en favor de la clase media. La casa, afirmaba, debía preservarse no sólo por su valor histórico, sino como elemento de progreso que encarnaba por medio de la escuela. Otra queja interesante fue la presentada por la Liga de Ciudadanos del Sur de la Ciudad. Esta asociación expresó su 50. smob, Actas, Libro 27, Acta 34 de 1943. Octubre 6 de 1943, f. 164. preocupación por los planes del Concejo de Bogotá de llevar a 51. ach, Tomo 27, p. 52. Carta de Diego cabo demoliciones en los barrios trabajadores del sur de la ciuGarzón a la ach. Bogotá, diciembre 10 dad para construir nuevas y amplias avenidas. Las demoliciones, de 1937.

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argumentaban, llevarían a una escasez de vivienda en el área —y por consiguiente al incremento de los precios al reducirse la oferta— para las familias de clase trabajadora que vivían en cuartos arrendados y que serían desalojadas para las demoliciones. En lugar de destruir viviendas en el sur, afirmaban, el gobierno distrital debería demoler edificios en el centro, donde el tráfico era realmente problemático, o dedicarse a construir más vivienda urbana o a ampliar los sistemas de acueducto y alcantarillado para los pobres. En este caso la objeción no estaba basada en la preservación de la memoria, sino en la defensa de la clase media que se vería afectada52. La ach también recibió cartas de personas que consideraban que las demoliciones eran atentados contra la tradición católica de Colombia. Una carta de julio de 1946 firmada por Luis Enrique Moreno, quien se describía como un “habitante de Bogotá, menor de edad”, afirmaba que las demoliciones eran un atentado contra el catolicismo, pues los templos eran las víctimas más comunes. “Aquí tumban un templo, para hacer edificios, teatros, o sitios de diversión”, expresaba. Además, Moreno citaba la Ley 5 de 1940 que declaraba de utilidad pública todos los lugares y edificios que por su antigüedad, belleza o tradición histórica debían ser conservados como patrimonio nacional. Terminaba su carta con una amenaza y llamado al cumplimiento de la ley citada: “Si no acatan esas órdenes los católicos haremos una guerra civil, si nos matan, no importa, porque es defendiendo la casa de Cristo. Y si no nos matan, seguiremos luchando, hasta los últimos momentos de nuestra vida [...]. Como ahora no creen en Dios, hay que enseñar la verdad de Cristo”. En este caso la religión era la víctima, la herencia valiosa a salvaguardar53. Como he tratado de mostrar a lo largo de este artículo, los monumentos no estaban definidos como tales por una esencia a priori. Diferentes actores sociales atribuían significados diferentes a las edificaciones en cuestión al justificar su demolición o conservación. El ejercicio de atribuir o negar a un edificio el carácter de monumento nacional era una estrategia utilizada por diferentes actores —fueran políticos, intelectuales, o ciudadanos comunes con intereses económicos, sociales, religiosos o de otro tipo— para defender sus intereses y legitimar su causa. Así, el pasado se convertía en herramienta para construir una posición 52. ach, Tomo 43 (No indexado. Año en el presente y estaba lejos de ser algo neutral y fijo. 1945, Libro II), sin número de folio. Igual que la condición de “monumentalidad”, la condición de Carta de la Liga de Ciudadanos del Sur de la Ciudad a la ach. Bogotá, “modernizador” también era construida y reconstruida según las octubre 27 de 1945. necesidades del presente. Al cuestionar la narrativa difundida 53. ach, Tomo 44 (No indexado. Año de que fueron los liberales quienes trajeron la modernización a 1945-1946. No encuadernado), sin número de folio. Carta de Luis EnriColombia por medio del desarrollo urbano, no he querido reverque Moreno a la ach, Bogotá, julio 24 sar el argumento para atribuir el papel de modernizadores a los de 1946.

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conservadores. Más allá de identificar quiénes fueron “modernizadores”, este artículo se ha guiado por la pregunta de cómo se construyó en la memoria la “modernización” desde diferentes presentes, y quiénes y por qué se atribuyeron esa identidad modernizadora. Así se hace evidente que al igual que el concepto de “monumento”, el concepto de “modernización” estaba imbuido por una pluralidad de significados atribuidos por diferentes voces que luchaban por apropiárselo desde un lugar social particular. Ambos procesos, el de definir qué era monumental y quiénes eran los modernizadores, implicaban usar y valorar el pasado de acuerdo con los intereses del presente. La memoria no era entonces algo fijo en un referente inamovible, sino algo inestable que se construía y reconstruía con el fin de legitimar un lugar en el presente. Los debates en torno a la conservación y el desarrollo urbano evidencian cómo diferentes actores sociales activamente reformularon la memoria en un proceso de redefinir identidades y legitimidades. Estos debates se convirtieron en un lugar de lucha entre diferentes grupos sociales, a partir del cual se consolidaron y reprodujeron las diferencias entre ellos.

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Artículo recibido: 30 de julio de 2009; aprobado: 15 de diciembre de 2009; modificado: 13 de enero de 2010.

La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

The materiality of memory in Mauricio Rosencof’s Las cartas que no llegaron (Uruguay, 1930-2000)

Resumen

Abstract

El objetivo del presente trabajo consiste en indagar

This article examines the way that Uruguayan

sobre la reconstrucción de la genealogía familiar

author Mauricio Rosencof reconstructs family

y de la identidad propia que realiza el autor

genealogy and self identity in Las cartas que no

uruguayo Mauricio Rosencof en Las cartas que no

llegaron. The materiality of memory has an impor-

llegaron. La materialidad de la memoria tiene un

tant place in the novel: the superimposed stories

lugar destacado en la novela; las historias sobre-

take shape through spaces and objects tied to the

puestas se configuran con base en espacios

protagonist’s childhood and the family history.

y objetos vinculados con la infancia del protago-

The author employs a double entendre in which

nista además de la historia familiar. En la novela

referential immediacy is combined with complex,

se instala un juego doble en el que la inmediatez

fictionalizing strategies. The latter, corresponding

referencial se combina con unas estrategias de fic-

to the three most important elements regarding

cionalización complejas analizadas en tres partes,

memory in the novel, are analyzed separately: the

correspondientes a las piezas memorialísticas más

family album, the cards, and the word.

importantes en la novela: el álbum de familia, las cartas y la palabra.

Anna Forné

Palabras clave

Key Words

Uruguay, dictadura, memoria, identidad, literatura.

Uruguay, dictatorship, memory, identity, literature.

Anna Forné se doctoró por la Universidad de Lund, Suecia, en 2001 con una tesis sobre la reescritura hipertextual en Son vacas somos puercos de Carmen Boullosa. Actualmente tiene un cargo de posdoctorado en la Universidad de Gotemburgo, Suecia, financiado por La Real Academia de Letras, Historia y Antigüedades. Su proyecto de investigación actual trata de la inscripción literaria de las memorias de la dictadura en el Cono Sur. También dirige junto con la doctora Rossana Nofal, Universidad Nacional de Tucumán/conicet (Argentina) y el doctor Máximo Badaró conicet/usam/idaes un proyecto internacional sobre “La gravitación de la memoria: Testimonios literarios, sociales e institucionales de las dictaduras en el Cono Sur” financiado por stint (The Swedish Foundation for International Cooperation in Research and Higher Eduacation). Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “El desdoblamiento de identidades en El Bataraz de Mauricio Rosencof ”, Hipertexto 9 (Invierno 2009): 95-105, en http://www.utpa. edu/dept/modlang/hipertexto/hiper9Indice.htm; “Literatura y testimonio en “Punto Estrella” de Mirtha Fernández Pucurull”, en Caminos de lectura. Antología de textos y aproximaciones analíticas al texto literario, ed. Eva Löfquist y Victoria Thörnryd (Lund: Studentlitteratur), en prensa; “La autoficción testimonial: Oblivion de Edda Fabbri”, Telar 7, en prensa; y “La escritura de la experiencia carcelaria en el Uruguay posdictatorial”, Revista de la Biblioteca Nacional, Montevideo, Uruguay, en prensa. anna.forne@gu.se

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En Uruguay, a diferencia del caso argentino, la vuelta a la democracia se caracterizaba por un silencio oficialmente instalado con respecto a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar (1973-1985). En forma de una reacción contra la ausencia de medidas jurídicas nació la prosa carcelaria, un género literario que se formó como un efecto secundario del encarcelamiento masivo y prolongado de presos políticos que distinguió a la dictadura uruguaya. Las primeras expresiones del género se configuraron según el protocolo desarrollado en América Latina en relación con la política cultural de la Revolución Cubana, la novela testimonial o novela-testimonio, institucionalizada en 1970 cuando la Casa de las Américas instaló un premio literario para la categoría testimonio. En líneas generales, el género en su forma fundacional se caracteriza por priorizar la funcionalidad de la prosa como un espejo verídico de una realidad, representada de manera inmediata. En el Uruguay de la posdictadura el género inicialmente llegó a cumplir la función que el testimonio jurídico podría haber hecho en el caso de haberse iniciado un proceso legal contra los responsables de los crímenes de lesa humanidad. Por lo tanto, la narración de la prosa carcelaria inicial se organizó de tal manera que las experiencias personales podrían leerse como una evidencia objetivamente comprobable1. Con el tiempo y el desplazamiento de los límites de lo decible2, se hizo posible reformular y reconfigurar las experiencias y las memorias de la cárcel con un toque más personal y con base en un repertorio narrativo más amplio.

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Ï El artículo es el resultado del proyecto de investigación “En la frontera entre el documento y la ficción. Testimonios de las últimas dictaduras militares en Argentina y Uruguay”, que ha tenido el apoyo de La Real Academia de Letras, Historia y Antigüedades, Suecia, y el proyecto de intercambio “La gravitación de la memoria: testimonios literarios, sociales e institucionales de las dictaduras en el Cono Sur”, financiado por el programa International Grants for Younger Researchers de The Swedish Foundation for International Cooperation in Research and Higher Education. 1. A propósito de los testimonios que constituían la base evidencial durante los juicios contra los comandantes en Argentina en 1985, Elizabeth Jelin ha señalado que las circunstancias de enunciación conllevaron a que el testimoniante se viera obligado a transformar en evidencia las experiencias, las emociones y las ideologías, de modo que tuvieran aprobación como declaración legal. Elizabeth Jelin, “Los derechos humanos entre el Estado y la sociedad”, en Nueva historia argentina. Tomo 10. Dictadura y democracia (1975-2001), ed. Juan Soriano (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2005), 541-542. 2. Michel Pollak, Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite (La Plata: Ediciones Al Margen, 2006), 55.


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En calidad de uno de los líderes de la organización guerrillera mln-t (Tupamaros)3, Mauricio Rosencof, junto con ocho presos más, fue declarado rehén de la dictadura en 1973 y bajo amenazas constantes pasó doce años aislado en diferentes calabozos, pozos y celdas de los cuarteles uruguayos. En su prosa escrita en la época posdictatorial Rosencof retorna una y otra vez a sus memorias de los tiempos de la dictadura que pasó encarcelado en condiciones extremadamente duras4. En 1987 publicó junto con Eleuterio Fernández Huidobro, otro de los rehenes, el testimonio Memorias del calabozo. En esta narración dialogada, los autores no solamente testimonian sobre las condiciones inhumanas a las que fueron sometidos durante doce años de aislamiento en los calabozos de los cuarteles militares del Uruguay, sino que también narran acerca de las diferentes cosas que les permitieron sobrevivir en medio de la eternidad del abandono y la banalidad del mal. En uno de los apartados iniciales de Memorias del calabozo, “Las leyes de la irrealidad”, Rosencof y Fernández Huidobro describen cómo el silencio total y la oscuridad de los baúles de los vehículos en los que fueron transportados, o el frío y la soledad de los calabozos, convirtieron el espacio reducido en un lugar irreal e ilusorio en el que se borraron los límites temporales. En diálogo con Rosencof, Fernández Huidobro cuenta que: “En las condiciones en que nosotros estábamos, comenzamos a introducirnos, sin saberlo aún, en el universo en el cual vamos a vivir: un universo que está construido por nuestra propia imaginación y nuestros propios cálculos. Si es real o no es real, no importa mucho. Operaba como si fuera real”5.

3. Movimiento de Liberación Nacional, fue la guerrilla urbana activa en Uruguay en los años sesenta y setenta. El actual presidente electo del Uruguay, José Mujica, fue uno de los líderes del movimiento y uno de los rehenes de la dictadura. 4. Rosencof fue un dramaturgo reconocido antes de caer preso. En tiempos posdictatoriales además ha escrito obras teatrales que podrían leerse como expresiones de las experiencias carcelarias, como por ejemplo El saco de Antonio (1985) y El combate del establo (1985). 5. Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, Memorias del calabozo (Montevideo: Banda Oriental, 2005), 15-16.

Es en estos mundos alternativos de la imaginación donde Mauricio Rosencof, como tantos otros presos, busca refugio cuando la realidad llega a ser insoportable. En algunas ocasiones la búsqueda es consciente; en otras, es una consecuencia de las durísimas condiciones físicas y psíquicas que obligan a los presos a entrar en mundos paralelos imaginarios. En el momento de la publicación de Memorias del calabozo, prevalece la funcionalidad del texto como testimonio. Por tanto, los autores solamente mencionan la existencia e importancia de los mundos alternativos de la imaginación, poniendo el acento en la descripción de los espacios concretos, los acontecimientos, los hechos y los verdugos. Mientras que Fernández Huidobro sigue cultivando la prosa documental en textos como por ejemplo Historia de los Tupamaros (1986-87), La tregua armada (1987) o La fuga de Punta Carretas (1990), Mauricio Rosencof abandona el género testimonial

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después de la publicación de Memorias del calabozo6. En cambio, recurre a la ficción y al poema en prosa con el fin de reconfigurar sus memorias del calabozo, con un énfasis especial en los aspectos que no caben en el marco del testimonio documental. El hipotexto de estas narraciones de ficción es el testimonio dado en Memorias del calabozo, que de diferentes maneras se integra y se reescribe en las tres obras de Rosencof. Éstas podrían agruparse bajo el concepto de la serie carcelaria: las novelas El bataraz (1997) y Las cartas que no llegaron (2000), y el poema en prosa Conversaciones con la alpargata (1989). En trabajos anteriores analicé cómo algunas estrategias narrativas tomo el desdoblamiento y la animalización del narrador-protagonista se emplean en El Bataraz, con el fin de representar los mundos alternativos a los que recurren los presos de los calabozos de la dictadura7. En este trabajo estudiaré la materialidad de la memoria en otra de las fábulas carcelarias de Mauricio Rosencof, Las cartas que no llegaron. Partiré de la hipótesis de que esta obra presenta un nuevo tipo de testimonio literario, de carácter autoficcional, que con base en un acercamiento personal, creativo e imaginativo a las evidencias históricas transgrede los alcances convencionales tanto de la novela testimonial como de la autobiografía, instalándose narrativamente a caballo entre la referencia y la imaginación y entre la verificabilidad y la creatividad. En esta novela Mauricio Rosencof intenta reinterpretar y reelaborar los sentidos del pasado, reconstruyendo la genealogía familiar a partir de un inventario de los restos materiales de la familia judía exterminada en los campos de concentración nazis, empresa iniciada en la soledad de los calabozos de la dictadura uruguaya. En función de la realización de la resignificación y revaloración de los sentidos del pasado, se instala en la escritura de la memoria un juego doble en el que la inmediatez referencial de las evidencias materiales se combina con unas estrategias de ficcionalización complejas, que se analizarán en tres partes, correspondientes a las piezas memorialísticas más importantes en la novela: el álbum de familia, las cartas y la palabra. 1. L a materialidad de la memoria En Las cartas que no llegaron los relatos superpuestos, que se desarrollan en diferentes tiempos y espacios, se configuran con base en sitios y objetos vinculados con la infancia del protagonista y con la historia familiar que el narrador (idéntico al protagonista) revisita o inventa, con el fin de recomponer la genealogía familiar. En este sentido, emplearé el concepto de la materialidad de la memoria. Es decir, la búsqueda identitaria relatada en la novela ancla en las evidencias materiales para enmendar el vacío memorialístico, consecuencia de una historia familiar fracturada y causa de un

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6. Mauricio Rosencof también tiene una producción periodística-ensayística importante. Algunos textos están compilados en Las agujas del tiempo (Montevideo: Aguilar, 2003). 7. Anna Forné, “El testimonio en quiebra: Repertorios narrativos y lógicas discursivas en El Bataraz de Mauricio Rosencof ”, en Actas de las V Jornadas Nacionales “Espacio, Memoria e Identidad” (Rosario: Universidad Nacional de Rosario, 2009); “El desdoblamiento de identidades en El Bataraz de Mauricio Rosencof ”, Hipertexto 9 (invierno 2009): 95-105.


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vacío identitario. Tanto en los casos en que la reconstrucción arraiga en un objeto tangible y real, como cuando faltan las evidencias materiales, la instancia narrativa recurre a las estrategias recreadoras de la ficción y reconstruye la historia familiar en búsqueda de la identidad propia. La búsqueda identitaria narrada en Las cartas que no llegaron, por tanto, se realiza como una arqueología de los objetos perdidos y de los lugares abandonados, que al ubicarse podrían permitir una reconexión con el pasado familiar y una resignificación de la historia e identidad propias. El relato de este viaje se inicia en los calabozos de la dictadura uruguaya8 y se teje años más tarde en una habitación con ventana como un homenaje a los padres: “Y estas son las cartas, mi Viejo, que te quise escribir desde donde escribir no se podía, y que te escribo hoy, mi Viejo, desde donde sí puedo, junto a una ventana que durante tantas eternidades no tuve, con vista a un patio, pequeño, de entre casa, donde se mezclan los racimos de glicinas, y estallan los jazmines del cielo y los del país aroman, y pienso en mamá, su patio de las mil macetas…”9.

El punto de partida de Pierre Nora, al introducir el concepto de lieux de mémoire o sitios de memoria, es que actualmente se habla tanto de la memoria porque queda tan poco de ella; ya no existen los verdaderos 8. “Y fue en el retorno al interminable ambientes o entornos de memoria (milieux de mémoire), desvaneterritorio de dos por uno del calabozo, que comenzaron mis conversacidos como consecuencia de las alteraciones de los modos de vida ciones con papá”. Mauricio Rosencof, y el cambio de los núcleos de transmisión memorialística tradicioLas cartas que no llegaron (Buenos Aires: Suma de Letras, 2005), 112. nales10. Esta transformación en los modos de concebir y pensar el 9. Mauricio Rosencof, Las cartas, 87. pasado señalada por Nora conlleva una distinción entre la memoria 10. Pierre Nora, “Between Memory verdadera —vivida—, de carácter social y espontáneo, y la histoand History: Les Lieux de Mémoire”, ria, producto de una práctica intelectual de reconstruir, organizar Representations 26 (Primavera 1989): 7. y representar las huellas del pasado: “Con la aparición de la huella, 11. “With the appearance of the trace, of mediation, of distance, we are de la mediación, de la distancia, no estamos en el reino de la memonot in the realm of true memory ria verdadera sino de la historia”11. A continuación Nora sostiene but of history”. Pierre Nora, Between Memory and History, 8. (La traducque la memoria es material y espacial, a diferencia de la historia ción es mía) que es temporal y relacional: “La memoria arraiga en lo concreto, 12. “Memory takes root in the conen espacios, gestos, imágenes y objetos; la historia se vincula estriccrete, in spaces, gestures, images, and objects; history binds itself tamente con las continuidades temporales, las progresiones y las strictly to temporal continuities, relaciones entre cosas”12. En consecuencia, los sitios de memoria to progressions and to relations between things”. Pierre Nora, de los tiempos modernos emergen como una suerte de compenBetween Memory and History, 9. sación por la pérdida de la memoria espontánea, y a causa de su (La traducción es mía) carácter archivístico la reconstitución de la memoria depende de la 13. Pierre Nora, Between Memory and History, 13. materialidad de la huella y de la visibilidad de la imagen13. Además,

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apunta Nora, este pasaje de la memoria a la historia ha llevado a que cada grupo social necesite redefinir su identidad a través de la revitalización de su propia historia, de buscar sus orígenes y la identidad propia14. Sin embargo, la distancia y la fragmentariedad convierten el proceso de reconstituir el pasado en un acto de representación, en el sentido original de la palabra según Nora15. Esta reconstrucción representacional del pasado, anclada en las huellas materiales del archivo y de la imagen, al fin y al cabo, es la expresión de una búsqueda identitaria: “[…] es diferencia lo que buscamos, y en la imagen de esta diferencia, el espectáculo efímero de una identidad irrecuperable. Ya no es génesis lo que buscamos sino el desciframiento de lo que somos a la luz de lo que ya no somos”16. En Las cartas que no llegaron, como veremos, la reconstitución de la memoria propia y de la genealogía familiar depende, por un lado, de la materialidad de la huella y de la visibilidad de la imagen. Por otro lado, es la inversión afectiva y creativa que complementa y completa el proceso de representación, iniciada en el momento en que la reconstrucción intelectual de la historia fracasa a causa de la fragmentariedad de las evidencias históricas materiales. De hecho, el sentido etimológico de representación es la acción y efecto de representar, y el de representar, evocar algo que la imaginación retiene. El vocablo de representación además connota el hacer presente algo o sustituir a la realidad por medio de una figura, una imagen o una idea17. Recordemos que según la hipótesis, a partir de un acercamiento personal, creativo e imaginativo a las evidencias 14. Pierre Nora, Between Memory and History, 15. históricas, esta novela transgrede los alcances genéricos conven15. Pierre Nora, Between Memory and cionales por medio de una combinación representacional de los History, 17. documentos archivístivos y los residuos de la memoria —imagina16. “[…] it is difference that we are rios e imaginados—, rescatados a partir de la labor arqueológica seeking, and in the image of this difference, the ephemeral spectacle configurada en la novela a través de las partes memorialísticas del of an unrecoverable identity. It is álbum de familia, las cartas y la palabra, que demuestran un grado no longer genesis that we seek but instead the decipherment of what decreciente de materialidad concreta, compensada por la ficciowe are in the light of what we are no nalización mediante la imaginación. longer”. Pierre Nora, Between Memory and History, 18. (La traducción es mía) A propósito de la relación entre un lugar y su sentido, Nora 17. Diccionario de la Real Academia acentúa la importancia de la carga simbólica para que un sitio se Española. Vigésima segunda edición. convierta en un lieu de mémoire: “Hasta un sitio puramente material, http://buscon.rae.es/draeI/. como un archivo, se convierte en un lieu de mémoire solamente si la 18. “Even a purely material site, like an archive, becomes a lieu de mémoire imaginación lo inviste de un aura simbólica”18, o sea, el propósito only if the imagination invests it fundamental de los sitios de memoria es materializar lo inmaterial with a symbolic aura”Pierre Nora Between Memory and History, 19. e inmortalizar la muerte. En este sentido, la búsqueda emprendida (La traducción es mía. Subrayado en y representada por Mauricio Rosencof en Las cartas que no llegaron el original)

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podría leerse como un viaje heurístico que inviste de sentidos tanto las evidencias del archivo, como los silencios del pasado gracias al poder de la imaginación. Como ha advertido Andreas Huyssen, entre otros, hoy en día con el reconocimiento de la laguna semiótica entre la realidad y su representación, también es preciso admitir una variedad de posibilidades representacionales de lo real y de sus memorias19. 2. E l álbum de familia La materialidad de la memoria tiene un lugar destacado en las historias que se superponen en forma de un palimpsesto en Las cartas que no llegaron. Es el protagonista quien desde el calabozo intenta reconstruir su identidad con base en objetos, personajes y espacios vinculados con su propia infancia en Montevideo, además de la historia de los descendientes judíos en Polonia, desde el tiempo antes de que sus padres emigraran hasta el exterminio unos pocos años después. Puesto que el protagonista no tiene un idioma en común con sus propios padres ni con sus familiares polacos, y asimismo carece de una memoria genealógica debido a los muchos silencios familiares, será en la materialidad de la memoria —lugares, nombres, palabras específicas, cartas y fotos— donde anclará su búsqueda identitaria. La historia contada en Las cartas que no llegaron empieza y termina en el espacio maternal, la cocina y el patio de la casa montevideana donde la madre de Moishe crea un mundo cerrado de memorias, analógico a la caja de zapatos donde guarda las fotos de los familiares aniquilados en los campos de exterminio nazis. A este espacio cerrado regresa Moishe/Mauricio —imaginativamente— en su aislamiento carcelario en un intento por conectar el tiempo y el espacio en la búsqueda de una identidad a la cual aferrarse para resistir las tentativas de los militares por quebrarlo. El espacio de la madre es el nutritivo; allí se cuidan las plantas del patio, allí se preparan los platos tradicionales y allí se preserva la memoria material de la familia perdida y del hijo fallecido, el hermano mayor de Moishe. En la primera parte de la novela, “Días de barrio y guerra”, el Moishe narra su infancia en el Montevideo de los años treinta y cuarenta, una historia que circula alrededor del espacio cerrado de la madre, en cuya cocina se leen los domingos las cartas que el padre recibe de su hermana del gueto y del campo de concentración polacos. Estas cartas se encuentran incorporadas en el relato, pero permanece encubierto si son reales o ficticias. Estos escritos apócrifos, en la encrucijada de lo fabulado y lo auténtico, llegan a tener una función significativa en la reconstrucción de la identidad propia representada en la novela. 19. Andreas Huyssen, Present Pasts. Urban Palimpsests and the Politics of En el recinto cerrado de la madre, el objeto-espacio más signifiMemory (Stanford: Stanford Univercativo es la caja de zapatos que contiene sus memorias de Polonia. sity Press, 2003), 19.

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En la caja, que saca de vez en cuando para mostrársela a Moishe, están las fotos de su madre y sus hermanas que quedaron en Polonia: “Mi madre tiene una pila de fotos así de grandes en una caja de zapatos. Las cajas son para guardar cosas. En las cajas hay de todo. Y mi mamá, en la caja de zapatos tiene a las hermanas de ella, a la mámele, que es la mamá de ella, de mi mamá; y mi mamá me llama, y con un dedo dice: ‘Esta es Irene y esta es Anna, que tiene dos niños’—pero que en la foto no hay nadie—, ‘y que son como vos’; y ‘¿por qué no vienen?’; y mi mamá, ‘¿y cómo van a venir?’ […]”20.

La inserción de un álbum de fotos al final de la novela como un detalle concreto en forma de fotografías archivísticas de los propios familiares de Mauricio Rosencof, además de su instalación como un elemento narrativo, es un repertorio artístico que en el contexto posdictatorial del Cono Sur se asocia con la circulación de las fotos de los desaparecidos en las acciones de aparición con vida iniciadas por las madres de Plaza de Mayo. En la múltiple contextualidad de Las cartas que no llegaron, esta instalación además se inscribe en la búsqueda identitaria de los hijos de los sobrevivientes del Holocausto, pues como señala Nora con respecto a la reconstrucción representacional del pasado arraigada en el archivo y la imagen, se trata de la expresión de una búsqueda identitaria típica de la contemporaneidad cuando carecen las memorias vividas y espontáneas21. Podríamos añadir, junto con Andreas Huyssen, que más allá del marketing de la memoria de la industria cultural occidental, en algunas partes del mundo como por ejemplo en las sociedades posdictatoriales del Cono Sur, la cultura de la memoria tiene una carga política acentuada e involucra debates sobre los Derechos Humanos, la justicia y la responsabilidad colectiva, lo cual tiene implicaciones importantes a la hora de interpretar los trabajos de la memoria22. En este sentido, el concepto de posmemoria de Marianne Hirsch resulta particularmente revelador a la hora de pensar las materialidades de la memoria en forma de imágenes en Las cartas que no llegaron. En 20. Mauricio Rosencof, Las cartas, 23. Family Frames: Photography, Narrative, and Postmemory Hirsch des21. Pierre Nora, Between Memory and taca la complejidad de la interpretación de las fotos de álbum de History, 18. parientes que han pasado por los campos de concentración; por 22. Andreas Huyssen, Present pasts, 15. un lado las imágenes de álbum en sí no señalan esta conexión, y 23. “[…] a message so simple and, at the por otro lado producen una carga simbólica fuerte en el contexto same time, so overlaid with meaning that it seems to beg for a narrative presente: “[…] un mensaje tan sencillo, y al mismo tiempo, tan carand for a listener, for a survivor’s gado de sentido que parece suplicar por una narración y por un tale”. Marianne Hirsch, Family Frames: Photography, Narrative, and oyente, por una historia de un sobreviviente”23. Hirsch subraya la Postmemory (Cambridge: Harvard UP, presencia simultánea de vida y muerte en los retratos fotográficos, 1997), 19. (La traducción es mía)

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resultado de su naturaleza indéxica; es el contexto de lectura y no el contenido lo que determina el significado, ya que el espectador reemplaza o complementa lo que la imagen omite. En este sentido Hirsch establece una distinción entre el pasado y el futuro, entre padres e hijos, entre la memoria del sobreviviente y la posmemoria de los hijos de los sobrevivientes. La posmemoria se distingue de la memoria por una diferencia generacional y de la historia por una conexión personal. En el caso de la posmemoria, destaca Hirsch, la conexión con el objeto o la fuente es la inversión imaginativa y la creación24. En Las cartas que no llegaron Rosencof dibuja una ficción sobre sí mismo, una autoficción en la que las imágenes en forma de retratos de un álbum de familia señalan motivos cotidianos que sin embargo se inscriben en una historia familiar de persecución, prisión, sufrimiento y muerte. Esta genealogía de motivos familiares inscritos en una historia colectiva de partidas constituye la configuración narrativa de la identidad fragmentada de Moishe. Solamente es por medio de la creación imaginativa que es posible acceder a las memorias familiares, y a través de ellas a constituir la identidad propia. La novela puede leerse como una reconstrucción de quién podría haber sido, dirigida hacia el futuro y las generaciones venideras; la dedicatoria es a la nieta de Rosencof: “Esta palabras son para tu naciente memoria, Inés, eslaboncito último rielado de sonrisas, hijita de la hija y de todas estas sangres. EL ABUELO”. Las cartas que no llegaron se inscribe en el campo narrativo que Leonor Arfuch ha denominado el espacio biográfico, en el cual la subjetividad íntima se representa más allá de los límites genéricos establecidos, en un juego doble en el que la inmediatez referencial se combina con distintas estrategias de ficcionalización. En el espacio biográfico es imposible equivocarse de la intención de trazar huellas autobiográficas, si bien éstas se proyectan de modo ambiguo25. Para Arfuch la referencialidad inmediata del álbum de fotos enlaza el mundo visual de la temprana infancia y la fase preverbal de las memorias infantiles, una suerte de topografía interna de memorias desconectadas, propensas a despertar delante del material cotidiano del álbum de fotos26. En el contexto histórico en el que se abre el álbum de Rosencof, se trasmite quizás ante todo una imagen de la intrusión violenta en la esfera privada, “una fractura irreparable de las genealogías que no se salda con el paso del tiempo y las generaciones”27. También Marianne Hirsch 24. Marianne Hirsch, Family Frames, 20-22. señala al respecto: 25. Leonor Arfuch, Crítica cultural entre política y poética (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007), 45.

26. Leonor Arfuch, Crítica cultural, 50. 27. Leonor Arfuch, Crítica cultural, 53.

“Las fotografías con su conexión “umbilical” perdurable a la vida son precisamente el medio que conecta la primera y de la segunda generación, la memoria y la posmemoria. Son los sobrantes, las fuentes fragmentarias y los bloques constructivos,

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acribillados, de la labor de la posmemoria. Afirman la existencia del pasado y, en su bidimensionalidad plana, señalan su distancia infrangible”28.

El álbum de fotos en el contexto posmemorial evocado en Las cartas que no llegaron evidencia la fragmentariedad y tortuosidad de una genealogía truncada y alejada, reconstruida imaginariamente por medio de la ficcionalización de las memorias familiares. Por medio de la materialidad de los pedazos y huellas sobrantes es posible conectar con y recrear el pasado, una labor que sin embargo depende de la imaginación, puesto que ésta le permite al narrador-protagonista tejer una narración del pasado en los espacios de una historia fracturada, y a partir de allí también tramar una autoficción. En sus trabajos sobre la producción social de identidades en situaciones límite, Michel Pollak ha demostrado que la necesidad de narrar sobre una experiencia extrema está vinculada no solamente al acto de testimoniar, sino también al deseo y a la necesidad de reestablecer los lazos sociales, de recuperar la comunidad emocional perdida a causa de las experiencias y los acontecimientos monstruosos. Los registros testimoniales más formalizados e institucionalizados como el judicial y el histórico no dan cabida a una representación plena de la experiencia traumática por excluir de sus protocolos representacionales las facetas individuales e íntimas de la experiencia traumática, lo que “toca a la identidad de una persona”29. La narración emotiva de las experiencias límite, por tanto, se articula más allá del registro testimonial, adoptando repertorios narrativos diversos. En su análisis de Atravesando la noche. 79 sueños y testimonio acerca del genocidio de Andrea Suárez Córica, Miguel Dalmaroni destaca la importancia de la mezcla de géneros en la formación de sentidos nuevos e imprevistos, resultados de un proceso que desengancha del ideario 28. Photographs in their enduring ‘umbilical’ connection to life are prerevolucionario del patrón testimonial para inscribir en el marco de cisely the medium connecting firstestas narrativas las historias biográficas íntimas, sin llegar a reduand second generation, memory and postmemory. They are the leftovers, cir la significación colectiva del relato: “[…] esa plasticidad que abre el género a una construcción no prevista de sentidos que puede deberse a varios factores, pero uno que resulta decisivo está en la intervención inevitable de las biografías privadas, de la esfera de la más recóndita intimidad, en un relato de extrema significación colectiva”30.

Según Dalmaroni, se usan los mismos materiales que los testimonios y los discursos políticos pero en vez de presentar una versión coherente, reproductora de “los sentidos rituales de un

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the fragmentary sources and building blocks, shot through with holes, of the work of postmemory. They affirm the past’s existence and, in their flat two-dimensionality, they signal its unbridgeable distance”. Marianne Hirsch, Family Frames, 23. (La traducción es mía)

29. Michel Pollak, Memoria, olvido, 104. 30. Miguel Dalmaroni, La palabra justa. Literatura, crítica y memoria en la Argentina 1960-2002. (Santiago de Chile: ril editores, 2004), 119.


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discurso heredado”31, ofrecen a base de la voz narrativa subjetiva un discurso de significados inacabados e inestables, sin llegar a renunciar la propia posición política e ideológica clara. En la obra de Mauricio Rosencof no es hasta un decenio después de la caída de la dictadura, y después de haber publicado un testimonio y varios ensayos sobre sus experiencias carcelarias, que el autor puede acercarse en el disfraz de la ficción a las dimensiones más personales e íntimas de sus experiencias. En Las cartas que no llegaron se representa la historia familiar de persecución, partidas, sufrimientos y muerte que constituyen su identidad y que definen sus lazos emotivos. En el espacio biográfico se pueden representar los aspectos íntimos en el acto ambiguo en el que la ficcionalización sirve para restituir y narrar un relato autobiográfico con marcas referenciales —materiales— evidentes. Por medio de la imaginación y con el fin de reconstituir una historia perdida a través de sus objetos, se formula un relato complejo en la frontera entre lo factual y lo ficcional. 3. L as cartas Por medio de las cartas imaginarias que los familiares escriben en el gueto y en Treblinka, fabuladas en la primera parte de la novela, y las cartas “reales”, en forma de un sustituto de las conversaciones nunca tenidas con el padre, Mauricio intenta unir el tiempo y el espacio, el entonces y el ahora, en la búsqueda de una identidad la que confiar a su nieta. “El silencio es el verdadero crimen de lesa humanidad” dice la tía/hermana que escribe las cartas que no llegaron32. Con el fin de expiar este crimen ajeno, Rosencof en un intento por revisar la memoria de los perdidos, ficcionaliza la genealogía familiar y la memoria colectiva de los miles de inmigrantes al Cono Sur que escaparon de las cámaras de la muerte de la Alemania nazi, para una generación posterior perder a sus hijos en las máquinas de horror de las dictaduras. Las cartas imaginarias de Treblinka son el eco de los gritos que emanan de los galpones del campo de concentración, y más tarde de los cuarteles y cárceles de las dictaduras: “Es la forma, tal vez la única, que tiene un hombre de dejar una huella, de decir a los demás cómo vivió y murió. Con sus gritos hace valer su derecho a la vida, envía un mensaje al mundo exterior pidiendo ayuda y exigiendo resistencia. Si ya no queda nada, uno debe gritar”33. 31. Miguel Dalmaroni, La palabra justa, 121. 32. Mauricio Rosencof, Las cartas, 29. 33. Mauricio Rosencof, Las cartas, 29.

El grito desvanece y las cartas no llegan más, cuando la hermana y sus compañeras reciben un jabón en el que ven la inscripción que hace que lo único que queda es rezar el Kadish, el rezo judío en memoria los muertos. Es hasta este momento que vuelve Mauricio

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Rosencof cuando en su reconstrucción de la genealogía familiar por medio de la imaginación formula las cartas que no llegaron. Tiempo y espacio, entonces y ahora se unen en las cartas de Treblinka, las voces silenciadas del campo de concentración se enlazan con las del narrador preso: “Estas cartas nunca te van a llegar, Isaac. O te van a llegar cuando ya no estemos, y entonces será para nosotros una forma de estar. Tal vez estas cartas las escriban otros. Que Moishe sepa que también son nuestras, para que sepa qué fue de sus tíos, de sus primos, de sus abuelos. Queremos formar parte de su memoria, Isaac”34.

El grito que le llega a Mauricio en el calabozo le hace iniciar el viaje al pasado, en búsqueda de las palabras perdidas en el camino. Los silencios de la infancia y palabras extraviadas, vestigio de la confusión de lenguas de la inmigración y la incapacidad de los padres de nombrar las experiencias, es lo que impela a Rosencof a recorrer el camino de vuelta no solamente a la infancia, que en el horror del calabozo parece ser el paraíso perdido35, sino además todo el camino hacia la historia de la familia polaca, una travesía que lleva a cabo tanto por la palabra escrita y la imaginación, como en forma de un viaje a Polonia en busca de las huellas materiales de la familia exterminada. En Varsovia busca el apellido de la familia en la guía telefónica, en las vitrinas de Auschwitz rastrea una valija con el apellido de la familia, un pelo perteneciente a un miembro de la familia, o una brocha de afeitar: “[…] afirmé los pies en la tierra maldita bendecida por tantos que la anduvieron, y entré a mirar y leer me-ti-cu-lo-sa-men-te valija por valija […] eran valijas y valijas estibadas con el nombre al frente, una pirámide de valijas que habían llegado a destino, papá, mirá qué destino, y te lo juro, Viejo, las miré una por una, una por una, y nada, allí no estaban, allí no estábamos, ni en esa guía, mi viejo, estábamos vos y yo”36.

El único rastro concreto que encuentra es la similitud entre la forma de la apertura de las cámaras de gas y la de la plancha que su madre trajo de Polonia a Uruguay. El destino final es el pueblo, Belzitse, donde el padre trabajaba de sastre. Allí tampoco nadie quiere recono34. Mauricio Rosencof, Las cartas, 39. cer la existencia de la familia Rosencof. Cuando todas las huellas 35. Ruben A. Chababo, “Las casas de la memoria”, en Memoria y Represenmateriales, menos la caja de fotos de la madre, han sido extertación. Configuraciones culturales y minadas, resta la reconstrucción ficticia que en Las cartas que no literarias en el imaginario judío latinoamericano, ed. Ariana Huberman y llegaron encuentran su forma en el género epistolar. Al abrir imaAlejandro Meter. (Rosario: Beatriz ginariamente la caja de zapatos de la madre y fabular las cartas de Viterbo, 2006), 79. la historia final de los familiares a partir de la concreticidad de las 36. Mauricio Rosencof, Las cartas, 103.

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fotos, el narrador reconstruye por medio de la imaginación la genealogía familiar y su propia identidad. “[…] la fantasía, ¿sabes?, es la única cualidad humana que no está sujeta a las miserias de la realidad”, dice la hermana que cartea desde Treblinka37. Al iniciar la reconstrucción en la infancia, la etapa de la vida en que la identidad se forma con el lenguaje, Rosencof repone en el molde de la autoficción la genealogía familiar, tal como podría haber sido: “[…] experimentar significa necesariamente volver a acceder a infancia como patria tracedental de la historia”, dice Agamben en Infancia e historia38. En este sentido Las cartas que no llegaron es, como señala Victoria Daona, un libro bisagra que intenta rellenar las lagunas de una historia marcada por la violencia de los regímenes totalitarios, en contrapunto con la felicidad cotidiana e inocente de la infancia39. Daona destaca las cartas como la frontera que marca el límite entre lo interior y lo exterior, lo propio y lo ajeno; solamente por medio de la ficcionalización del pasado desconocido este límite puede fracturarse y traspasarse. El límite entre lo interior y lo exterior no solamente consiste en el concreto de las paredes carcelarias, sino que también tiene una dimensión imaginaria en el tiempo y en el espacio. En tanto que el álbum de fotos quizás es el cronotopo más completo y reconocible de nuestra identidad familiar40, parece que el cronotopo de la novela es más complejo en su reconstrucción de lo que ha sido a partir de las palabras ausentes de los protagonistas41. En correspondencia con el padre Rosencof intenta reconstruir la genealogía familiar, la memoria colectiva y su propia identidad. “¿Por qué hablamos tan poco?”42, Mauricio le pregunta al padre desde la cárcel haciéndole 37. Mauricio Rosencof, Las cartas, 40. saber lo poco que acuerda, lo poco que sabe, “quiero más memo38. Giorgio Agamben. 1978. Infancia rias”43, dice. El deseo, la petición de memorias los formula Mauricio e historia. (Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2007), 74. desde la celda de dos por tres metros que durante doce años va a 39. Victoria Daona, “Testimonio y constituir su espacio real. En estas circunstancias empieza a tejer Literatura: La escritura de Mauricio la historia familiar y le pide al padre que comparta sus memorias, Rosencof ” (Tesis de licenciatura en Letras, Universidad Nacional de palabras e imágenes de la vida en Polonia. A posteriori recompone el Tucumán, 2009), 95. tejido en un cuarto con ventana, en el cual piensa su padre al con40. Leonor Arfuch, Crítica cultural, 47. tarle que viajó a Polonia siguiendo sus huellas, pero que regresó a 41. Victoria Daona, Testimonio y literaMontevideo con las manos vacías y el corazón espeso44. Solamente tura, 97. es por medio de las palabras del padre, y gracias a la imaginación, 42. Mauricio Rosencof, Las cartas, 62. como es posible recomponer la historia familiar: “Creo, papá, que 43. Mauricio Rosencof, Las cartas, 62. te escribo para escribirme. Me escribo como si me hablara…”45. 44. Mauricio Rosencof, Las cartas, 89. En la novela la lectura de las cartas tiene un carácter ritual46, 45. Mauricio Rosencof, Las cartas, 89. asimismo la insistencia de la madre en que Moishe aprenda los 46. Victoria Daona, Testimonio y literanombres de los familiares que aparecen en las fotos de la caja de tura, 99.

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zapatos. Cuando cesan de llegar las cartas que el padre solía leer en la mesa de la cocina los domingos, las manos vacías del cartero llegan a simbolizar el vacío y el silencio que se instala en el espacio maternal de la cocina. Para llenar la laguna Moishe adulto (Mauricio) fabula las cartas que no llegaron desde el silencio del calabozo. De esta manera se forma el cronotopo de la novela a partir de la palabra ausente, recreada de un vacío en un espacio cerrado de otro tiempo. 4. L a palabra La tercera y última parte de la novela, “Días sin tiempo”, circula en torno a la palabra mágica e incomprensible. Por medio de la palabra una parte de la genealogía familiar se reconstruye, pues por medio de aquella el protagonista finalmente llega a su padre, más allá de los silencios familiares. La familia Rosencof no solamente carece de un sitio en común, sino también de un idioma compartido. Moishe no puede comunicarse bien con sus padres porque no habla yiddish. En Las cartas que no llegaron los medios de comunicación de la madre son materiales, las memorias trasmitidas por la madre enlazan lo inmediato de la visualidad de la fotografía con un ciclo preverbal de olores, sabores, visiones y experiencias táctiles, evocados por Mauricio cuando en Varsovia siente el olor de la cocina de la madre al pasar por una panadería. El lenguaje del padre, por otra parte, se relaciona con lo inmaterial, lo que inevitablemente se pierde cuando se silencian las memorias y las experiencias en la mesa de la cocina montevideana. Como demuestra Giorgio Agamben, la experiencia está fuertemente relacionada con la manifestación lingüística, y los primeros acercamientos a la lengua se realizan en la infancia, y es durante ésta cuando tiene lugar por primera vez el descubrimiento trascendental de la diferencia entre langue y parole. Por eso, sostiene Agamben, Babel (la salida de la lengua pura y paradisíaca y la entrada en el balbuceo infantil) es el origen trascendental de la historia. Por eso también es necesario volver a la infancia para poder experimentar, alcanzar la historia47. En Las cartas que no llegaron, es durante los días sin tiempo en la cárcel cuando el narrador alcanza la palabra y puede, a partir de ella, recomponer la historia. El capítulo se inicia con las palabras: “Lo que no recuerdo es la palabra. Era una sola palabra y no la recuerdo. Al despertar sí. Cuando desperté tenía la palabra que jamás había oído, dicha en un idioma insólito, inexistente, alguna lengua muerta, antigua, qué sé yo”48. La palabra que escucha el protagonista es la palabra que marca el inicio de la genealogía familiar, una historia que “no es literatura, aunque nada, nadie me obliga compele, exige la fidelidad de los 47. Giorigio Agamben, Infancia e historia, 73. 49 hechos que, por lo general, una vez narrados, pierden fidelidad” . A 48. Mauricio Rosencof, Las cartas, 107. partir de esta palabra originaria la novela pone en evidencia el doble 49. Mauricio Rosencof, Las cartas, 108.

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juego narrativo que reúne documento y ficción en un contrapunto de palabras enlazadas, si bien independientes. En este movimiento en el espacio biográfico es posible reconstituir la genealogía familiar gracias a la fuerza de la palabra y la magia de la ficción. La palabra que percibe Moishe en su aislamiento nunca la logra pronunciar, si bien despierta con la convicción de que la palabra la pronunció el padre y a pesar de no poderla repetir, capta el significado. En el espacio reducido del calabozo Moishe inicia las conversaciones imaginarias con el padre, que derivan en la recreación ficcionalizada de la genealogía familiar y de la propia identidad. La palabra que percibe Moishe es el “ábrete sésamo”50 de su reconstrucción de la memoria, y por medio de la palabra finalmente se encuentran padre e hijo, más allá de las fronteras de los muros carcelarios; por medio de la palabra Moishe puede volver a la experiencia y la historia: “Todas las palabras tienen sortilegio; algunas, misterio”51. C onclusiones En Las cartas que no llegaron, la reconstrucción de la memoria y la recreación de una identidad propia ancla en las materialidades de la memoria. Las fotos guardadas de los familiares exterminados en los campos de concentración producen una diseminación compleja de significados, desapercibidos por el niño narrador pero recuperados por el narrador-protagonista adulto desde los calabozos de la dictadura uruguaya. A partir de una conexión creativa con los residuos materiales fragmentarios el narrador-protagonista de Las cartas que no llegaron empieza a armar la memoria genealógica de su familia judía-polaca. Esta reconstrucción se instala en el espacio biográfico, en el que la ambigüedad creada por la combinación inesperada de la subjetividad y la referencialidad crea nuevos sentidos imprevistos. En este sentido, la novela estudiada transgrede los alcances convencionales tanto de la novela testimonial como de la autobiografía, al instalarse narrativamente entre la referencia y la imaginación y entre la verificabilidad y la creatividad. Esta reconstrucción de la genealogía familiar, de carácter autoficcional en su expresión de búsqueda identitaria, se inicia evocando, tanto narrativa como visualmente, las piezas memorialísticas más concretas a las que tiene acceso el narrador: las fotos de los familiares exterminados en Polonia. La falta de otras huellas materiales, evidenciada en el viaje realizado en busca de posibles trazos de los familiares polacos, obliga al narrador-protagonista a recurrir a la imaginación para poder recrear la historia. De esta manera la historia tejida en Las cartas que no llegaron conlleva una resignificación de los sentidos del pasado, configurados en forma de cartas apócrifas, imaginadas para traer a la memoria la histo50. Mauricio Rosencof, Las cartas, 108, 120. ria familiar con el fin de encontrar la identidad propia. 51. Mauricio Rosencof, Las cartas, 120.

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Anna Forné

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Artículo recibido: 2009; aprobado: 15 de diciembre de 2009; modificado: 14 de enero de 2010. 21

de julio de

Heridas en la memoria: la guerra civil salvadoreña en el recuerdo de niñez de un pandillero

Wounded memory: El Salvador’s civil war in the childhood memory of a gang member

Resumen

Abstract

En este artículo pretendo analizar la memoria de

This article analyzes the childhood memory of a

niñez de un pandillero que llamaré Héctor, quien

gang member who grew up, from the mid-1970s

vivió este período de su vida entre mediados de

through the 1980s, in the middle of El Salvador’s

los años setenta y los años ochenta en medio de la

civil war. Hector, the pseudonym I gave him, was

guerra civil que afectó a su país, El Salvador. Héctor

a guerillero, soldier, emigrant, and also, when

fue guerrillero, soldado, emigrante y, finalmente, en

he became a teenager, a gang member. His story

la llegada de su adolescencia, pandillero; su historia

reflects a large number of historical processes. The

condensa gran cantidad de procesos históricos. El

aim of this article is to analyze this simultaneity of

objetivo de este trabajo es analizar esta simultanei-

processes as a totality present in the life story of

dad de procesos como una totalidad presente en el

this person. To do so, I present Hector’s testimony,

relato de la vida de esta persona. Para ello expongo

framed in the context of the civil war. Then I use

el testimonio de Héctor, enmarcado en el contexto

various concepts (like memory, violence, and institu-

de guerra civil, y posteriormente se aplican algunos

tionalization) to understand the story within the

conceptos (como memoria, violencia e institucionali-

network of social relations in El Salvador.

zación) para entender el relato en el entramando de relaciones sociales de El Salvador.

Mario Zúñiga Núñez

Palabras clave

Key Words

Memoria, pandillas, niñez, guerra civil, El Salvador.

Memory, gangs, childhood, civil war, El Salvador.

Antropólogo por la Universidad de Costa Rica (ucr) y Maestro en Ciencias Sociales por flacso, Guatemala, El Salvador y Costa Rica. Candidato a doctor en el programa de Estudios de la Sociedad y la Cultura de la ucr. Investigador del Departamento Ecuménico de Investigaciones (dei), del Instituto de Investigaciones Sociales (iis) y Profesor del la Escuela de Antropología (ucr), Costa Rica. Trabaja temas relacionados con violencia, economía, subjetividad y juventud. Como producto de investigaciones publicó: Cartografía de otros mundos posibles: el rock y reggae costarricense según sus metáforas (Costa Rica: euna, 2006); “Las dos familias: la sustitución de las relaciones primarias en tres relatos de vida de miembros de pandillas salvadoreñas”, Revista Digital de la maestría en Ciencias Penales de la Universidad de Costa Rica 1 (2009): 307-356, disponible en http://www.revistacienciaspenales.ucr.ac.cr/images/articulos/1_2009/simposio/jovenes_y_violencia/Mario%20Zuniga%20Nunez.pdf, y “Las “maras” salvadoreñas como problema de investigación para las Ciencias Sociales”, Anuario de Estudios Centroamericanos (2010), en prensa. zn.mario@gmail.com

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I ntroducción Conocí a Héctor1 en enero de 2008 por medio de un amigo que me lo presentó en una colonia empobrecida de la periferia de San Salvador. Héctor es un hombre de habla pausada, pequeño, de piel curtida y de unos cuarenta años. Yo tenía interés en que me contara su vida, tal como la recordaba. En ese primer encuentro le expuse mi investigación y mi interés de que participara en el proyecto. Héctor accedió de buena gana y, en medio de esa tarde calurosa, comenzó a contarme su historia. Traté de hacer preguntas mínimas, de manera que el testimonio fluyera con la menor cantidad de intervenciones. Hablamos esa tarde tal vez unas cuatro horas y quedamos con el compromiso de volver a juntarnos días después. Así lo hicimos en el mismo sitio. El testimonio de Héctor forma parte de otros nueve relatos de vida con los que estoy concretando un trabajo de investigación sobre el tema de institucionalización de pandilleros y pandilleras en El Salvador. He seleccionado este testimonio para el presente artículo porque realiza un asombroso —y doloroso— recorrido por las principales problemáticas sociales que se yuxtaponen en la historia reciente de El Salvador. Héctor fue guerrillero y soldado durante la guerra civil2 (1980-1992), de donde escapó a mitad de los años ochenta, y se convirtió en un emigrante exiliado en los Estados Unidos, país en el que se unió a la Mara Salvatrucha (también llamada ms o ms-13). El relato de vida de Héctor pone de manifiesto una buena cantidad de heridas presentes en su memoria, producidas por

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Ï Este artículo es resultado de la investigación “Cultura, sujeto e institucionalización: el caso de ‘las maras’ en El Salvador contemporáneo”, desarrollada como proyecto de tesis doctoral y como investigación en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (dei) y en el Instituto de Investigaciones Sociales (iis) de Costa Rica. El financiamiento del trabajo de campo y la sistematización se han realizado con ayuda de dos pasantías, una otorgada por el dei en 2006 y otra que me diera el iis en forma de “Estancia de Investigación” para académicos, desarrollada en el año 2008. 1. Héctor es el nombre ficticio de mi informante. Así como el nombre, algunos de sus datos personales han sido omitidos o cambiados para proteger su integridad e identidad. 2. El enfrentamiento armado salvadoreño recibe muchos nombres: “la guerra”, a secas, como se utiliza en su acepción popular, o bien los términos que remiten a partes del espectro político como “el conflicto armado”, utilizado por la derecha para eliminar la categoría guerra; por su parte los sectores de izquierda utilizan el significante “guerra revolucionaria” o “guerra popular” para reivindicar el carácter ideológico de la disputa. Este artículo nombrará el conflicto como “guerra civil”, término que rescata la palabra “guerra” para dar justa dimensión al conflicto vivido —en el cual perdieron la vida más de setenta mil personas—, pero además utiliza el significante “civil”, que remarca el carácter fratricida del enfrentamiento, así como su dimensión de rebeldía ciudadana. Agradezco al historiador Knut Walter su ayuda en la clarificación de los términos.


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3. Atendemos la división que realiza Rojas citando a Dezin entre biografías, historias de vida y relatos de vida, y consideramos las primeras como ejercicios institucionalizados que se realizan con personajes de la vida pública a manera de ejemplificación. Las segundas, como un esfuerzo de recolección de una vida que implica además el complemento de documentos sobre esa vida (artículos de periódico, fotografías, etc.). En cambio los relatos de vida, se dedican a: “[…] examinar una vida o parte significativa de esta, tal como es contada por los individuo. [es decir]… una invención concebida como construcción o reconstrucción de las vivencias individuales”. Martha Luz Rojas Wiesner, “Lo biográfico en sociología. Entre la diversidad de contenidos y la necesidad de especificar conceptos”, en Observar, Escuchar y Comprender sobre la tradición cualitativa en la investigación social, coord. María Luisa Tarrés (Ciudad de México: flacso- México/Colegio de México, 2001), 182. 4. Carmen Ascanio S., “Biografía etnográfica”, en Etnografía: Metodología cualitativa en la investigación sociocultural, ed. Ángel Aguirre Baztan (Barcelona: Boixareu Universitaria, 1995), 212-213; Ramón Reséndiz García, “Biografía: Proceso y nudos teórico-metodológicos”, en Observar, Escuchar y Comprender, 158 y ss; Martha Luz Rojas Wiesner, “Lo biográfico en sociología”, en Observar, Escuchar y Comprender, 182; Peter Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad (Buenos Aires: Amorrurtu Editores, 1972), 87. 5. Atiendo la reflexión sobre memoria que planteara Benjamin en su tesis número vi: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como ‘verdaderamente ha sido’. Significa apoderarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro”. Walter Benjamin, La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre historia (Santiago: lom/arsis, 2002), 51.

los patrones de relación social predominantes en El Salvador. Los recuerdos y omisiones que hacen parte del proceso de la memoria nos introducen en la problemática que se vive en este país centroamericano. Así, el recuerdo de Héctor da cuenta de un proceso social de interacciones complejas entre las problemáticas de la guerra civil, las pandillas y la migración. La literatura de ciencias sociales tiende a dividir en estancos estos procesos, fragmentando los acontecimientos históricos y presentando los acontecimientos de la guerra civil separados del problema de las pandillas, y mediante otra separación se trata el problema de la migración. Contrario a esta tendencia, desde el testimonio de Héctor los acontecimientos y procesos sociales están concatenados en un proceso vital total. En la vida de este pandillero existe de manera indisoluble la vida de un guerrillero, un soldado, un emigrante y un exiliado. Lo que nos brinda una visión de totalidad de la problemática social. Quisiera hacer una precisión metodológica antes de comenzar. El testimonio de Héctor fue recolectado en una estrategia de investigación cualitativa, donde predominó la técnica de relato de vida3. Mediante ésta, se ha procurado un relato de la vida desde el punto de vista del sujeto (sus presentaciones, omisiones, giros lingüísticos, etc.). Una vez obtenido el relato, se ha intentado interpretar de la mano con la literatura existente sobre estos fenómenos, de manera que se puedan obtener análisis que articulen las estructuras micro y macro, accediendo mediante el recuerdo a al reflexión de los procesos sociales en la sociedad salvadoreña4. De tal suerte que el centro de atención de la técnica de relatos de vida es la memoria, en el sentido de que se atiende el pasado del sujeto desde el punto de vista de su recuerdo y no como “lo que realmente ha ocurrido”5. Mi interés en este artículo se centra en reflexionar una pequeña parte del testimonio de Héctor, que va desde sus primeros recuerdos hasta su integración a la Mara Salvatrucha en su adolescencia. Esta época de su vida, que tuvo lugar entre mediados de los años setenta y la década de los ochenta, coincide con la polarización de fuerzas y el inicio del conflicto en El Salvador. Su testimonio es el de un “niño de la guerra” como lo denominara

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Ignacio Martín-Baró6. Para dar esta discusión dividiré el artículo en varias secciones. En la primera haré un recuento sumario de los principales hechos históricos que afectaron a El Salvador en el periodo de guerra civil, que servirá como marco para leer el testimonio. En la segunda parte me extenderé sobre el testimonio de niñez de Héctor en el contexto antes descrito. En la tercera parte echaré mano de algunos conceptos para hacer una reflexión sobre la interacción entre memoria e institucionalización, a la luz del testimonio. El artículo cerrará con algunas conclusiones. 1. U n

recuento de la guerra civil y sus efectos en la niñez

salvadoreña

La guerra civil dio inicio en 1980. Se puede entender como la concreción armada del enfrentamiento heredado de 1932 en torno a la mala repartición de la tierra, penalización de la esfera pública plural y explotación intensiva de la mano de obra. En sus inicios se dio una dura lucha por el poder entre una facción civil (representada mayormente por el Partido de la Democracia Cristiana), que abogaba por la desmilitarización del ejercicio del gobierno7 junto con una serie de reformas sociales incluida la reforma agraria, y una facción militar, que era partidaria de la imposición del orden por la fuerza (encabezada por el anticomunista Roberto D`Abuisson, líder de distintos escuadrones de la muerte y fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista)8. El país se encontraba regido por una junta militar que gobernaba después de la destitución, un año antes, del general Romero. Por otro lado, los sectores populares se organizaban fuera del marco oficial de mediaciones en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, una aglutinación de organizaciones progresistas que se conformaron en un ejército guerrillero tendiente a transformar la estructura de mediaciones mediante la toma del poder9. Los primeros tres años de guerra10 son especialmente traumáticos dada la inmensa cantidad de asesinatos inscritos en el conflicto y la recurrencia a la masacre como estrategia de lucha utilizada por el ejército salvadoreño. El primer gran enfrentamiento entre el fmln y Fuerzas Armadas (ffaa)11 se conoce como la Ofensiva Final, lanzada por la guerrilla en enero de 1981, en la cual, la recién constituida

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6. Ignacio Martín-Baró, “Guerra y trauma psicosocial en el niño salvadoreño”, en Psicología social de la guerra, ed. Martín-Baró Ignacio (San Salvador: uca Editores, 2000), 235 y ss. 7. Entre 1932 y 1984 la administración del poder gubernamental y la conducción del estado salvadoreño fue realizada por cúpulas militares. Rafael Menjivar Ochoa, Tiempos de locura. El Salvador 1979-1981 (San Salvador: flacso El Salvador/Índole editores, 2008), 103-121. 8. James Dunkerley, “El Salvador desde 1930”, en Historia de América Latina (América Central desde 1930), ed. Leslie Bethell (Cambridge: Cambridge University Press/ Barcelona: Editorial Crítica, 2001), 100-101; Comisión de la Verdad, De la locura a la esperanza: La guerra de 12 años en El Salvador (San José: dei, 1993), 200 y ss. 9. Las organizaciones militares que componían el fmln se gestaron en la década de los setenta y se denominaban: Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (fpl), Ejército Revolucionario del Pueblo (erp), las Fuerzas Armadas de Resistencia Nacional (farn), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prtc) y las Fuerzas Armadas de Liberación (fal). Y sus frentes de lucha civil eran: Bloque Popular Revolucionario (bpr) para las fpl, Ligas Populares, 28 de febrero (lp-28) para el erp y Frente de Acción Popular Unificada (fapu) para las farn. 10. Voy a realizar una descripción somera de los principales acontecimientos de la guerra civil. Para ello utilizaré la división temporal de cuatro periodos que establece la Comisión de la Verdad para comprender el conflicto armado: 1980-1983, 1983-1987, 1987-1989, 1989-1991. Comisión de la Verdad, De la locura a la esperanza, 47 y ss. 11. “Fuerzas armadas” y “ejército” se utilizarán como sinónimos.


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fuerza insurgente intentó aprovechar el descontento y el rechazo por las formas coercitivas del estado salvadoreño para derrocar al régimen antes de que Ronald Reagan asumiera su cargo como presidente de los Estados Unidos12. El decidido apoyo externo y diferentes errores militares hicieron que ésta no se concretara y, posterior a ello, recrudeció la ola de represión contra comunidades campesinas y organizaciones populares. En este marco la Comisión de la Verdad documenta las tristemente célebres masacres del río Sumpul (mayo 1980), del río Lempa (octubre de 1981) y El Mozote (diciembre de 1981)13, además de otros hechos que conmocionaron al mundo entero como el asesinato de monseñor Romero (marzo de 1980), que puso en evidencia la pasividad con que el Poder Judicial actuaría durante toda esta década ante las campañas de asesinatos que los escuadrones de la muerte organizarían contra líderes populares (dirigentes de cooperativas, sindicalistas, estudiantes, etc.). Las manifestaciones de fuerza de la guerrilla hicieron tambalear a la oficialidad, que no cayó por la ayuda exterior. El cambio de administración en Estados Unidos fue clave para esto. Pasando del gobierno de Carter al de Ronald Reagan, la derecha salvadoreña, aún desorganizada, recibió un apoyo sostenido a nivel económico y estratégico durante todo el tiempo que duró el conflicto. El apoyo de Reagan 12. Rafael Menjivar Ochoa, Tiempos de fue decisivo frente a la legitimidad que adquiría la causa del fmln en locura, 22 y ss. el extranjero, visible, por ejemplo en la declaración de los gobier13. Comisión de la Verdad, De la locura a la esperanza, 48 y ss. nos de Francia y México, que reconocían a la guerrilla como una fuerza beligerante legítima14. 14. Carlos Figueroa Ibarra, “Centroamérica: Entre la crisis y la esperanza La violencia tomó dimensiones nacionales (fue más allá del (1978-1990)”, en Historia General de occidente del país controlado por el fmln) y se expresó con impuCentroamérica, vol. 6 “Historia Inmediata”, ed. Edelberto Torres-Rivas nidad, combinando mecanismos de estado de excepción con la (San José: flacso, 1993), 45. operación de escuadrones de la muerte en todo el territorio. Por 15. Phillip Bourgois, “Más allá de si fuera poco, cuando las comunidades campesinas se veían en la la pornografía de la violencia. Lecciones desde El Salvador”, en obligación de desplazarse hacia Honduras para escapar del conJóvenes sin tregua. Culturas y políticas flicto, eran atacadas por las fuerzas del ejército. Fue una constante de la violencia, eds. Francisco Ferrándiz y Carles Feixa (Barcelona: en todo este período que el ejército la emprendiera en contra de Anthrophos), 11-34. Esta forma de comunidades campesinas totalmente o parcialmente desarmadas, operación revive el uso de la fuerza en la masacre de 1932. Roque Dalton, argumentando que eran colaboradoras de las fuerzas guerrilleras15. Miguel Mármol: Los sucesos de 1932 en El La continuación de la estrategia de intimidación de comunidades Salvador (San Salvador: uca Editores, 2007); Jeffrey Gould y Aldo Lauriaprovocó inmensas legiones de desplazados internos y refugiados Santiago, 1932. Rebelión en la oscuridad que huían hacia países vecinos o hacia Estados Unidos16. (San Salvador: Museo de la Palabra y la Imagen, 2008). En 1984 se realizaron elecciones generales, en las que ganó el 16. Se calculan en medio millón de candidato José Napoleón Duarte (Democracia Cristiana [dc]) frente personas.Comisión de la Verdad, De a Roberto D’Abuisson (Alianza Republicana Nacionalista [arena]). la locura a la esperanza, 57-58.

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Los sucesos en torno a esta campaña política muestran el nivel de la disputa. Por un lado, dc y arena se enfrentaban con programas opuestos en términos de beligerancia contra la guerrilla y reforma social; por otro, el fmln saboteaba las elecciones tras el fracaso de los acuerdos de paz de 1983. La elección de Duarte destaca entre otras cosas por ser la primera en que un candidato civil llegaba a la presidencia aproximadamente en medio siglo17. En agosto de 1987 los cinco presidentes centroamericanos firmaron el acuerdo de Esquipulas II, “[…] en donde se contempla la creación de comisiones de reconciliación nacional en cada país18, una ‘Comisión Internacional de Verificación’ y ‘leyes de amnistía’”19. Este acuerdo, por un lado, parecía abrir un canal para el diálogo, pero por otro, permitió la declaración de la Ley de Amnistía para Alcanzar la Reconciliación Nacional, denunciada por las organizaciones 17. Rafael Menjivar Ochoa, Tiempos de populares y de Derechos Humanos por dejar en la impunidad absolocura, 223-229. luta a quienes hubiesen cometido toda clase de atentados contra 18. Es importante recordar que, paralelos ddhh20. Un segundo problema de las negociaciones que siguielamente a este conflicto armado, se ron a Esquipulas II derivó de la comparación entre “La Contra” desarrollaba otro en Guatemala, que habría comenzado en 1960, y uno nicaragüense (financiada y entrenada por Estados Unidos) y el de “baja intensidad” que los Estados fmln, elemento que se convirtió en una victoria política para la Unidos financiaban en contra del gobierno del Frente Sandinista de derecha a nivel internacional y, a la larga, influenció en el recruLiberación Nacional (fsln) en Nicadecimiento del conflicto. ragua desde inicios de la década de los ochenta. Carlos Figueroa Ibarra, Para las elecciones de 1989 se presentaron como candida“Centroamérica: Entre la crisis y la tos Alfredo Cristiani (por arena), quien poco tiempo antes había esperanza”. substituido a D`Abuisson en la dirección del partido; Fidel 19. Comisión de la Verdad, De la locura a la esperanza, 66. Chávez Mena por la dc; y Guillermo Manuel Ungo por el Frente 20. Comisión de la Verdad, De la locura a Democrático Revolucionario —fdr21—. La elección la ganaría la esperanza, 66-67. Cristiani por amplio margen de veinte mil votos, frente al con21. Este último había podido entrar tendiente de la dc. Ungo, representando a la izquierda, obtendría legalmente al país luego de la firma de Esquipulas II. Carlos Figueroa Ibaapenas un 5% de los votos22. En noviembre de ese mismo año, tras rra, “Centroamérica: Entre la crisis y no ser atendida la propuesta del fmln de retrasar las elecciones la esperanza”, 47. (de marzo a noviembre) como condición para un cese al fuego, el 22. Comisión de la Verdad, De la locura a la esperanza, 70; Carlos Figueroa Ibafmln lazó otra ofensiva final de dimensiones nacionales, que llevó a rra, “Centroamérica: Entre la crisis y decretar el estado de excepción23. La acción bélica extendió el teatro la esperanza”, 47. de la guerra a la capital y potenció el aumento de las detencio23. Edelberto Torres-Rivas, “La sociedad: La dinámica poblacional, efectos nes arbitrarias, las torturas, los asesinatos y las desapariciones. sociales de la crisis, aspectos cultuEntre ambos bandos se propinaron dos mil bajas. Pero además, las rales y étnicos”, en Historia General de Centroamérica, vol. 6 “Historia poblaciones civiles se vieron severamente afectadas, dado que la Inmediata”, ed. Edelberto Torresguerrilla se “[…] escudó en sectores densamente poblados” que Rivas (San José: flacso, 1993), 225.

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el Ejército no tardó en bombardear24. En medio de esta ofensiva, el 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas junto con una trabajadora doméstica y su hija de quince años25. Los asesinatos ocurrieron en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, y evidentemente se inscribían en una acción contra las posiciones críticas a la derecha que emitían estos sacerdotes. Producto de este mes de fuertes combates “[…] las partes reconocieron la imposibilidad de una victoria militar decisiva y se retomó con mayor ahínco el proceso de negociación que llevó a la firma de los acuerdos de paz”26. Entre 1990 y 1991, se realizaron una serie de reuniones de negociación en Caracas, México y Costa Rica con miras a estable24. Comisión de la Verdad, De la locura a cer los Acuerdos para la Paz. Se posibilitó, entre otros, la Misión la esperanza, 69. de Verificación y la creación de la Comisión de la Verdad. En 25. Los asesinados/as fueron: Ignacio agosto de 1991, tras una petición soviético-estadounidense, el Ellacuría, Rector de la uca; Segundo Montes, Ignacio Martín- Baró, propio Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez Amado López, Juan Ramón Moreno, de Cuéllar, asumió el papel de mediador entre Gobierno y el fmln. Joaquín Lopez, Elba Ramos y Celina Ramos. Todo este proceso permitió la creación de una institucionalidad 26. Comisión de la Verdad, De la locura a que contemplaba la posibilidad de ejecutar los nacientes acuerdos la esperanza, 69. (reflejados en organismos como la Comisión para la Consolidación 27. Comisión de la Verdad, De la locura a de la Paz, Copaz). Finalmente, luego de un largo proceso de negola esperanza, 73-74; Edelberto TorresRivas, “La sociedad: La dinámica ciación, los Acuerdos de Paz se firmaron en Chapultepec, México, poblacional”, 225-226. en febrero de 199227. A partir de este momento y como parte de lo 28. Destacan entre otros: Joaquín Samanegociado, el fmln pasó a ser un partido político y disputó el esceyoa, “Guerra y deshumanización: una perspectiva psicosocial”, en Psicología nario electoral como segunda fuerza política, por debajo de arena social de la guerra, ed. Ignacio Martínen las siguientes tres elecciones. Baró (San Salvador: uca Editores, 2000), 41-66; Ignacio Martín-Baró, Ahora bien ¿cómo afectó este proceso a las niñas y los niños “Guerra y trauma psicosocial”, 234que vivían en ese momento en El Salvador? ¿Qué efectos tuvo en 251; Ignacio Martín-Baró, “Violencia política y guerra como causas del sus vidas y en sus formas de socialización? ¿Qué dilemas planteó trauma psicosocial en El Salvador”, para sus vidas? Varios estudios, durante y después de la guerra civil, en Psicología social de la guerra, ed. Ignacio Martín-Baró (San Salvador: han profundizado en los efectos, sobre todo para las y los niños28. uca Editores, 2000), 66-83; Ignacio El despliegue de actos de violencia, así como el recrudecimiento de Martín-Baró. “Guerra y salud mental”, en Psicología social de la guerra, la misma a nivel simbólico y estructural, tuvieron consecuencias 24-21; Nelson Portillo, “Juventud y psicosociales en la vida de las personas. Joaquín Samayoa29 insistió trauma psicosocial en El Salvador”, en Psicología social en la posguerra: en que la guerra tenía un efecto en la promoción de patrones abeteoría y aplicaciones en El Salvador, eds. rrantes de pensamiento y conducta social tales como: la desatención Nelson Portillo, Mauricio Gaborit y José Miguel Cruz (San Salvador: uca selectiva de ciertas poblaciones por parte del estado y el aferraEditores, 2006), 249-290. miento a prejuicios fundados en la dinámica del conflicto armado; la 29. Joaquín Samayoa, “Guerra y deshuabsolutización de las ideas y acciones según la rigidez ideológica que manización”, 51 y ss.

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imponían los bandos en contienda; el escepticismo evasivo que aplicaban algunas personas como fuga a esta realidad; la posición defensiva paranoide que desarrollaban las poblaciones civiles golpeadas una y otra vez por el conflicto; y los sentimientos de odio y venganza, que inhibían las relaciones sociales fundadas en la confianza. Ignacio MartínBaró, coincidiendo con el diagnóstico de Samayoa, formuló el concepto de “trauma psicosocial” para referirse a las heridas que la guerra en El Salvador estaba abriendo a nivel subjetivo. El autor insiste en que el concepto de trauma psicosocial puede dar cuenta de las heridas creadas en un momento histórico específico, donde las relaciones sociales han cristalizado de una forma determinada. Así mismo, esta herida tiene una manifestación individual, pero se crea esencialmente a nivel social intersubjetivo30. En el relato de Héctor tenemos evidencia suficiente de los traumas psicosociales que ha acarreado esta guerra y podremos ver con claridad la vida de un niño atrapada entre las opciones teorizadas por Martín-Baró31: pelear o huir (acción-huida), identificarse con uno de los bandos o alienarse (identidad-alienación); polarizarse o desgarrar su trama de relaciones sociales (polarización-desgarramiento). Sólo para dar una idea de la dimensión disruptiva de este conflicto en la subjetividad, un estudio de posguerra realizado con jóvenes que en su infancia participaron en el conflicto armado planteaba que, para esta población, “[…] los efectos sociales de la militancia se expresaban en la disrupción afectiva generalizada (angustia y nerviosismo) asociada con alteraciones del sueño (pesadillas e insomnio), estados depresivos, cansancio físico, orientación temporal hacia el pasado (pensamientos recurrentes y reminiscencias de la guerra) e irritabilidad (facilidad para enojarse)”32. Ahora que hemos hecho un recuento sumario del proceso, podemos preguntarnos ¿cómo se observa este devenir desde la memoria de un sujeto? El relato de vida de Héctor permite acceder a esta trama compleja de relaciones sociales desde sus propias palabras. 2. E l relato de H éctor El relato de Héctor puede dividirse en tres partes que transcurren de forma cronológica. Hay un primer momento de narración idílica en el que se hacen patentes los recuerdos de la primera infancia. Posteriormente se encuentra la narración de eventos de ruptura, venidos sobre todo de la situación de guerra. Y en un tercer momento, se narra una erosión de la relación familiar y su sustitución por una nueva institucionalidad: la pandilla ms-13. 30. Ignacio Martín-Baró, “Violencia política y guerra”, 78.

2.1. M omento idílico Al ser interpelado respecto los primeros recuerdos de su infancia, Héctor recurrió al relato idílico de niñez, caracterizado por la

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31. Ignacio Martín-Baró, “Guerra y trauma psicosocial”, 245. 32. Nelson Portillo, “Juventud y trauma psicosocial”, 278-279.


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contención y la asistencia de las figuras adultas (no sólo los padres y las madres, sino también vecinos u otros familiares). Héctor narró al inicio de la entrevista una serie de traslados de residencia que vivió con su familia porque su hermano, que era luchador de “lucha libre”, se metía en problemas constantemente, lo que obligaba una y otra vez la peregrinación entre diferentes puntos de San Salvador. Sin embargo, en un momento determinado el padre decidó que la familia se mudaría al campo, a partir de lo cual la niñez es narrada como un idilio en la relación con la naturaleza: “[…] si era una niñez bonita […] después que nos movimos de allí a aquí mismo en San Salvador, compramos un terreno allá en [lugar al que se trasladaron] como mi jefe33no quería que nosotros estuviéramos aquí en la capital, que creciéramos así, él quería que creciéramos como él, con terrenos con animales y árboles de fruta y una vida más sana pues […] entonces nos fuimos para allá […] ¡Uy! allá teníamos una vida color de rosa, había una cascada de agua donde yo me iba a bañar, con agua bien celestita, bien cristalina […], teníamos animales, teníamos varios tipos de flores alrededor de la casa, una casa grande, árbol de frutas, de todo[…]. […] era primera vez en mi vida que teníamos de todo, que yo miraba de todo y para mi era chivo34. Si más […] las flores se miraban bien chulas35 puya36 muy bonito, vida bien de que uno iba a la escuela, pasaba una vereda, por unos aguacates, la escuela en una pradera, bien bonito”37. 33. Jefe: forma de referirse al padre. 34. Chivo: del lenguaje popular salvadoreño para caracterizar algo (evento, situación, cosa) como emocionante. 35. Chula/o: tiene varias acepciones, en esta parte del relato está utilizada para designar algo que es bonito: “las flores son chulas”. Pero en otras formulaciones que encontraremos en otras partes del relato como chulón o chulona se utiliza para designar la desnudez: “quedó chulón”. 36. Puya: no es utilizada acá en su acepción de lanza o asta, más bien hace referencia a una variante de pucha o puchica, que a su vez es una forma de suavizar una expresión considerada vulgar: ¡puta! 37. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008. 38. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008.

El traslado al campo es el detonante de un relato idealizado donde predomina la descripción de elementos de la naturaleza como el agua, los animales, las flores, la casa grande. Las flores que son evocadas dos veces y traen al relato el elemento de la belleza, la vida bella donde se tiene de todo con holgura. En el relato el padre es el proveedor de todo esto, mediante la decisión de mudarse, y así traslada su infancia a la de sus hijos. Es de resaltar que el padre de Héctor aparece de forma difusa y únicamente en la etapa de la niñez. No se narra como parte del ambiente de la casa, al contrario de la madre, que aparecerá ligada a los elementos de belleza y al ambiente bucólico del campo: “[…] sí, en la casa, ella [la madre] nos cuidaba, también costureaba, entonces teníamos una vida bien bonita, teníamos una chiva, dos cabritos que daban leche me acuerdo, como sesenta gallinas, treinta patos, perros, gatos”38. En los años posteriores será la madre un pilar fundamental de su sobrevivencia a momentos difíciles como su paso

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por la cárcel en Estados Unidos, mientras el padre desaparece por completo del relato. Durante este tiempo, varios de sus familiares se habían sumado a las filas de la guerrilla, pero él permanecía ajeno al conflicto.

39. Corte parejo: es una expresión muy común en el lenguaje popular salvadoreño, en este caso está utilizada para expresar que se mataba por igual a todas las personas que el ejército encontraba, no se diferenciaba por sexo o edad.

2.2. E ventos de ruptura Las circunstancias idílicas son ubicadas por Héctor en un momento previo a ciertas rupturas trágicas en su vida. Los eventos de ruptura arrasan por completo con las figuras paternas y, en general, con las figuras primarias (el círculo de crianza de Héctor), que no vuelven a aparecer hasta su llegada a Los Ángeles varios años después:

40. La formulación del refrán popular muerto el perro se acabó la rabia tiene mucho sentido el contexto de la guerra civil en El Salvador. En los primeros años de la lucha contrainsurgente (inicios de los ochenta) las fuerzas represivas determinaron que, tanto en Guatemala como en El Salvador, antes de atacar a la guerrilla misma era prioritario atacar a las poblaciones civiles que servían de apoyo logístico, emocional y estructural al movimiento guerrillero. Matar al perro hace alusión a esta política de exterminio de civiles que eran acusados de ser causantes directos de la rabia, es decir, el movimiento insurgente. Las masacres de civiles realizadas bajo esta política contrainsurgente fueron documentadas por los recuentos de las violaciones a los Derechos Humanos en ambos países, así como en los testimonios sobre la guerra y en los trabajos académicos realizados sobre este proceso. Al respecto se puede consultar sobre el tema de ddhh: Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, Guatemala Nunca más (Ciudad de Guatemala: Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, 1998), y Comisión de la Verdad, De la locura a la esperanza. Sobre lo testimonial: José Ignacio Lopez Vigil, Las mil y una historias de Radio Venceremos (San Salvador: uca Editores, 1993). Respecto de los trabajos académicos Phillip Bourgois, “Más allá de la pornografía”, 11-34; Sergio Tishler Visquerra, Tiempo, memoria y sujeto (Ciudad de Guatemala: FyG editores, 2005).

“[…] mira yo ingresé a la guerrilla a los diez años, cuando […] a huevo pues me hicieron guerrillero […], a esa edad porque llegaron [los del ejército] y barrieron todo […]. Porque hicieron un desmadre, en ese tiempo sólo estaba yo, mi hermano y mi hermana en la casa, mis papás andaban por el mercado o estaban trabajando. Puta […] venían matando todos los de allí [la comunidad donde vivía] loco, pero dando corte parejo39, todas las casas corte parejo. El dicho era muerto el perro se acabó la rabia40, y corrimos nosotros porque de ahí teníamos una casa como a casi medio kilómetro quizás […] entonces corrimos. De allí llegaron a donde otros vecinos de nosotros; agarraron al señor, a la señora, los hijos pa’ bajo41, ya la señora como de unos setenta y cinco, ochenta años, morritos42 como de unos quince años pa’ bajo también, todo muerto el perro se acabó la rabia decía el dicho, allí venían barriendo. […] nosotros nos logramos ir, a mi hermano lo agarraron allá por donde mi cuñado, por la casa de él. Lo mataron a él y a mi cuñado”43.

Luego de esta escena apocalíptica, donde Héctor presenció el asesinato masivo de las personas de su comunidad y de sus propios familiares a manos del ejército, el vínculo primario existente es arrancado de forma abrupta. El paisaje que queda después de esto es el de un desierto: “[…] yo, nosotros, toda la gente del valle nos internamos en el monte, todos tuvimos que correr pa’l monte, a los quince

41. Pa’ bajo: refiere directamente a que fueron asesinados o “se los bajaron”. 42. Morritos: forma de designar a los niños pequeños en el leguaje popular salvadoreño. Es una formulación que evoca ternura y cariño. 43. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008.

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días que salimos. ¡Uy! la casa de nosotros toda balaceada, la puerta toda abierta balaceada, la ropa de nosotros llena de sangre, no había ningún animal, todo estaba desierto, ni el perro ni el gato, desierto, desierto. Y la matanza que había por todos lados, entonces nosotros tuvimos que salir así como andábamos”44.

El contraste es evidente entre la tierra abundante, los ríos, las montañas y los animales que motivaron la evocación idílica de la niñez y el desierto que nombra la muerte, tanto de la naturaleza que rodeaba el paisaje, como de las relaciones primarias que le daban sentido –vida— a éste. En el desierto el agua se ha secado, no pueden crecer las flores ni pueden vivir los animales. Según parece, desierto es una palabra que describe simultáneamente una realidad externa e interna del sujeto. En el relato, este episodio es la antesala de la entrada a la guerrilla. Como vemos, Héctor dice que se hizo guerrillero “a huevo”, es decir, no fue una opción racional (que difícilmente podría haber tomado un niño en sus condiciones), sino su única opción luego de presenciar esta masacre. Después de un periodo de integrar las filas de la guerrilla, Héctor narra que fue seleccionado junto con otros compañeros para infiltrar al ejército. Según dice, el fmln los escogió porque difícilmente le traicionarían, dada la cantidad de mal que les había hecho el ejército: “[…] como vieron lo que a mí me habían hecho, la historia de mi familia, vieron toda mi historia ellos confiaban en nosotros”45. Se puede decir entonces que la organización que había acogido a Héctor luego de la desaparición de su familia veía su desgracia como una oportunidad de tomar ventaja del enemigo. La contención que el niño pudiera o no tener en este contexto quedaba en segundo plano respecto de la disputa de ejércitos contrarios, lo que determinó, en efecto, que Héctor se infiltrara en el ejército. En el relato, cuando infiltra las ffaa narra sus primeros asesinatos mediados por una lógica de venganza, cimentada en la ruptura de su vínculo primario y enmarcada en el juego de violencias entre las dos fuerzas militares. Recuerda una serie de acciones de sabotaje que tenían que ver con el puesto que consiguió de radio operador, una vez que le tomaron confianza en las ffaa. Todos estos sabotajes estaban disfrazados de descuidos y entre ellos se cuela la primera referencia explícita a un asesinato cara a cara, fue ésta: 44. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008. 45. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008. 46. Un chingo: hace referencia a gran cantidad de alguna cosa.

“Y así un chingo46 de desmadres, al final les hacíamos accidentes adentro [de las ffaa], puros accidentes, en veces en los embarques de helicópteros, que salíamos a las cuatro de la mañana en veces, se hacía que se disparaba que trababa el M60 cuando uno en grupo salía corriendo al helicóptero, allí en veces se hacía como que se disparaba el M60; dos, tres quedaban tirados y ya nos íbamos.

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[…] había un camarada […] que estaba arriba de un palo de mango, que aspiraba el hijueputa el quería ser grande, y estaba viendo en un palo de mango a su mamá cuando su mamá iba ya para su casa, que lo había ido a visitar cuando vino le dije: ‘sentémonos aquí hombre’ y aquel que estaba allá arriba viendo a su mamá en la calle, y nos sentamos debajo del palo y con el M16. El M16 tu le pegas así [golpea el suelo simulando la culata con el codo] y se dispara en ráfaga el solo. ‘Hey sentémonos aquí hombre’, y cuando hice así [repite el ademán] cuando bajo así y así catorce cuetazos47 le pegue a este loco, aquí, cayó como pajarito el hijueputa. Yo lo guache48 […] que se me quedó viendo así con la vista así como diciendo puta ya no puedo hacer nada […] Y el intestino afuera, todo el intestino bien rosadito”49.

Resalta, además de la caricaturización del acontecimiento (o banalización del asesinato), que el relato haga énfasis en que el compañero asesinado estaba despidiéndose de su madre (elemento que contrasta fuertemente con la ausencia de figuras primarias en la vida de Héctor). Además de las aspiraciones del compañero que asesinó, según Héctor, era alguien que “quería ser grande”, lo que podría significar, fortalecer la estructura militar. Eventualmente Héctor fue descubierto como infiltrado junto con otros y fue condenado a muerte. Allí llega a la narración un segundo evento de ruptura, cuando fue torturado duramente antes de ser mandado a fusilar: “[…] ya llevábamos un mes así [siendo torturados], yo ya echaba pus así, bien feo en la manita, nos estaban dando con electricidad tipo gusanos nos despertaban. Nosotros en la noche men nos dábamos duro, […] porque nosotros los esperábamos a cada rato que llegaban a vergasearnos50 con fusiles en la cabeza en la noche, y a ponernos la 47. Cuetazos: sinónimo de disparos. electricidad, en la lengua, en los huevos, puta decía yo [a mis 48. Güaché: es un anglicismo del lenguaje popular centroamericano compañeros de celda] ‘sabe qué, men, si vamos a morir, vámoque transforma el verbo watch que 51 nos a morir peleando’. Simón , pues va, démonos verga pues, en inglés significa ‘ver’ en el verbo ‘güachar’. acostumbrémonos […]. 49. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 […] entre nosotros mismos [nos golpeábamos], ya estábamos de febrero de 2008. locos, es que nosotros estábamos esperando nada más que 50. Vergasear o dar verga: se utiliza en el nos mataran, simplemente nosotros queríamos morir, o sea, lenguaje popular salvadoreño para designar la acción de golpear a una peleando, queríamos estar preparados para eso, y nos poníapersona o cosa. mos uno a otro en la noche y al que no, le dábamos verga entre 51. Simón: se utiliza como una forma todos y lo levantábamos a patadas”52. estilizada de decir sí. Es común en

El evento de tortura se prolongó, según el testimonio, durante un mes, lo que quiere decir que fue un largo proceso de sufrimiento

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el lenguaje popular, sobre todo en el juvenil.

52. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008.


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para una persona que rondaría en ese momento los 15 ó 16 años. Resalta —por doloroso— el dato de que la tortura se volvió parte de la vida cotidiana de los presos a tal punto que en un momento comenzaron a infringírsela ellos mismos. Era un momento de absoluta desesperanza, no se veía salida posible. Ante eso hace aparición una especie de ética del guerrero: “Si vamos a morir, lo vamos a hacer peleando”. Ésta degenera en una prolongación y apropiación de los métodos de tortura por los mismos torturados. Esta segunda ruptura culmina con un escape repentino y sorpresivo, cuando un oficial superior se compadeció de los torturados y dejó abierta la puerta de la celda. Héctor narra que luego de escapar cruzó la frontera con Guatemala y pidió asilo en la embajada de los Estados Unidos, hacia donde partió tiempo después. 2.3. V inculación a la pandilla La narración posterior a las rupturas o heridas tiene dos momentos. Uno que describe la ruptura con la relación primaria, lo cual desemboca en un momento crisis del sujeto. Simultáneamente se describe un segundo momento en el que Héctor fue atraído hacia otra relación de pares. Curiosamente esa atracción es narrada como una seducción en la cual el estilo —utilizado en términos de la escuela de Birmingham53— juega un papel fundamental, haciéndose presente como indumentaria, que seduce a los sujetos en medio de su crisis. Hemos podido leer que la ruptura de Héctor arrasó del todo con sus figuras de relación primaria, en algunos casos por asesinatos cometidos por el ejército de El Salvador (como su hermano y su cuñado), en otros casos por separaciones que se reflejan en ausencias en el relato (como el padre o la madre que aparecen mucho después). Su llegada a Los Ángeles significó un reencuentro con una única figura de las que habían desaparecido cinco años atrás: su hermana; pero además dio la posibilidad de establecer nuevas relaciones. Héctor evoca esto con una serie de diálogos donde intervienen personajes de este momento de su vida:

53. Stuart Hall et al., “Subcultures, cultures and class: a theoretical overview”, en Resistance through rituals. Youth subcultures in post-war Britain, eds. Stuart Hall y Tony Jefferson (Nueva York: Routledge, 2000). 54. Vergo: en lenguaje popular salvadoreño alude a una gran cantidad de algo (gente, carros, sillas, etc.). 55. Pelón: con el cabello rapado.

“[…] ya entré en asilo político en Estados Unidos, llegando allá me dijo mi hermana a los tres días: —mirá que ahí está un parque a la vuelta para que no te aburras, aquí a la vuelta [de la casa]. Cuando llegué [al parque] veo un vergo54 de gente así pelo largo, sus pantalones Levi’s, sus Vanz, sus camisas de Heavy Metal ¿me entiendes? Pelo largo y yo llegué pelón55 pues va, porque iba pelón de acá. […] toda mi familia estaba aquí [en El Salvador], sólo […] mi hermana es la única que estaba allá [en Estados Unidos]. Después

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llegué yo, entonces llegué allá a ver los peludos y me dijeron: —¿Qué onda vos pelón?, qué onda ¿de dónde venís? —de El Salvador, dije. —¡Ah! Sos salvadoreño. —Simón. —¿Has estado allá? —Simón. —¿Qué has sido allá? —He sido combatiente. —De la guerrilla también. —Ah pues mira, aquel es guerrillero también, aquel es guerrillero, aquel es soldado, aquel es soldado, aquel es policía […]. Mira, nosotros men aquí somos la Mara Salvatrucha, y aquí estamos protegiendo contra todos los pelones de aquí, nosotros cuidándonos a nosotros, por el flujo de migrantes, […] y les volamos verga a esos majes [los mexicanos] y a los chinos también, porque se andan pasando de listos con la gente, andan golpeando a la gente. —A pues no hay cuete, yo le entro también, matemos pues. —¿Matas? —Simón pues. —Vamos a ver que lo vamos probando, hoy en la noche vamos con los chinos, a ver qué onda”56.

Lo primero que habría que resaltar es que estos “peludos” tienen un estilo definido en el interior de la industria cultural: música Heavy Metal, pantalones Levi´s y tenis Vanz. Eso es lo primero que Héctor recuerda de la Mara Salvatrucha. A partir de acá el estilo servirá en la entrevista para ubicar muchas de las figuras que rondan su socialización y para hacer diferenciaciones fundamentales, como la que existe entre “peludos” y “pelones”. Según Héctor, la Mara Salvatrucha se identificaba inicialmente por su cabello largo y la mafia mejicana imponía más bien la utilización del cabello corto entre los suyos. Por eso, Héctor recuerda con alguna hilaridad haber estado “pelón” cuando conoció a los miembros de su pandilla, dado que esto significaría, de allí en más, un signo que identificaba al que podríamos llamar nuevo enemigo. El otro elemento a rescatar es la disolución de las diferencias que implica el primer encuentro con la ms. Hemos leído en el relato que antes de su llegada a Estados Unidos la vida de Héctor estuvo cruzada fuertemente por la guerra civil salvadoreña; su vida se movía necesariamente en un paradigma 56. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 binario (entre insurgencia y contrainsurgencia). El conocimiento de febrero de 2008.

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de la ms implica la disolución de este paradigma, fundiendo todas las fuerzas en una, diferencias tan importantes en el pasado (como la que hay entre “guerrillero” y “soldado”) se disuelven en pro de un objetivo común: “La protección de las comunidades salvadoreñas” de los “los pelones” y “los chinos”. En general la invención de las pandillas pasa por una retórica de defensa de un colectivo determinado, aunque las actividades de defensa impliquen la puesta en peligro de este colectivo57. Lo interesante de este caso es que esta inversión implica la disolución de anteriores roles que jugaron los sujetos, y por lo tanto anuncian una reorganización del relacionamiento social. La transición entre órdenes de Héctor es narrada con un banquete de por medio: “Esa tarde hicimos carne asada a la parrilla, arroz, ensalada, jugamos fútbol. Ya después en la noche qué onda, ya vamos a ir para allá arriba, ya nos movíamos de de ese parque a la otra esquina donde se vendía droga porque se vendía en ese tiempo puro ácido, ya en la noche, tipo diez ya íbamos por la otra esquina por donde hay una tienda grande y allí se vendía la droga también, vamos con los chinos, vamos por balas, alistamos los cuetes, —Mire, mire, allí está el chino, pégale al chino pues, me dijeron. —Simón. ¡Pum!, hecho. 57. Amplia cantidad literatura sobre el —No, a este hijueputa [Héctor] no le tiembla, decían”58. fenómeno da cuenta de esta forma de organización: Alonso Salazar, No nacimos pa´semilla. La Cultura de las bandas juveniles de Medellín (Bogotá: Planeta, 2002); eric, ideso-uca, idies-url, iudop-uca, vol. i, Maras y Pandillas en Centroamérica (Managua: uca Publicaciones, 2001); Mauro Cerbino, Pandillas juveniles. Cultura y conflicto de la calle (Quito: Abya Yala/El Conejo, 2004); Marcela Smutt y Lissette Miranda, “El Salvador: socialización y violencia juvenil”, en América Central en los noventa: Problemas de juventud, ed. Carlos Guillermo Ramos (San Salvador: flacso- Programa El Salvador, 1998), 151-188; Jose Manuel Valenzuela Arce, “La mara es mi familia”, en Las maras: identidades juveniles al límite, ed. Jose Manuel Valenzuela Arce, Alfredo Nateras Domínguez y Rossana Reguillo Cruz (México: uam/Colegio de la Frontera Norte, 2007), 33-61.

58. Entrevista a Héctor, San Salvador, 2 de febrero de 2008.

Una fiesta sirve como bisagra entre dos órdenes sociales. Por una parte, disuelve el orden social anterior, distendiendo las relaciones que antes fueron determinantes. Por otra, prepara el terreno para una nueva sociabilidad. Acá hay un sujeto a caballo entre dos estructuras de regulación. Lo que no hay que perder de vista es que los dos órdenes se mueven de acuerdo al mismo mandato: la eliminación del otro. Lo que en apariencia se transforma es el orden social, pero en realidad lo que cambia es el rostro del otro. 3. M emoria ,

institucionalización y violencia : elementos concep -

H éctor El recuerdo de la niñez de Héctor es un ejercicio de memoria, que parte de su realidad actual y su presente. Es un relato entre muchos que recuerdan este tiempo histórico. El terreno de la memoria, como bien lo afirman diversos autores, es una arena de lucha, en la cual los diferentes grupos sociales se disputan la

tuales para analizar las memorias de niñez de

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hegemonía de la representación59. Por ello la memoria se disputa en un campo de poder donde existe una representación oficial de los acontecimientos de la guerra civil que ha sido hegemonizada por arena, en su gobierno ininterrumpido entre 1989 y 2009. Una y otra vez arena utiliza esta memoria oficial como un instrumento político, por ejemplo, en la propaganda electoral que amenazaba a la población con que la llegada del fmln al poder sería el retorno al escenario de guerra. Pero otras memorias también están presentes en el escenario político salvadoreño, por ejemplo la memoria del fmln, que reivindica su beligerancia de izquierda y sus actuaciones en medio de la guerra civil60. Fuera del escenario de la política electoral, existe también la memoria de los académicos que han hechos esfuerzos por reentender este momento histórico61; o la de los y las integrantes de movimientos sociales y comunidades eclesiales de base que reivindican su posición en este conflicto62. Pero ninguna de estas memorias coincide con el punto de vista de Héctor. Podríamos dar dos hipótesis complementarias para entender esta diferenciación. La primera, porque éstas son memorias de quienes enfrentaron el conflicto como adultos/as jóvenes o adultos, no como niños. La perspectiva es totalmente diferente, dado que la vivencia generacional marca decididamente el punto de vista de cualquier conflicto63. La memoria, en este caso, es privilegio de quien la sistematiza y la escribe (en libros, cartas, discursos, etc.) y son quienes fueron adultos, y además letrados, los que tienen este privilegio en El Salvador. De tal suerte que la memoria oficial tiene un signo de edad (la adultez) y uno de clase (haber sido alfabetizado), despo- 59. Benjamin hace hincapié en esta problemática cuando finaliza su jando de legitimidad a memorias, tesis VI: “Solo tiene el don de como la de Héctor, que carecen de encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador que esté estos elementos. En segundo lugar, traspasado por [la idea de que] tamporque la memoria de Héctor, a poco los muertos estarán a salvo del enemigo cuando éste venza. Y este diferencia de las anteriores, no enemigo no ha cesado de vencer”. intenta conscientemente una disWalter Benjamin, La dialéctica, 51 (subrayado del original). Tishler en puta en el escenario político. No consonancia con Benjamin habla de es una memoria de la esperanza o la diferenciación entre La Memoria y los ejercicios de reivindicación de mesiánica64, sino una memoria de la las memorias populares y diversas. Sergio Tishler Visquerra, Tiempo,

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memoria y sujeto, 104-107. Virno hace referencia a la lucha existente entre el “recuerdo del presente” y el “falso reconocimiento”. Paolo Virno, Recuerdo del presente. Ensayo sobre el tiempo histórico (Buenos Aires: Paidós, 2003), 37-41. Todorov refiere a la lucha política que implica la recuperación de la memoria y los usos que se le da a ésta. Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria (Barcelona: Paidós, 2000), 11 y ss. 60. José Ignacio Lopez Vigil, Las mil y una historias. 61. Rafael Menjivar Ochoa, Tiempos de locura. 62. María López Vigil, Piezas para un retrato (San Salvador: uca Editores, 1993). 63. Hinkelammert apoya la tesis de la vivencia generacional diferenciada: “Cada generación hace su presente. Viendo desde su presente, tiene su propio futuro y su propio pasado. Como cada presente tiene su propia historia, también tiene su propio pasado. Al cambiar con el presente el futuro, cambia igualmente el pasado. No solamente cada generación escribe su propia historia, tiene también su propio pasado. Precisamente por eso tiene su propio futuro”. Franz Hinkelammert, “La reconstitución del pensamiento crítico.” (2008) http:// www.pensamientocritico.info (consultada 23 de abril de 2008), 18. 64. La segunda tesis de Benjamin abunda en esta visión mesiánica: “[…] en la representación de la felicidad oscila inalienablemente la redención. Con la representación del pasado que la historia hace asunto suyo ocurre de igual modo. El pasado lleva consigo un secreto índice, por el cual es remitido a la redención […]. Entonces nos ha sido dada, tal como cada generación que nos precedió, una débil fuerza mesiánica, sobre la cual el pasado reclama derecho. No es fácil atender a esta reclamación. El materialista histórico lo sabe”. Walter Benjamin, La dialéctica, 48 (el subrayado es mío). Véase también: Sergio Tishler Visquerra, Tiempo, memoria y sujeto, 104-107.


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violencia desnuda, que se inscribe en la cultura de las pandillas de Los Ángeles, caracterizadas por una ausencia de visión de futuro. Las pandillas transnacionales como la Mara Salvatrucha no son organizaciones mesiánicas, en la medida en que no miran en el futuro la esperanza de redención del presente; en cambio, dirimen su imaginario en el escenario inmediato que implica la lucha por la eliminación del otro (sea este policía o miembro de una pandilla contraria)65. Por ello, cuando Héctor vuelve la mirada a su niñez, no lo hace con la perspectiva de un futuro que transformar, sino con la angustia de un pasado lleno de heridas. El recuerdo de la Guerra Civil en la vida de este integrante de la Mara Salvatrucha da cuenta de una serie de heridas corporales y psíquicas, por medio de las cuales tuvo que enfrentar la masacre de su pueblo, su incorporación a la guerrilla y el ejército, y finalmente su exilio hacia Los Ángeles. En la memoria de Héctor se encuentra de forma patente esta dificultosa forma de socialización, que se cristaliza en las heridas que le fueron infringidas: la desaparición de sus familiares y del entorno donde crecía (que se convirtió eventualmente en un desierto), la ausencia de familia como unidad de institucionalización primaria y la necesidad de incorporación a al guerrilla y posteriormente al ejército para salvar la vida66. Todo esto hace que la niñez de Héctor esté cruzada tanto por el drama de la acción-huída, pues tuvo que enfrentar en su infancia la angustia de la muerte que le acechaba; como el dilema de la polarización-desgarramiento mediante los cuales se vio en la necesidad de integrarse en las dos fuerzas beligerantes y vivir el difícil dilema de ser un infiltrado de las ffaa. Héctor había sido víctima y victimario en el teatro de la guerra civil desde antes de llegar a su adolescencia. Para ese momento conocía las heridas del la ausencia, conocía la sensación de matar y experimentó la tortura en su cuerpo. Había sufrido gran cantidad de heridas psíquicas y físicas. Estas heridas ocupan un lugar fundamental en la memoria de Héctor, dado que son ellas las que generan rupturas o transformaciones en su personalidad. Cada una de las transformaciones en 65. Al respecto ver John M. Hagedorn, A World of Gangs: Armed Young Men el devenir de su relato depende de una ruptura en el orden anteand Gangsta Culture (Minneapolis: rior. Estas rupturas son provocadas por fenómenos exteriores a él, University of Minnesota Press, 2008), 3-10; Rossana Reguillo Cruz, “La o dicho de otra forma, que él no controla. En los primeros años mara: contingencia y afiliación con de la niñez las rupturas le son impuestas por instituciones secunexceso (re-pensando los límites)”, en Las maras: identidades juveniles al darias como las ffaa o el fmln. La primera ruptura del relato tiene límite, ed. Jose Manuel Valenzuela que ver con una masacre del pueblo donde vivía, que convirtió en Arce, Alfredo Nateras Domínguez y Rossana Reguillo Cruz (México: uam/ ruinas lo que fue imaginado como idílico. En una segunda ruptura Colegio de la Frontera Norte, 2007). es torturado por las ffaa. Este proceso degenera en la aplicación 66. Ignacio Martín-Baró, “Guerra y de la propia tortura entre compañeros. La violencia opresiva fue trauma psicosocial del niño”, 244.

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internalizada a tal punto que Héctor y sus compañeros de celda la tomaron por su propia cuenta. Este proceso de rupturas le lleva finalmente al exilio de su país, le expulsa decididamente del sistema de relaciones sociales bajo amenaza de asesinato. Al mismo tiempo las rupturas que son narradas como heridas ponen en evidencia la sustitución institucional que se da abruptamente en la vida de Héctor. Las teorías sobre los procesos de institucionalización dan cuenta de que, en tanto seres humanos, tendemos hacia la creación de acuerdos intersubjetivos que objetivan las conductas sociales, institucionalizándolas de manera que éstas contengan nuestro accionar67. La memoria de infancia de Héctor muestra el fracaso de esta contención de diferentes instituciones sociales (familia, sistema educativo, mercado de trabajo, etc.)68. Por ello las rupturas narradas son marcadores de dos elementos: por un lado señalan el fracaso de contención de un sistema de relaciones sociales y por otro la adscripción a un sistema venidero. Pero ¿cómo entender este complejo proceso de institucionalización? Agreguemos para ello cuatro categorías. Cuando hablamos de instituciones, podemos pensar en oficiales (dependencias del estado y el mercado) y alternativas69 (guerrilla, pandillas), que expresan la relación de sujeto respecto de la hegemonía dominante en una sociedad. Así mismo, las instituciones pueden entenderse como primarias (referente a la contención familiar) y secundarias (referente a estructuras que van más allá de la familia como la escuela, el trabajo, el ejército)70, que designan una socialización diferencial del orden intersubjetivo. Las cuatro categorías pueden mezclase en todas sus posibilidades: oficial primaria, oficial secundaria, alternativa primaria y alternativa secundaria. La memoria de Héctor da cuenta de una ruptura con la institucionalización primaria representada en su familia nuclear, que es arrasada por una institucionalidad secun- 67. La tesis de la contención está apoyada tanto por Peter Berger y daria de tipo oficial, representada Thomas Luckmann, “La construcción social”, 87-90; como por el trabajo en las ffaa. Es allí donde se narra la de Ignacio Martín-Baró, Sistema, primera herida. Posteriormente grupo y poder. Psicología Social desde Centroamérica (II) (San Salvador: uca Héctor engrosa las filas del fmln, Editores, 2004), 238 y ss.

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68. Lo visto en la historia de Héctor es también corroborado por otros estudios sobre pandillas. Mauricio Gaborit, “Los círculos de la violencia: sociedad excluyente y pandillas”, Revista ECA 685-586 (Nov-Dic: LX 2005): 1145-1154; Dennis Rodgers y José Luis Rocha, Bróderes descobijados y vagos alucinados. Una década con las pandillas nicaragüenses 1997-2007 (Managua: Revista Envío, 2008); Alonso Salazar, No nacimos pa´semilla, 44; María Santacruz Giralt, y Alberto Concha-Eastman, Barrio adentro: La solidaridad violenta de las pandillas (San Salvador: uca Editores/ops/ Homies Unidos, 2001); Wim Savenije, “Las pandillas transnacionales Mara Salvatrucha y Barrio 18st.: Una tensa combinación de exclusión social, delincuencia y respuestas represivas”, en Intra caribbean Migration and the Conflict nexos, eds. T. Lesser, et al. (Ottawa: University of the West Indies/oim, 2006), 205-228. 69. La categoría de alternativo está utilizada en su acepción de “opción diferente” a una cultura de la dominación. Se basa en al distinción que realiza Williams entre cultura de la dominación y hegemonía alternativa. Raymond Williams, Marxismo y Literatura (Barcelona: Península, 1997). Lo que acá se entiende por alternativo, va desde una organización como el fmln, que se planteó en los años de la guerra civil como una alternativa al esquema de relaciones sociales de corte progresista mesiánico, hasta las pandillas que se alejan de la oficialidad rompiendo la ley pero sin mostrar rasgos mesiánicos (dicho sea de paso: sin tener proyecto histórico). Es decir, la palabra alternativo en esta acepción no es sinónimo de mesianismo o progresismo. 70. Las nociones de institucionalización dividida en primaria y secundaria son trabajadas por Peter Berger y Thomas Luckmann, “La construcción social”, 177 y ss. Así mismo Martín-Baró da cuenta de un análisis a profundidad del concepto de grupo primario. Ignacio Martín- Baró, Sistema, grupo y poder, 262 y ss.


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adscribiéndose a una institucionalización secundaria alternativa, asumiendo el rol de guerrillero e involucrándose de lleno (“a huevo” diría él) en el conflicto armado. Ese vínculo le lleva a ser uno de los peones de guerra, y la guerrilla ve que su ruptura anterior puede ser lo suficientemente dolorosa como para que se infiltre en el ejército sin traicionar a las fuerzas insurgentes. El sufrimiento es convertido en medio para lograr un fin en el juego político-militar. Habiéndose infiltrado en el ejército, Héctor da cuenta de sus primeros actos de sabotaje y primeros asesinatos. Al aparecer esta institucionalización le permite desarrollar una importante deshumanización71 de su comportamiento, dado la amplia aceptación del asesinato como forma de mediación institucional. La narración desenfadada del asesinato y la descripción detallada de cómo mató al soldado que se despedía de su madre da cuenta de una institucionalización oficial altamente deshumanizante. Eventualmente le descubrirán como infiltrado y será torturado a tal punto que deseará su propia muerte. Por un golpe de suerte salva su vida y vive una experiencia de exilio y emigración hacia los Estados Unidos. Allá se encuentra nuevamente con su núcleo primario representado en su hermana, pero además se presenta la oportunidad de iniciar un nuevo proceso de institucionalización: el de la Mara Salvatrucha. Para ingresar a la ms Héctor reconoce inicialmente que las diferencias institucionales construidas en el pasado deben ser eliminadas y de esto toma cuenta en ese parque de Los Ángeles, donde se encuentran mezclados los antiguos enemigos (guerrilleros, soldados y policías); todos ellos se han sacudido sus identidades anteriores y han accedido a una nueva: “Nosotros somos la Mara Salvatrucha”. Esta nueva identidad tiene a su vez nuevos enemigos marcados por la diferenciación étnica y no ideológica: chinos y negros. Así, Héctor se institucionaliza en su adolescencia en una organización que tiene características primarias (hermandad) como secundarias (manutención mediante comercio de drogas). En todo caso se presenta como una institucionalización alternativa a las que había conocido y al régimen de instituciones impuesto en el país que lo acogía. En la memoria de Héctor hay una sucesión de instituciones recordadas mediante heridas, que son revividas periódicamente. Una nota final acerca del tema de la violencia. Es evidente que todo lo que se ha mencionado hasta acá sobre rupturas y heridas 71. Ignacio Martín- Baró, “Guerra y hacen referencia al tema de la violencia. Está muy presente en el trauma psicosocial del niño”, 244. relato en forma de masacres, torturas y cálculos institucionales. 72. Concepción Fernández Villanueva, Pero ¿qué podríamos decir sobre el carácter específico de esta vioJóvenes Violentos. Causas psicosociológicas de la violencia en grupo (Barcelona: lencia en los tránsitos institucionales? La violencia en el relato de Icaria, 1998), 38. Héctor tiene muchos rostros, es acto de violencia72 (los asesinatos 73. Bourdieu, Pierre, La dominación descritos y las torturas), es también violencia simbólica73 (evimasculina (Barcelona: Anagrama, dente en el marco categorial que justifican y promueve los actos) 2005), 49 y ss.

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y además es violencia estructural74 (un orden institucional opresivo que condena los grupos empobrecidos a una existencia cruzada por las masacres). ¿Tienen todas estas violencias una dinámica general? Al parecer sí. Desde mi modo de ver, todas estas violencias se organizan desde lo que Rene Girard denomina crisis sacrificial75, por medio de la cual las comunidades humanas pierden la capacidad de orientación unitaria y estructuradora y se sumen en una crisis de diferencias. La dinámica de la violencia en el relato de Héctor parece seguir esta lógica, en el cual la ausencia de un orden común en la comunidad, los distintos ordenes asumen una posición beligerante (ffaa, fmln, escuadrones de la muerte, etc.), y la totalidad de relaciones sociales es arrastrada hacia esa espiral de violencia. El caso de Héctor es revelador, dado que por su condición de niño es arrastrado por esta espiral sin que mediaran decisiones conscientes al respecto. Ahora bien, en la memoria de Héctor la crisis sacrificial —o bien, la presencia de comunidades en eterno conflicto—, es vivida como guerrillero y como soldado, pero además es revivida como miembro de la Mara Salvatrucha. Luego de su emigración forzada a Los Ángeles, Héctor tiene la oportunidad de alejarse del la crisis sacrificial que se vive en su país. Sin embargo, el dato revelador es que la comunidad salvadoreña en Los Ángeles resucita la crisis sacrificial en otro formato, disolviendo las diferencias anteriores e integrándose a un colectivo que nuevamente inicia una batalla por un orden imposible de hegemonizar. El aprendizaje de la crisis sacrificial en la vida de Héctor tiene raíces tan profundas que presumo que ésta es la única forma de institucionalización que reconoce: una institucionalización siempre inconclusa, una guerra permanente. C onclusiones El testimonio de Héctor pone en evidencia la concatenación de procesos históricos de El Salvador contemporáneo. A través de sus recuerdos se da cuenta de una forma de institucionalización que se construye a través de heridas y rupturas, que se superponen unas a otras y que conforma una subjetividad gestada en medio de una crisis sacrificial permanente. El devenir histórico del pasado reciente de El Salvador, doloroso a simple vista, adquiere tintes dramáticos cuando se mira desde los recuerdos de Héctor. Este tipo de testimonio es diferente del construido para reivindicar una posición política en medio del conflicto, o para justificar acciones de guerra. El de Héctor es un testimonio de la violencia desnuda que es recordada en la vida de una persona como un proceso de violencia interminable.

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74. Ignacio, Martín-Baró, Acción e Ideología. Psicología Social desde Centroamérica (San Salvador: UCA Editores, 2004), 406. 75. “La crisis sacrifical, esto es, la pérdida del sacrificio, es pérdida de diferencia entre violencia impura y violencia purificadora […] Se trata de un único e idéntico proceso de invasión de la reciprocidad violenta. La crisis sacrificial debe ser definida como crisis de las diferencias, es decir del orden cultural en su conjunto. En efecto, este orden cultural no es otra cosa que un sistema organizado de diferencias; son las distancias diferenciales las que proporcionan a los individuos su ‘identidad’, y les permite situarse a unos en relación con otros”. René Girard, La violencia y lo sagrado (Barcelona: Anagrama, 2005), 56. (subrayado del original).


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En estas circunstancias, la migración no se recuerda como un “volver a empezar”, sino como un proceso en el cual se configuran las rupturas para iniciar una nueva institucionalización inconclusa. La guerra vivida y aprendida en la niñez, es revivida como conflicto entre pandillas en Los Ángeles. El mundo conocido es entonces la guerra, la crisis sacrificial, la violencia interminable. Y ello revela además otro dato fundamental: cuando se habla de institucionalización, las formas de relacionamiento social aprendidas durante el periodo de la guerra civil son las estructuras fundamentales de la personalidad que permiten a Héctor recrear el conflicto de las pandillas. El conflicto de las pandillas tiene como antecedente la guerra civil, que tiene a su vez el antecedente del conflicto por tenencia de tierra, explotación de la mano de obra y penalización de la esfera pública, rastreable incluso hasta 1932. En otras palabras: la condición de posibilidad de la socialización de las pandillas es una forma de relacionamiento social en el que las heridas provocadas por las rupturas emanadas desde fuera del sujeto son fundamentales, tanto a nivel primario como secundario, penetrando hasta su subjetividad y su recuerdo. El testimonio de Héctor es una forma de mirar el pasado no como “verdaderamente ha sido”, sino como esa “llama que flamea en el instante de peligro”76. Peligro marcado por el miedo, la ansiedad, la angustia, ante la posibilidad de pérdida de la vida personal y de sus vínculos familiares. No es una memoria evidente en el escenario del recuerdo salvadoreño. En cambio, se manifiesta como lo negado en las relaciones sociales: en asesinatos, robos, peleas callejeras. La cultura de las pandillas revive una y otra vez la premisa de Héctor en la celda cuando era torturado: “[…] sabe qué, men, si vamos a morir, vámonos a morir peleando”. Ante una vida que se recuerda como institucionalización inconclusa, como violencia desnuda, la esceni76. Walter Benjamín, La dialéctica en suspenso, 51. ficación de la agresión representa lo negado de manera grotesca.

Bibliografía Fuentes

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Artículo recibido: de julio de 2009; aprobado: 15 de diciembre de 2009; modificado: 29 de enero de 2010. 15

Ser chuquicamatino: la construcción de la memoria de los desplazados de Chuquicamata en el norte de Chile, 2002-2007

To be Chuquicamatino: the construction of memory among the displaced people from Chuquicamata, north Chile, 2002- 2007

Resumen

Abstract

El presente artículo pretende analizar, a partir de

Through the concepts of social memory, identity,

los conceptos de memoria social, identidad y lieux

and lieux de mémoire, this article analyzes how

de mémoire, cómo la sociedad chuquicamatina,

Chuquicamatinas, after their city was closed and

tras el cierre de su ciudad y el desplazamiento de

community displaced, managed to reconstruct

su comunidad, logró reconstruir su identidad y

their identity and strengthen their memory in a

fortalecer su memoria en un escenario comple-

place completely foreign to what they were used

tamente distinto y ajeno al tradicional. Para ello

to. To do so, community members were asked their

se rescatan percepciones y opiniones de sus

perceptions and opinions of this change and what

habitantes respecto a lo que ha significado este

it has meant to them. In their accounts, it is pos-

cambio. En sus relatos es posible apreciar cómo en

sible to see how, in periods of dispute and crisis,

periodos de disputa y crisis las sociedades tienden

societies tend to become introspective and turn

a volverse introspectivas y vuelcan su mirada

their attention to the essence of their identities.

hacia la esencia de sus identidades, donde las

Questions about what happened and who they are

preguntas por el qué y por el quiénes los llevan a

raised a series of issues that they had ceased to

reformularse una serie de interrogantes que por un

be asked.

momento habían dejado de ser tratados.

Palabras clave

Key Words

Memoria social, campamento minero, identidad,

Social memory, mining camp, identity, displace-

desplazamiento, impacto sociocultural, Chile.

ment, socio-cultural impact, Chile.

espacio estudiantil

Daniela Ibáñez Carvajal

Antropóloga Social de la Universidad Academia Humanismo Cristiano y estudiante de Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, Santiago, Chile. Coinvestigadora del Núcleo de Investigación “Antropología y Sociedades Mineras en Chile” de la Universidad Academia Humanismo Cristiano. Sus intereses investigativos son los impactos socioculturales generados en la gran minería de cobre, trabajo minero, identidades locales, memorias sociales y comunidades mineras, entre otros. daniela.ibanezc@gmail.com; consoconz@gmail.com

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1. E l cierre de C huquicamata : el fin de una historia , el paso de la memoria La desaparición del campamento minero de Chuquicamata (Chuqui), ubicado en el norte de Chile, y el traslado de su población a la ciudad de Calama fue un tema que conmocionó a la población chilena, no sólo por las características del suceso, sino también por sus efectos. El campamento minero de Chuquicamata, perteneciente a la provincia de El Loa, estaba ubicado en la cuenca noroeste del desierto de Atacama, a dieciocho kilómetros al norte de la ciudad de Calama y a doscientos cincuenta kilómetros de Antofagasta, capital regional. Se caracterizaba por ser un centro urbano ubicado a 3.000 metros de altura que dependía exclusivamente de la actividad minera. La explotación del cobre en la zona se remonta hacia tiempos inmemoriales. Antes de la llegada de los españoles, los indios chucos estaban asentados en el desierto de Atacama y se dedicaban a la extracción de cobre en estos yacimientos. De ellos proviene el nombre de Chuquicamata, que significa “límite de la tierra de los Chucos”. La extracción de mineral continuó durante la invasión incaica y después de la llegada de los españoles. Con la independenÏ El artículo es resultado del trabajo de campo llevado a cabo en el año 2007 para cia latinoamericana, esta región quedó bajo la soberanía boliviana, la realización de la tesis de pregrado con el que logró explotar superficialmente las vetas hasta el año 1879. próposito de optar al título de Antropóloga Social. Asimismo, es producto del Proyecto Producto de la guerra del Pacífico en dicho año, estas tierras pasaron Fondo Nacional de Desarrollo Científico a manos de la soberanía chilena. Un par de años más tarde, en y Tecnológico (Fondecyt) n.o 1095007, “Familia y trabajo en la economía de 1882, se instaló la primera faena industrial con la que llegaron exportación: incidencia de los regímemiles de trabajadores de la desgastada industria salitrera de la nes laborales excepcionales en familias vinculadas a la minería, la fruticultura y la región de Tarapacá y campesinos de la zona central del país en salmonicultura”.

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busca de nuevas oportunidades laborales. Hacia el año 1910 se inició la explotación y extracción de la mina a manos de capitales extranjeros. En 1915 se inauguró oficialmente la faena industrial en Chuquicamata, convirtiéndose en la mina a rajo abierto más grande del mundo. Desde esos años la industria minera de cobre se convirtió en el sustento económico nacional más importante hasta el presente. No obstante, Chuquicamata, uno de los enclaves mineros de la industria de cobre más importantes de Chile, llegó a su fin después de noventa y dos años de plena actividad y desarrollo como pequeño centro urbano dependiente de la industria de cobre con mayor explotación de la región. Su clausura oficial se celebró el 31 de agosto del año 2007, fecha conmemorativa para todos sus habitantes. El cierre del campamento de Chuquicamata se venía planificando formalmente desde el año 2002 por Codelco1, división norte. Las principales razones que entregó la empresa para justificar el cierre fueron de dos tipos: la primera se relacionaba con el crecimiento del mineral y con la carencia de un espacio físico donde depositar sus residuos y evitar con ello costos elevados del transporte; y la segunda, las malas condiciones de salud de las familias que allí vivían, producto de la contaminación. El proceso de traslado de la población se inició en el año 2004, cuando concluyeron las construcciones, en la ciudad de Calama2, de las nuevas viviendas donde serían radicados los chuquicamatinos. Junto con el abandono y cierre de cientos de viviendas quedaban atrás miles de recuerdos e historias que formaron parte de esta pequeña ciudad. El traslado no sólo implicó un traslado físico de su población, sino también de su idiosincrasia. Esto generó un fuerte sentimiento de nostalgia por haber abandonado lo que por años fue el hogar que albergó la vida de cientos de personas. Actualmente, el arribo de las familias chuquicamatinas a la ciudad de Calama no ha sido un proceso fácil, más aún si se considera que debieron dejar atrás la huella identitaria que los caracterizaba, que los conglomeraba y los representaba para integrarse en un sistema sociocultural distinto, forjando allí nuevos vínculos sociales para reconstruir su identidad y sentido de pertenencia. Son múltiples las opiniones vertidas respecto al traslado. Un número importante de la población chuquicamatina ya ha internalizado su situación, otros aún se encuentran en proceso de adaptación, y en definitiva, pasará algún tiempo para 1. Corporación Nacional del Cobre, Chile. construir un discurso social que los unifique. Dejar atrás el cam2. Calama es la capital de la provincia pamento, aquel lugar que les ha concedido parte de su historia de El Loa, región de Antofagasta, para plasmarse en la suya propia, e instalarse en un lugar ajeno ubicada a dieciocho kilómetros al sur de Chuquicamata. Posee una poblay distinto, pero con nuevas proyecciones, es lo que contiene el ción total aproximada de 143.800 discurso construido. habitantes.

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Durante la realización del trabajo de campo en la ciudad de Calama (entre enero y marzo de 2007) se logró identificar en el discurso de los entrevistados una constante evocación hacia el pasado, debido a su experiencia de haber vivido en el campamento. El pasado es lo que son, pues forjó su identidad. Sin duda, toda la carga simbólica e histórica que esto significa en la vida de cada uno de ellos deja una huella imborrable. Remitirse a este pasado nostálgico los define como individuos. A pesar de que se encuentren en un contexto distinto y que aquello que los caracterizaba se diluyó, la impronta de ‘ser chuquicamatino’ es potente e imponente en la conformación de su identidad actual. Discutir el concepto de memoria entregará las herramientas necesarias para entender cómo es posible que la identidad chuquicamatina se mantenga en un contexto tan distinto al que pertenecía. Para los efectos de este trabajo se procederá a una discusión de los conceptos sobre memoria colectiva, identidad/memoria y lugares de memoria, con el objetivo de elaborar un marco interpretativo que permita la aplicación de dichos conceptos a la situación particular de los chuquicamatinos. Para ello se incluirán fragmentos de relatos de sus habitantes, lo que nos permitirá articular el análisis teórico con la situación práctica. 2. L a colectividad del recuerdo : una memoria de C huquicamata Una vez cerrado el campamento y trasladados a Calama, los chuquicamatinos debieron reconstruir su marco identitario desde el cual se conformaban como tales. Si bien toda identidad necesita de un lugar donde anclar su existencia, para los chuquicamatinos ese espacio es la memoria. A partir de ella es posible reafirmar su ‘ser chuquicamatino’, es decir, su identidad social. El campamento no existe; tampoco pueden volver a habitar en él, por tanto el referente colectivo que los aglutina como tales es el discurso que transmiten sobre su paso por Chuquicamata. Para la elaboración de ese discurso deben apelar a los recuerdos, a la memoria, la que cada vez que se enuncia construye y deconstruye, una y otra vez, la vida del campamento. Esa enunciación se realiza desde un lugar lejano en tiempo y en espacio de lo que en algún momento fue Chuquicamata. Lo anterior se debe a que la memoria siempre es una construcción que se hace desde el presente, pues el recordar supone la alusión a un acontecimiento pasado que per3. Marie Claire Lavabre, “Maurice mite leer e interpretar el futuro. Esa realidad pasada, para Lavabre, Halbwachs y la sociología de la memoria”, en http://etica.uahurno explica sino la verdad del presente tal como la sociedad la constado.cl/historizarelpasadovivo/ truye, pues, y siguiendo a Halbwachs “el recuerdo no se conserva: escontenido.php (fecha de consulta: 9 de julio 2009). se reconstruye a partir del presente”3. 4. Maurice Halbwachs, “Memoria IndiEl acto de recordar, tal como lo plantea Halbwachs4, siempre está vidual y memoria colectiva”, Revista asociado a un conjunto o grupo de personas. Si bien la memoria Estudios 16 (otoño 2005): 163-187.

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como ejercicio práctico es individual, siempre se ejerce en función de un referente colectivo. Al depender, ya sea de los contextos en los que vivió y vive quien recuerda, su análisis no puede subyugarse a los hechos individuales sin considerar los factores socioculturales que constituyen al sujeto. Puesto que “nunca estamos solos”5, en nuestros recuerdos individuales permanecen los otros, el colectivo al cual pertenezco. Siguiendo a Ramos, la reconstrucción de ese pasado es un acto colectivo e individual al mismo tiempo, debido a que “mis recuerdos coexisten con los recuerdos de los demás y que esa coexistencia lleva a una tupida interpretación comunicativa de la que resulta un pasado reconstruido que es producto de todos y de ninguno en particular”6. Aunque si bien el hecho de recordar o de hacer memoria se contiene en lo que Joel Candau denomina “percepciones fundamentales”, recuerdos compartidos por varios individuos e incluso por toda la sociedad, en cada individuo dicho recuerdo no es igual al del resto, pues “las secuencias de evocación de estos recuerdos estarían obligatoriamente diferenciadas individualmente, simplemente porque los individuos no piensan todos las mismas cosas en el mismo acontecimiento”7. Esto es lo que plantea Halbwachs al señalar que cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva, la cual cambia de acuerdo al lugar que el individuo ocupa, lugar que cambia “según las relaciones que mantengo con los otros ámbitos”8. El acto de hacer memoria significa llevar a la superficie de las prácticas sociales el acto de construcción del pasado, es decir, ya no sólo relegarlo a un ámbito individual como si fuera una propiedad exclusiva de cada individuo, sino considerarlo como un nexo relacional y colectivo. De esta manera estaríamos asumiendo el carácter intersubjetivo de la memoria y “que las explicaciones que construimos sobre el pasado son producciones contextuales, múltiples versiones creadas en circunstancias comunicativas concretas, donde el diálogo, la negociación, el debate, son compo5. Maurice Halbwachs, “Memoria”, 164. nentes fundamentales, lo que implica considerar la memoria como 6. Ramón Ramos, “Maurice Halbwachs acción social”9. y la memoria colectiva”, Revista de Occidente 100 (1989): 71.

7. Joel Candau, Antropología de la Memoria (Buenos Aires: Editorial Nueva Visión, 2002), 62. 8. Maurice Halbwachs, “Memoria”, 186. 9. Félix Vázquez, “La memoria como acción social: relaciones, significados e imaginario”, series en Temas de Psicología 10 (Barcelona: Editorial Paidós, 2001), 163. 10. Félix Vásquez, “La memoria”, 164.

Hacer memoria, recordar el pasado, no debe comprenderse como un acto fijo, estático o reiterado. Por el contrario, cada vez que hacemos alusión al acto de recordar el escenario se modifica, se agregan o eliminan componentes, manteniendo, eso sí, las estructuras que lo contienen. “La memoria es un proceso dinámico y conflictivo relacionado con escenarios sociocomunicativos”10. El discurso chuquicamatino nunca es único. El acto de rememorar se hace en función de los recuerdos de un sujeto o del grupo familiar.

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Es por ello que se observan contradicciones en el discurso, pues algunos omiten cosas que otros recuerdan. Para Alejandro Isla la memoria colectiva, o “las representaciones colectivas del pasado”11 expresadas en los discursos de los actores, nunca son homogéneas y tampoco estables. Es un fermento que se encuentra en permanente elaboración. En definitiva, la construcción de la memoria permite no sólo recordar e interpretar un determinado acontecimiento, sino también crear ámbitos que actúan como referentes para interpretaciones futuras. El acto de memoria en el interior de una sociedad, para Candau, si bien remite a lo que se comparte, no es más que aquello que olvidaron de su pasado común: “[…] sin dudas la memoria es más la suma de los olvidos que la suma de los recuerdos”12. La sociedad, entonces, se encuentra más unida por sus olvidos que por sus recuerdos, teniéndose más certeza de aquellos acontecimientos olvidados que de los recuerdos seguros. Otra de las ideas propuestas por este autor dice relación con el acto de repetición, ya que para que un recuerdo persista y se mantenga al interior del grupo es necesaria la repetición. Para que dicha mantención del recuerdo sea posible, es imprescindible el rol de los marcos sociales y colectivos13 de la memoria, es decir, a partir de la memoria de los otros es posible completar nuestros recuerdos. Este marco social de la memoria posee un poder de evocación significativo, tanto para el recuerdo como para el individuo que lo evoca. Es el individuo quien permite, ya sea mediante el lenguaje, códigos o convenciones verbales, que el recuerdo no se olvide. En cierta forma es un mecanismo de socialización de un acontecimiento. Cuando estos marcos se destruyen o se transforman, los modos de hacer memoria se modifican para adecuarse a los nuevos marcos sociales que habrán de establecerse. El hacer memoria permite conferir continuidad a las discontinuidades de la experiencia y de la sociedad; es mediante la memoria como logramos conectar el pasado, presente y futuro, produciendo simultáneamente nuevos sentidos y coherencias a esos pasados, presentes y 11. Alejandro Isla, “Los usos políticos futuros. Gracias al poder simbólico de la memoria se logran mande la memoria y la identidad”, Revista Estudios Atacameños 26 (2003): 43. tener fuertes vínculos con el imaginario social, convirtiéndola en 12. Joel Candau, Antropología, 64. elemento susceptible de producir inestabilidades y perturbacio13. El concepto de “marco social de la nes, y potencialmente, se convierte en aquello que puede suscitar memoria” es propuesto por Maurice los efectos en el futuro. Como lo plantea Alejandro Isla: Halbwachs en su texto Les cadres “La memoria, entonces, como narración del pasado pero que incide en el presente y en el futuro, especialmente cuando intenta contribuir al mismo como emblema político, es un campo de fuerzas, de luchas de poder por inscribir determinados

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sociaux de la mémoire (París: Presses universitaires de France, 1925), con el fin de reemplazar al de “memoria colectiva”. Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria (Barcelona: Anthropos, 2004), 40.


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símbolos, y además por el sentido mismo de ellos. De allí que podamos hablar de varias memorias en disputa dentro de un mismo grupo social”14.

La memoria y el acto de rememorar no sólo se remiten a un discurso y al recuerdo de ciertos acontecimientos, sino también a objetos y lugares. Como lo plantea Halbwach, el lugar recibe las huellas del grupo que lo habita y a la inversa, logrando en ambos casos plasmar significaciones simbólicas e identitarias del grupo y en el grupo. “Todo lo que hace el grupo puede traducirse en términos espaciales, y el lugar que ocupa no es más que la reunión de todos los términos”15. Por tanto, cada detalle y aspecto de ese lugar tiene un sentido que sólo pueden comprender los miembros del grupo, “porque todas las partes del espacio que ha ocupado corresponden a otros tantos aspectos distintos de la estructura y la vida de su sociedad”16. El marco espacial le entrega al grupo un sentido de pertenencia que, por lo general, suele aflorar en situaciones en las que se está a punto de romper ese lazo, o bien en aquellas ocasiones de celebración. El campamento sería para los chuquicamatinos el marco espacial que otorga pertenencia. Una vez fuera de él, se intensifica su necesidad de nombrarlo, de recordarlo, pues está a punto de desaparecer no de manera física, sino simbólica. Es por ello que 14. Alejandro Isla, “Los usos”, 43. el día del cierre oficial de Chuquicamata (31 de agosto 2007) los 15. Maurice Halbawchs, La Memoria chuquicamatinos radicados en Calama y en otras ciudades del país Colectiva (Zaragoza: Prensas Universillegaron a despedirlo. tarias de Zaragoza, 2004), 133. 16. Maurice Halbawchs, La Memoria Colectiva, 133. 17. En el centro cívico de Chuquicamata se encontraban las principales instalaciones del campamento como la plaza, comercio, bancos, teatros, cines, clubes y sindicatos. Actualmente es posible visitar el campamento, previo acuerdo con la administración de la empresa, quienes cuentan con una visita guiada a los turistas. El barrio cívico, como se le conoce, ha sido refaccionado, manteniendo las fachadas originales de cada uno de los centros comerciales, cines, teatros, bancos, plaza central y auditorio central. 18. Pierre Nora, “La aventura de ‘Les lieux de mémoire’”, en Memoria e Historia, ed. Josefina Cuesta (Madrid: Ed. Macial Pons, 1998), 17-34. 19. Pierre Nora, “La aventura”, 32.

3. M onumento y discurso : lieux de mémoire El proyecto de rescate del centro cívico de Chuquicamata17, como patrimonio material de esta sociedad minera, puede concebirse como una forma de intentar preservar e inmortalizar su historia. En la actualidad es posible hablar del campamento como un museo abierto, un centro de conmemoración, un lugar de memoria. Un lieu de mémoire18 para Pierre Nora, más que un monumento físico o un acontecimiento, es un constructo simbólico cargado de significación al cual los individuos acceden por medio de sus códigos a la rememoración de ese objeto o hecho, que requiere de un soporte (objeto, monumento, celebración, archivos) que permita reactivar el recuerdo. “El lieux de mémoire es una noción abstracta, puramente simbólica, destinada a desentrañar la dimensión rememoradora de los objetos, que puedes ser materiales, pero sobre todo inmateriales, como fórmulas, divisas, palabras claves”19. A su

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vez, un lugar de memoria se define como los ‘restos’20 que han quedado de ese pasado, en este ejemplo, el centro cívico, las casas y los edificios públicos de Chuquicamata. Pero también es posible hablar de un lugar de memoria asociado a lo discursivo, en este caso a los recuerdos que las personas emiten sobre el campamento cada vez que se refieren a él. Su paso por Chuquicamata es una impronta identitaria que los caracteriza como tales y a la que hacen referencia cada vez que se les pregunta por su origen. De esta manera, Chuquicamata vive en el recuerdo de sus antiguos habitantes por medio del relato. Las ruinas del campamento en la actualidad y su intención de convertir el centro cívico en patrimonio nacional son los rezagos de una vida próspera que hace un siglo atrás dio vida a este inconmensurable desierto. Hoy es posible hablar de un espacio físico-simbólico al cual se acude presencialmente y por medio de los recuerdos, una forma de unir la historia de Chuquicamata con la memoria de los que fueron sus habitantes. Para Nora, este ejercicio de rememoración es producto de “la administración general del pasado en el presente”21. Por lo tanto, es la utilización que se hace desde el presente de ese pasado que pretende permanecer intacto en la materialidad del recuerdo. Ese recuerdo permite que la memoria de Chuquicamata se ancle a la historia, evitando así desaparecer de ella. Los lugares de memoria permiten mantener resguardados los recuerdos de un grupo, pues según Nora “los lugares de memoria nacen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, que hay que crear archivos, que hay que mantener los aniversarios, organizar celebraciones […] porque estas operaciones no son naturales”22. 4. N ostalgia del pasado La remisión constante a este pasado glorioso que hacen los chuquicamatinos desde su nuevo lugar de residencia permite sugerir la existencia de una visión nostálgica de éste. Este pasado se añora, se recuerda, se rememora una y otra vez, como si mediante este acto el campamento volviera a cobrar vida. La no evocación, la omisión, es percibida como el olvido, lo que justamente no quieren permitir que suceda. La mayoría, por no decir todas las opiniones vertidas respecto a su paso por Chuquicamata, se hacen en relación con la que actual20. Pierre Nora, “Entre memoria e mente se lleva en Calama. Así, la vida en el campamento se tiende historia. La problemática de los a idealizar desde la distancia, se mira con nostalgia y se engrandelugares”. En Les Lieux de Mémoire, Pierre Nora (Santiago: Editorial LOM, cen los recuerdos del pasado. 2009), 24. “No hay un lugar en el mundo que se parezca a eso. La tranquilidad, eso era lo que uno respiraba, pura tranquilidad para toda la familia. Además de todo eso bonito, estaba también la

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21. Pierre Nora, “La aventura”, 32. 22. Pierre Nora, “Entre memoria e historia”, 5.


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compañía de los vecinos. Uno se hacía hasta compadres de ellos, si toda una vida compartiendo con ellos, los conoce tanto uno que pasan a ser parte de la familia”23.

Chuquicamata, tal vez por su ubicación geográfica y por las condiciones generadas por el entorno, conformaba un lugar especial para vivir. La hospitalidad, la generosidad y la protección de su gente lo hacían un lugar tranquilo y seguro. Dentro de los recuerdos que guardan de su paso por el campamento está la intensa vida social que en él se desarrollaba. Las actividades recreativas que se organizaban en cada club social o deportivo de Chuquicamata reunían a todo el pueblo. Ellos participaban activamente de estas festividades, esperadas por todos. Ese era el momento preciso para reunir al trabajador con su familia y a la comunidad en general. Los deportes cumplían un rol fundamental en la sociedad chuquicamatina —tradición heredada de los “gringos24”— y se desarrollaban en modernos recintos deportivos con canchas de tenis, de béisbol, bowling, basquetball, transformándose en lugares exclusivos e innovadores si se toma en cuenta que se ubicaban en un campamento minero. “La pasábamos bien en Chuquicamata. Se hacían varias cosas bien entretenidas. Se juntaba casi todo el pueblo para esas fiestas, el cine, el teatro, esos eran los lugares típicos de Chuquicamata donde uno iba con la familia a recrearse. Los mismos deportes también juntaban a harta gente, los campeonatos de basquetball, el béisbol, el bowling, todo eso era como una festividad para uno”25.

Tal como se expone, una de las actividades que lograban reunir a la colectividad chuquicamatina era el deporte. En torno al éste se juntaban las familias y se compartía. Pero esta reunión pudo conservarse por poco tiempo, ya que las nuevas generaciones de familias, especialmente las que provenían de otras regiones, no tenían el mismo sentido de colectividad, por lo que las relaciones se fueron disgregando e individualizando con el paso del tiempo. “Las actividades deportivas, pero eso fue, yo te estoy hablando de hace quince, veinte años atrás, porque después llegó gente nueva, como 23. Entrevista a Diego Fernández, otra generación entonces ellos eran más individualistas. La gente Calama, 28 de marzo de 2007. como más de edad era más colectiva, era más preocupada del 24. Extranjeros norteamericanos que vecino, del otro y así. Después la gente nueva que llegó a trabajar a iniciaron la faena industrial de este mineral. Chuquicamata era más individualista, más superior a los demás que 25. Entrevista a Hernán Cornejo, estaban ahí, entonces eso mismo hizo cambiar la percepción que Calama, 2 de abril de 2007. uno tenía de Chuquicamata, uno siempre queda añorando a lo que 26. Entrevista a Sonia Gallardo, Calama, era Chuquicamata antiguo”26. 4 de abril de 2007.

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Es posible apreciar en el discurso un quiebre en el sistema de relaciones sociales de la población con la llegada de familias de otras regiones. A pesar de que siempre estaba llegando personal de trabajo desde otras ciudades a Chuquicamata, el sistema comunitario seguía funcionando como de costumbre, pero los hábitos y la mentalidad de las nuevas generaciones fueron transformando dicho sistema, volviéndolo cada vez más impersonal e individualista. Así, se fueron viendo sometidos al consumismo y a la competitividad, que forman parte de las características de la sociedad chilena actual. “La gente era más comunicativa, se cuidaban unos a los otros. Si uno salía, el vecino le cuidaba la casa; había una actividad y todos iban, había otra actividad y no andaban preocupados de ‘qué te compraste tú, que yo tengo esto, yo me voy a comprar esto otro’. No andaban preocupados de eso. Después la gente nueva que llegó cambió todo ese sistema. Las mamás, todos se juntaban en la pulpería, entonces había mucha más comunicación, la gente no era tan egocéntrica, la gente ahora es totalmente consumista y competitiva27”.

Una de las características más recordadas de los antiguos habitantes de Chuquicamata era su capacidad de establecer lazos sociales comunitarios y consolidarlos. Además, está el sistema familiar que funcionaba como el eje central de toda la sociedad, ocupando un lugar importantísimo en todos los aspectos de la vida. En resumen, la familia y la comunidad eran los pilares de la sociedad chuquicamatina. En torno a ellas funcionaba el campamento y la mayoría de las actividades sociales que se realizaban estaban dirigidas a la familia con el propósito de consagrarla y protegerla. El estilo de vida en Chuquicamata se caracterizaba por desarrollarse en un ambiente familiar y tranquilo donde primaban las relaciones comunitarias y de compadrazgo. A su vez, como la mayoría de las personas que vivían allí, tenían a sus familiares en otras zonas del país. Los vecinos, los amigos y la comunidad lograban llenar el vacío dejado por ella, transformándose ellos mismos en su familia propia. La vida barrial también jugaba un papel fundamental en la manera como los chuquicamatinos vivían el espacio. Tal como lo define Gravano28, el barrio es la conjugación del espacio físicoarquitectónico con las prácticas sociales, límites, identidades, símbolos y unidad social que desarrollan los individuos, dando 27. Entrevista a Sonia Gallardo, Calama, como resultado lo barrial. En lo barrial las interacciones sociales 4 de abril de 2007. de orden primaria son las que resaltan. En Chuquicamata, como 28. Ariel Gravano, Antropología de lo Barrial. Estudios sobre producción simse destaca en sus relatos, las relaciones entre vecinos cobran vital bólica de la vida urbana, (Buenos Aires: importancia en lo que significa vivir el espacio. Espacio Editorial, 2003), 58.

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C onclusiones La idea de incluir aquí la visión que poseen los ex habitantes de Chuquicamata sobre lo que fue su paso por el campamento, tiene como fin enfatizar que estamos frente a un rescate de la memoria social. Todos estos relatos revelan situaciones sumamente importantes, no sólo para quienes los vivieron, sino también para las generaciones nuevas que necesitan de una historia oral que les cuente y les recuerde cómo era vivir en Chuquicamata, así como también elaborar un fundamento que le dé sentido a su pertenencia. La memoria social como la define Halbwachs29 no sólo permite recordar el pasado, sino también reconstruirlo. Cada relato representa un fragmento de esta historia común; de esta manera todos participan de una u otra forma en esta construcción. La memoria, por ende, es colectiva. El individuo no participa aisladamente de este proceso, sino que todos contribuyen con sus diferentes relatos, a veces distintos, exagerados y recargados, en dicha construcción. El mecanismo que permite el funcionamiento y la difusión de esta memoria es la reiteración. Es por ello que los chuquicamatinos una y otra vez hacen alusión a los mismos acontecimientos. La idea es no dejarla expirar, sino revivirla a cada momento. Cuando se hace memoria de algo, de alguien o de un acontecimiento, este acto permite unir pasado, presente y futuro a la vez. Otorga sentido a las experiencias y potencia el imaginario social. Este ejercicio de recordar el pasado debe comprenderse como un acto dinámico, pues el escenario se modifica, ya sea agregando o eliminando componentes, pero siempre manteniendo las estructuras que las contienen. Los discursos que emiten los individuos son heterogéneos e inestables, pues es un constructo social que constantemente se reformula. En instantes, algunos recuerdos tendrán más fuerza que otros, dependiendo del contexto en el que se exprese. En este caso la vida comunitaria cobra más fuerza, pues el contexto de marginación en el que se encuentran los hace destacar esos elementos por sobre otros. El ejercicio de referirse con nostalgia a Chuquicamata no implica otra cosa que recordar el origen de donde se viene, lo que permite reforzar la identidad. La construcción de este pasado contiene varios elementos que permiten definirlos como utópicos. Esto porque se intenta rescatar aquello que conviene recordar y no lo que los pueda perjudicar, para así mantener 29. Maurice Halbwachs, La Memoria intacto el sistema sociocultural que los contiene. Si se utilizara un Colectiva, 134. discurso crítico de ese pasado, tal vez el sentido de pertenencia, 30. Martin Hopenhayn, “La utopía conel ‘ser chuquicamatino’ se disolvería. Aludiendo a lo planteado tra la crisis o como despertar de un largo insomnio”, en Serie Libros de la por Hopenhayn30 respecto a la construcción utópica y a los facCEPAL 33 (Santiago, Naciones Unidas, tores que lo fundan como tal, podríamos señalar que para el caso 1992), 333.

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chuquicamatino la tranquilidad sería un ejemplo de ello. Esto porque se habla de silencio y tranquilidad como si fuesen atributos exclusivos de Chuquicamata. En síntesis, ser trasladados a Calama, aquel lugar que nunca fue bien considerado y que hasta la actualidad aún se percibe con recelo, significa para los chuquicamatinos insertarse en un espacio totalmente ajeno y distinto. Sin duda las diferencias que existen entre una ciudad y un campamento son enormes, más aún si se le suma toda la carga simbólica que les permitía diferenciarse de este lugar y de sus habitantes. Calameños y chuquicamatinos eran opuestos complementarios y sus identidades se configuraban en relación al otro, pues eran lo que ellos no son. Tal como lo define Viviana Manríquez31, la identidad se construye con el fin de diferenciarse de los otros y de autoidentificarse entre pares. Una vez expulsados de su territorio que le daba a su existencia un sentido de pertenencia, los chuquicamatinos debieron aceptar su inclusión a la ciudad de Calama. Ahora, objetivamente hablando, son ciudadanos “calameños”. No obstante y gracias a la construcción de un discurso identitario basado en la memoria, aún pueden autodenominarse chuquicamatinos, pues 31. Viviana Manríquez, “Identidad la inexistencia de su territorio no impide que sus prácticas y cose identidades: Una aproximación tumbres se disuelvan. Es más, y tal como se percibe en los relatos, desde la etnohistoria a las identidades de las poblaciones indígenas la carga simbólica que estampan cada vez que hacen alusión a su del Partido de Maule en los siglos origen manifiesta el hecho de que aún siguen siendo chuquicamaxvi y xviii”, Revista de la Academia 04 (1999): 121. tinos a pesar de que se encuentren viviendo en Calama.

Bibliografía Fuentes

primarias

Entrevistas: Entrevista a Diego Fernández, Calama, 28 de marzo de 2007. Entrevista a Hernán Cornejo, Calama, 2 de abril de 2007. Entrevista a Sonia Gallardo, Calama, 4 de abril de 2007.

Fuentes

secundarias Candau, Joel. Antropología de la Memoria. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión, 2002. Gravano, Ariel. Antropología de lo Barrial. Estudios sobre producción simbólica de la vida urbana, Buenos Aires: Espacio Editorial, 2003, 85-90. Halbwachs, Maurice. La Memoria Colectiva. España: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004.

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“Romper la vidriera, para que se vea la trastienda”.

Artículo recibido: 1 de julio de 2009; aprobado: 15 de enero de 2010; modificado: 19 de enero de 2010.

Santiago Garaño

“Romper la vidriera, para que se vea la trastienda”. Sentidos, valores morales y prácticas de “resistencia” entre las presas políticas de la cárcel de Villa Devoto durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)

“Break the storefront to see what’s behind”: feelings, moral values, and acts of “resistance” among political prisoners in Villa Devoto Jail during the last military dictatorship in Argentina (1976-1983)

Resumen

Abstract

En este trabajo reconstruimos las relaciones de

In this article, we reconstruct the power relations

poder que se tejieron en el interior de la cárcel

that were woven inside Villa Devoto Jail, where

de Villa Devoto, donde fueron concentradas mil

more than 1,200 political prisoners were con-

doscientas detenidas políticas durante la última

centrated during the last military dictatorship in

dictadura militar argentina (1976-1983). Por un

Argentina (1976-1983). On the one hand, we show

lado, nos interesa mostrar cómo en ese espacio se

how, in this space, the penal regimes and the

engarzaron los regímenes punitivos y las formas

forms of “resistance” of the detained militants

de “resistencia” de las militantes detenidas. Y,

became intertwined. And on the other, we examine

por el otro, cómo se delinearon determinados

how the political and symbolic hierarchy among

grupos de mayor jerarquía política y simbólica que

different groups was determined and how this, in

configuraron mandatos partidarios para vivir la

turn, shaped the partisan mandates in which the

experiencia carcelaria.

prison experience was lived.

Palabras clave

Key Words

Derechos humanos, dictadura, guerrilla, resisten-

Human rights, dictatorship, guerrilla, resistance,

cia, prisionero, Argentina, cárcel, política, poder.

prisoners, Argentina, prison, politics, power.

Antropólogo y estudiante del doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Integra desde el año 2004 el Equipo de Antropología Política y Jurídica del Instituto de Ciencias Antropológicas de esa facultad. Es becario del conicet en el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio y docente de la Universidad Nacional de Río Negro, Argentina. Sus intereses investigativos son las memorias de la represión en el Cono Sur y la antropología política y jurídica. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “Pabellones de la muerte: los límites difusos entre la represión legal y la clandestina”, Entrepasados 34 (2009): 33-53; “Sentidos y prácticas de la resistencia. Memorias de ex presas y presos políticos durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)”, Historia, Antropología y Fuentes Orales 41 (2009): 5-24; con Werner Pertot escribió el libro Detenidos-Aparecidos. Presas y presos políticos desde Trelew a la dictadura (Buenos Aires: Biblos, 2007). sgarano@hotmail.com

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“Romper la vidriera, para que se vea la trastienda”. Sentidos, valores morales y prácticas de “resistencia” entre las presas políticas de la cárcel de Villa Devoto durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)Ï

I ntroducción Este trabajo se propone analizar la experiencia de prisión política durante la última dictadura militar (1976-1983) argentina, tomando como caso de estudio la cárcel de Villa Devoto, donde fueron concentradas mil doscientas mujeres. Este período se constituye en un paradigma que permite reconstruir el funcionamiento rutinario y burocrático de la cárcel política, debido al gran número de detenidos por razones de este tipo (unos doce mil aproximadamente) y al contexto de fuerte represión a los militantes de partidos de izquierda, organizaciones armadas, sindicales, estudiantiles y agrarias, que combinó, como ya veremos, prácticas legales y clandestinas. Sin embargo, con respecto a la última dictadura han predominado las investigaciones sobre la experiencia de represión ÏEste artículo es resultado de la investigay violación a los derechos humanos en el interior de los centros ción realizada en el marco de mi tesis de licenciatura, bajo la dirección de la Dra. clandestinos de detención y, a partir de 1996, el eje ha sido las Sofía Tiscornia. El trabajo de campo fue memorias de la militancia en organizaciones armadas. En cambio, financiado por una Beca Estímulo, otorgada por la Secretaría de Ciencia y Técnica la experiencia vivida en las cárceles de “máxima seguridad” —que de la Universidad de Buenos Aires y por los alojaron presas y presos políticos durante la vigencia del estado fondos del Proyecto ubacyt “Antropología Política y Jurídica de la Violencia Institude sitio entre 1974 y 1983— ha sido parcialmente reconstruida, a cional punitiva”. Agradezco a la Profesora partir de una tácita división sexual del trabajo intelectual. En este Pilar Pérez por la traducción de los textos, así como los comentarios de Sofía Tiscorsentido, se destacan tanto una serie de trabajos pioneros sobre nia y Marta.

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1. Véase: Emilio De Ipola, Las cosas del creer. Creencia, lazo social y comunidad política (Buenos Aires: Ariel, 1997); Fernando Reati, “De falsas culpas y confesiones: avatares de la memoria en los testimonios carcelario de la guerra sucia”, en Memoria colectiva y políticas de olvido. Argentina y Uruguay, 1970-1990, editado por Adriana Bergero y Fernando Reati (Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 1997). 2. Véase: Judith Filc, Entre el parentesco y la política. Familia y dictadura (Buenos Aires: Biblos, 1997); Silvina Merenson, “Y hasta el silencio en tus labios... Memorias de las ex presas políticas del Penal de Villa Devoto en el transcurso de la última dictadura militar en la Argentina” (Disertación de Maestría, Instituto de Desarrollo Económico y Social y Universidad Nacional de General Sarmiento, 2003); Ana Gugliemucci, Memorias desveladas: Prácticas y representaciones colectivas del encierro por razones políticas (Buenos Aires: Tientos Editora, 2008). 3. El uso de comillas dobles corresponde a las categorías utilizadas por los ex presos y presas políticas, y las comillas simples a las categorías penitenciarias, reguladas por leyes, normas y reglamentos de baja jerarquía. Sobre la dimensión represiva y productiva del poder véase: Juan Villarreal, “Los hilos sociales del poder”, en Crisis de la dictadura argentina. Política económica y cambio social. 1976-1983, ed. Eduardo Jozami (Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 1985), 216. Sobre su aplicación a la experiencia carcelaria, véase: Santiago Garaño, “Entre resistentes e ‘irrecuperables’. Memorias de ex presos y presas políticas (1974-1983)” (tesis de Licenciatura, Universidad de Buenos Aires, 2008). 4. Fernando, Balbi, De leales, desleales y traidores. Valor moral y concepción de política en el peronismo (Buenos Aires: Antropofagia, 2007), 83. El autor plantea que en el triple carácter simultáneamente cognitivo, moral y emotivo propio de los valores

la prisión política de los varones, atravesados por la doble condición de sus autores, ex presos políticos y científicos sociales1, así como una serie de investigaciones académicas que reconstruyen las memorias de las ex presas políticas de la cárcel de Villa Devoto, escritos por antropólogas2. En este trabajo, a diferencia de los trabajos previos sobre el tema, nos centraremos en una doble dimensión de la violencia carcelaria: la faceta represiva del régimen carcelario (de carácter secreto y aniquilante) y la faceta productiva de identidades políticas, de sentidos y prácticas de la “resistencia” entre el conjunto de detenidos políticos3. Ello merece una aclaración: a lo largo del siglo xx en Argentina, la cárcel política, al mismo tiempo que buscó disciplinar a la población (hacia adentro y hacia fuera), se convirtió en un espacio de socialización política que puso en tensión dos universos de valores morales, sentidos y prácticas: el burocrático penitenciario y el del conjunto de presos políticos. Es decir, al mismo tiempo que se configuró un régimen represivo se convirtió en un espacio de “resistencia” donde muchos detenidos continuaron militando en organizaciones políticas. Siguiendo la perspectiva conceptual de Fernando Balbi, entendemos que el término “resistencia” se revela un valor moral que ha ocupado un lugar central para orientar y condicionar la praxis de las ex presas y presos políticos durante la última dictadura argentina4. Los valores morales —entendidos en determinados contextos sociales, históricos e institucionales— operan al mismo tiempo como medio y como fundamento de sus acciones, y aun como medio desplegado a fin de posicionarse y disputar entre sí. Esta perspectiva supone dar cuenta al mismo tiempo de los sentidos canónicos y de su carácter polisémico, es decir, del proceso conflictivo y dinámico de producción de su sentido. Esto porque su sentido está sujeto a interpretación, discusión y consecuentemente a transformaciones en determinados contextos sociales históricamente dados, “puesto que es parte de procesos morales radica la clase de sus complejas relaciones con el comportamiento. sociales situados, encontrándose Al mismo tiempo, propone una serie de inevitablemente vinculada a deterrecaudos metodológicos para el análisis de valores morales. Fernando Balbi, De minados entramados de relaciones leales, desleales, 38. sociales e instituciones”5.

5. Fernando Balbi, De leales, desleales, 79.

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Este análisis supone también, siguiendo a Serry Ortner, alejarse de las distinciones binarias —dominación versus resistencia— e iluminar la ambigüedad de la categoría “resistencia” y la presencia de juegos de poder en la mayoría de las relaciones sociales: “En una relación de poder, el dominante suele tener algo para ofrecer, y muchas veces esto es significativo […]. De esta manera, el subordinado tiene razones suficientes para ser ambivalente respecto de resistir esta relación. Además, no existe un subordinado singular y unitario, ya que los grupos subalternos se encuentran divididos internamente por edad y estatus entre otras formas de diferenciación. Al mismo tiempo que como ocupantes de distintos lugares como sujetos tendrán diversas perspectivas, inclusive opuestas, respecto de una misma situación, que serán igualmente legítimas”6.

Entonces, si como plantea Ortner reconocemos que los grupos que “resisten” están haciendo algo más que simplemente oponerse a la dominación —y no produciendo una virtual re-acción mecánica—, debemos iluminar sus propias formas de hacer política, el conflicto interno, las fricciones y tensiones en estos grupos. Esto evitará darle un aire de romanticismo a la experiencia carcelaria. Esta manera de conceptualizar la cárcel política y la “resistencia” como valor moral tiene un correlato metodológico que también distingue la perspectiva de este trabajo. A diferencia de las investigaciones citadas de Guglielmucci y Merenson —basadas en testimonios orales de ex detenidas políticas—, la metodología utilizada en este trabajo supone un permanente contrapunto entre los documentos producidos por las burocracias estatales y los generados por ex presos políticos, así como las entrevistas 6. “In a relationship of power, the dominant often has something realizadas por el autor. Entonces, este enfoque conceptual y metto offer, and sometimes is a great odológico nos permitirá analizar las múltiples maneras en que deal […]. The subordinate thus has many grounds for ambivalence las políticas, regímenes y clasificaciones carcelarias se engarabout resisting the relationship. zaron con los sentidos, valores morales y prácticas militantes, Moreover, there in never a single, unitary, subordinate, if only in the que nos revelará una malla local de relaciones de poder en la simple sense that subaltern groups prisión de Villa Devoto. are internally divided by age, 1. L a cocina de una investigación A mediados del año 2005 terminábamos una investigación para un libro testimonial sobre las experiencias de prisión política durante la última dictadura argentina y nos quedaba un gran vació para llenar: la experiencia de las prisioneras políticas en la cárcel

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gender, status, and others forms of difference and occupants of differing subjects positions will have different, even opposed, but still legitimate, perspective on de situation”. Sherry Ortner, “Resistance and the problem of ethnographic refusal”, Comparative Studies in Society and History 37: 1 (1995): 175.


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de Villa Devoto7. Mientras más de 1.200 mujeres detenidas fueron concentradas hacia finales de 1976 en la Unidad Penitenciaria n.o 2 del Servicio Penitenciario Federal (spf) —conocida como la cárcel de Villa Devoto— los varones fueron trasladados a las distintas cárceles de ‘máxima seguridad’ que conformaban un verdadero sistema represivo integrado a nivel nacional ‘bajo control operacional’ de las autoridades militares. Werner Pertot —coautor de un libro que escribíamos— me sugirió entrevistar una serie de ex presas políticas, con las que le había recomendado hablar otra, ex militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores–Ejército Revolucionario del Pueblo (prt-erp) que vivía en la ciudad de Rosario, Santa Fe, y había sido entrevistada por él meses antes. Pero ella le había anticipado 7. El presidente de facto Jorge Rafael que, si queríamos acceder a las ex presas políticas de Montoneros, Videla firmó el decreto 1209 del 6 de julio de 1976 que estableció “un teníamos que hablar primero con Marta, que había sido “conducsistema tendiente a regular la labor ción” de esa organización en la cárcel de Villa Devoto. También nos coordinada de los distintos organismos nacionales y provinciales que previno en cuanto a que, en general, era reticente a hablar públicaintervengan en la detención, tratamente de su experiencia. miento y traslado de los procesados y condenados de máxima peligrosiEn ese sentido, el consejo develaba un primer dato sobre la expedad en jurisdicción nacional, como riencia carcelaria: el colectivo de presos políticos no era homogéneo, así también de las personas puestas a disposición del pen que revistieran sino que estaba fragmentado tanto por pertenencias partidarias dicho carácter”. Este sistema estuvo como por jerarquías políticas establecidas en el interior de esas orgaintegrado distintas cárceles de ‘máxima seguridad bajo control openizaciones. Ello era así porque al llegar a la cárcel la mayoría de estos racional’ de las autoridades militares militantes se “encuadraron” u “organizaron”, es decir, se sumaron a e incluyó a la Unidad 2 de la ciudad de Sierra Chica y la Unidad 9 de La la estructura de su organización de pertenencia en el penal asumiPlata — ambas dependientes del endo un grado de responsabilidad similar al que tenían fuera de Servicio Correccional de la Provincia de Buenos Aires—, la Unidad 1 de la prisión8. En el caso de Montoneros, la principal organización armada localidad de Coronda —del Servicio de orientación peronista, se distinguían dos niveles: los “milicianos” Penitenciario de la Provincia de Santa Fe—, la Unidad Penitenciaria —que desempeñaban tareas políticas— y los “combatientes” —que 1 de la ciudad de Córdoba —depenparticipaban en actividades militares—. Como en 1975 se había fordiente el Servicio Penitenciario de la Provincia de Córdoba—, la Unidad mado el Ejército Montonero, de carácter popular pero igualmente Penitenciaria n.o 2 del barrio de Villa homogéneo y estructurado que el regular, existían rangos y jerarDevoto en la Capital Federal, la U. 6 de la ciudad de Rawson, Chubut, y la quías en el interior de la estructura militar clandestina9. U. 7 de Resistencia, Chaco —las tres Cada organización tenía una “conducción” —integrada por últimas dependientes del Servicio Penitenciario Federal—. militantes con un importante “nivel de responsabilidad” antes de 8. Silvina Merenson, “Y hasta el”, 56. ser detenidas— que delineaba las principales políticas de “resisten9. Pilar Calveiro, Política y-o violencia. cia”. Con su consejo nos dejaba claro que, para entrevistar a una ex Una aproximación a la guerrilla de los presa política que había pertenecido a la organización Montoneros, años 70 (Buenos Aires: Norma, 2005), 132-135; Richard Gillespie, Los Monno podíamos obviar la estructura de relaciones y de diferencias toneros. Los soldados de Perón (Buenos entre las posiciones de poder de la organización, y que esta malla Aires: Grijalbo, 1998).

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de relaciones no sólo había operado en la cárcel, sino que continuaba siendo fundamental fuera de ella una vez recuperada la libertad en democracia, para dar cuenta públicamente de esa experiencia. Llamé a Marta por teléfono y acordamos una primera reunión. Cuando nos encontramos, lo primero que me dijo fue: “Te chequeé con L.A., y como me dio buenas referencias, te invito a mi casa”. Efectivamente, L.A. había sido compañera mía del colegio secundario y habíamos militando juntos en el centro de estudiantes. Era la hija de otra ex presa política y una gran amiga de Marta, me aclaró mientras íbamos a su casa. Respiré aliviado; una relación previa de confianza personal y política era mi puerta de “acceso” al campo. Sin embargo, este primer encuentro, al cual había ido provisto de mi cuaderno de campo y mi grabador, fue desconcertante. No sólo porque estuvimos hablando casi cinco horas y no me animé a grabar la conversación, ¡sino porque que ella me entrevistó a mí! Cuando llegamos me ofreció tomar alguna bebida y acepté tomar un vaso de vino. Así empezamos a conversar y ella me preguntó los 10. El prt-erp fue una de las principales objetivos del libro y de la investigación, por qué nos interesaba el organizaciones armadas de la Argentema de la prisión política, a quiénes habíamos entrevistado hasta tina. Sus orígenes se remontan al prt, conformado en 1963 por la fusión del ese momento, cómo estábamos pensando el libro. Yo, más verborFrente Indoamericanista Popular — rágico que de costumbre a causa del vino, comenté que nos había dirigido por los hermanos Santucho— y el grupo Palabra Obrera, impresionado la intensidad de los lazos de compañerismo nacidos cuyo principal dirigente era Nahuel durante el paso por la prisión entre ex presas y presos políticos y Moreno. En 1968, el prt se dividió en dos y uno de los sectores —denomilos relatos de la “resistencia” a las políticas carcelarias de “aniquinado “El Combatiente” y liderado lamiento”. Y le dije que el disparador fundamental para encarar Roberto Santucho— optó por la lucha armada y en su V Congreso fundó el este trabajo había sido la escasa representación pública que erp. “El erp y el prt no eran idénticos: habían tenido los relatos de los ex detenidos políticos a lo largo todos los miembros del prt eran miembros del erp, pero el programa de la pos dictadura y que nos interesaba dar a conocer estos relade este último era más amplio que tos. Le hice saber que teníamos dos grandes lagunas en nuestra el del partido y no se planteaba el socialismo como meta. Así, mientras investigación: la experiencia de los presos políticos pertenecientes que el prt estaba concebido como un a la organización armada Montoneros y la de las detenidas en la partido de cuadros, el erp era caracterizado como un ‘ejército popular’”. cárcel de Villa Devoto. Y que no queríamos que en el libro estuviPablo Pozzi, Por las sendas argentiera hiperrepresentada la experiencia de los militantes del prt-erp nas”. El prt-erp La guerrilla marxista 10 (Buenos Aires: Imago Mundi, 2004), encarcelados —la otra gran organización armada —. Finalmente, 24; Vera Carnovale, “Jugarse al Cristo: aceptó ser entrevistada y que su historia fuera incluida en el libro, Mandatos, formas de sacralización y construcción identitaria en el prtaunque acordamos que se mantuviera absoluta confidencialidad erp”, Entrepasados 1: 28 (2005): 11-26; de su nombre real. “Si no, te mato”, bromeó. Ella eligió el nombre Vera Carnovale, “Política Armada: el problema de la militarización en el con el que iba a aparecer: Marta. El argumento fue convincente: prt-erp”, Lucha Armada en la Argentina “Cuando me torturaban, los militares querían que confesara que 1: 11 (2008): 6-29.

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era X [su ‘nombre de guerra’] y nunca lo hice. No lo voy a hacer ahora, treinta años después en un libro”. Fueron en total cinco entrevistas —más otras tantas charlas informales—, todas en su casa, entre mayo y agosto de 2005. De numerosas maneras Marta confirmó que nunca le interesó la “exposición pública”: “Tengo, como dice una vieja amiga, un pleno instinto de preservación. A mí nunca se me ocurrió en la cárcel ser delegada, si bien no podía serlo por una responsabilidad organizativa, pero porque no me gusta la exposición pública, huyo. Debe tener que ver con una formación, una cultura. De eso, por lo cual muchos se desviven. Yo prefiero ser como soy y vivir todos los días con un bajo perfil, que es lo que me permite vivir tranquila”. Aunque ella capitalizaba la experiencia carcelaria (demuestra “la capacidad de resistencia que tiene el individuo en una situación límite”; “sí me interesa mi experiencia carcelaria para mi propia experiencia de vida”), no se construía a sí misma como ex presa política: “[…] creo que no es una identidad ser ex presa”; ni como ex militante de los años setenta: “Nosotros fuimos, hace treinta años atrás ¿Qué fuimos durante treinta años? ¿Nos congelamos? No. ¿Qué somos? No te podés remitir a una identidad de hace treinta años”11. 2. L a experiencia de prisión “Mi llegada a la cárcel fue liberadora”. Más allá de lo paradójico de la expresión, el itinerario vivido por Marta le da otro sentido. Había sido secuestrada en diciembre de 1975 por un “grupo de tareas” del ejército y estuvo “desaparecida” durante diecisiete días en una comisaría de La Plata, luego de tres simulacros de fusilamiento y de ser torturada: “Yo nunca imaginé que iba a llegar a la cárcel, que iba a terminar presa. Por lo cual fue el día más feliz de mi vida. El día que me vinieron a buscar al calabozo, me subieron al segundo piso de la comisaría, sin venda, la primera vez sin venda, y estaba frente a un comisario que me dijo: ‘Le informo que en breves instantes va a ser trasladada a la Unidad 8’… Yo, la sonrisa de oreja a oreja, porque nunca imaginé que iba a salir viva. Así que llegué a la cárcel chocha […]. Nunca imaginé que iba a quedar viva, que mi rango [dentro de la organización Montoneros], yo era oficial, no lo permitía”12. 11. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 26 de mayo de 2005. 12. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 14 de junio de 2005.

En diciembre de 1975, el secuestro y la desaparición forzada de personas ejecutada de manera directa por las instituciones militares constituía una de las formas de la represión: la cárcel y el asesinato de los disidentes políticos por grupos paramilitares

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eran las modalidades represivas por excelencia del poder13. Sin embargo, estas modalidades represivas —cárceles, asesinatos y desapariciones— lejos de ser compartimentos estancos, se entrelazaban: la íntima articulación de cárceles y centros clandestinos de detención permitía la circulación de detenidos en uno y otro sentido. Como vimos en la experiencia de Marta, muchos presos eran “legalizados” en las cárceles, es decir, eran 13. Esto se revirtió una vez producido el golpe de estado del 24 de marzo “blanqueados” luego de un período de cautiverio en un centro de 1976. En Argentina, si bien la clandestino de detención. En la entrevista Marta destaca “no represión política no se inició con el gobierno dictatorial, éste introdujo haber cantado con la patota”, que había “resistido” a la tortura: un cambio sustancial: la desapari“Lo que pasa es que conmigo los tipos no entendían nada, porque yo [para los militares] era prt. Estuvieron durante una semana torturándome por lo de Monte Chingolo14, a los diez días me legalizan y el día once saltan mis antecedentes de inteligencia. Esa noche me iban a sacar y me dijeron: ‘Nos puenteaste, hija de puta’ y me dieron el nombre de guerra anterior […]. Yo llegué sonriente a la cárcel…”15.

Tal como lo plantea Pilar Calveiro16, en los centros clandestinos de detención la tortura era un mecanismo para producir la verdad, para arrancar la confesión y de esta manera encontrar un culpable. Era una ceremonia iniciática que buscaba obtener información útil para alimentar al poder desaparecedor de nuevos secuestrados y combinaba dos modalidades diferentes: era tanto un acto de inteligencia militar para producir información valiosa y útil (una tecnología fría, aséptica y eficaz), como un ritual purificador, de castigo y venganza (un tormento inquisitorial, más brutal y menos eficiente que la anterior modalidad). La tortura buscaba arrasar con toda la resistencia del sujeto para modelarlo y adecuarlo a la lógica del poder desaparecedor y obtener todo conocimiento útil que los secuestrados pudieran esconder: pretendía hacerlos transparentes. Sin embargo, nunca logró la sumisión total. En el caso de Marta, vemos que el tópico de la “resistencia” a la tortura se convirtió en una de las formas más claras de limitación al poder desaparecedor. Ese secreto se convirtió en un bastión de “resistencia”. 3. M ilitar en la cárcel A diferencia de los centros clandestinos de detención donde las formas de resistencia eran actividades sutiles y muy disimuladas

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ción forzada de personas dejó de ser una de las formas de la represión para ser la modalidad represiva por excelencia del poder, ejecutada de manera directa por las instituciones militares. Pilar Calveiro, Poder y desaparición (Buenos Aires: Colihue, 1998), 27. Luego del golpe de estado de 1976, en sentido inverso al caso de Marta, distintos presos fueron sacados de la cárcel y luego fusilados en ‘enfrentamientos’ fraguados. En otros casos la modalidad era distinta: una vez que se decretaba su libertad, algunos presos fueron secuestrados por grupos de tareas en las puertas de los penales. Véase: Santiago Garaño y Werner Pertot, DetenidosAparecidos. Presas y presos políticos desde Trelew a la dictadura (Buenos Aires: Biblos, 2007); Santiago Garaño, “Entre resistentes e”, 46-76.

14. El ataque al Batallón de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno” de Monte Chingolo fue la última operación militar de gran envergadura del erp, con el fin de apoderarse de un poderoso arsenal militar. Fue llevada a cabo en la noche del 23 de diciembre de 1975 y murieron más de cincuenta militantes de esa organización y vecinos de esa localidad. Véase: Gustavo Plis-Sterenberg, Monte Chingolo. La mayor batalla de la guerrilla argentina (Buenos Aires: Planeta, 2003). 15. Entrevista realizada por el autor a Marta, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 14 de junio de 2005. 16. Pilar Calveiro, Poder y desaparición, 60-76.


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que permitían a los secuestrados recuperar la dignidad —una serie de virtudes cotidianas frente al intento de sumisión total tales como el humor y la solidaridad—17, la llegada a la cárcel implicaba el ingreso a un nuevo universo burocrático y represivo que permitía otros márgenes de “resistencia” (en los resquicios del régimen carcelario). Fundamentalmente, por un lado, el universo carcelario se distinguía del centro clandestino por la organización colectiva, el mantenimiento y la reproducción de las estructuras partidarias y la existencia de un cierto margen para la confrontación más o menos abierta con las autoridades18. Y, por el otro, la cárcel era una modalidad represiva relativamente conocida —y no excepcional como los centros clandestinos— y la matriz para vivir y sentir la experiencia era un legado de vivencias previas de prisión política a lo largo de todo el siglo xx: se conceptualizaba como un espacio de “resistencia”, de militancia. En este sentido, cuando Marta llegó a la cárcel de Olmos se sumó a la “conducción” de la organización Montoneros, pero no como “máxima responsable”, sino que pasó a formar parte de un “triunvirato”, una “conducción colegiada” con otras dos detenidas que hacía meses estaban presas. “Mal podía yo conducir una realidad de la que no sabía de qué se trataba, qué era estar preso. Esto tiene que ver con mi formación, eso que te decía antes de que uno conduce solamente lo que conoce”, explica Marta, aunque aclara que “se constituyó en una referencia para las otras compañeras”19. El 3 de septiembre de 1976 setenta detenidas políticas de un total de doscientas cincuenta fueron trasladadas desde Olmos a la cárcel de Villa Devoto en dos camiones del spf (custodiadas por tanques del Ejército). Este grupo estaba conformado por la conducción de Montoneros, el prt-erp y las de la organización guerrillera uruguaya Tupamaros, “las que era prioritario trasladar”, aclara Marta. “Devoto no estaba preparada para recibirnos, pero tenían urgencia de sacarnos […]. Olmos era un colador, no era [la cárcel de] Devoto que estaba con17. Pilar Calveiro, Poder y desaparición, 113-128. siderada la cárcel más segura de Latinoamérica”. Marta asumió la 18. Pilar Calveiro, “Introducción”, en “conducción efectiva” cuando llegaron al penal de Villa Devoto, Detenidos-Aparecidos. Presas y presos “no como unicato pero sí como máxima responsable”20. políticos desde Trelew a la dictadura, editado por Santiago Garaño y WerPara las detenidas, la cárcel de Villa Devoto se convirtió en una ner Pertot (Buenos Aires: Editorial “cárcel vidriera”, es decir, una prisión que podría mostrarse a los Biblos, 2007), 17. organismos internacionales21. Esto les permitió a las detenidas 19. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, hacer públicas las denuncias sobre las violaciones a los derechos Argentina, el 14 de junio de 2005. humanos en Argentina, por ejemplo, en las visitas de los delegados 20. Entrevista realizada por el autor a del Comité Internacional de la Cruz Roja (a partir de julio de 1978) o Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 14 de junio de 2005. durante la visita in situ de la Comisión Interamericana de Derechos 21. Véase: Silvina Merenson, “Y hasta Humanos (entre el 6 y el 20 de Septiembre de 1979). Marta coincide el”; Ana Guglielmucci, Memorias con esta caracterización: desveladas.

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“Nosotros decíamos: ‘es una cárcel vidriera, es lo que tienen para mostrar, estamos en el centro de la ciudad, ahí no pueden entrar a [visitarnos los organismos de derechos humanos internacionales], usemos, capitalicemos eso’. Ahora, yo creo también que nosotros contamos con condiciones especiales para poder establecer esa política. No sé qué hubiera pasado si hubiésemos estado aislados en Rawson o en Sierra Chica. Pero, digo, ésta era la cárcel que mostraban. A Devoto venía la cidh (fueron a todos lados), a Devoto venían los cónsules […]. Era como que nosotros teníamos mucho más contacto. Y después estábamos encerrados en el medio de la ciudad”22.

Es decir, frente al “aislamiento” de los detenidos varones en el resto de las cárceles de ‘máxima seguridad’, esta caracterización les permitía a las detenidas “capitalizar” la ubicación del penal en un barrio de la capital federal para denunciar las políticas represivas de la dictadura. Se trataba de “romper la vidriera, para que se vea la trastienda” de la represión, como plantean un grupo de militantes del prt de la cárcel de Villa Devoto en una serie de documentos23. Las recién llegadas presas políticas provenientes de la de Olmos contaban con pautas de organización políticas, cuyos pilares eran el “economato” y “delegatura única”24. Esos pilares —“que tiene mucho que ver con el aporte de las compañeras Tupamaras”, según Marta— las distinguieron de las “devotenses”, es decir, de las detenidas que ya estaban alojadas ahí: “Nosotras fuimos las primeras olmeñas, el 3 de setiembre. Ahí se da el ppd-ppo, ppo son las Presas Políticas de Olmos, ppd eran las de Devoto, que eran sectarias, tenían economatos separados, tenían delegaturas por organización. Llegamos nosotras y se impuso nuestras conducciones, se fue unificando todo con los mismos criterios que traíamos. Pero costó”25.

A partir de la experiencia de las “olmeñas”, se traza en la cárcel de Villa Devoto una estructura piramidal dual, es decir, que tenía una faceta clandestina —la “conducción efectiva”— y otra legal —“Conducción Central del Penal”—. Igualmente, hubo las “delegadas” que “centralizaron” las “relaciones institucionales y políticas” con las autoridades penitenciarias: “[…] había planteos que los hacían los dos delegados, nosotros dábamos las instrucciones para que las delegadas plantearan esto o lo otro”. Marta explica cómo se estructuraba la trama de relaciones políticas entre las militantes encarceladas de Montoneros:

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22. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 28 de julio de 2005. 23. Situación carcelaria. Aspectos Generales”, fechado en abril de 1978. Documento perteneciente a un corpus de denuncias realizadas por un grupo de detenidas políticas militantes del prt-erp detenidas en la cárcel de Villa Devoto. 24. Se entiende por “economato” la socialización de las raciones de comida entre todas las detenidas de un pabellón, y por “delegatura única”, la elección de una militante entre las principales organizaciones, que representaba al resto de las detenidas frente a las autoridades penitenciarias. 25. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 14 de junio de 2005.


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“En la estructura organizativa hay una máxima conducción […]. En el caso de Devoto era la Central del Penal, la ccp, que estaba integrada por cinco compañeras que yo conducía. Cada una de esas compañeras conducía un piso, tenía la relación con mi piso, con la planta 6, como estaba organizada entonces la estructura del penal. Después, en cada pabellón se armaban grupos de conducción por niveles; había un escalonamiento. No todas las compañeras manejan que yo era la conducción. Obviamente muchas sabían quiénes eran las máximas compañeras, pero estaba bastante tabicada la conducción, tenía la estructura celular clandestina”26.

Vemos cómo se entretejió, adentro de la cárcel, una estructura organizativa que reproducía y resignificaba las jerarquías previas al encierro: cada detenida ocupaba un lugar en esa estructura y esto implicaba una serie de tareas y responsabilidades, un nivel de “clandestinidad” frente a las autoridades y al resto de las detenidas y un determinado acceso a la información. El término “compañeras”27 lejos de connotar la conformación de lazos y relaciones horizontales, entrañaba implícitamente una trama de relaciones, ocupada por militantes con poderes políticos desiguales, escalonados en una “estructura celular clandestina”. Sin embargo, el carácter inclusivo del término “compañeras” también les permitía tender puentes y relaciones con detenidas pertenecientes a otras organizaciones, tampoco exentas de jerarquías. A partir de la constitución de una “delegatura” y “economato único”, se fue tejiendo una “relación política” entre Marta y la “conducción” de las detenidas “encuadradas” en el prt-erp: 26. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 26 de mayo de 2005. Vuelve a referirse al tema en la entrevista del 14 de junio de 2005. 27. Merenson señala que “‘compañeras’ [es] la única nominación utilizada por las mujeres que entrevisté que no lleva el prefijo ‘ex’. Ellas son ‘ex militantes revolucionarias’ y ‘ex presas políticas’, pero nunca ex ‘compañeras’ de Villa Devoto. Esta atemporalidad de la categoría ‘compañera’ permite pensar el sitio que la experiencia de la prisión política y las relaciones trabadas en los años de cautiverio adquieren en un presente que las encuentra ante serias dificultades para manifestar la identidad de ex presas políticas derivada de la categoría en cuestión”. Silvina Merenson, “Y hasta el”, 132.

“Me parece que el vínculo se construye a partir del vínculo político y en la medida en que vos definís ‘vamos a desarrollar una política de alianza’, hacés un vínculo con quien hacés la alianza. Ese vínculo es el que te lleva a construir una relación que incluso excede la relación política y va generando lazos en la relación más firmes en lo afectivo. Aparte, vos no te olvides de la situación peculiar de que en el caso concreto de mi vínculo con esta compañera. El vínculo también está sesgado porque es la única relación de par que yo puedo tener, porque cuando vos asumís el rol de conducción a nivel estructura estás colgada de la lamparita del techo en ese lugar de aislamiento. Entonces hay un nivel de soledad que tiene que ver con el grado de responsabilidad que asumís, si bien podés tener una instancia de compañeras repiolas, en definitiva, el hecho de ser el máximo referente hace que vos no cuajes en el rol de par,

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no corresponde. Entonces, en algún lugar en ese vínculo hay una relación de pares y creo que a la otra parte le pasa exactamente lo mismo. […] Es la única relación de pares, no hay otra, menos en esas condiciones, en manos del enemigo. Pero fundamentalmente el vínculo se construye a partir de la necesidad de acuerdo político. Si no nos hubiéramos agarrado a las piñas mil veces, en situaciones concretas de despelotes, ‘tomamos esta decisión, la otra’. No es que fuera una relación idílica, a veces una decía que había que hacer blanco y otra, negro, yo decía que había que hacer blanco y nos agarrábamos de los pelos. O teníamos la presión de las compañeras que decían ‘no negocies’. Yo tenía compañeras que me han acusado de amiguismo; no solamente a mí, más a ella [la máxima responsable del prt-erp en la cárcel de Villa Devoto]. Había compañeras del prt que a mí no me podían ni ver porque su referente era amiga mía. O sea, también éramos cuestionadas por las compañeras”28.

Esta “relación de pares” entre las presas políticas que eran “el máximo referente”, que representaban la “conducción” de las dos principales organizaciones armadas, había nacido a partir de la “necesidad de un acuerdo político” y, según explica Marta, privilegiaba los lazos políticos antes que los personales. En una serie de documentos internos elaborados por un grupo de militantes del prt-erp encarceladas, y sacados de la cárcel de Villa Devoto de forma clandestina, se plantean los términos de esta “política de alianza”. Dicen que, en un contexto carcelario donde “el enemigo” tiene la “ofensiva” y está en una “correlación de fuerzas netamente favorables a él”, las “organizaciones revolucionarias” tenían un “rol central” de mantener “la integridad política y moral de todas las presas” frente a los políticas carcelarias de “aniquilamiento político y moral”: “El prt y el pm [Partido Montonero] se fueron constituyendo no solo en la cabeza sino en la columna vertebral de la Resistencia”. A partir de esta caracterización se definían las distintas maneras de concebir y practicar la “resistencia”, como valor moral dotado de sentidos diversos en función de pertenencias y mandatos partidarios: “El pm es una organización sólida, bien organizada, con muchas compañeras. Ha llevado una línea de Resistencia centrando demasiado en el enfrentamiento, llegando muchas veces a un hostigamiento desubicado con el enemigo. Las compañeras están influidas, a nuestro entender, por una visión exitistas y cortoplacista del proceso […]. Actualmente […] comienzan a tener una visión más estratégica de la situación, así como ven claramente nuestra condición de rehenes. La política de alianzas con pm no es fácil, 28. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, hemos tenido un sinfín de dificultades. […] una de las mayores Argentina, el 14 de junio de 2005. aspiraciones del enemigo por la cual trabaja constantemente es la (Las cursivas son mías).

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separación prt-pm. Ambas organizaciones conscientes de esto han fortalecido su unidad. Las compañeras del pm han secundarizado demasiado el trabajo político con las compañeras independientes. Ellas no consideran la cárcel como un frente, pero sí como un lugar de lucha y de formación. Las compañeras han logrado un buen nivel de fortaleza y disciplina en el conjunto de sus fuerzas. Tienen una alta moral y deseos de superación”29.

Es decir, mientras que para las militantes encarceladas del prt-erp la cárcel era concebida como un “frente de lucha” y para las del Partido Montoneros no, ambas coincidían en la necesidad de una “política de alianza” que “fortaleciera la unidad”, en la existencia de un “plan sistemático de aniquilamiento” y su autodefinición como “rehenes” del gobierno dictatorial. Esta “alianza” no disolvía las pertenencias ni jerarquías partidarias y, como veremos, debe entenderse engarzada 29. Situación carcelaria”- “Resistencia”, con las políticas carcelarias. documento fechado en abril de 1978.

30. Esta política, según señala en un documento del prt-erp, era una de las “medidas más sentidas por todas”: “Posteriormente el penal [en febrero de 1977] intenta implementar una ‘requisa vejatoria’, que consiste en el desnudo total […]. Nosotras, el conjunto de presas políticas, nunca, nunca nos desnudamos. No desnudarse, no sacarse el corpiño y la bombacha, significa 15 días en el calabozo […]. Desde entonces, cada quince días, los calabozos estaban siempre llenos: ochenta, setenta personas en los calabozos de castigo […] Cuanto más tiempo nos negáramos a la requisa vejatoria, más tiempo íbamos a evitar lo siguiente, que son los dedos en la vagina […]. Para nosotros negarnos a la requisa fue una de las medidas más sentidas por todas, y una de las medidas más permanentes” (subrayado en el original). Reportaje a una ex presa política militante del prt-erp, sin fecha. Documento perteneciente a un corpus de denuncias realizadas por un grupo de detenidas políticas militantes del prt-erp detenidas en la cárcel de Villa Devoto. 31. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 28 de julio de 2005.

4. L a “ requisa vejatoria ” Si la “resistencia” se presentaba en permanente tensión con las características del régimen carcelario, debe ser reconstruida como un proceso, es decir, como una malla que diversos grupos de detenidas tejieron y entretejieron a la luz de las políticas penitenciarias. Una de las primeras medidas que unió a las militantes fue la “resistencia” a la implementación de la “requisa vejatoria”, que implicaba que cada quince días el personal penitenciario obligaba a las detenidas a desnudarse y, en caso de no acceder, implicaba ser castigada en las celdas de aislamiento30. Si bien Marta también plantea que la negación a la “requisa íntima” era masiva, señala los sentidos implícitos de esa práctica: “Venía la requisa y no quedaba nadie en el pabellón, quedaban dos o tres, no porque hubieran accedido sino porque no se las habían pedido. O sea, todo el pabellón. Sí, es verdad. Porque nosotras decíamos: accedemos a la requisa íntima, terminó la actividad política. Por la salvaguarda de los materiales y todo lo demás; porque estaban documentos históricos guardados, horas sintetizadas guardadas en caramelos o esas cosas. Eso era sobre lo cual pivoteaban, cada quince días había una requisa y, bueno, de cada pabellón de noventa y pico, ochenta a los chanchos. Era así. A veces quedaban los pabellones con cinco o seis compañeras”31.

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Es decir, cuando la represión fue extremándose, muchos de los documentos y materiales políticos habían sido trascriptos en letras diminutas en hojas de papel de cigarrillo, envueltos en papel de metal y sellado con plástico derretido al calor, y (“salva”) guardados en la vagina o en el ano de las detenidas. Eran, en la jerga de los “militantes” encarcelados, denominados “canutos” o “caramelos” (susceptibles de ser tragados en caso de que fueran sorprendidos por los guardias) o podían ser escondidos en los rincones más disimulados de la celda. Si, como plantea Marta, el acceso a la “requisa íntima” implicaba el fin de la “actividad política”, era porque el cuerpo femenino de las “compañeras” se había convertido en un espacio colectivo y femenino de “lucha”, “resistencia” y supervivencia32. En el documento citado se describe que el prt y Montoneros se fueron constituyendo “no sólo en la cabeza sino en la columna vertebral de la Resistencia”, cuyos pilares fueron tanto la “resistencia a la requisa vejatoria” como la “defensa de la integridad de las cras. [compañeras]”. Este “enfrentamiento indirecto” con el “enemigo” consistía, dicen, en “actividades partidarias”, “una actitud de desacato permanente” y “constate reclamo reivindicativo”, junto con el mantenimiento de “relaciones diplomáticas” a través de las “delegadas” y el “trabajo político con el personal” penitenciario. “Esa política de enfrentamiento llevada entre septiembre del 76 y septiembre del 77 fue motivo de intensas polémicas en el conjunto de las P.P. [presas políticas]. A pesar de ello, gracias al profundo trabajo político hecho por el prt y pm [Partido Montonero] ella fue llevada delante de forma masiva ya que aproximadamente el 85% de las presas políticas adhieren hasta hoy a las medidas […] cuyo saldo fue tanto la elevación general de la conciencia sobre dos puntos fundamentales: odio al enemigo y la necesidad de la lucha, como en la organización del conjunto”33.

Sin embargo, en este documento plantean que durante este año la “resistencia” se fue convirtiendo en sinónimo de “enfrentamiento directo”, que derivó en un “exceso de medidas”, denominado por ellas “‘respuestismo’ (“porque respondíamos a todos y cada uno de los avances del penal”), es decir, un “exceso de medidas que adoptábamos ante los hechos”. A partir de este balance y “dadas las nuevas circunstancias”, consideraban que “debemos responder con aquellas medidas que sean estrictamente necesarias para presionar con eficacia o manifestar nuestro repudio” para evitar “desgastar” al conjunto de detenidas políticas, que eran objeto de una “clara ofensiva ininterrumpida del enemigo”. 5. L a C ampaña La implementación de una ‘Campaña’ militar destinada a los detenidos políticos —regulada por una directiva militar de carácter

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32. Silvina Merenson, “Y hasta el”, 99-129. 33. Situación carcelaria”- “Resistencia”, fechado en abril de 1978.


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secreto— supuso cambios sustanciales en las características del régimen carcelario34. En primer lugar, la Orden Especial n.o 13/77 caracteriza la situación en las cárceles de ‘máxima seguridad’ en el marco de la ‘lucha contra la subversión’: “La LCS [‘Lucha Contra la Subversión’] llevada a cabo por las FFLL [‘Fuerzas Legales’] ha logrado importantes éxitos en sus operaciones de seguridad y militares. Las bandas subversivas se encuentran cercanas al agotamiento de sus posibilidades. El ‘prt-erp’ prácticamente diezmado; ‘montoneros’ próximo al colapso; las bandas menores casi extinguidas y los sectores de apoyo de superficie neutralizados. Esta situación ha permitido la detención de importantes números de ideólogos, activistas, militantes, etc. [...] Dentro de las Unidades Penitenciarias, los DS [‘delincuentes subversivos’] continúan su indoctrinamiento [sic] y manteniendo su postura ideológica y tratando de mantener vínculos con las bandas a través de sus familiares. De continuar el accionar de las FFLL [“Fuerzas Legales”] y el estado de desmoralización de las bandas, se incrementará en número de deserciones”35.

La “Campaña: Recuperación de Pensionistas” preveía tres ‘fases’, a desarrollarse a partir del 22 de marzo de 1977 y tenía un aspecto central: la clasificación de los ‘Delincuentes Subversivos’ encarcelados en tres grupos —G1, G2 y G3— y enunciaba los criterios para hacerlo: “a) Grupo 1: (Resistentes) Actitud negativa, presentan características de irrecuperabilidad. Indóciles. No tienen síntomas de desmoralización. Integran grupos y ejercen liderazgos. Presentan un fuerte sustento ideológico y de pertenencia hacia las BDS [‘Bandas de Delincuentes Subversivos’]. b) Grupo 2: (Indefinidos) Sus actitudes no son nítidas o no pueden ser precisas. Presentan dudas. Requieren mayor observación y ser sometidos a la AS 34. Analizo las características de esta [‘Acción Sicológica’] propia para obtener una definición. directiva secreta y su impacto en el conjunto de detenidos políticos en c) Grupo 3: (Dúctiles) otro trabajo. Véase: Santiago Garaño, No integran grupos con los resistentes. Tienden a colaborar con “Entre resistentes…”, 77-101. o el personal SP [Servicio Penitenciario]. Presentan síntomas de 35. Orden especial n. 13-77 (“Recuperación de pensionistas”), Copia n.o desmoralización. Algunos pueden hacer público su rechazo o 2, Comando Zona 1, Buenos Aires, renegar de posturas ideológicas conexas con las BDS [‘Bandas fechada en julio 1977, p. 1. Obrante en el archivo personal de un ex preso de Delincuentes Subversivos’]. Tienen voluntad para acceder a político, Córdoba, Argentina. un proceso de recuperación”36. 36. Orden especial No. 13-77 (“Recuperación de pensionistas”), 3.

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Ser clasificado dentro de cada uno de estos tres grupos no sólo implicaba la atribución de una categoría administrativa, sino que además tenía consecuencias relativamente inmediatas: definía el ‘tratamiento’ penitenciario al que estaban sometidos. En la cárcel de Villa Devoto esta clasificación en tres grupos -G1, G2, G3- suponía no sólo una división espacial de las detenidas, en distintos pabellones y distintos pisos de las Plantas 5 y 6, sino la distribución desigual de los ‘beneficios’ carcelarios en función de la calificación de la ‘conducta’ por parte del personal penitenciario37. La clasificación en tres grupos es una cuestión que Marta analiza en reiteradas oportunidades durante las entrevistas: “Santiago: ¿En qué momento se crean el G1, G2 y G3? Marta: Yo recuerdo que la primera selección fue en julio del 77, en la que de arriba abajo ellos establecen regímenes. La planta 5 estaba constituida por cinco pisos […]. Ellos ahí hacen una primera zarandeada donde constituyen el G1, el G2 y el G3. Arman en el cuarto piso el turno más duro, que ello denominan de las ‘irrecuperables’. Tercero y segundo piso, las mismas condiciones que el cuarto piso, pero como un G1 que puede llegar a ser recuperable. Y después arman el famoso G2 que lo ponían como una transición, y el G3 que iba a ser el piso de los beneficios. Ya a esta altura, en febrero del 77 habían colocado los locutorios de vidrio, o sea, no teníamos el mínimo contacto [físico en las visitas]. Y establecen uno con beneficios —puertas abiertas, más horas de recreo, contacto el Día de la Madre, el Día del Niño—. Entonces, tenían a los ‘irrecuperables’ definitivamente en el cuarto celular. Estoy hablando siempre de planta 5, porque esta misma situación se reitera en planta 6, donde había compañeras en esta misma situación. Ahí la política clara fue ‘divide y reinarás’, al estilo imperio britá37. A partir de julio de 1977, se nico. La política era ofrecer una reubicó a las presas políticas en los cinco pisos de la Planta 5. En el zanahoria, que eran estos ‘benecuarto, tercero y segundo piso de ficios’, a una realidad de mujeres la Planta 5 celular estaba ocupaba por presas clasificadas como G1, que no podían tocar a sus hijos, y en el cuarto, las denominadas juntar visitas de contacto del G3 ‘irrecuperables’. El G1 era el

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régimen más estricto, de ‘ máxima peligrosidad’: tenían prohibido hacer gimnasia, trabajos manuales, la recreación, cantar, hablar en voz alta; estaban 19 horas encerrados en la celda, sin diarios ni revistas, y tenían solamente una hora diaria de recreo externo en el patio. En agosto se prohibió compartir el dinero depositada por los familiares y prestarse libros y a, partir de septiembre de ese año, a las denominadas ‘irrecuperables’ se les prohibió en los recreos hacer rondas, correr, cantar, silbar, gritar, saltar, bailar, sólo podían caminar en círculos, en grupos de dos detenidas. El G2, el grupo de detenidas ‘en observación’ estaban en el primer piso y tenían diarios dos o tres veces por semana, gimnasia, nueve horas de recreo interno y dos en el patio. En la planta baja, el G3 gozaba de un “régimen de beneficios” por haber sido clasificadas como ‘recuperables’ que incluía trabajos manuales con entrada de materiales a través de los familiares, la posibilidad de hacer juguetes para sus hijos, visitas de contacto una vez al mes, puertas de las celdas abiertas hasta las nueve de la noche y dos horas de recreo en el patio, gimnasia permitida, diarios, radio y televisión, puertas de la celda abierta. “Es un grupo reducido con respecto a resto de las prisioneras, y la condición para estar en ese grupo es no tener ninguna actitud de resistencia con respecto al penal y en muchos casos se les ha pedido que den información sobre sus compañeras, o (ilegible) que delaten. Los beneficios no son gratuitos. Además, las autoridades hicieron correr la voz de que las que estaban en ese grupo podían salir en libertad a la brevedad. No fue así, hubo muy pocas libertades, y de los tres grupos, entonces, (…) trasladaban a las prisioneras de los grupos A y B al piso de conducta antes de liberarlas”. “Documento de las presas políticas de Villa Devoto: Somos rehenes de la dictadura militar argentina”, fechado en julio de 1979.


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en los patios para que las madres escuchen y vean a esas madres con sus niños jugando y para que del G1 se quieran ir al G3. La política fue claramente ésa. Las primeras divisiones fueron arbitrarias. Santiago: Pero, ¿había tarea de inteligencia? Marta: Había tarea de inteligencia, obviamente, que tenía que ver con la información que ellos podían tener de los niveles de compromiso de las compañeras. Pero tampoco fue tan estricto. En el caso del piso de ‘irrecuperables’ había aproximadamente un veinte por ciento de compañeras que no tenían nada que ver con esa caracterización. Santiago: Pero el ochenta por ciento sí… Marta: Uno se preguntaba por qué hay un veinte por ciento de lo que ellos llamaban ‘garrones’. El objetivo de ese veinte por ciento de garrones discutiendo políticamente con ellos, iba a obligar a que ese otro ochenta por ciento bajara el nivel para poder contener a ese veinte por ciento, porque eran compañeras con más dificultades. Porque como decían ellos, no les interesaba que del garrón salga un sargento. Lo que les interesaba era que éstos bajaran. Por lo tanto no era selección esquemática”38.

En el testimonio anterior vemos que los criterios administrativos —regulados a nivel nacional— se encarnaron en prácticas concretas (locales) teñidas por el hecho de ser una (la) cárcel que concentró prisioneras políticas mujeres provenientes de todo el país. Antes que una delicada “tarea de inteligencia”, basada en el conocimiento “estricto” de los “niveles de compromiso de las compañeras”, Marta habla de “zarandeada”, donde la “política” era “ofrecer una zanahoria”, los “beneficios”, centrados en la posibilidad de tener ‘visitas de contacto’ con los hijos el Día de la Madre y del Niño —debido a que la inauguración de los ‘locutorios’ que impedían toda posibilidad de contacto físico entre las detenidas y los familiares que las visitaban—, puertas abiertas y más horas de recreo. Sin embargo, si bien existía cierta “arbitrariedad”, partía del reconocimiento de las jerarquías y buscaba alterarlas: “[…] no les interesaba que del garrón salga un sargento. Lo que les interesaba era que éstos bajaran”. Esta división del conjunto de detenidas delineaba un pabellón de mayor jerarquía política y simbólica: el cuarto piso estaba reservado para los detenidos que eran clasificaban como ‘irrecuperables’. Marta agrega que “de esos tres G1, ése era el G0”. Según recuerda Marta, se trataba de una “política de zanahoria” con el fin de “decantar” y fragmentar al conjunto de detenidas políticas. Uno de los hitos centrales en esta política de “decantación” fue ofrecer la firma del ‘acta de arrepentimiento de actividades subversivas’. A lo largo de esta 38. Entrevista realizada por el autor a investigación, no he logrado acceder a entrevistar ex presos políMarta, en la ciudad de Buenos Aires, ticos que hubieran firmado este acta. Sin embargo, a partir de Argentina, el 28 de julio de 2005.

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documentos pude reconstruir que incluía varias modalidades, que iban desde que una “declaración” que destacaba “la justa guerra contra la subversión” y una “promesa de no haber participado ni pertenecer en el futuro a la subversión”, con posibilidad de incluir el reconocimiento de “haber pertenecido a una organización y [manifestar] el arrepentimiento” (resumido en la fórmula: “Yo no soy, no fui ni seré subversivo”), hasta el pedido directo de “delación y colaboración con los militares”. Marta describe los sentidos asignados por las militantes encarceladas del prt-erp y Montoneros a la firma del ‘acta de arrepentimiento’: “Era una trampa. Lo que te hacían escribir era: ‘Yo no soy, no fui ni seré subversiva’. Lo que pasa es que eso significaba abandonar una política de resistencia a lo que es la política de aislamiento y aniquilamiento […]. Ese texto simbolizaba otra cosa, en términos políticos era decir: ‘Abandono mi resistencia, abandono mis convicciones, tomá’, me paso al otro régimen, obtengo mi libertad. Esto es una falacia. Si nosotros teníamos algo en claro era que lo único que te podía salvar era manteniéndonos unidas, no había otra forma. Sabíamos que había tiempos que el proceso mismo del afuera iba a ir definiendo, las presiones internacionales iban a ir definiendo, que el propio desgaste de la dictadura iba a tener que ir concediendo. Pero no por un acto voluntario nuestro… es un absurdo […]. Se ponía claro que de la reja hacia fuera había una única política, una única voz; de la reja hacia adentro cada una conservaba su autonomía”39.

El “pase” a un ‘régimen de beneficios’ —mediante la firma de un ‘acta de arrepentimiento’— implicaba para quienes eran clasificados como ‘irrecuperables’ un “acto de renuncia”, “abandonar la resistencia”, las “convicciones”. En los documentos del prt-erp se denuncian las políticas carcelarias que buscan “dividirlas” y “fomentar al extremo el individualismo”, es decir, “combatir la solidaridad” y la “unidad entre las presas”, “una preciosa arma que funda la resistencia y es celosamente defendida”. Es decir, se acentúa, dicen, la política de “más beneficio” y “más apriete” que conlleva a la “polarización” del conjunto de presas. A ésta se sumaba, denunciaban, “la afirmación de que G3 no es un piso de traidoras y de botonas, sino de gente ‘sensata’”: “La política enemiga hace aparecer que es nuestra resistencia el motivo de nuestros males y la conducta es la vara de nuestras condiciones de vida, que si depusiéramos las medidas de fuerza todas podríamos tener beneficios […]. Nada mejor que desdibujar al enemigo principal y hacer maldecir a las guerrilleras y no al penal”40. 6. C árcel de mujeres Si bien la “resistencia” —como valor moral que orientaba y sustentaba su praxis política— se fundaba en la decisión de continuar

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39. Entrevista realizada por el autor a Marta, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 28 de julio de 2005. 40. Actualización de los planes del enemigo”, documento sin fecha.


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militando dentro de la cárcel y se estigmatizaba a quienes no seguían estos mandatos partidarios, las detenidas políticas optaron por una política diversa en relación a las que había aportado datos durante las sesiones de tortura (“cantado” en jerga militante), que las distinguieron de los varones detenidos: “Santiago: Vos me contaste una decisión política que tomaste cuando llegaste a la cárcel de Olmos, la de contener a los que se habían quebrado. Marta: Sí. Cuando llego a Olmos me encuentro con una compañera que en ese momento tenía dieciocho o diecinueve años y que estaba aislada, no tenía atención. […]. Esta compañera estaba aislada porque había cantado. Era una chica de la ues de La Plata. La política de la organización era de aislamiento a los traidores. A mí me pareció, después de reflexionar el tema, que esta chica era tan joven. Aparte yo veía que quienes le daban contención en la celda donde yo estaba eran de la Cuarta Internacional. Me parecía que era una barbaridad, primero porque era una piba muy chica y segundo porque si bien pudo haber hablado, lo que había que hacer era contenerla afectivamente, darle un marco. Ahí decidimos que una compañera se hiciera cargo de ella, que tuviera cita con ella, reuniones con ella, discusión política con ella, que estuviera al lado, que la atendiera políticamente. Bueno, funcionó bien, porque comenzó a relacionarse con esta compañera. A ella le quedó claro, se le dijo que se la iba a atender políticamente, que tendría reuniones, discusiones; se le volcaba información política, se la integraba a actividades de conjunto. Era una piba que después salió muy bien, logró integrarse, recomponerse humanamente. Hasta yo me di una política personal con ella. El resto de las compañeras también comenzaron a integrarla, qué sé yo: ‘Vamos a tomar mate, caminemos una vuelta, juguemos a la paleta…’ Santiago: No funcionaba esa cuestión más dura que funcionó entre los hombres, la idea de los juicios revolucionarios, la condena y demás…41. Marta: No. Es más, a nosotras nos dio buen resultado porque, si bien tuvimos dudas en muchos casos, en un caso en particular, esta política de no aislar —porque también no solamente se aislaba cuando se tenía el dato, cuando se sabía, sino también cuando no se sabía qué había pasado, ojo— hizo que una compañera que había sido integrada pero no se manejaba mucho de 41. Entre los varones detenidos, la polísu caída… Cada uno tenía que hacer un informe de su caída, en tica de aislamiento a los acusados de el caso de Olmos se mandaba afuera ese informe para que los haberse quebrado era muy dura. Así lo explica un ex preso político milicompañeros constataran si era así o no, porque alguien podía tante del prt-erp que estuvo alojado venir y decir ‘yo…’ y vos sacabas el informe afuera y te contesen la cárcel de Rawson: “Santiago: Una pregunta, ¿quién era un quetaban: ‘Esa entregó a Fulano, a Mengano…’. Se corroboraba. Ya brado para ustedes? ¿Cómo en Devoto, con el aislamiento el contacto con el exterior se hizo lo definen…?

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mucho más difícil, no tenías conexión para cotejar datos. Santiago: Era la palabra de ellos solamente. Marta: Claro. Entonces ocurrió que una compañera que después de un año y medio de estar integrada a las estructuras y demás, un día hizo una crisis y contó que había cantado. Pero desde una buena crisis, ¿no? Santiago: Como catarsis. Marta: Como catarsis. A nosotros nos pareció saludable para ella y para todos. Digo, le permitió hacer un proceso de no negación de lo que le había pasado. Nosotros no aislamos, a no ser casos muy puntuales, muy jodidos. Teníamos ahí una compañera aislada que había entregado a medio mundo, que aparte era una hija de puta, una tipa muy jodida, que estaba en su celda aislada en planta baja, o sea que era irrecuperable. Santiago: Para ustedes. Marta: Claro. Una irrecuperable total y absoluta. Pero en general se trató de contener”42.

En este testimonio vemos que, a diferencia de los detenidos varones, las mujeres se distancian de la política de “aislamiento a los traidores”, es decir, a quienes no habían “resistido” a la tortura y habían aportado información sobre el funcionamiento de su organización política y sus “compañeros” de militancia. Gracias a la decisión de “integrar” a una “compañera” que había “cantado”, buscaron “contenerla, darle un marco” y esta detenida “salió muy bien, logró integrarse, recomponerse humanamente”. Sin embargo, esta política de “contención” encontró su límite en una detenida (no definida como “compañera” sino como “una tipa muy jodida”) que fue calificada de “irrecuperable” por sus actitudes hacia el resto de las “compañeras” y fue “aislada”. Es decir, la frontera que separaba a las “resistentes” de las “traidoras” no se basaba tanto en la experiencia en el centro clandestino de detención, sino en las actitudes en la cárcel. Esto les permitió, considera Marta, evitar los casos de suicidios de detenidos políticos que fueron “aislados” por haber sido acusados de “traidores” o “quebrados” durante las sesiones de tortura.

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Ex preso político: Es una pregunta muy… no creo que haya una sola acepción. En general en las organizaciones revolucionarias un quebrado tomabas a alguien que se había quebrado su voluntad de lucha. Ahora, también muchas veces se extendía el concepto no solamente al que quebró su voluntad de lucha y por lo tanto, abandonó la lucha, sino a aquel que no había resistido la tortura y había dado información, aquel que había tenido agachadas, aquel que había tenido una depresión profunda y se replegaba de una acción permanente. Ahora el origen es aquel que quebró su voluntad y se retira de la actividad. Generalmente por extensión, como en la cárcel no se reflejaban muchos casos de esos, o sea aquel que se… digamos, que no se quería meter más en nada, lo hacía cuando salía, o sea no en la cárcel. En la cárcel, seguía vinculado a la orga, porque eran las mejores condiciones de sobrevivir, de protección”. Luego explica los conflictos que se generaron en torno a la firma o no del ‘acta de arrepentimiento’: “Era un tema sumamente delicado porque cuando aparece el tema de la firma, era todo un colectivo de compañeros que había pasado muchos años de sufrimiento, casi todos con una carga de pérdidas y demás. Entonces el estado psicológico, ideológico y demás era frágil. Entonces teníamos que tener mucha responsabilidad de cómo manejábamos el tema de los movimientos. Vos no podés hacer movimientos de mucha flexibilidad, cuando tenés un colectivo que está rígidamente sostenido y se sostiene en eso rígido porque es lo que le permite sostenerse […]. Los más duros —y lo demostró los hechos, no te voy a dar nombres— eran los que los que se desmoronaron cuando estuvieron frente a la realidad. Pero necesitaban ser ultraduros para mantenerse y llegar hasta la libertad”. 42. Entrevista realizada por el autor a Marta en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 14 de junio de 2005. (Las cursivas son mías).


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C onclusión Al comienzo del artículo señalamos que nos interesaba mostrar las múltiples formas en que las políticas, regímenes y clasificaciones carcelarias se engarzaron con los sentidos y prácticas de las militantes encarceladas en el penal de Villa Devoto durante la última dictadura militar argentina. A partir del testimonio de Marta, podemos repensar cómo las categorías carcelarias no sólo fueron apropiadas y resignificadas por diversos grupos, sino que a su vez alteraron el sentido de los polos “irrecuperables” y “recuperables”. Es decir, cómo utilizaron la misma forma de clasificar —‘irrecuperables’, ‘recuperables— en sentido inverso para reafirmar su capacidad de “resistencia” y de supervivencia a una experiencia límite de represión. Sin embargo, junto con esta resignificación de las categorías penitenciarias, la clasificación del conjunto de detenidas en tres grupos (‘G1’, ‘G2’ y ‘G3’) delineó un pabellón de mayor jerarquía política y simbólica: el cuarto piso estaba reservado para las detenidas que eran denominadas como ‘irrecuperables’ (como Marta decía en la entrevista: “De esos tres G1, ése era el G0”). Este grupo de detenidas configuró mandatos partidarios acerca de cómo se debía conceptualizar y practicar la “resistencia” en la prisión: continuar militando dentro de la cárcel, mantener el “economato y delegatura única” (en el marco de una política de “alianza” entre las dos principales organizaciones armadas), negarse a la “requisa íntima”, no firmar el ‘acta de arrepentimiento’, etc. En este sentido, las condiciones generales de la vida (y de “resistencia”) estuvieron hegemónicamente ordenadas por las disposiciones de las “conducciones” de las principales organizaciones armadas. La “resistencia” como valor moral se revela altamente polisémico y dinámico y debe ser analizado en el marco de sus transformaciones a lo largo del proceso social e histórico y a la luz de los contextos institucionales: no era lo mismo “resistir” a la tortura en los centros clandestinos de detención que “resistir” en la cárcel; no “resistieron” de la misma forma las detenidas que militaban en el prt y las de Montoneros; y a su vez, en la cárcel, la “resistencia” no fue un concepto homogéneo, sino que se fue modificando frente a los regímenes aplicados. En este sentido, la “resistencia” ha operado, por un lado, como medio y fundamento de sus acciones y, por el otro, les ha permitido posicionarse y disputar entre sí. Tal como proponía Ortner, se trata de hacer estallar la idea de un grupo subordinado “resistente” singular, unitario, y mostrar las formas en que están internamente divididos por estatus y jerarquías que han configurado diferentes y hasta opuestas perspectivas de la misma situación. En este caso de estudio, pese al supuestamente inclusivo término de “compañeras” (“resistentes”), el conjunto de presas políticas no era homogéneo, sino que estaba fragmentado tanto por pertenencias partidarias como por jerarquías previas a la detención —reproducidas,

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alteradas y resignificadas en la cárcel— y por diversos grados de resistencia y aceptación del régimen. De esta manera, la conceptualización de la violencia carcelaria como a la vez represiva y productiva nos permite incorporar cómo el régimen carcelario junto a aspectos homogeneizadores —todos eran denominados “delincuentes subversivos” o “terroristas”— también fragmentó el conjunto en tres grupos (G1, G2, G3) y produjo grupos distintos y heterogéneos. En este sentido, las múltiples maneras de conceptualizar la “resistencia” reforzaron fronteras entre quienes se supuso que “cantaron” bajo tortura y quienes no (en los centros clandestinos de detención), entre quienes “resistieron” y quienes fueron acusados de “quebrados” (en la cárcel), entre los “recuperables” y los “irrecuperables” (categorías cargadas de sentidos diversos e inclusos contrapuestos en la jerga militante y las clasificaciones administrativas).

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Artículo recibido: 2009; aprobado: 16 de diciembre de 2009; modificado: 8 de enero de 2010.

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de julio de

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hijos of victims of state terrorism: justice, identity, and memory in Argentina’s human rights movement

Resumen

Abstract

Este trabajo analiza la agrupación hijos, organismo

This article analyzes hijos, the human rights orga-

de derechos humanos conformado por hijos de

nization comprised of children of the victims of

víctimas del terrorismo de Estado argentino. El

state terrorism in Argentina. It examines some of

objetivo consiste en realizar un estudio de algunas

the distinctive characteristics of this group, particu-

de las características distintivas de este grupo,

larly with regard to the ruptures and continuities

teniendo en cuenta especialmente sus rupturas

with the practices of the human rights movement.

y continuidades con respecto a las prácticas del

It analyzes how the group emerged, shaped its

movimiento de derechos humanos. Se analiza

collective identity, formulated its demands for

el surgimiento del grupo, la conformación de su

justice, and tells stories about the recent past.

identidad colectiva, su demanda de justicia y la elaboración de relatos acerca del pasado reciente.

Santiago Cueto Rúa

Palabras clave

Keywords

Memoria, justicia, derechos humanos, identidad,

Memory, justice, human rights, identity, Argentina,

Argentina, estado.

state.

Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de La Plata (unlp), Argentina; Magíster en Historia y Memoria, unlp, Argentina; doctorando en Ciencias Sociales, unlp. Investigador del Centro de Investigaciones Socio-Históricas, Facultad de Humanidades y Ciencias de le Educación, unlp; Docente de la carrera de Sociología-unlp, Argentina. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “hijos La Plata en el campo de los derechos humanos. Habitus, ilusio y capital simbólico”, Question. Publicación virtual de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social Universidad Nacional de la Plata 16 (primavera 2007), s/p http://perio.unlp.edu.ar/question/ numeros_anteriores/numero_anterior16/nivel2/editorial.htm; “hijos La Plata. Memorias tensionadas. Análisis de los relatos sobre el pasado reciente que elaboran los militantes de hijos”, Cuadernos del sur 37 (2009), en prensa; “Pañuelos en la plaza”, en Mujeres en espacios bonaerenses, ed. Adriana Valobra (La Plata: edulp, 2010), en prensa. santiagocuetorua@yahoo.com.ar.

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hijos de víctimas del terrorismo de Estado. Justicia, identidad y memoria en el movimiento de derechos humanos en Argentina, 1995-2008Ï I ntroducción Este trabajo analiza la agrupación hijos, organismo de derechos humanos conformado por hijos de víctimas del terrorismo de estado argentino1. La investigación analiza de manera crítica algunas de las características distintivas de este grupo, a partir del estudio de sus rupturas y continuidades con respecto a las prácticas del movimiento de derechos humanos. En primer lugar, se realiza un análisis sintético de algunas de las prácticas del movimiento de derechos humanos con el objeto de mostrar que su emergencia significó una oposición de raíz a la dictadura militar y, al mismo tiempo, un distanciamiento de las formas de concebir la política respecto de los militantes de las organizaciones revolucionarias, luego transformados en víctimas por el terror estatal. En segundo lugar, se describe someramente de qué modo comenzaron a encontrarse los hijos de las víctimas, en el marco de las redes de contención del movimiento de derechos humanos, y cómo fue, luego, el surgimiento de hijos. En tercer término, propongo un estudio crítico de la agrupación a partir de tres ejes diferentes, aunque relacionados entre sí: la identidad, es decir, el modo en que los hijos elaboraron su identidad grupal como organización de derechos humanos; la justicia, prestando especial atención a los significados que otorgan a esta demanda y al modo en que la llevan a cabo; y por último la memoria, a partir de la cual puede verse el complejo intento por recuperar las experiencias políticas revolucionarias de sus padres de modo articulado con el

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Ï Este trabajo es resultado de la tesis de Maestría en Historia y Memoria, dictada por la Comisión Provincial por la Memoria y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, aprobada en abril del año 2009. Su título es “Nacimos en su lucha, viven en la nuestra. Identidad, justicia y memoria en la agrupación hijos - La Plata”. Agradezco a mi directora, Ludmila da Silva Catela, y a mi codirector, Martín Retamozo, sus aportes en esta investigación, cuya financiación estuvo a cargo de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. 1. El trabajo se enfoca específicamente en la regional organizada en la localidad de La Plata. Esta ciudad es la capital de la provincia de Buenos Aires; se encuentra a sesenta kilómetros de Buenos Aires y ha sido una de las ciudades con mayor desarrollo de la militancia radicalizada. También fue de las más golpeadas por la represión durante la dictadura. Igualmente se ha caracterizado por tener una fuerte militancia en derechos humanos.


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reconocimiento de su condición de víctimas. Por último, presento algunas conclusiones a través de las cuales intento mostrar el aporte de hijos al movimiento humanitario. 1. E l movimiento de derechos humanos El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas argentinas ocuparon los edificios de gobierno y el Congreso Nacional, dando un golpe de estado e instalando un gobierno militar que se extendió hasta diciembre de 1983. Una de las características principales de este período dictatorial fue la feroz represión ilegal que el estado desató contra los opositores. Miles de militantes de organizaciones políticas resultaron detenidos y desaparecidos, vale decir, arrestados por grupos policiales y militares sin que se supiera luego cuál era su situación legal. Los alojaron en centros clandestinos de detención donde los torturaron y luego, en su inmensa mayoría, los asesinaron. Hubo, a su vez, quienes fueron muertos por la represión en espacios públicos, muchas veces a partir de enfrentamientos bélicos fraguados por los militares; presos políticos en condiciones legales y miles de exiliados que escaparon de la represión. El gobierno militar se inició con un importante consenso social y con una escasa resistencia de los principales actores políticos2. Las organizaciones políticas de izquierda3 (algunas de las cuales habían optado por la lucha armada), que habían tenido en el período previo al golpe un gran protagonismo político, llegaron a marzo de 1976 militarmente derrotadas y políticamente diezmadas4. De acuerdo con el análisis de Emilio Crenzel: “[…] el golpe encontró divididos a los obreros sindicalizados; contó con el aval de la prensa […] y de las principales fuerzas políticas […]. Para la mayoría de la población, el golpe con2. Hugo Vezzetti, Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la vocaba el recuerdo de intervenciones militares anteriores y fue Argentina (Buenos Aires: Siglo xxi recibido pasivamente”5. editores 2002), 37-54; Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura La oposición más importante al régimen militar la encarnó el militar. 1976/1983. Del golpe de Estado movimiento de derechos humanos que se constituyó a partir del a la restauración democrática (Buenos Aires: Paidós, 2003), 19-33. terror desatado por las bandas militares y por la falta de respuestas 3. Me refiero a la organización perofrente a la situación de los detenidos y desaparecidos. La clannista Montoneros, al Partido Revodestinidad y la decisión de exterminio político6 que suponían las lucionario de los Trabajadores y a su Ejército Revolucionario del Pueblo, desapariciones otorgaban al accionar militar un carácter inédito, de extracción marxista, entre otras por los alcances de la crueldad de la represión. Si bien algunos muchas organizaciones. organismos se habían creado aun antes del golpe de Estado, la 4. Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura militar, 73-74. presencia pública más relevante estuvo a cargo de las organiza5. Emilio Crenzel, La historia política del ciones de familiares de desaparecidos, creadas a partir de 1976. Su Nunca Más (Buenos Aires: Siglo xxi conformación se fue gestando a través de la búsqueda desesperada Editores, 2008), 32. de datos sobre la suerte corrida por sus parientes desaparecidos. 6. Emilio Crenzel, La historia política, 27.

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De acuerdo con lo que señala gran parte de la literatura analítica7, el movimiento de derechos humanos en Argentina está compuesto, en principio, por ocho organismos: los ocho históricos. Se trata de un colectivo “heterogéneo [cuyos actores] se acercan desde distintos orígenes y con diversas identidades”8. Dentro de este movimiento están, por un lado, aquellos fundados con base en un vínculo sanguíneo con las víctimas del terror estatal desatado a mediados de los setenta en Argentina: Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo, surgidos entre 1976 y 1977. Por otro lado, existe un grupo de organismos que pueden y suelen incluir a familiares de las víctimas, pero no se nombran a partir de ese vínculo, sino en su mayoría a partir de valores universales: Liga Argentina por los Derechos del Hombre (ladh), cuya aparición data de 1937 y ha estado siempre asociada al Partido Comunista; Servicios de Paz y Justicia (serpaj) y Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (medh), ambos de fuerte raigambre religiosa y creados en 1974 y 1976 respectivamente; y la Asamblea Permanente por los 7. Me refiero a los siguientes trabaDerechos Humanos (apdh), fundada jos: Raúl Veiga, Las organizaciones de derechos humanos (Buenos en 1975, conformada por militantes Aires: Centro Editor de América políticos de distintas extracciones Latina, 1985); Inés González Bombal y María Sondéreguer, “Derey de la cual se desprendió en 1979 chos humanos y democracia”, en el Centro de Estudios Legales y Movimientos sociales y democracia emergente, comp. Elizabeth Jelin Sociales (cels). Éstos suelen ser (Buenos Aires: Centro Editor de llamados por la literatura especialAmérica Latina, 1987), 85-112; Héctor Leis, El movimiento por izada como los “no afectados”9. los derechos humanos y la política Fuera del canon de los ocho históriargentina (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1989); cos que enfrentaron a la dictadura, y la Historia de los organismos aparece en la actualidad otro organde derechos humanos que editó en sucesivos números la revista ismo que forma parte del movimiento Puentes, compuesta por los de derechos humanos: la Asociación siguientes artículos: Marta Dillon, “Abuelas de Plaza de Mayo”, de Ex Detenidos Desaparecidos. Puentes, 2: 5 (octubre 2001), s/p. Surgida en 1984, agrupa a sobreviviLuis Bruschtein, “Servicio de Paz y Justicia”, Puentes, 2: 6 (marzo entes de los centros clandestinos de 2002), s/p. Victoria Ginzberg, detención y otros compañeros que “Madres de Plaza de Mayo”,

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Puentes 2: 7 (julio 2002), s/p. Luis Bruschtein, “Centro de Estudios Legales y Sociales”, Puentes, 2: 8 (noviembre 2002), s/p. Victoria Ginzberg, “Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos”, Puentes 3: 9 (marzo 2003), s/p. Diego Díaz, “Asamblea Permanente por los Derechos Humanos”, Puentes 3: 10 (agosto 2003), s/p. Pablo Gianera, “Liga Argentina por los Derechos del Hombre”, Puentes 4: 11 (mayo 2004), s/p., s/a., “Familiares de Detenidos-Desaparecidos por Razones Políticas”, Puentes 4: 12 (septiembre 2004), s/p. 8. Elizabeth Jelin, “Los movimientos sociales en la Argentina contemporánea: una introducción a su estudio”, en Los nuevos movimientos sociales, comp. Elizabeth Jelin (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1985), 23. 9. Acuña y Smulovitz dividen a su vez este grupo en dos. Por un lado, los de carácter confesional y asistencia a las víctimas como Serpaj y medh; y por el otro los de tareas de contención legal o sistematización de la información como apdh, cels y ladh. Carlos Acuña y Catalina Smulovitz, “Militares en la transición argentina: del gobierno a la subordinación constitucional”, en AA.VV., Juicio, Castigos y Memoria. Derechos humanos y justicia en la política argentina (Buenos Aires: Nueva Visión, 1995), 35. Sondéreguer, además, señala que las Madres y el Serpaj se fueron transformando en los organismos hegemónicos, en parte en virtud de su intransigencia política. María Sondéreguer, “Aparición con vida (El movimiento de derechos humanos en Argentina)”, en Los nuevos movimientos sociales, comp. Elizabeth Jelin (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1985), 18. En un sentido similar, Cavarozzi divide a los organismos en “blandos” y “maximalistas”, aunque el criterio es el grado de crítica sobre la violencia de izquierda que elaboren. Marcelo Cavarozzi, “Derechos humanos


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y cultura política. Blandos y maximalistas”, en Los derechos humanos en la democracia, comps. Ángel Bruno, Marcelo Cavarozzi y Vicente Palermo (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985), 15-18. 10. Tal como señalan en su sitio web: http://www.exdesaparecidos.org. ar/aedd/quienesomos.php (agosto de 2008), aunque cabe aclarar que este sitio sólo pertenece a los ex detenidos-desaparecidos de la ciudad de Buenos Aires y no representa instituciones de alcance nacional. En el caso de Córdoba, por ejemplo, se conformaron casi veinte años después que en Buenos Aires bajo el nombre de “Asociación de ex presos políticos”. 11. Judith Filc, Entre el parentesco y la política: familia y dictadura, 1976-1983 (Buenos Aires: Biblos, 1997), 101. 12. Inés González Bombal y María Sondéreguer, “Derechos humanos y democracia”, 85. 13. Por su parte, había sectores de la militancia de izquierda que también leían este proceso como una guerra contra la oligarquía o el imperialismo. De hecho, algunos de ellos vieron como positivo el golpe de estado, porque “permitiría resolver sin mediaciones la guerra”. Emilio Crenzel, La historia política, 32. Para un análisis crítico del militarismo de la militancia de los años setenta ver Pilar Calveiro, Política y/o violencia. Una aproximación a la política de los años 70 (Buenos Aires: Norma, 2005). 14. En ese sentido se comprenden las referencias sucesivas de las Madres de Plaza de Mayo a sus posiciones críticas de la violencia política insurgente, tal como firman en una solicitada de 1980: “No nos mueve ningún objetivo político […] Estamos contra la violencia y cualquier tipo de terrorismo, privado o estatal”. Héctor Leis, El movimiento, 100. O como señala Pérez Esquivel de SERPAJ, premio Nobel de la Paz en 1980: “No somos terroristas. No justificamos sus métodos, como tampoco

coinciden en sus reivindicaciones de justicia y memoria, “no sólo del horror sino también de la lucha de nuestro pueblo y sus organizaciones por construir una sociedad más justa”10. Los organismos que denunciaron el terror estatal durante la dictadura, guiados por un afán de evidenciar los atropellos éticos y humanos de los militares, “contrarrestaron la imagen de un Estado-padre ‘duro pero bien intencionado’ con la de un Estadomonstruo amoral y brutal que carecía de derechos morales sobre la verdad y que debía ser castigado por sus crímenes11”. La raíz de las denuncias al accionar militar se insertaba en una narrativa humanitaria capaz de mostrar las violaciones a los derechos humanos que los militares llevaban adelante con las desapariciones y con la represión en general. De acuerdo con González Bombal y Sondéreguer, parte de la legitimidad creciente de estos nuevos actores se debe a que los organismos actuaron “por fuera de los canales habituales de participación política, como un intento fundamentalmente ético”12. Se mostraron como un actor externo al conflicto que había ganado a la sociedad argentina, lejano de los objetivos políticos de los contendientes. Estas organizaciones humanitarias instalaron públicamente un modo de interpretar el accionar del estado dictatorial que distaba radicalmente del fundamento bélico esgrimido por el gobierno militar. De acuerdo con las explicaciones castrenses, se trataba de una “guerra contra la subversión”13, que justificaba sus horrores en tanto excesos propios de cualquier enfrentamiento bélico. El rechazo a estos argumentos por parte de los organismos estaba fundado en la acentuación del carácter humano de los desaparecidos, su condición de víctimas y la denuncia de la violencia utilizada por el estado. La centralidad del contenido humanitario de las denuncias y la pretensión de mostrarse alejados de la militancia revolucionaria llevaron al discurso de los derechos humanos a situarse en un punto políticamente equidistante de los protagonistas de las luchas de los años setenta. De modo que el fundamento pacífico de sus luchas y el rechazo de los métodos violentos utilizados por el estado también cortaban lazos políticos con la militancia de quienes fueron alcanzados por la represión14.

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Asimismo, la narrativa humanitaria defendida por estas organizaciones encontró un canal de realización en la demanda de justicia, instancia en la cual se volvió decisiva la combinación víctimas/victimarios, porque fue fundamento de las denuncias de las violaciones a los derechos humanos. Como señalan Landi y González Bombal, “El acceso a la justicia significó el éxito más significativo de la lucha que el Movimiento de Derechos Humanos había emprendido desde los tiempos más violentos de la represión”15. El poder judicial, que juzgó y castigó a los principales responsables del terror estatal inmediatamente justificamos los métodos represidespués del retorno de la democracia, construyó pruebas jurídivos […]. El Serpaj no tiene ninguna vinculación, nunca la tuvo, con cas y desarticuló los discursos legitimadores de la guerra. Para el terrorismo. Siempre lo hemos ello, consideró a los desaparecidos sólo como víctimas de los carrepudiado” (citado por Raúl Veiga, Las organizaciones, 132). Más allá de gos imputados a los represores. esto, con el retorno de la democracia La restitución de la condición humana de las víctimas se realizó las Madres modificaron en parte su discurso y comenzaron a reivindiacompañada de un desplazamiento de sus trayectorias políticas. car la lucha de sus hijos, sin hacer 16 Más aún, durante el Juicio a las Juntas , la institución judicial referencias críticas a sus métodos. Al respecto ver Ulises Gorini, La rebelión consideraba los testimonios de las víctimas restringiendo la imporde las Madres (Buenos Aires: Norma, 17 tancia del contenido político de sus vidas . Fueron los militares 2006) y La otra lucha (Buenos Aires: Norma, 2008). quienes pretendían reincorporar la política al recinto y preguntar sobre la militancia de las víctimas (esto les permitía anclar su 15. Oscar Landi e Inés González Bombal, “Los derechos en la cultura accionar bélico). Así como los militares querían “repolitizar” el política”, en Juicio, Castigos y Memoria. conflicto para justificar el terror estatal, desde el lado de las vícDerechos humanos y justicia en la política argentina AA. VV (Buenos Aires: timas el sentido de sus acciones era el contrario: quitar la política Nueva Visión, 1995), 165. de escena y poner como eje la violación de los derechos. Para 16. Este juicio fue motorizado por el evitar todo tipo de dudas, las víctimas eran presentadas indepengobierno de Raúl Alfonsín, inmediatamente después del retorno de la dientemente de sus actividades políticas previas a las detenciones. democracia en diciembre de 1983. Así se fue fortaleciendo un vínculo entre la demanda de justicia Fueron sentenciados a prisión algunos de los responsables máximos del y la despolitización de las víctimas. terror estatal: Jorge Videla, Eduardo Ahora bien, dentro del movimiento de derechos humanos Massera, Orlando Agosti, Roberto Viola y Armando Lambruschini. fueron creciendo en legitimidad pública aquellas organizaciones 17. Para un análisis ver: Hugo Vezzetti, de afectados directos que, como decía anteriormente, estaban Pasado y presente, y para observar lo fundadas en vínculos de sangre con las víctimas del terror estatal. mismo en el informe de la conadep ver Emilio Crenzel, La historia política. Bajo la perspectiva de Filc, una de las maneras de explicar esto 18. Judith Filc, Entre el parentesco y la es pensar que las organizaciones de familiares de desaparecidos política, 27. tomaron la palabra al discurso militar y lograron revertirlo18. La 19. Una argumentación similar se desadictadura centraba su discurso en la familia19 y daba consejos a rrolla en Elizabeth Jelin, “Víctimas, familiares y ciudadano/as: las luchas los padres para evitar que sus hijos, en tanto que eran el eslabón por la legitimidad de la palabra”, Cad. más débil de la cadena familiar, corrieran el riesgo de volverse Pagu 29 (julio-diciembre 2007): 37-60.

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subversivos. La respuesta de los organismos de afectados directos, sobre todo de Madres y Abuelas provino, en parte, porque compartían el modelo dominante de familia y porque salieron al espacio público a señalar que sus hijos no eran “subversivos” ni “riesgosos para la Patria”20. El lugar dominante que las Madres y Abuelas fueron adquiriendo socialmente y hacia el interior del movimiento de derechos humanos, es expresado del siguiente modo por Elizabeth Jelin: “En el sentido común constituido alrededor de la idea de ‘derechos humanos’, la posición de víctima otorgaba un paradójico privilegio: el derecho individual de reclamar frente al Estado por un daño particular y, simultáneamente representar la voluntad de justicia del pueblo”21. No es intención de este trabajo rastrear las causas de esto; sólo debe agregarse que se trata tanto de un lugar ganado a fuerza de su militancia humanitaria y de la recepción social que tenían como mujeres y madres o abuelas. Por otro lado, esta presencia dominante de los organismos de afectados directos, favoreció y a su vez fue promovido por la certeza creciente de que los desaparecidos eran las víctimas del terrorismo de estado por antonomasia. Y además, que sus familiares (y no sus compañeros de militancia) eran los representantes legítimos de la defensa de sus derechos. La emergencia de estas voces supuso, por otra parte, el silen20. Quedará para futuras investigacio de otras. La centralidad de la demanda por justicia, el rechazo ciones la pregunta acerca de la raíz del rechazo de la violencia de las a pensar los conflictos políticos en términos bélicos, la construcMadres y Abuelas. Pudo haber sido ción de una memoria a partir de la despolitización de las víctimas una estrategia para despegarse políticamente de sus hijos o se pudo del terrorismo de estado, la hegemonía de la noción de derechos tratar de la ignorancia de lo que humanos y la posibilidad de que los militantes de organizaciones sus hijos hacían; en algunos casos sus hijos no formaban parte de las guerrilleras pudieran ser juzgados en tanto sus prácticas eran organizaciones armadas. A modo difíciles de emerger exitosas de la lectura en clave de legalidad-ilede hipótesis es posible señalar que todo eso confluía, y aseverar que la galidad, fueron elementos que coadyuvaron para que las memorias indiscutible eficacia del reclamo de militantes vieran ocluida su emergencia pública. estas mujeres se basó, en parte, en la posibilidad de no mostrarse en Por todo ello, resulta interesante analizar cómo va a ser la línea con las prácticas políticas de emergencia de la agrupación hijos, una de cuyas particularidades sus hijos, a su vez posibilitado por la valoración que socialmente tiene el se halla en la decisión de comenzar a recordar a sus padres no sólo vínculo sanguíneo. como víctimas del terror estatal, sino también como militantes 21. Elizabeth Jelin, “La política de la políticos y luchadores revolucionarios. ¿Cómo se da la emergencia memoria: el Movimiento de Derechos Humanos y la construcción de esta memoria militante en el marco de un movimiento que hacía democrática en la Argentina”, en prevalecer el carácter humano por sobre el político de las víctimas AA. VV., Juicio, Castigos y Memoria. Derechos humanos y justicia en la polídel terrorismo de Estado? ¿Cómo logran los hijos repolitizar la tica argentina (Buenos Aires: Nueva figura de sus padres en el marco de un movimiento que ancló su Visión, 1995), 122.

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demanda de justicia en la despolitización de esas víctimas? Para ello analizaremos, a través de los ejes identidad, justicia y memoria, cómo los hijos articulan su memoria militante con una pertenencia al movimiento humanitario. A continuación se verá de qué modo se incorporó la agrupación hijos al movimiento de derechos humanos22. En el comienzo se describe la historia del grupo para luego analizar qué rupturas y qué continuidades supuso su aparición hacia el interior de dicho movimiento23. 2. L os “ hijos ” antes de hijos Entre las estrategias de resistencia elaboradas por los familiares de desaparecidos se encuentran todo tipo de actividades, campañas en el exterior, solicitadas en los diarios nacionales (cuando la prensa se los permitía), presentaciones de habeas corpus, formación de redes de 22. Esta agrupación se llama a nivel nacional: hijos. (Hijos por la Identicontención, etc. En algunas localidades, entre ellas La Plata, la dad y la Justicia contra el Olvido y el voluntad de los familiares de las víctimas de estar juntos originó Silencio). Sin embargo la regional La Plata, a partir de diferencias políticas actividades dedicadas especialmente a la atención de los hijos. con la Red Nacional que agrupa a Muchos de ellos habían quedado a cargo de sus abuelos o de otros todas las filiales, ha optado por no usar la sigla. familiares; otros habían sido alojados en instituciones estatales. En 23. La investigación de la cual surge todos los casos, los hijos señalan que habían sido obligados a vivir este texto se basa en “entrevisuna situación de ausencia, incertidumbre, angustia y silencio que tas antropológicas”, tal como las entiende Rosana Guber, en El salvaje sus familias intentaban contener. metropolitano (Buenos Aires: Paidós, En La ciudad de La Plata estos encuentros fueron nombrados 2004), 203-249. Se entrevistó a una docena de militantes de hijos, se por los mismos chicos que asistían como “Taller de la Amistad”24. realizaron observaciones particiSus objetivos estaban estrechamente ligados a lo lúdico y la conpantes en algunas de sus actividades públicas y se analizaron los materiatención afectiva. No había orientaciones partidarias detrás de les escritos por ellos. A su vez esta aquellos militantes y tampoco intenciones de explicar lo sucedido pesquisa se centró casi exclusivamente en la regional La Plata de a esos niños. Se ofrecía a los hijos de desaparecidos un espacio de hijos, de modo que no todo lo que se expresión y apoyo emocional, a partir de actividades artísticas que exprese aquí puede ser referido sin mediaciones a otras regionales de la realizaban y de campamentos a los que los niños asistían. agrupación. Además de las Madres y Familiares, participaron de estos tall24. Iniciativas similares a ésta se hicieeres miembros del medh a través de los cuales se consiguieron ron de manera paralela en otras ciudades del país. En Córdoba se llamó subsidios de entidades extranjeras, sobre todo europeas, utilizados “Taller Julio Cortázar”, y en Santiago para financiar actividades de profesionales que daban su apoyo al del Estero, “Inti Huasi”. En La Plata surgió durante la dictadura y taller. Muchos de los hijos de desaparecidos que asistieron allí se permaneció hasta los años noventa, reencontraron varios años después en la agrupación hijos. aunque lentamente se fue ampliando a la contención de otras problemáA fines de 1994, un grupo de alrededor de quince hijos de desaticas sociales y perdió centralidad el parecidos se juntó en la Facultad de Arquitectura de la Universidad apoyo emocional a los hijos.

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Nacional de La Plata, en el marco de un homenaje a los desaparecidos que pasaron por esa institución. Fue la primera vez que se presentaron públicamente como grupo compuesto por “hijos”25. Habían llegado ahí por ser hijos de desaparecidos que habían pasado por la Facultad de Arquitectura, y allí sus familiares y los compañeros de estudios o militancia de sus padres los habían presentado. Luego de ese homenaje estos jóvenes se sumaron a una invitación que recibieron del Taller Julio Cortázar, en la ciudad de Córdoba. El encuentro se transformó en el lugar de donde saldría este grupo de jóvenes nominados a partir de un vínculo sanguíneo, que además incorpora en su sigla una serie de objetivos y demandas: h.i.j.o.s., Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Quienes habían participado en ese primer campamento se comprometieron a organizar en sus respectivas ciudades las diferentes filiales de la organización. Un espacio invalorable para ese objetivo eran los homenajes que se repetían en diferentes facultades de la Universidad Nacional de La Plata26. El 20 de abril de 1995 se realizó en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la unlp un homenaje similar al de Arquitectura. Allí se presentó en sociedad la agrupación h.i.j.o.s. (La Plata), y se sumaron a ese primer grupo que había ido al encuentro en Córdoba cerca de cincuenta hijos de desaparecidos. Rápidamente decidieron juntarse y relatar sus historias comunes. Los primeros encuentros fueron narrados por sus protagonistas como emocionalmente movilizadores, porque allí lograron compartir con otros el relato de su historia y empezar a ver que muchos habían pasado por situaciones semejantes, más allá de los diferentes caminos que habían tomado sus vidas hasta entonces. Se construyó así un espacio de contención mutua, que sus participantes sintieron como algo liberador. Aquello que un grupo relativamente pequeño de jóvenes de La Plata había vivido en Córdoba se extendió a muchos otros que conocieron de la existencia de este agrupamiento en el Homenaje de Humanidades. Muchos de ellos prácticamente no le habían contado a nadie que eran hijos de desaparecidos. Otros, tal vez sí, pero nunca habían participado de un espacio donde su drama particular podía ser compartido y entendido por todos. Con el objetivo de juntarse armaron una convocatoria que data de junio de 1995 con el siguiente texto:

25. Utilizo “hijos” cuando me refiero a hijos de desaparecidos o asesinados independientemente de su militancia en la agrupación. 26. Para un análisis etnográfico de los homenajes ver Ludmila Da Silva Catela, No habrá flores en la tumba del pasado (La Plata: Ediciones Al Margen, 2001).

“Nos estamos empezando a juntar. Con más preguntas que respuestas. Desde las distintas historias en las que nos tocó crecer. Con la particular experiencia vivida, algunos pocos en estos años nos fuimos conociendo, pero muchos no. Por eso, nosotros, los hijos de La Plata nos estamos empezando a juntar. La intención es buscarnos, conocernos y escucharnos. Encontrar

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los denominadores comunes en nuestros sentimientos, en nuestras ideas, en nuestras historias, para crear desde nosotros un espacio que nos contenga y exprese”27.

Resalta el contenido emotivo del texto tanto como la centralidad de esa búsqueda compartida que menciona. Expresarse y contenerse mutuamente es lo que buscaban por entonces y lo hacían en continuidad con el discurso emotivo y de mutua contención de las otras organizaciones de afectados directos28. Sin embargo, los hijos inmediatamente imprimieron un estilo propio a sus encuentros, puesto que ese contenido emocional fue mutando, de modo bastante veloz, en enunciaciones cada vez más políticas. Esa transformación se puede 27. “Primer encuentro de hijos - La observar en el siguiente texto que data de un año y medio después Plata”, junio de 1995. del nacimiento del grupo: 28. Para ver cómo era la mutua conten“Al encontrarnos por primera vez y mirarnos a los ojos supimos que teníamos una historia común. Empezamos a ver en los otros el reflejo de nuestras propias vidas, el horror vivido y hoy la alegría de estar juntos, de encuentro y reencuentro para muchos. Entendimos que no fuimos los únicos y descubrimos que teníamos infinidad de preguntas sin respuestas. Así comenzamos a juntarnos desde esa historia para construir un espacio de lucha, denuncia, reivindicación, memoria y justicia”29.

Como se observa en estas líneas, el contenido emocional del encuentro tiene rápidamente un correlato político30; no se trataba simplemente de un grupo de apoyo emocional mutuo. Esa instancia de contención fue importante también para otras regionales de h.i.j.o.s., porque allí reconocieron que no eran los únicos que habían sufrido ese horror. Bonaldi analiza este mismo proceso en la regional Capital; las coincidencias son notables y ayudan en este punto a relativizar la particularidad de la experiencia de los hijos La Plata: “Verse reflejados en las historias de otros hijos generó un sentimiento de identificación y de pertenencia muy fuerte […]. Tanto los primeros encuentros como la conformación de hijos son vividos como algo reparador, como un poner las cosas en su lugar, comenzar a recuperar algo que se había perdido en las últimas dos décadas. Juntarse con otros hijos, reconstruir la historia de sus padres, poder contarla en público, son todos pasos en dirección al restablecimiento de un equilibrio perdido”31.

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ción tanto en las Madres como en las Abuelas de Plaza de Mayo ver: Ulises Gorini, La rebelión, y Abuelas de Plaza de Mayo, La Historia de Abuelas 30 años de búsqueda. Buenos Aires: Abuelas de Plaza de Mayo, 2007.

29. Revista n.o 1 de hijos La Plata (septiembre-octubre de 1996), 3. 30. Entre la convocatoria de junio de 1995 y la relectura de esos primeros encuentros realizada un año después se puede ver la veloz politización del grupo. Comienzan con objetivos de contención y expresión y los resignifican un año después como encuentros en los que rápidamente emergieron objetivos de lucha. 31. Pablo Bonaldi, “Hijos de desaparecidos. Entre la construcción de la política y la construcción de la memoria”, en El pasado en el futuro: los movimientos juveniles, comps. Elizabeth Jelin y Diego Sempol (Buenos Aires: Siglo xxi Editores, 2006), 147. Algo similar describe Luciano Alonso para la regional de hijos Santa Fe: “la afectividad fue un componente esencial de las relaciones al interior del grupo”. Luciano Alonso, “Repertorios de acción y relaciones institucionales en hijos Santa Fe, 1995-2003”, Trabajo presentado en I Jornadas de Historia Reciente, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 30 y 31 de octubre 2003, s/p.


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Al leer el trabajo de Bonaldi puede verse, por un lado, que ese componente emocional se transforma en la voluntad de construir un nosotros y, por el otro, que una de las primeras decisiones que toman los hijos cuando se unen es intentar revisar el modo en que sus padres han sido considerados y nombrados por la sociedad, y en algunos casos por ellos mismos. El modo en que cada organización resuelve cómo construye ese nosotros y qué memoria pretende incorporar al espacio público es lo que debe analizarse, atendiendo a la particularidad. Aquí sólo veremos cómo hijos La Plata resolvió ambas cuestiones. En la regional La Plata, a partir de esas primeras reuniones, en las que se fueron entremezclando lo emocional y lo político, decidieron seguir buscando más hijos, para que todos pudieran compartir ese espacio, y luego decidir qué forma darle a la agrupación. Mientras esto sucedía en La Plata, en varias otras ciudades del país comenzaban a juntarse los hijos de desaparecidos, tal vez con menor nivel de institucionalidad u organización que en La Plata o en Córdoba, pero seguramente con la misma intención de reconstruir su identidad, disputar el sentido acerca de la lucha de sus padres y continuar con la demanda de justicia del movimiento de derechos humanos. 3. hijos L a P lata : identidad , justicia y memoria Para analizar las particularidades de hijos en el contexto del movimiento de derechos humanos conviene comenzar por describir cómo fue la construcción de su identidad colectiva, más precisamente sus discusiones por la membresía. Allí se pone en juego el modo particular como ellos resolvieron una discusión más general: quiénes son las víctimas del terrorismo de estado en Argentina. Luego se analiza la demanda de justicia, específicamente el “escrache”32, porque de algún modo pone de manifiesto la intención de los hijos de ir más allá de los límites del movimiento de derechos humanos. Y, por último, la construcción de la memoria resulta muy ilustrativa de las tensiones que surgen en el movimiento humanitario a la hora de recuperar las experiencias políticas de la militancia revolucionaria de los setenta.

32. En el lenguaje lunfardo escrachar es: acción de poner evidencia, ver http://www.nacionesunidas. com/diccionarios/argentina.htm. (octubre de 2008). Más adelante veremos qué significa esta práctica para hijos.

3.1. I dentidad Todos los relatos de los integrantes de hijos entrevistados coinciden en la fuerza emotiva que tuvieron esos primeros encuentros, donde abundaba la hermandad, se sentían acompañados y comprendidos aun en el silencio. En estas reuniones se comenzaron a formar vínculos personales (amistades, noviazgos), algunos de los cuales trascendieron a la agrupación y sus conflictos posteriores.

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No obstante, en las primeras asambleas de esta nueva organización emergió un conflicto entre dos grupos. Por un lado, estaba el grupo más moderado que ya había participado, entre fines de 1994 y principios de 1995, del homenaje de arquitectura y del encuentro con filiales de otras ciudades en Córdoba. Y por el otro, estaba el grupo cuantitativamente más importante y con un perfil más politizado que se sumó a partir del homenaje de humanidades, en abril de 1995. Este primer conflicto era reflejo de otros dos que a su vez se relacionaban entre sí. En principio empezaban a notarse las diferencias entre el grupo politizado y los planteamientos que en los encuentros nacionales de h.i.j.o.s. realizaba la regional Córdoba —más en línea con el grupo 33. La regional La Plata ha tenido a más moderado de La Plata—. En segundo lugar, aparecía la cuestión lo largo de su historia una relación conflictiva con la red, hasta tal punto del nombre; para muchos de los hijos de La Plata —sobre todo para que en algunos períodos dejó de aquellos que se suman en abril de 1995—, la sigla que definía a la pertenecer a ella. agrupación h.i.j.o.s. no explicitaba que quienes pertenecían a este 34. En todas las entrevistas realizadas hubo coincidencia acerca de qué grupo fueran “hijos de desaparecidos”. opciones hubo al momento de defiEl tema de quiénes debían pertenecer a la agrupación debió nir la población. ser resuelto, de acuerdo con una decisión de la Red Nacional, 35. A diferencia del modo de organización de sus padres en los años por cada filial de manera autónoma33. Se fueron definiendo tres setenta y de los organismos como posibilidades. En primer lugar, estaban quienes creían que a la Madres y Abuelas, los hijos no tienen jerarquías internas y discuten organización debían entrar sólo los hijos de los desaparecidos y sus temas en una asamblea horizonasesinados (dos orígenes). La segunda posición aceptaba también tal. Allí buscan lograr consensos, haciendo lo posible por evitar hijos de exiliados y ex presos políticos (cuatro orígenes). En último las votaciones. término estaban los que no querían hacer restricciones al ingreso 36. La única regional que tomó esta (población abierta)34. Luego de varios meses de repetir estas discudecisión fue la de La Plata. En general la membresía incluía también 35 siones en las asambleas semanales , la postura que se impuso en a hijos de exiliados y ex presos, La Plata fue la que defendía el criterio más restrictivo: los hijos como demuestran Bonaldi, “Hijos de desaparecidos”, 163, y Alonso 36 son sólo hijos de desaparecidos y asesinados . para las regionales de Buenos La centralidad del argumento de quienes pretendían limitar el Aires y Santa Fe. Luciano Alonso, “Repertorios de acción”, s/p. En ingreso a los dos orígenes era que ese debía ser un espacio para Tucumán, por su parte, tuvieron quienes habían pasado por una situación semejante. Ser hijo de siempre población abierta. Rubén Isidoro Kotler, Los orígenes de hijos desaparecidos tenía ciertas particularidades, y la agrupación era en el movimiento de derechos humanos el espacio propicio para que esos jóvenes encontraran un lugar de de Tucumán. Trabajo presentado en Primer Congreso Nacional sobre militancia a su medida. Así lo explica Lucía37, quien tiene a sus dos Protesta Social, Acción Colectiva y padres desaparecidos y siempre consideró que la membresía debía Movimientos Sociales, Universidad de Buenos aires, Buenos Aires, 30 y restringirse a los dos orígenes: “[…] la ausencia física es un dato de 31 de Marzo 2009, s/p. la realidad, no es subjetivo y hace que uno tenga que reconstruir 37. Utilizo los nombres originales con su historia apelando a otras cosas porque no tenés a tus viejos. Y si la autorización de los entrevistados.

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38. Lucía García nació en 1974. En octubre de 1976 desapareció su padre y en abril de 1977 su madre. Ambos militaban en Montoneros. Junto a su hermana vivieron con su abuela paterna. Es periodista y trabaja junto a las Madres de Plaza Mayo, con cuya líder, Hebe de Bonafini, tiene una estrecha relación desde antes del surgimiento de hijos. Militó en la agrupación durante los primeros años, período en el cual fue una de sus referentes. Entrevista Lucía García, La Plata, 5 de agosto y 10 de octubre de 2005. 39. El padre de Matías Moreno fue secuestrado y asesinado en Olavarría, donde tenía militancia gremial y en la Juventud Peronista. Él tenía dos años y medio y hasta entonces vivía en esa localidad bonaerense con sus padres. Luego pasó a vivir en La Plata, lugar donde militó en agrupaciones estudiantiles ligadas al peronismo, antes de llegar en el año 1995 a hijos. Allí participó durante algunos años y luego se alejó para realizar militancia política por fuera del campo de los derechos humanos. Me recibió en su casa para realizar la entrevista el 16 de diciembre de 2005. Entrevista a Matías Moreno, La Plata, 16 de diciembre de 2005. 40. Entrevista a Matías Moreno, La Plata, 16 de diciembre de 2005. 41. Había quienes pretendían abrir totalmente la membresía, de modo que los integrantes debían ser aquellos que se sintieran hijos de una generación que había sido golpeada por el terror estatal. Para ellos no había que exigir vínculo sanguíneo con las víctimas para ingresar al grupo. Si bien durante los primeros años de hijos esta posición fue absolutamente minoritaria, a medida que las regionales fueron perdiendo cantidad de militantes, acabaron por abrir la membresía a todo aquel que compartiera las reivindicaciones básicas de la organización.

estuvieron presos, no los tuviste pero ahora los tenés; ¿te exiliaste?, viviste otra cosa, que nadie juzga si es mejor o peor38”. Aunque no se trata de juzgar si era mejor o peor, sí estaba planteado como un criterio para el ingreso al grupo. De ese modo, no sólo era necesario ser hijo de una víctima de la represión estatal, sino que además esa condición debía implicar la ausencia física de los padres. Lo anterior supone decir que las víctimas son los desaparecidos y los asesinados. Por otro lado, estaban quienes creían que la dictadura había reprimido de manera generalizada y que no había hecho esas distinciones, razón por la cual debía ampliarse la membresía a los cuatro orígenes. Consideraban que la diferencia entre la suerte que corrió un desaparecido y un ex preso o exiliado tenía causas (entre las que se encontraba el azar o la imperfección en los métodos represivos) que a ellos no le correspondía analizar. Ese argumento defendía Matías39, hijo de un militante peronista secuestrado y luego asesinado, para quien “[…] había un límite que era: los hijos de los que habían sido víctimas directas, contemplando como víctimas directas a los desaparecidos, asesinados, exiliados y presos”40. De otro modo se corría el riesgo, según Matías, de ingresar en un análisis acerca de las causas por las cuales algunos ex presos se habían salvado41. Lo que subyace a estas discusiones es la carga moral que muchas veces se les ha impuesto a los ex presos políticos o sobrevivientes. El razonamiento según el cual fueron liberados a raíz de su complicidad con los represores encuentra en el revés de su trama la glorificación de los desaparecidos, quienes habrían corrido esa suerte justamente por no delatar a sus compañeros. Esto va de la mano de una clasificación social que incluye y ­trasciende al movimiento de derechos humanos: 42. Sobre este tema ver: Ana Longoni, los desaparecidos son las víctimas Traiciones. La figura del traidor en los del terrorismo de Estado por antonorelatos acerca de los sobrevivientes de la represión (Buenos Aires: Grupo masia. Sin embargo, como se ve, los Editorial Norma, 2007), y Daniel hijos desandan ese camino, lo vuelBadenes y Miguel Lucas, “Ni héroes ni traidores”, Puentes 7: 21 (agosto ven a recorrer y en el medio surgen 2007): 6-15. Allí se intenta escapar disputas que atraviesan las zonas al pensamiento binario que clasifica de ese modo a quienes fueron presas más duras de la historia reciente de la tortura durante el terrorismo argentina42. de estado.

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Las discusiones corrían el riesgo de caer en terrenos extremadamente pantanosos, en los cuales el dolor era la moneda de cambio de la legitimidad. De modo que haber pasado por la situación más dolorosa, la desaparición de ambos padres, otorgaba a los hijos el “paradójico privilegio”43 de pertenecer sin dudas a dicha agrupación. El conflicto derivado de la necesidad de definir la membresía entre los dos y los cuatro orígenes distanciaba a quienes defendían cada una de las posiciones. No obstante, había algo que los acercaba: el implícito según el cual debían conformar el grupo “los hijos de las víctimas del terrorismo de Estado”44, sean éstas quienes fueren. El peso y la legitimidad de lo sanguíneo prácticamente no tenían oposición en el interior del grupo. Para comprender cabalmente los sentidos que tienen las discusiones que desembocan en la obtención o no de legitimidad a la hora de hablar en nombre de las víctimas, conviene desnaturalizar estos procesos sociales. Esto supone reconocer que se dieron de cierto modo específico en nuestro país, pero al ser resultado de acciones de determinados sujetos y condiciones sociales —norma, valores, ideales—, podrían haberse establecido de distinta manera. No es un proceso natural que los familiares se impongan como los portadores de mayor legitimidad para encarnar las voces de quienes ya no están. Jelin señala: “La experiencia argentina puede ser tomada como un caso del poder de la posición ‘afectado/a directo/a’ y de las narrativas personales del sufrimiento en relación con las disputas acerca del pasado dictatorial de la década de los setenta. En el período postdictatorial, la ‘verdad’ fue identificándose con la posición de ‘afectado/a directo/a’, primero en la voz de los parientes directos de las víctimas de la represión estatal (la figura emblemática es la de las ‘Madres’, complementada posteriormente por la voz de ‘hijos’ y de ‘Hermanos’). La voz de los y las sobrevivientes de centros clandestinos de detención y lo/las militantes activistas de los años setenta no estuvieron presentes con la misma fuerza en el espacio público hasta después, 43. Esta característica propia de los organismos de afectados directos es y llegaron a ocupar el centro de la escena pública casi treinta destacada, como ya señalé, por Jelin. años después del golpe militar de 1976”45. Elizabeth Jelin, “La política de la

Este análisis, que es posterior al surgimiento de hijos explica, en parte, la discusión por la membresía que atravesó a esta agrupación. En primer lugar, porque esa posición dominante a la hora de establecer una verdad sobre lo sucedido es un estatus deseado por cualquier sujeto interesado en interpretar lo acontecido aquellos años. Como señala Joël Candau, la memoria construye el mundo, organiza y reorganiza el pasado; por eso se intenta hegemonizarla,

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memoria”, 122. Las discusiones por la membresía en hijos no hacen más que refrendar esa posición y mostrar cómo este grupo se transformó en caja de resonancia de clasificaciones más amplias propias del movimiento de derechos humanos.

44. Entrevista a Matías Moreno, La Plata, 16 de diciembre de 2005. 45. Elizabeth Jelin, “Víctimas, familiares y ciudadano/as”, 39.


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para lo cual obtener una posición dominante se transforma en un objetivo deseado por diferentes sujetos46. Esto puede explicar, también, la participación de jóvenes sin lazo sanguíneo con las víctimas de la represión en una agrupación que se autodenomina hijos, pues independientemente de la sigla, remite a un lazo sanguíneo con los desaparecidos. Más aún si se observa que su campo de acción está estrechamente ligado al de las Abuelas y las Madres. En segundo lugar, la afirmación de Jelin también ilumina estas discusiones de hijos, pues la legitimidad de unas voces supone el silencio o el ocultamiento de otras. De modo que esa hegemonía de los familiares —que a su vez supone, como decía anteriormente, la instalación pública del desaparecido como la víctima—, echa sombra sobre las experiencias de otros sujetos también víctimas de la represión que no lograron imponer sus sentidos acerca de lo sucedido, al menos si se los compara con los desaparecidos. Dicho de otro modo, son los familiares y no los compañeros los que han tenido mayor legitimidad para hablar en nombre de los desaparecidos. El lazo sanguíneo con las víctimas era un bien preciado cuando se dieron esas discusiones. Quienes lo tenían habían pasado por una situación de extremo dolor como la ausencia de sus padres, pero a la hora de formar la organización tenían su ingreso asegurado. Quienes no lo tenían pretendían formar parte de una línea de continuidad, tanto con los organismos de afectados directos ya existentes, como con los padres de los hijos, en cuyo lazo sanguíneo pretendían incorporarse. 3.2. J usticia Los hijos de La Plata se transformaron en una caja de resonancia de temas que ocupan a vastos sectores de la sociedad argentina y, más específicamente, al movimiento de derechos humanos. No son simples reproductores de prácticas sociales elaboradas por otros actores, sino que además de heredarlas, las reelaboran y resignifican. Eso sucede con las denuncias de las violaciones a los derechos humanos, la construcción de una memoria que pretenden transmitir, las discusiones por quiénes son las víctimas del terrorismo de estado, etc. En todos estos temas intervino hijos e incorporó su propia mirada. También construyeron perspectivas y estrategias propias a la hora de exigir justicia. Para analizar esta demanda conviene indagar de qué modo ellos han resignificado el pasado reciente de nuestro país, más específicamente la historia de las batallas por lograr justicia entre el movimiento de derechos humanos y el estado. El primer capítulo de esta historia puede escribirse con 46. Joël Candau, Antropología de la memoel juicio a las Juntas Militares, finalizado en diciembre de 1985. ria (Buenos Aires: Nueva Visión, Allí fueron sentenciados a prisión algunos de los responsables 1996), 75-76.

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máximos del terror estatal: Jorge Videla, Eduardo Massera, Orlando Agosti, Roberto Viola, y Armando Lambruschini. Luego de unos años, la presión de los levantamientos militares llevó al entonces presidente Raúl Alfonsín a negociar con la insurgencia castrense, y eso se tradujo en dos leyes que se aprobaron en 1986 y 1987: Obediencia Debida y Punto Final, luego conocidas como “leyes de impunidad”, que impedían continuar con los juicios a los represores. Por último, Carlos Menem, entre los años 1989 y 1990, firmó los indultos a los militares y a los guerrilleros. Así, no sólo se cancelaba la vía judicial para tratar la cuestión militar, sino que además dejaba a los militares que estaban presos en libertad. De modo que cuando surge la agrupación hijos, en 1995, la posibilidad legal de enjuiciar a los represores era nula. Varios de los militantes de hijos recuerdan las movilizaciones organizadas por los organismos de derechos humanos en rechazo a las leyes de impunidad y a los indultos como las primeras marchas a las que asistieron. Para algunos fue el inicio de un camino que enseguida combinaron con militancia estudiantil, otros recién continuaron con expresiones políticas de este tipo a partir de su llegada a hijos. Ese reclamo de justicia, del que participaron algunos de ellos aun antes de que surgiera la agrupación, se volvió, una vez conformado hijos, una demanda colectiva, con la particularidad de que esa exigencia tenía cancelada su vía judicial, lo cual significó críticas de los hijos a las instituciones judiciales. Así lo indica el editorial de su primera revista: “Reclamamos por juicio y castigo a los responsable del terrorismo de Estado. Luchamos por la condena social teniendo en cuenta que la justicia institucional al servicio del poder decretó la impunidad con las Leyes del Punto Final y Obediencia Debida e Indulto presidencial”47. La sensación de impunidad se traducía habitualmente en una crítica, no sólo a los gobiernos responsables, sino al sistema democrático en general. La lectura que hacían los hijos de esa imposibilidad judicial de encarcelar a los responsables del terrorismo de estado se construía paralelamente con una crítica a la situación económica del país. Tal como reza su consigna: “La democracia con hambre e impunidad es una farsa”48. De este modo fueron configurando un perfil propio como organismo de derechos humanos sustentado en la radicalidad con que se 47. Revista hijos La Plata n.o 1 (Septiemposesionaban políticamente. bre-Octubre 1996): 1. Otro de los modos de ver cómo ha sido la demanda de justicia 48. hijos La Plata “La democracia con llevada a cabo por hijos, en el que también se pone en juego su denunhambre e impunidad es una farsa” (panfleto), 2001. En esa consigna se cia sobre la imposibilidad jurídica de castigar a los represores, es el puede leer un hilo delgado que los escrache. Se trata de una actividad que consiste en señalar la casa o conecta con la lucha de sus padres, en tanto la demanda no es sólo por el lugar de trabajo de algún integrante de las fuerzas de seguridad, justicia, sino que se amplía al modelo o algún civil, que haya estado involucrado en los crímenes de la económico que ofrece la democracia.

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dictadura y que por distintas razones se encuentre en libertad, bien sea porque fue indultado o beneficiado por las leyes de impunidad o porque aún no ha sido alcanzado por los procesos que en la actualidad son jurídicamente viables. El acto comienza con la elección de quién será escrachado. Puede ser algún represor famoso o alguien cuya historia de represión ilegal no sea de carácter público. Los protagonistas del escrache recorren el barrio unos días antes de llevarlo a cabo con el objetivo de contarle a los vecinos cuál es la historia del represor. El día del evento se reúnen en un lugar cercano a la casa o lugar de trabajo del escrachado y, mediante una actividad similar a una marcha, llegan al punto de encuentro para marcar la casa. Una de las particularidades de los escraches es que son festivos, a diferencia de las habituales marchas de los organismos. Una murga suele liderar el recorrido y alguna teatralización antecede el discurso y el señalamiento de la casa del escrachado. Los huevos con pintura roja que son arrojados sobre el frente de la casa dejan, simbólicamente, la huella de la sangre que el represor derramó. En algunas oportunidades se avanza en el nivel de violencia y la casa del escrachado es agredida con piedras. Esto también favorece que se piense a hijos como una organización radical, más aún si se la compara con la clásica posición antiviolencia característica del movimiento humanitario. Luego del escrache el barrio ya no desconoce quién vive allí, aunque esto no significa necesariamente que sus vecinos comiencen a repudiarlo. A veces los escraches son conflictivos, pues los vecinos se muestran desinteresados o rechazan las acusaciones sobre el escrachado. Otras veces los mismos vecinos participan del escrache y comienza así la condena social del represor. No existe unanimidad a la hora de evaluar la naturaleza del escrache. Se discute si se trata de un medio para lograr finalmente “condena legal” o un fin en sí mismo a través de la “condena social”. Si el escrache es considerado un fin en sí mismo, el acto de justicia es realizado directamente a través del marcado de la casa del escrachado. En ese sentido se puede leer una frase que surge de la obra teatral que los hijos presentaron en varias oportunidades: “Que el país sea su cárcel”49. De esto modo, el objetivo que tiene esta práctica es que el barrio 49. Expresión que se pone de maniconozca la casa del represor, que sepa quién es el vecino, cuál es fiesto en la obra de teatro “Bla, Bla, Bla”, escrita y actuada en diversas su historia. Con esta información se pretende que la sociedad vaya oportunidades por los integrantes de discriminando a los represores, tal como se ve en la obra de teatro hijos La Plata, 1996. en la cual los comerciantes dejan de atender al represor y los veci50. Tales son los casos de Colectivo Situaciones, Los escraches (Buenos nos les niegan el saludo desde el momento que conocen su historia. Aires: Ediciones De Mano en Mano, Hay algunos autores que consideran al escrache como un acto 2000), y María Susana Bonetto, “Memoria e identidad. La agrupación de justicia paralela al estado, como una suerte de fin en sí mismo50. hijos en Argentina”, Imago Americae En este sentido el escrache significaría una ruptura respecto del 1: 1 (primer semestre 2006): 239-250.

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movimiento de derechos humanos, pues éste último ha exigido siempre que el estado haga justicia por los crímenes de la dictadura. Sin embargo, a partir de las entrevistas y del análisis del material escrito del grupo se puede afirmar que, por el contrario, en el horizonte de expectativas de los hijos está siempre la posibilidad de encarcelar a los represores. La consigna de hijos reza: “Si no hay justicia hay escrache”, como aclara un militante de la regional Capital Federal: “Pero porque no hay justicia hay escrache”51. De 51. Colectivo Situaciones, Los escraches, s/p. modo que esta práctica es una consecuencia de la impunidad y al 52. Además, en los últimos años el mismo tiempo una herramienta de presión política y social para escrache se ha extendido a otros que efectivamente las instituciones estatales hagan justicia. actores con diferentes intenciones políticas. La coincidencia con la Otro elemento que da cuenta de la importancia del escrache es práctica de hijos se limita a que que desde fuera de hijos es visto como una práctica novedosa52, se trata de marcar una casa o una persona y que el acto supone alguna en parte porque, como decía, incorpora un tono festivo que no dosis de agresividad por parte de los abundaba en las marchas del movimiento de derechos humanos. organizadores del escrache. La presencia de una murga y cantos alegres permiten verlo como 53. Sebastián Pereyra, “¿Cuál es el legado del movimiento de derechos una suerte de fiesta popular. Otro elemento innovador del escrache humanos?”, en Tomar la palabra. es que permite salir de la ritualización53, ya convertida en rutina, Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporáque las protestas del movimiento de derechos humanos habían nea, comps. Federico Schuster et. adquirido, sobre todo en torno a sus fechas clave. al. (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2005), 167.

3.3. M emoria Una característica distintiva de hijos La Plata que marca fuertes rupturas con el movimiento de derechos humanos54 es la pretensión de reelaborar la historia reciente y de construir una memoria con definiciones propias, haciendo del pasado un territorio de confrontación55. La voluntad por imprimir sentidos nuevos al pasado por parte de hijos no tiene relación con haber vivido ese tiempo que se quiere recordar, cuya versión pretenden disputar, sino que refieren a momentos en los cuales no fueron protagonistas. Los hijos reconstruyen las miradas sobre el pasado reciente y sus modos de intervenir en las discusiones por la memoria son centrales en los discursos de la organización. Tal como señala Jelin, el pasado es un terreno de disputas: “Ese sentido del pasado, es un sentido activo, dado por agentes sociales que se ubican en escenarios de confrontación y lucha frente a otras interpretaciones, otros sentidos, o contra olvidos y silencio. Actores y militantes ‘usan’ el pasado, colocando en

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54. La excepción dentro de este movimiento es la Asociación Madres de Plaza de Mayo, liderada por Hebe de Bonafini, quien antes del surgimiento de hijos ya planteaba la necesidad de repensar a los desaparecidos en una clave políticamente más confrontadora y en tensión con la narrativa humanitaria. 55. Esto es referido en las entrevistas, como el afán de hijos por distanciarse del carácter de “derecho humoso” y “memorioso” de los otros organismos. El primer calificativo cuestiona que estas organizaciones se limiten a la defensa de esos derechos sin realizar otras actividades de corte más estrictamente político; el segundo, critica que la memoria de esos grupos se limite al terror estatal, evitando hablar de su período previo, es decir, aquel en el cual se desarrollaban las prácticas políticas de quienes luego fueron desaparecidos.


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la esfera pública de debate interpretaciones y sentidos del mismo. La intención es establecer/convencer/transmitir una narrativa, que pueda llegar a ser aceptada”56.

Esto se acentúa en el movimiento de derechos humanos, puesto que su constitución misma está referida a un pasado violento, cuyos sentidos se enfrentan permanentemente unos con otros. Estas disputas tienen lógicas propias del país, o en sentido más amplio, del Cono Sur. Pero también esta suerte de boom, “presti56. Elizabeth Jelin, Los trabajos, 39. gio”, “culto” u “obsesión”57 por la memoria excede a este territorio 57. Respectivamente, Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria (Buenos y sus alrededores y tienen alcances de una escala mayor. A su vez, la Aires: Siglo xxi Editores, 2002); creciente presencia pública de la memoria suele estar ligada a una Andreas Huyssen, En busca del futuro perdido (México D.F.: Fondo de mayor visibilidad y centralidad del relato de los testigos —usualCultura Económica, 2002); Tzvetan mente asociados a la condición de víctimas58. Ahora bien, contrario Todorov, Los abusos de la Memoria (Buenos Aires: Paidós, 1993); y Enzo a lo que suele suceder en algunos países donde el conflicto princiTraverso, “Historia y memoria. Notas pal se establece entre una “memoria oficial”, en general promovida sobre un debate”, en Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en por el estado, y “memorias subterráneas”59, defendidas por voces construcción, comps. Marina Franco menos legítimas que suelen asociarse a las víctimas, en nuestro y Florencia Levín (Buenos Aires: Paidós, 2007), 67-96. país las memorias de las víctimas del terrorismo de estado fueron 58. Enzo Traverso, “Historia y memoalcanzando un grado de legitimidad creciente60. ria”, 70. Los hijos crecieron en el marco de una sociedad que llamaba a 59. Michael Pollak, Memoria, olvido, sus padres “extremistas”, “subversivos”, “terroristas” (calificativos silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite, con los que, en varios casos, ellos mismos asociaban a sus padres). (La Plata: Ediciones Al Margen, Otra de las formas de nombrarlos, promovida con el retorno a la 2006), 23-24. democracia, es la llamada “teoría de los dos demonios”, fundada 60. Al punto de que en los dos últimos gobiernos nacionales, por momenen un rechazo a cualquier forma de violencia estatal o insurgente. tos, parecen confundirse con las Según esta versión de la historia, recibían ese calificativo tanto los memorias proferidas desde el estado. militares como los militantes revolucionarios. Por su parte, desde 61. El nivel de radicalidad de estas menciones varía hacia dentro de el movimiento de derechos humanos, los subversivos pasaron a ser la Red Nacional de hijos y en cada considerados víctimas y las teorías de la guerra fueron reemplazaregional. Quienes más avanzaban en estas definiciones decían reivindicar das por “violaciones a los derechos humanos”, en el marco de las a sus padres como luchadores revocuales no hay contendientes sino estado terrorista y sus víctimas. lucionarios. Los más moderados, por su parte, pretendían reponer públiAhora bien, al poco tiempo de surgir como agrupación, los hijos camente los valores y los sueños por expresan públicamente que no consideraban a sus padres sólo los que sus padres luchaban. En estas discusiones la regional La Plata solía como víctimas, sino también como “luchadores populares”61, y que ser la que presentaba posiciones más además, reivindicaban su accionar en los años setenta. Recuperar radicalizadas, aunque había, dentro de esta regional, diferencias de políticamente a sus padres suponía enfrentarse con esa sociedad matices sobre qué es lo que se quería que los nombraba como subversivos y, al mismo tiempo, desandar reivindicar.

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parte del camino recorrido por la narrativa humanitaria, la cual centraba el rechazo al terror estatal en el carácter humano, por sobre el político, de los desaparecidos, de modo que los consideraba víctimas y no revolucionarios. En las entrevistas con los militantes de hijos se puede observar que piensan las disputas por cómo nombrar a sus padres al modo de un continuum, cuya primera instancia se halla en la idea de sus padres como subversivos o terroristas62. Una superación de eso significó, para hijos, la noción de víctimas (cuya instalación pública fue mérito de los organismos de derechos humanos), sólo para luego lograr que se los considere revolucionarios, o incluso menos ambiciosamente luchadores populares. El problema surge cuando estas clasificaciones, lejos de presentarse en línea recta, lo hacen bajo una forma circular, de modo tal que recuperar el carácter revolucionario de sus padres, en el marco de cuyas prácticas se incluía la violencia política, los reconecta de un modo confuso con la noción de subversivos o “demonios”. En la medida en que los militantes de hijos inscriben sus relatos en la narrativa humanitaria, como habitualmente se hace desde el movimiento de derechos humanos, logran sensibilizar a quienes escuchan. Esto perciben los hijos claramente en la escuelas, cuando charlan con adolescentes, pero bien podría extenderse esta referencia a otros espacios sociales e institucionales. Por ese motivo, mientras el testimonio sea estructurado en clave humanitaria, y el rechazo al terror estatal provenga del dolor causado a las familias de las víctimas, los hijos provocan empatía en los destinatarios de sus charlas y testimonios. Ahora bien, ese sentimiento se puede debilitar si incorporan en sus relatos el tema de la violencia política de las organizaciones armadas y su postura de reivindicación, porque allí puede emerger en el centro de la escena una clave bélica que, como se ha dicho, era defendida tanto por los represores como por algunos sectores de la militancia popular- para leer los conflictos del pasado reciente. El conflicto 62. Tal es el caso, entre otros, de Pablo Balut, militante de hijos que sufrió emerge porque estas referencias a la guerra colisionan, como ya he el secuestro de su padre cuando 63 señalado, con las narrativas humanitarias . tenía cuatro años, en el año 1977. Pablo relata que durante su infancia, De modo que reivindicar las luchas de sus padres también entra cuando escuchaba en la casa de sus en conflicto con la noción instalada por las organizaciones humanamigos relatos de la guerrilla, asociaba a su padre con los calificativos itarias de los desaparecidos como víctimas. En este sentido, la de subversivo, extremista o terrocondición de organismo de derechos humanos que los hijos quisirista. Entrevista con Pablo Balut, La Plata, 1 y 8 de septiembre de 2006. eron imprimirle a la agrupación que conformaron no supone que se 63. Dentro de la regional La Plata reconocieran sin conflictos como víctimas y tampoco que concibihabía militantes con intereses más eran a sus padres de tal modo. Por eso emergen las tensiones entre políticos que pretendían avanzar en la reivindicación de la lucha de denunciar las violaciones a los derechos humanos de las víctimas y sus padres, y otros más atentos a las al mismo tiempo reivindicar sus experiencias políticas, algunas de tareas de contención emocional.

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ellas en el camino de la lucha armada. Por estos motivos las figura de víctimas y combatientes se disputan los modos de leer el pasado. No es que sean excluyentes, sino que incorporar ambas hace perder fuerza a cualquiera de los relatos que se intente priorizar. Tanto las cuestiones ligadas a ser o no víctimas como a las referencias a la existencia o no de una guerra en los años setenta no presentan lecturas unánimes en la agrupación. No todos coinciden en ello, ni ellos mismos mantienen siempre las mismas percepciones o sensaciones. Tampoco es lo mismo lo que puedan señalar públicamente, o lo que se dice en el marco de una entrevista. Y por último, no puede igualarse sin más las referencias individuales a las colectivas. Lo que resulta interesante de esta serie tensa de referencias es que hijos muestra cómo sus modos de comprender el pasado no son sólidos ni homogéneos, y lo que se distingue es en cambio, el modo pendular en que se conciben estos temas. P alabras finales Se ha visto en este trabajo la tensión que supone el modo en que hijos vive su condición de organismo de derechos humanos. Un modo de comprender estos conflictos es que estos jóvenes intentan combinar dos tradiciones políticas que hasta el momento se mantenían distantes64. La primera es la experiencia política protagonizada por sus padres, cuya lucha era revolucionaria y pretendía modificar de raíz, en muchos casos a través de métodos violentos, las estructuras económicas, sociales y políticas del país. La segunda es la lucha del movimiento de derechos humanos, con carácter de defensa, que basaba sus denuncias en el carácter humano de las víctimas. Esta narrativa humanitaria había logrado instalar públicamente la figura de los desaparecidos como víctimas y lo hizo ciertamente a costa de su despolitización. De modo que los conflictos emergen cuando los hijos intentan reconectarse con sus padres reinstalando la dimensión política para reivindicarlos y además lo realizan dentro de una clara intención de pertenecer al movimiento humanitario. 64. Insisto en que pueden exceptuarse las Madres de Plaza de Mayo lideraLa intención de este texto no es marcar las contradicciones de los das por Bonafini, quienes luego de hijos con el objetivo de impugnarlas. Por el contrario, parte de la unos primeros años en los que rechazaban la violencia política en todas constatación de que ellos efectivamente logran combinar ambas tradisus formas, comienzan a acercarse, ciones. Lo que resulta interesante de hijos es su decisión de repensar a principios de los noventa, a las figuras de sus hijos no sólo como vícel pasado, aun a costa de elaborar memorias tensionadas, incompletas, timas, sino también como luchadores conflictivas e incluso contradictorias. Parten de la certeza de haber populares; ver Guillermo Federico Lorenz “¿De quién es el 24 de Marzo? sido víctimas, tanto ellos como sus padres, pero pretenden que esa Las luchas por la memoria del Golpe condición no anule sus posibilidades de exigir justicia por los crímenes de 1976”, en Las conmemoraciones: las disputas en las fechas “in-felices”, comp. cometidos y de recuperar la voluntad transformadora de lo social que Elizabeth Jelin (Madrid: Siglo xxi guiaba a sus padres, y que en cierto modo ellos intentan continuar. Editores, 2002), 80.

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Artículo recibido: 1 de abril 2009; aprobado: 30 de julio de 2009; modificado: 16 de agosto de 2009.

Mercedes Montero

Los primeros pasos hacia la igualdad: mujer y universidad en España (1910-1936)

The first steps toward equality: women and the university in Spain (1910-1936)

Resumen

Abstract

España vivió un conflicto social e intelectual entre

At the turn of the twentieth century, Spain expe-

católicos y laicistas entre finales del xix y principios

rienced a social and intellectual conflict between

del xx. En 1910, tras cuarenta años de esfuerzos,

Catholics and those who believed in the separation

las mujeres consiguieron el acceso oficial a la

of the Church and State. In 1910, after 40 years of

universidad. Este hecho las situó en el centro

struggle, women were officially allowed to attend

de la contienda entre ambas corrientes. Las dos

universities. This achievement placed them at the

apoyaron el esfuerzo intelectual femenino como

center of both of the above-mentioned currents

una pieza esencial en sus proyectos educativos

of thought. Each side supported the educational

de regeneración política y social. Sin embargo, la

efforts of women as an essential component of

mentalidad de unos y otros sobre la mujer distaba

their projects of political and social regeneration.

mucho de reconocer su idoneidad para jugar un

This educational support, however, differed signi-

papel en la vida pública. Este artículo, partiendo de

ficantly from the role that they considered women

un estudio a fondo de la literatura científica sobre

should play in public life. Based on a thorough

el tema, demuestra que el proyecto formativo de

study of the literature on the subject, this article

ambos grupos fue muy similar, por serlo también

shows that the formative project of both groups, as

los prejuicios de los que partían.

well as their initial assumptions, were very similar.

Palabras clave

Key Words

Mujeres, universidad, vida pública, España,

Women, university, public life, Spain, early-twenti-

1910-1936

eth century.

Doctora en Ciencias de la Información y Doctora en Historia de la Universidad de Navarra, Pamplona, España. Profesora de Historia Intelectual y de las Ideologías y de Historia de la Comunicación, Directora del Departamento de Comunicación Pública, Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra, Pamplona, España. Sus intereses investigativos actuales están en la mujer en España durante el siglo xx y la imagen de la mujer en los medios de comunicación en España durante el mismo siglo. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: “El acceso de la mujer española a la Universidad y su proyección en la vida pública. Comparación de las iniciativas de Pedro Poveda y de la Institución Libre de Enseñanza (1910-1936)”, Anuario de Historia de la Iglesia 18 (2009), 311-324; La conquista del espacio público. Mujeres españolas en la Universidad (1910-1936) (Madrid: Biblioteca Nueva, 2009). mmontero@unav.es

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I ntroducción Las coordenadas cronológicas del presente artículo se sitúan entre 1910, cuando la mujer española consiguió el acceso a la enseñanza superior, y 1936, comienzo de la Guerra Civil. En la historia contemporánea de España hay un antes y un después a partir de la contienda: cualquier fenómeno quedó bruscamente interrumpido por ella, y si después volvió a resurgir, fue siempre de un modo totalmente distinto. No hubo solución de continuidad. Las dos grandes corrientes de pensamiento, que podríamos definir muy ampliamente como católicos y laicistas, tuvieron sus puntas de lanza en el tema específico de la educación superior femenina. Pedro Poveda y la Institución Teresiana (fundada en 1911) fueron pioneros en el ámbito católico1. La Institución Libre de Enseñanza (ile), cumplió 2. Sobre la Institución Libre de el mismo papel en los ambientes Enseñanza: Vicente Cacho Viu, La Institución Libre de Enseñanza. Orígenes 2 secularizados . y etapa universitaria (1860-1881) Cuando la mujer llegó en 1910 a (Madrid: Rialp, 1962); María Dolores Gómez Molleda, Los reformadores de la universidad se situó, sin pretenla España contemporánea (Madrid: derlo, en el centro de la polémica que Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1966); Antonio Jiménez dividía al país: el convencimiento de Landi, La Institución Libre de Enseñanza que sólo la educación podía regeney su ambiente (Madrid: Ministerio de Educación y Cultura, 1996); Pablo rar política y socialmente a España de Azcárate, La cuestión universitaria. y salvarla de su larga postración. La 1875. Epistolario de Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Nicolás institución universitaria participaba Salmerón (Madrid: Tecnos, 1965).

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Ï El presente artículo es resultado de un proyecto de investigación sobre la historia de la mujer en la publicidad española, financiado por el piuna (Plan de Investigación Universidad de Navarra) durante tres años (hasta diciembre de 2009) y ha contado con un presupuesto total de 34.000 euros. De este proyecto forman parte siete investigadores, y la autora es la investigadora principal. 1. Sobre el padre Poveda son esenciales las siguientes obras: Flavia Paz Velázquez, Cuadernos biográficos de Pedro Poveda, n.° 1. Raíces linarenses (Madrid: Narcea, 1986), n.° 4. Proyectos Pedagógicos (Madrid: Narcea, 1987), n.º 5. Las Academias (Madrid: Narcea, 1996); Armando Pego, Modernidad y Pedagogía en Pedro Poveda. La experiencia de Covadonga (Salamanca: Universidad Pontificia, 2006); Mercedes Gómez del Manzano, Pedro Poveda. Dinamismo profético (Madrid: Narcea, 1991); María DoloresGómez Molleda, Pedro Poveda, educador de educadores (Madrid: Narcea, 1993) y Cristianos en la sociedad laica: una lectura de los escritos espirituales de Pedro Poveda (Madrid: Narcea, 2008). El propio Poveda fue un prolífico escritor. Sobre el tema que tratamos: Ángeles Galino, “Estudio preliminar, introducción y notas” a Itinerario Pedagógico, de Pedro Poveda (Madrid: csic, 1965).


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de la honda decadencia que afectaba al país. La presencia femenina llegó a la universidad cuando comenzaba su recuperación. Ésta fue posible por el dinamismo que le dieron ciertos entes de nueva creación, orientados por la ile: la Junta para Ampliación de Estudios (jae) (1907), el Centro de Estudios Históricos y el Instituto de Investigaciones Físicas (1910), la Residencia de Estudiantes (1911) y la Residencia de Señoritas (1915). Se trataba de regenerar la universidad en todos sus niveles: investigación, formación de universitarios y contactos científicos a nivel internacional. 1. D escripción de los grupos en conflicto La ile tuvo para un buen número de españoles un problema fundamental: su neutralidad religiosa. Y el convencimiento real, por parte de muchos de sus hombres, de que el atraso de España se debía en buena medida a la influencia cultural de la iglesia católica. La institución había nacido en 1876, fundada por catedráticos de prestigio (Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate) enfrentados con el gobierno por los dogmas políticos y religiosos que éste quería imponer a la universidad. Expulsados finalmente de sus cátedras oficiales, su primer objetivo fue fundar una universidad libre. Pero al demostrarse imposible tal desiderátum, no pudieron sino crear un colegio de enseñanza media. Este centro supuso una revolución en la educación española, ya que se abrió a las nuevas corrientes pedagógicas europeas y americanas, enseñando con métodos muy poco convencionales. El espíritu de la ile se expandió prontamente en el mundo intelectual español. La Universidad de Oviedo, por ejemplo, fue en el periodo de entre siglos un verdadero foco institucionista, con iniciativas como la Extensión Universitaria, cuyo objetivo era llevar la alta cultura a públicos más amplios. A esta rápida difusión de la ile contribuyó de manera decisiva el magisterio de Francisco Giner desde su cátedra (recuperada en 1881) en la Universidad Central de Madrid. A principios del siglo xx, la Institución Libre de Enseñanza amplió notablemente su radio de acción, pues logró influir de manera importante en el diseño político de la educación a todos los niveles. Ya nos hemos referido a sus iniciativas en el ámbito universitario. Faltaría citar la formación de maestros, con la creación de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio (1909); la Dirección General de Primera Enseñanza, para organizar la educación de párvulos (1911); y por último, en enseñanza secundaria, con la puesta en marcha del Instituto-Escuela (1918). Entre los católicos, una de las iniciativas más importantes en el campo de la educación vino por parte de Pedro Poveda Castroverde y la Institución Teresiana. Poveda asumió el punto de partida que imponían los tiempos: la estatalización de la enseñanza. Si desde el Estado se favorecían iniciativas laicistas o religiosamente neutras, era en esas estructuras en las que se debía intervenir para difundir una educación con

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sentido cristiano. Poveda se encaró con la Institución Libre de Enseñanza, la miró de frente, la estudió, estuvo en contacto con algunos de sus hombres más significativos. Supo apreciar lo renovador de su propuesta, pero no vio nunca incompatible el cristianismo con la pedagogía institucionista, salvo algunos puntos. Tampoco entendió que el mundo moderno y la iglesia católica tuvieran que estar enfrentados. En sus reflexiones y escritos propuso una contrapartida a la Institución Libre de Enseñanza, lo que él llamó Institución Católica de Enseñanza (1911). Aunque la idea no prosperó (era imposible que lo hiciera en el contexto católico del momento), todo ello fue la semilla de lo que en seguida se convirtió en la Institución Teresiana, formada exclusivamente por mujeres que aspiraban seriamente a la formación intelectual. Por tanto, cuando la mujer llegó a la universidad, la situación del país dejaba en evidencia el enfrentamiento real entre las dos Españas. Por un lado la liberal, heredera del krausismo3 y de la Revolución de 1868, abierta a la influencia vital y pedagógica de las nuevas corrientes del mundo. A la vanguardia iban los hombres de la Institución Libre de Enseñanzas. Por otro lado, la España tradicional, confesionalmente católica, con iniciativas pedagógicas que no carecían de interés, y donde hay que situar, como punta de lanza, la nueva fundación de la Institución Teresiana. Las muchachas que por fin podían matricularse libremente en la universidad no pudieron quedar al margen de esta confrontación: más bien fueron situadas por las circunstancias en el ojo del huracán. 2. L a atracción por el potencial femenino Las jóvenes españolas habían librado una dura batalla con las autoridades políticas entre 1871 y 1910, hasta conseguir que se abrieran para ellas las puertas de la educación superior. Fueron casi cuarenta años de errática trayectoria legal, entre prohibiciones, cautelas, burocracias, papeleos 3. Planteamientos derivados de las docy decisiones administrativas generalmente arbitrarias, tomadas trinas del filósofo alemán Krausse, por gobiernos conservadores y progresistas. No obstante, un un pensador de segunda fila, de la corriente idealista. Sus propuestas total de setenta y siete mujeres consiguieron entre esos años fueron conocidas por el profesor algo verdaderamente heroico y excepcional: ir a la universidad. español Julián Sanz del Río, que las introdujo en España a raíz de un De ellas, cincuenta y tres lograron terminar sus estudios y obtuviaje de estudios realizado en 1843. vieron el título de licenciadas o doctoras. Hay que destacar que a Era la primera apertura de España a las corrientes de pensamiento que nadie —salvo a ellas mismas— debieron su victoria4. Mientras la bullían por Europa. mujer estuvo fuera de los centros de poder —y la universidad era 4. Sobre el período 1871-1910 existe uno de ellos— sólo pudo contar con sus propias fuerzas. Pero en un riguroso y documentado trabajo: Consuelo Flecha García, Las primeras cuanto accedió a la esfera pública, unos y otros parecieron igualuniversitarias en España: 1872-1910 mente empeñados en atraerla. (Madrid: Narcea, 1996).

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No puede afirmarse, sin embargo, que tal afán estuviera motivado por la importancia misma del fenómeno. Muy al contrario, España fue uno de los últimos países del ámbito occidental en admitir de modo oficial a las mujeres en la educación superior: más tarde, incluso que el Imperio austro húngaro (1897) o que el Imperio alemán (1908). En 1910 el nivel de analfabetismo femenino era del 65,8%5. Ambas corrientes —católica y laicista— quisieron apoyar el nuevo fenómeno de la mujer universitaria, movidos probablemente por la nobleza del fin en sí mismo. Pero sin olvidar, a la vez, la excelente oportuni5. Rosa María Capel Martínez, El trabajo y la educación de la mujer en España dad que aquello suponía para reforzar sus prioridades: potenciar (1900-1930) (Madrid: Ministerio de la educación superior de la mujer ayudaría —o al menos no estorCultura, 1982), 363. baría— en la regeneración de la sociedad española. 6. Rector de la Universidad Central de Madrid, sacerdote separado de la Hemos de recordar que los motivos que llevaron a Fernando iglesia, krausista. Puso en marcha en de Castro6 en el siglo xix a las primeras iniciativas de educación 1868 las conferencias dominicales sobre la educación de la mujer. ésta de la mujer fueron fundamentalmente impedir que ellas —con fue la primera iniciativa que hubo la mentalidad tradicional moldeada por la iglesia que se les atrien España para dar cierta formación al sexo femenino. Posteriormente, buía sin discusión— influyeran en sus maridos. Motivaciones en 1871, fundó la Asociación para políticas, claramente, como han puesto en evidencia varios autola Educación de la Mujer, en la que impartieron clase o fueron directivos res7. También los institucionistas pensaban, incluido Giner de los muchos institucionistas. Contaba Ríos, que en buena medida el varón estaba demasiado maleado con escuelas de institutrices, comercio y correos y telégrafos; más por los viejos resabios de educación tradicional como para resultarde inauguraron las secciones de tar un elemento valioso en la tarea de sacar a España de su atonía idiomas, dibujo y música, además de la escuela primaria. No es posible de siglos. Ahí veía Francisco Giner, de manera nítida, el papel dedicar más espacio en este artículo de la mujer. Ella era terreno virgen, tierra idónea para el feliz al (tardío) proceso de introducción de la educación femenina en España. arraigo de las nuevas ideas, puesto que no había nada previo que Tan sólo podríamos añadir que en se debiera arrancar8. 1900, únicamente cuarenta y cuatro chicas estudiaban bachillerato (ensePoveda percibió también con claridad este activo femenino. ñanza secundaria), un 0,14%. En 1909 Su idea era totalmente nueva en el ámbito del catolicismo social: el gobierno ordenó la enseñanza obligatoria de niños y niñas hasta preparar maestros laicos para ocupar puestos oficiales en las los doce años, ley sistemáticamente estructuras estatales. Y no sólo eso, sino también organizarlos incumplida en el caso de las chicas. para que se ayudaran, seguir formándolos en los nuevos méto7. Geraldine M. Scanlon, La polémica feminista en la España Contemporánea dos pedagógicos, darles una honda preparación profesional y (1886-1974) (Madrid: Siglo xxi Editores, cristiana para que fueran capaces, con ciencia y doctrina, desde 1976), 32; Raquel Vázquez Ramil, La Institución Libre de Enseñanza y la Edusus puestos, de dar la vuelta a España. Una idea tan nueva requecación de la Mujer en España: la Residenría igualmente una tierra nueva, un terreno virgen también. Y cia de Señoritas (1915-1936) (Betanzos: Lugami, 2001), 303; Vicente Cacho ahí estaban las mujeres, con sus luchas personales y tantas veces Viu, La Institución, 206-210. solitarias, para avanzar en el conocimiento. Poveda trabajó pri8. Raquel Vázquez Ramil, La Institución, mero y fundamentalmente con maestras, pero su objetivo era 48-50.

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la educación superior9. No hay que olvidar que por entonces, en 1909, se había creado en Madrid por iniciativa de la Junta el centro docente más moderno y mejor equipado de España: la Escuela Superior del Magisterio, entendida como un centro de nivel universitario, o quizá incluso más, puesto que ingresar en él era notablemente más difícil que matricularse en cualquier facultad. 3. C atólicos

y laicistas : una mentalidad compartida respecto al

rol de la mujer

Sin embargo, ambas orientaciones encontraron dificultades a la hora de formar a la nueva mujer que llegaba a la Educación Superior. En el ámbito católico, en primer lugar, la pretensión de Poveda de educar señoritas era algo que no dejaba de verse como una excentricidad y acaso como un serio peligro. Era opinión muy extendida que la ciencia destruía la piedad femenina y alejaba a las muchachas de Dios10. Por parte de los organismos emanados de la ile, las iniciativas para ayudar al aumento de chicas universitarias —como la Residencia de Señoritas— contaron siempre con recursos materiales inferiores a las de los varones y, en buena medida, ocuparon de costumbre un lugar secundario en el organigrama general11. No hay que extrañarse. Durante el primer tercio del siglo xx —incluso en los años republicanos— la mujer simplemente no contaba en el ámbito social. A nuestra mentalidad actual la idea puede causarle sorpresa, enojo e incluso repulsión. Pero en aquellos momentos existía una densa mentalidad social, ampliamente difundida y bastante compartida por casi todos, incluso también por los que se confesaban librepensadores, y admitida además como natural por la inmensa mayoría de las mujeres: considerar que la función esencial de la mujer eran el matrimonio, la maternidad y la educación de los hijos. Que el matrimonio, la paternidad y la educación de los hijos fuera, a la par, tarea del varón, todavía no lo había pensado nadie. Esas ocupaciones del ámbito privado se entendían tan absorbentes que impedían cualquier otra ocupación con dimensión social a la que pudiera dedicarse la mujer. Sólo se admitía que tuvieran estudios si por acaso quedaban solteras o viudas. Pero el hecho cierto es que, en España, las carreras científicas más prometedoras (por ejemplo, Dorotea Barnés12, educada en

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9. Armando Pego, Modernidad y pedagogía, 241, 249-255; María Encarnación González Rodríguez, Pasión por la santidad. Biografía de María Josefa Segovia (Madrid: BAC, 2006), 138; Flavia Paz Velázquez, Proyectos pedagógicos, 13-16; Flavia Paz Velázquez, Las Academias, 88-89. 10. Flavia Paz Velázquez, Sal de tu tierra. Cuadernos biográficos Pedro Poveda n.º 7 (Madrid: Narcea, 2002), 20, 22, 43-45, 47; Flavia Paz Velázquez, Las Academias, 88-89. 11. Shirley Mangini, Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia (Madrid: Península, 2001), 54. 12. Dorotea Barnés fue una de las cuatro hijas del que sería ministro de educación de la Segunda República, Domingo Barnés. Todas fueron universitarias. Dorotea estudió su carrera durante los años veinte. En 1929 pasó un año en el Smith College, con una beca de intercambio, completada por una pensión de la jae. Al año siguiente consiguió la beca “Marion Le Roy Burton” para trabajar en el Departamento de Química de la Universidad de Yale. Se doctoró en 1931. Entre 1931 y 1932 empezó a trabajar en la sección de Espectroscopia del Instituto Nacional de Física y Química, concretamente en Raman, y viajó a Graz para trabajar un tiempo con el científico europeo que más había investigado sobre ello. Publicó cinco artículos y fue la introductora de la espectroscopia Raman en España. En 1933 y 1934 logró la cátedra de física y química en el Instituto Lope de Vega de Madrid. El matrimonio le apartó de su trabajo profesional antes de estallar la Guerra Civil: Carmen Magallón Portolés, Pioneras españolas en las ciencias: las mujeres del Instituto Nacional de Física y Química (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1999), 278-290.


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ambiente institucionista al cien por cien) quedaban encalladas tras el matrimonio, sin que aquello pareciera otra cosa que lo normal. Las grandes mujeres universitarias de esos años, Victoria Kent, Clara Campoamor, María de Maeztu, fueron solteras o casadas sin hijos, como María Zambrano. O quizá con esposo y familia, como Maria Goyri, mujer de Menéndez Pidal. Pero este último caso produce aún más confusión. Siendo Goyri doctora en Filosofía y Letras y profesora del Instituto-Escuela, investigó además toda su vida con su esposo: pero nunca firmaron sus artículos o libros conjuntamente. Sólo los firmaba él, Ramón Menéndez Pidal. Es un lugar común la afirmación de que la iglesia y los católicos tenían una visión tradicionalista del papel de la mujer. Pero sorprende encontrarse parecido ideal entre los hombres liberales, progresistas y librepensadores. José Ortega y Gasset sentía cierto desasosiego ante la idea del trabajo femenino, según testimonio de su propia hija13. Nunca una mujer, por otra parte, estuvo presente en las tertulias de la Revista de Occidente, ni siquiera María Zambrano, por quien Ortega sentía predilección intelectual. Ortega y Gasset vio a la mujer como un ser de cabeza confusa y como una forma de humanidad inferior a la varonil. Se deduce de lo que escribió, en época ya bastante tardía, en el ensayo El hombre y la gente, “En la presencia de la Mujer presentimos los varones inmediatamente una criatura que, sobre el nivel perteneciente a la humanidad, es de rango vital algo inferior al nuestro. No existe ningún otro ser que posea esta doble condición: ser humano y serlo menos que el varón”14. En ese mismo libro narra el propio Ortega una anécdota de su juventud, que podemos situar en la primera década del siglo xx, antes de la Gran Guerra: “Siendo yo joven volvía en una gran transatlántico de Buenos Aires a España. Entre los compañeros de viaje había unas cuantas señoras norteamericanas, jóvenes y de gran belleza. Aunque mi trato con ellas no llegó a acercarse siquiera a la intimidad, era evidente que yo hablaba a cada una de ellas como un hombre habla a una mujer que se halla en la plenitud de sus atributos femeninos. Una de ellas se sintió un poco ofendida en su condición de norteamericana. Por lo visto, Lincoln no se había esforzado en ganar la guerra de Secesión para que yo, un 13. Shirley Mangini, Las modernas, 77, 78. joven español, se permitiese tratarla como a una mujer. Las mujeres 14. José Ortega y Gasset, El hombre y norteamericanas eran entonces tan modestas que creían que había la gente Tomo I (Madrid: Revista de algo superior a “ser mujer”. Ello es que me dijo: “Reclamo de usted Occidente, 1957), 179-180. Se trata de una compilación de conferencias que me hable como a un ser humano”. Yo no pude menos que dictadas por Ortega desde 1934. El contestar: “Señora, yo no conozco a ese personaje que usted llama texto de la edición que citamos es básicamente el preparado por el ‘ser humano’. Yo sólo conozco hombres y mujeres. Como tengo la autor para un curso de conferencias suerte de que usted no sea un hombre, sino una mujer -por cierto, pronunciadas entre 1949 y 1950.

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espléndida- me comporto en consecuencia”. Aquella criatura había padecido, en algún College, la educación racionalista de la época […]”15.

Manuel Bartolomé Cossío, mano derecha de Francisco Giner, manifestaba cierta zozobra ante la posibilidad de una maestra superior impartiendo clase en una normal masculina, porque “la relativa inferioridad de la mujer la impide tomar esta participación en la enseñanza de los maestros”16. Emilia Pardo Bazán fue nombrada catedrática de Literatura Contemporánea de las lenguas Neo-Latinas, en virtud de un Real Decreto de 11 de mayo de 1916. Tras ello se hallaba la voluntad expresa de Alfonso XIII, en honor de los indiscutibles méritos literarios de la condesa. Pero se hizo contra la opinión y el voto unánime negativo de todos los catedráticos de la Universidad Central. Los alumnos, además, le hicieron boicot, negándose a ir a las clases de doña Emilia. Entre los catedráticos que la “repudiaron” no faltaban los de la Institución Libre de Enseñanza. Una carta de Cossío a la escritora evidencia la opinión de este hombre ilustre y liberal sobre la presencia de Pardo Bazán en la universidad: “Mi felicitación, pues, ya que a usted le gusta -yo creo que, en usted, es mal gusto- ir a la Universidad […]. “Pero, querida Emilia, déjeme usted ahora que, protegido por nuestra vieja amistad y como un eco humilde de lo que diría -estoy seguro- aquel noble espíritu que se fue para siempre [Giner], le pregunte a usted: No siendo por el bollo, que a usted ni puede ni debe interesar, ¿no cree usted que su gloria, la verdadera, la de usted misma, la que usted se ha creado, la que nadie le puede dar ni quitar, la que el mundo le reconocerá siempre y en todas partes, sería gloria mucho más gloria sin Consejos, ni Academias 15. José Ortega y Gasset, El hombre, 176-177. ni Universidades […]?”17. 16. Geraldine M. Scanlon, La polémica, 65.

Tampoco podemos olvidar que las chicas de la Residencia de Señoritas y los muchachos de la Residencia de Estudiantes no tuvieron, por lo general, el menor contacto. Los padres de las residentes —muchos de ellos hombres liberales y agnósticos— mostraban gran preocupación por resguardar la reputación y las buenas costumbres de sus hijas, en el sentido más tradicional de estos términos. Eso hace afirmar a algunos autores que la vida entera de la Residencia de Señoritas estaba regida por lo que ellos denominan “el principio de moralidad”18. Ribagorda pone un buen ejemplo de la distinta mentalidad respecto a la formación de hombres y mujeres que existía en la Institución Libre de Enseñanza:

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17. Alberto Jiménez Fraud, Residentes, semblanzas y recuerdos (Madrid: Alianza Tres, 1989), 47-48. 18. Álvaro Ribagorda, “Una historia en la penumbra: las intelectuales de la Residencia de Señoritas”, Sistema 188 (2005): 49; Isabel Pérez-Villanueva Tovar, La Residencia de Estudiantes: grupo de universitarios y de señoritas, Madrid 1910-1936 (Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, 1990), 92 y 333; Josefina Cuesta Burillo, dir., Historia de las Mujeres en España. Siglo xx, Tomo I (Madrid: Instituto de la Mujer, 2003), 453; Shirley Mangini, Las modernas, 82.


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“A diferencia de la Residencia de Estudiantes, donde se presentó a personalidades internacionales de la talla de Einstein, Tagore, H.G. Wells, Bergson o Keynes, en la Residencia de Señoritas las conferencias estuvieron casi siempre a cargo de intelectuales españoles […]. Muchas de las conferencias pronunciadas allí eran sobre cultura general, pero muchas otras lo eran sobre temas literarios o eran recitales poéticos, mientras que el número de conferencias de carácter científico, antropológico, filosófico, político, etc. fue bastante escaso, especialmente en los primeros años. Este predominio de actos literarios encajaba perfectamente con la mentalidad de la época, que consideraba la música y la literatura como partes importantes de la formación de una ‘señorita’, mientras que otro tipo de conocimientos como los mencionados no parecían muy importantes para su formación. Existía por ello una notable diferencia entre el programa cultural de ambas Residencias y unas oportunidades más limitadas para las mujeres”19.

Madame Curie, la mujer —y el científico— más insigne del momento, se alojó en la Residencia de Señoritas en 1931 en su visita a España, pero impartió su saber en la Residencia de Estudiantes, no en la femenina20. 4. E l miedo del hombre a la influencia social de la mujer Existen más elementos que configuran la mentalidad a la que nos venimos refiriendo. En este sentido, se daba un caso colectivo de miedo del hombre a la penetración social de la mujer. Tres artículos de 1925 publicados por Renovación Española dejan entrever esa inquietud incipiente: se temía que la Facultad de Filosofía y Letras, orientadora de la vida cultural, cayera en 19. Álvaro Ribagorda, “El programa pocos años en manos de las mujeres. Y se temía quizá porque — cultural de la Residencia de Señoritas”, en Ernestina de Champourcin. según algunos— las universitarias eran voluntariosas y aplicadas, Mujer y cultura en el siglo xx, eds. Rosa pero en general carecían de esas grandes inteligencias que eran Fernández Urtasun y José Ángel Ascunce (Madrid: Biblioteca Nueva, más propias del hombre. La mujer se dedicaba a lo memorístico 2006), 298. y ameno, rechazando lo que suponía mayor dificultad especu20. Álvaro Ribagorda, “Una historia”, 52. lativa, quizá porque no era muy capaz de generar pensamiento 21. Ramón Ezquerra, “La penetración autónomo. Y sin capacidad especulativa ¿cómo se iba a guiar la de la mujer española en la Universidad. I”, Renovación Social n.° 44 (15entera vida cultural de una nación? Además, era otro argumento, viii-1926), 490-494; Ramón Ezquerra, la incorporación de la mujer a la vida laboral restaba puestos de “La penetración de la mujer española en la Universidad. II”, Renovación trabajo al varón. El autor de estos artículos, curiosamente, no era Social n.º 45 (1-ix-1926), 532-536; contrario a la educación universitaria de la mujer. Sólo estaba Ramón Ezquerra, “La penetración de la mujer española en la Universidad. poniendo de manifiesto ideas pacíficamente compartidas por III”, Renovación Social n.º 46 (15-ixbuena parte de la sociedad21. Lo significativo es que manifiesta 1926), 629-632.

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su zozobra cuando la presencia femenina en la universidad apenas era incipiente. Los siguientes cuadros dan muestra de ello. T abla n .° 1: E volución

N úmeros

del número total de matrículas femeninas por universidades .

totales en los años veinte

Universidad Barcelona Granada La Laguna Madrid Murcia Oviedo Salamanca Santiago de C. Sevilla Valencia Valladolid Zaragoza

1919-1920 54 24 174 11 4 10 10 13 18 14 13

1927-1928 229 124 14 799 20 31 70 116 46 53 56 123

Fuente: Rosa María Capel Martínez, El trabajo y la educación de la mujer en España (1900-1930) (Madrid: Ministerio de Cultura, 1982), 469.

Tabla n.° 2: Porcentajes de varones y mujeres en la universidad española en los años veinte cursos 1919-20 1929-30

nº varones 21.813 31.813

nº mujeres 345 1.744

total 22.158 33.557

% varones 98,5 94,8

% mujeres 1,5 5,2

Fuente: elaboración personal a partir de: Rosa María Capel Martínez, El trabajo y la educación de la mujer en España (1900-1930) (Madrid: Ministerio de Cultura, 1982), 473, y María Luisa Barrera Peña y Ana López Peña, Sociología de la mujer en la Universidad. Análisis histórico-comparativo. Galicia-España 1900-1981 (Santiago de Compostela: Universidad de Santiago, 1983), 108.

T abla n .° 3: M ujeres

en las distintas carreras universitarias .

N úmeros

totales en

los años veinte

Cursos 1919-20

Derecho 9

Medicina 58

Filosofía y L. 80

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Ciencias 114

Farmacia 81

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Cursos 1920-21 1921-22 1922-23 1924-25 1927-28 1929-30

Derecho 10 13 14 18 71 86

Medicina 75 96 106 131 166 199

Filosofía y L. 111 154 164 261 441 460

Ciencias 150 200 245 274 395 222

Farmacia 112 149 207 350 596 777

Fuente: elaboración personal a partir de Raquel Vázquez Ramil, La Institución Libre de Enseñanza y la Educación de la Mujer en España: La Residencia de Señoritas (1915-1936) (Betanzos: Lugami, 2001, 121; Rosa María Capel Martínez, El trabajo y la educación de la mujer en España (1900-1930) (Madrid: Ministerio de Cultura, 1982), 473, y Ramón Ezquerra, “La penetración de la mujer española en la Universidad I”, Renovación Social 44 (15-viii-1926): 493.

Al final de su trabajo, Ezquerra se refería al núcleo por excelencia del problema, a lo que él llamaba “el factor neutralizador de esfuerzos”: el matrimonio. Las chicas se casaban y no ejercían. No prestaban ninguna atención a su título, decía, y además “este camino [el matrimonio] es el que seguirá la mayor parte, ya que todas tienden a él, manifestándolo más o menos abiertamente […] esterilizando los resultados que pudieran esperarse de este movimiento [de entrada de la mujer en la Universidad]”. Concluía con una afirmación basada en la nada, pero que manifiesta con notable exactitud la compacta mentalidad social sobre la mujer, que no era necesario demostrar y que se hallaba extendida con amplitud: “[…] la mujer no puede eludir el destino biológico que tiene señalado, y que triunfará de las tentativas de apartarlo o desvirtuarlo. Continuará siendo, aun para la mujer erudita, imprescindible su puesto en el hogar, y no podrá ni deberá rechazar las cargas que le impone su papel en la perpetuación de la raza o en la crianza y educación de los hijos, sobre cuya importancia no hay que insistir aquí y que no dejan de ser incompatibles con la atención asidua y persistente al cultivo de una carrera”22.

Volviendo a las cifras, puede observarse que, tomadas objetivamente, no daban motivos para inquietarse por los avances femeninos. Un 5% de universitarias era una cifra residual. Más cuando esas alumnas lo eran, en muchos casos, con matrícula libre: es decir, no aparecían por las aulas, salvo en las convocatorias de examen. Además carreras como Derecho, que en España daban paso a los puestos claves de la vida pública, apenas eran elegidas por las jóve22. Ramón Ezquerra, La penetración. III, nes estudiantes. El motivo era que les estaba prohibido el acceso a 629-632. Podemos referirnos a una densa y arraigada mentalidad sobre las oposiciones para los cuerpos administrativos del estado, quela mujer, muy resistente al cambio dándoles sólo la práctica privada. Y siendo mujeres no era probable en la sociedad española.

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que lograran demasiados clientes. De hecho, las dos abogadas que en 1925 tenían bufete abierto en Madrid, Victoria Kent y Clara Campoamor23, hicieron compatible su dedicación al foro con los trabajos que desarrollaban hasta ese momento: la primera era una de las responsables del Instituto-Escuela y la segunda había ganado hacía tiempo una plaza por oposición en el Ministerio de Instrucción Pública, dedicándose a las clases para adultas. Además colaboraba en varios periódicos. Esa desconfianza natural hacia la mujer había cambiado poco cuando llegó la Segunda República. Es más. Puede decirse que, en cierto sentido, el agrio debate sobre el derecho femenino al sufragio puso de manifiesto el desasosiego y la inquietud que producía la posible influencia concreta y real 23. Victoria Kent Siano logró condel llamado sexo débil en la vida pública nacional. Había un fuerte vertirse en la primera licenciada en Derecho y, sucesivamente, en convencimiento de que la falta de educación de la mujer, y por lo la primera mujer que se colegió y tanto su mentalidad conservadora, pondrían en peligro la vida del en la primera que abrió un bufete en Madrid. Durante la Segunda nuevo régimen. La izquierda lo temía, y la derecha se congratulaba República fue Directora General de con ello. Por prudencia política, muchos hombres de la izquierda Prisiones. Clara Campoamor Rodríguez obtuvo su título en diciembre pensaban que había que negarles el voto de momento, aunque de 1924, cuando contaba ya treinta y en el campo de los principios era una postura insostenible. Clara seis años de edad y se colegió, abrió bufete y empezó a ejercer la abogaCampoamor defendió el sufragio femenino en las Cortes y lo consicía casi a la par que Victoria Kent. guió. Consecuentemente, la victoria de la derecha en las siguientes Durante los años veinte participó activamente en la vida pública. En su elecciones la convirtió en el chivo expiatorio de toda la izquierda, bufete trabajó otra mujer abogado, que no le perdonó jamás. Y aunque poco más tarde llegaría al Justina Ruiz Malaxechevarría. Matilde Huici Navaz fue la tercera poder el Frente Popular, Campoamor ya estaba muerta para la vida licenciada en Derecho de España. política. Su gran pecado mortal, como ella dijo muchas veces, había Trabajó activamente en pro de los derechos de la mujer, apareciendo sido concederle el voto a la mujer. Las otras dos diputadas de aquel en numerosas conferencias, actos parlamento de 1931, Victoria Kent y Margarita Nelken, fueron conculturales y de propaganda organizados por grupos de izquierdas como trarias al sufragio femenino24. Mujeres Socialistas.

5. L os

R esidencia U niversitaria de la I nstitución T eresiana y de la R esidencia de S eñoritas de la ile Ante una mentalidad tan sólidamente arraigada sobre la incapacidad de la mujer, es natural que las dos iniciativas fundamentales puestas en marcha siguieran un plan de formación muy similar para apoyar el esfuerzo femenino por la educación superior: la Residencia Teresiana de Pedro Poveda y a la Residencia de Señoritas de la Institución Libre de Enseñanza. La primera se fundó en Madrid en el mes de marzo de 1914. La segunda en la misma ciudad en septiembre de 1915. El centro planes de formación de la

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24. Para debate sobre el voto femenino: Rosa María Capel Martínez, El sufragio femenino en la Segunda República española (Granada: Universidad de Granada, 1975), 47-63; Clara Campoamor, El voto femenino y yo (Madrid: horas y HORAS, 2006); Concha Fagoaga y Paloma Saavedra, Clara Campoamor, una sufragista española (Madrid: Instituto de la Mujer, 2007), 39 y ss.; Zenaida Gutiérrez Vega, Victoria Kent. Una vida al servicio del humanismo liberal (Málaga: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2001), 28, 73 y 90.


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25. María Encarnación González Rodríguez, Pasión, 122-125; Mercedes Gómez del Manzano, Poveda, 167; Flavia Paz Velázquez, Las Academias, 145-148, 152-160, 182 y 185; Flavia Paz Velázquez, Una institución se abre camino. Cuadernos Biográficos Pedro Poveda n.º 6 (Madrid: Narcea, 1997), 15-17 y 31-35; Flavia Paz Velázquez, Sal de tu tierra, 25; Concepción Sáiz Otero, La revolución del 68 y la cultura femenina (Apuntes al natural) (Madrid: Librería general de Victoriano Suárez, 1929), 121-122. 26. Sobre la Residencia de Señoritas: Carmen Zulueta y Alicia Moreno, La Residencia de Señoritas: ni convento ni college (Madrid, csic, 1993); Isabel Pérez-Villanueva Tovar, La Residencia; Raquel Vázquez Ramil, La Institución; además, otros autores se han ocupado de ella parcialmente: Shirley Mangini, Las modernas; Álvaro Ribagorda, El programa cultural; Carmen Magallón Portolés, Pioneras. Sobre la Residencia de la Institución Teresiana existe una información sucinta en Pedro Poveda. VolumenHomenaje cincuentenario 1936-1986 (Madrid: Narcea, 1988), 321-335. Varios números de los Cuadernos Biográficos de Pedro Poveda recogen también noticias de la Residencia, pero de manera dispersa. Podemos referirnos concretamente a Flavia Paz Velázquez, Pedro Poveda en Madrid. Arraigo y expansión de una idea. Cuadernos biográficos Pedro Poveda n.º 8 (Madrid: Narcea, 2003), 54; y Flavia Paz Velázquez, Sal de tu tierra, 11-16, 33. Una minuciosa descripción de todos los detalles que marcaron su primer año de vida, los intentos de fusión por parte de la Institución Libre de Enseñanza, y la amistad con miembros de la familia Ortega Munilla en Flavia Paz Velázquez, Una institución, 15-17, 31-35 y 84. 27. Isabel Pérez-Villanueva Tovar, La Residencia, 88.

teresiano no había pasado desapercibido. En el verano de 1915, cuando se estaba preparando el comienzo de la Residencia de Señoritas, hubo un intento por parte de José de Castillejo (secretario de la Junta para Ampliación de Estudios) y María de Maeztu para unir ambas iniciativas. El asunto no prosperó, pues Poveda entendió que aquello suponía el fin de su independencia en orden a formar mujeres con sentido cristiano. Este desencuentro inicial no impidió que tanto Maeztu como Carmen Cuesta —que sería directora de la Residencia Teresiana desde 1918— mantuvieran un contacto vivo y se apreciaran mutuamente, aunque mutuamente también aspiraran a convencerse25. En ambas residencias se intentó crear un ambiente propio de la inteligencia, de ayuda mutua, de contacto con mujeres maduras, formadas, que pudieran ayudar a las más jóvenes. Se dio prioridad a los libros, a los idiomas, a las actividades culturales, a las conferencias, a la participación en la vida intelectual del Madrid de la época. Si la Residencia de Señoritas recibió en sus salones a lo más selecto de la intelectualidad española, las muchachas de la Residencia Teresiana acudían a todos los lugares donde bullía la cultura, ya fuera el Ateneo o la Biblioteca Nacional26. Los precios fueron muy similares a partir de la década de los veinte, lo que pone de manifiesto que se dirigían al mismo segmento social; incluso hay frases que casi se repetían en una y otra residencia cuando se hablaba de lo que debía ser su espíritu: un ambiente de familia. De familia cristiana, decían en la Residencia Teresiana. De familia española bien organizada en su régimen moral, explicaba muchas veces María de Maeztu respecto a la suya27. También coincidieron ambas residencias en las personas que las ayudaron. Un ejemplo emblemático es el de Rafaela Ortega y Gasset, hermana del filósofo, que fue vecina de unos de los pisos que ocupó la Residencia Teresiana en sus comienzos y que colaboró con generosidad. Del mismo modo Rafaela trabajó sin cortapisas con María de Maeztu, no de forma oficial pero sí de manera regular. Y resulta igualmente llamativo que la familia Ortega Munilla, padres de Rafaela, prestaran su propia biblioteca a las alumnas de la Residencia Teresiana y que mantuvieran buena amistad, tanto con las chicas y las profesoras, como con Pedro Poveda. Otra persona que estuvo presente en la vida de la Residencia Teresiana y en la

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de los organismos de la Institución Libre de Enseñanza fue Rosario Menéndez Pidal, hermana del ilustre polígrafo Ramón Menéndez Pidal. Por parte gubernamental, los gabinetes liberales apoyaron a la Institución Libre de Enseñanza, mientras que los conservadores no dejaron de hacer lo mismo con la Institución Teresiana28. Algunos autores atacan la Residencia Teresiana por su severa disciplina, que suelen poner en relación con la existencia de un proyecto educativo de sentido católico. No fue menos el rigor en la Residencia de la Institución Libre de Enseñanza. Se tienen abundantes datos de su estricto régimen de vida, de la reglamentación cuidadosa de cualquier actividad y de la severidad de su ambiente. Muy típico todo ello, por otra parte, del puritanismo que 28. Flavia Paz Velázquez, Sal de tu tierra, 92, 109, 111-112, 132, 136 y 145; algunos han achacado a la Institución Libre de Enseñanza. Si en Flavia Paz Velázquez, Pedro Poveda en la Residencia de Estudiantes (varones) reinaba una total libertad, Madrid, 54. nada tenía que ver aquel diletantismo masculino con la seriedad y 29. Álvaro Ribagorda, Una historia, 49-50; Isabel Pérez-Villanueva Tovar, abundancia de normas de la Residencia de Señoritas29. Se aprecia La Residencia, 328-337 y 355-358; por lo tanto que también sin religión, en un ambiente de estricta Raquel Vázquez Ramil, La Institución, 241-242. neutralidad, se pudo imponer sin problema una severa disciplina 30 30. Shirley Mangini, Las modernas, 82; como régimen de vida. Era lo que pedían los padres para sus hijas . Isabel Pérez-Villanueva Tovar, La La influencia pública de la Residencia de Señoritas fue mucho más Residencia, 92-95. amplia que la de la Residencia Teresiana. Gracias a la colaboración 31. Isabel Pérez-Villanueva Tovar, Una mujer en el reformismo educativo espadel Instituto Internacional y al hecho de ser un organismo de la ñol. María de Maeztu (Madrid: uned, Junta para Ampliación de Estudios, la Residencia de Señoritas se 1989), 112 y 180; Shirley Mangini, Las modernas, 91-92; Rosa Fernández convirtió en un verdadero foco de cultura femenina durante sus Urtasun y José Javier Ascunce, eds. años de vida. Todas las vanguardias de los años veinte encontraron Ernestina de Champourcin, 41, 271, 274, 303; Francisco J. Franco, Mujeres eco entre sus paredes. Las intelectuales, poetas o escritoras de aquede la España Republicana (Cartagena: lla época pasaron de una forma u otra por la residencia: Ernestina Editorial Aglaya, 2007), 66-71; Juan Carlos Marset, María Zambrano. I. Los de Champourcin, Concha Méndez, María Zambrano, Gabriela años de formación (Sevilla: Fundación Mistral (Premio Nobel de Literatura posteriormente), Carmen José Manuel Lara, 2004), 348. Conde, María Goyri y María Moliner, por no hablar de Victoria Kent, 32. Sobre el Instituto Internacional: la mujer que durante muchos años fue la que más alto logró lleCarmen Zulueta, Misioneras, feministas, educadoras. Historia del Instituto gar en la vida política española (Directora General de Prisiones)31. Internacional (Madrid: Castalia, 1984). El Instituto Internacional, por su parte, enriqueció la vida de la resiSobre el movimiento universitario femenino internacional: Lola dencia con la presencia de profesoras y alumnas extranjeras, con la Crespo, “Introducción. La Juventud fusión de su magnífica biblioteca, con la instalación del Laboratorio Universitaria Femenina (1920-1936)”, en María Luisa Maillard, Asociación Foster y, sobre todo, con la posibilidad de las becas para estudiar en Española de Mujeres Universitarias universidades norteamericanas. La residencia fue también sede del (1920-1990) (Madrid: aemu, 1990), 11-31. Sobre el Laboratorio Foster, movimiento femenino universitario español, conectado a través de Carmen Magallón Portolés, Pioneras, 32 María de Maeztu con el del mundo entero . 163-202.

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La superior relevancia pública de la Residencia de Señoritas no puede hacernos olvidar que, a pesar de todo, la mujer universitaria española era un fenómeno residual. A comienzo de los años treinta, tan sólo el 6% de los estudiantes de facultad eran mujeres. Esto lleva a concluir que el movimiento universitario femenino carecía casi por completo de visibilidad. Las cifras verdaderamente notorias eran las de analfabetismo. Todavía en 1930 cerca de la mitad de las españolas no sabían leer ni escribir: exactamente un 47,4%. Éste era el problema verdaderamente sustancial relativo a la mujer y a su educación. Y quizá por ello la Segunda República lo combatió como prioridad. La creación de grupos escolares que emprendieron las nuevas autoridades favoreció principalmente a las niñas, que eran las que sufrían más los estragos de la no escolarización. Por otra parte, el número de muchachas en enseñanza secundaria aumentó de forma considerable, pues casi se multiplicó por tres (pasó de un 17,1% en 1931 a un 46,2% en 1936). El aumento de universitarias siguió siendo lento (de 6% en 1930 a 8,8% en 1936) y tampoco la república se centró en ellas. Por el contrario, estuvo más interesada en llegar a segmentos amplios de población femenina, para aportarles una cultura general que les permitiera ganarse la vida33. La Residencia de Señoritas cambió un tanto su proyección acogiendo a partir de 1934, en un moderno pabellón construido a modo de cooperativa, a un buen grupo de muchachas que buscaban ese tipo de formación34. 6. L a piedra de toque : la religión Los promotores de la Institución Libre de Enseñanza no eran ateos, sino hombres de espíritu religioso. Pero tampoco eran practicantes ni favorables a ninguna religión positiva, y menos a la católica. Se declaraban neutrales. La nota laica era la propia de sus iniciativas y lo era también en la Residencia de Señoritas. Pero en este caso habría que preguntarse si llegaron a alcanzar 33. María Luisa Barrera Peña y Ana tal objetivo. María de Maeztu era católica y consta que la mayor López Peña, Sociología de la mujer parte de las estudiantes acudía a misa los domingos. El testimonio en la Universidad. Análisis históricocomparativo. Galicia-España 1900-1981 nos ha llegado a través de Matilde Landa Vaz, residente de Fortuny (Santiago de Compostela: Univeren la primera mitad de los años veinte. Matilde procedía de una sidad de Santiago, 1983), 108-109; Rosa María Merino Hernández, “La familia acomodada y culta, librepensadora, de universitarios y vineducación de las Mujeres durante culados a la Institución Libre de Enseñanza. Sus padres estaban la Segunda República (1931-1939): aproximación cuantitativa”, en Josecasados sólo por lo civil (en 1888), y la niña, nacida en 1904, no fina Cuesta Burillo, Historia, 419, 439, fue bautizada. Su padre se declaraba públicamente masón y osten447 y 456-457. taba la máxima representación en Badajoz del Partido Republicano 34. Isabel Pérez-Villanueva Tovar, La Residencia, 67-68, 132-135 y 319-320; Progresista de Ruiz Zorrilla y Salmerón. Matilde se carteó desde Raquel Vázquez Ramil, La Institución, muy joven con la hija de Manuel Bartolomé Cossío, Natalia, y 171, 181, 199-227, 235-238 y 308-309.

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llegaron a ser buenas amigas. En 1923 se instaló en la Residencia de Señoritas y quedó escandalizada por la religiosidad de María de Maeztu y de las chicas que allí vivían, de las que dice que, salvando a un pequeño grupo, todas iban a misa. En carta a una de sus hermanas, de 31 de octubre de 1923, afirma, “Lo más desagradable que tiene la Resi es ese falso clericalismo que han metido aquí; quitando 5 chicas, todas las demás van a misa, comulgan, etc…, con la directora a la cabeza. ¡El Sr. Cossío se quedó asombrado cuando le conté que María de Maeztu iba a misa!”35. Tenemos constancia de otras mujeres de la Institución que también eran personas practicantes. De Maria Goyri, conferenciante y colaboradora habitual de la residencia, afirma Antonina Rodrigo que iba a misa a las seis de la mañana y nadie en la casa lo advertía, pues era absolutamente reservada en sus asuntos espirituales36. Incluso algunas de las mujeres más significadas políticamente en partidos de izquierda, como Victoria Kent, aunque no fueran quizá muy practicantes, reconocían de fondo su condición católica. Según Zenaida Gutiérrez Vega, Kent era creyente aunque no practicaba ninguna religión. Una vez declaró: “Yo soy católica, he nacido católica. No practico nada pero en definitiva creo en Dios”37. En 1939 le escribe Gabriela Mistral: “Usted cree sin saberlo, como todos los intuitivos”. Y diez años después escribía la misma interesada: “Hay muchas maneras de creer y una de ellas es la de dudar”. La religión de Kent —concluye Gutiérrez Vega— consistía en practicar la caridad, su ideal era servir al prójimo38, lo cual no deja de ser algo genuino y radicalmente cristiano. 35. David Ginard i Ferón, Matilde Landa: María Zambrano, filósofa, discípula de Ortega, fue otra destade la Institución Libre de Enseñanza a las cada mujer formada en los ideales de la institución. Recibió, sin prisiones franquistas (Barcelona: Flor del Viento, 2005), 25-26. embargo, educación religiosa y en algún momento de su adoles36. Antonina Rodrigo, Mujeres de España. cencia se planteó el problema vocacional. No pudo ser residente Las silenciadas (Barcelona: Plaza & de Fortuny por razones de salud, que la obligaron a permaneJanés, 1979), 32-53. cer en Segovia y estudiar la carrera por libre. Pero fue profesora 37. Rosa Montero, “Entrevista a Victoria Kent: El aborto me parece del Instituto-Escuela y dio clases en la Residencia de Señoritas a inmoral”, El País Semanal, Madrid, 23 final de los años veinte. Perteneció a la Federación Universitaria octubre 1977, 10. de Estudiantes (fue), de corte laicista, y durante la república se 38. Zenaida Gutiérrez Vega, Victoria Kent, 17. mantuvo muy activa políticamente, participando en varias inicia39. Juan Carlos Marset, María Zambrano, tivas de educación popular. Cercana en algún momento al partido 341; María Zambrano, Los intelectuales comunista, nunca militó en él. Después de la Guerra Civil, salió de en el drama de España y Escritos de la Guerra Civil (Madrid: Editorial Trotta, España. Volvió en noviembre de 1985. Desde hacía años se decla1998), 42-55; Cándida Martínez, 39 raba católica convencida . María José de la Pascua Reyna Pastor y Susanna Tavera, Mujeres en la HisEn la Biblioteca de la Residencia no existía demasiada capacidad toria de España. Enciclopedia biográfica de elección, pues los libros que debían leerse estaban más o menos (Barcelona: Planeta, 2008), 718-721

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decididos de antemano. Entre ellos cabe destacar las obras de Santa Teresa de Jesús. Según testimonio de Eulalia Lapresta, encargada de la biblioteca entre 1922 y 1928, la literatura ascética y mística de la santa abulense, junto con la de otros clásicos españoles como Tirso, Calderón, Lope de Vega, Cervantes, Concepción Arenal, Rosalía de Castro o Sor Juana Inés de la Cruz, eran los libros más consultados por las residentes40. Ya se tratara de lecturas libres u obligatorias, hay que concluir que, o bien eran ejemplos evidentes de literatura cristiana, o, desde luego, no contrarios a sus planteamientos esenciales. C onclusión De todo lo visto hasta ahora podemos concluir que el movimiento de acceso de la mujer a la educación superior fue apoyado por las dos Españas. Cada una supo ver en este proceso un valor potencial básico para conseguir sus objetivos: la transformación del país, la regeneración de una sociedad átona y en decadencia. Pero convertir la materia prima mujer en un instrumento capaz para aquella tarea requería acoger el material humano como se presentaba en la realidad: es decir, adaptarse al modo propio de ser y de actuar de las muchachas de entonces, incluido el plus de religiosidad que se les suponía y las carencias culturales e intelectuales que de verdad padecían. Por eso, con realismo, los medios que pusieron unos y otros, a través de las iniciativas residenciales, fueron muy similares. Y también estuvieron peor dotadas que otras parecidas, dirigidas a la formación universitaria del varón. La sociedad española del momento no hacían factible otro modo de proceder: se encontraba arraigada en una mentalidad tan sólida que solo lograría quebrarse muchos años después, a finales del siglo xx. Con independencia de estos apoyos, y aunque sirvieran de ayuda, el propio impulso de la mujer amplió de manera sustancial el espacio público femenino en los primeros treinta años del siglo xx. No fueron pocas las personalidades femeninas notables que, incluso sin estudios superiores, dejaron su huella en la vida social. Entre éstas se pueden citar muchos ejemplos. Carmen de Burgos fue una conocida periodista. Margarita Nelken ocupó un escaño parlamentario. Federica Montseny fue ministra de Sanidad durante la Segunda República. Hubo buenas escritoras y poetas (Concha Espina, María Lejárrega de Martínez Sierra, Emilia Pardo Bazán, Concha Méndez o Ernestina de Champourcin), pintoras como María Mallo, pedagogas como Concepción Sainz Otero, o damas tan cultas como Zenobia Camprubí, la esposa de Juan Ramón Jiménez. Todas ellas realizaron aportaciones de relieve en su entorno, a pesar de no haber cursado 40. Álvaro Ribagorda, El programa, estudios universitarios. 296-297.

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Entre las mujeres con educación superior, además de las ya citadas en el artículo, cabe destacar el grupo de muchachas que comenzó una carrera profesional en la investigación científica, con estancias en centros científicos europeos y norteamericanos. Desde 1930 hasta la Guerra Civil, treinta y seis mujeres trabajaron en el Instituto Nacional de Física y Química, de un total de ciento cincuenta investigadores. Este ritmo de incorporación a la esfera pública lleva a concluir que —sin la solución de continuidad que supuso la Guerra Civil— la presencia de la mujer española en la universidad y en la vida pública se hubiera desarrollado con mayor celeridad. En este sentido hay que recordar que hasta el curso académico que tuvo lugar de1977 a 1978 no se llegaría en España a los niveles de estudiantes universitarias que tenían ya los Estados Unidos en 1920: un 43%41. Solo a partir de los años setenta se aceleró, de verdad, el movimiento de acceso femenino a la universidad. Y en consecuencia, empezaron a desarrollarse también todos los fenómenos asociados: la incorporación de la mujer al mundo laboral, el desarrollo de 41. Barbara M. Salomon, In the company of carreras profesionales femeninas, los problemas de compatibilizar Educated Women. A History of Women and trabajo y familia y la legislación pertinente para que, hombre y Higher Education in America (New Haven: Yale University Press, 1985) 141. mujer, puedan hacerlo posible.

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Artículo recibido: 30 de abril de 2009; aprobado: 29 de agosto de 2009; modificado: 7 de septiembre de 2009.

La codificación televisiva del franquismo: de la historia del entretenimiento a la historia como entretenimiento

The regulation of television under Franco: from the history of entertainment to history as entertainment

Resumen

Abstract

Este estudio propone una interpretación cualita-

This article interprets television as a social and

tiva de la televisión como instancia colectiva. Se

political medium. On the one hand, it examines the

acerca, por un lado, a las características dominan-

principal ways that Franco’s government, during

tes en la gestión y uso social del medio durante

its final years in power (1968-1975), managed and

la última etapa del franquismo (1968-1975). Y, por

used it for social ends. And, on the other hand,

otra parte, analiza diversos aspectos presentes

it analyzes various ways in which contemporary

en la representación histórica televisiva española

Spanish television represents historical periods by

actual, interesada en evocar las claves que defi-

evoking key characteristics that defined its social

nieron esa implantación social. A partir de ahí, el

configuration. The article then analyzes a series of

artículo analiza una serie de similitudes entre las

similarities between the functions bestowed upon

funciones otorgadas a la televisión por la élite de

television by the Franquist power elite and the

poder franquista, y las estrategias de evocación

nostalgia-evoking strategies of some recent, made-

nostálgicas de algunos ejemplos recientes de

for-television programs of historical fiction.

ficción televisiva histórica.

José Carlos Rueda Laffond Carlota Coronado Ruiz

Palabras clave

Key Words

Entretenimiento, televisión, franquismo, ficción

Entertainment, television, Franco, historical fiction,

histórica, España.

Spain.

José Carlos Rueda Laffond es Doctor en Historia y en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, España, y profesor titular en la misma universidad, en el Departamento de Historia de la Comunicación Social. Es investigador en el ámbito de la historia social de la televisión en España durante el franquismo y en el del documental y la ficción histórica televisiva. Carlota Coronado Ruiz es Doctora en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, España, y profesora titular en el Departamento de Historia de la Comunicación Social de la misma universidad. Es autora de varios estudios sobre la historia del cine italiano y su público, la relación entre historia y cine e historia y televisión, así como sobre la imagen de la mujer italiana en noticiarios cinematográficos. Sus últimas publicaciones comunes son La mirada televisiva. Ficción y representación histórica (Madrid, Fragua, 2009), y con Raquel Sánchez García los siguientes artículos: “La historia televisada: una recapitulación sobre narrativas y estrategias historiográficas”, Comunicación y Sociedad 12 (2009): 177-202 y “La historia inmediata en la televisión española: la representación del terrorismo”, Iberoamérica Global 2: 1 (Feb. 2009): 50-70. j-c-rueda@ hotmail.com; carlotacoronado@gmail.com

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I ntroducción Hace algunos meses se publicó en Francia un estudio sobre las relaciones entre imagen e historia1. Como síntesis de su lectura, es posible subrayar una cierta idea de fondo: la de que las representaciones icónicas y las narrativas visuales han cruzado transversalmente el tiempo, actuando como espejos fieles y deformantes. Si dirigimos la atención a las últimas décadas, es obvio que la televisión constituye una instancia de primer orden como generadora de significaciones ligadas a la percepción selectiva del entorno y a la construcción discursiva de la realidad. Este trabajo dirige su atención hacia un cierto juego de reflejos, hasta cierto punto paradójicos, a partir de esta idea de la imagen televisiva como espejo histórico. Temáticamente enlaza con otras reflexiones sobre la historia del medio en España, interesadas por analizar las interrelaciones entre su diseño político y su gestión, la tipificación del mercado, las características de su producción de contenidos y las dinámicas de recepción2. Inicialmente se exploran algunas características básicas de la televisión, coincidiendo con los años finales de la dictadura de Franco (1965-1975). Partiremos de la consideración de un uso dominante, asociado a una modalidad singular de entretenimiento. Este aspecto será abordado desde un enfoque próximo al de la historia social del ocio, que lo ha entendido como práctica vinculada a determinados sistemas de codificación de valores y normas, pero que también estaría ligada a dinámicas económicas y socioculturales

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Ï Este trabajo fue desarrollado en le marco de los proyectos de investigación La mirada televisiva. Evocación histórica y representación de la cultura política en España, 1977-2007, financiado por la Comunidad Autónoma de Madrid y la Universidad Complutense (CCG08-UCM/HIS-4017), e Historia del entretenimiento en España durante el franquismo: Cultura, consumo y contenidos audiovisuales, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica de España (HAR2008-06076/ARTE). 1. Christian Delporte, Laurent Gervereau y Denis Maréchal, eds., Quelle est la place des images en Histoire? (Paris: Éditions Nouveau Monde, 2008). 2. Puede verse un estado de la cuestión actualizado sobre la historia de la televisión en España en Juan Francisco Gutiérrez Lozano, “Memoria televisiva e pubblico nella recerca storica sulla televisione”, Memoria e Ricerca 26 (2007): 83-95.


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más amplias3. Esta perspectiva se ha ejemplificado extensamente en el caso británico durante el siglo xix, en los estudios dedicados a las interacciones trazadas entre formas o modos de ocio colectivo y procesos de urbanización e industrialización4. Dicha cuestión puede situarse, además, en una bisectriz especialmente problemática: la del encuentro (y las tensiones) generadas entre cultura popular y cultura de masas, contemporaneidad, definición histórica de las industrias culturales y articulación de discursos de hegemonía social y política. En esta lógica, determinados aspectos —como el entretenimiento cinematográfico y sus modos de consumo en el primer tercio del siglo xx— han supuesto un punto de análisis especialmente fructífero5. El entretenimiento televisivo será abordado en este trabajo como un eje transversal, donde se implican claves culturales, pero también políticas o comerciales. El punto de partida es el de una apa3. Como propuesta de definición y abordaje metodológico puede recorrente paradoja: las intencionalidades históricas de una televisión de darse el estudio de Peter Burke, “The ocio —y no tanto de movilización o adoctrinamiento ideológico—, Invention of Leisure in Early Modern Europe”, Past & Present 146: 1 (1995): en el ámbito específico de un régimen autoritario como fue el fran136-150. quismo. Desde el inicio de las emisiones regulares, en 1956, éste 4. Como estudios clásicos sobre esa practicó un férreo dirigismo fiscalizador. En este sentido, estimarecuestión cabe recordar las obras de Peter Bailey, Leisure and Class in mos que la televisión se presentó como un instrumento controlado Victorian England (London: Routrigurosamente desde el poder, pero que, complementariamente, ledge, 1978), y Popular Culture and Performance in the Victorian City (Camoperó con unas tácticas de televisión comercial, que implicaban bridge: Cambridge University Press, despolitización y desmovilización de la esfera pública. 2003), o de George Stedman Jones, Workers at Play: A Social and Economic El referente del entretenimiento será planteado en la última History of Leisure, 1918-1939 (London: parte del trabajo desde otro plano complementario: el de su reflejo Routledge, 1986). en la representación histórica sobre el período franquista, a par5. Recordando de nuevo el caso británico, pueden citarse las monografías tir de una serie que viene emitiéndose desde septiembre de 2001 de Jeffrey Richards, The Age of Dream por el canal público nacional Televisión Española (tve): Cuéntame Palace: Cinema and Society in Britain, 1930-1939 (London: Routledge, 1984); cómo pasó. Esta realización constituye un paradigma en términos George Stedman Jones, The British de estándares de producción y ejercicio de retrospección televiLabour Movement and Film, 1918-1939 (London: Routledge, 1987); o de Alan siva, y supone un ejemplo notorio de cómo aunar las reglas de Burton, The People´s Cinema: Film and la ficción y la construcción mediática de la realidad histórica6. the Cooperative Movement (London: National Film Theatre, 1994). Cuéntame ha centrado sus tramas en el período que abarca desde 6. Cfr. con Lorena Gómez Puertas, la secuencia final de la dictadura al inicio de la reforma política “Antecedentes y estado actual de la hacia la democracia. Ha adoptado como clave narrativa las vicisiinvestigación sobre seriales televisivos”, Formats: Revista de Comunicació tudes de los miembros de una familia de clase media-baja. En este Audiovisual 4 (2005), en http://www. sentido, es un relato que pretende establecer una recreación y una upf.edu/materials/depeca/formats/ impresion/pdf_espanol/lgomez_ revisión histórica desde el presente. Este aspecto nos traslada al esp_ar_imp.pdf (fecha de consulta: campo específico de la televisión como generadora de narrativas 12 de enero de 2009).

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que proponen discursos de significación histórica7. Desde esta consideración, la serie es susceptible de una lectura en relación con una dialéctica asimétrica entre suprainformación y subinformación en la mediatización y el uso público de la historia8. La ficción histórica televisiva suele plantear claves de amplio reconocimiento, pero, complementariamente, también neutraliza o simplifica otros aspectos, en relación, por tanto, con la proyección de una cierta “amnesia colectiva” u “olvido organizado”9. Cabe comentar, finalmente, que entre los aspectos especialmente visibilizados en Cuéntame se localiza la propia televisión. Es decir, la serie puede ser interpretada como una crónica sobre el proceso de socialización del medio y su consumo colectivo durante el tardofranquismo. Ello nos propone un enfoque peculiar de observación, donde la televisión actúa, en cierto modo, como juez y parte, como autoridad de producción historiográfica y como instancia actoral. Nos encontramos, entonces, ante una muestra precisa de autoafir7. Este tema está siendo objeto de un mación histórica, dirigida a legitimar una imagen pública del creciente interés en los últimos años. Como trabajos de referencia pueden medio mediante la ejercitación ficcional y una praxis pedagógica y recordarse: Gary R. Edgerton y Peter selectiva sobre el pasado. C. Rollins, eds., Television Histories. 1. L a caracterización genérica de la televisión franquista El nacimiento oficial de la televisión se produjo en España en octubre de 1956, cuando se iniciaron las emisiones regulares de tve. Orgánicamente quedó adscrita a la Dirección General de Radiodifusión del Ministerio de Información y Turismo. Desde ese momento hemos de hablar de un modelo de titularidad y gestión caracterizado por un férreo dirigismo estatal, coherente con los criterios de fiscalización de la comunicación social establecidos en el esquema de la dictadura. Complementariamente se ha indicado que la televisión facilitó una cierta revisión del control político sobre el entramado mediático. Su impulso gubernamental, reflejado en la significativa expansión de sus equipos técnicos desde mediados de los años sesenta, se combinó con otras estrategias de liberalización epidérmica en sectores como la prensa privada, el cine o la actividad publicitaria. Con ello pudo justificarse desde el poder la existencia de un cierto aperturismo, al tiempo que la televisión se aseguró como un instrumento hegemónico, implicado en una “estrategia de sustitución (de control y producción de contenidos) por adaptación a una nueva tecnología”10. Todo ello cristalizó en una concepción sobre su explotación encuadrada en

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la opción monopolista, la rígida sujeción administrativa o las constantes tácticas de desinformación y censura de contenidos. Paralelamente la televisión se implicó en una nítida dinámica de expansión, construida mediante el crecimiento exponencial de espectadores. Fue tomando forma así un proceso de asimilación colectiva. Este fenómeno, no obstante, presentó claras diferencias socioterritoriales. El nivel 11. Por ejemplo, a la altura de 1969 de renta y la distribución geográfica se constituyeron en factores se estimó que su integración era efectiva en un 98% de los hogares determinantes que explicaban el grado de discriminación resde la población con mayor nivel de pecto a la posesión del receptor televisivo11. Esta dinámica ha de ingresos, mientras que se reducía a un 30% en el caso de los estratos relacionarse con una tendencia estructural de cambio socioecocon menor poder adquisitivo. Por nómico de amplio calado. Se ha apuntado que el proceso de su parte, las provincias con mayor densidad urbana (como Madrid, socialización televisiva se presentó como una variable de espeBarcelona o Guipúzcoa) ofrecían cial relevancia en el tránsito desde las carencias de la economía una media de posesión superior al 60%, mientras que ésta caía por autárquica de posguerra a la extensión del consumo privado, a debajo del 24% en el caso de las raíz del crecimiento económico definido a partir de 195912. En provincias agrarias de Extremadura o Castilla. Ministerio de Información este sentido, a lo largo de la siguiente década se fueron concrey Turismo, La audiencia de la televisión tando diversas tendencias, como los movimientos campo-ciudad, en España (Madrid: Ministerio de Información y Turismo, 1969), 5. los procesos de urbanización o el diseño de nuevos hábitos colec12. Cfr. con Javier Callejo, “Transformativos, constatados, por ejemplo, por la creciente secularización ciones del sistema televisivo español: de las costumbres. Y se asistirá, ante todo, a la sedimentación de una explicación estructural”, Comunicación y Sociedad 7 (2007): 199-202. unas relaciones de mercado basadas en la apertura al exterior, 13. Esta dinámica, desde un marco la combinación entre desarrollo industrial y del sector servicios, estructural, en Luis Enrique Alonso y la expansión de la renta media personal, o la sedimentación de Fernando Conde, Historia del consumo en España. Una aproximación a sus hábitos que, como la compra a plazos, se difundirán con rapidez orígenes y primer desarrollo (Madrid: entre las capas medias o en los sectores más favorecidos de las Debate, 1994). Los rasgos distintivos de la evolución económica y sus clases trabajadoras13. desajustes sociales han sido estudiaUn aspecto singular de la televisión en España es el referido a dos por Rafael Carballo, Crecimiento económico y crisis estructural en España, la fórmula de financiación adoptada, basada casi exclusivamente 1959-1980 (Madrid: Akal, 1981). En en los ingresos por publicidad. Ello representó un factor de primer cualquier caso, las contradicciones del desarrollismo ya fueron resaltaorden para entender el sentido pragmático asignado al medio desde das en su momento desde enfoques el Ministerio de Información y Turismo. Es significativo resaltar así críticos, como los de Alfonso Carlos Comín, “La cara oscura de la expanla diferente apreciación sobre la televisión de Gabriel Arias Salgado sión económica”, Cuadernos para el (ministro entre 1951 y 1962) y Manuel Fraga (1962-1969). Arias Diálogo 9 (1968): 8-14; Francisco Guijarro Arrizabalaga et al., Efectos sociaSalgado manejó una retórica sumamente restrictiva, basada en posles queridos y no queridos del desarrollo tulados reaccionarios y en el principio inapelable del control estatal español (Madrid: Fundación Foessa, 1968); o Manuel Román, Los límites del sobre el entramado mediático. La televisión apenas si fue objeto de crecimiento económico de España, 1957atención en sus escritos, en los que no se percibieron las posibilidades 1967 (Madrid: Ayuso, 1972).

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de su conversión en medio hegemónico14. Este enfoque se redefinió a lo largo de la década de los sesenta, al concretarse desde Información y Turismo una estrategia de ensalzamiento de la televisión como instrumento con importantes potencialidades en el campo de la información masiva o la pedagogía social15. Sin embargo, ello se tradujo en la práctica en una oferta de contenidos de esparcimiento, articulada mediante referentes básicamente apolíticos, que resultó económicamente viable gracias a la financiación comercial privada. Se estableció así, respecto a la gestión del medio, un modelo basado en la correspondencia entre el incremento constante de espectadores, la sedimentación de rutinas de la audiencia, las fórmulas de consumo generalista y la implantación de formatos y programas que otorgaban una forma renovada al ocio colectivo. El ritmo general descrito por el crecimiento del consumo se acompasó a la progresión de la facturación publicitaria. Su aportación pasó de poco más de treinta millones de pesetas en 1960 a casi tres mil novecientos millones en 1970, y a alrededor de seis mil millones, tres años más tarde16. De esta forma cristalizó una fórmula híbrida, regulada y fiscalizada por la titularidad estatal, pero que requería ineludiblemente de la participación publicitaria externa. 14. Véase, por ejemplo, Gabriel Arias Salgado, Textos de doctrina y política Dicha presencia facilitó el capital necesario para la extensión terriespañola de la información, volumen III. torial de la red y sus infraestructuras, abaratando el coste final de Antología ordenada (Madrid: Ministerio de Información y Turismo, 1960). la televisión ante los consumidores, al evitar otras fórmulas, como 15. Sobre esta cuestión es básico el la financiación vía impuestos o el canon por tenencia de receptor, estudio de Jesús García Jiménez, abiertamente inviables en la España de los sesenta. Radiotelevisión y política cultural en el franquismo (Madrid: CSIC, 1980). A pesar de que tve operaba en régimen de exclusividad y de que tan sólo contó con un canal hasta 1966, a lo largo de esta década 16. Presidencia del Gobierno. Subsecretaría de Planificación, Documentación se fueron practicando estudios de mercado cada vez más depurabásica del IV Plan de Desarrollo. Medios de dos para conocer con detalle las preferencias y los hábitos de la comunicación (Madrid, BOE, 1976), 71. audiencia17. Tales estimaciones resultaron esenciales para concre17. Cfr., como reflexión pionera, con Rafael Cuervo y Rafael Álvarez, tar el valor comercial del flujo televisivo. A la altura del verano de dirs., Audiencia, valoración de medios y 1966, Adolfo Suárez, entonces director de la Primera Cadena de tve, programación publicitaria (Madrid: sin editorial, 1965). subrayó este objetivo ante un grupo de profesionales publicitarios. 18. Instituto de Opinión Pública y Les informó que los espacios con menos éxito serían eliminados, de Televisión Española, El público opina acuerdo con las orientaciones marcadas por los estudios sobre presobre televisión. Dos encuestas para tve (Madrid: Imnasa, 1965). Las caracteferencias televisivas elaborados por el Instituto de Opinión Pública rísticas formales de la programación 18 (iop) . Asimismo afirmó su deseo por “perfeccionar (los espacios) en este momento pueden analizarse a partir de Dirección General de Radioya existentes”, e “introducir otros nuevos, de los que esperamos difusión y Televisión, rne-tve. Programucho, en horas de gran audiencia”, puesto que “una de las premación, 1965-66 (Madrid: Ministerio de Información y Turismo, 1966). ocupaciones de este año va a ser no sólo que aumente la audiencia, 19. IP, IX (1966): 31. sino que esta audiencia esté complacida”19.

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Entre el decenio de los sesenta y los primeros setenta, los programas de tve gozaron por lo general de un elevado grado de aceptación. Por ejemplo, según la encuesta practicada por el iop en Madrid en 1964, más de la mitad de los entrevistados opinó que la mayoría de espacios eran buenos, y alrededor de un tercio que eran regulares. La encuesta nacional sobre radio y televisión de 1966 reiteró dicha aceptación: más de la mitad de la audiencia valoró positivamente la programación, y tan sólo un 4% la consideró “mala o muy mala”20. Finalmente, un estudio dado a conocer parcialmente por el Ministerio de Información y Turismo en 1969 supuso la evidencia última en esta tendencia prospectiva, dirigida a desentrañar las modalidades de recepción preferencial para optimizar la inversión publicitaria21. 2. C laves en la gestión televisiva : entretenimiento y socialización masiva Más allá de la singularidad política española, cabe hablar de una estructura de programación adecuada a los patrones dominantes del mercado internacional22. Incluso podríamos indicar una serie de paralelis20. Instituto de Opinión Pública, Estudio mos interesantes entre la praxis televisiva de España y otros países de los medios de comunicación de masas europeos con rasgos ideológicos confrontados. Se ha señalado que en España. 3.ª parte. Análisis de audiencias (Madrid: Imnasa, 1965), 143; los aspectos distintivos que guiaron la asimilación de la televisión Televisión Española, Encuesta nacional en la urss estuvieron definidos por un rígido centralismo gubernadel Instituto de la Opinión Pública sobre radio y televisión (Madrid: Imnasa, tivo, tecnológico y cultural, pero subsidiariamente también, por la 1966), 63. proyección y recepción social de un moderno way of life, adaptado 21. Ministerio de Información y al contexto de la Guerra Fría23. También pueden apuntarse notables Turismo, La audiencia de la televisión en España (Madrid: Ministerio de coincidencias entre la orientación de la oferta televisiva espaInformación y Turismo, 1969). ñola y alemana oriental. Ambos servicios nacieron prácticamente 22. José Miguel Contreras y Manuel al mismo tiempo, y alrededor de 1968 pusieron en marcha sus Palacio, La programación de televisión (Madrid: Síntesis, 2001), 55. segundos canales. Estructuralmente, sus programaciones estaban 23. Kristin Roth-Ey, “Finding a Home compuestas por propuestas equiparables (espacios cinematográfor the Television in the ussr, 1950ficos y dramáticos, series de ficción, programas deportivos, etc.). 1970”, Slavic Review 66: 2 (2007): 278-306. Desde el punto de vista de la recepción de estos contenidos pare24. Markus Schubert y Hans-Jörg cen dominar unas experiencias de consumo guiadas por los usos Stiehler, “A Program Structure y las gratificaciones. Y desde un plano puramente doctrinal, en Analysis of East German Television”, Rüdiger Steimetz y Reinhold Viehoff, ambos casos cabe hablar de una reflexión desde la élite de poder, “The Program History of Genres of tendente a ensalzar una idea de entretenimiento entendido como Entertainment on gdr Television”, y Michael Meyen y Lite Nawratil, “The cemento social para el consenso colectivo24. Viewers: Television and Everyday A su vez, si observamos la distribución general de contenidos en in East Germany”. Los tres estudios en Historical Journal of Film, Radio and tve apreciaremos un claro desajuste en la tripleta ortodoxa conforTelevision 24: 3 (2004): 345-353, 317mada por la información de actualidad, los programas educativos, 325 y 355-363, respectivamente.

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formativos o divulgativos y la oferta de entretenimiento. Las propias estimaciones oficiales apuntaron esta tendencia. Desde la Subsecretaría de Planificación de la Presidencia del Gobierno se indicó, por ejemplo, que en 1969 los espacios informativos sumaron un 24,8% de los contenidos en el total de la emisión, mientras que los de tinte pedagógico cubrieron tan sólo un 13%. El porcentaje restante se distribuyó entre los formatos de ficción y los cinematográficos (19%), los programas deportivos y de variedades (8,6%), los musicales (6,8%), los dramáticos (6,2%) y los espacios infantiles y femeninos (6,2%)25. Ello debe valorarse también en relación con las experiencias de localización, reconocimiento y generación de rutinas por parte de la audiencia26. La oferta informativa se emplazó en franjas horarias rígidas y los de divulgación tendieron a repartirse coincidiendo con los momentos de menor consumo. Así, el programa tv escolar, del que 25. Presidencia del Gobierno. Subsecretaría de Planificación. Documentación se televisaron en 1969 casi cuatrocientas horas, se emitía en un básica del IV Plan de Desarrollo. Medios de bloque horario de mañana, desgajado del resto de la programacomunicación (Madrid: boe, 1976), 114. ción27. En cambio, los programas de entretenimiento se situaron 26. Cfr. con Salustiano del Campo, coincidiendo con los horarios de mayor concentración cuantita“La televisión como medio para la inversión del ocio”, en I Semana tiva de espectadores. En este sentido, el franquismo configuró, a lo Internacional de Estudios Superiores de largo de los años sesenta, la lógica del prime-time comercial28. Televisión, julio de 1966, ed. Dirección General de Radiodifusión y TeleviEste peso del entretenimiento no entró en colisión —más bien sión (Madrid: Servicio de Formación se complementó— con las pretensiones de la élite franquista para de tve-Ministerio de Información y Turismo, 1967), 45-64. que tve actuase como una herramienta eficaz en la proyección 27. Dirección General de Radiodifusión de una serie de asentimientos genéricos, coherentes con la legiy Dirección General de Enseñanza 29 timación funcional del régimen . Ello debe relacionarse con el Primaria, La televisión escolar en España, 1967-68 (Madrid: Ministerio de paulatino agotamiento de otras tácticas de encuadramiento pracInformación y Turismo, 1968). ticadas durante los años cuarenta o cincuenta por los sectores 28. Cfr. con Manuel Vázquez Monpolíticos más activos, como la Falange30; también con la definitiva talbán,. El libro gris de TVE (Madrid: Ediciones 99, 1973). institucionalización del franquismo, en consonancia con un dis29. Cfr. por ejemplo, con Victoriano Fercurso autoritario entendido como punto de encuentro para las nández Asís, Los medios audiovisuales en diversas facciones de cuadros técnicos y administrativos, como el desarrollo cultural (Madrid: Escuela Oficial de Radiotelevisión, 1968). los tecnócratas vinculados al Opus Dei; y finalmente con los pará30. Sobre esta cuestión, Carme Molimetros dominantes en la cultura política ciudadana, definidos nero, La captación de las masas. Política por la apatía, la adaptabilidad y el desinterés generalizado ante social y propaganda en el régimen franquista (Madrid: Cátedra, 2005). los asuntos políticos. De esta forma, podría afirmarse que el sesgo 31. Manuel Garrido Ferrando, “Ocio, popular adquirido por la televisión actuó como caja de resonanconsumo y desigualdad social”, en cia del conformismo de las clases medias o bajas de la estructura Política y sociedad. Estudios en homenaje a Francisco Murillo (Madrid: Centro de social31. Todo ello en un contexto —los primeros setenta— donde Estudios Constitucionales-cis, 1987), cabe hablar también de la emergencia de nuevos valores cívicos 759-776.

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entre los sectores cualificados de las clases medias urbanas, los más activos en términos de acceso a la lectura o al consumo de productos culturales, como la prensa de información política de tono más o menos crítico32. Paralelamente, la expansión televisiva se explicó desde el Ministerio de Información y Turismo como un indicador relevante derivado de la modernidad del desarrollismo, y su oferta de contenidos, como un complemento coherente con la socialización retórica de nociones vagas, como ciudadanía, autoridad, orden, bienestar o europeización. Estructuralmente la programación tendió a apoyarse en la complementación entre unas estrategias informativas cerradas, dominadas por la fiscalización y la censura sobre el ejercicio periodístico, y la proyección hegemónica de estos contenidos de evasión. Todos estos elementos derivaron en la caracterización de una fórmula específica de televisión familiar cívica33, ligada con esta oferta de amplio espectro y con la obsesión por neutralizar referencias políticas desafectas o cualquier deriva moral inadecuada según los patrones culturales oficiales. Ello se expresó en una categorización singular de lo popular-televisivo, encarnada en las misceláneas de variedades y música ligera, cuyas mejores expresiones serán los programas Galas del sábado e Hispanovisión, o los concursos Un millón para el mejor, Los hombres saben, los pueblos marchan, y, ya con posterioridad 1, 2, 3…responda otra vez (1972). En este último caso se propuso una eficaz simbiosis entre el concurso-competición, basado en los conocimientos de cultura general y la espectacularización. Superficialmente el programa se vinculaba con la función de la televisión como instancia divulgativa. Pero en la práctica se explotó como un recurso eminentemente comercial y como entorno ideal para la inserción del product placement a partir de una puesta en escena que realzaba la ambición y la fortuna. Las ofertas de ficción también se constituyeron en productos socialmente reconocibles. En ellas se integraron espacios de ascendente cinematográfico, dramáticos de base teatral y complementos de programación como los cortos de animación. La relación de series norteamericanas emitidas por tve en este período de incorporación de nuevas cohortes de espectadores es muy representativa en el proceso de interiorización colectiva de esquemas, géneros y recursos narrativos. Títulos como Bonanza (nbc, 1959-73), Los intocables (abc, 1959-64), El fugitivo 32. Francisco Sevillano Calero, Ecos de (abc, 1963-65), Misión Imposible (cbs, 1966-68), Ironside (nbc, 1967papel. La opinión pública de los españoles en la época de Franco (Madrid: 79), Centro Médico (cbs, 1969-71), Kung-Fu (abc, 1972-73), o las series Biblioteca Nueva, 2000), 199-203. alternadas en Estrenos tv (desde 1974) simbolizaron la proposición 33. Cfr. con Dirección General de Radiode significaciones vinculadas al ocio intrahogar y mantuvieron difusión y Televisión, Campaña de orientación cívica. tve y los espectadores una aceptación generalizada en los muestreos sobre preferencias de mañana (Madrid: Ministerio de espectatoriales. En otros casos, se realizaron experimentaciones Información y Turismo, 1971).

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orientadas a vincular las figuras más populares del mundo del espectáculo y la ficcionalización televisiva ensoñadora. Este fenómeno puede apreciarse en el caso de La casa de Los Martínez (emitido a partir de 1969). En cada entrega, un personaje de la vida real irrumpía en el hogar de una familia imaginaria, practicando una hibridación entre la televisión como espejo público y como espacio moral idealizado, en lógica con la categorización del grupo familiar urbano de extracción media como protagonista y consumidor televisivo paradigmático. 3. L a

memoria televisiva de la televisión franquista en

C uéntame

cómo pasó

3. 1. F icción histórica y evocación sentimental en el entorno mediterráneo Puede afirmarse que la ficción histórica televisiva tiende a emplazar sus tramas y referentes en términos de reconocimiento nítidos, que pueden operar con la espectacularidad, pero también con criterios de localización, simplificación y empatía, susceptibles de una lectura comprensiva por parte de un grueso de espectadores. A lo largo de los últimos años se han ido multiplicado este tipo de propuestas en los canales televisivos españoles, a partir de una serie de productos emplazados en diferentes escalas de localización histórica. Podemos recordar así desde series que han manejado estrategias de focalización privilegiando lo regional privativo —por ejemplo, las emitidas desde finales de los años noventa por cadenas autonómicas, como la catalana tv334—, hasta otras implicadas en la evocación de claves situadas en parámetros más amplios de la historia nacional española. Uno de los rasgos característicos de esta oferta ha sido el interés por centrarse en períodos temporales cercanos, definidos por la Guerra Civil y sus consecuencias traumáticas, o bien por el período de transición a la democracia. En este último caso, el lapso transcurrido entre los últimos años sesenta y los primeros ochenta supone un marco bien trabado, 34. Pueden recordarse en este sentido caracterizado por las dinámicas de cambio político, institucional, las series Nissaga de poder, emitida entre 1996 y 1998, Nissaga, l´herencia sociocultural o generacional. Desde ahí se ha establecido un ejer(1999-2000), Temps de silenci (2001cicio de narrativización, consistente en dramatizar estos aspectos, 2002) o Mirall trencat (2002). por ejemplo a partir de su personalización en determinadas figu35. Ambas figuras son evocadas en 20-N. Los últimos días de Franco (Antena 3, ras públicas reconocibles por la audiencia. En este sentido debe 2008), un telefilm centrado en las últiinterpretarse la reciente conversión de Francisco Franco o Juan mas semanas de vida del dictador. 35 Con posterioridad la figura de Juan Carlos I en personajes de ficción televisiva . Carlos I se ha representado en otras En otras ocasiones se ha operado con vivencias de personados producciones (23-F: el día más difícil del Rey y Una bala para el Rey), jes anónimos, con una pretensión igualmente clara: que tales emitidas en 2009 por tve1 y Antena 3 protagonistas encarnen un compendio de rasgos reconocibles, respectivamente.

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susceptibles de constituirse en claves testificadoras del pasado común y en reflejo del tiempo presente. Estos personajes anónimos asumen así marcas de protagonismo histórico colectivo. Desde los años ochenta se ha ido fraguando en España un discurso presentista legitimador del proceso de transición democrática. Es lo que diversos historiadores han definido como “el mito de la transición”36. Este discurso se ha apoyado sobremanera en una “historiografía mediática”, pivotada en torno al documental y a la ficción televisiva37. Es en estas coordenadas —que legitiman el proceso de cambio no rupturista desde el franquismo, o que resaltan el empuje determinado desde la modernización socioeconómica de los años sesenta— donde hay que situar la significación dominante que maneja el relato de Cuéntame. La serie ha obtenido a lo largo de sus diez temporadas unos buenos índices de audiencia. Inicialmente se basó en una fórmula transnacional de éxito, y se ha acabado por convertir en un producto exportado hacia entornos socioculturales inmediatos. Su idea matriz se localizó en la producción norteamericana The Wonder Years (abc, 1988-1993), y ha sido readaptada miméticamente en Italia (Raccontami, rai, 2006-2007) y Portugal (Conta-me como foi, rtp, 2007-2009). En estos ejercicios de transtextualidad se ha recurrido a unas estrategias equiparables de evocación ficcional, basada en la nostalgia sobre las vivencias cotidianas, las rutinas o la cultura material de las clases medias. Estaríamos así ante unas claves de emplazamiento histórico vagas, pero reconocibles por unas audiencias generalistas mediterráneas, entendidas como consumidoras paradigmáticas de realizaciones ajustadas a la ficción popular de producción propia38. 36. Santos Juliá, “En torno a los proEstos ejercicios de narrativización han aludido al alcance de la sociayectos de Transición y sus imprelización televisiva y a la relevancia histórica de su uso en el espacio vistos resultados”, en La Transición, treinta años después. De la dictadura doméstico. Desde este punto de vista cabe reseñar algunas similitua la instauración y consolidación de des estructurales entre España y Portugal. El inicio de sus emisiones la democracia, ed. Carme Molinero (Barcelona: Península, 2006), 59-80, y regulares arrancaron en 1956 y 1955, y sus segundos canales nacieFerrán Gallego, El mito de la transición. ron simultáneamente. Sin embargo, a pesar de su vinculación directa La crisis del franquismo y los orígenes de la democracia (1973-1977) (Barcelona: con regímenes de corte autoritario, sus modelos de gestión presenCrítica, 2008). taron diferencias interesantes. Tal y como se ha indicado, en el caso 37. Pere Ysàs, “Una nota sobre la crisi de tve nos encontramos ante una oferta suministrada, en régimen del franquisme i la transició a la democràcia”, Revista HMiC. 3 (2005): de exclusividad, por un operador gubernativo sin personalidad jurí101-109. dica propia. Este esquema es similar al de otro contexto dictatorial 38. María Joao Guerreiro, “I progammi coetáneo, como es Grecia, donde el canal ept dependía orgánicamente di storia nella tv portughese”, en 1º Rapporto de Recerca. Media e cultura del Gobierno, y su segundo canal (yened), de las fuerzas armadas. En comunitaria. Per una storia televisiva Portugal, en cambio, la rtp se organizó inicialmente como sociedad dell´Europa, eds. Luisa Cogognetti, Lorenza Servetti y Pierre Sorlin anónima, con capital estatal y de empresas radiofónicas públicas y (Bolonia: Assemblea Legislativa de la privadas, y su nacionalización no tuvo lugar hasta 1975. Regione Emilia-Romagna, 2009), 100.

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3. 2. La recreación de la televisión franquista desde la memoria televisiva 3. 2. 1. S ingularizando la irrupción histórica televisiva Cuéntame cómo pasó practica una labor memorística selectiva. Plantea una estrategia de evocación construida sobre la afectividad y la nostalgia, donde la evocación del medio se constituye en apelación positiva y en categoría sobredimensionada de localización histórica del tardofranquismo. La serie ha sido objeto de un prolongado interés académico por parte de historiadores y especialistas en el campo de la comunicación social. Se han estudiado distintos aspectos, como las tácticas de reconstrucción manejadas para configurar su ambientación del pasado39, el empleo de estrategias historiográficas40, sus estándares de guión o producción41, o las significaciones de aquel tiempo histórico en espectadores actuales de diferentes grupos de edad o extracción social42. A estos aspectos cabría sumar el ejercicio que desarrolla Cuéntame desde un enfoque autorreferencial, compuesto por citas selectivas sobre la naturaleza o las funciones sociales potenciales de la televisión. El receptor se constituye en un punto central de atención desde el primer episodio (“El retorno del fugitivo”, emitido el 13 de septiembre de 2001). En este arranque argumental se estableció una presentación de personajes y ambientes —el hogar de los Alcántara—, en el momento en que alcanzan el estatus simbólico de espectadores. A partir de ahí, el televisor se emplazará su espacio doméstico, como omnipresente punto de atención en la sala de estar y como herramienta que pauta el tiempo personal del grupo de protagonistas. Este protagonismo se subrayará aún más en una deriva documental que coincidió con las efemérides del cincuentenario de tve. En octubre de 2006 se emitió el episodio titulado “Había una vez...”. Su trama arrancaba de la seducción causada por los primeros televisores a color en 1974. Pero no fue más que un pretexto para proponer una reflexión de corte divulgativo, construida mediante testimonios de profesionales veteranos de tve. La tesis de fondo que subyacía en esta entrega era nítida: recalcaba, como principal indicador de la experiencia histórica televisiva, el valor de la nostalgia asociado al entretenimiento. Este aspecto se presentó, pues, como seña de identidad de la historia del medio en España, actuando

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39. Paloma Aguilar, “Presencia y ausencia de la guerra civil y el franquismo en la democracia española. Reflexiones en torno a la articulación y ruptura del pacto de silencio”, en Guerra Civil. Mito y memoria, eds. Julio Aróstegui y François Godicheau (Madrid: Marcial Pons, 2006), 245-293; Vicente SánchezBiosca, “La memoria impuesta: el consumo reciente de imágenes del franquismo”, en Cine de historia, cine de memoria. La representación y sus límites (Madrid: Cátedra, 2006), 65-85; Enrique Bordería, “Los medios audiovisuales y la Historia: memoria del franquismo y la transición en la serie Cuéntame cómo pasó”, Aula de Historia Social 15 (2005): 54-62. 40. José Carlos Rueda Laffond y Amparo Guerra Gómez, “Televisión y nostalgia. The Wonder Years y Cuéntame cómo pasó”, Revista Latina de Comunicación Social 64: (2009): 396-409, en http:// www.ull.es/publicaciones/latina/09/ art/32_831_55_Complutense/ Rueda_y_Guerra.html (25 de abril de 2009). 41. Marisol Farré, “Cuéntame cómo pasó, paso a paso”, en De Los Serrano a Cuéntame. Cómo se crean las series de televisión en España, eds. Miguel Ángel Huertas Floriano y Pedro Sangro Colón (Madrid: Arkadin Ediciones, 2007), 115-127; Mercedes Medina, ed., Series de televisión. El caso de Médico de familia, Cuéntame cómo pasó y Los Serrano (Madrid: Ediciones Internacionales Universitarias, 2008). 42. Juan Francisco Gutiérrez Lozano, La televisión en el recuerdo. La recepción de un mundo en blanco y negro en Andalucia (Málaga: Universidad y rtva, 2006), 440-445; Víctor Sanpedro y Alejandro Baer, “El recuerdo como olvido y el pasado extranjero. Padres e hijos ante la memoria histórica mediatizada”, Revista de Estudios de Juventud (2003): 93-108.


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como discurso en una estrategia de autolegitimación corporativa de la cadena pública. De este modo, se insistió en la cohesión establecida entre la oferta de tve y las prácticas de consumo, en la capacidad de la televisión como factor de modernización y en el afianzamiento de unas fórmulas de recepción emblemáticamente representadas por la familia Alcántara. La televisión llegará al hogar de los Alcántara en abril de 1968, doce años más tarde del nacimiento de tve, y con veinte de retraso frente a otros países como Italia. Este aspecto refleja un prolongado hiato entre la disponibilidad técnica y la institucionalización social del consumo, en lógica con las dificultades de la mayor parte de la población española para permitirse la compra de un televisor. Desde este punto de vista, la serie apunta la subsistencia histórica de una lógica aristocrática de consumo. Cuéntame destaca en su primer episodio este fenómeno de discriminación social en el acceso y tenencia del receptor. Así lo reconocerá el personaje femenino protagonista (Merche, interpretado por Ana Duato), cuando afirme ante su marido Antonio (Imanol Arias) que la televisión “es un lujo y nosotros nunca hemos tenido lujos”. Para poder adquirir aquel aparato había que trabajar duro, tal y como comentará también una de las vecinas al ver, con envidia, la enorme caja con un televisor marca Philips. Cuéntame evidencia la fractura histórica que supuso que las clases medias pudieran acceder paulatinamente a un objeto aún inalcanzable en el decenio de los cincuenta. Singulariza una dinámica que se traduce en la incorporación de nuevas cohortes sociales al habitus ligado a la posesión del receptor, entendido como práctica objetiva que encuadra en una clase social, y como manifestación simbólica de reafirmación dentro de un sistema de valores mucho más amplio, implicado estructuralmente en la edificación cualitativa de la cultura del consumo del desarrollismo franquista43. Los Alcántara encarnan así un cliente modelo y un episodio histórico que, de hecho, se prolongó a lo largo de la segunda mitad de los sesenta y a inicios de los setenta: la clase media urbana, implicada con una dinámica de progreso material que permite vivir mejor y gastar. Ejemplifican, en suma, la incorporación masiva de un nuevo sujeto histórico a la lógica de la sociedad de consumo capitalista. La televisión también es presentada como la resultante de un empeño grupal. Según Cuéntame, son Merche y los niños quienes realmente se implican en la adquisición de un receptor. “¿A ti no te emociona que tengamos televisión?”, le pregunta el personaje femenino a su marido. “Pues no, ¿por qué me tiene que emocionar?”, responderá él. Esta ilusión por el nuevo electrodoméstico también la tienen los miembros más jóvenes de la familia: su hijo pequeño, 43. Cfr. con Pierre Bourdieu, La distinCarlitos (Ricardo Gómez), apenas puede dormir, y se levantará para ción. Criterio y bases sociales del gusto ver junto a sus hermanos el nuevo bien adquirido. “Aquello me (Madrid: Taurus, 1988), 169 y ss.

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parecía magia —apuntará la voz en off de un Carlos ya adulto—, ya podría ir al colegio y hablar de los programas de la noche anterior. Ya podría seguir de cerca las aventuras de El fugitivo y podría ver el concurso de Eurovisión. ¡Ya no era un paria!”44. En este retrato televisivo se subraya la implicación de la mujer en las nuevas actitudes consuntivas. Es un indicador más de una socialización de valores y posibilidades que pasan por encima de las barreras de género o de la desigualdad jurídico-legal que aún sufre la mujer española. Paralelamente, para construir su argumentación, Cuéntame se hace eco del imaginario social que poblaba la publicidad sobre la televisión de un período anterior, los años cincuenta. La mayor parte de las familias que aparecen en anuncios de marcas como Marconi o Sylvania eran prototipos de las burguesías acomodadas. Además, la televisión no se presenta individualizada, sino junto con otros electrodomésticos, “como parte integrante de una abrumadora cadena de gadgets al servicio de la ama de casa más sofisticada”45. En otros casos, los anuncios incitarán al cabeza de familia (como Antonio Alcántara) a que ponga el dinero46. Sin embargo, no toda la familia Alcántara, como no toda la sociedad española de entonces, sentía esa ilusión idealizada ante la llegada de este nuevo adorno de salón. Para la abuela del grupo protagonista (Herminia, interpretada por María Galiana), la televisión “es un invento del diablo”. Este personaje representa un segmento renuente que rechaza lo nuevo por desconocido. La televisión para ella supondrá dejar de escuchar la radio o dejar de hablar en la mesa. Es decir, introduce pequeños cambios en la vida cotidiana, que pueden suponer toda una revolución para una persona mayor. Además, le parece mal gastarse tanto dinero en algo que ve como innecesario, y más aún si la adquisición del televisor exige la financiación a plazos, otro invento de la modernidad que no entiende, al ser un elemento externo a sus parámetros de comprensión, sólidamente vinculados con la cultura de la escasez del mundo rural de la posguerra. Sin embargo, este rechazo inicial finalmente se convertirá en entusiasmo. “No pienso ni mirarla”, afirmará de forma categórica antes de que pongan la antena. Minutos más tarde, apa44. Guión del capítulo “El regreso del recerá frente a la deslumbrante pantalla del televisor, seducida fugitivo” (Capítulo 1, temporada 1, emitido en TVE1 el 13 de septiembre por una publicidad —en este caso la de Philips—, que aúna rostros de 2001), escrito por Eduardo Ladrón populares del cine (Carmen Sevilla) con la exaltación familiar que de Guevara y Patrick Buckley. conlleva el rito de este nuevo consumo mediático. 45. Juan Carlos Ibáñez, “Televisión y cambio social en la España de los Otro tipo de reacciones frente a la irrupción televisiva son las años 50. Apuntes sobre el proceso inicialmente vinculadas a la posición crítica de sectores culturales de legitimación del medio televisivo en la dictadura de Franco”, Revista e institucionales como la iglesia católica. En este sentido, puede Secuencias 13 (2001): 52. recordarse un alegato del arzobispo de Barcelona de 1954, en el 46. Juan Carlos Ibáñez, “Televisión y que exhortaba a su feligresía a “hacer buena la televisión” frente a cambio”, 53.

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sus futuras “imágenes inmorales y perversoras”47. Sin embargo, en Cuéntame se sintetiza un cambio de actitud mucho más terrenal a partir de la transformación que sufre el personaje del párroco (Don Venancio, interpretado por Fernando Fernán Gómez). Éste pasará de denunciar el consumismo familiar a incorporarse como espectador fiel de la ficción estadounidense (en este caso, de la serie Los invasores). “La juventud ya no tiene ejemplos en el hogar —señalará este personaje en una homilía de advertencia—, y no tienen ejemplos porque sus padres están postrados ante el becerro de oro, obsesionados por acumular más y más bienes materiales: coches, neveras, lavadoras, televisores”48. Pero, poco después, preguntará por la evolución de la trama de la serie, ya que no ha podido ver uno de sus episodios por tener que atender sus obligaciones. 3. 2. 2. M odalidades de consumo preferencial desde la memoria televisiva Cuéntame cómo pasó establece una memoria dulcificada acerca de la institucionalización social del consumo televisivo y sobre su proyección en las clases medias. Opera con un estereotipo claro de espectador —urbano y con cierto poder adquisitivo—, invisibilizando otras formas históricas de recepción, como el consumo grupal en espacios públicos o las dificultades técnicas que lastraron la incorporación del medio en el contexto rural hasta bien entrados los años setenta. Paralelamente, establece una perspectiva de inserción social de la pequeña pantalla, explicándola en clave de adecuación perfecta a la cotidianeidad de la vida colectiva. En este sentido, la televisión lejos de crear conflictos, los resuelve y une a la familia, en coherencia con otros ideales integracionistas tradicionales manejados en otros escenarios internacionales durante las décadas centrales del siglo xx49. “Antes de que tuviéramos televisión, todavía se hablaba en la mesa”, afirmará al comienzo del primer episodio la voz en off de Carlos, la instancia que sirve como punto de vista desde el tiempo presente. Esta apelación alude, lógicamente, a uno de los efectos generalizables 47. La Vanguardia, Barcelona, 7 de enero, 1954. Ya con una actitud más vinculados a la recepción televisiva: su repercusión en la comunicondescendiente puede recordarse cación interpersonal. Sin embargo, este tipo de efectos negativos José María Riocerezo, “La radio y la televisión al servicio del bien”, no se hacen patentes en la serie. Estos extremos únicamente se Anuario Jurídico Escurialense 2 (1961): sugieren a partir de las actitudes de rechazo inicial comentadas, 643-657. definidas desde valores tradicionales. A partir de ahí, el sentido 48. El entrecomillado corresponde al guión del capítulo titulado “Las de modernidad que plantea el relato televisivo es que el medio invasoras”, emitido el 4 de octubre refuerza los vínculos afectivos y repercute positivamente a la de 2001. hora de paliar carencias, como la soledad de los más mayores. Por 49. Cfr. con Lynn Spigel, Make Room for tv: Television and the Family Ideal in ello, Cuéntame sugiere no una alteración de las relaciones sociaPostwar America (Chicago: University les, sino que se produce un cambio estratégico en el centro de Press, 1992), 11-35.

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gravedad del espacio común de esta familia moderna, traducido en migración desde la mesa del comedor al sofá delante del televisor. Este sesgo positivo de la televisión se refuerza gracias a los argumentos testimoniales recogidos a lo largo del episodio documental “Había una vez...”. En palabras de Manuel Fraga, la televisión en la España de finales de los sesenta se definió por ser “uno de los principales factores de cambio social. Ha sido un instrumento de cultura, de cambio de la vida familiar”50. En esta lógica, determinadas series de evasión entraron a formar parte de la rutina de todos los días. Ello se tradujo en que los niños ya no jugarán a ser héroes del cómic que exaltan valores épicos nacionales, como el Capitán Trueno o el Jabato, sino personajes de resonancia mucho más cosmopolita, como El Santo, o con una vinculación expresa con el marco estereotipado del western comercial, como los personajes de la serie Bonanza. De esta última, señalará el creador y guionista de la serie, Eduardo Ladrón de Guevara, “recuerdo que los niños pequeños jugaban a eso. Había cromos de Bonanza y El fugitivo. Eran un referente”51. Igualmente, tal y como recuerda el periodista Tico Medina, en este capítulo especial de Cuéntame “la música de las series se hacía inmediatamente popular. Formaba parte de la vida cotidiana, del sonido de cada día”52. Estos testimonios vinculan la categoría de lo memorístico personal con la legitimidad que otorga la experiencia profesional y el 50. “Había una vez…”: episodio 123, testimonio en primera persona desde el formato documental. Ello octava temporada. Escrito por 53 refuerza la operación de recuerdo nostálgico de Cuéntame . Y, al Eduardo Ladrón de Guevara y dirigido por Sergio Cabrera. Emitido el mismo tiempo, esta mirada documental sobre el medio se enlaza 12 de octubre de 2006 en TVE1. con coherencia con la narrativa de la ficción. Así, por ejemplo, 51. “Había una vez…”: episodio 123, esta influencia de las series estadounidenses de esparcimiento se octava temporada. Escrito por Eduardo Ladrón de Guevara y diriaprecia en el sistema de actitudes y valores de algunos personajes: gido por Sergio Cabrera. Emitido el Carlitos, intercambiará cromos con sus amigos, jugará a héroes y 12 de octubre de 2006 en TVE1. villanos televisivos o soñará que es un protagonista más en Bonanza. 52. “Había una vez…”: episodio 123, octava temporada. Escrito por En este sentido, la evocación histórica selectiva enfatiza toda una Eduardo Ladrón de Guevara y diriserie de ensoñaciones que son definidas como matriz para este gido por Sergio Cabrera. Emitido el 12 de octubre de 2006 en TVE1. reconocimiento afectivo por parte del espectador. Ello refuerza 53. Cfr. con Erin Bell y Ann Gray, la significación histórica dominante que se quiere trasladar de la “History on Television. Charisma, televisión, que tal y como remarcará Tico Medina, permitía “soñar Narrative and Knowledge”, European Journal of Cultural Studies 10: 1 (2007): con los ojos abiertos”, o que, como indica el también periodista 113-133. Miguel de la Quadra-Salcedo, posibilitaba viajar como en “una 54. “Había una vez…”: episodio 123, alfombra mágica, que te llevaba de un lugar a otro”54. octava temporada. Escrito por Eduardo Ladrón de Guevara y diriEn algunas reflexiones planteadas sobre el medio durante los gido por Sergio Cabrera. Emitido el años cincuenta se resaltó que el público no sólo podía soñar con 12 de octubre de 2006 en TVE1.

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mundos mejores, sino que podía viajar virtualmente a otros países, y conocer así nuevas realidades presumiblemente objetivas. Cuéntame actualiza esta función idealizada de la televisión del pasado como generadora de sueños y como productora de realidades lejanas, que los tubos catódicos acercan a todos los hogares. En coherencia con ello, Eduardo Ladrón de Guevara destacará, en el episodio que estamos comentando, que esta pantalla abierta al mundo proponía, específicamente en la España de los últimos años sesenta, “[…] la imagen de un mundo desconocido aquí: grandes coches, casas con jardín. Todos deseábamos un poco ser El Fugitivo y vivir aquellas aventuras que en este país no se daban en absoluto, porque en este país se había instalado el gris como única perspectiva”55. Desde esta lógica, y ya desde la misma cabecera de la serie, se destacará este sentido universal del medio al incluirse, por ejemplo, imágenes de la retransmisión de la llegada del hombre a la Luna. Esta referencia es una cita de evento mediático de gran alcance. Y no únicamente expresa el paradigma de la ensoñación del viaje televisivo, sino esencialmente la capacidad de éste para establecer una sensación de asistir a la “historia en directo”56. La visión que ofrece Cuéntame sobre el papel de la televisión franquista resulta bastante dulcificada. La serie tiende a obviar aspectos como son las prácticas de control ejercidas por las autoridades políticas. Puede considerarse, por tanto, que el relato Cuéntame remarca la ruptura que suponen las nuevas formas de ocio colectivo, pero deja de lado una valoración sobre el papel histórico de la televisión como factor de desmovilización y aquiescencia ante el régimen de Franco. El discurso inaugural de Arias Salgado, al iniciarse la primera emisión en octubre de 1956, identificó a la televisión con los valores referenciales más reaccionarios del sistema simbólico franquista (la Guerra Civil como Cruzada, el recuerdo a la creación de Falange, la ortodoxia católica, etc.). Los primeros programas fueron una misa y varios números del noticiario oficial cinematográfico (No-Do). Pero tras ello se retransmitió una actuación folclórica y espectáculos de música y variedades. Estas primeras horas de emisión resultan significativas. Se esta55. “Había una vez…”: episodio 123, blece un marco previo de valores políticos referenciales, pero se octava temporada. Escrito por Eduardo Ladrón de Guevara y diriensayan ya los primeros pasos de una programación que estará gido por Sergio Cabrera. Emitido el dominada por una apuesta decidida por el entretenimiento, en una 12 de octubre de 2006 en TVE1. lógica que no hará sino amplificarse en los años siguientes. 56. Cfr. con Daniel Dayan y Elihu Katz, La historia en directo. La retransmiEsta orientación hegemónica tiene su adecuado reflejo en sión televisiva de los acontecimientos Cuéntame. La panoplia selectiva de contenidos consumidos por (Barcelona: Gustavo Gili, 1995), o con Milly Buonanno, L´età della televisione. los Alcántara responde miméticamente a los patrones genéricos Esperienze e teorie (Roma: Laterza, de preferencias establecidas en las encuestas de opinión de los 2006), 48-69.

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años sesenta. El sentido dominante de este catálogo de productos ya se ha destacado anteriormente. Y pueden ser valorados desde un doble punto de vista: como emblemas evasivos que responden a fórmulas de entretenimiento internacional, y al tiempo, como piezas implicadas en un ejercicio de desmovilización y despolitización en el marco del desarrollismo franquista. Las primeras imágenes que ve la familia Alcántara en su televisor corresponden a Conozca Vd. España, un programa de divulgación cultural sobre el patrimonio arquitectónico español. Este espacio se programó en lógica con las pretensiones divulgativas de tve como difusora de la cultura española. Sin embargo, quien presentaba este primer programa visto por los Alcántara era un popular torero de la época, Manuel Benítez El Cordobés. Ello subraya una conexión explícita con todo un imaginario tópico, vinculado a la construcción mental de valores nacionales inclusivos, referenciados gracias a los toros, la religiosidad o el folclore andaluz57. Esta visión de España y lo nacional-español se combinó en tve, sin disonancias aparentes, con otros contenidos de rango internacional. De este modo se edificó un flujo construido por la ficción dramatizada, la música ligera, las variedades o los concursos. Estos últimos generaron, además, sólidos mecanismos de fidelización entre los espectadores, evidenciando la eficacia creciente de la espectacularización audiovisual. Este fenómeno se implicó, a un tiempo como reacción y acicate, con la extensión de la cultura del consumo, y también con este sesgo dominante, y colectivamente adormecedor, adquirido por la televisión franquista como instrumento informativo rígidamente fiscalizado y como instancia hegemónica en los dispositivos de control social de la dictadura. Este tipo de programas de esparcimiento obtuvo unas audiencias que podían llegar a rondar los dieciocho o veinte millones de espectadores (es decir, en torno a un 60 ó 65% del total de la población). Asimismo constataron el alcance cualitativo de unos usos que sacralizaban al hogar como centro de ocio para niños y mayores. En Cuéntame, sin embargo, esta tendencia no se manifiesta con tal contundencia. Los niños, por ejemplo, en vez de estar cada tarde delante del televisor, se divierten en la calle con juegos como las chapas o las canicas. El medio, pues, parece no distorsionar sus costumbres grupales ni sus redes relacionales. Es más, es beneficioso, porque crea solidaridad y cohesión de grupo. La serie insiste reiteradamente en estos efectos positivos de la instancia televisiva y destaca su papel como agente educador y difusor de cultura. En el capítulo dedicado a la efemérides del cincuentenario de tve se hará referencia así a programas 57. Josep Lluís Gómez Mompart, “Ecode calidad, como Estudio 1, que permitían “la posibilidad de ver sistema comunicativo franquista y construcción simbólica y mental de grandes textos teatrales con grandes actores”, tal y como recorEspaña”, en La comunicación social, dará Imanol Arias, o a la programación infantil de aquellos años. 597-608.

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A su vez, su supuesta importancia para acabar con las diferencias entre campo y ciudad se subrayarán a través de las entrevistas a antiguos profesionales del medio, como Juan Luis Cebrián, que recordará la labor proselitista desplegada desde Información y Turismo en el impulso a los teleclubs, surgidos inicialmente como centros cívicos para que el campesino accediera a la televisión58. Cuéntame es un buen ejemplo de la capacidad revisionista de la televisión, como instancia historiográfica y de memoria sobre sí misma. El leitmotiv de su mirada se fundamenta en la importancia comunitaria de la pequeña pantalla y en su implicación en las rutinas históricas de los espectadores. Pero los contenidos televisivos, además de incidir en el cambio de hábitos, pautar el entretenimiento y actuar como referente informativo, se apoyan en una serie de dispositivos expresivos sobre la realidad social y política. La televisión —de ayer y de hoy— codifica el entorno y organiza y construye un discurso susceptible de una interiorización subjetiva. En relación con estos aspectos, Cuéntame cómo pasó define su selectiva histórica y elude temas relacionados con los mecanismos de control de y en la televisión franquista, o respecto a la imagen pública que el régimen pretendía proyectar de sí mismo, así como en lo referido a la significación de ese universo de valores difundidos desde su programación. En un contexto como el de los años sesenta, en el que las familias urbanas españolas de clase media se incorporaron a la compra a plazos de su primer televisor, de la nevera o del automóvil Seiscientos, la televisión se definió como un escaparate para cientos de productos que los spots convertirán en inaplazables para la vida cotidiana. En este sentido, la publicidad, además de constituirse en un recurso estructural para la viabilidad televisiva, condicionó unas prácticas sociales emergentes que, según el propio discurso comercial de la época, permitían verlo todo color de rosa. Este mismo color es el que domina en el relato memorístico de Cuéntame. Tal y como se viene insistiendo a lo largo de este trabajo, en su 58. Cebrián subraya, en este sentido, enfoque se resalta un escenario de pasado idealizado, cuyos ribetes que “se regalaba un televisor a cada pueblo, que lo ponían en las más negros —por ejemplo, la obsesión censora en la propia televiparroquias o en el Ayuntamiento. Y sión— son abordados desde un punto de vista irónico. Se establece entonces todo el pueblo iba a ver la televisión. Los niños, en las aulas, así una lectura presentista, eminentemente sentimental del medio siguen los programas de la telescuela, y de su consumo, que queda sintetizada de forma emblemática en cientos de personas aprenden idiomas. Los teleclubs, como ejemplos de la reflexión del personaje de Carlos, ya adulto: unidades de convivencia, crecen y se multiplican por todas las provincias”. Esta consideración figura en el capítulo “Había una vez…”: episodio 123, octava temporada. Escrito por Eduardo Ladrón de Guevara y dirigido por Sergio Cabrera. Emitido el 12 de octubre de 2006 en TVE1.

“Desde que la televisión entró en mi casa, una ventana al mundo se abrió en nuestro salón, una ventana a la que todos los días nos asomábamos para vivir en primera persona los momentos buenos y malos que han marcado nuestra vida y nuestra historia. Y es que la televisión, desde que vio la luz

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hace ahora cincuenta años, ha llenado de imágenes y sonidos nuestros recuerdos y ya para siempre ha pasado a formar parte de nuestras vidas”59.

C onclusiones : historia y prácticas de codificación de la televisión franquista Cuéntame cómo pasó actualiza la representación de la televisión franquista y de sus hábitos de consumo más emblemáticos, en los que el entretenimiento se constituyó en referente esencial. Dibuja, desde la ficción histórica, un papel del medio entendido como punto de encuentro familiar de las clases medias urbanas. A lo largo de la serie su introspección memorística apuntará la función de la televisión como ventana abierta al mundo, pero también como herramienta implementada en las redes de solidaridad y afectividad interpersonales. Complementariamente, la televisión se evocará en correspondencia con una constelación de bienes asociados al progreso material —el coche, los electrodomésticos, las vacaciones en la playa—, desde unas coordenadas discursivas donde el televidente queda definido, ante todo, como sujeto histórico consumidor. Estamos, pues, ante un ejemplo de memoria televisiva que reduce e idealiza un proceso complejo y que obvia otras facetas del uso político y social de la televisión —por ejemplo, las modalidades históricas de su recepción agraria—. No obstante, el punto de vista adoptado por Cuéntame recoge aspectos 59. Recogido del guión del episodio establecidos en otras estrategias de representación cinematográfica “Había una vez”. 60 anteriores , y en particular de Historias de la televisión, film realizado 60. Valeria Camporesi, “Imágenes de la en 1967 por José Luis Sáenz de Heredia, un director muy próximo a televisión en el cine español de los sesenta: fragmentos de una historia la cultura política franquista. Esta película presentaba una estrucde la representación”, Archivos de la tura argumental integrada por breves historias protagonizadas Filmoteca 32 (1999): 149-162. Entre estos filmes cabría recordar El pobre por personajes de clase media, caracterizados como consumidores García (1961), Atraco a las tres (1962), mediáticos. En su conclusión se ensalzaba el éxito individualista Se necesita chica (1964), La nueva Cenicienta (1964), Historias de la televisión de dos jóvenes que triunfaban en un concurso musical televisivo. (1967), No contéis con los dedos (1967), Historias de la televisión amplificaba —al igual que Cuéntame— toda una o Un, dos tres... al escondite inglés (1969). serie de mutaciones generacionales y socioculturales como emble61. Cfr. con Tatiana Pavlovic “Television (Hi)stories: “Un escaparate en mas de los años sesenta. En su primera secuencia apuntó como el cada hogar”, Journal of Spanish Cultupaisaje de las ciudades españolas se fue poblando de antenas, lo cual ral Studies 8: 1 (2007): 17-18. constituía una vívida alegoría de la modernidad urbana, una moder62. El capítulo fue emitido en 1974, pero como el propio Ibáñez Serrador nidad donde cabía de modo resaltado la imagen hegemónica de la señala en la reposición televisiva televisión como referente comercial y ensoñador, algo que se está veintiséis años más tarde, es prácticamente inédito: en su día, para vertebrando gracias a la sedimentación de las audiencias populares evitar que molestara a alguien, se 61 y a un consumismo compatible con el franquismo desarrollista . emitió muy tarde, por lo que apenas nadie lo vio. Historias para no dormir. El prólogo de Historias de la televisión, con esos tejados poblados Episodio “El televisor”, emitido el 5 62 de antenas, se repite en la apertura del episodio “El televisor” , de julio de 1974.

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de la serie de ficción Historias para no dormir, escrito y dirigido por Narciso Ibáñez Serrador. Sin embargo, el realizador le da la vuelta al significado más obvio: la maraña de antenas que surgen como hongos sobre los bloques de pisos-colmena del desarrollismo son un verdadero atentado estético. Dentro de este deshumanizado ambiente vive Enrique, un hombre gris, un buen padre, una buen trabajador que se pasa el día saltando del autobús a los libros de cuentas sin descanso. Y todo para dar lo mejor a su familia: papel pintado en las paredes, colegio de pago a los niños, lavadora automática a su mujer y, sobre todo, la televisión en color: “[…] lo único que nos falta para que lo tengamos todo”, afirmará ilusionado el protagonista de este terrorífico cuento. Sin embargo, cuando la televisión llega a su salón, su vida social desaparece, deja de ir al trabajo, deja de ser un padre ideal, deja de tener vida fuera de las cuatro paredes de su salón. Esta situación le conduce a la paranoia: no distingue entre la realidad y la realidad mediatizada y se cree protagonista de todo cuanto ocurre en la pequeña pantalla, donde sólo “hay una catarata de violencia: todo está ahí, el horror, la mentira, la sangre, la violencia. Sólo se habla de raptos, de asesinatos, de linchamientos”63. De este modo, la televisión tardofranquista es capaz de mostrar también los propios excesos del medio, su peligro y sus efectos más nocivos para un prototipo de espectador urbano de clase media. “Ya no sé pensar —afirmará Enrique, desde su estado de dependencia televisiva—: es ella la que piensa por mí”. Resulta muy ilustrativo que un profesional como Ibáñez Serrador, que revolucionó las técnicas de realización y fue una pieza clave en la historia de tve, lance desde esta misma cadena un ataque tan desgarrador contra el medio. Estamos, por tanto, ante una mirada contemporánea estremecedora sobre una televisión que se observa en el espejo, muy alejada de la visión que ofrece la memoria televisiva desde el espejismo nostálgico de 63. El entrecomillado, del guión del Cuéntame cómo pasó. episodio comentado en el texto.

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Giovanni Levi (Milán, 1939) es un destacado historiador; precursor, junto con Eduardo Grendi y Carlo Ginzburg de la denominada Microhistoria Italiana, escuela que ha influenciado notablemente las ciencias sociales en las últimas décadas. Ha sido profesor de Historia Moderna e Historia Económica en las universidades de Torino-Turín, de Viterbo y actualmente es profesor de Historia Moderna en la Universidad Ca’Foscari de Venecia. Adicionalmente, se desempeña como codirector de investigaciones en el programa de Doctorado en Estudios sobre Europa, el Mundo Mediterráneo y su Extensión Atlántica en la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, España. Ha dirigido la colección Microstorie, Einaudi, Turin y Quaderni Storici en compañía de Carlo Ginzburg. Levi es reconocido mundialmente por su amplia y variada producción historiográfica sobre la familia, la demografía, la agricultura, las relaciones sociales y políticas entre los siglos xvii y xviii. Entre sus principales investigaciones se encuentran sus libros La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo xvii (1985), Centro y periferia de un Estado absoluto (1985) y más de cincuenta artículos, entre los que sobresalen: Terre e strutture familiari in una comunita piamontese del ’700 (1976), Innovacione tecnica e resistenza contadina: il mais nel Piamonte del ’600 (1979), Un problema di scala (1981) y Sobre microhistoria (1990).

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Santiago Muñoz Arbelaez Historiador y estudiante de la Maestría en Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Coordinador de posgrados del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. smunozar@gmail.com

María Cristina Pérez Pérez Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. mc.perez158@uniandes.edu.co


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Perspectivas historiográficas: entrevista con el profesor Giovanni Levi

En el marco de la visita del profesor Giovanni Levi el 13 de noviembre de 2009 al Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, se llevó a cabo una entrevista que tuvo como propósito tratar algunos de los debates historiográficos y de las ciencias sociales en la actualidad. Teniendo en cuenta las numerosas referencias bibliográficas que menciona y con el propósito de facilitar la lectura, los textos se han citado en pie de página y en algunos casos se han presentado los autores. 1. Una de las preocupaciones que ha tenido un impacto en el desarrollo de la historiografía con-

temporánea es la denominada historia desde abajo. ¿Nos podría contar cómo surgieron las primeras aproximaciones a esta problemática en la historiografía?

¿Cuál diría usted que es la influencia del (Marx, Gramsci, Benjamin, E.P. Thompson) en estas preocupaciones? Yo no estoy de acuerdo con la idea de que hacemos historia desde abajo. Por ejemplo, en la colección Microhistoria, en la que editamos cerca de veinte libros, hay un libro de Carlo Ginzburg sobre Piero della Francesca1. Éste no es un estudio de historia desde abajo. La idea de la historia desde abajo es una idea un poco populista. Nuestro propósito no es pensar desde abajo o desde arriba, sino hacer la historia de los hombres, de la sociedad, de la totalidad. Jamás decimos que los pobres son más interesantes que los ricos o que los ignorantes son más interesantes que los cultos. Todos son interesantes y por ello se debe estudiar la totalidad, las interacciones entre los distintos grupos sociales. Así, prefiero no hablar de historia de abajo, porque hay un riesgo con este tipo de acercamiento hacia la historia y el quehacer del historiador. Pienso que el autor más influyente en estos estudios ha sido el historiador británico E.P. Thompson. Esto tiene una explicación clara: entre 1950 y 1965 todos los historiadores italianos, ya fueran de izquierda o de derecha, estudiamos a Gramsci y trabajamos sobre sus distintas propuestas de análisis social2. Pero Thompson llamó nuestra atención sobre un aspecto que hasta el momento no era tan reconocido: la relevancia de las dimensiones simbólicas de los comportamientos sociales. Thompson ha estudiado las significaciones asociadas con los comportamientos sociales, los conflictos religiosos en el movimiento obrero inglés, las simbologías de los cazadores, la significación del tiempo y la eco1. Carlo Ginzburg, Pesquisa sobre Piero: nomía moral de la multitud3. Al hacerlo, ha resaltado dimensiones El bautismo, El ciclo de Arezzo, La flagede la historia novedosas y que aún tienen mucho que aportarle lación de Urbino (Barcelona: Muchnik Editores, 1984). a la historiografía. Desde esta perspectiva, Thompson plantea 2. Antonio Gramsci, Cuadernos de la que no sólo es importante la historia de los reyes y los grandes cárcel (México: Ediciones Era, 1981). personajes, sino que también es importante hacer la historia del 3. E. P. Thompson, Customs in Common: conjunto de la sociedad. En este sentido Benjamin es importante, Studies in Traditional Popular Culture pues nos ha recordado que el historicismo cuenta la historia de (New York: W.W. Norton, 1990). marxismo

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los que vencieron y olvida la de los derrotados4. Esta perspectiva plantea retos interesantes para el oficio del historiador. Así, por ejemplo, cuando Benjamin aborda la historia del barroco, no hace la historia de las grandes obras y de los grandes autores. Para Benjamín el barroco es una mentalidad, y por esto se propone hacer una historia social del barroco5. Superar y complejizar estos problemas es una parte importante del trabajo del historiador. 2. En la actualidad la escuela de estudios subalternos de India ha tenido una gran acogida en En esta dirección, Gayatri Chakravorty Spivak se ha preguntado desde la filosofía deconstructivista si el subalterno puede hablar, marcando una ruptura con los estudios centrados en la historia social. 4. Véase la traducción de Bolívar ¿Cómo ve usted este debate? Echeverría disponible en Internet: Sin duda, en India se ha dado un gran viraje en la manera de Walter Benjamin, “Sobre el concepto de Historia” (México: Ediciones abordar los estudios históricos. Antes, por ejemplo, la revista Contrahistorias, 2005), disponible Subaltern Studies publicaba fundamentalmente estudios de historia en: http://www.bolivare.unam.mx/ traducciones/indice_tesis.html social6. No obstante, desde el sexto número, cuando se publicó el 5. Walter Benjamin, El origen del drama artículo de Spivak, la revista se hizo culturalista y dejó su enfoque barroco alemán, trad. José Muñoz de historia social7. Yo, por mi parte, considero que hago historia Millanes (Madrid: Taurus, 1990). social y creo que las personas son más importantes que las ideas. 6. Véase: Ranajit Guha, ed., Subaltern Studies: Writings on South Asian History En lugar de estudiar las ideas por sí mismas, creo que es necesario and Society i-vi (New Delhi: Oxford estudiar la relación entre las personas y las ideas. Todos los estuUniversity Press India, 1982-1989). Algunos artículos relevantes han dios culturalistas, por el contrario, trabajan al final sobre símbolos sido compilados en Ranajit Guha y e imágenes, que si bien son importantes, no deben ser vistos aislaGayatri Chakravorty Spivak, eds., Selected Subaltern Studies (New York dos de su contexto. Es decir, es necesario estudiar los símbolos, los & Oxford: Oxford University Press, significados y las imágenes en relación con las prácticas y acciones 1988); Ranajit Guha, ed., A Subaltern Studies Reader, 1986-1995 (Minneapolis: sociales, y no sólo discutir acerca de ellos como si no tuvieran relaUniversity of Minnesota Press, 1997). ción con las estructuras sociales. la manera de aproximarse a la historia.

3. De manera similar Hayden White, al analizar las estructuras narra-

tivas de las grandes obras historiográficas del siglo xix, ha sugerido que la

historia es una poética, pues su forma tiene una importante incidencia sobre su contenido.

¿Qué piensa usted de estas ideas sobre la historia? Hayden White, de quien soy un gran amigo, ha cambiado mucho su perspectiva desde el momento en que escribió Metahistoria, pues antes pensaba que la historia pertenecía al mismo género de las novelas8. Teniendo esto en cuenta, hay dos puntos del debate que quisiera resaltar. El primero es que la historia se ocupa de la verdad.

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7. Gayatri Chakravorty Spivak, “Can the Subaltern Speak?”, in Marxism and the interpretation of Culture, Cary Nelson & Larry Grossberg, eds. (Chicago: Univesity of Illinois Press, 1988), 271-313. Véase una compilación de algunas de sus obras en Gayatry Chakravorty Spivak, The Spivak Reader, Donna Landry & Gerald MacLean, eds. (New York and London: Routledge, 1996). 8. Hayden White, Metahistoria: la imaginación histórica en la Europa del siglo xix (México D.F.: Fondo de Cultura Económica [1973], 2005).


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A esto se podría objetar diciendo: también la novela se ocupa de un tipo de verdad, aunque no se rija para ello en la búsqueda de documentos. El segundo punto, más importante para mí, tiene que ver con la escritura y la relación entre investigación y comunicación. Así, por ejemplo, los historiadores escriben cada año el mismo libro, revisando los planteamientos anteriores sobre un problema y arrojando nuevas interpretaciones históricas sobre una misma temática. Los novelistas, por el otro lado, no trabajan así. Nosotros pensamos que el esfuerzo de las ciencias sociales es acercarse a la realidad y comunicarla. El problema es que el esfuerzo de los historiadores es de dos tipos: acercarse a la verdad y comunicar la verdad. Son dos operaciones muy diferentes, porque nosotros trabajamos sobre montañas de documentos y después debemos reducirlas a doscientas páginas. Con esto hacemos una operación de comunicación. Ahora bien, uno de los grandes debates en la filosofía hoy en día es, sin duda, la relación entre realidad y pensamiento. Están, por una parte, los que piensan que podemos tener un acceso total al conocimiento, y por otra parte, los que piensan que por no tener acceso total al conocimiento no podemos conocer nada. No obstante, estos dos opuestos comparten una visión muy idealista de la posibilidad de un conocimiento total. En este sentido, una filosofía —yo creo sana—, debe reconocer que los hombres son limitados y, asimismo, que el conocimiento es limitado, pero no por ello carente de sentido o irreal. Un ejemplo de ello es que el tiempo cambia las concepciones que se tienen de la verdad. Si tomamos la Divina Comedia veremos que este libro ha cambiado muchísimo en el tiempo, aun cuando sigue siendo siempre la Divina Comedia. Mientras que el lector del siglo xiv se sorprendía con la obra y aprendía cómo era el Paraíso, el lector del siglo xx comprende la obra de manera distinta, bajo otros parámetros de veracidad. Ahora, nuestra lectura de la Divina Comedia siempre será valiosa, aunque sea completamente distinta. Los libros cambian de significación porque los contextos sociales cambian, y con ello la comprensión de los hombres se transforma. Esto confirma que el conocimiento es limitado, situado y específico al contexto histórico en que se inserta, pero no por ello debemos renunciar a nuestra búsqueda por el conocimiento. 4. Uno de los debates más interesantes que ha planteado en su carrera tiene que ver con su advertencia sobre los peligros de la antropología de Clifford Geertz. Nos gustaría que nos contara la historia de este debate y las implicaciones que tiene para el trabajo del historiador. No tengo ningún problema con Clifford Geertz, sino con el geertzismo, que es diferente. Cuando viví en Estados Unidos, poco más de un año, ningún libro empezaba sin decir “como dice Geertz”, así como los curas dicen “como dice San Juan”. Era como la Biblia y hacían decir a Geertz todo lo que él no quería decir. Pero hay una cosa de

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Geertz que yo no comparto: es sorprendente el relativismo que ha producido en sus alumnos como Robert Darnton9. Ahora bien, cuando Geertz estudia la lucha de los gallos o el carisma del rey de Marruecos10, no se plantea un problema que es fundamental: ¿por qué clases diferentes identifican el mismo símbolo de la misma manera? o ¿por qué clases altas y bajas participan de distintas festividades en un mismo escenario? La participación de grupos distintos tiene un significado simbólico diferente y creo que en muchos de los escritos de Geertz hay una ausencia de diferenciación social. Yo creo que el historiador debe buscar la complejidad, y esto implica ver las distintas dimensiones de los símbolos en un contexto social. El significado de los símbolos es diferente de acuerdo con los distintos grupos de la sociedad. Así, el catolicismo de los pobres es diferente al catolicismo de las élites en Colombia, y por ello no podemos decir que el símbolo de San Juan o San Francisco es igual para todos. Esto es muy importante, puesto que nos hace comprender que la importancia del símbolo radica en su ambigüedad, en la capacidad de hablar a muchos y con significaciones diferentes y, por tanto, se debe estudiar desde sus diferentes dimensiones sociales. Otro problema de Geertz, y que de hecho comparte con los estructuralistas funcionales, es que sólo le interesa buscar las normas sociales y no los abanicos de posibilidades que cada norma produce, pues las normas no producen comportamientos singulares, sino una pluralidad de comportamientos y prácticas. Estos abanicos de comportamientos es lo que los historiadores deben explicar. Quedarse en la norma es lo mismo que quedarse en el símbolo; los historiadores debemos ir más allá y estudiar su relación con los comportamientos y las prácticas sociales. 5. En su artículo sobre los usos políticos de la historia usted ha argu—parafraseando los planteamientos de James Clifford para la antropología— que la historia ha construido una retórica autoritaria que implica la idea de una reconstrucción objetiva de los hechos pasados11. Sugiere así que debemos poner en tela de juicio los parámetros alrededor de los cuales se construye la autoridad científica en la historia. ¿Podría desarrollar este planteamiento? James Clifford, alumno de Geertz, es un antropólogo culturalista12. Algo interesante que ha propuesto Clifford y que puede aplicarse a la historia es que, efectivamente, los historiadores han construido una retórica basada en la idea de una reconstrucción objetiva de los hechos. Al decir “las cosas se desarrollaron así”, la retórica de los historiadores tiene un sentido autoritario, pues no mentado

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9. Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1987). 10. Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Editorial Gedisa, 1987). 11. Jacques Revel & Giovanni Levi, eds., Political Uses of the Past. The Recent Mediterranean Experience (LondonPortland: Frank Cass, 2002), 61-74. 12. James Clifford, “Sobe la autoridad etnográfica”, en El surgimiento de la antropología posmoderna, Carlos Reynoso ed. (Barcelona: Editorial Gedisa, 2003), 141-170.


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hablan como si estuvieran buscando la verdad, sino como si la tuvieran. La retórica de los libros de historia es como si nosotros realizáramos una investigación en cinco minutos. En realidad, nuestro trabajo es una indagación continua que busca las significaciones, que se centra en un campo de investigación y que exige la lectura de muy diversas cosas. Al final, le proporcionamos al lector un texto. Por ejemplo, en mi libro Herencia inmaterial estuve interesando en los documentos que mostraban las variaciones y cambios en los precios de la tierra, lo que permitió llegar a algunas conclusiones importantes sobre la economía de la época. Nosotros durante la investigación buscamos muchas hipótesis que se mueven y caen continuamente. Creo que sería necesario hacer visible esta actividad práctica de la investigación que hacen los historiadores para entender el trabajo de historia. Al escribir, nosotros muchas veces escondemos las costuras y en este sentido somos autoritarios, pues presentamos las cosas como una evidencia y no subrayamos nuestros propios límites y el desarrollo de nuestro trabajo. Al exponer las costuras, los rumbos que pensamos tomar pero no tomamos o las hipótesis que no desarrollamos y que en un momento pensamos serían la clave, estaríamos contrarrestando la retórica autoritaria de la historia y evidenciando las limitaciones y los potenciales de la construcción de conocimiento histórico. 6. Como usted lo ha mencionado en reiteradas ocasiones, las biografías son uno de los retrasos de la historia en actualidad. Se trata además de un género que se asocia con la historia tradicional de los grandes hombres y que resulta difícil para aproximarse al estudio de fenómenos sociales. ¿Cómo cree usted que la biografía puede ser de utilidad para la historiografía? Cuando hablamos de biografías es necesario reflexionar sobre la linealidad y no linealidad. El problema de la biografía y la manera como se ha incorporado dentro de los estudios históricos consiste en que asumimos una linealidad que imprime mucha simplicidad en los personajes que estudiamos. Podemos detenernos a pensar en esto un momento: nosotros definimos nuestra identidad todas las mañanas en frente del espejo, no tenemos una identidad fija, pues siempre todos los días enfrentamos variaciones, elecciones, discusiones y contradicciones. En este sentido, el tema que considero central de la biografía es la incertidumbre, y los historiadores la han abolido completamente de su actividad. En lugar de buscar complejidad, los historiadores asumen que los individuos enfrentan el mundo de manera racional. Pero el panorama es distinto. Así, por ejemplo, en uno de los libros de Virginia Wolf, la señora Dorothy está sentada sobre una banca, no hace nada y se cuestiona: ¿qué hago? ¿qué haré? Esto es común en los hombres: nosotros dedicamos el 95% de nuestra actividad a la inactividad, la reflexión, las elecciones continuas, la incertidumbre y los temores. Sin duda, tales aspectos son fundamentales en la vida y los historiadores tienen

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dificultades porque nosotros trabajamos sobre restos o evidencias muy fragmentarias de la vida de las personas: los documentos. Los documentos se crean sólo de acciones o cosas que ocurrieron. No hay un documento de la indecisión, la duda o la incertidumbre. Es por eso que debemos trabajar también con los no documentos, dándole sentido a estas huellas en su contexto. Por supuesto, la biografía es un campo de encuentro con otras disciplinas, pero no específicamente con el psicoanálisis. Yo leo mucho a Freud, quien decía (no explícitamente): “Yo no estoy seguro de que la máxima utilidad de mi trabajo sea curar, yo pienso que mi trabajo es importante para las ciencias sociales, como interpretación de la sociedad”. Otra cosa que nos ha enseñado Freud es que los hombres están hechos de bien y de mal al mismo tiempo. Por ello, inventaron el carnaval: el carnaval es el momento en el cual se hace una liberación del mal, se puede aprovechar para ver la sociedad al revés. En este sentido, es verdad que muchos de los rituales sociales son rituales con una conciencia del mal y de la violencia que se encuentra implícita en las acciones de los hombres. Pero lo importante de todo esto es que debemos complejizar nuestro acercamiento a las acciones de los hombres, y la biografía sin duda tendría mucho que aportar a la historia en esta dirección. Y al hacerlo, puede arrojar nuevas luces sobre el problema de las escalas de análisis, las relaciones entre reglas y prácticas sociales y sobre los límites de la libertad y racionalidad humanas13. 7. Como

usted ha mostrado, el tiempo del historiador no es un tiempo cotidiano que pasa

progresivamente ni de manera acumulativa.

Conceptualizar y definir el tiempo ha sido uno de Sigmund Freud, pasando por Walter Benjamin, Fernand Braudel, Aby Warburg y Reinhart Koselleck. ¿Nos podría usted hablar un poco de la temporalidad en la historia? Creo que uno de los riesgos que tienen los historiadores es imaginar un tiempo cronológico. Por ejemplo, toda la epidemia de contemporaneismo olvida toda una serie de causalidades construidas en tiempos largos, como el catolicismo, que ha construido una antropología. Al hacerlo explican todo con un hecho: el 68, la guerra mundial, la caída del muro de Berlín. No quiero decir que estos acontecimientos no son importantes, pero es necesario relacionarlos y explicarlos con base en distintas profundidades temporales; y es el 13. Véase: Giovanni Levi, “Les usages papel de los historiadores averiguar y analizar estas tempode la biographie”, Annales (1989): 1325-1336. ralidades. En este sentido, Koselleck piensa que es útil para el historiador estudiar cómo hechos de hoy se producen con causas 14. Reinhart Koselleck, Futuro pasado: para una semántica de los tiempos que tienen muchas temporalidades diferentes14. Podemos penhistóricos (Barcelona: Ediciones sar, así, en la historia de la organización regional de Colombia Paidós, 1993). los grandes problemas de la historiografía desde

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y, en especial, tomar al Chocó para hacer su historia hoy. Durante la investigación podemos encontrar la organización administrativa partiendo del presente y dando algunas miradas al pasado, observando cómo se ha ido formando paulatinamente. Ahora bien, no podemos hacer esta historia pensando que el Chocó siempre existió como una entidad organizativa; se debe mirar la formación progresiva de esta región y no simplemente como si estuviera aislada. Por tal razón, yo cuestiono mucho las historias regionales que se hacen en Italia, porque las regiones son artificios, composiciones históricas que no podemos proyectar al pasado sin problematizarlas. Igualmente Koselleck piensa que existen, en relación con el tiempo, tres imágenes sucesivas: un tiempo que mira al futuro, un tiempo que mira al pasado (cíclico) y un tiempo progresista. El pasado ha perdido su significación porque no es determinante, el presente (como todos los presentes) desaparece continuamente y el futuro es incertidumbre. Ahora, por ejemplo, es muy útil la temporalidad cíclica de los imperios para estudiar a los Estados Unidos, que tiene una crisis más profunda de lo que realmente se conoce. En estos momentos, una teoría del ciclo de los imperios puede ser una teoría reutilizable hoy para reinterpretar el mundo. Es importante, por ello, buscar las distintas temporalidades de los fenómenos que estudiamos. El ejemplo más importante en Colombia es el Concilio de Trento. Nos podríamos preguntar por qué es tan importante el Concilio de Trento hoy, después de casi quinientos años, porque muchos de los elementos propuestos en esta congregación aún existen. En este sentido, yo creo que la temporalidad es un problema que debemos plantearnos, especialmente para renunciar a la idea de que lo más cercano en el tiempo es la única explicación de los acontecimientos. Al respecto Warburg es un autor sugestivo, pues encuentra residuos del pasado que se han transformado, pero que tienen una extraordinaria profundidad temporal para explicar cosas de hoy. 8. En

su texto

La

herencia inmaterial, publicado por primera vez en

1985,

usted cuestiona

los presupuestos de la economía, de un mercado impersonal compuesto por sujetos racionales, para

mostrar que había otras lógicas sociales como el parentesco, que incidían en la manera como se

establecían los precios de la tierra en Santena. Este gran libro nos ha mostrado cómo el historiador debe partir de preguntas generales y buscar respuestas específicas.

¿Podría usted hablarnos de esta investigación y de los aportes que proponía a la historiografía de ese momento? Sobre este punto no quisiera decir mucho. Esta obra la publiqué sólo una vez, pero siempre me piden publicarla nuevamente. Yo vivo de la gloria de un libro que tiene veinticinco años. No obstante, no quiero republicarlo. Ha sido publicado en doce lenguas y ahora aparece en chino. Esto sin duda genera la pregunta de por qué los chinos deciden traducir un libro sobre un pequeño país de ningún interés, que tiene a un

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personaje sin particular importancia como el protagonista. Una explicación posible a este dilema es que la historia es siempre local y no tiene interés de por sí. Es interesante si usas los preceptos de la microhistoria, es decir, formularse preguntas generales y dar respuestas locales. Para esto es necesario tener en cuenta que nunca es interesante lo que nosotros estudiamos por sí mismo. No hay un libro que tenga un tema de interés general. Por tal razón, nuestra responsabilidad es construir la relevancia de los temas que tratamos; debemos demostrar que al estudiar un pequeño trozo del mundo, podemos contribuir a debates y preguntas de relevancia general. Freud, por ejemplo, estudiaba personas melancólicas, con problemas y poco interesantes, pero planteaba preguntas de relevancia general. En tal sentido, yo tengo bastantes dudas en relación con la historia global, pues en general nosotros siempre trabajamos sobre casos pequeños, pero debemos saber cómo aportan a debates más amplios. La microhistoria te permite trabajar con un microscopio sobre un objeto y descubrir cosas que a simple vista no se ven, mientras que la historia global sólo permite ver lo general. 9. ¿Nos podría contar un poco de su proyecto de investigación actual? El proyecto sobre el consumo es algo muy simple: es el intento de explicar cómo funciona un sistema económico que debe ser al mismo tiempo justo y desigual. Ésta es la gran utopía católica del Antiguo Régimen, que buscaba construir una sociedad justa pero desigual. En este momento, buscamos crear una sociedad justa y diferenciada, no jerárquica, mientras que la solución del Antiguo Régimen era jerárquica. Esto tenía grandes retos, como organizar el consumo de los pobres sin que éstos lo consideraran injusto. Para esto, yo trabajo sobre una maravillosa fuente: los balances familiares. Así, busco mostrar cómo, en el interior y el exterior de la familia, se dan distintas formas de consumo. El estudio de las lógicas sociales de consumo me ha permitido ver cómo funcionan distintos vínculos sociales y familiares diferenciados y su relación con distintas formas de solidaridad. En síntesis, el proyecto ha permitido ver cómo se construye el sentido de justicia en una sociedad diferenciada y permite abordar las diversas racionalidades de los hombres.

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Reseñas Quiroz, Enriqueta y Diana Bonnett, coords. Condiciones de vida y de trabajo en la América colonial: legislación, prácticas laborales y sistemas salariales. Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Centro de Estudios Socioculturales e Internacionalesceso,

2009, 314 pp.

Condiciones de vida y de trabajo en la América colonial, coordinado por Enriqueta Quiroz y Diana Bonnett, aborda el mundo del trabajo en la América colonial. En él se reúnen nueve ensayos que analizan las condiciones de vida y de trabajo en la América española y portuguesa, desde diversos enfoques y perspectivas, en los que se conjugan y complementan la historia económica, social y demográfica, sin perder de vista el marco político-jurídico en que se desarrollan. En este sentido, la obra ofrece sugerentes y ricas propuestas y brinda, en su conjunto, pautas de análisis y propuestas de investigación que permiten realizar estudios particulares y ahondar en visiones comparativas sobre el mundo del trabajo, en una escala espacial que cubre Iberoamérica, y en la larga duración, la época colonial, lo que nos permite percibir continuidades y cambios en el eje temporal, y a la vez coincidencias y diferencias en el ámbito territorial. El libro se abre con un capítulo introductorio a cargo de Enriqueta Quiroz, en el que se realiza una revisión historiográfica sobre el mundo del trabajo y las líneas de investigación que han guiado los estudios sobre esta temática, se reconstruye el desarrollo de la disciplina en nuestro continente y se contextualizan los artículos que se reúnen en el volumen, sus propuestas y aportaciones. Ahí podemos ver cómo al estudio de los sistemas laborales implantados por los colonizadores pronto se le unió el enfoque histórico-económico, que profundizó en las características, montos y composición del salario, su peso en las estructuras económicas y en el régimen económico colonial, a los que se le vinieron a sumar más tarde la preocupación por el análisis de otras variables, que más allá del salario, nos informasen sobre las condiciones de vida y de trabajo, María del Pilar tales como la esperanza de vida, tasas de fecundidad o mortaliMartínez López-Cano dad, datos sobre la conformación familiar, nivel de vida y factores sociales derivados de la inseguridad laboral, como el desempleo o Investigadora del Instituto de Invesla vagancia; en suma, de aspectos que resultan esclarecedores para tigaciones Históricas, de la unam acercarnos a los estilos de vida, costumbres, prácticas culturales y y profesora de la Universidad Nacional sociales de la gran masa de la población colonial y que encontraAutónoma de México, México. mos planteadas a lo largo de la obra. malop@servidor.unam.mx

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Reseñas

En el primer capítulo, Diana Bonnett nos ofrece una síntesis sobre el trabajo y las condiciones de vida indígena en la Nueva Granada a lo largo de la época colonial, confrontando la normativa legal con las adecuaciones que sufrió en la realidad. Desde esta óptica se analizan las relaciones laborales, la apropiación de la fuerza de trabajo y las condiciones de vida de la población indígena. La autora revisa las nuevas instituciones que se implantaron, el choque que supusieron con las antiguas concepciones prehispánicas del trabajo y cómo algunas prácticas laborales acabaron adaptadas al nuevo marco legal, para concluir cómo la normativa quedó muchas veces desvirtuada, y presa de los intereses locales. A continuación, Eni de Mesquita e Isemina Spinola abordan los sistemas de trabajo libre y esclavo en el Brasil del siglo xviii, buscando relacionar estas dos formas de trabajo con el desarrollo y orientaciones de la economía colonial, sector agroexportador o minero, su huella en la conformación y densidad poblacional del territorio y en los sistemas de trabajo, así como su posible impacto sobre las condiciones de vida y algunas variables demográficas de los trabajadores. Este estudio permite trazar muchas similitudes con la América española, como vemos en la regulación por parte de la Corona del mercado laboral, la dicotomía entre la ley y la práctica y las adecuaciones de las políticas metropolitanas en el ámbito colonial. Los dos siguientes ensayos se refieren a la producción textil en la América española, y cómo se vio afectada por la política imperial. En el primero, Manuel Miño analiza el marco legal de la producción textil en Nueva España y Perú, las disposiciones legislativas, las iniciativas para frenar la expansión del sector manufacturero interno y cómo esto rebasaba la regulación del trabajo, para situarse en una estrategia metropolitana de frenar la competencia con artículos europeos, pero a la vez cómo la fuerza del poder y los intereses coloniales locales eran capaces de imponerse sobre los mandamientos reales. El autor analiza la evolución del sector artesanal y obrajero en la larga duración, las medidas coactivas, el problema del endeudamiento de la mano de obra, el surgimiento del trabajo doméstico o a domicilio y su impacto en la libertad de trabajo y en el debilitamiento de la corporación gremial. En el segundo, Miriam Salas Olivari relaciona la producción textil y sus ciclos económicos entre los siglos xvi y xviii en España y sus dominios. La autora realiza un sugerente acercamiento a partir de las coyunturas económicas peninsulares y americanas, marcadas por ciclos convergentes o divergentes de auge o crisis, para analizar las normativas, adecuaciones, características y desarrollo del obraje americano y su relación con las principales transformaciones que se dieron en el espacio colonial en esta larga duración. Por su parte, Laura Caso Barrera analiza el trabajo indígena en Yucatán en el siglo xvii, región en la que la mano de obra y la producción indígenas se convirtieron en la

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principal fuente de riqueza para los colonizadores, y a la vez de pugnas entre encomenderos, autoridades y religiosos que exigían y se disputaban (por medio de imposiciones de tributos, repartimientos de mercancías, servicios personales y limosnas) los mismos productos y cargas de trabajo de las comunidades, así como las reacciones de los mayas frente a la explotación, ya fuera dentro de los cauces institucionales, apelando a la legislación, ya fuera huyendo hacia las zonas no conquistadas. A continuación, María Concepción Gavira Márquez analiza las condiciones laborales de los trabajadores mineros en Charcas y Michoacán a fines del siglo xviii, recurriendo a variadas fuentes, los reglamentos y legislación sobre la mano de obra, las denuncias que se presentaron en dos zonas de gran relevancia: Charcas, un espacio eminentemente minero, donde estaban ubicadas las famosas minas de Potosí, y Michoacán, donde se encontraban minas de cobre y los menos célebres yacimientos de plata en Guanajuato. Aquí se revisan las presiones a las que fueron sometidas las comunidades para el trabajo forzoso en las minas y las tensiones y conflictos entre trabajadores y empresarios, en dos coyunturas económicas distintas: de crisis de producción en Potosí y de auge en Guanajuato, pero en ambos casos, con un denominador común: el empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores y el aumento de la coacción institucional para proporcionar mano de obra barata. Los dos últimos artículos se centran en el ámbito urbano. Enriqueta Quiroz nos ofrece un minucioso estudio de los salarios y condiciones de vida de una amplia gama de trabajadores que, desde el maestro de obras al peón, se emplearon en la construcción de la Casa de Moneda de Santiago de Chile entre 1785-1805. La autora analiza la diversidad de salarios, diferentes grados de especialización y de estabilidad o inestabilidad laboral, y ofrece sugerentes vías para explorar los ingresos y la estructura del gasto, lo que a su vez le permite acercarse a su capacidad de consumo y a la dieta básica popular. A partir de la relación precios-salarios reflexiona sobre otra variable, soslayada en muchos estudios: el salario garantizaba el nivel de subsistencia del individuo, pero no del grupo familiar, lo que forzaba a mujeres y niños a incorporarse al mercado laboral. Por último, Sonia Pérez Toledo se aproxima a los sectores populares en la ciudad de México en la década de 1790 a partir del estudio de trabajadores urbanos vinculados con las actividades productivas y pequeños comerciantes, y de los talleres y establecimientos en los que realizaban sus actividades. El estudio de las reglamentaciones y el recurso a fuentes, como censos y padrones de la época, le permiten analizar su distribución urbana, número y peso dentro de los barrios de la ciudad, para concluir con unas reflexiones sobre las condiciones de vida de los grupos populares en vísperas de la independencia.

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Son muchas las conclusiones que podemos sacar de la lectura de estos estudios, de las que sólo voy a destacar algunas que, de algún modo, obligan a replantear algunos de los postulados sostenidos por la historiografía tradicional. Entre ellas, la de cuestionar una evolución lineal que desde formas de explotación de la mano de obra de carácter compulsivo habrían desembocado en el trabajo libre. En su lugar tendríamos que plantearnos, como se hace en los ensayos, el surgimiento de mano de obra suelta, sometida, en mayor o menor grado a la coerción, sobre todo en actividades que requerían de mano de obra barata no especializada. Ligada a la idea anterior, la libertad de trabajo que se desprende del cuerpo legislativo y las ordenanzas queda supeditada a las condiciones americanas y al poder de los grupos locales. Otras aportaciones importantes son la recuperación que se hace de la familia o unidad doméstica como núcleo laboral y la de ver cómo, más allá de las diferencias temporales y espaciales que muestran los artículos —así lo reconocen los mismos autores— hay grandes coincidencias en la América colonial y en las distintas actividades productivas, que nos llevan a revisar otros lugares comunes, como el trabajo libre en las minas novohispanas frente al trabajo forzado o mita peruana, o el contraste entre la América española y la portuguesa. Como en toda obra colectiva, los acercamientos a las problemáticas analizadas son ricas en propuestas y abren nuevas posibilidades de estudio. La multitud de enfoques con que se analiza el mundo del trabajo y las condiciones de vida de los trabajadores en diferentes espacios coloniales y en diversas temporalidades no sólo ofrece valiosas vetas para su estudio, sino que permite insertar éste en problemáticas más amplias. Por mencionar sólo algunas: la posibilidad de plantear una historia económica vista desde la demanda y no sólo de la oferta de productos y mercancías; cambios culturales entre el pasado prehispánico y el modelo colonial y dentro de éste las concepciones que van surgiendo en torno al trabajo; la importancia de la mano de obra como riqueza, clave para entender el pensamiento económico de la época; el intervencionismo de la Corona en la esfera productiva mediante la regulación del mercado de trabajo; las reacciones y estrategias de los trabajadores a los sistemas de explotación y sus repercusiones en los ámbitos social y demográfico; el disciplinamiento social a través del trabajo; el peso de la familia como núcleo laboral y la tensión entre las normativas, en su mayoría emitidas desde la metrópoli pero sobrepasadas o desvirtuadas por los intereses de los grupos de poder locales. En suma, el estudio del mundo del trabajo y de las condiciones de vida de los trabajadores abre nuevas posibilidades de estudio y de comprensión de las realidades económicas, sociales, culturales, demográficas y políticas en las que se insertan.

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Gallini, Stefania. Una historia ambiental del café en Guatemala. La Costa Cuca entre 1830 y 1902. Guatemala: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (avancso), Serie Autores invitados n.° 19, 2009, 328 pp.

El

ambiente , una voz más en la construcción de la historia

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1. E l control del pasado y la historia como campo de batalla El primer aspecto que quisiera destacar de este libro es la forma en que plantea la investigación histórica. La autora nos dice que convirtió la escritura de la historia ambiental del café en un desafío interpretativo y un campo de batalla. Es importante destacar esto, porque nos sumerge de una vez en una discusión en torno al porqué y para qué de la historia y del oficio del historiador; en otras palabras, y como Nietzsche lo planteó, cuál es la utilidad de la historia para la vida1. Quizá George Orwell pueda ayudarnos a introducir esta cuestión. En su novela 1984 menciona que quien controla el pasado, controla el futuro, y quien controla el presente, controla el pasado. En buena medida, este libro trata sobre el control del que es objeto el pasado. A pesar de las voces críticas que surgieron en torno a la historia del café en Centroamérica durante la segunda mitad del siglo xx, aún tiene una imagen saludable aquella narrativa que nos cuenta cómo unos hombres pioneros y emprendedores converJuan Pablo tían los ricos pero vacíos territorios en jardines donde empezaba Gómez Lacayo a crecer el grano de oro, ese fruto que conduciría a las naciones Investigador del Área de Estudios de centroamericanas hacia el progreso y la civilización. La única Historia Local de la Asociación para frontera que podía imagin­arse entre jardín y jardín de café, el Avance de las Ciencias Sociales en era la que el espacio de la finca cafetalera podría marcarles. Así Guatemala (avancso). mismo, en esta narrativa la finca cafetalera fue ese espacio terajpgomez83@gmail.com péutico donde se civilizaba, a través de las virtudes del trabajo agrícola, a una multitud de brazos indígenas perezosos, borraÏ Esta reseña fue publicada el 6 de chos, vagos, que además eran la gran enfermedad del cuerpo noviembre de 2009 en avancso y social centroamericano. puede ser consultada en la página Web www.avancso.org.gt/index_ Lo que nos sugiere desde su inicio este trabajo es que el oficio actividades.php?id=229 de la historia es tomar por los cuernos estas narrativas que, dicién1. Friedrich Nietzche, Sobre la utilidad y donos cómo ha sido nuestro pasado, quiénes han sido los pioneros, los perjuicios de la historia para la vida quiénes los haraganes y sobre quiénes se encarna el espíritu de la (Madrid: Edad, 2000).

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nación, han estructurado nuestro presente y sitúan las rutas a considerar en la construcción de futuro. Haciendo uso de esta misma figura, esta investigación toma por los cuernos un mito que ha articulado por muchos años la historia y la memoria de las naciones centroamericanas: el del café. En este caso, el interés específico del trabajo es la transformación cultural operada por los liberales guatemaltecos del último tercio del siglo xix, de una región despoblada en una especie de edén del café. Dicha operación política consistió en construir una representación del territorio de la Costa Cuca en que éste era expuesto, pensado, socializado y declarado por decreto como un territorio baldío y por tanto perteneciente al Estado, cuando en realidad y gracias a una acuciosa búsqueda en diversas fuentes, la autora muestra cómo ya existían antes del boom cafetalero una multiplicidad de dinámicas sociales, de relaciones económicas y estrategias complejas de reproducción de vida social en esta región del país. Esta forma de hacer historia, en lugar de narrarnos la historia del café desde la voz de los pioneros del café —como lo ha hecho la historiografía liberal clásica—, se sitúa metodológicamente en la pugna: nos muestra la historia como un campo de relaciones de fuerza entre distintos actores, actuando en distintos niveles y diseñando estrategias, tanto de poder como de resistencia; nos presenta la historia regional como un campo de enfrentamiento de territorialidades, es decir, de formas de concebir, representar y ocupar el territorio. Situada en la pugna, la investigación logra mostrar que la territorialidad cafetalera y la soberanía finquera no se asentó sobre territorios vacíos y despoblados, sino que su hegemonía fue el resultado de casi un siglo de enfrentamientos entre distintos modelos de vida social. Si ya lo anterior despierta el interés por este trabajo, el enfoque de la historia ambiental como entrada analítica lo enriquece mucho más. En síntesis, la propuesta es incluir una voz más en la construcción de la historia: la del ambiente. Hay aquí un giro a destacar: en lugar de conceptualizar el ambiente como un objeto, o simplemente como el escenario donde transcurren las disputas sociales, la investigación lo sitúa y rastrea en su interacción con los seres humanos, es decir, como un agente importante a considerar en la historización de dichas luchas. A través de un seguimiento analítico de largo alcance, la investigación muestra cómo el ambiente juega un rol activo en la construcción de vida social y cómo, entonces, va estructurando la vida posible. Cuando la autora afirma que la “investigación descubrió que el café de ninguna manera es el alfa y omega de la historia de la Costa Cuca” (p. xxvi), evidencia cómo la investigación histórica puede jugar una función crítica y desmitificadora de las máscaras y representaciones que han sido invenciones estratégicas en la

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construcción de la hegemonía liberal y del paradigma agroexportador. Este trabajo es un singular aporte en ese sentido, al mostrar que el mito liberal del café catalogaba como natural la vocación agrícola de esta región, cuando más bien constituyó un discurso político racionalizado. 2. D econstruyendo

históricamente la producción del mito liberal del café : niveles ,

actores y operaciones políticas

Es importante destacar que el nivel analítico de la investigación no se reduce al de la denuncia del mito liberal del café. El trabajo se ocupa de rastrear e identificar cómo se produjo este mito: los distintos niveles en que fue articulado, los agentes que intervinieron y las operaciones que fueron necesarias para que este discurso se convirtiera en buena medida en un cemento cohesionador de la sociedad. Quisiera comentar brevemente algunos de ellos. Un nivel narrativo fue el discurso político. En dicho discurso, asociaciones como La Sociedad Económica de Amigos del País, de la que eran socios distinguidos miembros de la oligarquía tanto nacional como extranjera, es la mano creadora que detecta las riquezas naturales, que esperaban ansiosas el trabajo humano para llevar al país por el camino del progreso, y ven en el Estado los instrumentos oportunos para territorializar su proyecto económico. Como ya mencionaba, la investigación se ocupa de mostrar que este discurso, esta representación de la naturaleza y las prácticas políticas que surgían estaban estrechamente relacionadas con la incursión de la élite cafetalera en el modelo agroexportador. La natural vocación cafetalera de la Costa Cuca es mostrada entonces como una estrategia de poder. Otro nivel importante de señalar es el que atañe al discurso historiográfico. Sin duda, la historiografía liberal afín a los círculos empresariales cafetaleros del país ha sido un canal de legitimación de este mito. No obstante, este trabajo tiene la fuerza de poner contra las cuerdas a la historiografía crítica, de corte marxista, de la segunda mitad del siglo xx. Evidencia que este discurso historiográfico es también heredero del mito liberal del café, y de que a pesar de que construyó una mirada crítica sobre las relaciones sociales que la lógica cafetalera produjo, el interés de introducir esta lógica en el canon teórico marxista debilitó las posibilidades de recuperar la riqueza y complejidad de las dinámicas producidas localmente, no siendo capaz de sacudirse por entero esta herencia liberal. Ésta puede ser una de las razones por la que encontramos con vida en la historiografía marxista el 2. Julio Castellanos Cambranes, Café y mito de la Costa Cuca como un espacio que fue descubierto con Campesinos. Los orígenes de la economía de plantación moderna en Guatemala, la caficultura, después de haber sido supuestamente abandonado 1853-1897 (Madrid: Catriel, 1996), por la dominación española2. 40-41 y 52.

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En ese sentido, esta investigación se constituye como una acumulación de conocimiento crítico sobre estos procesos y la forma misma de analizarlos. Se suma a recientes perspectivas que han complejizado las lecturas críticas anteriores, desde enfoques que incorporan temáticas como raza, género, memoria, historia oral y subalternidad. Este trabajo suma al enfoque local y regional e integra una nueva entrada analítica, la de la historia ambiental, vista desde una perspectiva transdisciplinaria y dialógica, sobre todo con la llamada nueva historia cultural y los enfoques posestructuralistas en diferentes disciplinas. Quisiera destacar otros dos niveles y agencias que fueron fundamentales en la producción de realidad social desde el mito del café, y cuya visibilización me parece uno de los aportes más importantes de este trabajo a la historiografía centroamericana sobre los procesos de conformación de las repúblicas agroexportadoras: por un lado, el papel que jugaron los agrimensores, y por otro, el desempeñado por la cartografía. Con respecto al agrimensor, la autora realiza una operación analítica nueva en la historiografía centroamericana: ubicarlos “en el centro del escenario en la revolución del café” (93). Señala cómo el conocimiento técnico del agrimensor jugó una función política estratégica en la construcción de la territorialidad cafetalera, a través de la legalización y legitimación de dos pilares del paradigma agrocultural: la propiedad privada y la agricultura permanente. Instalar en la mente del agrimensor y a partir de este agente naturalizar socialmente que era la propiedad privada la única forma de ocupación y gestión que podía conducir al progreso, y que tierra cultivada era solamente aquella que tenía café o caña de azúcar, y no así la milpa o la variedad de productos para la subsistencia que se cultivaban en al agrosistema mam, fue una de las operaciones fundamentales en la construcción de la hegemonía liberal. Con respecto a la cartografía, la autora señala cómo los mapas catastrales estaban políticamente comprometidos también con el paradigma agrocultural cafetalero, y cómo fueron estrategias de poder en las que incluso el silencio jugaba una función política, por ejemplo, cuando los mapas de los agrimensores silenciaban y ocultaban que había población en los territorios que únicamente demarcaba fincas cafetaleras. 3. L a utilidad de este libro para nuestro presente Hasta el momento he mencionado dos aspectos que nos permiten hablar de esta investigación como un trabajo que desnaturaliza las verdades que han edificado nuestro presente: el primero fue un carácter de denuncia de los mitos y el segundo el hecho de no limitarse a la denuncia, sino también a investigar cómo fue posible que tales mitos se produjeran. A éstos dos quiero añadir el que quizá tenga mayor importancia o utilidad para el presente.

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Con su argumentación, la investigación nos invita a pensar que ha sido el mito liberal del café el que ha producido nuestro presente económico y ecológico. ¿Por qué razón? Porque muestra cómo la dinámica cafetalera marginó tanto económica como ecológicamente a la población indígena, al transformar los modos de ocupar la tierra, la lógica de gestión de los recursos naturales y el modelo de trabajo agrícola que surgió con la finca cafetalera. No obstante, no podemos pensar estos procesos únicamente en términos de marginación, sino que debemos desplazar el análisis a pensar cómo dicha marginación fue estratégica para la incorporación de esta población como trabajadores agrícolas en la finca. Es decir, la finca cafetalera no solamente se montó sobre dinámicas poblacionales ya existentes y expulsó a la población de la tierra, sino que posteriormente la incorporó, pero esta vez haciéndola bajar de tierras altas hacia la finca cafetalera. La territorialidad cafetalera implicó una desvinculación de la población con el lugar y la procedencia. Ésta fue una transformación necesaria para generar la nueva identidad de lugar que se necesitaba: la finca. El modo de ligar territorialmente a la población fue básicamente a través de la finca como espacio de concentración, la figura del mandamiento y la construcción de un ideal de trabajador agrícola que se consolida con el Reglamento de Jornaleros de 1877. Allí se estaba produciendo entonces el horizonte de vida que ha articulado el presente: el de la permanente sobrevivencia. Esta forma de hacer historia, a la vez que rompe las cadenas que desde ese control del pasado nos atan a este presente, nos invita a abrir nuestra imaginación política y pensar en alternativas a este presente político, económico y ecológico que vivimos. En ese sentido, una de las primeras utilidades que tienen trabajos como éste es situar nuevamente preguntas en el discurso político y académico. Libros como este representan sólo el primer paso en el camino por construir otras formas de vida, pero constituyen un importante aporte en términos de argumentar que el control de la historia ha sido fundamental en la construcción de hegemonía; que toda ciencia es política y toda política urge de ciencia, y que por tanto la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia, detener, como decía Walter Benjamin el cortejo triunfal de la historia de los vencedores, es una tarea que pasa por visualizar la investigación histórica como un campo estratégico de lucha.

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Figueroa Salamanca, Helwar Hernando. Tradicionalismo, hispanismo y corporativismo: una aproximación a las relaciones non sanctas entre religión y política en Colombia (1930-1952). Bogotá: Universidad de San Buenaventura, 2009, 252 pp.

El libro del joven historiador Helwar Figueroa se inscribe en la línea de investigación del papel de la religión (en este caso, la iglesia católica española y la colombiana) en la sociedad y en la política. El reto de Figueroa es grande, pues en los últimos quince años se ha producido una literatura sobre el tema, que incluye entre otros los trabajos de Ana María Bidegain, José David Cortés, Ricardo Arias y Thomas Williford1. Figueroa se enfoca en las tendencias conservadoras de la iglesia desde mediados del siglo xix hasta la época de la Violencia, en la segunda mitad del siglo xx. El estudio, desafortunadamente, tiene algunas deficiencias serias. El problema más grave es una falta casi total de fuentes primarias, lo que lleva a que la obra se convierta en una aproximación en exceso narrativa al tema, sin un fuerte rigor analítico. Al principio del libro el autor anuncia que su obra consta de un conjunto de capítulos que a su vez forman parte de su invesMichael J. LaRosa tigación para el título de Maestría en Historia de América Latina Profesor asociado, Rhodes College, de la Universidad de Toulouse, Francia, y que los capítulos “han Memphis, Estados Unidos. Es autor sido publicados parcialmente o leídos en diferentes escenarios de De la derecha a la izquierda: la académicos” (p. 12). El libro se podría leer como cuatro artículos iglesia católica en la Colombia conindependientes, pero como conjunto le falta algo de coherencia, temporánea (Bogotá: Planeta, 2000). especialmente en cuanto al tema central de esta investigación. Es miembro del Comité Editorial de la Por ejemplo, el primer capítulo (unas setenta páginas del texto) revista Historia Crítica. se ocupa de la segunda mitad del siglo xix. Es decir, casi la tercera LaRosa@rhodes.edu parte del libro sirve como telón de fondo para un estudio que, según aparece en su título, se centra en un periodo de veintidós años, 1. Ana María Bidegain, Iglesia, pueblo y entre 1930 y 1952. En el siguiente capítulo, “Los partidos políticos política: un estudio de conflictos de intereses (Bogotá: Pontificia Universidad y la cuestión religiosa en Colombia”, el autor hace un estudio conJaveriana, 1985); José David Cortés, ceptual sobre el hispanismo que, en vez de enfocarse en Colombia, Curas y políticos. Mentalidad religiosa e intransigencia en la diócesis de Tunja, lleva el lector a Europa, a la Guerra Civil Española y al desarrollo 1881-1918 (Bogotá: Ministerio de del fascismo español durante los años veinte y treinta. El tercer Cultura, 1998); Ricardo Arias, El Episcopado colombiano: intransigencia y capítulo define los siguientes veinte años de la iglesia católica laicidad 1850-2000 (Bogotá: Uniancolombiana como una época de corporativismo, y el capítulo final des - CESO, Instituto Colombiano de Antropología, 2003); Thomas Willitrata la cuestión religiosa durante la Violencia. Los libros del colomford, Laureano Gómez y los masones: biano Fernán González, el norteamericano James D. Henderson y 1936-1942 (Bogotá: Planeta, 2005).

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el inglés Christopher Abel han examinado la mayoría de estos temas a profundidad2. El aporte de Figueroa, entonces, consiste en revisar esta literatura insistiendo en el poder y la durabilidad del corporativismo en la institución de la iglesia en Europa y Colombia. Sin embargo, pierde la oportunidad de aportarle a tal literatura estudiando, por ejemplo, los efectos cotidianos de la iglesia en la gente, la sociedad o la estructura social en Colombia. Quizás el problema radica en lo que el autor considera política y sociedad. La perspectiva y el análisis están casi totalmente enfocados en los grandes políticos, intelectuales y figuras clericales de la época. El pueblo no existe en este estudio -el autor nunca busca información o fuentes para dar contexto, sustancia o vida a la gente de Colombia-. Como resultado, el libro es un poco estático y seco, en el que se nota la ausencia del colombiano que vivió durante la época. Los estudios de Ana María Bidegain, como el que se titula Historia del cristianismo en Colombia: corrientes y diversidad3, muestra claramente la diversidad de personas e ideas en la historia religiosa de Colombia. El libro es un estudio del alto clero y la política de élite en Colombia, pero también adiciona otro elemento: el hispanismo en la península ibérica. Por eso, Figueroa incluye información sobre la influencia de regímenes fascistas, como España bajo Franco y Portugal durante el régimen del dictador Salazar. Habría sido un gran acierto incluir otro estudio de caso de América Latina, como por ejemplo Argentina, Chile o Brasil. Colombia, siendo un país latinoamericano, guarda correspondencia con las tradiciones, prioridades e instituciones del resto del continente. Cuando el autor sí menciona otro caso latinoamericano, el de México, no lo trabaja con la profundidad necesaria: no trae fuentes primarias ni información nueva a una discusión de la historia de la iglesia y política en dicho país. En efecto, el caso mexicano es sumamente importante para entender la división social causada por la tensión violenta que ha existido entre iglesia y estado. Por supuesto, esta historia es significativamente diferente del caso colombiano, tanto en el siglo xix como en el xx, debido a la pérdida de la mitad del territorio mexicano a favor de los Estados Unidos 2. Fernán Gonzalez, Poderes enfrentados: después de la guerra mexicano americana, la intervención de los iglesia y estado en Colombia (Bogotá: CINEP, 1997); James D. Henderson, europeos con la llegada de Maximiliano como emperador, la revoluLas ideas de Laureano Gómez (Bogotá: ción mexicana y la rebelión cristera (1926-1929), que representaba Tercer Mundo, 1985); Christopher Abel, Política, Iglesia y partidos en casi una huelga de la iglesia. De todos modos, al comparar este caso Colombia, 1886-1955 (Bogotá: Universisistemáticamente con el colombiano, Figueroa habría podido prodad Nacional de Colombia, c1987). fundizar su análisis de manera más efectiva y contextualizada. 3. Ana María Bidegain dir., Historia del cristianismo en Colombia: corrientes y El segundo capítulo, “El hispanismo y su impacto en Colombia”, diversidad (Bogotá: Aguilar - Altea muestra por qué es importante entender el fascismo en la península Taurus - Alfaguara, 2004).

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ibérica para comprender la historia política de la iglesia colombiana, en tanto que trata la llegada de ideas reaccionarias europeas, principalmente de España, a Colombia. De todos modos, aunque el capítulo estudia la historia del fascismo español, ignora su contexto socio económico. Más importante para el autor es la recepción en Colombia del hispanismo, que según el autor, fue fomentado por los Jesuitas, específicamente dentro de la publicación de la Revista Javeriana. El autor correctamente insiste en la importancia de estudiar la Revista Javeriana, especialmente las ideas del padre Félix Restrepo, S.J., y en la importancia de tal revista, entre otras, para difundir ideas corporativistas en Colombia. Aunque su interpretación de la Revista Javeriana y otros periódicos es un aporte importante, a Figueroa le faltó ir más allá de las fuentes publicadas. En vez de buscar archivos relevantes de estas publicaciones para entender el contexto y el pensamiento detrás de las revistas, Figueroa depende más que todo de fuentes secundarias ya publicadas, conocidas y discutidas. Los últimos dos capítulos tratan el periodo comprendido entre la época de posguerra y la de Laureano Gómez. Aun en su revisión de la literatura relevante a su estudio, al autor le falta rigor. Figueroa cita el importante trabajo de James D. Henderson sobre Laureano Gómez, titulado Las ideas de Laureano Gómez; pero en el 2001 el Profesor Henderson publicó un nuevo libro, basado en una investigación exhaustiva, sobre la época de Gómez: Modernization in Colombia: the Laureano Gómez Years, 1889-19654. Este nuevo libro, publicado por la University of Florida Press y cuya traducción será próximamente distribuida en Colombia, es una contribución importante a la época del líder conservador, y hubiera sido de mucho valor para los propósitos de Figueroa. Figueroa se enfoca en los años de la Violencia en el último capítulo y nos da un breve análisis del movimiento sindical durante tal época, pero de nuevo, y lamentablemente, el autor no ofrece ningún tipo de investigación nueva y los documentos citados son los textos de siempre. Para concluir, el libro de Helwar Figueroa realmente no trae nuevas interpretaciones ni fuentes sobre el rol de la iglesia católica y el estado colombiano durante la importante época que va de 1930 a 1952. Sin embargo, hay que resaltar que el autor tiene una escritura muy agradable, y al estar organizado cronológicamente, el libro procede a un paso lógico. El 4. James D. Henderson, Modernization in Colombia: the Laureano Gómez Years, trabajo de Figueroa ofrece la síntesis de una historia ya conocida, 1889-1965 (Gainesville: University of pero desafortunadamente no ofrece algo innovador. Florida Press, 2001).

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Kershaw, Ian. Decisiones trascendentales. De Dunquerque a Pearl Harbor (1940-1941). El año que cambió la historia. Barcelona: Ediciones Península, 2008, 760 pp.

Ian Kershaw es un historiador conocido a nivel mundial. Especialista en la historia del nazismo, ha escrito varios libros imprescindibles sobre el tema, como La Dictadura Nazi1, una biografía sobre Hitler en dos tomos2, y El mito de Hitler3, excelente investigación que logra justificar con creces su fama. Esto explica que Decisiones Trascendentales haya sido traducido y editado en español apenas un año después de haber sido publicado en inglés. Kershaw realiza en este libro un estudio sobre la interacción de las decisiones claves tomadas por los dirigentes de las principales potencias durante los meses transcurridos entre mayo de 1940 y diciembre de 1941. Las decisiones de las que Kershaw habla son diez, y a cada una le corresponde un capítulo. Evidentemente, este número es arbitrario y proviene de una simple predilección por los números redondos. Miremos más de cerca. La primera decisión tuvo lugar en la primavera de 1940, cuando Gran Bretaña decidió seguir combatiendo contra Alemania; la segunda se presentó tiempo después, cuando Hitler optó por invadir la Unión Soviética; la tercera y la cuarta decisión ocurrieron cuando Japón aprovechó el momento para expandirse hacia el Sur, y cuando Mussolini invadió Grecia. Otras dos decisiones (la quinta y la séptima) se tomaron en Estados Unidos, cuando Roosevelt quiso “echar una mano” a la Gran Bretaña asediada, y cuando decide “librar una guerra no declarada”. La sexta le corresAdrián Viale pondió a Stalin, y consistió en hacer caso omiso a las numerosas advertencias que le llegaron sobre la invasión alemana. La octava Estudiante de Historia, Facultad fue japonesa: atacar Pearl Harbor y entrar en guerra con Estados de Filosofía y Letras, Universidad de Unidos. Las dos últimas le tocaron a Hitler, y son probablemente Buenos Aires, Argentina. las más importantes y las más controvertidas: declarar la guerra a marianoviale@hotmail.com Estados Unidos y exterminar a los judíos. Se notará que la elección de Kershaw puede ser justificada y hasta evidente en algunos casos 1. Ian Kershaw, La dictadura nazi. Proble(especialmente en el caso de las decisiones tomadas por Hitler), y mas y perspectivas de interpretación. Buenos Aires: Siglo xxi, 2004. puede parecer más arbitraria en otros: así, por ejemplo, tal vez no 2. Ian Kershaw, Hitler. 1889-1936. Barse entienda bien por qué la decisión de seguir combatiendo por celona: Ediciones Península, 2007; parte de Gran Bretaña es más trascendental que la de Stalin, que Hitler. 1936-1945. Barcelona: Ediciones Península, 2007. no es tomada en cuenta. 3. Ian Kershaw, El mito de Hitler. Imagen El libro no se reduce sólo a estudiar las decisiones y cómo unas y realidad en el Tercer Reich. Buenos se relacionan con otras, sino que además intenta contextualizarlas, Aires: Paidós, 2003.

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por un lado, contando la historia de la primera posguerra, y por otro lado, contando el modo de funcionamiento de los diversos sistemas políticos, para lograr así comprender tanto las causas profundas como el proceso particular de cada decisión. De otra manera, las decisiones serían incomprensibles: no puede entenderse a los alemanes o los japoneses sin comprender el orden de la primera posguerra, bajo el cual se sentían una nación desposeída, así como no pueden entenderse las limitaciones de Stalin al tomar sus decisiones, sin tener en cuenta las grandes purgas de 1937-1938. Más allá de eso, lo central es que cada capítulo trata acerca de una decisión; por lo tanto, cada capítulo trata acerca de las diferentes opciones que se les presentaban a los individuos que detentaban el poder político y tomaban las decisiones en cuestión. Como dice el mismo Kershaw, las cosas podrían haber sido de otra manera, y si un libro como éste podría haber sido un ejemplo de historia teleológica, la correcta utilización de la historia contrafactual permite a Kershaw escapar de esa trampa. Aunque en varios casos se limita a discutir con diversos autores que han presentado opciones que Kershaw advierte que no fueron factibles, lo importante es entender que ninguna de las decisiones fue vivida por sus protagonistas como inevitable. Repasemos: según Kershaw, si Gran Bretaña decidió seguir combatiendo, podría haber elegido negociar (algo probable, siempre según Kershaw, si la posición de Churchill no hubiera ganado en los debates internos del nuevo gobierno). Si Japón decidió expandirse hacia el Sur, podría haber elegido hacer concesiones sobre su política en China y subordinarse (a la larga) a los Estados Unidos. También podría haber elegido la expansión por el Norte, a expensas de la Unión Soviética. Mussolini podría no haber invadido Grecia, y lo que es más, podría no haber intervenido en la guerra: si lo hizo fue por voluntad propia, desatando una victoria alemana que sería (a la Historia le gustan las ironías) pírrica. Roosevelt podría no haber aprobado la Ley de préstamo y arriendo (aquello de echar una mano) o podría no haber comenzado una guerra no declarada, o incluso también podría haber entrado en la guerra antes, aunque por otra parte Kershaw declara que el aislacionismo, a pesar del fuerte lobby que lo representaba, era menos probable y poco factible. Stalin podría haber atendido a las múltiples advertencias sobre la inminente invasión alemana, y podría haber tomado medidas al respecto. Hitler, en lugar de invadir Rusia, podría haberse concentrado en destruir el poder marítimo inglés. Por supuesto, también podría haber tratado de evitar la guerra contra Estados Unidos, y podría no haber procedido con el exterminio genocida. Pero si se tomaron las decisiones fue por algo. Para Japón, por ejemplo, decisiones distintas a las que se tomaron hubieran implicado una humillación nacional y una subordinación a los Estados Unidos, que la élite de este país no estaba dispuesta a aceptar. Una humillación parecida hubiera ocurrido con los sueños imperiales italianos en

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Reseñas

caso de no entrar en guerra. Estados Unidos parece haber tenido mayor libertad de acción, pero sólo en consideración al momento propicio para ingresar en la guerra, y no al hecho de luchar en ella. El caso más extraño, seguramente, es el alemán. Durante muchos años la visión canónica contaba que los errores más grandes de Hitler durante la guerra habían sido invadir la Unión Soviética, declarar la guerra a Estados Unidos y tratar de eliminar a los judíos. Mucha tinta corrió sobre cómo y cuánto podría haber cambiado la historia si Hitler no hubiera procedido de esta manera. Kershaw no piensa así. Desde hace varios años (desde el debate Goldhagen sobre el papel de la ideología como motor principal del genocidio nazi, al menos, pero también desde antes) los especialistas en nazismo comenzaron a tomar en serio la ideología del régimen. De esta manera, donde antes se veían decisiones equivocadas que Hitler podría haber evitado, ahora se ven resoluciones que corresponden lógicamente a la ideología nazi. Viéndolo desde esta perspectiva, Kershaw declara que las decisiones que tomó Hitler fueron perfectamente entendibles. De acuerdo a la perspectiva de la ideología nazi, la invasión a la Unión Soviética era inevitable, la declaración de guerra a Estados Unidos fue ineludible y (el caso extremo) el exterminio de los judíos debía llevarse a cabo, por ser la ingeniería racial un elemento inherente al régimen. Aunque (todo hay que decirlo) Kershaw opina que a veces primaban consideraciones de tipo estratégico, éstas sólo se imponían porque concordaban con la ideología que sustentaba el régimen. No hay mayores desarrollos teóricos en este libro. Se destaca la importancia dada a las decisiones que individuos toman en momentos determinados, y a los efectos que las mismas tienen en la sociedad. Toda la narración está, de esta manera, enfocada en los individuos y en la política. Por supuesto, aunque la importancia de las decisiones individuales está presente desde el título mismo de la obra, Kershaw intenta mostrar la interacción entre determinantes externos e iniciativas individuales. Además, existen los matices, pues un individuo inserto en un sistema democrático tiene una capacidad de acción mucho menor que quien es parte de un gobierno autoritario. También dentro de los sistemas no democráticos hay diferencias: mientras que en Japón las decisiones del gobierno autoritario parecen tomarse dentro de la élite, y en Italia existe lo que Kershaw llama un cartel de poder, en Alemania o la Unión Soviética el arbitrio de un individuo es un componente estructural del sistema. Como todo clásico libro de historia política y de élites que toman decisiones, el pueblo brilla por su ausencia y sólo aparece en los capítulos sobre Estados Unidos bajo la forma de encuestas que expresaban la opinión pública. No es el mejor libro de Ian Kershaw. Es, sin embargo, el libro de un gran historiador, bien escrito, riguroso y con abundante información. Si bien, al ser un trabajo de síntesis, es (como suele decirse) más deudor de la biblioteca que del archivo, no puede negarse que es una síntesis admirable de buena parte de los estudios monográficos sobre estos temas.

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Notilibros-Notired S ección

a cargo de

sión a los hombres “humildes” y a sus pueblos, debido a que generalmente se ha destacado a los terratenientes, a quienes se ha adjudicado los méritos de la colonización y fundación de municipios. Los documentos presentados dan testimonio de cómo las disposiciones republicanas dieron lugar a la inmensa apropiación a manos de unos cuantos personajes de las tierras ya cultivadas o mejoradas, desconociendo a quienes confiaban en las doctrinas tradicionales sobre la propiedad, para quien tuviera morada y labranza. La introducción de la figura del denunciante, la exigencia de títulos papeles o la composición de las tierras, la inaplicación de normas que requerían la siembra de las tierras para conservarlas, la reducción de las tierras de los indígenas y la derivación de éstos en peones, así como otros requisitos imposibles de cumplir por parte de los colonos pobres y mestizos para titular las tierras trabajadas por ellos, llevaron a la consolidación de latifundios.

M artha L ux

Ï Vivas Ramírez, Fabricio. El cobre americano en la política de Castilla (Siglos XVI - XVIII). Caracas: Editorial de la Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Católica Andres Bello, 2009, 304 pp. El texto explora el papel de la minería americana, que los indígenas practicaron tanto en la extracción como en la manufactura de piezas de oro, plata, cobre, estaño y plomo, pero también del arte de las aleaciones con cobre. Señala el autor que el interés por la explotación de cobre durante la conquista fue remplazado por el del oro y la plata, debido a que la explotación del cobre requería mayor esfuerzo, prolongada labor y bajos rendimientos sobre la inversión. Sin embargo, las guerras así como los variados usos del metal llevaron a que se aumentara el consumo del cobre, ya fuera para el vaciado de artillería, la acuñación y resello de monedas, los adornos y objetos del culto de la Iglesia, como para la elaboración de herramientas y herrajes en las plantaciones y cañaverales. La Corona controló la producción no sólo para garantizar el suministro de cobre, casi todo indiano, sino para estimular la producción de un metal poco codiciado pero de gran utilidad estratégica. Esto llevó tanto a un aumento del control fiscal sobre la producción en las minas, como del comercio desde los puertos americanos hasta las atarazanas sevillanas. Ï Franco Alzate, Jairo Antonio. Desplazados y terratenientes en la colonización antioqueña del sur, 1780-1930. Apellidos de “colonizadores pobres” y de “capitalistas colonizadores”. Colombia: Jairo Antonio Franco Alzate, 2009, 535 pp. El objetivo principal de este trabajo busca replantear quiénes fueron los verdaderos actores de la colonización antioqueña del sur. Se propone responder y presentar en su justa dimen-

Ï Ramos Peñuela, Aristides, Óscar Saldarriaga y Radamiro Gaviria, eds. El Nuevo Reino de Granada y sus provincias: crisis de la independencia y experiencias republicanas. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana Editorial Universidad del Rosario, 2009, 230 pp. El acercamiento al ejercicio de nación y estado a partir de lecturas desde ámbitos diversos, como la educación, la economía, los postulados democráticos, las formas culturales, la dirección política y los conflictos armados, permite una percepción más acertada de un país que, a pesar de todas las circunstancias históricamente adversas, se reconoce y es reconocido como uno de los más estables de la región. Este texto hace referencia a la serie de ejercicios académicos conmemorativos del Bicentenario de la Independencia, y nos acerca al conocimiento de diferentes aspectos, muy estudiados pero poco difundidos, de los antecedentes que signaron los derroteros del país. Asimismo, explica desde la perspectiva histórica, el devenir al que se enfrenta Colombia dadas las circunstancias especiales bajo las cuales apareció en el concierto de naciones.

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Ï Palacios, Marco, coord.

Humanas, Departamento de Historia, Línea de Inves-

Las independencias hispanoamericanas.

tigación en Historia Política y Social, 2009, 466 pp. En esta compilación se presentan veinticuatro ponencias expuestas en el XV Congreso de colombianistas en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, en agosto del 2007. Estos ensayos giran alrededor de la historia, la narrativa y la poesía colombianas, abarcando temas culturales, políticos, económicos, artísticos y de crítica literaria y poética. Propone una visión que trasciende las disciplinas y aspira a un enfoque dialógico que permite nuevas miradas en relación con la columna vertebral de los ensayos: independencia, independencias y espacios culturales.

Interpretaciones 200 años después. Bogotá: Grupo editorial Norma, 2009, 414 pp. El texto es una recopilación de trece ensayos de igual número de académicos reconocidos en América Latina. Unos trabajos son específicos sobre Colombia, Perú, Ecuador, México, Cuba-Puerto Rico, Venezuela, Paraguay, Argentina y Chile, pero también se ofrece un panorama general de lo que representaron las independencias en América, así como de las consecuencias económicas en España debido a la ruptura. Las interpretaciones críticas que ofrece el libro abren nuevas perspectivas para explicar el presente de América Latina en las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia.

Ï Múnera Ruiz, Leopoldo y Nathaly Sánchez, eds. Fragmentos de lo público-político. Colombia siglo XIX. Medellín: La Carreta Editores - Universidad

Ï Victoria, Pablo.

Planeta, S.A., 2009, 242 pp. Este libro aborda lo que el autor refiere como la historia no autorizada de la revolución independentista en Colombia. Parte de premisas que controvierten desde sus cimientos la interpretación de la historia nacional. Acudiendo a fuentes primarias, cotejando escritos y escudriñando en la historiografía, logra un compendio de lo que él denomina trece grandes mitos de la historia colombiana. Como centro de sus críticas aparece la clase dirigente criolla, responsable, según su visión, del fracaso de la nación. No se salvan de sus dardos los insignes Camilo Torres, Francisco José de Caldas, ni Antonio Nariño, quienes, de acuerdo a los argumentos que esgrime el autor, fueron simples burócratas levantiscos de la Corona española.

Nacional de Colombia, 2009, 371 pp. Los siete artículos que conforman el texto son estudios sobre la esfera pública colombiana a partir de la Independencia de la Nueva Granada, que no pretenden tener la misma perspectiva teórica e historiográfica. Por el contrario, alrededor de un debate colectivo desarrollado durante más de dos años, fueron elaborados los trabajos desde una pluralidad de enfoques, definidas por el carácter exploratorio de la investigación y por la heterogeneidad temática. El Estado, la nación, los contrapúblicos subalternos, las publicidades subordinadas, la ideología de un autor o la percepción literaria del siglo XIX, son tratados por los autores con plena libertad comprensiva e interpretativa. En el trasfondo analítico figura el diálogo entre la teoría política y la historiografía contemporánea sobre Colombia e Hispanoamérica, y la pretensión de superar las simples aplicaciones teóricas y los modelos teleológicos y normativos que se derivan de ellas.

Ï Acosta Peñaloza, Carmen Elisa, César Augusto

Ï Gärtner, Álvaro.

Ayala Diago y Henry Alberto Cruz Villalobos, eds.

El último radical. Manizales: Universidad de Caldas,

Independencia, independencias y espacios cultura-

Jurídicas y sociales, 2009, 387 pp. Carlos Eugenio Gärtner Caraño fue uno de los personajes más importantes de finales del si-

Grandes mitos de la Historia de Colombia. La Nueva Granada contra España. Barcelona: Grupo Editorial

les. Diálogos de historia y literatura. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias

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glo XIX y de los primeros decenios del XX en el antiguo Cantón de Supía -situado en el norte del Cauca Grande-, cuando la comarca ya hacía parte del Departamento de Caldas. Hijo de padre alemán y de madre mestiza fue el primer oriundo de esa población en estudiar leyes en el Colegio Mayor del Rosario de Bogotá, durante el periodo republicano. Allí acogió los postulados del radicalismo liberal, partido gobernante impulsador de uno de los programas sociales más audaces y utópicos de su tiempo. Después, sus actividades políticas y militares, su origen y su actitud ante el fanatismo religioso, le valieron no pocos problemas con el clero de su tiempo y con los gobernantes durante la Guerra de los Mil Días. Hoy su recuerdo se borró de la memoria colectiva, ni siquiera sus descendientes tienen idea clara de quién fue ni de lo que representó en su tiempo, y la tradición oral se reduce a episodios inconexos más cercanos a la anécdota que a la historia. De ahí la importancia de esta biografía. Ï Castro Gómez, Santiago. Tejidos oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2009, 272 pp. Los procesos de industrialización a comienzos del siglo XX en Colombia demandan una nueva relación de las personas con el movimiento, la emergencia de unas subjetividades científicas capaces de hacer realidad el orden social imaginado pero no realizado por las elites liberales del siglo XIX. Para que Colombia pudiera ingresar con éxito a las nuevas dinámicas del capitalismo mundial, los cuerpos debían adquirir una nueva velocidad. Había que producir un nuevo tipo de sujeto desligado de su tradicional fijación a códigos y hábitos mentales preindustriales, y esto conlleva la necesidad de implementar una serie de dispositivos que permitieran la rápida circulación de personas y mercancías. Este libro propone una genealogía de estos dispositivos imaginarios, bajo la hipótesis de que en la Colombia de comienzos del siglo XX, el deseo por la mercancía precedió a la llegada de la mercancía misma. Antes que como

un mundo de objetos, la industrialización de los años 10 y 20 se constituyó como un mundo de sueños y deseos. Ï Archila Neira, Mauricio y Leidy Jazmín Torres Cendales, eds. Bananeras: Huelga y Masacre 80 años. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Historia - Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 2009, 237 pp. A los 80 años de la huelga de los trabajadores en la zona bananera y de la masacre allí cometida contra los huelguistas, sus significados y los propios hechos siguen siendo asunto de disputa histórica y de valoración político-cultural. Por múltiples caminos de la memoria, la experiencia, el arte, la literatura, el periodismo y la historia, se ha mantenido viva la llama de la conciencia para interpelar al presente sobre la vigencia de lo que allí sucedió. El libro recoge las intervenciones del Simposio Bananeras, “Huelga y Masacre 80 años”, llevado a cabo en la Universidad Nacional sede Bogotá, en noviembre de 2008. En este evento participaron jóvenes investigadores así como especialistas en el asunto, con el propósito de generar puentes de colaboración intergeneracional adecuados y responsables. Ï Chávez Maldonado, María Eugenia, ed. Genealogías de la diferencia. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2009, 292 pp. El texto comienza señalando que quienes colaboraron en su producción se sintieron convocadas por una incomodidad compartida, que fue el constatar que “lo racial”, como idea y como concepto, se aplicaba al análisis social de la época colonial, naturalizando su significación como un a priori histórico. Si se acepta que el marco de significación de las diferencias, anclado en los conceptos de raza y de diferencias raciales, emerge desde mediados del siglo xviii en el contexto de la decadencia del poder colonial ibérico y de la consolidación de nuevas potencias coloniales del norte de Europa, la aplicación de estos conceptos

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resulta anacrónica. Este anacronismo tiene implicaciones graves, en tanto oculta el peso histórico que tuvieron más de trescientos años de ejercicio colonial en la estructuración de formas de significación y de saberes sobre la diferencia. La narrativa de la historia corre el riesgo de cerrarse sobre sí misma y sobre los límites que le ha impuesto el imperio de la razón cartesiana y el saber iluminista, de los cuales adquiere su estatuto como disciplina, y que tuvo como premisa negar la validez de todas las formas previas del saber. Ï Castro Gómez, Santiago y Eduardo Restrepo. Genealogías de la colombianidad. Bogotá: Instituto Pensar - Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2008, 335 pp. El texto propone algunas apuestas teóricas y políticas, desde las cuales se propone una particular lectura de la historia colombiana. Señala que la noción de colombianidad se encuentra entramada de disímiles maneras, en lo que algunos estudiosos de las ciencias sociales y muchos políticos denominan “identidad nacional”. Propone una lectura de la historia colombiana, que antes de una colombianidad singular y homogénea, sea pensada como regímenes de colombianidad, como campos de lucha entre distintas posiciones históricamente localizadas. Muestra que estas articulaciones no han dejado de apelar al universo simbólico-discursivo del capitalismo moderno-colonial, incluso en su formación más reciente (el posfordismo), producidas en nombre del multiculturalismo. Las diferentes contribuciones presentadas en este libro exploran el modo en que lo nacional, así entendido, se constituye como un campo de poder desde el que son definidas, interpeladas, normalizadas y contestadas diferentes subjetividades.

tamientos armados que estallaron en América Central a finales de los años setenta. Para dar respuesta busca, por un lado, llevar a cabo el estudio de las guerras y sus causas en el complejo entramado social de Guatemala, El Salvador y Nicaragua; y por el otro, romper con la larga lista de estereotipos y lugares comunes que lastran los estudios llevados a cabo en América Central. Rompe, por ejemplo, con la etiqueta de “repúblicas bananeras”, que más que provenir de disciplinas como la historia y la sociología, es una barrera en el campo de las ideas al constituir un prejuicio con apariencia de verdad en lo que a América Central se refiere. En suma, esta obra es una reflexión en torno a la acogida que los países de esa región han dado a la modernización a partir del estudio de sus guerras internas y sus consecuencias sociales.

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Ï Bataillon, Gilles. Génesis de las guerras intestinas en América Central (1960 – 1983). México: Fondo de Cultura Económica, 2008, 374 pp. La pregunta central que guía al autor se propone entender las guerras civiles y los enfren-

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