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“LA DESTRUCCIÓN TAMBIÉN ES CREACIÓN”
Probablemente sea solo una coincidencia que el inodoro de Duchamp y el fin de la Gran Guerra vinieran a menos de un año de diferencia el uno del otro. Se podría argumentar que agarrar un innodoro, firmarlo y exhibirlo en un museo no es arte. Esta obra no es la primera de su tipo, una especie de rebelión al mundo elisita de las galerías y los precios exhorbitantes que se pagaban por cuadros de paisajes, caballos y barcos. Pero por alguna razón, si es la más famosa, entonces vamos a utilizarla como punto de partida para hacernos algunas preguntas.
¿Qué hace al arte, arte? ¿Es su belleza? ¿Quíen juzga si algo es bello? ¿No nos han dicho incontables veces que la belleza es subjetiva? Cuando algún padre nos muestra el dibujo que hizo su hijo de 4 años como si fuera el objeto más hermoso que han visto sus ojos, ¿Por qué nos parece a nosotros solo un grupo de garabatos? Capaz ahí está nuestra primera pista. El contexto importa. El arte solo llega hasta la mitad del camino, nosotros debemos caminar el resto. Tenemos que darle tanto cómo nos da a nosotros. Nadie nos puede decir que obras son valiosas para nosotros, es algo que tiene que hacer cada uno por su cuenta. Durante el periodo inter guerras estas preguntas se empezaron a propagar también a otros oficios. La Bauhaus buscaba separar las bellas artes de las artes aplicadas,* también volver a juntar la manofactura y la creatividad. La revolución industrial nos había quitado algo, la conexión con los objetos de todos los días. Estas interacciones se habían vuelto completamente utilitarias, un grupo de hombres y mujeres en Alemania creían que podían ser bellas, también.
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Es indiscutible el impacto que tienen los objetos con los que interactuamos todos los días en nuestro estado de anímo, estas no son preocupaciones de las clases altas. Mi abuela estaba acostumbrada a su cafetera, bueno, tal vez cafetera es una definición demasiado generosa. Era una olla pequeña que ella usaba para calentar el agua para luego filtrar con el café. Un día mi mamá la reemplazó por una cafetera de verdad, una con botones y temporizador y hasta una alarma suave que te avisa cuando está listo. Mi abuela no la utilizó ni una sola vez, se volvió a comprar una nueva versión de la olla que tenía.
Walter Gropius, el arquitecto que fundó la Bauhaus (“Casa Edificio” en alemán) creía que si se podían unir estas dos preocupaciones, belleza y utilidad. Forma y Función. Se pueden encontrar fuentes de información sobre la bauhaus mucho más extensas y profundas de las que yo podría resumir en un par de parrafos (tenemos mucho territorio por cubrir) así que no voy a intentar. Pero fué una institución que cambió para siempre como la industría creativa se abordaba en Europa y América. Cambiaron 3 veces de sede, desde Weimar a Dessau, y de Dessau a Berlín, donde en 1933 tuvieron que cerrar sus puertas por presión del régimen nazi* por esparcir su política comunista. Pero probablemente hasta los nazis se beneficiaron un poco de la información impartida, ya que probablemente no exista un ejemplo del uso de las artes aplicadas para fines terribles más efectivo que la campaña de propaganda desplegada por el regimen durante este periodo.
Esta campaña que llevó a Europa a sus años más oscuros hasta la fecha. Leni Riefenstahl dirigió “Triunfo de la Voluntad.” Una espectacular producción que realmente pone a prueba la etiqueta de “documental.” Se ven cientos y miles de soldados, en formación perfecta, aguilas doradas del tamaño de pequeños edificios, banderas con el símbolo del partido de varios pisos de altura, ondulando sobre el alto mando del partido nazi, entre ellos, Adolf Hitler, el canciller de alemania. Estas documental fue ensamblado con más de 60 horas de material capturado durante los 4 días del rally que hubo en Nuremberg en 1934, un año después de que Hitler asumiera el mando del partido.
Es interesante que los nazis fueron quienes acuñaron el termino “arte degenerado” para lo que ellos denominaban arte sin mérito, usalmente arte que se realizaba con cualquier otro propósito que no sea admirar las virtudes de la raza aria. Joseph Goebbels, el ministro de propaganda para el partido organizó una exposición de este arte degenerado cómo una iniciativa para degilitimizar cualquier arte que no esté alineada a los objetivos del partido. Ellos conocían el poder revolucionario que tenía el arte popular, y lo veían como una amenaza.
Así que, cuando juzguemos una obra como “degenerada” o sin mérito artístico, tenemos que preguntarnos, ¿Para quién no tiene mérito? sucede una y otra vez, que el arte hecho por gente pobre para su expresión suele ser juzgado más estrictamente que el arte por el bien del arte