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ASPECTOS PSICOLÓGICOS DEL FEMICIDIO

MSc. Jannet Valeria Crespo Gavilanes MSc. José Manuel Crespo Gallardo

“S.J. (Femicida. 2015) yo la amaba, si no era mía no podía ser de nadie más; no hice nada malo, solo le di lo que ella merecía ”

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Diana Russell, originaria de Sudáfrica, es la primera en acuñar el término femicidio frente al Tribunal Internacional de los Crímenes contra las Mujeres con locación en Bruselas en 1976, definiendo al femicidio como el “asesinato de mujeres por hombres motivados por el odio, el desprecio, placer o sentido de poseer a las mujeres”. A partir de este aporte, toma cuerpo un sin número de entidades que respaldan a mujeres en situación de vulnerabilidad y víctimas de violencia de género alrededor del mundo.

Ahora bien, en Ecuador la figura de femicidio en el Código Orgánico Integral Penal (COIP), se reflejó el 10 de agosto de 2014, tipificándolo en el artículo 141 de esta forma: La persona que, como resultado de relaciones de poder manifestadas en cualquier tipo de violencia, dé muerte a una mujer por el hecho de serlo o por su condición de género, será sancionada con pena privativa de libertad de 22 a 23 años.

Según datos brindados por los medios, en el año 2019, México tiene la tasa más alta de femicidios de la región, seguida por Brasil y Argentina. Alianza Mapeo, plataforma que recepta y recopila datos sobre casos de femicidio, manifiesta que desde el 1 de enero hasta en 8 de agosto del año en curso se han reportado 62 casos de muertes violentas pertinentes a esta tipificación en Ecuador. Las prácticas culturales, nos llevan a desarrollar variados aspectos psicológicos y de personalidad en sujetos inmersos en problemas de conducta y el déficit de desarrollo de la inteligencia emocional, ya que en el Ecuador es sabido, como en toda Latinoamérica, se debe afrontar grandes dificultades en cuestión de machismo y misoginia ya que no se ha podido erradicar en su mayoría del engranaje social. Las doctrinas, segregación, pobreza, dependencia y varios factores sociales han consumado lo que Michel Foucault llamaba “relación de poder”, ubicando a la mujer en el ojo del huracán como culpable de su propio impase. Culturalmente, se ha naturalizado la violencia, dificultando profundizar en las verdaderas afectaciones psicológicas que estos actos beligerantes conllevan. Particularmente en algunos sectores poblacionales se soslaya la existencia de violencia intrafamiliar o de pareja ya que se cree que esta “mujer sumisa” es propiedad del macho “proveedor y bien puesto los pantalones”. La herencia machista ejercida desde los cimientos sociales, coacciona a diario a esa mujer que busca con ansias salir del circulo de violencia pero que, en su infructuoso intento, termina muerta a manos de su pareja sentimental.

Pero psicológicamente qué sucede antes del cauce de un femicidio. Las potenciales víctimas se encuentran en un estado de indefensión frente a una deteriorada autoestima, la cual ha sido propiciada posiblemente durante considerable tiempo por el sujeto que en esencia esperaba respeto y benevolencia. Habitualmente estas posibles víctimas se encuentran en un estado de tristeza profunda, ansiedad, confusión, dificultada para tomar decisiones y con sentimientos de culpa.

Luego de acontecidos los hechos por femicidio, como queda la psique de sus familiares, que ocurre con sus hijos, padres y hermanos, como pueden contener esta tragedia, que en muchos casos también se quita la vida el agresor o también le quita la vida a su prole.

En el primer caso, cómo podrán asimilar la pérdida de su progenitora, sus hijos, al pasar de un estado de tranquilidad o inactividad, a un estado de ansiedad, es lo que normalmente ocurre en estos casos, en donde las alarmas por supervivencia se activan en los individuos que se encuentran en un estado de peligro, cambiara su comportamiento, sus patrones de alimentación, de sueño, de ánimo, alteración de la conducta.

En el segundo caso, sus padres, cargaran con sentimientos de culpa, de ira, de frustración, de impotencia, por no haber podido ayudar a su hija, de una desgracia anunciada, pero que se invisibiliza por las agresiones consuetudinarias, que creemos “normales”, pero mentalmente se produce una alteración de la química cerebral y por ende se alteran psicológicamente los sujetos involucrados en el evento.

Cuando hablamos de inteligencia emocional, vemos un gran vacío en el núcleo familiar, que es el punto de partida de la problemática que estamos tratando, ya que no se enseña a los hijos a desarrollar destrezas en el convivir social y solo aprenden lo que ven a diario en sus hogares, un sin número de agresiones que se dan en todos los niveles de la sociedad, porque nunca a sido parte del bienestar social, el desarrollo de la inteligencia emocional, no se enseña a las niñas los derechos que tienen, reconocer las agresiones a pequeña escala, desde las etapas de enamoramiento, del control que genera el individuo sobre otro sujeto.

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