A NUESTROS ESPECTADORES Por: Yeison Castro Trujillo, Director del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral La realidad exige que lo digamos claro: la vida sigue su curso y celebrarlo es el acto más digno y noble que podemos hacer. Aquí esta, ya llegó, por fin lo tenemos, bienvenidos a esta especial semana feliz, a esta semana de sol, a nuestro XXV Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble, el pueblo mismo se prepara para convertirse en su mejor personaje, ¡cuán henchidos deben estar los corazones de muchos!, tal vez esperan impacientes - pero educadamente - para hacer las filas correspondientes y tener la oportunidad de sentarse en las duras sillas de nuestra sala de teatro. Y aunque soportados en una gran paradoja, nos hemos dado la oportunidad de celebrar sometidos a las actuales circunstancias, nuestro más emblemático Festival de Teatro El Gesto Noble, ¿por qué? Por nuestra misión de defender la cultura, por nuestra preocupación por vivir mejor, por creer en lo que nos hace vivir y por ser conscientes de que el arte solo tiene sentido si gira en torno a la vida. ¡Y qué mejor momento para celebrarla!
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Hoy, a la vez que nos disponemos a elo en esta ocasión la calle como escen – nuestro tema central en esta versión Festival – tendremos forzosamente que ponernos para ver y disfrutar el Festiv otra manera, tendremos un Festival vir en modo “nueva normalidad”.
Pero bueno, es vano lamentarse, cons tes de esto, en esta versión de nuestro tival nos proponemos fortalecer e inye le un ejercicio que pensamos, nos ayu para potenciar ese componente que nos llena de tanto regocijo, nos hace ta lidos y que nos ratifica como los portad de uno de los festivales de teatro más dables y maduros de la región: nuestro pectadores.
Si a alguien se debe la pertinencia y el e cial posicionamiento que tenemos del tival hoy día, es justamente a sus espe dores, somos la institución más crítica ha colocado y posicionado a El Gesto N en el lugar que hoy ocupa. Ha sido nu agudeza crítica ciudadana, el resultad proceso mismo del Festival que hoy dí nemos.
Este festival está dedicado a ustedes, n tra razón de ser, son los espectadore modo en que lo menciona nuestro esp amigo Jorge Dubatti, quienes cumplen de las funciones más esenciales y dete nantes en el desarrollo y la difusión de tro y en la producción de su pensami crítico, son los espectadores quienes m determinan la calidad del espectácul sentencia es clara, sin espectadores c mente no hay teatro.
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En esta versión de El Gesto Noble aprovechando sus particulares condiciones, presentamos un festival al acceso de todo el mundo, será un festival gratuito, queremos que pueda disfrutarse desde sus casas, y en tal condición, queremos procurar multiplicar el goce y la comprensión de estos especiales espectáculos escénicos, queremos ampliar y enriquecer su horizonte cultural, emocional e intelectual como espectadores y producir más pensamiento crítico, y así mismo, más espectadores.
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Procuramos hacer lo que nos corresponde y a nuestro modo, provocar el espíritu, sus misteriosas alteraciones, invocar un nuevo delirio, otro contagio, perturbar el reposo de los sentidos, pero esta vez no ya a través de una enfermedad que se nos impone como una entidad psíquica que se ha manifestado en los últimos meses sometiendo nuestra voluntad humana, el pensamiento, y la conciencia, sino al contrario, exaltando con fuerza y vivacidad en el espíritu un nuevo espectáculo, un Gesto Noble, un escenario para imaginar la vida, para compartir con los otros, sentir, mirar, emocionarse, interactuar, discutir.
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En eso consiste justamente el Festival, no solo en admirar la calidad de los artistas, que siéndolos, son un emocionante espectáculo, sino en lo que la efervescencia convoca, la intensidad del encuentro, que termina siendo un espectáculo en sí mismo, y que solo ocurre a través de ustedes, sus espectadores.
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Fotografía: Mateo Rivas El Gesto Noble / pág 4
Ilustración: Isabel Castro
“El teatro no puede ser apresado en estructuras in vitro, no puede ser enlatado; lo que se enlata del teatro –en grabaciones, registros fílmicos, transmisiones por internet, u otros– es información sobre el acontecimiento, no el acontecimiento en sí mismo. Pero dicha información ya no es el teatro, esa zona de experiencia territorial, incapturable, imprevisible, efímera, aurática, que constituye el teatro”.
Jorge Dubatti
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UN FESTIVAL DE TEATRO SIN TEATRO Fotografía: Santiago Diaz Quintero
Por: Andrés Álvarez Arboleda Era imposible prever que este año no abarrotaríamos las salas de teatro ni las calles de finales de julio para otra versión de El Gesto Noble. De hecho, era imposible prever la amargura, la zozobra y el miedo que nos iban a distanciar a los unos de los otros durante tanto tiempo a causa de un mal que ni siquiera podemos ver y que exacerbó los males que desde hace mucho, de tan vistos, dejaron de ser percibidos: la desigualdad social, la corrupción política, la falta de solidaridad. Así, paradójicamente, cuando con más urgencia necesitábamos la reflexión sobre las esencias humanas y la experiencia del otro propias del acontecimiento teatral, se cancelaron todas las funciones de teatro. Por esta razón, los espectadores de teatro no dudamos en alegrarnos al enterarnos de que, aunque de una manera atípica, tendríamos a El Gesto Noble durante los últimos días de este septiembre. Sin embargo, queda un punto difícil de resolver, una cuestión que –cuando menos– nos sitúa en una encrucijada. A diferencia de otros eventos culturales, como los festivales de poesía, de cine o de música que en distintas partes del mundo se han llevado a cabo de manera virtual, un festival de teatro remoto ofrece un problema que va más allá de los requerimientos técnicos necesarios para la transmisión de las obras. El problema aquí se refiere a la naturaleza misma del teatro; si se quiere, a la pregunta ontológica de qué es teatro. De suerte que, de una manera más concreta, nos podríamos preguntar: El Gesto Noble / pág 6
“Bienvenid El Gesto Nob virtual.”
¿puede ser considerada teatro una o –así sea en tiempo real– por medios t blico remoto? Y, consecuentemente, un festival de teatro aquel festival que nera exclusivamente virtual?
A este respecto, Jorge Dubatti plante mentos constitutivos del teatro –la b acontecimiento teatral– es el convivio de artistas, técnicos y espectadores e (el presente) y en un mismo lugar (u bar), sin ninguna intermediación tecn del autor: “Como la vida, el teatro no en estructuras in vitro, no puede ser e lata del teatro –en grabaciones, regist siones por internet, u otros– es inform tecimiento, no el acontecimiento en información ya no es el teatro, esa zon rritorial, incapturable, imprevisible, e constituye el teatro”.
Otro paradigma existencial es el propuesto por el tecnovivio. En este existe una mediación tecnológica, o más aún, como explica el mismo Dubatti, una subjetividad institucional intermediadora que incluye tanto a los fabricantes de las máquinas y a los proveedores de servicios como a los banners publicitarios. En principio, este sería el caso de esta versión de El Gesto Noble, cuya programación se llevará a cabo en su totalidad a través de los “en vivo” de Facebook. Ya no estarán nuestros cuerpos presentes, de manera que no tendremos una experiencia vital temporal y territorialmente compartida con otros espectadores, con los artistas ni con los técnicos, sino que cada uno estará sentando frente a su ordenador –acaso junto a alguna otra persona– viendo a actores ubicados en zonas geográficas y horarias diferentes. Pues bien, si acogemos rigurosamente la tesis arriba presentada, tendríamos que concluir que –a falta de convivio– los espectadores remotos de estas obras no experimentaremos en sentido estricto acontecimientos teatrales. Y, así mismo, tendríamos que concluir que esta versión de El Gesto Noble no sería, en rigor, un festival de teatro. De cualquier manera, quedaría otra vía argumentativa, a saber, que ante la existencia de otras propiedades ontológicas del teatro, y la cada vez más fuerte presencia del tecnovivio como elemento poético, el convivio no tiene relevancia clasificatoria (que determina si una obra es teatro o no) sino relevancia cualificante (que determina si una obra de teatro se produce en los términos deseables o no, sin que por eso deje de ser teatro).
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obra que se transmite tecnológicos a un pú¿puede considerarse e se desarrolla de ma-
ea que uno de los elebase insoslayable del o, es decir, la reunión en un mismo tiempo una sala, una calle, un nológica. En palabras o puede ser apresado enlatado; lo que se entros fílmicos, transmimación sobre el aconsí mismo. Pero dicha na de experiencia teefímera, aurática, que
Tal vez esta cuestión nunca haya sido tan difícil de resolver como en este momento, en el que por causa de una pandemia, no es posible –al menos en términos normativos– realizar convivios teatrales. Ahora, a la pregunta ontológica de si una obra transmitida de manera remota constituye una obra teatral, se suma la pregunta ética (si se quiere, política) de si –ante la imposibilidad de hacerlo de otra manera– debemos insistir en realizar obras y festivales remotos, tecnoviviales. La respuesta a esta pregunta ya la esbocé al inicio de este texto. Nunca es tan urgente el teatro, y en general la obra de arte, como en los momentos en que la humanidad atraviesa tiempos de penuria. No solo porque en el teatro podemos encontrar un testimonio estético de lo que somos, tanto en lo que se refiere a nuestras cuitas individuales como a nuestros conflictos sociales, sino porque sus signos críticos son esenciales a la hora de plantearnos los nuevos relatos de sociedad. Es, por decirlo de algún modo, una función social del teatro que no podemos aplazar, así transitoriamente –ojalá solo transitoriamente– debamos hacer concesiones; y si no podemos experimentar estrictamente el acontecimiento teatral al menos experimentar lo que a este más se acerque. ¿Qué resta por decir? Bienvenido El Gesto Noble, virtual.
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DIARIO DE UN ESPECTADOR
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Por: Julián Acosta Gómez Encantadora la naturaleza bifronte de la espera: la caricia balsámica de una promesa ilusoria pero también la agonía de lo inconcluso. Me parece estar recostado en los pétalos de una flor venenosa. Ya lo había intuido Álvaro Cepeda Samudio en su mítica colección de cuentos, si existe algo que pueda generalizarse a una condición netamente humana es la carencia, la búsqueda incompleta, la mirada en el horizonte que no estará jamás en la punta de los dedos, una revelación de cazadores nómadas que están disgregados por la vida con las manos abiertas y casi siempre vacías. Todos estábamos a la espera. Todos estamos a la espera. Del giro que nos deje frente al espejo. De la aparición de la libertad suprema. Todos es-tamos a la espera. De la pequeña ficción del sentido. Del silencio que aquiete la desesperación. Todos estamos a la espera.Es viernes.
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Es viernes, 18 de septiembre del bienaventurado año del encierro. Hay un rumor de lluvia indecisa en las montañas. Parece que la fragilidad humana no se cansa de revelarse. Ante la persistencia de la autodestrucción como especie y la devastación causada al planeta, no es extraño que la vida se encargue de extirparnos como a un quiste. Si aún estaremos para el día de la cosecha, de la autoproclamación como regentes del mundo nos quedará recoger los destrozos. Es viernes y en pocos minutos dará inicio la vigésimo quinta versión del Festival Internacional de Teatro el Gesto Noble, la única época del año que espero. Mi época preferida. El Reino del Ensueño. Advierto, como saliendo de una duermevela, que en verdad no estoy en la sala de teatro, que en verdad estoy viendo una cuenta regresiva en mi computador que anuncia el inicio de la jornada. En verdad no estarán los rostros sonrientes aglomerados en las puertas del teatro. Entonces pienso en la espera mientras el cronómetro de la pantalla se desgasta. Pienso en la ruptura y me invade una certeza de náufrago. Estoy braceando ante el mundo que cada vez se hace más pequeño. Entonces recuerdo la expresión que siempre utilizamos mis amigos y yo ante el cansancio que imponen las largas jornadas de la vida. La expresión nos fue referida a propósito de una anécdota ocurrida a la compañía La Zaranda, la expresión, que lanzamos con tono desarrapado, deja una pesadez en el alma: “¡Taaannto caminar pa’ na’!”.
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Siempre espero a El Gesto Noble. El cronómetro entra en sus últimos segundos. Sin proponérmelo, como en un acto desesperado por anclarme en la realidad, me inundan pequeños vestigios de mi vida en El Festival. La memoria y la ficción completan los espacios vacíos de la vida. Allá va Ramiro Tejada corriendo por los corredores del Instituto de Cultura. Con una pañoleta amarrada en la cabeza, con un casco amarillo, gritando con su voz de pitbull ahogado que va a comenzar Maestros de obra. Y Farley Velásquez sentado a mi lado, en un cafetín, comentándome sobre el libro de Walt Whitman que yo dejé en la mesa, no tenía ni idea quién era en ese entonces, solo me asombró su voz de monólogo shakesperiano. Muchos años después sabría que la última crítica de teatro que él leería fue una que yo escribí para su obra La mujer de las rosas. Me contaron que lloró, shakesperiano. Me atraviesan los oídos los aullidos de Los Gaiteros de San Jacinto, y el embrujo de los zapatazos de los bailarines de tango, los tambores que hablan como desde la sangre de una ceiba en las manos de un cuentero africano. Voy caminando por el parque principal y veo el milagro de las cajas mágicas dispersas por todas partes, dentro de ellas habitan obras de teatro en miniatura, que ante toda sutileza y sensibilidad apenas logré sostenerme con las lágrimas. Paso por el caluroso sábado que vi a los conspiradores delirantes que soñaron una patria imaginaria, esa maravillosa obra La república análoga. Me refresco en el ambiente helado y como lleno de flores muertas en Primer amor de Matacandelas. Entonces veo a Cristóbal Peláez prendido como una garrapata a una mula el día que El Gesto Noble fue a la vereda El Porvenir. Cuando fuimos a recuperar con teatro lo que otros arrebataron con las balas. Y ahí estoy, ayudando a buscar a Platón, el burrito, en Lunático, una obra dirigida por el mago de Patricio Estrella que no me ha devuelto el alma después de que vi su obra El Bicho.
Fotografía: Fabián Rendón
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Ahora que pienso en almas, me veo sentado en la serenidad del Cementerio de El Carmen. El teatro ha llegado para celebrar a nuestros muertos. Entonces estoy en el balcón de mi tía Nena, donde a veces veía la comparsa. Con ella que murió en una camilla de hospital aferrada a la esperanza de salir y ver pasar por su casa a las compañías, los saltimbanquis y los danzantes. ¿Qué pensará mi tía al saber que, derrotados por el cansancio, en las salas de redacción de Opinión a la Plaza, para recuperar las fuerzas y seguir escribiendo en cada festival, improvisábamos unas pequeñas porterías con sillas y nos centrábamos en desfogarnos, entre ron y ron, jugando inverosímiles partidillos de fútbol? No hay que confiar siempre en la memoria. Recordar cosas es olvidar otras. Me lastima el cronómetro que ha llegado a cero y que ahora pueda perder memorias del Festival.
Fotografía: Daniel Galeano
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Fotografía: Mateo Rivas
Primera imagen: Argiro Estrada aparece en medio de un fondo digno del Doctor Parnassus. Da la bienvenida a las personas que se conectan a la transmisión. ¿Es una sonrisa lo que mis ojos perciben? Argiro, de cabello invernal y voz metálica, entrega la palabra a Misael Torres. ¿Es pasión lo que hace vibrar el fondo de su garganta? Que extrañe la comunión ritual del teatro no me impide quedar sumido en las palabras del maestro que ha explicado cómo en los últimos días concentró su atención en el ‘Taller de creación de personajes festivos para el teatro callejero’. “Señor Acosta Gómez, ¿esperaba usted que un taller sobre teatro callejero llegara a algún lado, dictado por Meet, sumido en la individualidad, lejos de las calles?” “Pues con honestidad, amigo Acosta Gómez, no lo esperaba en lo más mínimo, supongo que tenía que ver un poco con mi sesgo personal, casi romántico, de esperar siempre a El Gesto Noble para llenar un poco de belleza la vida. Pero ahora que lo estoy viendo, me doy cuenta que el teatro también puede vivirse en Una habitación propia, para usar las palabras de Virginia Woolf” “¿Señor Acosta Gómez, siente que le hace falta algo, digamos, que el Festival está incompleto?” “Querido Acosta Gómez, me parece que su pregunta está mal enfocada, permítame reorientarla, si no le molesta” “Para nada, Señor Acosta Gómez”
“Me pregunta usted si me hace falta algo. Ya le he mencionado que de romántico, me hace extrañar, seguir esperando, permanecer en estado de vigilia hasta el momento que nos podamos volver a encontrar en los teatros y en las calles. Pero no es posible extrañar nada porque evidentemente esta experiencia no puede compararse con nada. Este Festival es una forma de mantener una presencia viva de El Gesto Noble, no en un estado físico, sino en el imaginario, que puede ser más potente. Esta crisis permitirá pensar sobre la esencia misma del teatro, sobre la función de la cultura dentro de la constitución de una idea de comunidad, sobre la importancia del medio o de las mediaciones en los lenguajes artísticos. Ahora, si usted también mira esa pantalla, como yo, verá que las actrices del taller han encontrado una habitación propia y que hicieron de su propio cuerpo el único y más poderoso escenario” “Gracias señor Acosta Gómez” “Es siempre un placer responderle, señor Acosta Gómez”. Fotografía: Farley Giraldo
Fotografía: Fabián Rendón
Segunda imagen: Alejandra Castañeda presenta su personaje. Un guayacán dorado en su cabeza, la pinta de la florelba en sus piernas. Son diez mujeres que se entrelazan para convertir sus espacios en calles donde vive la fiesta. Aparece Estefanía con su personaje de movimientos sinuosos, y Laura Gómez llama a la memoria de la tierra: parece la luz de la luna que desciende por la savia del Yarumo. Entonces Isabela, entonces Julia y Flora y Camila y Sandra… Pierdo sus nombres y sus cuerpos porque juntas son el baile y el espíritu del mito. Veo sus sonrisas y nace un tambor en mi pecho, como si la memoria me trajera al corazón los estampidos de AAINJAA. Estás mujeres moldearon sus cuerpos para demostrar que el sentido del arte es encontrar para siempre una habitación propia. Encantadora la naturaleza bifronte de la espera: de un lado la sonrisa y del otro la memoria. Me parece estar recostado en los pétalos de una flor que apenas se abre. El Gesto Noble / pág 13
Ilustración: Isabel Castro
Fotografía: Daniel Galeano
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NIÑO TIEMPO Por: Carlos Andrés Jaramillo
Fotografía: Daniel Galeano
El año pasado he salido de la iglesia. La verdad es que voy sin mucha convicción. Estar solo en casa sería mucho peor, con mis recuerdos y mis fantasmas, como dice la gente, pero las oraciones han terminado por hartarme. Sin duda, hay algunas muy bellas. Pero su repetición cansa. ¿Cómo hará Dios para soportarlas? Voy atento al silencio y a una diminuta pintura de un santo italiano que me comprende. Su rostro conmovido dice todo lo que siento de la vida: arrobamiento. Aunque su mirada esté opacada por algún dolor secreto. He caminado por las calles sin ningún rumbo. He Recordado a una muchacha con la que me recogía del frío en un pueblo helado del Oriente. He pensado en el calor de sus pies bajo las cobijas. Después me he ido siguiendo a un perro a una distancia prudente. He comprobado que el indecente tiene dos hogares y eso me ha hecho reír durante un rato. Luego ha pasado por mi lado y nos hemos mirado con complicidad. En fin, hacía lo mismo que todos los días, y de pronto al doblar la esquina que desemboca en el parque, he visto egregio, triunfante, invicto, al niño tiempo. Esto es, al tiempo en sus inicios, comenzando otra vez. Como si lo único inagotable fuera ese comenzar. Comenzar aún si no estamos para verlo. El movimiento es la vida. Esa sola idea me ha consolado. La de otro viejo que también andará por estas mismas calles, sabiendo que no es el final. Entonces el niño volvió a unirse a la comparsa de artistas y siguió su camino.
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Fotografía: Valentín Betancur
NIÑO ASOMADO
Cuando el circo llegó al pueblo, mi padre me dijo: “No irás”. Lo miré con mis diez años encima, con la culpa que traía de haberle roto los vidrios al alcalde, y le dije: “¡Iré!” Entonces amenazó con pararse de su sillón favorito y asestarme un golpe con uno de sus zapatos. Sabía que no lo haría. Pero, por si acaso, corrí desbocado hasta mi cuarto. Encerrado, pensaba: “Ese desafío me costará una semana de encierro”, así que me despreocupé de esconder mi ausencia para ellos. No simulé que estaba dormido. Salí por la ventana, me descolgué desde el segundo piso y estuve a punto de caer encima del gato del vecino. En el parque, parecía que todo el mundo se había precipitado a la calle. Los reconocía a todos. Incluso al alcalde que me miró con malos ojos. Me dediqué a escudriñar en las tiendas que había montado el circo. Vi a los payasos, a los osos que hacían malabares, a El Gesto Noble / pág 16
los trapecistas que competían con los pájaros en arrojo. Entonces sonó un parlante en el que se invitaba a ver al hombre que escupía fuego. En ese entonces, amaba el fuego. Encendía pequeñas quemas de hojas y me quedaba ahí, absorto. Corrí entre las tiendas, quería ver al hombre. Recuerdo que unas manos trataron de sujetarme, que me arrojaron un par de malas palabras. Cuando asomé mi cabeza me encontré con todo el público de frente que aplaudía. Una luz me alumbraba la cara. Esa fotografía que ves ahí conmemora el momento previo a que el zapato de mi padre me alcanzara en la cabeza…
Fotografía: Farley Giraldo
EL HOMBRE-LIBRO Todavía era un niño. Recuerdo que un hombre llevaba un libro gigante a cuestas. “Cada uno lleva su cruz”, solía decir mi abuela. Pero éste llevaba un libro. ¿Por qué? Así iba por el pueblo. Si la gente se le arrimaba, les contestaba: “No, no llevo un libro. Soy un libro con piernas, que es distinto”. Entonces invitaba a la gente a abrirlo. Se sentaba sobre un muro y despreocupándose del todo, dejaba que la gente se maravillara a sus espaldas. Yo todavía era pequeño. Sentía una curiosidad ilimitada por ese hombre que, además, llevaba un casco de minero, que cedía por si la gente quería leer en la noche. La gente reía con el libro, hacían gestos de asom-
bro sostenidos. Un día, venciendo mi timidez me acerqué despacio. Y me quedé ahí viéndolo. Me hizo una señal de que diera un vistazo. Me prestó su casco. Le dije que no veía nada, me dijo que debía cavar. Cavé durante un tiempo que pareció infinito, hasta que di con su corazón. El corazón de un libro no es un vacío. Tampoco se asemeja a dos labios que no dejan de hablar. Era más bien un oído que cesa de escuchar mientras uno lee. En el libro late, palpita, cuanto escuchó su autor… Antes de irme, dije una tímida palabra, la que escucha todo libro cuando un lector agradecido lo deja. El Gesto Noble / pág 17
Gexcentricidades alería de
¡Acérquense. Miren, intuyan y sueñen! No pueden quedarse sin darle una oportunidad a nuestra galería de excentricidades, que se suma a las que ya antes les hemos traído. Unan sus sueños a los sueños de las fantasías que hemos recolectado de los lugares más insospechados. Una mirada a la Galería de las excentricidades y les prometemos que sus vidas no van a volver a ser iguales. A usted que está leyendo esto, imagine que me levanto el sombrero y le guiño dos veces el ojo. ¡Con ustedes, las excentricidades!
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Rosa Cuchillo, Yuyachkani. Perú. Yuyachkani es un colectivo teatral que trabaja en el Perú desde 1971 en la vanguardia de la experimentación teatral, la performance política y la creación colectiva orientada a la memoria social, particularmente en relación a cuestiones de etnicidad y violencia en Perú. Rosa Cuchillo es una obra unipersonal, presenta a la madre que busca más allá de la muerte a su hijo desaparecido, recorriendo los otros mundos. Su retorno a esta tierra busca armonizar la vida y a través de la danza, ayudar a que la gente pierda el miedo y empiece a sanarse del olvido. Conviven en esta obra grandes elementos de la tradición andina.
Isaura, Fahrenheit 451. Chía, Cundinamarca - Colombia. La agrupación nace en el año 2000 como un encuentro de sueños de personas que se reúnen alrededor del Arte Escénico, con la necesidad de consolidar el proyecto. En 2004 se registra como corporación ante Cámara y Comercio y en el 2012 abre Casa Teatro Fahrenheit 451, un espacio dedicado a la creación, divulgación y promoción del teatro y las artes en general. En su obra Isaura, las escenas se narran desde una estructura no lineal clásica, contando de manera fragmentada historias de muchas mujeres que han pasado por diferentes formas de violencia, recurriendo a situaciones que se han generado desde zonas apartadas en cualquier Ahora todo es noche, La Zaranda. España. país latinoamericano, hasta llegar a siHan transcurrido cuatro décadas desde que tuaciones que hacen presencia día a día La Zaranda emprendiera su andadura teaen la urbe. tral, realizando una intensa labor creativa que le ha valido un gran prestigio internacional. Su trayectoria tiene como constantes teatrales: el compromiso existencial y el partir de sus raíces tradicionales para revelar una simbología universal; como recursos dramáticos: la búsqueda de una poética trascendente sin perder la cotidianidad, el uso simbólico de los objetos, la expresividad visual, la encarnación de textos en situaciones puramente teatrales y la plasmación de personajes vivos; y como método de trabajo, un riguroso proceso de creación en comunidad. Su obra, Ahora todo es noche, personifica a unos mendigos que dejan sus huellas en las cenizas de la vida, conservan los rescoldos de una llama antigua, una furia ante el tiempo, que de alguna manera los entroniza, reyes sin reino, el hombre desterrado entre basuras, sin más luz que la esperanza de una mirada desde el cielo.
La maldición del rey ciego, Teatro Tierra. Bogotá Colombia. En la poética del Teatro Tierra los objetos tienen vida propia y la actuación incluye un trabajo a partir de las relaciones entre el cuerpo, el espacio y los elementos escénicos. Cada montaje es una estructura autónoma donde la puesta en escena condensa la acción dramática, las posibilidades actorales y la poesía de las imágenes plásticas. La maldición del rey ciego es una mirada singular, que propone una variación diferente, invirtiendo puntos de vista tradicionales y revelando lo que los trágicos griegos no mostraron: la agonía de los hermanos, la intimidad del choque de sangre y su relación con los acontecimientos que precedieron el fratricidio. Eteocles y Polinices son los sucesores de Edipo, el famoso rey víctima del destino, que intentó ser justo y guiar a su gente por los mejores rumbos. El Gesto Noble / pág 19
En la raya, La Candelaria. Bogotá - Colombia. La Candelaria se fundó en 1966 por iniciativa de un grupo de artistas e intelectuales independientes provenientes de la Universidad Nacional de Colombia y del naciente teatro experimental. Este grupo se propuso de manera consciente contribuir a la fundación del movimiento teatral independiente. En la raya es la decimotercera obra de creación colectiva realizada por el grupo. En ella, prosigue la búsqueda iniciada en El Paso, de un teatro de atmósfera y situaciones. Para elaborar esta obra, se partió de una versión de la Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, pero el proceso del trabajo y otras peripecias llevaron al grupo a, en año y medio de realización, encontrar otra solución que pretende explorar antes que nada el mundo de los marginales. La visualización de esta grabación es una primicia que se mostró en esta versión de El Gesto Noble ya que la recuperación de este material audiovisual jamás se había presentado al público. El monte calvo, Teatro Estudio. El Carmen de Viboral, Antioquia - Colombia. Teatro Estudio nació el 5 de enero de 2019 como un grupo teatral, pero cuatro de sus integrantes llevan explorando en el escenario más de 15 años juntos como antiguos integrantes de Teatro Tespys de El Carmen de Viboral –Antioquia (Colombia), esta trayectoria les ha permitido explorar el teatro desde diferentes campos como la actuación, la dirección, la dramaturgia y la técnica. Este acumulado de experiencia les permitió crear el laboratorio teatral llamado Teatro Estudio enfocado en la dirección, actuación y en las dramaturgias propias. Su obra El monte calvo, escrita por Jairo Aníbal Niño en 1966, tiene por motivo central la participación del Batallón Colombia en la Guerra Coreana y su énfasis en el aspecto social de la reintegraEl Gesto Noble / pág 20
ción de los “veteranos” o más bien, excombatientes, que volvieron después del conflicto en Asia. La representación de Teatro Estudio no contiene materialmente los elementos pesados del teatro absurdo que influenció la escritura primigenia de la obra. El lugar de la acción es etéreo, un plano espiritual. Escuela de espectadores, Jorge Dubatti. Argentina. Jorge Dubatti es uno de los críticos de teatro más profundos en el ejercicio de la reflexión intelectual de la creación artística. Su ‘Escuela de espectadores’ piensa la reconsideración del teatro como acontecimiento. El teatro es algo que pasa y en ese algo se construye sentido. No se trata solo de un acontecimiento de lenguaje y comunicación. La base del acontecimiento teatral es la estructura ancestral de la reunión, el “convivio”, el fenómeno humano de la cultura viviente en el que se genera una zona singular de experiencia y subjetividad colectiva. En el teatro, en una encrucijada de espacio tiempo, se reúnen los artistas, los técnicos y los espectadores. Vaia Vem, Gato SA. Portugal. GATO SA nació en 1988 en una escuela secundaria pero se propone como un grupo de teatro en Santo André. Crece con la ciudad y contribuye a crear una identidad cultural para su población. Al mismo tiempo, el grupo se asume como un embajador informal para la región y lo proyecta en el ámbito nacional, habiendo iniciado en 2016 una carrera internacional. Como la filosofía que subyace a la creación de esta ciudad única, se estructura como un grupo de teatro ambicioso y exigente que valora la formación especializada y ha dado lugar a varios grandes proyectos, entre los que destacan un festival internacional de teatro y la revista Cena’s, entre muchos otros.
Ese chivo es puro cuento, La libélula dorada. Bogotá – Colombia. Su nombre es una metáfora. Las libélulas nacen en el agua, símbolo de la vida y emergen aladas hacia el aire, símbolo de la libertad. Es así como profesionales de la ilusión, la vida y la libertad son hijas inseparables de la imaginación. “En ese dúo de símbolos se inspira nuestra virtud y nuestra fuerza creativa como titiriteros”. Ese chivo es puro cuento es una historia clásica de la tradición oral chilena que ha viajado a través del tiempo como un ave legendaria que recorrió la Cordillera de los Andes hasta llegar a nuestros oídos infantiles gracias a las cartillas escolares.
Hay más prodigios para sus ojos señoras y señores. Hay más teatro, más ficción y más reflexión de la vida. Consulte nuestra programación y entérese de todos los sueños robados que hemos traído ante sus ojos. A usted que está leyendo esto, imagine que me levanto el sombrero y le guiño dos veces el ojo.
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UN
GESTO NOBLE
PARA
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Gabriel Jaime Cárdenas Villa Narrador oral y artesano
Fotografía: Daniel Galeano Nacido el 8 de diciembre de 1962, en una familia paisa de once hijos. Nació y vivió sus primeros años en la ciudad de Medellín. Con la fuerza intuitiva de su madre y el acompañamiento de algunos tíos y hermanos mayores adquiere y fortalece la narrativa oral y otras búsquedas de creatividad manual. Entre juegos callejeros y encuentros con la escuela básica algunos fortalecen su búsqueda por lo artístico y cultural. En el bachillerato cultiva el hacer cultural. El tiempo político de organizaciones estudiantiles y obreras lo acercan a ver la calle como escenario para proyectar la palabra oral a través de la declamación de poesía y cuentos, siendo la poesía de algunos autores la que hacen despertar su búsqueda por el campo de estudio en técnicas agrícolas y agropecuarias en el Sena y con este conocimiento se desplaza a vivir y soñar lejos de la ciudad. En su morral personal lleva sus cuentos, la poesía, que de la mano de trabajo de fincas se presenta ante él un deseo inquebrantable por contar, tejer y construir comunidad donde el espíritu de lo creativo reviva en los trabajadores y amigos de la zona de Urabá en 1982, un hacer fundamental por la búsqueda del ser integral crea la hora del cuento en Apartadó. Con un grupo de estudios funda “Tejecuentos” con actividades teatrales, comparsas, festivales de encuentro con lo humano. Creo el grupo “Las Voces del Árbol”. Ha vivido en el campo de los municipios de La Ceja, El Peñol y El Carmen de Viboral y en cada uno de estos lugares cuenta cuentos y construye comunidad. Ha participado en festivales de teatro, en la creación de redes teatrales y ha desarrollado proyectos culturales y artesanales.
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Ernesto y Emilio Ramírez Arias Fundación Cultural Teatro Experimental de Fontibón
Fotografía
Teatro Espada Zámbiza - Ecuador 30
Ernesto Ramírez Arias es licenciado en Lingüística y literatura en 1995 de laUniversidad Distrital FJC. Miembro fundador y director de la Fundación CulturalTeatro Experimental Fontibón(TEF), y director y actor de la misma desde hace 38 años,gestor cultural. Emilio Samuel Ramírez Arias es profesional en Artes Plásticas, estudios en ciencias sociales, actor y director de teatro, con experiencia en gestión cultural y procesos de formación artística teatral y teatro del oprimido (Teatro Foro) y educación para la sexualidad, SSR, con enfoque de derechos y género; y habilidad para organización de grupos artísticos comunitarios. Actualmente Fundador, actor y codirector de Fundación Cultural Teatro Experimental Fontibón en Bogotá desde1979. Emilio y Ernesto Ramírez han hecho parte de El Gesto Noble desde el año 2000 dejando huellas imborrables de su estética en las calles de El Carmen de Viboral.
Es una organización que, po de profesionales del art un espacio experimental d escénica, donde desarrolla social. Desde entonces ha pacidad de reflexión del p búsqueda, ha estudiado e das técnicas escénicas: el de objetos, de títeres, somb etc., para ir encontrando, p propio, una estética y una autentica forma de crear i rias de nuestro pueblo y de da con la experiencia de n por varios países de Latino
En la actualidad mantiene pacitación y difusión em novadoras a través de pro talleres. Así por ejemplo m difusión y desarrollo artístic Pueblo ubicada en Quito za, que se ha convertido en brinda alternativas artístic mación de espectáculos y Fundación ha realizado fes títeres y narración escénic los mejores exponentes de tos géneros. Ha hecho presencia en El más de unadécada.
El Gesto Noble / pág 26
In memoriam
a: Daniel Galeano
a de Madera años creando sueños
en 1989 reunió a un grute con el objetivo de crear de investigación y práctica ar una actividad artística buscado despertar la capúblico y, a partir de esta e integrado las más variateatro de actor, el teatro bras, música, teatro negro, poco a poco, un lenguaje identidad particular, una ilusiones, de contar histoel ser humano, enriquecinuestro continuo caminar oamérica y Europa.
Dos hombres que dedicaron toda su vida al teatro, que le aportaron a El Gesto Noble y su público su fuerza creadora durante muchos años. Un gesto noble para ellos con afecto y poesía.
Santiago García
Por: Valentina Alzate
Fernando Mendoza ‘Piyó’
e varios proyectos de campleando alternativas inogramaciones artísticas y mantiene un proyecto de co en su sede El Teatro del en el poblado de Zámbin un espacio cultural que cas a través de la progray talleres. Por otro lado, la stivales internacionales de ca, con la participación de e América y Europa en esGesto Noble desde hace Fotografía: Alejandro Loaiza El Gesto Noble / pág 27
Fotografía: Fabián Rendón M. El Gesto Noble / pág 28
Exposición “La calle tomada” En la calle hay de todo para complacer los gustos... En ambientes sutiles o cargados de color está la justa apreciación de lo poético. La diferencia entre las cosas que están adentro o están afuera se encuentra atravesada por un aspecto único que incluye la propia experiencia del habitar. Para estos días debería la calle hacerse casa y ser habitada, vestirsede fiesta con sus colores distintivos y humanizarse para abrir los ojos y no perderse de nada. Verdades y espejismos recrean un escenario que sostiene al niño que en un acto bucólico no tiene pasado; ese niño somos todos, gozando del espectáculo, la fanfarria y de sonrisas dibujadas a color. La calle es la casa que puede “ser habitada por más de ocho”, el anhelo que ansía, en estos tiempos de conservarse adentro,marchar hacia afuera y en un suceso presuntuoso, apropiárnosla. Que este gesto que siempre nos convoca sin excepción ni distinción, nos invite otra vez en el futuro a tomarnos la calle. Que se convierta, de nuevo en… “La Calle Tomada”.
El Gesto Noble / pág 29
ACERCA DE LAS MIRADAS PERDIDAS
VOCES DE EL GESTO NOBLE Por: Valentina Alzate
El Gesto Noble / pรกg 30
(Los pregones se escuchan a lo lejos. Ahí estamos, expectantes, asomando la cabeza en un intento por divisar lo que se avecina, diciéndole al desconocido de al lado “ya vienen” o “¿se quiere hacer aquí adelantico para que pueda ver mejor?”).
El festival me hace volver a creer en la vida. - Juan David Moreno.
(En medio del frenesí por huir de la plana cotidianidad de ir y venir del trabajo, barrer la casa, sacudir los libros, la evocación de algo ya pasado se hace presente. Cuando me siento con la mirada perdida es porque estoy recordando. A veces, abro un pequeño baúl que tengo meticulosamente guardado en un rincón de la habitación. Allí me encuentro con cartas de amores pasajeros, un corcho de vino masticado y con viejas entradas para el teatro. Tomo entre mis manos una de las boletas ya algo gastadas y miro el título de la obra: “Instrucciones para abrazar el aire” del grupo Malayerba. Inmediatamente, cumpliendo con mi protocolo de la mirada perdida, me vi a mi misma en el corredor del Instituto de Cultura, sentada en una de las bancas intentan-do esquivar a cualquier persona que quisiera hablar de lo recién visto pues tenía atrapado en la garganta un suspiro de esos que vienen acompañados con muchas lágrimas; para mi alivio, casi todos los espectadores habían salido a moco tendido e inmersos en lo que he creído, un profundo monólogo interno. Así que hice caso omiso de la leve vergüenza que sentía por llorar en medio de tantos desconocidos y me uní a una especie de coro de respiraciones agitadas y entrecortadas. Nunca olvidaré el rostro de la actriz. Era idéntico al de mi vieja Emma, quien había muerto un tiempo antes y a quien aún no había llorado. Hasta ese momento. Nos aferramos a nuestra humanidad como un niño a las faldas de su madre cuando pasaban esas figuras irreales en zancos, que saludaban eufóricamente con el cielo a sus espaldas). Salir a recibir una comparsa que a veces entendía o no; ir de la mano con la chica que a uno le gustaba a esos espacios donde se planteaban el repensar de la existencia por medio de una obra de teatro. Estar un jueves desde las cinco de la tarde sentado en las escaleras del parque tomando vino, en la espera de hacer el ridículo con algún grupo de clown. La vida misma de la preadultez (porque no me considero adulto todavía) se vuelve plana. El Festival siempre fue la mejor excusa para sentirme y habitarme. -Juan David Moreno.
Fotografía: Alejandro Loaiza El Gesto Noble / pág 31
Las fiestas de la Virgen se cruzaban con el carnaval de comparsas. El parque principal tenía la habilidad de convertirse en el escenario de cientos de familias, tanto las señoras de la procesión como los jóvenes del festival, se mezclaban en función de celebrar. Recuerdo que en el año 2016 una de mis fotografías quedó en la portada de la edición. Logré retratar una emoción que trascendió a través del tiempo. Una vez, en una obra de teatro en la que debía hacer registro fotográfico, me conecté tanto que incluso me senté como todo un espectador, hasta que me percaté de golpe y me dije a mi mismo: “¡Ay, verdad que yo soy el que toma las fotos!” -Fabian Rendón M. Una vez un actor de África vino al parque principal a narrar su historia. Aquella noche no importó el aguacero, todos esperamos ansiosos. Hubo momentos en que incluso olvidaba que estaba emparamada; los sonidos del tambor hacían vibrar las gotas de lluvia antes de caer. -Isabela Gaviria.
era el equipo de trabajo del festival. Las personas con las camisetas honoríficas portando orgullosos la escarapela, yendo y viniendo con escenografía o con almuerzos mientras en sus rostros se leía la complacencia. El festival hace que el día, la noche, la lluvia, la ropa y los rostros tengan otro color. En el 2014 el grupo “La Candelaria” presentó Soma Mnemosine. Todos los cuerpos se estaban tocando, interpelando, frotando. Ahora estar tan cerca se me hace irreal. En esta obra, Nhorita González canta Mackie Messer de la ópera de tres centavos. Fue un canto lírico, épico, melancólico. El teatro es presencia viva, donde el sudor y la vibración de los cuerpos son sobrecogedores. Es todo lo que somos mientras nos toquen la memoria y nos haga sensibles. -Ricardo Ospina. Los pregones se acercan. Ya no es necesario asomar la cabeza porque todos reconocemos esa melodía. Nos arremangamos la ropa y tomamos fuerte de la mano a nuestro acompañante. Es-tamos listos para ir detrás de Ainjaa. Listos para perseguir al teatro.
Cuando me siento a contemplarme en medio de los recuerdos, mi yo de veinticinco años se encuentra al de doce sentado en las escaleras del antiguo parque, absorto en el teatro de calle y sintiéndome partícipe al haber aceptado salir a bailar con una de las actrices de la noche. -Valentín Duque. No había cabida a la timidez, las personas de la comparsa olían el miedo, si lo tenías, te sacaban a bailar. -Andrea Alzate. La primera vez que me vi envuelto por El Gesto Noble, por allá empezando el 2000, cuando Kamber era un peladito con el pelo corto. Lo primero que veo en la plaza El Gesto Noble / pág 32
Fotografía: Valentín Betancur
EL ETERNO ESCENARIO
Fotografía: Farley Giraldo
Por: Salomé Soto Las calles de El Carmen de Viboral han sido territorio de comparsa: la protesta se dibuja con carteles, pinta las paredes y pone rimas en la boca. La evangelización es la marcha fúnebre de las mujeres tristes, la oración es pasar entre los dedos las cuentas de la camándula. Los artistas se desfiguran el rostro y bailan para decir, sacando fuego de la lengua, ocupando el espacio público para desdibujar los contornos de lo establecido. Uno va caminando y se encuentra con bolitas de cristal, que como tragaluces, se roban el reflejo de los ojos, pasando de un lado a otro del torso del joven. Los niños toman del vestido a las madres desatentas, que resignadas, observan a pesar del afán: cuando no hay que pagar la boleta, se les acepta el capricho. Recuerdo que cuando era pequeña, mi acto preferido era el de las estatuas vivientes. Pocas veces mis padres me daban una moneda, la llave para el baile secreto de las estatuas, así que me veía obligada a esperar a que otro niño con un poco más de suerte le diera cuerda a las piezas del museo callejero. Los domingos, después de la misa de las tres de la tarde, siempre aparecía un hombre moreno, alto, con una tula tejida, una boina, nariz de payaso y la cara pintada de blanco. La primera vez que lo vi, pensé que lo que motivaba su presencia era escuchar a tanta gente rezar por las ánimas. El hombre perseguía e imitaba los movimientos de los transeúntes. Las personas mantenían el ritmo de sus pasos hasta que se enteraban de que estaban siendo observados. Decía estar agradecida de no ser la perseguida, pero en realidad deseaba y todavía deseo hacer parte del teatro. Los semáforos son los técnicos de luces en las calles; los malabares empiezan con la luz que frena a los autos: las clavas se deslizan de las manos como una gota de rocío, donde La Trinidad juega a ser solo un par. El Gesto Noble / pág 33
Los lanzafuegos hacen una secuencia en los parabrisas, parece que se les mirara a través de un caleidoscopio. Las calles son el escenario apto para todo público; el actor no se distingue del espectador, todos juegan a hacer reír a los niños. Las voces de los clowns son las reverberaciones de memorias guardadas y dobladas dentro de los cabellos. El teatro de la calle es el lugar para los desprevenidos, para los que encuentran tiempo para ver. Bienvenidos a habitar todos los sitios, a predicar para el teatro y protestar con arte, que lo callejero siempre será colectivo.
REMINIS
Continuación del texto de la página 33.
Adiós, Medellín, te dejo atrás como quien escapa de una primavera en el infierno. Con ese sol que disuelve peatones como deleznables muñecos de cera. Con tus caminos como pasadizos y corredores secretos de un laberinto enfermo. Con los alaridos de los condenados a tu mal seductor de mago enloquecido. Te dejo atrás como quien huye de la escena de un crimen. De tus disparos pretéritos que rebotan en mi recuerdo contra el asfalto. De tus amenazas de muerte, intuiciones de la carta en un epitafio. De tus presuntas miradas asesinas de transeúntes homicidas. Te dejo atrás como quien se va de las garras de un monstruo de aire enrarecido. De tu pasado fragante al vaho de tus alcantarillas. De tu nube de smog que envuelve, no deja respirar, enceguece. De tu nube espesa y silente de la El Gesto Noble / pág 34
SCENCIAS POÉTICAS UN ADIÓS PARA MEDELLÍN
pólvora de las balas perdidas. Te dejo atrás con tus calles, carreras, transversales, avenidas. Con tu frontera infranqueable de aquel cementerio donde me ofreciste la muerte. Con tu maldito rompecabezas en redondo del que una noche no pude salir. Con tu centro incaminable con sus vendedores, sus ladrones, sus putas, sus gentes. Te dejo atrás con tus rincones insospechados. Tus tiendas de barrio donde se comercializa el pan del día. Tus plazas de vicio donde se trafica la dignidad. Tus fábricas de la demencia, tus talleres de confección, de corte, de tortura, de pique. Te dejo atrás ahogándote en el agua podrida de tu río. Basuras que van al caño, alimento predilecto de tus intestinos. Monstruos caóticos que lo destrozan todo cuando llueve. Agua del cielo que se confunde con la sangre fresca de los occisos.
Por : Mauricio Alejandro López
Fotografía: Andrés Alzate
Te dejo atrás con tus guiños de odio y de vida. Con tu delirio de ser el rincón secreto de un mundo que no has conocido. Con tus amores, malentendidos extraviados de tu retorcida fantasía. Con tus falsos bellos recuerdos, memorias infiltradas, lagunas de amor clandestino. Te dejo atrás con tus días de ternura y destrucción. Con la infancia que te robaste en un asalto a cuchillo. Con los recuerdos vencidos de una vida imposible de vivir. Con tus luces que palpitan en la noche como una constelación de estrellas que titilan en nombre de la existencia y el desatino.
El Gesto Noble / pág 35
Fotografía: Valentín Betancur
El Gesto Noble / pág 36
EL SENTIDO DE UN
GESTO
EN LA DISTANCIA
Por: Danilo Garcés
Qué extraño resulta hablar del Festival de teatro aquí sentado en la sala de mi casa. Por la propia naturaleza de un festival y por la forma característica con que suele empezar El Gesto Noble, a estas horas estaría en el parque o tal vez cerca del hospital viendo a todas las comparsas prepararse para iniciar el desfile con el que inauguran la semana. Este año, sin embargo, no habrá fiestas de ese tipo ni parques atestados, ni gente asomada a los balcones… ¿Qué nos queda entonces del Festival? ¿qué sentido tiene esta fiesta en la distancia? Intento responder estas dos preguntas y se me ocurre que, siendo sinceros, el festival no perdió ni más ni menos de lo que perdió el resto del mundo. El aislamiento al que nos vemos sometidos golpeó todas las dinámicas de nuestras vidas, no solo la fiesta, y nos ha obligado a reinventar las maneras en que nos acompañamos. La virtualidad, ese espacio que poco a poco se ha ido mezclando con lo real hasta volverse parte inseparable de la vida y que ya desde antes agobiaba a muchos con su cualidad absorbente, pero, al mismo tiempo, robótica y distante, se nos presenta como un nuevo espacio de encuentro. Sin embargo, que el Festival tome esta forma, de ninguna manera es un intento por suplantar la presencia real. Más que nada, es una forma de decir “aquí estamos, aquí seguimos”. Es un momento para extrañar aquello que por ahora no nos queda más que añorar, pero también es un momento para sentirnos orgullosos de lo que, a pesar de todo, sigue presente; sentirnos orgullosos del arte que no nos abandona. Creo que ese es justamente el sentido del Festival. Aunque solo sea a través de un gesto en la distancia lo que se intenta es recordarnos la importancia de la presencia, dándonos un ejemplo de la fuerza y la perseverancia que debemos impregnar en cada uno de nuestros actos. ¡Ser entonces como El Gesto Noble que no se rinde ni abandona sus lugares! El Gesto Noble / pág 37
Alcalde Municipal John Fredy Quintero Zuluaga Director Instituto de Cultura Yeison Castro Trujillo Dirección Periódico El Gesto Noble Julián Acosta Gómez y Laura Zuluaga Mejía Escriben en esta edición Andrés Álvarez Arboleda, Valentina Alzate, Salomé Soto, Danilo Garcés, Carlos Andrés Jaramillo, Mauricio Alejandro López, Julián Acosta Gómez, Yeison Castro Trujilllo. Oficina de Comunicaciones Fabián Rendón M. y Laura Zuluaga Mejía. Fotografías Valentín Betancur, Andrés Alzate, Farley Giraldo, Alejandro Loaiza, Daniel Galeano, Fabián Rendón M., Santiago Díaz Quintero, Mateo Rivas. Ilustraciones Isabel Castro
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