José del Rey Fajardo, S. J.
Educadores, ascetas y empresarios Tomo I José del Rey Fajardo, S. J.
Educadores, ascetas y empresarios Tomo II
José del Rey Fajardo, S. J. Felipe González Mora
José del Rey Fajardo, S. J. D E L A U N I V E R S I DA D J AV E R I A N A ( 1 6 1 2 - 1 7 7 3 )
Dos tomos José del Rey Fajardo, S. J. Felipe González Mora
L A FA C U LTA D D E T E O L O G Í A
Los jesuitas en Honda, 1634-1767 Entre el esplendor y las cenizas.
La Facultad de Teología de la Universidad Javeriana (1612-1773), obra que presentamos al lector colombiano, consta de dos libros y un apéndice. El primer libro está dedicado a la respuesta de la Universidad Javeriana a la demanda intelectual del Nuevo Reino de Granada. Allí se estudian los marcos fundacionales, las estructuras jurídicas, las titulaciones, la organización académica, la formación integral, entre otros. El segundo libro entra de lleno en el alma de lo que fue la Facultad de Teología como el proyecto universitario javeriano. Así se hace referencia a la metodología practicada en la enseñanza de las ciencias eclesiásticas y la escolástica como método. En el apéndice, se incluye la “Bibliografía filosófico-teológica del claustro javeriano”, que les ofrece a los estudiosos de la materia la consulta directa de los manuscritos coloniales.
Profesor titular de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Doctor en Letras de la Universidad de Los Andes (Mérida) y en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana. Académico de número (Sillón S) de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela. Miembro correspondiente de las academias Colombiana de Historia, de la Boyacense de Historia y de la de Cartagena. Rector fundador de la Universidad Católica del Táchira (Venezuela). Desde 1992 miembro del Observatorio Nacional de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Ciencia y Tecnología en su máximo nivel y emérito desde el año 2007. Doctor honoris causa por las universidades de Los Andes (Mérida); Zulia (Maracaibo); Rómulo Gallegos (San Juan de Los Morros) y Cecilio Acosta (Maracaibo). Su bibliografía histórica contiene 55 libros. En la actualidad se desempeña como presidente del Consejo Superior de la Universidad Valle del Momboy (Valera, Estado Trujillo).
LA FACULTAD
DE TEOLOGÍA de la
UN I V E R S I DA D J AV E R I A NA
(1612-1773)
José del Rey Fajardo, S. J. Imagen de cubierta: Fragmento del documento “Defensa de tesis doctoral de la Universidad Javeriana”, 1728. Archivo Histórico Javeriano Juan Manuel Pachecho, S. J., fondo Javeriana Colonial.
La Facultad de TeologĂa de la Universidad Javeriana (1612-1773)
La Facultad de TeologĂa de la Universidad Javeriana (1612-1773)
JosĂŠ del Rey Fajardo, S. J.
Reservados todos los derechos
Corrección de estilo:
© Pontificia Universidad Javeriana
Ricardo Andrés Manrique
© José del Rey Fajardo, S. J.
Diagramación:
ISBN: 978-958-781-148-3716-316-2 Número de ejemplares: 200 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Marcela Godoy Diseño de cubierta: Ignacio Martínez Impresión:
Javegraf
Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7. a n. o 37-25, oficina 1301 Edificio Lutaima Teléfono: 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial editorialpuj@javeriana.edu.co Bogotá, D. C.
Pontificia Universidad Javeriana | vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de may o de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.
Rey Fajardo, José del, S.J., 1934-, autor La Facultad de Teología de la Universidad Javeriana : 1612-1773 / José Del Rey Fajardo, S.J. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología, 2017.
482 páginas ; 24 cm Incluye referencias bibliográficas páginas (403-482) ISBN : 978-958-781-148-3
1. JESUITAS – HISTORIA - 1612-1773. 2. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA. FACULTAD DE TEOLOGÍA - HISTORIA. 3. JESUITAS EN COLOMBIA – HISTORIA - 16121773. 4. JESUITAS Y EDUCACIÓN. 5. COLOMBIA – HISTORIA – SIGLOS XVI-XVII. I. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología. CDD 271.53 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J. inp
17 / 10 / 2017
Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.
Contenido
Introducción
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libro i La respuesta de la Universidad Javeriana a la demanda intelectual del Nuevo Reino de Granada
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Capítulo I Los proyectos intelectuales de la Compañía de Jesús neogranadina I. La génesis de la entidad denominada Provincia del Nuevo Reino y Quito II. La fundación de la Viceprovincia del Nuevo Reino y los fundadores III. Las ofertas jesuíticas a la sociedad neogranadina Capítulo II La Universidad Javeriana vista desde las estructuras jurídicas I. Algunas precisiones jurídicas necesarias II. Los marcos jurídicos de la Universidad Javeriana III. La conflictiva biografía de las titulaciones universitarias Capítulo III La organización académica de la Universidad Javeriana colonial I. La identificación y ubicación de la Universidad Javeriana II. El claustro III. Las actividades curriculares IV. Los actos académicos ordinarios y extraordinarios V. Los grados VI. Actividades culturales extracurriculares
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Capítulo IV Los horizontes de la formación integral javeriana I. La formación de la conducta personal y social II. La formación religiosa III. La Academia y la Congregación como instrumentos para la excelencia académica, cívica y religiosa
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Capítulo V Los rectores de la Universidad Javeriana colonial
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Capítulo VI El Director de Estudios Superiores
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l i b r o i I La Facultad de Teología
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Capítulo I La Facultad de Teología Catálogo de algunas cuestiones de la primera parte de Santo Tomás (Summa Theologiae) De la primera de la segunda (Ex prima secundae) De la segunda de la segunda (Ex secunda secundae) La tercera parte (Ex tertia parte) De los sacramentos en general Capítulo II La metodología docente en la Facultad de Teología I. Las humanidades como fundamento de la cultura II. La Escolástica como método Capítulo III Las cátedras de la Facultad de Teología La cátedra de Prima La cátedra de Vísperas La cátedra de Teología Moral La cátedra de Sagrada Escritura
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A p é n d ic e Bibliografía Filosófico-Teológica del Claustro Javeriano Siglas, archivos y bibliografía I. Siglas II. Archivo III. Bibliografía
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Introducción
Para poder entender la fuerza del carisma mundial de los jesuitas hay que remontarse al día 15 de agosto de 1534 cuando en el barrio parisino de Montmartre se reunieron siete intelectuales para comprometerse en una gran aventura: “La búsqueda algo inmenso”.1 El impacto de ese día fue tan grande que Simón Rodrígues (polémico jesuita portugués), 40 años más tarde, recordará con nostalgia que en aquel recogimiento “había brotado en su corazón una nueva devoción, que lo llenó de un asombro inenarrable”.2 Se había sembrado la primera semilla fundacional de lo que sería la Compañía de Jesús. Con todo, habría que esperar a 1540 para que el Papa Paulo III, con la Bula Regimini militantes ecclesiae (27 de septiembre de 1540), les confiriera la carta de ciudadanía dentro de la Iglesia católica. Los arquitectos de esta empresa universal se habían formado en la Universidad de París, hervidero de ideas, confrontaciones y deseos de modernización, y por ello captaron rápidamente la ruptura creciente que se operaba en el viejo mundo entre las instituciones educativas, sus métodos y sus maestros y, por otra parte, la presión de las corrientes renovadoras que necesitaban garantizar un status social emergente a las nuevas sociedades. Sospechamos que el ideal de estos ilusos consistía en asegurar una integridad que generara una tradición histórica, la cual, por encima de los tiempos, pudiera concederle la impresión de eternidad. Para ello acuñaron el concepto de “Misión” de tal forma que como Michael Sievernich comprueba esta voz “corresponde a la primera generación de jesuitas pues recoge el profundo simbolismo que constituyó para
Jean LACOUTURE. Jesuitas I. Los conquistadores. Barcelona-Buenos Aires-México, Ediciones Paidós (1994) 106.
Larissa TAYLOR. Heresy and Orthodoxy in Sixteenth Century Paris: François Le Picart and the Beginnings of the Catholic Reformation. Leíden (1999). Citado por Jonathan WRIGHT. Los jesuitas. Una historia de los “soldados de Dios”. Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona), Debate (2005) 34.
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los ignacianos empeñados en dar respuestas a los retos globales que les propiciaba el mundo nuevo”.3 Y este embrujo de su concepción de la “Misión”4 dotó a los fundadores de energías y proyectos ilusorios encuadrados todos ellos en el reto de la creatividad y por ello sus obras suelen ser un escenario propicio a las analogías y un campo tentador para las metáforas. En los espacios solemnes de la meditación histórica, el tiempo deja de ser una secuencia de hechos fragmentarios para definir un ámbito en el que el pasado adquiere significado, ejemplaridad y deseo de convertirse en tradición. En consecuencia, el vitalismo institucional tuvo la capacidad moral de dotar a las primeras generaciones de energías y proyectos ilusorios encuadrados todos ellos en lo que Alfonso Alfaro denomina la cuaterna paradójica. En primer lugar, el compromiso adquirido en la interioridad de la experiencia religiosa. En segundo término, la obediencia que suponía una total disponibilidad de sus personas para la misión y la adquisición de un espíritu de cuerpo, todo lo cual implicaba una sintonía con los ideales de la Orden, así como también con los mandatos de los superiores. Como tercer requisito se buscaba una preparación elite que facultaba al jesuita para hacer frente a situaciones sin precedentes y sin posibilidad de consulta y deliberación, ya que en medio de tantas encrucijadas había que aportar soluciones a retos inesperados. Y finalmente la adaptación, que debía aprender las reglas del juego ajenas; penetrar lo más profundamente posible en el laberinto de imágenes y símbolos desconocidos y de esta forma tratar de precisar lo que divide para poder acentuar lo que une.5 En resumen, este reto exigía hombres formados en las mismas ideas y doctrinas, disciplinados en la misma metodología espiritual y actores eficaces de un ideal común. *** Con todo, es necesario resaltar que la “educación” es una identidad adquirida más allá del tiempo en que se define el carisma y la misión delineadas por las primeras Constituciones de la Compañía de Jesús. Sin
Michael SIEVERNICH. “La Misión de la Compañía de Jesús: inculturación y proceso”. En: José Jesús HERMÁNDEZ PALOMO y Rodrigo MORENO JERIA (Coord.). La Misión y los jesuitas en la América española, 1566-1767. Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Escuela de Estudios Hispano-Americanos (2005) 265-287.
Michael SIEVERNICH. “La Misión de la Compañía de Jesús: inculturación y proceso”. En: José Jesús HERNÁNDEZ PALOMO y Rodrigo MORENO JERIA (Coord.). La Misión y los jesuitas en la América española, 1566-1767. Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Escuela de Estudios Hispano-Americanos (2005) 265-287.
Alonso ALFARO. “Hombres paradójicos. La experiencia de la alteridad”. En: Misiones jesuitas. Artes de México. México, 65 (2003) 16-17.
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embargo, este hecho convirtió a los jesuitas en la primera orden religiosa que se consagró de forma institucional a la educación media y superior dentro de la Iglesia católica.6 Lo más cercano al sentir de aquellos seguidores de Ignacio de Loyola asumía la reeducación de las Europas divididas por las nuevas fronteras de la fe, así como la reconquista de las masas católicas a través de la educación y de los diversos modos de formación espiritual que idearon para llegar a las grandes masas. En verdad, hay encrucijadas que parecen imaginadas para poner a prueba imaginarios como la tradición, pero también como la corporación que desea pronunciarse a modo de esperanza, a modo de futuro. También es necesario precisar que la respuesta de la Compañía de Jesús a los planteamientos formulados por Occidente adoptaría nuevos rostros y nuevas fórmulas, tanto en América como en África, y ensayaría innovaciones radicales en ciertas misiones de Asia y en el continente descubierto por Colón. Si en 1540 el grupo fundador se reducía a 10 académicos, a la muerte de Loyola en 1556 contaba la Compañía de Jesús con 938 miembros, 4088 en 1574 y en 1600 había ascendido a 8272 y regía 236 colegios distribuidos por todo el mundo.7 La cronología de ingreso de la Orden de Loyola en la América hispana es tardía y doblado el siglo XVI: en 1566 llegan a la Florida, en 1567 al Perú, en 1572 a Méjico, en 1586 a Ecuador, en 1593 a Chile y posteriormente a la región de La Plata, al Paraguay y al Nuevo Reino. De manera semejante, el 1º de enero de 1605 se reunió a las faldas de Monserrate, que vigila la ciudad de Santafé de Bogotá, un grupo de jesuitas para soñar “algo grande”. Cuatro grandes figuras iluminarían la “búsqueda de algo inmenso” en las tierras neogranadinas que comparten el mar Caribe y los Océanos Atlántico y Pacífico. En primer lugar, hay que invocar a sus dos grandes arquitectos proyectistas: el Vice-Provincial Diego de Torres y el Rector del Colegio de Santafé Martín de Funes. El primero representaba la vitalidad de la Orden de Ignacio de Loyola en tierras americanas; y el segundo poseía una inquieta y atrevida personalidad
Para el proceso de evolución conceptual de Ignacio y de su Orden: ver Ladislao LUCKAS. De origine collegiorum externorum deque controversiis circa eorum paupertatem obortis 1539-1608. Roma, 1961.
Luce GIARD. “Le devoir d’intelligence ou l’insertion des jésuites dans le monde du savoir”. En: Luce GIARD. Les jesuites à la Renaissance. Paris, Presses Universitaires de France (1995) p. XIII.
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intelectual8 con la que colaboraría a diseñar el futuro de la actividad jesuítica en el Nuevo Reino.9 De ellos hablaremos más adelante. Además, entre los fundadores del Colegio de Santafé de Bogotá la Compañía de Jesús universal se hacía presente en el científico Juan Bautista Coluccini (1569-1641),10 y en el humanista José Daddey (1576?1660),11 quienes significaban la inserción de la Italia renacentista en tierras neogranadinas. Los de Loyola eran conscientes de que su presencia era el encuentro con el hombre moral: el espacio en que su existencia de individuo se hace historia. En última instancia el Nuevo Reino era un proyecto, una empresa, un horizonte al que la esperanza de sus hombres tendía las manos para construir un futuro. De esta forma se insertaba el Nuevo Reino de Granada en los prolegómenos de una historia intelectual de los jesuitas del Renacimiento y en la génesis neogranadina de cómo y por qué han concurrido a la obra común de engendrar la modernidad.12 En verdad, comprender la historia de la Academia de San Francisco Javier es clave para poder entender y explicar el significado de las actividades de los jesuitas coloniales en la geografía colombiana. Pero el alma inspiradora de todo este movimiento intelectual fue la Facultad de Teología, ciencia sagrada que se rige por valores permanentes, pero no inmóviles; valores constantes, pero no rancios; valores históricos, pero no pasajeros. Esa “persistencia del pasado” no es el temor a la adaptación a los nuevos tiempos, sino el deseo de afrontarlos con las elementales garantías que hemos de disponer en nuestro viaje hacia el mañana. Esa fue la tarea que se impusieron los catedráticos que intentaron construir el pensamiento colonial neogranadino con anterioridad a la Ilustración. En consecuencia, es necesario ubicarse en las etapas previas a la periodización que han establecido los historiadores coloniales en Colombia, la
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Giuseppe PIRAS. La Congregazione e il Collegio di Propaganda Fidei di J. Vives, G. Leonardi e M. de Funes. Roma, 1976.
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Alberto GUTIÉRREZ. “Gloria y tragedia del primer rector de Santa Fe”. En: Theologica Xaveriana. Bogotá 152 (204) 629-649.
José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas en la Javeriana colonial. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana (2002) 81-84.
José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas en la Javeriana colonial. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana (2002) 96-99.
Luce GIARD. “Le devoir d’intelligence ou l’insertion des jésuites dans le monde du savoir”. En: Luce GIARD. Les jesuites à la Renaissance. Paris, Presses Universitaires de France (1995) p. XV. Para un estudio de la misión e identidad de la Compañía de Jesùs nos remitimos a: Michael SIEVERNICH y Günter SWITEK (Edit). Ignatianisch. Eigenart und Methode der Gesellschaft Jesu. Freiburg-Basel-Wien, Aufl, 1991.
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cual toma como punto de partida la obra de José Celestino Mutis. Por ello, dejamos de lado investigaciones como las de Juan Manuel Pacheco,13 o los estudios y visiones desarrollados por Germán Marquínez Argote,14 o los aportes de Diana Soto Arango,15 o los más recientes representados, entre otros, por Santiago Castro-Gómez,16 Jaime Andrés Peralta17 y Renán Silva18. En este contexto se debería analizar cómo España traspasó a las tierras descubiertas por Colón su cultura científica. Ciertamente, la península ibérica vivía una depresión científica regional en el XVII cuando la primera revolución científica desplazó la ciencia aristotélica e incorporó la experimentación como nuevo medio para el conocimiento científico. Y sin embargo, como demuestra Alberto Dou, fue el Colegio Imperial de Madrid una excepción notable a la crisis hispana19 y la Universidad Javeriana siempre mantuvo vínculos con dicha institución educativa. Una demostración palmaria de nuestra tesis la encontramos al analizar la historia de las élites neogranadinas —civiles y eclesiásticas— ya que en gran parte se vinculan a la biografía del Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé20 que en definitiva es la obra de la Universidad Javeriana. El sentido de pertenencia e identidad fue siempre un distintivo de los “bartolinos” y de los “javerianos”. Supieron sembrarse como semilla prolífica en el cuerpo y en la geografía patria. Con toda razón escribía el más ilustre de los catedráticos de Filosofía de la Javeriana colonial, el P. Juan Martínez de Ripalda, en su libro De usu et abusu doctrinae divi Tomae, publicado en Lieja en 1704:
Juan Manuel PACHECO. Ciencia, filosofía y educación en Colombia (siglo XVIII). Bogotá, Ecoe Ediciones, 1984. [Esa edición no menciona para nada que el original fue publicado en Caracas: Juan Manuel PACHECO. “La ilustración en el Nuevo Reino”. En: Montalbán. Caracas, 4 (1975) 9-188].
Germán MARQUINEZ ARGOTE et alii. La filosofía en Colombia. Historia de las ideas. Bogotá, El Búho, 2001.
Diana SOTO ARANGO et alii. La ilustración en América colonial. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Ediciones Doce Calles-Colciencias, 1995.
Santiago CASTRO-GÓMEZ. La hybris del punto cero, raza e ilustración en la Nueva Granada (17501816). Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2005.
Jaime Andrés PERALTA. Los novatores: la cultura ilustrada y la prensa colonial de Nueva Granada (1750-1808). Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2005.
Renán SILVA. Los ilustrados de Nueva Granada (760-1808). Genealogía de una comunidad de interpretación. Medellín, Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2002.
Albert DOU. “Matemáticos españoles jesuitas de los siglos 16 y 17”. En: Archivum Historicum Societatis Iesu. Roma, 132 (1997) 301-321.
William JARAMILLO MEJIA. Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé: nobleza e hidalguía; colegiales de 1605 a 1820. Santafé de Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica (1996). Daniel RESTREPO, Guillermo y Alfonso HERNÁNDEZ DE ALBA. El Colegio de San Bartolomé: I. El Colegio a través de nuestra historia. Por el P. Daniel Restrepo S.J. II. Galería de hijos insignes del Colegio. Por Guillermo y Alfonso Hernández de Alba. Bogotá, Sociedad Editorial, 1928.
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A ustedes les debe la Teología ciento veinte Doctores, cuatrocientos doce Maestros la Filosofía, siendo más de quinientos treinta los títulos concedidos por toda la Academia… Recorran casi todas las provincias del Nuevo Reino y contemplen a sus laureados: unos revestidos de sagradas Ínfulas; cubiertos otros con las más ilustres Togas; unos rigiendo los pueblos con la santidad de las costumbres y con el alimento de la doctrina en los Templos; moderando otros las Ciudades desde los Tribunales con la equidad de las Leyes y con integridad incorrupta del Derecho. Todos ellos, finalmente decorados con algo de singular piedad y con el premio de la munificencia Regia. Ciertamente, toda esta gloria, cuan grande es, revierte a sus cultivadores.21
De esta suerte en las aulas javerianas se formó una parte importante del capital humano y social de lo que sería el virreinato. Además, siempre se mantuvo como ventana abierta a las corrientes intelectuales provenientes de Europa y a la vez centro de suministro de ideas, libros e inquietudes para mejorar las virtudes cívicas y la comunidad del pensamiento.22 Ésta fue la base de una ilustración indiana y por ello adoptamos la definición de Mario Hernández Sánchez-Barba que la conceptualiza como “una actitud, un estilo, un concepto, que permite elaborar y expresar un juicio, una idea, desde una posición eminentemente racional y crítica”. Y añade: no dispone de un espacio cultural en donde se produzca y desde donde se difunda al resto del mundo, “sino que se trata de una maduración que abarca un inmenso espacio de la sociedad occidental y que ofrece sus mejores resultados en el amplísimo escenario histórico del Atlántico y sus tierras continentales aledañas”.23 Por ello insistimos en que el “humanismo jesuítico” es el alma de la cultura barroca americana, “cimiento de una ilustración esencialmente literaria y política que […] produce el conflicto eminentemente romántico, expresado en dos direcciones: en la ideología política de la independencia […] y en el pensamiento crítico de la realidad económica”.24 Por otro lado, tanto el tema de la independencia de América, así como los conflictos territoriales que surgen con el nacimiento de las nuevas naciones americanas se interconectan, aunque de forma diversa, con la acción jesuítica en el subcontinente.
Juan MARTÍNEZ DE RIPALDA. Epístola dedicatoria. En: De usu et abusu doctrinae divi Tomae. Lieja, 1704.
José DEL REY FAJARDO. Jesuitas, libros y política en el Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé. Bogotá, Publicaciones Editores, 2004.
Mario HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA. “La ilustración indiana”. En: Historia de España. Vol. XXXI. Tomo. 2: La época de la ilustración. Madrid, Espasa-Calpe (1988) 293.
Mario HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA. “La ilustración indiana”, 295.
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A las matizaciones del espíritu ilustrado que en el campo cultural surgieron en la Universidad Javeriana25 hay que añadir la conciencia de frontera de todas las misiones jesuíticas que atenazaban el corazón de Sudamérica y la posición coherente que mantuvieron sus misioneros frente al Tratado de Límites de 1750.26 Como dato curioso deseamos hacer referencia al hecho de que los ignacianos pronto entendieran el valor que en tiempos de la colonia significaba la Plaza Mayor de la ciudad colonial. La experiencia azteca les hacía conscientes de las perspectivas que ofrecía La ciudad ordenada27 ya que como asienta Luciano Parejo “la trascendencia de tal concepto es clara pues sin él no se entiende ni el inmediato florecimiento en suelo americano de una intensa vida cultural y política propia, ni el edificio de gobierno político-administrativo capaz de articular tan vastos y diversos territorios”.28 Por ello es lógico pensar que estaban convencidos de que ese espacio urbano era sagrado y que cada ciudad se debía construir tanto con la riqueza de sus hitos, mitos y tradiciones, así como también con la toma de conciencia de que eran convocados como nuevos actores capaces de colaborar en la construcción de una nueva sociedad científica, social, educativa, cultural y espiritual. En consecuencia, la auténtica Plaza Mayor se erigía como un eterno presente pues era la única que podía convocar a los bogotanos y a la vez ser convocados por ella. La Plaza Mayor y la Manzana Jesuítica santafereñas son inseparables; han establecido un diálogo que a veces se identifica y a veces se contradice pues en última instancia es el hombre y las sucesivas generaciones los que piensan, sueñan, hacen y rehacen el ritmo de sus instituciones. Estas antinomias constituyen un proceso creador para la comprensión mutua, “circunstancia que empuja a ensayar caminos para definir una identidad
Juan Manuel PACHECO. “La ilustración en el Nuevo Reino”. En: Montalbán. Caracas, 4 (1975) 9-187.
Guillermo KRATZ. El Tratado hispano-portugués de límites de 1750 y sus consecuencias. Roma, Institutum Historicum, 1954. Manuel LUCENA GIRALDO. Laboratorio tropical. La Expedición de Límites al Orinoco, 1750-1767. Caracas, Monte Ávila Editores-Consejo superior de Investigaciones Científicas, 1991. Demetrio RAMOS PÉREZ. El Tratado de Límites de 1750 y la expedición de Iturriaga al Orinoco. Madrid, 1946. Daniel de BARANDIARÁN. “Brasil nació en Tordesillas”. En: Paramillo. San Cristóbal, 13 (1995) 329-774.
Allan R. BREWER-CARÍAS. La ciudad ordenada. (Estudio sobre -el orden que se ha de tener en descubrir y poblar- o sobre el trazado regular de la ciudad hispanoamericana, en particular, de las ciudades de Venezuela). Madrid, Instituto Pascual Madoz-Universidad Carlos III de Madrid-Boletín Oficial del Estado, 1997.
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Luciano PAREJO ALFONSO. “Prefacio: sobre el Autor y la Obra”. En: Allan R. BREWER-CARÍAS. La ciudad ordenada. (Estudio sobre -el orden que se ha de tener en descubrir y poblar- o sobre el trazado regular de la ciudad hispanoamericana, en particular, de las ciudades de Venezuela). Madrid, Instituto Pascual Madoz-Universidad Carlos III de Madrid-Boletín Oficial del Estado (1997) 21.
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cuestionadora y conflictiva, siempre en relación con ese otro que es también parte de uno mismo”.29 Esa Bogotá ha escuchado a la sabiduría de la Casa de los Saberes cuando las carencias han necesitado de sus luces, y sus intelectuales han tenido la obligación de interpretar dichas carencias y también las aspiraciones de los santafereños mucho antes que el diálogo. Han sabido mantener sus individualidades propias en un lar que las ha religado a un mismo destino: salir adelante en los laberintos de la historia. En definitiva, la ciudad de los hombres y la ciudad de las ciencias nos habitan y son habitadas por nosotros. Casi nos atreveríamos a afirmar que el primer espacio de encuentro con las culturas locales fue la gran Manzana Jesuítica que circundaba a la Iglesia San Ignacio de Bogotá, la Universidad Javeriana y la Plaza Mayor. Finalmente, es lógico pensar que tras haber estudiado las Facultades de Lenguas,30 Artes31 y la Cátedra de lengua indígena32 se concluya el proceso con la Facultad de Teología. Una advertencia final: es posible que se den repeticiones a lo largo del texto, pero hemos preferido facilitar al lector la consulta oportuna en su lugar adecuado. La obra que presentamos consta de dos Libros y un Apéndice. El Libro I está dedicado a la respuesta de la Universidad Javeriana a la demanda intelectual del Nuevo Reino de Granada. Allí se estudian los marcos fundacionales. Las estructuras jurídicas. Las titulaciones. La organización académica. La formación integral y otros diversos problemas. Se concluye con la lista de los Rectores y Cancilleres o “Directores de Estudios”. El Libro II entra de lleno en el alma de lo que fue la Facultad de Teología como el proyecto universitario javeriano. Así se hace referencia a la metodología practicada en la enseñanza de las ciencias eclesiásticas y la Escolástica como método. Y concluye con el estudio de los catedráticos que rigieron las diferentes cátedras que se dictaron en la Facultad: Prima, Vísperas, Moral y Sagrada Escritura. Hemos incluido en el Apéndice la “Bibliografía filosófico-teológica del claustro javeriano” para hacer viable a los estudiosos de la materia la consulta directa de los manuscritos coloniales.
Consuelo TRIVIÑO. “De Montaigne a Arciniegas: la escritura y la construcción del ser americano”. En: Cuadernos Hispanoamericanos. Madrid, 551 (1996) 61.
José DEL REY FAJARDO. La “Facultad de Lenguas” en la Javeriana colonial y sus profesores. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2004. José DEL REY FAJARDO. La Facultad de Lenguas de la Universidad Javeriana colonial y la República de las Letras neogranadinas. Bogotá, Editorial El Búho, 2010.
José DEL REY FAJARDO y Germán MARQUÍNEZ ARGOTE. La enseñanza de la filosofía en la Universidad Javeriana colonial (1623-1767). Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2010.
José DEL REY FAJARDO. La Universidad Javeriana, intérprete de la “otredad” indígena (siglos XVIIXVIII). Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2009.
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Finalmente, antes de concluir esta Introducción queremos advertir a nuestros lectores que sin duda les llamará la atención el hecho de que no se traten los grandes problemas teológicos de la época, por ejemplo, la gran disputa del Tratado “De auxiliis” que generó grandes polémicas en todo el mundo y también en el Nuevo Reino de Granada. Dada la magnitud del problema planteado hemos juzgado oportuno dejar para otro tomo el estudiar en detalle las polémicas suscitadas en Santafé por las concepciones teológicas de las diversas Escuelas que se dedicaron a la investigación y a la docencia de las ciencias divinas. Se titulará “Antinomias jurídicas y escolásticas entre dominicos y jesuitas en el Nuevo Reino de Granada”.
libro i La respuesta de la Universidad Javeriana a la demanda intelectual del Nuevo Reino de Granada
Capítulo I
Los proyectos intelectuales de la Compañía de Jesús neogranadina
I. La génesis de la entidad denominada Provincia del Nuevo Reino y Quito Para poder comprender el nacimiento de los estudios superiores en la ciudad de Bogotá juzgamos oportuno trazar un marco histórico que recoja los principales pasos históricos que hubo que recorrer para que se implantaran los cursos universitarios en la urbe fundada por Jiménez de Quesada. En 1542 se fundó el virreinato del Perú con su respectiva Audiencia, que comprendía Panamá, Nueva Granada, Quito, Nueva Castilla, Nueva Toledo, Chile, Tucumán, Buenos Aires y Paraguay. El General Francisco de Borja (1510-1572)1 nombró al P. Jerónimo Ruiz del Portillo (c.1532-1590)2 Provincial de las Indias Occidentales, el 16 de marzo de 1567,3 y este llegó a Lima el 1º de abril de 1568.4 La Congregación Provincial celebrada en 1588 solicitó a las autoridades romanas que al rector de Quito se le confiaran los ingentes espacios que
Cándido DE DALMASES. “Borja, Francisco de”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.-Universidad Pontificia de Comillas, II (2001) 1605-1611.
Francisco DE BORJA MEDINA. “Ruiz de Portillo, Jerónimo”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.-Universidad Pontificia de Comillas, IV (2001) 3437-3438.
Francisco DE BORJA MEDINA. “Ruiz de Portillo, Jerónimo”, 3438.
Véase: Armando NIETO. “Perú”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.-Universidad Pontificia de Comillas, III (2001) 3104-3105.
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componían los Reinos de Quito y el Nuevo Reino, y así comenzó la primera toma de conciencia de esas geografías, nuevas para la Compañía de Jesús.5 Los intentos fundacionales previos (1590-1604). La ciudad de Santafé ingresaría repentinamente en el acontecer histórico de la Orden de Ignacio de Loyola en dos curiosas oportunidades. La primera en 1590 gracias al Presidente de la Audiencia, don Antonio González, y la segunda en 1598 con la llegada del nuevo arzobispo a su sede santafereña, don Bartolomé Lobo Guerrero (c.1535-1622).6 El 8 de mayo de 1589 arribaba a Cartagena7 don Antonio González para tomar posesión de su cargo como Presidente de la Real Audiencia (15901597). Entró en Santafé el 29 de marzo de 15908 y se había desempeñado como oidor en Granada y también como miembro del Real Consejo de Indias. En su comitiva se encontraban los PP. Francisco de Vitoria (c.15451618) y Antonio Linero (¿?-Sevilla, 1 de junio de 1607),9 hermano del yerno del nuevo mandatario, y el coadjutor Juan Martínez.10 Al enterarse el Provincial del Perú, Juan de Atienza (1544-1592)11 de la presencia de tres miembros de su Orden dentro de su territorio, nombró al P. Antonio Martínez como superior de la reducida comunidad, quien acababa de entregar su cargo de Rector del colegio de Potosí.12 El nuevo Presidente anhelaba que los seguidores de Ignacio de Loyola permanecieran en Santafé en beneficio de la formación de la juventud, pues su presencia garantizaría la implantación de todo el currículo educativo
José JOUANEN. Historia de la Compañía de Jesús en la antigua Provincia de Quito 1570-1774. Quito, Editorial Ecuatoriana, I (1941) 53-54.
Juan Manuel PACHECO. Historia eclesiástica. Tomo II: La consolidación de la Iglesia. Siglo XVII. Bogotá, Academia Colombiana de Historia, vol. XIII (1975) 29-49. Juan Manuel PACHECO. “Don Bartolomé Lobo Guerrero, arzobispo de Santafé de Bogotá”. En: Ecclesiastica Xaveriana. Bogotá, 5 (1955) 123-152. Luis Carlos MANTILLA. Don Bartolomé Lobo Guerrero. Inquisidor y tercer arzobispo de Santafé de Bogotá (1599-1609). Santafé de Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1996. Paulino CASTAÑEDA DELGADO. “Don Bartolomé Lobo Guerrero, tercer Arzobispo de Lima”. En: Anuario de Estudios Americanos. Sevilla, XXXIII (1958) 57-103.
“Carta del presidente don Antonio González al Rey”. Cartagena, agosto 2 de 1589. En: Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá, XVII (1928) 199-200.
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“Carta del presidente don Antonio González al Rey”. Santafé, mayo 7 de 1590. En: Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá, XVII (1928) 208.
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ARSI. Historia Societatis, 43, fol. 103v.
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Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia. Bogotá, Editorial San Juan Eudes, I (1959) 66.
Enrique FERNÁNDEZ y Javier BAPTISTA. “Atienza Tapia, Juan de”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I (2001) 265.
Francisco MATEOS (Edit.). Historia General de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú. Crónica anónima de 1600 que trata del establecimiento y Misiones de la Compañía de Jesús en los países de habla española en la América Meridional. Tomo I: Historia General y del Colegio de Lima. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1944) 27.
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desde las primeras letras hasta la teología, e incluso el aprendizaje del idioma chibcha.13 Y a esta proposición se unía la comunidad jesuítica santafereña.14 Don Antonio González movió todos los resortes que juzgó necesarios para lograr sus fines y así se dirigió tanto a las autoridades hispanas como a las romanas y a las del Perú para reiterar la importancia de la Compañía de Jesús en sus proyectos sobre la jurisdicción a él encomendada. En enero de 1595 podría escribirle al rey Felipe II que, tras haberse reunido con ambos cabildos, “se resolvieron en que conviene mucho que la dicha Compañía se funde en esta ciudad, y pidieron que yo, en nombre de todos, le suplicase a S. M. como lo hago”.15 Y en otra misiva del 19 de abril del mismo año reiteraba su petición.16 Y tan diligente mandatario procedió a instar también ante la máxima autoridad jesuítica de Roma, pero la contestación fue negativa.17 La actitud del P. Claudio Aquaviva venía respaldada por la decisión de la Congregación Provincial de la naciente Provincia en la que le planteaba que en vista de la mucha dificultad con que el Provincial de Perú gobierna a aquellos súbditos suyos, por causa de la gran distancia, ordene terminantemente su Paternidad que se deje aquella misión, hasta que el Señor de la viña mande muchos operarios, con los que puedan abrir varias casas en aquel Reino.18
De esta suerte se clausuraba la corta estancia de los miembros de esta primera misión.19 Sin embargo, la salida fue escalonada. En 1592 partieron para el Perú el P. Antonio Martínez y el H. Juan Martínez y para España el P. Antonio Linero.20 El P. Francisco Victoria permaneció en la capital neogranadina hasta que en 1596 fue destinado a regentar el Rectorado de Quito (1596-1599).21 De allí fue llamado a Lima para desempeñar los cargos de
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“Carta de don Antonio González al Rey”. Santafé, mayo 3 de 1591. En: Guillermo HERNÁNDEZ DE ALBA. Documentos para la historia de la educación en Colombia. Bogotá, Patronato Colombiano de Artes y Ciencias, I (1969) 67-68. “Carta del Maestrescuela Francisco de Porras a Su Majestad”. Mayo 7 de 1591. En: Guillermo HERNÁNDEZ DE ALBA. Documentos para la historia de la educación en Colombia, I, 68-70.
AGI. Santafé, 231. Carta de los PP. Antonio Martínez, Francisco de Victoria, Antonio Linero y el H. Juan Martínez al Rey. Santafé de Bogotá, 1º de mayo de 1591.
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AGI. Santafé, 17. Carta del Presidente de la Audiencia al Rey. Santafé de Bogotá, 20 de enero de 1695.
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AGI. Santafé, 17. Carta del Presidente de la Audiencia al Rey. Santafé de Bogotá, 19 de abril de 1695.
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Antonio ASTRAIN. Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España. Tomo IV: Aquaviva (Segunda Parte) 1581-1615. Madrid, Administración de Razón y Fe (1913) 584.
José JOUANEN. Historia de la Compañía de Jesús en la antigua Provincia de Quito 1570-1774, I, 115.
Antonio ASTRAIN. Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España. Tomo IV: Aquaviva (Segunda Parte) 1581-1615, 581-584. PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 66-71.
ARSI. N. R. et Q., 14-I, fol. 25v. Carta del P. Francisco Victoria al P. Claudio Aquaviva. Santafé, mayo 13 de 1592.
José JOUANEN. Historia de la Compañía de Jesús en la antigua Provincia de Quito 1570-1774. Quito, Editorial Ecuatoriana, I (1941) 114-115.
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Rector y Maestro de Novicios en el recién fundado noviciado de San José (1599-1603).22 El año 1608 fue enviado a la Residencia de Panamá como Superior.23 Regresa a Bogotá el año 1610 para hacerse cargo del Colegio Máximo (1610-1613).24 Falleció en Bogotá en diciembre de 1618.25 El segundo ensayo (1598-1602). Más exitosa fue la experiencia protagonizada por el recién electo arzobispo de Bogotá don Bartolomé Lobo Guerrero en 1596. Se había desempeñado como Inquisidor en México desde 1583, y el 31 de octubre de 1596 Felipe II había firmado las ejecutorias para la mitra de Bogotá.26 Dada su amistad con la Orden de Ignacio de Loyola, solicitó del Provincial Esteban Páez que le permitiera llevar en su compañía a dos jesuitas y los designados fueron de los PP. Alonso de Medrano (1559-1648)27 y Francisco de Figueroa (1573-1623).28 Se embarcaron en Veracruz el 30 de abril de 1598 y, tras un viaje tormentoso,29 dieron vista a Cartagena el día 5 de octubre30 y llegaron a Bogotá el 28 de marzo de 1599.31 Con el advenimiento de don Bartolomé Lobo Guerrero a la mitra bogotana surgió un florecimiento de la vida espiritual de su diócesis y muy especialmente en la capital Santafé.32
Francisco MATEOS. Historia General de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú. Crónica anónima de 1600 que trata del establecimiento y misiones de la Compañía de Jesús en los países de habla española en la América Meridional. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, I (1944) 32. ARSI. N. R. et Q., 3, fol. 5. En carta del 9 de octubre de 1603 le notifica al General de la Compañía de Jesús haber dejado el Rectorado (ARSI. N. R. et Q., 1, fol. 34). Según el Catálogo de 1600 de la Provincia del Perú había sido “lector de casos” (Monumenta Peruana, VII, 248).
ARSI. N. R. et Q., 1. Epistolae Generalium, fol. 2. Con el ordinario de 4 de marzo de 1608.
ARSI. N. R. et Q., 14-I, fol. 80. Carta del Rector del Colegio de Santa Fe al P. General dándole cuenta de los ministerios del colegio. Santafé, 3 de noviembre de 1610.
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ARSI. Historia Societatis, 43ª, fol.18.
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Ernesto SCHAEFER. El Consejo real y supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria. Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, II (1947) 594.
Francisco ZAMBRANO. Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México. México, Editorial Jus, IX (1969) 297-323. José DEL REY FAJARDO. Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana (2006) 442-445.
José DEL REY FAJARDO. Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana (2006) 278-281. Francisco ZAMBRANO. Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México. México, Editorial Jus, VI (1966) 654-672.
Francisco DE BORJA MEDINA. “San Ignacio de Loyola en la fundación de la Provincia del Nuevo Reino y Quito: la tempestad calmada”. En: Theologica Xaveriana. Bogotá, 152 (2004) 607-628.
ARSI. N. R. et Q., Historia, 14-I. Descripción del Nuevo Reino de Granada en las Indias […] y misión de los PP. Alonso de Medrano y Francisco de Figueroa. Fol. 9 y ss. (Existe una copia en: Francisco Javier ALEGRE. Historia de la Compañía de Jesús de Nueva España. Roma, II [1958] 30-36).
Francisco ZAMBRANO. Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México. México, Editorial Jus, VI (1969) 660-661.
Juan Manuel PACHECO. Historia Eclesiástica. Tomo 2: La consolidación de la Iglesia. Siglo XVII. Bogotá, Historia Extensa de Colombia (1975) 44-45.
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En este contexto es conveniente destacar la acción del nuevo prelado en lo que significa la lucha contra la relajación de las costumbres pues, según le escribía al Rey, este Reino “es el más perdido y estragado en las costumbres” y así lo demostraba la acumulación de escándalos, controversias, injusticias sociales, procesos jurídicos falseados y fechorías de todo orden.33 No fue fácil para el arzobispo enfrentar la vida social y política de su arquidiócesis,34 como lo demuestran sus enfrentamientos con el Presidente Francisco Sande (1597-1602)35 y algunos miembros de la Audiencia,36 pero su espíritu organizador se sigue a través de su visión orgánica de lo que debía ser su responsabilidad religiosa37 y la dejó plasmada en las Constituciones sinodales de 1606.38 Su acción se extendería por casi dos quinquenios, pues el 8 de enero de 1609 abandonaba la sabana bogotana para dirigirse a Lima a fin de tomar posesión de ese arzobispado.39 Pero si nos centramos en los límites de nuestro estudio, debemos afirmar que el nuevo prelado era amigo de los jesuitas y el 16 de mayo de 1599 escribe Lobo Guerrero al Rey pidiéndole que permita fundar en la capital a los seguidores de Ignacio de Loyola pues “tomarían a su cargo leer las cátedras de teología, artes y gramática y se podría erigir universidad, que es muy necesaria en esta tierra”.40 No se quedaba atrás el Presidente de la Audiencia don Francisco Sande quien también se mostró propicio para favorecer a los recién llegados Alonso Medrano y Francisco Figueroa, e incluso quiso hospedarlos en su casa, pero estos prefirieron aposentarse en el hospital.41 El 24 de mayo, ocho días después de haber escrito al rey el prelado santafereño, lo hacía el propio Presidente en los siguientes términos:
Luis Carlos MANTILLA. Don Bartolomé Lobo Guerrero. Inquisidor y tercer arzobispo de Santafé de Bogotá (1599-1609). Santafé de Bogotá, Academia Colombiana de Historia (1996) 89.
Juan Manuel PACHECO. “Don Bartolomé Lobo Guerrero, arzobispo de Santafé de Bogotá”. En: Ecclesiastica Xaveriana. Bogotá, V (1955) 23-152.
Pedro RUBIO MERINO. “El Presidente don Francisco de Sande y don Bartolomé Lobo Guerrero, arzobispo de Santa Fe”. En: Bibiano TORRES RAMÍREZ, José J. HERNÁNDEZ PALOMO. Andalucía y America en el siglo XVI: actas de las II Jornadas de Andalucía y América [celebradas en la] (Universidad de Santa María de la Rábida, marzo, 1982). Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-Escuela de Estudios Hispanoamericanos, II (1983) 67-114.
Juan Manuel PACHECO. “El doctor Sangre”. En: Revista Javeriana. Bogotá, 42 (1954) 33-45.
Una excelente síntesis en: PACHECO. Historia Eclesiástica. Tomo 2: La consolidación de la Iglesia. Siglo XVII. Bogotá, Historia Extensa de Colombia (1975) 29-49.
“Constituciones sinodales del sínodo de 1606”. En: Ecclesiastica Xaveriana. Bogotá, V (1955) 153-201.
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 124.
“Carta del arzobispo del Nuevo Reino al Rey”. Santa Fe, mayo 16 de 1599. En: Guillermo HERNÁNDEZ DE ALBA. Documentos para la historia de la educación en Colombia, I, 80-81.
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 74.
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A esta ciudad vinieron dos teatinos de la Compañía de Jesús, llamados, el uno Padre Medrano, gran predicador y muy docto, y otro Francisco de Figueroa, buen letrado. […] Ha de hacer V. M. cuenta que no hay quien enseñe cosa ninguna sino son ellos, que los frailes van por otro camino, y por esta causa yo los he acariciado y ayudado, y les señalé la pensión que V. M. verá y que parece merecen más. Será V. M. servido de hacerles merced.42
Por su parte, los ignacianos de inmediato se consagraron a las labores sociales típicas de la Compañía de Jesús y, por deseo expreso del arzobispo, el P. Medrano inició una clase de Teología Moral para los clérigos y el P. Figueroa otra de gramática para los pajes del prelado y otros niños de la ciudad.43 Al final del año 1599 tanto el Arzobispo como el Presidente de la Audiencia solicitaban de la corona hispana los permisos para que los jesuitas se establecieran en el Nuevo Reino,44 y a ellos se adhirieron los cabildos de Bogotá, Tunja y Pamplona.45 Consciente el P. Medrano de todas estas negociaciones decidió dar los primeros pasos hacia la fundación jesuítica en la capital neogranadina y en consecuencia compró unas casas situadas en la esquina de la Plaza Mayor y su costo fue de 5.600,00 pesos. Gracias a la ayuda de Gaspar Núñez, quien donó mil ducados, el resto se negoció con un censo que se dividió en dos partes: 1.004 pesos para la dote de una capellanía instituida por Juan de Albis, y los restantes 2.200 pesos para Ínigo de Albis, hijo de don Juan.46 De esta forma los dos jesuitas entraron en posesión de estas casas el 4 de mayo de 1600.47 Con todo, no deja de ser curiosa la situación jurídica de estos dos jesuitas pertenecientes a la Provincia de México e insertos en los territorios de la Provincia del Perú. Por una parte, nos llama la atención el silencio de las autoridades ignacianas peruanas que se prolongó hasta el punto que el arzobispo Lobo Guerrero creyó conveniente enviar a los PP. Medrano y Figueroa para tramitar la aprobación regia y romana de la nueva fundación.48 AGI. Santafé, 17. Carta del Presidente Francisco Sande al Rey. Santafé, 24 de mayo de 1599.
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Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 74.
AGI. Santafé, 226. Carta del Arzobispo al Rey. Santafé, 6 de diciembre de 1599.
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ARSI. N. R. et Q., Historia, 14-I. Descripción del Nuevo Reino de Granada en las Indias […] y misión de los PP. Alonso de Medrano y Francisco de Figueroa. Fol. 16.
ARSI. N. R. et Q., 17. Fundationes, fol. 51 y ss. Véase: José Abel SALAZAR. Los Estudios Eclesiásticos Superiores en el Nuevo Reino de Granada (1563-1810). Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1946) 136-142.
ARSI. N. R. et Q., 17. Fundationes, fol. 54.
ARSI. N. R. et Q., 17. Fundationes, fol. 48: “y por haber dos años que salieron de la Nueva España y no han tenido orden ni resolución de los superiores del Perú de lo que han de hacer”. Carta del Señor Lobo Guerrero. Santafé, 6 de mayo de 1600. Citado por Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 79.
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En contraposición, el Provincial de México parece que intentó seguir de cerca el proceso según se desprende de una larga carta que remitió al P. General el 17 de febrero de 1601.49 Nos llama poderosamente la atención la siguiente información del P. Francisco Váez (1544-1619):50 “Y en este tiempo tuvimos noticia y algunos rastros de que no estaban tan en gracia del señor obispo, aunque sí del presidente” y por ello y otras razones “les pareció a los padres que nos juntamos, el año pasado, a congregación provincial, que sería bien que yo los enviase a llamar”.51 Sin embargo, a mediados de 1600, abandonaron Bogotá provistos de cartas de recomendación tanto de don Bartolomé Lobo Guerrero52 como de don Francisco Sande53 y del cabildo santafereño. Según el P. Váez les escribió varias cartas y según su testimonio le contestaron desde Cartagena que esperarían su parecer en La Habana y su deseo consistía en que regresaran a Nueva España, pero al parecer no recibieron estas misivas y prosiguieron su viaje a la Península.54 Posiblemente llegaron a Sanlúcar el 19 de mayo de 160055 y en tierras hispanas el P. Medrano redactó su escrito sobre la Descripción del Nuevo Reino de Granada en las Indias que hemos venido utilizando en este acápite. A pesar de que en sus inicios la respuesta del P. Claudio Aquaviva fue negativa, sin embargo, cambió de opinión al conocer los informes de los dos súbditos que venían del Nuevo Reino y las representaciones del P. Diego de Torres que había viajado a Roma como Procurador de la Provincia del Perú.56
ARSI. Mexicana, 17, fols. 6-11v. El P. Francisco Váez, Prov. al Padre Claudio Aquaviva, Gen. México, 5 de diciembre 1600-17 de febrero 1601. En: Félix ZUBILLAGA. Monumenta Mexicana, VII (15991602). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1981) 380-401.
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Francisco ZAMBRANO y José GUTIÉRREZ CASILLAS. Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México. Tomo XIV: Siglo XVII (1600-1699). México, Editorial Tradición S. A. (1975) 311-391.
Félix ZUBILLAGA. Monumenta Mexicana, VII (1599-1602). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1981) 392. La quinta Congregación Provincial se reunió en México del 2 al 9 de noviembre de 1599 (Félix ZUBILLAGA. Monumenta Mexicana, VI [596-1599]. Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu [1976] 641-656).
ARSI. N. R. et Q., 17. Fundationes, fol. 48.
ARSI. N. R. et Q., 17. Fundationes, fol. 49.
Félix ZUBILLAGA. Monumenta Mexicana, VII (1599-1602). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1981) 392-393.
Hugette y Pierre CHAUNU. Séville et l’Atlantique (1504-1650). Tomo IV: Le trafic de 1596 à 1620. Paris, École pratique des Hautes-Études. VIe section. Centre de recherches historiques. Collection «Ports, routes, trafics» (1956) 102-108.
Antonio ASTRAIN. Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España. Tomo IV: Aquaviva (Segunda Parte) 1581-1615, 587.
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El 14 de marzo de 1602 se dirige el General de la Orden al Presidente Francisco Sande para comunicarle el envío de media docena de jesuitas para instituir una casa estable.57 El 10 de noviembre de 1602 recomendaba el Consejo al Rey la solicitada fundación58 y el 30 de diciembre aprobaba el Rey Felipe III con su real cédula la anhelada licencia.59 Lamentablemente, ninguno de los dos agentes de la fundación pudo regresar por enfermedad,60 pero sus gestiones obtuvieron su resultado. Viceprovincia dependiente. El rápido y vital desarrollo que vivió la nueva entidad americana motivó a la Congregación Provincial del Perú, reunida en diciembre de 1600, a plantearse la división de la Provincia con el siguiente diseño. Se sugería la creación de la Viceprovincia del Nuevo Reino. Paraguay pasaba a la Provincia del Brasil. Tucumán y Chile, así como Quito, quedaban en el Perú.61 Y se enviaba como Procurador ante Roma y Madrid al P. Diego de Torres Bollo (1551-1638).62 Las diligencias del Procurador ante Madrid y Roma dieron como resultado que el 30 de diciembre de 1602 el Rey Felipe III otorgara una real cédula por la que autorizaba a los PP. de la Compañía de Jesús fundar en el Nuevo Reino de Granada.63 El 10 de marzo de 1603 escribía el General Claudio Aquaviva al P. Onofre Esteban, residente en Quito: “y de la división que V. R. y la congregación piden, llevará respuesta el P. Diego de Torres quando buelba”.64 En un documento del 7 de abril de 1603 se concretan las facultades que tendrán los Viceprovinciales del Nuevo Reino de Granada y el de La
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Antonio ASTRAIN. Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España. Tomo IV: Aquaviva (Segunda Parte) 1581-1615, 587.
AGI. Santafé, 1, n.º 271.
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AGI. Indiferente General, 2870, fol. 247v. Compañía de Jhs. Licencia a los Religiosos de la Compañía de Jhs para fundar en el Nuevo Reino de Granada. Corregida en Valladolid, 30 de diciembre de 1602. Texto en: Enrique FERNÁNDEZ. Monumenta Peruana. Tomo VIII: (1603-1604). Roma, Institutum Historicum Societartis Iesu (1986) 607-609.
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Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 80-81.
Enrique FERNÁNDEZ (Edit.). Monumenta Peruana. Tomo VIII: (1603-1604). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1986) 20*-21*.
Hugo STORNI. “Torres Bollo, Diego de”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.-Universidad Pontificia de Comillas, IV (2001) 3824-3825. José DEL REY FAJARDO. Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana (2006) 689-700.
“Felipe III a la Compañía de Jesús”. Valladolid, 30 de diciembre de 1602. En: Enrique FERNÁNDEZ (Edit.). Monumenta Peruana, VIII (1603-1604). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1986) 607-609.
“El P. Claudio Acquaviva, Gen. Al P. Onofre Esteban”. Roma, 10 de marzo de 1603. En: Enrique FERNÁNDEZ (Edit.). Monumenta Peruana, VIII (1603-1604). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1986) 47.
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Sierra (otras veces se llamará Viceprovincia de Charcas o Viceprovincia de Arriba).65 Y el 28 de julio del mismo año precisaba el P. General que “el Viceprovincial del Nuevo Reino tendrá el colegio de Quito, Santafé, Panamá y Cartagena”,66 es decir, que los territorios asignados eran Quito, Nuevo Reino y Panamá. Además sugiere que pueda ser el P. Diego de Torres el Viceprovincial.67 El 30 de abril de 1604 se daba a la vela Diego de Torres con 45 misioneros.68 En julio arribaron a Cartagena donde la expedición se desprendió de 12 sujetos que estaban destinados a dar comienzo a la viceprovincia del Nuevo Reino.69 El 22 de noviembre llegaba a la ciudad de Lima70 y aunque el General de los jesuitas lo había designado como Provincial del Paraguay, el P. Esteban Páez, máxima autoridad en el Perú, lo proclamó viceprovincial del Nuevo Reino.71 A mediados de 1605 llegaba Diego de Torres a Bogotá72 para hacerse cargo de la nueva fundación. II. La fundación de la Viceprovincia del Nuevo Reino y los fundadores El 23 de septiembre de 1604 llegaba a Santafé la expedición compuesta por los PP. Martín de Funes, José Dedei, Juan Bautista Coluccini, Bernabé Rojas y el H. Diego Sánchez.73 De esta suerte hacía su entrada en la joven Bogotá el grupo fundador de las tierras neogranadinas: América venía representada por el
“El P. Claudio Acquaviva, Gen. A los Provinciales del Nuevo Reino de Granada y de la Sierra”. Roma, c. 7 de abril de 1603. En: Enrique FERNÁNDEZ (Edit.). Monumenta Peruana, VIII (16031604). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1986) 153-154.
“El P. Claudio Acquaviva, Gen. Al P. Rodrigo de Cabredo, Prov.”. Roma, 28 de julio de 1603. En: Enrique FERNÁNDEZ (Edit.). Monumenta Peruana, VIII (1603-1604). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1986) 384.
“El P. Claudio Acquaviva, Gen. Al P. Rodrigo de Cabredo, Prov.”. Roma, 28 de julio de 1603. En: Enrique FERNÁNDEZ (Edit.). Monumenta Peruana, VIII (1603-1604). Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu (1986) 385-386.
Agustín GALÁN GARCÍA. El Oficio de Indias de los jesuitas de Sevilla 1566-1767. Sevilla, Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (1995) 220-221. Es curioso anotar que la Casa de Contratación divide al grupo en tres capítulos: 1) Destino: Chile, Quito, Santa Cruz, Río de la Plata, Tucumán al mando del P. Diego de Torres. 2) Perú al mando de del P. Diego de Torres. 3) Nuevo Reino de Granada al mando del P. Martín de Fuentes [error de transcripción: debe decir Funes].
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 92.
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 88.
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 104-105.
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AGI. Santafé, 242. Carta del P. Diego de Torres al Rey. Bogotá, 28 de enero de 1606.
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Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia. Bogotá, I (1959) 101. ARSI. N. R. et Q., 12-I. Carta Anua de 1605, fol. 19v.
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primer Vice-Provincial, P. Diego de Torres. Así, la nueva circunscripción neogranadina, ínsita en el corazón del mundo chibcha, se desgajaba de la del Perú y por ello es lógico que heredara su pasión por la vocación amazónica y su respuesta imitativa en la búsqueda del Marañón y del Orinoco. Y la Compañía de Jesús universal se hacía presente en el científico Juan Bautista Coluccini, en el humanista José Daddey y en el teólogo Martín de Funes.74 Uno de los jesuitas más visionarios de comienzos del siglo XVII en América es el P. Diego de Torres Bollo (1551-1638).75 Fue el organizador de lo que sería la futura Provincia.76 A su rica experiencia personal como Superior en las reducciones de Juli (Alto Perú: 1581-1585) y la de los jesuitas portugueses en Brasil con los “aldeamentos”, amén del conocimiento de los ensayos llevados a cabo por los franciscanos y en especial por el P. Luis de Bolaños (1550-1629), decide fundar las Reducciones del Paraguay, y este hecho le hace afirmar al historiador Antonio Astráin que, “aunque no hubiera hecho otra cosa en toda su vida sino empezar a promover esta obra admirable, tendría justos títulos a que todo el mundo lo respetase como a uno de los grandes bienhechores de la humanidad”.77 Pero, además, su nombre está ligado en la historia americana a su lucha contra el servicio personal de los indígenas del sur del continente.78 Sin embargo, su visión de América la fundamenta con la posición intelectual del P. José de Acosta, quien tuvo la audacia de releer el proyecto de América una vez que se acallaron las voces suscitadas por los “Justos Títulos” y que las meditaciones de Vitoria y la Escuela de Salamanca habían desplazado su quehacer teológico hacia una legislación
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia. Bogotá, I (1959) 88-90.
Hugo STORNI. “Torres Bollo, Diego de”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, IV (2001) 3824-3825. Enrique TORRES SALDAMANDO. Los antiguos jesuitas del Perú. Lima, Imprenta Liberal (1882) 111-118. Francisco ENRICH. Historia de la Compañía de Jesús en Chile. Barcelona, Imprenta de Francisco Rosal, I (1891) 305-310. C. LEONHARD. “El Cardenal F. Borromeo protector de las antiguas misiones del Paraguay”. En: Archivum Historicum Societatis Iesu. Roma, 1 (1932) 308-311. Rubén VARGAS UGARTE. “El P. Diego de Torres y el cardenal Federico Borromeo”. En: Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas. Buenos Aires, 17 (1934) 59-82. Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia. Bogotá, I (1959) 86-88; 104-107. M. J. BIELZA. “Esbozo biográfico del P. Diego de Torres Bollo”. En: Missionalia Hispanica. Madrid, 43 (1986) 9-45. Quintín ALDEA. “Diego de Torres, fundador de las reducciones del Paraguay”. En: Zamora y América. Zamora (1992) 313-333. G. PIRAS. M. de Funes e gli inizi delle riduzioni dei gesuiti nel Paraguay. Roma, Storia e Letteratura (1998) 41-118.
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Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 104-109.
Antonio ASTRAIN. Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España. Madrid, IV, 666. Pablo HERNANDEZ. Organización social de las doctrinas guaraníes de la Compañía de Jesús. Barcelona, Gustavo Gili (Edit.), I (1913) 7.
E. H. KORTH. Spanish Policy in Colonial Chile. The Struggle for Social Justice. Standford, Standford University Press (1968) 96-108.
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indiana más humana y cristiana. Su Historia natural y moral de las Indias Occidentales marca una nueva época en la historia del americanismo por la cualidad de sus fuentes, su sentido crítico y, sobre todo, porque propone una teoría del hombre americano y un cuadro general de los pueblos amerindios.79 El marco espacial de la Provincia neogranatense lo diseñaría en 1607 –tres años después de su llegada al Nuevo Reino– el P. Martín de Funes,80 hombre cosmopolita con mentalidad renacentista, quien venía de enseñar teología en Austria y había recorrido como Profesor de esa disciplina una buena parte de Europa, y quien pasaría a la historia eclesiástica romana como principal ideólogo del primer seminario de misiones extranjeras.81 Su inquieta y atrevida personalidad intelectual82 dejó sus huellas en el alma de la nueva Provincia. Miembro fundador de la Provincia del Nuevo Reino y su representante ante la Congregación General que se reunió en Roma en 1608, solicitaba la independencia de la Provincia del Perú y abogaba por la adquisición de una identidad propia en el Memorial 9° que presentó al P. General de los Jesuitas en Roma ese mismo año.83 Su visión geopolítica de lo que él denominaba “Provincia de Tierra Firme” abarcaba desde Panamá hasta Canarias (de donde esperaba conseguir vocaciones para tan magna empresa); también se incluían todos los Llanos hasta el Brasil, y por el norte comprendía las Islas de la Española y Cuba.84 Asimismo, suplicaría en 1607 al P. Aquaviva que interviniera a fin de que su Majestad “funde este colegio y universidad como se lo han pedido el Presidente, el Arzobispo, el Visitador de toda la Audiencia y la Audiencia misma”.85 Si Funes aportaba la visión de la Europa transmontana, Juan Bautista Coluccini (1569-1641)86 y José Daddey (1576?-1660)87 significaban la inserción de la Italia renacentista en tierras neogranadinas pues, como escribirá
Patrick MENGET. “Notes sur l’etnographie jésuite de l’Amazonie portugaise (1653-1759)”. En: Claude BLANCKAERT. Naissance de l’ethnologie? París, Les Editions du Cerf (1985) 190.
José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas de la Javeriana colonial. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana-Universidad Católica del Táchira (2002) 131-134.
José Luis SAEZ. “La visita del P. Funes a Santo Domingo y sus Memoriales sobre las Indias (1606-1607)”. En: Paramillo. San Cristóbal, 14 (1995) 573.
Giuseppe PIRAS. La Congregazione e il Collegio di Propaganda Fide di J. Vives, G. Leonardi e M. de Funes. Roma, Pontificia Università Gregoriana, 1976.
Martín de FUNES. Memorial 9°: Que la Viceprovincia del Nuebo Reino de Granada sea y se llame provincia. En: ARSI. Congregationes Generales, 52, fols. 209-210.
Véase la trascripción castellana en: José Luis SAEZ. “La visita del P. Funes a Santo Domingo y sus Memoriales sobre las Indias (1606-1607)”. En: Paramillo. San Cristóbal, 14 (1995) 605-606.
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ARSI. Congregationes Provinciales, 52, fol. 206. Memorial 6º.
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José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas en la Javeriana colonial, 81-84.
José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas en la Javeriana colonial, 96-99.
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Daniel de Barandiarán, la “empatía de los italianos es un caso relevante en la historia de la relaciones mundiales y de la captación antropológica de los pueblos más inverosímiles”.88 Ambos habían asimilado la respuesta original de la nueva Orden religiosa a la problemática renacentista creada por el cambio de mentalidad, por los grandes descubrimientos, por el nacimiento de las lenguas vernáculas y la formación de las nacionalidades, por la desmembración de las ciencias, por el conflicto entre la fe y la razón; pero a su vez aportaban la intuición de la Compañía de Jesús italiana: pasión por la lingüística, la retórica, la astronomía y la matemática,89 así como el convencimiento del valor del arte barroco.90 El inicio de las actividades académicas El 1º de enero de 1605 se inauguraron con toda solemnidad los estudios de humanidades en lo que a partir de 1623 sería la Universidad Javeriana.91 El elegido para pronunciar la clase inaugural sería el jesuita italiano P. José Dadey (c.1576-1660).92 Como buen humanista no solo enseñó a Nebrija sino que también inició a sus discípulos en “los meteoros y la esfera del P. Clavio”.93 Dotado del espíritu de las lenguas llegó a dominar cinco del Nuevo Reino.94 Años después regresaría a la Javeriana para regentar la Cátedra de Chibcha.95
Daniel de BARANDIARAN. “El Orinoco amazónico de las Misiones jesuíticas”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit.). Misiones jesuíticas en la Orinoquia. San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira, II (1992) 306.
Pedro DE MERCADO. Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús. Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, I (1957) 183. Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 104.
Patricia RENTERÍA SALAZAR. Arquitectura en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana (2001) 98-102.
ARSI. N. R. et Q., 12, fol. 33. Carta annua anonima, 1604-1605.
Véase: José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía de los jesuitas en la Venezuela colonial. San Cristóbal-Santafé de Bogotá, Universidad Católica del Táchira-Pontificia Universidad Javeriana (1995) 178-181.
Pedro DE MERCADO. Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús. Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, I (1957) 183.
Pedro DE MERCADO. “Por buena cuenta más de cinco fueron los idiomas que supo”. En: Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús. Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, I (1957) 183.
ARSI. N. R. et Q., 1. Epistolae Generalium. Carta del P. Claudio Aquaviva al P. José Dadey. Roma, 31 de mayo de 1620.
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De su ingente labor indigenista ha sobrevivido la Gramática y Vocabulario de la lengua mosca-chibcha.96 Al abrir los estudios de humanidades en la ciudad de Bogotá, la Compañía de Jesús presentaba a la sociedad neogranadina un proyecto más para colaborar con la creación de una matriz histórica capaz de generar sus valores fundantes para la naciente Nueva Granada. Soñaban con injertar a las juventudes neogranadinas en la modernidad que se había iniciado en la vieja Europa a lo largo del siglo XVI como fruto de la “revolución educativa”. En otras palabras, los hombres de Loyola habían asumido los significados de inserción en el mundo cultural de un talento colectivo de innovación que tenía conciencia de los mecanismos exigidos por una empresa fuera de lo común de capitalización intelectual, tales como la exigencia de funcionarios competentes que garantizaran el desarrollo expansivo de la monarquía hispana en tierras de Indias. De esta suerte podemos sintetizar que el aporte de la Universidad Javeriana colonial a las ciencias y saberes neogranadinos seguiría el siguiente cronograma: en 1605 se abrirían dos clases de gramática,97 los cursos de Filosofía en 1608,98 los de Teología Escolástica y Teología Moral en 1612,99 hacia 1613 la cátedra de Lengua indígena,100 la cátedra de Vísperas hacia 1616,101 la
Diccionario y Gramática chibcha. Manuscrito anónimo de la Biblioteca Nacional. Transcripción y estudio histórico-analítico por María Stella González de Pérez. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo. Biblioteca “Ezequiel Uricoechea”, n.° 1, 1987.
Gonzalo de LYRA. Letras Annuas de la Provincia del Nuevo Reino de Granada de los años 1611 y 1612. (ARSI. N. R. et Q., 12. Historia, I, fol. 63): “En dos clases de gramática leen dos de los Maestros, a buen número de estudiantes, de cuyo fruto ha gozado ya la ciudad oyendo declamaciones, oraciones latinas, viendo epigramas, hieroglíficos y otros géneros de poesías que en varias ocasiones de fiestas y exequias de la reina se han sacado a luz”.
José DEL REY FAJARDO y Germán MARQUÍNEZ ARGOTE. La enseñanza de la Filosofía en la Universidad Javeriana colonial (1623-1767). Bogotá, Editorial Pontifica Universidad Javeriana (2010) 43-44. Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia. Bogotá, I (1959) 109.
José DEL REY FAJARDO. Los precursores de la ‘Sociedad del conocimiento’ en la Javeriana colonial. Bogotá, Editorial El Búho (2010) 197, 250.
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ARSI. N. R. et Q., I. Epistolae Generalium. Aquaviva a Lyra, 28 de enero 1614, fol. 33 (Luego en 1613 ya estaba funcionando). Los Estudios superiores de Teología se abrieron en 1612. Cfr. Letras Annuas de la Provincia del Nuevo Reyno de Granada de los años 1611 y 1612. (ARSI. NR et Q., 12-1, fol. 63). En 1616 volvía el P. General a hablar sobre la cátedra de Lengua Indígena. (ARSI. N.R. et Q., I. Epistolae Generalium, fol. 42. Aquaviva a Lyra, 8 enero 1616. Alberto LEE LÓPEZ. “Gonzalo Bermúdez, Primer Catedrático de la Lengua General de los Chibchas”. Boletín de historia y antigüedades. Bogotá, L [1964] 183-217).
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cátedra de Medicina en 1636,102 los estudios de Cánones y Leyes en 1706,103 y la cátedra de Sagrada Escritura en 1722.104 III. Las ofertas jesuíticas a la sociedad neogranadina Al hablar del proyecto científico que trajeron los seguidores de Ignacio de Loyola a los hombres del Nuevo Reino de Granada debemos distinguir dos vertientes; la primera se centra en el aporte: cuál era la novedad que distinguía a la nueva Orden religiosa fundada en 1540; la segunda, cuáles fueron las ofertas que de facto llevarían a cabo los hombres de la Universidad Javeriana. 1. La novedad de la Compañía de Jesús El escritor norteamericano John O’Malley no duda en afirmar que a través de los colegios los ignacianos adquirieron un compromiso con las ciudades en las que se insertaban. Por ello entendieron que “el bien común” debía ser expresión de la cultura, la urbanidad, la civilidad, la conversación y, en definitiva, del diseño de un hombre honesto. Bebieron esta inspiración en la tradición de la formación para el bien de la ciudad que nace con Isócrates en Atenas y que se incrustó en el corazón de los humanistas del Renacimiento. Los clásicos encontraron un excelente escenario en los colegios jesuíticos y fueron enseñados “no simplemente como modelos de vida sino también como fuentes de inspiración ética”.105 La Compañía de Jesús fue una auténtica trasnacional del conocimiento y los arquitectos de esta empresa universal se habían formado en la Universidad de París, hervidero de ideas, confrontaciones y deseos de modernización, y por ello captaron rápidamente la ruptura creciente que se operaba en el viejo mundo entre las instituciones educativas, sus métodos y
Daniel RESTREPO y Guillermo y Alfonso HERNÁNDEZ DE ALBA. El Colegio de San Bartolomé: I. El Colegio a través de nuestra historia. Por el P. Daniel Restrepo S.J. II. Galería de hijos insignes del Colegio. Por Guillermo y Alfonso Hernández de Alba. Bogotá, Sociedad Editorial (1928) 25-26. Jesús María FERNÁNDEZ y Rafael GRANADOS. La obra civilizadora de la Iglesia en Colombia. Bogotá, Librería Voluntad (1936) 71-72. Guillermo HERNÁNDEZ DE ALBA. Aspectos de la cultura en Colombia. Bogotá, Ministerio de Educación (1947) 105-113. Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia. Bogotá, I (1959) 538-539.
Juan Manuel PACHECO. “La Universidad Javeriana de Santafé de Bogotá durante la época colonial”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). La pedagogía jesuítica en Venezuela. San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira, I (1991) 112-114.
José DEL REY FAJARDO. Los precursores de la ‘Sociedad del conocimiento’ en la Javeriana colonial, 30.
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John O’MALLEY. “Cinco misiones del carisma jesuita. Contenido y método”. En: Apuntes ignacianos. Bogotá, 51 (2007) 28.
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sus maestros y, por otra parte, la presión de las corrientes renovadoras que necesitaban garantizar un status social emergente a las nuevas sociedades. La primera generación científica de la Compañía de Jesús traía a los estudios eclesiásticos todas las conquistas de la ciencia nueva y por ello se sentía atormentada por la fiebre y actividad intelectual que proviene de la investigación, la controversia y la unificación creadora. Luce Giard inicia su visión sobre el aporte de los jesuitas al Renacimiento con lo que él denomina “el deber de la inteligencia”,106 que consiste en enseñar y crear ciencia. Y en tal sentido cita la opinión de William Ashworth, quien afirma: “Se podría avanzar que la Compañía de Jesús fue antes que la Academia del Cimento o la Royal Society, la primera verdadera sociedad científica”. También es verdad que más adelante tamiza su afirmación al mostrar sus reservas en cuanto a la parte de innovación visible en la producción científica de la Compañía de Jesús en el siglo XVII porque los jesuitas se convirtieron en muy eclécticos y porque durante mucho tiempo se adhirieron a una “vista emblemática de la naturaleza”.107 El descubrimiento del “capital humano” prendió como fuego en las nuevas sociedades renacentistas y de esa forma legitimó su demanda. Todo este gigantesco esfuerzo desembocó en un modelo pedagógico experimentado en el mundo conocido, y al decir de Luce Giard sustentado “en un método eficaz, bien estructurado, cuidadoso de los mecanismos de adquisición de conocimientos, adaptado a las necesidades de su tiempo”,108 todo lo cual avaló el ideal de intelectualidad que acompañó a la primera Compañía de Jesús. De esta forma, los ignacianos pronto emprendieron el camino de la nueva ciencia y por ello se convirtieron en miembros activos de la República de las letras, de las artes y de las ciencias, e hicieron acto de presencia como una empresa de “capitalización intelectual” y de organización institucional, conducida a escala internacional.109 El lector que desee disponer de una perspectiva completa del cultivo de las ciencias por parte de los jesuitas puede consultar el amplio espectro en el Diccionario histórico de la Compañía de Jesús: ciencias físicas, históricas, naturales, y matemáticas; ciencias orientales: egiptología,
Luce GIARD. “Le devoir d’intelligence ou l’insertion des jésuites dans le monde du savoir”. En: Luce GIARD (Dir.). Les jésuites à la Renaissance. Système éducatif et production du savoir. Paris, Presses Universitaires de France (1995) p. XI-LXXIX.
Luce GIARD. “Le devoir d’intelligence ou l’insertion des jésuites dans le monde du savoir”, p. XXV.
Luce GIARD. “Le devoir d’intelligence ou l’insertion des jésuites dans le monde du savoir”, p. LVI.
Luce GIARD. “Le devoir d’intelligence ou l’insertion des jésuites dans le monde du savoir”, p. XIII.
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estudidos mesopotámicos, arábigos e islámicos; lingüística; ciencias de la religión, astronomía…110 2. La visión de las ofertas llevadas a cabo por la Universidad Javeriana Varias fueron las ofertas que presentaron los jesuitas a la sociedad neogranadina. La primera oferta fue la nueva visión intelectual y cultural que había diseñado la Orden de Ignacio de Loyola para el Occidente y los nuevos mundos. Con tres rasgos distintivos se puede visualizar el horizonte de la Universidad Javeriana colonial en su tarea de colaborar en la implantación de una comunidad humana, culta, científica y humanista que se preocupara por los valores espirituales, científicos, culturales, sociales y educativos a fin de colaborar con la construcción de las nuevas sociedades en el Nuevo Reino de Granada. El primero consistió en haber configurado una corporación internacional como lo demuestra la sola enumeración de los centros jesuíticos, europeos y americanos, que se hicieron presentes en la capital neogranadina. En segundo término, la pluralidad de personas y mentalidades tan diversas significaron una garantía a la hora de construir los preludios de la sociedad del conocimiento neogranadino. A fin de poder entender la pluralidad de formas de pensar en el mundo y las ciencias enseñadas en la Javeriana colonial, contabilizamos unas estadísticas que utilizaremos en el capítulo siguiente al hablar del claustro javeriano. La segunda oferta fue una visión distinta del Humanismo que, como afirma Manuel Briceño Jáuregui “fue fundar por vez primera una cultura general, una guía del pensamiento y de la vida para llegar a la realización más alta de la carrera humana”.111 Y en verdad que la tradición greco-latina impuso un lenguaje científico y cultural universal que fue el latín, y a él hay que recurrir para comprender la interpretación, no solo de las mentalidades de los hombres que integraron las comunidades humanas, sino también las visiones de la ciencia que avalaban los cambios sociales. En efecto, el código de enseñanza universal para los colegios de la Compañía de Jesús, la denominada Ratio Studiorum,112 se publica en 1599
AA. VV. Ciencias. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I (2001) 794-816.
Manuel BRICEÑO JAUREGUI. “La prelección como elemento metodológico en la enseñanza de las humanidades en los colegios jesuíticos neogranadinos (s. XVII-XVIII)”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). La pedagogía jesuítica en Venezuela, II, 593.
Para los textos de la Ratio Studiorum nos remitimos a: Ladislao LUKACS. Monumenta Paedagogica Societatis Iesu. Roma, Monumenta Historica Societatis Iesu, I (1965) 1540-1556; Roma, II (1974)
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–final del gran siglo de las Reformas– y se inscribe en el desafío de respetar las aspiraciones de los particularismos de las ciudades renacentistas frente a las exigencias de los poderes nacionales empeñados en dar una respuesta “a la demanda universal de una formación que correspondiera a la racionalidad económica, jurídica, social y cultural”.113 La sociedad europea del XVI vivió una intensa aceleración en el movimiento que supuso la transición de una cultura oral a la escrita en el marco de la comercialización del libro impreso, y en la demanda de escolarización para satisfacer las exigencias de las nuevas clases medias emergentes. El medio que utilizaron los seguidores de Ignacio de Loyola para alcanzar esos grandes ideales fue, al decir de Michel de Certau, el “humanismo devoto”, que en definitiva es el producto de una técnica: la retórica.114 Según el jesuita francés, la retórica distingue res (los significados: quae significantur) y verba (los significantes: quae significant), y todas las combinaciones posibles están reguladas por reglas (praecepta). En consecuencia, las res (que recolecta la eruditio) están destinadas a alimentar los materiales que componen los “temas”, los “lugares” y las “ideas”. Las verba permiten tratar los temas según los procedimientos que engendran los “estilos” y reaniman la “elocutio”. Este sistema supone una verdad dada de fuera. De esta suerte, la retórica la puebla únicamente por conocimientos objetivos (res) y la ilustra gracias al arte de hablar (artes dictaminis). Y de esta manera se transforma la retórica en la “ciencia del ornato”. Su objetivo se centra en producir “efectos de estilo” que intentan producir “sentimientos” (amor,
1557-1572; III (1974) 1557-1572; Roma, IV (1981) 1573-1580; Roma, V (1986) 1586, 1591, 1599; Roma, VI (1986) 1582-1587; Roma, VII (1992) 1588-1616. En castellano: José DEL REY FAJARDO et alii. Virtud, letras y política en la Mérida colonial. San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira II (1995) 197-286. En francés: Adrien DEMOUSTIER y Dominique JULIA. Ratio Studiorum. Plan raisonné et institution des études dans la Compagnie de Jésus. Paris, Belin, 1997. En alemán: Georg Michael PACHTLER. Ratio Studiorum et Institutiones Scholasticae Societatis Jesu per Germaniam olim vigentes collectae concinnatae dilucidatae a G. M. Pachtler S. J. 1887-1894. Osnabrück, Biblio-Verlag, 1968. Sobre la Ratio nos permitimos sugerir: F. CHARMOT. La pedagogía de los jesuitas. Madrid, Sapientia, 1952. François de DAINVILLE. L’Education des Jésuites. Paris, Editions de Minuit, 1978. Gabriel CODINA MIR. Aux sources de la pédagogie des Jésuites: “Le Modus parisiensis”. Roma, Institut historique de la Compagnie de Jésus, 1968. Luce GIARD y Louis de VAUCELLES. Les Jésuites à l’âge barroque (1540-1640). Grenoble, Jerôme Million, 1996. Miguel BATLLORI. “San Ignacio y la fundación de los jesuitas”. “La pedagogía de la Ratio Studiorum”. En: Buenaventura DELGADO CRIADO (Edit). Historia de la Educación en España y América. II. La educación en la España moderna (Siglos XVI-XVIII). Madrid, Fundación Santa María (1993) 57-74. 113 Adrien DEMOUSTIER. “Les jesuites et l’enseignement à la fin du XVIe siècle”. En: Adrien DEMOUSTIER y Dominique JULIA. Ratio Studiorum. Plan raisonné et institution des études dans la Compagnie de Jésus. Paris, Belin (1997) 12-13.
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Michel DE CERTAU. “Le 17e. siècle français”. En: André DERVILLE. “Jesuites”. En: M. VILLER et alii. Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, doctrine et histoire. París, VIII (1974) 996-997.
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reverencia, etc.) y “acciones” (adhesión, prácticas religiosas…) en los destinatarios. En otras palabras, es una técnica de la persuasión.115 Para los javerianos neogranadinos fue la Academia de San Francisco Javier su arquetipo ideal como punto de referencia en su conciencia ideal, simbólica o imitativa. Los “Colegios de Provincia” como expresión original de la República de las Letras Pero, ¿cuál fue el aporte de la Compañía de Jesús a las ciudades y pueblos neogranadinos en los que logró insertarse? El modelo original y exitoso desarrollado en el Colegio Máximo de Bogotá sirvió de inspiración a cada ciudad neogranadina para que, en la medida de sus posibilidades, aceptara el reto de imitar el cúmulo de proyectos llevados a cabo por la Universidad Javeriana o de superarlos. En verdad, comprender la historia de la Academia de San Francisco Javier es clave para poder entender y explicar el significado de las actividades de los jesuitas coloniales en la geografía colombiana. La función psíquica exige para poder desarrollarse de sustancia y promesas, es decir, arquetipos de identificación. Por ello, el jesuita neogranadino necesitaba encontrar en su Alma Mater una herencia cultural que le hiciera habitante de una historia y partícipe de una sociedad, para de esta forma sentirse actor en una red de relaciones a partir de las cuales pudiera elaborar comportamientos en respuesta a problemas existenciales. De esta manera, cada hijo de San Ignacio, cada colegio, cada rincón misional, cada hacienda reiteraba un modelo creador que invitaba no solo a la imitación sino al riesgo de la superación. Al asumir los jesuitas –casi en forma de monopolio– la educación de las juventudes en todos sus niveles en Santafé de Bogotá, –así como también en muchas partes del mundo occidental y de la Nueva Granada– se situaron obligatoriamente en las encrucijadas de la historia civil, social, intelectual y económica y, de forma paralela, dentro del ámbito de la historia religiosa en Colombia. De esta forma, fueron produciendo un tipo de cultura que trataba de aunar los nuevos descubrimientos y la evolución del pensamiento filosófico con las creencias tradicionales.116 En la historia de las letras neogranadinas ha pasado desapercibida la que Ignacio de Loyola denomina la “Facultad de Lenguas”. La enseñanza de la Retórica creó en la Nueva Granada la denominada “República de las Letras” pues, fuera de las ciencias, esta disciplina constituyó el único
Michel DE CERTAU. “Le 17e. siècle français”, 997.
Esta afirmación la establece Daniel MORNET. Les origines intelectuelles de la Révolution Française. París (1954) 173.
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prestigio social e intelectual hasta mediados del siglo XVIII. Como estatuye Roland Barthes, la Ratio Studiorum de los jesuitas consagra la preponderancia de las humanidades y de la retórica latina en la educación de las juventudes. Su fuerza formativa la deriva de la ideología que legaliza la “identidad entre una disciplina escolar, una disciplina de pensamiento y una disciplina de lenguaje”.117 En definitiva, se trata del estudio del humanismo y de la enseñanza de las humanidades en la Javeriana colonial.118 Este proyecto literario constituyó la base de la formación de innumerables generaciones del Nuevo Reino (1605-1767) que aprendieron el genuino valor de la palabra,119 pues solo existe si se da en ella algún encuentro. La actual identidad cultural y lingüística del colombiano bebe sus orígenes en la fina retórica aprendida en la Facultad de Lenguas. La tercera oferta nos introduce al sugerente mundo de la América profunda, es decir, las Misiones. Si las reducciones jesuíticas guaraníes fueron percibidas casi como una fábula mítica patrocinadora del “buen salvaje”, la élite intelectual de la sociedad del pensamiento europeo se dejó alucinar por la obra de la Compañía de Jesús en Oriente, sobre todo, en China, considerándola como “la expedición científica más ambiciosa de los tiempos modernos”.120 Los ignacianos tuvieron la valentía de asumir el reto y los riesgos de la confrontación científica en el mundo oriental. Y así la describía Sabatino de Ursis, un genio de la hidráulica, el “trabajar con ambas manos, la derecha en los negocios de Dios” y la izquierda en las empresas de la ciencia y del intelecto, era el mejor camino para lograr la conversión de los chinos, aunque se trataba de un camino muy laborioso.121 En todo caso siempre será interesante la teoría de Michel Foucher, quien concibe el cuerpo geográfico de la Compañía de Jesús como una
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Roland BARTHES. Investigaciones retóricas. I. La antigua retórica. Buenos Aires (1974) 37.
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Sobre este tema, véase: Juan Manuel PACHECO. “La Universidad Javeriana de Santafé de Bogotá durante la época colonial”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit.). La pedagogía jesuítica en Venezuela 1628-1767. San Cristóbal, I (1991) 77-173. José DEL REY FAJARDO. La biblioteca colonial de la Universidad Javeriana de Bogotá. Santafé de Bogotá-San Cristóbal, s/f [2001]. José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas de la Javeriana colonial. Bogotá, 2002. Todavía sigue siendo un estudio clásico: José Manuel RIVAS SACCONI. El Latín en Colombia. Bosquejo histórico del humanismo colombiano. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1977.
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Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 540-542.
Jean LACOUTURE. Jesuitas. I. Los Conquistadores. Barcelona-Buenos Aires-México, Ediciones Paidós, (1993) 398.
Jonathan WRIGHT. Los jesuitas. Una historia de los soldados de Dios. Santa Perpetua de Mogola (Barcelona) (2005) 104. Wright se remite a: P. M. D’ELIA. Galileo in China. Relations through the Roman College between Galileo and the Jesuit Scientist-Missionaries. Cambridge (Mass.) (1960) 21.
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respuesta a la geopolítica espiritual122 previamente diseñada, y concluye que este universal es cartografiable, pues se trata también de un fenómeno de la geografía.123 Wolfgang Reinhard parte del supuesto de que la modernización de la Compañía de Jesús se debió a su programa pedagógico y a sus proyectos misionales fuera de Europa. Y estatuye: Por muy controvertidos que hoy sean, los intentos de adaptar el mensaje cristiano a las concepciones autóctonas y de propiciar un cambio cultural dirigido, que [la Orden] llevó a cabo en sus misiones, representan algunas de las escasas alternativas serias al por lo demás brutal etnocentrismo de la expansión europea por todo el planeta y constituyen, por eso mismo, un experimento de seductora actualidad.124
Dentro de las concepciones de la Compañía de Jesús neogranadina, la ciudad de Cartagena y el río Magdalena definieron el primer mapa de su acción geopolítica. Es de lamentar que la intuición similar que ofrecía la Isla de Trinidad y el río Orinoco –uno de los retos de la utopía jesuítica americana– no mereciera hasta el siglo XVIII la atención de la cúpula directiva de los ignacianos insertos en la sabana bogotana, pues hubiera significado la arteria del desarrollo de la gran Provincia de Guayana, matriz territorial de la nueva Venezuela. Si en la “República de las Letras”, en la Nueva Granada, la Compañía de Jesús formó las élites del humanismo cultural, también los hombres de la Javeriana supieron asumir el reto de la “República cristiana” en las soledades del Llano y en lo profundo de la Orinoquia. Sin lugar a dudas, el proyecto humano y social de más aliento que llevaron a cabo jesuitas en estas regiones se puede calificar como Una utopía sofocada.125 La historia de esta empresa misional es suficientemente conocida en la literatura histórica colombiana. Por este motivo sintetizo la obra espiritual llevada a cabo por los seguidores de Ignacio de Loyola con el espíritu gráfico de Jean Lacouture: la reducción fue una especie de colectivo donde se fabricaban civilizados; una forja para sociabilizar y convertir, y todo
Michel FOUCHER. “Géographie de la Compagnie de Jésus: une géopolitique spirituelle”. En: Hérodote. Paris, 56 (1990) 55-66.
Michel FOUCHER. “Géographie de la Compagnie de Jésus: une géopolitique spirituelle”, 66.
Wofgang REINHARD. “Gegenreformation als Modernisierung? Prolegomena zu einer Theorie des konfesionellen Zeitalters”. En: Archiv für Reformationsgeschichte. Güttersloh, 68 (1977) 241. [226-252]. Citado por Michael SIEVERNICH. “La Misión de la Compañía de Jesús: inculturación y proceso”. En: José Jesús HERNÁNDEZ PALOMO y Rodrigo MORENO JERIA (Coord.). La Misión y los jesuitas en la América española, 1566-1767. Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Escuela de Estudios Hispano-Americanos (2005) 284-285.
José DEL REY FAJARDO. Una utopia sofocada: Reducciones jesuíticas en la Orinoquia. Caracas, Academia Venezolana, 1998.
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“diseñado, construido, creado para obligar a una vida en común ordenada por la razón e iluminada por la fe en un Dios único”.126 Pero, el mejor indicador de la tensión espiritual de los jesuitas neogranadinos y de la formación dada por la Academia de San Francisco Javier lo constituye el conjunto de ciencias, saberes, conocimientos y disciplinas con que zurcieron la verdadera historia de estos pueblos aborígenes. Para una mayor información sobre este tema remitimos al lector a nuestro libro La República de las Letras en la Bael étnica de la Orinoquia.127 Una cuarta oferta se ubica en los difíciles espacios de la utopía ya que imaginación, innovación y audacia fueron principios rectores para muchas personalidades jesuíticas que trataron de dar respuesta a los retos que les planteaban las personas, los tiempos y las geografías. Con visión culturalista escribe Fernando García de Cortázar que el legado de Francisco de Javier forma parte de la mejor historia viajera de los jesuitas, que ha impregnado al resto de la humanidad de ideas y valores y que con sus personajes y sus obras ha enriquecido el patrimonio universal y sin cuya aportación nuestro mundo no sería el mismo.128
Ciertamente que el periplo por el mundo oriental llevado a cabo por el jesuita navarro –quien en 11 años recorrió la India, Malaca, parte de Indonesia, Japón, y a quien sorprende la muerte, en 1552, a las puertas de China, por donde pensaba regresar a Roma siguiendo los pasos de Marco Polo129– traza “la insólita carrera evangelizadora de Javier [que] constituyó la primera gran historia de éxito de los jesuitas”.130 Pareciera como si el joven doctor parisino era el hombre elegido por la nueva orden religiosa para que encarnase lo que ellos significaban. En verdad este Ulises de la fe cristiana en las Indias orientales abrió la puerta a una monumental producción geográfica que recoge en parte la Bibliothèque de Sommervogel131 y que se inspira en las Constituciones
Jean LACOUTURE. Jesuitas. I. Los Conquistadores, 557.
José DEL REY FAJARDO. La República de las Letras en la Babel étnica de la Orinoquia. Caracas, Academia Venezolana de la Lengua, 2015. José DEL REY FAJARDO. Los jesuitas en Venezuela. Tomo IV: Nosotros también somos gente. (Indios y jesuitas en la Orinoquia). Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2011.
Fernando GARCIA DE CORTAZAR. “Algo más que un aventurero. 500 años del nacimiento de San Francisco Javier”. En: SIC. Caracas, 684 (2006) 165.
Félix ZUBILLAGA. Cartas y escritos de San Francisco Javier. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, t. 101 (1979) 30-34.
Jonathan WRIGHT. Los jesuitas. Una historia de los soldados de Dios, 14.
Carlos SOMMERVOGEL. Bibliothèque de la Compagnie de Jesús. París, Libraire des Archives nationales et de l’École des Chartes, XI, 1932. Solo para las Misiones recoge la bibliografía que se extiende desde la columna 1221 a la 1366. Y conviene completar esta información con la
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de la Compañía de Jesús cuando establece que “el bien cuanto más universal es más divino”.132 Si nos reducimos al marco de la geografía haremos mención del hecho de que para el siglo XVII los seguidores de Ignacio de Loyola habían levantado visiones geográficas en América desde Los Grandes Lagos hasta Chile y Paraguay; en África, desde Etiopía hasta Madagascar, y en Asia, desde la India hasta China y Japón. En una panorámica de altura133 podríamos señalar a Pedro Páez (15641622)134 como el primer europeo en llegar a las fuentes del Río Nilo (1618) y, una década después, Jerónimo Lobo (1595-1678)135 dejaría para la posteridad la descripción del Nilo Azul. Y en Madagascar y Mozambique hay que reseñar a Luis Mariana (1582-1634).136 Para algunos historiadores el más extraordinario de los exploradores jesuitas fue el H. Benito de Goes (1562-1707)137 quien, para buscar unas comunidades siro-nestorianas, salió de Agra en 1602 y, tras atravesar Afganistán y por la ruta de la seda, llegó a Catay en diciembre de 1605. Y sus viajes vinieron a probar que las tierras de “Catay” y China eran lo mismo. El H. Gaspar Gómez (1552-1622)138 fue uno de los primeros exploradores de las islas Malucas en 1592. Antonio Andrade (1580-1634)139 bibliografía anual que publica la Revista Archivum Historicum S.I. del Instituto Histórico de la Compañía de Jesús en Roma. El tema está todavía vigente como lo demuestra el libro Juan PLAZAOLA (Edit.). Jesuitas exploradores, pioneros y geógrafos. Bilbao, Ediciones Mensajero, 2006.
Ignacio IPARRAGUIRE, Cándido de DALMASES y Manuel RUIZ JURADO. Obras de San Ignacio de Loyola. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1991. El texto se encuentra en la Parte VII de las Constituciones, [n.º 622] que reza: “Porque el bien quanto más universal es más divino, aquellas personas y lugares que, siendo aprovechados, son causa que se estienda el bien a muchos otros que siguen su autoridad o se gobiernan por ellos, deben ser preferidos. Así la ayuda spiritual que se hace a personas grandes y públicas (ahora sean seglares como Príncipes y Señores y Magistrados o administradores de justicia, ahora sean ecclesiásticos como perlados) y la que se hace a personas señaladas en letras o auctoridad, debe tenerse por más de importancia, por la mesma razón del bien universal” (p. 597).
Charles E. O’NEILL. “Geografía”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, II (2001) 1712-1714.
Philip CARAMAN. “Páez, Pedro”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, III (2001) 2946.
Philip CARAMAN y Hubert JACOBS. “Lobo, Jerónimo”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, III (2001) 2404.
Angel SANTOS. “Mariana (Mariano). Luis”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, III (2001) 2507.
John CORREIA-AFONSO y Nancy M. GETTELMAN. “GOES (GÓIS), Bento de”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. RomaMadrid, 2 (2001) 1765-1766.
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Hubert JACOBS. “Lobo, Jerónimo”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, II (2001) 1773.
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Richard F. SHERBURNE. “Andrade, Antonio de”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I (2001) 160-161.
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visitó dos veces el Tibet, en 1625 y en 1626-1629, y así lo dio a conocer en su libro Novo descobrimento do Gram Cathayo ou reinos do Tibet (1626). Y del mismo modo podríamos seguir con la brillante página de China.140 Si nos circunscribimos a América hacemos nuestras las consideraciones de Manuel Aguirre Elorriaga quien, al afirmar que la “historia de los grandes ríos americanos está vinculada de modo singular, y por extraña y persistente coincidencia, a grandes misioneros, escritores y descubridores jesuitas”,141 estaba estableciendo una simetría histórica entre los caminos acuáticos de la geografía americana y la presencia de miembros de la Compañía de Jesús que supieron legar a la posteridad la biografía de las grandes arterias de los mundos descubiertos por Colón.142 En el caso del Nuevo Reino de Granada, volveremos más adelante sobre el tema; debemos hacer referencia a los ríos: Amazonas, Orinoco, Magdalena y Guarapiche. La bibliografía sobre el Amazonas143 se extiende desde el P. Cristóbal de Acuña (1598-1670)144 y Manuel Rodríguez (1628-1684),145 pasando por el P. Samuel Fritz (1651-1725)146 y Pablo Maroni (1695-1757),147 hasta el P. José Chantre y Herrera (1738-1801).148 El Orinoco tendría dos intérpretes: José Gumilla y Felipe Salvador Gilij. El Guarapiche encontraría en Pierre Pelleprat su primer cultor,149 y el
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Véase: Joseph SEBES y John W. WITEK. “China”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I (2001) 776-787.
Manuel AGUIRRE ELORRIAGA. La Compañía de Jesús en Venezuela. Caracas, Editorial Condor (1941) 3.
Francisco MATEOS. “Antecedentes de la entrada de los jesuitas españoles en las Misiones de América”. En: Missionalia Hispanica. Madrid, 1 (1944) 109-166.
Cristóbal de ACUÑA. Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas el año de 1639. Madrid, Iberoamericana-Vervuert, 1641. Manuel RODRIGUEZ. El Marañón y Amazonas. Madrid, 1684. Samuel FRITZ. El gran río Marañón o Amazonas con la misión de la Compañía de Jesús. Quito, 1707. Pablo MARONI. Noticias auténticas del famoso río Marañón, y misión apostólica de la Compañía de Jesús de la Provincia de Quito. Madrid, 1889. José CHANTRE Y HERRERA. Historia de las Misiones de la Compañía de Jesús en el Marañón Español (1637-1767). Madrid, Imprenta de A. Avrial, 1901.
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Enrique FERNANDEZ G. “Acuña, Cristóbal de”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I (2001) 13.
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Jorge VILLALBA. “Rodríguez Villaseñor, Manuel”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, IV (2001) 3398.
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Jorge VILLALBA y J. M.ª DOMÍNGUEZ. “Fritz, Samuel”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, II (2001) 2194-2195.
Jorge VILLALBA. “Maroni, Pablo”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, III (2001) 2511.
Jorge VILLALBA. “Chantre y Herrera, José”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I (2001) 751-752.
Pedro PELLEPRAT. Relato de las Misiones de los Padres de la Compañía de Jesús en las islas y en tierra firme de América Meridional. Estudio preliminar por José del Rey s.j. Caracas, Biblioteca
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Magdalena el catedrático javeriano Antonio Julián con su Historia geográfica, natural, político-cristiana del río Grande Magdalena, con la demarcación de todos los ríos que en él entran, de las provincias de donde vienen y de las riquezas que acreditan el Nuevo Reino de Granada, el más opulento y rico de las Américas.150 Si pretendiéramos establecer una síntesis diríamos que la primera disciplina que tuvieron que desarrollar fue la lingüística como único y exclusivo método de acceder al otro. En el horizonte lingüístico de las ciudades-reducciones pronto amaneció un sueño utópico de los misioneros del corazón de América y del que dejó constancia el autor del Ensayo de Historia Americana, confirmado por las afirmaciones de Humboldt:151 las lenguas generales. Para las áreas orinoquenses no hubieran sido el caribe y el tamanaco, propuestos por el viajero alemán152 sino el caribe y el maipure ya que éste último –anotará Gilij– lo entienden todos en el gran río “y se podría hacer común si se quisiera”; por lo tanto, de persistir el “obstáculo de tantas lenguas [...] ésta sería bastante a propósito para hacer de ella una lengua general”.153 El ingente material filológico, lingüístico y literario producido en Casanare, Meta y Orinoco durante el período colonial (1661-1767)154 solo vendría a conocer la luz pública gracias a la obra del P. Felipe Salvador Gilij (1780-1784) en el contexto de su destierro en la ciudad eterna.155 Sin lugar a dudas, el mérito mayor de este jesuita italiano consistió en divorciar de forma definitiva la familia lingüística caribe de la maipure. Tras su muerte, el silencio pareció sepultar su obra. Cien años más tarde, con
de la Academia Nacional de la Historia, n.º 77, 1965. [La edición príncipe apareció en París en 1655]. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía de los jesuitas en la Venezuela colonial, 485-487.
Obra citada por el propio Antonio JULIAN. La perla de América. Madrid (1787) 247. Sommervogel en su Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, IV, 868, lo da como impreso y especifica: “Madrid, 178 [...] , 8º, 3 vol.”.
Alejandro DE HUMBODLT. Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente. Caracas, Escuela Técnica Industrial-Talleres de Artes Gráficas, II (1941) 178.
Alejandro DE HUMBOLDT. Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, II, 181.
Felipe Salvador GILIJ. Ensayo de historia americana. Caracas, Academia Nacional de la Historia, III (1965) 170-171. Y en el T. II, p. 56 dice: “Hacen amistad con todos y apenas se encuentra en Orinoco una nación en que no haya algún maipure. Su lengua, como facilísima de aprender, se ha convertido entre los orinoquenses en lengua de moda y quien poco, quien mucho, quien medianamente, quien bien, la hablan casi todos.”.
José DEL REY FAJARDO. Aportes jesuíticos a la filología colonial venezolana. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1971, 2 vols.
Para el estudio de la lingüística giligiana nos remitimos a Jesús OLZA. “El Padre Felipe Salvador Gilij en la historia de la lingüística venezolana”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, II, 361-459. Marie Claude MATTEI-MILLER. “El Tamanaku en la lingüística caribe. Algunas propuestas para la clasificación de las lenguas caribes de Venezuela”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit.). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, II, 461-613.
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los estudios de Lucien Adam y Karl von den Stein se pudo valorar el acierto del autor del Ensayo de Historia Americana, y la proyección que tenía para la lingüística comparada. Por ello, en la historia de la lingüística indígena de América del Sur hay un reconocimiento general al P. Gilij como fundador del comparatismo en la región del Orinoco.156 La segunda fue la misionología, o la forma de tratar y convivir con el indígena para aculturarlo al sistema reduccional. Los misioneros ingresaron al mundo cultural indígena porque, al dominar sus lenguas, lograron conocer sus universos míticos. La convivencia y el diálogo les hicieron partícipes del hábitat en que vivían inmersos y por ende convertirse en parte de su historia, de su geografía, de su literatura y de sus modos de ser y existir porque, en definitiva, el lenguaje interpreta la diversidad humana e ilumina la identidad exclusiva del ser humano. A la diversidad de idiomas siempre corresponde diversidad de corazones, escribirá Gilij,157 y por ello rechazaría todo parecido a la mentalidad reaccionaria de los que en este ámbito hablan de estructuras profundas y de estructuras superficiales.158 La tercera vertiente fue la historia en todas sus dimensiones, desde la carta, el memorial, el informe, la relación y la crónica, hasta las obras innovadoras dentro de un contexto de colombianidad y de americanidad. La historiografía jesuítica colonial neogranadina se abre en París en 1655 con el francés Pierre Pelleprat y se cierra en Roma con el italiano Felipe Salvador Gilij en 1784.
Wilhelm SCHIMIDT. Die Sprachfamilien und Sprachkreisen der Erde. Heidelberg (1962) 243, 250. Un estudio de la importancia comparatista del P. Gilij lo hizo Marshall Durbin: Marshall DURBIN. “A surwey of the carib language family”. En: E. B. BASSO (Edit.). Carib-speaking indians: culture, society and language. Tucson, The University of the Arizona Press-The Anthropological Papers of the University of Arizona, 28 (1977) 24.
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Felipe Salvador GILIJ. Ensayo de Historia Americana. Caracas, Academia Nacional de la Historia, II (1965) 147. “Me parece a mi el corazón del hombre no diferente de la lengua que le tocó en suerte al nacer”.
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Jesús OLZA. “El Padre Felipe Salvador Gilij en la historia de la lingüística venezolana”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, II, 439. Para explicitar esta teoría: Susan SONTAG. Kunst und Antikunst. Reinbek bei Hamburg, 1968, y sobre todo el capítulo I: “Gegen Interpretation”, p. 9-18.
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Tres escritores del “diecisiete” han conocido hasta el momento la luz pública: el francés Pedro Pelleprat (1655),159 el criollo Pedro Mercado (1957)160 y el español Juan Martínez Rubio (1940).161 Las perspectivas historiográficas del siglo XVIII se encuadran dentro de una actitud totalmente nueva. El dieciocho está invadido por una verdadera floración de obras, temas, ensayos y personalidades. Nos parece que influyeron en este proceso: el florecimiento de las universidades jesuíticas del continente, el influjo directo cultural centroeuropeo establecido a través de sus misioneros y la toma de conciencia de los jesuitas neogranadinos ante la insospechada “Literatura Americanista” producida en tierras colombinas por los miembros de la Compañía de Jesús.162 Existe a todas luces una interesante evolución historiográfica. A grandes rasgos podríamos trazar el siguiente cuadro del siglo XVIII. Con El Mudo Lamento (1715) del antioqueño Matías de Tapia se deja atrás la crónica del XVII y se inicia la búsqueda de nuevas fórmulas de expresión histórica.163 De inmediato surge el binomio clásico compuesto por los PP. Juan Rivero y Joseph Cassani. El primero tendría que esperar al año 1883 para
Pedro PELLEPRAT. Relato de las Misiones de los Padres de la Compañía de Jesús en las islas y en tierra firme de América Meridional. Estudio preliminar por José del Rey s.j. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, n.º 77, 1965.
Pedro DE MERCADO. Historia de la Provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús. Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1957, 4 vols. Sobre el P. Pedro de Mercado: José DEL REY FAJARDO. “Introducción al estudio de la historia de las misiones jesuíticas en la Orinoquia”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit.). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 282-298. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 388-395.
Juan MARTÍNEZ RUBIO. “Relación del estado presente de las Misiones […]”. La traducción castellana la publicamos por vez primera en: Documentos jesuíticos relativos a la Historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. Caracas, Academia Nacional de la Historia, I (1966) 143-168. Sobre Martínez Rubio: José DEL REY FAJARDO (Edit). “Introducción [...]”. En: Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 299-306. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 366-369.
Indicaremos algunas obras representativas de las regiones más importantes. Miguel VENEGAS. Noticia de la California y de su conquista temporal y espiritual hasta el tiempo presente. Madrid, 1757. Eusebio KINO. Las misiones de Sonora y Arizona. México, Cvltvra, 1913-1922. José ORTEGA. Apostólicos afanes de la Compañía de Jesús, escritos por un Padre de la misma sagrada Religión de su provincia de México. México, 1754. Pedro LOZANO. Descripción Chorographica del terreno, Rios, Arboles y Animales de las dilatadíssimas Provincias del Gran Chaco, Gualamba y de los ritos y costumbres de las innumerables naciones barbaras e infieles que la habitan… Córdoba, 1733. Martín DOBRIZHOFFER. Historia de Abiponibus Esquestri, Bellicosaque Paraquariae Natione locupletata… Viena, 1784.
Matías de TAPIA. Mudo Lamento de la vastisima, y numerosa gentilidad que habita las dilatadas margenes del caudaloso Orinoco, su origen, y sus vertientes, a los piadosos oidos de la Magestad Catholica de las Españas, nuestro Señor Don Phelipe Quinto (que Dios guarde). Madrid, 1715. Véase: José DEL REY FAJARDO. “Introducción [...]”. En Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 307-314. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 608-610.
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conocer la luz pública164 y el segundo avalaría con su firma de fundador de la Real Academia la primera biografía oficial de la Orinoquia.165 En Rivero, su inserción misionera le proporciona las medidas que interpretan una armonía entre historia, paisaje y hombre. En Cassani, los cánones del neoclasicismo le asisten para traducir al gusto europeo las historias manuscritas e inéditas de Mercado y Rivero. Y en planos cronológicos casi paralelos brotan las nuevas corrientes que zurcen la pre-ilustración con el pre-romanticismo: nos referimos a José Gumilla166 y a Felipe Salvador Gilij,167 verdaderos descubridores de la Orinoquia en el mundo culto y científico de la Europa de la segunda mitad del XVIII. Con todo, entre El Orinoco Ilustrado (1741)168 y el Saggio di Storia Americana (1780-1784)169 se interpone un espacio científico similar al comprendido entre el inicio de la Ilustración y los comienzos del Romanticismo.
Juan RIVERO. Historia de las Misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meta. Bogotá, 1883. Para Rivero, véase: José DEL REY FAJARDO. “Introducción [...]”. En: Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 315-324. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 526-529.
José CASSANI. Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la América. Madrid, 1741. Véase: José DEL REY FAJARDO. “Introducción [...]”. En: Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 354-381. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 131-141.
Citamos tan solo: Memoires pour l’Histoire des Sciences et des beaux Arts, commencés d’etre emprimés l’an 1701 a Trévoux, et dédiés á Son Altesse Sérénissime Monseigneur le Prince Souverain de Dombes. A Paris, Chez Chaubert: (1747) oct-dec., p. 2319-2345, 2501-2524. (1748) jan-mar., p. 27-53, 189-191. (1759) marz-abril, p. 623-640.
Véanse por ejemplo: Nuovo Giornale di Letteratura di Modena. Tomo XXXIII: p. 233-251. Efemeridi Letterarie di Roma. Tomo X: p. 1-3; 7-9; 9-12; 25-27; 33-35; 289-291; 297-299. Tomo XI: p. 153-155; 161-163; 169-171. Tomo XII: p. 97-99. L’Esprit des Journaux. París. 1781 (junio): 106-116. 1782 (enero): 75-90. 1784 (julio): 187-209. 1785 (octubre): 160-169. Biographie Universelle Ancienne et Moderne. París. Tomo XVII : (1816) p. 382-383.
El Orinoco ilustrado. Historia Natural, Civil y Geographica, de este Gran Río, y de sus caudalosas vertientes: Govierno, usos, y costumbres de los indios sus habitantes, con nuevas y utiles noticias de Animales, Arboles, Aceytes, Resinas, Yervas, y Raíces medicinales: Y sobre todo, se hallarán conversiones muy singulares a nuestra Santa Fé, y casos de mucha edificacion. Madrid, 1741, XL (sin foliar)-580 + 19 de índices. Véase: José DEL REY FAJARDO. “Introducción [...]”. En: Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 325-353. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 289-298.
Saggio di Storia Americana, ossia Storia Naturale, Civile e Sacra dei Regni, e delle provincie Spagnole di Terraferma nell’America meridionale. Scritta dall’Abate Filippo Salvatore Gilij e consacrata alla Santità di N. S. Papa Pio Sesto felicemente regnante. Tomo I: Della storia geografica e naturale della provincia dello Orinoco. Roma (MDCCLXXX). Per Luigi Perego Erede Salvioni, Stampatore vaticano nella Sapienza. 8º, p. XLIV-399. Tomo II: De’ Costumi degli Orinochesi. Roma (MDCCLXXXI). 8º, p. XVI-399. Tomo III: Della religione e delle lingue degli Orinochesi, e di altri Americani. Roma (MDCCLXXXII). 8º, p. XVI-430. Tomo IV: Stato presente di Terra-Ferma. Roma (MDCCLXXXIV). 8º, p. XX-498. Véase: DEL REY FAJARDO. “Introducción [...]”. En: Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 385-399. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 259-264.
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La cuarta área se mueve en el ámbito de la antropología y de la etnología, y por ello es necesario recurrir a los historiadores antes mencionados.170 Sin embargo, para el mundo caribe nadie ha superado hasta el presente la fina sensibilidad y perspicacia observadora de un humilde Hermano Coadjutor, el H. Agustín de Vega,171 quien además recoge la problemática geomisional en la época comprendida entre 1731 y 1745. La quinta área contempla los conocimientos generados en el ámbito de la geografía,172 la cartografía173 y la historia natural. Dos son los aportes fundamentales de los jesuitas a la geografía orinoquense: el primero, haber descubierto la conexión fluvial Orinoco-Amazonas a través del río Casiquiare,174 y el segundo el haberse constituido en los descubridores científicos del gran río venezolano a través de las obras de los PP. Tapia, Gumilla y Gilij. Por ello no es de extrañar que Esteve Barba afirme que la ciencia geográfica de gran parte del XVII americano corre a cargo de los jesuitas.175 En el ámbito de la cartografía hay que tener presente que toda la historia de los siglos XVI, XVII y XVIII identifica el nacimiento del Orinoco con el Nudo de Pasto en la misma perspectiva de sus supuestos hermanos gemelos amazónicos: el Caquetá y el Putumayo. No es lo mismo el Orinoco histórico que el Orinoco geográfico de hoy. La visión primigenia de los dos grandes ríos suramericanos plasmó el espejismo histórico de un Orinoco amazónico, un verdadero mito geográfico que se incrustó en el
Las mejores descripciones de las etnias llaneras se encuentran en la Historia de las Misiones del P. Juan Rivero, aunque sus fuentes de inspiración correspondan, en la mayoría de los casos, a otros misioneros. Para los sálivas, opinamos que la mejor interpretación la ofrece el jesuita alemán Gaspar Beck, quien con su escrito Missio orinocensis in novo Regno, 1684, nos traza una visión certera de esta nación al concluir el siglo XVII. (Archivum Romanum Societatis Iesu. Provincia Novi Regni et Quiti., 15-I, fols. 71-78v. La traducción castellana se debe al P. Manuel Briceño, Profesor de Humanidades Clásicas en la Universidad Javeriana de Bogotá. Fue publicada en: José DEL REY FAJARDO. Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela, II, 168-190. José DEL REY FAJARDO. Bio-bibliografía, 498-500). Para el mosaico de naciones de la gran Orinoquia hay que recurrir tanto a El Orinoco ilustrado y defendido de Gumilla como al Ensayo de Historia americana del P. Gili.
Agustín DE VEGA. Noticia del principio y progresos del establecimiento de las Missiones de gentiles en la río Orinoco por la Compañía de Jesús. Estudio introductorio: José del Rey Fajardo s.j. y Daniel de Barandiarán. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2000. Sin embargo, hacemos alusión a una edición anterior: Noticia del Principio y progreso del establecimiento de las Missiones de Gentiles en el Rio Orinoco. En: José DEL REY FAJARDO. Documentos jesuíticos relativos a la Historia de la Compañía de Jesús en Venezuela, XI, 3-149.
Daniel BARANDIARÁN. “El Orinoco amazónico de las misiones jesuíticas”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, II, 129-360.
Manuel Alberto DONÍS RÍOS. “La cartografía jesuítica en la Orinoquia (siglo XVIII)”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 783-840.
Descubrimiento realizado por el P. Manuel Román en 1744. GILIJ. Ensayo de Historia , I, 55 y ss.
Francisco ESTEVE BARBA. Cultura virreinal. Barcelona-Madrid, Salvat Editores (1965) 636.
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inconsciente de los hombres, de los gobernantes y de los misioneros de los siglos XVII y XVIII. Y este mito sirvió para la creación de una entidad gubernativo-provincial hispana de la doble provincia del Dorado: la del Dorado amazónico de Jiménez de Quesada y la del Dorado orinoquense de su familiar Antonio de Berrío. Sin lugar a dudas, el aporte más decisivo a la cartografía orinoquense nos la suministra en 1747 el P. Bernardo Rotella en el documento ilustrativo de su mapa.176 Entre la producción autóctona conocida es el primer mapa que revoluciona la concepción cartográfica guayanesa en sus aspectos fundamentales, pues traza al Orinoco como río íntegramente guayanés y no andino; establece la comunicación Orinoco-Amazonas, y sitúa al lago de la Parima como distribuidor de las aguas que corren a las hoyas del Amazonas, Orinoco y Esequivo.177 El estudio de la medicina y la salud en las misiones jesuíticas de la Orinoquia (1661-1767) es un capítulo de la historia misional que todavía está por escribirse.178 Con las salvedades que imponía la lejanía y la pobreza también los poblados misionales dispusieron de su rudimentaria botica.179 Asimismo, nos consta la relación que mantenían los misioneros con la botica de la Universidad Javeriana pues a ella remitían lo que consideraban podía ser útil para su mejoramiento; así lo evidencian, por ejemplo, los envíos del P. Gumilla al “hermano Juan de Agullón, boticario, médico y excelente químico del colegio máximo”.180 Y la literatura espiritual181 coronaría este recuento.
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Museo Naval. Madrid. Mss. 320. Noticias sobre la Geografía de la Guayana. Bernardo Rotella. Caicara, abril 1 de 1747.
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José DEL REY FAJARDO. El aporte de la Javeriana colonial a la cartografía orinoquense. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2003.
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Ello no excluye la presencia de valiosos estudios parciales como el de José Rafael Fortique sobre los aportes médicos en la obra del P. José Gumilla. José Rafael FORTIQUE. Aspectos médicos en la obra de Gumilla. Caracas, Italgráfica, 1971.
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Es convincente la declaración de un personaje clave en la historia del Orinoco entre 1730 y 1750; nos referimos al H. Agustín de Vega quien, al describir al misionero, dice: “[es] un amoroso Padre de familia, que tiene prevención de medicinas, quantas puede adquirir, y el libro de mayor importancia despues de los necesarios, que nunca les falta, es alguno de medicina” (Agustín VEGA. Noticia, 105).
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José GUMILLA. El Orinoco ilustrado y defendido (1745) 399.
Juan RIVERO. Teatro del desengaño en que se representan las verdades católicas, con algunos avisos espirituales a los estados principales, conviene a saber, Clérigos, Religiosos y Casados, y en que se instruye a los mancebos solteros para elegir con acierto su estado y para vivir en el ínterin en costumbres cristianas. Obra póstuma, escrita por el V. P. Juan Rivero, Religioso Profeso de la Compañía de Jesús, misionero apostólico y Superior de las Misiones del Orinoco, Meta y Casanare, que cultiva la provincia del Nuevo Reyno, en la América Meridional. Córdoba, 1741.
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Y para el lector interesado en revisar con minuciosidad tan amplio ámbito bibliográfico de toda esta problemática lo referimos a nuestro último libro Historia y crónica orinoquense.182 La quinta oferta se centra en la ciudad de Cartagena y en la negritud pues la biografía de la Perla del Caribe se erige como un proyecto social de incalculables dimensiones: la acción de la Compañía de Jesús ante los mercados humanos que erigió el comercio del hombre de ébano en una de las lacras más lacerantes de la historia de occidente. No eran advenedizos los jesuitas en el apostolado con las etnias africanas esclavizadas. Con la fundación de la Compañía de Jesús en Cabo Verde en 1604 se creó una red de información entre los jesuitas portugueses y los dos centros más importantes de población esclava como eran Sevilla y Lisboa. Y como dice Borja Medina: Fueron los profesores de teología del colegio sevillano de San Hermenegildo, informadores de Sandoval, los que elaboraron, basados en propia experiencia de medio siglo y en la información de Cabo Verde, el método mandado observar, en 1614, por el arzobispo, Pedro de Castro Quiñones, en todas las parroquias de la archidiócesis, método que, en 1617, aplicaría el P. Alonso de Sandoval en el Nuevo Reino y que, de aquí, pasaría a Lima y a Méjico y Puebla de los Ángeles.183
En esta biografía de la raza esclavizada surge de nuevo la figura señera de Diego de Torres Bollo. Su mente, iluminada a la hora de soñar en una nueva América, diseña y funda las Reducciones del Paraguay, así como también, a la hora de la lucha en pro de los indígenas de las regiones sureñas del continente, levantó su voz pidiendo justicia en contra del servicio personal; a aquellas acciones hay que añadir la certera visión sobre el apostolado con los esclavos negros que llegaban a tierras de la América hispana. Ha sido G. Jean-Pierre Tardieu, especialista en el estudio de la negritud, quien ha reivindicado la intuición visionaria del P. Diego de Torres Bollo no solo en el Nuevo Reino sino en toda la Sudamérica pues considera que “fue en realidad el inspirador del apostolado de los jesuitas para con los Negros a través de todo el siglo XVII”.184
José DEL REY FAJARDO. Historia y crónica orinoquense. Libro I: Aporte jesuítico [Historia]. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, I, 2016. José DEL REY FAJARDO. Historia y crónica orinoquense. Libro II: Aporte jesuítico [Crónica]. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, II, 2016.
Francisco DE BORJA MEDINA. “El esclavo: ¿bien mueble o persona? algunas observaciones sobre la evangelización del negro en las haciendas jesuíticas”. (Ms. cedido gentilmente por el autor).
G. Jean-Pierre TARDIEU. L’Eglise et les noirs au Pérou (XVIe et XVIIe siècles). Bordeaux, Atelier national de reproduction des thèses-Université de Lille III (1987) 493; 490-494. Mandará comprar algunos jovencitos negros para que, convertidos al cristianismo y aprendido el castellano, puedan servir de intérpretes. También se sirve de la experiencia conseguida por el equipo de jesuitas de Sevilla para con los africanos. Solicita a dos estudiantes jesuitas que aprendan la
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Sin lugar a dudas que Martín de Funes recoge el pensamiento de Torres Bollo y lo enriquece con su experiencia personal en el Memorial segundo de la necesidad estrema corporal y espiritual de los negros y de los remedios que se les pueden dar. Y el Memorial 3º de los modos de efectuar el memorial de los negros.185 Aunque considera –en 1607– que en las “Indias Occidentales serán más de quinientos mil” los negros que las habitan, sin embargo calcula que serán doscientos mil en “el distrito de la Vice-Provincia del Nuevo Reino”. Describe después las necesidades corporales y espirituales que sufren estos esclavos. A la hora de las soluciones divide su proposición entre lo que corresponde al Rey de España y los Obispos, y lo que pertenece a la Compañía de Jesús. Mucho debieron impresionar al P. Claudio Aquaviva, General de la Compañía de Jesús, estos Memoriales pues, con excepción de la propuesta de una especie de Superior con autoridad sobre Provinciales y Rectores, todas las demás fueron aceptadas.186 Pero han sido dos jesuitas quienes han opacado la acción heroica, silenciosa y anónima de los hombres de la Compañía de Jesús que enterraron sus vidas para servir a los esclavos negros en el colegio colonial cartagenero. El primero es Alonso de Sandoval (1576-1652),187 quien diseñó la difícil arquitectura de asistencia espiritual y material al esclavo que llegaba a Cartagena y cuya experiencia logró traspasar a su libro De instauranda aethiopum salute, obra que conoció por vez primera la luz pública en Sevilla en 1627.188 Enriqueta Vila Villar dirá que sus conocimientos científicos son a veces certeros y avanzados [...] y a veces erróneos y pueriles [...], pero en general se mueve con soltura entre la bibliografía que usa. El libro se convierte así en una mezcla de realidad y fantasía, de erudición e infantilismo, de utopía y pragmatismo que no le resta méritos a la originalidad de ser el único tratado antropológico, etnológico, sociológico y doctrinal sobre el negro en América.189 lengua de Angola de donde procede la mayor parte de los esclavos que llegan a su jurisdicción. Calcula que llegan a Buenos Aires más de 1500 esclavos cada año, y para atenderlos se necesitarían de 6 a 8 jesuitas. Al final de su vida se dedica a componer un catecismo en la lengua angola (p. 527-537).
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El texto se encuentra en ARSI. Congregationes Provinciales, 54, fols. 198-200. Han sido publicados por: José Luis SAEZ. “La visita del P. Funes a Santo Domingo y sus Memoriales sobre las Indias (1606-1607)”. En: Paramillo. San Cristóbal, 14 (1995) 596-599.
ARSI. Congregationes Provinciales, 54, fols. 213v-214v. También en: José Luis SAEZ. “La visita del P. Funes…”, 14, 609-611. Para las gestiones ante la corona española, véase: Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 245-247. G. Jean-Pierre TARDIEU. L’Eglise et les noirs au Pérou…, 451-452; 454-457.
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José DEL REY FAJARDO. Los jesuitas en Cartagena de Indias 1604-1767. Bogotá, CEJA (2004) 286-289.
Alonso de SANDOVAL. De instauranda aethiopum salute: el mundo de la esclavitud negra en América. Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones, 1956.
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Alonso de SANDOVAL. Un tratado sobre la esclavitud. Edit. Enriqueta VILA VILLAR. Madrid, Alianza Editorial (1987) 38.
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El segundo es Pedro Claver (1580-1654),190 cuya figura ha opacado en la historiografía colombiana y cartagenera al resto de los ministerios que los jesuitas desarrollaron durante su etapa colonial en la ciudad heroica.191 A plena conciencia hacemos nuestros los conceptos de su biógrafo colombiano Ángel Valtierra: Pedro Claver es una de las figuras más admirables del siglo XVII, como hombre, como sociólogo y como santo. Fue testigo vivo de la tragedia social del continente negro, el reino de la esclavitud […]. Vio llegar a los hijos de África a las costas de América encadenados y su aspiración suprema fue hacerlos libres […]. Al contacto con esos miles y miles de desgraciados, que procedentes de 40 naciones la esclavitud arrojó a las playas de América […]. Claver, sin quererlo representó en su profunda vida interior, la síntesis de tres mundos físicos y morales.192
No hay dudas de que durante todo el tiempo colonial la Javeriana se encargó de poner sus hombres en tan delicado ministerio que tuvo repercusiones internacionales.193 Un punto poco estudiado es la investigación de las relaciones que estableció Cartagena, no solo con ciertos países africanos, sino también con ciertas islas del Caribe.194 La sexta oferta miraba directamente a la sociedad. Y para poder explicar la sociología del cambio que propugnaba la Compañía de Jesús es necesario clarificar que uno de los rasgos de modernidad de la naciente Orden religiosa radicó en su carácter de corporación activa y en su actitud militante destinada a la recuperación de las almas. Había sido fundada para vivir en el mundo y sus actividades debían convertirse en constante ejemplo para la sociedad. Y la escritora checa Marieta Krizova interpreta que de igual “importancia fue el acento puesto en el orden, la disciplina y el trabajo; y estas característica la acercan, más bien que la apartan, a la
José DEL REY FAJARDO. Los jesuitas en Cartagena de Indias 1604-1767, 98-99.
Para una visión de conjuntos nos remitimos a: Charles E. O’NEILL y Joaquín M. DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.-Comillas, 2001. Pueden verse las entradas: Pedro Claver, Alonso de Sandoval y Colombia.
Angel VALTIERRA. El santo que libertó una raza. Bogotá, Imprenta Nacional (1954) p. XVIII.
José DEL REY FAJARDO. “El <Operarius Aethiopum> en el Colegio de Cartagena de Indias”. En: José J. HERNÁNDEZ PALOMO y José DEL REY FAJARDO. Sevilla y América en la historia de la Compañía de Jesús. Córdoba, CajaSur (2009) 195-221.
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Andrea GUERRERO MOSQUERA. “Misiones, misioneros y bautizos a través del Atlántico: evangelización en Cartagena de Indias y en los reinos del Kongo y Ngola. Siglo XVII”. Memoria y Sociedad. Bogotá, 18, n.º 37 (2014) 14-32. Andrea GUERRERO MOSQUERA. “CATECISMOS A TRAVÉS DEL ATLÁNTICO. La evangelización de kongos y angolas en las posesiones portuguesas e hispánicas de ultramar. 1624-1697”. En: Montalbán. Caracas, 47 (2016) 659-681.
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Reforma protestante”.195 Y más adelante expresa que la Compañía de Jesús “se aproximaba a la sociedad utópica por los preceptos de obediencia, de jerarquía estricta y de disciplina pedida a todos los miembros”.196 Pero además es necesario ubicar la visión jesuítica en el contexto de un mundo decidido a cambiar todas sus estructuras. A partir del Renacimiento, lo religioso, cultural, social y político se invaden mutuamente y es la autoridad estatal la que pretende imponer su autoridad política sobre la base de la “confesionalización”, concepto adoptado por las confesiones en conflicto pues luchan por generar una nueva identidad no solo en sus instituciones sino también en los modelos de comportamiento y en las prácticas religiosas porque de ello depende su nueva biografía. Y para ello recurre al concepto de “disciplinamiento social”, requisito imprescindible sobre el que se construirá el Estado absoluto de la época moderna.197 El ordenamiento religioso se vincula al político y al social, y tiene como objetivo la uniformización de las conductas con rituales y símbolos comunes a la Iglesia y al Estado. Ignacio de Loyola llega al disciplinamiento social a través del disciplinamiento personal. Para reformar el mundo hay que reformarse primero a sí mismo, y por ello apela a la práctica de los “Ejercicios espirituales”, redactados como el camino seguido por él en la búsqueda de Dios. El hijo de Loyola, en su torturada búsqueda interior, redacta el libro de los Ejercicios Espirituales,198 que se identifica con el ser y el pensar de este ilusionado peregrino de Dios, quien, tras una “travesía de fuego” – conceptuará Lacouture–, en medio de consolaciones y desolaciones, de tempestades de escrúpulos y de tumultos de mociones internas, llegará al éxtasis espiritual y desde esta cátedra participará desde hace cuatro siglos “en la vida de innumerables individuos que buscan una ascesis y un contacto con lo divino”.199 Las ilustraciones del espíritu le habían llevado a redactar el modelo que inspiraría todo su ejercicio futuro.
Markéta KRÍZOVÁ. La ciudad ideal en el desierto. Proyectos misionales del Compañía de Jesús y la Iglesia Morava en la América colonial. Praga, Universidad Carolina de Praga (2004) 57.
Markéta KRÍZOVÁ. La ciudad ideal en el desierto. Proyectos misionales del Compañía de Jesús y la Iglesia Morava en la América colonial, 102.
W. SCHULZE. “Gerhard Öestereichs Begriff <Sozialidisziplinierung> in der frühen Neuzeit”. En: Zeitschrift für hitorische Forschung, 14 (1987) 265-302. Citado por Agostino BORROMEO. “Ignacio de Loyola y sobra a la luz de las más recientes tendencias historiográficas”. En: Quintín ALDEA (Edit.). Ignacio de Loyola en la gran crisis del siglo XVI. Bilbao, Universidad ComplutenseMensajero-Sal Terrae, S/f (1991) 328.
Ignacio de LOYOLA. Ejercicios espirituales para vencer a si mismo y ordenar su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea. Innumerables ediciones.
Jean LACOUTURE. Jesuitas. I. Los Conquistadores, 41.
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Pero la inspiración supone tensión y sin tensión no hay creatividad ni compromiso. Por eso el barroco ha considerado siempre a Ignacio de Loyola como encarnación de su espíritu: juego de antítesis, contrastes de idealismo y realismo crudo, de realidad y sueño, de virtud y vicio, tensión y dinamismo, pero siempre abierto de par en par hacia el espíritu, la idea, la fe. Para ese complejo mundo de antagonismos, Ignacio de Loyola intuyó el valor de la elección que clarificó la aguda inteligencia de Baltasar Gracián: “No hay perfección donde no hay elección” porque vivir es saber elegir y no son suficientes ni el estudio ni la inteligencia sino que se imponen el buen gusto y el juicio recto. La elección tiene dos ventajas: “poder escoger y elegir lo mejor. Muchos con una inteligencia rica y sutil, con un juicio riguroso, estudiosos y de cultura amena se pierden cuando tienen que elegir […]. Por ello, éste es uno de los máximos dones del cielo”.200 Dos experiencias se dieron en el Nuevo Reino: la primera fue la de los “Ejercicios espirituales” y la segunda las denominadas “Misiones circulares”. El pequeño libro intitulado Ejercicios Espirituales, escrito por el fundador de la Compañía de Jesús,201 constituye un camino y a la vez un método para la vida espiritual. En última instancia pretende detectar las fuerzas fundamentales del hombre a fin de que éste configure su existencia al ideal programado por Cristo en servicio de los demás hombres. Su vida entonces se define por un impulso inexorable hacia Él, hacia el ideal que siempre quiere más, que por sistema no conoce límites, siempre abierto hacia el futuro y hacia los más puros ideales, consciente de que está al servicio de una causa cuya medida es “solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce al fin que somos creados”.202 Aunque no es nuestro propósito hacer la historia de las “Misiones circulares”, sin embargo, el investigador de tan interesante experimento social-religioso deberá conocer su proceso a través de sus forjadores, entre
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Baltasar GRACIAN. Oráculo manual y arte de prudencia. Madrid (1998) 30, n.º 51.
Ignacio de LOYOLA. Ejercicios Espirituales. Directorio y Documentos de San Ignacio de Loyola. Glosa y vocabulario de los Ejercicios por el P. José Calveras S. I. Barcelona, Edit. Balmes, 1944. (Existen innumerables ediciones de este libro y el P. Calveras es uno de los especialistas en lengua hispana). Para quien desee una información sobre la interpretación dada con el correr de los tiempos a los Ejercicios: Guilles CUSSON. “Breve historia de la interpretación de los Ejercicios. Escuelas y tendencias”. En: Manresa. Madrid, 66 (1994) 87-103.
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Ejercicios Espirituales, n.º 23.
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otros, los PP. Jerónimo López,203 Pablo Señeri,204 Antonio Baldinuci,205 Tirso González206 y Pedro Calatayud, entre otros.207 El objetivo final de la misión aspiraba a que en las poblaciones se diera una verdadera reforma de costumbres y además que la reforma fuera duradera. En otras palabras, se trataba de obtener la reconciliación con Dios y con los demás. Sin lugar a dudas, los jesuitas llegaron a estudiar no solo los recursos psicológicos sino las técnicas para lograr el objetivo final. El análisis y la experiencia les indicaron cómo concatenar los sermones y las doctrinas de forma tal que el corazón humano sintiese la impotencia de resistirse a la gracia de Dios. También estaban previstos todos los movimientos de las multitudes así como los espacios idóneos para los sermones, las procesiones, los auditorios y aún las luces nocturnas. El punto de partida era la realidad moral de la población que solicitaba la predicación de la misión pues, desde ese análisis, había que atacar directamente los elementos que constituían la raíz de la inmoralidad de las acciones individuales y sociales. En general eran muy fructíferas estas predicaciones y es frecuente encontrarse con correspondencia como la que transcribimos: Excelentísimo Señor Virrey: Llevado de la obediencia se ausenta de esta ciudad el Padre Antonio Julián de la Compañía de Jesús siendo general el sentimiento de sus moradores porque repentinamente quedamos sin el consuelo de sus loables y santas doctrinas en las que ha trabajado con infatigable amor y celo por lo que se hace digno de que llegue a noticia de V. E. [...] Ocaña, septiembre 24 de 1751. Fermín Dionisio de Amado.208
Pensamos que este ministerio se convirtió en una excelente profilaxia social efectiva para reconstruir las familias, componer matrimonios, pacificar las discordias, corregir maldades, en fin, volver a los criterios de una república cristiana.
José ESCALERA. “López, Jerónimo”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, III (2001) 2415.
Mario COLPO. “Segneri, Polo (junior)”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, 2001.
Gualberto GIACHI. “Baldinucci, Antonio”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, Institutum Historicum S. I.-Universidad Pontificia de Comillas, 2001.
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Isidoro PINEDO. “13. Goanzález de Santalla, Tirso”. En: Charles O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, II (2001) 1644-1650.
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Cecilio GÓMEZ RODELES. Vida del célebre misionero P. Pedro Calatayud de la Compañía de Jesús y relación de sus apostólicas empresas en los reinos de España y Portugal (1689-1773). Madrid, Establecimiento tipográfico de los sucesores de Rivadeneyra (1882) 499.
208
ANB. Miscelánea, t. 89, fols. 475-476.
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La séptima oferta trata de recoger el “proyecto artístico”. La arquitectura, la escultura, la pintura, la música y el teatro fueron parte esencial del discurso plástico que desarrollaron los jesuitas en todo el mundo. Pues, en la memoria, los símbolos y los lenguajes formales de cada pueblo, residen los instrumentos que nos permiten analizar e imaginar, creer y crear, decidir, amar y resistir.209 La inspiración que ilumina el proyecto artístico javeriano, es, indiscutiblemente, la Iglesia santafereña de San Ignacio de la que dice Enrique Marco Dorta: “es el mejor edificio religioso que se construyó en Bogotá durante el siglo XVII”.210 Construida por manos indígenas, expresa “la evolución de un pasado nacido recientemente, que niega el pasado y el tiempo de las tierras en que fue construido. Tierras que tienen un nuevo presente y un nuevo tiempo”.211 Esta obra de los jesuitas santafereños adquiere el valor de prototipo y su finalidad es netamente espiritual. Como acertadamente apunta Max Dvorak, el arte es también, siempre y en primer término, expresión de las ideas que preocupan al hombre, y la historia del arte es, en no menor grado que la historia de la filosofía, de la Religión o de la Poesía, una parte de la historia general del espíritu.212
El arte que los jesuitas neogranadinos propiciaron a través de sus artistas y el consiguiente mecenazgo representan una corriente fundamental de nuestra historia que fue capaz de integrar en una nueva matriz simbólica y estética un conjunto sorprendente de pueblos, estratos sociales y tradiciones. El mexicano Alfonso Alfaro llegará a conceptuar: “El lenguaje estético de Pozzo, Gracián y Zipoli es el mismo de Rubens y Bernini, el de Sor Juana y Calderón”.213
Alfonso ALFARO. “Una tradición para el futuro”. En: Ana ORTIZ ISLAS (Coord.). Ad maiorem Dei gloriam. La Compañía de Jesús promotora del arte. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (2003) 15.
Enrique MARCO DORTA. “La arquitectura del siglo XVII en Panamá, Colombia y Venezuela”. En: Diego ANGULO IÑIGUEZ. Historia del arte hispanoamericano. Barcelona-Buenos Aires, II (1941) 80.
Patricia RENTERÍA SALAZAR. Arquitectura en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá. Modelos, influjos, artífices. Bogotá, CEJA (2001) 133.
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Max DVORAK. Kunstgeschichte als Geistesgeschichte. München, 1924. Citado por Fernando ARELLANO. El Arte Jesuítico en la América Española (1568-1767). San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira (1991) 17.
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Alfonso ALFARO. “Una tradición para el futuro”, 17.
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En este contexto se debe explicar la biografía colonial de la Iglesia de San Ignacio214 en la que no solo se dieron cita arquitectos, pintores, escultores, músicos, fundidores y artes afines, sino que además se convocó todo un movimiento religioso con su alud de oradores sagrados, congregaciones, devociones y una sociedad que buscaba beber el deber ser como parte vital de una cultura que pugnaba por edificar la arquitectura de una identidad espiritual mestiza. Y de acuerdo con las investigaciones que se vienen realizando sobre los colegios en particular se puede verificar tanto el interés por la arquitectura como la imitación en la riqueza de los actos religiosos. Así lo demuestran: Tunja,215 Antioquia,216 Mompox,217 Honda,218 Cartagena219 e incluso las iglesias misionales dispersas por los Llanos casanareños.220 Y la última asume El reto de la gratuidad de la enseñanza. Durante la vigencia de la Primera Compañía de Jesús (1540-1767) se mantuvo como criterio inalterable la gratuidad de la enseñanza en todos los niveles educativos cultivados por los jesuitas. Ello obligó a diseñar uno de los proyectos más ambiciosos y audaces que desarrolló la Compañía de Jesús en tierras neogranadinas como fue el económico financiero.221 El investigador moderno tiene el peligro de dejarse atrapar por el fulgor de las ingentes sumas de dinero manejadas por los jesuitas neogranadinos. En última instancia era el resultado de un cúmulo de unidades productivas del principal grupo financiero del virreinato de Santafé como fue, en opinión de Germán Colmenares, la Compañía de Jesús.222
Una síntesis puede verse en: Fernando ARELLANO El Arte Jesuítico en la América Española (1568-1767), 87-96.
214
José DEL REY FAJARDO y Felipe GONZÁLEZ. Educadores, ascetas y empresarios. Los jesuitas en la Tunja colonial. Bogotá-Tunja. Pontificia Universidad Javeriana-Academia Boyacense de Historia, 2010.
José DEL REY FAJARDO y Felipe GONZÁLEZ. Los jesuitas en Antioquia 1727-1767. Aportes a la historia de la cultura y el arte. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2008.
José DEL REY FAJARDO y Felipe GONZÁLEZ MORA. Los jesuitas en Mompox 1643-1767. Añoranzas de un pasado cultural. Bogotá, Editorial Javeriana, 2013.
José DEL REY FAJARDO y Felipe GONZÁLEZ MORA. Los jesuitas en Honda 1634-1767. Entre el esplendor y la ceniza. (De próxima aparición).
Enrique MARCO DORTA. Cartagena de Indias, Puerto y Plaza Fuerte. Cartagena, Alfonso Amadó Editorial, 1960.
Felipe GONZÁLEZ. Reducciones y haciendas jesuíticas en Casanare, Meta y Orinoco ss. XVII y XVIII. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2004.
Véase el capítulo correspondiente a las haciendas en Los jesuitas en Colombia del P. Juan Manuel Pacheco.
Germán COLMENARES. “Los jesuitas: modelo de empresarios coloniales”. En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá, vol. XXI, n.º 2 (1984) 42-54.
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En Europa los jesuitas diseñaron diversas formas de financiar sus grandes obras educativas como lo demuestra Miguel Batllori;223 sin embargo, la realidad americana era totalmente distinta y en este preciso contexto surge la “hacienda” como una fundación capaz de soportar las colosales inversiones que requería la construcción de la obra cultural, educativa, religiosa, misionera y social que la Compañía de Jesús desarrollaba en el Nuevo Reino.224 En un siglo en que se desconocía por completo el valor de los derechos humanos y que proclamaba los cuatro objetivos de la excelencia individual: honra, fama, riqueza fungible y lujo, Ignacio de Loyola apela a la excelencia social edificada sobre hombres sabios y virtuosos. Esta nueva concepción de la sociedad profesaba su fe profunda en que el único fundamento inquebrantable de esos derechos reside “en que el hombre, por ser criatura de Dios, lleva en sí una referencia intransferible de buscar y encontrar a su Creador”. El peso y razón de esta nueva visión del hombre hicieron que Ignacio no dudara en dedicar muchos esfuerzos de su Compañía a la tarea de servir a los seres humanos de una manera organizada, a saber: por medio de la enseñanza gratuita, concepto que extendió a todas los servicios espirituales pues estaba convencido de que constituía “una estrategia indispensable y multiplicadora de esfuerzos”.225 La clave del éxito del sistema hacendístico desarrollado en tierras neogranadinas por la Compañía de Jesús, la fundamenta Edda Samudio en la rígida organización administrativa, la cual
223
Miguel BATLLORI. “Economia e collegi”. En: Domanda e consumi. Firenze, L. S. Olschdi (1978) 323-334. Estudia el financiamiento del Colegio Romano y los de Mesina, Sassari, París, Viena y Madrid.
Eduardo RUEDA ENCISO. “El desarrollo geopolítico de la Compañía de Jesús en los llanos Orientales de Colombia”. En: Los Llanos una historia sin fronteras. Bogotá, Academia de Historia del Meta (1988) 184-196. Hermes TOVAR PINZÓN. Grandes empresas agrícolas y ganaderas en el siglo XVIII. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia-Ediciones CIEC (1980) 178-179. Germán COLMENARES. Las haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada. Bogotá, Antares Tercer Mundo, 1969. Edda O. SAMUDIO. “El complejo económico del Colegio San Francisco Javier”. En: José del REY FAJARDO, Edda O. SAMUDIO y Manuel BRICEÑO JAUREGUI. Virtud, letras y política en la Mérida colonial. San Cristóbal, Santafé de Bogotá, Mérida, I (1995) 521-608. SAMUDIO, Edda O. “El Colegio San Francisco Javier en el marco histórico, social, religioso, educativo y económico de la Mérida colonial”. En: José DEL REY FAJARDO (et alii). Virtud, letras y política en la Mérida colonial. San Cristóbal-Santafé de Bogotá-Mérida, Universidad Católica del Táchira-Universidad Javeriana-Universidad de los Andes, I (1995) 39-166. Edda O. SAMUDIO. Las haciendas del Colegio San Francisco Javier de la Compañía de Jesús en Mérida. 1628-1767. Mérida, Universidad de los Andes, 1985. Edda O. SAMUDIO. “La fundación de los colegios de la Compañía de Jesús en la Provincia de Venezuela. Dotación de un patrimonio”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit). La pedagogía jesuítica en Venezuela. San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira, II (1991) 503-588. Jaime TORRES SÁNCHEZ. Haciendas y posesiones de la Compañía de Jesús en Venezuela. El Colegio de Caracas en el siglo XVIII. Sevilla, 1999.
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Rafael OLAECHEA. “Historiografía ignaciana del siglo XVIII”. En: Juan PLAZAOLA (Edit.). Ignacio de Loyola y su tiempo. Bilbao, Universidad de Deusto (1992) 61.
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constituyó un modelo de previsión, de distribución de funciones y responsabilidades, de utilización de recursos, de productividad y control, lo que llevó a cabo un profundo sentido de comunidad y una inmensa tenacidad, elementos esenciales en el logro de la prosperidad que caracterizó los complejos socio-económicos jesuíticos.226
Si bien es verdad que la Orden de Ignacio de Loyola en el Nuevo Reino poseía 60 haciendas dispersas por todo su territorio, incluyendo la Gobernación de Popayán,227 sin embargo es necesario resaltar que las riquezas provenientes de estas unidades agropecuarias debían invertirse para mantener y acrecentar la función social, educativa y religiosa que los jesuitas edificaban a lo largo y ancho de la Nueva Granada. La primera inversión se canalizaba para financiar lo que los estudiosos llaman “riquezas improductivas”, que vendrían a ser las edificaciones de los templos228 y colegios,229 los objetos artísticos sacros –baste recordar como ejemplo la famosa custodia denominada comúnmente “La Lechuga”230–, los ornamentos, las bibliotecas,231 las boticas, la imprenta232 y entes similares. La segunda significaba el sostenimiento gratuito de toda la estructura educativa jesuítica a todos los niveles y en todas las ciudades neogranadinas que albergaban instituciones docentes de la Compañía de Jesús.233 A ello había que añadir el financiamiento de los claustros de catedráticos de
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Edda O. SAMUDIO. “Las haciendas jesuíticas de las Misiones de los Llanos del Casanare, Meta y Orinoco”. En: José DEL REY FAJARDO (Edit.). Misiones jesuíticas en la Orinoquia, I, 740.
227
Germán COLMENARES. “Los jesuitas: modelo de empresarios coloniales”. En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá, vol. XXI, n.º 2 (1984) 42.
228
Juan Manuel PACHECO. “Las Iglesias coloniales de los Jesuitas en Colombia”. En: Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica. Medellín, 4 (1969) 307-324.
Para comprender el costo de un colegio nos remitimos al estudio más completo de una institución educativa jesuítica neogranadina como fue el plantel de Mérida: Edda O. SAMUDIO, José DEL REY FAJARDO y Manuel BRICEÑO JAUREGUI. El colegio San Francisco Javier en la Mérida colonial germen histórico de la Universidad de Los Andes. Mérida, Universidad de Los Andes, 2003, 8 vols.
Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, III, 138-139. Guillermo HERNÁNDEZ DE ALBA. “La Iglesia de San Ignacio de Bogotá”. En: Anuario de Estudios americanos. Sevilla, 5 (1948) 507-570.
Véase: José DEL REY FAJARDO. La Biblioteca colonial de la Universidad Javeriana de Bogotá. Caracas, Universidad Católica del Táchira-Pontificia Universidad Javeriana, 2000. José DEL REY FAJARDO. Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1999, 2 vols.
Véase una síntesis en: Juan Manuel PACHECO. Historia eclesiástica. Tomo 3: La Iglesia bajo el Regalismo de los borbones. Siglo XVIII. Bogotá, Lerner, vol. XIII (1986) 316-318.
Existen dos ejemplos en los que se puede estudiar el costo de un colegio jesuítico colonial. Para ello nos remitimos a: Edda O. SAMUDIO. Las haciendas del Colegio San Francisco Javier de la Compañía de Jesús en Mérida. 1628-1767. Mérida, Universidad de Mérida, 1985. Jaime TORRES SÁNCHEZ. Haciendas y posesiones de la Compañía de Jesús en Venezuela. El Colegio de Caracas en el siglo XVIII. Sevilla, Consejo Superior de investigaciones Científicas-Universidad de Sevilla-Diputación de Sevilla, 1999.
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Teología escolástica y moral, Sagrada Escritura, Filosofía, Derecho civil y canónico,234 y todo el profesorado de retórica, humanidades y gramática, así como también los maestros de primeras letras, amén de todas las exigencias de la Ratio Studiorum relativas tanto a los ejercicios literarios como a los certámenes y representaciones que debían realizarse en cada colegio.235 La tercera auspiciaba los servicios religiosos que se desarrollaban en las iglesias jesuíticas y que definían la espiritualidad ignaciana. Se trataba de una encrucijada decisiva que se ubicaba en el punto de contacto entre la fe y la cultura a fin de hacer audible la voz divina. Como consecuencia, los seguidores de Ignacio de Loyola trataron de diseñar un papel decisivo en la formación del lenguaje estético, retórico y espiritual que debía interpretar el carácter personal del encuentro con Dios, de la responsabilidad ética y del proyecto particular de cada uno. En este marco de referencia se debe situar la preocupación por la suntuosidad de las funciones sacras con deslumbrantes realizaciones estéticas que movían a artistas, músicos, pintores y oradores capaces de mover las almas del pueblo devoto. También había que costear la pedagogía religiosa que variaba desde lecciones sacras hasta la enseñanza del catecismo; se fomentaron las congregaciones,236 instituciones religioso-cultural-económicas que dentro de la historia de los movimientos religiosos del barroco lograron despertar una gran vitalidad entre todos los estamentos sociales; a su tiempo se predicaban los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola y se salía del recinto sacro para llevar al pueblo las denominadas Misiones circulares.237 Un capítulo aparte amerita el financiamiento de las Misiones llamadas de infieles y, en concreto, las que se desarrollaron en los Llanos orientales colombianos y en la Orinoquia. El “Proyecto Misión” imponía al misionero los siguientes compromisos: convertir al indígena en súbdito del rey de España, en ciudadano de un municipio, en beneficiario de un futuro mejor y a la vez dotarlo de la lengua de Castilla y hacerlo hijo de la iglesia católica.238
Para hacerse cargo de lo que significaba en número de personas el claustro javeriano, véase: José DEL REY FAJARDO. Catedráticos jesuitas de la Javeriana colonial. Lo mismo podría aplicarse a la Academia de Popayán.
Véase: Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, I, 540-543.
Para quien esté interesado en el tema nos remitimos al libro de Elder MULLAN, S.J. La Congregación Mariana estudiada en los documentos. Barcelona (1911) 204-316. Patrick O’SULLIVAN. “Congregaciones Marianas (=CC.MM.)”. En: Charles E. O’NEILL y Joaquín M.ª DOMÍNGUEZ. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Roma-Madrid, I ( 2001) 914-918.
Cecilio GÓMEZ RODELES. Vida del célebre misionero P. Pedro Calatayud de la Compañía de Jesús y relación de sus apostólicas empresas en los reinos de España y Portugal (1689-1773). Madrid, Sucesores de Rivadeneyra (1882) 499-523.
Juan RIVERO. Historia de las Misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meta. Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de Colombia (1956) 293: En 1692 describía el Consejo la acción
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Para afrontar tan agresivo reto los jesuitas levantaron con titánicos esfuerzos la hacienda de Caribabare, “la más grande de las haciendas Hispano-americanas” pues llegó a tener casi medio millón de hectáreas,239 hacienda la cual desde su creación motivó los más airados ataques de los encomenderos y terratenientes hispanos.240 Éste fue el origen de un verdadero subsistema empresarial dentro del “Proyecto-Misión” que tenía por objeto garantizar el soporte a la labor extraeconómica de índole espiritual, social, cultural y de desarrollo humano y comunitario llevada a cabo en los Llanos de Casanare y en la Orinoquia.241 No fue fácil habilitar el espacio para un nuevo orden a través de la reducción. De la espacialidad tradicional orinoquense, juzgada como dispersión e ilimitada, había que transitar a una espacialidad caracterizada como concentración urbana. De esta suerte se debía construir un nuevo hábitat como el espacio idóneo para la convivencia, el trabajo, la justicia y el nuevo orden social. La mayor inversión que realizó la Compañía de Jesús, amén de la formación religiosa de la población y de la educación de la juventud, se dirigió a crear aquellas tres estructuras sobre las que debía reposar la reducción: el aseguramiento de la subsistencia, la capacitación de los recursos humanos y la adquisición de la ciudadanía a través del nuevo concepto de municipio. Así fue surgiendo una nueva clase laboral como la de los trabajadores con distintas habilidades, desde los diestros maestros artesanos, quienes constituyeron mano de obra especializada, hasta la servidumbre que habitaba en las haciendas y concurría directamente a su trabajo. A ellos se unían otros artesanos, ya oficiales o aprendices, indígenas y no indígenas, quienes con sus diversos trabajos contribuían a la construcción de los recintos públicos y privados.242 Del trajinar de las haciendas nacieron los corredores comerciales entre éstas y las reducciones llaneras, las poblaciones hispanas del piedemonte
de los jesuitas “que no se contentan solamente con reducir a los gentiles y agregarlos a pueblos, sino que procuran también con toda solicitud enseñarlos a vivir vida social, política y económica, como también su educación en las buenas costumbres y su mayor aumento”. 239
Héctor Publio PÉREZ ÁNGEL. La hacienda de Caribabare. Estructura y relaciones de mercado 17671810. Yopal [Casanare] (1997) 69-75. En donde se estudian los límites después de la expulsión de los jesuitas.
240
Amplia información en: AGI. Santafé, 249. Información hecha por los misioneros del pueblo de Pauto en los Llanos del gran fruto obtenido en aquellas misiones de su cargo. Santafé de Bogotá, 1690. Una síntesis en: Juan Manuel PACHECO. Los jesuitas en Colombia, II, 428-435.
241
José DEL REY FAJARDO . “Función religiosa, social y cultural de las haciendas misionales en la Orinoquia”. En: Edda O. SAMUDIO y José DEL REY FAJARDO. Jesuitas, haciendas y promoción social en la Orinoquia. Mérida, Ediciones del Rectorado (2006) 215-398.
Véase: Edda O. SAMUDIO. “Las haciendas jesuíticas de las Misiones de los Llanos del Casanare, Meta y Orinoco”, 753.
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y las ciudades del altiplano,243 así como la Guayana, y las rutas de Barinas y Caracas con los consiguientes beneficios para la economía y el desarrollo de la región. La venta de ganado y la actividad comercial desarrollada creó los sitios conocidos como posadas ganaderas y muchas de ellas “se convirtieron en matriz de nuevos pueblos, algunos hoy desaparecidos, otros convertidos en importantes ciudades”.244 Las rutas frecuentadas por los jesuitas en la rutina de su cadena comercial entre Caribabare y Tunja-Santafé de Bogotá adquirieron tal auge que cuando el virrey Sebastián de Eslava (1740-1749) solicita de los miembros de la Compañía de Jesús que abastezcan de carne a la capital, el proyecto se pudo desarrollar de inmediato pues del Llano llegaban a la hacienda de Lengupá “donde descansaban los vaqueros con sus ganados y luego proseguían hasta llegar a Firavitoba […]. Allí las reses recuperaban su peso para luego ser entregadas en Sogamoso, Tunja y Santafé de Bogotá”.245 Héctor Publio Ángel descubre una primitiva estructura política desarrollada por lealtades personales alrededor de los llaneros de mayor fortaleza; los que se consideraron los caudillos que se destacaron en la guerra de independencia; tal fue el caso de Ramón Nonato Pérez, o Juan Nepomuceno Moreno en Casanare, entre otros.246 De igual forma piensa que la organización de las haciendas, sobre todo la de Caribabare sembró en la mentalidad del mestizo un sentido “de apropiación de grandes extensiones de tierras y un sistema de explotación difícil de asimilar, dada la disciplina y organización de los misioneros en contraste con las indóciles costumbres del indígena y del llanero”.247
Héctor Publio PÉREZ ÁNGEL. La hacienda de Caribabare, 63.
Héctor Publio PÉREZ ÁNGEL. La hacienda de Caribabare, 65. En la nota 67 añade: “en Casanare un sitio tradicional de descanso ganadero fue el Morro-Marroquín (en la vía LabranzagrandeSogamoso-Tunja) cuyo paraje dio origen a El Yopal, hoy la capital del Departamento (Ver Archivo Notarial de Yopal. Casanare. Legajo único). La fundación de Yopal a partir de una posada ganadera se puede corroborar con tradición oral (Véase SABIO, Ricardo. Corridos y coplas por los Llanos Orientales. Cali (1963) 41 a 48). Fuentes de otro caso similar hay que buscarlas en Villavicencio[,] la capital del Departamento del Meta, la que surge a partir de un sitio de descanso ganadero (Véase el estudio realizado por ESPINEL, Nancy. Villavicencio dos siglos de Historia comunera 1740-1790. Villavicencio, 1989. En el capítulo IV trata sobre la Hacienda de Apiay, matriz de la urbe, p. 53”.
Héctor Publio PÉREZ ÁNGEL. La hacienda de Caribabare, 66. El recorrido duraba 8 días. Eduardo, RUEDA ENCISO. “El complejo económico-administrativo de las antiguas haciendas jesuitas del Casanare”. En: Boletín cultural y bibliográfico. Bogotá, vol. XXVI, n.º 20 (1969) 12-13.
Héctor Publio PÉREZ ÁNGEL. La participación de Casanare en la Guerra de Independencia 18091819. Bogotá, ABC (1987) 30.
Héctor Publio PÉREZ ÁNGEL. La hacienda de Caribabare, 61.
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Apéndice
Bibliografía Filosófico-Teológica del Claustro Javeriano
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L a F a c u l t a d d e Te o l o g Ă a de la Universidad Javeriana (1612-1773) Se terminĂł de imprimir en el mes de diciembre de 2017, en los talleres de Javegraf, BogotĂĄ, D.C., Colombia. Compuesto con tipos Stone serif y Stone sans serif e impreso en propalibros de 75g.
José del Rey Fajardo, S. J.
Educadores, ascetas y empresarios Tomo I José del Rey Fajardo, S. J.
Educadores, ascetas y empresarios Tomo II
José del Rey Fajardo, S. J. Felipe González Mora
José del Rey Fajardo, S. J. D E L A U N I V E R S I DA D J AV E R I A N A ( 1 6 1 2 - 1 7 7 3 )
Dos tomos José del Rey Fajardo, S. J. Felipe González Mora
L A FA C U LTA D D E T E O L O G Í A
Los jesuitas en Honda, 1634-1767 Entre el esplendor y las cenizas.
La Facultad de Teología de la Universidad Javeriana (1612-1773), obra que presentamos al lector colombiano, consta de dos libros y un apéndice. El primer libro está dedicado a la respuesta de la Universidad Javeriana a la demanda intelectual del Nuevo Reino de Granada. Allí se estudian los marcos fundacionales, las estructuras jurídicas, las titulaciones, la organización académica, la formación integral, entre otros. El segundo libro entra de lleno en el alma de lo que fue la Facultad de Teología como el proyecto universitario javeriano. Así se hace referencia a la metodología practicada en la enseñanza de las ciencias eclesiásticas y la escolástica como método. En el apéndice, se incluye la “Bibliografía filosófico-teológica del claustro javeriano”, que les ofrece a los estudiosos de la materia la consulta directa de los manuscritos coloniales.
Profesor titular de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Doctor en Letras de la Universidad de Los Andes (Mérida) y en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana. Académico de número (Sillón S) de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela. Miembro correspondiente de las academias Colombiana de Historia, de la Boyacense de Historia y de la de Cartagena. Rector fundador de la Universidad Católica del Táchira (Venezuela). Desde 1992 miembro del Observatorio Nacional de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Ciencia y Tecnología en su máximo nivel y emérito desde el año 2007. Doctor honoris causa por las universidades de Los Andes (Mérida); Zulia (Maracaibo); Rómulo Gallegos (San Juan de Los Morros) y Cecilio Acosta (Maracaibo). Su bibliografía histórica contiene 55 libros. En la actualidad se desempeña como presidente del Consejo Superior de la Universidad Valle del Momboy (Valera, Estado Trujillo).
LA FACULTAD
DE TEOLOGÍA de la
UN I V E R S I DA D J AV E R I A NA
(1612-1773)
José del Rey Fajardo, S. J. Imagen de cubierta: Fragmento del documento “Defensa de tesis doctoral de la Universidad Javeriana”, 1728. Archivo Histórico Javeriano Juan Manuel Pachecho, S. J., fondo Javeriana Colonial.