Historia Crítica No. 5

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CONTENIDO PRESENTACIÓN

DANIEL GARCÍA

LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA "SIMBÓLICA" DE LOS RITOS BOLIVARIANOS

GEORGE LOMNE

LENIN, GORBACHOV Y LA ECLOSIÓN DE LAS NACIONALIDADES EN LA URSS.

ANDRÉS SERBIN

LA "NUEVA HISTORIA" FRANCESA: RADIOGRAFÍA DE UNA HISTORIA

HUGO FAZIO

PROMESAS MATRIMONIALES INCUMPLIDAS EN ANTIOQUIA COLONIAL

PABLO RODRÍGUEZ

LA SEDE DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

JUAN CARRASQUILLA

TEMAS Y DEBATES

RUBÉN SÁNCHEZ

ESPACIO ESTUDIANTIL

MARCELO BUCHELI

NOTICIAS

RESEÑAS

ALAN ARIAS JOSÉ DARÍO ARIAS MARÍA TERESA CALDERÓN DARÍO FAJARDO HUGO FAZIO ELSY MARULANDA

NOTILIBROS

RICARDO ARIAS LUIS E. BOSEMBERG HUGO FAZIO ALBERTO FLOREZ DIEGO ZAJEC

CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS


PRESENTACIÓN HISTORIA CRITICA es el resultado de un esfuerzo humano colectivo que ya está consolidado y que prácticamente marcha solo. Con este quinto número le hemos cumplido a nuestros lectores, saliendo siempre a tiempo, y con reacciones bastante positivas. Resulta extremadamente satisfactorio saber que la revista se ha ganado su espacio después de los múltiples esfuerzos que a veces veíamos como gigantescos. Es así que Historia Crítica hoy entra a una nueva etapa ya que la fase de despegue y consolidación inicial ha concluido exitosamente. Como parte del equipo de personas que producimos la revista, me ha correspondido el papel de dirección durante estos primeros años. Ahora otras personas entrarán a manejar el esfuerzo colectivo. La rotación como principio del trabajo en equipo permite desarrollar, renovar y ampliar nuestra revista. De hecho, desde hace dos números, mi compañero y amigo Hugo Fazio ha estado fuertemente dedicado a Historia Crítica. Estoy muy seguro que bajo su conducción la revista tendrá aúm mayores éxitos de los que hasta hoy hemos gozado. Como profesor del Departamento de Historia continuaré haciendo parte de Historia Crítica de otra manera. Es siempre triste dejar una labor a la cual se le ha dedicado tanta energía y cariño. Pero ya que el bebé camina, es importante dejarlo caminar, y enorgullecerse por verlo caminar. Y sentirse feliz por saber que seguirá caminando. Quiero agradecer muy especialmente a las bellas personas que me acompañaron en estos años y que hicieron posible que hoy Historia Crítica sea una realidad con una larga vida por delante. DANIEL GARCÍA


LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA “SIMBÓLICA DE LOS RITOS BOLIVARIANOS” Georges Lomné Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA)

bólica con la "Gran Nación", que nos proponemos estudiar.

INTRODUCCIÓN

Este texto fue escrito en junio de 1989, para ser presentado en el coloquio de la Sorbona: "L'Amérique Latine Face à la Révolution Française". Es parte de la investigación que hace actualmente el autor acerca de los imaginarios políticos del período de la Independencia.

El símbolo es, con propiedad, lo que autoriza el reconocimiento. De silenciar sus símbolos, un sistema político se privaría, de facto, de la adhesión por parte del grupo a sus ambiciones. De tal manera que la Revolución francesa forja muy pronto una pedagogía política de la fiesta en la que la imagen y el rito concurren a la hipérbole del hombre en cuanto sustituto de la divinidad. Al examinar la filiación existente entre la "simbólica" bolivariana y la de la Revolución francesa nos corresponde, en fin de cuentas, comprobar la pertinencia del adagio de Marc Bloch según el cual "Los hombres se parecen a su tiempo más que a sus padres".

En rigor, los ritos bolivarianos no abarcan el conjunto del "Folklore de la República", cuyos cimientos van echando los estados recién emancipados. A priori, no conciernen sino a los comportamientos de carácter reiterativo que ponen en escena al Libertador en cuanto "ser político". Además, ala independencia de las repúblicas latinoamericanas tanto como a la Revolución francesa, no cabe considerarlas como un todo; no debiendo el episodio bolivariano, por más visos de preponderancia que entrañe, pretender a la exclusividad. Así y todo presenta, en nuestro sentir, notable interés bajo el enfoque particular de una dualidad sim-

—En primer lugar, efectivamente, aparece el rito bolivariano en medio de los ritos cívicos patriotas de la América independentista como el más acabado, el más duradero y el que se expande por el más dilatado espacio. —En segundo lugar, ofrece sin duda alguna el caso particular más fecundo de una contaminación simbólica de la Francia revolucionaria. Ni la América Central con el breve episodio de Iturbide en México, ni el Cono Sur arrojan tanto despliegue de signos políticos modernos. Los "avances de ideas" que Desmoulins concedía a la Revolución francesa encuentran aquí un terreno predilecto. En tal óptica, nuestro empeño inicial consiste en localizar los emblemas y las liturgias que remiten al universo simbólico revolucionario, en el mismo meollo del rito bolivariano. Después solamente será lícito sacrificar al arduo ejercicio de las interpretaciones, en cierto modo, la oca-

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sión de penetrar en el "Laberinto del General" (1) y de acosar en él al imaginario Sans-culotte, antes de sentar las bases de un tropismo americano, el cual a nuestro juicio vuelve a plantear en términos autóctonos el carácter mismo de lo simbólico importado.

I. EL SIGNO REPUBLICANO EN EL MEOLLO ACTIVO DEL RITUAL BOLIVARIANO

1.

Los "Emblemas de la la Revolución"

La veneración a la bandera constituye el más relevante de los usos simbólicos que fomentan la filiación del Libertador con la herencia de la "Gran Nación". Muy temprano opta Bolívar a favor del pabellón tricolor de Miranda, cuya referencia nacional permite eclipsar la muchedumbre de estandartes, regionales o pueblerinos, que floreció en los albores de la Independencia (2). Adornando sus rituales con los colores del arco iris, puede consolidar las bases de una nueva legitimidad, ayudándose con un símbolo de pedagogía muy fuerte, según hizo la Convención Montañesa, ya desde 1793, al declarar obligatorio el uso de la escarapela (3).

— El arsenal de lo simbólico resulta, por lo tanto, íntimamente ligado a los colores nacionales. En Bogotá, por ejemplo, durante el solemne triunfo del 18 de septiembre de 1819, dos genios alegóricos levantan con una mano un dosel tricolor, mientras que con la otra enarbolan las armas de Venezuela y de la Nueva Granada (4). En el último caso es probable, por la fecha considerada, que se trate del águila de Cundinamarca, tocada con el gorro frigio utilizado con anterioridad en tiempos de la "Patria Boba". En Caracas dos años

Sello de la República de Colombia, 18221823. El águila de Cundinamarca, tocada con el gorro frigio, fue retomada de un emblema utilizado con anterioridad por la "Patria Boba". A.N.H., Quito.

más tarde, cuando la celebración de la victoria de Car abobo (5 ),

el nuevo escudo de armas de Colombia adorna la fachada de la Municipalidad alternando con la bandera. Nada de gorro frigio ya, pero sí la explícita divisa "Morir o ser Libre" (6). Por fin, en Quito en mayo de 1823, rematando el carro alegórico armado por Manuela Sáenz, el escudo, dibujado en Cúcuta el 11 de octubre de 1821 (7), va al lado del símbolo supremo de la Nación. Se trata esta vez de un "hacecillo de lanzas" (el haz lietorio de los romanos) orlado de dos cornucopias, metáforas de las riquezas de los "países fríos, templados y cálidos": el signo se relaciona ya más con la voluntad de afianzar las instituciones tanto como la abundancia material, que con la de procurar un ideal igualitario. Colombia, como el consulado en su tiempo, aspira finalmente a levantar sus masas de granito. El lenguaje de las alegorías que nos dirige el ritual bolivariano nos permite igualmente establecer su filiación directa con "lo imaginario" revolucionario. Los "transparentes", especie de telas finas pintadas e iluminadas, o la estatuaria que ostentan los actos cívicos bolivarianos representan siempre la Libertad en figura de ninfa vestida a estilo antiguo, blandiendo un asta con un gorro frigio en lo alto.

1. El titulo que escogió Gabriel García Márquez para su última novela (El General en su laberinto, Bogotá, Ed. Oveja Negra, 1989) es evocadora gusto de un imaginario lleno de recovecos que se constituye en caleidoscopio de su tiempo y de dos continentes más allá del carácter fatídico de una marcha a la muerte que desea calificar. 2. Bolívar informa al general Juan Bautista Arismendi, gobernador de la isla de Margarita, de su elección a favor de la bandera tricolor de Miranda en un oficio fechado del 28 de octubre de 1813. Citado por Joaquín Pineros Corpas en Historia de la bandera colombiana, Bogotá, Imprenta de las Fuerzas Militares, 1967, pp. 47-48. 3. Garrigues, Jean: Images de la Révolution, París, Ed. Du May, 1988, p. 35. 4. Correo del Orinoco No. 49 del sábado 15 de enero de 1820, ed. facsímil, París, Desclée de Brouwer et Cié, 1939. 5. Gaceta de Caracas No. 22 del jueves 9 de noviembre de 1821, T. IX, ed. facsímil, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1983. 6. Se encuentra una ilustración de este escudo muy efímero (10 de enero de 1820-6 de octubre de 1821) en la p. 312 del libro de Evangelista Quintana: Símbolos de la nacionalidad colombiana, Buenos Aires, Peuser, 1954. 7. Suplemento al No. 1 del Monitor Quiteño del 5 de junio de 1823. El original está en posesión del señor John de Howitt. Ambato, Ecuador. Respecto a la heráldica colombiana ver el excelente articulo de Eduardo Posada, en el No. 18 del Boletín de historia y antigüedades, Bogotá 1903.

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Por lo demás, suele darse el caso de que la ninfa cobre cuerpo para acompañar al retrato del Libertador (8). En determinados casos, incluso, el Genio de Colombia le arrebata los atributos distintivos de la era nueva (9). Queda fuera de duda que las virtudes cívicas de la Roma antigua pueblan lo imaginario independentista, aplicándose repetidamente a los héroes de la Libertad bajo forma de banderolas de tela de color que se ganan al juego de la sortija y que la gente se reparte con solemnidad. Las sentencias que llevan impresas son siempre elocuentes, a veces con deje de lenguaje cortés (10).

La simbólica bolivariana participa, además, de las "extrañas metamorfosis del triángulo" ya señaladas para la Revolución francesa (11). En Bogotá, el 28 de octubre de 1828, un transparente presenta un triángulo dotado del ojo ubicuo que lanza rayos de luz hacia una efigie del Libertador colocada en un pedestal. Verdad es que en los días que siguieron al atentado de la "Noche Septembrina", se puso a la San Simón bajo el sello de la Divina Providencia, como lo indica claramente el revés de la medalla acuñada con este motivo (12). 2. La liturgia de la unanimidad

Revés de la medalla acuñada por. Eloy Valenzuela en Bogotá, para conmemorar la salvación del Libertador el 25 de septiembre de 1828. Tomado de Enrique Uribe White: Iconografía del Libertador, Bogotá, 2da. ed., Lemer, 1983, pág. 172.

Sin embargo, los símbolos no adquieren verdadero sentido si no son contemplados en el cuadro de una liturgia. Ahora bien, el ritual bolivariano y la fiesta revolucionaria bien parecen participar de la misma "comunión instauradora" (13). En 1818, en Angostura, Hippisley y sus compañeros de armas bailan la Carmañola alrededor de un cacaotero convertido de improviso en árbol de la Libertad a fin de celebrar el octavo aniversario de la fundación de la República. He aquí el indicio de que el ritual

del juramento cívico, practicado ya por Nariño en Santa Fé, se perpetúa en las riberas del Orinoco, aún cuando el altar de la mística revolucionaria (14) parece un tanto adulterado. En plano más alto, el Libertador, en el momento de sus triunfos, pone en escena su relación de identidad con la Nación. Los coronamientos cívicos de que es objeto en cada ocasión, le facilitan la reactualización de su legitimidad. Sus mismas lágrimas, como ocurre con el héroe caballeresco, se la confieren con más generosidad, es decir, con más nobleza (15). Así, el juramento bolivariano, igual que el juramento revolucionario, crea la soberanía. En este sentido, se opone semánticamente al juramento monárquico tal como lo practicó el conjunto de las Juntas Urbanas, en el otoño de 1808. Buena demostración de ello nos proporciona el juramento colectivo de defender la Constitución prestado por los ciudadanos de Angostura, el día 30 de enero de 1822: la "Felicidad de los Pueblos" es la que con solemnidad se funda en nombre de los principios de "Libertad: Ygualdad, Propiedad y Seguridad" (16). Ya, a raíz de la malograda experiencia de la primera República

8. Gaceta de Colombia No. 160 del domingo 7 de noviembre de 1824, T. 2; ed. facsímil, Banco de la República, Bogotá, 1974. 9. Gaceta de Caracas No. 22, op. cit. 10. Es interesante comparar las cintas que se ganan en el juego de la Sortija, especie de competencia ecuestre basada en la destreza, en Quito en mayo de 1823. con las que distribuyen las ninfas en Caracas en enero de 1827. En el primer caso, las sentencias aluden al lenguaje cortés; en el segundo, se satisfacen en enunciar brevemente las Virtudes Patrióticas del "Desinterés" de la "Probidad", del "Valor" y de la "Cons tancia" que Bolívar se reservó para sí. como lo reporta Páez en su Autobiografía (New York, H. R. Elliot. 1869, reed. 1946, T. I, p. 373). 11. Leith, James A: "Les étranges métamorphoses du triangle pendant la Révolution Franc,aise" en Coloquio: —Les images de la Révolution Franqaise, París, Publications de la Sorbonne, 1988. 12. Gaceta de Colombia No. 391 del jueves 18 de diciembre de 1828, T. 4; ed. facsímil, qp, cit La medalla acuñada para este propósito está reproducida en la p. 172 del libro de Enrique Uribe White —Iconografía del Libertador— 2da. ed., Bogotá, ed. Lerner, 1983. 13. Starobinski, Jean: —1789, Les emblémes de la Raison, París, Flammarion, 1979, p. 65. 14. Hippisley, G.: —Histoire de l´expédition aux riviéres d'Orénogue et d'Apuré dans L'Ame'rique méridionale, París. G.C. Hubert, 1819, p. 58 a 63. 15. Correo del Orinoco No. 49, op. cit. 16. Ibid., No. 126, del sábado 9 de febrero de 1822.

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Venezolana, la Gaceta de Caracas, increpaba el vocabulario de la unanimidad republicana: Ya habéis vivido baxo un sistema cuyo lenguaje estaba compuesto de muy pocas palabras: FELICIDAD, PROSPERIDAD, LIBERTAD Y TRECIENTOS AÑOS DE ESCLAVITUD; habéis vuelto á salir de esas palabras (17).

Once meses después, el grandioso funeral que organiza Bolívar en honor a Girardot es ocasión para difundir odas a la Libertad y reanudar una regeneración interrumpida. El vocabulario de la liturgia bolivariana se revela entonces "moderno'', pues alimenta un discurso de la unanimidad republicana. En adelante, no deja de constituirse en oposición a lo que se designa con el nombre de " despotismo" y "superstición". Bolívar progresivamente viene encarnando el Verbo de la Independencia como Robespierre el de la Revolución. El profetismo que sabe manifestar le asegura el delirio de las multitudes y mantiene la ilusión de la unanimidad. Januario Silva describe de manera asombrosa, en una carta a Santander fechada a 2 de noviembre de 1819, la verdadera transmutación de los ánimos que es capaz de llevar a bien el Libertador (18), mientras el general Mosquera tampoco da crédito a sus ojos en junio de 1822, en Quito (19). El entusiasmo es un parámetro intangible

del ritual bolivariano tal como lo era del ritual revolucionario. En tal contexto, la "heroización" no es palabra vana (20). Si la "voluntad general", ya sublimada por Rousseau (21), es instrumento suficiente para fundar el suceso memorable del acto cívico, también lo es para colocar

sin embargo, es que sea el protagonista el General victorioso. Durante los actos cívicos que se le dedican, el Libertador, con bastante frecuencia, va asociado a la figura de Hércules, que la Revolución francesa ha hecho familiar ya en aquel entonces como alegoría de la fuerza de la Nación aplastando al des-

El llanero venezolano constituye la metáfora americana por antonomasia del Sans-Culotte. Ilustración tomada del: —Mundo de Bolívar, París, ed. Delroisse, 1983, pág. 79.

en su centro al hombre o a los hombres memorables. Pueden ser éstos los llaneros venezolanos, metáfora americana por antonomasia de los Sans-culotte, cuyo talento para el "vuelvan caras" se orquesta durante los combates simulados que ornamentan las grandes conmemoraciones bolivarianas; así, en Quito el 26 de mayo de 1823 (22), y en Bogotá el 7 de agosto de 1824 (23). Lo más corriente,

potismo (24). La protección de Minerva, madre de las ciencias, hermanada con la filosofía de las Luces, aparece más frecuente. Coloca la diosa el busto de Bolívar en la columna de la inmortalidad y le asegura las virtudes del triunfo. En el meollo del ritual bolivariano la "heroización" se afirma, pues, como valor revolucionario, ya que celebra la reconciliación de la Palabra y de la Acción (25).

17. Gaceta de Caracas No. 10 del domingo 6 de diciembre de 1812, T. III, ed. facsímil, op. cit. 18. Boletín de historia y antigüedades, pp. 109-111, Bogotá, 1903. 19. Extracto de las Memorias de Mosquera, citado por Ángel Chiríboga en: —Bolívar en el Ecuador, 1942, reed. 1983, Quito, Talleres Gráficos de Educación Pública, p. 7-8. 20. Tomamos este neologismo de Pbilippe Goujard en "Une Notion-Concept en construction: l'Héroisme révolutionnaire". Ver el Léxico. 21. Starobineki Jean, op. cit., p. 41. 22. Grisanti, Angel: "El vuelvan caras de Quito" en El Libertador No. 129, Quito 1963, p. 27. 23. Hamilton, J.P.: —Travels through the interior provinces of Colombia, London, 1827, pp. 222-224. 24. Benzaken, Jean Charles: —"Hercule dans la Révolution Franqaise", en Coloquio op. cit. 25. El transparente que despliegan en la puerta de la capilla de la Universidad de Caracas en 1821, para celebrar la victoria de Carabobo, ilustra bien a nivel simbólico la reconciliación de la palabra con la acción: El Libertador figura aquí escoltado por Minerva y Hércules, en Gaceta de Caracas, No. 22 op. cit.

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3. Una regeneración de carácter ambiguo Examinando primero el lenguaje de las formas, tropezamos sin tardar con esas "letras alfabéticas" definidas por Ledoux, que fundan "la geometria como lenguaje de la Razón en el Universo de los signos" (26). La estética del triunfo no puede hacer menos que ajustarse a la nueva geometria política. ¿Acaso la economía de las formas no reviste, apriori, un sentido particular en una América sumida en el barroco? El 30 de enero de 1822, en Angostura, el entarimado utilizado para jurar la Constitución lleva de ornamento, en cada uno de sus ángulos, una pirámide (27). Un año más tarde, el Cabildo de Quito decide levantar otra en la Cima de la Libertad, en homenaje a los muertos de la batalla de Pichincha (28). Aun cuando esta última nunca llegó a ver la luz del día, parece manifiesta la correspondencia con la Francia revolucionaria que puebla su universo simbólico de este signo de la Razón, dedicándolo a los manes de sus héroes. Así mismo, no extraña el que el templete octogonal edificado en la plaza de Caracas el 10 de enero de 1827 (29) recuerde tanto al templo griego construido por David en el campo de Marte en agosto de 1793 con motivo de la fiesta de la Unidad (30), por lo similar que resulta en uno y otro caso el universo —neoclásico—de las formas.

La confusión entre lo antiguo y lo moderno se da, pues, en ambos lados del Atlántico, creciendo su amplitud tan pronto se penetra en el lenguaje propio de

la alegoría. La figura de la Fama que aparece durante los triunfos bolivarianos luce una rigurosa semejanza con la utilizada por los virreyes, o la que manda pintar el Pacificador Torivio Montes en Quito, en junio de 1813, para las festividades que ordena celebrar en honor a la proclamación de la Constitución de Cádiz (31). La adecuación de las virtudes cardinales del rey es obvia, por otra parte, ya que remite al "Escudo de las virtudes" (Clipeus Virtutis de Augusto: Virtus, Clementia, Iustitia, Pietas). Pero a eso, sin más, se presta el carácter sincrónico de los jeroglíficos, pues, en cuanto se rebasa el discurso de la "heroización" en sentido estricto, se reintegran los signos a su semántica realista o patriota. Los jeroglíficos de la Libertad siguen siendo los signos distintivos de la Modernidad, en medio de formas neoclásicas que no siempre lo son. Sirva de ejemplo la columna ática proyectada por Agustín Ibarra para el campo de batalla de Carabobo, la cual carece de significación por estar exenta de símbolos o inscripciones de carácter patriota. En cambio, la corintia de Miguel Rola, con un haz lictorio en lo alto y provista de una leyenda explícita, no induce a confusión (32).

Columna ática proyectada por Agustín Ibarra para el campo de batalla de Carabobo. A.N.C. Bogotá, Mapoteca No. 4: doc. No. 70A. Ilustración tomada de Carabobo, generación de héroes, Caracas, Presidencia de la República de Venezuela, Lámina XXV.

La mayor ambigüedad reparable en el caso que retiene nuestra atención atañe, al fin y al cabo, más al ritual que a lo simbólico.

26. Starobinski, Jean, op. cit, p. 50. 27. Correo del Orinoco No. 126, op. cit. 28. Archivo Nacional de Historia, Quito, serie Presidencia 1826, Vol. 631: doc. 58, Vol. 632: doc. 88 y Vol. 634: doc. 13. 29. Salgado Gómez, David: "Efemérides de la Independencia", en Revista de la Sociedad Bolivariana en Colombia, Nos. 17-18, 1937, pp. 193199: cita el testimonio muy valioso de una institutriz inglesa que asistió al triunfo. 30. Respecto a la iconografía de la Fiesta Revolucionaria ver a Mane Louis Biver: Fetes Révolutionnaires á París, París PUF 1979 p 224. 31. "Breve relación de los regocijos que han acaecido en esta ciudad con motivo de haberse publicado las constituciones nacionales de la Mo narquía española" en Boletín de la Academia Nacional de Historia No. 64, Quito, 1944, pp. 327-344. 32. Documentos 70A y 68A de la Mapoteca No. 4; Archivo Nacional de Colombia.

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Fuera del meollo activo del juramento cívico el ritual bolivariano

parece, en gran parte, vestido de los "oropeles de la Colonia". La ordenación cronológica interna de los ritos sigue idéntica a lo que fue, y se articula alrededor de una doble significación: la prioridad del homenaje a la Virgen tutelar del lugar y el acatamiento a las precedencias tradicionales hasta cuando, en algunos casos, la supervaloración de la casta militar causa ciertos disfuncionamientos. El aparato material del ritual permanece a menudo inmutable, según evidencia, por ejemplo, la celebración del santo del Libertador en Quito en 1822 (33): idéntica decoración de la plaza, igual hechura de los arcos de triunfo, utilización similar de las hachas de cera. En este caso, a pesar de todo específico, la modificación más relevante consiste en sustituir el retrato del rey por el de Bolívar. La inercia también se ceba en lo invariable del espacio ritual. La plaza nunca se ve desposeída de su papel de lugar festivo privilegiado. En cuanto a su recorrido, los cortejos triunfales respetan aún los usos inmemoriales.

II. LA REVOLUCIÓN EN EL LABERINTO DEL GENERAL 1.

Columna corintia proyectada por Miguel Rola para el campo de batalla de Carabobo, A.N.C. Bogotá, Mapoteca No. 4: doc. No. 68A. Ibid, Lámina XXVI.

La "simbólica'' del rito bolivariano a prueba de la "Termodinámica Revolucionaria" (34).

De gran interés puede ser intentar discernir una diacronía simbólica en medio del ritual bolivariano, e ir ponderando la

variación de su adecuación a la Revolución francesa. Un primer período discernible será, a nuestro parecer, el que media entre fines de 1812 y comienzos de 1816. Se trata de una fase del ritual todavía carente de cualificación bolivariana en sentido más cabal. Por lo tanto, más acertado sería hablar del ritual indiferenciado de un general victorioso, tal como se aprecia en su entrada triunfal a Caracas el 6 de agosto de 1813. La acogida de las ninfas y las coronas de laurel no revisten en ese instante sino el carácter de un estereotipo, el mismo con el que se agasaja al coronel Rivas algunos días después (35). Con todo, se han echado las bases de la pedagogía del entusiasmo, a falta de un claro despliegue de signos revolucionarios. El general Serviez recalca a más no poder, en sus Memorias, la inaudita perduración de la utopía política: Se abrieron las cárceles y las víctimas del despotismo salieron de los infectos calabozos para tomar parte en júbilo público. Pero ¡qué espectáculo! Aquellos desdichados, en su mayor parte, tenían menos aspecto de hombres que de cadáveres arrancados a la sepultura. Los habitantes de Caracas demostraron la más admirable templanza con sus enemigos pues no se persiguió a ningún español ni a ningún monje (36).

En tal clima, se comprende mejor la presencia, un par de meses después, de dos ángeles en el carro alegórico que transporta la urna en que se guarda el corazón de Girardot.

33. Acta del Cabildo del 25 de octubre de 1822; Archivo Municipal de Quito: Vol. No. 143. 34. La distinción fenomenológica de cuatro tiempos en el seno del proceso revolucionario que opera Abel Poitrineau en su obra: Mythologies révolutionnaires, París, PUF, 1987, corresponde imperfectamente a nuestro objeto de estudio pero, sin embargo, conservaremos la me táfora seductora de "Termodinámica Revolucionaria". 35. Gaceta de Caracas No. 1, del jueves 26 de agosto de 1813, T. IV, ed. facsímil, op. cit. 36. De Viarz, M: —L'aide de camp ou l'auteur inconnu, París, Dufey et Vezard, 1832, p. 155. (Traducción del autor).

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La "guerra a muerte" y los desengaños originados por la Pacificación de Morillo sumen a Bo lívar en el "corazón negro" de su gesta. Queda desestructurado su rito a la par que vaciado de sentido su frágil simbolismo inicial. Reducido casi a la sola

diez años después en más faustas circunstancias (39). Luego, desde Boyacá hasta Ayacucho la suerte de las armas son ríe a Bolívar. Es aquél verdaderamente el momento privilegiado de César en los Andes. ¿Acá-

Entrada de Bolívar a Santa Fé de Bogotá, el 18 de septiembre de 1819. Sociedad Bolivariana de Bogotá. Ilustración tomada del Mundo de Bolívar, op. cit., pág. 85.

Angostura desde abril de 1817 hasta agosto de 1819, llega a abandonar la misma bandera tricolor, trocándola por la negra con calavera, donde campea la divisa: "La Libertad o la Muerte" (37). Así queda constituido el crisol del único mito Sansculotte de la Independencia. Ya, en aquella época, la simple pluma blanca en el tocado vale por signo distintivo entre los patriotas (38); ocurriendo igual

so no se identifica el Cuzco con una "segunda Roma" en boca del Libertador? Este período, sin embargo, empieza con una paradoja: la entrada triunfal del 18 de septiembre de 1819 en Bogotá carece prácticamente de simbolismo revolucionario, no obstante haber sido la que mayor esmero mereció por sus preparativos escalonados a lo largo de cinco semanas. El boato, en cambio, recuerda a todas luces

al de los virreyes. Y, suprema ironía, el Libertador aprovecha los preparativos para las honras fúnebres en memoria de Isabel de Braganza, desamparados por Sámano en su fuga, en beneficio de los patriotas caídos en el combate (40). Las festividades organizadas en su honor en Quito en junio de 1822 no son más significativas en cuanto a lo simbólico: la loza mandada a realizar por José Sanz García con ocasión de uno de los banquetes celebrados en ellas no ostenta más que el escudo nobiliario del Libertador (41). ¡Escaso sabor revolucionario, en verdad, encierra todo ello! En cambio, en la cima del Potosí, el día 6 de agosto de 1825, al colocar por sí mismo el propio busto al pie de una pirámide erigida en su honor, se presta el Libertador a una "auto-heroización" bajo el signo de la Razón (42). El otoño de 1828, a raíz del infortunio de Bruto, permite a César encarecer más su "heroización". Las fiestas del 28 de octubre son, esta vez, lucidísimas, pero es hora de la fidelidad, y no del gorro frigio... 2. Los canales de una liturgia de inspiración revolucionaria Sin embargo urge, por nuestra parte, descartar la idea ilusoria de que Bolívar orquesta personalmente sus actos cívicos como exclusivo director de una escenificación de la cultura revolucionaria en medio de los países a los que emancipa. Múltiples, al

37. 38. 39. 40. 41.

Vowell: — Campagnes et croisiéres, París, Aux salons littéraires, 1837, p. 74. Hippisley, G.: op. cit., pp. 46-47. Nos lo reporta la institutriz inglesa citada más arriba. Peña, José Segundo "Bolívar en Bogotá" en Revista de la Sociedad Bolivariana de Colombia Nos. 27-28, 1938. Una foto de este plato figura en el artículo de Fernando Jurado Noboa: "Recepciones a Bolívar en Quito; junio de 1822", en Vol, 36 de las publicaciones de la Sociedad de Amigos de la Genealogía de Quito, 1988. 42. La ceremonia es descrita en el No. 37 del Sol del Cuzco citado en el No. 33 de la Gaceta del Gobierno del Perú del domingo 23 de octubre de 1825, T. III de la ed. facsímil, Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, 1967.

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contrario, son los canales de elaboración de la nueva liturgia, reveladores de que la Modernidad ha irradiado ya. Asi el juramento cívico, con pretensión de crear la soberanía, aparece ya desde 1806, al jurar Miranda y sus compañeros en el Leander "Ser leal y fiel al pueblo libre de América del Sur, independiente de España" (43), ante un pabellón sellado con el sol de la Regeneración y adornado con el lema "Muera la tiranía y viva la Libertad" (44). Pero el auténtico pionero de una escenificación de la "simbólica" revolucionaria sigue siendo Nariño en Bogotá. Sirva de ejemplo sobre el particular, la extraordinaria descripción legada por José María Caballero de cómo, el 29 de abril de 1813, en la plaza de la ciudad plantó el Cabildo, en el centro de un triángulo de piedra, un Árbol de la Libertad. Iba el arrayán adornado con un gorro frigio colorado y con máximas revolucionarias, pero también con motivos piadosos... (45). Si no innova, el Libertador tampoco figura directamente en el centro de la producción de una cultura simbólica de inspiración revolucionaria. Durante la campaña libertadora, el Cabildo no deja de ser el alma de todas las decisiones en materia de actos cívicos. Regenta los triunfos y honores en función de sus "Rentas de Propios" y de su voluntad

política. Los dos parámetros actúan de consumo sobre la intensidad de la producción de los signos. Pasado el año 1824, y de manera creciente, cada Estado bolivariano empuña por su cuenta las riendas de su folklore político, no pasando el Cabildo de ser un eslabón más o menos aquiescente. El evergetismo deja lugar a la propaganda, lo cual provoca unificación y simplificación del universo simbólico en el seno de cada espacio naciónal en gestación (46). El mismo Bolívar se cansa del triunfo: ¡El 10 de febrero de 1826 atraviesa por Lima a galope tendido, mientras la ciudad le ha preparado honores grandiosos! (47).

El ritual bolivariano, no obstante, aspira a desempeñar el papel de ' 'escuela del hombre hecho". Pretende "poner la Nación en el molde" como la fiesta revolucionaria en su tiempo (48). Entran deseos entonces de descubrir a un David o a un Quatremere de Quincy, pero solamente se encuentra a unos mecenas aislados o a unos regidores nombrados de oficio. En Quito, por ejemplo, en mayo de 1823, el maestro de ceremonias es un tal Manuel Zambrano, de muy elogiado celo patriota. Unos colegiales declaman al general Salom las odas que han compuesto para la circunstancia, pero la pedagogía del ritual sólo aparece

Carro alegórico. Centenario de la Batalla de Pichincha, Quito, 1922. Lo simbólico revolucionario sigue vigente. A.H.B.C.E. ref. No. 186.

43. Pedro Grases en su: —Historia de la Imprenta en Venezuela (Caracas, ed. de la Presidencia de la República, 1967, p. 63) cita el documento en su integridad. 44. Esta bandera fue quemada en Caracas el 4 de agosto de 1806, en plaza pública; el Archivo General de Indias posee su esbozo, tal como fue levantado por las autoridades que la confiscaron. Su mejor reproducción figura en el catálogo de la B.D.IC: —La Revolution FranQaise, la Péninsule Ibérique et l'Amérique Latine, Madrid, 1989, p. 55. 45. Caballero, J.M.: —Diario de la Patria Boba, pp. 133-134 de la reed. de 1986, Bogotá, ed. Incunables. 46. Lo ilustra bien el decreto honorífico emitido por el Gobierno Colombiano, después de las victorias de Junin y de Ayacucho, que Restrepo dirige a todas las Intendencias: ¡Es un documento más administrativo que entusiasta! Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador: Doc. 31/45. 47. Gaceta del Gobierno del Perú No. 13 del sábado 11 de febrero de 1826, ed. facsímil, op. cit. 48. Ozouf, Mona: —La fSte révolutionnaire, 1789-1799, París, Gallimard, 1981, pp. 236-237.

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claramente con la función teatral montada por algunos de ellos: Roma Libre, comedia que trata del fin de los Tarquinos y de los comienzos de la República (49). La elección de esta clase de tema tiene tanta significación como la del argumento de la comedia Mucius Scevola en el Caracas amenazado de diciembre de 1811 (50). Este último rasgo nos remite a la ' 'anticomanía" de la Revolución francesa: el parentesco de los símbolos nos introduce en la filiación de los imaginarios. 3. La cultura antigua en cuanto paradigma Sin la lectura de Plutarco apenas se concibe al joven Bonaparte, y sin el ejemplo de Napoleón, ciertamente tampoco al joven Bolívar (51).

Este aforismo de Emil Ludwig tiene la ventaja de dar en el blanco del problema clave de la genealogía de los imaginarios: ¿influye el filtro napoleónico sobre la filiación existente entre el ritual bolivariano y la fiesta revolucionaria? El Libertador presencia el 2 de diciembre de 1804 las fiestas de la coronación de Napoleón en París, tras haber asistido previamente a las de la "Paz del Mundo" en Amiens, en febrero de 1802. Así lo refiere a Perú de Lacroix: Aquel acto augusto y magnífico me entusiasmó, su pompa y los sentimientos de alegría y de amor que un

Un día de revista en la plaza de Carrousel, en tiempos del Imperio Napoleónico. Ilustración tomada de Napoleón et l'Etat, Dossier 6082 de la Documentation photographique, París, Documentation francaise.

numeroso pueblo manifestaba por el héroe francés (52).

Sin embargo, cuatro años atrás, daba al americano Hiram Paulding una versión radicalmente distinta: Todo era regocijo en la ciudad, pero nosotros no salimos del cuarto y hasta cerramos la ventana (53).

Envuelto en semejante ambigüedad está su testimonio de la coronación de Napoleón en Milán como rey de Italia o el episodio bastante fascinante del encuentro, a distancia respetable, con el emperador de los franceses, durante la revista militar de Montechiaro en mayo de 1805 (54). La última palabra

en este dominio le pertenece, según creo, a Miguel de Unamuno. Y luego su Amadís, Napoleón. Porque es innegable la fascinación que Napoleón ejerciera sobre Bolívar, como sobre todos sus contemporáneos. Y la ejerció más cuando más quiso apartarse de sus malos ejemplos. Cabe decir, sin exceso de paradoja que nunca trasuntó más Bolívar a Napoleón que cuando se esforzó por no imitarle (55). Este "síndrome amor-odio" encuentra solución en el terreno del rito y de lo simbólico. El libertador rehusa los signos del Imperio francés porque borraron los de la Revolución. Napoleón había arrancado los Arboles de

49. 50. 51. 52. 53.

Suplemento al Monitor Quiteño, op. cit. Gaceta de Canicas del viernes 13 de diciembre de 1811, ed. facsímil, op. cit. "Napoleóny Bolívar" fragmentos de Emil Ludwig en —Revista de la Sociedad BolivarianadeColombiatios. 39-40, Bogotá, 1940, p. 151. Perú de Lacroix: —Diario de Bucaramanga, París, Imp. de Walder, 1870, P- 65. Citado en un artículo de Monseñor Diego María Gómez T.: "El juramento de Bolívar en Roma", en: —Revista Bolivariana No. 60, Bogotá, 1860, p. 124. 54. Perú de Lacroix, op. cit., pp. 45-46: famoso episodio durante el cual, como cuenta Bolívar, Napoleón le miraba con un anteojo. 55. Unamuno, Miguel de, "Don Quijote Bolívar", en Bolívar, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1983, p. 6.

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la Libertad (56); Bolívar continúa plantándolos en Caracas en 1828 (57). Ambos comparten la utopía revolucionaria según la cual "Le Monde est vide depuis les Romains" (el Mundo desde los Romanos en adelante está vacío), mas su "inspirado" no coincide por completo. Bien lo refiere O'Leary: Miraba sorprendido a la Francia, una gran república cubierta con los trofeos y monumentos que ostentaba el poder de sus ejércitos y de sus instituciones, cambiando por una corona el gorro de la Libertad (58).

III. EL TROPISMO AMERICANO

1. Las figuras autóctonas de la Libertad El 4 de febrero de 1816, en Funza, una india, con su corona de plumas bien dispuesta, lleva un cerezo cubierto de gorro frigio hacia la mitad de la plaza:

Planto aquí el árbol que nuestros enemigos arrancaron con crueldad de este mismo lugar (64).

En Colombia, en los albores de la Independencia, la libertad es una india. Esta última aparece ya el 19 de abril de 1811 en el escudo que adorna la bandera tricolor por la cual acaba de optar la Sociedad Patriótica de

Serviez capta bien la naturaleza y el límite de la fascinación: Me contaba las ardientes emociones de gloria y de libertad que le embriagaron cuando, por vez primera, presenció uno de aquellos alardes que solía revistar cada Quintidi el Primer Cónsul en la plaza del Carrousel. ¡Qué recuerdo habia conservado del grito glorioso: viva el primer Cónsul! que se unía entonces al grito nacional de ¡viva la República! (59).

El Libertador obedece aquí fundamentalmente al espíritu patriota como a su galaxia cultural de origen. Baraya había entrado en Bogotá en 1812 como un Jefe Romano (60); ofrecía a Bolívar una clave para asumir una doble herencia: la primera, con el ritual virreinal* y, la segunda, con su formación intelectual (61). Napoleón por su parte, plasmaba un modelo carolingio (62), cuya corona gótica le infundía horror al Libertador (63).

56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64.

Portada de La victoria de Junín de 3.3. Olmedo, publicada en París en 1826. Museo Nacional de Bogotá. Tomada de Enrique Uribe White, op. cit., pag. 62.

Garrigues Jean, op. cit., p. 46. Gaceta de Colombia No. 391, op. cit. O'Leary: — Memorias, Caracas, 1952, T. I., p. 62. De Viarz, op. cit., p. 132. (Traducción del autor). Caballero, op. cit, pp. 101-102. Ver el capítulo V del libro de Manuel Pérez Vila: —La Formación Intelectual del Libertador, Caracas, Ministerio de Educación, 1971. Masson, Frédéric; —Le sacre et le couronnement de Napoleón, París, 1908; nueva edición Tallandier 1978: pp. 72-78. Perú de Lacroix, op. cit, p. 65. Caballero, op. cit, p. 200.

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Caracas: lleva en la mano izquierda el atributo de su función, verbigracia un asta con gorro frigio en la punta (65). Además, en 1812 es una india, aparentemente vestida al modo griego, la que Cartagena, a su vez, coloca en el centro de su escudo (66). Las indias siguen apareciendo con frecuencia en el seno del rito bolivariano. En Socorro, a 24 de febrero de 1820, una india levemente atada de un brazo, con el fin de simbolizar a Popayán, acoge al Libertador (67). En Quito, en mayo de 1823, doce jóvenes desempeñan el papel de Vírgenes del Sol, al lado de un carro alegórico dispuesto para celebrar la Independencia. Pero esas indias, en el intervalo de diez años, han dejado de ser semánticamente las mismas ¿Cómo, en verdad, podrían seguir encarnando un valor que empieza el ritual bolivariano a asociar con estatuas alegóricas a lo antiguo? La "India-libertad" debe apartarse donde aparece una Minerva encasquetada. El tropismo americano queda postergado ante el folklore republicano de inspiración francesa. Quizá se haya de relacionar tal ocaso con el desmoronamiento de la imagen rousseauniana

65. 66. 67. 68.

69. 70. 71. 72.

73. 74.

del Indio en Bolívar nada más empezar la Campaña del Sur, lo cual demuestra claramente el Dr. Henry Favre (68). En 1826, la alegoría que lleva en su portada el Canto a Junín de Olmedo ya no asocia la figura del Indio sino a provincias de América; siendo rubia, además, la única india del grupo (69). Otra figura femenina dominante en el rito bolivariano, menos desmerecedora de él que la precedente, es la imagen mariana. Parece estribar su fuerza en el hecho de ir asociada con la Libertad reconquistada sin identificarse con ella jamás en el plano de la alegoría. Caso específico de ello ofrece Quito. La Virgen de las Mercedes patrocina cada año el aniversario de la batalla del Pichincha (70), mientras la de Guápulo acompaña al retrato del Libertador en su fiesta onomástica (71). El simbolismo lunar que la rodea asegurará, en lo más hondo de lo imaginario indígena, una hierogamia secreta con la imagen solar de Bolívar (72). Por lo menos en este aspecto, triunfa el tropismo americano.

2. De un sol a otro: reflexión en torno al mito solar bolivariano Mas del Autor supremo una mirada cambia en plácido día los horrores de la más negra tempestuosa suerte y alumbra el sol al medio de la noche; (...) El Sol sus doce Casas ha corrido alumbrando tu dicha, Quito noble, y el astro de la luz ya ha disipado tus penas, tu opresión y tus dolores.

La metáfora de la ' 'irrupción del día" que apunta en estos versos pronunciados en Quito el 24 de mayo de 1824 (73), va referida a una de las imágenes claves de la Revolución francesa, cuando ésta se afana por expresar su "pasión del comienzo" (74). Pero aquí, como antes, el tropismo americano nos parece ejercer una distorsión que desvirtúa un tanto la imagen original. La metáfora solar, que se distinguirá de la de la "irrupción del día", está cargada de un sentido, común entonces en Francia y en España: se refiere al absolutismo real. La relación de las exequias de Luis I de España, publicada en México en 1725, se titula: Llanto de las estrellas al ocaso del sol anochecido en el

Esta bandera se encuentra en el Museo Bolivariano de Caracas. Quintana, op. cit., p. 293. Carta de Morales a Santander fechada del 24 de febrero de 1820 en: —Boletín de Historia y Antigüedades No. 16, Bogotá, 1903 Favre, Henri: "Bolívar et les indiens" en Bolívar, Cahier de l'Herne, 1983, pp. 272-286. H.J. Konig vincula más bien el ocaso de la figura de la India a un cambio de retórica política a partir del Congreso de Cúcuta, en su art.: "Símbolos nacionales y retórica política en la Inde pendencia: el caso de la Nueva Granada", en Coloquio de Bonn: Problemas de la Formación del Estado y de la Nación en Hispanoamérica, ed. ínter Nationes, Bonn 1984, pp. 389-407. Uribe White, Enrique, op. cit, p. 62. Acta de Cabildo del 4 de mayo de 1824; Archivo Municipal de Quito: Vol. No. 143. La Virgen de las Mercedes está asociada con la "Transfor mación política del Departamento". Acta del Cabildo del 24 de octubre de 1823; Ibid. En Quito, tanto la fachada norte de la Iglesia Catedral, como la fachada sur del Convento de la Merced, ilustran, bajo la forma de relieves esculpidos esta oposición dualista del sol con la luna. Las viejas teorías aristotélicas que expresan la superioridad del mundo sideral sobre el mundo sublunar (dentro de la doctrina cristiana, la Virgen pertenece al primero), y la idea del "Cristo-Sol" difundida por los jesuítas, están aquí, directamente, en resonancia con lo imaginario indígena precolombino. Suplemento al Monitor Quiteño op. cit. Starobisnky, op. cit, p. 34.

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oriente (75). En cambio, la exaltación al trono de Carlos IV, impresa en Lima en 1790, lleva por título: El sol en el medio día: año feliz... (76). Efectivamente, las fiestas que organiza Don Bartolomé Meza en lima con este motivo se colocan totalmente bajo el signo del astro solar. La justificación del cuarto carro alegórico es clara: Este carro del sol, de luces de parto por ostentarse en el a Carlos Quarto, astro luciente del hispano suelo, en que puso el amor todo el desvelo (77).

no a su gusto... El rito bolivariano parece desentenderse de tal distinción. Rehabilita el astro en su totalidad. Los veteranos de Carabobo lo llevan en el brazo izquierdo bajo forma de escarapela amarilla, y también figura, incrustado de diamantes, en el centro de la diadema con que se corona a Bolívar en el Cuzco (78). El mismo Libertador declara a la Asamblea Constituyente Boliviana, en su mensaje del 25 de mayo de 1826, que el Presidente de la República viene a ser "como el sol que firme en

blime inspiración de las ideas republicanas" (80). ¡César se proclama Sol Invictus! Dos factores primordiales explican, a nuestro parecer, lo específico del mito solar bolivariano comparado con la imagen revolucionaria de la "irrupción del día". En primer lugar, se nutre su lógica del dualismo sostenido con la "Leyenda Negra" de la Pacificación. La Ley de Conquista que proclamó Monteverde en 1813 ha devuelto momentáneamente a España a las tinieblas. Morillo y Sámano pueden reinventar una pedagogía del castigo, copiada del duque de Alba, cuyos ritos enarbolan los signos del luto: obscuridad, silencio y severidad... En segundo lugar, la alegoría solar enlaza en los Andes con un pasado al que se glorifica por americano: el pasado inca. Manco Capac puede arengar al Libertador, en el Sol del Cuzco: Desde la tumba, ilustre regenerador de mi patria, vengador de la sangre de mis hijos, yo te saludo. (...) El sol mi padre, el padre de la luz, el dios del día brilla, me parece, con más esplendor que en los años de mi gloria, por que se complace de tus hazañas (81).

En consecuencia, lo simbólico revolucionario más se aviene con los rayos solares masónicos que con un astro demasiado sobera-

su centro da vida al Universo" (79): un principio vitalicio, de esencia solar, fomenta lo que Bolívar considera "como la más su-

La descripción del transparente que se exhibe en lima el 28 de octubre de 1825, con motivo del santo del libertador, es elocuente. Se veía en él:

75. Llanto de las estrellas al ocaso del sol anochecido en el oriente. Solemnes exequias que a la augusta memoria del Sereníssimo y Potentíssimo señor Don Luis primero Rey de las Españas celebró el Exmo Señor Don Juan de Acuña, México, Joseph Bernardo de Hogal, 1725. Biblio teca Jijón y Caamaño, B.C.E., Quito, ref. 00744. 76. El sol en el mediodía: año feliz Júbilo particular con que la Nación indica de esta muy noble ciudad de Lima solemnisó la exaltación al trono de nuestro Augustísimo Monarca el Señor Don Carlos IV en los días 7, 8 y 9 de febrero de 1790. Museo del Libro, C.C.E., Quito. 77. Ibid, extracto de la "Canción Sexta". 78. La diadema se conserva en el Museo Nacional de Bogotá. 79. Blanco, J.F. y Azpurua, R.: —Documentos para la historia de la vida pública del Libertador, Caracas, ediciones de la Presidencia de la República, 1977 (reed. conm. de la ed. de 1876), T. X, p. 343. 80. Citado por Gerhard Masur, en Simón Bolívar, Bogotá, ed. en español de Grijalbo, 1984, p. 480. 81. Blanco y Azpurua. Ibid, T. X, p. 127.

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Al jenio del Perú, representado en el Inca Viracocha revestido de los atributos del imperio y seguido de las vírgenes del sol, que llevaban en sus puras manos una ancha cinta blanca y encarnada, ofreciendo el templo, en que adoraban este astro, a BOLÍVAR que, cabalgando en un sobervio caballo, pisaba un suelo sembrado de cadáveres españoles; viéndose a distancia parada la Libertad en un pico de los Andes (82).

3. Bolívar sustituto de Mariana Al final, se puso el Sol de Colombia y pudo comenzar la apoteosis de Bolívar. El 10 de febrero de 1831 la capital de la República parece convertirse de rondón en teatro privilegiado de la empresa: Todo, todo estaba calculado para erizar los cabellos en medio de aquella pompa y solemnidad religiosa, para enternecer el alma y llenarla de terror por la pérdida inmensa que acababa de hacer Colombia (83).

A pocos héroes revolucionarios franceses les fue dado gozar de igual compasión; excepto, quizás, a Marat en julio de 1793 (84). La alegoría que se pinta en el lienzo colocado a espaldas del coro y frente a la puerta principal de la catedral indica claramente que se desvaneció la Gloria: la Victoria se retira dejando por el suelo sus atributos (palma y corona de laurel). Sin embargo, en el dédalo de signos

que se ofrece a la vista no se percibe ninguna representación alegórica de la Libertad o de la República... Sorprende un detalle: en una de las puertas del cenotafio que se erige al Libertador está representada su imagen en tres fracciones de un espejo roto... La metáfora es clara: la República ha estallado, pero el principio bolivariano sobrevive en cada uno de sus miembros. Se dice que un día, en esa misma catedral, un predicador se dirigió al Libertador en estos términos:

bolivariana ha absorbido el conjunto del arsenal simbólico de la Revolución francesa, con excepción de la figura de Mariana... Se podrá buscar una explicación al fenómeno en diversas direcciones. Nos parece probable que el alcance y la trascendencia del culto a la Virgen María en la zona considerada ha borrado la necesidad del recurso a una diosa laica, de nombre ambiguo y, al fin y al cabo tan francesa... El Libertador ocupa, pues, al morir, todo el campo semántico de un simbolismo de la Re-

Seguid, señor, seguid, que en vos también se encierra una trinidad augusta: sois el Padre de la Patria, el hijo de la Gloria y el espíritu santo de la Libertad (85).

Por lo tanto, la consagración de Bolívar, convertido al morir en verdadero Divus, no debe extrañar (86). Con gran lucidez, Manuela Sáenz había proclamado ya su inmortalidad política en noviembre de 1830, unos días antes de su muerte física (87). El Libertador realmente aparece, desde ese momento, como la figura alegórica ideal para ocupar un dominio abandonado por la simbólica política andina: el de una figura femenina de la República. Esta idea, nos la ha sugerido recientemente el Dr. Yves Saint-Geours: la simbólica

Mausoleo de Sucre, Quito: una bondadosa mensajera de la Libertad enropada del tricolor revolucionario, quizás Mariana, entrega la bandera del arco iris al Mariscal de Ayacucho, mientras que se levanta el sol de la regeneración política. (Foto del autor).

82. El Dr. Thierry Saignes, nos hizo observar con mucho criterio que esta alegoría, recogida en la Gaceta del Gobierno del Perú del 30 de octubre de 1825, (ed. Facsímil, op. cit.); parece asociar la figura del Libertador con la de Santiago Matamoros y, consecuentemente, como es de costumbre en el ámbito serrano, con la de Apu Illampu, el "Señor de los rayos". Entendemos mejor así que, en el seno de la esfera cul tural andina, Bolívar hace referencia fácilmente a la metáfora de la luz; y que se le califica a menudo de "Relámpago" o de "Rayo de la Victoria". 83. "Exequias en Bogotá. Relación de las exequias hechas en Bogotá, a 10 de febrero de 1831 al Libertador", en: —Revista de la Sociedad Bo livariana No. 27-28, Bogotá, 1938, pp. 122-129. 84. Ver el articulo muy sugestivo de Frank Paul Bowman: —"Le sacré-coeur de Marat", en: Coloquio de Clermont-Ferrand, junio de 1974: —Les fétes de la Révolution, París, Société d'Etudes Robespierristes, 1977. 85. "Bolívar y el Predicador", en: — El Libertador No. 106, Quito, 1951. 86. Respecto a este concepto ver libro muy al día de Javier Arce: —Funus Imperatorum, los funerales de los Emperadores Romanos. Madrid, Alianza Forma, 1988, p. 199. 87. "El Libertador es inmortal, una carta desconocida de Manuela Sáenz" artículo de Gerhard Masur en: —Boletín de la Academia Nacional de Historia No. 74, Quito, 1949, pp. 277-280.

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pública. Sin embargo, el retorno de sus cenizas en noviembre de 1842 fundamenta un reconocimiento histórico que intuimos de otra Índole. El primer país que expresa el deseo de asociarse a su triunfo póstumo es la Francia monárquica de Luis-Felipe (88). Quizás vea en ello un medio para identificar con más firmeza a Bolívar con lo imaginario napoleónico poco después de la apoteosis parisiense del emperador (89). Así podría, en cierto modo, cerciorarse de que Mariana no iba a encontrar tierra de exilio tropical bajo la égida de una figura emblemática

error cometido en menoscabo de la Fama: Privé de son catafalque de rochers, Napoleón est venu s'ensevelir dans les immondices de Paris (92).

¡Tampoco a Bolívar se le permitió arar en el mar a su antojo!

tan potente como la del Libertador. Ahora bien; el ritual bolivariano que se entrevé en los grabados del Álbum de Simón Camacho (90) nos da la impresión de la apoteosis de un héroe romántico, despojado en gran parte de su función republicana para revestir la de "Padre de las Naciones". Por lo menos, tal es el significado simbólico de la urna primorosamente labrada que se reserva a los restos del Libertador (91). Chateaubriand opinaba en su tiempo que el traslado de las cenizas del Homme Gigantesque era un

88. Páez, op. cit., T. II, p. 371. 89. Ver las páginas 352-387 de J. LucasDubreton en Le cuite de Napoleón, 1815-1848 I Paris 19591 consagradas al significado de la vuelta de las cenizas de Napoleón para la "Monarchie de Juillet". 90. Camacho, Simón: —Recuerdos de Santa Marta, 1842, Caracas, imp. por George Corser, 1844, p. 38. Se puede consultar este libro en la Biblioteca Nacional de Caracas, contiene el álbum oficial de las litografías realizadas durante las ceremonias que presidieron el retorno de las cenizas de Bolívar. 91. Ver la descripción oficial de Fermín Toro que cita Paez en sus Memorias en la p. 374; op. cit., así como los comentarios de Ángel Isaac Chiriboga en varios artículos que

consagró a este tema. 92. Chateaubriand: —Mémoires d'outretombe, T. IV, pág. 120, citado por J. Lucas-Dubreton, op. cit., p. 383. 93. Ver las interesantes conclusiones de Claude Mosse en su último libro: L'Antiquité dans la Révoiution Franqaise, Paris, Albín Michel. 1989, p. 169. 94. Una réplica de esta espada se conserva en el pequeño museo de la hacienda de San Mateo.

Despojado de los "oropeles" de la Colonia que le cubren, el meollo activo del ritual bolivariano presenta, a nuestro modo de ver, una obvia concordancia simbólica con la Francia revolucionaria. La adecuación de los emblemas y de las prácticas de la Libertad establece un común horizonte que se articula en torno al paradigma de la cultura antigua. El modelo de la República Romana resuelve la filiación de lo imaginario patriota entre uno y otro. Ajusta los continentes a la hora de la modernidad (93). La regeneración bolivariana, sin embargo permanece, por naturaleza, tributaria de la mitología del Nuevo Mundo: la utopía alia el gorro frigio con las plumas indígenas en la guarda de la espada triunfal que el Perú entrega a su Libertador (94). En 1830, el Libertador, héroe epónimo a pesar de las cinco jóvenes naciones, sigue abarcando todo el campo semántico de la idea republicana, pero el ritual bolivariano, tal como sobrevive en el siglo XIX, cambia resueltamente de rumbos: el "culto de un pueblo" se organiza en adelante en "culto para un pueblo" (95). El Dr. Bernard Richard define con agudeza la incidencia del fenómeno en el plano de lo simbólico: "Este culto al padre-fundador y a sus epígonos aleja a la América Latina del modelo francés'' (96).

Lo americano impedía que el General convidase a Mariana en su laberinto...

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LÉXICO La heroización: Tomamos este, concepto del artículo de Philippe Goujard: "Une Notion-Concept en construction: l'Héroisme révolutionnaire" en Dictionnaire des usages socio-politiques (17701815), INALF, Saint-Cloud, 1987. Escribe a este respecto en las págs. 21 y 22. "A largo plazo, fue el proceso de heroización que impregnó más la mentalidad francesa al permitir el culto a los grandes hombres, como al soldado desconocido, y haciendo del sacrificio a la patria la forma suprema del sacrificio". Lo imaginario: Tal como fue definido durante el Coloquio de Loches de julio de 1987 dedicado a "L'Imaginaire Historique" (Instituí Collégial Européen; no publicado), este término parece encerrar un triple registro de significaciones: —De acuerdo con su etimología latina ("Imago") expresa el conjunto de las imágenes físicas que pretenden representar a lo real. (Así lo entendía André Malraux acerca de su "Musée Imaginaire").

—Por otra parte, quiere designar a la red de imágenes mentales, o representaciones, que fomentan un ideario político o religioso. Jacques Le Goff, en sus escritos más recientes, aparta claramente este registro del dominio de la Historia de las Mentalidades. —Un tercer nivel de entendimiento se refiere a categorías mentales de muy larga duración histórica como las que destacaron Georges Dumezil y Georges Duby en el marco de la Europa Occidental. La simbólica: Bajo este neologismo designamos al conjunto de signos que expresan lo simbólico propio a un ideario político o religioso. Nos autoriza descartar, cuanto posible, a la palabra "Simbolismo" cuyo sentido remite demasiado a una escuela literaria como pictórico de finales del siglo XIX. Quintidi: Quinto día de la semana.

95. La distinción es de Germán Carrera Damas en: — El culto a Bolívar, ed. Universidad Nacional, Bogotá, 1987, p. 290. 96. Richard, Bernard: —"Marianne en Amérique Latine, autour du bonnet phrygien et de "Libertad", inédito, 1989, (traducción del autor).

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LENIN, GORBACHOV Y LA ECLOSIÓN DE LAS NACIONAUDADES EN LA URSS Andrés Serbin Profesor de la Universidad Central de Venezuela, Director del Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos INVESP

LA "CUESTIÓN NACIONAL" Y EL MARXISMO-LENINISMO La "guerra fría" y sus efectos sobre los medios de comunicación en Occidente y, con frecuencia, sobre los análisis de algunos especialistas y "kremlinólogos", nos han acostumbrado a asociar el tratamiento de la "cuestión nacional" en los países socialistas en general, y en la URSS en particular, con una ideología específica —el marxismo-leninismo, en cuyo marco los fenómenos étnicos y nacionales han sido descalificados como "epifenómenos" a la lucha de clases, expresiones de la burguesía y, en general, relictos históricos prontos a desaparecer a medida que avanzase y se consolidase el comunismo a nivel mundial (1). Sin embargo, un análisis más detallado de la conceptualización del problema en los "padres fundadores" del marxismo-leninismo, puede llevar a otras conclusiones.

En principio, es de señalar que si bien esta visión general fue promovida y compartida por Marx y Engels, al margen de la proyección de algunos estereotipos y prejuicios nacionales muy particulares, y fue asumida como tal por Rosa Luxemburgo, Plejanov y Radek, y llevada hasta cierto punto a la práctica por Lenin, los marxistas austríacos Renner y Bauer insistieron en la importancia del papel de las naciones en los procesos revolucionarios y eventualmente plantearon que éstas podrían inclusive sustituir a las clases en la conformación de las nuevas sociedades socialistas, planteamientos que volvieron a emerger con fuerza a partir de los procesos de descolonización y de las luchas por la liberación nacional en el Tercer Mundo (2).

marxista, éste puede ser dividido, en función de la cuestión nacional, en tres tendencias, de gran importancia para el posterior tratamiento de las nacionalidades en las sociedades socialistas. En primer lugar, las concepciones del marxismo clásico, con su énfasis en la primacía de la conciencia de clase y de la lucha de clases, irreconciliables con el nacionalismo. En segundo lugar, el marxismo estratégico que postuló el apoyo formal al derecho de auto-determinación en abstracto, junto con un respaldo selectivo a los movimientos nacionalistas. Y en tercer lugar, el marxismo nacional, con un énfasis en el papel de las naciones como un instrumento fundamental de las fuerzas históricas que ha cobrado especial fuerza a consecuencia de los procesos de descolonización y de las luchas de liberación nacional (3).

En este sentido, un investigador del tema señala, sin embargo, que en el propio pensamiento

Desde esta perspectiva, Lenin se enmarca claramente en la se-

1. Hemos analizado este tema con más detalle en los primeros capítulos de Etnicidad, clase y nación en la cultura política del Caribe de habla inglesa (Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1987) y de Etnocentrismo y geopolítica (en prensa en Academia Nacional de la Historia, Caracas). 2. Cfr. Lowy, M. y Haupt, (i.: Los marxistas y la cuestión nacional, ed. Fontamara, Barcelona, 1980; Bloom, Salomón: El mundo de las na ciones. Elproblema nacional en Marx, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1975; Marx, C. et al.: El marxismo y la cuestión nacional, Avance, Bar celona, 1977; Davis, Horace: Nacionalismo y socialismo, ed. Península, Barcelona, 1972, Y Boersner, Demetrio: Socialismo y nacionalismo, Instituto de Estudios Políticos, UCV, Caracas, 1965, para citar sólo algunos. 3. Connor, Walter: The National Question in Marxist-Leninist Theory and Strategy, Princeton University Press, Princeton, 1984, p. 30.

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gunda tendencia, en tanto, desde 1914 hasta su muerte en 1924, supo combinar la necesidad de combatir el nacionalismo con la capacidad de manipularlo en función de los intereses de la revolución, reconociendo por un lado explícitamente el derecho a la auto-determinación de las naciones y a su eventual secesión de la Unión Soviética, junto con la implementación de decisiones, por otro lado, asociadas con la asimilación progresiva de las nacionalidades al Estado soviético, a través del papel ejercido por el Partido Bolchevique (4). Esta política se desarrolló en el marco del legado multiétnico dejado en el Imperio Ruso por el régimen zarista y de las dificultades por las que atravesó la consolidación del Estado soviético después de la Revolución. Por otra parte, una acotación importante a apuntar es la ambigüedad terminológica que tradicionalmente ha acompañado "la cuestión nacional" en el pensamiento marxista. Si bien los límites de este trabajo no nos permiten desarrollar este punto a cabalidad, es necesario señalar, en función de la importancia secundaria asignada a las naciones en relación con la priorización de la lucha de clases, la nebulosidad semántica para di-

ferenciar grupos étnicos, etnias, pueblos y nacionalidades en la tradición del pensamiento marxista, en tanto con frecuencia se asignaba una relevancia mayor o menor a un pueblo, a raíz de una evaluación política coyuntural o estratégica, asignándole un status mayor o menor como etnia, nación o nacionalidad. Esta ambigüedad persiste hasta el día de hoy en la literatura en ciencias sociales de la Unión Soviética, aunque se establece una clara distinción entre narodnost' y national'nost' en función del grado de organización política y territorial de una determinada comunidad étnica (5). LA CONFORMACIÓN MULTINACIONAL DEL IMPERIO RUSO Y LA POLÍTICA LENINISTA DE NACIONALIDADES

Las particularidades del Estado ruso en conformación, una vez suprimida la dominación mongol, en el marco de la ausencia de barreras geográficas relevantes entre Rusia y sus vecinos asiáticos y europeos, dieron lugar, a partir del siglo XVI, a la progresiva expansión hacia el Oeste, el Este y el Sudeste. Hacia el Oeste, esta expansión

implicó, con altibajos, la incorporación de polacos, ucranios, bálticos y finlandeses al Imperio Ruso, y el enfrentamiento con suecos y prusianos. Hacia el Este y el Sudeste, en cambio, la expansión del Imperio Ruso se enfrentó con grupos nómades y de limitado desarrollo tecnológico en Siberia, con los tártaros de Kazajstán (cuyo control completo se logró hacia 1855) y con las poblaciones sedentarias de la región de los oasis en la expansión hacia Persia y Afganistán que se completó hacia 1881 (6). En este proceso, se fueron estableciendo algunas diferenciaciones manifiestas en el trato de las etnias y naciones incorporadas al Imperio, en función de su mayor o menor lealtad a los intereses rusos (7). En este marco, junto con políticas específicas hacia cada uno de estos grupos en función de su caracterización, se desarrolló, en particular en la región asiática, un creciente proceso de colonización rusa, iniciado desde el siglo XVIII a raíz del progresivo desplazamiento de campesinos bajo la presión de las restricciones a la tierra cultivable y de las imposiciones del sistema servil. Como resultado, hacia 1917, casi la mitad de la superficie total de Asia se hallaba bajo

4. Ibidem, pp. 31-37. 5. Por otra parte, la misma nebulosidad semántica puede ser atribuida, hasta fechas muy recientes, a las ciencias sociales occidentales y, en especial, a la antropología, cuya tradición colonialista ha dado lugar a frecuentes confusiones y tergiversaciones entre términos como etnia, etnicidad, grupo étnico, nación y raza. 6. Wheeler, Geoffrey: Problemas raciales en el Asia soviética musulmana, Eudeba, Buenos Aires, 1964, pp. 20-21. 7. Básicamente entre los grupos percibidos como más leales para los intereses rusos ya fuera por coincidencias culturales, religiosas o geo políticas, como en el caso de los armenios, georgianos, finlandeses o germanos bálticos; los potencialmente más desleales (asimismo por razones culturales, religiosas o geopolíticas) como en el caso de los ucranios, polacos y tártaros; los judíos, como un grupo con caracterís ticas específicas dentro del conglomerado multiétnico del Imperio, con frecuencia objeto de las persecuciones desatadas por los sectores más chauvinistas y los grupos nómades del Norte, generalmente ignorados por la política oficial. Cfr. Westwood, J.N.: Endúrame and Endeavour. Russian History 1812-1986, Oxford University Press, Oxford, 1987, p. 123. Cfr. también el interesante trabajo de dos investigadores soviéticos sobre la problemática de los grupos étnicos nómades del Norte, en Pika, Alexander y Boris Projorov: "Pueblos pequeños, grandes problemas", en Kommunist, Suplemento STP, No. 4, 1989, dedicado a la historia de las nacionalidades en la URSS.

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ticos, y los intentos de los ucranios, de establecer un gobierno autónomo, sino también en la región de Asia Central y del Cáucaso, en donde fueron con frecuencia articulados a ideas pan-islámicas o pan-túrquicas como en el caso del movimiento cultural del Jadidismo o de las rebeliones de los Basmachi en Turquestán entre 1918 y 1924 (9).

la autoridad rusa, donde ' 'la población total de los dominios asiáticos de Rusia ascendía a poco más de 20 millones de habitantes, mientras que el número de los colonos rusos era superior a los 10 millones" (8). En el momento de desencadenarse la Revolución de Octubre, este proceso había generado un cuadro de gran complejidad étnica y nacional en el Imperio, cuya periferia había adquirido creciente importancia no sólo por razones de seguridad geopolítica, sino también por el incremento de intereses económicos y la presencia en aumento de migrantes y colonos rusos especialmente en la región centro-asiática. La Revolución de Octubre dio lugar a la eclosión de los movimientos nacionalistas y étnicos, no sólo en la región occidental, con la separación de Polonia, Finlandia y los Estados bál-

Frente a este cuadro, el enfoque estratégico de la política de Lenin para con las nacionalidades se resumió en tres componentes: a) antes de la toma del poder, la promesa de la auto-determinación y del derecho de

Lenin aseguró la profundización del proceso revolucionario y la consolidación del internacionalismo, frenando el proceso de desmembración del Imperio Ruso y reconstituyendo gradualmente sus fronteras en el marco de la Unión Soviética.

secesión para todas las etnias y nacionalidades del Imperio que aspiraran a ellas; b) luego de la toma del poder por los bolcheviques, restringir en la práctica el derecho de secesión manteniendo oficialmente, sin embargo, la defensa del principio de auto-determinación y el derecho de secesión, a la par de

iniciar un proceso de integración de las diversas etnias y nacionalidades a través de diversos mecanismos; c) mantener al Partido Comunista, principal instrumento de este proceso de integración, alejado de toda proclividad nacionalista, incluyendo en esta posición una manifiesta preocupación por la eventual emergencia de formas de chauvinismo ruso. Como señala Connor, esta política constituyó el núcleo del legado de Lenin en torno a la cuestión nacional en Rusia, y reflejó, particularmente en el primer componente, una respuesta a la posibilidad de que las fuerzas contrarrevolucionarias y las potencias europeas pudiesen manipular los movimientos nacionalistas en su favor y en contra de la Revolución (10). En la práctica, bajo la apariencia de significativas concesiones a los nacionalistas, Lenin aseguró la profundización del proceso revolucionario y la consolidación del internacionalismo, frenando el proceso de desmembración del Imperio Ruso y reconstituyendo gradualmente sus fronteras en el marco de la Unión Soviética. De hecho, si bien en las constituciones soviéticas de 1924, 1936 y 1977, el derecho a la secesión de las nacionalidades se mantuvo, el principio de auto-determinación como tal fue eliminado a partir de 1922 a través de una serie de mecanismos. Hacia ese año, mediante la acción combinada de la propaganda y el uso del Ejército Rojo y de los cuadros del Partido, la mayor parte de las nacionalidades separadas del Imperio había sido reincor-

8. Wheeler, G.: op. cit. p. 23. 9. Kerblay, Basile: La société soviétique contemporaine, Arraand Colín, París, 1977, p. 46. 10. Connor, W.: op. cit, p. 38.

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porada a la Unión Soviética. Con la excepción de Finlandia, el resto de los territorios occidentales del Imperio Ruso fue recuperado después de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo las repúblicas bálticas, Moldavia y parte de Ucrania.

CUADRO No. 1 ESTRUCTURA NACIONAL-ESTATAL DE LA URSS

Por otra parte, en este marco. la política de nacionalidades implementada por Lenin fue drásticamente orientada hacia la asimilación de diversas etnias por Stalin, quien no sólo introdujo medidas más radicales en el plano de la asimilación cultural y lingüística de algunas nacionalidades sino que impuso, particularmente a raíz de la Segunda Guerra Mundial, el desplazamiento forzoso de numerosos grupos étnicos acusados de colaboración con los alemanes. LAS NACIONALIDADES DE LA URSS En la actualidad, la estructura nacional-estatal de la URSS incluye 15 Repúblicas Socialistas Soviéticas Federadas; 20 Repúblicas Socialistas Soviéticas Autónomas; 8 Regiones Autónomas y 11 comarcas Autónomas, basadas parcialmente en poblaciones de rasgos étnicos o nacionales distintivos (véase cuadro 1). En el censo de 1970 aparecen 104 etnias diferenciadas, de las cuales 7 son eslavas y constituyen el 74,6% de la población de la URSS para la fecha. Por otra parte, 22 son consideradas túrquicas, constituyendo para la fecha un 13,2% de la población. De éstas, cinco etnias han accedido al status de Repúblicas Socialistas Soviéticas Federadas, siete a la categoría de Repúblicas Socialistas Soviéticas

Fuente: Pueblos de la Unión Soviética, Editorial de la Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1989.

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Autónomas, una adquirió un status igualitario en un territorio compartido con otras etnias, y tres de Regiones Autónomas (11).

CUADRO No. 2 POBLACIÓN DE LA URSS SEGÚN SU NACIONALIDAD (1979) (En miles)

De las 104 etnias reconocidas en 1970, 44 detentaban algún tipo de territorio oficial, administrativamente reconocido en la URSS, 17 podían ser referidas a Estados ubicados fuera de la URSS (una de ellas —los judíos—, sin embargo, con un territorio propio la República de Birbidján), y 43 etnias de menor población no detentaban territorio oficial alguno (12). Por otra parte, con alguna frecuencia, algunas etnias se encontraban desmembradas en diversos territorios administrativos, aunque en general, la tendencia predominante se orienta a homogeneizar el territorio con la población étnica que le da su nombre. Para 1979, para una población de 262 millones de habitantes, se estimaban 62 etnias y nacionalidades de más de 10,000 miembros. Los rusos y los ucranios constituían las etnias más numerosas, con 137.397.000 y 42.347.000 habitantes respectivamente, seguidos de los uzbekoscon 12.456.000 y los bielorusos, con 9.463.000 (13) (véase Cuadro 2). En la actualidad, sin embargo, la mitad de la población total de

Fuente: Anuario URSS'88, Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1988, p. 57.

275 millones de la URSS no es rusa, En este sentido, la proporción de en el marco de un proceso donde la los pueblos de habla eslava ha tasa de natalidad de las etnias descendido de 77,1% en 1959 a eslavas ha ido descendiendo 72,8% en 1979, mientras que mientras que las de las etnias la del grupo de habla túrquica musulmanas se ha ido in- aumentó de 11,1% a 15,2%, rescrementando al punto de ser 3 pectivamente (14). veces superior a la de los rusos.

11. Krejei, Jaroslav y Vitezelav Velimsky: Ethnic and Political Nations in Europe, Croom Helm, London, 1981, p. 118. 12. Ibidem, p. 119. 13. Novosti: Pueblos de la Unión Soviética, Editorial de la Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1989, p. 31. 14. Desde la década del setenta, esta tendencia ha dado pie para que numerosos analistas, a partir de la obra de Carriére d'Encause L'Empire éclate, hayan afirmado sin tapujos que hacia e! aflo 2000 la predominancia de la población musulmana en la URSS iba a provocar el des membramiento de la Unión Soviética debido a la emergencia de procesos de secesión encabezados por las etnias musulmanas e influidos por el Islamismo. Esta visión se vio reforzada por los cambios en Irán y la eclosión de movimientos islámicos fundamentalistas. En este sentido, algunos periodistas occidentales no han dudado en pasar de la afirmación que la URSS es el quinto Estado musulmán del mundo a señalar que "Las religiones, las tradiciones y la explosión demográfica en el Asia central componen las fuerzas centrífugas contra el dominio del Kremlin por la burocracia soviética y la rusificación del país". En Schmidt-Hauer, Christian: Los rusos de hoy. Cómo son y cómo viven, ed. Planeta, Barcelona, 1981, pp. 235-237.

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Diversos mecanismos se han utilizado para consolidar la incorporación de las distintas etnias a la URSS, especialmente en el plano cultural, lingüístico y educativo. En el plano cultural, se enfatizó el derecho de las etnias y nacionalidades de mantener y desarrollar su cultura y su lengua, lo cual fue reforzado por una política lingüística y cultural específica. La política lingüística apuntó, en un principio, a tres objetivos básicos: 1) el "completamiento" y "enriquecimiento" de las lenguas existentes, la ampliación de su campo y la transformación de idiomas tribales y propios de las comunidades en idiomas nacionales desarrollados, con terminología y vocabularios ricos; 2) la eliminación del vasto vocabulario tomado en préstamo, en el caso de la región asiática, del árabe y del persa, y en el caso de la región occidental, de la escritura latina, dando lugar progesiva-

15. 16. 17. 18. 19.

mente a su refundamiento y a la difusión de la escritura cirílica; 3) el establecimiento del ruso como "segundo idioma nativo" (15). En este proceso, los lingüistas soviéticos contribuyeron a la transformación de más de 130 lenguas, abriendo la posibilidad para el desarrollo literario escrito de numerosas tradiciones orales, de acuerdo a los lineamientos de géneros tradicionales de la cultura rusa, en especial en el Asia Central (16). Como consecuencia, se produjo un notable progreso educativo y un nivel de alfabetismo superior a Medio Oriente y a Asia Meridional en el caso del Asia Central (17). En una primera fase, este proceso condujo a una defensa del "bilingüismo", en tanto progresivamente el ruso fue promovido como la "lingua franca" de la

URSS y el idioma dominante en la educación, en las comunicaciones oficiales y en la transmisión de conocimientos tecnológicos y de información en general. Los intentos de adaptar algunos alfabetos a la escritura latina fueron desplazados, en especial bajo Stalin, por una política de progresiva "cirilización" de las lenguas y a una creciente diversificación de las lenguas nuevas, particularmente en el Asia Central, en torno a nuevos sistemas alfabéticos que, a su vez, los distanciaron del árabe y del turco. Como consecuencia, las lenguas literarias existentes en la actualidad en la URSS, superan el número de setenta y en su mayoría (con la destacada excepción del estonio, el latvio, el ütuanio, el georgiano y el armenio) utilizan alfabetos cirílicos modificados (18). En la actualidad, sólo en Azerbaidján, Armenia y Georgia las lenguas locales son reconocidas oficialmente como lenguas estatales a través de las respectivas constituciones, en función de presiones expresas por parte de la población de estas repúblicas para obtener este derecho, y la lengua nacional es reconocida oficialmente en catorce Repúblicas Autónomas (19). En función de esta política, junto con los beneficios evidentes de la alfabetización y del desarrollo escrito de numerosas lenguas y junto con el progresivo establecimiento de una lengua generalizada para toda la URSS, las lenguas locales sirvieron de vehículo para una más acelerada "sovietización"

Wheeler, G.: op. cit, p. 56. Krejei, J. et al.: op. cit, p. 130. Wheeler, G.: op. cit, p. 59. Krejei, J. et al.: op. cit., p. 131. Bromlei, Yulian: "Los problemas nacionales en la perestroika", en Ciencias Sociales, Academia de Ciencias de la URSS, No. 1 (791, 1990. p. 30.

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de muchas de las etnias y naciones de la Unión Soviética (20). A partir de la década del sesenta, la presión central para imponer la lengua rusa en toda la Unión se ha incrementado, en especial entre las etnias sin status territorial o con status de Región Autónoma, aunque la presión lingüística ha sido menor en las Repúblicas Bálticas, Armenia y Georgia con culturas y lenguas propias firmemente establecidas desde antes de la Revolución, y mayor en Ucrania,

Esta presión se ha ejercido básicamente por medio de la creciente imposición del ruso a través del sistema educativo, en la medida que se asciende en éste desde las escuelas primarias, que en muchas regiones mantienen las lenguas locales, a las secundarias y a los institutos universitarios donde la enseñanza se imparte crecientemente en ruso, no sólo en la RSFSR (21). Asimismo, la publicación de libros y textos es un indicador significativo en este sentido, en

A partir de la década del sesenta, la presión central para imponer la lengua rusa en toda la Unión se ha incrementado, en especial entre las etnias sin status territorial o con status de Región Autónoma.

tes de la revolución ocupan un volumen significativo en el total de ediciones en la URSS, de tal manera que la autonomía lingüística y cultural de muchas nacionalidades sigue preservándose hasta la actualidad no obstante el peso del sistema educativo centrado en la enseñanza del ruso como lengua principal.

LAS NACIONALIDADES DE LA URSS Y EL CENTRALISMO RUSO

Esta política lingüística y educativa ha estado asociada, en particular desde el período stalinista, con una sovietización de las instituciones de las nacionalidades respectivas y el desarrollo de élites locales estrechamente vinculadas al Partido. Bielorrusia, Moldavia (lingüística y culturalmente más próximas al ruso) y Azerbaidján, Kazajstán, Kirguizia, Tadshistán, Turkmenia y Uzbekistán, donde las lenguas literarias han sido, en su mayoría, establecidas recientemente.

tanto proporcionalmente uno de los mayores volúmenes de publicación por habitante se produce en ruso y esta lengua sólo es superada, en este campo, por el estonio (22). Por otra parte, las publicaciones en lenguas de culturas literarias consolidadas an-

De hecho, junto con una reorganización de las unidades administrativas territoriales que, al margen de las denominaciones oficiales, con frecuencia más que homogeneizar étnicamente producen el efecto contrario,

20.Cfr. al respecto de las políticas de aculturación en el socialismo a Bastide, Roger: Antropología Aplicada, ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1972, cap. 5. 21.Según una publicación oficial reciente, "en las escuelas soviéticas la enseñanza es impartida en 44 idiomas de los pueblos de la URSS y, como es lógico, hay manuales editados en esos idiomas" en Novosti, op. cit., 1989. p. 28. 22.En 1970, sobre 91 lenguas nacionales oficializadas había publicaciones sólo en 57 y, para el mismo año, el 76% de la población de la URSS hablaba ruso, según Kerblay. Este porcentaje se ha incrementado a un 82% entre 1970 y 1979, de acuerdo a una publicación oficial soviética en Ibidem, p. 27.

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como lo revelan los recientes acontecimientos en NagornoKarabaj, la consolidación del Estado soviético implicó una creciente sovietización de las élites locales, simultánea a la utilización de las redes locales para afianzar el poder soviético. En este sentido es de señalar que no obstante el énfasis oficial en la autonomía cultural de las respectivas repúblicas, en el marco de una estructura federal de la URSS, el control del Partido Comunista se da sobre una base unitaria y no federalista. En este marco, para 1970, la representación por nacionalidades en el Soviet Supremo daba una ventaja a los grupos no-eslavos: para un 26,1% de la población disponían un 40,3% de bancas. Pero, por otra parte, en el Comité Central del Partido, en 1972, el grupo eslavo tenía una representación del 82% de los delegados para un 73,9% de la población, mientras que en el

No obstante el énfasis oficial en la autonomía cultural de las respectivas repúblicas, en el marco de una estructura federal de la URSS, el control del Partido Comunista se da sobre una base unitaria y no federalista.

Consejo de Ministros de la URSS, más del 90% de los cargos estaban asignados a rusos o ucranios (23). De hecho, los rusos, que constituyen un 52,4% de la población total, constituyen un 60,6% de los miembros del partido. Sólo los georgianos están sobrerrepresentados en forma similar, en tanto constituyen un 1,4% de la población y un 1,7% del partido; mientras que los armenios, ucranios y bielorrusos tienen una representación equitativa. No obstante esto, otras nacionalidades presentan una situación distinta como en el caso de los moldavos que constituyen un 1,1% de la población con un 0,4% de participación el partido, y los Tadshiks, Turkmenios y Uzbekos tienen una representación proporcionalmente menor (24).

Es evidente, en consecuencia, que son los rusos los que predominan entre los cuadros del partido y del gobierno, como también de las fuerzas armadas, donde además el ruso es el idioma exclusivo (25). En general, abundan los cuadros rusos en las repúblicas, y los segundos secretarios del PCUS en repúblicas y territorios autónomos son predominantemente rusos en función de una política de promover los cuadros locales sin perder el control central sobre las repúblicas y territorios. Sin embargo, recientemente han surgido numerosas críticas desde los sectores rusos por la preferencia otorgada a los cuadros locales (26). A esta situación cabe agregar la incidencia de los procesos mi-

23. Kerboly, B.: op. cit, p. 47. 24. Connor, W.: op. cit., p. 284. 25. Al respecto, Schmidt-Hauer señala que "de todos los generales nombrados entre 1940 y 1976, el 91% es de origen eslavo, de ellos 60% son rusos y 20% ucranios", en op. cit., p. 240. 26. Como señala Bromlei, "cualquier desacuerdo con las directivas del centro —las cuales con frecuencia no computaban las condiciones, posibilidades y los intereses locales— se consideraba como una manifestación de nacionalismo. Pero el verdadero nacionalismo de la "élite" burocrática local, unida con los cabecillas de la "economía sumergida", radicaba en que, so pretexto de defender los intereses de la República, se presionaba sobre el centro con la finalidad de recibir recursos complementarios y nuevos privilegios" en Bromlei, Y.: op. cit, p. 27.

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gratorios internos. En general, ha habido, en continuidad con el patrón prerrevolucionario, una amplia expansión poblacional de los rusos hacia otras repúblicas y territorios (véase Cuadro No 3).

(28). Sin embargo, uno de cada cinco rusos vive fuera de la RSFRS (29), de manera que el proceso de expansión territorial de la población rusa se impone por sobre el de la otras nacionalidades.

El fenómeno es particularmente llamativo en Kazajstán y Kirguizia, donde los rusos son más numerosos que los nativos y afecta de una manera similar a Bielorrusia, Moldavia, Estonia y Asia Central (27). Por otra parte, Rusia aparece como la república étnicamente más homogénea, en tanto allí sólo uno de cada seis habitantes no es ruso

El impacto de la migración rusa es, no obstante, menor en las Repúblicas Bálticas, Armenia y Bielorrusia, relativamente significativo en el Norte del Cáucaso e impactante para el área del Volga-Ural(30). Otro factor de rusificación tenido en cuenta por los analistas, es el proceso de matrimonios inter-ét-

CUADRO No. 3

POBLACION DE LAS REPÚBLICAS FEDERADAS (Millones de personas)

• Para comienzos de 1988 la población de la URSS alcanzó los 284.500 millones de habitantes. Fuente: Pueblos de la Unión Soviética, Editorial de la Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1989, p. 31.

nicos, con excepción de las repúblicas bálticas donde los rusos tienden a ser asimilados. En general en el Cáucaso y el Asia Central, existe una tendencia a la segregación residencial entre los migrantes rusos y la población nativa, y una especialización laboral, ya que la población rusa se vuelca especialmente al trabajo industrial mientras que la población local tiende a estar vinculada al trabajo agrícola, los servicios y la administración. No existen datos fidedignos, sin embargo, sobre la tasa de matrimonios interétnicos (31). Estos matrimonios son más frecuentes entre eslavos o entre pobladores del Asia Central, con frecuencia siguiendo líneas religiosas. Sin embargo, datos más recientes muestran un incremento significativo entre los matrimonios mixtos entre 1959 y 1979 en general, con una tendencia creciente en las repúblicas eslavas, y los Estados bálticos a diferencia de las repúblicas del Cáucaso y del Asia Central (32). Si aceptamos la tesis de la implementación de una política de asimilación progresiva atribuida por algunos analistas e investigadores al PCUS y a los órganos de gobierno, especialmente durante el período estalinista, es probable que más que los mecanismos asociados a la política lingüística y educativa y a las políticas de reorganización territorial, formación de élites sovietizadas y migraciones espontáneas y desplazamientos forza-

27. Kerblay, B.: op. cit., p. 50. 28. Krejei, J. et al.: op. cit., p. 123; Westwood, J. N.: op. cit., p. 377. 29. Krejei, J. et al.: op. cit,, p. 126. 30. Novosti: op. cit, p. 39. 31 Kerblay señala un 10% de matrimonios mixtos sobre el total de matrimonios celebrados en la URSS para la década del setenta. 32. Novoeti: op. cit, p. 39.

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dos, con sus efectos sobre la consolidación de una eventual hegemonía cultural rusa en la Unión Soviética, hayan sido las medidas económicas las más decisivas para integrar progresivamente a las etnias y nacionalidades no-rusas a la URSS (33).

El período soviético ha dado lugar a un impresionante progreso en las Repúblicas no rusas, en función del impulso de la educación, de la consolidación de una base económica en el marco de una planificación centralizada y del desarrollo de élites locales modernizadas.

En este sentido, junto con la educación, la política hacia la periferia implicó un desarrollo industrial y urbano significativo. Este proceso implicó la re-orientación de recursos del Estado para implementar el desarrollo periférico a través de redistribuciones presupuestarias y subvenciones centrales (34). Sin embargo, este mecanismo favoreció asimismo la emergencia de élites locales que se afincaron en el patronazgo y el

clientelismo, como lo revelaron algunos escándalos de corrupción de la década del 80 durante el período de Brezhnev (35). Como saldo, podemos señalar, sin embargo, que el período soviético ha dado lugar a un impresionante progreso en las Repúblicas no-rusas, en función del impulso de la educación, de la consolidación de una base económica en el marco de una planificación centralizada y del desarrollo de élites locales modernizadas. Este proceso ha beneficiado en particular al Sur y al Sureste de la URSS, en tanto ha provocado un notable adelanto en la educación general y técnica, la salud pública, y la productividad industrial y agrícola, y se ha elevado en gran medida el nivel de vida en el marco de la modernización y urbanización de esta región. Por un lado, este proceso ha dado lugar a la reducción de los desbalances regionales entre el Noroeste industrializado y el Sudeste tradicionalmente agrícola, en términos de desarrollo económico y de su articulación con el resto de la Unión Soviética. Por otro lado, estos desbalances persisten en gran medida entre el gran desarrollo de una industria y de una infraestructura en la URSS europea, la explotación intensiva de minerales en Siberia y el carácter persistentemente agrícola del

Asia Central que, asimismo, detenta progresivamente un excedente laboral significativo (36). LA SOCIEDAD SOVIÉTICA ACTUAL Y EL IMPACTO DE LA PERESTROIKA Actualmente la sociedad soviética tiene poco que ver con aquella sociedad que vivió la Revolución de Octubre. La sociedad de la época de la revolución ha evolucionado de una sociedad predominantemente rural a una sociedad urbana; de agraria a industrial; de mayoritariamente analfabeta a mayoritariamente alfabeta; de una nación con bajos índices de natalidad y altos índices de mortalidad a una nación de altos índices de natalidad y bajos índices de mortali-

Actualmente, la sociedad soviética, profundamente insertada en las postrimerías del siglo XX y crecientemente articulada al sistema global, tiene poco que ver con aquélla que vivió la Revolución de Octubre.

dad; y de un pueblo cuyos valores estaban dominados por la

33. En este sentido, Wheeler señala que "la esencia de la política soviética de nacionalidades fue económica, y, por ende, no es sorprendent descubrir que su impacto en la vida económica de las nacionalidades no rusas ha tenido un alcance mucho mayor que en cualquier otrt terreno. No puede caber ninguna duda razonable de que la reorganización fundamental de la economía del imperio asiático zarista mejor grandemente la condición material de sus habitantes musulmanes" en Wheeler, G.: op. cit., p. 70. 34. "Por ejemplo, en los años treintas el cuadro general era el siguiente: por cuenta de las subvenciones de las fuentes centralizadas se cubrí más del 60% de los gastos correspondientes a la mayoría de las arcas federadas. De ese modo, el Estado realizaba, a través de conductos presupuestarios, la redistribución de la renta nacional en provecho de algunos pueblos. Gracias a esta política, ya a fines de los años 40 e la URSS se habia alcanzado, en muchos índices, ia igualdad de hecho de las naciones" en Bromlei, op, cit., p. 28. 36. Ibidem, p. 28; Cfr. también Cockburn, Patrik: Getting Russia Wrong. The End of Kremlinology, Verso, London/New York, 1989 Motyl, Alekuandr: "The Sobering of Gorbachov: Nationality, Restructuring and the West", en Hialer, Seweryn (ed.): Polines, Society an Nationaiity Inside Gorbachov 's ñussia, Westview Frees, Boulder/London, 1989, p. 153.

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cultura aldeana tradicional a un puehlo abierto a los estimulos de todo el planeta que llegan a través de las modernas tecnologías de comunicación (37). El resultado es una sociedad sustancialmente distinta de la sociedad prerrevolucionaria, profundamente insertada en las postrimerías del siglo XX y crecientemente articulada al sistema global. En este sentido es necesario entender que la modernización de la sociedad soviética no sólo ha aparejado su industrialización y urbanización, el incremento de los niveles educativos de la población y crecientes aspiraciones de consumo, sino también, a pesar de la apariencia monolíticamente inamovible, cambios en su composición social y en las aspiraciones políticas de las masas. El cambio cultural y el desarrollo educativo han sido asociados al cambio social, de tal manera que los trabajadores industriales y urbanos son generalmente trabajadores de segunda o de tercera generación, más que campesinos desplazados hacia las ciudades y centros industriales (38). De hecho, el campesinado ha ido reduciéndose, mientras un nuevo sector social ha ido incrementando su peso numérico y social —la intelligentsia profesional, científico-técnica y cultural, con nuevos valores y aspiraciones (39). A la vez, esta diferenciación y heterogeneidad social ha dado lugar, por un lado, a la aparición de tensiones y antagonismos so-

ciales de características nuevas que no se alcanzaron a desarrollar en el período de la represión stalinista, entre sectores más conservadores y sectores más renovadores tanto de la burocracia estatal y partidista como de la intelligentsia; entre estos sectores y los trabajadores industriales y mineros; entre los resabios de la Rusia campesina y las fuerzas modernizadoras de la ciudad. En este sentido, las dife-

rencias entre los disidentes urbanos y el liderazgo obrero que se manifestaron en las recientes huelgas mineras es tan sólo una pequeña muestra de que los conflictos y tensiones sociales no sólo dividen a reformistas y conservadores en el Partido, en el aparato burocrático y entre la clase media urbana, sino que también antagoniza a una intelligentsia liberal, asociada desde el siglo XIX con el cambio, con sectores obreros sin una tradición sindicalista y social-demó-

crata, con arraigados valores conservadores. Por otra parte, este mismo proceso se ha articulado a una mayor exposición de la sociedad soviética a Occidente, a sus modas culturales y a sus modalidades de consumo, a partir del impacto creciente de los medios masivos de comunicación y, en especial, de la televisión. En este marco, probablemente el sector social más influido por el impacto de Occidente ha sido esa misma intelligentsia que, especialmente a partir del período khrusheviano, comenzó a viajar al exterior y a acceder a los patrones de consumo occidentales y a sus innovaciones, saliendo de las imposiciones de una sociedad cerrada a las influencias externas durante el período stalinista. En este marco, el proceso de glasnost' iniciado por Gorbachov en articulación con una re-estructuración económica de la URSS englobada en la perestroika da lugar a la cristalización de las crecientes aspiraciones de cambio de un sector específico de la sociedad soviética — la clase media profesional. Sobre ella, a su vez, se apoya, como señalamos en otro trabajo, el proceso de cambio político, económico y social iniciado en la URSS (40). Es así como emerge por primera vez una sociedad civil que comienza a cuestionar, glasnost' mediante, no sólo la estructura burocrática del país, el papel rector de un partido que no se ha

37. Cfr. Starr, Fredcrick: "The Changing Nature of Change in the URSS", en Bialer, Seweryn and Michael Mandelbaum (eds.): Gorbachov's Russia and American Foreign Policy, Westview Press, Boulder/London, 1988, p. 4. 38 Brown, Archie: "Ideology and Political Culture", en Bialer, Seweryn (ed.|: op. cit., p. 27. 39. Lapidus, Gail W.: "State and Society: Towards the Emergence of Civil Society in the Soviet Union", in Bialer, S. \ed.\: op. cit., p. 126. 40. Cfr. Serbin, Andrés: "Vientos de Cambio en la URSS", en Homines, Vol. 12, Nos. 1 y 2, marzo 1988-enero 1989.

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adaptado a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades de su población, el excesivo centralismo y el poder estatal, sino también la ausencia significativa de una participación politica amplia de la población de un Estado que oficialmente se identifica con los consejos populares emergidos con la revolución.

ternas que generan, es necesario sumar el incremento de las tensiones interétnicas y el desarrollo creciente de aspiraciones nacionalistas en las repúblicas y territorios asociados que se articulan a la dinámica impuesta por las transformaciones de la perestroika.

La eclosión de la sociedad civil soviética que se ha producido en los últimos cinco años no es un producto lineal de las nuevas condiciones impuestas por la perestroika gorbacheviana, ya que en esencia ha estado contenida desde la década del sesenta, con el surgimiento de los primeros disidentes, y constituye probablemente el efecto más visible de la consolidación de sectores sociales con nuevas expectativas de democratización y participación politica (41).

LA CUESTIÓN ÉTNICA Y NACIONAL COMO OBSTÁCULO A LA PERESTROIKA

Sin embargo, esta aspiración democrática no necesariamente implica la introducción de nuevos valores políticos inspirados en Occidente, en la misma medida que, en principio, refleja cambios en la cultura política tradicional del país. Estos cambios, así fueren promovidos inicialmente "desde arriba", han dado lugar a un creciente abismo entre la ideología oficial del Estado y del partido comunista y los valores políticos que históricamente ha venido forjando su población (42). A estos cambios significativos y a las crecientes tensiones in-

Muchos analistas no dudan en señalar, en este sentido, que las cuestiones étnicas y nacionales constituyen la principal amenaza para los cambios que se están produciendo desde la asunción del poder por Gorbachov. Esta tesis es abonada por una perspectiva que insiste en que la cuestión de las nacionalidades en la URSS fue abordada en función de su progresiva asimilación en el marco de una "rusificación" generalizada implementada por los órganos centrales de gobierno y del partido y que enfatiza, en función de datos demográficos y geopolíticos, la creciente importancia de la población musulmana como un factor que amenaza la unidad de la URSS (43). En este sentido, es necesario establecer algunas precisiones importantes que ponen en cuestión ambas hipótesis. En lo que se refiere a la "rusificación" de la Unión Soviética,

surgen algunas dudas si tomamos en cuenta que la política estatal y partidista apuntó fundamentalmente a una "sovietización" del país, más que a una "rusificación", siguiendo los lineamientos impuestos por Lenin y su preocupación por el resurgimiento de alguna modalidad de chauvinismo ruso. Si bien el proceso de "sovietización" implicó, en el plano de la política lingüística y educativa, la utilización del ruso como lingua franca en el proceso de consolidación de la Unión Soviética, no existe evidencia de que haya habido un proceso paralelo de imposición de la cultura rusa como

La modernización de la sociedad soviética, articulada al mismo proceso de sovietización, ha conllevado asimismo la emergencia, en particular en las repúblicas y territorios del Cáucaso y del Asia Central, de una intelligentsia urbana socializada en los valores de la sociedad soviética que conforma el principal motor de los cambios recientes.

tal en las repúblicas y territorios no-rusos. En la práctica, la eventual "rusificación" fue un instrumento del proceso de "sovietización" impulsado para lograr

41. En Ibidem. 42. Algunos de los acontecimientos políticos recientes constituyen una muestra cabal de este proceso, al margen del debate acerca de si estos valores están más o menos firmemente arraigados en una tradición histórica autoritaria y paternalista, en la falta de iniciativas indivi duales y en una concepción colectivista de la sociedad que no parecen compatibilizarse con las concepciones vigentes en las democracias occidentales. Cfr. Brown. op. cit., 43. Cfr. por ejemplo el reciente artículo de Fuller, Graham E.: "The Emergence of Central Asia", en Foreign Policy, Number '78, Spring 1990.

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una integración nacional en el marco de la URSS. A su vez, el proceso de "sovietización" apuntó a la socialización política e ideológica de las élites locales, utilizando como vehículo fundamental la lengua rusa, pero sin producir por ello una asimilación cultural significativa. Prueba de ello es la persistencia de la segregación residencial y laboral que con frecuencia se detecta en

el Cáucaso y en el Asia soviética, no obstante el voluminoso flujo migratorio ruso hacia esas regiones, que, a su vez, responde a un patrón iniciado durante el régimen zarista y no necesariamente a una política oficial actual. Por otra parte, si bien en las regiones occidentales este proceso ha producido fenómenos de mezcla e interrelación más evidentes, ha implicado con ma-

yor frecuencia una absorción de los migrantes rusos, más que la 1 'rusificación'' de las Repúblicas Bálticas, por ejemplo (44). En el caso de las poblaciones eslavas, sin embargo, este proceso sí ha conllevado una creciente tendencia a identificarse con lo "ruso", básicamente en función de las similitudes culturales, lingüísticas y religiosas de la población local, como en el caso de Ucrania y Bielorrusia. El proceso de sovietización y el cuadro concomitante no significa, sin embargo, que no se haya producido una reafirmación de la hegemonía rusa a nivel nacional, como lo señalan algunos de los indicadores analizados en la composición de los órganos de poder y de las fuerzas armadas. Pero, en cierta medida, esta misma situación se presenta, aunque en menor proporción, para algunas otras nacionalidades. Asimismo, este proceso no ha eliminado la posibilidad de la emergencia de movimientos chauvinistas rusos, inspirados en el mesianismo de la ' 'Tercera Roma" o en la proyección e influencia internacional de la Rusia soviética, con aspiraciones a reafirmar la hegemonía cultural rusa en el seno de la Unión Soviética, como lo prueba el surgimiento de Pamiat' en el marco de la atmósfera de democratización impulsada por la glasnot' (45).

44.Al respecto de la cuestión estonia cfr. Rebane, Jaan: "En pro de relaciones razonables", en Kommunist, Suplemento STP, No. 4, 1989. 45.Sin embargo, en este contexto es llamativa la reacción rusa frente a los movimientos nacionalistas y secesionistas, a partir de la cual al gunos sectores reclaman por la postergación de los rusos en la URSS en función de la política central del Partido de favorecer el desarrollo y la modernización de las repúblicas y territorios no-rusos. Al respecto, un reciente articulo aparecido en Kommunist señala sin tapujo que "para los rusos, así como para los demás, es necesaria la sensación de igualdad, y ésta no existe en la esfera económica, en primer lugar. En algunas regiones de los Urales o en la zona industrial central, la producción del producto nacional bruto per cápita está al mismo ni vel que en los estados industriales importantes y supera significativamente a algunas regiones occidentales del país soviético, pero, el nivel de vida y del bienestar social es aquí mucho más bajo", en Moeseiev, Nikita: "Los problemas nacionales en el contexto de las leyes generales del desarrollo", en Kommunist, Suplemento STP, No. 6, 1989, p. 20. Por otra parte, no hemos incluido en este análisis el peso de factores religiosos, especialmente los ligados al papel de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la revitalización de algunas ideas nacionalistas rusas.

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Por otra parte, es necesario ver la eclosión de los movimientos nacionalistas y secesionistas en su verdadera perspectiva sociopolítica. La modernización de la sociedad soviética, articulada al mismo proceso de sovietización, ha conllevado asimismo la emergencia, en particular en las repúblicas y territorios del Cáucaso y del Asia Central, de una intelligentsia urbana socializada en los valores de la sociedad soviética que conforma el principal motor de los cambios recientes. Estas élites locales han sido moldeadas por el proceso de sovietización en el marco de una política expresa del partido, y constituyen el principal puntal de la glasnost' y de la democratización promovida por Gorbachov, al igual que sus similares en Rusia. Sobre estas

El problema fundamental con el que se enfrenta la perestroika es el desbalance progresivo que se produce, tanto en el plano político como en el económico, entre el centro y la periferia.

élites se apoya el proceso de descentralización económica necesaria para impulsar la perestroika, pero con frecuencia son ellas mismas las que apuntalaron los procesos de corrupción local durante la época de Brezhnev y forzaron al gobierno 46. 47. 48. 49. 50.

central y al partido a sostener políticas étnicas en función de sus demandas y aspiraciones (46). En el marco del proceso de la glasnost' son estas mismas élites las que ven abiertas las puertas para enfatizar sus aspiraciones y demandas locales frente a los órganos centrales, con mayor o menor radicalidad. Sin embargo, su orientación ideológica y su nacionalismo conllevan una perspectiva secular y moderna, fuertemente imbuida de los valores impuestos por la socialización soviética y sustancialmente distintas de las concepciones musulmanas tradicionales, así sea que con frecuencia recurran al Islam como símbolo diferenciador de sus aspiraciones (47). Es así como el proceso de cambio y la glasnost' dan lugar a la emergencia de subculturas políticas, fuera del contexto homogeneizador tradicionalmente preconizado por el Partido y llevada a cabo por la política de "sovietización" (48), con un crecimiento significativo de la autoconciencia étnica, con frecuencia reforzado, en el caso de las etnias musulmanas por su tendencia a la segregación y su limitado conocimiento del ruso (49). Sin embargo, el crecimiento de la autoconciencia étnica no necesariamente conlleva la eclosión de sentimientos nacionalistas dirigidos contra el poder central y, como lo han demostrado los acontecimientos de Azerbaidján, con frecuencia se orientan en contra de otras

etnias, poniendo de manifiesto la persistencia de tensiones inter-étnicas impuestas por una artificial distribución administrativo-territorial (50).

En este contexto, el problema fundamental con el que se enfrenta la perestroika es el desbalance progresivo que se pro-; duce, tanto en el plano político S como en el económico, entre el centro y la periferia. Las presiones para lograr una modernización acelerada de la economía del país y una mejor inserción en el sistema económico internacional, obligan a la implementación de la glasnost' y de la descentralización económica. Las tensiones que este proceso genera entre el centro y la periferia tienen su expresión: en el peso que adquieren las élites locales y sus aspiraciones, eventualmente contrapuestas a

Motyl, A.: op. cit., p. 151. Cockburn, P.: op. cit., pp. 67-75. Brown. A.: op. cit, p. 17; Kerblay, B.: op. cit., p. 287. Motyl, A.: op. cit., p. 154. Un análisis detallado de los conflictos interétnicos existentes en la actualidad en la URSS puede hallarse en Bohlen.Celestin: "The Soviets and the Enmities Within", en The New York Times, abril 16, 1989.

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las del centro. A esto cabe agregar que no obstante la política de Gorbachov de asignar a sus seguidores en puestos clave en las repúblicas y territorios autónomos (51), estas medidas tienen que estar orientadas por su capacidad de enfrentar eficazmente los problemas de la descentralización, a diferencia de lo sucedido durante el período de Brezhnev.

La perestroika que ha desencadenado Gorbachov se enfrenta con el obstáculo de la eclosión de los sentimientos nacionalistas que durante mucho tiempo vivieron soterrados, tanto en las repúblicas y territorios periféricos como en la misma Rusia.

En este marco, si bien las respuestas étnicas y nacionales pueden constituir un obstáculo formidable a la política de la perestroika, una serie de medidas tendientes a re-organizar las unidades territoriales de acuerdo con las necesidades económicas del país y a establecer una forma de federalismo más acorde con las necesidades de cambio para ser una respuesta que puede limitar este tipo de reacciones (52). A su vez, esta política estaría en consonancia con la tendencia global a la conformación de megabloques económicos más que a la desmembración de éstos, y respondería funcionalmente a los objetivos económicos internacionales de la perestroika.

lución de Octubre no deja de tener ciertas resonancias en la situación actual. La necesidad de producir nuevas modalidades de articulación económica en la URSS que impulsan la perestroika y el proceso de necesaria descentralización que conllevan, requieren de un mayor grado de autonomía y de una democratización que se extiende por igual en la RSFRS como en el resto de las repúblicas y territorios de la URSS. Este proceso exige una creciente autonomía periférica, sin por ello llevar a la desmembración de la Unión Soviética.

Desde esta perspectiva, la política de nacionalidades implementada por Lenin durante la Revo-

Sin embargo, en este marco, es probable que las fuerzas centrífugas que apuntan al secesio-

nismo, puedan cobrar mayor fuerza en las repúblicas y terri-torios occidentales, especial-mente en las repúblicas bálticas, en tanta presentan un mayor arraigo histórico en las respectivas sociedades civiles, mientras que en las repúblicas y territorios del Sudeste, no obstante la radicalidad de algunos de los sucesos recientes, el proceso de sovietización de sus élites y la estrecha vinculación económica con la URSS hacen difícil pensar en una ruptura secesionista drástica a corto plazo. En cualquiera de los casos, como lo evidencian los recientes acontecimientos en Lituania y Estonia, la perestroika que ha desencadenado Gorbachov se enfrenta con el obstáculo de la eclosión de los sentimientos nacionalistas que durante mucho tiempo vivieron soterrados, tanto en las repúblicas y territorios periféricos como en la misma Rusia. Es así que tal vez la única alternativa posible para enfrentar esta eclosión y las amenazas que entraña para la perestroika, sea retornar a la esencia de la exitosa estrategia de Lenin, quizás traduciéndola a las actuales condiciones geopolíticas y económicas globales.

51.Cfr. al respecto Brovkin, Vladimir: "First Party Secretaries: An Endangered Soviet Species?", en Problems of Communism, Enero-Febrero 1990,

PP.

15-27.

52. Bromlei, Y.: op. dt., p. 29.

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LA "NUEVA HISTORIA" FRANCESA: RADIOGRAFÍA DE UNA HISTORIA Hugo Fazio Profesor de la Universidad de los Andes

La "ciencia" histórica vive actualmente una de sus épocas doradas. Si hacemos un parangón con la situación que atravesaba hace algunos años, podemos constatar que en la actualidad existe una preocupación más persistente por el pasado, que la historia está más cerca de las preocupaciones del hombre común. Entre las circunstancias más relevantes que confirman su sólida posición se observa que el interés por la historia — como disciplina y conocimiento— traspasó los límites académicos y universitarios para devenir un asunto de "masas". Algunas obras, como por ejemplo, Montaillou de E. Le Roy Ladurie, los voluminosos trabajos de F. Braudel, etc., se han convertido en verdaderos best sellers, alcanzando cifras de venta antes inimaginables. Pero el fortalecimiento de la posición de la historia no para simplemente ahí. Los principales medios impresos —los periódicos y revistas—, la radio y la televisión han abierto sus espacios a los historiadores para que és-

tos comuniquen al gran público los temas centrales que repre sentan mayor interés histórico desde el punto de vista episte mológico, metodológico o sim plemente para que revelen al atento lector las nuevas vetas abiertas al conocimiento del pre sente y pasado de nuestras so f ciedades, i ' Nada más alejado de la realidad sería pensar que sólo las cir-

cunstancias están modificando el interés por la historia. Los historiadores no han sido sujetos pasivos en esta amplia difusión del conocimiento histórico: también ellos han dedicado algunos esfuerzos para escribir pequeños manuales en lenguaje breve y sencillo que resumen sus aportes a la disciplina o la esencia de sus reflexiones (1). Así, en la actualidad, cualquier persona puede tener su Braudel de bolsillo. Si asistimos a un interés real por la historia, esto obedece fundamentalmente a dos tipos de explicaciones: por una parte, observamos que, desde años atrás, se está produciendo una renovación del conocimiento histórico, situación que está permitiendo conocer mejor la historia universal a la luz del descubrimiento de otros "tipos de historia" y de las historias de los otrora "pueblos sin historia". Las incursiones en estos nuevos campos —espaciales, temporales y temáticos— han infundido valoraciones nuevas que rompen la unilinearidad y unicasualidad del curso histórico, tal como al-

1. Véase a titulo de ejemplo Braudel F., La Dinámica del Capitalismo, Alianza, Madrid, la trilogía de la nueva historia Faire de l'Histoire, compilada por J. Le Goff y P. Nora, Gallimard, 1986, Le Goff, J., La Nouvelle Histoire, éditions complexes, Bruxelles, 1978.

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guna vez lo aprendimos de la historia europea. En esta linea se sitúan las innovaciones metodológicas, las reflexiones epistemológicas, los esfuerzos en la renovación de las fuentes —por fuera de las colecciones archivísticas de corte positivista— y la apertura hacia nuevos tópicos de interés. Fenómenos circunstanciales y otros de naturaleza sistémica han estado también presentes en la orientación de la renovación del discurso histórico: las veleidades del capitalismo desarrollado y los desaciertos de los socialismos históricos esteeuropeos han puesto de manifiesto que la alternativa al presente no se sitúa únicamente del lado del "progreso". Las "atrocidades" cometidas por estos "dos mundos" enterraron, en buena parte, los anhelos que alguna vez despertaran, abriéndose así camino a la búsqueda de otro tipo de valoraciones. De otra parte, observamos que la atención por la historia siempre ha obedecido a necesidades de tipo político e ideológico. Si la escuela metódica o historizante, —mal llamada "positivista"—, fomentó, en su época, una interpretación de la historia en torno a nociones tales como "la Francia eterna" y la apología al régimen republicano, es decir, propuso una relectura del pasado para justificar la instauración de la Tercera Repúbli-

ca, la función social del historiador consistía en reafirmar los valores patrios. El interés por la historia era una forma de reafirmación nacional en momentos en que la herida de la derrota francesa en la guerra de 1871 aún no cicatrizaba. En la coyuntura presente la atención por la historia se fundamenta en patrones un tanto diferentes. Sin embargo, el imperativo es casi el mismo. Algunos historiadores annalistas pretenden silenciar la interrelación entre el proyecto Anuales y el espíritu de su tiempo, argumentando que la historia por ellos construida se ha liberado de las ideologías, de las visiones del mundo, porque sería una ciencia experimental '(2). No consideramos necesario polemizar de inmediato con este tipo de valoraciones, pues, a lo largo de las páginas que siguen, mostraremos que inclusive este carácter experimental o "científico" responde a los imperativos del tiempo presente. Como acertadamente escribe M. de Certau: ' 'toda la práctica histórica es relativa a la estructura de la sociedad" (3).

un autodesarrollo individual y no colectivo, el consenso en torno al status quo, el énfasis sobre la ; continuidad en lugar del cambio, etc., han conducido al discurso histórico a descubrir nuevos tópicos que sellan estos valores y comportamientos presentes con la lectura del pasado. Si una nueva historia ha logrado en-quistarse en los medios académicos y de comunicación es, en buena parte, en razón de la adecuación del interés de los investigadores con los valores dominantes en el mundo de hoy. En esta "refundación de la historia" —para citar los términos empleados por un historiador annalista (4)— ha desempeñado un papel de primer orden

El descrédito del ideal del ' 'progreso", las fallidas transformaciones sociales, la reafirmación del individuo "anónimo", al cual se le abren posibilidades de mejoramiento sobre la base de

2. Ferro M.,L'Histoire sous surveillance, Calman-Lévy, París, 1985, p. 163-164. AgnesHeller, en su sugestivo trabajo "Teoría de la historia'1; explica el por qué del afán de los historiadores de otorgarle un carácter científico al conocimiento histórico: "La norma de la historiografía como conocimiento científico según la cual hay que separar la reconstrucción del pasado de todo tipo de intenciones pragmáticas o directamente prácticas en el pasado, es también un producto de la historia. Con el surgimiento de la sociedad civil, basada en las relaciones con tractuales, el sólido sensus comunis, por otra, y el surgimiento de costumbres diferentes y, a menudo, contradictorias en la misma sociedad y en la misma época, llevaron al desplazamiento de los valores orientativos de los individuos... La conciencia histórica que provocó la "in mersión" de la historiografía en muchas historias y la reconstrucción de éstas en líneas con muchas concepciones del mundo, constituyó la base del imperativo de hacer abstracción de estas mismas concepciones del mundo para hacerse "científica". Fontamara, México, 1989, p. 84-85. 3. De Certau M., "L'Opération historique", en Faire l'Histoire, op. cit., T. I, p. 20. Todas las traducciones han sido vertidas directamente por el autor del artículo.

4 Veyne P., L'Histoire conceptualisante, ibidem, T. I, p. 100.

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en la "nueva historia" francesa, cuyo reconocimiento ha traspasado las fronteras nacionales (5), pasando a ser el "medio que probablemente más ha contribuido en nuestro siglo a la renovación de la historia" (6). Las obras de autores como G. Duby, el mismo J. Le Goff, F. Braudel, M. Ferro. M. Vovelle, Ph. Aries, para no citar más que algunos, son inmediatamente vertidas a otros idiomas y muchas de ellas se han convertido en piezas maestras de la interpretación y explicación de los procesos históricos europeos y en fuentes metodológicas para el estudio de las historias no europeas. La presencia e influencia de esta escuela histórica francesa no se detiene ahí: ha ejercido una atracción creciente en las nuevas escuelas historiográficas extranjeras: Italia, España, Polonia, gran parte de América Latina, desde hace algunos años en Estados Unidos y actualmente se ubica en el centro de la nueva relectura del pasado que se lleva a cabo en la Unión Soviética (7). Además, intentando seguir la misma gesta, en otros países se han fundado revistas similares a los Aúnales, como Quaderni Storici en Italia y Past and Present en Inglaterra. Si deseamos resumir brevemente la esencia de las transformaciones introducidas por los Ármales al conocimiento histó-

rico debemos destacar el hecho de haber institucionalizado la apertura de nuevas vetas investigativas en el plano de la histo-

ria. En la presentación del librosíntesis de la "escuela", en el cual se pretende dar una visión sumaria de los nuevos problemas, enfoques y objetos de investigación, los dos compiladores, con gran satisfacción enumeran las conquistas de esta nueva corriente, cuando escriben: "nuevos problemas ponen en juicio la historia misma; nuevos enfoques modifican, enriquecen, trastornan los sectores tradicionales de la historia: en fin, nuevos objetos aparecen en el campo epistemológico de la historia" (8). El balance, sin embargo, no se detiene ahí: toda la historia es afectada por estos éxitos: "...la nueva historia no se contenta de estos avances. Ella se afirma como historia global, total y reivindica la renovación de todo el campo de la historia" (9).

cualidades y metodologías intrínsecas— ha sabido incorporar los avances del conjunto de las ciencias sociales. Esto precisamente es lo que le ha permitido —al menos en Francia- conservar una posición hegemónica e inclusive a veces monopólica del saber social. No obstante los logros que ningún historiador serio puede poner en tela de juicio, podríamos realizar una valoración en términos diferentes si observamos un poco más a fondo el proyecto Anuales, si detenemos nuestra mirada no sólo en lo nuevo que ha revolucionado el pensamiento histórico, sino en las orientaciones que han engendrado la orientación y los cambios, es decir, si observamos el proyecto Annales dentro de la esfera de afirmación del capitalismo

Si pretendemos, en pocas palabras, resumir el estado actual de la "nueva historia" francesa, tal como los hechos y los balances de los historiadores annalistas nos lo presentan, podríamos decir que la vieja Clío ha llegado a su etapa de madurez. La incorporación de nuevos enfoques y presupuestos, la adaptación y asimilación de las mutaciones ocurridas dentro de las ciencias sociales y el esplendor en la difusión de las obras históricas nos evidencian que la historia ha pasado de ser una disciplina recolectora de información, para que las otras ciencias interroguen sus datos, a convertirse en una disciplina que —poseyendo sus

5. Jack Hexter, habla de "una admiración universal, una cosa como un consenso, según el cual la historia en Francia es verdaderamente el número 1", "Femand Braudel and the monde braudelien", Journal of Modern History, No. 4, 1972, p. 483. 6. Le Goff J., Histoire et mémoire, Gallimard, París, 1988, p. 13. 7. Véase Afanassiev Y., Daniel J., Cette grande Lueur á l'Est, Maren Sell, París, 1989 y Afanassiev V.y Ferro M., 50 idees qui ébranlent le monde. Dictionnaire de la Glasnost, Payot, París, 1989. 8. LeGoff J.,y NoraP., Faire l'Histoire, op. cit., T I, pp. 10-11. 9. LeGoff J., L'Histoire nouvelle, en La Nouvelle Histoire, éditions complexes, Bruxelles, 1988, p. 37.

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"post-industrial" y de las vicisitudes del medio intelectual francés. En este sentido, podemos preguntarnos si las nuevas esferas que estarían revolucionan-

Más que un programa, la "nueva historia francesa" ha sido una estrategia de salvación para mantener su posición dominante en el seno de la comunidad académica francesa. do el clima intelectual en el campo de la historia ¿no son una manifestación de la crisis (10) de la historia? ¿No será más bien que el nuevo discurso —al apropiarse de metodologías y objetivos específicos de las otras ciencias— está despersonificando el conocimiento histórico, el perfil de la historia en tanto que disciplina? Desde el punto de vista de la estrategia, ¿la gran aceptación y concordancia en la escritura de la historia con los valores subyacentes a la "cultura de masas", tan en boga hoy en día, no habrá elevado la historia al papel de vedette porque su lenguaje y sus preocupaciones se inscriben plenamente en el discurso ideológico dominante? O sea, dicho en otros términos, el nuevo discurso annalista ¿no es una nueva forma —más problematizada y mejorada— de la ideología que defiende y reafirma el status quo? Estos interrogantes, a nuestro modo de ver, se ubican en el

centro mismo de las preocupaciones de un buen número de historiadores franceses y extranjeros. Lo que está en juego no es un simple juego verbal: es la existencia misma del oficio del historiador. La escuela histórica historizante, inspirada en los presupuestos teóricos y metodológicos de Ranke, podía fácilmente dar respuesta a la pregunta de qué era la historia. Además, se tenía clara conciencia de lo que la distanciaba de las demás ciencias sociales. La historia era la reconstrucción de la "memoria" tal cual se desprendía de las fuentes; era la reconstrucción de los hechos tal como habían sucedido; era la ciencia de lo particular. De más está decir, que un conocimiento histórico encerrado en estos estrechos límites, pronto debía evidenciar su incapacidad explicativa, sobre todo, una vez que comenzaron a fortalecerse las otras ciencias sociales. Pero dentro de los marcos de su época, la historia historizante significó un aporte concreto al conocimiento histórico (estudio de las fuentes, de su estructura, etc.). Este perfil tradicional de la historia, para bien o para mal, se ha atomizado, disgregado. Sin embargo, el nuevo discurso histórico en Francia —personificado en la escuela de los Anuales— no ha podido reconstituir una orientación a la historia acorde con los cambios epistemológicos, metodológicos, etc., que el diálogo con las otras ciencias le ha planteado; esta situación —a nuestro modo de ver— se está produciendo porque la historiografía

francesa se ha preocupado más por conservar su posición central en el concierto de las ciencias sociales, que en desarrollar un programa de renovación que le sea propio. La actual reconstrucción de la historia se está haciendo en detrimento de la profesión histórica. Más que un programa, la "nueva historia francesa" ha sido una estrategia de salvación para mantener su posición dominante en el seno de la comunidad académica francesa. Una discusión sobre la nueva producción historiográfica, tanto más la francesa por su posición de líder, no constituye un simple ejercicio de erudición, tan caro a la historia tradicional, sino que es una invitación a la reflexión sobre nuestro propio oficio profesional. Deseamos ante todo mostrar cómo el proyecto original de los Anuales ha ido transformándose dentro del plano de una estrategia institucional. No

La sociedad también crea sus mecanismos de censura para "olvidar" los acontecimientos y hechos que comprometen la imagen de la cual se quiere dotar.

tendremos ocasión de entrar en detalle sobre los aportes grandiosos de dicha escuela. Sólo nos anima el interés de mostrar que la "cientificidad" del proyecto

10. La situación de crisis es reconocida por el mismo J. Le Goff: "Después de medio siglo la ciencia histórica ha conocido una ampliación pro digiosa: renovación, enriquecimiento de técnicas y de métodos, de horizontes y de campos. Pero, al establecer relaciones más intensas que nunca con las sociedades globales, la historia profesional, científica vive una crisis profunda. El saber de la historia está tanto más trastornado cuando su poder es más grande", Histoire et memoire, op. cit., p. 186.

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annalista puede ser aprehendida y valorada de manera correcta si situamos sus presupuestos a la luz de la época y en la interacción con las otras ciencias sociales. Si nuestro punto de arranque se sitúa en un intento de aprehensión critica (que no significa en ningún caso hostil, tal vez por sus pretensiones este artículo pueda perfectamente ser inscrito dentro de los marcos de la "nueva historia") del discurso histórico en Francia, se debe básicamente a que queremos contribuir al fortalecimiento de la crítica histórica, como forma de aprehensión de la escritura de la historia. Este proceder se torna aún másimperativo en la medida en que la historia no dispone de mecanismos de verificación ni de experimentación. El único recurso que la historia ha logrado construir para determinar la "cientificidad" y "objetividad" de su producción es a través del juicio que vierten los especialistas sobre la producción histórica, es decir, la crítica historio-gráfica. Marco de interpretación de la crítica historiográfica

A nuestro modo de ver, el estudio de la "historia de la historia" debe comportar necesariamente el esclarecimiento de la producción historiográfica, en este caso la de la "escuela" (11) de los Anuales, a la luz de tres niveles de interpretación: en relación a su época, a la interacción con las otras ciencias sociales y al estado de desarrollo de la disciplina histórica misma. La producción histórica debe ser analizada y comprendida en su tiempo, es decir, el historiador o la escuela que sea objeto de análisis debe ser estudiado en correspondencia directa con los problemas que se viven, con los interrogantes que surgen, con las presiones sociales, políticas, ideológicas y estratégicas que se hacen sentir sobre la visión que se tenga del mundo (12). La comprensión del medio socialde la producción histórica nos suministra una valiosa información sobre los objetivos, metodologías, teorías y fines del discurso histórico. Este nivel de estudio, sin embargo, no debe ser circunscrito únicamente a un análisis sociológico previo. El medio social y las opciones políticas no recubren todo el amplio espectro de problemas relacio-

nados con el tipo de discurso histórico (13). El Estado ejerce una influencia incontestable: vigila y encauza la reproducción de la "memoria" con el ánimo de identificar la "memoria" histórica, con la "memoria" nacional y la "memoria" del Estado.La sociedad también crea sus mecanismos de censura para "olvidar" los acontecimientos y hechos que comprometen la imagen de la cual se quiere dotar. Todo esto de una u otra manera está presente en el historiador. Todos estos aspectos nos llevan a pensar que de manera mecanicista —presunta "complicidad" entre el investigador, el medio social y su objeto— no se expresan las relaciones entre el historiador y su centro de interés. También podemos discernir otro nivel en el que se matiza la función social del historiador. No son ni el historiador ni la historia quienes determinan lo que es el pasado y cuál es la visión que se desarrolla desde el presente. La historia y el historiador están

11. Valga hacer una aclaración. La "escuela" de los Annales o la "nueva historia" francesa no constituyen escuela en el sentido estrecho de la palabra. Incluso algunos de sus integrantes ponen en duda la utilización misma del término. Véase, BoisG., Marxisme et Nouvelle Histoire, en, Le Goff, La Histoire Nouvelle, op. cit, p. 257 et Furet F., L'Atelier de l'Histoire, Flammarion, París, 1982, p. 5-34. Otros, sin embargo, prefieren hablar de "nuestra escuela de los Annales", Veyne P., op. cit., p. 107. La dificultad para unificarlos radica en el hecho de que dicha "escuela" comprende un grupo heterogéneo de historiadores, con formaciones, preocupaciones y opciones ideológicas total mente diferentes. No obstante esto, es innegable que existen elementos que sellan una determinada unidad, sobre todo entre sus miembros directores. Por esta razón, utilizaremos el término de escuela corriente y nos referiremos básicamente a aquellos historiadores que han participado en las dos colecciones —Faire de l'Histoire y la Nouvelle Histoire— que oficializan la unidad de esta corriente. 12. Son conocidas las palabras del insigne historiador inglés, E. H. Can, al respecto: "Antes de estudiar la historia estúdiese al historiador... (Antes de estudiar al historiador) estúdiese su ambiente histórico y social... El historiador pertenece a su época y está vinculado a ella por las condiciones de la vida humana", Can E. H. ¿Qué es la Historia?, Ariel, Barcelona, 1984, pp. 34-58. 13. Véase Ferro M., op. cit., capitulo II.

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circunscritos en un tiempo y un espacio que no son otra cosa que expresiones atribuidas de su conciencia histórica. La percepción de la historia y su vinculación con la práctica o la filosofía no han seguido siempre la misma pauta. A cada estadio de la conciencia se le atribuyen funciones, cuyos objetivos son implíctos, que emanan de un tiempo y de un tipo de preocupaciones que se quiere responder (14). Interviene también un aspecto central de la profesión del historiador. La construcción de una conciencia histórica pasa a través de la ecuación pasado/presente. "Es en función de sus necesidades presentes —escribió L. Febvre— que la historia recoge sistemáticamente, que clasifica y agrupa los hechos pasados. Es en función de la vida que se interroga la muerte: organizar el pasado en función del presente es lo que podríamos denominar la función social de la historia". El binomio pasado/presente es una forma de diálogo dialéctico en el pensamiento histórico. El presente en relación a su pasado no está superado por una barrera infranqueable. Cada corriente historiográfica ha definido el pasado en relación al aspecto cronológico del presente que desea destacar. Así por ejemplo, el inicio del período contemporáneo para los franceses despunta con la revolución de 1789. Para los italianos es el Resurgimiento, para los soviéticos es la revolución de 1917 y en la mayoría de los países latinoamericanos la contemporanei-

dad se sitúa hacia 1880, cuando se da inicio a la construcción del estado nacional. De otra parte, el binomio pasado/presente —o quizás trinomio porque el futuro en el presente también interviene— es también una relación dinámica en la conciencia misma del historiador. Son conocidas al respecto las palabras de Marc Bloch, para quien el pasado debe analizarse

miento cabal sobre los problemas, giros y mutaciones del discurso histórico es la resultante de los diálogos, oposiciones e influencias que la enfrentan con las restantes ciencias sociales. El conocimiento histórico, sobre todo en un siglo como el presente, que ha testimoniado la vitalidad renovadora de las ciencias sociales, debe ser estudiado en conjunción con los debates que las otras ciencias sociales le plantean a la historia. En tal sentido, deseamos recalcar que el estudio de la "historia de la historia'' ha arrancado las más de las veces de una premisa falsa, a saber: se somete a crítica el discurso histórico en sí como si existiese una frontera infranqueable que separa a la historia de las demás ciencias sociales. Es impensable querer comprender hoy en día las nuevas vetas abiertas al conocimieno histórico (la historia de las mentalidades, de lo imaginario, para no hablar de la historia económica y demográfica) sin el análisis previo de la interrelación de la historia con las otras disciplinas sociales.

a la luz y partiendo del presente. En tanto que objeto —el pasado— es empíricamente indemostrable. El investigador debe establecer una elección del objeto de estudio en consonancia con los intereses, hechos y situaciones que preparan el advenimiento de su presente. En este sentido podemos decir que la memoria histórica, no es un objeto dado, sino que es menester escudriñarla para convertirla en un objeto del saber. En segundo lugar, un conoci-

Este aspecto, a su vez, no es un problema de influencia parcial: no tan sólo la "nueva historia" se ha "apropiado" de los métodos y objetos investigativos de las otras ciencias sociales y éstas de las de la historia, sino que se ha producido una lucha por la hegemonía al interior de los centros académicos entre determinadas corrientes de estas disciplinas. Es decir, la interrelación entre estas ciencias no es simplemente un problema epistemológico, sino también estratégico e ideológico.

14. Véase Heller A., op. cit., capítulo I, pp. 13-71.

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Por último, los éxitos y fracasos del conocimiento histórico deben ser confrontados con el estado de la disciplina misma, es decir, en relación a las otras escuelas históricas imperantes o en proyección. Sin este último componente es imposible discernir el por qué del nacimiento de la revista y de la posterior "escuela" de los Anuales. Así como la historia historizante se consolidó como corriente en oposición a la historia clerical y aristocrática, los Anuales se constituyeron en unidad programática en su rechazo a la historia tradicional. Si existe una estrategia de la historia en relación a las otras ciencias sociales, y de estas últimas frente a la primera, también para triunfar una corriente tiene que tener un proyecto que sea aceptado ideológica y socialmente (primer nivel de interpretación), que aminore el enfrentamiento con las ciencias sociales (segundo nivel) y que plantee una reestructuración del discurso y escritura de la historia frente al estado de la ciencia en ese momento (tercer nivel). De los Annales a la nueva historia: ¿una ruptura en la continuidad? Desde el momento de fundación de la revista —1929— a la fecha, la "escuela" de los Annales, ha recorrido tres grandes fases que esquemáticamente podemos resumir en los siguientes grandes momentos: el nacimiento de los Annales, período en el cual los precursores se dieron a la tarea de fundar una nueva corriente historiográfica; los años de

Braudel, que constituyen una etapa de transición entre el proyecto originario y la "nueva historia" (15) y, finalmente, esta última fase, que podríamos definir como los años de la dispersión del discurso histórico en Francia.

El período de la historia total La primera etapa cubre los años de actividad conjunta de Marc Bloch y Lucien Febvre, los fundadores de los Anuales. Como toda corriente nueva que se propone abrir un espacio en el campo de las ciencias sociales, el proyecto Anuales debía necesariamente comportar un conjunto de presupuestos estratégicos que lo diferenciaran de las otras corrientes históricas imperantes y que les facilitaran aglutinar en

torno a sí a las otras ciencias sociales en una nueva manera de historiar y de visualizar el mundo. Los elementos centrales del pro yecto Anuales podemos resumir los en los siguientes puntos: el recurso a la historia total, el re conocimiento de la relación pa sado/presente en la escritura de la historia y la historia-proble ma. Veamos brevemente en qué consisten cada uno de dichos componentes. Marc Bloch y Lucien Febvre, en su oposición al reduccionismo político de la corriente historizante, insistieron en que la historia no debía circunscribirse a los aspectos políticos, militares y diplomáticos, sino que debía interesarse también por los otros campos, variables y procesos que intervienen en el curso de la historia. De aquí que la revista recibiera el nombre de "Anales de historia económica y social" (16). De una parte se deseaba ir más allá del estrecho marco interpretativo de la historia tradicional y además se deseaba afirmar nuevas direcciones en el estudio de la historia (17). Vemos como líneas prioritarias de este primer discurso de Anuales la afirmación de una historia económica, social y de mentalidades. El presupuesto de que la historia debía ser total significaba que los estudios sectorializados debían comportar el análisis de la globalidad en historia y no ser circunscritos a lo factual y a lo político como en la tradición historizante, y que la desconstrucción analítica de la realidad constituye un ejercicio

15. Dossé F., L'Histoire en miettes. Des "Annales" a la "Nouvelle Histoire", La Découverte, París, 1987, pp. 95-162. 16. Véase el por qué de la utilización del concepto de "social" en Febvre L., Combates por la Historia, Ariel, Barcelona, 1982, pp. 38-39. 17. LeGoff J., "L'histoire nouvelle", en Le Goff J., La Nouvelle histoire, op. cit, p. 39.

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dentro de una perspectiva total (18). Aun cuando no exista una explicación de la articulación del todo, fenómeno que posibilitaría posteriormente la reconstitución de múltiples "historias sin historia", la visión de Bloch y Febvre constituía un cambio importante frente a la historia tradicional que no reconocía los otros aspectos del estudio de la historia.

"Tanto la 'realidad' histórica como la realidad física se perciben a través de las formas de nuestro espíritu".

Otro elemento que caracterizó la obra conjunta de M. Bloch y L. Febvre fue el proponer una relectura del pasado en función del presente y del presente en función del pasado (19), es decir se propuso romper con la función paseísta del discurso histórico tradicional para hacer de la historia no simplemente un estudio que recreara el pasado sino que permitiera adentrarse en la comprensión de la sociedad contemporánea. Junto a esto se observa una marcada tendencia a explorar los hechos contemporáneos. En este sentido también observamos una diferencia tajante con la interpretación entonces imperante. Según la tradición del pensamiento

"historizante", el historiador no debía emitir juicio sobre el pasado sino que debía dar cuenta "de lo que realmente pasó". Para la tradición "positivista", la historia tenía una existencia objetiva y el historiador tenía que poner a hablar los documentos para reconstituir "objetivamente" el hecho histórico (20). A esta interpretación del pasado —presuntamente "objetiva y científica"— los precursores de los Anuales respondieron con el relativismo subjetivo, presupuesto que, en la praxis del historiador, significaba que el pasado es interrogado de acuerdo a las preocupaciones presentes, con hipótesis que serían demostradas en la experiencia pretérita, es decir, se ponía en duda el ideal de la escuela tradicional que consideraba que los documentos debían hablar por sí solos. Con el relativismo subjetivo (21), M. Bloch y L. Febvre pretendían arrancar a la historia de la interpretación tradicional. "Hay que desterrar de una vez para siempre el ingenuo realismo de un Ranke imaginándose que podía conocer los hechos en sí mismos. Tanto la "realidad" histórica como la realidad física se perciben a través de las formas de nuestro espíritu" (22). Además, era menester hacer de la historia la ciencia del cambio: “Historia, ciencia del cambio perpetuo de las sociedades humanas”, escribió L. Febvre (23)

M. Bloch (24). Observemos que muy cercana a estos postulados se situaba la crítica marxista, para la cual el individuo está socialmente determinado y su co nocimiento y actividad no son abstractos sino concretos vincu lados indisolublemente a una praxis (25). Sin embargo, esta convergencia en el lenguaje no nos debe llevar a pensar en que las posiciones e intereses de ambas concordaran plenamente: los fundadores de los Anuales hicieron todo lo posible para de jar constancia de la amplia brecha que los separaba del marxismo. Un tercer elemento que permitió la adquisición de un cuadro de interpretación propio y que constituyó la verdadera columna vertebral del proyecto Anuales fue el rechazo de la historia-narración, la cual fue sustituida por una historia-problema o historia conceptualizada, para citar una terminología francesa más moderna. "Plantear un problema es, precisamente, el comienzo y el final de toda historia. Sin problemas no hay historia" (26) M. Bloch en su obra La Sociedad Feudal propuso una historia que traspasara la historia jurídica y de las instituciones. Su centro de interés se situó en la historia de las clases y del poder. El historiador no narra, no describe sino que interroga el pasado, lo escudriña para recrear una nueva memoria histórica. No consiste en justificar el

"la historia es por esencia la ciencia del cambio", constató 18. "El peligro comienza solamente cuando cada proyector pretende todo saberlo; cuando cada cantón del saber se considera una patria" Bloch M., Apologie pour l'histoire, p. 100. 19. Bloch M., Introducción a la Historia, FCE, México, 1984, pp. 34-41. 20. Bourdé Gy Martin H., Les Ecoles historiques, Senil, París, 1983, p. 164. 21. Dosse F., op. cit, p. 60. 22. Febvre L., op. cit., p. 89. 23. Febvre L., Combats pour l'histoire, p. 35. 24. L'Efrange Défaite, p. 137. 25. Marx C, Tesis sobre Feuerbach, en Marx y Engels, obras escogidas en tres tomos, Progreso, Moscú, 1976, T. I. 26. Febvre L., op. cit, p. 42.

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mundo en el que vivimos "a reconciliarnos con él por la acumulación y el valor demostrativo de los precedentes, sino que al contrario, a distanciarnos de él, a relativizar sus incidencias para comprenderlo mejor " (27). Estos tres fundamentos constituyen los ejes con los que el nuevo discurso de Anuales permeó una estrategia para alcanzar un espacio en la vida social y académica francesa. En tanto que proyecto, ¿los presupuestos en que gira esta nueva escritura de la historia representan una novedad, una ruptura con los objetivos que se habían trazado otros historiadores con anterioridad? Voltaire en una carta al marqués de Argenson, que data de 1740, ya escribía: "No se ha hecho más que la historia de los reyes, pero casi no se ha hecho la de la nación, pareciera que durante 1.400 años no haya habido en Galia otra cosa que reyes, ministros y generales, pero ¿nuestras costumbres, nuestras leyes, nuestro espíritu no son nada?". Michelet, en el prefacio de 1869 a su Historia de Francia, escribió: "Ha habido aúnales (de Francia), pero no una historia. Hombres eminentes la han estudiado sobre todo desde el punto de vista político. Nadie ha penetrado en el infinito detalle de los desarrollos diversos de su actividad (religioso, económico,

artístico, etc.). Nadie ha abarcado todavía en la unidad vida los elementos naturales y geográficos que la han conformado" (28). Como podemos observar el proyecto Anuales —tal como fue diseñado por los precursores — no hacía más que plasmar un conjunto de presupuestos que, con anterioridad, historiadores y filósofos habían formulado. ¿En qué consiste, entonces, el proyecto? La mejor respuesta a este interrogante la encontramos en palabras de A. Burguiére, quien escribe: "Es claro que la originalidad del movimiento, del cual Marc Bloch y Lucien Febvre son los iniciadores, tiende más a la manera de afirmar el programa que al programa mismo" (29).

El historiador no narra, no describe sino que interroga el pasado; lo escudriña para recrear una nueva memoria histórica.

Si los Anuales pudieron imponerse en el medio universitario francés fue porque supieron hacerse los portavoces de los valores y preocupaciones de su época. El traumatismo engendrado por la primera guerra mun-

dial —muertes, destrucciones, odios, militarismos— favorecieron el descrédito de la historia tradicional, para la cual el pasado era pensado única y exclusivamente al calor de la actividad de los Estados, donde las guerras constituían el terreno predilecto del historiador. El desenlace de la guerra afirmó la voluntad pacifista, contribuyó a sobrepasar los nacionalismos (eje de la historia "positivista") y a fortalecer un discurso de la historia como instrumento posible de la paz, después de haber sido el arma de la guerra (30). El proyecto Aúnales recoge otra característica de los años de posguerra: el rechazo a la política, núcleo central de la historiografía tradicional. El descrédito de la vida partidaria, la visualización del Estado como cuerpo extraño a la sociedad, la imperiosa búsqueda de vías nuevas, la corrupción de los políticos, el ascenso de los movimientos fascistas, etc., encontraron eco en el proyecto Anuales, ya que lo que se privilegiaba era el estudio de lo social y lo económico como marco explicativo de lo político. Intimamente asociado a la particularidad anteriormente mencionada, encontramos que los Aúnales, se hacen portadores de los temas anti —los famosos

27.Burguiére A.,'L'histoire d'une histoire: la naissance des Annales" Ármales No. 6, 1979, p. 1.355. P. Furet —desde la perspectiva presénte nos ayuda a comprender las características inmanentes a la historia-problema cuando destaca: el historiador renuncia a la indeterminación del objeto de su saber: el tiempo. "El construye su objeto de estudio delimitando no solamente el período, el conjunto de los acontecimientos, sino también los problemas planteados por este período y sus acontecimientos, que le será necesario resolver". Por lo tanto el investigador debe ir armado con un mínimo aparato conceptual para interrogar el problema. "Rompiendo con la narración, el historiador rompe con su material tradicional: el acontecimiento único. Si en lugar de describir lo vivido, único, fugitivo, incomparable, busca explicar un pro blema, él necesita de hechos históricos menos borrosos que aquéllos que encuentra constituidos bajo ese nombre en la memoria de los hombres". Furet F., op. cit., pp. 76-77. 28.Gourdéy Martín, op. cit., p. 131. Documentos anexos al capítulo V 29.Burguiére A., op. cit, p. 1.351. 30.Dosse F., op. cit, p. 15.

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combates de L. Febvre— que en el plano concreto del análisis histórico se reflejaron en la oposición total al historicismo y en algún sentido también al marxismo (31). Finalmente, el programa propuesto por M. Bloch y L. Febvre traduce la aspiración política de una tercera vía que rechaza las formas tradicionales y oligárquicas de dominio político y social, pero sin suscribirse a un avenir de tipo socialista. Cualquier identificación con una corriente específica del conocimiento o de la política, podía ser interpretado dogmáticamente y constituir centros de oposición. La mejor estrategia era estar abierto a todos, pero no identificarse con nadie. El hecho de recoger las preocupaciones y aspiraciones del período posibilitó la emergencia y rápida difusión del proyecto Annales. Sin embargo, no era condición para su consolidación. Como acertadamente señala Coutau-Begarie, una historia con pretensiones dominantes no puede ir en contra de la ideolo-

Dos fueron las influencias e interacciones mayores sobre la acción de los Annales: la sociología de Durkheim y la geografía de Vidal la Blanche.

gía dominante (32). Si el programa propuesto por Bloch y Febvre encontró audiencia y apoyo institucional fue porque también expresaba los intereses de aquellos sectores tecnocráticos emergentes que esperaban contribuir a una modernización del sistema imperante en Francia. "Los Annales —escribe F. Dosse— responden a la necesidad de un poder que no puede contentarse más en la posguerra de una legitimación parlamentaria, sino que tiene necesidad de técnicos, de especialistas para asentar más sólidamente, más científicamente una política en la realidad de las cosas" (33). Las dos condiciones antes mencionadas, es decir, la apropiación de las aspiraciones e inquietudes de buena parte de la intelectualidad francesa, y el afianzamiento de vínculos con sectores del alto poder (banqueros y financistas) crearon las condiciones para que los Annales se identificara con un proyecto ideológico, pero esto para traducirlo en un nuevo discurso histórico necesitaba de la revisión de la posición de la historia. Los tres ejes, sobre los cuales se construyó el programa Annales, al cual podría sumársele el análisis de larga duración que nace en la obra de estos dos historiadores, pero que alcanzará un status mayor a finales de los años cincuenta, tuvieron como mérito el posibilitar la interacción de esta nueva forma de his-

toriar con el conjunto de las ciencias sociales. Dos fueron las influencias e interacciones mayores sobre la acción de los Annales: la sociología de Durkheim y la geografía de Vidal la Blanche. La sociología de Durkheim intentó arrogarse el monopolio del saber social. "Es menester —señaló Durkheim en 1888— que nuestra sociedad tome conciencia de su unidad orgánica... Yo creo que la sociología, está en mejores condiciones que cualquier otra ciencia para restaurar esas ideas". Con respecto a la historia, de manera tajante, señaló: "La historia no puede ser una ciencia a condición de elevarse sobre lo individual, pero es cierto que entonces deja de ser ella misma para convertirse en una rama de la sociología" (34). La muerte de Durkheim y la dispersión de sus seguidores durante la guerra dificultó la supervivencia de la escuela. Sin embargo, introdujo dos elementos que serían retomados por los precursores de los Annales: de una parte, mostró que para ponerse a tono con el nuevo discurso de las ciencias sociales era menester distanciar la nueva historia de la tradición "positivista" que se limitaba a describir los hechos singulares. La historia-problema constituía la demostración de la ruptura con el discurso anterior. Los Annales no pretendían narrar los acontecimientos, sino conceptualizar y problematizar el desarrollo histórico. Las pretensiones de la so-

31. Más eran las semejanzas entre el proyecto Annales y la historiografía marxiste, que las diferencias, aun cuando la historia global annalista no la podemos compatibilizar con la totalidad hegeliano-marxista. Sin embargo, era menester sentar claramente las diferencias para que este último no los fuera a absorber y para poder mantener un discurso "neutro" distanciado de las grandes corrientes políticas e ideológicas 32. Coutau-Begari, H., Le phénomené "Nouvelle Histoire". Stratégie et idéologie des nouveaux historiens, Económica, París, 1982, p. 128. 33. Dosse F., op. cit., p. 63.

34. Durkheim E., L'année sociologique No. 6, 1903, pp. 124-125.

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ciología a ser la única ciencia de lo social, fueron fuertemente aminoradas. La historia total constituyó la segunda respuesta de M. Bloch y Febvre a las pretensiones hegemónicas de la sociología: si esta última creía estar en mejores condiciones para el estudio de la ' 'unidad orgánica" de la sociedad, los Anuales pusieron en duda ese anhelo a través del desarrollo de estudios globales. El cambio de discurso de la historia invalidó muchos de los presupuestos sobre los que se afirmaba la sociología de Durkheim. De este diálogo con la sociología la historia salió fortalecida. Puso de manifiesto que lo que pretendían introducir como novedoso las otras ciencias, también podía ser objeto de estudio de la historia.

La influencia que ejerció la geografía vidaliana es reconocida por el mismo L. Febvre: "Se puede decir que, en cierta me-

dida la geografía vidaliana engendró la historia que es la nuestra" (35). La geografía de Paul Vidal de la Blanche se constituyó en una de las ramas que más duramente atacó la tradición "positivista". Su centro de interés se concentró en el medio, en la cotidianidad, en el género de vida, el privilegio de la permanencia, el estudio —en otras palabras— de lo no político. Aportó a la historia la concepción del espacio y de la reducción de la temporalidad. Los Annales retomarían íntegro este discurso, incluyendo simplemente el hombre como fuerza transformadora de la relación sociedad-naturaleza. Frente a estas dos disciplinas, la historia de los Aúnales aplicó una misma estrategia: se apropió de aquellos elementos comunes que la distanciaban de la historia "positivista". Esto le garantizó una relación hegemónica y a la vez armónica, porque creó mecanismos de concordancia con estas disciplinas. Nunca propuso —como sí lo pretendió la sociología— convertirse en la única ciencia de lo social. Si bien la aspiración se mantuvo, la hegemonía no pretendió nunca ser monopólica. Pero a diferencia del diálogo posterior que mantendrían los Anuales se hizo todo lo posible para mantener un perfil con pilares tales como la duración, el estudio de la totalidad y del cambio, aspectos que difícilmente podían ser reivindicados como propios por las otras ciencias sociales. A nivel de la relación misma con la historia los Aúnales delimitaron como blanco principal de

crítica de la historia "positivista". Los principales reproches a dicha corriente tradicional fueron: la preocupación exclusiva por los acontecimientos políticos, diplomáticos y militares, el desconocimiento de fuentes diferentes a los documentos escritos y la carencia de síntesis conceptuales. La sociología durkheimiana y la geografía vidaliana también habían enfilado baterías contra la historia ' 'positivista". Al asumir la oposición a esa desprestigiada forma de hacer historia los Anuales identificaron sus preocupaciones con las de las otras disciplinas. Pero el elemento más importante fue que la designación de un adversario cohesionó el grupo de los Anuales. El proyecto A nnales en alto grado fue la revelación de un discurso histórico en oposición al discurso histórico dominante. Ya veíamos que el programa en cuanto tal no era muy novedoso. Pero lo que sí fue radicalmente nuevo fue el buscar apoyo en las otras ciencias y en el esclarecimiento de un objetivo de oposición. Lo que hoy en día es reivindicado como cuerpo central del discurso annalista no es más que la constatación de pautas de distanciamiento de la historia "positivista". Porque todo grupo que se arrogue el "epíteto" de nuevo debe reconstruir su historia bajo un signo favorable, debe distanciarse de los predecesores para mostrar el carácter ' 'revolucionario" de su empresa. En este sentido es que afirmamos que el proyecto Anuales, más que un programa nuevo fue una estrategia que encontró audiencia en diversos niveles. Pero, dicha empresa, por carecer de una teoría 136. Febvre L., Annales, 1953, p. 374.

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específica de su discurso histórico, tenía en gérmenes la dispersión ulterior de la historiografía. Su constitución como oposición al quehacer histórico imperante y la absorción de métodos y teorías de las otras ciencias sociales, diseminó en las generaciones siguientes el discurso de la historia, al no poder darle una constitución sólida a nivel teórico. La transición braudeliana Los años de posguerra trajeron consigo cambios fundamentales en la vida europea, procesos que no podían dejar incólume el discurso del historiador. La mundialización de la economía y de las comunicaciones, el crecimiento vertiginoso de la economía norteamericana, el rápido restablecimiento del potencial productivo europeo, la crisis del ideal del "progreso", la división del mundo en dos bloques político-militares, el advenimiento de nuevas fuerzas políticas al poder inclinadas a conceder mayores garantías sociales sin transformar el sistema imperante obligaron a una readaptación del discurso del historiador para responder a su nuevo tiempo. "Los Aúnales cambian —escribía L. Febvre— porque a su alrededor todo cambia: los hombres, las cosas. En una palabra: el mundo" (36). Esta segunda etapa, constituyó un período de transición, una fase de mutaciones que hicieron posible la posterior emergencia —a partir de la década de los setenta— de la actual "nueva historia" francesa. En el período

de posguerra, F. Braudel fue el heredero y sucesor del proyecto annalista. La grandeza de la obra institucional de este in signe historiador fue llevar los Ármales a ocupar la primera pla za entre las corrientes historiográficas mundiales, En esta fase, la institucionalización de los Anuales alcanza nuevas dimensiones. La fundación de la VI sección de la Escuela práctica de Altos Estudios — transformada en 1975 en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales— le dio un nuevo asidero a la escuela de los Anuales. Si bien la revista siguió siendo el núcleo principal de la edición y difusión de las nuevas ideas y tópicos, con estas instituciones la "escuela" se enquistó en el quehacer académico del país y difundió su renombre a nivel mundial. Las transformaciones del período de posguerra —con nuevas problemáticas, fisuras— reno-

varón el discurso del historiador. Si la primera etapa fue la creación y consolidación de un programa de oposición al "positivismo" imperante en la historia, para lo cual se contó con los avances de las otras ciencias sociales, en los años de Braudel éste ya estaba casi completamente muerto. El interés se desplazó a establecer puntos de interacción con las otras ciencias sociales. Una situación similar se observa en relación a los centros de interés. Si la preocupación anterior había sido la historia social, en las nuevas coordenadas de la posguerra, los estudios económicos y demográficos fueron privilegiados. "La interrogación se desplazó del estudio de los fenómenos de crisis, problemática nacida en la crisis de 1929, ...a una interrogación sobre el crecimiento económico" (37). Una obra como la de Ph. Aries "historia de las poblaciones francesas y sus actitudes ante la vida", estudio pionero sobre lo mental, aparecido en 1948, quedó totalmente ignorada. Con el predominio del estudio del crecimiento económico, el papel del hombre como sujeto transformador de la historia fue drásticamente reducido. El proyecto inicial de Bloch y Febvre empezó a ser modificado: si los precursores pregonaron una historia donde el hombre era el actor y junto a él el cambio, en el período de posguerra el discurso se orienta hacia otras fuerzas inmanentes como la economía y la demografía. Los años posteriores simplemente reforzarían dicha tendencia. Fuera de las transformaciones

36. L. Febvre, op. cit, p. 60. 37. Dosse F., op. cit., p. 97

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económicas, sociales y políticas que impulsaron la adopción de un nuevo discurso, el desarrollo inusitado de las ciencias sociales —sobre todo de la antropología estructuralista— obligaron a la escuela a asumir el desafío de las nuevas ciencias que con voluntad renovadora irrumpieron en la vida académica francesa desde mediados de los años cincuenta. Lévi-Strauss revitaliza el desafío a la historia, similar a la de Durkheim a comienzos de siglo, con la sola salvedad de que realiza una ofensiva epistemológica desde la antropología, sobre la base del estructuralismo. Lévi-Strauss reconstituye —con un arte verdaderamente elogiable— la idea de existencia de una naturaleza humana, fenómeno inabarcable desde una perspectiva temporal y por esencia ahistórico. La naturaleza humana pertenece a la esfera de las estructuras inconcientes. Son percibidas en un vacío; ni el poder ni las relaciones sociales pueden afectarla. Una vez más la escuela de los Anuales adopta la estrategia de sus antecesores: bajo la égida deBraudel, los Anuales en lugar de cuestionar —desde el punto de vista de la producción y de los procesos históricos— la validez de los presupuestos estructuralistas, se apropió de aquellos elementos asimilables, renovó el eje de su discurso para adaptarlo

a las nuevas circunstancias. El estudio de las estructuras adquirió carta de ciudadanía en la escritura annalista de la historia (38). Y con él, el hombre fue descentrado de las preocupaciones de la nueva producción de la historia.

BRAUDEL

ECRITS SUR

L'HISTOIRE

Los aspectos más relevantes de este nuevo discurso fueron la afirmación de la unidad de las ciencias sociales (39), el reconocimiento de la existencia de estructuras (40) —así por ejemplo en una de sus obras maestras El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Braudel analiza las estructuras existentes: el tráfico, las rutas, etc. de manera descriptiva sin

preocuparse mayormente sobre las relaciones y la lógica de dichas relaciones a nivel de la sociedad. Otros historiadores que seguirían la misma pauta de Braudel intentarán concederle un cuadro conceptual más específico a la noción de estructura. "Para un historiador una estructura no es solamente un conjunto coherente de elementos donde la transformación de uno solo provoca a término el de todos los otros. En efecto, un conjunto tal no le interesa a menos que cumpla otras condiciones. En particular, se debe mantener por un período plurisecular, debe ser un fenómeno de larga duración" (41). El discurso continúa pero la noción vaga sigue siendo la misma. Sólo recientemente, algunos historiadores annalistas están empezando a tomar distancia de la aplicación indiscriminada del estructuralismo a la historia (42). El análisis de las estructuras permitía seguir en la huella de los maestros. La historia factual (événementielle) era una vez más descalificada, arguyendose, desde posiciones nuevas, que el acontecimiento era una parte visible incapaz por sí de explicar la atmósfera y las instancias más profundas. ' 'Conservo el recuerdo de una noche, cerca de Bahía, en que me encontré envuelto por un fuego de artificios de luciérnagas fosforescentes;

38.La historia estructuralista no es en ningún caso homogénea. Pueden distinguirse cinco corrientes principales: una corriente braudeliana que aspira a conceptualizar vastos conjuntos humanos sometidos a variaciones lentas; una corriente mutacionista, representada por M. Foucault; una corriente de estricta obediencia estructuralista; una de estructuralismo marxiste y la antropología histórica. Véase Bourdé et Martin, op. cit, p. 253. 39.Braudel F., Ecrits sur l'histoire, Flammarion, París, 1969, p. 105. 40.Braudel define el término de estructura de la siguiente forma: "Para nosotros, historiadores, una estructura es sin duda, ensamblaje, arqui tectura, pero más aun una realidad que el tiempo usa mal y vehiculiza muy largamente", Ibidem. Nada de conceptualización profunda, ni atisbos de racionalización matemática como en la antropología, el estructuralismo braudeliano no es más que una nueva manera de es cribir la historia tradicional: se destaca únicamente lo observable. 41.Pomian K.. "L'histoire des structures", en, Le Goff J., La Nouvelle Histoire, op. cit, p. 111. 42."Con los diversos estructuralismos, la historia puede tener relaciones fructuosas bajo dos condiciones: a) no olvidar que las estructuras que estudia son dinámicas; b) aplicar algunos métodos estructuralistas al estudio de los documentos históricos, al análisis de los textos (en el sentido largo) y no a la explicación histórica propiamente dicha". Le Goff J., Histoire et mémoire, op. cit, p. 28.

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sus pálidas luces resplandecían, se apagaban, refulgían de nuevo, sin por ello horadar la noche con verdaderas claridades. Igual ocurre con los acontecimientos: más allá de su resplandor, la oscuridad permanece victoriosa" (43). El otro de los componentes esenciales ha sido el reconocimiento de una pluralidad de tiempos, verdadero credo de la "nueva historia" francesa y único perfil que mantuvo la historia de los Anuales para diferenciarse del estructuralismo y de la antropología. El tiempo —según Braudel— no es unilineal ni mesurable cronológicamente. Existen tres grandes duraciones, cada una de las cuales corresponde a una esfera particular: el tiempo largo o la "historia casi inmóvil" (44) que es la relación de los hombres con su medio natural, geográfico ; la historia lenta peculiar a la economía y la sociedad y finalmente la historia política o "événementielle", a la dimensión de las transformaciones que se operan en la vida pública, tal como la describía la historia tradicional. Dichas duraciones de la temporalidad, sin embargo, no coexisten las unas junto a las otras, sino que interactúan a través de la larga duración que comanda las otras, o sea se deducen los procesos históricos de las características geográficas, naturales. Independientemente de la validez de esta "epistemología de la duración" (es inexplicable, por ejemplo, que lo político sea reducido a la historia de corta duración, cuando las

monarquías han durado siglos y a veces milenios), lo que sí nos interesa destacar es que es una historia concebida como una larga duración donde prima la repetición y la permanencia. La historia como estudio del cambio social es sustituida por una historia que destaca lo que permanece, lo que perdura. La estructura y la concepción de la duración en Braudel constituyeron una reafirmación ideológica del primado del estructuralismo, en tanto que ideología del status quo (45) a través del descen-tramiento del hombre en tanto que objeto y sujeto de la historia y de la justificación de la permanencia, de la estructura sobre el cambio de la estructura. Braudel se constituyó en el verdadero artífice de la "nueva historia" francesa, y al mismo tiempo fue el continuador de la obra de los precursores de los Anuales. Fue artífice porque él llevó adelante las banderas del fraccionamiento de los procesos históricos a través de la pluralización de la temporalidad y del estudio de estructuras; con el primado que le concedió a la historia casi inmóvil facilitó la identificación y fusión de la historia con la antropología; con su reconocimiento de las economíasmundo justificó un orden circulacionista del proceso histórico mundial, el cual no sólo no reconoce implícitamente las diferencias de las formas productivas y sociales de las economías-mundo, sino que además constituyó un discurso que impide percibir la profundidad y multilate-ralidad de los períodos históricos; con su análisis básicamente

descriptivo facilitó el advenimiento de un positivismo más "ilustrado" acorde con los ir perativos de la época conter poránea. Fue un continuador porque llevó a nuevos peldaños la historia-problema; mantuvo el referente de la historia total, otorgándole una articulación en lo geográfico; conservó una perspectiva antropocéntrica.

La dispersión del discurso histórico. La tercera fase comprende la dos últimas décadas. La caracte rística principal del discurso de la "nueva historia" francesa se puede resumir en dos palabras: la antropología histórica, es decir, cuando "la historia se apropia de los métodos de la antropología para alcanzar los niveles más profundos de las realidades históricas materiales, mentales, políticas, salvaguar- j

43. Braudel F., op. cit., p. 22. 44. Braudel F., Prefacio a la primera edición de La Méditerranée et le monde méditerranée á l'époque de Philippe II, A. Colin, 1966, T. I, p. 16. 45. "El estructuralismo es la ideología del equilibrio... es la ideología del status quo". Lefebvre H., L'idéologie structuraliste, Seuil, 1975, p. 69.

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dando la unidad estructurada de la humanidad y del saber" (46). Si los años cincuenta y sesenta transcurrieron bajo la impronta de la historia del crecimiento económico, del descubrimiento de lo geográfico, a lo cual Braudel le concedió una temporalidad lenta que le es inherente, con el despuntar de los años setenta la etnologización del discurso historiador marcó la pauta, fenómeno que concordaba plenamente con los intereses de los mass media, y con los anhelos de culminar la despersonalización del discurso histórico, para "restarle totalmente las pretensiones ideológicas a la historia" (47). Bajo la pulsión de la influencia de la etnología, la historia privilegió el estudio de lo mental y, a partir de ahí, de lo imaginario. Si en su primera etapa —los Anuales concibieron el estudio de la sociedad sobre la base de la interrelación (48) de los elementos económicos, sociales, políticos, culturales, etc., la transición braudeliana significó el predominio de los estudios seriales, tales como la economía y la demografía o las largas duraciones geográficas, manteniendo aún el perfil de una historia total, la "nueva historia" privilegia "lo cultural" convirtiendo

esta instancia en la modeladora y sustitutora de la historia (49).

inmovilidad de la historia etnográfica (50). En cualquiera de los dos casos la "cultura popular" deviene lo "reaccionario" mientras que a la "élite" le pertenece la introducción del cambio, la innovación, la revolución (51). La historia antropológica, fiel a los preceptos braudelianos, descompone la totalidad histórica dispersando el conocimiento en direcciones aisladas, las unas de las otras.

La etnologización de la investigación histórica posibilitó que se reanudaran los estudios de lo popular —cultura material y cultura popular. Pero al ser una historia desgarrada de lo social y aún más de lo político (ignorándose que la resistencia a la dominación se refleja a nivel de la política, campo vedado de la historia annalista) la cultura es visualizada con base en la dialéctica de las duraciones: entre unos como Furet y Richter que destacan la movilidad del tiempo de las élites y otros como (Le Roy Ladurie) quien nos habla de la

La descomposición de la unidad de los tiempos y procesos de la historia en el actual discurso annalista encuentra un nuevo impulso en la señalización del conocimiento histórico, cuya inspiración nace en la obra de Foucault (el cosaco de la historia, como lo definiera Leonard), pensamiento con ayuda del cual se ha justificado teóricamente la conformación de las series con especificidades propias, que no reconocen un centro; son discontinuidades en la transformación. La utilización de la informática, el rechazo a la totalidad, la descomposición del tiempo histórico, la despersonalización de la historia en estudios que separan al hombre de lo social privilegiaron el estudio de lo mensurable —de la serie—, a lo cual no sólo se le reconoce un carácter científico (52) sino además absoluto para la historia

46. Le Goff J., Histoire et mémoire, op. cit, p. 14. 47. Furet F., L'Atelier de l'histoire, op. cit, 48. FebvieL., Pour une histoire á part entiere, publications EHESS, París, 1982, p. 365. 49. "Hay estructuras —constató J. Le Goff—, pero estas estructuras, si puedo decir, cambian de una manera tal que lo que a un momento aparece como infraestructura, puede aparecer enseguida como superestructura. Con lo imaginario, vemos mucho mejor que lo que durante largo tiempo fue considerado como un epifenómeno, una superestructura —y por consecuencia, ha sido un poco despreciado— se encuentra, al contrario, corrientemente en las raices de las motivaciones históricas y revela en profundidad las estructuras y principalmente las es tructuras mentales de una época". Le Goff J., "Histoire et imaginaire", en, Le Goff J., et al., Histoire et imaginaire, Radio France/Editions Poiesis, París, 1986, pp. 16-17. 50. Véase, Vovelle M., "L'Histoire et la longue durée", en, Le Goff, J.,La Nouvelle histoire, op. cit, p. 92. 51. PoznanK., op. cit, p. 133. 52. "Alargo plazo... uno puede preguntarse si no llegará el momento cuando la historia, una vez que sus bases conceptuales estén sólidamente verificadas, debe dedicarse a contar;... En el límite... no hay historia científica que la cuantificable". Le Roy Ladurie E., Le Territoire de l'histoiren, Gallimard, París, 1973, p. 22.

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(53). La historia serial, que obviamente ha introducido aportes significativos en el campo metodológico que son innegables al incorporar nuevos tipos de fuentes y de procesamiento de la información, se ha convertido en la negación de la continuidad histórica, al ser la más de las veces analizados los problemas seriales en desconexión con los otros componentes que intervienen en el devenir histórico (54). Así es como una importante corriente de la ''nueva historia" francesa, renegando de Marx —a quien se acusa de ser simplista por su desacertada metáfora de la infra y la superestructura—, redescubre a Malthus: como la serialización opera principalmente en el campo de la demografía y de la producción de recursos naturales, todos los problemas de grandes épocas son resumidos en estas dos únicas variables, "Este autor (Malthus) —señaló Le Roy Ladurie— ha sabido proveer en efecto... los paradigmas esenciales que permiten dar forma a la historia económica y especialmente demográfico-rural, de 1340 a 1720" (55). Sobre estas dos coordenadas se está delineando un nuevo discurso histórico, programa que se encuentra alejado de las propuestas de una historia en construcción, tal como M. Bloch y L. Febvre la delinearon. La historia como totalidad ha sido disgregada en múltiples historias desconectadas las unas de las

otras: "la idea de una "historia total" —escribe F. Furet— es inalcanzable", su desagregación es la evidenciación del fin de las ideologías (56); se priorizan los elementos que permanecen sobre los que cambian. El mismo F. Furet reconoce la naturaleza reaccionaria de una historia tal: "Este tipo de historia [de la larga duración, del hombre medio], en el fondo, es una historia que yo reconozco gustosamente que tiene una vocación conservadora, porque a partir del momento cuando uno comienza a comparar, no los acontecimientos que marcan un cambio, sino los elementos que son siempre los mismos a través de una cronología, es evidente, que por hipótesis y definición, uno arriesga encontrar las inercias; por consecuencia este tipo

de historia me parece un buen antídoto a la historia, digamos, manchestero-marxista del siglo XIX" (57). Estos elementos pre senciales en la "nueva historia" francesa constituyen, en el fon do, un nuevo tipo de discurso ideológico, con la única salvedad que si otras pregonan el cambio, los Aúnales defienden el statu quo, la ideología de la "cultura de masas", de la sociedad de consumo. Un nuevo empirismo positivista que busca la regularidad, la ley a través de series descontextuadas fascinados por el nuevo acontecimiento "éuénement" en el hecho bruto, que ignoran lo que no es cuantificable y que esperan la realización de la "objetividad" histórica por los datos procesados sin atisbos de instrumental conceptual empieza a imponerse en el discurso de parte significativa de los historiadores annalistas. La desconstrucción del objeto real de la historia, la elevación de un discurso anclado en el ciudadano anónimo, que no pertenece a ningún grupo, identifica la escritura annalista de la historia con la ideología imperante. Como acertadamente es-; cribe Germán Colmenares: "La fuerza y la debilidad más notoria de la escuela de los Aúnales ha radicado en su dis persión. Una dispersión buscada deliberadamente para abrazar todo tipo de historias, todo tipo de experimentación investigativa. A pesar suyo, parecería que con el tiempo se ha vuelto

53. I bidem, p. 14. 54. Véase Colmenares G., La historiografía científica del siglo XX, 'ECO, Revista de la Cultura de Occidente, T. XXXI, octubre de 1977, pp. 577-586. 55. Citado en Dosse F., op. cit.p. 193. Véase al respecto, Le Roy Ladurie, Les Paysans de Languedoc, Champs, Flammarion. En esta obra el autor hace uso de su método malthusiano para analizar la sociedad rural y véase también su participación en el Debate Brenner, en el cual hace una defensa del neomalthusianismo, AshtonT. H.y Philipin C.H.E., El Debate Brenner, Crítica, Barcelona, 1988, p. 125-130. 56. Furet F., op. cit., pp. 11-52. 57. "L'Historien entre l'ethnologue et le futurologue", Colloque internationale de Venise, Mouton, 1971. Véase también Vyne P., op. p. 114.

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imponer —aunque con una temática más amplia y una pretensión más orgánica— una historia historizante" (58). La brecha que separa la "nueva historia" de los Annales originarios es inmensa. De la historia de la totalidad a través de lo social a la antropología histórica de la preocupación por el hombre a la historia sin hombres (59); de la historia del cambio a la historia inmóvil; de la ecuación pasado/presente a su rechazo (60); de la historia total a las múltiples historias. Sin embargo, también observamos similitudes: el rechazo de lo político, el esfuerzo de captación de las ciencias sociales, la persistencia de la historia-problema, el mantenimiento de una vía "neutra". Pero tanto las persistencias como las mutaciones responden perfectamente a los imperativos ideológicos y estratégicos del momento. Como acertadamente señala F. Dosse.

una sociedad nueva, fuera en el siglo XVIII o a mediados del XIX, los pensadores buscaban un sentido al devenir humano, inscribían su presente en una lógica racional. De Kant a Marx pasando por Hegel es la comprensión de los fundamentos de las batallas por la libertad. Al contrario, una vez que las resistencias al cambio triunfan, en el momento cuando las esperanzas son disipadas, cuando la desilusión echa raíces, se asiste al rechazo de una racionalización global de lo real. Ya que lo real no realiza sus esperanzas, éste no puede ser racional. La historia pierde, entonces, todo su sentido, se fragmenta en múltiples segmentos... (61).

En el momento cuando los vientos de la historia soplaban para construir 58. Colmenares G., op. cit., p. 601. 59. Le Roy Ladurie E., "Le Climat, histoire de la pluie etdu beau temps", en Le Goff J., y Nora P.,Faire de l'histoire, op. cit, Vol. III, pp. 11-47 60. Aries Ph., "L'histoire des mentalites", en Le Goff J., La Nouvelle Histoire, op. cit, p. 184. 61. Dosse F., op. cit,p. 189.

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PROMESAS MATRIMONIALES INCUMPLIDAS EN ANTIOQUIA COLONIAL* Pablo Rodríguez Profesor Asociado de la Universidad Nacional- Medellin

del pintoresco mundo rural. No obstante, la lectura atenta y la crítica histórica que Flandrin ha realizado de un conjunto amplio de juicios por ruptura de promesas matrimoniales, le ha permitido descubrir y enseñar características peculiares de la conformación de las parejas de las capas populares de la región de Troyes entre los siglos XV y XVII (1).

Retrato femenino. Medellín, 1913. (Foto de Benjamín de la Calle).

Hace pocos años, Jean Louis Flandrin, llamó la atención sobre la importancia que tenían para los historiadores sociales asuntos aparentemente insignificantes de la vida campesina. Las créantilles o promesas de matrimonio, tradicionalmente han sido objeto de interés de folcloristas como un rasgo más

Créanter significaba, de acuerdo con la jurisprudencia feudal, prometer matrimonio. Sin embargo esta promesa podía expresarse según formas muy variadas. Hasta el siglo XVI la reciprocidad de promesas entre hombre y mujer constituía el matrimonio, y es posible suponer que entonces estas promesas se hacían de una manera solemne y utilizando fórmulas consagradas. Los ritos religiosos que perfeccionaban el matrimonio venían precedidos de esta ceremonia profana, cuyo rito esencial era la promesa de matrimonio, que ligaba irreversiblemente a los futuros esposos, salvo por el impedimento canó-

nico o separación por mutuo acuerdo. A partir de las reformas del Con cilio de Trento, que obligaban efectuar los compromisos en presencia de sacerdotes, las creantes perdieron su significación original. Las promesas se transformaron en contratos, regulados por los intereses de los padres y bajo la vigilancia de la Iglesia. Así, la libertad, la espontaneidad, ingenuidad y audacia que tenían los jóvenes en la formulación de sus promesas tendió a desvirtuarse o a desaparecer. En Troyes una créantille normal era la promesa verbal de un matrimonio futuro. Jean Jacomart, por ejemplo, dijo: "yo te prometo Marguerite que jamás tendré otra mujer que tú hasta la muerte". Empero, tal parece que además existía la tradición —probablemente común a todas las sociedades campesinas— de acompañar las palabras con dádivas de objetos que fundamen-

* El presente articulo hace parte de un libro que aparecerá en 1991, titulado Seducción, amancebamiento y abandono en la Colonia, Ed Simón y Lola Guberek, 1991. 1. Flandrin, Jean Louis, La moral sexual en Occidente, ediciones Juan Granica. Barcelona, 1984, pp 67-91.

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taban mucho más las proposiciones. Estos presentes en nombre del matrimonio eran necesarios para vencer la desconfianza de la pretendida. No importaba la naturaleza del objeto donado, sino su dimensión simbólica en el ritual de la pareja. Entre estos se encontraban un cinturón, una cinta, un racimo de uvas, un alfiler, un anillo, una sortija, una imagen de plata de Nuestra Señora. La asociación de presente y palabra en el ritual del créantille parece indicar que el acto era idéntico. Uno u otro validaban la intención de quien los concedía.

Este estudio se basa en treinta procesos de demanda de cumplimiento de promesa matrimonial del siglo XVIII e inicios del XIX que se conservan en el Archivo Histórico de Antioquia. Existen muchos otros casos de estupro o violación en los que se solicita el matrimonio como reivindicador del honor, sin embargo aquí sólo nos interesan aquellos procesos en los que medió un ofrecimiento de contraer nupcias previo a cualquier acontecimiento que complicara los encuentros entre los enamorados.

Estos casos ocurren principalmente en Antioquia, capital de la Provincia, Medellín y Rionegro. Reúnen gente de muy diversa condición: mestizos, mulatos, blancos; hecho que los hace más significativos. Combinación que prueba el intenso mestizaje de esta región, como también la osadía para establecer alianza con personas de estratos prohibidos. En general se trata de personas que viven en el campo, por lo que sus romances transcurren en un ambiente rural. En la época pocas familias llevaban una vida efectivamente urbana, un par de casos tratan de esta gente. Escasas cuadras separaban el marco de la plaza de los límites de estas poblaciones formadas por cultivos, mangones, pastizales y ciénagas. Aún en el propio lugar de residencia de mucha gente se observaba una vida semicampesina, cada patio era un pequeño plantío, donde —en ocasiones—

también se encerraban caballos, muías y vacas. Los oficios y la vida de los antioqueños de los siglos XVXI y XIX gravitaron pesadamente sobre su entorno rural. Incluso las personas de actividades liberales terminaban encontrando en sus posesiones y gente del campo sus medios de subsistencia y riqueza. Allí pasaban con su familia largas temporadas, no exactamente de vacaciones. Normalmente, los procesos por demanda de cumplimiento de promesa matrimonial, siguen los mismos pasos de todo juicio criminal. No obstante, son mucho más simples que los de homicidio, robo, seducción o bigamia. Además, con alguna frecuencia ocurrían abandonos de la demanda o rápidos arrepentimientos de los inculpados, por lo que el proceso tenía una conclusión súbita, o quedaba interrumpido sin que se dictara sentencia, dejándonos ignorantes sobre su desenlace. Como resul-

María Aristizábal, Medellín, 1895. (Foto de Meliton Rodríguez)

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En su propio alegato y el de sus declarantes, Laura Aldana decía que Sebastián Urbano le había dado "en prenda de su palabra de casamiento una hechura de un santo christo de plata labrada y unos aritos de oro", objetos que en su momento oportuno colocó sobre el escritorio del alcalde. Asimismo Ana María Be-tancur devolvió unas prendas de vestir que Blas Antonio Vás-quez le había entregado "por no querer ni memoria de quien con tanta ligereza me desprecia". Si bien estas prendas fortalecían las promesas iniciales del seductor, cuando pretendían retractarse las mujeres tenían estas piezas que se convertían en temibles desmentí doras. Zarcillos, cadenitas, collares, cortes de tela eran los objetos apreciados y en el curso del romance debían aumentar las posibilidades de logro de los objetivos del seductor.

tado, estos procesos eran de poca extensión, aunque podían prolongarse de acuerdo a la importancia de la agraviada, o a la persistencia de los demandantes, o a la temeridad del acusado. Cabeza de proceso, testimonios, auto de detención, confesión del reo y sentencia son las partes más regulares de estos procesos. Los padres de familia asumían habitualmente la iniciativa de la demanda contra los incumplidores de promesas. Bajo su potestad las hijas comunicaban a sus parientes su desgracia a la espera de que éstos enfrentaran al agresor en los estrados de la justicia. No obstante, en no pocos casos fueron las mismas jóvenes agraviadas quienes tomaron la resolución de hacer público su desengaño, comunicándolo al alcalde o al cura del lugar. Bien porque temieran la recriminación de sus padres, o porque éstos se mostraran pasivos ante la afrenta recibida por su hija, presentaban declaración, acopiaban pruebas y comprometían a familiares y amigos en la defensa de su pretensión. Discutir la veracidad de estas demandas resultaría un tanto deleznable. Prefiero partir de la consideración de que en un proceso la vergüenza privada se convertía en un hecho público. Una familia debía dudar mucho antes de acercarse a la justicia para divulgar su congoja. Cuando lo hacían era porque no hallaban otro medio de reparar su dolor. Este hecho sugiere que no todos los incumplimientos de promesas matrimoniales concluían en demandas ante las autoridades, limitando nuestra observación del fenómeno a las disposiciones, capacidades e intereses de los alcaldes.

LAS DEMANDAS Un hecho llamativo, y que confirma en parte la observación anterior, es la ausencia absoluta de demandas efectuadas por varones sobre reclamos de promesas matrimoniales. Este bien podría ser un signo distintivo de una sociedad machista donde el hombre no se arriesga a enfrentar el escarnio público. Aunque no constituyen una costante, en Antioquia también se presentaban casos según la tradición campesina comentada por Jean Louis Flandrin. La promesa verbal se reforzaba con la donación de un objeto, que en circunstancias especiales del proceso se presentaba a la justicia para confirmar los hechos. Su escasa frecuencia sugiere ser vestigio de una costumbre o indicio de una tradición extraña.

Una actitud frecuente de los hombres en estos juicios era cuestionar la moralidad de la mujer, su previa virginidad y poner en tela de juicio el ambiente moral de su familia. De esta forma invertían el proceso de acusación hacia la mujer. Es importante observar sus controvertidos argumentos pues nos descubren la intensa dinámica social de la época, los espacios y asuntos que reunían a hombres y mujeres, y finalmente la percepción que aquéllos tenían de cómo debía ser una futura esposa. José María Villa, vecino de Santa Fe de Antioquia, quien había "desflorado" y sostenido relaciones ilícitas durante seis

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meses con Clara Díaz, alegaba en su favor y contra ésta que cuando la "conoció" por primera vez ya no era virgen. Villa añadía en su defensa que Clara pasaba meses enteros abandonados de sus padres, en la compañía de unos pocos esclavos, con quienes se dedicaba a jugar cartas. Que además Clara no tenía recato para irse todos los días a Sopetrán hubiese o no fandangos, sola o acompañada de su padre, como éste se acostó, Clara salió al patio de la casa donde tomó aguardiente en repetidas ocasiones. Para Villa no podía ser su esposa una mujer "desenvuelta", "sin recato" y de conversaciones impuras (en una ocasión de fiesta en la casa de don José Toribio de Osa en la plaza principal se le escuchó decir "lámbemelo" a un negrillo que la fastidiaba), además de su notable inclinación a los bailes, fueran de blancos o de gente parda. Igualmente a Villa en el fondo le molestaba, aunque fue un argumento en el que no profundizó, que Clara se jactara de ser admirada por ciertos mozos de la ciudad. Como efectivamente ocurría, y pese a todo este suceso y el pábulo del juicio, se casó meses después con el mestizo Felipe Burgos (2). Asimismo, en Medellín Juan Antonio Morales se negó a cumplir la promesa de matrimonio que, se decía, había dado a María Valeria Ortiz por "ser una mujer andariega, bailarina, entregada a las comunicaciones de hombres sin el menor recato, olvidada del recogimiento, que toda mujer onesta tiene en su casa, exercitada siempre

en los negocios hutiles de ella y que son anexos a la virtud". Además agregaba que María Valeria acostumbraba ir sola a los mercados y en un fandango la vieron sentada sobre las piernas de Manuel Vásquez. Incluso, que por su culpa en algunos bailes se habían sucedido ' 'riñas y quimeras ruidosas". A más de que un labriego aseguraba haberla visto conversando pasadas las doce con un sujeto de calidad inferior, del que ella en una ocasión había dicho que se acostaría con él ' 'porque aunque era morenito era muy bonito" (3). Estos hombres no negaban haberse relacionado e intimado con las mujeres que acusaban. Su argumento buscaba demeritar la autoridad que podían tener para exigirles cumplimiento de matrimonio. Una futura es-

Aura Gutiérrez, Medellín, 1932. IFoto de Jorge Obando).

posa debía ser virtuosa y vivir recogida bajo la tutela de sus padres, sólo frecuentar amigas decentes y al asistir a misa o al mercado hacerlo en compañía de familiares cercanos. Bondades todas que desconocían en las mujeres con las que un día tuvieron la debilidad de pecar. Algunas parejas encontraban el parentesco que las unía la oportunidad de adelantar coqueteos y expresarse simpatía. Sin embargo, debido a las prohibiciones eclesiásticas sobre matrimonios entre parientes cercanos hasta el cuarto grado, los jóvenes, para presionar la bendición de su pretendida unión adelantaban relaciones sexuales que podían concluir en embarazo. Así, cuando se presentaban ante el cura del lugar, portaban un poderoso argumento para solicitar la dispensa. Empero algunos hombres, una vez ¡ recibidos los favores de sus primas bajo la promesa de acudir al obispo, se negaban a cumplirla, asumiendo una tenaz defensa de los preceptos eclesiásticos. Uno de estos casos fue el de Andrés Holguín y Marcela Reina. Según decía ésta, aquél le quitó su "claustro virginal" luego de tratar esponsales. Como Holgüín no se decidiera a casarse, Reina intentó matrimonio con un vecino pero ' 'me lo estorvó y por su ocasión se devoró y me dijo que primero era él y que si me casava con el otro me haría en dos trozos". No obstante, en el momento en que Reina acudió al alcalde y denunció su situación exigiendo le cumpliera el matrimonio prometido, Holguín alegó

2. Archivo Histórico de Antioquia (AHA.), Criminal 13-83, Leg. 1790-1820, D. 12, año 1797. 3. AHA. Matrimonios, T. 68, D. 1820, año 1796.

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que "la tal Reina no puede exigirme porque está decidido hace tiempos, que no podemos contraher matrimonio por ser parientes". Incluso Holguín llegó a alardear, con la razón que le daba la confianza, que los jueces jamás actuarían en su contra (4). En un caso distinto, la novedad de la noticia de un parentesco ilícito, parecería haber hecho cambiar la actitud de Aniceto Barrantes hacia el matrimonio que tenía prometido a Rosa Jiménez. Barrantes aceptó haber dado su promesa a Rosa pero rehusó del matrimonio, al punto que fue descubierto ofreciendo dinero a Marcos Agudelo para que declarara contra la reputación de aquélla. No obstante fue Gerónimo Barrantes quien ofrecería a su hermano Aniceto el argumento para su negativa. Ante el alcalde expuso que "..., he tenido cópula ilícita con la enunciada Rosa Jiménez en dos ocasiones, que después de este acto supo el año pasado que ésta tenía tratado casamiento con su hermano". Y según decía Barrantes, cuando le cuestionó cómo pretendía casarse existiendo el impedimento, aquélla le respondió con enojo: "¡vaya!, por estar ud. de por medio, ni él se a de casar, ni yo tampoco, solteros hemos de morir!" El juez libró de responsabilidad a Aniceto y le dejó en libertad. Como otros, este era un joven (20 años) que confesaba ser labriego y no saber rezar (5).

su primo hermano José Miguel Ceballos la había perdido con el supuesto de que conseguiría la dispensa para el matrimonio. Ahora, Manuela viendo que se había "dilatado" en obtenerla, solicitó se le apremiara en su cumplimiento. Al parecer, en estos no se trataba de una relación ilícita ocasional sino una especie de amancebamiento. En muchos casos, como era el de Manuela, su situación de amancebada le había ocasionado disgustos con su madre, y en ella misma había nacido el descontento. José Miguel, por su lado, se excusó ante el gobernador afirmando que "no ha estado de mi parte el incumplir la palabra que tengo ofrecida a Manuela Olguín de casarme con ella, mediante a que siendo primos hermanos, hice información y me presenté ante el señor vicario superintendente...".

Efectivamente dio pruebas de haber gestionado la dispensa ante las autoridades eclesiásticas locales, pero éstas carecían de autoridad para concederla, y debía buscarla en Popayán. Este hecho, alegaba Ceballos, era el que le había impedido realizar su matrimonio, pues —decía— "...su desgracia ha sido tal que no ha encontrado los medios precisos de su yda y buelta (a Popayán) por ser mucha la pobreza del declarante y la pretendiente, quien muchas veces se queda sin misa por no hallar quien le preste ropa, ni tener con qué el declarante para socorrerla, y que sin embargo está pronto a cumplirle la palabra prometida". Las expresiones y comportamientos le parecieron sinceras al gobernador Varón de Chaves que prestó interés en el caso y directamente solicitó a la Diócesis la dispensa. En sus gestiones Chaves argumentó que la dispensa evitaría que "...se cometan ofensas contra

En ciertos casos recurrir a la justicia tenía su eficacia. En Antioquia, Manuela Holguín acudió al gobernador a quejarse de que

4. A.H.A. Matrimonios, T. 68, D. 1830, año 1798. 5. A.H.A. Criminal B100, Leg. 1800-1810, D. 13, año 1804.

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los mandamientos, y con mayor cuidado en donde la simpatía por si sola atrahe añadiendo nuevos estímulos, lo retirado en que viven estas gentes por sus mismos atrasos que por instantes se les presentan las ocasiones, que a poca batería se rinde lo deleznable de nuestro humano ser...". Como se reconocía en estos procesos la mayor parte de la población antioqueña vivía dispersa en los campos o en las riberas de los ríos. Distante de la vigilancia de la Iglesia y los alcaldes, se les presentaban circunstancias propicias para pretender uniones prohibidas y llevar vidas desarregladas. A esta característica respondía la pareja en cuestión. Primos hermanos, hijos de dos hermanas mestizas casadas con mulatos esclavos, José Miguel se alquilaba como peón en las rocerías y Manuela se ocupaba de "cargar leña y agua, y hacer arepas con que se mantienen, por no tener otros arbitrios". La indecisión inicial de José Miguel fue acortada por la intervención excepcional del gobernador que aspiraba a civilizar los campos, a costa, incluso, de extender dispensas de segundo grado (6). En un caso similar un parentesco de segundo grado unía a Fernando Bolívar y Arce y a Josefa Bolívar, primos hermanos y vecinos de Antioquia. De nuevo obró la justicia en favor de la agraviada Josefa para presionar a Fernando a cumplir su promesa. Josefa, de 22 años y que decía tener por oficio ayudar a sus padres, declaró al alcalde "que su padre le dio tierras a Fernando Bolívar para trabajar

unas rozas y que como su pariente lo recogió en su casa y la empesó a enamorar el dicho Bolívar (moderna expresión para 1719), a que se excusó disiéndole que su padre no había de querer el que se casase con él por el parentesco tan inmediato que tenían". El temor al incesto, no obstante, sería diezmado por

las insistencias de su pretendiente. Según decía por espacio de un año la persiguió con sus ruegos, en los que afirmaba "ser mui hombre" para obtener la dispensa y no temer la furia de Andrés Bolívar, su tío y suegro. Los hechos hicieron que las actitudes cambiaran. Cuando Josefa advirtió su embarazo enfrentó a su primo para que obtu-

viera la absolución eclesiástica y con el matrimonio remediaran la gravedad del hecho, sin embargo, recibió como fría y sorprendente respuesta, que éste empezó a retirarse de la casa. Semanas después, y sabiendo que no podía ocultar más su embarazo, Josefa alcanzó a Fernando en una calle de Antioquia donde le inquirió sobre los trámites para la dispensa, a lo que su ahora dudoso pretendiente observó que ésta no era fácil, que se requería dinero para ir a Popayán a entrevistar al obispo. Dinero que sólo podría obtener si tenía éxito en la búsqueda de una "sepultura" en el sitio de Noque. Ante este incierto panorama y temerosa de las recriminaciones de su padre, Josefa decidió presentarse en casa del alcalde y contar su historia. Preso y bajo el rigor del cepo, Fernando confesó la seducción, mas reparaba en que no conocía el motivo de su retención afirmando que nunca había querido burlar a su prima. Fue puesto en libertad para obtener la dispensa, después de firmar constancia en la que "como christiano pido a la dicha Josepha Bolivar por mi mujer por serlo debajo de palabra voluntaria que entre los dos contratamos en cuya fe se sujetó la dicha a mi voluntad y le quité su virginidad" .Probablemente su padre y, su tío le auxiliaron con el costo del viaje, y el 2 de agosto le fue encomendado al licenciado Juan de la Rosa Nanclares de la Compañía de Jesús, que viajaba a Popayán. Igual que en otros casos la duda del joven Bolívar fue decidido por la justicia. Pero debemos considerar que el seduc-

6. A.H.A. Criminal B 28, Leg. 1760-1770, D. 11, año 1768. José Miguel y Manuela debian observar penitencia de confesión y comunión durante un año cada quince días, y rezar de rodillas una parte del rosario.

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tor de parientes debía enfrentar la recriminación de su linaje. Como se quejaba el padre de Josefa, lo que le dolió fue que "me faltó a la lealtad del parentesco y la hospitalidad que le brindé en mi casa; procediendo con inequidad y haberlo echo debaxo del parentesco y amistad que conmigo profesaba''. Esta violación de las leyes de parentesco y hospitalidad debía acarrear censura e irritación de la parentela, conduciendo en muchos casos a una vida de desarraigo. Persuadido de estas consecuencias, Fernando, como otros, prefería contraer las nupcias, restituyendo el honor a su prima y tío y rehabilitando su propia imagen ante la familia y comunidad (7). Otro argumento utilizado para incumplir las promesas era el de que la desigualdad étnica y social les impedía jurídicamente realizar los matrimonios. Según consideraban, efectuar nupcias con un inferior era un hecho más gravoso que el que habían cometido. Recordemos que en 1776 la Corona expidió la Real Pragmática en la que prohibía todos los matrimonios desiguales. Tras esta Cédula muchos impugnaron los matrimonios de sus parientes o se negaron a cumplir las promesas, aduciendo defender el honor y limpieza de su historia familiar (8). Uno de estos casos ocurrió en Medellín, cuando Francisco Antonio Betancur demandó la palabra que Blas Antonio Vásquez tenía ofrecida a su hermana menor Ana María Betancur. Al pa-

recer, aquél, cada vez que le planteaban el asunto lo rehuía. En alguna ocasión pidió que le concedieran seis meses y finalmente condicionó las nupcias a la aceptación de su padre, quien nunca manifestó oposición. En suma, Blas Antonio rehuía en forma capciosa todas las requisitorias de la familia Betancourt. Cuando finalmente Francisco Antonio le demandó ante el alcalde, y ya viéndose exigido por la autoridad, Blas Antonio encontró un nuevo y definitivo medio de esquivar la justicia. En comunicación al vicario superintendente denunciaba "que Ana María Betancourt con fribulos y siniestros informes le habrá significado que yo le devo palabra de casamiento (que es falso) y aunque se la hubiera dado, que lo niego, mediante la real orden de su majestad que se halla en esta villa y puesta en ejecución

sobre que no se hagan casamientos desiguales me liberta de contraer esponsales con ella por ser notoria la desigualdad que media entre mi persona y la de Betancur". Efectivamente esta norma era preconizada en la misa de los domingos y se hallaba en la pared del cabildo. De otro lado, éste no discutía la veracidad de la promesa, pues en su concepto no era trascendente si le había ofrecido matrimonio o no, sino la notable diferencia que los separaba. En este caso no se ventila pérdida de virginidad o embarazo, hechos que gravaban y daban mayor fuerza a las demandas de cumplimientos de promesas matrimoniales. No obstante, como lo he comentado, la sola promesa de futuro matrimonio tenía un amplio significado simbólico.

7 A.H.A. Criminal B 73, Leg. 1700-1740, D. 5, año 1719. Sobre la ley de hospitalidad ver J. Pitt-Rivers, Antropología del honor, Grijalbo,Barcelona, 1979, pp. 144-171. 8. Comentarios sobre la Real Pragmática y su utilización por las familias antioqueñas para ordenar sus enlaces matrimoniales en P. Rodríguez, "Elección matrimonial y conflicto interétnico en Antioquia colonial". Rev. Ciencias Humanas 11, Medellín, 1988, pp. 25-46.

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A ésta, o sea a lo que significaba la palabra empeñada, es a lo que se va a referir Ana María cuando en forma inusitada desiste del caso. En carta al mismo prelado condenaba que hombre que faltara a su palabra matrimonial difícilmente podía ofrecer vida honesta a una mujer, razón por la cual desistía de su demanda. Textualmente manifestaba que "...en lo presente me hallo mui agena de contraher matrimonio con el nominado Vasquez por no convenir a mi derecho. Pues asta lo presente he sufrido grandes desprecios y sonrojos, y si me caso con este hombre espero mayores que asta los que aqui he sufrido, pues me hallo tan apartada de esto que ha de permitir V.M. el que no cumpla la palabra, ni que la dote; y adjunto dirijo unas prendecillas que me tenía dadas por no querer ni memoria de quien con tanta ligereza me desprecia, y solo siento que mi fama, y honra ande de voca en voca, pues unos de los que lo ven preso dirán que fue por una cosa y otros por otra... suplico a V.M. determine lo que halle por combeniente pues por mi parte solo digo que es mui siniestro mi pensamiento y con hombres que no saven cumplir lo que dicen no tengo quando seguir el estado del santo matrimonio..." (9). El emotivo alegato de Ana María no discutía la supuesta diferencia social, lo que mostraba era su desconsuelo con la fragilidad de los sentimientos de su pretendiente. Su respuesta podemos considerarla como un acto de orgullo propio. Asumir una posición altiva en el juicio, despreciar al seductor, eran actos

que debían rehabilitar la imagen de la mujer y su familia ante la comunidad. Además, esta era una forma de restarle poder y fuerza a la "agresión" masculina, y a la vez reconstituir su orgullo y consideración de sí. El rapto normalmente conducía al matrimonio. Ante rígidas estructuras sociales, una pareja optaba por huir y publicitar sus

Retrato femenino. (Augusto Schimmer, Bogotá, 1905).

sentimientos. En el rapto no sólo existía una promesa de matrimonio, se daba un auténtico interés del varón por consolidar su relación. Hacer público un sentimiento con el rapto era la forma usual de presionar a los padres a permitir una unión. Ahora, el rapto en cierto sentido era una expresión de virilidad, se raptaba a la hembra. Y si bien el raptor agredía el honor de la familia, esperaba con su acto

matrimonial recompensar su yerro. La ley al respecto, siempre fue vertical en su persecución y castigo, pues observaba que en éste se amparaban los mozos plebeyos para afectar el orden social y dañar la pureza de las familias. En caso ocurrido en Medellín en 1729 revela alguna de las características de las promesas matrimoniales que concluían en el rapto de la prometida. A saber por las declaraciones del fiscal Juan Antonio Díaz y de la esclava Josefa, chaperona de Isabel Piedrahíta, la noche del 18 de mayo ésta tomó la resolución de fugarse de su casa ayudada por Miguel Lezcano, hermano del enamorado Lorenzo. Segura de que sus padres dormían, Isabel juntó toda su ropa y la envolvió en un petate, apresuró a la negra Josefa que ya hablaba castellano y le era fiel para salir sigilosamente al encuentro de Miguel que las esperaba en el camino. De Hatoviejo (Bello), lugar donde vivían, se dirigieron hacia la villa de la Candelaria. Isabel montaba a caballo mientras la negra Josefa y Miguel iban a pie. Al llegar a la plaza encontraron un hombre pequeño cubierto con una capa oscura, todo parece indicar que se trataba de Lorenzo Lezcano, quien las condujo a la casa de un presbítero situada a cuadra y media de la iglesia la Candelaria. El anónimo presbítero las alojó esa noche, allí pernoctaron y a la mañana siguiente las entregó al alcalde mayor Meza Villavicencio. En el siglo XX las parejas jóvenes que huyen de la tutela de sus padres buscan en el anoni-

9. A.H.A. Criminal B 53, Leg. 1790-1800, D. 7, año 1790.

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Retrato masculino. (Augusto Schimmer, Bogotá, 1905).

mato de las grandes ciudades llevar vida de pareja, constituyendo una familia. Normalmente no hay el recurso a la justicia, y ésta no se empeña en perseguir parejas de enamorados en las conflictivas ciudades. Ya huidos, con el curso de los años los hombres mitigan su rencor. Ordinariamente una serie de ritos (saludos, regalos, visitas) los reconcilian con sus familias y lugar de origen. No obstante, algunos padres se niegan a reconsiderar su actitud y optan por llevar una vida plagada de amargura. En la época colonial no existía la posibilidad de ocultarse. Quienes huían lo hacían para acudir a la comprensión de la justicia eclesiástica o civil. Como ya lo observé, pensaban que la beligerancia del hecho y la publicidad de los sentimientos aminorarían la oposición de los padres y permitirían la unión. Al responder el interrogativo que le hicieron, Isabel Piedrahí-

ta afirmó estar encinta, había conocido a los Lezcano en su propia casa. Estos debían tener algún trato con su padre, como peones o arrieros. Frecuentaban su casa e incluso con alguna familiaridad entraban en las alcobas. Es más, por asuntos de trabajo, en algunas ocasiones los Piedrahíta les daban posada. Fue en este ambiente en el que Lorenzo reparó en Isabel, "le mostró afición, la festexo y enamoró y la dicha le correspondió". Los prejuicios raciales se aprendían en casa. Como decía esta joven de 19 años, aunque Lorenzo jamás le explicó su calidad, ella bien sabía que era mulato. Blanca y nieta de españoles, era consciente de la cólera en que romperían sus padres, por lo que decidió aceptar la ayuda de su amante para presentarse a la justicia. Los Piedrahíta, aunque de una condición económica modesta y con un origen turbio en la línea paterna, eran reconocidos como una familia de prestigio y precedencia.

de bahareque cubierta de paja, una sementera y unos mueblecillos, que hablan claro de su condición campesina. La prisión del padre y la amenaza de rematar su única propiedad apremió a los hermanos Lorenzo, Miguel y Alexo Lezcano a presentarse ante el alcalde. Casi un año después de haberse iniciado el proceso, parte del cual estuvieron en prisión, Miguel y Alexo fueron sobreseídos, considerando que sólo habían actuado como cómplices y ya habían purgado su castigo. Lorenzo padeció ataques de viruela y debió ser atendido en varias oportunidades. Aunque alegó inocencia y reclamó jamás haber raptado ni inducido a Isabel, la sentencia fue ejemplar. Ahora bien, debe considerarse que la justicia para estos casos ya no procedía a la horca o la mutilación del raptor, práctica bastante común en Grecia y Roma antiguas y la España de los

A pesar de que Isabel insistió en que había huido por su propia convicción y sin inducción de Lorenzo, la justicia fue implacable. El mismo alcalde mayor, acompañado del alcalde menor, de los alcaldes de la santa hermandad y de ' 'otros hombres de confianza", de día y de noche los buscaron en la Villa, en Niquía y Hatoviejo. Parte de este grupo se desplazó hasta el valle de los Osos, donde se pensaba estaban refugiados. La desazón de la búsqueda y la hilaridad de las familias blancas animaron al alcalde a tomar la agresiva medida de confiscar los bienes del padre de los hermanos Lezcano, Pablo Lezcano. Estos no comprendían más que una casa

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siglos XV y XVI (10). Ahora se trataba de un castigo ejemplarizante, es decir que se conociera y sirviera de advertencia, pero también se acudia a la exigencia de una dote que habilitara a la mujer para el matrimonio. Específicamente el Auto rezaba: "que por el agravio hecho a Joseph de Piedrahita de desflorar a su hija debaxo de su patria potestad, y ubiendo debaxo de la confianza de uespede dicho Lorenso Lezcano, en la casa de dicho Piedrahíta, por semexante exceso, no obstante de efuxio de pretender casarse y el de aver concurrido voluntariamente a su etrupo devo condenar y condeno a dicho Lorenso Lezcano en 200 pesos que para dote de dicha doña Isabel y poder tomar estado con esta cantidad que puede subsanar su desflorazion: y en un año de destierro de la Villa por el atrevimiento de dicho estrupo y de pretender casarse con una muxer blanca reputada por tal y recoxida en casa de sus padres" (11). Es difícil estimar los resultados de la imposición de estas dotes. De este caso no he podido verificar si Lorenzo logró pagar aquella elevada suma de dinero, personalmente pienso que le era literalmente imposible reuniría. Probablemente logró reducir su cantidad o bajo promesa de pago obtuvo permiso para trabajar en las minas con el ánimo de ajustar la dote. Isabel, por su parte, debió regresar temporalmente con sus padres. De su frustrado romance nació una niña que llamó Antonia Piedrahíta. No obstante, Isabel logró una unión más apacible y dura-

María Uribe, Medellín, 1898. (Foto de Melitón Rodríguez).

dera con el mestizo Alejandro Valiente, en cuya relación tuvo otros hijos naturales. Así, la desigualdad étnica y social constituía un callejón sin salida para los enamorados. El éxito o el fracaso de quienes se atrevían a violar las reglas sociales dependía de múltiples factores que no nos enseñan un esquema común. Normalmente, esta opción tenía desde sus inicios un sino trágico y triste. Entusiasmos iniciales de los jóvenes podían tornarse en sorpresivas retractaciones. Bien porque fueran sinceras o hicieran parte de una estrategia, algunos hombres daban muestras de auténtico interés por cumplir su promesa matrimonial, para luego entrar en una serie de dudas, reclamos, etc., entre los que estaba el haber sido engañados. El argumento podía acusar haber recibido mala informa-

ción acerca de la muchacha o haber sido presionados. En 1755 Casilda Arias se presentó ante el alcalde de Medellin alegando que don Francisco Ángel Vélez le había robado la virginidad a su hija Cándida Arias bajo promesa de matrimonio. Este efectivamente parecía haber estado interesado en contraer nupcias con Cándida, según se desprende del proceso. En una ocasión fue sorprendido en casa de ésta por el alcalde Gutiérrez en ausencia de su madre Casilda, dando por explicación que se casaría con ella "aunque se le opusiese el mundo". Semanas después por su insinuación Cándida solicitó al alcalde que la depositara en casa de reputación mientras se casaba, hecho que efectivamente se realizó donde Gregoria y Nicolás Cardona, Mientras tanto Vélez solicitó al cura local los casase sin realizar las bañas, a lo que aquél se negó

10. Escriche, D. Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación y Jurisprudencia. Librería de la Vda. de Ch. Bouret, París-México. 1911, 644-645-646. 11. A.H.A. Criminal B 91, Leg. 1700-1740, D 11, año 1729.

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por carecer de autoridad. Extrañamente Vélez siempre aparecía en compañía de tres amigos: Bernardo Reyes, Nicolás Cardona e Ignacio Hernández. En su misma compañía golpeó insistentemente hacia medianoche la puerta del examinador sinodal, Dr. don Carlos de Molina y Villa para rogarle los casase, mientras Cándida esperaba en una salita junto a una mujer que cubría su rostro. Dos días después, el 15 de noviembre, Vélez se presentó en la casa de campo del valle de Rionegro del Dr. don Antonio Ruiz de Castrillón argumentando que dado que había sacado a Cándida de su casa y debía "ver" por ella, requería de la dispensa. A decir verdad en este caso no es claro el motivo de la insistencia de Vélez. Bien podía esperar el mes que duraban las bañas, a no ser que supusiera que Cándida se hallaba embarazada. Normalmente en estos casos la Iglesia procedía a realizar

Simona Arango de Botero, 1860.

el matrimonio previa aceptación de una penitencia en limosna, rezo y confesión. A esto podía temer Vélez o al cotilleo que se sucedía cuando la comunidad se enteraba de que una joven iría al altar sin ser virgen. Tal vez decepcionado, Vélez envió una lacónica carta doblada en la que le informaba a Cándida que se trasladaría al bajo Cauca a recoger dineros que le adeudaban. Aunque le agregaba que no se afligiera y que no buscaba dejarla burlada, Cándida se apresuró a pedirle al alcalde que no lo dejara abandonar la villa, ya que su acción le parecía muy maliciosa. Enfáticamente le pedía "...que me cumpla la palabra de casamiento mediante la cual me precipité contra mi honra disgustando a mi madre y parientes". Aquel intento de fugarse de la Villa terminaría siendo la primera señal de reconsideración de su decisión matrimonial. En una sorpresiva comunicación al al-

calde, Vélez expuso su negativa, según decía de su promesa "...que aunque es cierto la di no estoi conforme en modo alguno porque esto fue por que Nicolás Cardona y Gregorio Cardona preguntándoles su calidad digeron era de obligaciones y tan buena como la que más y digeron lo aria bueno y no siéndolo según estoi ynformado es consecuencia que no estoi obligado a la dicha palabra". Al margen de este elemento tan subjetivo, Vélez sólo alegó que Cándida en otro tiempo había tenido un pretendiente. El argumento de éste fue tan injusto que el mismo cura vicario Dr. Esteban Posada pidió al alcalde mayor de la villa, don Manuel Uribe, que lo prendiera y mantuviera con castigo de cepo. Cándida y su madre Casilda eran oriundas de Rionegro, y desde que había fallecido su padre, Ignacio Arias, se trasladaron al valle de Aburra. Su situación no debía ser próspera y esto seguramente lo sabía Ángel Vélez. Como hemos visto, éste frecuentaba su casa e intimaba incluso con su madre. Lo que indica que Vélez pudo llegar a vivir el frágil sentimiento del seductor. Una vez triunfa en su aventura, y ante el reclamo de que cumpliera sus promesas, acudió a una de las tantas argucias de estos Casanovas del siglo XVIII local: considerarse inducidos o engañados sobre la calidad de la mujer que amaban. No obstante su indefensión y posibilidad de ganar el pleito, Cándida prefirió renunciar a su demanda de matrimonio. En carta dirigida al alcalde manifestaba que ya que Vélez "...se mantiene tenas en no cumplir la palabra de casamiento que me dio sin embargo de aberla confesado como hom-

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bre ynfiel y que no sabe la fidelidad a que obliga a los hombres su palabra... y lo que es más temiendo el que casándome llebo arriesgada mi bida a perpetuos digustos y pesadumbres o a perderla luego a manos de sus despechos por lo qual me desisto y aparto del pedimento". De manera excepcional y en un giro de mordaz ironía, Cándida concluía: "...devuelvo al dicho Ángel la palabra que me dio teniendo por mexor yrme sola a pasar la bida que no casarme con el eme abiendome faltado una vez como lo ha hecho lo hará siempre" (12). Con su abandono del juicio el alcalde cerró el caso. No obstante, debemos reflexionar sobre un hecho sustancial que parecería estar emergiendo en la sociedad local: la valoración del sentimiento, del afecto y de la estima de la prometida como paso previo a las nupcias. Hasta ese momento las evidencias más notables sugieren que los afectos no tenían cabida en la formalización de una unión, este era un arreglo que se sucedía entre el padre de la muchacha y el pretendiente. Hecho normal entre las élites, entre las clases subalternas era igualmente frecuente aunq u e co n ma t i ce s o casi o n ales (13). El asunto a resaltar es cómo en algunas parejas el afecto ya es un argumento fundamental frente a la oposición de los padres. Aquí, en estos casos, las muchachas, conscientes de que el sentimiento era un elemento decisivo del matrimonio, lo reclamaban, cuando percibían que éste no existía, se apartaban. Aunque no en todos los casos, la mujer que reclama ma-

María Francisca Restrepo y hermanas. Medellín, 1897. I Foto de Melitón Rodríguez I,.

trimonio y advierte que no será amada prefiere renunciar a esa unión. El amor, el afecto, el sentimiento individual inicia desde estos años su lento pero irrenunciable papel en la relación de hombres y mujeres. Otros casos nos permiten conocer un nuevo argumento para incumplir las promesas matrimoniales. La minoría de edad fue un recurso de excepción que la ley consideraba. Quienes tenían menos de 25 años eran considerados bajo la tutela de sus padres y no podían contraer nupcias sin su consentimiento. No siempre los padres se opusieron por su propia iniciativa al matrimonio de sus hijos, en ocasiones su oposición fue orquestada por el propio seductor para sustraerse de su compromiso. En Antioquia, Felipe Alcaraz, que reconoció haber dado palabra de matrimonio a Marta Castro, después de adelantar trá-

mites para la divulgación de las bañas, terminó negándose a la unión alegando que aún le faltaban cuatro meses para ser mayor. En varias misivas al gobernador reiteró el hecho de que siendo menor no podía "atropellar la voluntad de su madre". En la última de éstas agregaba la disposición de su madre de dotar a la Castro para reparar la pérdida de su virginidad. Francisco Castro, padre de Marta, pedía con suma ingenuidad, que se le detuviera y mantuviera en la cárcel los cuatro meses que le faltaban. Al parecer Alcaraz huyó de la Provincia y seguramente la condición humilde de los Castro restó ánimos a la justicia para su persecución. Sin embargo, siete años después (1811) Alcaraz volvió a rondar la casa de los Castro fabulando tener intenciones de desposarse en la época de pascua. Ya para entonces había muerto Francis-

12. A.H.A. Matrimonios, T. 67, D. 1782, año 1755. 13. Ver P. Rodríguez, Art. citado.

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co Alcaraz, padre de Marta. Sin embargo, ahora fue su hermano Santos Castro quien acudió al alcalde solicitando que detuvieran a Alcaraz y le obligaran a cumplir sus promesas, o de lo contrario lo expatriaran de la ciudad pues —decía— "por la vecindad resultará nefasto lanze". Estos juicios a menudo nos enseñan cómo las circunstancias de vida de la gente chocan con sus ambiciones, y en ocasiones les labra un ingenuo espíritu de sumisión. Actitud que contrasta con la asumida por familiares que se consideraban obligados a guardar el orgullo de la casa. En este sentido la actitud de Marta resulta reveladora. Contra las solicitudes de su hermano, acudió al mismo alcalde en defensa de Alcaraz. Personalmente le expuso que si aquél no le había cumplido su matrimonio era por su "expatriamiento". Mas ahora que se encontraba presente, estaba segura, no le faltaría. Agregaba con llamativa firmeza: "Si no lo hace con promptitud es por carecer de dinero para los derechos del casamiento y gastos concernientes a él, y por tanto estoi convenida en darle de término dos meses para que lo execute, entro el qual conseguirá con qué verificarlo, y no quiero ser parte para que en este espacio se le persiga, pues de este modo tal ves no conseguiría mi remedio" (14). Aunque no conocemos si este caso concluyó en la esperada unión matrimonial, o la continuación del juego seductor del Alcaraz derivó en un concubinato, sorprende el amplio espacio de permisividad sexual mostrado por la justicia. De otro lado indica sólo excepcionalmente, que una vez cum-

plido su logro, el seductor podía dilatar y jugar a su antojo con el cumplimiento de sus promesas. Otra expresión de este argumento es la falta de conciencia del acto dada la juventud del acusado. José Inocencio Molina, vecino de San Pedro, acusado por el párroco local de deberle palabra de matrimonio a Toribia Berrío alegó sin recatos que esto se debió a "haver pensado como muchacho sin madures". Molina se lamentaba de desengañarla pero discutía que simplemente le había dado una palabra, in voce, sin ningún gesto de obra, violencia, ni estupro.

Que aunque "le confesaba alguna pación", ahora pensaba distinto. Probablemente, y como él mismo decía, "la savia voz del pueblo" le había hecho reflexionar. Según se hablaba, la Berrío tenía un hijo reconocido por un vecino. Este hecho que nadie se detuvo a considerar, debía tener alguna veracidad. Una semana después la misma Toribia renunció a la demanda pidiendo "que Ygnocencio disponga de su persona a su arbitrio" (15). Este caso requiere un comentario. Pese a no ser explícito, el alegato de Molina se centra en que él solamente había dado una palabra verbal, no escrita. Además, que ésta no había estado acompañada de ningún acto que afectara la sexualidad de Toribia. Implícitamente Molina hacía manifestación de su época; el mismo Estado había dejado de reconocer las promesas no escritas, y en general, si la joven no había padecido violencia, la justicia se despreocupaba. Para entonces (1804), el alcalde de Antioquia recibió copia de una Real Orden que hizo llegar y publicar en todas las parroquias. Esta exactamente reclamaba que "en ningún tribunal eclesiástico ni secular, se admitan demandas de esponsales o casamientos sobre las palabras que dan los hombres a las mugeres, a menos que justifiquen estas con escriptura pública, pues de lo contrario no serán oidas sus demandas, por lo que publicara ud. esta después de misa mayor del primer domingo para que llegue a noticia de todos, que los padres cuyden de sus hijas y estas no se dexen engañar con palabras de casa-

14. A.H.A. Matrimonios, T. 66, D. 1762, año 1804. 15. A.H.A. Matrimonios, T. 68, D. 1815, año 1804.

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mientos" (16). Según insistía el alcalde en su comentario de la Orden, eran demasiadas las demandas que con este motivo se presentaban , hecho que ocupaba el tiempo de la justicia y la apartaba de los asuntos importantes de la república. No obstante, reconocía que por el incumplimiento de las promesas se estaban presentando muchas madres solteras con nefastas consecuencias para la moral pública.

escritura de compromiso lo excarceló con la simple reconvención de que en lo sucesivo no la tratara (17). Casos similares tuvieron igual consideración de la justicia. En Antioquia, Ana María Sepúlveda presentó demanda contra Lino Benítez por incumplirle promesa a su hija Isidora. Cuando le reclamaron la escritura sólo pudo protestar y renunciar desconsolada: "pues yo soi una pobre infelis, solo si suplico que a este Benites se le intime que por ningún térmi-

Ahora bien, de fondo estaba vina acelerada devaluación de la palabra de los hombres. Al punto que su incumplimiento ya no recibiría una sanción social sino en el reducido universo de la documentación escrita. La sagrada palabra de los hombres, la promesa íntima, o pública, tenían una fuerza que la comunidad y la conciencia personal habían validado y sancionado. A partir de entonces, para defensa del honor de las familias y las mujeres, los compromisos sentimentales y afectivos de los hombres se encontraron en su nivel más bajo, fueron desconocidos. El seductor tendría que utilizar nuevas estrategias. Sin embargo, casos como los que hemos descrito continuaron presentándose y la justicia fue implacable con el desconocimiento de la norma. En 1805, Josefa Rodríguez, mulata vecina del partido de Miranda, demandó a Narciso Zapata de negarse a cumplirle la palabra de matrimonio ofrecida. El alcalde José Cuéllar lo arrestó, pero cuando advirtió que aquélla no poseía

16. 17. 18. 19.

Cuando más, los alcaldes se interesaban por multarlos por amistad ilícita, con la clara intención de arreglar las conductas y añadir algunos pesos a su propio pecunio. Los propios padres empezaron a ser conscientes de las exigencias de la autoridad. Juan I. Jaramillo, que reconocía que no podía exigir cumplimiento de promesa matrimonial a su hija Toribia por carecer de escritura, pedía que a Tomas Pantoja lo dedicaran al servicio de las armas en Panamá para que actuara de castigo y sirviera a la corona (19). LA ACTITUD DE LOS PADRES

Wills y Restrepo; Demetrio Paredes. (Fotos de E. V. Mendoza; Paredes y Cía).

no trate con mi hija, ni frecuente mi casa, ni trafique por sus inmediaciones" (18). Desde entonces, los alcaldes y jueces no rumiaron razones y exigieron el documento escrito; su carencia detenía todo procedimiento.

Padres y parientes actuaban como garantes del honor familiar. Su atención y vigilancia sobre la sexualidad de las mujeres buscaba resguardarlas de agresiones de intrusos o pretendientes advenedizos. No obstante, las ofensas al honor familiar podían proceder desde el propio círculo de primos, deudos, empleados, etc. Las promesas se expresaban íntimamente del varón a la hembra o recíprocamente, y muy excepcionalmente involucraban a los padres. Así, cuando éstos eran enterados por sus hijas, normalmente a la palabra matrimonial había sucedido una relación sexual. En ausencia de padres o parientes, o temiendo su reacción, las mujeres se decidían a acusar ante la ley a sus seductores. La sociedad colonial consideraba a la mujer como un ser frágil, indefenso y falto de voluntad. Padres y hermanos velaban por

A.H.A. Matrimonios, T. 68, D. 1831, año 1804. A.H.A. Matrimonios, T. 68, D. 1831, año 1805. A.H.A. Matrimonios, T. 66, D. 1756, año 1810. A.H.A. Criminal B 101, Leg. 1800-1810, D. 15, año 1806.

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debilidad. Otro aspecto en el cual también se la consideraba inferior, era en el control de su sexualidad. En sus demandas las familias subrayaban este hecho con el propósito de mostrar la gravedad del acto y la violencia efectuada por los seductores. En Sopetrán, un vecino inició su reclamo diciendo: "Ygnacio Garses... dio palabra de esponsales a Gabina Diaz mi hija y esta como niña, y al fin muger, de poca refleccion... consintió que usase de su persona" (20). Otros vecinos, en Antioquia, padres de distintas jóvenes declaraban contra Antonio Vargas, quien "...dio palabra fictisia a nuestras hijas debaxo de cuia credensia como niñas poco expertas en la malisia del mundo fue averies violada su virginidad". (21). Las mismas mujeres habían interiorizado esta demeritación de su condición. María Petrona López al demandar la seducción sufrida del gobernador de naturales del pueblo de Sopetrán pedía: "que por ningún superior se le de permiso y franquicia a ninguna persona para que atrepellando las débiles fuerzas del sexo femenino haga mofa, irrición y gala de su misma iniquidad, como éste lo ha hecho con otras y ahora lo intenta hacer conmigo" (22). La consideración de la mujer como un ser débil forjó un sentimiento de responsabilidad y obligación en los hombres para con sus hembras. De hecho la ley lo disponía así. Particularmente, los padres de todas las

condiciones reconocían que esa era una de sus funciones. Así, cuando entablaban demandas contra los seductores de sus hijas siempre se preocupaban por indicar que éstas vivían recogidas, "sugetas", es decir bajo su dominio. Ciertas o no, estas expresiones denotaban la asunción de un rol y de una idea de "casa". Ahora bien, los padres sentían en lo más profundo de su individualidad la seducción de sus hijas. La pérdida del honor de la joven era extensiva a la familia entera, lo que producía este sentimiento de aflicción e impotencia. Como se lamentaba Juan Ignacio Jaramillo ante el gobernador: "Cuando ablo de la desonra de mi cassa me ruboro, el corazón se funesta, manda lagrimas a los ojos y solo me permite dar una idea oscura de mi situación..." (23). Normalmente padres y hermanos intentaban una transacción con el seductor. Persuasión que combinaba muestras de tolerancia con la amenaza de la justicia, era desplegada con el fin de establecer una unión normal. En el punto límite, cuando el varón rotundamente se negaba a cumplir sus promesas o planeaba huir, acogían el recurso de la justicia. En ocasiones, los familiares esperaban que el varón efectuara actos tendientes a ganar la simpatía de la familia de la seducida. Como decía un padre de Antioquia "aunque cometió el exaruto expresado, si el referido (aviendo caído en su yerro) hu-

Elías Tobón e hijos, Medellin, 1893. (Foto Melitón Rodríguez).

biese usado de la misma atención valiéndose de persona de mi cariño para el efecto y que me hubiera significado el agrabio ya executado también era factible yo aver yo condesendido al desposorio siquiera por lavar en parte la mancha del lunar que me ha puesto burlando a mi hija y publicando mi desonra con la preñes que tiene de manifiesto. Cuia befa es digna de todo castigo" (24). Como bien lo ha observado J. A. Maravall, la reparación del "debito d'onore" sólo podía efectuarse entre miembros de una misma clase (25). La restitución del honor entre la nobleza o la élite sólo podía ofrecerla un par. Nunca un plebeyo podría lavar la mancha efectuada a una

20.A.H.A. Matrimonios, T. 67, D. 1773, año 1804. 21.A.H.A. Criminal B 55, Leg. 1700-1740, D. 21, año 1738. 22.A.H.A. Criminal B 102, Leg. 1800-1820, D. 5, año 1810. 23.A.H.A. Criminal B 101, Leg. 1800-1810, D. 15, año 1806. 24.A.H.A. Criminal B. 55, Leg. 1700-1740, D. 21, año 1738. 25.J.A. Maravall, Potere, Onore, Élites nella Spagna del Secólo d'oro. II Mulino, Bologna, 1984.

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familia de alcurnia. Incluso bajo ciertas circunstancias una pequeña diferencia étnica o social podía conducir a que un padre alegara que prefería el deshonor a casar a su hija con un plebeyo. En efecto, el matrimonio podía reparar el deshonor pero no lavar la mancha de sangre ocasionada a su linaje. Como decía un padre cuya hija perdió su virginidad bajo promesa de matrimonio: "dicho Vargas vituperó uno de los preseptos del Decálogo y contra mí se atrevió a vulnerar mi pobre cassa y honrada sin reparar que aunque me hallo en la esfera de quarterón, no es el dicho Vargas ygual a mí por que mis asendientes son mui conocidos en el grado de nobles, como assí mismo son los del ofensor de mi agrabio ávidos y tenidos por de baxa esfera y humildes de nasimiento" (26).

ellos les servirá de pena y a los demás de exemplo para contenerlos" (27). Ahora bien, un asunto a menudo publicitado es el de la vindicta pública ejecutada por la misma familia de la víctima. Esta, que es pensada como un rasgo inherente a las sociedades mediterráneas y latinas, parecería no cumplirse eh el caso de Antioquia. Hasta el momento todos los casos estudiados enseñan una creencia en la justicia como instancia restituidora del honor. Asimismo, la historiadora Beatriz Patino me ha confirmado recientemente que en sus investigaciones sobre la criminalidad colonial antioqueña no ha encontrado homicidios o agresiones

La diferencia social impedía la rehabilitación del honor, ante lo cual los ofendidos exigían la vindicta pública y el castigo. El honor era un factor de integración, pero también de exclusión social. Para mantener su vigencia, la represión del Estado o las familias debían velar y sancionar su destrucción. Sentimiento que se hacía presente en las apasionadas expresiones del alcalde Meza Villavicencio contra los hermanos Lezcano de Medellín: "...lo dicho cede en agrabio de la vindicta pública y de todas las familias de que se compone este valle, pues a este exemplo sucederán con arrojos temerarios por haber en este valle mucha jente vaja como lo son los mulatos para ataxar semexantes inconvenientes y castigar tan atroces delitos que a

graves motivadas por pérdidas del honor bajo promesas matrimoniales. Estos tenían causales más clásicas en el pequeño entorno doméstico y familiar. En suma, la defensa del honor y búsqueda de su restitución, al menos en cuanto a este tópico se refiere, no tuvo las connotaciones violentas que se propagandean y forman cierto acervo literario de nuestra cultura. Padres y hermanos presionaban al agresor a cumplir su deuda; decepcionados en su intento, veían en la justicia civil o eclesiástica el mejor garante de su honor. No debemos olvidar este papel e imagen básica de la justicia. De otro lado, los padres de los seductores normalmente asumían un papel cómplice con su hijo. Distintos factores operaban para que los padres encubrieran estas acciones. Solidarios y orgullosos de la demostración de virilidad de sus hijos, podían auxiliarles en el juicio con declaraciones que enaltecían su imagen, demeritaban la de la agraviada, enseñaban al varón como un ser inofensivo (adolescente) y, en último caso, le ofrecían ayuda económica para librarse del compromiso dotando a la muchacha. Ahora, es probable que para algunos padres las nupcias de sus hijos varones constituyeran la pérdida de brazos para la explotación de pequeña parcela de tierra o en el trabajo de la arriería, hecho preocupante que los movía a co locarse de parte de sus hijos, recelar la unión, o, incluso aconsejarlos para que desis tieran de sus promesas y yeran de la Villa.

26. A.H.A. Criminal B 55, Leg. 1700-1740, D. 21, año 1738. 27. A.H.A. Criminal B 91, Leg. 1700-1740, D. 11, año 1729.

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Sin embargo, en el estrecho ambiente local, algunos padres con mayor sentido de caridad se solidarizaban con la demanda de la joven hija de una familia vecina, en muchos casos amiga o pariente. La opción más práctica en estos casos, tanto para el varón como para su familia, no era enfrentarse y llevar una vida de vecindad odiosa. Dadas las circunstancias, los padres del varón preferían efectuar acuerdos y aconsejar la unión. En el temprano año de 1694 Manuel Gal-

invitado a seguir y en un cuartico les comunicó sus tristezas: "Y fue con rasones mui corteses y atentas y como pidiéndoselo de limosna y Geronima Vargas (la madre) dijo que si esso avia hecho que lo ahorcasen y su padre Thomás Rodríguez cogió una asta y salió corriendo diziendo que iba a matar a su hijo a palos...". Cuando el hijo le confesó a su padre el agravio cometido, éste desconsolado sollozó: "¡estos gustos me das en mi vejez!'', y minutos después lo echó.

ván, padre de Isabel, demandó a Joseph Rodríguez por el cumplimiento de la promesa matrimonial tras la cual aquélla perdió su virginidad. Por interpuestas personas lo reconvinieron para que hablara con Galván: una vez en una faena de capar terneros, otra cuando venía de una roza de maíz vecina, y otra cuando lo llamaron para que viera las dolencias de una vaca recién parida. Como éste no atendía los llamados, Galván visitó la casa de los Rodríguez, fue

Aunque en las semanas siguientes los acontecimientos se complicaron porque Joseph desapareció y se rumoraba que su padre lo tenía escondido en su propiedad de "Hitagui", cuando Joseph fue capturado, su padre se apresuró a preparar las nupcias tras hacerle firmar a su hijo una promesa escrita. Asimismo Tomás Rodríguez firmó una fianza en la que obligó sus bienes como garantía de que su hijo no escaparía. La promesa decía: "Yo Joseph Rodríguez Ángulo con licencia y espreso consentimiento de Thomas Rodríguez mi padre digo que de mi libre y espontánea boluntad me quiero casar con Ysabel Galván Peres en cumplimiento de la fee y palabra que le tengo dada en que ynterbino el consentimiento boluntario de ambas partes lo qual a de ser luego que venga la dispensasión". Estos, además de ser vecinos eran parientes en cuarto grado, por igual aceptaron pagar el costo de la dispensa eclesiástica (28). En suma, el seductor podía hallar entre sus padres unos aliados pero también su encrucijada dado que no podía arrastrarlos a

una agresión contra la comunidad. Otros preferían distanciarse y considerar que eran las aventuras de un hijo "calavera". En 1805, los padres de Manuel Villa, luego de reprocharle su comportamiento, se solidarizaron con los vecinos en su demanda de cumplimiento de promesa matrimonial a Felipa Yepes. Después de seis años de la promesa y vivir una relación sobre la que los vecinos preferían no hacerse muchas preguntas, Villa pretendió evadirse de su compromiso alegando ser "pobre, menor y jornalero". Parientes y vecinos protestaron afirmando que aquél durante seis años había frecuentado la casa de Felipa y ésta "le ha servido con la esperansa de casarse en cuanto ha podido". Cáustico, el Defensor de Menores alegó la trivialidad de sus motivos ' 'dadas la robustez de sus fuerzas y la aptitud para cualquier travaxo, auxilio que puede tributarle lo necesario...". En defensa de la pobre Felipa insistieron una vez más los padres de Villa doliéndose de que su hijo por haber encontrado una mujer pudiente se atrevía a faltar a su promesa.

28. A.H.A. Criminal B 82, Leg. 1690-1700, D. 10, año 1694.

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PERMISIVIDAD E ILEGITIMIDAD

Aún es prematuro aventurar hipótesis sobre las áreas de libertad o represión que vivian los jóvenes en el ambiente familiar de nuestra época colonial (29). Por lo pronto quiero efectuar algunas observaciones sobre el contexto social en el que sucedían estos casos. Para la élite local residente en el marco de la plaza y propietaria de esclavos y sirvientes para las tareas domésticas resultaba cómodo concentrar sus hijas en una vida de recogimiento, autocontrol y devoción. No obstante, las familias campesinas humildes con dificultad podían inculcar estos valores aconsejados por la moral prevalente. Sus mujeres debían

cumplir faenas fuera de casa, lavando ropa, transportando leña y agua, actividades que les permitían cierta libertad, pero que también las exponían a agresiones. El río y los caminos fueron los escenarios habituales del romance censurado y la violación. Conscientes de estos peligros, los alcaldes alertaban y conminaban a que las mujeres no recorrieran los caminos sin compañía. Sin embargo, estos llamados en nada consideraban la tradición y la división del trabajo entre las familias campesinas, hecho que sobresale en estos juicios. En 1696, Gertrudis JaramiUo, de 16 años, contaba la forma como había ocurrido su estupro: ' 'que por tiempo de dos meses la estubo solizitando aguardando a que saliese de su casa pa hablarle y que un día que yba de la casa de su padre pa la roza le salió al camino Sebastián Urbano de Espinosa y le dijo que si no consedía con su gusto le abría de dar de puñaladas y que si consedía se casaría y que atemo risada y asegurada de la palabra que le dio de casamiento se entregó al dicho Sebastián Urbano quien le quitó su virginidad en el dicho camino, debaxo de un árbol de cañafistol, y que después continuó el berse con la susodicha gosandola a su bo-luntad de que a resultado el estar preñada... que con un mulato llamado Simón le enviaba recados llamándola para que saliese a los montes a berse con él..." (30).

nales que motivaban el ausentismo de los padres. Recordemos que un importante sector de la población antioqueña de entonces se ocupaba en las labores de la minería lejos de su residencia tradicional. Asimismo las ocupaciones del campo o el comercio hacían que con frecuencia los cabezas de familia se ausentaran de su hogar. La ausencia del padre rector o disciplinador de las mujeres era un hecho subrayado en forma recalcitrante por los seductores y sus defensores, culpándolos de la circunstancia que provocaba su yerro. En algunos casos, aunque la seducción llevaba tiempo, los padres permanecían ignorantes o al menos así lo confesaban. En 1694, en caso comentado, Isabel Galván, residente a varias leguas de Sopetrán, le confesaba a su hermana Marina la

Unidos al factor de aislamiento de la residencia campesina existían factores no siempre ocasio-

29. L. Stone desarrolla un inteligente y profuso análisis sobre los campos de permisividad y represión en la sociedad inglesa del setecientos. No obstante la multitud de memorias, colecciones de correspondencia y literatura, Stone advierte la imposibilidad de sostener evidencias his tóricas de las teorías freudianas sobre la represión, o los traumas anales o genitales. Family, Sex and Marriage. Colophon books, N.Y. 1979. 30. A.H.A. Criminal B 82, Leg. 1690-1700, D. 14, año 1694.

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Blanca Angeyra de Duperly. Bogotá, 1905. (Foto Henry Duperly).

historia de su avanzado embarazo: "que había dos años que la solicitaba (Joseph Rodríguez) y trataba de amores y que ocho dias antes del dia de San Juan bino a la casa y la llamó porque su padre no estaba en ella que abiaido a Sopetrán y que fueron a la cocina adonde le ofreció que embiaria por dispensasion sin que nadie lo supiese y en biniendo se cassaría y que consediese con su gusto a lo qual dixo que si uy consediendo con lo que le pedía en la misma cocina junto a la piedra de moler la conoció carnalmente llevándole su virginidad debaxo de la palabra y promesa y que otras vezes después de esta se vieron y la abía conocido carnalmente y no dio los lugares adonde..." (31). Ahora bien, normalmente el seductor no era desconocido en

el hogar de la pretendida. Eran personas que conquistaban sim patía y complicidad de pa rientes, deudos y amigos de la familia. Estos, previendo un ma trimonio cercano reparaban poco en vigilar sus encuentros. Por eso, cuando el seductor determi naba alejarse, la primera reac ción manifestada por la paren tela era extrañarse. Así lo expre saba José Manuel Lora hermano de Dionisia sobre que su se ductor Rudecindo Lozada "en traba a la casa de día y de no che y conversaba despacio con aquella, pues nunca llegó a salir promptamente, y también por que no vio a otros en su casa que se manejasen con tanta satisfac ción, ni que durasen mucho tiempo, pues aunque hayan en trado otros, estos solamente se dedicaban a tratar con el decla rante y con mi padre como ofi ciales de errero...". Lozada des de hacía diez meses visitaba la casa de los Lora y en este tiem po, decía Dionisia, "la estubo solizitando con el objeto de ma trimoniarse, cuyas promesas y ofertas le hacía diariamente, y que creyendo esto y que si le cumpliría le admitió cogién dole amor... y se entregó a él, de donde resultó embaraza da" (32). Igual circunstancia ocurría cuando el seductor era un deudo o familiar. El pariente no sólo contaba con acceso a la vida íntima de la familia sino que estaba libre de sospechas. Se le consideraba de los propios, y en último caso la familia aceptaría la unión con un igual. Así, Fernando Bolívar a quien citamos antes, fue aceptado por

su tío Andrés de Bolívar y Arce en su casa para que trabajara unas rozas de maíz. Instalado, comenzó a cortejar a su prima María Josefa, a la que después de un año de proposiciones logró convencer. Preñada, María Josefa, no podía entender cómo ahora su primo se mostraba remiso al matrimonio... Así mismo, José Antonio Díaz se asombraba de que su propio compadre Ignacio Garcés, vecino de Rionegro, utilizando la libertad que tenía para entrar en su casa hubiera embarazado a su hija Gabina Díaz, que confesaba que con su compadre "teníamos buena amis- 4 tad", en una ocasión se la ofreció como esposa, por lo que probablemente Gabina puso poco reparo cuando fue acechada por el amigo de su padre (33). En el reducto indígena de Sopetrán igualmente la justicia hallaba, que bajo las complejas realidades en que vivían los naturales se presentaban utilizaciones de las promesas matrimoniales para seducir a las mujeres. Allí con mayor razón, las circunstancias del resguardo y sus miembros se reflejaban en los procesos. María Petrona López en 1810 demandó al gobernador de los naturales, Gregorio Ramírez, de haberla seducido violentamente. Según decía, éste había cometido el mismo agravio en otras oportunidades y no fue sancionado pues se escudaba en su condición de indio y gobernador. A su vez, éste se defendía alegando que había sido perseguido por la López y que cada vez que estaba "pa-

31.A.H.A. Criminal B 82, Leg. 1690-1700, D. 10, año 1694. 32.A.H.A. Matrimonios T. 68, D. 1810, año 1822. 33.A.H.A. Matrimonios, T. 67, D. 1773, año 1804.

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jariando" su maíz en los morritos lo visitaba (34): Igualmente, Juan Tangarife, tributario del mismo pueblo, en su alegato contra Justa Titiribí por el incumplimiento de su promesa matrimonial, se reclamaba engañado. Según decía, aquélla "pa aprovecharse que yo le diese la palabra de casamiento (que no me acuerdo si assi fue) se valió de darme a tomar aguardiente, con cuya bebida alterados los humores tuve cópula con la tal... Y no me acuerdo si le di tal palabra, o la estupre, pero arrepentido lo primero por la ofensa a nuestro buen Dios: lo segundo por ser la india de un aspecto formidable me aparté asta de verla... pero luego esta insistió conduciéndome a un oculto lugar, llevando un iguero lleno de clandestino aguardiente (el que jamás en la casa de su madre falta) y aviéndome dado a

Militar acompañado de dos damas, Bogotá, 1920. (Foto J. N. Gómez).

tomar el licor tuve cópula con ella y no me acuerdo si tratamos matrimonio..." (35). De manera notable, las expresiones y acusaciones (incluso la delación de destilación clandestina) no son distintas de la población libre. En ambos casos las mujeres carecían de una figura paterna en la casa, hecho que debilitaba su existencia en la empobrecida vida del resguardo. No obstante la renuncia pertinaz de Tangarife, no pudo dejar de evocar las bondades físicas de la indiecita Titiribí. Un caso que revela de manera sorprendente el espacio de permisividad existente aún en el mismo ambiente urbano lo constituye el proceso realizado contra Antonio Vargas. Cuando se corrían las bañas del matrimonio de éste con Josefa Rueda fueron suspendidas por demanda de

José de la Serna y Magdalena Valenzuela que alegaban que aquél le debía palabra y honor matrimonial a sus hijas. Por su lado, de la Serna demandó a Vargas por haber violentado el honor de su casa y de su hija María Teresa, para lo cual presentó varios testigos. Uno de éstos, el mulato Luis Balbín, otrora esclavo suyo, ofreció el siguiente testimonio: "mi amo, yo vi un día a la niña Theresa haziendo tabacos y yo con el celo del buen criado le rebate algunos que ya tenía atados y le pregunté pa quién estaba haziendo tabacos? y mi señorita se enojó conmigo y me dixo que qué me ymportaba y luego me dixo que eran para mí; y yo entonces le dixe de quando acá ud. tan liberal conmigo? y quedé algo sospechoso, y al día siguiente fui a misa, y estaba chupando tabaco, cuando llegó a mi Antonio de Bargas a que le encendiera otro, y conocí era de los mismos que estaba haziendo la señorita y no dixe palabra aunque quedé malicioso. Y otra noche, dice el declarante, que vino del cañaveral corriendo el ganado, asta el llano arriba y se vino a ver comedia (que era tiempo de fiestas) y no viendo en el lugar que solía estar el dicho Antonio Vargas, como ya estaba malicioso se bolbió a su casa y que llegado que fue, vio atada una yegua que conoció ser del dicho Antonio Bargas y se fue poco a poco para la casa, y con un silvidito muy corto llamó un perrito que tenía, el qual conoziendolo vino, y detrás de los demás, alagándolo por que también lo conocieron y que oyendo que había adentro se puso a escuchar y que oyó que el dicho

34. A.H.A. Criminal B. 102, Leg. 1800-1820, D. 5, año 1810. 35. A.H.A. Criminal B. 45, Leg. 1800-1810, D. 14, año 36. 1803.

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Antonio dixo yo me casaré con ud. y que la señorita respondió eso será si mi padre quiere, a lo qual el espresado Luis preguntó quién está ay? y que el dicho Antonio le respondió Sr. Luis, yo soy con la merced que ud me haga y que el dicho Luis le dio un bofetón que lo derribó al suelo y le dixo "¿qué merced bellaco? ¿no sabes que esta casa es de hombre de bien que tiene hijas donzellas? anda bellaco, chino, que si no fuera por el bien que tu padre me hizo en el camino del Chocó, te avía de quitar las orejas, pero mira no te suceda otra ves, no te atengas, a que mi amo es un pobre cojo, que pa eso estoi yo en su lugar" (36). El relato de este esclavo de 49 años enseña nítidamente aspectos que hemos analizado: ausentismo de los padres, celos de los deudos y sirvientes , y existencia de un espacio de libertad para la seducción. Pero no era sólo un resquicio utilizado en forma inteligente por hombres y mujeres. Un caso como este, en el que un hombre enseña que en una pequeña población como Antioquia podía seducir bajo palabra matrimonial a tres muchachas, y que según decían otros agraviados no presentaban sus denuncias por pobreza o por temor al escarnio público. Por esto uno de los de-

mandantes se preguntaba cómo este hombre había dado tantas palabras de matrimonio, que no podía cumplir "por no ser la ley mahometana la que seguimos". Y si podía, ¿con cuál? Efectivamente, se trataba de una sociedad en la que el orden y el control social empezaban a resquebrajarse como fruto del crecimiento demográfico, de la movilidad geográfica de amplios sectores de población y de la existencia de cierta movilidad social. En este contexto los padres casi parecían incapaces de imponer un orden sobre sus propias familias. Finalmente, estos casos enseñan que existía cierto clima de permisividad sexual prematrimonial. Casi en forma obligada, el litigio o el esponsal clandestino validaba las relaciones sexuales prenupciales. Ahora, como bien lo hemos observado, esta permisividad se sucedía a costa de una enorme violencia sobre las mujeres, que las colocaba al borde del madresolterismo o la prostitución. Si bien en este contexto las parejas podían manipular su determinación de casarse contra los preceptos eclesiásticos o el parecer de los parientes, los azares del juego amoroso podían conducir a la mujer a una situación desoladora.

De otro lado, la ilegitimidad parecería tener dimensiones notables en esta sociedad. El nacimiento ilegítimo era, en muchos casos, una concepción prenupcial que terminaba mal. De las 30 demandas de cumplimiento de promesa matrimonial, 16 estaban motivadas por embarazo, 10 por pérdida de virginidad y 4 por compensación de tiempo y el amor perdido. Aunque esta no es una estadística, es un índice significativo si consideramos la ilegitimidad que nunca fue denunciada, los hijos concebidos fuera del matrimonio, o los que concibieron viudas o mujeres que persistían en el embarazo ilegítimo. Las autoridades no desconocían este fenómeno. En ocasiones su actitud impasible revela la prudencia con la que observaban el crecimiento de la ilegitimidad. Sin embargo, su decisión más enfática fue buscar que el relajamiento social no penetrara en la élite, minando las bases de la estructura social.

36. A.H.A. Criminal B. 55, Leg. 1700-1740, D. 21, año 1738.

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LOS ACUERDOS Al margen de la justicia las familias efectuaban arreglos para reparar los agravios. En el acercamiento y conciliación participaban amigos, el cura del lugar o las apreciadas madres Carmelitas. Sin embargo, cuando éstos fracasaban, los afectados acudian a la autoridad civil. Ahora, las decisiones de la justicia en estos procesos se presentan sorprendentemente erráticas. Aún en casos en los que existia un embarazo y el inculpado aceptaba haber ofrecido promesa matrimonial, otorgaban especial atención al hecho de que la muchacha no era virgen en la ocasión de su primer encuentro, o a las especulaciones sobre el aire desenvuelto de la joven, y procedían a liberarlo. Estupefactos quedaron los vecinos cuando el doctor Ignacio Uribe pidió la absolución para Manuel Villa que durante seis años había mantenido romance con Felipa Yepes, unión apoyada por los padres de Villa. Este fue acusado de preferir una muchacha de "comodidades" y de haber intentado sobornar al vicario. A pesar de ser jornalero pobre del vecindario de Felipa, el consejo del aboga-

do fue "no obligar a contraer nupcias a quien no las desea". Hechos que comprometieron las costumbres de la unión entre elementos de una misma etnia llamaban especialmente el interés de la justicia. Fue el propio alcalde Meza Villavicencio quien se apersonó del caso de la huida de Isabel Piedrahíta de su hogar para casarse con el mulato Lorenzo Lezcano, futuro padre de su naciente hijo. Jamás los padres de Isabel intervinieron en el caso, antes bien cuando la autoridad quiso proceder contra los bienes del padre, Pablo Lezcano, mostraron desacuerdo y se disculparon, de tiempo atrás los unía la vecindad y el saludo ocasional. No obstante, para los jueces se trataba de una peligrosa afrenta a la sociedad, más que a los Piedrahíta en particular. La dura sentencia contra Lorenzo rezaba concretamente, por "pretender casarse con una muxer blanca". Esta actitud de la justicia concuerda con la mostrada cuando se trataba de iguales. Contra el parecer de los padres, los jueces terminaron apoyando el parecer de sus hijos adultos cuando no violaban las normas de la endogamia social y étnica. Así, por ejemplo, declararon irracional el disenso que adelantaba Pablo Arango contra la unión que pretendía su hija María Jesús con José Ignacio Franco, respaldada en un escrito que anunciaba: "yo tengo tratado ponerme en estado de santo matrimonio... y nos tenemos dada palabra y mano de esposos, siendo Dios servido de consedernoslo..." (37).

En un caso aún más revelador, la justicia se opuso a la demanda del madrileño Antonio Abad del Valle contra la unión de su hija Josefa con el guayaquileño Joaquín Vallejo. Este, que viajó a Santa Fe acompañando al Virrey Manuel Antonio Flores, recibió el cargo de receptor de alcabalas del que decía orgulloso devengar 500 pesos anuales, en la villa se codeaba con el gobernador Salcedo y se le veía a su lado en la mesa. Desde que llegó fue aceptado en casa de los Abad del Valle, "la que frecuentaba diaria y nocturnamente vibiendo yo en esta satisfasión y mas quando esperimentava que el mismo cariño se me dispensaba por la señora su esposa (la criolla doña Eugenia Fonnegra y Quintana), a quien por vía de una onesta dibersion emplea_ bamos la tertulia en bailes del que llaman minué y el cantar canciones que también llaman boleros y a la señorita su hija según ago reminisencia llegue a cortarle el pelo como disen al

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volero y apañarla para que pudiese asistir con la desencia correspondiente a sierta fiesta publica que se presentava en este lugar como tiempo de fiestas no teniendo embaraso para aser tal qual regalo así a una como a otra señora con el objeto de contraer matrimonio con la niña...". Aunque además Vallejo pertenecía al igual que del Valle a la Orden Tercera del Seráfico señor San Francisco, en la que sólo se admitían personas blancas y pudientes, el padre se opuso a la pretendida unión. Vecinos, parejas amigas y el mismo gobernador intercedieron en favor de Vallejo pero aquél continuó firme en su negativa. Pese a que del Valle nunca fue explícito en el motivo de su oposición, de fondo debía actuar un prejuicio anticriollo, pues en algún momento llegó a sugerir que tenía un candidato peninsular. Dado que María Josefa huyó y se asiló en casa del vicario superintendente, la justicia se vio apremiada a intervenir. El doctor José Antonio Viana, a quien ambas partes reconocieron imparcial e idóneo, conceptuó que "el parecer del Rey es evitar los matrimonios que gravemente ofendan el onor de las familias ", y que, puesto que del Valle y Vallejo tenían igual prestigio y patrimonio declaraba nulo el disenso. Enfadado, del Valle amenazó con apelar ante el Concejo de Indias, hecho que no sabemos si efectuó realmente (38). Desnudo femenino, Bogotá, 1920. (Foto de Dionisio Cortés).

En este lugar es oportuno pre-

38 A.C.M. T. 66, D. 12, año 1799. Vallejo en el proceso presentó el siguiente contrato esponsalicio firmado clandestinamente: "Decimos Don Joaquín Vallejo y Doña Ma. Josefa del Valle que hemos celebrado mutuamente contrato esponsalicio de esposos de contraher el santo matrimonio para cuyo efecto recíprocamente nos hemos grendado lo que para que conste y por caso de negativa no podamos ni huno ni otro retractarnos, firmamos la presente obligación...". Abad del Valle moriría fusilado el 11 de noviembre de 1819 por orden de José Ma. Córdoba, al negarse a entregar los dineros de la administración de tabacos, y por considerarlo "realista perjudicial". G. Arango Mejía, Genealogías de Antioquia y Caldas, Medellín, 1932, T. I., pp. 127-456.

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guntarnos cuál era el futuro de estas mujeres que no lograban concretar su expectativa matrimonial. Agraviadas, y seguramente difamadas, debían chocar con dificultades para su reinserción social y familiar. Solteras, debían sufrir una devaluación en el mercado matrimonial. Isabel de Piedrahita jamás pudo casarse y continuó la senda de la concepción ilegítima. Ma. Josefa del Valle terminó uniéndose a la edad de 20 años al viudo Nicolás Ochoa Tirado que ya tenía cuatro hijos, y con el cual tendría a Venancio; único hijo que se marchó muy joven de la provincia y murió en Cartagena. Poco sabemos de la futura consideración como esposas de las mujeres que habían tenido hijos ilegítimos o simplemente habían sufrido un proceso de restitución del honor. Olvidos o recriminaciones eran las opciones que en la vida cotidiana podían asumir los maridos para resolver cada situación difícil con sus esposas.

En suma, la mujer que no lograba contraer matrimonio después de un proceso debía presentarse psicológicamente vulnerable el resto de su vida. Ahora, bajo circunstancias especiales, una mujer podía reconciliar su vida, y antes que amargarse, al final de sus días mirar con orgullo sus realizaciones. Después de una detenida observación a los testamentos de las mujeres de Medellín en el siglo XVIII se advierte que éstas no escondían a sus hijos ilegítimos ni sus paternidades. Tampoco he encontrado un patrón de ilegitimidad que pruebe que una hija ilegítima estaba fatalmente condenada a establecer relaciones prohibidas y concebir hijos naturales. Por el contrario, la mayoría de las que reconocen ser hijas naturales acordaron matrimonios legítimos reconocidos por la Iglesia. Esto, en un sentido, podría verse como un triunfo de la ilegitimidad y la mujer soltera. Algunas, como Ignacia Peña, sostenían con orgullo que con su propio trabajo habían levantado y casado a sus hijas equipadas con pequeñas dotes (39).

RELACIÓN DE DOCUMENTOS CITADOS Archivo Histórico de Antioquia: CRIMINAL B. 82, leg. 1690-1700, D. 10, año 1694. B. 82, leg. 1690-1700, D. 14, año 1696. B. 55, leg. 1700-1740, D. 2, año 1703.

39. A.H.A. Escribanos, 1766, fol. 26. Otras observaciones sobre las mujeres en Antioquia Colonial en mi articulo "La Dote en Medellín Colonial", Rev. Sociología No. 10, UN AULA, Medellín, 1987.

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LA SEDE DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Juan Carrasquilla Botero

A la memoria de María de las Estrellas, mi nieta adorada quien estudiaba en La Universidad de los Andes.

ESQUICIO

Solares yermos, huertas, tejares, molinos, quintas, fábricas de papel, de telas, de velas y jabones, y de sombreros, convento de monjas y de hermanas de la caridad, cárcel de mujeres, refugio de ancianos, asilo de locas, baños públicos; todo eso ha sido lo que hoy es la Universidad de los Andes. Los diferentes predios que forman el actual conjunto están situados detrás del antiguo convento e iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Las Aguas, sobre las primeras estribaciones del cerro de Guadalupe, a la margen izquierda del Rio San Francisco que mediante profundo tajo lo separa del cerro de Monserrate en el punto de El Boquerón, cerca de la Quinta de Bolívar. Este río, que los chib-

chas llamaban Vicachá, hoy canalizado es la Avenida Jiménez de Quesada. GUIA PARA PROFESORES, ESTUDIANTES Y VISITANTES

Pasemos primero por la Plazuela de Las Aguas, recinto cerrado, donde está la iglesia del mismo nombre, y que no tiene abierto

sino su costado occidental, hoy carrera 3A, donde se erige la estatua del ilustre escritor peruano don Ricardo Palma. El lado norte es la calle 18A. En este costado occidental se levantaba en otro tiempo una tapia que cerraba la plazuela, como puede verse en el precioso grabado de Crane que publicó el Papel Periódico Ilustrado en su edición del lo. de abril de 1884 (1). Allí puede verse el

1. Papel Periódico Ilustrado, Año III, No. 62, p. 221.

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muro con su puerta grande en el centro, y al fondo la iglesia y el convento. A la izquierda las casas que formaban el lado norte, una de las cuales es sede actual de la parroquia. Atrás, la parte inferior o base de los cerros de Monserrate y Guadalupe, y al pie el cauce del río San Francisco, hoy canalizado y convertido en la Avenida Jiménez de Quesada. El primitivo convento, que ahora ocupa la empresa de artesanías, tenía a su alrededor solares y huertas que en parte pertenecen hoy a la Universidad de los Andes. La plazuela forma, pues, parte del convento. Entre la plazuela y el río hay una calle llamada Carrera de Taguanes, actualmente carrera 3a. Sigamos por ella al sur hasta llegar a la calle 18 donde encontramos la estatua de Policarpa Salavarrieta, la heroína y mártir de la Independencia. Subamos por la calle de escaleras, actual 18A. Esta es la Carrera de Yarumal, que aparece en el notable e indispensable mapa levantado en el año de 1849 por el coronel (después general) Agustín Codazzi. Al terminar las escaleras llegamos a la carrera la. este, que da acceso a la Universidad por su principal entrada, y forma en gran parte su costado occidental. Esta calle se llamaba en una época del siglo pasado la Carrera de Horcones y a ella nos referiremos varias veces. A esta calle o carrera daban de sur a norte la Fábrica de Papel, la Quinta de Bellavista y la Fábrica de Velas y Jabones. Así llegamos a la calle 19A, antes calle 20, antigua Calle de San Mateo. Excepto el espacio ocupado por los cuarteles de policía, estos predios

pasaron a ser propiedad de la Universidad. En efecto, la fábrica de papel se destinó por la Nación, que en propiedad la adquirió, para el uso de la comunidad del Buen Pastor, a cuyo cargo se entregó la cárcel de mujeres. La comunidad compró varios terrenos vecinos, entre ellos parte de la Quinta de Bellavista y allí edificó su convento y pabellones para las "preservadas" y las "magdalenas". Con muchas reformas estos edificios constituyen los primeros grandes bloques que se encuentran al oriente de la entrada. Después de varias transferencias, la mayor parte del Buen Pastor fue adquirida por los Andes.

levantó la Fábrica de Tejidos, cuyo límite y entrada por el levante era el Camino del Agua Nueva, hoy Paseo Bolívar. Sus propiedades se repartieron y de allí proviene el Campito de San José, de las Hermanas de la Caridad, que en él atendían un frenocomio femenino, además de lo que hoy llamamos clínica de reposo e inclusive a señoras que quedaban solas por las vicisitudes de la suerte. Las Hermanas de la Caridad también edificaron allí su convento y capilla (letra U del plano de la Universidad, esta última). También tiene origen en la fábrica de tejidos la quinta llamada Villa Paulina, adquirida por la Universidad para restaurante y marcada en el plano con la letra X, situada sobre la calle 19A y al oriente de la carrera 4a.E, mu> cerca de la Quinta de Bolívar. Se desmembró asimismo de la fábrica de tejidos el predio que perteneció a las Hermanitas de los Pobres, después a "Richard & Cía." y por último a la Universidad de los Andes.

Antiguo convento de las Aguas.

La fábrica de velas y jabones, situada también sobre la carrera la. este, se extendía hasta la calle 19A, antes calle 20. Tuvo varios dueños y la adquirió al fin, en parte, la Universidad. Detrás, o sea al oriente de las fábricas de papel y de velas, se

Las tres fábricas, que pasaron en parte a formar lo que hoy es la Universidad, fueron quintas de habitación y recreo, y antes molinos, y se extendían de arriba abajo desde el Boquerón, próximo a la Quinta de Bolívar, ya sobre el Camino del Agua Nueva, hoy Paseo Bolívar; molinos y fábricas operados por el agua de una acequia construida especialmente a cuya vera se formó una calle. La mini-hoya hidrográfica de esta zona comprende de norte a sur el río de San Francisco, y los pequeños arroyos, que llamamos quebradas, del hoyo del

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Venado, de Guadalupe y de San Bruno, que todos desembocan en el río; y también el cauce artificial destinado a mover los molinos, derivado de la toma del Agua Nueva (2). EL HOSPITAL MILITAR DE SANTA LIBRADA En 1801, cuando la quinta epidemia de viruela, el convento se convierte en hospital, y en 1809 llega allí el Batallón de las Milicias de Pardos, donde estaba acuartelado el 20 de julio de 1810; igual destino de hospital ledioSámano durante la época del terror, para los enfermos y heridos del ejército realista, cuyas camas tuvieron que ceder el 10 de agosto de 1819 a los heridos patriotas. El gobierno republicano le da el nombre de Hospital Militar de Santa Librada. EL CONVENTO DE LAS AGUAS Situado en la plazuela que lleva el mismo nombre, lo ocupa hoy la empresa de artesanías (calle 18A, arriba de la carrera 3a). Se construyó esta casa cuando gobernaba el Nuevo Reino de Granada el presidente de la audiencia don Martín de Saavedra y Guzmán. En el año de 1665 toma posesión de ella la comunidad de Santo Domingo, que instala allí su convento, y cinco años después se le conceden los privilegios de que gozan los conventos máximos de la orden, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario de las Aguas. La iglesia contigua se ter-

Iglesia de las Aguas.

mina en el año de 1690 y la consagra fray Alonso de Zamora, natural de Santafé, quien escribe en aquellos claustros su famosa "Historia de la Provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada", cuyo capítulo XV, Libro cuarto, lleva el título "De la fundación del Convento de Nuestra Señora de las Aguas en esta ciudad de Santafé". REMATE DE LAS CASAS DEL EXTINGUIDO CONVENTO

En el valioso archivo de la Corte Suprema de Justicia hemos encontrado el expediente del avalúo y remate de las casas del extinguido convento de las Aguas, y a él nos referimos porque varias de esas fincas pertenecen hoy a la Universidad. El 18 de octubre de 1823, trigésimo, como anotaban entonces

siguiendo la costumbre francesa para referirse al año de la revolución, el doctor José Manuel Restrepo, en papel con membrete de la Secretaría de Estado del Despacho del Interior, y desde el palacio de gobierno de Bogotá, se dirige al intendente del Departamento de Cundinamarca, que era don Enrique Umaña, para manifestarle lo siguiente: "Resultando según informe dado al supremo gobierno por los ministros de la extinguida Tesorería General que varias casas de las pertenecientes al convento extinguido de Las Aguas en esta capital, amenazan ruina, y que sus reparos costarán más de seiscientos pesos que no pueden producir sus arrendamientos, S.E. el señor Presidente ha resuelto me mande prevenir a V.S. disponga, que se vendan en pública subasta a censo redimible y a asegurar su valor a favor del ramo de escuelas...".

2. Peña, José Segundo, "Informe de la comisión permanente del ramo de aguas", p. 40, Publicación de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá D.E., Gráficas Cruz, 20 de junio de 1977, Bogotá.

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El intendente Umaña ordenó proceder de conformidad. Se tomó razón de las casas y demás fincas pertenecientes al extinguido convento de las Aguas, de donde entresacamos las que tienen relación con este estudio: La casa que queda dentro de la plazuela del convento con una puerta para adentro y otra para el rio; la casa del corredor contigua a la antecedente. Un molino que tiene en arrendamiento Salvador Pulido. Los dos solares grande y chico que lindan con la iglesia de las Aguas. El solar que llaman Salinero, con su casita de paja, lindante con el rio y casa del corredor. El solar ínfimo de cerca de piedra que cerca la manzana de aquel convento. El solar del pie de Monserrate con dos ranchitos de paja. El solar llamado Recompensa, situado en el mismo pie de Monserrate, contiguo al de Avila. El solar Vásquez con dos piezas de teja, lindando con la cocina de dicho convento y el solar grande, y el tejar Terreno que linda con el tejarcito del molino, y el tejar de Agudelo. Varios de estos bienes por orden superior se dejaron a beneficio del hospital de Santa Librada. Por tanto ninguno de ellos fue rematado. Y son precisamente los que quedan contiguos o cerca del convento. La parroquia de las Aguas se erige el 16 de diciembre de 1882 por el arzobispo monseñor Vicente Arbeláez y es la quinta de la capital, después de la Catedral, Santa Bárbara, Las Nieves y San Victorino. El predio que hoy ocupa la Universidad se comprendía en el

tercer cuarto del siglo XVIII en el "Barrio del Príncipe" conforme a la primera nomenclatura oficial que tuvo la ciudad de Santa Fé, cuando el 10 de noviembre de 1774 el virrey don Manuel de Guirior, en cumplimiento de órdenes contenidas en Real Cédula del rey don Carlos III, fechada el 12 de febrero del mismo año, dictó una instrucción para los alcaldes de barrios, dividiendo la ciudad en cuatro cuarteles y ocho barrios, cada uno de los últimos con un alcalde, los cuales detalla don Moisés de la Rosa en su notable libro Las Calles de Santa Fé de Bogotá, publicado en el año de 1938 en los talleres de la Imprenta Municipal con motivo de la celebración del cuarto centenario de la fundación. En muchas de las escrituras que vamos a citar se habla de la feligresía o del barrio de la Catedral y no del Príncipe, porque se hace referencia a la división mayor y también a la eclesiástica.

EL PASEO BOLÍVAR Como este paseo es en gran parte el lindero oriental de los predios de la Universidad de los Andes, por donde tiene una entrada, y como muchas de las escrituras que vamos a citar se refieren a él, parece oportuno recordar algunos datos sobre tan importante vía, que no solamente está en uso sino en proceso de rectificación y arreglo por formar parte de la "Avenida de los Cerros" o de circunvalación.

Quinta de Bolívar.

En el magnífico plano de Codazzi del año 1849 se puede ver, del río San Agustín al sur según la leyenda que el mismo plano despliega, el "camino de La Agua Vieja" que el actual gobernador, doctor Lombana, va a unir con el del Agua Nueva, y entre el río San Francisco y la plazuela de Egipto el "camino del Agua Nueva que tiene una cañería que provee de agua a la ciudad". EL MOLINAR En noviembre de 1823 el señor José María Ponce (sic) vendió al doctor José Manuel Restrepo, nuestro historiador y político, "...dos molinos de moler trigo nombrados actualmente de Ponce, que antes de ahora se nom_ braban de Avila situados en barrio de esta catedral a la salida de Las Aguas que en el día sirve de Hospital..." (3).

3. ANB. Notarla Primera de Bogotá. Escritura de 10 de noviembre de 1823 (243), folios 430, Recto y siguientes. 80

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Abarcando ambos caminos vemos otra leyenda que reza: "El señor Gobernador Vicente Lombana está haciendo construir un paseo público por este camino quedando ambos llanos, anchos y elevados más de 100 varas sobre la plaza y dominando la ciudad y la llanura''. Don José Segundo Peña, autor del notable "Informe de la Comisión Permanente del ramo de aguas al Concejo Municipal de Bogotá", presentado en 1897, (que atrás citamos), desempeña en 1894 el cargo de jefe de la sección 2a. del Ministerio de Fomento y rinde su informe anual que corre publicado en la memoria de ese año. El precio de la venta de Ponce a Restrepo se fijó en 5.000 pesos fuertes, parte del cual pagadero así: 1.000 que se reconocen a favor de la capellanía fundada por doña Catalina Murillo, con gravamen sobre la finca; y $2.000 que se reconocen a favor de la obra pía fundada por Diego de Ortega y de que es patrono el Ilustre Cabildo de esta ciudad. Estos molinos fueron de propiedad de Manuel de Avila y aparecen en su testamento otorgado el 5 de octubre de 1755 ante el escribano Francisco Javier Carbailo. La sucesión de Avila dio lugar a un dilatado pleito en el cual se encuentran copias de los instrumentos citados, además de los interesantes avalúos de los molinos. La obra pía de Diego Ortega fue fundada en el año de 1579 y tenía por objeto dar estado a doncellas. Destinó al pro-

pósito la casa situada al sur de la Catedral en la Plaza de Bolívar y nombró patrono al Cabildo. Ponce vendió, pues, dos molinos al doctor José Manuel Restrepo. El predio lindaba al poniente con otro molino que perteneció al señor Isidoro Vásquez y luego a los señores Benedicto Domínguez y José Ignacio París, donde se construyó después la fábrica de papel. Y lindaba al sur con el molino llamado Almanza, que fue del convento de las Aguas y más tarde compró también el doctor Restrepo. Con lo cual van cuatro. Agreguemos el Molino de los Cristales, que en el siglo XVIII perteneció a don Miguel Moscoso y pasó a formar parte de la fábrica de tejidos, y el del Boquerón, al oriente, que colindaba con la Quinta de Bolívar. Y van seis. Más el Molino del Cubo, que también perteneció a Moscoso y quedaba cerca, en la actual carrera cuarta, para completar siete en el espacio de pocas cuadras. Todos estos molinos estaban servidos por una toma, llamada por antonomasia de los molinos, derivada del río San Francisco, al pie del llamado Boquerón, que es donde el agua corta los cerros de Monserrate y Guadalupe. Por el servicio de agua cada molino pagaba seis pesos anuales, a contar del 31 de mayo de 1779, como lo dice don José Segundo Peña en su informe al Concejo, ya citado. A la vera de la acequia se formó una calle, llamada Carrera de Yarumal en el mapa de Codazzi y que es la prolongación de la calle 18.

En el año de 1824 el citado doctor José Manuel Restrepo adquiere en remate por título que le expidió el intendente de Cundinamarca, don Enrique Umaña, el Molino de Almanza que, según reza la escritura, perteneció antes al antiguo Convento de Predicadores, llamado de Las Aguas. Como este molino estaba situado al sur de los dos que compró a Ponce, el doctor Restrepo quedó dueño de tres molinos y "cuadró" un buen lote, que lindaba con la cañería del Agua Nueva. No confundir la cañería con el paseo del mismo nombre. La primera se desprendía del río San Francisco y bajaba moviendo los molinos. El de Almanza lindaba también con la fábrica de papel, (que fue antes molino de Isidoro Vásquez, y después de José Ignacio París y Benedicto Domínguez, como ya dijimos). En el año de 1850 el doctor José Manuel Restrepo vende al señor Laureano Copete, "...un molino para trigos nombrado antiguamente de Almanza que era antes del extinguido Convento de Predicadores llamado de las Aguas, y el terreno anexo a dicho molino propio para tejares... "El precio fue de 2.501 pesos a censo redimible con interés del 5% anual que se reconoce a favor del Colegio de la Merced de esta ciudad" (4). Los linderos son muy interesantes porque señalan la colindancia con otros molinos y con la fábrica de papel:

Nota: Todas las citas de notarías que se hagan en adelante se refieren a Bogotá, excepto cuando se cite una distinta. Las citas se abrevian así: notaría, not. Escritura, esc. Los meses en la forma acostumbrada. Folio, fl. Recto, R. Vuelta, V. El número entre paréntesis corresponde a la numeración continua de volúmenes para cada notarla, que se lleva en el Archivo Nacional de Bogotá. La abreviatura a éste es ANB, pero se omite, porque todas las notarlas citadas se encuentran en ese archivo, salvo las más recientes que están depositadas en las mismas notarías. 4. Not. 3a. Esc. de 10 de septiembre de 1850 (444), fl. 412. En donde se cita la del año de 1824 (remate), que no se encontró.

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Por el pie deslinda el molino de Almanza con tierras de los herederos de José María Guerrero, de quienes tenemos noticia porque ellos vendieron en el año de 1853 a los padres de Fray Antonio Novoa, "religioso presbitero del Convento de San Francisco", un solar situado en la calle primera de Taguanes, que linda con la Quebrada de Jesús, que es la misma de Guadalupe, con la acequia por el cauce antiguo y con propiedades del doctor Restrepo (5). La carrera de Taguanes, localizada mediante éste y otros documentos, es la actual carrera tercera y es la misma que Moisés de la Rosa llama Calle del Oratorio. Continúa el lindero de Almanza, por el costado derecho, línea recta arriba, la cañería del Agua Nueva, deslindando con tierras pertenecientes al Convento de San Agustín de esta capital. Estas tierras de los Guerreros quedaban, por tanto, al sur de la acequia, y también pasaron a manos de Laureano Copete, como reza la escritura que estamos comentando. Vuelve el lindero a la izquierda por la cañería hasta encontrar con las tapias del Molino de Ponce, que también fue de Restrepo y se convirtió luego en la Quinta de Bellavista. Y sigue por las tapias abajo hasta dar al molino de Isidoro Vásquez, hoy Fábrica de Papel, para volver en línea recta a la casa de los herederos de Guerrero, primer lindero.

vista sobre la bella Sabana de Bogotá, y disfrutan de las aguas del río San Francisco y sus pequeños arroyos afluentes. No es extraño que allí se construyeran varias quintas o casas de recreo.

LAS QUINTAS

Cuando el doctor José Manuel Restrepo, el ilustre secretario de Bolívar, compró en 1823 los molinos de Ponce para convertirlos en la Quinta de Bellavista, ya

Las primeras estribaciones de los cerros de Monserrate y Guadalupe gozan de dilatada

Quintas vecinas de la Universidad de los Andes. Hoy, sede de la Sociedad Bolivariana.

La más importante desde luego es la Quinta de Bolívar, situada en la banda derecha del río San Francisco, a muy poca distancia de las que se construyeron en su margen izquierda y que hoy pertenecen a la Universidad de los Andes. No nos detendremos en ella porque no está dentro de los linderos de la Universidad y porque su historia es muy conocida.

poseía el Libertador la quinta que después llevó su nombre. Dentro de los predios actuales de la Universidad existieron en el siglo pasado las quintas de Bellavista, la de José Antonio Ardua, después llamada Quinta de Espinosa, la de la familia Esguerra y las de la familia Sánchez, una de las cuales es hoy Villa Paulina. Fuera, pero muy de cerca, se encontraban las quintas del doctor José C. Romero y de Tomás Campuzano. El doctor José Manuel Restrepo vende en el año de 1836 los molinos de Ponce o Avila, que citamos en el aparte El Molinar, convertidos ya en la Quinta de Bellavista, a la sociedad "Powles Illingworth y Cía.", después de reedificarlos y mejorarlos. La lista de los elementos que componían el fundo muestra que además de habitación y molinos, las instalaciones servían para tejares, que a veces llamamos chircales. A saber: Primero: la casa de habitación con sus puertas, ventanas, bastidores, cristales y cerraduras, empapeladas la mayor parte de las piezas, y esteradas todas ellas; segundo: un comedor, cociña y demás accesorios que están en el primero y segundo patio y en los corrales; tercero: un solar para huertas y jardín cercado todo de tapias; cuarto: otro solar cercado también de tapias situado al norte de la casa de habitación y hacia la izquierda, mirando de ella al poniente y que linda con una quinta de José Antonio Ardila, solar que llega por el poniente hasta dar a

5. Not. la. Esc. de 13 de diciembre de 1853, fls. 1078 V y ss.

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la calle que pasa por detrás del Convento de Las Aguas, hoy Hospital Militar; quinto: dos molinos para trigo, con sus correspondientes caidas de agua, el uno debajo de la casa, cuya máquina está vieja, y el otro un poco más abajo del primero con su casa cubierta de tejas y una máquina en buen estado de servicio; sexto: un horno cubierto de tejas propio para cocer materiales situado al frente de la casa un poco a la izquierda, y una ramada también cubierta de tejas para hacer y secar material en ella y contigua al horno.

garantía del contrato celebrado por el gobierno con varias personas para establecer un camino de rieles en el istmo de Panamá y la navegación a vapor en el río Chagres (7).

Como es natural, el precio ha subido a $12.000, los nueve que se abonan a la cuenta de lo que el vendedor Restrepo adeuda a los señores Carlos Ferring, Guillermo Graham y Juan Diston Powles, y los tres mil al contado. Anotemos que en la quinta de Ardila se construyó la fábrica de velas y jabones, y que la calle que pasa por detrás del convento es la llamada Carrera de Horcones.

El señor Hipólito A. Pérez adquirió la quinta de Bellavista en remate judicial el 19 de diciembre de 1856, según lo expresa cuando en el año de 1861 la permuta con el señor Joaquín Esguerra, vecino de Tocancipá, con los molinos que allí existen montados, casas, solares y todas las mejoras costeadas por Pérez (9). Linda la quinta entonces por el frente (poniente) con tierras del molino que corresponde a Benedicto Domínguez y José Ignacio París (o sea la fábrica de papel). Por el sur, con tierra del doctor José Manuel Restrepo por pertenecer al molino llamado de Almanza, que fue del extinguido convento de las Aguas. Por el oriente, con tierras que fueron del Cabildo Eclesiástico, que tuvo en arrendamiento José Campos (es decir, tierras que pasaron en parte a la fábrica de tejidos). Y, por el norte, con solar y quinta de José Antonio Ardila (donde se construyó la fábrica de velas y jabones).

Al mes siguiente (año 1836) la firma Powles Illingworth vende la quinta de Bellavista a Alejandro Vélez, Antonio Ley va y Alvarez, Francisco Montoya, Nicolás Leyva y Raimundo Santamaría (6). Es curioso anotar que en agosto del mismo año de 1836 todos los dueños de la quinta de Bellavista convinieron en "franquear" sus derechos y acciones a don Francisco Montoya, a fin de que pudiera hipotecarla en

Los señores atrás nombrados, y además José Ignacio de Márquez, José Manuel Restrepo y Santos Agudelo, venden la quinta con todos sus elementos a Luis Montoya, quien también había adquirido derechos en ella, de manera que quedó como dueño único (8). El precio fue de 10.500 pesos.

Antigua entrada al Campito de San José.

La quinta de Bellavista la encontramos en el año de 1889 invenEl valor de la quinta se estimó en $11.000. tariada con valor de $8.000 en la triple mortuoria del señor Joaquín Esguerra (el que adquirió de Pérez), su señora María Faustina Olaya Esguerra y su hija Celia Esguerra (10), y allí se especifican los elementos que la componen, entre otros un edificio de tapia y teja en mal estado que constituyó el antiguo Molino de los Cristales. De los linderos minuciosamente detallados hay que destacar, al norte, el de la quinta que fue de Isidro Espinosa Prieto (luego fábrica de jabones y velas); y solares de las Hermanas de la Caridad de San José (donde funcionó después el Campito de San Jo-

6. Not.la. Esc. de 18 de mayo de 1836 (273), fls. 351 V a 354 R. 7. Not. 3a. Esc. de 26 de agosto de 1836 (386), fls. 678 R a 698 R. 8. Not. la. (279). Esc. de 26 de diciembre de 1837, fls. 603 V, 604 R y V, 610 R, 611 R. 9. Not. la. Esc. 111 de 18 de febrero de 1861. 10.Not. 2a. Esc. (2254) de 21 de diciembre de 1889 (539), fls. 696 V y ss. El inventario a fls. 766 y ss. La quinta de Bellavista bajo partida 4a.

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sé). Al occidente, la Calle de Horcones, de por medio, con solar del edificio de San Vicente de Paúl, institución que era dueña entonces del edificio del convento de las Aguas, lo que confirma que esa calle es la que pasa al oriente, de ese edificio. Hasta dar —prosigue— con las paredes de la antigua Fábrica de Papel, hoy propiedad del doctor José C. Romero. Es decir, lo que en 1889 compró la Nación para el Buen Pastor. Contiguo a la quinta de Bellavista, por el lado oriental de ésta, se inventarió con valor de $800 (partida 3a.) un solar permutado con la Fábrica de Paños, de manera que ésta quedaba situada al oriente de la quinta. Otra área de terreno, contigua, inventariada en la partida 5a, que lindaba al occidente con la Calle de Horcones, tenía al norte la Quinta de Espinosa, que se transformó en la Fábrica de Velas y Jabones. Joaquín Esguerra dividió lo que compró a Hipólito Pérez en dos partes, una de las cuales la adquirió Dolores Olaya de Esguerra, durante la sociedad conyugal que tuvo con su esposo José María Esguerra, en cuya causa mortuoria se le adjudicó en el año de 1902. Por eso en su hijuela se habla de la mitad de una finca conocida con el nombre de Baños de Esguerra, pues esa mitad se convirtió en una finca independiente. La otra mitad pertenecía en 1909 al señor Alejandro Esguerra. La señora Dolores Olaya de Esguerra y el señor Pedro Pachón vendieron en el año de 1909 en $565.000 p/m a la señora Athenais Serres el predio de que

hemos tratado en los párrafos anteriores (11). La compradora, en religión María de San José de la Providencia, obró como superiora de las hermanas de la comunidad del Buen Pastor y por ese conducto la Quinta de Bellavista pasó a la Universidad de los Andes.

los señores Diego Martín Peralta, Benedicto Domínguez y José Ignacio Márquez (12). Una semana después los señores Benedicto Domínguez, Ignacio Márquez y Compañía, compraron al señor José Antonio Mendoza un molino de moler tri-

Acto conmemorativo, en 1963, de la iniciación de la obra del nuevo edificio "Roberto Franco". En esta edificación se establecieron el molino, la fábrica de papel y, años más tarde, la cárcel de mujeres del Buen Pastor.

LA FABRICA DE PAPEL

El Congreso dictó la Ley de 5 de mayo de 1834 que concede a Martín Peralta y Compañía privilegio exclusivo para fabricar papel en las provincias de Bogotá, Neiva, Mariquita, Tunja, Socorro y Vélez por el tiempo de diez años, contados desde la concesión de este privilegio, y con las condiciones que allí se detallan. En desarrollo de la iniciativa se constituyó el 10 de junio de 1834 la compañía para la fabricación de papel, contrato que fue firmado inicialmente por

go ubicado a espaldas de las Aguas, con el edificio y terreno que le corresponde, por los linderos por donde siempre se ha poseído y con los enseres y herramientas siguientes: "...la máquina montada con sus piedras y fierros necesarios y sus canales nuevos por donde se conduce el agua, una sierra nueva muy buena, un pico y una picadera nueva, una romana nueva, un asador y una pala nuevos, las trozas, tolvas, puentes de madera, cucharas, pala de madera, que todo es anexo a dicho molino...".

11. Not. 2a. Esc. 174 de 16 de febrero de 1909. Venta de Dolores Olaya de Esguerra a las Hermanas del Buen Pastor. 12. Not. 3a. Esc. de 10 de julio de 1834 (380), fls. 177 V.

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El vendedor Mendoza dejó constancia de que había adquirido el molino por remate que en su favor se celebró en 29 de noviembre de 1833 por habérsele embargado al señor Isidoro Vásquez, a consecuencia de la demanda ejecutiva que contra él estableció el presbítero doctor José Gregorio Barragán, cura de Bosa, por unos réditos de la capellanía de que éste era poseedor. El precio fue de 1.300 pesos, de los cuales 600 pesos debían reconocerse a favor de Barragán por su capellanía. Este reconocimiento se hizo en la misma Notaría Tercera, el día 30 de junio de 1834. El 28 de junio de 1834, José Ignacio Márquez y Benedicto Domínguez encargan a José Santos León la adaptación del molino para la fábrica de papel, mediante un contrato que se celebró por escritura pública y en el cual el constructor garantizó con hipoteca su cumplimiento. Y cierra el mes de junio de 1834 con el traspaso que de sus derechos hace Diego Martín Peralta a José Ignacio de Márquez y Benedicto Domínguez, quienes asumen todos los gastos y obligaciones. La empresa de la fábrica de papel se dividió en 25 acciones, de las cuales don Benedicto Domínguez y don José Ignacio París poseían 21 en el año de 1839, en que hipotecan la casa y máquina de la fábrica de papel para garantizar la suma de mil pesos ($1.000) que recibieron en préstamo del doctor Justiniano Gutiérrez, cura de la Parroquia de las Nieves, con plazo de tres años e intereses al

dulce dos, como decía una insigne prestamista, o sea al dos por ciento mensual, rédito elevadísimo en esa época, cuando las comunidades religiosas solían prestar al cinco por ciento anual (13). Domínguez vendió sus once acciones a Antonio Malo en 2.400 pesos incluyendo la maquinaria, edificios, materias preparadas, útiles y demás, lo que da idea del valor de la empresa en el año de 1840 en que se otorgó la escritura. Acompañó a don Benedicto Domínguez en la fábrica de papel el notable ciudadano don José Ignacio París, que donó a la República la estatua del Libertador, inmortal obra de arte del escultor Tenerani, que se erige en la plaza principal de Bogotá y que lleva el nombre de Bolívar.

SE VENDE LA FABRICA. DE NUEVO MOLINO

Don José Ignacio París compró todas las acciones en que se había dividido la fábrica de papel. En el año de 1849 sus albaceas, Enrique París y Diego Tanco, venden a Luis Convers un establecimiento o fábrica de papel consistente en una casa alta y baja, un solarcito y un pedazo de tierra anexo, con todos los útiles y existencias como papel fabricado, cartones y productos químicos. También entró en la venta el privilegio exclusivo que la Nación dio a la fábrica de producir papel, y el derecho del agua de que disfruta la casa, debiendo el comprador en adelante

pagar el derecho municipal respectivo. EL precio fue de $8.000, de los cuales $4.000 al contado y el resto a plazo. Los linderos son los siguientes: por el oriente, con tierras de Laureano Copete; por el occidente, con la calle pública; por el costado del sur, con la quebrada o ' 'cequia" del agua de los molinos, y por el norte, con solar de la fábrica de tejidos. La "cequia" o acequia del agua de los molinos se localiza claramente en el plano de Codazzi; es la que pasa por los cuadros marcados con los números 70 (fábrica de tejidos), 71 (aserradero hidráulico), 73 (molino), 72 (fábrica de papel) y 74 (molino). La acequia va bordeada en parte por la Carrera de Yarumal, que es la prolongación de la calle 18 (hoy calle 18A). Luis Convers estableció en la fábrica un molino de moler trigo y, con todo lo que había comprado a la sucesión de José Ignacio París, lo vendió a Camilo Sarmiento en el año de 1852. Los linderos son los mismos, salvo que en el lindero del sur figura el mismo Laureano Copete que colinda por el oriente. Lo cual es claro porque se trata del Molino de Almanza, que ya había sido vendido por el doctor José Manuel Restrepo a Copete. El precio fue de $23.000, los $1.000 de contado. Camilo Sarmiento formó una compañía con sus hermanos José y Joaquín. Otorgó testamento en el año de 1858 y en él, mediante ciertas compensaciones, declaró a Joaquín dueño absoluto de todas las fincas cuyo título de propiedad estuviera en su nombre. En tal vir-

13. Not. 3a. Esc. de 22 de marzo de 1839 (294), fls. 351 V y ss.

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quinta del doctor Romero estaba situada, por tanto, en el costado sur de la plazuela de las Aguas. "Aquí nadie trabaja impunemente", solía decir el maestro don Tomás Rueda Vargas. Y en esta onda, con cierto dejo de melancolía, nos habla el señor Germán Vargas, en artículo publicado en el año de 1883 en el Papel Periódico Ilustrado, del fracaso de varias empresas industriales:

Uno de los pabellones del Buen Pastor. Hoy es el Bloque "B" donde se encuentran salones de clase y laboratorios de física y química.

tud, Joaquín Sarmiento vendió a Aparicio Márquez, Joaquín Márquez, Antonio María Duque y José María Rodríguez R., en el año de 1869 "...el antiguo edificio de calicanto que fue fábrica de papel y hoy convertido en molino de trigo, con su casa alta y baja de vivienda adyacente a la fábrica del molino con dos pequeños solarcitos, cercados de tapias, y un pedazo de terreno al sur del edificio, que no está cercado y mide unos quince metros de anchura en esta dirección..." con más todos los enseres y máquinas de los molinos en perfecto estado de buen uso y varias máquinas y útiles de la antigua fábrica de papel (14). El precio fue de 12.800 pesos de ley en moneda de plata. Duque vendió sus derechos a Aparicio Márquez. Pero vino una ejecución instaurada por el doctor José Concepción Romero y el inmueble fue sacado a re-

mate, en el cual lo adquirió el citado Romero ante el Juzgado 4o. del Circuito, el 21 de julio de 1886. Y, en fin, en el año de 1889, José Concepción Romero lo vendió a La Nación para el establecimiento de las Hermanas del Buen Pastor, con el objeto de que aquella diera cumplimiento a la Ley 138 de 1888, como veremos en seguida. No sobra anotar, para establecer colindancias, que el doctor José Concepción Romero poseía, al frente de la finca vendida y lindando con ella por el oriente, una quinta que gozaba servidumbre de acueducto respecto de la vendida a la Nación, y que lindaba por el norte con la plazuela y edificio de las Aguas; por el occidente, con casa y solar de Reyes Garnica, y por el sur, calle de por medio, con la quinta del señor Tomás Campuzano. Esta

"El ilustrado y virtuoso don Benedicto Domínguez —dice — , ayudado por otros colombianos empresarios, montó una fábrica de papel en el sitio de las Aguas, de esta ciudad, donde se ve todavía el edificio que sirvió de fábrica, como es sabido, pero también sabemos que no fue muy larga la existencia de dicha fábrica, acaso porque se hicieron insuperables las dificultades que se opusieron a los empresarios". La fábrica está marcada con el No. 72 en el plano de Codazzi del año de 1849, y antes había sido un molino del señor Isidoro Vásquez. EL BUEN PASTOR

La Ley 138 del 26 de noviembre de 1888, sancionada por el Presidente Encargado, don Carlos Holguín, autorizó al gobierno para que, si las religiosas de la congregación del Buen Pastor, en Angers, vienen a Colombia a fundar establecimientos de corrección, de moralización de cárceles u otros análogos, les proporcione el uso o habitación de

14. Not. 2a. Esc. 2098 de 30 de noviembre de 1869 (362), fls. 933 R y V. 86

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algún edificio adecuado al efecto. En cumplimiento de esta ley el gobierno compró al doctor José Concepción Romero en el año de 1889 los edificios de la antigua fábrica de papel, su casa de vivienda adyacente y sus dos solares, situados en el barrio de Las Aguas, por los siguientes linderos: por el frente u occidente con la antigua Calle de Horcones, hoy carrera primera; (nota: se convirtió en la carrera la. este); por el norte, pared divisoria con solar que fue de la Fábrica de Tejidos, hoy de los herederos de Joaquin Esguerra; por el oriente, con solar y edificios del mismo Joaquín Esguerra; y, por el sur, el muro de calicanto y pared de tapias que respectivamente cierran el edificio y uno de los solares expresados. En nombre de la Nación firmó el ministro de Fomento, Leonardo Canal. El precio fue de $20.000 a plazos. En los informes rendidos por el señor José Segundo Peña, jefe

Uno de los clásicos caminos de la Universidad, y que en otra época ocupara los caminos de la cárcel de mujeres del Buen Pastor.

de la sección segunda del Ministerio de Fomento, se van relatando las reparaciones que se hacen al edificio. ' 'Esta propiedad nacional —dice Peña en el informe del año de 1894— que antes fue fábrica de papel, molino de trigo y jabonería, estaba arruinada y su reedificación comenzó el 2 de junio de 1890; hoy se encuentra transformado el edificio, el cual se ha destinado para residencia de las Hermanas del Buen Pastor, que fueron traídas de los Estados Unidos —(rectificamos porque vinieron de Francia) — para fundar en este país la enseñanza y moralización de mujeres pobres y desvalidas, según su método": "Las respetables señoras que se tuvo la fortuna de traer corresponden ampliamente al objeto con que fueron traídas. Este mismo Instituto se ha encargado de la dirección del departamento de mujeres detenidas del Panóptico, que se ha fundado en Tres Esquinas". La Congregación del Buen Pastor, que todavía presta sus servicios en Colombia, tuvo su origen en Francia por inspiración de San Juan Eudes, fundador de la congregación de padres Eudistas. Su principal tarea ha sido la de las llamadas penitentes, que tiene por objeto encarrilar a las mujeres jóvenes que se han dedicado a la profesión más antigua del mundo y enseñarles a trabajar, atendiéndolas en una o varias cosas. De allí se extendió la misión al cuidado de las presas y se fundó una orden llamada Nuestra Señora de Caridad del Buen Pastor, apoyada por el conde de Neuville, que le donó su casa y sus propiedades en Angers, de donde le viene el nombre que cita la ley. La Con-

gregación se hizo luego cargo de la cárcel de menores de París, donde encontraron mezcladas delincuentes con huérfanas o abandonadas o porque sus padres estaban presos, hicieron una separación y establecieron las preservadas, a las cuales, en total aislamiento de las demás, se les enseña a trabajar. Otras, que llaman magdalenas, son las que proviniendo de las penitentes o las prisioneras desean dedicarse a la vida religiosa. En las casas de las Aguas tenían edificio separado. Las presas de entonces hacían capachos para empaques de cerveza de las fábricas de Bavaria y Germania, y así ganaban algunas cantidades, que servían para suplir en parte los bajos sueldos y las pequeñas raciones. Más tarde instalaron un equipo de lavandería y plancha. Después se trasladaron a barrios lejanos. Al hablar de la Quinta de Bellavista vimos cómo en el año de 1909 la señora Dolores Olaya de Esguerra y el señor Pedro Pachón venden a las hermanas de la comunidad del Buen Pastor la finca denominada Baños de Esguerra, que era la mitad de lo que Joaquín Esguerra había comprado a Hipólito A. Pérez como un solo predio llamado Quinta de Bellavista. Desde el año de 1909 hasta 1937 el Buen Pastor hizo nueve adquisiciones de diferentes predios contando el que se acaba de mencionar, que no se detallan porque sería demasiado dispendioso. En el año de 1947 el Instituto de Hermanas del Buen Pastor o comunidad de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, vende todo el globo o conjunto que había formado al señor Carlos Cortés Sánchez (notaría 2a., Esc. 7676 de diciembre de 1947).

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Fábrica de papel, molino de trigo, jabonería, cárcel de las Hermanas del Buen Pastor; espacio que fuera la primera compra para la sede de la Universidad en 1954.

Muerto este señor, el globo se adjudica a su viuda la señora María Francisca Vanegas viuda de Cortés, y ésta le vende a la Universidad de los Andes por Escritura 724 de 18 de marzo de 1954 otorgada en la Notaría 6a. de Bogotá, lo que constituye la primera compra que hizo la

propiedad denominada El Campito de San José y en parte con el Paseo Bolívar; y, por el occidente, en parte con la propiedad del mencionado doctor Salcedo Gil y, en parte, con la carrera la. este, y 67 metros aproximadamente, con la carrera la".

Universidad para su sede. Se trata de un globo de 34.000

Entre las adquisiciones que hizo la comunidad del Buen Pastor, cabe destacar la cesión que le hizo el Gobierno Nacional por Escritura 2.208 otorgada en la Notaría 2a. de Bogotá el 31 de octubre de 1923, para dar cumplimiento a la Ley 65 de 1922, que dispuso ceder a dicha comunidad un lote de terreno dentro de una mayor extensión de propiedad del Estado, en donde funciona la cárcel de mujeres de esta ciudad, el cual tiene una cabida de 2.737 metros cuadrados con 80 centímetros, en donde se halla edificado el convento de aquella comunidad, con fondos propios en su mayor parte, y demarcado con los siguientes linderos: por el norte, partiendo

varas cuadradas, con todos sus edificios, que costó un millón de pesos pagados parte al contado y parte a crédito. Los linderos interesan porque los nombres que en ellos se citan muestran la colindan-cia con diversos predios de que hemos venido hablando o hablaremos: "por el norte, en parte con la Cárcel de Mujeres, que es o fue de propiedad del Gobierno Nacional y, en parte, con propiedad nombrada El Campito de San José, por el sur, en parte con la calle 18 y, en parte, con propiedad que es o fue de Julio Chávez, en parte con propiedad del doctor Alvaro Salcedo Gil y, en parte, con la calle 18A; por el oriente, en parte con la

de la carrera la. hacia el oriente, con terrenos de propiedad de la Nación, en donde se encuentra la prisión de mujeres de El Buen Pastor, tapia de por medio, en una extensión de 54 metros, 50 centímetros; por el oriente, con rumbo norte a sur, con terrenos que fueron de Dolores Olaya de Esguerra, hasta encontrar con la calle 18; por el sur, con la calle 18, rumbo de oriente a occidente, hasta su intercesión (Sic.) con la carrera la.; y por el occidente con la carrera la., con rumbo de sur a norte, hasta encontrar con terrenos de propiedad del Estado. El Gobierno Nacional, tan cuidadoso de que los particulares citen en sus compraventas el título de adquisición, omitió referirse a él en la escritura, y si lo sabemos es porque lo hemos averiguado en otras fuentes tras larga investigación. Se trata, como ya lo dijimos de la antigua fábrica de papel, comprada al doctor José Concepción Romero. El inmueble cedido por la Nación al Buen Pastor forma, por tanto, hoy parte de la Universidad. Resumiendo, tenemos que la Nación compró la antigua fábrica de papel con destino a la comunidad del Buen Pastor, que ésta adquirió además varios predios; que la Nación le cedió parte de lo que había comprado; y que el Buen Pastor vendió el bloque a Carlos Cortés cuya viuda vendió a la Universidad de los Andes.

LA FABRICA DE VELAS Y JABONES El origen de este predio se remonta al Convento de las Aguas. En sus predios se construye la Quinta de Ardila que se convier-

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te en la Quinta de Espinosa. La compra y adapta la Fábrica de Velas y después de varias transferencias pasa a la Universidad de los Andes. La Ley 84 del 16 de diciembre de 1886 aprobó el contrato celebrado el 4 de los mismos entre el Gobierno Nacional, representado por Antonio Roldán, ministro de Hacienda encargado del despacho de Fomento, y Nicolás J. Casas "sobre establecimiento de varias industrias". En síntesis, Casas se obligó a establecer las fábricas necesarias para la producción de ácido sulfúrico, estearina y soda, dentro de un período de tres años, y a suministrar al gobierno el ácido sulfúrico que pudiere necesitar, a precio de fábrica. El gobierno, por su parte, concedió a Casas la introducción, libre de todo derecho, impuesto o gravamen fiscal, de la maquinaria y de los elementos necesarios para montar las fábricas, y también de la soda cáustica y del azufre en bruto, como materias primas, durante seis años. Y se obligó a no hacer concesiones mayores a ninguna otra empresa para la producción de las mismas sustancias en un período de quince años. La compañía se constituyó por Escritura número 1055 de 26 de octubre de 1887, de la Notaría 3a. de Bogotá (Vol. 627, Fls. 311 R-a-318V) con el pomposo nombre de ' 'Sociedad Industrial para la fabricación de velas esteáricas, jabones, ácido sulfúrico y otros productos químicos". El objeto de la sociedad

Recuerdos arquitectónicos de otras épocas, dentro de la Universidad.

fue montar y establecer las fábricas necesarias para aprovechar los derechos y concesiones adquiridos por Nicolás J. Casas mediante la Ley 84 de 1886, y que Casas traspasó gratuitamente a la sociedad, la cual se obligó a cumplir Jas obligaciones. El capital se fijó en $60.000 en dinero y la duración en quince años. Se determinó que las fábricas se establecerán en el predio denominado Quinta de Espinosa, que Nicolás J. Casas ya había adquirido y se obligó a vender a la sociedad por la cantidad de siete mil quinientos pesos ($7.500). A esta quinta nos referimos adelante, en fragmento separado. "Desde 1888 —dice Pedro María Ibáñez— se organizó en Bogotá una sociedad industrial para montar una fábrica de ácido sulfúrico y bujías esteáricas, ja-

bones, etc., con maquinaria fabricada en París, montada y dirigida por el doctor Nicolás J. Casas, socio de la empresa (15). La compañía levantó un amplio y cómodo edificio en la carrera la.". Por esfuerzo del mismo Casas como secretario de Hacienda de Cundinamarca y según contrato con los ingenieros Alejandro Manrique y Zoilo E. Cuéllar, se construyó en 1890 el puente del Libertador, sobre el riachuelo San Francisco, en el punto de intersección de la carrera la. y la calle 21. El 30 de junio de 1889 el gerente Guillermo Uribe rinde informe detallado a los accionistas. La sociedad fue ejecutada por el Banco de Colombia y sus bienes rematados, pero los adquirieron algunos de los antiguos socios y otros nuevos, que los aportaron a la "Sociedad Industrial de Bogotá", constituida según Escritura 1970 otorgada el 15 de noviembre de 1894 en la Notaría 2a. por las siguientes personas: Nicolás Casas, Nicolás J. Casas, Ricardo Núñez, Carlos Manrique, Julio Zapata, Federico Patino, Ángel y Rufino J. Cuervo, Francisco Sinisterra, Marcelino Vargas, Nicolás J. de Caycedo, Ignacio de Caycedo, Evaristo Delgado, Pablo M. Osuna, Elberto de J. Roca, Julio J. Dupuy y Jesús Ayala. LIQUIDACIÓN. CHOCOLATES CHAVES. CERVECERÍA GERMANIA

La nueva sociedad que sustituyó a la fábrica de velas y jabones se

15. María Engracia Espinosa, mediante apoderado, con aprobación de su marido y licencia judicial, vende a Casas por Escritura 751 de 30 de julio de 1887, Notaría 3a. (624), fls. 273 y ss., mortuoria de Isidro Espinosa Prieto protocolizada por Escritura 121 de 28 de febrero de 1885, Notaría 3a., Ignacio Riaño vende a Isidro Espinosa por Escritura de 18 de diciembre de 1849, Notaría 3a. (439), fls. 406 V y ss. Certificado anexo de 17 de diciembre de 1849, fl. 407, venta de Ardila a Riaño, fls. 399 V y ss.

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disolvió en el año de 1901, por haber reunido en su cabeza las acciones de la sociedad y todos los créditos contra ella, el señor Julio J. Dupuy quien, además, como director y liquidador de ella, se adjudicó a si mismo el predio urbano situado en el barrio de las Aguas, con los edificios de tapia y teja construidos en él con las máquinas, aparatos, etc., destinados a la fabricación de velas esteáricas y otros productos químicos, todo situado en el ángulo que forman la calle 19 y la carrera la., deslindando el predio así: por el sur, con casa y terreno de Juan de Jesús y Alejandro Esguerra; por el oriente con solar y terreno de las Hermanas de la Caridad en parte y, en parte, con propiedad de Jesús Cabrera; por el occidente, en parte con la carrera la. y en parte con propiedad de Julio Escobar, y por el norte con la calle 19. Esta liquidación se hizo constar en la Escritura 613 otorgada el 8 de mayo de 1901 en la Notaría 5a. de Bogotá. Y luego por Escritura número 992 otorgada en la misma Notaría el 28 de junio del mismo año. Dupuy vendió a la compañía manufacturera de chocolates Chaves el predio arriba descrito con los edificios de tapia y teja construidos en él y además dos calderas, ocho tanques de hierro, madera y tubería, todo por la cantidad de $92.000. Se midió el predio, cuya extensión era de 4.831 metros cuadrados con 30 centímetros y se hizo un plano que se encuentra en el protocolo. De Chocolates Cháves pasó el inmueble a la firma Eudoc Iimited y de ésta en el año de 1939 a Cervecería Germania Rudolph Kohn S.A. Se le agre-

garon pequeños lotes y en fin lo adquirió la Universidad de los Andes por Escritura número 5437 de 26 de noviembre de 1965, otorgada en la Notaría 7a. de Bogotá. LA QUINTA DE ESPINOSA

Esta quinta sirvió de base a la fábrica de velas y jabones y figura en el acta de constitución de la sociedad (año de 1887). Sus linderos entonces eran los siguientes: Por el oriente, con casa quinta que fue del señor Jacobo Sánchez (es decir, parte de la fábrica de tejidos); por el occidente, con casa de Domingo Bautista y con la antigua Carrera Sexta del Oriente, hoy Carrera Segunda. (Nota: la casa de Domingo Bautista también fue comprada por la Sociedad Industrial); por el sur, con solar de Joaquín Esguerra; por el norte, con la antigua Calle de San Mateo, que fue luego Calle Novena del Norte y que es hoy Calle Decimonovena. Esta quinta la adquirió Nicolás J. Casas de María Engracia Espinosa (1887) y ella en la mortuoria de su padre Isidro Espinosa Prieto, de donde sin duda viene el nombre de Quinta de Espinosa. Isidro la había comprado en el año 1849 al doctor Ignacio Riaño, quien acababa de adquirirla del señor José Antonio Ardila. Son interesantes los linderos de estas dos últimas escrituras porque precisan medidas y vecinos de importancia: se refieren a una quinta situada en el barrio de Las Nieves, a inmediaciones del extinguido Convento de las

Aguas, subiendo para el Boquerón del río San Francisco calle en medio; lindando con otro solar que está del lado de abajo; subiendo por las orillas de dicho río; por arriba, con solar de la Fábrica de Tejidos, y bajando por el lado izquierdo con otro de la Fábrica de Papel. Advirtiendo que la quinta tiene de largo por el lado de la Fábrica de Papel, 134 varas; por el lado de la Fábrica de Tejidos, 73 varas; por el del río, 117 varas y por el Convento de las Aguas, calle en medio, 40 varas. También se llamó Quinta de Ardila, según consta del certificado del registrador anexo a la venta de Riaño a Espinosa. Y, en efecto, José Antonio Ardila la edificó a sus expensas, según lo dice en la venta a Riaño, en un solar que compró a Antonio Zapata en 1824. Vende, en consideración a la falta de bardas y deterioro, en la cantidad de 2.200 pesos. De manera que la Quinta de Ardila, después llamada Quinta de Espinosa, quedaba enclavada entre el río San Francisco (margen izquierda), la fábrica de tejidos, la fábrica de papel y el extinguido convento de Las Aguas. Se reunían allí por tanto, tres fábricas. A esta quinta se agregó en el año de 1889 una casa contigua con su tienda y solar que daba sobre el río San Francisco y estaba situada en la calle 9a. de la Carrera Horcones, casa cuya tradición puede remontarse hasta llegar al año de 1853 para comprobar que provenía del mismo José Antonio Ardila a quien se le remató por una deuda. José Antonio Ardila adquirió en el año de 1824 el solar, donde edificó la quinta, por compra a la

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señora Antonia Zapata, a la cual acababa de venderlo la señora Mercedes Hernández. Esta dice que habiendo contratado con Salvador Jiménez en venderle un solar de la pertenencia de sus menores hijos que tuvo de su legitimo marido señor Ramón Núñez, a quien pertenecía, se practicó al efecto la competente información de utilidad; pero como muriese dicho Jiménez sin haberle otorgado la correspondiente escritura, para perfeccionar el contrato se lo vende a su viuda señora Antonia Zapata. La venta la hizo por doscientos pesos ($200) de contado. La vendedora agrega que su difunto esposo adquirió el solar por herencia de su legítimo padre don Fernando Núñez y éste por compra que de él hizo al Convento de Predicadores según escritura otorgada ante el escribano interino Luis Ignacio de Silva el 13 de noviembre de 1780. Llega así la tradición hasta el Convento de Predicadores, dueño que fue del convento e iglesia de las Aguas.

rio, de la cual es propietario actualmente el doctor Jacobo Sánchez. Se trabajan sobre todo telas de lana de colores firmes y de una duración imperdurable, pudiendo usarse vestidos de esas telas muy decentes, hasta por las gentes de mejor gusto, y por economía propia". El doctor Pedro María Ibáñez también se refiere a esta fábrica e informa que se trasladó a Samacá. La fábrica de tejidos benefició el algodón hasta el año de 1852 en que decidió trabajar en lana. En este año José María Plata, Antonio Ponce y Jacobo Sánchez, celebraron un contrato de compañía para emprender en Bogotá la fabricación de tejidos de lana, poniendo dinero y los derechos y acciones que tiene en el establecimiento que sirvió para la fabricación de tejidos de algodón, el que destinan para la

actual empresa, con un capital de $26.000. Los derechos y acciones comprenden el edificio y solar con todas sus anexidades, exceptuándose las máquinas, aparatos y utensilios que sirvieron para tejidos de algodón. Los linderos del predio en que se levantó la fábrica son los siguientes: por el oriente, el camino llamado Agua Nueva y tierras del señor Laureano Copete; por el norte y el sur, con tierras del mismo señor Copete; y por el occidente, con las Quintas de los señores Hipólito A. Pérez e Isidro Espinosa (16). Estos linderos son muy importantes porque fijan la posición de la fábrica de tejidos en el camino de Agua Nueva, hoy Paseo Bolívar, por donde tenía una entrada. La Quinta de Espinosa sirvió de base a la fábrica de velas y jabones, como

DE LA FABRICA DE TEJIDOS AL CAMPITO DE SAN JOSÉ Y LA QUINTA PAULINA

Germán Vargas, en artículo publicado en 1883 en el Papel Periódico Ilustrado, que ya citamos al hablar de la fábrica de papel, dice: "De todas las fábricas industriales establecidas en esta capital, de 1830 para acá sólo queda funcionando la de tejidos, que fue fundada, según informes, por los señores D. Ramón Tamayo, D. Cayetano Navarro y el doctor Alejandro Oso-

Sector de las edificaciones originales del Campito de San José.

16. Not. la., Esc. 1190 de 26 de noviembre de 1857 (350), fls. 637 y 638, que contiene la hipoteca mediante la cual Antonio Ponce, como director de la fábrica de tejidos, garantiza $2.000 que tomó en préstamo en moneda de 8/10 de talla mayor al 1% mensual.

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ya lo vimos. Y la Quinta de Pérez fue adquirida por Joaquín Esguerra, que también compró la Quinta de Bellavista. Así fuimos pasando de la era de los molinos a la de las quintas y después a la de las fábricas. En cuanto a Laureano Copete, aquí varias veces citado, que en épocas anteriores era conocido con su nombre de pila apocopado de Laurean, poseía gran extensión de tierra en las cercanías del paseo del Agua Nueva y de la Capellanía de Monserrate, de la cual se desmembró la Quinta de Bolívar. En el año de 1854 vendió Copete a la fábrica de tejidos, un pedaciUo ubicado arriba de la fábrica, al lado de la corriente de aguas que a ella entra y pasa al otro lado, siguiendo las tapias del solar de la fábrica, formando un triángulo cuyos lados se unen en la loma de las aguas fontaneras (17). En el plano de Codazzi del año de 1849 se ve claramente que a la fábrica de tejidos (No. 70), entra la quebrada del Hoyo del Venado, como también la toma de Agua Nueva. Y este era un grano de tierra en comparación de fundos tan valiosos de que era dueño Copete como los Molinos de Almanza y del Boquerón, de que ya hemos hablado; de los predios, también en la región de las Aguas, denominados El Juido, El Solar de la Quinta y El Tejar de Jesús, que colindaban con las Quebradas de Jesús o Guadalupe y de San Bruno y con el Paseo del Agua Nueva y la Fábrica de Tejidos, amén de otras menu-

dencias como el latifundio que desde la Quinta de Bolívar se dilataba hasta el Río del Arzobispo, bordeando la Capellanía de Monserrate, por el oriente; y, lindando por el poniente, con el Alto de San Diego, que fue de la recolección de los Franciscanos, y la Quinta del Río del Arzobispo.

EL MOLINO DE LOS CRISTALES. LA FAMILIA CAMPOS El doctor Jácobo Sánchez adquirió el globo de tierra llamado los Cristales, donde se levantó la fábrica de tejidos, por compra en pública subasta a la viuda y herederos de José Campos, en el año de 1836. Consta en el documento respectivo que Salvadora Santos, viuda de José Campos, y Pedro Campos, su hijo, ambos albaceas testamentarios de José, venden, previa licencia y remate, a Jacobo Sánchez, un

globo de tierra llamado Los Cristales, situado a la falda del Cerro de Guadalupe, con su casa de teja que ha servido de molino de trigo, que hubo José en cantidad de 1.505 pesos por compra que de él hizo a censo redimible al señor Tesorero Dignidad de esta Santa Iglesia Catedral, doctor Juan Agustín de la Rocha,

por escritura otorgada ante el escribano público del número Manuel Mendoza a 4 de julio de 1826. Por haber menores se pidió la licencia para vender el molino y parte del terreno, lo que dio ocasión a que se hiciera el avalúo judicial de esos bienes y se determinará con precisión el predio que se puso en subasta. El justiprecio fue de ochocientos pesos ($800), la longitud se calculó en 275 varas, y la latitud, que es el frente en 253. Surtida la larga tramitación se adjudicó el predio a la fábrica de tejidos, que se obligó a reconocer un principal

17. Notaría la., Escritura de 31 de marzo de 1854 (341), fl. 540 R. 92

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de $600 que gravitaba sobre él a favor del Ramo de Manuales. Para dar la posesión fueron citados como colindantes el doctor José Manuel Restrepo, dueño de la Quinta de Bellavista, y el señor José Antonio Ardila, dueño de otra quinta (donde se

este punto, a dar a la puerta de golpe que queda en medio de una zanja y las tapias de la quinta del señor Ardila, midiendo 275 varas, que es el largo, lindando también con tierras de los mismos Campos; por el pie en 253 varas, con las quintas de los señores Antonio Ardila y José Manuel Restrepo (Bellavista). En

Antiguo molino de "Los Cristales" y posteriormente, fábrica de sombreros de Richard.

fundó la fábrica de velas y jabones). Al dar la posesión se determinaron los linderos que copiamos, interpretamos y comentamos, pues nos parecen de gran importancia, "ya que este predio pasó a ser más tarde en parte de propiedad de las Hermanas de la Caridad con el nombre de Campito de San José, y en parte de las Hermanitas de los Pobres, donde se construyó Villa Paulina, predios ambos de que la Universidad es hoy dueña: Por el oriente, con tierras de los herederos de José Campos, desde el sitio nombrado El Cuar- tillo de Queso, que es la caja del Agua Nueva; por el norte, de

este punto se hizo presente el doctor Restrepo y manifestó que en esta parte quedaba una calle para entrar a la Quinta de Bellavista y que debía quedar abierta. Se convino en poner dos puertas de golpe, la una al comenzar la calle y la otra al entrar a la quinta. Y para cerrar, de la esquina de la quinta de Bellavista, tomando para arriba hasta dar con una cerca de piedra que deslinda con tierra del doctor José Manuel Restrepo. Para determinar la venta de los Campos a Sánchez, al final de la escritura, se expresan los siguientes linderos: por el costado de arriba del puente de las Aguas, comienza el lindero del

terreno desde una puerta de golpe que quedaba en medio de las tapias de la quinta del señor Antonio Ardila, por el costado derecho, y por el izquierdo, con zanja de por medio, con tierras de los vendedores, y tomando camino arriba por toda la orilla del edificio del molino hasta dar con la caja del Agua Nueva y sitio nombrado el Cuartillo de Queso, y comenzando el camino de Agua Nueva, volviendo para abajo sobre la derecha, el camino de por medio, deslinda con tierras del mismo vendedor. Y por abajo con una cerca de piedra del terreno que se vende, por todo el camino, a dar a la zanja cercada de la quebrada que baja del Hoyo del Venado; y tornando toda la orilla de la cerca de piedra. Por el lado de arriba deslinda con tierras del señor doctor Manuel Restrepo hasta dar a la puerta donde se sale para arriba de su quinta y solar, y volviendo sobre el costado izquierdo por la orilla de las puertas de dicho solar y de las tapias de respaldo de la quinta del señor Ardila, a dar a la misma puerta de golpe donde comenzó el lindero. Aceptó la escritura el doctor José María Saiz, a nombre de la Compañía de Tejidos. José Campos, cuyos herederos vendieron el predio a la fábrica de tejidos, otorgó su testamento el 22 de enero de 1836 ante el escribano José Lucio de Elorga. Declara por bienes suyos, entre otros, las casas y molinos en que vive. En el inventario de sus bienes, practicado el 14 de noviembre de 1838, se relaciona "primeramente una casa de bareque (sic) y paja construida a espalda de

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El Bloque "U" fue en otros tiempos el convento y la capilla de las Hermanas de la Caridad.

las Aguas en el terreno comprado por el finado al Cabildo Eclesiástico y en cuya construcción se invirtió el valor recibido por la venta que de un pedazo de dicho terreno y materiales del Molino de Los Cristales se hizo a la compañía de tejidos. ítem... El terreno comprado por el finado a censo redimible al Cabildo Eclesiástico excepto el pedazo vendido a la mencionada compañía y el que le vendió a Antonio Rodríguez". La casa se avaluó en $450 y la parte existente del terreno en $950. Se inventariaron también seis burras a $6 cada una; dos yeguas a $7; otras dos paridas a $10; cinco cabras a 5 reales; tres potros a $6; y un buey de carga en $10. LOS CRISTALES En mayo de 1825 el señor José

Joaquín del Campo, vecino de Fontibón, que no sabía firmar — por lo cual en las diligencias aparece su hijo con el apellido simplificado de Miguel Campos— propone al Cabildo Eclesiástico la compra de un terreno que pertenece a un globo en el sitio de Los Cristales, de la fundación de Soza y está arrendado a Miguel Campos. Se ordenó entonces al colector que buscara la fundación y que se avaluara entre tanto el terreno, lo que se hizo el 22 de octubre de 1825 por Matías Abondano. Matías "visó" los linderos en la forma que se expresa y que es de gran importancia porque muestra la extensión del "Pedazo de tierra" vendido a Campos en esa época, y que pertenecía a "un globo" que poseía el Cabildo Eclesiástico, de manera que lo vendido a Campos fue una parte del globo donde se vinculaba la fundación de Simón de Soza. Los linderos dicen así, subrayando nosotros: Lindero del corral del oriente: desde el tajo de un cerro que llaman Hoyo del Venado hasta una piedra blanca que llaman Cerrito de Carabaca, y desde allí hasta el Boquerón del Río San Francisco; lindero del norte, aguas abajo del citado río San Francisco, hasta un saque de una quebrada que en tiempo de verano se seca;/y el sitio mira a un Solar que hoy posee, Antonio Ardila. Por el poniente, desde la ribera del río nominado, arriba hasta dar con tierras de los Molinos que llaman de Pon-ce y hoy pertenecen al señor doctor José Manuel Restrepo. Linderos del sur, desde este molino a volver a tocar con el primer lindero del Cerro del Hoyo llamado Venado, comprendiéndose en el transcurso un cerrito

pedregoso. Abondano justipreció el terreno, $1.600. El remate se celebró el 22 de abril de 1826. En cuatro de julio siguiente por ante el escribano Manuel Mendoza (Notaría 3a. volumen 367, fls. 222R y 222V), el señor doctor Juan Agustín de la Rocha, tesorero dignidad de esta iglesia, otorgó escritura a favor de José Joaquín del Campo, del globo de tierra denominado Los Cristales, perteneciente a la fundación de Simón Soza, por los linderos que designa la diligencia de remate y en cambio de 1.505 pesos que ha de reconocer el comprador a censo redimible. EL CAMPITO DE SAN JOSÉ Y VILLA PAULINA. PARTICIÓN DEL PREDIO DE LA FABRICA DE TEJIDOS Se solemnizó esta partición por Escritura número 1967, otorgada el 5 de noviembre de 1897 en la Notaría 2a. de Bogotá, en que la empresa se consideró dividida en 100 acciones así: Jacobo Sánchez, 43; Eugenio Sánchez, 43; la esposa de éste, señora Paulina Ponce de Sánchez 7; y Zenón Sánchez, 7. El inmueble que se parte está situado tanto al norte como al sur de la calle 20, ésta de por medio, y mide 15.029 metros cuadrados. Deduciendo el terreno ocupado por el edificio que es de 979 metros cuadrados, y que se deja en comunidad, quedan 14.250 metros cuadrados. A Eugenio se le separa un lote de 40 metros de frente y 20 de fondo sobre la calle 20, frente a la casa que ha construido. A Ja-cobo y Zenón se les adjudica el

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potrero cuyos linderos son: por el norte, el río San Francis co; por el sur, la calle 20; por el oriente, con terreno de los here deros de Joaquín Esguerra y el lote que se separa a Eugenio; y por el occidente, dividido por una quebrada, que es la del Ho yo del Venado, y una zanja, con terreno y casas de Carlos Villamarín.

linderos generales de los terrenos de la fábrica de tejidos de lana, así: por el oriente, el camino del Agua Nueva; por el sur, la quinta del señor Joaquín Esguerra; por el occidente, con la misma finca y la quinta del señor Isidro Espinosa; y por el norte, el camino que va para Choachí o Boquerón del río San Francisco.

A Eugenio y Paulina se les adjudica, además, lo restante del terreno situado al sur de la calle 20 con el edificio del tinte y piezas adyacentes, bajo los siguientes linderos: norte, la calle 20 de por medio, con el terreno asignado a Jacobo y Zenón; sur y occidente con terrenos de las Hermanas de la Caridad, que ya había comprado lo que se llamó El Campito de San José. Y por el oriente, con el edificio de la fábrica de tejidos. Se les adjudicó también el terreno ubicado al oriente de este edificio, que linda por el norte, la calle 20 de por medio, con el terreno adjudicado a Jacobo y Zenón y el lote asignado a Eugenio, y, por el sur, el camino al Agua Nueva y terrenos de los herederos de Joaquín Esguerra y Francisco Rico.

Recordemos que la quinta de Joaquín Esguerra es la de Bellavista, y la de Isidro Espinosa la que sirvió de base a la fábrica de velas y jabones.

Nos hemos detenido en estos linderos porque dan la clave de las posesiones del Campito y la Quinta Paulina. Y aún a riesgo de recargar creemos conveniente mostrar la diferencia de redacción de los linderos de que da cuenta la Escritura número 92, otorgada el 10 de febrero de 1910 en la Notaría 5a. de Bogotá, mediante la cual Zenón Sánchez vendió a su hermano Eugenio las siete acciones que había comprado a doña Paulina, atrás mencionada; documento en el cual describe los

Aclara la escritura que los linderos han variado y son los siguientes: por el norte, con la calle 20; por el sur con los edificios y terrenos de las Hermanas de la Caridad (es decir, el Campito de San José); por el oriente, pared medianera del solar de la quinta de Eugenio Sánchez; y por el occidente, con el edificio y terreno de Eugenio Sánchez (por donde iremos a la quinta Paulina y a las Hermanitas de los Pobres). Se dejó constancia de que queda comprendido en los terrenos de la fábrica de tejidos de lana un lote ubicado en la calle 20, frente a la fábrica, que mide 927 y medio metros cuadrados y que linda: por el norte, con el río San Francisco; por el sur, con la calle 20; por el oriente, con el terreno de Eugenio Sánchez; por el occidente, Quebrada del Hoyo del Venado por medio, con el edificio y terreno de los herederos de Carlos Villamarín.

director doctor Jacobo Sánchez, en el mes de febrero de 1883, para vender los lotes de terreno y edificios que a su juicio no sean absolutamente necesarios para la empresa, como lo comunica y certifica el secretario doctor Manuel Ponce de León, en nota inserta en la Escritura número 241, otorgada en la Notaría la. de Bogotá el 27 de abril de 1883. En cumplimiento de esta autorización el doctor Jacobo Sánchez, mediante la escritura citada, vendió a la señorita Celia Huguenin, francesa de nacimiento, una fracción del edificio y solar determinado en la forma siguiente: la parte del solar de la fábrica que linda así: al norte, calle de por medio, con solares del vendedor y del señor Sixto Jiménez, desde la mitad del manchón y pilón oriental de la portería de la fábrica hasta las paredes del solar de la quinta del señor Isidro Espinosa; al occidente con las ex-

EL CAMPITO DE SAN JOSÉ La "Compañía para la fabricación de tejidos de lana" de que hemos hablado, autorizó a su

Estado del asilo de ancianos "Campito de San José", en 1963.

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presadas paredes y las del señor Joaquín Esguerra; al sur con el ladrón y zanjón que recibe las aguas sobrantes de la acequia, con las tapias divisorias de otro solar del señor Esguerra y con las tapias que cercan la fábrica por el lado del camino del Agua Nueva hasta un ángulo que forman las mismas tapias, siete (7) metros arriba de la puerta que da salida al expresado camino, y al oriente, con una línea tirada desde el expresado ángulo, paralelo a las paredes del edificio contiguo a la fábrica u oficina de la fábrica, hasta encontrar la línea de prolongación hacia el oriente de la pared de calicanto del sur de la fábrica, perteneciente a la compañía, esta línea, la pared referida y la trazada por la orilla derecha y norte del zanjón que recibe las aguas de la Quebrada de Hoyo del Venado hasta frente a la puerta oriental de la pieza contigua a la que sirve de tinte y lavado de lanas, y de este punto, una recta hasta la mitad del manchón oriental de la portería que se ha marcado al principio como punto de partida. Se aclaró que dentro de este terreno están ubicados la quinta con su jardín, baño y corral, las oficinas de la fábrica contigua a ésta, el tinte y la portería. El precio de la venta fue de $17.000. Se observa que la venta no comprendió sino una parte de los terrenos y edificios de la fábrica de tejidos. Otra pasó, a través de Eugenio Sánchez Zerda, a las Hermanitas de los Pobres,

LAS HERMANITAS DE LOS POBRES. LA QUINTA O VILLA PAULINA Entre las propiedades raíces en que se dividió la antigua Fábrica de Tejidos se cuentan dos lotes, separados ahora por la calle 20, con extensión total próxima a los 16.000 metros cuadrados divididos casi por la mitad, uno de los cuales es el llamado Quinta o Villa Paulina, donde la Universidad de los Andes ha establecido un restaurante para sus profesores (y alumnos), y cuya localización se aprecia bien en el plano. Estado original de la fábrica de sombreros Richard.

y hoy es de propiedad de la Universidad de los Andes, con el nombre de Quinta o Villa Paulina, como veremos adelante. La señora Huguenin, que en religión se llamaba madre María Bertilda, transfirió en el año de 1909 a la Comunidad de las Hermanas de la Caridad de la Presentación de la Santísima Virgen lo comprado a Sánchez. Y allí funcionó lo que se llamaba el Campito de San José, destinado a enfermas mentales (18). Y, en fin, en 1962 compra la finca la Universidad de los Andes (19). En vez de transcribir los largos linderos, nos remitimos al plano de la Universidad.

Estos dos lotes formaban antes una sola finca cuya propiedad se consideró dividida en 100 partes, que reunió en su mano Eugenio Sánchez Zerda así: 43 que le fueron adjudicadas en la sucesión de su padre, doctor Jacobo Sánchez en el año de 1899; 7 en la sucesión de su esposa señora Paulina Ponce de León de Sánchez; 7 que compró a Zenón Sánchez; y las 43 restantes por la participación celebrada entre el doctor Jacobo Sánchez y sus hijos Eugenio y Zenón, en el año de 1897, partición en la cual también se adjudicó una cuota de 7% a la señora Ponce de Sánchez (20). Don Eugenio Sánchez Zerda otorgó testamento y legó los dos predios junto con sus casas, una de las cuales es la Quinta Paulina, a las Hermanitas de

18. Escritura No. 6 otorgada el 6 de febrero de 1909 en la Notaría de Nunchia, departamento de Santa Rosa, uno de los creados durante la ad ministración de Rafael Reyes. 19. Esc. No. 5632 de 15 de octubre de 1962, No. 4a. 20. Partición: Esc. 1967 de 5 de noviembre de 1897, Not. 2a., Suceción de Jacobo Sánchez, Esc. 221 de 10 de mayo de 1899, Not. 5a., Suceción de Paulina Ponce de Sánchez, Esc. 519 de 19 de diciembre de 1899, Not. 4a. Compra a Zenón Sánchez, Esc. 92 de 10 de febrero de 1910, Not. 5a.

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Años después, una toma del mismo lugar, que hoy se conoce como el Bloque "R".

los Pobres de Bogotá, generosa donación cuya principal finalidad era atender a los ancianos o ancianas (21), y que fue perfeccionada en el año de 1923. Quinta Paulina es definida en la mortuoria de Sánchez como una casa así llamada en el edificio de calicanto denominado "Antigua Fábrica de Tejidos", en otra casa con dos enramadas, y en cinco pequeñas casas de ba-hareque y paja. Entre sus linderos figuran las calles veinte, el antiguo Campito de San José y el Paseo Bolívar. Las Her-manitas de los Pobres vendieron la quinta a Julio Arguello en el año de 1934 y éste a la Universidad de los Andes (22). EL PREDIO DE RICHARD

por don Enrique Sánchez Zerda a las Hermanitas de los Pobres pasó, a través de varios dueños, a la sociedad colectiva de comercio "Hijos de G. Richard", quien lo vendió a la "Asociación de Amigos de la Universidad de los Andes" mediante Escritura número 5.739 otorgada el 27 de octubre de 1967 en la Notaría 5a. de Bogotá. Y la Asociación la vendió a la Universidad de los Andes por la suma de 200.000 pesos según Escritura número 1.604 otorgada el 22 de abril de 1969 en la Notaría 2a. Richard compró a Joaquín Olaya por Escritura número 654 otorgada el 18 de marzo de 1941 en la Notaría 2a. Este inmueble se desmembró, por tanto, de la antigua fábrica de tejidos; su localización se muestra claramente en el plano de la Universidad y sus linderos son: por el oriente, con jardín de la Quinta Paulina, propiedad de la Universidad; norte, con la calle 20, hoy calle 19 A, occidente y sur con el Cam-pito de San José, que fue de las Hermanas de la Caridad, hoy de la Universidad.

por el ingeniero Manuel H. Peña y que se encuentra incorporado a la memoria del Ministerio de Fomento correspondiente al año de 1894, informe relativo a obras para el acueducto de Bogotá, se habla de la construcción de un estanque artificial en una zona de terreno situada a la vertiente izquierda del río San Francisco, entre la calle Fuerte de San Mateo, el camino del Agua Nueva y el río. El agua saldrá por una tubería que pasará por terrenos de la compañía (del acueducto), de la familia Esguerra y del doctor Jacobo Sánchez (nombres todos ya conocidos) "...a dar a la Calle del Fuerte de San Mateo, que es la prolongación de la calle 20 llega al puente del Libertador, cruza allí el río San Francisco, sigue por la calle 20, o sea del Panteón de Las Nieves, hasta encontrar la carrera 4a., en donde empata con las cañerías de distribución".

Hay que anotar un cambio importante y es que la calle 20 cambió su nombre por la calle 19A. Importante porque hay referencias en escrituras anteriores a la calle que sube del Panteón de Las Nieves, el cual se encontraba en el costado sur de la iglesia de este nombre, o sea en la dicha calle 20. Y también hay citas de la Calle del Fuerte de San Mateo, que es la misma calle 20 en la parte situada en su extremo oriental. En efecto, en el informe rendido UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Otra fracción del terreno legado 21. Notaria 2a., Escritura 733 de 13 de abril de 1923. 22. Hermanitas a Arguello, Escritura 583 de 27 de abril de 1934, Notaría 5a., Arguello a Andes, Escritura 314 de 15 de septiembre de 1965, Notaría de Villeta.

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TEMAS Y DEBATES

VIGENCIA DE LAS IDEAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA EN LA AMERICA LATINA DEL SIGLO XX Rubén Sánchez Profesor de la Universidad de los Andes

Todavía queda mucho trabajo pendiente para que la utopía de la revolución francesa sea real y efectiva, particularmente en nuestro continente donde no ha culminado el proceso democrático. Francia y el mundo acaban de celebrar el segundo centenario de la revolución francesa, madre de las revoluciones contemporáneas. La que renegó de la gracia de Dios, divinizó a la razón y colocó al hombre como centro del mundo y medida de todas las cosas. La que consignó en una célebre declaración los derechos del hombre y del ciudadano, con su relación de derechos civiles y políticos: libertad, igualdad, garantías contra las detenciones arbitrarias, legalidad de las penas, presunción de inocencia, libertad de pensamiento, propiedad inviolable y sagrada, contribuciones fiscales consentidas. Para algunos, como el historiador Franyois Furet, la revolución francesa ha terminado y pertenece a un pasado tocado por la fatalidad. Para otros, como Michel Vovelle, director del Instituto de Historia de la

Revolución Francesa, sigue viva porque siguen sin resolverse múltiples cuestiones que ella puso en evidencia. "La experiencia de la revolución francesa—ha declarado— por la amplitud de sus anticipaciones, posee una gran plasticidad —En un primer momento fueron liberales y nacionalistas quienes le tomaron prestada la lección ex-pansionadora; luego, en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, fueron los movimientos obreros los que se apropiaron de las todavía vigentes consignas de sus antecesores. Cabe no olvidar que los tres lemas de la revolución —Libertad, Igualdad, Fraternidad— no se han cumplido hoy aún de una manera total, plena". Como Vovelle, pensamos que todavía queda mucho trabajo pendiente para que la utopía de la revolución francesa sea real y efectiva, particularmente en nuestro continente donde no ha

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culminado el proceso democrático. Decir, al referirnos al debate que se da actualmente en torno a la revolución francesa, que estamos ante un proyecto agotado suena a sarcasmo y a burla. Conviene, sin embargo, antes de referirnos a la influencia, o mejor, a la vigencia de la revolución francesa en la América Latina del siglo XX, recordar el significado y la importancia de tan magno acontecimiento, así como la evolución desde 1789 de los derechos del hombre y su posible proyección hacia el futuro. 1. El significado de la revolución francesa Se piensa, en general, que la revolución francesa marcó la división entre la historia antigua y la moderna. Junto con la independencia de los Estados Unidos (1776), se la ha considerado el principio de la democracia moderna, considerada como un bien general o al menos como el mal menor en la forma de gobernar a los pueblos. Materia de polémicas apasionadas, la revolución francesa ha sido objeto de interpretaciones sujetas a permanentes revisiones que han obedecido y obedecen en casi todos los puntos a la posición política del momento. En Francia, la consideración de la revolución se reparte de manera muy simplista: la derecha hace énfasis en el Terror, el regicidio, la aparición de los mediocres, para argumentar la necesidad posterior del imperio y la restauración monárquica, hasta la actual forma presidencial que implantó el General De Gaulle, como formas imprescindibles de la rectificación de

la revolución. La izquierda, en cambio, se centra en las doctrinas políticas, morales y filosóficas, que alentaron la revolución como verdaderas transformadoras del mundo moderno y remiten la sangre a una época en que la represión del Estado era también sangrienta y en la que el hambre causó más muertos que la propia revolución. Desde una perspectiva política, el estudio de la revolución francesa tiene m ás que valor histórico puesto que ofrece puntos de referencia para el examen y consideración de nuestra época. La revolución francesa resulta difícil de comprender si no se tiene en cuenta que ocurrió en una época de transición económica. Por lo menos una generación antes de que comenzara, ya Inglaterra se había convertido en la fábrica industrial del mundo y comenzaba a experimentar la rápida aceleración de la revolución industrial que transformaría de manera evidente las vidas de millones de seres humanos. La economía agraria, sobre la cual se habían erigido las instituciones representativas de Inglaterra y Norteamérica, estaba ya terminada cuando los franceses trataron de construir un sistema político similar. Algunos escritores, particularmente marxistas, han querido interpretar la revolución francesa como la reacción política y social ante el cambio económico descrito y la consideran como el plano en el cual el capitalismo trazó su derecho a gobernar. Otros pensadores ven en ella un simple movimiento político para el establecimiento de la democracia moderna. Pero tales teorías son insostenibles en nuestros días. La industria francesa no había

alcanzado el grado de conciencia necesario para tratar de tomar en 1789 la dirección de los asun tos del Estado y en cuanto a la democracia política, muchos de los revolucionarios de aque lla época temían su entroni zamiento.

Durante ciento treinta y cinco años, hasta que el fascismo logró establecerse, ningún movimiento contrarrevolucionario pudo encontrar un credo capaz de inspirar a las masas.

La verdad es que en el período de transición en que se desenvolvió la revolución francesa no se pudo establecer ninguna forma estable de gobierno. Tan sólo se pudo destruir el despotismo absoluto, aplastando los privilegios de la Iglesia y la nobleza, distribuyéndose tierra alos campesinos pero, debido a la incertidumbre y variabilidad de la estructura de clases de Francia, no pudieron construirse instituciones políticas permanentes. Mientras que los sistemas erigidos en Norteamérica; e Inglaterra soportaron el choque de la industrialización y lograron mantener una continuidad en su forma política durante esta transformación, ello fue imposible en Francia una vez que se hubo barrido el Antiguo Régimen. Hasta mucho despues de la guerra de 1870 con tra Alemania, el francés no vol vió a sentirse seguro en la políti ca de su país, aunque la estructura de su vida social fue establecida ya en la era napoleónica.

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De aquí que el significado de la revolución no descanse en las instituciones políticas a que dio lugar, sino en las ideas que evocó y diseminó en todo el mundo. Durante 128 años y hasta la revolución rusa de 1917, estas ideas fueron las bases del pensamiento progresista y sus partidarios eran los enemigos declarados del despotismo y los privilegios. Durante ciento treintay cinco años, hasta que el fascismo logró establecerse, ningún movimiento contrarrevolucionario pudo encontrar un credo capaz de inspirar a las masas y hoy, 200 años después, el mismísimo Achule Occhetto, secretario general del Partido Comunista Italiano, afirma que el PCI de quien es heredero es de la Revolución francesa, con lo cual se reafirma la idea que los derechos humanos son una parte inseparable de la cultura jurídica y política actual. 2. Los derechos del hombre Como lo ha afirmado Gregorio Peces - Barba Martínez, en la actualidad, los Derechos del Hombre "se usan como bandera de los oprimidos, como grito de justicia, como utopía ilustrada, pero también como retórica demagógica, como simple expresión semántica o como arma arrojadiza, muchas veces sin la suficiente legitimidad moral". Su impugnación desde el fascismo y el nazismo está relegada al museo de la historia e incluso las dictaduras más terribles afirman respetar los derechos humanos. Su aceptación es un hecho indudable; esa es su grandeza pero también su debilidad porque su extensión no se ha acompañado de una razón esclarecida, ni de un conocimiento exacto de sus

contenidos y de sus garantías eficaces y reales. Hay una serie extensa de declaraciones de derechos: civiles, políticos, sociales, económicos, religiosos..., casi todos nominales, simples formulaciones teóricas.

El proceso de secularización, el individualismo, el racionalismo y el naturalismo serán el ámbito donde se empiece a ver, por primera vez en la historia, viejas ideas como las de dignidad humana, libertad o igualdad, desde el prisma de los derechos humanos.

Según los historiadores, hay tres generaciones de derechos: la de los individuales, la de los derechos de contenido social y la neohumanitaria de los derechos de solidaridad. Nos interesa la primera, la de la consolidación histórica de los derechos fundamentales que se concretó en las grandes declaraciones de derechos, en la revolución inglesa del siglo XVH, en la independencia americana y la Revolución Francesa de 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y las diez primeras enmiendas de la Constitución americana de 1791. En el clima económico, político y cultural del siglo XVIII, los derechos humanos aparecen como solución o remedio para limitar el creciente poderío del Estado absoluto, en los albores del liberalismo, y expresado a través del pensamiento iusnaturalista

racionalista. Subyacía en ese planteamiento (las relaciones individuo-poder) la idea de que el Derecho Privado era un Derecho Racional, que regulaba relaciones estables entre particulares, mientras que el Derecho Público, que regulaba al poder, dependía más de la voluntad y del arbitrio y por eso los derechos humanos eran una garantía para el individuo frente a ese poder, que no necesitaba en las relaciones entre particulares. En el siglo XX, como dice N. Bobbio, se ha ido produciendo un fenómeno de especificación que concreta y aproxima los derechos, desde grandes proclamaciones genéricas, a regulaciones más matizadas, menos abstractas y más apegadas a las circunstancias históricas: Los derechos de la primera generación expresan un concepto propio del mundo moderno que surge a partir del tránsito a la modernidad, en una sociedad en la que alumbra una nueva forma de organización económica que sustituye al localismo medieval por una economía de mercado en la que una nueva clase, la burguesía, adquiere un protagonismo creciente. También una nueva forma política que pretende el monopolio en el uso de la fuerza legítima, como dice Weber, se impone a los poderes medievales y se configurará como el Estado moderno que no reconoce superior, poder absoluto y perpetuo en la definición bodiniana de soberanía. Finalmente, unas formas culturales nuevas, el proceso de secularización, el individualismo, el racionalismo y el naturalismo serán el ámbito donde se empiece a ver, por primera vez en la historia,

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viejas ideas como las de dignidad humana, libertad o igualdad, desde el prisma de los derechos humanos. En ese clima económico, politico y cultural, los derechos humanos aparecen como respuesta a los abusos del Estado absoluto cuyo exceso de poder condujo a un debate sobre el origen de la autoridad política, sustituyéndose la idea del origen divino por el consenso del pactismo. El contrato social se convirtió así en el origen de los derechos de participación política, que culminará, lustros más tarde, con el sufragio universal. En ese mismo contexto, la necesidad de limitar al poder, como problema general y abstracto, originará la justificación global de los derechos humanos que se considerarán en aquel primer momento y hasta finales del siglo XIX como derechos de no interferencia en un ámbito reservado a la libre acción de los particulares. La razón del pacto social será precisamente la defensa de esos "derechos naturales" que limitaban el poder del Estado.

malmente en el ámbito supremo de la legalidad que es la Constitución, aunque en algunos casos el desarrollo de los derechos se prolongara con la ley. Este primer proceso de la evolución de los derechos del hombre puso de relieve el papel mediador del poder político —el Estado soberano— en esta positivización, porque el Derecho es directa o indirectamente Derecho de Estado. Asimismo, con la positivización se generó la primera contradicción seria en la implantación histórica de los derechos, puesto que para ser eficaces necesitaban del apoyo del Estado y de sus aparatos sancionadores, mientras, en parte, pretenden ser una barrera a la misma arrogancia del poder.

Estos derechos, de alcance universal, se encontraron con resistencias procedentes de variados y contradictorios planteamientos ideológicos, políticos y religiosos. Lograron, sin embargo, llegar a los finales del siglo XX gracias a una triple evolución, a través de tres procesos: de positivización, de generalización y de internacionalización.

En la Declaración francesa de 1789 se afirma que los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. No obstante, la realidad era muy distinta. El goce de los derechos se limitó a aquéllos que tenían un nivel económico y cultural suficiente para no tener que ocuparse de sobrevivir. Eran pues, en realidad, derechos de la burguesía. La todavía incipiente clase trabajadora y los artesanos modestos permanecían al margen. La contemplación de la realidad y la afirmación de la libertad igual de todos los hombres estará, pues, en el origen del proceso de generalización para explicar la evolución de los derechos humanos hasta nuestros días.

Mediante el primer proceso, los derechos naturales se incorporaron al Derecho Positivo, pasando a ser protegidos por el aparato sancionador del poder soberano en caso de violación. Esta dimensión se produjo nor-

La lucha por la realización de los ideales de libertad e igualdad será larga y costosa, con represión, sufrimientos y muerte, frente a la oposición del mundo político surgido del Congreso de Viena, pero también de los libe-

El hábito democrático que brotó en Francia era una expresión política de una clase en ascenso que, en su lucha por controlar el despotismo de la Corona y eliminar los privilegios, buscó crear una comunidad apoyada en el consenso.

rales doctrinarios, partidarios de una libertad selectiva. El proceso de generalización condujo en una primera etapa al sufragio universal para todos los mayores de edad, al reconocimiento del derecho de asociación y a la limitación del derecho de propiedad por su función social. En etapas posteriores se reconocenan derechos económicos, socíales y culturales. En los últimos 40-50 años, se ha iniciado un tercer proceso de internacionalización vinculado al tipo de adversarios que encuentran los derechos humanos hoy y que trascienden las fronteras nacionales. Luchar contra la droga, contra el terrorismo o contra la violencia de los de rechos que procedan de instandas multinacionales exige sistema en el ámbito internacional. 3. La influencia de la revolución francesa en América Latina En el proceso que condujo a la independencia de la América española la revolución francesa tuvo una gran importancia, junto con el movimiento de inde-

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pendencia de los Estados Unidos y la invasión napoleónica en España y Portugal. En este proceso se destacan las ideas heredadas de la ilustración y, sobre todo, la doctrina de la soberanía del pueblo, opuesta a la tradición que concentraba la soberanía en el rey, como base teórica en que se apoyó la independencia. Los hechos, sin embargo, deben ser matizados. En primer lugar, aunque entre las gentes educadas de la América Hispana y Portuguesa hubo mucha afición por la lectura, supliendo los libros la falta de universidades, y que circulaban por estos suelos, en los siglos XVHI y XIX muchos libros de orientación moderna, la clase culta era una pequeña minoría y la educación controlada por la Iglesia. En segundo lugar, el hábito democrático que brotó en Francia era una expresión política de una clase en ascenso que, en su lucha por controlar el despotismo de la Corona y eliminar los privilegios, buscó crear una comunidad apoyada en el consenso. Convertida esta comunidad en sujeto político, tornóse soberana e impuso un control sobre el Ejecutivo en un territorio identificado por una misma cultura (de allí la idea de nación), lo que su-

En la América Española, en particular, la crisis de independencia fue el, desenlace de una degradación del poder español que, comenzada hacia 1795, se hizo cada vez más rápida.

pone la aceptación de un gobierno libremente consentido. En otras palabras, la. concepción política de la revolución francesa se concretó en el Estado-Nación. La realidad en América Latina, que heredó un modelo de Estado en una sociedad muy distinta a la sociedad europea es diferente. El orden social que se estableció en España y sus posesiones fue el de una aristocracia latifundista, unida a la Corona y a la Iglesia. En la comunidad hispana no se desarrolló la burguesía, no existió la Reforma Protestante y la influencia ideológica de la Ilustración fue débil. Asimismo, la pirámide social estuvo compuesta por un sistema de castas cuya reglamentación fue complicada y a menudo incongruente, sujeto a continuas modificaciones. Según el investigador argentino Ángel Rosenblat, ''las castas coloniales fueron resultado del mestizaje pero, al persistir, el proceso mismo del mestizaje tendió a la disolución de las castas". En este contexto, marcado por la desarticulación social, las doctrinas igualitarias del siglo XVm y de la revolución francesa, al igual que el discurso republicano, permitieron la integración del mestizo, marginado por la colonia, al nuevo orden. Esta integración generó el sentimiento, imaginario, pero no por ello menos importante, de pertenecer a una misma nación. Sin embargo, lo nuevo después de 1776 y sobre todo después de 1789 no son las ideas, es la existencia de una América republicana y de una Francia revolucionaria. El curso de los hechos a partir de entonces hizo que esa novedad interesara cada vez más de cerca a Latinoamérica. En efecto, colocó a Portugal en

una difícil neutralidad y convirtió a España, a partir de 1795, en aliada de la Francia revolucionaria y napoleónica. En estas condiciones aún los más fíeles servidores de la Corona no podían dejar de imaginar la posibilidad de que también esa Corona, como otras, desapareciera. En la América Española, en particular, la crisis de independencia fue el desenlace de una degradación del poder español que, comenzada hacia 1795, se

En todas partes, el nuevo régimen, si no se cansaba de abominar al viejo sistema, aspiraba a ser heredero legítimo de éste.

hizo cada vez más rápida. En medio de la crisis del sistema político español, los revolucionarios no se sentían rebeldes sino herederos de un poder caído, probablemente para siempre. No había razón alguna para que marcaran disidencias frente a un patrimonio político-administrativo que consideraban suyo y entendían servir para sus fines. Más que las ideas políticas de la antigua España (ellas mismas, por otra parte, reconstruidas no sin deformaciones por la erudición ilustrada) fueron sus instituciones jurídicas las que evocaron en su apoyo unos insurgentes que no querían serlo. En todas partes, el nuevo régimen, si no se cansaba de abominar al viejo sistema, aspiraba a ser heredero legítimo de éste. En todas partes, las nuevas autoridades podían exhibir signos, algo discutibles, de esa legitimidad que tanto les interesaba.

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Las revoluciones que se dieron, al comienzo sin violencia, tenian por centro el Cabildo, esa institución que representaba escasamente las poblaciones urbanas y tenía, por lo menos, la ventaja de no ser delegada de la autoridad central en su derrumbe. Fueron los cabildos abiertos los que establecieron las juntas de gobierno que reemplazaran a los gobernantes designados desde la metrópoli. Las primeras formas de expansión de la lucha siguieron también cauces nada innovadores: las nuevas autoridades requirieron la adhesión de sus subordinados y para ampliar la base revolucionaria declararon la igualdad de los hombres y emanciparon a los indios del tributo. La transformación de la revolución en un progreso que interesara a otros grupos al margen de la élite criolla y española avanzó de modo variable según las regiones. Pero la estructura social de la comunidad hispana, al carecer de burguesía, no permitió el funcionamiento real de un sistema basado en la voluntad popular. En efecto, la Corona era el vínculo que unificaba a las extensas posesiones españolas y la religión católica proporcionaba el sustrato filosófico del Imperio. El ataque ideológico de la revolución francesa contra la Corona y la Iglesia destruyó los cimientos en los cuales se basaba el Imperio Español a fines del siglo XVín y principios del XLX. De ahí el desarrollo de movimientos regionalistas en España y la balkanización de América. Si el fundamento del poder pasaba a la "nación", elementos como la lengua u otros factores

culturales podían ser elementos del "nacionalismo", y así ocurrió en Cataluña y el país Vasco. En el caso de las colonias de España, la combinación simultánea de las consecuencias de las revoluciones industrial y francesa fue una mezcla explosiva.

La estructura social de la comunidad hispana, al carecer de burguesía, no permitió el funcionamiento real de un sistema basado en la voluntad popular.

Carentes del valor simbólico de la Corona, como vínculo integrador, los virreinatos se desintegraron en 18 países, con escasa población y con grados de debilidad tales que no sólo perdieron territorios frente a Estados Unidos, Gran Bretaña y Brasil, sino que llegaron a situaciones de marcada dependencia política y económica frente a las principales potencias de habla inglesa: Inglaterra y Estados Unidos. El caso brasileño es original. Cuando Napoleón invadió a Portugal, la flota británica trasladó la familia real de Lisboa a Río de Janeiro y, durante un tiempo, la capital del imperio lusitano estuvo en la ciudad brasileña. Terminadas las guerras napoleónicas, el rey retornó a su patria, pero su hijo Don Pedro quedó en Brasil y posteriormente lo independizó de la metrópoli estableciendo un imperio bajo la Corona de Braganza, que duró hasta 1889. Como consecuencia, Brasil mantuvo su

unidad bajo un proceso de integración nacional gracias a la Corona. Se robusteció, por ende, la administración del Estado, se forjó una diplomacia profesional y el nuevo país independiente mantuvo las líneas de expansión geográfica heredadas de la colonia. En Hispanoamérica, terminada la guerra de independencia se esperaba que surgiera un nuevo orden cuyos rasgos esenciales habían sido previstos desde el comienzo de la lucha por la independencia. Pero éste demoraba en nacer: el nuevo orden no lograba penetrar en los esquemas ideológicos vigentes, si bien los cambios ocurridos eran impresionantes: no hubo sector que saliera ileso de la revolución. Las élites urbanas, en particular, se vieron privadas de una parte de su riqueza y se vieron involucradas en una decadencia irremediable. Un proceso análogo se dio en la Iglesia. La colonial estaba muy vinculada a la Corona, los nuevos dirigentes eclesiásticos fueron a menudo apasionados patriotas y contribuyeron a la causa con bienes eclesiásticos. Así, la Iglesia se empobreció y se subordinó al poder público. Sólo en algunas zonas (México, Guatemala, Nueva Granada, Sierra Ecuatoriana) el cambio fue limitado y compensado por el mantenimiento de un prestigio popular. Hubo, entonces, cambios importantes y la más visible de las novedades fue la violencia: la movilización militar implicó una previa movilización política que se hizo en condiciones demasiado angustiosas para discipli nar rigurosamente a los que con vocó a la lucha. Las guerras de independencia fueron un

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complejo haz de guerras en las que hallaron expresión, tensiones raciales, regionales y gru-pales demasiado tiempo reprimidas. Concluida la guerra, fue necesario difundir las armas por t o d a s p a r t e s p a r a m a n tener un orden interno tolerable. De esta manera, la militarización sobrevivió a la lucha aunque fue un remedio a la vez costoso e inseguro. Las nuevas repúblicas pasaron a depender cada vez más del exigente apoyo militar y a gastar más de lo que sus recursos permitían.

El nuevo orden no lograba penetrar en los esquemas ideológicos vigentes, si bien los cambios ocurridos eran impresionantes: no hubo sector que saliera ileso de la revolución.

La gravitación de los cuerpos armados, surgida en el momento mismo en que se daba una democratización sin duda limitada pero real, de la vida política y social hispanoamericana, comenzó por ser un aspecto de esa democratización, pero bien pronto se transformó en una garantía contra una extensión excesiva de este proceso: por eso aún quienes deploraban algunas de las modalidades de la militarización hacían muy poco por ponerle fin. El rechazo ideológico a la Corona y la ausencia de una burguesía que posibilitara un sistema político basado en la "nación" llevaron a los países hispanoamericanos a la anarquía, a la carencia de fundamentos claros de legitimación del sistema político, y a la emergencia de caudi

llos y dictadores militares como medios de establecer gobiernos que, al menos, tuvieran un mínimo control sobre el territorio del país. Todavía en nuestros días existe un divorcio entre los fundamentos de la legitimación del poder y la forma en que se ejerce. Es así como mientras la casi totalidad de las Constituciones de Hispanoamérica consagran a la democracia, en la práctica se actúa mediante métodos autoritarios, ya sea por civiles o militares, en la mayor parte de los países. En muchos casos, se gobierna largos períodos mediante "estado de sitio" o de "excepción" que implica que el gobierno posee poderes casi dictatoriales, otorgados por el legislativo, de acuerdo con la Constitución. Es, en el fondo, un reconocimiento de la precariedad de la fundamentación ideológica del sistema que, en muchos casos, no guarda relación con la realidad social. 4. La vigencia del mensaje de la revolución francesa En América Latina se ha iniciado en los últimos años un proceso de convocatoria de elecciones libres y, en este contexto, se ha formulado el problema de los derechos humanos como un programa capaz de movilizar energías y alcanzar un considerable consenso social y construir una democracia sólida, fundada en el imprescindible consenso de la mayoría. Esta convocatoria es importante pero no es suficiente para garantizar la culminación del proceso democrático. Hace falta, además, un cambio de mentalidad, un remezón estructural y el establecimiento de mecanismos de

participación social que ase guren la existencia de vínculos orgánicos entre el gobierno y los ciudadanos dentro de un marco de convivencia política y de to lerancia.

Hace falta un cambio de mentalidad, un remezón estructural y el establecimiento de mecanismos de participación social que aseguren la existencia de vínculos orgánicos entre el gobierno y los ciudadanos dentro de un marco de convivencia política y de tolerancia. Hemos afirmado que el legado de la revolución francesa se resume en dos conceptos —soberanía popular y democracia— y en una comunidad que se concreta en el Estado-nación, lo cual supone un sistema de instituciones impersonales basado en la lealtad a la nación, no a grupos primarios, lo cual supone a su vez, una idea del individuo como figura esencial. En efecto, desde la desintegración del dominio feudal y colonial como formas predominantes de organización social y paralelamente, desde la implantación del capitalismo como sistema mundial, la idea del hombre, como figura privilegiada de lo social, se ha ido afianzando. Esta idea se plasmó en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre que significó para su época, un paso importante en la defensa de la persona. Se conformó así una ideología plasmada en el liberalismo

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de la modernidad, que colocaba al individuo como anterior a la sociedad y al Estado. Allí, lo social no era constitutivo del hombre, sino que se presentaba como un límite que sólo le aseguraba la convivencia grupal. Los derechos humanos así proclamados guardaban silencio acerca de las formas concretas en las cuales se materializarían en sociedad. Y esto no es casualidad. La propuesta del liberalismo logró consenso universal, no sólo porque ofreció sustento ideológico al capitalismo, sino porque, en su forma misma, planteaba una especie de abstracción del hombre que lo hacía sujeto de derechos universales, fuera de la historia y de los padecimientos de los hombres. Los individuos eran todos iguales a condición de no hablar de los hombres concretos. En la América Latina contemporánea la cuestión que se plantea es la creación o el afianzamiento de Estados democráticos, lo que supone la necesidad de definir qué tipo de democracia se aspira a construir y qué estrategias se deben dar para alcanzar una apertura apropiada.

En la América Latina contemporánea la cuestión que se plantea es la creación o el ° afianzamiento de Estados democráticos, lo que supone la necesidad de definir qué tipo de democracia se aspira a construir y qué estrategias se deben dar para alcanzar una apertura apropiada.

rechos no son sólo derechos del hombre y del ciudadano, sino que los derechos protegen al disidente y al hombre concreto. Protegen al disidente porque la democracia supone el reconocimiento del derecho a discrepar y esto se puede expresar a través de derechos clásicos como la libertad de expresión o manifestación, pero también a través de nuevos derechos exclusivos para el disidente, como la objeción de conciencia. Protegen al hombre concreto, porque se plantean hoy los derechos de seres humanos que tienen una calificación específica que es el objeto de protección o los derechos del débil, del marginado, del que está en minoría o no se puede

defender por sí mismo. Estos derechos se consideran en cuanto son compatibles con los de la comunidad y nunca con un carácter absoluto. Para garantizar estos derechos, los Estados Latinoamericanos deben comenzar por dar una so- | lución a la fragmentación del poder, y construir el Estado-nación cuyo modelo nos legó la revolución francesa, eliminando los mecanismos de afiliación primaria, de carácter clientelista y personal Sólo en la medida en que el discurso republicano se articule con la práctica mediante un sistema de lealtades nacionales, no primarias y medievales, tendrá resonancia en nuestro continente una afirmación recientemente hecha por el escritor Umberto Eco: "Si hoy, un ciudadano al que un guardia asalta con malos modos le dice que le multe, pero que se comporte con respeto o le denuncia, es porque ha existido la revolución francesa. Puede que el ciudadano sea un aristócrata nostálgico que crea estar ejercitando los derechos de sus antepasados. El puede creerlo. Pero si el guardia entra por el aro es porque ha existido la revolución francesa''.

Como la situación de cada país es diferente, es imposible definir una estrategia única. Lo que sí está claro es que un signo de los tiempos es el que los de-

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ESPACIO ESTUDIANTIL LA CRISIS DEL ENCLAVE BANANERO DEL MAGDALENA EN LOS 60s Marcelo Bucheli Estudiante de la Universidad de los Andes

1. INTRODUCCIÓN

La Zona Bananera del Magdalena constituye una llanura de 40.000 hectáreas situadas entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Ciénaga Grande (1), en la costa atlántica de Colombia, en América del Sur. Se encuentra casi al nivel del mar y su temperatura promedio supera los 30 grados centígrados anuales (2). Se trata de una zona eminentemente agrícola en un Departamento sin centros industriales considerables.

Durante mucho tiempo el Departamento del Magdalena fue el más importante exportador de bananos de Colombia. La producción exportadora de este Departamento competía por sí sola con las exportaciones de naciones enteras del hemisferio, teniendo importante participación en el mercado mundial de este bien. Sin embargo, a mediados de la década de los sesenta las exportaciones de banano de esta región cayeron drásticamente, convirtiéndose con el tiempo en tan sólo un exportador marginal. Este particular proceso es el que será objeto de nuestro estudio, pues puede ser útil para el análisis de los enclaves agrícolas. Las exportaciones bananeras empezaron a desarrollarse desde principios de siglo por iniciativa de la empresa norteamericana United Fruit Company, la cual creó la infraestructura necesaria para convertir a ciertos municipios del Magdalena en un enclave exportador. Este esfuerzo llevado a cabo por la com-

1 Jiménez, Margarita y Sandro Sideri, Historia regional de Colombia, Universidad de los Andes, CIDER. p. 134. Instituto Agustín Codazzi, Atlas de Colombia, Bogotá, 1969

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pañía se veía recompensado por su posición casi monopolística en el mercado mundial (77% del mercado en sus inicios) (3) y por las inmensas ganancias que en algunos momentos llegó a obtener. Sus favorables condiciones se vieron interrumpidas únicamente en los períodos de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, recuperándose en gran manera después de ésta. Sin embargo, para el caso colombiano, vemos que la compañía se retiró de la zona del Magdalena en el año de 1966, mientras que se consolidaba en otros lugares del continente y del país. Es por esto que este estudio intentará determinar algunas de las posibles causas que hayan llevado a esta compañía a retirarse del Departamento del Magdalena. La importancia del análisis de esta compañía en particular se debe a la influencia que ha tenido sobre la vida económica, política y social de Colombia y en especial del Magdalena. Puede dar bases para la comprensión de la lógica usada por esta clase de compañías en su presencia en países como Colombia. La zona bananera del Magdalena constituye un caso típico de economía de enclave, definiendo ésta como una "economía caracterizada por la importancia de materias primas concentradas en un número limitado de puntos y directamente explotadas por empresas extranjeras para su exportación inmediata" (4).

Por otro lado también podemos partir de que las regiones que son asiento de una economía de enclave "al no poder internalizar los efectos de su crecimiento de la producción, se convierten rápidamente en regiones marginadas cuando decae la exportación y luego la producción. Generalmente, para explotar estos productos primarios se requiere del montaje de una compleja infraestructura —en razón de la frecuentemente difícil localización del recurso— y de un acceso mínimo a los mercados externos, todo lo cual implica elevados montos de inversión y gran margen de riesgo Esto significa que, en la mayoría de los casos, el capital local no cuenta con los recursos financieros ni puede asumir los riesgos, por lo que esto se lleva a cabo por parte de compañías extranjeras" (5). Estas características las podemos asumir como ciertas para el caso analizado, por un lado, porque la compañía controló la mayor parte de la producción bananera para la exportación en Colombia (6), y en sus inicios fue ella la encargada de acondicionar el terreno para la producción por falta de capital local (7). Esto nos lleva a centrar nuestro análisis en los factores que pudieron haber afectado a la compañía en sí. Las características del tipo de empresa analizada, nos llevan a observar los siguientes tópicos para el objetivo propuesto:

3. Plaza, Galo y Stacey May, La empresa estadounidense en el extranjero: el caso de ¡a United Fruit Company en América Latina, Nacional Planning Association, México, 1958, p. 15. 4. Castells, Manuel, "Urbanización dependiente en América Latina", publicado en Urbanización y dependencia, Martha Schteingart, ed, pp. 84-85. 5. Jiménez, Margarita y Sandro Sideri, Historia regional de Colombia, Universidad de los Andes, CIDER, p. 134. 6. White, Judith, La United Fruit Company en Colombia: historia de una ignominia, Editorial Presencia, Bogotá, 1978, p. 34. 7. White, Judith, op. cit, pp. 18-19.

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Al comercio exterior bananero tanto de Colombia como de los principales productores latinoamericanos. La razón para la escogencia de esta variable es porque Colombia, Costa Rica, E cu ad o r , G u a t e ma la, H o n d u r as y Panamá llegaron a representar el 60% del comercio de exportación bananera mundial, y del t o t a l de esta producción, la United Fruit produjo o compró el 95% (8). b) Aspectos de política interna en cuanto a legislación extranjera. E s to p or trata rs e d e un a co mpañía nortea mericana en América Latina, la cual, al menos en el caso colombiano, entró gracias a políticas favorables a la inversión externa durante el gob ierno de Rafa el Rey es (9). Cambios de esta política llevada a cabo por gobiernos posteriores, pudieron haber influido en la decisión de retirada de la compañía. c) Aspectos sindicales. Se bóxer vará la evolución de los logros sindicales a lo largo del período, que pudieran haber afectado a la compañía, mediante la consulta de estudios que se han hecho en ese campo. Hay que tener en cuenta que la United Fruit Co. sufrió una de las más graves huelgas en la historia de Colombia, la que acabó con consecuencias nefastas para los huelguistas y con una muy mala imagen de la compañía

d) Período de escogencia. Se decidió la periodización del estudio para los años comprendidos entre 1948 y 1966 debido a que a pesar de

que la compañía se encontraba en Colombia desde principios de siglo, tuvo que retirarse en forma forzada durante la Segunda Guerra Mundial, pudiendo regresar sólo hasta el año de 1947 y presentándose su retiro voluntario del Magdalena en 1966. Con este análisis se pretende encontrar algunas posibles causas del retiro de esta compañía en los aspectos mencionados, sin que esto signifique que sean los únicos o más importantes. Para este estudio se contó con información amablemente suministrada por los señores Thomas MacCann y William Mason. 2. ANTECEDENTES a) Historia de la United Fruit

La United Fruit Company tuvo su época de auge en la primera mitad del siglo XX en América Latina. Sin embargo, esta compañía tuvo sus orígenes en el siglo XIX, teniendo una expansión bastante rápida desde su nacimiento hasta que se convirtió en la empresa que dominaba el mercado mundial del banano. En 1870, un visionario empresario de Brooklyn, llamado Minor Keith, recibió una invitación de su tío, Henry Meiggs, para participar en el encargo que le había hecho el presidente de Costa Rica, Tomás de la Guardia: la construcción de un Ferrocarril Nacional de Puerto Limón a San José (10-11). 8. May y Plaza, op. cit., p. 81. 9. White, Judith. op. cit, p. 23. 10. May y Plaza, op. cit, p. 8. 11. White, Judith, op. cit, p. 28.

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La construcción del ferrocarril se enfrentó a la hostilidad de la selva tropical, la cual acabó con la vida de miles de obreros, del gran ejército que Keith había contratado para dicha obra. La dureza del trabajo agotaba tanto a los locales, como a los inmigrantes italianos que Keith llevó para compensar la pérdida de hombres. La fiebre amarilla fue uno de los peores azotes que recibieron los constructores del ferrocarril. Ella cobró la vida del mismo Meiggs y de tres hermanos de Keith. Sin embargo, el empuje de Keith logró que el ferrocarril se terminara, a pesar de los grandes costos humanos y financieros (12). Una vez terminado el ferrocarril, Keith se enfrentó al problema del pago de las inmensas deudas que había contraído para llevar a cabo la empresa. El ferrocarril por sí solo, no permitía cumplir con las obligaciones, por lo que Keith tomó la decisión de plantar matas de plátano al borde de las vías del tren y exportarlos. Esto le dio grandes ingresos a Keith, por lo que se convirtió en su actividad principal, junto con la construcción de ferrocarriles en América Central. La existencia de vías férreas en esta parte del continente se le debe a Minor Keith (13-14). Paralelamente a la historia de Keith, había sobresalido como exportador de bananos un marino norteamericano, de nombre Lorenzo Dow Baker, quien sin proponérselo, había hecho en 1870 (el mismo año en el que Keith iniciaba sus actividades en Costa Rica) un gran negocio

transportando bananos de Jamaica a Estados Unidos. Para 1885 había creado la Boston Fruit Company, en compañía de Andrew Preston. Entre los dos fundaron la Gran Flota Blanca, encargada del transporte de bananos. Esta flota habría de convertirse con el tiempo en la flota privada más grande del mundo (15). A Keith le vinieron malos tiempos, tras la quiebra de la Hoadley & Company, uno de sus pro* veedores de capital, con la que, perdió un millón y medio de dólares. Eso lo llevó a conversar con Preston y Baker, en 1899, para la creación de una sola gran compañía: la United Fruit Company. Tras luchar con su principal competidora, la Cuyamel Company, controlada por el ruso ju- j dio Samuel Zemurray, muy conocedor del mercado bananero, la United Fruit Company se fusionó con ésta ampliando su campo de acción e incluyendo entre sus funcionarios al hábil Zemurray, que fue quien impulsó la creación de los principales centros productores de la compañía. La compañía instalaba la infraestructura necesaria en lugares hasta el momento inexplotados, creando verdaderos países de la nada. Para la década de los sesenta, cuando la compañía cambió su nombre al de United Brands Company, atravesó una de sus peores crisis financieras, acompañadas de problemas con el gobierno norteamericano. Asi-

12. MacCann, Thomas, Una empresa norteamericana: la tragedia de la United Fruit, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1978, Cap. 3. 13. May y Plaza, op. cit., pp. 9-14. 14. MacCann, Thomas, op. cit, cap. 3. 15. MacCann, Thomas, op. cit, cap. 3.

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mismo, durante la década de los setenta comenzó a perder los inmensos poderes que tradicionalmente había tenido en América Central, tras la creación de la UPEB (Unión de Países Exportadores de Banano), conformada por Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. Esta organización surgió como una respuesta regional a la política también regional de las multinacionales. Los países de América Central habían entrado a la década de los setenta obteniendo solamente el 11% de los ingresos del mercado bananero, mientras las multinacionales obtenían el 37% y los minoristas en los países de destino el 19% (16), por lo que la UPEB quería cambiar la situación introduciendo una mayor participación gubernamental en la explotación de la fruta. United Brands intentó sin éxito neutralizar a la UPEB, con lo que se pudo observar un cambio en la situación en un área en donde la compañía llegó a ser todopoderosa. Para la década de los 80, United Brands mostró cierta recuperación ampliando sus líneas de producción, convirtiéndose en la primera compañía a nivel mundial en el mercado de fruta fresca manteniendo su liderazgo en el mercado bananero, comenzando también a entrar exitosamente en el mercado de la carne. United Brands comenzó el año de 1990 con su nuevo, y tercer nombre: Chiquita Brands International Incorporated (17). El nombre de "Chiquita" lo

tomó de una de sus líneas de producción, la bananera, la cual llevaba este nombre y era por el que más se reconocía a la compañía. Este nuevo nombre lleva como logotipo una imagen que hace referencia a las frutas tropicales, productos que, en últimas, fueron los que llevaron a la compañía a su actual posición y que fueron, durante casi un siglo, su razón de ser. b) Historia de la compañía en Colombia

Antes de la llegada de la compañía hubo algunos intentos de exportación de banano, que fracasaron por la falta de capital y tecnología. La actividad sólo se afianzó cuando llegó la United Fruit en 1901. Esta compañía se vio estimulada, como otras compañías norteamericanas, por las políticas de promoción de Rafael Reyes en 1904 (18). Para 1912, ya la compañía estaba plenamente instalada, habiendo adquirido gran cantidad de tierras y controlando el ferrocarril de Santa Marta. Adaptó terrenos e instaló sistemas de regadío, además de convertirse en prestamista de la zona. Tras la lucha con Cuyamel, la compañía se vio obligada a controlar gastos, lo que puede explicar la actitud intransigente que tuvo en la huelga de 1929, la que terminó en un enfrentamiento del ejército con los huelguistas con un saldo de dos mil muertos. La United Fruit vio llegar la década de los treinta con disminuciones en las ventajas que la habían traído. Por un lado, terminaba el período de exención de im-

16. López, José Roberto, La economía del banano en Centroamérica, Ed. DEI, San José, 1986, pp. 33 y 34. 17. Chiquita Brands International Incorporated, Annual Report 1989, Cincinnati, p. 2. 18.White, Judith, op. cit., p. 23.

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puestos, hecho para promover la inversión extranjera, asi como para la concesión sobre el ferrocarril de Santa Marta. Y por otro lado, el gobierno colombiano presionaba a la compañía por una mayor participación colombiana en el manejo y ganancias de ésta, tras los sucesos del 29, así como una clara declaración de renta para el pago de impuestos. La situación social de la compañía tampoco se había solucionado para los inicios de esa década, pues además de los problemas sindicales, tenían problemas con campesinos de la región, no pertenecientes a la compañía, por asuntos de invasión de tierras sin cultivar. La gran depresión de los años treinta también afectó, como era de esperarse, a la United Fruit. Para 1931 las exportaciones de banano en la zona cayeron en un 80% (19), lo que obligó a la compañía a reducir salarios, medida que trajo una esperada reacción hostil por parte de los obreros. También, debido a la depresión, la compañía redujo entre 1929 y 1934, su extensión de cultivo en un 75% (20). En este período comenzó poco a poco el proceso de desmonte mediante la venta de tierras. A pesar de la crisis causada por la depresión y la huelga de 1931, la compañía no acabó ahí sus días en la zona gracias, en parte, a los pactos de retroventa que había arreglado con los hacendados de la región en épocas anteriores. Dichos contratos consistían en préstamos que otorgaba la compañía a estos propietarios con tierras como garantía. Al no tener suficiente para pagar, el

hacendado perdía la tierra. La United Fruit llegó a prestar US$5.000.000 a la Sociedad de Agricultores del Magdalena. Por otro lado, se puede suponer que otro factor que ayudó a la supervivencia de la compañía, fue el préstamo que otorgó al gobierno de Olaya Herrera por US$ 1.000.000, pues la prórroga de la concesión del ferrocarril ocurrió simultáneamente (Olaya Herrera recurrió a préstamos de compañías extranjeras durante la depresión). Esta concesión fue ampliada en treinta años (el contrato era hasta el 32 y duró hasta el 62). Asimismo, en 1932, se les otorgaron los derechos de irrigación, lo cual, obviamente, de acuerdo a la economía de la zona, les daba gran poder. En el año de 1938 se presenta una nueva huelga general además de la formación de un nuevo sindicato en los muelles. Para ese mismo año empiezan a deshacerse de sus tierras ya en forma sistemática, dejando la producción directa, comenzando a convertirse en intermediarios y transportadores. En este caso se puede observar que los problemas laborales tuvieron gran incidencia para que se llevara a cabo el proceso de retiro de la compañía. Hay que añadir que ese mismo año volvieron a tener problemas tributarios, tanto con el gobierno colombiano, como con el de los Estados Unidos. El estallido de la Segunda Guerra Mundial trajo a la zona la más grave crisis que había enfrentado. El bloqueo de las aguas del Caribe impidió la exportación del banano y la actividad fue suspendida durante los años de conflicto. Las expor-

19. White, Judith, op. cit., p. 117. 20. LeGrand, Catherine,"Campesinos y asalariados en la zona bananera de Santa Marta: 19001935", Anuario de Historia Social y de latidtura, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1983, p. 245.

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taciones llegaron a la absurda cifra de 500 racimos de banano en cinco años. La compañia se retiró de la zona durante esos años, creándose una situación caótica. Hubo una invasión de tierras de la United Fruit en forma descontrolada. Esto fue posible en gran parte gracias a que no había quien controlara nada en esos momentos. Además, había un sentimiento general de que la compañía había usurpado tierras y que los invasores de ellas estaban ejerciendo sus derechos, por lo que habría tenido un alto costo político para el gobierno intervenir. Por todo esto, el escenario que encontró la compañía, una vez terminada la guerra, no era nada halagador. Esto llevó a que, para su regreso, la compañía no comprara más tierras, sino que continuara con el proceso de venta y algunas otras solamente las tomara en arriendo, siguiendo con su nueva política de compra-venta de la fruta. Tras el 47, la compañía entró al país bajo el nombre de Frutera de Sevilla y se marchó en 1966.

Análisis Podemos dividir la permanencia de la United Fruit Company en el Magdalena en dos períodos: el comprendido entre su llegada a principios de siglo hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial y el que comprende los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, desde 1947, hasta su retirada en 1966. Como se dijo anteriormente, fue en este segundo período en el que la compañía encontró una situación

más desfavorable, a lo que se sumaba la aparición de una nueva compañía en la zona con capital colombiano: el Consorcio Bananero. Sin embargo, a pesar de estos inconvenientes la exportación bananera tuvo una recuperación en los cincuenta tras la crisis que había tenido en los años de guerra. Vale la pena anotar que, a pesar de todas las políticas de retiro llevadas a cabo por la United Fruit Company durante esas décadas, la compañía nunca declaró su intención de marcharse de la zona. Por el contrario, durante la década de los cincuenta, declaraban firmes intenciones de permanecer en el país, y señalaban sus políticas de venta de tierras y abandono de la explotación directa, como simples innovaciones administrativas. Esto se ve reflejado en la entrevista concedida por el señor John Strange (gerente general de la United Fruit Company en su dependencia de la Compañía Frutera de Sevilla) a la revista Economía Colombiana, en el año de 1957 (21), haciendo un análisis de las perspectivas de la industria bananera en la zona. Según Strange, la industria bananera estaba en pleno apogeo y no había razón para marcharse, sino que, por el contrario, se veían estimulados a continuar. Sin embargo, algunas de las declaraciones de Strange, pueden servir para analizar las posibles causas del retiro de la compañía de la zona. a) Situación del mercado internacional Analizando la exportación bananera de los países escogidos

21. Gilhodes, Pierre, "Monografía económica del Magdalena y de la industria del banano", Revista Economía Colombiana, XI, No 35 marzo

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para el período definido, se puede observar una tendencia decreciente de la participación colombiana en el mercado internacional, debido, más que todo, al aumento en participación de los otros países. La exportación bananera colombiana fue, desde un principio, inferior a la de los otros países analizados, sin embargo la diferencia con ellos fue aumentando con el tiempo. Esto se debe a que a partir de 1951 y el resto de la década de los cincuenta se observó un inmenso aumento de exportaciones en países como Ecuador, Costa Rica y Honduras. Las exportaciones colombianas tenían pequeñas oscilaciones, mientras que estos tres países llegaron, en momentos, a exportar más del doble de lo que exportaba Colombia. El caso más llamativo es el ecuatoriano, pues este país se convirtió en 1954 en el principal exportador de bananos a nivel mundial. En cuanto a los ingresos obtenidos por las exportaciones bana neras en los diferentes países, se observa que las diferencias en ingresos por exportación entre los diferentes países se mantuvieron más o menos constantes hasta principios de los sesenta, momento en que se presenta el brusco aumento de ingresos por parte de Ecuador. Asimismo, se observa cómo los demás países empezaron a tener al poco tiempo aumentos considerables de ingresos, llegando Honduras a alcanzar a Ecuador. Es notorio ver cómo los ingresos de Colombia se mantuvieron casi constantes durante ambas décadas, superando únicamente a Guatemala, país que había tenido una caída en sus exportaciones físicas superior a la de Colombia. Vemos entonces

para Colombia, una situación desfavorable con respecto a los demás países donde operaba la compañía, tanto en exportaciones físicas, como en ingresos por exportaciones. Por otro lado, al calcular los precios unitarios de la fruta para los diferentes países se aprecia claramente una muy desfavorable situación para la fruta colombiana, con respecto al resto de países exportadores analizados. Los precios unitarios del banano colombiano se encuentran incluso debajo de los de Guatemala, país que se encontraba en una situación inferior a la de Colombia en ingresos en dólares y cantidades físicas exportadas. Se ve entonces, que el banano colombiano tenía una aceptación en el mercado internacional menor que el de los otros países estudiados. El precio por tonelada colombiana había tenido un alza considerable en la segunda mitad de la década de los cincuenta, pero tuvo una caída en 1958, teniendo de ahí en adelante un precio oscilante, que nunca se encontró a buenos niveles, si los comparamos con los otros países analizados. El precio unitario más favorable se encontraba en aquellos países donde se dio el mayor aumento en exportación, por consiguiente, se explica también el gran aumento en ingresos por exportación de la fruta de estos mismos países. Aquí podría encontrarse una actitud muy lógica en cuanto al gran impulso de las exportaciones en estos países, pues es natural que si el precio unitario se encontraba en altos niveles, se realizaran inversiones que promovieran la exportación de la fruta en estos lugares, y que a la vez, se dejará de invertir en aquellos donde el precio fuera poco favorable.

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Sin embargo, esta situación la podemos comparar con la entre vista de John Strange antes mencionada, y observamos cier tas diferencias. En esa entrevis ta, Strange dijo que la compa ñía estaba realizando un plan de modernización de cultivos para aumentar la productividad, así como programas de ense ñanza, fumigación y asistencia técnica para los cultivadores no sólo pertenecientes a la compa ñía, sino a los independientes y al Consorcio. Esto último está confirmado en una entrevista de Francisco Dávila, gerente gene ral del Consorcio Bananero, a esa misma publicación. Sin em bargo, en cuanto a los planes de modernización, las declaracio nes de Strange contrastan con el estudio hecho por Judith White, en el que dice que duran te los últimos años de perma nencia en la zona, la compañía no llevó a cabo esta clase de programas, pues el Magdalena se estaba convirtiendo cada vez en una zona menos rentable, y que, por el contrario, se estaban desarrollando esta clase de pla nes en Honduras a escalas muy grandes. Esta contradicción, po dría interpretarse como una re ferencia a una modernización re lativa de la zona por parte de White, contra una absoluta por parte de Strange, sin que nece sariamente alguno mienta o se equivoque. En todo caso, tales gastos mencionados por Strange no podían ser en ningún momento beneficiosos para una zona que estaba perdiendo rentabilidad en comparación con otras. Además Strange, en el momento de dar la entrevista, sabía de la

firme decisión de la compañía de marcharse, pues él manejó la seccional de la compañía en Colombia desde 1930, por lo que estuvo al mando durante todo el proceso de retirada desde sus inicios. A esto hay que añadir las declaraciones que dio el notario de Aracataca, antiguo amigo de Strange, a Judith White. En dichas declaraciones, el notario asegura a White que Strange le había confesado a principios de los 50, la decisión de marcharse, debido a las continuas exigencias de los obreros. En su trabajo, White parece no tener conocimiento de la entrevista a Strange hecha por Economía Colombiana. Además, si Strange dijo eso al notario de Aracataca a principios de los cincuenta, lo hizo antes de su entrevista con Economía Colombiana, en la cual pronosticaba una permanencia de la compañía en la zona por muchos años más. La información anterior únicamente nos muestra los ingresos a nivel nacional por exportación de bananos pero no nos indica los ingresos de la compañía. Si se toman los porcentajes de participación de la compañía sobre el total de las exportaciones en cada país, se tiene una imagen más clara de la situación de la compañía en cada región. Para el caso de Guatemala, se calculó que el 89% de las exportaciones del país eran realizadas por la compañía. Este porcentaje se tomó incluso para los años del gobierno de Jacobo Arbenz, pues las expropiaciones realizadas durante esta administración a la compañía, sólo alcanzaron a afectar las tierras no cultivadas que ésta tenía (22).

22. Schlesinger y Kinzer, op. cit, pp. 76-77.

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Por lo demás, esta situación sólo se mantuvo durante los dos años de Gobierno Constitucional de Arbenz, antes del golpe de Estado comandado por Castillo Armas. En Honduras, la compañía controlaba el 75% de las exportaciones bananeras, siendo el resto de la Standard Fruit & Steamship Company. Para Panamá controlaba el 50% y en Ecuador el 33%. En cuanto a Colombia, se tomó como participación de la compañía, el 50% de las exportaciones realizadas desde el Magdalena, pues este fue el porcentaje que le correspondió a la compañía desde aproximadamente 1949. Además, se tomó la participación de la compañía en Urabá, la cual fue del 100% para el período analizado, pues la compañía entró en esa zona en 1963 y mantuvo el monopolio de la producción y exportación hasta 1968, cuando empezó a compartir estas actividades con las empresas colombianas Banacol, Uniban y Tecbaco. Al observar estos datos se ve que para el período en cuestión, la situación no monopólica de la compañía en Colombia le reportó menos ingresos del total de las exportaciones, contrario a lo que le sucedía en los países centroamericanos. Colombia se encontró siempre en una situación inferior a todos los países analizados, superando escasamente, a partir de 1964, a Guatemala. Sin embargo, este aumento a partir de este año se debe a la entrada del Urabá, impulsado por la United Frui. El Magdalena se destaca a mediados de los sesenta, por ser la única zona en la que la United Fruit Company podría haber tenido ingresos

brutos decrecientes, según lo que se ha analizado. Esta decadencia venía desde 1956, teniendo una leve recuperación en 1963. Vale la pena recordar que la entrevista de Strange fue realizada en 1957, momento en el que se estaba iniciando el decrecimiento de las exportaciones, mientras Strange pronosticaba mejoría en ellas. También se pudo observar cómo el haber hecho que Honduras alcanzara a Ecuador en exportaciones, significó para la compañía inmensas ventajas, pues obtuvo más ingresos por sus operaciones en Honduras que en Ecuador, que para el momento era uno de los principales exportadores mundiales, gracias a que en Honduras la compañía tenía un mayor control de las exportaciones que en Ecuador. Se observa también que, casi simultáneamente con la caída de sus ingresos de exportación en Magdalena, la compañía presenta grandes aumentos en países como Costa Rica, Panamá y el caso excepcional de Honduras. Este comportamiento de los datos podría interpretarse como un claro cambio de lugares de inversión de la compañía, pues mientras abandonaban el Magdalena y las exportaciones en este lugar caían, comenzaban auges exportadores en las otras zonas donde operaba, que tenían un precio más favorable de la fruta. En Honduras, el aumento en la producción ya hacía parte de un plan de inversión de la compañía a largo plazo (23). Claramente esto se ve en los otros países con grandes aumentos en ese período. Se

23. United Nations, op. cit, p. 105.

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puede ver entonces, que el grado de éxito de la compañía en cada país dependía en gran parte del grado de monopolio que tuviera sobre la producción y la exportación de la fruta. Este claro proceso de cambio de los lugares de inversión hacia lugares más favorables confirmaría la versión de White en cuanto a la disminución de la inversión por parte de la compañía en el Magdalena y el aumento de ésta en países como Honduras y otros lugares más rentables. Aquí habría cierta contradicción con las afirmaciones de Strange antes mencionadas, en las que pronosticaba mayores planes de inversión futuros para el Magdalena. La afirmación de White se encontraría confirmada con la declaración dada por William B. Masón en una carta escrita para el presente estudio en particular. William Masón fue durante un tiempo el encargado de la parte bananera de la United Fruit Company a nivel mundial. En su carta, Masón afirma que la United Fruit Company dejó de trabajar en la zona bananera de Santa Marta por problemas de costos y baja calidad de la fruta. El problema de la baja calidad de la fruta ya lo demostramos observando las diferencias en cuanto a precios unitarios en los diferentes lugares donde operaba la compañía. Ahí observamos que la calidad del banano colombiano era inferior al de los otros países. Asimismo, Masón afirma que esas desventajas del banano del Magdalena no las encontraron en la zona de Turbo, en Urabá, por lo que la compañía decidió trasladarse a

dicha zona. Si se hace una comparación entre ambas zonas para el período analizado, vemos por un lado que, tras haber sido una zona favorecida a nivel continental por el hecho de no haber sufrido la enfermedad "Mal de Panamá", que en cierta ocasión estuvo a punto de acabar con las plantaciones de América Central, éste llegó al Magdalena a principios de los 60s propagándose rápidamente, mientras que en Urabá ésta enfermedad se presentó aisladamente. Por otro lado, vale la pena ver el grado de monopolio de la compañía en cada zona. Mientras en la zona del Magdalena la compañía perdió su monopolio tras la entrada de otras empresas como el Consorcio Bananero, en el Urabá tuvo, hasta el 68, el control del 100% de la exportación. Esto mismo hacía que en Magdalena tuviera que competir con las otras compañías para la compra de la fruta a los productores locales, los cuales tenían libertad para vender a quien quisieran; por el contrario en Urabá, además de ser United Fruit Company la única empresa exportadora, los cultivadores locales estaban obligados por contrato a venderle a su subsidiaria, la Compañía Frutera de Sevilla (24). Asimismo, existían claras diferencias en cuanto a la calidad del banano de ambas regiones si se observan los diferentes precios pagados en Europa por los dos tipos de banano. El banano de Urabá contaba con una mejor aceptación. A pesar de ser de la misma raza, Urabá estaba dando un banano de mejor calidad que el Magdalena, región en la cual nunca se hicieron los cambios de especie en

24. Kamalprija, op. cit, cap. 2.

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los sembrados que se llevaron a cabo en América Central con el propósito de mejorar la pro ducción. Por otro lado, Urabá ofrecía ventajas para deshacerse de la fruta sin aceptación en el mercado internacional de una forma rentable. También se observaban mayores inversiones por parte de la United Fruit en Urabá que en Magdalena hacia mediados de los sesenta. Esto se ve reflejado en las mayores cantidades exportadas por el Urabá en el mismo período de tiempo que el Magdalena. Por último, existe otra muy impor tante diferencia entre las dos zo nas, que consiste en la forma de contratar la fuerza de trabajo. En Magdalena, los contratos, aunque realizados a través de un sindicato, eran a nivel indi vidual con la compañía. Por el contrario, en el Urabá, los con tratos colectivos eran firmados por el sindicato de Urabá, el cual se hacía responsable de em barcar el producto y pagar a los trabajadores. La compañía pa gaba una suma total y el sindica to era el encargado de distri buirla entre los trabajadores. La mecánica de este contrato hacía que en caso de problemas laborales, eran los productores los que debían llegar a un acuerdo con los trabajadores y no la compañía b)

Aspectos de legislación

Al hacer una comparación entre las diferentes legislaciones que pudieran concernir a una multinacional como la United Fruit en los diferentes países donde ella actuaba, observamos que para finales de los cincuenta y principios de los sesenta, organismos internacionales no recomendaban la inversión externa

en Colombia debido a la fuerte legislación social existente en el país. Observando, por ejemplo, las restricciones sobre participación nacional en el número total de empleados, se tiene que los países con políticas más favorables para las multinacionales eran Honduras y Panamá. Por otro lado, en cuanto a las obligaciones tributarias, observamos que en Colombia las multinacionales tenían mayores compromisos en este aspecto si se les compara con las naciones de América Central. Asimismo, en América Central las multinacionales tenían mayor libertad para el manejo de sus divisas, mientras que en Colombia se dieron ventajas en este aspecto décadas después de cuando habían sido implantadas en Costa Rica, Honduras, Panamá y Guatemala. Hacia el año de 1957, el gobierno permitió el cambio del dólar proveniente por exportaciones bananeras en el mercado libre. Esta innovación fue recibida con agrado por parte de los exportadores de banano, tanto de la United Fruit como de los exportadores locales. Según Francisco Dávila, quien fue presidente del Consorcio Bananero, en su artículo escrito para la revista Economía Colombiana, fue esta innovación cambiaría la que salvó a los exportadores colombianos de la agresiva política exportadora del Ecuador, pues les permitió aumentar sus inversiones internas con los mismos ingresos en divisas. Sin embargo, Dávila reconocía que esta política había evitado el ahogo, y no precisamente proporcionado un auge a la industria bananera colombiana, con respecto al Ecuador. Este tipo de declaraciones hacen notar la difícil situación en que se encontraba la exportación bananera Colombia-

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na, pues en ese mismo artículo, Dávila señala que para el futuro enfrentaban una no fácil situación, si querían competir con el Ecuador, pues este país continuaba con grandes programas de siembras nuevas y tenían precios de su fruta con los que resultaba difícil competir. Según Dávila, la política de tipo de cambio libre para el banano, fue tomada con cierta tardanza, pero en un momento en el que todavía era posible arreglar la situación. "Sin el cambio libre, la industria habría permanecido estática y, muy probablemente, el productor y exportador independiente habrían desaparecido", dijo textualmente (esta actitud, un poco más cautelosa, contrasta con el enorme optimismo de Strange en ese momento ). Por otro lado, hay que destacar que para la primera mitad de la década de los sesenta, diversos organismos internacionales recomendaban la reforma agraria que, aunque la United Fruit ya había abandonado el sistema de plantación, podría resultar poco estimulante. Otro factor que se daba por esos mismos años eran las exenciones de impuestos a algunos productos exportables para estimular la exportación. Ahí se vé que la United Fruit poco gozó de esos derechos de acuerdo a los informes dados por el ministro de Hacienda en su Memoria de 1963 y 1964, aunque de acuerdo con esos datos, la United Fruit se encontraba en una situación mejor que el Consorcio Bananero. Entonces, podemos ver en este aspecto analizado que en Colombia las disposiciones legales eran más fuertes que en

el resto de países analizados. Países como Honduras y Panamá ofrecían garantías mucho mayores, lo que se podría ver reflejado en el inmenso empuje dado a esta industria en especial en el caso hondureno. Para el resto de países se vio que las. disposiciones legales no diferían mucho entre sí, por lo que Honduras se destaca sobre todos. En Colombia se observa un cambio de políticas con cierta tardanza, pues empezaron a aplicar normas como el tipo de cambio libre a las exportaciones de banano casi una década después que los productores centroamericanos, y en un período de crisis del sector, es decir, casi que como una medida de rescate. También se observa que después de haber sido considerada Colombia uno de los países con mayores exigencias fiscales hacia las multinacionales, el país insistió aún más en aumentar impuestos en forma simultánea con políticas de reforma agraria, lo cual podría ser visto como un doble mal. Las políticas que se llegaron a llevar a cabo en búsqueda de mejores condiciones para el capital extranjero, poco afectaban a la United Fruit por la naturaleza de sus exportaciones. Sin embargo, vemos también, que por su misma forma de operar en el país, a la compañía poco le podían afectar las acciones realizadas por el Incora en sus planes de reforma agraria, contrario a lo sucedido en el pasado o que podía suceder en el momento en otros países donde continuaba con el sistema de plantación. Asimismo, las declaraciones del ministro Sanz de Santamaría con respecto a los ferrocarriles del Magdalena, en la sesión vespertina de la Cámara de Representantes del 25 de julio de 1963, en las que reco-

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mendaba reducir ciertos subsidios al transporte, entre los cuales se encontraba el ferrocarril, harían pensar que el término de la concesión sobre el ferrocarril a la compañía, pudo no haberle afectado en gran manera, pues según el ministro, el ferrocarril del Magdalena, en particular, tenía problemas laborales por exceso de empleados que no podía ocupar y estaba trabajando a pérdida los últimos años. La concesión sobre el ferrocarril para la compañía terminaba en 1963, por lo que se puede pensar que si la situación en el ferrocarril se encontraba, en los últimos momentos en que éste pertenecía a la compañía, en un estado como el que describía Sanz de Santamaría, podría decirse que la compañía se pudo haber liberado de una carga. c) Relación con las economías locales y su importancia Otra manera de ver las ventajas y desventajas a nivel internacional de las diferentes zonas donde operaba la United Fruit Company, sería observando el grado de importancia que ésta tuviera en el desarrollo económico y social de ellas. Esto se analizará bajo el supuesto de que una mayor importancia de la compañía en el desarrollo de un país inclinará al gobierno de este país a buscar una mayor permanencia en el tiempo de esta compañía y al mismo tiempo le dará a la compañía mayores argumentos que busquen convencer a los locales de las ventajas de su permanencia y las pérdidas que tendría el país en caso de que éste no ofreciera suficientes estímulos a la compañía para permanecer. En Costa Rica, las exportaciones dependían en 70 y 80% del café y banano, siendo la United Fruit la mayor empresa productora agrícola. La compañía manejaba dos de los cuatro ferrocarriles del país. Los otros dos operaban a pérdida, por lo que la compañía proporcionaba el único medio de transporte eficiente. Asimismo montó una red telefónica nacional y tenía la mitad de la inversión externa en manufacturas. Hacia fines de los cincuenta, las exportaciones de banano costarricense de la United Fruit

se hallaban en aumento, al mismo tiempo que aumentaba el número de tierras dedicadas a la plantación de la fruta (para este momento dicha compañía había dejado de aumentar sus tierras en Colombia y, por el contrario, se estaba deshaciendo de ellas). Asimismo, se encontraba diversificando sus cultivos introduciendo sembradíos de cacao. Estas dos últimas acciones las había llevado a cabo por arreglos con el Gobierno. Por otro lado, en Guatemala la economía dependía en la época en un 41% de las exportaciones de banano de los cuales el 89% eran realizadas por la United Fruit. También, poseía casi la mitad de las acciones del ferrocarril nacional, ferrocarriles propios en el Caribe y en el Pacífico. Asimismo, poseía una planta generadora de electricidad y, junto con otra compañía norteamericana, controlaba la telecomunicación guatemalteca con el exterior. En Honduras, país que presentaba la situación más favorable para las empresas extranjeras, tenemos que la United Fruit junto con la Standard Fruit & Steamship Co. generaban 30.000 empleos para un total de 1.500.000 habitantes del país. Las exportaciones bananeras representaban 2/3 del total de las exportaciones nacionales. La United Fruit era la compañía que más ingresos obtenía en el país. Asimismo, manejaba dos ferrocarriles, operaba las instalaciones del Puerto de Tela y controlaba el servicio telefónico doméstico del país, así como las comunicaciones con el exterior. Por otro lado, en este país, la compañía invirtió en obras de gran utilidad social como es el caso de la Escuela Agrícola Panamericana, de gran prestigio internacional, en el que becaba estudiantes para estudios superiores en el área agrícola, así como la fundación del Instituto de Investigación Agrícola Tropical. Este tipo de centros podía ser de gran importancia a un país con gran dependencia en la agricultura como Honduras, país que todavía en los años 80 seguía teniendo una alta dependencia en las exportaciones de café y bananos (25). Además, en las concesiones la compañía se comprometía con el

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Estado a otorgar escuelas, hospitales, mantener la policía en el área y otros servicios esenciales para las zonas donde operaba. Para la mayor parte de América Central, la compañía controlaba la mayor parte de los ferrocarriles junto con estaciones de radio. En Colombia, semejante a Ecuador, la situación es muy diferente a la presentada en América Central. En Colombia la exportación bananera representaba tan sólo el 4% del total de exportaciones, utilizaba menos del 0,25% de la tierra laborable y menos del 18% de los terrenos en producción bananera. Asimismo, sólo tenía concesión sobre el ferrocarril del Magdalena, la cual duraba hasta 1963 y para esa misma época estaba perdiendo el control sobre el regadío. A diferencia de los países anteriormente mencionados, a excepción de Ecuador, en Colombia la United Fruit no tenía la importancia en la economía que tenía en América Central. Esto se ve claramente en la parte de legislación sobre capital extranjero, en la cual los países centroamericanos tenían leyes

especiales para la United Fruit, mientras en Colombia esto no existía. Por el contrario, este tipo de legislación se iba renovando orientándola a otra clase de empresas. Aquí también se ve una relación entre la mayor dependencia nacional en la compañía, las mayores y favorables concesiones y los aumentos en exportaciones. En el caso de Honduras, país que dependía de la United Fruit no sólo en sus exportaciones sino también en su infraestructura económica y progreso social, las leyes eran mucho más favorables para la compañía, pues, obviamente a Honduras no le convenía perder a tan importante empresa. Esto se vio reflejado en el gran aumento en exportaciones de ese país, las cuales llegaron a alcanzar a las exportaciones ecuatorianas. Lo mismo, aunque en menor grado, se observa en el resto de países centroamericanos analizados, los cuales también eran altamente dependientes de la United Fruit. Entonces, en este aspecto, podemos concluir que en Colombia la United Fruit tenía un menor poder de

25. Kissinger, Henry, Informe de la Comisión Nacional Bipartita sobre Centroamérica, Ed. Norma, Bogotá, 1984, pp.41-42.

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negociación que en los demás países analizados, lo cual le quita ventajas al país. d) Situación gremial Al analizar la situación gremial, vemos que, curiosamente, ésta era más favorable para el segundo período de estadía de la United Fruit en Colombia (19471966) que para el primero. La primera época de estadía de la compañía en Colombia coincide con el período de mayor desarrollo del movimiento sindical. La United Fruit sintió el nacimiento del sindicalismo en su propio seno desde 1918, cuando se dio una huelga en la compañía en la que se presentó un pliego de peticiones, muy semejante al que fue presentado en 1928, que la compañía no aceptó. Para la segunda huelga la compañía ya tenía los antecedentes de otra huelga realizada en una compañía extranjera, que fue el caso del problema en la Tropical Oil en 1924, en la cual la compañía se negó a discutir el pliego y esto provocó actos de violencia. En esa ocasión, el gobierno dio su apoyo a la compañía y las demandas de los trabajadores no pudieron ser satisfechas. Para esos momentos la ley permitía el despido de gente involucrada en actividades sindicales. Sin embargo, más impacto que la huelga contra la Tropical Oil, tuvo la huelga contra la United Fruit, la cual minó el prestigio del Partido Conservador y preparó la subida del Partido Liberal al poder (26). Esta huelga terminó trágicamente, tras la represión violenta por parte del

ejército contra los trabajadores que manifestaron violentamente cuando la compañía empezó a contratar nuevos trabajadores para reemplazar a los huelguis tas. El saldo fue de alrededor de cien muertos y altas penas de cárcel para los organizadores. A finales de los cuarenta y princi pios de los cincuenta los sindi catos colombianos empezaron a perder poderío gracias, en par te, a la represión del gobierno conservador y a la creación de la unión sindical con orientación católica UTC. Al observarse el proceso del desarrollo sindical colombiano podría pensarse que estas organizaciones podrían no haber tenido mucha influen cia sobre la decisión de retirada de la compañía, pues al compa rar los dos períodos de la perma nencia de la compañía en Mag dalena, vemos una situación más favorable, en este aspecto, en el período en el que deciden retirarse, que en el período en el que se encontraban más afian zados en la zona. Sin embargo, esto no estaría muy de acuerdo con las declaraciones que según White, dio Strange al notario de Aracataca, pues según White, Strange sabía que la compañía planeaba retirarse de la zona de bido a las continuas exigencias de los obreros. Esto se debe, quizá, a que se dieron algunas huelgas tras el regreso de la compañía después de la Segun da Guerra Mundial, pero todo parece indicar que pesaron más las razones dadas por Masón sobre costos y calidad de la fruta.

e) Conclusiones En el análisis realizado se ob-

26. Urrutia, Miguel, op. cit., pp. 117-131.

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servó que los períodos de auge y crisis de la Zona Bananera del Magdalena estuvieron determinados, más por políticas de la empresa, tomadas desde su casa matriz en el exterior, que por decisiones gubernamentales o privadas nacionales. La creación de este enclave respondió a ventajas que ofrecía la zona para la compañía y su crisis sobrevino al perder estas ventajas.

Al observar las características de la zona en comparación con otras donde actuaba la compañía a nivel internacional, se ve que la desventaja relativa de la zona del Magdalena la llevó a cambiar sus formas de producción ahí, más que al propio retiro de dicha zona. Como ya se demostró, la compañía cambió su forma de producción por plantaciones al de compra-venta en Colombia, mientras fortalecía sus plantaciones en otros lugares. Podemos ver entonces, que la situación de la zona del Magdalena a nivel internacional, no daría la explicación completa de la crisis de la zona. Estas desventajas en legislación, calidad, situación en el mercado internacional, etc, que se analizaron hicieron que la compañía respondiera con los cambios en sistemas de producción mencionados. Con el nuevo sistema, la compañía se libraba de responder mucho a demandas laborales o diferentes tipos de manifestaciones nacionalistas, además de hacer más fácil una retirada total en un momento dado. Las causas de la crisis las podemos ver entonces de una mejor manera observando la situación de la zona a nivel nacional. Al igual que como lo había hecho en el Magdalena, la United Fruit Company creó en el Urabá un enclave bananero siendo la pionera en la zona. Sin embargo, la compañía no llegó al Urabá con los mismos sistemas de producción con los que llegó a Magdalena, sino que implantó desde un principio el sistema de compra-venta que ya venía utilizando en Magdalena desde finales de los 40. Esto nos muestra que la compañía llevó a cabo este tipo de políticas por la pérdida de las ventajas del sistema de plantación en el país como un todo, más que por pérdida de ventajas en el Magdalena como zona productora desde que implantó ahí ese sistema. Es decir, el cambio en sistemas de producción se hizo por características económicas e institucionales del país, mientras que el cambio de zona se hizo por características de ambas regiones como productoras.

La creación del Urabá como economía exportadora agrícola por parte de la United Fruit Company en una época relativamente reciente (1963), muestra cómo hasta épocas recientes en el país se ha tenido que continuar con la necesidad de recurrir a inversión externa en el área agrícola para poder desarrollar zonas no explotadas aún. La United Fruit Company llegó a esta zona a iniciar casi que de cero su desarrollo exportador, tal como lo había hecho en el Magdalena por 1901. Es decir, se llevó a cabo el mismo proceso, pero con mecánicas distintas. Sin embargo, el que la compañía haya cambiado sus formas de producción en Colombia, puede ser visto como algo positivo, pues muestra que en el país ya no era rentable mantener el viejo sistema de plantaciones (contrario a como siguió sucediendo en América Central hasta principios de los setenta), volviéndose más ventajoso el sistema de compra-venta que tiene una mayor participación nacional y es, en cierta forma, más "capitalista" que el sistema de plantaciones. Entonces, eso nos puede dar una visión de cierta evolución económica e institucional de Colombia con respecto a los otros países donde operaba la compañía. Lo sucedido en el Magdalena nos lleva a ver que de crearse nuevos enclaves agrícolas exportadores mediante la inversión externa, tal como ocurrió en este departamento, una poca articulación con la economía interna, así como una baja participación nacional en su explotación, puede hacer que estos desaparezcan de una forma tan fácil como sucedió en esa zona. 0 sea, por simples decisiones tomadas en el seno de la compañía encargada de su explotación, para la que dicha zona no constituya su única área de interés. Sin embargo, la evolución económica e institucional, que mencionamos antes, haría más difícil que se presentara una crisis como la que se presentó en el Magdalena, pero esto no se daría, siempre y cuando exista una significativa participación nacional (sin descartar en ningún momento el impulso que puede darle la inversión extranjera al desarrollo de una economía agrícola de exportación) acompañada de una mayor articulación con la economía local y nacional.

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NOTICIAS

El Departamento de Historia de la Universidad Nacional abrirá a partir del primer semestre de 1992 la carrera de Historia. La apertura de los estudios profesionales de Historia de la Universidad Nacional, a la vez que reafirma el trabajo historiografía) realizado por algunos de sus profesores, constituye una respuesta a las crecientes demandas de profesionalización de la disciplina, el ensanchamiento del campo investigativo y al notable interés que en diversos segmentos de la sociedad ha despertado la literatura histórica en los últimos años. Informes en la Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Historia (Oficina No. 3065, teléfono 2683056).

Pregrado en historia

El Centro de Estudios Internacionales (CEI) de la Universidad de los Andes abrirá en el segundo semestre del presente año una especialización en Relaciones Internacionales y Negocios. La especialización tendrá una duración de un año y contará con cursos previos de nivelación. Estará dirigido a todas aquellas personas que, poseyendo un título universitario, deseen profundizar conocimientos sobre la política internacional y las prácticas de negociación internacional de Colombia. La convocatoria se realizará en el próximo mes de junio. Mayores informaciones en CEI, carrera 19 No. 1-46, tels.: 2867504 - 2867505.

Especialización en relaciones internacionales y negociación

Durante el primer seminario del presente año el departamento de Historia de la Universidad de los Andes y el Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales (CIDER) organizaron un ciclo de conferencias sobre las "Perspectivas históricas de los estudios regionales en Colombia" que contó con la participación de desta cadas personalidades del mundo académico nacional. Dada la im portancia del evento y de los tópicos analizados se prevé publicar próximamente las memorias del ciclo.

Conferencias de historia regional

En los días 25, 26 y 27 de septiembre de 1991 la Universidad Federal de Santa Catalina, en Florianópolis, Santa Catalina, Brasil,

Historia y computación

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organizará un encuentro internacional de Historia y Computación. Este evento contará también con la participación de la Asociación de Historia y Computación de los países bajos (UGI)y la Asociación Internacional para la Aplicación de Métodos Cualitativos en Historia (Interquant). El objetivo del evento es intercambiar experiencias en el uso de computadores en la investigación y la enseñanza de la historia. Para mayor información dirigirse a: Ernesto Ruiz, cruso de Pós-graduac.ao en Historia. UFSC, 88.094, Florianópolis, Brasil.

Seminario Gramsci y la realidad colombiana

Los días 4 y 5 de mayo de 1991, en Bogotá se celebró un Seminario sobre la realidad colombiana y el pensamiento de Antonio Gramsci que versó sobre los siguientes temas: 1. Democracia, socialismo y modernidad;2. Estado, partidos y sociedad en Colombia; 3. Filosofía, cultura y política en el pensamiento de Antonio Gramsci.

XVIII Congreso "ALAS"

Los días comprendidos entre el 28 al 31 de mayo de 1991 se llevó a cabo el XVIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociólogos (A.L.A.S.) "Los desafíos de América Latina y el Caribe ante el mundo cambiante". Sitio: Palacio de las convenciones en la ciudad de la Habana, Cuba. Informes: en el Centro de Estudios sobre América, 18, No. 3-16E 3a. y 5a. avenida playa, La Habana, dirigirse a Luis Suárez Salazar, presidente comité organizador, o en Bogotá Caribe Representaciones Ltda., teléfono, 2840162.

Documentos de trabajo

El departamento de Historia ha comenzado a reeditar una serie de documentos de trabajo. En este momento tenemos a disposición del público los siguientes títulos: —Enrique Mendoza, El Siglo XX y la historiografía rural contemporánea en América Latina, precio $1.000. —Jaime Jaramillo Uribe, Tendencias científicas y frecuencias temáticas del pensamiento histórico latinoamericano, precio $1.000. — María Carrizosa de López, Historiografía política colombiana, precio $400. — Hugo Fazio, Medviedev: Historiador soviético no oficial, precio $500. — Susy Bermúdez, Análisis de trabajos históricos escritos sobre la mujer latinoamericana durante los períodos de la conquista y la colonia, precio $850. — Hugo Fazio, Análisis comparativo de la política brezhneviana y gorbachoviana en relación a América Latina, precio $850. — Hugo Fazio, Fuerzas sociales, fracciones políticas y definición de la política exterior de la URSS. El caso de las relaciones con el Tercer Mundo, precio $850.

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RESEÑAS

José Jairo González, Elsy Marulanda Álvaroz: Historias de frontera: Colonización y guerras en el Sumapaz, CINER Bogotá, 1990.

La recuperación de las historias de vida que impusiera en su momento Óscar Lewis ofrece un ángulo de análisis que no siempre es tenido en cuenta por los estudiosos, incluyendo frecuentemente a quienes aplican este sendero para la recolección de información: la perspectiva de

lo local o, más propiamente, la visión del espacio que ofrecen los protagonistas. En el caso de las Historias de frontera de José Jairo González y Elsy Marulanda nos encontramos con un doble protagonismo entrelazado: el de los personajes de la aventura colonizadora y el de la construcción social de una región. Es precisamente este entrelazamiento el que da particularidad a este rincón del oriente tolimense como una unidad discreta en términos históricos y de la geografía humana.

las cuales se tejió la historia de una compleja sociedad local.

El estudio comprende una exposición introductoria sobre el proceso de la colonización en el Sumapaz, en particular de su flanco occidental u oriente tolimense; los conflictos que desembocaron en "la violencia" y las primeras acciones del Frente Nacional dirigidas hacia la neutralización de los conflictos en la región.

Pero los ejes de los relatos así identificados no agotan su temática. La inscripción de este estudio dentro del concepto de "Colombia como país en construcción" provoca necesariamente otras apreciaciones, en particular cuando se ha venido mirando desde esa misma orilla la formación de toda una corriente en los esfuerzos por comprender las urdimbres de nuestra historia nacional, las cuales parecen también arrojar luces para los esfuerzos encaminados hacia la salida del laberinto.

Esta introducción es la puerta de entrada a los cuatro grandes relatos, construidos por personajes que en forma alguna pretenden la calidad de héroes, que con sencillez proverbial unen sus recuerdos de las peripecias con

Los ejes de los relatos son la experiencia colonizadora y la guerra. Necesariamente, las vivencias políticas y militares son componentes igualmente centrales en estos testimonios y su aporte a la comprensión de estas facetas del desarrollo histórico colombiano habrá de potenciarse en la síntesis que será preciso realizar cuando dispongamos de un acopio mayor de historias regionales.

La desgarradora saga de la Vio-

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lencia presenta a esta región del Sumapaz como una de las más martirizadas durante los períodos centrales de esa etapa de nuestro desarrollo y al seguir los relatos se van encontrando algunas de las pistas necesarias para entender la crudeza de los conflictos. Allí, como en otras regiones de conflicto —en los años 50 o en el reciente panorama de los 80—, se trató de experiencias en la formación de sociedades campesinas en los resquicios dejados por el latifundio. Al lado de las particularidades biográficas, de las procedencias locales, de las diferencias familiares, de los pareceres éticos, los relatos nos muestran una comunidad de intereses, expresada en "la voluntad de fundarse", en el propósito compartido de hacer una vida nueva, sustentada en el trabajo propio, sin deber lealtades diferentes de las basadas en la ayuda mutua y el respeto entre iguales. Estos son los propósitos que también encontramos en otras historias, de personajes similares, que han intentado encontrar esta misma forma de hacer una vida propia, en otros espacios de la geografía colombiana, como las que ya en otras oportunidades ha tejido la mano maestra de Alfredo Molano. Dolorosamente también, estas historias han entrado en el que hemos denominado el círculo de "colonización-conflicto-migración-colonización", a través del cual se ha ampliado históricamente la frontera agraria colombiana, con el trabajo campesino y la acumulación lograda gracias a su despojo, generalmente violento.

Vistas desde la perspectiva de la formación de los espacios y de las historias de vida, tenemos entonces que las constantes son estos esfuerzos por persistir como campesinos, en los cuales intervienen no solamente personajes procedentes del medio rural sino que tampoco son ajenos quienes han tenido experiencia urbana.

te ingrediente ha logrado incluso frustrar los propósitos de la movilización. Sin embargo, no tratamos tanto de juzgar sino de comprender el sentido de estas dinámicas, que manifiestan la decisión de las comunidades campesinas de permanecer en el tiempo, así sea sacrificando los espacios previamente construidos.

Al mismo tiempo, los hilos de estas vidas, a través de los cuales se manifiesta la persistencia de un propósito por encima de las dificultades, nos trasladan a otros escenarios físicos, en una secuencia constante: luego de una derrota de la alternativa campesina, quienes a ella se aferran, buscan nuevos horizontes para intentarla una vez más, abriendo nuevos espacios en donde replicar formas de vida y convivencia ya conocidas y experimentadas. Es así como se eslabonan por encima de los lomos de la cordillera las comarcas campesinas de Villarrica. El Duda, el Alto Ariari, El Guayabero, El Caguán.

De acuerdo con este propósito llaman la atención los cambios en los sentidos de las movili zaciones, no solamente en tér minos espaciales sino desde la perspectiva de su inserción en el cuadro político colombiano. Un momento culminante de los relatos es el desplazamiento, en derrota, de quienes quisieron "fundarse", y que, como hemos visto, se orienta a encontrar otras tierras "más agradeci das": La misma carta-testi monio de don Jorge Wolf en su destierro bogotano es muestra de las condiciones en las cuales se produjo y se produce el desa lojo. En todos estos relatos, la estampida lleva a los campesi nos a internarse en el monte; precisamente, a colocar un nue vo peldaño en la ampliación de la frontera para el capital. Sin em bargo, algo que estas historias no alcanzaron a recoger, pero que uno de sus protagonistas logra vislumbrar, es el nuevo escenario de la afirmación cam pesina, comenzado a construir por los herederos de los que algún día buscaron salidas por las selvas de la Galilea y los desfiladeros del Duda huyendo de las bombas y las intole rancias.

En los relatos recogidos por Jairo González y Elsy Marulanda aparece el componente de las "columnas de marcha" como experiencia peculiar de las migraciones campesinas en el contexto de la Violencia y bien vale destacarla precisamente como uno de los componentes de ese eslabonamiento espacial al que se hizo referencia previamente. Dadas las particularidades de la vida política colombiana y en especial de sus manifestaciones rurales, el componente militar desafortunadamente no ha dejado de estar presente en ellas. Más aún, en otros espacios de la geografía de los conflictos en Colombia, es-

En efecto, en el escenario de fines de los setenta y comienzos de los ochenta, una experiencia que también fue reco-

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gida por el Cinep, (me refiero a los bombardeos de El Pato) fue la escenificada por los colonos de esa región, nuevamente acosados por expresiones de violencia oficial. Pero esta vez los colonos no huyeron al monte sino que dirigieron su marcha a la toma pacífica de Neiva. Unos pocos años más tarde, lo hicieron hacia San José del

Guaviare. Los colonos de La Macarena (hijos y nietos de Villarrica) marcharon hacia Bogotá y detuvieron su camino, para negociar en Iraca. También han marchado a Cartagena, Barranca y a otras ciudades. En un panorama que reconocemos sin muchas dificultades, percibimos, sin optimismos fáciles, un cambio en el sentido

de la movilización campesina. Ciertamente, el contexto no es favorable para la reivindicación popular, pero la redefinición del pacto social que comienza a perfilarse, abre dentro de las brechas de la crisis, espacios a quienes acarician el sueño de sembrar futuro con las propias manos. Darío Fajardo M.

Respuesta a la reseña: Historias de frontera. LA HISTORIA DESDE ABAJO Fue Heidegger, el gran filósofo alemán, quien introdujo nueva mente al hombre en la morada de su ser: "El ser es la morada del hombre", nos enseñaba en sus primeras lecciones de filosofía. Un poco recogiendo esta dimen sión profundamente existencial y un poco parafraseando al gran maestro, pensaríamos con él, que la memoria es la morada del

los grandes procesos sociales, de restituirle a los "otros", que en la gran mayoría de los casos suelen ser los humildes,su memoria, es decir, darle la oportunidad de construir su propia versión sobre los acontecimientos de los cuales ellos también, si no los más, fueron sus protagonistas.

ser.

Y no se trata de contraponer neciamente la memoria de "los de arriba" con la memoria de " lo s d e abajo " h asta pon erlas en insana competencia por la supuesta búsqueda de la verd ad . N o p en s amo s in g enu amente que en cada una por separado esté la verdad del hecho, ni muchísimo menos que una sea "más verdadera" que la otra. Contrariamente, creemos que en ese nunca acabado ejercicio por aproximarnos a la reconstrucción histórica de un proceso social no podemos darnos el lujo, y menos ahora, de seguir ignorando al "resto" de protagonistas del mismo, ni, metodológicamente hablando, apegarnos sólo a las reglas, procedimientos y fuentes tradicionalmente consideradas como científicas, que son innegablemente de uso imprescindible, pero que a la

Pero, ¿quién sin ser un aventa jado en el tema, puede negar que el recurso a la Memoria es un odioso privilegio asignado de an temano a quienes tienen el po der para escribirla, para con tarla o bien para encargarla al memorialista de oficio y fabricar desde arriba las memorias de un suceso, un evento, un proceso o una simple gestión? Por eso existen, y además son nece sarias, las memorias de los reyes, presidentes, ministros, hombres de empresa, hacendados, mili tares... Pero, ¿y la memoria de los "otros", del resto de la hu manidad? Afortunadamente, desde hace ya algunas décadas en el mundo y algunos años en Colombia, corre el afán de los estudiosos de

vez muestran signos de incompletud o de fatiga, cuando se trata de explorar por ciertas tramas de los procesos históricos. Pensemos, no más, en cuántos elementos de la trama de la Revolución Mexicana se nos hubieran quedado ocultos de no ser por la prodigiosa novela, "Los de abajo" del gran escritor mexicano o bien, en nuestra literatura, cuánto le debemos a Medardo Rivas, a pesar del entusiasmo de éste por las hazañas de sus hacendados, por las descripciones fugaces que hace de esas criaturitas que él llama eufemísticamente los "trabajadores de tierra caliente". Y es que cuando habla mos de la fatiga de ciertas fuentes, no estamos descalificando su uso, ni más faltaba. Simplemente denunciamos los males que las aquejan y sus limitaciones, sobre todo para el estudio y el logro de ciertos resultados, aquellos que buscan llegar a la historia de "los de abajo". Nosotros quisimos, en este trabajo preliminar sobre el Sumapaz, y aún sin saber si lo logra-

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mos, acicalarle a todo el proceso de colonización y violencia en la región estudiada, toda la fuerza que emana de la memoria de los humildes. Y lo hicimos no sólo apoyándonos en su palabra, en su fuente oral, sino también en sus propios testimonios que quedaron consignados, gracias al rutinario ejercicio de una diligencia judicial, en los centenares de expedientes que reposan en los juzgados del Tolima y Cundinamarca, en los miles de cartas memoriales que ellos mismos, rústica, inocente, pero valerosamente, enviaron a los organismos oficiales y no oficiales y que descansan en los diferentes archivos o en los baúles de algunas familias de los protagonistas. Y es que frente a la inaplazable tarea de reconstruir los procesos históricos "desde abajo" el investigador puede y debe, siempre que lo haga con responsabilidad, crear nuevas fuentes, inventar caminos que lo lleven al encuentro de esos personajes tan esquivos e ignorados dentro del clasicismo de la investigación social, que lo lleven a "los de abajo" sin prejuicios populistas o elitistas, simplemente como historiador. Se trata, en suma, como bien lo expresara ese gran maestro de la historia, Lucien Febvre, de hacer la historia "con todo lo que el ingenio del historiador pueda permitirle utilizar para fabricar su miel, a falta de las flores usuales. Por tanto, con palabras. Con signos. Con paisajes y con

tejas. Con formas de campo y malas hierbas. Con eclipses de luna y cabestros... En una palabra: con todo lo que siendo del hombre depende del hombre, sirve al hombre, expresa al hombre, significa la presencia, la actividad y las formas de ser el hombre". Con esas fuentes orales, directas o indirectas, validadas también por las fuentes escritas, están tejidas estas Historias de frontera que presentamos a ustedes. Las llamamos así, porque son las historias de las sociedades móviles, de poblaciones aluvionales, de inmigrantes eternos, viajeros del espacio, en fin, la historia que se produce en esas fronteras espacio-sociales, en esas zonas que permanentemente se trasladan y van configurando nuestra totalidad como Estado-nación, en proceso de construcción todavía. Es en la historia de fronteras, donde está la infancia y la adolescencia de nuestra sociedad mayor, donde hemos querido hurgar para encontrar en esa especie de psicogénesis social la explicación de algunos de nuestros actuales traumas, distorsiones y perversiones, tan recurrentes en nuestra sociedad de hoy. Es la historia también de esas, algunas veces imperceptibles para la lente del investigador, pequeñas revueltas campesinas, de esas pequeñísimas revoluciones territoriales que se producen en nuestra inmensa área geográfica, adentro de la selva

y la llanura, aguas abajó o arriba, no importa, en lo profundo de las montañas, lugares donde habitan los colonos, esos personajes cubiertos siempre con la sombra de la sospecha y expuestos sistemáticamente a las retaliaciones y vacilaciones de las sociedades sedimentadas. Son las historias de frontera donde anida la esperanza, el gusto por la vida, pero también la tragedia recurrente de la muerte, la misma que se llevó, apenas hace quince días, a uno de nuestros protagonistas, Rodolfo Bazurdo, asesinado en su propia morada por una banda de asaltantes que vestían prendas militares, y de quien a nosotros, como único consuelo nos queda el recuerdo de haber sido orgullosamente sus amanuenses. Como un modesto homenaje a todos ellos, a quienes ya murieron y a quienes por fortuna viven, concebimos este trabajo que quizás el único acierto que tiene es el de haberse podido escribir a varias manos y contar a varias voces, sobre diversas alternativas y abierto a las más disímiles interpretaciones, sin ninguna pretensión dogmática, ideológica, protagónica o heroica. Así están puestas estas notas como simples "diarios" de la colonización, "diarios" de la guerra, en medio del eros que le dio vida a estos procesos de colonización, pero también, junto a los impulsos tanáticos que explican sus guerras, hasta hoy.

José Jairo González Arias - Elsy Marulanda Alvarez

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vulsión: 1917-1941. La atención se centra de manera especial en los elementos sociales formativos y modeladores del stalinismo.

Moshe Lewin: La formation du systéme soviétique. Bibliotéque des historiens, Gallimard, Paris, 1987. Este libro, de uno de los más grandes exponentes de la corriente "revisionista" de interpretación de la realidad soviética, constituye, sin lugar a dudas, una de las obras más significativas y profundas del estudio de la Unión Soviética, imprescindible para cualquier persona que desee tomar conocimiento de la experiencia histórica de la URSS. Lewin es uno de los pocos investigadores occidentales que ha dedicado parte importante de su vida y de su obra al estudio de la historia social de la URSS (1). El libro que aquí reseñamos podemos calificarlo como su más grande aporte en la medida en que en él explora de manera minuciosa la conformación del tejido social de la URSS y sus repercusiones en la política en un período de gran con-

Este trabajo posee un par de peculiaridades: es una recopilación de artículos del autor que, a diferencia de la mayoría de estas selecciones, posee una gran unidad temática, espacial y temporal. En este sentido, el libro se lee como un todo y no como una multitud de fragmentos sobre diversos tópicos de interés histórico. La otra característica de este trabajo es que se apoya fundamentalmente en fuentes y escritos soviéticos (sus referencias a los autores occidentales son esporádicas). En este sentido, reviste especial interés el hecho de que Lewin demuestra — sin hacer alusiones concretas a esto— que en la historiografía soviética han coexistido y coexisten diversas interpretaciones —muchas veces contradictorias— sobre aspectos particulares de la vida soviética. Es decir, el aparente "monolitismo" ideológico e interpretativo de la academia soviética, que nos han intentado mostrar los especialistas occidentales, no correspondería para nada con la realidad. Dentro de los aspectos que más llaman la atención de este trabajo se ubica la revaluación de la experiencia soviética y la crítica demoledora a las interpretaciones tradicionales. No tan sólo muestra el entorno en que han nacido estas corrientes (competición y hostilidad con los EE.UU., la "revolución cultural" china que en algún momen-

to se pensó que sería un intento de respuesta a la experiencia soviética y las veleidades de los intelectuales parisinos "que se interesan ante todo en sí mismos") sino además los vacíos en sus explicaciones que han reposado casi únicamente en lo político e institucional. Con su trabajo Lewin ha pretendido rebatir los postulados de la "escuela totalitaria". Desde los años cincuenta los estudios soviéticos en Occidente han estado dominados por los sostenedores de las tesis del "totalitarismo". A través de esta noción se ha pretendido demostrar que los procesos históricos en la Unión Soviética se han originado por la existencia de un partido totalitario (el partido bolchevique), portador de una ideología autoritaria (el marxismoleninismo), que, a través de un golpe de Estado (revolución de octubre) se emparentó del poder, se fusionó con el Estado y mediante el ejercicio desmedido de la violencia desarticuló la economía, ahogó la "sociedad civil", y culminó en una de las más despóticas dictaduras. La importancia del análisis de Lewin es que se cuestiona íntegramente este proceder y demuestra que la simbiosis entre la sociedad civil y el Estado siempre ha existido en la URSS y ha sido esta sociedad la que en buena medida ha modelado al Estado y se ha proyectado en las formas de hacer política. Lo que ocurrió en la primera mitad del presente siglo fue que la sociedad civil rusa existía bajo una morfología diferente en la cual el elemento campesino constituía

1. Les paysans et la collectivisation 1927-1929, Mouton, París, 1966 y La grande mutation soviétique, la Decouverte, París, 1989.

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su armazón. Es decir, el hecho de que no fuera una "sociedad civil" a la occidental no significa que no existiera, ni menos aún que estuviese "ahogada" por el poder político. El campesinado (más del 80% de la población en la década de los veinte) con sus tradiciones, sus formas naturales de solida ridad y con su espíritu iguali tario (aproximadamente el 95% de la tierra pasó a manos de las comunidades —obschinas— en los años inmediatamente poste riores a la revolución) fue el único grupo social que logró sobrevivir a todos los trastornos (Primera Guerra Mundial, revo luciones, guerra civil, interven ción extranjera, etc.) que azo taron a Rusia en esos años y se convirtió en el centro de la vida nacional. Sus acciones, que iban a la par de las consignas bolcheviques, pero sin ser las mismas, imprimieron una tónica particular a la naciente historia soviética, arcaizaron la sociedad (mediante la destrucción del ca pitalismo) y también la ruralizaron. Como bien lo demuestra Lewin es impensable el análisis de la historia soviética sin com prender y tener en cuenta la im portancia de la población cam pesina y de sus formas de or ganización. Otro valioso aspecto de esta obra que merece ser resaltado es que en tanto que historia social no reproduce los estereotipos de la mayoría de los investigadores que se han dedicado al problema, quienes han percibido lo social como una emanación de las di-

rectrices gubernamentales (2). Como señalábamos recientemente el trabajo de Lewin demuestra magistralmente que el estudio del tejido social constituye una plataforma para la comprensión de la configuración de la política, del Estado y también de las formas de producción. Es decir, el problema se focaliza en la realidad social misma y de ahí se perciben las otras instancias y esferas. En este trabajo se sugieren otro tipo de problemáticas que merecen atención y una mayor profundización en el conocimiento. Para Lewin los inicios de la colectivización no fueron el resultado de la simple presión administrativa, sino que fue una especie de "lucha de clases" de los campesinos pobres contra los ricos. Desgraciadamente este tipo de aseveraciones no se profundizan en la obra, pero dan importantes pistas para repensar los inicios del stalinismo, sobre todo en un momento como el actual, cuando con los cambios en curso es menester replantearse cuál ha sido el desarrollo soviético. Lewin también demuestra que la composición de la sociedad soviética sufrió cambios fundamentales en la década de los treintas. Se aceleró vertiginosamente el proceso de urbanizazación (como resultado de la industrialización y del crecimiento del aparato administrativo), millares de personas emigraron del campo a la ciudad (¡30 millones entre 1926 y 1939, sin crearse cinturones de miseria!) se

abrieron los canales para la movilidad social principalmente de los sectores pobres y marginados hacia más altas posiciones en la pirámide social. O sea, la década constitutiva del stalinismo fue un período de "revolución social". Posteriormente, en otro libro, teniendo en mente el fenómeno stalinista escribió: "El mundo, desgraciadamente no está al abrigo del despotismo y de la opresión de Estado; pero afortunadamente, ningún Estado ha podido siquiera imaginarse cómo dominar la complejidad de la sociedad humana". A través de hipótesis que el autor plantea, algunos tópicos de la historia soviética ameritarían una mayor reflexión. En tal sentido, consideramos que una de las más grandes limitantes de la posición asumida por el autor —que en ningún caso le resta valor a la obra— radica en que a través de la crítica al stalinismo (modelo autoritario, personalizado y deformante que habría comprimido al máximo la sociedad para obtener los recursos para la acumulación y erección de una poderosa industria), se aleja del actor social como elemento constitutivo del acontecer político y termina reproduciendo buena parte de las valoraciones de las interpretaciones tradicionales: el stalinismo habría sido un "desvío" propiamente ruso de la modernización; la simple aculturación de algunos sectores de la sociedad no posibilitó que se constituyera una clase de intelectuales para realizar las deseadas

2. El más grande exponente de este tipo de interpretación es E. H. Carr quien creía que el análisis social en las condiciones soviéticas era impensable como resultado de que no existia ninguna clase que pudiese desempeñar el papel dirigente o que dominara la sociedad, lo que conllevó a que el Estado se convirtió en la instancia modeladora de la estructura social. Véase la monumental obra Historia de la Rusia soviética, varios tomos, Alianza, Madrid.

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transformaciones (atraso versus progreso); la cultura campesina permitió que se reprodujeran hábitos autoritarios (el culto a la personalidad sería una versión moderna del buen zar) (dictadura versus democracia), etc. En otras palabras, la visión occidental de la experiencia soviética le ha impedido ver que el modelo instaurado respondía a condiciones económicas, sociales, políticas y culturales pro: pias de Rusia. Por esta razón principal inscribimos a Lewin dentro de la corriente "revisionista", pues intenta ser una interpretación al-

ternativa a la escuela "totalitaria" dentro de los paradigmas de la modernización, pero en ningún caso por fuera de ella. Si bien han sido los "revisionistas" precisamente quienes más han aportado en el conocimiento de otros aspectos de la historia soviética, como corriente han entrado últimamente en una fase de crisis. Su percepción de la URSS siempre a la luz de lo que ha sido la experiencia occidental se ha visto en serios aprietos cuando analizan el campo de lo social. El tejido de la sociedad les ayuda a explicar las particularidades societales de Rusia, pero cuando

se llega al "desvío" o sea al stalinismo, uno no entiende por obra de quién el Estado se apodera de la sociedad y reproduce una sangrienta dictadura y la sociedad como elemento dinámico desaparece bajo los tentáculos del Estado. ¿Será que de darse una interpretación social del stalinismo, se correría el riesgo de ejemplificar en el caso de la URSS un curso natural de acumulación y desarrollo diametralmente diferente al Occidental? ¿Será que la metahistoria catalizada por la experiencia occidental podría quedar desvirtuada y por eso dicho enfoque es abandonado? Hugo Fazio V.

Las siguientes notas son un ejercicio de indagación acerca de la virtual utilidad y fecundidad historiográfica de la noción de revolución burguesa. Estas notas se construyen en función del muy debatido trabajo de Francois Furet Pensar la revolución francesa.

Alan Arias Marín y Ma. Teresa Calderón: Pensando Pensarla Revolución Francesa...

Como es sabido la revolución francesa constituye el arquetipo fundamental de lo que sería la revolución burguesa, esto es, los procesos de ruptura e innovación que caracterizarían la irrupción y el establecimiento de formas sociales propiamente modernas, estructuradas las actividades productivas en torno al mercado, regidas por una cultura de corte individualista y con unas instituciones políticas y jurídicas correspondientes a la democracia representativa. Para Furet la noción clásica,

predominante en la historiografía de revolución burguesa no tiene un genuino rango conceptual, es más bien una noción que enmascara dos presupuestos sin fundamento: el carácter necesario del evento o acontecimiento histórico revolución francesa, y el de que se trata de una ruptura de épocas. A su parecer "revolución burguesa" es una especie de punto focal en el que se traslapan los tiempos y se sobreponen todos los niveles de la realidad histórica. Anulación del pasado, constitución del presente y diseño del porvenir, operación reductiva carente de fecundidad explicativa. Consideración de acontecimientos que generan capitalismo en el nivel económico, predominio burgués en el orden social y político y valores ideológicos de clase (1). Operación

1. Cfr. Furet, Francois. Pensar la Revolución, págs. 32-33.

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que confunde los diversos niveles y que erige a la clase burguesa como actor histórico homogéneo y protagónico "A una obra considerada inevitable se le ofrece un agente perfectamente adaptado. Al sistematizar la idea de una ruptura radical entre el antes y el después, la interpretación social de la revolución francesa corona una metafísica de la esencia y de la fatalidad" (2). Así, la revolución burguesa estaría haciendo referencia simultánea a un contenido y a un actor históricos que se desarrollan al unísono durante la necesaria e inevitable explosión revolucionaria. No obstante que Furet desecha con vehemencia la noción de revolución burguesa en tanto ruptura necesaria explicada causalmente, reconoce en el fenómeno revolucionario variables inéditas, independientes de la situación precedente y que desarrollan consecuencias que le son propias; hay pues, el reconocimiento de novedades que rompen efectivamente con sus antecedentes. Este elemento de ruptura es caracterizado como "una modalidad de la acción histórica", se trata "de una dinámica que podría llamarse política ideológica o cultural, para decir que su múltiple poder de movilización de los hombres y de acción sobre las cosas pasa por un reforzamiento del sentido" (3). Esta irrupción, catalogada incluso como novedad histórica, encuentra sus condiciones de posibilidad en una crisis política, sin por ello

ser necesaria. Este nuevo tipo de práctica y de conciencia históricas están ligadas a un tipo de situación sin ser definidas por ella. La novedad revolucionaria, el elemento de discontinuidad, pertenece al ámbito de la representación simbólica (ideológico-político-cultural), dirá Furet. "La revolución francesa consiste en un imaginario colectivo del poder. Su interés histórico reside en lo que ella tiene de único y es precisamente este único lo que llegó a ser universal: la primera experiencia de la democracia" (4). Hay pues, en Furet, un rechazo a los intentos de explicación integral (tanto temporal como de niveles sociales) implícitos en su comprensión de la noción de revolución burguesa. Hay, en cambio, una propuesta comprometida con el ámbito imaginariocultural que implica una teoría y una práctica específicas del proceso revolucionario francés; esta modalidad única e inédita se manifestó en la revolución francesa aunque habría de tener proyección universal. Es notable su insistencia en una discontinuidad no derivada de la explicación causal y en una originalidad particular con potencialidades universales; notable, sobre todo, por provenir de un discurso historiográfico fuertemente arraigado a la idea de continuidad en los procesos históricos. 2.

aparentemente polémicas, en rigor estamos frente a un ensayo sistemático de construcción de un discurso de historiografía crítica. Trabajo que se articula con otros discursos historiográficos, opera frente a ellos negativamente, para extraer elementos de esclarecimiento para la explicación y la investigación históricas, incluso en los puntos ciegos de las perspectivas criticadas, como es en el caso de la historiografía comunista-militante francesa representada por Soboul y Mazauric. A este comportamiento crítico negativo Furet incorpora perspectivas historiográficas, como las de Tocqueville y Cochin, las que en su parcialidad analítica y problemática sirven de correctivo a la historiografía tradicional, aportándole al discurso de Furet elementos de apoyo y perspectivas indispensables para la construcción de su propuesta. 3.

Es llamativa la presencia constante no sólo de consideraciones políticas vinculadas al ambiente intelectual de la tradición de izquierda en Francia, sino a la permanente intervención de elementos discursivos de la teoría política moderna y contemporánea. El hecho de que para Furet la novedad histórica de la revolución francesa radique en el espacio del imaginario político cultural, la ideología práctica de la revolución —por ello centra su atención en el análisis del jacobinismo como forma

Las reflexiones de Furet son sólo

2. Furet, Francois, op. cit., pág. 33. 3. Ibidem, pág. 36. 4. Ibidem, pág. 104.

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clásica de la conciencia revolucionaria, al igual que Cochin — refuerza esta necesidad de que incorpore como condición de su criticidad, elementos discursivos y problemáticas del discurso de la política. Para Furet una historiografía crítica es aquella capaz de conceptualizar los objetos que analiza. En última instancia, en tanto que la resultante de su análisis histórico concluye en la inédita experiencia histórica de la democracia, el concepto que está en juego y que toca dirimir es el de la democracia. El ensayo de un trabajo histórico-crítico pasa por la discusión teórico-política. 4. ¿Cuál es el andamiaje historiográfico del que arranca la propuesta de Furet? Las premisas del trabajo histórico son enunciadas a partir de la constatación en la historiografía tradicional, particularmente la de orientación comunista-socialista —vulgata marxista—, de los defectos en la construcción del objeto histórico, las periodizaciones y cortes que propone, el tipo de relatos y el orden discursivo de los mismos. En la historiografía francesa, bajo la determinación de la cultura política predominante, la cuestión de la revolución francesa atañe a la identidad nacional y por lo tanto ha estado siempre presente en la dinámica de la historia francesa y, particularmente, en los avatares de la política. Hacer la historia de la revolución francesa no ha dejado de ser un quehacer político (ciertamente el

caso de Furet, pese a sus esfuerzos, no será la excepción). Esta identificación política con el objeto de estudio ha tendido a vincular el trabajo historio-gráfico a la conciencia, las intenciones y la acción de los revolucionarios. Donde esta precariedad historiográfica aparece más ostensiblemente, sostiene Furet, es en la historiografía de izquierda: su pathos militante la hace reduplicar los orígenes y la identifica acrítica-mente con su tarea de transformación social y valorativa (cultural). En consecuencia, afirma, los procesos de revolución son observados como una ruptura que necesariamente tiene que ocurrir y que puede ser entendida mediante un esquema de explicación causaefecto, independientemente de que las explicaciones de un fenómeno político sean de índole económicosocial y que el relato del acontecimiento político abandone la intención explicativa en favor de una simple narración en interioridad con los protagonistas. El problema de fondo, señala Furet, consiste en la superposición de dos objetos de naturaleza diferente: la revolución en tanto proceso, susceptible de ser explicada en términos causales sobre la larga duración, de ser abordada en términos de su balance, y la revolución acontecimiento en tanto modalidad de acción circunscrita al tiempo corto. Esta superposición intelectual de dos objetos, insostenible a todas luces, se traduce en quiebres al interior de la estructura lógica del relato historiográfico: mestizaje de géneros (analítico y descriptivo), yuxtaposición de marcos cronológicos diferentes, subsumi-dos en un período siempre rei-

terado. Se hacen historias del período y no de problemas, afirma Furet. Si la historiografía tradicional no ha sido sensible a estas inconsecuencias, sostiene el autor, es porque se yuxtaponen y mezclan en ella estos diferentes niveles a costa de una hipótesis implícita: la necesariedad del acontecimiento revolucionario. De allí que no resulte necesario explicar el acontecimiento, basta con referirlo a sus causas, hay una coincidencia entre la necesidad histórica y la acción revolucionaria. La fatalidad de la ruptura que aparece en el relato historiográfico parece calcada sobre la ilusión que los protagonistas tuvieron de la revolución. A esa incapacidad de los hombres por conocer la historia que hacen se unen, según Furet, los vicios de la mala historia, entre ellos el de creer que lo ya sucedido tiene la fuerza de lo necesario. 5. En virtud de las consideraciones anteriores la propuesta historiográfica de Furet aparecerá vinculada a las pautas del comportamiento teórico contemporáneo; su propuesta reclamará una historia capaz de conceptualizar problemas, apta para descomponer el objeto en sus dimensiones analíticas y en sus correspondientes duraciones cronológicas. Con estas pautas, propias de una historiografía de pretensión crítica, Furet acude a dos discursos histórico-políticos en los que encuentra características y orientaciones que le resul-

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tan iluminadoras. Se trata de las obras de Tocqueville y Cochin. En lo que sigue, Furet señala. La obra de Alexis de Tocqueville consiste en un trabajo histórico-conceptual a caballo entre la historiografía y la teoría política, ciertamente en contravía de la historiografía tradicional dominante acerca de la revolución francesa. Intención conceptualizadora y, sobre todo, análisis guiado no por la idea de la ruptura sino por la hipótesis de la continuidad entre el Antiguo Régimen y las consecuencias del proceso revolucionario, "...la Revolución no ha creado un nuevo pueblo, una nueva Francia: 'la revolución ha ordenado, coordinado y legalizado los efectos de una gran causa sin haber sido esta causa'. Representa más bien la culminación, el remate de tendencias que actuaban en la sociedad del Antiguo Régimen, que una transformación radical de Francia y de los franceses. El conjunto de estas tendencias democráticas, analizadas sucesivamente en el nivel de la sociedad civil, de las costumbres, del gobierno y de la ideología forma una especie de tronco común entre el Antiguo Régimen, y la Revolución aparece como una simple etapa en el desarrollo de sus efectos..." (5). Ese tronco común encontrará su lógica en el prolongado proceso de centralización administrativa desarrollado por el Antiguo Régimen;

las costumbres democráticas que paulatinamente ocuparán los espacios de la sociedad serán la indicación de que las contradicciones causales de la revuelta no serán de carácter social sino, más bien, de carácter intelectual y moral.

La presentación de esta tesis requiere de una descomposición y distinción del objeto histórico y sus temporalidades correspondientes. Analizar la revolución francesa en tanto que proceso supone estudiar la estructura y dinámica del Antiguo Régimen y remitirse temporalmente a un período de larga duración. La descripción y análisis de los hechos mostrará la destacada presencia del ámbito político que, llegado el momento, será preeminente para entender la dinámica de la sociedad. Tocqueville analizará la compleja dialéctica de la democratización de los espacios sociales y de la cultura, democratización de los espíritus, con el proceso de descomposición aristocrática que permea los avances administrativos de la centralización, verdadero mecanismo del cambio (6). Analizado y conceptualizado el proceso de la revolución francesa cabría esperar el análisis subsiguiente de la revolución francesa en tanto acontecimiento. Tocqueville no lo considera. La historiografía de Cochin es precisamente esta página dejada en blanco por Tocquevi-

lle. Lo que preocupa a Cochin es la revolución francesa como acontecimiento, la revoluciónmodalidad. Con un sentido historiográfico, si se quiere más tradicional, Cochin atiende a la ruptura y la califica enfáticamente como política. Su trabajo es una tentativa por conceptualizar el resorte, el movimiento interior de la dinámica político-cultural de la Revolución, es ahí donde encuentra la clave explicativa del acontecimiento, "tentativa de conceptualizar lo que es fundamental y al mismo tiempo inapresable en la Revolución: su fluir" (7) El objeto privilegiado de la perspectiva de Cochin radica en la explosión del acontecimiento. La distinción entre la vivencia y el pensamiento crítico de la vivencia aleja a Cochin de la perspectiva psicologista de la historiagrafía tradicional identificada con los puntos de vista de los actores. Más sociológico, Cochin pretende explicar la situación y no la intención de los protagonistas frente al evento. Las representaciones imaginarias mediante las cuales se expresan las intenciones no explican nada, son, por el contrario, precisamente de lo que hay que dar cuenta. Bajo la influencia de Durkheim Cochin concentra su atención en aquellas formas típicas de la época, susceptibles de cohesionar o desestructurar las solidaridades sociales; las socieda-

5. Ibidem, pág. 172. 6. Cfr. "La democracia (la igualdad de condiciones) no puede caracterizar el estado social anterior a la Revolución puesto que define el estado social posterior a la Revolución. De ahí, la necesidad de una conceptualización diferente: el elemento común al antes y al después es la cen tralización, agente del cambio; esta centralización democratiza los espíritus de una sociedad que padece aún las tensiones provocadas por sus formas aristocráticas vaciadas de contenido. La contradición que empuja a esta sociedad a la revolución, si intentamos definirla en tér minos históricos, no es pues, esencialmente de orden social, sino intelectual y moral...", pág. 98. 7. Ibidem, pág. 218.

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des de ideas. En estos ámbitos de discusión y producción de opinión pública, la unidad orgá nica se construye mediante una relación abstracta del individuo con la idea, único vericueto po sible para constituir la unani midad, el consenso unánime. El jacobinismo es un modelo típico ideal de las mismas. Se consti tuye como la forma clásica de la conciencia revolucionaria, con forma la matriz de una nueva re lación política original y especí fica del período. En el poder, en tanto que amalgama de la acción y del imaginario colectivo que representa simbólicamente la voluntad general, se convertirá en una forma de coacción colec tiva. Se trata de la inauguración moderna de la política de los sig nificados, nuevo e inédito prin cipio de legitimidad cuyo meca nismo de producción es analiza do por Cochin (8). El jacobinismo en tanto matriz de una política de coacción colectiva, representante unánime de la voluntad general, sólo puede comprenderse en tanto que una compleja articulación entre mecanismos sociológicos y un centro conceptual filosófico centrado en el individuo. Esa articulación es la condición para que la sociedad pudiera acceder a la política. En ella los individuos tienen que alterar su naturaleza o singularidad concreta, a diferencia de la política del Antiguo Régimen. El espacio político inaugurado por la Revolución

requiere esta metamorfosis del individuo, ecuación resuelta por Rousseau por medio de la voluntad general y representada simbólicamente por el carácter popular de la nueva política. "La política aparece así como complementaria de la democracia: es una especialidad del consenso míticamente liberado de sus pesos sociales. Necesita, pues, encontrar sustitutos a la práctica natural que hacían los cuerpos organizados de las cuestiones del Estado: éstos son los políticos, los partidos, las ideologías" (9). Este proceso de identificaciones y representaciones simbólicas, por ausencia de mecanismos de representación política reales, es lo que pone en movimiento comportamientos en los que no existe legitimidad alguna posible para el disenso o la oposición "el jacobismo, tras la ficción del 'pueblo' sustituye a la vez a la sociedad civil y al Estado. A través de la voluntad general, el pueblo-rey se identifica a partir de ese momento míticamente con el poder, esta creencia es la que origina el totalitarismo" (10). La propuesta de Furet nutrida por estos elementos críticos de los discursos de Tocqueville y Cochin estará en condiciones de ensayar una visión y una interpretación sistemática más completas.

6.

Furet entiende la revolución como proceso virtual de recuperación de pasado y también como acontecimiento de quiebre, como ruptura. El análisis del proceso nos provee de los materiales para una explicación causal. El análisis del acontecimiento nos permite interpretar lo decisivo, esto es, lo novedoso que surge del acontecimiento y que, sin embargo, no se puede derivar de sus causas. El estudio de los antecedentes nos ofrece materiales prácticos y teóricos que iluminan el evento revolucionario propiamente dicho. Un material práctico, vinculado al comportamiento político y social consiste en el desarrollo político contradictorio de la monarquía francesa del Antiguo Régimen y que hará evidente su crisis y el consecuente vacío de poder a partir de 1787 (11). Furet señala que son las particularidades derivadas de la forma de constitución del Estado absolutista las que ofrecen los rasgos de esta evolución. El permanente esfuerzo de conciliación del Estado absolutista con la sociedad de órdenes se le aparece como el principal mecanismo de corrosión. Siguiendo a Tocqueville, encontrará a la sociedad francesa como demasiado democrática para lo que tenía de nobiliaria y demasiado nobiliaria para lo que ya contenía de democrática. La atención principal,

8. Ibidem. "En el consenso de las logias, de los círculos y de los museos, se puede ver ya esbozada la voluntad general de Rousseau, aquella arte imprescindible del ciudadano que no puede reducirse a sus intereses particulares; 'aquel acto puro del entendimiento que razona en el ilencio de las pasiones sobre lo que su semejante tiene el derecho de exigir de él: la sociedad filosófica es la primera forma de producción de una coacción colectiva nacida en la confluencia de un mecanismo sociológico y de una filosofía del individuo. La suma de las voluntades libres crea la tiranía de lo social, religión de la revolución francesa y del siglo XIX", pág. 222. pág. 222. 9. Ibidem, pág. 223. 10. bidem, pág. 228. 11. Cfr. págs., 36-37; 52-59; 168-208.

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clave para la comprensión del desenvolvimiento político francés y de su culminación crítica radicaría en la preservación de la jerarquía y su orden a costa de la paulatina pérdida de la significación política de ese orden. La representación plástica más elocuente es el papel de la aristocracia, detentadora de privilegios pero desposeída paulatinamente de función política. De ahí la relevante función que comienzan a desempeñar los intelectuales con sus formas institucionales de organización: las sociedades de ideas. Emergencia de una socialidad política que en la medida en que sustentaba y desarrollaba a la ideología igualitaria podía ser calificada de democrática. En su afianzamiento como circuito de poder real mediante su intercambio sustitutivo de funciones, estatus y privilegios con la aristocracia, estas sociedades van fraguando una idea de poder, reflejo invertido del poder tradicional y por lo tanto incompatible y excluyente con éste, vertical y jerárquicamente organizado. El poder del Antiguo Régimen cuya vieja idea de legitimidad se arraigaba y se producía en la voluntad providencial y la opción de poder de la ideología revolucionaria cuya nueva idea de legitimidad se arraigaba y se producía en lo social y en su imagen mítica: la voluntad general, producían, ambos, la imagen de un poder indiviso propio de una sociedad idealmente no contradictoria; a final de cuentas, la imagen y el deseo de un poder absoluto.

Otro material, este de índole teórico o ideológico y que será decisivo para la comprensión de la dinámica del hecho revolucionario, apunta Furet, lo constituye la ideología igualitaria (12). La categoría operativa de este discurso es la noción de pueblo, su centro conceptual el problema del individuo. En la tradición dominante (Rousseau) de la cultura política francesa el individuo se estatuye, en virtud de una igualdad natural común a todos, en un sujeto libre consagrado por el derecho. ¿Cómo pensar lo social desde ese punto de partida? ¿Si sólo desde el individuo se funda el poder y la ley, la soberanía, qué es lo social? El concepto de voluntad general contratada por los individuos funda la institución social capaz de interconectar al conjunto de los ciudadanos, los propietarios privados. Sólo de esa manera, cuando el individuo libre obedece a esa voluntad, constituida en Estado, es que se puede predicar que el individuo sólo se obedece a sí mismo. ¿Cómo es que este sistema de representaciones se funda y deviene sistema de acción política? Las condiciones para que ésto suceda consisten en la existencia de un poder disponible por un lado, y en la capacidad de atribuirse, de expropiar, la interpretación de la voluntad general del pueblo, por el otro. Eso se ha realizado, y Furet señala que eso es lo radicalmente nuevo o revolucionario del acontecimiento, mediante el discurso. Un discurso portavoz de la voluntad general y de la nación: el dis-

curso de la nueva legitimidad (13). Con estos materiales teóricoprácticos Furet pasa a interpretar el acontecimiento que, como portador de lo novedoso, escapa a la determinación material de sus supuestas causas (14). En el jacobinismo se expresará ese dominio del imaginario representado sobre las acciones, esa mentalidad colectiva revolucionaria en acción, que constituye la nueva modalidad histórica que inaugura la revolución. Según Furet durante el acontecimiento propiamente revolucionario (17891794) la lucha por el poder es el centro de gravedad. El poder se disputa mediante la palabra, pero el poder ya tiene dueño, es del pueblo. El es la sustancia del igualitarismo revolucionario, quien aspire al poder no puede dejar de pertenecer a él puesto que el poder se define por el control que el pueblo (sus políticos) ejerce sobre el discurso, sobre la palabra, sobre la opinión. Esa naturaleza discursiva e imaginaria de la lucha política es la que hace imposible toda forma de representación política, instaura la ficción de la democracia directa y enajena los intereses reales de la sociedad a la preeminencia inapelable de la política. El pueblo y su voluntad unánime en tanto que general, fuente absoluta de la soberanía (popular), no puede sufrir extrañamiento en ninguna representación. Las consecuencias, según Furet, consisten en que el nuevo principio de legitimidad sólo puede representarse simbó-

.

12. Cfr., págs. 46-52. 13. "Me parece pues que hay dos condiciones indispensables para el nacimiento de esta ideologia: la existencia, ante todo, de un poder dispo nible, abandonado por las autoridades tradicionales y luego, que ella pueda investir este poder... Pero la Revolución necesita también, para desarrollarse como idea, la posibilidad de confiscar en provecho propio la interpretación de la 'voluntad del pueblo' ", pág. 61. 14. Cfr. págs. 34-37; 66-82.

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licamente (ideas, discursos, ritos, signos), ante la imposibilidad de la representación política sólo es dable la representación simbólica. Esta es la paradoja peligrosa de la democracia directa, su entraña totalitaria, su terrorismo enmascarado.

por ello fiscalizan, denuncian y eventualmente sustituyen a los representantes infieles. El jacobinismo realiza en sí mismo esta dinámica, la fusiona; durante un tiempo será la sociedad de ideas que logra representar al pueblo y simbolizarlo, encarnarlo.

Esta dinámica del terror habita el conjunto del espacio social, habita en el pueblo, es decir en ninguna parte. El control de las opiniones en aras de la unanimidad es el eje de la disputa por el poder. Hay que vigilar, estar atento a las desviaciones, señalar a los desviados, excluirlos, adivinar e imaginar a quienes complotan. La red del complot va de lo más ínfimo, porque cada individuo está facultado para producir soberanía, a la confrontación entre el pueblo y su enemigo imaginado y real, y llega hasta la conspiración de las naciones para abatir a la Revolución. Desviación de los individuos, complot aristocrático, guerra contra los reyes de Europa.

Fuera del pueblo no hay salvación, es la dictadura del Comité de Salvación Nacional, la unanimidad sin fisuras, la consagración de la guillotina. Esta es la mecánica del ejercicio del poder, sobra decir que se volverá en contra de sus ejecutores. La Revolución crea e inventa sus circunstancias adversas, las imagina. La guerra europea no será más que la ampliación continental de esa necesidad de política interna que es el complot (15).

La ideología igualitaria, la puesta en acción de esa mentalidad colectiva revolucionaria, es la clave de la integración nacional, su gran poder integrador, seductor; opera sobre la base de su contrario, el principio de la exclusión. El funcionamiento de esta dinámica alucinada y alucinante reina en la interacción y contraposición entre las sucesivas Asambleas Legislativas, quienes en tanto que representantes del pueblo expresan su soberanía en las leyes, y el conjunto de instituciones de ideas que simbolizan al pueblo y que

Para Furet la derrota del jacobinismo el 9 Thermidor es el fin de la revolución francesa, de lo genuinamente novedoso y específicamente revolucionario (16). Es el fin del modelo actuante de la mentalidad colectiva revolucionaria. La ideología igualitaria deja de ser el corazón que daba vida a la política toda. Esa imagen que la revolución tenía de sí misma, ese discurso que la legitimaba, esa mecánica que la mantenía viva se degrada en un instrumento táctico, eventualmente utilizado. Ese meollo revolucionario de la revolución francesa llega cumplidamente a su fin, realiza plenamente sus finalidades, convirtió en acto todas sus posibilidades, sus sueños de poder absoluto. La dictadura inapelable de la política se

resquebraja, comienza la revancha de lo social, la aparición de los intereses diferenciados, expresión de individuos desiguales. Comienza la política verdadera, la genuinamente moderna. Muere la democracia directa con sus paradojas imposibles. Comienzan dos instauraciones: la de la democracia representativa y la de una legalidad que pondere el poder sin freno. La revolución francesa ha concluido. 6.

Pensar la revolución francesa es pensarla como una revolución política. Furet desvirtúa la historia social de la Revolución. Los elementos explicativo-causales de índole económica y social como los que nos ofrecen los discursos históricos tradicionales si acaso sirven para iluminar el acontecimiento revolucionario, pero de ninguna manera explican su necesidad y ni siquiera lo hacen posible. La revolución francesa es un fenómeno de carácter político cuyas claves interpretativas y explicativas son y no pueden ser más que políticas. Pensar la revolución francesa con perspectiva historiográfica crítica es conceptualizar los problemas básicos que la caracterizan. Estos grandes problemas son problemas políticos, de la constante intervención del discurso de la teoría política como condición de posibilidad de una conceptualización en la historia política. En Pensar la revolución francesa Furet recrimina a la historiografía tradi-

15. Cfr. págs. 83-87. 16. Cfr. págs. 97-104.

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cional su insuficiencia conceptualizadora. Pareciera que Furet piensa que la conceptualización histórico-política de un fenómeno como la revolución francesa sólo pudiera hacerse desde su propia manera de conceptualizar. Su afán, a veces más polémico que crítico, le dificulta ver con precisión que el problema de conceptualizar en la historia, de que la historiografía sea teóricamente productiva, es una de las antinomias básicas del quehacer historiográfico. Sin duda que hay conceptualización, incluso conceptualización política en los empeños historiográficos serios de hacer una historia social de la revolución, ciertamente, se trata de un modo de conceptualizar diferente al de nuestro autor. Los intentos de explicación integral o social de fenómenos históricos como las revoluciones burguesas construyen su conceptualización política desde una comprensión económico-social de la política; no así Furet que construye su conceptualización política del fenómeno de la revolución francesa desde una perspectiva política de la política, muy en la tendencia de la contemporánea discusión politológica. La historiografía está y ha estado atravesada por una antinomia sin solución en lo relativo a sus posibles modos de producir teoría, de conceptualizar. A grandes rasgos se puede afirmar que se producen conceptos apriorísticamente y se opera con ellos mediante la lógica deductiva —el Furet crítico-político de la primera parte de Pensar la revolución francesa—, o bien se producen conceptos a posteriori como resultado de una operación lógica inductiva —el Furet polémico-historiográfico de la se-

gunda parte de Pensar la revolución francesa. Dificultad mayor para los historiadores de gran vuelo, como Furet, aceptar que la fecundidad interpretativa y explicativa del trabajo histórico produce verdades, verdades parciales, relativas y que nunca accede o produce la Verdad. En Pensar la revolución francesa, hay tres conceptos que constituyen la columna vertebral de su interpretación, ellos son la noción de democracia y la dupla conceptual básica sociedad y política. La noción de democracia juega un papel determinante en la viabilidad de la tesis de Furet de que con la derrota del jacobinismo y el colapso de la actualidad de la imposible democracia directa se pone punto final a la revolución francesa como acontecimiento; la instauración de otra forma democrática, la de la democracia representativa abriría paso a la manifestación de los intereses de la sociedad y así, allanaría el camino para la instauración de la legalidad. ¿Cuál es el concepto de democracia en Furet? ¿Lo hace explícito, tienen deliberado empeño en hacerlo? En rigor, no sabemos cuál es el concepto de democracia en Furet, sabemos eso sí de su repudio a la democracia directa y de su beneplácito por las formas representativas de la democracia. Furet muestra el argumento que lleva a la construcción de la noción de democracia directa, su vinculación con la ideología igualitaria y al individuo como el pivote conceptual de tal construcción. Como sea, eso no es suficiente

para conceptualizar, ni siquiera en el sentido negativo, puesto que no hay un trabajo crítico en relación al argumento del concepto rousseauniano de democracia. Furet, cobijándose en la tradición de la cultura política francesa, no permite la presencia de la economía política y el pragmatismo ingleses ni de la filosofía crítica alemana en la constitución de la ideología igualitarioindividualista; queda de este modo prisionero en la tradición del igualitarismo iusnaturalista. Furet quiere conceptualizar pero no es plenamente consecuente con ese empeño. Incluso al interior de la tradición de la cultura política francesa Furet podía habernos mostrado la argumentación racional que lo lleva a preferir la democracia representativa y a entender así por qué poseía las condiciones para terminar con el Terror. La originaria soberanía del pueblo fue en efecto reinterpretada como libertades políticas individuales. De allí que el derecho no se hubiese fundado en el mantenimiento de los naturalmente iguales sino que se fundase en la tarea de garantizar las libertades civiles de los individuos. La famosa distinción de Constant entre "libertad de los modernos" y la "libertad de los antiguos" resuena permanentemente en el trasfondo del texto de Furet. La democracia antigua, bárbara, en tanto participación directa y colectiva en la formación de leyes que representan y norman al "bien común", es obsoleta, imposible y contraproducente para las libertades civiles y políticas modernas, sostuvo Constant. En sentido contrario a la participación colectiva y directa en

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el poder, el acento fue depositado por esta corriente filosófica en un sentido de la participación política para la defensa y expansión de las libertades civiles y políticas, ejercicio de la democracia como decisión libre de las voluntades individuales (privadas) sobre el poder y la gestión públicas, por ello el énfasis se cargaba en la representación y se propendía por la paulatina reducción de los espacios y materias de competencia pública a favor de intervenciones de los privados. Furet nos obliga a adivinar esta concepción detrás de su tesis del final de la revolución francesa en la que adviene la democracia representativa sobre las ruinas de la democracia directa y el Terror. Así como describió el argumento y la dinámica de la democracia directa en el jacobinismo y nos ayudó a comprender la articulación entre este concepto y la práctica del Terror, la conceptualización explícita de su idea de democracia habría evitado el que su tesis interpretativa fuese moralizante. Conceptualizar rigurosamente, como es la fecunda exigencia crítica de Furet, habría requerido o bien contra-argumentar el concepto de democracia directa y no sólo describirlo acontecimentalmente en su desarrollo práctico, o bien argumentar positivamente el concepto —que él juzgaba superior— de democracia representativa como dotado de las condiciones para liquidar el Terror. En el trabajo de Furet opera un concepto a priori que le sirve para interpretar y juzgar el problema; consiste en que resulta un concepto secreto, que no se pone en juego deductivamente en la construcción y descripción de los hechos históricos,

por eso su juicio sobre el 9 Thermidor no queda fundamentado; sus detractores podrán, a su vez, ser moralizantes y calificar a Furet de reaccionario. Si la conceptualización de Furet hubiese sido consecuente, la discusión estaría situada en el nivel de la argumentación de los conceptos de la historia política y no en el de las adhesiones ideológico-políticas. Otros conceptos problemáticos y, sin embargo, decisivos para el apuntalamiento de las tesis de Furet y de su propuesta de historiografía crítica son el binomio sociedad y política. Como resultará evidente, se encuentran fuertemente ligados a su noción no plenamente conceptualizada de democracia. A final de cuentas, la idea de democracia ha sido siempre una noción mediadora y articuladora entre sociedad y política (sociedad civil-Estado). En Pensar la revolución francesa la noción de sociedad es abordada mediante descripciones relativas a su estructuración y funcionamiento. Muy en la línea de Tocqueville, la serie de las contradicciones sociales constituye el motor de una continuidad básica en lo social que, sin embargo, corroe la sociabilidad política. Resulta claro que si la idea de sociedad estuviese operando sobre el análisis historiográfico que realiza nuestro autor la igualdad abstracta del pueblo, esa categoría sustancial y operativa de la conciencia revolucionaria, hubiese sido quebrantada. La sociedad francesa, en su solución de continuidad, presentaría fisuras y diferencias, desigualdades, no sólo entre los ciudadanos, sino diferentes intereses, muchos de ellos contra-

puestos, si no contradictorios. Sin embargo el compromiso de Furet con la explicación política lo inhibe a incorporar argumentaciones provenientes de lo social. De haberlo hecho su tesis habría seguramente ganado en consistencia: la democracia representativa, en tanto que reivindicadora de intereses reales, habría podido mostrar virtudes de articulación y conciliación de intereses, mientras que la democracia directa en su dinámica ciega y excluyente habría aparecido más apegada a la tierra y menos alucinada en su obsesión complotista. Es curioso que esta sociedad "dormida" durante la explicación-interpretación del fenómeno jacobinista se "despierte" súbitamente el 9 Thermidor. Con Robespierre derrotado, con la revolución finiquitada, los intereses reaparecen, dan vigor y toman cauce en los mecanismos de representatividad de la nueva democracia. Cabe preguntar: ¿no está haciendo Furet lo que le imputa a la historiografía de izquierda? es decir, ¿no está manipulando la presencia de lo social con sus continuidades y diferencias de acuerdo a un esquema explicativo si no preconcebido sí arbitrariamente afirmado como político? ' Pero quizás donde el legítimo afán de conceptualización de Pensar la revolución francesa encuentra un mayor escollo radique en la problemática comprensión de la política que tiene. Sobra decir que este concepto es la clave de la propuesta historiográfica y de las tesis interpretativas de Furet "Me parece —dice el autor— que la primera tarea de la historiografía revolucionaria consiste en volver a des-

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cubrir el análisis de la política en cuanto tal". Ello es así porque la propuesta de Furet consiste en reivindicar la idoneidad de la explicación política e histórica para el fenómeno de la revolución francesa, excluir o debilitar consistentemente cualquier elemento explicativo ajeno al ámbito político y por último, confiar en que la dinámica propia de la política en cuanto tal es apta para representar adecuadamente la dinámica del acontecimiento revolucionario. Furet se compromete a fondo con la "autonomía de lo político". Una primera debilidad está en no permitir la interconexión con argumentos económicos o sociales: la dimensión económico-política ha mostrado fecundidad teórica a la teoría crítica de la política así como la competencia de intereses y valores son un momento no desechable del juego político. Ahora bien, donde la inconsistencia aparece con mayor radicalidad es en la comprensión deficiente del ámbito determinante de la política en cuanto tal, que es lo que define su autonomía. La política se afirma independiente de la razón y/o la moral, su dinámica es la de la fuerza de las voluntades, la de la violencia y el choque de los valores y el instinto. La política es, en su desnudez, brutal voluntarismo. Que ese voluntarismo remita a intereses materiales de clases sociales y/o a lugares precisos de relaciones de producción no cambia la dimensión específica de lo político, ni el destino político de sus protagonistas. Para Furet la dinámica política radica en esa amalgama singular de sistema de representaciones imaginarias y sistema de acción,

fusión genéricamente contenida en las sociedades de ideas e históricamente realizada en el jacobinismo. Lo inquietante, sobre todo para una concepción politicista de la política y la historia, es que la explicación de la dinámica política se asiente en el nivel de lo imaginario y nunca aparezca la fuerza como el elemento que dirime y, a final de cuentas, decide el sentido de los hechos. Las condiciones de la fuerza, el control de las armas, la obediencia de los verdugos, el filo de la guillotina son momento consustancial si no primordial en la acción y el pensamiento de los revolucionarios. Que el imaginario colectivo sea una condición de fuerza material no suprime el que la coacción violenta, las connotaciones de la fuerza hagan posibles y determinen los significados de las mentalidades y de la conciencia revolucionaria. La concepción estrictamente imaginaria de la política en Furet, dá al traste con la pretensión de una virtual explicación políticamente autónoma de los acontecimientos. El olvido de la fuerza deja sin aliento la interpretación política de la historia. 8.

Pensar la revolución francesa, de Furet resulta ser un libro complejo y estimulante para la investigación historiográfica y la reflexión acerca de ella. Su propuesta de historiografía crítica, conceptual, problematizadora, con aliento analítico, política en sentido fuerte, no puede menos que poner a debate algunos de los problemas centrales y decisivos del quehacer histórico contemporáneo. Pensar la revolución francesa es

un intento crítico de corrección de la historiografía dominante en Francia, visión "historiográfica vinculada a la ideología de izquierda, proclive a buscar explicaciones socio-económicas bajo el conjuro, según Furet, de la noción de revolución burguesa. Nuestro autor asume deliberadamente la vía de la explicación y la interpretación políticas como contra-tendencia a la vía de índole social. Su fecundidad y riqueza se derivan, en buena medida, de ese movimiento pendular correctivo en cuanto al énfasis de las explicaciones. Otro punto fuerte del texto de Furet es su insistencia en la conceptualización, como condición necesaria para que la historia dé frutos teóricos; con ello se toca uno de los puntos más sensibles del hacer de los historiadores: el de que la historiografía cumpla con la aspiración de ser una disciplina que no sólo describa los hechos sino que sea susceptible de producir conocimiento teórico. La insistencia de Furet no sobra. Su compromiso con la conceptualización es problemático, como ya se ha indicado; el texto de Furet hace evidente que siempre hay conceptualizaciones teórico-políticas implícitas en los tratamientos de los fenómenos revolucionarios, que uno de los problemas consiste en hacerlas explícitas, otro —por supuesto— hacerlas bien, lo que no es fácil, y, el último, ponerlas en juego en el análisis sea por vía deductiva o inductiva. Furet realiza la tarea con insuficiencias. Lo relevante consiste, quizás, en que en la insuficiencia de la conceptualización se puede localizar una de las fuentes de deficiencia historiográfica. No jugar abierta y explícitamente con nuestros conceptos en los

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análisis e interpretaciones puede derivarse en irrespetar los hechos y su sentido intrínseco. El texto Pensar la Revolución francesa de Furet es una contribución lúcida y fecunda en los intentos de corregir los viejos vicios de la nueva historia.

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Mauricio Archila: "Ni amos ni siervos. Memoria obrera de Bogotá y Medellín (1910 - 1945). En Controversia 156-157 Edit. Cinep, Bogotá, 1990. Este trabajo del profesor Mauricio Archila, es la coronación de un propósito de largo aliento —el estudio de la memoria obrera en cuatro grandes ciudades del país: Barranquilla, Barrancabermeja, Bogotá y Medellín— complementado por dos textos sobre la formación de la clase

obrera en las dos primeras ciudades y publicados en Controversia del Cinep, números 133— 34 y 142. La historigrafía sobre el movimiento obrero colombiano en las últimas décadas estuvo signada por el interés de los investigadores de aclarar el rol político del mismo, sus relaciones con el Estado y los partidos políticos, así como su desenvolvimiento a la luz de una periodización establecida con base en el curso de la economía y del régimen político. El énfasis en estos trabajos se colocó en el estudio de su devenir institucional desde los años 30. Ello implicó un gran descuido y olvido del período de formación de la clase obrera, de la diversidad de sus manifestaciones de resistencia, de sus elaboraciones culturales, así como del proceso de autoidentificación y autoestima por el cual buscó su inserción distintiva en la sociedad industrial. En esta dirección se pueden ubicar los trabajos de Miguel Urrutia, Edgar Caycedo y Rojas y Moncayo, quienes trabajaron desde concepciones ideológicas, dejando la marca de sus preferencias políticas en sus textos, además del esfuerzo valorativo para tratar de dar coherencia a sus estudios. Se trata de trabajos que, a más de presentar la información fac-

tual organizada cronológicamente, dejan ver la intervención del interés valorativo de los autores en los que se hace uso indiscriminado de nociones relativas al problema de la conciencia de clase, falsa conciencia, introducción de ideas foráneas, desviaciones, sumisión, autonomía, determinación de la estructura económica, etc. Con la excepción de Daniel Pécaut en su libro Política y Sindicalismo, en el cual se ensayaba una visión más estructural del movimiento obrero en relación con los procesos sociales contemporáneos del país, y de Alberto Mayor, en Etica, trabajo y productividad en Antioquia, en el que aborda la temática de la formación de un sistema de valores y una disciplina del trabajo en la región antioqueña; se tenía la impresión de un notorio estancamiento de la investigación sobre el movimiento obrero, que sólo en los últimos años de los 80 se viene superando. Los ensayos del profesor Archila, especialmente los que aluden a la recuperación de la memoria histórica de los trabajadores, hacen parte de ese ambiente, de ese espíritu que busca refrescar y reestimular un tema que había desaparecido de la agenda de los historiadores, por

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circunstancias que no es del caso aclarar en este comentario. La buena acogida de la crítica a estos trabajos, se puede explicar en tanto responden a dos expectativas centrales. En primer lugar, en cuanto contribuyen al conocimiento más profundo y sistemático del período de formación de la clase obrera colombiana (1886-1930), tradicionalmente olvidado o soslayado en las investigaciones precedentes. Archila descubre un mundo rico de acontecimientos y procesos, dejando ver un amplio campo de relaciones vitales entre los artesanos y los nuevos obreros y entre éstos y una sociedad que empezaba a reventar moldes tradicionales y a instaurar las nuevas modalidades de vida. Se explora a profundidad el entrecruzamiento social y las manifestaciones vitales de la resistencia obrera a las formas y técnicas de trabajo introducidas en los primeros momentos de la industrialización y sus respectivas secuelas políticas y culturales. Nos encontramos con hipótesis bien documentadas sobre los componentes de la conciencia obrera en sus inicios: el cristianismo, el liberalismo radical y el pensamiento socialista, los cuales, al entreverarse con las tradiciones organizativas de tipo mutualista, configuran el arsenal con el que los trabajadores se enfrentan a los problemas de la "vida moderna". En segundo término, en cuanto la perspectiva teórica desde la que se aborda tal propósito —la del estudio de mentalidades colectivas— demuestra las inmensas potencialidades de la incorporación de temáticas referidas a los comportamientos colectivos, percepciones, representaciones mentales, sistemas de va-

loración, de aquellos que son objeto de estudio. Se trata, como ya lo insinuara el profesor Ber nardo Tovar en su reseña Aquí nadie es forastero (Anuario Col. de H.S.C. No. 15, 1987) de una "novedad historiográfica" que representa "la apertura de un espacio de investigación que enriquece e inclusive refresca el conocimiento histórico". El es fuerzo exploratorio de Archila permite descubrir vivencias co lectivas de los trabajadores que dan cuenta de las manifesta ciones de su vida cotidiana, de sus esfuerzos por alcanzar una identidad que los diferenciara de los "pobres" y de los "ricos", identidad elaborada en una com pleja trama de pensamientos y vivencias por medio de las cuales ellos aprenden el sentido de la autoestima, igualmente, de la manera como iban forjando sus sentimientos, sus ideales, de cómo se apropiaban de la cul tura de la época y la adaptaban a su peculiar condición. :

El estudio está conformado por seis capítulos. En los dos primeros, el lector se encuentra con una agradable descripción histórico-geográfica de Bogotá y Medellín en los albores de este siglo, apoyada en testimonios y en crónicas de la época. En los otros cuatro, el autor nos presenta el proceso de elaboración de la imagen obrera, de su vivencia con respecto a las condiciones del trabajo, los ideales esgrimidos en sus primeras luchas, las dificultades para su adaptación a los nuevos ritmos del trabajo, su resistencia a la disciplina del capital, lo que para ellos representaba el tiempo libre, el carácter heterogéneo de esta noción y las diversas miradas que sobre el mismo tenían los obreros, la Iglesia, los patronos, las

autoridades e instituciones del Estado, las tendencias de izquierda y, finalmente, lo respectivo a las formas organizativas de tipo gremial y político que ellos se dieron. Archila, como él mismo lo declara, desarrolla su exploración asumiendo una clara posición política de simpatía con quienes son el objeto de su estudio, sin embargo, y a diferencia de los que hacen historia militante, no deja afectar su trabajo por prejuicios valora ti vos de corte ideologista. Su historia "desde abajo" "pretende ofrecer nuevas identidades" para lo cual acude a fuentes primarias que facilitan "el estudio de tradiciones, mitos, representaciones mentales y expresiones culturales" de los trabajadores, haciendo un ejercicio en el espíritu sugerido por G. Duby de traslación al universo mental de los protagonistas para captar cómo ellos pensaban el mundo y se ubicaban a sí mismos en el contexto de sus circunstancias. Un elemento novedoso aplicado a esta investigación, tiene que ver con el tipo de fuentes utilizadas, novelas, crónicas, testimonios y memorias, a través de las cuales se rastrea el tejido íntimo de la sociedad del que no da cuenta la fuente institucional. Cabe destacar el recurso a la entrevista oral, sobre todo cuando es posible encontrar aún testigos vivientes de la experiencia de aquellos años. Las entrevistas en este caso —lo advierte el autor— no tienen la presunción de establecer verdades a partir de consideraciones estadísticas. Numéricamente, los entrevistados sólo representan una ínfima minoría; pero como no se procede con el espíritu de la en-

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cuesta, lo que importa de esta técnica, más que información puntual, es lo que insinúan los viejos obreros acerca de su vida cotidiana, de la vida fabril, de las costumbres, de la moralidad, en fin, de sus experiencias vitales, la utilización del tiempo libre, etc. Algunas anotaciones del autor sobre el tema de las expresiones políticas autónomas de los trabajadores, deberían ser objeto de un tratamiento más detenido, máxime si tenemos en cuenta la crisis y derrumbe de lo que se suponía era el ideal de los trabajadores, los países socialistas. La noción de autonomía podría pensarse desde varias perspectivas, señalo a modo de ejemplo dos: la primera relacionada con las expresiones propiamente gremiales, campo en el que es más clara la existencia de comportamientos propios, como los sindicatos, las huelgas, las reivindicaciones laborales, la prensa obrera, etc. La segunda, en el terreno político, mucho más difícil de precisar, en tanto los partidos políticos en el país, particularmente el liberal, se movieron en el escenario obrero en busca de apoyo político y con el ánimo de orientar desde la ideología liberal el movimiento obrero. Si se insiste en el concepto de "identidad política propia" del "proyecto autónomo del proletariado" sería necesario aclarar qué se entiende por tal, si ello conduce a pensar en la existencia de una forma de organización política distinta a las demás, si seguimos pensando

en la vigencia de las identidades socialismo-clase obrera, liberalismo-burguesía y en tal sentido pensamos en las ideologías naturales de clase. O por el contrario, y en la perspectiva thompsoniana, asumimos este problema de acuerdo a las consideraciones de lo que se pone en juego en el momento histórico que se está investigando, lo que implica el alejamiento de aquellas presunciones, para abordar las preferencias políticas de los trabajadores como producto del enfrentamiento de tesis de diversos partidos que miran el movimiento obrero como un escenario más de sus disputas. Por ello, sería mucho más benéfico para la historiografía, pensar la autonomía política de los trabajadores en el marco de las valoraciones y de las pugnas partidistas y de la manera como se presenta el asunto en el momento que es estudiado y no a la luz del concepto ideal o modelo. Una observación crítica del texto, tiene que ver con la formulación de ciertos juicios de valor, que aunque escasos, deberían ser superados. Uno de ellos es la afirmación de que "los empresarios en realidad disfrazaban muchas veces su verdadero rostro en el paternalismo" (pág. 124). Por una parte, las cualidades paternalistas no fueron exclusivas de los empresarios colombianos, se trata de un comportamiento que también se dio en otros países, y de otro lado, debe estudiarse en un espectro más amplio de condicio-

namientos culturales, por ejemplo a la luz de tradiciones religiosas como la caridad. En historia de mentalidades, estos fenómenos o comportamientos importan en cuanto realidades y al observarlos interesa el estudio de sus motivaciones culturales más que la intencionalidad voluntarista del sujeto. Para concluir, hay que reconocer en el texto del profesor Archila, una excelente asimilación del modelo aportado por E.P. Thompson para el estudio de la formación de la clase obrera y de su conciencia y que puede ser puesto en práctica para diversos períodos. En nuestro país por ejemplo, el estudio del movimiento obrero en el período llamado de la violencia podría investigarse en dicha perspectiva, lo que permitiría entre otras cosas, el derrumbe de la idea de la inexistencia o del escaso valor del tema, ya que el movimiento en vez de dejar de existir, lo que hizo fue cambiar de expresiones y modalidades de supervivencia. Así pues, que si lo que derivamos del texto, a modo de conclusión, es la apertura de nuevos horizontes en la investigación de los movimientos sociales, no es lógico lo que dice Archila al finalizar su estudio: "es al lector a quien corresponde la última palabra", en un alarde de generosidad inconsistente, en cuanto ni el investigador, ni el lector, pueden dar por concluido un tema. Darío Acevedo C. Profesor Asistente Departamento de Historia Universidad Nacional de Colombia.

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NOTILIBROS

El mérito principal de la obra es el tratamiento amplio que se le da a la problemática regional, al tiempo que provee al lector de un marco teórico adecuado para analizar el caso colombiano.

A.H.J. Helmsing: Cambio económico y desarrollo regional. CEREC-CIDER Uniandes, Bogotá, 1990

En la primera parte del libro el autor revisa de manera muy ilustrativa las diferentes teorías del desarrollo regional y elabora una nueva aproximación en la que se superan las dicotomías entre lo rural y lo urbano, lo macro y lo micro, las teorías espaciales y aespaciales. Al discutir todas estas conceptualizaciones acerca de lo regional, el autor propone una nueva perspectiva donde "el comportamiento económico y el espacio son integrados al nivel micro... y la organización territorial del Estado es integrada al análisis de su rol económico en la economía". En la segunda parte, Helmsing discute estudios de caso que van desde la síntesis de desarrollo regional en Colombia hasta el análisis detallado de la producción de algodón y de la industria textil, enfatizando el caso antioqueño. Esta es sin duda la guía más reciente y elaborada para el estudio de la problemática regional en Colombia y una de las pocas que conceptualiza el problema en un nivel suficientemente global. A.F. En diciembre de 1989 se celebró en Miami, dentro del XV Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), el panel "Los procesos democráticos de los países andinos". El libro coordinado por el profesor Diego Cardona del Centro de Estudios Internacionales (CEI) de la Universidad de los Andes presenta un serie de ponencias de dicho panel: "La vitrina rota: interrogantes sobre la democracia venezolana" de Luis Gómez Calcaño; de Gary Hoskin, "La democracia colombiana: reforma política, elecciones y violencia"; "Factores de cambio y confusión

Diego Cardona (coordinador): Crisis y transición democrática en los países andinos. CEREC. Programa democracia, departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes, 1991.

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en el panorama político colombiano: perspectivas del proceso democrático nacional" de Gabriel Murillo Castaño; "Perú: el peligro de la desintegración" de Fernando Rospigliosi; "Tendencias y problemas de la consolidación de la democracia en Bolivia" de Rene Antonio Mayorga, y de Carlos Huneeus "La inauguración de la democracia en Chile y las perspectivas de su consolidación". L.E.B. Rosemary Radford Ruether y Hermán J. Ruether: The Wrath ofJonah: The Crisis of Religious Nationalism in the Israeli-Palestinian Conflict, Harper and Row, San Francisco, 1989.

Hermán J. Ruether, politólogo y ex director de la Palestinian Human Rights Campaign y Rosemary Radford Ruether, autora de varios libros sobre la mujer y la Iglesia, examinan la historia sociopolítica del sionismo y su conflicto con el nacionalismo árabe y palestino. Mirando la historia de Palestina/Israel desde los tiempos bíblicos a través de la diáspora, el desarrollo del sionismo y la creación del Estado de Israel, se analizan las conexiones vitales que subyacen a las relaciones entre judíos, cristianos y árabes; se definen también las cuestiones políticas, teológicas de estos tres pueblos monoteístas que en diferentes épocas han reclamado a Palestina. Después de examinar el dilema político y la moral del Estado de Israel y lo que los autores llaman "la traición del Estado Judío a su origen" se llega a la conclusión que se debe conducir a unos nuevos niveles de moral. La autora hace un llamado a la solidaridad ética, tolerancia y aceptación, tal como está en el Corán y en el libro de Jonás. Se subraya al final la necesidad de crear un hogar compartido por palestinos y judíos. L.E.B.

Judith Miller y Laurie Mylroie: Saddam Hussein and the Crisis in the Gulf. Random House, Nueva York, 1990.

La periodista Judith Miller del New York Times y Laurie Mylroie del Centro de Estudios del Medio Oriente de la Universidad de Harvard intentan mostrar la crisis del Golfo Pérsico a través del surgimiento de Saddam Hussein, mirando el Estado y sus instituciones represivas en Iraq y las razones de la invasión a Kuwait. Todo esto se presenta con una gran cantidad de datos biográficos de Hussein, anunciados como poco conocidos, haciendo hincapié en su maldad y astucia con el telón de fondo de la cultura política árabe y la rivalidad de los imperios. En una mezcla constante de periodismo e historia se hace una corta reseña de Iraq desde la antigüedad hasta la toma del poder por el Baas, dedicándole un poco más a los hechos recientes: la guerra Irán-Iraq y su inmediata posguerra, las relaciones de Estados Unidos con Iraq, el armamentismo, el petróleo y sus implicaciones regionales e internacionales, para terminar en las relaciones de Kuwait con Iraq y su consiguiente invasión. LE.B

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Partiendo de la política indigenista que estableció el Estado desde la segunda mitad del presente siglo, el autor hace un balance de la situación de las comunidades indígenas en Colombia durante los últimos años. Este trabajo se refiere ante todo a la forma como los indígenas colombianos se insertan en la sociedad mayor y buscan mejorar su situación política, económica y social en el presente. El balance que hace es bastante innovador, ya que sugiere que las comunidades indias en Colombia han logrado en cierta forma ubicarse en el panorama nacional sin perder su identidad y conformación social.

Cristian Gros: Colombia Indígena. Identidad cultural y cambio social. CEREC, 1991, Bogotá.

El trabajo de Gros trata los siguientes temas: el mestizaje cultural, la influencia de los movimientos guerrilleros en las organizaciones indígenas y la relación del Estado con las comunidades indígenas. Desarrolla cada uno de ellos individualmente por bloques. El primero refiriéndose a un caso concreto: el de los indios del Vaupés. Para el segundo establece la relación entre las organizaciones indígenas durante la década de 1960. Y finalmente, en el tercer caso, logra establecer las políticas estatales con respecto al "indio", como entidad étnica, civil, social, económica y política. D.Z. Las innumerables bandas de "sicarios", como comúnmente se les denomina, que actúan en Medellín y sus alrededores, no dependen en su totalidad de Pablo Escobar. Tampoco es enteramente cierto que todos estos jóvenes tengan un mismo origen social, caracterizado por la pobreza y la miseria más absolutas. Por otra parte, es poco o nada lo que se ha dicho acerca de grupos de "limpieza" conformados por antiguos miembros o al menos simpatizantes de organizaciones de extrema izquierda. De la misma manera, existen bastantes nexos entre la presencia, a mediados de la década del 80 en zonas urbanas, de grupos guerrilleros y la posterior proliferación de bandas delincuenciales.

Alonso Salazar: A/o nacimos pa' semilla. Bogotá, Corporación Región, Cinep, 1990,223 páginas.

El libro de Alonso Salazar nos permite reflexionar sobre estos y otros aspectos no menos interesantes, todos ellos relacionados estrechamente con una de las formas más implacables de violencia que azotan al departamento antioqueño: aquélla cuyos protagonistas son los "temibles sicarios", modalidad criolla, nos dice el autor, de los "terroristas shiitas" o de los "kamikazes japoneses". Luego de una serie de entrevistas, Salazar nos pone en presencia de cinco testimonios concedidos por los protagonistas: son unos relatos tan crudos como apasionantes, tan increíbles como propios a nuestra cotidianidad. Sin duda alguna, se trata de una obra fundamental. No porque el autor proponga algún tipo de solución. La riqueza de la obra apunta hacia otra dirección: ante una realidad tan extremadamente compleja como es la de la "cultura" de las bandas juveniles, en la que inciden cantidad de factores de la más diversa índole, todos los esquemas simplistas del lector al igual que sus prejuicios acerca de

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dicha problemática, son seriamente cuestionados. Es, entonces, una buena oportunidad para despojarnos de tantos estereotipos que nos ofrecen versiones interesadas en ocultar los hechos. R.A.

Marc Ferro: ¿es origines de la perestroika, Ramsay, Paris, 1990.

Este destacado historiador francés especializado en historia soviética muestra en este pequeño libro vías nuevas para la conceptualización de la evolución histórica de la Unión Soviética. Partiendo de lo que podríamos denominar una historia política catalizada por lo social, demuestra la fragilidad de las concepciones tradicionales de la historia de la URSS, las cuales, ancladas en la historia política o kremlinología, no pudieron descubrir el telón histórico conformado por mutaciones sociales y políticas que dieron origen a la actual etapa de cambio. H.F.V.

Marc Ferro: Histoires de Russie et d'ailleurs, Balland, Paris, 1990.

El último libro publicado de Marc Ferro consiste en entrevistas concedidas a Jules Chancel y Jean-Francois Sabouret en las cuales se disgrega de múltiples tópicos que van desde por qué y cómo se forma un historiador, qué es la escuela de los Anuales, hasta cómo se vincula la producción cinematográfica con la historia y cómo debe analizarse, en las actuales condiciones, la historia de la URSS y de las múltiples nacionalidades que integran este país. Constituye una obra imprescindible para quien desee adquirir mayores conocimientos sobre cómo se produce la historia francesa actual. H.F.V.

Walid Zayed Massis: Palestina... arde el silencio; Bases fundamentales para el entendimiento del conflicto palestino-israelí, primera parte. Cantaclaro, Bogotá, 1989.

El autor, egresado de la Universidad de Santo Tomás de Aquino y graduado en relaciones internacionales y diplomacia de la Universidad Fundación de Bogotá, Jorge Tadeo Lozano, y quien además dirige el Centro de Estudios Palestinos, muestra las raíces históricas del conflicto palestino-israelí. Comenzando con una presentación de lo que es Palestina, cuál ha sido su capital y población tradicional y su importancia geográfica, se continúa con un capítulo titulado "Orígenes y existencia de los pueblos constitutivos del conflicto palestino-israelí" en donde se presentan las diversas poblaciones que tanto han estado como invadido a Palestina a través de la historia. Se termina el libro con el capítulo "De las grandes religiones monoteístas" donde se analiza el papel de las religiones en el conflicto. LEB

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Dilip Hiro, autor de numerosos libros sobre el Medio Oriente y colaborador sobre este tema en los medios internacionales, muestra la historia del fundamentalismo islámico partiendo desde el punto de vista de que el fundamentalismo ha sido una constante desde la misma época de la fundación del Islam. Se comienza con la historia del sunismo, shiismo y de las diversas órdenes sufis para después presentar por separado los casos de Arabia Saudita, Irán, Afganistán, Egipto y Siria. Alrededor de la narrativa se tejen constantemente las diferentes propuestas fundamentalistas a través de su historia, mostrando así, la gran diversidad de opiniones dentro de esta corriente.

Dilip Hiro: Holy Wars: The Rise of Islamic Fundamentalism. Routledge, Nueva York, 1989.

LEB

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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA "SIMBÓLICA" DE LOS RITOS BOLIVARIANOS

Las tomas fotográficas fueron efectuadas por Patricio Estévez Trejo.

PROMESAS MATRIMONIALES INCUMPLIDAS EN ANTIOQUIA COLONIAL

Transparencias 2, 3, 6, 7, 8, 9, 10 y 11. Historia de la fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá. Serrano, Eduardo (recopilador). Segunda edición, Bogotá, noviembre de 1983. Las demás fotografías de esta revista fueron tomadas por Clemencia Isaza

LA SEDE DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Fotografías 8, 12, 16, 17 y 18. Universidad de los Andes, 1948-1988. Ediciones Uniandes.



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