Como puede leerse en las colaboraciones y actividades que pueblan nuestro número 268, los movimientos estudiantiles y sociales que caracterizaron al año de 1968, con la fatídica represión ocurrida el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, están detrás de lo que, apenas unos cuantos años después, sería el Colegio de Ciencias y Humanidades. Ya sea porque en ellos se evidenció la falta de oportunidades para que la juventud pudiera continuar sus estudios medio-superiores, o porque justo de esa juventud crítica y plural habrían de salir los nuevos maestros que atenderían a las primeras generaciones de cecehacheros, o porque ante la demostración irracional del poder la Universidad supo mantener su postura en favor de la libertad y la educación, o porque los entonces estudiantes (y después docentes del CCH) pusieron en práctica el pensamiento crítico a través de asambleas y solidarizándose con las causas sociales… entre muchas otras razones más.