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Patria, pluralidad e ideología
En estos tiempos surrealistas de fanatismo ideológico es fundamental entender que hay una brecha radical entre ser fanático de un político y ser patriota. Y es que para muchos resulta muy difícil darse cuenta de que el político de turno no es, de ninguna forma, ni remotamente, la nación.
Por aLfredO TONaTHIu vINIegra rOdrÍguez FoTos: QueHaCer POLÍTICO /ArCHIVo
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el confundir a un político con la nación es, válgame la analogía, casi como confundir al amor con el matar por celos.
Y es que entendámoslo, así no funciona una democracia pluralista y discursiva…..si es que realmente aspiramos a ello. Muchos creen que la democracia más eficiente es el sometimiento de las minorías por las mayorías, más ello es fascismo, es totalitarismo. La democracia, la que es pluralista, dialógica y discursiva, no es la que somete a las minorías a los criterios y caprichos de una mayoría.
NO, ese TIPO de democracias son las que se aíslan de toda crítica y de toda contrastación, las que erradican a todo lo diferente, a toda innovación, a toda pluralidad y, por ende, las que destruyen a las naciones. Las democracias que llevan al progreso a las naciones son aquellas que mantienen el dialogo abierto con las minorías, las que abrazan la pluralidad de criterios, de visiones y de voces. La democracia que debemos buscar no es la que le da a un solo individuo el poder de determinarlo todo, sino la que mantenga abiertos todos los canales discursivos y dialógicos para que las decisiones y el rumbo de la patria no quede pendiendo de un criterio único y autorreferencial, sino que se guie por la contrastación constante de todos los criterios, de todas las voces y de todos los horizontes.
Quien ama de verdad a su país sabe que este no se reduce a los presidentes en turno, sino que está conformado por el pueblo entero; por las generaciones pasadas, presentes y futuras. Y es a todos ellos a quien le debemos lealtad y dedicación y no así al político en el poder en turno.
Amar al país, entendámoslo de una vez, no es luchar por el proyecto personal de un político, es luchar por el legado de las generaciones que nos precedieron.
Es apremiante que distingamos entre el amar a nuestro país y el que patológicamente dependa nuestra identidad y nuestro sentido de pertenencia de la narrativa ideológica que vende el político de turno.
Amar al país, entendámoslo de una vez, no es luchar por el proyecto personal de un político, es luchar por el legado de las generaciones que nos precedieron, por la dignidad de la generaciones presentes y por el futuro que le dejaremos a las generaciones que vendrán. Amar al país es ver al largo plazo, considerar el escenario y el contexto que construiremos para los que vienen y no así el aplaudir irreflexivamente las ideas necias, egoístas y autorreferenciales del político de turno que explota hasta el hartazgo las narrativas identitarias y de pertenencia con las que manipula a las masas.
Amar a México, señores míos, es ver objetivamente en donde se está en el momento y contexto actuales para poder analizar en función de ello cómo construir un mañana mejor. En cambio, ser un fanático ideológico que se identifica proyectivamente en la narrativa de un político y que se ciega a la realidad presente y pasada; que se ciega al derrotero al que nos dirigimos, es carecer de todo amor a la patria y de toda empatía por las generaciones presentes y futuras. Quién ama realmente a su prójimo y a su patria, jamás pone por encima de estos a ninguna ideología.
Al contrario, quien es indiferente y carente de empatía hacia el prójimo y hacia la patria, será ciego a los hechos y a la realidad para así, con los ojos cerrados, poder anteponer sus necesidades ideologías y al mesías que las alimenta, por sobre del prójimo y de la patria.
Tristemente a las masas les importa más la identidad que obtienen al vitorear vacuos discursos llenos de sofismas, que regalan los falsos mesías, cual arroz con gorgojo, en lugar de ver con honestidad y empatía por el futuro de su patria, de sus hijos y de sus nietos.
Es por ello que los países fracasan, por eso los países se estancan y retroceden, porque a muchos, a demasiados, tan solo les interesa alimentarse del marco de identidad que ofrecen los discursos y políticas populistas. Estos hombres, hambrientos de identidad y de pertenencia no tienen cabeza para preocuparse por el progreso real - y no meramente ideatico- de su país, de su economía, de su educación y de su ciencia. Jamás se sientan un instante a contemplar ni el atardecer ni las implicaciones de los discursos que falderamente siguen. No les importan ni los hechos, ni la historia ni las razones o la lógica; así como no les interesa ni el presente ni el futuro de su país. No les importa el contexto con el
que se encontrarán sus hijos y nietos pues tan sólo están obsesionados y hambrientos con una gula dantesca, cual adictos a la heroína, por el seguir bebiendo del miserable marco identitario y de la pueril pertenencia que ofrecen las narrativas populistas de los falsos mesías. Desgracia enorme y tremendamente triste el que la gente confunda defender al país con defender al político de turno en el poder, pues no se dan cuenta que eso no lleva más que a la desintegración de las instituciones y a la desaparición de la pluralidad de criterios. Tan necesarias ambas para que una sociedad progrese.
Por ello, que nunca se nos olvide que esta patria esta conforma por cada uno de los individuos que la habitan y por cada uno de los individuos que la habitaron. No olvidemos nunca que es la multiplicidad de los criterios, acciones sociales e intercambios comerciales voluntarios, así como las nuevas rutas, soluciones, innovaciones e interrelaciones que generan día a día cada uno de los individuos que conforman nuestra patria, lo que ha construido y construye cada día a este país; y lo que nos llevara el día de mañana a un mejor puerto.
Por todo ello, pretender reducir la nación a un solo individuo y a un solo criterio, es el peor de los errores y el peor de los caminos para esta nuestra patria que tanto amamos y a la que día a día le dedicamos el alma y el corazón. Si queremos que esta nación avance, debemos abogar por una democracia pluralista, dialógica y discursiva que permita el progreso y nos proteja de los criterios totalitarios y autorreferenciales. PQ
MéxicO, un TerriTOriO INMUNE A lA jUSTICIA Por mOurIs saLLOum geOrge Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
Si se va a tomar en serio, el imperativo de reconstruir el entramado institucional y el tejido social en México, es pertinente dar por agotados los montajes mediáticos, las estadísticas sin coincidencias, las incriminaciones y las promesas de contención de la Barbarie que ha saltado los linderos territoriales y han convertido la republica en un teatro de guerra sin solución de continuidad.
El feminicidios y otros acontecimientos que marcaron para siempre la conciencia y el imaginario colectivo.
EL aÑO 2020 es en mucho el “Annus horribilis” para toda la humanidad, peor para México. Lo marcaron: la pandemia, el nuevo azote de la raza humana y las masacres cometidas por la actividad criminal contra periodistas y defensores de los derechos humanos, feminicidios y otros acontecimientos que marcaron para siempre la conciencia y el imaginario colectivo, con el magnicidio del exgobernador de Jalisco Aristóteles Sandoval, perpetrado en Puerto Vallarta, Jalisco, se sumara al balance negativo de esclarecimiento de los ataques del crimen organizado; acto contra la sociedad mexicana.
El Gobierno de Jalisco rinde homenaje luctuoso a Aristóteles Sandoval.
a fINaL de CueNTas, en todos los acontecimientos subsisten grandes dudas, espacios para la lucubración y para el desconcierto. Grandes lagunas de comunicación que deberían existir en un ambiente democrático y libertario como lo es el Mexicano.
Las esTImaCIONes de la Federación Internacional de Periodistas, México es el país con mas asesinatos de periodistas en el mundo durante 2020, si se añaden las dos décadas anteriores, es el sitio mas peligroso del mundo para ejercer nuestra profesión.
eL LIbrO bLaNCO deL PerIOdIsmO mundial, reseña que desde 1990, en el mundo han sido asesinados 2,660 periodistas en promedio dos por semana, los países que más han reportado son Irak con 339, seguido por México con 175. PQ