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El Mirador

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Coyuntura

Coyuntura

El sector cerámico europeo ve amenazada su capacidad para afrontar el proceso de descarbonización debido a los altos costes de la energía y el CO2

El futuro del azulejo se dirime en Bruselas

El lobby de presión que conforman las industrias cerámicas de Castellón y Sassuolo persevera en su empeño de lograr una flexibilización de las exigencias impuestas por la Comisión Europea para la descarbonización. Al mismo tiempo, el Tile of Spain y Ceramics of Italy buscan mitigar los efectos del mercado de emisiones de CO2 establecido por la UE y que también castigan económicamente al sector.

Martín Plaza

Entre el cúmulo de incertidumbres que marcan el actual devenir del Tile of Spain, la energía es la más acuciante, y no solo por el incremento desmesurado de los precios del gas natural y de la electricidad o por el pago de los actuales derechos de emisión, sino también por las exigencias europeas que han puesto especial énfasis en los últimos años en acelerar las políticas verdes hasta límites que no son compatibles, a juicio del sector, con el mantenimiento de su competitividad.

Transición verde, sí, pero con amplitud de miras y sin la presión de alcanzar la descarbonización a cualquier precio a medio plazo. Esta es la tesis por la que aboga la industria cerámica española y que viene trasladando a las más altas instancias de la Unión Europea para ganar tiempo ante la exigencia por abandonar el gas natural y operar con nuevas energías que, por el momento, son notablemente más caras y menos eficientes. Sin embargo, las presiones continuadas de estados miembros y de industrias comunitarias clave han hecho posible que la Comisión Europea aprobara recientemente un nuevo proyecto de reglamento que respalda las tesis del Tile of Spain, ya que establece qué fuentes de energía pueden considerarse como “verdes” y “sostenibles” con la finalidad de favorecer inversiones del sector privado.

❖ Un cambio de 'óptica' esperanzador

Y la gran novedad es que, según Bruselas, tanto el gas natural como la nuclear son energías fundamentales para garantizar la transición energética y deben emplearse como puente hacia un sistema más limpio y una economía descarbonizada. Ello supone un alivio para la cerámica española, ya que abre una vía de esperanza para que se formalice en el futuro una flexibilización de los plazos para el abandono definitivo del gas natural.

Reunión de las industrias cerámica española e italiana en Bruselas con la Dirección General de Competencia para abordar mecanismos que suavicen el impacto de la descarbonización

Este nuevo sistema de clasificación, que otorga un nuevo ‘valor’ al gas natural, ha visto la luz para guiar a los inversores a planificar sus inyecciones económicas e identificar actividades sostenibles con los objetivos climáticos y que garanticen la transición energética.

“Tenemos que alejarnos de fuentes de energía dañinas como el carbón, que hoy en día suponen el 15% de la producción de electricidad en Europa y para hacerlo tenemos que utilizar todos los instrumentos que tenemos”, indica la comisaria europea de Servicios Financieros, Mairead McGuinnes, quien ya no considera al gas natural como “dañino”.

De este modo, se da tácitamente la razón al azulejo español e italiano que, junto a muchos otros sectores productivos ya otorgaban esta consideración al gas y, paralelamente, veían inviable dejar de usarlo en el corto plazo sin que se resintiese su competitividad y, por tanto, su supervivencia.

Dado que hace falta tiempo, y una gran inversión económica en I+D+i para sustituir el gas natural por una nueva fuente energética para el sector azulejero, este cambio de ‘óptica’ que ha realizado Bruselas solo cabe que se traduzca próximamente en una mayor flexibilidad de los plazos fijados por Europa para la descarbonización del azulejo español.

Precisamente este está siendo el principal caballo de batalla del Tile of Spain en sus encuentros con autoridades autonómicas, nacionales y europeas, la última de las cuales se desarrolló pocos días antes del anuncio de la citada concesión de la etiqueta verde a las inversiones en gas natural. Tanto Ascer como Confindustria Ceramica, las dos organizaciones empresariales que agrupan a los fabricantes de España e Italia, como industria gasintensivas que son, celebraron un encuentro con representantes de la Comisión Europea, en concreto de la Dirección General de Competencia. En este foro, y arropados por políticos de ambos países, trasladaron la necesidad de modificar el marco actual de ayudas de Estado para que el clúster pueda recibir compensaciones de las administraciones para hacer viable, factible y competitiva la transición energética, así como la aprobación de diversos mecanismos que suavicen el elevado coste e impacto de la descarbonización en el corto plazo.

❖ Poder negociador de más de 35.000 empleados

Cabe recordar que los dos clústeres cerámicos de Sassuolo y Castellón son los distritos más importantes de la cadena europea de suministro de cerámica. Ambas industrias nacionales facturaron conjuntamente en 2020 cerca de 9.000 millones de EUR generando empleo directo para más de 35.000 empleados.

Las delegaciones española e italiana recalcaron en Bruselas que, por el momento, no existe la opción de adaptar de forma realista sus actuales sistemas de producción, fundamentados en el gas natural, a nuevas energías que ofrezcan una eficiencia similar y unos costes afrontables. El hidrógeno verde aparece en el horizonte como una opción factible, pero los expertos confirman que aún queda mucho camino por recorrer hasta lograr que sea una alternativa competitiva.

Imagen de la pasada edición de Cersaie, donde las empresas italianas y españolas fueron mayoría

Uno de los argumentos esgrimidos por Castellón y Sassuolo en el encuentro con las altas instancias europeas es que la industria cerámica, especialmente la española, ha demostrado en numerosas ocasiones su compromiso con la transición ecológica y la lucha contra el cambio climático como demuestra el hecho de que fueron de las primeras industrias que redujeron en más de un 60% las emisiones de dióxido de carbono al sustituir el carbón por el gas natural en los años 80.

❖ El agravio comparativo de los costes de emisión

Y al margen de las exigencias para la descarbonización impulsadas por Europa, y que ahora parece que podrían comenzar a flexibilizarse, otro perjuicio que soporta el sector es el derivado del mercado de emisiones de CO2 establecido por la Unión Europea. A raíz de este peaje que solo soportan las firmas del Viejo Continente, las compañías pagaban hace 5 años 5,83 EUR de media por tonelada emitida. Sin embargo, en el 2020 ya se disparó hasta los 53,55 EUR y en el 2022 la cifra ha tocado techo con 83 EUR.

Para el presidente de Ascer, Vicente Nomdedeu, “el problema del régimen de comercio de emisiones (EU-ETS) es un verdadero lastre para la competitividad de la industria europea y compromete gravemente su viabilidad poniendo en riesgo su supervivencia y la de los miles de puestos de trabajo que de ella dependen”.

Mientras, el máximo dirigente de la asociación homóloga italiana, Confindustria Ceramica, Giovanni Savorani, insiste en que este mecanismo está afectado por “pura especulación financiera, lo que genera, desde hace un año, un crecimiento desmesurado y perjudica a la economía real, ya que absorbe recursos que se no se pueden dedicar a la I+D+i”.

En este sentido, la petición que se ha trasladado recientemente a Europa es que la cerámica se beneficie de una revisión de este mecanismo para no sufrir su impacto. Al negarse compensaciones por los costes indirectos, es decir, los costes eléctricos, como sí que se le subvencionan a otros sectores, la UE está inhibiendo de facto la posibilidad de invertir en la electrificación de los procesos de fabricación, con el peligro de perder competitividad frente a terceros países que no adoptan ninguna medida contra el cambio climático.

Según los datos difundidos por Ascer, la industria cerámica de Castellón abonó en el pasado año 85 millones de EUR solo en derechos de emisión, cantidad que volverá a aumentar en 2022 si la Unión Europea no adopta medidas para salvaguardar los intereses del azulejo comunitario. ◆

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