Deporte y sociedad
Universidad de los Andes · Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia
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Julio – septiembre 2016
N° 61 · Julio – septiembre 2016
Universidad de los Andes · Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia Bogotá, Colombia
Traducción al inglés · Carol O’Flynn Traducción al portugués · Roanita Dalpiaz Corrección de estilo · Katherine Vargas Tovar Equipo Informático · Claudia Vega Diseño de Editorial y Diagramación · Víctor Gómez Imagen de portada y portadillas · Utility Cards, 2016. Camilo Andrés Gómez Contreras ca.gomez11@uniandes.edu.co · camiloandresg.c@hotmail.com· Portafolio: https://www.behance.net/Gombou Impresión · Panamericana formas e impresos S.A. La revista tiene todos sus contenidos en acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo y puede adquirirse en: Distribución · Siglo del Hombre Editores Cra 32 No 25-46 · Bogotá, Colombia · PBX (571) 337 77 00 · www.siglodelhombre.com Suscripciones | Librería Universidad de los Andes · Cra 1a No 19-27 Ed. AU 106 · Bogotá, Colombia Tels. (571) 339 49 49 ext. 2071 – 2099 · http://libreria.uniandes.edu.co Canjes | Facultad de Ciencias Sociales · Universidad de los Andes · Cra. 1a Este No. 18A – 10 Ed. Franco, piso 6, oficina 617 · Bogotá – Colombia · Tel [571] 3394949 Ext.: 3585 publicacionesfaciso@uniandes.edu.co · http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co Páginas del número · 228 pp. Formato · 19 x 24.5 cm Tiraje · 300 ejemplares Periodicidad · Trimestral ISSN 0121-1617. Min. Gobierno 2107 de 1987 eISSN 1900-6152 Precio · $ 30.000 (Colombia) * Las ideas aquí expuestas son responsabilidad exclusiva de los autores. * El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se mencione la fuente. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero autorización del Comité Editorial de la revista.
Acerca de la revista Historia Crítica tiene como objetivo publicar artículos inéditos (en español, inglés y portugués) de autores nacionales y extranjeros que contribuyan al estudio de la Historia y al de las Ciencias Sociales y Humanas, para una mejor comprensión de los entornos sociales, políticos, económicos y culturales del pasado y del presente. En este sentido, busca fortalecer la investigación histórica, la reflexión académica y la elaboración de balances actualizados, que permitan construir diálogos en la comunidad académica nacional e internacional. La Revista es una publicación trimestral, (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre) que se publica al inicio de cada período señalado, creada en 1989 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). Las secciones de la Revista son las siguientes: •
Carta a los lectores o Presentación del Dossier informa sobre el contenido del número y la pertinencia de los temas tratados.
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Dossier reúne artículos que giran alrededor de una temática específica, convocada previamente por el Equipo Editorial.
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Tema abierto incluye artículos sobre variados intereses historiográficos, distintos a los que reúne el dossier.
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Reseñas y Ensayos bibliográficos ponen en perspectiva publicaciones historiográficas recientes.
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Notilibros ofrece una breve descripción de publicaciones recientes de interés para la comunidad académica.
La Revista cambia la estructura de presentación de sus secciones en los números que son exclusivos de Tema abierto, donde no aparece la sección de Dossier. Historia Crítica en algunas ediciones incluye la sección Traducción que contiene artículos publicados en idiomas distintos al español, inglés y portugués. Palabras clave: historia, ciencias sociales, ciencias humanas, investigación, historiografía, balances historiográficos. Historia Crítica declara que, todos los artículos que se reciben son sometidos a la herramienta de detección de plagio; los contenidos que se publican en la versión digital son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF, HTML y en versión e-book; los autores deben manifestar que el texto es de su autoría, inédito, y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros; en cuanto a los evaluadores, deben señalar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y temas sobre los que van a conceptuar.
La revista hace parte de los siguientes catálogos, bases bibliográficas, índices y sistemas de indexación: Publindex - Índice Nacional de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, (Colciencias, Colombia), desde 1998. Actualmente en categoría A1. Sociological Abstracts y Worldwide Political Science Abstracts (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2000. Ulrich’s Periodicals Directory (CSA-ProQuest, Estados Unidos), desde 2001. PRISMA - Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (CSA-ProQuest, Gran Bretaña), desde 2001. Historical Abstracts y America: History &Life (EBSCO Information Services, antes ABC-CLIO, Estados Unidos), desde 2001. HAPI - Hispanic American Periodical Index (UCLA, Estados Unidos), desde 2002. OCENET (Editorial Oceano, España), desde 2003. LATINDEX - Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (México), desde 2005. Fuente Académica, Current Abstracts, EP Smartlink Fulltext, TOC Premier, Academica Search Complete, SocINDEX (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005. RedALyC - Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (UAEM, México), desde 2007. DOAJ - Directory of Open Access Journal (Lund University Libraries, Suecia), desde 2007. Informe académico y Académica onefile (Estados Unidos), desde 2007. CLASE - Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México), desde 2007. DIALNET - Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2007. CIBERA - Biblioteca Virtual Iberoamericana/España/Portugal (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007. SciELO - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2007. CREDI - Centro de Recursos Documentales e Informáticos (Organización de Estados Iberoamericanos, España), desde 2008. HLAS - Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2008. LAPTOC - Latin American Periodicals Tables of Contents (University of Pittsburgh, Estados Unidos), desde 2008. Social Sciences Citation Index - Arts and Humanities Citation Index (ISI-Thomson Reuters, Estados Unidos), desde 2008. SCOPUS - Database of abstracts and citations for scholarly journal articles (Elsevier, Países Bajos), desde 2008. LatAm -Estudios Latinamericanos (International Information Services, Estados Unidos), desde el 2009. SciELO Citation Index (Thomson Reuters–SciELO), desde 2013. ESF-European Science Foundation - ERIH PLUS (Noruega), desde el 2015.
Portales Web: http://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis Angel Arango, Colombia), desde 2001. http://www.cervantesvirtual.com/portales/ (Quórum Portal de Revistas, Universidad de Alcalá, España), desde 2007. http://sala.clacso.org.ar/biblioteca/Members/lenlaces (Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina), desde 2007. http://www.historiadoresonline.com (Historiadores OnLine - HOL, Argentina), desde 2007.
Tabla de contenido Carta a los lectores · 9-10
Artículos dossier: Deporte y sociedad Presentación del dossier “Deporte y sociedad” · 13-21
Ricardo Arias Trujillo, Universidad de los Andes, Colombia Xavier Pujadas i Martí, Universitat Ramon Llull, España La práctica gimnástica y el deporte, la cultura física y el cuerpo bello en la historia de las mujeres. Argentina 1900-1930 · 23-43 Gisela Paola Kaczan, Universidad Nacional de Mar del Plata-CONICET, Argentina Fútbol global e identidades nacionales en 1925: la gira del Club Atlético Boca Juniors en España a través de su impacto en la prensa · 45-63 Juan Antonio Simón, Universidad Europea de Madrid, España Cultura física, performance atlética e higiene de la nación. El surgimiento de la medicina deportiva en Argentina (1930-1940) · 65-84 Andrés Horacio Reggiani, Universidad Torcuato Di Tella, Argentina Disciplinar el cuerpo para militarizar a la juventud. La actividad deportiva del Frente de Juventudes en el franquismo (1940-1960) · 85-103 Marta Mauri Medrano, Universidad de Zaragoza, España El automovilismo deportivo en México. Sus primeros clubes y competencias (siglo XX) · 105-123 María José Garrido Asperó, Instituto Mora, México
Espacio estudiantil Del Chile de los triunfos morales al “Chile, país ganador”. La identidad nacional y la selección chilena de futbol durante la Dictadura Militar (1973-1989) · 127-147 Diego Vilches Parra, Universidad de La Serena, Chile
Tema abierto Pedro Romero, el artesano: trabajo, raza y diferenciación social en Cartagena de Indias a finales del dominio colonial · 151-170 Sergio Paolo Solano D., Universidad de Cartagena, Colombia La discusión cívica y moralizadora en el discurso anticomunista de la derecha conservadora chilena, 1932-1938 · 171-191 Raúl Burgos Pinto, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Reseñas Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro. Madrid: Cátedra, 2015 · 195-198 Jaqueline Vassallo, Universidad Nacional de Córdoba-CONICET, Argentina Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, editor. Historia e historiografía constitucionales. Madrid: Editorial Trotta, 2015 · 199-202 Carlos Alberto Toro, Universidad de los Andes, Colombia Notilibros · 204-206 Políticas editoriales · 207-212
Table of Contents Letter to readers · 9-10
Thematic Articles: Sports and Society Presentation of the Dossier “Sports and Society” · 13-21
Ricardo Arias Trujillo, Universidad de los Andes, Colombia Xavier Pujadas i Martí, Universitat Ramon Llull, Spain Gymnastic Practice and Sports, Physical Culture and the Beautiful Body in the History of Women. Argentina 1900-1930 · 23-43 Gisela Paola Kaczan, Universidad Nacional de Mar del Plata-CONICET, Argentina Global Football and National Identities in 1925: The Boca Juniors Athletic Club’s Spanish Tour as Seen through its Impact in the Press · 45-63 Juan Antonio Simón, Universidad Europea de Madrid, Spain Physical Culture, Athletic Performance and Hygiene of the Nation: The Rise of Sports Medicine in Argentina (1930-1940) · 65-84 Andrés Horacio Reggiani, Universidad Torcuato Di Tella, Argentina Discipline the Body to Militarize the Youth. The Sports Activity of the Youth Front during the Franco Years (1940-1960) · 85-103 Marta Mauri Medrano, Universidad de Zaragoza, Spain Sports Car Racing in Mexico. The First Clubs and Competitions (20th Century) · 105-123 María José Garrido Asperó, Instituto Mora, Mexico
Student Space From the Chile of Moral Triumphs to “Chile, the Winning Country.” National Identity and the Chilean National Football Team during the Military Dictatorship (1973-1989) · 127-147 Diego Vilches Parra, Universidad de La Serena, Chile
Open Forum Pedro Romero, the Artisan: Work, Race and Social Differentiation in Cartagena de Indias towards the End of Colonial Rule · 151-170 Sergio Paolo Solano D., Universidad de Cartagena, Colombia The Civic and Moralizing Discussion in the Anticommunist Discourse of the Conservative Right in Chile, 1932-1938 · 171-191 Raúl Burgos Pinto, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Book Reviews Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro. Madrid: Cátedra, 2015 · 195-198 Jaqueline Vassallo, Universidad Nacional de Córdoba-CONICET, Argentina Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, editor. Historia e historiografía constitucionales. Madrid: Editorial Trotta, 2015· 199-202 Carlos Alberto Toro, Universidad de los Andes, Colombia Book Notes · 204-206 Editorial Policies · 212-217
Lista de conteúdos Carta aos leitores · 9-10
Artigos dossiê: Esporte e Sociedade Apresentação do dossiê “Esporte e Sociedade” · 13-21 Ricardo Arias Trujillo, Universidad de los Andes, Colômbia Xavier Pujadas i Martí, Universitat Ramon Llull, Espanha A prática ginástica e o esporte, a cultura física e o corpo belo na história das mulheres. Argentina 1900-193 · 23-43 Gisela Paola Kaczan, Universidad Nacional de Mar del Plata-CONICET, Argentina Futebol global e identidades nacionais em 1925: a expedição do Club Atlético Boca Juniors na Espanha por meio de seu impacto na imprensa · 45-63 Juan Antonio Simón, Universidad Europea de Madrid, Espanha
Cultura física, performance atlética e higiene da nação. O surgimento da medicina do esporte na Argentina (1930-1940) · 65-84 Andrés Horacio Reggiani, Universidad Torcuato Di Tella, Argentina
Disciplinar o corpo para militarizar a juventude. A atividade esportiva da Frente de Juventudes no
franquismo (1940-1960) · 85-103
Marta Mauri Medrano, Universidad de Zaragoza, Espanha O automobilismo esportivo no México. Seus primeiros clubes e competições (século XX) · 105-123 María José Garrido Asperó, Instituto Mora, México
Espaço estudantil Do Chile dos triunfos morais ao “Chile, país ganhador”. A identidade nacional e a seleção chilena de futebol durante a Ditadura Militar (1973-1989) · 127-147 Diego Vilches Parra, Universidad de La Serena, Chile
Tema aberto Pedro Romero, o artesão: trabalho, raça e diferenciação social em Cartagena de Indias no final do domínio colonial · 151-170 Sergio Paolo Solano D., Universidad de Cartagena, Colômbia A discussão cívica e moralizadora no discurso anticomunista da direita conservadora chilena, 1932-1938 · 171-191 Raúl Burgos Pinto, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Resenhas Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro. Madrid: Cátedra, 2015 · 195-198 Jaqueline Vassallo, Universidad Nacional de Córdoba-CONICET, Argentina Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, editor. Historia e historiografía constitucionales. Madrid: Editorial Trotta, 2015· 199-202 Carlos Alberto Toro, Universidad de los Andes, Colômbia Notilivros · 204-206 Políticas editoriais · 218-223
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Carta a los lectores El Equipo Editorial de Historia Crítica se complace en presentar a sus lectores un nuevo número de Tema abierto, con aportes desde Colombia, Chile, Argentina y México, que leídos en su conjunto dan cuenta de algunos de los problemas, objetos, temas y fuentes que son empleados por los historiadores en las últimas décadas. En esta ocasión se abre el número con un escrito de Renán Silva titulado “El pensamiento colombiano en el siglo XX. Breve guía para un viajero joven”, en memoria de la obra de Jaime Jaramillo Uribe (1917-2015), uno de los historiadores colombianos más reconocidos del siglo XX. Silva tiene como objetivo principal presentar a un público joven de estudiantes de Historia y Ciencias Sociales una de las obras más destacadas de la historiografía en Colombia: El pensamiento colombiano en el siglo XIX, escrita por Jaramillo Uribe entre 1953 y 1956 y publicada en 1964 por la editorial Temis. En este escrito se presentan los elementos que caracterizan el enfoque y el método, el tipo de fuentes que constituyeron el archivo, el contexto académico y cultural en el que se inscribe, y las posibles dificultades que presenta la lectura de esta obra. Pero además se trata de una invitación para acercarse al importante legado investigativo de este historiador, que permitirá a las nuevas generaciones de académicos introducirse en los estudios históricos sobre la sociedad colombiana. A continuación se incluyen los artículos de Aude Argouse y Sergio Rosas Salas que estudian dos destacados actores históricos: los escribanos de la Monarquía Católica que desempeñaron funciones en Madrid, Lima y Santiago de Chile, y el clero de la ciudad de Puebla (México) en la guerra con Estados Unidos. Argouse se introduce en los autos notariales que permiten el estudio de la cultura escrita, la cultura jurídica, los estudios de administración colonial y la diplomática, a través de las funciones que cumplen los escribanos como mediadores sociales y proveedores de verdad legal. Con este objetivo se analizan tres situaciones que muestran la apropiación particular de la escritura pública: una que tiene por protagonista a Cristóbal Gaona entre el 9 de noviembre de 1671 y el 6 de mayo de 1673; otra, a Antonio Sánchez de Bahamonde entre 1666 y 1678, y, por último, una que trata sobre los escribanos de Lima entre 1691 y 1717. Rosas Salas analiza las estrategias seguidas por el clero de Puebla para mantener protegida a la población, guardar el orden durante la ocupación del Ejército estadounidense y salvaguardar el culto religioso de ciertas imágenes como un elemento de tranquilidad pública. Aquí se muestra el aporte del clero —por ejemplo, del Cabildo Catedral— a la defensa de la ciudad a través de las prédicas de patriotismo y las rogativas de paz, manifestando con ello el poder cohesionador que tenía el catolicismo entre 1847 y 1848. También contamos con los escritos de Lisandro Gallucci y Mercedes García Ferrari, ubicados en el contexto argentino de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Gallucci trata la cuestión de la ciudadanía política y la organización institucional de los Territorios Nacionales en Argentina. Con el estudio de los debates parlamentarios del Congreso, el autor establece las representaciones que tenían las élites políticas que diseñaron el orden institucional sobre estos espacios, así como la mirada sobre la población que los habitaba, considerada con un estatus jurídico diferente a la de las provincias al no contar con autonomía política. Así las cosas, los pobladores de los Territorios no podían participar en las elecciones nacionales, como tampoco elegir los gobernados o enviar representantes al Congreso de la recién fundada nación argentina. García Ferrari, por su parte, se ocupa de los encuentros del Congreso Científico Latinoamericano organizados entre 1901 y
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Carta a los lectores
1909 y de la importancia de los intercambios científicos regionales para legitimar la difusión del Sistema Dactiloscópico Argentino, cuyo principal representante era Juan Vucetich. Las actas de los congresos celebrados en Montevideo, Río de Janeiro y Santiago de Chile le permiten a la autora establecer la importancia adquirida por el método dactiloscópico en América Latina, y, con ello, la modernización de las instituciones del Estado. Esta renovación respondía al impulso dado a la nacionalización de los sistemas de identificación y a la mundialización del intercambio de información biométrica y de antecedentes penales. A propósito de problemáticas políticas se encuentra el artículo de Carlos Camacho Arango, que estudia las relaciones civiles y militares durante el Oncenio de Augusto Leguía en Perú, entre 1919 y 1930. Camacho Arango, empleando los escritos de militares extranjeros residentes en el país —como los agregados norteamericanos y los instructores franceses—, concluye que las Fuerzas Militares peruanas no conformaban un bloque homogéneo, estable u organizado. Desde los estudios de Civil-Military Relations, el autor muestra cómo algunas medidas institucionales del presidente Legía contra el Ejército sirvieron de contexto a las acciones de muchos oficiales (con mando de tropa) en su contra, ocurridas en gran medida en zonas de provincia. Así como la investigación de Claudia Fedora Rojas Mira sobre las relaciones entre los gobiernos de Chile y México antes del golpe de Estado de 1973 y durante el período del exilio en México. Se muestra que, gracias a los vínculos políticos, sociales y culturales establecidos por la izquierda chilena y mexicana —como, por ejemplo, las estancias de Gabriela Mistral y Pablo Neruda—, se dio el ingreso de exiliados políticos al territorio mexicano. Rojas Mira reconstruye algunos de estos importantes vínculos empleando un conjunto de archivos y testimonios orales de personas que vivieron de cerca el ingreso de exiliados chilenos en México entre 1973 y 1993. Por último, en la sección Tema estudiantil, los invitamos a consultar el artículo de Ivonne Marcella Duque Estupiñán sobre el crecimiento urbano en la configuración del área periférica de San Juan de Girón, en el departamento de Santander (Colombia). Una problemática que ilustra el desarrollo, la ubicación y los proyectos de vivienda en el período 1964-1985, que dieron como resultado la creación de las urbanizaciones industriales Vegas de Villamizar y Chimitá, el barrio Santa Cruz y el barrio El Poblado. Además de dos reseñas: una de Andrés Bianchetti Saavedra sobre el escrito anónimo “La catástrofe del Itata. Memorias de un sobreviviente” y otra de Sebastián Vargas Álvarez acerca de la investigación “Nosotros y los otros. Las representaciones de la nación y sus habitantes 1880-1910”. Como también nuestra habitual sección de “Notilibros”, con novedades editoriales de la Universidad del Rosario, El Colegio de México, Eudeba, Flacso-Ecuador, Universidad de Extremadura, Iberoamericana Vervuert, Edinburgh University Press, Oxford University Press y Harvard University Press.
Dossier
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Presentación del dossier “Deporte y sociedad” Ricardo Arias Trujillo
Universidad de los Andes, Colombia
Xavier Pujadas i Martí
Universitat Ramon Llull, España
doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.01
C
on este nuevo número que Historia Crítica presenta al lector —“Deporte y sociedad”—, la revista busca no solo dar a conocer diversos avances investigativos relacionados con el tema del deporte, sino, sobre todo, destacar la relevancia que tiene este tipo de estudios para abordar aspectos muy variados de la sociedad y, por lo tanto, para ayudar a comprenderla mejor. En las décadas de 1960 y 1970, trabajos pioneros, algunos de ellos provenientes de la sociología, ya habían sugerido la importancia que podían tener los asuntos relacionados con las prácticas deportivas. En este contexto, la tradicional visión narrativa e historicista de las décadas anteriores estaba dando paso a nuevas teorías inspiradas en la “historia de los hechos sociales” y en la sociología, las cuales, desde el mundo académico, plantearon los límites de una visión evolutiva y universalista del deporte, así como la necesidad de abordar su estudio en tanto que un fenómeno social y cultural complejo. En particular, bajo el impulso de investigadores fundamentalmente británicos, norteamericanos y franceses, poco a poco los historiadores empezaron a estudiar lo social a partir del deporte. Esas investigaciones no tardaron en demostrar que el deporte, lejos de ser natural, intrínseco al ser humano y por lo tanto universal, es un fenómeno histórico. No ha existido siempre, no ha permanecido incólume a los avatares de la historia. Todo lo contario: es una práctica que, como tal, cambia según las transformaciones que afectan a la sociedad. Esta nueva visión del fenómeno deportivo como objeto de estudio histórico comportaba, en realidad, la aparición de una nueva historia del deporte influenciada por las transformaciones en las ciencias sociales de la década de 1960, la creciente popularización del deporte en todo el mundo y un inicial reconocimiento académico de la historia del deporte en los departamentos de historia, ciencias sociales y ciencias de la Actividad Física. Autores como Norbert Elias y Eric Duning en el Reino Unido —entre 1966 y 1970—1, o Allen Gutmann en Estados Unidos2 ya en la década de 1970, pusieron de relieve la especificidad del deporte como un fenómeno contemporáneo que debe ser estudiado en su contexto social. En este escenario de cambio, otro aporte de las investigaciones sobre el deporte consistió, precisamente, en analizarlo de manera relacional: la importancia de este tipo de estudios no radica tanto en el deporte en sí mismo, como en lo que éste puede decirnos acerca del marco social en el que se encuentra. 1 Roger Chartier, “Avant propos. Le sport ou la libération controlée des émotions”, en Sport et civilisation. La violence maîtrisée, dirigido por Norbert Elias y Eric Dunning (París: Fayard, 1994),12. 2 Guttmann, From Ritual to Record: The Nature of Modern Sport (Nueva York: Columbia University Press, 1978).
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Presentación del dossier “Deporte y sociedad” Ricardo Arias Trujillo | Xavier Pujadas i Martí
Desde el último tercio del siglo XX, numerosas investigaciones han contribuido a esclarecer asuntos relacionados con la política, la cultura, la educación, el mercado, la globalización, los medios de comunicación. Otras más han querido analizar el proceso que condujo del mundo amateur al profesionalismo, estudiando problemas tan variados como las formas de ocio, las iniciativas privadas, los mecanismos de ascenso social, el papel del Estado que suele incluir el amplio campo de la educación. En fin, son tan solo algunos ejemplos que quieren resaltar, a través de la multiplicidad de usos que se le han atribuido al deporte, la importancia que puede tener este fenómeno para abordar y explicar mejor la sociedad. Cuando hablamos de deporte, nos referimos en concreto a las actividades físicas cuyos contornos empezaron a delinearse con precisión en la Inglaterra victoriana. Más allá de evidentes continuidades con los ejercicios y los juegos físicos de siglos anteriores, el “deporte moderno” adquiere otros rasgos y, sobre todo, nuevos significados. Como producto sociocultural de las sociedades industriales, se irá caracterizando, entre otros factores, por la creciente importancia de 1) la racionalización y burocratización, encargadas de fijar objetivos, de reglamentar las prácticas, de organizar competencias, etc.; 2) la profesionalización; 3) la comercialización; 4) el espíritu competitivo, la búsqueda del triunfo, del récord. En las últimas tres décadas, la presencia cada vez más visible del deporte en el mundo académico permite hablar de la consolidación de un campo investigativo que, hoy en día, da muestras de un mayor dinamismo y vitalidad. Por supuesto, este balance amerita importantes matices según las distintas tradiciones historiográficas. Si bien el impulso inicial provino especialmente de investigadores anglosajones, el interés académico por el deporte se difundió, con diferente intensidad, por otros países y centros universitarios. Nos interesa, muy brevemente, hacer algunas consideraciones sobre la situación de los estudios del deporte en España y en América Latina, toda vez que el dossier que presentamos al lector está constituido por artículos provenientes de esas latitudes. La historiografía del deporte en el caso español, al igual que en el resto de países del entorno europeo, ha evolucionado desde una perspectiva moderna sobre todo a partir de las décadas de 1980 y 1990. Si bien podemos tener en cuenta como pionera la presentación de la tesis doctoral de Florit i Capella en 19713, en realidad la aparición de una historiografía del deporte en el ámbito académico fue más tardía que en Gran Bretaña, Francia, Alemania o Italia y se centró, fundamentalmente, en estudios parciales, monografías territoriales y trabajos sobre etapas concretas. En este sentido, hasta este último decenio con la publicación de investigaciones de conjunto4, en general han proliferado las investigaciones monográficas sobre franquismo y deporte, caso de los estudios de Duncan Shaw, Carles Santacana, Teresa González o Juan Carlos Manrique, género y deporte, sobre todo con los aportes de Milagros García y Concepción Carbajosa, o los estudios sobre determinados clubes, caso de Angel Bahamonde en relación al Real Madrid. En la actualidad, la historia del deporte ya está presente con cierta normalidad en los programas de doctorado y empieza a ser un ámbito de investigación plenamente reconocido. Las nuevas generaciones de investigadores, con doctorados en temática deportiva o participando en proyectos competitivos, están ampliando el marco de estudio, como podrá verse en este dossier. 3 Josep Florit Capella, Deporte y sociedad en la historia contemporània espanyola (Barcelona: Universitat de Barcelona: 1971). 4 Por ejemplo: Xavier Pujadas i Martí, Atletas y ciudadanos. Historia social del deporte en España 1870-2010 (Madrid: Alianza Editorial, 2011).
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 13-21 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.01
En el contexto latinoamericano, Argentina y Brasil son ejemplos de una historiografía en torno al deporte relativamente consolidada. La publicación en años tan tempranos de O negro no futebol brasileiro (1947), del Mario Filho5, analiza la popularización del fútbol en Brasil, proceso que se vincula con mecanismos de ascenso social y con cierta democratización racial. A partir de sus resultados, numerosos trabajos han indagado, entre otros aspectos, por el lugar de los negros en el deporte, por los estilos de juego, por el deporte como forma de resistencia social y racial. Los trabajos del argentino Eduardo Archetti, en los años de 1990, quien provenía de la antropología social, abrieron las puertas para explorar los “imaginarios colectivos” en torno al deporte. Hoy en día, el panorama se ha ampliado y, desde diferentes espacios académicos, un número creciente de investigadores multiplica el repertorio de preguntas, de fuentes, de problemas, enriqueciendo así un campo que no deja de mostrar su fecundidad. El dossier quiere ser una muestra del dinamismo que empieza a verse en el campo de los estudios sobre el deporte en Hispanoamérica. De los cuarenta artículos recibidos en el marco de la convocatoria, se seleccionaron seis: dos provenientes de Argentina, uno de México, otro de Chile y dos más de España. Todos ellos plantean una serie de problemas que resultan particularmente pertinentes y lo hacen recurriendo a diversos tipos de fuentes, desde perspectivas claramente interdisciplinarias, apoyándose en diferentes marcos teóricos, inspirados en los aportes del siempre estimulante Norbert Elias, de Michel Foucault, de Georges Vigarello, de Clifford Geertz, entre otros. Los textos de Marta Mauri y Gisela Kaczan abordan el cuerpo o, mejor, los cuerpos, para subrayar los diferentes discursos que en torno a ellos se pueden construir. En la España franquista, el cuerpo masculino debía ser educado, moldeado para servir a la patria. El deporte, como el resto de las esferas de la sociedad (educación, economía, cultura, etc.), es intervenido por parte de las autoridades para encauzarlas por el camino correcto: “El Frente de Juventudes controló las rutinas y el día a día escolar no sólo dentro de la escuela, sino también fuera de ella, ya que la obligatoriedad de acudir a los campamentos de la organización, a las marchas pseudo-militares o a las competiciones y Juegos Escolares Nacionales ( JEN) copó el tiempo de ocio de los jóvenes durante la posguerra española. El deporte y la educación física funcionaron como un poderoso instrumento de militarización y moralización corporal de la infancia y de la juventud durante el franquismo”. Bajo la influencia de Michel Foucault, Mauri analiza las relaciones de poder que se tejen en torno al cuerpo. La instrumentalización del cuerpo masculino a través de las actividades físicas era parte de un programa más vasto que buscaba inculcar en niños y jóvenes una serie de valores castrenses (hombría, obediencia, disciplina, solidaridad, respeto a las jerarquías “naturales”, sacrificio por la patria), asociados, por supuesto, con los altos ideales de la nación franquista. Así, el ejercicio corporal, lejos de limitarse a una actividad exclusivamente física, era la base de una educación realmente integral, pues el individuo “sano, fuerte y equilibrado es el mejor medio para conseguir un sujeto también moral e intelectualmente bueno”. Y, como ya se dijo, la educación del cuerpo debía manifestarse en las distintas instancias de la vida cotidiana de los jóvenes: los desfiles, debidamente enmarcados por un claro y omnipresente simbolismo político (banderas, himnos, canciones), los juegos, todo ello hace parte de una pedagogía corporal: “Para conseguir que la juventud se convierta en la base militar del mañana, el Frente de Juventudes utilizó como técnica disciplinaria la Educación Física y el control del cuerpo infantil”.
5 Mario Filho, O negro no futebol brasileiro (Rio de Janeiro: Irmãos Pongetti Editores, 1947).
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Presentación del dossier “Deporte y sociedad” Ricardo Arias Trujillo | Xavier Pujadas i Martí
Por otro lado, el trabajo de Gisela Kaczan permite aproximarnos a la relación entre prácticas físicas y mujeres, relación que cobró fuerza en la Argentina durante las primeras décadas del siglo XX. En un contexto en el que se cruzaban preocupaciones propias a la eugenesia, a la “decadencia racial”, a los males que traía consigo el desordenado crecimiento de las ciudades, distintos sectores de las élites se sumaron para fomentar la actividad física en los diversos sectores de la sociedad. Estas campañas prestaron particular atención a las mujeres, que eran las encargadas de transformar a los niños en “seres sanos, fuertes y felices”. Un complejo dispositivo, en el que se mezclaban “técnicas de conservación de la salud, institutos terapéuticos y de belleza […], literatura científica, seudocientífica y de divulgación”, al que se sumaban las políticas educativas, buscaban “velar por la salud femenina, por su futuro y por la previsión de las siguientes generaciones”. La cultura física también buscaba preservar la “gracia de las mujeres, su belleza y feminidad”. La prensa y la radio ofrecían a una numerosa clientela femenina de clase media, con pocas posibilidades de practicar deporte en los clubes privados, todo tipo de motivaciones e indicaciones para ejercitarse sin salir de casa, logrando así, además, mantener a la mujer en su ámbito “natural”: en su hogar, ésta “podía gozar de las ventajas del entrenamiento físico sin salir a la calle y sin sacrificar ninguna de las exigencias de ama de casa, de esposa y madre celosa de sus deberes”. De manera que la incursión de la mujer en el deporte —mundo masculino por excelencia— no significaba, al menos en un comienzo, un cuestionamiento a las divisiones tajantes y a las relaciones asimétricas entre los dos sexos. Kaczan muestra muy bien que las prácticas deportivas permitían reproducir, a principios del novecientos, los patrones tradicionales de los estereotipos de masculinidad y feminidad. Para las mujeres, las finalidades del deporte debían ser sobre todo terapéuticas y educativas, lo que significaba que no podía ser competitivo, como era el caso del deporte masculino; y se dejaba muy en claro que la mujer deportista debía seguir exhibiendo su tradicional elegancia, delicadeza, compostura. Sin embargo, poco a poco, se fueron abriendo ciertos intersticios a través de los cuales el deporte y los ejercicios físicos permitieron a la mujer, tímidamente, romper con ciertos rasgos de lo que se consideraba el ideal de feminidad. Las actividades físicas exigían la adopción de ciertas posturas corporales y el uso de determinadas indumentarias que mostraban otra faceta del cuerpo de la mujer: “Se asiste a un rescate del cuerpo, a una sucesiva revelación, en el sentido de descubrimiento, exposición y conquista de nuevas posiciones”; “Pero a la vez confirman que gradualmente se pasa del empleo de indumentaria incómoda y restrictiva —en nada diferente a un traje de calle— a un conjunto diseñado con el fin de brindar confort para la actividad física”. Más novedoso aún: “El lenguaje corporal movilizado está cargado de sensualidad, los desplazamientos se expresan con cadencia, espontaneidad y libertad […]”. Los siguientes dos artículos estudian el surgimiento y consolidación de la medicina deportiva en Argentina (Andrés Horacio Reggiani) y del automovilismo en México (María José Garrido), procesos que se dieron en la primera mitad del siglo XX. Ambos trabajos permiten entender muy bien cómo se va construyendo un campo autónomo, con sus reglas y lógicas propias, aunque siempre estrechamente relacionados con un amplio entorno social. En el caso argentino, “la configuración de un campo médico-deportivo coincidió” tanto con “la rápida expansión de los deportes”, así como con las políticas del Estado favorables al desarrollo de la cultura física y con discusiones que se daban en torno a la “calidad y aptitudes” de la población. Con mucha pertinencia, Reggiani también vincula la emergencia de la medicina deportiva en Argentina con los avances y debates internacionales de la disciplina médica. El problema del doping fue fundamental, pues el
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saber médico era el que mayor legitimidad tenía para pronunciarse al respecto. Todos estos asuntos explican la “convergencia entre cultura física y medicina”. Desde muy temprano, por consiguiente, la medicina deportiva se atribuyó una doble función. Por una parte, era la encargada de promover el deporte y la educación física, pues poseía, según decían sus defensores, todo el conocimiento necesario para orientar a los deportistas. Por otra parte, debía evitar las prácticas ilegales (como el doping) o contraproducentes (como exceso de ejercicio). “Así, la medicina se erigió a la vez en la corporación profesional más íntimamente identificada con la promoción de la cultura física y en su instancia reguladora. Este proceso se vio favorecido por la legitimación del saber médico y de sus practicantes como autoridad excluyente en todo lo concerniente al cuidado de la salud y el cuerpo”. Con el desarrollo del gusto por los deportes, una tendencia que poco a poco llegó a todos los sectores sociales, la medicina también sintió la necesidad de actuar, de pronunciarse. En el caso de las mujeres, cada vez más atraídas por la “pedantería deportiva”, la medicina no dejaba de señalar que tales modas, “además de estar reñidas con el decoro”, podían ocasionar graves lesiones al sistema reproductivo. Como ya lo habíamos visto en el artículo de Kaczan, el deporte, amparado en la ciencia, fue un mecanismo para legitimar la inferioridad de la mujer: “Los debates sobre la cultura física femenina tendieron a reproducir, en lo esencial, los prejuicios de estas viejas teorías, matizadas con los postulados más modernos del higienismo”. El fortalecimiento de la medicina deportiva está estrechamente ligada a su institucionalización. Reggiani menciona, al final de su trabajo, la importancia que jugaron, en este proceso, los foros regionales, los congresos suramericanos, la creación de redes a nivel continental y la fundación de revistas. La consolidación del campo automovilístico es uno de los ejes del trabajo de Garrido. La llegada de los primeros automotores a México, a comienzos del siglo pasado, además de sorprender y atemorizar a amplios sectores de la población, fue vista de inmediato como un símbolo, uno más, de los avances de la modernidad y el progreso. Se trataba, en efecto, de un medio de transporte que revolucionaría rápidamente las comunicaciones. Así como servía para transportar personas y mercancías a mayores velocidades, permitió incorporar “a la vida política y comercial a comunidades que hasta entonces habían permanecido aisladas”. Fue, igualmente, un símbolo de distinción social, por sus elevados costos, por su sofisticación y por su inevitable asociación con la “vida moderna”. Muy pronto se le relacionó también con el deporte: buena parte de “la información ofrecida en la prensa sobre los primeros tiempos del automóvil muestra que la conducción de esos vehículos fue considerada ante todo como una actividad deportiva”. En torno a ella se desarrolló un complejo marco burocrático, encargado de consolidar el automovilismo como una nueva práctica deportiva. La creación del Automóvil Club, la organización de diferentes tipos de competencias (grandes distancias o circuitos cortos), la aparición de la prensa especializada, los mecanismos de consagración de los grandes héroes del automovilismo, la creciente importancia de los records, la irrupción de los intereses comerciales, constituyen diferentes elementos del proceso de institucionalización. Diego Vilches se centra en las identidades, un problema que ha despertado el interés de numerosos investigadores, quienes, desde la historia cultural y la antropología, intentan mostrar cómo se han ido elaborando diferentes formas discursivas en torno a la “identidad” de una nación o de un estilo de juego. En su artículo, Vilches analiza cómo, en el Chile de la Dictadura, el fútbol ayudó a construir cierto tipo de identidad nacional. Antes de la llegada de Pinochet, prevalecía la imagen de un país económicamente atrasado, imagen que repercutía en las representaciones
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que se hacían en torno al fútbol. En efecto, la selección nacional que asistió al mundial de 1974 era considerada por la prensa de su país como un equipo pequeño, sin mayores posibilidades de triunfar. La misma prensa intentaba contrarrestar la debilidad deportiva con una serie de valores (es un equipo “digno”, “honorable”), que supuestamente debían dotar al seleccionado patrio de un prestigio moral en el ámbito internacional. La dictadura de Pinochet se encargó de elaborar una nueva imagen con el fin de neutralizar las críticas de las que era objeto su gobierno por parte de la comunidad internacional. La adopción de un modelo de desarrollo de corte neoliberal implementado por la Dictadura sentó, rápidamente, las bases de un nuevo discurso identitario, cuyo éxito dependía de trasmitir una imagen radicalmente diferente de aquella con la que hasta entonces se había identificado el chileno: “A medida que se implementó y consolidó el proyecto de acelerada modernización neoliberal, los triunfos morales ya no fueron suficientes. Como se fueron adoptando de manera progresiva los valores competitivos (propios de la cultura del libre mercado) para el Mundial de España en 1982, y coincidiendo con el discurso oficial que hablaba de una nación poderosa que transitaba aceleradamente hacia el desarrollo en todos los ámbitos, la prensa deportiva nacional le exigió a la selección ser competitiva y obtener logros relevantes”. El autor traza un paralelo muy sugestivo entre las expectativas y los logros económicos y deportivos para tratar de demostrar que tanto el llamado “boom chileno” como el supuesto poderío de la selección de fútbol encontraban su fundamento, no en la realidad, en los hechos, sino en una serie de discursos profundamente ideologizados. Así como se quiso vender la idea de un país que progresaba en términos económicos, fruto de una planificación “científica”, se habló de una selección que iba a cosechar grandes triunfos en los mundiales. Vilches muestra muy bien las bases de tales discursos, que eran el resultado de cambios, no en el fútbol, sino en las mentalidades, en las nuevas representaciones que se hacían los chilenos de sí mismos, una transformación que se explica por la imagen triunfalista que supo trasmitir la Dictadura a amplios sectores de la sociedad. Pero así como la selección fracasó en sus intentos por clasificarse a los mundiales o fue eliminada en las primeras rondas, la economía chilena tampoco dio los resultados esperados: el tal “boom sólo fue la recuperación económica del país tras la severa crisis del período 1972-1976. Más aún, la mayor parte de los caudales de capitales internacionales que inundó la economía chilena en la segunda mitad de la década ‘no fueron invertidos en infraestructura productiva y exportadora del país’, sino que fueron a parar al ‘consumo, la importación de bienes y el crecimiento totalmente desregulado de los Grupos Económicos’”. Del artículo de Juan Antonio Simón sobre la gira del Boca Juniors por España (1925), queremos retomar algunos puntos: la internacionalización y profesionalización del fútbol; su transformación en espectáculo masivo; la elaboración de discursos sobre identidades y “estilos nacionales”, alimentada precisamente por las confrontaciones entre clubes de distintas nacionalidades. La visita del club argentino a tierras españolas no fue un hecho aislado: por los mismos años, equipos del Brasil y de Uruguay también viajaron a Europa; y, poco antes, una selección vasca había estado en tierras latinoamericanas. Además, desde 1916, se disputaba la Copa América. El fútbol, pues, empezaba a adquirir unas dimensiones internacionales cada vez más evidentes, una tendencia que se corroboraría en 1930, con la celebración del primer campeonato mundial, jugado en Uruguay. Al mismo tiempo, el fútbol se convertía en un deporte popular. A mediados de los veinte, cuando llegó el Boca Juniors a España, la popularización del fútbol era uno de los indicios de los profundos cambios que se estaban dando por entonces en la sociedad española. Las masas
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se hacían visibles, no solo en las esferas política y social; también en el deporte, ya fuese como espectadores o como protagonistas de unas prácticas hasta hacía poco estaban reservadas casi con exclusividad a los sectores privilegiados. El creciente interés por el fútbol fue de la mano con la profesionalización de ese deporte. Para brindar un espectáculo de calidad a un público que pagaba para ver un partido, era necesario contar con jugadores de primer nivel, objetivo que solo podían cumplir quienes se dedicaban exclusivamente al fútbol, es decir los profesionales que, como tales, debían ser remunerados por sus servicios. Los intereses económicos y la lógica del mercado capitalista desplazaron a los valores del deporte amateur. Simón señala que a medida que los triunfos del Boca Juniors se acumulaban por tierras españolas, la programación de nuevos partidos se dificultaba por las crecientes aspiraciones económicas de los directivos argentinos. Y, por su parte, los clubes españoles también se beneficiaron con la gira de los rioplatenses: “la transcendencia que había adquirido la presencia del club argentino en España […] permitió a los clubes el poder alcanzar las mayores recaudaciones de la temporada”. La gira de Boca también fue la ocasión de enfrentar las “escuelas” argentina y española, la una “afiligranada y ágil”, la otra caracterizada por su conocida “furia”. Más allá de las rivalidades entre dos clubes, el trabajo de Simón deja apreciar una confrontación mucho más amplia, de dimensiones continentales: se trataba de medir el estilo latinoamericano frente al europeo, rivalidad que ya se había manifestado en los Juegos Olímpicos y que no tardaría en repetirse en las copas mundiales. Es decir, a través del fútbol se tejen diferentes dimensiones de las identidades, que van desde lo local hasta lo continental. Como muy bien lo subraya Simón, el fútbol “empezaba a comprenderse desde una perspectiva global”. Queremos concluir retomando y ampliando esta apreciación. En realidad, la “globalización” está presente en todos los artículos del dossier, ya sea implícita o explícitamente. Los discursos sobre el cuerpo, el auge de la medicina deportiva y del automovilismo, la selección chilena y las relaciones diplomáticas, la gira de un club argentino por Europa, dejan en claro, de una u otra manera, que las prácticas deportivas se enmarcan en una escala espacial muy amplia. Veamos. Las teorías y los modelos pedagógicos que inspiraron las políticas deportivas del franquismo provenían tanto de la Italia fascista como de la Alemania nazi; de igual manera, muchos de los deportes y de las actividades físicas que las autoridades querían inculcar a la juventud, también procedían del exterior (el baloncesto, de Estados Unidos; la “gimnasia educativa”, de Suecia). Los ideales en torno al cuerpo femenino en la Argentina fueron elaborados a partir de los presupuestos teóricos que venían de las ciencias médicas europea y norteamericana, para no hablar de la profunda influencia del catolicismo; y los paradigmas de la mujer bella eran calcados del cine de Hollywood. Otro tanto puede decirse acerca de la medicina deportiva en la Argentina, siempre atenta a los debates que se daban en el exterior. El estudio del automovilismo en México implica ampliar la mirada mucho más allá de las fronteras tradicionales, ya sea por la organización de competencias internacionales o por la constante combinación de maquinaria, de tecnología, de mecánicos, de pilotos, de aficionados, de periodistas de todo el mundo. La búsqueda de una nueva identidad chilena, elaborada en parte a través del fútbol, se dio en medio del contexto de la Guerra fría, con una Dictadura urgida por crear una imagen nacional que hiciera frente a las diversas presiones de la comunidad internacional. En otras palabras, la historia del deporte permite o, mejor, invita al investigador a tener muy en cuenta que su objeto de estudio se puede enmarcar en escalas espaciales sumamente amplias. El deporte, como tantas otras prácticas sociales, no puede ser aprehendido realmente en espacios
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reducidos, que ocultan o minimizan precisamente su movilidad, su fluidez, sus permanentes y múltiples conexiones y circulaciones por todo el planeta. Circulaciones y conexiones entre diferentes escalas espaciales se dan de múltiples formas e incluyen los más variados “objetos”. Primero, por supuesto, las prácticas: muchas de ellas surgieron en Gran Bretaña y pronto se extendieron por todo el mundo. Y con los diferentes deportes, jugadores, entrenadores, referees, el vocabulario deportivo, las técnicas y estilos de juego, los implementos deportivos, los nombres de equipos ingleses, la arquitectura deportiva, etc., viajan contantemente de un lugar a otro y vuelven transformadas a sus lugares de origen. En efecto, como muy bien lo ilustra el estudio de Simón, con el ejemplo de Boca Juniors, este constante movimiento no es unidireccional. Y con ello no nos referimos únicamente a los desplazamientos de equipos del Cono Sur al Viejo continente, lo cual, por lo demás, dista de ser un simple detalle; nos referimos también, y sobre todo, a la influencia que logra ejercer el fútbol argentino y uruguayo en el balompié europeo. El “estilo latino” seduce y se impone a la “escuela europea”. La victoria de Uruguay en el primer mundial de fútbol muestra claramente el sentido de las circulaciones y de las historias conectadas, lo cual, a su vez, debería conducir a revisar dicotomías que no siempre resultan funcionales, en particular la muy conocida y manipulada centro/periferia. No es solo el deporte el que se ha globalizado: como bien lo han señalado los investigadores que promueven las historias conectadas o las historias de las circulaciones, se trata de un fenómeno que arrancó hace ya varios siglos y que plantea, por consiguiente, un buen desafío a los historiadores, demasiado apegados todavía a unas “fronteras nacionales” que distorsionan unos objetos de estudios mucho más globales, más transculturales.
Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5.
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Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 13-21 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.01
❧ Ricardo Arias Trujillo Profesor asociado del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes (Colombia). Historiador y doctor en Historia de la Universidad de Aix-en-Provence (Francia). Miembro del grupo de investigación Historia del Tiempo Presente.
Xavier Pujadas i Martí
Vicedecano de Estudios de Postgrado e Investigación de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte, y profesor titular de Historia Social del Deporte de la Universitat Ramon Llull (España). Doctor en Historia Contemporánea por la Universitat de Barcelona (España). Director del Grupo de Investigación e Innovación sobre Deporte y Sociedad (GRIES). Algunas de sus últimas publicaciones en libros son: Atletas y ciudadanos. Historia social del deporte en España (1870-2010) (Madrid: Alianza, 2011); Les relations entre le sport et le catalanisme (1880-1975) (Grenoble: PUG, 2013) y Esport i ciutadania: l’esport a Catalunya durant la IIª República, 1931-1936 (Barcelona: Ara Llibres, 2015).
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La práctica gimnástica y el deporte, la cultura física y el cuerpo bello en la historia de las mujeres. Argentina 1900-1930❧ Gisela Paola Kaczan
Universidad Nacional de Mar del Plata-CONICET, Argentina doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.02
Artículo recibido: 07 de octubre de 2015/ 29 de febrero de 2016/ Modificado: 28 de marzo de 2016
Resumen: Este artículo reflexiona sobre la relación entre cultura física y cuerpo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Argentina. El objetivo es mostrar cómo se cruzan diferentes sensibilidades femeninas a favor del cuerpo bello, a través de las prácticas de gimnasia y deporte. Para ello, se indagan las representaciones que los textos y la iconografía construyeron en la prensa ilustrada sobre la experiencia del ejercicio femenino. Se concluye que la relación propuesta resulta un lugar complejo de construcciones simbólicas en el que se cruzan visiones médico-científicas, hábitos y comportamientos, ritos de moralidad y virtud, cánones estéticos y de moda, imaginarios y representaciones sociales alrededor de la mujer. Palabras clave: Argentina, cultura, mujer, gimnasia, deporte (Thesaurus); representación, siglo XX (palabras clave de autor).
Gymnastic Practice and Sports, Physical Culture and the Beautiful Body in the History of Women. Argentina 1900-1930 Abstract: This article reflects on the relationship between physical culture and the female body during the first decades of the 20th century in Argentina. The objective is to show how different feminine sensitivities intersect in favor of the beautiful body, through the practices of gymnastics and sports. For this purpose, it explores the representations constructed through texts and iconography in the illustrated press regarding the experience of exercise among women. It concludes that the proposed relationship turns out to be a complex site of symbolic constructions in which medical-scientific visions intersect with habits and behaviors, rites of morality and virtue, aesthetic canons, imaginaries and social representations revolving around women. Keywords: Argentina, culture, women, sports (Thesaurus); 20th century, representation, gymnastics (author’s keywords).
A prática ginástica e o esporte, a cultura física e o corpo belo na história das mulheres. Argentina 1900-1930 Resumo: Este artigo reflete sobre a relação entre cultura física e corpo feminino durante as primeiras décadas do século XX na Argentina. O objetivo é mostrar como se cruzam diferentes sensibilidades femininas a favor do corpo belo por meio das práticas de ginástica e de esporte. Para isso, indaga-se a respeito das representações que os textos e a iconografia construíram na imprensa ilustrada sobre a experiência do exercício feminino. ción social y espacio urbano: procesos de construcción del aspecto corporal femenino y masculino en ciudades del sudeste de la provincia de Buenos Aires. Primera mitad del siglo XX”, de la autora como investigadora asistente en el CONICET (Argentina). Esta investigación no contó con financiación. La autora agradece las sugerencias de los evaluadores que contribuyeron a mejorar la calidad del artículo.
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La práctica gimnástica y el deporte, la cultura física y el cuerpo bello en la historia de las mujeres Gisela Paola Kaczan
Conclui-se que a relação proposta resulta um lugar complexo de construções simbólicas no qual se fusionam visões médico-científicas, hábitos e comportamentos, ritos de moralidade e virtude, cânones estéticos e de moda, imaginários e representações sociais ao redor da mulher. Palavras-chave: cultura, mulher, ginástica, esporte (Thesaurus); século XX, Argentina, representação (autor de palavras-chave). ❧ Este artículo es resultado de investigaciones en curso derivadas del proyecto individual “Prácticas de interac-
Introducción Este artículo presenta una reflexión sobre la relación entre cultura física y cuerpo femenino durante las primeras décadas del siglo XX, a partir de las representaciones que el discurso verbal y el mensaje iconográfico construyeron en la prensa ilustrada argentina. Esta relación permite reconocer que las representaciones de la mujer que circularon en algunas revistas de amplio tiraje, se ligaron, de manera íntima, con los imaginarios sociales en torno a las formas de cuidar, regular y embellecer los cuerpos, en el marco de la modernidad. Estos años resultaron una etapa favorable, en varios aspectos, para las mujeres. Por un lado, se abrieron oportunidades para que accedieran al mundo de la educación y del trabajo extradoméstico, al mismo tiempo que evolucionó el pensamiento en torno a la sexualidad dando licencia a relaciones diferentes con el cuerpo y con los vínculos sociales. Por el otro, se contribuyó con el proceso sociopolítico de emancipación femenino y fue posible encontrar un aliciente para gozar de cierta autonomía de pensamiento y actuación. Así, pues, en este contexto las nuevas amas de casa, trabajadoras y profesionales, artistas, deportistas, flappers, entre otras figuras, emergieron en simultáneo en ciudades que se expandían vertiginosamente. Pero, al mismo tiempo, fue una etapa en la que convergieron discursos que censuraron ciertas autonomías, algunas de las que serán esbozadas en este artículo. Esto se acompañó de una reconfiguración de los grupos sociales que pertenecían a capas medias y populares, que en el contexto argentino se alimentó con el impacto inmigratorio y los procesos de movilidad social europea promovidos por las políticas estatales. A la vez, el mercado de producción y consumo de bienes culturales aumentó de manera significativa, creando una vida cultural más diversa y consolidada que se configuró en el marco de la llamada cultura de masas. Mientras la difusión de nuevas formas de comunicación —escritas y visuales— contribuyó a dar visibilidad a los nuevos estilos de vida. En este contexto, no obstante, ni las innovaciones incorporadas por la ciencia ni las experiencias introducidas desde las transformaciones sociales fueron equitativas para varones y mujeres. La diferencia de género marcó modelos absolutos, en los que la vida física activa se convirtió en uno de los dispositivos que conservaron un cierto orden social. Tras una revisión de los principales fundamentos y corrientes científicas que surcan la vida moderna —y que introducen algunas preocupaciones y puntos de vista sobre la higiene, la salud y la cultura física—, el objetivo de este artículo es analizar cómo se cruzan diferentes sensibilidades1 femeninas a favor del cuerpo bello a través de dos grandes núcleos temáticos: la práctica de gimna1 Se toma esta noción entendiendo, de acuerdo con Dora Barrancos, que “las sensibilidades orientan los sentimientos y hasta constituyen su modo eficiente de manifestación, en cuyo caso las sensaciones suelen ser vicarias de las emociones”, Dora Barrancos, “Sentidos, sentimientos y sensibilidades (1880-1930)”. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad 6, n° 15 (2014): 27-39.
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 23-43 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.02
sia y la práctica de deporte. Se busca con ello establecer conexiones, tensiones y discontinuidades en torno a las pedagogías que circulaban —instrucciones, recomendaciones y prescripciones—, para entender cómo estaban ligadas con las ambivalencias de sentido entre la agencia de la mujer sobre su cuerpo y el peso de las representaciones sociales que regulaban sus disposiciones. La función de la prensa en este sentido, al parecer, fue ambiciosa: probar a las lectoras que a través de la afición por la cultura física podían ser más sanas y más bellas, indicándoles además por qué y cómo podría lograrse. De allí que se las considere como una fuente de investigación histórica y sean abordadas en este artículo desde lo interdisciplinario, para entender cómo se cruzan distintos discursos: a) del sentido común y de la vida cotidiana; b) de la esfera deportiva; y c) del mundo de la medicina. El corpus documental se construyó a partir de un repertorio variado de revistas ilustradas, del cual se seleccionaron tres publicaciones insertas en la capital argentina y de circulación nacional: Caras y Caretas (1898-1939), El Gráfico (1919-actualidad) y Viva Cien Años (1934-1947). Caras y Caretas fue un semanario de actualidad, pionero en la combinación de texto e imagen en una postura integrada. La miscelánea de noticias de nivel nacional e internacional y la diversidad de lectores, la convierten en un testimonio preferencial para interpretar los modos de pensamiento de la época. El Gráfico fue el primer semanario de carácter deportivo para los grupos medios argentinos, en el que se daba información sobre las nociones modernas de cultivar la cultura física y, sobre todo, se puso el acento en el aspecto moral y educativo del deporte. Si bien la revista estaba orientada preferentemente a un público lector masculino, se enfatizó en la importancia de estas prácticas para las mujeres. Viva Cien Años, estaba dirigida por médicos con un lenguaje coloquial y reflejaba, por un lado, la necesidad de legitimar discursos acerca de la salud y, por otro, la búsqueda del “biotipo argentino”. En esa búsqueda la mujer tuvo un rol central. Con el estudio de estas fuentes, se busca aportar una mirada más profunda sobre la cultura física femenina y su relación con la forma de mantener el aspecto exterior durante la modernidad. Más si se tiene en cuenta que los trabajos historiográficos precursores de esta problemática en el contexto argentino, han puesto mayor atención en las disposiciones médicas y estatales sobre los cuerpos analizados desde la historia social, así como en las prácticas deportivas desarrolladas por varones ya entrado el siglo XX2. Si bien el espacio geográfico de estudio se limita a la experiencia argentina, cabe destacar que se trata de manifestaciones culturales en torno a los procesos de modernización de los cuerpos que puede aplicarse a otros países de América Latina. Se trata de un proceso que deviene a finales del siglo XIX, que tuvo diferentes puntos de debate y que resulta vertebrador de prácticas y discursos en torno a los criterios de belleza femenina que se construyeron en las primeras décadas del siglo XX.
1. Inquietudes en el medio urbano Con el objetivo de comprender las transformaciones que operaron en este contexto alrededor de la idea de lo bello-femenino, es importante detenerse antes en las preocupaciones que el crecimiento urbano generó en Argentina. En especial, cabe destacar la acelerada aglomeración, los efectos de 2 Pueden verse, especialmente, los trabajos y compilaciones de Pablo Scharagrodsky, Miradas médicas sobre la cultura física en Argentina 1880-1970 (Buenos Aires: Prometeo, 2015) y los estudios de Eduardo Archetti, El potrero, la pista y el ring: las patrias del deporte argentino (Buenos Aires: FCE, 2001).
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la industrialización —como la polución y el sedentarismo— y las repercusiones que estos malos hábitos traían aparejados en la calidad de vida de los habitantes y en el cuidado de sus cuerpos. Estos elementos no se postulaban como cuestiones aisladas o individuales, sino como problemáticas de alcance social. En tanto anidaba la amenaza de la degenerescencia o degeneración, una teoría que apuntaba a las desviaciones y alteraciones de las formas tipo (ejemplares o prototipos) del hombre normal propagadas de forma hereditaria3. Se consideraba así un posible mal transferible biológicamente, que provocaba un deterioro global del género humano, de sus características físicas, intelectuales y también de sus valores morales. El resultado era una paulatina evolución hacia la decadencia de las razas y del futuro progreso de las sociedades. En tal sentido, desde el marco de las ciencias médicas, la higiene social participó activamente para prevenir, reformar y administrar el mundo urbano con estrategias correctivas y de orden social que devenían de los intereses de Estado. Colaboró de manera activa en el servicio del bienestar de la salubridad pública, entendiendo que la salud dependía de las condiciones sociales y físicas presentes en los diferentes entornos del habitar, donde se daban las experiencias cotidianas. De este modo, se intervino de forma racional y científica en la vida privada y doméstica, vinculando además espacios de trabajo, educación y esparcimiento4. Sumado a esto, se cruzaban las concepciones de la eugenesia, que en palabras de su creador Francis Galton (1822-1911) se trataba de una “ciencia que se ocupa de todas las influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza”5, y que aportaba una serie de lineamientos para perfeccionar la especie humana6. La mujer fue considerada una pieza fundamental para concretar este cambio y transformar a los individuos en seres sanos, fuertes y felices, atributos que abogaban por la “purificación” de las naciones7. Lo anterior, porque se sostenía que la regeneración provenía de la unidad familiar, en la que la figura femenina conjugaba entre sus funciones de reproducción, protección y administración doméstica, la de educadora y transmisora de los fundamentos que cimentaban los valores de las futuras generaciones. Por lo tanto, numerosas pedagogías sobre el cuidado del cuerpo de sí misma, de sus hijos y familia, se orientaron a disciplinar a la mujer con el fin de un ideario altamente legitimado, no sin mostrar reticencias sobre éste. En el marco de estos procesos emergen los lineamientos generales del life reform movement o lebensreformbewegung, desarrollado en Alemania y apropiados por diferentes países europeos y 3 Para ampliar estos conceptos pueden verse: George Vigarello, Corregir el cuerpo (Buenos Aires: Nueva Visión, 2005) y Hugo Vezzetti, La locura en la Argentina (Buenos Aires: Paidós, 1985). 4 Sobre este punto: Diego Armus, La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires. 1870-1950 (Buenos Aires: EDHASA, 2007) y Nerea Aresti, Médicos, donjuanes y mujeres modernas (Bilbao: Servicio Editorial Universidad del País Vasco, 2001). 5 La cita pertenece a Andrés Reggiani, “Eugenesia y cultura física. Tres trayectorias históricas: Francia, Gran Bretaña y Argentina”, en Miradas médicas sobre la cultura física en Argentina 1880-1970, compilado por Pablo Scharagrodsky (Buenos Aires: Prometeo, 2015), 17. Puede verse también: Eduardo Galak, “A educação física busca o aperfeiçoamento da raça: políticas públicas, saúde, eugenia e educação dos corpos”, en Práticas Corporais no Campo da Saúde: uma política em formação, organizado por Ivan Marcelo Gomes, Alex Branco Fraga y Yara Maria de Carvalho (Porto Alegre: Rede UNIDA, 2015), 47-74. 6 En algunos países, como parece ser el caso de Argentina, esto supuso un desafío particular dado que en la conformación de la población confluían razas desiguales. Se debía homogeneizar una población compuesta por la descendencia de los pueblos indígenas, los mestizos, los nativos y los heterogéneos inmigrantes que se habían instalado en el territorio. 7 Marcela Nari, Políticas de maternidad y maternalismo político (Buenos Aires: Biblos, 2004), 37.
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americanos, para acometer una serie de saberes y prescripciones sobre cómo optimizar las formas de vivir mediante la cultura física8. Para ello, se postularon esquemas perceptivos y representativos desde una perspectiva científica que vinculaba estrechamente el equilibrio entre lo corporal y lo mental, lo físico y lo psíquico, lo biológico y lo moral. Surgió en ese contexto la necesidad de encontrar sensaciones de bienestar fuera del ámbito urbano, en el contacto directo con la naturaleza. Así pues, se tejieron nuevas experiencias culturales asociadas con los beneficios que podían aportar los elementos del paisaje como el sol, el agua y el aire. Y, desde allí, se prescribieron las curas en zonas campestres, las excursiones a la montaña, el termalismo y su acción terapéutica, los baños de mar, de sol y la acción tonificante del yodo, entre otros. Por otro lado, se instó a movilizar el cuerpo “hay que correr y saltar, no parar de correr y saltar, sino para ejercitar las grandes funciones vitales de la economía”9. Se corrigieron las posturas, se multiplicaron las justificaciones de la gimnasia y los deportes “como garantía de salud, educación, modelación del carácter y fortalecimiento individual y colectivo”10. Como se advierte, el seguimiento de la cultura física permitía enderezar y dominar diferentes aspectos del cuerpo, también tenía repercusiones en su perfección estética. Dado que se creía que todos los problemas de la belleza —salvo los trastornos de nacimiento— provenían de la falta de salud11, conservarla garantizaba alcanzar el atractivo físico tan deseado por los grupos sociales, en especial, por el femenino.
2. Inconcebible prescindir de la cultura física Técnicos y técnicas de conservación de la salud, institutos terapéuticos y de belleza, dispositivos en los sistemas de educación, literatura científica, seudocientífica y de divulgación, se pusieron al servicio de las corrientes mencionadas para dar a conocer sus principios y poner en marcha sus objetivos. En este punto, las revistas ilustradas tuvieron un rol significativo. Vale recordar que a finales del siglo XIX y principios del XX, junto con los diarios y periódicos, eran los principales canales de información y donde se concretaban también las formas de interacción social, modelos de comportamiento y referentes corporales que aportaban imaginarios a la vida cotidiana. No es entonces una novedad que estos medios estuvieran ligados, de diversas maneras, a ciertos grupos hegemónicos de poder, pues desde allí se conformaban algunos de los estereotipos más respetados. A pesar de esto, las revistas no se orientaron a un público lector particular —como intelectuales o profesionales—, sino en general a mujeres y varones de grupos heterogéneos en los
8 Michael Hau, The Cult of Health and Beauty in Germany: A Social History 1890-1930 (Chicago/Londres: The University of Chicago Press, 2003). Michael Hau, entre otros historiadores, ha descrito la reforma de vida en Alemania como un movimiento afectado no sólo con la salud de individuos, también con el proceso de curación de la sociedad en su totalidad, apuntando a salvar la nación de la degeneración traída por las prácticas antihigiénicas y los modos de vivir de la civilización moderna. Cecilia Tossounian, “The Body Beautiful and the Beauty of Nation: Representing Gender and Modernity (Buenos Aires 1918-1939)” (tesis de doctorado en Historia, European University Institute, 2010). 9 Enrique Romero Brest, Educación física de la mujer (Buenos Aires: Librería de Las Ciencias/Casa editora de Nicolás Marana, 1903). 10 Anales de la Sociedad Militar n.° 15 (1916): 517. 11 “Las dificultades para adquirir el hábito del ejercicio”, Caras y Caretas, 28 de julio, [n.° 1556], 1928.
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que predominaban los grupos medios12. Los canales de distribución accesibles —los kioscos y los vendedores domiciliarios—, junto con los precios poco onerosos, contribuyeron con la difusión y aceptación del nuevo material gráfico. Los discursos impresos y visuales proponían construir una feminidad que en ocasiones celebraba las nuevas incursiones de la mujer moderna y, en otras, se aferraba a tradiciones de larga data de acuerdo con roles preconcebidos. Desde un principio estuvieron a favor de promocionar las ventajas que aportaba la afiliación a la cultura física, por lo que entre sus páginas se incluyeron textos eventuales sin título específico ni formato continuo, dando a conocer diferentes aspectos de la afición en el país y, sobre todo, de Inglaterra, Alemania y América del Norte13. También se detallaban secuencias y posturas gimnásticas, y se incluyó información itinerante en secciones femeninas en las que solían combinarse los deberes domésticos, las pedagogías sobre la maternidad y las responsabilidades sobre la higiene y el embellecimiento. Una cuestión que se vuelve recurrente en estos discursos es que si bien varones y mujeres requerían la restauración propuesta desde la cultura física, se esperaba que su apropiación se diera cada vez más entre las mujeres. Algunas de las razones que explican este interés residen en las “condiciones naturales”, los imaginarios y las costumbres. En relación con las primeras, se entendía que las mujeres tenían ciertas propensiones a padecimientos físicos, basados en un determinismo biológico diferente al de los varones. Por ejemplo, la tendencia a perder la esbeltez estaba dada por su fisiología y por las modificaciones a raíz de las funciones cíclicas, los embarazos y la maternidad. Por otro lado, según los postulados populares, las mujeres eran, por regla general, perezosas, haraganas y faltas de constancia para ejercitarse. A esto se sumaba un destino al parecer dramático y sin posible evasión: la mujer desde niña transcurría en la inactividad forzosa si estaba casada porque tenía a su cargo las tareas de la casa y la familia, o si permanecía soltera por la ausencia de actividad fisiológica propia de su sexo. ¿Cuál era entonces el resultado de esta inactividad? carnes endebles y flácidas, líneas “desastrosamente” antiestéticas, salud precaria y envejecimiento prematuro14. Las voces de científicos e higienistas intentaron modificar este panorama otorgando valor a la cultura física desde dos cuestiones centrales. Una de ellas era velar por la salud femenina, por su futuro y por la previsión de las siguientes generaciones, enlazando la necesidad de garantizar una nación regenerada, principio íntimamente ligado con el ideario eugenésico. La segunda fue preservar su gracia, su belleza y feminidad, alimentando un estereotipo fuertemente arraigado en la diferencia sexual15. Para ello, la estrategia más eficaz consistía en practicar gimnasia. Esta actividad, desigual a otros deportes, parecía no tener contraindicaciones para la conformación estética 12 Beatriz Sarlo, El imperio de los sentimientos (Buenos Aires: Norma, 1985). 13 El repertorio es amplio, desde avisos publicitarios sobre la gimnasia médico-mecánica en el Instituto del Dr. J. A. Lacroze, pasando por artículos anónimos sobre la gimnasia fisiológica hasta pedagogías de la educación física por Romero Brest, reconocido médico que construyó un campo del saber referente en el país. 14 Mario Alzúa, “Cómo ser más bella”, Viva Cien Años 3, n.° 6 (1937): 377. 15 La siguiente cita es, por demás, elocuente con la complementariedad que coexistía en estas cuestiones: “La gimnasia femenina tiende no solamente a hermosear a esta mitad del género humano, sino que prepara el bienestar de la otra mitad. Merced a ella se corrigen inconvenientes de la mujer madre y la maternidad es deseada y feliz. El movimiento femenino en favor de la educación física es pues resultante de la emancipación de la mujer moderna. Quiere tener derecho a la salud, con toda justicia, ya que debe prepararse a las duras funciones de la maternidad”. “Educación física de la mujer”, El Hogar, 2 de febrero, 1923.
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de las mujeres. Entre sus principales propiedades se destaca que vigorizaba el cuerpo sin desfigurarlo; aumentaba el desarrollo equilibrado de sus miembros sin perder la esbeltez ni la delicadeza del talle; y propiciaba un busto simétrico, duro, sin “carne fofa” y hombros redondos “como los que exigía cualquier vestido de moda”16. En tal sentido, su práctica lograría un cuádruple resultado: higiene, estética, economía y moral. Lo anterior porque acrecentaría la energía disponible; armonizaría y embellecería el cuerpo; educaría los movimientos para obtener suavidad y economía; formaría el carácter, afirmando la personalidad y siendo una fuente de alegría17. Lejos de ser un acto de distracción, se trataba de una rutina diaria bajo un plan prudente, por lo que se regulaban los horarios, el vestido, la frecuencia, la respiración completa y las alternancias de trabajo y reposo18. Lo apropiado era hacerlo bajo la tutela de un entrenador competente —médico, higienista o profesor de educación física—, que combinara los ejercicios musculares con los respiratorios y los movimientos de flexibilidad con los correctivos. Pero si las tareas de las mujeres impedían, con frecuencia, adiestrarse en un club sportivo donde contaban con aparatos especiales para practicar la “gran gimnasia”, se las animaba a desarrollar la gimnasia “sencilla” y en solitario, en una habitación de la vivienda o a implementar con ingenio un “sistema esencialmente doméstico”19. De esta manera, se podía gozar de las ventajas del entrenamiento físico sin salir a la calle y sin sacrificar ninguna de las exigencias de ama de casa, de esposa y madre celosa de sus deberes. Con todo esto, queda claro que el cuidado del cuerpo era imperativo, pero no justificaba su importancia en el desplazamiento de los roles pactados socialmente. Una alternativa consistía en resolver el aprendizaje por medio de los programas de radio. Esto es tan interesante como curioso porque la oyente debía hacer un doble ejercicio de interpretación, es decir, al oír la voz de un profesor en una estación de radiotelefonía y emplear —de acuerdo a su capacidad de interpretación— su imaginación y los conocimientos previos sobre el tema, debía construir imágenes internas que le permitieran reproducir la acción física más o menos exacta de la instrucción propuesta. Otra de las posibilidades para ejercitarse desde el hogar era seguir las noticias en la prensa escrita. La imagen visual de una practicante que se exhibía en algunas páginas dedicadas a la gimnasia, complementaba la abstracción de las palabras dando ideas generales de las performances. En sus inicios eran exiguas y tenían sus limitaciones, pues se transmitían instantes de un movimiento y fragmentos de una serie gimnástica que la lectora debía perfeccionar. El estudio del corpus documental advierte también que a medida que se avanza hacia la segunda y la tercera décadas del siglo XX estas imágenes se multiplican, al tiempo que aparecen revistas especializadas como El Gráfico, Viva Cien Años o Cultura Sexual y Física, como parte de un proceso de fuertes transformaciones en la atención al cuerpo y en los dispositivos implementados a favor de la cultura física.
16 “Para la familia. La gimnasia de la mujer- Modos de vigorizar el cuerpo sin desfigurar las formas”, Caras y Caretas, 6 de abril, [año 4, n.° 131], 1901. Esta reflexión es altamente simbólica en relación con las presiones que imponía la moda sobre la estética corporal. 17 El texto completo puede verse en “Gimnasia racional”, Caras y Caretas, 11 de agosto, [n.° 1871], 1934. 18 Para ampliar el detalle de las prescripciones puede verse “Gimnasia femenina”, Caras y Caretas, 25 de octubre, [n.° 1360], 1924.
19 Soportes de madera en el umbral de la puerta, pelotas blandas, cuerdas y un espejo operaban como alternativas para creer completo el entrenamiento físico. “El sport femenino en casa”, El Hogar, 9 de febrero, 1923.
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Las imágenes registran que se asiste a una sucesiva revelación del cuerpo femenino, en el sentido de descubrimiento, exposición y conquista de nuevas posiciones. Pero a la vez confirman que gradualmente se pasa del empleo de indumentaria incómoda y restrictiva —en nada diferente a un traje de calle— a un conjunto diseñado con el fin de brindar confort para la actividad física. Sin entrar en los detalles técnicos de cada variación y momento histórico, se puede plantear que estas cuestiones coinciden con los hábitos y los trajes de moda que hacen referencia directamente a las representaciones sociales que se tenían de la mujer. Por lo que incluso la falta de practicidad también se correspondía con la necesidad de ocultamiento y la prioridad de mantener una apariencia virtuosa en los inicios del siglo. El lenguaje corporal, por ejemplo, en la imagen 1 restituye gestos expresivos disciplinados, que sugieren, de manera especial, rigidez y tensión. La falda campana que cubría hasta el calzado, dificultaba cualquier destreza extraordinaria y evitaba la visualización de separación o apertura de las piernas, como necesidad de resguardar posiblemente las inquietantes fantasías sexuales que despertaba este inequívoco signo de feminidad. Imagen 1. Fragmentos de los artículos “Para la familia” y “Educación física de la mujer”
Fuente: “Para la familia”, Caras y Caretas, 13 de abril, [n.° 132], 1901, y “Educación física de la mujer”, El Hogar, 2 de febrero, 1923.
No obstante, hacia los años veinte participando en el proceso de modernización de las mujeres —en el que la apariencia formó parte de la emancipación política— y de la mano de los avances tecnológicos de la industria textil, la indumentaria empleada para hacer gimnasia se vuelve más funcional y el cuerpo es plausible de desenvolverse con mayor autonomía. Las innovaciones permiten el reemplazo de los materiales rígidos por géneros elastoméricos y el vestido se vuelve liviano, se implementa una malla exigua y ceñida que resalta los encantos y las curvas creando así “una nueva moral más higiénica y más placentera”20. Otro aspecto que se advierte en estas publica-
20 Carlos Mangudo, “El triunfo de la malla”, Caras y Caretas, 5 de marzo, [n.° 1483], 1927.
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ciones es que los grabados y láminas ilustrativas van dando lugar a las reproducciones fotográficas y, gracias a este avance, la expresión de los cuerpos se luce con mayor verosimilitud ante quienes los observan (imagen 2). Se gana no sólo en plasticidad y dinamismo, de igual modo se acentúa el desarrollo de la musculatura que anuncia un consciente trabajo de voluntad, esfuerzo y constancia. Hay una ocupación decidida y más desarrollada en el espacio, donde el cuerpo se torsiona, las extremidades dibujan amplios recorridos y se ensayan siluetas originales. Imagen 2. Cubierta de El Gráfico y fragmento del artículo “Sus hombros y sus brazos también merecen que Ud. los cuide”
Fuente: “Portada”, El Gráfico, 21 de enero, 1928, y Heinz Pfaude, “Sus hombros y sus brazos también merecen que Ud. los cuide”, Viva Cien Años 3, n.° 5 (1937).
Esta sumaria indumentaria no restringe el mapeo de la mirada sobre la insinuante desnudez de la mujer. En esta misma línea, una mirada más atenta al cuerpo conllevó a puntualizar en las zonas con mayores defectos, es decir, lugares en los que la grasa tenía “mayor tranquilidad” y aparecen “gimnasias especiales” para afinar las caderas, cultura física para los músculos abdominales, hombros desnivelados, piernas esbeltas y bien torneadas, entre otros. Se apunta así a una gimnasia específicamente femenina, que trata más sobre sus formas —como en el tipo de ejercicio y movimiento— que sobre los beneficios generales. Pues no debe olvidarse que en definitiva los aportes generales sobre el ejercicio y el deporte servían para los dos sexos21.
21 En la década de 1930 se comenzó a insistir en la necesidad de que la mujer argentina practicara gimnasia específicamente femenina. Ruth Schwarz de Morgenroth fue la promotora y trajo de Francia estas propuestas, puede verse: Ruth Schwarz de Morgenroth, “La mujer argentina necesita gimnasia específicamente femenina”, Archivos de la Clínica de Obstetricia y Ginecología Eliseo Canton 1, n.° 1 (1942): 195.
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2.1. La danza rítmica En paralelo a estas imágenes, se difundieron artículos informativos, ilustraciones y tapas de revistas de una gimnasia particular: la danza rítmica. Para sus seguidoras estos movimientos eran la base de la educación estética de la mujer, porque daba al cuerpo una formación más completa, regularizaba el sistema nervioso, desarrollaba los hábitos motores y contribuía a establecer el carácter22. Pero, sobre todo, se trataba de un medio que ayudaba a conservar y potenciar la gracia y la elegancia. El lenguaje corporal movilizado está cargado de sensualidad, los desplazamientos se expresan con cadencia, espontaneidad y libertad en simultáneo, vinculándose con la naturaleza (imagen 3). Se da pues una relación de proximidad con los elementos del bosque, la playa, el río, y se atestigua una apropiación del paisaje desde lo táctil, un triunfo reciente que involucra el compromiso de los sentidos sobre la razón. Lo anterior no tiene demasiado que ver con las figuras vistas en los cuadros de gimnasia de las imágenes 1 y 2, pues aquí la expresividad rítmica del cuerpo explora, al límite, la sensibilidad de lo femenino. Imagen 3. “Juventud” y “La gracia femenina en el ejercicio y la danza”
Fuente: “Juventud”, El Gráfico, 8 de mayo, 1920 y “La gracia femenina en el ejercicio y en la danza”, El Hogar, 9 de diciembre, 1921.
Con todo, la indumentaria seleccionada en estas fotografías no es casual, es una síntesis inspirada en la tipología de traje flotante, asociada a los cánones de la belleza clásica, desde una cuestión no sólo conceptual sino también formal y tecnológica. Un cronista refiriéndose a este tipo de imágenes señala: “lucen sus músculos y sus formas sin gazmoñería […] La absurda sin razón del horror al desnudo ha desaparecido. En la arena triunfa majestuosamente la línea del 22 R. Villar, “Un gran progreso pedagógico. La educación por el ritmo”, La esfera, 3 de julio, [año 2, n.° 79], 1915; y “La gracia femenina en el ejercicio y en la danza”, El Hogar, 9 de diciembre, 1921.
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cuerpo humano”23. No se puede pasar por alto que Isadora Duncan (1878-1927) fue su máximo referente, pionera de la expresión emocional interna, reformuló los pasos de la danza clásica y vistió sus actuaciones con túnicas al modo de la cultura griega de telas livianas y etéreas, que dejaban al descubierto brazos, piernas y pies24. Aquí se trataba de experimentar el cuerpo tal cual era, esto es, alejado de las restricciones que regían los malos hábitos del mundo urbano. Estas propuestas no dejaban de ser sintomáticas de los discursos científicos, que abogaban por valorizar la conformación de lo original sobre lo aparente y artificial, y volver de nuevo la mirada a la naturaleza. En tal sentido, se puso restricción al uso de cualquier tipo de accesorio o afeite para alcanzar una apariencia atractiva, puesto que había que evitar engañarse y dejar de preferir la belleza simulada. Por tanto, aseguraban que la atención debía estar en corregir el cuerpo más que en emplear aditamentos, evitar la compresión y maltrato de las carnes, y adquirir un físico modelado por el trabajo personal. Por ejemplo, en lugar de prendas como las fajas para afinar la cintura, se recomendaba la gimnasia abdominal bien regulada, metódica y racional para revitalizar los músculos y lograr una elegancia verdadera. Pero no todos estaban a favor de este tipo de procedimientos. Mientras un artículo alababa las virtudes de la gimnasia, en la página contigua un aviso publicitario mostraba las nuevas “fajitas para sports” o se ofrecían rodillos adelgazadores que “amasaban científicamente” las partículas grasosas, tonificaban los músculos flojos y rectificaban la línea. Resultaban por demás estimulantes para convencer la elección del menor esfuerzo: “sin drogas o brebajes, ni cremas y sin régimen […] dos horas de gimnasia o 10 minutos de punkt roller?”25.
2.2. El cine: las variaciones de la silueta preferente de la mujer actual A las figuras femeninas de practicantes anónimas se suman personalidades reconocidas como actrices de teatro, extras y, sobre todo, estrellas cinematográficas. Es una realidad que el cine marcó, en la situación coyuntural de las sociedades de principios del siglo XX, una verdadera explosión de experiencias culturales, proveyendo actos de descubrimiento, versiones de fantasía y deseos. Pero además abasteció un sinnúmero de figuras que se convertirían, vertiginosamente, en nuevos referentes sociales: las stars. Estas mujeres trascendieron la pantalla y revolucionaron los patrones vigentes de lo bello, con un alto grado de empatía con los espectadores. Las stars escenificaron un estilo de vida que sintetizaba las aspiraciones de la mujer urbana y comenzaba a hacer parte del modelo de emancipación. Se las muestra lozanas, simpáticas, independientes, con cuerpos ávidos de hedonismo, y por supuesto bellas, factor decisivo en el ascenso al lugar de gloria. La posesión de un cuerpo privilegiado era, en sí mismo, el objeto del deseo y estaba claramente expuesto en las pantallas, sin prejuicios o tapujos gracias a las ventajas de mantenerlo movilizado y cuidado. ¿Cuál era el secreto? En tono coloquial, las actrices confesaban que 23 Mangudo, “El triunfo de la malla”. 24 Isadora Duncan, San Francisco, 27 de mayo de 1978; Niza, 14 de septiembre de 1927. Bailarina y profesora de ballet. Se interesó por la danza griega antigua lo que le permitió prescindir de una técnica rígida particular, innovar en partituras, emplear indumentaria flotante y, casi siempre, sin calzado. Hizo giras por diferentes partes del mundo y abrió escuelas en Alemania (1905), Nueva York (1915), Moscú (1921). Escribió sus memorias My Life poco antes de morir. Para ampliar consúltese: Carmen París y Javier Bayo, Diccionario biográfico de la danza (Madrid: Librerías deportivas Esteban Sanz, S. L., 1996), 105-106. 25 Los textos se acompañaban por imágenes de una mujer practicando complejas acrobacias frente a otra que con simplicidad se masajeaba la espalda. “Aviso publicitario”, Caras y Caretas, 13 de octubre, 1928.
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no era posible ser bella sin cultura física, al punto de que la más famosa de las estrellas quedaría anulada en pocos meses si no trabajaba todos los días en ejercitarse. Entre tanto, el cuerpo y el éxito se hacían y deshacían de acuerdo al trabajo de entrenamiento y esfuerzo. En algunas notas y reportajes, actrices con un maillot (vestido de baño) revelan en su rutina: el andar elástico y gracioso, las líneas impecables y esbeltas. En otras, se observa un semblante de ojos delineados con tupidas pestañas, bocas de color carmín, zapatos de tacón e indumentaria glamorosa, que recuerdan o asemejan los planos de Hollywood (imagen 4). Estas mujeres encarnan prudentes —y no tan prudentes— modelos de atracción sexual, alejados claro está de la austeridad que supondría la ejercitación. Naturalmente, este tipo de ideal transgresor femenino despertaba intranquilidad en los grupos más conservadores y devotos del patriarcado. Sin duda, los comportamientos que se consideraban “viciados” se convertían en una amenaza para las mujeres decentes y contribuían a desestabilizar el estereotipo femenino nacional que se pretendía controlar. Aunque ese manejo del encanto a través de la apariencia física y la forma de mostrar el cuerpo —en ocasiones de moralidad licenciosa—, habría estimulado nuevas escenas en la intimidad. Imagen 4. “El veraneo de una estrella de cine” y “Para la silueta ¡Gimnasia!”
Fuente: “El veraneo de una estrella de cine”, El Hogar, 24 de febrero, 1922, y “Para la silueta ¡Gimnasia!”, Caras y Caretas, 10 de junio, [n.° 2122], 1939.
Lo que se infiere de todos estos discursos, más allá de la carga de tintes eróticos y el diálogo entre lo visto y lo imaginado, es la posibilidad de que las imágenes de las revistas mostraran que las estrellas no eran de materia diferente a la del resto de las mujeres. En tal sentido, para mantenerse en buenas condiciones cualquier mujer podía seguir su ejemplo mediante un entrenamiento físico a conciencia. Por tanto, las actrices se convirtieron en usuarias singulares de la cultura física, al ser buenas intermediarias para acercar la afición de la gimnasia del cine a las mujeres más terrenales.
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3. Virtudes del deporte Además de la práctica de gimnasia, es importante resaltar ahora la práctica de deportes. Se retrataron dos tipos: uno de aspecto más lúdico y recomendado para el tiempo del ocio —el sport— y otro de compromiso profesional, en una etapa preliminar. De acuerdo con Norbert Elias el origen de las prácticas deportivas se sitúa en la coyuntura de las asambleas nacionales de Inglaterra del siglo XVIII, representadas por secciones pequeñas y privilegiadas de la sociedad. En estas prácticas, reconoce instancias de competencia, desconfianza y violencia que tendían a convertir este ámbito en el principal campo de batalla, en el que se decidía quién debía formar gobierno. A medida que estas situaciones se fueron disolviendo, se desarrollaron nuevas habilidades y estrategias para la disputa pacífica, y fue allí cuando la conducta social se manifestó en pasatiempos y tuvo su equivalente en la “deportivización”26. El origen elitista inglés encuentra nuevos horizontes alrededor del mundo y, en diferentes etapas, los grupos sociales irán desarrollando vías para la práctica de deportes. En Argentina, objeto de este artículo, su expansión se efectúa a través de la sociedad civil y mediante organizaciones y clubes27. Eran espacios de encuentro intergenéricos, en los que una serie de actividades culturales favorecieron la conexión del deporte con la sociabilidad y solidaridad, así como con la continuidad de los vínculos familiares y entre amigos. Una gran cantidad de crónicas de prensa exponen, con prosa saturada de adjetivos, la afinidad que el culto al cuerpo tenía con el sexo femenino. En el marco de una atmósfera bucólica, se celebra el despliegue de vanidades que se genera en cada encuentro, entre quienes participan como aficionadas y quienes observaban desde la tribuna: “pone cada jugadora en su tarea, la atención que merecería una delicada labor del hogar, y todas hablan, y todas ríen, y todas se comunican el contento. El aire juega con los cabellos, acaricia los rostros, infla las polleras. […] Cuando llega la hora del descanso, el té es un premio bien ganado, y la palabra teje amistades y contentos. Una muchacha que vive esa vida aunque más no sea unas horas por semana, forja su espíritu en una feminidad más noble y más propia”28.
En éste y en otros fragmentos se retoman los nexos de las mujeres con sus deberes de domesticidad, con las banalidades de la moda, con las cualidades de su temperamento, con las formas de pasar momentos de ocio embelleciéndolo todo con sus sonrisas, sus gestos eximios y sus gracias naturales. También se señala que eran espacios donde alternar el juego con el flirt (un ritual de cortejo) que podía llevar a la concreción de matrimonios. Es decir, el deporte no se cultivaba solamente por el deporte mismo, sino por el estilo de vida que se delineaba, que estaba asociado con prácticas integrativas de clase más que con actividades deportivas propiamente dichas, como lo eran los pasatiempos de la mujer ociosa y rica29. Por esto mismo, se perfila la categorización de un tipo de feminidad excluyente. 26 Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de la civilización (Madrid: FCE, 1992 [1986]). 27 Para ampliar en el caso argentino, puede verse: Eduardo Archetti, El potrero, la pista y el ring. 28 Reporter, “Crónicas rosarinas. Un sport aristocrático”, Caras y Caretas, 7 de septiembre, [n.° 1040], 1918. Otro ejemplo puede verse en: “Golf ”, Caras y Caretas, 9 de marzo, [n.° 701], 1912. 29 Catherine Louveau, “Inégalité sur la ligne de départ: femmes, origines sociales et conquête du sport”. Clio, histoire, femmes et sociétés n.° 23 (2006): 119-143.
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Los textos de las revistas también combinan las alabanzas a las virtudes del deporte desde una mirada médico-higienista, que en rasgos generales poco difieren de las aportadas por las justificaciones de la cultura física, recientemente explicadas en este artículo. Con respecto a los beneficios para la estética, el estímulo del deporte no era competir por la conquista del primer lugar y su gloria, sino cumplir con cierta sistematicidad para producir belleza y salud, que es lo que debía buscar la mujer30. Algunas voces defienden esta afición señalando que nunca había estado tan de moda el gusto por los deportes, para adquirir la gracia y el garbo en las actitudes y en la manera de andar, justamente, este era un medio para cultivarlas. A pesar de esto, se daban fuertes críticas desde diferentes sectores porque: “no hay nada más odioso que eso que se llama la mujer deportista, aquélla preocupada de caminar, jugar tenis, esgrima, andar a caballo y tantas cosas deportivas inscritas en el programa de su existencia diaria sin encontrar más tiempo para ayudar a la providencia y que encuentre más valor a cuidar su interior y a la decencia”31. Otros detractores sostenían que la actividad física femenina debía comprender todo el cuerpo y no sólo grupos musculares o unas regiones en detrimento de otras, de allí que no fueran las formas físicas de un deportista ni mucho menos las de un atleta las adecuadas para alimentar delicadeza, feminidad y lozanía de la mujer. ¿Cuál era el gran temor de estos periodistas? El origen habría que buscarlo en la inquietud que suscitaba la desestabilización de un sistema afirmado en las asimetrías sociales, que bien podría alterar las sensibilidades que durante largo tiempo identificaron las características y obligaciones de los géneros. Por lo que resultan cada vez más frecuente frases como “hablan de que nos masculinizamos, perdiendo esa tracción sugestiva tan codiciada”32, esto significa: virilizar al sexo débil, contrariar las formas honradas de la apariencia, perturbar las actitudes y comportamientos socialmente establecidos en Argentina. Esto explica por qué la preferencia de algunos deportes sobre otros, aunque en realidad los fundamentos fuesen más del orden de los imaginarios que de la propia razón. Así, por ejemplo, una de las primeras sugerencias consistía en evitar que la mujer tomara parte en los mismos juegos que el hermano o el esposo, para evadir cualquier tipo de emulaciones no deseadas. Como resultado, en los inicios de la primera década de este siglo se señala que la afición a toda clase de sports —hockey, golf, lawn-tennis, krooket, kricket, el polo, el baseball, de gimnasia, artísticas, de natación— era mayor cada día, según puede comprobarse por la lectura de diarios y revistas, tanto en el continente europeo como en el resto del mundo33. Las fuentes consultadas verifican además que en sus inicios es el tenis el más recomendado como uno de los juegos de agilidad y destreza más bellos —por lo menos en apariencia—, el que menos esfuerzo exigiría y, sin embargo, sería uno de los más difíciles por la resistencia, agilidad y astucia que requerían. Le seguía la natación, es posible que esto haya sido un aliciente para que las proporciones corporales de la nadadora Kellerman, creadora de un sistema de gimnasia femenina, hayan sido consideradas como ideales estéticos34. ¿Qué traducen las imágenes sobre este asunto? Resulta claro que resaltan escenas y noticias sobre las prácticas en los clubes distinguidos del país o en
30 “La mujer y el sport”, La Revista del Sud, 23 de diciembre, [año 1, n.° 10], 1928. 31 Henri Desgranges, L’Auto, junio, 1904, 1. 32 Elvira Ferreyra, “Lo que vemos las mujeres”, Caras y Caretas, 19 de enero, [n.° 158], 1929. 33 “El sport femenino en Inglaterra”, Caras y Caretas, 3 de febrero, [n.° 696], 1912. 34 “Los ejercicios corporales y la belleza femenina”, Caras y Caretas, 23 de noviembre [n.° 738], 1912.
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los recintos de vacaciones, nacionales o de otras latitudes, en especial, las británicas35. Las fotografías coinciden con las nuevas formas de distracción de señoritas casaderas y jóvenes señoras de los grupos de élite nacional como se observa en la imagen 5. Imagen 5. Portada de la revista El Gráfico con la fotografía de las Srtas. Ana Lía Obarrto y Julieta Ezcurra y una muestra del “Tennis. Nuestras dos instituciones más prestigiosas”
Fuente: “Portada de la revista El Gráfico con la fotografía de las Srtas. Ana Lía Obarrto y Julieta Ezcurra”, El Gráfico, 22 de mayo, 1920, y “Tennis. Nuestras dos instituciones más prestigiosas”, Caras y Caretas, 23 de diciembre, [n.° 1264], 1922.
Se retrata a las mujeres con atributos propios de la disciplina que dominan y no hay ningún rasgo agresivo o varonil hasta entrada la tercera década del siglo XX, pues carecen de un lenguaje particularmente diferente al que podría aparecer en cualquier otro apartado de las revistas ilustradas. Cuando posan deliberadamente, las sonrisas hilvanan las actitudes de contemplación, no hay situaciones desmedidas ni tensiones con los regímenes de la elegancia y la moderación. En las instantáneas de mayor dinamismo, lo que resalta es la destreza física y el discurso verbal suele retoalimentarse por rumores y notas simpáticas sobre la transparencia de la falda, por ejemplo. Estas mujeres son admiradas por su habilidad física, su tenacidad y su compromiso, no en detrimento de sus ocupaciones cotidianas, sino por la capacidad de hacer todo sin descuidar ningún aspecto. Cuando aparecen retratos de deportistas profesionales extranjeras —que no son muy usuales—, su aspecto no se aleja demasiado de estos estereotipos, aunque las posturas puedan ser más desprolijas por la sorpresiva captación del fotógrafo. Tampoco hay en estas imágenes signos de osadía corporal que la moral y la religión reprobaran. La indumentaria, con rasgos propios para cada disciplina, no deja de ser poco funcional de igual modo que sucedía con la gimnasia. No se percibe, mas se intuye, la silueta bajo un holgado y 35 Los artículos ilustrados traducen el lujo que domina estas instituciones. Uno de los casos en “El Club de Gimnasia y Esgrima”, Aconcagua 2, n.° 5 (1930): 116-117.
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prudente conjunto. Una de las máximas excentricidades en el comienzo de este siglo es la inclusión de la falda pantalón, que permitía tener mayores desplazamientos sin incomodar las destrezas ni el pudor. En tanto, comenzaba a incluirse en la historia del vestir femenino un signo altamente simbólico de la masculinidad: el pantalón. Esto no pasa desapercibido en la sociedad argentina, era un signo más que adoptaban y compartían con el sexo opuesto en función de sus necesidades, con significados nada triviales en relación con las posiciones que entraban en disputa.
3.1 Sports que cultivan la juventud Aunque la prensa era optimista y sus discursos marcaron un progresivo aumento de adeptos, se puede decir que los fundamentos o métodos de la cultura física no se habrían extendido en todos los grupos sociales. Más bien habrían resultado escasos aquellos fuera de los grupos medios-altos. Tampoco se abría adoptado por todas las edades. En las fuentes consultadas se detecta que los lugares de práctica se veían frecuentados casi únicamente por niñas y jovencitas. Pero esto comienza a modificarse hacia los años treinta, cuando el imperativo de la línea y la esbeltez se convertirá en un motor para agilizar los cuerpos e imprimir nuevas rutinas que combinen la disciplina con el ocio y el placer. En este tiempo, la cultura visual va a delinear nuevas representaciones para cuerpos entendidos como modernos y democratizados. Ahora, sus características debían corresponderse con atributos ligados a la juventud, el vigor y la delgadez, atributos altamente valorados en el imaginario social. De acuerdo con George Vigarello se le otorga un privilegio definitivo a lo esbelto, de ahí la denuncia más destacada a las debilidades y a los sedentarismos: la mujer moderna y el hombre moderno tienen la obligación de ser esbeltos, ¡séalo usted también!, se incita en diferentes sectores de la prensa36. Aumentan las alocuciones que alientan la justa medida entre gordura y delgadez, los discursos son categóricos: “prefiero morir antes de ser una mujer gorda”37. En esto se retroalimenta el estímulo con cierta sistematización de las actividades deportivas y de recreación. Ahora, más que antes, el deporte servía como medio para alcanzar la perfección, procurar belleza y, no menos importante, alargar la juventud. La silueta delgada simbolizaba, en la inmediatez de su aspecto visible, la situación de la mujer renovada: ágil, independiente, decidida, joven en ideas y en aspecto38. Se trataba de un cuerpo que gozaba de las sensaciones provocadas por el juego, no ya como práctica mecánica sino como medio que activaba las emociones. Esto viene a confirmar un nexo diferente entre belleza y bienestar en el cual la práctica deportiva se cultiva por sus efectos reparadores, estéticos y, también, por ser una fuente de placer y diversión: “teniendo en cuenta que hay vacaciones, olvidemos que estos movimientos son ejercicios!”39. El impulso de la estadía al aire libre es un hecho consumado. Los avisos de productos para tocador e higiene celebran esta conquista y se pueblan de mujeres tomando baños de sol, retozando en la playa mientras incitan
36 Esta temática es desarrollada en George Vigarello, Historia de la belleza (Buenos Aires: Nueva Visión, 2007), pero además por Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas (Barcelona: Anagrama, 2002), y Mike Featherstone, Mike Hepworth y Bryan Turner, The Body. Social Process, Cultural Theory (Londres: Sage, 2001). 37 Caras y Caretas, 30 de enero, [n.° 1739], 1932. 38 Véase Gisela Kaczan, “Salud, belleza, aire libre. Montaje de la apariencia femenina a orillas del mar (circa 19201940)”, Arenal. Revista de Historia de las Mujeres 20, n.° 1 (2013): 129-157. 39 Ilse W. de Sternau, “Más gimnasia en la playa”, Viva Cien Años 10, n.° 10 (1942).
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la compra de talcos, lociones y cremas para protegerse de los factores ambientales. Se multiplican las imágenes de aficionadas a la natación, al esquí acuático y otras rutinas ligadas con la algarabía que provoca el agua de mar. Resaltan actitudes femeninas desinhibidas en cuerpos más plurales, porque ya no sólo son grupos selectos. Este entusiasmo a nivel publicitario no se repite con tanto fervor en las fotografías de la sección sociales. En un estudio propio sobre retratos fotográficos de playa en la revista Caras y Caretas para la década del treinta, se detecta que de un total de trescientas cincuenta y seis veraneantes mujeres, sólo dos de ellas practican directamente a una destreza deportiva, en el resto predominan situaciones pasivas en la arena o cerca del mar. Esto no significa que haya sido así, sino que muestra los modelos de comportamiento habituales que se querían transmitir desde un medio de amplia difusión. Claro está, modelos más cautelosos y no tan afectos con un perfil deportivo. Por su parte, las revistas temáticas apostaron en el sentido de los avisos. Vale considerar que gran parte de las imágenes provenían de editoriales extranjeras. Esto implica la circulación de figuraciones europeas y norteamericanas de avanzada como fuertes referentes en los procesos de emulación en el medio argentino. El deporte como aliado de la belleza activa ingresa al mundo de la moda. Los diseñadores de vanguardia como Elsa Schiaparelli, Jean Pateau, Marcel Rochas, destinan en sus colecciones una sección especial. Algunos, como el golf, mantienen una indumentaria recatada en tipología —sin descuidar detalles de buen gusto— y moderna en tecnología. Se implementan ganchos, botones de metal, cierre relámpago y elásticos en las cinturas de faldas y shorts. Y se adopta el jersey, un sweater corto de seda, de lana o de hilo, con un amplio repertorio de prestaciones y con una adhesión de una “popularidad excesiva” según testimonian las crónicas: “lo usan lo mismo los ricos que los pobres”40. Al igual que sucedió con el pantalón, que dejó de ser de uso exclusivo de los varones, ahora, el jersey podría ser signo de los cuerpos más plurales que circulaban en la inquieta modernidad.
3.2. Una forma de belleza nueva “Antes se practicaba para divertirse, y hoy se ha hecho de él una profesión. No había más que amateurs, hoy todos quieren ser campeones […] que bien pudieran dar […] fama, dinero y quizá, un contrato ventajoso para el cine […] ser una estrella de la pantalla en el cielo de Hollywood”41.
Esta cita da cuenta de cómo han variado las aspiraciones de las aficionadas a los deportes, sobre las ventajas materiales e intangibles que se transmitían, al punto que la cronista termina su nota preguntándose por qué no le habrían enseñado a usar la raqueta en vez de a escribir, dada la trascendencia que parecía tener una profesión en comparación con la otra. En el plano estético esto traería sus consecuencias, no tan deseadas por algunos. En la prensa europea, por ejemplo, se hablaba de los efectos del deporte profesional como causante de otras formas de corporeidad de la mujer, ¿los cuerpos se han vuelto menos femeninos? Era entonces la inquietud principal. Con los deportes la mujer se hace fuerte, sus brazos adquieren bíceps, la musculatura de su cuello se acusa, los pies se hacen grandes y pierden su “deliciosa” curvatura y los tobillos y muñecas la finura delicada y embastecen manos y tez. Pero esto no quiere decir que pierda la belleza, pues
40 “El jersey es el rey del mundo”, Caras y Caretas, 9 de noviembre, [n.° 1936], 1935. 41 “El correo de moda”, Caras y Caretas, 23 de febrero, [n.° 1586], 1929.
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se trataría de una forma de belleza nueva42. Estos rasgos comienzan a hacerse visibles en la prensa argentina, en especial en algunas cubiertas de la revista El Gráfico hacia la década del treinta. De un total de 522 cubiertas, el 15% pertenece a mujeres, quienes tienen un protagonismo muy inferior y, entre ellas, el 17% corresponde a algún comportamiento que cuestionaba la norma43. Lo interesante es detectar en estos proyectos cómo se establece una visible tensión con los modelos femeninos más estables y más numerosos en el mismo medio impreso (imagen 6). Imagen 6. Portadas de la revista El Gráfico sobre atletismo (Blanca Torterolo y Kate Fastner) y golf (Carmen Baca Castex)
Fuente: “La mejor sprinter, blanca torterolo (Argentina)”, El Gráfico, 16 de enero, 1932, “Carmen Braga Castex, una de nuestras mejores jugadoras de golf “, El Gráfico, 6 de octubre, 1937 y “Kate Fastner, joven atleta de lucida actuación en los torneos locales”, El Gráfico, 21 de abril, 1939.
Las estrategias del diseño gráfico, como el ángulo de la toma y los recuadros, hacen que estas mujeres tengan visual y emocionalmente un impacto mayor entre sus lectoras, contribuyen con un orden jerárquico que refuerza el sentido de individualidad y liderazgo. Entre tanto, da la sensación de que se está frente a mujeres que poseen autodominio de sus actos, que tienen percepciones de la incertidumbre y del riesgo, condiciones propias del entrenamiento físico severo. Estas mujeres proponen por demás actitudes decididas y osadas, conductas que encarnan la capacidad de haber penetrado —no sin reticencias en la sociedad de la época— un espacio de desempeño restringido tiempo atrás. Como resultado, se ahonda de manera clara en la intención de disputar a la par la importancia del deporte y del desarrollo físico con los hombres. Por último, las portadas muestran figuras atléticas, cuerpos aptos y tonificados en la plenitud de su dinámica o en el instante previo a la acción, oponiéndose así a los postulados de la sociedad 42 Carmen Burgos, “La mujer moderna y sus derechos. Un libro muy interesante de Carmen Burgos”, La Esfera, 28 de julio, [año 15, n.° 760], 1928. 43 Vale considerar que la composición de las tapas se da de acuerdo a cambios en las líneas editoriales, el estilo gráfico se modifica en sintonía con las tendencias del diseño contemporáneo. Esta revista no es la excepción.
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en los que la pasividad, la debilidad y la reserva eran la norma. La indumentaria no parece contrariar los requisitos de la competencia, pues, al contrario, materiales elastoméricos y prendas sintéticas organizan el movimiento. Las sonrisas y los gestos de simpatía son reemplazados por gestos de tensión en los labios y las miradas complacientes por ceños fruncidos. Ahora, transitan por estados de concentración y excitación en compromiso con la próxima acción. Sin embargo, y como se pone de relieve en el porcentaje de imágenes analizadas, las representaciones mayoritarias no apuestan por estos modelos. En todo caso, resultan ocasionales. Aún se deberán recorrer algunos giros y algunos años en el marco de la cultura moderna para que las formas de imaginar, pensar, representar y conducir los cuerpos femeninos sorteen resistencias. Afortunadamente, estas resistencias no serán permanentes.
Conclusiones De acuerdo con la propuesta inicial del artículo han podido verse algunas cuestiones. Para empezar, se han articulado reflexiones teóricas con discursos seudocientíficos y de divulgación que circularon en las revistas argentinas en las primeras décadas del siglo XX, tanto en los mensajes verbales cuanto en las representaciones visuales o gráficas. En este punto, se dejaron de lado las apreciaciones descriptivas o ilustrativas de lo visual para mostrar que las imágenes tienen la capacidad de divisar relaciones que, bajo las categorías tradicionales de las fuentes históricas, pueden quedar incompletas o inexploradas. Las imágenes resultaron documentos indispensables para denunciar las transformaciones en el aspecto tangible de los cuerpos, signos inequívocos de las fuertes modificaciones culturales y de las representaciones que legitimaron las conductas de los grupos. La prensa fue un lugar de inauguración, convivencia y discusión de prácticas y miradas sobre la mujer. A finales del siglo XIX la cultura física femenina se inicia con cierta castidad y con marcado temor, pero esto va virando. En sus inicios, las características de la gimnasia y el deporte compartían los fundamentos generales sobre la cultura física, para neutralizar las consecuencias malsanas de los modos de vivir modernos. Pero, como se ha visto, rápidamente se especifican mostrando que son ciertamente desiguales y su implementación dista de ser semejante. Así, por ejemplo, los alcances de la gimnasia no parecían contrariar ningún precepto de belleza, porque estaban a disposición de los roles convenidos. Potenciaban las virtudes personales y aseguraban el fortalecimiento de conservación de la especie. El deporte tenía derivaciones positivas siempre y cuando complementara las cualidades entendidas como naturales para la mujer, aportara beneficios a su temperamento y su práctica fuera un motivo de admiración. Como se analizó, la centralidad del pensamiento masculino ha marcado su impronta en las fisonomías y en las disciplinas del cuerpo. Aun en aquellas mujeres que conquistaron espacios de vanguardia y que desafiaron las normas, se siguieron adosando valorizaciones de una feminidad preconcebida como loable. Las curvas del sexo no han dejado de ser un faro en el proceso de atracción sexual que debía ser mantenido, a pesar de la inclusión de costumbres trasgresoras. Lo que confirma que las relaciones entre cultura física y cuerpo resultan un lugar complejo de construcciones simbólicas en el que se cruzan visiones médico-científicas, hábitos y comportamientos culturales, ritos de moralidad y virtud, cánones estéticos y de moda, imaginarios y representaciones sociales, entre tantos otros, para diseñar las versiones más y menos aprobadas de la feminidad.
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❧ Gisela Paola Kaczan Investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina). Diseñadora industrial y doctora en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Co-directora de proyectos de investigación en grupos pertenecientes al Instituto de Estudios de Historia, Patrimonio y Cultura Material de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de esta universidad. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran los artículos: “Lucir. Aspectos tipológicos, tecnológicos y funcionales en el diseño de una apariencia distintiva (circa 1900)”. Etudes Caribéennes n.° 30 (2015), doi: dx.doi.org/10.4000/etudescaribeennes.7348 y, en coautoría con Graciela Zuppa, “Miradas, estrategias, exposiciones. Representaciones del cuerpo en la cultura visual, circa 1920-1940”. Anales 45 (2016): 101-117. gisela.kaczan@gmail.com
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Fútbol global e identidades nacionales en 1925: la gira del Club Atlético Boca Juniors en España a través de su impacto en la prensa❧ Juan Antonio Simón
Universidad Europea de Madrid, España doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.03
Artículo recibido: 10 de septiembre de 2015/ Aprobado: 29 de febrero de 2016 / Modificado: 17 de marzo de 2016
Resumen: ¿Qué papel desempeñó el fútbol durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) en España? Éste es uno de los cuestionamientos que intenta resolver este artículo. Su objetivo es presentar el impacto de la primera visita de un club argentino a España, el Club Atlético Boca Juniors, en la prensa española de 1925. A nivel metodológico, se revisó la bibliografía y las principales revistas y periódicos españoles, tanto deportivos como de información general. Se demuestra, como conclusión general, el interés que despertó entre los aficionados españoles y argentinos la gira del Boca Juniors, mostrándola como una ocasión para subrayar a través del fútbol la propia identidad nacional y las relaciones globales. Palabras clave: deporte, fútbol, España, Argentina, identidad nacional (Thesaurus); relaciones globales (palabras clave de autor).
Global Football and National Identities in 1925: The Boca Juniors Athletic Club’s Spanish Tour as Seen through its Impact in the Press Abstract: What role did football play during the dictatorship of Primo de Rivera (1923-1930) in Spain? This is one of the questions that this article attempts to resolve. Its objective is to present the impact of the first visit to Spain on the part of an Argentine club, the Boca Juniors Athletic Club, as reported in the Spanish press in 1925. At the methodological level, a review was done of the general bibliography and of the main Spanish magazines and newspapers, both in terms of sports and general information. It demonstrates, as its general conclusion, the interest that the Boca Juniors’ tour sparked among Spanish and Argentinian fans alike, showing this to be an occasion for asserting both national identity and global relations through football. Keywords: sports, football, Spain, Argentina, national identity (Thesaurus); global relations (author’s keywords).
Futebol global e identidades nacionais em 1925: a expedição do Club Atlético Boca Juniors na Espanha por meio de seu impacto na imprensa Resumo: Que papel desempenhou o futebol durante a Ditadura de Primo de Rivera (1923-1930) na Espanha? Esse é um dos questionamentos a que este artigo tenta responder. Seu objetivo é apresentar o impacto da primeira visita de um clube argentino à Espanha, o Club Atlético Boca Juniors, na imprensa espanhola de 1925. No âmbito metodológico, revisaram-se a bibliografia e as principais revistas e jornais espanhóis, tanto de esportes quanto de informação geral. Demonstra-se, como conclusão geral, o interesse que a expedição do Boca Juniors gerou nos torcedores espanhóis e argentinos, mostrando como uma ocasião para destacar, por meio do futebol, a própria identidade nacional e as relações globais. Palavras-chave: esporte, futebol, Espanha, Argentina, identidade nacional (Thesaurus); relações globais (autor de palavras-chave). ❧ Se trata de un artículo resultado de la investigación independiente del autor, el cual no contó con financiación
para su realización.
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Fútbol global e identidades nacionales en 1925 Juan Antonio Simón
Introducción y encuadre histórico En el invierno de 1925 el Club Atlético Boca Juniors, auspiciado por la Asociación Argentina de Fútbol (AAF), decidió por primera vez en su historia embarcarse en la aventura de viajar a Europa para medirse con algunos equipos españoles, en una gira que también les llevaría por Alemania y Francia. Nunca antes un club argentino había visitado España. Pero impulsados por la popularidad que el fútbol uruguayo había alcanzado en el continente europeo, después de su victoria en los Juegos Olímpicos de París en 1924, decidieron mostrar en el viejo continente la calidad que también atesoraban sus propios futbolistas. Al mismo tiempo, el desafío futbolístico y cultural que afrontó el club argentino estaba mostrando las bases de un deporte que comenzaba a comprenderse desde una perspectiva global, beneficiado indudablemente por la mejora de los medios transporte que permitían —tanto a los clubes europeos como sudamericanos— poder plantearse el reto de enfrentar rivales del otro lado del océano, y, al mismo tiempo, generar mayores beneficios económicos para sus sociedades. No se puede olvidar que la gira del Boca Juniors en España coincidió con las del equipo uruguayo del Club Nacional de Montevideo y los brasileños del Club Athletico Paulistano de Brasil (equipo que posteriormente se convirtió en el São Paulo FC), hecho que se plasmó en la prensa mediante continuas comparaciones entre los diferentes estilos futbolísticos. Del mismo modo, los clubes españoles empezaron a viajar con relativa asiduidad al continente americano, como ocurrió con la gira que realizó una selección de jugadores vascos por Argentina, Uruguay y Brasil en 1922, un aspecto que volverá a aparecer mencionado a lo largo del texto1. El primer objetivo de este artículo es analizar el desarrollo de la gira del Boca Juniors por España en 1925, partiendo del impacto que este acontecimiento reflejó en las páginas de los principales periódicos y revistas españoles, tanto específicamente de corte deportivo como de información general. Un segundo objetivo es examinar cómo a mediados de los años veinte el fútbol es utilizado en España como una herramienta para construir narraciones identitarias y para difundir estereotipos nacionales en la prensa. El último de los objetivos es acercarse al estudio de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) desde la historia social del deporte, con lo que se pretende enriquecer el conocimiento que existe en la actualidad sobre este período histórico. A nivel metodológico, las fuentes hemerográficas digitales son el principal recurso documental que se utilizó en esta investigación. La selección de fuentes hemerográficas se facilitó por la consulta en hemerotecas digitales de la Biblioteca Nacional de España, así como de los periódicos ABC y El Mundo Deportivo. En este proceso se seleccionaron once publicaciones periódicas españolas de información general y deportiva, en las que se publicó información relevante sobre el tema central de esta investigación. Las fuentes hemerográficas que finalmente se utilizaron fueron: Heraldo de Madrid, El Sol, El Mundo Deportivo, Blanco y Negro, El Siglo Futuro, La Voz, El Imparcial, Gran Vida, La Unión Ilustrada, La Época y La Libertad. La información de la gira del Boca Juniors que aparece en estas publicaciones se ubica cronológicamente entre febrero y junio de 1925, siendo posteriormente filtrada por la relevancia de su contenido y analizada para valorar su pertinencia y validez dentro de este estudio. Esto permitió determinar que a nivel bibliográfico no existen investigaciones que desde la perspectiva
1 Vicente Martínez Calatrava, “Primera gira americana de una selección vasca”. Cuadernos de fútbol n.° 14 (2013): 1-4.
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española hayan analizado esta temática, aunque este tipo de fuentes sí han sido determinantes para contextualizar adecuadamente el período histórico y encuadrar la situación que vivía el fútbol español a mediados de los años veinte. En esta década el fútbol español se encontraba en pleno proceso de transición del amateurismo al profesionalismo, en un país que vivía un fuerte éxodo rural del campo a los grandes núcleos urbanos como Barcelona, Madrid y Bilbao. En aquel tiempo el fútbol disfrutó de una gran popularidad que le permitió competir con otras actividades de ocio tan arraigadas en la sociedad española como las corridas de toros e, incluso, el cine. También se caracterizó por ser el período de transformación de los propios recintos futbolísticos, que a partir de este momento tuvo que adaptarse a las necesidades que demandó el nuevo deporte de masas. Por otro lado, la profesionalización del fútbol vendrá de la mano de la transformación de los clubes a este nuevo contexto mercantilizado, que se plasmó en la creación del Campeonato Nacional de Liga en la temporada 1928-1929. Por último, en 1920 la Real Federación Española de fútbol (RFEF) organizó la primera selección nacional para que participara en los Juegos Olímpicos de Amberes. España consiguió una inesperada medalla de plata en Bélgica —que dio forma al mito futbolístico de la furia española—, con la que culminó un juego predominantemente físico y con grandes dosis de agresividad, que se tratará de identificar con el paso del tiempo como un elemento específico del carácter de los propios españoles2. Esta investigación se enmarca en el período histórico correspondiente a la Dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), permitirá entender las transformaciones sociales que vivió el país y su posterior influencia en la II República. El deterioro de la situación política que vivía España desde principios de los años veinte por la descomposición de los partidos dinásticos, quedó patente en la debilidad a la hora de poner fin al conflicto bélico que desde 1909 se mantenía en el protectorado español en Marruecos, y, al mismo tiempo, hacer frente a los problemas de orden público que, de manera especial en Barcelona, estaban provocando el terrorismo vinculado con los grupos anarcosindicalistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El pronunciamiento militar de septiembre de 1923 se convirtió el 15 del mismo mes, a través de un real decreto, en la creación del Directorio Militar que presidiría el propio Primo de Rivera. El nuevo régimen se caracterizaría por la ocupación militar de todas las diferentes estructuras del Estado, para de esta forma transformar la vieja política y favorecer un radical proceso de depuración y de regeneración de la sociedad española, dando forma a un nuevo discurso nacionalista que pretendía alejarse del pesimismo que había caracterizado la visión de España de la Generación del 983. 2 Sobre este tema: Juan Antonio Simón, Construyendo una pasión: el fútbol en España, 1900-1936 (Logroño: UNIR, 2015); Ángel Bahamonde Magro, “La escalada del deporte en España en los orígenes de la sociedad de masas”, en Atletas y ciudadanos: historia social del deporte en España (1870-2010), coordinado por Xavier Pujadas i Martí (Madrid: Alianza Editorial, 2011), 89-123; Xavier Pujadas y Carles Santacana, “La mercantilización del ocio deportivo en España. El caso del fútbol 1900-1928”. Historia Social n.° 41 (2001): 147-167; y Alejandro Quiroga, Goles y banderas. Fútbol e identidades nacionales en España (Madrid: Marcial Pons, 2014), 45-46. 3 Puede consultarse sobre esta problemática: Diego Caro Cancela, “La Dictadura de Primo de Rivera (19231930)”, en Historia contemporánea de España (siglo XX), coordinado por Javier Paredes (Barcelona: Ariel, 1998), 461-479; Pere Gabriel, “Sin política y sin conflicto: el intento de la Dictadura de Primo de Rivera”, en Historia de España siglo XX, 1875-1939, coordinado por Ángel Bahamonde (Madrid: Cátedra, 2000), 439-447, y Santos Juliá, “Monarquía”, en La España del siglo XX, editado por Santos Juliá, José Luis García Delgado, Juan Carlos Jiménez y Juan Pablo Fusi (Madrid: Marcial Pons, 2005), 61-72.
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Además, desde la perspectiva política, el golpe de Estado legitimó el recurso a la violencia y a las armas como medio para conseguir el poder, lo que favoreció que durante la segunda mitad de los años veinte sectores liberales y militares conspiraran para derrocar al dictador. La inestabilidad permanente que había provocado el sistema de turnos desde 1917 no se solucionó mediante una reforma de la constitución —el medio que amplios sectores de la sociedad española como representantes de movimientos obreros, catalanistas, republicanos o militares habían reclamado reiteradamente—, sino acabando con la constitución y eliminando toda posibilidad de solución dentro de la monarquía constitucional4. Por otro lado, como defiende el historiador Juan Pablo Fusi, la dictadura de Primo de Rivera careció de un proyecto cultural propio, aunque este factor no pareció preocupar mucho a un régimen que centró sus intereses culturales en el aprovechamiento de la expansión, tanto en el contexto nacional como en el europeo, de nuevas formas de ocio popular y sobre todo del deporte de masas y del cine. Estas dos últimas actividades de ocio colectivo fueron las que mejor se adaptaron a un “tipo de patriotismo fácil y popular”, que caracterizó a este período y que se hará visible en las páginas de este artículo5.
1. Gira del Boca Juniors Después de la gran actuación que había tenido la selección nacional de Uruguay en los Juegos Olímpicos de París en 1924, consiguiendo la medalla de oro y demostrando a los países europeos el alto grado de desarrollo futbolístico que existía al otro lado del océano, la AAF se planteó el proyecto de enviar a una selección de jugadores argentinos a Europa. La victoria 2 a 1 de un combinado de la AAF frente a la selección olímpica uruguaya por 2-1 en octubre de 1924 animó definitivamente a la máxima institución futbolística argentina a organizar una gira, que permitiera presentar en el continente europeo la calidad que atesoraba su fútbol. Al no conseguir llegar a un acuerdo con los clubes que debían ceder a sus jugadores, los dirigentes del Boca Juniors, vencedores del último campeonato, se ofrecieron a viajar como representantes del fútbol argentino. El 4 de febrero de 1925 el Club Boca Juniors se embarcó en un viaje de más de veinte días, que tenía en la ciudad española de Vigo su destino final. Desde el momento en el que se confirmó la visita de los jugadores argentinos, la prensa española empezó a publicitar los encuentros que se disputarían, informando a sus lectores de las grandes cualidades de los futbolistas del Boca Juniors y, de forma genérica, las principales características del fútbol argentino. En la memoria de los aficionados españoles todavía estaba muy reciente la decepcionante gira de una selección de jugadores vascos por Sudamérica en 1922, a lo que también se unía la mala actuación de la selección española en los últimos Juegos Olímpicos de París un año antes, que se habían creado después del éxito de Amberes en 19206. Por lo anterior, tanto
4 Santos Juliá, Un siglo de España: política y sociedad (Madrid: Marcial Pons, 1999), 63-69. 5 Juan Pablo Fusi, “El discurso de la modernidad”, en La España del siglo XX, editado por Santos Juliá, José Luis García Delgado, Juan Carlos Jiménez y Juan Pablo Fusi (Madrid: Marcial Pons, 2005), 480-484. 6 A este respecto: Félix Martialay, Amberes: allí nació la furia española (Madrid: Real Federación Española de Fútbol, 2000), y Juan Antonio Simón, “La actuación de la selección española de fútbol en los Juegos Olímpicos de Amberes y París a través de su impacto en la prensa”. Revista Brasileira de Ciências do Esporte 36, n.° 1 (2014): 225-239, doi: dx.doi.org/10.1590/S0101-32892014000100015
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la visita del Boca Juniors como la del Nacional de Montevideo se consideraron desde la prensa especializada como una gran oportunidad para demostrar que lo que había ocurrido en París había sido solamente un accidente y que España seguía siendo el máximo representante del recién creado estereotipo de la “furia”. Uno de los directivos argentinos, Félix Isasmendi, se desplazó a España varias semanas antes de que el equipo saliera de Buenos Aires, para empezar a cerrar los acuerdos con los clubes a los que se enfrentarían en la gira. El periódico Heraldo de Madrid incluyó una pequeña nota el 6 de febrero en la que informaba que los jugadores argentinos se iban a desplazar a España en un trasatlántico francés, que debería llegar a Vigo el 25 de ese mismo mes, disputando frente al Celta de Vigo sus dos primeros partidos el 27 y el 29 en el campo de Coya7. El 18 de febrero, dos semanas después de haber iniciado su viaje, la prensa española publicó un comunicado de la AAF a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en el que se manifestaba que el Boca Juniors, “campeón de la República”, estaba autorizado para realizar la gira por España8. Aprovechando esta confirmación oficial, la prensa de Madrid informó que este club era “en la actualidad, una de las más reputadas entidades futbolísticas del mundo” y recordaba que además de haber vencido el campeonato en los cuatro últimos años, también había logrado “en emocionantísimo partido, vencer al equipo uruguayo que acaba de obtener el campeonato internacional en Colombes”9. Así, pues, los rumores sobre fechas y encuentros que posiblemente celebrarían los jugadores argentinos se suceden durante las semanas previas a su llegada en la prensa deportiva, incluyendo muchos de ellos noticias imprecisas o equivocadas pero que sirvieron para despertar una gran expectación entre los aficionados españoles por ver en directo a los “ases” argentinos. Las noticias destacaban que el equipo que visitaría España estaba compuesto por diecisiete jugadores: los once titulares del Boca y otros seis “de los mejores equipistas de la nación”. Sobre los partidos que se disputarían, se menciona que Isasmendi se había reunido con miembros de la RFEF para tratar de negociar un partido que se debería celebrar en Madrid frente a la selección española; pero, además, el Atlético de Madrid, uno de los principales equipos de la ciudad, también “había entablado gestiones con el representante argentino para concertar dos encuentros en Madrid”10. El directivo argentino también visitó la redacción del periódico El Sol, en donde dejó claro que todavía no estaban fijadas las fechas de los encuentros frente al Celta de Vigo, debido a que los jugadores argentinos querían presentarse en la mejor condición física posible, por lo que “se tomarán los días que consideren precisos para reponerse totalmente de la fatiga que veinte días de navegación ocasionan”. El Boca concedía gran importancia a los encuentros que tenía que disputar en España, viniendo “dispuestos a renovar la hazaña de los uruguayos, que cruzaron la Península sin conocer la derrota”. El periodista destacaba en los jugadores algunas de las características que definían al fútbol sudamericano, mencionando que eran los mejores representantes “del juego afiligranado y ágil característico del fútbol argentino”, y subrayando por encima de los demás las enormes cualidades del portero Tesorieri, al que se le consideraba
7 “El equipo argentino comunica su llegada”, Heraldo de Madrid, 6 de febrero, 1925, 2. 8 “La respuesta de los argentinos”, Heraldo de Madrid, 19 de febrero, 1925, 2. 9 “El equipo argentino que viene a visitarnos. Félix Isasmendi”, Heraldo de Madrid, 19 de febrero, 1925, 2. 10 “Los equipos suramericanos. Argentina-España”, Heraldo de Madrid, 20 de febrero, 1925, 2.
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“igual o mejor que nuestro Zamora”. Se esperaba una gran presentación del Boca en Europa y se hacía un llamado al orgullo de los futbolistas españoles, para “demostrar a los hermanos de América que por aquí también se juega al fútbol”11. Las noticias de la inminente llegada del Boca coincidieron con la esperada visita de los uruguayos del Club Nacional de Montevideo. El 20 de febrero se confirmará a la RFEF la visita de unos jugadores uruguayos que disputarían sus primeros encuentros en Barcelona y Valencia. La prensa publicitó los encuentros mencionando que de los 22 jugadores seleccionados, ocho eran internacionales12 que se “han alineado en el equipo representativo uruguayo que resultó campeón en el séptimo torneo sudamericano”. Argentinos y uruguayos coincidieron en España como representantes de un fútbol espectacular desconocido en este país, lo que llevó a asegurar a los periodistas españoles: “si los uruguayos y argentinos confirman la fama que hasta ahora les precede, su triunfo será definitivo”. Pero esta calidad que atesoraban los jugadores del Río de la Plata representará para los clubes españoles un gran desafío, que será subrayado desde la prensa, al destacar que los jugadores que participasen en estos encuentros, independientemente de que “sean internacionales o no”, deben “desarrollar un papel digno y lucido al frente de los campeones de América”13. A su vez, días antes de la llegada del Boca Juniors los periódicos españoles destacaban en sus páginas deportivas la gran valía de los jugadores argentinos. De inmediato surgirá una polémica sobre si los jugadores del Boca, junto con los futbolistas que les reforzaban, podrían representar una selección nacional o por lo menos a la AAF donde se encuadraban. El Sol se unirá a esta polémica reconociendo que este equipo no podía representar a la selección nacional, aunque no hubo duda de que “constituye un ‘once’ formidable” que había vencido el último campeonato sin haber perdido un partido y que además se unían los seis internacionales de otros clubes que lo completaban, por lo que se podía considerar sin temor a equivocarse “un digno representante del fútbol argentino”. La delegación del Boca Juniors viajaba, como se señaló, con once jugadores de su plantel, en el que se incluían sus seis internacionales: Américo Tesorieri, Ludovico Bidoglio, Segundo Medici, Domingo Tarasconi y, el capitán y jugador más veterano, Alfredo Elli. Por encima de todos se destacaba el gran portero argentino Tesorieri: “Es considerado como el mejor guardameta de toda la América Latina. Su agilidad, vista y colocación son extraordinarias”14. A los jugadores del Boca les acompañaron otros seis futbolistas de diferentes clubes: el extremo izquierdo del Club Atlético Huracán, Cesáreo Onzari, quien la prensa española presentó como un jugador “peligrosísimo, muy ligero” y que junto a “un excelente chut” tenía la cualidad de centrar maravillosamente. Manuel Seoane, interior izquierda del Club El Porvenir de Avellaneda, considerado en Argentina el mejor en su puesto y varias veces internacional, tenía “una habilidad rara para desmarcarse y de gran chut”; junto a Seoane viajaba el delantero centro Sosa, del Club Central Córdoba, el “prototipo criollo” de futbolista “bajo y enjuto, todo nervios, incansable, muy valiente”, gran distribuidor de juego que había formado parte del equipo que había vencido 11 “Los argentinos camino de España”, El Sol, 20 de febrero, 1925, 6. 12 Los ocho jugadores internacionales que se mencionan son: Andrés Mazzali, Alfredo Zibecchi, Ramón Buceta, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Ángel Romano y Ángel Barcelocco. 13 “Los uruguayos a España”, Heraldo de Madrid, 20 de febrero, 1925, 2. 14 “Los argentinos del Boca Juniors”, El Sol, Madrid, 27 de febrero, 1925, 2.
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previamente “a los olímpicos” de Uruguay. También formaron parte del grupo de jugadores que participó en la gira el interior derecho Ernesto Celli de New Old Boys; Luis Vaccaro, polivalente medio centro del Argentinos Juniors de Buenos Aires, y Roberto Cochrane, defensa derecho “de fuerte patada” del Club Tiro Federal de Rosario quien sustituyó a Adolfo Celli, lesionado en el partido que les enfrentó a la selección de Uruguay15. El 27 de febrero llegó entonces al puerto de Vigo procedente de Buenos Aires el vapor francés “Formosa” con los jugadores del Club Boca Juniors. En el muelle les esperaban el alcalde de la ciudad, el gobernador militar, el cónsul argentino y un “numerosísimo público” que no quiso perderse el acontecimiento pese a la lluvia que deslució el recibimiento. La expedición argentina fue agasajada con todo tipo de homenajes e invitaciones desde su llegada a España. Nada más pisar tierra y después de los discursos protocolarios se les trasladó a Pontevedra para presenciar un partido de fútbol, acudieron más tarde “al baile de Piñata” que se celebró en la Sociedad El Recreo, a una cena celebrada en la Sociedad El Gimnasio y a un banquete que les obsequió el alcalde de Vigo el 2 de marzo16.
2. De Galicia a Madrid: se inicia la gira El Club Boca Juniors visitó durante su gira por España las ciudades de Vigo, La Coruña, Madrid, Irún, Bilbao, Pamplona y Barcelona, disputó un total de trece partidos con diez victorias y únicamente tres derrotas. En Vigo se enfrentó en dos ocasiones con el principal equipo de la ciudad (el Celta de Vigo), imponiéndose en el primer partido 3-1 y perdiendo el segundo encuentro con el mismo resultado. Antes de la celebración de estos dos partidos, Juan Antonio Sánchez Ocaña, desde las páginas de la revista Blanco y Negro y dentro de su sección “La Semana Deportiva”, volvía a recordar a los clubes españoles que se tendrían que medir con los jugadores sudamericanos, la responsabilidad que recaía sobre ellos al estar en juego conseguir mejorar la imagen del fútbol español, que tan bajo nivel había mostrado en los últimos enfrentamientos internacionales: “Cúmplenos asimismo hacer un llamamiento a los Clubs españoles ante los encuentros que se avecinan: recuerden aquel funesto viaje a la Argentina del equipo vasco, en el que tan malparado quedó el nombre deportivo de la nación. Piensen que en ellos se ventila una cuestión de dignidad, de rehabilitación. Dejen, por tanto, a un lado todo afán de lucro y procuren por todos los medios enfrentar a nuestros ilustres visitantes, equipos potentes, y demostrarles así, en lucha noble y correcta, el verdadero valor del fútbol español”17.
Además de los elementos indicados en estas líneas, al ser inquirido por las características del juego de su equipo, Vicente Decap —antiguo jugador y secretario del Boca—, declaró a los perio15 “Los argentinos del Boca”, 2. La delegación del Boca Juniors que viajó a España estaba formada por los jugadores Américo Tesorieri, Ludovico Bidoglio, Ramón Mutis, Segundo Médici, Alfredo Elli, Mario Busso, Carmelo Pozzo, Alfredo Garasini, Carlos Artraigues, Dante Pertino, Domingo Tarasconi, Antonio Cerrotti. Además, viajaron otros cinco futbolistas de diferentes clubes argentinos para reforzar el equipo: Manuel Seoane (El Porvenir), Cesáreo Onzari (Huracán), Luis Vaccaro (Argentinos Juniors), Octavio Díaz (Rosario Central) y, el defensa, Roberto Cochrane (Club Tiro Federal de Rosario). Como representantes del club se desplazaron Vicente Decap (secretario) y Adelio Gariboni (vicepresidente). 16 “Llega a Vigo el Boca Juniors”, El Imparcial, 28 de febrero, 1925, 9; “El equipo argentino en Vigo”, El Siglo Futuro, 3 de marzo, 1925, 3. 17 Juan Antonio Sánchez Ocaña, “La Semana Deportiva”, Blanco y Negro, 8 de marzo, 1925, 91-92.
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distas que su principal virtud a nivel táctico era “amoldarnos a nuestro contrincante haciendo el juego contrario”. Los futbolistas del Boca eran “muchachos fuertes, voluntariosos, disciplinados, que saben colocarse maravillosamente, que ponen toda su alma en el empeño que les ha sido encomendado y que tienen en la ‘cancha’ un amor propio envidiable […]”. Para concluir, dejó claras cuales eran las intenciones del equipo en esta gira: “Tenemos que quedar bien, tenemos que quedar bien […] No nos perdonarían en nuestro país si no supiéramos corresponder al entusiasmo que en una y otra parte del mar hemos despertado”18. Ante “la inmensa muchedumbre” que abarrotaba el campo de Coya, los jugadores argentinos saltaron al terreno de juego para enfrentarse al Celta de Vigo, mientras “se les tributa una ensordecedora ovación”19. El espectáculo se vio trágicamente deslucido cuando a los pocos minutos de iniciarse el encuentro se produjo el hundimiento del tejado de una fábrica adyacente, donde una gran multitud de aficionados se había subido para ver el partido. El encuentro estaría suspendido durante quince minutos, mientras se atendía a los cerca de treinta heridos, pero finalmente se decidió reanudar el juego20. Al iniciarse el segundo tiempo llegaron noticias de que uno de los niños heridos había fallecido en el hospital, el público guardó un minuto de silencio y el juego de manera sorprendente volvió a reanudarse. Cerrotti marca el segundo gol para los argentinos y Casal acorta distancias antes de que se produzca una sorprendente acción, que demuestra hasta qué punto estaba interiorizado entre los futbolistas de esta época el concepto de fair play. Los jugadores argentinos fueron sancionados con un polémico penalti que el jugador español Balbino decidió tirar “flojamente a un lado”, consiguiendo la ovación del público por su gesto deportivo e incluso los propios “argentinos abrazan a Balbino”21. El partido concluyó con un nuevo gol de los jugadores del Boca por obra de Cesáreo Onzari. Respecto al debut del Boca Juniors en España, Juan Antonio Sánchez mencionó que este equipo realizó “un juego positivo y sobrio”, mejor en defensa que en ataque y que contrastaba “con el afiligranado y vistoso de los olímpicos uruguayos”. Este resultado negativo para el equipo español volvía a demostrar para este autor que era “de todo punto necesario reforzar los equipos”, aunque sin llegar a formar selecciones nacionales para demostrar que “no en vano el fútbol español está calificado como uno de los mejores del Continente”22. El 8 de marzo, ante otro “lleno formidable” en el campo de Coya, el Celta, de forma inesperada, logró imponerse al Boca 3-1 en un encuentro en el que los jugadores sudamericanos probablemente acusaron el desgaste del primer encuentro23. Ahora les esperaban dos nuevos partidos el 12 y el 15 en La Coruña frente al Deportivo, para volver a demostrar su calidad futbolística24. Frente a este equipo gallego el Boca se impuso en los dos partidos (3-1 y 1-0), destacándose por su igualdad en el segundo de dichos encuentros, en el que las crónicas periodísticas reconocieron 18 Full-Back, “Los argentinos hacen un match de entrenamiento”, Heraldo de Madrid, 6 de marzo, 1925, 2. 19 “El debut del Boca Juniors”, El Imparcial, 6 de marzo, 1925, 6. 20 “El ‘Boca Juniors’ en su primera exhibición en España luchando contra el ‘Celta’ lo bate por 3 a 1”, El Mundo Deportivo, 6 de marzo, 1925, 1. 21 “El partido entre el Boca Juniors y el Celta de Vigo”, Heraldo de Madrid, 6 de marzo, 1925, 2. 22 Juan Antonio Sánchez Ocaña, “La Semana Deportiva”, Blanco y Negro, 15 de marzo, 1925, 90. 23 Armando, “El Boca Juniors es derrotado en Vigo por el Celta por 3 a 1”, El Mundo Deportivo, 9 de marzo, 1925, 1. 24 “Mañana y domingo juegan los argentinos en Coruña”, El Mundo Deportivo, 11 de marzo, 1925, 1.
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el dominio del equipo gallego que no pudo evitar faltando dos minutos para la conclusión del partido, “en un offside clarísimo, ha marcado el único gol de la tarde”. Pese a la discutida actuación del árbitro, la prensa destacaba que el público había “estado correctísimo” y que muy probablemente con otro árbitro “la victoria local era indudable”. Las comparaciones con la selección uruguaya que había visitado España el año anterior aparecerían de forma reiterada en la prensa, señalando después de ver los partidos disputados en Galicia que el Boca había dejado una gran impresión, pero parecían “ser inferiores en juego a los uruguayos”25. Una vez concluidos los encuentros en Galicia, Isasmendi realizó unas declaraciones a la prensa sobre su opinión del fútbol español, en las que reconoció que le había sorprendido la preparación atlética de los futbolistas, “demostrando ser codiciosos y muy duros”, pero “de técnica escasa. La madera es excelentísima; pero menos pulida que la nuestra”26. Después de Galicia el equipo argentino se desplazó a Madrid para enfrentarse a los tres principales equipos de la capital: el Athletic de Madrid —en la actualidad Atlético de Madrid—, Real Madrid y la Sociedad Gimnástica Española. El interés entre los aficionados madrileños, como previamente había ocurrido en los partidos que se disputaron en Galicia, agotó las entradas pese a que los precios eran superiores a los partidos de las competiciones regionales y nacionales, pero nadie se quería perder la actuación de los jugadores sudamericanos27. La prensa subrayó que “era de todo punto necesario vencer y demostrar que no en vano el fútbol español está calificado como uno de los mejores del continente”28. Sin embargo, los resultados de los tres partidos no consiguieron rehabilitar la imagen del fútbol español, al contrario, dejaron todavía más patente la distancia que los separaba del fútbol argentino. En el primero de los encuentros el Boca venció al Athletic 2-1, aunque todas las crónicas destacaron el dominio del club madrileño y que el empate podía haber sido el resultado más justo. En cambio, desde Barcelona el periodista de El Mundo Deportivo, Díez de las Heras, publicó unos interesantes comentarios relacionados con la importancia que se le había concedido a la gira del Boca Juniors por España, considerada por algunos medios como un “acontecimiento”. Este periodista opinó que para su periódico no fueron más importantes estos encuentros que lo que significaron los últimos partidos de la selección española frente a Francia, Portugal e Italia. Además criticó que pese a que se haya querido “explotar” desde otros medios “esos lindos tópicos de ‘nuestras hijas latinas’, y, a la inversa, ‘de la madre Patria’”, para la cabecera catalana eran tan extranjeros estos futbolistas argentinos como los de cualquier otro país europeo, o incluso más que “‘nossos hirmaos’ portugueses, que comparten con nosotros la conservación de la pura raza ibérica, y como nosotros sufren dignamente su decadencia y suspiran y trabajan por su resurgimiento”. Estos comentarios dejan clara su radical oposición a los que habían querido dar a esta gira un significado más amplio que el meramente deportivo, es decir, a los intelectuales que habían acudido al campo madrileño a presenciar el partido, y que en realidad estaban “tan alejados, cuando no tan enfrente del movimiento deportivo”29. 25 Chuco, “La difícil victoria del Boca Juniors”, El Mundo Deportivo, 16 de marzo, 1925, 5. 26 “El fútbol fuera de España. El fútbol platense”, Gran Vida, marzo, 1925, 90-92. 27 “Los futbolistas argentinos a Madrid”, El Mundo Deportivo, 18 de marzo, 1925, 2. 28 Juan Antonio Sánchez Ocaña, “La Semana Deportiva”, Blanco y Negro, 29 de marzo, 1925, 87. 29 A. Díez de las Heras, “Después del primer match del ‘Boca Juniors’ en Madrid”, El Mundo Deportivo, 22 de marzo, 1925, 2.
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El segundo encuentro que disputó el Boca en la capital le enfrentó en esta ocasión al Real Madrid en su campo de Chamartín. El rey Alfonso XIII, el Príncipe de Asturias, el embajador de Argentina y el alcalde de la ciudad presenciaron un encuentro que se vio sensiblemente deslucido por el fuerte viento, pero que no impidió que los jugadores visitantes demostrasen su calidad. Pese a reforzarse con varios jugadores de otros clubes, como René Petit, Gamborena, Olaso, Miquelón y Valderrama, el Real Madrid no dio el rendimiento que se esperaba de un equipo con nombres tan contrastados. Para la revista Blanco y Negro el Boca les había “producido una impresión excelente”, en elogiar su “defensa segura, de fácil pegada, rápida al despejar, lo mismo de cabeza que con el pie” o “una línea de medios formidable”. Esta publicación se preguntaba si estos jugadores volverían a su país sin conocer “la verdadera valía” del fútbol español, lamentando su pesar si “por falta de dirección en los organizadores pudieran regresar los argentinos con el convencimiento de que todo lo que se cuenta allá por los españoles es pura macana”30. La revista Gran Vida también destacaba que pese a que el equipo argentino jugó sin futbolistas de la importancia de Tesorieri y Onzari, el Real Madrid no fue capaz de lograr un resultado positivo, con un juego inferior al del partido contra el Athletic madrileño. Para esta publicación “los argentinos dominaron en conjunto clarísimamente”, lo que demostraba que pese a lo que otros colegas pudieran decir, “por regla general es preferible un club (sobre todo de la categoría del Athletic) a una selección, por muy prestigiosos que sean los nombres que la formen”31. Pero no todo fueron elogios para el equipo argentino, el redactor de El Mundo Deportivo pese a la victoria 1-0 de los jugadores del Boca Juniors frente al Real Madrid, seguía manteniéndose muy crítico con las prestaciones que ofrecían los jugadores sudamericanos: “Es un buen equipo de club, bien ligado con algunas individualidades excelentes, pero no de una clase extraordinaria como lo demuestra el hecho de que, aun habiendo jugado mejor que contra el Athletic, difícilmente han podido batir hoy al equipo destrabado que ha presentado el Madrid”32. El tercer amistoso que el Boca Juniors disputó en Madrid le enfrentó a la Real Sociedad Gimnástica Española. Se trató hasta el último momento de poder contar con la presencia de Ricardo Zamora, pero la estrella del fútbol español no pudo asistir al tener que jugar con su equipo en Barcelona. Los argentinos se impusieron 1-0, mostrando “una superioridad incuestionable”, y criticaron la excesiva pasión de los aficionados madrileños que no supieron apreciar la excelencia técnica de los contrarios, que “realizaron jugadas hermosas, que pasaron inadvertidas ante la ceguera de la pasión. Y es que la ‘furia’, esa cosa que tan bien suena, se pasó ayer al público […]”33. Por otro lado, las exigencias económicas del club argentino estaban dificultando los acuerdos con otras sociedades para la disputa de un mayor número de partidos. Incluso la propia RFEF les propuso un encuentro contra la selección nacional. Los directivos argentinos parecían interesados con esta oferta, por lo que remitieron a la federación de su país un cable solicitando la oportuna autorización34. 30 Juan Antonio Sánchez Ocaña, “La Semana Deportiva”, Blanco y Negro, 29 de marzo, 1925, 90-91. 31 “Los argentinos en Madrid”, Gran Vida, febrero, 1925, 80. 32 A. Díez de las Heras, “El ‘Boca Juniors’ obtiene otro difícil triunfo por 1 a 0 sobre el R. Madrid”, El Mundo Deportivo, 23 de marzo, 1925, 1. 33 A. Díez de las Heras, “Por tercera vez el ‘Boca Juniors’ triunfa por 1 a 0”, El Mundo Deportivo, 30 de marzo, 1925, 1; Forward, “En Madrid”, Heraldo de Madrid, 30 de marzo, 1925, 5. 34 A. Díez de las Heras, “¿El ‘Boca Juniors’ jugará un match con el equipo de España?”, El Mundo Deportivo, 25 de marzo, 1925, 1.
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En los siete partidos que hasta el momento había disputado el Boca Juniors en España habían quedado patentes las virtudes y carencias de este conjunto, provocando amplios análisis en la prensa deportiva. Los periodistas españoles supieron valorar la “excelente precisión que arrancan de su mejor colocación y que obliga a la pelota a quedar de continuo en los pies rioplatenses”, aunque opinaban que esta cualidad no la aprovechaban para dominar contundentemente, como otros equipos que habían pasado por Madrid en los últimos meses —MTK de Budapest, el Sparta de Praga o el L´Etoile de Suiza—. Por este motivo, periódicos como La Voz opinaron que el Boca Juniors era “un equipo excelente, no excelso; bueno, no bonísimo; de juego grato, no lindo, como diría un compadrito de aquellas tierras fraternas y lejanas”35. La prensa madrileña criticó al club argentino que sólo fue capaz de vencer por una diferencia de un gol en los tres partidos, lo que provocó que sólo se destacasen las cualidades de su línea defensiva compuesta por el portero Tesorieri y los defensas Ludovico Bidoglio y Ramón Mutis.
2.1. ¿El negocio del Boca Juniors? Recaudaciones y precios de las entradas en el campo de Chamartín Para poder llegar a comprender el impacto que representaron en España los encuentros que disputó el Boca Juniors, resulta de gran relevancia afrontar el análisis del cuaderno de recaudaciones del Real Madrid, en el que están reflejados los recaudos de los dos partidos que jugó el club argentino en el estadio del Chamartín, frente a los propietarios del terreno de juego y la Real Sociedad Gimnástica Española36. El campo del equipo madrileño estaba dividido en diez categorías de localidades diferentes, con precios que buscaban adaptarse a cualquier tipo de economía de los aficionados37. En el primer partido que les enfrentó al Real Madrid los aficionados dejaron en las arcas del club blanco 29.805 pesetas, mientras que en el encuentro contra la Gimnástica la recaudación fue un poco inferior, llegando a las 23.640 pesetas. Los precios de las localidades en ambos partidos fueron los mismos, siendo más caras las entradas correspondientes a las denominadas “delanteras de preferencia”, cuyo precio ascendía a 7,20 pesetas. Por el contrario, las localidades más económicas eran siempre los “paseos de general”, que en esta ocasión se pagaban a 1,60 pesetas. Con esta variedad de precios se buscaba poder adaptarse al poder adquisitivo de cada grupo social, en concreto a las clases más populares, aquellas que solían acudir en masa a los campos de fútbol y que, pese a pagar menos por sus entradas, llenaban habitualmente las gradas de general. Un ligero cambio en el precio de este tipo de localidades económicas provocaría la reducción significativa de las recaudaciones. Los precios de las localidades en los dos partidos que disputó el Boca Juniors en Madrid fueron los siguientes: delanteras de preferencia (7,20 pts.), asientos preferencia primera fila (5,60 pts.), asientos preferencia 2ª a 7ª fila (4 pts.), delanteras tribuna (3,20 pts.), asientos de primera fila tribuna (3,20 pts.), asientos 2ª a 19ª fila tribuna (2,40 pts.), delanteras general (4 pts.), asientos general (3,20 pts.), paseos de preferencia (2,40 pts.), paseos de general (1,60 pts.). 35 “El Boca Juniors gana (1-0) a la Gimnástica”, La Voz, 30 de marzo, 1925, 7. 36 El autor agradece al catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid por permitirle el acceso a la documentación del presidente del Real Madrid Pedro Parages. 37 Los nombres de las tipologías de entradas en el campo de Chamartín eran: delanteras de preferencia, asientos preferencia primera fila, asientos preferencia 2ª a 7ª fila, delanteras tribuna, asientos de primera fila tribuna, asientos 2ª a 19ª fila tribuna, delanteras general, asientos general, paseos de preferencia, paseos de general. “Cuaderno de recaudación del Real Madrid CF”. Temporadas 1912-1926, en Archivo personal Pedro Parages. Madrid-España, 1-12.
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El libro de recaudaciones del Real Madrid también da cuenta de que fueron 13.250 los espectadores que acudieron al primer partido, mientas que 11.111 presenciaron el desafío contra el tercer equipo de la ciudad. Es necesario mencionar que este segundo encuentro se celebró en un día laboral mientras que el primer partido se disputó un domingo, lo que también pudo influir en la asistencia de espectadores. En ambos partidos el mayor número de seguidores se situó en los paseos de general, donde se acumularon 7.180 y 6.615 respectivamente, dejando 11.488 y 10.584 pesetas, ambas cifras cercanas a la mitad de la recaudación total que se consiguió en ambos enfrentamientos. Pero las cantidades anteriores adquieren su verdadero significado cuando se ponen en relación con los datos que muestran los diferentes partidos que se disputaron a lo largo de esta temporada. El único encuentro celebrado a lo largo de la temporada 1924-1925, que consiguió atraer a un número similar de espectadores, fue el derbi de la ciudad entre el Real Madrid y la Real Sociedad Gimnástica, que registró una asistencia de 13.426. En cambio, la recaudación de este partido sólo alcanzó las 17.987 pesetas, debido a que las entradas eran más económicas que en los dos encuentros frente al Boca. La expectativa que había generado la presencia de los jugadores argentinos permitió al club poder cobrar por el paseo de general 60 céntimos más que en el partido frente a la Gimnástica, por el que sólo se necesitaba una peseta. Al mismo tiempo, las entradas más caras —delanteras de preferencia— costaban 4,80 pesetas frente a las 7,20 pesetas, que costaba ver al Boca. Estos datos subrayan la transcendencia que había adquirido la presencia del club argentino en España, acontecimiento que permitió a los clubes poder alcanzar las mayores recaudaciones de la temporada. Durante ese mismo año visitaron el campo del Real Madrid clubes de gran prestigio internacional como el Zúrich, Torino, Civil Service, Moravska-Slavia, Birmingham o incluso la propia selección española, pero en ninguno de ellos se consiguió alcanzar una asistencia de espectadores y unas recaudaciones similares a las que se lograron con el Boca Juniors. La media de las recaudaciones en esta temporada fue de 9.037 pesetas y la media de asistencia a los partidos llegaba a los 5.241 espectadores en los 14 partidos que se disputaron. Se tendrá que esperar a la temporada siguiente para superar esas cifras de espectadores. La expectación que despertaron los partidos del Campeonato de España frente al FC Barcelona (15.781) y al Athletic de Madrid (15.744), permitieron aumentar ampliamente la cifra de espectadores que habían acudido a presenciar en directo las excelencias del fútbol suramericano, que tan raramente se había podido ver en la capital38.
3. Entre el País Vasco y Cataluña: el Boca Juniors jugando en la cuna del fútbol español El 28 de marzo la prensa confirmó los siguientes partidos que disputaría el Boca Juniors en España: se enfrentarían al Real Unión de Irún y al Athletic de Bilbao en sus respectivos campos39. Posteriormente, el equipo argentino visitó Pamplona para enfrentarse al Club Atlético Osasuna (CA Osasun) y concluir su gira en Barcelona disputando tres partidos consecutivos contra el Real Club Deportivo Español (RCD Español). Los encuentros frente a los clubes vascos se presentaron en la prensa como la posibilidad de resarcirse de la humillación que habían supuesto las repetidas derrotas de la selección vasca en la gira por Argentina y a la cual se ha hecho alusión. 38 Respecto a la evolución de las audiencias y las recaudaciones en el Real Madrid ver Juan Antonio Simón, “La marea del deporte: fútbol y modernización en los orígenes de la sociedad de masas en España, 1900-1936” (tesis de doctorado en Humanidades, Universidad Carlos III de Madrid, 2011), 467-528. 39 “Boca Juniors contra Unión, de Irún, y Athletic, de Bilbao”, Heraldo de Madrid, 28 de marzo, 1925, 2.
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Nadie se podía imaginar que el Real Unión de Irún, pese a ser el último vencedor del Campeonato de España —actual Copa del Rey—, pudiera imponerse por un contundente 4-0 al equipo argentino con sólo dos jugadores de refuerzo del Osasuna. La contundencia del resultado y las ansias de que algún equipo español lograse batir al Boca provocaron que se multiplicasen en la prensa las crónicas que exaltaban las virtudes del fútbol vasco y español, asegurando que dicho triunfo representaba el “neto y brillante desquite” por las derrotas que habían sufrido en la gira sudamericana de 192240. Para Irún, como también había ocurrido en todas las ciudades que previamente había visitado el conjunto argentino, el partido se convirtió en el gran acontecimiento que conmocionó durante varios días a todos sectores de la sociedad. Los aficionados recibieron en la estación a los integrantes del Boca Juniors, “siendo acompañados por un cortejo entusiasta hasta el hotel”. La directiva del Real Unión de Irún obsequió a sus invitados el día previo al encuentro una excursión por las localidades cercanas de San Juan de Luz, Biarritz y Behobia, en la que también participó el cónsul argentino. La expectación era tan grande que incluso en algunas poblaciones cercanas a Irún se dio descanso por la tarde a los trabajadores de algunas fábricas para que pudieran acudir al partido41. Después del partido frente al Real Unión de Irún la prensa madrileña no dudó en asegurar que el Boca era “un buen equipo”, pero que no llegaba al nivel de la selección olímpica uruguaya42. La derrota contra el conjunto vasco multiplicó el interés entre los aficionados ante el próximo encuentro que les enfrentaría con el Athletic de Bilbao. La pregunta que se hacía la prensa era si el equipo vizcaíno sería capaz de volver a imponerse al Boca Juniors. Busso, Vaccaro, Pozzo y Onzari habían terminado lesionados en el último partido y los representantes del club argentino trataron de atrasar el encuentro para poder contar con su participación. Su solicitud no fue escuchada por los directivos bilbaínos, al pensar que “querían eludir el cumplimiento del contrato”. Finalmente, el Boca aceptó jugar en la fecha inicialmente acordada, un encuentro que estuvo rodeado de polémica por las discutidas decisiones arbitrales. En el intermedio, uno de los linieres argentinos se retiró por considerar que el árbitro español favorecía al equipo local. Pero incluso los propios jugadores del Boca también amenazaron con retirarse del terreno de juego después de ser castigados con un penalti que consideraban injusto, los propios directivos del club fueron quienes finalmente obligaron a sus jugadores a permanecer en el campo. San Mames mostró un lleno absoluto en sus gradas, con cerca de 18.000 espectadores que presenciaron la victoria 4 a 2 del Athletic, volviendo a despertar la pasión entre los aficionados y la propia prensa43. Las crónicas destacaban las cualidades del equipo argentino pero no dudaban en ensalzar “el espíritu” del equipo español, señalando que tanto los irundarras como los bilbaínos habían demostrado “que en España un equipo local puede ganar a una selección argentina”, pues pese a los esfuerzos del Boca Juniors únicamente defendía el prestigio futbolístico de su propia sociedad44. La decepción que supuso la actuación de la selección española en los Juegos Olímpicos de 1924 parecía olvidada, la “furia española” estaba a salvo después de las últimas victorias: “La pujanza puesta en duda de nuestros equipos, desde 40 R., “Ayer en Amute, el ‘Real Unión’ de Irún batió rotundamente al ‘Boca-Juniors’ por 4 a 0”, El Mundo Deportivo, 3 de abril, 1925, 1. 41 Ugalde, “Lo que fue el match ‘Irún-Boca Juniors’”, El Mundo Deportivo, 3 de abril, 1925, 2. 42 José Antonio de Castro, “Los argentinos en España”, Gran Vida, abril, 1925, 115. 43 “Los grandes partidos internacionales”, La Voz, 6 de abril, 1925, 7. 44 “Los grandes partidos”, 7.
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la lamentable fecha en que fue abatida la ‘furia española’ en el ‘estadio’ de Colombes, impera de nuevo y pocas serán las naciones que no reconozcan en nosotros una alta calidad deportiva”45. Se llegó a plantear la posibilidad de disputar un nuevo partido de “revancha” días después frente al Real Unión de Irún46, incluso al Athletic de Bilbao le ofrecieron la posibilidad de desplazarse a París para volver a enfrentarse al Boca47. Los últimos resultados que el Boca había tenido en el País Vasco pusieron en peligro el futuro de la gira, miembros del club declararon a la prensa que podrían volver a Argentina en cualquier momento. Estaban convencidos de que la suerte no les había favorecido, creyendo que “ninguno de los equipos que se han enfrentado y nos han batido es más que nosotros”. Todavía no estaban cerrados los partidos en Francia debido a que “los contratistas franceses han modificado bastante sus ofertas”48. Desde Buenos Aires, la directiva del Boca Juniors envió un telegrama a sus jugadores mencionándoles que confiaban en que el equipo reaccionase y que sobre todo mantuvieran “la cultura futbolística que siempre le caracterizó, a pesar de los contratiempos que sufra”49. Antes del encuentro que les enfrentó al Osasuna de Pamplona, Antonio Zozaya publicó un artículo en las páginas de La Libertad en el que comparaba a las dos “embajadas juveniles” que en los últimos días habían visitado el país: los jugadores del Boca Juniors y el coro “Männerchor” de Zúrich. El periodista destacaba que mientras los segundos llegaron para “cooperar”, los primeros venían a “competir” y a “demostrar su superioridad sobre los jugadores europeos, y, principalmente españoles”. El fútbol parecía generar enemistad mientras que la música unía a los pueblos. Frente a los valores de fraternidad y solidaridad que despertaban los jóvenes cantantes suizos, se oponía un deporte que se había convertido desde los últimos años en el principal valedor del separatismo: “¡Qué desagradable espectáculo, en cambio, el presenciado en los partidos de balompié entre madrileños y bonaerenses! Los públicos de las dos nacionalidades se injuriaban, y poco menos que a las manos llegaron algunos de los espectadores. No parecía sino que de introducir o no una pelota a patadas en la red contraria dependía la superioridad efectiva de una nación sobre otra nación y de un pueblo sobre otro pueblo”50.
El Osasuna caerá derrotado por la mínima diferencia en un encuentro sin grandes aspectos a destacar, pero que al igual que había ocurrido con las localidades por las que había pasado el conjunto sudamericano previamente, se convirtió en el gran acontecimiento para la ciudad de Pamplona51. Mientras tanto, desde Barcelona la prensa comenzó a comparar los jugadores argentinos con los uruguayos del Nacional de Montevideo, que pocos días antes se habían enfrentado a los principales clubes catalanes. El Mundo Deportivo, por ejemplo, consideraba que los primeros jugaban un fútbol “más vistoso y brillante”, frente al estilo “más sobrio pero no menos eficaz y aca [sic.] más rápido” de los uruguayos, aunque pocos rasgos les diferenciaban verdaderamente. 45 Amateurs, “Los argentinos derrotados”, La Unión Ilustrada, 12 de abril, 1925, 42. 46 “Miscelánea balompédica”, La Voz, 7 de abril, 1925, 7. 47 “El Boca Juniors busca la revancha”, El Imparcial, 8 de abril, 1925, 7. 48 “¿Van a renunciar los argentinos a su ‘tournée’ por Europa?”, La Época, 10 de abril, 1925, 3. 49 Americana, “Un telegrama de la Directiva del Boca Juniors a los jugadores de su equipo”, El Imparcial, 11 de abril, 1925, 4. 50 Antonio Zozaya, “Cooperadores y competidores”, La Libertad, 17 de abril, 1925, 1-2. 51 Perital, “Hoy en Pamplona el Boca Juniors-Osasuna”, El Mundo Deportivo, 19 de abril, 1925, 2.
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El periódico barcelonés publicó las reflexiones de Isasmendi y de los corresponsales Adelio L. Cariboni y Cafarena de La Prensa y El Telégrafo respectivamente, en las que mencionaban que sólo reconocían haber perdido justamente el partido en Irún, justificando que las derrotas frente al Celta de Vigo y el Athletic de Bilbao se debían a las decisiones arbitrales y a la ausencia de jugadores importantes que estaban lesionados. Respecto a la recurrente comparación con el equipo olímpico uruguayo, se remitían a los “apretados” resultados que habían obtenido en los últimos enfrentamientos, síntoma claro de la igualdad que existía a nivel futbolístico entre los dos países. Estaban convencidos de que el Boca Juniors dejaría “una excelente impresión en el público catalán, no desmereciendo de la producida por el equipo de los campeones olímpicos”52. El RCD español se midió en tres ocasiones con el conjunto argentino, perdiendo 1-0 el primero de los encuentros celebrado el 26 de abril en un campo de Sarria que no llegó a llenarse, probablemente debido a la coincidencia con varios partidos del Campeonato de España. Pese a todo, la expectación residía en poder ver finalmente a los grandes porteros, Ricardo Zamora y Tesorieri, frente a frente y apreciar “la valía y las características de estos nuevos representantes del famoso fútbol sud-americano”53. En los otros dos partidos que el Boca Juniors disputó contra este equipo se impuso en ambas ocasiones 3-0 y 2-0, demostrando la clara superioridad del equipo argentino, pese a que incluso los catalanes se reforzaron con varios jugadores en el último de sus enfrentamientos. Las entradas no llegaron a agotarse en ninguno de los tres partidos, en gran parte debido a su excesivo precio: en el segundo de los enfrentamientos la localidad más económica costó tres pesetas, mientras que para ver el último desafío futbolístico la entrada más asequible se adquiría por dos pesetas, pudiendo llegar a pagar hasta seis pesetas por una tribuna de preferencia54. La prensa española tenía que reconocer que, aunque “lastime un poco nuestro amor patrióticodeportivo”, en lo relacionado con el “juego de destreza, especialmente, los equipos y jugadores del nuevo Continente aventajan a los nuestros”55. Las entrevistas con algunos jugadores del Boca Juniors que publicaron los periódicos españoles permiten descubrir también las diferencias culturales y futbolísticas entre dos estilos completamente diversos de entender este deporte. La gran estrella del equipo argentino, Américo Tesorieri, expondrá en una amplia entrevista a la prensa catalana las diferencias entre uruguayos y argentinos a la hora de interpretar el juego: los primeros “sin duda alguna” eran mejores en la línea delantera, mientras que en su país destacaban en la defensa (entendida como la línea formada tanto por los propios defensas como por los centrocampistas), señalando que para poder juzgar con conocimiento este aspecto era necesario ir más allá de la comparación entre el Boca Juniors y el Nacional de Montevideo, por lo que era necesario conocer “las ‘canchas’ de América, y v[er] luchar a las selecciones nacionales”. 52 Rafael López Chacón, “Tras de los uruguayos, los argentinos frente al Español, nos permitirán una total apreciación de la potencia del fútbol sud-americano”, El Mundo Deportivo, 22 de abril, 1925, 1. 53 “¿Logrará hoy el ‘Español’, por sus propias fuerzas contrarrestar la potencia del ‘Boca-Juniors’?”, El Mundo Deportivo, 26 de abril, 1925, 1-2. 54 Los precios de las entradas aparecen en la publicidad de los partidos que aparecía en las páginas de El Mundo Deportivo del 1 y 3 de Mayo de 1925. Algunas crónicas de los tres encuentros que disputó el Boca Juniors contra el RCD Español pueden consultarse en. L. Aymamí Baudina, “El Boca Juniors vence al Español por 1 a 0 confirmando la clase del fútbol sud-americano”, El Mundo Deportivo, 27 de abril, 1925, 1; Bas, “Como el Boca Juniors batió brillantemente al Español por 3 a 0”, El Mundo Deportivo, 3 de mayo, 1925, 2. 55 “Comentarios ‘limitados’ al match de ayer entre el Boca-Juniors y el Español”, El Mundo Deportivo, 27 de abril, 1925, 1.
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En cuanto a cómo eran los aficionados en su país, Tesorieri responde al periodista: “no puede usted imaginárselo. Ver de treinta a cincuenta mil personas reunidas en las ‘canchas’ es cosa corriente”. Este último aspecto contrasta claramente con la situación que vivía en esos años el fútbol español. Habría que esperar hasta mediados de los años treinta para poder acercarse a cifras similares en los estadios de este país. Mientras que en España el fútbol estaba en pleno proceso de profesionalización, en Argentina esta actividad estaba reconocida como un deporte de masas. Respecto a su impresión sobre el público español, reconocía que hasta que entraban en el terreno de juego, “mientras éramos solamente argentinos”, los agasajos y atenciones eran continuos, “aclamaciones, música, vivas […] Un sueño”, pero en el momento de empezar los partidos, “en cuanto nos hemos puesto los calzones cortos, la hidalguía clásica de nuestros hermanos ha desaparecido como por encanto”56. La gira española concluyó con un total de diez victorias frente a sólo tres derrotas. La buena actuación del club argentino les permitió poder concertar otros cinco encuentros en Alemania, donde nuevamente volvieron a mostrar su indiscutible calidad, imponiéndose en cuatro ocasiones y empatando un único enfrentamiento frente al Bayer de Múnich, en un encuentro disputado después de 48 horas de viaje por ferrocarril. La prensa alemana elogió la actuación del equipo argentino, señalando que “sobre terrenos normales y análogos a los de su país, contra igual sistema de juego, demuestran una actuación que ni equipos como el ‘F.C. Prag y Amateure-Wien’ en sus brillantes tiempos han llegado a perfeccionar sobre tierra alemana”57. La gira parecía concluida debido a que el Boca Juniors tenía que volver a su país para incorporarse al campeonato argentino que ya había iniciado. Pero antes de embarcarse desde Francia en su viaje de vuelta, los directivos del club lograron negociar un último partido amistoso en París frente a una selección de jugadores del “Red Star y el Olimpique”, a la que vencieron 3-2 sin mostrar una gran superioridad58.
Conclusiones En este artículo se ha podido dar respuesta al objetivo inicial de esta investigación, exponiendo pormenorizadamente el desarrollo de un hecho muy poco conocido del fútbol español durante los años veinte, como fue la primera gira que realizó en 1925 el Boca Juniors por España. Del mismo modo, se ha demostrado el impacto que este acontecimiento tuvo en la prensa de este país, al descubrir el amplio número de artículos de opinión, crónicas, entrevistas y reportajes que aparecieron en el contenido de las principales cabeceras de la prensa, durante los meses en los que permaneció el club argentino en España. La cobertura periodística de estos partidos amistosos superó en muchos casos a la que estos medios dedicaban a los encuentros correspondientes al Campeonato de España, la principal competición futbolística nacional. Del mismo modo, abordar el estudio de la repercusión que alcanzó en la prensa la gira del Boca Juniors ha permitido conocer la importancia que tuvieron este tipo de enfrentamientos fut56 Fors, “Hablando con Américo Tesordere [sic.]. el ‘as’ de los ‘guardavallas’ argentinos”, El Mundo Deportivo, 4 de mayo, 1925, 4. 57 “¿Los ‘Boca Juniors’ jugarán en París?”, El Mundo Deportivo, 31 de mayo, 1925, 4, y “El Boca Juniors ha terminado su tournée por Europa”, El Mundo Deportivo, 5 de junio, 1925, 3. 58 “El Nacional de Montevideo y el Boca Juniors siguen triunfando en Europa”, El Mundo Deportivo, 10 de junio, 1925, 2.
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bolísticos en relación con el prestigio y la identidad nacional de cada país. Es habitual pensar que la pasión que despierta el fútbol en la actualidad y su transformación en escenario de rivalidades nacionales y herramienta de afirmación identitaria es un fenómeno relativamente reciente. Este trabajo muestra la importancia que en fechas tan tempranas tuvo el fútbol español —como mediados de los años veinte—, cuando todavía no estaba regularizado el fútbol profesional. Se tuvo que esperar a 1926 para que se fijara de forma oficial este deporte y este tipo de enfrentamientos se conviertan en eventos nacionales, despertando la pasión de los aficionados y llenando las páginas de los diarios deportivos y de información general. Los partidos entre el Boca Juniors y los clubes españoles fueron presentados por la prensa española como el desafío entre el fútbol español y el argentino. Las victorias frente al club bonaerense fueron interpretadas por la prensa de este país como la demostración de que su fútbol estaba al mismo nivel que el sudamericano y que las repetidas derrotas de los equipos españoles frente a la selección uruguaya en 1924 y la selección vasca en 1922 había quedado en el olvido. En juego estaban los intentos de afirmar el prestigio nacional a través de las victorias futbolísticas. Pero junto a los elementos anteriores, es indudable que la presencia en España de clubes como el Boca Juniors, el Club Nacional de Montevideo y la propia selección olímpica de Uruguay enriquecieron la forma de entender el juego del fútbol, favoreciendo probablemente su desarrollo en las décadas posteriores, al igual que ocurrió durante ese mismo período en Italia gracias a la incorporación de un gran número de jugadores argentinos y uruguayos, conocidos como oriundi59, en sus competiciones. El fútbol español, influenciado desde sus orígenes por un estilo anglosajón que entendía el fútbol a partir de la prevalencia del elemento físico, abusando del juego aéreo y el pase largo, descubrió durante los años veinte una nueva forma de interpretar este deporte en la que predominaba la inteligencia y la habilidad con el balón, el regate y el pase corto a ras de suelo. Al mismo tiempo, el presente artículo ha permitido profundizar en el estudio del papel que representó el deporte, y de forma específica el fútbol, durante la Dictadura de Primo de Rivera. El análisis de la gira del Boca Juniors ha permitido descubrir la enorme popularidad que alcanzó el fútbol en esta etapa, llegando incluso a poder competir en el mercado del ocio con las corridas de toros y el cine, sus principales rivales60. Por último, en este artículo quedó demostrada la gran transcendencia que esta gira alcanzó tanto a nivel de expectación popular, como en relación con la cobertura en prensa. Los campos se llenaron para descubrir las cualidades del fútbol argentino y compararlas con las excelentes presentaciones realizadas por los futbolistas uruguayos. Era una oportunidad única para unos aficionados que ya empezaban a asistir por miles a presenciar los encuentros, y que llegará a mostrar un salto exponencial en los años posteriores. Aquí no se puede olvidar que este fenómeno permitió que la presencia del Boca Juniors se convirtiera en un negocio económico para los propios clubes españoles, generando como hemos visto en el caso del Real Madrid, las mayores recaudaciones de la temporada pese a que los precios de las localidades eran sensiblemente superiores a los que habitualmente se pagaban en su estadio.
59 Simon Martin, Football and Fascism: The National Game under Mussolini (Oxford: Berg, 2004), 194-197. 60 A. Shubert, Death and Money in the afternoon: a history of the Spanish bull-fighting (Nueva York: Oxford University Press, 1999).
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❧ Juan Antonio Simón Profesor de Historia del Deporte de la Universidad Europea de Madrid (UEM, España). Licenciado en Historia de la Universidad Complutense de Madrid (España), licenciado en Documentación y doctor en Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus publicaciones más recientes se encuentra el libro Construyendo una pasión: el fútbol en España, 1900-1936 (Logroño: UNIR, 2015) y el artículo “L´homme de l´ombre. Raimundo Saporta et le basket espagnol et européen”, en Le Continent basket: L´Europe et le basket-ball au XXe siècle, dirigido por Fabien Archambault, Loïc Artiaga y Gérard (Bruselas: P.I.E. Peter Lang, 2015), 215-231. jasimonsanjurjo@hotmail.com
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Cultura física, performance atlética e higiene de la nación. El surgimiento de la medicina deportiva en Argentina (1930-1940)❧ Andrés Horacio Reggiani
Universidad Torcuato Di Tella, Argentina doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.04
Artículo recibido: 01 de septiembre de 2015/ Aprobado: 26 de febrero de 2016/ Modificado: 02 de marzo de 2016
Resumen: Este artículo analiza la conformación de un campo médico-deportivo en Argentina en las décadas de 1930 y 1940. Se examina este proceso desde tres perspectivas: en primer lugar, se lo ubica en el contexto de la difusión de los deportes y el creciente interés en el estudio científico de la performance atlética. En segundo lugar, se consideran los ejes en torno a los cuales se articula el debate sobre la cultura física en Argentina de entreguerra, con especial atención al impacto que produjo la revolución recreativa entre la élite médica. Finalmente, en tercer lugar, se indaga el proceso que condujo a la creación de la actual Federación Internacional de Medicina Deportiva y sus repercusiones en Argentina y América Latina. Combinando enfoques sobre la historia sociocultural del deporte y la circulación de saberes científicos sobre el cuerpo, el análisis destaca la constitución de la medicina deportiva como campo profesional y ciencia aplicada en un contexto de desaceleración del crecimiento demográfico, preocupaciones tayloristas por el capital humano, democratización del consumo y avance del Estado. Palabras clave: juegos olímpicos, medicina, salud, Argentina, Europa (Thesaurus); deportes (palabra clave de autor).
Physical Culture, Athletic Performance and Hygiene of the Nation: The Rise of Sports Medicine in Argentina (1930-1940) Abstract: This article analyzes the formation of a sports-medicine field in Argentina in the decades of the 1930s and 1940s. This process is examined from three perspectives: in the first place, it is situated within the context of the diffusion of sports and growing interest in the scientific study of athletic performance. In the second place, it considers the axes around which the debate on physical culture was articulated in Argentina during the period between the wars, with special attention paid to the impact the recreational revolution produced among the medical elite. Finally, in the third place, it explores the process that led to the creation of the present International Federation of Sports Medicine and its repercussions in Argentina and Latin America in general. Combining approaches to the sociocultural history of sports and the circulation of scientific knowledge regarding the body, the analysis emphasizes the constitution of sports medicine as a professional field of applied science in a context of decline of demographic growth, Taylorist concerns about human capital, democratization of consumption and advance of the state. Keywords: sports, Olympic games, medicine, health, Argentina, Europe (Thesaurus).
❧ Este artículo forma parte de una investigación sobre la relación entre cultura física, modernización y nación. El
autor agradece a Sandra Carreras, Peter Birle, Stefan Rinke y los participantes de los coloquios de investigación del Iberoamerikanisches Institut Berlin (Alemania) y el Lateinamerika Institut (Freie Universität Berlin, Alemania) por sus comentarios y sugerencias. No contó con financiación para su realización.
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Cultura física, performance atlética e higiene da nação. O surgimento da medicina do esporte na Argentina (1930-1940) Resumo: Este artigo analisa a formação de um campo médico-esportivo na Argentina nas décadas de 1930 e 1940. Examina-se esse processo a partir de três perspectivas: em primeiro lugar, ele é situado no contexto da difusão dos esportes e no crescente interesse pelo estudo científico da performance atlética. Em segundo lugar, consideram-se os eixos ao redor dos quais se articula o debate sobre a cultura física na Argentina de entreguerras, com especial atenção ao impacto que a revolução recreativa produziu na elite médica. Finalmente, indaga-se a respeito do processo que conduziu à criação da atual Federação Internacional de Medicina do Esporte e suas repercussões na Argentina e na América Latina. Combinando abordagens sobre a história sociocultural do esporte e a circulação de saberes científicos sobre o corpo, a análise destaca a constituição da medicina do esporte como campo profissional e ciência aplicada num contexto de desaceleração do crescimento demográfico, preocupações tayloristas pelo capital humano, democratização do consumo e avanço do Estado. Palavras-chave: medicina, Argentina, Europa (Thesaurus); esportes, jogos olímpicos, saúde (autor de palavraschave).
Introducción A comienzos de 1933 el entrenador del equipo de natación de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), Matthew Mann, anunció que los nadadores japoneses vencedores en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (1932) habían utilizado sustancias supuestamente ilícitas —inyecciones de oxígeno— para mejorar su rendimiento en las competencias1. Hasta ese momento se desconocían los efectos precisos del oxígeno sobre la performance deportiva, por lo cual la sustancia no había sido prohibida por el Comité Olímpico Internacional ni por la Federación Internacional de Natación. Sin embargo, las acusaciones de un técnico de gran prestigio, la pérdida de la primacía que la natación norteamericana había detentado desde 1924 y la intervención de la prensa, dieron origen a una rivalidad que se profundizaría tras una nueva victoria de los asiáticos sobre sus oponentes americanos en los Juegos Olímpicos de Berlín (1936). La polémica no tardó en involucrar a la comunidad científica de otros contextos. En una investigación cuyos resultados serían publicados en el Journal of the American Medical Association, Peter V. Karpovich, miembro del Springfield College —el centro de formación de los preparadores físicos de la Young Men’s Christian Association (YMCA)— y autoridad internacional en fisiología del ejercicio, concluyó que el oxígeno tenía efectos positivos, aunque marginales, sólo si se lo administraba dentro de los cinco minutos antes de realizarse la prueba, lapso luego del cual sus beneficios se disipaban rápidamente. Esto libraba a los nadadores japoneses de toda sospecha, ya que la inhalación la habían hecho media hora antes de las competencias. Al final, Robert J. H. Kiphtuh, head coach del equipo de natación norteame1 Mark Dyreson y Thomas Rorke, “A Powerful False Positive: Nationalism, Science and Public Opinion in the ‘Oxygen Doping’ Allegations against Japanese Swimmers at the 1932 Olympics”. International Journal of the History of Sport 31, n. º 8 (2014): 854-870, doi: dx.doi.org/10.1080/09523367.2014.900488. Véase también Terry Todd, “A History of the Use of Anabolic Steroids in Sport”, en Sport and Exercise Science: Essays in the History of Sport Medicine, editado por John W. Berryman y Roberta J. Park (Urbana/Chicago: University of Illinois Press, 1992), 319-350.
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ricano en los Juegos Olímpicos, admitió que sus adversarios habían triunfado por su disciplina, destreza (técnica de brazadas) y apoyo oficial al deporte de alto nivel2. La controversia no pasó desapercibida para el público argentino y permite entender el contexto que llevó a la emergencia de la medicina deportiva en aquel país3. En junio de 1934 la comisión directiva del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) designó a Antonio Capurro —médico de dicha institución— para realizar una visita al Instituto de Gimnasia de la Universidad de Hamburgo, con la misión de recabar información sobre los efectos de las inyecciones de oxígeno en los nadadores. El viaje tenía particular interés ya que por aquella época los médicos argentinos venían experimentando con diversas sustancias que permitieran acrecentar el rendimiento atlético4. La elección de Alemania tampoco era accidental, pues desde los años veinte el doping se había convertido en uno de los temas más polémicos entre los médicos deportivos y era allí donde las investigaciones estaban más avanzadas5. Desde 1929 el Instituto de Hamburgo estaba dirigido por el suizo Wilhelm Knoll, una autoridad internacional en fisiología del ejercicio y autor de investigaciones influyentes sobre métodos de refosforación, que aumentaran la capacidad muscular y compensaran la fatiga. Bajo la dirección de Knoll este instituto se había convertido en uno de los referentes mundiales de la medicina aplicada al deporte y la educación física, siendo prácticamente el único centro de investigación y formación integrado a una estructura universitaria. En su informe sobre la visita, Capurro daba detalles interesantes sobre las investigaciones desarrolladas por los miembros del Instituto en temas como el “sobre-entrenamiento” y los accidentes deportivos, la influencia del trabajo manual y el deporte en el tamaño del corazón y la función respiratoria, y la relación entre psiquis, soma y rendimiento atlético. Asimismo, describía los métodos y equipos utilizados, como los films que descomponían los movimientos del cuerpo del atleta, y una máscara especial que —provista de una membrana elástica adaptada a la cara del deportista— permitía controlar la coordinación entre la espiración e inspiración, la actividad muscular y el descanso6. 2 Para una aproximación histórico-metodológica a las relaciones entre deporte y medicina véase: Neil Carter, Medicine, Sport and the Body: A Historical Perspective (Londres: Bloomsbury, 2012); Eileen O’Connor y Patricia Vertinsky, “Towards a Discernable History of Sports Medicine”. Canadian Bulletin of the History of Medicine 28, n.º 2 (2011): 239-347; J. A. Mangan y Patricia Vertinsky, eds., Gender, Sport, Science: Selected Writings of Roberta J. Park (Nueva York: Routledge, 2009); John M. Hoberman, Mortal Engines: The Science of Performance and the Dehumanization of Sport (Nueva York: The Free Press, 2002); Jack W. Berryman y Roberta J. Park, eds., Sport and Exercise Science: Essays in the History of Sport Medicine (Urbana/Chicago: University of Illinois Press, 1992). 3 Años más tarde un lector de Viva Cien Años solicitaba a la revista mayores precisiones sobre los efectos de las inyecciones de oxígeno. En su carta hacía referencia no sólo al episodio de los atletas japoneses, sino también al uso de aquella sustancia por parte de los deportistas brasileños en los Juegos Sudamericanos de 1937. “‘Doping’ de deportistas”. Viva Cien Años año VI, n.º 6 (1938): 433. 4 A mediados de los años treinta el médico Julio Mondría administró un compuesto refosforizante de elaboración propia a los nadadores del Ateneo de la Juventud, aparentemente con resultados positivos. Julio A. Mondria, “Acción del inositoexafosfato de calcio y magnesio, kola y quina en el entrenamiento de los nadadores”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n. º 1 (1935): 35-41. Véase también, “Sustancias que aumentan el rendimiento de los deportistas”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año IV, n. º 12 (1940). 5 John M. Hoberman,“The Early Development of Sports Medicine in Germany”, en Sport and Exercise Science: Essays in the History of Sport Medicine, editado por Jack W. Berryman y Roberta J. Park (Urbana/Chicago: University of Illinois Press, 1992), 233-282. 6 Antonio Capurro, “El Instituto de Gimnasia de la Universidad de Hamburgo”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n. º 1 (1935): 59-62; Knoll confirmó las conclusiones de Karpovich sobre el efecto marginal de las inyecciones de oxígeno. Sobre la labor del instituto alemán Wilhelm Knoll, ed., Der Bewegungsablauf bei sportliche Arbeit: Eine wissenschaftliche Gemeinschaftsarbeit des Instituts für Leibesübungen der Hamburgischen Universität (Leipzig: Verlag von Johann Ambrosius Barth, 1936).
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Knoll había acompañado a los atletas que participaron en los II Juegos Olímpicos de Invierno de Saint-Moritz (febrero de 1928) —ocasión que le permitió realizar importantes observaciones sobre los efectos fisiológicos de la altitud y el clima en los esquiadores— e impulsó la creación de la Asociación Internacional Médico-Deportiva (AIMD) —antecesora directa de la actual Federación Internacional de Medicina del Deporte—. El vínculo personal que el visitante argentino creó con su anfitrión suizo dio un espaldarazo a la organización de la medicina deportiva del país sudamericano y facilitó su inserción internacional. Knoll, por su parte, se volvió un nombre familiar entre los especialistas argentinos, colaborando con varias publicaciones y foros científicos locales. Tras el regreso de Capurro a la Argentina, a finales de 1934, la comisión directiva del CUBA creó la filial argentina de la AIMD7. Fue la primera representación de la Asociación en América Latina y una de las pocas fuera de Europa, al año siguiente se abriría la filial brasileña y se iniciarían gestiones para la apertura de oficinas en Perú, Chile y Uruguay8. La iniciativa provino de un pequeño grupo de especialistas vinculados a los servicios médicos de instituciones deportivas y la burocracia sanitario-escolar. Se trataba en su amplia mayoría de médicos que habían practicado deportes, formados en los consultorios de clubes, la sanidad militar y las oficinas de educación física de la ciudad de Buenos Aires —quienes que provenían del ámbito universitario u hospitalario, en cambio, eran la excepción—. Algunos contaban con una larga trayectoria en la divulgación de la cultura física y el control médico de deportistas y cumplirían una labor importante como asesores del Comité Olímpico Argentino9.
1. Fisiología, capital humano y medicalización de la cultura física Ahora bien, el surgimiento de la medicina deportiva en los años de entreguerras se inscribe en la preocupación finisecular por la calidad biológica de la población y la convergencia entre cultura física y medicina. Tres factores principales incidieron en este proceso. Primero, la metromanía, la antropología y la fisiología proto-atlética. Las investigaciones realizadas desde finales del siglo XIX sobre la fisiología del movimiento en Francia y Alemania, y en menor medida en Inglaterra, suministraron una primera base empírica lo suficientemente sólida que más tarde permitiría aplicar algunos de los resultados obtenidos al estudio de la performance atlética y la política
7 “Síntesis histórica del proceso de fundación de la Filial Argentina de la Unión Internacional de Médicos del Deporte”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año III, n. º 7 (1939): 35-41. 8 Luego de la visita a Río de Janeiro del presidente del club River Plate de Buenos Aires, J. J. Degrossi, en marzo de 1935 se constituyó en el Botafogo F. C. la filial brasileña de la AIMD. Sus autoridades fueron F. Rodríguez d’Oliveira (Escuela de Educación Física del Ejército), V. Guisard (Botafogo F. C.) y A. Da Cunha (Club de Regatas Vasco da Gama). “Filial brasileña de la U. I. de M. del D.”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n. º 1 (1935): 70. 9 El primer consejo de dirección de la filial estaba integrado por representantes de las oficinas médicas de la Asociación del Fútbol Argentino, la Asociación Cristiana de Jóvenes, el Ateneo de la Juventud, la Dirección Municipal de Educación Física y el Servicio de Sanidad del Ejército. Asimismo estaban presentes médicos de los clubes deportivos CUBA, River Plate, Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, Ferrocarril Oeste e Hindú. Los pocos médicos hospitalarios que llegarían a integrar el consejo de dirección eran kinesiólogos y traumatólogos. “Filial argentina de la U. I. de M. del Deporte”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n. º 1 (1935): 66.
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sanitaria10. Este proceso ilustra la obsesión de la ciencia occidental por reducir las capacidades humanas a variables cuantificables, por medio de instrumentos como el dinamómetro, el esfigmógrafo, el neumatómetro y el ergógrafo —lo que John Hoberman llama “era de la calibración” o “metromanía”—. Ello coincidió y fue estimulado además por las investigaciones antropológicas que, desde la segunda mitad del siglo XIX —especialmente tras el impacto de la teoría darwiniana—, buscaron explicar las diferencias entre las razas a partir de sus características fisiológicas: reacción a ciertas drogas, sensibilidad al dolor, velocidad de reflejos, agudeza de los sentidos, fuerza muscular, estructura y volumen cerebral, olor corporal, destreza física, estructura y funcionamiento del sistema nervioso, entre otros. Esta antropología comparada llevaba implícita una “agenda proto-deportiva” en la medida en que los datos acumulados invitaban a los etnógrafos a formular apreciaciones sobre la fortaleza física, la agilidad y la resistencia de las diferentes razas; un fenómeno a su vez relacionado con la tendencia de la época a romantizar los pueblos “salvajes” exagerando sus atributos físicos y sensoriales. Tomados en conjunto, cuantificación y fisiología racial, crearon las condiciones para la emergencia de lo que Hoberman denomina una “medicina deportiva latente” o “fisiología proto-atlética de la performance”11. El segundo, la aptitud y el capital humano. En los países beligerantes con economías desarrolladas las pérdidas de la Primera Guerra Mundial plantearon con especial urgencia el problema de la rehabilitación del inválido y su reinserción laboral. Esto facilitó la convergencia de la medicina deportiva y la higiene industrial en torno a problemas de interés común —por ejemplo, la restauración de las capacidades psicofísicas a través de métodos racionales de ejercitación—, y a partir de los cuales se configurarían especialidades nuevas como la kinesiología, la ortopedia y la traumatología. En los años veinte la percepción que reducía el deporte y el trabajo a una serie de mecanismos fisiológicos similares, quedaría plasmada en el concepto alemán de trabajo deportivo (Sportliche Arbeit)12. En algunos casos este cuadro se vio agravado por el deterioro dramático de las condiciones de vida en la inmediata posguerra y el descenso brusco de la natalidad. La preocupación por preservar unos recursos humanos que la guerra y la dinámica demográfica habían vuelto escasos, y que resultaban indispensables para la reconstrucción de la nación —apreciable en la irrupción de términos como capital humano y performance— revalorizó las virtudes regeneradoras de la cultura física y reforzó la alianza entre un Estado más intervencionista y los promotores de la educación física13. 10 En el sentido moderno la performance puede ser definida como cualquier esfuerzo o capacidad física o mental susceptible de ser medida o evaluada a través de procesos fisiológicos o psicológicos. 11 Hoberman, Mortal Engines, 33-61; Hoberman, “The Early Development”, 236-237. 12 Wilhelm Knoll, “Sportärztliche Arbeit”, en Sportmedizin und Olympische Spiele 1936, editado por Arthur Mallwitz (G. Thieme: Leipzig, 1936), 10-11. Los kinesiólogos argentinos adoptaron esta misma concepción sincrética del deporte como trabajo. José P. Reggi, “La gimnasia y el trabajo, auxiliares de la cirugía”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año III, n. º 8 (1939): 7-18; Octavio C. Fernández, “El trabajo y el deporte como complemento terapéutico”. Kinesiología vol. I, n.º 3 (1939): 13-20; Julio V. d’Oliveira Esteves, “La selección y calificación del deportista en base a la asociación del trabajo física mental”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año III, n.º 9 (1939): 11-22. 13 Michael Hau, “Sports in the Human Economy: ‘Leibesübungen’, Medicine, Psychology, and Performance Enhancement during the Weimar Republic”. Central European History 41 (2008): 381-412, doi: dx.doi.org/10.1017/ S0008938908000563; Marcel Spivak, “Un concept mythologique de la Troisième République: Le renforcement du capital humain de la France”. International Journal of the History of Sport 4, n.º 2 (1987): 155-176.
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El tercero, la revolución recreacional y medicalización de la cultura física. La intervención de la medicina en todo lo vinculado con la ejercitación corporal recibió en la posguerra un nuevo impulso con el boom de los deportes y la cultura física14. Así, la difusión de lo que J. A. Mangan llama revolución recreacional ofreció una solución a los dilemas de la posguerra, pero también supuso nuevos problemas15. El entusiasmo con que sectores cada vez más importantes de la sociedad se volcaron a los deportes, cuadraba bien con la campaña que los higienistas venían realizando desde finales del siglo XIX en favor de las actividades físicas como medida profiláctica para templar el cuerpo y forjar el carácter —visión plasmada en el viejo aforismo mens sana in corpore sano y la ideología victoriana del “cristianismo muscular”—16. La asociación entre higienismo y cultura física recibiría entonces un nuevo espaldarazo gracias a las investigaciones que en las primeras décadas del siglo XX confirmaron el valor de la actividad física como medida profiláctica contra las afecciones cardiorespiratorias. Sin embargo, el entusiasmo popular por la cultura física no siempre coincidió con las prescripciones sanitarias y morales del movimiento higienista. Las referencias recurrentes a los daños que podían generar para la salud del atleta los “excesos” —por ejemplo, el “sobre-entrenamiento”, el “afán de los récords”— eran moneda corriente entre los médicos, que desde el siglo XIX venían estudiando los efectos fisiológicos de los deportes considerados como los más riesgosos para la salud: el remo, la carrera de fondo y el ciclismo. A partir de la segunda década del siglo XX se fue imponiendo, no sin resistencias, la tesis de que el fenómeno conocido como “corazón de atleta” (hipertrofia) era una adaptación funcional y beneficiosa del órgano a las exigencias de una práctica atlética intensa17. Sin embargo, el escepticismo inicial con que fueron recibidas las nuevas investigaciones, el temor a los efectos que los deportes “intensos” o “violentos” podrían tener en una población mal alimentada y sin una preparación física adecuada, todo ello sumado a una filosofía que privilegiaba la moderación como norma general, contribuyeron a la persistencia de viejos prejuicios y prevenciones contra prácticas corporales que no persiguiesen fines estrictamente higiénicos18. Así, la medicina se erigió a la vez en la corporación profesional más íntimamente identificada con la promoción de la cultura física y en su instancia reguladora. Este proceso se vio favorecido
14 Georges Vigarello y Richard Holt, “Le corps travaillé. Gymnastes et sportifs au XIXe siècle”, en Histoire du corps. 2: De la Révolution à la Grande Guerre, editado por Alain Corbin (París: Seuil, 2006), 313-377; Georges Vigarello, “Le temps du sport”, en L’avènement des loisirs 1850-1960, editado por Alain Corbin (París: Flammarion, 1995), 193-221; Eugen Weber, “Gymnastics and Sports in Fin-de-Siècle France: Opium of the Classes?”. American Historical Review 76, nº 1 (1971): 70-98. 15 J. A. Mangan, ed., Reformers, Sport, Modernizers: Middles-Class Revolutionaries (Londres: Frank Cass, 2002), 1-8. 16 J. A. Mangan, Athleticism in the Victorian and Edwardian Public School: The Emergence and Consolidation of an Educational Ideology (Cambridge: Cambridge University Press, 1981). 17 Sobre este tema: Charles M. Tipton, ed., History of Exercise Physiology (Champaign: Human Kinetics, 2014); Roy J. Shephard, An Illustrated History of Health and Fitness from Pre-History to our Post-Modern World (Londres: Springer, 2014); Vanessa Heggie, “A Century of Cardiomythology: Exercise and the Heart, c.18801980”. Social History of Medicine 23, n.º 2 (2009): 280-298; y James C. Worton, “‘Athlete’s Heart’: The Medical Debate over Athleticism”, en Sport and Exercise Science: Essays in the History of Sport Medicine, editado por Jack W. Berryman y Roberta J. Park (Urbana/Chicago: University of Illinois Press, 1992), 109-136. 18 Para esta época quedó desacreditado el mito sobre la alta incidencia de muertes prematuras entre los remeros, que habían participado en las competencias de Oxford-Cambridge. “¿Qué edad alcanzan los remeros de Oxford y Cambridge?”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año II, nº 5 (1938): 62; Wilhelm Knoll, “¿deporte versus longevidad?”. Viva Cien Años V, n.º 12 (1938): 767-769.
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por la legitimación del saber médico y de sus practicantes como autoridad excluyente en todo lo concerniente al cuidado de la salud y el cuerpo. Las investigaciones en fisiología cardiovascular, respiratoria, neuromotora y muscular, y las teorías constitucionales y biométricas que prometían fundar sobre bases científicas la relación entre tipos humanos (con su proclividad a contraer una patología determinada) y aptitudes (profesionales, artísticas, atléticas), pusieron en manos de la ciencia médica un corpus de saberes y métodos que facilitaron no ya la cura de la enfermedad, sino la medicalización del cuerpo sano a fin de asegurar su buen funcionamiento, sin fatiga ni desgaste19.
2. El problema de la cultura física en la Argentina de entreguerras En Argentina, la configuración del campo médico-deportivo coincidió, por un lado, con la difusión de la cultura física y los deportes. Desde finales del siglo XIX en Buenos Aires y en los principales centros urbanos, las prácticas gimnásticas y los deportes modernos fueron extendiéndose más allá de sus reductos iniciales de las colectividades extranjeras y las instituciones de la élite. Para mediados de los años treinta la oferta excedía las tradicionales carreras de caballos, el boxeo y el fútbol, aunque estas siguieron siendo las que atraían más público. Esta revolución recreacional puede apreciarse en el surgimiento de publicaciones especializadas —por ejemplo, las revistas Viva Cien Años y El Gráfico, y las secciones deportivas de los grandes diarios—, la creación de entidades atléticas, la construcción de instalaciones deportivas y la participación de deportistas argentinos en eventos internacionales20. Por otro lado, las tendencias económicas y demográficas dieron una nueva relevancia a la calidad de la población como factor del desarrollo nacional. La caída de la natalidad y el freno de la inmigración hicieron urgente la adopción de políticas de salud orientadas no sólo a reducir la mortalidad infantil, sino también a mejorar la condición psicofísica de todos los habitantes. Por último, la industrialización y el avance del Estado, primero bajo el régimen conservador y luego el peronismo, convergieron con los factores mencionados para hacer de la medicina aplicada a las prácticas físicas un saber imprescindible en la gestión del capital humano21. Por otro lado, desde principios del siglo XX el interés científico en las actividades físicas se localizó en varios ámbitos institucionales. Así, en el ámbito militar, creada en 1905 e inspirada en la gimnasia militar francesa de la Escuela de Joinville-Le-Pont, la Dirección General de Tiro y Gimnasia del Ejército (DGTG) era heredera de una larga tradición que hacía de la preparación física un aspecto central de la guerra. En una época en que el peso de las batallas recaía sobre el soldado de a pie, la DGTG fue el primer y —durante mucho tiempo— el principal centro de formación de 19 Anson Rabinbach, The Human Motor: Energy, Fatigue, and the Origins of Modernity (Nueva York: Basic Books, 1990). 20 La edición especial de Caras y Caretas —la revista de mayor circulación entre los sectores medios— dedicada a los Juegos Olímpicos de Berlín es un buen ejemplo de la popularidad alcanzada por todos los géneros deportivos en todas las capas de la población, incluyendo las mujeres. Caras y Caretas nº 1977 [1936]. Sobre la difusión de los deportes en Argentina véase: Roy Hora, Historia del turf argentino (Buenos Aires: Siglo veintiuno, 2014); Eduardo P. Archetti, El potrero, la pista y el ring. Las patrias del deporte argentino (Buenos Aires: FCE, 2001); Martín Bergel y Pablo Palomino, “La revista El Gráfico en sus inicios. Una pedagogía deportiva para la ciudad moderna”. Prismas n.º 4 (2000): 103-124; Julio Frydenberg, “Prácticas y valores en la popularización del fútbol: Buenos Aires, 1900-1920”. Entrepasados VI, n.º 12 (1996): 7-31. 21 A fines de los años treinta se crearon la Comisión Nacional Asesora de Fomento del Deporte, el Consejo Nacional de Educación Física y la Dirección Nacional de Educación Física. Pero además en 1940 se aprobó el plan de estudios del Instituto Nacional de Educación Física y en 1944 se instituyó el último sábado del mes de octubre como Día de la Educación Física.
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instructores de educación física. Además desempeñó un importante papel en la difusión de los deportes en el interior del país y fue una celosa defensora del tiro como práctica deportiva, escuela patriótica y entrenamiento premilitar. Sin embargo, con excepción del debate sobre los diferentes sistemas gimnásticos, las cuestiones científicas ocuparon en la DGTG un lugar relativamente marginal, al menos hasta los años treinta. A finales de esa década, tras el reemplazo del General de División Adolfo Arana —un experto tirador— por su homólogo Horacio Levene —un reconocido gimnasta— la DGTG dedicó un espacio mayor a la difusión de las investigaciones en higiene y medicina deportiva. Asimismo, en 1936-1937 las autoridades militares impulsaron la creación de la Dirección General de Educación Física y el Consejo Nacional de Educación Física con el objetivo de imponer sus propias concepciones gimnástico-deportivas, principalmente en materia de educación física escolar22. En el ámbito escolar, en oposición a la gimnasia militar, la educación física civil contó desde 1912 con un espacio institucional propio en el Instituto Nacional de Educación Física (INEF), creado por el médico Enrique José Romero Brest. Como la DGTG y los servicios de sanidad militar, el INEF contaba con una población “cautiva” sobre la cual podían practicarse mediciones antropométricas y pruebas de rendimiento —conscriptos (DGTG) y alumnos (INEF)—. Fue concebida desde el inicio como centro de investigación en fisiología del ejercicio y formación docente. Desde el instituto Romero Brest y su grupo lucharían durante décadas para que su “sistema argentino de educación física” —síntesis ecléctica y con una fuerte base fisiológica de las gimnasias sueca y francesa, combinadas con actividades recreativas— fuese adoptado oficialmente en todas las escuelas primarias23. Esta campaña desembocó en un agudo y prolongado conflicto con los militares del DGTG, en el cual se dirimían no sólo los beneficios higiénicos de los diferentes sistemas gimnásticos, sino también los objetivos pedagógicos que debía inspirar la educación corporal de los jóvenes y la autoridad (militar o civil) más adecuada para dirigirla. La disputa, que había estallado abiertamente a raíz de la utilización de los “batallones escolares” en las festividades del Centenario (1910), se exacerbó en la década del treinta como resultado de la difusión de doctrinas integristas y la creciente intromisión militar en la vida civil24. En el ámbito académico, creado en 1904 y dirigido respectivamente por Jaime Costa y Octavio C. Fernández, el Instituto (luego Escuela) de Fisioterapia de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires se consolidó en las décadas siguientes como la única instancia universitaria de investigación y capacitación en fisiología del ejercicio (masajes y gimnasia médica). El reconocimiento oficial de la kinesiología como especialización (1922), la inauguración de la primera cátedra universitaria (1938) y las formulaciones teóricas y metodológicas que cristalizaron en una “escuela 22 Adolfo Arana, “Conceptos para encarar el desarrollo y práctica de la educación física en el país”. Kinesiología I, n.º 4 (1939): 49-54. El aporte teórico del ejército a la educación física quedó condensado en la “gimnasia metodizada”: Horacio Levene, Gimnasia metodizada (Buenos Aires: Librería de la salud, 1939). Sobre esta cuestión véase: Ángela Aisenstein y Pablo A. Scharagrodsky, Tras las huellas de la educación física escolar argentina: cuerpo, género y pedagogía, 1880-1950 (Buenos Aires: Prometeo, 2006); Lilia. A. Bertoni, “Soldados, gimnastas y escolares. La escuela y la formación de la nacionalidad a fines del siglo XIX”. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” 3a serie, n.º 13 (1996): 35-57. 23 Aisenstein y Scharagrodsky, Tras las huellas, 159-198. 24 Enrique Romero Brest, Los batallones escolares. Su origen —Sus condiciones científicas— Sus defectos (Buenos Aires: Talleres gráficos de la Penitenciaría Nacional, 1914); Manuel Fresco, La educación física: una innovación de mi gobierno Sus fundamentos y aplicación (Buenos Aires: Talleres gráficos, 1940).
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argentina de kinesiología”, reflejaron la madurez de una disciplina ante la cual se abría un campo de acción con posibilidades aún difíciles de imaginar25. En el ámbito asociativo, pese a tener propósitos muy diferentes, los servicios sanitarios de la administración estatal y de algunas entidades deportivas hicieron aportes valiosos al estudio científico del ejercicio. A manera de ejemplos podrían citarse el Ateneo de la Juventud, el CUBA, la Asociación Cristiana de Jóvenes y el Instituto Sudamericano de Gimnasia Femenina e Infantil. Mención aparte merecen la Dirección Municipal de Educación Física y el club GEBA. Desde la década del veinte las oficinas médicas de ambas instituciones estaban dirigidas por Gofredo Grasso, pionero y figura central de la medicina deportiva argentina26. Su paso por estos y otros espacios vinculados a la cultura física, le permitió realizar observaciones y recabar datos sobre las condiciones de los deportistas porteños27. Fue un divulgador incansable de la cultura física y nombre prestigioso de la eugenesia latinoamericana, autor de una taxonomía constitucional muy citada28. Se vinculó desde muy temprano al deporte olímpico e insistió en la necesidad de que todas las instituciones recreativas contaran con servicios médicos técnicamente calificados para realizar el control de los deportistas, el cual, además, debía hacerse obligatorio29. La conformación de un campo médico-deportivo que impulsara la investigación y actuara como foro experto capaz de influir la práctica deportiva y la política sanitaria nacional, venía así a satisfacer demandas a las que instituciones como la DGTG, el INEF o la Escuela de Fisioterapia, creadas en circunstancias y con objetivos muy diferentes, no podían dar respuesta. En la década del treinta la creciente importancia de la cultura física como objeto de consumo y pedagogía higiénica, la profesionalización del deporte y el interés suscitado por la performance de los atletas argentinos en los Juegos Olímpicos (1932-1936), desbordaron los ámbitos en los cuales se había planteado hasta ese momento la cuestión de la ejercitación corporal30. Ya no se trataba solamente de educar 25 Octavio C. Fernández, figura principal de la disciplina en las cuatro primeras décadas del siglo XX, definió la “escuela argentina de kinesiología” como la combinación de diferentes métodos de masoterapia — mecanoterapia, sismoterapia— y su aplicación “gradual, lenta y ambidiestra”. Octavio C. Fernández, “Historia de la kinesiología”. Kinesiología I, n.º 2 (1939): 7-30, y Octavio C. Fernández, “Conferencia inaugural de la Cátedra de Kinesiología”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año II, n.º 5 (1938): 7-21. 26 En 1919 Grasso introdujo el examen médico periódico y obligatorio en las piscinas del club GEBA. En 1923 asistió a la nadadora Lilian Harrison en su cruce histórico del Río de la Plata y al año siguiente acompañó a los atletas argentinos que participaron en las Juegos Olímpicos de París. Fue vicepresidente de la filial argentina de la AIMD y de la Sociedad Argentina de Kinesiología, e integró la comisión médica asesora del Comité Olímpico Argentino y el consejo de dirección de la Asociación Argentina de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social. 27 Entre 1921 y 1927 Grasso realizó controles médicos sobre unos 3000 deportistas del club GEBA, la Dirección de Educación Física, la Dirección de Plazas de Ejercicios Físicos y la Comisión Municipal de Boxeo. Gofredo Grasso, “Fiscalización científica del entrenamiento deportivo”. La semana médica año XXXIV, n.º 28 (1927): 92-104. 28 Gofredo Grasso, “Influencia de los deportes en el organismo humano”. Viva Cien Años I, n.º 1 (1939); Gofredo Grasso, “Nueva clasificación anatómica constitucional”. Anales de biotipología, eugenesia y medicina social nº 2 (1933): 11. 29 Gofredo Grasso, “Aptitud corporal y orientación gimnástica-deportiva. Nuevo modelo de ficha del Club G. y E.”. Kinesiología n.º 2 (1940): 185; Gofredo Grasso, “Organización y reglamentación de las oficinas médicas de los clubs deportivos”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año II, n.º 5 (1938): 26. 30 César Torres, “The Latin American ‘Olympic Explosion’ of the 1920s: Causes and Consequences”. International Journal of the History of Sport 23, n.º 23 (2006): 1088-1111.
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los cuerpos de los niños, mejorar la condición física de los soldados o rehabilitar a los accidentados, sino de orientar científicamente el entusiasmo por las actividades recreativas, encauzándolas hacia fines higiénicos y ejerciendo un riguroso control basado en criterios constitucionales (biotipológicos) sobre tendencias que se suponían contraproducentes.
2.1. El “deportismo” y la vigilancia de la cultura física El concepto revolución recreacional evocado en el anterior apartado permite pensar la difusión de la cultura física y los deportes como un fenómeno de “democratización”, que hizo posible una mayor autonomía en las formas de concebir y desplegar el cuerpo, especialmente en una época en que —a través del cine y la publicidad gráfica— éste se fue constituyendo en objeto de consumo en un emergente mercado de la sensualidad31. Las nuevas pautas de comportamiento no pasaron desapercibidas para un observador agudo —y hasta ese momento indiferente a estas cuestiones— como el filósofo español José Ortega y Gasset. En una de las conferencias dictadas a finales de los años veinte en Buenos Aires señalaba que “hay un hecho que subraya […] ese triunfo de la juventud y revela hasta qué punto es profundo el trastorno de valores […] Me refiero al reciente entusiasmo por el cuerpo. Ese súbito entusiasmo por el cuerpo se manifiesta […] en la vertiginosidad con que ha inundado el planeta el cultivo de los deportes corporales”32. Esta emancipación supuso, gracias al proselitismo de los expertos en actividades físicas, un aumento notable de información que la prensa de divulgación sanitaria ponía ahora al alcance del público, otorgándole una mayor autonomía en la toma de decisiones sobre la salud y el cuidado del cuerpo. Sin embargo, y como se señaló anteriormente, este “empoderamiento” (empowerment) del consumidor de cultura física —ya fuese el boxeador profesional, el corredor aficionado, el usuario de una pileta municipal o el ama de casa, que seguían las clases radiofónicas de gimnasia33— no siempre coincidía con las opiniones de los especialistas. En algunos casos se trataba de comportamientos que ponían en riesgo la salud, como es el caso del “sobre-entrenamiento”. En otros, como en la creencia popular que asociaba la musculatura voluminosa con virilidad y salud, el temor a las consecuencias fisiológicas producidas por el excesivo desarrollo de ciertas partes del cuerpo encubría el rechazo de un ideal de estética masculina,
31 El autor agradece a Martín Bergel su sugerencia de este concepto, que capta muy bien el fenómeno de la exaltación de la juventud y de una cierta idea de belleza física como sinónimos de salud y plenitud. Aunque las imágenes que acompañan los textos de revistas de divulgación muy ilustradas —como Viva Cien Años— no cuestionan los ideales dominantes de masculinidad y feminidad, los cuerpos de mujeres y hombres en trajes de baño o vestimenta deportiva sugieren una revalorización más “desvergonzada” del cuerpo como objeto de deseo y consumo. Los avances en cirugía estética reforzaban esta tendencia con la promesa de que pronto dejaría de ser el privilegio de unos pocos. “En favor de la belleza”. Viva Cien Años VI, n.º 10 (1939): 647; Lelio Zeno, “Cirugía plástica y estética”. El día médico año X, n.º 38 (1938): 965-968. 32 Ortega subrayaba la “nueva fe en el cuerpo” como la “reacción extrema del presente contra el antiguo y funesto olvido” que aquél había padecido durante siglos. En una frase que luego harían suya los defensores de la cultura física concluía: “Ésta ha sido la ceguera enorme de tres centurias, el error constitutivo de toda la edad moderna”. José Ortega y Gasset, Meditación de nuestros tiempo: Las conferencias de Buenos Aires, 1916 y 1928 (México: FCE, 1996), 220-224. 33 Desde finales de los años treinta Radio Stentor LS 8 emitía de lunes a sábados a las 9: 00 am una clase de 30 minutos de gimnasia a cargo de profesores de la Asociación Cristiana de Jóvenes.
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que rompía con el venerado canon (clásico) de la armonía y la proporción34. Pese a estas reservas el nuevo modelo de hombre, “físico, esculpido, agresivamente masculino y musculoso” —cuya expresión Robert Nye la encuentra en la iconografía de la propaganda bélica norteamericana de la Segunda Guerra Mundial—, terminaría por imponerse, al menos en el imaginario popular, sobre el arquetipo victoriano de la sobriedad y el control de las emociones35. Ahora bien, en las décadas de 1930 y 1940 tres cuestiones vinculadas a la práctica deportiva atrajeron la atención de los médicos. Primero, el “campeonismo” y el “mercantilismo”. El “querer ganar a toda costa” fue el argumento principal de los que veían en la profesionalización deportiva una tendencia nociva, negadora del ideal amateur e instigadora de conductas incivilizadas. Esta visión conllevaba un cierto desprecio hacia el deportista-estrella, un nuevo héroe de la época para el cual el valor moral del esfuerzo individual y el respeto de las reglas se veían empañados por la búsqueda del triunfo y la “espectacularización” del deporte. A esto mismo se refería el kinesiólogo Octavio Fernández cuando denunciaba “el aplauso y la admiración”, que los “públicos fanáticos […] y el periodismo profesan a los destacados campeones y jugadores, que por ello llegan a creerse próceres”36. Lo tardío de la incorporación de ciertos deportes como el fútbol a la educación física escolar (pública) fue una de las consecuencias de esa resistencia contra formas de ejercitación, que ponían en juego al cuerpo en su conjunto y generaban una dinámica más abierta y menos estructurada que la gimnasia convencional37. Segundo, el “exclusivismo” y el “unilateralismo”. Otra de las tendencias que preocupaban a los médicos era la especialización deportiva. Ésta, advertían sus críticos, conllevaba el riesgo de agotamiento psicofísico y la posibilidad de deformaciones producidas por esfuerzos intensos de algunas partes del cuerpo en detrimento de otras. Estos peligros resultaban tanto más graves cuanto involucraban a grupos etarios (como los niños y adolescentes) cuyos órganos, estructura ósea y masa muscular aún no habían terminado de desarrollarse. La objeción a la especialización deportiva se fundaba en la convicción de que los atletas profesionales, es decir, los obsesionados con los “récords”, no eran individuos plenamente normales y, por lo tanto, no podían servir de modelo para la sociedad38. “Basta simplemente observar los muslos de un futbolista, ciclista o
34 Gofredo Grasso, “El peligro de los deportistas: ¡sobre-entrenamiento!”. Viva Cien Años XIII, n.º 3 (1943): 148-150. El autor recordaba a sus lectores que celebridades internacionales como el fisicoculturista alemán Eugen Sandow —pionero en el diseño de aparatos para el trabajo muscular— “por tener poco desarrollado su tórax agravó con el exceso de masas musculares su debilidad pulmonar y murió tuberculoso”. Gofredo Grasso, “¿Conviene provocar el aumento de volumen de los músculos?”. Viva Cien Años VII, n.º 2 (1939): 116-119. 35 Puede consultarse: Robert A. Nye, “Western Masculinities in War and Peace”. American Historical Review 112, n.º 2 (2007): 417-438; Michael A. Budd, The Sculpture Machine: Physical Culture and Body Politics in the Age of Empire (Londres: MacMillan, 1997); George Mosse, The Image of Man: The Creation of Modern Masculinity (Nueva York: Oxford University Press, 1996). 36 Octavio C. Fernández, “Ventajas y peligros que ofrece el moderno deportismo”. Viva cien años IX, n.º 2 (1940): 88-90. 37 Diego Armus y Pablo A. Scharagrodsky, “El fútbol en las escuelas y colegios argentinos. Notas sobre un desencuentro en el siglo XX”, en Del football at al fútbol/futebol: historias argentinas, brasileras y uruguayas en el siglo XX, editado por Diego Armus y Stefan Rinke (Berlín: Iberoamericana Vervuert, 2014), 85-100. 38 La fisiología postdarwiniana consideraba al atleta como un tipo anormal, en el cual el desarrollo de las capacidades físicas se había realizado a expensas de las facultades mentales. Según Hoberman, la percepción del atleta de élite como un fenómeno excepcional constituye el rasgo característico de la etapa “pre-moderna” de la medicina deportiva (hasta la Segunda Guerra Mundial), en la cual el interés en la performance estaba dictado por la curiosidad científica y no —como en la actualidad— por el imperativo de maximizar el rendimiento. Hoberman, Mortal Engines, 58.
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esgrimista que lleven algunos años de práctica exclusiva”, afirmaba el ya citado Fernández, “y se notará el desarrollo excesivo y desparejo […] Habría así que combatir el exclusivismo por un solo deporte, siendo preferible un sujeto que practicara varios en los que se emplearán las distintas partes del cuerpo para provocar un crecimiento armónico”39. “Los campeones de lanzamiento de bala”, advertía el profesor Saturnino Rodrigo, “son lentos, pesados y gruesos; los de carrera de fondo, llevan hipertrofiado el corazón; faltando a aquéllos la agilidad de los corredores de velocidad, y a éstos la fuerza de aquéllos […] cada uno de ellos es parte de un hombre completo, de un hombre ideal que debe ser fuerte y debe ser ágil”. Y aunque admitía que los Juegos Olímpicos “celebran al campeón de la prueba especializada” recordaba que en la antigua Grecia la máxima distinción estaba reservada para el vencedor del decatlón40. Y, tercero, referente a la mujer, la fragilidad fisiológica y la “masculinización”. Aunque limitado mayormente a la élite y a las nuevas clases medias urbanas, las implicancias culturales y demográficas le dieron al “deportismo femenino” una relevancia desproporcionada si se considera el carácter socialmente circunscripto de este fenómeno41. No se trataba solamente de que las actividades físicas, o algunas de ellas, invitaran a un despliegue más desenfadado del cuerpo. Esta expresión limitada de emancipación también coincidía con cambios profundos en el comportamiento reproductivo de la mujer y en la estructura familiar, una de cuyas consecuencias fue la disminución del número de hijos42. En la prensa popular —de actualidades o médica— abundaban las advertencias sobre la influencia perniciosa de un nuevo tipo de mujer dedicada a la vida mundana y a los hábitos excéntricos43. Por ejemplo, el “esnobismo” de la garçonne o flapper porteña era tanto más grave cuanto sus “errores de juicio” e “hipertrofia de la voluntad” conllevaban serios peligros para su salud. Pero además los “regímenes de hambre” dictados por los “caprichos de la moda” —antes los corsés, y ahora los tacones— y soirées bridge que trastornaban los horarios de las comidas y promovían el consumo de alcohol, cansancio y fatiga nerviosa, eran otros tantos de los vicios del “tipo femenino de la época: la extravagante”44. Uno de los rasgos de esta nueva mujer era la “pedantería deportiva”, es decir, la pretensión de querer realizar actividades poco apropiadas para su constitución. Como en otros países, en 39 Fernández, “Ventajas y peligro”, 89; Octavio C. Fernández, “Kinesiterapia y deportismo”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n.º 2 (1935): 87-94. 40 Saturnino Rodrigo, “La especialización atlética, enemiga de la salud”. Viva cien años VIII, n.º 11 (1940): 724-726. Las diez pruebas del decatlón eran: carrera de 100m, salto en largo, lanzamiento de bala, salto en alto, carrera de 400m, carrera de 100m con vallas, lanzamiento de disco, salto con garrocha, lanzamiento de jabalina y carrera de 1500m. La exhaltación del “multiatleta” era uno de los temas más trillados entre los promotores de la cultura física. Como ideal deportivo tenía una prosapia que se entroncaba con la veneración de la figura armónica y proporcionada de la antigüedad clásica. 41 Patricia Anderson, “‘Mens Sana in Corpore Sano’: Debating Female Sport in Argentina: 1900-1946”. International Journal of the History of Sport 26, n.º 5 (2009): 640-653. 42 Carlos A. Castaño, “Patología anticoncepcional: el neomaltusianismo”. El día médico año XI, n.º 25 (1939): 527-532. Rafael Ramallón, “El rechazo de los hijos”. Viva Cien Años VI, n.º 4 (1938): 244-245. Sobre el descenso de la natalidad y sus repercusiones en la Argentina de los años treinta véase: Andrés H. Reggiani, “Distopía y población. La recepción de los debates europeos sobre la natalidad en la Argentina de los años 30”, en Una historia de la eugenesia. Argentina en las redes internacionales, 1912-1945, editado por Marisa Miranda y Gustavo Vallejo (Buenos Aires: Biblos, 2012), 141-166. 43 Isabel Álvarez, “¿Mujer de mundo o mujer de hogar?”. Viva Cien Años VIII, n.º 8 (1939): 500-501. 44 Bautista Borelli, “Tipo femenino de la época: Las extravagantes”. Viva Cien Años XV, n.º 11 (1943): 715-717.
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Argentina las opiniones sobre la ejercitación corporal se dividían entre una mayoría que recelaba ver la figura femenina adoptar actitudes que, además de estar reñidas con el decoro, se temía la incapacitaran para la reproducción —tema sobre el que se volverá en este artículo—, y una minoría que, en sintonía con las corrientes internacionales, insistía en la importancia de la actividad física para la salud de la futura madre45. En tal sentido, existía un amplio consenso que desaconsejaba las actividades físicas “intensas” o “violentas”. Estos términos eufemísticos daban por sentada una verdad evidente: que la mujer no estaba ni física ni psíquicamente constituida para soportar los rigores de una actividad que, como la guerra, había sido concebida por y para los hombres46. Este argumento descansaba a su vez en dos presupuestos: uno fisiológico y otro anatómico, ambos inspirados en la antigua creencia occidental que hacía de la mujer un ser estructural y funcionalmente inferior al hombre, un sexo “débil” gobernado por los ciclos biológicos, algunos de los cuales (como la menstruación y el embarazo) eran asimilados a la enfermedad. Los debates sobre la cultura física femenina tendieron a reproducir, en lo esencial, los prejuicios de estas viejas teorías, matizadas con los postulados más modernos del higienismo47. Así, un argumento más reciente sostenía que los ejercicios físicos extenuantes redundarían en la masculinización de la mujer, primordialmente si involucraban las partes superiores del cuerpo48. Este argumento, al centrar la atención en los aspectos anatómicos y psicológicos de la deportista, dejaba al desnudo los prejuicios dominantes sobre los que se había construido el ideal de belleza femenina. Pero a medida que las razones de índole fisiológica fueron perdiendo relevancia, las anatómicas y caracteriológicas ganaron en fuerza explicativa. A ello contribuyeron en no poca medida las teorías constitucionales que, a partir de la “mirada intuitiva”, interpretaban los aspectos externos de la persona —morfología corporal y fisionomía— como manifestaciones de su carácter y personalidad49. Desde esta perspectiva la atleta de cuerpo estilizado o rasgos andróginos rompía con los parámetros que privilegiaban las formas curvas de la silueta y la gracilidad de los movimientos de la mujer. Se concluía entonces que en su pedantería de querer “igualar al hombre”, la deportista sacrificaba aquello que la hacía sexualmente deseable, poniendo en peligro el orden natural sobre el cual se basaba la propia civilización50.
45 Gofredo Grasso, “¿Debe hacer deportes la mujer?”. Viva Cien Años XIII, n.º 3 (1943): 141-145; Silvestre Sala, “Educación física y maternidad”. La semana médica año XLVII, nº 22 (1940): 1394-1398; Mario Alzúa, “Cultura física de la mujer”. Vivir, marzo, 1939. 46 Los defensores de esta postura sostenían que en la antigua Grecia los Juegos Olímpicos estaban vedados a las mujeres. Véase, por ejemplo: Alfredo Carrera, “Deporte y nudismo”. Viva Cien Años XIV, n.º 11 (1943): 696-698. 47 Sobre esta problemática: Shannon Jette, “Exercising Caution: Medical Knowledge about Physical Exertion during Pregnancy”. Canadian Bulletin of the History of Medicine 28, n.º 2 (2011): 292-313; Gertrud Pfister, “The Medical Discourse on Female Physical Culture in Germany in the 19th and Early 20th Centuries”. Journal of Sport History 17, n.º 2 (1990): 183-198; Patricia Vertinsky, The Eternally Wounded Woman: Women, Exercise and Doctors in the Late Nineteenth Century (Manchester: Manchester University Press, 1990). 48 Patricia Anderson, “Sporting Women and Machonas: Negotiating Gender through Sports in Argentina, 19001940”. Women’s History Review 24, n.º 5 (2015): 700-720. 49 Brian W. P. Wells, Body and Personality (Londres: Longman, 1983). 50 Ruth Schwarz de Morgenroth, “Un trofeo deportivo o de belleza ¿cuál prefiere usted?”. Viva Cien Años VI, n.º 1 (1938): 20-23.
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3. La Asociación Internacional Médico-Deportiva (AIMD) La creación de la filial argentina de la AIMD a finales de 1934 coincidió con un período de gran actividad para consolidar la medicina aplicada a las actividades físicas. La multiplicación de foros internacionales es un ejemplo revelador a este respecto. En febrero de 1928 Knoll había convocado a una decena de especialistas (suizos, alemanes, holandeses y polacos) para discutir los resultados de los estudios antropométricos y fisiológicos de los atletas que habían competido en los juegos de invierno de Saint-Moritz51. De esta pequeña reunión científica surgió la AIMD y en julio de ese año se llevó a cabo un segundo encuentro en Ámsterdam —sede de los IX Juegos Olímpicos—, al cual asistieron una veintena de médicos deportivos52. A Saint-Moritz y Ámsterdam seguirían cuatro congresos internacionales en Turín (1933), Chamonix-Mont Blanc (1934), Berlín (1936) y París (1937). Con una masa de participantes que en menos de una década pasó de una decena (Saint-Moritz) a un millar (Berlín), estos encuentros se convirtieron en una importante plataforma para el acercamiento entre expertos de distintas nacionalidades que venían trabajando en temas de interés común, a menudo con recursos limitados y aislados dentro de su profesión. Asimismo, contribuyeron a expandir la geografía y orientación de la especialidad, por ejemplo, haciendo evidentes los puntos de contacto entre las investigaciones en la fisiología y metabolismo de las poblaciones de altura, los alpinistas y los pilotos de aeronaves53. Cuatro grandes temas ocuparon la atención de estos foros: la fisiología del deporte de alta performance; la relación entre constitución corporal y aptitud atlética; la distinción entre una educación física orientada hacia fines higiénico-eugenésicos y el deporte de alto nivel; y el control médico de las prácticas deportivas. Las reuniones también sirvieron para mostrar los avances realizados en cada país. Los alemanes e italianos, en particular, aprovecharon la ocasión para publicitar la política sanitaria de las dictaduras fascista y nazi, en las cuales el estímulo de las actividades físicas ocupaba un lugar de primer orden. En ambos países el proceso de Gleichschaltung o fascistización de la sociedad había hecho de las antiguas asociaciones médico-deportivas instrumentos de la política partidaria y estatal al servicio de la construcción del “hombre nuevo”54. 51 Wilhelm Knoll, ed., Die sportärztlichen Ergebnisse der II. Olympischen Winterspielen in St. Moritz 1928 (Berna: P. Haupt. 1928). 52 F. J. J. Buytendijk, ed., Ergebnisse der sportärztlichen Untersuchungen bei den IX. Olympischen Spielen in Amsterdam 1928 (Berlín: J. Springer, 1929). Luego de las sesiones científicas la Asociación realizó su primer congreso y se eligieron las autoridades. El consejo de dirección quedó conformado por F. J. J. Buytendijk (Instituto de Fisiología de la Universidad de Groningen); André Latarjet (Instituto de Anatomía de la Universidad de Lyon); Wilhelm Knoll (Estación de Cura de Arosa, Suiza) y Arthur Mallwitz (Consejero de Educación Física del Ministerio de Bienestar Popular de Berlín). André Latarjet, “La Fédération Internationale Médico-Sportive. Ses origines, son action”, en Sportmedizin und Olympische Spiele 1936, editado por Arthur Mallwitz (Leipzig: G. Thieme, 1937), 7. 53 Fue esta coincidencia de intereses la que llevó a la filial argentina a contactar al peruano Carlos Monge, cuyos trabajos sobre la fisiología andina eran mundialmente conocidos, para abrir la filial de la AIMD en aquel país. “Filial peruana”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n.º 1 (1935): 70. 54 Ugo Cassinis, “I medici dello sporto nell’Italia fascista”, en Atti del Congresso internazionale di medicina dello sport, Torino-Roma, Settembre 1933, editado por Federazione Italiana Medici dello Sport (Roma: Società Anonima Poligrafica Italiana, 1934), 149-154; Leonardo Conti, “Die Organisation des ärztlichen Dienstes bei sportlichen Grossveranstaltungen”, en Rapports du Congrès international de médecine appliquée à l’éducation physique et aux sports, Chamonix-Mont Blanc, les 3, 4, et 5 Septembre 1934, editado por Paul Carnot y André Latarjet (Lyon: A. Rey, 1936), 211-216.
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Esta política, que formó parte de una campaña más ambiciosa de diplomacia cultural, permitió a los regímenes autoritarios hacerse con el control de la AIMD luego del Congreso de Berlín55. Realizada pocos días antes del inicio de los XI Juegos Olímpicos, el congreso atrajo a más de mil participantes provenientes de 42 países de los cinco continentes. De los países latinoamericanos que enviaron representantes —Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Paraguay, Perú y Uruguay— sólo los de Argentina y Brasil intervinieron en las deliberaciones con exposiciones sobre la preparación atlética y el control médico de sus deportistas56. Para ese entonces ya se había constituido la comisión médica asesora del Comité Olímpico Argentino, lo cual permitió reglamentar el contralor del estado físico, entrenamiento, alimentación y régimen higiénico de los atletas57. La medicina argentina no ocultó su aprobación por la política sanitaria y deportiva de las dictaduras ítalo-alemanas, difundiendo no sólo los trabajos científicos de médicos nazi-fascistas, sino también sus arengas ideológicas58. Esta postura reflejaba una visión favorable, muy extendida entre la élite argentina —y en especial de los simpatizantes de la causa eugenésica— de algunos aspectos de las políticas de regeneración racial de las dictaduras, sobre todo de las medidas de estímulo de la natalidad y protección de la familia59. Todo esto se combinaba con la admiración general profesada hacia la ciencia alemana y, en el caso especial de los médicos deportivos, hacia los progresos realizados en el campo de la fisiología, la traumatología y la ortopedia60. 55 En 1937, Leonardo Conti, jefe del Departamento de Salud Popular del partido nazi, y Ugo Cassinis, presidente de la Federación Italiana de Médicos del Deporte, fueron elegidos presidente y secretario general de la Asociación, que a partir de esa fecha tomó el nombre de Federación Internacional de Medicina Deportiva. La sede fue trasladada de Ámsterdam a Roma. 56 A. Breitas, “Orientation médico-sportive dans le Brésil”, en II. Internationaler Sportärzte-Kongress Berlin 1936, editado por Arthur Mallwitz (Leipzig: G. Thieme, 1937), 246-254; Octavio C. Fernández, “Base physiologique d’une nouvelle classification sportive”, en II. Internationaler Sportärzte-Kongress Berlin 1936, editado por Arthur Mallwitz (Leipzig: G. Thieme, 1937), 343-347; José P. Reggi, “El control médico de los deportistas olímpicos argentinos”, en II. Internationaler Sportärzte-Kongress Berlin 1936, editado por Arthur Mallwitz (Leipzig: G. Thieme, 1937), 242-246. 57 La Comisión quedó conformada por Enrique Romero Brest, Octavio C. Fernández, Nicolás Gaudino, Gofredo Grasso, Antonio Capurro, Manuel Terrizzano y Arturo López. “Comisión médica asesora del Comité Olímpico Argentino”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año I, n.º 2 (1935): 138. 58 Leonardo Conti, “Organización del servicio médico de los acontecimientos deportivos”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año II, n.º 5 (1938): 41-45; Hans Von Tschammen und Osten, “La importancia de la cultura física para el trabajador”. Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo año III, n.º 9 (1939): 34-41. 59 Sobre la influencia de la eugenesia ítalo-alemana en Argentina véase: Andrés H. Reggiani, “Depopulation, Fascism and Eugenics in 1930s Argentina”. Hispanic American Historical Review 90, n.º 2 (2010): 238-318. 60 Además del ya citado viaje de Capurro al Instituto de Gimnasia de Hamburgo, deben mencionarse los del traumatólogo José P. Reggi —futuro presidente de la filial argentina— a la Escuela de Bergmannsheil y del kinesiólogo Octavio C. Fernández al Instituto de Hohenlychen, dos centros de avanzada en las técnicas de reeducación de inválidos y accidentados. José P. Reggi, “Algunos aspectos de la traumatología y ortopedia en Europa”. El día médico año XI, n.º 9 (1937): 138-139 y año XI, n.º 28 (1937): 549-550; Octavio C. Fernández, “El trabajo y el deporte”, 13-19. La presencia alemana también fue conspicua en la Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo. De la veintena de colaboradores la mitad eran extranjeros, en su mayoría alemanes. Sobre la influencia de la medicina alemana en Argentina: Andrés H. Reggiani, “Medicina y Kulturpolitik en la era del nacionalsocialismo. La Academia Médica Germano-Ibero-Americana”. Ibero-Online. de n.º 3/1 (2005): 57-74. Sobre las contribuciones de Alemania a la fisiología del ejercicio: Wildor Hollman, “Contributions of German Laboratories”, en History of Exercise Physiology, editado por Charles M. Tipton (Champaign: Human Kinetics, 2014), 59-65; Hoberman, “The Early Development”, 232-282.
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Conclusiones Para concluir este artículo es importante tener en cuenta algunos puntos. Desde finales de la década del treinta y comienzos de la siguiente los médicos deportivos argentinos impulsaron la constitución de foros latinoamericanos, en parte para suplir la inacción en la que se encontró la FIMD como resultado de la situación internacional, y también como espacio para el tratamiento de problemas específicos de la región. Esos esfuerzos se tradujeron en dos congresos sudamericanos de medicina deportiva (Lima, 1939 - Buenos Aires, 1941) y en la creación de la Unión Sudamericana de Médicos del Deporte61. Asimismo, en 1941 la Revista de medicina aplicada a los deportes, la educación física y el trabajo, órgano de la filial argentina de la FIMD, publicó varios trabajos cuyas conclusiones ponían en duda muchas de las opiniones convencionales sobre los efectos de las actividades físicas intensas en las funciones reproductivas de la mujer62. A manera de hipótesis cabría preguntarse sobre el impacto de esta información en la actitud de los médicos ante la creciente participación de la mujer en las prácticas deportivas, especialmente cuando bajo el régimen peronista los deportes se conviertan en un instrumento para la movilización de las masas63. En la década del cuarenta también se operó un desplazamiento temático en las preocupaciones de los médicos deportivos desde las cuestiones morfológicas y constitucionales — de inspiración eugenésica— a los estudios empíricos en fisiología del ejercicio y la política sanitaria —en especial el Plan Nacional de Educación Física—. Pero quedará para otra ocasión demostrar si este cambio fue la consecuencia indirecta de una prédica eugenésica demasiado vinculada al fascismo italiano y que la guerra mundial terminaría por descreditar, o si simplemente acompañó el proceso global de transformación de la medicina deportiva de posguerra en un saber cada vez más orientado a la optimización de la performance atlética.
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❧ Andrés Horacio Reggiani Profesor investigador del Departamento de Historia de la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina) y profesor de Historia en la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Magíster y doctor en Historia de la State University of New York (Estados Unidos). Sus áreas de investigación son las derechas en Alemania y Francia, y las políticas de “mejoramiento” de la población —con especial atención a la eugenesia y la cultura física—. Entre sus principales publicaciones se encuentran: “Eugenesia y cultura física. Tres trayectorias históricas: Gran Bretaña, Francia y Argentina”, en Miradas médicas sobre la cultura física en Argentina, 1880-1970, editado por Pablo A. Scharagrodsky (Buenos Aires: Prometeo, 2014), 17-58; “Eugenesia, panamericanismo e inmigración en los años de entreguerra”, en Racismo e inmigración en América Latina, editado por Pablo Yankelevich (México: El Colegio de México, 2015), 59-88; en coautoría Pablo A. Scharagrodsky, “Constitución, biotipología y cultura física femenina” y “Circulación, difusión y apropiación de saberes y prácticas corporales: el caso de la gimnasia ‘femenina’ de Ruth Schwarz de Morgenroth (1935-1945)”, en Mujeres en movimiento. Deporte, cultura física y feminidades: Argentina, 1870-1980 (Buenos Aires: Prometeo [en prensa]), “Fitness and the National Body: Modernity, Physical Culture, and Gender in Argentina, 1930-1945”, en Making Citizens in Argentina, editado por Benjamin Bryce y David M. K. Sheinin (Pittsburgh University Press [en prensa]). areggiani@utdt.edu
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Disciplinar el cuerpo para militarizar a la juventud. La actividad deportiva del Frente de Juventudes en el franquismo (1940-1960) Marta Mauri Medrano
Universidad de Zaragoza, España doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.05
Artículo recibido: 01 de septiembre de 2015/ Aprobado: 29 de febrero de 2016/ Modificado: 15 de marzo de 2016.
Resumen: ¿Qué es un cuerpo físicamente educado? ¿Cómo utilizó el Frente de Juventudes el cuerpo del niño y del joven, a través de la educación física, con el propósito de instruir ciudadanos que dieran estabilidad al Estado? Este artículo tiene como objetivo principal presentar, por medio de una metodología sustentada en los conceptos poder disciplinar y docilidad corporal de la teoría de Michel Foucault, cómo el Frente de Juventudes controló el ocio de los jóvenes utilizando los juegos y los deportes (balón volea y el baloncesto), que tenían un claro talante aleccionador y adoctrinador. Lo que permite concluir que los campamentos, las actividades extraescolares y las competiciones deportivas utilizaron el cuerpo del joven como base productiva, una base necesaria para la futura estabilidad política del Estado franquista. Palabras clave: historia contemporánea, dictadura, educación física, deporte, España (Thesaurus).
Discipline the Body to Militarize the Youth. The Sports Activity of the Youth Front during the Franco Years (1940-1960) Abstract: What is a physically educated body? How did Franco’s Youth Front use the body of children and young people, through physical education, for the purpose of instructing citizens who would give stability to the state? The main objective of this article is to present, by means of a methodology based on the concepts of disciplinary power and corporal docility adopted from the theory of Michel Foucault, how the Youth Front controlled the free time of young people by using games and sports (volleyball and basketball), which had a clearly instructive and indoctrinating intention. This makes it possible to conclude that the camps, the extracurricular activities and the sports competitions used the bodies of the young as a productive base, a base considered necessary for the future political stability of the Franco regime. Keywords: contemporary history, dictatorship, physical education, sports, Spain (Thesaurus).
Disciplinar o corpo para militarizar a juventude. A atividade esportiva da Frente de Juventudes no franquismo (1940-1960) Resumo: O que é um corpo fisicamente educado? Como a Frente de Juventudes utilizou o corpo da criança e do jovem, por meio da educação física, com o propósito de instruir cidadãos que dessem estabilidade ao Estado? Este artigo tem como objetivo principal apresentar, a partir de uma metodologia sustentada nos conceitos poder disciplinar e docilidade corporal da teoria de Michel Foucault, como a Frente de Juventudes
❧ Este artículo hace parte de la investigación titulada “Corregir el cuerpo y disciplinar a la juventud. La prác-
tica pedagógica del Frente de Juventudes durante el franquismo (1940-1960)”, financiada por la Universidad de Zaragoza (2012-2016).
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Disciplinar el cuerpo para militarizar a la juventud Marta Mauri Medrano
controlou o ócio dos jovens utilizando os jogos e os esportes (voleibol e basquetebol), que tinham uma clara intenção instrutiva e doutrinadora. O que permite concluir que os acampamentos, as atividades extraescolares e as competições esportivas utilizaram o corpo do jovem como base produtiva, uma base necessária para a futura estabilidade política do Estado franquista. Palavras-chave: história contemporânea, ditadura, educação física, esporte, Espanha (Thesaurus).
Introducción En el presente artículo se pretende reflexionar sobre las actividades deportivas que puso en marcha el Frente de Juventudes al margen de la escuela —donde también controlaba la educación física y la formación política1—, sobre todo en los campamentos y las competiciones deportivas que tuvieron gran auge durante los años cuarenta y cincuenta. El Frente de Juventudes controló las rutinas escolares no sólo dentro de la escuela, sino también fuera de ella, ya que la obligatoriedad de acudir a los campamentos de la organización, a las marchas pseudo-militares o a las competiciones y Juegos Escolares Nacionales ( JEN) copó el tiempo de ocio de los jóvenes durante la posguerra española. El deporte y la educación física funcionaron como un poderoso instrumento de militarización y moralización corporal de la infancia y de la juventud durante el franquismo. El Frente de Juventudes fue el organismo educativo creado específicamente para encuadrar y adoctrinar a la infancia y a la juventud y así formar una base social de ciudadanos instruidos, productivos y adeptos al régimen, que mantuviera al Estado en el futuro al tiempo que evitase cualquier ápice de desintegración social. Con este objetivo, el Frente de Juventudes apropió algunas cuestiones organizativas y estéticas de las Juventudes Hitlerianas y de las Juventudes Fascistas Italianas. Su vida institucional duró veinte años2, cuando pasó a convertirse en la Organización Juvenil Española (OJE) que supuso un “maquillado” político que suavizara la estética y la estructura de la organización. Este grupo, como indicaba su Ley Fundacional del 6 de diciembre de 19403, nació con el propósito de que toda la infancia y la juventud se ajustaran a un movimiento político que extendería sus tentáculos por todas las disciplinas y rutinas escolares. La legislación educativa de aquellos años también integró en sus textos el establecimiento de concretas relaciones del sistema escolar con esos objetivos y responsabilidades que encarnaba el Frente de Juventudes. La Ley de Enseñanza Primaria de 19454, por ejemplo, señalaba que la formación en ese nivel educativo tendría, entre otras intenciones, el de infundir en el espíritu del alumno “el amor y la idea del servicio a la Patria”, de acuerdo 1 El concepto educación física, en este artículo, se refiere al conjunto de prácticas físicas escolares y extraescolares que tenían como fin último moldear y disciplinar un tipo concreto de cuerpo, con el objetivo de formar un modelo específico de sujeto. La educación física era un proceso a través del cual un individuo obtenía una serie concreta de destrezas físicas, mentales y sociales a través de la actividad corporal con el objetivo conseguir el desarrollo “integral” del ser humano. 2 Este artículo se centra en el análisis de toda la vida institucional del Frente de Juventudes (1940-1960). Lo cierto es que durante estas dos décadas la organización juvenil funcionó de un modo bastante similar, hasta 1960 cuando el Frente de Juventudes pasó a convertirse en la Organización Juvenil Española (OJE), en la que algunas actividades —sobre todo las de carácter militar— pasaron a ocupar un segundo plano para conseguir una imagen más “inocente” del movimiento juvenil. 3 Francisco Franco, “Ley del 6 de diciembre de 1940 instituyendo el Frente de Juventudes”, Boletín Oficial del Estado, 7 de diciembre, 1940, 8392-8394. 4 Francisco Franco, “Ley de 17 de julio de 1945 sobre Educación Primaria”, Boletín Oficial del Estado, 18 de julio, 1945, 385-416.
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con los principios del Movimiento Nacional. Por lo que la escuela debía cooperar y actuar en todo momento con el Frente de Juventudes5. Además porque la pertenencia al Frente de Juventudes era obligatoria6 para todos los escolares —de primera y segunda enseñanza, oficial y privada—, así como la asistencia a los campamentos y colonias de verano con la intención de copar y controlar el tiempo de ocio de la juventud del franquismo. De esta manera, el Frente de Juventudes practicó una pedagogía corporal instrumentalizada a través de la educación física y los deportes, de los cuales tenía el control absoluto tanto en el escenario escolar como en el extraescolar. No obstante, existe una dimensión aún poco explorada en los estudios históricos sobre la práctica corporal relacionados con el proceso de escolarización primaria en la historiografía española. Se trata de la denominada educación del cuerpo, que ha sido más estudiada en Latinoamérica7 en donde se han hecho aportes sustanciales basados en fundamentaciones teóricas rigurosas8. Estas temáticas sobre la historia de la educación del cuerpo se hallan entrelazadas con otros asuntos o problemas de investigación como la educación emocional, los rituales disciplinares, los saberes científicos, entre otros. Desde este punto de vista y a partir de categorías de análisis como poder, disciplina y docilidad corporal de la obra de Michel Foucault, este artículo pretende abrir nuevas vías de investigación siguiendo la estela de las latinoamericanas, para llegar a comprender —desde múltiples perspectivas— las redes de poder y los entresijos doctrinales de la organización juvenil.
1. Fundamentación teórica y metodológica: una propuesta desde la teoría foucaultiana Esta investigación se apoya teóricamente en un aparato conceptual y analítico basado en la teoría del poder disciplinar y la docilidad corporal de Michel Foucault. Aquí se procede a asumir un posicionamiento crítico, porque sin lugar a dudas la construcción de un tipo específico de ciudadano —a través de la educación y la educación física para el caso que nos ocupa— en la época franquista no fue una 5 José Ignacio Cruz Orozco, El yunque azul. Frente de Juventudes y sistema educativo. Razones de un fracaso (Madrid: Alianza, 2001). 6 Todos los escolares debían formar parte, de manera obligatoria, del Frente de Juventudes y debían realizar todas las actividades que puso en marcha esta organización juvenil en la escuela. Pero no se puede confundir a los encuadrados obligatoriamente con los afiliados, ya que estos últimos eran los jóvenes que pagaban cuota y que formaron las llamadas Falanges Juveniles de Franco; su labor no se relegaba solo a la escuela, sino también a otros espacios. Fueron los miembros de las Falanges Juveniles de Franco (FFJJFF) los que se organizaron en varias secciones: Flechas, Cadetes y Guías, y quienes realizaron actividades para convertirse en futuros falangistas. 7 Inés Dussel, “Uniformes escolares y la disciplina de las apariencias: hacia una historia de la regulación de los cuerpos en los sistemas educativos modernos”, en Historia Cultural y Educación: ensayos críticos sobre conocimiento y escolarización, coordinado por Thomas S. Popkewitz (Madrid: Pomares, 2003), 208-246 y Pablo Scharagrodsky, Laura Manolakis y Rosana Barroso, “La educación física argentina en los manuales y textos escolares (1880-1930). Sobre los ejercicios físicos o acerca de cómo configurar cuerpos útiles, productivos, obedientes, dóciles, sanos y racionales”. Revista brasileira de história da educação n.° 5 (2003): 69-90, y Pablo Scharagrodsky, Gobernar es ejercitar. Fragmentos históricos de la Educación Física en Iberoamérica (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008). 8 Se refiere en este aspecto al uso de Michel Foucault, a sus obras sobre el control del cuerpo a través de la disciplina que han sido ampliamente trabajadas en el ámbito latinoamericano. También se pueden destacar las obras de Marcus Aurelio Taborda y Alexandre Fernández, “Educación Física, corporalidad, formación: notas teóricas”. Revista educación física y deporte 29, n.° 2 (2010): 227-234 y Diana Milstein y Héctor Mendes, “Cuerpo y escuela. Dimensiones de la política”. Revista Iberoamericana de Educación nº 62 (2013): 143-161.
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construcción libre o autónoma de los maestros, los escolares o la familia, mediante sus sistemáticas interacciones en el escenario escolar y en sus aledaños. Aquella construcción social estuvo profundamente penetrada, determinada y dominada por las instancias político-administrativas definitorias de la macropolítica, con el doble influjo de la dominación material y la ideológica. Sin ahondar en este componente ideológico que impregnaba la escuela —cómo funcionaban los mecanismos de transmisión ideológica, cómo se controlaba la eficacia de esta última— no sería posible desarrollar la hermenéutica de aquella cultura escolar9. Los recursos heurísticos que puede brindar un paradigma crítico basado en los conceptos foucaultianos enunciados, que aportarán a esta investigación una nueva perspectiva y una nueva forma de mirar y analizar el Frente de Juventudes10. Pero además se reflexiona sobre el control del cuerpo por medio de la disciplina que aplicó el Frente de Juventudes a través de una de sus materias principales: la Educación Física, las actividades deportivas y el control del ocio en el ámbito extraescolar. Esto con el objetivo de demostrar que tanto el Frente de Juventudes como Falange tenían por objetivo principal crear un tipo concreto de sujetos, con unos comportamientos específicos y unas aptitudes y habilidades acordes; para conseguirlo, se utilizó el cuerpo como mecanismo de control. Se practicó, entonces, como se explica al inicio de este artículo, una pedagogía corporal acorde con sus principios políticos, hacia la formación de un cuerpo biológicamente fuerte, al servicio del Estado, disciplinado y sexualmente discriminado. Las estrategias de persuasión utilizadas por el franquismo y los fascismos europeos tenían la intención de dar forma a nuevos sujetos políticos, para ello utilizaron el cuerpo como un medio para llegar a la mente, como vehículo adoctrinador y politizador para conseguir una base social de ciudadanos instruidos, útiles, productivos y profundamente fascistas. Por último, el Frente de Juventudes intentó exportar a través del control de los cuerpos de la infancia y de la juventud un modelo de milicia, de cuerpo militar, que debía llevar consigo unos signos visibles de vigor y de fuerza. La educación física y el uso de uniformes en los jóvenes demostraban las marcas de su altivez, su cuerpo era el blasón de su fuerza y de su ánimo. Sería importante una habilidad como la marcha y la posición de la cabeza, que dependían en buena parte de una retórica corporal del honor11. Para conseguir que la juventud se convierta en la base militar del mañana, el Frente de Juventudes utilizó como técnica disciplinaria la educación física y el control del cuerpo infantil, que será mostrado en las siguientes páginas. El cuerpo se convirtió en un elemento que se podía colocar, mover, articular y normativizar. La disciplina, entonces, se constituyó en una tecnología de poder cotidiana que penetró en los cuerpos controlándolos. 9 Aquí el análisis se centra en la cultura escolar construida por el Frente de Juventudes y Falange, fruto del nuevo orden político dictatorial, pero no por este motivo se debe creer que no existieron resistencias o disidencias a la misma por parte de maestros o profesores de las escuelas del momento. Aunque la investigación no abordó esas cuestiones, y a pesar de que la cultura escolar que se intentó construir en las escuelas estuviera impregnada de elementos fascistas y adoctrinadores, se debe tener en cuenta que no siempre el régimen contó con fieles maestros e instructores, sino que en algunos casos existieron resistencias a esa cultura escolar. 10 Esta perspectiva crítica, practicada en el marco de una investigación histórica como la que aquí se plantea, hará posible que esta no se limite a una indagación que concluya en un relato, más o menos detallado, de lo acontecido, descrito con profusión de datos, sino que además sea capaz de aportar las razones profundas del contenido de esa historicidad que constituye el fenómeno socioeducativo en cuestión. En este artículo aspira a construir esa historia que integre la narrativa y sus porqués, o mejor, invirtiendo los términos, las razones de fondo o la intrahistoria y la hermenéutica resultante; entre estas coordenadas epistemológicas se sitúa el seguimiento del método histórico como la opción metodológica pertinente al caso. 11 Michel Foucault, Vigilar y castigar (Madrid: Siglo XX Editores, 2012), 124.
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2. La práctica pedagogía corporal del Frente de Juventudes: la actividad física y deportiva en los campamentos juveniles En el transcurso de las últimas décadas, académicos inscritos en las ciencias sociales han producido todo un descubrimiento del cuerpo como objeto y blanco de poder. Un cuerpo que se manipula, al que se le da forma, que se educa, que obedece y que se somete. En toda sociedad, el cuerpo queda prendido en el interior de poderes muy ceñidos que le imponen coacciones, interdicciones u obligaciones. Durante el franquismo, surgieron métodos que permitían el control minucioso del cuerpo, control que abarcaba tanto los movimientos y gestos como detalles sutiles de la vestimenta. Dicho control garantizaba la succión constante de sus fuerzas e imponía una relación de docilidad y de utilidad dando lugar a la disciplina o mecánica del poder. La disciplina del Frente de Juventudes, a través de la Educación Física, intentaba fabricar esos cuerpos sometidos y ejercitados, en última instancia: unos cuerpos dóciles. Este grupo se aprovechó de las posibilidades que le ofrecía el monopolio educativo durante la dictadura de Franco e incluyó en sus filas, obligatoriamente, a toda la población escolar —entre 6 y 21 años—, cuando los jóvenes pasaban a formar parte de la milicia. El Frente de Juventudes controlaba el cuerpo no sólo en el espacio escolar, sino también en los campamentos a los que debían acudir todos los escolares como una más de sus tareas educativas. En los campamentos se practicaba, casi de manera obsesiva, la educación física y las actividades deportivas y a través de ellas se concretaron —de forma exacerbada— la obediencia ciega, el heroísmo y la disciplina rígida. El Frente de Juventudes afirmaba que “para servir a España, un cuerpo ha de ser fuerte y un alma sana”12. El deporte y la educación física eran considerados un arma de gobierno. Así reflexionaba José Moscardó, delegado nacional de Deportes desde 1948 en España, sobre la capacidad adoctrinante del ejercicio físico: “[…] el deporte, por su calidad, por su condición, tiene un poder educativo, un poder disciplinante, un poder higiénico, moral y materialmente hablando, que sería ciego o suicida negarlo o tan solo despreciarlo. Es por este medio por el que se consigue que una sociedad que trabaja o estudia encamine sus pasos al campo de deportes, donde cultiva sus músculos, sus pulmones, su organismo en general, en lugar de encaminarse a lupanares”13.
Y así lo afirmaba también José María Cagigal, uno de los grandes teóricos de la Educación Física durante el franquismo: “educar es siempre difícil. Educar en el deporte lo es especialmente [...] cuando hablamos sin especificar del deporte, de sus valores educativos, de su proyección social, nos referimos al deporte activo, puro”14. La educación física que practicaba el Frente de Juventudes era además de corte militarista, con ella se trasmitían valores como la lucha, el honor o la heroicidad. Con ella se buscaba imponer a toda la sociedad patrones de comportamiento este-
12 Ignacio Salvador Aldea, Actividades escolares. Conmemoraciones patrióticas y religiosas (Valencia: Editorial América, 1942), 106. 13 José Moscardó, “El poder educativo del deporte”. Revista Nacional de Educación nº 1 (1941): 22. 14 “Escritos de José María Cagigal”, en Archivo General de la Administración (AGA), Alcalá de Henares-España, Archivos Públicos, Poder Ejecutivo, Movimiento Nacional, Órganos Centrales, Delegación Nacional de la Juventud, Fondo Relaticos a formación y actividades política (5.53), caja 1557.
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reotipados, fruto de la conducta disciplinar propia del régimen de cuartel15. Para tal concepción, la Educación Física debía ser suficientemente rígida para convertir a la juventud a la condición de servidora y defensora de la patria. Su papel primordial era de “colaboración en el proceso de selección natural”, eliminando a los débiles y premiando a los fuertes, en el sentido de “depuración de la raza”. Así lo señalaba el manual Así quiero ser: “el deporte como ejercicio físico y no como espectacularidad, debe ser practicado por todos los españoles. Y ha de ser un deporte que no se limite a desarrollar determinados músculos o miembros, sino la totalidad del organismo. Pues el deporte no ha de servir para hacer acróbatas, sino para acrecentar, tonificar el cuerpo y mejorar la raza”16. Los campamentos del Frente de Juventudes funcionaban como un cuartel donde había horarios para todo: acostarse y levantarse, duchas y aseos, comidas y paseos17. Los jóvenes debían levantarse entonces a las siete de la mañana con la diana, vestirse con ropa deportiva para realizar la carrera, la gimnasia y, después, la ventilación de tiendas. A las siete y veinte se realizaba el aseo personal y el arreglo de tiendas, y una hora más tarde se celebraba la misa —voluntaria los días laborables y obligatoria los domingos y días festivos—. A las nueve menos cuarto se llamaba a formar, con todos los jóvenes uniformados, para izar banderas, cantar el himno, realizar el desfile hasta la Cruz de los Caídos y hacer la conocida Ofrenda de la corona. Después de esto, se recitaba la oración de José Antonio, un Padrenuestro por los Caídos y un ¡Presentes! Pero además a las nueve se desayunaba y se lavaba la vajilla, cada uno la suya. A las diez se realizaba lo que conocían como revista de tiendas, en la que intervenían los mandos del campamento para comprobar si las tiendas estaban limpias, si los jóvenes se habían aseado y para preguntar las consignas política y religiosa del día. De todo esto se establecían puntuaciones de cada una de las tiendas, para premiar a la mejor escuadra del campamento de ese día. A las once menos cuarto se llamaba de nuevo a formar para la Instrucción Premilitar con clases de formación y disciplina. Pero además a las once y media se dejaba un tiempo para juegos libres y a las doce empezaba la gimnasia educativa, para después ducharse y comer18. Por la tarde, las actividades comenzaban a las tres y media con la “Conferencia de Cultura y Formación Nacional-Sindicalista”. A las cuatro se cantaban las canciones del Frente de Juventudes para después realizar los deportes y juegos dirigidos. A las seis y cuarto se impartían las últimas clases del día, las de Formación Moral y Religiosa, las prácticas y Conferencias de Sanidad y clases teóricas de Formación Premilitar y Educación Física. A las siete se llamaba a formar para arriar banderas, con todos los muchachos uniformados. Además, según la fecha, se celebraba la fiesta o la conmemoración que correspondiese, como el Día de la Victoria, muy festejado entre las juventudes, acompañado de su ritual y de su lenguaje. Así, pues, la mecánica de los campamentos era similar al funcionamiento del cuartel, los cuerpos estaban sometidos a horarios rígidos y a una sumisión extrema; las actividades deportivas ocupaban gran parte del horario diario y la uniformización era obligatoria durante todo el día19. 15 Marta Mauri Medrano, “Mens sana in corpore sano. La Educación Física del Frente de Juventudes y el disciplinamiento de los cuerpos”, en Actas del XVIII Coloquio de Historia de la Educación: Arte, literatura y educación, vol. 1, editado por Núria Padrós, Eulália Collelldemont y Joan Soler (Cataluña: Universitat de Vic/ Universitat Central de Catalunya, 2015): 381-391. 16 Así quiero ser (El niño del nuevo Estado): lecturas cívicas (Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez, 1944), 57. 17 Mauri Medrano, “Mens sana in corpore sano”, 388. 18 Antonio Alcoba, Auge y ocaso del Frente de Juventudes (Madrid: Editorial San Martín, 2002), 45. 19 Henar Herrero, “Por la educación hacia la revolución: la contribución de la educación física a la construcción del imaginario social del franquismo”. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte nº 4 (2002): 33.
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Luis del Val recuerda los campamentos como “modélicos” en cuanto a estructura y organización, pero “al fondo, claro, la obsesión premilitar, las formaciones, los desfiles, las canciones guerreras, las coronas a los caídos”20. También recuerda cómo eran vigilados y controlados los instructores en los campamentos, y si alguno era denunciado por alguna irresponsabilidad era fulminantemente despedido y sustituido por otro. En los campamentos se llegaba a formar lo que Manuel Parra21 ha denominado micro-sociedad, donde se pretendía el aislamiento de influencias externas, así como cubrir el ocio y educar en los principios y en la metodología propia del Frente de Juventudes; en tal sentido, según Parra, “no eran unas meras vacaciones”. Con esto, el Frente de Juventudes aspiraba a conseguir la perfección de los cuerpos, para que los jóvenes se convirtieran en “mitad monjes, mitad soldados”, incidiendo sobre las actividades físicas y deportivas, que suponían un arma de gobierno22. Existía una escala de control del cuerpo que, como explica Foucault, no se trataba de trabajar el cuerpo en masa —como unidad indisociable— sino de trabajarlo en sus partes, de ejercer sobre él una coerción débil, de asegurar presas al nivel mismo de la mecánica: movimientos, gestos, actitudes, rapidez23. La educación física del Frente de Juventudes pretendía una modelación de los hombres que para que fueran fuertes, robustos y vigorosos, pero no sólo en el terreno meramente físico, ya que “la fortaleza física se traduciría en el fortalecimiento del carácter y de la voluntad no para crear seres autónomos sino seres consagrados durante todas sus vidas al engrandecimiento de su patria y de su religión”24. La educación física transmitía una idea del cuerpo fuerte, vigoroso y viril, que debía servir a la Patria por encima de todo, y así se expresaba en palabras de un niño en el citado manual cívico Así quiero ser: “me gusta prepararme para la vida militar, ejercitándome en los movimientos físicos y en el espíritu disciplinado y sereno de los soldados [...] El deporte es el complemento de la milicia, pero la milicia es mucho más que el deporte”25. La educación física de corte militarista del Frente de Juventudes pretendía adoctrinar a los jóvenes en las habilidades castrenses, para ello el control del cuerpo era esencial: “no nos referimos especialmente a los soldados sino al espíritu militar, que debe informar la vida española [...] Los soldados sirven con heroísmo, tenacidad y alegría; nosotros con esfuerzo, perseverancia y satisfacción íntima”26. La educación física que puso en marcha el Frente de Juventudes pretendía “enseñar a amar el cuartel, a respetar a los superiores, a despreciar la vida en aras de los supremos ideales de la Patria y a tener confianza en uno mismo frente a la adversidad”27. Por tanto, la Educación Física en los campamentos fue considerada “una parte de la educación general, que se propone favorecer y vigorizar el desarrollo natural del cuerpo humano para conseguir su perfeccionamiento anatómico y fisiológico y hacer de él un útil instrumento del espíritu”28. Los consejos
20 Luis del Val, Prietas las filas: un niño en el frente de juventudes (Madrid: Temas de Hoy, 1999), 23. 21 Manuel Parra Celaya (docente), en discusión con la autora, 02 de octubre de 2014. 22 Mauri Medrano, “Mens sana in corpore sano”, 387. 23 Foucault, Vigilar y castigar, 125. 24 Herrero, “Por la educación hacia la revolución”, 28. 25 Así quiero ser, 55. 26 Así quiero ser, 54. 27 Así quiero ser, 118-119. 28 Moscardó, “El poder educativo del deporte”, 24.
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al respecto no faltaban: eliminación de vestimentas que impidiesen la buena realización de los ejercicios, la necesidad de que los mismos no se desarrollasen durante los períodos de digestión, la buena alimentación, el aseo personal, la no ingestión de alcohol, entre otros, eran algunas de las recomendaciones prácticas. De manera progresiva, el Frente de Juventudes fue creando su propia terminología gimnástica, que se traducía en la diversidad de manuales deportivos que editaba la organización, y que alcanzó mayor relevancia al ser aplicada a la canción. Así, ya en junio de 1943, la revista Mandos29 daba a conocer esta aplicación con la marcha Juventud Española y otras muchas canciones que debían acompañar las actividades en los turnos de campamentos. Si hay un tipo de pedagogía en el que se ha valorado extraordinariamente la canción como instrumento formativo, esta ha sido la del Frente de Juventudes. De forma más intensa, la juventud afiliada —pero también la encuadrada— recibió el impacto del cancionero, ya fuera en el marco de las asignaturas de la Delegación o a través de los campamentos de aprendices o escolares30. Las canciones debían ser “la expresión vibrante del sentir del individuo o de la comunidad”31 y, como tal, se prodigaban en todo momento y lugar: “un cancionero para la soledad y la camaradería, para el gozo y la adversidad, para lo serio y lo humorístico; para la escuela y la calle, para el reposo y el avance, para la marcha y el campamento, para la casa y el cuartel, las aulas y las trincheras”32. Así lo recuerda Arriaca: “la juventud reunida en torno a una bandera y encuadrada en filas con sus uniformes no puede cantar más que al compás de su marcha al unísono, con canciones fuertes y exponiendo las viejas ambiciones y deseos de renacimiento”. Además, explica que: “la canción es así pluralidad, es ‘nosotros’. Y nosotros éramos la juventud generosamente unida, sin distingos folklóricos, sin reparaciones sociales [...] Todos contribuíamos a que una sola y fuerte voz estremeciese los campos con el nombre de España y aquello otro que, metido en el corazón y en la cabeza, se hacía fácil estrofa. En la alegría de nuestras canciones hemos aprendido de memoria el orgullo a la Patria”33.
No sólo era cantar, se debía creer en lo que se tarareaba, en cómo se desfilaba, en cómo se vestía el uniforme y en cómo se levantaba el brazo. Bien es cierto que las canciones solían aprovecharse para marcar rítmicamente los movimientos de los jóvenes en las clases de Educación Física, así como en los juegos, en las marchas y en los deportes. Estos últimos adquirieron gran importancia en los campamentos y se importaron deportes como el baloncesto, se popularizó el esquí y se divulgaron otros de la categoría de la esgrima, el atletismo o el tiro con arco, que dejaron de ser considerados deportes de minorías. Así, la revista Mandos de abril de 194234 introducía oficialmente las reglas del baloncesto, dando paso con ello a toda esa serie de deportes que, como el balón volea, eran desconocidos en España. Al deporte se le iba concediendo mayor importancia conforme aumentaba la edad de los acampa-
29 Mandos 13 (1943): 15-17. 30 Parra Celaya, entrevista. 31 Manuel Rodríguez, Cancionero Juvenil (Madrid: Ediciones del Frente de Juventudes, 1947), 11. 32 Rodríguez, Cancionero Juvenil, 12. 33 José Arriaca, Cancionero de juventudes (Madrid: Doncel, 1967), 54. 34 Mandos 4 (1942): 34.
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dos: en los campamentos de los más pequeños se le otorgaba más importancia a la formación física general y a la iniciación predeportiva, mientras que para los muchachos de 14 a 17 años se hacía énfasis en el perfeccionamiento psicofisiológico y la orientación deportiva, y para los mayores, de 17 a 21, en el adiestramiento técnico deportivo y el endurecimiento fisiológico. Aquí los juegos35 también estaban ligados a la actividad deportiva y conocieron un gran auge en los campamentos. Mediante esta actividad se pretendía socializar a los jóvenes y controlarlos por medio de unas reglas que debían ser cumplidas. En los juegos del Frente de Juventudes, los más populares fueron: marcha de cangrejos, carretillas, repulsión en equilibrio, batalla de fronteras, la pescadilla, los cuales coparon el tiempo de ocio de los más jóvenes. Ahora bien, fundamentales dentro de las actividades campamentales fueron las marchas cuya planificación y desarrollo fueron minuciosamente trazados. De tal modo, además de caminar como mínimo dos horas —entre la ida y la vuelta, al ritmo de canciones de talante aleccionador—, debían recitarse consignas, vestir de forma “adecuada” el uniforme o tratar al compañero de marcha como a un auténtico camarada. Las marchas tuvieron gran auge en los turnos de campamentos donde se practicaban casi de manera obsesiva, pero también tenían cabida en determinadas celebraciones y conmemoraciones escolares que solían ser celebradas los domingos por la mañana. Dentro de la práctica de la marcha eran sustanciales las canciones que la acompañaban y las consignas, ya que estas fórmulas breves y contundentes de divulgación de conductas aquilataban los principios ideológicos, políticos y morales del régimen36. A ello habría que unir su incesante reiteración, convirtiéndose en pseudoeslóganes publicitarios que ocuparon un papel protagónico en la campaña propagandística falangista. De igual modo, estas consignas servían de recordatorio de las grandes fechas del Movimiento, así como de las fiestas que celebraba mensualmente el Frente de Juventudes como, por ejemplo, el Día de la raza, el Día del caudillo, el Día del dolor, o el Día del estudiante caído (imagen 1). El Frente de Juventudes, impregnado de afanes ordenancistas y reglamentadores, articuló con precisión y exhaustividad las diferentes actividades que tenían que realizar los niños y jóvenes. La organización juvenil también gestionó dentro de las actividades extraescolares lo que denominaron mañanas deportivas y su presencia estuvo asociada a la formación física y premilitar, desarrollándose a lo largo de las mañanas de los domingos o de cualquier otro día festivo37. Las actividades debían programarse de modo que fueran amenas y divertidas, aunque siempre ateniéndose a los programas, textos o indicaciones del Plan Nacional de Formación o de la Ayudantía Nacional38. También las actividades ofertadas tenían, según la organización, una labor formativa. 35 Para diferenciar entre juegos y deportes, se debe considerar que para los deportes los jóvenes debían prepararse y entrenarse de manera específica y con unas instalaciones adecuadas. Normalmente el acampado solía practicar dos en los turnos de campamentos, que luego solía escoger también en la escuela, para poder participar en esa categoría en los campeonatos deportivos nacionales. Los juegos, sin embargo, podían ser practicados por todos los muchachos, sin distinción, y eran considerados un medio de divertimento en los campamentos, aunque éstos también tenían una carga doctrinal e ideológica importante. La Educación Física, por otro lado, se refería a un conjunto de disciplinas escolares y extraescolares, que tenían como objetivo moldear los cuerpos mediante la práctica de determinadas actividades. Por último, las competiciones, eran las pruebas en las que los jóvenes luchaban por conseguir el triunfo. 36 Herrero, “Por la educación hacia la revolución”, 28. 37 Herrero, “Por la educación hacia la revolución”, 24. 38 Herrero, “Por la educación hacia la revolución”, 24.
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Imagen 1. Las juventudes cantarán el día de la Victoria, Zaragoza, marzo de 1945
Fuente: “Jóvenes del Frente de Juventudes marchando uniformados ante Franco el Día de la Canción por el Paseo Independencia de Zaragoza”, Combate. Órgano de las Falanges Juveniles de Franco, marzo, 1945.
Por lo que la ley fundacional del Frente de Juventudes, en su artículo octavo, este tipo de actividades al “aire libre” (como las marchas o los campamentos), se encontraban dentro del grupo de las extraescolares. Así, según el delegado nacional del Frente de Juventudes, Antonio Elola-Olaso39, el objetivo fundamental de las actividades campamentales y extraescolares era la formación de un “modo de ser” y no de un “modo de pensar”. En ellas, el proceso formativo no se descuidaba, los actos religiosos prodigaban, los cánticos animaban muchos momentos, la educación física y deportiva tenían su horario fijado y las marchas y acampadas eran utilizadas para trasmitir el “modo de ser” falangista40. Este “modo de ser” se sustentaba en el trípode cuerpo-mente-moral, que era a su vez la base para el adoctrinamiento físico y emocional en el espacio escolar, así como en el extraescolar. La moral aparecía como un tercer elemento, rompiendo la dialéctica mente-cuerpo, es decir, el trabajo sobre lo físico y lo intelectual en la escuela y en las actividades extraescolares no era suficiente; por lo que era necesario además un control absoluto sobre las conductas y el carácter, y sobre los comportamientos de los jóvenes, que debían ser adecuados al modo de ser falangista y con su manera concreta de ver el mundo. Una moral falangista que a su vez conllevaba una retórica corporal del honor y del sufrimiento. Por tanto, si era necesario sufrir y padecer para tener un cuerpo fuerte y vigoroso, que pudiera sustentar el Movimiento en el futuro, el joven debía padecer y sufrir (imagen 2).
39 José Antonio Elola-Olaso, “Veinte años”. Mandos 226 (1960): 3. 40 Juan Carlos Manrique, “Actividad física y juventud en el franquismo (1937-1961)”. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte 14, n. ° 55 (2014): 474.
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Imagen 2. Acto de demostración física y premilitar del Frente de Juventudes celebrado en el Estadio de Montjuïc
Fuente: Pérez de Rozas, “Jóvenes del Frente de Juventudes desfilando”, Montjuic, Barcelona, el 16 de abril de 1943, en Archivo Fotográfico de Barcelona (AFB), Barcelona-España, Fondo Frente de Juventudes, Sección Femenina.
3. La gimnasia educativa: control y ritualización Durante los campamentos se realizaba lo que el Frente de Juventudes denominó gimnasia educativa: un control de los cuerpos y de los gestos que tenían como fin —como expresaría Foucault— convertir los cuerpos de los jóvenes en dóciles y ejercitados41. Para ello se puso en marcha toda una serie de técnicas de control y sujeción de los cuerpos que iban desde los movimientos más sencillos a los gestos más específicos, como lo son movimientos de cabeza, posiciones de brazos o giros completos. Así se afirmaba, por ejemplo, en el Programa para Mandos de Campamentos que debían “hacer del cuerpo un útil instrumento de espíritu. La Educación Física sirve de base firme a la educación moral y a la intelectual, ya que un individuo sano, fuerte y equilibrado es el mejor medio para conseguir un sujeto también moral e intelectualmente bueno”42. Las finalidades de la gimnasia educativa eran, como se explica en este manual, tres fundamentalmente: la primera, sería la “finalidad mecánica” que buscaba “mejorar al hombre como máquina, es decir, como elemento que transforma la energía en trabajo”. Aquí se convertían los cuerpos en productivos y trabajadores, capaces de cumplir su misión en la sociedad, además pretendía la creación de un “cuerpo-máquina” a través de la puesta en marcha de tareas repetitivas que permitían la maximización de la utilidad de sus fuerzas. Así lo afirma el propio Programa para Mandos de Campamentos refiriéndose a los cuerpos de los jóvenes acampados: 41 Foucault, Vigilar y castigar, 127. 42 Programa de Educación Física para Mandos de Campamentos (Madrid: Ediciones del Frente de Juventudes, 1943), 10.
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“[…] pero toda máquina podemos, esquemáticamente, reducirla a una serie de palancas aisladas o formando un conjunto armónico, y en cada una de ellas podemos distinguir fuerzas llamadas potencias, resistencias y también los denominados puntos de apoyo. Y como en el organismo las fuerzas vienen representadas por los músculos, las palancas son los huesos y los puntos de apoyo son las articulaciones; a estos elementos dirigimos nuestra primera atención, ya que, mejorados, darán conjuntamente una mayor facilidad en su trabajo, potencia y rendimiento mecánico”43.
La segunda finalidad sería la fisiológica, para la cual era necesario “que también se eduquen aquellos órganos, aparatos y funciones de orden fisiológico que coadyuven a ello”44. Mientras que la última finalidad sería la estética, ya que no “sería completo un método sino favoreciese el perfeccionamiento estético del individuo y de la raza, tanto en su aspecto formal, de proporciones segmentarias según cada edad y cada sexo, así como también en lo que se puede denominar estética funcional, de gestos y actitudes que también serán bellos si están de acuerdo con la edad y el sexo del educando”45. Asimismo, los tipos de ejercicio en la gimnasia educativa eran: de orden —donde se trabajaban las formaciones, alineaciones, numeraciones—, preparatorios, fundamentales y finales, cada uno con sus gestos y control del cuerpo específico. Existía un constante establecimiento de la correlación del cuerpo y del gesto, que se apreciaba perfectamente en cada tipo de ejercicio, en tanto un cuerpo disciplinado era el apoyo de un gesto eficaz (imagen 3)46. Así uno de los introductores de la gimnasia educativa, con base en la gimnasia sueca de Ling, fue el Comandante Fernández-Trapiella quien escribió la mayoría de manuales y tablas dedicados a esta disciplina utilizados por el Frente de Juventudes tanto en las escuelas como fuera de ellas. Así lo explicaba el Comandante en una de las introducciones de sus manuales: “[…] en los ya casi largos años que llevo practicando y enseñando la educación física, he podido comprobar que la parte más engorrosa y quizás también la más interesante, es la relativa a esquemas y tablas, es decir, la preparación de todas y cada una de las sesiones de gimnasia educativa, a fin de que guarden la necesaria intensidad de trabajo dentro de cada una de ellas y la armónica progresión, con arreglo a los alumnos, el conjunto de todas ellas”47.
Para Fernández-Trapiella, en este sentido, “al intervenir en un ejercicio o trabajo determinado, una serie de factores o elementos fisiológicos y psicológicos, como son: músculos, circulación, inervación, respiración, coordinación, atención, memoria, etc., no es posible hablar de mayor o menor intensidad absoluta de trabajo al comparar dos ejercicios, sino de una manera aproximada”48. El control del cuerpo era total, apoderándose también de los momentos en que los niños debían respirar o descansar, y los movimientos debían ser completamente rigurosos en su ejecución, sin salirse claro está de la coordinación grupal. Por tanto, había una corrección continua del cuerpo, de su postura, de los rituales que ejecuta y regulaciones disciplinarias sobre los actos corporales infantiles. 43 Programa de Educación Física, 11. 44 Programa de Educación Física, 12. 45 Programa de Educación Física, 10. 46 Mauri Medrano, “Mens sana in corpore sano”, 390. 47 Francisco Javier Fernández-Trapiella, Lecciones de gimnasia educativa. Lecciones y tablas según la edad y sexo (Toledo: Talleres Gráficos de R.G. Menos, 1941), 7. 48 Fernández-Trapiella, Lecciones de gimnasia educativa, 9.
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Imagen 3. Jóvenes practicando gimnasia en la Universidad Laboral de Tarragona
Fuente: “Jóvenes practicando gimnasia educativa en las instalaciones deportivas de la Universidad Laboral de Tarragona”, años 50, en AFC, Frente de Juventudes, Femenina.
La gimnasia de Ling, según Jens Ljunggren49, tuvo tanta popularidad durante el siglo XIX porque fue un medio para adaptar a los ciudadanos suecos a las nuevas condiciones políticas y además se realizaba a través de rituales poderosos. Pero ahora era empleada en la gimnasia educativa del Frente de Juventudes en España por medio de un ritual rígido, donde el tiempo y el espacio estaban controlados en todo momento. Pero además con símbolos comunes que hacían que los participantes se concentrasen en valores morales habituales, al tiempo que movimientos, miradas y expresión vocal con canciones podían ser realizados simultáneamente por el grupo trasmitiendo a los jóvenes partícipes de ese ritual la idea de colectividad, de grupo, creando un espíritu de equipo. Esto resulta fundamental porque en la subjetivación y el adoctrinamiento en el franquismo tuvo gran importancia la utilización del cuerpo infantil y juvenil, que fue exhibido como símbolo de poder político por el régimen. Se debe tener en cuenta, tal y como expresa Inés Dussel, que el “cuerpo no fue siempre pensado y vivido de la misma manera; fue objeto de lenguajes, tecnologías y saberes diferentes”50. Para poder comprender las problematizaciones que hacen posible la emergencia de las prácticas y representaciones corporales de un período determinado es indispensable mirar también la educación escolar y, de manera particular, la escolarización del cuerpo. En resumen, con la educación moderna de finales del XIX y principios del XX el cuerpo infantil se torna educado, disciplinado, correcto, saludable y fuerte. El cuerpo se coloca en el centro de 49 Jens Ljunggren, “¿Por qué la gimnasia de Ling? El desarrollo de la gimnasia sueca durante el siglo XIX”, en La invencion del “homo gymnasticus”. Fragmentos históricos sobre la educación de los cuerpos en movimiento en Occidente, coordinado por Pablo Scharagrodsky (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2011), 37-53. 50 Ljunggren, “¿Por qué la gimnasia de Ling?”, 38.
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estrategias pedagógicas determinadas, con el objetivo de formar un tipo concreto de ciudadano: sujetos nacionales, útiles y obedientes51. Detrás de esta fisiología política del ejercicio, emergían aspectos pedagógicos referidos a la forma de conceptualizar la escuela, la disciplina y el tipo de sociedad deseada. Este tipo de disciplina militar jerárquica, violenta y brusca tendía a la obediencia ciega y la heteronomía52 y el estilo que dominaba en los campamentos estaba sometido por la impronta militar, se establecían unos horarios rígidos bajo una disciplina “cuartelaria”. Así se señalaba en el manual político de Doctrina del Movimiento: “‘La vida es milicia’ decía el apóstol San Pablo, y ‘Mens sana in corpore sanok’, los romanos; y José Antonio, recreador de los valores hispánicos, con un estilo nuevo, como necesita España, no comprende la vida ni el resurgir de nuestra amada Patria si no está basado en una fuerte disciplina impregnada del espíritu de servicio y sacrificio de acuerdo con el sentido ascético y militar de la vida misma”53. Las prácticas corporales militarizantes y rituales políticos de masculinización serán entonces el fundamento de la gimnasia educativa, que extenderá Fernandez-Trapiella a través de sus manuales y tablas deportivas. La gimnasia educativa trabajó los cuerpos de los jóvenes como si de una máquina se tratara, con sus palancas y resistencias, con el objetivo de conseguir una maximización de sus fuerzas, para alcanzar el mayor rendimiento y productividad corporal.
4. Los juegos escolares nacionales y las competiciones deportivas La historia del deporte escolar durante el franquismo estuvo ligada a los JEN, ya que el deporte del Frente de Juventudes se planteó en todo momento como competición, como forma de medir la fuerza y el vigor que los jóvenes habían aprendido en la escuela y fuera de ella, en los campamentos de la organización juvenil. El deporte escolar y sus competiciones comenzaron en España en el año 1949, en el que se celebraron los primeros JEN —solamente en sus fases provinciales—, organizándose al año siguiente la fase nacional en Madrid por primera vez. El Frente de Juventudes era igualmente el órgano rector del deporte escolar, por lo que las primeras competiciones fueron únicamente masculinas54, pero habría que esperar hasta 1969 para que se realicen unos juegos femeninos. Esto se debió, según Juan Carlos Manrique, a que en los programas escolares de Educación Física femenina que se planteaban dentro del curriculum escolar, los deportes eran de contenido secundario respecto a otras actividades que debían realizar las niñas para su condición, como eran los bailes y los coros o los juegos dirigidos55. Entre tanto, para unos de los grandes teóricos de la Educación Física durante el franquismo, José María Cagigal56, los JEN convirtieron a los jóvenes en participantes y no en meros observadores, además de cubrir vacíos de ocio que no podían rellenar con otras actividades. Se controlaba, de esta forma, el ocio de los jóvenes para que no pudieran dedicar su tiempo libre a otras acti51 Randal Collins, Interaction Ritual Chains (Princeton: Princeton University Press, 2004). 52 Scharagrodsky, Gobernar es ejercitar, 14. 53 Contestaciones al cuestionario oficial de Doctrina del Movimiento (Madrid: Editorial el Magisterio español, 1941), 261. 54 Manrique, “Actividad física”, 436. 55 Según la “Ley de 26 de febrero de 1953 sobre Ordenación de la Enseñanza Media”, Boletín Oficial del Estado, 27 de febrero, 1953, 1119-1130. 56 José María Cagigal, Hombres y deporte (Madrid: Taurus, 1957).
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vidades que fueran “mal vistas” por la cúpula falangista. Los JEN fueron durante muchos años la competición de prestigio en el deporte escolar, las escuelas solían invertir mucho esfuerzo y dinero en planificar los juegos de cada año, para que sus colegios pudieran estar representados en las finales nacionales. Las escuelas religiosas vieron en los JEN un medio propagandístico muy poderoso para dar publicidad a sus congregaciones, excluyendo a los colegios públicos que no disponían de los medios materiales ni económicos de los que disfrutaban los colegios religiosos57. Para Manrique, “la participación de los escolares estuvo marcada por una selección de los más aptos, dejando en el camino a jóvenes que abandonaron la actividad física por la creencia de su incapacidad aprendida”58. El interés por buscar la promoción tanto del oficial como del maestro instructor, del entrenador, como de la dirección del centro privado, y en menor medida del público, provocó que los objetivos a conseguir con el deporte en los escolares pasaran a un segundo plano, buscando más el interés propio59. Desde este punto de vista, se puede apreciar cómo el Frente de Juventudes controlaba el cuerpo juvenil y cómo le daba forma según intereses: si este se comportaba conforme la organización esperaba, era cubierto de honores y premios por su vigor y su fuerza. Las normas a seguir en estos JEN eran las siguientes, como así se indicaba en el saludo de los III Juegos Nacionales Escolares de 1951 que se realizaron en la Ciudad Universitaria de Madrid del 8 al 11 de abril: “Buen yunque es el deporte, cuando el que lo practica se atiene a las normas de ética que lo rigen. Quien: -juega por amor al juego, sin intereses bastardos o materialistas -juega para su equipo y no para sí mismo -sabe ganar con modestia -perder con elegancia y gallardía -acatar las decisiones sin rechazarlas ni aun discutirlas -ser generoso con los demás. Estando siempre dispuesto a enseñarles y ayudarles -y cuando es espectador, estima el buen juego de ambos equipos sin intervenir en las diferencias entre árbitros y jugadores”60.
La estructura de los JEN era centralizada y jerarquizada: el primer año los Juegos se disputaron en sus fases provinciales, sin concentración para la final que se realizó en 1950 en Madrid, del 8 al 10 de abril, en las pistas de la Ciudad Universitaria. En esta edición participaron 9.833 escolares de 257 centros (imagen 4). Estos Juegos Escolares Nacionales eran la plasmación de una política nacional deportiva, centralizada y controlada desde las estructuras del Régimen, por lo que durante muchos años fueron el eje principal de su política deportiva para los jóvenes. La actividad deportiva entre los escolares —mediante la organización de los JEN y las actividades al aire libre—, sobre todo en los turnos de campamentos y albergues, fue un inicial reclamo entre los más jóvenes; la atracción que ejerció este tipo de actividades se orientó hacia una mayor afiliación a los órganos políticos directivos. Se 57 “III Juegos Escolares Nacionales”, en AGA, Archivos Públicos, Poder Ejecutivo, Movimiento Nacional, Órganos Centrales, Delegación Nacional de la Juventud, Relaticos a formación y actividades políticas, caja 3.53/5039. 58 Manrique, “Actividad física”, 438. 59 Manrique, “Actividad física”, 438. 60 “III Juegos Escolares Nacionales”.
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Imagen 4. Jóvenes deportistas desfilando por la Ciudad Universitaria de Madrid
Fuente: “Jóvenes deportistas de atletismo desfilando en el inicio de los primeros JEN”, Informe sobre la actividad deportiva del Frente de Juventudes (Madrid: Departamento de Formación Política, 1950).
utilizó la educación física y el deporte para poder controlar a los jóvenes, adoctrinar sus cuerpos y encaminar sus vidas como ciudadanos nacionales, útiles y productivos. Además, los JEN funcionaron como un medio propagandístico eficaz donde los cuerpos juveniles fueron exhibidos como símbolo del poder político del momento.
Conclusiones Este artículo mostró como el Frente de Juventudes realizó un adiestramiento del cuerpo a través de unas prácticas concretas: se dio un proceso de instrumentalización del cuerpo infantil y juvenil con el objetivo de formar futuros soldados y trabajadores productivos, capaces de dar permanencia y estabilidad al Estado. En la escuela de posguerra se instauró un orden que lejos de ignorar el cuerpo del niño lo racionalizó y unificó sus destrezas físicas al pretender que este fuera más funcional y productivo. Es así como la estrategia de civilizar y adoctrinar al pueblo a través de la Educación Física se fue modificando en conjunto con otra: la reconstrucción de los sujetos a partir de una pedagogía moderna que se planteó como objetivo: hacer del cuerpo una fuerza económica, social, cultural y política61. El poder disciplinario, entonces, se caracterizó por una penetración en los cuerpos y una disciplinarización de los comportamientos. No se trataba del cumplimiento, en principio, de determinada legislación, sino del atendimiento a una normatividad infrajurídica cuyo sostén se encontraba en esta microfísica del poder62. Uno de los efectos primordiales que buscó la educación física y la actividad deportiva en los campamentos y actividades extraescolares fue el fortalecimiento del cuerpo de los jóvenes, para la búsqueda de un carácter e ideología nacional. La demostración y consolidación de las actividades físicas fueron asociadas a un lenguaje simbólico relacionado con la defensa permanente de la socie61 Alejo Levoratti, “Reseña del libro: Vigarello, George: Corregir el cuerpo. Historia de un poder pedagógico”. Educación Física y Ciencia n. ° 12 (2010): 115-119. 62 Levoratti, “Reseña del libro: Vigarello, George”, 116.
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dad y de la patria. El entrenamiento y disciplina militar fueron mucho más que una preparación de ejercicios destinados a la formación de futuros soldados, pues la educación física de las juventudes sirvió para mostrar al conjunto de la población las virtudes del orden, de control y de las precisiones a las que se pueden someter las prácticas corporales. Pero sobre todo era una conformación en la que las nuevas generaciones expresaban públicamente su fuerza y confirmaban al mismo tiempo su lealtad al Estado. Por lo tanto, la intención de estos programas de intervención sobre los cuerpos infantiles era la de asegurar un futuro político para la nación. La imagen que se construyó desde la educación física buscó imponer la idea del cuerpo robusto como fuente de progreso, cuyos beneficios instauraban una abnegada lógica para la defensa de la patria. El joven se convirtió en objeto de rigurosa selección —como en el caso de las Hitler Jugend63 o las Juventudes Fascistas Italianas— ejercida por los instructores y maestros de Educación Física mediante múltiples actividades de marcadísimo carácter competitivo. Como ha explicado Vigarello, “las pedagogías son portadoras de preceptos que dan al cuerpo una forma y cuadriculan para someterlo a normas con mayor seguridad aún de lo que lo haría el pensamiento”64. El cuerpo se ha adaptado a los usos, a las costumbres, a los vaivenes de la historia; el cuerpo es el huésped silencioso de los signos de la cultura por lo que posee un alfabeto que es posible conocer y descodificar65, el cuerpo comunica y se convierte en un signo, en un símbolo, que puede ser leído por lo demás pero también por uno mismo. Por tanto, el Frente de Juventudes y la educación física que practicaron los niños y jóvenes en campamentos y actividades extraescolares pueden ser analizados desde la teoría foucaultiana de cuerpo-poder, y así lograr comprender de otra manera los entresijos y tecnologías que el Frente de Juventudes supo poner en marcha para formar un grupo homogéneo de cuerpos ejercitados, con el objetivo de perpetuar y legitimar el sistema político franquista y evitar la descomposición social. El Frente de Juventudes puso en marcha un modo de adoctrinamiento donde el cuerpo tenía un papel protagónico, y se ocupó de nombrar, analizar, tipificar, jerarquizar y normar las prácticas vinculadas con él a través de la educación física escolar y extraescolar.
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❧ Marta Mauri Medrano Investigadora de la Universidad de Zaragoza (España). Licenciada en Historia y magíster en Historia Contemporánea por esta última universidad; magíster en Memoria y Crítica de la Educación por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Miembro del grupo de investigación en Etnografía de la Educación (EtnoEdu) y de la Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE). Entre sus publicaciones se destacan los artículos: “Mens sana in corpore sano. La Educación Física del Frente de Juventudes y el disciplinamiento de los cuerpos”, en Actas del XVIII Coloquio de Historia de la Educación: Arte, literatura y educación, vol. 1, editado por Núria Padrós, Eulália Collelldemont y Joan Soler (Cataluña: Universitat de Vic/Universitat Central de Catalunya, 2015), 381-391, y “Juventud y escuela: la construcción del imaginario social de la juventud durante el franquismo”. Revista de Historia de la Educación [en prensa]. mmauri@unizar.es
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El automovilismo deportivo en México. Sus primeros clubes y competencias (siglo XX)❧ María José Garrido Asperó Instituto Mora, México
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Artículo recibido: 22 de septiembre de 2015/ Aprobado: 26 de febrero de 2016/ Modificado: 10 de mayo de 2016
Resumen: Este artículo analiza una de las manifestaciones más representativas del deporte moderno: el automovilismo. Se busca contribuir al estudio de los clubes, considerados por algunos académicos como uno de los aspectos fundamentales en el proceso de consolidación del deporte moderno. En la investigación se plantean las transformaciones que la recepción del automóvil produjo en la sociedad mexicana, proponiendo como hipótesis central que la élite porfirista creó los primeros clubes automovilistas siguiendo un conjunto de intereses económicos y demostrando que las competencias fueron un detonante para desarrollar algunas industrias dentro del mismo territorio. Por último, se concluye que al estudio del deporte moderno y sus clubes debe incorporarse el análisis del deporte con un sentido de empresa. Palabras clave: deporte, competencia deportiva, club, automóvil, México (Thesaurus).
Sports Car Racing in Mexico. The First Clubs and Competitions (20th Century) Abstract: The article analyzes one of the most representative manifestations of modern sports: sports car racing. It seeks to contribute to the study of the clubs, considered by some academics to be one of the fundamental aspects in the process of consolidation of the modern sport. The study presents the transformations that the reception of the automobile produced in Mexican society, proposing as its central hypothesis that the elite during the regime of Porfirio Diaz created the first automobile clubs in line with a set of economic interests and demonstrating that the competitions were a detonator for developing certain industries within the same territory. Finally, it concludes that the study of the modern sport and its clubs should incorporate a sense of enterprise into the analysis of the sport. Keywords: sport, sports competition, club, automobile, Mexico (Thesaurus).
O automobilismo esportivo no México. Seus primeiros clubes e competições (século XX) Resumo: Este artigo analisa uma das manifestações mais representativas do esporte moderno: o automobilismo. Procura-se contribuir para o estudo dos clubes, considerados por alguns acadêmicos como um dos aspectos fundamentais no processo de consolidação do esporte moderno. Na pesquisa, apresentam-se as transformações que a recepção do automóvel produziu na sociedade mexicana, propondo como hipótese central que a elite porfirista criou os primeiros clubes automobilistas seguindo um conjunto de interesses econômicos e demonstrando que as competições foram um detonante para desenvolver algumas indústrias dentro do mesmo território. Por último, conclui-se que, ao estudo do esporte moderno e seus clubes, deve ser incorporada a análise do esporte com um sentido de empresa. Palavras-chave: esporte, competição esportiva, clube, México (Thesaurus); automóvel (autor de palavras-chave). ❧ Este artículo forma parte del proyecto de investigación titulado “Historia de la educación física y los deportes
en México”, que actualmente realiza la autora en el Instituto Mora (México). Fue financiado por el Gobierno Federal de México en 2015.
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El automovilismo deportivo en México. Sus primeros clubes y competencias (siglo XX) María José Garrido Asperó
Introducción Los estudios que han abordado el tema del deporte moderno han demostrado que tuvo su origen en la Inglaterra decimonónica y que se desarrolló plenamente a finales de esa centuria. Algunos autores han señalado que los procesos históricos que permitieron su surgimiento se relacionan con el proceso de civilización no planificado, cuyo sentido era la formación del Estado moderno, la industrialización de las sociedades, la posibilidad de contar con mayores tiempos de ocio —ocupado por las élites en esas actividades de competencia y espectáculo— y el proceso por medio del cual se fueron limitando las conductas violentas de la sociedad. Todo ello desembocó en la reglamentación negociada, escrita y difundida de las normas con que debían practicarse esos ejercicios en torno a los nuevos espacios de sociabilidad: los clubes donde las élites establecieron redes o lazos de afinidad, basados en intereses comunes profesionales, ideológicos o generacionales. Se ha mostrado, por otro lado, que esos clubes fueron fundamentales para su institucionalización y reproducción, y que además fueron — como las sociedades decimonónicas en las que surgieron— elitistas y discriminatorios1. Este artículo se propone, como contribución a estas discusiones y debates, mostrar que uno de los intereses compartidos por las élites fue el económico y que este dio lugar a la formación de los clubes deportivos. Se invita a considerar este factor como uno de los que impulsó de manera significativa el desarrollo de las actividades deportivas y la integración de sus clubes. Al mismo tiempo, el artículo argumenta que, en el caso del automovilismo en México, la promesa de beneficio económico estimuló la actividad, pues los interesados en el automóvil y sus carreras —además de divertirse y competir— invirtieron tiempo, energía y recursos económicos en el automovilismo al advertir de inmediato las ventajas financieras que el automovilismo representaba. Las carreras de coches requerían el establecimiento de una serie de industrias y comercios que, además de facilitar el entretenimiento deportivo, impulsaran la creación de industrias y comercios en México, como la automotriz, la turística, la construcción de vías de comunicación, los talleres mecánicos y las gasolineras. Para demostrar lo anterior, este artículo se ocupa de analizar y relatar cómo fue que este medio de transporte llegó al país, cómo comenzó a regularse su uso y cómo se incorporó a la vida cotidiana. Después presenta una breve reseña de la historia de los primeros clubes y asociaciones automovilísticas y expone cómo a partir de esas organizaciones y con la coincidencia de los intereses económicos de sus integrantes se realizaron las primeras competencias de ese caro, peligroso y glamuroso sport2. Esto explica por qué durante los últimos años del siglo XIX y la primera década del XX, las diversas publicaciones periódicas que circularon en México comenzaron a incluir notas relativas al automóvil. Con tono de sorpresa, admiración, alarma y hasta temor, los articulistas dieron a
1 Allen Guttmann, From Ritual to Record. The Nature of Modern Sports (Nueva York: Columbia University Press, 2004); Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de la civilización (México: FCE, 1992); Xavier Pujadas y Carles Santacana, “El club deportivo como marco de sociabilidad en España. Una visión histórica. (1850-1975)”. Hispania LXIII, n.° 214 (2003): 505-521, y Joseph Arbena, “Surgimiento y desarrollo del deporte moderno en América Latina: la influencia norteamericana”. Efdeporte 5, n.° 24 (2000): 1-4. 2
Sobre los intereses económicos como promotores de las actividades deportivas y su peso en la integración de las primeras asociaciones como empresas en México, desde las postrimerías de la época colonial y hasta el año de 1876, véanse, de la autora de este artículo: Peloteros, aficionados y chambones. Historia del juego de pelota de San Camilo y de la educación física en la ciudad de México, 1758-1823 (México: Instituto Mora, 2014), y Para sanar, fortalecer y embellecer los cuerpos. Historia de la gimnasia en la ciudad de México, 1824-1876 (México: Instituto Mora [en prensa]).
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conocer a los mexicanos el nuevo invento que —sustituyendo la tracción animal por una de vapor, eléctrica o de hidrocarburo— podía transportar personas y mercancías a mayor velocidad y con más comodidad. La prensa dio cuenta de los progresos técnicos que los constructores de la incipiente industria automotriz desarrollaron en Europa y en los Estados Unidos. En ella se habló de las mejoras implementadas en los motores, neumáticos, baterías, carrocerías, y un sinfín de consideraciones técnicas —como las diseñadas para evitar las explosiones, aumentar la velocidad, disminuir las vibraciones y el ruido que hacían esos pioneros vehículos—. Pero además se compararon las ventajas experimentadas entre los que eran movidos por vapor, por electricidad y los que usaban gasolina, hasta señalar cómo y por qué estos últimos iban ganando la batalla. Una de las principales razones que explicaban su triunfo respondía a que su producción resultaba más económica y a que los mismos propietarios y fabricantes promovieron la construcción de centros de reabastecimiento de hidrocarburos, es decir, gasolineras. Los articulistas dieron cuenta de las compañías constructoras e incluyeron estadísticas económicas; reseñaron los beneficios que, con el fin de estimular esa industria, impulsaron algunos gobiernos que valoraron los primeros coches como un medio que facilitaría las comunicaciones e incorporaría a la vida política y comercial comunidades que hasta entonces habían permanecido aisladas al no contar con servicios ferroviarios; explicaron la manera en que esas autoridades empezaron a utilizarlos para ofrecer mejores servicios a sus gobernados —como los primeros carros de bomberos— y hasta mostraron cómo los comenzaron a utilizar los ejércitos. También dieron cuenta de cómo el uso del automóvil se fue introduciendo en la vida cotidiana de las sociedades como medio de transporte de mercancías, de transporte público a través del ómnibus —especie de camión que transportaba personas dentro de las ciudades— y como servicio público particular en lo que serían los taxis. Una nota curiosa reseñó, por ejemplo, cómo una compañía instruyó a sus choferes durante un curso de manejo: tomaron lecciones para aprender a conducir e hicieron recorridos que incluían la conducción en curvas, subidas, vueltas y bajadas con personas simuladas, y atravesando las calles. En otra, se comentó el curioso caso de una mujer que comenzó a trabajar como chofer taxista en París. Corrió mucha tinta para describir cómo las grandes personalidades europeas y estadounidenses —entre las que se incluían reyes, reinas, aristócratas, presidentes, primeros ministros y potentados— hacían sus viajes en automóvil por ciudades y carreteras. Hubo artículos dedicados a la moda en el vestir que impusieron esos personajes y sus vehículos; mientras que en otros se discutió, desde los presupuestos de la higiene, sobre los posibles beneficios que aportaba a la salud aportaba el viajar en automóvil. De igual modo, aunque de manera alarmante, algunos informaron a sus lectores de los constantes accidentes provocados por los coches, entre los que se contaban las muertes sufridas por conductores, tripulantes y, en especial, las de los transeúntes, que desacostumbrados a convivir con “esas máquinas” se veían constantemente lastimados, así como las medidas tomadas por las autoridades para reglamentar el uso vehicular y procurar la seguridad de todos. Incluso se mencionó que eran tantos y tan graves los accidentes que algunos peatones habían amenazado con repeler a tiros las agresiones de las que eran objeto por parte de los automovilistas. Otros articulistas denunciaron esos excesos con un tono de resentimiento, pues sólo los ricos podían poseerlos. Se escribió también sobre las nuevas políticas adoptadas para regular su uso, como los reglamentos de tránsito, el registro vehicular (a partir de un número de placa asignada a cada coche), las velocidades máximas autorizadas en algunas ciudades y las sanciones impuestas a los conductores.
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En muchos textos se afirmó que existía la necesidad de construir más y mejores vías de comunicación: carreteras y calles, avenidas y calzadas en las ciudades, así como contar con centros de reabastecimiento de gasolina o energía eléctrica. En algunos de ellos se indicaron, con tintes de orgullo, los logros alcanzados en esas materias en diversos países y otros confesaron preocupación respecto a los daños que podían provocar los coches al ambiente por el humo expelido y las polvaredas que levantaban en su camino. Otro aspecto interesante que rescató la prensa mexicana de lo sucedido en Europa y Estados Unidos, fue la publicación de las primeras revistas y manuales especializados en la industria automotriz, además de artículos en los que se hizo un recuento de la historia del automóvil. Esas noticias comenzaron a informar de las estrategias seguidas por algunos constructores de vehículos que, con el fin de aumentar sus ventas, trataron de disminuir el costo de producción, realizaron concursos en los que premiaban a los inventores que perfeccionaron al automóvil y exposiciones para mostrar al público los progresos de las nuevas marcas y modelos. Ahora bien, toda la información ofrecida en la prensa sobre los primeros tiempos del automóvil muestra que la conducción de esos vehículos fue considerada ante todo como una actividad deportiva, por lo que se informó de manera continua y hasta detallada sobre la formación de los clubes de automovilismo que, tanto en Europa como en Estados Unidos, reunían a los interesados. Clubes que participaron de manera activa con los constructores en la organización y realización de esos eventos de propaganda —como las carreras y exposiciones—, y que eran muy atractivas para quienes estaban directamente involucrados como para el público en general. Muchas de esas competencias fueron internacionales, de grandes distancias y de velocidad. En ellas se reconoció y premió tanto al automóvil ganador como al fabricante, con lo que se probaba la superioridad de los constructores y las habilidades de mecánicos y chauffers o pilotos. En casi todas esas notas se registró el récord y se empezó a elogiar al ganador como el “rey del automovilismo”. El automóvil dio así origen a varios oficios y profesiones como ingenieros, mecánicos, choferes y pilotos. También daría un indispensable impulso a la industria del turismo —muchas personas comenzaron a hacer excursiones a sitios lejanos— y sería fundamental para desarrollar otras como la del caucho, la química y la petrolera, así como para proveer insumos básicos como llantas, aceites y gasolina. Fue tal el revuelo causado por el automóvil que, hacia finales del siglo XIX, los constructores afirmaban que era tal la demanda que no se alcanzaban a satisfacer los pedidos. La llamada fiebre del automóvil en la prensa fue presentada como símbolo de modernidad, progreso y poder de las naciones, así como señal de la capacidad económica de los individuos que los poseían. Conscientes de lo que tenían en las manos, los primeros constructores, dueños de automóviles y choferes, afirmaron, y con toda la razón, que este representaba “el inicio de un movimiento universal” que era “revolucionador de la moda y las costumbres”3.
3 Sobre este tema pueden consultarse: El Diario del Hogar, 19 de septiembre, 1907; El Faro, 1 de marzo, 1908; El Mundo Ilustrado, 14 de febrero, 1897, 6 de febrero, 1898, 26 de junio, 1904, 16 de octubre, 1904 y 14 de junio, 1908; El Economista Mexicano, 10 de abril 1897; El Nacional, 8 de noviembre, 1897, 4 de julio, 1898 y 10 de agosto, 1899; El Imparcial, 20 de febrero, 1899 y 18 de agosto, 1899; El Correo Español, 4 de mayo, 17 de junio, 12 de julio, 30 de julio, 1899; 1 de agosto, 17 de octubre, 1899; 31de octubre, 27 de noviembre, 1900 y 20 de noviembre, 1900; 14 y 16 de abril, 10 de mayo, 22 de julio, 5 de agosto y 23 de diciembre, 1901; 2 de agosto y 12 de diciembre, 1902; 9 de junio, 1903; 30 de enero, 1904 y 9 de octubre 1905; El Abogado Cristiano, 4 de junio, 1903; El Tiempo, 24 de mayo y 20 de octubre, 1899; 2 de octubre, 1901; La Patria, 25 de julio, 1899 y 4 de julio 1901; El País, México, 8 de enero, 1908.
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1. El automóvil en México A finales del siglo XIX arribó el automóvil a México cuando las familias Limantour y De Teresa importaron en 1896 los primeros autos. En muy pocos años fue apreciado y promovido por autoridades y miembros de la élite como uno más de los símbolos evidentes de la modernidad y el progreso económico alcanzado durante el régimen porfirista4. El auto fue, junto con el alumbrado, el teléfono, el telégrafo, el ferrocarril, los tranvías eléctricos y el cine, uno de los inventos que —al amparo de la revolución industrial y del capitalismo— sorprendieron y maravillaron a quienes los poseían y disfrutaban, y a aquellos que los observaban. En materia de comunicaciones, el automóvil fue, sin duda alguna, como señala Elisa Speckman, el elemento que al iniciar el siglo XX produjo una verdadera revolución en el transporte5. La prensa mexicana, además de dar cuenta de los adelantos e incidencias del automovilismo internacional, publicó artículos en los que informó al público el desarrollo del automóvil en el país. Se escribió sobre el terror provocado por los accidentes, los primeros reglamentos para regular el tránsito en las ciudades y estadísticas económicas sobre la importación de vehículos; se informó y discutió la construcción de carreteras y mejora general de las vías de comunicación, así como sobre el desarrollo de los primeros servicios de transporte público, omnibuses y servicios de alquiler. También publicaron otros tan diversos como los relativos a la moda en el vestir y curiosas notas históricas en las que se afirmaba, por ejemplo, que en 1894, por iniciativa de los señores Mohler y De Gres, se fabricó el que por muchas décadas sería el único automóvil “hecho en México” o el acontecimiento singular, que en 1906 se transmitió el primer mensaje oficial entre un país y otro a través del automóvil6. También se discutieron temas desde los postulados de la higiene, como los beneficios que podía o no aportar a la salud viajar en coche; la nutrición que se recomendaba debían seguir los conductores y en algunos artículos se debatió sobre las características psicológicas de los automovilistas —por su vínculo con la velocidad y los accidentes—, en especial, la de los pilotos que practicaban el automovilismo deportivo. En uno de ellos se exponía, por ejemplo, que había quienes se preguntaban si la afición por la velocidad producía “la manía por el homicidio”, si existía “una perturbación mental producida por el automóvil” y se indicaba que especialistas observadores del fenómeno sostenían que los pilotos no padecían “locura”, que conservaban íntegras sus facultades mentales y que los accidentes se debían a las imperfecciones de las máquinas, a la torpeza de los
4 Guadalupe Lozada León, “México: capital y sociedad que se transforman, 1900-1949”, en Casa del Lago. Un siglo de historia (México: UNAM, 2001), 26. Sobre el porfiriato véase: Paul Garner, Porfirio Díaz, del héroe al dictador. Una biografía política (México: Planeta, 2003); Javier García Diego, Porfiristas eminentes (México: Breve Fondo Editorial, 1997) y Enrique Cárdenas Sánchez, El largo curso de la economía mexicana (México: El Colegio de México/FCE, 2015). 5 Elisa Speckman Guerra, “Sociedad y vida cotidiana en las ciudades porfirianas”, en Gran Historia de México Ilustrada, vol. IV: De la reforma a la revolución, 1857-1920 (México: CONACULTA/Planeta, 2002), 201-220. 6 El Imparcial, 4 de abril, 1910, 8; La Sombra de Arteaga, 13 de enero, 1907, 18; “La secretaría de gobernación remite el reglamento para la circulación de automóviles en el D.F”, en Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF), México D.F.-México, Fondo Gobierno del Distrito, Sección Vehículos, Automóviles, vol. 1787, exp. 1, año 1903, 7-11 y “Reglamento para la circulación de carruajes, automóviles y cabalgaduras en el Bosque de Chapultepec”, en AHDF, Fondo Gobernación, Sección Obras Públicas, Oficinas, vol. 1250, exp. 203, año 1907-1908, 37.
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conductores y a que algunos conducían alcoholizados7. En un periódico se comparó a los pilotos con el cometa Daniel, que en 1907 se acercó a la Tierra. El autor se preguntaba si los cometas eran “¿[…] como los héroes del automovilismo, unos locos que devoran el espacio solo por el placer de correr a la muerte?”8. En otro diario, sobre la misma sensación de peligro que padecían el conductor y los peatones, se afirmaba: “un enemigo más terrible que los jueces de Galilea y más peligroso que la Inquisición acaba de nacer, y ese enemigo es el automóvil”9. En México, como en esas otras capitales y ciudades, el automóvil logró en muy pocos años progresos notables en ámbitos distintos. Se le valoró como un útil medio de transporte público y privado de personas y mercancías, y como tal fue sustituyendo a los medios de transporte de tracción animal. A los tranvías eléctricos se sumaron los omnibuses y pronto se empezaron a realizar gestiones para establecer en la capital y otras ciudades servicios privados o taxis, que complementaron los servicios ofrecidos por los carruajes y camiones de mulitas hasta desplazarlos definitivamente. Los industriales y comerciantes también los fueron incorporando para transportar todo tipo de mercancías y las autoridades de gobierno lo hicieron para mejorar servicios como los postales. Con el desarrollo de las carreteras también transportarían personas y mercancías a grandes distancias. Desde 1899, por ejemplo, se otorgó la concesión a una compañía americana para que estableciera en la ciudad de México “el servicio de coches y ómnibus automóviles”; en 1901, se inauguró un servicio que llevaba paseantes de la calzada de la Reforma al Bosque de Chapultepec y pronto se usaron hasta para transportar cadáveres al panteón10. Otras empresas, además de usarlos para enviar sus mercancías, hicieron publicidad de sus productos rifando automóviles, como lo hizo la empresa cigarrera El Buen Tono S.A., y en poco tiempo se integraron a las festividades públicas, por ejemplo, a los “combates de flores y concursos de carruajes”, con que se celebraban los aniversarios de la batalla de Puebla sucedida el 2 de abril de 1867 bajo el liderazgo del presidente Díaz11. El automóvil fue sin duda símbolo de modernidad, progreso y posición económica. Fue también un invento que transformó la cultura de la población. Un articulista afirmaba en 1906, cuando apenas se tenían 800 registrados por las autoridades en la ciudad de México12, que a consecuencia del automóvil toda la vida cotidiana se hacía de prisa: se vivía, leía, comía, dormía y viajaba a su velocidad13. Se puede afirmar, por lo dicho en la prensa nacional, que además el automóvil en 7 El Imparcial, 23 de diciembre, 1906, 4. 8 El Tiempo Ilustrado, 8 de septiembre, 1907, 8. 9 Tomado de Clementina Díaz y de Ovando, “Visión de la sociedad mexicana al despuntar el siglo XX”, en Casa del Lago. Un siglo de Historia (México: UNAM, 2001), 4. 10 El Faro, 1 de noviembre, 1899, 3; El Imparcial, 25 de junio, 1906, 5; “Informe del administrador del panteón de Dolores referente a cadáveres que son conducidos en automóviles”, en AHDF, Fondo Ayuntamiento, Gobierno del Distrito Federal, Sección Panteones de Dolores, Automóviles, vol. 3517, exp.1278, año 1916-1917, 99 y Díaz, “Visión de la sociedad”, 2. 11 El Correo Español, 16 de mayo, 1906, 4 y “Combate de flores y concurso de carruajes y automóviles adornados con flores por la tarde del domingo 10 del próximo mes de abril con el fin de conmemorar el asalto y toma de la ciudad de Puebla el 2 de abril de 1867”, en AHDF, Fondo Gobierno del Distrito, Sección Festividades, vol. 1608, exp. 69, año 1904, s/p. 12 En 1907 eran 860 con un valor cercano a cuatro millones de pesos. El Imparcial, 22 de agosto, 1906, 1 y El Mundo Ilustrado, 1 de enero, 1907, 17. 13 La Patria, 21 de julio, 1906, 1.
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México fue apreciado por la mayoría como un artículo de lujo accesible sólo para los más ricos y poderosos y a su conducción como una más de las actividades deportivas de las que disfrutaba la élite. Y es que, en efecto, en México, como en el resto del mundo, los primeros propietarios y conductores de automóviles así como sus primeros promotores, fueron miembros de la élite política y económica del país. Individuos que no sólo disfrutaron al usarlo como medio de transporte, sino que —y quizá principalmente— hicieron de la conducción del automóvil un nuevo, distinto y espectacular sport. De tal manera es posible afirmar que al iniciar el siglo XX llegó el automóvil a México y con él también su práctica deportiva. Este medio de transporte revolucionó el país en materia de comunicaciones, transformó la concepción del tiempo y las distancias e imprimió su sello en el ámbito del deporte moderno, al incorporar a ese mundo de las diversiones y espectáculos, uno atrevido y singular: las carreras de coches. Fue tan importante el aspecto deportivo del automóvil que es posible sostener que esta actividad funcionó como un detonante de su desarrollo en el país. En 1906 se afirmaba que “todas las familias ricas tienen uno y que México sería aficionado a este sport porque a fin de cuentas es símbolo de la modernidad y del progreso”14. Fueron ellos quienes organizándose en asociaciones deportivas con los comerciantes del ramo, es decir los Garages —compañías importadoras y vendedoras de vehículos que también funcionaban como talleres mecánicos de reparaciones y venta de insumos—, promovieron la importación de los vehículos, obras para mejorar las vías de comunicación en las ciudades, construcción de carreteras, instalación de lo que con el tiempo serían las gasolineras y dieron un notable impulso a una nueva actividad: el turismo15.
2. Los primeros clubes automovilistas En 1902 los señores Pablo Escandón, Julio M. Limantur, Manuel Buch y Ramón Corona convocaron a los propietarios de automóviles de la ciudad de México, y a otras personas interesadas en ese medio de transporte, a una reunión o meeting que se verificaría en la casa del mayor Escandón. El objetivo de los convocantes era discutir y acordar la formación de un club automovilista en la ciudad de México, similar al “Automobile Club de París, al Automobile Club of America de Nueva York y a otras asociaciones similares europeas y norteamericanas”. La formación de ese club mexicano tendría por objeto promover el “sport del automovilismo” en el país y desarrollar el interés de las autoridades y particulares para mejorar los caminos de la ciudad y sus alrededores16. 14 El Imparcial, 25 de mayo, 1906, 3. 15 Sobre otros deportes puede consultarse: William Beezley, “El estilo porfiriano. Deportes y diversiones de fin de siglo”. Historia Mexicana XXXIII, n.° 2 (1985): 265-284 y William Beezley, Judas at the Jockey Club and the Other Episodes of Porfirian Mexico (Nebraska: Lincoln and London/University of Nebraska, 1987); Gerson Alfredo Zamora Perusquía, “El deporte en la ciudad de México (1896-1911)”. Históricas n.° 91 (2011): 2-19; Miguel Esparza, “La nacionalización de los deportes en la ciudad de México, 1880-1928” (tesis de doctorado en Historia Moderna y Contemporánea de México, Instituto Mora, 2014); Gabriel Héctor y Angelotti Pasteur, “Fútbol e identidad. La formación histórica del deporte y la construcción de identidades en torno al fútbol en México” (tesis de doctorado en Antropología Social, Colegio de Michoacán, 2008); Vicente J. Sastre García, La cultura del ocio. Implicaciones sociales y eclesiales del fin de semana (Madrid: Comillas, 1984) y Secretaría de Prensa y Difusión, Asociación Nacional de Egresados de Turismo, eds., Historia institucional del turismo en México, 19261988 (México: Secretaría de Turismo, 1988). 16 El Correo Español, 1 de diciembre, 1902, 3; La Voz de México, 2 de diciembre, 1902, 2 y La Patria, 3 de diciembre, 1902, 3.
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Si bien en esta investigación se desconocen las reuniones requeridas, lo discutido en ellas y la lista de asistentes, lo que resulta claro es que en mayo de 1903 la prensa mexicana informó a la población que se acababa de crear en la capital del país un centro recreativo denominado Automóvil Club de México y que dicha asociación tenía por objeto —como meses atrás habían informado los convocantes al meeting— fomentar el sport automovilista en todo el país, así como la industria correspondiente y el arreglo de los caminos de la ciudad y los carreteros. También comunicaron que el Club tendría su sede dentro del Bosque de Chapultepec, en un espacio ofrecido por el Ministro de Hacienda, el señor José Yves Limantour, quien era un gran aficionado al automovilismo deportivo y, como señaló Clementina Díaz y de Ovando, tenía también un gran amor por el Bosque. Al mismo tiempo que informaron que el Club estaría destinado para uso exclusivo de los socios y que se tenía planeado que contara con todas las comodidades “a la última moda”, así como con espacios de estacionamiento para los automóviles de los selectos miembros, que periódicamente organizaría concursos, carreras y otras actividades encaminadas a “despertar el entusiasmo por este sport” y que se planeaba inaugurar el edificio sede del Club cuando fuera concluido con una “gran revista de automóviles”17. El señor Limantour fue nombrado presidente honorario y el presidente efectivo fue el mayor Escandón. La asociación fue constituida por 80 acciones con un valor de 600 pesos cada una. Reunido el capital, casi 50 mil pesos, el Club celebró un contrato de arrendamiento con la Junta Superior del Bosque de Chapultepec y comenzó la construcción del edificio en el que invirtió entre sesenta mil y cien mil pesos18. En el contrato se estipulaba que la Junta cedía al Automóvil Club un espacio del Bosque en arrendamiento por el término de 20 años; mientras que el Club se comprometía a construir un edificio conforme a los planos y presupuesto aprobados por la Secretaría de Gobernación y se obligaba a conservar y dar mantenimiento a las instalaciones y jardines del Bosque circundantes. Se aclaraba que el gobierno conservaba la propiedad del terreno y que sólo se otorgaba al Club el derecho de su uso, que el gobierno adquiriría la propiedad de las construcciones que en ese espacio edificara el Club y que quedarían prohibidos los juegos de azar autorizándose únicamente el billar, el boliche y, tiempo después, los propios para señoras19. El plan de la construcción del edificio coincidió con los proyectos con los que el régimen porfirista planeó conmemorar en 1910 el Centenario de la Independencia, lo que favoreció enormemente a la asociación como afirmó Clementina Díaz. Con la intención de mostrar a propios y extraños la ciudad de México como una urbe moderna y a la mexicana como una sociedad civilizada, se realizaron obras diversas para ampliarla y embellecerla. Limantour fue uno de los funcionarios que participó con mayor entusiasmo en aquellas obras. Bajo su impulso se rescató 17 La Voz de México, 20 de mayo, 1903, 2; El Imparcial, 26 de noviembre, 1906, 3; El Tiempo, 23 de abril, 1908 y Díaz, “Visión de la sociedad”, 4. 18 El Imparcial, 26 de noviembre, 1906, 3 y “Contrato con el Automóvil Club para sustituir y cancelar el que se celebró en 1 de abril de 1906, sobre arrendamiento de un lote de terreno en el Bosque de Chapultepec”, en AHDF, Fondo Gobernación, Sección Obras Públicas, vol. 1218, exp. 602, año 1911,7-11. 19 “Contrato celebrado con el Automóvil Club, para el arrendamiento de un lote en el Bosque de Chapultepec”, en AHDF, Gobernación, Obras Públicas, Contratos, vol. 1199, exp. 177, año 1906, s/p; “Fernando Pimentel y Fagoaga, por el Automóvil Club de México, Bosque de Chapultepec, juegos propios de señoras”, en AHDF, Fondo Gobierno del Distrito Federal, Sección Juegos permitidos, vol. 1676, exp. 1026, año 1911, 9; Díaz, “Visión de la sociedad”, 10; Lozada, “México: capital y sociedad”, 32-33 y El Imparcial, 26 de noviembre, 1906, 3.
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del abandono en que se encontraba el Bosque, para lo cual se realizaron reparaciones al castillo, se adornó con árboles y plantas diversas, se construyeron amplias avenidas y jardines y se arreglaron los lagos artificiales. Obras que serían coronadas con el hermoso edificio afrancesado sede del Automóvil Club de México20. La construcción inició en 1906 —en ese esquema, en los terrenos ofrecidos por el ministro de Hacienda, a orillas de uno de los lagos, al pie del castillo y con vista al Alcázar— en un espacio a todas luces privilegiado que contribuía a dar mayor realce a esa aristocrática asociación y que también embellecería al Bosque. El lugar contaba con una hermosa terraza, una calzada exclusiva para automóviles, un embarcadero cercano y un espacio para estacionamiento. Como se observa en algunas de las ilustraciones que acompañaron las notas, se trataba de un espacio pequeño pero muy elegante. En estas imágenes sobresalen los autos de carreras conducidos por pilotos acompañados de sus mecánicos, a la vez que se trata de hacer sentir al observador la sensación de la velocidad en algunos dibujos. En 1908, un diario informó que el Club no había cumplido con algunas de las cláusulas establecidas en el contrato de arrendamiento, por lo que el edificio (que ya estaba terminado) había permanecido abandonado durante varios meses y no se había realizado su inauguración formal, aunque se había utilizado para ofrecer una reunión buffet en honor del secretario de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. El retraso se debió, al menos en parte, a que por aquellos años el socio más importante e influyente, Limantour, se encontraba en Europa21. Así, pues, el recinto del Club Automovilista de México fue formalmente inaugurado a finales de abril de 1908, con una ceremonia que fue presidida por las esposas de los accionistas, que a decir de la prensa dieron con su presencia mayor lucidez al evento. La ceremonia incluyó un lunch-champagne ofrecido a los socios concurrentes e invitados, quienes disfrutaron de una orquesta que amenizó el acto. En ese momento la mesa directiva del Club estaba integrada por los señores Fernando Pimentel y Fagoaga, Rafael Bernal, José Hilario Elguero, Javier Algara (tesorero), C. Gordon Patterson, José de Jesús Pliego, José W. Landa y Escandón, Oscar Braniff, Gabriel Fernández Somellera y su presidente honorario: el ministro de Hacienda22. Desde su inauguración el edificio fue usado por los socios para diversos eventos como “lunches y patys”, bailes de fantasía, celebración de navidades y reyes, eventos de caridad, y para honrar a visitantes extranjeros. También para realizar fiestas privadas en honor a los socios y sus amistades, todos de la llamada “buena sociedad”. Algunas se prolongaban hasta las primeras horas de la noche. Estas reuniones eran muy frecuentes y se daban a conocer a través de las notas publicadas en las secciones de vida social de los diversos diarios, que daban cuenta de la aristocrática vida de la élite. Durante los primeros años de la Revolución mexicana el edificio continuó siendo la sede del Club Automovilista de México que realizó diversas actividades, no sin complicaciones. En el año de 1911, bajo la administración del presidente Francisco I. Madero, la elegante construcción, símbolo de la aristocracia porfiriana, fue expropiada por el gobierno revolucionario y pasó a ser propiedad de la nación. El Club celebró con la Junta Superior del Bosque de Chapultepec, presidida entonces por Carlos Rincón Gallardo, un nuevo contrato de arrendamiento. En él se 20 Díaz, “Visión de la sociedad”, 10 y Annick Lempériére, “Los dos centenarios de la independencia mexicana (1910-1921): de la historia patria a la antropología cultural”. Historia Mexicana XLV, n.° 2 (1995): 333. 21 Díaz, “Visión de la sociedad”, 9, y El Mundo Ilustrado, 2 de diciembre, 1906, 4. 22 El Imparcial, 20 de abril, 1908, 3 y El Tiempo, 23 de abril, 1908, 2.
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especificaba que tanto el terreno como la casa sede del Club pertenecían, previa indemnización, a la nación; y que se le rentaría a la asociación deportiva por un período de diez años. En el contrato el Club se comprometía a dar el mantenimiento correspondiente al edificio y a los espacios y jardines circundantes23. En el año de 1915 la suerte fue adversa para los sportmen automovilistas de la capital, ya que la Secretaría de Gobernación dio por terminado el contrato de arrendamiento aduciendo falta de cumplimiento de los términos acordados. El Club no había pagado de manera puntual la renta estipulada ni se había ocupado de hacer mantenimiento a las instalaciones, por lo que la Secretaría declaró que todo pasaba a ser propiedad del gobierno y dio plazo de dos meses a los socios para retirar su mobiliario, cosa que no hicieron. Razón por la cual, en enero de 1916, se tomó posesión del edificio y se estableció ahí la oficina de la Dirección y Administración del Bosque de Chapultepec. En agosto del año siguiente, Enrique de Landa y Berriozaba solicitó en representación del Club que el edificio fuera otra vez arrendado a esa asociación. En 1920 hizo la misma petición, sin éxito, el entonces presidente del Club Automovilista de México, Arturo Braniff24. El hermoso edificio fue entonces destinado a diversos usos: en 1919 se celebraron los 15 años de Julia Carranza, hija del presidente Venustiano Carranza, y en 1921 el expresidente Adolfo de la Huerta quiso establecer su residencia particular. Poco después dejó de ser utilizado para eventos particulares, se le llamó Casa del Lago y se destinó para actividades científicas, artísticas y culturales. El espacio albergó así a la Dirección de Estudios Biológicos de la Universidad Nacional, fue el primer centro cultural extramuros de la Universidad Nacional Autónoma de México y mantuvo el nombre de Casa del Lago, en la actualidad Casa del Lago Juan José Arreola en honor a su primer director, siendo desde entonces un lugar destinado para el arte y la cultura. Se desconoce a dónde se trasladaron y cómo funcionó el Club Automovilista de México en aquellas épocas difíciles para el país y peores para los aficionados al automovilismo deportivo. Poco después de la fundación del Club Automovilista de México se integró con objetivos muy similares a este el Club Automovilista de Guadalajara o Jalisciense, como indistintamente es nombrado en la prensa, en la capital del estado de Jalisco. Pese a que no se cuenta con suficiente información sobre este Club, es posible sostener que surgió en esa ciudad porque era después de la de México, la que había desarrollado el mayor gusto y afición por el automovilismo, y todo parece indicar que era la que contaba con los más entusiastas organizadores, pues fue ahí donde se celebraron las primeras competencias de automovilismo deportivo en la historia del país. La mesa directiva de esa asociación deportiva estaba integrada en 1907 por el gobernador del Estado, el coronel Miguel Ahumada, Alfonso Fernández Somellera, Guillermo Kunnardt, Pedro L. Corcuera, Luis Herrera, Enrique Álvarez del Castillo y Julio Collignon25. Otra de las actividades productivas y recreativas que estimuló el automóvil en México, así como sucedió en Europa y Estados Unidos, fue el turismo. Las familias con recursos económicos comenzaron a viajar en automóvil con la intención de ir recorriendo lugares y pernoctando en otros. Esta actividad dio lugar a que en 1907 se fundara el Club Mexicano de Turismo, que surgió por
23 Lozada, “México: capital y sociedad”, 39-40, y “Contrato con el Automóvil Club”, 7-11. 24 Lozada, “México: capital y sociedad”, 41-43. 25 El Tiempo, 13 de abril, 1907, 3.
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iniciativa del yerno del presidente Porfirio Díaz, el señor Ignacio de la Torre y Mier, quien reunió a varios caballeros prominentes con el fin de tratar asuntos relacionados con el automovilismo y otras actividades deportivas, que aseguraba tenían una poderosa influencia civilizadora. Este Club tenía por objeto mejorar las comunicaciones, promover y fomentar la construcción de carreteras y caminos vecinales, hoteles y garajes, así como todo lo que pudiera mejorar las vías de comunicación y ofrecer facilidades a los excursionistas en sus viajes. La mesa directiva fue integrada por De la Torre y Mier, Andrés Bermejillo, Gabriel Fernández Somellera, el coronel Félix Díaz, el teniente coronel Pablo Escandón, José Sánchez Juárez y José de Jesús Pliego26. Otra de las sociedades constituidas por los aficionados al automovilismo deportivo en el país fue la Sociedad Automovilista Mexicana. Si bien no es muy clara la fecha de su fundación, todo parece indicar que funcionaba en Jalisco en 1907 cuando su mesa directiva estaba integrada por el señor gobernador Ahumada, José María Bermejillo y los consejeros Carlos I Seeger, Fernando Somellera, José Sánchez Juárez, Andrés Bermejillo, Alfonso Fernández Somellera, Julio Callejón y José María F. Gómez. Esta organización tenía el propósito de construir un autódromo que, según se tenía planeado, fuera el más grande y mejor del continente, y de establecer en toda la República las carreras de automóviles27. En esta sociedad se fusionó el Club Automovilista de Guadalajara en 190828. Todas estas acciones y asociaciones creadas por la élite porfiriana con el objeto de fomentar el automovilismo deportivo en el país, fueron reforzadas con la publicación de la primera revista dedicada al deporte de las llantas: El automóvil en México. Esta publicación, que se editaba mensualmente, informaba a sus lectores de todo lo referente al universo del automóvil y daba cuenta en particular de las competencias realizadas en circuitos nacionales e internacionales. Al mismo tiempo que convocaba a los interesados y organizaba, en unión con algunos periódicos como El Imparcial, algunas carreras de competencia como la “Imparcial-Puebla” a finales de 1910, que fue muy exitosa, y en 1914 el “Circuito Mexicano”29. También informaba sobre deportes como el motociclismo y la caza, a los que después se añadieron otros. Su editor-fundador y propietario fue Arturo R. Hogg, quien al parecer publicó el primer número en 1909 y en 1914 vendió la revista a Rafael Alducín, fundador del periódico Excelsior30. En este último año se anunciaba como la publicación que ofrecía todo tipo de información sobre “cuanto se refiere al sport. Toros, golf, aviación, lawn-tennis, cacería, baseball, automovilismo, football, aerostación en EL AUTOMÓVIL EN MÉXICO. Es el periódico ideal para los deportistas. Sus grabados son magníficos. Su impresión no tiene competencia. Vale 30 centavos número”31. Como se puede observar, fundaron y dirigieron esas asociaciones deportivas desde poderosos gobernadores y secretarios de Estado (Miguel Ahumada y José Yves Limantour) hasta miembros de las familias empresariales más ricas del país (Arturo Braniff ) y reconocidos militares 26 El Imparcial, 9 de abril, 1907, 3. 27 El Tiempo, 18 de octubre, 1907, 2. 28 El Tiempo, 3 de mayo, 1908, 1. 29 El Tiempo Ilustrado, 1 de enero, 1911, 31 y El Imparcial, 12 de agosto, 1914, 7. 30 El Imparcial, 6 de junio, 1909, 2 y 3 de marzo, 1914, 2. Desafortunadamente se ha extraviado la mayoría de números de la revista. 31 La primera publicación deportiva en México fue el Mexican Sportman en 1896. El Imparcial, 6 de marzo, 1914, 6 y Zamora, “El deporte en la ciudad”, 2.
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(Pablo Escandón). Algunos de ellos participaron en más de una asociación (Braniff, Fernández Somellera y Ahumada); hubo también los que se involucraron con las creadas para otros deportes —como el yerno del presidente Díaz quien además fundó y presidió el Polo-Club— y quienes se destacaron como deportistas olímpicos como el mismo Escandón, quien ganó con su equipo de polo la primera medalla olímpica para México en 190032.
3. De excursiones turísticas a competencias Dado el interés que provocó el automóvil desde su llegada al país entre los ricos, los grupos de poder y las autoridades en general, la construcción de carreteras se incorporó a la agenda nacional. Acción que fue impulsada de manera significativa por los particulares aficionados al automovilismo deportivo, a través de clubes como el Automóvil Club de México, el Club Automovilista de Guadalajara, el Club Mexicano de Turismo, la Sociedad Automovilista Mexicana y la revista El Automóvil en México. Todo parece indicar que las primeras carreteras construidas —o las primeras obras por medio de las cuales se adaptaron los antiguos caminos decimonónicos para que por ellos circularan los vehículos modernos—facilitaban el acceso de esos individuos a las propiedades que poseían en las poblaciones cercanas a sus lugares de residencia: Toluca, Cuajimalpa, Puebla y Cuernavaca, para los que habitaban en la ciudad de México y, Chapala, San Pedro, Zapopan, San Andrés y Oblatos para los de Guadalajara. Al respecto, en 1906 un periodista afirmaba: “Algunos capitalistas tienen propiedades a inmediaciones de Toluca, prescinden ya del ferrocarril y utilizan sus automóviles, contando con que el camino, recién arreglado, favorece este tráfico”33. La construcción de carreteras se realizó, al menos en algunos casos, mediante el acuerdo celebrado entre esas asociaciones deportivas y las autoridades de gobierno, por medio del cual la asociación invertía recursos en su construcción a cambio de que, una vez concluida la vía de comunicación, el gobierno otorgara facilidades como la exención de impuestos a las empresas de servicio de automóviles que establecerían esos clubes en esa ruta. También participaron en la constante reparación de las carreteras34. Estas vías fueron usadas por la élite para realizar excursiones que no eran pensadas como pasatiempos comunes, sino como una actividad deportiva que además de divertir tenía por objeto medir el tiempo invertido en el recorrido, es decir el récord, y así elogiar la habilidad de los choferes y la calidad de los vehículos35. En 1906 se realizó una muy connotada que, aunque no fue organizada ni contó con inscripciones previas, es decir, no se logró realizar como competencia en forma, fue muy concurrida al ser la primera vez que se establecieron puntos de reabastecimiento de agua para los coches y la primera en la que se registró el récord oficial del trayecto México-Toluca. El señor Alejandro Mohler fue el encargado de registrar los tiempos y el récord contó 69 minutos y 20 segundos para un coche Royal propiedad de Tirso Sainz, y cuyo piloto era el francés Henri Leroy36.
32 Almanaque Bouret para el año de 1897 (México: Instituto Mora, 1992), 211. 33 El Imparcial, 25 de mayo, 1906, 3. 34 El Popular, 12 de octubre, 1906, 1; El Imparcial, 25 de mayo, 1906, 3 y La Voz de México, 12 de febrero, 1907, 1. 35 El Mundo Ilustrado, 30 de septiembre, 1906, 13. 36 El Imparcial, 26 de noviembre 1906, 3.
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Las excursiones se realizaban los fines de semana, aunque la experiencia fue indicando a todos los interesados las obras, reparaciones y necesidades generales que tenían que resolver para hacer más fácil y adecuada esa actividad, debido a que eran muchos los que no lograban llegar a su punto de destino y se veían obligados a regresar a la ciudad de su partida “fatigados, molestos y tirados sus vehículos por bueyes”, porque las incipientes carreteras no contaban con suficientes garages para reabastecerse de los insumos necesarios como agua, aceite y gasolina. Además, no había en el tránsito de un lugar a otro mecánicos ni herramientas para reparar los desperfectos, ni se contaba con restaurantes u hosterías para que los excursionistas pudieran comer y pasar la noche, como su sucedía en Europa y Estados Unidos. Algunos articulistas sostenían, entonces, que correspondía al gobierno el trazado y mejoramiento de las vías de comunicación, su vigilancia y seguridad, la designación de las rutas y la reglamentación, pero a su vez que era responsabilidad de los particulares todo lo demás, máxime cuando lo que predominaba era el sentido deportivo de élite; y que correspondía a los clubes de automovilistas, como el de México y el de Guadalajara, a los vendedores de coches y a los sportmen, organizar el surtido de gasolina, aceite y agua en los pueblos cercanos, fijando el gobierno el precio para evitar abusos37. Lo que al parecer sucedió, pues la prensa informó que al menos el señor Ignacio de la Torre y Mier iba a establecer algunas estaciones de reabastecimiento en el camino México-Toluca en 1906. Lo anterior irían haciendo otros interesados y en otras rutas o carreteras38.
4. La primera competencia Fue el Club Automovilista de Guadalajara el que organizó y realizó las primeras carreras de coches en el país, y no el Club Automovilista de México como podría esperarse. Esto bien podía responder a que el de Guadalajara invirtió sus energías y recursos desde un inicio en mejorar las carreteras de las zonas cercanas a la capital de ese estado. Como afirmaba un articulista jalisciense: “han conquistado para Guadalajara la honra de haber sido en la República la primera ciudad que realiza un torneo de autos con todas las formalidades, con todo el estilo propio, con toda la especial fisonomía del sport, de tal modo que pudimos los concurrentes, formarnos una idea clara de cómo se practican en Europa”39. Esta competencia fue impulsada por José Sánchez Juárez, propietario del Garage Internacional, por Alfonso Fernández Somellera, dueño del Garage Casa Fernández Somellera y Stevens, y por el gobernador del Estado, el coronel Miguel Ahumada. Los organizadores fueron los propietarios de los garages mencionados y los directivos del Club Automovilista de Guadalajara. Para su organización y realización se formaron diversas comisiones: de carreras, jueces, jueces de pista, jueces de pesada, peritos técnicos, tribunas y de premios. Contaron también con un ingeniero de pista, médicos, farmacéuticos y una ambulancia40. Esas primeras competencias se celebraron los días 12 y 13 de mayo de 1907 (domingo y lunes) en el circuito Guadalajara-Chapala-Atequiza. Las reglas de la competencia elaboradas y divulgadas por el Club establecieron, entre otros asuntos, que los automóviles se debían inscribir en los días
37 El Popular, 29 de mayo, 1906, 1 y El Tiempo Ilustrado, 3 de mayo, 1908, 1. 38 El Popular, 29 de mayo, 1906, 1. 39 El Tiempo Ilustrado, 26 de mayo, 1907, 1. Cursivas del autor. 40 El Tiempo, 13 de abril, 1907, 3.
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previos a la competencia; que debían ser pesados en la estación del ferrocarril central para asignarles su categoría; que cada uno saldría con un intervalo de tiempo de 10 minutos y que todo el evento estaría organizado y supervisado por el Club Automovilista de Guadalajara. Esta competencia contaría con jueces de pista, que tenían la obligación de supervisar que la vía estuviera libre y ayudar a los abanderados, quienes debían advertir a los pilotos de algún peligro o accidente sucedido en la ruta y debían asegurarse de que ningún conductor estorbara a otro. Los jueces debían supervisar también que los corredores permanecieran del lado derecho cuando otro vehículo, por medio de sirenas, les diera la señal de ser alcanzados, y que sólo podían rebasar por la izquierda41. Las reglas indicaban que habría dos competencias: una propiamente dicha para coches de carrera que debían ser conducidos por sus dueños o por “choferes profesionales”, es decir, pilotos de carreras; y otra, que se realizaría en el segundo día de competencia de coches llamados “de turismo”, de particulares que debían ser conducidos por los mismos propietarios y no por pilotos. En la primera, a celebrarse el día 12, había dos categorías: una para automóviles de más de 40 caballos de fuerza y otra para autos de entre 10 y 20 caballos. La pista construida por los miembros del Club y los propietarios de los garages se ubicaba en terrenos de las haciendas El Castillo y Santa Cruz del Valle, y tenía una longitud o “desarrollo” de 35, 540 metros. La pista sería recorrida por los “coches de carrera” cinco veces y los de la llamada categoría de “turismo” lo harían sólo en dos ocasiones. El vencedor de ambas categorías sería el que terminara más pronto sin infringir ninguna de las reglas y se facultaba a los jueces la posibilidad de expulsar de la competencia a quien las incumpliera. Entre los premios que se repartirían estaban, para el primer lugar de la competencia, una copa de plata, la “copa Jalisco” ofrecida por Alfonso Fernández Somellera y un diploma. El segundo obtendría una medalla de oro y el tercero un diploma. Se indicaba que el ganador del primer premio resguardaría la copa durante un año, para que al siguiente fuera otra vez el premio a entregar en las carreras de competencia que se pretendía realizar en ese circuito anualmente. Los competidores, autos y pilotos, debían registrarse con anticipación42. Para estas primeras competencias se cobró al público general un peso por entrar al evento, y se invitó a la prensa, por lo que se cuenta con diversas crónicas. En ellas se relata la expectación que generó en los días previos y la emoción que se vivió durante su realización; la presencia de pilotos, propietarios, automóviles y del público en general, muchos de los cuales fueron transportados al lugar de la competencia en tren o por carretera en diversos vehículos. Se indica que cerca de las tribunas se dispusieron puestos de comida y refrescos, y que había un palco de honor y uno especial para el jurado. Se dice que todas las tribunas estaban ricamente adornadas con gallardetes de colores alusivos a las banderas de varios países, que a un lado de la pista estaba estacionada la ambulancia, que había una pizarra en la que se indicaba la hora de salida y el tiempo empleado en la carrera por cada auto. Las crónicas del evento relatan también que algunos vehículos sufrieron accidentes o desperfectos, por lo que quedaron fuera de la competencia aún antes de que esta iniciara; se nombran los pilotos más prestigiosos; y se refiere la presencia de las autoridades del Estado y el Ayuntamiento, también la de algunos diputados locales, y que antes de comenzar se alegró al público con pasodobles tocados por una orquesta43.
41 El Tiempo, 13 de abril, 1907, 3. 42 El Imparcial, 27 de abril, 1907, 1. 43 El Imparcial, 27 de abril, 1907, 1 y El Tiempo Ilustrado, 19 de mayo, 1907, 6.
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Las notas refieren las incidencias acontecidas, los nombres de los competidores y de los ganadores, y presentan a los propietarios de los autos y de los garajes, al modo de las escuderías actuales. Varias fueron ilustradas con dibujos y hasta con fotografías que lucían los coches, sus equipos — piloto, propietario y garaje—, partes de la pista, tribunas y público. El primer lugar, en la carrera de competencia del día 12 en la que se corrieron 177 kilómetros a una velocidad promedio de 55 kilómetros por hora, lo ganó un auto Pope Hartford cuya fotografía fue publicada junto con los otros autos y equipos; mientras que el primer lugar en la carrera de turismo, en la que se recorrieron 71 kilómetros, lo ganó un automóvil Packard de Alfonso Fernández Somellera44. Poco después del evento, el auto ganador de la categoría de coches de carrera y la Copa Jalisco fueron exhibidas en la ciudad de México45. Fue tal el éxito de esta primera carrera que los automovilistas proyectaron la construcción de un autódromo que planeaban sería financiada “a prorrata [por] varios capitalistas mexicanos”. El articulista opinó que, aunque deseable, lo veía poco probable por el alto costo que ello significaba46. Lo que efectivamente no se logró en aquel entonces47. Después de la carrera de Guadalajara celebrada en 1907, se realizaron competencias de este tipo de trayectos, siendo las principales rutas los circuitos México-Toluca, México-Puebla y México-Guadalajara48. Las mejor organizadas y también mejor documentadas fueron las que la revista El Automóvil en México organizó con el periódico El Imparcial en el circuito MéxicoPuebla, cuando ya había iniciado la Revolución mexicana y con las que la élite pretendía mostrar que la lucha armada no alteraba la vida social y la conducción del gobierno49. Aunque se realizaron algunas en los hipódromos de Peralvillo y la Condesa con la participación del Automóvil Club de México, la primera carrera realizada en forma (en una pista urbana de la que esta investigación tenga noticia hasta el momento) fue la que por iniciativa de los señores José Ignacio Limantour y Rafael Alducín se llevó a cabo en la ciudad de México los días 14 y 15 de septiembre de 1913 —que sin duda alegraron las ya de por sí concurridas fiestas patrias con que México conmemora su independencia— en el llamado “Circuito Chapultepec”. Así, pues, Limantour y Alducín solicitaron autorización al gobierno del Distrito Federal para verificar y pedir que se realizaran, para poder llevarla a afecto, algunas obras en la “loma del Rey y la reparación de la calzada existente en Anzures” (hoy calzada de Chivatito), de manera que se contara con una pista adecuada para la competencia. Solicitaron de manera especial que fueran modificadas algunas curvas para prevenir accidentes y se construyeran tribunas para los espectadores, que se procuró ofrecieran todas las garantías de seguridad posibles. Estas obras fueron realizadas por la Dirección General de Obras Públicas con un costo de 1.648 pesos. La carrera fue patrocinada por el gobernador del Distrito Federal, por el periódico El Imparcial, por la revista El Automóvil en México y por algunos de los distinguidos miembros del Club automovilista capita44 El Tiempo Ilustrado, 26 de mayo, 1907, 1 y El Imparcial, 12 de junio, 1907, 5. 45 El Imparcial, 12 de junio, 1907, 5. 46 El Tiempo Ilustrado, 28 de julio, 1907, 9. 47 El Tiempo, 7 de febrero, 1909, 4. 48 El Mundo Ilustrado, 10 de febrero, 1907, 12; El Imparcial, 23 de marzo, 1910, 2 y El Tiempo Ilustrado, 1 de enero, 1911, 4. 49 Sobre las actividades deportivas en la ciudad de México durante la Revolución, véase: Esparza, “La nacionalización de los deportes”; El Tiempo Ilustrado, 1 de enero, 1911, 4; El Imparcial, 27 de noviembre, 1911, 9 y 12 de agosto, 1914, 7.
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lino, destinando sus ganancias como donación al Asilo de Mendigos. El gobernador nombró a un grupo de interventores para que supervisaran la venta de boletos y vigilaran en general el buen desempeño de todos los involucrados en las carreras. Una de las novedades más significativas de esta competencia y que demuestra bien cómo las actividades deportivas adquirieron un sentido empresarial que estimuló su consolidación y propaganda, fueron los espacios rentados a las compañías y casas comerciales para colocar su publicidad en la ruta que seguirían los coches. Otra estrategia comercial fue que algunas compañías del ramo ofrecieran premios a los ganadores siempre y cuando los automóviles usaran sus productos. Por ejemplo, la Compañía Trasatlántica de Caoutchouc S.A., ofreció cuatro medios juegos de llantas y cámaras a repartirse entre los ganadores con la condición de que los autos usaran llantas de esta marca50. También resultó novedoso el hecho de que los organizadores, Limantour y Alducín, gestionaran la venta de cervezas en el evento, para lo que celebraron un contrato con la Compañía Cervecera Toluca y México, S. A que ubicó carpas y puestos de venta de esa bebida. Uno de los interventores nombrados por el gobernador informó que la entrada bruta fue de 11. 513 pesos y que hechos los pagos necesarios quedó un importe líquido de 1.003 pesos, que fueron entregados al mencionado asilo51. En esos documentos se da cuenta de una interesante disputa que sostuvieron los organizadores del evento y la Dirección General de Obras Públicas, en la que se deja ver que las carreras de coches fueron un negocio exitoso y que las cuentas y la distribución de las ganancias no fueron del todo claras. Al año siguiente, en 1914, la revista El Automóvil en México y con seguridad el Automóvil Club de México preparaba otra competencia que, según informaban los diarios, abarcaría el doble de la distancia recorrida en 191352.
Conclusión Sin duda alguna los aficionados al deporte de las llantas, los ricos y poderosos de la élite porfirista, promovieron el desarrollo del automóvil y de todas las industrias necesarias para el disfrute de sus carreras y eventos. Uno de los más importantes objetivos de los clubes que fundaron fue impulsar la construcción de las carreteras y vías de comunicación para poder celebrar las carreras automovilísticas, así como las constantes obras de reparación que incluyeron modificaciones al diseño vial para evitar los accidentes. La selección de esas primeras carreteras estuvo decidida por la preferencia y los intereses de la élite deportiva, que tenía propiedades en los alrededores de la ciudad en que habitaba y proyectaron también la construcción de autódromos para superar las rutas usadas en los hipódromos y en las calzadas y avenidas, como las carreras celebradas en la ciudad de México que se han mencionado. La organización, fundación y desempeño de esas asociaciones deportivas muestra de manera clara y contundente cómo los primeros clubes deportivos del país fundados durante el porfiriato se integraron a partir de la coincidencia de intereses de los 50 El Imparcial, 26 de agosto, 1913, 8. 51 “Indicaciones que la Junta S. del Bosque de Chapultepec hizo a los señores José Ignacio Limantur y Rafael Alducín, acerca de la construcción de las tribunas destinadas para el público en las carreras de automóviles”, en AHDF, Gobernación, Obras Públicas, Junta del Bosque de Chapultepec, vol. 1241, exp. 16, año 1903-1914, 79-95. 52 El Imparcial, 3 de marzo, 10; 3 abril, 2; 4 abril, 1 y 12 agosto, 1914, 2.
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miembros de la élite política y económica, que eran tan elitistas como lo era aquella sociedad y que funcionaron como nuevos espacios de sociabilidad, dotados del lujo y el glamour necesarios para hacer evidente la modernidad alcanzada por el régimen porfirista. Por otro lado, las primeras competencias de automóviles organizadas y realizadas en el país muestran cómo se empezó a entender y a vivir la lógica deportiva incorporando reglamentos claros y detallados que debían respetar los competidores y organizadores. Muestran, por demás, cómo llamaron la atención de amplios sectores de la población que acudieron a ver, escuchar y sentir la velocidad. También cómo su característica de espectáculo contribuyó a dar a los deportes modernos un sentido de empresa, sin el cual tal vez no hubiera sido posible su desarrollo en México y el mundo. Muchos de los individuos integrantes de esos clubes automovilistas, y de los propietarios de los garages o talleres y de los centros de reabastecimiento de gasolina que participaron en la promoción del automóvil y del automovilismo deportivo en esos tiempos, no sólo lo hicieron por su afición, sino porque fueron también seducidos por las ganancias económicas que podían obtener de ellas y de las diversas industrias que debían acompañar al automóvil.
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Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 105-123 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.06
❧ María José Garrido Asperó Investigadora titular del Instituto Mora (México). Licenciada, maestra y doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, y posdoctorada por la Universidad de California-San Diego (Estados Unidos). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel I). Es autora de publicaciones relacionadas con la cultura política durante la Guerra de Independencia, el primer imperio mexicano y la historia de la educación física y los deportes en México, como: Peloteros, aficionados y chambones. Historia del juego de pelota de San Camilo y de la educación física en la ciudad de México, 1758-1823 (México: Instituto Mora, 2014) y Para sanar, fortalecer y embellecer los cuerpos. Historia de la gimnasia en la ciudad de México, 1824-1876 (México: Instituto Mora [en prensa]). mgarrido@institutomora.edu.mx
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Del Chile de los triunfos morales al “Chile, país ganador”. La identidad nacional y la selección chilena de fútbol durante la Dictadura Militar (1973-1989)❧ Diego Vilches Parra
Universidad de La Serena, Chile doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.07
Artículo recibido: 22 de septiembre de 2015/ Aprobado: 26 de febrero de 2016/ Modificado: 28 de marzo de 2016
Resumen: A través del estudio de la selección chilena de fútbol, este artículo analiza el impacto de la instalación de la cultura del libre mercado en el ámbito de la identidad chilena, durante la Dictadura Militar encabezada por Augusto Pinochet ¿Cómo se transformó la identidad chilena durante este proceso? Para responder esta pregunta, se compara la concepción social del fútbol durante la Dictadura con la idea predictatorial. Así y por medio del análisis del discurso de la prensa deportiva, se concluye que entre 1973 y 1989 la concepción social del fútbol transitó de una visión en la que los triunfos morales eran apreciados a una concepción en la que se vuelven hegemónicos los valores competitivos, centrada prioritariamente en la victoria futbolística. Este tránsito expresa a su vez una profunda mutación en las expectativas, valores y la visión ética e identitaria de los chilenos. Palabras claves: identidad nacional, Chile, fútbol (Thesaurus); cultura, dictadura militar, siglo XX (palabras clave de autor).
From the Chile of Moral Triumphs to “Chile, the Winning Country.” National Identity and the Chilean National Football Team during the Military Dictatorship (1973-1989) Abstract: Through the study of the Chilean National Football Team, this article analyzes the impact of the installation of the culture of the free market within the sphere of Chilean identity, during the Military Dictatorship headed by Augusto Pinochet. How was Chilean identity transformed during this process? To answer this question, the social conception of football during the dictatorship will be compared with the concept of the sport that predominated prior to the dictatorship. Thus, and by means of analyzing the discourse of the sports press, it concludes that between 1973 and 1989 the social conception of football changed from a vision in which moral triumphs were appreciated to a conception in which competitive values became hegemonic, centered first and foremost on victory in football. This transition likewise expresses a profound mutation in the expectations, values and the ethical vision and sense of identity of the Chilean people. Keywords: national identity, Chile, football, culture (Thesaurus); military dictatorship, 21st century (author’s keywords).
❧ Este artículo resume la tesis de Maestría en Historia, realizada en la Pontificia Universidad Católica de Chile,
titulada “Del Chile de los triunfos morales al país ganador. Una historia de la selección chilena de fútbol durante la Dictadura Militar. 1973-1989”. Contó con el financiamiento de una Beca Magíster Nacional Conicyt.
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Del Chile de los triunfos morales al “Chile, país ganador” Diego Vilches Parra
Do Chile dos triunfos morais ao “Chile, país ganhador”. A identidade nacional e a seleção chilena de futebol durante a Ditadura Militar (1973-1989) Resumo: A partir de um estudo realizado sobre a seleção chilena de futebol, este artigo analisa o impacto da instalação da cultura do livre mercado no âmbito da identidade chilena durante a Ditadura Militar, liderada por Augusto Pinochet. Como a identidade chilena se transformou durante esse processo? Para responder a essa pergunta, compara-se a concepção social do futebol durante a ditadura com a ideia préditatorial. Assim e por meio da análise do discurso da imprensa esportiva, conclui-se que, entre 1973 e 1989, a concepção social do futebol transitou de uma visão na qual os triunfos morais eram apreciados a uma concepção em que os valores competitivos se tornam hegemônicos e a qual está centralizada na vitória futebolística. Essa transição expressa, por sua vez, uma profunda mutação nas expectativas, nos valores e na visão ética e identitária dos chilenos. Palavras-chave: identidade nacional, Chile, futebol, cultura (Thesaurus); Ditadura Militar, século XX (autor de palavras-chave).
Introducción Durante la Dictadura Militar encabezada por Augusto Pinochet (1973-1990)1 la sociedad chilena experimentó dramáticas transformaciones económicas, políticas, culturales e identitarias2. Desde la historia cultural, este artículo busca comprender lo que significó para los chilenos el paso de la representación de Chile como un país subdesarrollado, periférico e inserto en América Latina, a la representación de un Chile moderno, desarrollado, ganador y excepcional en el contexto latinoamericano3. A través del estudio de la selección chilena de fútbol, enfocada en el análisis y la reconstrucción del discurso de la prensa deportiva, se propone que la concepción social del fútbol —los criterios con que se lo juzgaba y las ideas del mundo en que se lo encuadraba—4 cambió radicalmente entre 1973 y 1990. Esta mutación
1 La Dictadura Militar chilena es parte de lo que Samuel Huntington llama la segunda contraoleada autoritaria. Es decir, reacciones contrarrevolucionarias a las oleadas democratizadoras representadas por los proyectos de João Goulart en Brasil y Salvador Allende en Chile, entre otros. Samuel Huntington, La Tercera Ola: la democratización a finales del siglo XX (Buenos Aires: Paidós, 1994). 2 Véase, entre otros, Steve Stern, Luchando por mentes y corazones: Las batallas de la Memoria en el Chile de Pinochet (Santiago: Ediciones UDP, 2013); Tomás Moulian, Chile actual: Anatomía de un mito (Santiago: LOM Ediciones, 2002); Manuel Gárate, La revolución capitalista de Chile (1973-2003) (Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2012); Heidi Tinsman, Buying into the Regime. Grapes and Consumption in Cold War Chile and the United States (Durham/Londres: Duke University Press, 2014); Verónica Valdivia, Rolando Álvarez y Karen Donoso, La alcaldización de la política. Los municipios en la dictadura pinochetista (Santiago: LOM Ediciones, 2012); Alfredo Jocelyn-Holt, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar (Santiago: Planeta/Ariel, 1999), y Eugenio Tironi, El Régimen Autoritario. Para una sociología de Pinochet (Santiago: DOLMEN, 1998). 3 Jorge Larraín, “A treinta años del Golpe Militar: cambios en la identidad chilena”. Persona y Sociedad 17, n.º 3 (2003): 148-156. También: Luis Ortega, “De pasión de multitudes a rito privado”, en Historia de la vida privada en Chile III, editado por Rafael Sagredo y Cristián Gazmuri (Santiago: Aguilar, 2007), 159-197. 4 Eduardo Santa Cruz y Luis Eduardo Santa Cruz, Las escuelas de la identidad. La cultura y el deporte en el Chile desarrollista (Santiago: LOM Ediciones, 2005), 8-9. También Pierre Bourdieu, “Programa para una sociología del deporte”, en Cosas dichas, editado por Pierre Bourdieu (Barcelona: Gedisa, 2000), 177-179.
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 127-147 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.07
revela cómo la instalación de la cultura del libre mercado5 y el discurso triunfalista con que el Régimen Militar la acompañó, impactaron en las expectativas, valores y en la visión ética que existía en el país, transformado profundamente la identidad chilena. La identidad nacional es una construcción social e histórica en permanentemente transformación. Se conforma por series de narraciones6 que unen pasado y presente para que una sociedad construya un proyecto de futuro7. En otras palabras, es la forma en que los individuos se apropian culturalmente de la nación y la transforman8. Por ser un artefacto cultural9, la identidad nacional opera por medio de dispositivos culturales —como la selección de fútbol— que vuelven inteligible para los sujetos la idea de conformar una nación10. Aunque comúnmente se asume que es la identidad del país la que se expresa en una determinada forma de practicar el fútbol, lo cierto es que la identidad chilena sólo se expresa a través de este deporte en la medida en que existe un discurso que le da un significado nacional e identitario11. Al analizar la selección de fútbol se pueden estudiar las transformaciones identitarias causadas por la Dictadura, porque los episodios protagonizados por el representativo chileno no ocurrieron de forma aislada al resto de las experiencias sociales y culturales que se produjeron en el país durante este período. Este artículo, operando como una descripción densa12 y por medio de una contextualización histórica, identifica los significados que la prensa nacional le asignó a los encuentros futbolísticos protagonizados por la selección nacional. Si es posible estudiar las transformaciones de la identidad chilena por medio de eventos futbolísticos, es porque la 5 El concepto de cultura del libre mercado implica entender el neoliberalismo como un discurso cultural que en Chile volvió hegemónicos los valores del consumismo, la competitividad y el éxito. Luis Cárcamo, Tramas del mercado: imaginación económica, cultura pública y literatura en el Chile de fines del siglo veinte (Santiago: Cuarto Propio, 2007), 17-18. Como doctrina económica, el neoliberalismo asume la libertad “como aquella que se realiza en el mercado”, lo que implicó reemplazar el concepto de derecho social por el “de servicio” transable. Esta “política económica ortodoxa” se caracterizó por una unilateral e inédita apertura de la economía chilena “al comercio internacional”, la drástica reducción del gasto público, la “fijación de un tipo de cambio nominal, la liberalización financiera” y una profunda transformación de “las relaciones laborales en favor del empresariado” y “en desmedro de los trabajadores”. Gárate, La revolución capitalista, 190-206. 6 Jerome Bruner, La fábrica de historias. Derecho, literatura, vida (Buenos Aires: FCE, 2003). 7 Véase, entre otros, Jorge Larraín, Identidad chilena (Santiago: LOM Ediciones, 2001), 131, y Fernando Purcell, ¡De Película! Hollywood y su impacto en Chile. 1910-1950 (Santiago: Taurus, 2012). 8 Bárbara Silva, Identidad y nación entre dos siglos. Patria Vieja, Centenario y Bicentenario (Santiago: LOM Ediciones, 2008), 7-8. 9 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (México: FCE, 1993). 10 Eric Hobsbawm, “Introducción: La invención de la tradición”, en La invención de la tradición, editado por Eric Hobsbawm y Terence Ranger (Barcelona: Crítica, 2002), 7-21. También: Ruben Oliven y Arlei Damo, Fútbol y cultura (Bogotá: Norma, 2001), 9-19. 11 Nada tiene sentido fuera del discurso, en otras palabras, que la realidad sólo es tal después de ser significada por un discurso. Stuart Hall, “The Work of Representation”, en Representation: Cultural Representations and Signifying Practices, editado por Stuart Hall (Londres: Sage Publications, 1997), 27. Véase, también, Miguel Ángel Cabrera, Historia, lenguaje y teoría de la sociedad (Valencia: Frónesis, 2001), 49-99. El discurso establece los límites de lo que pueden pensar e imaginar los sujetos: Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI (Barcelona: Muchnick, 1999). 12 Clifford Geertz, “La descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura”, en La interpretación de las culturas, editado por Clifford Geertz (Barcelona: Gedisa, 1997), 20.
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representación sociocultural elaborada por la prensa deportiva se encontraba mediada por discursos de carácter ideológico, histórico y social13. Así, para establecer las vinculaciones entre la discursividad deportiva y “otros relatos mayores que circulan en la sociedad”, es necesario entender a los medios de comunicación de masas como “productores de discursos y sentidos sobre y desde su contexto histórico”14; ya que la masividad del fútbol lo convierte en un lenguaje articulador de cuestiones más generales, esto es, “forjadas en otros ámbitos” sociales. La representación15 sociocultural de un acontecimiento deportivo es una “dramatización de la sociedad”16 que habla sobre el país y la identidad nacional. Al ser una manifestación típica de la cultura contemporánea, el fútbol es considerado como una expresión propia de las sociedades más desarrolladas. De ahí que simbólicamente en los torneos internacionales se dirima qué nación es la más moderna en el ámbito futbolístico17. Tanto por su rol “en la construcción de identidades colectivas” como por ser un “vehículo de expresión emocional y de sentido”, el fútbol permite “comprender ciertos hábitos, sentimientos y valores de los grupos mayoritarios” que componen las sociedades latinoamericanas18. Como destacan Eduardo Santa Cruz y Julio Frydenberg, el éxito de un medio de comunicación deportivo depende de que su sentido común represente al de sus lectores, generándose así una relación de mutua interdependencia, ya que “en la construcción identitaria, los estilos y gustos son representaciones edificadas en un ida y vuelta”19. En definitiva, la enorme riqueza representacional y simbólica del fútbol, lo convierten en un objeto de estudio privilegiado para entender el impacto que tuvo en la identidad chilena la instalación de la cultura y la economía de libre mercado. El discurso de la prensa deportiva chilena, entre 1973 y 1989, es la principal fuente documental de esta investigación. Estadio y Triunfo son las revistas deportivas más importantes del período, mientras que El Mercurio —además de ser el más influyente del país— fue un diario cercano a la Dictadura y principal portavoz del neoliberalismo20. Con los medios de oposición (diarios Fortín Mapocho y La Época y las revistas de análisis político e intelectual como Apsi, Análisis y Mensaje)
13 Maximiliano Korstanje, “El discurso del triunfador en el arquetipo del héroe deportivo (grandeza y miseria de una nación)”. Estudios sobre el mensaje periodístico 15 (2009): 288-290. 14 Santa Cruz y Santa Cruz, Las escuelas de la identidad, 8 y 112-113. 15 Para Stuart Hall las representaciones son el proceso por medio del cual se le atribuye sentido a la realidad a través de la relación entre las “cosas”, conceptos y signos. Hall, “The Work of Representation”, 6. 16 Oliven y Damo, Fútbol y cultura, 87-101. Al respecto: Eric Dunning sostiene que los deportes constituyen “uno de los principales medios de identificación colectiva”. Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de la civilización (Madrid: FCE, 1992), 14 y 266. 17 Xavier Pujadas y Carles Santacana, “Prensa, deporte y cultura de masas. El papel del periodismo especializado en la expansión social del deporte en Cataluña hasta la guerra civil (1890-1936)”. Historia y Comunicación Social 17 (2012): 142-146. 18 Julio Frydenberg, Historia social del fútbol: del amateurismo a la profesionalización (Buenos Aires: Siglo XXI, 2011), 13-14. También: Aldo Panfichi, Ese gol existe. Una mirada al Perú a través del fútbol (Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2008), 15-23. 19 Frydenberg, Historia social del fútbol, 243-244. Eduardo Santa Cruz, Crónica de un encuentro. Fútbol y cultura popular (Santiago: ARCOS, 1991), 133-142. 20 Sofía Correa, et al., Historia del siglo XX chileno (Santiago: Sudamericana, 2001).
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 127-147 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.07
se accedió a la visión de los sectores contrarios al proyecto neoliberal21. Desde el plano metodológico este artículo devela el significado social y cultural que subyace en el discurso de la prensa deportiva a partir de su interacción con el contexto histórico, político, cultural e identitario del Chile dictatorial por medio del análisis de fuentes bibliográficas. En otras palabras, el artículo identifica y evidencia las vinculaciones existentes entre el discurso deportivo y los discursos identitarios, culturales y económicos hegemónicos en Chile en estos años22. Es con este cruce que se puede acceder, de forma contextual, a las mutaciones experimentadas por el discurso social del fútbol y entender las consecuencias que tuvieron para la vida cotidiana, las transformaciones de la identidad chilena producidas por la implantación del neoliberalismo y del discurso dictatorial triunfalista que la acompañó. Más que establecer una relación causal entre el plano económico, ideológico-político y cultural, interesa iluminar, en su complejidad, la forma en que estos tres ámbitos interactuaron.
1. La selección de la restauración dictatorial: 1973-1974 Chile fue uno de los fundadores del fútbol sudamericano en 1916, además participó en el primer mundial de fútbol de 1930. Sin embargo, para 1974 los chilenos sólo habían sumado participación en los mundiales de Brasil, Inglaterra y Chile, y sus principales logros se reducían a dos subcampeonatos continentales (en la década del cincuenta) y al tercer lugar del mundo conseguido en casa (1962). Por ello, la prensa nacional difundía en sus páginas la imagen de un seleccionado débil. Con todo, la imagen de la selección como una fuerza humilde a nivel internacional se nutría tanto de elementos deportivos como identitarios, pues —al ser el deporte más popular del país— el fútbol ha sido históricamente un vehículo de expresión cultural de la sociedad chilena. Por ello, cuando el seleccionado cayó eliminado en la primera ronda del Mundial de Alemania 1974, existió una correlación entre la positiva valoración que hizo la prensa de la actuación futbolística y las versiones de la identidad chilena imperantes en la época, que representaban al país como pobre, aislado y subdesarrollado23. La prensa mostró el choque deportivo ante rivales europeos como la lucha bíblica entre David y Goliat. Dicha percepción estuvo influenciada porque en el plano deportivo —pero también en el económico—, aún en la primera mitad de la década de 1970, existía en Chile una concepción en la que el progreso era considerado el resultado de un proceso planificado y a largo plazo24. Bajo esta 21 Como parte del proceso de retorno de la democracia, a principios de 1987, el Régimen permitió la circulación de los diarios de oposición La Época y Fortín Mapocho. Fernando Ossandón y Sandra Rojas, El primer impacto: La Época y Fortín Mapocho (Santiago: Gráfica Nueva, 1989), 9. 22 En esta investigación se define hegemonía como un sentido común, construido históricamente, que aunque es instalado por las élites es compartido por el resto de la sociedad, estableciendo el marco discursivo que define los límites de la discusión política. Al respecto: Perry Anderson, Las antinomias de Antonio Gramsci. Estado y revolución en Occidente (Barcelona: Fontamara, 1981), 29-51. Véase, también, Mary Kay Vaughan, La política cultural en la Revolución. Maestros, campesinos y escuelas en México, 1930-1940 (México: FCE, 2000). 23 Larraín, Identidad chilena, 139-210. 24 Como destacan Eduardo y Luis Santa Cruz, el progreso, a nivel económico como deportivo, era entendido como un “esfuerzo interno colectivo, planificado y posible de ser verificado a través de indicadores objetivos, cuantificables y medibles”, Las escuelas de la identidad, 9-10. Esta concepción desarrollista se remonta al primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931). Al respecto: Gárate, La revolución capitalista, 181-187; Moulian, Chile actual: Anatomía, 30-31 y 169-172; Valdivia, Álvarez y Donoso, La alcaldización de la política, 15-16. Correa, et al., Historia del siglo XX, 296-298.
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visión, el desarrollo estaba ligado, en el plano ético-moral, con la meta de formar ciudadanos sobrios, honrados y austeros25. El éxito no significaba necesariamente “ser un campeón, sino tener algún valor merecedor de ser imitado”26. Aunque fueron derrotados, los chilenos demostraron la corrección y la dignidad propia de los buenos deportistas. Así las cosas, los triunfos morales efectivamente eran significativos para un país que se representaba a sí mismo como pobre pero honrado27. Para septiembre de 1973, Chile se encontraba inmerso en la mayor crisis económica, política y humanitaria de su historia28. Sin embargo, tan sólo 15 días después del derrocamiento del gobierno de Salvador Allende, la selección chilena se enfrentó en Moscú a la Unión Soviética por un cupo en el Mundial de Alemania 1974. Para los simpatizantes del Golpe de Estado, el Chile de la Unidad Popular era “el niño mimado de los rusos”29. Según la prensa oficialista30, cuando la Unión Soviética cortó relaciones diplomáticas con el Gobierno Militar salió a relucir toda la madurez de los dirigentes deportivos chilenos, quienes desoyendo los consejos de no dirigirse a “un país hostil”, determinaron “IR DE TODOS MODOS A MOSCÚ. Jugar para demostrar que los chilenos cumplimos con la palabra empeñada”31. Para el diario El Mercurio, los soviéticos “no podían creer que los chilenos hubiésemos sido tan valientes de haber viajado […]. Pero Chile andaba cumpliendo sus compromisos deportivos”32. En el país existían expectativas bastante cautas con respecto al encuentro. Una de las “verdades duras pero indesmentible”, según la revista deportiva Estadio, era que el fútbol chileno “no tiene trayectoria ni prestigio en Europa. Estamos en desventaja futbolística y económica. No se puede comparar”33. En Temuco, el diario El Austral agregó que entre el periodismo especializado existía “pesimismo y algunos abiertamente creen que Chile será vencido por Unión Soviética”34. Más allá de las excepcionales condiciones en que se encontraba el país, las cuales pedían algún tipo de triunfo que apuntalara la unidad nacional, no había espacio ni para un excesivo triunfalismo ni para un derrotismo extremo. 25 Pablo Whipple, “‘Escucha la voz sagrada de la raza’: celebraciones cívicas e identidad nacional en el Chile Central, 1900-1930”, en Chile-Colombia. Diálogos sobre sus trayectorias históricas, editado por Fernando Purcell y Ricardo Arias (Santiago: Ediciones Uniandes, 2014), 96-105. 26 Santa Cruz y Santa Cruz, Las escuelas de la identidad, 107-125. 27 En paralelo, la clase trabajadora se enorgullecía de tener una “vida de modesta dignidad”. Stern, Luchando por mentes, 237. 28 El terrorismo de Estado perpetrado por la Dictadura provocó una profunda crisis en el plano de la identidad nacional, ya que un grupo importante de chilenos, perseguidos en su mayoría por los organismos de seguridad del Estado, no era reconocido como parte de la comunidad nacional. Larraín, “A treinta años”, 143-145. Entre 1974 y 1975 el desempleo en Chile subió del 9,7% al 16,2%: Moulian, Chile actual: Anatomía, 198-201. 29 “Triunfo deportivo y fuera de la cancha”, Qué Pasa, 4 de octubre, 1973, 52.Véase, también, Axel Pickett, El partido de los valientes: Moscú, 26 de septiembre, 1973, URSS 0-Chile 0 (Santiago: Aguilar, 2003). 30 La única que podía funcionar bajo el régimen dictatorial. Manuel Bastias, Sociedad civil en Dictadura. Relaciones transnacionales, organizaciones y socialización política en Chile (Santiago: Universidad Alberto Hurtado, 2013), 152. 31 “Una decisión de hombre”, El Mercurio, 3 de noviembre, 1973, 7. Las mayúsculas son del original. En paralelo se caracterizaba a los integrantes de la Junta Militar como “dirigentes abnegados y positivos”, Stern, Luchando por mentes, 108-116. 32 “La verdadera razón de la URSS”, El Mercurio, 5 de noviembre, 1973, 2. También “Selección chilena a un paso del Mundial”, Ercilla, 3 al 9 de octubre, 1973, 63-65, y El Austral, 26 de septiembre, 1973, 12. 33 “Innovar, exigir, adaptar. Las conclusiones de Washington Urrutia luego de la gira de Wanderers por Europa”, Estadio, 2 de octubre, 1973, 14-18. 34 “No están todos los que son”, El Austral, 11 de septiembre, 1973, 16. Estadio, 4 de septiembre, 1973, 14-15.
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A pesar de esto, la selección sorprendió a todos al conseguir un “empate triunfal” a cero, “un punto de oro”. La “hazaña de los héroes de Moscú”, conseguida gracias a una estrategia ultradefensiva, calificada como “responsable”, reflejó la “fortaleza moral y permanente abnegación” del plantel nacional35. Tras el empate se debía disputar la revancha en Santiago, pero la Unión Soviética se negó a jugar en un Estadio Nacional que estaba siendo utilizado por la Dictadura como campo de concentración y tortura36. Los dirigentes soviéticos argumentaron que jugar en dicho recinto atentaba contra de “la ética deportiva. En ese país reina el terror”37. Ante la ofensiva soviética, los medios nacionales intensificaron su arremetida en el terreno de la moral. Según El Mercurio, Chile puede ser “un país pequeño, subdesarrollado, pero en materia de dignidad no nos vienen a dar lecciones, menos en el deporte”. Agregaba que el nuevo gobierno honraría la tradición de un “país libre, cariñoso y cordial. En Chile se quiere al amigo cuando es forastero”38. De esta forma, ante un equipo que finalmente no disputó la revancha, según El Austral, el cuadro nacional alinearía con “la verdad” en el arco; la defensa sería resguardada con la “justicia”, el “patriotismo”, la “honradez” y la “austeridad”. El medio campo lo conformarían el “estudio” y el “orden”, mientras que la delantera estaría representada por los valores del “respeto”, la “construcción”, la “creación” y el “trabajo”. La selección de la restauración dictatorial, “austera y patriótica”, se enfrentaría al “Equipo Z”39, identificado con el derrocado gobierno de la Unidad Popular que formaba con la “mentira”, el “activismo”, el “estancamiento”, la “destrucción”, el “desprecio”, el “proselitismo”, el “caos”, el “sectarismo”, la “traición”, el “despilfarro” y, finalmente, la “inmoralidad”40. Como se puede observar, en el discurso anticomunista del nuevo régimen, “el comunismo encarnaba todo lo negativo, inmoral, irracional y disolvente” para la sociedad chilena41, una ideología, en palabras de Augusto Pinochet, contraria a “los valores más entrañables del alma nacional”42. De ahí que el diario La Patria asegurará que frente a la sostenida campaña de “desprestigio” dirigida en “contra de Chile, los hechos se imponen sobre la falacia y la estrella de Chile, limpia y pura, vuelve a brillar con su luz de honestidad en todas las latitudes del orbe”43. Finalmente, la no comparecencia de la URSS determinó la clasificación chilena al Mundial de Alemania. 35 El Mercurio, 27 de septiembre, 1973, 1-5. Además, “La hazaña de los héroes de Moscú”, El Mercurio, 25 de noviembre, 1973, 1. 36 Al respecto: Brenda Elsey, Citizens & Sportsmen. Fútbol & Politics in 20th-Century Chile (Austin: University Texas Press, 2011), 242 y Correa, et al., Historia del siglo XX, 287. Pero además Eduardo Santa Cruz, “Fútbol y nacionalismo de mercado en el Chile actual”, en Futbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina, editado por Pablo Alabarces (Buenos Aires: CLACSO, 2003), 205. 37 “Insiste Granatkin”, El Mercurio, 5 de noviembre, 1973, 2. 38 “Que vengan los rusos”, El Mercurio, 11 de noviembre, 1973, 59. 39 El “Equipo Z” aludía al inexistente “Plan Z”. Según la Junta Militar, el Gobierno de Salvador Allende planeaba implantar “una dictadura castrista”. Dicho plan fue conocido como el Plan Z. Secretaría General de Gobierno, Libro Blanco del cambio de gobierno en Chile (Santiago: Lord Cochrane, 1973), 3 y 69. Actualmente se sabe que el Plan Z fue una invención de la Junta Militar, para justificar el Golpe de Estado. Stern, Luchando por mentes, 75-108. 40 “Este partido lo gana Chile”, El Austral, 17 de noviembre, 1973, 6. 41 Marcelo Casals, “Anticomunismos, política e ideología en Chile. La larga duración de la ‘campaña del terror’ de 1964” (tesis de maestría, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2012), 6 y 23-24. 42 “Meta: Unión de los chilenos”, El Mercurio, 12 de octubre 1973, 1. 43 “Fútbol político”, La Patria, 5 de noviembre, 1973, 11. Cursivas del autor. Ideas similares en “La verdadera razón de la URSS” y “Derrota rusa en deporte y política”, El Mercurio, 8 de noviembre, 1973, 3. “Llegarán a tanto”, Estadio, 6 de noviembre, 1973, 66.
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Al aproximarse el certamen internacional, la prensa volvió a relacionar la debilidad deportiva con la debilidad económica del país. El diario El Sur de Concepción aclaró que en el país existía plena “conciencia de las limitaciones y posibilidades de la representación que ha viajado a Europa. Hay países que, por contar con mayores medios de todo tipo, aparecen con superior opción”44. Estadio, por su parte, le recordó al plantel que: “Nadie en Chile se sentirá humillado por una derrota. Los millones de chilenos sólo les piden que jueguen como si quisieran ganar […]; con la fe de los que pueden caer ante un adversario, pero nunca por sus propias debilidades y temores. Con luchar así, habrán cumplido. Nada más y nada menos se les pide”45. La selección chilena quedó eliminada en primera ronda tras caer ante Alemania Federal y empatar con Alemania Democrática y Australia. Como primaba una concepción desarrollista del deporte, el Mundial fue considerado como “importante pero sólo como calibrador de nuestra potencia actual”. Es que “ni la vida ni la patria ni el honor están involucrados en una derrota […] ganar, perder, son contingencias transitorias. Ser íntegros, rectos y leales va más allá de la transitoriedad”46. De esa manera, un resultado mediocre fue caracterizado como una actuación decorosa y digna, reflejo del progreso del fútbol en un Chile subdesarrollado. Por tanto, el discurso social del deporte de la época planteaba que si bien la selección podía ser superada en la cancha, los chilenos jamás responderían con una conducta carente de honor y dignidad. En el discurso identitario, esto sostenía el orgullo nacional: ante la superioridad europea, los chilenos postulaban poseer una reserva ética capaz de permitirle pequeñas grandes victorias que se transformaban en importantes triunfos morales. Es bajo este discurso identitario —el de los chilenos “pobres pero honorables”— que la prensa construyó su relato de los episodios protagonizados por la selección de fútbol. Esto reforzado por el propio Augusto Pinochet, quien intentó establecer una analogía entre lo deportivo y lo político. Si bien Chile había llevado las de perder, tanto en el fútbol como en su lucha contra el marxismo internacional, finalmente había superado todas las adversidades47. Así, entre septiembre de 1973 y julio de 1974 la selección chilena de fútbol se convirtió en el símbolo de un Chile-David que enfrentaba al Comunismo-Goliat. Por lo tanto la clasificación como la participación en el Mundial fueron interpretadas como un enorme triunfo moral, en circunstancias que para el resto del mundo Chile eran sinónimo de dictadura y violación de los derechos humanos48. De este modo, el relato de la prensa deportiva estuvo discursivamente mediado por las representaciones del país que la Dictadura —al presentarse como una restauración de los valores más tradicionales de la chilenidad— revivió y reforzó en su etapa de instalación, cuando el país se encontraba en la mayor crisis de su historia. 44 “Décimo Campeonato Mundial de Fútbol”, El Sur, 14 de junio, 1974, 4. 45 “Once contra once”, Estadio, 11 de junio, 1974, 66. 46 “Sapeando”, Qué Pasa, 14 de junio, 1974, 53-56; “La Copa es el gran examen”, La Tercera de la Hora, 10 de junio 1974, 21. 47 Brenda Elsey, “‘As the World Is My Witness’. Transnational Chilean Solidarity and Popular Culture”, en Human Rights and Transnational Solidarity in Cold War Latin America, editado por Jessica Stites Mor (Wisconsin: University of Wisconsin Press, 2013), 184. La dictadura argentina instrumentalizó la organización y el triunfo del seleccionado argentino en el Mundial de 1978, para difundir la imagen de que su proyecto nacional era exitoso. Eduardo Archetti, “El mundial de fútbol de 1978 en Argentina: victoria deportiva y derrota moral”. Memoria y civilización n.º 7 (2004): 181. Mientras la dictadura argentina instrumentalizó el fútbol por medio de un discurso exitista, el régimen militar chileno lo hizo a través de uno que exaltaba los triunfos morales. 48 Stern, Luchando por mentes, 143.
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Las Fuerzas Armadas, según la memoria oficial49, buscaron restaurar y recuperar los valores más anhelados y tradicionales de la sociedad chilena “de la degradación a que lo conducía el comunismo” y el gobierno de la Unidad Popular50. No deja de ser paradójico que se esgrimieran argumentos morales cuando el país experimentaba una tremenda crisis humanitaria producto del terrorismo de Estado desatado por el Régimen Militar51. No obstante, esto ocurría por las características normalizadoras de las narraciones, pues su función es conjurar el corrosivo efecto psicológico que tienen en la vida social acontecimientos desestabilizadores52 como el Golpe de Estado en Chile. Tanto por el hecho de que en su fase de instalación la Dictadura careció de una identidad más allá de la que emergía como la negación del gobierno de la Unidad Popular, como por el vacío identitario que generó el Golpe Militar al romper con el mito de la “excepcional” trayectoria democrática chilena53, la Dictadura y la prensa partidaria tuvieron que recurrir a las representaciones más tradicionales del país.
2. La crisis futbolística y económica de 1982 El mismo Régimen Militar, que en su instalación exacerbó la representación de Chile como un país pobre pero honrado, terminó por sepultar esta forma de entender tanto el deporte como al propio país. En 1977, Pinochet aseguró que el 11 de septiembre de 1973 “representó el término de un régimen político-institucional definitivamente agotado, y el consiguiente imperativo de construir uno nuevo”54. Al dejar de concebirse como una restauración de los valores más tradicionales de la chilenidad, la Dictadura asumió la misión de implementar una refundación neoliberal del país, lo cual implicó usar toda la fuerza del Estado para construir una nueva hegemonía y “cambiar la conciencia colectiva del país”55. A medida que se implementó y consolidó el proyecto de acelerada modernización neoliberal, los triunfos morales ya no fueron suficientes. Como se fueron adoptando de manera progresiva los valores competitivos (propios de la cultura del libre mercado) para el Mundial de España en 1982, y coincidiendo con el discurso oficial que hablaba de una nación poderosa que transitaba aceleradamente hacia el desarrollo56 en todos los ámbitos, la prensa deportiva nacional le exigió a la selección ser competitiva y obtener logros relevantes.
49 Lo que Steve Stern llama la “memoria como salvación”. Luchando por mentes, 38. 50 Junta de Gobierno, Bando Nº 31 y Bando Nº 33, 14 de septiembre 1973, en Manuel Antonio Garretón, Roberto Garretón y Carmen Garretón, Por la fuerza sin la razón. Análisis y textos de los bandos de la dictadura militar (Santiago: LOM Ediciones, 1998), 85-87. 51 Stern, Luchando por mentes, 148-150 y Bastias, Sociedad civil en Dictadura, 43 y 187. 52 Bruner, La fábrica de historias; Claude Lévi-Strauss, Antropología estructural (Barcelona: Paidós, 1995). 53 Stern, Luchando por mentes, 29. 54 Augusto Pinochet, “Discurso en cerro Chacarillas con ocasión del Día de la Juventud, el 9 de julio de 1977”, en Nueva Institucionalidad en Chile. Discursos de S.R. el Presidente de la República General de Ejército D. Augusto Pinochet Ugarte (Santiago: s/e., 1977), 5-10. 55 Correa, et al., Historia del siglo XX, 284-287. Es lo que llaman “guerra social” Valdivia, Álvarez y Donoso, La alcaldización de la política, 21-37. 56 Stern, Luchando por mentes, 223. El desarrollo era identificado con el crecimiento económico y el acceso al consumo de bienes suntuarios e importados. Cárcamo, Tramas del mercado, 17.
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El proceso de 1982 se caracterizó por el “triunfalismo extremo”57, mientras el entrenador nacional, Luis Santibáñez, aseguraba estar formando un equipo arrollador, el plantel vaticinaba: “la selección será una máquina”58. El volante Eduardo Bonvallet, en lo que El Mercurio calificó como una “sincera confesión”, fue enfático: “vinimos para pasar a segunda ronda y si no lo conseguimos significará que fracasamos”59. Abel Alonso, presidente de la Asociación Central de Fútbol (ACF), se puso como meta “no hacer el ridículo como se ha hecho toda la vida”60. Al igual que Augusto Pinochet —quien aseguraba estar refundando un Chile próspero y poderoso, al denostar el pasado del fútbol nacional—, Alonso remarcaba estar abriendo una nueva era de triunfos a nivel internacional. Sin embargo, y a la par de la feroz crisis económica que en 1982 terminó con el llamado “milagro económico chileno”61, el resultado del representativo nacional fue paupérrimo. A pesar de las enormes expectativas, la selección quedó eliminada en primera ronda al perder sus tres partidos —contra Austria, Alemania Federal y Argelia—, en lo que aún es la peor actuación de un seleccionado chileno en una Copa del Mundo. El diario español As llegó a calificar el fútbol de Chile como “el peor de la primera fase […] de una antigüedad rayana en la Belle Epoque”62. Resulta difícil argumentar que las exigencias de triunfo, previas a la competencia, se sostenían sólo en elementos deportivos. Si se aplican criterios futbolísticos, es la selección de 1974 la que debería haber despertado mayores expectativas. Si bien es cierto que la selección clasificó invicta a España eliminando a Paraguay, los guaraníes no participaron en ninguna Copa del Mundo entre 1962 y 1982. Ocho años antes, el seleccionado chileno no sólo eliminó a los soviéticos, sino que previamente venció a la mejor generación en la historia del fútbol peruano, que entre 1970 y 1982 sólo faltó a la Copa del Mundo de Alemania. En términos estrictamente futbolísticos, Perú era igual o más potente que Paraguay, por ello fue mucho más meritoria la clasificación de Chile a Alemania. A pesar de esto, exagerando la importancia del subcampeonato de América obtenido en 1979 y olvidando que su selección no ganaba un partido en un mundial desde hacía 32 años, los chilenos exigieron mucho más en 1982 que en 1974. De este modo, las causas de las enormes expectativas que acompañaron la participación chilena en España deben buscarse también fuera de la cancha de fútbol. Si bien en ocho años la realidad futbolística no había evolucionado lo suficiente como para justificar estas exigencias, sí se produjeron en este contexto enormes transformaciones económicas y sociales que afectaron profundamente la sociedad y la cultura chilenas63. La implantación de la cultura del libre mercado, unida al discurso triunfalista con que el régimen acompañó su instalación, provocaron un enorme cambio en la identidad chilena. Ese impacto puede observarse a través 57 Edgardo Marín, Centenario ¿acá no van dos puntos o punto seguido? historia total del fútbol chileno: 1895-1995 (Santiago: REI, 1995), 266. 58 “La selección puertas adentro”, Estadio, 18 de mayo, 1982, 32-37, y “El ajuar de la selección pesa toneladas”, Estadio, 8 de junio, 1982, 8-11. 59 “La sincera confesión de Eduardo Bonvallet”, El Mercurio, 22 de junio, 1982, C8. 60 “No hacer el ridículo. Es la meta de Abel Alonso y la selección en España”, Estadio, 13 de abril, 1982, 14. 61 En Santiago la desocupación llegó al 22,2% y los salarios reales cayeron, en promedio, un 20%. La inflación se disparó en 1982 hasta un 20,7% y el Producto Geográfico Bruto (PGB) cayó un 14,1%. Moulian, Chile actual: Anatomía, 263. Gárate, La revolución capitalista, 305-307. 62 Esto puede observarse en El Mercurio, 25 de junio, 1982, A3, C8; 27 de junio, 1982, C9; 28 de junio, 1982, D1; y 2 de julio, 1982, C7; y “Chile el gran fracasado”, Estadio, 13 de julio, 1982, 6-7. 63 Gárate, La revolución capitalista, 284.
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de la forma en que mutaron las expectativas de la población respecto de su selección de fútbol. Incluso Mensaje, revista asociada a los jesuitas chilenos, advirtió que se estaba sobredimensionando la importancia del fútbol, al transformarlo en algo donde “poco menos, estarían en juego la dignidad nacional o las virtudes de la raza”, lo cual era el colmo de los “excesos y tropicalismos”. La revista se cuestionaba si acaso “¿hemos perdido definitivamente el sentido de las proporciones, el equilibrio y la mesura de la que nos enorgullecíamos durante mucho tiempo?”64. Un reparo similar era el de la revista Estadio, la cual se quejaba de que se estuviesen regalando los elogios, generando la falsa imagen de que el talento fuese “algo característico a la mayoría de nuestros futbolistas. Si así fuera seríamos campeones del mundo”. Aunque hacía un llamado a “ser realistas y no incurrir en ilusiones injustificadas”, lo predominante fue la visión de los “hinchas, que sólo tienen ojos para ver las aptitudes de su equipo favorito, olvidando que puede haber mejores, y los hay”65. Tras la implantación de las reformas neoliberales por parte de la Dictadura, recién en 1977 se observó un repunte económico que, en un ambiente de euforia y halagos internacionales, permitió el nacimiento del boom chileno66. Después de cuatro décadas de planificación estatal y proteccionismo “el país pareció reintegrarse con éxito” a la economía internacional a través del libre mercado67. De modo que para 1981 dominaba un clima exitista en el que Pinochet se jactaba del “sólido estado de nuestra economía”68. La aplicación del “modelo” se fundamentó en “un saber científico inapelable”, pues todos los que desafiaron el nuevo dogma fueron estigmatizados como “ignorantes de la ciencia económica”69. Con la selección ocurrió algo similar y los opositores manifestaban: “el fútbol chileno expresa la situación de autoritarismo existente”, ya que Santibáñez monopolizaba “para sí la verdad futbolística”, intentando “modificar a su amaño las características históricas de nuestro fútbol”70. Igual que los impulsores del neoliberalismo que “limitaban la discusión económica a un debate entre los que saben”71, el entrenador calificaba a sus críticos como “ratones de cola pelá”72. Al igual que Pino-
64 Fernando Barraza, “Transmisiones deportivas ¿informar o distraer?”, Mensaje, julio, 1981, 362-363. Sobre el tópico del “tropicalismo” en la construcción del discurso identitario chileno Sylvia Dummer, “Sin tropicalismos ni exageraciones. Chile y la representación de lo chileno en la exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929” (tesis de maestría en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2009), 95, y Diego Vilches, “La historia de un despojo y el nacimiento de un héroe deportivo: Colo-Colo F. C., 1925-1929”, en Seminario Simon Collier 2011 (Santiago: Pontificia Universidad Católica de Chile, 2012), 13-46. 65 “Lima: ¿Ensayo de variantes chilenas para el Mundial?”, Estadio, 6 de mayo, 1982, 43-45; y 27 de abril, 1982, 1. 66 El promedio anual de crecimiento durante el periodo fue del 8%. En relación con 1973 el volumen de las exportaciones aumentó de tres a cuatro veces. La inflación llegó a menos del 10%. Los salarios reales aumentaron en un 9% y el déficit público cayó de un 21% del PIB hasta alcanzar un superávit de 5,5%. Gárate, La revolución capitalista, 223. 67 Gárate, La revolución capitalista. Sobre el desarrollo de la industria agroexportadora chilena durante la Dictadura, ver: Heidi Tinsman, Buying into the Regime. 68 Augusto Pinochet, S. E. El Presidente de la República General de Ejército Augusto Pinochet Ugarte informa al país. Mensaje Presidencial 11 de septiembre 1981 (Santiago: s/e., 1981), 21-30. 69 Moulian, Chile actual: Anatomía, 196-197. 70 Pepe Auth, “Mundial 82: Porque somos como somos”, Apsi, 6 al 19 de julio, 1982, 23-24. 71 Moulian, Chile actual: Anatomía, 198-200. La expansión de la “influencia del discurso técnico” económico implicó que los tecnócratas se transformaran en “agentes culturales”. Esto es “no sólo como diseminadores de la ciencia económica, sino como productores de un sentido de valorización político-cultural de la mima”. Cárcamo, Tramas del mercado, 98-99. 72 Juan Cristóbal Guarello y Luis Urrutia O´Nell, Historias secretas del fútbol chileno (Santiago: Ediciones B, 2007), 172.
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chet lo hacía en contra de la oposición, el adiestrador tildaba de antipatriota a quien lo criticara73. Es necesario subrayar que el desastroso desempeño de la selección en el Mundial se debió a la soberbia del técnico, quien fue incapaz de aquilatar las verdaderas posibilidades deportivas del equipo. Esta arrogancia fue análoga a la de los tecnócratas responsables de la crisis del ‘82, quienes, inmersos en su triunfalismo, fueron incapaces de captar “las múltiples evidencias de una recesión internacional ni los síntomas internos de fragilidad” económica chilena74. Lo cierto es que lo correcto habría sido afrontar la Copa del Mundo con cautela y prudencia75. Pero ¿cómo iba a existir prudencia en el seleccionado, si ni siquiera en un ámbito tan importante como el económico el Régimen estaba siendo cauto? En efecto, el “milagro económico chileno” no significó un verdadero crecimiento con relación a las históricas tasas alcanzadas a finales de la década del sesenta. El celebrado boom sólo fue la recuperación económica del país tras la severa crisis del período 1972-1976. Más aún, la mayor parte de los caudales de capitales internacionales que inundó la economía chilena en la segunda mitad de la década “no fueron invertidos en infraestructura productiva y exportadora del país”, sino que fue a parar al “consumo, la importación de bienes y el crecimiento totalmente desregulado de los Grupos Económicos”. Con esa política, que impedía “generar tasas suficientes de ahorro e inversión”, era económicamente imposible sostener un modelo de desarrollo que necesitaba que el país creciera anualmente a una tasa de 8%76. Entre 1979 y 1982, con el trasfondo de las sistemáticas políticas de terrorismo de Estado dirigidas contra la oposición, en el país triunfó el Chile oficial. Pinochet contaba con respaldo popular, relacionado con su capacidad de instaurar un discurso sobre la historia reciente, el presente y el futuro de Chile, apropiado por un sector relevante de la población. Era el discurso de una patria fuerte y poderosa que, ahora sí, iba camino a la grandeza77. Esa representación oficial del país, junto con una visión cada vez más centrada en el éxito y la competitividad, fue la que generó las altísimas expectativas que acompañaron la participación de la selección chilena en la Copa del Mundo de España. Antes del mundial, cuando dominaba un clima exitista, tanto en el fútbol como en la economía, Luis Santibáñez y Elías Figueroa aparecieron en un spot publicitario gubernamental que anunciaba: “Sí, vamos bien, mañana mejor”78. De hecho, según José María Navasal, experto en política internacional del Canal 13 de televisión, la clasificación de la selección a España demostraba que cuando los chilenos se aplican con perseverancia “conseguimos aquello que nos proponemos. Así sucede con el equipo económico que ha logrado derrotar la inflación, y así está pasando ahora con esta selección que dirige Luis Santibáñez”79. En este contexto ya no bastaba que la selección consiguiera un triunfo moral: pues a España no se podía ir a buscar “resultados
73 Santibáñez afirmó que era un deber patriótico apoyar ciegamente a la selección, ya que el Mundial ayudaría a mejorar la “imagen de Chile en el exterior, desvirtuando los ataques injustos que se le hacen al país en el extranjero”. Barraza, “Transmisiones deportivas”, 362-363. 74 Moulian, Chile actual: Anatomía, 201 y 264. 75 Edgardo Marín, La roja de todos (Selección Chilena de fútbol 1910-1985) (Santiago, s/e., 1985), 190. 76 Gárate, La revolución capitalista, 221-226. 77 Steve Stern, Luchando por mentes, 255. Véase también Maria Chiara Bianchini, Chile, memorias de la moneda. La (re)construcción de un símbolo político (Madrid: Ediciones Universidad Autónoma de Madrid, 2012), 194. 78 Daniel Matamala, Goles y autogoles. La impropia relación entre fútbol y el poder político (Santiago: Planeta, 2001), 58-59 y 197. 79 Citado en Barraza, “Transmisiones deportivas”, 362-363.
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honorables”80, porque la implantación de la cultura del libre mercado y el discurso triunfalista con que el Régimen la acompañó ya habían dejado una profunda huella en la sociedad chilena. No obstante, todavía existían en el país quienes consideraban mezquina una visión deportiva que supeditaba el buen juego a la obtención de resultados81. Así, tanto el descalabro futbolístico como económico de 1982 visibilizaron a una oposición que, aunque reprimida, expresaba su rechazo al proyecto de la Dictadura82. De ahí que ante la consciente y sistemática destrucción del Estado de Compromiso (1931-1973) se generaran profundos cuestionamientos sociales83. Incluso en 1981, el abierto opositor del Gobierno de la Unidad Popular, Mario Góngora, planteó que la privatización de las empresas del Estado evidenciaba la franca “tendencia anti-estatal” del Régimen. El tema no era baladí, ya que para el historiador fue el Estado el que históricamente construyó y sostuvo la nacionalidad chilena84. La oposición, por su parte, criticaba que fuese el consumo suntuario el “nuevo símbolo del éxito”. Este nuevo chileno, “materialista, individualista y carente de sentido social”, era “incompatible con un proyecto humanista y democrático de sociedad”85. Ante el “liberalismo individualista desatado”, ideología que no tenía más ética que una “moralidad de tipo darwinista”, se preguntaban los articulistas: “¿Qué va quedando de toda la cultura política de participación de la que nos ufanábamos ayer?”86. El vacío moral denunciado era la consecuencia del avasallador dominio que los grupos económicos habían adquirido en el Chile de Pinochet87. El Chile anterior al Régimen, en el que “las clases y grupos intervenían con su propia participación” en el difícil camino hacia una “democracia más profunda y de igualdad social más generalizada”88, estaba desapareciendo inexorablemente.
3. La consolidación de la idea del país ganador en 1989 Para finales de los ochenta, después de superar la crisis de inicios de la década, la Dictadura consolidó tanto su proyecto político refundacional como el discurso de “Chile, un país ganador”. En el contexto de la definitiva instalación de “la operación transformista” que consolida el “Chile actual”89, marcada por un sostenido crecimiento económico90, en 1989 a la selección se le exigió 80 “Santibáñez: no vinimos a buscar resultados honorables”, El Mercurio, 22 de junio, 1982, C7. 81 “Catedráticos opinan sobre el fútbol”, El Sur, 13 de junio, 1982, 8-10. 82 Stern, Luchando por mentes, 280, y Bastias, Sociedad civil en Dictadura, 192. 83 Gárate, La revolución capitalista, 187-202; Tironi, El Régimen Autoritario, 67-68. 84 Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago: Universitaria, 2003), 294-298. Todavía en 1982, y a pesar de la hegemonía neoliberal en el interior del gobierno, en las fuerzas armadas habían sectores estatistas. Valdivia, Álvarez y Donoso, La alcaldización de la política, 119. 85 “Chile: las exigencias políticas del nuevo modelo económico”, Mensaje, octubre, 1978, 598-602. 86 “En torno al apagón cultural”, Mensaje, noviembre, 1979, 613-614. 87 Renato Cristi y Carlos Ruiz, “¿Hacia una moral de mercado?”, Mensaje, junio, 1981, 241-243. 88 José Aldunate, “El ‘éxito’ económico de Chile desde una perspectiva obrera”, Mensaje, diciembre, 1978, 789-794. 89 Tomás Moulian define la operación transformista como la preparación de una transición a la democracia, que asegurará la continuidad de las estructuras básicas instaladas por la Dictadura bajo vestimentas democráticas. Moulian, Chile actual: Anatomía, 141-143. 90 En 1989 se pronosticaba que la economía chilena crecería a un 8% completando su sexto año consecutivo de crecimiento económico. “Crecimiento Económico”, El Mercurio, 8 de septiembre, 1989, A3; y “1989: expansión económica y deuda social”, Mensaje, enero-febrero, 1989, 5.
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lograr lo que nunca antes nadie había conseguido: eliminar a Brasil por primera vez de una Copa del Mundo. Esta meta dialogaba con el discurso pinochetista según el cual Chile era una nación destinada a la grandeza que progresaba aceleradamente91. Aunque se aceptaba que futbolísticamente el rival era superior, se confiaba en compensar la inferioridad deportiva con “guapeza” y “mentalidad ganadora”92. El impacto en la sociedad chilena tanto del discurso triunfalista del Régimen como de la instalación de la cultura del libre mercado, se expresó nítidamente en el ámbito futbolístico: cuando a la selección se le exigió jugar para ganar y no para obtener un triunfo moral. El arraigo del discurso de la “mentalidad ganadora” en el discurso futbolístico chileno está íntimamente ligada al surgimiento de una sociedad mercantilizada y a un individuo consumista y despolitizado93, acordes a la consolidación del “policidio”94. Además los ochenta fueron la década en la que la cultura del libre mercado permeó el cuerpo social por medio de una “ofensiva ideológica” empresarial95, que volvió hegemónica una “concepción cultural” en la que el éxito, la ambición, la ganancia y el consumo se transformaron en “los valores centrales de la sociedad chilena”96. En ese contexto, las eliminatorias para Italia 90 debían ser el escenario para demostrar un cambio de mentalidad, que implicaba jugar para ganar y no para obtener un empate o una derrota honrosa. Para clasificar a este Mundial la selección chilena debía ganar el grupo compuesto por Brasil y Venezuela. Así, pues, comenzó venciendo de visita a Venezuela, para luego empatar con Brasil en Santiago. Producto de los incidentes ocurridos en el Estadio Nacional de Santiago, la FIFA lo inhabilitó para albergar el duelo de revancha ante Venezuela, lo que despertó un sentimiento de indignación transversal, porque se consideró que era una medida con la cual el presidente de la FIFA, el brasileño João Havelange, buscaba asegurar la clasificación de su país97. El castigo, en vez de morigerar las desmedidas expectativas, fue asumido como
91 “¿A qué país viene el Papa?”, Mensaje, marzo-abril, 1987, 67. También: Stern, Luchando por mentes, 422-428. 92 Cuando en 1987 la chilena Cecilia Bolocco ganó el concurso Miss Universo se destacó su mentalidad ganadora, expresada en la frase: “vine para ganar […]. No se puede concursar pensando que no se va a triunfar”. Bolocco representó una nueva juventud chilena caracterizada por una personalidad ganadora. Elsey, “As the World”, 196-197. También “Revista brasileña: Elogios a Miss Universo”, El Austral, 11 de junio, 1987, 17 y “¡Viva Miss Universo!”, La Gaceta del Sur, 7 de junio, 1987, 11. 93 Por ejemplo, en 1987 se destacaba que el futbolista chileno Jorge Contreras, quien jugaba en España, era un ganador ya que ganaba 6.000 dólares mensuales y ocupaba su tiempo libre entre “gastar, comprar, ir al cine, a bailar y comer”. “Ganadores”, El Mercurio, 12 de julio, 1987, D9. El estilo de vida cosmopolita, con autos de lujo y ropa de marcas importadas, se convirtió en señal del éxito individual en el Chile que emerge con la Dictadura Militar. Andrés Benítez, Chile al ataque (Santiago: Zig-Zag, 1991), 70. Por el contrario, el Chile del desarrollismo se estructuró en torno a las identidades de clase y políticas. Moulian, Chile actual: Anatomía, 100; Elsey, Citizens & Sportsmen, 201; Santa Cruz, “Fútbol y nacionalismo”, 213. 94 Se hace referencia a la estrategia mediante la cual la Dictadura destruyó completamente “las maneras de hacer y de pensar la política” que caracterizaron a Chile hasta 1973. Steve Stern, Recordando el Chile de Pinochet. En vísperas de Londres 1998 (Santiago: Ediciones UDP, 2009), 69. 95 Cárcamo, Tramas del mercado, 212-213. 96 Bernardo Subercaseaux, Chile ¿un país moderno? (Santiago: Ediciones B, 1996), 71-75, y Larraín, Identidad chilena, 163-171. 97 “Aravena: está en juego la dignidad de Chile”, El Austral, 20 de agosto, 1989, 24; “Unánime rechazo provocó el castigo de la FIFA”, El Sur, 19 de agosto, 1989, 10; “¿Vale la pena seguir?”, Revista del Deporte de El Mercurio, 21 de agosto, 1989, 7; y “¡Gol de Havelange!”, Qué Pasa, 24 de agosto, 1989, 38-39.
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un signo del temor que Chile despertaba en los tricampeones mundiales98. Lejos de dejarse apabullar por este acontecimiento, los chilenos se prepararon para una proeza: “dejar en el camino al gigante en su propia casa”. El Mercurio destacó que los tricampeones temblaban ante el “espíritu combativo de los chilenos”99. Para la revista Qué Pasa, ante “los morenitos de Brasil” había que luchar “con todo, metiendo fierro, acorralándolos […] nuestro apronte: 5x0 ¡Vamos Chile!”100. En este acontecimiento muchos deseaban, como el seleccionado Jaime Vera, que los chilenos “dejáramos de ser tan honrados y tuviéramos un poco de maldad”101. En definitiva, el ánimo imperante se resumió en la consiga “ganar como sea”102. No había espacio para cálculos mezquinos, ya que “el fútbol chileno había crecido hasta infundir miedo en los todopoderosos”103. Un año antes, sustentado en el éxito económico, Pinochet declaró: “hoy podemos mirar frente a frente y decir qué pasa, qué sucede, somos libres”104. El Sur reafirmó la relación entre este estado de ánimo y el efecto cultural provocado por el crecimiento del país, al plantear que el “boom económico terminó” con el tradicional sentido de inferioridad del chileno, el cual ahora es capaz de “lucir sin pudores” las que antes eran consideradas “señales de ostentación innecesaria”. Ese nuevo carácter ha alcanzado “otros planos y henos aquí a punto de jugar con Brasil, en que la prensa da poco menos que por hecho que golearemos a los cariocas”105. La revista deportiva Triunfo, por su parte, ensayó una causa socio-económica para explicar por qué la selección sería recibida con hostilidad en un país que “no destaca precisamente por su frialdad”. Mientras la economía chilena sobresalía “entre los demás países latinoamericanos”106, la mitad de Brasil “vive en estado de pobreza”. Ese “cuadro de penurias”, de subdesarrollo, explicaba para la revista que se tratara como “enemigo” a quien pusiera “en peligro el único vehículo de alegría de los más desposeídos”107. En este contexto, el 3 de septiembre de 1989 los chilenos saltaron al césped del “inexpugnable Maracaná”, “más gallos que nunca, con esas plumas de acero que nos han quitado gran parte de nuestro apequeñamiento”. La selección parecía “un equipo argentino. Creídos, y sin vergüenza de que ese orgullo luzca, sin temor al ridículo”108. Bien entrado el segundo tiempo, cuando la selección ya caía 1 a 0, Roberto Cóndor Rojas, capitán y figura del equipo chileno, simuló haber sido alcanzado por una bengala. Su objetivo era conseguir, sin jugar, la clasificación que se les negaba
98 “Con todo, el fútbol chileno quiere dar vuelta a la FIFA”, Fortín Mapocho, 20 de agosto, 1989, 11. También “Fueron 5, pudieron ser 10”, Ercilla, 30 al 5 de septiembre 1989, 47; El Sur, 28 de agosto, 1989, 12; “El golpe bajo desde arriba”, Triunfo, 21 de agosto, 1989, 40-41; y “Consigna: Ganar en Maracaná”, La Época, 21 de agosto, 1989, 15. 99 “Chile sigue con la bandera a tope”, Revista del Deporte de El Mercurio, 28 de agosto, 1989, 2-3, “Fueron 5, pudieron ser 10”, 47, además de “Coraje, cabros”, La Época, 28 de agosto, 1989, 15. 100 “¡Vamos Chile!”, Qué Pasa, 10 de agosto, 1989, 41. 101 “Estos son los deseos de Jaime Vera”, Triunfo, 18 de mayo, 1987, 24-25. 102 “Brasileños temen a la selección chilena. Opinan los temuquenses”, El Austral, 2 de septiembre, 1989, 23. 103 “La selección quiere convertirse en leyenda”, El Mercurio, 3 de septiembre, 1989, C10. 104 Citado en Jocelyn-Holt, El Chile perplejo, 190. 105 “El nuevo optimismo”, El Sur, 12 de agosto, 1989, 3. 106 “Chile, por un camino de progreso”, El Austral, 12 de septiembre, 1989, 2. 107 “La guerra se paseó en Río”, Triunfo, 4 de septiembre, 1989, 12-13 y 42. 108 La Época, 4 de septiembre, 1989, 15-17.
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en el campo de juego. La trampa, la antítesis más absoluta del discurso del fair play que existía en 1973-1974, no era más que hacer realidad el discurso “ganador” de la prensa deportiva chilena. Según ella, para eliminar a Brasil, un rival deportivo que se transformó en un enemigo, todos los recursos eran válidos. Desde un análisis exclusivamente deportivo, es imposible entender por qué para la sociedad chilena era inaceptable que su selección de fútbol, una fuerza irrelevante a nivel internacional, fuera eliminada de Italia 90 por los tricampeones mundiales. Pero es comprensible si el episodio del Cóndor se relaciona con una nueva comprensión cultural, centrada prioritariamente en la competencia y el triunfo. Dicho fenómeno incluso permeó a la oposición al régimen. Aunque el diario de oposición Fortín Mapocho considerase que no se podía confundir la “camiseta con el honor de un país” ni “sobredimensionar una disputa que no tiene otro carácter que un simple juego”, se confiaba “en la garra y la hombría de los futbolistas criollos”. Mojando “la camiseta y metiendo la pierna” la selección sepultaría “definitivamente el infortunio, la frustración, los segundos lugares y las esperanzas eternas que no se concretan. ¡Vamos Chile carajo!”109. Aunque lo más lógico era que Brasil clasificara, ya que “nunca una selección [chilena] ha ganado en Maracaná”110, en Chile nadie se conformaría con una eliminación, aunque fuese digna y decorosa. Los chilenos estaban “dejando atrás su historia” de subdesarrollo que había provocado “un apocamiento generalizado. Eran los tiempos del país chico. El tiempo de los ‘chilenitos’. El tiempo que terminó. Hoy Chile está compitiendo a lo grande, jugando a la ofensiva y no se conforma con triunfos morales”111. La seguridad que existía en el país de que la FIFA impediría, a toda costa, la eliminación del Scracth brasileño, en lugar de generar discursos justificatorios y compensatorios, potenció la idea de que Chile estaba obligado a salir a ganar, costara lo que costara. En definitiva, el episodio del Cóndor develó que hacia finales de los ochenta para los chilenos era inaceptable, inconcebible, obtener un triunfo moral como el que se podría haber conseguido en 1989, cuando la selección luchó hasta el último partido y con reales posibilidades futbolísticas de vencer a la mayor potencia futbolística del mundo112.
Conclusiones A lo largo del período dictatorial, el significado social y cultural de las actuaciones futbolísticas del representativo chileno estuvo mediado, primero, por una versión desarrollista de la identidad chilena, en la que la moral era consustancial a la práctica deportiva113. Luego pasó a estar dominada por lo que Jorge Larraín llama la versión posmoderna empresarial de la identidad chilena, centrada en los valores de la iniciativa individual y la competencia114. Para la primera mitad de la 109 “¡Vamos, Chile, Carajo!”, Fortín Mapocho, 1 de septiembre, 1989, 9. También “El caso Rojas”, La Época, 13 de noviembre, 1989, 7. 110 “Mesurado optimismo de técnicos nacionales”, El Mercurio, 3 de septiembre, 1989, C11, y “Chile-Brasil. Doblarle la mano a las cifras en contra”, La Época, 28 de agosto, 1989, 15. 111 Benítez, Chile al ataque, 12-13 y 65. 112 Cabe destacar que la estructura de esta selección brasileña (el arquero Cláudio Taffarel y los jugadores Branco, Romario y Bebeto, entre otros) es la que se coronará campeona del mundo en Estados Unidos 1994. 113 Santa Cruz y Santa Cruz, Las escuelas de la identidad, 107-125. 114 Larraín, Identidad chilena, 163-171.
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década del setenta la dignidad nacional se jugaba todavía, más que en el resultado, en demostrar ética y lealtad. Sin embargo, para los ochenta, producto de que el orgullo patriótico comenzó a sustentarse prioritariamente en la obtención de la victoria115, los otrora valorados triunfos morales fueron considerados como meras excusas para justificar la derrota. Añejos resabios de un antiguo país ingenuo y apocado por la pobreza y el subdesarrollo. La prensa de oposición logró sintonizarse con el sentido común de los chilenos cuando a finales de los ochenta, replicando el relato del resto de los medios de comunicación, le exigió a la selección terminar con la pesadilla de los triunfos morales116. Aunque en sus secciones de economía o política eran críticos del neoliberalismo, el discurso deportivo de la oposición reproducía lo que era el sentido social del fútbol propio del “Chile, país ganador”. Sus columnistas también apelaban a la mentalidad ganadora y denostaban los triunfos morales. Que no construyesen un relato diferente al de la prensa oficialista refleja que fue en el plano de la cultura deportiva donde se impusieron los valores del logro, el éxito y la competencia. Es en este proceso que se manifiesta primariamente la construcción de la hegemonía de la cultura del libre mercado. Lo que constituyó el piso de sentido común compartido que posibilitó tanto la transición democrática como la continuidad del modelo económico y la institucionalidad política que caracteriza al período posdictatorial chileno. Aunque en el plebiscito del 5 de octubre de 1988 la Dictadura fue derrotada con papel y un lápiz, no se puede obviar que estos “habían sido proporcionados por las propias Fuerzas Armadas”117. Más allá de la instrumentalización que el Régimen Militar intentó hacer del fútbol118 y la selección chilena, esta no fue controlada unilateralmente por el Régimen. Tanto por su masividad como por su complejidad era imposible que lo lograra. Por el contrario, el fútbol y la selección se constituyeron en espacios de negociación a través de los cuales se puede identificar cómo la sociedad en su conjunto fue apropiándose primero del discurso de restauración dictatorial, para luego hacerlo con el proyecto refundacional de la Dictadura. De este modo, la transformación del discurso social y cultural del fútbol constituye un objeto de estudio privilegiado para observar y comprender el impacto de la implementación económica y cultural del neoliberalismo en la identidad chilena. Como efectivamente los triunfos futbolísticos fueron casi inexistentes durante el período dictatorial, se revelan brutalmente las contradicciones entre el discurso de “Chile como país ganador” y la realidad. Justamente porque esa representación del país no encuentra su correlato en la cancha, se comprueba que la visión del fútbol de la prensa estuvo mediada por los discursos identitarios, culturales y económicos que se volvieron hegemónicos entre 1973 y 1989. Este desfase muestra el impacto que la Dictadura Militar tuvo, como proceso histórico, en la identidad chilena.
115 La creciente tendencia centrada exclusivamente en la obtención de resultados provocó la total erosión “de los valores” lúdicos del deporte. Elías y Dunning, Deporte y Ocio, 252-253. 116 Los diarios de oposición, La Época y Fortín Mapocho, conscientemente buscaron “dar a la gente lo que ella quiere”. Ossandón y Rojas, El primer impacto, 71-99. 117 Robert Barros, La junta militar. Pinochet y la Constitución de 1980 (Santiago: Sudamericana, 2005), 355. También Stern, Luchando por mentes, 41. 118 Valdivia, Álvarez y Donoso, La alcaldización de la política, 105.
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❧ Diego Vilches Parra Profesor de la Universidad de La Serena (Chile). Magíster en Historia y estudiante doctoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Entre sus publicaciones más reciente se encuentran los artículos: “A diez centímetros de la gloria. Fútbol e identidad chilena en Brasil 2014”, en Pelota de trapo, editado por Alex Ovalle y Jorge Vidal (Santiago: Quimantú, 2015) y, en coautoría con Germán Alburquerque y Rodrigo Ramírez-Tagle, “One hundred years after a milestone: modern chemical weapons and World War I”. Educación Química [en prensa]. davilche@uc.cl
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Tema abierto
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Pedro Romero, el artesano: trabajo, raza y diferenciación social en Cartagena de Indias a finales del dominio colonial❧ Sergio Paolo Solano D.
Universidad de Cartagena, Colombia doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.08
Artículo recibido: 06 de abril de 2015/ Aprobado: 30 de octubre de 2015/ Modificado: 11 de diciembre de 2015
Resumen: Este artículo estudia las características del trabajo, la raza y la diferenciación social en el artesanado del Nuevo Reino de Granada a finales del período colonial, a través de las actividades laborales de Pedro Romero, artesano emblemático de la Cartagena de Indias. Se analizan los privilegios que alcanzó este artesano mediante un contrato de asentista con el Apostadero de la Marina y los ingresos que devengaba, al mismo tiempo que se comparan con los obtenidos por otros trabajadores, para mostrar el proceso de diferenciación social que operaba entre algunos sectores del artesanado. A partir de sus relaciones con las instituciones coloniales (sistemas defensivos), se concluye que Romero fortaleció su condición de clase determinada por su nivel de vida, diferenciándose de sus congéneres de oficio, lo que a la vez le permitió aminorar la influencia de su condición racial. También se concluye que durante la segunda mitad del siglo XVIII se transformaron las relaciones entre los artesanos y las instituciones, debido a las necesidades de la defensa militar. Palabras claves: Cartagena, artesanado, diferenciación social, privilegio, salarios, siglo XVIII (palabras clave de autor).
Pedro Romero, the Artisan: Work, Race and Social Differentiation in Cartagena de Indias towards the End of Colonial Rule Abstract: This article studies the questions of work, race and social differentiation among the artisan class of the New Kingdom of Granada towards the end of the colonial period, through the labor activities of Pedro Romero, an emblematic artisan of Cartagena de Indias. It analyzes the privileges this artisan achieved through a contrato de asentista with the Naval Station and the income he earned a a result, while at the same time comparing them with those obtained by other workers, in order to show the process of social differentiation that operated among certain sectors of the artisan class. Based on his relations with colonial institutions (defense systems), it concludes that Romero strengthened his condition of class determined by his standard of living, and thus differentiated himself from his fellow artisans, which also allowed him to offset the influence of his racial condition. The article also concludes that during the second half of the 18th century, the relations between artisans and colonial institutions were transformed, due to the needs of military defense. Keywords: Cartagena, artisan class, social differentiation, privilege, salaries, 18th century (author’s keywords).
❧ Este artículo forma parte del proyecto de investigación “Los trabajadores y los sistemas de defensa en el Caribe
continental español en la segunda mitad del siglo XVIII: Cartagena de Indias, Maracaibo y Portobelo”, que se desarrolla en el Doctorado de Humanidades-Historia de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa (México). El proyecto es asesorado por la doctora Sonia Pérez Toledo. El autor agradece a los evaluadores anónimos y al Equipo Editorial de la revista que permitieron mejorar el artículo.
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Pedro Romero, el artesano: trabajo, raza y diferenciación social en Cartagena de Indias a finales del dominio colonial Sergio Paolo Solano D.
Pedro Romero, o artesão: trabalho, raça e diferenciação social em Cartagena de Indias no final do domínio colonial Resumo: Este artigo estuda as questões de trabalho, raça e diferenciação no artesanato do Novo Reino de Granada no final do período colonial, por meio das atividades trabalhistas de Pedro Romero, artesão emblemático de Cartagena de Indias. Analisam-se os privilégios que esse artesão atingiu mediante um contrato como asentista com a Estação da Marinha e os ingressos que tinha direito, ao mesmo tempo que se comparam com os obtidos por outros trabalhadores para mostrar o processo de diferenciação social operado entre alguns setores do artesanato. A partir de suas relações com as instituições coloniais (sistemas defensivos), conclui-se que Romero fortaleceu sua condição de classe determinada por seu nível de vida, diferenciou-se de seus congêneres de ofícios, o que, por sua vez, lhe permitiu atenuar a influência de sua condição racial. Também se conclui que, durante a segunda metade do século XVIII, as relações entre os artesãos e as instituições coloniais se transformaram devido às necessidades da defesa militar. Palavras-chave: artesanato, diferenciação social (Thesaurus); Cartagena, privilégio, salários, século XVIII (autor de palavras-chave).
Introducción Durante los dos últimos decenios se ha incrementado el volumen de estudios sobre la cultura política de los sectores subalternos de la Hispanoamérica colonial y acerca de su participación en los procesos independentistas, así como en la construcción de las naciones de esta parte del continente americano1. Tanto por las características de los modelos de análisis aplicados como por las limitaciones de las fuentes, el tratamiento dado a estos sectores es la homogeneización a partir de definiciones residuales (es decir, sectores subalternos eran los que no formaban parte de las élites), lo que quizá sea útil para analizar las acciones colectivas en momentos de crisis sociales y políticas. Sin embargo, son muchas las preguntas que siguen sin ser resueltas como, por ejemplo, ¿de qué manera y cuáles factores fraccionaban a los sectores subalternos? ¿de qué condiciones sociales eran sus direcciones políticas? Son muchísimos los detalles que quedan por fuera en el modelo de la subalternidad, pormenores que con otras preguntas cobran significativa relevancia para comprender de mejor forma los grupos sociales no elitistas durante el tránsito del siglo XVIII al XIX. Por eso, en el intento de compensar aquella deficiencia historiográfica, en los últimos decenios también se asiste al incremento de los estudios de caso sobre franjas específicas de los sectores subalternos, y/o sobre algunos de los personajes que los conformaban. Como es de esperar, muchas veces estos estudios sacan a la luz pública una información de archivos que pasa desapercibida, y también ponen en evidencia aspectos de estos grupos que pueden ir en contravía de lo dicho por los estudios globales, o que al menos obligan a matizar muchas de las afirmaciones hechas desde las generalizaciones de
1 Es imposible citar la voluminosa producción historiográfica que suscitó la conmemoración del bicentenario de las independencias hispanoamericanas. Puede consultarse: Manuel Chust y José A. Serrano, eds., Debates sobre las independencias iberoamericanas (Madrid: Iberomaericana/Ahila, 2007); Manuel Chust, ed., Las independencias iberoamericanas en sus laberintos (Valencia: Universitat de Valencia, 2010); Heraclio Bonilla, ed., Indios, negros y mestizos en la independencia (Bogotá: Universidad Nacional/Planeta, 2010). Sobre Cartagena de Indias ver: Alfonso Múnera, El fracaso de la nación (Bogotá: Banco de la República/Planeta, 1998); Aline Helg, Libertad e igualdad en el Caribe colombiano 1770-1835 (Medellín: EAFIT/Banco de la República, 2011 [2005]); Marixa Lasso, Mitos de armonía racial. Raza y republicanismo durante la era de la revolución, Colombia 1795-1831 (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2013 [2007]).
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 151-170 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.08
algunas investigaciones. Esto sucede, por ejemplo, con algunos de los artículos reunidos por Kenneth Andrien en un libro de reciente publicación, o en el detallado estudio de Ann Twinam sobre el acceso a la blancura de algunas familias de pardos mediante la compra de gracias que permitía a personas con un pronunciado proceso de blanqueamiento la compra de la blancura y de la prestancia social2. Esta situación historiográfica es evidente en los estudios realizados durante los dos últimos decenios sobre la independencia de Cartagena de Indias, investigaciones que al analizar la participación de los sectores subalternos en las luchas políticas por la construcción de la República han hecho visibles a esos sectores a partir de la figura de Pedro Romero, artesano con ascendientes familiares de color, quien tuvo un papel político destacado durante la primera república del Estado de Cartagena de Indias (1811-1815)3. Sin embargo, aparte de ese protagonismo político, es poco lo que se conoce acerca de su posición en el contexto del mundo de los trabajadores y de la sociedad de ese entonces. Lo que hasta el momento se ha dicho son inferencias extraídas de una precaria información reducida a su participación política, a la solicitud de dispensa de la condición socio-racial de uno de sus hijos para que se pudiera graduar del colegio-universidad de Santa Fe de Bogotá, a las uniones conyugales de sus hijas con hombres prestantes, como también a una lacónica documentación de archivos sobre sus actividades laborales, simplificada en unos cuantos datos4. Esas informaciones no dan ninguna idea acerca de la actividad laboral de este artesano ni de los ingresos que le reportaba, como tampoco sobre la posición que ocupaba su taller en el concierto de los oficios artesanales de esa época. En consecuencia, la precariedad y los vacíos de la información conocida llevan a dar por sentado que se trataba de un taller con las características 2 Puede consultarse: Kenneth Andrien, ed., The Human Tradition in Colonial Latin America (Nueva York: Rowman and Littlefield Publishers, Inc., 2013); Lyman Johnson, Los talleres de la revolución. La Buenos Aires plebeya y el mundo del Atlántico, 1776-1810 (Buenos Aires: Prometeo, 2013 [2011]), 123-161; Ann Twinam, Purchasing Whiteness. Pardos, Mulatos and Quest for Social Mobility in the Spanish Indies (Stanford: Stanford University Press, 2015), 237-296. También ver las historias de vida de artesanos: María Velásquez, Juan Correa, “mulato libre, maestro de pintor” (México: Conaculta, 2010). Y también los artículos de Claudio Ogass Bilbao, “Ama de piel morena: el proceso de blanqueamiento de la mulata Blasa Díaz, esclava en Lima y propietaria esclavista en Santiago (1700-1750)”. Revista de Humanidades 17-18 (2008): 67-85; y Danielle Terrazas, “Polonia de Ribas, mulata y dueña de esclavos: una historia alternativa. Xalapa, siglo XVII”. Ulúa n.° 19 (2012): 41-60. 3 Alfonso Múnera, Fronteras imaginadas (Bogotá: Planeta, 2005), 153-174; Helg, Libertad e igualdad, 221-222; y Aline Helg, “De castas a pardos. Pureté de sang et egalité contitutionnelle dans le processus independantiste de la Colombie Caraibe”, en Las independencias hispanoamericanas: un objeto de historia, editado por Véronique Hébrard y Geneviève Verdo (Madrid: Casa de Velásquez, 2013), 184-188. 4 En el censo de artesanos del barrio de Santa Catalina levantado en 1780 aparece así: “Mno. [miliciano]. P[ardo]. Pedro Romero. C[asado]. E[dad] 24 añs. [años]. Manza. [manzana] 9ª. Casa 1ª. 959 [número en el padrón]”. “Lista de los artesanos que comprende el padrón general del Barrio de Santa Catalina año de 1780”, Cartagena, agosto 23 de 1780, en Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá-Colombia, Sección Colonia, Fondo Censos Redimibles-Censos Varios Departamentos (CR-CVD), leg.6, f.618v. Los datos que aparecen entre corchetes son del autor. En 1810 el comerciante ilustrado José Ignacio de Pombo se refirió a Pedro Romero como un artesano excepcional y apto para multiplicar sus destrezas entre sus colegas. José Ignacio de Pombo, Escritos económicos. Antonio de Narváez y José Ignacio de Pombo (Bogotá: Banco de la República, 2010 [1810]), 272. Un autor anónimo de la época señaló que Romero trabajaba en “[…] uno de los talleres auxiliares del Arsenal”. Anónimo, “Apuntamientos para escribir una ojeada sobre la historia de la transformación política de la Provincia de Cartagena”, en Documentos para la historia de la provincia de Cartagena de Indias, hoy Estado Soberano de Bolívar de la Unión Colombiana, compilado por Manuel E. Corrales (Bogotá: Imp. de Medardo Rivas, 1883), 127. En 1816 el gobernador militar de la plaza de Cartagena presentó un corto inventario de los objetos que pertenecían a la Marina que estaban depositados en el obrador de Pedro Romero. Donaldo Bossa, Nomenclátor cartagenero (Bogotá: Planeta, 2007 [1981]), 194-196.
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promedio de ese entonces: basado en el trabajo de la unidad familiar, con un maestro, unos pocos oficiales y aprendices, y unas cuantas herramientas. Teniendo en cuenta el estado de la historiografía sobre este personaje y sobre el artesanado neogranadino, en este artículo se estudian los contextos y las iniciativas personales que le permitieron a Pedro Romero convertirse en un trabajador sobresaliente en el mundo laboral de Cartagena, y lograr diferenciarse del resto de menestrales de esta ciudad. Para ello se reconstruye su periplo laboral por la herrería, la cerrajería, la armería y la fundición, y sus vínculos con el Apostadero de la Marina. De igual forma se hace referencia a cómo empezó a asumir funciones de un pequeño empresario que controlaba aspectos clave de la producción en su área de trabajo; ejercía el control sobre trabajadores; subcontrataba producción con otros talleres artesanales; negociaba materiales con los almacenes del Apostadero de la Marina e invertía en bienes inmuebles. Todo esto le reportaba ganancias que estaban muy por encima de las de los demás artesanos y lo diferenciaba del resto de los trabajadores. Gracias a su trabajo, a un estilo de vida decoroso y responsable, y al privilegio de asentista en el Apostadero, logró consolidar una posición de clase que lo colocó por encima de los demás artesanos, y tuvo los medios necesarios para disputar algunos aspectos sociales que sólo se les reconocían a las élites blancas. El estudio de estos aspectos de la vida de este artesano permite mostrar que durante la segunda mitad del siglo XVIII, las relaciones entre los artesanos, las instituciones coloniales, el orden social y los demás sectores subalternos, adquirieron unas características particulares, de manera especial cuando se les compara con el período anterior. Tres factores determinaron esas singularidades: 1) La continua y creciente demanda de trabajadores libres por parte de los sistemas defensivos de la ciudad, necesidad que desplazó al trabajo esclavo en las obras de fortificaciones. 2) El aumento del número de maestros artesanos nativos y la disminución del número de artesanos españoles en cargos importantes en los sistemas defensivos5. Y 3) el disfrute del fuero militar que tenían esos trabajadores, al igual que quienes prestaban el servicio miliciano. Este artículo está organizado en tres partes. En la primera se describen algunos aspectos de su vida personal y familiar y sus inicios en los oficios que llegó a dominar. En la segunda y en la tercera se analiza el contrato de asentista de herrería, fundición y cerrajería y los beneficios que le reportaba. Y en la cuarta parte se contextualiza la posición social de Pedro Romero dentro del sector artesanal de Cartagena. El análisis está basado en una detallada información extraída de los fondos de Milicias y Marina, Censos Varios Departamentos, Miscelánea y Virreyes de la Sección Colonia, y de Guerra y Marina de la Sección Archivos Anexos, ambos del Archivo General de la Nación de Colombia, como también de alguna información complementaria encontrada en el Archivo General de Simancas y en el Archivo General de Indias (España).
1. Los inicios de Pedro Romero en la herrería, fundición, armería y cerrajería A lo largo del último tercio del siglo XVIII hubo una demanda continua de trabajadores calificados y no calificados, para la construcción y el mantenimiento de los sistemas defensivos de Cartagena — fortificaciones, Apostadero de la Marina, talleres de artillería y de armería del Regimiento Fijo—. El 5 Al aspecto pueden consultarse algunos artículos del autor: “Sistema de defensa, artesanado y sociedad en el Nuevo Reino de Granada. El caso de Cartagena de Indias, 1750-1810”. Memorias 10, n.° 19 (2013): 92-139; y “Artesanos, jornaleros y formas concentradas de trabajo: el Apostadero de la Marina de Cartagena de Indias (Nuevo Reino de Granada) en el tránsito entre los siglos XVIII y XIX”. Theomai n.° 31 (2015): 79-105.
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 151-170 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.08
incremento de la cantidad de trabajadores libres corrió aparejado con el decrecimiento del número de esclavos y de presos condenados a trabajos forzados. Entre 1770 y 1802, el número de esclavos en los trabajos de las fortificaciones de Cartagena pasó de 166 a 6, y el número de condenados a trabajos forzados en esas obras pasó de 365 a 208. En cambio la cantidad de trabajadores libres se mantuvo estable y en algunos años creció de forma significativa, con un promedio anual de 227 trabajadores. De igual forma, en el Apostadero de la Marina el número de artesanos, jornaleros y marineros creció entre 1770 y 1809, con un promedio de 520 trabajadores libres por año6. Entre los diversos oficios que ejercían esos trabajadores, los dedicados a procesar los metales duros estuvieron entre los más apreciados. Entre tanto, las guerras imperiales, que habían hecho del gran Caribe su escenario preferido, otorgaron un lugar de preminencia a los ingenieros militares y navales, como también a los herreros, fundidores, armeros y cerrajeros, quienes empezaron a desempeñar un papel de gran importancia en los astilleros y apostaderos de sus colonias españolas. Al igual que en el resto de los oficios artesanales, los trabajadores que se vincularon a trabajos con los metales estaban clasificados en maestros, oficiales y aprendices. Pero para llegar a ser maestros de herrería con taller independiente se requería de un utillaje al que no todos accedían. Primero porque estaba ligado a la fundición, y esta demandaba hornos, fuelles, compra de carbón vegetal y de distintas variedades de hierro, bronce, cobre, estaño y plomo. Segundo porque necesitaban herramientas pesadas y mano de obra auxiliar. Entonces, era más fácil que un herrero se dedicara a la cerrajería, la armería u hojalatería, que a la herrería y a la fundición7. Los censos de artesanos de los 5 barrios que componían la ciudad, realizados entre 1779-1780, registraron 33 oficios artesanales con un total de 695 menestrales. En cuanto al número, los herreros ocupaban la décima posición, representando el 2,4% de aquel total. El 82,4% del total de los herreros fue
6 Véase: Antonio de Arévalo, “Adelantamiento obras fortificación plaza de Cartagena”, Cartagena, diciembre 30 de 1770, en AGN, Colonia, Fondo Miscelánea, leg.120, ff.21r.-30v.; Anastasio Zejudo, “Fortalezas de Cartagena: informe del ingeniero sobre el costo de ellas”, Cartagena, agosto 9 de 1797, en AGN, Colonia, Fondo Milicias y Marina, leg.3, ff.822r.-860v.; Manuel de Anguiano, “Castillo de San Felipe: comunicaciones sobre demolición de unas baterías de él”, Cartagena, leg.3, ff.801r.-821v.; Manuel de Anguiano, “Fortificaciones de Cartagena: relación de los trabajos ejecutados en ellas”, Cartagena, junio 30 de 1802, leg.5, ff.129r.-133v.; Antonio de Arévalo, “Fortificaciones de Cartagena: informe sobre el curso y estado de su construcción”, Cartagena, diciembre 31 de 1797, leg.8, ff.606r.-610v.; Diego Martínez de Ybernón, “Marina de Cartagena: presupuesto de gastos de sus unidades y del personal de ellas”, Cartagena, noviembre 14 de 1808, leg.47, ff.481r.-483r., 485r., 489r., 481r. y v.; AGN, Sección Archivos Anexos I-16 (SAA I-16), Fondo Guerra y Marina, leg.24-8, ff.150r.-171v.; leg.28-1, ff.54r.-57v.; leg.59-1, ff.675r.-791v.; leg.72-3, 477r.-480r; leg.85-1, ff.15r.-16v.; leg.100-2, ff.460r.-469r.; leg.42-9, ff.468r.-493v.; leg.56-2, ff.676r.-776r.; “Cartagena. Reconocimiento de las fortificaciones. Carta del virrey de Santa Fe informando del reconocimiento efectuado a las fortificaciones de Cartagena, y del buen estado de las mismas”, Cartagena, enero 30 de 1789, en Archivo General de Simancas (AGS), Simancas-España, Fondo Secretaría de Estado y Despacho de Guerra (SEDG), leg.7236, exp.11, ff.1-6; “Cartagena. Obras de fortificación y reparo. Relación de las obras de fortificación y reparo que se han hecho en la plaza de Cartagena en el primer semestre de 1792”, Santa Fe, septiembre 19 de 1792, en AGS, SEDG, leg.7239, exp.20, ff.1-8; “Cartagena. Fortificaciones y reparo”, Santa Fe, septiembre 19 de 1793, en AGS, SEDG, leg.7240, exps.31, ff.186-189; “Fortificaciones. Cartagena de Indias. Reparación del recinto del Arrabal de Getsemani en la plaza de Cartagena de Indias”, Santa Fe, septiembre 15 de 1800, AGS, SEDG, leg.7247, exps.21, ff.133-139. Joaquín Francisco Fidalgo, “Presupuesto de la Marina Real, formado en Cartagena el año de 1797”, Cartagena, noviembre 6 de 1797, en AGN, Colonia, Fondo Virreyes, leg.6, ff.1229r.-1231r., 1233r.; “Diseño de las costas a que se debe extender el resguardo marítimo del Virreynato de Santa Fe”, Cartagena, junio 30 de 1786, en Archivo General de Indias (AGI), Sevilla-España, Sección Mapas y Planos, Fondo Panamá, leg.217. 7 Luis Muro, “Herreros y cerrajeros en Nueva España”. Historia Mexicana 5, n.° 3 (1956): 337-372.
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clasificado como pardo. En otros oficios que manipulaban metales (armería, farolería y pailería) trabajaban 11 artesanos, en su mayoría registrados como blancos (el 82% del total)8. Un caso exitoso del ejercicio de la herrería y otros trabajos afines como la fundición, la cerrajería y la armería, fue el de Pedro Romero. En 1777, este artesano de 21 años aparece viviendo con su familia paterna en el barrio Getsemaní, y teniendo como vecino a un maestro fundidor9. Tres años después y a la edad de 24 años, el censo de artesanos del barrio Santa Catalina lo registró con su taller de herrería ubicado en una accesoria (habitación pequeña con salida independiente)10. Este censo, así como un proceso judicial del año anterior en el que se vio involucrado y que lo llevó a la cárcel11, permiten saber que sus vecinos eran Bartolomé Ponce12 y José Antonio Pereira13, maestros armeros, blancos y españoles14, y poco tiempo después Julián Cumplido, de igual ocupación y condición. Estos vecinos debieron desempeñar una importante influencia en el conocimiento y en la perfección de las destrezas de los oficios de la armería, herrería, cerrajería y fundición por parte de Pedro Romero. Para ese entonces su taller era pequeño y empleaba a algunos oficiales, pero no se logra precisar el número de trabajadores15. Debió mantener este pequeño taller por unos años más, y luego se trasladó a la calle del barrio Getsemaní que se había convertido en el área preferida por los herreros, debido a la proximidad del Apostadero de la Marina16. Desafortunadamente la pista de Pedro Romero se pierde en la documentación que se ha consultado, y reaparece en 1788, ya en condición de asentista de herrería, cerrajería y armería del Apostadero de la Marina, y trabajando en el taller que había sido de Romualdo Rodríguez, a quien 8 Consultarse: “Relación de los artesanos que hay en el barrio de Santo Toribio, según superior orden del gobernador”, Cartagena, septiembre 23 de 1780, en AGN, Colonia, Miscelánea, leg.31, ff.148r.-154v.; “Relación de los artesanos que viven en el barrio San Sebastián, de la ciudad de Cartagena, con expresión de sus nombres, casas, edades”, Cartagena, junio 12 de 1780, en AGN, Colonia, Miscelánea, leg.31, ff.1014r.-1015v.; “Estado de fuerza de guarnición de Cartagena”, Cartagena, diciembre 10 de 1780, en AGN, Colonia, CR-CVD, leg.6, ff.259r.-260v.; “Lista de los artesanos que comprende el padrón general del Barrio de Santa Catalina año de 1780”, ff.615r.-619v.; “Lista primera en la que constan los milicianos y matriculados y los que no lo son y tienen edad para ello, de este barrio de la Santísima Trinidad”, Cartagena, agosto 25 de 1780, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.48, ff.725r.-734r. 9 “Censo de la población del barrio de la Merced, provincia de Cartagena”, Cartagena, mayo 20 de 1777, en AGN, Colonia, CR-CVD, leg.8, ff.126r.-v. 10 “Censo de artesanos del barrio de Santa Catalina”, ff.615r.-619v. 11 “Causa contra maestros herreros”, Cartagena, 1779, en AGN, Colonia, Fondo Causas Civiles de Bolívar, leg.29, f.852v. 12 “Artillería de Cartagena: vacantes en la maestranza de ella, postulantes para llenarlas”, Cartagena, septiembre 30 de 1775, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.31, f.970r. 13 “Concesión de retiro a José Antonio Pereira, maestro armero del Regimiento de Cartagena; fijación del sueldo mensual de los artilleros y silleros retirados”, Cartagena, febrero 25 de 1800, en AGS, SEDG, leg.7073, exp.17, ff.93r.-103v. 14 “Premio a José Antonio Pereira, maestro armero de Cartagena”, Cartagena, octubre 19 de 1801, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.10, ff.672r., 675r.; “Causa contra maestros herreros”, ff.848r.-895v., y 917r.-923v. 15 “Causa contra maestros herreros”, ff.864r., 856r. 16 Como se puede observar en el censo de Getsemaní de 1777, en la manzana 1 (Calle de Nuestra Señora de la Mar, primera manzana de la actual Calle Larga) residía el maestro Romualdo Rodríguez, un herrero pardo que durante los años de 1770 había logrado el contrato de asentista de herrería, cerrajería y armería de la escuadra de guardacostas de Tierra Firme. “Padrón general ejecutado por Don Mariano Valverde […] Comisario del Barrio de la Santísima Trinidad de Getsemaní, en el presente año de 1777”, Cartagena, julio 3 de 1777, en AGN, Colonia, CR-CVD, leg.8, f.77v.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.16-24, ff.287r. y v.
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la documentación de esos años se refiere como el “malogrado”, lo que da a entender que tuvo un final trágico17. Este taller debió tener fraguas y hornos para fundir metales, martinetes para darles forma, yunques, sección de moldeado para fundir piezas, y todas las herramientas que se conocen por los inventarios del taller de herrería y de fundición de la artillería18. La cifra promedio de los trabajadores que giraban alrededor de su taller, de acuerdo a las necesidades que surgían en aquel contexto, debió estar por encima de lo normal y variar acorde con la demanda del Apostadero. Tanto los estudios sobre los gremios neogranadinos como las ordenanzas de los gremios de herreros de Nueva España, permiten conocer que el número de trabajadores en los talleres era limitado19. Lo usual era el trabajo de la unidad familiar y/o empleando dos o tres oficiales, más una pequeña cantidad de aprendices, como lo demuestran los casos de las familias Soto y Ayala contenidas en los censos de 1777 y 1779-178020.
2. El contrato de asentista Desde tiempo atrás la monarquía española había organizado un sistema de contratos (asientos) con particulares, para que adelantaran ciertos trabajos que requerían de la disposición de recursos, de conocimientos y de pericias. Buena parte de esos contratos se realizaban con el propósito de proveer al Ejército y a la Marina Imperial21. Pese a que a partir de 1760 la monarquía empezó a convertirse en productora de algunos elementos para el Ejército y esto afectó algunos aspectos del
17 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.44-9, f.1051r. En la renovación de su asiento, realizado en 1796, Pedro Romero incluye el extracto de un protocolo de la escribanía por medio del cual otorgó fianza sobre su “casa baja situada en la esquina de Nuestra Señora de la Mar”, y sobre su taller (en la misma calle) para respaldar el manejo del contrato. AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.44-9, ff.1043r.-1055r. 18 Una idea de las herramientas puede verse en el inventario del taller de la artillería 1800. Domingo Esquiaqui, “Artillería de Cartagena: relación de sus dotaciones”, Cartagena, diciembre 31 de 1800, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.5, ff.562v.-563v. También ver otro inventario pormenorizado de 1805 en AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.93-11, ff.175r.-177r. Es posible que inicialmente los herreros consiguieran algunas máquinas, fraguas y herramientas de segunda mano, cuando los talleres de las defensas de la ciudad las daban de baja. La parte de la fundición era clave, pues en ese entonces se trabajaba con moldes de barro elaborados con la técnica de la cera vaciada. “Relación del cajón con dos turquesas o moldes para fundir balas de plomo […]”, Cartagena, mayo 11 de 1777, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.57, ff.627r.-629r. 19 María F. Duque, “Legislación gremial y prácticas gremiales: Los artesanos de Pasto (1796-1850)”. Historia Crítica n.° 25 (2003): 115-136; Jesús Paniagua, “La enseñanza profesional en el mundo colonial: La enseñanza y desarrollo de los oficios”. Historia de la Educación Colombiana n.° 8 (2005): 77-115; Mireya Uscátegui, “Condiciones que rigieron la introducción de la enseñanza de las artes en Colombia (siglos XVI a XVIII)”. Historia de la Educación Colombiana n.° 13 (2010): 9-28; Luís Franco, “Los artesanos de Antioquia a fines del período colonial: una mirada a través de la Instrucción General para los Gremios de 1777”. Historia y Sociedad n.° 26 (2014): 81-97, doi: dx.doi.org/10.15446/hys.n26.44386. Para el caso de Nueva España ver: Sergio Paolo Solano, “Historiografía sobre las relaciones entre las instituciones y los artesanos de Nueva España a finales de la Colonia”, en Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos XVIII y XIX, coordinado por Sonia Pérez Toledo y Sergio Paolo Solano (Madrid: AHILA/UAMI, 2016) [en prensa]. 20 “Padrón general ejecutado por Don Mariano Valverde”, ff.75r.-131v.; “Lista primera en la que constan los milicianos y matriculados”, ff.725r-734r. 21 Para fines comparativos y para ver que se trataba de una política de conjunto en todo el imperio español, consultar: José Nieto, Artesanos y mercaderes. Una historia social y económica de Madrid (1450-1850) (Madrid: Grupo Taller de Historia Social, 2006), 195-219.
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sistema de contratistas22, en muchas colonias los asentistas para las fuerzas militares siguieron funcionando o por vez primera se pusieron en práctica ante las crecientes necesidades que planteaban las continuas guerras, y la imposibilidad de traer artesanos capacitados de España. El acceso de distintos sectores sociales a esos contratos dependió tanto de los recursos con los que dispusieran como de los atractivos económicos que brindaran. El Astillero de La Habana, el más grande y mejor dotado de las colonias españolas, ofrecía atrayentes ganancias, por lo que durante la primera mitad del siglo XVIII empresarios de las élites participaron como contratistas de provisores de maderas y herrerías, cerrando las puertas a los artesanos, que potencialmente podían aspirar a esos contratos. El empresario que ganaba el contrato procedía a subcontratar maestros artesanos para que realizaran las producciones23. Pero en otro astillero grande, como era el de Guayaquil, en 1754 los maestros herreros elevaron una solicitud al virrey del Nuevo Reino de Granada, para que nombrara en propiedad a un maestro mayor de herrería y cerrajería de la ciudad, como maestro de esos oficios del astillero donde estaba contratado en la construcción de un navío, pues se consideraban menoscabados al ver que sí había maestros mayores de calafatería y carpintería de ribera vinculados24. En el caso de los maestros artesanos de Cartagena de Indias, existían tres posibilidades para trabajar en el Apostadero. Una era que se lograran los contratos de maestro mayor de los distintos oficios que trabajaban en las embarcaciones (carpinteros de ribera, calafates, pintores y veleros), mientras que otra era que se accediera a los contratos de asentistas. Y por último quedaba la opción de trabajar como oficial, bajo la dirección de otros maestros. En el primer caso, en las ciudades y villas, los maestros mayores de los oficios eran nombrados por los respectivos ayuntamientos, pero tenían que esperar las ratificaciones de parte de los gobernadores de las provincias, y luego por las máximas autoridades de los virreinatos y capitanías. Los maestros mayores de los oficios ligados a los trabajos en los puertos (en especial construcción y refacción de embarcaciones) eran vinculados por los comandantes de los apostaderos, lo que se facilitaba debido a que usualmente los gobernadores provinciales eran altos oficiales de la Marina Real. Pero para realizar otros trabajos, los maestros mayores del Apostadero tenían que contar con el permiso de su comandante, así esos trabajos fueran para otras entidades del gobierno25. Para finales del siglo XVIII los asentistas artesanos eran los maestros de pintura; herrería, fundición, cerrajería y armería; tornería y motonería. De estos asentistas, el de herrería, armería y cerrajería tenía los trabajos de mayor envergadura y urgencia dado el deterioro que sufrían las embarcaciones de la mar (de guerra, guarda costas, comerciantes, lanchas y embarcaciones menores) en todos los aprestos y cubiertas elaboradas y recubiertas de metales, o por el daño que el 22 Iván Valdez-Bubnov, Poder naval y modernización del Estado: política de construcción naval española (siglos XVI-XVIII) (México: UNAM, 2011), 213-272; y Rafael Torres, “Administración o asiento. La política estatal de suministros militares en la monarquía española del siglo XVIII”. Studia Histórica, Historia Moderna n.° 35 (2013): 159-199, doi: dx.doi.org/10.14201/shhmo201335159199 23 José Serrano Álvarez, El astillero de La Habana y la construcción naval militar, 1700-1750 (Madrid: Ministerio de Defensa, 2008), 123-132. 24 “Guayaquil: nombramiento de Maestro de Herrería y Cerrajería”, Guayaquil, enero 8 de 1754, en AGN, Colonia, Miscelánea, leg.2, ff.891r.-897v.; María Laviana, Guayaquil en el siglo XVIII: recursos naturales y desarrollo económico (Sevilla: EEHA/CSIC, 1987) 227-301. 25 “Fortalezas de Cartagena: informe del ingeniero sobre el costo de ellas”, Cartagena, julio 30 de 1797, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.3, f.829r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.73-6, ff.391r.-392r.
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óxido ferroso producía en la madera de las embarcaciones. Además, esas piezas de repuesto no sólo eran para la escuadra guardacostas de Cartagena de Indias, sino para cualquier embarcación que arribara al puerto y que requiriera reemplazarlas. Por eso, el asentista tenía que producir suficiente cantidad tanto para las necesidades inmediatas como para el almacén del puerto. Lograr el asiento requería, primero, demostrar que se estaba en condiciones económicas para asumir los compromisos devenidos de las labores propias del asiento, pues los gastos iniciales corrían por cuenta del asentista. También demandaba entregar un depósito en la Tesorería de la Marina que cubriera cualquier eventual incumplimiento, como también presentar fianza y fiadores que comprometían su palabra y sus bienes materiales al reconocer que la persona era de buen proceder y que cumpliría con todo lo estipulado en el contrato. Ese logro también dependía de que los productos se ofrecieran a precios que compitieran con los importados de España. Por ejemplo, según algunas relaciones de 1797 —una hecha por Antonio de Arévalo sobre los productos necesarios para las obras de fortificación que se debían traer de España, y la otra de los productos que Pedro Romero entregó a los almacenes del Apostadero—, las palas de mano elaboradas por Romero tenían igual valor a las importadas de la metrópoli, las hachas de mano fabricadas eran más baratas, mientras que sus machetes y sus azadas eran más costosos26. En la documentación de archivo revisada hasta el momento, el primer herrero asentista que aparece registrado desde mediados del decenio de 1770 es Romualdo Rodríguez. Este debió tener problemas para continuar con su contrato, pues en junio de 1781 aparece Bartolomé Ponce, herrero de la artillería, realizando pequeños trabajos de herrería para la Marina, y al año siguiente aparece Francisco Pereira, armero del Regimiento Fijo27. En agosto de ese año, Juan de la Cruz de León era el nuevo asentista herrero, armero y cerrajero28. Él también debió afrontar problemas en 1787, pues el Apostadero nuevamente tuvo que recurrir a Bartolomé Ponce, para que elaborara algunas piezas de metal para los barcos29. Fue, entonces, hasta 1788, cuando se registró a Pedro Romero por vez primera en calidad de asentista herrero del Apostadero30. El documento reconoce que le debían dineros por trabajos realizados, por lo que es de suponerse que ya en 1787 gozaba de ese vínculo contractual, en el que reemplazó a Juan de la Cruz de León31. Gracias a los continuos trabajos en condición de asentista, Romero contó además con suficientes recursos para ir ensanchando y mejorando su taller, hasta combinar las labores de herrería, fundición, armería y cerrajería. Hecho que se facilitaba porque la producción del taller estaba sometida a las demandas de los almacenes y de las embarcaciones. Por los datos que se tienen de otros herreros, se puede plantear que eran productos con cierta homogeneidad según las necesidades de las embarcaciones. Estos se elaboraban para las reparaciones inmediatas, para tener existencias en los almacenes y para provisión de las embarcaciones por si sufrían percances durante
26 Anastasio Zejudo, “Informe gobernador del Cartagena sobre la carena de la falúa de la real aduana”, Cartagena, marzo 29 de 1799, en AGN, Colonia, Fondo Aduanas, leg.21, f.281r. 27 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.18-2, f.852v. 28 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.22-1, ff.648v.-659r. 29 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.43-1, ff.281r.-282r. 30 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.44-9, f.1051r. 31 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.22-1, ff.649r.-659r.
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la navegación32. Sobre este caso, la documentación muestra que la producción del taller de Pedro Romero se concentraba en la fabricación de clavazón, herrajes, herramientas y en la cerrajería para las obras de fortificaciones, la marina y la artillería. El guardalmacén de esos años tuvo el cuidado de realizar los inventarios mes por mes e ir restando, a partir de enero, lo que iba saliendo del almacén con destino a las embarcaciones33. Al comparar los listados de los productos elaborados en 1777 y 1781 por el asentista herrero Romualdo Rodríguez para el Apostadero34, otro listado de los producidos en 1787 por el maestro herrero-armero de Portobelo35, lo que se elaboraba en 1807 en los talleres de la artillería de Portobelo, y los producidos por Pedro Romero en 1791 y 1797, se concluye que las necesidades y las producciones fueron homogéneas. Pese a que los datos con que se cuenta se restringen a Cartagena y Portobelo, al observar las tablas y la información de archivos salta a la vista que la producción del taller de Pedro Romero era de mucho más volumen en relación con la de Romualdo Rodríguez y la de Portobelo. Esto se explica, por una parte, porque con el paso de los años la demanda de la Marina de Cartagena se complejizó, y, por el otro lado, por el carácter de Apostadero de Cartagena a diferencia del de Portobelo. Esto respondía a que las guerras internacionales, en especial las navales que se libraron en el mar Caribe, se hicieron más frecuentes demandando más productos de herrería y fundición.
3. Beneficios del contrato de asentista: artesano en tránsito a pequeño empresario El logro del asiento permitió que durante el paso del siglo XVIII al XIX, Pedro Romero empezara a adquirir la doble condición de un maestro artesano que proveía servicios técnicos (conocimientos y destrezas, herramientas y materias primas), y la de un pequeño empresario cuya condición de contratista le permitía acceder al privilegio de concentrar todos los contratos con el Apostadero, relacionados con trabajos de los metales. Esto se constata cuando se comparan sus ingresos y las actividades que desplegó, con los de otros asentistas de trabajos manuales y con los maestros mayores de los oficios de la Marina. A la vez, esta doble condición debió servirle para anular cualquier posibilidad de competencia por parte de otros herreros-fundidores, subordinando a algunos y desplazando a otros hacia logros marginales. Esto pudo traducirse en que quedara bajo su control un grupo de trabajadores que incluía tanto a los hombres más calificados como a la mano de obra simple, lo que se constata en el hecho de que durante los inventarios del almacén de la Marina, cuando llegaba la parte de herrería, varios maestros de herrería participaban en el conteo y la evaluación de las piezas que producía el taller de Pedro Romero36. 32 Ver los inventarios de 1787, 1790 y 1791 del almacén de la marina de Cartagena en AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.63-1, ff.74v.-79v.; leg.55-4, ff.48r.-189r; leg.79-1, ff.630r.-641v.; leg.42-9, ff.433r.-436r. 33 Información detallada sobre la producción del taller de Pedro Romero en 1791 y 1797 puede consultarse en AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.63-1, ff.676r. y v., 864r.-865r.; en AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.736, ff.391r.-392r. 34 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.16-23, ff.283r. y v. 35 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.41-2, f.40r. 36 Ver los inventarios de 1787, 1790 y 1791 del almacén de la Marina de Cartagena en AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.63-1, ff.74v.-79v.; leg.55-4, ff.48r.-189r; leg.79-1, ff.630r.-641v.; leg.42-9, ff.433r.-436r. Estos folios contienen los inventarios de herrajes y cerrajería. Se distingue a maestros herreros que tenían talleres: Simón de la Rosa Ospino; Matías González; Florencio San Martín (maestro de fundición).
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Otra expresión de esa actividad empresarial fue el negocio de compraventas que estableció con los almacenes del Apostadero, proveyéndolo de elementos y comprando materiales desechados que, en el caso de los metales, podía fundir y reutilizar en la elaboración de nuevas piezas y en la reparación de otras; y en el caso de las jarcias, negociarlas con pequeñas y medianas embarcaciones particulares. El vínculo con el Apostadero también le servía para conocer los materiales de segunda mano que iban quedando de los trabajos en los barcos, y que compraba para luego reutilizarlos en su taller. Por ejemplo, en 1799 el virrey Pedro Mendinueta ordenó a la junta de hacienda de Cartagena que quitara las planchas de cobre que cubrían el casco interno de una goleta, que había hecho agua en la bahía. Después de largos debates, Joaquín Francisco Fidalgo y Cosme Carranza —comandantes, saliente y entrante respectivamente, del Apostadero de Cartagena— propusieron que la persona más apta para realizar el avalúo del cobre era Pedro Romero, sugerencia que contó con la aprobación del virrey37. Durante el primer decenio del siglo XIX, Pedro Romero aparece mancomunado con Andrés Romero en negocios de compra y venta en los almacenes del Apostadero, pagando o recibiendo el dinero de las transacciones realizadas por este último38. Durante el segundo semestre de 1807 realizó 5 transacciones como proveedor de esos almacenes, aunque no se especificó qué tipo de elementos vendió39. En ese año también solicitó a la Junta de la Marina que le vendiera todas las jarcias viejas e inútiles que estaban depositadas en el almacén general, a lo que accedió previo avalúo por un perito. Se avaluaron 11.472 libras (casi 6 toneladas) a razón de 10 reales el quintal. El recibo de la compra reza: “Don Juan Francisco de Céspedes, Ministro Principal de Marina recibí de Pedro Romero vecino de esta ciudad un mil ciento cuarenta y seis reales de plata líquidos que importa la jarcia contenida en el conocimiento anterior; de cuya cantidad me hago cargo por cuenta de la Real Hacienda. Cartagena nueve de marzo de 1807”40. En ese año Andrés Romero vendió también 62 libras de hierro en potes al almacén general de la Marina, a razón de 3 reales la libra41. Y Pedro Romero solicitó a la Junta de Marina que le vendiera, previo avalúo, toda la existencia de metales (bronce, plomo, cobre en planchas) que había quedado de las reparaciones hechas a barcos. Era casi una tonelada y la solicitud fue aprobada42. Esta forma de acceder a materias primas permitió que las comprara a comerciantes de Cartagena, quienes participaban en los negocios de provisión del Apostadero a través de terceros. Esto implicaba el desarrollo de un sistema de créditos con los comerciantes a los que debió pagar en períodos semestrales, pues el ministro administrador del Apostadero usualmente le cancelaba cada seis meses las deudas por los trabajos realizados. Con toda seguridad, pudo disfrutar de este contrato gracias a sus destrezas en el dominio de distintas artes relacionadas con el manejo de metales resistentes y de los dispositivos técnicos que se elaboraban con estos. Para esto poseyó el mejor taller de herrería y fundición de toda la ciudad. Como el Apostadero no 37 “Goleta San Joaquín, fondeada en Cartagena; orden del virrey para que se aprovechara su coraza de cobre, en beneficio del real erario”, Santa Fe, junio 19 de 1799, en AGN, Colonia Milicias y Marina, leg.44, ff.18r.-34v. 38 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.94-2, ff.265r., 267r.-268r., 459r.; leg.99-3, ff.47r., 304r.-308r., 311r. 39 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.99-1, ff.45r., 47r.y v., 56r., 58r., 304r. 40 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.94-2, ff.267r.-268r. Cursivas del autor. 41 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.94-2, f.459r. 42 Eran: 584 libras de bronce, 1017 libras de cobre y 68 libras de plomo. AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.94-2, f.265r. El valor total de la compra ascendió a $247,oo. AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.93-15, f.511r.-v.
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contaba con la mayoría de los dispositivos técnicos para emprender los trabajos de elaboración de las piezas de metales, dependía del taller de Pedro Romero de forma casi absoluta. En efecto, mientras que el cuerpo de artillería de Cartagena sí tenía talleres con todo lo indispensable para las labores que había que emprender, al igual que los talleres de las Reales Obras de Fortificaciones, el Apostadero nunca lo tuvo.
4. El lugar de Pedro Romero dentro del artesanado De los asentistas que realizaban trabajos manuales para las embarcaciones y el Apostadero, Pedro Romero tenía destinado el mayor presupuesto, representando para 1796 el 40,1% del total43. En 1797 esa participación ascendió al 46% del total, seguido por el tornero con el 13,1%44. Al año siguiente, del total de los asentistas artesanos, la parte correspondiente a Pedro Romero era del 73%45. En 1808 la proporción aumentó de forma significativa, pues se destinó para Pedro Romero el 82% de la suma total de los asentistas artesanos, seguido por el tornero-motonero y luego por el pintor con el 12% y el 6% respectivamente46. Para 1809 el contrato de asentista de Pedro Romero era el más alto, representando el 96,4% del presupuesto total destinado a los maestros artesanos asentistas47. Ser asentista le brindaba la ventaja de estar exonerado de tener que comercializar su producción como lo tenían que hacer otros artesanos de Cartagena. Es posible, entonces, que su buena reputación le garantizara la demanda de los propietarios de embarcaciones privadas, para que produjera piezas de repuestos. Quizá por eso, por ejemplo, Andrés Romero es quien aparece negociando con el Apostadero la compra de materias primas de segunda mano, y en 1808 Esteban aparece vendiendo a la Maestranza de la Artillería una docena de limas surtidas48. La condición de asentista le permitía a Romero concentrar todos los contratos relacionados con el trabajo de los metales pesados, tanto para las obras de tierra firme como para las embarcaciones menores y mayores. De igual forma, le garantizaba controlar y proveer la mano de obra. La documentación consultada relativa a trece años muestra que las naves estaban sometidas a muchos contratiempos y a deterioros continuos por la acción del clima, de los vientos y de la mar. Esto ocasionaba eventualidades que era necesario corregir, por lo que algunas destinaciones específicas del presupuesto nominal podían quedarse cortas y demandar partidas extraordinarias. Este era el caso de los trabajos que realizaba Pedro Romero con metales que, como el hierro, estaban sometidos a rápidos deterioros. Por ejemplo, en 1797 se destinó la suma de $4.500,oo, para los trabajos de herrería de los barcos. Pero al finalizar ese año las erogaciones por ese concepto ascendieron a la suma de $21.073,oo49.
43 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.73-4, f.469r. 44 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.73-6, f.985r. 45 “Presupuesto de la Marina Real, formado en Cartagena el año de 1797”, en AGN, Colonia, Virreyes, leg.6, f.1240r. 46 Diego Martínez de Ybernón, “Marina de Cartagena”, f.499r. 47 Diego Martínez de Ybernón, “Marina de Cartagena”, f.515r. 48 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.100-2, f.297r. 49 “Presupuesto de la Marina Real, formado en Cartagena el año de 1797”, f.1227r.
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Pues bien, durante trece años (1788, 1790-1791, 1794, 1796-1798, 1805-1810), Pedro Romero recibió del Apostadero la suma total de $119.596,oo pesos fuertes (956.768 reales)50, para un promedio anual de 9.200 pesos (65.744 reales). Sin embargo, a esta cantidad promedio habría que restarle los gastos de algunos insumos para fundición y herrajes, mano de obra y reposición de herramientas. Pero, desafortunadamente, sólo se cuenta con datos parciales. Así, pues, en el primer semestre de 1791 recibió casi 2 toneladas de hierro en varillas y planchas para los productos que elaboró51. Y a comienzos de 1797 recibió 4,2 toneladas de hierro para los trabajos que hizo entre enero y julio de ese año, mientras que el Apostadero le descontó $315,oo por ese volumen de metal a razón de $8,oo el quintal52. Esa provisión de materias primas por parte del Apostadero se le descontaba al momento de recibir las retribuciones de su contrato. Con el propósito de calcular los gastos de materia prima realizados en 1797, se puede duplicar el valor de la cantidad de hierro (165 quintales en total), lo que daría un descuento total de $630,oo, suma que representaría el 7% de los $8.418,oo que recibió en ese año. Por otras informaciones de la época se tiene conocimiento de que en 1786 un capacho de carbón vegetal costaba 8 reales, y que para fundir un quintal de hierro se requerían 3 capachos53. En consecuencia, para laborar los 165 quintales de hierro, y sin tener en cuenta que una porción de este no se fundía por ser hierro cavilla (varillas) que iba a las forjas para producir pernos, clavos y otros objetos, se necesitaron 495 capachos, en los que Pedro Romero invirtió $495,oo de la época ($1,oo igual a 8 reales). Esto representaba el 5,4% de los ingresos anuales promediados. Y sumando ambas inversiones, representaban el 12,4% del total promedio recibido. Pero nos faltan los datos relativos a gastos en los jornales de los oficiales que empleaba y de las herramientas de trabajo. Aún con esta carencia, podemos duplicar los gastos que conocemos y elevarlos a un 30% durante cada año de los comprendidos entre 1788 y 1810, lo que permite tener una idea aproximada de su ingreso promedio anual: $7.000,oo. Con base en este criterio se ha elaborado la tabla 1. En ella se compara el promedio anual de las entradas que le ofrecía a Pedro Romero el contrato del Apostadero, con la sumatoria de los sueldos que devengaban al año otros maestros artesanos que también laboraban en los sistemas de defensa de la ciudad. Lo que se evidencia es que los ingresos anuales del primero estaban muy por encima de los devengados por los demás maestros artesanos de la ciudad, como también de los sueldos de muchos funcionarios públicos.
50 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.44-9, ff.1100r.-1101r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.56-2, ff.139v., 140v., 785r., 789r.-790v.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.73-4, ff.409v., 445v., 449r., 462v., 465v., 471r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.73-6, ff.754r., 755r., 756r., 813r., 815r., 985r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.74-6, ff.382r., 383r., 387r., 391r.-393v.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.74-8, f.760r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.78-13, f.822r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.93-15, f.566v.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.94-2, ff.459r.-463r., 470r., 477r.; 558r., 576r., 596r., 599r., 600r., 619r., 625r.; 655r., 656r., AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.99-3, ff. 524r., 588r., 627r.; AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.102-11, ff.235r., 260r., 281v., 287v., 291r., 408r.; “Presupuesto de la Marina Real, formado en Cartagena el año de 1797”, f.1240r.; Diego Martínez de Ybernón, “Marina de Cartagena:”, ff.499r., 515r. 51 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.63-1, f.362r. 52 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.74-6, f.390r. 53 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.44-7, f.877v.
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Tabla 1. Comparación de los ingresos anuales promedio de Pedro Romero y el total devengado por oficiales, artesanos y trabajadores, 1786-1809
Años
1786
1791
Pedro Romero (Promedio de pesos anuales recibido del Apostadero y restando gastos en hierro y carbón, sin restar la mano de obra)
7.000
7.000
Otros
Sumatorias de jornales anuales (pesos)
14 capitanes de guarda costas
7.560
14 tenientes de guarda costas
5.880
28 calafates y carpinteros de guarda costas
6.048
108 marineros guarda costas
8.424
12 funcionarios y trabajadores del Hospital de San Carlos
1.584
1793
7.000
5 maestros de artillería
4.512
1799
7.000
12 maestros de artillería
4.032
1801
7.000
1802
1805
7.000
7.000
7 maestros de artillería
3.348
21 maestros, sobrestantes, escribientes de artillería, herreros, carpinteros de ribera y calafates
11.424
Un sobrestante, artesano, patrón de bote, peón, preso, maestro, escribiente, calafate, carpintero de ribera, albañil, carpintero, capataz, herrero, cantero, carretero, herramentero y guardia
5.130
7 sobrestantes de las Reales Obras de fortificaciones
2.139
1808
7.000
64 operarios de fortificaciones
2.148
1809
7.000
5 maestros artesanos del Apostadero
4.586
Fuente: “Diseño de las costas a que se debe extender el resguardo marítimo del Virreynato de Santa Fe”, f.1r.; “Aprobación de las disposiciones tomadas para poner en buen estado de defensa los ramos de fortificaciones y artillería de la plaza de Cartagena”, Cartagena, marzo 30 de 1791, en AGS, SEDG, leg.7241, exp.31, ff.27r. y v. “Fortificaciones de Cartagena: relación de los trabajos ejecutados en ellas”, Cartagena, junio 30 de 1802, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.5, ff.129r.-133v.; “Artillería de Cartagena: vacantes en la maestranza de ella, postulantes para llenarlas”, Cartagena, agosto 26 de 1775, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.31, ff.970r.-971v.; “Milicias de Cartagena: informe sobre el estado de su fuerza y respecto de las asignaciones del personal que las integraba”, Cartagena, marzo 26 de 1778, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.40, f.152v.; “Alberto Yordi, su embarque en Barcelona para Cartagena de Indias , como obrero de herrería”, Cartagena, mayo 5 de 1777, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.62, ff.151r-154v.; “Relación empleados reales obras plaza de Cartagena”, Cartagena, diciembre 31 de 1802, en AGN, Colonia, Miscelánea, leg.132, f.100r.; “Aprobación de las disposiciones tomadas para poner en buen estado de defensa los ramos de fortificaciones y artillería de la plaza de Cartagena”, ff.27r. y v.; “Relaciones y estados de la Artillería de Cartagena, con especificación de su cuerpo político y Maestranza”, Cartagena, diciembre 31 de 1799, en AGN, Colonia, Virreyes, leg.8, f.64r.; en AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.64-1, f.96r.; leg.82-7, f.290r.; leg.85-1, ff.15r.-47v.; leg.90-2, ff.362r.-363r.; leg.102-11, f.288r.; AGN, Sección Archivos Anexos I-2 (SAA I-2), Fondo Asuntos Importantes, leg.2, ff.717r.-721r54.
54 Aquí se incluye el personal de los guardacostas de Cumaná, Caracas, Santa Marta y Cartagena. En total 25 barcos (7 balandras, 7 goletas, 5 galeotas y 6 lanchas cañoneras).
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En efecto, en 1796 los maestros mayores de calafates y carpinteros de ribera del Apostadero ganaban un jornal de 15,5 reales diarios ($698,oo al año cada uno), y el de velámenes devengaba un jornal de 10,7 reales ($482,oo al año)55. En 1808 cada uno de estos ganaba un jornal diario de 15 a 17 reales ($720,oo al año), lo que al parecer era el salario de los maestros mayores de los oficios en los que existía ese cargo56. Y un maestro herrero experto en herrar cureñas laboraba para el taller de la artillería por un jornal diario de 8 reales ($360,oo al año)57. Si con el propósito de hacer comparaciones para tener una idea aproximada de los ingresos de Pedro Romero y de otros maestros artesanos, se toma el promedio anual de ingreso del primero y se le restan los gastos en materias primas, y se procede a hacer el ejercicio para saber cuál sería su jornal diario durante un año, el resultado sería de 177 reales al día. También la comparación con los sueldos de los maestros y sobrestantes de las reales obras de fortificación de la ciudad da una idea de los ingresos de Pedro Romero. Entre mayo y octubre de 1805 tuvieron un ingreso total de $2.139,oo58. En estos ingresos no están incluidos los devengados por trabajos para particulares y para otras instituciones coloniales (lanchas de la Aduana), y lo que le entraba por los locales comerciales que tenía en las casas del Portal del Puente (actual Camellón de los Mártires). Se puede suponer que muchos de los artesanos registrados en la tabla 1 también tenían otros ingresos. Pero desafortunadamente, para el caso particular de Cartagena de Indias es difícil medir los niveles de utilidades obtenidas por los artesanos y el posible bienestar que disfrutaran, debido a que no dejaron registros escritos de sus actividades laborales, y a que tampoco existen archivos notariales ni municipales que permitan conocer si poseían bienes inmuebles, esclavos o los impuestos que pagaban. Se trata de aspectos de suma importancia porque para otras latitudes los estudios han evidenciado que muchos artesanos poseían algunos esclavos y casas heredadas, que podían arrendar y así incrementar sus ingresos59. Las evidencias de las investigaciones y de los archivos de otras ciudades hispanoamericanas también refieren a maestros artesanos que forman compañías milicianas, las uniforman y las dotan de algunos implementos60. El caso de Pedro Romero es conocido por testimonio de su hijo Mauricio José Romero Domínguez, quien para comienzos del siglo XIX tenía 34 locales comerciales (accesorias) en las casas
55 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.73-6, f.983r. 56 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.99-1, ff.253r.-254r.; 720r. Sobre los jornales devengados en 1801 por los maestros mayores y de los maestros de los distintos oficios en las Reales Obras de Fortificación de Cartagena ver: AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.85-1, ff.15r.-47v. 57 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.100-2, f.288r. 58 AGN, SAA I-16, Guerra y Marina, leg.90-2, ff.362r.-363r. 59 Ann Twinam, “Pedro de Ayarza: the purchase of whiteness”, in The Human Tradition in Colonial Latin America, editado por Kenneth Andrien (Nueva York: Rowman and Littlefield Publishers, Inc., 2013), 221-237. 221-237; Johnson, Los talleres de la revolución, 239-242; Hugo Contreras, “Oficios, milicias y cofradías. Éxito económico, prestigio y redes sociales afromestizas en Santiago de Chile, 1780-1820”. Revista de Historia Social y de las Mentalidades 17, n.° 2 (2013): 43-74. 60 Hugo Contreras, “Las milicias de pardos y morenos libres de Santiago de Chile en el siglo XVIII, 1760-1800”. Cuadernos de Historia n.° 25 (2006): 93-117; José Belmonte, “El color de los fusiles. Las milicias de pardos en Santiago de Cuba en los albores de la revolución haitiana”, en Las armas de la nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850), editado por Manuel Chust y Juan Marchena (Madrid: Iberoamericana/ Vervuet, 2007), 46-50.
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del Portal del Puente61. Esta información también señala que poseía esclavos, pero no hay más información. Las comparaciones permiten concluir que, aunque ejercía oficios artesanales, Pedro Romero se distinguía de sus congéneres por sus ingresos y, en consecuencia, por su nivel de vida y las posibilidades sociales y políticas que todo esto le brindaba. Hasta donde nos permiten ver los censos de 4 de los 5 barrios de la ciudad, levantados en 1777, la gran mayoría de los artesanos vivían en casas bajas o en accesorias. O tenían sus talleres en accesorias situadas en las plantas bajas de las edificaciones de dos pisos62. Por el contrario, Pedro Romero compró una casa baja y la transformó en una casa de dos plantas. Por sus ingresos vivía mucho mejor que las familias de blancos pobres o que podían tener prestancia social, mas no comodidades materiales. Y eso era un aspecto que los libres de color valoraban, pues en un pleito de 1803 que involucró a una blanca, esposa de un prestante funcionario real, y a una parda hija del pintor Pablo Caballero Pimientel, este le endilgó a aquella la pobreza en que había nacido, las limitaciones que padeció y la mala fama de la calle en que creció, mientras que la parda se enorgullecía de haber vivido bien y de que su familia hubiera tenido esclavos63.
Conclusiones Pedro Romero ilustra uno de los casos del proceso de diferenciación social con relación a los estratos más bajos de la población, que se escenificó durante el último siglo de dominación colonial. En él se combinaron las mejoras en sus condiciones materiales de vida: un estilo de vida de corte estamental que los separaba del grueso de sus congéneres, gracias al trabajo honesto, la condición de buen vecino y fiel vasallo, la responsabilidad, la respetabilidad y el no escandalizar a la sociedad64; y sin lugar a dudas, el proceso de blanqueamiento de su familia, tal como lo sugirieron Adolfo Meisel Roca y María Aguilera65. Lo que más resalta de las investigaciones acerca del protagonismo
61 “Carta solicitud de Mauricio Romero Domínguez”, en AGN, Sección República, Fondo Peticiones y Solicitudes, Magdalena-Mayo, leg.2, f.248r.; AGN, Sección Archivos Anexos I-17 (SAA I-17), Fondo Historia, leg.13-54, f.439r. Esos locales producían alrededor de 200 pesos fuertes mensuales por concepto de alquileres. Esta cifra es una inferencia que se ha elaborado teniendo en cuenta que en 1779 Pedro Romero pagaba 5 pesos y seis reales por la pequeña accesoria en la que tenía su taller en la acera sur de la Calle de Nuestra Señora de la Amargura. “Causa contra maestros herreros”, f.869r. 62 Puede consultarse: “Padrón general ejecutado por Don Mariano Valverde […] Comisario del Barrio de la Santísima Trinidad de Getsemaní, en el presente año de 1777”, ff.75r.-11r.; “Padrón que comprende el Barrio de Nuestra Señora de la Merced y su vecindario”, Cartagena, mayo 20 de 1777, en AGN, Colonia, CR-CVD, leg.10, ff.132r.-164r.; “Barrio de San Sebastián, año de 1777”, Cartagena, junio 30 de 1777, en AGN, Colonia, Miscelánea, leg.44, ff.945r.-957r.; “Padrón del Barrio de Santo Toribio, año de 1777”, Cartagena, julio 3 de 1777, en AGN, Colonia, Miscelánea, leg.39, ff.1004r.-1078r. 63 “Demanda de Pedro Gori, por injurias a su hija María Josefa y a su mujer, contra Isabel Caballero”, Cartagena, 1803, en AGN, Colonia, Fondo Juicios Criminales, leg.215, ff.372r.-494r. 64 Solano, “Sistema de defensa”, 92-139; Sergio Paolo Solano, “Entre armas y pinceles. Pablo Caballero Pimientel. Pintor y capitán de milicias pardas de Cartagena de Indias, siglo XVIII”. Amauta n.° 19 (2012): 25-59; Sergio Paolo Solano y Roicer Flórez, “‘Artilleros pardos y morenos artistas’: Artesanos, raza, milicias y reconocimiento social en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1812”. Historia Crítica n.° 48 (2012): 11-37, doi: dx.doi.org/10.7440/ histcrit48.2012.02 65 María Aguilera y Adolfo Meisel, “Cartagena de Indias en 1777: un análisis demográfico”. Boletín Cultural y Bibliográfico 34, n.° 45 (1997): 46-48.
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 151-170 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.08
político de Pedro Romero durante la primera república (1811-1815)66 y de lo mostrado en este artículo, es que su condición socio-racial, que se puede considerar como su condición basal en la sociedad, era modificada por el estatus positivo que le daba el dominio de unos oficios manuales. Pero en ese proceso de diferenciación y de movilidad social sus relaciones con las instituciones coloniales fueron fundamentales. El contrato con el Apostadero de la Marina, que se prolongó durante 23 años (un poco menos de la mitad del tiempo que vivió), constituyó un privilegio en la medida en que le otorgó el monopolio de los trabajos de herrería, armería y cerrajería para el mayor demandante de estos oficios. Los demás herreros, armeros y cerrajeros que trabajaban para otros cuerpos de defensa de la ciudad (artillería, fortificaciones y Regimiento Fijo) no lograron tener la demanda ni un contrato de las características del que vinculaba a Pedro Romero con el Apostadero. Como resultado, hubo unas condiciones desiguales entre este y el resto de los trabajadores que laboraban con metales duros y, en consecuencia, la subordinación de algunos maestros herreros, ya fuera porque laboraban en su taller o porque en momentos en que se intensificaban los trabajos, subcontratara a otros talleres de herrería. También negociaba con comerciantes de metales, con productores de carbón vegetal, carretilleros que movilizaban productos desde o hacia el almacén del Apostadero. Romero reinvirtió sus ingresos en bienes inmuebles para garantizar una estabilidad económica. Disfrutaba de unas condiciones materiales de existencia mucho mejores que las de familias de blancos pobres y las de los sectores medios. Todo esto le daba reconocimiento ante los administradores del Apostadero, ante las autoridades de la ciudad, y ascendencia sobre la población trabajadora y la posibilidad de mantener relaciones con sectores de las autoridades y de las élites de la ciudad. En 1799 el virrey Pedro Mendinueta, Joaquín Francisco Fidalgo y Cosme Carranza lo reconocían como la persona más apta para realizar el avalúo de una goleta67. En 1808, en medio de la escasez y las especulaciones con los precios de los alimentos que enfrentaba la ciudad, en especial con la carne fresca y salada de cerdo, así como la manteca que proporcionaba este animal, el Ayuntamiento lo nombró como comisionado para que visitara las casas del barrio Getsemaní, que albergaban en sus patios unos cuantos cerdos. El propósito era confiscarlos, indemnizar a los propietarios y trasladarlos a la Cochinera para sacrificarlos y exponerlos al abasto público68. En 1810, José I. de Pombo, prior del Consulado de Comercio, se refería a él con palabras encomiables a las destrezas, ingenio y aplicación en sus oficios69. Esto permite comprender su ascendencia política sobre la población, como también sugiere explicaciones parciales acerca de su comportamiento político durante la primera república de Cartagena de Indias: entre 1810-1811 (aliado de los moderados), 1811-1813 (aliado de los radicales) y 1813-1815 (nuevamente aliado de los moderados).
66 Múnera, Fronteras imaginadas, 153-174; Helg, “De castas a pardos”, 184-188. 67 “Orden del virrey […] para que se aproveche en beneficio de la Real Hacienda”, Santa Fe, junio 19 de 1799, en AGN, Colonia, Milicias y Marina, leg.44, ff.18r.-34v. 68 Esto lo conocemos por un informe reservado del comandante del Apostadero de la Marina, de quien Pedro Romero era subalterno, al virrey. AGN, Colonia, Virreyes, leg.16, f.767v. 69 Pombo, Escritos económicos, 272.
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❧ Sergio Paolo Solano D. Profesor titular de la Universidad de Cartagena (Colombia). Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico (Colombia) y estudiante del Doctorado en Humanidades-Historia en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa (México). Director de la revista El Taller de la Historia. Publicaciones recientes: “La construcción de los padrones de población en el Nuevo Reino de Granada a finales del siglo XVIII”. El Taller de la Historia 7, n.° 7 (2015): 41-99; “Historiografía sobre las relaciones entre las instituciones y los artesanos de Hispanoamérica a finales de la Colonia”, en Pensar la historia del trabajo y los trabajadores en América, siglos XVIII y XIX, coordinado por Sonia Pérez Toledo y Sergio Paolo Solano (Madrid/México: AHILA/UAMI, 2016) [en prensa]. ssolanod@unicartagena.edu.co
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La discusión cívica y moralizadora en el discurso anticomunista de la derecha conservadora chilena, 1932-1938❧ Raúl Burgos Pinto
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.09
Artículo recibido: 27 de marzo de 2015/ Aprobado: 05 de octubre de 2015/ Modificado: 23 de octubre de 2015
Resumen: El artículo se propone analizar cómo la derecha conservadora fundamentó su discurso anticomunista entre el final de la República Socialista (1932) y el triunfo del Frente Popular (1938) en Chile, período destacado por la organización política de la izquierda. Se explica la manera en que los conservadores emplean la estrategia política del miedo para desarrollar los principales ejes de su discurso político. Luego de analizar documentos políticos y prensa de tendencia conservadora, se deducen cuatro aspectos que estuvieron presentes en la construcción del discurso anticomunista de los conservadores: 1) la crisis y la defensa de su proyecto histórico; 2) la defensa de la autoridad y la disciplina para la estabilidad institucional; 3) la recomposición moral de los ciudadanos; y 4) la defensa de la jerarquía, la libertad y la naturaleza desigual de los ciudadanos. Palabras claves: historia política, Chile (Thesaurus); anticomunismo, conservadurismo (palabras clave de autor).
The Civic and Moralizing Discussion in the Anticommunist Discourse of the Conservative Right in Chile, 1932-1938 Abstract: The article proposes to analyze how the conservative right grounded its anticommunist discourse between the end of the Socialist Republic (1932) and the triumph of the Popular Front (1938) in Chile, a period characterized by political organization of the left. It explains the way in which the conservatives employed the political strategy of fear in order to develop the main axes of their political discourse. After analyzing political documents and press items of a conservative tendency, it deduces four aspects that were present in the construction of the anticommunist discourse of the conservatives: 1) the crisis and the defense of the historical project; 2) the defense of authority and discipline for institutional stability; 3) the moral recomposition of the citizens; and 4) the defense of the hierarchy, liberty and the unequal nature of the citizens. Keywords: conservatism, political history, Chile (Thesaurus); anticomunismo (author’s keywords).
A discussão cívica e moralizadora no discurso anticomunista da direita conservadora chilena, 1932-1938 Resumo: Este artigo propõe analisar como a direita conservadora fundamentou seu discurso anticomunista entre o final da República Socialista (1932) e o triunfo da Frente Popular (1938) no Chile, período destacado pela organização política da esquerda. Explica-se a maneira em que os conservadores empregam a estratégia política do medo para desenvolver os principais eixos de seu discurso político. Após analisar documentos ❧ El artículo es parte de la investigación realizada por el autor para obtener el grado de Magíster en Historia por
la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile). No contó con financiamiento externo.
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La discusión cívica y moralizadora en el discurso anticomunista de la derecha conservadora chilena Raúl Burgos Pinto
políticos e imprensa de tendência conservadora, deduzem-se quatro aspectos presentes na construção do discurso anticomunista dos conservadores: 1) a crise e a defesa de seu projeto histórico; 2) a defesa da autoridade e da disciplina para a estabilidade institucional; 3) a recomposição moral dos cidadãos e 4) a defesa da hierarquia, da liberdade e da natureza desigual dos cidadãos. Palavras-chave: Chile (Thesaurus); anticomunismo, conservadorismo, história política (autor de palavras-chave).
Introducción La historia política contemporánea se caracterizó por el enfrentamiento global de múltiples proyectos ideológicos que compitieron entre sí, tratando de definir las distintas realidades en las que se desarrollaron en América Latina. Por ello, resulta atractivo abordar la manera en que tales proyectos fueron organizados políticamente con el objetivo de conservar su capacidad de influencia, rechazando y excluyendo a otros grupos de la escena pública. En tal sentido, el anticomunismo, como discurso y práctica de exclusión desde las organizaciones de derecha, fue una expresión de tal proceso, constituyéndose en un importante fenómeno que transcendió espacialmente sobre todo luego de la Revolución Rusa en 19171. La reconocida relevancia de este suceso también tuvo su réplica en la historia política chilena. Desde un enfoque historiográfico sobre el anticomunismo, hay relevantes análisis sobre la experiencia nacional que se centran principalmente en la manera como se desarrolló este fenómeno y analizan sus consecuencias en el ámbito público. Tal es el caso de lo que sucede durante la década del cuarenta: a propósito de las disputas que se dan en el orden de la segunda postguerra, la organización política decidida a “combatir” el comunismo y su manifestación en la ley de defensa para la democracia de 1948, suponen un escenario importante que manifiesta dicho fenómeno2. Asimismo, durante la década del sesenta, en plena Guerra Fría, con una mayor intensidad y polarización en la disputa ideológica y política, la campaña de la elección presidencial de 1964 fue una coyuntura especial que acentuó el anticomunismo3.
1 Markku Routsila, “International Anti-Communism before the Cold War: Success and failure in the building of a transnational right”, en New perspectives on the transnational right, editado por Martin Durham y Margaret Power (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2010), 11-37. 2
Carlos Huneeus, La guerra fría chilena: Gabriel González Videla y la Ley Maldita (Santiago: Debate, 2009); Carlos Maldonado, “AChA y la proscripción del Partido Comunista en Chile, 1946-1948”. Contribuciones FLACSO n.° 60 (1989); Raúl Burgos Pinto, “Aproximaciones a la construcción del anticomunismo en la derecha política conservadora en Chile, 1941-1948”. Estudos Ibero-Americanos 40, n.° 2 (2014): 258-276, doi: dx.doi.org/10.15 448/1980-864X.2014.2.18280
3 Margaret Power, “The Engendering of Anticommunism and Fear in Chile’s 1964 Presidential Election”. Diplomatic History 32, n.° 5 (2008): 931-953, doi: dx.doi.org/10.1111/j.1467-7709.2008.00735.x; Marcelo Casals, “‘Chile en la encrucijada’. Anticomunismo y propaganda en la ‘campaña del terror’ de las elecciones presidenciales de 1964”, en Chile y la Guerra Fría global, editado por Alfredo Riquelme y Tanya Harmer (Santiago: RIL Editores, 2014), 89-111.
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Reconociendo la dimensión de largo plazo que tuvo el desarrollo del anticomunismo chileno en el interior de las organizaciones de políticas de derecha4, resulta interesante profundizar en el discurso político anticomunista de los conservadores durante la década del treinta, momento en que comienzan a ser desafiados por proyectos ideológicos alternativos de izquierda5, y cuando ocurre un auge de movimientos de derecha y extrema derecha en Latinoamérica, como reacción a las múltiples transformaciones en sus respectivas realidades en el marco de las entreguerras y post-crisis económica6. Dado que los partidos tradicionales de derecha chilenos —o bien la derecha moderada—, tuvieron una importante influencia en el ámbito de decisiones públicas a diferencia de los movimientos de extrema derecha, el propósito de este artículo consiste en analizar cómo la derecha representada por el Partido Conservador enfrentó el escenario de organización política de la izquierda entre 1932 y 1938, período comprendido entre la República Socialista y el triunfo del Frente Popular respectivamente. Se plantea como hipótesis central que, en dicho contexto social, los conservadores emplearon la estrategia política del miedo para definir los principales ejes de su discurso político, lo que en definitiva les permitió construir un discurso anticomunista, que reflejaba sus propios planteamientos ideológicos orientados a excluir a las fuerzas de izquierda de la esfera pública en una nueva realidad política del país7. Este espacio temporal representa un ciclo de cambios en el sistema político chileno. Por un lado, en 1932 ocurre el intento armado de la izquierda de instaurar la República Socialista, resultado de un movimiento revolucionario cívico-militar liderado por Marmaduque Grove que derroca al gobierno de Juan Esteban Montero. Si bien su fundamento no manifiesta un claro y preciso proyecto socialista8, quienes participaron en ella “Rechazaban el ‘capitalismo’, como era entendido al comienzo de la década de 1930, en un mundo afligido por la gran crisis económica y próximo al enfrentamiento del fascismo europeo contra los regímenes liberales y la Unión Soviética”9. Así este episodio mostraba “[…] la descomposición política que, en última instancia, estaba 4 Marcelo Casals, “Lógicas-ideológicas de exclusión. Fragmentos para una historia del anticomunismo en Chile”, en Historias de racismo y discriminación en Chile, editado por Rafael Gaune y Martín Lara (Santiago: Uqbar Editores, 2009); Marcelo Casals, “La ‘larga duración’ del autoritarismo chileno. Prácticas y discursos anticomunistas camino al Golpe de Estado de 1973”. Revista de Historia y Geografía n.° 29 (2013): 31-54; Ernesto Bohoslavsky, “Del anticomunismo de los antiguos comparado con el de los modernos. Razones y pasiones de las derechas chilenas (1932-1973)”. Observatorio Latinoamericano n.° 8 (2011): 48-64. 5 Sofía Correa, Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX (Santiago: Editorial Sudamericana, 2005), 38-56. 6 Sandra McGee Deutsch, Las Derechas. The Extreme Right in Argentina, Brazil, and Chile 1890-1939 (Stanford: Stanford University Press, 1999), 190-192. En este trabajo la autora realiza un análisis fundamental para entender los orígenes y trayectoria de los movimientos de derecha y extrema derecha que, en el caso chileno de los años treinta, se asocian a la Milicia Republicana y el Nacismo. 7 Se analizan los medios difusores del pensamiento y la acción de la derecha conservadora como documentos partidarios (discursos, convenciones y programas), y los diarios afines, El Diario Ilustrado y La Unión de Valparaíso. En la dirección del primero participaron destacadas figuras conservadoras y uno de los principales propietarios del segundo fue el Ordinario Eclesiástico. Carlos Ossandón, “El Diario Ilustrado: Modernidad y ensoñación identitaria”, en El estallido de las formas: Chile en los albores de la “cultura de masas”, editado por Carlos Ossandón, Eduardo Santa Cruz, Pablo Ávila y Luis Santa Cruz (Santiago: LOM Ediciones, 2005), 164; y Teresa Pereira, El Partido Conservador 1930-1965. Ideas, figuras y actitudes (Santiago: Editorial Universitaria, 1994), 12-13. 8 Brian Loveman y Elizabeth Lira, Las ardientes cenizas del olvido: vía chilena de reconciliación política 1932-1994 (Santiago: LOM Ediciones, 2000), 15. 9 Loveman y Lira, Las ardientes cenizas, 15.
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reflejando la debilidad del aparato del Estado para mantener el orden interno y un gobierno estable”10, provocando un incremento del “temor social de los sectores medios y altos a una revolución popular”11, cuestión que se acentuaría en 1938 con el triunfo de la alianza de centro izquierda del Frente Popular (FP), pues implicó desplazamiento de los conservadores de su participación en el gobierno. Esta victoria “[…] consagró la tradición de que la izquierda, incluyendo socialistas y comunistas, podía entrar al poder ejecutivo a través de coaliciones electorales y dejó sin respuesta interrogantes problemáticas para los marxistas y sus adversarios”12. En dicho contexto, se considera que el proceso de configuración política de la izquierda presentó al menos tres características. En primer término, tuvo en 1932 un liderazgo popular en Grove con el interés de materializar las ideas socialistas; lo que planteó la necesidad de involucrar a sectores populares y medios en el proceso de superación del capitalismo, y los llevó a definirse como una alternativa nacional-popular que propiciaba la lucha de clases. Esta coyuntura llevó a la organización del Partido Socialista en 1933, como una opción diferente a los comunistas y demócratas en la izquierda. En segundo lugar, presentó la modificación de la estrategia de acción del Partido Comunista, que decide participar dentro del sistema político siguiendo la línea de las discusiones de la Internacional Latinoamericana y de la Tercera Internacional, que luego se fortalece en 1935 con la idea de formar frentes populares en alianza con socialistas y radicales. Finalmente, expresa la idea de esta de alcanzar primero una industrialización y modernización en la sociedad chilena, previo a otra etapa de organización sociopolítica13. De tal modo, la singularidad del problema estudiado reside en que en esta época los conservadores acentúan la defensa de su posición en los espacios de decisión, con el objetivo de resguardar la organización política de la que se consideran responsables y herederos14.
1. El fenómeno del miedo en los años treinta La derecha política chilena tiene su origen en el conjunto de transformaciones ocurridas a inicios del siglo XX, asociadas a la crisis del modelo de desarrollo y a la emergencia de proyectos ideológicos renovados desde la perspectiva cristiana y de izquierda15. Estos últimos, reconociendo las diferencias entre socialismo y comunismo en la política chilena, en su conjunto representan a las
10 Verónica Valdivia, La milicia republicana. Los civiles en armas: 1932-1936 (Santiago: Dirección de Bibliotecas/ Archivos y Museos, 1992), 25. 11 Felipe Portales, Los mitos de la democracia chilena. Desde 1925 a 1938 (Santiago: Catalonia, 2010), 179. 12 Paul Drake, Socialismo y populismo. Chile 1936-1973 (Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1992), 188. 13 Tomás Moulian, “Evolución histórica de la izquierda chilena: influencia del marxismo”. Documento de trabajo FLACSO n.° 139 (1982): 1-35; y Tomás Moulian, “Los Frentes Populares y el desarrollo político de la década de los sesenta”. Documento de trabajo FLACSO n.° 191 (1983): 31-59. 14 Pedro Lira, El futuro del país y el partido conservador (Santiago: Editorial “Splendor”, 1934) y Héctor Rodríguez de la Sotta, Crisis política, económica y moral (Santiago: Dirección General de Prisiones, 1932). 15 El sistema de partidos políticos chileno, originado en el siglo XIX por disputas entre la Iglesia católica y el Estado, se modifica en los años veinte del siglo siguiente, según las diferencias ideológicas ante políticas socioeconómicas. Véase: Timothy Scully, Los partidos de centro y la evolución política chilena (Santiago: Cieplan, 1992), 91-102 y 109-125; Samuel Valenzuela, “Orígenes y transformaciones del sistema de partidos en Chile”. Estudios Públicos n.° 58 (1995): 5-80.
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fuerzas de izquierda (“enemigas del sistema”), aspecto central del anticomunismo. Esto dado que los conservadores las agrupan en tal categoría sin precisar las diferencias entre fundamentos o estrategias, señalando también en ocasiones al radicalismo como ideología enemiga del sistema político; por ejemplo, les realizan una crítica cuando los radicales en su convención de 1933 incorporan en sus bases programáticas la lucha de clases 16. La composición tradicional de la derecha se fundamenta en los históricos partidos Conservador y Liberal. A pesar de que en múltiples ocasiones participan juntos en los espacios de poder, mostrando su rol conductor de los procesos de gobierno, sobre todo cuando surgen nuevas organizaciones dispuestas a competirles dentro de las reglas formales del funcionamiento institucional17, tendrán diferencias en sus decisiones políticas producto de las ideologías que sustentan sus proyectos. Así, por ejemplo, en el marco de los gobiernos liberales del siglo XIX, en las convenciones conservadoras de 1878 y 1885, centran la discusión en el aporte que han realizado al gobierno del país y critican las medidas implementadas por los liberales, que apuntan a disminuir la influencia religiosa en la vida pública18. En el período de estudio, las críticas de los conservadores a los liberales continúan siendo relevantes en un contexto, para ellos, de inestabilidad y crisis generalizada, por lo que participan en la elección presidencial de 1932 con su propio candidato, justificando dicha decisión en su trayectoria histórica dentro de los procesos de conducción política del país desde el siglo anterior y por el valor de sus ideas19. Por ello su interés de influir en la manera de organizar la sociedad se traduce en un discurso fundamentado en el recurso político del miedo, tratando de evidenciar un conflicto en la sociedad20, que considera el miedo como “[...] el temor de la gente a que su bienestar colectivo resulte perjudicado […], o bien la intimidación de hombres y mujeres por el gobierno o algunos grupos. Lo que hace políticos, más que personales, ambos tipos de temor, es que emanan de la sociedad o tienen consecuencias para ésta”21. En ese sentido, la experiencia de los años treinta, asociada a la crisis del sistema social y político, se inserta en el proceso global de cambios propios del período de entreguerras, marcado por la Gran Depresión, el surgimiento de actores políticos militares y de extrema derecha, y proyectos alternativos a los tradicionales22. Para el caso latinoamericano, el período refleja —con
16 “Lucha por las clases”, La Unión, 30 de junio, 1933, 3; Jaime Edén, “Capitalismo y comunismo”, La Unión, 26 de junio, 1933, 3. 17 Correa, Con las riendas del poder, 9-15. 18 Partido Conservador, Reseña de las XIV convenciones generales del Partido Conservador 1878-1947 (Santiago: Imprenta Chile, 1947). 19 Arturo Ruiz de Gamboa, “Candidatura presidencial conservadora. Su significación y justificación”, La Unión, 27 de octubre, 1932, 1; Renato Galdames, “El P. Conservador está al servicio de la República”, La Unión, 10 de octubre, 1932, 8. 20 El miedo como fenómeno político “no es una pasión irreflexiva, sino una emoción racional, moral. [...] refleja los intereses y los juicios razonados sobre lo que es bueno para quien lo siente y responde a peligros reales del mundo, a genuinas amenazas contra la seguridad de la nación y el bienestar; al poder coercitivo ejercido por las élites y al reto latente que las clases bajas representan para dichas élites. [...] refleja la ética y los principios de la gente que los enfoca hacia ciertos riesgos y no otros, e influye en su reacción ante dichos riesgos”. Corey Robin, El miedo: historia de una idea política (Ciudad de México: FCE, 2009), 309. 21 Robin, El miedo: historia, 13-56. 22 Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX (Buenos Aires: Crítica, 2007), 11-225.
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excepciones e intensidades diversas— los problemas y cuestionamientos al orden tradicional de sus sociedades, que entraba en una crisis a todo nivel y marcaba su transición hacia un nuevo ordenamiento de masas23. Iniciado en la década del veinte, en Chile este proceso se evidencia en las diferentes intervenciones militares, en la organización política de la izquierda y en la representativa elección de Alessandri en 1920 como signo del inicio de un proceso de reformas del modelo tradicional, producto de la disconformidad social24. Por lo anterior, a inicios de los años treinta surgen las milicias republicanas como expresión de la organización del movimiento civilista en la sociedad, “relacionada con algunas de las transformaciones sociales y económicas ocurridas desde fines del siglo XIX: el nacimiento de un movimiento popular confrontador del orden oligárquico y la profesionalización y transformación de las fuerzas armadas”25. Ello lleva a los conservadores a discutir en su convención de 1932 sobre los problemas del país. En su declaración fundamental establecen el rechazo al individualismo y al socialismo, y plantean la necesidad de una legislación que prohíba la propaganda comunista y anarquista, y cualquier acción que incite a la violencia o a la destrucción de la organización política de la nación26. La urgencia de esta posición se observa, por ejemplo, meses antes de la convención en una publicación de Raúl Gallardo, quien critica el rol de los partidos políticos en el desarrollo histórico del país. Señala en su escrito la responsabilidad del partido inspirado en la idea de construir un “orden social cristiano”27, que ha caído en el problema de defender los intereses de sólo algunos grupos privilegiados dejando que surjan otras doctrinas interesadas en reivindicar a los más desprotegidos. La tarea que les queda es volver a “orientar el camino” que debe seguir el país por su tradición histórica y patriotismo frente a la preocupación por la proliferación de proyectos ideológicos que compitan su influencia en la sociedad28. Más allá del análisis y la autocrítica realizados, interesa resaltar aquí que, en su visión, ellos son los responsables del destino de la “patria”, en tanto se atribuyen un rol central que deben desempeñar y sobre el cual fundamentan su rechazo a otras organizaciones políticas. Siendo este un rasgo relevante para su actuación política, la discusión se centra en los ejes que articulan el discurso de la derecha política conservadora, distinguiéndola de su par liberal, pues, más allá de las coincidencias en acciones y decisiones en la política cotidiana por su relación histórica, permite vislumbrar la manera en que cristaliza, en su rechazo a otras fuerzas políticas y su diagnóstico de la situación del país, la construcción de su propio proyecto político.
23 Waldo Ansaldi y Verónica Giordano, América Latina. La construcción del orden. De la colonia a la disolución de la dominación oligárquica (Buenos Aires: Ariel, 2012), 11-28. 24 Drake, Socialismo y populismo, 30-37. 25 Valdivia, La milicia republicana, 13. 26 Partido Conservador, Programas y Estatutos (Santiago: Dirección General de Prisiones, 1933), 3-4. 27 La idea toma fuerza en la convención de 1901 por la experiencia de crisis social y política y por el influjo de la encíclica “Rerum novarum” (1891). De la misma manera, pese a que en la convención de 1929 se suprime el capítulo referido a la religión, en el que se establece que el partido es el oficial de la Iglesia católica, en las discusiones posteriores sigue teniendo influencia. Partido Conservador, Reseña de las XIV convenciones, 79-80. Por ello, años después continúan valorando el catolicismo como doctrina social base del partido. “La Iglesia y el Partido Conservador”, El Diario Ilustrado, 29 de mayo, 1935, 3. 28 Raúl Gallardo B., “Las nuevas orientaciones del Partido Conservador y la opinión pública”, La Unión, 4 de junio, 1932, 3.
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2. El proyecto político del anticomunismo conservador Entre los años referidos, los conservadores manifiestan públicamente su deseo de restituir las “bases institucionales y espirituales”29, frente a las intervenciones militares y los golpes de Estado que ocurren en el país desde los años veinte. Así, en un escenario convulso, los conservadores desarrollan una actitud crítica hacia las fuerzas políticas de izquierda, pues las consideran, ideológica y políticamente, el “enemigo” natural que quiere “destruir” el orden instaurado desde los orígenes de la república y las responsabilizan de la realidad del momento30. No obstante, la incorporación de la izquierda en la competencia electoral y política marca una nueva etapa de la relación con la derecha, pues constituye la institucionalización del conflicto entre ambos sectores31 y la reconfiguración del sistema político en tres tendencias, al reconocerse un nuevo actor32. Dicho proceso supuso una controversia respecto a cómo definir su propio proyecto político conservador y, ante la dificultad que presentó la organización de la izquierda, urgía desplegar una estrategia adecuada. Así, las interrogantes respecto a cómo definir los problemas que afectan a la sociedad desde su mirada, son abordados globalmente desde el recurso político del miedo, en tanto permite explicarle a la sociedad quiénes son los responsables de la crisis y así inducirla a que se identifique con su propuesta política. Los estudios dicha estrategia, establecen que las dinámicas y relaciones de poder en el interior de la sociedad provocan reacciones diversas que son expresadas políticamente cuando un grupo define la existencia de una amenaza para ellos y transforma su miedo específico en un tema de discusión cívica y moral en la esfera pública33. Comprendiendo, asimismo, el anticomunismo como el “conjunto de nociones y de prácticas tendientes principalmente al combate o erradicación del comunismo, sus militantes y/o sus ideas”34, en este caso, el discurso anticomunista conservador se explica producto de las transformaciones sociales y económicas que ocurren en el país, que llevan al escenario propicio para la organización política de la izquierda, cuestión vista con cuidado y recelo cuando deciden participar en el sistema institucional, dado que hacía que fueran ampliamente rechazadas. A este respecto, a la derecha política del período se le caracterizó como carente de proyecciones y de una imagen nacional relegada a una fuerza defensiva que conservó su potencia ideológica y política en el catolicismo y la Iglesia respectivamente, obsesionada con la amenaza popular, lo que resulta importante para indagar los fundamentos de su proyecto “anticomunista”35.
29 A., “Causas en el orden político y económico”, La Unión, 28 de junio, 1932, 3. 30 “Características de la huelga”, La Unión, 7 de febrero, 1936, 1-3; “El Gobierno ha tenido que tomar medidas urgentes y definitivas para evitar un gran desastre nacional”, La Unión, 10 de febrero, 1936, 1-5. 31 Norbert Lecher, La democracia en Chile (Buenos Aires: Signos, 1970), 61-66; Tomás Moulian, “Violencia, gradualismo y reformas en el desarrollo político chileno”, en Estudios sobre el sistema de partidos en Chile, editado por Adolfo Aldunate, Ángel Flisfisch y Tomás Moulian (Santiago: Flacso-Ainavillo, 1985), 38-58. 32 Juan Esteban Montes, Scott Mainwaring y Eugenio Ortega, “Rethinking the Chilean Party Systems”. Journal of Latin American Studies 32, n.° 3 (2000): 795-824, doi: dx.doi.org/10.1017/S0022216X00005873 33 Robin, El miedo: historia, 40-41. 34 Bohoslavsky, “Del anticomunismo de los antiguos”, 49. 35 Tomás Moulian e Isabel Torres, Discusiones entre honorables. Las candidaturas presidenciales de la derecha 19381946 (Santiago: Flacso, 1987), 21-39.
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En razón de lo anterior, el discurso sobre el proyecto político del anticomunismo conservador se construye desde la “discusión cívica y moralizadora”36 en torno a lo que debiese ser el orden social y político del país, entendiendo que este expresa la forma en que un grupo de personas se constituye a partir de su interpretación de la realidad37 y que su construcción es resultado de la confrontación ideológica, de valores y normativa, impulsada por distintos grupos que aspiran al poder con la pretensión de instaurar una continuidad mediante la institucionalidad u otros mecanismos en un espacio geográfico38. Considerando esto, en el marco del pensamiento político conservador, su concepto de orden se funda principalmente en las ideas asociadas al desarrollo del conservadurismo orgánico. Esta vertiente del conservadurismo plantea entre sus ideas que “no puede haber un orden político al margen de fundamentos morales y espirituales que contrarresten los efectos corrosivos del racionalismo. [...] la naturaleza humana tiene una vertiente irracional, que la desigualdad existe por naturaleza, que el mal es permanente y que el principio jerárquico debe desempeñar un papel fundamental en la sociedad”39. Desde los aportes del conservadurismo orgánico para entender las definiciones de la derecha conservadora chilena, surgen como ejes centrales: 1) la crisis y la defensa del proyecto histórico de su agrupación, desde la cual es posible establecer la visión que tienen sobre la trayectoria histórica que ha tenido el país; 2) la defensa de la autoridad y disciplina para conservar la estabilidad institucional, lo que muestra la forma en que conciben las relaciones y la organización en el interior de la sociedad; 3) la recomposición moral de los ciudadanos, desde donde plantean la importancia de la dimensión espiritual, en los problemas que están ocurriendo en el país; y 4) la defensa de la jerarquía, la libertad y la naturaleza desigual de los miembros de la sociedad, cuestión que expresa su visión sobre la naturaleza humana. En su globalidad, dichos elementos permiten explicar la manera en que el discurso de la derecha conservadora se construye en contra del principio de igualdad, para rechazar a las agrupaciones de izquierda. A dicho principio, la teoría lo sitúa como rasgo central para comprender sus identidades, en tanto la derecha política acepta las desigualdades como parte de la naturaleza mientras la izquierda las considera producto del origen social40.
3. La crisis generalizada y la defensa del proyecto conservador Frente a la “crisis sistémica” de los años treinta, los conservadores manifiestan una posición paradójica. A pesar de que su visión sobre el proceso ya se observa a inicios del siglo XX, en esos años resalta, por un lado, el hecho de que se sienten herederos de la organización republicana destacando su rol en ello, y, por el otro, su fuerte crítica al momento histórico al que han llegado 36 La “discusión cívica y moralizadora” es un ejercicio de análisis y planteamiento discursivo, que tiene por objeto señalar el plano ideal de lo que debe realizarse. Robin, El miedo: historia. Por ello, aquí el análisis se centra en los aspectos que definen la discusión, analizando los discursos y planteamientos conservadores dentro de su marco cultural y político, considerando el lenguaje como un recurso que les permite dar forma a la realidad. Así tales planteamientos forman una unidad representativa de su cultura política en dicha época. 37 Norbert Lechner, La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado (Santiago: Flacso, 1984), 83. 38 Ansaldi y Giordano, América Latina, 29. 39 Noël O’Sullivan, “Conservadurismo”, en Historia del pensamiento político del siglo XX, editado por Terence Ball y Richard Bellamy (Madrid: Ediciones Akal, 2013), 164. 40 Norberto Bobbio, Left and Right. The Significance of a Political Distinction (Chicago: The University of Chicago Press, 1996), 60-71.
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con la reflexión respecto a los motivos que condujeron a ese estado. Por tales razones, el período que les toca vivir, en palabras de sus representantes, se caracteriza por la idea de un “quiebre” en el proceso de construcción nacional, que sucede con especial énfasis en las primeras décadas del siglo XX. En ello influye la paulatina movilización social y ampliación de la participación, las crisis institucionales con sus consiguientes intervenciones militares y los problemas económicos. En 1932, el presidente del partido, Héctor Rodríguez de la Sotta, así lo señala: “Agotado el capital espiritual y de orden, según hemos visto, durante el imperio de las democracias liberales del siglo XIX, el desorden y la anarquía empezaron a enseñorearse del mundo, y la crisis política tomó su forma más aguda, haciendo ya imposible el gobierno de los pueblos. Esta situación se agravaba todavía más por la crisis económica, y por los gravísimos problemas de todo orden que nos legara la Gran Guerra”41.
Desde su planteamiento, los problemas radican en la inexistencia de una autoridad capaz de frenar a las “fuerzas disgregadoras” de la sociedad y en la decadencia moral de los individuos. Este elemento será recurrente en el discurso conservador, en tanto mencionan frecuentemente el problema “espiritual” de la sociedad chilena, cuestión que es acentuada por el accionar de las ideologías de izquierda. Siguiendo esa línea, la máxima autoridad conservadora acusa la incapacidad de los hombres de considerar “las enseñanzas de la Historia”, lo que explicaría la proliferación de “revoluciones y dictaduras”, en tanto serían expresión de una reacción “instintiva y ciega” de la humanidad en búsqueda del “remedio a su mal”42. Plantean así el problema de la decadencia moral, para la cual la fórmula apropiada sería la presencia de una debida autoridad. A la luz del contexto histórico, resaltan también las ideas de revoluciones y dictaduras en las palabras de los miembros conservadores. En esa reflexión en torno al desarrollo político del país, señalan que este ha transitado en vaivén entre dos posturas irreconciliables que expresan una polarización “dañina”, que no se condice con la natural enseñanza de la historia patria. Desde esta perspectiva, plantean el proyecto conservador como una fuerza capaz de dar coherencia a la actividad pública que evite la ruina del país, retomando la importancia de aprender del pasado para actuar en el presente. El diputado Ruiz de Gamboa así lo expresa: “La posición que sus tendencias marcan al Partido Conservador, según las miras de señor Héctor Rodríguez de la Sotta, no es, en manera alguna, una posición de extrema derecha: huyendo del individualismo despiadado de la escuela liberal del siglo XIX, así como del socialismo de Estado, sitúa al conservantismo en un justo término medio, que lo señala como partido de centro, punto que corresponde realmente a la entidad política que, mirando al propio tiempo los intereses inolvidables de los menos afortunados y las necesarias cautelas para no destruir el esfuerzo del capital, procura la armonía de todas las fuerzas productoras, bajo una legislación de amplio criterio humano, en consonancia, por ende, con las doctrinas del cristianismo, enseñadas por los Pontífices”43.
De estas palabras se desprende su principal motivación: una conducción política guiada por la prudencia y la mesura; al tratarse de una cuestión puesta en entredicho por la izquierda. Así resal-
41 Rodríguez de la Sotta, Crisis política, 7-8. 42 Rodríguez de la Sotta, Crisis política, 8. 43 Ruiz de Gamboa, “Candidatura presidencial”, 13.
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tan continuamente el pasado, de manera especial aquellos momentos en que tuvieron la tarea de conducir políticamente al país, lo que presenta un rasgo central de su proyecto. En este momento de crisis reconocen a la izquierda como quien quiere “destruir” el orden social y político, definiéndola como elemento “nocivo” para el país y utilizándola como argumento para explicar el caos y generar adhesión entre quienes son parte de su sector. El aspecto central del anticomunismo conservador que aquí se conjuga tiene relación con reconocer el valor de su proyecto político que trasciende históricamente. El diputado Carlos Estévez lo explica en los siguientes términos: “Nuestro pueblo, profundamente bueno y sensato está convencido que no va a conseguir un trabajo permanente y seguro, salario más remunerador, condiciones de vida más nobles y más dignas, viviendas […] e higiénicas que aseguren su bienestar y el de los suyos, asistencia médica y social, justicia en las relaciones entre el capital y el trabajo, escuchando las solicitaciones de anarquistas y demagogos, que predican la revolución, la destrucción de todo lo existente, la lucha de clases sociales, en un ambiente de anarquía, de odios y de miseria general. Las justas aspiraciones de nuestras clases trabajadoras sólo llegará a realizarse si en el país impera el orden constitucional y legal, el espíritu de solidaridad social, la comprensión de la armonía de los intereses de todos los chilenos […]”44.
La crítica a las agrupaciones de izquierda se agudiza con la aceptación de las pautas de comportamiento institucionales y su posterior alianza con los radicales en el Frente Popular, pues comienzan el tránsito hacia la disputa de los espacios de poder tradicionales. Esta cuestión se traduce, por ejemplo, en las estadísticas electorales del período en el que los partidos que serán la base de esta coalición de centro izquierda obtienen, por su organización y liderazgos, un resultado competitivo respecto a los conservadores45. A pesar de su rechazo, los conservadores expresan una paradoja: los aceptan en esos espacios de actuación por temor a las revueltas militares de los años previos y luego los señalan como un riesgo permanente para el desarrollo y la estabilidad institucional46. Para ellos, la crisis generalizada es producto de la decadencia de la sociedad, que la ha conducido a una incertidumbre de la que no han logrado escapar y ante la cual deben reaccionar prontamente. En una editorial del diario La Unión se explica como una triple crisis: “Crisis del principio de autoridad; crisis del sentido moral; crisis de la Democracia. He ahí los tres males que determinan la decadencia de los pueblos y preparan el advenimiento de las dictaduras”47. Estos ejes dotan de sentido a su discurso, reiterando continuamente la idea de la decadencia del país, donde no están claros los deberes de sus miembros y donde prima el “caos”: “En las democracias en decadencia surge también ese elemento perturbador, anárquico, disolvente, que desgraciadamente no ha faltado entre nosotros. Lo encontramos en las aulas, en el Parlamento, en la cátedra y en el pueblo trabajador. Es ese niño, que aun no se le ha autorizado
44 Discurso del diputado señor Carlos Estévez, “El país no ha olvidado, seguramente, los ocho años vividos en medio de la anarquía”, El Diario Ilustrado, 10 de agosto, 1935, 15. 45 En las elecciones parlamentarias de 1932 y 1937, los conservadores obtienen, respectivamente, 16,9% y 20,7%; los radicales 18,2% y 18,6%; los socialistas 7,3% y 11,1%; y los comunistas un 4,1% en 1937. Moulian y Torres, Discusiones entre honorables, 46. 46 Razón de ello es también la participación de algunos de sus miembros en la milicia republicana, en tanto surge como reacción a la república socialista. Valdivia, La milicia republicana, 20-21. 47 A., “Crisis de la democracia”, La Unión, 6 de octubre, 1932, 3.
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para pensar y ya lleva en su mente una ideología destructora y ya da rumbos y señala orientaciones a los gobernantes. Es ese parlamentario que trabaja, no por los intereses de su país, sino por los de su partido o clase; ese maestro que hace de su cátedra una escuela de doctrinas antisociales; es ese pueblo trabajador, engañado por falsos redentores, que vive de utopías y de sueños futuros, que lleva tinieblas en su mente, odio en el corazón y dinamita en el bolsillo”48.
Con este punto los conservadores resaltan el interés fundamental del proyecto conservador de la época. Se debe pensar un orden social y político que privilegie las naturales relaciones de poder en su interior, donde sólo aquel proyecto es capaz de ordenar y consolidar dicha estructura de relaciones construidas históricamente, y donde además debe prevalecer la autoridad y jerarquía antes que la igualdad social. Esta idea guarda relación de manera fundamental con su defensa de una democracia “oligárquica”, que privilegie y respete su posición histórica ante la movilización popular, en tanto durante el período —que corresponde al segundo gobierno de Alessandri apoyado por los conservadores— se interpreta la necesidad de “ampliar la república exclusivamente oligárquica a una oligárquica-mesocrática, generar un modelo de desarrollo industrializador estimulado por el Estado y desarrollar políticas sociales que aliviaran la miseria en que estaban sumidos los sectores populares. Y todo ello de modo autoritario, aunque recubierto por una envoltura democrática”49. De allí que el principio referido sustente su discurso anticomunista, pues la atribución de la categoría de amenaza a la izquierda radica en la necesidad de legitimar su proyecto de orden en un contexto de múltiples cambios.
4. Autoridad y disciplina para la estabilidad La crisis observada por los conservadores y la defensa de su proyecto encuentran relación con el cuestionamiento a la organización política y social del país, que los sitúa en un escenario distinto en el que se formaron durante el siglo XIX. Por tal motivo, aun cuando participan con su propio candidato en las elecciones presidenciales de 1932, deciden apoyar finalmente a Arturo Alessandri en su segundo mandato, pues les interesa “reconstruir institucionalmente” al país. El propósito es contener a las fuerzas políticas antagónicas y plantear la defensa del sistema, permitiendo matizar las evidentes diferencias ideológicas entre ellos y las autoridades de gobierno, algunas de las cuales tienen otra filiación política. A pesar de dicha coincidencia impuesta por la realidad, intensifican su aspiración de concretar su proyecto político, cuestión que exige primero ser capaces de disciplinarse, retomar el impulso y saber combatir en el nuevo escenario generado. Horacio Walker, quien también fuese presidente del partido en aquella época, así lo expresa mediante una circular a sus directivas departamentales. En ella plantea que están experimentado un período de transición en lo que respecta a su rol político, reconociendo así que su participación en el Gobierno no implica la concreción de su propio programa; a pesar de ello, Walker señala que están en un período de reorganización de fuerzas para, hacia el futuro, tratar de instaurar su propio orden: “conquisten su pleno y legítimo señorío las fuerzas significadoras del espíritu sobre la materia”50. 48 A., “Crisis de la democracia”, 3. 49 Portales, Los mitos de la democracia, 203. 50 Horacio Walker Larraín, “El presidente conservador se dirige a los directorios departamentales”, El Diario Ilustrado, 9 de mayo, 1936, 1.
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La estabilidad del sistema es el objetivo central, lo que supone la defensa de las autoridades vigentes en el país y la permanencia de las estructuras políticas de las que ellos se sienten herederos. La necesidad de restaurar el sentido de autoridad y disciplina en el interior de la sociedad, que se considera vulnerada, es la tarea primordial. Tal cuestión se evidencia en la línea editorial de la prensa, que presenta frecuentemente escritos con llamados a restablecer el “curso natural” de la historia: “Destituida poco a poco la disciplina y la cohesión de nuestros antiguos partidos políticos a consecuencia del avance de ambiciones personales, empezaron a formarse grupos que, como verdaderas montoneras, llegaron a hacer imposible la marcha regular del Gobierno y el desarrollo normal y eficiente de la administración del Estado. […] La falta de idoneidad de la masa electoral, más atenta a buscar motivos de provecho personal en el encumbramiento de tal o cual candidato que a la salud de la nación, y la consiguiente falta de una opinión pública consciente y respetable, favorecieron el desorden, que llegó a hacerse intolerable”51.
Critican la trayectoria del país, que ha olvidado los principios rectores que fundamentaron la organización republicana mediante la Constitución de 1833. El temor a continuar una espiral de inestabilidad y la percepción del socialismo como ideología subversiva promueven un “sentido de unidad” en el discurso conservador. Como en la época no tienen el peso político de antaño, deciden agruparse junto a sus aliados históricos, los liberales, bajo el nombre de “las fuerzas del orden” para “restaurar la autoridad y disciplina”52; cuestión importante en dichos años de recomposición institucional bajo la conducción de Alessandri y con la presencia de la izquierda. En esa línea, el discurso conservador se acentúa en coyunturas electorales. Cuando enfrentan a su “enemigo”, los llamados a respaldar a aquellos candidatos que representan el legado histórico de la organización republicana no diferencian entre liberal o conservador. Su decisión se explica por su interés de evitar el quiebre de la tradición y, principalmente, por mantener la estabilidad institucional. Así, por ejemplo, en la elección senatorial de Santiago de 1934, la junta directiva del partido apoya al candidato liberal, Absalón Valencia, pues entiende que su proyecto coincide con el propio al construirse desde la historia y realidad del momento. En un mensaje dirigido a sus miembros, la junta directiva, haciendo mención a los “graves trastornos políticos que ha sufrido el país en los últimos años, las dictaduras y la lucha social exacerbada intencionalmente ante la crisis económica”, plantea que tales hechos “han producido la exaltación en los ánimos y tal desorientación en las ideas que muchos partidos han visto romperse su disciplina y a sus hombres, movidos no por la nobleza y serenidad de los principios sino por pasiones personales y por la lucha de clases”53. Los conservadores comprenden la indisciplina social como uno de los principales problemas del país; por ello, abogan por recomponer la armonía en el interior de la sociedad para alcanzar un equilibrio entre los impulsos y las necesidades sociales54. El discurso trasluce la idea de obediencia y cumplimiento de las normas para el reflorecimiento de la vida social e institucional. Lo mismo explica, particularmente, su interés de subordinar a las fuerzas armadas al control del poder ejecutivo y legislativo, ya que sigue latente el golpe asestado por los militares en la República Socialista, 51 “Necesidad de reaccionar”, La Unión, 25 de enero, 1934, 3. 52 “La divisa del orden”, El Diario Ilustrado, 28 de marzo, 1934, 3. 53 “La Junta Ejecutiva del Partido Conservador se dirige a todos sus correligionarios de Stgo.”, La Unión, 7 de abril, 1934, 3. 54 A., “Indisciplina social”, La Unión, 22 de abril, 1936, 3.
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para así evitar la politización de estos poderes. Plantean que su permeabilidad al socialismo constituye un riesgo al orden tradicional, y por tal motivo muchos de sus miembros participan en la organización de las milicias republicanas con el objetivo de contribuir al retorno a la “civilidad” en una época especialmente convulsa55. Por tal razón, la ley que rechaza delitos contra la seguridad interior del Estado cuenta con el respaldo conservador en su aprobación en marzo de 1932; lo que evidencia el énfasis dado a la sanción por desobedecimiento o indisciplina frente a superiores jerárquicos, a algunos de los poderes de la República o a quienes indujesen a tales acciones a las fuerzas armadas. En palabras del diputado Elías Errázuriz: “Sabemos, señor Presidente, por publicaciones de la prensa, que estos elementos que actúan entre nuestras fuerzas armadas tienen relación y concomitancias directas con ciertas directivas generales y organizaciones comunistas y soviéticas del Uruguay y aún de algún país de Europa que no quiero nombrar, pero que todos conocen. De la Rusia soviética, si se quiere que se precise. El comunismo es un mal inmenso que amenaza terminar con la organización social y política de muchos países y, por consiguiente, estamos en el deber, los verdaderos patriotas, de aportar cada uno nuestro esfuerzo para dar al país un cuerpo de leyes eficientes que pongan atajo a este mal desde el momento en que se presente. Por estas consideraciones, adhiero con entusiasmo a las expresiones vertidas [...] en el sentido de que este proyecto debe ser aprobado en todas sus partes sin mayor vacilación”56.
Aun cuando esta ley se instaura antes de la República Socialista, la discusión sigue estando presente en los años venideros. Expresa el fenómeno de la época, asociado a la organización de grupos de la sociedad en las milicias, con el objeto de resguardar la institucionalidad del país. Así, pues, se las considera como agrupaciones que pretenden conservar el orden de las cosas, especialmente luego de las experiencias de intervención militar y popular. En este contexto, no sólo hubo respaldo del Partido Conservador a las milicias, sino que también, desde la prensa, se arremete contra cualquier situación que ponga en riesgo la institucionalidad vigente. Por ejemplo, en el momento en que ocurre un intento de sublevación del Ejército en 1933, la prensa denomina estos hechos como un “acto sedicioso” que pone en “peligro a la república” y la estabilidad del sistema constitucional que se reconstruye bajo la presidencia de Alessandri57. El discurso se condice naturalmente con la valoración de lo que denominan el “movimiento civilista y patriótico” de la milicia, pues este pretende “resguardar la institucionalidad y organización del país”58. Se considera en esta investigación que tal discurso planteado por los conservadores se explica por su natural valoración de la autoridad y la disciplina, como rasgos centrales que articulan las 55 Valdivia, La milicia republicana, 31. 56 Cámara de Diputados, “Sanciones a los que induzcan a la indisciplina a las fuerzas armadas. Discusión sobre el informe de la Comisión de Legislación y Justicia sobre el proyecto del Honorable Senado que establece sanciones a los que induzcan a la indisciplina a las fuerzas armadas”, Santiago, 11 de febrero de 1932, en Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (BNC), Santiago de Chile-Chile, Historia Política Legislativa del Congreso Nacional de Chile, Historia Legislativa, 1846-1973 Diarios de Sesiones, Sesión 84ª extraordinaria del jueves 11 de febrero de 1932 (Sesión nocturna de 22 a 24 horas). Presidencia del señor Tagle, 3678. <http://historiapolitica. bcn.cl/historia_legislativa>. 57 “La República en peligro”, La Unión, 1 de marzo, 1936, 3. 58 “La Milicia Republicana”, La Unión, 6 de mayo, 1933, 1.
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dimensiones sociales y políticas del país. Por ello es que la estructura jerárquica y la tradición deben respetarse, pues contribuyen al “bienestar de la república”. La relevancia de esto radica en que es reflejo de la manera en que conciben las relaciones en el interior de la sociedad, ya que resaltan su propia trayectoria histórica y cualidades para gobernar. De ese modo, el debate público centrado en los riesgos que implica ceder el poder a la izquierda opera como estrategia política para definir su propio discurso. Desde esta perspectiva, la disciplina se asocia a la defensa del sistema político y las normas constitucionales que permiten la convivencia, aun cuando estas no sean compartidas por la oposición. Esto, a su vez, consolida el principio de autoridad en el discurso conservador, pues perciben que la conducción política debe estar en quienes están “mejor preparados” para ello. De tal modo, justifican el accionar del poder ejecutivo cuando decreta, por ejemplo, medidas con el objeto de controlar la situación social y política nacional. Esa será su postura cada vez que el poder ejecutivo recurra al uso de facultades extraordinarias. Tal como ocurre en 1932, cuando se arguye la necesidad de defender la República y conservar el régimen constitucional aprobándose iniciativas que limiten la libertad de imprenta o reunión, vigilen a las personas, dispongan de la facultad de arrestar a las personas en lugares diferentes a las cárceles, traslados a diferentes zonas, iniciar investigaciones y allanar si el caso lo requiere59. Aunque esta ley tiene vigencia por seis meses, en años posteriores también se utiliza. Así, por ejemplo, en 1936 el gobierno realiza gestiones para atraer al Partido Radical para su aprobación y así permitirle al presidente retomar el poder frente a posibles insurrecciones60. Durante la convención del partido en 1937, una editorial de prensa se refiere al principio de autoridad a través del comentario de los discursos de José Ramón Gutiérrez, ministro de Relaciones Exteriores, y Joaquín Prieto, vicepresidente del partido. Destaca dicho principio, ya que para ellos las dictaduras sobrevienen cuando no existe una democracia fuerte, con correcta dirección, capaz de conservar la disciplina y la jerarquía en el interior de la sociedad para conducirla mediante la ley61. Recomposición moral de los ciudadanos El discurso conservador señala que el problema que afecta a Chile involucra un componente político, económico y moral, porque “[...] el hombre no sólo es un ser físico, es un ser moral: es un alma, una conciencia, un espíritu”62. Le asignan los conservadores una importancia especial a los valores, como marco normativo, pues orientan el comportamiento de las personas. Así, para ellos, “La vida social ha sido siempre y será idéntica a la moral que la informa”, siendo imposible, por tanto, entenderla sin reglas comunes a todos63. El énfasis del discurso conservador en la necesidad de valores que orienten el accionar de las personas se relaciona con su propia interpretación respecto al momento que viven, en el que, frente a la incertidumbre que vislumbran, se plantea la necesidad de que cada uno asuma la responsabilidad de contribuir a la construcción del país desde su debido lugar. Lo anterior, especialmente, frente al proceso de cambios de los años veinte, pues la emergencia de nuevas clases sociales en la par59 “Facultades que tiene el Presidente”, La Unión, 28 de abril, 1933, 1. 60 “La gestión iniciada para que el Partido Radical ingresara a colaborar en la acción del Gobierno no tuvo buen éxito”, La Unión, 5 de marzo, 1936, 7. 61 “El principio de autoridad”, El Diario Ilustrado, 3 de noviembre, 1937, 3. 62 A., “Causas del problema social”, La Unión, 27 de junio, 1932, 3. 63 A., “Peligros de orden moral”, La Unión, 22 de junio, 1937, 3.
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ticipación pública y las diferentes experiencias políticas de liderazgos populistas y militares han socavado las bases espirituales de la sociedad chilena. En ese marco, concebido como el “germen” de la enfermedad, se organizarían las “ideologías disgregadoras” para participar políticamente. Los conservadores atribuyen la situación a la “relajación moral de la ciudadanía”, añadiendo que la crisis generalizada tiene que ver con tres cuestiones centrales: crisis de autoridad, del sentido moral y de la democracia. Aspectos que determinan la “decadencia de los pueblos y preparan el camino a las dictaduras”64. La disputa de la hegemonía histórica del Partido Conservador por parte de las “ideologías disgregadoras”, se resiente fundamentalmente en la idea de que estas han avalado continuamente los derechos de las personas, olvidando los deberes que cada uno tiene con la sociedad. Así critican al comunismo, como ideología que disuelve los lazos morales y donde la autoridad, la familia, la propiedad y la religión son amenazadas, poniendo en riesgo el mismo orden social65. Esto adquiere especial relevancia, debido a que son aspectos claves que definen su proyecto político. Considerando estos elementos, este grupo conservador discute públicamente sobre la responsabilidad que le compete a la sociedad de propiciar la formación valórica de sus miembros. Le interesa lo que suceda en cada familia y en el sistema educativo. En el primer caso, le asigna importancia pues representa la base de la organización social; de allí que en sus definiciones programáticas de 1932 planteen respecto a esta que es “[...] la célula fundamental de la sociedad. Ella tiene derechos y deberes anteriores y superiores a toda ley humana; y su correcta constitución y prosperidad económica son condiciones indispensables para el orden social”66. Siendo la familia para ellos un aspecto fundamental para la organización de la sociedad, se esfuerzan especialmente en su accionar público de defender tal idea. Ello se ve reflejado en momentos en que su concepto tradicional de familia es cuestionado. Por ejemplo, en el debate legislativo sobre el proyecto de divorcio presentado por diputados radicales en 1933. En tal ocasión los parlamentarios conservadores lo critican y rechazan, considerándolo una afrenta a la institucionalidad del matrimonio. En distintas columnas, Elías González, miembro del partido y director del diario La Unión, señala que este proyecto promueve el individualismo, un instrumento del marxismo para desintegrar las bases de la sociedad67. Asimismo, para los conservadores resulta fundamental el sistema educativo en la formación de los niños y jóvenes, pues por esta vía se inculcan los deberes de participar en la construcción de la patria68. Se teme el desinterés masivo y la posibilidad de que, frente a este fenómeno, las “tendencias socializantes y anárquicas” tengan éxito. Así, en diversas coyunturas electorales, asocian el desinterés al fenómeno de la abstención reiterando continuamente que cada uno tiene el deber de inscribirse en los registros electorales y sufragar; lo contrario significa dejar que las fuerzas de izquierda avancen en la ocupación de los espacios de poder y decisión pública, lo que, en defi64 A., “Crisis de un régimen”, La Unión, 10 de febrero, 1934, 3. 65 “Disolución de lazos morales”, La Unión, 23 de septiembre, 1937, 3. 66 Partido Conservador, Programas y Estatutos, 7. 67 Al respecto: “Los conservadores lucharán por todos los medios a su alcance contra el proyecto de divorcio”, La Unión, 29 de mayo, 1933, 1; Elías González Medina, “El divorcio”, La Unión, 30 de mayo, 1933, 3; y Elías González Medina, “El divorcio. Creación del individualismo e instrumento del marxismo”, La Unión, 2 de junio, 1933, 3. 68 A., “Nuestros deberes”, La Unión, 2 de marzo, 1934, 3.
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nitiva, implicaría adoptar un rumbo distinto en el país69. De allí que entre sus acuerdos planteen reorganizar los servicios educacionales del país y remover a aquellos funcionarios que no gocen de un buen concepto público en sus lugares de trabajo70. La justificación de esto, en palabras del diputado Guillermo González, radica en la situación política por la que atraviesan: “Los acuerdos tomados en la última sesión del Directorio General del Partido Conservador han tenido el resultado que se esperaba de imprimir en la lucha entre los partidos chilenos un rumbo claro y definido, al mismo tiempo que ubicado en las altas regiones de las ideas. [...] Esta lucha que se inicia es también una lucha para evitar la implantación del comunismo en el país, que lentamente se va infiltrando en los jóvenes educandos, al amparo de las directivas actuales; por consiguiente, esta lucha ha de decidir del futuro de Chile”71.
Se destaca su visión paternalista respecto a las relaciones sociales, ya que el gobierno debe preocuparse de educar a las personas y priorizar en su tarea la promoción de la cultura y la formación espiritual más que las igualdades económicas o los derechos. Así la familia y la educación son pilares del orden social y político: “Si el maestro comunista formará fatalmente ciudadanos comunistas, que serán un peligro para la patria; la madre sin moral es un peligro equivalente para la sociedad, porque al dar hijos sin moral, facilitará la labor del maestro comunista proporcionando la materia prima preparada”72. El comunismo —o la izquierda— es un factor de riesgo para el país, por lo que deben enfrentar la “decadencia moral” de la sociedad y centrar sus esfuerzos en el desarrollo de la familia y la educación. Las posibilidades que ofrecen estos pilares suponen un progreso no sólo material, sino también espiritual. Ambos aspectos son centrales en su discurso, ya que fundamentan su idea de que los ciudadanos deben participar según sus capacidades en los destinos del país, desarrollando una moral cívica “necesaria para cualquier sociedad”73. En el plano de la participación electoral, los “más capaces” no pueden abstenerse de su deber y compromiso patriótico, a diferencia de los considerados “ignorantes” o “incultos”. Sin embargo, ante la izquierda, los conservadores apelan a que ambos tipos de personas impidan el triunfo de los “revoltosos”74. Esta idea se acentúa en momentos previos a la elección de 1938, pues está en riesgo la continuidad de la derecha conservadora en el gobierno ante la posible llegada del bloque de centro izquierda. Se plantea la lucha contra la “denigración sistémica de la sociedad” representada por este enemigo carente de virtudes cívicas y sin respeto por la tradición75.
69 “Hay que cumplir con el deber de inscribirse”, La Unión, 20 de junio, 1934, 3. 70 “Un programa que refleja el sentimiento general del instante”, La Unión, 5 de octubre, 1934, 3. 71 Guillermo González Echeñique, “Lucha por nobles ideales”, La Unión, 9 de octubre, 1934, 3. 72 “La educación moral de nuestras jóvenes”, La Unión, 16 de abril, 1933, 3. 73 “Afiancemos nuestra moral cívica”, La Unión, 18 de septiembre, 1933, 19. 74 “Abstencionismo electoral”, El Diario Ilustrado, 3 de abril, 1934, 3. 75 “Patriotismo”, El Diario Ilustrado, 22 de junio, 1938, 3; “Lucha decidida contra la denigración sistemática de la patria”, El Diario Ilustrado, 1 de agosto, 1938, 3.
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5. Defensa de la jerarquía, la libertad y la naturaleza desigual Para explicar la visión de los conservadores sobre las relaciones en el interior de la sociedad se puede considerar el principio de la jerarquía y la naturaleza desigual. En ese marco, plantean la defensa de una libertad limitada y admisible en la medida que exista una natural diferenciación entre los participantes en la escena política y social. De esa forma, entienden la libertad a partir del desarrollo histórico del país y desde su rol en dicho proceso. Por ello, frente a la idea que asoma cada vez con mayor énfasis en la época, referida a la “lucha de clases” y la “liberación” de las clases populares y trabajadoras del sistema capitalista, los conservadores apelan a resguardar las bases institucionales y reinstalar el régimen constitucional alterado tras las intervenciones militares. Así validan una particular organización social, destacando la libertad en un contexto jerárquico de participación con unas reglas ya existentes: “Las libertades existen para que el pueblo ejercite sus derechos, entre los cuales está la designación de los que han de ser los depositarios del poder público; las libertades no existen para anular esos derechos y para destruir el Gobierno que el pueblo eligió”76. Para ellos, la libertad se debe ejercer en un espacio ya consensuado. Precisamente, la organización de la izquierda para disputar la conducción de los asuntos públicos desde 1932, los lleva a elaborar un discurso que legitime su forma de entender y promover las relaciones políticas y sociales en ese contexto, apelando al pasado y a su aporte en la organización republicana, y resaltando la necesidad de defensa de la República en el presente: “¿Podrá admitirse que la Patria queda entonces indefensa ante la acción de los que quieran sepultarla en la ruina de la anarquía y de la revuelta? Los poderes públicos tienen la función de velar por la seguridad interior del Estado. La Constitución y las leyes colocan la fuerza armada al servicio de esa suprema necesidad de la República, y franquean los medios para dejar al Gobierno en la condición de responder de la estabilidad de sus instituciones”77.
La “amenaza” de la izquierda se enfrenta con todos los medios disponibles, en tanto ellos definen “lo bueno y aceptable”. Además, mantener la seguridad interior del Estado es la prioridad pues se trata de “defender la nación”, motivo suficiente para regular la libertad: “La constante agitación, la incansable preparación a la revuelta con propósitos de destrucción de la sociedad y de la nación; el propósito no disimulado de exterminio y de muerte contra grupos determinados de personas, en nombre de una absurda y criminal guerra de clases, no son actos que puedan caber dentro de la acepción exacta de la verdadera libertad que es el ejercicio de un derecho hasta donde no lesiona el derecho ajeno”78.
Así, la derecha conservadora cree en una libertad regulada, definida por su visión jerárquica de la sociedad y de la naturaleza desigual de sus miembros. Las relaciones humanas se caracterizan por la espontánea diferencia entre las personas, en virtud de sus capacidades o condiciones, lo que redunda en una relación vertical con la clara distinción entre la autoridad y el ciudadano. La
76 “La República en peligro”, La Unión, 1 de marzo, 1936, 3. 77 “La República en peligro”, 3. 78 “Por la seguridad interior del Estado”, La Unión, 8 de abril, 1933, 3.
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presencia de la izquierda los incomoda porque cuestiona su identidad desde el principio de igualdad. Por tal razón, la nueva realidad plantea la interrogante de si deben ceder a las propuestas de ese sector en el debate nacional. En palabras de sus miembros “bajo toda la vida contemporánea late una injusticia profunda e irritante: el falso supuesto de la igualdad real entre los hombres”79. Esta premisa explica que, para ellos, la desigualdad es connatural a la vida humana. Justifican la importancia de la jerarquía y un trato disímil entre las personas, y por lo mismo, reconocen al comunismo como el causante de la crisis sistémica. Desde allí elaboran su discurso, en el que plantean que la “política futura debe contar con este renacimiento jerárquico”, siendo esta cuestión una “idea […] típicamente criolla”80. Mediante la defensa de la jerarquía también critican los discursos igualitarios por no reconocer la “profunda y verdadera aspiración” del pueblo81. Lo anterior implica comprender las diferencias naturales entre las personas para, desde allí, generar las dinámicas en el interior de la sociedad. Por ello, los conservadores justifican que, en las decisiones políticas, sean los partidos históricos los encargados de conducir y defender al país de los “males que atacan”. Asociado a ello, en el debate sobre la participación electoral, promueven la idea de establecer el voto plural en la constitución del poder municipal. Idea que es parte de sus acuerdos programáticos de 1932 y pretende facultar a un grupo de electores con más votos según su mayor capacidad ante el resto. Para ellos, el sufragio debe basarse en los criterios de la familia, la instrucción y la propiedad raíz82, y no ser un derecho universal. Para fundamentar su posición, plantea que el sufragio universal igualitario ha fracasado en todos los países socavando las bases de la democracia, permitiendo el advenimiento del fascismo y el comunismo. Enrique Wiegand, dirigente conservador, explica así la defensa de este voto censitario: “Al ansia de derechos, al ansia de goces que caracterizó el sistema o los sistemas liberales o socialistas que ya han hecho crisis, debemos oponer el régimen más modesto, más patriota y más honesto, de la austeridad; austeridad en nuestras pretensiones y austeridad en tomar nuestras responsabilidades. Como hemos manifestado, el que ejerce el derecho de sufragio cumple un deber, echa sobre sus hombros una enorme responsabilidad: la suerte de la Patria. No pidamos en esa carga y esa responsabilidad más de lo que podemos cumplir; limitémosla a nuestra propia capacidad. A mi juicio, el voto plural no es más que esto: limitar la responsabilidad de cada ciudadano a su capacidad. En el régimen de ambiciones desenfrenadas, esto es un delito. En el régimen del austero cumplimiento de nuestros deberes, es una verdad y una virtud”83.
Por las razones expuestas, el discurso propiamente conservador en la época apela a la organización jerárquica de la sociedad, procurando que quienes participen en las decisiones públicas estén realmente “capacitados” para ello. Guarda estrecha relación con su visión desigual de la naturaleza humana, pues un aspecto clave es el impulso espiritual y moralizador en una época que observan con gran incertidumbre a causa de la organización y presencia de las ideologías de izquierda.
79 Lira, El futuro del país, 36. 80 Lira, El futuro del país, 36. 81 Lira, El futuro del país, 36. 82 Partido Conservador, Programas y estatutos, 4. 83 “¿Es conveniente la implantación del voto plural?”, La Unión, 25 de octubre, 1933, 5.
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Conclusión En la época estudiada, la derecha política conservadora asocia la crisis y los males del país al nuevo actor que se organiza por esos años: la izquierda. Dicho análisis evidencia la amenaza que observan los conservadores en esta para la estabilidad institucional y, principalmente, para su propio proyecto. Frente a este desafío, que ya se presenta desde inicios de siglo a raíz de las organizaciones de carácter popular, pero que se acentúa en tales años debido a su incorporación al sistema político, se orienta la elaboración de un discurso decididamente anticomunista, entendiendo por ello su rechazo a todas aquellas agrupaciones que plantean de manera general una propuesta política basada en la organización y el ascenso de los sectores populares con la consiguiente superación del capitalismo. Mediante la reconstrucción de este discurso mostramos algunos de los rasgos de su proyecto político, dado que para reforzar su identidad los conservadores resaltan aquellos aspectos que los diferencian de sus opositores. Esta cuestión resulta importante en tanto el análisis se sitúa en el proceso de construcción del anticomunismo en el interior de esta agrupación política, característica que se extenderá a lo largo del siglo XX. En tal sentido, en el marco temporal referido emplean el miedo como estrategia política precisamente para denotar en su discurso los riesgos que reporta para la estabilidad del país la presencia de la izquierda en los procesos de conducción política. Su intencionalidad consiste en reforzar los elementos considerados “positivos” de su proyecto conservador y así evitar la propagación de las ideas de quienes son sus adversarios. La manera en que los conservadores defienden su proyecto los lleva a plantear una “discusión cívica y moralizadora” en el espacio público, mediante la cual van construyendo su relato, estableciendo los perjuicios atribuidos a las fuerzas de izquierda. Se ha evidenciado la importancia que tiene retomar el proyecto del conservadurismo, ya que plantean que ha contribuido al desarrollo histórico del país, sobre todo en un momento que ven con incertidumbre. En esa línea, sugieren el restablecimiento del principio de autoridad y disciplina que, asociado a la necesaria recomposición moral de los ciudadanos, permite “mejorar los hábitos” de quienes participan en la realidad del país. Finalmente, defienden la idea de la desigualdad como inherente a la naturaleza humana, aspecto que implicaría la organización jerárquica de la sociedad. Esto asoma con especial relevancia en un contexto donde la organización política de la izquierda se asimila a lo que serían las “ideologías disgregadoras” de la sociedad.
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❧ Raúl Burgos Pinto Profesor del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile). Licenciado en Historia con mención en Ciencia Política y magíster en Historia de esta misma universidad. Miembro del grupo de investigación Estado y Sociedad en el Mundo Contemporáneo. Entre sus publicaciones se destacan el artículo “Aproximaciones a la construcción del anticomunismo en la derecha política conservadora en Chile, 1941-1948”. Estudos Ibero-Americanos 40, n.° 2 (2014): 258-276; y la reseña “Harmer, Tanya y Alfredo Riquelme, eds. Chile y la Guerra Fría global. Santiago: RIL Editores, 2014”. Revista de Estudios Sociales n.° 53 (2015): 183-184. rburgosp@gmail.com
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Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro. Madrid: Cátedra, 2015, 250 pp. Jaqueline Vassallo
Universidad Nacional de Córdoba-CONICET, Argentina doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.10
En este nuevo libro, Manuel Peña Díaz, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba (España), logra conjugar antiguas preocupaciones intelectuales con otras nuevas para comprender el papel de la Inquisición en los Siglos de Oro, tales como el mundo de los libros y los lectores, los libreros, la lectura, la censura, el expurgo, los heterodoxos, las fiestas barrocas y la vida cotidiana en la España moderna. El autor forma parte de la renovación historiográfica que se ha producido en España durante las últimas décadas, en temas relacionados con la represión religiosa, Inquisición y las heterodoxias, cuyos representantes en la actualidad se reúnen mayoritariamente en el Seminario de la Historia de las Tolerancias en el Mundo Hispánico, que está integrado por numerosos investigadores radicados en diversas universidades españolas, como Ricardo García Cárcel, Doris Moreno, José Luis Betrán o Eliseo Serrano, entre otros. Sin duda, mucho se ha escrito sobre la censura inquisitorial y desde muy distintas perspectivas. Así, si bien ya se ha superado la vieja polémica que vinculaba a la Inquisición con la decadencia científica española, todavía persiste el maniqueísmo ideológico entre una historiografía que sostiene una tesis pesimista y la que sustenta el revisionismo relativista1. Las indagaciones de Peña Díaz se ubican en un espacio superador de estas posturas, en tanto Escribir y prohibir nos acerca a una historia cultural de la lectura, más que de reglamentos y prohibiciones. Para lograr su cometido, el autor señala la necesidad de franquear la supuesta “seguridad” que ofrecen las fuentes jurídicas para trabajar la censura que “contrasta con la inseguridad que suscita un análisis social y cultural de los discursos y de las prácticas censorias” (p.16). El libro, que pertenece a la Colección Historia, serie menor de la editorial Cátedra, presenta como ilustración de cubierta la obra del pintor barroco Juan de Valdés Leal, Alegoría de la Salvación, que anticipa al lector su contenido. Está estructurado en siete capítulos, acompañados de un prólogo y de consideraciones finales. Su escritura es amena y llevadera, a pesar de las complejidades planteadas en sus páginas, lo cual refleja la experiencia adquirida por el autor en la dirección de la revista de divulgación histórica Andalucía en la Historia, del Centro de Estudios Andaluces (España). En el primer capítulo se ocupa de trabajar la construcción simbólica de la censura inquisitorial y los discursos que acompañaron esa imagen, invocando a Dios como el primer censor.
1 Peña Díaz señala que si bien ya se ha superado la vieja polémica sobre la relación del Santo Oficio y la supuesta decadencia científica española, la mayoría de los historiadores continúa anclada en el pesimismo cuando relacionan la represión inquisitorial con la cultura escrita, impresa y manuscrita. Frente a ellos, ubica a unos pocos investigadores que defienden una visión más optimista sobre la vida cultural ante la represión en la España de los siglos XVI y XVII (p. 15).
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Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro Jaqueline Vassallo
La censura no es explorada aquí como una construcción jurídica que separa lo permitido y lo prohibido de manera tajante, sino como un territorio en el que lo herético y lo ortodoxo se tocaban, en el que lo público y lo privado se confundían y donde el discurso religioso amenazante penetraba conciencias. En este capítulo el autor se concentra en estudiar el dictado de los índices y edictos, así como el ceremonial de la publicación, por entonces devenido en instrumento de propaganda, de manifestación de poder y de fijación de la memoria colectiva. Como parte de este espectáculo, los sermones jugaban un rol central en la predicación de la censura, en los que Dios aparecía como el primer censor en la Iglesia católica. Allí Peña Díaz profundiza con algunos ejemplos, los mensajes que transmitían algunos sacerdotes, tal como lo hizo Arias de Armenta, en Sevilla con motivo de la publicación del Índice de 1632. En el capítulo segundo analiza la implantación del expurgo, entendido como “consecuencia de constantes negociaciones entre agentes y pacientes literarios” (p. 17). Rompe con la imagen construida de que los funcionarios inquisitoriales trabajaban con celo y perfección, para mostrar calificadores desbordados, perezosos, que tenían una formación deficiente y que muchas veces ejercían su rol de manera parcial, porque tomaban partido por alguna escuela teológica en desmedro de otra. De esta manera, la imagen monolítica que pretendió transmitir el discurso inquisitorial sobre los “ideales modélicos” de sus funcionarios —y que fue tomado por la historiografía más tradicional—, se pone en cuestión cuando Peña presenta las disconformidades de los contemporáneos hombres de la Iglesia con las tareas que realizaban ciertos calificadores. En el capítulo tercero, aborda de manera original el uso morisco de las letras, la censura de los coranes, de libros de derecho islámico o de medicina; la identificación que hizo la Inquisición de la grafía arábiga con la religión musulmana; la circulación y producción clandestina de obras de autores moriscos y las complejidades de la circulación de papeles escritos como talismanes. En definitiva, se muestran las resistencias y tensiones vividas por la comunidad musulmana en un marco de imposición y represión religiosa. Pero también se presenta otro aspecto de la represión sufrida por la comunidad de lectores como fue la persecución de las lecturas en común, es decir, la lectura en voz alta de textos sagrados —no necesariamente prohibidos—, por el peligro que la Inquisición entendió que existía no sólo en la libre interpretación que podían hacer los emisores, sino también en los posibles “recortes” del texto que podían efectuar al leer para otros. Así, pues, Peña Díaz analiza algunas causas judiciales iniciadas al respecto y concluye que en estos actos se reflejaban tensiones fundamentales de la historia de la lectura en tiempos modernos: “los límites porosos entre el manuscrito impreso, la débil frontera entre lectura en voz alta y censura lectora, la intermediación de los lectores analfabetos gráficos pero no religiosos, la formación de comunidades de interpretación y su relación con identidades comunitarias” (p. 93). El capítulo dedicado a Teresa de Jesús es uno de los más destacados del libro y resulta oportuno leer la perspectiva de análisis que ofrece este autor, justo cuando —con motivo de la celebración de los quinientos años del nacimiento de Teresa— se han escrito y publicado en España numerosos trabajos de desigual calibre. El capítulo puede leerse en diálogo con la reciente obra Teresa de Jesús: la construcción de la santidad femenina, publicada por Ricardo García Cárcel y Rosa María Alabrús, en la misma colección de Cátedra2. El profesor de la Universidad de Córdoba inicia su 2 Ricardo García Cárcel y Rosa María Alabrús, Teresa de Jesús: la construcción de la santidad femenina (Madrid: Cátedra, 2015).
Hist. Crit. No. 61 · Julio-septiembre · Pp 195-198 · ISSN 0121-1617 · e-ISSN 1900-6152 doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.10
estudio en el momento en que esta monja de cuarenta años comenzó a dejar de leer ciertos libros y quiso empezar a escribirlos. Peña Díaz se aleja de los lugares comunes ya trabajados hasta el cansancio sobre una de las monjas más famosas de España, para penetrar en el camino que cursó al transformarse en escritora: el conocimiento que tenía del mundo, de las instituciones y de los varones que la rodeaban, los mecanismos de control a los que estaba sometida, la censura previa y el poder de la palabra escrita. Teresa, quien tenía todo para no trascender en el camino de las letras por su condición de mujer, fue capaz de llevar adelante estrategias de búsqueda selectiva de aprobaciones para sus manuscritos. De ahí que el autor visibilice el miedo que tenía la autora a la Inquisición, no sólo cuando escribía sino también cuando fundaba conventos; pues no debe olvidarse que eran tiempos de control y en los que el foco estaba puesto en los alumbrados, movimiento religioso considerado herético y cercano al protestantismo. Sin embargo, Teresa pudo escapar de las censuras de la Inquisición porque supo tejer una sólida red de conexiones con la élite nobiliaria, eclesiástica, universitaria y hasta inquisitorial, y fue capaz, a su vez, de construir una extensa lista de lectores censores, entre los cuales estaba Francisco de Borja, el padre Aráoz o Gracián. Asimismo, el autor ingresa en el mundo de los apologetas de la vida de Teresa: las obras que escribieron luego de su muerte y las censuras que recibieron, deteniéndose particularmente en los trabajos del propio Gracián. El libro también sorprende con un capítulo destinado a Miguel de Cervantes en su rol de censor. Sustenta su discurso en la afirmación de García Cárcel y Alabrús, cuando señala que las principales armas de las que se valió Cervantes frente a la censura y el miedo fueron la intensión y el silencio (p. 190). Peña Díaz trabaja con especial empeño el pasaje del Ingenioso Hidalgo en el que se produce el escrutinio y la quema de la biblioteca de don Quijote y se discute con las interpretaciones que realizaron lingüistas e historiadores, para concluir que en estas páginas “se reproducen las paradójicas prácticas y singulares criterios censoriales de la época” (p. 194) .Y finaliza el capítulo diciendo “que gracias a la censura, el lector [Don Quijote] podía protagonizar su propia novela” (p. 206). La alusión a la historia de Cataluña nunca deja de estar presente en los estudios del autor, por demás graduado en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). En el capítulo quinto, se detiene a discutir con la historiografía nacional catalana sobre la veracidad de que en 1640 la Inquisición dio inicio a una persecución sistemática de los papeles que justificaban la rebelión y la separación de los catalanes de la monarquía de los Austrias. En el mismo apartado sostiene la idea de que las raíces intelectuales de la defensa de la libertad catalana se hallan en la escolástica y que se han servido de pasajes de la Biblia para la construcción del “carácter patriótico catalán”, haciendo una analogía entre Cataluña e Israel, como “pueblos elegidos de Dios” (p. 156). Todas cuestiones que, leídas desde este lado del Atlántico, resultan asombrosas. El último capítulo está destinado a reflexionar sobre las críticas que formularon los actores de entonces al control ideológico y a las delaciones de las que eran destinatarios. Sin embargo, Peña Díaz subraya la importancia de trabajar sin perder de vista la idea de que el integrismo ideológico de la Inquisición no fue tan rígido ni tan inmóvil, sino elástico y adaptable a distintos momentos históricos. En definitiva, el autor nos ofrece una propuesta en la que la Inquisición aparece como una institución que transitó un continuo proceso de readecuación y reubicación a lo largo de los siglos; al mismo tiempo que una mirada sobre la Inquisición y la sociedad moderna como espacios en los que se jugaron tensiones, negociaciones, disimulaciones y resistencias. Así, pues, una
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Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro Jaqueline Vassallo
investigación que se encuentra lejos de la obviedad, lo estático y las imposiciones unívocas que nos ofrecen otras historiografías inquisitoriales. Un libro que merece ser leído, estudiado. No es casual, entonces, que haya sido elegido como uno de los mejores libros de historia en 2015, por el periódico español El País.
❧ Jaqueline Vassallo Profesora titular de la Facultad de Filosofía y Humanidades, y directora del Archivo General e Histórico de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) e integrante del Proyecto I+D+i HAR2014-52434-C5-3-P, titulado “Vida cotidiana, cultura gráfica y reforma católica en el mundo hispánico: tolerancias, resistencias y censuras” , financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (España). Recientemente ha publicado el artículo “La persecución de las prácticas mágicas en la Córdoba Colonial siglo XVIII”. Bulletin of Spanish Studies XCII, n.° 5 (2015): 831-853, y coordinado junto con Manuel Peña Díaz, la obra colectiva La Inquisición. Viejos temas, nuevas lecturas (Córdoba: Editorial Brujas/CIECS-CONICET, 2015). jaquelinevassallo@ffyh.unc.edu.ar
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Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, editor. Historia e historiografía constitucionales. Madrid: Editorial Trotta, 2015, 158 pp. Carlos Alberto Toro
Universidad de los Andes, Colombia doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit61.2016.11
Este libro es el primer análisis extenso en español de la historia constitucional, como señala su editor, Joaquín Varela Suanzes-Carpegna (1954). Al ser un libro de análisis, no se trata de un trabajo de historia constitucional, sino sobre ella; es decir, acerca de su método, objeto y fuentes. En esto se diferencia de las obras publicadas previamente en la colección Estructuras y procesos. Derecho de la misma editorial, enmarcadas dentro de esa disciplina histórica. Además, se destaca por incluir una sección de entrevistas sobre aspectos metodológicos y científicos de la historia constitucional, y por su vínculo con la revista Historia Constitucional, cuyo primer número apareció en el año 2000 y es la única en español dedicada exclusivamente a este tema1. Dirigida por el propio Varela, esta publicación hace parte del Seminario de Historia Constitucional Martínez Marina de la Universidad de Oviedo (España), creado en 2008 y dirigido por el mismo editor. De hecho, la revista Historia Constitucional número 8 (2007) publicó previamente una parte importante del presente libro: todas las entrevistas y un artículo del editor titulado “La Historia constitucional: algunas reflexiones metodológicas”2. Los entrevistados fueron cuatro autores europeos que se han ocupado del tema: Wolfgang Böckenförde (1930), constitucionalista alemán; Michel Troper (1938), francés, teórico de Derecho; Maurice J. C. Vile (1927), politólogo inglés; y Maurizio Fioravanti (1952), italiano, historiador de Derecho. Las entrevistas aparecieron, respectivamente, en los números 5 (2004), 7 (2006), 10 (2009) y 14 (2013) de Historia Constitucional. El libro termina con un artículo inédito titulado “Aproximación a la historiografía constitucional española”, de Ignacio Fernández Sarasola (1970)3. El artículo de Varela, además de referirse a los métodos de la historia constitucional, da cuenta de la forma en que el autor entiende el objeto de esa disciplina. A este último asunto me referiré más adelante. En cuanto al método, el autor señala en primer lugar que la historia constitucional puede llevarse a cabo desde dos perspectivas: la normativa-institucional y la doctrinal. La primera de ellas se ocupa de las normas que regularon en el pasado “las bases y fundamentos del Estado liberal y liberal-democrático” (p. 13), además de las instituciones establecidas en estas normas, y la segunda, de la “reflexión intelectual” sobre dichos Estados. Esta diferencia implica para Varela 1 Entre ellas hay algunas de Maurizio Fioravanti, uno de los entrevistados. También hay trabajos de Bartolomé Clavero y de Nicola Matteucci. El catálogo de Trotta puede consultarse en <http://www.trotta.es/>. 2 Una versión en inglés del artículo aparece en el número 15 (2014) de la misma revista. 3 Esta es a su vez secretario de Historia constitucional. Cabe mencionar que tanto Varela como Fernández son profesores de Derecho Constitucional en la Universidad de Oviedo (España).
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que las fuentes —que como muestra son muy variadas— sean distintas según la perspectiva que se adopte. De todos modos, para el autor lo ideal es que el historiador del constitucionalismo conjugue ambas perspectivas, aunque sea inevitable enfocarse en una u otra durante las investigaciones. Varela además proporciona un conjunto de criterios metodológicos para estudiar el constitucionalismo en el pasado. Para el autor, si el historiador busca analizar las normas e instituciones, debe tener en cuenta el contexto histórico en que fueron interpretadas y aplicadas, poniendo de relieve tanto su permanencia como su cambio. También señala que si el historiador se va a dedicar a analizar las doctrinas y los conceptos del constitucionalismo, debe tener en cuenta el contenido jurídico de los mismos, puesto que ese contenido ha variado histórica y geográficamente según el sistema jurídico. Por ejemplo, en los países europeos continentales la juridificación de los conceptos constitucionales comenzó más tarde que en los territorios regidos por el Common Law, en los que el juez ha tenido un papel creador del Derecho, incluyendo el constitucional. Más adelante, Varela advierte que el historiador del constitucionalismo debe evitar interpretar desde su propio presente las doctrinas y conceptos de los que se ocupa en sus investigaciones. Lo anterior, continúa explicando, no quiere decir que deba renunciar “a formular sus propios conceptos y categorías analíticas a la hora de examinar y exponer su objeto de estudio” (p. 27). El artículo termina señalando la necesidad del dominio de la teoría de la constitución por parte de quien pretenda dedicarse a la historia constitucional, sea cual sea su procedencia académica. Las entrevistas ocupan la segunda parte del libro. El contenido de las preguntas se deriva de la aproximación de Varela a la historia constitucional, por lo cual es útil, aunque no necesario, leerlas después de su artículo. Las preguntas demuestran la profundidad de los conocimientos de Varela sobre las obras de sus entrevistados. Todas las entrevistas incluyen los mismos apartados, adaptados a cada autor: su obra histórico-constitucional; la situación de la historiografía constitucional en sus países; el método, la enseñanza e investigación del campo, y, finalmente, las posibilidades y dificultades de una historia constitucional europea. Además de ser de países distintos, cada entrevistado tiene un enfoque particular según su propia área de estudio, por lo cual esta sección muestra un panorama bastante amplio de la historia constitucional en Europa y de la forma en que se ha practicado. Sin embargo, todos parecen coincidir en el valor que atribuyen a la temática, no sólo por su interés propio sino además por su relevancia para el constitucionalismo del presente. Con excepción de Fioravanti —de cuyo enfoque se hablará más adelante—, se han centrado ante todo en la historia constitucional moderna de sus países, y, en el caso de Vile, de los Estados Unidos. Llama la atención asimismo el hecho de que, según muestran las entrevistas, Italia parece ser el país europeo en el que los estudios de historia constitucional tienen mayor relevancia académica. Por otra parte, entre los entrevistados, el más cauteloso ante la propuesta de Varela de crear una eventual historia constitucional europea es Troper, para quien la búsqueda de una “cultura jurídica común” europea podría convertirse “en una ideología más que una empresa científica” (p. 56). Aunque todas las entrevistas son de gran interés, lo que sigue de este texto se enfocará en algunas ideas que vale la pena destacar. En primer lugar, una afirmación de Michel Troper, quien en contraposición a Maurice Duverger (1917-2014) —para quien el Derecho constitucional no describe la realidad del poder, por lo cual creía necesario virar hacia la sociología— considera que “la ciencia de Derecho constitucional y la Historia constitucional describen también una realidad, una realidad que no es la transmisión y el funcionamiento del poder, sino un modo de argumentación, que produce, él también, efectos sociales y políticos” (p. 49). Este planteamiento remite
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a la relación estrecha, señalada en varias ocasiones por Varela, que la historia constitucional tiene con la historia conceptual. También la idea de Troper destaca la utilidad de la historia constitucional —y, por tanto, de la teoría de la constitución— para los historiadores políticos. En segundo lugar, la entrevista de Fioravanti se distingue por la importancia que atribuye a la Constitución de Cádiz dentro del constitucionalismo europeo. Según Fioravanti, “no puede haber historia del liberalismo del siglo XIX sin los acontecimientos españoles e hispánicos” (p. 107), a pesar de que el conocimiento de estos acontecimientos haya sufrido por la predominancia cultural de los “grandes modelos” constitucionales francés e inglés. Para Fioravanti, esta laguna implica no sólo una “Historia constitucional incompleta, sino también —y sobre todo— deformada” (p. 108). Resulta además de gran interés la diferencia en la forma en que Varela y Fioravanti entienden el objeto de la historia constitucional. Para el primero, esta disciplina se ocupa de “la génesis y desarrollo de la Constitución del Estado liberal y liberal-democrático” (p. 13); es decir que este enfoque implica un concepto “axiológico y sustantivo” de la constitución, que limita tanto el objeto como el alcance temporal de la disciplina, puesto que el Estado “al servicio de las libertades individuales” (p. 13) sólo surgió en la Inglaterra del siglo XVII. Por lo tanto, según Varela no existiría historia constitucional para periodos anteriores. Por el contrario, Fioravanti adopta un punto de vista más amplio, al plantear que puede hablarse de constitucionalismo donde exista “construcción y articulación del principio de unidad política” (p. 102). Por ello, acepta la existencia de un constitucionalismo antiguo y otro medieval, reconociendo de todos modos la especificidad del constitucionalismo moderno4. El libro termina con el balance de Fernández Sarasola sobre la historiografía constitucional española desde 1808 hasta la producción más reciente. El autor muestra cómo los primeros historiadores del constitucionalismo español interpretaron las leyes medievales a la luz del nuevo concepto de Constitución. También se refiere a los desarrollos posteriores de la disciplina, que tendían a enmarcarse dentro de los estudios jurídicos, para terminar mostrando la incorporación de “nuevas disciplinas” (diferentes del Derecho constitucional) a la historia constitucional desde finales del siglo XX. Un argumento central de su investigación es que esta última “tiende a revitalizarse cuando un país se ve inmerso en procesos constituyentes o de reforma constitucional” (p. 133). El artículo puede ser de interés para los lectores americanos no sólo por su enfoque disciplinar, sino por las diversas obras que cita acerca de la Constitución de Cádiz. La lectura de este libro es aconsejable para todos los interesados en la historia constitucional y para aquellos que se ocupen del estudio del Derecho en las ciencias sociales. La obra cumple con lo que promete, puesto que proporciona a los lectores un análisis de los métodos y el objeto de dicha disciplina. Finalmente, se recomienda a los interesados en estos temas revisar la página web de Historia Constitucional, de la que pueden descargar la parte del contenido del libro previamente publicada (para quienes no puedan conseguirlo en su edición impresa), además de encontrar otros artículos de obligatoria lectura para los estudiosos de la materia5.
4 Este punto de vista lo desarrolla Fioravanti en su obra Constitución. De la Antigüedad a nuestros días (Madrid: Editorial Trotta, 2001). 5 La página de la revista es <http://www.historiaconstitucional.com/index.php/historiaconstitucional>.
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Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, editor. Historia e historiografía constitucionales Carlos Alberto Toro
❧ Carlos Alberto Toro Estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes (Colombia). Abogado de la Universidad del Cauca (Colombia) y magíster en Historia de la Universidad de los Andes. ca.toro964@ uniandes.edu.co
Los árbitros de este número de la revista fueron: Sixte Abadía i Naudí, Universitat Ramon Llull, España Carlos Aguirre, University of Oregon, Estados Unidos Pablo Alabarces, Universidad de Buenos Aires, Argentina Antonio Samuel Almeida Aguiar, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España Diego Armus, Swarthmore College, Estados Unidos Javier Arranz Albó, Universitat Ramon Llull, España Ángel Bahamonde Magro, Universidad Carlos III de Madrid, España David Beer, Universidad Nacional de Avellaneda, Argentina William H. Beezley, University of Arizona, Estados Unidos Cecilia Belej, Universidad de Buenos Aires, Argentina Mateu Capell Maymó, Universitat Ramon Llull, España Leda Maria da Costa, Universidade Federal Fluminense, Brasil Alberto del Castillo Troncoso, Instituto Mora, México Manuel Alejandro Durán Sandoval, Université Toulouse-Jean-Jaurès, Francia José Garriga Zucal, Universidad Nacional de San Martín, Argentina Roberto Guedes Ferreira, Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro, Brasil Claudia Ximena Herrera Beltrán, Universidad Pedagógica Nacional, Colombia Alexander Hincapié García, Universidad de San Buenaventura, Colombia Ramón Llopis Goig, Universitat de València, España Cristina López Villar, Universidade da Coruña, España José Samuel Martínez López, Universidad Iberoamericana Ciudad de México Javier Olivera Betrán, Universitat de Barcelona, España Manuel Ortiz Heras, Universidad de Castilla-La Mancha, España Zandra Pedraza, Universidad de los Andes, Colombia Franco Damián Reyna, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina Ariel Rodríguez Kuri, El Colegio de México Diego P. Roldán, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Ricardo Sánchez Martín, Universitat Ramon Llull, España Carlos Santacana i Torres, Universitat de Barcelona, España Luiz Geraldo Santos da Silva, Universidade Federal do Paraná, Brasil Nicola Sbetti, Università di Bologna, Italia Ángela Teja, Già Università di Cassino, Italia María Inés Tato, CONICET, Argentina Cecilia Tossounian, Università di Bologna, Italia Mariann Vaczi, University of Nevada, Estados Unidos
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Notilibros Gómez López, Augusto Javier. Pioneros, colonos y pueblos. Memoria y testimonio de los procesos de colonización y urbanización de la Amazonia colombiana. Bogotá: Editorial UR, 2015, 406pp. ISBN: 978-958-738-596-0
Pioneros, colonos y pueblos es un largo peregrinaje histórico, descriptivo y analítico, relativo al surgimiento, trasformación y consolidación de importantes núcleos de población en la Amazonia, que fueron adquiriendo la condición de centros urbanos y, más tarde, de municipios —muchos de ellos convertidos en capitales de las antiguas intendencias y comisarías y, posteriormente, en capitales de los departamentos amazónicos—. Lo esencial de este trabajo es, precisamente, que el mapa de las estructuras de los asentamientos humanos de la Amazonia colombiana —configurado a lo largo del siglo XX y de los años que han transcurrido del siglo XXI— demuestra no solo el avance y la consolidación del proceso de urbanización de la selva oriental colombiana sino, además, que la selva amazónica colombiana está hoy cercada por centros urbanos, lo cual suscita importantes interrogantes y preocupaciones frente al futuro de la selva amazónica misma.
Garciadiego, Javier. Autores, editoriales, instituciones y libros. Estudios de historia intelectual. México D.F.: El Colegio de México, 2015, 407pp. ISBN: 978-852-681-276-5
Este libro recoge once ensayos cuyo denominador común es el abordaje de pasajes de la historia intelectual del siglo XX mexicano. A través de sus páginas, el lector verá pasar a multitud de intelectuales, desde Justo Sierra y Ezequiel Chávez hasta José Emilio Pacheco, pasando por Félix Palavicini, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Daniel Cosío Villegas y Carlos Fuentes, entre muchos más, con una atención especial en Alfonso Reyes y en la presencia de los intelectuales españoles exiliados en México a partir de finales de los años treinta. Su lectura llevará también al lector a seguir los procesos de construcción de instituciones educativas y culturales como la Secretaría de Educación Pública, La Casa de España y El Colegio de México, así como al recuerdo de gestas culturales ahora legendarias, como las campañas educadoras de Vasconcelos en los años veinte. Algunos inéditos, otros publicados en revistas o como capítulos de libros, estos once textos hoy se presentan juntos con el fin de hacer accesibles unos y rescatar otros.
Provéndola, Juan Ignacio. Rockpolitik. 50 años del rock nacional y sus vínculos con el poder político argentino. Buenos Aires: UEDEBA, 2015, 232pp. ISBN: 978-950-232-511-8
Cuenta una historia de contraste y tensión: la relación que fueron tejiendo el rock y el poder político durante medio siglo, a través de sus acercamientos y contradicciones. Son relatos de desencuentros, encandilamientos, asociaciones y rupturas. El libro inicia con las primeras manifestaciones del rock en Argentina, en tiempos en que la política optaba por inspeccionarlo y perseguirlo. Luego, los 60 dan pie a los 70, a los primeros acercamientos formales en días agitados, a la retirada militar y la vuelta de Perón, y un interregno democrático que culmina en la última dictadura (que arrancó con represión y listas negras y terminó en el festival por Malvinas) y el regreso definitivo de la democracia, con legitimaciones que hoy no dejan de profundizarse. El autor va más allá de los preceptos que observan cierta claudicación del rock frente a sus mandatos contraculturales fundantes, para plantear en cambio la idea de una evolución a lo largo de esta historia, acompañando la evolución de la política (como práctica militante y como ejercicio del poder), de la propia sociedad, su cultura y las construcciones simbólicas que se tejen e imperan.
Notilibros
Prieto, Mercedes. Estado y colonialidad. Mujeres y familias quichuas de la Sierra del Ecuador, 19251975. Quito: FLACSOEcuador, 2015, 272pp. ISBN: 978-997-867-445-1
En muchos estudios se considera que la formación de los estados andinos ha sido un proceso fallido e inacabado. La autora de este libro propone una entrada novedosa y conclusiones distintas. Para ello explora las relaciones entre el estado y las mujeres quichuas de la Sierra ecuatoriana en comunidades alejadas de las ciudades, entre 1925 y 1975. Enlaza este período con la creación de mecanismos de protección social a la población indígena, marcados por relaciones coloniales de dominación. A medida que estudia varios escenarios (escritos de pensadores, juicios y peticiones, narrativas y campañas de integración, así como prácticas de desarrollo comunitario), en los cuales las indígenas se dejan ver y oír, Mercedes Prieto discute el proceso de formación del Estado. Para ello, elabora una cronología sobre las maneras de entender la protección social e indaga los procedimientos de la intervención estatal, para concluir que se sustentaron en lo que llama eventos estatales, la creación de un habitus estatal y un modus vivendi político. Todo esto alude a formas delegadas y descentradas de formación del Estado. Finalmente, sugiere la aparición de sujetos coloniales parcialmente estatales.
Rubio Caballero, José Antonio. Decir Nación. Idearios y retóricas de los nacionalismos vasco y catalán (19802004). Cáceres: Dykinson/Universidad de Extremadura, 2015, 346pp. ISBN: 978-847-723-968-0
Legitimar y justificar, movilizar y enardecer, atacar y denostar... son sólo algunas de las metas perseguidas por el discurso desde el origen de las sociedades históricas. Herramienta para la creación de realidad y también reflejo de la misma, el lenguaje político interviene en la marcha de los acontecimientos, condicionando, vivificando y destruyendo. Tal es la materia prima del presente estudio, que se destina a desentrañar la naturaleza de los discursos sostenidos en tiempos recientes por dos sólidos movimientos políticos y sociales: los nacionalismos vasco y catalán. A partir del discurso, el autor se pregunta las pretensiones, rechazos y aspiraciones de dichos movimientos.
Camacho, Jorge. Miedo negro, poder blanco en la Cuba colonial. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana Vervuert, 2015, 272pp. ISBN: 978-848-489-799-6
El miedo al negro en Cuba causó, durante la mayor parte del siglo XIX, un enorme desasosiego entre la población blanca, atemorizada ante la posibilidad de que los miles de esclavos africanos que había en la isla se sublevaran y acabaran con ellos, tal y como había sucedido durante la Revolución Haitiana (1791-1804) en la vecina isla de Saint-Domingue, que supuso la abolición de la esclavitud y la proclamación de la República de Haití. Este libro destaca cómo, junto con el temor de que se produjera una rebelión de esclavos semejante a la de Haití, se originaron otras fobias en Cuba que incidieron en la manera en que los letrados se refirieron a la esclavitud, a la raza africana y a la cultura criolla en general. Tales temores sirvieron como concepto básico para construir la nación, en la medida en que estos letrados fueron excluyendo rasgos en la cultura criolla que se distanciaban de la de los negros y el África “salvaje”, y se originaron con el proceso de modernización de la industria azucarera cubana, donde, junto con la mezcla racial, aparecen conceptos básicos como la higiene, la medicina y las leyes que regulaban la convivencia de ambas razas.
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Notilibros
Cooke, Anthony. A History of Drinking. The Scottish Pub since 1700. Edinburgh: Edinburgh University Press, 2015, 228pp. ISBN: 978-147-440-762-5
What did Samuel Johnson, James Boswell, Dorothy Wordsworth, James Hogg and Robert Southey have in common? They all toured Scotland and left accounts of their experiences in Scottish inns, ale houses, taverns and hotels. Similarly, poets and writers from Robert Burns and Walter Scott to Ian Rankin and Irvine Welsh have left vivid descriptions of the pleasures and pains of Scottish drinking places. Pubs also provided public spaces for occupational groups to meet, for commercial transactions, for literary and cultural activities and for everyday life and work rituals such as births, marriages and deaths and events linked with the agricultural year. These and other historical issues such as temperance, together with contemporary issues, like the liberalization of licensing laws and the changing nature of Scottish pubs, are discussed in this fascinating book.
Urbach, Karina. Go-Betweens for Hitler. Nueva York: Oxford University Press, 2015, 352pp. ISBN: 978-019-870-366-2
This is the untold story of how some of Germany’s top aristocrats contributed to Hitler’s secret diplomacy during the Third Reich, providing a direct line to their influential contacts and relations across Europe —especially in Britain—, where their contacts included the press baron and Daily Mail owner Lord Rothermere and the future King Edward VIII. Using previously unexplored sources from Britain, Germany, the Netherlands, the Czech Republic, and the USA, Karina Urbach unravels the story of top-level go-betweens such as the Duke of Coburg, grandson of Queen Victoria, and the seductive Stephanie von Hohenlohe, who rose from a life of poverty in Vienna to become a princess and an intimate of Adolf Hitler. As Urbach shows, Coburg and other senior aristocrats were tasked with some of Germany’s most secret foreign policy missions from the First World War onwards, culminating in their role as Hitler’s trusted go-betweens, as he readied Germany for conflict during the 1930s and later, in the Second World War. Tracing what became of these high-level go-betweens in the years after the Nazi collapse in 1945 —from prominent media careers to sunny retirements in Marbella— the book concludes with an assessment of their overall significance in the foreign policy of the Third Reich.
Políticas Editoriales
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Historia Crítica tiene como objetivo publicar artículos inéditos de autores nacionales y extranjeros, que contribuyan al estudio de la Historia y al de las Ciencias Sociales y Humanas, para una mejor comprensión de los entornos sociales, políticos, económicos y culturales del pasado y del presente. En este sentido, busca fortalecer la investigación histórica, la reflexión y la elaboración de balances historiográficos actualizados, que permitan construir diálogos en la comunidad académica nacional e internacional. La Revista es una publicación trimestral (enero-marzo, abril-junio, julio-septiembre y octubre-diciembre), que se publica al inicio de cada período señalado, creada en 1989 y financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). La Revista publica artículos en español, inglés y portugués, también recibe la versión inicial a evaluar en idiomas como francés, italiano y alemán. Los artículos aprobados en estos idiomas deben ser traducidos por el autor a una de las tres lenguas declaradas por la Revista. Los artículos publicados cuentan con un número de identificación DOI, que de acuerdo con las políticas editoriales internacionales, debe ser citado por los autores que utilizan los contenidos, al igual que el título abreviado de la Revista: Hist. Crit. • Las fechas de recepción de artículos de Tema libre y para los Dossiers se informan en las respectivas convocatorias. • Los artículos deben ser remitidos por medio del enlace previsto para este efecto en el sitio web de la revista https://historiacritica.uniandes.edu.co o enviados al correo electrónico hcritica@uniandes.edu.co • Otros contenidos (reseñas, ensayos bibliográficos, entrevistas, etcétera) deben ser remitidos al correo electrónico hcritica@uniandes.edu.co • Los artículos enviados a Historia Crítica no pueden estar simultáneamente en proceso de evaluación en otra publicación. • La Revista somete todos los artículos que recibe en sus convocatorias a la herramienta de
detección de plagio. Cuando se detecta total o parcialmente plagio (sin la citación correspondiente), el texto no se envía a evaluación y se notifica al autor el motivo del rechazo. • Teniendo en cuenta la cantidad de artículos que recibe Historia Crítica en cada convocatoria, no se publican artículos de un mismo autor en un período de dos años.
Evaluación de los artículos y proceso editorial
A la recepción de un artículo, el Equipo Editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos (normas de citación y presentación formal), así como su pertinencia para figurar en una publicación de carácter histórico (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía). A continuación, los artículos se someten a la evaluación de dos árbitros anónimos, nacionales e internacionales (al menos el 50% con afiliación internacional) y al concepto del Equipo Editorial. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como los de los evaluadores se mantienen en el anonimato. Los resultados de la evaluación se informan a los autores en un plazo máximo de seis meses a partir de la recepción del artículo, en caso de superar este tiempo la Revista se comunica con los autores. La decisión final de publicar o rechazar los artículos se notifica por medio de un concepto escrito emitido por el Equipo Editorial. Los autores deben realizar los ajustes solicitados por los evaluadores y el Equipo Editorial en el plazo que se le señale. Luego de recibir el artículo modificado, se les informa a los autores acerca de su aprobación. La Revista se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se incluye, lo que depende del cumplimiento en la entrega de la documentación solicitada. La revista Historia Crítica no cobra a los autores los costos de los procesos editoriales. Durante el proceso de edición, los autores pueden ser consultados por el Equipo Editorial para resolver las inquietudes existentes. No obstante, la Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo. En el proceso de evaluación y de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores.
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Políticas Editoriales
Los autores de los textos aceptados autorizan a la Universidad de los Andes, mediante la firma del ‘Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual’, la utilización de los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución), para incluir el texto en Historia Crítica (versión impresa y versión electrónica). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría, inédito, y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. Los autores reciben dos ejemplares del número en el que participan.
Procedimiento con las reseñas y los ensayos bibliográficos
Historia Crítica procede de dos formas para conseguir reseñas. Por un lado, los autores pueden remitir sus reseñas al correo electrónico de la Revista. Lo mismo se aplica a los ensayos bibliográficos. Por otro lado, la Revista recibe libros a su dirección postal (Cra. 1 No. 18 A- 10, Edificio Roberto Franco, of. GB-417, Bogotá, Colombia) previo aviso por correo electrónico e indicando nombres de posibles reseñadores. Las reseñas deben ser críticas y versar sobre libros pertinentes para la disciplina histórica, las ciencias sociales y humanas que hayan sido publicados en los cinco últimos años. Los ensayos bibliográficos deben discutir críticamente una, dos o más obras. Las reseñas y los ensayos bibliográficos son sometidos a revisión del Equipo Editorial y, de ser aprobados, a eventuales modificaciones.
Presentación general de los artículos
• Los artículos no deben tener más de once mil palabras (18-22 páginas) incluyendo resumen, notas de pie de página, bibliografía, cuadros, gráficas, ilustraciones, fotografías y mapas. • Letra Times New Roman tamaño 12, a espacio sencillo, con márgenes de 3 cm, paginado y en papel tamaño carta. • Las notas van a pie de página, en letra Times New Roman tamaño 10 y a espacio sencillo. • En la primera página, debe figurar un resumen en español de máximo 100 palabras. El resumen debe ser analítico (presentar los objetivos del artículo, su contenido y sus resultados). • El resumen, las palabras clave y el título deben presentarse también en inglés. • Luego del resumen, se debe adjuntar un listado de tres a seis palabras clave, que se eligen preferiblemente en el Thesaurus de la Unesco (http:// databases.unesco.org/thessp/) o, en su defecto, en otro thesaurus reconocido cuyo nombre debe informarse a la Revista. Cuando una palabra no
• •
• •
se encuentre normalizada en Thesaurus, debe señalarse. El nombre del autor no debe figurar en el artículo. Los datos del autor deben entregarse en un documento adjunto e incluir nombre, dirección, teléfono, dirección electrónica, grupo o líneas de investigación (si aplica), títulos académicos, afiliación institucional, cargos actuales y publicaciones en libros y revistas. Es necesario indicar de qué investigación es resultado el artículo y si contó o no con financiación. Cuando los contenidos utilizados tengan un número de identificación DOI, éste debe incluirse en el listado de referencias.
Presentación general de las reseñas y de los ensayos bibliográficos
Las reseñas y los ensayos bibliográficos deben presentarse a espacio sencillo, en letra Times New Roman tamaño 12, con márgenes de 3 cm y en papel tamaño carta. Las obras citadas en el texto deberán ser referenciadas a pie de página. La extensión de las reseñas es de hasta tres páginas y los ensayos bibliográficos entre 8 y 12 páginas.
Reglas de edición
• Las subdivisiones en el cuerpo del texto (capítulos, subcapítulos, etcétera) deben ir en números arábigos, excepto la introducción y la conclusión que no se numeran. • Los términos en latín y las palabras en idiomas diferentes al del artículo deben figurar en letra itálica. • La primera vez que se use una abreviatura, debe ir entre paréntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usa únicamente la abreviatura. • Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, entre comillas, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos. • Los párrafos deben ir sin sangría y con espacio entre uno y otro. • Los cuadros, gráficas, ilustraciones, fotografías y mapas deben aparecer referenciados y explicados en el texto. Deben estar, asimismo, titulados, numerados secuencialmente y acompañados por sus respectivos pies de imagen y fuente(s). Se ubican enseguida del párrafo donde se anuncian. Las imágenes se entregan en formato digital (jpg o tiff 300 y 240 dpi) en alta resolución. En caso de no cumplir con la calidad solicitada, Historia Crítica no se compromete con su publicación. Es responsabilidad del autor entregar a la Revista el permiso para la publicación de las imágenes que lo requieran.
Políticas Editoriales
• Las notas a pie de página deben aparecer en números arábigos. • Al final del artículo debe ubicarse la bibliografía, escrita en letra Times New Roman tamaño 11, a espacio sencillo y numerada. Se organizan en fuentes primarias (archivo, publicaciones periódicas, documentación primaria impresa, entrevistas, etcétera) y secundarias. En la bibliografía deben presentarse en orden alfabético las referencias completas de todas las obras utilizadas en el artículo, que no estén referenciados en las notas a pie.
Referencias
Historia Crítica utiliza Chicago Manual of Style, en su última edición, versión Notes and bibliografhy. A continuación se utilizaran tres abreviaturas que permiten ver las diferencias entre la forma de citar en las notas a pie de página (N), nota abreviada (NA) y en la bibliografía (B):
Libros o partes de libros: De un solo autor N Nombre Apellido(s), Título completo (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido(s), Título resumido, páginas consultadas B Apellido(s), Nombre. Título completo. Ciudad: Editorial, año. Dos o tres autores N Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s), Título completo (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido(s) y apellido(s), Título resumido, páginas consultadas B Apellido(s), Nombre, y Nombre Apellido(s). Título completo. Ciudad: Editorial, año. Cuatro o más autores N Nombre Apellido(s) et al., Título completo (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido et al, Título resumido, páginas consultadas B Apellido(s), Nombre, Nombre Apellido(s), Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s). Título completo. Ciudad: Editorial, año. Capítulos de libros N Nombre Apellido(s), “Título artículo”, en Título completo, editado/compilado/coordinado por Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s) (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido(s), “Título (resumido) del capítulo”, páginas consultadas.
B
Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. En Título completo, editado/compilado/coordinado por Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s). Ciudad: Editorial, año, páginas consultadas.
Artículo dentro de la compilación N Nombre Apellido(s), Título, editado, compilado o traducido por Nombre Apellido, vols. (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas. NA Nombre Apellido(s), Título, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. Título, editado, compilado o traducido por Nombre Apellido, volumen(es). Ciudad: Editorial, año. Introducciones, prefacios o presentaciones N Nombre Apellido(s), Introducción/Prefacio/ Presentaciones a Título Completo (Ciudad: editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido(s), Introducción/Prefacio/Presentaciones a Título resumido, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. Introducción/Prefacio/ Presentaciones a Título Completo, de Nombre Apellido, intervalo de páginas. Ciudad: Editorial, año. Introducciones, prefacios o presentaciones (diferente al autor principal) N Nombre Apellido(s), Introducción/Prefacios/Presentaciones a Título Completo, de Nombre Autor (Ciudad: editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido(s), Introducción/Prefacios/Presentaciones a Título resumido, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. Introducción/Prefacios/Presentaciones a Título Completo, de Nombre Apellido, intervalo de páginas. Ciudad: Editorial, año. Compilaciones (editor, traductor o compilador además del autor) N Nombre Apellido(s), Título completo, ed./ comp./trad. Nombre y Apellido del compilador (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas. NA Apellido(s), Título resumido, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. Título Completo. Compilado/editado/traducido por Nombre y Apellido. Ciudad: Editorial, año.
Artículos de revista, prensa y tesis Artículo de revistas académicas N Nombre Apellido(s), “Título artículo”. Título revista volumen, n° número (año): páginas consultadas, doi.
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Políticas Editoriales
NA Apellido(s), “Título (resumido) del artículo”, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. Título revista volumen, n° número (año): páginas consultadas, doi.
NA Apellido(s), correo. B Nombre Apellido(s), correo electrónico al autor. Fecha de consulta (día mes año) URL o doi.
Número especiales de revistas N Nombre Apellido(s), “Título artículo”, en “Título número especial o dossier revista”, ed., Nombre Apellido(s), dossier o número especial, Título dossier o número especial volumen, n.° número (año): páginas consultadas, doi. NA Apellido(s), “Título (resumido) del artículo”, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. Dossier o Número especial, revista volumen, n.° número (año).
Si un libro/artículo está disponible en más de un formato, se cita la versión que fue consultada. Para libros se referencia el URL y para artículos el DOI (Digital Object Identifier) o en su defecto el URL. Cuando sea URL se debe poner así .
Artículo de prensa (con autor o sin él): N Nombre Apellido(s), “Título artículo”, Título periódico, día y mes, año, páginas consultadas [URL, si se toma referencia de internet]. NA Apellido(s), “Título (resumido) del artículo”, páginas consultadas. B Título periódico. Ciudad, año. Tesis: N Nombre Apellido(s), “Título tesis” (Tesis de pregrado/maestría/doctorado, Institución, año), páginas consultadas. NA Apellido(s), “Título (resumido) de tesis”, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. “Título tesis”. Tesis pregrado/maestría/doctorado, Institución, año).
Entrevistas y comunicaciones personales Personal N Nombre Apellido(s) entrevistado (profesión), en discusión con el autor, día mes año. NA Apellido(s) entrevistado, discusión, entrevista. B Apellido(s) Nombre entrevistado. En discusión con el autor. Día mes año. Publicada N “Título entrevista”, por Nombre Apellido(s), nombre publicación, fecha de consulta (día mes año), URL o doi. NA Título (resumido) entrevista. B “Título entrevista”, por Nombre Apellido(s). Nombre publicación, fecha de consulta (día mes año), URL o doi. URL o doi. Correo electrónico N Nombre Apellido(s), correo electrónico al autor, fecha de consulta (día mes año), URL o doi.
Referencias tomadas de internet
Libros digitales N Nombre Apellido(s) y Nombre Apellido(s), eds., Título completo (Ciudad: Editorial, año), páginas consultadas, doi, URL, Kindle edition, PDF e-book, Microsof Reader e-book (según sea el caso). NA Apellido(s), Título (resumido) del libro, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre, y Nombre Apellido(s), eds. Título completo. Ciudad: Editorial, año, doi, URL, Kindle edition, PDF e-book, Microsof Reader e-book (según sea el caso). Artículo de revistas académicas en línea N Nombre Apellido(s), “Título artículo”. Título revista Vol: No (año): 45, volumen, n.° número (año): páginas consultadas, URL o doi. NA Apellido(s), “Título (resumido) del artículo”, páginas consultadas. B Apellido(s), Nombre. “Título artículo”. Título revista volumen, n.° número (año): páginas consultadas, URL o doi. Páginas de internet Se hace referencia a una colección de documentos (páginas) o de un individuo o de una organización, disponible en una localización específica de la world wide web. N “Título de la página”, Título del sitio virtual, fecha de consulta (día mes año), URL o doi. NA “Título (resumido) de la página”. B “Título de la página”. Título del sitio virtual, URL o doi.
Fuentes de archivo N
Nombre Apellido(s) (si aplica), “Título del documento”, lugar y fecha (si aplica), en Siglas del archivo, Sección, Fondo, vol./leg./t., f. o ff. La primera vez se cita el nombre completo del archivo, la abreviatura entre paréntesis y, enseguida, ciudad-país. NA Apellido(s), “Título del documento”, fólios o páginas consultadas. B Nombre completo del archivo (sigla), Ciudad-País. Sección, Fondo (según corresponda al artículo).
Políticas Editoriales
Nota: Luego de la primera citación se procede así: Apellido, dos o tres palabras del título, 45-90. No se utiliza Ibid., ibidem, cfr. ni op. cit.
Políticas éticas Publicación y autoría:
La revista Historia Crítica es financiada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia). La oficina de la Revista está ubicada en el Edificio Franco (GB-417). La dirección de la página web es https://historiacritica.uniandes.edu.co, el correo electrónico hcritica@uniandes.edu.co y el teléfono de contacto 3394949, extensión 3716. La Revista tiene la siguiente estructura: Equipo Editorial —compuesto por el Director del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia), Editor y Gestor Editorial—, Consejo Editorial (Comité Editorial y Comité Científico), Comité de Revistas de la Facultad y equipo de soporte administrativo y técnico. Los miembros del Consejo Editorial son evaluados bianualmente en función de su prestigio en la disciplina y producción académica. Los artículos presentados a Historia Crítica deben ser originales e inéditos y no deben estar simultáneamente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con ninguna otra publicación. Si el autor de un artículo publicado en Historia Crítica quiere incluirlo posteriormente en otra publicación (revista, compilación o libro) debe contar con la autorización del Editor señalar los datos de la publicación original. Asimismo, cuando la Revista tenga interés en reproducir un artículo previamente publicado, se compromete a pedir la autorización correspondiente a la editorial donde apareció por primera vez.
Responsabilidades de los autores:
Los autores deben remitir los artículos a través del enlace disponible en la página web de la Revista y/o enviarlo al siguiente correo electrónico: hcritica@uniandes.edu.co en las fechas establecidas en cada convocatoria. La Revista tiene normas para los autores, de acceso público, con los requisitos para la presentación de artículos, reseñas y ensayos bibliográficos, así como las reglas de edición. Pueden consultarse en: Política Editorial o al final de la versión impresa de la Revista. Aunque el Equipo Editorial es responsable de aprobar los artículos con base en criterios de calidad, rigurosidad investigativa y teniendo en cuenta
las evaluaciones realizada por dos pares académicos, nacionales e internacionales, los autores son los responsables de las ideas allí expresadas, así como de la idoneidad ética del artículo. Los autores tienen que hacer explícito que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. También es responsabilidad de los autores asegurarse de tener las autorizaciones para usar, reproducir e imprimir el material que no sea de su propiedad/autoría (cuadros, gráficas, mapas, diagramas, fotografías, etcétera). Los autores aceptan someter los textos a la evaluación de pares externos y se comprometen a tener en cuenta sus observaciones así como las del Equipo Editorial, al momento de revisar el documento. Estas modificaciones deben realizarse en el plazo que el Editor indique. Luego que la Revista reciba el artículo modificado, se les informa a los autores acerca de su aprobación definitiva. Cuando los textos sometidos a Historia Crítica no son aceptados para publicación, el Equipo Editorial envía una notificación a los autores explicando los motivos de esta decisión. Durante el proceso de edición, el Equipo Editorial puede consultar a los autores para resolver inquietudes, pero se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo al documento antes de la publicación. En el proceso de evaluación y de edición, el correo electrónico es el medio de comunicación privilegiado entre la Revista y los autores. El Equipo Editorial se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se publica. Esa fecha se cumple siempre y cuando los autores entreguen toda la documentación solicitada en el plazo indicado. Los autores de los textos aceptados deben autorizar a la Universidad de los Andes a usar los derechos patrimoniales de autor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución), mediante la firma del “Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual”, para incluir el texto en Historia Crítica (versión electrónica e impresa). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y que respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros.
Revisión por pares/responsabilidades de los evaluadores:
Cuando se recibe un artículo, el Equipo Editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista, teniendo en cuenta formato, calidad (objetivo, marco teórico, metodología, conclusiones y bibliografía) y pertinencia del documento. Después de esta primera revisión, se definen los artículos que inician el proceso de arbitraje. Los textos son, en esta instancia, sometidos a la evaluación de dos pares
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académicos, nacionales e internacionales (al menos el 50% con afiliación internacional) y al concepto del Equipo Editorial, quien se reserva la última palabra de los contenidos a publicar. El resultado se comunica a los autores en un período de máximo seis meses a partir de la recepción del artículo. Cuando el proceso de evaluación exceda este plazo, el Equipo Editorial informa a los autores. Los evaluadores deben declarar en el formato de evaluación que no tienen conflicto de interés con los autores y con los temas sobre los que van a conceptuar. Ante cualquier duda se reemplaza al evaluador. La Revista tiene un formato de evaluación que incluye preguntas con criterios cuidadosamente definidos. Los evaluadores tienen la responsabilidad de sugerir la aceptación, rechazo o aprobación con modificación del artículo arbitrado. Durante la evaluación, los nombres de los autores y de los evaluadores son mantenidos en anonimato.
Responsabilidades editoriales:
El Equipo Editorial, junto con el Consejo Editorial, es responsable de definir las políticas editoriales para que la Revista cumpla con los estándares que permitan su posicionamiento como una publicación académica de reconocida calidad internacional. La revisión continua de estos parámetros asegura que la Revista mejore y satisfaga las expectativas de la comunidad académica. Así como la Revista publica normas editoriales, que se espera sean cumplidas, también se compromete a publicar correcciones, aclaraciones, rectificaciones y dar justificaciones cuando la situación lo amerite. El Equipo Editorial es respon-
sable de seleccionar los mejores artículos para la publicación. Esta selección se hace con base en las recomendaciones derivadas del proceso de evaluación y revisión editorial del artículo, en el que se tienen en cuenta criterios de calidad, relevancia, originalidad y contribución a la disciplina. En este mismo sentido, cuando un artículo es rechazado la justificación que se le da a los autores debe orientarse hacia estos aspectos. El Equipo Editorial es responsable de vigilar el proceso de los artículos que se postulan a la Revista, y debe desarrollar mecanismos de confidencialidad durante el proceso de evaluación por pares hasta su publicación o rechazo. Cuando la Revista recibe quejas de cualquier tipo, el Equipo Editorial debe responder prontamente de acuerdo a las normas establecidas por la publicación; en caso de que el reclamo lo amerite, debe asegurarse de que se lleve a cabo la adecuada investigación tendiente a la resolución del problema. Cuando se reconozca falta de exactitud en un contenido publicado, se hace las correcciones y/o aclaraciones en la página web de la Revista. Tan pronto un número de la Revista es publicado el Equipo Editorial y el Equipo de Publicaciones son responsables de la difusión y distribución entre los colaboradores, evaluadores, y las entidades con las que se hayan establecido acuerdos de intercambio, así como a los repositorios y sistemas de indexación nacionales e internacionales, y de hacer los envíos a los suscriptores activos.
Editorial Policies
Editorial Policies
Instructions for authors Type of article, dates and form of reception
The journal publishes articles in Spanish, English and Portuguese, and it also receives initial versions for evaluation in languages such as French, Italian and German. Articles approved in these languages must subsequently be translated by the author into one of the three languages used by the journal. All articles published have a DOI identification number that, in accordance with international editorial policies, must be cited by authors who use the contents, along with the abbreviated title of the journal: Hist. Crit. • The dates of reception for Open Theme articles and articles for the Dossiers are announced in the respective calls for articles. • Articles should be submitted via the link established for this effect on the journal’s web site http://historiacritica.uniandes.edu.co or sent to our email address hcritica@uniandes.edu.co • Other contents (reviews, bibliographical essays, interviews, etc.) should be sent to our email address hcritica@uniandes.edu.co . • Articles sent to Historia Crítica must not be simultaneously undergoing any process of evaluation for another publication. • The journal subjects all the articles it receives in response to its calls for articles to a plagiarism detection test. When total or partial plagiarism (i.e., without the corresponding citation) is detected, the text is not sent for evaluation and the author is notified of the reason for the rejection. • Considering the number of articles that Historia Crítica receives in response to each call for articles, no more than one article by the same author will be published within a two-year period.
Evaluation of articles and the editorial process
Upon receiving an article, the Editorial Team evaluates whether it fulfills the basic established requirements (norms for citation and formal presentation), as well as its relevance for appearing in a publication in the field of history (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography). The articles are then subjected
to evaluation by two anonymous arbiters, national and international (at least 50% with international affiliation) and to the opinion of the Editorial Team. During the evaluation, the names of the authors and of the evaluators are kept anonymous. Authors are informed of the results of the evaluation within a maximum period of six months from the date of receipt of the article, and if the process exceeds this time limit, the journal communicates with the authors. Authors are informed of the final decision to publish or reject their articles by means of a written notification issued by the Editorial Team. Authors must make the changes requested by the evaluators and the Editorial Team within the indicated time limit. After the modified article has been received and reviewed, the author is informed regarding its approval. The journal reserves the last word on the publication of articles and the issue in which they are to be included, which depends on the author’s compliance in delivering the documentation requested. Historia Crítica does not charge the authors for the costs of the editorial processes. During the publishing process, the authors may be consulted by the Editorial Team to solve any concerns regarding their articles. Nonetheless, the journal reserves the right to make minor corrections of style. Email is the preferred means of communication with the authors throughout the process of evaluating and editing each issue. The authors of the texts that are accepted must authorize the Universidad de los Andes, by signing the ‘Document of Authorization of Use of Intellectual Property Rights,’ to use the author’s economic rights (reproduction, public communication, transformation and distribution), to include the text in Historia Crítica (print version and electronic version). In the same document the authors confirm the fact that the text is of their own authorship, unpublished, and that the intellectual property rights of third parties are respected in it. The authors receive two copies of the issue in which they participate.
Procedure with reviews and bibliographical essays
Historia Crítica proceeds to obtain reviews in two different ways. On the one hand, authors may remit their reviews to the journal’s email address.
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Editorial Policies
The same applies to bibliographical essays. On the other hand, the journal receives books at its postal address (Cra.1 No. 18 A- 10, Roberto Franco Building, Off. GB-417, Bogota, Colombia) following notification by email indicating the names of possible reviewers. Reviews should be critical and deal with books relevant to the discipline of history, social sciences and human sciences that have been published within the past five years. The bibliographical essays should critically discuss one, two, or more works. The reviews are subjected to review by the Editorial Team and, if approved, to possible modifications.
General presentation of articles
Articles should be not exceed eleven thousand words in length (18-22 pages) including the abstract, footnotes, bibliography, charts, diagrams, illustrations, photographs and maps. • Times New Roman font, type size 12, single-spaced, with 3 cm margins, paginated and on letter size paper. • The notes go at the foot of the page, in Times New Roman font, type size 10 and single-spaced. • On the first page, there should be an abstract in Spanish of no more than 100 words. The abstract should be analytical (presenting the objectives of the article, its content and results). • The abstract, keywords and title should be presented in English as well as Spanish. • Following the abstract, a list of three to six keywords should be added, preferably chosen from the UNESCO Thesaurus (http://databases.unesco.org/thessp/) or, if not, from another recognized thesaurus the name of which should be noted for the journal. When a word is not found normalized in Thesaurus, this fact should be pointed out. • The author’s name should not appear in the article. • The author’s data should be delivered in an attached document and include the name, address, telephone number, email address, research group (if applicable), academic degrees, institutional affiliation, current posts and publications in books and journals. • It is necessary to indicate what research gave rise to the article, and whether or not it received funding. • When the contents used have a DOI identification number, it must be included in the list of references.
General presentation of reviews and bibliographical essays
Reviews and bibliographical essays should be presented single-spaced, in Times New Roman font, type size 12, with 3 cm margins on letter size paper. The works cited in the text should be referenced at the foot of the page. The reviews should be no more than three pages long and the bibliographical between 8 and 12 pages long.
Editing rules
• The subdivisions within the body of the text (chapters, subchapters, etc.) should be numbered with Arabic numerals, except for the introduction and the conclusion, which are not numbered. • Terms in Latin and words from languages other than the language in which the article is written should appear in italics. • The first time an abbreviation is used, it should be placed in parenthesis after the complete form; the abbreviation is used alone on subsequent occasions. • Quotations that are more than four lines long should be placed in the format for long quotations, with quotation marks, single-spaced, type size 11 and reduced margins. • Paragraphs should not be indented, but space should be left between them. • Charts, diagrams, illustrations, photographs and maps should be referenced and explained in the text. They should also be titled, sequentially numbered and accompanied by their respective captions and source(s). They are placed immediately after the paragraph in which they are announced. Images should be presented in high-resolution digital format (jpg or tiff 300 and 240 dpi). If an item does not meet the standards of quality requested, Historia Crítica does not commit itself to publishing it. The author is responsible for delivering permission to publish the images that require it to the journal. • Footnotes should be numbered with Arabic numerals. • The bibliography should appear at the end of the article, written in Times New Roman font, type size 11, single-spaced and numbered. References are subdivided into primary sources (archives, periodical publications, primary printed documentation, interviews, etc.) and secondary sources. The complete references for all the works used in the article that are not referenced in the footnotes must be presented in alphabetical order in the bibliography.
Editorial Policies
References
Historia Crítica uses the Notes-Bibliography style of referencing as outlined in the latest edition of the Chicago Manual of Style. In what follows, three abbreviations will be used that make it possible to see the differences between the form of citation in footnotes (N), abbreviated notes (NA), and in the bibliography (B).
Book: Single Author N First Name Last Name(s), Complete Title (City: Publisher, Year), consulted page. NA Last Name, Short Title, consulted page. B Last Name(s), First Name. Complete Title. City: Publisher, Year. Two Authors N First Name Last Name(s) and First Name Last Name(s), Complete Title (City: Publisher, Year), consulted page. NA Last Name(s) and Last Name(s), Short Title, consulted page. B Last Name(s), First Name, and First Name Last Name(s). Complete Title. City: Publisher, Year. Four or more authors N First Name Last Name(s) et al., Complete Title (City: Publisher, Year), consulted page. NA Last Name(s) and Last Name(s), Last Name(s), Last Name(s), Short Title, consulted page. B Last Name(s), First Name, First Name Last Name(s), First Name Last Name(s) and First Name Last Name(s). Complete Title. City: Publisher, Year. Book Chapters N First Name Last Name(s), “Article Name”, in Complete Title, edited, compiled, coordinated by First Name Last Name(s) and First Name Last Name(s) (City: Publisher, Year), consulted page. NA Last Name(s), “Short Article Name”, consulted page. B Last Name(s), First Name. “Article Name.” In Complete Title, edited, compiled, and coordinated by First Name Last Name(s) and First Name Last Name(s). City: Publisher, Year, consulted page. Introductions, Prefaces or Presentations N First Name Last Name(s), Introductions, Prefaces or Presentations to Complete Title (City: Publisher, Year), consulted page. NA Last Name(s), Introductions, Prefaces or Presentations a Short Title, consulted page. B Last Name(s), First Name. Introductions, Pre-
faces or Presentations to Complete Title. City: Publisher, Year, consulted page. Compilations (editor, translator or compiler in addition to author) N First Name Last Name(s), Complete Title, ed./ comp./trad. First Name and Last Name compiler (City: Publisher, Year), consulted page. NA Last Name(s), Short Title, consulted page. B Last Name(s), First Name. Complete Title. Compiled/edited /translated by First Name and Last Name(s). City: Publisher, Year.
Article in Journal, Press and Theses Article in Journal N
First Name Last Name(s), “Article Name,” Journal Name, Vol: No (Year): consulted page. NA Last Name(s), “Short Article Name”, consulted page. B Last Name(s), First Name. “Article Name.”Journal Name, Vol: No (Year): consulted page. Press N First Name Last Name(s), “Article Name,” Newspaper Name, City, Day and Month, Year, consulted page. NA Last Name(s), “Article (summary) Name,” consulted page. B Newspaper Name. City, Year. Thesis: N First Name Last Name(s), “Thesis Title” (Undergraduate/Master’s/PhD thesis in, University, Year), consulted page. NA Last Name(s), “Title (summary) Thesis,” consulted page. B Last Name(s), First Name. “Thesis Title.” Undergraduate/Master’s/PhD thesis in, University, Year.
Interviews and personal communications Personal N First Name Last Name(s), person interviewed (profession), in discussion whit the author, Day and Month, Year. NA Last Name(s), discussion. B Last Name(s), First Name person interviewed. In discussion whit the author, Day and Month, Year. Published N “Title interview,” by First Name Last Name(s), publication name, date of consultation (day month year), url o doi. NA “Title (summary) interview.” B “Title interview,” by First Name Last Name(s).
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Editorial Policies
Publication name, date of consultation (day month year), url o doi. Electronic mailing list N First Name Last Name(s), email the author, date of consultation (day month year), url o doi. NA Last Name(s), email. B Last Name(s), First Name. Email the author, date of consultation (day month year), url o doi.
Internet Publications Electronic Book N First Name Last Name(s), Complete Title (City: Publisher, Year), consulted page, doi, url, Kindle edition, PDF e-book, Microsof Reader e-book. NA Last Name, Short Title, consulted page. B Last Name(s), First Name. Complete Title. City: Publisher, Year, doi, url, Kindle edition, PDF e-book, Microsof Reader e-book. Electronic journal article N First Name Last Name(s), “Article Name,”Journal Name, Vol: No (Year): consulted page, url o doi. NA Last Name(s), “Short Article Name,”consulted page. B Last Name(s), First Name. “Article Name.” Journal Name, Vol: No (Year): consulted page, url o doi. Internet Publications N “Page title”, Title virtual site, consultation date (day month year), url o doi. NA “Title (summarized) of the page.” B “Page title”. Title virtual site, url o doi. Archive Source N “Document Name”, place, date, and other pertinent data (if applicable), in Archive Abbreviation, Section, Fund, vol./leg./t., f. o ff. The first time it is quoted the full name of the Archive is mentioned followed by the abbreviation in parenthesis, followed by City-Country. B Full name of the Archive (abbreviation), City-Country, Section(s), Fund(s).
Note: After the first quotation, proceed as follows: Last Name, two or three words of the title, 45-90. Do not use Ibid., ibidem, cfr. or op.cit. Consult the “Instructions for authors” in Spanish, English and Portuguese on http://historiacritica. uniandes.edu.co
Ethic Guidelines of the Journal Publication and authorship
Historia Crítica was created in 1989 and funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). The office of the journal is located in the Franco Building, Off. GB-417; the web page is http://historiacritica.uniandes.edu.co ; the email address is hcritica@uniandes.edu.co ; and the telephone number is 339 4999, extension 3716. The journal has the following structure: Editorial Team —composed of the Director, the of History Department the Universidad de los Andes (Colombia), the Editor and the Editorial Manager—, Editorial Council (Editorial Committee and Scientific Committee), Board of Journals of the School of Social Sciences and the Administrative and Technical Support Team. The members of the Editorial Council are evaluated biannually with respect to their prestige within the discipline and their academic production. Articles presented to the Historia Crítica must be original and unpublished and must not be simultaneously undergoing a process of evaluation or have editorial commitments with any other publication. If the authors of an article published in the journal wish to include it in another publication at a later date (journal, compilation or book) they must obtain the authorization of the editor and indicate the data of the original publication. In the same way, when the journal has an interest in reproducing a previously published article, it is committed to requesting the corresponding authorization from the original publisher.
Responsibilities of the authors
The authors should remit their articles through the link available on the journal’s web page and/or send it to the email address: hcritica@uniandes.edu.co within the time limits established in each call for articles. The journal has publicly accessible norms for authors, with the requirements for the presentation of articles, as well as the editing rules that can be consulted through: Política Editorial on the web page or at the end of the printed version of the journal. Even though the Editorial Team is responsible for approving articles based on criteria of quality and investigative excellence and taking into account the evaluations done by two academic peers, national and international, the authors are responsible for the ideas expressed in them, as well as for its ethical standards. The authors must explicitly state that the text is of their own authorship and that the intellectual property rights of third parties are respected in it. It is also the responsibility of the authors to make sure to have the authorizations to use, reproduce
Editorial Policies
and print the material that is not their property or of their own authorship (charts, graphs, maps, diagrams, photographs, etc.). The authors agree to submit their texts to evaluation by external peers and commit themselves to taking the evaluators’ observations into account, as well as those made by the Editorial Team in reviewing the document. These modifications must be made within the time period indicated by the Editorial Team. After the journal receives the modified article, the authors are informed of its final approval. When texts submitted to the Historia Crítica are not accepted for publication, the Editorial Team notifies the authors and explains the reasons for the decision. During the editing process, the Editorial Team may consult the authors to resolve concerns regarding the articles. In the process of evaluation and editing, email is the preferred means of communication between the journal and the authors. The Editorial Team reserves the last word regarding the publication of articles and the issues in which they are to be published. The publication date will be respected as long as the authors deliver all the requested documentation within the indicated time limit. The journal reserves the right to make minor corrections of style before the document is published. The authors of texts that are accepted must authorize the Universidad de los Andes to use the author’s economic rights (reproduction, public communication, transformation and distribution), by signing the “Document of Authorization of Use of Intellectual Property Rights,” to include the text in the Historia Crítica (electronic and printed version). In the same document the authors must confirm the fact that the text is of their own authorship and that the intellectual property rights of third parties are respected in it. Peer review/responsibilities of the evaluators When an article is received, the Editorial Team checks to see if it fulfills the basic requirements established by the journal, taking into account the format, quality (objective, theoretical framework, methodology, conclusions and bibliography) and relevance of the document. After this first review, the articles that will begin the arbitration process are selected. In this stage the texts are subjected to evaluation by two academic peers, national and international (at least 50% with international affiliation) and to the opinion of the Editorial Team, which reserves the last word regarding which contents are to be published. The results are communicated to the authors within a maximum period of six months from the date of receipt of the article. When the process of evaluation exceeds this time limit, the Editorial Team must inform the authors. The evaluators must declare on the evaluation format that they have no conflict of interest
with the authors or with the topics on which they are going to render judgment. When there is any doubt, the evaluator is replaced. The journal has an evaluation format that includes questions with carefully defined criteria. The evaluators have the responsibility of suggesting the acceptance, rejection, or approval with modification of the arbitrated article. During the evaluation, the names of the authors and of the evaluators are kept anonymous.
Editorial responsibilities
The Editorial Team, together with the Editorial Council, is responsible for defining the editorial policies so that the journal meets the standards that will make it possible to position it as an academic publication of internationally recognized quality. The continual revision of these parameters ensures that the journal will continue to improve and fulfill the expectations of the academic community. Just as the journal publishes the editorial norms that it expects the authors to comply with, it is also committed to publishing corrections, clarifications, rectifications and to justifying its decisions when the situation warrants it. The Editorial Team is responsible for selecting the best articles for publication. The selection is done on the basis of the recommendations derived from the process of evaluation and editorial review of the article, in which the criteria of quality, relevance, originality and contribution to the discipline are taken into account. In this same sense, when an article is rejected, the explanation given to the authors should be oriented towards these aspects. The Editorial Team is responsible for overseeing the editorial process of all the articles submitted to the journal, and it must develop mechanisms for ensuring confidentiality during the process from the time of evaluation by peers until its approval for publication or rejection. When the journal receives complaints of any type, the Editorial Team must respond promptly, in accordance with the norms it has established and, when warranted, it must ensure that the case is investigated properly so as to bring about a rapid resolution of the problem. When a lack of precision or an error in a published content is recognized, the corrections and/or clarifications are made on the journal’s web page. As soon as an issue of the journal is published, the Editorial Team and the Publications Team take charge of its dissemination and distribution among collaborators, evaluators, and entities with which exchange agreements have been established, and national and international repositories and indexation systems, as well as the mailings to active subscribers.
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Políticas editoriais
Normas para os autores Tipo de artigos, datas e modalidade de recepção
A Revista publica artigos em espanhol, inglês e português; também recebe a versão inicial para avaliar de artigos em francês, italiano e alemão, os quais, se aprovados, devem ser traduzidos pelos autores a uma das três línguas declaradas pela Revista. Os artigos publicados contam com um número de identificação DOI, que, de acordo com as políticas editoriais internacionais, deve ser citado pelos autores que utilizam os conteúdos, assim como o título abreviado da Revista: Hist. Crit. • As datas de recepção de artigos de Tema libre e para o Dossiê são informadas nos respectivos editais. • Os artigos devem ser enviados por meio do link http://historiacritica.uniandes.edu.co ou enviados ao e-mail hcritica@uniandes.edu.co. • Outros conteúdos (resenhas, ensaios bibliográficos, entrevistas etc.) devem ser enviados ao e-mail hcritica@uniandes.edu.co. • Os artigos enviados à Historia Crítica não podem estar em processo simultâneo de avaliação em outro periódico. • A Revista submete todos os artigos recebidos em seus editais à ferramenta de detecção de plágio. Quando este for detectado total ou parcialmente (sem a citação correspondente, por exemplo), o texto não se envia à avaliação e notifica-se o autor do motivo da recusa. • Considerando a quantidade de artigos que a revista Historia Crítica recebe em cada edital, não se publicam artigos de um mesmo autor durante um período de dois anos.
Parecer de artigos e processo editorial
Ao receber um artigo, a Equipe Editorial confere se este cumpre com os requisitos básicos exigidos (normas de citação e apresentação formal) e sua pertinência para estar numa publicação de caráter histórico (objetivo, referencial teórico, metodologia, conclusões e bibliografia). Em seguida, os
artigos são submetidos ao parecer de dois árbitros, nacionais e internacionais (com, pelo menos, 50% de afiliação internacional) e ao conceito da Equipe Editorial. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto os dos pareceristas são mantidos no anonimato. O parecer é informado aos autores num prazo máximo de seis meses a partir da recepção do artigo. Caso se ultrapasse esse tempo, a Revista se comunica com os autores. A decisão final de publicar ou recusar um artigo é notificada por meio de um conceito escrito emitido pela Equipe Editorial. Os autores devem realizar os ajustes solicitados pelos pareceristas e pela Equipe Editorial no prazo que lhe for indicado. Após receber o artigo modificado, a Revista informa os autores da sua aprovação. A Historia Crítica tem a última palavra sobre a publicação dos artigos e o número no qual serão incluídos, o que depende do cumprimento na entrega da documentação solicitada. A Revista não cobra dos autores pelos custos dos processos editoriais. Durante o processo de edição, os autores poderão ser consultados pela Equipe Editorial para resolver dúvidas existentes. No entanto, a Revista se reserva o direito de fazer correções de forma e adaptações ao seu perfil gráfico. No processo de avaliação e edição, a comunicação com os autores será feita por e-mail. Os autores dos textos aceitos autorizam à Universidad de Los Andes, por meio da assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual”, a utilização dos direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) para incluir o texto na Historia Crítica (versão impressa e eletrônica). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria, inédito e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terreiros. Os autores receberão dois exemplares do número do qual participaram.
Procedimento com as resenhas e os ensaios bibliográficos
Historia Crítica procede de duas formas para conseguir resenhas. Por um lado, os autores podem enviar suas resenhas ao e-mail da Revista. Isso também se
Políticas Editoriais
aplica aos ensaios bibliográficos. Por outro lado, a Revista recebe livros em seu endereço postal (Cra. 1, n. 18 A-10, Edifício Roberto Franco, GB-417, Bogotá, Colômbia), contanto que se avise previamente a Revista por e-mail, no qual se indiquem os nomes de possíveis resenhistas. As resenhas devem ser críticas e tratar sobre livros pertinentes para a disciplina histórica, as ciências sociais e humanas, que tenham sido publicados nos últimos cinco anos. Os ensaios bibliográficos devem discutir criticamente uma, duas ou mais obras. As resenhas e o ensaios bibliográficos são submetidos ao parecer da Equipe Editorial e, se forem aprovados, a eventuais modificações.
Apresentação geral dos artigos
• Os artigos não devem ter mais de 11 mil palavras (18-22 laudas), o que inclui resumo, notas de rodapé, bibliografia, quadros, gráficos, ilustrações, fotografias e mapas. • O documento deve ser apresentado em Word, fonte Times New Roman, corpo 12, espaço de entrelinhas simples, margens de 3 cm, paginado e em papel tamanho carta. • As notas vão em rodapé, em fonte Times New Roman, corpo 10 e espaço de entrelinhas simples. • Na primeira página, deve aparecer um resumo em espanhole português de no máximo 100 palavras. O resumo deve ser analítico (apresentar os objetivos do artigo, seu conteúdo e resultados). • O resumo, as palavras-chave e o título devem ser apresentados também em inglês. • Depois do resumo, deve-se anexar uma lista de três a seis palavras-chave, que são escolhidas de preferência no Tesauro da Unesco (http://databases.unesco.org/thessp/) ou em algum outro tesauro reconhecido, cujo nome deve ser informado à Revista. Quando uma palavra não estiver normalizada no Tesauro, deve ser indicada. • O nome dos autores não deve aparecer no artigo. Os dados deles devem ser entregues numa folha de rosto (nome completo, endereço postal e eletrônico, telefone, grupo de pesquisa —se for o caso—, títulos acadêmicos, afiliação institucional, cargo atual e publicações em livros e revistas). • É necessário indicar se o artigo é resultado de pesquisa e se esta contou ou não com financiamento. • Quando os conteúdos utilizados tiverem um número de identificação DOI, este deve ser incluído na lista de referências.
Apresentação das resenhas e dos ensaios bibliográficos
As resenhas e os ensaios bibliográficos devem ser apresentados em documento Word, com espaço de
entrelinhas simples, em Times New Roman, corpo 12, com margens de 3 cm e papel tamanho carta. As obras citadas no texto deverão ser referenciadas em nota de rodapé. A extensão das resenhas é de até três páginas; a dos ensaios bibliográficos, entre 8 e 12 páginas.
Regras de edição
• As subdivisões no corpo do texto (capítulos, subcapítulos, subtítulos primários etc.) devem estar em números arábicos, exceto a introdução e a conclusão. • Os termos em latim e as palavras estrangeiras devem estar em itálico. • Quando forem usadas siglas, explicá-las na primeira vez que surgirem. Nas seguintes menções, usar somente a sigla ou a abreviatura. • As citações textuais que ultrapassarem quatro linhas devem ser colocadas como citação longa, com espaço entrelinhas simples, corpo 11 e margens reduzidas. • Os parágrafos devem ser tabulados e com espaço entre um e outro. • Quadros, gráficos, ilustrações, fotografias e mapas devem estar referenciados e explicados no corpo do texto. Além disso, devem conter títulos, estar numerados na sequência e acompanhados por suas respectivas legenda e fonte. Localizam-se logo após o parágrafo em que forem mencionados. As imagens devem ser entregues em formato digital (jpg ou tiff 300 e 240 dpi) em alta resolução. Caso não se cumpra com a qualidade solicitada, a Historia Crítica não se compromete com sua publicação. É responsabilidade do autor entregar à Revista a autorização para a publicação das imagens que assim exigirem. • As notas de rodapé devem estar em números arábicos. • No final do artigo, deve estar a lista de bibliografia, escrita em Times New Roman, corpo 11, espaço de entrelinhas simples e numerada. Organizam-se em fontes primárias (arquivos, publicações periódicas, documentação impressa, entrevistas etc.) e secundárias. Na bibliografia, devem ser apresentadas em ordem alfabética as referências completas das obras utilizadas no artigo que não estiverem em notas de rodapé.
Referências
A Historia Crítica utiliza o sistema Chicago Manual of Style, última edição, versão Notes and bibliografhy. A seguir, utilizaram-se três abreviaturas que permitem ver as diferenças entre a forma de citar nas notas de rodapé (N), nota abreviada (NA) e nas referências (B):
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Políticas Editoriais
Livro o parte do livro: De um só autor N Nome Sobrenome(s), Título completo (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s), Título resumido, página consultado. B Sobrenome(s), Nome. Título completo. Cidade: Editora, ano. Dois o três autores N Nome Sobrenome(s) e Nome Sobrenome(s), Título completo (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s), Título resumido, página consultado. B Sobrenome(s), Nome, e Nome Sobrenome(s). Título completo. Cidade: Editora, ano. Quatro ou mais autores N Nome Sobrenome(s) et al., Título completo (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s) et al, Título resumido, página consultadas. B Sobrenome(s), Nome, Nome Sobrenome(s), Nome Sobrenome(s) e Nome Sobrenome(s). Título completo. Cidade: Editora, ano. Capítulo em livro N Nome Sobrenome(s), “Título artigo”, em Título completo, editor/compilador/coordenada pela Nome Sobrenome(s) e Nome Sobrenome(s) (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s), “Título (resumido) do capítulo”, página consultadas. B Sobrenome(s), Nome. “Título artigo”. Em Título completo, editado por Nome Sobrenome(s) e Nome Sobrenome(s). Cidade: Editora, ano, 45-90. Introdução/Prefácio/Apresentações N Nome Sobrenome(s), Introdução/Prefácio/ Apresentações Título completo (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s), Introdução/Prefácio/ Apresentações Título resumido, páginas consultadas. B Sobrenome(s), Nome. Introdução/Prefácio/ Apresentações. Cidade: Editora, ano. Compilação (editor/tradutor ou compilador ademais do autor) N Nome Sobrenome(s), Título completo, ed./ comp./trad. Nome Sobrenome(s), do compilador (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s), Título resumido, páginas consultadas.
B
Sobrenome(s), Nome. Título Completo. Compilado/editado/traduzido por Nome Sobrenome(s). Cidade: Editora, ano.
Artigo da revista, impresa e tese Artigo da revisto N Nome Sobrenome(s), “Título artigo”, Título revista, Volume, n.° número (ano): páginas consultadas, doi. NA Sobrenome(s), “Título (resumido) do artigo”, páginas consultadas. B Sobrenome(s), Nome. “Título artigo”. Título revista, Volume, n.° número (ano): páginas consultadas, doi. Número especial das revistas N Nome Sobrenome(s), “Título artigo”, em “Título número especiais o dossiê revista”, ed., Nome Sobrenome(s), dossiê o número especiais, Título revista, volume, n.° número (ano): páginas consultadas, doi. NA Sobrenome(s), “Título (resumido) do artigo”, páginas consultadas. B Nome Sobrenome(s). “Título artigo”. Dossiê o Número especiais, Título dossiê o número especiais volume, n.° número (ano). Artigo de imprensa (com ou sem autor) N Nome Sobrenome(s), “Título artigo”, Título periódico/jornal, Cidade, dia y mês, ano, páginas consultadas [se a referência é tomada de internet]. NA Sobrenome(s), “Título (resumido) do artigo”, páginas consultadas. B Título periódico/jornal. Cidade, ano. Tese N Nome Sobrenome(s), “Título tese” (tese graduação/PhD/Mestrado, Universidade, ano), páginas consultadas. NA Sobrenome(s), “Título (resumido) da tese”, páginas consultadas. B Sobrenome(s), Nome. “Título tese”. Tese graduação/PhD/Mestrado, Universidade, ano.
Entrevista e comunicações pessoais Perssoal N Nome Sobrenome(s), entrevistado (profissão), em discussão com autor, dia mês ano. NA Sobrenome(s), entrevistado, discussão, entrevista. B Sobrenome(s), Nome entrevistado. Em discussão com o autor. Dia mês ano.
Políticas Editoriais
Publicado N “Título entrevista publicada”, Nome da publicação, data completa (dia mês ano), url o doi. NA “Título (resumido) entrevista”. B “Título entrevista publicada”. Nome da publicação, data completa (dia mês ano) url o doi. Correio eletrônico N Nome Sobrenome(s), correio eletrônico o autor, data completa (dia mês ano), url o doi. NA Sobrenome(s), correio. B Sobrenome(s), Nome. Correio eletrônico o autor. Data completa(dia mês ano) url o doi.
Publicações na internet Livro N Nome Sobrenome(s), Título completo (Cidade: Editora, ano), páginas consultadas, doi, url, Kindle edition, PDF e-book, Microsof Reader e-book (conforme o caso). NA Sobrenome(s), Título resumido, página consultado. B Sobrenome(s), Nome. Título completo. Cidade: Editora, ano. , doi, url, Kindle edition, PDF e-book, Microsof Reader e-book (conforme o caso). Artigo das revistas N Nome Sobrenome(s), “Título artigo”, Título revista Volume, n.° número (ano): páginas consultadas, url ou doi. NA Sobrenome(s), “Título (resumido) do artigo”, páginas consultadas. B Sobrenome(s), Nome. “Título artigo”. Título revista Volume, n.° número (ano): páginas consultadas, url ou doi. Publicações na internet N “Título da página”, Título site virtual, data de consulta (dia mês ano), url o doi. NA “Título (resumido) da página”. B “Título da página”. Título site virtual, url o doi. Fontes de arquivo N “Título documento”, lugar y data, e outros dados pertinentes (se aplicável), em Siglas do arquivo, Seção, Fundo, vol./leg./t., f. ou ff. Na primeira vez se cita o nome completo do arquivo e a abreviatura entre parêntesis, e Cidade-País. B Nome completo do arquivo (sigla), Cidade-País, Seção, Fundo (s).
Nota: Logo após a primeira citação, procede-se assim: Sobrenome, duas ou três palavras do título, 45-90. Não se utiliza nem Ibid., ibidem, cfr. ou op. cit. Consulte as “Normas para os autores” em espanhol, inglês e português em http://historiacritica.uniandes.edu.co
Guia Políticas éticas da Revista Publicação e autoria
Historia Crítica faz parte da Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de los Andes (Bogotá-Colombia), encarregada do suporte financeiro da publicação. Sua sede se encontra no Edifício Franco, escritório GB-417; página web http://historiacritica.uniandes.edu.co; o e seu e-mail é hcritica@ uniandes.edu.co; o e telefone para contato é (57 1) 339-4999, ramais 3716. A Revista tem a seguinte estrutura: Equipe Editorial —composta pelo Diretor, Departamento de História do Universidad de los Andes (Colômbia), Editor e Gestor Editorial—, Conselho Editorial —Comissão Editorial e Comissão Científica—, Comissão de Revistas da Faculdade e Equipe de Suporte Administrativo e Técnico. Os membros do Conselho Editorial são avaliados bianualmente em função de seu prestígio na disciplina e produção acadêmica. Os artigos apresentados à Historia Crítica devem ser originais e inéditos e não devem estar em processo simultâneo de avaliação nem ter compromissos editoriais com outro periódico. Se os autores de um artigo publicado na Revista querem incluí-lo depois em outra publicação (revista, compilação ou livro), devem contar com a autorização do Editor e indicar os dados da publicação original. Da mesma forma, quando a Revista tiver interesse em reproduzir um artigo já publicado, compromete-se em pedir a autorização correspondente à editora onde ele apareceu pela primeira vez.
Responsabilidades do Autor
Os autores devem enviar os artigos pela página web da Revista ou pelo e-mail hcritica@uniandes.edu.co nas datas estabelecidas em cada edital. A Revista tem instruções aos autores, de acesso público, com os requisitos para a apresentação de artigos, bem como as regras de edição, que podem ser consultadas em Políticas editoriais ou no final da versão impressa da Revista.
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Políticas Editoriais
Embora a Equipe Editorial seja responsável pela aprovação dos artigos com base em critérios de qualidade, rigorosidade investigativa e considere a avaliação dos pareceristas, nacionais e internacionais, os autores são os responsáveis pelas ideias expressas no texto, bem como pela idoneidade ética do artigo. Os autores têm que deixar explícito que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros. Também é responsabilidade dos autores garantirem as autorizações para usar, reproduzir e imprimir o material que não for de sua propriedade ou autoria (quadros, gráficos, mapas, ilustrações, fotografias etc.). Os autores aceitam submeter os textos à avaliação de pareceristas externos e comprometem-se a considerar suas observações, bem como as da Equipe Editorial, no momento de revisar o documento. Essas modificações devem ser realizadas no prazo que a Equipe Editorial indicar. Assim que a Revista receber o artigo modificado e forem verificadas as modificações, ela informará os autores da aprovação definitiva. Quando os textos submetidos à Historia Crítica não são aceitos para publicação, a Equipe Editorial envia uma notificação aos autores na qual explica os motivos dessa decisão. Durante o processo de edição, a Equipe Editorial pode consultar os autores para resolver dúvidas. No processo de avaliação e de edição, a comunicação com os autores será feita por e-mail. A Equipe Editorial tem a última palavra sobre a publicação de um artigo e o número em que será publicado. Isso acontece contanto que os autores entreguem toda a documentação solicitada no prazo indicado. A Revista se reserva o direito de fazer correções de forma e adequações ao perfil gráfico no documento antes de sua publicação. Os autores dos textos aceitos devem autorizar a Universidad de los Andes a usar os direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) mediante a assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual” para incluir o texto na Historia Crítica (versão eletrônica e impressa). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros.
Avaliação por pares/responsabilidades dos pareceristas
Quando a Equipe Editorial recebe um artigo, avalia se este cumpre com os requisitos básicos exigidos pela Revista, considerando o formato, a qualidade (objetivo, referencial teórico, metodologia, con-
clusões e bibliografia) e a pertinência do trabalho. Depois dessa primeira conferência, selecionam-se os artigos que iniciam o processo de arbitragem. Os textos são, nesse momento, submetidos ao parecer de dois pares acadêmicos, nacionais e internacionais (com, pelo menos, 50% de afiliação internacional), e ao conceito da Equipe Editorial, que tem a última palavra dos conteúdos a publicar. O resultado é comunicado aos autores num período máximo de seis meses a partir da recepção do artigo. Quando o processo de avaliação ultrapassar esse prazo, a Equipe Editorial deve informar os autores. Os pareceristas devem declarar, no formulário de avaliação, que não têm conflito de interesse com os autores e com os temas sobre os quais emitirão o parecer. Diante de qualquer dúvida, a Revista substituirá o(s) parecerista(s). A Revista tem um formulário de avaliação que inclui perguntas com critérios cuidadosamente definidos. Os pareceristas têm a responsabilidade de sugerir a aceitação, a recusa ou a aceitação com modificações do artigo arbitrado. Durante a avaliação, os nomes dos autores e dos avaliadores são mantidos em anonimato.
Responsabilidades editoriais
A Equipe Editorial, junto com o Conselho Editorial, é responsável pela definição das políticas editoriais para que a Revista cumpra com os padrões que permitem seu posicionamento como publicação acadêmica de reconhecida qualidade internacional. A revisão contínua desses parâmetros garante que ela melhore e satisfaça as expectativas da comunidade acadêmica. Da mesma forma que a Revista publica regras de edição, que espera serem cumpridas, também se compromete a publicar correções, esclarecimentos, retificações e justificativas quando for necessário. A Equipe Editorial é responsável pela seleção dos melhores artigos para publicação. Essa seleção se faz com base nas recomendações derivadas do processo de avaliação e revisão editorial do artigo, em que se têm em conta critérios de qualidade, relevância, originalidade e contribuição para a disciplina. Nesse mesmo sentido, quando um artigo é recusado, a justificativa dada aos autores deve ser orientada a esses aspectos. A Equipe Editorial é responsável por zelar pelo processo editorial de todos os artigos que são submetidos à Revista e deve desenvolver mecanismos de confidencialidade durante o processo de avaliação por pares até sua publicação ou recusa.
Políticas Editoriais
Quando a Revista receber reclamações de qualquer tipo, a Equipe Editorial deve responder com prontidão, de acordo com as normas estabelecidas por ela; caso a reclamação exigir, deve assegurar-se de realizar a adequada investigação com vistas à rápida resolução do problema. Quando se reconhece uma falta de exatidão ou um erro num conteúdo publicado, fazem-se as correções ou esclarecimentos na página web da Revista.
Assim que um número da Revista for publicado, a Equipe Editorial e a Equipe de Publicações são as responsáveis pela difusão e pela distribuição entre colaboradores, pareceristas e entidades com as quais têm convênios de intercâmbio, bem como entre os repositórios e os sistemas de indexação nacionais e internacionais; além disso, são responsáveis por fazer o envio aos seus assinantes ativos.
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Maestría y doctorado en:
Historia Maestría en:
Geografía Departamento de Historia Universidad de los Andes · Facultad de Ciencias Sociales Carrera 1 # 18 A - 12 / Tel: 339 49 49 Ext. 2525 http://historia.uniandes.edu.co
REVISTAS ACADÉMICAS
FACU LTA D D E C I E N C I AS S O C I A L ES
Antípoda Revista de Antropología y Arqueología http://antipoda.uniandes.edu.co
Colombia Internacional http://colombiainternacional.uniandes.edu.co
Historia Crítica http://historiacritica.uniandes.edu.co
Revista de Estudios Sociales http://res.uniandes.edu.co
Historia CrĂtica http://historiacritica.uniandes.edu.co
Carta a los lectores · 9-10
Artículos dossier: Deporte y sociedad Presentación del dossier “Deporte y sociedad” · 13-21
Ricardo Arias Trujillo, Universidad de los Andes, Colombia Xavier Pujadas i Martí, Universitat Ramon Llull, España
La práctica gimnástica y el deporte, la cultura física y el cuerpo bello en la historia de las mujeres. Argentina 1900-1930 · 23-43 Gisela Paola Kaczan, Universidad Nacional de Mar del Plata-CONICET, Argentina
Fútbol global e identidades nacionales en 1925: la gira del Club Atlético Boca Juniors en España a través de su impacto en la prensa · 45-63 Juan Antonio Simón, Universidad Europea de Madrid, España
Cultura física, performance atlética e higiene de la nación. El surgimiento de la medicina deportiva en Argentina (1930-1940) · 65-84 Andrés Horacio Reggiani, Universidad Torcuato Di Tella, Argentina
Disciplinar el cuerpo para militarizar a la juventud. La actividad deportiva del Frente de Juventudes en el franquismo (1940-1960) · 85-103
Marta Mauri Medrano, Universidad de Zaragoza, España
El automovilismo deportivo en México. Sus primeros clubes y competencias (siglo XX) · 105-123 María José Garrido Asperó, Instituto Mora, México
Espacio estudiantil Del Chile de los triunfos morales al “Chile, país ganador”. La identidad nacional y la selección chilena de futbol durante la Dictadura Militar (1973-1989) · 127-147
Diego Vilches Parra, Universidad de La Serena, Chile
Tema abierto Pedro Romero, el artesano: trabajo, raza y diferenciación social en Cartagena de Indias a finales del dominio colonial · 151-170 Sergio Paolo Solano D., Universidad de Cartagena, Colombia
La discusión cívica y moralizadora en el discurso anticomunista de la derecha conservadora chilena, 1932-1938 · 171-191 Raúl Burgos Pinto, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Reseñas Peña Díaz, Manuel. Escribir y prohibir. Inquisición y censura en los Siglos de Oro. Madrid: Cátedra, 2015 · 195-198 Jaqueline Vassallo, Universidad Nacional de Córdoba-CONICET, Argentina
Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, editor. Historia e historiografía constitucionales. Madrid: Editorial Trotta, 2015 · 199-202 Carlos Alberto Toro, Universidad de los Andes, Colombia
Publicaciones · Facultad de Ciencias Sociales · Universidad de los Andes Carrera 1 No. 18A-12 Bogotá, D.C., Colombia Tels: +571 339 4999 Ext 5567 Fax: +57(1) 332 4539 http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co publicacionesfaciso@uniandes.edu.co