Javeriana) y Ensayos (Universidad Nacional de Colombia), así como en obras colectivas como Barroco Iberoamericano, compilado por Ramón Gutiérrez (Lunwerg Editores, 1997) o Mudéjar Iberoamericano. Una Expresión Cultural de Dos Mundos (Universidad de Granada, 1993). El rigor y la novedad de su trabajo lo hicieron merecedor de numerosos premios a lo largo de su carrera: En 1978 recibió la Orden Javeriana en Grado de Caballero; en la Bienal de 1990 la Sociedad Colombiana de Arquitectos le concedió el premio de Restauración “Carlos Arbeláez Camacho” por su trabajo de restauración de la Catedral de Pamplona; en la Bienal de 1992, el Premio Nacional de Arquitectura Carlos Martínez Jiménez por el texto “El modelo urbano aplicado a la América española: su génesis y su desarrollo teórico y práctico”, otorgado en 1998 recibió la Condecoración Gran Orden del Ministerio de Cultura; y en 2009, el reconocimiento a su trayectoria académica e intelectual otorgado en el sal xii, celebrada Panamá.
jaime salcedo salcedo
Este libro publicado ya hace varias décadas es todavía vigente porque se trata de una investigación histórica rigurosa que no prescribe. Porque es muy escasa la investigación reciente en estos temas y épocas. Porque la hipótesis central es muy sugerente y probablemente cierta. Porque abre caminos aún no explorados. Porque, aunque se han realizado trabajos particularizados, su síntesis continental no ha sido superada ni cuestionada. Jaime Salcedo Salcedo aborda un tema y un periodo en el que abundan las generalizaciones, las abstracciones, los preconceptos y las ideas vagas; para contrarrestar esta tendencia, discute con argumentos algunas aseveraciones comunes, como la de la incidencia del renacimiento italiano en los trazados urbanos, y despliega sobre todo un arsenal de constataciones precisas que pone el acento en los detalles. silvia ar ang o
ISBN 978-958-781-230-5
978-958-781-230-5
9 789587 812305
Jaime Salcedo Salcedo (Guadalajara de Buga, 1946 - Bogotá, 2013)
JAIME SALCEDO SALCEDO
obra donde propone el origen del trazado urbano de la ciudad colonial; y Los jeroglíficos incas: Introducción a un método para descifrar tocapus-quillca (Universidad Nacional de Colombia, 2007), que versa sobre el significado de los tocapus (pictogramas usados por los incas en vasijas y textiles) basándose en el estudio del quero 7511, conservado en el Museo de América de Madrid. También colaboró en las publicaciones periódicas Apuntes. Revista sobre Estudios de Patrimonio (Pontificia Universidad
El 13 de julio de 1573, en el Bosque de Segovia, don Felipe II expidió el que ha sido considerado como el primer código de urbanismo de la Edad Moderna: un conjunto de disposiciones bajo el título de El orden que ha de tener en descubrir y poblar, conocido como las Ordenanzas de poblaciones, destinadas a las colonias españolas en América. ¿El modelo propuesto en las Ordenanzas de poblaciones es una idealización de la ciudad indiana? ¿Tuvo la ciudad colonial aportes o influencias del urbanismo indígena precolombino, como han llegado a pensar investigadores juiciosos y como los americanos nos sentimos tentados a creer? ¿Se basaron, tanto el modelo de las Ordenanzas de poblaciones como las ciudades fundadas antes de su promulgación, en un modelo común? ¿Sería el supuesto modelo común la concreción de ideas urbanísticas del Renacimiento, como se acepta generalmente? En el presente estudio retomaremos el problema desde sus orígenes; intentaremos reconstruir las relaciones estructurales del sistema urbano colonial español, donde se encuentran algunas de las claves de su génesis y de su desarrollo hasta el siglo xviii.
URBANISMO HISPANOAMERICANO SIGLOS XVI, XVII Y XVIII
(viene de la solapa delantera)
URBANISMO JAIME HISPANOAMERICANO SALCEDO SIGLOS XVI, XVII Y XVIII SALCEDO El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico TERCERA EDICIÓN
Arquitecto de la Universidad Javeriana (1970), se destacó como restaurador e historiador del urbanismo. Dirigió la restauración de algunos de los edificios más importantes del patrimonio colombiano: Catedral Primada de Colombia (Bogotá), la Quinta de San Pedro Alejandrino (Santa Marta), la Iglesia Mayor (Guadalajara de Buga), el Templo de Santo Domingo (Tunja), la Catedral de Santa Clara (Pamplona) y la Basílica de Nuestra Señora de Monguí (Boyacá), entre otros. Como urbanista diseñó el plan de reglamentación del centro histórico de Villa de Leyva, el Plan Piloto de Restauración de Popayán y el Proyecto de Reglamentación del Centro Histórico de Buga. Desarrolló su trabajo académico en la Pontificia Universidad Javeriana, donde fue director del Instituto de Investigaciones Estéticas Carlos Arbeláez Camacho (1972-1993), director del Departamento de Historia de la Facultad de Arquitectura y Diseño y profesor de historia de la arquitectura. En la Universidad Nacional de Colombia fue profesor de la Maestría de Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura y la Ciudad y del Doctorado en Arte y Arquitectura. En 2010 esta institución le concedió el grado de Profesor Honorario. Entre sus áreas de especialización destacan el urbanismo de los siglos xvi a xviii en la América española, la conformación de los vecindarios y el trazado de las ciudades. También fue un firme defensor de la conservación del patrimonio. Entre sus publicaciones se encuentran “El modelo urbano aplicado a la América española: su génesis y su desarrollo teórico y práctico” (Ensayos sobre urbanismo hispanoamericano, Junta de Sevilla, 1990), (continúa en la solapa trasera)
Urbanismo hispanoamericano siglos xvi, xvii y xviii
Urbanismo hispanoamericano siglos xvi, xvii y xviii El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico
Jaime Salcedo Salcedo Prólogo de Silvia Arango
Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Juliana Salcedo Barrero, María José Salcedo Barrero, Alejandro Salcedo Barrero, Jaime Salcedo Vergara © Silvia Arango, prólogo Primera edición, bajo el título “El modelo urbano aplicado a la América española: su génesis y desarrollo teórico práctico”, en Ensayos sobre urbanismo iberoamericano: Junta de Andalucía, Andalucía, 1990 Segunda edición, bajo el título Urbanismo hispano-americano siglos xvi, xvii y xviii. El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico: Centro Editorial Javeriano –ceja–, Bogotá, D. C., 1996 Tercera edición: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D. C., 2018 isbn: 978-958-781-230-5 Número de ejemplares: 500 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Cuidado de texto John Farfán Rodríguez Diseño de pauta Diana Murcia Diseño de cubierta Kilka Diseño Gráfico, a partir de la imagen de Alejandro Salcedo Barrero Diagramación Carmen Villegas Elaboración de figuras Marco Robayo Impresión Javegraf Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7.a n.º 37-25, oficina 1301 Edificio Lutaima Teléfono: 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial editorialpuj@javeriana.edu.co Bogotá, D. C. MIEMBRO DE LA
ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS EN AMÉRICA LATINA
RED DE EDITORIALES UNIVERSITARIAS DE AUSJAL www.ausjal.org
Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación Salcedo Salcedo, Jaime, autor Urbanismo hispanoamericano siglos xvi, xvii y xviii : el modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico / Jaime Salcedo Salcedo ; prólogo de Silvia Arango. -- Tercera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018. 258 páginas : ilustraciones, fotografías, planos ; 24 cm Incluye referencias bibliográficas (páginas 243-254). ISBN : 978-958-781-230-5 1. Urbanismo - América Latina - Siglos xvi-xviii 2. Arquitectura e historia 3. Planificación urbana y desarrollo - Leyes y legislación i. Arango, Silvia, 1948-, prólogo ii. Pontificia Universidad Javeriana cdd 711.4098 edición 21 inp 10/02/2018
Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.
Contenido
Prólogo 9 Silvia Arango Agradecimientos 15 Introducción 17 El modelo urbano en América Los proyectos coloniales 25 La factoría colombina 26 El proyecto de Nicolás de Ovando 28 La traza de Santo Domingo 30 Difusión de la traza ovandina 33 Variaciones sobre la traza ovandina 35 La génesis de la ciudad indiana 38 La traza en la práctica americana «Las ceremonias que en estas tierras se acostumbran en la fundación de nuevas ciudades» 51 El patrón urbano y su simbolismo 61 Las trazas americanas y la generación de modelos 65 La legislación urbana en el siglo xvi Antecedentes 85 Los pobladores 88 Ejidos y tierras, solares y casas 93 Plazas mayores y menores 113 Los edificios públicos 117 Las obras públicas 118 Ciudades y villas, pueblos y lugares 120 ¿Cuántas ciudades? 127 De Felipe II a Carlos III El proyecto filipino 135 Pueblos de indios, doctrinas, misiones y parroquias 146 Ciudades y pueblos de frontera 153 El proyecto de Carlos III para nuevas poblaciones 157 Transformaciones urbanas 160 La arquitectura urbana Forma real y forma percibida 173 Calles principales y calles secundarias 178 Plazas, plazuelas y atrios 183 Portales 198 Los solares y las casas 201
La ciudad como fortaleza 205 La ciudad como templo 208 La ciudad-salón 211 El sistema urbano en América La ciudad y el territorio 217 Las tipologías urbanas 220 La belleza de la traza 225 Bibliografía 243 Índice de figuras
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A la memoria de Santiago Sebastiรกn, maestro y amigo
Prólogo Debe haber una feliz conjunción astral para que la Pontificia Universidad Javeriana haya decidido hacer una reedición de esta publicación tan importante para la historia colonial de nuestras ciudades latinoamericanas. No podría dejar de decir que escribo este prólogo desde el lugar de la complicidad, colegaje, admiración, amistad y enorme cariño por Jaime Salcedo Salcedo, uno de los más importantes historiadores de la arquitectura que ha tenido Colombia. Para entender el alcance de este libro es necesario remontarnos tres décadas atrás y detenernos en el contexto que lo originó. Como parte de los eventos españoles previstos para la conmemoración del v Centenario del Descubrimiento de América, a mediados de 1980, la Comisión Nacional de estas celebraciones, la Junta de Andalucía y el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectura de España emprendieron la ambiciosa tarea de publicar una colección sobre la Historia urbana de Iberoamérica, que se dividiría en cuatro grandes periodos: La ciudad iberoamericana hasta 1573; La ciudad barroca, 1573-1750; La ciudad ilustrada, 1750-1850, y De la ciudad republicana al tiempo presente, 1850-1970. Mientras que los primeros tres periodos fueron publicados en cinco volúmenes entre 1987 y 1992, el cuarto nunca salió a la luz. El proyecto editorial contó con la dirección científica del historiador español Francisco de Solano, la coordinación de la arquitecta española María Luisa Cerrillos, la asesoría del historiador argentino Ramón Gutiérrez y el concurso de los más connotados historiadores iberoamericanos de la arquitectura y la ciudad. Cuando en 1987 se publicó el primer tomo, Ramón Gutiérrez invitó a Jaime Salcedo Salcedo a un seminario preparatorio del segundo periodo, organizado por la Junta de Andalucía en Sevilla, en donde nuestro historiador conoció y entabló amistad con sus colegas del continente. La circunstancia de formar parte de un proyecto mayor explica dos de las características más apreciables del ensayo «El modelo urbano aplicado a la América española: su génesis y desarrollo teórico práctico», que Salcedo Salcedo publicó en el libro Estudios sobre urbanismo iberoamericano. Siglos xvi a xviii (Sevilla: Junta de Andalucía, 1990). Este texto presenta una cronología, que inicia con las conocidas Ordenanzas de
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descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias (1573) de Felipe II y termina a mediados del siglo xviii con la visión continental iberoamericana. En vista de la pertinencia del ensayo como texto de estudio, el Centro Editorial Javeriano –ceja– lo publicó como libro en 1996, el mismo año en que Jaime Salcedo Salcedo dejó de ser director del entonces Instituto de Investigaciones Estéticas (hoy Instituto Carlos Arbeláez Camacho de la Facultad de Arquitectura de la misma universidad. La presente edición, que recoge la publicación de 1996, tiene pues, dos títulos. El primero, Urbanismo hispanoamericano siglos xvi, xvii y xviii, describe el tema y lo acota cronológicamente, siguiendo la convención académica que obliga a estas precisiones y permite su clasificación bibliográfica: puntualiza la dimensión imparcial de quien recopila datos ciertos para reconstruir las vicisitudes de un periodo histórico. El segundo, El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico, que es el título original, describe la hipótesis del texto: es la dimensión dirigida, el blanco al que apuntan las reflexiones y el hilo conductor de su lectura. Explicitar desde el título estas dos dimensiones que se entrelazan es una gentileza del autor y demuestra, una vez más, que todo estudio histórico es el esfuerzo que alguien hace para desentrañar una verdad, desde sus propias convicciones y circunstancias. Este libro, escrito hace 30 años, es todavía vigente porque se trata de una investigación histórica rigurosa que no prescribe. Porque es muy escasa la investigación reciente en estos temas y épocas. Porque la hipótesis central es muy sugerente y probablemente cierta. Porque abre caminos aún no explorados. Porque, aunque se han realizado trabajos particularizados, su síntesis continental no ha sido superada ni cuestionada. Jaime Salcedo Salcedo aborda un tema y un periodo en el que abundan las generalizaciones, las abstracciones, los preconceptos y las ideas vagas y, para contrarrestar esta tendencia, discute con argumentos algunas aseveraciones comunes, como la de la incidencia del renacimiento italiano en los trazados urbanos, y despliega sobre todo un arsenal de constataciones precisas que pone el acento en los detalles. Un caso elocuente de esta actitud es el examen meticuloso de la orientación y ubicación espacial de las iglesias principales; de la disposición de
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las iglesias (exentas, de costado o de frente) respecto a las plazas extrae consecuencias teóricas acerca de las relaciones entre la legislación y las prácticas, entre la autoridad que busca ordenar y las inercias de las costumbres y de las experiencias vitales. También hace hincapié en otros aspectos que podrían considerarse menores si no se exprimen sus indicios, como los significados de las palabras en distintos momentos (ciudad, villa, pueblo, lugar), o la importancia de ser soltero o casado en el reparto de solares. Estas convenientes constataciones están siempre avaladas por rigurosas citas bibliográficas, lo que hace que el libro sea una fuente histórica confiable y el relato, verosímil. Una de las pasiones centrales de Jaime Salcedo Salcedo fue indagar sobre las formas y las duraciones del tiempo. Esta pasión era evidente en la manera como monitoreaba el paso de los años en su propio cuerpo, vulnerable por su condición de hemofílico, o en el rastreo de la obsesión moderna por medir el tiempo que lo llevó a interesarse en la evolución de los mecanismos de los relojes. Para obtener una visión de las transformaciones de los tres siglos que examina, en este libro muestra un transcurrir del tiempo con sus caprichosos recorridos y duraciones: a veces acerca la lupa para ver los pormenores; otras veces avanza lentamente, pero no de manera sincrónica, sino con retrocesos y avances según los lugares. Esta manera no lineal de manejar el tiempo le permite situarse entre los cambios históricos de varias duraciones: de corta, en las circunstancias individuales de los conquistadores–; de mediana, en las legislaciones urbanas, y de larga, que explican la persistencia de un mismo modelo urbano dominante. Dentro de la obra entera de Jaime Salcedo Salcedo, Urbanismo hispanoamericano siglos xvi, xvii y xviii es ciertamente seminal. Es la fuente de la que manan indicios que luego se convertirán en convicciones, pues contiene temas que estaban entonces en germen y que luego desarrollará más ampliamente en escritos posteriores. De los numerosos aspectos que este libro sugiere y que podrían ampliar investigadores del futuro, solo mencionaré dos que él mismo se impuso: la relación entre urbanismo y astrología y la reconstrucción de las lógicas sociales de los vecindarios o barrios en la ciudad colonial. Con respecto al primer tema, en el que influyeron dos de sus autores preferidos, Santiago Sebastián y René
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Taylor, en este libro se menciona que para la fundación de una ciudad en el siglo xvi se necesitaba que hubiera «buena y felice constelación en el cielo», pero las implicaciones de estas consideraciones astrológicas las desarrollará luego ampliamente en ensayos como «Arquitectura, urbanismo y astrología en Guadalajara de Buga entre los siglos xvi y xix», en cuya introducción dice: «a partir del estudio de una ciudad, este ensayo indaga si en la América española fue aplicada la magia astral para estructurar el espacio urbano y arquitectónico, como era usual en tiempos de Felipe II».1 Con respecto al segundo tema, el libro aborda de pasada la repartición de predios a personas específicas, pero la investigación minuciosa de cada vecino, para indagar quién era y quiénes eran sus parientes y oficios para reconstruir la composición social de los vecindarios, supone una dispendiosa exploración en archivos notariales que él emprendió luego, con el rigor que le era característico, para Buga y Popayán.2 En sus últimos años, estaba realizando el mismo ejercicio para Bogotá, en un trabajo que quedó inacabado e inédito. El papel que cumplen los gráficos en este libro merece un comentario especial. En su mayoría son dibujos hechos a partir de planos publicados a los que tuvo acceso –muchos elaborados por él mismo y con su letra manuscrita– que constituyen un texto paralelo, pues se trata de interpretaciones y síntesis gráficas que complementan la escritura3. En ellos se revela su sensibilidad de arquitecto y su experiencia como restaurador. Pero, por otro lado, como buen historiador-detective, cuestiona las fuentes, sobre todo las fuentes gráficas. Son muy interesantes las observaciones sobre las características de algunos planos históricos que inician el capítulo v, donde discute las distancias entre la ciudad percibida (y dibujada) y la ciudad real. 1 Jaime Salcedo Salcedo, «Arquitectura, urbanismo y astrología en Guadalajara de Buga entre los siglos xvi y xix», Ensayos. Historia y Teoría del Arte 5: 179. 2 Véase por ejemplo, Jaime Salcedo Salcedo y Juan José Salcedo Salcedo, «Predios y vecindarios en Guadalajara de Buga entre los siglos xvi y xix», Textos 4: 35-49; 2012, «La mujer, los vecindarios y los barrios de Popayán en el siglo xvii», Ensayos. Historia y Teoría del Arte 23: 6-35. 3 Los gráficos para esta tercera edición fueron reelaborados a partir de la segunda (ceja, 1996). Se emplearon tanto el mismo tamaño de las gráficas como la misma distribución de textos en ellas lo más fiel a esta edición autorizada por Jaime Salcedo Salcedo, pero no fue posible recuperar la letra manuscrita del autor. [N. del E.]
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La fijación de Jaime Salcedo Salcedo por los siglos de la Colonia surgía de la sensación de que en el siglo xviii se había producido una mutación que empobreció el mundo. La inflexión hacia el pensamiento racional que se produjo en ese siglo relegó el pensamiento mágico a la situación clandestina de las sociedades secretas. Por eso él se sentía más cómodo instalado en el siglo xvi, cuando no se iba a una batalla o se fundaba una ciudad sin consultar antes si había buen pronóstico en las estrellas; cuando se sabía distinguir entre el influjo benéfico o maléfico de una palabra o de una mirada, y la importancia de los solsticios en la organización de las cosechas. La soberbia cientificista del siglo xviii, su énfasis técnico en el xix y la exacerbación económica en el siglo xx volvieron todo ello supersticiones sin fundamento «científico» y, según Jaime Salcedo Salcedo, el mundo se hizo más soso, más predecible, más tonto. Además de este libro, el pensamiento de nuestro autor se encuentra diseminado en artículos (varios inéditos), publicaciones cortas, ponencias y clases difíciles de reconstruir. Los que estudiamos la ciudad e intentamos comprenderla en todas sus aristas tenemos una deuda de gratitud hacia este arquitecto, historiador, restaurador y defensor del patrimonio que dedicó su vida al solitario ejercicio de la reflexión y la investigación con un rigor y una lucidez poco comunes. Ojalá podamos pagar esa deuda estudiando su archivo que reposa ahora en la Universidad Nacional de Colombia, en donde ejerció la docencia al final de su vida, y reuniendo su pensamiento en una obra completa que permita comprender y compartir su enorme contribución a la historia de la arquitectura y al urbanismo colombiano y latinoamericano. silvia arango Profesora Titular, Facultad de Artes, Universidad Nacional de Colombia Bogotá, enero 22 de 2018
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Agradecimientos Durante la elaboración de este estudio contraje deudas de gratitud con muchas personas que compartieron conmigo sus conocimientos, entretuvieron su tiempo y en ocasiones realizaron tareas dispendiosas, con generosidad, paciencia y entusiasmo, con el único ánimo de ayudarme. De la Universidad Javeriana de Bogotá, el R. P. Tulio Aristizábal, S. J., decano que era del Medio Universitario de la Facultad de Arquitectura y Diseño, a quien acudí con frecuencia en procura de información y consejo y de quien siempre recibí respuesta amable y oportuna; el R. P. Alfonso Borrero, S. J., enriqueció con agudas observaciones ciertos tópicos particularmente importantes de este estudio; el R. P. Pedro Ortiz, S. J., eminente escriturista, tuvo la deferencia de indicarme las obras de Ricardo de San Víctor y de Fr. Héctor Pinto, y la amabilidad de localizarlas para mí en la Biblioteca de las Facultades Eclesiásticas; el R. P. Hernán Posada, S. J., tradujo del latín extensos pasajes de ambas obras, para lo cual dedicó los pocos ratos de descanso que le quedaban como decano de la Facultad de Derecho; el arquitecto Camilo Mendoza, director del Departamento de Historia de la Arquitectura; los arquitectos del “Instituto Carlos Arbeláez Camacho”, María Teresa Pérez, Tomás Castrillón y Rodolfo Ulloa. Y la señora Ana Beatriz Barreto, secretaria del Instituto, quien puso especial dedicación en la mecanografía del texto. Para la presente edición, el doctor Gabriel Pabón, director del Departamento de Lingüística de la Universidad Javeriana, tuvo la gentileza de revisar el texto e introducir en él oportunas correcciones. Permítaseme también expresar en público mis agradecimientos a Juan José Salcedo, mi hermano, con quien debatí ciertos aspectos de la historia de América; a doña Margarita María Vergara, mi señora, quien elaboró varios de los dibujos que ilustran este escrito; y a mi hija María José, por haberme ayudado a comparar distintas versiones de la Biblia. Naturalmente, es grande mi reconocimiento a la Junta de Andalucía por su invitación a participar en el seminario Urbanismo en Andalucía y América, reunido en Sevilla en el mes de noviembre de 1987, y por autorizar esta publicación; a doña Cristina Esteras; a doña Pilar Lozano, quien contribuyó grandemente a este trabajo con pesquisas bibliográficas.
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Y a mi entrañable amigo don Ramón Gutiérrez por muchas razones, en particular por las precisiones, sugerencias y comentarios que aportó a mi trabajo. El R. P. Eduardo Uribe, S. J., y el arquitecto Rafael Uribe, actuales decanos de la Facultad de Arquitectura y Diseño, y la Doctora Selma Marken, Directora del Centro Editorial Javeriano, han acogido esta edición universitaria de mi trabajo con verdadero entusiasmo. También a ellos les expreso mi gratitud. jaime salcedo salcedo, Noviembre de 1995
agradecimientos
Introducción El 13 de julio de 1573, en el Bosque de Segovia, don Felipe II expidió el que ha sido considerado como el primer código de urbanismo de la Edad Moderna: un conjunto de disposiciones bajo el título de El orden que ha de tener en descubrir y poblar,1 conocido como las Ordenanzas de poblaciones, destinadas a las colonias españolas en América. El estudio de estas ordenanzas revela que fueron escasas las novedades que introdujeron en las materias de que tratan, signo de la prudencia que guio a los juristas en su elaboración e índice de que, para los intereses de la Corona, tanto como para el buen gobierno de las colonias, eran adecuados los objetivos y procedimientos que habían dado unidad al proceso de ocupación del continente, pese a los azares y violencia que predominaron en el periodo. Antes que innovadoras, las Ordenanzas de poblaciones de 1573 son la expresión jurídica definitiva de actividades, derechos, costumbres y normas sobre los cuales había ya tradición en América, y por esta razón reiteran, corrigen o consagran disposiciones anteriores y modalidades de ocupación territorial usuales en las 1 Felipe II, «El orden que se ha de thener en descubrir y poblar». Transcripción de las Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias dadas por Felipe II, el 13 de julio de 1573, en el Bosque de Segovia, según el original que se conserva en el Archivo General de Indias de Sevilla (Madrid: Ministerio de la Vivienda, 1973). Las ordenanzas abarcan, con esmerada prolijidad, los más importantes aspectos relacionados con estos asuntos: la organización de las expediciones; las circunstancias en que podían ser permitidas; la dotación y vituallas que habían de llevar los navíos; el gobierno y jurisdicción de los nuevos territorios poblados y de los núcleos urbanos que en ellos se fundaran; la forma y calidad de las ciudades y villas; las concesiones, encomiendas y otras recompensas y estímulos que se podían dar a los nuevos pobladores; los títulos y adjudicaciones de tierras; la calidad de vecino; las acciones y apoyos que las autoridades debían tomar y brindar a los pobladores; el tratamiento y la índole de las relaciones que se debían establecer con los indígenas; las provisiones y estrategias que se habían de adoptar para su adoctrinamiento, en fin, y para su reducción a poblados. En general, y parece una paradoja, las Ordenanzas de poblaciones no estimulaban la expansión de las colonias. Por el contrario, las limitaban y condicionaban terminantemente desde la primera ordenanza, prohibiendo, so pena de muerte y de perdimiento de todos los bienes, que los particulares, virreyes, audiencias y gobernadores acometieran nuevos descubrimientos, entradas y poblaciones sin licencia real. Solo en los territorios ya descubiertos (que valía tanto como decir los ya incorporados a la Corona) podían las autoridades coloniales otorgar licencia para hacer poblaciones. Probablemente esta era una medida orientada a evitar ocasiones de conflicto con los otros reinos europeos que tenían intereses en América y a proteger a las colonias de las consecuencias de tales conflictos.
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colonias, actualizándolas a las nuevas circunstancias y a las definiciones doctrinales y jurídicas que se habían producido a lo largo del siglo xvi 2 y obedecen a ese afán de organización que caracteriza el reinado de Felipe II.3 Es notable que las instrucciones destinadas a la traza urbana, al sistema de calles y plazas, a la distribución de solares, a la localización de los principales edificios y a su arquitectura no tengan antecedentes explícitos en la legislación indiana, aunque en su gran mayoría estos enunciados se encuentren ya aplicados en las ciudades fundadas con anterioridad a la expedición de las Ordenanzas. Esta coincidencia entre la práctica urbanística y el código de urbanismo incluido en las Ordenanzas de poblaciones induce un equívoco, pues parece que el legislador hubiera compuesto el modelo ideal de ciudad colonial basado en las experiencias americanas; es decir, que para redactar las Ordenanzas se hubiera seleccionado los mejores elementos que se encontraban ya en los trazados urbanos de las colonias, y que, a 2 Algunas de las ordenanzas corregían y prevenían situaciones inconvenientes sobre las cuales se tenían amargas experiencias, inscribiéndolas dentro de las doctrinas que se habían sentado ya. Por ejemplo: la costumbre de los conquistadores de ayudar en sus guerras a unos pueblos indígenas en contra de otros, que había rendido mucho fruto en las conquistas territoriales y había justificado la esclavitud indígena en el pasado, fue expresamente prohibida en las ordenanzas números 20 y 24. La Ordenanza 29 mandó que «los descubrimientos no se den con título y nombre de conquistas…» para que «el nombre» no «dé ocasión ni color para que se pueda hacer fuerza ni agravio a los indios». La Ordenanza 31 se anticipa a los pleitos que los descubrimientos y poblaciones nuevas podrían generar por términos y Jurisdicciones entre los colonos, situaciones que se habían dado con frecuencia a lo largo del siglo, con altos costos de toda clase. En fin, las ordenanzas capitalizaron con provecho toda experiencia previa habida en la conquista de América. Por lo demás, en su análisis sobre esta pieza jurídica, el Padre Gabriel Guarda ha señalado cómo en las ordenanzas que corren desde el número 32 al 41 (las que versan sobre la elección del sitio para nueva población y de sus circunstancias), «se repiten las recomendaciones conocidas desde 1523…». Gabriel Guarda, Santo Tomás de Aquino y las fuentes del urbanismo indiano (Santiago de Chile: Pontificia Universidad Católica de Chile, 1965), 30. 3 Por ejemplo, el interés de Felipe II en los estudios geográficos con miras a la mejor administración de sus dominios se refleja en el grupo de ordenanzas que exigían informes y descripciones de las tierras descubiertas (ordenanzas 15, 22 y 23), reiterativas de la circular enviada en 1569 a los oficiales reales, y de la Cédula de 1572 en que se pidió enviar informaciones históricas y geográficas de las Indias. Estas ordenanzas dejaban establecidas las descripciones de los territorios y costumbres de los indígenas, así como la relación de cuanto aconteciera durante los descubrimientos, como una práctica obligatoria en lo sucesivo, lo cual era usual, también ya, entre los conquistadores.
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lo sumo, se los hubiera complementado con algunas recomendaciones entresacadas de Vitrubio, equívoco que nos obliga a plantear de nuevo la debatida cuestión sobre el origen de la traza de la ciudad hispanoamericana de la siguiente manera: ¿Cómo lograron parecerse tanto, en sus trazados, las ciudades americanas, si bien cada una se diferencia en algo de las demás, y cómo se enlazan con las Ordenanzas filipinas? O bien: ¿Cuál es el nexo que existe entre las trazas de las ciudades fundadas antes de 1573, y entre ellas y las Ordenanzas de poblaciones? Este nexo tuvo que ser claro y poderoso. En primer lugar, para que se hubiera mantenido más o menos constante una forma de fundar ciudades y de trazarlas.4 En segundo lugar, para que el modelo de ciudad hubiera trascendido, en una fecha ya tardía para definir el trazado urbano, en la legislación de un monarca como Felipe II, el Rey Prudente, católico a ultranza y defensor de la ortodoxia, que prestó siempre su personal atención a los asuntos de gobierno, minucioso, firme y cauto.5 Las principales características de la ciudad indiana están presentes ya en la traza que hizo Nicolás de Ovando para la nueva villa de Santo Domingo, en La Española, el año de 1502. ¿Evolucionó la traza ovandina, 4 Cfr. Gabriel Guarda, «Tres reflexiones en torno a la fundación de la ciudad Indiana», Revista de Indias 32, n.os 127-130 (1972): 89-106. “El acto fundacional”. 5 Es fama que Felipe II atendía personalmente el estudio, redacción y corrección de disposiciones y documentos que habrían de emanar de la Corona, y que glosaba puntillosamente las consultas y los documentos preparados por sus consejeros y sometidos a su aprobación. También es conocido el interés de Felipe por las doctrinas de Ramón Llull (o Raimundo Lulio), el Doctor Iluminado (bien fuera por las obras de alquimia que se le atribuían al místico español, o por la obligación moral de predicar el Evangelio entre los infieles que Llull propugnaba y que Felipe II de hecho adoptó como su misión personal como monarca en sus dominios americanos, y aun como misión de la monarquía española en el mundo, o por el sistema unificado de pensamiento que propuso Llull), así como la relación que René Taylor logró establecer entre el diseño del Monasterio de El Escorial (el panteón real construido por Felipe II) y el lulismo, particularmente en su concepción astrológica. Cfr. René Taylor, «Arquitectura y magia: consideraciones sobre la ‘Idea’ de El Escorial», Traza y Baza 6 (1976): 5 y ss. Véase también Santiago Sebastián, Arte y humanismo (Madrid: Cátedra, 1981), 106 y ss. Felipe se sentiría así mismo destinado por la Divina Providencia a cumplir una singular misión en la historia, lo cual explicaría su minuciosidad como gobernante y legislador, y que no delegara sus responsabilidades a la hora de tomar decisiones. Resulta poco menos que inconsecuente suponer que las Ordenanzas de poblaciones hubieran escapado a esta idea política, tratándose, como se trataba, de una ley fundamental. Más sensato es orientar la investigación hacia la búsqueda de las fuentes comunes tanto a la tradición urbanística de los fundadores de Indias como a las ordenanzas, y hacia explicar los mecanismos de difusión de tales ideas.
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perfeccionándose, hasta las de México y Lima, y se adoptó como modelo en las Ordenanzas de poblaciones? ¿El modelo propuesto en las Ordenanzas de poblaciones es una idealización de la ciudad indiana? ¿Tuvo la ciudad colonial aportes o influencias del urbanismo indígena precolombino, como han llegado a pensar investigadores juiciosos y como los americanos nos sentimos tentados a creer? ¿Se basaron, tanto el modelo de las Ordenanzas de poblaciones como las ciudades fundadas antes de su promulgación, en un modelo común? ¿Sería el supuesto modelo común la concreción de ideas urbanísticas del Renacimiento, como se acepta generalmente? En el presente estudio retomaremos el problema desde sus orígenes; intentaremos reconstruir las relaciones estructurales del sistema urbano colonial español, donde se encuentran algunas de las claves de su génesis y de su desarrollo hasta el siglo xviii.
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introducción
Urbanismo hispanoamericano siglos xvi, xvii y xviii El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico se terminó de imprimir en los talleres de Javegraf en Bogotá, d. c., en el mes de diciembre de 2018. Fue compuesto con caracteres Chronicle y Alegreya.
Javeriana) y Ensayos (Universidad Nacional de Colombia), así como en obras colectivas como Barroco Iberoamericano, compilado por Ramón Gutiérrez (Lunwerg Editores, 1997) o Mudéjar Iberoamericano. Una Expresión Cultural de Dos Mundos (Universidad de Granada, 1993). El rigor y la novedad de su trabajo lo hicieron merecedor de numerosos premios a lo largo de su carrera: En 1978 recibió la Orden Javeriana en Grado de Caballero; en la Bienal de 1990 la Sociedad Colombiana de Arquitectos le concedió el premio de Restauración “Carlos Arbeláez Camacho” por su trabajo de restauración de la Catedral de Pamplona; en la Bienal de 1992, el Premio Nacional de Arquitectura Carlos Martínez Jiménez por el texto “El modelo urbano aplicado a la América española: su génesis y su desarrollo teórico y práctico”, otorgado en 1998 recibió la Condecoración Gran Orden del Ministerio de Cultura; y en 2009, el reconocimiento a su trayectoria académica e intelectual otorgado en el sal xii, celebrada Panamá.
jaime salcedo salcedo
Este libro publicado ya hace varias décadas es todavía vigente porque se trata de una investigación histórica rigurosa que no prescribe. Porque es muy escasa la investigación reciente en estos temas y épocas. Porque la hipótesis central es muy sugerente y probablemente cierta. Porque abre caminos aún no explorados. Porque, aunque se han realizado trabajos particularizados, su síntesis continental no ha sido superada ni cuestionada. Jaime Salcedo Salcedo aborda un tema y un periodo en el que abundan las generalizaciones, las abstracciones, los preconceptos y las ideas vagas; para contrarrestar esta tendencia, discute con argumentos algunas aseveraciones comunes, como la de la incidencia del renacimiento italiano en los trazados urbanos, y despliega sobre todo un arsenal de constataciones precisas que pone el acento en los detalles. silvia ar ang o
ISBN 978-958-781-230-5
978-958-781-230-5
9 789587 812305
Jaime Salcedo Salcedo (Guadalajara de Buga, 1946 - Bogotá, 2013)
JAIME SALCEDO SALCEDO
obra donde propone el origen del trazado urbano de la ciudad colonial; y Los jeroglíficos incas: Introducción a un método para descifrar tocapus-quillca (Universidad Nacional de Colombia, 2007), que versa sobre el significado de los tocapus (pictogramas usados por los incas en vasijas y textiles) basándose en el estudio del quero 7511, conservado en el Museo de América de Madrid. También colaboró en las publicaciones periódicas Apuntes. Revista sobre Estudios de Patrimonio (Pontificia Universidad
El 13 de julio de 1573, en el Bosque de Segovia, don Felipe II expidió el que ha sido considerado como el primer código de urbanismo de la Edad Moderna: un conjunto de disposiciones bajo el título de El orden que ha de tener en descubrir y poblar, conocido como las Ordenanzas de poblaciones, destinadas a las colonias españolas en América. ¿El modelo propuesto en las Ordenanzas de poblaciones es una idealización de la ciudad indiana? ¿Tuvo la ciudad colonial aportes o influencias del urbanismo indígena precolombino, como han llegado a pensar investigadores juiciosos y como los americanos nos sentimos tentados a creer? ¿Se basaron, tanto el modelo de las Ordenanzas de poblaciones como las ciudades fundadas antes de su promulgación, en un modelo común? ¿Sería el supuesto modelo común la concreción de ideas urbanísticas del Renacimiento, como se acepta generalmente? En el presente estudio retomaremos el problema desde sus orígenes; intentaremos reconstruir las relaciones estructurales del sistema urbano colonial español, donde se encuentran algunas de las claves de su génesis y de su desarrollo hasta el siglo xviii.
URBANISMO HISPANOAMERICANO SIGLOS XVI, XVII Y XVIII
(viene de la solapa delantera)
URBANISMO JAIME HISPANOAMERICANO SALCEDO SIGLOS XVI, XVII Y XVIII SALCEDO El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico TERCERA EDICIÓN
Arquitecto de la Universidad Javeriana (1970), se destacó como restaurador e historiador del urbanismo. Dirigió la restauración de algunos de los edificios más importantes del patrimonio colombiano: Catedral Primada de Colombia (Bogotá), la Quinta de San Pedro Alejandrino (Santa Marta), la Iglesia Mayor (Guadalajara de Buga), el Templo de Santo Domingo (Tunja), la Catedral de Santa Clara (Pamplona) y la Basílica de Nuestra Señora de Monguí (Boyacá), entre otros. Como urbanista diseñó el plan de reglamentación del centro histórico de Villa de Leyva, el Plan Piloto de Restauración de Popayán y el Proyecto de Reglamentación del Centro Histórico de Buga. Desarrolló su trabajo académico en la Pontificia Universidad Javeriana, donde fue director del Instituto de Investigaciones Estéticas Carlos Arbeláez Camacho (1972-1993), director del Departamento de Historia de la Facultad de Arquitectura y Diseño y profesor de historia de la arquitectura. En la Universidad Nacional de Colombia fue profesor de la Maestría de Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura y la Ciudad y del Doctorado en Arte y Arquitectura. En 2010 esta institución le concedió el grado de Profesor Honorario. Entre sus áreas de especialización destacan el urbanismo de los siglos xvi a xviii en la América española, la conformación de los vecindarios y el trazado de las ciudades. También fue un firme defensor de la conservación del patrimonio. Entre sus publicaciones se encuentran “El modelo urbano aplicado a la América española: su génesis y su desarrollo teórico y práctico” (Ensayos sobre urbanismo hispanoamericano, Junta de Sevilla, 1990), (continúa en la solapa trasera)