En estos tiempos surrealistas de fanatismo ideológico es fundamental entender que hay una brecha radical entre ser fanático de un político y ser patriota. Y es que para muchos resulta muy difícil darse cuenta de que el político de turno no es, de ninguna forma, ni remotamente, la nación.
Patria,
pluralidad e ideología
POR Alfredo Tonathiu Viniegra Rodríguez FOTOS: QUEHACER POLÍTICO /ARCHIVO
El confundir a un político con la nación es, válgame la analogía, casi como confundir al amor con el matar por celos. Y es que entendámoslo, así no funciona una democracia pluralista y discursiva…..si es que realmente aspiramos a ello. Muchos creen que la democracia más eficiente es el sometimiento de las minorías por las mayorías, más ello es fascismo, es totalitarismo. La democracia, la que es pluralista, dialógica y discursiva, no es la que somete a las minorías a los criterios y caprichos de una mayoría.
N
o, ese tipo de democracias son las que se aíslan de toda crítica y de toda contrastación, las que erradican a todo lo diferente, a toda innovación, a toda pluralidad y, por ende, las que destruyen a las naciones. Las democracias que llevan al progreso a las naciones son aquellas que mantienen el dialogo abierto con las minorías, las que abrazan la pluralidad de criterios, de visiones y de voces.
La democracia que debemos buscar no es la que le da a un solo individuo el poder de determinarlo todo, sino la que mantenga abiertos todos los canales discursivos y dialógicos para que las decisiones y el rumbo de la patria no quede pendiendo de un criterio único y autorreferencial, sino que se guie por la contrastación constante de todos los criterios, de todas las voces y de todos los horizontes.
Las democracias que llevan al progreso a las naciones son aquellas que mantienen el dialogo abierto con las minorías, las que abrazan la pluralidad de criterios, de visiones y de voces ENERO 2021 / 16 / QUEHACER POLÍTICO