El ritmo, el tono, los pasos, las poses, las porras, los atuendos, los disfraces, el maquillaje, los tapetes, las ofrendas, los dibujos… todo lo vivido en la celebración de nuestras tradiciones quedó marcado por la alegría de volver estar juntos y presentes. También en ese sentido, el pasado convive con lo reciente o con nuestras ideas más futuristas, pues como dicen los poetas: el tiempo vuelve a ser uno. En algunos países la frontera entre la oscuridad y la luz se adelgaza, posibilitando la migración de los espíritus de uno a otro bando, tal como parece ocurrir en nuestro Día de Muertos. La imaginería o imaginística con que la comunidad dio forma a estas fiestas (a las que ya es imposible no sumar Halloween) ocupa gran parte de este número de Pulso. A ello se agrega lo ocurrido una semana previa en los coloquios sobre especies silvestres de nuestro país (dedicado al Jaguar) y sobre hidroponía y cultivos orgánicos. Sin duda, genuinas demostraciones de trabajo colaborativo.