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EL PROCESO DE PAZ QUE PODRÍA COSTARLE LA HEGEMONÍA A ESTADOS UNIDOS

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DEPRESIÓN

DEPRESIÓN

Carolina alonso romei

El pasado 10 de marzo tuvo lugar una reunión histórica e inesperada en Pekín. Arabia Saudita e Irán anunciaron que pactaron restablecer lazos diplomáticos tras siete años de hostilidades, en un acuerdo entre dos de los archienemigos regionales. El estrechamiento de manos entre Arabia Saudita e Irán, podría significar una nueva palanca que abra la puerta a una nueva era tras décadas de guerras en la región de Oriente Medio.

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Riad y Teherán tienen previsto reabrir sus embajadas en un plazo de dos meses en virtud de un acuerdo mediado por China, según informaron Arabia Saudita e Irán en una declaración conjunta tras las conversaciones mantenidas en Beijing. También se tiene contemplado volver a aplicar un pacto de seguridad firmado hace 22 años, por el que ambas partes convinieron cooperar en la lucha contra el terrorismo, el lavado de dinero y el narcotráfico, así como reactivar el acuerdo comercial y tecnológico de 1998. Si el acuerdo que ha permitido el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas potencias islámicas funciona, la disputada región podría pasar de ser una tierra de conflictos a una de diplomacia.

Irán y Arabia Saudita habían intentado mejorar sus relaciones durante los últimos años. Las tentativas comenzaron con conversaciones en 2020 y se tradujeron en varias reuniones en Irak y Omán. Al año siguiente, en 2021, ambas naciones anunciaron que Irán había reanudado las exportaciones hacia Arabia Saudita, e Irán lanzó la idea de reabrir los consulados en los países del otro para ir restableciendo las relaciones diplomáticas. Tanto las declaracio- nes posteriores por parte de los iraníes y los saudíes, reconocieron esas conversaciones y agradecieron tanto a Irak como a Omán por sus esfuerzos y por acogerlas. Pero es un hecho que fue China quien los llevó a la mesa, permitió el avance y selló el acuerdo.

El convenio logrado por China entre Arabia Saudita e Irán se basa en la no injerencia en los asuntos internos de la otra parte, lo cual contradice las llamadas “reglas” occidentales, basadas en políticas de doble nivel. Al lograr este acuerdo, Pekín se posiciona repentinamente como un actor de máximo calibre en el Medio Oriente, donde la influencia de las potencias occidentales, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, está en claro retroceso. El acercamiento entre ambos países debería conducir al restablecimiento de la paz en Ye- men, facilitar el regreso de Siria a la Liga Árabe y la designación de un nuevo presidente de la República en Líbano, además de favorecer de forma decisiva el proyecto regional de las nuevas “rutas de la seda”.

Es un hecho que esto representa un gran avance en la apertura de diálogo en dicho territorio y para tratar de consolidar la paz. Pero, ¿quién es en realidad el gran vencedor de este nuevo pacto? Sin duda alguna, China. El acuerdo negociado por el gigante asiático representa un realineamiento sísmico en el Medio Oriente, el cual podría tener implicaciones masivas para la paz, el comercio y los acercamientos en la región. Aunado a esto, este suceso simboliza una victoria diplomática para el gigante asiático en un territorio del Golfo, en el que durante mucho tiempo se había considerado parte del dominio de influencia de Estados Unidos.

La realidad es que Estados Unidos no debería tener ninguna queja ante esta situación. La estabilidad en la región tiene un efecto positivo para todos los involucrados, y el papel de China en el apoyo al orden internacional y ser una fuerza para la estabilidad, es precisamente lo que Estados Unidos les ha estado exigiendo. Pero el gobierno estadounidense está descontento por dos razones principales. La primera es que fue precisamente China la que emergió como potencia efectiva en la región, negoció el acuerdo y remodeló la región. La segunda es que la política exterior estadounidense no favoreció la paz y la estabilidad en la región.

¿Por qué Estados Unidos no pudo consolidar lo que China si logró concluir? Hubo algunos sucesos que pudieron haber afectado esto. Por ejemplo, las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán quemaron buena parte de su capital diplomático en Oriente Medio. Asimismo, muchos en el área del Golfo ven el desarrollo de la guerra en Ucrania como una aventura estadounidense innecesaria y peligrosa. Estas incongruencias han llevado a los saudíes –al menos-, a ceñir la política a sus intereses nacionales y menos a las necesidades de Estados Unidos.

La realidad es que el surgimiento del mundo multipolar ejemplificado por el surgimiento de

China como contrapeso y como potencia internacional, no se ha limitado a este ejemplo más reciente del acercamiento entre Irán y Arabia Saudita. También ha sido demostrado por acuerdos recientes entre Arabia Saudita y China, así como por movimientos recientes de membresía en organizaciones como BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO).

La exitosa mediación de China revelaría que Estados Unidos está perdiendo fuerza en su papel de árbitro global en favor de Pekín. En ese sentido, la “fuerza del dragón rojo chino” en Oriente Medio revelaría una importante derrota diplomática para Estados Unidos. Asimismo, se destaca el surgimiento de China como una potencia internacional y revela su influencia económica, diplomática y política en rápida evolución en Medio Oriente. También revela una nueva fragilidad de Estados Unidos a quedar fuera del juego sobre posibles resoluciones futuras de la guerra en Ucrania.

Como podemos ver, hay mucho en juego debido a este nuevo acercamiento, y podríamos estar ante un posible surgimiento de un mundo multipolar, en el que pareciera ser que Estados Unidos puede no tener ya la última palabra en alineamientos y políticas para resolver los conflictos alrededor del mundo. El acuerdo es una demostración real del fortalecimiento de la visión de China en un mundo multipolar, en la que se pueden lograr acuerdos sin interferir, dictar o reestructurar la política interna de otros países.

China está cobrando fuerza de manera importante alrededor de todo el mundo, y no podemos perder de vista que en cualquier momento se pudiera convertir en la primer potencia, la cual podría dictar las reglas en lo que pareciera ser el surgimiento de un nuevo orden mundial, en el que Estados Unidos tendría que acostumbrarse a obedecer y seguir órdenes de sus superiores.

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