Introducción a los estudios migratorios
Wooldy Edson Louidor es magíster
ISBN 978-958-781-048-6
9 789587 810486
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Víctor Galeano, Crisis en la frontera colombo-venezolana.
Migraciones y derechos humanos en la era de la globalización
introducción a los estudios migratorios
¿Es posible defender la universalidad de los derechos humanos como respuesta a los vacíos de protección de las personas migrantes en el mundo globalizado de hoy? Introducción a los estudios migratorios responde a esta pregunta desde una mirada interdisciplinaria que problematiza y resignifica la universalidad de los derechos humanos y la soberanía de los Estados nacionales, para señalar que las crisis de migrantes y refugiados obligan al derecho internacional, la llamada comunidad internacional, a justificar su papel en la actualidad. A partir de una relectura de Emmanuel Lévinas, Ignacio Ellacuría, Ronald Dworkin, Rafael Domingo Oslé y el papa Francisco, Wooldy Edson Louidor articula una propuesta ética, política y jurídica de la hospitalidad, a propósito de las crisis migratorias que sacuden el mundo globalizado de hoy y que introducen los estudios migratorios como un campo emergente del saber ocupado de la posibilidad total que tendrán todos los seres humanos de moverse a lo largo y ancho del mundo, como lo hacen hoy los flujos de información y del capital.
Wooldy Edson Louidor
imagen de cubierta:
Wooldy Edson Louidor
en Filosofía Latinoamericana de la Universidad Santo Tomás (Colombia) y filósofo con especialización en Ciencias Sociales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (México). Actualmente es profesor e investigador del Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar, de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Es líder de la línea de investigación en Estudios Migratorios del mismo Instituto. Entre sus últimas publicaciones están Articulaciones del desarraigo en América Latina (2016) y El papel de la cultura en la construcción de la democracia (2015).
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Introducciรณn a los estudios migratorios Migraciones y derechos humanos en la era de la globalizaciรณn Wooldy Edson Louidor
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Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Wooldy Edson Louidor Primera edición: Bogotá, D. C., marzo de 2017 ISBN: 978-958-781-048-6 Número de ejemplares: 300 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7.ª, n.º 37-25, oficina 1307 Edificio Lutaima, Bogotá-Colombia Teléfono: 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial Bogotá, D. C. MIEMBRO DE LA
ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS EN AMÉRICA LATINA
RED DE EDITORIALES UNIVERSITARIAS DE AUSJAL
Corrección de estilo: Juan Solano Diagramación: Isabel Sandoval Imagen de cubierta: Víctor Galeano, Crisis en la frontera colombo-venezolana (2015) Diseño de cubierta: Isabel Sandoval Impresión: Javegraf Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno
www.ausjal.org
Louidor, Wooldy, Edson, autor Introducción a los estudios migratorios : migraciones y derechos humanos en la era de la globalización / Wooldy Edson Louidor. -- Primera edición. --Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 2017. 194 páginas ; 24 cm Incluye referencias bibliográficas (páginas 181-192). ISBN : 978-958-781-048-6 1. MIGRACIÓN. 2. GLOBALIZACIÓN. 3. SOCIOLOGÍA. 4. EMIGRACIÓN E INMIGRACIÓN. 5. DERECHOS HUMANOS. I. Pontificia Universidad Javeriana. Instituto Pensar. CDD 304.82 edición 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J. inp
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Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.
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Contenido
Agradecimientos
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Presentación
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Introducción. Las migraciones contemporáneas entre la globalización del mundo y la universalidad de los derechos humanos
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Marco analítico y metodológico
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Contrastes de la globalización
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Espejismos del discurso de la universalidad de los derechos humanos
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Horizontes de respuestas
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Conclusiones. La justicia, una agenda abierta
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Referencias
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Siglas y abreviaturas
Acnur
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
AI
Amnistía Internacional
CIPDTM
Convención Internacional sobre Protección de los Derechos de los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares de la ONU
CMMI
Comisión Mundial sobre Migraciones Internacionales de la ONU
FSM
Foro Social Mundial
FSMM
Foro Social Mundial de las Migraciones
GIAN
Global Ignatian Advocacy Network (Red Global para la Incidencia Ignaciana)
IASFM
International Association for the Study of Forced Migration
Miredes Internacional
Red Internacional de Migrantes, Refugiados y Desplazados
OIM
Organización Internacional para las Migraciones
OIT
Organización Internacional del Trabajo
ONU
Organización de las Naciones Unidas
ONU Desa
United Nations, Department of Economic and Social Affairs (Departamento de las Naciones Unidas de Asuntos Económicos y Sociales)
RSC
Refugee Studies Center, University of Oxford
SJR
Servicio Jesuita a Refugiados
UE
Unión Europea
Unesco
United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)
UNPFII
United Nations Permanent Forum on Indigenous Issues (Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU)
UNRWA
United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo)
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Agradecimientos Este libro no habría sido posible sin el apoyo y los aportes de las siguientes personas: Mis estudiantes de la cátedra Migración y Derecho Global de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, quienes han sido los cómplices y la razón de ser de este libro a lo largo de los tres últimos años, desde que asumí esta cátedra. Mi esposa Angélica Rocío López Granada, la primera persona que leyó el manuscrito del libro y formuló sus pertinentes sugerencias en cuanto al fondo y a la forma. Los profesores Ángela Iranzo Dosdad de la Universidad de los Andes, Gloria Elena Naranjo de la Universidad de Antioquia y Felipe Andrés Aliaga Sáez de la Universidad Santo Tomás, Bogotá, quienes tuvieron la paciencia de leer el texto y la voluntad de enriquecerlo con sus críticas constructivas y sus sugerencias bibliográficas, teóricas y metodológicas. Los colegas del Departamento de Filosofía e Historia del Derecho de la Pontificia Universidad Javeriana, con quienes compartí algunas ideas centrales del texto, en el marco de una serie de debates académicos interdisciplinares que el entonces director de esta unidad académica, Jorge González Jácome, organizó a lo largo del año 2014. El entonces director del Instituto Pensar, Roberto Carlos Vidal López, quien me alentó a abrir y dirigir una línea de investigación sobre los Estudios Migratorios en este instituto de investigación de la Pontificia Universidad Javeriana. Los compañeros y compañeras de la Comisión de Trabajo sobre Migraciones Forzadas, Exilio y Reconciliación, un espacio de aprendizaje colectivo, intercambio, reflexión, análisis e incidencia política en torno a las migraciones, el refugio y las fronteras en Colombia y en América Latina. Esta comisión está integrada por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), el Servicio Jesuita para Refugiados 11
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(SJR-COL), la Consejería en Proyectos (PCS), el Foro Internacional de Víctimas (FIV), la Pastoral Social, la Fundación Esperanza, el Consejo Noruego para Refugiados (NRC), el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH) y Rodeemos El Diálogo. La comisión cuenta, además, con el apoyo de expertos académicos como Ángela Iranzo, profesora de la Universidad de los Andes; Roberto Vidal, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana; Andrei Gómez, profesor de la Universidad de los Andes; Gloria Naranjo, profesora de la Universidad de Antioquia, y Felipe Aliaga, profesor de la Universidad Santo Tomás. La comisión cuenta, asimismo, con el apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
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Presentación ¿Es posible defender la universalidad de los derechos humanos como respuesta a los vacíos de protección de las personas migrantes en el mundo globalizado de hoy? Esta pregunta, guía de este libro, brota del contraste entre el discurso cada vez más cuestionado de los derechos humanos (y su universalidad) y la difícil situación que enfrenta la mayoría de los 244 millones de migrantes internacionales que hay en el mundo (ONU Desa, 2016) y los 65,3 millones de personas desplazadas forzadamente hasta el 31 de diciembre de 2015, entre refugiados, solicitantes de asilo y desplazados forzados internos (Acnur, 2016b). Se trata de una población que sufre serios vacíos de protección, debido al cierre de fronteras, al repliegue identitario de muchas sociedades de llegada, a los brotes de xenofobia y discriminación, a la indiferencia y al endurecimiento de las políticas migratorias y de refugio. El libro formula múltiples interrogantes sobre las migraciones en el actual contexto de la globalización, entendida en su complejidad plurívoca: como campo de lucha o de relaciones de poder, como categoría heurística y como fenómeno de interdependencia sociopolítico, cultural y económico. El texto examina también el reto de problematizar y resignificar la universalidad de los derechos humanos, la soberanía de los Estados nacionales, el fundamento y el sentido del derecho de cara a la justicia, el estatuto epistemológico y las fronteras de las diferentes disciplinas de las ciencias sociales y nuestra misma “humanidad”, a propósito de las crisis de migrantes y refugiados que sacuden el mundo de hoy y, en particular, nuestro continente americano y Colombia. Este libro constituye una introducción a los estudios migratorios como campo emergente del saber, desde una mirada interdisciplinaria y en clave de justicia para comprender y enfrentar el reto mencionado y, también, desde un análisis crítico de los problemas globales y los márgenes epistemológicos, políticos y normativos de los discursos hegemónicos sobre las migraciones, los derechos humanos y la globalización. 13
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introducción Las migraciones contemporáneas entre la globalización del mundo y la universalidad de los derechos humanos Las migraciones representan hoy, en palabras de la Iglesia católica romana, un “signo de los tiempos” que anuncia el futuro de nuestra humanidad; un signum pronosticum, diría el filósofo alemán Immanuel Kant. Como buen signo, las migraciones contemporáneas no nos develan diáfana y prístinamente lo que denotan, a saber: nuestro futuro como humanidad. Nos dejan simplemente entrever que en el futuro los seres humanos se moverán a lo largo y ancho del mundo cada vez más globalizado, tal como lo hacen hoy los flujos de información y capital, como lo hacen, desde hace millones de años, “las corrientes y las mareas, los vientos y los climas, los continentes a la deriva y las masas de tierras que se mueven y se levantan, se incendian y se dislocan” (Banks, 1994, p. 62). Como lo plantea la investigadora francesa Catherine Wihtol de Wenden (2012), ¿por qué la “globalización de la migración tarda en encontrar su legitimidad en la escena internacional mundial”? Luego de un primer periodo de migraciones masivas (1880-1920), el mundo entró desde los años 90 en un segundo periodo caracterizado por la globalización de los flujos. Mientras que en el transcurso del siglo XIX, las migraciones concernían ante todo a los europeos, hoy a la movilidad de los ricos se ha sumado la migración de las poblaciones originarias de los países pobres. Además, otras formas de migraciones, forzadas y voluntarias, de corto y largo plazo, han aparecido. Pero esta globalización de la migración tarda en encontrar su legitimidad en la escena internacional mundial. (Wihtol de Wenden, 2012, p. 10)
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Por un lado, en vez de replantear sus políticas, leyes y también pautas culturales más acordes con esta nueva realidad global de un “mundo en movilidad”1 —realidad que Wihtol de Wenden llama la globalización de la migración o la globalización de los flujos (2012)— los Estados tienden a criminalizar la migración llamada “económica” y a imponer todo tipo de restricciones al otorgamiento del estatuto de refugiado a millones de personas que huyen de la guerra, la miseria, las sistemáticas violaciones de los derechos humanos o las catástrofes medioambientales2 (debido a la naturaleza o al hombre mismo) en sus países de origen. Los Estados abordan el desarraigo, el exilio, las migraciones y todas las demás formas de movilidad humana3 como si estos fueran excepciones a la regla en un mundo cada vez más globalizado: adoptan la política del avestruz. Según Anthony Giddens y Philip W. Sutton (2014), la globalización entendida como “los diversos procesos mediante los cuales las poblaciones humanas geográficamente dispersas establecen entre sí un contacto más estrecho y más directo, creando una comunidad o una sociedad global” (p. 22), refleja, paradójicamente, las desigualdades existentes y las asimétricas posibilidades de poder encarnadas, por ejemplo, en el hecho de que los más libres para circular son las élites ricas, mientras que los más necesitados (las víctimas de guerras, conflictos, catástrofes naturales, pobreza y la economía global) tienen muchas restricciones para movilizarse. Sin embargo, Saskia Sassen advierte que los migrantes (incluso los que son “pobres”) no son simplemente víctimas pasivas o espectadores de la globalización, son también los agentes de esta; por lo que, de acuerdo con la socióloga holandesa, hay que cambiar la narrativa de la migración en la que se deba evitar sustancializar o esencializar a los sujetos migrantes bajo categorías como la “otredad” y la “etnicidad”, para comprender que “la migración es uno de los procesos constitutivos de la globalización actual, aunque no sea reconocida o no esté representada como tal en los registros generales de la economía global” (Sassen, 2013, p. 17). 1
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No solo hay migraciones en el mundo, sino que el mundo mismo está en movilidad pasando de ser un mapa rígidamente dividido en Estados nacionales (con sus territorios y poblaciones respectivos) a una “aldea global” atravesada por flujos, mecanismos y procesos de interdependencia. Marc Augé (2007) señala que “la movilidad sobremoderna se refleja en el movimiento de la población (migraciones, turismo, movilidad profesional)” (p. 15). “Se estima que hoy existen 38 millones de refugiados medioambientales en el mundo”, afirma Catherine Wihtol de Wenden (2012, p. 88). “La movilidad humana incluye a personas emigrantes, inmigrantes, solicitantes de refugio, refugiadas, asiladas, apátridas, migrantes y desplazadas internas, víctimas de trata de personas y tráfico ilícito de migrantes y sus familias desde su dimensión de género, generacional, étnica, ambiental, entre otras” (Defensores del Pueblo, 2009, p. 1).
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Los migrantes ejercen su agencia a través de múltiples procesos, por los cuales, por ejemplo, “los elementos globales son localizados, los mercados internacionales de trabajo son constituidos y las culturas de todo el mundo son desterritorializadas y reterritorializadas” (Sassen, 2003, p. 29). Esa agencia se evidencia en la articulación cada vez más estrecha que se teje entre los movimientos migratorios y las condiciones fundamentales de la globalización actual, a través de tres tendencias principales que Saskia Sassen (2003) caracteriza de la siguiente manera: a) la geoeconomía de los movimientos migratorios internacionales, que explica la presencia de patrones en común a través de diversos movimientos y ofrece un contexto fundamental para comprender la dinámica que hace de una condición generalizada de pobreza, desempleo o subempleo un factor de expulsión; b) la conformación actual de mecanismos que vinculan a los países de origen con los países receptores, en especial los efectos de las diversas formas de globalización económica; y c) la exportación organizada de mano de obra, ya sea legal o ilegal. (pp. 171-172)
A la par con el debate en torno al rol de los migrantes en la globalización actual, o a su papel como espectadores o agentes de esta, vale resaltar que muchas redes y organizaciones especializadas en el tema migratorio se han dado el propósito explícito de luchar por quitar el control de la migración de las manos de los Estados nacionales y así convertirla en un asunto en el que la humanidad, en la medida en que es afectada por la migración —más allá de los contornos de los Estados nacionales y los límites de su soberanía territorial—, tiene que participar en su solución. Aunque falta mucho por hacer para posicionar la legitimidad de la migración como asunto global, sin embargo, hay que reconocer que cada vez más el derecho (en particular, el derecho internacional) trata de responder tanto a las presiones de las redes, organizaciones y la sociedad civil globales, así como a los múltiples interrogantes que vienen de la ética política, la sociología, la antropología, las ciencias políticas y muchas otras disciplinas de las ciencias sociales sobre los asuntos globales. Esto ha contribuido a generar y enriquecer un debate interdisciplinario (entre juristas y académicos de otras disciplinas) y multilateral (entre académicos, practitioners y los mismos migrantes), así como entre quienes toman decisiones jurídicas y un gran conjunto de otros actores sociales no estatales e incluso supraestatales, en torno al tema migratorio en concreto.
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Pensar las migraciones contemporáneas como un asunto global implica mirar no solo la globalización de los flujos desde y hacia prácticamente todos los países del mundo, además de la gran diversificación de las formas, temporalidades y modalidades de los sujetos y flujos migratorios —tal como lo menciona Wihtol de Wenden (2012)—, sino también otras dimensiones “globales”. Por ejemplo, hoy en día hay un gran conjunto de factores heterogéneos pero inextricables que provocan las migraciones tales como la guerra, la economía global, la desigualdad, la exclusión, el calentamiento global, los conflictos étnicos, etc. Esto vuelve muy difícil la tarea de distinguir entre migraciones forzadas y migraciones voluntarias o entre causas nacionales (ocurridas en un territorio nacional) y causas supranacionales o globales (ocurridas en el planeta): se fluidifica e incluso se tiende a romper la dualidad entre lo global y lo local. Además, si bien gran parte de las migraciones se dan en territorios muy determinados, muchas de ellas exigen una acción global por parte de instituciones también globales (por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas) que vaya más allá de las competencias soberanas de cada Estado. Por lo tanto, algunos autores proponen incluso una gobernanza global de las migraciones. Finalmente, con los avances de la ciencia y la técnica, los seres humanos tenemos la posibilidad de ver y escuchar informaciones (y también interactuar con ellas) en tiempo real de lo que ocurre en el mundo, desde nuestros dispositivos móviles (celulares, computadores portátiles, etc.) y la comodidad de nuestros hogares y lugares de trabajo; esto contribuye a visibilizar más rápidamente los dramas que enfrentan los migrantes y a despertar —a veces— indignación y solidaridad por parte de la “humanidad”. Esto va muy de la mano con el planteamiento de los promotores del derecho global, según el cual hay asuntos que competen a la humanidad porque le afectan a ella en cuanto tal y, por lo tanto, exigen que ella misma los solucione como “comunidad política” (la “humanidad” no es la suma aritmética de los seres humanos que vivimos en el planeta Tierra): de allí la necesidad de un orden jurídico global —fundamentado en esta comunidad política global— que vaya más allá del derecho internacional considerado como un sistema interestatal westfaliano.4 4
Nos referimos al llamado nuevo orden diplomático e incluso, según algunos juristas, al derecho internacional propiamente dicho, basado en el concepto de soberanía nacional. Este nuevo orden tuvo lugar en el Primer Congreso Diplomático, realizado en Westfalia, tras un proceso en que se firmaron los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster, el 15 de mayo y 24 de octubre de 1648, que dieron fin a la guerra de los Treinta Años en Alemania y la guerra de los Ochenta
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Más allá de estas disputas en torno al carácter global o no de las migraciones y de los planteamientos a favor y en contra (que retomaremos más adelante), un hecho es cierto: no tenemos ideas “claras y distintas” (a la “cartesiana”) de cómo será el futuro de nuestro mundo atravesado de lado a lado por los flujos y sujetos migrantes tan heterogéneos y cada vez más globalizados; mucho menos tenemos el control de este futuro. Esta incertidumbre, que imposibilita en gran medida la tarea de la “gestión migratoria”5 (concepto tan criticado por académicos y organizaciones de migrantes por su enfoque instrumental y aparentemente contrario al enfoque de protección de los derechos humanos), es motivo de gran preocupación para los Estados nacionales, una de las principales invenciones de la modernidad. De hecho, la falta de control es una de las características esenciales de nuestros tiempos llamados “posmodernos” (o tiempos de la “segunda modernidad” o de la “modernidad líquida”); nos da la sensación vertiginosa de que todo se nos escapa de las manos. La Razón (con R mayúscula) pierde cada vez más fundamento ante un mundo en permanente cambio y fuera de control: no puede ni hacerse dueña del mundo ni legislar de acuerdo con sus reglas supuestamente universales (siguiendo con los metarrelatos de la modernidad ilustrada). Nos encontramos hoy en una época de transición:6 de la aparente planificación y el control absoluto de todo —tan característicos de la modernidad, en un mundo kafkiano o en la jaula de hierro weberiana— a la obligada pasividad ante los acontecimientos que nos suceden —a nuestra vulnerabilidad ante los inminentes e imprevisibles riesgos—, al caos, a las preguntas sin respuestas, al miedo y el sentimiento de inseguridad que todo ello nos provoca. “El desorden mundial”: es el nombre con que algunos han
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Años entre España y los Países Bajos. Estos dos tratados contaron con la participación de prácticamente todos los principales gobernantes de la Europa de entonces, entre los cuales están el emperador español, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (Fernando III de Habsburgo), los reyes de Francia y Suecia, las Provincias Unidas y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico. Se define la gestión migratoria como “las diversas funciones gubernamentales relacionadas con la cuestión migratoria y el sistema nacional que se encarga, en forma ordenada, del ingreso y la presencia de extranjeros dentro de los límites de un Estado y de la protección de los refugiados y otras personas que requieren protección” (OIM, 2006, p. 29). Desde el Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana, entendemos las transiciones como cambios estructurales que tienen lugar en distintos niveles (global, regional y nacional) en la sociedad, la cultura, la política, la economía, el mundo, a raíz de (o conjuntamente con) acontecimientos coyunturales. Desde la línea de investigación Estudios migratorios, analizamos las transiciones epistemológicas (en términos de cambios en valencias [en términos de fuerza y capacidad] y de ambivalencias [contradicciones, ambigüedades, tensiones] en categorías, teorías, metodologías y otros instrumentos mentales de aproximación a la realidad de las migraciones) que se dan en el paso de un mundo “planificado” y “controlado” (propio de la modernidad, actualmente en crisis) a otro mundo más bien imprevisible y “líquido”.
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pretendido caracterizar esta “transición”. En una entrevista con la revista Semana (2016), el pensador italiano Carlos Bodoni afirmó que “estamos en una transición delicada entre la modernidad en crisis y una nueva condición que aún no ha sido bautizada y, como cada interregno, está caracterizada por la anomia, por la ausencia de leyes, las anteriores ya no tienen ningún valor y las nuevas deben ser elaboradas”. Desde la academia, y principalmente desde el campo emergente de los estudios migratorios, estamos obligados a movernos entre claroscuros, fronteras, zonas grises, intersticios, márgenes, aguas turbias y realidades ambiguas, ambivalentes y más oscuras que claras. Esto nos obliga a dinamizar, a hacer más fluidos nuestros marcos de pensamiento para acercarnos a las migraciones contemporáneas (en el actual contexto de la globalización) como objeto de estudio. De allí la importancia de articular epistemologías, metodologías y teorías emergentes, no con el afán de inventar por inventar, sino por hacer el necesario esfuerzo del concepto para adecuar nuestro pensamiento a la realidad, siempre dinámica y dialéctica. Los estudiosos de las migraciones estamos obligados a “migrar constantemente” epistemológica, teórica y metodológicamente, tras la compleja, ambivalente y heterogénea realidad de las migraciones. ¿Hasta cuándo durará esta “transición”? Es una incógnita. Las migraciones contemporáneas cristalizan esta transición indefinida que los Estados tratan de controlar mediante la vigilancia de las fronteras y la restricción de los flujos humanos por todos los medios, principalmente a través de políticas, legislaciones y arreglos institucionales cada vez más estrictos. Pero, una cosa es cierta: la realidad es mucho más compleja y escurridiza que los dispositivos normativos, institucionales y políticas de control. Efectivamente, a pesar de todas esas limitaciones que ponen los Estados en contra de los flujos y los sujetos migrantes a través del globo (en unos países más que en otros), las migraciones siguen reconfigurando este mundo en transición: según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), una de cada treinta y cinco personas en el planeta es migrante internacional. En América Latina y el Caribe en concreto, la emigración (intra y extrarregional) se ha convertido en una característica fundamental de nuestra región. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), el total de emigrantes latinoamericanos y caribeños alcanzó la cifra de 25 millones en 2005, lo que representó el 13 % del total de migrantes internacionales en el mundo y el 4,1 % de la población regional. Según datos más recientes de la Cepal (2014):
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Cerca de 28,5 millones de latinoamericanos y caribeños residen en países distintos al de su nacimiento, 70 % de ellos en Estados Unidos, mientras que la población inmigrante asciende a 7,6 millones de personas, de los que la mayoría procede de otras partes de la propia región.
Por otro lado, un total de 3 331 107 de colombianos vivían en el exterior en 2005, según el censo realizado en el mismo año por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Un informe especial que publicó la revista colombiana Semana (2014b) indica que “la Cancillería [colombiana] estima que hay 4,7 millones de colombianos en el extranjero, es decir, 10 por ciento de la población”. La mayoría de los colombianos viven en Estados Unidos (1 626 200), España (1 085 700), el resto de Europa (185 650), Venezuela (940 000), Ecuador (350 150), Canadá (94 000), Panamá (65 800), Asia (58 750), México (51 700), Costa Rica (51 700), Argentina (50 000), Reino Unido (39 950), Chile (27 300), Perú (10 000). Urge actualizar las estadísticas y la caracterización de los migrantes colombianos en el exterior, desde una visión mucho más crítica. Por lo tanto, cada vez más las fronteras se convierten —en un mundo supuestamente “abierto”— en muros, murallas y fortalezas que impiden la llegada de seres humanos realmente necesitados de la protección internacional por parte de otros Estados (diferentes a los suyos de origen); mientras que dichas personas tratan incansablemente —aún a costa de la propia vida7 y en manos de traficantes ilegales de migrantes— de atravesar estas fronteras por todos los medios. Así pues, se restringe la globalización, entendida como integración humana (de individuos, mas no de naciones, según uno de los fundadores del liberalismo Adam Smith),8 por culpa de las restricciones estatales a la circulación de los seres humanos (potenciales manos de obra para el mercado del trabajo que, según el pensador británico, debía extenderse “a toda costa”). No aparece aún la “mano invisible” (para seguir con la célebre metáfora de Adam Smith) que debería facilitar automáticamente la armonización entre las ofertas y demandas de manos de obra en los mercados 7
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Según la OIM (2016): “En lo que va del año las muertes suman 2 809, en comparación con las 1 838 muertes registradas en los primeros seis meses de 2015. En otras palabras, en el Mediterráneo en 2016 ha habido 1 000 muertes más que en el primer semestre del año pasado, aun cuando faltan unas tres semanas para llegar a la mitad de 2016”. De hecho, Adam Smith (1994) criticó en su libro Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones la política de la Europa de su tiempo que, según él, “al no dejar a las cosas en perfecta libertad, da lugar a otras desigualdades mucho más importantes [...] al obstruir la libre circulación de trabajo y el capital, tanto de un empleo a otro como de un lugar a otro” (p. 178).
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nacionales de trabajo y, en consecuencia, esta integración humana soñada por Adam Smith, porque los Estados se empeñan en controlar los flujos de entrada a sus territorios. Además, los extranjeros —principalmente quienes vienen de países pobres y buscan protección internacional u oportunidades económicas— que llegan a las puertas de dichos Estados (sobre todo, en los países desarrollados o del Norte) son considerados más como amenazas (que hay que atacar o dejar que se estrellen contra los muros) que como mano de obra útil y mucho menos como seres humanos dotados de derechos fundamentales, de dignidad y cuyas vidas son sagradas. Así, la globalización se experimenta de dos maneras diferentes e incluso opuestas, dependiendo de qué lado de ella se encuentre el migrante o el extranjero, tal como lo explica Roberto Carlos Vidal López: Un mundo visible y publicitado, constituido por procesos ordenados de apertura de fronteras, dominio del panorama económico por grandes empresas multinacionales, donde trabajan ejecutivos bien entrenados en un sistema mundial de educación, familiarizados con aeropuertos y vuelos internacionales y que disfrutan breves vacaciones en lugares exóticos del planeta. Y otro modo de experimentar el proceso, en el que participan grandes masas de pobres sin acceso a los sistemas educativos, personas que con inobjetable racionalidad buscan mejorar su nivel de vida o el de sus descendientes, realizando largos y difíciles viajes desde los campos hasta los cinturones de miseria urbanos, o, excepcionalmente, poniéndose en manos de traficantes o contrabandistas para emprender viajes más largos hacia países ricos, en los que viven en condiciones de ilegalidad o de refugio. (2007, p. 29)
El derecho internacional responde también de manera diferenciada a cada uno de ambos lados: para los primeros existe “el Derecho de las migraciones, los tratados sobre Derechos de trabajadores migrantes capacitados y los estímulos para la naturalización de personas con capital para invertir”, mientras que para los segundos “existen las políticas antidrogas, los muros en las fronteras, rodeados de dispositivos de ‘cacería’, los regímenes potestativos de visas y permisos, la protección restrictiva y temporal a través del Derecho de los refugiados” (Vidal López, 2007, p. 29). Durante los últimos años, hemos vivido en Colombia, muy fuertemente, esta diferencia entre los dos modos de experimentar la globalización y las respuestas de los Estados con respecto al derecho internacional de los
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refugiados. Mientras que miles de colombianos siguen huyendo del conflicto armado “interno” y de la violencia de las llamadas “bandas criminales” (bacrim) hacia las fronteras de los países vecinos (por ejemplo, hacia el Darién en Panamá, hacia Carchi y Esmeraldas en Ecuador, y hacia Táchira y Zulia en Venezuela),9 algunos exfuncionarios colombianos10 viajan en avión a Panamá, a Estados Unidos de América y a Europa para solicitar asilo político a fin de no responder por los cargos que la justicia colombiana les imputa. Los mecanismos de protección internacional, en este caso el régimen de refugio, en los Estados de llegada funcionan para unos colombianos y no para otros. Dicho régimen es cada vez más restrictivo e incluso inoperante para quienes realmente necesitan de protección internacional. De allí la necesidad de criticar la “justicia” del derecho internacional en general (más específicamente el derecho internacional de los derechos humanos), tomando en cuenta las condiciones de posibilidad y los límites del derecho mismo y, en particular, de los derechos humanos en el marco de la modernidad colonial (por ejemplo, los dos antecesores de los derechos humanos, el Ius Gentium o derecho de gentes y los derechos del hombre y del ciudadano) y el actual contexto de la globalización capitalista (o capitalismo global). Haremos esta “crítica”11 del derecho y en concreto de los derechos humanos desde el análisis del discurso que más adelante explicaremos.
Migraciones y derechos humanos Desde el caso concreto de las migraciones, ¿cómo caracterizar esta realidad ambivalente llamada la globalización? Por un lado, esta se caracteriza por la “mundialización” de los flujos desde y hacia todos los países y la gran 9 10
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Dichos Estados endurecen cada vez más sus regímenes políticos y jurídicos de refugio. Por ejemplo, María del Pilar Hurtado, directora del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) entre 2007 y 2009; Luis Carlos Restrepo, alto comisionado para la paz entre 2002 y 2009; Andrés Felipe Arias, ministro de Agricultura en la administración del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Los tres “prófugos” alegaron la supuesta falta de garantías en procesos judiciales que se adelantan en contra de ellos. María del Pilar Hurtado, Juan Carlos Restrepo y Andrés Felipe Arias se acogieron al asilo político en 2010, 2011 y 2014, respectivamente, para evitar responder por cargos que les imputaron: por las chuzadas del DAS; por la falsa desmovilización del frente “Cacica Gaitana” de la guerrilla las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc); y por el escándalo de Agro Ingreso Seguro. Véase Semana (2014a). Vale subrayar que, el 31 de enero de 2015, María del Pilar Hurtado se entregó a la justicia colombiana en el aeropuerto internacional Tocumen de la Ciudad de Panamá, ante la negativa del Gobierno panameño de otorgarle el asilo político el 14 de enero de 2015 y la activación internacional de la circular roja de la Interpol en contra de la “prófuga” el 30 de enero de 2015. Para nosotros, la crítica es una analítica de las condiciones de posibilidad y de los límites de una categoría, una realidad o —en este caso— un discurso como el de los derechos humanos que legitima un campo del saber, ciertos modos de ser y determinadas prácticas.
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diversificación de dichos flujos y los sujetos implicados en estos prácticamente en todos los continentes (Wihtol de Wenden, 2012): las migraciones contemporáneas así entendidas constituyen un rasgo característico de la globalización de nuestro mundo actual. Zygmunt Bauman (2013) explica que la actual globalización “ha dado un nuevo lustre al viejo problema [la plenitud del planeta] y una significación totalmente nueva y una urgencia sin precedentes”, a saber, una aguda crisis de la industria de eliminación de residuos humanos, ya que la globalización se ha convertido en una “cadena de montaje de residuos humanos o seres humanos residuales” en constante aumento, quienes han sido “despojados de sus hasta ahora adecuados modos y medios de supervivencia tanto en el sentido biológico como sociocultural del término” (p. 17). En pocas palabras, la globalización plantea con carácter de urgencia la pregunta: ¿cómo dar un lugar en el actual mundo globalizado a “los residuos humanos”, es decir, a seres humanos desarraigados (sin hogar y sin mundo) que sobran en el planeta y que, para sobrevivir, erran en busca de hospitalidad? Por el otro lado, la globalización constituye también una categoría heurística que “llama la atención sobre aquellas dinámicas que trascienden las viejas unidades de análisis en los diferentes campos del saber” (Fazio Vengoa, 2011, p. 136) e incluso plantea una “necesidad global de acción” (Höffe, 2007, p. 9). Dicha categoría reproblematiza tejidos de temas y preguntas de nuestros tiempos actuales; lo que lleva también a la reproblematización de campos del saber, del poder e incluso del ser. Por ejemplo, ¿qué significa hoy ser “ciudadano”?, ¿hasta dónde es real la soberanía de los Estados en un mundo globalizado?, ¿qué entendemos por derecho?,12 etc., son ejemplos de algunas reproblematizaciones contemporáneas —que llevan incluso a escrutar con ojos nuevos los mismos interrogantes, tal como lo hace Shapiro (2011) con la pregunta acerca de qué es el derecho— exigidas por la globalización como categoría. Las llamamos “reproblematizaciones” porque no es hoy cuando la humanidad empieza a plantearse estas preguntas, pero ellas cobran un sentido diferente en nuestro contexto actual. La globalización como categoría epistémica ha servido para resignificar estas 12
Para Shapiro (2011), la pregunta “What is Law?” lleva a preguntarse por la misma pregunta “What is ‘What is Law?’”, de tal modo que se pueda “examinar algunas respuestas poderosas que se han dado históricamente a la pregunta ‘What is Law?’; y, finalmente, proponer una nueva, y mejor, respuesta” (p. 3). El autor sugiere la necesidad de replantear la pregunta para poder abrir nuevos horizontes de respuestas; por ejemplo, plantea el derecho como un sofisticado mecanismo de planificación social, más precisamente como “instrumentos universales que nos capacitan para coordinar nuestras conductas de manera intra e interpersonal” (p. 194). El derecho se debe de entender, según el autor anglosajón, desde el modelo de la planificación, y su interpretación como la de un plan.
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preguntas, reproblematizarlas y abrir nuevos horizontes de respuestas o, por lo menos, de sentidos. Finalmente, la globalización nos sitúa en un campo de lucha discursiva, en la que se confrontan concepciones sobre ella e incluso en el seno de una misma corriente de pensamiento. Por ejemplo, Adam Smith plantea en su Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones13 que la globalización es un proceso de integración humana (a través de la ley de la oferta y demanda de la mano de obra extranjera) que propulsaría la división internacional del trabajo y la extensión del mercado. Esta concepción originariamente “liberal” de la globalización, que pone paradójicamente la centralidad en lo humano —en la movilidad humana, entiéndase migración de mano de obra, más que en la circulación de bienes y capital—, está lejos de dominar las leyes y políticas migratorias de los Estados liberales, por más que estos últimos traten de tomar en consideración “los acuerdos internacionales sobre derechos humanos, la extensión de varios derechos sociales y políticos a los inmigrantes residentes durante los últimos veinte años, la multiplicación de actores políticos involucrados con la cuestión de la inmigración y los efectos interactivos entre la inmigración y otros procesos” (Sassen, 2003, p. 46). De hecho, tal como lo veremos, uno de esos importantes objetos de disputa de este campo de lucha o relaciones de poder llamado globalización es la pregunta de si la migración es o no un asunto global. Cobra relevancia así el problema objeto de nuestra investigación, a saber, la posibilidad o no de responder a los vacíos de protección de las personas migrantes en la era de la globalización por medio de la universalidad de los derechos humanos. En este sentido, conjuntamente con la categoría plurívoca de la globalización, la universalidad ocupa también un lugar muy importante en la investigación. La Declaración “Universal” de los Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), define un ideal de humanidad (basado en la dignidad intrínseca de cada ser humano como miembro de la familia humana) y una serie de derechos fundamentales que reconoce a todos y a cada uno por ser simplemente un ser humano.14 Las migraciones constituyen una prueba de fuego para la 13
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Adam Smith (1994) afirma que “la capacidad de intercambiar da lugar a la división del trabajo, así la profundidad de esta división debe estar siempre limitada por la extensión de esa capacidad, o en otras palabras por la extensión del mercado” (p. 49). Otra perspectiva del derecho global cuestiona la universalidad de los derechos humanos, en razón de la conservación intacta del colonialismo en la famosa Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) de 1948; desde allí reescribe una historia verosímil de los derechos humanos (Clavero, 2014).
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“universalidad” de los derechos humanos, ya que a algunos seres humanos se les niegan esos derechos supuestamente “universales” por el hecho de que no pertenecen a los Estados adonde llegan (no son ciudadanos de estos) o simplemente por estar del otro lado de la globalización.15 ¿Qué significa entonces esta universalidad? ¿Es una realidad o una ficción? Además, muchas intervenciones orientadas nominalmente a proteger y defender los derechos humanos a través del globo terminan “minando su legitimidad [de los derechos humanos] como una base universal para las políticas exteriores”, ya que dichas intervenciones no son suficientemente consistentes para aplicar los mismos criterios de los derechos humanos y con la misma fuerza tanto a los fuertes como a los débiles; lo que ha llevado, entre otras razones, a las culturas del mundo no occidental a “ver los derechos humanos como una justificación del imperialismo moral occidental”: esto nos plantea el reto cultural e intelectual de validar la universalidad de las normas en sí mismas (Ignatieff, 2003, p. 48). Michael Ignatieff termina planteando que “necesitamos dejar de pensar los derechos humanos como triunfos”, y más bien “pensarlos como un lenguaje que crea la base para la deliberación”, es decir: ellos no son “el credo universal de una sociedad global” (algo así como una religión secular o una “idolatría”), sino simplemente “un vocabulario compartido desde donde partan [o puedan partir] nuestros argumentos” (2003, p. 95). “Globalización del mundo” y “universalidad de los derechos humanos”: las migraciones permiten abordar ambos fenómenos en sus complejidades y ambivalencias. En este sentido, nos interesa el derecho global (como propuesta alternativa de derecho, promocionada por el jurista español Rafael Domingo Oslé, entre otros) porque argumenta que el derecho no se puede reducir a las leyes y normas vigentes, ni al derecho positivo o a lo que dicte la voluntad de los Estados (la tradicional postura positivista), sino que debe estar abierto a la humanidad (con sus imaginarios) y al dinamismo de la realidad global en todas sus dimensiones económica, política, cultural, etc. Pero, ¿cómo articular el derecho global, de tal modo que reconozca la diversidad de sistemas jurídicos, de actores sociales, de culturas, y favorezca el diálogo simétrico entre ellos (para que no termine provocando las mismas sospechas e incluso la falta de legitimidad, mencionados, que padecen los derechos humanos)? Esto exige la “descolonización” del saber jurídico, principalmente euro-americano. 15
Es un ejemplo claro de lo que sostiene Boaventura de Sousa Santos (2014), a saber: “Los derechos humanos no son universales en su aplicación” (p. 69).
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Las migraciones se convierten en una encrucijada en la que se evidencian las insuficiencias o carencias de los instrumentos del derecho internacional (de los derechos humanos, del derecho de los refugiados, del derecho de las minorías, etc.) y la incapacidad del modelo del Estado moderno (y su principio “absoluto”, la soberanía) para alcanzar, por una parte, la “globalización humana” que debería basarse en el encuentro y la integración de las personas (más allá de la migración de mano de obra); y, por la otra, la “universalización de los derechos humanos” que habría de ser a la vez fundamentada en la dignidad de todos y de cada uno e “historizada” o “concretada” a favor de los necesitados de protección —o por lo menos, en términos más humildes, como lo subraya Ignatieff (2003), en un punto de partida y un lenguaje común para una conversación entre los seres humanos—. Por ejemplo, las insuficiencias y limitaciones del derecho internacional para responder a los vacíos de protección que enfrentan los migrantes que están en, lo que llamaremos, “zonas grises” de las migraciones, evidencian una grave necesidad de justicia. En fin, este libro señala las preguntas centrales que brotan de los márgenes conceptuales-epistemológicos, teóricos, políticos y socioculturales en torno al discurso dominante sobre los derechos humanos; márgenes que las migraciones actuales evidencian de manera elocuente en la era de la globalización. Nos centraremos de manera particular en los migrantes internacionales, que no son considerados como refugiados (o asilados políticos). Nos enfocaremos en los 244 millones de seres humanos que se han movido “voluntariamente”16 en busca de mejores oportunidades de trabajo, empleo y vida en general a través del globo: desde sus países de origen o residencia habitual hacia otros territorios. Los refugiados y desplazados internos, ambos reconocidos en el derecho internacional, han opacado durante el siglo pasado la realidad de otras categorías de migrantes forzados y los migrantes llamados “voluntarios”. Vale reconocer que la línea de demarcación o frontera entre migrante forzado y migrante voluntario nunca ha sido clara o nítida. ¿Dónde empieza el carácter voluntario de la migración? ¿Dónde termina su carácter forzado? La “voluntariedad” es condicionada por un conjunto de factores estructurales o sistémicos (el capitalismo global, las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, las guerras “globales”, etc.) que fuerzan a su vez al migrante a tomar la decisión de emigrar, mientras que lo “forzoso” por 16
La cifra exacta que dio la ONU en 2013 es 231 522 215 de personas (ONU Desa, 2013). Sin embargo, esta cifra fue actualizada en un informe publicado por la ONU en 2016 (ONU Desa, 2016).
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sí solo nunca lograría explicar en su totalidad el acto emigratorio porque el ser humano siempre tiene la posibilidad de tomar decisiones. De hecho, la complejidad de las motivaciones que los seres humanos tienen para emigrar y la multiplicidad de significados que el acto de emigrar tiene para cada uno muestran lo inadecuado que resulta el uso de un único concepto (migración, movilidad o cualquier otra categoría) para nombrar tan diversa realidad. Dice Saskia Sassen (2013) al respecto: La inmigración es un proceso sujeto a la voluntad y a la acción de seres humanos con identidades y trayectorias vitales que no pueden encajarse simplemente en el concepto “inmigrante” que sirve a los intereses políticos, económicos y sociales del país receptor. (p. 185)
El simple hecho de plantear en términos binarios (migrantes forzados frente a migrantes voluntarios) una realidad tan compleja provoca cierta sospecha. Ante la dificultad taxonómica de clasificar las migraciones, los Estados terminan por definir ellos mismos (según criterios muy cuestionables o, en algunos casos, evidentemente incorrectos) cuáles migrantes son económicos o voluntarios y cuáles son refugiados, o simplemente los ponen a todos (incluso a otras categorías de migrantes forzados no reconocidos como refugiados) en el mismo “saco” bajo múltiples denominaciones criminalizantes tales como: “intrusos”, “amenazas”, “ilegales”, etc. Además, estas confusiones o márgenes de imprecisión acaban por dejar sin protección internacional a millones de seres humanos que, evidentemente, no son ni migrantes voluntarios ni simplemente migrantes económicos porque fueron forzados a huir de sus tierras; pero los motivos de su migración forzada aún no son considerados por el derecho internacional de los refugiados como causales de refugio (lo veremos más adelante) tales como: los impactos de los “desastres ambientales”, las “políticas económicas erróneas” (las consecuencias de las minerías a gran escala y de modelos de desarrollo, por ejemplo), la violación sistemática de los derechos humanos, la violencia de género, etc. Por eso, se encuentran en las zonas grises: no son ni refugiados (estatuto al que no tienen derecho y acceso en virtud de la normativa internacional actual) ni migrantes voluntarios.17
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Catherine Wihtol de Wenden (2012) los llama la categoría de los “ni… ni”.
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Las decisiones de los Estados con respecto a los migrantes que se encuentran en las zonas grises18 (¿existe otra manera de nombrar a dichos migrantes que no son aún clasificados, ni siquiera nombrados oficialmente por el derecho internacional?) no son, como diría el filósofo del derecho norteamericano Ronald Dworkin en Los derechos en serio (2002), necesariamente las correctas. Es urgente e indispensable que los Estados tomen en serio los derechos de los refugiados y, sobre todo, los derechos humanos supuestamente “universales”, de los que todas las personas deberían gozar, incluso los migrantes y, principalmente, quienes necesitan de protección internacional. Sean legales o “indocumentados”, “migrantes voluntarios” o “refugiados”; más allá de taxonomías, categorizaciones y estigmatizaciones. Desde la línea de investigación Estudios Migratorios del Instituto Pensar, deseamos que este estudio ayude a estudiantes de pregrado y posgrado, colegas profesores e investigadores, activistas de la sociedad civil y entidades que intervienen en migración a comprender mejor en nuestra actual era de la globalización uno de los “problemas” centrales de nuestro mundo, a saber: ¿qué sentido tendrían hoy día los derechos humanos, declarados “universalmente”, al contrastar el discurso de su universalidad con la dura realidad de las migraciones contemporáneas? La “reconstrucción” de este problema es importante para lograr cierta claridad en medio de tantas ambivalencias, transiciones, oscuridades, espejismos y confusiones que iremos evidenciando a lo largo del texto. Que esta investigación permita también reproblematizar un conjunto de discursos (el universalismo occidental, el Estado nacional, la soberanía estatal, el derecho internacional, etc.) e invite a buscar nuevos horizontes de respuestas teóricas y ético-políticas a la problemática contemporánea de las migraciones.
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Nos inspiramos en Zygmunt Bauman (2006) para adoptar el nombre de “migrantes en zonas grises”, principalmente cuando el sociólogo polaco describe cómo “los problemas hermenéuticos persisten como un ‘espacio gris’ que circunda el mundo familiar de la vida cotidiana” (p. 90). El espacio gris (o zona gris, como lo llamamos) “está habitado por desconocidos; por los aún-no clasificados, o, más bien, clasificados por criterios semejantes a los nuestros, si desconocidos por nosotros” (p. 90).
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Este libro se terminรณ de imprimir en javegraf durante el mes de marzo de 2017
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Introducción a los estudios migratorios
Wooldy Edson Louidor es magíster
ISBN 978-958-781-048-6
9 789587 810486
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Víctor Galeano, Crisis en la frontera colombo-venezolana.
Migraciones y derechos humanos en la era de la globalización
introducción a los estudios migratorios
¿Es posible defender la universalidad de los derechos humanos como respuesta a los vacíos de protección de las personas migrantes en el mundo globalizado de hoy? Introducción a los estudios migratorios responde a esta pregunta desde una mirada interdisciplinaria que problematiza y resignifica la universalidad de los derechos humanos y la soberanía de los Estados nacionales, para señalar que las crisis de migrantes y refugiados obligan al derecho internacional, la llamada comunidad internacional, a justificar su papel en la actualidad. A partir de una relectura de Emmanuel Lévinas, Ignacio Ellacuría, Ronald Dworkin, Rafael Domingo Oslé y el papa Francisco, Wooldy Edson Louidor articula una propuesta ética, política y jurídica de la hospitalidad, a propósito de las crisis migratorias que sacuden el mundo globalizado de hoy y que introducen los estudios migratorios como un campo emergente del saber ocupado de la posibilidad total que tendrán todos los seres humanos de moverse a lo largo y ancho del mundo, como lo hacen hoy los flujos de información y del capital.
Wooldy Edson Louidor
imagen de cubierta:
Wooldy Edson Louidor
en Filosofía Latinoamericana de la Universidad Santo Tomás (Colombia) y filósofo con especialización en Ciencias Sociales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (México). Actualmente es profesor e investigador del Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar, de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Es líder de la línea de investigación en Estudios Migratorios del mismo Instituto. Entre sus últimas publicaciones están Articulaciones del desarraigo en América Latina (2016) y El papel de la cultura en la construcción de la democracia (2015).
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