9 789587 813142
Betty Sánchez Sarmiento
NEOCHAMANISMO URBANO Engaño, abuso y poder en la comunidad carare Intervenciones en Estudios Culturale s
Esta colección del Departamento de Estudios Culturales presenta trabajos de investigación que perfilan posibilidades de intervención en el campo de los estudios culturales en dos sentidos: primero, como forma de visibilización de problemáticas propias, y segundo, como forma de invitar a participar y reflexionar en torno a este espacio en consolidación.
Neochamanismo URBANO. Engaño, abuso y poder en la comunidad carare
INTERVENCIONES EN ESTUDIOS CULTURALES
A partir de una experiencia de más de una década como ferviente practicante de tomas de yajé en el seno de un visible grupo neochamánico en la ciudad, Betty Sánchez Sarmiento describe en detalle el proceso de consolidación de la autoridad de su líder. Así, el lector se adentra en la historia de cómo este líder introduce de manera paulatina una serie de prácticas rituales supuestamente indígenas, y de estrictas normatividades, en la cotidianidad de un creciente número de miembros y de seguidores del grupo que se convierte en la Comunidad de Paz Carare. Desde una cuidadosa autoetnografía, en el libro se evidencia cómo este neochamán logra investirse de reconocimiento y capital simbólico en el campo yajecero, a partir de la articulación de una serie de estrategias de sometimiento sobre sus más cercanos seguidores y de la creación de un caprichoso entramado de prácticas ritualizadas para las tomas de yajé, asociadas a la atención de pacientes con las más disímiles enfermedades en búsqueda de sanación. Como resultado de denuncias, el grupo de seguidores se divide entre quienes, desencantados, se alejan y lo cuestionan abiertamente y quienes continúan defendiéndolo ciegamente. Para los primeros, se derrumba una figura deificada, garante de sentido colectivo. Se evidencia lo monstruoso de la hiperidealización sedimentada que clausura la sospecha y que habilita lo más atroz y detestable. Para los últimos, la negación termina reforzando aún más su pureza. La relevancia de este libro radica, entonces, en la descripción densa de los concretos entramados de sentido y las prácticas que, en escenarios urbanos como el bogotano, posibilitan hoy la invención de una indianidad hiperreal que responde a una configuración emocional de sectores sociales con ciertos privilegios que demandan autenticidades y tradicionalidades otrerizadas para tramitar sus vacíos existenciales y el consumo de procedimientos terapéuticos “alternativos”.
Betty Sánchez Sarmiento
Betty Sánchez Sarmiento
Antropóloga Social de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana, donde recibió mención de honor por la tesis que da lugar a este libro: “Neochamanismos urbanos, entre la fraternidad y la violencia”. Entre 2013 y 2018 fue consultora para la implementación de la Política Pública para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia en la Amazonía y la Orinoquía, a través de organizaciones como Save the Children, Fundación Plan y Aldeas Infantiles sos Colombia. Además, se ha desempeñado como Síndico de la Red de Apoyo, Inc., una fundación internacional de apoyo, orientación y consejería a víctimas de grupos sectarios peligrosos. En la actualidad es profesora asociada en el Departamento de Humanidades de la Universidad del Bosque. Entre sus principales publicaciones se cuentan: Manual de responsabilidades y competencias de los actores participantes del programa de alimentación escolar pae (coautora); el artículo “Entre la polaridad del bien y del mal. El juego de la balanza”, publicado en el 2000 en la revista Nómadas; y el capítulo de libro “Una experiencia de cuidado e investigación de cuerpo”, publicado con la coautoría de Bertha Antolínez en Dimensiones del cuidado (1998).
© Imagen de cubierta: Atando el día, Carlos Jacanamijoy, 2000. Oleo sobre lienzo, 82 x 92 cm
Intervenciones en Estudios Culturales
NEOCHAMANISMO URBANO
NEOCHAMANISMO URBANO Engaño, abuso y poder en la comunidad carare
Intervenciones en Estudios Culturales
Betty Sánchez Sarmiento
Primera edición: diciembre de 2018 Bogotá, D. C. isbn: 978-958-781-314-2 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7 n.° 37-25, oficina 1301, Bogotá Edificio Lutaima Teléfono: 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial Pontificia Universidad Javeriana. Vigilada Mineducación. Reconocimiento como universidad: Decreto 1270 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento como personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.
Corrección de estilo: Laura Acero Diseño de colección: Ignacio Martínez-Villalba Diagramación y montaje de cubierta: Nathalia Rodríguez Imagen de portada © Carlos Jacanamijoy, Atando el día, 2000. Impresión: Javegraf
Intervenciones en Estudios Culturales
Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Betty Sánchez Sarmiento
MIEMBRO DE LA
ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS EN AMÉRICA LATINA
RED DE EDITORIALES UNIVERSITARIAS DE AUSJAL www.ausjal.org
Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad de su autora y no comprometen las posiciones de la Pontificia Universidad Javeriana
Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación Sánchez Sarmiento, Betty, autora Neochamanismo urbano. Engaño, abuso y violencia en la comunidad carare. / Betty Sánchez Sarmiento. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018. 180 páginas ; 24 cm Incluye referencias bibliográficas (Páginas 173-178) ISBN : 978-958-781-314-2 1. Estudios culturales 2. Rituales ancestrales 3. Comunidad carare - Colombia 4. Etnografía I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales. CDD 306 edición 21 inp 12/12/2018 Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.
Tabla de contenido
Agradecimientos 9 Prólogo 13 Introducción 17 I
El yajé, un hito en mi vida 25 ¿Preñados de lo indígena? 29
II
Activación y estrategias de una etnicidad ficticia 33
Compadrazgos y relaciones comerciales con autoridades indígenas 35 Buscando lo étnico primordial. ¿El último carare? 38 Apropiación de la figura internacional del Premio Nobel Alternativo de Paz 42 Formas organizacionales para la activación de la etnicidad ficticia 46 “Encusmados”, ayudantes, aprendices y discípulos 49 Empoderados e iniciados 57
III
¿Territorio ancestral? Invención de lo cotidiano 65
Cambios y reordenamiento del espacio en el ritual de yajé. De la carpa a la neomaloca 71
Entrada a la neomaloca Maya Kamurú Pirú, Casa de Pensamiento Bonito 99
IV
“Justicia propia” y dominación masculina 107
Justicia propia 108 Ritos de institución y de escrutinio público 112 Violencia simbólica entre mujeres 121 Marcas simbólicas y formas de castigo 122 La “yazca” y la matriz: instrumentos de dominación y bienes simbólicos 125
V
Cuerpos, fluidos y fuerzas espirituales peligrosas 129
La menstruación y la gestación 134
VI
Violencias y violaciones 141
“¿Curación y limpieza con el taita?” 142 Intimidaciones, amenazas, supuestas agresiones chamánicas y miedos 160
Conclusiones 167 Referencias 173
Agradecimientos
Agradezco las palabras y la voluntad de los seres humanos que se materializaron en esta tesis. A quienes fuimos parte de este proceso de adscripción voluntaria a una práctica espiritual como el yajé, la cual devino forma de esclavización consentida. A quienes, en el coraje de la veracidad, transitamos por un camino de des-conversión y entendimiento de las relaciones de poder y sujeción sobre y desde nosotros mismos. De manera muy especial, a mi esposo y amigo Luis Fernando Sierra y a nuestras familias, pues me recordaron la fuerza para enfrentar los momentos difíciles y mantener la serenidad en los tiempos angustiosos y en cuyo amor me sostuve al desfallecer y sufrir diversas pérdidas. A Eduardo Restrepo, por su escucha, por las pausas necesarias en los momentos de duelo, el entendimiento en los silencios; por mostrarme cotidianamente la confianza depositada en mí y por su permanente insistencia en relatar lo vivido. A las personas que de manera incondicional me brindaron su tiempo, su abrazo y apoyo cuando más lo necesité. A los compañeros en este viaje de la vida, mi familia, mis amigos y colegas, quienes de forma absoluta estuvieron y han estado fortaleciendo este proceso.
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Ilustración página 11: Laura Camila Torres Pacheco (2013). Vivificar. Acrílico sobre pared.
Prólogo
Desde hace ya un par de décadas, en contextos urbanos del país se han hecho frecuentes las sesiones de tomas de yajé, planta referida como sagrada por algunas sociedades indígenas del Amazonas. A menudo, estas tomas se dan en unas sesiones guiadas por figuras que aparecen como taitas indígenas, que también suelen ser llamados chamanes. En Bogotá, la mayoría de los consumidores de esta planta son personas que no se identifican como indígenas ni pertenecen a los sectores populares de la ciudad. Con la ingesta de yajé, muchos buscan anheladas curas para dolencias del alma o del cuerpo (algunas de ellas ya tratadas por otros medios), así como la cada vez más convocada exploración de sus “espiritualidades”. A partir de una experiencia de más de una década como una ferviente practicante de estas tomas de yajé en el seno de un visible grupo neochamánico en la ciudad, la autora de este libro describe en detalle el proceso de consolidación de la autoridad de su líder. Así, el lector se adentra en la historia de cómo este líder introduce de manera paulatina una serie de prácticas rituales supuestamente indígenas, y de estrictas normatividades, en la cotidianidad de un creciente número de miembros y de seguidores del grupo que se convierte en la Comunidad de Paz Carare de Pensamiento Bonito. Desde una cuidadosa autoetnografía, en el libro se evidencia cómo este neochamán logra investirse de reconocimiento y capital simbólico en el campo yajecero, a partir de la articulación de una serie de estrategias de sometimiento sobre sus más cercanos seguidores y de la creación de un caprichoso entramado de prácticas ritualizadas para las tomas de yajé, asociadas a la atención de pacientes con las más disímiles enfermedades y en búsqueda de sanación. Hacia la parte final del libro se expone cómo, dada la absoluta confianza de sus seguidores y de su venerado lugar, este neochamán presuntamente abusa sexualmente y viola a varias mujeres, algunas de ellas menores de edad. Como resultado de unas denuncias que lo llevan a enfrentar a la justicia colombiana, el grupo de seguidores se divide entre quienes, desencantados, se alejan y lo cuestionan abiertamente y quienes continúan defendiéndole ciegamente. Para los primeros, se derrumba una figura deificada, garante de sentido colectivo. 13
Se evidencia lo monstruoso de la hiperidealización sedimentada que clausura la sospecha y que habilita lo más atroz y detestable. Para los últimos, la negación termina reforzando aún más su pureza. La relevancia de este libro radica, entonces, en la descripción densa de los concretos entramados de sentido y las prácticas que, en escenarios urbanos como el bogotano, posibilitan hoy la invención de una indianidad hiperreal que responde a una configuración emocional de sectores sociales con ciertos privilegios que demandan autenticidades y tradicionalidades otrerizadas para tramitar sus vacíos existenciales y el consumo de procedimientos terapéuticos “alternativos”. Esta descripción tiene alcances más allá del grupo neochamánico examinado por la autora del libro. A mi manera de ver, su análisis ilumina un aspecto central del sentido común de nuestro presente, que encuentra en figuras idealizadas de otredades radicales un tropo central para tramitar angustias individuales en busca de la felicidad como imperativo existencial, o administrar frustraciones en torno a las fallidas transformaciones históricas. El antiquísimo buen salvaje de Rousseau, esa puridad exterior a la modernidad u Occidente, se encarna hoy con fuerza emocional en disímiles ropajes, en el marco de un creciente mercado espiritual que florece en los centros urbanos o se posiciona en variadas conceptualizaciones académicas, como romantizadas figuras repletas de bondad y sabiduría, a las que se les endosa nada menos que la salvación de nuestro mundo. Hace ya casi tres décadas, Néstor García Canclini escribía que las identidades de la gente que solían estudiar los antropólogos eran más heterogéneas y complejas que las idealizadas representaciones que estos últimos hacían de ellas. Con este libro de Betty podríamos agregar que esas personas o colectividades a las que se les atribuyen bondades y claridades absolutas derivadas de sus supuestas otredades auténticas y tradicionales son a menudo más contradictorias, autoritarias y mundanales que lo que están dispuestos a reconocer muchos que desesperadamente necesitan romantizarlos. Además de estos aportes, este libro también constituye una ejemplar ilustración de lo que implica hacer estudios culturales. A diferencia de lo enseñado en gran parte del establecimiento académico, los estudios culturales parten de los malestares viscerales que nos habitan e implican. Estos malestares operan como detonantes que impulsan la labor investigativa, son el combustible que alimenta su vocación de intervención política; no para quedarse en un ejercicio autista y circunscrito a la queja, sino para trazar el punto de partida que posibilite llegar a entender cómo esos malestares son expresiones, en los sujetos, de fuerzas sociales que nos trascienden y constituyen. La labor investigativa está orientada a comprender contextualmente estos malestares en clave de las configuraciones sociales y de poder que suponen. Otro tanto pasa con la noción de política, ya que para los estudios culturales esta no busca salvar o hablar por unos otros subalternizados,
prólogo 14
sino que tiene que ver con uno; no se queda ahí en el individuo, sino que se articula como un nos-otros. Este libro muestra que hacer estudios culturales implica a los sujetos, sus malestares y configuraciones emocionales. Se habla a menudo en primera persona, pero no para quedarse ahí, sino para entender en perspectiva y más densamente lo que se encuentra en juego en el análisis. Es la molestia derivada de la ruptura, con una apuesta profunda de más de una década, el disparador de la escritura de este libro, y ello compele a mirar con otros ojos lo que había ocurrido, cuáles son sus implicaciones y relaciones de poder. La teoría entonces ocupa su lugar, no con el fin de interrumpir con elucubraciones y sesudas citaciones que complazcan a los amantes de la teoría florero y de la nota al pie de página, sino para posibilitar una nueva mirada que se hace descripción, que permite otras interpretaciones y habilita estratégicas interrupciones y desplazamientos. No hay descripción inocente teóricamente ni en exterioridad a los posicionamientos políticos. Finalmente, este libro es una contribución al naciente campo de los estudios culturales por su intervención política; no se limita a perturbar las aplanadas narrativas asociadas al neochamanismo que suelen circular en ámbitos académicos. Además, desgarra las certezas previas de la autora y se perfila como denuncia y procesamiento del nefasto neochamán centro de la historia. El propósito de los estudios culturales de contar mejores historias, en este caso, significa densificar e interrumpir las prácticas de significado y las relaciones de poder de un potente y profundo embrujo. eduardo restrepo, Pontificia Universidad Javeriana
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prólogo
Introducción
En esta investigación busco describir la experiencia que viví durante doce años de mi vida. En las siguientes líneas compartiré, a través de palabras, los aprendizajes que se labraron en mi cuerpo. Durante ese tiempo, mi existencia osciló entre la fraternidad, el dominio, la subordinación, la violencia y la esclavitud humana. Fui parte de una “comunidad de paz” cuyas relaciones de poder eran autoritarias y violentas; su accionar estaba justificado, en gran parte, por ficciones e invenciones sobre lo indígena y el sentimiento de ser parte de una aparente experiencia de paz reconocida del país. Creía que pertenecía a la Comunidad de Paz Carare de Pensamiento Bonito (CPCPB) y a una fundación que trabajaba en pro de comunidades especialmente vulnerables, la Fundación Carare. Esta organización, instituida como fundación y como comunidad, estaba cimentada en la supuesta reapropiación de rituales de lo indígena como tomas de yajé, mambe de coca y ambil en ámbitos urbanos y periurbanos, y su líder era la figura del premio Nobel alternativo de paz, formado entre fusiles, Edgar Orlando Gaitán Camacho. Hoy, llamo a todo esto neochamanismo urbano. Desde una perspectiva histórica, la categoría neochamanismo se desprende de aquello que ha sido llamado chamanismo. Como tal, el concepto de chamanismo, en su artificialidad −como categoría, es una invención antropológica−, habla más del enraizamiento cultural de dicha disciplina y de sus formas de mirar, que de las realidades que esta pretende estudiar (Lombardi y Hamayon, 2003). Fui parte de lo que puede entenderse, junto con Galinier, Lagarriga y Perrin (1995), como neochamanismo: movimiento que actúa en el mundo posmoderno guiando a almas perdidas de la aldea global. Me sentí partícipe de la manifestación de una de las inquietudes colectivas de los habitantes del contexto urbano que fomentaba sentimientos latinoamericanos indigenistas. Me hice seguidora de un neochamán, figura preestablecida, sustancialista y construida como categoría artificial de lo indígena. Siguiendo a Stefanoni (2012) y Fornet (2012), que aseguran que al nombrar algo como “indígena” no se da cuenta de ninguna identidad concreta, los nombres son indicadores de las formas en que se piensa una época y del rumbo que se le impone. 17
De esta manera, describiré prácticas rituales como la ingesta de yajé1 para entender cómo se encontraron en estas la emergencia y la revitalización de un indigenismo en reverberaciones en las que, en nombre de lo indígena, se activaron figuras étnicas cargadas de influencias racionalistas, vitalistas, místicas y de fascinaciones occidentales. Así mismo, de acuerdo con Stefanoni (2012), estuve más cerca de una identidad global a menudo construida en el mundo de las ONG, de los organismos internacionales y de otros espacios alejados de la vida popular y subalterna, que de los realmente existentes en las comunidades indígenas y sus prácticas rituales. En las nominaciones de estas categorías, uno de los más grandes problemas fue la exotización de lo étnico y desde allí se partió para inventar una tradición. Detallaré la manera en que, por profundos fervores, se instalaron figuras emblemáticas y míticas como “médico tradicional indígena”, un autodenominado “taita”, “abuelo”, “premio Nobel alternativo de paz”. Este neochamán se convirtió en un héroe, un santo, un padre, un sanador que posibilitó una estética de lo comunal y sirvió de receptáculo de su expresión, como una de las “formas vacías o matrices que permiten a cada cual reconocerse como tal y comulgar con los demás” (Maffesoli, 1990). Este héroe idealizado que, haciendo uso de los términos de Webster (1993), encarnó la fuerza externa, sagrada, perteneciente a lo divino, se actualizó como un gurú autoritario, carismático, líder espiritual a quien se le llegó a tener gran devoción. En un primer momento mostraré las particularidades del grupo que siguió a este hombre, conformado por académicos, trabajadores de clase media y alta, médicos, abogados, arquitectos, indígenas, comerciantes, extranjeros, familias, estudiantes universitarios, jóvenes y niños. También señalaré las formas organizacionales −Fundación, Institución Prestadora de Salud (IPS) Maya Pija y CPCPB− que posibilitaron poner en práctica estrategias y tácticas para garantizar mayor acceso a recursos (contratos con instituciones del Estado), cuotas más altas de poder, legitimidad en la interacción con instituciones académicas, otras organizaciones o comunidades étnicas y a nivel político, así como un mayor estatus del grupo y del neochamán.2 Evidenciaré cómo estas formas organizacionales tuvieron como uno de sus objetivos darle legitimidad y autoridad al neochamán a partir del discurso del “rescate de lo étnico” y de la apropiación de la figura del premio Nobel alternativo de paz. Lo anterior repercutió en posicionamientos ficcionales, estratégicos,
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A lo largo del texto he optado por emplear el término ‘yajé’ con j en la medida en que corresponde a la fonética del castellano, y no yagé con g, que corresponde a la fonética anglosajona. Cfr. “Chamán acusado de violador en serie, en rezos y negocios con Distrito”. El Tiempo. 19 de junio de 2015. http://www.eltiempo.com/bogota/chaman-acusado-de-violacion-y-contratos-conel-distrito/15925898 (30/07/2015).
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redituables económicamente y de acceso a diversas formas de poder dentro del grupo y fuera de él por parte del neochamán. Luego, me referiré a los actos performativos, es decir, a las prácticas orientadas a través de ritualizaciones repetitivas, que se fueron sedimentando en un terreno fijo y crearon contextos regulados y normativos (Butler, 2002). Describiré cómo dentro de la ceremonia del yajé se construyeron rituales dentro de rituales3 que de forma repetitiva perpetuaron un orden y la celebración redundante de prácticas entendidas como emblemáticas de comunidades indígenas del piedemonte amazónico, que se daban en un mismo ámbito, desde la ingesta de plantas como el yajé, la preparación y consumo de ambil y de mambe de coca −todo esto en un solo contexto ritual−, hasta la preparación de bebidas tradicionales de grupos de la Orinoquía como la caguana. También se construyeron “malocas” y se mantuvieron “chagras” (huertas) dentro de una finca, en la búsqueda de una mayor identificación con aquello que se instaló como lo étnico (García Canclini, 1990). Mostraré cómo se produjo un territorio (neomalocas) dentro de ficciones chamánicas exóticas, teniendo como figura central a Edgar Orlando Gaitán Camacho como neochamán, quien dio sentido, contenido y eficacia a los valores que ordenaron la producción de la realidad sobrenatural y natural (Fericgla, 1998) de la CPCPB. De igual manera, describiré cómo se generaron los roles y prácticas rituales de la CPCPB, fundamentados en principios de separación e individuación. Explicaré cómo se fueron construyendo modelos verticales y referentes jerárquicos que se insertaron en sentidos económicos y políticos bien localizados, con unos ambiguos “retornos” a lo que se entiende como la vivencia de una comunidad indígena a través de la ingesta del yajé, el ambil y el mambe de coca. Expondré cómo se asignaron roles, formas de socialización y estilos de vida de mujeres, hombres, niños y niñas vinculados a este grupo comunitario, lo cual colapsa la noción igualitaria de comunidad. Posteriormente, me centraré en los discursos de saber-poder del neochamán que atravesaron los cuerpos, como también en las prohibiciones, censuras, rechazos, proscripciones y tabúes sobre el cuerpo que se instituyeron como elementos estratégicos de poder y de saber. Esto me lleva a identificar numerosos rituales y actuaciones públicas que produjeron distintas escalas espaciales y establecieron 3
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Se detallará la centralidad de las prácticas rituales como dispositivos de control al interior de este grupo neochamánico, no solo a través de la ceremonia del yajé −acto ritual y central de la CPCPB−, sino también de las apropiaciones y adaptaciones de prácticas rituales católicas y de las pretendidamente indígenas (mambeaderos), que resultan fundamentales para la estructura interna de las diversas organizaciones, como la Fundación Carare y CPCPB, para regular los vínculos entre los participantes, los protocolos internos, los espacios y prácticas terapéuticas, el establecimiento del control sobre los cuerpos y las prácticas sobre sí, en la vida cotidiana de los pertenecientes a esta Fundación y comunidad.
Introducción
regímenes de verdad y de autoridad. Así mismo, describiré las formas de disciplina establecidas por el neochamán, que se solidificaron a través de la hiperritualización4 de la vida cotidiana de los pertenecientes a la CPCPB a través de la ingesta de plantas como el yajé, el mambe de coca y el ambil; de las normas, convenciones, coacciones y obligaciones; el control y las reglamentaciones sobre los contactos corporales y las prácticas sexuales, basadas en una diferenciación dentro de los opuestos de la matriz heterosexual hombre-mujer, femeninomasculino (Foucault, 1990; 1993; 2007). Así, develaré un entramado de dispositivos de control y manipulación de la voluntad no solo ejercido por el neochamán, sino por el grupo y cada uno de los miembros, y que actuaban sobre las personas que pertenecíamos a la CPCPB. El recorrido anterior fue indispensable para adentrarme en la lógica de dominación y la asimilación de esta dominación, junto a los sistemas de control propios de la coerción masculina “ejercida en nombre de un principio simbólico conocido y admitido tanto por el dominador como por el dominado” (Bourdieu, 2000, p.12). Finalmente, describiré las relaciones de dominación y la violencia ejercida en este grupo por parte del neochamán, y los presuntos abusos sexuales a mujeres de diversas edades (menores de edad, jóvenes, adultas) en los espacios entendidos como “terapéuticos” dentro y fuera de la ceremonia de yajé. En la última parte de este estudio acudo a entrevistas realizadas por mí en el marco del trabajo investigativo con las presuntas víctimas de abuso sexual, las cuales no hacen parte del material probatorio. A principios del 2015, fue ordenada una medida de aseguramiento intramural contra Edgar Orlando Gaitán Camacho por un juez de control de garantías. Por lo anterior, el neochamán estuvo recluido en la cárcel de Villeta, Cundinamarca, dentro del proceso n.° 110016000721201200473 bajo los cargos de acceso carnal o acto sexual en persona puesta en incapacidad de resistir en la fiscalía II, seccional Villeta. Teniendo en cuenta las reiteradas suspensiones del proceso y su longitud, por vencimiento de términos un juez de control de garantías ordenó su libertad. En la actualidad el proceso penal continua a la espera de una sentencia condenatoria favorable para las víctimas y de quienes participaron en el proceso.5 Para este estudio no retomaré categorías jurídicas, sino que recurriré al término de
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Hiperritualización de la vida cotidiana que se instaló en los actos de saludar, comer, bañarse, dormir, trabajar, tener o no relaciones sexuales, entre otros. Código Penal. Delitos Sexuales. Artículo 207. “Acceso carnal o acto sexual en persona puesta en incapacidad de resistir. El que realice acceso carnal con persona a la cual haya puesto en incapacidad de resistir o en estado de inconsciencia, o en condiciones de inferioridad síquica que le impidan comprender la relación sexual o dar su consentimiento, incurrirá en prisión de doce (12) a dieciséis (16) años”, con el agravante de que entre las denunciantes hay mujeres menores de edad.
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violación trabajado por Segato, entendido como “el uso y abuso del cuerpo del otro, sin que este participe con intención o voluntad comparables” (2003, p. 22). Este término demarca el horizonte de trabajo realizado con los testimonios de las mujeres. Buscaré detallar las prácticas de representación, como son los atavíos y ritos terapéuticos dentro y fuera de la ceremonia del yajé, en las cuales se perpetuó la sumisión voluntaria de todos los miembros pertenecientes a la CPCPB, y que se consolidaron, según el relato de algunas mujeres, en el amparo para el ejercicio de las presuntas violaciones. De este modo, intentaré visibilizar este tipo de violencia en el país, como aporte a un campo de estudio en el cual los trabajos de investigación sobre neochamanismos y violencia son relativamente escasos. En el año 2012 decidí distanciarme de este grupo neochamánico al escuchar las historias y relatos de mujeres sobre las presuntas violaciones a las que habían sido sometidas. Me retiré de la Fundación Carare, así como de la CPCPB, hecho que me permitió tener una observación distante de este grupo. Esta distancia me hizo ver cómo el grupo encarnaba muchos de los componentes del neochamanismo urbano. Comencé a revisar diversos trabajos de investigación al respecto y encontré una ausencia en cuanto a la forma de abordar las relaciones de poder, la construcción de subjetividades y los ejercicios de violencia que pueden permear a algunos grupos neochamánicos. Por tal razón, me focalicé en visibilizar los ejercicios de violencia y las relaciones de poder en torno a las tomas de yajé, lo cual me llevó a la escritura de este trabajo. Consideré necesario comprender la experiencia vivida en esta Fundación y en la organización comunitaria CPCPB, razón por la cual utilicé diversos tipos de fuentes, tales como transcripciones de conversatorios, relatorías, publicaciones realizadas por la Fundación Carare, tesis académicas de estudio sobre Edgar Orlando Gaitán Camacho, entrevistas, charlas informales y otros documentos que se convirtieron en referencias de apoyo (periódicos, revistas, páginas de internet). Tomé, como foco de observación, un periodo de más de una década, desde inicios del año 2000 hasta entrado el año 2012. En este periodo pude constatar los cambios rituales y superposiciones de prácticas discursivas en las ceremonias de yajé. Así mismo, pude dar cuenta del surgimiento de diversas conformaciones grupales como la Fundación Carare, hasta llegar a la Comunidad de Paz Carare de Pensamiento Bonito (CPCPB). Esto sirvió para indagar sobre esquemas de segmentación, inferiorización e instrumentalización de unos seres humanos sobre otros, sin perder de vista las experiencias y las diversas realidades vividas por las personas que pertenecieron y luego salieron de este grupo. Para el trabajo de investigación decidí narrar mi historia junto a las experiencias de estas personas. Esto me permitió entender y acercarme al entramado de relaciones de poder y de las prácticas discursivas (paradojas, conflictos y formas representacionales).
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Introducción
No solo opté por una práctica intelectual, sino por una intervención y vocación política concreta a través del acompañamiento a las víctimas en este proceso. He realizado un seguimiento al proceso penal, sobre todo durante las audiencias antes del inicio del juicio oral, teniendo en cuenta que es un proceso público. En este momento, el caso se encuentra en la fase del juicio oral en la cual la fiscalía y los representantes de victimas expondrán la teoría del caso y la juez emitirá su fallo en primera instancia. Desde el año 2012, cuando se instauraron las denuncias por parte de nueve mujeres en la fiscalía II, Seccional Villeta, se dio inicio a las fases de indagación previa, orden de captura, imputación en audiencia ante el Juez de control de garantías, investigación, audiencia de formulación de acusación, audiencia preparatoria y audiencia de juicio oral durante la cual se practicaron las pruebas. De acuerdo a lo anterior, los testimonios o relatos que se utilizan en esta investigación tienen fines netamente investigativos y de reflexión académica y no hacen parte del material del proceso. Este estudio sobre la CPCPB hace parte de un fenómeno más amplio de urbanización y elitización de neochamanismos en relación con la ritualización de plantas maestras como el yajé. En las ciudades proliferan estos neochamanismos que se han alimentado de estereotipos de las llamadas “tradiciones milenarias indígenas”, vistas como estables, sin contradicciones, y de las cuales se asegura que “sanan” y son “terapéuticas” para la vida. En estos neochamanismos se reinstalan relatos, mitos y creencias que provienen de aquello que en apariencia se construye como lo indígena, como un fenómeno que, cada vez más, compite o da respuestas a los cánones de vida establecidos por el sistema moderno capitalista, y orienta frente al problema del individualismo. Así mismo, este fenómeno genera diversas prácticas que se insertan con sentidos económicos y políticos bien localizados, con unos ambiguos “retornos” a lo indígena pero dentro de relaciones de poder, de modelos verticales y horizontales que provocan procesos de aislamiento y cerramiento de grupo, y pueden derivar en grupos con riesgo de deriva sectaria, fenómeno que es necesario dilucidar dentro de las experiencias urbanas contemporáneas.
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Fuente: Magda Hernández Arévalo (2009). Guacamaya. Dibujo.
Neochamanismo urbano. EngaĂąo, abuso y violencia en la comunidad carare fue compuesto en tipos Adobe Caslon. Se terminĂł de imprimir en el mes de diciembre de 2018 en los talleres de Javegraf, BogotĂĄ, D. C., Colombia.
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NEOCHAMANISMO URBANO Engaño, abuso y poder en la comunidad carare Intervenciones en Estudios Culturale s
Esta colección del Departamento de Estudios Culturales presenta trabajos de investigación que perfilan posibilidades de intervención en el campo de los estudios culturales en dos sentidos: primero, como forma de visibilización de problemáticas propias, y segundo, como forma de invitar a participar y reflexionar en torno a este espacio en consolidación.
Neochamanismo URBANO. Engaño, abuso y poder en la comunidad carare
INTERVENCIONES EN ESTUDIOS CULTURALES
A partir de una experiencia de más de una década como ferviente practicante de tomas de yajé en el seno de un visible grupo neochamánico en la ciudad, Betty Sánchez Sarmiento describe en detalle el proceso de consolidación de la autoridad de su líder. Así, el lector se adentra en la historia de cómo este líder introduce de manera paulatina una serie de prácticas rituales supuestamente indígenas, y de estrictas normatividades, en la cotidianidad de un creciente número de miembros y de seguidores del grupo que se convierte en la Comunidad de Paz Carare. Desde una cuidadosa autoetnografía, en el libro se evidencia cómo este neochamán logra investirse de reconocimiento y capital simbólico en el campo yajecero, a partir de la articulación de una serie de estrategias de sometimiento sobre sus más cercanos seguidores y de la creación de un caprichoso entramado de prácticas ritualizadas para las tomas de yajé, asociadas a la atención de pacientes con las más disímiles enfermedades en búsqueda de sanación. Como resultado de denuncias, el grupo de seguidores se divide entre quienes, desencantados, se alejan y lo cuestionan abiertamente y quienes continúan defendiéndolo ciegamente. Para los primeros, se derrumba una figura deificada, garante de sentido colectivo. Se evidencia lo monstruoso de la hiperidealización sedimentada que clausura la sospecha y que habilita lo más atroz y detestable. Para los últimos, la negación termina reforzando aún más su pureza. La relevancia de este libro radica, entonces, en la descripción densa de los concretos entramados de sentido y las prácticas que, en escenarios urbanos como el bogotano, posibilitan hoy la invención de una indianidad hiperreal que responde a una configuración emocional de sectores sociales con ciertos privilegios que demandan autenticidades y tradicionalidades otrerizadas para tramitar sus vacíos existenciales y el consumo de procedimientos terapéuticos “alternativos”.
Betty Sánchez Sarmiento
Betty Sánchez Sarmiento
Antropóloga Social de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana, donde recibió mención de honor por la tesis que da lugar a este libro: “Neochamanismos urbanos, entre la fraternidad y la violencia”. Entre 2013 y 2018 fue consultora para la implementación de la Política Pública para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia en la Amazonía y la Orinoquía, a través de organizaciones como Save the Children, Fundación Plan y Aldeas Infantiles sos Colombia. Además, se ha desempeñado como Síndico de la Red de Apoyo, Inc., una fundación internacional de apoyo, orientación y consejería a víctimas de grupos sectarios peligrosos. En la actualidad es profesora asociada en el Departamento de Humanidades de la Universidad del Bosque. Entre sus principales publicaciones se cuentan: Manual de responsabilidades y competencias de los actores participantes del programa de alimentación escolar pae (coautora); el artículo “Entre la polaridad del bien y del mal. El juego de la balanza”, publicado en el 2000 en la revista Nómadas; y el capítulo de libro “Una experiencia de cuidado e investigación de cuerpo”, publicado con la coautoría de Bertha Antolínez en Dimensiones del cuidado (1998).
© Imagen de cubierta: Atando el día, Carlos Jacanamijoy, 2000. Oleo sobre lienzo, 82 x 92 cm